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e^VVc^v^^oi^a^ p^t^e^tvn's^vr^Ci-i.
Hace tres lustros se dio á la estampa esta obra por primera vez. Amparó
entonces su publicación el benemérito General Antonio K. Cuervo, á la sazf'n
Ministro de Guerra, considerándola útil para el ejército, conforme lo manifes-
tó en el Prólogo que para apadrinarla se dignó escribir. Como era natural,
tratándose de un trabajo de la índole del presente, el libro resultó con las defí*
ciencias inherentes á una labor sin antecedentes en el país, cuanto al fondo, y
conel defecto irreparable de no ser ilustrado, es decir, de faltarle \vl piedra an-
gular de las cartas y planos, sin los cuales no hay libro de geografía digno del
nombre de tal, pues toda descripción de un territorio cualquiera no es ni
puede ser otra cosa que un comentario documentado de las líneas que geomé-
tricamente representen ese territorio en el papel.
Hoy entra de nuevo en prensa el libro, corregidos los principales defectos
y errores del fondo por el trabajo de varios anos, y llenado el vacío de la falta
de ilustraciones adecuadas, merced al apoyo que se ha dignado prestarle el
Excroo. Sr. D. José Manuel MarroquÍn, encargado de regir los destinos
de la República, y literato conocido en todos los países donde se habla la len-
gua de Castilla.
Porque no obstante la sangrienta rebelión que aún nos azota- por fortuna
con sus últimas convulsiones — con daño de la riqueza nacional, del adelanto
intelectual y material del país y de la moral pública, el Excmo. Sr. Marro-
QITIN, sin posponer á ninguna otra tarea la de restablecer cuanto antes el or-
den público turbado, no desatiende las obras de prcgreso, ora para cuidar de
su desarrollo, ora para asegurar su continuación en mejores días, que, á Dios
gracias, ya clarean en los horizontes de la patria.
Y no por Vanidad personal, sino por bien entendido orgullo patrio, pode-
mos afirmar que esta edición ilustrada de la Geografía de Colombia no tiene par
en la América Latina, y deja muy atrás cuanto en la materia se conoce de
México á Chile y la Argentina; y si las ilustraciones no son perfectas desde
el punto de vista artístico, en cambio constituyen una obra esencialmente na-
cional, ejecutada por jóvenes formados en la Escuela de Grabado, en maderas
recogidas en las magníficas selvas colombianas.
Por lo que hace á los grabados que ilustran la obra, forman un conjunto
tan rico, variado y completo como el asunto lo demanda, de suerte que ya por
VI Nueva Geografía de Colombia
su número — mediu millar, — ya ix»r no comprender vistas de poblaciones, ni
escenas de ccstumbres, ni tipos de habitantes, y por referirse solamente á la
obra de la naturaleza en nuestra patria, los que pueden llamarse idmiftas, cons-
tituyen una colecci''ii única en su especie, de modo que en este particular la
Nuast Geografía de Colombia no tiene igual en nuestro idioma.
Y como los grabados, ó sea la imagen de los objetos á que se refieren, per-
miten de ordinario condensar las descripciones y á la vez hacerlas más claras,
posible ha sido reducir el texto sin perjudicar su precisión.
La ilustración de la Nuez^a Geografía comprende ocho clases de figuras s
a) Cartas de las regiones naturales y de las circunscripciones políticas y
administrativas ;
b) Cartas de los municipios principales por su riqueza, población, área ó
condiciones topográficas ;
c) Planos á grande escala de todos los aecidenies geográficos dignos de
mención especial, como grandes macizos orográficos, valles, islas, vueltas, ho-
ces y saltos de los ríos, lagos, deltas, bahías, campos de batalla, etc., con inclu-
sión de las respectivas vistas, cortes y perfiles ;
d) Planos de las principales ])oblaciones de la República ;
e) Cartas de los ferrocarriles y principales camin>s, con los detalles del
caso ;
f) Cartas geológicas, etnográficas, militares, botánicas y zoológicas;
g) Cartas relativas á la historia de la geografía colombiana, ó sea las
usadas ó conocidas á i>rincipios y á mediados del siglo XIX, para que por com-
paración con los documentos modernos se pueda seguir la marcha de la ex-
ploración científica del país y queden señalados los vacíos por llenar existentes
en la materia ;
h) Diagramas, esquemas y croquis de geografía económica, comercial y
comparada.
Para la mejor inteligencia del texto, bueno es que se tengan en cueqta las
advertencias siguientes :
I.* Todas las cotas ó altitudes (altura de un lugar sobre el nivel del mar)
se expresan en metros ; en cambio, para las profundidades de Us aguas emplea-
remos tXfathom inglés, igual á una braza (i™83);
2.* Las distancias y áreas se dan en kilómetios y en kilómetros O (ki Ir me-
tros cuadrados), y, según el caso, también en leguas de 5,000 metros ó. en hectá-
reas (hcctómetros cuadrados);
3.* Las longitudes cuando no lleven indicación especial se refieren al me-
ridiano inglés de (ireenwich, oficial para Colombia, al tenor de la conferencia
de Washington;
4.* Las indicaciones de los puntos cardinales se harán con las abreviaturas
usuales : para el Norte (N.), Oriente (E.) y Sur (S.); pero para el Occidente
etvplcarcmos la letra \V ( ll'est), conforme lo usan hoy todos los geógrafos, á
fin de evitar confusiones con el ceto (0), ú otras posibles ;
5.* Para la expresión de los rumbos, se toma la circunferencia dividida
en 360 grados, salvo indicación en contrario;
6.* Las temperaturas se refieren al termómetro centígrado ;
Nueva Geografía de Colombia vii
7/ Los datos numéricos que se citan de los diversos autores, se ban toma-
do, cuando ha sido posible, de las piezas originales, ó, en su defecto, de las edi-
ciones corrientes de sus obras, de las publicaciones que las registran, ó se han
deducido de las cartas y planos respectivos inéditos 6 impresos ; por lo cual nada
de extraño tendría que para algunos de aquéllos resultaran omisiones 6 vacíos,
no obstante el interés con que se ha tratado de evitar tal falta ;
8.^ Las clasificaciones y términos técnicos de geografía física adoptados
en el texto, y los signos usados en las cartas, son los del atlas de Berghaus, y
los de las obras de Sonklar, Clerc, Marguerit y Lamparent, clásicos hoy en
estas materias; '~
9.' En los cortes y perfiles, de ordinario se exageran las altitudes lo más
posible, para herir mejor los sentidos del que los vea ;
10. En ningún caso se citan trabajos de segunda mano, cuando sólo son
compilaciones, reproducciones ó simples compendios de otros anteriores.
-C%- -*Í--^L-
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Bogotá, Marzo d£ I90l
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KfieDo ^eojpofía de ^olombic
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GEOGRAFÍA GENERAL
CAPITULO PRIMERO
El territorio
Nombre — La República de Colombia tomó su nombre del
apellido del descubridor del Nuevo Mundo, pero no siempre se ha
designado oficialmente del mismo modo : después de emancipada
de España y separada de sus hermanas, al disolverse la obra del
Libertador (1830), se llamó sucesivamente Nana Granada^ Confe^
deradón Granadina (1858), Estados Unidos de Colombia (lS6i), y por
último, á partir de 1886, Colombia á secas. Tiempo es ya de dete-
nemos en ese fatal camino de variar de continuo de nombres como
de Constitución, lo cual arguye contra la seriedad del Estado y
retrae del estudio del país á los hombres trabajadores de las demás
naciones. Por lo dicho, no es extraño que en el Extranjero aún se
designe con frecuencia nuestra patria con el nombre de Nueva Gra-
nada, y que algunos la llamen Colombia granadina ó Nueva Colom-
bia, para distinguirla de la Gran República de Bolívar. La prensa
venezolana emplea en sentido despectivo el nombre de Colombia
la chica, olvidando, de seguro, que fueron los infantes gra-nadinos
los principales factores de la ruina de las huestes españolas.
Cuanto al nombre primero, Nueva Granada^ no es otro que
el de Nuevo Reino de Granada con que el andaluz Gonzalo Jimé-
nez de Quesada denominó el asiento del principal Estado muis-
ca por él conquistado en el siglo xvi, por la semejanza que creyó
encontrar entre parte de la llanura que riega el Funza y los alre-
dedores de la Granada española, su patria ; nombre que tampoco
subsistió en el lenguaje oficial de entonces, puesto que para los pe-
ninsulares Colombia fue primero Presidencia y después Virreina/o
de San/a/e, tomado este calificativo del aplicado á la ciudad capi-
tal, es decir, de Santafé de Bogotá, hoy simplemente Bogotá. En
Nieva Geograha de Coi.ojíbia
fin, las palabras Confederación y Esi<i<íos Unidos, añadidas al nom-
bre de la República en el siglo sis, se refieren i la época en que
prevaleció en el país el régimen federal.
Posición y limites— L* R-t:pi5blica de Colombia ocupa las
aledañas porciones N. W. de la América Meridional y SE. de la
Central, entre la linea equinoccial y el trópico de Cáncer •, motivo
por el cual colinda con las Repiiblicas de Costarrica •, Venezuela,
Brasil, Perií y Ecuador y con los océanos Atlántico (mar de las An-
tillas) y Pacífico. Este territorio, de forma tan varia cuanto irregu-
lar en su perímetro, es el mismo del antiguo Virreinato de Santafé
(1740-1810), luego parte central de la Repiíblica de Colombia
(1821-1827) fundada por Bolívar, y que comprendía además á Ve-
nezuela y al Ecuador.
Nueva Geografía de Colombia 3
Colombia no tiene límites naturales sino al N. y al W., donde
su territorio es bañado por el mar, porque en las demás porciones
de su perímetro, la frontera, en lo general obra de las convencio-
nes diplomáticas, no siempre coincide con importantes accidentes
topográficos, sino que cruza montes y llanuras : sólo al N. W. sigue
en toda su longitud un lomo divisorio de aguas.
De lo dicho resulta que el perímetro de Colombia aún no está
fijado en toda su longitud, aun cuando sí en su mayor parte, pues
sólo permanece en litigio al S. y al SE., pero no en las tierras po-
bladas y cultivadas, sino en las regiones selvosas del Amazonas,
donde median todavía centenares de kilómetros desiertos entre, los
últimos ranchos colombianos y los primeros villorrios del Perú ó del
Brasil. En consecuencia, una de las necesidades más urgentes del
país es concluir con este enojoso asunto de fronteras, lo cual será
título de gloria para la Administración que lo lleve á cabo.
Como sé comprende, en este trabajo nos sujetamos á conside-
rar el territorio comprendido dentro de los límites sostenidos por
la Cancillería colombiana, de donde que, al tenor de los modernos
trabajos geográficos, la República se extiende desde el Cerro Cupi
(66** 7' 10" W X 0° 36' 30" N.) en la Sierra Onory (Guayana) ape-
nas á 20 leguas de punto de frontara no discutido ya, hasta la mon-
taña de Dota (83° 26' 30" W x 9° 50' N.) en las cabeceras del
Sixaula (Centroamérica), y desde el Seno de Tabatinga en el
Amazonas (4° 17' 45" S. x 69° 59' 50" W.) hasta la Punta Gallinas
enIaGoaj¡ra(i2°24' 3o"N x 71° 39' 48" W.), es decir, que los
meridianos de los dos primeros puntos distan 1,960 kilómetros (ape-
nas poco más de una hora de diferencia en tiempo), contándose i ,890.,
entre los paralelos de los otros dos : por 14 leguas no son iguales
las dos medidas. Además, entre los mencionados puntos extremos
hay: de Dota á Punta Gallinas, 1,360 kilómetros ; de Gallinas á
Cerro Cupi, 1,460; de Cupi al Seno de Tabatinga, 690 ; y de este
punto á Dota, 2,196 ; directamente de Dota á Cupi se cuentan 2,170
kilómetros (máxima longitud), y de Gallinas á Tabatinga 1,900
(máxima anchura). Empero, es de observar que aun cuando de
Dota á los orígenes del Auati Paraná (brazo del Caquetá) se cal-
culan 2, 3 so kilómetros, y en este sitio existe la población brasilera
de Tabxjca, no hemos elegido dicho origen por punto extremo
oriental, por razones geográficas que expondremos en su lugar :
en todo caso, las coordenadas de Taboca son : 65° 46' 20" W. x i°
46' S. En fin, los puntos del perímetro que más se aproximan al
centro del país son : la boca del León en el Golfo de Urabá (76°
4S' W. x 7° 57' N.); la boca del Mataje (78° 55' 10" W. x 1° 31'
10" N.); el cerro Bobalí (73^27' W. x 8° 38' 30" N.); el páramo de
Tama (72** 38' W. x 7° 12' 30' N.), y el puerto de la Buenaventura
(77** 5' W. X 3° 54' 30"). De Bobalí á Urabá sólo hay 390 kilóme-
tros, y los paralelos de Buenaventura y Tama apenas distan 470.
Considerando á Bogotá como centro de longitudes, tendremos
que Dota le demora 9° 34' 24" ai W., y el Cerro Cupi 7° 54' 56"
al E., por cuanto las coordenadas de la capital son al tenor de los
cálculos más aceptables :
Lat. Norte: 4? 36' 11".
Long. W.: 74^ 2' &\
NuKVA Geografía de Colombia
Superficie — El área del país es de figura en extremo irreg^ular,
conforme se deduce de las coordenadas anteriores, de suerte que
no es posible compararla á ning-iSn objeto ni inscribirla en ning^dn
políg'ono regcular. El que indica la fig'ura sig-uiente es el más ade-
cuado para ilustrar este asunto :
FicrRA 2.'
Punía Gtilh'nas
PER¿T
Polígono-perímetro de Colombia
El polígono mide 3,300 kilómetros de desarrollo ; el perímetro real 10,500
El perímetro de esa área mide la enorme longitud de 10,500
kilómetros, casi por mitad ref)artidos entre fronteras y costas, con-
forme á la siguiente minuta :
Costas, 5,220 kilómetros : costa atlántica, 2,650; costa pacífica,
2,570.
Fronteras, 5,280 kilómetros: Costarrica, 350; Venezuela, 2,270;
Brasil, 1,110; Perú, 500 ; Ecuador, 1,050 *
• Como los limites entre el Ecuador y el Perú y entre éste y el Brasil no
están ñjados deñnitivamente, para los cálculos anteriores se tiene en cuenta la
ocupación real del territorio por parte de cada uno de dichos Estados en la ac-
ualidad.
KrKVA Geografía de Colombia 5
I Fronteras Costas I
I en litigio I I Panamá La Costa Cauca Panamál
es
S ¿3
8 o *2 ^ ^ Atlántica Pacífica
Ü >
Figura 3.* — Diagrama del perímetro colombiano
Descontando del litoral las partes correspondientes á la pe-
nínsula de Goajira (390 ks.) y al Istmo de Panamá (2,100), tan sólo
quedan á la /ürra firme 2,840 kilómetros de litoral, ó sea apenas
uno por cada 450 cuadrados de superfície !
¿ Y cuál es esta superficie ? La pregunta no puede responder-
se con precisión, y seguramente pasarán muchos siglos antes de
que el dato pueda fijarse con exactitud, porque uno de los proble-
mas topográficos más difíciles de resolver es calcular bien el área de
un país, aun cuando sus fronteras estén perfectamente marcadas y
haya de su suelo carta geográfica exacta.
Oficialmente se ha indicado en los anuarios nacionales que la
superficie de Colombia asciende á 1.331,025 kilómetros cuadrados
(Codazzi); Caldas la estimó en 1.320,000; Moreno en 1.265,000;
la Enciclopedia Briiánica en i .400,000, y el Almanaque de Goiha (hace
cinco años) en 1.203,000. En la actualidad este ultimo libro apun-
ta el guarismo de 1.330,875, conforme á un cálculo planimétrico
hecho en el Instituto geográfico de ese lugar.
Múltiples son las causas de error que afectan todos estos
cálculos * y aun cuando de algunas de ellas se libró el última-
mente citado, en cambio, como no se refiere sino á los límites que
los europeos caprichosamente nos señalan en sus cartas, y se hizo
antes de fijarse arbitralmente la frontera con Costarrica, al número
apuntado faltan muchas decenas de miles de kilómetros cuadrados,
porque el área de que así se nos priva oscila entre 168,000 y
260,000, según las cartas.
Un cálculo cuidadoso y verificado repetidas veces, nos ha
dado como área media actual de Colombia 1.425,470 kilóme-
tros D (inclusos 1,250 ks. D de islas), sin contar la Mosquitia, de
los cuales 214,300 están en las zonas fronterizas en litigio, de suerte
que aun cuando perdiéramos parte de éste, la superficie de Colom-
bia nunca sería menor de 1.210,000 kilómetros D, y de seguro se
acercaría al promedio de los cálculos de Codazzi, Caldas y Gotha, ó
ó sea á i .327,000 kilómetros D . Entre tanto, y sujetándonos á los lí-
mites señalados por nuestra Cancillería, adoptamos en este libro el
guarismo de i .425,470 kilómetros D como expresión la más aproxi-
mada de la superficie de la República, no sin advertir que de ellos
el mtUón aún permanece baldío ó sin cultivos sostenidos y formales.
De esta superficie, poco menos de 82,000 kilómetros □ perte-
necen geográficamente á la América Central, y unos 353,000 que-
dan situados al S. de la línea equinoccial, de donde que algo así
como 1.000,000 se hallan entre esa línea y la región de los istmos*
• BoMift .\f Hitar de Cohtnbia, número 105 (1 899).
Nueva Geografía de Colombia
Porción en
la América
Central
Área total
Fcr^icn
al S. le la e;;
B'igura 4.* — Diagrama de la distribución geográfica del territorio nacional
En todo caso, y sea de ello lo que fuere, Colombia ocupa un
término medio en la tierra por razones de su área : es potencia de
segundo orden á este respecto, porque si la superan los Imperios
turco, ruso (18 veces mayor) y chino, la India, Persia, el Congo,
Costarrica
n_
. «
T
'araguay
r
Colombia
Guayanas
Perú
Brasil
Venezuela
Chile
Bolivia
Ecuadot
«
A-gentina
•
□
Uruguay
Figura 5/ — Superñcie comparada de los países suramerícanos
Kl'kv.v Geografía de Colombia
el Cabo, Australia, el Canadá, los Estados Unidos, México, el Bra-
sil y La Argentina, y la i^jualan ó poco menos algunas otras nacio-
nes, todas las demás le son inferiores : es casi tres veces mayor que
Francia ó Alemania, cuatro y media que Inglaterra, y equivale á
treinta y cuatro Suizas ó á cincuenta Bélgicas. Mas, en otros pun-
tos de vista, ¡ cómo se transforma esta superioridad !
Una de las primeras consecuencias de la irregularidad del
área colombiana y de su complexa topografía es la carencia de un
centro normal de figura, por lo que puede, hasta cierto punto,
señalarse como lal la metr(5¡ioli de la República, es decir, Bogotá,
ya que dista igualmente de '1 ama y de Buenaventura, de Dota, de
TalMitinga y de Taboca, de Panamá, de Santa Marta y de la Boca
Figura 6.' — Boeoií,
a centro úel país, Escali
del Meta, del Cayambo y de Cartagena, y que por sus cercanías
pasan todas las lincas que unen los extremos del país. Desgracia-
damente ese centro queda alejado en extremo de todo puerto de
mar, y dista millares de kilómetros de los centros vitales del pla-
neta : 4,500 de Nueva York ; 9,600 de Burdeos ; 10,300 de Lon-
dres y 19,200 de Calcula.
Si se proyecta sobre un horizonte la porcidn de la RepiJblica
boy habitada, el punto que mejor reüne las condiciones de centro
s
Nueva Geografía de Colombia
para lal operación es el Tolima, es decir, el monte rey de las cor-
dilleras colombianas.
Figura 7/— Principales distancias directas. Escala i : 7.5oo.cxx>
Nueva Geografía de Colombia
Expl<
• r
[oración — ^^ territorio de Colombia fue descubierto y
conquistado por los españoles, quienes en él, más que en otro alguno
de su vasto imperio ultramarino, dejaron hondamente implantado
su sello ; á los ojos del viajero, Colombia es todavía una provincia
española. Iniciada la época de los descubrimientos en el Nuevo
Mundo con el primer viaje de Colón, le siguen de cerca Rodrigo
Bastidas y el piloto Juan de la Cosa, quienes reconocen, los prime-
ros, una porción de nuestro litoral ( 1500- 1502), de la Goajira al Da-
ñen, visitado más tarde por Alonso de Ojeda : el mismo Colón ex-
plora luego parte de la costa panameña ; Núñez de Balboa descu-
bre en 1 5 1 3 el Océano Pacífico, y poco después Pizarro reconoce
parte de la costa colombiana en ese mar.
I^a serie siguiente es la de los conquistadores, de esos hombres
que aparecen sin segundo en la historia de la lucha contra la na-
turaleza : Alfinger recorre, dejando charcas de sangre, el valle del
Cesar y parte de los del Lebrija y el Zulia ; Heredia visita la que
fue luego Provincia de Cartagena, incluso el rico Sinú; Cesar en-
tra el primero á tierras de Antioquia, á donde lo sigue más tarde
Robledo; Fernández de Lugo conquista territorios en el actual De-
partamento del Magdalena ; Spira realiza homérica correría en
las llanuras orientales, en la cual no lo sigue su teniente Fredermánn,
quien trepando la montaña, entra á la Sabana de Bogotá. A esta
planicie llegan al mismo tiempo Belalcázar y Quesada: aquél,
venido del Ecuador, lo hace cruzando los valles del Patía, el Cau-
ca y el Magdalena ; el otro, el más afortunado de los tres, ocupó
el primero la corte del Zipa chibcha, después de remontar el valle
del Magdalena y atravesar tierras de Santander y Boyacá. La
historia de los descubrimientos geográficos no ofrece hecho tan
curioso como este del encuentro de tres conquistadores en el cora-
zón de un mundo, tras partir de tan lejanos puntos y con tan dis-
tinto objeto.
Y decimos corazón, porque cuando se verificó el descubrimien-
to de la Sabana y se fundó á Bogotá, ya se había dado la vuelta al
mundo por primera vez, descendido el Amazonas, y funcionaba un
gobierno regular en las recién fundadas ciudades de México y de
Lima. Es este cuasi aislamiento de Bogotá una de las causas que
más han entrabado el progreso material del país.
La fundación de Bogotá y la creación de la Presidencia ter-
minan el período de la conquista y empiezan el de la colonizacimy
obra grande y que á pesar de los excesos que la manchan, será
siempre el mayor timbre de gloria de la Nación española. No lle-
garon á cien mil los hijos que ella envió á Colombia, y sin embar-
go, pocas son las poblaciones — medio centenar — fundadas después
de la Independencia. Grande es la raza que con numero tan exi-
guo ocupó real y materialmente tan vasto territorio, y de tal modo
era vigorosa, que sus mestizos, siglos después, no presentan ni el
más ligero signo de atavismo hacia la raza india, y en el país no
se habla sino la lengua de Castilla, y con bastante pureza. Los
montañeses colombianos son pura raza blanca, y qué raza I For-
mada en la lucha, con un suelo que exige titanes para su domina-
ción, á ninguna pide favor cuanto á resistencia para el trabajo y á
Níteva Geografía de Cohndña TOMO i — 3
Nueva Geografía dr Colombia
dosis de inteligencia, y por fortuna inmen>a para la Patria, es y
será raza latina. Hasta ahora no la ha desvirtuado la inmigración,
y si es verdad que necesitamos ésta con urfi;enc¡a, quiera Dios
no la conozcamos nunca si ha de presentarse como en otros países
americanos, la Argentina por ejemplo.
■Al mismo tiempo que FJspaña f^anaba tantos nuevos territo-
rios para el Estado, la corona de Castilla, para darse cuenta de su
forma y de los recursos que encerraban, imponía á gobernantes y
exploradores la respuesta á cuestionarios precisos sobre la geogra-
fía del pafs, y desde iSgr se centralizó en Madrid un servicio de in-
formaciones y reconocimientos, organizado por Juan López de Ve-
lasco, quien redactó, divididoen cincuenta cuestiones, un formulario
que quedó como tipo del género. De una manera general puede
afirmarse que el publico no conoció sino escasa parte de esa labor,
porque el secreto se guardó en lo referente á geografía física y
estadística, de suerte que á diario se sacan de los archivos penin-
sulares documentos con relatos más exactos y completos, sobre
sooK'
ola^ de fm
•,úe\
Siglo XVI
dieUlS'W
d«Id
Nueva Geograitia. jje Coi,ombja
II
pomarcas desiertas del país, que los que aquí, poseyó el público
de los dos primeros tercios del pasado siglo ; , lo cual también se
explica en parte por la exaltación de las pasiones que dejó en
los ánimos la sangrienta y larguísima guerra de emancipación
y el consiguiente desdén por los trabajos españoles.
Desde mediados del mismo siglo xvi los españoles conocían
bastante bien nuestras costas no menos que nuestras cordilleras y
gjandes hoyas hidrográficas. Y ese trabajo siguió aumentando
en calidad y cantidad; á las Memorias políticas y económicas de
Presidentes y Virreyes se unen los informes de ingenieros y em-
pleados especiales encargados de buscar el mejor trazo para
las vías comerciales, las minas más ricas ó los mejores artículos
de exportación. Corona y remate del edificio son las comisiones de
costas, de límites y de botánica, y las misiones, cuyos trabajos
Figura 9— Colombia según las cartas españolas d ^1 siglo xvii
I^ Nueva Gecxjrafia de Colombia
aún asombran y conservan hasta la fecha importancia decisiva, en
especial para la geografía del centro de la América Meridional.
A pesar de la carencia de buen instrumental los trabajos car-
tográficos de la época revistieron marcada exactitud, de tal suerte
que los errores de latitud son mínimos y los de longitud no exce-
den de un grado; y en los atlas y cartas publicados hacia la mitad
del siglo XVIII, cuando aiin no se conocían todos los contornos de la
América del Norte — el vacío estaba en las posesiones inglesas, —
ya la América española se ve delineada con notable precisión.
En las postrimerías del citado siglo aparece en nuestra patria
Francisco José de Caldas^ el ilustre padre de la Geodesia colombia-
na, y con él principia entre nosotros la era de la Geografía cientí-
fica, en la cual lo secundan discípulos aventajados. Es en estos
momentos cuando España permite que Alejandro Humboldi, el cé-
lebre explorador de los Andes tropicales, visite sus dominios de
América ; y su magna obra, completada luego por la del francés
BoussingauUyes^dXróti que permite apreciar en toda su valía la la-
bor de los criollos, que se aprestaban á proclamar la independen-
cia y á fundar la República.
El estudio de la patria geografía no se suspendió con la san-
grienta lucha; antes al contrario, las necesidades mismas de la
guerra obligaban á construir cartas, á explorar el terreno y á le-
vantar itinerarios.
Terminada la guerra, decae el ramo, conforme lo prueban
las publicaciones cartográficas de la época ; pero pronto se advier-
te el mal, y el Gobierno procura remediarlo, para lo cual Tomáí C.
de Mosquera^ Presidente entonces y á la vez geógrafo y General,
obtiene venga al país Agustín Codazzi, ingeniero italiano que aca-
baba de levantar la Carta geográfica de Venezuela. Codazzi tra-
baja como un Hércules de 1849 ^ i^SS» recorre unos 20,000 kiló-
metros de vías fluviales y terrestres ; toma muchos centenares de
cotas y calcula varias decenas de coordenadas. \ja, muerte le im-
pide terminar su trabajo, puesto que de los nueve actuales Depar-
tamentos no alcanzó á visitar dos, Bolívar y Magdalena ; pero su
obra resultó inmortal, porque aun cuando encierra numerosos erro-
res, excusables por razones obvias, la labor del eminente ingenie-
ro— cartas y memorias geográficas — es la base de todo lo que en
Colombia se ha hecho después en estas materias, y presenta el
primer cuadro aceptable de la tierra colombiana.
Además de Codazzi, otros exploradores extranjeros han visita-
do nuestro territorio, pero la obra que ejecutaron no es igual. En-
tre los que realmente hicieron progresar nuestra geografía, debe-
mos citar á Boussingauli y á Retss y S/üdel, que exploran los Andes
de Cundinamarca al Ecuador por el Tolima y el Cauca; á HeUner,
que hace lo propio de Antioquia á la frontera venezolana por Cun-
dinamarca, Boyacá y Santander ; á S/'trerSy que visita la región de
la Sierra Nevada de Santamaría y los valles de Cúcuta ; á Grct/e,
Shenck y S/ainAel, que recorren los Andes antioqueños ; á los dos
Whí/e^ que exploran el Chocó ; á Simonds, que levantó por cutnta
del Gobierno las cartas corográficas de Bolívar y Magdalena ;
Á, CrevauXy que siguió las huellas de los misioneros peninsulares
en las desiertas comarcas orientales; á Wiener , que realizó igual
Nueva Geografía de Golombia
13
:fiá ¿?e*r* «ft ^Á^s
_ { » J !^ ^"
^*a^^
Figura 10 — I^ cuenca dei Sogamoso y el Lebrija. ( Restrepo, 1828)
labor más al Sur ; á los geógrafos brasileros que nos han hecho
conocer el Amazonas y parte de sus afluentes ; á Wesí y Gühert,
que estudian el Magdalena ; á las comisiones científicas (Bonaparte
Wyse) de la empresa del Canal interoceánico, que conquistaron
para la ciencia el Darién y la región de Chiriquí ; á los ingenieros
del ferrocarril intercontinental, que pasaron su nivel de la fronte-
ra del Ecuador á Cartagena ; á los dos Redus (Elisée y Armand),
que visitaron la Sierra Nevada y el Darién, y, en fin, á los marinos
m^leses que delinean de manera definitiva el trazo del litoial. JEntr^
14 Ni' EVA Geografía de Colombia
los que sólo recog-ieron impresiones y redactaron viajes anecdó-
ticos sin verdadero valor científico pero útiles para la geografía
descriptiva, están Gaje, el Conde de Gabriac, Vigne, Safray, An-
drée, Cermoise, Strifleur, Chanfanjon, Brisson, Monnier, De Bre-
ttes, D'Espagnat, etc.
A estos nombres deben unirse los de muchos notables inge-
nieros y escritores colombianos y extranjeros que han recorrido
territorio ora en busca de minas, ora encargados del trazo de ca-
minos, vías navegables, ferrocarriles y fronteras, ora en los Estados
Mayores de ejércitos en campaña, ora levantando planos de hacien^
das y tierras baldías, y entre ellos Nieto París, González Vásquez,
Ferreira, Ramos, Sosa, Liévano, etc. Tampoco debemos olvidar á
los constructores de líneas telegráficas, quienes materialmente han
medido muchos miles de kilómetros de caminos, aun cuando por
desgracia no siempre con exactitud.
A la fecha el territorio colombiano, salvo parte de la mitad
oriental, aún ocupada por indios salvajes, está regularmente habi-
tado, organizado y dividido en secciones políticas administradas
conforme á la ley. El autor de la presente obra solicitó y obtuvo
del Gobierno en dos ocasiones (en 1886 y 1895) orden y apoyo
eficaz para verificar simultáneamente en todo el país un trabajo
de cuestionario análogo al empleado por los españoles, el cual dio
resultado completamente satisfactorio : millares de empleados,
entre ellos personas doctas y conocedoras del terreno en que vi-
vían, elaboraron detallados informes, previa consulta de los respec-
tivos archivos, que unos con otros se comprueban y han hecho in-
mensa luz sobre la topografía de la República.
La enorme suma de los trabajos é informes citados y la de los
recogidos en los archivos de los Ministerios de Estado, constituyen
la trama y armazón de la presente Geografía, que en la parte re-
ferente al centro del país ha sido rectificada por el autor en lar-
gas correrías en que siempre buscó en primer término llenar los
vacíos que resultaban en los documentos enumerados. De una
vez por todas quede advertido que no haremos citas de la obra de
Codazzi sino en determinados casos, porque la base de nuestro
trabajo es su obra, que íntegra queda incluida en estas páginas ;
pero ho la obra publicada por otros quitando el nombre de su
autor y compilada sin criterio científico y sin conocimiento de las
leyes de la Cartografía, y llena de errores de que no es responsa-
ble el malogrado geógrafo, sino la obra original sometida á la
crítica racional que el mismo ingeniero habría empleado para
fundirla en un solo cuerpo si la muerte no le hubiera impedido
darle la última mano, puesto que él escribió la geografía del país
por provincias que después se reunieron en secciones territoriales de
mayor magnitud. Cuanto al método y plan seguidos, se inspiran en
los trabajos de los grandes geógrafos franceses Onesime y Elisée
Reclus, quienes, los primeros, estudiaron la tierra de un modo ver-
daderamente científico, racional é inteligente ; por ellos la geografía
no es hoy mera lista de nombres y guarismos, ó nimiedades sobre
climas, costumbres y poblaciones, ó relatos inverosímiles de viajes,
sino cuadro completo y armónico de cada país y de la obra de sus
habitantes,
Ni'EVA Geografía de Colombia
Las demás fuentes y documentos consultados, en especial en
la Cartografía, se indican en cada caso, pero conviene desde aho-
ra señalar en sus grandes tineamientos, cdmo hemos formado el
cañamaso que ha servido de pauta para escribir esta Nueva Geo-
grafía de Colombia. Hemos considerado y tomado como base las
cartas hidrográficas del Almirantazgo inglés, hoy casi perfectas,
y que abarcan el litoral de la Repiiblica en ambos mares, con coor-
denadas referidas al Observatorio de Greenwich, A esta base se
enlaza la carta del río Magdalena en su parte navegable, 6 sea
de la boca á Neiva, fijando la posicitín'de los lugares ribereños, y
á la fecha también muy correcta por la manera como ha sido tra-
1 6 NüKVA Geografía de Colombia
bajada. A su turno, esta g-ig-antesca línea de trescientas leg"uas, se
enlaza con Cartagena, Santamaría, Medellín, Ocaña, Bucara-
manga, Ibag"ué y Bogotá, por estudios detallados para proyec-
tar ó construir ferrocarriles y carreteras : la capital ha sido así
enlazada al río por las vías de Carare, Guarumo, Honda, Cambao,
Girardot y Fusagasugá. De igual suerte están unidos Ibagué á
Cartago, Buenaventura á Medellín, Cücuta con Tamalameque,
Ipiales con Cartagena, Tüquerres con Barbacoas, Popayán con el
Micay, Medellín con el Atrato, Bogotá con el Meta, Purificación
con el Guaviare, etc. etc., rectificados además estos datos con el
cálculo repetido de las respectivas coordenadas geográficas. La
red así formada se completa y verifica á su vez por medio de
todos los demás documentos atrás indicados, con lo cual la obra
final resulta de una precisión que no puede ser superada sino
el día ea que se proceda á levantar metódicamente la carta geo-
désica del país.
Y como esta obra pretende alcanzar el carácter de definitiva
en sus líneas fundamentales ; como el suelo impone sello indele-
ble á las naciones que soporta, y Colombia pertenece al grupo
de los terrenos de contraste, en los que netamente acusada apa-
rece la oposición entre el llano y la montaña y ambos se pre-
sentan con caracteres colosales y complejos, para aspirar al fin
indicado, para imponer al lector los conceptos sentados en estas
páginas, preciso es comenzar por la exposición de los datos en que
se basan, en especial respecto de altitudes y distancias, dejando
para terminar el libro la discusión de las coordenadas preferidas en
cada caso.
En efecto, dadas las condiciones del país y su estado presen-
te, el porvenir del pueblo está en las industrias extractivas, en los
tesoros incalculables que guardan nuestros bosques ó encierran en
su seno nuestras montañas.
" En ninguna parte el profundo conocimiento del terreno y
de su explotación será más ütil, porque la posición geográfica de
Colombia es excepcional y la convierte en piedra angular de las
Repúblicas latinas del continente. Durante la guerra de la inde-
pendencia sudamericana, esa posición le dio un valor estratégico
de primer orden, y al presente y en el futuro le asegura un papel
esencial, como sitio de paso entre los dos océanos y las comarcas
que éstos bañan. La naturaleza no ha abierto sino un estrecho de
un mar al otro en el extremo meridional del continente, pero antes
que Magalhaes (Magallanes), Niíñez de Balboa había demostra-
do ya que la conquista — y por consiguiente el comercio y la civi-
lización— podía crearse otras vías interoceánicas allí mismo donde
Colón buscara su paso hacia el Asia...." *. Es decir, Colombia
guarda la promesa de ser tarde ó temprano uno de los grandes
.caminos del mundo entre el Oriente y el Occidente, y el único te-
rrestre posible entre el Norte y el Sur del Nuevo Continente.
" Como país de asiento para los colonos de toda raza, el te-
rritorio de Colombia presenta ventajas excepcionales. Del mar á
E, Reclus. Nom>elle geograpkie unwerselle. Colombie. Vol. xviii, pág. 223.
Nueva Geografía de Colombia 17
la cumbre de las montañas ofrece el regular escalonamiento de
todos los climas : calor, temperatura moderada, frío, combinados
segTÍn la exposición, con diversos grados de sequía ó humedad ;
pero en tanto que en otras Repüblicas de América el paso de cli-
ma á clima se hace bruscamente y como de un salto de la tierra
ardiente á la tierra fría, y que la zona templada, la más favorable
al hombre y á sus cultivos, está representada por estrechas fajas
de territorio, — Colombia, singularmente privilegiada, prolonga sus
montes y antemontes á gran distancia del núcleo central, y las re-
giones cuyo clima puede compararse al de la Europa occidental
por la temperatura, ocupan una extensión considerable, bastante
crecida para sustentar los habitantes por decenas de millones. Con
excepción del grupo montañoso de Santamarta, las serranías co-
lombianas se ramifican de tal modo, en abanico, hacia el N. y el
NE., que encierran tierras de labor en todos los escalones, bajo
todas las latitudes de la comarca." "Colombia estaría, pues, lista
para recibir inmigrantes por millones, si tuviera caminos accesi-
bles del mar hacia las zonas desiertas ó apenas pobladas de las
áreas templada y fría ; pero hasta la fecha Colombia ha tenido la
suerte de crecer en población y desarrollar sus recursos mucho
más por su propio fondo que por el auxilio de los extranjeros '* f.
De autoridad indiscutible son en el campo geográfico las líneas
anteriores, y como es llegado el tiempo de que sin peligro para
la nacionalidad vengan á Colombia brazos y capitales extranjeros
que nos ayuden á explotar los ricos veneros de nuestro suelo, en
lo cual hallarían provecho, para ellos acumulamos las pruebas, á
fin de que puedan formarse idea correcta tanto de las facilidades
y ventajas, como de las dificultades y tropiezos — menores éstos —
que á sus empresas presentaría el territorio, y por ende para que
se den cuenta exacta de que es factible vencer las segundas y
aprovechar las otras.
Altimetria colombiana *
I) ÉPOCAS DE LA COLONIA V DE LA EMANCIPACIÓN
CALDAS (colombiano), I79O-I8IO
Pasto 2605 Sotará (volcán) 4538
Río Guachicono camino alto) 2237 Sierra nevada de los Coconu-
— (valle del Patía) 682 eos (altura media) 4932
Iji Herradura 701 Puracé (nevado) 5184
El Bordo 900 — cráter viejo 4450
Llano del Patía 653 Huila (volcán nevado). ..5524 - 5457
Hatofrío 2031 Páramo del Quindío 3360
Popayán 1770 El Incií-nsal 2417
Chirivío 2120 El Tolima (volcán nevado).... 5618
Poblazón 2301 — límite inferior de la nieve. 4807
Mah^azá 3040 El Ruiz (nevado) 5595
t E. Reclus. Op. cit.
• Véase lo dicho en la advertencia preliminar,
Nueva Geografía de Coi.oübia
La Bolsa 978
Cali S96
Caitago 950
Antioqula 610
Medeltín 1*89
La Plata iiBS
Carnicerías 1103
Neiva 498
Ibagué 1308
Honda tai
Guaduas 1148
Bogotá 2635 -2650
Cerro de Guadalupe 3364
Tunja 3780
ramplona 1340
Figura
la obra gfOf;r,iliti do Caldas. — Escala
T.> ílu León, fi°\\'. de ( írtenivich
HUMBOi.m (alemán), 1799-1804
Siena de SBntamarta....546o-585o
Cartagena 7
Mompós [río Magdalena) 138
TamalamequF (id.) 136
Morales (id.) 137
Garrapatas (id.) 156
Guarumo (id.) 199
Honda (íd.) 383
La* Cruces 800
Salto del Fraile 1200
Alto del Sargenlü 1679
Guaduas 1149
AUodel Trigo (sic). 1350
Cune ijoo
VUleta 1085
Alio de Mave 1500
Guayabal i6c»
Alto de Gaseas I77o
¥.1 Aserradero 2500
t:i Roble 2763
Facalativá 2600
Uogolá. a66i
Ceirode Guadalupe 3^9°
— Monietrale 3160
Soacha 2690
I'uenagrande 2630
l'ár.imo San Fortunato 2890
Fusasasugá 1830
l'uenle de I'andi 890
Pandi 1019
Nueva Geografía de Colombia
Figura 13 — Fragmcnlu de ia carta de Colombia por Humboldl.
Kscala; 12.500.000, meridiano de París.
Pinmoade Sumapaz 3500-3900
FiramodeCbingua 3350
LUno* d«l M«U 400
Pore a59
Mozo 930
VélM 2196
TuBJa 2S54
S<^inoso 2574
PáiaiDO de Chita (Güicin) 4875
— del Almorzadero 3919
— de Cicota 3350
?iraplona 2432
CúcDta 407
Ncítb 5ío
Suita Rosa de Osos 2773
Aniioquia 546
Mariquita 92°
Sanlana 780
Ibagué 1370
La Palmita 319S
Tochí 204a
Volcancitos 319a
Paso del Quin dio 3504
Pantano de Vargas (al pie del
Tolima)., 367a
Azufral de San Juan (lU) ... 4119
Tdlima, límite inferior de la
nieve 4785
Tolima. cumbre S494-5584
El Inciensal 2413
líoqui» 1793
Cartago 964
Rio Cauca (id.) I77
San Pedro 916
Rio Cauca {Buga) 901
.Santander llSji
20
NiTEVA Geografía de Colombia
Rio Piendamó 1972
Popayán 1772
Puracé, cráter viejo 4412
— limite del pajonal.... 3418
— id. del bosque 1851
— pueblo 2643
Cascada del Vinagre 2670
Alto de Quilcacé 1949
Río de Quilcacé 1126
Dolores 1380
Río Esmita 1169
Río Guach icono 939
La Ascensión 2034
La Vega 2225
Cerro Socoboní 2450
^ansitará 2900
Páramo Pisatumba 3061
Páramo de Almaguer 3305
Almaguer 2268
Páramo Achupal las 3109
Río Jayo 2179
Alto de Puruguay 2869
La Erre 2286
Río Janacatií 1504
El Tablón... ..^ 2101
Río Juanambú (sic) 1504
Buesaco 1900
Meneses 2600
Alto de Aranda 3098
Pasto 2615
Taindala 2713
Río Guáitara 1664
Chillanquer 2713
CJuachucal 3141
Nevado deCayambe 5954
Maipurcs 182
Yavila 323
Tüniei)anda (río Amazonas) . y,o
RESTREPO (colombiano), I794-I8O2
Antioquia 551
San Jerónimo 739
Amaga 1370
Titiribí 1152
Santa Rosa 2589
Nacimiento del Nechi 2837
San Pedro 2326
Don Matías 2163
Carolina 1835
Angostura 1659
Yarumal 2215
Medellín 1496
Envigado 1597
Estrella 1721
San Cristóbal 1826
Hatoviejo 1467
Cupacabana 1491
Barbosa ^339
Rioncgro 2122
San Antonio 2123
El Peñol 1906
Marinilla 2083
Canoas 7^4
Juntas de Nare 247
Boca del Nare ... 2ix
BOUSSINGAILT (FRANCKs), I82O-27
Tusa 2943
Tulcán 3019
Cumbal (pueblo) 3219
Cumbal (volcán nevado) 4761
Túquerres 3107
Laguna Verde 3908
Muequisa (Yacuanqucr) 2701
Pasto 2616 ó 2610
Volcán Galera 4100
Pandiaco 2571
Meneses 2508
Ortega 1836
Río juanambú 1179
La Cañada 1517
Berruecos 1789
Sombrerillos 1271
Dolores 1520
LaMojarra 1018
El Bordo loii
Al maguer 2260
Popayán 1808
Puracé 2651
Sotará 2256
Paispamba 2634
Troja del Cura (Puracé) 2651
Malvasá 3040
Puracc (volcán) (azufral) 4259
— cima 5184
Cocón uco 2500
El Cabuyo i637
El Palo mi
Carache 11 77
Llanogrande(Palmira) 1085
Buga 985
Roldanillo 958
Toro 989
Anscrmanuevo 1050
Anscrmaviejo 1788
Nueva Geografía de Colombia
21
Quínchía 1776
Aaserma 1341
Supia 1225
El Rodeo (colina) 1341
— ceiro 1709
Riosucio 1818
Marmato 1426
Mandura 1427
Arma 1418
Agaadas 2198
Sonsón 2538 ó 2535
Páramo de id 3212
Medellín 1547
Santa Rosa de Osos 2579
Estrella 1721
Antioquia 629
Nóvita 180
La Haguita 465
Alto Mombü 583
La Horqueta 735
Chamí 901
La Plata 1048
Neiva 5'9
Cartago 979 ó 9^5
El Moral 2033
Tapias 2003
Toche 1955
Ibagué 1328Ó 1323
Pantano de Vargas 3672
Azufral del Tolima 1917
Id. (otro) 2300
Id. de San Juan 4119
Limite inferior de la nieve en
el Tolima 4700
— de las heleras 435^
Tolima (un dato) más de 4900
Id. (otro id.) 5500
Hcrve 3167
Alto Salado 3426
El Cedrito (Hcrvé ) 2001
Perillo id 1530
Gaadualejo id 1756
Mariquita 54^
Honda 208
Guaduas 1022
Villeta 839
Tocaima 393
Anapoima 750
Bogotá 2640 ó 2641
Guadalupe (cerro) 3304
Chipaque 2440
Cáqucza I740
Buenavista 1301
Apiai 320
Giramena 216
San Martín 432
Zipaquirá 2650
Ubatc 2562
Chiquinquirá .2597
Socorro 7°^
Sesquilé 2850
Chocontá 2760
Albarracín 2980
Tunja 2810
Sogamoso 2570
Labranzagrande 1 160
Cbamizal 2991
San José 2778
Paipa 2550
Santa Rosa 2774
Cerinza 2670
Sativa Norte 2410
Soatá , 2019
Uvita 2435
Chita 2976 ó 2970
Páramo de id 3670
Laguna Tecuquita id 3600
Alto del Salado id 3426
La Baja 2353-2654
Vetas 3218 ó 3254
Páramo Rico 3800
— San Urbano 3937
Alto Barómetro (?) 395°
La Montuosa 2454 ó 2654
Pamplona 2311
Barrancanueva (río Magdale-
na) 42
Santamarta o
MONTENEGRO (VENEZOLANO) *
Nevado Cayartbe 5720
Talcin 2952
Mesa de Túquerres (promedio) 2947
Pasto '... 2414
Popayán 1600
Cuchilla de los Robles 1817
Sierra de los Coconucos 473^
Sotará 444^
Puracc (nevado) 4800
Puracc (laguna más alta) - ...
— baja •-..
• — origen del Vinagre...
— Llano de corazón
—— pueblo***- ••.«••■
Origen del Cauca
Origen del Magdalena
Páramo de Guanacas (paso)...
— (cumbre)
45"
4187
3"7
2590
2529
4200
3649
3290
4440
• Insertos en su Geografía Moderna. 1834.
22
Nueva Geografía de Colombia
Nevado Huila 5457
— de Barragán 4744
— Tolima 5587
Cali 932
Buga ... 929
Cíirtago 913
Medeliín 1414
Antioquia 520
— río Cauca 498
Valle de los Oses , 2425
Fuentes del Nare 1925
Canoas 666
Nare 187
Alto del Viento ( Abibe) 2798
Valle alto del Magdalena.. .. 1680
Neiva.. 497
Ibagué .. 1309
Honda 222
Alto del Sargento 1604
Valle alto del ^ Fusagasugá... 1792
La Mesa 1232
Bogotá , 2522
Páramo de Chingasa 3564
Tunja 2616
Chita (nevrfdo) 405
Para II i o del Almorzadero 3652
— de Cácota 3173
Turbacü 262
Sierra de Sant^« marta (neva-
do)...—pico más alto 5309
— pico más bajo 5125
LEV Y (erantes), I84O
Santamarta : o
Mompós 37
Morales 57
Nare 162
Buenavista 168
Bodega de Bogotá 186
Honda 221
Alto del Sargenta 1373
Guaduas 995
Alto del Trigo 1943
Villeta 837
Alto de Gaseas 1246
— del Roble 2768
Facatativá 2630
Bogotá 2644
-\costa (colombiano)
Sepulturas 2627
MOSQUERA (colombiano), 1832-I85O
Sabanilla (pucriu) o
Sierra de Santamarta 7926
Ba rranquilla 25
— río Magdalena (id.) (?) 19
Remolino 28
Plato 30
Boca de Tacaioa 39
Mompós ^. 39
Puerto de Ocana 63
Badillo 69
San Pablo 92
Chucurí III
San Bartolomé 137
Garrapatas 140
Angostura deCarare 141
Nare 154
Buenavista 165
Guarumo 177
Conejo 182
Hoada 219
Bodega de Bogotá 188
Alto del Sargento 1401
Guaduas 1008
Alto del Trigo 1871
Villeta 79X
El í:scobal 1856
Muchal 1371
Facatativá 2590
Bogotá 2644
Monserrate (cerro) 3^34
Chita (nevado) 5983
Barroblanco 2740
La Mesa 1445
Anapoima S94
Juntas 581
Peñón de Tocaima 581
Agua de Dios 55^
Rio Fusagasugá 494
Limonal 594
Batatas 531
Chirilo 514
Ilaico 608
Guaguareo 560
Natagaima 5S7
Río Pata 627
Ncira 768
»- río Magdalena 7^5
Nueva Geografía de Colombia
«3
Almoizadero
Retiro
Iquira
Rio id
Carnicerías
La Plata
Pático
Inzá
Páramo de Guanacas
Mal vasa
Popayán
Puracé (nevado) -
— cráter antiguo
— límite del bosque
— de las plantas
— de las arenas
Alto del Placer
San Isidro
Carpintero
Rio Vinagre
Hatoviejo
Paletará (llanos altos)
Puracé
Coconuco
Poblazón
Sachacoco
Chirívio
Sotará (sic)
Páramo de las Papas
Rio Blanco
— Palacé
Cofre.
Cajibío
Id. (arroyo)
Rio Piendamó
Alto id •
Casa de N. Paz
Corrales
Matarredonda
Almorzadero
Alto de Agauche
Rio de Ovejas
Alto de San Ignacio....
— — Gregorio..
San Ignacio
RíoTeU
Knsolvado
Alto Piendamó
— Izquierdo
La Teta
Río Teta
Quebrada San Miguel-
Rio Cauca. ..^
Alto Las Canas
Rio id .^
Llano de Cañaverales-
Río Claro
Jamundí
Rio id
Alto de la Viga
Quebrada Cañasgordas.
1061
1119
1318
1068
1103
1288
1380
1750
3635
3038
1771
5000
4432
3418
4100
4412
1900
2196
2271
2143
2634
3600
2642
2360
2301
1800
2120
4850
4350
842
778
778
936
901
661
2001
959
857
802
769
669
217
535
501
447
399
462
588
601
360
185
112
104
133
098
050
046
058
052
139
065
Quebrada Meléndez
— Cañaverales
Cali....
— río Cauca
— cerros (al W.)
Santa Rosa ,.••
Primer alto de San Antonio..
Segundo id
Hacienda id
Alto de Lis Cruces
Tocotá
Alto de Platanales
Río Dagua
Dagua
Alto de las Hojas
Quebrada Naranjo
Quebrada Jiménez
Alto Cañasgordas
La Puerta
Juptas
Sal tico
La Bodega
La Cruz
Buenaventura
Buga ,
Frisóles
Río Cauca
La Bolsa (id.)
Matarredonda
Cuchilla del Roble I754
Timbío
Quilcacé
Río Guachicono
Castigo
Boca del Guáitara
Berruecos
Volcán Galera
Los Ajos ,.
Tambores
Yacuanquer
Río Guáitara
Cuarchú
Túquerres ,
Sapuyes
Pupiales
Pastas
Carlosama
Cumbal (nevado), cima
Id. (límite inferior de la nieve)
Chiles (nevado), cima
Id. (páramo)
Río Carchi (Cuaspud) ..
1033
1055
1078
999
2000
1095
1771
1814
1792
2247
1535
1216
1094
1028
1302
1062
952
11*56
778
388
273
141
49
o
1000
1025
901
1020
1089
1949
1799
1 126
930
680
600
2615
4100
3000
3100
2616
1664
2650
3038
3125
3150
3100
3100
4890
4500
4830
4347
3083
3070
Planicie de Túquerres ...3020 — 3146
Planicie Rionegro(Antioquia) 2085
Mesas de la Cordillera orien-
tal 2,600—2730
Río Cauca en Buga 901
— — en Cartago 877
— — en Autioquia 544
— -^ boca • .• 39
24
Nueva Geografía de Colombia
SEGUNDA ÉPOCA — LA COMISIÓN COROGRAFICA
c
ÜODAZZI (italiano), 1 849- 1 859
A J PANAMÁ Y DA ríen
Serranía de Panami
(\V. á E.}
Cerro Picacho
Volcán de Chiriquí
Cerro de la Horqueta
Cumbre Playi ta
Cerro Hornitos
Cerro Santiago
Serranía de Tabasará
Cerro del Cobre
Pico Calabébora
Alto de La Cruz
Cerro Santa María
— Baltasar
— Negro
— Tasajera
Serranía de Coclé
Cerro Escobar
— Tuabre
— del Valle
— Picacho
— Grande
Sierra Capira
Cerro Potrero
Cerro Trinidad
Depresión
Cerro Campana
— Gordo
Cdmino de la Chorrera
— del Arrayán
Cerrogordo (otro)
Camino de la Gorgona
— de Cruces
— de Panamá
— del Peñón
— de Chilibre
Cabeceras del Chilibre
Cordillera de Pacora
Nudo de la Serranía
Cabeceras del Mandinga
Cabeceras del Limón
— delCedros
Pico Cartí
— Alto Alicate
Camino de la Concepción
Cabeceras de Chucunaque....
Serranía de Arquiatí
Pico Putrigandi
— Kavagandí
— Mortí
Cerro de Sasardí
Camino de id
Los Picachos
Cabeceras del Anglasenica....
2150
1975
2000
1600
1800
19CX5
1200
1285
1400
1300
1406
1395
13ÍX)
1000
I OCX)
950
500
1050
850
900
750
800
750
310
220
273
lio
90
210
88
90
150
180
100
200
400
470
609
680
580
700
800
600
395
600
790
710
300
300
152
408
591
Camino de id
— Sucubtí
Trespicus
Pico de Carcto
Camino de id
Cerro Ciandi
— Puní)
Sierra Macarguí ó Chagargún
— Mili
274
270
400
710
500
700
750
800
600
Serrauid tiel Dariin (Niquequia)
Cumbre general 1 200— 1800
Depresiones 600 - lOOO
Altos de Aspave 600
Ramales de Portobeh (N.)
Cabeceras del Culatas (Man<
dinga^
— del Pequení
Cerro (¡ranloma
— Sajino
— Nombre de Dios
Camino de Portobelo
Pico de la Campana
Cerro Capiro
Algarrobo
Sierra Llorona
Cerro del Gigante
510
600
700
750
800
665
500
400
400
460
690
Ramales del Chueunaque (S.)
Pico Columna 300
Sicrri» Mangué 250
— Canaza 150
Arrastradero del Chucunaque 95
— del Lara 45
Cerro Tichiché 80
Ramal del Tuira (Darién) (S.)
Serranía del Sapo 300
7X30
Cerro Garachine
Ramales de Chame {^."S
Cerro Silla....
Vallegrande..
Vallechico
Cerro Chame.
Ramales de Azuero (S.)
Cerro Tute
— Sapo
— del Macho.
670
600
800
300
1575
1270
1000
Nt'EVA Geografía de Colombia
25
Cerro San Pablo 700
— PcñadeCrislo 785
Banco de la Galera 120
Llano de Canaza 150
Loma de San Juan 193
Cerro Tijera 465
— Nuco 800
— La Peña 790
— Lal^oma 700
— Guanico 750
— Quema 800
— Canajagua 935
— Loma Amarilla, 850
— Tibuco 820
— Grande 900
— Plata • 200
— Bocacandela 500
Cenoensillada 220
Ramalee Palmas (S.)
Alto Los Chorros 500
Cerro Tambor 650
Picos de Ltri 600
Ramales de Chiriqui ( S.)
Cerroviejo 9CX)
— Cavíbora 1000
— Tole 560
Alto Bujío 700
Cerro Jobo 460
— Culantro 900
— Chorcha looo
— Barranquito 800
Serranía de las Cruces 1 250
Cerroi de Burica 6.0
PMu'üfMes de la vertietUe Sur (\V. á E.)
Boquerón 60
Alanje 38
San Pablo 40
l>avid 35
Dolega 120
Gualaca 200
San Ix>renzu 43
San Kclix 80
Remedios .... 65
Tole 292
Palmas 267
Soná 20
Caóaza 130
La Mesa 193
Rio de Jesús 28
Montijo 75
Ponu¿i 84
Calobre 150
Mieva Geogtafia de Colombia
San Francisco 67
Santa María 30
Santiago 105
Atalaya loO
Ocú 108
Parita 75
Pesé ,..,, 7^
l^s Santos 24
Minas 334
Macaraca 75
Las Tablas 35
l'ocrí 15
Pedasí 18
Ola 90
Pintada 95
Penonomé 84
Nata 27
Aguadulce 18
Antón 38
San Carlos 18
Chame 27
Capira 107
Chorrera 59
Arrayán 118
Panamá 00
Taboga 00
Pacora 50
Chepo 60
San Miguel 00
Saboga 00
Vavisa 10
Chapigana 00
Poblaciones de la vertiente Norte
l$ocas del Toro.
Mineral ,
Belén
Chagres.. ,,
Gaíún... ,.
Gorgona ". ,
Cruces ,...
Pojtübelo
Palenque....
Serranía de Bando (N. S.)
Altos de Aspave
Altitud media, máxima.. 900 á
— mínima 300 á
Cerro Haüdó (ramal W.)
— — (ramal E )
Cabt) Corrientes
Istmo de San Pablo
— de Napipí ó Cupica ...
— Becordó
— Suruco
— Torredó
— Pato
— Munguidó
Paso de Caguchó
— del Buey
— de Bojayá
— Chintadó
TOMO 1—3
00
250
00
00
10
76
78
00
00
600
icoo
500
800
I8I6
lOCO
IlO
152
100
1 20
40O
600
600
8co
1000
1000
1250
26
Nueva Geografía de Colombia
Paso de Jurado 1250
Camino de id 152
Poblaciotíes en los flancos de Raudo
Baudó(W.) 9
No¿nama(£.) 12
Tebada (Id.) 24
B) CORDILLERA DEL CHOCÓ
(Cumbre : N. á S )
Morro C-iigurrodó 2000
Paramillo centella ó Alto del
Viento 3390
Alto del Tajo 2568
Morro Gacho 2600
Alto Alegría -.- 2920
Cerro Horqueta 2850
PAramo del Frontino 3400
Cerro San José 7f>^S
San Matoo 2950
Cerro Plateado 2980
Quiebra del Toro 2 1 73
Farallones del Citará ,... 3300
Cerro Caramanta 3100
Paramillo 2527
Cerro Tata má 3000
Alto de Palogordo 2465
Cerro Calima 2600
Alto de los Colorados 175^
Pande Azúcar 2200
Alto de lasCruces 2068
Farallones de Cali 2800
Cumbre (altura media) 2700
Cerro Muchique 2970
Paso de Carpintería 2500
Cerro Dajuandó 2900
—^ Guavas 2950
— San Juan 3050
Cumbre (altura media) 2500
Cerro Cacanegro 2780
Estrechura del Patía 525 — 380
Cerro Sotomayor 2610
Picos de Guachares 3400
Cumbre general 3000
Páramo del Rayo 3474
Volcán Azufral 40CX)
Camino de Barbacoas 3187
Volcán Cumbal 4890
— Chiles 4840
Nudo de Huaca 3600
RmntaL's Occidentales — S. á N.
Barbacoas
Pico Gualcalá ó Torre de
Mallama 4200
Cerro Cartagena 2230
— Cuesbi 2020
Ramales hacia el Patía 1300
Cerros de Pilcuán 1309
páramo • ion
Altaquer ion
Puente de Cuaiquer... ...... 977
Buenavista 718
Chuntal 612
Río Telembí 20
El Guadual (Patía) 380
El Salto id 260
Buenaventura
Cerro Guapí 2970
— Napi 2700
— Timbiquí 2236
— Valentín 2370
— Nnya 2650
Gorgona (isla) 760
Valle del Salado 819
Cerros de los Chancos 2500
Cabeceras del Zabaletas 2100
Valle de la Cueva 1554
('erro Torra 1365
— Ir'» 1230
Mojarras de Tadó 935
Llanos drl Cajón 65
Atrato
Cerro Copón 2500
— Horqueta 2800
Morro Ocaido 2600
— Varapetó 2300
Llanos de Murri 1200
Alto Palmar 2900
— de Canelón Oscuro 2951
Cerro León 3300
— Sasañral 3290
Ramales Orientales — Patia
Puente natural de Rumichaca. 2630
Río Carchi (La Laja) 2591
Cruz de Ecuasán 2363
Alto de Cuarchú 3300
Río Sapuyes (id) 3000
— — boca 2000
Cerros del puente del Guáitara 2600
Puente id 1591
Vado id 1521
Boca de id 600
£1 Castigo 580
Cuchilla del Tambo 1748
Poblaciones de la falda occidental (S. N.)
Mallama 2283
San Pablo 1176
Barbacoas 22
San José 18
Tumaco 5
Morro 6
Izcuandé 5
Guapí 5
Timbiquí 4
Micay ^
Nueva Geografía di Colombia
27
Raposo 8
Buenaventura 8
Juntas 390
Sipí 47
Novita 175
San Pablo 110
Tadó 96
Lloró 69
Quibdó 43
Bebará 40
Murindó 22
Turbo 3
P^blaáones de la Mesa del Chocó
Urrao 1885
Frontino 1550
Cañasgordas 1490
Dabeiba 1350
C) CORDILLKRA DEL QÜINDIO
(Cumbre : S. á N.)
Nudo de Huaca 3600
Cerro Troya 3500
— San Francisco 4000
Páramo Galera 3500
— Angasmayo 3830
— Guapuscal 3475
Camino de Mocoa 3200
Volcán Bordoncillo 3800
Páramo Aponte 37c»
— Tanjubina.., 3600
— Alumbral 3560
Pico Cumal 3500
Páramo de Santo Domingo... 3700
— Yunguilla 3920
— Humos 4400
— Buey 4200
Picachos de id 455o
— del páramo de Paletará. 4300
Sierra Nevada de los Coconucos :
Pico de Aguablanca 4^3
Id. pico menor 4800
Volcan de Puracé 4908
Páramo de Guanacas 3750
Paso de Guanacas (paso) 3518
Páramo de Moras (paso) 3670
Nevado del Huila 5700
Páramo Isabelilla 3890
Páramo del Fraile 3900
Páramo de Iraca 3800
Páramo de Chinche 3500
Páramo de Miraflores 3700
Montana de Cnmbarco 3400
— deCalarma 33oo
Páramo de Barragán 4000
Pico nevado de Santa Catalina 4930
Páramo del Qnindío 3900
Paso del Quindío 3485
Nevado del Quindío 5 1 5©
— Santa Isabel 5100
— del Tolima ,. 5616
— Ruiz 5300
Mesa nevada de I^erveo 5590
— La Olleta (cráter) .... 4885
Camino del Ruiz.... .-4126
— — (otro) ; 3855
— de Herveo 3170
Páramo San Félix 3922
Camino de Sonsón 3200
Alto I^s Palomas 3555
Pico de los Parados 3600
Polifurcación antioqueña
Alto Pereira 3000
— de Pantanillo 2487
Cerro Romeral I779
Alto San Miguel 2800
Alto Romeral 2500
— Canoas 2750
£1 Boquerón 2548
Alto Delgadita 2720
Páramo Santa Inés .... 2890
Alto de Buenavista. 2717
— Chorro blanco , 2404
Cerros de las Cruces. 500
Cerro Romeral 2779
— San Ignacio 2730
Alto Cardal 2339
La Quiebra 2204
Cerro Contento 2100
Cerro Verdugo .... 1800
— LaCe]a 1636
Cumbre de Remedios .. 1000
Cerro Mamotá ^990
Alio Pereira 3000
— Chuscal 143a
— Caldera^ 2210
Pena del Peñol 2165
Cerro Cucurucho. 2134
Llano de Ovejas 2500
Alto Sania Elena 2600
Alto Magdalena ... 2286
— Riochico 2756
— Santa Ana 2500
— Obispo 2610
— Las Cruces , 2360
— Candela 2147
— San José 2739
— Habana 1945
Cerro del Salto (Guadalupe).. 1495
Unión del Porce y el Guada-
lupe 794
íJuEVA Geografía üe Coloubia
Guayabal Z41
Alto de Caracoli .- 1389
— Corral 1908
A'llo Riachón .. ^ 1704
Ramifieaciunn oícidcnlalti — Palia
Volcán de Pasto . . .. 4100
Randiaco- 3571
Cerro d«l Mome 3300
— Cebolla 3150
Altode Aranda 3098
Cañada de Piedras gordas,
(Juanambii) Ijí?
Kio Juanambú... 1179
Cerro ítona Juana •• 3000
Monlanjdc Puruguay... íi^fl
— de Bírruecos 2700
Loma MajuandiS 1000
Cerro Alpujarra 104o
— Tonljs 32So
— Veneno 3400
— San Cristóbal. 3500
Las Mojarías {Pati'a) tozo
El Bordo... io:í
Páramo Achupal las 3175
Alio de Pisatumba 2878
Paramillo de Almaguer 33°^
Pico Socoboní. 3300
Alio Ascensión 2036
Volcán Sotará 4SSo
Casa id 1150
Paispamba 3630
Cocón uco (bacienda) 1440
l.lanuí de Palelari .. ..3500—3600
Orígenes del Cauca 3900
Cabeceras del Timbío üí'lSo
Alio del Roble ..""leSs
Nueva Geografía de Colombia
29
Juntas de Quilcasé y Timbío. 820
Boca del Guachicono 7^4
Boca del Mayo .... 618
Valle del Cauca
Alto del Roble (Quindío ) 2050
CoDSOta 1342
Cañón del Cauca
Alto del Roble 2534
Alto Salamina .■ 2951
Alto Manzanillo 201 1
Alto Las Coles 2231
Loma de Purínoa 2321
Alto Chagúalo 2577
Cerro Bravo.. i* 2310
— Tusa 2106
Alto San Andrés 2494
Loma del Cántaro I534
Paso de Caramanta (Cauca). 620
El Cauca frente á Antioquia
(Sacaojal) 517
Ramifieaciones oritntales^ Cagueta
La Cocha (laguna de Pasto)..
Pico Guamayaco
Laguna Santiago
Valle de las Papas
Cerro Ventanas
Alto San Gabriel.
Juntas de Riogrande
Puerto Limón
Boca Guineo
— Guamues
Alio Magdalena
Laguna del Buey
Peña Grande ^.
Barandillas
Salado blanco
Los Órganos
Llanos del Chaparral
MagdaUíui Central
Alto Cereal...
— Tiembla
— Sepulturas
Cerro Patiburú
^ Tetona
— Grande
*■.••« . ...
2000
1020
3992
2670
3000
1987
1980
333
312
264
3956
3600
1956
1250
1700
300
2119
2732
1538
1750
1550
1935
Poblaciones de la Intercordillera
a) El Paila
Cumbal 3147
Cariosama 3050
Ipiales 3081
Pupiales 3050
lies. 3008
Males • 2867
Funes 1850
GuachncaL 3030
Sapuyes 3027
Túquerres 3057
Ospina 3000
Imues...... .
Guacha ves . . .
Yascual
Samaniego...
Guaitarilla....
Yacuanquer...
Consacá
Ancuyá
Pasto
Florida. .....
Tambo
Buesaco
Tablón
Taminango...
Veinticuatro..
San Pablo
La Cruz
Rosal
Bolívar
San Lorenzo.
Almaguer
Lerma
I • • * • ■ ••
• • • ■ ■
El Castigo.,
Mercaderes.
Patía
La Vega....
Arbela
Dolores
Timbío
h) Valles de Popayán
Tambo
Julumito..
Popayán.»
Jimena....
Coconuco.
Puracé —
Pansitara.
Paniquitá.
Silvia.
Cajibío...
Tunía
Caldono...
Jámbalo...
Toribío....
c) Valle del Cauca
Santander* *•
Caloto
Buenosaires.
Jamundí ...
Zelandia... .
Florida
Candelaria..
Cali
Yumbo
Palmira
Vijes
Cerrito
Guacarí
Yotoco
Buga
2500
2850
2777
1510
2693
2672
1400
137
¿63;
2772
222p.
«038
2100
1780
1636
1689
2403
1850
1679
1748
2266
1075
390
680
737
2187
1754
1719
1800
1748
1750
1776
1790
2360
2646
2900
2224
2521
1851
1785
1920
2383
I7S7
1112
ion
1270
1025
934
1006
960
1046
1005
954
99a
933
980
978
1001
30
Nueva Geografía de Colombia
San Pedro.....
Tuluá
Bugalagrande..
Riofrío
Pescador
Roldanillo
Zarzal
Victoria
Hato Lemos .•
Toro
Naranjo
Hatillo
Cartago
Ansermanuevo
d) El Cañón del Cauca
Ansermaviejo-.
Arrayanal
Santa Rosa... ■
Manizales
Neira
Riosucio
Supia
San Juan
Salamina
Pacora
Caramanta
Arma
Sonsón
Aguadas .... ..
Abejorral
Sabaletas
Santa Bárbara-
Fredonia
Amaga
Titiribí
Eliconia...
Concordia
Anzá...
Ebéjico
San Jerónimo..
Quebradascca..
Sopetrán
Córdoba
Antioquia .
Sacaojal.. ......
Liborina
Buriticá
Sabanalarga ..
San Andrés... .
Ituango
.Cáceres
Zea
Zaragoza . . . .
^ ecui ...••• ..<
1034
ion
960
955
940
960
961
962
978
989
9/0
960
979
1045
1790
1900
1697
2140
1941
1810
1220
1560
1812
1819
2107
1420
2545
2210
2147
2000
1650
1845
1380
1580
1420
900
800
720
755
530
754
596
572
600
714
1650
500
588
1530
200
694
205
• •••■• • .
e) Mesas antioqueñas
Caldas
,La Estrella
£aTÍgadp ....
Itagüi
Pcfin
1615
1730
1580
1546
1560
Medellin
San Cristóbal .. .
Ilatoviejo
Copacabana -. ....
Girardota
Barbosa ..
San Pedro
Belmira
Entremos
Don Matías
Santa Rosa ..
Carolina .
Amalñ
Angostura ....
Yarumal .....
Campamento .
Anorí
• ••'• •••••
•••«• % • •••
• • • *
mmm ••• • • ■
1541
1843
1440
1400
1401
1300
2435
24CX)
2127
2216
2610
1755
1745
1637
2276
1842
1535
Ceja
Retiro....
Carmen .
Santuario
Marinilla
Rionegro
Guarne ..
2200
2239
... .'. 2107
2100
... ■ ...»« • ... 2043
.«•• ... a... ..... m\ Sw
... >• ••.«.. .. 220S
San Vicente 2123
El Peñol 1928
Guatapé 1882
Concepción. 1906
Santo Domingo 1778
Yolombó 1469
Poblaciones de la falda orietttalde Quin-
dio — Ccíquetd
Sebondoy .
Santiago ...... .....
Putumayo
Mocoa
Yunguilla......
Descanse
Fotuto...... ,
Yurayaco... •••••.••
Puerto Limón
X acayaco • . • • * .......
San José .
San Diego
Uchipayaco,
Montepa
San Miguel... ....
Aguarico... ....
I * • ■ • • •
• - « • •
• ••••*•
1200
1250
1000
638
641
901
243
235
333
281
291
312
353
220
346
407
Poblaciones de Us valles del Alio
Afagdaletta
(Cabeceras)
San Agustín 1634
Pitalito 1354
Timaná 1086
Elias 1529
San Antonio del Hato 896
Jagua r-r 6^6
Nueva Geografía de Colombia
31
(Sm%a)
La Ceja
Santa Librada ....
Guadalupe
Altamira
• • • • > •
■ •••••»••« ■•»
(Vaguada del Valle)
Garzón . ... ....
Gigante
Hobo . ...•••
Yaguará
Guagua
Campoalegre
Caguán
Neiva
Unión
Villavieja
Aipe
Natagaima
Prado
Purificación .....
Coyaima
Santa Rosa
Guamo....
Elspinal' '
Ricaurte
Girardot
Coello
Nariño
Guataqui
Piedras
Venadillo
Ambftlema
Beltrán
Guayabal
Pavón
Vk enoez •.• •■• •«■••.
Puerto de Bogotá
Honda
«%•• •««»•• ■*
•• • ••
• ••
(Banda izquierda)
t
Lf A .....a *• .••••• ••. •••••
Pital
Agradb .
La Plata
Náta^
Paico
Carnicerías
t
AQuira ........ •■■ • •••«..
Retiro
Órganos
Chaparral
Ataco •
Ortemi.-
dan j^uis ••.....•.•• .••.*• •*
Valle
Miranores .• •*•- *••■«. •>*..
Payandé
Ibagué •
Unda ,
Santana
Maríqoita <.,'*•." •>• -.
VÍCtOF^l •••• •• •• f»..ti#i
1348
966
1000
1092
858
819
632
609
596
558
502
468
610
365
370
380
359
369
387
343
342
339
333
330
332
298
235
340
300
330
231
282
228
220
215
210
1000
807
I0Q7
1000
820
890
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986
950
837
466
457
512
610
800
715
1299
675
995
(Banda derecha)
Fortaiccillas
Colombia
Alpujarra ....
i^oiores-a* •• ••.••*•..
Cunday
Carmen ••...
Melgar.....
Pandi
Fusagasugá
Tibacuy
X £ISC21 •••••■■ ■• •• •••«
Nilo
• • • • • I
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1055
lóio
935
1536
475
^* .
400
997
1772
1890
2134
400
Tocaima ...••..
Viotá
Anapoima
Colegio ...... . .
San Antonio...
Tena
La Mesa
Anolaima
Quipile ...
Pulí
San Juan
431
1300
078
1210
1929
I30rt
1 281
1416
1310
1321
^^5
Chaguaní 1200
■•• •••■••
Guaduas...
vianí
Bituima
Guayabal ,
La Vega
Sasaima......
San Francisco .
Villeta
Nocaima
Quebradanegra
Nimaima
Vergara
Pacho
£1 Peñón.....
LaPefla
Topaipí
Yacopí
La Palma
Caparrapi ■. .
Calamoima...
> • % ' m A
I • • « • • ••
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■ • • • • I
1026
1300
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1866
1164
1368
1507
839
1400
IIIO
1114
1300
1551
1390
1240
1325
1530
1447
1310
400
547
875
Paime.... 1000
Itoco 2000
Muzo • 824
Coper.... 880
Buenavista 1984
Furipik** • •• *..».t« ■«•«... •• oOO
CampaufU^ .v-»» la^
32
Nueva Geografía de Colombia
d) corüillera destmapaz
Cumbre Magistral (S. á N.)
Nudo de las Pap^ 4240
Páramo de las Papas 4500
Peñascos de Santiago 435o
Camino de Almaguer 39^9
Pico de Cutanga 4600
Páramp Suaza 4482
Picos de la Fragua 3000
Serranía del Suaza ó Paramillo 2500
Gran depresión de La Ceja. . . 1980
Cerro Miraflores 2800
,. — Neiva 27CX)
^ — Venta del Viento 2600
Alto Las Cazuelejas 6 Cazue-
litas 4210
Cerro Chamizal 4000
Páramo de Sumapaz 4300
— nevadpdeíd 4810
Alto de Pena Colorada 31 21
Páramo de Mundonuevo 35CX)
— . de Pasca 3985
Boquerón de Chipaque 3223
Páramo de Cruzverdc 3760
Paso de id 3260
Páramo de Choachí 3600
Paso de id 3170
Cumbres de Siecha y Faus-
to 3455—3500
, Páramo La Carbonera 3320
Boquerón de Macheta 2550
Páramo de Gachaneque — Ce-
rro Pan de Azúcar 3700
— 4e^Ventaquemada 3127
— Penanegra 3459
— Ivas Cruces 3500
— Chapa 3950
— Alfombras 3900
— Santa Bárbara 3850
— Toquilla 4000
— — (paso) 3450
— San Ignacio 3450
— Pisva (paso) 3900
— Canoas (paso) 3300
— Chita ó Chicamocha. .. 3654
— Rechinga 3860
Sierra Nevada de Chita. 4800 á '5943
Páramo de Carcasi . 4003
49oS\
Magdaletia
2
CAQUETA
Figurt 15.^— Cotas de Codazzi— ^Diagrama de altitudes en la articulación
^e Las Papas
Nueva Geografía de G)lombia
33
Páramo de Servitá 4000
— Almorzadero.. 4^93
— — ipaso) 3775
Pico de La Colorada . . 4400
Mesa de id 4120
Páramo de Guaca 3520
— Las Hoyas ú Ollas 3700
Altiplanicies del Caraba 3100 - 3200
Mesa de Juan Rodríguez 3050
Páramo Rio Frío 3600
— Rico . ... 4200
— de Santurbán 3700
Pico de id .. 3900
Páramo de Las Puentes. ... 3477
— Angostura 4500
— - lagunas 4400
— Picacho 3400
— Sumalina 4100
— Cachiri 4220
— Bagueche 39S5
— Cruz del Fraile 3393
— Guerrero 3100
Alto de las Jurisdicciones. . 2766
Cerro Pelado. 3850
— San Francisco. 2650
Alto de Ocana 1592
— de Puerto Nacional.. 1860
— de Puebloviejo 1460
— del Carmen 1365
— Borotaré (La Loma).. 1500
— deLisca 1796
Cerro Bobalí 2055
Cumbre siguiente 2500
a) Ramales de Pamplofia^ Cúcutay Ocaña
Páramo Zumbador 3339
— de Tierranegra (Alto 4el
Gavilán) 3500
Alto Ventanas 3700
Cerro Tapatá 3300
Páramo de Tama 4000
Pico Iscalá 3380
Alto del Fraile 3112
— del Boquerón 3000
— delma.. 339©
PicodeCobre 4000
— Canútales 3990
Alto de Silos 2588
— de Chopo..... 2800
Cerro Cucharino ... 2500
Laguna Fontibón 2607
Cabeceras del Sarare 3700
Puente de Chitagá 1910
— I^bateca 1000
Cerro Mono 2495
AUo de La Vieja 200Q
Cerro Tasajera del Sur ■» ... 1200
— Tasajera del Norte (Ta- .
sajeros) I190
Alto de Pamplona^ó del Frío. 3300
Cerro de la Montana 2800
Cerros de la Hojada. ... 600
Alto de Bagueche
— de Arboledas
Alto de la Aguada
. • . . .r
3220
1469
... 1745
Alto del Laurel 249'
— La Cruz 237O
Cerro de la Canal 205O
Páramo de Potrerogrande ..
3000
— de Bucarasica
3170
Cerro de La Horqueta —
3681
Pan de Azúcar
2^00
Cerro Negro ....
3783
Mesa Rica . . ■•
2987
Cerro Mina
3750
— de Trampa tigre . . ..
1365
— La Yegüera .. 1500
— Torra I3a>
Inte f cordillera en Santander
Paramillo Botijas 2720
Cumbre del Mocn 3985
Loma Yarumal 2533
Alto Santiago • • 2595
Cerro Alisos • 3^55
Valle de Vetas .. ... 35oo
Valle de Piedecuesta looo
Mesa de Jéridas • 1294-1712— 1728
Alto de Cepita • . 600
Río Sube (Chicamocha (paso) 4^4
Puerto de Girón 25^
Alto de Aratoca 2050
Pan de Azúcar .^26
Alto del Páramo 1937
— Petaquero ... 2406
- Charalá ... 2060
— del Fraile 2800
— del Manco' 2886
Pefla Venados .. .. . 2890
Ittíercordillera en Boyacá
Páramo del Duende 3680
34
Nueva Geografía de Colombia
Puente de Covarachía (Chica-
mocha) 850
—• de Capitanejo 1195
— Soatá 1325
Páramo Guanti va 4325
— de Sativa 3385
— del Hatico .' 3366
Páramo Escobal 4218
— del Cocuy 3866
— deChiscas 3950
Laguna Verde (Cocuy) 3688
Lagunas de Rechinga .-3547 3650
-^ Tecuquita 3645
Boquerón del Suápaga . 276 1
Páramo Salazar 3423
— Pueblo Viejo 3450
Laguna de Tota 2985
Páramo de Tota 3076
■ — de Tibamá / 3359
«Salitre-de Paipa .■ .. .. • 2459
Molinos de Tópaga . .t 2394-^2383
Alto de Tobasi'a 2933
— Bellavista 2650
— Palacio 2524
. — Nogal .... 2500
¡niercordilUra en Boy acá y Cutiditia-
marca
-I
Mina de Cobre
Páramo de Marchan.
Laguna de Fúquenc
— Suesca
— Guatavila...
— Siccha . .
Cerro La Calerá . . .
— Monserrate ....
— Guadalupe...
1852
3025
2430
2800
3139
3455
3095
3165
3255
Sabana — Diferencias de nivel
Soacha 00
Fontibón +6
Chocontá +90
Zipaquirá +80
Bogotá +76
Facatativá +60
Cumbre occidental de las altiplanicies
>•••••
Páramo de San Fortunato •
Quiebra de Tequendama
Boca del Monte de la Mesa . .
Alto del Roble
Páramo del Tablazo .
— Guerrero
— de Pacho
— Tierranegra.. .-,
— La Ovejera...-.
— Choque».
Boquerón Amarillo
2890
2467
2680
2767
3285
3300
3209
2869
2830
2890
2893
Cerro Siomo 3600
Páramo de la Ensillada 3950
Páramo de La Rusia (6 Bastos) 4320
— del Consuelo ...... 4330
Páramo de Encino - - 3370
Boca del Monte de Ture .... 3000
Morros de Güina 435^
Páramo del Desaguadero . .. 4325
Paramillo de Onzaga 3361
Ramales de Mu%a
Peña de Sácama 3800
Cerro Mortino 3700
Páramo Rabón ..3600
de Matarredonda ... 3400
Cerros I^s Coles 3200
Furatena 1236
Cerro Tambrias 4036
Pena Armada 3531
Boquerón de id 2807
Cerro Carval 3352
Boca del Monte (Canipauna). 2836
Peña de Saboyá... ......... . 4003
Alto de Las Cruces .. . •••.•. 230o
Cn-stcria occidental de Santander
••••••
• • • • •
Ccrrü de Quitisoque
Ventanas de (Quitisoque.
Pcñ.iblanca
Alto del Roble
Pena de Vclez.
Cerro de La Paz 1^34"
— Chocoa ó Mataperros....
— Cacique
Alto de Piedra Blanca ó Cruz
de Macana
Cuchilla Ramos
Alto Pesuíía
Alto del Comedero ó Piedra
del Muerto
3326
2300
3002
2087
2600
-1300
1340
1286
2530
2000
1686
1811
Buenavista
700
Ramifcacioues occidentales — Alio Mag-
dalena
Juntas de .Suaza 590
Paso de Domingo Arias- . .. 575
Boca Prado 370
Boca Fusagasugá 325
Salto de Honda ...20G — 156
Bodega Bogotá . ■ 186
— Conejo.. .--- 180
Valle de Sumapaz 3500
Puente de Icononzo 890---820
Valle de Fusagasugá .«.* 1800
Tenasucá ^ XB03
Nueva Geografía de Colombia
35
Alto de Chumbamuy 1950
— del Sargento ... 1400
Alto del Trigo . . 1870 1836
— del Raizal 1478
Chimbe 1785
Aserradero 2365
Magdalena Central
Cerro Armas 3400
— Horta... .. 2751
Alto Las Cruces 1953
— Cuevas 1894
Ramifieaciofus orientales ^Caqiutá
«• . ••
Pico Bodoquera
Boca Limón
— Yurayaco
Cerro Caguán.
— Ajajú...
1400
333
235
2000
2oiO
Oriente y San Martín
Alto del Aire
Cerro San Vicente
Las Torres de Medina
Ix» Órganos de Chingasa
Cerro Churuguaco
Mesagrande (Quiebra del Rio-
negro)
San Miguel (id)
Susumuco (id)
Servita(íd)
Alto de Buenavista ..
Tenua y Casanare
Páramo de Ramiríqui
Alto Garabatos
Río Miraflores
Alto de Las Cruces
Puente Hamaca (Garagoa)
La Fragua (Lengnpá)
Cerro Ambitá. ,
Alto del Alférez
Alto de L«s Cruces"
Alto de Chitacabá
3515
3200
3000
3300
3198
1490
1506
1063
964
700
2989
2666
809
202I
1006
648
1312
1253
1888
1935
Poblaciones de la cordillera de Sumapaz
a Las altiplanicies 6 el Reino (5. N.)
La Sabafia
Usme.. .
Soacha. ..
Bosa ..
Bojacá
Zipacón....
Facatativá.
Madrid. ...
Funza...
FoQtibdi).
••■ >■•••
> •• . • «• - • ■
2690
2570
3580
2620
2645
2630
2591
2578
2576
• • • • * 1
• • • • • • • •
•• ••• ••••■•
■•• -•«• ••
• • • ft • I
\"
• • • I
Bogotá
Calera
Usaquén...
Engativá
Suba
Cota
Tenjo
Tabio.
Subachoque
Chía
Cajicá
Sopó .
Guasca.. .
Guatavita
Gachancipá
Tocancipá. . . .
Zipaquirá.
Cogua .•
Nemocón .
Sesquilé .. .
Suesca
Chocontá..
Hatoviejo
maté
Lenguazaque.
Cucunubá
Sutatausb
Tausa - ...
Carupa
Ubaté
Guachetá...
Fúquene
Susa...
Simijaca
Caldas...
Chiquinquirá
Saboyá.
Leiva
• • • •
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2644
2853
26f2
2570
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2687
2610
2600
2601
2653
2596
2624
2620
2650
2670
2680
2651
2656
2660
2668
2603
2595
2620
2793
2968
2580
2703
2425
2567
2593
2700
2614
2801
Guatoque..
Quebradas
•dnCuica • •>. •> «t. *••••'. •••
Leiva
Sutamarchán
Tinjacá.
txaquira. ••••••••••*• • .. •
oam acá... •• • .«*• ..••••..
Cucaita
Sora
Chíquisa
Tenxa
Ventaquemada. .
Turmequé.. .. ■
Tibaná
Chirivi...
Jenesano
Ramiríqui.
Ciénaga.
Viracachá..
Bo^acá- -•
ttt»* ••• •••
• •
2391
2436
1990
1982
2136
2062
2135
2569
2640
2632
2500
2616
2720
2515
2800
2165
2270
2500
2700
2361
36
Nueva Geografía de -Colombia
V i
Tuuja
!••■ •••■••!•«
!•«••••* ■•»
• ••••• * i
Tunia
Motavita..
Cómbita ..
Sotaquirá..
Soracá
Chivata. ... — .
Oicatá...
Tuta.. . .
Paipa
Toca..
Siachoque
Pesca
Tota.: ■;. ..... ..
Cúitiva
Puebloviejo
AZSl« • • • " • •
Firavitoba ,
Tibasosa...
Duitama
Santa Rosa
Floresta
Nobsa
Sogamoso
Monguí
Mongua
1 opaga. .«•••• ••. •■
vTAUíezs, •.•••« ..I •**•••
.Corrales .. ......
Betéitiva
Cerínza
Belén ••••
X Uiasa ••••■•••• .... •
«.-...
» * • . . . •
...••••
Chícamocha
La Par
bativasur
Sátivahorte
Tasco
Socha
Socotá .... ■
Jericó
. ^ :Susac6n
^oatá. •'.
Boavita.
. Uvita.
Chita. ......
.Capilla del Cocuy .
Cocuy.
Guacamayas
Panqueba
Güicán
Espino
vrfDiscas.. ••■••• . •••
Macarayita
San Miguel
, Carcasí..
Xlerrito...
Servitá.
.,, Concepción
*^ Encisc.
^ Málaga
• • • • <
• ■• • 1
<x
• •• .«v» <
2793
2851
2730
2705
2949
2903
2500
2400
2459
2733
2760
2661
2824
2640
3035
2560
2506
2390
2510
2591
2506
2388
2536
2930
2970
2899
2690
2381
2680
2675
2699
2700
2720
3108
2290
2700
2625
2440
3070
2466
2044
2113
2408
2976
2800
2757
2010
2258
2900
1994
2380
2765
2680
2780
2479
2530
1958
1588
22|2
Tequia
Molagávita. ....
Covarachía
Capitanejo
• ■ ■ • I
3250
2151
2178
1172
San Andrés 2074
Guaca 2560
Tona.... 2280
Baja 2460
Vetas 3378
Silos.
Chitagá. ...
Caceta.. .
I^ Bateca.
Toledo .,,
Pamplona... ......
2588
233?
2216
I ^«26
1626
2303
/') Saravita^ Lebrija y Guanentá
Jesús María ..•
Puente Nacional..... ......
Vélcz •--
Chipat¿ • ••>•
Moniquirá..... ......
Gámbita • •••
Chitaraque <•
1 are ■ *■■ «.. ■ •••.•....... . ..
GUepsa •
Guavata».. •••.. •.....••
Bolívar
La Paz
Aguacia... . . . . . • • • >..•..•**
San Benito
Santa Ana • «•
Suaita
Guadalupe •
Oiba
Olival
Guapota *....•. .
Confines .*
Chima.....
Palmas •••^
oimacota... •« •••.•..••...••.
Socorro.
Hato
Palmar
Cabrera • ....••*••
Barichara.......
Guanc
Robada .••..
Zapatoca
Aratoca
Cepita ,.•••■••••••.••■•••••■•••
Los Santos ,*
1927
1608
^190
2085
1705
1874
1691
1571
1600
15"
1500
2100
1960
1896
1774
1428
1820
1730
1640
1395
1459
1000
S63
986
IIOO
1004
1255
1300
875
980
1319
1008
967
1722
1805
600
1294
Nueva Geografía de Colombia
Fiedecuesia loof
Florida 873
Bacaramangu 925
Haunza 1605
RionegTO... .. . 1510
GiiÓD 563
Beinlia 1849
Su Vicente 500
Encina zoio
Chaialá 1443
Cincelada. 1500
Coromoro. 156S
Riachuelo. 1510
Ocamonte . 1400
Valle 1100
Piramo 1353
Finchóte 123S
San Gil 1099
Curíli ti6Ó
Mogotes. .- 1705
OnULga.. 1999
Fetaquero 1980
O VaHndelZulia
Chopo - - 1709
Cbinicota 1925
Bochalema 1024
Sin José 294
CucDla 331
Kwario.. 34S
San Kanslino... 150
Arboledas .
CuculilU ■ .
Mutiicua
Pucblonuevo
Rio de Oro
.San Antonio . .
I^ma de Indígenas 1307
Teorama lo53
1372
I4SI
»38
Palm
97»
d) Oriailt y Tenta
Chipaque 240S
Une a668
Ubaque 1784
Choachi.... 1883
Fómeque 1970
Cáqueía 1762
Fosca 3II3
(¿uetame 1532
Fignra 16— Jíl ramino de Haiida — Vioeta publicaila en EurojSa en 1830 ■
* Esia figura y la siguiente, que [e hace par, unidas á la aingnlar afirma-
ción ds Maltebrun de que en invirrno, en nuestras altas montanas lot habitant«s
disptitílban ^ los osos, cuchillo en mano, las raices de que Be aUmenlabán, hicie*
nm mil daño al.Jiali desde el punto de vista económico que mucho* libros que
M hitriena pnUlcado ekprofeso para difamarlo,
38
Nueva Geografía de Colombia
Gacheta ..
Junín
UkMdá
Gachalá .
••••■• • •••
■ ■ • • •
1719
1820
190S
1749
Medina 566
Casanart
• • ■ ■ i '
« • • ■ I
Macheta
Manta
Tibirita
Guateque . ... . .. .
x^uavaia •• ••• ••<
Somondoco
Macanal
Sutatcnza
Tenza .
(papilla de i'd ...
Umbita
Pacha vita ■.■
Gamgaa
Chinavita
Zetaquira
Miraflores . .
Ctmpo Heimoso
•
2094
1870
1907
1815
1720
1614
1683
1S54
1590
1600
1805
1704
1584
1643
1540
1432
1027
Pobladones del Bajo Magdalena ~ Banda
oriental {Sumapaa)
Flores 1038
Betulia .. 1849
San Vicente 5c»
Banda occidental (Quiftdío)
Remedios..
Cocorná
Vahos
San Carlos.
• •••••••••■••
• ■ ••••••
Vaguada del Valle
Buenavista
Nare
Angeles
Aguachica
Corredor ••
Puerto Nacional
Simaña
San Bernardo
Tamalameque ,
£1 Paso (Rio Cesar), última
cota calculada por Codazzi la
antevispera de morir
Poblaciones de la falda oriental
ptapaz
San Martin
^»rama ••«■•■ •-••• ••■••• - ■••
San Martín****** •*•••••••*. ••
Villaviceacio
Cnnaral
715
708
2082
973
166
162
151
16S
145
130
146
140
133
53
de Su-
380
40S
455
400
• • • ■ • ■ *
Barroblanco
Zapatosa
Pajarito ■•
Chámeza ....
Santiago
Labranzngrande
Marroquín
Paya .
Morcóte
Nunchía
Támara .
Pore
Salina de Chita . .
Muncquc
Moreno ... ...
Chire
Purare
Tame
Macaguane
Betoyes
• • • • •
• • • • «
306
956
iioo
1090
334
1161
865
2000
905
1005
429
1400
486
1439
1350
655
340
260
425
345
420
244
Fj LLANURAS ORIENTALES
Casanare — San Martín
Llanos altos de Casanare (Ha*
no arriba) 300-200
Llanos bajos de Casanare (lla-
no abajo) 150-200
Cerros del Orinoco (altura me-
Qia^ • ..••*•••• ••••••••••*• juo
Puerto de Arauca 179
Puerto San Salvador 1 78
Juntas ^e Rionegro y Huma-
dea 215
Boca del Upia 190
Maquívor lo2
Boca del Cravo •••.. .. 174
— Pauto 120
- — Casanare I14
Apostadero •**< 109
Boca del Meta 95
Raudal de Atures 152-161
— Maipures 178-194
Boca del Vichada J02
— del Guaviare 250
Bifurcación Orinoco - Casi-
quiare •• ••• 386
Cagueta
Juntas de Guainia-Uaupes... 183
Llanos Altos de Mesaya..* 280-200
Llanos de Solano 217
Nueva Geografía de Colombia
Boca Oiteguasa
PMaíiffnts de lai IJatn
Caqutlii
Tapacunti
SoUno ..
Meiaya
Taconcme
San Marllii
l'ramena 319
Cabuyaro , 193
Caiaiian
Cafifi iJt
Guayabal , 176
Maquivor 181
Trinidad 136
Atures tSo
Atauca 176
Figura 17 — El pitio de loi ríes en Colami
üiirra S'evada de las Coeiiiiufoi
Pico más alto : de nieve lOJ metros,
j ésta principia á los 4698 sobre
el mar.
Pico mis bajo: de nieve 1 1 3, que prin-
cipia á 4CÍ9& sobre el mar.
Parad 410, id. principia á 4488
HuiU 900 id. — á 4S00
Gnipodel TIíAmii.-deDievesSS
á 871 qne principia á... 4645-4765
Heieras bajan.. 300
SierTadeC>uicándenieve,2(x>á
ilooy principia 44576 \V, 4676 E.
Heteras bajan 526
Promedio ; limite inferior de
Límite superior del algodAn
3OO0
3100
— — guineo
a^oo
— — tngo
(desde i36o)=el mejor 2000
3700
(desde aooo;.
>8so
— — habas
3>oo
ble *'"'"'" * ""
3300
(desde aooo).
Woo
— — ptipas
1700
(desde 1400I mejor i 1600.
3900
— - Chilco
— — gramíneas ...
46«x»
(desde jSoo,-.
Empieía ícaer nieve i
4100
UUa tCundinanarca) 3300 mixiir
Sal de Joo i 3500
Huesos de Mastodonte se han enea
trado á 37o, 1325, 1900 y 3738
* V¿aie la nota i la figura a'
40
Nueva Geografía de Colombia
NOTA — Terminada la exposición de la altimetría colombiana segán Co*
dazzi, posible es afirmar que no habrá quien después de estudiarla, no rinda tríbu-
lo de a^dlniración á la obra del célebre geógrafo : á ella pueden hacerse las recti-
ácacion^á y adiciones que se quiera, pero es inconmovible en sus grandes línea<,
y colocados sus números sóbrela Carta geográfica del país, el relieve verdadero de
éste se destacará con admirable nitides. Y, cosa s ngular, jamás en los anales de la
literatura científica del globo se hallará caso igual al acaecido en Colombia al
pfciente explorador de su suelo, es decir, de un pillaje y plagio tan censurable
Como el cometido por la segunda Comisión Corográfica, que ni una línea anadió
í la obra del conocimiento geográfico del país, y por mal yuxtaponer las piedras
Ael edificio de CodiCúi, borró el nombre de éste para poner el suyo propio!
Las cifras de la serie que antecede, es decir, las 1,200 altitudes de Codazzi,
'Clan sido pacientemente tomadas de las cartas corográficas originales del autor,
que se conser\'an en la Biblioteca Nacional, de la Geografía de las Provincias
inserta en la Gaceta Oficial ( 1853-1859 , de multitud de informessobre caminos,
publicados en el mismo periódico desde 1850, ó existentes en los archivos oficia-
les, etc., y luego agrupadas como ellas mismas lo indican, con la armónica traba-
zón y enlace que reina entre sus cifras. Por la prensa y en vida de los autores del
delito arriba mencionado, censuramos semejantes procederes, sin que se pudieran
contestar nuestros cargos, y por lo tanto huelgan hoy esos nombres en este libro.
TERCERA EPOC A--TR ABAJOS CONTEMPORÁNEOS»
I. LIEVANO (COLOMBIANO)y 1 863
>•••••••• •••<
!••••• •••)
••••• •■•
' • • • • •
Honda ..
Bogotá..
Madrid .....
Bojacá
Alto del Tortolcro
Boca del Monte de Chunza...
Pantanos
Dos Caminos
£1 Concierto ,
Las Monjas
Boquerón de San Miguel.
La Mesa
Doima
San Joaquín
Juntas de Apulo
Girardot
Téquendama
El Chuscal .
£1 Arrayán
Arenal
El Salto
Pie de la Cuesta ,
La Playa
El Sosiego
Junca
Boca de la Tinta
El Peñón
Aguadita
Fusagasugá
El Placer
La Mesa de la Puerta...
El Triunfo
Anapoima
El Hospicio
195
2634
2634
2634
2783
2679
2428
1961
1734
1202
976
1305
1158
648
443
320
2618
2513
2433
2632
2384
2202
1670
1965
944
737
2855
1959
1788
1253
896
606
708
1259
San Antonio 219S
Boca del Monte (Canoas)... 2686
— — — (Barroblanco) 2699
Tenasucá 1972
Tena 1372
Alto de Sócota 790
Quebrada de Sócota 567
Puente del Chicalá 597
Trujillo ; 705
£1 Colegio. 1029
1865
Pie de la Cordillera 2630
Boquerón del Guargüero 2872
Barroblanco 2780
Sabaneta 2304
Roble chiquito 2173
La Vega I160
Río Tobia (Puente real) 966
Quebiada Natantá (boca) 882
Nocaima ...^ 1135
Alto del Canutal ó Chilagua.. 1748
Paso de Goteras (río Tobia).. 81 7
— de Cañadas — 675
Boca del Villeta 702(?)
Quebradanegra 1347
Utica.... 506
.San José ... 905
Boquerón de la Tabaquera... 1050
Guaduas 97^
Santa Bárbara 455
Siete Vueltas 353
Boca del Cambras 331
* En esta serie abandonaremos el orden cronológico cuando asi convaaga
para la mejor inteligencia del relieve colombiano.
Nueva Geografía de Colombia
41
Boquerón 352
Boca de la Perrera (Magdale-
na).... 152
Caracoli (pie del Salto) 166
Conejo 152
Alto de Sabanas 963
Boquerón del Portón 1294
— de la Carbonera... 1591
Río San Francisco (Verbena ) 1495
— — (Tibayes). 1580
£1 Raizal 1696
Eslabón de Bola 1731
Quebrada Salobre(£l Hatillo) 1246
Alto de las Manillas (Calam-
bata) 1619
Calambata 1314
Alto de Calambata 1511
Quebrada Calambata.. 1257
Alto del Guayabo 1547
Quebrada de Guate 1437
HatiMito 1622
Viani 1482
Alto de Chumbamuy 1740
— de las Tablas 1635
Rio Contador (Cucata) 1 147
Kío Cv>ntador (Síquima) 989(7)
Curi (San Agustín) 1261
Pan de Azúcar (pie; 1719
Paso de Cañadas 682
Río ViUeta (Bagazal) 843
Bagazal 877
Chimbe 1732
Aserradero 2401
El Roble 2745-2764
Los Manzanos 2630
Las cotas de la serie que ante-
cede son hipsoniétricas.
1880
Nivelación completa
Bogotá o
Río Fucha -25.36
— Bosa — 30
— Soacha... — 45
— Muña —56
Cabeza del Salto de Tequen-
dama — 176
Río Bogotá (camino al Colegio) — 332
REISS (W.) Y STUBEL (a.), ALEMANES
En los Andes ecuatoriales
(Ilipsométricas)
186S.1869
Costa Atlántica
Nare 131
Conejo 184
Honda 200
Morro de Santamarta. 57
Mioca 063
Barranauilla 7
Sabanalarga ico
Villanueva 107
Tubará 233
Juan de Acosta 257
Turbaco 188
Popa (Cartagena) 148
El Saco. 59
Volcancito Totuma 37
— Tigre 56
Aguabaula
Bajo Magdalena
Barranquilla^
2^ambrano
Tacamocho
Magangué
Puerto Santander. .
Barranca Bermeja.
Catare
35
7
26
38
55
69
92
124
Honda á la Sabana
Honda
Rioseco
Cruces viejas
El Sargento (Alto)
Guaduas
El Raizal (Alto)
Las Ti ba ves
El Trigo (Alto)
Villeta
Chimbe
El Roble (Alto)
Facatativá
Mosq u e ra
Bogotá
••■•••
Cercanías de Bogotá
Egipto^ (capilla)
La Pena (capilla)
Guadalupe viejo (ruinas).
— (iglesia)
— cumbre
El Aguanoso (Cerro)
Monserrate (capilla) ,
200
240
611
1343
1036
1 741
1600
1928
813
1808
2755
2586
2570
261 1
2695
2837
3005
3260
3347
3528
3188
Nueva Geogtafla de Colombia
TOMO 1—4
42
Nueva Geografía de Colombia
Monscrrate (cumbre) 3192
Soacha 255*
Salto <lc Tequendama 2356
Entre la Sabana y el Meta
Chipaque 2432
diquela, 1683
Confluencia del Sáname en el
Rionegro ^353
Quetame U^o
Villavicencío 442
Loma de Apiai 3°^
Cino Pachaquiaro I93
UvJCiis del Rionegro 161
Cabuyaro (puerto en el Meta) 148
Lechemiel 222
Las Cruces (Alto) 979
Medina 5<2
Batatas (Alto) i»5i
Gachalá '744
Uhalá 2239
Gacheta 1727
Páramo de Guasca 3442
Guasca 2685
Boqu*r/»n del Salitre 2653
Entre Bogotá y Boy acá
Zipaquirá -^ 2628
Paramo del Mortino 3228
Pacho 1810
El Páramo 35^4
Coper 965
Muzo 838
Paso del Minero 478
Mina de Esmeraldas 687
Puripi 1259
Boca del Monte 2777
Chiquinquirá 2562
Saboyá 2625
El Paramo (Marchan) 3000
Sutamarchán 2086
Leiva 2147
Paita 2281
Duitama 2533
Santa Rosa 2761
Sogamoso 2506
Siachoque 2764
Tunja 2764
Vcntaquemada 2600
Albarracín (Alto) 2827
llatoviejo 2727
Chocontá.. 2644
Sesquilc «6*5
laguna de Guata vita 2899
De Bogotá al Magdalena
Boca del Monte (Barroblanco) 2642
TcnasucA 1929
Tena. i35o
La Mesa "58
Anapoima ^7^
Juntas de Apulo 420
Tücaima 4o8
Alto de Limba 835
324
Casasv lejas.
Guataqui....
Alto Magdalena
Honda
Ambalema
Guataquí
Puriftcsción •••;•
Entre Natagaima y Villavieja
Neiva
Entre Garzón y Pital
Paso de la Guaira
Paso de Mario
Oñtaguas
Cercanías de Honda
Mesa de los Palacios..
La Seiva
Garrapata
Rio Gualí (Mariquita).
Mariquita
Río Cuamo
Santa Ana
De AmbiiUma al Ruiz
Ambalema
Los Iguacitüs
Lérida
La Honda (casas)
Quebrada San Juan .
Líbano
Peñones
Paionalcs
Vallecitos
Sabanalarga
Río Lagunilla (paso)
El Derrumbe. Punto más bajo
de la cumbre
Penas del Toro
Cueva de Nieto
Límite inferior de la nieve
(SE.)
— inferior id. (N.)
La Olleta (volcán»
La cumbre (diviso)
Las Termales ó Aguacalicntc
Manizales
Santa Bárbara
Santa Rosa de Cabal
Fereira ^
Mata de Cana
Cartago
De Guataquí al Tolima
239
zoo
236
239
3n
322
450
715
861
888
971
476
406
363
483
505
340
973
236
391
343
1088
1436
1 591
2249
2469
3012
3186
3315
3978
4230
4038
4665
4632
4900
4055
3409
2135
1956
1792
1424
1349
912
Guataquí...
Piedras
Aguadulce.
Nueva Geografía de Colombia
43
Pedufal 1014
Ibagué 1280
Casa de los Barones 1601
I.as Juntas 1866
Cueva del Tigre 2904
Boca del Monte 3753
Mina de Azufre 4028
Pie déla helera (NW.). 4373
Límite inferior de la nieve.... 4560
Alto del Incienso 2552
De ¡bagué á Ttmaná
Ibagué 1280
Escarpia de Gualanday 782
Río Gualanday 600
Salamina (río Coello) 464
Rio Coello (paso; 339
— Luisa (id.) 302
— Saldaña 223
Pttríñcación 319
Natagaima 318
Villavicja 368
Fortalecillas 384
Río de las Ceibas , 437
Neiva 451
La Palma ( Llanogrande) 512
El Hato 624
El Gigante 810
Garzón 823
El Pital 921
San Antonio del Hato 826
Las Plantas 2154
Quebrada Oporapo 1421
Cerro Parado (Sucre) 2684
Saladoblanco 1511
San Agustín 1636
Río Sombrerillo 1371
Matanza (casas) 1281
Laboyos 1344
Pitalito 1193
Tíman&. 1352
Df Ttmaná d Popayán por Las Moras
Naranjal 1352
Cimarronas 1893
La Plata 1016
Platavieja (minas) 852
Las Cuevas 1126
La Topa 1300
Víbora 1 51 5
Pueblito 1415
Hulla 1974
Mesa de Caloto 2031
Bitoncó..... 2442
Mosoco 2769
Páramo de Moras (paso) 3766
Silvia 2536
Popayán 1793
De Cariago d Popayán
Cartago 912
Kl Xaranjü 935
El TLtíxzzX 919
La Paila 941
Tuluá 993
Buga 960
El Cerrito 975
Palmira ion
Cali 1014
Alto de las Cruces .(vía del Pa-
cífico) 1487
Paso de la Bolsa (Cauca) 981
Santander 1073
La Teta 1230
Pescador 1533
Tunía 1758
Fío Piendamó 1789
Río Cauca 1779
Popayán 1 793
El I/uiia
Popayán 1793
Ambaló 2422
Silvia 2536
Tombé 3012
Pitayó 2828
Piedra Mesa (orígenes d e 1
Ovejas) 3092
Peñón de Pitayó 345^
Páramo de las Delicias 3475
Azufral de Coquiyó 3126-3240
Horqueta de San francisco... 2419
Toribío 1632
Tacuyó i75o
Torné (Río del Palo)...., 2071
Pie de Santo Domingo 2784
Páramo de Santo Dominge
(paso) 3974
— (cúspide) 4317
Hulla, pie de la helera 4^37
— punto más alto sin nieve 4481
Río Páez (confluencia de los
dos brazos) 3044
Paniquitá 2243
Los Coconuios y el Sotará
l*opayán 1793
Belén 1791
La Tetilla 1822
Alto de Cauca 1741
Cerro de las Cruces 19 15
San Isidro 2157
Confluencia del Vinagre en
el Cauca 2280
Río Vinagre (último paso)... 2402
Puracé (pueblo) 2648
Vinagritü 2829
Azufral del Boquerón 4295
La Horqueta (N. del cráter).. 4396
Peña Alta (W. del cráter) 4339
Cráter chiquito (E. del cráter) 4579
Límite inferior de la nieve
(NW.) 4600
XiTVA Geografía de Colombia
Puracé, cú<¡piile (pico) 4700
— foiido Jcl crálcr 4371
— picacho (W.l 46ÓS
— - (NW.) 4579
— - iNK.) 4607
— — r^-i 4594
Pena al W. de] volcán 4339
Oxionuca (hacienda) 2363
— (putbl..!..., 1314
Cuboln 1646
Ciicunuc ■[t«nial).... 3640
Sallo (Jcl Cauca 2760
Cumbre del cjmino á l'ulc-
■"■á 3i.'3
Palelará (hacienda y Manu)... 19S9
— Hico 4450
Cabeza redunda (id.) ... 44^2
— — pico ü... 4544
Ensillada (al X. de id y W.
del siguiente) 43^7
Pan Je Azúcar, cúspide 4^70
— — limilc W. de
l»n¡*i-e 45°'
— — S. de la nieie 451Q
— — lí. — — 4424
Alto Pesares 2660
Pnblaión 1283
Chiribio Z09Q
Paispamba 255°
Casa Núíici 341S
SotarAícasa) 212%
Río Quilcacé 209)
Alio de RiobI anco 3773
Rioblanco (paso) 3575
Rioblanco 2639
í)Olará,-llanada W ,. 3''39
Sotara lomiía al N 3779
— i.Tmalal S\V 3575
— li^rraza en la falda K... 4161
— cráter: filo N 44"7
— cúspide 4435
— fondodcl cráter 4315
Picacho al S. del volcán 4319
Vf Popi)'Jii .i Paila por ¿ij furb/m
l'ni'ayá" 1741
Alto del Itobte iSzi
RiuQuKcacé 1333
Cuchilla de Dolores 1773
Dolores 1689-1786
— mina de cubre loj^
Rio Híinila loSí
|ji! Arboles 1451
Kio Patia (llanojül!!!! !'./-!!!! 1169
Tinaj"" 1'°'
Barraiicn 870
Kiu (iuachicono 74^
Urma 1075
Ensillada al ü, de la Tela de
I^rma 1331
Teta de Urma 2130
Rio Sánchei 871
Cuchilla entre el Sáochei 7 el
San Jorge 1078
Las Juntas de Marínalo ii6a
Rio Sanjorce (paso entre Al.
maguer y bolívar) loíl
Cuchilla de Bolívar 2034
Itolivar 1717
Rio Rambingo 1164
San l^renio 1748
l.as Cruces de Paleros 2539
San Pablo 17*8
l-«Crui 2440
Figura iS — Anligua tarabita de Simacota subie el Suárcí (Santander}
Pcl álbum de la Comisión Corogrática (inédito)
Nueva Geografía de Colombia
45
Cuchilla de La Cruz 2573
Quebrada del Molino.... 2312
I-as Cruces de Puraguay 2783
£1 Diviso de las Mesas 2556
El Tambo 1845
Río Vado 1412
El Tablón..... 1619
Rio Juanambú 14x9
Loma entre el Joanambú y el
Toldapamba 2012
Río Toldapamba 1574
Buesaco 1998
Río Pajajoy 1976 - 1995
Jacapamba 2431
Alto de I^s Cebollas 3237
Pasto 2544
De Popayáu á Pasto por el valle del
Paila
Popayán 1741
Río Hondo 1650
La Chapa. 1865
Boca dei Monte de Munchi-
que (lateral) 2215
Cerro Munchique ( id.) 3Q12
Las Botas 1709
El Tambo 174S
San Roque 1022
Río Timbío 909
Quilcacé 926
Patía 615
Río Guachicono 611
Mojarras 554
Cnndioamarca
I 15 unidades
Puuuná
4.8
Aiti
r
COLOMBIA
NA/x^rs/v/v
Superñcie comparada de la República
y de los Departamentos
SUPERFICIE TOTAL: lOO INIDADES
BolíTir
5.8
lagdaleu
5-4
1^
ce
Cana
48.3 unidades
>igura 19 — Diagrama de la distribución del territorio patrio entre
los pcartamento§
46
Nueva Geografía de Colombia
Mercaderes 1213
Sombrerillos 1218
Río Mayo 1172
La Unión 1735
Alto de Ix)s Arenales 2779
Berruecos 2230
Río Juanambú 1187
Meneses 2495
Alto del Tambo del Obispo... 2916
Alto de Aranda 2987
Pasto 2544
Excursiones en los Pastos
a) El rio Mayo
Puente de Sombrerillos 11 72
Paso de San Pablo 1720
— de La Cruz 1944
Doca de (^uebradahonda 2520
Paso de Alumbral de abajo... 2619
— — de arriba. . 2768
— de la Cueva de Ramos.. 2981
h) Las PítacMS y Las Atiimas
Escandoy 2443
Cuchilla volcánica encima de
Escandoy 2715
Cuchilla de Qucbradahonda 3208
La Derrota, cumbre al O. de
Petacas 305^3
Quebrad ahonda (tambo) 3507
Cúspide NK. de Las Petacas.. 4054
— S. — 4050
Lomarredonda— Cumbre al S.
de Petacas 3890
Lagunitas (al SE.) 3630
Cumbre al S. del cerro 3588
Boquerón entre Petacas y
Animas 3528
Cuchilla al N. de Las Ani-
mas 3741
Lnguna Grande 35^9
Llano al pie W. del Cerro... 3589
Cúspide E. de las Animas 4242
— occidental 4180
Ensillada entre las dos cum-
bres 4100
Laguna del cráter 39^3
Filo SW. del cráter 4026
Terraza en la falda SW 3907
c ) El Tanjubina
Salado Caliente de Tanjubina 2661
Ix)ma traquítica al N. del Ce-
rro 3654
Cúspide S. de id 3874
Pie del cerro (N\V.) 3850
Cúspide occidental 4124
— oriental 4125
Lagunitas al W. del cerro 3505
(lancho de Lis Ligrimas 3610
l^s Mesas 2222
Río de Loma Seca 2034
Río Janacatú 1826
El Diviso de I.,as Mesas 2556
De Pasto á Sehondoy y el Bordüftcillo
3101
2702 .
3347
3104
3237
3372
3512
3555
3699
2153
2153
2153
2112
2695
2152
2188
2619
Alto del Granizo
Tescual
Alto de Morasurco
Piedras Blancas, alto de Aran-
da
Alto de Cebollas
Cerro de San Francisco
Cerro Cabrera
lk}rdoncillo, flanco W
— cúspide
Santiago
San Pedro Yac u
Sebondoy
Putumayo
(juairapungo (páramo de
Aponte)
Tambillo (Guaranga)
Aponte
Tablón
Lm Cocha ó Mar Dulce
Chapal
Mocond ino
Putrres
Jamundí
Males :
Laguna
Catambuco
Alto de Catambuco
Alto de Mocondino
Cabeceras de Botano
El Tábano
La Cruz (Diviso de La Lagu-
na)
El Helechal
Paso del río Bobo
La Cocha
Casa pamba (orilla N. id.)
Santa Lucia (id. S.)
Pie K del Patascoy de Santa
Lucia
El (¡alera
a) Pie del mocito
Anganoy 2686
Jongovito 2761
— camino real 3805
Übonuco 2851
Boquerón de Yacuanquer 33^0
Yacaanquer 2733
— quebrada 2535
Moechiza (camino) 2737
— (hacienda) 2622
2591
2763
2657
2737
2645
2788
2630
3613
3617
3320
3076
3271
3470
33<H
2749
2783
2793
2743
Nueva Geografía de Colombia
47-
Ij>ma AUoq
,ig82
3S7S
o
03883
041^8
04131
f'urgatorioo 4201
o 4222
I
5
•?
3»8o
Figura 20 — Cotas de Reiss y Stiibel — El Volcán Galera (colocadas sobre la carta
arreglada para la Nueva Geografía de Colombia)
La Palma (cumbre de Tain-
dala)
Taindala, parte inferior
Las Piedras (camino)
Puente del Guáitara
Cbapacual
Zaragoza (casa;
— quebrada
Hatoviejo ,...
Catambuquilla
Cariaco (camino)
— (casa)
— quebrada
Bombona
— PeÜas del Guáitara..
— Fuente del — ....
Río Consacá
Consacá (pueblo)
— (hacienda)
Ix>roa de Consacá
Paltapamba
Churupamba
Río^ Consacá (Cañotillas)
Canotillas
Veracruz
— campamento
Pieran . ..
Derrumbo de Puputana
Sandoná (casa)
— (pueblo)
Arada ó Cruz del Rosario.
)lío del Ingenio
2755
2496
2173
1634
2334
2024
1948
1922
1 881
1685
1633
1599
1579
1515
1291
1520
1658
1610
1649
1834
2012
1804
1982
1602
1750
1780
1594
1590
1814
1860
7682
El Ingenio
Quebrada Patachorrera
Río Chacahuaico
Pantano
La Florida
Loma de Popayán
Chahuaspamba
Jenoy
£1 Tambo
Alto de Granadillas
Quebrada Molinoyacu
Peñol
Alto de Guascaurco
Río Patía (entre el Guáitara
y el Juanambú)
£1 Alto, entre Juanambú y
Molino Yacu
Salado de Jambinoy
La Feliciana (loma) .
Cruz de Chilca \.......
h) Faldas del macizo
Loma á la izquierda del rio
Jesús
— derecha ..
— en las cabeceras de id...
Alto de Obonuco
Cúspide del páramo encima
de la Laguna Telpis
Cocha (Laguna Telpis'.
181 5
1659
1681
2253
2155
2537
2377
2482
2210
2392
1401
1684
1335
485
1713
1199
1894
1924
3674
3678
3669
3586
391 5
3528
48
Nueva Geografía de Colombia
Loma á la izquierda del Ca-
riaco (cabeceras del Zara-
goza) 3176
— derecha id. (id. del rio). 3568
— en las cabeceras id 37^4
— én el Valle de Ciruela... 3462
— del Carrizal 3066
— — (parte del medio) 2905
— deGuandimbas (Pierán) 2074
— redonda de Jenoy 3617
Páramo de Chaves 3193
C'umijá 3057
El filo del cráter
Loma de Bombona 3802
Picacho en el ñlo S 4083
Cúspide del id 4106
Altura media al £ de id 4070
Picacho S. del filo oriental.... 4170
Loma Pelada, cúspide del S. 4244
— — id. N. (cima del ce-
rro) 4264
Loma de Pasto, picacho S 4246
— — id. central 4228
— — — N 4222
Ensillada entre Loma Pelada
y Loma de Pasto 4^35
— entre Ix)ma de Pasto y
el Purgatorio 4263
£1 Purgatorio, picacho £ 4201
— — — W 4198
Ensillada entre los dos Pur-
gatorios 4131
I^ma al \Y. del Purgatorio... 3883
— de la Florida 3878
— Alta (cumbre) 3812
El interior de La Caldera
Rio Consacá: primera angos-
tura 1943
— — arriba de la Chorre-
ra Grande 2061
— — confluencia con el
Ramal 2157
— — principio del thal-
wegt ••• 2865
Pie de la avenida de lodo 2870
— del cráter viejo 2916
— ^ de la lava nueva. 2400 - 3168
Peñas entre aquélla. . . 3578
Cocha al pie de Loma Alta... 3434
I^ondo del cráter viejo, pie del
actual cono de erupción. •. 4034
Filo N. del cráter (cono de
erupcixSn) 4120
Cono de erupción, cúspide.... 4180
De Pasto al rh Carchi
Puente del Guáitara 1634
£1 Boquerón 2148
Choachú 2580 - 2941
Embued.. 2924
Puente Alto ■. 2963
Túquerres 3070
Puente de Sapuyes 2900
Alto de Chillanquer .^183
Chillanquer 3362
Guachucal 3116
Cualapud 3115
Cumbal 3167
Alto de Ipiales 3211
Pastaza 3036
Ipiales 2912
La Laja, ñlo de las penas. . . . 2869
— — casa 2690
— — capilla 2596
— — puente del Carchi . 2568
Potosi 2779
Puente natural de Rumichaca 2766
Río Carchi id. (nivel del agua) 2754
— camino de Cumbal á
Tulcán 2931
ElFrailejón y El Azufral
Casa Chuca (peñas del Guái-
tara entre Ales y el rio).. . 1682
Las penas de Ales (camino) . 2108
— cúspide N . ... 2207
— S. (camfno de Túque-
rres) 2863
Yanancal 1728
San Roque 3402
Camino de Laguna Verde
(Alto) 3918
Cerros al \V. de la Laguna
Verde 3979
El Salto 3991
Laguna Verde 3795
Cumbre del Azufral 4070
Rio Chipaqué 3107
El Cumbal
I^ma de Cumbal 3358
Llano del Santísimo 3323
La Tola ... 331 1
Pie de la helera del NW 4451
Limite inferior de la nieve ( E.) 4547
Filo N. del cráter 4718
Picacho del cráter 4717
Cúspide del Volcán 479°
Fondo del cráter ■. 4694
Loma al lado de los Cima-
rronas .... 3679
Llano de los Cimarronas .. 35^
r
NuKVA Gkogkafi'a oe G>loiibia
49
Cuchilla entre Cimarronas v
Capote
Ciénaga Capote
Creces de Mundonuevo
Cerro del Balcón (cima) ..
Boca de Mundonuevo
Fondo del cráter cerca de id...
Alto de Miraflores
Miranores . ....
Cerro Guada
Cocha Cuscungu
Páramo de Guan
f rnS X Olas •...• . ••■••...
Mnellamues
Morro de Colimba (cima) ■ . .
Colimba
Cordillera de Cerro Colorado
(Tolda alta)
Páramo de I^ma Parga . . .
El Chiles y el Cerro Oreja
4053
3757
3892
3818
4496
47"
3527
279X
3453
3469
3648
3384
3171
3665
3246
3586
3607
Faldas
Chiles -3143-3127
La Cruz de Chiles 3443
Las Termales 3276
Pie de la helera K 446S
"~^ ^.•» ^ ,,, ,,, 44'3
Limite inferior de la nieve £ 4583
— — "- S 4535
•laguna Verde -w 3966
Pie S, del Cerro, diviso entre
el Carchi y el Mira 4157
Cerro de Contrayerba 4152
' Pico de los Gallinazos .. 4777
• Cumbre del Chiles 4780
Cerro Pascal 3565
Alto de Pascal 3790
Portachuelo .... 39(33
(Quebrada Bañan (entre Cum-
bal y Chiles) 3080
La Caldera
Interior del cráter
Confluencia del Hondón y el
Tambo 3536
Pie de las Peñas de la cumbre 4071
— E. de la avenida de lo-
do 3836-3884
"~~ ft. vv ••• 39^^^
— S. E 4068
— Termales (E.) ... 3790
— Termales (W.) . 3759
Loma al NW. de la caldera 3962
Pie de las penas al W 4150
— de la nelera W ... 4424
— — E 4379
Límite inferiorde la nieve al E. 4612
Penas en el filo E.N.E 4365
El Cerro Oreja
Tambo de Mavasquer 3375
Potrerillos ... 3806
Quebradahedionda (pie ^'. del
Cerro) 3788
las Cruces, ensillada entre el
Chiles y el Oreja . 4014
Cúspide del Oreja ó Cerro
Negro 4470
Filo para bajar á la Caldera.. 4181
Lomas en el fondo de la Cal-
dera 3761
£1 río id. id 3652
Boca inferior de id 3828
Alto del camino de Mayas-
quer 2849
I^ Ceja .. 2703
Río Mayasquer 1978
Mayasquer ... 2063
Altimeirla de las meve%y las platitas
Promedio del límite inferior
de la nieve . .. •••... 4580
Límite id. mínimo 4424
— — máximo 4^65
Límite inferior del frailejón
en el Ruiz 3874
— superior en el Tolima 4450
— superior de la vegeta-
ción en el Ruiz 4260
— — de la palma boba,
Tolima 3561
— — (£n el Tanjubina).. 3179
— — del chusque, Tolima 3545
— — los platanitos.. 2570
— inferior del frailejón en
el páramo de Santo Do-
mingo 3837
— — de las Delicias 3293
— superior del monte en el
valle del río Páez 3231
— — en el Patascoy 3521
Límite inferior del frailejón
en el Galera 3513
— superioríd 39^4
— — de la cebada (San
Roque) en el Azufral 340a
— — del monte 35^7
— inferior del frailejón
en el Cumbal 3311
— superior id 4000
— — de lo^ rastfí jos 3926
— inferior del frailejón
(en el Chiles) 33*2
— superior de id 3954
— — de la vegetación.... 4353
— — del frailejón (en el
Oreja)......... 4243
— id. id. id. inferior y prin-
cipio del monte..., 2849
50
Nueva Geografía de Colombia
GONZÁLEZ VÁSQUEZ (COLOMBIANO)
1871 ( Hipsométricas )
j4J De Cücuta al Rh Magdalena
a) El Ma^alefia y el IM>nja
Puerto Paredes . .'. 136
Dique de Paturia 125
Loma de Corredor 114
Puerto nacional (Bodegas de
la Unión) 109
Tamalameque 91
— (Boca del Colorado) ... 90
Papayal
Chocó ..
Cascarillo (boca del San Al-
Deno/ •• ••••••• •••
Barranca.** • ..-
I^ierto Patino (Ciénaga Dona
María) ....
Cascajal
I^ma de CorreJor
• • • • I
b) Región de Oca/Ja
Puerto Paredes.
Aguachica
TotuRial .
Los Angeles •
Boca del Monte
El Carmen
Boquerón del Escorial (?)
Alto Cruz del Fraile (más al
S.)
• • •
Cáchira
Boquerón de las Jurisdicciones
Cerro Pelado (picacho Sur .
— — — Norte
Boquerón " Cintura de los in-
dios"
Alto de la Cruz
Boquerón de las Rojas ..
— de la Comunidad
— la Chiquita I
— de los CuritoS'... ..
— de la Camarona.
— del Alto Real
— de Puebloviejo...
— del Carmen
— del Guamal. ..
— de Bobalí
Pueblonucvo (población)
Puebloviejo id
Brotaré id
San Antonio id
^a Cruz i^ .
(?)
127
125
121
118
116
114
136
187
200
204
358
774
3350
3431
1787
2075
2582
3428
3616
2336
2860
2068
1704
1704
1684
1759
1749
1632
1545
I7I4
1400
1720
1732
1596
1556
1440
Ocaña (población)
Rio de Oro id .. .
González id
Convención id... .
1254
K2IO
1350
1050
Quebrada del Tigre (camino
real *
Rio del Tigre (camino real) ..
Confluencia del Frío y el Oro-
3ue
ado
Paso de la Ermita
Río Algodonal
— — (media legua
más abajo) ....••
Río Catatumbo (boca Cura-
zao I • ..... •.••••..• .^s^
1650
1478
1408
138S
1294
T286
1273
ICO
Alto del Colorado
Cerrogordo .
Boquerón de id .
Alto do Tarra ....
'••«••••
• • • • •
Rio Tarra (las Jurisdicciones)
— Caira id. iboca Páez)
— — vía de Salazar...
— — Aurama .
• m m ••
Boquerón de Llanogrande..
Me&a de Cuestaboba
Alto Bucarasica
Boquerón de Mesallana
2037
2036
1698
175a
1905
1710
1640
1369
3«37
3291
3086
2459
íj Región de Cücuta
Río Sardinata, en la Cueva... 1700
San Pedro 1653
Quebrada Guayabera ( boca).. 1540
Río Sardinata, vía del Playón 650
Alto del Laurel 2480 - 2590
Boquerón de Espartillo Rico ó
Zumbador 2087
El Guayabo 1452
Pico Judío 1609
Río Pedro Alonso» vía de Sa-
lazar 1020
— — — ' vía de Ga-
|indo ... . . , 750
r
Nueva Geografía de Colombia
51
Santiago 460
La Amarilla (puente). ... 342
San Rafael (Galindo) . . 1080
Altogrande (^ía de San Pedro) 1 790
Boquerón del Hato (vía de
Galindo) 951
— de la Tiendita (vía
de Santiago) . 1009
San Cayetano 259
Paso del Orimaco (río Zulia). 239
San Buenaventura (río Zulia). 76
San José.. 327
B) Ferrocarril de Cúcuta
1880
I Nivelación)
San José 360
El Salado 321
£1 Aloncito . 350
Puente González Vásq uez 323
— Morales 281
— Burgos 231
LaArenosa 181
Altodel Viento 158
Caño del Tigre 134
Palma quemada 146
Puerto Villamizar (Río Zulia) 109
c) Carretera de Cambao
(Nivelación 1884
Bogotá 2625
Mosquera 2577
Facatativá ... 2602
Los Manzanos 2618
La Tribuna (Roble) ... 2726
Los Alpes (Aserradero) .. 2434
Alto del Trigo (de Cambao). . 191 7
P<&n de Azúcar 1731
Boquerón de Caguala 1780
— Altagracia 1742
— lió . . 1694
Alto del Tabacal .... 1737
— Cartagena 1822
Boquerón de los Deslindes 1979
Pena del Gallinazo 2004
Boquerón del Prado .. 2000
Quebrada Rosario 1866
Boquerón del Granicito .. .... 1860
de Chumbamuy. ... 1665
Alto de la Tabla . 1528
— de la Balsa 1514
Cuchilla de la Punta 1^09
Vuelta del Diablo 1Í52
Boquerón de Capira .. .. 897
Quebrada de id . ... I44
Puente de Caracoli 310
Cambao pueblo) 234
— puerto en el Magdalena 218
A. RAMOS (colombiano), 1 872
(Hipsométricas)
En Santander
Puente Nacional 1993
Site 1981
Güepsa 1577
Alto del Gallinazo 1526
5>an Benito 1387
LaFalúa 1066
Guadalupe 1469
Guapotá 1497
Palmas 121 7
Socorro 1237
Pinchóte 1248
San Gil 1151
El Ensayadero 1242
Corregidor. 1439
Puente de Sube 497
I^os Santos 1351
La Fuente 1692
Guayabal 1734
Piedecuesta 1032
Bucaramanga 997
Río Tona , 81^
Boca del Charta 1405
Matanza 1612
Suratá 1789
Alto de Cachiri 2778
Cachiri 1892
Orígenes del Zulia gran de-
presión de la cordillera) .... 2879
Arboledas 968
Alto de id 1475
Quebrada 2ulia 898
Boca del Sal azar 406
San José de Cúcuta 313
California (Baja) 2099
Boca del Baja 2124
— Vetas 2961
Alto del Viejo (la cordillera). 3953
— del Frío 3029
— del Peñón 2872
Navarro 2679
Arboledas 968
52
Nueva Geografía de Colombia
Piedecuesta 1734
Granadino 1777
Pande Azúcar 251 1
Boca del Monte ( páramo 3577
Mutiscua 2642
La Donjuans 796
San José, 313
Cerro El Arrayán 621
Alto Mucujú 1715
La Rucia 1045
Los Palmares 960
Peronio... 921
Riesito 532
Tierra venezolana.
1880 — Ferrocarril de Puerto IVtlchts
(Nivelación)
Bodega Central 70
Puerto Wilcbes 96
£1 Vaivén 99
Banco de la Raya 122
Quebrada Mier iii
— La Raya 145
Sabana Torres 151
Los Sapos loa
I^ Cristalina 163
Sabana Torres 150
Penasblancas (Lebríia)....i77 - 183)
Puerto Botijas id 250
Ik>cadel Suratá 800
Bucaramanga 997
E. MICHELSEN Y N. SAENZ (COLOMBIANOS), 1 87 1
(Hipsométricas)
En torno del Sumapaz
La Mesa 1352
Anapoima 685
Portillo 485
Flandes 407
Colombia 814
San Pedro 1276
La Providencia (cumbre de la
cordillera) 1998
El Tigre 905
Papamene ^(i^
Duda 763
La Palma (San Juan) 483
Cunimia 454
Pi^al 333
Río Ariarí 362
San Martín 489
RíoHumadea 365
— Gramal 349
Guativo 317
Rio Meta (Jiramena) 253
Jiramena 298
Villavicencio 500
Salina de Upin 685
Cáqueza 1765
-. *
COMPAÑÍA DE COLOMBIA *
(Ancroidales)
Del Magdalena al Llano
Colombia >•••
£1 Totumo."
La Comiza
Rioblanco (pasoj
Quebradahonda
Las Termopilas
San Pedro
La Trinidad (paso del Ambicá)
Río Ambicasito (segundo id.).
Alto de La Providencia. . .
Quebrada id — :
Río Tigre (casa)
^^" ^"^ I paso ji»..»»». ..■•••
Quebrada del Inñerno
819
867
1113
1 147
1137
1 147
1378
1657
1877
2085
1723
1033
853
853
Alto del Infierno iioo
Río Dalubio ... 826
I.AS Delicias 1156
Rio Papamene (paso) 696
Papamene 70'
RioSorrento 753
Quebrada Aguasclaras . ... 779
Alto de Sorrento 1030
Quebrada Almorzadero 879
Mirador 982
Alto de la Reser\-a í*SO
Quebrada Piedras de Yavia.. 689
— Abejas-. • 7©^
Uribe 627 — 610
Quebrada Dussana .. 764
• Inéditas : tomadas de los planos originales levantados para la adjudica
ci6n de baldíos á dicha Compañía agrícola, por diversos ingenieros (Caicedo
D., Chaves, Gaviria, Codazzi L., etc.), y compiladas en un solo cuerpo en 1877.
Nueva Geografía de Colombia
53
946-
Quebrada Moyas
Alto de Santa Rita...
Quebrada Santa Rita .>
Alto Esperanza
Quebrada Esperanza
Quebrada Diamante
Alto Guapecito
Río Guapecito ...
Alto Pailas
QuebradaTPailas . .
Cerro del Oso
Las Peinas
Quebrada Barrialosa
Cuchilla de las Dantas
Quebrada id
Alto Sapera
— Remolino . .
Remolino .... ••
Quebrada Remolino
— Payandesal
Río Caure
Cuchilla del Neme
San José
Quebrada San José
— Curra .. . ...
— Guamito
— - Honda
xmCaciaS' «....a •••■« •••••••...
Quebrada Acacias
— Piedras.
— . PiUlito
— Malpaso .. ....
— San Juan
— Cuninua
— Carrillo
— Palomas
— Pericha..
Perícha
Boca del Monte (para el Llano)
Df/ IJatto A la Sabana
San Martín
715 Trapiche. •• •... .
765 Alto Mosquito
701 Mosquito.
791 Rancho de Piedra
690 Confluencia del Ariari y el
636 Riogrande
810 El Perdido
688 La Mediagua
940 Piedra de Letras
816 Alto de La Esperanza ..... .
1550 La Esperanza
843 Juntas de los ríos Nevado y
809 La Esperanza
880 Botadero del Callejón
708 Boquerón del cerro Nevado....
965 Tambos del Nevado
880 Páramo de Las Animas
691 Santa Rosa .
685
c^i De Newa al Caquetá
530 Boquerón de Fortalecillas ...
5*8 Quebrada Colegio...
685 AltoSta. Lucía (la cordillera)
603 Balsillas (paso)
565 Alto del Galápago
55<^ Quebrada Malabrigo
545 El Pasto (paso)
526 Quebrada Penas »...
55^ La Venta
530 Zanja Honda
3i>' v^ruces ••*• .... .•••
500 Alto Buenavista
480 Laguna del Oso
476 La Carag[uaja (paso)
470 Alto Paujil
460 Alto La Mensura
450 Mediagua;
440 Tambo del Chato
450 Quebrada Peralta
14^ Alto La Ceja
Quebrada La Bomba
Alto del Dormilón ....
436 Río Guaduas
497
1214
704
659
794
1439
1695
1186
2583
1979
2040
3123
3690
3324
4001
3300
IIIO
1560
2804
2491
2795
2346
1693
1 710
2321
2518
2097
2468
1674
IIIO
2005
2493
1675
2185
1390
2088
III9
227o
815
K. ALVAREZ SAI.AS
189]
(Hipsomctricas)
LA VIA DE (HRARDOT
Calamar iom.50
Girardot
Juntas de Apulo
Vega de Anserma
Río Apulo (La Ycgüer.n)
San Joaquín
Saa Lorenro (vía de Li Mesa)
£1 Hospicio
Anatolí
Dos Caminos
330
452
503
549
704
892
1248
1754
1964
Camino de Zipacón 2161
La Palma (meseta) 2248
Alto del Retiro 2320
Boquerón de Chunza 2651
( — de Barroblanco 2734)
Madrid ." 2586
Funza 2583
Mosquera 2583
Fontibón 2584
lk>gotá Pilachiquita 2620
— Atrio de la Catedral 2648
— Observatorio Nacional.. 2644
— La Candelaria 2668
* Esta señe, concprdada con una nivelación de anteojo de Girardot á Bo-
gotá, es exacta, y por lo mismo la base natural de comparación y corrección para
«1 estudio de la altimetria de Cundinamarca,
S4
Nueva Geografía de Colombia
C. BALEN, I 88o
(HipsoinPtricas
LA vÍa de KUSAGASUgÁ
Bogotá 261 1
Tierranegra 2596
El PenAn 2805
El Roble ■■ .. 2254
Barroblanco 2028
La Aguadita ... 1 885
Cruzgrande... 2215
Fusagasugá 1718
Fin del Llano del Novillero .. 1640
Depresión de La Puerta. 1487
Casa de 1^ Puerta ... 1550
Llano de I a Puerta ....1500 - 1250
Quebrada I^a Serena . ... 1150
Alto del Boquerón .. ... 916
Puente de Fusagasugá 560
La Capilla 520
Alto del Muerto 1019
Booueión de id 470
Melgar 358
Paso del Fusagasugá 280
Río Magdalena (en Ricaurte) 260
A. HETTNER (aLEMÁn), 1 882-84
LA CO&DILLKRA DR SUMAFAZ
a) Ai IK del Magdalena
Puerto de Méndez (Río Mag-
dalena)
— Chaguaní id. id
— Ricaurte id
Méndez
Las Delicias
Guayabal
Sabandija
Mal paso
Fresno
Partidas
Tablazo
Río Guarinó
Aguabonita
Quebradallena
Río Domingo
Manzanares . .
Cerro Cuadalupe...
Quebrada Union. , .
Picona (dos picos) •
Río Guaripó
Victoria
Quebrada Cabras
Lis Cabras
Río Guarinó
Páramo de Herveo (camino).
— — (limite entre
Tolima y Antioquia)
La Palma
Salamina ..
3030
220
220
290
240
230
280
1 1 10
1230
780
1340
«930
1550
1260
1900
1400
1570
1840
2570
2210
3040
2640
2200
2440
2730
2950
2790
3110
3100
2210
1830
Río Chamberí
— — Alto al \V
Guayabal • •
Río Cauca puente de Cana)..,
Echendía
Supía
Riosucio-. .
Ensatado (carbonera) ..
Quinchía
Río entre id. y Villalobo
Ansermaviejo
Arauca —
Río Cauca (paso de id.)
— Cbinchiná..
• • a • ■ •
«•• • •***• »•*•)
«a •■».•■
• ■ ■ • *
Frailes
Pie de la Sabana (el Rui
l^agunetas
Cueva del Gualí
— del Toro
Arenales del Nevado...
Pie de la hclera
Laguna del Derrumbo..,
Alto del Boquerón.
Boqueroncito
Rosario
Pantanillo
b) En Cuudinamarca
El Consuelo... ■
Alto del Sargento
Guaduas ..
Alto del Raizal ..
— del Trigo-..-.
Petaquero
Villcta
z^.. . ■
1230
176a
1570
710
1580
1230
1790
2030
1650
1270
1740
1330
940
950
2300
3660
4120
3860
4050
4600
4380
4000
4250
3850
3330
1 210
1020
1380
1020
1660
1870
1410
830
Nueva Geografía de Colombia
iS
Chimbe 1700
Escobal 1920
Afualarga 2230
Alto del Roble 2690
Ix>s Manzanos 2590
— — sic) 2580
Alejandría 2570
Alto de la Cruz 2920
Pie de la Cuesta .
Boca del Monte ..
San Juan
Rioseco
Las Petacas.
Alto de Vianí ..
Vianí ..
Quebrada id ...
Pantano
RioVilleta
Guayabal
•••••■
310
1040
1300
1230
1530
1740
1520
1420
1570
IIIO
1610
Sabana de Fusagasugá (cabe-
cera)
Rio Sumapaz. £1 Boquerón-..
Fusagasugá
Rio Barroblanco
Páramo San Fortunato
oiDate •••••••,.. •••• ••..••
Puerlagrande
Vínico «• ■■• »• *•■ •■•
Soacha
Puente de Canoas
Río Funza (El Salto)
— — (Barrancas)
— — (pie del Salto) ..
Páramo de Pasca . .
Páramo de Tunjuelp
Llanos de Tunjuelo
• «9 • • • «
1470
510
1720
1890
2830
2570
2560
2550
2560
2550
2480
2490
2210
3430
3150
3101
2570
Ricaurte
Los Monos ■
Puente en el Bogotá -.
Tocaima
Portillo
Juntas de Apulo
La Terraza (sobre id.)
Alto de las Juntas
Pie de la Mesa de Anapoima.
Mesa de id.(ñn)
Anapoima
La Mesa (plaza)
— principio
— nn
— Escalón al Norte
Puente del Colegio
£1 Colegio
£1 Arrayán
Tena
— (iglesia)
Rio Bogotá-..
Boca del Monte
Laguna Pedro Palo ..
Boca del Monte de Anatoli
Madrid
Cerro de Serrezuela
Tresest]uina$
Puenteerande
Fontibón
Bogotá— Egipto
Alto del Callejón
El Callejón
jMwigar ••••••• •••
Valparaíso
Poente de Tierra
Alto de Pandi
Sabana de Fusagasugá (pie)
— -- (medio 1
300
340
370
410
400
490
600
800
710
730
740
1280
1210
1420
1250
750
1030
1360
1350
1410
850
2640
2010
2630
2580
2570
2760
2570
2560
2570
2730
640
340
340
840
620
1580
870
1410
Deslindes...
Quipile
Santa Cruz
Puente de San Joaquín (Apu-
lo)
Río Apulo (paso á Anapoima)
— Bogotá (puente del Chi-
calá
Viotá
Alto de I^ Cruz
Tibacuy
Río Chocho
Páramo de la Calera (Monse-
rrate)
La Calera
Alto del Aire (Usaquén)
Guatavita
laguna de id
Sesquilé .....
Alto de Sopó
Sopó
Cacicazgo
Suesca
Gachancipá
Tocancipa
Nemoc^n
Cerro La Salina ( Zipaquirá)..
Puente del Común
Suba
Rio Funza o'íadeCota)
Tenjo
Tabio
Alto Juaica
Subachoque
La Pradera
Cuatroesquinas (Facatativá)...
1950
1470
1 160
700
630
640
660
1820
1660
1330
3250
2710
3130
2600
2990
2610
3010
2580
2590
2590
2590
2590
2600
2740
2580
2600
2560
2610
2580
2970
2670
2720
2640
Alto de Bermeo 2900
La Vega 1250
Alto de San Francisco 0x64
S6
Nueva Geografía de Colombia
San Francisco 1540
Altodel Yaque 3220
— de Supatá 3190
El Tablazo 345o
— pie 3230
Alto del Águila 3040
El Moruno 2840
Murillo 2200
Pacho (hacienda) 1760
Valle de Pacho 1550
JunUs de Patasia 1420
Boquerón de Cruzverdc...3490- 3550
Ubaque 1850
Laguna de U baque 2100
La Unión 1590
Fómeque 1920
Páramo de Chingasa 3530
Fuentes del río Chingasa.3230- 3160
Laguna de id ... 3220
Choachí . ... 1930
Páramo id. (camino viejo'. .. 3415
Id. (id. nuevo) 3330
Boquerón de La Culeca.. 3280
Boquerón de Chipaque
Puente de Cáqucza.
Alto de La Estrella .
Las Juntas de Sáname
Aguacaliente
M onterredondo
Susamuco
Pipiral
Sen'itá .. • .. . .
Apiai (boca del Monte)
Entablado-. r ..
La. Palma..
I^s PavitQs. ... . ..
La Esiperanza (Banco)
Quename.-
Puente de Ocoa
La Vanguardia .
Saliiu de. Cumnral
Cujmaril •■ ..
Naguaya
Juntas de Casa unta y
munr.Q
Mesa de Calzón
Kurnavista
Cantas
Altodel Diablo
Río La Florida .. ..
RioGuavio ....
Ubalá
Gacheta
Boca del Monte
Páramo
Ramadalarga
■ • •i
300
Casa-
• « V ■ •
3200
I6I0
2000
1380
1320
1320
1000
880
1060
360
350
340
270
300
250?
280
370
600?
- 350
270
270
600?
1520
2210
2900
1700
1480
1970
1750
2470
2640
2870
Boquerón de Tausa 3220
Tausa 3030
Puente de Sutatausa ■.■».. 2610
Ubaté 2570
Páramo de Suesca 2990
Laguna id 2870
Alto Cucunubá 2990
Cucunubá .■ . ... . 357o
Ligo de Fúquene 2550
Susa ... 2560
Alto de I^nguazaque 2830
Lenguazaque . 2590
Guachetá . ... 2660
Páramo Ráquira 3000
Ráquira 2150
Alto Corrales 2650
£u Boy acá y SatUander
Dos Caminos 2600
Puente Upani 640?
Alto de Muzo . 1130
— de Coper 1240
Paunita 800
Rio Villamizar 590?
Alto — 1060
Rio Cantinero 690
Altodel Cerro 1230
Uchame .. . 1180
Buenavista 820o
•
San Rafael 3620
El Ferrocarril 2270
Puente de Piedra I750
Put nte Nacional . . . 1630
Rio Suárez id ... .... 1600
Jesús María . . . 1880
Alto de Juyamuca 1180
Vélez .. .... 2180
Río Guache 1830
Bolívar .... .... 2130
Polvero ..... . 2200
Cuevas .. . . ..... 2140
Las Cruces ... 1520
Alto del Roblé 2300
Quebrada del Hato 2000
Alto de la Pena 2570
Chipatá 1900
Hoyo del Aire... . . . 1870
Lli no de Majagua 1280
Alto de Giiep<a 1660
Güepsa 1560
Site .. 1640
Puente de Barbosa (Suárez) 1 550
Moniquirá 1670
Río id. í La Vega) 1820
Mina de Cobre 1940
Alto Quebradas 2430
Quebradas 2380
Alto de I^eiva .. .. 2550
Venta de Canales (Sáchica) .. 2250
Altodel Aire 3000
Nlf.va Geografía de Colombia
Alto de id
Alto de Cucaila -
Alto......'.!'"'.!
3040
Cumbre Albarraci
kúi Albarr.idn
2630
Alto Vcntaquemai
aftoo
Veiilaquemada...
2700
l'uenic de Boyacá
icio)
;1 Carchi. Del Álbum
S8
Nueva Geografía de Colombia
Guadalupe
1520
Puente de Oib.i
1220
Guapota
1520
Palmus . ....
1240
Socorro
1270
Pinchóte
1250
S.m Gil
1040
Alto de id .. . .
1860
Mogoles
1680
Pie del Alto . .
1870
Alto de los Cacaos . .
2600
San Joaquín
1980
Onzaga... ' . , ■ .
1960
La 1x)nia • .
2630
KnsilUda (la lorJilleru)
3340
Panqueva ... , - - .
3290
Tutasá
2870
De len.- .... ,..•. ,
2650
Cerro de Tibe
3030
Alto Santa Rosa
2770
Paipa
2520
Hotel Pacheco
2580
Alto Siachoque ...
3110
X OCA •■••• •■•••■ « a
2760
Páramo de Pesca
3380
Pesca
2640
Kío Tota
2650
Tota
2880
Laguna de id
3010
Pücbloviejo • ,
3040
Cultiva ....
2740
X za ••••... ••• •••
2550
Santa Bárbara
2590
Molino de Tópaga
2500
Tópaga
2900
Mongua
2960
Río Gámeza
2930
Alto San Ignacio
3530
Salina de Gámeza
1890
Caricuá ...
1770
Puente de id ..
1670
Río Libranzagrande (E.)
1 150
Labranzagrande . . »
1 130
Guacha
1020
Rionegro
770
El Mono
6so?
Vega de Fonseca. . .
430-
Gámeza ... . 2750
Tasco ... . 2540
Puente Baranita (Chicamo-
' cha) 2230
La Paz 2720
Portachuel ito 3070
Sátiv^sur 2630
Sátivánorte 2360
Quebrada de Sativa 2280
•Vto del Páramo. 33^0
i^usacón 2500
Soatá
Puente Gutiérrez (Chicamo-
cha)
Boavita
1-A Uvila
Los Cañutos
Alto del Fscobal
Cocuy . ...
I^gunillas (pie W. de la Sie-
rra Nevada)
Id. y Cóncavo (id.)......
Laguna Pintada (id.)
Pie de la Nevera del Pulpito
(id.)..;
Morro (id.)
Penablanca (id.)
San Paulino (id.)
Güicán
El Baño
Panqueva
Guacamayas
Puente La Huerta
Macaravita
San Miguel
Enciso
Rio Málaga
Má'aga
Alto del Muerto
Limoncito
San Andrés
Las Nieves
Quebradas
Alto id
Umpalá (Aguaclara)
Diviso del I^brija
£n Satitatidcr
Puente de Sube
I^s Santos
Piedecuesta
La Florida
Bucaramanga
Alto Gualiio
Girón
Alto id
Líncol n
Rio Sogamoso
Montebel lo
I^pez
Cebollas i8oo~
Alto Ramos
Quebrada de Zapatoca
Zapato ca
Lagunctas
Puente Lengerke
Guane
Barichara
1990
1420
2180
2380
3290
3800
2740
3860
4560
3930
4260
3760
3730
4780
2920
2580
2270
2230
1590
2330
1970
1640
1520
2240
3380
1600
1660
2780
1800
2310
850
1330
510
1330
107c
1000
990
1630
770
1480
850
240
760
1250
1900
2200
1470
1710
980
460
1090
1350
: Río Surntí 720
— Negro 740
Alto del río 2029
Nueva Geografía de Colombia
59
Matanza 1620
RíoSurat6(Párraga) 1690
La Tronadora 2140
La Baja 2420
Vetas 3220
Páranlo de Santurbán 4030
La Piñuela 3090
Tambo 2740
Mutiscua 2610
Alto del Frío 3360
Pamplona 2280
Puente Mochila { Pamplonita) 1 730
Jiménez 1270
El Raizón , 890
Do»^a Juana 820
I^a Regadera 620
£1 Morro (Río Pamplonita)... 530
San José 360
Rosario 470
San Amonio 460
Tasajero 830
Aguablanci» 210
Puerto Villamizar 70
Boca de la Grita 40
— San Miguel 20
Encontrados (ro Zulia) 10
DR. W. SIEVERS 1 886
i.^J Sierra N^nnida y Sierra de Perijá
Alturas hipsométricas
Santamarta 20
Valle de Upar 230
San Sebastián 1960
Duriameioa 337o
Usugakaku 402D
Atánqaez . 800
£1 Rosario.. *¡qo
San Juan de Cesar 270
Villanueva 280
Sierra Montaña (Perijá) . . 840
Fonseca 210
Marocaso . 630
Macotama 2880
San Miguel . . 1700
San Antonio loio
Puebloviejo .. ... 920
Riobacha 30 — 40
Altaras aneroidales
/ - Porción N\V. de la Nevada
Minea 620
Masinga la nueva 170
Alto entre las dos Masingas... 300
Cerro la Horqueta (San Lo-
renzo) 1800
Alto de Taganga 150
— Oaira iio
Mamatoco .. .... 65
// — Porción N. de la Nevada
Volador •••■ ... 60
Quebrada Andrea 150
Cuchilla Mentana 350
La Cuchilla (río Santa Clara) 250
La Cueva 500
Monte de Agua iiio
Puebloviejo 920
San Antonio loio
Alto de Santa Cruz 1210
Santa Cruz
Hayal de Namaco
San Miguel
Río Sircaino
xaKina-.. •*•....
Macotama. .
• •••»<
1020
1410
1700
2020
... 2140
. . . (sic) 2580
///— Porciones O. y S. de la Nevada
Sevilla 50
Cataca ... 65
Colina al S. de Fundación . 180
Quebrada San Pedro 210
Alto de Ariguaní 250
Río Ariguaní 200
Las Pavas 190
Alto de Las Minas 300
Caracoli 150
Las Minas de Camperucho . . 160
Río Diluvio ... 140
María Angola 150
Valencia de Jesús ' 160
Valle de Upar 230
IV Excursión á las cumbres nevadas
Río Azucarabuena
Revezado
Río de los Clavos
£1 Descanso
Boquerón de Sala
Río Ariguaní (en Puebloviejo)
Las Cuevas (Ingaraku )
Cumbre de la Cuesta Yunge-
roa
Alto de Chinchicuá . ..
La Quebrada
San Sebastián
Alto de Chucuaucá
Duriameina
Alto de Kungukaka
Usugakaku
Término de la tierra labora-
ble '..
220
210
320
330
1270
1120
1200
1590
2390
2000
1960
3520
3370
3980
3540
4020
4190
6o
Nueva Geograf/a de Colombu
Principio de las nieves en el
pico mayor 47io
IJ. id. en Agosto 4560
Sembrados en Curucati .2950 - 3200
Limite superior del frailejún. 3800
V —Sdu Stba^tidn —AtÁnquei
Cerro Mamón
Quebrada del Burro
Rio Templado ....
.Tatichtingueka
Alto de Escalerahueca . .
Lomo de Negragaka
El Chorro
Rio Bukudiva-Donachuí .
Cerro Punta de la Nariz
Altura máxima á que hay ca-
mino
Río Guatapuri
Portachuelo de Atánquez . . .
Atanquez
San José
VI — Atánquet — Fonsrea
Rio Candela
Rio Badillo
Quebrada de Patillal . .
El Patillal
Rio Despensa
Arroyo
Talanquera
Alto de Gamarúa
Rio Cesar (primer paso) .. ..
El Rosario....
Alto Descansadero... ..
Cuchilla del Machin
Loma Curua
Río Cesar (segundo paso)
Piedras Azules . ■• . .
El Totumo
Corral de Piedra . .
San Juan de Cesar . ...
Río de la Junta
Badillo ....
Rio Id
Arroyo Guanábano
Fonseca
■ • • • t ■
• • • • • • «
2700
2180
1350
2120
2320
1900
1340
1100
1850
2030
1210
1270
800
1420
550
480
400
410
450
490
520
940
840
700
1190
1270
1090
500
400
390
350
270
280
210
200
250
210
Vil— Altitudes en el Valle de Upar
Los Bezotes 350
El Chantre 460
El Chorreadero 450
Tamaco 420.
Pozo Hurtado 250
VIII - Fonseca — Ce t rejón
La Chorrera (rio Ranch?iía». 280
Hoz dc^l Ranchería. .. 360
Segunda id ... 390
gao Ciríaco.... , 450
Caracoli 480
Río Ranchería, arriba de las
gargantas 510
Marocaso 630
La Mucura 830
Río Ranchería 730
Cerro Juanavieja 1200
£1 Barrialito 510
La Tembladera 550
Los Ranchitos 590
Alto de la Cuesta 650
Pie de Cuesta 310
Quebrada Enea 220
Talanquera 260
Rodeo 230
Rio San Francisco 200
Treinta 240
Paso Chorro 300
Alto de la Cuesta del potrero
de Venancio iioo
IX — Fonseca — Riohacha
Los Pajales 610
Alto de las Comparticiones-.. 820
La Gloria
San Pablo
Treinta
Barbacoa
Arroyo Arena . .
Brasil . .
Riohacha
A' — Cordillera de Pcrijá
a) Manaure
■ • 59^
.... 290
240
130
120
100
• • • •■•••••«• 3^
Río Cesar.-..
La Paz ...
La Tomita . ..
Tercer vado . .
Cuarto id . ...
Quinto í 1
Loma
• • • • w
180
230
400
360
450
500
700
Manaure 840
h) Sierra Montaña
Río Marquf zote 360
Alto del Astillero . . 710
Sabana de Sierra Montaña .. 840
c) I 'alie de Upar — Vtllanueva
Río Guatapuri (en el Val e) .. 2oo
Río Seco ... 170
Guacoche . 170
Guacochito 180
Río Badillo 190
Sabanagrande 195
R 10 Cesar x 85
Quitapesares ... 250
Urumita 300
Pie d: la Cordillera . . 550
Nt'EVA Geografía de Gdlombia
6i
Alto primero 840
Quebrada Sierrecita 600
Bosque Alto • 1370
Aguas Muertas ■ 1430
Casa Peña 1120
Colonia Mutis 1700
Príucipio del frailejón 2800
Cerro Pintado .... ■-• 3000
d) Hoya del Baudieria
El Potrero 920
Arroyo Pozohond o 830
La Loma ...... •.' 890
Hatonuevo 260
Río Ranchería 150
Arroyo CerrcjíSn 225
Zaraito... 170
Rio Palomino 170
La Quebrada 165
Rio Ranchería 165
Barrancas 190
Arroyo...... 240
Fonseca ....••• 2x0
2P — La frontera vettetolana (1887)
Pamplona 2290
Puente Mochilas 1680
La Teja 1360
El Raitón 1600
Dona Juana 79^
San José 355
El Alto 495
£1 Rosario 465
Alto id 750
Li Auchema 680
Quebrada de Palogordo 905
Alio(íd.) iioo
£1 Naranjal 1210
Quebrada Marjita 1330
Las PUnadas 1510
Alto de id 1800
Cerro de los Indios 2075
Páramo Tama 2800-3000
Alletüle el Táchira
Codo del Quinimari 500
Juntas de Quinimari -Torbes. 505
San Cristóbal 845
Táriba 880
Boquerón de Mochileros. (Di-*
viso entre el Orinoco y el I^-
go de Maracaibo ' 1620
Lobatera 985
San Ju«n de Colón 805
Cumbres de Peronillo...i500,
1200 1000
Alto La Trampa (Camino de
Ure ña á lobatera) 1320
El Tablón 895
El Morro 820
Ureña 340
Cerro del Llano looo
San Antonio 445
Las Cruces iioo
El Pizarral 500
Alto de los Capachos (camino
del Rosario á San Cristóbal) 1 395
Cuesta de Capote. Id. id. á
Rubio) 1370
Rubio ... 860
Alto de Bramón (Camino de
Planadas á Rubio) 2040
Alto Crespo (Camino de los
Capachos á Rubio) 1750
Páramos allende el Torbes .... 3500
HONORATO ESPINOSA (COLOMBIANO), 1 874-78
IM¿DITAS
Valles del Alto Magdalena
Hipsométricas
El Nupil (Caparrapi) . . 1357
l.as Pilas (id.) 1332
Caparrapí 1300
I^ Palma 1505
Suaraz 1138
San Carlos (Pacho) 1267
P che -.• ••• 1888
Supatá 1838
Pinsaima (casa) 1154
— llano y río 1007
— cerro , 1637
Nimaima 1265
■ ■ ■ ■ • •
Nocaima
Santa Isabel (id.) •• •
San José
Cañutal
Las Guacharacas
El Perico.
Utica :...
Villeta
Alto del Trigo
I^s Tibayes
"53
1527
"45
1545
1300
1507
543
860
1930
1595
Bogotá... 2617
La Tribuna (punto más alto). 2947
Manoa 1430
Misiones 1543
Río Bituima 800
62
NiíF.VA Geografía de Colombia
Calambata (planada) .
1400
Montefrío (boquerón) . .
1885
El Placer (Chaguaní) . .
.. 1 105
Reventones (Cambao)
1787
La Sierra (id.) ...
2002
El Tambo 11 05
Palestina 1787
Calucota •^. 920
Anapoima 747
. — río . 601
Viotá 650
Tibacuy (alto 1836
Fusagasugá 1230
Pagüey (cabeceras) (?) 1836
Pajasblancas . Pagüey) 840
Girardot 331
Ibagué 1260
Las Casitas 1764
Las Pontezuelas 2437
La Palmilla 2275
La Ceja 3148
El Quindío (boquerón) 35^6
El Portachuelo 2035
Boquía (Salento) 1793
Cartago 912
R. ESPINOSA G. (colombiano)
De Soga m os o á Pajanto
(1890 — Barométricas — Inéditas)
Spgamoso 2577
Fruncideros (páramo San An-
tonio) 2926
La Ospina 2713
El Gallo 24c8
Estación Parra 2010
— Pinzón 1676
Huerta Vieja 1280
Pajarito , 914
J. D. MALLARINO (COLOMBIANO), I88O
( Hipsométricas — Inéditas )
En Cunditiamarca
Bogotá (pie de Egipto)
— (Teatro Colón)
Ráquira .
Samacá .-.
Páramo de Ubaque
Los N' 'gales ••
Ubaque (plaza) ...
— (Laguna)
Boj acá .• •
Boca del Monte (id.)
Depresión de id ...
La Ranchería • . .
Pozobondo
2801
2751
2223
2721
3547
2443
1837
2223
2734
2764
2748
23 «;o
25SQ
El Moral 2915
Los Manzanos 2748
El Roble 2861
El Empalme 2748
Entrada á la Carretera de
Cambao 2546
Anolaima •- 1818
Mesita de Santa Inés.... 1437
El Higuerón •• 1 257
La Mesa 1405
.San Jerónimo II53
San Joaquin ,- 75'
ElRod''o . ' 1072
Lotaima (río Apulo) . 694
.San Antonio 690
Anapoima 880
Junca 888-1059
La Ciénaga 1681
Neiva •..••> 3S6
NuFA'A Geografía de Colombia
63
DIÓdORO SÁNCHEZ (COLOMBIANO), 1888-I9OO
(Aneroidales — Inéditas)
En torno de la Sabana
De Bogotá al Guavio
Alto del Gran izo ( Monserrate ) 3220
Río Teusacá (vía Calera) . . . 3000
Nuevo Edén 3100
Guasca .... 2690
Guatavita ... 2600
Los Corales 2932
El Gaque 3124
Monquevita 3250
Alto del Páramo 337o
Páramo de L^ Concepción •• 3388
— de Nemusten 3444
Empalme de los caminos de
Gacheta y Junín . . 2316
Gacheta i75o
Ubalá 1960
Rio Guavio (puente) 1 500
Gachalá 1730
Mina de Azufre .. 1780
Morka 1580
Santa Catalina i6íK>
De Zipaquird á Paime^ Ubaté y Coper
La Porquera
Alto del Páramo
Los M ortinos . ......
Pacho
Alto de Veragüitas
Rio Veraguas (paso)
Alto de Ciprián
Rio Mencipá (paso)
Rioblanco (id.)... .
Quebrada de La Pinche.
A aime ..«••■ ■■« •>•>>•
Mesa Alpujarra
Cima de Rccuípí
Cuibuco (casas) .....
Quebrada Recuipi .. ..
30»
3220
2870
1860
2160
1780
2300
1500
1340
IIOO
1040
2100
1820
1520
1200
• • • « ■ •
Páramo de Guandoque (Lagu.
naseca . ... ••... ••
La Ciénaga
**an Cayetano '.
Boca del Monte
\j bate . . . . ....
Carmen de Campa . .
Xierranegra
La Pena de Sumangá. ...
Rio del Salto (paso )
v^oper ..... a.
Gasparon (hacienda >
Turtur id
3620
3000
2200
3100
2580
3000
3240
3400
2040
1000
II30
1X70
Alto de los Caballeros ... 1240
Río Villamizar (vía de Muzo) 840
Cuacua (hacienda) 980
De Gachancipá á Somoudoco
Guateque 1896
Minas de Esmeraldas, junto de
la de Somoildoco 1290
Minas de id. llamadas del
Chivor 2212
De Suhachoqiie á Supatáy San Frattcisco
Boitá (hacienda) 2682
Tabio • 2580
Subachoque 2700
Boca del Monte .. 3150
La Laja 2840
Alto del Yaque 2820
Chinga (casa) 1720
San Francisco (poblacií^n) .... 1520
Rio Supatá * 1500
Supatá 1820
Boca del Monte de Nimusé .. 3200
De Bogotá á Chingasa
Páramo de Cruzverde 342**
Ubaque 1850
Choachi ••. 1890
I-a Unión 1620
Fómeque 1920
Alto San Vicente 3360
Los Órganos de Chingasa.. . 3680
Cuchilla SanU Bárbara- 3350
Cabeceras de Aguasclaras.. 3160
Caballoviejo .. . . ■.• 2900
Salvial 2340
Quebrada Santa Riía. 2000
Los Pavitos 1900
Rionegro (boca Naranjal)... 1340
Márcelita 13^
Alto id. iQuetame\ .. 1500
Quetame 1520
Cáqueza 1700
Chipaque .. 2420
Boquerón de Chipaque 3160
Usme 2800
De Bogotá á Puerto [Jévatto
Zipacón 2640
Mesa de Majuy (S. Facatati-
vá) 3070
El Roiftl (NW. id.).. 50Q9
NcEVA Geografía de Colombia
Allodel Roble
2700
Df hi P.,-. d l-mm
Agualaiga
^^^o
Sasaima
12S0
Akoi
Rio Dulce (pasü)
Chiml
Alto del GramaluUl
Uuona
i,ta[clTr¡g,dcCam.
Villeta
Guane (Sasaima)
Viani
La Vicloria (id.) . . .....
1S20
Sania luís (id.)
Df S„
.Inlonh di Trnaalliopad
Empalme del caminí, de Ulica
lOüO
!°í,-
Ulica
.ATltL.«
Boquerón de Honduras
1 1 So
Las i'
Imas (rlü lloEoií) 90O
RÍO Cambras (pasn)
— Jordán{¡d,)
Puerto Li¿vano (riu .Ma^Ja
Viotá
- 630
t,ir¡a (hacknda) II20
yS<)
AI.ÍMO
a IM.) lí6o
Guaduas
1.a Su
^■.Ud lid.l 860
Dll Vallt di Clnqumqui.
ddlíii.1
Alio de t'úquent 3040
Quebrada del Halu 2540
Chiqui nqui ri 31 : 4
Boca del Monte 11/10-3000
Canipauna rio7 {n 1 ilio)
Cerro Qu i buco y5o
^""t';"a 1044
.■\ho Uiiriburi 987
La Chapa (cuchilla) 156a- t $84
SarilaRir1.ara(iJ) MOO-130O
c:archa (ij,). I160
f.as (.hiirichas (id) 1453
l'iierrc) NiS.i (Majidaleni) 166
D M^^dalena (eslampa
Nl'BVA GEOGKAriA DE CoLOHBIA
TVíMO áit Firretarnl ¿ti Xjiie 1874
Bogotá
Rio del Ariobispo
Qucbrida I^ Vieja
RíoSuba
Realce en la llanura .-
RioBogoli
— 1^1 Manas
— Gusagua ...
— delaQuinla
— Tigiwncqne
Cumbre de Tausa
Laguna de Suesca
Cubecera del llajio de Ubaté
Laguna de Cucunubá
RioUbatí
— Lenguazaque ¡5^4
Mini
Laguna de Púquene....
AltodeZema.
— Arrayanes
Kio Suireí (paso)
Camino de Chiquínquí
Remate del Valle
Pueole de Piedras
Kio Paliíada
Alio id......
Camino á Cbiquinqui
Alto del Valle "de'inú
— de fenanegn....
Quebrad 1 Orgjniis ... .
.Montiiiaíd
Camina A Itiitiv^.r... .
Ki.. Flores
Valle del Guavübita
Lomod^ I.andJzuti
l'asos de li AguabUiica,.,.893
IJuebrada Can-perro.
Kio Guayabita (pasu)...
Alto .San Fernando
RíoCarare (pasuj
Tniio dil firrocarri! ai Meta - r
^78
i8ag
1096
15S9
Í385
ZSS4
2639
3629
ÍS83
3561
W69
2659
3679
3310
Rio Fucha . .
RioTuninelí .. ■■
Q. de Vomasi
Fundidor ..
Boquenin de Chipaque ..
Los Horniloi
Chipaque .- • *
Rio Caqueii (abap de Chipa-
que ■ 10467 I
Rio Cáqu 'la (puente de Cá-
Confluencia del Cáqneía y
elliioncgro '
Rioncgro. Boca del Sáname... I
1650
30OZ
3280
2825
Figura aj— Rincón de Ciénaga en el Caquetá (esumpa europea de i8^í
66
Nueva Geografía de Colombia
Garganta de Sen'itá iioi
Río Guaitiquia (N. Villavi.
cencío) 535
Diviso entre Guatiquía y Oca 570
Villavicencio 524
Río Ocoa 399
Caño Pachaquiaro 355
Sabana del Purgatorio 360- 305
Cano La Raya 295
Mesa del Diablo 280
Río Negrito 220
Sabana Y acuana 230
Puerto La Bandera (Meta) 210
R. MORALES (COLOMBIANO), I878-I88S
(Atieroidales — Inéditas )
Monserrate 3190
Río San Francisco (fuentes .. 3240
Boquerón de Suaque 3200
— de Guasca 3400
— de Juiquín 3400
Junín 2351
Gacheta 1750
Ubalá 1960
Río Guavio 1490
Cáchala 1718
Puente de Jesús (río Murca)... 1505
Minas dv Azufre 1875
Guatavita 2600
Alto del Boque 2845
La Horaueta 2643
Choconta 2680
Hatoviejo 2720
Alto die Las Pilas 2900
— del Moral 2962
Puente de Boyacá 2723
Tunja 2790
Duiíama 2^50
Santa Kosa .1 2720
Ccrinza 2705
Belén 2640
Tutas^ 2845
Alto dcCanutos 3374
Soatá 2000
Puente Gutiérrez 1400
Alto de La Cruz 3900
Pamplona 2360
San José de Cúcuta 360
Puerto Villamizar lio
El P.^rnmo (Bucaramanga á
Pamplona) 35^0
El Tambo 1650
Tena 1330
I^ Mesa 1280
El Hospicio 1254
DE cÚcUTA Á TAMALAMEQUE
{Del plano presentado al Gobierno por la Compañía empresaria — Inéditas)
San José de Cúcuta
ColinaW.de id
Vallecito id
Alto de Cazaderos •.. .
Río Zulia (Quebradaseca).
Zulia (pueblo)
— (río en el Astillero) ...
La Mona...
La Tocorosca
Cerro González
Río San Miguel
— Sardinata . .
Las Vegas
Río Tarra ,..
CftDO Beío. . . • ..t
Rio Prtiidento #••
• • • • • « •
361 Vegas del Tarra . .
429 Cano Socuabó...
376 — Florida.......
400 Cerro La Quina . ,
227 Río Catatumbo...-
244 Alto de Callejón hondo.
165 Bijagual .
214 Quebrada Campoalegre
172 ElFilo
388 Río Lora
180 Boquerón de Bobalí
175 Quebrada Colorada (primer
165 paso) .... . ...
264 — — segundo id,...
135 Boca del Monte
330 Tanialameoue
150 Rio MagdaífQH ..
i. • • «i • •••
130
140
120
376
119
212
124
300
557
231
1670
257
"7
86
Nueva Geografía de Colombia
67
E. SOLANO (colombiano), 1 878
(Inéditas)
Iji regi^i del Saldaña La L?chuza (Calarma) 2600
La Abeja . 1900
Al pie de Cumltarfo Volc incito . 1615
El Dorado .- . •• 1937
Cerro Sina£oga 3870 El Encanto .. 2257
— Chorlo..... 3100
— Observatorio. 3400 Entre el Anamichú y el Megro
— Sereno 3991
— El Erizo 3017 Cerro El Horno 31 13
— Mosco 3250 — El reine 2780
— La Estrella 3154 — La Despedida 2900
— El Medio 2712
. Entre el Cucuana y el Amoyá — El Monteo*curo 2550
Cerro Trono 3700 Entre el Xegto y el Saldaña
— Cogote . 3700
— Mirador 3525 Cerro Santa Elena 35^0
— Melena 3626 — El Imperial ■. 2780
— Cantina 3^70 — El Esquilón .. • •• 2539
— Gitana .. 3048 — El Caballo i4<>o
— Castillo 300Ó — Ix)s Quemados 2350
— Recreo 2900 — El Zancudo . . 2730
— Mercedes 3000
— Prima 2700 Entre el Saldaña y el Aid
Palma de Yuca ••• 19^^
El Chamuscado .. .1158-1532
£1 Pino 2550 Tambo de id iot>5
Las Gemelas 2391 Vega de Ata.. ... 1005
La Danta (Calarma) 2400 Juntas (de los dos ríos) 920
ED. ANDREE (FRANcÉs), 1 875-76 *
(Barométricas^
Del Magdalena á los Llanos
HoBda 210
Alto del Sargento 1400
Guadias 981
Alto del Raizal 1680
— Trigo 1872
Villeta 839
Facatativá 2630
Boquerón de Cbipaque.... 322';
Chipaque 2515
Cáqaeza 1760
— lío 1510
Quetame 1532
Susumuco
La Vanguardia.
Cumaral
Upín
De Bogotá al Quiñdio
Soacha
Salto de Tequndama
San F()rlu'»att»
Fusagasugá
Quebr.da La Hunda
Pandi
— puente natural
— fondi» tío
Pase I
Pancho.
«••«• ■••■■■«
11^4
488
386
654
2570
2467
3100
1807
643
1000
836
735
2134
1250
* Otras cotas que figuran en el viaje de Andrée, son^tomadas de Co<lanV^
qvicn el aator copia páginas enteras dindolai como propias.
68
Nueva Geografía de Colombia
Alto de Viotá 1931
LasCuevas 1785
Viotá 618
Tocaima 508
Alto de Limba 646
Guataquí 266
Piedras 378
Cruces 3000
Paso del Quindío 3485
Valles del Cauca y Popayáii
Cuchilla Mejía (Pavas) 1618
Tambores 1250
Piedra de Moler... (Paso de
La Vieja) 994
Cartago 989
Naranjo 965
Victoria 918
Zarzal 1025
San Vicente.... 1070
Buga 1052
Rio Cauca 948
Totoco 981
Potrerito (la Cordillera' 1930
Pavas. 1482
Quebrada Uitaco 1129
Alto id 1756
Dagua 703
Juntas 300
Papagayeros 945
Platanales 1260
Tocata 1506
San Antonio (la Cordillera)... 1970
Cali 1032
Río Meléndez 1046
LUuio de Jamundí 1024
Canit.i-» 1256
La BLa iioo
« "¡iloio 10 1 o
Bucnosaircs 1270
Ovejas 1 191
Smtamarta 1731
Almorz.idcro lc,co
El Halico 1928
Alto de Piend.nn-' 1954
RÍM í(l. 1S54
Caj bío 1780
Por ayán 1S13
Puncé 4(jiS
— I mito 'nf'-rior (I;.* I.i nieve 4'^So
— pueblo 2200
El huía y los Ptislos
Río Reble 1817
.\Ito í.i 1856
RíoTimbío 1878
Timbío 1893
Cucvita< 20()0
Hí)QuilcJcé 1388
Dolores
Rio Santo Tomás 1250
Ivos Arboles
La Puertica
Alto de San Francisco
Guavita
El Bordo 1015
Patía
Alto de Dolores
Mercad eres
Sombrerillos
Río Mayo
Caldera
La Unión
Berruecos
Olaya
Quebrada Mazamorra
La Ganada
Río Juanambú
Ortega
Pristo
Vacuanq uer
Kío Guáitara
Santa Rosa
Túquerres
— Lagunaverde
1819
- 1 192
1496
1459
1610
1098
-742
635
958
1188
1321
1171
1493
1837
2000
1913
1435
1550
1250
1986
27C0
1670
1654
1876
3100
3900
Barbacoas y El Carchi
Picdrancha
Puente del Guavo...
— Chucuncs ,
.^an Pablo
— — río
Puente Cuaiquer....
Quebrada
La Armada
Quebrnda id
Alto id
Gutidua Carrizal ...
Carrizal
QuclT.ula Cuesbi....
Alto Ensillada
Allaquer
Kío Ñcmbí
C^uel rada Tulpas....
Oue?T.i'"a Cuvambe.
1902
1651
1389
1276
1 162
1036
foi7
1040
994
1458
1516
1345
IOS4
1267
1050
989
977
994
3150
3083
Piipiaie-
ipi.ies
Puente d«* Rumichaca 2754
Tule. 111 2977-3019
Nudo Nunca 35^0
Orejuela 2929
Kl Puntal 2672
San Vicente 2546
Rí») ChoiJ 1674
Nueva Geografía de Colombia
69
E. rentería (colombiano)
(Hipsomctricas)
Del Cauca ai San Juan — i8gi
(Ni%'elación — Inéditas)
Nóvita
Alto Biscochuelo
Rio Aguada ra
— Tigre
Juntas de Tamaña
Río In^rá
Garganta de Paramillo(laCor-
dUlera)
Rio Garrapata
Diviso del Carrizal
Alto La Hondura
— del Roble
— del Salao
Río Cauca
Cartago
Del Cauca al Tolima (1896)
Tuluá
San Rafael
Río Frazadas (paso) 1356
El Rosario bcx)uer(Sn)...i6i4
Alto de las Animas
— del Roble
San Antonio
Altoíd
El Hato
La Pajonalosa
La Chorrera 2153
Barragán 2600
Buga
Li Habana.
178
367
218
280
800
1228
1722
Í351
2074
1446
1350
965
859
882
983
1270
1296
1594
2069
2490
2560
2865
2490
2770
2II6
2574
970
1607
Alto la Imprenta
Río Nogales
La Venta
Río Tuluá
Alto de Guayabito...
Arroyo Santa Lucía
— Yeguas
El Paramillo
Barragán
Río Bugalagrande
— — paso de los Osos
B'.iquerón de Miraflores (La
Cordillera) 3498
Río Bugalagrande (en Santa
Rosa)
El Páramo (Cumbarco)
Río Cucuana (San Francisco).
Alto id ,
Quebrada Conservas
Los Arrayanes
San Antonio 1395
Río Tetuán
Río Talani
Alto id
Chaparral
Via de Belalcdzar (i^S)
Río Sucio
Mesa de La Paz
Puerto Chaves •
Cuchilla Guavinero
Hatoviejo (paso*
Cuchilla (id.)
El Piñal
Puente de La Vieja
Cartago /
2718
1800
2116
2010
2747
2645
3045
3525
2574
2283
2170
-3506
2120
3586
1415
"73
I5í7
2600
-1340
768
756
1080
840
1910
1400
898
975
932
994
933
941
936
F. PEREIRA (colombiano)
De ¡bagué á Manitales — iSgo
(Baro Tétricas — Inéditas)
Ibagüé
Quebrada Honda
Cabeceras de Juntas..
Boquerón del Tolima.
Llanos del Placer... .
Pie del Portón 4309
El Portón de Santa Isabel.... 4472
Santa Isabel 4236
RíoOtún*. 4022
1365 Alto del Claro 1... 2398
2000 Río Claro 1936
3987 Alto Chinchíná 2000
4054 Rio Chinchíná 1885
3895 Manizales 2217
J. BRISSON (francés)
(Aneroidales : de croquis inéditos)
a) El Chocó (vallen altos del Atrato y el R'o Atrato (paso) 1 594
San Juan — i88ot Alto de Buenosaires 2085
— de Jaime 1314
Bolívar 1212 Quebrada Barrosa 874
£1 Carmen 1720 Alto Rana ii8a
70
NuxvA Geografía de Colombia
Quebrada Pachita 944
Juntas de Guaduas y Riogran-
de 1140
Cuchilla Alhena 1209
Río Pedral 950
Alto Pedral 1-314
■Río Claro (arriba) 737
— boca 582
— Grande (paso) 579
Cuchilla La Bonita 720
Juntas de Capizú y Capá.. .. 360
Boca del Cu mango 245
Alto Amador 585
Río Mombú 390
Alto Los Llanos 591
Río Andágueda 230
Bagado 219
Lloró 180
Quibdó 102
Anserma Vieja 1800
Guática 1890
Arrayanal 1518
Alto de Paramillo 2100
Chami 888
Río San Juan 810
Cuchilla Mistak 1680
Río Águila 816
Alto Andágueda 1650
Las tres bocas (And;igueda)... 1050
Morro Manuelito 1560
Vuelta de Chinchín 822-678
Río Pasagana (boca) 495
Alto Aguasal 918
Río Chingo (paso) 486
— — boca 350
Churína (paso) 306
Saquía •. . 1856
Alto de las Palm»s ... 2472
Quebrarla Cururoae .. . 1854
Cuchilla de Malabrigo 2148
Pueblorrico 1560
Chupadero ... 804
Juntas de San Juan y Tatamá 522
Boca del Mombú 315
Carmelo 3^0
El Corare — iSgó
veiez •••«.• ••• ••• 2230
Real de Ture 2140
Alto del Roble (la Cordillera) 2360
Cruces 1945
El Claro 1550
Flores 1840
Cuesta del Compadre 1560
Gallegos iioo
Río Horta 750
Landézuri 920
• • • ■ •
Cincinatü ....
Vizcaínos
Ix)s Guamos
Los BaUos - ■
Quitian.. . •
La Cimitarra .• ... ..
L'^s Botes (Río Carare, puerto)
La .Concepción -
San Fernando - -
El Tigre .. ...
Monte Pavón...
La Torova
Alt.) del Gallo
Peña del Borrascoso
Kl Placer . .
El Gualilo
Ayacucho ^ ...
Fon techa (Pena de Vélez).. .
Cabeceras de Aguamiel
í ^asatiare — i8g4
De ios Andes á la Llatmra
Sogamoso .•..,.
Tópaga
Mongua
Páramo San Ignacio
Caicua .
Labranzagrande
Marroquín
El Gacal
Nunchía ... .
Támara ...
Pone
Pore ... .
Moreno
La Virgen
Chire
El Corozal
Tame
Los Aceites
Arauca
Todos Santos ...
Arauquita
Camoruco
Boca del Ariporo
— del Casanare (San Ra-
lací^* ..••• «■«•«•«••••«
Barran copel ad o (Río Meta) ..
Orocué (id.)
I^ Trinidad
Puerto de La Plata. Río Pauto
Excursiones á la Cordillera
480
434
420
370
365
3y>
135
140
148
360
360
346
S90
IIOO
1265
I4S0
2245
2690
2220
2536
2490
3970
,00
• • • • •
B • • « I
> ■ • • • •
I » ««»•••
> « • • •
1 160
720
370
3<5o
1360
640
220
210
255
260
265
420
270
170
195
390
160
155
148
U3
160
175
190
210
Támara ... 1360
Guneque... . .•••v*..». 1820
Ariporo , 1680
Peñanegra 2000
Aguasbiancas I170
£1 Merey..... 9^0
Alto de Chinguilá 1445
NuKVA Geografía- de Colombia
71
Aguazal
Almas .••••...• >• • ...-••
Boca del Monte
£1 Encomendero
Buitrago
El Árbol ito (páramo de Nova-
Páramo la Culebreada (la cor-
dillera)...
£1 Corozal
Lagunaseca
Socotá
El Moral
Alto de los Hervideros (la cor-
dillera páramo de Canoas)
El Arbolito..
Laguna del Venado ..
Cómbita .
Alto de las Bolas...
Cascarilla
La Perdida
El Mirador
'Las Cabras
Penanegra
Támara....
■ • • •
)•#«««•■
Alto del Mosco
1320
1380
2070
2700
3120
3400
3440
2830
2680
2470
3000
3200
3650
3400
3260
3120
3060
2950
2820
2600
2320
2000
1360
940
Ten 680
Alto de Uarronegro • II75
Degredo .. 820
Sácama .• .'. 1320
Alto del Poleo 2620
Rodrigoque 1620
Alto del Mono 2700
Alto I^a Chorrera (la Codi-
Chita
El Verde
Alto del Pelado, ..
El Cocuy
Boquerón de Cusirí.
El Pulpito: Sierra Nevada... 5085 ?
£1 Juncal .. 3x80
Pertanegra .. 4300
Las Lajas (páramo de Rechi-
niga, la Cordillera) 4^50
Barroblanco 2350
Chimbaque ..* 1530
Alto de Rionegro 2350
Rionegro (puente) 1280
Alto Mira 1530
Muneque II20 ?
Rio Casanare 1140
Sácama •• 1320
• • ■ ••
3320
2960
3400
3660
2970
4700
K. CISNEROS (cubano)
FerrocarriUs del Cauca, Antioquia
y Girardoi
(Nivelación)
Del Pacifico d Cii//— 1878
Buenaventura 8
San Felipe 35
Pailón 57
Arrozal 75
Bendiciones 102
Córdoba 91
Sucre 182
El Palo 228
Juntas 341
Tuntas del Dagua 560
üitmco 750
Riogrande 1081
Quebrada Ocuchis 1x62- X496
Quiebra del Guayabo (la Cor-
dillera) 1405
San José 1209
Quebrada Guayabo 994
— Aborcadero 1229
San Marcos 1005
Quebrada Bermeja 985
Cuchillaseca 998
Id. de Armyohondo 992 - 1004
Cali 1019
Alto San Antonio (la Cordi-
llera) 1970
Tacota 1506
Papagayeros 945
Dagua 73S
Del Magdalena A MedelHn-~\%lAi
Puerto Berrío (Magdalena)... 128
La Malena 144
La Bodega 155
La Cruz 394
Sabaletas 433
Nutrias 486
Ciénaga 522
Las Pavas ( Almorzadero) 723
Limón (Río Ñus) 631
Boca de la Quebrada Socorro. 672
Salto de Cruz 8x2
Jacobo 852
Paso del Ñus 896
Mulato 909
Pital 920
Palmichala 969
El Zarzal 1x51
Quiebra de Santo Domingo .. X576
La Negra * 1x66
Río Porcesito \, I162
Alto de id 1396
Barbosa 1294
— río Purce X295
Girardota 1401
Copacabana I404
Las Guacas I445
72
Nueva Geografía de Colombia
£l*Vennejal 1480
Mcdcllin 1480
yia de Girardoi—iiSSo)
Girardot O. '330 metros S. N.)
Los Cumulacs.. 4-12
El Yesal 30
Piamonte...., 27
Goloso 18
Alto la Viga 33
£1 Santuario 45
ODÍlama 54
Tocaima (estación) 69
Portillo 105
La Salada 135
Juntas 125
H^/p Magda lefia- (1874)
Barranquilla .. . •
• ■ • « • •
7
Zaml^rano
• •
36
Tacamocho
••■ «•••••
38
Magangué
5^
Puerto Nacional . .
• ■ " • •
67
Barranca Bermeja .■
92
Cararc
• » > ■ ■ «
124
Puerto Berrío .
127
IN are ••• •■••.••••.
■ .»••.<
131
Carlos ... .É.
142
184
Conejo
• « • ■
Honda
• • - • ■ • •
199
Ambalenia .
236
Guataqui
•• • • • • •
240
Purificación
• •-•••■••
310
Neiva ...
••
518
V. PAZ (colombiano)
l>el Pacifico á Popiiyán—\%%%
• Nivelación)
Barluüero ó Puerto Don Ser-
gio (río Micay) 63
El Imperio 814
Soledad 663
Estrellas I180
El Empate 1550
Cuevas 1020
Mirador 2564
San Joaquín 1709
Santa Ana (la Cordillera) 3258
San Antonio 2261
Ortega (valle Popayán) 1601
E. WHITE (LNGLKS)
El Occidente Avtioqueiio-^jSSo
< Aneroidales — Inéditas í
Alto Musinga 34 5©
Cerro Plateado 3210
Páramo del Frontino 35^0
Alto Romeral , 2650
— Quíparadó , 2156
Portachuelo del Tambo 2235
Cerro Pe íi i tas 1880
— Morronga 1150
— Julio c,oo
— i haqucnoiidá 1135
— Curbat.i... 1042
Quiebra de Amj)arailó 953
Morro Ch gcadó 1135
Cerro id 200
— Murindó 859
Alto Buenavista XI95
Cerro id 1280
Alto Inglés 525
— Piedrasblancas 1982
Alto Picapica 1910
Cordillera id 2O00
— Guarín 1555
Mesa Tajidó 205-460
Camino de Occidente en la
región) 90- 2250
Pavarandocito (puerto) 45
La Cerr¡?z''n (Rio Sucio) 360-275
— cumbres l8cK)
Dnbjiba 384
— no 375
Fiontino 1330
Rio Antadó (medio 800
b '.ra 495
— Amoladero (boca) 435
— Tenpanaturadó (medio) 775
— cuchilla id 1020
— anuente sin nombre... .. 820
— boca , 402
Quebrada Urá (boca) 345
RioTuguradó 5^5*340
NvEVA Geografía de Colombia
— Quebrada Julio 761 - 65
— cuchilla 790
Alto id 1013
Rio Cruces. 1120 - 700
Qnebrmda Uracáfboca) 7'3
Alto id ID13
— boca en el Amparad»... 305
Rioiiicio (boca del Mutati)... 92
— Amparado... 175
— Chumarro 305
— Verde 600
Tajidó (valle medio 105
— (id. alto) 340 - 440
KioPiedrasblancai(medÍo)a93 - 318
— Cheverri (id.) a8l
— Chitichiridó (Id.) 305
— Quiparadii (id. puente).. 38S
Cuchillas intertncdias .... 400 - 445
Río l'avarandocilo (íuen-
— Tuguidñ fuenles ..,90o- 1100
— Pegado iboca) 765
< Quebrada Bl a nqu i ta 94** ~ 76o
Kiü Cuevas. boca) 435
(Quebrada Angostura 376
Nuaia Gtfgrafla He Celemka
74
Nueva Geografía de Colombia
C. FAULHABER (aLEMÁn)
Andes del Quiudio — iSjS - iS(^o
(Aneroidales — Inéditas)
De La ^flel á Sitlinuina
Puerto Manso (boca de Li
Miel) 250
Ruinas de Victoria Vieja 1200
Los Farallones ... ... 1300
Río Moro 700
Cuchilla Confines 1200
San Agustín ... .. 1600
Cerro Altamira ....... 2500
R«o Tenerife 2000
Pensil vania •■ 2700
Páramo San Félix ... . 4000
Salamina. 1800
Del Magdalena á Sonsóu
Puerto Dona Juana 177
Cerro Gigante 350
Quebrada Libertad . . .. 225
Cuchilla de La Miel 900
Río id 750
Victoria Vieja .. ... 1400
Río Manso .. . . 1825
Cordillera de Samaná .2500 - 3000
Riohondo . . 1760
Cuchilla de Riohondo 2180
Rio Samaná 2035
Narino -. 2450
Páramo de Sonsón . . . 3400
Sons6n ... 2575
En torno de JIouda
Páramo Hervto (vía Salami-
na) 4200
Marulanda ... 3200
Soledad 2650
Manzanares 2150
Partidas
El F'resno
Penagos
Cascabclito
Victoria .
La Caja
La Lit)ertad-..
Río Pontoná .
I • ■ • k ■
Puerto Rico {\a Miel)
Zaragoza
Pumpona^.
Morro Cañizales. .. .
Cañizales
La Miel (paso id.)
Cuchilla de La Miel
Corinto
San Agustín
Alto id
• •• ■ •••••!
Ij>s Grandes N'evad^s
(Triangulaciones)
El Tolima
El Quindío
Y\ Santa María...
El Santa Isabel .
El Ruiz
La Olleta v cráter id.)
Pico de Santa Rosa .
Teta de Juan Heima
2000
1650
2000
1200
750
400
300
250
250
300
500
lOCX)
900
700
9SO
1000
1500
2500
• ■ • ■ 1
Miraflores (pueblo)
6460
5280
5x00
5440
5850
5250
4250
3420
760
R. F. WHITE (ingles)
(Barométricas)
Del Chocó (i la mesa nntiot/uefla
Mina del Cerro 1855
Abriaquí 1920
Alto Alegrías 3170
Los Robles 2402
Montanilas 2160
Tonusco arriba 1770
puente del Tonusco 615
Río Cauca 460
Aures 471
Pie de la Cuesta (San Jeróni-
mo) 1200
Boquerón 2535
Alto de Medina 2640
— de Riochico 2665
Riochico ., 2465
Don Matías 175Q
Nueva Geografía de Colohbia
75
Alto de San José 2635
Pie del Salto (Guadalupe) 1050
Puente del Porce 700
JaWn 1290
Caracoli 1630
Ramazón 1270
L«s Cruces looo
La Gómez 900
La Puerta 1260
Quiebra del Ñus 1450
Urquitá lOOO
Páramo del Frontino (paso)... 3242
De MedelUn al ValU dtl Cauca
Caldas 1700
Cabeceras de la Quebrada
Lejía 1833
Depresión de la cumbre 1859
— del S. de Amaga 1479
Puente Sinifaná (Titiribí 1 127
Id. (vía Bolívar) 553
Alto del Charrascal 693
Río Cauca (boca del San
Juao) 715
— (Margallito) 512
— (orilla).... 493
Río San Juan id.) 501
Puente del Barroso 553
- de la Bodega 692
Río San Juan en Guadualejo.. 912
Id. (cerca de la boca del Ta-
partá) I129
Id. (puente de Andes) 660
Andes 657
Jardín 1807
(Jericó 2070)
Los Volcanes (vía Riosucio).. 3058
Quebrada Arroyohondo (id.).. 2755
Riosucio 1789
Alto Robado 2233
Guática 1895
Río Oro 1515
Río Risaralda 1486
Cabeceras de la Quebrada
Mampai 1771
Guapa (id. del San Juan) 967
Paramillode Andes 2728
Río Dojurgo (vía de Andes)... I73!8
Puente de Rioclaro 1479
Puente de Monserrate 2253
Rio Dojurgo 2397
Depresión de la Cordillera.... 2528
Quebrarla La Palma 2461
Id. (Buca en el Risaralda)... . 2197
Juntas de Risaralua y Mam-
pai 1707
Río Risaralda (en la Umbría) 1 240
— — (en la Hondura)... 1143
Ansermaviejo 1 73*
Lupia 1140
b) Camino de Quibdó al Rh Cauca
(Inéditas)
Quibdó 52
Rio Tutumendó 80
Quebrada Guayacana 95
Bellavista 210
Las Ollas 493
Sabaletas 497
El Valle 722
Quebrada Ovejas 711
La Playa 918
Alto del Diablo 1259
— del Mico.» 1724
Rio Girardo 1158
El Carmen (pueblo) 1590
Alto de id 2595
Rio Atrato 1840
La Quiebra (la, Cordillera) ó
Alto de La Raya 2090
.Quebrada La Linda 1416
Bolívar 1 124
El Cerro Torra
Cerro Torra 3671
Cascada al pie N 1485
Alto del Observatorio (N.).... 2055
El Placer 1990
San Rafael..,. i 1760
Río Hospital ... 1290
Tambohno 1560
Alto del Inglés 1065
La Despensa . 350
Juntas de Hospital y Surama. 640
^V Paila
Valle de Cumbitara 518
El Rosal 2453
La Guasca 471
Córdoba : 500
Juntas 940
76
Nueva Geografía de Colombia
NIEVO CAMINO DE BARBACOAS
( Suministradas por los empresarios )
Túquerrcs 3057
( Páramo Chipacué 35oo)
íloqueión de Chambú(la Cor-
dillera) 3295
Cu hilla Chimangual 3320
Puente del Guavo 2139
Piedrancha 1 861
Sm Miguel 1651
Juntas de Giicl 1389
Chacunes 1202
Kicaurte 1130
(Quebrada Armada 1080
Alto del Carrizal 1458
Allaquer 988
Río S'embí 940
MANl'iíL H. I'EXA (COLOMBIANO), í88S
(aneroidales — 1885)
Del Pacifico al Magdalena
Buenaventura
■ ■
0
PlayaUrga . ■ ■•
• • •••
239
Naranjo
560
Papajayeros
882
Porquera .-..
•
1319
Alto de San Antonio (la
Cor-
dillera)
2003
v^aii . ■ • • •
• • t
959
Buga
• •
928
Tuluá ••
« ■
944
Bugalagrande
• • • •
894
Zarzal
1 • ■ • • ■
897
Naranjo 882
Cartago 882
Pereira 1373
Santa Rosa de Cabal 1730
San Francisco 1341
Manizales 2075
La Elvira (Aguacatal) 3561
La I^ínea (id.) 3915
Cumbre de la Cordillera 3922
Soledad 2246
Kl Fresno 1582
Mariquita 559
Honda 277
F. SCHKNCK (alemán), 1878-I88O
Andes e-Aombianos centrales
(Aneroidales)
a > Del ^fagdaleua á
Santa Rosa de
Osos
Narc (boca)
126
— (pueblo)
130
Islitas
155
Río Bagre
190
La Mesa ... ...
500
Alto «le/ Bagre
620
— de Samaiiá
. . 340
Río id .
200
Guadualito ..
710
La Ciénaga
730
i'anoas
840
Alto id . ..
.. 990
Kl Pelado
770
Alto.de La Llore. ..
980
La Llore
800
palseadero
970
El Coco
Alto del Bejuco
— de Buenavista .
— San Carlos
— del Chocó
— Tiembla
Caldera ••
Quebrada id .
~ Tafetanes
Alto del Perro
El Cucurucho
El PeHol
Alto de Barbacoas .
Marinilla
Río Salazar
Alto San Ignacio. ••
— Santa Elena
Medellín
Río Porcc .
Alto Medina
Río Chico (casa) . ,
— — (puente). .
El Peñón
• » « ■ ■
■ • •
I ■ • • -
860
1070
1280
lOIO
1530
1650
1890
1490
1960
2220
2040
1800
2120
2040
2080
¿300
2530
1480
1430
2620
2470
2250
2530
Nueva Geografía de G>lombia
77
Riogrande
Quebrada Santana
I^ Tñnidad .
Malambo
Quebrada Cruces
I^ Montanita
— — (pie)
Alto Cuestas ...
Quebrada id
— San José
la Cabuya...^
Quebrada Muñoz ,
Alto Santa Bárbara
Quebrada San José (otra)...
— San Juan ,
— Guanacas. ..
Alto Carolina
El Veladero
Quebrada La Herradura....
— la Herradurita.
Alto Chicharrón
Quebrada San Pablo
Alto del Oratorio
Quebrada Santa Gertrudis..
Sitio Viejo
2330
2440
2500
2490
2520
2660
2400
2640
2560
2590
2500
2400
2680
2500
2420
2170
2440
2170
1790
1860
2030
1740
1970
1670
1 130
• ■ • • •
a • • •
If) De MedeUiu al Cauca
Itagüi....
— (puente) ••
Titiribí
Alto de Cauca
Caldas
Alto id
Amaga
Volc£i
Alto Caldas
— San Miguel . ......
Santa Bárbara
Guamal ..........
Alto Tambor
Puebloviejo. *.
Rio Cauca (Caramanta)
Hi^jucrón
Vijagual
Guadualejo ■
Aito del Palmar
— Potrerillo
— Obispo....
Nueva Caramanta
La Quebrada.
1470
1450
1580
1300
1760
1900
1680
1930
2200
2660
1820
1620
1810
1801
650
930
IXOO
II80
1520
2240
2350
2130
1670
••■.«• •• «se
••••■•••• •••
• • • >•■ • ■ •
Rio Arquía ....
Taizá...
Echandía
Marmato
La Quebrada
Rio Cauca (puente de Cana .
— Pozo
Montebonito
Volcán Azul ..
YX Tambor ...
Trampa . •
Llanadas
la Ciénaga
Quebrada Maivá
Filadelña.. .
Quebrada La Honda .. .
El Morrón....
Río Tarea
Alto id
Rio Tapias •. ..
Cantadelicia
Neira
Altoíd
Río Guacaica
Alto id .
Quebrada del Águila
Alto Olivares
— Olivares
Manizales
Rio Chinchiná
•••«••• ••
c) Cundinamarca
• • • * * <
Guataqui
Tocaima
Portillo..
Juntas
Anapoima . .
La Mesa...
Tena......
£1 Tambo....
Bar robl anco .
1580
2060
1580
X410
XO40
700
730
1090
1370
18x0
1850
1920
1740
1090
1590
1350
1680
1240
1740
1540
1800
194X
2100
1580
1920
1800
2x00
205
2120
1330
240
400
400
490
730
130o
1350
x66o
2640
El Bagazal 940
Villeta 9x0
El Trigo ...... ... .. 1920
Las Tibayes 1560
í:1 Raizal X730
Guaduas.. 1020
Alto del Sargento X380
C. VILLA (colombiano), 188O
Barométricas
De MedelUn al Cauca
Alto .Santa Elena 2356
— San Ignacio 2428
Pie de la Cuesta de Salazar . 2150
Santa Catalina 2373
Piedras .. ... 2152
Alto del Buey /••.•. 2388
Rio IQ ....... ......<•• ••. ... XI 03
Alto Cardal 2204
Alto del Chagúalo ... 2486
Rio Arma ,.■'....'.• ^i
7»
NuKVA Geografía de Colombia
Quebrada San Pablo
— Pacora
Alto Las Coles
Río Poro
1764 Alto Manzanillo
15 So Río Tapias
2162 — Guacaica
1050 — Chinchini
2146
1892
1329
LA REGIÓN DE CRL'CES
NE. de Antioquiii
Tomadas de los planos de las empresas
mineras de la región — Inéditas
Guayabal
Zaragoza
Currí.. .
Támara
110
90
209
"7
Vijagual ..
Segó vía —
Boston ... '
Diamante
Concepción
Salto...
Lobón ■ . .
Cruces . ..
Junín...
San Bartolo
Carmen .
San Luis .
'••••••••
120
188
380
390
360
331
26^
386
450
487
580
490
Alto de la Hermosa
Los Pirineos ■ .
Cocharca
\áa Alpes ...
740
640
401
300
Cancán 1324
Doñana . 1469
El Cenizo 1042
Ñus 735
C. PAVÓN (colombiano)
(Inéditas)
Caminé IJivatto - i8go-g2
(Nivelación)
Puerto Liévano (Río Magda-
lena) 154
Loma del Observatorio 190
£1 Kspinazo (Cordillera de
Riogrande 233
£1 Estacón 145
Vega del Cedro Rionegroi .. 106
£1 Jordán id 115
Pena Vega id 109
Quebrada Cambras id 114
Rocas de La Balsa id 129
Puente de RemolinoeranJe id. 138
Quebrada El Lajón id 184
— Las Lomas id 224
Puerto Várelas id 245
Santa Bárbara id 268
Rio Guaduero id 260
Caimana id 348
Boca del Pat id .. 340
El Curapc} id . .... 350
Utica M 377
Quebrada negra * 403
— vía Palmar) .. 532
Altp La )i)n$i liada, »r,p^... 770
Cuca
868
Puente de los Cristales
104}
Boquerón de Honduras
El Velero
1290
Cune
881
El Diamante
850
Boquerón de Villeta . .
844
Villeta
683
Camino de Sumapai
(Nivelación)
Río Muña
2539
Perico
2681
El Tambo
2706
Boouerón de Cuartooscuro ...
Ma agana • ...
2771
2048
Aguabonita ... .
1955
Santa Rita
1874
Barroblanco
1376
I^ Aguadita
1362
Vermejal .'
1358
Tierranegra
1358
Fusagasugá . .
1228
Mesa del Novillero
988
-^ de la Puerta .
892
El Angarillo
734
i^a 1 ueria •••• ••••■•
510
puente del Sumapaz.....
5»3
Nueva Geografía de Colombia
79
R. FERREIRA (COLOMBIANO)
Campaña de i8g^ — atieroidales
(Inéditas)
Bogotá 2633
' Tocancipá. 2620
•.- Tausa 2790
. Satatausa 2620
^' übaté 2560
c'.Ouachetá 2700
•'Chocontá 2650
-^Hatoviejo 2730
' Albarracín 2930
Ventaquemada 2612
Samacá 2640
Tunja 2743
Paipa 2500
Daitama 2550
Santa Rosa 2780
Cerinza 2830
Belén 2800
Tutasá 2900
Páramo de Guanti va 3220
Susacón ... tíjbo
Cruz Colorada 2680
Puente Gutiérrez f300
Boavita > 2130
Capilla 2500
Guacamayas 2050
El Espino 2000
Chiscas ■ 2360
Enciso 1610
Concepción 1960
El Cerrito 2580
Páramo de la Sartaneja 3600
Capitanejo 1170
J. C. RANDOLPH (AMERICANO), 1 888
Honda 198 Buga
Xeiva 366 Cali .•
El Hato 763 Popayán.
Altamira 915 Medellín
Mariquita 54^ ^^ Mesa
Ibagué 1312 Socorro...
915
1068
1699
1495
1220
1220
ED. STEINHEIL (aLEMÁn), 1 877
(Barométricas)
Ambalema 220
Manizales 2190
Páramo de Cruzverde 3560
Ubaque 1850
Choachí
Susa
Muzo (minas de esmeraldas)..
1680
2630
636
F. THIELMAN (aLEMÁn), 1 899
( Aneroidales)
Ubaté 2580
Río Suárez (Puente Nacional) 1590
Güepsa 1560
Site 1620
Socorro 1220
San Gil iiio
Puente de Sube.
Los Santos
Piedecuesta
La Florida
Bucaramanga . .
Girón
450
1310
IODO
920
920
680
TÉRMINOS MEDIOS ALEMANES
(Según Hettner)
El Raizal 1710 Villcta...
PTrígo... 1910 La Me^a
»i»
820
ia$o
»0
Nueva Geografía de Colombia
FRONTERA DEL TACHIRA
(Nivelación taquinaétrica ordenada por el Gobierno en 1888)
N.KSTICHI (ITALIANO)
•
San José de Cúcuta .--
362
- 437
478
505
660
798
686
950
( KRAV(
{aromct
75
13"
220
265
300
187
176
- 147
130
119
200
Boca de Aguabl anca
Concordia
— Duente
«so
1033
1 107
1116
Colinas al E. id . . . ,
• 417-
Basrazal
£1 Rosario
Mundonuevo
Llano de la.s Quebradas
Puente deTamá
La Si be ri a
Cerro Cabrera
Páramo de Tama (camino) .
'RS), 1 879- 1 88 1
ricas
Honda
Neiva
Colombia
Puerta del Cielo . . .
lioquefón de la Providencia .
Kl Tigre
Ríos «le Uribs.'
Cuchillas iiitermedias
Tttan Frío
liano Mernicito
La Uchema....
10S5
1 271
1742
2118
220
556
780
1580
1910
IODO
750
1200
Puenie del Novillero...
Llano de las Palmas ....
J. CKl
El Oriente rolonih
Río lea (boc.i)
— Turhaiia..'
KVAIX
1
UlUtí
• « •
aria...
. 164
• • •
— Macagua je
r- Cuembi
Guineo
Rio Caquetá : Santa M:
— Boca Caguán...
— Salto Arara ruara .
— Tampatu
— Chorros Sihare . .
— Cerro Temuentiro.
Puerto del Ciuayabero
Iteca del Unilla (?)
San Fernando
594
370
151
M. MOXIER (francés), 1 886-87
Carta del Afftaufnas—iSS6i-SS'j
£1 rio en Iquitos cerca del
Ñapo 97
El fío en Lorcto 82
— en Tabatinga 79
£1 rio en San Antonio (boca
lea 75
— en Fonte Boa 56
— en Calcara (boca Yupu-
ré) 45
— en Manaos id. (Rione-
gro' 40
STIELER HAND ATLAS
luntai de Coca Ñapo 261 Ñapo Juntas de Curaray.
Ñapo Juntas de Aguarico 1 79
152
SCHRADER ATLAS
Pico Uniana 582
— Cumayano i88a
Maipures 181
San Fernando..., 237
piedra Avispa 175
Pimichín 500
Cerro Caparro 323
San Felipe 247
Cucuhy , 9|8
Nueva Geografía de Colombia
DE Tl'QlERRES A CARTAGENA
(Traio del ftrrocanil imeiconlinental)
Pinuno de Guiaacaí 3533 Tamani joo
ElHigaer^ 1555 AUos ile Yarumal 1180-3300
Boca del rio Guadalupe 701 Llanos de Ajapel lío- Ija
Medialana 930 Llanos Je las .Sabanas haslí... 305
üu Pablo-- -.■- 1370
Figura J5 — AlrídíJ^in
Monte Sapo
Ixima del Espirílu Sanlu
- de l'aca
Alto Tujta < rio]
Mesa de Cana
Pie de Paca (X.)
Strratiím del Dariln
Cabecera! del Cué 390 -
Rio Peranchico (E.) 1S3 -
— Cué(W.) 160 -
Boquerón de Tihule
Río Caquini (£.}boca Tulega.
— boca en el Atralo
P«r«
Cuchilla id
Pafila
Rio Para (bocal
Tapalisa
(KKANCKs), 1S76-7S
lu panameño)
Rio rucrü(botit) 28
- ToluKua (lü.) 31
j — Capelo (id.) 18
i Llano de i'inogana 96
:> Junta; de Tuyra y Chucuna-
J que 3
3 Arraslradera de Managanli... IB
3 Vavisa 6
D Rio Chko (valle niedi.0-.-l4 - 6S
Rio Tupisa t id.) 32 ■ 51
Sierra Ñique 213
RioTanea (valle medio) 163 - 19
6 l'ico dandi 90O
3 Sierra Putrigonli ó del Espí-
g riluSanlo
2 Morro .Sucubti - 3*9
S — Alolomali 6ot
o Morrosde Morli 306 - 311
o Rio.Sucubli(valleallol...l68 - ilS
a Cerros lic Puerto Escocés. !lo
2 279 :■■. '89
2 Ccrri.s de Sasardi 51 - 7**
o Alio Morii 66
82
Nueva Geografía de Colombia
Alto Sasardi 75
Set ratitas de Panamá
Cordillera de Chepo ó San
Blas 207, 303
Valle Terable 24
— Mamoni 200
— — Salto Chararé
— — — bajo...
Cuchilla id
Morros Samaganti 435
Valle id 104
— Nercale£ua 84
Monte Capira
Lomas de Mindi
Mindi
Baila Monos
Bohío Soldado
Altos de Chagres 114
Cruces
- 27
540
4
75
50
25.9
612
544
7
14
915
63
14
4'»
24
123
235
Chilibre »
Juntas de Obispo
Matachín
Emperador
Boquerón de Culebra....9r, 87
Riogrande
Pedro Miguel
Sierra de Ahogayegua...i42.
212, 181, 128
Monte Trinidad
Alto Aguacate
Cerro Cabra
— Ancón
— Puente
— Clrande 312
— — loma al E.
— Barro Colorado
Gitjn
212
24
21
80
■ 194
52
31
"5
1500
120
492
170
198
305
28
60
6
Pico del Rey (isla San Miguel) r2i
J. LANDREAU (FRANCÉs), I848-I868
Cerro Pinas
*"— Napipi
— San Pablo
Istmo id
• ••.•■••■
165 Boca Napipí
75 Napipi alto. ..^•» .
ICO Pantanos de Pinas...
85 Quibdó
• ■ • •••••«»
• • «11
«5
45
15
45
[. F. KELLEY (AMERICANO), 1 857
Quibdó
El Pato
Cabeceras del Jurado....
22
lio
324
— Hingador
Boca Jurando...
135
F. A. SIMONDS (ingles), 1 874- 1 886
La Costa Atlántica
AneroidaleSyinéditas en su mayor parte)
a) bol(var
a) ElSinú
• •• • a « • <
Montería
Ceretc...
San Pelayo
Loríca
Purísima
Chima
Ciénaga de Oro ,
San Ajidrés
Palmito
Mateo Gómez.
Ijh Madera.... (
35
25
22
15
16
20
24
130
70
28
29
San Carlos...
Basura
Retiro de Indios
Los Burgos
El Campo
Carito
Guayabal
Verástegui
El Cedro
Cotorra
Punta Vánez...
Corozalito
Obligado
Arache
Sitioviejo
Momil..
Mata de Caña
San Sebastián ...,
San Nicolás de Bari
San Bernardo
La Doctrina
Gallinazo
• " • • • • 11
■ « • • •
30
25
26
20
30
20
30
25
23
22
22
24
24
20
20
18
20
í5
10
10
10
í6
Nueva Geografía de Colombia
83
Montero
Santa Cruz...
El Higal
£1 Banco
Pijiguayal
Pucblecito...
Salitral ,
Sabaneta ...
San Antero
Aserradero
Puerto Eicondido
Tucura
Piru ..
•■••••
• • • •
Bani
Matamoro
Mo»quito
MUiguay
Buenavista ... .
H uertasgrandes. . .
La Petaca
Guayacanes
Alto de JesHS...
Casitas ■ .
Flechas
Bajogrande
Carrizal
Cocotina
Almagre ...
Altoarrayán
5
50
40
50
90
100
90
76
50
45
15
ICO
70
70
55
50
45
150
126
140
70
320
120
120
125
120
250
230
345
6) Tíerradeniro (Isla del Dique)
Barranquilla
Soledad
Santo Tomás
Palmar de Várela
Campo de La Cruz
Galapa
lubará
Baranoa ..
Usiacuri .. . .
Sabanalarga
Manatí . .
Villanueva
San Estanislao .
Santa Rosa
Arjona
lurhaco
Cartagena
•••••• ••
5
10
15
15
20
106
280
130
106
75
30
80
25
80
106
200
Puerto Colombia 5
Sabanilla u
Malambo 12
Ponedera 20
Suan 14
Santa Lucía 15
Bocabajo 20
Candelaria 25
Aguada de Pablp ,.,,, 15
Li Peña
Repelón
Retine
Arroyo de Piotlras ,
Molinero
li.ibel L'»p<:z ,
Mespia
Puvíb onuevo
Campeche
Colombi i
San Jacinto
Casjujil
Juan de Acusta .
Saco
Hojó
Cipacua
Guainiaral
CílhlTCO
Cedral
Ilibácharo
Palm r de C«n lelaria ..
Luruaco
Sania Crtn
Ca averal .. .
l*ajar di Chiquito
— de Burros
Corralit0
Matute ■ ....
Colón
S.iiita Catalina
Clemencia
Bayunca .■
Amansaguapos
I^ Cueva
Arroyogrande
Ternera
La Manga .. .
Turbana
Manglar
Las Cejas
Monta
Ballestas
Rocha
Santa Ana ,
Paricuica
I'asacaballos
Cañoloro
Manga
La Popa
15
15
15
45
50
90
ICO
60
140
70
60
120
200
35
30.1
90
150
no
100
80
lio
50
70
100
70
60
60
80
85
70
70
65
o
90
60
30
o
120
18
15
50
120
15
o
60
o
o
o
o
c) Las Sabanas y bs Moíites de Maria
Calamar
Zambrano..
Tetón
Gumo...
M ih «tes
San Juan
San Jacinto.
El Carmen..
Ovejas
Corozal
Morroa . ....
Sincé.,,
22
40
35
70
15
170
215
150
250
155
180
84
Nueva Geografía de Colombia
Sahagún.
Chinu....
Sampués....
Sincelejo....
Tolii viejo.
Tolú
San Onofre.
Barrancanueva..
— vieja...,
V'ucal
Nervití
San Agustín
.San Andrés
Tacamocho
Arroyohondo
Jesús del Monte
San Antonio
Buenavista
Juan Gordo
(Taleras
Rancherías
Morrocoy
Colomboy
Las Llanadas....
Santa Rosa
Sabaneta
Caracol
Piedras
Colosó.....
Higuerón
Santa Rita
Comisario
San Antonio .....
Flamenco
María La Baja...
San Pablo
Sinccrín ,
San Basilio
San Cayetano....
El Loro
Palmadulce
Algarrobo
Matulla
Flechas
Las Palmas
Guineal
Arena
Pasacorríendo....
Don Gabriel
Flor del Monte..
La Ceiba
Calle del Piñal...
Pijiguay
Los Hatitos
Pileta
Chocho
Don Alonso
Canashuecas
Correíto
Guáimaro
Laguneta
Bajogrande
125
130
140
220
80
o
50
26
26
20
30
35
35
34
40
27
125
80
120
80
130
125
125
150
120
150
90
90
200
15
240
30
10
30
15
40
90
60
90
220
200
230
200
220
120
200
130
180
160
125
200
200
200
150
200
140
120
ICO
120
130
125
dj La Comarca de Ayapel y Magangué
Mompós 40
San Fernando 45
Margarita 50
San Martín 5^
50
38
35
40
40
55
Barranco de Loba
Pinillos
Magangué.,
San Benito
Caimito
Ayapel
Majagual 38
Sucre 38
Talaigua
La Rinconada
(}uat ica
Menchiquejo
•^andoval
ChiJIoa ,
Dona Juana
Juana Sánchez...
Hatillo de Ix)ba.
Conchitas
Pelado
Río Nuevo
Retiro
Boquillas
Lobato
Palenquito
Palomar
( iuacaniayaa
Tacaloa
Yati
Madrid
Barranca
Camilo Torres...
I'unia de blanco.
Fundación ,
Santiago
San Antonio ....
Jegua
Mantequeras
Congreso
Chaparral
Boca higuerón ...
San Marcos... .
Zapata
Palmito
Islagrande ...
ilatonucvj
Musangal ■.-.....
Otero
Pozohondo
Boyacá
Colorado... ,
Boca Mojana ..
— de La Raya
San Jacinto.,
Malabet
Buenavista
Soledad
!•••«■ »•
40
40
44
'50
50
s5
45
50
50
40
50
45
36
35
45
38
38
38
35
35
35
45
60
38
35
35
35
38
38
38
45
40
30
38
38
38
38
38
40
40
42
45
45
50
55
55
130
r
Nueva Geografía de Colombia
85
Juan José
Candelaria
San Pedro
Lre
Maralú
Schebe
Cintura ....
Arroyohondo
Santiago de Arriba ..
— Abajo
Laguncta
Bocanegra
I JOS Cayos
Kosavieja
Galeras
Palonia
Raizal
Empedrado ,
Culuxnatu.
Remolino
Catalina
¿J EltarUorio de Simiti
Simiti...
Morales.
San Pablo
Bodega Central.
Rio viejo
Regidor
Peñón
Norosí..
.\renal ,
Simoa
Santa Rosa
120
I20
lio
loo
55
50
50
120
125
120
130
105
105
70
80
90
45
70
60
40
45
80
75
85
75
60
60
55
120
120
76
70
Guamacó 350
B — KL MAGDALENA
a) La Goajiro
Macuira 692
Araura 639
Itujoro 548
Guazarepa 670
Ruma 594
Yunipichc 700
Aoipana 609
la Teta..... .. , 365
Llanos al pie id 92
Carpintero 213
Peñas 61
Boquerón. 305
Parachí 107
Cerros vecinos 456
b) Jja Sierra Nevada
Cúspide 5181?
El Paso 4573
Páramo Chiugua 4500
Adurimeina 4268
Monte Chinchica 3000
£1 Mamón 3000
San Sebastián , 2000
Alto de Puebloviejo 3048
Puebloviejo , 920
Alto Las Minas 457
San Miguel 1670
Santa Rosa 1060
Santa Cruz 1160
Curiva 2000
Cerro Chima 2133
San Antonio 1060
San José 1370
Templado.... 1000
c) El Valle del Bajo Magdalena
Sitionuevo 10
Remolino 30
Pivijay 25
Salamina 14
Piñón 15
Cerro de San Antonio. 20
Tenerife 50
Plato 30
Santa Ana 33
Guamal..... 50
Banco
Tamalameque
Simana 60
Puerto Nacional 60
Loma de Corredor 75
Agaachica 70
Río de Oro 1234
González 1240
Búrbura 1200
Boca del Monte 150
Platanal... ••••....._ 130
Los Angeles .'. loo
Tasajera o
Carmona 20
Las Casitas 20
Jagüey 20
Buenavista 20
Chino Blas 8
Riofrío o
Bongo 15
Media Luna 10
Guaimaro , 18
Tucurinca 40
Tupes 120
Aracataca « 60
Cataquita 30
Fundación 50
Astillero 120
Pasacorriendo 30
Cantagallar 30
Playón 40
Consejo 50
86
Nueva Geografía de Colombia
Hacha
Carreto
Caimán
Cocosolo ....
Moya
Ma abrigo
Chenguc
Cimbaral
IVdraza
Bálsamo
Punta dePieílra
Hereclia
Santa Martica
Real de Obispo
Piedra de Moler....
— Pintada
Chivólo
Santa Inés
China
Chinita
Apure
Palmitas
Pinto
San Fernando
.San Zenón
Pijinio
Peiloncito
Angostura
Canogrande
Pedregosa
Morillo
San Sebastián .
Buenavista
Los Negritos
Pampán
Federación ..
Guaimaral
Mechinquejo
San Bernardo
La Gloria . . .
Puertoviejo . .
Gamarra .
Badillodeliio
Darú
Bodega Santander
— Chocó
50
40
40
50
50
5«
45
50
26
20
60
.^o
28
30
50
50
100
80
20
21
20
40
35
35
36
40
40
33
•5
55
50
35
35
55
5"
55
50
55
60
70
60
60
80
80
80
90
d) Les Valles del Cesar y el Ranchería
(Valle Dupar)
Chiriguaní 55
La Paz 125
Valle Dupar 122
Atanquequez ■ . . . 800
Villanueva 210
San Juan de Cesar 140
Barrancas , 125
Fonseca ... 130
Guayacamal
El Pozo ...
Caracoli....
Papayal
Marocaso
Chorrera ..
Coní jo
Rosario -,
Cañaverales
La Esperanza...
El Tablazo
Corral de Piedra...
El Molino ,
l'atillal ...
Hidill.»
Urumila
Colonia M\it¡$ ,
La Jagua
Sierranegra
Si^rra Montana...
Manaure
Diegopata ,
Túpez
Valencia de Jesús.
Ariguani
San Ángel
Jobo
Palmira
Codazzi
Venados
Once reses
Las Cabezi^
El Paso ..
Marquesnno
Calenturas ..
Puerto id
San Pablo
Becerril
Jagia ..
Saloa
Belén ..
Chimichagud ..
• • ■ ■
••• ••••»
• • • ■ • I
125
600
130
130
600
130
130
140
140
150
150
150
215
1650
130
800
400
600
125
90
90
70
90
180
180
200
65
60
55
55
55
65
58
60
100
70
5?
55
5
e) El Litoral y Ija Ramada
Riohacha
Camarones
Dibulla
Santaniarta
.*^an Juan del Córdoba.
Pueblos iejo . .
I . . ■
100
55
120
Anaime
Barbacoas
Chancfaico
Citnpris
Tomarazón
Li Glo'ia
Lo<; Remedios
Gaira
Mamatoco
Taganga .
Bonda....
Maiinga..
- ■ • •
>••••• • • I
40
10
00
00
10
00
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"5
38
loo
loo
350
10
00
ao
00
50
70
Nueva Geografía de Colombia
87
J. DE BRETTES (fRANCÉs), 1 895
La. Siena levada de Santamarta
Hucumeyi (Palomino) 1214
Maniji 1 1 70
Cueca 2900
Aluey 2200
Ulneyisac 4676
Guacansacaia 5210
Nanucuaroalaqueca 433^
Nunualacalac 3838
Evieclac 1840
Acca Arluzonca 1840
Alto Las Minas 2x6
Buzimontche Kuak 2075
Duraniemaca 34^5
Limite inferior de las nieves. 4880
Cúspide de la Sierra 5^87
EN LA COSTA
(Deducidas de las Memorias sobre exploraciones mineras de M. Palacio,
L. Strifleur y de las Cartas españolas)
Nudo de Paramillo .. .
..3800-
-4200
Sierra del Águila
2000-
- 1000
Cerro Ouimari
2800
— Las Palomas
• • • • •
1000
Colinas del Cedro
100
- 300
— Santa Cruz .
•' 30
- 50
— Sabaneta . .
. .70
- 100
Cerro Higuerón .---
1200
— Murrucucú
2500
Serranía de Uré
...800
- 600
Altos de Guamacó...
400
- 500
Cerros de San Lucas .
. . 500
- 800
— de Norosí
. 250
- 300
Cerro Corcovado
Depresión de Ciénaga de Oro
Sierras de la Paloma y la Pe-
nata^ 350 - 500
Montanas de María (Cerro
San Martín)
Tetas de Tolú 500
Morros de Turbaco 200
— de Piojo •
— de Tubará
— de Puerto Colom-
Día ■•••• ••« ••••• 1 20
Mesa de Chimiquique .. 120
400
90
1120
51S
350
3SO
300
200
240
COMISIÓN DE LIMITES (gOAJIRA, 1 899)
Aneroidales
La Teta 420 Montes de Oca...
Povorop .-.* 500 Id. (hipsómetro)...
700
600
ALMIRANTAZGO INGLES
Magistral de Panamá Montañas de Terrón Colorado 2oO
Volcán de Cartago 3386 „~„^. " Pico del Río... 60
Pico Blanco 3581 ^^^^ ^°,^^^o •• V" ,^ • ^^39
Cerro de Chiriquí 3438 ^^Tx^^^^^^Í"^ >^''"" ^^ ' ^*
— Homito 2176 Volcán ^ de Chiriqui 2139
— Santiago 2098 „.— f' ^^ *^ ^ ^^. ^^^
— Castillo del Chocó .. 1934 ^^^os de id 765-866-814
— Sillade Veragua .. . 1014 ^ "" t». "" ^"
Cerro Biarra 522
Ramificaciones SetetUrionaUs _ Cricamola. . . . . 291
Montañas de Dota ó Mátima.. 2271 Colina de Babur ••.•• 715
— • — Pan de Azúcar 1711 Pico Cabeza de Tigre. 1184
— — Cerro Negro.. 347 Cerro pie N. Santiago i6oo
— — CerrosMinkey ^93 Collados de Catalina (W.).. .. 866
Nueva Geografía de Colombia
Collados de Sao l4Catalina ten-
tro 538
— — ;K 797
— — 167-144
Montes ele Cocl¿ zE6 - «7
Cerro Miguel de la Borda 473
Pitón id . 509
Cenus de San^BUl .... .609-
Bolívar y Magáalíiia
Tela^deTolú
Sii^rra Ntvada de Sanlimarta.
TetaLloajira ' .. .-
S008
167
885
KÍEiira 26— Cfl/Wa M rio Copr [TH El Canaldel\fiomá, pnr L.>',' liona parte W.)
Y K, h R O C .
Proytíto de ferrocarnl di Ücaña
TraiodeX. Satatmans (americano)
1894
La Gloria (lío Magdalena)...
SimiSa
6g
R R 1 1. E S
Llanos de Mala .. 100-150
— de Guare 180-230
Kl Morro 347
Quebrada Carmen 3*3
Cabeceras de id 600 900
Quebrada Limonada '^JS
Pie de la Cuesta laoo
Nu£VA Geografía de Colombia
89
Boquerón del Cuco (la Cordi-
llera) 1452
Pie del Cerro 1300
Camino de Ocaña 1200
Rio de Oro 1078
Ocaña .. Iioo
Trata del Ferrocarril de Puerto Wilches
(Proyecto S. Gaulmin — 1894)
Puerto Wilches (rio Magda.
lena)... ....-«... . . 96
Quebrada Raya 121
Banco en la llanura .. 145
Quebrada Mies \ iii
Bíanco id 152
Quebrada Collados 102
La Cristalina 160
Quebrada Afanador. 1 34
Banco id ••••• 186
Rio Paturia 128
Sabana Torres ■.■15o- 129
Remates de la Serranía de La
xaz ••• - ••* . ••• ••■• zzs
Puerto Botijas 250
Boca del Cachira 220
Cuchilla id 243
Boca del Rionegro
Boquerón de Suratá
Vegas de Girón
Pie de la Mesa
Bocaramanga ..
!•••■•■••
438
462
508
650
929
Proyecto del Ferrocarril del Guayabal
{Trazo Cistteros — 1890)
Honda (Rio Magdalena)
Paso del Guali
Calungo
Las Coles
Rabo de GiUo
El Surco
Alto de la EstrcU i .
Mariquita
La Guardia . . . .
Lumbi
(iarrapata
Los Cerritüs
Guayabal
1 88
250
298
259
307
235
308
276
301
264
220
300
240
Ferrocarril aéreo á Bogotá
( hüditas^ del proyecto )
Estación Honda ...•
— Tocuy
— ' Santa María
— El Salto ...
— Laguneta
— Guaduas 968
— Verjel 1582
261
242
268
1231
1242
Ebtación Palmar 1843
— Empalme 1279
— Villeta 790
— Loma 1099
— Sasaima 1185
— Las Marias... 1511
— California ... 2178
— Agualarga ( principio
de la carretera de Occidente) 2221
Ferrocarril de Puerto Colombia
(Por la orilla del mar)
Ferrocarril de Santamaría
(Quedan anotadas).
Ferrocarril de Puerto Berrio
(Id. id.)
Ferrocarril del Cauca
(Id. id.)
Ferrocarril de Girardot
(Id. id.)
Ferrocarril del Espinal
(Id. id.)
Ferrocarril de Hottda
I^ María Dorada (rio Magda-
lena)
Río Humadera
Altozano de Purnio . .
Río Purnio ....
Yeguas .... ....
Guarinocito .
Rio Guarinó ...
Altozano de Cancolí . . .
Caracoli
Altoz no id ^ ...
Honda .. - .. ..
160
169
176
172
183
194
176
192
181
200
188
Ferrocarril del Sur (Ixi Sabana)
Estación Bogotá .
Camino de Engativá .■ .
Carretera de Occidente.
R^o San Francisco.
— Fucha
Camino de Bosa .
Rio Tunjuelo
Camino de Soacha
Terreros
Camino de Soacha ... .
Soacha
■■■••••
• • • • ■
2620
2604
2597
2595
2589
2595
2585
2598
2593
2569
2601
Xueva Geografía de Colombia
TOMO I — 7
90
Nueva Geografía de Colohbu
Ferrocarril de La Sabana
Estación Bogotá 2620
— Fontibón ... 2614
Río Funza (puente) 2582
Cota mínima ... 2580
Mosquera .. 2581
Madrid (puente .. 2585
El Corso (id.) 2598
Fin del llano . ... 2612
Alto de Turrilla« 2632
Los Micos .. . 2619
Facatativá 2622
Desnivel de la Sabana . ...-I-60 — 62
Ferrocarril de Zipaquirá
Estación Bogotá . . ..... 2620
Estación Chapinero 2616
Estación Uribe 2608
Estación Caro 2596
Río Funza (puente) .. 2592
Cajicá 2602
IV. 39 •••*•■ •..•«•.• 202*4
~^ 4' '** ....•• 20 1 9
— 44 2607
Estación Zipaquirá 2614
TRABAJOS DE PONCET 1 848
La Madre de Dios (Río' Mag-
dalena) .. ..
Honda..* ....1
Cordillera del Riogrande. . .
Altiplanicies de Bogotá
Los Robles
Chimbe ..... ... .....
Alto de Gaseas . . . .
Riodulce
Cisne ..
Fl Trigo .
263 Las Tibayes ....
283 El Raizal .. .. .
348 Guaduas
2661 Él Sargento , ..
2704 Las Cruces
1500 Paso de Cambras
1770 Salinas
1210 Rionegro ...
1080 Los Alo r ros
1355 La Vega
I • • ■ • ■ «
2170
1865
1990
1 185
1676
1000
500
qoo
390
1650
1380
ADDENDA ET CORRIGENDA
CAMINO DE CHAm/
G. Carvajal (colombiano), 1891
Nivel é hipsómeiro
Arrayanal 1515
Alto del Paramillo (Cordille-
ra del Chocó) 2197
RioChamí 773
Chami Q2I
Alto del Charco .'. 1536
San Juan de Tatamá 573
Alto de Partidas 755
Pedernal (Juntas de Agüita). 518
Quebrada López 426
Alto de Antón 629
Quebrada id 350
Alto de Marmolejo 695
Río Mu mbú (boca) 194
Alto de Arrastradero .. 426
Quebrada A rrast nidero 204
Alto de Tomín
Carmelo (R. Pureto)
Alto del Carbón (en el Istmo
de San Pablo)
Quebrada Dudúgucra ;
^ Bagado
' San Juan de Tatamá
Alto del Caracol ..
Río Tatamá
Pueblo Rico
Alto de Potosí (la Cordillera)
Río Apía
Apía
Lloró
39S
251
424
303
206
573
1256
1062
1684
2158
1618
1830
72
J. URIBE U. (colombiano)
(El Telembí)
Panga
Kl Páramo.
1588 Quebrada Asaspi ..
2875 Playagrande (Río Telembí). . .
•*••■• t
2000
50
Nueva Geografía ds G)lombia 91
F. PEREIRA (culombiano)
(Estudios de minas)
■
Morroazal (cordillera del Quin- Sucre (mina en Remedios) . . 6S9
do) 5^00 Frontino íü . ... 7^
F. J. CASAS (colombiano)
Annca 179
R. NIETO parís (COLOMBIANO)
Lmgo de Fúquene ^ 2440
R. CARACRISTI (ITALIANO)
Sierra Nevada de Santamaría (barómetro) . — 5222
F. MORALES (COLOMBIANO)
Puente del Común 2610 £1 Rosario (H¿o Tácbira) 253
— Grande 2600 Pamplona 2303
Cuenta 294
M. PONCE DE LEÓN (COLOMBIANO)
Laguna de Suesca (paso) 2818
A. PINART (francés)
Pasos de Chiriqw' (la Cordillera) 1110-1206
MORITS WAGNKR (aLEMÁn)
Pasos de Chiríqui (id. id.) 1104
Advertencia — Del ingeniero francés Sr. IL Lebrun no citamos ninguna
cota porque ninguna hay original en su voluminosa memoria.
Nota — Naturalmente en esta relación de autoridades no habrá de incluirse
el autor para señalar las altitudes recogidas por él en diversas excursiones ; pero
sin arrogarse título alguno, menciona á continuación unas pocas para llenar va-
cios en la altimetría oe Cundinamarca.
Chipaqne, 2500; paso del río, 1950: Une, 2460; Páramo de la Zorra, 3205;
Pnebloviejo, 2450 ; Alto de Chuntiva, 2910 : Gutiérrez, 2350; Alto de La Hor-
queta, 2630; Alto de Quifla, 1800; Id. del Cogollo, 2510; Quebradanegra, 1700;
Alto de Santa Ana, 2400; Puente del Ají, 2000; Boquerones de Treinta y Seis,
3100 y 3005 ; Alto de Gama, 2400; Gama, 2206; Alto del Guavio, 1820; paso
92
NirEVA Geografía 1)e Colombia
del río Guavio, 1630 ; Alio de Miraflorcs, 2140; Salina de Gacheta, 1800; Alio de
Boitá, 2740; Alto de Zamora, 3CXX) ; Alto del Águila, 3000 ; Boquerón de Chía,
2750; Id. de Suba, 2720; Anolaima, 1650; Río Curí, 1300; Reventones, 1750.
En el texto se indicarán las razones por las cuales en cada cí»so se prefiere
una cota entre varias, y también el observador que la tomó cuando no sea de las
comprendidas en las lisias anteriores.
No pondremos término á esta parle del trabajo, sin hacer notar que todos los
puntos importantes del país han sido ya acolados ])or algún observador.
IOS (ÍKÍANTRS COLOMBIANOS
( \iya/fih¿
Chiles. . . .
Cundml. ..
El Cerro Negro
Arufral
Torre de Mallama .
Cerro San Francisco
El Galera
El Tanjubina . .
\a& Animas
I .as Petacas
El So' ara . ..
• • • " ■ • É •
> • • • • • •
• • • ■ • • •
Los Humos
El Buev
El Pale'tari
El Agiiablaiiia ú I*an de Az'icar
Coionuios Pico K
— W
El PuniíY
Las Papas
Pico de Cutanga
Páramo de Suaza
SS40
5720
5954
4840
4830
47S0
4890
4761
4790
4470
4000
4070
4200
4000
4100
4100
4264
412S
4242
4054
4538
4440
4850
4580
4435
4400
■ 4550
4300
44S2
... . 4893
4932
4730
4670
... . 4^44
■•• 45 n
48C0
5184
48c»
5000
490S
4700
4918
4240 - 4500
... 4600
4482
Wiener
Montenegro
líumboldt
Codazzi
Mosquera
Reiss y Siubel
Codazzi — Mosquera
Boussingault
Reiss y Stubel
Reiss y Stubel
Codazzi
Reiss y Stubel
Codazzi
Boussingault
Codazzi — Mosquera
Reiss y Stubel
Caldas
Montenegro
Mosquera
Codazzi
Reiss y Stubel
Codazzi
Reiss y Stubel
Codazzi
Caldas
Montenegro
Reiss v Stubel
Codazzi
Caldas
Montenegro
Mosquera
Codazzi
Reiss y Stubel
And ré
Codazzi
* De bastATililIa van Iom nombri'S de las eimn» etomaraente nevadas y Us altitudOT
que se adoptan en esUi C^eugratla como más aproximtvdus ú la verdad 6 que mejor con-
cuerdun con los elementos Huministrndos por el terreno mismo- Con un intonoffante se
señalan aquellas que se han calculado con los diitos generales suministrados por elrespec-
tivo observador en el curso de hus trabajos. Véase en el estudio del relieve la figura oorrM-
pondiente.
Nueva Geografía de Colombia
ElHuila •iS'4-5S47 Caldas
5457 Montenegro
5700 Codai2Í
5100 • 5400 (!) Reiss y Slubcl
Sania CMlatina (BarraBÉn) 4930 Codaui
4744 Montenegru
£lQiiindÍa ¿ISO Codazii
5280 Faulhabcr
Einlima 36JS Caldas
5494 ó 55S4 Humboldt
5500 Boussingaull
5587 Montenegro
5616 Codazzi
5400 (!) Reiss y Stubel
6440 Ka ul haber
£/íí.»(Me5anevadadc Heneo).,., sjqs Caldas
5590 Codazzi
5850 Fiul haber
+ 5400 (7) Reiss y Slubel
Sania ¡saUl. 544° Faulhaber
Sioo Codazzi
£/^if«{ctcsteria nevada) ■. $300 —
3300 Caldas
94
Nueva Geografía de Colombia
La Olleta (cráter del Ruiz).
Santa M'-rla
Páramo del Ruiz.
Santa Rosa.
Las Cazuelitas
Sumapaz ;
Chamizal
Las Animas
El Nevado (Sumapaz)
Los Colorados (Boyacá).
Toquilla
Rechiniga
Cusiri
Sierra Nntada de Chita.
Servitá-Carcasí.
Almorzadero....
La Colorada....
Páramo Rico.'..
.Santurbán
Angostura ^
Lagunas
Sumalina
Cachiri
Tama
Cobre....
Escobal.
Morros de Güina
Desaguadero
Pena de Saboyá
Sierra Nevada de Santamaría.... 5460
5"5
Nudo del Paramillo
5250
4855
4900
4126
4250
4236
42SO
4210
4300
4000
4100
4810
4J^o
4200
4000
4650
4700
4480
5943
5983
4875
4965
5300
4000
4093
4400
4200
4030
4500
4400
4100
4220
4000
3000
4000
4218
4218
4350
4325
4003
5850
■5309
7926
5107
5008
5222
4200
Faulhaber
Codazzt
Reiss y Stubel
Faulhaber
Codazzi
Hettner
Reiss y Stubel
Pereira
Faulhaber
Codazzi
Chaves
Codazzi
Vergara y Velasco
Codazzi
Brísson
Codazzi
Vergara y Velasco
Codazzi
Mosquera
Humboldt
Montenegro
Hettner
Vergara y Velasco
Codazzi
Hettner
Codazzi
Estechi
Codazzi
Hettner
Codazzi
Humboldt
Montenegro
Joy Mosquera
Bretes
Almirantazgo inglés
Caracristi
Striflcur
PRINCIPALES PASOS DE LAS CORDILLERAS
(Altitudes adoptadas por la Nueva Geografía de Colombia)
A. Cumbres del Chocó
Huaca
Cruces de Parga.
Chambú
Pan^a ,
Hoz de Minamá 380
Alto de Ranchos 2500
3520 Carpintería 2500
3600 Santa Ana 3258
3295 San Antonio 1790
2875 £1 Guayabo , i^f^
Nueva Geografía de Colombu
95
Pavas 1756
Palogordo 2465
Arrayanal 2197
La Línea (Carmen^ 2ogo
Los Robles 2402
El Tajo 2568
Paso al Sinú 2000
Uré 600
B Cumbres del Quindh
Hnaca 3520
Potosí 3400
Mocoa 3271
Aponte 264S
Santa Rosa 3300
Las Papas 3980
Guanacas...^ 35x8
Moras 3670
Delicias 3475
Barragán 3580
Calarcá 3300
Quindío 3485
Santa Isabel 4420
Herveo 4250
El Ruiz 3980
San Pablo 3200
Aguacatal 31 10
Sonsón -• 3200
Pantanillo 2487
Peñol 2220
La Quiebra « i57^
La Ceja 1636
Remedios 1200
El Boquerón 2548
Cborrosblancos 2404
Cruces 600
Guamacó 5<^
C. Cumbres de Sumapat
La Ceja 1980
Santa Lucía 2804
La Cuchilla ig\o
Las Animas 4100
Chipaque 3280
Cruzverde 3490
Choachí 3330
Treinta y seis 310a
Guasca 337o
La Carbonera 3320
Macheta 28^0
Las Pilas 2900
El Peñón 2800
El Salto 2400
Barroblanco 2734
Chun2La 2404
El Roble 2750
El Yaque 2840
El Mortiño 3228
Tierranejgra* 2900
Samanga. 3400
San Cayetano 3600
Caldas 3000
El Roble 2300
Zapatoca 2200
Peñanegra 3000
El Aire 3000
Pesca 3000
San Antonio 2990
San Ignacio 3400
Pisva 3300
Novagote 330o
La Chorrera 3300
x^mia<*«<*« •«•• •••••• ... ^OsO
Almorzadero 3775
Guaca 3300
Tona .• 3500
Santurbán 3900
El Viejo ;.. 3950
Escorihl (Zulia) 2880
Bagueche 3400
Las Jurisdicciones... 2582
El Frío •. 3360
Ventanas 3300
Tama 2118
El Muerto 3380
La Ensillada 3340
Encino 337o
Ocaña 1750
El Carmen 1550
Bobalí..- 1670
Motilones 2500
Bucarasica 3086
El Laurel 2480
El Sargento 1400
El Trigo , 1900
Eilometría
En esta serie no incluímos sino las medidas de las líneas telegráficas cote-
jadas con las cartas oficiales, y las distancias que arrojan los trazos de ferrocarri-
les ó los planos de los caminos. Con un + se señalan los lugares estaciones de
ferrocarril y consiguientes trayectos de este género de vías.
Las letras que siguen á los nombres de los lugares indician el rumbo gener
rtldeUvúh
96
Nueva Geografu de Coloubia
PRIMERA SERIE
A) LA COSTA
(Bolívar y Magdalena)
Otru
Telégrafo, fuentes
Puerto Colombia (W.E.). o o
-f A Barranquilla (N S. • 37 (!) 27
A Soledad 10 7
A Sabanalarga 52 40
A Candelaria 30 25
A Calamar 32 25
161 124
Cartagena (W.E.) o o
4- A Turbaco 25
-h A Arjona 13
-f A Arenal 30
4- A Hatoviejo 33 (•) '8
-h A Calamar 37 (!) 18
104
Cartagena (W E.) o o
A Santa Ros.i 20 20
A Villanueva 20 15
A Arenal 30 25
70 60
Villanueva
A Urumita 5
Sabanalarga
A Usiacurí 17 15
Santamarta(N.E. S.W.)
-H A La Ciénaga. 35 30
-f A Riofrio 15 10
+ Sevillano 15
A Aracatací 51 26
A Medialuna 50 52
A Pivijay 21 15
A San Antonio 45 35
A Calamar (Goenaga)... 10 7
227 190
Santamarta á )2? 227 189
Puerto Colombia >* 161 120
Cartagena )^ 140 !) ¡05
Calamar (N.S.) á
Guamo 35 30
San Juan 35 18
San Jacinto 20 16
Carmen 20 12
Ovejas 40 26
Corozal 40 28
Sincé... 35 25
Buenavista 40 23
Magangué 40 32
305 210
Tele>
yrnfo.
Otran
fuentes
Corozal ( E,W.)
A Sincelejo
ATolú
Cereté (W. E.)
A Ciénaga de Oro.
A Sahagún
Carmen (W.E.)
A Zambrano
A Jesús del Río....
Barranquilla ^N.S.)
A Sitionnevo
A Remolino
A Salamina
A Piní^n
A .San Antonio
Santamarta \VE.)
A Bonda
A Calabazo
A Don Diego
A Dibulla
A Camarones
A Riohacha
A Tomarazón (N.S.).
A Fonseca
A San Juan
A Villanueva
A Valledupar
15
50
Sincelejo (N.S.)
A Sampués 15
A Chinú 12
A San Andrés (KW.>.... 20
A Chima 15
A Lorica 60
A Cereté 75
A Montería 35
35
47
20
Magangué (N..S.)
A San Antonio 40
A.Sucre 40
A Palmarito 16
A Majagual , 29
125
12
40
65 52
15
10
26
16
42
15
232 156
26
35
61
47
10
67 57
30
30
12
22
94
■ • «
25
17
10
45
35
15
15
10
92 88
10
10
40
25
75
38
60
50
50
32
25
30
62
55
53
42
25
24
22
16
46
36
468 358
Nueva Geografm de Colombia
98
Nueva Geografía de Colobibia
Tttl6. Otru
graío. fuentes
Maeangué (W.E.)
ATalaigua 30 25
A Mompós 30 15
A Doña Juana 55 3^
A Banco 35 35
A Tamalameque 35 3^
A La Gloria 40 3*
A Carolinas 25 16
A Puerto Nacional..* 20 12
A Bodega Central 30 15
300 226
Barranquilla (N.E.-S.O.)
A Cartagena 120
A Lorica 80
Calamar
A Mompós
Valledupar
A Banco
Valledupar
A Santamarta
Sahagún
A Ayapel
A Cáceres
200
160
215
220
90
160
250
B) EL N. DEL REINO
(SatUandtr y Boy acá)
Telé- Otras
grafo. fuentei
Puerto Nacional (W.E.) o o
A Aguachica 20 14
A Ocana (N.S.) 55 45
A La Cruz 30 20
ACáchira 65 50
A Cachiri 67 (!) 28
ASuratá 25 15
A Matanza 7 5
A Rionegro ... 30 ^^
A Bucaramanga 25 16
APicdecuesta 20 17
A Los Santos 30 24
A Jordán 5 5
ACurití 20 16
A San Gil 10 10
A Socorro 20 18
Fasan m... 429 299
Telé- Otras
graío. fuentes
Vienen 4^9 299
AO.'JJ 30 24
ASuaita 37 20
A Santana i5 5
A Güepsa 20 10
AVclcz 10 10
A Puente Nacional 20 16
561 384
Puerto Nacional (W.E.)
A Ocana 75 59
A La Cruz 3° 20
A San Pedro 5° 32
ASalazar 55 35
A Cúcuta 30 38
A La Frontera lo lo
250 194
Cúcuta (N.S.)
A Chinácota 3°
A Pamplona 40
ACácota 15
AChitagá 20
A Concepción 35 'O
A Málaga 12
A Capitanejo 3°
A Soatá 30
A Sátivanorté*("N.E. S. W.) 35
A Belén 35
A Santa Rosa 25
A Duitama 12
APaipa 10
ATuta 15
ATunja 20
33
31
II
48
10
30
22
22
28
II
8
II
14
21
364 322
Tunja (E.W.)
A Moniquirá
A Puente Nacional.
57
13
48
10
70 ^
San Gil (N.W. S.E.)
A Mogotes 35 20
A San Joaquín 20 15
AOnzaga 22 16
A Soatá 28 22
105 73
Socorro (NW.-SE.)
ACharalá 33 26
A Encino 38 20
A Santa Rosa 58 3°
129 76
Nueva Geografía de Colombia
99
Telé-
grafo.
Soatá (W.-E.)
A Boavita. 20
A La Uviu 5
A Chita 20
A La Salina 55
100
Soatá (SW.- NE.)
A Boavita 20
A Cocuy 35
A Güicán 20
75
Pamplona ^S.-N.)
A Cucutilla 35
A Arboledas 15
A Salazar 22
A Gramalote 25
97
Chinácoto (W.-E.)
A Concordia 20
Ocaña (SE.-NO.)
ATeorama 30
A Convención 10
A Carmen 20
A Simaíia 50
A La Gloría 10
120
Ocaña (W.-E.)
A Aspasica 36
Ocaña (S.-N.)
A Río de Oro 10
A González 20
30
Otras Tel¿- Otrní
fuentes grsfo. fuentes
Bucaramanga (E-W.)
ío A Girón 7 7
2 A Lebrija (E-N.) 13 10
20 A Zapatoca(W.-fc: 65 30
20 A Barichara 35 22
A San Gil 15 14
52
135 «3
10 Bucaramanga (SW.-NE.)
22 A Mutiscua 95 72
6 A I*amplona 20 17
38 "5 89
Duitama (N.-S.)
A Sogamoso 25 25
22 A Pesca 25 25
16 50 50
Santa Rosa (N.-S.)
70 A Floresta 20 10
24 Tunja (N -S. »
ASotaquirá 35 25
APaipa 23 14
.Z Suaita(SE.-NW.) -- —
" A Guadalupe 20 14
3^ A Contratación 20 12
— .r —
~ Picdecuesta (W.-E.)
_ A San Andrés 42 3°
Snratá
8 A La Baja 10 10
12
Rionegro (SE.-NW.)
20 A Puerto Santos. 63 45
C) CUNDINAMARCA Y LAS TIERRAS CIRCUNVECINAS
Tel6- Otras
grafo. fuentes
Bogotá (SK-NW.)
+A Puente del Común.. 30 28
-I- Cajicá 8 7
+ Zipaquirá (!)i2 9
A Nemocón 15 14
ATausa 15 20
Aübaté 15 16
A Simijaca. 30 24
A Chiquinquirá 10 14
A Saboyá 11 11
A Puente Nacional 24 23
170 166
Teló- Otras
grafo, fuentes
Bogotá (S.-NE.)
+A Puente del Común... 30 28
A Sopó 18 15
A Tocancipá 7 7
A Gachancipá 87
ASesquilé 17 7
A Chocontá 25 24
A Hatoviejo 10 9
A Ventaquemada 22 26
A Tunja 33 25
170 I4S
ICX)
Nueva Geografía de Colombia
Telé- Otraa
grafo. fuentes
Tunja (E.-W.)
A Samacá 20 14
A Leiva 30 17
A Ráquira 30 25
A Chiquinquirá 30 30
lio 86
Bogotá (S.-XE.)
A Chocontá 105 77
A Macheta 15 12
ATibirita 20 8
A Guateque 10 6
A Garagoa 25 20
A Tibaná 40 28
A Kamiriqui 20 10
ATunja 26 18
261 179
Ubaté (E.-NE.)
A Guachetá 15 11
El Común (S.-X.)
A Zipaquirá (vía La Dia-
na) 30 15
Nemocón (W.-K)
A Sesquilc 15 i6
A Suesca 7 10
22 26
Ventaquemada
A Turmequé 12 4
Garagoa W.-E.>
A Mirañores 40 30
A Páez 35 26
A Chámeza 35 26
lio 82
Bogotá (W.-K)
A Guasca 3^
A Gacheta 40 28
A Medina 70 65
A Cabuyaro 74 98
184 226
Gacheta
A Junin ' 5 6
Zipaquirá
A Cogua 6 5
Guasca
A Guatavita 7 6
A Sesquilé 18 12
25 18
Telé- Otraa
grafo. fuente*
Bo; ota (NW.-SE.)
A Ul ique 35 22
A Cáqucza 20 12
A Quetamc 22 15
A Villavicencio (N.-S.)... 70 42
A San Martín 90 80
237 171
U baque
A Choachí 10 7
A Fómcque 7 5
Cáqueza
A Une 15 7
A Chipaque 5 5
20 12
15o£[()tá
+ Al Común 30 28
A Chía I 4
A Cota 12 10
A Fun/a 17 17
A Mosquera l 2
61 61
Chía (])or Tcnjo) —
A Tabio.... 20 20
Zipaquirá (SF..-NW.)
A Pacho ■••... 25 20
A San Cayetano 35 25
A Taime -..., 25 12
IkíRotá (SE.-NW.)
4- A Mosquera.. 17 20
4- A Madrid 4 5
+ A Facalativá 14 13
A AtTiíalarga 10 13
A Villeta 20 20
A Guaduas 20 21
A Honda 25 26
lio 118
Bogotá (E.-\V.)
+ A Facalativá 35 38
A Vianí 27 37
A San Juan . .. 13 10
A Ambalema 30 22
105 105
Bogotá (N. E.-S. W.)
+ A Mosquera 17 20
A La Mesa 38 25
A Anapoima.......^ 15 12
+ A Juntas de Apulo.... 15 9
+ A Tocaima 15 10
+ A Girardot (!) 35 30
I 35 106
Nueva Geografía de Colombia
Telí-
Bogoti (X. E -S. W.)^ "'
+ A Soocha— .. ■■ ..
A Fusagasugá
A Arbeliei.
A P«ndi
A Iconoruo -.'..
A Melgar
A RiMurte ...
B.^olá(li.-W.)
+ A Madrid
■\ .Subacboque
ALaVega
A NocaÍDia
Bogóla (S.-N.)
A Villcta
A La Palma
A Pacho
Otiu T<1«- O
FucnMa gnto. flii
Ulica
15 A Capatrapí - ... ao
3í ■
1 1 Soacha
10 A San Antonio 2¡
25 Agualarfa
18 A Sas»ima. 20
113 La Mesa
A Anolaima 35
'i 30
JO 25 65
40 22 ■
10 12 La Mesa
Al Colegio 13
E5 84 A Enlrerrios 20
33
65 69
30 25 Bogóla (E.-W.)
40 (1)7 A San Juan 7S
... {'.) 37 A Cambao [camino viejo) 30
135 "38 "S
Figura 28— Antiguo camino de Fusagasugá (Folografia Je Rícines)
102
Nueva Geografía de Colombia
Jalé- i
otras
Telé- (
DtTM
gnfn. fuentes
grafo. fuentes
Tocaima
Vienen
no
116
A Jcrusalén
16
16
A Santana
32
27
30
25
A Guataqui
15
14
A Santo Domingo
A Soledad
12
13
31
30
A Mañiza les
47
65
Tocaima
A Agua de Dios..
15
10
A Neira ... ....
A Aranzazu
13
20
10
16
T^ •
^^ * ^
_— —
A Salamina
20
14
Tocaima
A Pacora
21
14
A Viotá
15
II
A Aguadas
17
12
Anolaima
A Sonsón....
A Abejorral
A I^ Ceja
32
20
27
17
A Quipilc •. .
20
7
30
23
10
A Rionegro
t5
29
D) al occidente del magdalena
Bogotá (N. E.-S. W.)
A Medellin
24
A Girardot
A Ricaurte
135
5
103
5
445
417
A Kspinal •
20
19
Bogotá
A Guamo
15
19
A Puriñcación. ,
20
15
A Honda
lio
116
A Natagaima
30
32
A La Dorada ....
• • •
40
A Villavieja ... .
55
47
H-A Puerto Bcrrío
140
A Neiva ...
35
32
+ A Caracoli
50
32
A Campoalcgre . ■. ..
25
24
+ A Pavas
•^ J
16
Al Hobo
15
18
A San Roque . .
60
51
A Gigante .. • .
30
26
A Santo Domingo
30
20
A Garzón
25
22
A Barbosa
25
25
A Agrado
22
16
A Girardota ..
20
14
A i^a K lata •• ■• ••
30
20
A Copacabana . . ,
10
10
A Inzá
55
42
A Medellin
15
II
A Silvia
75
80
A Popaján
35
32
325
475
627
552
Garzón N. E.-S. W.
)
-
A Hato
28
28
Bogotá (E.-S. W.)
A Altamira . ..
10
9
A Espinal
160
119
A Santa Librada . .
20
^
A Ibagué ...
60
52
A Tinianá
20
16
— —
A Pitalito
27
18
120
171
•
Bogotá (N.E.-S.\V.)
■•■ ^^^
105
80
A Ambalema
A Ibagué ■• .
A Salento . ...
105
70
70
105
6ü
60
Guamo (X E. S. W.
A San Luis
)
20
18
A Finlandia ■ . ...
15
15
A Ortega
25
«9
A Cartago
40
34
A Chaparral
40
38
A San Vicente
70
♦ 7«
rt ^
A Tuloá
10
9
85
75
A Bug*
20
22
Al Cerrito .... ... •
25
25
Melgar
A Palmita
15
21
A Carmen
15
17
10
A Cali
32
25
A Cunday ..
10
A Papagayeros
55
34
»
+ A Córdoba
55
53
32
20
+ A Buenaventura .. .
20
18
602 569
Girardot
A Coello .
■ « • «
BogotávS. E.-N. \V.)
A Honda... .
• ••"••<
Pisan.
no 116 Ambalema
— *- -■ — A Venadillo..
no 116
15 15
26
II
Nueva Geografía de Colombia
103
Ambalcma (S.-N.)
A Guayabal
A Mariquita ■
A Honda
Telé-
grafo.
• • • • • I
mmm •••
50
II
23
Otras
fuentes
34
21
19
84 74
Honda (E.-W.)
A Mariquita . ..
A Fresno
A Manzanares .-•
A Marulanda ....
Guayabal
A San Lorenzo
Honda
A Victoria ....
23
20
30
20
10
35
Bogotá (N.-S.)
A Popayán
A Timbío
A Dolores
A Almaguer ... .
A Bolívar
A La Cruz
A Fasto...... ....
A Túquerres
A Ipiales
A Carchi
••••
45
3
Túquerres (.E-W.)
A Altaquer... •
A Barbacoas
A Chimbuza
ATrujillo
A TumECo
Timbío
A Tambo
86
79
68
35
30
Popayán (S-N.)
A Santander
A Caloto
A Corínto
A Pradera
A Palmira
Popayán (S.-N.)
ATunia
A Morales
A Buenosaires
AJaiBundi... ......
^m ^^aii .... ••••
298
20
80
5
20
40
__i5
160
40
18
25
35
25
Palmira
A Candelaria •.. ....
Buga
A Guacari
Telé-
gnío.
15
23
Tuluá
A Roldanillo
40
Otrai
fuentes
15
15
36
19
12
24
12
93 67
Cartago (S.-N.)
A Pereira
A Santa Rosa • .
A San Francisco
A Manizales
..s.. •■•
30
13
17
13
20
Popayán (S.-N.)
A Manizales
632
552
A
20
15
A
20
II
A
90
82
A
30
16
A
60
33
A
70
64
A
70
52
A
30
3
1040 858
74
65
35
30
30
Medellin(N.-S.)
Envigado .••...
xiagui .. *• •• ... ...•*.
v«aiQas . ••«.• •••.-.
Amaga
Titiribí.
Fredonia .••••
Jericó
Támesis -
A Valparaíso
A Nueva Caramanta
A Supía....
A Riosucio...-.
A Ansermaviejo.
A Belalcázar
A Cartago
Del Carchi á Medellín
10
2
15
12
20
22
26
24
15
15
13
10
35
35
35
234 De Medellín á Cáceres
De Carchi á Cartagena
18 Según los ingenieros
del Intercontinental 1425 !
78 Medellín S. E.-N.O )
8 A San Jerónimo. . •
20 A Sopetrán
35 A Antioquia .
15 A Cañasgordas
A Frontino .. .
IS6
> • . ...
30
22
26
22
Medellín (S.-N.)
A San Pedro
A Santa Rosa ..
A Yarumal
A Angostura
32
7
15
15
73 69
376 354
9
3
II
8
18
16
16
0)5
10
17
13
10
25
30
30
289
221
1673
1385
• • •
93
• • •
1903
425!
40
32
10
8
18
9
43
32
24
10
135 91
25
26
30
25
45
42
23
15
143 135
123 108
t04
Nueva Geografía de Colombia
Marinilla
A Peñol ..
Rionegro
A San vicenlc
La Ceja
A Retiro....
Santo Domingo
A Yolombó
T«lé- •
Dtrat
{prtfo. tuentes
Medellin (S -N.)
l't.sé
A Santa Rosa
55
51
A Ocú
A Carolina — .. .
25
20
A Amalñ . .
43
32
David
A El Tigre
. 45
40
A Pedregal
A Remedios
30
22
Panamá (E.-\V. »
198
165
A Miraflores
A Arrayán
Medellín (W.-K)
A Chorrera . .
A Rionegro
29
24
A Capira . .
A Marinilla
6
5
A Chañe
A Santuario
10
9
A San Carlos
A Vahos
13
8
A Antón
A Penonomé . . .
58
46
A xSantiago
Telé- Otras
gmfiK fuentes
20
15
V animal
A Anori ..• 48
A Cáceres ••
Jericó
A Andes 24
A Bolívar 32
"56
Andes
A Jardín 13
Araiizazu
A Filadelfia 16
Calamina
A Marmato 30
A Supía lu
Caldas
A Santa Bárbara..
E) EL ISTMO
Penonomé
A La Pintada
A David (1)394
7
• • •
»3
20
20
16
21
20
20
20
20
13
25
22
20
16
95
«0
.94
315
36
90
635 422
126
35
40
75
14
12
25
5
Santiago
A Parita....
40 35
+ Panamá á Culón.
76
SKGUNDA SERIE
El Rio Magdalena
1 Según los planos oñciales á grande
escala)
40
30
29
22
20
16
20
18
12
10
33
24
17
12
(Kilómetros)
La Hoca ... ■
0
0
Barrauquilla
17.5
17.5
Sabanagrande
275
45
Sitionuevo
3
48
Remolino
10
50
Guáimaro
1 2.5
62.5
Salamina
11.5
74
Piñón
9.5
83.5
San Aiit Miio
6.5
90
Su n
1.5
91.5
Calamar
8.5
99
Barranca nueva. .
8.0
107
Pedraza
1-5
108.5
Birrancavieja
5-5
114
Yucal
25
116.5
Buenavista
2.':
119
Heredia y el Roble ..
11.5
130.5
Nervití y Obispo.
11.5
142
San Agustín
11.5
153-5
Tenerife
5
158-5
Jesús del Río
8
166.5
Plato
105
177
Mercedes ..
1-5
178.5
2^mbrano .. . ......
^5
180
Santa Cruz
I
181
Guacamaya
25
206
Tacamocbo
11.5
217.5
Tacaloa
5
222^
N^UEVA Geografía de Colombia
IOS
^
^
Maüriü...
Guaso . . .
Retiro ...
Perico
palmar
j. I Barbosa.
guayabal
Barranco
Hatillo de Loba...
Juana Sánchez...*
\i Banco a) .. .....
Telé-
grafo.
4
5
4
I
3
8.5
95
■ 17-5
29
3
5
í
0^
otras
fuentes
244
249
253
254
257
265
275
313
342
345
350
8.5 358.5
• • • • ••
Tacaloa
Pinto
Sanlana
Talaigua . . . -
Ancón
San Zenón —
Pijinio
Momtós
. Mincniquejo .
f San Fernando.
Murillo
Margarita... ,
Guamal
Chilloa .. . .
DoSa Juana ..
Cuchaval .. .
Ribona
^ Banco
(tf) Peñón
Níspero
San Pedro
Regidor
Gloria
Bodega Sima*^a . .. .
Contadora
Puerto yadofial....
Gallinazo
Las Pailas
La Revesca
Quemad ita..
bodega Central . . .
Carpintero
Badillo
Darú
Vijagual
I>jradilla
Santander
Paturia.
San Pablo
Cantagallo
Puerto Wilches
Sitionuevo
Sogamoso
Zorrilla
Barranca Bermeja. . . .
Opón...
Cachiri
Carare
6.5
19
1.5
5
6.5
3
5.5
11
3
3
4
8
4
4
8
9-5
13
1.5
20.5
8
6.5
3
5.5
15.
16.5
4
1.5
3.5
4.5
7.5
10
14
II
5
4
2.5
22
13
10
4
16
6
10
75
8
20
12
222.5
229
248
249.5
254.5
261
264
269.5
2805
2835
286.5
290.5
298.5
302.5
306.5
314.5
324
337
360
380.5
388.5
39.5
398
403.5
418.5
434.5
438.5
440
441.5
446
453.5
463.5
.477.5
488.5
493.5
497.5
500
522
535
545
549
565
571
581
588.5
596.5
616.5
638.5
Teló- Otras
i^rafo. fúoDtep
Presidio 4 642.5
Tagual 1.5 644
Sin Juanito 6 650
Guamalito 2 652
Zaino 3 655
.Acuna i 656
San Bartolomé 13 669
Morillo 8 677
Puerto Berrlo 13.5 (x)O.S
Vilorio 35 694
Garrapata 6 700
Cul. atrillo 85 708.5
Matarredonda 13.5 822
Angostura 21 743
Nare 6 749
La Muía 12 761
Sacamujer 18.5 770.5
Rioclaro 29 808.5
Buenavista 14 822.5
Guarumo 26 848.5
Conejo 13 861.5
La Vuelta 16.5 878
Guarinó....< 9 887
Bodega de Honda... 7 894
Honda 3 8^7
Las Cifuentes 1.5 898.5
Primavera 10.5 909
La Florida 9 918
Pavón 2.5 920.5
Chaguaní 8 928.5
Panchigua 4.5 933
Cocoa 2.5 935.5
Cambao 5 940.5
Lagunilla 11 951-5
Beltrán 8.5 960
Ambalema 3 963
Colombaima 0.5 969.5
Paquiló 17.5 987
Jaramillo 4 991.5
Guataquisito 17.5 1009
Vegajle los Padres... 13 1022
Nariiío 5 1027
Upito 15 1042
Girardot 8 io¿o
Ricaurte 4 1054
Arrayanes 12 1066
Santa Rosa 8 1074
Viloria 8 1082
Purificación I O 1092
Ilarco 14 1106
Natagaima 19 1125
Barandillas 22.5 1 147.5
Aip¿ 22.5 1170.5
San Ignacio 20 1190
Xciva 16 1206
VUs de Cúcuta al Magdalena
( González Vásques )
San José
A Salazar
Sueva Geografía de Colombia
47.5k
TOMO I — 8
loé
Nueva Geografía de Colombia
San José
Al Zulia 12.5
A Boquerón del Hato 35
A rio Pedro Alonso 45
A Boquerón de Llanogrande 33
A id. de Jurisdicciones ... 12.5
A Papayal 35
A Puerto Paredes (Magda'.ena). 15
San José
Al Zulia
Al Hato
Al rio Pedro Alonso
A Espartillo Rico
A Río Riecíto
A Río Sardinata
A Mesallana . ..
A Río Tarra
A Cerrogordo •
A La Cruz
A Ocana ••«
Cúcuta
Al Hato ,
A Cerro laurel
A id. Bucarasica
A Río Jarra
A Ocana
San José
A Galindo (vía pública).
A La Cruz (id.) —
San José á Salazar (id )
A La Cruz (id. Codazzi)
Total ..
Telégrafo
La Cruz
A Boquerón I^s Indios ...
A pie de la Serranía ..
A Puerto Birranca
La Cruz
A Boquerón de las Rojas
AI pie de la Serranía.
A Barranca
Ocaña
A Boquerón de ios Cu ritos.
A pie de U Serranía
A Lomi de Corredor
18S
12.5
35
4
26.7
23.5
10
37.1
22.2
6
3.8
30
217
• • • • .
• 47.5
60
1 • ■ • •
• • • •
• 30
. 32
■ 45.8
215
t).
• 40.3
84.1
)■■■■;.
47.1
.. 83.8
• • •
• 1309
0155
225
40.1
25
876
17.7
34.7
25
77.4
8.9
26.5
22.5
San José
A San Buenaventura
A Río Sardinata (cálculo).
A Catatumbo (id.) .
A Boquerón de Bobali(íd.)
A pie de la Serranía (id.) .
A Tamalamcque (id.) .. .
.\ Rio Magdalena
55
50
55
26
26
20
2
234
Ferrocarril de Cúcuta
Cúcuta
Al Salado
A Guayabal
A Aguablanca
Al Edén
Al Alto del Viento
A Aguaclara
A Puerto Villamizar
Puerto Villamizar
A Encontrados (por el río Zulia)
A La Boca (del Zulia)...
6
17
21
31
38
46
55
I • ■ • V
150
130
280
Ferrocarril del 7 Achira
De Cúcuta á La Frontera ..
16
Tra%o del Ferrocarril de Ocaña
Ocaña
A Rio de Oro
A Palo de Arco
A Boquerón del Cuco
A Piedecuesta
A Convención ...
A Quebrada Carmen....
A El Marqués
A Alto Portachuelo..
A La Trinchera
^x i^a Al ata ••••••• • . . ..
A Simana ,
A La Gloria . .
• •••»•« «•■
• • • • •
4
155
21.S
26
42.5
48
52
61
69.5
75
87.5
96
58
Caniitto de Tamalamcque
San José de Cúcuta
Al Zulia 'río»
— ~ ípueblo)
Al Astiller >
A Cerro González
K Río Sardinata....
A — Presidente ..
••t«« •••
• • • «
II
13
37
53
71
105
Nueva Geografía de Colombia
107
A Cano Iscuabó 118
A Rio Catatumbo 155
A Cerropelado 181
A Boquerón de Bobalí 208
A Boca del Monte 241
A Tamalameque 257
A Río Magdalena 259
laquimetria del 1 ¿chira
Cúcuta
Al Rosario
A Palito
A Margarita
A Bajial
A Planadas
A Mundonuevo.
A Siberia
A Tama
8
18.4
5.8
6.1
7.2
10
12
26.3
Cúcuta
Al Pueblo
A Escobal
A San Antonio.
Cúcuta al Rosario ■ . .•
Planadas al rio Táchirá .
De Cúcuta á Arauca
(Por Labateca)
Daniel Hernández — 1 880
954
2.2
2.4
12.1
16.6
12.5
1.7
Camino de Paturia
A Bucaramanga
A Palonegro 5-5
A El Cacique .... .... 9
A La Paz 12
A Payoa .. I4«5
A Contraguas ••• H..5
A Sabana Torres 10
A Quebrada Albarrada. ... 19
A Puerto Paredes .. 15
A Ciénaga Laura 16
A Río Magdalena. 18
141
Im vía del Lebrija
Bucaramanga
A Puente Suratá 6.5
— Rionegro 9.5
ATambor I5
ARÍoCáchira 7-5
A Puerto Botijas (río Lebrija) 7.5
A Penasblancas 16
A El Tigre J6
AChocó. I4-S
A Papayal j^. • 3 5
A Boca Montañitas 11
A La Selva 8.5
A Estación Santander 8
A Chaquiva --- •• 3*5
A Chocó viejo I4'5
A Villanueva 4
A Bodega Central.. 7
151.5
Cúcuta
Labateca ■ .
Juntas de Margua
Boca Oirá
Arauca (por el río) .. ..
Arauca á Labranzagrande.
Labranzagrande á Cúcuta
o
70
7-
30
210
380
500
455
Ferrocarril de Puerto Wilches
Bucaramanga
ARíoGirón 10
A — Suratá 21
A — Cáchira 44
A — Negro. 51
A Puerto Botijas 59
A .'*abana Torres .... 86
A Puerto Wilches 135
Camino del Opán
{ Trocha)
Socorro
A Simacota
A El Mirador (la Cordillera)
A Río Araya ..
A Río Opón •••
A Río Guayabo. . . . . •
A Río Carare
Traso
8
19
8
18
15
35
103
Socorro
A Los Cobardes (la Cordillera) 22
A Río Opón • • • 25
A id Guayabo 8
Aid. Carare 35
-90
toa
Nueva Geografía de Colombia
(De Sogamoso á Pajarito)
(R. Espinosa G.)
Sogamoso
Fruncidcros 6
Estación Ospina 40
— Pinzón. SI. 5
Pajarito 68.5
Ferrocarril del Norte
^ (Traro de Ridlcy)
Río Carare ( puerto)
Id. (paso) 10
Id. Guayabita 45
Camino de Landázuri 64
Alto del Roble 107
Los Órganos 125
Puente de Piedra 169
Estación Chiquinquirá 192
I*fcnablanca... 204
Laguna de Fúquene 223
— de Cucunubá 243
E.Ubat¿ 247
El Páramo 245
E. Zipaquirá 285
Río Funza 3^4
Bogotá 333
(Variante Lebrún)
Bogotá
Zipaquirá..... 49
Chiquinquirá 146
Puente Barbosa.. 216
San Gil 323
Piedecuesta 283
Bucáramanga 298
Penasblancas 355
Puerto Wilches 4^3
La región de Fúquene
(Nieto París)
Saboyá
La Raya... 7-5
Chiquinquirá 4
El Boquerón • • • 7
f ucote Simijaca 6.5
Susa.... 7-
Fúquene 4.5
, 36.5
Carretera de Uhate
; Cuéllar)
Ubaté
Suta 7
Tausa 26
El Páramo 28
Cogua... 45
Zipaquirá ^\
De Chiquinquirá al Magdalena
(Atuesta)
Chiquinquirá
Boca del Monte II
Río Minero 28
Chopo 10.5
Sania Bárbara lo
Tambrías 26.5
no (Río Magdalena). 45
Quinchas •
Puerto Nin
De Honda á los Páranlos Orientales
{Diversos)
San Cavctano
Cabrero 7
Rabón 8
Veragüitíis 12
• a • • <
«t*«** «aa ••
I a • • • • •
Pacho
Ciprián
Río Mencipá
Paimc
Río Blanco
Mencipá ...
£1 Empalme . 17
La Palma ■• * 20
Caparrapí . ..« 13
Río Negro.. .. 16
La Paz 6
Honda 20
7
II
6.5
135
2.5
4
163.5
Ferrocarril de Zipaquirá
Bogüt á O
Chapinero 5
Estación Uribe 15
Puente del Común 28
Río Funza 30
Cajicá 25
Cerrogrande 39
Zipaquirá 44.5
Ferrocarñl de la Sabana
Bogotá
Río San Francisco
Puente Aranda
Fontibón
Río Funza ,
Tresesquinas
Ciénaga de Quito..
O
3.5
5
9
13-5
17.5
1I5
Nieva Geografía de Colombia
Uotqaera 20.5
Madrid as
El Corso 33
Alto Turril las 35
Faeautivá 38 5
Carrtltra dt Btgolá al Mafdaltiia
(OccideiiU — Camhao)
(GoniiUz V.)
{Distanciat directas y reales)
Bogoti o
Fftcalativft 39 - 39
Lo* Maiuanot 42 - 43
Lm Alpeí, 51 - 54
Pm de Aiúcar 66 - 72
Lai Delicias 79 - 86
Chanbamuy 96 - 105
Capira 117 - 116
Cambao 137 -151
, Dc'Faíalalivé á Amhaltma
(Hoy en mucha parle Cambao)
CODAZZI
Facatalivi
\jM Manzanos 6
Keventonei f 31
Chumbamuy 49
San Juan 61
Rioseco 80
Ambalema - <f>
Camino dt OcíütHte
(Ptnttí)
Mididaí d la cadtna
Bogotá CFucnte Aranda].»... 4.5
Fonlibón 10.S
lio
Nueva Geografía de Colombia
RiVFnnza...;.. 14.5
M&<idd 26
Facatativá 38.5
Los Manzanos 44
El Roble 46
Aserradero 48
Agualarga 49
Chimbe 54.5
Vjlleta........ :.; 66
Oinc...i...-i 70
£Í Trigo 74-5
Las Tibaves 75.5
El Raizal ...., 76.5
Guaduas „ 80.5
El Sargento 86.5
Rioseco../ i..... - . 96
Honda 102
(Telégrafo....^*. , 116)
Bodega de Honda lot
La Madre 'de Dios 115
Ferrocarril del Rio Negro
(Trazo Liévano)
Puerto Liévano o
El Observatorio 6
EJ Estacón 11
Cambras 19
El Pulpito . ... 25
Sietevueltas ...1 30
El Guaduero 51
Río Pata ... 62
Utica ... 65
Alto La Ensillada ... 74
Boquerón de Honduras .. 79
El Empalme. '^5
Villeta . 89
Ferrocarril cUreo
Honda ....
El Salto
Guaduas
Palmar
Villeta
Sasaima . •
Agualarga
Agualarga á Bogotá
• • • • • ■ «
o
15
19
29
34
43
5^
49
Ferrocarril del bur
Bogotá
Rio San Francisco i
— Fucha 3.5
— Tunjuelo 7.5
Terreros 11.5
La Cantera 14
Soacha 15.5
Tcquendama 21
Ferrocarril de Girardot
Girardot o
El Yesal 8.5
Utica 135
Tocaima 29
Portillo 31.5
Juntas 40
El Naranjal 46
San Antonio 50.5
i^Trazo)
' La Mesa 67
El Hospicio 74.5
Zipacón .... 108.5
Serrezucla 1Í8.5
Bogotá 153.5
Variante
Juntas
El Hospicio..
Río Bogotá .
Tequendama.
Bogotá
70
90
99
137
Juntas á San Joaquín 17
San Joaquín a Bojacá 62
Tequendama (llanos) á Bo-
gotá 22.5
Madrid á Barroblanco 10
Facatativá á los Manzanos... 5
Por el Camino de herradura
Girardot o
Tocaima 30
Juntas de Apulo 39
Anapoima 39
La Mesa 61
El Hospicio 66
Camino de Fusagasugá (Pavón)
Río Sumapaz
La Puerta
El Angarillo .
El Novillero
Fusagasugá . .
Piamonte ....
Bermejal
Barroblanco
Aguabonita
Malagana
Boquerón de Cuarto-oscuro ...
El Tambo
X enco. *••-.. ... .. .••,.•••».
Río Muña
• • • • > >
De Muña á Bogotá.
o
6
12
19
25
29
33
36
45
47
50
52
56
58
25
NuKVA Geografía de Colombia
iii
PamhM de Fusagasugá (Balen)
Bogotá
Tierranegra
El Peñón
El Roble
Barroblanco
Agoadita
Cruzgrande
Fosagasugá
Fin del llano del Novillero
Depresión de La Puerta...
Fin del Llano de id
La Serena
£1 Boquerón
Puente de Fusagasugá-..
La Capilla
Alto del Muerto .. . ...
Melgar
Paso del Fusagasugá.....
Ricaurte
• • • • %
o
25
33
38
44
47
50
55
61
63
75
80
90
93
95
104
117
134
140
La Compañía de Colombia
De Bogotá á San Martin^ por Sumapaz
San Martín
Trapiche 12
£1 Mosquito 25
Riogrande 29
Piedra de Letras 37
LaEsperanza 47
El Botadero 60
Tambo del Nevado 67
Santa Rosa 87
Chisacá 105
Usme 130
Bogotá 148
De las Altiplanicies al Guayabero
Santa Rosa o
San Juan 24
Sumapaz 48
i^as Oseras 59
Santa Ana 87
Colombia 112
La Providencia 138
Papamene 154
Uribc 171
Las Peñas 193
Acacia 231
Boca del Monte de Arama... 250
Del Magdalena al Caquetá
Purificación o
Prado II
Dolores 28
Alpujarra 40
La Nutria 60
El Boquerón 83
Santa Lucía (La Cordillera) 103
El Pato 1I7
La Caraguaja 149
El Dormilón 172
Dormilón á Uribc 68
Colombia á Dolores 26
De Newa al Chaparral
(Solano)
Neiva
Guagua 17
San Francisco 37
Órganos 54
Aguadulce 86
ElGuanábano 115
Ataco 133
El Chaparral 151
Ortega 187
Coyaima 202
De Girardot á Honda
(Trazo de Ferrocarril)
Girardot
Espinal 13
Chicoral 9.5
Cuatroesquinas 21
Piedras 8
Caldas 17
Venadillo 13.5
Lérida 16
Guayabal 19
Garrapata 10
Mariquita. 12
Honda 18.5
157.5
Ferrocarril de Im Dorada
Arrancaplumas .. o
XAOiivia .■.«. * •••*.• »..•■•••.• 2
v^aracoiii (••.*•.. ••. • .. ••• •• s
Guarinój 7.5
Guarinocito. 6
Yeguas 4
i-fa «Asiria> •• ••••• ••••>• ••••••• k2
3fi.5
La ruta del Meta
(Distancias por el trato del Ferrocarril
y por el camino de herradura)
Bogotá
Tunjuélo.
8
•t*
f 12
NuF.VA Geografía de Colombia
Yomasa 15
£1 Boquerón 19
Chipaque 30
Puente de Cáqueza 41
Cáqueza
Juntas de Rionegro... 49
Puente de id 58
Quetame
Monterredondo 71
Kioblanco 77
Pipiral 90
Servitá 95
Rio Guatiquia 109
VillavScencio iii
Río Ocoa 127
Pachaquiaro 134
Purgatorio 150
Yacuana 178
La Bandera Rio Meta) 190
Eu Casavare
{y. J. Casas)
Ttme
Arauquita..... 100
Arauca.. 130
Cravo lio
Tame 215
555
Ferrocarril de Antioquia
Puerto Berrío
I.a Bodega 13
Sabaletas 32
Las Pavas 48
Rio Ñus 52
Caracoli 58
Cruces 64
Palniichala iii
Zarzal 117
La Quiebra 126
La Negra.... 134
Pastales 152
Barbosa 161
Girardota 178
Copacabana 188
Medellin 202
n
Rio Manso
58
17
Cuchilla de Sainaná .
69
22
Rio Samaná
81
's^
Narino
88
33
Páramo de Sonsón
105
* • >
.^onsón
120
46
48
60
Puerto Manso (Rio La Miel)
Rio Moro
26
66
78
San Agustin
Cerro Altamira ...
57
67
82
Pensilvania
88
■ • ■
Páramo San Félix
X12
92
Salamina..
140
109
116
129
Camino de Oicidente
157
iftg
(Antioquia
Del Magdalena á Antioquia
(Fauífiaber)
Puerto Dona Juana ■ Río
Magdalena)
Quebrada La Libertad 12
Cuchilla La Miel 32
Rio La Miel 34
Victoria Vieja . 43
Pavarandocito
La Cerrazón 50
Dsdeiba 55
Frontino 89
í 'a mino de Quilbo
(R. White)
Quibdó o
Tutumendó 20
Quebrada Guayacana 30
Bellavista 40
I^s Ollas 52.5
Sabaletas ;.. 60
El Valle 62.5
Alto del Oso 65
Las Playas 70.5
Alto del Mico 75.5
La Unión 80.5
El Carmen 100.5
Alto de la Raya 106.5
Bolivar 112
De Cariago á N¿vita)
(Rentería)
Cartago
•
Río Cauca
7
Ansermanuevo
10.5
Alto del Roble
18
LaHondura
21
El Cañizal (la Cordillera)
30
Rio Garrapata
36.5
Las Cruces
45
Rio Ingará
57.5
El Afligido ..
66
Juntas de Tamaña
75.5
El Tigre
93
Nóvita
104
Nueva Geografía de G>lohbia
113
Camino de Belalcázar
Puerto Chaves (río Cauca) á
Quebrada Hato viejo
— Piñal
Río I^ Vieja (puente).. .
Cartago á Riosucio
10
16
21
ICO
Camino dt I Ckami. (G. Carvajal)
Arrayanal
Alto de Paramillo
Chami .. ........
Alto del Charco...
San Juan....
Pedernal
Quebrada López
Mombú
Alto del Tomín ..
Carmelo ...
Alto del Carbón ..
Bagado
San Juan
Alto del Caracol...
Pueblorrico
Alto Potosí ,
Apía
o
65
13.0
19.5
32^5
38
52
60
69.5
74.5
83
88
o
II
20.5
26.5
40.5
De Ikagué á ManizaUs (F. Ferreira)
Ibagué
Cabeceras de La Hondn.. .. 20
Boquerón del Tolima 33
El Portón (Santa Isabel) . . 46
Río Claro -. 75
Manizales ... ... gy
Palestina
San Francisco
Villa María
Pantano del hiablo
La Quiebra (Páramo de San-
ta Rosa, la Cordillera)....,
Manizales al Ruiz.
ó
6
18
36
44
20
El Quindlo
Cartago
Río La Vieja.
Trincheras....
Finlandia
.Salento
La LÍDca
Gallego
RioToche....
Mediación
Ibagué
o
15
17
13
15
20
10
10
24
12
136
Del Cauca al Magdalena
(Trato de ferrocarril)
Zarzal
Río Pijao 15
— La Vieja ... .. 8.5
La Cumbre (Cordillera del
Quindio) 13
Ibagué viejo 14
Cócora 15
Coello 12.5
Cuatroesquinas 12
La Provincia de Quindio (Rentería)
Boquerón del Quindio o
Salento 19
Boquia 22
El Roble 26.5
Finlandia 35
ElPital 47
Pereira 54
Santa Rosa 66
Villa María 88
Manizales 91
San Francisco 104
SegoNÍa 118
Pereira 130
El Pítal 137
Condina 140
Bolillos 150
El Roble 153
Circasia 162
Armenia 172
Calarcá 176
Salento 187
Del Cauca al Tolima (Rentería)
Tuluá
Río Frazadas 25
El Rosario 39
San Antonio 36
El Hato 43
La Chórrela 45
Barragán 52
Chaparral 133
Buga á
La Habana 14
La Imprenta 22
Ri*i Nogales 29
La Venia 37
Río Tuluá 41
Altode Guablto 49
Quebrada Santa Lucía 53
Quebrada Yeguas 58
El Paramillo 6q
Barragán " 7*
Chaparral 153
114
Nueva Geografía de Colombia
De Cali al Pacifico
(Trazo del Ferrocarril y camino de
herradura) (Cisneros)
Cali o
Yumbo 15 13
San José 14 12
ElGuayabo 5 4
Riogrande 12
Dagua 13 23
Juntas 12 12
4- Sucre 19 19
+ Córdoba 12 8
4- Buenaventura 18 18
Variante del Trazo
Cali o
Alto de San Antonio 18 \\
Campoalegre 16 8
Platanales 17 16
Papagayeros 7 7
Dagua 10 10
Distancias directas
Cali á Palmira
Cali á Buenaventura
Palmira á Buenaventura.. ..
Guayólo al río Cauca
Sah Antonio al río Cauca,...
Dagua á Buenaventura
— á Cali
— á Palmira
El rio Cauca
La Bolsa á Cali
— á Buga
— á Cartago...
Cali á Cartago, tierra
23
81
89
10
13
50
37
41
98
120
215
210
Camino del Micay (V. Paz)
Popayán
Ortega 32
Alto del Trueno ... . 46
Río San Joaquín 58
Tamboseco 65
Las Estrellas 74
La Soledad .. - : ... 86
Barludero .. .. 106
Puerto Don Sergio .. 112
Camino de Las Delicias (R. Concha)
Popayan
Silvia...
Yaquivá .
La Plata.
i**«a><««
O
35
50
45
Popayán á La Plato
(Por Guanacas)
130
200
Popayán á La Plata
(Por Moscopán)
220
BatlkJiAJs á lYiijHcnesi]. Uribe — 1S88}
Barbacoas
La Florida lO
Tinajillas II
Pambú 19
Pilcuán .. .. .... 5
Cuchirabo 12
Las Angosturas 4
La Hacienda... •• 12
Allaqucr 7
Túquerrcs 90
Camino de Panga
i\anga ,
El l'áramo
(Quebrada Asaspí.. .
Hoz del Pedregal ..
San Miguel
Playagrande (Patía)
170
13
4
.. 36
II
77
Del Atraiu al Pacifico ( J. T. Landreau)
Boca Charambira (San Juan)... o
Término de la navegación 90
Isiuio (le San Pablo 55
(^uibíló ... 45
Atrato (na\cgable) 250
440
Boca Baiid(V
Baudó (camino navegable) 65
5
. ... 250
Sierra Üaudó
(^uibdí'í
Atrato...
376
Bahía Cupica
Cerro id
Río Nai)ipí
Al rato
O
27
48
188
263
Frontera venezolana de la Goajira
(Comisión de límites)
El Castillete
Morro Calaveras
Mojón de la Ensenada ....
.Mío del Cedro (Montes de Oca)
7
46
21
63
137
Nota — Otros trabajos de importancia no se incluyen en esta serie, po'
referirse á porciones reducidas de terreno, pero en el texto se incorporan en s"
respectivo lugar.
De las cifras que anteceden resulta como consecuencia, la necesidad de
levantar los planos de las lincas telegráficas en ser\ icio, trabajo que lejos de ser
un gravamen para el Tesoro, redundará en beneficio efectivo del país.
Nueva Geografía de Colombia i 15
liitordrl — ^^ litoral colombiano, conforme atrás se dijo, mide
más de mil leg-uas, casi por ig-ual repartidas entre el Mar de las
Antillas al N. y el Océano Pacífico al W. El carácter g^eneral de
esas dos porciones es diferente : allá se presenta vario y rico en
promontorios rocosos separados por extensas playas ; acá dominan
las reg'iones bajas, y sólo en contados puntos aparecen las peñole-
rías, pero con dimensiones gig^antescas á causa del contraste. En
ambos mares abundan los archipiélag'os en la zona ístmica ; algu-
nos esmaltan la costa caribe en la porción de tierra firme, pero fal-
tan casi por completo en la similar pacífica, siendo sí de advertir
que sólo en este océano, en la parte panameña, surgen islas verda-
deramente dignas de tal nombre.
l.° Cosia Atlántica — La Costa Adántica se compone de dos
porciones distintas que delinean una especie de v de brazos muy
abiertos: el uno, con doble é inversa curvatura, corresponde á Pa-
namá; el otro, de trazo más ondulado y sinuoso, pertenece á los De-
partamentos del Cauca, Bolívar y Magdalena, y constituye páralos
habitantes del interior la costa por excelencia ó propiamente dicha.
El litoral atlántico se muestra lleno de contrastes : ora bajo y
arenoso, ora escarpado, rocoso ; al lado de grandes derrumbaderos
que parecen de ayer, se extienden selvas intrincadas y extensos
manglares ; aquí bahías espaciosas no sirven al marino, y allá los
acantilados se hienden de repente y ofrecen seguro abrigo á las
naves. Este litoral es recorrido por una corriente marítima WE., y
en sus playas nunca suben á 50 centímetros las mareas, es decir,
las baña un lago tempestuoso más bien que un mar verdadero.
El litoral atlántico panameño principia al W. en la Punta Ca-
rreta, que parte límites con Costarrica, y se extiende hacia el E.
hasta el fondo del Gol/o de Urahá. En esa costa y con el rumbo in-
dicado se encuentran en primer término las gemelas bocas de los
ríos Sixaula y Changuinula, luego entre las penínsulas de loro y de
Toholb un extenso golfo que un archipiélago subdivide en Bahía del
Almirante al W. y Laguna de Chiriquí al E. Sin duda, este accidente
es el más notable de la costa en referencia, y en su archipiélago pri-
man las islas Popa, Prorisibn, San Cristóbal y Drago, con cerritos y
colinas.
Después, en Veraguas, la costa sigue casi entera por largo
trecho, pues sólo la interrumpen las bocas de multitud de ríos, to-
dos de escasa importancia, y en lo general se muestra hoy desierta
y selvosa. Aparece luego la porción de Por tóbelo, la más septentrio-
nal del Istmo de Panamá, notable por sus dentaduras, islas, islo-
tes y arrecifes : allí se encuentran el Puerto de A^aos ó Bahía de Li-
mones, asiento de Colón y principio del Canal interoceánico, y el
Gol/o de San Blas con el archipiélago de Ims Mulatas, compuesto
de centenares de islitas, arrecifes y bancos en cuyos canales se
extravían hasta los más diestros navegantes. En fin, la última por-
ción de este litoral corresponde al Darihi, donde orilla de cerca
una serranía baja y escarpada, por lo cual abunda en islotes y pe-
queños senos, entre ellos el histórico Puerto Escocés, no menos que
en puntas y cabos, y es en el Cabo Tiburím donde principia, por
este lado, la profunda entrada de mar que se llama Golfo de Urahá,
en cuyo lado W. se halla el cenagoso y dilatado delta del navega-
ble Atrato,
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Nueva Geografía de Colombia i i 7
Doscientos kilómetros al N. de la costa de Chiriquf posee Co-
lombia, en pleno mar Caribe, el Archipiélago de San Andrés (San
Andrés, Santa Catalina, Providencia y numerosos cayos é islotes),
importante por su posición estratégica y sus productos, y en el cual
sólo se habla inglés, por obra de nuestra incuria. Este archipiélago
será prenda de gran valor el día en que la República posea mari-
na de guerra.
Del fondo del Golfo de Urabá la costa se levanta hacia el N.
hasta la punta Caribana que está al pie de un gran relieve andino,
y luego dobla al Nordeste por largo trecho, ó sea hasta La Punta
Gallinas en la Península Goajira. En este trayecto, á trechos acan-
tilada, baja con islotes y escollos, ó con mal definido límite de gran-
des ciénagas, se halla en primer término la península de Mesiizos,
que cierra por el W. el Gol/o de Morrosquillo, en cuyo fondo está
la bahía de Cispaia, donde desagua el río Sinú. Al E. del gol-
fo diversas Tetas (cerritos cónicos) forman otra especie de penín-
sula, ó sea un avance de tierra alta que tiene al frente las Islas de
San Bernardo. En seguida aparecen las ciénagas del Dique y las
islas considerables de Barú y Tierr abomba, muy próximas al litoral,
contra el cual forman la histórica Bahía de Cartagena, fortificada por
los españoles, y que mar afuera tiene las abiertas Islas del Rosario,
que en esta época aminoran mucho la antigua importancia estraté-
gica de la plaza.
La costa continúa casi rectilínea, orlada de cerca ó de lejos
por rompientes, hasta la ensenada y la larga punta de Galerazaní'-
ia, que crea una región de rompientes, peligrosa para la navega-
ción. Luego el litoral dobla hacia el E. hasta el pie de la Sierra
Nevada de Santamarta, que la obliga á cambiar rumbo después
de haber guardado las bocas del Magdalena — río de peligrosa barra,
pero cuyo empuje se deja sentir una legua mar adentro, — y de for-
mar la extraña Isla de Salamanca, especie de angosto dique de are-
na que divide la gran Ciénaga de Santamarta del piélago antillano.
Obligada la costa á volver de nuevo al N. antes de poder se-
gfuir al E., envuelve para ello el pie del gran macizo de la Nevada,
en cuyo trayecto se muestra magníficamente recortada, con varie-
dad de ancones (ensenadas), entre los cuales se cuenta la Bahía de
Santamarta, y peligrosos cabos como los de Aguja y San Agustín. En
seguida, uniforme y aplacerada, delinea el cuello de la península
goajira, en la cual, merced al auxilio de pequeñas serranías, forma
las magníficas bahías de Pórtete, Honda y Chica, entre el Cabo de la
Vela y Punta Gallinas, sitio éste el más septentrional de la República.
En fm, á partir de dicha Punta y para delimitar la otia mitad de la
península, se encorva y retrocede al W., primero con lentitud es-
maltada por los cabos Espada y Chichivacoa, y luego rápidame nte
hacia el fondo de la ensenada Calabozo, al pie del término de| otro
relieve andino, pasando por los Frailes, junto á la semi-laguna,
semi-bahía de Cocinetas, donde principia á cubrirla el pabellón
venezolano.
En números redondos, de Punta Carreta á Boca del Drago hay
42 kilómetros ; de aquí á la Punta de Chiriquí, 52 ; á la Boca Li-
món, 95 ; á la Punta Manzanillo, 200 ; al Cabo Tiburón, 254; al
fondo del Golto de Urabá, 100 ; á Punta Caribana, 75 ; á Puerto
Ilg
NVeva Geografía dk Colombia
Mestizos, i6o; á Puerto San Bernardo, 40 ; á Cartag^ena, 90 ; á la
boca del Mag-dalena, 104 ; al Cabo Ag-uja, 72 ; á Riohacha, 150 ;
al Cabo de La Vela, 52 ; á Punta Gallinas, 72 ; á Punta Espada, 62.
y á Los Frailes, 60. En línea recta de Punta Can^eta á Punta Ga-
llinas se miden 1300, y este larg^o trayecto naturalmente se divide
en tres porciones ó cuerdas de sendos arcos, más acentuado el cen-
tral : el seno de Chiriquí 350 (de Carreta á Manzanillo), el Grolfo
del Darién 560 (de Manzanillo al Cabo Agfuja), y el seno Goajiro
400 (de Ag^uja á Gallinas).
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Figura 31 — Diagrama del Litoral Pacífico — láscala : i : 7.500,000
2P Costa Pacifica, — También este litoral se compone de dos
ramas que delinean una especie de r) ; la primera, orientada de W.
á E., pertenece al Istmo de Panamá, y la segunda, tendida de N.
á S. como orla del Chocó, se dilata al pie de los Andes, encentran-
Nueva Geogr^vf/a de Colombu i 19
dose la unión de las dos en el Golfo de San Miguel ó del Darién
del Sur. Si ondulado y vario es el trazo del litoral Atlántico, más
caprichoso aiSn se muestra el del Pacífico.
La costa ístmica principia en la Punta Burica, de donde, tras
formar el costado oriental de esa cuasi península, se encorva, re-
cortada, al E., por el pie de las llanuras de David, que encierran
el puerto de Pedregal^ teniendo al frente diversas islas, entre las
cuales sobresalen StTilla, Boca, Panda y Remedios. Después ro-
dea un ancho contrafuerte que avanza mar adentro á modo de
península, al que sigue la verdadera península de Azuero,la única
que presenta nuestro litoral del grande Océano, ancha, maciza,
comprendida entre los golfos de Moniijo, cuya entrada cierra Ja
isla de Cebaco, y de Patita , parte W. este ultimo del gran Golfo de
Panamá. La península de Azuero, cuyo ancho remate es casi recti-
líneo, presenta éste limitado por las Puntas Muriato y Mala. Al
W. de la península en referencia esmaltan el mar varias islas que
se dividen en grupos, como son las Sicas, las Contreras y la de
Ceiba, isla ésta de extraño perímetro en figura de mango, la ma-
yor de las que posee la República, y que lleva por cortejo las
más pequeñas de Jicarita y Jicarón. A partir de la Punta Mala,
la costa describe majestuosa curva de seno vuelto hacia el Norte,
curva que termina en Punta Gar achine, sobre el mismo paralelo que
la Mala, con la cual encierra el Gran Golfo de Panamá, uno de los
mayores del globo, que principia con el de Parita al W., forma al
centro el de Chorrera, junto á la Punta de Chame, y concluye al
E, con el profundo y tortuoso de San Miguel ó del Darién del
Sur. La costa del Gran Golfo, á trechos orlada de cayos y arre-
cifes, abarca dentro de su curva un cordón de islas que se ex-
tiende desde el seno de Parita al de San Miguel, entre las cuales
merecen mención la de 2 ahoga, con el mejor fondeadero de estas
regiones ; la de Flamenco, que forma el Puerto de Panamá, y un
poco al SE. el magnífico archipiélago de las Perlas, conjunto de
islas que se agrupan en torno de la crecida de San Miguel (an-
tes del Rey), y entre las cuales las de Pedro González y San José
son de alguna importancia.
La segunda sección de esta costa, que orilla la región andi-
na desde la Punta Garachiné hasta los i°3o' de latitud N., ó sea la
frontera ecuatoriana, con rumbo general N. S., abarca dos por-
ciones bien distintas. En sus dos tercios primeros es simple es-
carpa, con escollos, al pie de la baja serranía de Baudó, en tanto
que en el resto se dilata baja, fangosa, como límite de llanuras
selváticas y húmedas, y llena de playones, ó sea islas formadas
por los aluviones de numerosos ríos y distribuidas de tal suerte
que entre ellas dejan un inmenso dédalo de canales, caños y calles.
En la primera porción, el Alto Chacay se encuentran las ba-
hías de Cupica y Coqiii, separadas por la Punta Solano y cerradas al
N. por la Punta Cruces, y al S. por el temible Calo Corrientes. Des-
pués aparece el gran delta del caudaloso San Juan, que insignifi-
cantes colinas dividen de la bahía de la Magdalena, especie de
antepuerto de la más importante de la Buenaventura, principio del
Bajo Chocó y de la transformación arriba mencionada. De esa
bahía á Timbiquí el litoral es casi rectilíneo ; después forma una
i 20
Nueva Geografía oe Colombia
gran saliente que encierra los diversos brazos y bocas del Patía, y
otra, menor, que es el delta del Mira, quedando entre ellas la
hermosa Bahía de lumaco. En fin, al mediodía de dicho delta,
que comprende la Punia Manglares, se abre la boca del riachón de
Mafajey término de la costa colombiana. A partir de la Buena-
ventura los escollos y rompientes que acompañan la tierra firme
penetran buen trecho mar adentro, y sirven como de antemural
á los playones, es decir, á los pilares de una playa que merced á
ellos, poco á poco avanza sobre el océano. F2n frente del seno de
Timbiquí y en la continuación del eje de Baudó están las islas de
Gorgonita y G o rgona, ésta, más crecida y montañosa.
El arco que delinea la costa Pacífica tiene una cuerda que
sólo mide 850 kilómetros ; de Punta Burica á Punta Garachiné ape-
nas hay 500, y de ésta á la Punta Mang^lares se reg^istran 750. En
el litoral panameño el seno de Chiriquí (Burica á Mariato) mide
230 de abertura, 190 el Gran Golfo de Panamá, y 1 10 se cuentan
entre las puntas terminales de Azuero. De la punta Garachiné á la
boca principal del San Juan hay 440 kilómetros, 215 de aquí á
Punta Guascama (delta del Mira), 135 de ella á la Manglares, 155
del río San Juan al cabo Corrientes, y 1 30 de éste á la Punta
Cruces.
Figura 32 — Colombia : regiones irurítima y continental comparadas
iLitoml pannincño
del Faciflco
Litorul panameño
del AtUntico I
Superficie total de la Bepública
Litoral cnuctiiio
del PhcíHco
I^itorul atlántico del Cnuoa,
Bolívar y Mngdalcnn
Zona
marítima
}^oTA — En la zona marítima no se incluye sino la superficie cuyos habitan-
tes viven del todo, 6 en parte principal, de los productos del Océano.
Nueva Geografía de Colombia
121
El estudio detallado del litoral colombiano es complicado
por los millares de islotes, playones, cayos, escollos, puntas, ba-
hías, puertos, &c., que lo constituyen, no obstante lo cual, por su
conñg'uración misma, sus condiciones climatéricas y su falta de islas
(apenas dos si merecen este nombre), no ha servido para dar na-
cimiento é impulso á una marina importante como la de Chile ó
el Brasil.
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F'igura 33 — Diagrama de la frontera ecuatoriana
Nueva Gtúgrafia de Colombia TOMO 1—9
132
NuKVA Geografía de Colombia
IVontcrftS * — ^-^ Frontera ecuatoriana. Esta frontera, como
principia en la costa pacífíca y termina en la Amazonia, cruzando
para ello los Andes, se divide naturalmente en tres porciones, en
cada una de las cuales se presenta con un rumbo j^eneral, los que
unidas delinean una especie de z orientada del N\V. al SE. En la
región del Pacífico se extiende de la boca del riachón ó quthrada
Mataje á las faldas del Volcán Nevado Chiles, así : la quebrada Ma-
taje en todo su curso ; el alto ramal en que ella nace, con rumbo
SE. mientras divide aguas entre el Santiago y el Mira; luego un
estribo de ese ramal que gira el NE. y termina en la boca del San
Juan^ afluente izquierdo del Mira^; en seguida vuelve á trepar buscan-
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• Las roñas en litigio pueden valorarse así ¡ con el Brasil i6S,ooo ks. cds •
teten aquella República ; y con elLcuador 144,000, siendo de advertir que estos
últimos están todoweal y malerialmente ocui)ados por Colombia por medio de
pueblos y autoridades que en ellos funcionan de tiempo atrás. La iS^ersa sucede
con las otras dos porciones, bien que allí las usurpaciones fron terinas no Sd^
ser nominales en su mayor parte. '^
Nueva Geografía de Colombia 123
do el lomo de una crestería interpuesta entre el San Juan y el Mira,
la que sigue algún trecho hasta frente ala boca de la quebrada Agua-
hedionda, que nace en las faldas occidentales del Chiles. En la re-
gión Andina toma el lecho del Carchi, que nace en ese mismo ce-
rro, hasta su boca en el Rumichaca ; éste, aguas abajo, hasta la
quebrada TtjeSy y ésta, aguas arriba, hasta el cerro de La Quinta,
donde tiene sus fuentes. Del cerro Quinta pasa al de Troya, busca
el Llanogrande de los RicoSy de donde sigue por la quebrada Pun al
río Chtínquer, que desciende hasta la quebrada San Francisco , por la
cual toma á remontar á la cordillera ó crestería andina, llamada
Cordillera Oriental, pasando por los cerros Piedras y Mirador ^ de
Huaca, y después el lomo dicho hasta el Nevado Cayambe, que está
bajo la línea equinoccial. En fin, en la última porción ó amazóni-
ca, baja sucesivamente á este gran río por las aguas del Coca y el
Ñapo, éste uno de sus afluentes notables por la banda izquierda ó
septentrional.
2.° Frontera peruana — Esta frontera está constituida por el
Amazonas, desde la boca del Ñapo, aguas abajo, hasta el seno de
Tabatinga.
3.° Frontera brasilera — Los límites con el Brasil los marca
en primer lugar el Amazonas, aguas abajo, hasta la boca del bra-
zo Uaii Pardnay desprendido del río Yupurá unos cuantos kilóme-
tros antes de su fin. En seguida la frontera alcanza la Piedra
del Cucuhy, por una línea compleja que comprende: el brazo
Uatiparana, el Yupurá, el desagüe de la laguna Maraky ó Cuma-
pí, una línea imaginaria trazada con rumbo S. N. al través de la
selva ; del extremo N. de dicha laguna al Rionegro, que re-
monta un poco en busca del Cababury ; este río, aguas arriba,
hasta que queda al S. del cerro Cupi, á que también llega por otra
línea ideal, y por último, una línea imaginaria de ese cerro á la
Piedra de Cucuhy, á orillas del Rionegro. Esta última parte de la
frontera, aún no demarcada, ofrece un trazo irracional, cualquie-
ra que sea el punto de vista desde el cual se le considere. Lo lógico
sería bajar el Rionegro desde Cucuhy hasta donde lo corta el Ecua-
dor, y luego avanzar rectamente al S. en busca del Amazonas en la
boca del Uatiparana, cortando al paso el Yupurá cerca de las islas
Tlmutiti. Seguramente el Brasil convendría en aceptarla de prefe-
rencia á la otra.
4.® Frontera venezolana — Esta frontera, fijada ya como se
debe, y puede decirse que demarcada sobre el terreno, pasa del
Rionegro (Amazonia) al Mar de las Antillas al través de la Orino-
quia y comprende diversas secciones, ora naturalmente señaladas en
el suelo, ora en un toda convencionales. En primer lugar remonta el
Rionegro desde Cucuhy hasta no lejos de Victorino ; de aquí gira
en línea recta hacia el Atabapo pasando al respaldo de Yavita y
Pimichín, y por el lecho de ese río y el Guaviare, del cual es con-
fluente, llega al Orinoco, frente á San Fernando de Atabapo. Des-
pués desciende el Orinoco hasta la boca del Meta, remonta este río
en busca del Antiguo Apostadero, y de aquí gira al NW. á dar con
el Arauca, donde lo corta el Meridiano de Palmarito. En seguida
vuelve por el Arauca, aguas arriba, hasta la boca del Oirá, que re-
monta en busca de una cumbre desprendida del páramo Tama, y
124
Nueva Geografía de Colombia
^Caracas
Cordillera Caribe
Cúcuta'^ í S
^Barittas
Tama \
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Figura 35— Dingrama de la frcnter» venezolana
Nueva Geografía de Colombia
125
alcanzado éste, lo deja en las fuentes del Táchira, que desciende
hasta la boca de la quebrada Don Pedro, por cuyo cauce sube 4
los cerros de La Danta, para caer á los orígenes del Riecito ¿ ríq
Guarumito, afluente del río La Grita, poco antes de que este üUi^
mo desagüe en el Zulia, al cual llega la frontera por la vaguada de
ambos. De dicha boca del Grita la frontera tuerce al NW. en ()usc^
de la boca del Oro en el Catatumbo, cruzando selvas vírgenes y la¿
juntas del Sardinata y el Tarra, para remontar por dicho río de Opo
á la cumbre de la Cordillera Oriental ó de Sumapaz, casi en frente:
de Tamalameque. La cumbre en referencia, ahora denominada
por trechos Serranía de Los Motilones y de Perijá, marca la fron-
tera hasta el Alto del Cedro, situado en las estribaciones finales de
la misma, que constituyen los Montes de Oca. En fín, de dicho alto
y enteramente artificial gira por la Goajira primero al NE. hasta
cerca de La Teta, y luego al E. á rematar en Los Castilletes *,
cortando la entrada de la laguna de Cocinetas. . i
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^'alle del Sixauia
Punta Carreta
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COSTARRICA
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Llanos de David
Figura 36 — Diagrama de la
frontera costarricense.
Punta Burica
* Las comisiones de límites no hallaron punto alguno que hoy los ha-
bitantes de esa región denominen Los Frailes,
126 Nueva Geografía de Colombia
5.° Frontera costarricense — Esta frontera es sin duda ninguna
la mejor demarcada de las de la Repüblica. Arranca del Mar Ca-
ribe en la Punta Monos ó Carreta, y por un largo ramal que allí ter-
mina vuelve al W. en busca de las montañas de Dota, donde princi-
pia. De Dota tuerce al E. por la cumbre de la Cordillera de la
América Central, ahora llamada Cordillera de Talamanca, hasta
donde cambia ese nombre por el de Chiriquí, y entonces desciende
al mediodía hasta la Punta Burica, por el lomo del largo estribo
que forma esta especie de península.
Relieve : Montes y llanuras *— Como de todos bien sa-
bido es, la América del Sur presenta en su área la forma de un trián-
gulo alongado cuya punta se dirige hacia el Sur, y cuyos lados bañan
sendos mares : al W. el Pacífico, al N. las Antillas ó Mar Caribe, y
al E. el Atlántico. Ninguna entrada ni saliente importante deforma
el litoral del triángulo ; apenas merecen mención en el lado N. el
Golfo de Maracaibo, abierto al pie E. de la península de Goajíra ;
el Golfo de Guayaquil en el Pacífico, y el estuario del Amazonas en
el Atlántico, siendo de advertir que la línea equinoccial corta á
los dos últimos, en tanto que por los primeros pasa el ecuador tér-
mico del globo, por lo cual entre esos dos ecuadores queda com-
prendida la mayor parte del suelo patrio.
El relieve ó modelado del suelo de la América del Sur -es en
extremo sencillo : al Oeste y sobre el lado más largo del triángulo
se alza una enorme protuberancia, la Cordillera de los Andes,
orientada de N. á S., y la segunda del globo por su longitud, su
anchura y su altitud ; al Este y en frente de los Andes surgen dos
vastas mesas que separa el Amazonas, mayor la del mediodía ó
sea la del Brasil, menor pero más alta la del septentrión ó de la
Guayana. Ambas por medio de casi imperceptibles pedúnculos se
prolongan hacia el ocaso para enlazarse ligeramente con los An-
des, que en su extremo septentrional envían largo brazo hacia el
oriente, el cual corre por lo mismo frente á la mesa de Guayana.
En el centro del territorio se dilata inmensa y baja llanura
subdividida en tres porciones cuya magnitud crece deN. áS.;
entre los Andes y la Guayana los Llanos (Orinoquia) ; entre ellos, \a
• Los geógrafos modernos dividen las montanas en altas ó de i.^^ orden
si su altitud excede de 2,000 metros ; medias ó de 2.° si miden más de 1,000, y
bajas (S de 3.^ cuando no alcanzan á 1,000. Denominan llanuras bajas aquellas
cuya altitud es inferior á 200 metros, y altas las que alcanzan hasta 500. Todo
terreno elevado más de 500 metros, si ocupa un área considerable, constituye una
mesa ó meseta^ aun cuando su superficie esté cruzada por crestas de alturas, va-
lles, &c. Una mesa es, pues, además de su significación usual "<f región 7vh0se
Uwest iracis ei'en are coiisiderably eleinited (1,500 pies para arriba) abowe ihe sea
level.^^ (Encyclopadia británica ^ ninth ediiions). Los agí i mensores colombianos sue-
len apellidar cordilleras primarias, secundarias, terciarias, &c., no las que se
produjeron en esas épocas geológicas, sino las que se engendran sucesivamente
por bifurcaciones, y por lo tanto presentan menos y menos elevación con respec-
to á la principal. Conservaremos este uso, que es conocido, reservando para las
clasificaciones geológicas los vocablos arcaico^ paleozoico, mesosoicOf cainozoico y
posterciario, únicos que se hallan en los autores modernos considerados como
autoridad en la materia, según los cuales hoy por hoy la ciencia no puede ex-
plicar cómo se han fortiado las cordilleras. (V. K. Suez: X«yíi« ¿/^¿í /¿rmi^.
Nueva Geografía de Colombia
Guayaría, y la Mesa del Brasil la selva, (Amazonia), y entre ¿sta y
los Andes E¡ Chaco y las Pampas argenlinas. Los ties garandes rfos
que riegan esas tres llanuras (Orinoco, Amazonas, Plata), comu-
nican entre sí naturalmente, de suerte que en puridad de verdad
las dos mesas que dominan el Atlántico no son sino dos jjandes
islas tendidas al pie oriental de los Andes.
Los Andes surgen con escasa altura y formando un solo cuer-
po allá en la península patagónica ; en Chile acrecientan su altu-
ra hasta levantar el pico gigante del sistema {Aconcagua : 6,970
metros), y á partir de ese esfuerzo colosal, agregan el segundo
128' NifEVA Geografía de Colombia
para^^lcanzar su máxima anchura en Bolivia-Perü, donde entre
dos'lfigantescas cresterías forman la mesa del Titicaca, situada á
4,ooa metros de altitud, de suerte que las aguas de ese lag^o que
hoy^^Urca el vapor, están más altas que los picos más altos de
g-itartdes cordilleras como los Pirineos. Apoyados en este enorme
TñAcitcr^ el mayor del globo (?), los Andes tuercen al NW., disminu-
yendo en altura y espesor, pero aumentando el numero de cres-
terías hasta acercarse al golfo de Guayaquil, donde colosal brecha
los -asierra, puesto que su lomo, frente á Loja, no alcanza la re-
gión de los páramos. De ese punto la cordillera se vuelve hacia
el'NE., primero formando un solo cuerpo en que culminan dos
cresterías, con el cual aspecto pisan la tierra colombiana, luego
abierta en abanico terminal de cumbres que se alejan unas de
otras hasta ocupar tanta base como en la región del Titicaca, sólo
qüe'^OTora, en vez de sustentar gigante mesa entre ellas, dejan
golfos, lagos y bajas llanuras que no parecen ser sino fondos ma-
CÍtÚaas^ apenas medio colmados con los detritus de las aledañas
^rranías, algunas de las cuales alcanzan aun el nivel de las nieves
perpetuas. En fin, el abanico terminal de los Andes al W. se co-
nexiona con relieves que avanzan en ese mismo rumbo, constitu-
yen el Istmo de Panamá y enlazan la América del Sur á la Cen-
tral, en tanto que al E. lo hacen con otros lomos secundarios, la
cadena Caribe, que remata sobre las bocas del Orinoco *.
En fin, el abanico terminal citado constituye, desde el punto de
vista geológico, dos grandes masas, una occidental formada de ro-
cas cristalofilianas y eruptivas, y otra oriental en que predominan
las rocas sedimentarias y modernas, quedando entre las dos una
sinclinal, la mayor de América, por cuya vaguada rueda el Mag-
dalena, río que por lo tanto divide los Andes colombianos en dos
grupos perfectamente distintos entre sí : Andes occidentales^ princi^
pales b crislalofilianos^ y Andes orienlaleSy secundarios b sedimentarios
(figr. 38).
Debemos sí advertir que p)or la existencia del río Cauca, río
que rueda largo trecho entre los Andes principales, y en una porción
de su curso (el valle) tiene á los lados cresterías que lo dividen una
del Pacífico y otra del Magdalena, y además al oriente de esta úl-
tima se alza otro lomo que á este río separa de las regiones llanas
del interior del Continente; en esa porción del territorio se ven, deci-
mos, aparentemente marcadas, tres series de cumbres, y el pueblo,
en su afán de simplificar y generalizar, consideró de tiempo atrás
como armazón de la orografía colombiana la existencia de tres
cordilleras, designándolas con los nombres de occidental, central y
oriental.
Y en verdad que tal división es cómoda para la descripción
de nuestro relieve, por lo cual habremos de conservarla hasta cier-
to punto, no sin hacer constar, eso sí, que tal clasificación es erró-
nea desde el triple punto de vista de la posición de las crestas,
de su relieve y de su composición geognóstica. En efecto, al W.
de la -occidental hay luego otro relieve {Baudó) ; al S. de Popayán
* Els de observ ar que dos círculos trazados desde los centros ay b (figunt 37),
deUniitan l«s do* grandes curvas de los Andes y de la costa oriental de AmépCS*
Nueva Geogkafía de Colombia
Figura 38 — Croquis geológico de Colombia Escala : l : 2
(Negro pusteado.- rocas cristalinas volcánicas y^ paleozoicas). ;_
(Rayas paralelas: rocas menozoícas).
(En blanco: terrenos modernos).
no existen sino dos cresterías ; todas en su pane N. se dividen y
subdividen en múltiples líneas de cumbres, y, en ñn, la altimetrfa
con su voz indiscutible, y concordante aquí con la geognóstica, en-
seña que la Cordillera oriental es una vasta y compleja mesa bi-
furcada en su remate septentrional; que la Central y Occidental
no son sino los rebordes de dilatada mesa que concluye como la
anterior, y, por ultimo, que los demás relieves del país no son andi-
nos, desde cualquier punto de vista que se les considere.
Ahora bien : teniendo en cuenta que Colombia comprende no
sólo el abanico terminal de los Andes y sus anexos, sino que extien-
de su dominio i una parte de la llanura interior del Continente, has-
ta las vaguadas del Orinoco y el Amazonas, claro está que la pri-
mera división que ha de hacerse del territorio es separar la regidn
oeadenial quebrada ó andina, con sus montes y antemontes, de la
orítHlal 6 ¡lana, porque si allá hay llanuras, son de área exigua.
130
Nueva Geografía de Colombia
comparada con la de las serranías, y acá las colinas y cerrillos
apenas surgen como islotes en dilatado mar *.
Figura 39— Regiones naturales de Colombia. Escala : i : 20.000,000
•¿La'superficie de Colombia puede clasificarse como sigue, desde el punto
dejrista físico.
ístmica
Andina
Amazónica,
Región fs geográficas
Región I
Ístmica
Región andina
Región oriental
ks.D
76,000
490,000
860,000
1.426,000
Figura 40 — Diagrama comparativo de lai regiones geográficas.
Nueva Geografía de Colombia
131
En la región Andina se impone desde luego una subdivisión :
los relieves Andinos propiamente dichos no la ocupan íntegra, ya
que á dicho sistema no pertenece ninguna de las alturas que domi-
nan el litoral atlántico de la Goajira á Costarríca, pues hasta los
RELIEVE DEL TERRENO
Porción tMfUañésa
Serranías \\del Coqueta
Serranías I ICani^^j
I Cordilleras andinas I
Figura 41 — Diagrama comparativo de las áreas de los sistemas montañosos
Sistema Caribe :
5>erranías de Panamá 37*000
— Baudó 13,000
— María 9,000
— Santamaría 16,000
— Goajira 2,000
77,000
Sistema andinos
Cordillera del Chocó 76,000
— Quindío 110,000
— Sumapaz 135,000
321,000
Sistema amazónico :
Montes del Caquetá 12,000
Mofttes II goajiros
Montes \^de María
Serraftlal S ^e Baudó
de I g ISantafuarta
t \de Panamá
Sierra
Serranía
I i¡ Cordillera del Chocó
Cordillera del Quivdio
Cordillera de Sumapaz
77,000
32If000
12,000
410,000
Figura 42-^ Diagrama comparativo de las áreas' de 1a$ serranías colombianti$
132
Nueva Geografía de Colombia
remates de las cordilleras del Chocó y de Sumapaz parece no es-
tán constituidos geológicamente como el resto de ellas. Esos relie-
ves, que sin duda ninguna se enlazan íntimamente, por su modo
de ser, con la cadena litoral de Venezuela y las serranías de las
Porción Uaná
Vienen 410,000
Panamá
Chocó (Pacífico)
Costa y Zulia —
Región oriental-
Llanura A i del Chocó
Llanura A I de Panamá
49,000
20.000
99,000
848,000 1.0x6,000
1.426,000
Llanuras
'Je I Norte
Llanura oriental
I
Figura 43 — Diagrama comparaiivo de las áreas de las llanuras colombianas
Zonas climáticas
Nieves eternas 7,000
Páramo (inhabitable?) 38,000
Fría 106,000
Templada 175,000
Cálida 1,100,000
i;426,ooo
Niec'es
Tierra
Tierra i
amos
fría
templada
L
Tierra caliente
Figura 44— Diagrama comparativo de las áreas de los climas colombianos
Zonas altimétricas
Llanura 1.016,000
Montanas de tercer orden.
Id. de segundo id
Id. de primero id
140,000
150,000
120,000
1.426,000
Montañas de
Montañas de 1
primer orden
\segundo orden
Montañas de
1
tereer orden
1 Llanuras 1
Figura 45 — Diagrama comparativo de las áreas del relieve colombiano
Nueva Geografía de Colombia
133
Antillas, constituyen el sistema Caribe Colombiano, que compren-
de los grupos de la Goajira, la Sierra Nevada de Santamaría, los
Montes de María (Bolívar) y la Serranía de Panamá, á la cual es
preciso referir la de Baudó, aun cuando está sobre el Pacífico. Con
razón sobrada los geógrafos peninsulares del siglo xviii, para las
clasificaciones de los Archivos, miraron todas estas tierras como
situadas en la América Septentrional. ¿ Y por ellas no pasa, ade-
más, el ecuador térmico del globo ?
Para fijar mejor las ideas sobre la materia, conviene recurrir
á un procedimiento objetivo, por así decir. Supongamos que el
mar sube 6,000 metros sobre su nivel actual, y por lo tanto que
Colombia ítiíegra desaparece bajo sus aguas, y que luego, miran-
do ese mar á vista de pájaro, hacemos que sus aguas desciendan
bruscamente por capas de un kilómetro de espesura.
Al reducirse la inundación á 5,000 metros, apenas veríamos
surgir de entre las olas cinco islotes, cuatro de ellos alineados so-
bre larguísima recta, y el ultimo hacia un lado, todos á grandes
distancias entre sí : serían las cumbres de Cayambe, Huila, el
Tolima-Ruiz, la Sierra Nevada de Santamarta y la Sierra Neva-
da de Chita.
ÍST*MARTA
I
I
(
sf-
/^
i^GUiCAN
HUILi^
#^
^CAYAivian
J
Figura 46— Colombia hundida 5 kilómclros
Al bajar las aguas otros mil metros, poco aumentaría el suelo
patrio : crecerían en superficie las islas mencionadas; sobre la di-
rectriz del Cayambe al Huila aparecerían otras formando cordón,
y la principal de ellas quedaría cercana al Huila; hacia el S. re-
sultaría un verdadero archipiélago de islotes ; la isla de Güicán
quedaría sobre otro eje de tierras emergidas, y por último, al W.
de esos dos ejes surgiría la isla del Paramillo del Sinü.
Los mismos alineamientos subsistirían al descender el mar á
3,000 metros sobre su nivel actual, sólo que sobre esa líquida su-
«34
Nueva Geografía de Colombia
ARCHIPIÉLAGO
COLOMBIANO
si el mar subiera 4^000 metros
Isla de Santaniarta
^ Islas de Cachiri
o
Islas de Los Cohrados
00
o Isla del Sinú
I
Isla dejjüicán
o
Isla Colorada o
Isla' de Toquilla o
o
^
Isla del Quittdlo
f^ Isla de Sumapaz
o Barra^áft
O Isla del Iluila
\
Isla de Colombia
O Isla de Las Animas
O
c Pasto
O Isla del Cayamh
^ Isla de Pasto
Figura 47«— Colombia hundida 4,000 metros
perficie las tierras se agruparían más bien á manera de diques lar-
guísimos recorridos aquí y allá por crestas de mediana altura"
y hacia el S. y el NE. (con respecto á Bogotá) aun aparecerían al-
gunas poblaciones á modo de puertos marítimos. En especial sería
considerable la línea central de cumbres, porque sólo en un punto
la interrumpiría un estrecho (Guairapungo); la línea occidental se.
ría del todo discontinua, y la oriental parecería complicado archi-
piélago de tierras dispuestas de modo raro sobre varios ejes En
ifin, allá al NW. y á gran distancia (en Chiriquí) se verían algunos
sietes.
Sin modificarse la armazón aumentaría el territorio al bajar
lelmar á 2,000 metros, de suerte que la extensión del compacto
Nueva GEOGRAriA de Colombia
135
archipiélago casi igualaría á la de Bélgica; islas habría ya con cli-
ma templado por la altura de sus relieves, y alguna mediría con-
siderable anchura.
Al siguiente escalón la transformación sería notable, desapa-
recerían multitud de canales y las tierras emergidas se agruparían
en dos fajas distintas pero unidas á modo de Y, con golfos y senos
considerables y multitud de islotes que entre aquéllas semejarían
pilares de puentes de comunicación. Hasta la región de Chiriquí se
acercaría de suerte que sólo una serie de estrechos habría entre ella
y las tierras continentales. ¿ Dónde se hallarían entonces las cor-
dilleras tales como de ordinario las imagina el comiín de las gentes?
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Carta CE/VA
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Figura 48 — Colombia hundida 3,cxxí metros.
Nueva Geografía de Colombia
Figura 49 — Colombia hunilida
Si en seguida reducimos la inundación á soo metros, plano ni-
vel donde principian las mesas (fig. 501, algo crecería la superficie
descubierta, pero sin modificarse la arma/.ón ya mencionada; una
mesa en forma de \. con ambos ijrnwis superiores l)ifurcados. con
algunos islous al F... al N. y al N\\\. y ad.-niíí> al W. las tierrA^
lio Panamá. Kn lin. al Miprimir esa .-aiid líijuida lir. 51K1 mi,'iro«. no
>.'.lo so //'/■//. -íA/'-f la lÍL>rra -w¡\. >.'m>' i[w- riur.laría suprimida la
.-..munirarl/.n rnirr l,.s d,.s uru.-mus.
su actual nivc:l, api'nas ^■■anariu il país algunos milc-s de kilóme-
tros G> sin que se deformara de modo sensible su I (nea litoral.
Otra tanto sucedería al aumentar esa reducción d 1 ,üOO metros, se-
gún lo indica la línea puntuada de la figura 48, siendo preciso que
el nivel del mar bajase 4,000 para producir notables y sertas mo-
dificaciones en el área del país.
Medítese ahora sobre la carta del ira/^o de las grandes cres-
terías colombianas, sobre el perfil de ias mismas, y sobre el cro-
quis de su composición geognóstica. y dígase si las clasificaciones
objetadas caben en el modelo de lo que la naturaleza ha hecho
en el territorio que es hoy día el área de Colombia,
Después de que describamos los grandes üneamientos de
nuestra orografía, hallarán natural cabida los cortes transversales
del territorio, y ellos, con su voz indiscutible, acabarán de escla-
recer el asunto.
NusvA Geogra7i'a de Colombia
Figura 50— Ticnas altas y ticnai bajas ile Colombia. Kscaln : l; 15.00
Los Andes — Los Andes, tendidos oblicuamente del Ecuador
á Venezuela, extienden ala vez sus cresterías en abanico, de suerte
que si su ancho frente terminal se pierde en la Costa caribe, ó me-
jor en las onduladas planicies de la Cosía, por la izquierda enlazan
sus relieves con las serranías de Baudó y Panamá, por el N. hacen
lo propio con las de Bolívar y Magdalena, y por el E. se unen á
las de Guayana. En Venezuela su ultima porción importante se
funde con las serranías del litoral de ese país.
Mupa Gtagfafla di CeUmbia touo I-io
Nueva Geografía de Colombia
Figura 51 — Crestas y macií os du la región andina. Escala; I; 7.Soaooo
£1 gr&soT del brazo es pruporoioiíadn á la altiiud y anchura du las mo ntnoas
Nueva Geografía de Colombia ; 139
Los Andes en el enorme espacio que ocupan en Colombia,
320,000 kilómetros D, es decir, el área de los Alpes íntegros tí ocho
Suizas, aun cuando al parecer forman unas pocas series de gran-
des cimas que el uso apellida cordillerasy realmente se componen
de múltiples muros paralelos, por lo general apoyados á trechos en
grandes macizos, separados por quiebras considerables y que en
verdad no son sino rebordes y pliegues de extensas mesas surcadas
por grietas, fallas y sinclinales, divididas en fragmentos por co-
colosales gargantas, de donde que el álveo de los ríos se muestre
lleno de hoces, saltos y raudales, apenas bañe rudimentarias llanu-
ras y aun parezca en algunos lugares que las aguas corren al revés
ó hubieran roído de arriba abajo altísimas crestas. En una pala-
bra, las cresterías andinas no son sino pliegues de atormentadas
estratas, de los que unos recorren todo el sistema, en tanto que otros
apenas alteran una parte de él ó no tienen sino reducidas dimen-
siones, lo que dio campo á la surrección de altos topes aplanados ó
al colmataje de cuencos interiores así transformados en elevadas
llanuras 6 altiplanicies.
Preciso es, pues, repetir hasta la saciedad, porque es cosa
que con frecuencia se olvida, que los Andes colombianos son tan
irregulares en su régimen — permítase la palabra — como én su
constitución geognóstica ; hasta el punto de que con verdad han
podido afirmar los viajeros extranjeros que " no hay en el mundo
otro territorio cuya topografía haya sido tan influida por las
acciones y fuerzas del planeta ; " de donde lo fuerte de sus pen-
dientes, lo escabroso de sus flancos, la abundancia de hondonadas,
gargantas y precipicios, lo cual si con su variedad procura con-
diciones de salubridad superiores á las de otras tierras tropicales ó
montañosas, en cambio dificulta su vencimiento con buenas vías de
comunicación, elemento indispensable para explotar los veneros
que guardan sus entrañas.
a) Cordillera del Chocó, La llamada Cordillera Occidental ó del
Chocó f límite occidental de la región Andina y cuyo flanco de ese
rumbo domina el . Pacífico y constituye la comarca denominada
Chocó por los peninsulares *, se extiende de la frontera ecuatQria-
na al golfo del Darién con dos direcciones ' generales : SW.-NE.
de aquella frontera hasta los 5*^ latitud N., y S^N. de ahí á la Costa,
6 sea su remate por los 9° de latitud N.
Para describir rápidamente esta cordillera lo haremos siguién-
dola de N. á S. La primera porción de la cordillera, la comprendida
entre el bajo Sinú á la derecha y el golfo de Urabá á la izquierda
(9® á 8**), consiste en una ancha y baja meseta roída por un ha2 de
crestas y valles, en parte mal conocidos atín. Los dos lomos p^inci-
* Este flanco ó frente occidental de los Andes, sometido á condiciones cli-
■Mt¿rícas especiales y donde las lluvias son casi perennes, ha adquirido caracte-
res propios que lo hacen tan diverso del frente oriental, como diñeren el arrojo
7 el torrente. De ahí la conveniencia de mantener á la región ese nombre propio
7 el de sos dos subdivisiones : Alto Chocóy que comprende los valles opuestos del
ACrato y del San Juan, junto con la serranía de Baudó, que los separa del Fací
fioob 7 Baj9 Ch^á, que abarca la zona donde la base de cordillera muere sobre
bajas Uaniiras que dan contra el mar.
figura 52— PtrfiUs
coiUilieraí anilina: — Ahuí
Nueva GeograpIa de Colojíbu
pales 6 serranías del AguUa y de Las Palomas, empiezan en el cerro
del Águila, que domina la Punta Caríbana él uno, en Punta Arbole-
tes el otro, y avanzan i reunirse en el cerro Quintan, dejando al
medio el valle del Damaquiel. Apartirde Quimari las breñas ya'
presentan un solo eje netamente demarcado y que casi de un golpe
se levanta á considerable altura : es la serranía ás' Abibt, Ínter,
puesta entre el Alto Sin¿ y e! rio Ledn y que termina en el impor-
tante macizo del Paramiilo (3800-4200) f, de eje transversal, donde
se funden, por la derecha la baja serranía de Ayaptl, alzada entre
el Cauca y el San Jorge, y la más considerable de San Jerónimo,
que muere en las sabanas de Bolívar, separa este dltimo río del
is de los andes aatioqueños. Escila : -
tStiLu illuTBs de 3,800 resultan de medidas de While ; las de 4,aoo se dedu-
cen del hecho de cubrirse de nieve algunos cerros en ciertas ¿pocas del'aód.
142 Nueva Geografía de Colombia
Sinü y alza la cumbre volcánica de Murrucuc áenírente del Quimari/
y por la izquierda la que divide el Sucio del León.
Del Paramillo por 2 grados hacia el sur, es decir, hasta el
principio del valle del Cauca (paso de Palogordo), ó sea en el
trayecto en que este río describe su grande curva al W. por el
cañón de Antioquia, la cordillera se desarrolla como una muralla,
pues ning-uno de sus pasos mide menos de 2,ocx) metros, y mu-
chas cimas alcanzan la altura de los páramos, entre ellas el Fron-
Uno (3,500), y los Farellones del Ciiará b Chocó (3,300), célebres
por sus agudos picachos, quedando entre las dos la máxima de-
presión de la zona, la llamada Quiebra del Toro (2,090), en las
cabeceras del Atrato. En este trayecto el flanco E. se levanta bre-
ve y áspero sobre la g-rieta álveo del Cauca (700-300), en tanto
. que al W. se ensancha y complica para producir la mesa del Cho-
có, donde hay llanuras de 1,200 metros de altitud, múltiples cres-
terías y cumbres de bastante importancia (sierra Picapica 2,000),
muriendo el todo sobre el valle del Atrato (50-10) : la destrozada
arista que cierra esa mesa por el W., constituye la serranía de
Musinga. Al Oriente del eje principal de la cordillera, y para di.
. vidir el valle del Cauca del cañón^ se alzan las montañas del Oro
(3,200) y Belalcázar, con altitud mayor que la cumbre de donde
arrancan ; forman con ella los opuestos valles de otro San Juan y del
Risaralda, y tienen enfrente el cañón de Arma.
En seguida y por toda la longitud del valle del Cauca la
cordillera se deprime, pues aun cuando al principio alcanza en
Tatamá el nivel de los páramos, luego en Calima y los agjestes
Farallones de Cali no pasa de 2,800, y entre esos dos grupos
abre las contiguas depresiones del Guayabo (1,540) y Los Colorados
ij (1,750), tínicas en su especie en los Andes entre los 2° y los 7®
; de latitud N. En seguida de los Farallones de Cali la cordillera so-
' bre los opuestos valles de Popayán y del alto Patía vuelve á al-
. zarse y costituye una región de páramos que al principio se en-
sancha en una mesa de grandes dimensiones, ignorada hasta hace
poco, y en la cual sólo se conserva intacto el reborde W., en el
■ que descuellan el volcánico Cerro Naya y la Pünla de Piedra, pues
; en el del E., aunque más alto, se halla la enorme grieta por donde
\ el Ingiiitó sale á tributar al Cauca por entre los Farallones y San^
' ía Ana (3,258). Al Sur de esa mesa surge el Cerro Munchique (3,012),
•* y entre éste y el macizo siguiente del San Juan (3,050) está elpasode
■ Carpintería (2,500). En todo este larguísimo trayecto la cordillera se
. muestra con flanco E. breve y escarpado, que tiene al pie la llanura
i del valle del Cauca y las onduladas tierras del valle de Popayán, en
-' tanto que al W. sus grandes estribos se pierden primero sobre el
; San Juan, es decir, frente al eje de Baudó, y i ^idiVÚrá^ Los Colorados
sobre él Pacífico, siendo de advertir que en la hoya del dicho San
Juan la cordillera tiene al pie una derruida serranía volcánica, entre
* la cual surge el cerro Torra (3,671), más alto que la cordillera mis-
ma, y por lo tanto el gigante de la zona, entre el Paramillo antio-
queño.ylos volcanes de Ttíquerres, y al N. del cual pasa el lomo
que constituye el llamado istmo de San Pablo (i 10), que por el S.
de la mesa del Chocó se enlaza á los estribos de Baudó para dividir
los opuestos valles del Atrato y el San Juan. En fin, es del Munchj-
Nueva GkografÍa de Colombia
. que de donde arranca el estribo que forma la Cuchilla del lamió,
-■que se une á la del Jioile, desgajada del Sotará, para constituir el
■' lomo divisorio entre las hoyas del Cauca y el Patía.
Del paso de Carpintería á la frontera ecuatoriana ya la cordi.
llera corre entre el Pacífico y la hoya interandina del Patía (que tie-
ne doble declive hacia la quiebra Juanambii-Guadual), y casi en mi.
taddeese trayecto aparece como dividida en dos por la enorme bre-
cha por dondesale el Patía al mar, la que se abre entre los cerros
Catatifgro (2,780) y Solomayor {2,&\o),y sólo mide 380 de altura en
su fondo (El Guadual), de suerte que á este respecto no tiene igual
al N. de la equinoccial. De Carpintería hacia el S. se realza la cum-
brepara formar el macizo de San Juan (3,050), de donde irradian al
W. grandes estribos, entre ellos uno rival de la cumbre, que termina
en el cerro Valenlín, frente á la mesa de Inguitá arriba mencionada,
y acaba de cerrar la hoya del Micay. En sej^^uida se rebaja la cordi-
llera á su a Itura media, pero en Cacanegro vuelve á desprender es-
tribaciones imponentes que separan el Patía del Izcuandé. Al E. la
cordillera se apoya en estribos que corren de N, á S., el dltimo de
los cuales, que domina la angostura de Minamá (Patía), forma 1»
sarranfa del Castigo,
Fíbula 54-^PiraiqerBi del Guütara -Pasto y nudo de Haaca EkiI* ;
144 Nueva Geografía de Colombia
La ultima porción de la cordillera es también la más notable,
pues aun cuando al principio, ó sea después de Sotomayor, no rao-
difíca su altura, luego ya alcanza la región de los páramos (Gua-
chaves), en las breñas de Mallama mide 4,200, y poco disminuye en
• la vecina cumbre del Azufraly que gana por un arco. Después se re-
duce un poco (paso de Chambú, 3,295), pero en seguida se yergue
de repente á la altura de las nieves perpetuas en los gemelos ne-
vados de Cumbal (4,790) y Chiles (4,780), altura esta última por la
cual pasa nuestra frontera política y de donde signe el eje, formado
por páramos, á fundirse en el nudo de Huaca con la Cordillera Cen-
tral. Al W. la cordillera desgaja grandes ramales, parámosos :a]
principio, polifurcados luego, que rematan deprimidos en la llanura y
separan el Patía de su afluente el Telembí y éste del Mira; entre esas
cimas la más notable es el volcán Oreja (4,470), próximo al Cumbal.
Al E. primero muestra la cordillera altísimo naneo escarpado
sobre el Pacual, que del Guáitara divide ramal paramoso emana-
do del Azufral, pero luego lo reduce por no ser sino el reborde de
la elevada mesa de Táquerres /piales (3,000), que al frente otros
páramos dividen de la honda quiebra del Guáitara, que describe
una curva, pues principia al pie del Chiles y se junta á la del Patía
sobre el surco del Juanambü.
b) Cordillera del Quindíoó Central — Esta crestería, que en buena
porción dé su longitud es la que mejor merece el nombre de Cordi-
llera, ^siendo entonces la más elevada y salvaje délas cresterías co-
lombianas, principia por los 8° de latitud N., no lejos del Banco, es
decir, de la gran bifurcación del Magdalena. Allí, entre este río y
el Cauca, aparecen sus primeras y confusas grupas y colinas, que á
poco delinean la agreste y baja serranía de San Lucas, cuyas úl-
timas colinas laterales no distan mucho de las análogas de la se-
rranía de Áyapel (Chocó), atrás mencionada.
Un poco al Sur la base ocupada por la cordillera se ensancha
de repente de un modo considerable : es que aparece el remate de
otro de los brazos de dicha cordillera, polifurcada desde los 6° de
latitud N., para formar la gran mesa antioqueña, cuyas principales
cresterías son las dos de que se trata, puesto que encierran la hoya
del Nechí. La más corta, ó sea la de la izquierda, delinea un vasto
semicírculo, y con su flanco W., breve y áspero, ayuda á fórniar el
cañón por cuyo fondo rueda turbulento el Cauca; la otra; sirve
como de cuerda al arco y se funde con su hermana al S.' dé Me-
dellín : esta última, primero destrozada por las aguas, acrecieiita de
un modo uniforme su altura, que llega al cabo á más de 2,500 me-
tros, siendo su paso más notable la quiebra del Nuz (1,576), que
sólo domina unos pocos hectómetros el largo valle del Porce
(afluente del Nechí), en tanto que á la derecha desgaja largos
ramales hacia el Magdalena, en los cuales á cierta distancia apa-
recen altos topes, ruinas de otra crestería que por fin, después de
la hoz de Svan Roque ó Nudillales, se muestra entera pero más
baja, y es la que entonces desgaja estribos hacia el gran río, que-
dando entre las dos la altiplanicie de Rionegro (que guarda la
parte superior del curso del Nare), al S. de la cual las une el lomo
de pantanillo (2,400), poco alzado sobre tal llanura y que atranca
i\é\Alío Paeira (3,000). La crestería que forma la pared E. del
Nueva Gfografia de Colombia
candn de Antioquia, si al principio se presenta con escasa altura
(SOO-7oo)> ^ poco y casi de repente alcanza grande elevación
iCAorrosiiaruos, 2,404) y aun présenla una cumbre paramosa {Santa
Inés 2,890), al S. de la cual se ensancha en la cuenca de Ovejas ;
luego sigue un poco más deprimida á unirse con la primera por un
dique transversal,continuac¡i5n del de Pantanillo, en cuyos extremos
es^n las cimas culminantes de toda la Mesa (Pfrn'ra, 3,000 ; Sait
Miguel, 3,000), y que al mediodía se apoya en encrespados estribos
cuyos destrozados extremos tienen al pie el cañón de Arma. En fin,
entre el Nechí y el Porce corre otra crestería que se une á la de
Santa Inés, al N. de Ovejas, después de dar paso al Guadalupe y al
Grande, que se forman á su respaldo y levanta la extensa paramera
de Santa Rosa, dominada por el cerro de Sun José (2,739) Y ^^ ^
modo roída y abarrancada por las aguas, que setneja un dédalo de
cuchillas, altas y diminutas cresterías, y en pequeño es una repre-
sentación de toda la mesa Antioqueña, que alzada entre las del
Chocó (W.) y Santander (E.), es caos de crestas, profundos valles,
reducidas planicies, y de que puede dar idea la osamenta de una
mano tendida de SW. á NE.
Fipira 55— El Bordoncillo y I.a Cochs (según Rciss y fitUbelJ
146 NvEVA GeografÍa^ds Colombia
Al mediodía de la mesa Antioqueña la cordillera se recoge en
un sólo cuerpo, se levanta salvaje é imponente y describe un arco
en tomo del macizo del Oro (Chocó), arco que principia en el Alto
.. de Pereira y termina en el boquerón del Quindío, encierra las al-
turas gigantes de Colombia, y que por su ancho tope y ñancos fra-
, gosfsimos constituye la más bella sección de los Andes colombianos,
, merced á sus volcanes, sus picos nevados, sus llanuras tan altas
como las cimas de los Alpes, y sus lagunas, que á un tiempo derra-
man aguas al Cauca y al Magdalena, que con curso acelerado y
. por ardientes valles ruedan á sus pies (ñgs. 53 y 57)-
En seguida del Alto de Pereira se alzan los picos destroza-
dos de Los Parados y Las Palomas (3,600), á los cuales siguen los
pasos del Páramo de Sonsón (3,200); á poco, en las explanadas y
altos valles de San Fe'lix, alzados 4 kilómetros, se preludia la
pampa soberana del macizé central de Colombia, que en su centro
alinea la mesa del Ruiz (Herveo), los picos del mismo y de Sania
María y el derruido cráter del Quindío; al W. levanta la Olleta^
las moles del Cisne y Sania Isabel, y al SE. se exorna con f^l ?!>//-
ma (5,6 1 8), el coloso del Nuevo Mundo al N. de la equinoccial,
rodeando esas cúspides nevadas con páramos tan extensos como
elevados, muchos de los cuales también visten blanco cendal en las
épocas de los mayores fríos. Después la cumbre se aminora para
abrir los pasos del Quindío y Calar cá (3,400), siendo este último
el más bajo de la cordillera entre El Ruiz y Los Pastos. Al E. el
macizo desprende sus estribos como radios á morir en las llanuras
del N. del Tolima, desde el Coello hasta el I^ Miel, en tanto que
al W. primero crea con sus contrafuertes una serie de ásperas
cuchillas y cañones extendida de Sonsón á Pereira, pasando por
Arma, y luego una gran cuenca intermedia del Cauca y la cum-
bre, la cual constituye la hoya del La Vieja, que es como un resu-
men de las tierras comarcanas y guarda en su centro la llanura
de su nombre, murada al W. por la serranía de los Pijaos,
La cordillera en los dos grados siguientes, mientras guarda
el valle del Cauca, no pierde nada de su majestad y su belleza :
tras la depresión de Calarcá aparecen las apretadas breñas de
Barragán, ruinas de extenso macizo coronado por solitario pico
llamado por esto el ojo de Sania Caialina, mojón de la línea más
corta de Bogotá al mar ; breñas que hacen pareja á las del Huila,
situadas más al S. Entre ellas el tope de cordillera es doble, dividi-
da en largos surcos que las aguas dejan rumbo del W. por agres-
tes boquerones, de suerte que la serie E. de cimas es lo que puede
mirarse como el lomo de la Cordillera, en este largo trayecto ni un
punto inferior á 3,500 metros de altura, con breve falda, cabezos
hasta de casi un millar de metros más][elevados, algunos de ellos
con perfil salvaje y ruinoso que contrasta con otras porciones ve-
cinas de forma apenas ondulada. El Huila, como Barragán, vol-
cánico y nevado pero más alto, presenta la misma fragosa irradia-
ción de estribos orientales, alguno de los cuales se prolonga en
apariencia hacia el NE. á encontrarse con los no menos singulares
qUe la cordillera primaria despide entre el Tolima y Barragán,
para encerrar la extraña hoya del Saldaña, en tanto que al me-
^jOdía limitan la del Páez, cuyas aguas se recogen en la ator-
Nueva Geocrafi,i
mentada zona de tiempo atrás denominada lierra admiro. Entre
el Huila y el Puracé, la cresta magistral compuesta de páramos
altísimos y de formas salvajes, da, no obstante, paso con cierta fa-
cilidad, puesto que tres sendas la cruzan y enlazan los valles ale-
daños.
La cordillera en el larg-o trayecto descrito se apoya al W. so-
bre la'llanura del valle del Cauca por medio de breves y robustos
contrafuertes, que no se alargan sino en el Huila, donde, como en
Barragán, crean un valle longitudinal, más corto, al pie de la cumbre
el del Palo, murado al W. por las breñas del Pitayd, y abriéndose
además entrámales para dividir el valle del Cauca del de Po-
payán, de suelo más alto y, como el de Arma, lleno de altibajos.
Al contrario, al E., conforme ya se dijo, la cordillera desgaja de
los nevados, verdaderos estribos cuyos revueltos remates se con-
funden con otro relieve subordinado, que es el que domina las
llanuras del Alto Magdalena y ostenta por cimas principales Los
Órganos de Guagua (l,8oo) y tos peñascos de Natagaima.
El Puracé es el principio del gran macizo denominado miwimi/í
Colombia, por antonomasia, rival en nuestros Andes de el del Toüma,
porque si es algo más bajo, en cambio casi puede mirársele como
143 NusvA Geografía de Colombia
un enorme nudo de cordilleras, ofrece mayor variedad en su con-
formación, y encierra los orígenes de los cuatro principales ríos de
la intercordillera, como son el Cauca y el Magdalena, gemelos tri-
butarios del mar de las Antillas; el Patía, que lo es del Pacífico; y
elCaquetá, que alcanza el Atlántico por el Amazonas. En conjunto
puede compararse á un 8 (fig. 15) que abarca dos elevadas planicies :
al N. la de Paletará (orígenes del Cauca), al S. la de Las Papas
(fuentes del Caquetá), de donde las aguas salen por enormes boque-
rones, siendo del marco de la segunda de donde arranca, según la
concepción vulgar, la gran Cordillera Oriental. La magistral, que
cruza el 8 oblicuamente, despue's del Puracc alza las también ne-
vadas cumbres de los Coconucos, los picachos del Paletará^ los
topes del Buey en el centro de la figura, y los páramos de los Hu~
mosy Fungujlla y SaniodomingOy con altura mínima de 4,000 me-
tros. Del Buey se desprendo el ramal del Canelo, que remata en el
volcán de Sotará, el gemelo del Puracé, pues por entre los dos se
despeña el Cauca, y que, como aquél, se apoya en vasta irradiación
de breñas, sólo que las de este último alcanzan á enlazarse á las
de la fronteriza cordillera del Chocó (cuchilla del Roble), para
separar los valles áe Popayán y el Alto Patía, en tanto que las del
primero, aun cuando mayores, apenas logran dividir el Magda-
lena de su afluente el Plata-Páez. Al Buey y al Santodomingo
se enlazan las cumbres no menos altas del Papas, el pico Cutanga
y el Suaza, que acaban de delinear el 8 al Mediodía, siendo una
prolongación del Suaza la que hace juego á la mencionada del
Sotará, pues tras alzar los topes volcánicos de la Fragua, se enlaza
á la cordillera de Sumapaz y divide por lo mismo hacia el S.
la hoya del Magdalena de la del Amazonas (Caquetá), apoya-
da en multitud de variadas estribaciones. De los Humos al W. se
desgaja un eje bifurcado (páramos de Almaguer, Socoboní) que
alcanza con sus ramales la vaguada del Guachicono y es célebre
porque se complica con numerosas cuchillas del Sotará, que se
encorvan sobre él y forman una de las zonas más arrugadas de
Colombia y obligan á las aguas á describir arcos superpuestos,
siendo los principales de ellos (Timbío, Sotará) las cabeceras del
Patía, que se une al Guachicono en ardentísima llanura.
En seguida la cordillera presenta un grupo de eminentes ce-
rros volcánicos, como son /.as Peiacas, Jais Atiimas (4,242) y el Tan-
juUna, y describe un arco para alcanzar el Bordorjallo, antes de
lo cual se deprime de repente en Guairapungo (2,600), su paso
más bajo al S. de Antioquia, abierto lateralmente sobre la enorme
grieta del Juanambú, que se prolonga hasta la de Minamá (Patía),
y por lo mismo hace juego á la brecha por donde el Patía busca sa-
lida al mar. En esta porción la cresta se apoya al E. en estribos
más y más largos que mueren sobre el Caquetá, confundidos con
topes de la derruida cumbre de la cordillera oriental, en tanto que
al W. despide dos cuasi cordilleras que separan el Guachicono del
Mayo y del Juanambú y mueren en las ardientes y malsanas plani-
cies interandinas del Patía.
Del Bordoncillo, la cordillera, un tanto deprimida, va á empa-
tar con la del Chocó en el nudo de Huaca, por medio de una serie
de arcos, el primero de los cuales envuelve el gran macizo del Gnh-
Nueva Geografía de Colombia 1 49
Ura 6 volcán de Pasto, que surge en la entre cordillera, orillado al
W. por la profunda quiebra del Guáitara, limitado al S. por el Bobo,
y se|>arado al N. del Juanambú por un roto ramal paramoso (Ar2.n-
da) salido del nudo de Bordoncillo, nudo que comprende otras cimas
yoícánicas subordinadas, y á su pie E., entre dos ramales parámosos
encierra la célebre Cocha (laguna) de Pasto, origen del Putumayo,
río que los mismos ramales separan del Caquetá y el Ñapo, ayu-
dados en este último trabajo por los contrafuertes del trozo de
cumbre que termina en Huaca. Por lo que hace á las faldas occi-
dentales de esta ultima zona, se muestran en extremo fragosas, y
más y más cortas acaban todas sobre la grieta Carchi-Guáitara.
En fin, del nudo de Huaca al Cayambe, ó sea en el arco con
que la magistral, más y más alta, envuelve el volcán de Imbabura y
la hoya del alto Mira, la cordillera es ecuatoriana por su derruido
flanco occidental, y colombiana por el opuesto, donde entre gran-
des estribos se forman los ríos Aguarico y Coca, los mayores afluen-
tes del Ñapo.
c) Cordillera de Sumapaz ú Oriental — Esta cordillera, la más im-
portante de los Andes colombianos desde el punto de vista de su
longitud, anchura y configuración topográfica, es también la que
se suele describir con más brevedad por aquellos que confunden
los ejes orográficos con las líneas de cúspides ó con las divisorias
de ag^as ó magistrales. La cordillera de Sumapaz para los co-
lombianos se extiende del nudo de Las Papas á la península Goa-
jira, separando la vaguada del Magdalena de las grandes llanu-
ras orientales y de la cuenca de Maracaibo, y también estas úl-
timas dos regiones entre sí, por medio de un ramal que envía
á morir en tierra venezolana, cuando en realidad la cordillera se
dirige de SW. á NE., del pie de la del Quindío hacia el lago de
Valencia, en toda su longitud compuesta de múltiples cuencas, cres-
terías y nudos, en especial hacia el centro, de suerte que es un
hermoso resumen de todo el sistema andino, siendo de no lejos
de ese centrode donde se desgaja, rumbo del N., un poderoso ra-
mal que es el que muere en la Goajira y sepai a el golfo-lago
de Maracaibo del valle del Magdalena, debiéndose sí advertir que
hay motivos para mirarlo, en una porción á lo menos, como parte
de sistema de montes Caribes.
De lo que antecede resulta que la Cordillera de Sumapaz se
divide en tres zonas bien marcadas : la septentrional, la central y
la meridional.
La zona septentrional principia en el cuello de la península
Croajira, sobre llanuras apenas alzadas 90 metros sobre el mar, en
forma de montículos que pronto se apiñan para constituir los Mon-
tes de Oca (alto del Cedro, 600), á partir de los cuales el eje oro-
grráñco se caracteriza, se encorva hacia el S. y aumenta de repen-
te su altura, puesto que en Cerropintado (3,000) ya alcanza la re-
gión de los páramos. Después se reduce en las porciones llamadas
serranías de Perijá, Valledupar y Ij}s Motilones {Las Tetas, 2,500),
donde abre pasos que sólo miden millar y medio de metros de ele-
Tación, las cuales porciones terminan en el Cerro Bohali (2,05 S)>
donde el ramal se funde con la mesa de Ocaña, ó sea el cuerpo de
la cordillera propiamente dicho. En esta zona la cordillera se apo-
Nueva Geografía de Colombu
Figuri 57 — Parameras }■ crcücrias di: U parle central de la repóa andina
Kseala: I: 3,700.000
Nueva Geografía de Colombia
iSi
ya al £. en #ortas estribaciones que rematan en las húmedas lla-
nuras de Maracaibo, y casi de igual manera lo hace al W. sobre
los valles del Ranchería y el Cesar, apenas divididos por un realce de
la planicie de Upar (La Esperanza, 300), realce que desde el pun-
to de vista hidrográfíco enlaza la Sierra Pintada á la fronteriza
Sierra Nevada de Santamarta.
Bobali
Mesa de Ocaña
□
I
5
•5
Pilar de
Labateca
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Guanentá
e
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Oíte
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{ \Sabana de Ubati
Tenta
Guavio
k5
i
Bogotá
CÁqueui
Sumapaz
Fifrura 58 — Diagrama del tope de la mesa oriental
\ Cíeogr-ifia de Colombia
La zona central de la cordillera, en una longitud de casi
cinco grados alcanza anchura que excede de SO leguas y cons-
tituye una especie de gig-antcsco cuadrilátero de breñas donde
cabrían holgadamente Suiza, Btlgica y Holanda. Difícil, si no im-
posible, es dar una idea clara del relieve de esta revuelta región,
donde las crestas paramosas alcanzan su máximo desarrollo, se
entremezclan del modo más vario, ora enlazadas, ora discontinuas,
y alternan con extensas altillanuras y profundos valles. En tesis
general, la distribución de las [¡randes cimas indica tres series pa-
ralelas tendidas del NE. al S\V., de las cuales la occidental apenas
marcada por algunas cumbres paramosas, la central con sólo
un par de soluciones de continuidad, y la oriental, casi como la an-
terior; además, las dos últimas, unidas en sus extremos por di-
ques transversales, forman allí enormes parameras. Unida esta
característica á la hidrográfica, tendremos hacia el N. la mayor
parte de Jas tierras altas englobadas en la cuenca de Maracaibo
y la Orínoquia, al centro absorbidas por la Magdalenia, y al S,
casi por igual repartidas entre ésta y la hoya del Orinoco.
Figura 59— El Camiüo Ju IlonJ.i, st-gún Miltican (1891)
NuiVA GkOGKAFIA DB CoLOMBIA 153
De BobaH al S. la magistral, muy rebajada (Serranía de Oca-
ña), es el reborde de una mesa, reborde que más al mediodía por
un momento excede de 3,000 metros (Cerro Pelado ^ 3,610) y que
en frente y al £. tiene dos aristas, ambas de cumbre paramosa,
pertenecientes á la misma mesa de Ocaña, que surge como isla en-
tre llanuras de escasa altitud, pues sólo al SSE. se enlaza á una
crestería imponente que desciende rumbo del Sur, separando el
Lebrija (W.) del Zulia (E.), al Oriente se apoya en g-randes estrii.
bos de no inferior altura, al ocaso desgaja inñnidad de cuchillas^
termina en el nudo de Santurbán, y hacia su centro ofrece la grap
dtpresión del Escorial (2,879), ^n^re macizos de más de 4,000 de
altitud sobre el mar. >
■ El nudo de Santurbán (4,000) no es sino el vértice W. del /¥-
lar de Lahatecüy magnífica cuenca triangular cuyo muro N. pasa por
el mediodía de Pamplona y en el páramo Tamd penetra en Vene-
zuela, en tanto que el reborde S., lanzando estribos á este rumbo
más y más largos, va á culminar en la Mesa Colorada (4,400), á poco
de la cual se une al muro E. de la cuenca, desprendido de la Sierra
Nevada de Chita y el único derruido en un punto (entre Imá y Ta-
ma), para dar paso al río Sarare, formado dentro del Pilar y que
luego se divide para tributar al Apure y al Arauca. Hacia el N. del
Pilar las tierras descienden sobre la hoya del Zulia, forman los va-
lles de Cücuta, guardan el thalweg del Táchira (frontera) y se piei;-
den en la misma llanura en que lo hacen los estribos orientales de la
mesa de Ocaña. Hacia el S. los grandes estribos de dicho Pilar é
cuenca de Chitagá terminan sobre el Chicamocha, que allí rueda
por un enorme cañón E-W. (Sube) que taja sus extremos, menos los
del más occidental de ellos, porque éste se pierde en la mesa de J^-
ridas y divide, por lo mismo, las hoyas del Sogamoso y del Lebrija.
De la Sierra de Chita la magistral dobla al SW. con varia
anchura y altitud, en lo general considerable, pues sólo en un puni-
to angosta su cresta y no alcanza á 3,000 metros de altura, bieti
que en seguida de eso como que hace un nuevo esfuerzo y entre
páramos guarda la cuenca del lago de Tota. En este trayecto,
hacia eí E., despide largos y fuertes estribos que se pierden en las
llanuras de (^asanare, después de revolcar una serranía subordina-
da cuyos restos aparecen aquí y allá al pie de la cresta principal * ;
en tanto que al W., primero forma las ásperas breñas del Cocuy,
* Este frente oriental de los Andes colombianos, aun cuando en toda s«
longitud da sobre inmensa llanura, se descompone en dos porciones cuyo límite
es el Guaviare : la Meridional, 6 sea de Uribe al Coca, tiene cierta semejanza
con el frente occidental ó del Chocó, del cual se diferencia por ser acá diverso
el régimen de los vientos y las lluvias, no tener cercano el mar y ser mú alto j
compacto el muro de rocas que bate medio ano el Alisto, lo que ha producidlo
allí distinto aspecto topográfico. La Septentrional á las características anteriores
agrega una jamás tomada en cuenta y que sin duda ninguna es la causa de que
á su pie la llanura sea llano^ es decir, superficie plana que no produce sino gra-
míneas : nos referimos á la salobridad de las a£uas que la cruzan, porque esa
porción de la cordillera bfen merece el nombre de Andes de la sal^ ya que enor-
mes bancos de esta roca afloran dondequiera en esa pared de breñas. En la re-
gión meridional no hay sal y la llanura en vez de llano es selva.
iVfMptf Geografía de Colombia tomo i^i i
NuzvA Geografía de Colombia
rigurt 6o— Ejes de cuiiibcM en la regirn ccninil ilc la cürJilIcra de Sum»pM
Nueva Geografía de Colombia 155
lu^o se apoya sobre el cañón del Sube-Chicamocha (que ha do-
blado al mediodía formando martillo), y por último, amuralla por
esta parte la extensa altillanura de Tundama (Sogamoso), la que
también envuelve por el S., para lo cual la magistral cruza al W., en
busca del nudo de Tunja, j)orque orográficamente lo que hay en esta
parte son unas crestas paramosas y paralelas que de la altillanura
bajan al lejano cañón del Somondoco, también excavado transver-
salmente, pero de W. á E., siendo el conjunto de breñas que llenan
el declive de la cumbre hacia ese cañón, lo que se denomina por an-
tonomasia Valle de Tenza . Las dichas crestas paramosas forman
magistral, conforme se dijo, porque enlazan sus estribos laterales
hacia los 5^30' de latitud N.
Del nudo de Tunja (Gachaneque) sigue hacia el NE. un plie-
gue de tope paramoso que pronto excede en algunos lugares de
4yOOO metros de altura, y luego se ensancha y bifurca en Guan/wa,
siendo este muro el que por el W. limita la llanura de Tundama y
el cañón del Chicamocha, ambos seguidos á manera de sinclinal
que así resulta dividida de las tierras de Guanentá.y del Saravita,
que se dilatan al W. del mencionado muro, cuyo bifurcado extremo
es roto por el codo del Chicamocha frente á las breñas del Cocuy.
La mesa de Jéridas se enlaza al W. con la baja Serranía de
La Paz, que en parte divide el Lebrija del Magdalena, parece ser
la continuación del muro W. de la mesa de Ocaña, es rota luego
por el cañón del Sube, y en seguida se eleva rápida para formar
las cumbres de los Uon'guíes, Los Cobardes (páramos) y La Peña de
Vélez, donde se humilla bastante (2,300), siendo este largo muro, de
rumbo casi NS., el que tiene á su píe É. el cañón del Saravita, ge-
melo de el del Chicamocha (al cual cañón lo une al N. la grieta
transversal denominada Sube); y si á ese lado se muestra con fal-
das breves y ásperas, al W. desgaja largos ramales que se pierden
en las selvas ribereñas del Magdalena y separan el bajo Sogamoso
(Chicamocha) del Colorada, del Opón y del Carare.
El dicho eje de los Lloriquíes, á partir de la peña de Vélez
ó La Paz, describe un arco por Seboruco y sigue al S. para ence-
rrar por el W. las altiplanicies de Ubaté y la Sabana, ora con
grandes alturas (Peña de Saboyá, 4,000, y peña de Sumangá, 3,600),
ora con topes menos altos, pero cuya crestería puede seguirse ente-
ra hasta Facatativá. Enfrente de dicho pliegue surge el que limita
al W. el Valle de Tenza (Ovejeras), que es una prolongación de
Gachaneque (nudo de Tunja) que se pierde en la Sábana, no sin unir-
se al antenor por un dique transversal (Tausa), para dividir esta
llanura de la de Ubaté, que hidrográficamente se enlaza al cañón
del Saravita como la de Tundama lo hace al del Chicamocha. Un
ramal paramoso desprendido del Ovejeras hacia el N., por el E. de
Ubaté, forma entre esta cuenca y la de Tundama el valle de Leiva,
adosado por el SE. al valle de Tenza, pero cuyas aguas (río Moni-
quirá) salen al Saravita, frente al circo breñoso de Vélez. Ese eje,
rebajado y más ó menos roto, sigue rumbo del N. paralelo á los
Lloriquíes y al muro W. de Tundama, hasta Aratoca (frente á Jéri-
das), y á la vez que por el E. domina el cañón del Saravita, da paso
á las aguas que bajan de los valles de la dicha cordillera W. de
Tundama por sendas hoces. Uno de estos ríos (el Fonce, San Gil)
t$6 NuivA Geoghafia di Colombia
ocupa una gran cuenca formada entre dicho reborde, y otro que
de Aratoca corre a! E. á unirse con el brazo izquierdo de la bifur-
cación de Guantiva, quedando entre él y dicho brazo el valle de
Onzaga. En una palabra, toda esta región de San Gil, situada entre
Bucaramanga, Vélcí y Tundama, no es sino una antigua llanura de
nivel más bajo y al presente dividida por la erosión en multitud de
tableros.
Fisiir* 6l -' Ixs Call/joHts iint¡eu<^ < amiim At Ociiía á CiiclI*H-l)cl llbum de
De Tunja hacia el SE. y por el lado H. de Gachaneque corre
una serie de topes parámosos, rotos por las aguas que salen al Ta-
■ He de Tenza ; pero desde el Albarracfn el lomo se reconstituye y
forma el muro oriental de la Sabana, el que aun cuando ofrece al-
gunas depresiones, en lo general aumenta su altura sin cesar: al
respaldo de la capital ya eleva cimasde 3,760 metros (CruMvtrdt),
y un poco al S. de ella alcanza á 4,000 en /jjs Animas, después de
bajar á 3, 200 en el Boquerón de Chipaque. Sobre la Sabana se apo-
ya esta cordillera, que es magistral, en estribos dirigidos del S. al
N.^y al opuesto lado, después de laniar algunos contrafuertes al
valle de TenM, desprende un elevado estribo que cierra ese valle
por el S., lo divide de el del Guavio y s- aproxima ¿ los remates
meridionales del páramo de Tibamá, que corren paralelos á los di
Nueva Geografía di Colombia 157
la cuenca de Tota, con lo cual resultan los tres valles aledaños del
Garagoa, el Leng^pá y el Upía, abiertos de N. á S., que se funden
•n el surco transversal del Somondoco-Guavio y constituyen, j)or
lo mismo, una excepción en el rumbo de las vagfuadas que se dirigen
sobre el Llano, lasque tanto hacia el N. como hacia el S. de ellos,
siguen de preferencia la dirección contraria ó transversal.
Hacia el NE. de Bogotá, el muro E. de la Sabana constituye
un nudo p)aramoso de donde arranca un alto lomo interpuesto entre
el Guavio y el Negro ; lomo que á poco se enlaza con una elevada
arista NS. que sustenta las cimas de los Farallones y de Chingasa
(3>690), guarda las cabeceras del Guatiquia, apoya sus estribos
orientales en la llanura, y no es sino continuación de la cordillera
oriental de Tundama (Tota), partida en fragmentos por los enor-
mes boquerones del Guavio y el Rionegro, río éste cuya quebrada
cuenca (valle de Cáqueza) se abre al respaldo de Bogotá.
La cordillera oriental de la Sabana, en el Páramo de las Ani-
mas desprende hacia el N. un estribo que se bifurca á poco : el
brazo más elevado acaba en la llanura frente á la capital ; el otro
cruza al N. para desdoblarse á su turno : el ramal de la izquierda
forma las altas peñolerías de Subia y Tibacuy, que se encorvan
hacia el S. entre el Bogotá y el Fusagasugá ; el de la derecha es
roto por el Funza (Salto de Tequendama), y á modo de simple re-
borde meridional de la Sabana, lleno de boquerones, va á empa-
tar en Los Robles, al W. de Facatativá, con el muro occidental de
la llanura ya mencionado.
La masa total de la cordillera de Sumapaz, al E. de la Sa-
bana, desgaja sus estribaciones hacia la gran llanura, en tanto que
al W. domina el valle del Magdalena ; pero la topografía de esta
vertiente es muy diversa. De Girardot, ó sea de la boca del Bogotá
i la del Ermitaño (entre 4° y 5° L. N.), corre inmediato al gran
río un relieve que lo separa de las hoyas paralelas del Seco, el
Negro y el Carare, á trechos entero, á trechos hendido por bre-
chas, ora con escaso relieve, ora con bastante altura {El Sargento,
1^00). Entre este lomo y las íz//;*p/a«zh« surge otro que avanza
más al N., puesto que muere abajo de Puerto Berrío, separa suce-
sivamente el Seco del Bogotá, el Guaduero del Negro, éste del Mi-
nero, y por último el Magdalena del Carare (Minero). Este lomo, de
altitud muy varia, si al mediodía la tiene poca, al centro la acrecien-
ta {Chumbamuy, 1,665 ; Monie/rio, 2,000 ; El Trigo ^ 1,900) ; después
de dar paso al Negro vuelve á encresparse ( Caraw^^^j, las Quinchas,
tas ColiSy 3,000), y á la vez que entre el Magdalena y el Carare in-
cesantemente sigue perdiendo su altura, por medio de un brazo,
que rompe el Minero allí donde están sus cumbres máximas {Peña
Armada, 3>6oo; lamhrias, 4,036), alcanza á unirse á los páramos del
breñoso arco de Vélez, cuyos estribos del W. terminan por lo mismo
sobre la hoya del Carare.
La cordillera occidental de las altiplanicies entre la peña de
Saboyá y Tausa apoya sus faldas sobre el Minero, pero de Tausa
sale un ramal considerable (páramo Rabón, 3,600), que alcanza á
unirse después de la depresión de Yacopí (1,600) con. los estribos de
Caraucha, con lo cual quedan divididas las hoyas del Minero (Muzo)
y el Negro (La Palma), y se crea una región de maciaíoft pie^tQ
158 Nueva Geografía de Colombia
aislados, notables por lo destrozado de sus estratas. La Sabana por
el W. apoya sus estribos en la hoya del Negro, pero del ángulo de
Facatativá ó nudo del Roble desgaja alguno que alcanza á enlazar-
se con la cresta de Montefrlo al S. de Chumbamuy ; y como un con-
trafuerte del dicho Montefrlo se enlaza con las faldas de la serranía
ribereña del Magdalena, resulta do este río al Roble una especie de
crestería transversal que se aprovechó para construir la carretera
de Cambo (E. á \V.), que marca á la vez la divisoria entre la hoya
del Negro y las del Seco y el Bogotá, dirigiéndose sobre este ulti-
mo los estribos del reborde meridional de la Sabana.
Figura 62— £ II rasa Je¡ PueiiU Baj-üíil (coma ic cni^onUi.bt en iSjg). Del ilbum
ele la ComisiiVn Cort^iálica (Íné<1ito)
De Las Animas, la cordillera principal, con eje bien marcado,
se dirige al SW., por largo trecho con altura considerable (páramo
de Sumapaz, 4,200), entre las hoyas del Fusagasugá al W. y las del
Meta y el Guaviare al E. ; pero i partir de las Oseras se deprime,
y en el paso de la Providencia, entre Colombia y Uribe, sólo mide
1,990 metros ; allí termina la zona central de la cordillera. En la
porción de la zona central de Las Animas á Oseras, el eje se dobla
al \V. con otro ramal de páramos, para dejar al medio el alto valle
del Sumapaz, siendo los estribos de ese ramal los que cruzan la
cuenca de Fusagasugá hasta la llanura angosta y larga que ocu-
pa el fondo de ella y tiene a! lado opuesto el relieve de Tibacuy.
De las Oseras al N\V. un estribo avanza á encontrar ese lomo de
Tibacuy para cerrar la hoya del Fusagasugá, que no sale al Mag-
dalena sino por una larga serie de cañones y boquerones, de los
cuales es un anexo el conocido puente natural de Pandi. En ñn, de
esa cuasi cordillera desprendida en Oseras salen al SW. varios
estribos, importantes algunos, que forman una singular cuenca
orográfica, hoya de otro Rionegro, interpuesta entre la del Fusa-
gasugá y la del Cabrera.
Hacia el E. la falda de la cordillera es más compleja : i> un
lado de Las Animas, entre los valles del Río Grande al N. y del Ríq
Nueva Geografía de Colombia 159
Nevado al S., que unidos forman el Ariari, se alza el cerro Nevado
de Sumapaz (4,310) *. Al N. del Grande se desprende de las mismas
Animas una extensa zona de parameras, roída por la erosión, que
entre sus breñas guarda las fuentes del Humadea (alto Meta),
separa las hoyas del Negro de Cáqueza y del Ariari y termina en
la llanura de San Martín, formando una serie de escalonadas me-
setas divididas por valles de denudación. Del cerro Nevado se
desprende un estribo que separa el Ariari de su afluente el Guape ;
de Las Oseras, con rumbo S., avanzan otras breñas que dividen el
Guape del Duda, encierran las cabeceras del Güéjar y terminan
hacia San Juan de Arama, sobre otra serie de mesetas, de las
cuales la más notable es la de Yunan. De San Martín, al E., la
llanura se realza un poco para dividir el Meta del Ariari (Guavia-
re), y se une á un lomo de bajas colinas (la cordillera) donde se
abren las fuentes del Vichada, y que por medio de terrazas se pro-
longan entre esos dos ríos hasta la vaguada del Orinoco. En fin,
de las Oseras á La Providencia los ramales E. de la cordillera se-
paran el Duda del Papamene y se pierden sobre el surco transver-
sal (W.E.) que sigue el Guayabero para salir á la llanura (fig. 58).
En resumen, Catatumbo — Cañaverales — Saravita — Ubaté
Sabana — Fusagasugá ; Zulia — Charalá — Moniquirá — Sabana — Fu-
sagasugá;Valegrá — Chicamocha — Tundama — Tenza — Gacheta —
Cáqueza, forman las grandes estrías que excavan el tronco-meseta
de la región central de la cordillera.
La zona meridional de la cordillera de Sumapaz, la que se
extiende de La Providencia á I^ Fragua, tiene tipo más acentuado
de cordillera propiamente dicha,'en especial al W., donde sus múl-
tiples estribos dirigidos hacia el Magdalena, caen sobre un ihalweg
más y más alto (Magdalena-Suaza), de suerte que al Sur de los
3® de L. N., ya se les puede mirar como confundidos con los opues-
tos de la cordillera del Quindío, y convertido el valle en una mese-
ta que aquel río cruza de raudal en raudal, en especial antes de
que se apodere de la vaguada del Suaza, que es la que marca el
eje de la sinclinal,ó sea*de la línea de máxima pendiente que divi-
de el Tolima (alto Magdalena) en dos porciones desiguales. En esa
extensa falda W. de la cordillera no hay estribo ó ramal digno de
especial mención. Cuanto al lomo mismo, que divide el Magdalena
de la Amazonia, en lo general no presenta grande altura, pero
tampoco guarda pasos que no excedan de 2,000 ; sólo un j)oco al S.
de Neiva se eleva al nivel de los páramos (Los Fardaos), bien que
en seguida vuelve á deprimirse en el Paramillo (1,980), ya sobre el
Suaza, donde apenas se alza unos300 sobre la vaguada de ese río. Es
allí donde se enlaza con el gran ramal desprendido de Las Papas
y donde puede decirse termina ó principia la cordillera, porque más
al S., rota por las aguas y destrozada por los estribos de la cresta
del Quindío, todavía aparece en el Caquetá como topes sueltos que
no vuelven á reintegrarse sino en territorio del Perú (fig. SS). Al E.
los estribos son complejos y el eje de la cordillera doble, de suerte
* Como esta cima no guarda nieve sino pocos meses en el año, su altura tie^
juc ser menor de 4,6cx> metros. La señal
nométiico, conforme se explica en su lugar.
"— ' — - — — — -.- — — ^ — g — y — — — ..
ne que ser menor de 4,6cx> metros. La señalada aquí se deduce de cálculo trigo-
i6o
Nueva Geografía de Colomua
que en su lomo se forman los elevados valles longitudinales del alto
Guayabero y el Balsillas, quedando entre ellos y hacia el E. la
agreste crestería de Los Picachos^ enorme conjunto de breñas de
donde arrancan más lejos las terrazas que guardan las fuentes del
Uaupes y dividen las hoyas del Orinoco y del Amazonas. Al S. de
Balsillas, los estribos acentúan más y más su rumbo al mediodía ;
aquí y allá alzan cumbres más altas que las de la cresta principal,
y al fin mueren sobre el Caquetá, río que también recoge las aguas
nacidas entre los que les anteceden. Esta porción de las breñas an-
dinas, del nudo de las Papas á la Ceja y la falda E. de la cordillera
hasta al Guayabero, deja aun qué desear en su exploración, apenas
realizada groso modoy por lo cual sería conveniente se llene cuanto
antes el vacío apuntado.
Océano Ikcfeco
Figura 63 — Ejes montañosos en el Departamento de Panamá— £1 grosor del
. trazo es proporcionado á la elevación y anchura de las serranías
Los Montes Caribes ♦ — /.* Serranía ístmica ó di Panamá — El
eje orográfico ó de cumbres que constituye la serranía de Panamá,
á partir de la frontera costarricense, corre" de W. á^E. describiendo
dos curvas ; en la primera, apenas perceptible, su mole es alta y
maciza : en la segunda, de acentuado seno, la cumbre se rebaja
hasta desaparecer, ó poco menos, en algunos puntos, levantando las
mayores cimas fuera de la divisoria de aguas. La primera comunica
á la regi(^n un marcado aspecto continental, y sus flancos se com-
plican aquí y allá con estribaciones de considerable relieve ; la se-
gunda constituye una región de istmos y colinas, de topografía muy
diversa de la anterior. Hacia el oriente la serranía ístmica se en-
laza con la de Baudó, también de escasa altura, que un amplio va-
lle separa netamente de los Andes, por lo cual es en esa sinclinal
donde principia en verdad la América del Sur. Las dos porciones de
• Anticipándonos, es preciso hacer notar que rocas eruptivas j cainozoi-
cas constituyen el esqueleto de las regiones vecinas del mar de las Antillas de
las bocas del Orinoco al lago de Nicaragua, rellenados luego los espacios inter-
medios por .formaciones post terciarias, lo cual da á la comarca una unidad geo-
gráfica extraordinaria, sólo interrumpida aquí y allá por los ramales de los
Andes. Conforme atrás lo dijimcs, este sistema Caribe comprende las serranías
de Panamá y Baudó, los montes centrales de Bolívar, la Sierra Nevada de Santn
Marta y las Sierras Goajiras.
Nueva Gsogkafi a de Colombia
i6i
la serranía de Panamá difieren tanto topográfica como gfeológica-
mente, y entre ellas se encuentra la depresión de Culebra, en donde
no alcanza ni aun el rangfo de colina, pues su altitud no llega á
cien metros, y da paso á la excavación del canal de Panamá, lo que
hace más visible, si cabe, la mencionada división. En fin, la serra-
nía de Panamá está dividida de la de Baudó por otra depresión
acentuadísima, el boquerón de Ti hule, apenas algo más elevado
que Culebra, y también propuesto para la apertura de un canal
interoceánico. La porción oriental de la serranía de Panamá, ó sea
la de los istmos, no se rebaja en ning^ún otro punto á menos de 200
metros de altitud, sin alcanzar kilómetro y medio en ning^una de
sus cumbres, en tanto que la occidental gana en altura constante-
mente hacia ese rumbo, hasta constituir una verdadera cordillera
cuando penetra en suelo costarricense.
Figura 64 — Cumbres paramosas del Occidente de Panamá
a) Porcilm occidenitl : cordilleras de Talamanca, Chiriquí y Veraguas
y Sierra de Pencnomé — La considerable arista montañosa que de W.
á £. cruza á Costarrica, principia á pertenecer á Colombia en Dota,
sirviendo de frontera ; de suerte que en tanto que su flanco N. es
nuestro, el meridional pertenece á la vecina República ; es la sección
denominada de Talamanca, que se extiende desde las montañas pa-
ramosas de Dota hasta los volcanes de Chiriquí, ó sea por una vein-
tena de leguas en que la señorean los picos volcánicos Ijun, Ka-
mukó y Blanco (^,sSi), y el Robalo, á cuyo pie E. se dilatan el fecun-
do valle del Sixaula y los llanos del Changuinaula y el Robalo. En
seguida penetra íntegra en tierra colombiana, alzando también altas
cimas, como son el Picacho (2, 150), el extinguido volcán de Chiriquí
(3,434), de flancos en partes desnudos, la Horqueta (2,000), cuyas
dos columnas abrazan depresión de unos 1,200 metros de altitud,
no aprovechada aun por camino alguno digno del nombre de tal,
no obstante la importancia de la comarca. Más adelante la serra-
nía (cordillera de Chiriquí), ahora mucho más próxima á la costa
102 NvKVA Geografía de Colombia
del Norte que á la del Sur, ofrece altura media de unos 2,CXX) me-
tros y se compone de moles que á modo de cabezos se apoyan en
un elevado zócalo estriado por las erosiones con profundos y an-
gostos valles, pero cuya anchura total no excede de unos 40 kiló-
metros, por término medio ; del un lado, en la vertiente del Pací-
fico, abarca en forma de anfiteatro la extensa llanura de David ;
del otro, en la del Atlántico, envuelve del mismo modo la gran ba-
hía ó laguna de Chiriquí ó del Almirante. Tal configuración se debe
á que hacia el S. dos estribos considerables, la cordillera de
Buríca y los picachos de Palmas, forman las cuasi penínsulas de
esos nombres, y hacia el N., moles menos aparentes crean las
opuestas y pequeñas penínsulas de Drago y Tobólo, entre las cua-
les surge el archipiélago que divide la laguna del mar.
Avanzando hacia el oriente la serranía, ahora llamada cordi-
llera de Veraguas, se dilata formando una curva graciosa y regu-
lar, de convexidad vuelta hacia el Sur, y es un poco menos alta que
en la porción anterior, bien que comience al Oeste con la soberbia
mole del cerro de Saniiago (2,827) y en el medio alce los de I".7j
(i>S7S) y Sania María {1,406), porque al Oriente apenas excede de
un kilómetro de altitud. En esta región de Panamá toda la anchu-
ra del Istmo está ocupada por montes y colinas : al N. los contra-
fuertes avanzan hasta las orillas del Caribe, cubiertos por la selva
virgen {collados del Catalina), en tanto que al Sur un primer ramal
{cerro Tambor, 650; Pico Palmas, 1,199) penetra en el Pacífico para
formar, como se dijo, la ancha, maciza y corta península de Las
Palmas, límite occidental del golfo de Montijo, y después otro que
revienta en colinas que no exceden de 1 30 metros de altura, des-
parramadas en llanos de gramíneas de sólo 80, se enlaza á la cua-
drangular península de Azuero, la mayor de Colombia en el Pa-
cífico.
Esa península, que se destaca en la parte Sur y central del
Istmo como enorme retoño, entre los golfos de Montijo y de Pari-
ta, parte este ultimo del de Panamá, es bien distinta del cuerpo
del Istmo por su relieve y sus alturas, que forman un pequeño
sistema orográfico, consistente en una arista principal que al N.
no pasa de 465 metros de altitud, al Sur llega á los 800, separadas
las dos porciones por depresión considerable, y en un ramal secun-
dario (al E. del eje) sustenta el cerro Canajagua (935 metros), pun-
to culminante de estas breñas. La península de Azuero hace parte
de una cadena casi íntegramente submarina, desarrollada parale-
lamente á la sinuosa cordillera de los Istmos y que comprende las
penínsulas de Nicoya, Golfo Dulce, Burica, Palmas y la isla de Coiba
al W. de Azuero, y el Archipiélago de las Perlas y las cumbres del
Sapo en Baudó, al E. de ella, considerada como centro.
Porción oriental — Panamá y Darién — En seguida de Veraguas,
precisamente allí donde el grande Istmo se pliega en una especie
de arco de asombrosa regularidad de formas, la serranía se hace
muy desigual en dirección y altura: descompónese en muchos
fragmentos, ligados sin orden al parecer, próximos al mar del Sur
y,, apoyados sobre el Atlántico en largos y revueltos estribos que
se entrelazan en figuras caprichosas, á manera de extraños ar?^-
Nueva Geografía de Colombia 163
béseos en tomo del Pilón de Miguel de la Borda (5c>9). El lomo
que puede mirarse como magistral, se rebaja rápidamente á partir
de la Sierra Captra, de suerte que en la colina de Ahogayeguas
mide apenas 212, y en la de Culebra sólo 87 en el punto en donde
los dos mares distan 56 kilómetros en línea recta, por lo cual por
su lomo se trazó el corte del Canal interoceánico. Después de Cm-
Ubra la cadena se realza gradualmente hacia el £. Las colinas de
María Enríquez miden ya 400 metros ; las de Pacora, 500 ; y por
último, se encuentra el nudo de San Blas, que baña sus faldas en
el mar de las Antillas. El macizo principal de esta porción de la
serranía, el de Trinidad ó Capira (1,500), surge fuera de la divi-
soria de aguas, al W. de Panamá, y sus escarpas no alcanzan á
llegar al Pacífico por envolverlas otras breñas. A su mediodía el
cerro Chame (300) proyecta una pequeña península, en tanto que
á su NE. se alza el cerro Cabra (492), que domina á la capital del
Istmo. Muchas de las pequeñas alturas de esta porción de Panamá
están coronadas por grandes peñones blanquecinos, cuyo color con-
trasta con el rojo del suelo circunvecino.
El nudo de San Blas no es sino el remato ó el principio de
una cordillera costanera orientada de E. á W. á lo largo de la cos-
ta del Atlántico, frente á las mayores depresiones de la magistral,
con la cual forma los valles que constituyen la cuenca del Chagres :
una de las cumbres de la cadena, otro Monte Capira y que se alza
en la Sierra Llorona al E. de Portobelo, cerca del nudo, mide 915
metros, y señorea, p>or lo tanto, toda la comarca.
Unidas en San Blas las dos cadenas, continúa el eje orográfi-
co en forma de cordillera tínica, de pendientes rápidas, con 200 á
800 metros de altitud, señoreada por la sierra del Espíritu San-
to (600 metros) y el pico Gandí (900). Es en San Blas donde el Istmo
americano muestra su mínima anchura, como que no se cuentan
sino 50 kilómetros, en línea recta, de uno á otro mar, y sólo 28 del
golfo de aquel nombre al codo del río Bayano, en donde mueren
las olas de la marea del Pacífico. Desgraciadamente la cresta ex-
cede allí de 200 metros, y para la construcción de un canal sería
necesario perforarla con ttínel de 12 kilómetros y bóveda bastante
espaciosa para dar paso á los más poderosos navios. La cordillera
de San Blas ó Chepo continúa como cadena costanera del Atlánti-
co hasta la entrada del Golfo de Urabá, ó sea la zona llamada ist-
mo del Darién. Al Sur y enfrente de la magistral corre casi para-
lela á ella otro lomo de escasa altura, la sierra de Carlazas, que
apenas mide 200 metros, pero de bastante longitud, y que no es
sino la continuación de la serranía de Baudó rota por el Tuira y
que cierra por la izquierda (S.) la hoya del Bayano.
El pico Gandí y el macizo de Turgan/í, que le demora próximo,
marcan el sitio en donde la cresta quiebra su rumbo volviendo di-
rectamente al Sur, por la izquierda de la vaguada del Atrato, de-
primida en el paso de Tihule (142 metros), entre ese río y el no
menos caudaloso Tuira, y luego, convertida en masas que no exce-
den de 1,200 de altura, separadas por acentuados boquerones y con
variadas ramificaciones, va á confundirse con la cresta de Baudó,
aue de cerca borcjea el Pacífico. Dich^ fusión se verifica en lo§
r64 Nueva Geografía de Colombia
altos de Aspave (^600), que con los de Pirri, que les demoran al N.;
y los del cerro Sapo (910), que se alzan al NW., sobre la bahía de
Garachiné, constituyen un macizo bien aislado de los demás mon-
tes aledaños por hondos valles ó plieg^ues orog^ráficos.
2,^ Serranía de Baudb * — Este relieve, que mide 100 leguas de
longitud y se dilata de N. á S. á la izquierda de los opuestos valles
Atrato-San Juan, que divide del mar, más bien que una serranía
es un reborde de la próxima llanura, señoreado por cerritos y co-
linas, aquí y allá alzados algunos centenares de metros sobre el
mar. La serranía de Baudó, que ocupa una superficie de unos
15,000 kilómetros D, en cierto modo no es sino una dependen-
cia de la de Panamá, á la cual se enlaza en Aspave, y en su curso
describe ligera curva que continúa las de aquélla. Este relieve
hacia su mitad (7® lat. N.) casi aparece partido en dos, puesto que
sobre la bahía de Cupica su cumbre no pasa de 150 metros de
altitud y su anchura se reduce á unos 8 kilómetros.
De Cupica hacia el NW. el lomo de la serranía acrece en al-
tura hasta Aspave, que por su posición topográfica aparece como
si lanzara estribos á todos los rumbos del horizonte. El eje del
relieve, angosto y áspero, continúa por la orilla del mar á morir
en el cerro Sapo (910), cuyas estribaciones terminan en la Punta
Garachiné. Al NE. se separa la serranía del Darién (Panamá), que
divide el Tuira del Atrato ; al E. un grupo de contrafuertes separa
los valles del Truandó y el Opogadó, y hacia el NW. avanza otro
más complexo que separa el Sambú del Bolsas (Tuira) y forma la
áurea mesa de Cana entre los picos de Pírrí (700) y Paca (600).
En resumen, en esta región existe una zona de tierra doble no muy
alta, pero escarpada, extensa y de relieve complicado.
De Cupica hacia el S. la serranía avanza estrecha y ondula-
da, proyectando á lo lejos pequeños cerritos ; luego se ensancha y
realza en los altos de San Francisco, y después constituye una es-
pecie de ancha y roída plataforma, de flancos ásperos, donde se
hallan los picachos del Btíey y Baudó (1816), tan altos como los
topes de los fronterizos estribos de la cordillera del Chocó. De
esta especie de nudo se desprenden dos largos ramales, entre los
cuales se abre el valle del Baudó (150 kilómetros) : el del W. es
el más elevado, forma los cerros de Cafuche (900-1,000), y luego
Iq§, de Anana y Arasi (300-500), que desgajan las peñolerías que
forman el Cabo Corrientes (i,ooo), orlados por escollos y rompien-
tes ; este ramal luego da paso al río Baudó, y en seguida se une á
otro. El ramal E., no obstante su reducida altura, escasa anchura
y estribaciones diminutas, se prolonga hasta cerca del 4° N. á con-
cluir en forma de sueltas colinas al N. del delta del San Juan, en-
frente de las que rodean la bahía de la Magdalena.
Es este brazo el que al E. de la boca de Baudó se en-
laza con las estribaciones de la serranía volcánica subordinada
que rota se ve al pie W. de la cordillera del Chocó, no por medio
* Esta serranía ha sido estudiada p )r muchos exploradores, 7 sin embargo
la Grande Encyclopedie (en curso de publicación) escribe que es volcánica, y aplie-
ga: "»'a pas cté encoré l'objet d*explorations serieuscs!"
Nueva Geografía de Colombu 165
de lomo ó filo visible, sino por una fracción de llanura realzada, pe-
(Jreg'osa, abarrancada, llamada hlfiio de San Pablo (100) porque
divide agua^ entre el Atrato y el San Juan, bien que el ojo no se
da cuenta de ella, y sin embargo, flamantes geógrafos hay que
escriben que por ahí pasan los Andes de la América del Sur á la
América Septentrional I
3.^ Moniañas de María — Al ojáente de la cordillera de Perijá, y W
haciendo juego inverso á la enorme depresión ocupada por el lago-
golfo de Maracaibo, se alza una serie de confusos relieves que
atraviesan por su centro y de S. á N. el Departamento de Bolívar:
son las Moniañas de María, que al W. dominan las llanuras del Sinú
y el litoral de Cartagena, y al E. guardan la depresión por donde
sucesivamente ruedan los ríos San Jorge, Cauca y Magdalena.
Las Montañas de María, en lo general de exiguo relieve y formas
redondeadas, ocupan una superficie de unos 9,000 kilómetros D y
siendo difícil señalarla con precisión por no ser dable en todas
partes indicar dónde terminan las altas sabanas que las rodean,
abarrancadas por la erosión, y dónde principian las alturas que ya
forman parte del grupo mencionado.
Montañas de María y Sabanas constituyen, pues, una verda-
dera Mesopotamia, cuyo estudio interesa, como suelo de aclimata-
ción para los inmigrantes del futuro que vengan en busca de las
riquezas que guarda el suelo colombiano.
En apariencia las Montañas de María se desarrollan sobre la
prolongación del eje de la cordillera del Quindío, realzado allende
la llanura del bajo Cauca, y al tenor de las antiguas cartas geográ-
ficas serían una simple prolongación de la serranía de San Jeróni-
mo, más allá del Murrucucü. Estudiadas de cerca, no son ni una ni
otra cosa, y á su mediodía^ puede decirse que se unen los ríos Sinü
y San Jorge, tanto porque en la faja de tierra que separa esos dos
ríos por los 7*30' no hay relieves que la dominen en ico metros,
como porque en invierno por el surco transversal Grande-Santia-
go, las aguas de los dos se unen, de suerte que es posible pasar en
barca del uno al otro. Al Sur de ese canal de Ciénaga de Oro las
alturas del terreno son los antemontes del macizo de Murrucucd.
Las Montañas de María, así llamadas por el nombre de su
masa principal, se componen de una serie de protuberancias, de or-
dinario netamente separadas unas de otras por acentuadas áepre-
sioneSy y con alturas máximas de 300 á 500 metros, que surgen casi
alineadas en el centro del relieve y se apoyan á uno y otro lado en
bajas estribaciones de 6 á 10 leguas de longitud. La existencia del
canal denominado el Dique, que une el Magdalena á la bahía de
Cartagena^ divide estas montañas en dos porciones : al S. y cen-
tro los montes de María propiamente dichos ; al N. los montes de
Cartagena ó Tierra adentré de los Españoles, con altura inferior á
la otra.
Sobre el canal de Ciénaga de Oro, hacia San Carlos, princi-
pia el relieve, estrecho y regular á manera de barra, compuesto
el eje de cerros medianos con pequeños ramales de colinas al E.,
casi sin faldas al W.; luego en el ensanchado tope se forman los
llanos de Solís, y después aparecen las colinas de San Andrés, don-
Nueva Geografía de Cdlohbia
de ninguna cumbre domina á las otras en más de So metros, y en
lo general son tan uniformes, que vistas de la llanura occidental
parecen no existir, adquiriendo en cambio algunas destacadas co-
linas la apariencia de grandes cerros.
Más al N. el eje se acentúa, y de Slncelejo á Coroza! íorma la
íüerra íJer, cuya cumbre domina á un tiempo el mar y el río Mag-
dalena, con suave caída al E., y flanco occidental tan agrio y es-
carpado, que le da apariencia de cordillera, siendo de esta parte de
donde se desgajan las colinas que avanzan á tocar los ramales de
Las Palomas (Chocó) para dividir la llanura del bajo Sinü del mar.
Después de Flor, el tope desigfual, pedregoso y angosto forma la
larga Sierra Ptñaia (6oo), á que sigue un caos de cumbres: tan gran-
de ha sido allí el trabajo de la erosión ; entre esas cumbres estin
las sierras Piche y Almagra, preludio de la baja meseta de Ovejat
(250) y el Carmen, en cierto modo nudo hidrográfico que envía
aguas á todo rumbo y piemonte de mayores alturas, con flanco E.
suave y uniforme y caída \V, más áspera y bieve.
Al N. del Carmen el desquebrajado suelo varía : la mesa se
transforma en dos crestas que rodean á San Jacinto : el ramal de
la derecha, primero rebajado, alza luego la sierra de La Paloma,
Nueva Geografía de Colombia
167
que lanza ocho estribos sobre el rio Magdalena ; el izquierdo le-
vanta la sierra de María (900), que culmina en el Manco ó cerro
San Mar/tn (1,365?), la cumbre g^igante de Bolívar al N. del 8° de
latitud. La mole de María con su extensa y quebrada falda occi-
dental hace retroceder la costa entre el golfo de Morrosquillo y la
isla de Bard, alzando sobre el litoral las singulares /e/as de Told
(600), el Morro de Tigua (700), y otras cumbres entre las cuales
se extienden llanadas pantanosas. De modo análogo se comporta la
falda oriental, más suave, que rechaza el río Magdalena de Zam-
brano á Nervití. En fin, al N. de estas breñas el eje se reduce y
convierte en dispersas colinas que mueren en las cenagosas plani-
cies que atraviesa el Dique, sólo excavado artificialmente en el
bajo lomo del Arenal.
Las breñas de Tierra aden/ro 6 de Cartagena constituyen una
verdadera isla y se agrupan en dos series separadas por la gran
ciénaga de Guájaro y el valle de Usiacurí, que al N. un lomo in-
significante separa del mar en la ensenada de Las Damas. El brazo
oriental, más reducido, es el que orilla el Magdalena, con alturas
muy varias aunque siempre exiguas, y suelo quebrado, pobre y
monótono. Hacia Tuhará (280-335) y Juan de Acos/a (257) se une
al occidental, forma una especie de nudo en que culmina el Cerro
Cupino (800 ?), y revienta en series de morros que por el respaldo
de Barranquilla van á morir entre Puerto Colombia y las Bocas
de Ceniza, sin que ninguno exceda de 200 metros. El brazo occi-
dental, de base mucho más ancha, se extiende del Dique hacia Tu-
bará por detrás de Cartagena : principia en colinas aisladas, luego
se ensancha en Turbaco (230) y Lamber o (400?), al N. de las cua-
les cimas se abren en ángulo los valles de Villanueva (E.-W.) y
Tocachagua (S.-N.), y el suelo que los guarda se compone de
multitud de hileras de alturas que en lo general parecen obra de
la erosión.
Figura 66 — Zonas paramosas de la Sierra Nevada de Santamarta
y^de la Cordillera de Perijá
4.° Sierra Nadada de San/amar/a — Este relieve, tipo perfecto y
sin igual del Macizo orográficoy surge aislado entre el mar al N., el
i66
NuxvA Geografía de Colohbu
Magdalena al W. y las llanuras de Upar al E. y S., á modo de
enorme pirámide de flancos destrozados, hasta concluir en un muro
rocoso de 30 kilómetros de longitud (EW.) y altura media de más
de 4^500 metros, base de algunos picoc más altos, unos sin nieve,
otros con ella, primando entre ésos el Horqueta (5,222), así llamado
por la hendidura que se ve en su cumbre. De ese lomo hacia el N.
$e desprende un alto dique que pronto se enlaza con otro muro, si
menos alto, más largo y salvaje, el cual se extiende de W. á E.,
desde las costas de Santamaría {San Lorenzo) hasta el valle del
Figura 67— Sierra Nevada de Santamaría y serranías goajiras
NuiYA GCOGKAFIA D£ CoLOMllA I69
Ranchería, donde (Za Gloria, 915) revienta deprimido en pata de
gfanso, llena su falda N. con infinidad de agrestes contrafuertes,
de los que los más occidentales hunden sus remates en el mar, en
tanto que en la vertiente S., del lado de Santamaría mezcla sus
estribos con los de la Sierra propiamente dicha, y al opuesto se
apoya ante todo en dos gruesos estribos que dividen los valles del
Guatapurí, del Badillo (cabeceras del Cesar) y del Ranchería. De la
Sierra hacia el S. se desgaja ondulado, por en medio de ellos, otro
lomo de cumbres, paramosas primero {Adurimeina, 4,268), cuando
dividen el Guatapurí de la gran Cie'naga de Santamaría, más hu-
mildes luéjfo, cuando separan el Cesar de su afluente el Arignaní
{MMamin, 3,000), y que termina en el alto de Las Minas (460-300),
donde revienta en colinas que avanzan á perderse en la baja llanu-
ra del Paso (Zapatosa). Este brazo, donde principia á deprimirse,
se une por el \V. á un lomo de tierra alta que del mediodía de la
Ciénaga de Santamaría se dilata hacía el S. hasta no lejos del Ban-^
co, divide el Ariguaní del Magdalena, guarda la cañada del Chi-
miquique, y se muestra estéril, seca y abarrancada en extremo,
bien que ninguno de sus topes se alce más de 50 metros sobre las
vecinas vaguadas.
Es entre los llanos que riegan los ríos Badillo y Ranchería
donde la planicie de la Esperanza (130), al NE. de San Juan de
Cesar, se realza y divide la hoya del Magdalena del mar y enlaza
la Sierra á los ramales W. del frontero cerro Pintado.
5.° Sierras Goajiras — Los relieves de la Península Goajira, ínti-
mamente relacionados con los de la fronteriza Península de Para-
guaná, se componen de numerosas cumbres, de ordinario cónicas,
desnudas, pedregosas, agrupadas en tres series paralelas que se
alzan de entre un suelo bajo y arenoso, y al SW. de las cuales se
hallan como antemontes algunas cimas aisladas^ entre las que des-
cuellan como las más notables la Teta Goajira (500) y el Ipapula,
\J^i primera de esas series de la Península se compone de dos
j^rupos : al S. la agreste Sierra de Coxoro (Yuripiche, 700), y al N.
diversas hileras de cerritos, de las que la más septentrional, deno-
minada Sierra del Car pin/ero, forma el cabo de La Vela. La segun-
da es la Serranía de Par ashi-J aliar ure ( Guaj arepa, 700), que princi-
pia al S. de Bahiahonda y que una depresión central la divide tam-
bién en dos porciones. En fin, la tercera y más notable es la Serranía
de Maeuira (700), en su extremo N. (Punta de Gallinas) apenas for-
mada de altibajos, en tanto que en el resto de su curso se desdobla
y guarda el valle del río que le da nombre, único permanente en
la ardiente y desolada península.
Serranías delCaí^'F-tÁ — Los relieves de las llanuras orientales,
apenas medianamente explorados, constituyen en su conjunto una
porción realzada que con rumbo S\V. se desprende de la mesa de
Guayana hacia el bajo Xapo, y al paso alcanza á enlazarse con
algunas estribaciones de la cordillera de Sumapaz, por lo cual re-
sulta ser divisoria de aguas entre el Orinoco y ei Amazonas. Ha-
cia el E. dicha zona, realzada, presenta el borde de su terraza á
modo de escarpa, desde Cucuhy hasta la boca del Ñapo, siendo
Xutva Ceegrafíñ de CcUmbia T0J40 1-12
t^o
KvEVA Geografía de Colombia
ese escalón el que divide para Colombia el bajo Caquetá del Ca-
quetá central, hace saltar el Uaupes en Ismasi y el Caquetá en
Sihare, y estrecha el Putumayo en las Termopilas.
Figura 68 — lícliei'es dil Caquetá (Amazonia) — Escala : I : 7.500.OOO
Del fondo del ultimo gfran codo del Guariare, hacia la boca
del Ag'uarico, se dilata el reborde de otra terraza más alt p'que por
hundir sus estratas hacia el \V., ha adquirido aquí y allá forma de
hileras de colinas (.S/>r;'<T.í(f^ Yhnbi, Araracuara, Maine Nanari), qut
e más de un punto se alzan hasta cerca de 1,000 metros, dividen
Nueva Geografía de Colombia 17
el Caquetá central del alto, y forman los raudales superiores del
Uaupes, del Apoporis y del Caquetá, quedando al W. de Yumbi
las seríes de altas colinas que el Guaviare rompe en sus dos prime-
ras ang-osturas, y al E. las que avanzan á unirse con los relieves de
Guayana {Aracuri, Guasacavi, linaji), forman la mesa de Maripin,
el cerro Caparro (330), y ayudan á constituir la terraza que orig^ina
la célebre bifurcación del Orinoco al pie W. del alto cerro Duida
(2,172).
Las tierras altas del Caquetá tienen una altitud media de 300
á 400 metros, en tanto que las bajas no exceden de 200, y á modo
de brazos penetran aquí y allá casi hasta el pie de los Andes, Y
como bajas serranías, llanos altos y bajas llanuras están cubiertas
por dilatados manchones de selva virgen y extensas ciénagas, aún
pasarán muchos siglos antes de que sean conocidas en todos sus
detalles.
Llanuras — Las tierras llanas de Colombia se dividen en dos
grandes grupos : aquellas que constituyen la región oriental, don-
de se dilatan á manera de un gran todo, sin soluciones de conti-
nuidad, y lasque demoran en la región occidental, donde se parten
en trozos de vario tamaño, ora enlazados, ora divididos, mostrán-
dose como senos, golfos ü orla de las montañas á cuyo pie se ex-
tienden.
tf) Panamá — En el Istmo la llanura es angosta faja, en especial
del lado del Atlántico, donde no se la ve con alguna extensión sino
al W. del Canal, puesto que más al E. las sierras dondequie-
ra hunden el remate de sus estribos en el mar ; la porción más
notable es, sin duda alguna, la que forma la hoya del Sixaula-
Changuinaula, aquí y allá surcada por oteros y colinas. Del lado
del Pacífico es mayor el desarrollo de la tierra llana, en especial
hacia el W. (llano de David), hacia el centro (llanos de Azuero)
y hacia el E. (llano del Tuira). En ésta la última porción (Darién)
la cubre la selva y es húmeda por su bajo nivel ; en las otras dos
y tierras aledañas constituye el corazón del Departamento de
Panamá, porque no sustentando sino gramíneas, en ellas se ha
desarrollado principalmente la población. Las llanuras de Azuero,
por su juego y contraste con las circunvecinas serranías, aparecen
esmaltadas por oteros y altozanos, de donde lo pintoresco y varia-
do de su aspecto.
b) Chocó — La llanura del Chocó también se divide en dos por-
ciones: la septentrional ó alto Chocó, es cinta en el fondo de los
opuestos valles del Atrato y el San Juan, pero sólo en pequeñas fa-
jasse muestra seca y cultivable, pues hacia la boca, del San Juan la
inundan las mareas, y hacia la del Atrato, por su bajo nivel, en de-
cenas de leguas cuadradas no es sino Iodo y juncales. La llanura
del bajo Chocó, cuya anchura crece casi uniformemente de N. á S.,
yace también oculta por la selva y se muestra llena de ríos y cena-
gales, que á diario rebosa la marea, lo que la hace fecunda y mal-
sana sobre toda ponderación. La faja misma del litoral difiere en
aspecto por componerse de playones, es decir, de los unidos deltas de
centenares de ríos, hechos de islotes de arena, sin selva, que el vien-
to purífíca y que Codazzi apellidó la Holanda cancana. La zona d^ cié-
1 72 Nueva Geografía de Colohbu
naguas, especie de /« / <z/, entre los playones y el pie de la cordillera,
aún está por explorar allí donde no penetran las embarcaciones,
pues en ella no hay sino caminos acuáticos.
r) Llanura ai la n tica — La llanura atlántica, llamada Xuri^a An~
dalucia en los primeros tiempos de la Conquista, es venezolana en
su parte oriental, porque, á decir verdad, se extiende del Golfo de
Urabá á las sierras de Coro, fraccionada en tres porciones princi-
pales por los relieves que la enmarcan ó recorren aquí y allá, sien-
do la central la que se enlaza con el valle del Magdalena propia-
mente dicho. Esta llanura está, pues, tendida al pie del frente N. de
los Andes, que con ella se confunden gradualmente, de manera
que al considerar las tierras situadas al N. del 8° de latitud N., pue-
de aplicárseles la frase de los geógrafos á Alemania en sus tres
porciones (alta, media y baja), es decir, que allí el monte, la colina
y la llanura se suceden como la oda, el idilio y la prosa ; y es
imposible marcar sobre el terreno dónde termina el uno y principia
la otra.
La porción colombiana de esa llanura comprende el Sinü, el
bajo Magdalena con sus apéndices de Ayapel y Upar, y la pampa
Goajira (parte de la región de Coro). Desde otro punto de vista, el
Magdalena, cuyo valle penetra como cuña entre las dos grandes
mesas andinas, divide la llanura atlántica en dos mitades desigua-
les : al W. tierras fértiles, ricas, htímedas, á veces quizá con dema-
sía ; al E. planicies secas, áridas, que en buena parte merecen el
nombre de estepa colombiana.
\jdi porción occidental, es decir, el Sinv, es una gran cuenca
donde las tierras altas ( iüO-300 metros), abarrancadas por los arro-
yos, se inclinan, como los labios de un plato, sobre un óvalo de pla-
nicies hiímedas, escalonadas (50-15), llenas de ciénagas y charcos
y cruzadas por la inextricable red de brazos y caños del río que le
da nombre, y que sale del recinto mencionado por un cauce único,
abierto por la erosión en las colinas que dividen la llanura del gol-
fo de Morrosquillü, su natural continuación en otras edades geo-
lógicas. Esta sección se dilata además un poco hacia el mediodía
con ¡guales caracteres, pero más angosta, por entre las cumbres
de Quimarí y Murrucucú, puesto que al pie de esta ultima el fondo
del valle apenas está á 80 metros sobre el mar.
La porción central y mayor, la que recibe los principales ríos
de la cntrecordillera, no ofrece en su perímetro muro tan comple-
to como la del Sinií ; sus partes más bajas, anegadas, se extienden
con perfecta horizontalidad por millares de kilómetros D,en tanto
que laíf altas muestran acentuado declive ó se escalonan en terra-
zas de escaso desnivel. El centro de esta llanura apenas está á 50
metros de altitud, y las aguas que lo inundan lo dejan por canal
bien formado entre suelo más alto, de donde que á la vez sea in-
menso plato de evaporación que las disminuye de modo n'sible y
vicia la atmósfera dándole fuerte olor á pantano.
Desde ciertos puntos de vista la porción más baja de la región
es la que rodea la extensa Ciénaga de Zapatosa, la grande isla de
M9mpós y las bocas del Cauca y el San Jorge, cruzada oblicuamen-
te por la línea Magangué-Banco, que es la llave entre la Cssta y el
Ín4cnQt\ Las porciones que riegan los ríos San Jorge y Cesar en
Lknws aUos (Chocó) \ [Défpresión
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Diptesión del Sinú
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Llanot altos
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Figura 69 — Diagrama de las culminaciones y las depresiones de la región Caribe
Nueva Geografía de Colombia
su parte baja constituyen una de las zonas más dig-nas de estudio
que encierra el país, por los fenónnenos que en ellas se cumplen
cada año se^dn las estaciones, por los iapoftcs (islas flotantes) del
segundo, y las zampumas y mog-otes del primero, y la trashuman-
cia que imponen á los g-anados con sus pastos de invierno y de ve-
rano. Cuanto á las tierras altas aledañas, las de la izquierda son
una de las zonas más ricas y bellas del país (las sabanas áe Bolívar),
una verdadera Andalucía, en tanto que las de la derecha (llanos del
Cesar) constituyen la región que relativamente ha prosperado me-
nos, porque la geog-rafía tiene sus leyes inviolables. El llano que
fecunda el Cesar, y que sin interrupción sigue desde Zapatosa hasta
la Goajira, guarda las huellas indelebles de que por allí corrió el
Magdalena en época geológica anterior. Allende la cuenca men-
cionada, rumbo del N., las aguas tornan á explayarse en otra por-
ción de bajas llanuras cuyo centro es Calamar, de donde arrancan
el Dique y el Caño Ciego, que enlazan las aguas del gran río á las
playas de Cartagena y Santa marta ; cuenca que algunas colinas y
bancos separan del seno antillano y que por su bajo nivel perma-
necería convertida en enorme estuario ó golfo si el Caribe no fuese
un mar sin mareas.
La porción oriental puede decirse que la constituye adíníegrum
la península Goajira con sus llanadas monótonas, estériles por falta
de aguas, con ueds (ríos sin agua) y iell (vegetación de invierno),
como ciertas partes del Viejo Mundo, de suerte que bien puede
llamársela la Arabia colombiana, es decir, que el día que el pro-
greso la arrebate en sus ondas, será una de las joyas de la corona
patria, la tierra privilegiada de las palmeras, las resinas y los
perfumes.
Por lo que hace al jirón de llanura de la cuenca de Maracai-
bo que pertenece á Colombia, hoy por hoy, no es sino inmensa
selva cruzada por media docena de ríos de algün caudal.
En resumen, la Cosía, vasto triángulo que abarca la península
Goajira, la Sierra Nevada de Santamaría, los montes de María y
de las Palomas, los llanos del Cesar y del Sinú y los deltas interior
y exterior del Magdalena, con un litoral abundante en puertos,
que á un tiempo mira á Europa y á los Estados Unidos, constituye
un pequeño mundo alzado á las puertas de la patria con el resu-
men de sus climas, bellezas, tesoros, inconvenientes y ventajas. Y
este livanU colombiano, para alcanzar en breve el puesto que le
está destinado en el globo, no necesita sino una sola cosa : brazos
y capitales, paz y trabajo.
d) Valle del Magdalena — Este gran valle longitudinal, que con
los caracteres de tal (fondo llano) principia al S. de Neiva y con-
cluye realmente en tierras de Simití, ó sea donde el turbio río entra
en la región de su gran delta interior, presenta por vaguada y sin-
clinal el surco Suaza-Magdalena, y de los 3° á los 8° de latitud N.
muestra su fondo ocupado por ancha faja plana, ó poco menos; faja
que separa los dos grandes grupos de montañas andinas, desciende
de 800 á 50 metros de altitud, y presenta anchura varia, pues de-
bido á las estribaciones de las cordilleras, ora se estrecha, ora pe-
netra entre ellas á manera de golfos. El Valle tiene su eje orienta-
do de SW. á NE., y por su manera de ser se divide en dos porcÍQ«
NuiVA Geografía de Colombia i 75
nes : la meridional ó alia^ y la septentrional ó baja (Magdalena
central, mirado como bajo el trayecto comprendido entre Simití y
el mar), enlazadas por largfo corredor creado por una notable
aproximación de las montañas, lo que orig^ina los rápidos denomi-
nados Salto de Honda (2CK) sobre el mar). (Figuras 50 y 51).
La parte alta (Toüma) de la llanura, en sus comienzos n-.uy
angosta, se ensancha luego de un modo brusco y desciende 600 me-
tros en 60 leguas. Desde el punto de vista topográfico, esta llanura
se com|X)ne de una serie de planicies escalonadas, con suelo seco
y árido las más altas, de suerte que sobre la faja que orilla el río,
de origen aluvial, hay otras de formación más antigua. La super*
ficie mayor está en el Espinal, y la e.xtensión plana es mucho me-
nor en la ribera oriental, á partir del codo de Girardot. Los llanos
de mayor altura, con relieves calvos y pedregosos {peladeros), ora
se funden con los inferiores por medio de pendientes suaves, ora
caen en acentuados escalones, pero siempre muestran su suelo res-
quebrajado por grietas por donde corren las aguas á modo de to-
rrentes, en los días de lluvia. Además, en toda la llanura y distribui-
das como al acaso aquí y allá, surgen pequeñas series de alturitas
que la dividen en laberinto de callejones y parecen obra de la ero-
sión, pues dominadas á distancia, á la vista el llano se desarrolla
sin soluciones de continuidad.
Si esta parte alta del valle en muchos puntos tiene marcado
aspecto arábigo, no es estepa debido á los ríos que la cruzan, des-
colgados de las aledañas cordilleras, y en ella el Magdalena corre
por una faja de aluviones húmedos, donde forma con frecuencia bra-
zos, islas y disparramaderos ; la parte baja, que llamaremos Paiuria,
difiere pK)r completo en su fisonomía, y en verdad es americana y
tropical. En ella aumenta la extensión plana, en especial hacia su
centro, porque los montes se alejan ; pero esa llanura, que en unas
40 leguas de. longitud tiene 12 de anchura media, no es sino un mar
de vegetación que cubre otro de ciénagas y pantanos cruzados no
sólo por el río principal sino por multitud de afluentes de éste, de
manera que allí la vaguada es una faja de 30 kilómetros de bra.
zos, falsos brazos y tremedales, por lo cual, más que altos y frago-
sos montes, divide los poblados llanos del Tolima de los de Bolívar,
y por lo mismo ha dificultado en extremo el progreso del país : si su
suelo fuera igual al de aquellas otras regiones, muy diversa- sería
en la actualidad la situación económica de la República.
Estas llanuras de Paturia, afamadas por lo malsano de su cli-
ma, su vegetación exuberante, sus inundaciones y lo difícil que
allí se ha tomado la navegación del Magdalena, son un nubarrón
sombrío en el horizonte de Colombia, y disolverlo es problema de
importancia vital para nuestro progreso futuro ; allí debe buscarse
la causa principal de los periódicos desastres de la región drl delta
interior por las palizadas que engendra }' las irregularidades que
introduce en las inundaciones. Este valle del Paturia (Magdalena
central), más agua que tierra y más lodo que agua, con mayor
número de ciénagas á la derecha del río y peores dificultades para
la navegación arriba de la Angostura de Nare, tiene comunicación
topográfica más amplia con el plato de Mompós; y aun cuando en
realidad en él el río desciende 130 metros, por tener porciones de •
NuKVA GeocRArÍA dk Colombia
yigiira Jo-^la Aiigíilma dt Nixre (según Y^ Andrée)
absoluca horizontalidad amenaza convertirse en ellas en dilatado
pantano, 6, lo que es lo mismo, interrumpir la navegación por va.
por. Tal es «I aspecto de los 350 kilómetros de longitud que mide
esta porción de la sindinal del Magdalena, ó sea de Honda i Simi-
ti, donde geográfica y geológicamente concluye el Magdalena, ya
que sus condiciones como rio cambian por completo de allí al mar.
¿) Las altiplankits — I. a superficie de las porciones planas exis-
tentes entre las serranías es muy pequeña com}.)arada con las de Jos
marcos montañosos, pues no son sino débil acciilmlt de las cordi-
lleras, por más que i primera vista parezca lo contrario. Su impor.
tancia orográfica depende de que marcan el nivel de los principa-
les escalones de las grandes mesas montañosas del país y los cen-
tros de donde el hombre ha irradiado á conquistar las breñas co-
marcanas ; de aquí su riqueza y densidad de población, no obs-
tante las diñcultades que halla su pronta comunicación con las
aguas inferiores ó navegables. I^ extensión de las altiplamdes es
mayor en la mesa occidental, pero las existentes en la oriental se
abren í mayor altura media sobre el mar. Entre '•&% cordilleras
del Chocó y del Quindío, las principales son: la de Tiíquerres-
Ipiales, hiímeda, fría, no muy extensa y la tendida á mayor altitud
en el país ; la del Patía, angosta y prolongada, seca, ardiente y en
parles írida : la de Popayán, simple fondo de un valle : la Caúcii-
Nueva Geograf/a de Colombia i 7
n^ {valle del Cauca), la mayor de todas (200 kilómetros de larg^o por
15 á 40 de ancho), célebre por su hermosura y su fecundidad, muy
plana (i,cxx>-900), más crecida al mediodía, subdividida en do»
cuencas por la cintura de Sonso, con pantanos y ciénag^as á lo larg-o
de la vaguada, de preferencia más próxima á la cordillera del
Chocó, salvo hacia el N., donde la planicie es mayor al pie de esta
dltima por la intrusión del valle de í^ Vieja. También esta llanu-
ra tiene unas porciones más altas que otras, en las cuales escasea
el agua en verano, en tanto que las inferiores se inundan e\\ invier-
no, época en que se forman en ellas inmensas lagunas.
Más al N., en esta mesa occidental no se encuentran sino los
cálidos llanos de Murrí, entre el Cauca y el Atrato, y los templados
de Ríonegro y de Medellín (éstos diminutos), entre el Cauca y el
Magdalena ; las aguas que riegan la sabana de Rionegro se esca-
pan hacia el gran río por la hoz de Nudillales.
En la mesa oriental ocupan el primer lugar las altiplanicies
d«l Sogamoso y el Funza (Sabana), de bastante área, ricas, densa-
mente pobladas, sanas, en partes aun muy húmedas, como que las
raguadas están formadas por rosario de lagunas ; estas dos alíipla-
«iln>j, de casi igual altitud, están colocadas sobre un eje NE.-S\V.,
inclinada aquélla hacia el NE. y la otra hacia el SW., y entre
ambas queda la parte alta del valle de Tenza. í-^ llanura de Ubaté,
abierta al N. de la Sabana, es simple apéndice de ésta, y de la del
Sogamoso queda separada por la diminuta que forma el valle de
Leiva. En fin, más al N. se encuentran las porciones planas de
Mogotes y Pamplona.
/) La región oriental: los llanos y las selvas; Casanare-San Martin
y Céquetá — Los 848,000 kts. D que forman nuestro oriente, siempre
con bajo nivel, constituyen parte de un mundo en absoluto diverso
del occidente colombiano : sólo se asemejan á él en majestad y ri-
quísimos productos.
Las condiciones del relieve de este oriente lo dividen en tres
distintísimas zonas : los llanos al N., la mesa del Caquetá al centro,
las llanuras selvosas al S. ; pero al analizar no lo que Colombia po-
see en el corazón de América, sino este mismo corazón íntegro, en
su parte septentrional, lo dicho no es la verdad, porque los llanés
forman una enorme cuenca de perímetro perfecto, bien aislada y
con rida propia.
En este punto, como en tantos otros, el afán de particularizar
ha conducido á graves errores. Colombia, Ecuador y Venezuela
no se unieron un día por mero capricho de los hombres, nó ; es
que la porción de América sita al N. de la sinclinal del Amazonas
y del gran codo de los Andes, forma //// solo iodo, todo que un día será
tn verdad la Gran Colombia, pues las leyes que rigen al mundo,
como fijadas por Dios mismo, son superiores á la voluntad huma-
na. Pues bien : de esa gran patria, y aun cuando por hoy parezca
un absurdo la afirmación, el centro natural y geográfico son los llattés.
La cordillera de Sumapaz tiene enfrente las serranías de Gua-
yana, cuyo muro W. es casi paralelo á aquélla, que á la vez se en-
laza á dos relieves laterales, como son : al N., los costaneros de Ve-
nezuela, y al S. los internos del Caquetá, ó sea á dos m^sas, muy
Nl^EVA GEOGRAf/a DZ COLDIDIIA
Figura 71— £/ Occiátntt y il Orinite ,o!ombiams~\:%z
baja la ultima, ambas rotas en todo ú parte por las aguas de la
hoya del Orinoco. La principal ruptura de aquéllos en Calcara,
marca asi la mínima cota de la cuenca, que, antiguo mar, ofrece
suaves declivios hacia un núcleo central que constituye la Uanura
más igual y hnrhontal entre las grandes llanuras del continente. De
esta cuenca el declivio E. es muy breve ; el W., el más dilatado,
mide cusa de 100 leguas, y los del N. y S. son relativamente pe-
queños ; por eso la linea Meta-Orinoco, tendida del WSW. al
ENE., marca el verdadero Ihalwrg de la inmensa hoya, toda vez
NuKVA Geografía de Colombia 179
que esa dilatada diagonal (200 leguas como de Cartagena á Po^
payan) indica el rumbo en que el suelo rebaja mejor su nivel.
Las dos mesas que al S. y N. envuelven la cuenca de los Lla-
nos, son más iguales de lo que el común se imagina, no sólo en la
forma sino también en su constitución íntima. Pero hay algo más
raro aún : la asombrosa semejanza entre dicha cuenca y la más
pequeña de Mompós, situadas sobre una línea oblicua que corta
también la máxima depresión de la América del Sur (Maracaibo),
abierta ésta dentro de un triángulo cuyos vértices son enormes moles
nevadas: Chita, Santamarta,Mérida. (Figura 71). ¿Esto es simple
coincidencia? No lo creemos. A la vista salta que la mitad N. de la
América del Sur es una porción antigua, realzada y variada luego
con la lurrección de los Andes. En efecto, en Caic ara como en
Mompós, tenemos una región colectora ó de grandes deltas interio-
res, rica en caños y ciénagas, con vastas extensiones que mar en in-
vierno son en verano rica pradera; con tierras que se anegan y otras
que permanecen secas, con sabanas divididas por paredes de verdu-
ra que orlan el curso de las aguas ; iodo es igual, salvo la magnitud
de los fenómenos y del área en que se producen. Y lo que es adn
mis raro, ambas tienen porciones que sin la grande humedad de co-
marca, en general serían verdadero Sahara, pues en verano el
viajero debe llevar consigo el agua para beber. Asombra cómo
hoy día el elefante y el camello y el datilero no están ya aclima-
tados en estos países.
En invierno, bajo capas de 3 y más metros de agua con va-
dos peligrosos y el riesgo de indios, caimanes, peces eléctricos y
fieras, el caballo es inútil, la barca lenta, el vapor imposible por
lo aleatorio de su empleo, y las pérdidas de riqueza, por causa de
las dificultades de comunicación entre los hatoSy laderas y retiros^
siempre enormes. Sin aquellos animales es casi imposible cautivar
tales regiones.
La cuenct de los Llanos tiene su principal declivio W. tendi-
do, según se dijo, del muro de Sum^paz hasta la línea Aiabapo-
Orinoco-Manapire, que forma un ángulo cuyo vértice está en Cai-
cara, 6 sea los deltas interiores : por esto las aguas de ese declivio
van casi de W. á E., pero con longitud que disminuye de S. á N.,
lo mismo que las f^jas de tierra que las separan y en las cuales
surgen otras proporcionadas á la magnitud de. ellas ; dichos cauces
(Inirida-Guaviare, Meta, y Aratoque-Apure^ forman dos grupos
de vaguadas (cercanas y paralelas) oblicuas entre sí, separadas
por otro central (único); los dos ríos del S. ofrecen, además, á este
rumbo, violento codo. Al mediodía el Guaviare orilla la parte N.
de la mesa del Caquetá, y así el declivio S. de la cuenca es muy
breve ; en cambio, el Apure dista más de la serranía y s>e forma
alH mayor talud con corrientes importantes. Además, hacia el fin
de él aparece el haz dilatado del Portuguesa, que al NE. del todo
hace juego al del Atabapo-Guaviare al SW. ; y por último, al
Casiquiari corres|X)nde al N. el paso natural que indica el Guanare.
La vertiente E. se baña con aguas de la Guayana, de las que
alguna corre (Venturí) sobre el eje que, opuesto, prolonga el del
Guaviare, hasta el corazón de esas montaña^.
NuivA Geografía be Coloxbh
Tal es el conjunto de tan extensa iíona que un canal natural
atraviesa de S. i N., y que tiene al \V. y en arco |iaraIelo al suyo,
las tres capitales del mundo colombiano ; al H. demoran las ciuda-
des de Guayana, y en el futuro la cabeza de esc mundo estará en
San Femando, centro equidisianle de todas ellas y la llave mercantil
de media América. Esto no es sueño, visto por el lado comer-
cial : que estas regiones cuenten zw'n/f miüoiifs de habitantes (cinco
generaciones no más), y el concepto tetírico será hecho nal.
Kigura ^l—San Fernando ¡k Aubifo y l.i i'wir ,i.-l diujiíiri- (íegúo Cre(aux)
Las llanuras de los Haws no son iguales en su ]>erImetro, que
á su turno difiere de lo f|ue es el centro ; fuera de éste debemos
considerar por lo mismo los territorios del S.,del N. y del W. (do-
ble) : cuanto al del E., podemos aquí prescindir de él.
En tesis general, los llanos se extienden hasta formar hori-
zonte, de sabana en sabana, casi como la onda de un lago, sólo
que de trecho en trecho !;e al/.an rnesits ó regiones que no se inun-
dan, islas del antiguo mar que allí existió. 1^ selva envuelve el
conjunto, desgaja las cintas que hoy lo surcan, y llevada por el
agua, ocuparla toda la llanura si el trabajo humano á ello no te
opusiera, como acaeció en el Caquetá, en partes cubierto de gra-
míneas al tiempo de la ronquista. I^s sabanas surgen limpias, á
modo de praderas, sin un árbol, ron maías ó grupos de árboles y
diversas palmeras, que en invierno, entre las aguas, parecen bu-
ques de vela. Barrancas, escarpas o simples combaduras separan
los lechos de los ríos y caños, á que casi siempre acompaña estre-
cha cinta de bosque que semeja en lejanía bajas colinas y á mayor
proximidad setos divisorios de enormes heredades. Al pie de las
montañas las sabanas son relativamente altas (240 metros), más
lejoi de ellas rebajan su altura (iSo-i.ío), y por último son muy
bajas (90) ; si en invierno el agua ocujja centenares de leguas cua-
dradas, pues todos los ríos desbordan represados por el Orinoco,
Nueva Geografía de Colombia iSi
en verano son muy secas, salvo en los esteros ó morichales (bajo
fondos), y entonces ocurren allí magníficos, indescriptibles incen-
dios, que por breves días trasladan el Sahara á esta región.
Bien que uniformes estas comarcas, no dejan de tener varie-
dad; ante todo diremos que el Meta con su cauce entre barrancas
las divide en dos mitades : al N. la región más llana y nivelada
(Casanare, en Colombia), al S. las planicies más onduladas y des-
iguales, con colinas y oteros (San Martín, semejante así á Oilabo-
zo-Cumaná en el N.) ; en la primera todo es gramíneas, salvo cer-
ca de las aguas y las cordilleras ; en la segunda alternan las gramí-
neas con la selva y los palmares.
Las divisiones del terreno cuando son fijadas por los hijos de
éste, siempre corresponden á regiones de fisonomía acentuada y es-
pecial, por lo cual interesa conservarlas : en pocos lugares dichas
divisiones serán tan naturales como en el oriente colombiano ; CdL»
sanare, San Martín, Caquetá, son nombres que equivalen á toda
una descripción. (Véasela figura 73).
En efecto, de las breñas de Sumapaz, que señorea el Nevado,
hasta las tierras de San Fernando, que en línea recta distan 140
leguas, y de los montes de Chita á la boca del Meta, separados
por lio leguas, boca situada 55 leguas al N. de San Fernando,
como Chita lo está á 60 del Nevado, corren los lindes que enmar-
can los /Minos colombianos, ó sea un dilatado rectángulo que el
Meta cruza oblicuamente, dividiendo á Casanare de San Martín :
aquél rebajando siempre su nivel, éste en forma de sostenida mesa
pero partida en dos bandas que se confunden al N. con las tierras
de las gramíneas y al S. con el imperio de las selvas, del que ape-
nas medio divide á los Llanos el tortuoso lecho del Guaviare. De
los llanos de San Martín (400), sitos al pie E. del Nevado, á San
Femando (220 metros), el suelo, á modo de lomo, se sostiene siem-
pre á buena altura (mesa de más de 300 metros, con bancos de 400
á 500), en tanto que al mediodía el suelo se alza varios metros más
y al N. desciende de 200 á 90 metros (extremo del Meta), allá
[>ara unirse al Caquetá, acá para concluir sobre las sabanas propia-
mente dichas : al E. el Orinoco rompe dicho lomo en su primera
gran curva, 6 sea en los rápidos de Maipures y Atures.
Al pie E. de los últimos relieves de las breñas que envuelven
al Nevado, se hallan las altas saV)anas de San Maríín (400) dentro
de una herradura de selva, sabanas que hacia el N. descienden
sobre el Humea, hacia el S. se unen con las del Ariari, bellas, con
colinas, altos bancos y morichales, poco menos altas, y las cuales
siguen hasta el Ciüéjar y casi alcanzan el Guaviare, y al E., en vez
de descender, se realzan, como se dijo, con mesas y bancos altos
con árboles y palmeras y aun con series de colinas (la cordillera)
que desgajan otras como estribos, y así alcanzan el banco de Vua,
su mayor altura, desde donde la porción realzada continúa ya con
gran ensanche hasta el Orinoco, ensanche que de Vua á Sipapo
muestra dicho lomo, excavado por el cauce del Vichada, y de don-
de el suelo se coml>a al S. sobre el Guaviare y sigue al N. á morir,
por medio de escarpas, sobre el Meta; esta especie de mesa surge,
pues, como extensa sabana subdividida por manchones de monte,
con colinas sueltas ó agrupadas en pequeñas series, á cuyo pie, en-
i82 Nueva Geogratía de Colombia
tre morichales y tremedales, nacen las aguas que forman los caños^
primero abarrancados, y que \\ié'¿o sombreadas por vegetación más
crecida, concluyen en los grandes ríos. (Figura 68).
De las tierras de Arama al SE. las colinas se acentúan más y
más, y por ultimo forman series continuas (500-700) que se unen
á ramales de los Picachos (Sumapaz) y cierran dos veces el paso
al Guaviare, que debe romperlas entre muros no muy altos para
salir de la mesa andina y penetrar en la región de las gramíneas
y del bosque, en la cual no faltan á dicho río otras estrechuras. Del
origen de la cadena de colinas que de frente á San Martín sigue al E.
á Vua, arranca hacia el NE. otro suelo alto, que acompaña al Me-
ta hasta Maquivor, y sobre el cual río su falda se compone de cc-
rritos redondos y altos bancos con palmas en desorden y una sabana
alta al pie, cruzada por varios caños ; al fin de esta mesa se abre el
caisi valle de Yucabo, excavado por lo mismo en relieve constante,
en tanto que al respaldo del conjunto queda el cañón ó surco de
Manacacia, que de las altas sabanas al K. de San Martín describe
un arco que envuelve al Yucabo, sabanas donde el Ovejas corre al
SE. paralelo al Ariari y marca con el anterior una cintura, que en-
vuelve los señalados barrancos de Vua; de éstos arrancan otros ca-
ños que corren al E. y cruzan al S. envolviéndose unos á otros, todos
al S. del Vichada, ó sea en el terreno combado ya dicho, cubierto á
trechos por espesa selva que al S. del Guaviare se funde con la de
Airico ; selva terrible que evitan los mismos indios, quienes sólo
transitan los trechos de sabana que la interrumpen : los últimos ca-
ños hacia el E., entre Guaviare y Vichada, alcanzan directamente
el Orinoco, y allí la selva guarda grandes y negruzcas rocas, ora
semejantes á ruinas desnudas de vegetación, ora cubiertas por ella
y señoreadas por altas palmas : el paisaje es grandioso y sombrío,
como corresponde á un trozo de tierra despedazado por las fuerzas
naturales.
Sobre el Meta, do Maquivor hasta rebasar la boca del Casa-
nare, el suelo surge como elevada mesa que en la parte baja guar-
da terromonteros redondos agrupados en forma de cerrillos cu-
biertos de gramíneas que dominan escarpada barranca, escarpe
de mesa análoga al trozo de Vua. De aquí hasta el Orinoco la
barranca sigue 60 leguas á cierta distancia del Meta (4 á 6 leguas),
á modo de lomas, resultantes de la erosión causada por sinnúmero de
caños que riegan la angosta llanura que tienen al pie, salvo al E.,
donde es nula. Entre este borde y el que doinina el declivio hacia
el Guaviare, la mesa es varia por sus trozos limpios y selvosos, es-
calonados en anfiteatro y unidos por suaves declives y por los ca-
ños que la surcan para afluir al central del Vichada (W. á E.), que
en su orii^''. r. r.bre dos brazos en tierras de Vua, y por tanto deslinda
mejor la selva de la sabana propiamente dicha; ésta, sobre el Orino-
co, entre Meta y Vichada, guarda largos caños que dan sobre aquél
y cruzan sabanetas salpicadas por cerritos de raras formas, rocas-
obeliscos, lajas peñascosas, planicies cubiertas de paja que no se
inundan y se continúan del mismo modo al otro lado del gran Ori-
noco, que por entre ellas rompe en célebres raudales, baja más
de 100 metros en breve espacio y divide á San Martín de Parima»
Nueva Geografía de Colombia 183
La regalón descrita no mide menos de catorce millones de hectáreas,
casi por mitad distribuidas entre la selva y la llanura descubierta.
Las tierras de Casanare — tan extensas como Grecia — presen-
tan ñsonomía un poco diversa, puesto que son el tipo de la llanura,
que casi sin declivio van del pie de la cordillera al Orinoco, entre
las mesas de San Martín al S. y la llanura y la serranía costanera
de Venezuela al N. (á la cual República pertenece la porción de
Barinas, que de aquel relieve baja hasta el Arauca), llanura que se
estrecha de W. á E., por cuanto el Meta va hacia el NE., recogien-
do sus aguas, y el Arauca la cruza de N. á E. sin recibir ningunas.
La llanura en 80 leguas de longitud, mide 55 de anchura al W.,
20 al E., y su altura desciende unos 300 metros, estando su nivel un
poco realzado al pie de la cordillera ; allí el suelo, en seguida de
la baja serranía de Casanare, ha sido engrosado con los detritus de
la cordillera, y forma una zona de 8 leguas de anchura, que termina
en la línea de las lar raneas y los iurales, 6 sea los puntos en que las
aguas pierden el lecho encajonado para luego explayarse con toda
libertad. Estas aguas van en su principio todas de W. á E., cayen-
do sucesivamente á las dos vaguadas Meta y Casanare-Cravo-Ele-
Lipa, que delinean un ángulo, pues respectivamente arrancan de
Sumapaz y Chita ; ángulo de cuyo vértice una depresión inundada
(el Buey), sigue al N. hasta Arauca, más allá de la cual (al E.)
las aguas caen á surco de rumbo SE., que lleva muchas reunidas
al Meta ; débese esto á que al E. del Buey el suelo se alza y for-
ma la mesa del Término, que divide al Arauca del Meta, impi-
de á éste siga trepando al NE., y domina así la depresión de Cai-
cara — San Femando de Apure, — que es el centro natural de los
llanos.
El Meta, desde San Martín se dirige al NE., alejándose m-
sensiblemente de las cumbres de Sumapaz, hasta distar de ellas 50
leguas, frente á Toquilla, donde violento codo lo lleva un poco al N.,
para después volver al E. paralelo y á sólo 20 leguas del Arauca,
separados los dos por pequeño relieve del terreno ; en la primera
porción, orilla una faja de sabana, realzada al pie de la serranía, que
mide de 10 á 40 leguas de anchura por 90 de SW. á NE., subdividi-
da en trozos que guardan suma analogía, y está cruzada por aguas
que se inclinan al SE.: es el verdadero Casanare; en la segunda, la
llanura angosta, aun cuando muy larga (60 leguas), desciende por
escalones hasta la mesa del Término, que bota al SE. las múltiples
y numerosas aguas que de W. á E. cruzan la llanura ; de esa mesa
al E. salen otras aguas, con este mismo rumbo, que riegan bajísi-
nfia llanura perdida sobre Caicara.
En general, la llanura tiene porciones altas, pedregosas, al
pie de la serranía, á las veces cruzadas por los últimos relieves de
ésta, con cimas con vegetación ó sin ella, que entre profundas
barrancas ó quiebras dejan salir las aguas á los suelos vestidos por
altos pajonales. La falda de la serranía, de ordinario muy selvosa,
prolonga el bosque en fajas de 200 á 300 metros de anchura, á lo
largo de los ríos, más crecido cerca de los mayores, que cuando van
muy juntos dejan convertir en montaña el espacio intermediario;
cuando no, bajo ese bosque, que al penetrar en el llano se aclara
y varía por tener grupos de palmeras y guaduales, el suelo es fér-
\(T,VA GEoc.Rsri/i ]ir. Colombia
til pero nocivo y eslá desierlo : á los lados, en los caños ó fosos
de desagüe de la llanura, no siempre con apua, el bosque es más
ralo, pequeño y de color mis claro.
De ordinaric, las ajruas corren en grupos compuestos de sur-
cos paralelos, y las mayores, al dejar las faldas del relieve de Su-
mapaz, se parten en brazos y divagan en la llanura, A la vez que
los haces que asi forman se encuentran en ángulos más ó menos
acentuados, (|ue du^jan al medio sabanas triangulares, eontigfuas,
y por hoy centros habitados. Ksas af uas corren á distancias muy
varias ; en los caños es de i á 2 leguas ; en los ríos, de 3 á S> y
sólo una vez, entre el Upia y el Cursiana, distan 25 las bocas por
realzarse la llanura, quedando allí dilatada sabana , rica en caños,
bosquecillos y matorrales. El mismo fenómeno se produce hacia
el Apostadero, debido A la mesa del Término.
NUETA GlOCRAFIA DE COLOMBIA
185
En general, la llanura es muy diversa á los lados de la g^ran
mole de Chita (Cocuy), 6 sea entre las hoyas del Meta y el Arauca.
Allí, donde las aguas se inclinan para repartirse entre los dos ríos
(Betoycs), las sabanas son más altas, de lejos parecen mesas uni-
das por suave declivio ; las de mayor nivel, si bien imponentes, son
pedregosas, y á su E. ciérralas terreno anómalo, que figura una
línea de colinas sueltas, y por eso dominan en 200 metros á las
más bajas. Dichas sabanas altas se confunden al W. con el relie-'
ve 6 serranía de Casanare, y de Moreno hacia el E. espesa faja
de montaña corre hasta el Meta, marcando la división entre la
hoya del Casanare y las llanuras cautivadas ; también hasta ese
punto van las altas barrancas del Meta.
^U€va Geografía de Colombia
TOMO I— .13
Í86 Nueva Geografía de Colombia
De Betoyes hacia el Sarare corre por el pie de la alta cordi-
llera la inmensa selva de Montaña Grande ^ que va á confundirse
con la de San Camilo en Venezuela ; dicha selva lleva en sus por-
ciones los nombres de los ríos que la cruzan (Cravo del Norte,
Ele, Lipa, Arauquita, Sarare, Nula), y es temida hasta por los
mismos indios, que sólo recorren los ríos y el pie de las alturas ;
en invierno se inunda, y fuera de ella es donde los ríos muestran aquí
sus últimas barrancas, ó sea las puertas que los llevan á la llanura.
En las porciones entrevistas de este suelo, realzado por los detritus
de la Nevada de Chita, se hallan rocas erráticas enormes que ocu-
pan vasta superficie, y los ríos tienen en sus veg^as piedras rodadas,
y muestran su canal excavado en capas sobrepuestas con gran re-
g^ularidad.
Es al N. de esta tierra donde surge la de Arauca, y entre
las dos la llanura ofrece aspecto especial : el suelo, excesivamente
plano, es más bajo que el cauce de los ríos, que corren entre una
especie de diques inclinados hacia el llano y formados por los alu-
viones que ellos ruedan; pero esos declivios casi no se distinguen á
la vista, y el conjunto aparece como un mar de yerba en verano, y
de agua en invierno. Los ríos forman grandes esteros y desparra-
maderos singulares, en especial el Sarare, que en el suyo puede de-
cirse origina el Apure y el Arauca, al N. del famoso estero Cachi-
camo. En invierno es casi imposible cruzar esta zona, en la que na-
vegar es muy difícil ; en verano conserva más verdor, tanto porque
las aguas la ocupan más tiempo, como por las filtraciones de los ríos :
entonces, á causa del calor, prodúcese violenta evaporación, origen
de espléndido espejismo : el horizonte es ocupado por brillante y
móvil lago que huye ante el fatigado viajero. Al E. hay una selva,
que se une al realce que corre hacia Caicara, por entre las tierras
de Arauca y las del crecido Capanaparo.
I-as tierras de Arauca, muy iguales á las de Apure, son ex-
tensas, con hatos y caños que sirven de caminos : allí ni un peñasco,
ni una piedra, ni un canto se encuentra en la llanura limpia, siem-
pre verde, con alta paja y perfecto nivel. Su aspecto, aun cuando
imponente, es triste por lo igual ; sólo interrumpen el horizonte al-
gunas matas ó grupos de arbolitos. El suelo ofrece aquí y allá por-
ciones alzadas unos pocos metros sobre el nivel general : son los
médanos y bancos, que en invierno, cuando todo se inunda, quedan
en seco y sirven para guardar los ganados que en verano pastan á
las orillas de las aguas ; sin aquellos realces sería imposible con-
servarlos.
Al Sur del Capanaparo, ó sea hasta el Meta, el suelo, aun
cuando algo más alto, no es menos plano, y sustenta, á par de gran-
des sabanas (Macanillas), manchones crecidos de monte, elegan-
tes palmeras, muchos caños y peligrosos morichales, 6 sea depresio-
nes en que crece la palma moriche ocultando extensos tremeda-
les ; aquí sólo viven idíos, ny nunca se ha explorado seriamente el
terreno. Al E. del mismo terreno, sobre el Lipa, es donde el suelo
más realzado forma la crecida cuasi mesa de Jojorote, ocupada por
la selva, la cual nunca se inunda y sirve á los indios para pasar el in-
vierno : siempre han impedido su acceso con. las armas, y sólo una
expedición militar ocupó por algunas hora» el pueblo que allí han
Nueva Geografía de Golombia 187
formado. Dicho realce es el que bota al SE. todas las aguas de la
cordillera y desde el Lipa al Casanare, fundiéndolas en cauce común.
Las tierras que van de este cauce hasta la cordillera, por el
S. de Cachicamo, en grande extensión muestran planos con palma-
res, manchones de monte, inmensos tremedales, ríos de paso peli-
groso, en invierno se inundan y sólo son recorridas por los indios.
Similar es el terreno que sigue al SE. del anterior hasta la gran
selva de Jojorote, y que luego vuelve al E. á confundirse con las
tierras de Macanillas; es la parte baja de la gran hoya del
Casanare.
De Moreno á Marave, ó sea del Guachiría al Cursiana, la
llanura, regada además por varios caños, se inclina sobre el
Meta, aparece dividida en cajones ó sea cintas bajas entre otras
altas como los surcos de una sementera ; tiene mejor declive
y se inunda menos, por lo cual cuenta mayor población, conserva
aun en verano su verdor, guarda vegas de gran fertilidad y abun-
da en matas y palmares cuyas tintas contrastan con la de las ás-
peras gramíneas. Esta zona, la más valiosa de la llanura, mide 40
leguas de W. á E. por 12 de anchura; sus ríos son siempre nave-
gables, y posee clima relativamente sano. La faja que se extiende
del Cursiana al Upía, entre el Meta y las montañas, bien que aná-
loga en partes á la anterior, es más pequeña, menos rica y sana,
carece de aguas, comparada con aquélla, y al pie de la monta-
ña tiene porciones altas como mesetas con bancos de piedra ó are-
na, y está menos poblada.
En fín, del Upía á San Martín, ó sea entre el gran ángulo que
en Cabuyaro (150) forman el Meta y el Upía y dentro riegan los
brazos del Negro, está la última porción geográfica de Casanare,
en la que al pie de la Cordillera hay mesetas bajas y pequeñas co-
linas, especie de pre llanura que sombrean manchones de monte y
aun fajas de selva en las orillas de los ríos que la dividen en gran-
des trozos {sabancLs) de vario nombre, primando las de Apiai y Cha^
cuan, tendidas de W. á E., de Villavicencio al Meta, y que se con-
funden al S. con las más altas de San Martín, que van hasta el Aria-
ri, ya descritas.
En resumen, esta grande y baja llanura de Casanare mide en
su área trapezoidal unos 5^ millones de hectáreas, y dondequiera
formaría horizonte sin las maias que parecen en lejanía azules co-
linas, sin las paredes de verdura que acompañan el curso de las
aguas. Como en el mar, la salida y la puesta de los astros ofrece
una belleza incomparable.
El Coqueta — Con este nombre designan los colombianos toda
la parte de la gran región oriental situada entre el Guaviare y el
Amazonas, es decir, la más extensa zona de las tierras bajas del
E., que casi puede describirse con una sola palabra : inmensa sel-
va que cubre unos 665,000 kilómetros D, pues allí las porciones sin
bosque son insignificantes. Considerado este territorio á lo largo del
río Caquetá ó Yupurá, que lo cru2«i de W. á E. dándole su nombre,
se divide en tres fajas bien marcadas : del pie de los Andes á los ce-
rros de Araracuara está el alio Caqueíd, relativamente seco, cru-
zado por aguas navegables aunque con algunos tropiezos ; de los
cerros de Araracuara á las terrazas de Temuentiro se extiende el
IM
Nlteva Geografía de Colombia
CaquM cenital, más húmedo, con aguas -"^"«^ ^'l^™ f,f /J^'
veTsas hileras de ccrritos; en fin, de esas terrazas hac.a el Ama-
zonas se dilata el bajo Ca^u.tá, la zona típica de la Amazoma. ar-
diente hiimeda, cubierta por tupida selva y surcada por un labe-
rinlode rfS^brizos ^i¿arapn, paran .' , deltas interiores, lagunas y
ciftwfai. (Véase la figura 6y).
KÍRuri ^%—kio Cji«tld (Liituo lutietiur). Stgún el álbum de la Conii»ióii Cofo-
gráfica (LnéJilü)
A estos caracteres generales debe agregarse otro i toda la
llanur.-i levanta su nivel rumbo del NE. en busca del espacio com-
prendido entre la boca del Guaviare y la confluencia que da ori-
g'en al Rionegro, y lo rebaja hacia el SW., hacia la hoya de loS
rfos Yupuri y Ñapo, por cuyas márgenes los bajos niveles se acer-
can mucho á los Andes.
En tesis general, la altitud del alto Caquetá excede de zjo
metros; el Caquetá central oscila entre 200 y 150, y el bajo Ca-
quetá desciende i poco mis de 80. En todas tres partes los relie-
ves que las esmaltan y llenan los ríos de cataratas (raudales y sal-
tos), se levantan sobre aquellos niveles, y aquí y allí adquieren
Nueva Geografía de Colombia 189
cierta apariencia de montañas, pero en lo general desaparecen
bajo la selva^ no distinguiéndose de lejos las ondulaciones de la su-
perficie sino por las variaciones del tinte verde azulado del manto
que las cubre con tenaz uniformidad.
Los puntos más altos de la llanura, en cada porción del te-
rritorio, es decir, las mesas, por regla general carecen de bosque,
apenas sustentan tupidos matorrales, se muestran surcadas por red
indescriptible de hondas grietas que dificultan el tránsito, y origi-
nan las más singulares comunicaciones entre los ríos que riegan
el territorio.
En una palabra, el paisaje es hermoso pero igual, de suerte
que al cabo resulta de una monotonía insoportable, agravada por
la inmensidad del desierio, puesto que sólo unas cuantas tribus de
indios salvajes vagan aquí y allá por los ríos, linicos caminos posi-
bles del Coqueta, que aun cuando encierra incalculables riquezas
naturales, lo hace de manera que su explotación será en extremo
difícil y aleatoria en muchos siglos, es decir, hasta que una pobla-
ción aclimatada y relativamente civilizada y numerosa tome po-
sesión real de esas imponentes soledades.
Complementos * — Gravísimos son en verdad los problemas que
entraña el estudio correcto del relieve de un país, y aun cuando en
las líneas que anteceden quedan consignados los datos fundamenta-
les de la hipsografía de Colombia, antes de tratar la constitución
* Nada ilustra tanto los estudios de la orografía de un país como los per-
files y los cortes que permiten construir la carta en relieve del mismo; por este
si el lector coloca con la mente los perfiles de las figuras 52, 77 y So sobre el pU-
no de las cordilleras (figuras 51 y 63), y sobre esa agrupación, transversalmeñ*
te, los cortes de los grabados siguientes, adquirirá, sin duda alguna, idea co-
rrecta de la forma exacta de la orografía colombiana. Dos de los cortes son ge-
nerales, es decir, atraviesan el territorio del Pacífico al Amazonas y al Orinoco,
y bastan para fijar las relaciones entre el occidente montañoso y el oriente llano.
Los demás se refieren exclusivamente á la porción occidental, de la frontera ecaa«
toríana á las costis del Caribe, de suerte ouc dan idea de las transformaciones
3oe sufren las cordilleras : en sus cresterías, en su altitud, en los valles que las
ividen ó las estrían á manera de hondos surcos y en los macizos en que se apo-
yan sus bifurcaciones.
I.*"" Corte. Los nevados del Sur y la mesa de Túquerres.
2.® — Las breñas de Pasto.
3-° — El Patía y los volcanes del Mayo.
4-^ — El macizo de Colombia.
S.° — Los valles del alto Cauca y el alto Magdalena, al pie de Iraca.
6.0 — — __ „ _ Santa Catalina.
7.® — — — »- — delTolima.
89 — Las mesas de Antioquia y Cundinamarca.
9^ — — y Boyacá.
10.^ — — y Santander.
\\P — ^ del Sinú y Ocaña.
12.® — Montanas de María y de los Motilones.
13-° — Sierras de Santamaría y Ccrropintado.
i4-° — Goajira (longitudmal).
1 5-° — El Istmo en Chiriquí, Panamá y Darién.
Los trece primeros cortes se escalonan sobre una longitud de 1,250 ki-
lómetros, es decir, apenas distan, termino medio, 20 leguas uno de otro. Lis dis*
tandas horizontales están en escala de i : 7.500.000, 7 las altitudes en relación
de I : 100.000, es decir, 75 veces mayor y el doble en la figura 76.
Cuanto á ¡a cur\*a hipsográfica, es el resumen gráfico del relieve colom-
biano, cu^'os elementos y proporciones quedan consignados en las figuras 40 £4^.
1
190
Nueva Geograf/a de Colombia
C^eognóstica del territorio quizás no estarán de más algxinas otras
consideraciones que, ilustradas con los cortes sucesivos de nuestras
cordilleras, seg^uramente ayudarán á esclarecer los problemas apun-
tadosy aun cuando parezcan á primera vista inútil repetición de lo
dicho atrás, tanto más cuanto no es suficiente que dos macizos
se hallen seguidos para mirarlos como continuación uno de otro ;
siendo preciso, en consecuencia, atender á la composición del suelo
y á las indicaciones de la climatología que divide faunas y floras.
Desde este punto do vista, considerando el aspecto del terreno
sumergido dos kilómetros, linfa media que marca además la separación
tntre el mundo tropical y el no tropical^ la masa de tierras altas co-
lombianas aparece dividida en dos porciones principales, ó sea
constituyendo dos grandes y prolongadas mesas con algunas otras
culminaciones vecinas, pero todas netamente separadas entre sí.
Esas dos porciones principales por su situación relativa las he-
mos llamado mesa occidental y mesa oriental^ advirtiendo de paso que
difieren no sólo en la forma de su relieve sino hasta en la compo-
sición de su suelo. Entre las dos mesas casi paralelas se abre pro-
funda cisura, ó sea dilatado valle que constituye una gran depresión
central medio abierta al N., cerrada al S. por dique que enlaza las
dos mesas, de las cuales la occidental avanza más hacia el S., mien-
tras que la oriental lo hace más hacia el N., y el conjunto semeja
una^ de forma irregular. La mesa oriental, poco antes de su fin, se
enlaza al oriente con otra faja de tierras que se prolonga en Vene-
zuela con ese mismo rumbo como península, pues al N. la baña el
mar y al S. la orillan los llanos del Orinoco, en tanto que la mesa
allá en su extremo N. por medio de un apéndice se pone en con-
tacto con dos grupos de alturas que se alzan á sus lados : al W.
la Sierra nevada de Santa Marta, al E. los montes Goajiros. Para
íTolima
|\kvidodcSumApA>
I,
Figura 76— Cortes W-E. por el centro del país
Nueva Geografía de Colombia 191
hacerle juegfo, la mesa occidental se enlaza á su tumo cerca de
su extremo N., casi á la misma latitud, por el E. á los montes de
María, por el W. á una faja de tierra alta que le es paralela y
que á su tumo está en contacto con otra que se dirige de E. á O.
entre dos mares y forma el Istmo de Panamá que se une á la
América Central, como la faja venezolana se enlaza á los montes
de Cumaná, constituyéndose así una extensísima línea de alturas
que corre de E. á W. al S. del Caribe, sólo que al W. cruza luego
al N. sobre México y al E. lo hace al S, sobre Guayana : allá más
dilatada sobre el Pacífico, acá menos extensa sobre el Atlántico ;
también la primera tiene luego vecinas otras alturas menores que
dominan el Atlántico, y la segunda otras mayores sobre el Pa-
cífico. La mesa occidental en su extremo N. se relaciona además
con otra pequeña zona de tierra alta que se acerca á la Sierra de
Santa Marta, conforme se dijo, y que en cierto modo cierra tam-
bién por el N. la gran depresión central. En fin, del punto de con-
tacto de las dos mesas se desprende hacia el NE. un conjunto de
relieves que acaba por unirse al de Parima (Guayana) y divide
así la llanura oriental en dos porciones netamente distintas, mayor
la del mediodía. En una palabra, los montes colombianos forman
el verdadero diafragma de todas las montañas de las Américas del
Sur y Central.
En el Ecuador la montaña forma estrecha, prolongada y alta
mesa, que se alza entre el mar y la llanura, guardada por marco
de casi infranqueables crestas, dividido el surco interior, por medio
de diques transversales, en una serie de cuencas profundamente ex-
cavadas por las aguas, que buscan paso en general alternativamen.
te á un lado y á otro á los mares vecinos, y cuya altura decrece en
ciei to modo á partir de las moles peruanas. En idénticas condicio.
nes empieza nuestra mesa occidental, que se estrecha en la fronte-
ra para formar una especie de 8 que abarca así las ultimas tierras
altas de aquel país y las primeras de éste, que luego describen lige-
ra curva para buscar de nuevo la dirección del meridiano, tras en-
lazarse á la mesa oriental y á los relieves del Caquetá. La mesa
occidental está hendida en toda su longitud por un prolongado
y gigantesco surco geológico, de nivel muy vario y dividido en
porciones por diques transversales, ora enteros, ora despedaza-
dos, por lo cual las aguas los reúnen á veces para formar con ellos
grupos principales. Al Sur se halla el pais de los Pastos, compuesto
de la Trusa Tuguerreñay anfiteatro de montañas á que siguen por un
lado las altas y espaciosas breñas de Pasto y Almaguer, y por el otro,
un valle interior y profundo : el del Patio. Viene en seguida el dobla-
do valle de Popayán, que se une al extenso del Cauca, de fondo nivela-
do por las aguas, enlazado luego á otra zona de suelo fragosísimo
que á un lado forma las tierras altas de Cabal y Arma, y al frente
las de Marmoto. A continuación el relieve se modifica : la excava-
ción longitudinal cpntinila, pero en forma de cañón compuesto de
cuencas sucesivas, cañón que se encorva al Oriente y se funde con
a llanura remate N. de la depresión central, mientras que las cres-
f^s cjue guardan la excavación ensanchan su lomo y forman á s\f
Cmahecro i» i -«Jll
PigatA 7?-I«s Andes del Sur
Nueva Geografía de Colombia 19 j
turno una mesa á cada lado del cañón citado. La del E. ó Aniioque^
ñdy la que estrecha la excavación longitudinal por donde rueda el
Magdalena, se muestra dividida á lo largo por un surco entre dos
fajas de cuencas ó herraduras montañosas de diversa magnitud,
surco que se enlaza á las cuencas del W. y á las ultimas del E., en
tanto que las otras quedan á él extrañas desde el punto de vista hi-
drográfico. Esta mesa antioqueña rebaja su nivel rumbo del N. y
se pierde en la llanura arriba citada, la cual sin embargo parte en
dos por medio de algunos pequeños relieves que se aproximan á
los últimos de la Sierra de Santamarta. La mesa del W., mucho más
extensa, es doble y presenta dos taludes, inclinado uno al NW. y el
otro al N., quedando en el punto de contacto de ambos las impor-
tantes tierras altas de Paratnillo : la del Sur ó Chocoana se muestra
compuesta de dos escalones ó mejor series de cuencas que se suce-
den de E. á W., escalones cuyas cuencas se agrupan en tres hile-
ras seguidas de N. á S. ; la segunda ó del Sinúy que se ensancha
en forma de triángulo, está dividida en muchos surcos paralelos de
S. á N., y en cierto modo también concluye á la misma latitud que
la antioqueña sobre aquella indicada llanura, pues su remate geo-
lógicamente pertenece á otro sistema orográfico; llanura que por lo
tanto, al W. resulta separada del mar por prolongado lomo, que
bifurcado recorre varias leguas (hasta el Agmla) y es el más alto de
los que cruzan la meseta del Sinü, haciéndolo casi por su centró.
Pero á la vez que esto sucede, la mesa, lo mismo que la antioque-
ña, desprende en arco al NE. una línea de pequeños relieves, tam-
bién con soluciones de continuidad, que subdivide otra vez la llanura
término de la depresión central, y se acerca á las tierras alias de
María y Car/agena, fronteras é intermedias entre las de Saniamar-
ta y del Águila^ á las cuales se aproximan mucho. En fin, la mesa
chocoana se enlaza ligeramente en su extremo S. al fronterizo re-
lieve de Baudó, paralelo á ella y á la del Sinii.
Notable es, pues, desde el punto de vista orográfico, esta mesa
occidental cuyas dos crestas corren á 18 leguas una de otra, térmi-
no medio, y cuya base se ensancha en ciertos sitios, siendo mayor
al Norte que en el Sur y en éste que en el centro. Tiene la mesa un
nivel medio de 1,000 metros que sube en algún punto á 3,000 (Tú-
querres) ó 2,000 (Rionegro), bajando en otros á 600 (Patía, Antio-
quia). La anchura medía de la base de esta mesa mide 45 leguas,
y su área puede estimarse en 18 millones de hectáreas. La vertiente
\V. de esta mesa forma el Chocó; la E., en parte el valle del Mag-
dalena propiamente dicho, en parte el del Amazonas, mientras que
hacia el N. crea el del Sinú, y en su centro y mediodía guarda las
hoyas interandinas del Cauca y del Patía.
La cresta occidental de esta mesa (cordillera del Chocó), más
corta que la otra, mide 1,000 kilómetros de longitud y sostiene
mejor su altura, que de ordinario es de 2,500 metros, alcanzando
600 más la de los picos dominantes, y salvo los pasos de Cali y la
quiebra del Patía, donde su lomo despedazado baja á menos de
1,600 y de 500 metros, respectivamente, en ningún punto tiene
menos de 2 kilómetros de altura ; al Sur alcanza casi una legua
en el Cumbal, su más atrevida cima, y al N., sobre el mar, aun
mide 600 en el cerro del Águila, su cumbre final aparente á orillas
del Caribe,
194 NuKYA Geografía di Colohbia
íilMIl
Figura 78 — L13 cordilleras del alio Magdalena
Nueva Geografía de Colombia 195
La cresta oriental de la misma mesa {cordilUra del Quindio)
es, á causa de sus ondulaciones, más larga que la anterior, pues
cuenta 1,250 kilómetros de long^itud y tiene unos 3,000 metros de
altura media, alcanzando 700 más la de las cimas dominantes;
igual á la del Chocó en altura al mediodía, luego la sobrepuja, y
en el Tolimay su cdspide gigante, mide más de Si kilómetros de
elevación, pero luego se muestra más baja, y termina convertida
en simples colinas un grado antes que aquélla.
En Venezuela la montaña se presenta bajo forma diversa á
la vez que carece de unidad. En primer lugar surge una serranía
que se dirige de E. á W. : allá ofrece solución de continuidad y
acá se ensancha hasta crear entre dos crestas un surco interior
subdividido en varios trozos. Después este muro choca contra otro
relieve de complicado aspecto, que en el punto de la unión se
ensancha de un modo extraordinario hacia el N., reduciéndose
hacia el S., por lo cual forma un triángulo de breñas, alzado al E.
del golfo-lago de Maracaibo, excavado por un haz divergente de
valles de rumbo de S. áN. y que forma las sierras de Coro. Del Sur
de este triángulo arranca, hacia el SW., una enorme masa de mon-
tañas, masa que se ensancha y acrece en su centro á modo de ganglio
gigantesco, surcada por numerosos valles paralelos con el mismo
rumbo que ella; este relieve {Ménda) es el que avanza hasta encon-
trar nuestra mesa oriental, complicando así su topografía. Ante todo,
nótese que dicha mesa, á partir de ese cruce, sube aún más al N.,
convertiéndose luego en simple y ondulada serranía que termina en
el cuello de la península Goajira, á la misma latitud que las bre-
ñas fronterizas de Coro. Empero, allí se enlaza ligeramente
hacia el W. al macizo de Santamarta, y al E. lo hace todavía me-
nos aparentemente á las alturas de la península Goajira, frontera
y no distante de la más pequeña de Paraguaná (Venezuela) : los
valles de la Goajira se abren con el mismo rumbo que los de Coro,
los cuales por lo mismo parece que continúan á través del mar. De
modo, pues, que el cruzamiento ó enlace indicado acaba de consti-
tuir otro gran recinto montañoso también, de forma triangular, con
el ángulo más acentuado hacia el SW., al frente de la parte rota
que enlaza su centro con el mar, bien que la máxima depresión de
dicho recinto se dirige primero de SW. á NE. y luego de S. á N. ;
el fondo de la depresión está ocupado por el lago de Maracaibo y por
una dilatada y ancha faja de ciénagas que avanzan al SW. hacia la
herradura ó, mejor, ángulo que allí forman las montañas y cuya bi-
sectriz está marcada por el curso del Zulia. A la derecha de este
río, en otro vértice del triángulo, está la pequeña meseta de Pam-
plena, que diversos valles separan de la mayor de Mérida, mien-
tras que á la izquierda, después de una faja de tierra doble y alta,
queda la mesa oval de Ocam, de nivel más reducido, dividida á lo
largo, de S. á N., por una corta serranía, y que tiene próximas
y á su izquierda las tierras del Carmen : estas breñas son el último
esfuerzo de la gran mesa oriental antes de reducirse á cordillera
propiamente dicha, rumbo del N. Toda esta faja de tierras alta$
Figura 79 - Las cordilleras del Magdalena central
Nueva OeografÍa de Colombia 197
de Ocaña á Mérida está sobre un mismo eje oblicuo que las de
Centroamérica y Guayana.
Del áng^ulo del Zulia hacia el S. se extiende la porción más
característica de la mesa oriental, la cual al mediodía también se
transforma en simple serranía que acaba por unirse á la mesa
occidental, merced á un ramal que ésta envía hacia el E.,pudiendo
después distinguirse todavía la presencia de ella al pie de la otra,
donde la rompen las aguas que van al Amazonas, puesto que
luego vuelve á reintegrarse en el Ecuador y el Perd.
Inmediatamente al S. de Pamplona y del ángulo en que nace
el Zulia se halla una alta cuenca montañosa, de forma triangular,
murada por altas cresta*;, en especial las del Sur : es el circo 6 pi-
lar de Laóa/cca, de grande importancia orográfica y que al W. tie-
ne la cuenca de Sura/á, que hacia el N. se continua por una faja de
tierras altas hasta unirse á la mesa de Ocaña. Al mediodía de estas
dos porciones se dilata un grande anfiteatro de montes, de forma
circular, murado por elevadas cumbres al E. y cortado en dos por
una serranía interior, alta en su centro ; pero mientras que la sec-
ción (surco) de la derecha, montañosa al N. y llana al S., es simple,
la otra se compone de una serie de cuencas al lado de un valle de
suelo plano en la parte S., la cual porción hacia ese mismo rumbo
rebasa la latitud á que llega el otro surco, porque orográficamente
es allí extraña al relieve citado, que forma la viesa de Sogamoso; el
surco oriental constituye el valle de Chicamocha^ el occidental el de
Saraviia, y los dos dejan al centro las tierras de Leiva y Charaid, al
N. de las cuales se unen por medio del cañón del Sube excavado frente
á las tierras altas de Chí/a, por el pie de las de Labateca y Suratá.
Al Oriente esta región se apoya en estribaciones directas de la cum-
bre, mientras que al W., si primero procede de un modo análogo,
después tiene al pie un escalón que constituye la cuenca del Minero,
que se prolonga al mediodía, en cuyo rumbo luego es seguida por
otras. También al Sur del surco del Chicamocha, pero con nivel in-
ferior, continúa una faja de cuencas, que por lo mismo estrecha ha-
cia el Oeste el núcleo propio de la mesa oriental, acabando al fin por
unirse á la que sigue al Minero hacia los 4.° de L. N. Entre estas
dos fajas se prolonga de N. á S. una aliiplamcie dividida en dos
porciones : al N. una pequeña, la de Fáquene, enlazada al surco del
Sara vita, y al S. otra mayor, que ocupada primero en parte por
tíerra doble, se transforma luego en amplio llano, la Sabana de
Bogotá, que aun se continúa al S. en el reducido valle de Tunjuelo,
en cuyo origen se confunden en una sola masa las crestas que
venían rodeando el núcleo de la mesa oriental, bien que tal lomo
aún se muestre ancho hasta enfrente de la mole llamada el Neva-
do, A la derecha de la Sabana están, formándole escalón, las
cuencas de Tema, Gache/d, Cdqueza y Ariari, la primera al pie del
surco del Chicamocha, la última al pie del Nevado, todas rotas
hacia el E., constituyendo su conjunto una tierra muy doblada que
se apoya en numerosas estribaciones. A la izquierda de la Sabana
están las cuencas del Rionegro, La Mesa y Fusagasugd : esta última
queda en parte al S. de la Sabana, en parte al pie del Nevado y
respaldo de la del Ariari, mientras que la primera (lo mismo que
Ift del Minero) es cerrada al \V. por una serranía baja, á las
198 NuivA Gbogkafía dx Colombia
veces doble, que corre de S. á N., reduciendo la anchura de la de-
presión central (Magdalena). También al E. del surco del Chica-
mocha y a^l pie de la mesa oriental se halla una pequeña serranía
cuyo rumbo es de S. á N. y hace en cierto modo juego á la ante-
rior. En fin, del Nevado hacia el mediodía la tierra alta se estrecha
más y más y se transforma en simple cresta como queda dicho.
Así pues, en su conjunto la mesa oriental, prescindiendo de los
montes venezolanos, de los que la separa acentuada depresión( 1,000
metros), ofrece en su conjunto un aspecto único en el mundo : un nú-
cleo central entre dos bra/:os laterales, núcleo que se alza enfrente
de la doble mesa chocoana-antioqueña, describiendo el todo ligera
curva en su desarrollo. Todas estas tierras altas se llaman de or-
dinario Cordillera de Sumapaz (longitud 1,650 kilómetros), pues
aunque las varias crestas del ensanche central miden hasta 350
kilómetros de desarrollo, no han recibido nombre especial por ser
menos aparentes como entidad de relieve que las dos principales de
la mesa occidental, donde guardan el prolongado valle del Cauca.
Es de advertir que al pie de aquella mesa, en el valle del Mag-
dalena, hay, rumbo de S. á N., una pequeña línea de alturas que
en cierto modo continúa la que cien a la cuenca del Rionegro y
corta así transversalmente la depresión central. Esta serranía del
Rionegro ú Honda se une tambie'n ligeramente otras dos veces á
la mesa occidental por los 5*^ y 6° de L. N. Cuanto á la unión di-
recta de las dos mesas, débese al mismo dique transversal que se-
para el Valle del Patía del de Popayán y depende del más nota-
ble macizo no sólo de la mesa occidental, sino también de todas
Jas montañas americanas. El nivel medio de la mesa oriental es
de poco más de un kilómetro, llegando en algunos puntos á 3,000
metros (las altiplanicks) y descendiendo en otros á 800 metros
(fondos de las cuencas inferiores).
La altura media de las crestas y cumbres (en el núcleo) es un
poco superior á la del Chocó, alcanzando también más de una legua
la Sierra de Chita, su mole culminante. Cuanto á los brazos ter-
minales, el del mediodía no llega á 3 kilómetros de altura media, y el
del Norte es todavía más bajo y termina convertido en simples co-
linas. Las crestas que encierran la mesa propiamente dicha, distan
sólo 6 leguas hacia el S. y hasta 25 al N. La mesa oriental ocupa un
área de unos 14 millones de hectáreas, y mide en súbase tanta an-
chura como la occidental, salvo en los brazos extremos, en los cuales
la reduce á una tercera parte. La vertiente occidental de esta mesií
pertenece al valle del Magdalena, mientras que la oriental se re-
parte entre las llanuras orientales y la gran cuenca en cuyo centro
está el golfo de Maraca i bo : la superficie del lomo hidrográfica-
mente pertenece á todas tres regiones.
Las demás tierras altas surgen como simples satélites de las
dos grandes mesas : tan pequeña es su extensión comparada con la
de ellas, y forman tres grupos por su posición topográfica : en pri-
mer lugar se halla el de las tres porciones que dominan el litoral
atlántico de tierra firme, tendidas sobre una línea de S.W. á
N.E. y de las cuales es la más importante la central, y la menos
Nueva Geografía de Colombu
extensa la oriental, constituyendo las tres el grupo septentrional.
La porción occidental de este g"rupo, ó sea las montañas de María ó
Cartagena, se extiende de S. á N. en una extensión de 300 kilómetros,
y no es en verdad sino un lomo que presenta al E. suave y amplio ta-
lud, mientras que al W. aparece áspero, ag^reste y dispuesto en es-
calones; hacia el Sur ofrece menor relieve y verdaderas soluciones
de continuidad ; hacia el centro muestra su mayor mole, y hacia el
N., tras otra solución de continuidad, se transforma, rodeado por las
agfuas,en una especie de isla cubierta de colinas que forman diversas
series paralelas. En general, estas montañas se componen de crestas
Figura 80— Cortes y perfiles de los relieves septentrionales del país
200 Nueva Geografía de Colombu
paralelas dirig^idas de SW. á NE., y su conjunto, muy angfosto hacia
el S., rodeado en el resto por el mar y ag^uas de grandes ríos, forma,
como se dijo, una verdadera Mesopotamia colombiana. Estas mon-
tañas ocupan un área reducida, y su relieve medio no pasa de 500
metros ; empiezan en bajas colinas, concluyen de la misma mane-
ra al acercarse al mar, y sólo hacia el medio y al W. alzan algfuna
cima de más de i kilómetro. El ntícleo central está casi siempre ro-
deado por colinas sueltas y llanos altos á modo de obras avanzadas
de una fortaleza : cuanto á anchura de la base, varía de 20 á 10
y S leg"uas. La vertiente oriental de estas montañas corresponde
al valle del Magdalena, y la occidental al del Sinú en parte, y en
parte directamente al mar.
La porción central, ó sea la Sierra Nevada de Santamaría ,
constituye un macizo que surge aislado entre las bocas del Mag-
dalena, el remate de la mesa oriental, el mar y la Goajira. Este
macizo se compone de un gran nücleo central que proyecta di-
versos brazos al S. y al E. y uno menor al W., por lo cual su área
tiene forma triangular (un lado paralelo al mar) de 40 leguas de
anchura por otras tantas de longitud de N. á S., en cuyo rumbo un
lomo de tierras secas entre llanos pantanosos acerca su relieve al de
la mesa occidental, así como otro más acentuado la enlaza á la
oriental. La altura máxima de este macizo excede de 5 kilóme-
tros, pero la media se reduce á poco más de i.
La porción oriental ó las moriiañas Goajiras constituye un gru-
po de aspecto característico : una línea de alturas dirigida del SW.
al NE. con grandes soluciones de continuidad, porque la forman
tres serranías tendidas de N á S. La altura máxima de estas bre-
ñas no llega á 1,000 metros, y la media no excede de 300. Ocupan
un área pequeña de forma elíptica, que mide 14 leguas de N. á S.
por 25 de SW. á NE. Hacia el W. un lomo de tierra alta que
se destaca ligeramente sobre la llanura arenosa une estos montes
al remate de la mesa oriental, y salvo al W., el mar los rodea por
todas partes.
El segundo grupo ó sistema, el occidental, llamado también
de los üimoSy entre el Atlántico y el Pacífico, se compone de
dos porciones principales : la serranía de Panamá y la de Baudó,
unidas en el país que se llama Darié'n. La serranía de Baudó, entre
los valles del alto Chccó por un lado y el Darién y el mar por otro,
forma como una especie de isla prolongada y angosta, tendida en
general de S. á N. á lo largo de la costa del 'Pacífico, desde la
bahía de la Buenaventura hasta el golfo de San Miguel. Al me-
diodía empieza en forma de colinas que luego acrecen su altura y
la base que ocupan, formando á la vez el valle interior de su nom-
bre, paralelo al eje de la serranía, tras lo cual vuelve á rebajarse
hasta desaparecer, pero en seguida, inclinándose ahora ligera-
mente al W., ofrece una segunda culminación en su relieve, la cual
á poco constituye una meseta que revienta en numerosos estribos
á modo de abanico, uno de los cuales la une á la serranía de Pa-
namá, como otro del primer relieve lo había hecho ligeramente á
la cordillera del Chocó. La serranía de Baudó, que ocupa área
reducida, mide 10 y 12 leguas de anchura en sus dos ensan-
ches, y sólo 2 en la depresión que hay entre ellos ; su altura
Nueva Geografía de Colombia
201
media es de 500 metros, su mínima de 300 entre las dos mesetas,
y su máxima 1,800 en la del Sur y 700 en la del Norte.
La serranía de Panamá que cruza la faja del istmo de E. á W.,
tiene su semejanza con la anterior : la porción oriental la forma
una cresta baja que describe fuerte arco de concavidad vuelta hacia
el N., y tanto en el uno como en el otro extremo se reduce á simples
colinas ; la porción occidental describe un arco en sentido inverso
pero menos acentuado, y si bien empieza en colinas, concluye en
meseta de bastante altura ; en mitad de esta porción y hacia el
Sur proyecta, mar adentro, estribos de alguna importancia. La
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Nueva Geografía de Colombia
TOMO I- 14
2Ó2 NiT.VA Geografía de Colombia
serranía de Panamá no llega á 2 kilómetros de altura media : su
máxima altura (extremo occidental) mide 3,500 metros, mientras
.que la cumbre mayor de la porción oriental (extremo E.) sólo
liega á 900 metros ; en el punto de enlace de las dos porciones se
reduce su altura á sólo 87 metros, y allí ocupa 10 leguas de base,
cifra que sube á 36 en donde desprende sus mayores ramales
(porción occidental), y á 20 donde es frontera de la de Baudó. Im
serranía de Panamá mide 1,120 kilómetros de longitud.
En fin, el grupo ó sistema oriental, ó sea las alturas que
cruzan las regiones orientales, es decir, las serranías del Caque-
láy mal conocidas aún en sus detalles, son poco elevadas, pero ocu-
pan una grande extensión. Bien que compuestas de varias ramas,
s|| conjunto, dividido en dos brazos principales tendidos del SW. al
NE., constituye una gran meseta que prolonga la de Guayana para
unirla á los Andes, no lejos de donde éstos entran en Colombia. Di-
cha meseta, en que el relieve ofrece soluciones de continuidad, divide
netamente las altas llanuras del Orinoco (llanos propiamente dichos)
de las bajas del Amazonas, ó sea de la región de las selvas por ex-
celencia. Su longitud puede estimarse en 1,000 kilómetros y su an-
chura total no ocupa más de 200, en la parte que corre en suelo co-
lombiano. Las mayores alturas conocidas de esta mesa despedaza-
da perlas aguas, no exceden de 900 metros, y es muy probable no
las haya mayores; de ordinario no miden sino de 300 á 400 metros.
Resumiendo lo anterior, puede decirse que el relieve del suelo
colombiano se compone de dos grandes y prolongadas masas cen-
trales, cada una de las cuales constituye sistema distinto, y á cuyo
rededor se agrupan otros en arco: uno al N., otro al W. y otro
al E., sólo que los laterales son dobles desde el punto de vista geo-
lógico, el del W. se encuentra hacia el N. de las masas centra-
les, y el del E. se halla hacia el S. de las mismas; el relieve co-
lombiano mide, por lo tanto, casi igual longitud de NW. á SE. que
de' SW. á NE.
La gran depresión central que hacia el N. se confunde con la
llanura septentrional, hacia el mediodía aparece primero como un
valle real, de nivel comprendido entre 50 y 180 metros, abierto
entre moles montañosas que oscilan entre 3,200 al E. y 2,000 al
W., teniendo al E. mayor altura aun en algunos puntos; disposición
que se modifica hacia el extremo de esta primera porción, puesto
que al W. los montes se realzan hasta 4,000 metros, fronteros de
otros que miden hasta 3,600. Las dos grandes crestas distan allí de
160 á 120 kilómetros: la occidental (Quindío) ocupa de 100 á 80
con sus faldas ; la oriental (Sumapaz) 30, y en el fondo se halla
una faja plana que mide un millón de hectáreas y acaba al S. por
desaparecer casi del todo entre las breñas ; esta porción empieza con
rumbo de N. á S., y luego, sin perderlo, ofrece una curva hacia el
W. y S., con lo cual el eje del valle se encuentra desplazado al
W. de el del trozo anterior. Después la gran depresión se transforma
en una especie de meseta que, á raíz de un trozo en que es estre-
chada por los montes y donde forma como un foso de 120 kilóme-
tros, se ensancha al E. en una curva y se transforma en dilatado
rectángulo que se estrecha después hacia el S., donde termina en*
tro las breñas producidas por la unión de las grandes mesas. El
Nueva GeogilvfÍa de Colombia 20^
fondo de esta segunda porción se realza en forma de escalones, d?'
modo que al terminar el corredor indicado, donde empieza el en-
sanche al E., es de 220 metros, y de unos 650 al S., donde las mon-
tañas se confunden quebrando el suelo de gran extensión de terre-
no. No llega á un millón de hectáreas la extensión plana del fondo
de esta segunda pcrción de la depresión central, fondo subdividido
en cuatro cuencas por diques rocallosos, y puesta la última en con-
tacto con una faja de mesetas que asciende rápidamente á confun-
dirse con la masa de las serranías. En esta porción las crestas qué
hacia el S. distan 80 kilómetros, se alejan más al N. hasta 200, y lá
especie de desfiladero que la enlaza á la otra, proviene de mayor
ensanche de la base de la cresta oriental, cuya altura aumenta de
1,900 á 4,000 metros de S. á N., con cimas de 4,300, donde dista
más de la occidental, que mide aquí unos 3,900 de altura comün,
realzada hacia el centro y los extremos hasta la región de las nie-
ves. El muro S, de la depresión varía entre 4,000 y 2,000 metros.
Tal es la gran depresión central que, como se ve, aisla profunda!^
mente las dos mesas entre las cuales se abre y que, contra lo que
á diario se escribe entre nosotros, con su gigantesca sinclinal de-
cide de la forma del relieve colombiano.
El carácter más general de nuestra región baja es tener porcio-
nes un tanto alzadas y secas y emergidas siempre, que sus habitantes
llaman iierra alta, por excelencia, y porciones ora siempre húmedas
(ciénagas, pantanos, lagunas), ora sumergidas temporalmente y lla-
madas en general anegadizo. Xj^l región oriental cuenta más de
2 millones de hectáreas de las permanentemente encharcadas,
y tal vez más de 15 de las que lo son temporalmente. La sep-
tentrional en la cuenca de Maracaibo, 30,000 de las primeras y
50,000 de las segundas ; Goajira, muy poco de ambas, mientras qué
la porción de //Ifrrfl yfr/«^ propiamente dicha (costa), es la más hú-
meda de todas, por más que su parte alta (con^o en los llanos) sea
seca por extremo en verano : aquí las ciénagas miden \ millón y
los anegadizos 2 ; en especial, la tierra húmeda domina en el Sinú
y la zona de los deltas interiores (Cauca-San Jorge-Magdalena-Ce-
sar), de forma de crucero al centro (de E. á O. y de N. á S.). La
llanura occidental mide al mediodía 200,000 de pantanos y 300
mil de anegadizos, guarismos que respectivamente suben á 300,000
y 500,000 en la parte del Norte. En Panamá la orla septentrio-
nal cuenta de estos últimos 15,000 y 5,000 de los otros, mientras
que la meridional mide 60,000 y 20,000 de los mismos. En resu-
men, sobre 100 millones de llanura, á lo sumo 20 son de anega-
dizo y 5 de pantano-ciénaga y sus congéneres.
I-a mesa occidental difiere en absoluto de la oriental mientras
que es análoga á las montañas del Ecuador, por lo cual puede lla-
mársela sistema cancano, en tanto que la otra, propia especialmente
del país, como que difiere de Ifeis vecinas cumbres, merece el nombre
á^ sistema granadino, nombres ambos ya plenamente confirmados
pKjr la historia del país. La serranía de Baudó es muy moderna,
no así gran parte de la de Panamá; pero geográficamente forman
un solo grupo : el ístmico. Cosa análoga sucede con el sistema
oriental ó del Caquetá. Para evitar confusiones se debe limitar el
nombre de serranías Caribes á las del litoral en Bolívar y Magda^
i04 Nueva Geografía de Colombia
lena. Por último, parece que un gran pliegue geológico entrara
al país hacia el NE. en la prolongación de los montes de Venezue-
la, y cruzara nuestras dos grandes mesas produciendo la compli-
cación de relieve que hacia el N. se nota en ellas.
La Colombia orográfica es, en suma, comarca de transición,
punto donde se enlazan ó unen los relieves de los países vecinos,
no menos que sus rocas, sus faunas y sus floras : sólo en cierta ex-
tensión es distinta y tiene individualidad marcada {Esiado Mutsca ;
el 'Reino) y la cual desaparece hacia la periferia.
Los caracteres generales de la orografía colombiana produ-
cen otro hecho curioso : la abundancia de surcos ó valles paralelos
entre sí, y que, más ó menos importantes, aumentan simétricamente
del sur al septentrión. Sobre la frontera ecuatoriana se alza el
surco del Paiía, único y entre tierras bajas, pero inclinado hacia el
E. para formar la base de dos nuevos y mayores : el del Cauca y
el del Magdalena, que terminan en llanura interior partida en tres
canales. De estos canales el occidental (Sínú) prolonga el del Cau-
ca, el oriental ( Cesar-Ranchería) hace lo mismo con el del Magda-
lena, cuyas aguas toman el del centro; por esta razón el Cesar es
río que corre de N. á S. Después, al W. del surco del Cauca se
forma otro valle subdividido en dos : el del Ai rato al N. y el del
San Juan al S. ; pero entonces la mesa oriental, para hacerle juego
abre los del Bogotá al Sur y del Saravita continuado por el del Zr-
brija al N. Al de Baudó, que surge al W. de el del Atrato, corres-
ponde el del Chicatnocha, al E. de el del Saravita". Al N. del de Bau-
dó se abre, sobre el golfo de San Miguel, el doble del Tuira, in-
clinado al NW., y á éste corresponde el del Zuliay inclinado al NE.
hasta el golfo de Maracaibo. Por último, al San Jorge corresponde
el CcUaiumhOy al Ranchería el Mulatas, al Nechí el Minero, al Murri
el Chitagá, y al Sucio y el León, el Tdchira y el Pamplonita. Notables
analogías se hallan también entre los valles de la región baja
oriental y los de la occidental, proporcionados al área en que se
abren, y dirigidos no de S. á N. sino de E. á W., y viceversa. Este
curioso fenómeno, sostenido en tan vasta escala, divide la Repú-
blica en dos como mitades simétricas subdivididas en otras dos,
de las cuales la oriental de la de la I. y la occidental de la de la
D., están formadas por series de cuencas tendidas á manera de los
hilos de perlas de un collar. En fin, hasta la prolongación del re-
lieve del suelo patrio al E., tiene su homologa al \V. en ambos
casos sobre un mismo eje de NW. d SE.
Compendiando lo dicho, tendremos que á partir de la Costa
AWántica, sobre una base oblicua inclinada de NE. á S\V., exhibe
la montaña sus primeros promontorios, sus montes avanzados,
sus últimos escalones, y ocupa una zona de 6 grados, á un lado de
la cual se dilata Panamá, y al otro las serranías de Venezuela.
Sobre esta zona se apoya la montaña para descender al Sur,
agrupándose para ello en dos masas ó porciones que se unen 9 gra-
dos al S. de la Costa, terminada la depresión ó colosal cisura que
antes las dividía: la porción oriental es corta, maciza y doblada,
mientras que la otra se prolonga más y es fraccionada : los dos gru-
pos se presentan uno enfrente de otro, dominando el profundo valle
Ni^RVA Geografía de Colombia
por donde corre el caudaloso Magdalena. Después no aparece sino
ü n solo grupo (5 masa, pero de aspecto magnífico.que en Huaca deja
el suelo colombiano. De la Goajira á Huaca la montaña se des-
arrolla sobre una línea oblicua de i,Soo kilómetros, en tanto que
es 300 kilómetros menor la distancia entre los paralelos que cor-
tan esos dos puntos. Entre el mar Pacífico y el golfo de Maracai-
bo la anchura de la zona montañosa es sólo de 333 kilómetros;
entre el Pacífico y la llanura oriental es de 900 kldmetros por los
8° de L. N. ; de 650 inmediatamente al S. del ensanche que al O.
Figura 8z — Los (¡igantci nevados del sucio coicmbiino (Jibajo del autor)
forma el istmo y al E. las sierras de Venezuela ; de 450, 2° me-
nos hacía el mediodía; de 335 otro al S., y de 350 al entraren
tierra ecuatoriona ; la anchura media resulta ser 400 kilómetros,
ó sea la mayor en las cordilleras, exceptuada la masa del Perd.
De Panamájal Rionegro la zona montañosa mide 1,600 kilóme-
tros de anchura. Dicho queda que el área ocupada por nuestras
tierras altas sube á 41 millones de hectáreas, las que consideradas
en su conjunto dan á sus cumbres 2^ kilómetros de 'al tura media, y
i más á las cimas dominantes. Aproximadamente puede decirse
que su volumen (menos las serranías del Caquetá) serla igual i
un cubo de 280 leguas de largo, 6 de ancho y i de alto, con un
contenido de 150 trillones de metros cúbicos, masa enorme pero
sólo equivalente á la s* parte de la de los Andes, y á la i5.*
de todas las tierras altas de la América meridional, Dicha masa,
extendida uniformemente sobre el país, apenas alzaría 120 metro;
206
Nieva Geografía de Colombia
su suelo, al que da una altura media de 450 metros, siendo 700 la
del terreno en que están las montañas (Reg^ión andina), y 1,000
las de éstas, consideradas aisladamente. Mil cien leguas mide el
desarrollo lineal de nuestras serranías, prescindiendo de las del
Caquetá.
] :
I ■
t
Llanos del Placer
Túquerres
Sogamoso
^Pasi0
o 2000
lOCX)
3000 o
Patia
Rionegro
Tolima
.\fedellw
Paturia
Pamplona
Mogotes
Corotal
Figura 83 — Nivel comparado de las altiplanicies interandinas
i El área de estas montañas comprende, además del suelo
.' realmente quebrado, cosa de 5 millones de hectáreas de mesas
' perfectas, altiplanicies y suelo plano en los grandes valles inte-
riores, mientras que en el resto se incluyen algo menos de pára-
mos ; en estas tierras desoladas es más rica la mesa oriental
que la occidental (3 contra 1.5), y menos la cresta del Chocó
(500,000 hectáreas) que la del Qu indio ( i .000,000) ; excepto la Sie-
; rra de Santamarta, que cuenta 25,000 hectáreas, y el occidente
panameño, las demás serranías no tienen una sola pulgada de
esta zona glacial. Más aún : la montaña, por su especial confi-
' guración, cuenta cifras casi iguales de región colinaria, mon-
taña mediajy altos j[relieves. Nuestras montañas, por lo que*hace
á contrafuertes y estribaciones laterales, no alcanzan el desarrollo de
las de otros países ;3 pero en cambio, al formar la doble y colosal
mesa del centro y los sistemas á ellas vecinos, forman también valles
interiores, anfiteatros naturales, altas llanuras y mesetas de que en
otras comarcas no existe ni reducida imagen. Además, sobre alto
Í)edestal las tierras poco menos que aisladas del resto Hel país, los
argos y estrechos valles, la sucesión de cuencas, todo esto crea*el
más particular régimen de las aguas corrientes. El paso de nuestras
montañas es siempre difícil, ora por el numero de las crestas, ora
por lo fragoso y empinado de sus flancos, ora, en fin, por la altura
de los puertos ó boquerones, inferior con mucho al de otras serra-
nías. Por último, si se atiende al aspecto que produce su represen-
t;ación en la carta geográfica, se ve que la mesa oriental ó grana-
dina (con los Andes de Mérida) semeja un escorpión cuyas tenazas
rodean el golfo de Maracaibo, el cuerpo forma el ensanche ó nú-
cleo central en que se halla Bogotá, y la cola la cresta que ondu-
lada tuerce á concluir no lejos de Popayán ; en tanto que la occj-
NiT.vA Grocrakia de Colombia
dental (con las serranías de Panamá y Baudá) representa grotes-
camente un árbol de copa aplanada y prolongada á un lado, cuyo
tronco sería Panamí y la copa las serranías de Baudó y las dos
crestas del Chocó y el Quindío. „,; ■
En síntesis, tenemos que el relieve del terreno divide- el
suelo colombiano en porciones perfectamente definidas: en el
centro se hallan las dos mesas, occidental y oriental, divididas '
por la depretión central (valle del Magdalena); al ocaso se en-
cuentra primero una faja de tierras bajas, ó sea las tier^at íoj ':
jas de oecidenic (Choca), que en parte realza la serranía de Bau-
dó, y más lejos el Istmo de Panamá; al oriente se encuentra una-
inmensa extensión, también baja y plana, ó sea las tierras bajas dt
Oí^ifn/í, divididas por las serranías que la cruzan en parte alta
(Uanos)y parte baja (Caíftf/i/) ; en fin, al NMte se halla otra
Figura 84— I^s Nevados ilel grupo del Tolima, vistos del SE. (Según Reiss
y Stiibel)
considerable extensión de suelo bajo, ó sea las tierras ¿ajas ufien-
Irionales que diversos relieves subdívíden sin robarles su enlace ni
sucarácter general. Esta será, pues, la gran división que adopta-
mos 'para describir en detal el suelo patrio.
Las montañas colombianas se agrupan de ordinario bajo el
nombre de Andes, pero visto queda que no es posible cobijarlas
con ese nombre, por lo cual preferimos el de Cordilleras, usado
por notables geógrafos extranjeros y que no choca con la diversi-
dad de sistemas áque debe aplicarse.
Cuanto al origen de la voz Ahjís, se ignora, y lo mismo
puede derivarse de los vocablos peruanos Anla (tapir), Anti (cobre;
metal), ó AiiHs (una tribu de montañeses), que del español Andén,
por jardín, vegetación dispuesta en escalones, terrazas, peldaños;
quizás esto sea lo más cierto, por la flora y forma de estas breñas.
Las demás montañas del país no pertenecen d grupo alguno que
tenga nombre general propio ; sin embargo, en Venezuela, los
que orillan el mar de las Antillas llevan el de Sierras, bien carac-
terístico y que debiera extenderse hasta los que forman el remate
S. de la América del Norte. Sea de ello lo que fuere, dicho queda -
que las unidades orográficas que forman el relieve de nuestro
suelo, se designan aqu( con el apelativo genérico de Cordilleras,
208 Nueva Geografía de Colombia
QeologÍB,* — ^s condiciones en que se desarrolla la vida or-
gánica son consecuencia de la estructura del suelo y de la natura-
leza de los materiales que lo forman. Mares y continentes, mesas
y llanuras, ríos y lagos, todos los accidentes que estudia la geogra-
fía física dependen de la acción de las fuerzas de la naturaleza en
la serie de los tiempos. Y hasta el desarrollo de la sociedad y el
desenvolvimiento del progreso en las diversas comarcas del globo,
fueron siempre influidos y modifícados, á las veces profundamente,
por esa misma causa : la composición del suelo. En efecto, ri-
quezas mineralógicas, fertilidad del terruño, aguas navegables,
¿peras breñas, climas insalubres, atraen ó repelen al hombre don-
dequiera. Más adn : los alimentos, las costumbres, el temperamen-
to, el bienestar y la instrucción de los pueblos, dependen en parte
principal de la composición del terreno en que viven. Jamás el
hombre del polo es igual al de los arenales del trópico, el de las
praderas sin límite visible al de las pequeñas islas volcánicas ; el'
obrero que modela la arcilla no tiene la misma sindéresis que el
que talla el mármol ó forja el acero.
Por esto en cada país, aun cuando el lenguaje y las leyes
sean los mismos, el viajero adivina, por las modifícaciones en las
costumbres, por el aspecto de las viviendas, por los trajes usuales,
las variaciones en la constitución del suelo, de la misma manera que
el conocimiento de ésta permite juzgar las condiciones generales
de la vida de sus moradores. Nunca el pueblo vivirá y juzgará en
Pasto como en Antioquia ; en el valle del Cauca como en las frías
altiplanicies de Boyacá ; en las planicies onduladas de Bolívar como
en las breñas de Chita ; en la Sabana como en la húmeda y ar-
dentísima llanura del Chocó. Hasta los resultados del trabajo difie-
ren en los diversos suelos : la vías de una comarca, base y funda-
mento de la prosperidad de los pueblos, dependen en mucho de la
naturaleza y formas del terreno, que por lo tanto interesa conocer
lo mismo al estadista que al soldado. En una palabra, el aspecto
general de un país, la fisonomía que presenta de conformidad con
la figura y distribución de su relieve, el régimen de sus agu^s, los
productos del trabajo y el numero y riqueza de los habitantes, son
consecuencia de la constitución geológica de su suelo.
Desde este punto de vista, el estudio de las rocas ó sea las
grandes masas minerales que componen un territorio, da la clave
de las diferencias que se observan entre las naciones, y permite
inducciones titiles al militar, al político, al agricultor ; las naciones
reciben y conservan el sello que les imprime el suelo en que viven. El pue-
blo griego no pudo formarse sino en Grecia ; la historia de Ingla-
terra es una consecuencia de lo que es el territorio del Reino Uni-
• Como fuentes principales de este ["capítulo, citamos : E. Reclus, Geograffa
universal; Fd Suess, La faz de la tierra; A. de Lapparent ; Lecdofus de Geogra<-
fla física y Tratado de Geología; VencV^ Morfología terrestre; Noé y Margene^
Las formas del terreno; Reiss y Stübel, Correría en SuranUrica^ Estudio geeló
gico efi la República de Colombia ; W. Sievers, La Cordillera de Marida^ La Sie'
rra Nevada de Santamartaj América ; Hettner, I^ Cordillera de Btgotá^ y varías
otras monografías que se mencionan en su lugar, y entre ellas las relacionadaf
con los estudios para la apertura del Carnal interoceánico^
Nueva Geograbia de Colombia 209
do; á saber: una isla de hierro y carbón de piedra en mares y cli-
ma de condiciones siii ghien's; la continuidad de la llanura ruso-
siberiana obliga al moscovita á llevar sus tiendas del Báltico al mar
de Behring"; la hoya del Mississippi precisa á los americanos á esta-
blecerse de los Alleganis á California ; el Rhin fue siempre manza-
na de discordia entre germanos y francos ; España ha sido nación
más bien oriental que europea ; la Argentina ha progresado con
más facilidad que la Guaya na.
En una palabra, si los ríos y los montes son preciosas coorde-
nadas para el estudio superficial de un país*, el conocimiento pro-
fundo del mismo nunca podrá adquirirse sino mediante el de las
masas minerales que lo componen ; el examen de una carta geo-
lógica acotada suministra de un golpe enseñanzas que no cabrían
en una decena de volúmenes ; y como de ordinario los nombres
antiguos de los territorios corresponden á condiciones físicas bien
definidas, importa en extremo conservarlos, puesto que á menudo
con una sola palabra hacen la descripción geográfica de la co-
marca.
Queda, pues, sentado que sin el estudio de la geología de un
país, el de su simple geografía carecerá de provecho, puesto que
sin aquel otro no hay ni puede haber verdaderos políticos, milita-
res, estadistas, y mucho menos historiadores y geógrafos ; de la
misma manera que nadie reputa médico al que ignora la anatomía
del cuerpo humano, ni apellida astrónomo al que no sabe calcular
los movimientos de los astros.
Empero, antes de entrar de lleno en el estudio geológico de
Colombia, es preciso advertir que tal materia no puede tratarse
sino con mesura extrema, y cuidando de diferenciar los hechos de
las teorías y las clasificaciones sistemáticas, toda vez que en el ac-
tual estado de esa ciencia, su inmenso desarrollo ha conducido en
primer término á la siguiente afirmación fundamental : es mucho
lo que se ignora y muy poco lo que se sabe con certeza ; motivo
por el cu^l el eminente profesor de Viena ha llamado su tratado
magistral de geología : La faz de la tierra; título que indica de sobra
lo que acabamos de afirmar.
Por lo demás, la constitución geológica de Colombia dista mu-
chísimo de ser tan sencilla como se dice de ordinario, ora por la
variedad de las formaciones geológicas, ora por las notables dife-
rencias que se observan entre sus rocas y las similares de otros
países ; pero prescindiendo por ahora de discutibles detalles, va-
mos á describir las líneas fundamentales de su geognosia, que se
confunden con las adoptadas para el análisis de su relieve.
En efecto, la zona montañosa que orilla los mares de Occiden-
te y los separa de las llanuras de Oriente, dondequiera que se des-
taca con alguna nitidez de las porciones planas de bajo nivel, se
compone de rocas cristalofilianas ó antiguas, en tanto que las lla-
nuras y los valles de mínima altitud están formados por terrenos
modernos, de suerte que si éstos desaparecieran de repente, el
suelo patrio quedaría representado por la porción rayada de la
figura 84 bis.
L
Nueva Geografía de Colombia
s (le Colombia
Además, la gran cisura por dondif corre el turbio Magdalena,
penetrando entonces como prolongado golfo, dividiría esa zona
montañosa en dos porciones bien caracterizadas: al W. la de las ro-
cas feldespáticas por excelencia, <■/ /■■ih tkl oro: al E.la délos sue-
los are illo-arená ecos, penetrados aquí y allá por las rocas cristalo-
filianas, que por existir también en las serranías Caribes, en Guaya-
na y aun en las llanuras, sirven como de esqueleto que da unidad
al conjunto. En cambio, el rohiinimin, tal como de ordinario se en-
tiende este vocablo, que no aparece sino al W. de la sinclinal del
Magdalena, da á la mesa occidental ó andina su fisonomía propia,
y los suelos modernísimos, envolviendo con sus estratas las rocas
más antiguas de la Casia y las llanuras, dan á éstas la personería de
entidad geográfica que le hemos asignado en las páginas anteriores.
Si por un momento consideramos toda la Ame'rica del Sur (fig.
37), tendremos que se compone en primer término de una inmensa
región baja de rocas modernas, tendida al pie de los Andes, de la
boca del Orinoco á la Pat^ponia, completada con una lengua de
tierra igual que por el valle del Amaifonas avanza á separar las
tierras más antiguas de Ciuayana y el Brasil. Además, considerados
los relieves andinos de Paria al Cabo de Hornos, por su flanco ^
Nueva Geografía de Colombia
211
frente oriental, resulta que no hay un punto en que no se compongan
de rocas más antig^uas que las de la gran llanura, concepto que casi
puede aplicarse á toda su masa, por lo cual sólo en su frente N.
(bajo Magdalena) ó colombiano, donde su tectonismo se modifica,
aparecen de nuevo con notable desarrollo los mencionados terrenos
modernos, enfrente de los que riega el Mississippi, pero pertenecien-
do ya, por lo tanto, á la región antillana. .
Figura 85 — Diagrama de las regiones geológicas de Colombia
I. Región Caribe (incluido Panamá) ; III. Región oriental ; II-2. Región andina
del W. ; II-4. Región andina del E. ; 3. Sinclinal del Magdalena ; 6. Sincli-
nal del Orinoco; 7. Sinclinal del Amazonas; 5- Depresión de Maracaibo;
8. Depresión del Pacífico; 9. Depresión del Caribe.
En resumen, desde el punto de vista geológico, lo mismo que
del orográfico y el histórico, Colombia, por pertenecer á un tiem-
po á la América del Sur y á la Central, es el nudo de enlace entre
los dos cuasi continentes del mundo de Colón.
Región Antillana 6 Caribe — {Panamá y la Costa) — México, la
América Central, las serranías Caribes, las Antillas y la Florida
forman una región geológica que entre las dos masas denomina-
da América del Norte y América del Sur, desempeña el mismo
212 Nueva Geografía de Colombia
papel que el de la zona Mediterránea entre Europa, Asia y África,
según lo demostró hace años el g^eólog^o Suess. En dicha región se
observa una sucesión de pliegues recientes alineados de E. á W.
dominando porciones hundidas que forman distintos fosos ó abismos
en el mar Caribe. Aquí como en el Mediterráneo, esos relieves y
abismos coinciden con una antigua área de sedimentación, en la que
los terrenos cretácicos y kenozoicos * revisten caracteres espe-
ciales ; á saber : en el cretácico, el desarrollo de ciertas construccio-
nes calcáreas, debidas á los animales llamados rudistas; y en los
kenozoicos (terciarios), en el análogo trabajo de una fauna espe-
cial de pólipos y protozoarios. En fin, en este Mediterráneo ame-
ricano los temblores son frecuentes y numerosos los volcanes acti-
vos, á lo menos en la zona que hace juego á la del Adriático.
Dejando á un lado en las tierras nombradas aquellas que no
nos interesan, debemos concretarnos por lo pronto á las cadenas
de la América Central ó de los istmos americanos, conforme tam-
bién las llaman los geógrafos, por cuanto nos pertenecen de Dota
al valle del Atrato-San Juan, que por ser relativamente moderno,
tal vez en su mayor parte posterciario, es hoy el límite universal-
mente admitido entre la América Central y la América del Sur.
Este relieve de los istmos debe su actual continuidad á un conjun-
to de fenómenos de época geológica reciente, pues, á no dudarlo,
antes sólo existía en su lugar una cadena de islas y por lo tanto
una serie de estrechos. De Tehuantepec á Chiriquí la tierra su-
mergida se divide en dos mitades : la que mira al Pacífico y laque
da frente á las Antillas : es la primera una faja de aspecto arquea-
no, fracturada, y sobre la cual se han alzado volcanes recientes ;
la otra, más alta, á pesar de sus interrupciones es la que merece el
nombre de cordillera y se compone de terrenos azoicos y mezo-
zoicos, alterados por pliegues netos y vueltos hacia el E. Evidente-
mente el todo responde á un esfuerzo orogénico que al alzar la faja
arqueana de una antigua zona oriental ya plegada, determinó en
la parte occidental una ruptura con hundimiento del lado del Pací-
fico, según lo indica la rapidez con que aumenta el fondo del mar
cerca de esa costa.
Al mismo tiempo en las Antillas acaecía otro hundimiento en
la zona ya plegada, y la causa de él debió facilitar la depresión
de la cresta que allí existía, partiéndola en trozos. Ahora bien :
la enorme actividad volcánica de ese territorio intermediario entre
las dos grandes Américas y su estado fragmentario, parece de-
berse al encuentro de él con el grande accidenie orogénico deno-
minado los Andes, que sigue de preferencia el rumbo del meri-
diano, y de consiguiente se opuso al cruce del foso antillano, que
le era perpendicular, ó se detuvo en su borde meridional.
Sobre el golfo de Fonscca se encuentran dos cadenas volcá-
nicas que forman un ángulo abierto : la occidental va á dar contra
México; la oriental, tras cruzar á Costa Rica, sigue por Colombia
hasta Chiriquí, donde en la mesa que allí forma la cordillera, se
alzan los tres volcanes de Chiriquí ; los que por lo tanto ya no
* Cainozoico escriben Geikie y el español Calderón ; el Dr. Carrasquilla
(naturalista colombiano), por motivos etimológicos, prefiere el vocablo ken<ñoicQf
Nueva Geografía de Colombia
Figura 86— Carla geológica dtl McJittrránoo amoricaiiu — Kscala ; i ; ^0,000,000
(Según el Atlas de licrghaus')
2Í4 Nueva Geografía de Colombia
quedan sobre el Pacífico como sus hermanos de Occidente, sino en
el centro mismo del Istmo, donde á la vez se nota decaimiento ea
la actividad volcánica y en sus eyecciones, bien que todos los pito-
nes ígneos de Dota á Chiriquí se alcen entre barrancos sobre la
franja arqueana ya mencionada.
La cordillera de Veragua, que sigue á la de Chiriquí, aún con
bastante altura, es arqueana, pero la faja de este suelo se hunde
más y más, de suerte que antes de la línea del canal desapare-
ce, y luego en las costas del Pacífico apenas se ve un jirón de ro-
cas azoicas. El resto del suelo del Istmo está constituido por te-
rrenos kenozoicos, por entre los cuales surgen numerosas masas
de rocas eruptivas, en extremo descompuestas en la superficie. Más
al E., en el Darién-Baudó, vuelve á aparecer el eje arqueano ó de
rocas cristalinas que se hunden en el Pacífico en acantilados y pro-
montorios rodeados de arrecifes, circundado al oriente por la ya ci-
tada franja de tierras kenozoicas que constituyen el valle del Atrato.
En fin, prueba complementaria de lo dicho es que la fauna abismal
del Caribe guarda más relaciones con la f imilar del Pacífico que
con la del Atlántico ♦.
La constitución geológica del Istmo demuestra, en efecto, que
en manera alguna hubo simultaneidad en la formación de sus di-
versas partes : en Chiriquí el eje se compone de granitos, sieni-
tas gneis y pizarras, en tanto que las colinas de Panamá apa-
recen formadas de doleritas y traquitas tan descompuestas que se"
pueden cortar con la pala como si fuesen de queso, según la frase
de Boucheporn, y los salientes están cubiertos de espesa capa ve-
getal. Empero, esos relieves de origen volcánico no presentan en
ningún punto la forma de conos de erupción que han lanzado
sus cenizas al aire libre : tufos y conglomerados aseméjanse aquí
á los que cubren la base y flancos de los volcanes submarinos, por
lo cual puede suponerse que las erupciones han tenido lugar en
una época en que las aguas de los dos océanos se unían allí en un
estrecho. Su forma anular recuerda también la de los centros
eruptivos que se alzan en el perímetro de las mesas oceánicas.
Los bancos calcáreos explorados en ciertos puntos del Istmo guar-
dan fósiles de animales que vivían en el océano en los primeros
tiempos de la época terciaria, y muchos de sus representantes
viven aún en los mares vecinos.
Si de Panamá pasamos á Venezuela, saltando el poderoso re-
lieve granítico que constituyela Sierra Nevada de Santamarta, roí-
da en su falda N. por grietas de enorme profundidad, y también la
Sierra Nevada de Mérida, donde el arqueano sirve de apoyo á las
plegadas estratas mezozoicas y kenozoicas, y que lo mismo que aqué-
lla muestra la falda N. cayendo de un golpe al golfo de Maracaibo
por medio de escarpas enormes, dado ese salto hallaremos contra la
costa de las Antillas otro considerable relieve arqueano, la cordille^
ra Caribe de Caracas, que se precipita hacia el mar por alta escar-
pa (f anco N.), en tanto que al opuesto lado domina lagos de hun-
dimiento tectónico, murados más al S. por rocas mezozoicas. Y aun
cuando más al E. el eje arqueano vuelve casi á desaparecer (Baí-
• Más detalles sobre el Mediterráneo americano se hallan en E. Sness : ÁH'
tlitt der Erde,
r
NuEv ^ Geografía de Colombia 21 S
celona), de nuevo se realza en ese rumbo y constituye la rectilínea
península de Paria y el borde N. de la isla de Trinidad, donde otra
vez surgen las emanaciones de aceite mineral. En fin, aluviones
modernos cubren el terreno mezozoico entre Mérida y Caracas y
en tomo del lago de Maracaibo.
Entre Panamá y la Nevada de Santamarta queda un territo-
rio colombiano que los geólogos extranjeros no han explorado sino
en mínima parte, por lo cual preciso será enunciar hechos antes
de indicar su composición. En primer lugar tenemos el relieve que
separa el golfo de Urabá del bajo Sind. ¿Es Andino, en la acepción
legítima de la palabra? Evidentemente no. La parte baja y plana
del Sinú está formada por aluviones análogos á los señalados de
Maracaibo, y sobre esos aluviones y en los valles que se abren
sobre el Caribe de Punta Arboletes al fondo del golfo de Urabá,
por dondequiera aparecen las emanaciones de aceite mineral
mezcladas con ríeos yacimientos de carbón. En el Paramillo de
Antioquia hay rocas eruptivas volcánicas, y otro tanto sucede en
Murrucucú, á cuyo pie E. las formaciones carboníferas adquieren
enorme desarrollo. Además, el aceite mineral aparece á los lados
de los montes de María, lo mismo que en la parte Norte de los
valles de Cücuta, en la zona de contacto de las rocas antiguas y los
aluviones modernos. En fin, la geología de la región de Ocaña la
describe así el ingeniero González Vásquez : " Ix)s puntos culmi-
nantes de las cordilleras están formados por rocas iraquíticas que han
perforado y producido metamorfosis al levantar á su paso los te-
rrenos de transición inferior y media. Cuanto al lomo que separa
la mesa del río Magdalena, sólo en el cerro Pelado aparecen las ro-
cas traquíticas en la superficie. Las estratas sucesivas en que pre-
domina siempre la arma^ van á perderse en la formación aluvial
de las sabanas (del Magdalena). Del lado oriental se hunden en
la formación lacustre del valle de La Cruz y sus ramificaciones.
El levantamiento produjo las serranías de Aspasica, Mesarrica y
Bucarasica, formando los valles de ruptura por donde corren el
Borre y el Tarra. Posteriormente el alzamiento del Espartillo de
San Pedro y Cerro de la Canal trastornó las estratas que ahí ha-
bían alcanzado el terreno carbonífero y aun el secundario... En
la hoya del Sardinata hay fuentes de agua salada. Metales, si los
hay, deben buscarse más al Sur.''
De la Goajira dice Simons : "La península, comparada á los
Andes, es sin duda de reciente formación, probablemente con-
temporánea de la Sierra Nevada *. Todas las montañas son
volcánicas. Además de su apariencia volcánica, sus rocas princi-
pales son todas volcánicas. Examinando la arenisca estratificada,
es fácil reconocer por dónde han sido botadas por la fuerza de la
erupción, teniendo la arena en tales partes la apariencia de haber
sido quemada y revuelta ; este es el caso especialmente con el
Yuripiche, que es una hermosa masa de basalto. En la Teta hay
traquita con grandes cristales de feldespato, semejante á la de
Drachenfels (Rhin). Las rocas cerca del Cabo de la Vela son de
Parece que en esa Sierra Nevada hay formaciones de diversas épocas.
Nueva Geografía de Colombia
coral de cariza, semejantes í las de Curazao. De los cerros de
Carpintero á Taroa las rocas de las cordilleras son todas del pe-
riodo diluvial, llenas de conchas contemporáneas, y resaltan entre
ellas grandes cantidades de almejas bien conservadas y cimenta-
das por una especio de arcilla ferrug;¡nosa. lin Bahíahondita apa-
rece la caliza carbonífera. Entre Bahiahonda y los cerros de Ma-
cuira se encuentran Itancos de piedras rodadas por el roce, que
corren en líneas paralelas, á menudo de 15 a 18 metros de altura,
las que sin duda fueron depositadas por alyíín río caudaloso. Esta
es una prueba más de que en los tiempos prehistóricos el río Mag-
dalena, corrisndo por los valles que actualmente riegan el río Cen-
sar y el Ranchería, 6 mejor dicho, siguiendo la vuelta de los An-
des, desembocaba en el golfo de Maracaibo. Estos bancos de pie-
dra señalan el punto de encuentro del río con el mar [sic], y más
atrás los bancos de arena y cieno formaron las ondulantes sabanas
de la baja Goajira " [sic].
Según Sievers, la cordillera de Perijá se compone de rocas
crisialofilianas que han aflorado por entre rocas sedimentarias cu-
yas estraías dislocadas constituyen exclusivamente los Montes de
Oca y se pierden á uno y otro lado bajo terrenos aluviales. Según
las descripciones de Coda?,zi,las montañas septentrionales de Coro
son iguales á las demás del sistema Caribe que orilla el mar de
las Antillas, y los cerros y suelo de la península de Paraguaná
son idénticos, punto por punto, á los de la fronteriza península Goa-
jira. La misma autoridad afirma que en las serranías de Ocaña
predominan las rocas margosas de arena no cimentada, divididas
en bancos oblicuos por filones de cuarto granujiento mezclado con
hojillas de mica ; la obra de la denudación ha sido enorme, y más
al mediodía aparecen las estratas calizas con desarrollo potente y
llenas de pailas, de donde cierta semejanza con las de Dalmacia.
Por último, en la Carta geológica de Hettner las rocas graníticas
y porfidlticas se muestran en grandes extensiones de Salazar, Ve-
tas y Rionegro hacia el Sur.
Figur» 87-Ca4cada ild CaimilQ en Chorrera (Panamá). sEgún L. N. R Wysse.
Nueva Geografía de Colombia 217
En el atlas de Berghaus el geólogo Steinmann afirma que el
territorio aledaño á Cartagena es cainozoico é igual al indicado
atrás en Panamá ; que los relieves de las penínsulas de Paragua-
ná y Goajira y el Macizo de la Sierra Nevada de Santamarta se
componen de rocas arcaicas, y que la llanura Caribe (Ja Cos/a)¡
desde el Golfo de Urabá á las estepas de Coro, pasando por el Sintí/
el delta interior del Magdalena y la cuenca de Maracaibo, tiene
suelo de la época posterciaria ; que fajas arcaicas descienden con
rumbo S. del remate de la mesa antioqueña y del fondo de la
cuenca de Maracaibo, y que otras análogas atraviesan oblicuamen-
te el NW. de Venezuela, de Pamplona á Caracas.
Las montañas de María y la tierra de Chimiquique no han
sido exploradas, geológicamente hablando ; pero segtín los infor-
mes dados por los ingenieros que allí han construido caminos ó
estudiado trazos de ferrocarril, se componen de areniscas tiernas,'
conglomerados, areniscas ferruginosas y arcillas blancas y ama-
rillas, sin que falten calcáreos de origen madrepórico y riegos de
rocas cristalofilianas ; es decir, con toda certeza pertenecen al sis-
tema Caribe, puesto que no escasean en algunos lugares ni las
huellas del volcanismo, ni las rocas volcánicas del aspecto de las
de Panamá, y en el Banco hasta afloran las rocas graníticas.
Por su parte el minero antioqueño Palacio, práctico en esto
de caracteres litológicos de los terrenos de las regiones auríferas
colombianas, dice en el informe de su exploración al Sinü, que el
ralle del río Verde tiene una formación geológica excepcional,
constituida por altos cerros de conglomerado rojo con grandes
geodos, medio derruidos y que semejan ruinas de edificios monu-
mentales, de manera que los clasificó en el terreno pérmico del Pa-
leozoico, encontrando en ellos señales de yacimientos auríferos ; en
todo el alto Sinú observó las huellas de dicho metal entre niioles de
arenisca que desaparecen para dejar ver el granito que constituye
luego las alturas, y sorprendido por la diversidad del aspecto del
terreno al S. de las Charudas, escribió que "de allí en adelante el
terreno se presenta más quebrado, pues allí principian los últimos con-
trafuertes de la gran cordillera de los Andes, cuyos majestuosos contornos
se divisan á lo lejos. El río (Sinú) desciende por entre inmensas moles
de granito y de basalto. La temperatura se siente cada día más
fría." Del Murrucucú, cima á que no ascendió, señala que de lejos
se ve la extensa cumbre formada en parte por picachos de blan-
quecina y escarpada roca, es decir, semejantes á los Farallones.
En fin, como prueba decisiva de nuestro aserto están las lí-
neas escritas por el conocido ingeniero J. Henry White en su ex-
ploración oficial del Occidente antioqueño (mesa del Chocó) en 1892 :
"El terreno es de época reciente ó de la edad terciaria — época
eocena — período segundo y marítimo, principal grupo el Vicks-
burgo * ; dislocada por las erupciones ígneas de traquita y do-
• Ea la cntrecordillera andina no existe en ningún punto formación tercia-
ria ó kenozoica propiamente dicha ; luego esta región es Caribe, concordando en
Cate caso las indicaciones de la geología con las de la morfología.
yueva Geografía de Colombia tomo I-15
2i8 Nueva Geografía de Colombia
leritas que forman las cordilleras ó montañas, y las que levantaron
los conglomerados que son inferiores al terreno eoceno, como se
ve al pasar la cerrazón (hoz) del Riosucio. Esta faja se encuentra
entre los ríos Choromandó y Chimurro, y hacia el W. sigue el
eoceno, que se ve primero en Guineales, y este depósito atraviesa
los cauces de Chimurro, Tuguridó y Tenganaturadó ; más al W.
aparecen las areniscas ó fajas aluminosas con hulla, y pasado el
filo de Cheverri se vuelve á ver el grupo eoceno llamado de Vicks-
burgo, para volver á encontrar las areniscas en Oquendó y Pa va-
rando grande. Los ríos Sucio, Amparado y Tuguridó corren por so-
bre rocas eruptivas desde la boca del Quiparadó para abajo (W.).
Este terreno es fértil,^ no se encuentran ni en el centro ni en el Este del
Departamento rocas iguales : en metales es pobre, pues no se le conoce ni
una veta de oro ó ptata, lo que es en consecuencia naturl de su,
tiempo geológico, pero abunda en indicios y riegos de cobre nati-
vo muy puro y de sulfuros del mismo metal. Abundan las fuentes
llamadas termales, ó mejor dicho, salinas, que tienen por base
principal carbonato de soda y gas ácido sulfídríco. En las orillas
del Riosucio, en toda su extensión, hay aluviones con oro, y las
playas del río son ricas en ese metal. La vegetación es también muy
distinta de la de la región del Magdalena, El reino animal es pobre.**
Resumiendo lo que antecede, tendremos que los Andes pro-'
píamente dichos terminan hacia los 7^30' de latitud N., y que toda,
la Costa, 6, mejor, lo que en un tiempo se llamó Nueva Andalucía,.
es territorio que pertenece al sistema Caribe ; de suerte que así
mirada la carta geológica de América, resalta en el acto el hecho
de que de los Alleganis y México á la Guayana, por entre las Anti-
llas y los Istmos, se extiende una gran región natural, más hermosa
y acentuada de loque el mismo Suess supuso, y en la cual dicha Nue-
va Andalucía y los llanos, es decir, el mediodía, ocupan el campo que
al NW. corresponde al Golfo de México ; ó en otras palabras, que
sin la existencia de los Andes el mar Caribe llegaría hasta la Gua-
yana, cercado al S. por otro archipiélago antillano, ó á lo menos por
una prolongación de lengua ístmica extendida hasta lo que sería
entonces el estrecho de los Llanos. La región natural analizada es,
pues, verdaderamente mediterránea entre las Américas del Norte
y del Sur.
Región oriental — La América del Sur se compone principal-
mente de un macizo estable, modelado há largo tiempo, contra el
cual se adosó por el W. y N., á modo de enorme caballete, la ca-
dena de los Andes ; mas el contacto no es inmediato, y á lo largo
del Canal que domina la concavidad del arco montañoso se halla,
de uno á otro extremo, una ancha faja, plana, deprimida y en oca-
siones separada de la gran cadena por algunas aristas paralelas
al caballete principal.
El mencionado macizo oriental está partido en dos secciones
desiguales por la depresión de ancha boca donde se aloja el Ama-
zonas : al S. queda la mesa del Brasil ; al N. la Guayana, que en
ningún punto del E. hunde sus rocas antiguas en los abismos del
Atlántico, puesto que de éste la separa una faja costanera moderna
y luego una plataforma submarina donde los fondos no llegan á 200
Nueva Geografía de Colombia
219
metros. Como en este macizo oriental no hay volcanismo reciente
tal como aparece en la cordillera de los Andes, y además los geó-'
log'os creen que en otro tiempo una tierra hoy hundida lo ligaba al
África austral, tenemos que en la América del Sur tropical los tres
rebordes marítimos del W., el N. y el E., presentan grandes dife-
rencias de génesis y de estructura.
La masa alta de Guayana á su turno se subdivide en dos por-
ciones (línea del Esequibo): la oriental es una peneplana arquea-
na, en tanto que el asperón abunda en la parte alta, occidental ó
venezolana, donde las estratas duras, alineadas al NW., producen
cataratas en los ríos. En efecto, el alto Orinoco entre los grados
5* y 6° N., presenta en medio de grandes rocas de asperón rau-
dales hasta de 400 y 500 metros de altura. En cambio, en seguí-!
Figura 86— Carla geológica de la_ región oriental ó de las llanuras (según
Steinmann) — Escala : i : 30.000
22Ó Nueva Geografía de G)lombia
da de ese territorio la pendiente se suaviza tanto, que el Casiquia-
re puede establecer una comunicación permanente entre el alto
Orinoco y el Rionegro, afluente del Amazonas.
Es de advertir que la señalada división de la Guayana no
infirma que las rocas arcaicas que componen su núcleo no pene-
tren muy lejos hacia el W., reduciendo la anchura de la faja que
delinean, de suerte que el conjunto en esta parte puede comparar-
se aun mango gigantesco, complementado al mediodía (en el Brasil)
|X>r una faja de terrenos paleozoicos.
Cuanto al frente que da sobre el Orinoco, es notable en su
paisaje, por la alternabilidad de montañas tabulares selvosas con
sabanas que ocupan el fondo de amplios valles que se inundan en
la época de las lluvias. Con excepción de las cadenas graníticas
de Maraguaca y de Parima, que alcanzan 2,500 metros de altitud,
las demás cumbres de la comarca no son, de ordinario, sino los
restos de la antigua capa de asperón (arenisca roja antigua ?) que
la cubrió ; sobre el Duida aun subsiste una masa de asperón cuar-
zosa de 1,200 á 1,500 de espesor ; el Rorarima, que mide más de
2,200, es un enorme bloque cuadrangular de asperón rojo sin fósiles
(como el del alto Sinií ?), de paredes verticales, puesto sobre el gra-
nito. No lejos, en la llanura propiamente dicha, abundan las llama-
das rocas del diablo, denudadas en sus dos terceras partes. Al con-
trario, la Guayana europea tí oriental pertenece íntegra á la región
de la selva virgen.
La porción deprimida, es decir, la llanura que se dilata entre
el macizo Guayana-Brasil y los Andes, se descompone topográfi-
camente en tres secciones : la hoya del Orinoco, la del Amazonas
y la del Plata.
Ija, hoya del Orinoco presenta su llanura como cuenca colma-
,da en la época kenozoica, que luego en los tiempos posterciarios
se acabó de rellenar con aluviones en lo que había quedado como
golfo ó brazo de mar y hoy es vaguada de una porción de aquel
río y de algunos de sus afluentes, en especial el Meta. Por eso
crt dicha llanura no hay sino bajas altitudes, la pendiente es in-
sensible y los ríos la dividen en cintas donde se alzan las mesas ó
tablas muy llanas y algo más elevadas que los cauces de las aguas,
las que cerca de la cordillera Caribe (N.) salen á la llanura fK)r en-
tre galeras 6 relieves de asperón, producto de la erosión, carácter
que se acentúa al pie de los Andes (W.), donde el posterciario es
dominado por un cuasi relieve de rocas más antiguas. Indudable-
mente los últimos fenómenos orogénicos y glaciares de los Andes y
do las serranías Caribes facilitaron el colmataje apuntado, dando
grande actividad al trabajo de denudación de los ríos en ellos na-
cidos. Los llanos tienen el carácter de una estepa, que difícilmente
puede conquistar la vegetación forestal, conforme lo prueba una
experiencia de tres siglos.
Cuanto á la inmensa llanura del Amazonas, ocupa el lugar de
un antiguo estrecho que allí formaba el mar en la época carbonífera y
que desbordaba á derecha é izquierda sobre el arqueano. Ese sue-
lo emergió después, porque sobre él no se ven sino asperones
probablemente cretácicos, y la gran sinclinal que lo constituye re-
cibió en su fondo y en la época cainozoica depósitos cenagosos que
Ni'EVA Geografía de Colombia 22 í
suben hasta el pie de los Andes. En seguida los numerosos ríos
que riegan la llanura trabajaron en colmarla, crearon suelos alu-
viales, y de tal manera han regularizado su pendiente, que para
hallar altitudes de 8o metros, es preciso remontar 2,000 kilóme-
tros el canal principal. En esta obra les ha ayudado el clima, pues
detenido el Alisio por los Andes, las precipitaciones atmosféricas
son enormes y la denudación es proporcionada á la intensidad del
fenómeno cumplido en una hoya que excede de 5 millones de kiló-
metros D (cuatro veces Colombia). Además, como los centenares
de ríos que surcan la llanura lo hacen por entre la selva, y el suelo
es allí poco consistente, han podido abrir fácilmente y dondequiera
canales secundarios para crear singulares comunicaciones entre
unos y otros, canales que constituyen un verdadero laberinto hidro-
gráfico entre ellos y el río principal.
Y por lo que toca á las llanuras argentinas, conviene hacer
algunas indicaciones generales que nos servirán de base para con-
sideraciones de cierto orden sobre el suelo colombiano. En esas
llanuras los terrenos modernos se extienden, según toda probabili-
dad, sobre un subsuelo arqueano, y algunos relieves emergen aquí
y allá, para enlazar la región á los pliegues de los Andes, con rum-
bo SE., sujetándose á la curva del macizo brasilero, por lo cual
los geólogos los miran como resios de una derruida cadena que
antes bordeaba ese centro de osificación continental. En la pampa-
estepa, como en el llano, hay pruebas de un estado meteorológico
anterior, más rico en lluvias, que permitió la producción de alu-
viones considerables que colmaron las principales desigualdades del
terreno antiguo, cuya parte superior nunca dista mucho de la su-
perficie. La desecación de la comarca y consiguiente salobridad de
las aguas cambió el clima y sujetó la comarca al régimen de las
estepas.
Ahora, si regresamos al N., tendremos que en el llano, donde
la cantidad de lluvias es mayor, los ríos pudieron completar su obra
y derruir hasta la raíz los relieves de rumbo NE. que allí hubo,
análogos á los de la pampa, dependiendo de los bancos de sal de
la vieja cordillera el régimen de estepa que se observa en él.
Es de advertir que en más de un punto del llano parece que el suelo
de los resaltos se compone de terrenos arcaicos en pleno estado de
descomposición.
Las líneas referentes á la Pampa son aplicables en buena
parte al Caquetá, porque los relieves que lo cruzan, indudablemen-
te son restos de accidente mayor, y que, como en aquélla, bordeaba
el macizo fundamental (Guayana) con rumbo inverso (NE.), con
la sola diferencia de que en el Caquetá con las rocas arcaicas se
plegaron otras más modernas, probablemente calcáreas del cretá-
cico, divididas en grandes bloques, á juzgar por las grietas que
guardan y por las descripciones de los contados exploradores
de la comarca. Las rocas granitoides de la Guayana alcanzan
á llegar al pie de los Andes á manera de diques ó tentáculos que
surcan el Caquetá hasta el pie del Nevado de Sumapaz; pero ya
en plena llanura, surge el pequeño macizo eruptivo de la Macare-
na, jamás tomado en cuenta por los geólogos, no obstante su decisi-
va importancia en la materia. En todo caso, esa antigua área c)^
222 Nueva Geografía de Colombia
sedimentación y la existencia del cuerpo de la cordillera de Suma-
'pax, á cuyo pie se tiende, fueron la principal causa de que los An-
Ües, en vez de continuar su dirección meridiana, describieran la
'gran curva que aparentemente se extiende de Bolivia al delta del
Orinoco. Y decimos aparentemente ^ porque el relieve andino apenas
sé alejó un poco de aquella dirección para concluir en Antioquia,
obligado á ello por la antiquísima cordillera de Sumapaz, de suerte
que en esta parte de Colombia se cumplió fenómeno orogénico
Imálogoal que Suess señaló en la América Central, loque comple-
ta la armonía existente entre los mediterráneos de ambos hemis-
ferios.
Región Andina — La gran cordillera de los Andes, que sin dis-
continuidad en su relieve se dilata del Cabo de Hornos al mar de
las Antillas, se divide en dos porciones bien distintas : la una me-
ridional, notable por su dirección rectilínea (S. á N.), termina en
él Perú ; la otra, septentrional, forma un arco convexo h^cia el
Pacífico, desde Arica hasta Urabá, ó hasta las bocas del Orinoco
$i se sigue la magistral. Desde el punto de vista orográfico, loS
Andes parecen formar una unidad de relieve muy homogénea ; pero
)!)ajo esa apariencia se oculta cierta complicación geológica, y lá
J)arte curva deja ver dos clases de elementos : una porción plega-
da, lá sola que se extiende hasta Venezuela, y un muro en el bor-
de fracturado, sobre el cual se escalonan los volcanes activos,
siempre en la dirección del meridiano, salvo en Colombia, donde
por la existencia de los terrenos primitivos de la cordillera de Su-
mapaz, se alejan un poco de ella.
Resumiendo lo que sobre geología de los Andes conocemos,
jiuede decirse que su relieve, con respecto á la gran plataforma
oriental (Brasil-Guayana), se presenta á modo de muro continuo
de cadenas plegadas que al principio hubiera dado la vuelta por
el W. á esa plataforma, dilatándose al S. y al N. en abanico, de
manera de envolver las depresiones patagónica, pampeana, pla-
tense, amazónica y orinoquia, pero dejando entre él y la platafor-
ma un surco continuo, donde luego se estableció la gran llanura del
téntro de la América" meridional, y sobre cuyo flanco no ocurrió
hinguna fractura importante, lo que explica la cuasi ausencia de fe-
nómenos eruptivos de ese lado de la cordillera.
Al contrario, al lado opuesto ó exterior, sobre el Pacífico,
desde el 40° de latitud S. hasta el 8 de latitud N., grandes grietas
abrieron paso á las masas volcánicas que sin interrumpir la sedi-
mentación se superpusieron á los terrenos jurásicos ya emergidos,
componiendo el todo una faja que más tarde se realzó por trozos su-
cesivos para formar la verdadera cordillera andina, con su lomo
relativamente plano y sus dos crestas culminantes :1a oriental (Quin-
dío), apoyada en Colombia contra los antiguos pliegues^ levantados más
por ese mismo fenómeno orogénico, puso al descubierto su núclep
arqueano ; y la occidental, frente de la fractura principal, á par-
tir de la cual se efectuó la dislocación de la vertiente Pacífica, sé
alzó por trozos más y más bajos de S. á N., por así decir.
" ' Sobre esa gigantesca fractura, y siempre sobre terreno jurá-
sico segdn parece, se establecieron escalonados Ips volcanes, en g^e-
NuiVA Gkkikafia de Colombia
FÍEiin 87— Di«gT*m> út U fonntción de 1& región andina de Colombia
224 Nueva Geografía de Colombia
neral siguiendo el meridiano, los que no faltan sino en el Perú *, es
decir, donde antiguos pliegues obligaron á la cordillera, por atrac-
ción, á dejar la dirección meridiana por el rumbo NW. Pero es de
advertir que entre la equinoccial y el i° de latitud N., en Colom-
bia sí hay volcanismo real al pie E. de la cordillera ; que sólo en
Colombia presentan los Andes volcanes activos á gran distancia del
mar ; que los volcanes colombianos se dividen en dos grupos : el
oriental, que parece seguir el ritmo de los demás de la América
del Sur, y el occidental, que delinea una curva que parece análoga á
las de la América central ; y en fin, que sólo en el litoral colombia-
no y ecuatoriano del Pacífico, falta la banda de pizarras cristalinas
que se halla en el resto del continente á lo largo de ese mar, y
sobre la cual los geólogos no han dicho aun la ultima palabra. El
hecho de que los Andes rematen al Sur de manera muy distinta
que al Norte, comprueba que á este lado su geognosia es dife-
rente.
Por lo demás, todo indica que la cadena de los Andes existe
en esqueleto desde tiempos remotísimos, puesto que, apoyada
contra un reborde plegado y adosada contra un litoral formado
más antes, se constituyó definitivamente por la surrección de la larga
faja en donde, desde Chile hasta el centro de Colombia, las erup-
ciones volcánicas aparecieron en mitad de los tiempos secundarios,
constituidas por rocas básicas porfidíticas, aliadas después á las
más recientes andesitas (traquitas), pues segün autoridades en la
materia, la sienita caracteriza el relive andino del litoral pacífico,
por así decir, el pórfido es roca intercalada en el jurásico-triásico,
y la traquita constituye la primera manifestación y como el subs-
tratum de los volcanes andinos de los tiempos cainozoicos.
La gran masa de los Andes sube de S. N. hasta el 6^ de
latitud S., donde se presenta el gran codo de la cordillera hacia el
NNW:, codo que coincide con una notable disminución de su altura
y de su anchura, de suerte que el Marañón (alto Amazonas) abre
las fuentes de algún tributario á menos de 40 leguas del Pacífico, y
apenas un lomo de 2,000 lo separa de aguas que corren á ese
Océano. Ese indicio de la debilidad del Continente ocurre por cierto
en la prolongación de la gran sinclinaldel Amazonas, siendo de ob-
servar que en el flanco W. del codo, donde no hay valles de erosión,
se encuentran los yacimientos de petróleo del Perú y una faja de 26
leguas de tierras sin agua (desierto de Sechura). Sobre el interior
del codo, al contrario y por contraste, la vigorosa erosión tropical
ha penetrado en la meseta peruana, conquistando para la hoya del
Amazonas la entrecordillera, de suerte que llega hasta la cuenca
del cerro de Pasco, por medio de hoces y valles longitudinales ta-
llados en el flanco oriental de la masa andina, siendo de adveriir que
allí lo hizo en el terreno iriásico que más al A\ constituye el valle del alio
Magdalena,
Es al N., frente de la profunda entalladura que constituye el
golfo de Guayaquil, donde comienzan los Andes ecuatorianos, que
• No aseguramos la exactitud de este hecho, por ser deficiente la explora-
ción del E, de esc país. En Colombia no sucede asi.
Nueva Geografía de Colombia 225
en verdad llegan hasta las breñas de Pasto. En esta sección apa-
recen netamente dos crestas que g"uardan una mesa intermediaria
más baja : en la cresta oriental domina el arqueano y es la más alia ; en
la occidental, menos elevada y entera, se hallan rocas eruptivas en-
tre rocas secundarias levantadas. Al mismo tiempo los volcanes
reaparecen más potentes que nunca en ambas crestas, y sus erup-
ciones llenaron la mesa intermedia, siendo fácil mostrar, por la
disposición de esos productos eruptivos, que la aparición de tales
volcanes siguió á la formación de los valles que estrían la cordi-
llera. Semejante actividad volcánica reaccionó sobre la mesa in-
termedia, como era natural, dividiéndola en una serie de cuencas
dislocadas, cuyas aguas, ora salen al Pacífico, ora al Atlántico,
porque los ríos de las vertientes externas, á favor de la altura de
su caída, han llevado sus cabezas al través de las crestas, y de esta
suerte conquistado la mesa interior. Al pie occidental de estos An-
des se extiende, roída en parte por el golfo de Guayaquil, una an-
cha faja de rocas relativamente modernas, preludio de las plani-
cies colombianas del Chocó.
En seguida aparecen los Andes colombianos propiamente di-
chos, que se distinguen de los anteriores por dos características
importantísimas :
I.' Las dos crestas señaladas en el Ecuador continúan su rum-
bo hacia el N., pero el volcanismo disminuye y entre ellas queda
una sinclinal rellenada por rocas sedimentarias, que no guarda, á
decir verdad, sino un solo valle, el del Cauca, que se abre paso no
ya al Atlántico ni al Pacífico, sino al Mar de las Antillas, por lo
cual es fenómeno orogénico sin igual en todo el resto de la cordi-
llera, de Colombia al Cabo de Hornos. La cresta del E. presenta
un eje arqueano señoreado por una serie de volcanes hasta los 5®
de L. N., y luego cambia su geognosia. I^ cresta del W. ofrece
diferente ordenación geológica, como en el Ecuador, y muestra
huellas de un volcanismo menos intenso.
2.* Al E. aparece otro relieve que á la vez que crea y limita
otro valle paralelo al anterior, el del Magdalena, se aleja más y
más de la faja volcánica para describir una curva é ir á unirse á las
crestas litorales de Venezuela. En este relieve el volcanismo casi
desaparece, y por su topografía resulta una especie de Jura gigan-
tesco, formado por muchos pliegues sucesivos que d^ jan entre unos
y otros valles longitudinales de donde ¡as aguas salen por hoces ó
cluses, á caer á grietas transversales que los llevan ora al W.,
ora al E. ♦ A veces los pliegues se alejan un poco más y dejan
campo á cuencas que colmadas forman altas llanuras aluviales.
En fin, la íeciónica de la cordillera camhia por completo hacia el 7°
de latitud N. : todos los valles se abren sobre el golfo de Maracai-
bo, desa]>arecen los surcos transversales, y aparecen rocas de
otras especies ó dispuestas de otro modo, sucediendo cosa análoga
en las montañas fronterizas que cruza el Cauca, por lo cual á
estas latitudes, conforme lo dijimos, terminan los Andes y principian
los relieves caribes.
• Eminentes geólogos europeos han añrniado que ninguna de (5«tas aguas
va al E. (como si no existieran el Sarare, el Upía, el Negro), para así sustepl^f
pieria tesis.
226 Nueva Geografía de Colombia
Así enunciados los caracteres generales de la geognosia an-
odina, natural es entrar en algunos otros detalles referentes á Co-
lombia, en especial para combatir errores que se han generaliza-
do en el país sólo porque se leen en libros de extranjeros, olvi-
dándose que ante los hechos es inútil oponer por único argumento
nombres sonoros : en materias científicas el pedantesco tnagtsier
iixit es imperdonable herejía en los siglos de las luces.
En efecto, en estas páginas sostenemos que en Colombia cier-
tos terrenos secundarios casi no existen, contra lo que han dicho
tantos sabios ; que la llamada cordillera de Sumapaz ú oriental se
compone, entre el pilar de Labateca y los cerros del Caguán, de un
gran eje de rocas cristalofílianas y de vastas porciones primarias ó
paleozoicas, agrupadas en especial en tomo de Bogotá y rodeadas
por rocas jurásicas y triásicas, sin que falten algunas formaciones de
carácter local ; que esta cordillera en su osatura es diversa déla
del Quindío; que la falda W. de la del Chocó es, en su totali-
dad,diversa de las otras en su geognosia, por lo cual la mesa occi-
dental existe, geológica lo mismo que topográficamente hablando,
y en fin, que el último modelado de nuestro suelo, es decir, lo que
vemos hoy, es la obra de potentísima acción glaciar.
Natural es, pues, principiar por dar las pruebas de afirmación
tan perentoria, y que á muchos podría parecer extraña por su con-
tradicción con las ideas sostenidas por otros escritores. *
•
No deja de ser curioso el génesis del vulgarizado error de que la cordi-
llera de Sumapaz es cretácica, por las enseñanzas que encierra, una vez que tan-
tos hombres ilustres han incurrido en el, y se debe en primer término á Hum-
boldt y al colombiano Acosta. Cuanto á Karsten, autor del libro la Geología de
la Cohmbia Bolrvarense^ publicado con caria geolt^gica en 1S48 y reimpreso en
1886, un par de citas extranjeras bastarán para demostrar que ni el autor sabia
observar, ni conocía el ramo de que se trata. En efecto, Sievers (Die Cordillera
ven Mérida) dice que esa 2.' edición es mnws exacta que la primera^ y añade :
" No puedo comprender cómo Karsten afirmó que según sus obser-
vaciones la caída abrupta de la cordillera oriental daba frente á la Guayana ;
cuando de los llanos del lago de Maracaibo se ve la serranía alzarse como una
muralla hasta 4,700 metros sobre las llanuras del Zulia : preciso es reconocer
que de este lado se encuentra la pendiente más fuerte de las serranías de Vene-
zuela." A. Hettner (Die Kordillere Von Bogetá) abunda en las mismas opiniones.
Por esto no sin dolorosa sorpresa vimos en un atlas, publicado con fondos
nacionales, reproducir esa carta, que está en plena contradicción con todos los
trabajos que realmente merecen atención, pues hace terciarias las rocas de Al-
roaguer y de Supía, cretácicas las faldas del Tolima y las breñas de Remedios !
Que el ilustre Humboldt es responsable de que se volviera cretácica á Co-
lombia, no es difícil probarlo. En efecto, en su libro Ensayo geognóstico sobfe el
yacimiento de las rocas en anibos hemisferios, tratando de los terrenos secundarios
en general y del asperón rojo en particular, dice (págs. 2H-2i8) que "una for-
inación de gres (asperón ) de una extensión prodigiosa, cubre casi sin interrup-
ción no sólo las llanuras septentrionales de Nueva Granada, sino también el
valle del Magdalena y el del río Cauca, es posible que se extienda hacia el río
Atrato y el Istmo de Panamá, y se levanta á grandes alturas, no en la rama cen-
tral ó intermediaria de la cordillera, sino en los ramales oriental (Sumapaz) y
occidental (Chocó). He podido seguir ese gres sin interrupción de Honda a San-
tafé de Bogotá, Monserrate y Guata vita por Pandi. Se muestra en la cordillera
oriental hasta 1,800 toesas de altura. Muchos terrenos de la Sabana de Bogotá,
que pudieran tomarse por formaciones locales de la cuenca, descienden á
valles que son 7,000 pies más bajos que la meseta. En la vía de Honda el eres
^ interrumpid» cerca de Villeta por el thonschiefer de transición; pero todo «^
NuKVA Geografía de Colombia 227
Ante todo, es preciso recordar que los terrenos se clasifican no
por su simple aspecto ó por meras opiniones del observador, sino
por la suma de tres clases de pruebas : los fósiles 6 elemento pa-
leontológico ; las rocas 6 elemento litológfico, y la forma 6/acies del
relieve, 6 sea el elemento morfológico. En tal virtud, principiare-
mos por insertar lo que han dicho quienes realmente han explora-
do el suelo de las cordilleras del montañoso occidente colombiano.
En 1873 el ing-eniero inglés W. Ridley, después de ejecutar
el trazo del Ferrocarril de Bogotá' al Carare y de los ramales del
mismo á Boyacá y Santander, llevó á Inglaterra, tierra clásica de
la geologfía, los fósiles y rocas recog-idos en sus exploraciones ; y
de conformidad con el dictado de los sabios londonenses, escribió
las lineas que sig^uen, en el informe oncial que presentó á la Com-
pañía Constructora de Obras públicas de Londres :
" El trazo para el ferrocarril arranca de Bogotá, rumbo del
N., y atraviesa la g'ran sabana del mismo nombre, llanura de for-
mación arenosa, y que evidentemente fue en época remota el lechó
de un lago que se ha llenado y vuelto á desaguar más de una vez,
~á juzgar por los resultados que dio la horadación de un pozo arte-
siano que se practicó en las inmediaciones del término de la línea,
porque después de la capa vegfetal se encontraron capas alterna-
tivas de barro y madera de diferentes espesores, en descomposi-
ción, que seguían hasta una gran profundidad. Por el ángulo máxi-
mo de inclinación y distancia de las montañas circunvecinas, pue-
hace creer que el asperón carbonífero y el yeso muriatífero de Bogotá y Zipa-
quirá se ligan por el Rioneg^ro á los terrenos homónimos del valle del Magdalena»
tendidos de Honda á la angostura de Carare... Este gres descansa directamente so-
bre el granito (Banco) en cl valle del Magdalena y en Mariquita, sobre t\ gneis «fi
Santana, sobre el thonschiéfer en Chimbe.... Los restos de cuerpos orgánicos del
reino animal son muy raros en ese gres." Después dice que en el valle del Cau«
ca y cerca de Santafé se suceden regularmente las tres formaciones del gres car-
bonífero, del yeso y del calcáreo compacto, las que en Tocaima encierran algunas
ammonitas, y rotundamente clasiñca el todo como gres rojo moderno y no como
gres rojo antiguo; y agrega que aun cuando parecen ser modernísimos los car»
bones de Can«as y la sal de Zipaquirá, la falta casi absoluta de fósiles, la po-
tencia de las capas arenáceas y calcáreas sin otras mezclas, se oponen á esa idea,
por lo cual cree que ** el gres de Nueva Granada es el verdadero gres rojo del an-
tiguo Continente."
Estas páginas de Humboldt, que penoso pero preciso es decirlo, no en*
cierran una linea de verdad, ni litológica ni geológicamente hablando, extra-
viaron el criterio de muchos hombres, por lo cual bastó en seguida que el colom-
biano Acosta, que no veía sino por los ojos de Humboldt, Uevatra á Europa
fósiles de los que contra la afírmacinn del sabio alemán son abundantísimos en
las breñas de La Mesa, de Villeta, de Guaduas, &c., y que por el estado de la pa-
leontología entonces se clasificaran como del cretácico, para que con fruición in-
cluyera en esa clase de suelos el de Colombia, de Anapoima al Sube, se£Ún se de
duce de una nota á un escrito del no menos distinguido Boussingault, en que
este sabio afirmaba que esos terrenos eran triásicos^ es decir, lo que en realidad
son, en el centro de Santander.
Después Karsten, echando la culpa á Orbiguy, á Daubré y á otros pa-
leontologistas célebres, hizo cretácica á toda Colombia, olvidando que enire los
fósiles por ellos clasificados no había ninguno de las breñas que guardan Uu altipla-
metes. En seguida el furor cretácico creció de tal suerte, que hasta se olvidó que
los citados autores habían clasiñcado los dichos fósiles como infra-cretácicós,
qoe muchos no eran sino fragmentos de animales y que por los progresos de la
228 Nueva Geografía de Colombia
de calcularse que la profundidad de la roca no es menor de 500
metros. En esas montañas hay vetas de hulla [carbón del carboní-
fero] f4ue cerca de Zipaquirá tienen dirección N.-S., alg^o inclinada
al W., pero de poco espesor.
"Luég^o sigue la cadena de montañas de Tausa, compuesta de
arenisca esquistosa y piedra calcárea ; hay plomo y carbón de
excelente calidad.
"En los contornos de Ubate' aparece en la superficie la ooHta
inferior [jurásica], en la cual se encuentra una nueva especie de
Pedúnculos... Los rasgos geológicos de esta planicie se asemejan á
los de la llanura de Bogotá. No lejos de Chiquinquirá y hacia el W.
están situadas, á las márgenes del Minero, las famosas minas de
esmeraldas de Muzo. La cadena de montañas en que abundan estas
piedras preciosas pertenece á la serie calcárea inferior [jurásico],
y se las halla en una piedra de cal secundaria, rica en am mónitas.
*'La apariencia de los cerros en esta parte de la línea (cordi-
llera de Vélez : El Roble) indica que ellas fueron uniformemente
modeladas por una capa de hielo continua en una época remoííijna. Si
se removiesen los árboles y el humus recientes, quedarían desnu-
das las formas redondeadas y onduladas conocidas con el nombre
de rocas moutonnes [así en el original], combinadas con las super-
ficies pulidas y cruzadas de canales y surcos que corren en una
misma dirección ; en tanto que hay rocas de desigual dureza, di-
ques que atraviesan otras rocas y están todos cortados á un mismo
ciencia muchos de ellos se miraron luego como característicos del jurásico.
Hasta Hettner, que tan sabiamente disoh ió el manto único de Humboldt divi-
diendo lo en siete grupos (esquistos de Honda, estpiistos de Guaduas, esquistos de
VilUtay esquistos de Guadalupe, esquistos de Queta me, esquistos de Junin y cuarci-
tas del Cocuy), es decir, no pecó con los ojos de la carne, á todos ellos, menos al
primero, los incorporó en la creta Ni su propia carta geológica le hizo caer
en la cuenta de que supuestos todos del mismo terreno, no podría explicar la
anomalía que entrañaba esa variedad de sedimentaciones en un mismo y peque-
no mar. Y no se diga que voces autorizadas no se levantaron contra semejantes
absurdos : ya en 1885 el conocido Neumayr en su Geografía de la formacióii jurá-
sica señaló entre los fósiles de estas tierrns granadinas am altheus características
del piso del Lias, y el am^ricaii) Gibb combitió el mismo error páralos
Andes peruanos.
V para concluir, ahí va la última y contundente prueba de nuestro aserto:
El Presbítero Dr. Federico C. Aguilar, voto tn la materia, escribió en uno de
sus libros y en la misma página las siguientes contradictorias líneas : '*I^s terre-
nos de esta cordillera [oriental], en lugar de estar formados de granito, de sienita,
^'t gneis y esquistos, como los de las otras dus cordilleras, apenas constan de are-
nisca que raras veces contiene trigonias, terebrálulasy cncrinos, pero sí el ammo-
nites nodosus y peines, fósiles caractcríhlic< s de las calizas conchilíferasó del Mus-
chelkalk; como también cXommomies gigantcsco,c\uQ 5eñala el grupo portlandia-
no del piso de la oolita superior."
*• Como en todo el trayecto recorrido no asoman en parte alguna los gra-
nito«, sienitas, esquistos cristalinos, traquitas, basaltos, doleritas ó las diferentes
brechas y conglomerados que de ellos se forman, aparece claramente que toda
la formación superior de esta parte de la cordillera oriental [Bogotá al Magda-
lena] es cretácea y que está sobrepuesta á los terrenos jurásicos y salíferos [grupo
dtl trías]." Es decir, que á pesar de tener á la vista los fósiles característicos del
jurásico y del triásico, por cuanto no hay rocas cristalofilianas ni volcánicas el
notable escritor convenia en que este suelo es cretácico ! ; Y qué habría dicho si
hubiera visto, como nosotros, los triióbitos recogidos en Guadalupe ó el granito
descompuesto en algunas cañadas que están detras de Monserrate ?
Picn puede decirse, en vista de lo que antecede, Horresco referefis.
Nueva Geografía de Colombia 229
nivel. Los precipicios actuales pueden haber sido formados en
parte pwr la acción volcánica, en parte por desagregación. La incli-
nación de las estratas es casi de E. á W. y su dirección de N. á S.
" La parte de la línea comprendida entre las Llanadas y Lan-
dázuri [y aun hasta El Guayabito] pertenece á las series carboní/era y
devónica, y deja ver las estratas completas desde las pizarras car-
boníferas inferiores hasta las devónicas y areniscas inferiores. El
fenómeno de craiganiail (escarpa y talud) aparece en todas estas
colinasi en donde se ve por un lado de los valles una cara tajada
á pico, mientras por el otro el declivio es muy suave : esto parece
el resultado del período de dri/í [acarreo ? J, que obró evidentemente
de Oeste á Este, denudando las alturas que á la corriente se opo-
nían al paso, por lo cual se quedaron intactas las faldas y terrazas
opuestas y abrigadas. Es digno de observar que mientras más
elevadas son las cordilleras sobre el nivel del mar, más abrupto y
pronunciado es el flanco del frente, lo cual prueba que las partes
más cercanas á la superficie, durante la sedimentación fueron lami-
das más intensamente que las situadas á mayor profundidad. Cerca
del Guayabito hay una fuente de petróleo que brota de entre are-
nisca blanda. La llanura baja del Carare es de depósito aluvial.
Los lechos de muchos ríos contienen arenas auríferas.
" Del lago de Fúquene á Tinjacá se encuentran la nueva are-
nisca roja, y cristales de cuarzo , sobre arenisca dura con delgadas
venas de cuarzo. En las inmediaciones de Ecce-Homo se encuen-
tran fósiles en abundancia, como ammonitas trigonias, tramitas é
ínoceramos Las lajas son inútiles porque se descomponen en
breve En el valle de Moniquirá se encuentran piedra caliza do-
lomítica, keupermarga, tufas y pizarras pertenecientes á las series
oolítica inferior y devónica y á las intermedias En la cordille-
ra del poniente se encuentran los mismos fósiles arriba nombra-
dos Cuando desde un punto elevado se puede divisar bien la
dirección de varias anticlinales y las fracturas transversales de los
boquerones (hoces) y los valles, es posible trazar la forma origi-
nal del terreno antes de la dislocación de las estratas. Las estratas
del Ramal ilustran una buena porción del terreno comprendido
entre el oolítico inferior y el devónico.
" A corta distancia de Leiva, cerca de la depresión que queda
en el camino de Tunja, hay innumerables fósiles, y principalmente
ammonitas, trigonias y pectúnculos, muchas de las cuales son nucidas
espedes no clasificadas antes y que pertenecen á la serie oolítica in-
ferior (jurásico). También hay arenisca nueva roja, arenisca roja
antigua y piedra arenisca micácea (devónica), que constituyen la
formación principal de los alrededores de Leiva. La roca talcosa y
otras han sido alteradas por la acción de las venas minerales. En
el Desaguadero hay cristales de cuarzo, algunos de grandes di-
mensiones. De Sáchica á Samacá se encuentran ammonitas, are-
nisca devónica, arenisca roja antigua, arcilla de Oxford [jurásico
inferior], pizarras verdes talcosas, saponita verde, &c. En los ce-
rros de Samacá aparecen las estratas de la serie carbonífera inferiora
El inglés R. B. White, ingeniero de minas, describe así la
geognóstica del Cauca, cuyo suelo divide en cinco zonas geolój^-
NvEVA Geograf/a de Colombia
caí : 1°, la cordillera central (flanco üccidentalj ; 2°, la cordillera
occidental (ambos flancos) ; 3°, los valles del Patía y del Cauca ;
4.**, la Co¡ta, entre la frontera ecuatoriana y el valle del San Juan ;
5,**, los valles del San Juan y del Atrato.
"La cordillera central puede y delje llamarse volcánica; se
compone, en efecto, de una serie de volcanes, separados por ma-
sas de rocas eruptivas ; y aun cuando algunos de ellos dan seña-
le» de actividad, en lo general puede mirárseles como extinguidos.
Lavas, traquitas, basaltos, dioritas, granitos sienlticos y pórfidos
en inmensa variedad, constituyen la armazón de la cordillera, en
tanto que en los flancos aparecen las rocas primarias y secunda-
rias, en especial los esquistos [pizarras], hondamente metamor-
foseados.
Kigufa^SS— El Salto du Tuquctiilama vislo de fíente (terreno primarlo ñ
" La geología del Caquetd no es bien conocida, pero se sabe
que las partes bajas son vastos aluviones, y en los montes se ha-
llan las mismas rocas sedimentarias que en la cordillera descrita.
" El valle del Cauca en su mayor parte es una llanura de alu-
viones, enmarcada por dos cordilleras que sobre el llano mues-
tran faldas compuestas de rocas secundarias rotas aqu( y aHá -
por las dioritas y los pdrfidos. En las rocas sedimentarias abundan
A oro, el carbón y la cal. El valle es cerrado al S., cerca de
Quilichao (Santander), por relieves compuestos de pórfidos y diorí>
tas con aluviones auríferos.
Nueva Geografía de Colombia
231
" El valle del Patía presenta en su fondo pequeña llanura, y
rocas secundarias cubren la mayor parte de la región, dislocadas
por otras eruptivas, en especial dioritas, sin que falten el metamor-
fismo producido por las traquitas, y las lavas arrojadas por los
volcanes de la cordillera central. También existen aquí oro, car-
bón de excelente calidad y otros diversos minerales y piedras
preciosas.
" La cordillera occidental difiere en su gcognosia de la central,
pues no presenta volcanes, salvo al S. en la región de Túquerres,
donde se encuentran los cráteres del Cumbal y el Chiles, ya extin-
guidos. * Granitos y dioritas forman la parte que encierra el valle
del Patía ; y las mismas rocas y además pórfidos y sienita graní-
tica constituyen la que encierra el valle del Cauca. Las rocas se-
dimentarias del revestimiento de los ejes cristalinos son principal-
mente esquistos micáceos y hormbléndicos.
" Los terrenos secundarios con arenisca, carbón y cal, apare-
cen al pie, principalmente en Supía. El oro se halla en muchas
partes.
Figura 89 — Corte geológico del Salto de Tequendama [según Hettner] — Las
areniscas de Guadalupe son del terreno paleozoico ; las pizarras de Guaduas
del mezozoico.
"La costa pacífica, del Mira al San Juan, se compone en la lla-
nura litoral de dilatados depósitos terciarios, en algunas partes al-
terados y aun cambiados por el calor [?J. Dichos depósitos consis-
ten en gravas y lechos de conglomerados formados de arena, ar-
cilla y marga. En la parte alta aparecen las rocas primarias y
secundarias, principalmente pizarras y micasquistos jurásicos y
micasquistos micácicos y hormbléndicos sildricos; en ambos hay
aluviones auríferos. En la formación terciaria se encuentran dond¿.
quiera arenas auríferas equivalentes á las de California. El aspec-
to de muchos cerros hace creer sean de rocas porfidíticas y otras
ígneas, y en su vecindad se hallan aluviones auríferos. El cpnoci-
* Esta añrmación no es exacta : el Chiles, lo mismo que el Cumbal, el
Oreja y ti Azufral, dan continuas muestras de que no han apagado sus entrañas;
y si luego, en buen trayecto, en verdad no hay volcanismo, reaparece dos grados
alN. : el Naya, como el Sotomayor, es un cráter traquítico ; al respaldo de Rol-
danillo-Toro existen traquitas y solfataras, y lo mismo sucede en el Paramillo
dd Cboc¿^ lo cual en cierto modo conñesa luego el autor.
232 Nueva Geografía de Colombia
miento geológ-ico de la región aiín deja qué desear si del conjunto
se pasa á los detalles.
" El valle del San Juan es i¿>ual á las tierras que acaban pe
describirse, y además encierra grandes cantidades de platina. I^s
Mojarras de Tadó, el cerro Dojurrá y el cerro Torra son espécimen
de masas eruptivas aquí más abundantes que al mediodía. Lx> mis-
mo puede decirse del valle del Atrato. Cuanto al relieve que se-
para estos ríos del Pacífico, se compone esencialmente de rocas
secundarias y terciarias con aluviones modernos al pie, y esta for-
mación se extiende hasta el Darién. Formaciones infracretácicas
y terciarias se hallan en Turbo y otros lugares del Atrato y de la
costa del Pacífico ; y los carbones que encierran no tienen gran
valor comercial, por no ser en verdad sino lignitos. El flanco de
la cordillera occidental en estos valles se compone de esquistos,
pizarras y rocas metamórficas del terreno sildrico ; botones de
sienita granítica y porfidítica también existen, pero en menor can-
tidad que al mediodía. Los aluviones auríferos son abundantes.
'* El terreno del Alto Riosucio, donde parece invertido el or-
den normal hidrográfico, es eruptivo. Los basaltos, trapps y pór-
fidos son comunes y rompen la superficie entre capas de pizarra,
conglomerados y areniscas, formando un nudo extraordinario de
cordilleras y morros que confunden al monteador y le hacen difí-
cil saber en qué río se encuentra."'
El mismo ingeniero emite los siguientes conceptos en su es-
tudio del trazo de un ferrocarril del Valle del Cauca á Medellín :
"La cordillera que se levanta al W. de Medellín es de granito
muy descompuesto ; la falda que da al Cauca se compone de piza-
rras con cal y carbón, probablemente jurásicas y cretácicas; el río
Cauca corre entre rocas basálticas algo descompuestas ; el terreno
quebrado que en seguida se extiende hacia el San Juan de Andes,
se compone de dioritas y esquistos metamórficos y fragmentos
basálticos. La cordillera oriental del mismo río se compone más
al S. de pórfidos, y en la falda que cae al Risaralda está formada
primero de pizarras hormbléndicas metamorfoseadas con vetas
de granito, y luego de serpentina.''
El americano John C. F. Randolph, ingeniero de minas, en
una publicación hecha en los Estados Unidos, sintetizó como sigue
la geología del Centro de Colombia :
" La cordillera occidental es muy antigua ; el Cauca rueda
por una sinclinal lo mismo que el Magdalena ; la cordillera orien-
tal hacia este río se compone de calizas jurásicas; en el Tolima
se encuentran aluviones entre colinas triásicas de arenisca roja,
cuyos estratos se inclinan de W. á E. y llegan á altitudes de 1,220
á 1,525 metros, mas sin que falten en algunos puntos delgadas ca-
pas jurásicas sobre dichas estratas. Más arriba en la falda de la
cordillera central aparecen también igualmente inclinados los es-
quistos primitivos (azoicos) con manchas de andesita, y en el lomo
fibundan los volcanes. La parte meridional del Departamento en
Nueva Geografía de Colombia 233
referencia muestra todos sus relieves hechos de estratas triásicas
intactas, con alturas que aquí suben hasta los 2,135 y 2,440 me-
tros. Hacia el N. y tierras de Antioquia la formación triásica está
más despedazada."
Y en un informe rendido al Gobierno de Colombia en 1888,
bosquejó así la geología del Alto Magdalena :
" La geología del Tolima no es complicada : al contrario, po^
cas son las formaciones en él representadas. Desde luego, al re-
correr el Departamento de N. á S., llama particularmente la aten-
ción una formación de arenisca roja, que en el Norte y en el cen-
tro forma colinas bajas que invaden las llanuras paralelamente al
río Magdalena. Estas colinas tienen un carácter especial : los
flancos que miran al W. son escarpados, como cortados á tajo, y
mostrando claras las líneas de estratiñcación, presentan la huella
de una gran ruptura ; en tanto que las faldas orientales van de-
clinando suavemente hasta llegar al Magdalena. En la banda
oriental de este río se ven las mismas rocas en colinas aún más
elevadas, presentando sus flancos escarpados y sus líneas de es-
tratificación al W. y el declive suave hacia la parte oriental. Uno
de los mejores tipos del modo como se presenta esta arenisca es
tal vez la loma de Gualanday. Esta misma formación se extiende
á veces hasta la cordillera (central), en cuyas faldas suele encon-
trársela formando al descomponerse arcillas rojas muy tersas.
"En el centro y en el Sur del Departamento todos los caracte-
res de esta formación indican que ella existió como un lecho ho-
rizontal que cubría todo el valle, hasta que al levantarse la cordi-
llera (central) fue rota en virtud de la presión que obró sobre esa
capa de abajo á arriba. Así lo indican los peñascos escarpados
que miran al W. y las faldas que declinan paulatinamente al E.
En el Sur esta formación de areniscas rojas se extiende como una
capa ondulante, continua y sin ruptura, desde el río Magdalena
hasta el Plata, y probablemente hasta Popayán. * La fuerza que
levantó la cordillera al Sur no fue tan poderosa, de modo que las
montañas no son sino pliegues ü ondulaciones de la formación
de arenisca roja, sin que ésta haya experimentado ruptura al-
guna. Estas areniscas del Tolima no son otra cosa que la are-
nisca roja triásica, y como el reloj que al pararse á causa de un
temblor, marca el momento preciso en que éste ocurrió, así esta
gran formación de arenisca levantada y rota por la sublevación
de la cordillera, señala la época precisa en que ésta fue formada.
En el período triásico se verificó también la sublevación de la cor-
dillera de México y de las poderosas cadenas de los Estados .Uni-
dos, como lo comprueban allí los mismos caracteres. Subordinado
á las areniscas rojas se ve el segundo miembro del grupo triásico
* Si el autor hubiera cruzado el páramo de Guanacas, habría visto que la
cordillera tiene aquí la misma altura, y que su formación geológica no di-
fiere de la que se halla en Barragán ó Calarcá.
N'ua/a Geografía de Colombia tomo i — 16
234 Nueva Geografía de Colombia
en Payandé y en el río Coello, cerca de este lugar. Estas calizas
se notan también cerca del Gigante, subordinadas á las areniscas
rojas. Ocasionalmente se hallan en éstas calizas fósiles de las mis-
mas especies conocidas en la formación triásica de Norteamérica.
I>ebajo de las calizas se presenta á veces una arenisca frecuen-
temente metamorf oseada, que viene á ser el tercer miembro de
la serie, representado en las cuarcitas de Miraflores y del Real de
Minas, ó bajo la forma de las areniscas blandas de las cercanías
de Santa Ana.
" La segunda formación geológica es la de los esquistos lau-
rencianosy que aparecen sobre los relieves desde Ibagué * hasta Vic-
toria, en una línea general de N.S. é inclinadas al E. Estos esquistos
son rocas arqueanas y mucho más antiguas que la formación
triásica, pues constituyen la formación más antigua conocida.
Cuando se verificó el levantamiento de la cordillera y fueron rotas
las rocas triásicas superyacentes, fue cuando los esquistos apare-
cieron por primera vez. Ellos constituyen una formación importan-
te para el Tolima, puesto que contienen las vetas de oro y plata
productivas hasta hoy conocidas.
"Al W. descuellan los páramos y nevados en donde se en-
cuentran los granitos, andesitas, pórfidos, dioritas y basaltos. A
menudo se desprenden hasta los llanos diques de granito y de an-
desitas que van de W. á E., y más arriba, en la montaña, se ven
diques de basalto y de dioríta con la misma dirección.
" Queda aún otra formación geológica, que es la cuaternaria,
para terminar el bosquejo geológico del Tolima.
"Después de las grandes convulsiones del período Triásico,
que cambiaron la topografía de ambos continentes, entró en juego
la acción erosiva y probablemente la glacial, demoliendo, despe-
dazando y acarreando cuanto estaba á su alcance, y es así como
se explica la formación de los aluviones del Norte y del llano que
hoy vemos. No hay indicio de rocas jurásicas y terciarias interca-
ladas entre las triásicas y los aluviones y tierras cuaternarias,
prueba evidente de que al levantarse la cordillera fue cuando las
areniscas surgieron del fondo del mar, y por otra parte, no hay
evidencia en el Tolima de que algunas de las rocas paleozoicas,
silurianas, devonianas, carboníferas ó pérmicas, estén incluidas en-
tre las triásicas y los esquistos arquéanos. Personas inteligentes
opinan que las rocas eruptivas y las arqueanas son las únicas que
existen debajo del período Triásico en Colombia, y que las mani-
festaciones ocasionales de granitos y andesitas en los flancos de la
cordillera, no indican diques, sino la continuación de la roca erup-
tiva subyacente, habiendo desaparecido por erosión las rocas sedi-
mentarias que los cubrían ; mi opinión, sin embargo, respecto de
estas rocas eruptivas, es que son diques.
" En las rocas triásicas á uno y otro lado del Magdalena hay
yacimientos de carbón, consistentes en lignitos del mismo período.
Esta clase de lignitos se halla en Norteamérica en los flancos de
* En la carta corrige este error y prolonga los esquistos hacia el S., pero
lólo hasta el Huila, influido por la idea de que las rocas triásicas llegaban hasta
\% QÍ^a del Ouanacasy lo cual no es verdad, conforme queda dicho»
Nueva Geografía de Coloubia
las grandes cordilleras del Oeste. Mr. Boussingault, qué vino á
Colombia en 1 833, hizo, de edad de 2 1 años, un viaje del Magda-
lena al Cauca, y permaneció cinco años en el país. En dicho viaje
vio los mismos esquistos laurencianos y también gneis al lado occi-
dental, seguidos alW. por areniscas que se inclinan en este sentido;
en otras palabras : las mismas rocas que se ven al E. inclinadas
en sentido contrario, como era de esperarse. Como Mr. Boussin-
gault vivió en una época en que la geología era aún incipiente, y
aún no se había determinado ni comprendido entonces la posición
exacta de los esquistos laurencianos, él no los designa sino con el
nombre de pisarías.
" Los esquistos laurencianos ó arquéanos que se extienden des-
de Órganos hasta el confín septentrional del Departamento, difie-
ren mucho unos de otros en aspecto y cualidades : los micáceos
blancos, los azulosos duros de mica negra, son los auríferos ; los de
rayas blancas y negras, algo duros, son los argentíferos."
En la Memoria del ingeniero Cisneros sobre el Ferrocarril
de Antioquia, se encuentran los siguientes ApurtUs geológüos sobre
ese Departamento:
" Las rocas que sirven de base á estas montañas son el diala-
je 6 serpentina grosera, la diorita, el grunstein, la sienita gránitoi-
de y profiroide, el granito puro y las rocas que constituyen varie-
dades de las ya mencionadas.
Figura 90— Peñol de Guna[)t (Aniioquia), Masa pqtfiroíde de 105 metros <li
»ItUI« por IJ I de anchura (canto errálicogiganleseo). Del álbum de la Co-
misión Corogiálica (inédito).
236 Nueva Geografía de G)LOUBtA
"En el lecho de los ríos se presenta casi siempre el conjunto
de rocas que debe considerarse como base de la formación mon-
tañosa, á par que otras acarreadas por las corrientes de agfuas,
por hundimientos y quizás también por algunas otras causas. Frag-
tn^ntos de diferentes clases de cuarzo, fonolitos, ó piedras de cam-
pana, jeodes, láminas de mica, pedazos de pegmatita, trozos de
sílice córneo, son las piedras más comunes ; y esto mismo que se
nota en el examen superficial de los ríos, se observa en mayor es-
cala, en los terrenos de aluvión que sirven de hacinamiento á di-
chas rocas y constituyen por todas partes la formación de las mi-
nas de oro corrido.
" En muchos lugares hay fajas de terreno sedimentario, y en
ellas se encuentran tierras de diferentes colores ; arenas, gredas y
sustancias diversas, que deben reputarse como efecto natural de
la descomposición de las rocas madres ; pues con ligeras excepcio-
nes, todo el país está compuesto de formaciones de carácter pri-
mitivo. Esto es de tal suerte que observando rocas primitivas por
un lado, y aluviones de muy reciente depósito por el otro, hay lu-
gar á deducir un hecho, de carácter negativo es verdad, pero que
^irve para definir muy bien la naturaleza especial de este territo-
rio. El hecho negativo á que aludo consiste en la falta total ó casi
total de restos fósiles.
" Es muy poco lo que hasta el presente se ha podido encontrar
en Antioquia en materia de huesos petrificados, conchas marinas ó
lacustres, moldes vegetales, &c., que revele depósitos de una or-
ganización anterior. Las minas mismas de hulla que forman una
gran zona á lo largo de una y olra ribera del Cauca, están despro-
vistas de los'fósiles que les son comunes en otros países.
'* Hay quienes crean que todos los valles, vegas, recodos y es-
trechuras del país deben ser considerados como antiguas cuencas
ó estanques desecados de viejos lagos andinos. Esta teoría presu-
me la .existencia quieta, pacífica y tranquila de las aguas detenidas
por muchos siglos ; presupone también la enorme extensión y no-
table profundidad de esos lagos, y en fin, da por cierto que los rá-
pidos, cataratas, cascadas, ancones y estrechuras de nuestros ríos,
fueron los desagües naturales por donde lentamente el líquido se
abrió paso. Sin negar la existencia probable de depósitos de agua
en los senos de estas montañas, hay razones para poner en duda
que el fenómeno haya tenido lugar de la manera antes indicada.
Faltan en las laderas escarpadas las marcas paralelas impresas
por las aguas lacustres en su descenso gradual ; faltan los fósiles
peculiares á estas formaciones ; y falta, en fin, á la mayor parte de
estas supuestas cuencas esa rica y feraz capa vegetal que los
tiempos y las corrientes acumulan lentamente en el fondo de los
estanques.
"Natural parece suponer que hubo en el fondo de estas comar-
cas, como en otras de América, un cataclismo neptuniano en fuer-
te escala ; que la corriente general tuvo lugar de S. á N. para el
centBo de Antioquia; que las aguas se desviaron en parte al NW.
y NE. por los cauces de ríos allí existentes, y en fin, que la perma-
pencia de las aguas en las partes bajas fue transitoria, rápida, vio-
Nueva Geografía de Colombia 237
lenta, y que rompió los diques y barreras que se le oponían, * sin
dar tiempo á la formación de los caracteres físicos que distinguen
los terrenos en que el agua ha sido detenida durante siglos. Los
aluviones de débil potencia, los ventisqueros y otras señales que
sería largo enumerar, apoyan esta creencia.
" Hay también en el Estado una faja de carbón de pie-
dra, cuya dirección general es N.S., formando grandes depósitos.
No lejos de Puerto Berrío hay indicios de existir depósitos de car-
bón fósil. Se encuentra en abundancia piedra calcárea, en lo ge-
neral carbonatada en poderosísimos depósitos, formando grandes
macizos de mármol grosero, en especial á orillas de los ríos Claro«
Cocomá, Nare y Pocuné, sin que falten piedras finas de mármol
blanco entre ellas. La mayor masa de piedra calcárea está á in-
mediaciones de Amalfi, y forma una colina de casi una legua de
circunferencia, en donde se ven peñascos como de 30 metros de
altura, compuestos de esquisto blanco. Las peñas que se encuen-
tran alrededor de la escarpa son esquistos micáceos. La nriasa
blanca consiste en carbonato en partes cristalino, en partes gra-
njloso, blanco o negro, y e.xhala un olor fétido al quebrarse."
Los Sres. Garcés y Gutiérrez Aran*;^o, encargados en 1893 d^
estudiar la langosta en las montañas del Castigo (Palia), hacen la
siguiente reseña geológica de esa importante comarca:
" La topografía del terreno que atraviesa el camino que sigue
hacia el valle del Patía es muy variada. Al principio se encuen-
tran pequeñas cordilleras que en forma de antemurales se des-
prenden de las grandes cadenas de montañas central y occidental,
entre las cuales se nota principalmente la llamada de Sachacoco,
que desprendiéndose de la banda occidental de la cordillera cen¿.
tral, va á terminar en la parte oriental del occidental, constituyen-
do el divortia aquarum de las aguas que al N. forman el río Cauca
y van al Atlántico, y de las que al S. forman el río Patía, que va
al Pacífico. Este antemural, delgado y desigual, está constituido
por una base de pórfidos con un espinazo granitoide, en la mayor
parte de su extensión cubierto por los detritus volcánicos del Pu-
racé y de los demás volcanes que debían existir en las épocas
eruptivas de la cordillera á que pertenecen.
"Cerca de Cuevitas empieza una capa de aluviones ocres, sólo
interrumpidos en el río de las j^Piedras, en cuyo fondo y orillas se
ven asomar traquitas, libias, traps volcánicos no definidos, cuar-
zos, pórfidos, rocas volcánicas y asperones en capas sucesivas. A
medida que se desciende hacia el^valle del Patía, las dos cordi-
lleras, central y occidental, van separándose sensiblemente, de tal
suerte que al llegar al valle se encuentran á una distancia bastan-
te considerable, formando una cuenca profunda, plana, constituida
en su mayor parte de mesetas y colinas, unas y otras de poca al-
tura y extensión, siendo la mayor la que se llama el valle del Pa-
* Nunca las aguas, cualquiera que sea su volumen, pueden romper de esa
manera las cordilleras. Hoy está probado que los letbos de los grandes ríos $09
accidentes que persisten i través de las diversas épocas geológicas.
Nueva Geografía de Colombia
t(a propiamente, limitado al N. por las colinas del Etordo y dividido
en dos por el cerro del Manzanillo, que se avanza hasta cerca de
los r(os Guachicono y Sar Jorge, que rodean el llano por el E. y
S., quedando el Patía al W.
" Pasando á la banda occidental del río Patfa por Gramalote,
el valle se estrecha considerablemente hasta Martín Pérez, en
donde queda limitado por un contrafuerte d-; la cordillera occi-
dental, de faldas precipitadas, que avanza hiista la orilla del río y
sustenta en su lomo el caserío del Rosado.
"Tanto en el valle del Patía como en los demás valles profun-
dos que se encuentran al S., las rocas que forman la base de la
serie en lo general son esquistos meiamórficos antiquísimos, quizás
silurianos, aunque es difícil precisar con clandad la e'poca á que
corresponden ; siguiendo i estos, en orden cronológ;ico, les áspero,
nes con ligníta y semiesquístos creta eco-terciarios [sic], que se
hallan principalmente en las cercanías de las riberas del Patla,
Guáitara, Juanambd y Mayo. La parte superior de la formación
terciaria está compuesta de cascajo y conglomerados en grandes
cantidades, cretácco-terciarios y terciarios [sic], entre los cuales
se encuentran margas y esquistos, clorito-mi cáceos, de dtstribu-
cidn irregular y de poca extensión en algunos puntos, aunque
abundan en otros, como en el Rosario, La Sierra, Las Mese-
tas, etc.
"Los valles de Patía, Mayo, Juanambú y Guáitara, están cu-
biertos de depósitos volcánicos considerables, arrojados en la épo-
Figura 91— EraniÍEuo |ia«nle [a tarablla en il Jiiaii.iiiibú — RocM porfi-
diticas y volciiiii:.is— [Jel álbum dt la Comisi'íii Coiogrdfici (inédilo).
Nueva Geografía de Colombia 22g
ca posterciaría por los volcanes de Galera, Doña Juana, Las Ani.
mas, Sotomayor, &c., y cuyos detritus fueron conducidos hacia las
partes bajas por el hielo al derretirse en cantidades inmensas *, donde
quedaron depositados al desaparecer los lagfos que en esta época
deberían existir. Hay puntos en donde se encuentran las rocas estriadas
que comprueban perfectamente su procedencia de las alturas , pues tienen
todavía las rayas que el frote les ocasiono en su lento curso hacia los va-
lles. Bien es cierto que la acción de la atmósfera, el sol, las lluvias
y la blandura de las rocas han hecho que en muchas de ellas se
borren las estrías, dejando apenas huellas perceptibles, sobre todo
en algunas traquitas de consistencia granitoide.
" La constitución geológica de las riberas de los ríos Patía,
Mayo, Juanambü y Guáitara, es en su mayor extensión volcánica ;
estas riberas presentan la forma de grandes bancos y mesetas
formados de capas de conglomerados angulosos [brechas], duros
y resistentes, arena y piedra pómez pulverizada, distinguiéndose
entre todos el vallecito llamado de Cumbitara, colocado profunda-
mente en la confluencia del río Mayo con el Patía, al descender
por los asperones que componen el caserío del Rosario, es decir,
está encerrado por elevadas cordilleras y dividido en cuatro par-
tes por el río Patía, que lo atraviesa por el centro de N. á S. ;
el Mayo, que divide la parte oriental de E. á W., y la quebrada
de Pinche ó del Rincón, que divide la occidental, corriendo en
dirección contraria al Mayo. La superfície del valle queda á
unos 30 metros del nivel del río, y se muestra cubierta por un
suelo árido de arena, guijarros y piedra pómez pulverizada. Des-
pués de esta capa se halla otra de brechas, arenas y ceniza, y así
alternadas y aumentando de espesor siguen hasta la roca feldespá-
tica ó metamórñca que les sirve de base y de cuya unión se ven
salir fuentes salinas y termales.
" El lago de deshielo que formó el valle del Patía al buscar
su salida hacia el W., encontró al extremo sur del vallecito de
Cumbitara una incalculable resistencia en los antemurales de pór-
fidos, de diferentes direcciones y consistencia, que unían las cordi-
lleras central y occidental en estos puntos, lo que hizo, probable-
mente, que en éste se detuvieran las aguas aglomerando de modo
simétrico las capas de que se componen los bancos que bordan los
ríos Patía y Mayo en este punto. Esta resistencia debió ser más
grande hacia el S., en la desembocadura del Guáitara, en donde las
masas de f)órfido consistente aprisionan el río Patía tan considera-
blemente, que hay puntos en donde todo su inmenso caudal de aguas pasa
comprimido por entre dos rocas que se miran frente á frente á una dis-
tancia de 5 metros, estándolo en otras partes por mesetas altísimas
como las de Guascaurco, compuestas en su superficie de brechas,
arenas y piedras pómez en capas superpuestas, siendo su centro
de esquistos metamórficos y traquitas duras."
Por su parte el ingeniero F. Shunk, Jefe de la Sección Colom-
biana en el trazo del Ferrocarril intercontinental, hace en su ¡H"
* \jk bastardilla no es del original.
240 NucvA Geografía de Colombia
forme la siguiente perentoria afirmación sobre el terreno que me-
dia de Tulcán á Cáceres por la entrecordillera :
" El material que debe moverse consiste principalmente en
arcilla roja ó amarilla, mezclada con arena en algunas partes, pero
casi siempre dura. A veces consiste en esquistos y rocas pizarro-
sas, y también en piedra pómez ó arena de la misma, endurecida.
El basaliOy el traqw'io, el pórfido y la roca granitoide pueden considerarse
como señales caracterisiicas de todos los terrenos altos interandinos expío -
rodos por este cuerpo. Abundan muestras de todos ellos casi en to-
dos los lugares. Al S. del valle del Patfa no se encuentra arcilla
sino en pequeña cantidad, pero es el material que predomina en
toda excavación desde que se entre en él por el lado del N. Ijsl
roca sólida no se presenta sino raras veces ; y como no hay hele-
ras, el material está constituido de tal manera, que en toda la lon-
fitud de la línea, hasta Medellín, está formado de pedazos sueltos
de roca desmenuzada, con la inclinación de ^^ á i ó de ^ á i .
Nunca se vio piedra de construcción sino en el lecho de los ríos,
que son muchos y donde es muy abundante. Dondequiera se ven
los vestigios de la acción del tiempo y de los elementos. De Me-
dellín al paso del Cauca en Cáceres, la roca es aurífera. El mate-
rial excavado consistiría en esta zona principalmente en arcillas de
diversos colores, esquistos y pizarras más ó menos metamórñcas." *
Caldas el sabio, padre de la geografía científica en Colombia,
describió en cortas y magníficas líneas la región andina del Pací-
fico, es decir, el Chocó ; líneas que complementan, por modo natu-
ral, el cuadro de White :
" Llueve la mayor parte del año. Ejércitos inmensos de nu-
bes se lanzan en la atmósfera del seno del Océano Pacífico : el
viento Oeste, que reina constantemente en estos mares, las arro-
ja dentro del continente ; los Andes las detienen en mitad de la
carrera ; aquí se acumulan y dan á esas montañas un aspecto
sombrío y amenazador ; el cielo desaparece ; por todas partes
no se ven sino nubes pesadas y negras, que amenazan á todo
viviente ; una calma sufocante sobreviene ; este es el momento
terrible ; ráfagas de viento dislocadas arrancan árboles enormes ;
explosiones eléctricas, truenos espantosos ; los ríos salen dé su le-
cho, el mar se enfurece, olas inmensas vienen á estrellarse sobre
las costas ; el cielo se confunde con la tierra, y todo parece que
anuncia la ruina del universo. En medio de este conflicto el via-
jero empalidece cuando el habitante del Chocó duerme tranquilo
en el seno de su familia. Una larga experiencia le ha enseñado
que las consecuencias de estas convulsiones de la naturaleza son
pocas veces funestas, que todo se reduce á luz, agua, ruido, y que
dentro de pocas horas se restablece el equilibrio y la serenidad.
* Después de estas líneas es inútil copiar las añrmaciones geológica! de E.
Andrée, mala reproducción de trabajos anteriores desmentidos por las explora*
ciones dignas de tal nombre^
NuxvA Geografía de Colombia 241
" En medio de este país hay una zona ó capa de cascajo, de
arena, de piedras, de arcillas diferentes, paralela al horizonte, y
encerrada entre límites bien estrechos. Él término inferior comien-
za á 80, ó cuando más á 100 varas, y el superior acaba á 8cx) ü
820 sobre el nivel del Océano, y su grueso, como se ve, es de
unas 720 varas, poco más ó menos. Dentro de estos límites se
halla la región del oro, y ellos constituyen, por decirlo así, los con-
fines de la patria de este precioso metal, mezclado siempre con la
platina indomable por tantos años. Encima ó debajo del nivel de
esta famosa capa nunca se ha hallado un grano de oro, y jamás
se ha visto un átomo de platina. De ella es de donde han salido
las masas asombrosas de estos metales ; aquí en donde se han
formado fortunas extraordinarias ; y aquí es donde están ence-
rradas la esperanza y la codicia del habitante del Chocó. La
zona del oro, paralela al horizonte, corre sobre toda el arca de
estos países, y sobre ella descansan los Andes occidentales. Por
consiguiente, á proporción que se retira del mar, se hunde más y
más en la masa de la cordillera, y se hace más difícil la extrac-
ción del oro y la platina. El terreno está de tal modo dispuesto,
que esta capa se presenta á la superficie en un espacio de 10 á
12 leguas de ancho. Los esfuerzos de muchos millares de negros
no han bastado para agotar esta parte desde el descubrimiento d'e
este rico país. La riqueza de esta zona no es constante : en unas
partes se acumula el oro, en otras está diseminado. Pero lo más
singular, y lo que debe fijar la atención del filósofo, es que en el
Chocó, en la costa propiamente tal, y en Barbacoas, los productos
corresponden á las esperanzas. Desde este paralelo (1° 30 latitud
N.) comienza á disminuir poco á poco la bondad de la mina : á
un grado apenas recompensa los gastos y las fatigas del minero, y
desaparecen enteramente bajo del Ecuador: al otro lado de la
línea todo muda de aspecto. No se oyen ya los nombres de venero,
mma, oro, platina : la industria, el cacao, el algodón, sales, made-
ras, caucho, comercio, son las riquezas de la parte meridional de
nuestras costas. Numerosas vacadas y los más bellos caballos
son los frutos de las pampas dilatadas de Guayaquil."
Y aquí se impone forzoso comentario : lo que pasa al S. su-
cede también al N., donde White vio desaparecer el precioso me-
tal, es decir, donde la región Caribe sienta sus reales ; igual cosa
sucede en el relieve de Baudó, perteneciente á esta última. Ade-
más, por el clima esta región del Chocó también es un mundo
aparte : el reino vegetal ofrece aún allí, en su conjunto, por la
abundancia de la savia, el aspecto de la primitiva vegetación crip-
togámica, que parece como si se hubiera refugiado en esa arca de
suelo formado á expensas de antiquísimas rocas, de tal suerte que
desde este punto de vista de la flora, el Chocó está caracterizado
por la ausencia de la quina, según lo comprobó en especial explo-
ración el naturalista colombiano Dr. Carrasquilla : el precioso ve-
getal falta en la zona del oro ; por lo tanto, ese aurífero horizonte
acá sobre la líquida llanura resulta en cierto modo patrón que ayu-
da á descifrar la historia geológica de Colombia, como lo es el
9firbón allá sobre la llanura de gramíneas,
34^ Nueva Geografía de Colombia
La probanza ofrecida es completa sin duda alguna ; pero an-
tes de hacer la síntesis de la gfeogfnosia andina, parécenos oportuno
extractar algfunas otras piezas que acaben de ¡lustrar las vistas de
conjunto de las montañas andinas.
De Humboldt, el émulo de Caldas, no cabe aquí página algu-
na, porque, como se dijo atrás, el estudio del suelo colombiano lo
hizo desde un punto de vista abandonado por los geólogos mo-
dernos.
El sabio Boussingault sintetizó así en 1828 * sus ideas sobre
la geología de Colombia :
"La cadena litoral de Venezuela se compone de una serie de
rocas granitoides, de gneis, de micasquisto que se convierte en es-
quisto con talco ó con arcilla. En la Provincia de Pamplona y N.
de la del Socorro el terreno es también de granito, de gneis y de
micasquisto, muy análogo al de Caracas. La formación de sienita
y de grunstein [diorita] porfidítico ocupa un espacio considerable
en la Nueva Granada, como que aparece en Cácota, La Baja, Ve-
tas, y constituye toda la Provincia de Antioquia, la parte alta del
Cauca y el Chocó.
" El esquisto arcilloso de transición no es muy común, y sola-
mente he observado dos fajas, la una que pasa por Villeta y se
dirige hacia Muzo, en donde se trabaja la famosa mina de esme-
raldas ; la otra aparece en la cordillera central que separa las
hoyas del Cauca y del Magdalena : este esquisto se convierte á
veces en grawake esquistoso cerca dejuntas y de Timaná, con minas
que no son sino aluviones de pórfido sobre el esquisto.
" La piedra arenisca roja (gres rouge) ocupa un lugar impor-
tante entre las formaciones de la cordillera oriental. Aunque el
Zechstein entra en la constitución geognóstica de esta misma cor-
dillera, no es abundante. La piedra arenisca abigarrada {gres bi-
garre), por el contrario, abunda en muchos puntos ; así es que los
valles de Suárez, de Chicamocha y de Suratá, son en parte de esta
formación, que se encuentra en Chita, la Salina y Jericó, en Gua-
dalupe, Mesa de Jéridas y el Sube. En la Provincia del Socorro
la arenisca abigarrada no aparece á la superficie, y está cubierta
y muchas veces enteramente reemplazada por extensos depósitos
de roca caliza con conchas que yo clasifico como pertenecientes al
Muschelkalk [triásicoj. Las rocas calizas secundarias [cretácico] com^
tituyen un terreno que es muy escaso en la Nueva Granada,
" Cuanto á los depósitos areniscos que se ven en el valle alto
del Cauca y que por sus caracteres pudieran clasificarse como
arenisca abigarrada, son quizá más bien pequeñas formaciones
locales que descansan sobre la roca porfidítica."
* Juan Bautista Boussingault, miembro del Instituto de Francia, analiza-
dor sagaz de nuestro suelo en el laboratorio químico, después de haberlo de-
fendido con las armas á órdenes de Bolívar, y fallecido en 1887, en su larga
carrera cientiñca más de una vez sustentó con nuevas pruebas lo que escribió en
su juventud sobre la geología de Colombia.
Nueva Gsoguítíajie Cowkbw
Figura 92— El volcán del Puracé vislo de Dolores {del SW.)— Paisaje de
setraníaj (raquíticas
De otros escritos del mismo naturalista se deducen los «jeta-
lies y ampliaciones que sig;uen.
En las cumbres del Páramo Chico aparece la sienita descom-
puesta no lejos de! granito de Pamplona ; los valles de Bucara-
mang'a y Girdn tienen suelo de acarreo al pie de alturas de un
gnas que tira á esquisto micáceo Las areniscas en que se abre el
cañdn del Chicamocha se hallan también en Chita y descienden
hacia el llano ; en Soatá aparece la caliza negra ; la misma are-
nisca de Tundama sigue á Bogotá y Ubaté por Tunja y Chiquin-
quirá. En el fondo del Valle de Ten^a la arenisca y el esquisto
negro descansan sobre pórfidos y esquistos iguales á los de Pam-
plona, y encima de Nemocón se hallan cristales de cuarto. La
misma arenisca de San Martín baja hasta Jiramena. En Villeta y
Guaduas se halla la misma pizarra (esquisto), arenácea que se en-
cuentra en el Chocó sobre Nóvita.
Cartago, Toro y Roldanülo, lo mismo que el Bordo y La Mo-
jana, tienen suelo de gmnstein (diorítícu). en tanto que Buga está
sobre uno de sienita. y Popayán, Almaguer, Pasto y Tulcán lo tie-
nen traquíiico; en Berruecos aflora la sienita porlidítica, y en La
Cañada (Juanambií) el conglomerado porfidftico. En Ansermanue-
vo se ve el micasquisto, pero en Ansermaviejo, Supía, Marmato,
Quinchfa, Santa Rosa de Cal>al y Arma aparece la sienita porfi-
dítica sin que falte algún grunstein, y el mismo suelo se halla en
Sonsán, Medellín, La Estrella y Antioquia. En el valle del Cauca,
lo mismo que en el Cauca antioqueno, !a arenisca que se encuen-
tra en los puntos bajos es de origen dudoso, aparece levantada y
carece de fósiles, pero sin duda es reciente. En las breñas de An-
tioquia aparecen la sienita y el grunstein porfidftico con esquisto
anfibólico ; en partes se halla arenisca abigarrada y la sienita se
convierte en grustein, en partes el gníis sale de debajo de aquella
Nueva Geografía de Colombia
y está en relacidn con las mismas calizas y esquistos negros que
existen en el valle del Cauca.
Si en La Plata y en Honda predomina la arenisca, en Neiva
como en Victoria aparece el gneis ; en Barranquilla y Santamaría
el suelo es de aspecto anfibólico, yCartagena se asienta sobre con-
Iflomerado madrepórico.
Figura 93— £V /im: visui\li.-l N. (la Ibiiiada Mt-ía nevada de llcrveo y el
cráter, ó sea La Olleta). I ii-l álbum de la Comisinn Corográfica (¡nédiloi
En el fondo ¡e dcítacm lus demás t'i'vadm del grupo del Quindío
El geógrafo Mosquera, soldado que conocía á palmos el suelo
colombiano, en e! capítulo iiffn gfi'/i'gira de su Geografía general,
escrito como simple impresión de viajero, después de anotar que en
su época se creía que Amc-rica era nueva en el campo geognóstico
V se habla formado simultáneamente, dice :
" Pero al considerar la formación geológica de Colombia, en-
contramos que esa gran cadena de cordilleras que [se dice] va de
Patagnnia á California, no pasa por los Estados Unidos de Colom-
bia, indicando que allí [aquí] está el centro de donde parten los
ramales y montañas subandinas. Considerando los grupos de mon-
tañas que se levantan al N. de este gran continente, parece que el
movimiento de la tierra se señaló levantando la primera cadena
de montes, cuyas cimas son todas las Antillas, y cuya base parece
está en la cordillera submarina que sirve de límite al mar Caribe,
y que indica bien que por allí se ha comunicado el movimiento á
la gran cordillera de los Andes, que en nuestro concepto es la cor-
dillera oriental [de Colombia]. La Sierra Nevada de Santamaría
viene en seguida, como otro punto culminante del gran levanta-
miento .le la tierra ; y completa nuestra teoría el sacudimiento
occidental, que da origen á los montes de la cadena central y oc-
cidental del Chocó.... De este modo los terrenos primitivos de Co-
lombia se elevaron simultáneamente con los montes de Parima, y
NfKVA Geografía de Colojíbi*
los que en la parte septentrional dieron orig;en á la formación de
la América,
" El gneis, el granito, el pórfido, el basalto, son las rocas prin-
cipales, de formación plutónica, que se descubren en nuestras gran-
des alturas.... Desde Tuque rres por Aponte y Las Papas hasta
Bogotá, as( como en muchos puntos de la cordillera central, en
Guanacas, Las Moras y Quindfo, se ven las rocas de gneis, esquis-
tos micáceos y esquistos talcosos, que tambicn hemos observado
en las montañas altas de Antioquía cerca de Marinilla. En las cor-
dilleras de Pasto y Popayán, como en la de Neiva, sobre Villavie-
ja y en el río Cabrera, se encuentran masas de pórfidos, traquitas
y basaltos, estando éstos en las faldas de los montes en que hay
volcanes activos... Apenas hemos podido descubrir, en algunas
montañas altas, conchas fósiles, que demuestran ser de un terreno
calcáreo, y tal vez de las llamadas devonianas.
" Las mesas altas, como las de Tiíquerres, Bogotá, Tunja y
Pamplona, abundan en terrrenos calcáreos y carboníferos y en
piedra arenisca Estos terrenos [los salinos] han' debido ser
submarinos. y á su lado están los terrenos carioní/eros, que de-
muestran bien la antigüedad del hemisferio colombiano."
FÍ|;ura 94— Campo de bntalli de Bu
«1 terreno primario de la cordillera de í^i
Corogrlfica.
El Dr. F, C. Aguilar, sacerdote y reputado escritor, se expre-
sa como sigue, sobre la materia :
" La cordillera de los Andes colombianos presenta en la cont-
posición geológica de sus tres ramales, diferencias muy notables.
En el oriental dominan la arenisca, las arcillas, los esquistos ne-
pros y abigarrados, los conglomerados y brechas y las calizas
246 Nueva Geografía de G)lombia
conchilíferas, pobres en veneros de oro y de plata, pero ricos en
hulla, sal g-ema y hierro ; en la central y la occidental la sienita,
el esquisto cristalino, la serpentina y á veces el gneis, el pórfido
piroxénico, las rocas metamórficas, las arcillas feldespáticas, los
basaltos y doleritas. * Entre Popayán, Pasto y Tiíquerres apare-
cen la traquita, la tropa, las tovas volcánicas, las tovas de pelag-
mitas, las lavas, cenizas, piedra pómez, resinitas y obsidianas. En
las cordilleras central y occidental y en la de Baudó ó marítima,
abundan el oro, la plata, el mercurio, la platina, el hierro y el
cobre.
" De Bog^otá á Girardot, el terreno ofrece campo menos an-
cho á la mineralog^ía. La gran formación de la arenisca terciaria
se extiende por todas partes bajo los terrenos lacustres y de alu-
vión formados á expensas de sus rocas y bajo la influencia de los
agentes atmosféricos tan enérgicos en las tierras calientes y húme-
das. La arenisca, roca que nos suministra tan excelente piedra de
construcción, aparece á flor de tierra cerca del Pencal, en las cum-
bres vecinas, en la cuesta del Hospicio y en los cerros que se le-
vantan entre La Mesa y Portillo. De cuando en cuando esa uni-
formidad de estratificación es interrumpida con algunas cortas es-
tratas de caliza mamosa. Las formidables conmociones que han
debido tener lugar en toda esta comarca durante el período cua-
ternario, se revelan en los enormes pedrones erráticos de que es-
tán sembradas la cuesta del Hospicio y las cercanías que lo ave-
cinan. Las cantos rodados en los cauces del Bogotá y del Apulo,
en vez de contener rocas anfibólicas, tales como dioritas de gran-
des cristales y doleritas de cristales de hormblenda engastados en
pasta feldespática, en lugar de estar formados de granito, de sie-
nita, de gneis y esquistos como en las otras dos cordilleras, apenas
constan de arenisca que raras veces contiene trigonias, terebrátu-
las y encrinos ; pero sí el ammonites nodosus y peines, fósiles carac-
terísticos de las calizas conchilíferas ó del muschelkalk, como tam-
bié;i el ammonites giganteus que señala el grupo portlandiano del fin
de la oolita superior.
" Casi todas las rocas de esta formación están dispuestas en
poderosas capas, pobres en fósiles y en minerales (si no es el hie-
rro y el carbón), capas colocadas casi verticalmente, atestiguando
así la violencia de los cataclismos que han dado al país la fisono-
mía abrupta y quebrada que hoy presenta.
" No se ven depósitos abundantes de sedimento formados de
arcillas endurecidas que pasan á los esquistos abigarrados ó á los
negros, propios de la parte inferior del terreno hullario ó carboní-
fero que precede á los terrenos del período permiano y del salífe-
ro f ; ni calizas conchilíferas que presentan una base segura para
• Precisamente por esa similitud de material geognóstico, las cordilleras
occidental (Chocó) y central (Quindio) no constituyen sino un solo organismo, es
decir, forman los Andes colombianos propiamente dichos.
t Pero existe el irilóbiio, fósil característico de los terrenos primarios, y
sabido es que los simples caracteres litológicos no bastan para hacer clasificacio-
nes geológicas correctas*
NuivA Geografía de Colombia 247
clasificar las estratificaciones en los períodos mioceno y plioceno. *
En general, las areniscas y las pudingas, la grauwaka [terreno si-
lüríco !] y las arcillas aparecen dondequiera teñidas con el peróxi-
do ó el bióxido de hierro, y á veces contienen granos verdes de
glauconia ó silicato de hierro.
" Tanto la Sabana como la planicie de La Mesa, la de Ana-
poima, el valle de Juntas á Portillo y la llanura que se extiende á
lo largo de Bogotá hasta Girardot, están formados de terrenos de
sedimentos antiguos y modernos y se hallan generalmente cubier-
tos por una capa de humus y de arcilla de grande espesor. Parti-
cularmente la Sabana de Bogotá contiene una poderosa estratifi-
cación palustre dejada por las aguas."
Del distinguido naturalista y médico colombiano Dr. J. de D.
Carrasquilla, son las líneas inéditas que á continuación se insertan,
y que completaremos con algunas de las notas tomadas en el curso
de las lecciones que de él recibimos hace algunos años sobre geo-
logía y sus aplicaciones á Colombia :
" La América del Sur está recorrida en toda su extensión de
Norte á Sur, desde el Istmo de Panamá hasta la Patagonia, por
la cadena de montañas conocida con el nombre de los Andes. El
levantamiento de esta inmensa cadena no se hizo de una vez ni en
pima época aníropica, como han aseverado algunos autores euro-
peos que están ' poco informados. Las pruebas evidentes de levan-
tamientos acaecidos en épocas diferentes, existen en las formacio-
nes que se observan á distintos niveles. Desde los 1,500 metros
para arriba, próximamente, todas las formaciones pertenecen á la
época primaria, en las partes no cubiertas por los depósitos aca-
rreados por los agentes de erosión. Así es que en todas partes, á
2,000 metros de altura, se encuentran las rocas metamórficas : es-
quistos arcillosos, pizarras ; las areniscas ó asperones, ora meta-
mórfícos, cuarcitas, ora en lechos estratificados y ligeramente
metamorfoseados, ora en depósitos en medio de grandes conglo-
merados, fprmados éstos de arenas, arcillas, esquistos arcillosos y
pizarras; de bancos arcillosos poderosos, sobre todo hacia la
t)ase, y, por último, de hullas, sal gema y minerales de hierro,
' entre los cuales domina la hematita.
" El primer levantamiento de los Andes colombianos, ó, limi-
tando más, de la cordillera oriental de los Andes, acaeció en la épo-
ca primaria, después de haberse formado en los mares los depósitos
que hoy contemplamos, de 2,500 á 4,500 metros de altura. En la
parte que aparece al descubierto ó que puede examinarse, se ha-
llan los elementos del terreno carbonífero para arriba, hasta el
pérmico. No se encuentran en estas grandes alturas los materiales
propios del silúrico, los cuales existen en la base de la cordillera
central, en las llanuras que se extienden del río Magdalena hacia el
Occidente, muy notables en el Chaparral, al pie de la cordillerai
• Mioceno y plioceno son terrenos Urciarios (kenoroicos) á que antei fc«
^ri ó lais rocas de estas regiones,
Nueva Geografía de Coloubia
de donde se infiere que el levantamiento primero de esta rama
de los Andes acaeció al finalizar la época primaria.
"A un nivel que puede fijarse á i,Soo metros de altura, cubre
toda la base de la cordillera una formación secundaria, caracteri-
zada por el gran desarrollo del calcireo y la abundancia de los
fósiles pertenecientes al trías y al jura. Luego el segundo levan-
tamiento de la cordillera acaeció después de un lapso necesario
para que se formaran en el fondo de los mares los terrenos
triásicos y jurásicos que están hoy á alturas de 700 hasta i,SO0
metros, es decir, ocupando un espesor de 1,000 metros próximamen-
te. En la patte más baja sólo está al descubierto el terreno dilu-
viano y los aluviones recientes.
" Ahora, la Sabana de Bogotá es una alíiplankk situada en
el corazón mismo de la cordillera, á 2,600 metros de altura
y encajada sobre la formación primaria, teniendo al Oriente
las partes más elevadas de la cordillera, y al Poniente ligeras
eminencias que van luego á continuarse al bajar á i,SOO ó 2,000
metros, con los depósitos de los mares secundarios. La Sabana no
es sino una depresión, ó sea un valle longitudinal, recorrido de
Norte á Sur por el río Funza ó Bogotá, el cual forma, al termi-
narse la Sabana, el Salto deTequendama. Este valle se ha ¡do
colmando con los detritus de las cordilleras, arrastrados por los
ríos y las lluvias y decantados en el fondo, á causa de hallarse la
salida de las aguas á un nivel elevado en Tequendama ; de modo
que siempre que las lluvias hacían correr hacia el centro de la Sa-
bana los torrentes, arroyos, ríos turbios, el limo que llevaban se
a 95 — Los lolcancilcs Je Turbaco (Bolívar) (sutlidorc: de gas y IüJo
(tciieno caÍDOioico)— Según A. Humboldt
Nueva Geografía de Colombia 249
decantaba y estacionaba desde que desaparecía el declive y se ha-
cía sumamente lento el curso del río. Así se fue llenando y eleván-
dose su nivel lentamente hasta la altura que ahora tiene. Se de-
muestra esta manera de haberse constituido el fondo de la Sabana
por los sondeos artesianos, los cuales han dado, á cien metros de
profundidad, arcillas, arenas, lignitos, cascajos y g"ravas en le-
chos alternantes y de poco espesor. Los materiales que forman
estas capas son los mismos que existen en las colinas superiores y
adyacentes, y en todo idénticos á los depósitos actuales del río,
excepto las modificaciones que el tiempo y la presión les han
causado.
" El ramo de la gran cadena de los Andes que se denomina
cordillera oriental, está separado del ramo central por el río Mag-
dalena, que corre en dirección paralela á la cordillera y desagua
en el Mar de las Antillas ; por el oriente la cordillera va en decli-
ve suave, muriendo en las vastas llanuras que terminan en el Ori-
noco y el Amazonas, que son los ríos que reciben todas las aguas
de la parte oriental de la cordillera.
"En el centro de esta cordillera se extiende, en la vertiente oc-
cidental, la rica llanura-meseta que se llama Sabana de Bogotá,
-del nombre de la ciudad capital, que está situada en el límite orien-
tal de la altiplanicie.
"Este ramo de la cordillera pertenece, pues, á la época primaria
enlaparte más elevada ; ala secundaria en la parte media. Consti-
tuyen la primaria los esquistos metamórficos, los asperones ó are-
niscas y los conglomerados, los bancos arcillosos en la base ; la
parte media está caracterizada por la formación calcárea, la cali-
za basta, la dolomia con abundantes piritas de hierro y de cobre
y la siderosa. Los fósiles abundantísimos en esta formación son
losammonites, los hamites atenuatus, &c. La Sabana de Bogotá está
formada por los detritus de la formación primaria, y consiste en
capas alternantes de arcilla, lignitos y arena. En la parte más su-
perficial, removido el suelo, se encuentran los depósitos glaciares,
cantos erráticos, limo glaciario y acarreos de los canchales. El
levantamiento de los Andes no corresponde, como han aseverado
algunos geólogos, á la época antrópica, puesto que los forman en
su parte más elevada los terrenos de la época primaria.
"A un nivel de 1,500 metros próximamente aparece la forma-
ción secundaria, caracterizada por los fósiles y constituida por el
calcáreo. Parece, pues, que el levantamiento de esta rama de los
Andes se hizo primero quedando sumergida toda la porción que
hoy forma los terrenos secundarios, á un nivel inferior al de las
mayores alturas ; así lo demuestra la estructura marina de la for-
mación secundaria; de modo que el levantamiento se hizo primero
de las partes altas, cuyos materiales son todos pertenecientes á la
época primaria: esquistos metamórficos, areniscas, conglomerados,
bancos arcillosos, depósitos de hulla, sal gema. La parte ocupada
hoy por los terrenos situados á un nivel inferior á 1,500 metros,
Nutva Gtografía de C^Umkia tomo i — 17
A Gr.or.RAvi/i bf. Ciii.omdia
estuvo sumergida mientras t-mergfa la qi e lii're un nivel mayor
de 1, 600 metros.
higiTa gd — Croquis geiili^gici
" Los evidentes vrstigios de la épcca glaciaria : cantos erráti-
cos, limos glaciarios, Ac, demuestran la existencia de estas eleva-
ciones anteriores d la época cuartenaria ; y el hallarse las partes
más bajas representadas por depósitos abundantes en los (¿siles ca-
racterísticos de la época secundaria, revela que estas partes es-
tuvieron cubiertas por los mares de aquella épcca, cuando las
otros habían emergido ya.
"Hallándose la Sabana dp Bogotá a 2,600 metros de altura, y
estando formada por los detritus de la cordillera, es claro que su
edad es posterior á la época primaria y que los depósitos que la
constituyen han tenido que formarse después.
Nueva Geografía de Colombia 25 1
**En toda la vertiente occidental de este ramo de la cordillera
se hallan los vestigios evidentes de la acción de los ventisqueros :
cantos erráticos, limos glaciarios, depósitos de materiales aca-
rreados por el hielo. Todo el pie -de la parte de la cordillera que
se eleva sobre la Sabana, está lleno de estos materiales, que seña-
lan la existencia de algunos ventisqueros y el límite de su exten-
sión. En uno de ellos encontré un esqueleto entero y sin vestigio
alguno de haber sido enterrado, pues no había piedras, ceniza ni
otro objeto que revelara la acción del hombre, lo que hace creer
que fue sepultado por el ventisquero mismo y conservado allí in
stíu por el limo glaciario que ocupa esa parte de la Sabana en. las
capas que se hallan inmediatamente debajo de la tierra de labor.
El limo es una arcilla amarillo rojiza, deleznable, ferruginosa y
llena de fragmentes de arcillas y de esquistos, angulosos unos y
redondeados otros, todos muy pequeños."
" Observaciones * — Los llanos de Bogotá no están ahondados en
una formación secundaria, pi-rque las perforaciones practicadas
para la investigación de aguas de salto han permitido reconocer
una formación detrítica que consiste en capas más ó menos grue-
sas de arcillas, que alternan con arenas movedizas, gravas y li-
gnitos. (Véase el corte geológico y las muestras). La perforación
más profunda que se ha practicado hasta hoy tiene 101.65 de pro-
fundidad, en ia hacienda de El Salüre. cerca de Bogotá, al norte
de la ciudad. En todas las demás perforaciones que se han hecho
se ha encontrado uniforme la formación de la sabana : empieza,
removida la capa superficial, por arcillas ferruginosas, arenas más
ó menos coherentes, lignitos en capas de un espesor variable, des-
de o"'25 ó o^'SO centímetros hasta un metro y metro y medio; si-
guen luego capas de arcillas interrumpidas por otras de lignitos, y
así sucesivamente. Se observa, pues, una sedimentación deposita-
da en el fondo de un lago ó pantano, y los lignitos en capas cena-
gosas, con algunas gravas, troncos de árboles dicotiledóneos, y
cortezas, hojas, ramitos, &c., que corresponden á épocas recientes,
puesto que en la época secundaria la vegetación ofrecía muy pocas
especies de vegetales dicotiledóneos angiospermos, que son los que
forman estos lignitos. Las arcillas están en algunas capas impreg-
nadas de materias carbonosas, o mejor dicho, lignitosas, y presen-
tan una coloración negra ó pardusca, que pierden expuestas al
aire ; se encuentran, entre las arcillas, impresiones de hojas ó frag-
mentos de vegetales dicotiledóneos bien conservados y claramente
reconocibles. Los lignitos están unas veces perfectamente terrosos,
á manera de humus, formando una masa porosa de color moreno
rojizo, y. otras en forma de cieno ó limo, donde se reconocen."
Cuando el sabio naturalista escribió las anteriores líneas, adn
no había realizado dos descubrimientos decisivos en la materia ; á
saber : el hallazgo de irilohitos en las faldas de Guadalupe, cerca de
la capilla de La Peña, dos de los cuales reproducimos aquí en gra-
* Observaciones á la Menioña de A. |Humboldt sobre la Salina de Zi-
paquirá.
NUBVA GzOGKAm.DB CoLOMBlA
bado, copiados del natural, y que, como es sabido, son crustáceos
que no vivieron sino tínica y exclusivamente en los mares paleozoi-
cos. La otra prueba es la existencia del granito á flor de tierra en la
cuenca de Verjón, al respaldo del cerro de Monserrate, pero tan
descompuesto que á primera vista trabajo cuesta reconocerlo ; tam-
bléri reproducimos aquí el corte de un fragmento de esa roca ana-
lizado en el microscopio. La existencia de esta roca explica la su-
rrección de los terrenos que enmarcan la Sabana, la suave inclina-
ción de las estratas hacia el centro de ella, y la formación de esas
escarpas salvajes que jjor el exterior la rodean á manera de inex-
pugnable y blanquecina muralla.
Fif!ura 97 — Trilobitit de Guadalii|>c. Tamaño natural,
(rrobablemonle cun&Iiluycn una especie nurva).
Por tales motivos el Dr. Carrasquilla pudo afirmar con razón
que en estas comarcas la geología podía estudiarse con el baróme-
tro, es decir, que en tesis general, á cada cierta altitud se encuen-
tra determinada formación ó terreno, loque comprueban diariamen-
te los hechos. Estima el mismo autor que en tomo de esos suelos
paleozoicos se hallan las estratas jurásicas, y que las triásicas ocu-
Nueva Geogiuf/a dk Colombia
pan el valle del Magdalena, mas observando que hay dificultad en
diferenciar unas de otras. En todo caso, esa surrección y el estar
constituida la gran llanura oriental por suelos kenozoicos, demues-
tra, además, que el fenómeno orogénico que produjo la cordillera
de Sumapaz se cumplió actuando de W. á E., por lo cual ella da su
frente al Magdalena y aquí y allá muestra no sólo dislocadas sino
hasta invertidas las capas correspondientes al devónico, al carboní-
fero, al silúrico y al pérmico, y sobre el Llano se presenta aún á ma-
nera de muralla colosal llena de quiebras singulares, luego apro-
vechadas por la erosión para el establecimiento de la actual red
hidrográfica del país. En una palabra, esta cordillera es un her-
moso teatro para serios estudios geológicos.
Que la Sabana nunca fue lago y existe con anterioridad ájla
¿poca glaciar, • lo demuestran los cortes hechos en ella, f la exis-
tencia de restos de mastodontes, y sobre todo las mismas serrezue-
las que la esmaltan y aun constituyen su reborde meridional, puesto
que están formadas de materiales incoherentes ; las canteras que en
ellas se explotan son mosaico de las rocas de las crestas propia-
mente dichas, y cavando bajo su pie se encuenira intacto el suelo
* Ellas mitinai pruetuí rniríian que el periodo glaciar ile ()ue se Irala e
el liltimo ó anirúpico, pueslo que la motlerna geología ha xeftnladu en el S. de '
A(Hca la exíílencia dt glaciares en pleno periodo paleoioico !
t Como en loo meln» la ciploracióti bailó enlrc arcillas y areniscas seil
capas de lignilos hasla de un meiru de npesot, es claro que la vegelación 7 por
CQde la humedad han tenida aquí petíotlos de calma y de exacerbación, pues de
olra manera no babrian podido formarse j superponerse esos diversos lechos del
254 Nusvá Geografía- ns Colombia
g*encral de la altiplanicie, cuyo rég^imen hidrográfico ha sufrido cu-
riosos cambios en épocas recientes, seg-ün habremos de demostrar-
lo en su lugar.
. . En fin, el Dr. A. Hettner, aun cuando incurrió en la falta de
volver cretácico el terreno de la Cordillera oriental, debido á sus
conocimientos litológicos se vio obligado á establecer diferencias
entre las diversas partes de dicho relieve ; diferencias que, como
era natural, coinciden con los distintos terrenos que geológicamen-
te entran en su composición.
Con el nombre de esquistos ó pizarras dt Guadalupe, designa lo
que constituye los terrenos paleozoicos ó primitivos (cámbrico, silú-
rico, devónico y carbónico), anotando que forman una potente
masa que de Gachaneque se extiende al SW. hacia Sumapaz, ro-
deando la Sabana y el valle ó cuenca interior del Fusagasugá. De
esta mole se desgaja al NE. una rama que va á morir sobre Co-
varachía por el W. del Chicamocha, y al ESE. siguen tres brazos
más cortos pero más anchos, que constituyen los farallones del
Guavío, los Órganos de Chingaza. y los páramos del Manzanares.
Otro corto ramal llega á Simijaca por el respaldo de Ubaté.
Al N. de Cliiquinquirá (Marchán-Saboyá) hay una mancha
del mismo terreno, entre la cual están los raudales de Puente de
Piedra (Saravita), y otra, que culmina al NW., forma las hoces
del Minero en Furatena y Tambrias. Otro ramal desprendido ha-
cia Turmequé, rumbo del NE., va á constituir luego el páramo de
Tibamá. Al respaldo de Sogamoso se extiende otra gran mancha
de suelo primario, que guarda la laguna de Tota, al S. desciende
hacia el Guavio, y al N., en lo general abarcando también la iz-
quierda del Chicamocha, avanza á envolver la sierra nevada de
Chita, y bifurcada luego pasa por China cota y por el páramo de
Tama á perderse en los llanos del Zulia.
A los lados de este núcleo corren dos cintas : una, cerca al
Magdalena (alto del Trigo), casi se une á Tambrias, forma luego
los cerros de La Paz y va á perderse en la cuenca de Ocaña, tras
alzar las cimas principales de ella (según G. Vásquez); la otra domi-
na los llanos de San Martín y Casanare, pasa al W. de Labranza-
grande, forma la serranía subordinada de Támara, y se pierde en
la cuenca del Uribante (Venezuela).
Es decir, el terreno primario que se encuentra en el Patía
(Minamá), se encorva para pasar al respaldo de Garzón (páramo
de los Pardaos), se ensancha luego que toma el rumbo del N., se
abre en ramales ó mejor se despliega á modo de abanico al dar
contra las rocas eruptivas y cristalofilianas de Pamplona, y termi-
na hacia Ocaña-San Cristóbal, debiéndose su actual afloramiento
á que en la región de las altiplanicies emergió en dos épocas dis-
tintas, ó sea al terminar los tiempos primarios y hacia el fin de los
secundarios, bien que no falten huellas de otros fenómenos aná-
logos é intermedios pero realizados con menor vigor. Por esa du-
plicidad tenemos emergido de tiempo atrás el núcleo de estas
montañas, y luego levantadas con él las estratas no muy gruesas
del jurásico y el triásico, primitivamente horizontales, haciendo á la
vez surgir, más abajo, cintas de suelos paleozoicos á manera de
muro exterior de tales estratas.
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En la región del Cocuy señala Hettner la existencia de cuar-
citas que constituyen la sierra nevada de Güicán, pero dicho está
que, según parece, esas cuarcitas no son sino granitos descompues-
tos, y aun cuando no lo fueran, sabido es que tal clase de rocas se
incluye en los terrenos paleozoicos.
Con el nombre de pizarras de Villeia designa el geólogo cita-
do los terrenos que de Cunday avanzan á Zapatoca por Nilo, Bi-
tuima, Quebradanegra, Supatá, Muzo, Buenayista, Vélez y el So-
corro ; se ensanchan en Santander para llenar las tierras de Rá-
quira, Leí va, Charalá y San Andrés, donde, por Málaga, se dan la
mano con las del Cocuy, Soatá y Tundama. Más al N., en Suratá
y en Bochalema, hay otras dos cintas de la misma especie. Al
356
NuKVA Geografía di Colombia
oriente marca las mismas pizarras en la cuenca de Cáqueza, en la
de Gacheta, en la de Garagoa, y luego en el flanco E, de la cordi-
llera al pie de los páramos.
Figura 100 — Croquis geológico cíe los Andes culombiants. TeireniH primarios,
rayas horiiontales ; secundorins, r»jas verticales ú oblicuas y vv; terciarios, ra-
yas verticales dobles ; crislaloñlianos y • ruptivus, + + : volcanes, *
Pizarras de Quetame, de Guaduas y de Girón, apellida otros
tres grupos de rocas mezozoicas, de las que e! primero y el último
tienen muchos puntos de semejanza y parecen antiquísimos. Cuanto
al otro, es simplemente un reborde del triásico estudiado por Ran-
dolph en el Tolima.
En fln, el geólogo alemán diferencia con cuidado los suelos de
acarreo (Shotterrassen) que forman r\ fondo de la ruPnra de Fu-
Nueva Geografía de Colombia 275
sagasugá, las tierras de Nilo, de Medina, de Marroquín, de Cücu-
ta, de Bucaramanga, de Tundama, de Ovejeras, de Guatavita, de
munjuelo, de Serrezuela, de Chaguaní, y aparecen además como
Tanchones de La Mesa á Tocaima, y revuelven hacia el valle del
Rioseco de San Juan.
En una palabra, el estudio del terreno obligó á Hettner á
dividirlo en diversos grupos y á reconocer la obra de la época gla-
ciar. Lástima que por no romper más abiertamente con su cuasi
compatriota . Karsten, no hubiera dado el ultimo paso, lo cual es
lunar, aunque insignificante, en sii meritísimo trabajo.
El naturalista y anticuario colombiano C. Cuervo M. ha ma-
nifestado que explorando los cenienterios indígenas del valle del
Tunjuelo, encontró fragmentos de obsidiana y de piedra pómez que
indican que debió existir un volcán hacia los lados del páramo de
Sumapaz, donde se han hallado rocas análogas á las que forman
la Sierra Nevada de Chita, al parecer cuarcitas, pero en rea-
lidad granitos muy descompuestos, segün se ve al examinarlos
con el microscopio. El Sr. L Bailen dice haber encontrado gra-
nito en el cerro de Buenosaires (Cogua) ; en el páramo de Gua-
chaneque existe el cuarzo en cantidades enormes ; entre Que-
tame y Villavicencio, al E. de Chingaza, aparecen la sienita y aun
la diorita en masas considerables ; el Sr. A. Carvajal considera
las montañas del Almorzadero y Mesacolorada (Santander) como
compuestas de calcáreo carbonífero y arenisca roja antigua, y se-
ñala la caliza azul jurásica en el pie S. de esas moles ; nuestro
amigo Cuervo M., ya citado, encontró en el valle alto del Sarare
(Silos) fósiles cretácicos en buen número, y entre ellos grandes
turruliíes, por lo cual, por no haberse hallado especies iguales más
al S., por haberse recogido cabezas de pescado al parecer devóni-
cas en Juan Rodríguez (por el Sr. Gral A. B. Cuervo), y por el exa-
men que él mismo ha hecho de las impresiones fósiles de carbones
de la sabana, considera también como paleozoicos los montes que á
ésta rodean. En fin, anotado queda que el ingeniero González Vás-
quez halló la traquita al S. de Ocaña, y que todos los exploradores
señalan la existencia del granito y la sienita desde Arboledas hacia
Bucaramanga y Petaquero.
La indiscutible existencia de fósiles cretácicos en el alto Sa-
rare, es decisiva en la materia, pues sería inexplicable que sólo
allí hubieran vivido turrulites si el mar de esa edad se prolonga-
ba hacia el S.; y como se les halla en las formaciones análogas que
signen hacia Venezuela, tendremos que los demás territorios que
constituyen la cordillera de Sumapaz, estaban ya en seco cuando
el mar cretácico ocupaba esas porciones, habiendo sido segura-
mente la aparición de las traquitas de Ocaña la que acabo de
determinar la formación del Pilar de Labateca, puesto que el suelo
del vecino llano es francamente kenozoico, y posterciario el de las
llanuras de Maracaibo y el bajo Magdalena.
Corrobora lo dicho la existencia de suelos al parecer cretáci-
cos en el cañón del Cauca, de suelo relativamente moderno com-
parado con algunas de las breñas que lo enmarcan, y la aparición
de las traquitas que rompe el Riosucio (Antioquia) y que constitu-
yen una isla pobre en medio de las tierras auríferas del Chocó.
258
Nueva Geografía de Colombia
En síntesis, tendremos que las llanuras ó fondos más bajos
de las hoyas de los principales ríos, se formaron en los tiem-
pos posterciarios, es decir, constituyen la parte más nueva del te-
rritorio ; que la porción principal del Llano, alg^una parte del Ca-
quetá y la Costa y la mayor porción de las tierras bajas del Chocó
datan de un poco antes, ó sea del período kenozoico; que el fenóme-
no orogénico que produjo la serranía de Baudó, lo mismo que a]gún
trozo de las mesas Chocoana y de Ocaña, debió cumplirse terminado
dicho período kenozoico, según lo comprueba el hechode existir alu-
viones aurífeíos en su naneo E., es decir, en el antiguo litoral del
Chocó realzado, y de no hallarse en el opuesto, sucediendo lo pro-
pio en los otros dos puntos mencionados, que difieren en parte de
Baudó por su naturaleza eruptiva. En otros te'rminos : grandes
masas eruptivas aparececieron á la postre como orla de los An-
des (Dojurrá, Paramillo, cañón del Cauca, Chitacabá, Macarena,
Fragua), completaron el relieve del país y enlazaron definitiva-
mente las Américas, al mismo tiempo que se hundía parte del te-
rritorio antillano.
lo unidades
26 unidades
Poitmitf».
12 unidades
30 unidades
Inptiri j mm
22 unidades
Figura 101 — Superficies comparadas de los diversos terrenos
geológicos en Colombia
En período geológico anterior, ó sea en los tiempos mezozoi-
•os, fue grande la obra cumplida en el territorio, puesto que man-
chones cretácicos aparecen dentro del pilar de Labateca, en el
Caquetá, en el cañón de Antioquia, en el flanco W. de la cordille-
ra del Chocó y en los montes de María ; y del jurásico y del triásico
son la mayor parte de las rocas del valle del alto Magdalena, de
las cuencas bajas de la cordillera de Sumapaz, de los valles del
Cauca y el Patía y del Chocó en el naneo W. de la cordillera de
ese nombre. Seguramente en ese período aparecieron en varias
ocasiones las más potentes masas de traquita que en embrión de-
jaron diseñado el relieve definitivo de la República, pero sujetán-
dose á los bordes marítimos preexistentes, uno sobre el Pacífico,
NucvA Geografía de Colombia 259
otro sobre lo que hoy es valle del Magdalena. Es de advertir que
en Colombia como en los Estados Unidos es difícil separar los terre-
nos triásicos y jurásicos, por lo cual conviene por el pronto adoptar
para des¡g"narlos el calificativo de jura-trías que el geólogo Lecom-
te introdujo en la Repüblica del Norte por idénticos motivos.
Mis antes, en los tiempos paleozoicos ó primarios, aparecieron
grandes bandas que habrían de formar el esqueleto de la porción
más ancha de la cordillera de Sumapaz, pero de las cuales tam-
bién se hallan porciones en la hoya intercordillerana del Patía, en
el valle del Cauca y en algunos puntos de las breñas antioqueñas.
Según puede hoy juzgarse, esos terrenos se depositaron dentro de
una especie de herradura formada por brazos cristalofilianos des-
prendidos de Guayana, se realzaron á lo menos en dos ocasiones
diversas, siendo además comprimidos de W. á E. por los fenómenos
orogénicos que produjeron la cordillera andina, orientada de S. á
N., y que igualmente es el resultado no de uno sino de varios movi-
mientos del suelo, conforme lo prueban los dos grupos de diversas
rocas cristalofílianas y eruptivas que se hallan en las cordilleras del
Chocó y del Quindío, la mayor antigüedad de aquélla, la existencia
de las dos sinclinales marcadas por el Cauca y el Magdalena, la
presencia del cainozoico al W. de dicha cumbre del Chocó y al E.
de lá de Sumapaz, y, en fin, la terminación de los fenómenos vol-
cánicos ecuatorianos en la región de Popayán, por así decir, y
por lo cual el Patía como el Mira se dirige al Pacífico, en tanto que
el Cauca lo hace hacia el Caribe. Por estas mismas razones deben
mirarse como formaciones locales todas las que llenan el fondo
emergido de las viejas cuencas, las que tienen aspecto moderno
comparadas con la caja que las encierra, carecen de fósiles, y tal vez
no son sino loess ya glaciares, ya subaéreos, pero de ninguna ma-
nera depósitos marítimos. En una palabra, las regiones montañosas
que abarcan las altiplanicies de Bogotá, Ubaté y Sogamoso, son an-
tiquísimas, y geológicamente constituyen el horst (pilar) que sirvió
de centro ó núcleo de osificación para formar el relieve colombia-
no, lo cual explica buena parte de la importancia que ese horst ha
tenido en el desarrollo demográfico de lo que hoy es Colombia y
que por dar su frente al W. es núcleo de la Magdalenia y deja
como rezagadas las llanuras orientales que se enlazan más difícil-
mente con el mar que las mismas montañas.
Otro dato que tampoco puede olvidarse es la existencia de
los grandes bancos de sal en la cordillera oriental, bancos que in-
dudablemente pertenecen al silúrico, pues donde existen jirones de
tal terreno en las otras dos cordilleras, es donde también aparecen
fuentes salinas de escasa importancia, como es natural, y mo-
dificadas en su composición química por los fenómenos eruptivos,
puesto que todas ellas son yodíferas.
Sobre la obra de los antiguos mares, para completar el mo-
delado del terreno, se sobrepuso con acción no menos gigante la
epigénica, que tomó el agua como agente principal de su labor.
En efecto, en Colombia por todas partes, de la Sierra Nevada de
Santamarta á los montes de Túquerres, del Paramillo del Sinú á
Jos valles de Sumapaz, todos los exploradores han encontrado y
Nueva Geografía
señalado las pruebas irdiscutibles y patentes de una acción glaciar
poderosísima, que dondequiera dejósu huella en los montes patrios.
Cuanto á la Sabana, debe suponerse que liubo dos centros
de dispersión de los hielos : el de Sumapaz, que los mov¡<5 de S.
á N., y el de Sumangá, que lo hizo de N. á S., por lo cual los va-
lles subordinados difieren tan capitalmente de rumbo en las dos
mitades de la llanura : quizás untes el Teusacá era la cabecera
del Saravita, pero en todo caso el Fun/a es un rio nunv, en la
acepción geológica de la palabra.
FiRUia loí— Los panljniisdel Aíralo, í ta luí Je la luna, según Safray.
Puede, en efecto, suponerse lo que sería eso finómeno cumpli-
do de manera análoga en lodo el globo al N. de la equinoccial. El
actual nivel inferior de las nieves perennes en las cordilleras, os-
cila hoy entre 4,800 y 4,600 metros : supóngase rebajado los 2,000
metros que bajó en aquella t'|X)ca, y tendremos que un blanco
y espesísimo sudario cubrió todo lo que hoy son parameras, y
llevó sus glaciares y morrenas á todas las tierras frías y templa-
das para modificar valles, crear colinas, denudar montes, alimen-
tar ríos de caudal enorme •, capa?, de colmar esos amplios lechos
• Huy íl Általo, cuya cuenca apenas miilc 35,000 kilómetros cuadrado)
eDTÍA al Caribe de 4.S00 á í.Joo metros cijbieos Je ORua por segundo : sólo con
is de igual inlonsiilad i las del Chocó, el
. cúbicos de caudal á 50,000, es decir, pasaría
nnos 30 metros soDre su actual aivel c inundaría toda la llanura que ocup> el
rondo de iu valle. Lo mismo sucedería con tos demás ríos. Los grandes nevados
de la época glaciar debieron, pues, formar ríos enormes, sostenido luéRo su cau-
dal por periodo subsicuiente de grandes precipitaciones alniosféricu-.,
Nueva Geografía de Colombia 26 [
indicados por las terrazas que aún están á nuestra vista, y llenar
de canchales y aluviones cuencas como la del Patía, el Fusagasugá
y el valle del Cauca, donde las morrenas forman esas fuertes posi-
ciones militares que hoy ocupan la entrada de los cañones de los
ríos que salen á la llanura. Además, como en Colombia el dicho pe-
ríodo glaciar ocurrió después de la aparición de los grandes volca-
nes, que indudablemente con su esfuerzo debieron quebrantar de
manera formidable las estratas sedimentarias ya dislocadas, puede
juzgarse qué cantidad de detritus debieron transportar de un lado
al otro para denudar serrezuelas y colmar los prolongados golfos
posterciarios y transformarlos en llanuras horizontales de aluvión.
Antes de concluir conviene sentar algunas observaciones ne-
cesarias para los posteriores desarrollos del asunto. Del examen
detenido de las altitudes tomadas en el país, resulta á primera vista
que tienden á decrecer, ó sea que las modernas son inferiores á las
antiguas. Verdad que este hecho puede resultar de observaciones
más cuidadosas, ó del empleo de fórmulas más precisas, ó del uso
de instrumentos mejor fabricados ; pero como es general la idea
de que el suelo dé los Andes baja, por ahora sólo es posible con-
signar el hecho y dejar su dilucidación al presente siglo, ya que
el asunto es cuestión de tiempo y nada más.
Recogidos los caracteres paleontológicos y litológicos, debe
agregarse el de la facies ó aspecto físico, y á este respecto ia com-
paración de las vistas de nuestras cordilleras con las de otros lu-
gares del globo, ratifica igualmente la verdad de lo que hemos afir-
mado en las líneas anteriores.
El estudio geológico del país aún no está suficientemente
adelantado para intentar ia división de los terrenos en pisos, ni
para calcular sus espesores, y menos para establecer concordan-
cias con los de otras comarcas.
La mayor parte de las hoces y saltos de los > ios se encuentran
en una curva, dentro de una grieta abierta en los terrenos primiti-
vos ; y como no es natural que en suelos antiguos la parábola de
las corrientes no esté correctamente establecida, es de suponer
que en los Andes ocurrió en época relativamente moderna un real-
ce de conjunto que les comunicó ese aspecto de cosa nueva que
tanto ha confundido á la generalidad de los observadores.
Ríos colombianos : Régimen hidrográfico. Por sus condiciones
geológicas y por la disposición de su relieve, la República, hidro-
gráficamente considerada, es una comarca extrema: no reparte su
suelo en cierto número de corrientes de análoga importancia, sino
que las forma ó gigantescas ó diminutas, es decir, que recogen el tri-
buto de extensas superficies, ó son arroyos que bien merecen el
calificativo de costaneros. Esto para los que corren en la región an-
dina, porque los formados en la oriental son simples tributarios de
grandes ríos cuya boca se abre en territorio de otras naciones ame-
ricanas. Además, mirada la hidrografía de la región andina desde
ciertos puntos de vista, bien puede decirse que se reduce en sus
ra^os esenciales á un gran río, el MagdaUnay cuatro ríos de segun-
do orden— Patía, San Juan, Atrato., Sinú, — todos en una especie de
Nueva Gsogiafia de Colombia
faja litoral tendida al Occidente de aquél, y alas varias corrientes
ístmicas y chocoanas, todas de mediana importancia, lo mismo que
las costeñas y maracaiberas, porque estas ultimas terminan en Ve-
nezuela, de lo cual se deduce que sin error, bien puede mirarse el
gran tributario del mar Caribe como símbolo de la patria y hacer
sinónimos Magdalenia y Colombia, como el Miisissippi representa
á la colosal Reptiblica del Norte. Hundido de repente todo el te-
rritorio colombiano que no rinde tributo al Magdalena (véase la
%ura 103), aiin quedarla un suelo tan grande como el de Italia,
con población mayor que la de las cinco Repúblicas de la América
Central.
De los ríos colombianos con sus afluentes, los menos se dirigen
al Paclñco, oíroslo hacenal Mar de las Antillas, y los más rinden tri-
buto al Océano Atlántico. Entre las fuentes de unos y otros puede
trazarse una línea que principia en la frontera costarricense, sigue
por el Istmo y la serranía de Etaudó (entre el Pacífico y el Caribe), y
se bifurca, pues un brazo por la cresta del Chocó, y luego por la
del Quindio, alcanza la frontera ecuatoriana, en tanto que el otro
Nueva Geografía de Coloubia
por el litoral Caribe, sigue i ganar las cumbrcsde Perijá y Tama,
y luego desciende á unirse con el anterior en plena cumbre quin-
diana, con lo cual so cierra la \erliente de las Antillas y se divide
ésta de la del Atlántico, que ai mediodía colinda, por lo tanto, ccn la
del Pacifico. Estos dos bracos, de altitud muy varia, forman la do-
ble línea general de la dirección de las aguas que parte i Colom-
bia en tres vertientes : la del Pacífico al W. y WNW., la del
Caribe al centro, NW. y NE., y la del Atlántico al E. y SE.
Iirlicnte Hirny í tí ktiiiii»
Kiguia 104 — Areaí comparadas (Je I
Figura los — IliBErBin
i iIf ta hidiigiafia coli Dibidia.
agregada al cueipo continental).
264 Nueva Geografía de Colombia
El curso de los ríos y de sus afluentes resulta determinado
por el relieve del suelo, y para que este fenómeno se cumpla no
es necesario que existan garandes cordilleras : la menor desigual-
dad del suelo basta para determinar la dirección de una corríen-
te en este ó en otro sentido. Por esto, colinas de reducida altu-
ra, como son las de Culebra en Panamá y las de San Pablo en el
Chocó, separan vertientes y envían sus aguas á uno tí otro mar.
Que el relieve colombiano se deprima un centenar de metros, y
grandes cambios se producirán en la actual hidrografía del país,
por lo cual es inexacto mirar á cada río con sus afluentes, como
formando una región determinada, rodea4a por montañas que las
separen del resto del territorio. En este libro la voz hoya ó cuenca
de un río (cuenca hidrográfica) sólo expresa el conjunto de tierras
cuyas aguas se escurren en ¡a aciualidad por un mismo cauce ó le-
cho, sin tener en cuenta la altitud relativa ó absoluta de sus partes.
Los Andes, las sierras de Chiriquí, el cerro San Martín y el de
Baudó, y la sierra Nevada de Santamaría, son las tínicas verdaderas
montañas de Colombia ; en las demás porciones del territorio son
simples elevaciones del suelo ó grandes colinas las que reparten
las corrientes, enviándolas á algún río, ó directamente al mar. En
las llanuras las aguas, vacilantes, se rctínen á menudo por gru-
pos antes de tomar resueltamente el camino de un mar. En los
Andes muestran su lecho abierto, sin cuidarse de la inclinación ge-
neral del terreno, con frecuencia atravesando las altas crestas en
vez de rodearlas.
Aquí la anticuada y errónea idea de que las aguas corren
siempre hacia el mar por los máximos declivios del terreno, ó sea
de reducirlo todo á las líneas de divoriio aguar um *, no ha cundido
• La antigua teoría {geográfica de las cuencas hidrográficas, fecunda en erro-
res, y al presente todavía imperante entre nosotros, hace años fue arrojada igno-
miniosamente de las cátedras europeas, como lo fue la geológica de los levanta-
mientos para explicar el origen de las montanas :
" La primera consecuencia de esa errónea teoría fue hacer creer que donde-
quiera la línea divisoria de aguas coincide con la de cumbres de una cordillera ó
crestería montañosa y no forma sino una con ella. La segunda, todavía más falsa,
fue la de que allí donde hay una divisoria de aguas, debe también existir una
cordillera.
" De esas ideas, en verdad cómodas para ahorrar investigaciones y trabajo,
vino la monomanía de llenar los territorios de cadenas de montañas que no
existen sino en la imaginación de los autores de manuales de geografía.
"A esa serie de errores cabe oponer :
** I P Utia cordilUrüy aun elevada^ no hace fortosamenie parte de una divisoria de
mguas. Con frecuencia una montaña real que surge de entre bajas llanuras, no en-
gendra ninguna divisoria de aguas : ejemplo, el Ilarzo [en Colombia pueden ci-
tarse el Torra, el Galera, el Tolima, &c.], de donde que así miradas las cosas,
cumbres eminentes que priman en la topografía de un territorio, tendrían que ser
clasificadas como accesorios fortuitos de su relieve.
"2.*^ Ztf Ufíia de cumbres y la linea divisoria de aguas no coinciden forzosamen-
te. En efecto, es común en las cordilleras que no coincidan esas dos líneas, como
sucede en los Alpes y en los Pirineos. De ordinario las cimas culminantes quedan
fuera de la divisoria de aguas que pasa por lomos menos altos (ejemplo, el Mon>
te Perdido en los Pirineos). Tampoco es raro hallar que la divisoria pase por una
llanura, al pie de una cordillera, como acontece en los Karpatos. [En Colombia
pueden citarse del primer caso el cerro nevado de Sumapaz y el cerro Mina, de
Ocaña ; y del segundo, la mesa de Jéridas en el I^ebrija].
Nueva Geografía de Colombia 265
asi sola, sino que se la ha mezclado con la de crear hoyas y ver^
tientes caprichosas, lo cual ha producido las más peregrinas clasi- '
fícaciones que se corrigen para aumentar su sinrazón, á trueque dé
hacer novedad, olvidando, en primer lugar, que los mares que re-
ciben las aguas de un país, son los que señalan sus vertientes, y
que á cada fracción de mar designada por el uso con nombre pro-
pío, corresponde su vertiente especial ; en segundo lugar, que todas
las aguas que ayudan á formar un río, grande ó pequeño, cual-
quiera que sea su importancia, forman la hoya del mismo cuyo
nombre será el que el uso asigna á la boca de ese río, termine
en el mar, ó en otro río ; en tercer lugar, que caudaloso no es lo mis-
mo que principal y de primer orden, y que esta clasificación varía
según se trate de una provincia ó un continente, por cuanto las regio-
nes hidrográficas las fija el relieve; que todo río tiene curso superior
é inferior, y aun medio, si es considerable ; que el número de me-
tros cúbicos que por el cauce rueda de ordinario por segundo, fija
su importancia ; que el ihalweg de la hoya puede no coincidir con el
curso del río madre ó que le da nombre, y por último, que las lí-
neas de diviso son puramente convencionales : nada significan, como
nada significan las líneas de alturas ó crestas : en la moderna geo-
grafía el relieve como la hidrografía, se subordinan á las regiones
naturales, ó sea á los territorios que tienen comunes caracteres.
Así pues, ningún error tan grave como dar á la línea de diviso gran-
de importancia, pues esto equivale á igualar la altiva serranía con
eMomo imperceptible del suelo en la llanura ; á olvidar que ceii-
** 3.® Existen Ufteas divisorias de aguas donde no hay cordilleras ni montañas.
Hay en la superficie de la tierra enormes extensiones donde se encuentran líneas di-
TÍsorias de aguas y no existe nin|;una cordillera, y esto sucede hasta entre grandes
ríos y en medio de grandes cordilleras ; ejemplos, la divisoria entre el Rbin y el
Danubio, al N. del lago de Constanza, y las llanuras altas {Uivalli) de Polonia.
Tampoco es raro que un río nazca en un territorio de cierta altura y busque su
paso al mar, al través de más altos relieves, por hoces ó valles profundos, como
sucede con el Zom en los Vosgos, &c. [En Colombia, del primer caso son buenos
ejemplos las divisorias entre el San Juan y el Atrato y entre el Cesar y el Ran-
chería ; y de lo segundo el Minero, porque las breñas de Yacopí apenas exceden
de 1,400 metros, y el cerro de Penaarmada pasa de 3,000].
** Combitiociotus especiales. A veces, como en España, las lineas de cumbres y
de divisorias de aguas se combinan de una manera especial, y por señalar los li-
mites de las provincias sobre las segundas (vertiefttes)^ resulta que tales linderos
pasan por las llanuras. Se creía que los ríos orillan las montañas, en tanto que
por lo común lo que hacen es cortarlas de frente. [En Colombia, el Patía, el Mi-
nero, el Inguitó, &c.]" — Karl Ritter. El estudio de la Tierra,
¿ Y cómo clasificar entonces las tierras cuyas aguas no pertenecen á nin-
guna vertiente marítima, sea porque las agote la evaporación, sea porque se
pierdan en algún lago sin desagüe ? .
'* Antes la voz cuenca ú hoya hidrográfica resolvía todos los problemas de
geografía física. A los ojos de los geógrafos, Europa se resolvía en un cierto nú-.
mero de boyas hidrográficas muradas por montañas c^ue constituían las líneas di-
visorias de aguas : tratárase del Sena, ó del Danubio, todo era igual, lo mismo
que el método se^ido en la descripción. Cierto que en muchos casos nada tan
natural como designar una región por el nombre del río que la baña, como su-
cedió antes con el Egipto ; pero hay casos en que no sucede así : por ejemplo, en
Francia el macizo central ( Auvernia). Tratándose de la región que baña el Sena,
ha prevalecido, como era natural, el calificativo de Cuenca de París ; pero to-
Nueva Geografía de Colombia TOMO 1-18
266 Nueva Geografía de Colombia
tenares de metros valen pDco en las altas reg"iones, y pocos decí-
metros importan mucho en las bajas ; que rápidos, raudales y cata-
ratas, son divisiones que se imponen al analizar las ag^uas, porque
se derivan de las condiciones geológficas del suelo, únicas recdmen^
te inherentes al mismo.
En efecto, obsérvase con frecuencia que los ríos nacen en un
terreno menos alto que las breñas por entre las cuales luego abren
su lecho ; ó bien que, pasando al lado de mínimos relieves, van á
destrozar otros corpulentos y crecidos, como también se ve que al
dar sobre suelos blandos, fáciles de romper, en vez de abrir en
cilos su cauce, arrójanse de lado por entre las rocas duras, lo cual
prueba que para correr aprovechan las grietas del suelo, en pri-
mer término, ya que los ríos son posteriores á los valles, bien que
los modifiquen en su forma con el tiempo. De lo dicho aparece
que al examinar todo extenso relieve resulta compuesto, á modo
ae mosaico, de mayor ó menor niimero de cuencas escalonadas
variamente y que los ríos unen pasando de una á otra, como el
hilo de un collar de perlas, ya por saltos, ya por hoces : á veces
marca el paso un simple aumento de velocidad. Resulta, pues, que
máximo error se comete adoptando las aguas como coordenadas
para explicar un relieve, bien que sirvan para fijar detalles, por-
que por ejemplo, donde dos corrientes paralelas, en uno ú otro
sentido, se alejan, marcan realce del suelo, y al contrario, 'donde
un río de regular caudal cambia brusca y sostenidamente de direc-
ción, el suelo ha cambiado también de naturaleza ; en fin, en cada
especie de valle las aguas ejecutan cierta labor ú observan deter-
minado régimen. En una palabra, el simple hecho de saber que
pográficamcnte en ésta se incluyen porciones de tierra que envían sus aguas á
otros ríos : ante la geografía y ante la historia, París, Reims y Orleans pertene-
cen á la misma región." (P. Vidal. LaBlache. La Geografía). En Colombia ca-
fa ía preguntar : ¿qué hay de común entre la llanura de Tundama y el S«bc,
fuera üe que las aguas que los riegan vayan al Magdalena por un mismo cauce ?
El Sintl es nombre de río que evoca el de una región geográñca ; i sucede lo mis-
mo con el vocablo Magdalena? Por eso los geógrafos modernos han creado nom-
bre para esta clase de territorios : Amatonia es la hoya del Amazonas, inclusive
montes y llanuras ; Orinoquia la del Orinoco, &c.
"En cambio, cunlesTuier.i que sean las diferencias que haya entre losríos de
los divers )S países resp.*cto á hi longitud, caudal, superncie y composición de la
hoya, &c , lodos, considerando el perfil de su vaguada, presentan una curva pa-
rabólica tanto mis perfecta cuanto más antigua es en su existencia'geológica.
•Todo río tiene penilicnte fuerte en su parle superior, que por eso se flama con
propiedad lotta de denudación, pues en ella los anuentes no hacen sino corroer
¡as montanas y llevar al rio principal masas de rocas que este parte y redondea,
arrastrándolas por su lecho. Luég) la pendiente del río se suaviza, las aguas co-
rren.con m;nos fuerza y mantienen limpio el lecho, donde nuevos depósitos sedi-
mentarios reemplazan antes á los venidos de la parte alta que son arrastrados hacia
el m.-ir, sin lo cual dich i madre se ensancharía y profundizaría de una manera in-
definida. Esta segunda parte de los ríos se ha llamado zcfia de compensación» En
fin, tx\ 1 1 parte baja ó zofia de depósito^ el río, incapaz ya de arrastrar las arenas
i el limo, los deposita para formar vastos bancos, islas ó islotes, ó empujándolos
h^cla el mar, forma en su boca llanuras de aluvión que disminuyen el dominio
d'e los mares." (Lentheric. íms ciudades muertas). Los ríos en que así no paaan
las cosas, con seguridad no son por hoy una unidad hidrográfica sino una mezcla
destinada á s:rlo en el curso de los tiempos; por lo cual, cuenca geológica, cuenca
oi-ográfica y cuenca hiílrográfica, de ordinario en vez de superponerse se entre-
q[\ezclan,de n-odo extraño al parecer.
Nueva Geografía de Colombia 267
en el país tal existe el río cual, que tiene iales afluentes, de nada
sirve al verdadero geóg^rafo.
Alzada CDlombia en el Ecuador, sus altos montes detienen los
vapores de dos mares y los resuelven en lluvias que alimentan
grandes ríos, de régimen marcado en unos puntos, vario en otros^
segiin que la selva recoge humedad continuada ó periódica : esta
en cuanto á las porciones bajas, que en las altas el fenómeno se
amolda á la disposición general del relieve, por lo cual no en to-
dos los puntos tiene la misma regularidad é intensidad, bien que
siempre existe. Por esto son mínimas las porciones del país doiide
falta el agua, y muy crecida, casi la mitad del territorio, donde llue-
ve sin cesar, y se forman abundantes corrientes que el calor dis-
minuye en mucho, por lo cual no siempre llevan al mar tributo
adecuado á las riquísimas precipitaciones hiimedas. No puede va-
luarse en más de 40,0(X) metros cúbicos por segundo el caudal líqui-
do medio del país, casi la mitad del que rueda el Amazonas, algo
menos del vigésimo de todo el Globo.
Tan abundante humedad proviene de que si bien no hay ne-
veras que alimenten los ríos, los páramos viven envueltos en vapo-
res que sin cesar se liquidan en su superficie y sostienen los manan-
tiales : cada día entraña un ciclo, ó mejor, movimiento circulatorio
húmedo, por lo cual allí donde el país es cálido, selvoso, y seño-
reado por páramos, las aguas crecen y menguan en el transcurso
de pocas horas, beneficio inmenso f)ara la navegación en las regio-
nes bajas donde no hay rápidos, pero que sosteniendo exuberante
vegetación hace casi imposible la conquista del terreno. El caudal
apuntado es el resto de los 70,000 que caen por segundo en eidía,
término medio, de los cuales se evapora así casi la mitad, yendo
el resto á perderse en tres mares distintos, aun cuando en propor-
ciones muy diversas : un 8.° al Pacífico, un 3.° al Caribe, y cosa
de la mitad al Atlántico. Esas cifras son proporcionales á las áreas
que las recogen ; en efecto, 93 millones de hectáreas vierten al
Atlántico, 38 al Caribe y 12 al Pacífico, todas ricamente regadas,
en especia] la primera y la parte de las otras dos vecina del golfo
de Urabá.
SegTÍn queda dicho, el suelo patrio se divide en tres vertientes
que se tocan un momento en el gran macizo de Colombia, más se-
paradas en el resto de modo muy notable. En efecto, de la fron-
tera del Ecuador á dicho macizo colindan en la cresta del Quin-
dío las vertientes Pacífica y Atlántica, aquélla muy pequeña pero
que aquí absorbe íntegra la infeercordillera. Al N. de aquel macizo
la disposición cambia ; entre las dos vertientes nombradas surge
como cuña la del Caribe, que en forma de V, ó sea en ángulo, se
ensancha con rumbo N., alejándolas y envolviéndolas, en especial al
W., por lo cual ofrece un núcleo central (las dos mesas, la depresión
central, la llanura Caribe) y dos pequeñas zonas laterales (Goajira-
Zulia á la D.; Atrato-Istmo á la I.) ; la de laD. no es continua, y
la otra en gran parte se reduce á mínima faja. Rasgo caracterís-
tico de esa vertiente central, á la inversa de las otras dos, es agni-
KvEVA Geografía de Colombia
par casi todas las aguas de su irea en una sola hoya, aguas que
forman corrientes crecidas en surcos paralelos de S. á N. y aun de
N. á S.; en tanto que la occidental es simple faja curva con muchos
¿ independientes aunque pequeños ríos, y la oriental guarda en sus
llanuras, que no tocan el mar, numeroso grupo de grandes corrien-
tes, en su mayor parle de rumbo W. á E., con la particularidad
de perderse muchas en un canal que rodea la Guayana, por lo cual
las dos hoyas que ellos forman pueden reducirse í una sola. De
lo dicho resulta que las grandes mesas casi totalmente vierten
al Caribe, las llanuras al Atlántico, y sólo los rezag'os del suelo lo
hacen al Pacifico. De estas características se desprende que el pafs,
á decir verdad, no tiene ríos de primer orden sino en sus fronteras,
y que los que le pertenecen íntegramente, aunque en crecido nú-
mero, no son sino enormes torrentes en su mayor parte ; los otros
poco sirven, por no haber fijado aiin cauce. En tesis g'eneral debe,
pues, decirse que el país carece de red hidrográfica, comercialmen-
te hablando, y cdmo altas serranías dividen muchas de esas hoyas,
de unidad geográfico- política. Males son estos que exigen inmedia-
to remedio, factible en lo general ; buenas vías de comunicación.
Figura lo5 - raisaje en un río del Caquclá— Según F- Deni'
Sentado esto, podemos decir que Colombia se divide en diez
regiones hidrográficas ; á saber : las hoyas de tres grandes ríos :
Magdalena, Orinoco, Amazonas ; las de cinco ríos de segundo orden
en el país, que son el Paña, el San Juan, el Tuira, el Sinñ y el Znlia,
y dos regiones costaneras exclusivamente, sobre el Pacífico y el Ca-
ribe, divididas en varios trozos. Cuinto ala hoya del Magdalena, ob-
servaremos que, geográficamente considerada, apenas es de cuarto
ó quinto orden en el.globo, y que las vaguadas del Orinoco y Ama-
zonas sólo en pequeña parte tocan el país — siempre como fronte-
Nueva Geografía de Colombia
269
ra — cuyo territorio da al segundo ríos mayores ó iguales al mismo
Magdalena, tan grande á los ojos de la generalidad de sus hijos.
Desde otro punto de vista, tenemos que Colombia, hidrográfi-
camente hablando, comprende cuatro comarcas : Amazonia (604,000
kilómetros D) ; Orinoquia (330,000 kilómetros D); Magdalenia
(270,000 kilómetros D, incluso el Patía intercordillerano), y las
hoyas secundarias y costaneras (222,000 kilómetros D); pero bien
mirado esto, es la Magdalenia la que rige el desarrollo del país ;
de suerte que á este respecto puede decirse mide 600,000 kilóme-
tros D, pues á la hoya del río hay que agregar entonces la ver-
tiente occidental (11 2,000), el resto de la Qiribe (Costa y Panamá
1 32,000) y la porción habitada y civilizada de la oriental ( 1 1 5,000),
de tal manera que el resto de la última podría desaparecer de re-
pente, sin que semejante acontecimiento modificara en lo más míni-
mo la situación actual de la República. En los 820,000 kilómetros D
de ese resto, apenas si hay otra cosa que llanuras y selvas habita-
das por escaso número de indios salvajes.
REGIÓN
ORIENTAL
Amazonia
Orinoquia
45 unidades
22\ unidades
REGIÓN
OCCIDENTAL
Magdalenia
\t\ unidades
Porciones
secundarias
16 unidades
•
Figura 107^-Diagrama de las comarcas hidrográficas de Colombia
Rasgo único de la hidrografía colombiana es el paralelismo
y orientación propia de cada uno de los grupos de sus ríos, con-
forme atrás queda indicado y es innecesario repetir aquí.
Expuesto lo que antecede, no estará de más señalar cuáles son
los gandes centros hidrográficos que se reparten en el país con
cierto ritmo.
Ocupa el primer lugar el Macizo de Colombia^ que en breve
espacio, casi en un punto — media legua cuidrada — origina cua-
tro grandes ríos : el Patía (Guachicono), el Cauca, el Magdalena
y el Caquetá : el primero y el último, tras correr hacia el N. y
hacia el S., vuelven al W. y E., respectivamente: aquél entre
270 Nueva Geografía de Colombia
mqntes, para afluir al Pacífíco ; éste, después de curso infínitamen-
te inás largo en la llanura, para granar el Atlántico por medio del
Amazonas ; los otros dos se dirigen hacia el N., marchan para-
lelos centenares de kilómetros, acaban por juntarse, y así unidos,
siempre en la regióa montañosa, fluyen al mar Caribe. Así pues,
en ese macizo se tocan nuestras tres vertientes y se originan
los ejes de sus declivios. Luego, más al N., surgen otros dos,
uno en cada una de las grandes mesas : en la andina, el de
ParamülOf y en la granadina, el de Mesa Uaná, En el primero
nacen el SiniS, el San Jorge y el León, que empiezan con rumbo N.,
rumbo que el Sinú y el León sostienen, para ganar directamente el
mar, aunque el León, á la postre, vuelve al W., en tanto que el San
Jorge lo pierde por el del NE., para afluir al Cauca ; todos son
ríos navegables, que hacen parte de la vertiente central, siendo
el último el de menor longitud : las otras aguas del nudo son in-
significantes. En el segundo origínanse el Lebrija, el Zulia y el
Sarare : el Lebrija, tras correr hacia el SW., vuelve al N. á per-
derse en el Magdalena ; el Zulia endereza su rumbo siempre al
N., y alcanza, unido á otras aguas, el lago de Maracaibo, y el
Sarare sostiene el suyo hacia el E., para incorporarse á la vertien-
te; oriental é ir á formar el Arauca y el Apure, que se pierden en
el Orinoco ; también todos tres son navegables.
Figura Io8 — Magdalenia y territorios subordinados
En fin, al S. de esos nudos, y también á una misma latitud, las
dos mesas exhiben sendos nudos de notable importancia, como son
al E. el de Car amanta, y al \V. el de Gachaneque, Del primero arran-
can por un lado el Atrato y el San Juan, de crecido caudal, que se
dirigen primero al W., y luego- vuelven al N. y al S., sobre un mis-
mo eje, á fin de ganar directamente aquél el Caribe y éste el Pa-
cífico ; por el Este aparecen otro San Juan y el Risaralda, que se
comportan del mismo modo, aunque más pequeños, y fluyen al
Nueva Geografía de Colombia
^Tl
Cauca. De Gachaneque, y con rumbo N., se desprenden el SaraviCa
y el Chicamocha, bien crecidos, que luego se unen y vuelven al W.,
sobre el Magdalena, mientras al S. nacen el Bogotá y el Upía :
aquél corre hacia el SW., en busca del mismo Magdalena ; el
otro, después de marchar hacia el S., tuerce al E. en busca del
Meta : como se ve, guarda notable analogía con el nudo de Co-
lombia, del que difieren los cauces en su configuración tectónica.
Figura 109 — Perñl de los dos principales grupos de ríos andinos para indicar la
diferencia inicial de sus parábolas
Muchos Otros centros hidrográficos hay en el país, pero en
los cuales cuando más una de las corrientes originadas tiene curso
dilatado. En Panamá se distingue el de Espíritu San/o, origen del
Bayano y el Chucunaque, que describen notable arco ; en la mesa
andina» el líuila, origen del Saldaña, el San Miguel, que lo es del
Nare y del Porce-Nechí, Cayambe y alguno otro. En la mesa
oriental señalaremos El Nevado^ Chaquira^ Jurisdicciones y Chita^
principalmente. En fin, debe citarse la sierra de Santamarta, que en
su flanco E. hace con el Cesar y el Ranchería lo que Caramanta con
el Atrato y el San Juan, sólo que el primero no lleea al mar. Por
último, el Caquetá también guarda algunos d,e mediana importan-
cia, relativamente hablando.
Esto sentado, y repitiendo que las divisiones hidrográficas son
falsas, cuando no se acomodan á las naturales del terreno, bueno
es hacer un rápido estudio sobre cada una de las tres vertientes en
que se divide el país :
Ríos andinos — Si la masa andina por su extensión, altura y
cantidad de lluvia que recibe, es el verdadero centro, el corazón
hidrográfico de Colombia, nuestros grandes ríos semejan arterias
por donde las aguas, es decir, la sangre y la vida de los continen-
tes, se escapa hacia las extremidades. Aun cuando sólo el Patía,
el Sinü y Magdalena-Cauca parecen formados en pleno Ande,
los grandes ríos orientales y el Atrato y el San Juan también lo
NinvA Geografía de Colohsia
son, ya porque en ellos abren sus fuentes, ya porque de ellos n
ben sus principales afluentes.
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5 *
II
Nueva Geografía de Colohbu
Jtíos de la llanura.- Cuanto á los ríos que se forman en las re-
giones bajas, ninguno reviste importancia considerable entre los
que corren al N. iS al W., y los que lo hacen al E., ó sea los
de las llanuras, por lo general tributan á alguno de los nacidos en
los Andes. Sin enibargo, unos y otros se distinguen por la longitud
y la sinuosidad de su Curso, de ordinario muy lento, si no en su
totalidad, s( en grandes trayectos; los rápidos que á veces los
alteran son el rasgo que más los asemeja á los ríos andinos pro.
píamente dichos.
o y los Llanos, según E. Andrée.
Por lo que hace al Istmo, la carencia de anchas zonas impide
se hayan formado allí ríos dignos de tal nombre, salvo en los ex-
tremos, 6 sea en los puntos de enlace con la América del Sur y
con la América Central.
1. Vertie>te occidental ó del Pacífico. — Es la más pequeña
de las tres en que se divide el suelo colombiano, pues se compwne
de estrecha y larguísima faja de tierra que se pliega en gigantesco
arco de la frontera del Ecuador á la de Costa Rica y envía al mar
las aguas caídas en poco más de 1 2 millones de hectáreas por me-
dio de 200 bocas que ruedan unos S-Ooo metros cúbicos por se-
gundo, y de las cuales pocas — sólo cuatro — corresponden á co-
rrientes de alguna signíñcación : en general son riachuelos á que la
marea presta cierto valor.
Esta faja sólo adquiere alguna anchura hacia el S., y en el
centro se reduce en algün trecho al simple escarpe de baja serra-
nía muy próxima al mar (Baudó), lo cual la divide en dos porcio-
—Carla de la parte occiJenlal Je Colombia. Escala : i : 6.000,000
NüKVA Geografía de Colombia ^75
nes : la ístmica y la continental. La vertiente del Pacífico está, puep^
limitada por la cordillera del Quindío (flanco occidental), del nudo
de Huaca al macizo de Colombia ; por la cordillera del Chocó, del
cerro Munchique al páramo Tatamá (istmo de San Pablo); por lá
serranía de Baudó, del cerro de este nombre al de Aspa ve ; y, en
fin, por la serranía de Panamá, de Aspa ve á Cruces, ó sea compren-
de la falda izquierda de una serie de relieves y por trozos también
la derecha de los mismos, de suerte que no coincide ni con las
cuencas geológicas ni con las orográficas, tomando estos vocablps
en su más lata acepción.
El área total de la vertiente, que mide más de 1 12,000 kilóme-
tros D, se distribuye así : Serranías de Panamá, 34,000; Serranía
de Baudó, 16,000 ; cordillera del Chocó, S3,ooo; y cordillera del
Quindío, 9,000. Desde otro punto de vista, de ese total 46,000 son
panameños y 76,000 caucanos, y si del Chocó se le escapa á Ip, ver-
tiente toda la hoya- del Atrato, compensa esta pérdida absorbiendo
al S. la intercordillera en la parte que corresponde á la hoya inter-
andina del Patía. La magistral de esta vertiente, en más de un
punto señalada por humildes relieves al pie de enormes parame-
ras, mide 1,900 kilómetros de desarrollo, y la faja que la constituye,
si en unos puntos alcanza hasta 225 kilómetros de amplitud, en
otros disminuye de tal manera que no mide una legua de anchura.
La superficie citada se descompone en dos porciones. Lá sep-
tentrional, dirigida de W. á E., mide unos cinco millones de hectá-
reas y encierra 340 ríos, que van al mar por 120 bocas : no es otra
cosa que el declivio meridional de la serranía ístmica, con anchura
varia en extremo, nunca superior á 20 leguas, reducida á 2 en al-
gún punto ; las aguas, en general, corren de N. á S. agrupándose
en haces máximos, como se comprende, en David, en la península
de Azuero y en el Darién, donde el mayor de sus ríos se compone
de dos grandes brazos abiertos sobre eje de NW. á SE.
Dicha región ístmica de la vertiente (46,000 kilómetros D), na
encierra ningún río notable ; los más de ellos apenas miden de 40
á 80 kilómetros de curso, y sus hoyas no exceden de unas pocas de-
cenas de kilómetros D; muchos no son sino arroyos, pero como la»
mareas suben hasta 12 metros en esa costa, las bocas se transforman
entonces en rías que permiten la navegación por algún trecho. En
.Chiriquí merecen mención el Chiriquí viejo, el Chiriquí del Sur, que
forma el puerto de David y el Tabasará ; en Veraguas, el San Pa-
blo y el Santa María, que miden 150 kilómetros y desaguan en
las bahías deMontijoy de Parita,á ambos lados de la península de
Azuero ; en Panamá el Riogrande, y en Azuero el de los Santos ;
en el Darién el Bayano, el Tuira (270 kilómetros) y el Sambú que
tienen mayor caudal debido á mayoresjprecipitaciones atmosfé-
ricas en esa parte del istmo.
La porción meridional, tendida de S. á N., mide cosa de 8 mi-
llones de hectáreas, en que 240 ríos forman 99 bocas: es el* declivio
occidental de Baudó y de una parte de la mesa andina ; su anchura
es varia, y rumbo N. se estrecha en escalones, pasando así de 40 £
2 leguas ; al S. penetra en la mesa andina hasta la cresta del
Quindío (Patía), luego retrocede para no ocupar sino el flanco W.
de la del Chocó, de Munchique á Caramanta (Buenaventura), pero
276 Nueva Geografía de G)lombia
absorbiendo los dos declivios de Baudó (San Juan), y al fin se re-
duce á la falda W. de este último relieve, desde el Istmo de San
Pablo hasta la cumbre de Aspavc. El crecido caudal de los ríos
de esta porción proviene de la intensidad de las lluvias que baten
el Chocó.
A lo largo de la costa continental se hallan sucesivamente el
Baudó, que riega el valle central de la serranía á que da nombre ;
el San Juan, de rumbo opuesto al Atrato, y como éste, de consi-
derable caudal en relación á su hoya y delta terminal de bastante
extensión ; después aparecen el Dagua, el Micay, el Guapi, el Iz-
cuandé y el Tapaje, tipos de los ríos del bajo Chocó ; el Patía, tan
notable por abarcar entre sus brazos todas las breñas de Tuque-
rres, Pasto y Almaguer y las llanuras que le dan nombre, y en fin,
el Mira, de análogo régimen y colombiano sólo en su parte extra-
andinik
Insistimos. Esta sección que absorbe casi todo el Chocó, pues no
deja fuera sino la hoya del Atrato, varía muy notablemente en sus
caracteres, pero en general puede decirse que se compone de una
faja (I.) de clivio de montes, más ancha en la mitad sur que en la del
norte, y de una zona (D.) intercordillerana, adosada por el E. á la
primera mitad de la anterior, por lo cual la englobaremos en ella.
La primera mitadó porción Sur del bajo Chocó aparece surcada por
tres corrientes importantes y paralelas (SE. áNW.) que corren á
14 leguas de distancia por valles de 25; estas corrientes (Mira, Pa-
tía é Izcuandé) tienen así en su hoya una parte W. donde corren ya
formadas, y otra E. donde, entre altos relieves, reciben numerosos
afluentes que compenetran el suelo que ellos bañan. Además, los dos
primeros se acrecen con aguas venidas de la intercordillera, y entre
ellos la costa, por abrir el seno de Tumaco, no guarda corrientes de
importancia ; entre el Patía y el Izcuandé, colmado el antiguo seno,
aparecen otras más crecidas, y al N. de la última el suelo se trans-
forma. La segunda mitad del mismo hacia su centro ofrece en los
farallones de Cali nudo que irradia aguas paralelas al WNW. y
NW., entre otras que complican su régimen por abarcar su hoya
porciones altas ; al N. está el Dagua, que forma martillo y envuel-
ve así, al S., varios riachuelos ; al S. está el Micay, que se com-
porta del mismo modo, pues es paralelo al otro (del que dista 19
leguas), sólo que como en su primer trozo (de S. á N.) está más
alejado del Pacífico, deja campo á aguas que si corren de E. á W.,
aumentan hacia el S. para crear las últimas río de mayor cau-
dal y hoya aledaña á la del Izcuandé. Como se ve, el litoral de esta
mitad (bajo Chocó) corre rectamente entre dos bahías formadas
por bruscas salientes de la tierra firme.
Analicemos los ríos de la vertiente volviéndonos del S. al N.
En primer lugar aparece el Mira (curso en Colombia 24 le-
guas), que reúne sus primeras aguas en la mesa ecuatoriana (Iba-
rra), de la cual baja con bruscos cambios de dirección hasta apode-
rarse, por último, del valle de su afluente el San Juan, originado al
W. de Cumbal, el cual lo lleva al mar paralelamente á otro de sus
tributarios, el Güiza ó Cnaiquer, que nace en Mallama, recorre una
hoya salvaje si las hay, y recibe sus afluentes de la faja que lo di-
Nueva Gteografia de Colombia 277
vide del principal. El Mira es naveg^able en Colombia por 22 le-
guas, aunque de ellas sólo 10 en vapor, que abarcan una hoya de
235 leguas cuadradas, selvosa, casi desierta, y 25 kilómetros antes
de su fin (Isla Porqusra) se divide en dos brazos que concluyen por
7 bocas y forman extenso y pantanoso d#lta de SCX) kilómetros D .
Un fKDCo al N. del anterior desemboca el Paiiay crecida cuan-
to notable corriente por su extraño régimen. A decir verdad, es un
río doble con una hoya alta é interandina y otra baja ó transandi-
na, unidas las dos por la famosa estrechura de Minamá ó Guadual ;
la primera es considerable óvalo de eje S. á N. y doble declivio, en
tanto que la segunda es triángulo adosado á la otra, con eje de
SE. á NW. En la cuenca interandina se ven, pues, ríos que de todos
los puntos del horizonte convergen á reunirse en un gran plano,
al pie de Minamá ; en la otra los afluentes tan solo llegan por el S.,
bien que, como los otros, corren igualmente entre breñas : sólo en
pequeña parte marca el Patía el thalweg de su hoya, pues entre los
Andes lo fija el surco Munchique-Timbío-Patía-Guáitara-Cha-
pués (42 leguas), abierto al píe E. de la cresta del Chocó, por lo cual
sus mayores afluentes le llegan de la del Quindío divididos en varios
grupos, todos por valles-grietas, y fuera de los Andes lo indica el
surco Telembí-Patía (32 leguas), que corre de SE. á NW. y
forma ángulo con el del interior.
Así pues, la hoya interandina de este río se compone de dos
opuestos taludes, de sólo seis leguas el occidental, de diez el orien-
tal, y muy breves los del N. y el S. : el surco longitudinal recorre
las cotas de 4,ooo-r-6oo — 1,800 metros, bajando por escalones de
las más altas á las más bajas ; en tanto que el transversal marca las
de 4,000 — 600 — 2,500 en bruscos taludes. Cuanto á la porción ex-
tema, que de base sólo mide 18 leguas S. á N. (de Mallama á Caca-
negro), rebaja su nivel á un tiempo de E. á W. y de S. á N., y en
aquel rumbo baja de 4,000 á 12 metros en 20 leguas.
El Paita es el segundo río de este litoral por la masa de sus
aguas, pero el primero por la magnitud é importancia de su hoya,
salvo pequeñísima porción (al S.) íntegramente colombiana, y que,
segdn se dijo, por modo natural se divide en dos porciones : lito-
ral la una, intercordillerana la otra más rica y poblada. El Patía
nace en plena mesa andina, en el macizo de Colombia, al lado de
los ríos Cauca, Magdalena y Caquetá, si se considera como rama
madre el Guachicono. De ordinario se miran como cabeceras del
Patía las aguas de los ríos que se originan entre la cuchilla del
Roble y la Sierra, nacen por lo mismo en el Sotará ó su principal
estribo del N., corren primero de E. á W. y luego vuelven al SW.,
de suerte que al pie del cerro Guavas (cordillera del Chocó) están
ya unidas en un solo cauce, á que se han mezclado algunas que
brotan en la opuesta crestería. A este cauce, ya nombrado Patía,
siguen afluyendo por la izquierda riachuelos sin importancia, en
tanto que por la opuesta banda le caen dos grupos considerables
de afluentes. El primero lo ^constituye el Dosrtos, formado por el
Guachicono y el &« Jorge, que se juntan en la llanura poco antes
de morir : el Guachicono, que describe un arco acentuadísimo, re-
coge las aguas paralelas que entre angostas cuchillas surcan las
tierras que median entre la Sierra y el páramo de Almaguer ; el
áy& Nueva GEOcRAriA de Colombia
San Jorge hace lo propio con las nacidas en la tierra no menos
quebrada, pero que en otra forma se dilata de ese páramo á la
montaña de Bateros. El segundo grupo lo forman el Mayo y el
Juünamhúy célebres en los anales militares de Colombia, y cuyas
bocas no distan una legua : los dos nacen muy cercanos, en el gru-
po volcánico de las Animas, ambos formados por dos ramas prin-
cipales, y corren más francamente de E. á W. por grietas-valles
que separa la montaña del Arenal, que las aleja bastante hacia la
mitad de su curso, recibiendo el Juanambü por la izquierda el tri-
buto de las aguas que riegan las breñas de Pasto.
En la boca del Juanambü el Patía principia la acentuada
curva que lo lleva largo trecho al NW., y en cuyo trayecto fran-
quea la cordillera del Chocó por la formidable hoz que dominan los
cerros Cacanegro y Sotomayor, vulgarmente denominada estre-
cho de Minamá, donde el cauce apenas cuenta cinco metros de
anchura en algún punto y baja de 600 á 2.Q0 metros, por lo cual en
muchos kilómetros el antes navegable río se transforma en conti-
nuado raudal, con algunos pasos peligrosos para las embarcacio-
nes. Intertanto cruza la cordillera, recibe por la derecha el San
Pablo y formado en la montaña del Castigo, y un poco antes, por la
otra banda, y muy cerca del Juanambü, el Guáitara.
El Guáitara^ conocido por lo salvaje de su lecho y lo preci-
pitado de su curso, es el tipo del río de la entrecordillera, cjie no
puede ser sino un colosal torrente : el Guáitara en los 100 kilóme-
tros de su longitud baja unos 3,000 metros sin un trecho de repo-
so, porque su cauce no es sino una enorme grieta entre escarpas
de 800 á 1,000 metros, abierta en la cordillera por los mismos fe-
nómenos que le dieron el ser, de suerte que es el rasgo tectónico
originario de la actual cuenca hidrográfica del Patía, ó sea el ihal-
weg de la comarca antes de la aparición de las traquitas. El Guái-
tara, que nace en el Chiles y se llama Carchi en sus primeros ki-
lómetros, ó sea antes de que pase bajo el puente natural de Ru-
michaca, engloba en su parte alta las altiplanicies de Tüquerres
ayudado por el Sapuyes (D.)> Q^^ ^^ tributa no Jejos del Angasmqyo,
quizá el río más salvaje de Colombia, y en la baja, ix)r medio del
Bodo (D.) y de varios torrentes, la mayor parte de las del Volcán
Galera, frente al cual lo engrosad Pacual{l.), el más largo de sus
afluentes.
Así engrosado el Patía, ya gran río, penetra en los desfilade-
ros de la cordillera del Chocó *, donde entre raudales y angostu-
ras increíbles está el singular remolino del Culebrón, buscando la
llanura que baña el Pacífico, en la cual ha divagado su lecho, gira
al SW. y carece de afluentes por la izquierda, en tanto que por la
opuesta banda, después de caerle algunos de escasa importancia, lo
engrosa el poderoso 2ele??¡bí (125 kilómetros), casi tan caudaloso
como él mismo, cuyas fuentes se abren al respaldo de Tüquerres,
no lejos de las del Cuaiquer y del Pacual, y recibe varios afluentes,
el más occidental de los cuales, el San José (S. á N.), apenas dista
25 kilómetros de la bahía de Tumaco.
* Esta hoz de Minamá-Salto es indudablemente la más notable qae en
fn especíe^uardan los Andes.
Nueva Geografía de Colombia 279
A partir de la boca Telembí el Patía con exageracki anchura'
tuerce al N. W. y avanza majestuoso en largos giros surcando tierraá'
bajas llenas de pantanos y ciénagas, pero con algunos oteros y al-.
tozanos, rebasados los cuales, al N. del seno de Tumaco, con el
cual se une por medio de la vasta laguna de Chimbusa, se abre
en varios brazos para formar un delta que hace juego al del Mira,
siendo de notarse en él las bocas Grande y Majagual,
Es, pues, el Patía una corriente considerable cuyo curso as-
ciende á 80 leguas, de ellas 45 en la entrecordillera, y que recoge las
aguas de una hoya de 25,000 kilómetros D, de los que 16,000 que-<
dan entre montes, por lo cual su curso se divide en alJo y bajo. Por
desgracia, presta poca utilidad como camino, á pesar de reunir el.
tributo de 80 ríos y 400 arroyos, por culpa de esa división, pues'
aun cuando en la entrecordillera es navegable para barcas peque-
ñas desde Dosríos hasta el Guáitara (13 leguas), y antes otras ib.
para canoas, luego es muy difícil hacerlo á causa de la estrechura
de Minamá y los fuertes raudales del Guadual y el SaltOj como que
baja 560 metros en 80 kilómetros. A partir de este punto, admite
de nuevo barcos pequeños por 18 leguas, y después, por otro tanto,
desde la boca Telembí, ya soporta buques de vapor todo el año.
El Telembí admite éstos hasta Barbacoas (6 leguas).
Entre los deltas de Mira y Patía se abre el seno de Tumaco,
en el cual desaguan varios riachuelos poco importantes. Al Nrdel
ultimo y á 16 leguas de él está el Izcuandé, y entre los dos quedaí á
media distancia entre la cresta y el mar, un arco de ciénagas^
— principales. Caballos y Guascaona — que marca un antiguo litoral,
y de las cuales salen varios riachuelos, entre los que prima el San^
quiangüy que nace más adentro y cruza el centro de esa zona, muy
plana, llena de caños que se unen á los dos ríos últimamente cíta<-
dos. Antes del Izcuandé corre el Tapaje (90 kilómetros SE. á NW.),
raro conjunto de brazos cuyos orígenes están en Laguna Brava y
cerrillos de San Luis.
El Izcuandé es una corriente importante de rumbo WNW. que
mide 1 25 kilómetros de curso y recoge las aguas de vasta zona
(125 leguas D) de la cordillera — de Cacanegro á San Juam— en for-
ma de numerosos tributarios que casi íntegramente le afluyen por la-
I. Fórmase el río con el Izcuandé y el Izcuandecilo, que envuelven
por el W. el macizo de Tamar, tras lo cual toma el rumbo indicado,
recibe (D.) el Munchique, nacido en San Juan, y á poco presenta un
salto que lo lleva á regiones más bajas, que lo engrosan con La
Junta, Maiambí y San Luis (casi de S. á N. y paralelos), pero en
seguida, ya navegable — 60 kilómetros, — corre con sólo arroyos por
afluentes, bien que intensas lluvias compensen esa falta, y concluye
en curioso delta de seis brazos simétricos y arqueados, que llevan
al mar 300 metros cúbicos por segundo.
Doce leguas median entre este río y el Micay, y entre Iqs dos'
y al respaldo del ramal de Timbiquí se hallan de S.-N. Guapi,
Guajuy Timbiquí y Saija, pequeños los centrales, mayor el primero,
que nace en Guapí y recibe media docena de afluentes que le son
paralelos (W. á E.), y salvo uno, todos por su D., siendo notable el
Napl (el más N.) por sus numerosos saltos. Cuanto al Saija, que
2^0 Nueva Geografía de Colombía
corre de S. á N'. antes de volver al W., recibe alg^unos afluentes,
primando entre ellos otro Patía.
El Micayy notable por lo extenso de su hoya (200 legfuas D ) y
lo raro del relieve de ésta, en verdad no se llama tal sino cuando ya
se hám reunido todas las corrientes nacidas dentro de una U formada
al E. del cerro San Juan y que llevan rumbo W., ó sea siguiendo el
eje del Chuari, que nace en cerro Naya. En el fondo de la U surgen
San Juan y Guachiio, que corren (NW.)buen trecho paralelos al pie
de Timbiquí antes de juntarse, tras lo cual giran al N., y por la D.
reciben el Mechen gue, el Agu aclara y el Siguí, éste formado por dos
brazos paralelos á Chuari; el otro, nacido entre las serranías de Si-
guí y Aguaclara, y el Mechengue, el mayor de todos, resulta de su
unión con el San Joaquín, que delinea ángulo que envuelve la se-
rranía de aquel nombre. El San Joaquín se prolonga antes y hacia
el S. con el San Joaquincito, por lo cual forma surco S. á N. al
pie del cerro Picacho. En fin, al \V. del ramal de Timbiquí está
el Joli (S. á N., al respaldo del Saija), desde cuya boca son nave-
gables estas aguas (12 leguas), que entran al mar por sólo dos
bocas : el Micay-San Joaquín recorre 1 75 kilómetros.
En seguida, ó sea hasta el Dagua, se hallan varios ríos que
forman tres grupos dobles de corrientes paralelas, menores en el
del centro (Cajamhre, Timba : 10 leguas al WN. W.), más cauda-
losos en el del S. {Naya, Turumangm : 18 leguas al W.), y de
hoya más montuosa los del N. {Raposo, Anchicayá: 14 al NW.),
que terminan en pequeños deltas. En fin, el ultimo río del Bajo
Chocó (Dagua) deriva su importancia de guardar en su cuenca la
vía que une á Cali con Buenaventura. Este río, cuya hoya trian-
gular es análoga á la del Micay, queda encerrado entre dos gran-
des estribos cuyos próximos remates destroza : nace en los farallo-
nes de Cali y corre primero al N. y luego al W. ; su cauce, notable
por sus violentos y numerosos meandros, se abre al través de larga
serie de escalones del terreno por medio de saltos y rápidos que
no terminan sino muy abajo, yendo entonces tranquilo á perderse
en la bahía por una sola boca. En la montaña, cuando va de S. á
N., lo hace entre dos pequeños afluentes que le son paralelos: el
Biiaco á la D y el Pepita á la I. Antes se navegaba el Dagua con
grandes peligros en 20 de las 30 leguas que mide su curso.
De Mataje al Dagua se cuentan, pues, más de 30 ríos que, casi
todos, concluyen en deltas próximos que se unen por caños hasta
poder decir que no forman sino uno solo, por lo cual resultan ora
uno, ora varios canales paralelos á la costa; ventajosa disposición,
ya que aquélla es un tanto peligrosa. De esos ríos, hasta los más
pequeños son navegables siquiera sea en corta longitud, merced al
auxilio de las mareas y de las fuertes lluvias que bañan la región.
A más de 1,000 kilómetros suben dichas porciones navegables,
todas bien unidas entre sí, y que constituyen la joya de la red hi-
drográfica del país.
Cuanto al litoral del alto Chocó, á pesar de su gran desarro-
llo, si se exceptúan el San Juan y el Baudó, carece de ríos pro-
piamente tales ; hay sí numerosos arroyos, en especial al S. del
segundo, en donde también son más crecidos y recorren suelo más
plano, pues más al N. se abren paso entre alturas. Como en el bajo
Nueva Geogbafia de Colombia
Chocó, muchos, sí no todos, son navegables en pane más ó menos
g^nde, y varios adquieren grandísima importancia por facilitar rá-
pida comunicacidn entre el mar Pacifico y el Caribe por medio del
Atrato y las numerosas depresiones de la Serranía de Baudó ; los
más notables son Bahía (lO kilómetros) y Ciipica (30). Por lo que
hace á Baudó y San Juan, más dilatado ¿sto, ambos corren de N,
¿ S., el primero paralelo al Aíralo, de inverso rumbo, más cerca
al mar el seg'undo, y á la postre vuelven al ocaso á concluir en un
delta extenso el segundo, pequeñísimo el otro.
El San Juan es el más caudaloso de los tributarios del Pacífico
en la América del Sur, pues rueda 1,300 metros cúbicos por se-
gundo, no obstante lo reducido de su hoya (12,000 kilómetros D)
y lo corto de su curso (400 kilómetros), que, deducción hecha de
curvas, se reduce á 35 leguas, distancia recta que separa su boca
del Istmo de San Pablo, y forma el canal de desagüe de una zona
rectangular (32 leguas S. á N. x 15 á 20 E. á \V.), que al SW. se
completa con crecido delta, á modo de apéndice, á donde llegan reu-
nidas las aguas de 37 ríos y un centenar de grandes arroyos, todos
de rico caudal, merced á lo Intenso de las lluvias en el Chocó.
fita (incdilo).
Nace',el San Juan no lejos del cerro Caramanta, entre el Pa-
ramillo de Andes y el Alto de Las Palmas, á poco más de 2,000
metros de altura, y entre sus afluentes el Águila (I.) y el Taíamá
(D.), corre al S\V. primero y luego al W., describiendo un arco
que pasa por Tadó (96 metros), y lo lleva á San Pablo, donde en
violento codo,'al pie del conocido istmo de esc nombre, cruza
Nufva Gcetra/la de Ctlfmiia tomo 1—19
282 Nlkva Geografía de Colombia
al S. envolviendo las eruptivas Mojarras de Tadó, á sólo 25 kiló-
metros de donde el Atrato procede del mismo modo para girar
hacia el N. El San Juan, que en su marcha al S. corre un momen-
to al resf)aldo del Baudó y luego al del Pacífico, avanza descri-
biendo grandes curvas llenas de infinidad de meandros y brazue-
los. En este trayecto el río, que por la D. sólo recoge arroyos, por
la I. se engrosa con verdaderos ríos como son el lamaná^ de rau-
do curso y en parte hijo del enorme cerro Torra que le da el Su-
rama ; el Sipiy tan grande como el principal, que no nace en la
cumbre magistral y recoge el Garrapatas, que si brota en ella
cerca del Tamaña, corre de N. á S. casi en el lomo de la cordille-
ra, y luego tuerce rumbo describiendo enorme curva de seno vuel-
to al S. ; y el Calima ^ vecino del Dagua y que cortos arrastrade-
ros enlazan á la bahía de Buenaventura. Entre este último y Sipí
se abren las bocas de Jujiadó, Cucurrupi\ Copomá y MungutWó, de
bastante caudal.
La hoya del San Juan ofrece mínimos declivios al N., S. y W.
y mayor al E., puesto que el del ocaso apenas mide de i á 6 leguas,
en tanto que en el último sube á 19 y guarda valles crecidos que
terminan sobre la opuesta falda, por lo cual puede decirse que el
San Juan es simple canal de N. á S. al pie de los bajos relieves de
Baudó, canal que recoge las aguas de la cordillera del Chocó (de 2 J
kilómetros de altura), cuyo curso ordinario es de 60 á 80 ki-
lómetros ; dicho canal, que á su I. lleva altas barrancas y á la D.
tiene grandes espacios casi planos, pues sólo los esmaltan oteros y
colinas, ofrece pequeño desnivel (90 á 10 metros en 25 leguas), que
contrasta con el de los ríos de la I., en buena parte de su curso gran-
des torrentes nada más. El muro W. de la hoya se compone de tie-
rras uniformes, regadas por arroyos, en tanto que al E. el relieve,
muy complejo, presenta en su centro y en su lomo un largo surco
(16 leguas) que fracciones análogas continúan al S. y N. y al lado
del cual mide menos amplitud la falda de la serranía, quedando, de
consiguiente, dividida en dos porciones la hoya: esta división la
marca el curso del Jujiadó^ único de rumbo al NW. entre los gran-
des afluentes del San Juan, y único también, con el Copomá, que no
nace en la alta cresta chocoana. *
Así formado el río, tuerce al W. por entre las últimas colinas
del ramal de Baudó, pero á poco (S leguas), en Cabeceras, se abre
en dos brazos : Charamlirá (al NW.), Sati Juan (al SW.), que luego
se subdividen en otros y forman delta que en su centro guarda la
isla Esteyankoy^xwxe 17 más, delta que delinea saliente curva de
9 leguas con 10 bocas: en el centro Chavica, al N. Charambirá y
al S. San Juan, la que lleva más agua ; el delta mide 20 leguas
cuadradas, pero sus tierras son muy bajas y se inundan con la ma-
rea. Al contrario, en el valle propio nunca las aguas ocupan mucha
extensión, ya que el río poco modifica su caudal, pues puede decirse
siempre va crecido; su cauce ordinario mide 200 metros, que con
frecuencia los brazos é islas aumentan á 400 y aun á más, bien que
• Véanse afielante las cartas que ilustran la descripción del Atrato.
Nueva Geografía de Colombia 283
á expensas del fondo, que en el primer caso en general pasa de 10
metros.
El San Juan es un río importante en cuanto á navegación : de
su boca á San Pablo (25 leguas) soporta hoy vapores pequeños,
pero los admitirá mayores, mejorada la barra de sus bocas, donde
el fondo se reduce á i| y 2 metros ; los brazos laterales (alto San
Juan, Tamaña, Sipí, Calima) reciben barcas por 6 á 8 leguas, tér-
mino medio, y canoas por 3 á 5 más, aunque con dificultades ; los
demás afluentes lo hacen por i á 3. Tenemos, pues, una red nave-
gable que á lo menos mide 100 leguas y penetra por todas partes
esta importantísima zona. En el canal madre el accidenie más no-
table es la gran isla de Garrapatas (una legua), un poco al N. de
Noánama.
El Baudó es un río notable, no tanto por la extensión de
su hoya (75 leguas cuadradas), la longitud de su curso (30 le-
guas) ó lo majestuoso de su valle, simple faja de 2 á 8 leguas
entre cumbres medianas, salvo en sus orígenes, cuanto por correr
paralelo cerca de la costa (^ á 4 leguas ; 8 sólo al respaldo de la pe-
nínsula de Corrientes) y paralelo (á unas 5 leguas) á la vez que
con rumbo opuesto al Atrato, teniendo rápidas comunicaciones
tanto con éste como con el Pacífico. Nace el río en la cuenca de
Nacora, óvalo entre cerros crecidos, donde se reúnen varias co-
rrientes (algunas de las cuales tienen su origen cerca del mar) que,
unidas, toman al S. por largo y angosto corredor, donde el cauce
que recoge numerosos arroyos, se ensancha luego para dar campo
(I.) al Btrreherre, Después el valle se estrecha de nuevo un mo-
mento, y el río cruza en curva al W. (6 leguas), pasa por Baudó
y va á concluir en un pequeño delta ; al girar al W. recibe (I.) el
Pepe y el mayor de sus tributarios (8 leguas).
El Baudó, que rueda 200 metros cúbicos por segundo, recibe
7 riachuelos y 35 arroyos grandes, soporta embarcaciones media-
nas (12 leguas) primero y pequeñas después (10 leguas) ; cerca del
mar, donde sus barrancas (9 metros) desaparecen, el suelo aledaño
es anegadizo.
El Samhú es un río de condiciones muy análogas al Baudó en
curso (25 leguas), área de su hoya (70 leguas cuadradas) y caudal,
sólo que corre de S. á NW. por valle más y más amplio entre el
lomo costanero del Sapo al W. y el eje de Baudó al E., el cual
lo sép)ara del Tuira. Buena parte de su curso va sin más afluen-
tes que arroyos, pero luego recibe el Jungurudó (5 leguas), que
le es paralelo á su D., y ya en su boca, en la bahía de Gara-
chiné, el Pinuguillay que tiene valle paralelo á su I. Este río ofrece
menos curso navegable que Baudó (16 leguas), pero recibe embar-
caciones de mayor calado (6 leguas) por el auxilio de mareas más
altas.
Así pues, en este largo litoral de 85 leguas que median entre
las bahías de Garachiné y la Buenaventura, excepción hecha de los
tres ríos descritos, sólo se hallan breves corrientes (el máximum 9
leguas que corresponden al Docampadóy al W. de Garrapatas), que
las mareas hacen navegables en cortoo trecho y que algunos arras^
iraderos unen á los mayores que corren á la espalda de sus hoyas.
2^4 Nueva Geografía de Colombia
Por lo que hace á la seg'unda sección de esta vertiente Pací-
fica, 6 sea la meridional del Istmo de Panamá, por más que mide
considerable longitud, carece de anchura, y sus ríos, bien que muy
numerosos, son muy cortos — salvo en la parte oriental, donde se
halla el Tuira, debido á que allí corren paralelas las cumbres de
Baudó y Sandí, formando amplio valle. Por lo demás, la vertiente
ístmica se subdivide netamente en dos mitades : al E. la faja que
rodea el gran Golfo de Panamá, y al W. (allende la península de
Azuero) la que abraza lo que puede llamarse gran golfo de Coiba
6 de David.
En la región del golfo de Panamá se halla en primer lugar el
golfo del Darién del Sur, ó sea el remate del Tuira ; después, naci-
dos en Cañaza, se encuentran varios ríos, entre ellos San/a Bárbara
(N. á S., 13 leguas), que termina en la boca del citado golfo, y Cai-
mán (Sleguasal SO.), de amplia boca y temporal navegación (3 le-
guas) ; luego las corrientes disminuyen para dar campo detrás de
ellas á la hoya del Bayano, cuya boca dista 22 leguas en línea recta
de la del Santa Bárbara ó Congo. En seguida aparecen varías aguas,
N. á S., que se agrupan para formar el Chico, el Pacora (8 leguas)
y el Tocumé; ríos á que siguen otros del mismo curso, pero mucho
más pequeños, y son los que bañan la faja importantísima de la
vertiente de Yeguas y Culebras, alzada al N. de la ciudad de Pana-
má ; * distingüese ante todo el Éiogrande, que abre sus brazos en sur-
co al pie de la última, y luego riega el valle que termina al W. del
puertode Panamá, entre lo cerros Ancón y Cabra, y recibe dos afluen-
tes que forman surco paralelo al primero, ó sea perpendicular al va-
lle ; el río mide 5 leguas, y será en parte cortado por el Canal in-
teroceánico (?). Al W.de Cabra está la importante hoya del Caimito^
conjunto de brazos que convergen sobre el mar, siendo los principa-
les Aguacate al E. y Caimito al W., fuentes que absorben el declivio
de Ahogayeguas : el río, que mide 5 leguas y que en sus orígenes
tiene muchos saltos, se navega en pequeño trecho. En fin, corre
después el Capira, cuyos dos brazos describen, antes de reunirse,
violenta curva con que envuelven la mole del cerro Trinidad.
Hacia el W. el suelo se transforma : es faja eit que co-
rrientes por lo general sueltas cruzan las llanuras de Chame y
Antón, divergen á partir del cerro del Picacho, por más que mu-
chas no nazcan en él mismo, y aumentan su curso en el citado
rumbo : las primeras van de E. á W., las ultimas de N. á S., pri-
mando el Antón (9 leguas), que nace dentro de las montañas, en
la cuenca de Vallegrande, laque rompe para salir al mar por Antón.
Las siguientes aguas, de Vallegrande á Cerronegro, convergen
oblicuamente scbre el eje que de la sierra Coclé baja al S., hacia
el' golfo deParita, para formar el Riogrande, de magnífica boca.
Pequeños riachuelos caen luego al citado golfo de Montijo, an-
tes del crecxáo Santa María , i que siguen los de Parita y Los Santos,
ya en la península de Azuero. En la misma y en este su declivio
oriental hay otros varios, siendo el principal de ellos elGuararc, for-
mado por dos brazos. El río de Los Santos (80 kilómetros), el más
crecido de la península propiamente dicha, tiene su hoya entre las
• Véase la ñgura 117 (croquis del Istmo}*
Nueva Geografía de Colombia 285
cumbres de Cerrog^rande y Nuco, en Guayabal deja las breñas, y
sin recibir afluentes cruza al E., y por último al N., describiendo lar-
gos meandros en la baja llanura, donde lo engrosa el Estihano (D.),
que le es paralelo y nace al lado del Guararé, al pie del cerro
Quema. El Pariia (C. 8 leguas) ocupa una hoya menos extensa :
lo forma un haz de corrientes que nacen al E. de Tijero y al N.
de Nuco, y juntas se dirigen al NE. entre suelos realzados. En fin, la
parte S. de la península está ocupada principalmente por la hoya
del Guere (50 ks.), entre los macizos de Cerrogrande y Montuosa.
Cuanto al Santamaría, que hace juego al San Pablo, que corre al
otro lado de la península, es un río complexo, pues su hoya es doble ;
baja al E. é intercordillerana al NW., por lo cual recoge las aguas
de 25 ríos y otros tantos arroyos grandes ; 20 leguas separan el
origen y la boca por la corriente más larga : Mulabá-Santa Ma-
ría. Nace el río al pie del cerro Baltasar, y lleva rumbo al SW .
por tierra fragosísima que le da aguas por uno y otro lado, pero
en Santafé se apodera de un hermoso valle que lo lleva al S., vallé
en el cual corre con numerosos meandros entre Gahm al E., y el
Higui y el Corita al W.; todas esas aguas se reúnen hacia San Fran-
cisco, desde donde el río cruza al E., rompe las alturas y tuerce al
SE. por la baja llanura de Cocobó, para recibir por la I. aguas que
bajan del N. (principal Guías, 7 leguas), y por la D. otras que vie-
nen del S. y forman el Cañaza (W.) y el Escobal (E.), de curso poco
mayor, que riegan una llanura realzada. Así pues, este río ocupa
una hoya de ico leguas cuadradas, la primera, en el centro del Ist-
mo, por su riqueza, y se navega por 5 leguas. Como se ve, la faja
de tierra que rodea el golfo de Parita, de Punta Mala á Playa
Grande, se descompone en dos zonas que forman ángulo, y en cada
una de las cuales dominan corrientes de un régimen dado.
La entrada del golfo de Montijo es centro sobre el cual con-
vergen las aguas de las dos opuestas vertientes de las penínsulas de
Azuero y Tambores ó Palmas, mientras en su fondo caen las que
nacen en la cordillera misma ; parece, pues, que dicho golfo fuera
tierra roída por el mar. En el fondo del seno caen el San Pablo (D.)
y el San Pedro (I.), que describe arco sobre el otro como cuerda.
El San Pedro, navegable 6 leguas y cuya hoya está al W. de la baja
del Santamaría y en condiciones análogas, nace en las tierras de
Cañaza (loma San Juan) y |X)r 1 3 leguas baja al S. describiendo
arco de curvas de seno vuelto al W., entre el Chorros y Cavihora á
su I., que le son paralelos y le fluyen cerca de su boca, y Vacai,
Acltta y Jesús, á la D. El San Pablo, curioso río de 20 leguas de
curso N. á S. (7 navegables), y grandes curvas, marca surco de
crecida hoya y se compone de dos brazos, el nombrado y el Cobre,
que sólo se unen 5 leguas (navegables) antes del mar ; ambos
recorren primero cuenca alta que dejan por rupturas próximas á la
loma de Baró, que los separa buen trecho con largo espolón; arri-
ba los divide el cerro Plata, pero en tanto que Cobre va sólo de N.
á S. desde el cerro de su nombre y lo engrosan aguas de Tambo-
res ó Palmas, el otro se compone de tres brazos.
De Tambores á Burica las aguas aparecen creando haces
convergentes de modo que los ríos no se forman sino muy cerca
del mar, y, como es lógico, los mayores quedan en Iqs ejctremos, ó
Nueva Geografía
sea donde los ramales de las ¡jciínsulas se unen á la magistral.
En el ángulo que así se furnia al respaldo de Tambores, se halla
el Tabasará. río considerable (16 leguas), de curso al SW.; fór-
manió principalmente dos brazos separados por Lomavieja : el Vi-
gui, que del cerro Cobre baja al SW. por agreste valle y luego
vuelve al W. casi sin afluentes, y el Tabasará, que empieza en la
alta cuenca de ese nombre que deja con el mismo rumbo que
aquél, pero con grandes curvas, y á la inversa de! otro, por la D.
recibe varios tributarios, siendo el líltimo el Caviíora ; unidos los dos
brazos pasan al pie del Cerro Bugío y giran al SW. por el de Cerro
Dedo, y en la boca, al S. del Vifii"', reciben el tributo del Vira y el
Bubí, que de Tambores van al W. (7 leguas) por valles muy
próximos.
De Bugío á Chorcha, entre pequeños riachuelos N. á S., todos
nacidos fuera de la magistral, se hallan tres que vienen desde
ella : el Sanliago (g leguas), formado por brazos que surgen en la
sierra de ese nombre y se unen en cauce N. á S. que por la I. re-
cibe el Tole : la boca del rio es amplio estuario cerrado por islas
que tambitín cubren la del Taljasará ; el ¿lin Fclix (11 leguas),
cuyas primeras aguas se recogen entre los cerros Barranquito y
Culantro, y en la llanura se abre en dos brazos que forman crecida
isla , y el Fonseca (12 leguas), que empieza en alta cuenca al W.
de Culantro, formado por dos brazos, y abajo riega la llanura de
San Lorenzo. Al \V, de Chorcha está el río del mismo nombre,
vecino del anterior, que describe arco y concluye frente al gran
archipitílago de Sevilla.
Figura ii3^CroquÍs de la región hidrográfica de David
Escal-i; 1:800,000
Nueva Geografía de Colombia 287
Encuéntrase después el importante río David ^ conjunto de
aguas que convergen sobre surco NS. dentro de una herradura
de relieves, de modo que se forma muy cerca al mar, al cual tributa
por notable delta ; el surco madre baja en ziszás desde la Playita ;
por el E. recibe afluentes de rumbo SW., primando el Gualaca,
por el W, una larga serie de aguas de rumbo SE., más y más cre-
cidas y paralelas y que en el centro se unen para formar el propio
río de David, que así mide 60 kilómetros y forma el puerto de
Pedregal, próximo á la bahía de David. En fin, más al W. y no
lejos de la frontera corre otro río constituido de modo análogo, el
Chiriqul Viejo (18 leguas), cuyo eje se inclina al SE. y empieza al
respaldo del Changuinaula, á la I. del encumbrado cerro de Chíri-
quí, de suerte que ocupa el ángulo formado entre la cordillera
principal y el ramal de Burica. En su boca llamada Espinos recibe
el Piedras (I.) ó Bugabo, que con rumbo opuesto viene por el res-
paldo de David.
Por lo que hace al Bayano^ la segunda corriente del istmo y
cuya hoya sube á 200 leguas cuadradas, en las que el río recorre 30
leguas, 15 navegables sin tropiezo, con rumbo E. áW.en su mayor
parte y luego N. á S. (5 leguas) cuando se apodera del cauce del Ma-
moní, ocupa una amplia y rectangular zona que va de las cumbres
de Columna á las de San Blas y Mesa y de las de Cañaza á las de
Chepo. Forman el río dos brazos {Bayano al N. de E. á W. ; Ca~
noza al S., de S. á NW.), que de los extremos de Cañaza conver-
gen sobre Pirrea, engrosados por numerosos arroyos. Desde allí el
río, lleno de islas y meandros, va 1 5 leguas al W. por extensa hoya
muy baja, hasta Las Ruinas, recogiendo varios anuentes, de los que
el más W. es el Terrable, cuyo thalweg aprovecha por girar en busca
del amplio valle del Mamoní, que baja del istmo de San Blas, y por
el cual vuelve al S. lleno de majestad, en lecho de hasta 10 metros
de fondo y un kilómetro de anchura, abierto en feraz llanura.
El luirá, el magnífico, el único estuario en la red hidrográfica
del país, semejante á un turbio lago en movimiento en su último
trozo, es el príncipe de los ríos panameños. La hoya de este gran
río abarca 6,000 kilómetros D , que riegan numerosos tributarios,
pero su curso es breve por componerse de dos brazos que avan-
zan uno en busca de otro (Chucunaque-Tuira) describiendo un
arco en surco del NW. al SE. (50 leguas), al que caen infinidad de
afluentes, mayores al centro ; surco que al W. tiene paralelo otro
más corto, el cual se divide en dos porciones (Sabana-Tuira ma-
rítimo), y en su fondo no es sino una gran depresión cuya mitad
E. es crecida laguna entre pantanos, en tanto que la mitad
W. es el abra del Darién, que hacia el W. se confunde con el
golfo de San Miguel.
El surco madre (Chucunaque-Tuira-Mangle), que mide 50
leguas y baja de 300 ms. (ambos extremos) á 6 ms. entre los relie-
ves de Baudó-Cañaza al W. y los de Espíritu Santo-Toló-Mali
al E., afecta forma de un triángulo cuya base ocupan vastas bre-
ñas que nunca pasan de 900 ms. ; á los lados tiene el mar, al
SE. el Atrato y al NW. el Bayano. Además, la húmeda llanura que
al E. prolonga el seno de San Miguel y se continúa con bajo
288 Nueva Geografía de Colombia
nivel hasta Tapalísa al pie de Tatarcuma, divide transversalmente
la hoya en dos mitades, dejando al N. y al S. relieves de muy di-
verso aspecto : al N. valles perpendiculares al eje madre, al S. di-
vergentes como radios que arrancan de un centro comün.
Obsérvese que de las 640 leg"uas cuadradas de esta hoya, 360
corresponden á la propia del Chucunaque (ó brazo N. del Tuira ma-
rítimo), nombre que debiera llevar el río, pues tiene además mayor
caudal y curso que sube á 35 leguas contra 25 que recorre aquél
cuando se unen en Real viejo ; medidas hasta la boca, aumentan
estas últimas á 35 le^^^uas, en tanto que sólo 12 la separan de su orw
gen, aumento debido á que en su curso describe g-ran curva de que es
cuerda dicha línea ; en el Chucunaque el aumento se debe á nu-
merosos meandros, puesto que origen y boca apenas distan 28 y el
cauce nunca se aleja de la línea ideal que marca el eje de su valle
El Chucunaque^ 6 sea la corriente madre del sistema, nace
al respaldo del Rayano, recorre con rumbo NW. á SE. una hoya de
forma triangular entre los relieves de Cafíazas y Espíritu Santo,
que se abren en ángulo, enlazados luego por lomo de Turgandi á
Yavisa ; junto á este sitio el río, que corría al SE., da sobre el Chico
(al SW. de Turgandi), y con él vuelve al NW. para romper colinas
y luego cruzar al S. sobre Real viejo, con lo cual se forma la gran
curva de Yavisa, que pocas iguales halla en el globo ; el río Z<2-
gartero corre aquí paralelo á Tuira y Chucunaque, entre ellos y
con rumbo opuesto al primero, en plena llanura, fenómeno ünico en
su especie. Aquí el río, que ya sufre la acción de las mareas, mide
300 ms. de anchura; 15 de las 35 leguas de su curso son na-
vegables, aunque sólo 10 por vapor, y sus afluentes soportan barca
por 2 á 6 leguas. Por la I. recibe una larga serie de tributarios (12)
cuya longitud aumenta de 2 á 11 leguas, entre breñas ásperas, y
si primero llevan rumbo E. á W., poco á poco lo cambian por el de
NE. á SW., en tanto que por la D. encuentra menos, primero orien-
tados S. á N., después W. á E., y por último NW. á SE. En el llano
de Salto corre el río á 18 ms. entre alturas que á su D. sólo
miden de 45 á 60 metros.
Cuanto al Tuira^ muy diverso es su régimen. Nace al pie
del monte Pirrí, y se encorva desde luego hacia el S., para atra-
vesar la mesa de Cana (400 ms.), en que primero le fluyen
aguas paralelas, y luego el Setcifanti (S. á N.), tras lo cual tuerce
al E., rompiendo breñas, por la hermosa salteria de Peñahueca, y
alcanza el valle de Mangle (S. á N.), nacido en Aspave, el cual
aprovecha para girar al NE. hasta la boca del Paya; antes, por la I.
sólo recibe arroyos, pero al opuesto lado le entran varios riachuelos,
alguno bajado del col de Tihulé. En la boca del Paya — que de Ta-
tarcuma baja al S. por agreste surco hasta encontrar el llano de
su nombre, donde por amplio valle gira al W. — el Tuira se diri-
ge al NW. largo trecho, para envolver las breñas de Cana, lleno
de curvas, pasando á la vez de su curso alto, aún molestado por
raudales, al bajo, ó sea á los llanos de Birmejal (9 ms.), en los que
parece más crecido á causa de represarlo la marea ; en dicho
trayecto Cana le vierte con rumbo NW. tres riachuelos, en tanto
que la cordillera principal lo engrosa primero con el Pucro y el
Paya, y luego con otros tres, de los cuales el Capeti — que pro-
Nueva Geografía de Coloubia
long-a el eje del Cup¿— marca con su boca (12 ms.) el principio
de la porción del río siempre navegable.
El llano de Bermejal se continúa al W. con el de Pinogana y
el Tuira.al pie del citado ramal de Turg;and[, vuelve bruscamente
en ese sentido, para cruzarlo, recibiendo en su fin el Pini (S. á N.),
á la vez que el Chucunaque lo empuja al S-, rumbo que pronto deja
nuevamente por el deNW., con el cual atraviesa labran cuenca del
Maíusacraníi'6 del Tuira marítimo, de rara topri^rrafia ; en ella tiene
al N. la célebre laguna de ese nombre, dividida siSlo por colinas
del Cangldn ; por el S, recibe el Marea, frente á esta isla, y antes
lo ha acrecido Tiicuíi, formado por un han de bra/os nacidos entre
los remates de Baudd. En Marea principia el Abra del Darién
(rumbo NW.) sobre ef eje de Tucutí, abra que, rodeada por altij-
ras, en el otro extremo recibe el Salmnis (N. á S.), que nace al
Figura 1 14— Isl.is del golfo ilc San Miguel, según Boiiapartc Wysse.
S. de Isqutnti y recorre baja llanura al W. del Chucunaque, en
la que las marcas le dan grande apariencia ; á su D. corre el
San Miguel. Al W. el Abra se une al golfo de San Miguel por
canales que forma la isla de San Carlos al surgir entre los morros
de La Palma y Batatilla, remates de Baudó y Cañazas. El Tuira,
que después de la boca de Chucunaque avanza majestuoso con
\ legua de anchura, entre crecidos árboles, rueda 3,000 metros
Cilbicos y es navegable 20 leguas, de ellas 12 en vapor : sus ¡paisa-
jes son grandiosos, y al E. de La Palma su estuario (anchura : 2
leguas), que semeja i.n pequeño mar donde se recogen las aguas
de 63 ríos y 200 arroyos, es célebre por sus tormentas.
En resumen, una de las hoyas más importantes del país es
la del Tuira, y de todas las tierras cíSlidas atín medio salvajes, la
que primero alcanzará efectiv.i progr.so.
En conclusión, diremos que todos estos ríos de la vertiente oc-
cidental ofrecen 2,000 kilómetros de navegación costanera, por asf
ago Nueva Geografía de Colombia
decir, pues no presentan en Panamá ning-dn gran tronco arterial
fuera del Tuira.
II. Vertiente central 6 de las Antillas — Dada la actual agru-
pación de los habitantes del país, la vertiente Caribe, bien que la
segunda en cuanto á área, es la primera, histórica, política y co-
mercal mente hablando. Como la del Pacífico, se reduce, en verdad,
á simple faja costanera, de anchura varia, siempre pequeña, ten-
dida de W. á E., faja á que se une al mediodía como apéndice, una
vasta zona montañosa, que reúne sus aguas para formar el línico
tributario importante que recibe aquel mar en su costa S., el Mag-
dalena, cuya hoya penetra así muy adentro en nuestro suelo (ii°
á 2° latitud N.), y que por tener su área forma oval ó de cuña,
separa durante 220 leguas las vertientes occidental y oriental.
Geográficamente esta faja y su apéndice, que constituye una T
con el brazo I. muy desarrollado hacia ese lado y el D. muy
corto, se divide netamente en cinco regiones muy diversas en área
é importancia, pero que unidas miden 38 millones de hectáreas,
que. envían al mar unos 12,000 metros cúbicos de agua por 196 bo-
cas en que se funden i ,20o ríos y unos 6,000 riachuelos y torrentes.
Las antes dichas porciones son de \V. á E. : i.° La vertiente N.
del Istmo de Panamá, que á pesar de medir 150 leguas de longi-
tud, en su mital oriental se reduce á simple faja de 3 leguas de an-
chura, nunca aumentadas á más de 12 en la occidental, y por este
motivo casi no guarda ningún río que merezca el nombre de tal ;
2.° La hoya ó cuenca del golfo de Urabá, seno que recoge las
aguas de un gran valle, exterior al Ande propio, encerrado entre
éstei y relieves más bajos, surcado por aguas de crecido caudal,
simple prolongación de la faja Pacífica de tierra firme, y cuyas
corrientes se agrupan para formar, además de múltiples arroyos,
un río principal con otro menor á su derecha (Atrato, León) ;
3.° El litoral atlántico de tierra firme, ó sea de la Nueva Andalu-
cía, compuesto de una faja de mediana anchura con aguas de poca
significación, pero que se rompe tres veces para dar paso á co-
rrientes que vienen del interior, de primer orden (Magdalena)
para nosotros la que lo hace en su centro y agrupa el tributo de
enorme extensión de nuestras montañas, mucho menor la que lo
hace al W. (Sinú), y aun más reducida la que se halla al oriente
(Calancala) ; 4.° La península goajira, extensa lengua de tierra
caracterizada por su casi absoluta escasez de aguas corrientes en
su doble vertiente; y 5.° En fin, la hoya ó cuenca del lago de
Maracaibo, especie de U bien regada, que agrupa sus aguas en
una corriente doble y hace juego á la porción del golfo de Urabá,
sólo que á la inversa de ésta, encierra más montaña que llanura.
Así pues, excepción hecha de los pequeños relieves del Ca-
quetá, todas las demás montañas colombianas, algunas en su tota-
lidad, dan aguas á esta vertiente, aunque de un modo muy diverso :
las serranías Goajiras, la del Valledupar, la Sierra Nevada de San-
tamarta y las serranías de Bolívar lo hacen íntegramente ; la se-
rranía ístmica envía las de su declivio N. ; la de Baudó las de la
mitad de su flanco E ; la cordillera del Chocó todas, á partir del
nudo de Arrayanal, y las del talud E. á contar del de Carpintería;
Figura|llj—Verlienle central Jcl mar d¡ lailAnlillis. Ki-iU,i I : 7.500.000
S93 Nueva Geografía de Coloubia
la del Quind(o todas al N. del macizo Colombia, y, en ñn, todas las
del talud £. y N. de las montañas de Sumapaz, as( como también
las de su ancho lomo, excepcidn hecha de las que están al £. de la
Sabana y de las formadas en el Pilar de Labateca.
La zona Ístmica, que mide 2^ millones de hectáreas, tiene
i6o ríos que desaguan por 90 bocas, en general sin importancia en
cuanto al caudal que ruedan, tan solo acrecido periódicamente por
fuertes lluvias ; al onenie, como se dijo, ni uno solo alcanza media-
no desarrollo siquiera : corren al ÑE. y NW, ora solos, ora en
grupos; de ordinario, tras nacer en valles ásperos, surcan angosta
y húmeda faja plana que á trechos desaparece ; los más crecidos
(S leguas) deben esa longitud á tener en parte su hoya paralela
á los ejes de la cumbre de diviso, salvo el Sanganli (7), que la de-
riva de ocupar el fondo de las tierras que envuelven el golfo de
San Blas, desde donde hacia el \V. la vertiente se acrece sin cesar,
en tanto que al E., al pie de Espíritu Santo, ofrece su mínima an-
chura, ó sea una legua.
El resto de la faja, de San Bias á la frontera costarricense,
presenta caracteres totalmente diversos y se fracciona en dos mi-
tades debido á la cintura de Veragua, donde la montaña se aproxi-
ma mucho al mar j á la D. queda un considerable niimero de hoyas
extensas casi intercordilleranas, en especial la ultima, la del Cha-
gres, con otras pequeñas costaneras intermedias, y á la I. aparecen
multitud de riachuelos que primero se inclinan al NW. y luego al
NE, con mayor desarrollo,
:a de los TaUmancas
En la frontera corre el SixaHla, el Doraces 6 Culebras de los
antiguos mapas, magnífico río que mide i as kilómetros de W. á E,,
con el nombre de Teliri ó Tilorio nace en el cerro Uren (Dota),
marcha sin afluentes por la I., por la D, recibe varios (principales
Nueva Geografía de Colombia tgi
Coefiy Uren)y que bajan de la cordillera de Talamanca y acaba,
naveg^able, con más de lOO metros de anchura, en la llanura que
rodea la lag^una de Sansan, no lejos de Punta Carreta y de la
boca del Changuinaula *. Este último brota al N. del encumbrado
pico de Chiriquí y corre de S. á N. al W. del Pico Robalo y de la
laguna de Chiriquí, lleno de vueltas caprichosas cuando se acerca
al mar. A la mencionada laguna fluye el Robaloy en tanto que á la
bahía del Almirante sólo llegan riachuelos, notables hoy por las
ricas plantaciones de bananos de sus márgenes.
Después la vertiente es muy breve (S leguas al N. de Playita)
por invadir la tierra la vasta laguna (golfo) de Chiriquí, continua-
ción de la del Almirante, como él cerrada por islas que tienen por
avanzada la del Escudo, y en cuya mitad E. descargan, al través de
una tierra pantanosa, media docena de riachuelos (el mayor, S,
Diego, 1 1 leguas), de rumbo NW., el último nacido fuera de la se-
rranía, muy corto el tercero, en tanto que la mitad W. sólo recibe
dos que van de SW. á NE., siendo uno de ellos, otro Chiriquí (lO
leguas), que rueda entre tierras altas, el más caudaloso de los ríos
de esta zona.
Después, hasta Veraguas, la vertiente es faja de 7 leguas en
que se hallan seis corrientes — sólo la última no nace en la cresta —
que ofrecen desarrollo de S á 9 leguas, curso general al NW., dis-
tan entre sí 2 á 3 leguas y van á concluir en costa que de cerca
estrechan rocas y cerrillos ; el último, el Calabébora (10 leguas),
lleva primero al W. los dos brazos que lo forman, nacidos entre la
Silla de Veragua y el Alto la Cruz. Aunque con grandes riesgos, son
navegables regular trecho estas aguas. El último citado se navega
desde muy arriba, no obstante no ser allí sino un gran torrente.
El resto de la faja presenta cuatro porciones muy diversas: el
grupo de Mineral, la hoya del Coclé, el grupo de Donoso y la
hoya del Chagres, que tiene por apéndice el grupo de Portobelo.
En Cerronegro arrancan el Guasaro (15 leguas) y el Palmea (12
leguas) : aquél, doble en su origen, corre primero (S leguas) de
E. á W. al pie de la cresta, en valle agreste, torrencial, describien-
do curvas hasta Veragua, donde otra vuelta lo lleva S. á N. al
mar ; el Palmea riega valle menos áspero, recto hacia el NE. (8 le-
guas), y cuando dista 13 leguas de la última curva del anterior, vio-
lento codo lo lleva al NW. sobre Belén, rompiendo cerrillos cóni-
cos. Junto al nacimiento de los dos se forman el Bejuco , paralelo
al Guasara, y el Veragua viejo y Concepción, que corren al NW. ;
entre Palmea y Veragua viejo se hallan varios riachuelos para-
lelos que, salvo uno, se juntan y forman el Belén ; entre Concepción
y Bejuco sólo hay arroyos de pequeño curso, que van directamente
al mar. El grupo de Mineral tiene pues, área triangular llena de
valles y cerritos.
La hoya del Cocle es muy curiosa, pues se compone de un
óvalo ¡ntercordillerano tendido de E. á W., que un canal (Tuabre-
Coclé) une al mar, canal que mide 7 leguas en el fondo de hermo-
• El un río se llama Sixa ó Sigsa, como el otro es Ckanguina ; uta en Tala-
manca es río. Véase la Memoria de \V. M. Gabb. sobre tribus y lenguas de esa
tiquisima comarca. Por lo tanto, es error volver o esa au de los dos nombres tU"
poniéndola diptongo francés.
¿^
Ni'EVA Geografía de Colombia
so valle en que el río, naveg^able, se inclina al NW. y casi toca el
codo de Palmea, quedando \yyego entre ellos los cerrillos de Coclé
con el vallecito del San Roque (S. á N.); á su D. están cuatro ria-
chuelos paralelos, más allá de los cuales corre el Indios. El eje del
óvalo citado lo forma el Tuabre (S. á N. desde Loma Escobar),
sobre el cual por la I. afluye el Coclé, compuesto de tres brazos,
mientras por la D. el rcg^imen es muy distinto : allí se encuentran
en cuenca que dista seis leguas del mar, media docena de corrien-
tes que se envuelven con orpandes curvas, pues en seg'uida de ir de
S. á N., tornan todas al W. en busca del río principal. El curso
del Coclé mide 20 leguas, de ellas navegables 12.
En el mismo Cerro Grande nace el río de los Indios, que mar-
cha al NE., luégfo al W. y por último al N., rompiendo colinas,
sobre Donoso, entre dos grupos de riachuelos, uno á la I. y otro á
la D., á que sigue ya el Chagres; 16 leguas mide esta rara faja li-
toral que riegan Coclé é Indios. El Indios, que se navega por 8
leguas, recibe (I.) en su último codo el tributo del rrastl/o, forma-
do por dos brazos que corren S. á N. entre él y el Espolón de Mi-
guel de la Borda. Recorre el río 80 kilómetros.
Cuanto al Chagres, el más importante río del N. de Panamá,
tanto por su curso (30 leguas), la extensión de su hoya (106 leguas
cuadradas), el caudal que ruedfí (80 metros cúbicos por i"), su
anchura (50-60 ms. antes de Trinidad, 60-100 después) y profun-
didad (12 ms.), como por alojar en su cuenca un trozo del Canal
Interoceánico, es una corriente de régimen violento, torrencial, en
hoya compuesta de una porción alta (E.), otra central (W.) y una
baja al N. de la anterior, fuera de los montes que guardan á las
otras dos ; tiene, pues, mucha similitud con la del Coclé.
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Figura 117 — Cuenca del Chagres. Escala: I: 2.330 ce»
Nace el Chagres en el ángulo que forman Pacora y Loma-
grande, al N. del crecido número de riachuelos que como hilos
de una borla forman á los descritos Pacora-Tocumé, y corre en
rumbo W. por estrecho valle que al N. tiene paralelo el de su afluen-
NuivA Geografía de Colombia 29 j
te el Pequeñí, pero á las diez leguas se une (D.) al Boquerón^ Pequeñi,
río que de Llorona baja con afluentes más y más crecidos, cruzan-
do luego al SvV. para alternativamente destrozar breñas ó surcar
pequeñas cuencas — antes lagos, — describiendo bruscas curvas; aquí
recibe frente á frente dos notables afluentes : por la I. el Chilihrey
conjunto de brazos nacidos en Peñongrande ; por la D. el GatuncitOy
que rueda entre brazos de Santa Clara. Así engrosado el Chagres,
vuelve al S. y rompe entre Peñongrande y Santa Clara (Cruces),
para salir á Matachín, ó sea para dejar su parte alta. En Matachín
se apodera del valle del Obispo, con el cual gira al W. hasta San Pa-
blo, donde vuelve al NW. rompiendo colinas, lo que le permite salir
al valle del Cañoquehradoy que lo lleva al NW. sobre la cuenca de
Bohío Soldado, al través de llanos y estrechuras; el Obispo se
compone de dos brazos que abren surco al pie de Culebra, y corren
paralelos y muy próximos buen trecho antes de fundirse ; el Caño-
quebrado se forma por la reunión de corrientes (S. á N.) nacidas en
Ahogayeguas ; entre los dos, otros arroyos engrosan directamente
el Chagres.
La cuenca de Bohío, amplia, baja, muy llana en su fondo, pan-
tanosa en invierno, se abre entre los ramales de Palenquillo y La-
garto, y en su remate recibe el Chagres, que va al N., sus dos ma-
yores afluentes ; el Trinidad (I., 12 leguas al N.), que rueda en
crecido valle — entre Palenquillo y el ramal de Capira — engrosado
por riachuelos, y el Gaiún (D., 10 leguas al WSW.), que nace en
Llorona y atraviesa un valle oval que termina entre Lagarto y
Quebranto y en el cual recoge mucho arroyuelo. Así el Chagres,
ya corriente considerable, gira al NW. al través de las lomas de
Mindí, al W. de la Bahía Limones (Colón), para morir junto á Cha-
gres ; 20 leguas se navegan en el Chagres, 10 fácilmente, el resto
con dificultad. De las fuentes del río que distan 4 leguas del mar,
á la boca, sólo hay 40 kilómetros en línea recta. La vertiente ex-
terna de este trozo se compone de dos angostas fajas que en ángulo
se unen al pie de Capira ; la W., llena de cerritos, guarda arroyos
de E. á W. de hasta 4 leguas de curso; la E. ofrece sobre la costa
llanos de alguna extensión, y la cruzan breves corrientes (3 leguas)
que van de S. N.
En la Punta de Acantí termina en verdad el litoral ístmico,
bien que su curva continua al SE. y S. hasta el fondo del golfo de
Urabá ; en el primer trayecto, es simple faja montañosa con arro-
yos de rumbo E. y NE., salvo el último, el Táñela, que nace en Sie-
rra Ñique y va al E., en arco, á concluir en las bocas del Atrato ;
en el segundo envuelve el extraño delta de este río paralelo á la
orilla L del golfo, abierto en una llanura que se ensancha hacia el
S., en tanto que la porción E. del mismo golfo se tiende de S. á N.
con aguas que en su fin corren de E. á W. y en verdad hacen par-
te de la región de Nueva Andalucía ó litoral N. de tierra firme.
Esta zona del golfo de Urabá, que mide algo más de i,2(X)
leguas cuadradas, se compone de un gran valle de 65 leguas de
longitud (N. a S.), del que es simple apéndice al S. la hoya del San
Juan, con varia anchura, 12 á 32 leguas, que al N. se continua con
trozo hoy ocupado por las aguas que antes avanzaron más adentro
en su primitiva invasión, que aquí lo reducen á dos fajas costaneras
S96 Nueva Geografía de Colombia
y convierten el todo en una sola hoya, por más que lo surquen dos
ríos, AíraiOf I^ebn^ éste pequeñísimo, comparado al otro ; si á la 1.
del valle no existe sino mediana serranía (Baudó-Malí), á la D. se
alza otra notable (Choco) que ofrece á sus pies extensa mesa rica
en tributarios del principal ; dichas serranías, tras alejarse al máxi-
mum (32 leguas) en los 7^20' de L. N., se acercan ( 16) hacia los 8°,
para separarse luégfo en arco (25 leguas á los 8° 3 5') y después
bruscamente alejarse para siempre, con lo cual el área de la zona
semeja ánfora perfecta. Empero, antes de estudiar las aguas de
esta hoya conviene analizar la vertiente litoral propiamente dicha.
El dilatado litoral Atlántico de tierra firme, tendido sobre eje
de SW. á N., corre formando un ángulo entre dos golfos, con la sola
diferencia de que al oriente concluye en península crecida ; este
litoral, casi en el vértice del ángulo, guarda otro seno y la boca del
Magdalena,con lo cual queda partido en dos mitades esencialmen-
te diversas en cuanto á estructura hidr^-gráíica ; al E. no se halla
río alguno importante, y las aguas llegan á correr á todo rumbo; al
W. aparecen corrientes en mayor numero, dos bien crecidas, y co-
mo rumbo de ellas domina el de S. á N.
De la boca de Urabá á la boca del Magdalena el litoral co-
rre casi al N., pero se descompone en tres porciones separadas por
el golfo de Marrosquillo y el Canal del Dique, quedando las dos
del NE. convertidas casi en islas, y en verdadera península monta-
ñosa la meridional.
En efecto, esta ultima queda entre el Lcón-Urabá al W. y el
Sinü al E., líneas que, muy próximas en Paramillo, se alejan luego y
van á concluir en los extremos de una línea NE., y por este motivo,
en pequeño, dicha península es en un todo igual en su costa angular
al conjunto íntegro; su declive, á partir del Sinú (NE.),se inclina al
W. y N. dividido por c.»nsiderable valle que empieza en Quimarí,
sube al N. entre Águila y Sabanilla, y por ultimo cruza al NW. so-
bre el cerro de Águila ; en ese estrecho valle corre el río Mula-
tos (25 leguas), casi desprovisto de afluentes. A su D., nacido un
poco más al N. entre Sabanilla y Palomas, corre el San Juan (20
leguas), que se forma por la unión de cuatro brazos paralelos S. á
N. y en su fin se inclina un poco al NW. ; entre los dos hay varios
riachuelos. Sobre el golfo avanzan una docena de corrientes, que
forman dos grupos {Sipi-Turboy rpí- Ca/mdn) par2í\e\os, debido á
que corren en arco envolviendo unasá las otras ; todos acaban en
llanuras con oteros y algunas ciénagas hacia el centro del litoral ; al
pie del cerro Águila está la crecida laguna de ese nombre (2 x i
leguas), en saliente en la boca del golfo. A la D. del San Juan, na-
cidos en Palomas, corren hacia al N. tres r.'os (/odo. Volcan, Cana-
le/es, curso 12 leguas) que van paralelos y en su origen se componen
de varios brazos; después se hallan varios riachuelos hasta el Mangle
(14 leguas), que recibe el MociéJagOy vecino del Pajarito (7 leguas),
aue casi toca en su origen, pero cuyas aguas al fin se separan para
ar campo á una zona de colinas en que se hallan varios riachuelos
(prima Cedros, 6 leguas al NW.) ; dicha pareja va al N. ; el Paja-
rito tiene vecino al Sinü en llano sin relieves mayores. Este litoral
mide 45 leguas.
NuKVA Geografía dx Colombia 297
La segunda porción se compone primero del lomo de Lorica
(13 leguas W. á E.), ó San An/ero, que va de la llanura del Sinú al
Pichelín, y en ella sólo existen arroyos (3 leguas) que con rumbo
N. descargan en el golfo de Morrosquillo; el ultimo, Petaco (5 le-
guas), es el más notable, y en su curso delinea una curva que en-
vuelve á sus afluentes. Después se halla el río Ptchelin (13 leguas),
de bastante caudal * ; nace entre breñas (cuenca de Colosó), con el
nombre At Jonei, al respaldo del Mancomoján, ó sea en la mesa de
Ovejas, y corre al S. hasta Caracol, donde cruza al W. en busca del
mar, por un suelo lleno de grandes tremedales, al S. de las Tetas
de Tolú ; en su codo recibe unidos el Peñaia y La Muerte^ arroyos
que van de S. á N., nacen en las breñas de esos nombres y al juntar-
se cruzan al W. sobre Caracol.
De Morrosquillo á los grandes cenagales en que termina el
Dique, el suelo al W. de María avanza como península cuya costa
también está anegada, y en ella se encuentra un grupo curioso de
riachuelos. Al W. de San Jacinto (respaldo del Mancomoján) y
ENE. de San Onofre nacen en las faldas de María los riachuelos
Flamenco (i I leguas) y Cascajo (9), que en pequeños valles y reci-
biendo varios arroyos corren b'jen trecho al W., cercanos y para-
lelos, pero luego se apartan bruscamente hacia el N. y S., respec-
tivamente, con lo cual dejan en su centro una especie de península
(Tigua) dentro de la mayor, con alto litoral, y en la que hay aguas
que van al N. y al S. El Cascajo por San Onofre baja á morir en
el golfo de Morrosquillo, entre pantanos, recibiendo antes (del E. y
N.) algunos arroyos (D.). Entre Cascajo y Pichelín el litoral (Tolü)
tiene varias ciéiiagas, siendo la principal Trementinoy que una boca
une al mar y á la cual cae un haz de arroyos (prima Macayeco, al
respaldo del Alférez), de curso al SE. y al W. El Flamemo alcan-
za las ciénagas de su nombre y recibe (D.) varios arroyos (Sin-
cabeza. Cedro, 7 leguas de E. á W.), paralelamente á los cuales el Siete
Vueltas cae en el fondo de dichas cie'nagas ; más al N. múltiples
arroyos tienen el mismo curso, pero desaguan ya en el canal del Di-
que, y entre ellos varios, todavía nacidos al respaldo del Mancomo-
ján, convergen en haz para formar el San Cayetano (6 leguas) al N.
del de Zahina. Tal es el grupo de María que en sus 35 leguas tie-
ne vertiente occidental de 2 á 4 leguas en los extremos, y de 6 á 12
al centro ; en la parte N., limitada por el Dique, sus aguas corren
al E.; en el medio van al mar con rumbo SE., que luego se cambia
otra vez por el del E., siendo su remate meridional flanquedo por
la gran curva del Sinú.
En fin, la porción N. de esta sección de la vertiente — tierra
adentro^^on longitud mayor (27 leguas^, se tiende de las ciénagas
de Flamenco á la boca del Magdalena y se descompone en dos
como islas; una al W. sobre el litoral, y otra al NE. que si toca el
* Sí en las cordilleras toda corriente pequeña es llamada quebrada por los
naturales, en la costa se denomina arroyo si tiene curso rápido, catlo en caso
contrarío, y sólo muy pocas reciben el calificativo de río. Véase adelante la
carta bidrográñca de la región (Figura 125).
Nueva Geogra/la de Colombia TOMO I — 20
298 Nueva Geografía dk Colombia
mar, también linda con el Magdalena; débese esto en primer lugar
á la depresión del Dique (20 leguas E. á \V.), que pasa por Are-
nal, y á que de éste al N., por Guájaro hasta Galera Zamba, corre
otro surco (10 leguas S. á N.) cenagoso en parte ; en Guájaro este
surco dista 3 leguas del Magdalena (E.) y 10 del mar, mientras
alN. se reduce esta isla á 4, teniendo 10 de anchura entre Zamba
y Palmar. En esta porción la hoya principal es la del Arroyo chi^
quito 6 río de Santa Rosa (9 leguas E. á W. al respaldo de Guája-
ro ; SO leguas D), que al mediodía abarca los llanos de Cartagena,
donde hay algunas ciénagas. Al S. de este río el litoral no ofrece
ni arroyos porque éstos se agrupan en haz para formar el riachue-
lo de Caimán (7 leguas N. á S.), entre la costa y el Dique, el cual
fluye á las ciénagas de Flamenco y Palotal, malamente considera-
das como golfo con isletas, cuando no es sino suelo bajo en que hay
pantanos, lagunas y porciones secas. Esta tierra se enlaza por el
NW. al seno de Santana, al W. cerrado por la extraña isla de
Barú, núcleo con larga flecha de 15 kilómetros, seno que al N.
comunica con la bahía de Cartagena, cerrada por las islas de
Tierrabom'ta y Popj ; al N. de esta bahía varios islotes paralelos á
la custa forman la ciénaga de Tescas, en la que se pierde el Santa
Rosa. Desde esta Ciénaga el litoral que subía al N. cruza al NE. y
eo él se hallan pi ímero varios arroyos, algunos de los cuales con-
vergen sobre ciénagas pequeñas. Después está el Amansaguapos
(5 leguas eje de S. á N.), que á últimas tuerce al W., recibe un
caño de la ciénaga Toiufno, en que terminan otros arroyuelos en haz
convergente, y el desagüe de las de Luruaco y locachaguay próxi-
mas á Guájaro. Hállanse luego el arroyo Cascabel (de Piojo al N., 4
leguas), el Hondo (5 leguas S. á N.), que en su origen se compone
de brazos que envuelven en arco á Tubará, y por último el San
Luis, de análogo régimen, nacido al N. de Galapa y que concluye en
las ciénagas que cruza el ferrocarril de Barranquilla: tanto los brazos
originales de éste como los del anterior, por nacer en tierras altas
(500 metros máximo), forman numerosas y bellas cascaditas ; al
E. de Tubará y Guájaro las aguas corrientes forman el Grande (W.
á £.), que ya tributa al Magdalena, como lo hace la Tierra aden-
tro hasta el Dique, al cual, cuando la cruza oblicuamente, da mu-
chos arroyuelos. El Dique se une por caño á Guájaro, ciénaga de 4
leguas S. á N. por una de anchura, abierta al mediodía de Tuba-
rá, en su fondo N. recibe el arroyo Molinero (N. á S. desde Usía-
curí), y en tanto que por el E. absorbe cortos tributarios, por el W.
recibe mayor número, alguno de regular curso. Como se ve, en
este trozo el núcleo hidrográfíco principal son loscerritos de Cibarco»
Característico es de estos arroyos no resistir los grandes vera-
nos, si se exceptúan el Chiquito, el Pichelín y algún otro, los cua-
les, por lo mismo, no son navegables ; de suerte que esta zona es
como una avanzada de la Goajira, apenas interrumpida y mejora-
da por la Nevada de Santamarta. Empero, esto no significa que las
aguas falten, sino que, dada la constitución geológica del terreno,
prefieren un régimen subterráneo ; los pozos artesianos las trae-
rán abundantes á la superficie.
La segunda mitad de este litoral que va de W. á E. y retro-
cede luego al SW. para rodear la península Goajira, naturalmente
Nueva Giogratia de Colombia 299
se parte en tres grupos que corresponden á esta Península, á la
Sierra Nevada y á la Ciénaga de Santamarta.
Entre el río Magdalena y la Sierra Nevada de Santamarta
se halla una especie de cuenca deprimida que tiene en su fondo
la por antonomasia llamada Ciénaga Grande (6x4 leguas), que por
múltiples caños de rumbo general SW. á NE. recibe aguas del
gran río, primando entre ellos el Ciego (60 kilómetros), que hac^
juego al Dique en la banda izquierda, en tanto que al opuesto lado
(D.) recoge el tributo de la Sierra, que forma do? corrientes prin-
cipales : el Aracataca y el Riofrío. El Aracaiaca (90 kilómetros)
nace con el nombre de Fundación en el páramo del Mamón, y corre
hacia el NW., recogiendo al pasu el Cataca que, lo mismo que su
afluente el Tucurinca, se desprenden de las cimas nevadas ; antes
el Fundación corría á tributar al Caño Ciego, y aun existe el cauce
que se llama Rioviejo, El Rio/río (80 kilómetros), que brota al res-
paldo del Don Diego, describe en su rumbo al W. un arco, y por la
I. recoge algunos afluentes, de los que el último, el Sevilla y tam-
bién desembocaba antes directamente en la Ciénaga Grande.
Al N. del Riofrío la montaña tiene el mar á los pies, y de la
cima principal, el San Lorenzo de Santamarta, que forma el Cabo
Aguja, se desprenden los riachuelos Córdoba (I.) y Piedras (D.),
quedando entre ellos Papares, Gaira y Aíanzanares, que fecundan
los valles aledaños á Santamarta.
Del Piedras al E. la costa, áspera por romper el remate 4^ los
estribos de la Nevada, guarda la boca de una veintena de ria-
chuelos : los cinco primeros {Jordán, 6 leguas junto á Piedras),
muy iguales, corren de S. á N. en agrestes valles ; luego los cauces
avanzan al S. hasta la misma cumbre nevada, y allí, en alta cuen-
ca abierta á su pie, se forman el Don Diego ( 1 1 leguas S. á N.) y
el Ancho (i2 leguas SW. á NE. y luego S. á N.) ; entre los dos
corren media docena de arroyos en valles bien quebrados : el An-
cho tiene paralelos á la D. el Volador y el Didulla, que nacen aden-
tro en la serranía con otros arroyos intermedios. A partir de este
punto las breñas, más bajas ya, aparecen separadas del mar por
una cinta plana, y allí corren S. á N. el £wa (9 leguas) y el Ca-
marones (15), éste lleno de meandros y curso en ziszás, ambos na^
oídos á poca altura y sin afluentes : el último termina en la laguna
de Navio Quebrado.
Después, tras 9 leguas de seca llanura, se halla el Ranchería 6
Cíi/a»rtf/a, el mayor de los afluentes que la Sierra de Santamarta da
al Caribe, importante por la disposición de su valle y las relaciones
que guarda con el vecino del Cesar ó Pampatar. El río, cuyo curso es
de 45 leguas, nace en la parte E. de la Nevada, á sólo 40 ks. del mar,,
entre el Ancho y el Dibulla, pero en vez de ganarlo por la vía más
breve, se marcha primero al E. y se encorva luego al N., por lo cual
resulta con el trazo de un ^ que envuelve los remates E. de la dicha
Nevada: entre montes lleva el rumbo dicho para surcar la cuenca
de Marocaso, que deja por medio de saltos que le abren paso al
llano de Barrancas, por el que sigue hasta el pie de la fronteriza
cordillera, girando entonces al NE., entre la Nevada y los remates
de Pintada (Valle Calabacito), peroal tocar el desierto se inclina en
hermosa curva al NW. ; en su curso recibe el caudal de varios
300 Nueva Geocjkafia de Colombia
arroyos : por la D. es más pobre ese tributo del suelo, ^^ero allí se
encuentra el riachuelo Quebrada^ que al S. del llano de Barrancas,
I>aralelamente al río, es formado por dos brazos que corren uno ha-
cia otro y marcan surco al través del valle, al pie del llano de San
Juan-Esperanza-Tablazo (125 ms.) que divide las hoyas del Ce-
sar y el Ranchería ; unidos esos dos brazos g-iran al NW., á morir
en el principal, el que en su última parte, bien que bastante ancho,
carece de buen fondo, por lo cual es naveg^able en 20 legfuas, pero
con gran difícultad.
Por lo que hace á la península Goajira, no obstante su extenso
litoral de 80 leguas y sus tres declivios al N., al S. y al E., el ulti-
mo muy pequeño, carece de ríos, por lo que el más corto pozo ad-
quiere excepcional importancia : las altas breñas guardan algunos
arroyuelos, salvo al R., en Macuira, donde á lo largo de su valle
intercordillerano se halla un ancho y poco profundo riachuelo que
recibe varios arroyuelos ; siempre tiene agua, pero al cruzar al E.
para buscar el mar, lo absorbe la arena y sólo marca su cauce un
suelo menos consistente ; también al W., en las llanuras de la Teta,
numerosos arroyuelos serpean en líneas quebradas que guardan
charcas en los recodos, por lo cual es centro vital y en invierno se
forma allí el río San Juan, grande pero que sólo dura algunas ho-
ras; á su W. algunos arroyos, afluentes del Ranchería, forman el
ultimo recurso del país en verano. En las depresiones que prome-
dian entre las serranías y en los sitios llanos se encuentran hermosos
cauces anchos y arenosos ( Ueds), á veces con las vueltas más raras ;
en los mayores se hallan siempre algunos estanques, y en su boca
con frecuencia penetra algunos miles de metros el mar.
Atrato — Este río, que forma el límite natural del Continente
Sudamericano en su extremidad Noroeste, más aun que las demás
corrientes colombianas, tiene, por su régimen, mucho de pantano y
de ciénaga, de suerte que es más bien una laguna en movimiento,
en la parte septentrional del Departamento del Cauca, en la cual
abre su hoya entre la serranía de Baudó y la cordillera del Chocó,
para arrojarse por varias l3ocas en el golfo de Urabá, después de
correr con tal lentitud que su amplio y hondo lecho mide 700 ki-
lómetros cuando sólo 350 se cuentan entre su desembocadura y el
istmo de San Pablo, que lo divide del San Juan, el río gemelo que
corre con opuesto rumbo.
De las líneas anteriores podría deducirse que el Atrato es un
río de escaso caudal, en especial si se atiende á que la hoya dentro
de la cual se forma no mide sino poco más de 35,000 kilómetros D ;
pero es tal la abundancia de las lluvias que en ella caen, que
al mar llegan por su vaguada 4,800 metros cúbicos por segun-
do, es decir, resulta el másci.u<ia¡oso del globo, relativamente hablan-
do. Esto depende de que el valle del majestuoso río es un corre-
dor de fondo muy bajo, entre serranías, \yox el cual se introducen
las nubes que detenidas por los estribos de los flancos, devienen
lluvias inverosímiles equivalentes á una capa líquida de más de 5
metros de espesor al año, la que rueda por el lecho de 150 ríos y
350 arroyos de curso bastante crecido, que funden su caudal en un
cauce común, sinclinal abierta no lejos de un antiguo litoral y que
NuiVA Geogiafi'a di Colombia
rebaja tan rápidamente
su nivel de S. á N., que
gran parre de la llanura
que (■(jupa el fondo per-
manece constantemente
inundada,
Como en esta hoya
del Atrato el rebor Je oc-
cidental lo constituyen
parte de las serranías
de Baudó y de Daritn, y
el oriental la cordillera
del Chocó, en una parte
dtf su flanco ensancha-
S da para formar, á modo
0 de enorme ganglio, la
so mesa de ese mísmonom-
" bre, la hoya resulta di-
Z vídida en cuatro porcio-
■2 nes : ¡a alta 6 meridio-
a nal, con suelo de alguna
1 altitud y ¡xir lo mismo
■g seco, compuesto de miíl-
■a tiples aristas montaño-
0 sas y llanos con oteros y
^ colinas ; la ceiiiral, muy
t angosta, sin grandes re-
■^ Heves, con afluentes
¿ transversales y parale-
'% los y vaguada doble,
2 pues en ella el río forma
-^ una grande isla, quizás
g huella de un antiguo
(3 delta ; la baja 6 septen-
1 trienal, en la que la lla-
- nura del fondo adquiere
n notable desarrollo y
M guarda extensos panta-
^ nos en que los afluentes
se parten en brazos y
casi se pierden bajo tu-
pido manto de yerbas
acuáticas, tan tupido
que sostiene grandes
]>esos sin romperse, no
obstante la considerable
anchura de algunos de
ellos, no quedando des-
cubierto sino el rio prin-
cipal, que entre verdes
orillas lleva aguas tan
límpidas como el cristal.
NuKVA GiografÍa di Colombia
En fin, la cuarta porción ó mesa del Chocó, adosada al E. de la cen-
tral, es la que etig'endra los mayores afluentes del río, pero de tal
manera, que la magnitud de ellos crece de S. á N., siendo s( de
advertir que la ultima corriente allí formada, pero no la más impor-
tante (el León), no se une al Atrato sino cerca al delta y por un
brazo, pues la mayor parte de sus aguas llegan directamente al
golfo de Urabá.
Figura IZO— El Istmo de San Pablo— Escala : I : Sooo.oco
El rasgo más curioso de la hidrografía de esta hoya es que
los afluentes del principal llegan pareados, 6 sea frente á frente
uno por cada banda, hecho sin igual en Colombia y que demues-
tra la uniCornnidad con que actuaron las causas que le dieron ser.
Brotan las primera saguas del Atrato al respaldo de la Raya, ó
sea enlomo de la cordillera del Chocó (fig. 120) comprendido entre
los farallones del Citará y Cerro Plateado, y de allí se dirige al SW.
hacia Lloró, engrosándose por la !. con el Grande, que baja de los
farallones, y con el Momtá, y por la D. con riachuelos nacidos en
la escarpa S. de la mesa del Chocó. En Lloró, tras recc^er el An-
liágueda (I,), que se forma al respaldo del Paramillo de Andes, gira
bruscamente hacia el N., rumbo que ya no dejará hasta el fin,
porque algo más lejos, en Quílidó, absorbe el Quiio, afluente 1. de
alguna importancia nacido al N. del istmo de San Pablo, por lo cual
marca el Ihahveg de la hoya que usurpa el principal. Después del
Quito, por buen trecho, aun cuando los afluentes son numerosos no
tienen mayor importancia hasta el Behará, cuyas aguas superiores
riegan los altos llanos de Curazamba, aledaños á la cuenca de Is-
leta, donde se forma el Arquia, ya perteneciente á la mesa del
Chocó, de la cual sale por una hoz de la serranía de Musinga.
En seguida, aumentando sus meandros hasta casi duplicar su
longitud, rueda el Atrato en la llanura de escasa altitud, donde re-
coge el Murrí y el Bojayá, tras lo cual forma la grande isla del
Atrato, cerrada al E. por el bra/.o Muríndi' (80 kilómetros), por
donde rueda el cuarto de las aguas, y que á su D. tiene otra de-
presión llena de grandes ciénagas, entre ellas la de Tadiii (18 kiló-
metros), quizás la más extensa de la hoya. Cuanto al Murri (130
kilómetros), que bien merece el nomijre de rio.
Nueva Geografía de Colombia
hoya doble por tener una parte ¡ntcrcordillerana y otra (la menor)
en la llanura, y su curso en general es de SE. á NW, ; nace en el
cerro Plateado con el nombre de PutderUco, riega la alta cuenca
de Urrao, ya naveg^able, y cruza los llanos altos de su nombre y
por la strrasón de lííurrí, grieta de Musinga, llena de peñascos, se
precipita para salir á la baja llanura donde nuevamente soport&
barcos por 20 kilómetros. Él Bojayá, afluente de la banda izquier-
da, es curioso por componerse de un haz de brazos de rumbo SN,
que cae á un surco transversal.
Kigurj líi — I^t cab-ceras del Aíralo (írgún un croquis de J. Britsún).
Kn su liltima sección el Atralo, después de la extraña vuell^
de Truandó se acerca al litoral del golfo de Urabá, que lu¿go ori-
lla un buen trecho (40 kilómetros) antes de morir, y hacia el cual
desgaja sucesivamente brazos ó caños, cuyo conjunto forma un
delta lateral, único en su especie: delta de I s bocas que ensan-
chad ) en su centro por los aluviones, divide el golfo en dos mita-
304 Nueva Geografía de Colombia
des y amenaza convertir la meridional {la culata del golf o) en sim-
ple laguna, pues el canal que las une, incesantemente disminuye su
fondo.
En esta sección recibe el Atrato por la I. el tributo del Truan^
éó, su mayor afluente de esta banda (8o kilómetros), nacido en
Aspa vé, y el Cacarrí, que baja de la serranía del Darién con rumbo
opuesto al del principal ; y por la D. el Sudo (200 kilómetros), el
principal tributario del Atrato, tanto por atravesar hoya de 5,000-
kilómetros D, como por llevar 1,000 ms.^ que corren majestuosos
en cauce de 300 á 600 metros de anchura, cauce que en la parte
baja se opone al del Truando, con el cual traza así una sing'ular
depresión transversal de la hoya. Forman el Sucio dos brazos que
envuelven por el N. los llanos de Murrí: el brazo I. se llama Am-
parado ; el otro, el Sucio propiamente dicho, brota en los ííancos
del Horqueta, al respaldo de la ciudad de Antioquia, de S. á N.
cruza la cuenca de Frontino, tras lo cual penetra en la serrazón de
Dadeiba, al pie del Paramillo, una de las hoces más notables de Co-
lombia, después de lo cual recog^e el Amparado é inclina poco á poco
su rumbo hasta salir de Antioquia y correr de E. á W. en la lla-
nura baja, lleno de brazos, entre ciénag-as, largo trecho navegable
por vapor. En los límites del De|)artamento de Antioquia tiene el
puerto de Pavarandocito, término del camino de Occidente que
arranca de Medellín.
Casi paralelo á éste corre el León ó Bacubá (150 kilómetros),
que en rumbo SN. fecunda hoya de 2,500 kilómetros D , y que
aun cuando actualmente debiera mirarse como río independiente
por tener boca separada, en realidad hace parte de la hoya del
Atrato, al cual lo unen algunos brazos en su parte final; nace el
León en el macizo de Paramillo del Sinií, al lado de Rioverde, y
entre montes corre algún trecho de S. á N.; pero al salir á la cuasi
inundada llanura se inclina al NW. y son tales Jas palizadas que
arrastra, que impiden ó tornan peligrosa su navegación. Pocos
afluentes tiene este río. En fin, entre el León y el Atrato se forma
en pleno llano el Suriguillay que se enlaza á los dos.
Tal es en su conjunto la importante hoya del Atrato, riquísi-
ma pero aún casi desierta, salvo al S. y en la mesa Chocoana,
donde hay alguna población civilizada, y en las montañas del N.,
donde la componen indios medio salvajes, y también, en lo gene-
ral, insalubre. Por esto quedan por hoy perdidas las 220 leguas de
navegación que ofrece la madre y sus tributarios, navegables to-
dos en barca por 2 á 12 leguas. El río principal, que en su parte
baja mide 20 ms. de profundidad, aunque con altos fondos de
solo 4, tiene anchura de 600 á 300 ms., que en Tebada se redu-
cen á 120; más al S. esas cifras disminuyen rápidamente. En ge-
neral, 300 ms. es la anchura del cauce, reducida en la boca de los
grandes afluentes, y la navegación no halla en él tropiezo, salvo en
las barras de las bocas, que sólo en dos dan paso á vapores pequeños
por su fondo de 2^ á 4 metros ; después el río los admite más gran-
des por 61 leguas, ó sea hasta Mapipí, y por 42 otra vez menores
hasta Quibdó ; todavía con menor calado pueden subir 13 hasta
Lloró y 5 por el Quito; después las aguas del Atrato no resisten sino
barcas, y eso por 7 kguas, lo ({ue también hace el Quito, que por
Nueva Grograf/a dk Colombia 305
lo mismo casi une esta hoya á la del San Juan. Por hoy el río poco
6 nada sirve, apenas si algún vapor lo surca de tarde en tarde, la
navegación á la vela es muy difícil por el régimen de los vientos, y
peligrosísima en barca, ora porque el río muestra casi siempre
inundadas sus orillas, ora por lo fuerte de las ventolinas en el lecho
madre y por los desplazamientos invernales del fondo en los tribu-
tarios y los cambios del mismo en las bocas del delta y seno de
Urabá.
El SinÚ — Este río, que recorre unas 80 leguas de S. á N. en
hoya que apenas mide unos 60 de longitud, por lo numeroso de
sus vueltas ó senos, de suerte que bien pudiera llamarse el Sinuoso,
por su régimen, |X)r la manera como se relaciona con sus vecinos,
y por la riqueza y posicitSn ventajosísima de la hoya que fecunda,
constituye una de las perlas del territorio patrio, y por lo tanto una
de las comarcas cuyo pronto progreso interesa de modo decisivo
al país.
La extensa hoya del Sinü ( 1 3,000 kilómetros D ) se encuentra
en el remate de los Andes, que guardan sus cabeceras entre sus úl-
timas estribaciones que allí se unen á los relieves caribes que ia en-
vuelven por el septentrión, quedando al medio como campo cerra-
do extenso valle primero y dilatada llanura después ; en efecto, el
suelo en cuestión se compone al Sur de altos montes, que rápida-
mente se deprimen para formar un amplio surco que se abre so-
bre un plano oval que en su remate rodean en hemiciclo cordones
de alturitas. A la derecha de la hoya, que un breve trecho linda
con el Cauca, se extiende la muy análoga de San Jorge ; al N. que-
dan varios riachuelos tributarios del Mar Caribe, y á la izquierda y
sucesivamente un haz de riachuelos, el León y el Sucio, ó mejor
dicho el Atrato. En una palabra, la hoya es importante por la to-
pK)grafía de los montes al S., por las condiciones de la llanura al
N. y en conjunto por el enlace que constituye para las tierras co-
marcanas.
Pocos ríos como el Sinú marcan tan bien las tres porciones de
su curso : en la parte alia (Tucura) es furioso torrente que se des-
peña entre inmensas moles de granito ; en la central (Betancí), con
más calma, riega un valle perfecto en sus formas, cuya parte in .
ferior es planicie húmeda al pie de pequeñas colinas que cruza el
río ; en fin, en la baja (Cercté), simple llanura aluvial casi á ni-
vel, el río se divide y subdivide en brazos y brazuelos, forma cié-
nagas é inunda sus riberas donde no lo contienen albarradas, de
suerte que con lentitud gira entre ricas praderas, bien que vuelve
á reunirse en un solo cauce para salir al mar. (Figura 125).
Es el río una corriente de bastante caudal (320 ms.' por i")
que si disminuye en verano, casi se triplica en invierno, con la
particularidad de presentar una solución de continuidad por su ex-
tremada división en la parte baja, netamente separada del Caribe,
y donde con frecuencia se encuentran caños que llevan más agua
que el cauce principal.
Nace el Sinú en las altas breñas de Paramillo, al lado E. de
su afluente el Rioverde, entre un rosetón de corrientes que buscan
el Cauca y el Atrato, y j>or frígido y angosto valle se dirige recto
Ni'EVA Geografía de Colombia
hacia el N. en busca de una angostura 6 sea grieta inaccesible
llena de peñascales entre muros de 30oásooms, de altura,
que remata en agreste hondura donde lo engrosa (D.) el Charudas,
que, lo mismo que el Verde, baja de las calvas cimas por pintores-
cas salterias ; la del Charudas concluye en un hermoso salto de 50
metros. Es á los lados de estas breñas donde nacen d la I. el León
y á la D. el San Jorge. El valle en referencia es separado del de
La Gloria por la grieta de Batatal, de 10 kilómetros de longitud,
en partes tan angosta, que es posible salvarla de un salto, y en
cuyo fondo, entre muros perpendiculares, hierve el río formando
vórtices y remolinos. En el valle de La Gloria, donde en verano
las palizadas obstruyen el lecho, el Sino recibe (D.) el Mamo, que
con rumbo opuesto baja de los flancos de Murrucucii, y el Esmeralda,
que á su 1. corría paralelo y semejante en lo raudo de su curso.
Etespués el río se engolfa en nueva angostura, la de Tucura ó Mula-
ta, corta pero notable por la belleza de las rotas cstratas que la
forman, angostura que le abre paso á otra p<"queña cuenca donde
por fin se le reiíne el Rioverde y también (I.) el JVaín, que baja de
las cumbres de Quimarf ; el Verde á la postre corre calmado en
valle más alto, pero para unirse al principal gira al E. precipitán-
dose entre agrios peñascales que lo llenan de saltos y remolinos.
Un poco más abajo vuelve el Sinii á penetrar en otra angostura,
la de (jrá, que es la última y la más hermosa, por cuanto la for-
man altas y bruñidas paredes de rocas dispuestas en alternadas
capas blancas y negras que reflejan de modo vario las encrespadas
ondas que se prec pitan por el fondo, bajo verde dosel.
En la angostura de Urá termina la parle alta del SiniS (24
leguas), que en seguida corre en ancho cauce, lleno de islas y for-
mando tal niimero de meandros y tan acentuados que casi triplica
su longitud, de suerte que es raro encontrar un tro;ío que mida un
kilómetro en línea recta. A medida que desciende el río por este
valle que guardan las cumbres de Palomas y Murrucucií, el fondo
se ensancha pero se humedece y produce ciénagas, una de las
Nueva Geografía de Colombia 307
cuales, la considerable de Beíancí, enfrente de Palomas, se dilata
fraccionada hacia el E. y se aproxima á las tierras de Ayapel por
el N. de Murrucucú. Numerosos arroyos riegan este valle, priman-
do entre ellos el Jaraguqy, que con dos largos brazos en surco
S.-N., mayor el del S. (60 kilómetros desde Quimarí), envuelve la
base de las Palomas. Esta parte central mide 35 leguas.
En seguida el Sinú por Callelarga durante i S kilómetros cru-
za encauzado un terreno alto y sale á la llanura inferior, donde su
rasgo característico es la tendencia á desdoblarse para correr al
pie de los muros laterales que la enmarcan, y crear una especie
de isla oval que en el centro guarda dos grandes ciénagas {Charco^
grande, Charco del Lean), al N. de las colinas de Verástegui, y que
diversos brazos parten en multitud de singulares casillas. De Calle-
larga á Cereté, ó sea al W. de las citadas colinas, el río aún conser-
va un lecho principal, bien que á ambos lados, másala D., desgaje
caños y forme ciénagas ; pero en dicho punto se abre en dos bra-
zos : á la I. el Aguasblancas, con rumbo N., al W. de los Charcos, y
á la D. el Aguasprietas, que tras correr al NE. hasta Punta Yáñez ó
Boca Venados, vuelve al N., por el E. de los mismos Charcos, y en
Momil de nuevo cambia al W. para unirse al Aguasblancas en Lo-
rica. El Aguasblancas, aun cuando navegable en invierno, se seca
en los fuertes veranos, lo que también sucede á muchos caños y cié-
nagas de la llanura, que pocas aguas recoge de la L, en tanto que
de la D., ó sea de las colinas y cerros que por ese lado medio la
dividen de los llanos del San Jorge, recibe numerosos arroyos, en-
tre ellos el Venados, que corre de SE. á NW. y nace en la relati-
vamente elevada planicie de Laguneta — donde también se origina
el Santiago, de opuesto rumbo, — la que en invierno se inunda hasta
permitir el paso de canoas del Sinií al San Jorge.
Reintegrado el río en Lorica, se dirige breve trecho al W.
con más de 100 metros de anchura, pero en seguida gira al N. al
través de las tierras altas de Barí, donde aún baña rocas peligro-
sas p)ara la navegación, y cuando llega al Viento, á sólo kilómetro
y medio del mar, en vez de terminar allí su carrera, revuelve por
15 kilómetros al NE., apenéis separado del Caribe por una lengua
de arena, describiendo apretadas curvas, con la margen D. llena
de caños y ciénagas que forman su delta, el que no es sino una
parte colmada de la pequeña bahía de Cispata, en la cual rinde su
jomada por varias bocas. I^ parte baja mide 24 leguas.
Tal se presenta el Sinú, que sólo parece río en sus últimas 12
leguas, en donde su anchura varía de 65 á 300 ms., y su fondo
de 3 á 6 y 12 ; en esto se asemeja mucho á su vecino el Magdale-
na. Su régimen, antes más normal, por el desbosque de la parte
alta se empeora día por día \ sus avenidas arrastran más lodo y
son más violentas, más rápidas, más frecuentes y crecidas que an-
tes, pero también sus sequías son más considerables, todo lo cual
perturba más la navegación y causa mayores daños en las tierras
vecinas ; en Corcovado el nivel varía hasta 7 metros, cifra que
disminuye hacia Lorica, merced á la especie de lago de que dis-
pone para explayar sus aguajes, que en ciertos puntos de su curso
central ocupan todo el valle, por lo cual oscila su caudal entre 200
y 900 metros cúbicos, lo mismo que su velocidad, que nula y ape-
3o8 Nueva Orografía dk Colombia
ñas sensible en invierno en los caños muertos^ en los vivos acentüa
entonces su diferencia ; en la montaña llega, cuando crece, á lo
increíble, y arrastra enormes palizadas que abandotfadas abajo son
un verdadero peligro para la comarca por los cambios que pro-
ducen, pues no sólo modifican el lecho, sino que ciegan aquí ca-
ños para abrirlos más allá, y desecan ujias ciénagas para crear
otras, hasta el punto de poderse decir que el mejor plano, un año
después de levantado, no es exacto; tal vez el río pretende darse un
solo lecho, quizá dominado ppr los trabajos de defensa de los hijos
de estos países bajos colombianos, que del perímetro empujan las
aguas hacia el centro, más bajo, en donde magníficos campos ri-
bereños resultan amenazados de muerte.
Empero, todo tiene su lado ütil : tan grande numero de caños
y ciénagas y lagunas hace el oficio de estanques que reciben el
exceso de la crecida, impiden inundaciones en los campos cultiva-
dos, y en verano sostienen la navegación devolviendo poco á poco
á la madre las aguas no evaporadas, bien que su mismo número
perjudica entonces al cauce principal que, abierto en terreno
más alto, lleva menos agua que algunos caños muy estrechos para
poderlo navegar. Si las ciénagas son numerosísimas y algunas de
grande extensión, en general son poco profundas, innavegables y
difíciles de vadear por lo blando de su lecho, pero en verano se
secan, excepción hecha de las mayores, y se convierten en gru-
pos de lagunas y ofrecen al ganadero riquísimos pastos cuando el
sol ha secado los de la tierra alia.
El lecho del río y sus brazos está abierto en la roca en la par-
te alta, en arcilla luego, y por último ofrece fondo cenagoso y rai-
zambres peligrosos para las barcas cuando disminuyen las aguas ;
á veces el cauce tiene barrancas altas y no inunda el terreno, de
lo cual es ejemplo el Aguasblancas ; en otros puntos no sucede esto, y
la selva ocupa los pantanos laterales ; en las partes bajas obsérvase
que la concavidad del lecho, en las curvas, está constituida por alta
barranca, mientras la ribera opuesta presenta extensas playas.
Resumiendo lo dicho, tendremos que esta hoya, que mide 6o
leguas de S. á N. por 14 de máxima anchura, encierra aguas que
en su parte alta no forman vías naturales por sus múltiples rauda-
les, bien que los indios las emplean. Asombro y horror produce el
relato de esta navegación hecho por gentes civilizadas, navegación
que deja atrás la legendaria del Dagua y en la que en dos horas de
vertiginosos tumbos se desciende lo remontado en ocho días con
mil tropiezos. A partir de Tucura se puede ya navegar el Sinú, en
barcas, por 23 leguas hasta Callelarga, aunque con peligros por
los raudales y lo fuerte de la corriente en la mitad de ese trayec-
to, con gran demora en el resto por lo exagerado del número de
vueltas y repliegues que, como se dijo, triplican ó más la distancia
entre dos lugares dados, inconveniente que sube de punto en el Istmo
de Lx)rica, donde lo que por tierra se cruza en tres horas, por el río
exige tres dias, á lo cual se une el peligro de los remolinos en las cur-
vas y lo difícil de cruzarlas en vapor cuando son fuertes, amén de que
en las bajas aguas siempre surgen bancos y canales nuevos, por lo
que es preciso constante exploración del lecho. De Callelarga á Mon-
tería (8 leguas) suben los vapores en invierno (durante 8 meses);
Nueva Orografía de Colombia 309
lo mismo sucede de Cereté á Lorica (8 leg^uas), siempre en las 4
leg^uas que median entre Montería y Cereté ; de Cereté á Ciénara
de Oro (7 legfuas), es de ordinario conting^encial la navegación,
pero de acjuí á Lorica (9 leguas) no es imposible en vapores
pequeños ; es la región más rica de la hoya. De Lorica al mar
el río soporta (12 leguas) barcos de mayor calado, sobre todo
en invierno, los cuales no hallan otro tropiezo sino las rocas de
Bari en verano y las bocas, en las que cambia á cada invierno el
canal navegable ; la masa de aguas siempre da paso, pero es pre-
ciso averiguar por cuál de las cinco 6 seis bocas sale, quedando
tan secas las otras, que á veces no soportan ni canoas. Cuanto al
seno de Cispata, que se llena con inaudita rapidez, sucede lo mis-
mo, pues en lo general no recibe en su fondo sino barcos de poco
calado (4 metros), y eso guiados por práctico. Por lo dicho hasta
hoy, ha sido contigencial la navegación por vapor, lenta y poco
provechosa la de vela, y el mayor uso del río consiste en transportar
á flote las grandes cantidades de madera que se extraen de las
montañas vecinas, ya casi agotadas por el descuido con que se
explotan.
El Magdalena, el monarca de los ríos colombianos, la arte-
ria aorta de la República, en realidad no es río, sino meramente
el conjunto de las aguas que se originan en la mayor parte de nues-
tras montañas, por lo cual ese nombre no debiera aplicársele sino de
Tacaloa al mar (40 leguas), cuando la magnitud de su caudal
(7,200 metros cúbicos por i") lo convierte en verdadero río, y to-
das las aguas de una inmensa hoya (25 millones de hectáreas)
— triple y una — van por cauce de 800 á 1,600 metros de anchura, con
profundidad media de 10, al través de una dilatada planicie, y her-
moseadas sus riberas por 40 poblaciones, la última de las cuales es
el gran puerto del país. Lo dicho es tanto más evidente cuanto
ese canal es el desagüe de inmensa cuenca inundada, ó poco me-
nos, á donde convergen las aguas de la depresión central y de las
dos mesas que la guardan, siendo también de allí de donde arran-
can las primeras vías que á esas montañas penetran, dejando para
ello el barco por la cabalgadura.
Esto sentado, el Magdalena es el río que surca el fondo de la
depresión central con rumbo general de S. á N. durante 9°, y re-
cibe el tributo de las mesas que separa, bien que de un modo muy
diverso ; la mesa occidental recoge casi todas sus aguas en dila-
tado cauce (Cauca), paralelo al Magdalena, río que como el prin-
cipal, no resulta formado sino cuando está próximo su fin, por
ser entonces cuando lo acrecen por ambas bandas sus dos grandes
afluentes (San Jorge, Nechí ?) que le son paralelos ; la mesa orien-
tal presenta una red hidrográfica profundamente diversa, pues á
causa de las múltiples cuencas en que se fracciona, agrupa sus
aguas en seis grandes corrientes que solas ó pareadas (P'usagasu-
gá-Bogotá, Negro-Minero, Sagamoso-Lebrija) se suceden del S.
al X., á veces paralelas al principal, ya que la mesa sólo en pe-
queño trozo — hacia el centro — muestra su lomo excavado por un
solo surco, pues más al N. guarda dos, bien que acaban por
no pertenecer á la hoya del Magdalena. A estas característi-
cas preciso es añadir que la mesa occidental, allí donde es más
NuxvA Geograf/a de Colohbu
ancha, si al W. vierte al Atra-
tü y al centro al Cauca, al E.
lo hace directamente al Mag-
dalena, y que los relieves sep-
tentrionales 6 de Nueva An-
dalucía, en vez de inclinar de
ordinario sus aguas hacia el
N., lo hacen hacia el S., en es-
pecial en la banda E., donde
alcanzan ¿ formar uno de los
grandes tributariosdel Magda-
lena (Cesar); en ambos casos
las aguas arrancan de alturas
que no pertenecen á las cor-
dilleras andinas sino á los re-
lieves Caribes que cruzan por
el N. del pafs.
Así pues, el Cauca se pare-
ce al Magdalena por cuanto es
un río híbrido <i informe, y más
que éste ¡rre^pilar agrupación
de aguas ocasionada por los
ciclos geol<5gicas, en nada pa-
recido á corrientes como el
Atrato ; muy análogos le son
los rfos de la mesa oriental,
que hasta lo superan á este
Figun t)3— El tío Magdilena Mgiíii la Cul> oficiil— Ecctltii i :3.300.00o
Nueva Geografía de Colombia
311
esto el carácter general del río madre y de sus afluentes, exagera-
do en ellos, es el ser de difícil y peligrosa navegación, cortada de
ordinario en trozos, por lo que resulta con soluciones de continui-
dad, de donde que la red hidrográfica en lahoya magdalenense,
no obstante medir 1,200 leguas de corrientes cuyos cauces tienen
á lo menos un metro de profundidad, apenas ofrece la mitad sus-
ceptible de mediana navegación — buena sólo en 200, — cuando en
la red alemana por ejemplo, que cuenta 5, 000 leguas en superficie
apenas doble de la de la hoya de nuestro gran río, 1,400 leguas
siempre útiles varían entre 80 centímetros y i metro !I
De lo dicho resulta que por su relieve la hoya del Magdalena
se divide netamente en cuatro porciones en manera alguna sim-
ples; porciones que se agrupan en tres zonas paralelas, más corta
y ancha la de la D., más baja la del centro, y las cuales concluyen
sobre la cuarta, la más plana, transversal con respecto á ellas.
También su estudio forzosamente se subdivide en cuatro partes
imposibles de refundir en una sola, so pena de incurrir en errores
geográficos de la talla del que se lee en los textos del ramo que
separan el Cauca del Magdalena y admiten hay unidad entre la
cuenca de Mompós y la ^bana de Bogotá (? ¡), con lo cual se
viola hasta en su raíz la geognosia del terreno : ó el Cauca hace
parte de esta hoya, ó hay que separarle las altas tierras orienta-
les. Tan craso error proviene, á lo que parece, de que en estas
tierras las aguas no se agrupan en un solo cauce. ¡ Hasta dónde
conduce la ignorancia de la Geografía física ! Las dichas cuatro
zonas que componen la Magdalenia varían tanto en su forma y
constitución como en su área : en efecto, la occidental mide 2,600
leguas cuadradas; la central 2,500; la oriental 1,500, y la sep-
tentrional sube á 3,000 sin tierra adentro.
SepUfllríoial
Costa
Oecideifal
Cauca
Depresión
CeBtnl
Oriental
Somapaz
Figura 124 — Las cuatro porciones de la Magdalenia
i.^ La depresión central (Valle del 3ftf^ia/^;ia propiamente di-
cho)| por su extensión y la diversidad de suelos que allí atraviesa
el rio, impone necesaria subdivisión en parte alta y baja, de carac-
teres propios: en aquélla corre el alto Magdalena, en ésta el
Magdalena central. En el alto Magdalena el río desciende de la
región de los Páramos á suelo de 200 ms. de altura y riega
312 Nueva Geografía dk Colombia
así una tierra mixta, valle y meseta, entre g-randes moles monta-
ñosas al Ocaso y otras más humildes al Oriente : eng'rosándose
con infínidad de afluentes, todos los cuales (salvo dos) desarrollan
su curso dentro de la cuenca ó valle mismo, en g'cneral con rumbo
del W. y el E. hacia el centro, mayores y más numerosos á la I. del
río; afluentes poco importantes, excepción hecha de uno considera-
ble (Saldaña) que va al NE., y de cuatro medianos, dos por cada
banda (Páez-Coello y P'usagasug-á-Bog-otá), que al W. recogen el
tributo de los nevados y ocupan hoya de algxina extensión, y al E.
sus cabeceras aumentan su caudal, penetrando en la mesa oriental
por medio de algunos brazos, por lo cual en esta sección no puede
incluirse su estudio. El paso de la parte alta á la central se ve-
riñca por medio de rápidos y violentas curvas entre peíías, últimos
rastros de la zona torrencial. En el Magdalena central (PaturiaJ, el
río, ya considerable, dilata su curso en el fondo del valle más perfec-
to y crecido que ofrece el país, entre grandes masas montañosas,
rotas á trechos en ambos lados, para dar paso á afluentes que vie-
nen de muy lejos, mayores al E., en donde tienden al paralelismo
con la corriente madre, menores y á ésta perpendiculares primero,
luego también paralelos al W.; entre ellos aparecen otros que nacen
en el valle. Empero, ninguno de tales ríos es corriente de primera
importancia, ninguno permite larga navegación, y es característico
de los mayores mostrarse llenos de rápidos ó saltos. Por la D. se
suceden con admirable ritmo el Negro, el Carare, el Sogamoso, el
Lebrija ; en tanto que por la I. sólo uno (Nare) puede entre los
perpendiculares merecer atención; lo mismo sucede (Cimitarra)
entre los otros.
2.° Im porción occidental y ó sea la hoya del Cauca, el rival del
Magdalena,compuestatambiénde diversísimas porciones, en conjun-
to se reduce á un surco en el lomo de la mesa andina, con vario nivel
más varia forma y extensión, el cual mide 1 30 leguas de longitud
por 8 á 2, 5 y 11 leguas de anchura, y por ultimo, se aumenta con
aguas cuya región permanece independiente, siendo más que otra
cosa una especie de cuña interpuesta entre los dos ríos y en la
que la porción más PZ. se enlaza directamente con el Magdalena
En esta hoya, que abarca así una mesa angosta primero, ancha
después, el río, que por lo común corre cargado á la I., presenta
un trozo meridional (alto Cauca) y otro septentrional (Cauca cen^
tral)y ambos sin largos afluentes, aunque varios de éstos presentan
notable caudal y le tributan primero por la D., luego por la I., te-
niendo enfrente fajas de suelo que sólo surcan arroyos más ó menos
crecidos. El b ijo Cauca hace parte de la zona septentrional.
En resumen, la hoya andina del Cauca se reduce á una serie
de cuencas escalonadas, todas bien delineadas, mayores y con fondo
más plano en el alto río, superiores en número después, cuando
constituyen mero cañón. El alto Cauca, con rumbo primero al
NW. por breve espacio, luego al NNE. en mayor trecho, surca la
altiplanicie paramosa de Paletará, el valle templado de Pop>ayán
y la cinta cálida denominada especialmente 7^alle del Cauca, sec-
ciones cada vez más crecidas, doble la última, y en la cual el río
se hace navegable, aun cuando por desgracia á crecida altura ; la
primera se abre entre cimas nevadas ó poco menos, la segunda se
Nueva Geografía de Colombia 3 1 3
compone de g^randiosos y agrestes valles que de alta cresta caen
i destrozado plano rodeado enfrente por medianos relieves, y la
tercera en forma de 00 , tiene muros montañosos uniformes, cons-
tituidos por series de cumbres paralelas y escalonadas, doblemente
crecidas al Oriente que al Ocaso, exiguas al Sur, más altivas y
destrozadas al Norte : característico del alto Cauca es tener decli-
vio á su I. siempre breve (2 á 5 leguas), mayor á su D. (6 á 10),
ambos con sostenida uniformidad en cada trozo. En Paletará
marcha solitario el río ; en Popayán le fluyen Palacé, Piendamó
y Ovejas, éste en suelo de transición ; en el valle propio, al prin-
cipio (Palo) y al fin (La Vieja), recibe aguas crecidas con otras in-
termediasalgo menores, bien que numerosas, primando entre ellas,
por nacer en la cresta misma y no en los estribos, Amaime, Tuluá
y Paila. El Cauca central, que con rumbo de S. á N. delinea curva
en forma de hoz, se reduce á gigantesco torrente con algunos re-
mansos al través de las tierras de Arma, el cañón de Antioquia pro-
piamente dicho y el valle Cáceres, porciones abiertas entre montes
que si altivos primero, decrecen luego sin cesar, en la segunda mayo-
res al Ocaso, y al Oriente en las otras dos. Característico del Cauca
central es tener, por ambas márgenes, declivio más igual, primero
de alguna extensión (7 á 10 leguas), aunque con diversísima topo-
grafía, luego muy breve (2 á 6), y sólo surcado por arroyos, y, por
ultimo, otra vez crecido. En la tierra de Arma le fluyen por la I. Ri-
saralda y San Juan, de curso inverso, y que forman cuerda de curva
del principal que al opuesto lado recibe perpendicularmente varios
(priman (ihinchiná y Arma), todos de valle á cuál más bravio y
salvaje y que concluyen en destrozada mesa ; en el cañón, que
oprime terriblemente el río, y en el que por trozos casi se reduce el
valle á simple hendidura, los arroyos oscilan del mis.no modo, y,
por ultimo, en el trozo de Cáceres, cuyas faldas, tras acrecerse
primero bruscamente, decaen luego, tiene (I.) paralelo otro afluen-
te (Man) de alguna magnitud.
Al terminar este valle, el Cauca usurpa el del Nechí, abierto
al pie de los relieves de Anorí, entre medianas cumbres á los la-
dos, y en el cual se confunden, tras romper el suelo, dos corrientes
que bajan de la mesa antioqueña : el Nechí, cuyos brazos origi-
nales excavan profundamente la porción NW. tendida de áin
José á Anorí, y el Porce, que marca el Ihalveg de la zona, sirve de
cuerda á la gigantesca curva del cañón del Cauca, colinda con el de
Arma, y bien que en sus orígenes surque un pequeño valle, luego
rueda en una simple grieta que recoge por el Grande (I.) las aguas
que roen la curiosa tierra de Santa Rosa, al S. de la de San José.
Unidas estas aguas y ya en el valle bajo, reciben (D.) el tributo del
Bagre, cuyos brazos penetran en las breñas de Remedios. Al SE.
del Porce se halla el Nare, que abre su curso superior (S. á N.)
en mesa más elevada y perfecta (Rionegro), tras lo cual abandona
turbulento la llanura en busca del Magdalena.
3. La porción oriental, 6 sea la de los grandes afluentes, ofrece
condiciones análogas á la anterior en cuanto se compone de una
serie de cuencas sin más enlace que el que producen las aguas, y
JSÍueva Geografía de C^hmhim TOMO I -21
314 Nueva Geografía de Colombia
sólo se diferencia de aquélla en que éstas no se agrupan en un sola
cauce y es más ancha, bien que más corta : su long^itud sube á 88-
leg^as, y su anchura, que es casi nula en los extremos, alcanza 32
en el centro. Ante todo, se observa que sus aguas, por más que no
se unan, corren en surcos de S. á N. que grietas transversales con-
ducen fuera de la mesa ; de esos surcos el central, que principia en
verdad más lejos, al E. de Neiva, y concluye en Puerto Nacional, es
tan dilatado como el del Cauca y sube más al N. En él se hallan
primero múltiples y pequeños ríos (prima el Neiva), que se acreceiv
luégfo (Cabrera, Sumapaz, Punza, Saravita, Lebrija), y por último,
sale de la hoya, mientras en el oriental sólo uno (Chicamocha-
Servitá) pertenece á la misma, y en el occidental, más corto, figu-
ran, después de varios arroyos. Prado, Seco, Apulo, Negro, Cu-
rare, Opón, Lebrija, Carmen. También es curioso sea frente á la
cuña del Nechí donde tribute al Magdalena el citado trozo del surco
oriental, por lo cual se halla aquí una especie de núcleo (Saravita-
Chicamocha) envuelto por las aguas, el que al N. y al S. tiene
algo como brazos (Bogotá-Lebrija) más angostos y largos, con lo
cual se marca ligero arco que tiene por cuerda al mismo Magdale-
na y deja fuera, al S., perteneciendo al curso superior de éste, todas
las aguas que no ocupan el lomo de las más altas y crecidas mesas,,
así como también las que le demoran en los valles bajos al W. y
sirven para regularizar, en globo, la figura de la gran depresión
central, tan revuelta por relieves entrecruzados. En fin, se observa
que á partir de un eje que va del Tolima á Toquilla, las aguas de
la mesa oriental corren con rumbo N. y S., respectivamente, que-
dando las de menor importancia á este último lado.
De estos ríos el Lebrija (45 leguas) se forma en las tierras de
Soto, entre breves relieves que de S. á N. decrecen hasta desapa-
recer sin darle gran tributo á la I., mientras á la D. orilla al pie
W. de la magistral una serie de cuencas variamente unidas entre
sí para formarle ricos tributarios (Suratá, Pescado, Cáchira, San
Alberto) inclinados hacia el S., salvo el último, que se vuelve al N.
El Sogamoso ( 1 30 kilómetros), el mayor y más crecido de todos,,
se compone de dos brazos, más largo y caudaloso el oriental (Chi-
macocha, 50 leguas), que describe arco, teniendo como cuerda á 1 5
leguas á la I. al segundo (Saravita, 40 leguas) : ambos, tras recorrer
primero hermosa aHiplanicüy caen luego, rompiendo breñas, á sur-
co transversal (50 leguas) abierto de la Nevada de Chita al Mag-
dalena. El Saravita^ siempre con rumbo S. á N., recorre un antillano
y un valle estrecho (Fúquene-Chiquinquirá, Puente Nacional, Soco-
rro), que le niega anuentes, pues los que le llegan nacen fuera del
mismo, pero en tanto que casi no existen á su I. {Popoa, cuenca de
Jesús María), por la D. adquieren mayor desarrollo (cuenca de Leí-
va : Mom'guird ; tierras de Siomo: Linguaruco; tierras de Chara lá :
San Gil), por lo cual su hoya, primero doble (valles S. á N.), se en-
sancha luego al E., para ocupar toda la tierra que envuelve el Chi.
camocha. El Chicamocha , que se forma con dos brazos en la cuenca
de Sogamoso, después en el cañón de Soatá carece de afluentes
importantes hasta enfrentarse con la curva de Chita (Chiíancy.
Ckiscas), donde cruza al W., y si por la I. sigue del mismo modo la
margen S., por la D. lo engrosan varios (Servi/d, Guaca), que correa
Nueva Gkografia de Colombia 3 1 5
de N. á S. Reunidos los dos brazos y formando el Sogamoso, rompe
la mesa de Chucurí para concluir hacia Barranca Bermeja ; como
se ve, la hoya de este río (550 leguas cuadradas) ocupa el centro
de la mesa oriental y colinda con todas las otras aguas importan-
tes que allí nacen (Carare, Lebrija, Sarare, Bogotá) y la envuelven :
su curso alto se desarrolla en hermosas planicies, el medio — el más
dilatado — entre profundas barrancas lleno de raudales, y el bajo
— muy corto — entre húmedas selvas.
Él Bogotá (45 leguas), cuya cuenca es más sencilla, forma lige-
ro ángulo en su rumbo al SW., y también su curso alto lo desarro-
lla en la mesa de su nombre, donde se le llama Funza, en tanto que
el bajo se abre al través de barrancas y cañones ; allá recibe afluen-
tes por la I. con curso S. á N. (Siecha, Tunjueló), y por la D. con
curso N. á S. {Neusa, Ser muela), rumbo que es también el del mayor
de su parte inferior (Apulo), la cual termina convertida en bajo y
ardiente valle. La hoya de este río también resulta envuelta por la
de otras aguas importantes.
El Carare (45 leguas), cuyo rumbo es siempre al N., desarrolla
su curso alto en cerrada cuenca (Minero), en la que va sin afluen-
tes por la I., sólo engrosado en su opuesta margen por algunos
tributarios, en tanto que en su porción central por la D. se complica
con aguas de las serranías orientales {Haría, tierra de Flores), y en
la baja, la más crecida, marcha entre húmedas selvas con un afluen-
te á su D. ( Guayaba a).
En fin, el Negro, el Fusagasugá y el Cabrera guardan cierta
analogía entre sí. El Negro se compone de aguas S. á N., en par-
te con opuesto rumbo, que corren al través de barrancas y cajones,
primero con otras paralelas á su I. ( Guaduero) y perpendiculares á su
D. {Tobia, Ferrería, ya complejo), y por último con afluentes parale-
los sólo á este último lado {Toraz) : así su hoya resulta cuenca per-
fectamente cerrada. El Fusagasugá se compone de un haz {Cuja,
Subi'a) que al través de breñas converge al W. en busca de grandes
quiebras, en medio de las cuales recibe otro grupo análogo que
corre de S. á N. El Cabrera resulta de la unión de aguas E. á W.,
á que se unen otras S. á N. y N. á S., todas entre salvajes grietas.
Rionegro recorre 40 leguas y 20 los otros dos.
En resumen, carácter general de todas las aguas de esta por-
ción es correr íntegramente ó en gran parte por entre profundos
cañones, restos de planos más ó menos extensos otros días, y por lo
mismo no ser sino simples torrentes, á trozos con tranquilo curso.
4. La porción septenirional, 6 sea la baja de esta hermosa hoya,
difiere profunda y esencialmente de las anteriores, bien que guarde
algo de cada una de ellas. Es — como el río todo — muy similar á
á la del Sinú, sólo que su área es unas dos veces mayor que la
hoya íntegra de ese río, casi una Bélgica. Es un gran plano hú-
medo (nueve veces mayor que el de Cereté) rodeado por levanta-
do lomo de muy vario nivel, roto ó muy rebajado á trechos, en
forma de losanje, con las mayores cimas hacia los ángulos SW.
(Murrucucú) y NÉ. (Nevada de Santamarta), de unas 40 leguas
de E. á W., por poco menos de N. á S., y que hacia el N. se com-
pleta con una faja (de 32 x 20 leguas) á modo de valle, entre pe-
queños relieves, bien que los del £. se hallen q1. pie de grandes
breñas ; en este suelo se abre el delta del gran río.
Figura las— CarW hidrogrific» de la Cmt»
NuKVÁ Geografía ds Colombia 3 1 7
Dicho losanje está cruzado, perpendicularmente á sus caras,
por dos líneas que se cortan en X ; de SW. á NW. por un lomo
de tierra realzada (Cristal-San Pedro, 50 leguas) que une los re-
mates N. del Quindío á los W. de Nevada, entre suelos de diverso
nivel, mayor primero á la I. y luego á la D. de dicho eje ; de SE.
á NW. corre el otro surco (45 leguas) tendido de la depresión de
Bobalf á la que se halla al N. de la mefa de Ovejas, la cual corta
el lomo citado y prolongada hacia la I. pasa p«r las ciénagas de
Flamenco. Este surco al pie de Bobalí (8 leguas) y de Ovejas (9
leguas), está marcado por aguas secundarias, y en el resto por el
lecho mismo del Magdalena (aquí doble, en verdad), que en su ex-
tremo D., ó sea por donde penetra al Sur en su última sección, re-
cibe aguas de N. á S., y en el otro, ó sea por donde la deja al Norte
en busca del mar, se acrece con algunas más considerables pero
de rumbo S. á N.
De lo dicho resulta que á los lados del lomo de Cristal se ha-
llan dos especies de valles : á la I. el del Cauca-Magdalena, al pie
de Murrucucú-María, con desnivel sostenido ; á la D. el del Mag-
dalena-Cesar, al pie de la' Sierra de Perijá, con declivio doble, pues
su menor altura se halla hacia el centro ; este surco por el E. de
Nevada alcanza también el mar, como el otro por el W, del Quin-
dío llega hasta el Buey en busca de los orígenes del gran río ; clara
consecuencia de lo dicho es que en ambos valles corrieron aguas
independientes en otra edad geológica. Hoy las concordancias son
tales, que así como á la I. del Cauca avanza el San Jorge, á la D.
. del Cesar se forma el Chimiquicay extraña corriente de 32 leguas,
próxima y paralela al Magdalena, pero de rumbo opuesto y sobre
cuyo eje se abre más al N. la gran ciénaga de Santamarta ; en
cuanto á extensión, estos grupos son proporcionados á la de las
breñas á cuyo pie se forman.
En resumen, hállase de San Lucas á Mamón y del Volcán de
San Carlos á Bobalí un vasto archipiélago fluvial, análogo al de
Cereté, bien que con diverso régimen por ser doble; como éste, por
el N. termina en el mismo paralelo de Lorica, pero al S. se ex-
tiende hasta el de Tangas, sobre una línea de grandes ciénagas, y
resulta así tres veces más largo, aunque también tres veces más bajo
que aquél y más hermoso porque en sus canales corre veinticinco
veces más agua, ó sea en proporción á las hoyas que los nutren. Me-
rece anotarse también que así como á la I. de San Lucas el Cauca
y el San Jorge producen extenso laberinto de caños y brazuelos, á
la D. el Magdalena y el Lebrija se comportan del mismo modo ;
vasto como la Alsacia-Lorena, este semisuelo se halla sujeto á los
cambios y reglas indicados para el del Sinii; la única diferencia con-
siste en los Playones 6 lagos que sólo se forman en las fuertes cre-
cidas y por breve tiempo. Cuanto al valle final del Magdalena (Ca-
lamar), debe notarse que es hacia su mitad donde parece que se abre
para formar su delta con aguas al NW. y NE., y que antes recoge el
tributo de otras á éstas paralelas, ó sea de curso al SE. y SW. ; el
delta natural del río es muy pequeño, pero merced al Dique, abar-
ca una mayor extensión aparente ; el natural ocupa un seno colma-
do por aluviones, y del cual no quedan sino los restos en la gran
ciénaga de Santamarta.
Nueva Geografía de Colombia
El Cesar no es afluente del Magdalena, sino de una extensa ci¿-
nag;a que sin el auxilio del gran rio acabarla por tomarse en un
arenal como los de Goajira; y en segundo lugar, el San Jorge no
es tributario del Cauca, como que es varias leguas abajo de la boca
del Guamal (Cauca) donde se halla la Perico (San Jorge), ambas en
un brazo (Loba) del Magdalena : el error proviene de que varios ca-
ños enlazan antes las dos corrientes. Por liltimo, tampoco es ver-
dad absoluta llamar al Cauca tributario del Magdalena, puesto que
cuando se juntan en Guamal llevan el mismo curso (cosa de 260
leguas) y poco diverso caudal, diferenciado aun menos si como Cau-
ca se clasifica el brazo de Loba, por recibir entonces el San Jor-
ge. En atención á lo que antecede, sólo merecen el nombre de ver-
dadero río estas aguas cuando se juntan en un solo cauce que mide
ia6— Selva viígen en I. a
NuxvA GsooKAnA Dc Colombia 319
40 leguas: ¿convendría diferenciar hechos tan claros? ¿No sería
justo llamar á este río de la Madera^ como al principio lo hicieron
los españoles, siguiendo á los indios, quizá á causa de las grandes
palizadas que arrastra ?
Cuando el Cauca usurpa en Nechí el valle al río de este nom-
bre, por él influido se inclina al NE., y rico con sus 2,oco ms. cbs.,
va majestuoso breve trecho (12 leguas), por suelo casi seco y en
canal no muy ancho (500 ms.), hasta frente á la Ciénaga Raya,
donde gira al N.,y á las cuatro leguas no más se abre (Algarrobo),
en horquilla cuyos dos brazos tortuosos dejan al medio una faja de
5 leguas llena de caños y brazuelos : el brazo occidental {Rio Moja--
na, 21 leguas en 14 rectas), el más pequeño, recoge el San Jorge
•en Tacasuán ; el oriental ó Cauca propio (14 leguas) se acompaña
luego á D. é I. con otros menores ; entre Mojana y San Jorge queda
4ina verdadera isla que baja ensanchándose al S. hasta el caño San
Lorenzo ( 1 5 leguas), puesto que por la ciénaga de este nombre y la
de Ayapel enlaza los dos citados ríos, tocando al Cauca en la boca
del Nechí y al San Jorge en Ayapel ; la isla está llena de ciénagas
y caños, en general de rumbo al N. La Mojana se une á San Jorge
4 leguas antes de su fín.
Cuanto al San Jorge (75 leguas), importante río, cuyo eje
prolongado marca el curso del Chimiquica, recorre primero estre-
cha zona montañosa (S. á *N.), que deja luego por angosto valle
^E. NE.) entre las serranías de Ayapel y San Jerónimo, alejadas
luego hasta 17 leguas ; por la D. lo engrosan infínidad de cortos
arroyos, muy próximos, y que paralelos primero al río, después le
son perpendiculares ; pasada la ciénaga de Ayapel, faltan por com-
pleto ; por la L primero le fluyen múltiples riachuelos que luego for-
man el caño Carate (25 leguas), que termina en extraño rosario de
lagunas, paralelo y muy próximo al San Jorge, cuando éste en pleno
llano gira al NE. y N., y que después continúa siéndolo al Magda-
lena hasta Tacaloa, ó sea recibe las aguas de una gran faja de tie-
rra (hasta Ovejas), y á trechos comunica con la corriente principal.
El Cesar ó Pampatar (55 leguas), de hoya casi tan extensa co-
mo la del anterior, corre primero N. á S. en perfecto valle entre la
Nevada y la Pintada, el cual luego se transforma en anñteatro por
cuyo fondo el río cruza al SW. en busca del Magdalena, y en su
centro crea gran isla entre playones, antes de lo cual y por la D.
recibe agxias considerables á él paralelas y nacidas en el corazón
de la Nevada. Reintegrado el río, vuelve al S. y cruza una vasta lla-
nura, lleno de curvas, en busca de la Ciénaga de Zapatosa, abierta
^1 W. de las colinas de Chiriguaná ; poco antes de alcanzarla le cae
(L) el Ariguaní (40 leguas), río considerable pai alelo al principal
y que rodea el alto de las Minas por el W. En Playones y hacia el S.,
por ambas márgenes se aumenta el Cesar con varios ríos menores.
Cuanto á la laguna de Zapatosa (6 x 4), llena de islas, recibe alter-
nativamente (invierno, verano) el tributo del Cesar y del Magdale-
na, al cual debe su existencia permanente.
Por lo que hace al Magdalena mismo, ya dijimos que en for-
ma de 8 cruza la gran cuenca ú hovada de Mompós. Su parte cen-
tral termina en verdad en Mundo al Revés, donde forma un delta (S.
Á N.) que abarca una gran isla partida en dos (Morales y Pancoger:
.1
320 NuKVA Geogeafía db Cojjoubia
12x5 leguas), llena de caños y ciénagas, que al S. está entre las
de Badil lo y Tablar, á causa de que allí el río va entre sus afluen-
tes Lebrija y Simití, que le son paralelos, se le unen por brazos y
caen á las dos ramas de la horquilla de aquél, que después de esa
g-ran isla forma la de Papayal (9 x 2 J), entre tierras cenagosas, y
concluye en el Peñón (Banco), donde el Magdalena se transforma :
un brazo (al E.) cae á Zapatosa, otro (L^óa) gira al W. en busca
del Cauca, y el tercero y central, antes el mayor (Mompós, 22 le-
guas), toma al NW. sobre Pinto, teniendo á la D. tierra llena de
ciénagas y playones que forman casi un solo anegadizo. £1 brazo
de Loba en Guamal endereza al NW. hacia Pinto, y así se forma
la gran isla semioval de Süuco (19 x 7), que otros caños dividen en
cuatro porciones. La zona de Morales-Papayal forma un grupo
de semitierra que al W. de Cristales hace juego la de Carate-Tí-
quiso, aunque algo más pequeño : entre ellos el suelo guarda ca-
ños y ciénagcis, y los dos resultan enlazados por medio del grupo
de Sicuco.
Formado el Magdalena á partir de Tacamocho, endereza al
N. describiendo grandes curvas, con márgenes inundadas y cauce
ensanchado á trechos por numerosas islas, pasa entre Calamar
(W.) y la ciénaga de Santamarta (E.), se estrecha frente á Ba-
rranquilla, y á poco se parte en dos brazos que rodean la isla de
su delta (Los Gómez), que, como ellos, sufre constantes modifíca-
ciones : el brazo D. se llama Río Viejo, y el L, Boca de Ceniza, á
cuyo W. surgen los bancos é islas ( Verde) que formaron la bahía
de Sabanilla, cerrada por el colmataje, lo cual acarrea serios tro-
piezos al comercio, ya que la barra de las bocas dificulta las crucen
los vapores de mar ; el Río viejo ha roto hacia su lado la isla de
los Gómez y unido trozos de ella á la de Salamanca, de extraña
forma, y que por el N. cierra la ciénaga de Santamarta, resto de un
golfo que antes debió llegar hasta Calamar. A partir de este ülti-
mo sitio el río da al NE. cinco caños más y más cortos (el primero^
12 leguas, es el de San Antonio y cae al fondo de la ciénaga), que
entre pantanos y con tendencias á obstruirse, forman parte del del-
ta del río que se desplaza con perjuicio de los moradores de una
y otra margen; al S. de San Antonio, hasta Pinto, recibe el río
varios arroyos paralelos á los caños, pero con orientación inversa.
También en Calamar y con rumbo NW. empieza el Dique, en su
origen brazo natural, en parte obra artificial, por lo cual puede de-
cirse que el actual delta del río se extiende de Flamenco á Pueblo-
viejo (43 leguas), dividido en dos porciones, mayor la occidental^
que da al río arroyos con rumbo SE. ; al Sur del Dique el río Mag-
dalena recibe (L) primero arroyos de curso W á E., y luego más nu-
merosos y crecidos que van al SE., entre los cuales se distingue el
Mancomoján (15 leguas). Las tierras que no se inundan están pri-
mero más próximas á la margen D., y luego á la L ; á trechos lle-
gan hasta el río y determinan sus curvas. Aun en esta zona el Mag-
dalena tiene regular corriente, y su fuerza es tal en su boca, que
rechaza por dos leguas el mar, lo cual produce á veces violentos-
mascareies.
Nace el Magdalena en el macizo de Colombia, macizo que es
nudo de altas cresterías y á la vez notable centro de diramación
Nueva Geografía de Colombia 32 1
de aguas, como que arroyos y torrentes que allí brotan en cortí-
sinio espacio, huyen luego hacia todos los puntos del horizonte
para formar el Caquetá, uno de los brazos del Amazonas ; el Pa-
tía, caudaloso tributario del Pacífíco ; el gran río colombiano y su
hermano gemelo el Cauca. Entre el ángulo que forman los topes
de los páramos del Buey y I^s Papas, existen pantanos y lagune-
tas, de una de las cuales, llamada del Buey, se desprende un arroyo
para deslizarse buen trecho al E., por angosto valle que remata en
Peñagrande y Peñachiquita, por entre las cuales se despeña el fu-
turo rio dando un salto de un hectómetro de altura. Enseguida
describe vasta curva al NE., descendiendo de cuenca en cuenca por
un rosario de raudales, oprimido por los estribos de las cordilleras
del Quindío y de Sumapaz, que por cada valle le envían un afluen-
te, hasta que Irgra salir al valle del Suaza, el ihalweg de la gran de-
presión central, que arranca del páramo de Suaza, paralelo en cierto
modo al Magdalena, al cual rinde considerable tributo, que casi lo
dobla, cuando ya corre en plena comarca tropical.
Así formado realmente el Magdalena, endereza al NE. por el
pie de Sumapaz, que apenas le ofrece pequeños tributarios, en
tanto que por la opuesta banda la cordillera, desde el nevado Pu-
racé hasta el fulgente Huila, reúne sus aguas para formarle el Páez,
desde cuya boca puede decirse empieza á ser navegable el Mag-
dalena, que corre ya á menos de 500 ms. de altura y en cauce
que á veces mide 200 de amplitud. Más abajo, en pleno valle del
Tolima, y pasadas las angosturas de Barandillas, llega al río, por
la I., el tributo del Saldaña (250 kilómetros), que también nace en
el Huila, corre con el mismo rumbo del Suaza y aumenta en un ter-
cio el caudal del Magdalena, lo que mejora de modo muy notable
su navegación, imposible sin ese auxilio, por los explayaderos del río.
Más al N., en el violento codo de Girardot, el río desplaza el
eje de su vaguada hacia el Ocaso para recibir el tributo de los
grandes nevados por medio del Coello^ en cuya cuenca se abre el
camino del Quindío, el RiorreciOy el Lagunilla y el Gualí, que rie-
ga la ciudad de Honda. En el codo y por la banda opuesta le caen
próximos el Fusagasugá y el Bogotá : el primero no es sino una
grieta de erosión que enlaza diversas cuencas, algunas de exten-
so fondo plano; de ellas es notable la de Pandi, por el puente na-
tural de Icononzo. Cuanto al Bogotá, es notable porque después
de recorrer la Sabana, en una de cuyas extremidades está la ca-
pital, se precipita hacia los valles inferiores por el Salto de Te-
quendama, de fama universal por su majestad y belleza ; abajo de
la catarata, el río, en decenas de kilómetros, sólo es una cadena de
raudales que terminan en el valle de Tocaima, por donde vuelve
al Sur á concluir no lejos del sitio en que un gran puente cruza el
Magdalena.
Llegado el gran río á las cercanías de Honda, después de pa-
sar por el cañón de Guataquí y ofrecer algunas rompientes, pre-
senta el más notable de sus raudales, llamado Salto negro ó de
Honda, donde baja 10 ms. en unos dos hectómetros de curso. La
zona de las rápidas corrientes y las vueltas peligrosas que dificul-
tan la navegación, y que por esto dividen el río en al/o y lajos con-
cluye realmente en Buenavista, ó sea donde frente á frente le tri-
Nueva Geogbafía de Colombia
Figurj ia7— Cria hidroRráfiea Jel Macizo de Colombia
bulan dos ríos, algunas leguas navegables : |X)r la I. el Jm Mu¡ y
por la D. el Xtg'c, de cuenca semejante á la del Fusagasugá.
Más abajo, aun presenta el rÍG otro obstáculo : la Angostura
de Corare, no lejos de Naro, d.indi: las aguas pasan comprimidas
por canal de 125 ms. de anchura y 30 de profundidad, peligroso
en invierno, ¿poca en que por ella se precipitan cada segundo
muchos millares de metros cúbicos de agua, troncos y palizadas.
Después de recoger el A'are (I.), que con alguna semejanza al Bo-
gotá riega una alliplanicü y presenta un salto y un trozo torren-
cial, el Magdalena cambia de régimen, pues se ensancha y poli-
furca, y forma islas, pantanos y brazuelos : á cada creciente va-
Nb'KVA Geografía de Colombia 323
rían los canales por donde pueden cruzar los vapores, que hallan
serios pelig^ros en los troncos varados y las palizadas. Aquí los
afluentes llegan por ambas márgenes, mayores por la oriental. En
la derecha están Carare, Opón, Sogamoso y Lebrija, y en la iz-
quierda Caño Regla; Simití y Cimitarra. El Carare, Minero en su
parte alta 6 sea en la cuenca de Muzo, baja á la región de las sel-
vas vírgenes por las próximas hoces de la Furatena (el hombre y
la mujer) y Peñaarmada, la más gigantesca de la cordillera de
Sumapaz. El Opon es célebre por haber dado paso al conquista-
dor Jiménez de Quesada.
El Sogamoso, después del Cauca el mayor afluente del río y
el más notable de la banda derecha, debe su importancia á las
comarcas que recorre, de las más pobladas é industriosas del país ;
fórmanlo, segtín se dijo, dos brazos, uno más largo (Chicamocha)
y otro más caudaloso (Saravi/a). Considerado el primero como
rama directriz, nace en los páramos que rodean á Tunja, en el
corazón de la cordillera de Sumapaz, próximo á afluentes del se-
gundo y á las cabeceras del Upía, uno de los brazos del Meta, para
dirigirse al NE., con grandes curvas, al través de las altas llanu-
ras de Tundama, asiento de uno de los Estados Muiscas, y acer-
carse á la ciudad que le ha dado nombre y á la falda interior de
la línea de cumbres que domina los Llanos de Casanare, por
cuyo pie gira al NE. hasta que llega frente á la Sierra Nevada
del Cocuy, despeñado p)or entre los próximos estribos de esa cres-
tería y de la de Guantiva, que le demora al W.; de suerte que en
seguida de fecundar una aUiplanicie se precipita turbulento á las
comarcas inferiores, como el Bogotá, al cual supera en mucho ;
en este cañón del Chicamocha recibe el río por la I. el Suápaga y
por la D. el Chitano y el Chiscasy no menos bravios. Del Cocuy al
WNW. el cañón es más fragoso, pues el río corta sucesivamente di-
versas cadenas por hoces prodigiosas, denominándosele Sube en la
más hermosa, entre las mesas de Jéridas y Ara toca, pues en ella
la hendidura mide más de 800 ms. y el lecho del río se reduce á
20 de anchura, siendo al salir de ella cuando se une al Sara vita.
En esta sección transversal recoge por la D., nacidos en los pára-
mos del Pilar de Labateca, el Servitá, el Guaca y el Umpalá,
El Saravita, que nace también en pleno corazón de la cordi-
llera, al respaldo de la Sabana (páramos de Tausa), es todavía
más salvaje que el Chicamocha en la parte subsiguiente á la aliú
planicie de Ubaté, en la cual forma el considerable lago de Fú-
quene. De esa llanura sale p)or un corredor de breñas, también
con un salto inicial, y luego un violento descenso por garganta tan
estrecha que por 200 ms. desaparece entre los pedrejones y escar-
pas. Otras hoces y angosturas suceden á las primeras hasta la cita-
da confluencia, y cada tributario de la D., que surca una mesa di-
latada, presenta también gargantas y boquerones, saltos y rauda-
les, como sucede en el Moniquirá, el Ubasá, el LinguarucOy el Oiha y
el FoncCf el mayor de todos, en tanto que en la opuesta banda, con
excepción del Popoa (Vélez), apenas caben torrentes, por lo angos-
to de la falda del muro.
Abajo de la reunión de los dos brazos el aspecto del río es
igual en largo trayecto, en que sube al N. y vuelve al W. para
324 Nueva Geografía de G)lombia
acabar de romper la cordillera, lo cual hace en la cortadura del
cerro de La Paz, y salir á la selvosa llanura, en la que es navega-
ble, rindiendo á poco su tributo al Magdalena, por lo cual de poca
utilidad resulta para el país como vía comercial.
El Ltbrija es también un anuente importante : nace al respal-
do del Pilar de Labateca, y al bajar á la mesa de Jéridas, por el N.
de ella gira hacia el NE., casi paralelo al anterior, y tras una serie
de raudales y angosturas originadas mientras rompe los estri-
bos de la cordillera del E., cruza al N. y sale á la baja y húmeda
llanura, en la cual corre muchos kilómetros paralelo al Magdale-
na, entre ciénagas, pantanos y palizadas que estorban su navega-
ción. Al gran río se une primero por un caño transversal y luego
por delta que termina algo al N. de donde aquél ya principia su
extenso y cenagoso delta interior. Entre el Lebrija y el Sogamoso
corre el Paturiay que desemboca en una laguna que caños navega-
bles unen al río principal.
Lx)s anuentes de la I. {San Bartolomé ^ Cimüarra^ Si'miii) re-
cogen por medio de sus brazos superiores las aguas de las terra-
zas de la mesa antioqueña que rodean las tierras de Remedios, ó
sea la cuenca de un tributario indirecto del Cauca. El ultimo, con
sus lagos y pantanos aumenta el dédalo de esas venas y vénulas en-
trelazadas que constituyen el delta interior del Magdalena, en el
que numerosos brazos y brazuelos secundarios traen y llevan las
aguas navegables de uno á otro lado, de acuerdo con las crecientes
en el lecho principal ó en los subordinados. Al lado de las bocas del
Lebrija, en valle á éste usurpado, el Magdalena forma entre dos
brazos principales — mayor en la actualidad el del E. — la grande
isla de Morales, á que sigue la prolongada de Papayal, entre otras
de análogo origen, de suerte que aquí existe un verdadero archi-
piélago fluvial.
Hacia el Banco, todo este laberinto acuático desaparece un mo-
mento y el río corre en un solo lecho, pero en seguida tornan á rea-
parecer los dos brazos principales, ahora inclinados al N W. por entre
el pie de las terrazas de María y Sierra Nevada; aquí el de la dere-
cha fue el más considerable hasta hace un siglo, en que la mayor
parte del caudal tomó por el izquierdo, el de Loba, más estrecho,
profundo y sinuoso, y que recoge las entrelazadas bocas del Cauca y
el San Jorge. El otro brazo, el de Mompbsy no lleva agua- sino en
invierno, pues en verano hay puntos en que se reduce á chilancos
infectos. Las antiguas poblaciones de este lado decaen, y las del
otro luchan difícilmente con las inundaciones anuales. Entre los dos
brazos se extiende otra isla considerable que así resulta con orla
de ciénagas y playones y subdividida por brazuelos ; al remate de
ella, en Pinto-Tacaloa, el río torna de nuevo á encauzarse en un
solo lecho, por muchos kilómetros, ó sea casi hasta su fin.
En el Banco se abre á la D. otro cauce, resto quizás del anti-
guo lecho del río cuando éste seguía por donde hoy corre el Ce-
sar, para terminar cerca de lo que es en la actualidad la Península
Goajira. En las crecientes el Magdalena, en vez de recibir tributo
por esa boca, por ella envía el exceso de sus aguas, que entra á la
gran depresión medio circular que hoy ocupa la extensa laguna
de Zapatosa, de 6 á 8 ms. de profundidad y cuya área de i,coo
Nueva Geocsaiia i>e Gilombia
Figura I18—I.J rcgiiinJi- Zipalosa, sfgún Simóos, Escala; t : Soo.OOO
kilómetrosG, que se duplica Á veces en esa estación, está rodeada
por una zona de llanura horizontal en parte polvosa en verano, y
ia^nosa en invierno, ¿poca en que al través de la capa líquida
asoman las hierbas y en la que siempre es insoportable viajar. La
navegación, con frecuencia peligrosa en la laguna, por culpa de
las borrascas que descienden de la Sierra Nevada, á veces se inte-
rrumpe con los /apones ó hierbas flotantes que obstruyen los cana-
les entre el sinndmero de islas que hay en el perímetro y dentro
de la concha liquida.
Al opuesto lado recibe la ciénaga de Zapatosa el tributo del
Cesar, formado por la multitud de torrentes que descienden por los
flancos meridionales y parte de los orientales de la Sierra Nevada,
Nace al lado del Ranchería, pero en la llanura de la Esperanza
vuelve al S. por el pie de la Sierra Pintada, recoge, dignos de men-
ción (D.), el BaJUlo y el Gualapurl, de atormentadas cuencas que
326 Nueva Geografía de Colombia
penetran hasta el corazón de la Nevada, con lo que se +iace nave-
gable en invierno, pues más abajo están los Playones^ donde se abre
en brazos, y á los cuales sig-ue reseca llanura que en la estación
contraría devora las aguas hasta el punto de que muchos afluentes
no alcanzan á llegar al lecho principal. Ya cerca de su término,
que comprende un pequeño delta, el Cesar ó Cesart (aguas tranqui-
las, de los indios), recoge (I.) el Artguaní, que baja del páramo de
Chinchicua, se abre en los playones de San Pedro, y sin embargo
es más navegable que el principal, por recorrer suelos menos ar-
dientes y permeables.
El Cauca ( Caucayaco de los indios), es decir, el Magdalena de
Occidente, nace próximo al de Oriente, y recorre valle paralelo
pero de distinto nivel. Tras correr en la altillanura de Paletará, se
precipita por entre los volcanes de Puracé y Sotará, para bajar al
valle de Popayán, en el cual, cruzando raudo al W., se aleja de la
cordillera del Quindío y se acerca á la del Chocó, por cuyo pie,
acrecido por bastantes afluentes, gira al N. para salir á una llanu-
ra ó fondo plano entre las dos cordilleras, el Valle del Cauca por
excelencia, donde e Icaudaloso río, desde el punto de vista de la na-
vegación, es simple lago intercordillerano, pues no comunica con el
mundo exterior. Aquí recibe el río infinidad de torrentes, mayores
los orientales, que al principio {Palo) y fin del valle {La Vieja), bien
merecen el nombre de ríos, en especial el último, que casi le igua-
la en caudal.
No lejos de Cartago, casi bajo el mismo paralelo de Honda,
el Cauca da contra la serranía intermedia de Belalcázar, y á par-
tir del raudal falsamente llamado Sallo de Virginia, lo mismo que el
fronterizo Bogotá-Sogamoso, se interna en un corredor montañoso
abierto entre esa serranía y la cresta Quindiana, lleno de raudales
y remolinos, acrecentado también por importantes afluentes orien-
tales, entre los cuales está el Arma, que nace un poco al N. del
Ruiz y baja por el cañón de Purima, tan fragoso, que se hace no-
table á este respecto en el resquebrajado suelo antioqueño.
Terminada la serranía de Belalcázar, el Cauca, sin cambiar de
régimen, cruza al W., luego al N. y por ultimo al E., esto es, des-
cribe vasta curva entre las mesas de Antioquia y Chocó, por hon-
do y angosto valle, el Cañón del Cauca, compuesto de una serie de
cuencas unidas por planos de mayor inclinación, y en el que hacia
el N., es decir, entre el Páramo de Santa Inés y el Paramillo del
Sinil, se encuentran las máximas angosturas (de 30 ms.) y los ma-
yores remolinos (Oro Bajo), que impiden toda navegación regular.
Rebasados los ültimos estribos de las citadas mesas, el valle
se amplía, el río deja de ser torrente y abajo de Cáceres recibe
(D.) el mayor de sus tributarios, el Nechi, formado en el corazón
la mesa de Antioquia, y que considerado en su eje principal, mar-
cha casi rectilíneo de SW. á NE., á partir de la cuenca del Arma,
como cuerda de la gran curva del Cauca. Este afluente se compo-
ne, como el Sogamoso, de dos brazos, de los que el principal (Por^
ce), por su longitud, caudal y tributarios, pierde el nombre ante el
otro {Nechí), que recorre un surco lateral.
El Porce, Medellín en sus orígenes, donde riega feraz valle,
va por un corredor* á trechos más oprimido aun y al cual por
Nueva Geografía de Colombia 327
garg^antas laterales llegan los afluentes, entre los cuales merecen
mención (I.) el Grande, que baja de Santa Inés hacia el S., formado
por dos brazos, y luég"o en arco vuelve al NE. por el pie de las
cuasi parameras de Santa Rosa, y el Guadalupe y en ellas nacido, y
que antes de su fín da un salto de 250 ms. de altura. El Nechí re-
sulta de la unión de los numerosos torrentes que nacen entre las
breñas de Santa Rosa y Santa Inés. Formado el río, ya en valle de
mínima altitud (Zaragoza), es un magnífico canal navegable que
^r la D. recibe el Bagre, sin duda alguna el más notable de
nuestros montes, por la singular topografía de su cuenca.
Poco antes de la confluencia con el tranquilo Nechí, el turbu-
lento Cauca se une á su grande afluente de la I., el San Jorge, por
un caño (los Barros) que cruza las ciénagas de San Lorenzo y Aya-
pel ; y después de dicha confluencia, el Cauca con anchura consi-
derable corre en una llanura baja pero unida, que luego se torna
húmeda, siendo allí donde el río forma su delta final, aledaño al in-
terior del Magdalena. Este delta comprende á la derecha el lecho
del Cauca propiamente dicho que termina en Boca Guamal, en el
brazo de Loba, y á la izquierda el río Mojana, que al paso absorbe
el San Joige, y concluye en Boca Perico en el mismo brazo de
Loba.
El San Jorge, el hermano del Sinü, corre primero largo tre-
cho hacia el NE. en valle quebrado, abierto entre las serranías de
San Jerónimo y de Ayapel, con raudales y angosturas menos pe-
ligrosas, pero al tocar el 8.® paralelo endereza más al N., penetra
en la región de las grandes ciénagas, ó sea las llanuras de Aya-
pel, que forman una cuenca deprimida bastante análoga á la de
Loríca ya descrita. En seguida torna á inclinarse al NE. al través
del Anegadizo, y por ultimo vuelve al N. para terminar su carrera.
El Anegadizo es una llanura perfectamente horizontal, que hace
juego á la de Zapatosa, pues en invierno recibe el exce^^o de aguas
del Cauca y del Magdalena, para devolverlo con lentitud en el ve-
rano, arrastrando islas flotantes que dificultan la navegación. En la
llanura se encuentran distribuidos en andanas redondos mogotes de
dudoso origen, igual altura (3 á 4 ms.), cuya cima permanece fuera
del agua aun en los mayores inviernos, y á cuyo pie en verano
crecen las zampumas, especie de esponjas vegetales que dan líquido
potable en abundancia con sólo exprimirlas.
Reunidas todas las aguas descritas en Tacaloa, aparece el
verdadero Magdalena que en dos centenas de kilómetros desarro-
lla sus meandros en baja llanura orlada de ciénagas y playones
(lagunas de invierno). En Calamar arranca á la izquierda el Dique
en invierno verdadero río, pero en verano rosario de ciénagas
apenas unidas por caños de mínima profundidad. Hacia la D. se
forman diversos caños que se dividen y subdividen, llevan escaso
caudal y se enlazan con la zona deprimida que guarda la Ciénaga
Grande. La mayor cantidad de agua sigue por un solo lecho hasta
la triangular isla de los Gómez, donde se abre en dos brazos que
encierran un delta verdadero; el oriental, aun cuando muy ancho,
apenas mide 2 metros de profundidad ; en cambio el occidental, la
Boca de Ceniza, excede de 7, y sin la barra que la obstruye con
frecuencia, daría siempre paso á los vapores de mar, que hasta Ta-
NuiVA Geoghatía di Colohbu
caloa podrían subir sin ese inconveniente, que hoy por hoy con-
vierte el rio en simple lago ¡nterior.
Como v(a comercial, este rio es menos importante de lo que
i primera vista parece : la parte baja, de Pinto á Barranquilla, la
navegan sin tropiezo grandes buques, pero queda aislada del mar ;
el Dique ofrece navegación contingencia!, y el trayecto que media
entre Pinto y la boca del Lebrija, no se recorre sin precauciones
que naturalmente demoran la marcha ; la parte central, llena de
palizadas, con lecho variable y altos fondos numerosos, se navega
con gravísimos tropiezos que hacia el S. se complican con los que
oponen curvas violentas; la parte alta principia con salto que no
siempre pueden franquear los barcos ; luego el río es mejor un
buen trecho, pero de Purificación á Neiva surgen otra vez los tro-
piezos. En resumen, el río tiene un curso de 340 leguas, de las
cuales 40 son poco ó nada navegables, 90 corresponden al alto
Magdalena (se suben en 4 días, se bajan en 3), 109 al Magdalena
central (se suben en $¡ días, se bajan en 2^) y 101 al bajo Mag-
dalena (se suben en 2 días y se bajan en 5), d sea 300 leguas
que se suben en ijS horas y se bajan en 80. Por lo dicho, este
río, que engolfa las aguas de otros 600 menores y de S,000 arro-
yos, á pesar de tener 600 pueblos en su hoya, presta pocos servi-
cios al mayor numero de éstos, tanto á causa de las dificultades
para navegado, como por la carencia de caminos de sus puertos á
las montañas aledañas ; á los ribereños perjudica con violentas y
largas avenidas.
Figuia IÍ9 — laguna de Tola.
Catatumbo — Al E. del bajo Magdalena se dilata la gran cuen-
ca del golfo y lago de Maracaibo, colosal depresión entre un dila-
tado marco de montanas que rinden tributo no despreciable al lago,
por desgracia sólo unido al golfo por un canal de escasa profun-
didad. Es en la parte SW. de esa herradura de montes donde en
tierra colombiana se forman los dos grupos de aguas corrientes
que se denominan Catatumbo (W.) y Zulia (E.) y se unen en suelo
venezolano para producir el mayor de los tributarios del citado
lago.
Nueva Geograf/a de Coloubu
El Calaiumbo es un río esencialmente intercordillerano : nace
en las breñas que domina el altivo Cerropelado, y remonta de S. á
N. por el pie de la ma|fistral que lo divide del aledaño Magdale-
na, con curso apresurado y no pocas estrechuras, al través de la
mesa de Ocaña, hasta enfrentarse con la masa del cerro Bobalf,
donde cruza al NE. por llanura más y más baja, húmeda y llena
de ciénagas, por entre las cuales sale al lago con caudal conside-
rable, acrecido desde Encontrados con el tributo del Zulia. Den-
tro de la mesa le fluye el torrentoso Tana, que baja á él paralelo,
al E. del cerro Mina, desde los páramos de Guerrero, y fuera el
considerable Sardinaia, de análogo rumbo, pero cuyo cauce pronto
se excava en la tierra baja, que le da no pocos afluentes.
Figura 130 — San Faustino y el bajo Paraplonila
Nueva G<agrafla de Colombia TOMO I-
3^30 Nueva Geografía de Colombia
El Zulia nace al N. del Pilar de Labateca, y de los páramos
se precipita hacia el NE. entre la cordillera de Cachiri y los ce-
rros del alto del Frío, recogiendo al paso, por la I., el tributo del
Arboledas^ el Salazar y el Per alón' o ^ con lo cual reúne caudal sufi-
ciente para soportar barcos, bien que no sea en verdad navegable
sino más abajo, cuando (D.) en Puerto Villamizar recibe el Pamplo^
nítüy que á él marchaba paralelo en valle aledaño, en el que riega á
Pamplona y á Ctícuta, absorbe (D.) no lejos de esta plaza el 7*7-
chiray que nace en el páramo de Tama y parte límites con Vene-
zuela, y por último el La Grita^ fronterizo en su parte final. El
ZuIía es ¡a vía natural del comercio de los valles de Cúcuta, pero
su navegación es contingencial en verano por los troncos y paliza-
das, que no desaparecen sino en el Catatumbo, ó sea de Encontra-
dos para abajo, donde el caudal del lecho alcanza 450 ms.' por i".
La doble cuenca del Catatumbo-Zulia es en extremo impor-
tante para Colombia, porque es por sus valles por donde se hace
el comercio de todo el N. del laborioso Departamento de Santan-
der. Aun cuando la hoya del Catatumbo, río d'í 3<X) kilómetros,
mide 1,150 leguas D, de éstas no pertenecen á Colombia sino 350
en el alto Catatumbo (90 kilómetros navegables) y 200 en el Zulia
(60 kilómetros navegables).
Vertiente oriental ó atlántica — Esta vertiente, más extensa
por su área (934,600 kilómetros D) que las otras dos, es también
la que origina mayor número de caudalosos ríos que llevan al Océa-
no uita mayor cantidad de aguas colombianas, siendo á la vez la
que encierra menor espacio de suelo doble (1,000 leguas D de
tiei ra fría), menor número de habitantes, y también, por estas
causas, la de menor progreso inmediato, en especial desde que per-
didos el Ca^iquiare y el Istmo de Yavita-Pimichín, perdióse con
ellos la fácil comunicación del Meta y el Guaviare con el Amazo-
nas, quedándonos por muchos años imposibilitado el rápido acceso
á los demás grandes ríos del Caquetá, los que por otros motivos es
imposible alcanzar sin graves tropiezos, en su zona navegable, en-
trándo)os por la rtrontaña, siendo sólo por los caminos que ellos mis-
mos abren como se puede señorear la vastísima selva que cubre
nuestro Oriente del Mediodía, tanto más cuanto allí habitan indios
salvajes enemigos de la raza blanca. En fin, el peor de los malos-
hados de nuestras llanuras orientales es que los ríos que las cruzan
no llegan al mar sino por canales cuya boca pertenece á naciones
hostiles á Colombia.
La colosal vertiente altántica, apoyada en las montañas como
cuerda, se dilata en curva oval hacia el SE. del país, quedando allí
nuestra frontera (Taboca), á 240 leguas de la capital, la que hacia
el NW: no dista 100 de los dos mares separados por el Istmo de
Panamá ; en su área esta vertiente ocupa 604,000 kilómetros D
de la Amazonia (selvas) y 330,000 de la Orinoquia (llanos), en que se
incluyen montes y llanuras cuyas aguas fluyen á Amazonas y Ori.
ñoco, que la bañan al S. y al E., formando así dos vaguadas que
en nuestra frontera ó cerca de ella resultan naturalmente unidas
por caños y lagunas abiertos en eje N. á S. ; y como al N. la baña
el Arauca y al SW. el Ñapo, tenemos que casi todo su perímetro
Nueva Geografía de Colombia
331
Figura 131 — Vertiente oriental
está ó estuvo marcado por aguas corrientes. Débese la desigual
división de nuestro Oriente á ser oblicuo á la montaña el lomo que
divide las únicas dos hoyas que encierra : la del Orinoco al N. y
la del Amazonas al S. ; lomo que, como ya vimos, enlaza la mesa
oriental al núcleo de Parima, dejando á su N. una verdadera taza
y al S. una serie de cordones oblicuos al citado eje, los que corren
tanto en Colombia como fuera de ella, y aun alcanzan á la taza
dicha, produciendo en las aguas ora simples hoces y raudales, ora
saltos más ó menos crecidos, cuyo mayor número está en el eje que
une los Andes á Parima. Nótese que hacia los 2° de latitud N. las
aguas tienden á correr de W. á E. (Inirida, Guainía), marcando cin-
332 Ni'EVA Geografía de Colombia
tura, á cuyos lados se inclinan en abanico al NE. (Guaviare, Meta)
y al SE. (Uaupes, Yari-Yupurá), de tal modo que en nuestra fron-
tera oriental van á distancias iguales de unas 40 leguas ; el banco
que allá las aleja tiene la singular propiedad de teñir de negro las
aguas que lo surcan, mientras á su N. se vuelven rojizas, y lecho-
sas á su mediodía. A los lados de esas corrientes tienden los ríos á
dirigirse de nuevo al íi. (Capanaparo, Arauca, Apure; Caquetá,
lea, Curarai-Napo),asaz convergentes, mientras que lasque á éstas
siguen, más breves, se mclinan al SE. y al S., respectivamente.
En la hoya del Orinoco marcan los extremos S. y N. de la hoya
las parejas Guaviare-Inirida y Apure-Arauca, aquélla unida hacia su
fin,4^sta hacia su origen ; y entre las dos, pero más cargado al N., va
el Meta, separado de la primera por el Vichada, de la segunda por
el Capanaparo, surcos todos que tienden á prolongarse al opuesto
lado del cauce transversal (S. á N.) que los recibe ; también el Gua-
viare y el Upfa-Meta, los dos verdaderos brazos madres del Orinoco,
tienen extraño paralelismo en sus vaguadas. En la hoya del Amazo-
nas está al centro el Yupurá, á su N. la pareja Guainía-Uaupes, y á su
mediodía la Ica-Napo, que á decir verdad, se unen ó caen á surco
paralelo al del Guaviare-Ventuari. En fin, en ambas hoyas existe
una especie de arco de rompientes á que corresponde otro doble de
depresiones que uncios diversos ríos, sólo que en la del Orinoco son
más pequeños y próximos que en la del Amazonas, pero mejor mar-
cados. Por ultimo, al pie de Parima el Orinoco se divide y sus bra-
zos caen á surcos S. á N. y N. á S., que luego alcanzan otros de W.
á E. que ganan el mar por los lados de Parima, siendo de notar
que esa extraña bifurcación del Orinoco-Negro es en cierto modo
doble, pues al arco Orinoco-Casiquiari se opone la cuerda Atabapo-
Guainía con el portaje de Yavita, en todo más valioso é impor-
tante que la otra. Resumiendo, tenemos que Colombia está á ca-
ballo sobre las dos grandes hoyas citadas, entre relieves del Brasil y
Venezuela, ocupando en ambas suelo de la banda izquierda, por lo
que posee aquí una tierra en cierto modo homologa al Istmo, pero
surcada por centenares de ríos, muchos de los cuales miden por
centenares de kilómetros su curso y en los que hay sobre 2,5CX)
leguas navegfablescon masó menos soluciones de continuidad.
Curioso es, por otra parte, el singular paralelismo que se ob-
serva entre la vaguada del Magdalena, en cierto modo enlazada
al Caquetá, y t* 1 surco Casiquiari-Orinoco, que por el Manapire casi
se abre paso hasta las Antillas; pero mientras que en la vertiente
central domina en las aguas el rumbo S. á N., en ésta, como en la
occidental, prima el transversal, ó sea el de W. á E., y en tanto
que en las hoyas del Magdalena y el Amazonas abundan las con-
fluencias en ángulo agudo, en la del Orinoco, exceptuando los sub-
afluentes, aquéllas prefieren ángulo más cercano al recto. Además,
en la hoya del Magdalena los tributarios se forman en reales cuen-
cas m^s ó menos amplias, cuando en las del Orinoco y Amazonas
— más ó menos paralelos á los principales — se reducen á simples
fajas de poca anchura pero con desmedida longitud, por lo cual sus
caracteres tienen mucho de comiin. En efecto, de ordinario nacen
en la cordillera y pronto ganan la llanura, con vertiginosos tumbos,
para cJrrer un ella perezosos, con monotonía sin igual, entre orla
Nl'eva Geografía de Colombia 333
de verdura y gjandes playas, pocas veces bien encauzados y
arrastrando sus aguas en tan interminable serie de meandros, qu^
casi siempre duplican por sus vaguadas las distancias que separan
sus orígenes de sus bocas ; pocos abren sus fuentes en cuencas en
la intercordillera, y éstos pertenecen á la hoya del Orinoco ; bas-
tantes nacen en la llanura misma, tanto en una como en otra hoya,
y por las condiciones del terreno son navegables casi desde su ori-
gen, lo cual ha inducido á error á muchas personas acerca de la
longitud de sus cauces.
Los ríos que nacen en la cordillera al entrar á la llanura alta
se encuentran con lecho y declivio desproporcionado á su caudal, el
que entonces se explaya y divide en brazos que cambian con fre-
cuencia, inundando constantemente el terreno vecino en los agua-
jes; pero en la llanura baja el régimen cambia, y si bien basta la
fuerza del viento para represarlos, son, más que ríos, lagos en mar-
cha, á causa de que los aluviones han levantado las orillas y de que
mientras éstas permanecen secas se inundan los cajones ó fajas cón-
cavas que los separan entre sí, sobre todo en la hoya del Orinoco,
en la que como los ríos cruzan en su origen zonas riquísimas en sal,
abunda ésta en sus aguas, que tornan más feraz el suelo en las ve-
gas que cubren en creciente, facilitando allí el desarrollo del bosque,
mientras el resto del terreno apenas produce ásperas gramíneas.
Los ríos orientales de ordinario surcan suelo flojo que no re-
siste su ímpetu, por lo cual ensanchan con exceso su lecho, que en
la parte inferior tiene fondo de finísima arcilla y se llena de ban-
cos que facilitan nuevos cambios. La suma anchura de los cauces
es, por otra parte, obstáculo para la navegación, á causa del poco
fondo de los álveos, á lo que se agrega lo numeroso y acentuado de
las curvas, que limitan mucho el tamaño de los barcos. En el Llano
los ríos de segundo ó tercer orden presentan rico venaje en ciertos
meses, por la regularidad de las lluvias, mientras en otros casi se
agotan á la postre, debido á la intensa evaporación de la comarca,
por lo cual todos no son realmente navegables sino en invierno, y exi-
gen además atención sostenida en los pilotos, por los cambios cons-
tantemente acaecidos en esos lechos. En efecto, los ríos al crecer
arrancan árboles y destrozan las rocas en su zona torrencial, pero
al llegar á la llanura, en especial á la llanura baja, depositan esos
materiales que ya no pueden sostener ; los troncos se clavan en
el fondo de sus lechos compuestos de finísima arcilla, á ellos se
enredan ramas y lianas, y la arena se encarga de llenar los inters-
ticios, con lo cual resultan potentes diques llamados Caramas; diques
que también se forman en los caños de la selva, represan las aguas
y originan, más que lagos, enormes pantanos ó esteros que anegan
á veces vastísimos espacios: esos lagos buscan desagüe, y ora lo
hacen hacia un río vecino, ora hacia varios, con lo cual se produ-
cen las más diversas y extrañas anastomosis y cambios hidrográfi-
cos que idearse pueda. Cuando el lago es crecido, con algün fondo
permanente y producto de un río, se llama desparramadero ; si es re-
sultado de la represa de un simple caño, rompida; si el fondo general
es poco y en verano se seca en parte, reduciéndose á simple grupo
de lagunas ó pantanos, se llama estero. Semejantes condiciones,
como se comprende, modifican sin cesar las hoyas de los ríos, que
334 Nueva Geografía de Colombia
con frecuencia cambian su cauce ; sólo en invierno y por encima de
las caramas cae alguna agua á tales lechos, que por fin se convier-
ten en morichales^ 6 sea especie de turberas que levantan el suelo y
ayudan á nuevos cambios en lo futuro. La fisonomía hidrográfica del
Llano aún no se ha determinado definitivamente. Además, y esto le
es peculiar, como las sabanas altas son esencialmente arenosas, las
aguas de la cordillera se pierden allí en gran parte para brotar más
lejos, ora formando diversos caños y ríos, ora engrosando los que
las surcan, los cuales, á ojos vistas, aumentan su caudal sin que se
vean afluentes de ninguna especie ; las dichas arenas forman tam-
bién, llano adentro, mesas que no se inundan, y en verano sólo
guardan pajonales, mientras el suelo que está á su pie se inunda
en todo ó en parte, por lo cual en verano conserva más humedad
y frescura ; es en las zonas de contacto de arenas y arcillas donde
se presentan los morichales, donde, en terreno blando y cenagoso,
surgen aguas claras y abundantes. Suralosas se llaman las sabanas
bajas y húmedas ; pero conviene recordar que este nombre se
aplica en las altas á las porciones abarrancadas por la erosión.
En resumen, las sabanas ora ofrecen mesas y # morichales, ora
escalones rocosos, ora grandes glacis entre ricas vegas, ora nivel
perfecto sin una piedra, ora, en fin, suma de todos los tipo$, y
además sustentan líneas de médanos 6 montecillos cónicos, ó bien
muestran lajas y peñascos. En invierno ó caso de fuertes lluvias,
cuando el Orinoco crece, represa más ó menos sus tributarios, á la
vez que sale de madre, y el suelo ofrece entonces lagos de hasta
SO leguas de longitud por 8 de anchura con i á 4 metros de profun-
didad, sin que falten islas más ó menos grandes. Como nuestros
Llanos tienen un realce al centro, resulta que la zona de inunda-
ción, menor al pie de la cordillera, próximos á los ríos, y crecida
en la frontera, es casi nula entre las dos, pues el declive baja del
Guaviare, Sumapaz, Parima y Mérida hacia el Apure Arauca y
Calcara ; por eso en el fondo no puede entonces transitarse sino
en barca, con la ventaja sí de ahorrar las vueltas de los ríos,
mientras en otros lugares quedan caminos utilizables. En verano la
tierra se seca por completo, ya por el desagüe en los cajones
altos, ya por la evaporación en los bajos.
En la Amazonia el régimen varía un tanto, pues á los inconve-
nientes de las caramas se une el de mayor humedad, lo cual mo-
difica aún más el régimen de las aguas en las partes bajas ; los
aguajes no sólo inundan la selva obligando á sus hijos á vivir en
canoas en las márgenes de los grandes ríos, sino que destrozan las
orillas, arrancan enormes trozos que marchan como islas flotan-
tes, con habitantes forzados, imposibilitan la navegación en bar-
cas, á la vez que forman, en especial en el Amazonas, lagos, bra-
zos y deltas con islas inmensas, y otras más pequeñas en el lecho
mismo de los ríos : son notables especialmente ciertos lagos (agua
redonda : desparramaderos) en cuya tranquila superficie se ve la
mayor de las flores, la Victoria Regina, lagos que se unen á los
ríos por un laberinto de canales en que el agua corre en todas di-
recciones, como sucede en el de Gandaya ó Candaja, cerca de las
bocas del Yupurá ; también aquí el río principal invade en invierno
el lecho de sus afluentes, que represados obran sobre los suyos que
Nueva Geografía de Colombía 335
inundan la selva, en centenares de leguas cuadradas, y no dejan
fuera sino las copas de los grandes árboles ; de ordinario el Amazo-
nas se derrama en sus afluentes por un grupo de brazos, como suce-
de en el mismo Yupurá, á que da aguas por los canales Uaranapu,
Manhahuay Auatiparana. Con todo, la navegación es mejor en esta
zona, cuyos únicos caminos son los ríos, pues si bien es cierto que al
bajar las aguas, el lodo estorba á los vapores, también lo es que
como los aguaceros son frecuentes, los aguajes no se hacen esperar
y la vía queda compuesta. En esta zona, Igarape (sendero de
piragua) es brazo sin salida, ó sea una especie de golfo de río pro-
longado ; Paraná assu (grande) ó mirion (pequeño) es el brazo de
un río que forma isla y furo (agujero), el caño que une dos ríos
vecinos.
Muy importante es, pues, un detenido estudio de la extraña
red de comunicaciones que entre sí abren ó cierran los ríos orien-
tales, ya que ella enlaza casi todas sus hoyas y permite evitar
el tropiezo de saltos y raudales, 6 la pérdida de las aguas en ca-
vernas donde las rocas no han cedido del todo ; pero ese reconp-
cimiento exacto no podrá estar concluido antes de dos siglos, salvo
el caso de un vigoroso cuanto necesario esfuerzo del país para es-
tudiar tan rica comarca.
Esto sentado, recorramos las a^uas de nuestro Oriente, pri-
mero en sus grandes arterias, y luego en las secundarias, avan-
zando del N. al S.
El OíaNoco, que por 70 leguas nos sirve de frontera allá al Orien-
te (fig. 74), en el corazón mismo del continente, recogiendo las aguas
de un quinto de la tierra colombiana, ocupa primer puesto entre los
ríos de segundo orden del globo, siendo el tercero de la América
del Sur y el segundo de los que bañan la República. El grande
Orinoco ocupa con sus afluentes (450 ríos y millares de arroyos),
entre los cuales figuran corrientes iguales al Danubio, una hoya de
31,000 leguas cuadradas {Orin$quiay tres veces la del Magdalena),
en que recoge caudal de 14,000 ms. cúbicos por segundo (6,500
en estiaje. Enero), con que llega al mar á las 430 leguas de cur-
so (en 1 35 directas), de las cuales sólo las 30 no son navegables.
Su hoya, inmensa taza de vasto fondo é irregulares bordes, com-
prende el espacio que media entre las mesas de Sumapaz y Pa-
rima por un lado, y el lomo de Caquetá y la cordillera costane-
ra de Venezuela por otro, incluyendo buena parte de la citada
mesa de Parima, que guarda íntegro su curso superior. Nace el
río {Par agua) en cuenca (1,700 ms.) que rodean severos mon-
tes, para dirigir su rumbo al NW. sobre Ventuari, y á las 25 le-
guas de curso rompe breñas que le forman el salto de Guharibos,
á poco del cual, en Esmeralda, al pie del Duda (450 ms.), cae auna
depresión transversal del lomo de Caquetá, donde se bifurca para
envolver los cerritos de Maroa ; á la izquierda sigue el Casiquiari
(al S.), á la derecha (al NW.) lo que se llama Orinoco^ paralelo
al Atabapo, á absorber el Ventuari ; tuerce entonces el Orinoco al
W. para regar á San Fernando y penetrar en la parte media dc
su curso,
336 Nueva Geografía de Colombia
En San Femando se puede decir que el Orinoco y el Guaviare
confluyen sobre el Atabapo — la mejor puerta entre las dos regio-
nes,— parte de un inmenso surco S. á N., el cual los empuja hacia
el N., sobre la gran depresión de Caicara. A dicha confluencia
lleg^a, pues, el Orinoco con 650 ms. de anchura y 11 de profundidad,
duplica el volumen de sus aguas y quiebra hacia el N. en busca del
Llano, al que no alcanza sino después de romper una y otra mu-
ralla de granito, formando grupos de célebres raudales — entre los
que descuellan Matpures y Atures (figuras 72 y 73), — donde el agua
en pequeños saltos baja numerosos escalones con fragor terrible,
entre enormes rocas, calmándose sí de trecho en trecho, hasta Ca-
miseta^ el último y menos sensible, que le abre paso (al NE.) á Cai-
cara, antes de la famosa estrechura de Banaguán ; en este tra-
yecto recibe por la D. el mediano Sipapo y por la I. el Vichada, el
majestuoso Meta y otros menores.
En Caicara, celebérrimo delta continental, el Orinoco gira al
E. en busca del mar, pasando por Angostura, donde su cauce de
cuatro kilómetros se reduce á sólo 700 ms. En los inmensos pan-
tanos de Caicara, donde adquiere enorme refuerzo el Orinoco,
empieza su curso inferior, en el que si por la I. pocos ríos le rin-
den tributo, por la D. y de S. á N. le llegan el Caura y el Ca-
roní, éste abajo de Angostura. A poco de la boca del último em-
pieza su delta de i , 1 20 leguas cuadradas, periódicamente inunda-
do, el cual en haz se abre hacia el NE., encierra en su origen la
isla Tórtola, y luego centenares de caños entre los dos grandes
brazos de Mánamo (I.) é Imataca, que terminan abarcando 60 le-
guas de costa, en la que se abren otras 15 bocas secundarias, 8 de
ellas también navegables. Del delta, Imataca ó Canal de narjíos es
el mayor brazo, el cual mide 4 kilómetros de anchura, que llegan
á 7 en la isla Nuvia ; desgraciadamente por él tampoco pueden pe-
netrar, por causa de la barra, los grandes vapores trasatlánticos. El
río, cuyas tempestades son terribles, se navega sin tropiezos hasta
Barraguán y con algún peligro hasta Atures (280 leguas), y después
de los raudales, que se presentan á trechos, desde Maipures hasta
Guaharibos (80 leguas), aunque no sin tropiezos. Como la hoya del
Orinoco es esencialmente lluviosa, su crecida es extraordinaria, y se-
gún se dijo, inunda la tierra aledaña á su cauce hasta 30 y 40 leguas
adentro, con lo cual represa á sus afluentes, que hacen lo mismo con
los suyos, convirtiéndose entonces el fondo de la taza en verdadero
mar, con uno que otro islote ; mar que fecunda la llanura y es símil
de lo que debieron ser en la época posterciaria las grandes aguas
que cubrían el todo y lentamente realzaron el terreno, produciendo
la riquísima Orinoquia, de condiciones hidrográficas tan especiales.
El Amazonas ó mar de los ríos (fig. 1 32), cuyas mareas dependen
del sol, si el tercero del globo en longitud, es el pi imero en hoya y
caudal, como que lleva al Océano venaje medio de 80,000 ms. cú-
bicos por segundo, recogidos en área de 285,000 leguas cuadra-
das {Amazonia, país de la selva, 30 veces la Magdalenia), al cabo
de 1,480 leguas de camino, en el que ha recogido tributarios casi
tan grandes como él, sirviéndonos de frontera durante 1,000 kiló-
metros, por lo cual es más colombiano que el anterior. La gigantes-
ca Amazonia ocupa la llanura sudamericana desde los Llanos (al
Nueva Geografía de Colombia 337
N.) al Chaco (al S.), ó sea entre las gframíneas y el chaparro, y
entre los Andes, que le forman espléndida herradura al occidente, y
las vastas aunque bajas mesas de Parima y Brasil, que se alzan al
oriente y por en medio de las cuales se abre paso (Obidos) hacia el
mar. Por ser nula la división orohidrográfica al N. y al S., la Orí-
noquia y la Plata bien pueden considerarse como simples depen-
dencias de esta reg^ión ; en efecto, al N. (máxima altura 240 ms.)
el Casiquiari-Rionegro lleva los barcos al Orinoco, y al S. (máxi-
ma altura 160) el Madeira les da paso al g-ran río de Buenos
Aires.
Nace el Amazonas (Marañan) en elevada mesa andina (nudo
de Pasco, Perú), y próximo y paralelo á la costa pacífica remonta
hacia el N. NW. por ang-osto valle, hasta chocar con las breñas
ecuatorianas, que lo oblig^an á girar al oriente, rompiendo serranías,
por lo cual sale despeñado (Pongo de Manseriche) á la llanura baja
(157 ms. á 800 leguas del mar), que surca describiendo grandes
senos compuestos de infinidad de meandros, á la vez que se inclina
del S. al N. para morir bajo la línea equinoccial, de la cual ha sido así
verdadero rival, si no vencedor, como que marca una línea equitro-
pical visible. Es el Amazonas río de llanura pur excelencia, y su hi-
lero va excéntrico en la hoya, pues su vaguada dista mucho menos
de su linde N., muro de banda que es faja de casi igual anchura,
que del linde S., donde la banda es zona triangular, por lo cual los
afluentes de este lado, más ó menos perpendiculares al Amazonas,
ofrecen mayor curso que los de la otra, que sólo lo alcanzan crecido
marchando más ó menos paralelamente á él ; como se ve, el Ama-
zonas es un río meridional en primer término, y como la verdadera
vaguada de la hoya la marca el Guaporé-Madeira, resulta en un
todo similar y paralelo al Orinoco.
El Amazonas en la llanura va en amplio y profundo lecho que
aumenta de 2,5CK)á 5,000 mts., los que en Obidos se reducen á 1,830 :
después casi es imposible distinguir á un tiempo las dos orillas ; el
fondo varía primero de 75 á 100 ms., llega en Obidos á 550, y
luego alcanza á 185. El gran río tiñe el mar 12 leguas adentro
con su onda lechosa, hace derivar los buques hasta las 16 leguas,
y no pierde su dulzura sino hasta las 60 ; de Tabatinga al Océano,
hay en su lecho 560 islas de todos tamaños. Concluye el río en
vasto estuario cuajado de islas que son tierras — mayor Marajos —
destrozadas por el mar ; su delta no aumenta á pesar de la enorme
masa de aluviones que llevan sus aguas ; al contrario, disminuye, y
sus antes últimos afluentes hoy caen directamente al mar ; el mis-
mo Tocantins puede decirse se halla en este caso. El mar llena de
ordinario ese estuario en 6 horas, salvo en las grandes mareas,
en que lo hace en cinco minutos, y la lucha de los dos titanes for-
ma inmensa ola {Proroca) que sube 200 leguas río arriba con rá-
pida corriente, aprovechada por los barcos para remontarlo. La
navegación por vapor cuenta 800 leguas, ó sea hasta el pie mismo>
de los Andes : 16,000 leguas mide la red que soporta barcos en la
Amazonia (1,500 colombianas), sin otro embarazo que el lodo que
queda en los cauces al menguar las aguas que en crecida dan paso
por sobre las copas de la selva. Es sano el valle, á pesar de lo cual
la hoya está aún desierta : un millón de habitantes, ¡ uno por cada
5 leguas cuadradas I
338
Nueva Geografía de Colomma
Arauca — Este impor-
tante río de 1,000 kiló-
metros de curso y hoya
de sólo 50,000 kilóme-
tros D, en gran parte
venezolana, en especial
hacia su fín, porque su
curso superior queda ín-
tegro en Colombia y en
su parte central sirve de
frontera á los dos paí-
ses, es notable por los
enlaces que ofrece con
Ir las corrientes aledañas
c y por la falta de afluen-
0 tes en grandes trayec-
g tos, en los que su hü>a
'&) se reduce á simple faja
\ de 20 á 40 kilómetros
g" de anchura, lo que no
•¿ obsta para que en invier.
1 no los vapores pucdnn
3 remontarlo 650 kilóme-
^ tros, ó sea ^hasta el pie
1 de los montes donde
g abre sus fuentes.
^ Dentro de la fragosa
2 cuenca llamada Pilar
I de Labateca se forman
ft los ríos Chitagá y Vale-
í S^^i Q"^ corren de S. á
S, N. y caen al Caraba fi^^
£ se mueve de W. á E.,
resultando de su unión
el río Marguay que se
despeña entre las cum-
bres de Ima y Tama
para salir á la llanura,
donde, tras recoger el
Cahtigon (D.), se le de-
nomina Sarare, el que,
á decir verdad, termina
en una zona de ciéna-
gas y lagunas (los Des--
parramaderos de Sarare),
de donde salen dos co-
rrientes, una que se une al Nula y al Uribante para producir el
caudaloso Apure, y otra que tributa al Arauquita para convertirlo
en Arauca, El Arauquita resulta de la unión de las aguas que
Nueva Geografía de Colombia 339
nacen al N. y NE. de la Sierra Nevada de Chita (entre las cuales
priman Bojabá, Cutloitco, Saíocá^ Banadía), todas más <5 menos na-
vegables en su parte final.
Fórmase, pues, el Arauca entre una tierra pantanosa ; y si en-
frente de los caseríos que constituyen el distrito de Arauquita,
corre en un solo cauce, en seguida, ó sea hasta Arauca, no es sino
una red de brazos y brazuelos que por los esteros del mediodía se
enlaza á las hoyas del Capanaparo y el Meta ; un poco al E. de
Arauca, el río penetra íntegramente en suelo venezolano, cuando
ya corre en cauce único de 600 metros de amplitud. Con frecuen-
cia sus brazos y caños cambian de condiciones por las Caramas,
y entre las selvas que surca, sus ondas se tornan laberinto de aguas,
quietas unas, bulliciosas otras, aquí brillantes como cristal, allá
ocultas por verde tapiz, de suerte que esta es una de las regiones
menos conocidas en sus detalles, fuera de las vías terrestres ó de
los cauces que dan paso á los barcos.
Entre el Arauca y el Meta corren de W. á E., muy próximos,
el Capafiaparo y el Sinaruco, ríos en su mayor parte venezolanos y
que no son sino desagüe de los pantanos y esteros que se hallan
al mediodía de Arauca, entre ese puerto y el río Casanare.
ElMela, Este río, que mide i ,20o kilómetros de curso y fecunda
una hoya triangular de 90,chx) kilómetros D , cuyas tres cuartas par-
tes son llanura, resulta de la unión de todas las aguas que nacen
al respaldo de la gran mesa oriental, del cerro nevado de Suma-
paz á la nevada de Chita, por lo cual es tan caudaloso como el
Danubio, cuando rinde su tributo al grande Orinoco. La hoya del
Meta se divide naturalmente en cuatro porciones : la del alto río,
ó sea el triángulo de suelo, en general quebrado, comprendido en-
tre los páramos de Sumapaz y de Toquilla y el puente de Cabuya-
ro, la Honda del Llano; la central ó de los grandes afluentes ; la del
bajo río, donde el Meta carece de tributarios, y la hoya del Casona^
re, que comprende la tercera parte del todo y con respecto al Meta
es algo así como la del Cauca en la Magdalenia.
En la primera y entre grandes breñas se originan los tres bra-
zos que por su reunión forman el Meta, es decir, los ríos Humadea,
Negro y Upía, de magnitud casi igual, que se unen en un espacio
de 6 leguas, tras lo cual aparece una corriente de 400 ms. de an-
chura por 3 de profundidad. Nace el Humadea entre el Ariari y el
Blanco, no lejos del Nevado de Sumapaz, y se dirige al SE. hasta
los alrededores de San Martín, donde obligado por la Macarena
gira al NE., rumbo^que es el general del Meta, recogiendo al paso
varios afluentes, de manera que cuando frente á Villavicencio se
junta con el Negro, ya tiene caudal suficiente para soportar barcos.
El Rionegro no es sino el conjunto de las aguas formadas en
la cuenca de Cáqueza, al respaldo de Bogotá {Blanco del N., Rione-
gro, Cáqueza, Sáname, Blanco del S., Mamanares)^ que convergen
hacia Quetame para salir á la región baja por cauce estrecho y
fragosísimo, ó sea una de las hoces más bellas y prolongadas de los
Andes. Llegado el río á la llanura, por falta de declive de ésta, se
anastomosa ó divide en tres brazos, de los que el meridional (C/u-
chimene) y el central ( Guqyunba), el más caudaloso, se dirigen en
busca del Humadea, mientras que el otro, el Negro, se inclina al
Nueva Geografía de Colombia
NE. á unirse al GuaÜquia y ai Humea, que bajan de Chingasa, para
formar un río de considerable caudal, que á poco termina en el
Humadea, ya denominado Meta, con caudal superior, no obstante
recog^er sus aguas en hoya de m^nor extensión.
El Upia abarca en su hoya todas las tierras quebradas que
demoran al S. de Tunja y al NE. de Bogoíd, ó sea los valles de Mi-
raflores, de Tenzay de Gacheta, donde nacen los ríos Upía (en la
laguna de Tota) y Garagoa, que corren de N. á S. á perderse en un
surco de W. áÉ-, en su porción alta ocupado jwir el Guavio. Todos
estos tres ríos tienen cauce fragoso en extremo, lleno de hoces,
saltos y raudales, principalmente el Upi'a, que por la I. se acrece
con el vertiginoso I^ngupá, régimen que cambia en la llanura, don-
de el Upia bruscamente se torna naveg"alile por vapor un medio
centenar de kilómetros.
Hasta la boca Pajure la corriente del Meta atln es sensible»
y de esa boca hasta la del Upía, bien que el caudal del r(o no
es escaso, la navegación se torna contingencial en verano, por los
Nueva Geografía de Colombia 341
bancos movedizos de arena y las palizadas, y á veces por lo ins-
table del lecho, que en la llanura abre y cierra brazos á cada ave-
nida considerable.
Formado en realidad el Meta como queda dicho, aun cuando
en toda su longitud conserva el rumbo de SW. á NE., de trecho
en trecho gana tierra hacia el N. por medio de escalones. En la
llanura avanza en largas y prolongadas eses, con aguas mansas y
transparentes, á modo de lago que agita la brisa, primero entre
playas inundables pero vestidas de rica vegetación, y luego encauza-
do por barrancas arenáceas, siempre limpias. Es aquí tan poco des-
nivelado el suelo, que las aguas no ruedan sino empujadas por
las que sin cesar descienden de los Andes ; de ordinario el cauce
apenas baja dos milímetros por kilómetro, por lo cual los aguajes
lo aumentan hasta triplicar su anchura. En verano en las vueltas no
faltan los bancos de arena, y en Trapkhüo peligrosos arrecifes limi-
tan el calado de los vapores. En la parte baja, donde ya ha recor
gido el tributo del Casanare, el fondo del lecho es más constante
(5 ms.), hay menos playones y la anchura oscila entre 8cx) y 2,300
ras., que se reducen á 600 en la boca, abierta al través de las coli-
nas de Lloreda, bien que entonces la profundidad sube á 1 7 ms.
En verano se reduce á 1,400 ms.^ el caudal del Meta, los que suben
á más de 7,000 en invierno, cuando el fondo llega hasta 14 en Ma-
quivor, y da cómodo paso á embarcaciones de bastante capacidad
hasta el pie de los Andes.
Como la vaguada del Meta es excéntrica con respecto á la
hoya que fecunda, por la D. apenas si recibe el tributo de escasas
corrientes, de tal manera que en 180 leguas que mide la longitud
de esta banda, sólo existen unos 36 caños, en lo general de 40 á 60
leguas de longitud, á excepción del Yucaho y el Manacacia, que
por exceder de 150, pueden llamarse ríos, los que además son im-
portantes por facilitar comunicaciones con el Vichada por cortos
arrastraderos.
La hidrografía de la banda izquierda es, al contrario, en ex-
tremo complicada, y el Casanare la divide netamente en dos por-
ciones : al E. de ese río apenas se encuentran caños de breve cur-
so como en la derecha ; pero al W. de dicha corriente el Meta
recibe numerosos afluentes que pueden agruparse en tres clases :
los caños y cortos, análogos á los de la otra banda, que nacen en
plena llanura y corren entre los ríos ; los caños-ríos^ que surgen al
pie de la cordillera, y por lo mismo tienen bastante longitud, y los
riósy cuyo curso superior penetra en aquélla por medio de numero-.
sos brazos. De éstos merecen mención el Cursiana, el Cravo del
Sur, el Pauto, el Ariporo y el Casanare, 6 sea el Mejta del Norte :
entre los segundos priman el Guanapalo y el Guachiría,
El Cursiana (300 kilómetros) resulta de la unión de cinco ríos.
que fecundan la cuenca de Chámeza, de la cual salen por el salto
del Peñol (80 ms.), de grande hermosura pero de pocos conocido ; ;
en la llanura sólo se aumenta con el Charle (I.), y es navegable 150'
kilómetros. El Craiw del Sur (325) resulta de la unión del Labranzas
grande y el Tocaría, aumentado éste con el Paya ó Pisi^a, célebre en
nuestra historia militar, y el Xunchía, los que también nacen en la
magistral. Dicha unión se verifica en plena llanura, y á partir de
342
Nueva Geografía de Colombia
ella, como el Cursiana, se inclina al SE., formando un canal na-
vegable de 125 kilómetros, que no se aumenta con ningún otro
afluente. Termina pocos kilómetros arriba de Orocué.
El Pauto es notable porque su curso de 325 kilómetros lo des-
arrolla en una hoya que sólo mide 90 leguas D , que casi no le da nin-
gún tributario, no obstante principiar en plena magistral, y también
porque su lecho, casi rectamente tendido de W. á E., se abre entre
los caños-ríos Guanapalo y Guachíría, que le son paralelos. A una
legua de su boca recibe (D.) el Gandul, caño que le ha acompañado
mientras surca la llanura, en la cual por evaporación disminuye su
corriente sin cesar, de manera que en la parte baja, en verano, ape-
nas soporta barcas, cuando al salir de la cordillera mide de 100 á
150 ms. de anchura por más de uno de profundidad. El Guanapalo
(200 kilómetros) nace al respaldo de Nunchía ; el GuaMría (250)
abre sus fuentes entre Moreno y Pore. Ninguno de los dos lleva
gran caudal. El Ariporo (450 kilómetros), bastante análogo al Pau-
to, hoy en realidad es afluente del Casanare, bien que no le rinde
tributo sino una legua antes de su fín, y en sus últimos 25 kilóme-
tros marcha entre él y el Meta, paralelo á ambos. Nace al respaldo
de Sácama, y ya en la llanura lo engrosan el Muese (D.) y el Chire
(I.), más crecido, y que á su turno absorbe el Aricaporo, Este río
Aricaporo es de reciente formación, porque en la última centuria
grandes oimbios hidrográficos han ocurrido en el corazón de Ca-
sanare.
* D. Rkffu
o
2
jr^ctof
Figvra 134— Confluencia del Casanare y cU Cfavo de Norte. Según el ingeniero
F. J. Casas.
Nueva Geografía de Colombia 343
El Casanare (6cx) kilómetros), que ha dado su nombre á las
llanuras que demoran entre el Meta y el Arauca, se compone en
verdad de tres brazos : al S. el Ariporo, al centro el Casanare y al
N. el Cravo del Norte. El Casanare abre sus fuentes en plena ma-
gistral, al S. de la Sierra Nevada de Chita, por lo cual mientras
corre entre los entrecruzados estribos de la cordillera no es sino un
enorme torrente que sale á la llanura por las magníficas Puertas de
Purare, en condiciones muy análogas á las indicadas del Pauto,
principiando á ser navegable desde el Puerto de San Salvador, que
dista SCO kilómetros del Meta. En seguida, ó sea por dos tercios de
su longitud, lo mismo que los demás ríos atrás mencionados, á la vez
que avanza al E., se inclina al S., por lo cual describe una curva de
enorme radio, y en tanto que por la D., lo mismo que el Meta, no
recibe afluentes, si se prescinde del Ariporo, por la I. á poco le tri-
buta el San Ignacio, que baja de la Sierra Nevada, y hacia su fin el
Cravo del Sur, de real importancia en la hidrografía de la comar-
ca. Forman este río aguas nacidas en 1 xs faldas de dicha Sierra
Nevada, que luego serpean largo trecho en la llanura, sin otro afluen-
te que el Totumo (D.), hasta que da con el Ele, que lo empuja al
mediodía para unirlo al Casanare en agudísimo ángulo, poco an-
tes de lo cual absorbe el largo Caño Cumare, al último tenazmen-
te paralelo. El Ele, río importante, nace en plena Nevada, y al sa-
lir á la llanura se inclina al SE. y en ella recibe (I.) el Lipa, lla-
mado Cobabalía en su primer mitad, en la cual pasa al S. de los
pantanos de Salivón, por medio de los cuales se enlaza con el Sa-
tocá y el Arauca. Después, el Cravo del Norte por los esteros del
Buey y el Socorro vuelve á unirse en invierno al Arauca, como en
seguida lo hace el Casanare por medio del Caño de los Laureles.
A decir verdad, el Casanare no se muestra en toda su magnitud
sino en los últimos 50 kilómetros, ó sea abajo de la boca del Cravo,
cuando mide hasta 300 ms. de anchura, con bastante profundidad
que se acrecienta en los últimos kilómetros por la represa que le
impone el Meta.
Cuanto á importancia como vía comercial, la del Meta se ha
exagerado si se tiene en cuenta el actual estado de las regiones
que fecunda, la casi imposibilidad de navegarlo á la vela ó al
remo, por lo largo y penoso del viaje, y las trabas que en el Ori-
noco pone Venezuela á las mercancías que van ó vienen para Co-
lombia, presentándose á este respecto un gravísimo problema cuya
solución probablemente será consecuencia de serios acontecimien-
tos históricos.
Entre el Meta y el Guaviare caen al Orinoco varios caños
y algunos ríos de hasta 250 kilómetros de longitud, entre los cua-
les pueden citarse las dos parejas lomo, Tuparo y Zama, Mataveni,
que corren en la parte oriental de San Martín, separados por el
Vichada, que cruza dicha llanura en toda su longitud. En efecto,
el Vichada es un hermoso río de 725 kilómetros, que con hoya de
1,600 kilómetros D presenta un canal navegable de 400 ; nace en
las colinas de Turi-Turi, al respaldo del bajo Ariari, 50 kilóme-
tros al E. de San Martín, y marcha con sostenido rumbo al NE.,
monótono por sus eses interminables, pero hermoso por la variedad
de sus paisajes. Por la I. recibe el Mucoy 200 kilómetros, que casi
344 Nueva Geografía de Colombia
lo enlaza al Meta, y después de reglar numerosos caseríos de indios
y extensos sarrapiales, termina en Sig^uana, arriba de Maipures, al
través del cerrito Mucuriana.
El Gucnnare — Este río, justamente llamado el Orinoco occi-
dental, es una de las corrientes más espléndidas del Oriente colom-
biano, por sus 1,200 kilómetros de curso, sus 1 54,000 kilómetros D
de cuenca, los 3,200 ms.* que por lo comiin lleva en su boca, y
por ser una especie de gigantesco foso abierto entre los Andes y
los montes de Parima. La hoya del Guaviare es una larga faja de
uniforme anchura (200 kilómetros), en lo general alta, seca, y ape-
nas ondulada por pequeñas colinas que enmarcan las secciones
baja y central del río, porque la alta abarca las faldas de la cordi-
llera de Suma paz, desde el cerro nevado de este nombre hasta las
cumbres que se levantan al respaldo de Neiva. Caracteriza á esta
hoya la particularidad de encerrar algo así como doble vaguada
constituida por dos larguísimos surcos, análogos, próximos y pa-
ralelos, puesto que sólo se reúnen á la postre, bien que antes haya
entre ellos comunicaciones tanto permanentes como temporales ;
en uno de esos surcos, en el del N., corre el Guaviare, en el otro
marcha el Inirída. Ambos ríos tienen amplio lecho que no se lle-
na en verano, por lo cual no desbordan en invierno, y sólo se di-
ferencian en que en el primero la zona de los raudales está en la
parte superior, y en el segundo aparece en la baja, lo que lo inuti-
liza como vía comercial.
Resulta el Guaviare de la unión del Guayabero y del Ariari.
El Guayabero nace al respaldo de Fortalecillas, en las bases del
Triunfo, para surcar valle agreste, abierto de S. á N. entre la ma-
gistral de Sumapaz y la cordillera de Los Picachos, por cuyo re-
mate N. vuelve al E. en el momento en que recibe (L) el Papa-
menej que baja en opuesto sentido desde los páramos de Sumapaz,
acrecido por el Tigre (D.) y otros tributarios. En seguida el río se
inclina al SE., obligado por los estribos de la cordillera, la que del
N. le envía primero el Duáa^ que se aumenta con el Guapecito (D.)
y el Yavia (I.) y tiene en Uribe magnífico puente natural análogo
al de Icononzo, y después el Güejar, formado por corrientes naci-
das al pie de la cuenca del Ariari, en tanto que por el S. lo acrece
con tributarios de W. á E., nacidos primero en las faldas de Los
Picachos y luego en la cordillera misma. Constituido así el río, co-
rre en amplio lecho que ora lame ásperas colinas, ora baña gran-
des playas, alborotado á trechos, manso en grandes trayectos, des-
pués de lo cual mejora su navegación al pie de las colinas de So-
rrento, que rompe por magnífica angostura de 2 kilómetros de
longitud y sólo de 12 á 25 de anchura, cuando antes medía 400
(figura 138). Adelante se engolfa en una segunda angostura, la
Chorrera de Maraca, que termina en un salto de un metro de altitud,
á la que sigue una tercera, la de Turi-Turi, de 40 de amplitud,
tras lo cual el río, describiendo una gran curva, revuelve al NE.,
rumbo que no dejará en lo sucesivo, y absorbe (L) el Ariari, para
trocar su nombre como queda dicho.
Cuanto al Arian) de caudal considerable en su parte baja, re-
sulta de la unión de los ríos Grande y A^irado, que entre sus bra-
zos guardan el Cerro Nevado. Su rumbo general es al SE., pasa
NvivA SeografÍa de Colombu
e Samípa;, según Coilftiii— Escala: i: 1.350.01
muy cerca de San MartL'i, después de recibir (D.) el Guape, que se
origina en el mismo cerro, y ya en la llanura, á la cual entra por el
S. de la Macarena, navegable apenas, se engrosa con pequeíkts
afluentes y cruza espesa selva, entre la cual se derrama en invierho.
Formado el Guayabero, alcanza la porción media de la hoya
abriendo su cauce entre interminable y rojiza barranca de 6 ms.,
rota aquí y allá por los tributarios de la llanura, ora selvosa, ora
vestida de gramíneas, de suerte que el paisaje es grandioso por
su misma monotonía, sin otra variación que las dos angosturas de
Maripari ( loO ms.), separadas por un cañón de 600 ms., por donde
pasa á la parte baja, pero que nodiñcultanla navegación. En este
trayecto recibe (I.) el Iraca, que baja de San Martín, y el Ovejas.
En seguida el río, con sus aguas ya negruzcas, entra á su porción
baja, con lagunas á los lados y vueltas tan interminables, que qui-
zás son linicas en el globo, pues se suceden unas á otras con tanta
igualdad como si se hubieran trazado i compás, á la vez que ^e
ensancha hasta medir 1,500 ms. En este trayecto, en el que fohtia
Ntitva Gttgrofí» dt Cíbuáta t«m« 1^33
^4^ Ni'KVA Geografía de Coloubia
Figura 136 -ICI macizo ¿e Suinapai, según la Xiieva Ceogra/iiJ.
Escala: I :1,350.00o
la prolongada isla de Amanaveni, recoge por la I. el 'Jíviare, el
Vua y el TmUre, ríos de 200 kilámetroí» el central, más cortos los
laterales, y que en su curso delinean arco al SE., en tanto que por
la'D. se une al Inlrida y al ASabape, i aqu¿l muy cerca de su fin, y
casi en su boca el segundo. El Guaviare es una de las esperanzas
del Oriente colombiano, y hoy se navega con frecuencia por los
vecinos de San Martín.
El /ffJ/-íyii( 1,000 kilómetros?), á creer las relaciones de los in-
dios, seria el río que nace con el nombre de £¡ Pa-dido al pie
de la cordillera de Los Picachos ; pero su curso no se conoce real-
mente sino hasta la mesa de Maiia¡>in, donde ya corre con bas-
tante caudal formando un r.Jsario de raudales que no termina sino
pocas leguas antes de su fin, cuando surca perezoso arbolada lla-
nura CD la cual abre cauce de 500 metros de amplitud.
El Alabapo (300 kilómetros S. á N.), en parte frontera, es no-
table tanto por su disposición hidrográfica como por abrir cómo-
das comunicaciones entre el Guavia re-Orinoco y el Guainta. En
realidad resulta de la unión de tres brazos, lodos de aguas negras:
el Temi (E. á W.), que corre en un llano, solo por alturiías dividido
del Guainfa, el Gtiasaon-i (W. á E.), cuyo valle da paso fácil del
Guaviare al Guainfa, y el A/aenri (E. á \V.). El primero gira luego
al N. y pasa por Ya vita, para recoger los otros dos. Formado el río,
presenta algunos raudales antes de alcanzar su porción baja, en
la que su anchura ordinaria (150 ms.) se cuadruplica en invierno,
¿poca en que inunda la selva aledaña.
NuBVA Geograf/a de Colohbia J47
Figuia 137 — La fronlera culombiana cutre el Atabapo y el Guninía, según la
Comisión ele Limilc<i.
£1 Ríonegro. — Este río es uno de los mayores tributarios del
Amazonas, al cual lleg;a con el caudal recogido cti 2,000 kilóme-
tros de curso al través de una hoya de 750,000 kilómetros D
(234,000 colombianas): termina en Ma roto, y su masa tranquila,
Kmpida, color de café, surca en la re^ón baja una llanura tan
igual, y de tal manera la represa el Amazonas, que se dilata en
anchísimo lago cuajado de islas. Desgraciadamente su parte media
está inutilizada por los raudales, y la exploración de la superior aun
deja qué desear. En verdad, el Rioneg ro es la resultante de ¡a unión
de tres grandes ríos : el Guainía y el Uaupes, que nacen en Co-
loipbia, corren de W. á E. y se funden en uno para juntarse al
Blajuo, que baja de N. á S.
£1 Guainía, segün los indios, surge en la pantanosa selva que
demora al pie de las colinas de Padavida y Tunahí, de la cual si-
gue al E. por una mesa donde recoge algunos anuentes y tiñe sus
aguas hasta darles el color del carbón. De aquí en adelante
(300 ms, de anchura) es mejor conocido, y obligado por el cerro
Caparro, remonta al NE. para rebasarlo y acercarse á Pimichín,
tras lo cual se vuelve bruscamente hacia el S., pasando por la pie-
dra del Cucuhy, en busca del Uaupes, navegable, recogiendo &I
paso sus mayores afluentes, como son por la I. el Casi^mari y el
> I"-
34Í Nueva Geografía de Colombia
Diniiy (simples brazos de otros ríos), y por la D. el Cuyari-Isana^
de extenso curso y gran caudal, pero inexplorado arriba de la
reunión de los dos brazos que lo forman, y que según parece corren
de W. á E. f)or los lados de la Sierra Tunahí.
El Uaupes^^egún los indios y los brasileros, es en la llanura alta
fel mismo Tagua de los colombianos, y en este caso lo forman los
ríos BalsillaSy Paio y Caraguaja, que nacen al respaldo de Neiva, el
primero en la cuenca ó altiplanicie de Balsillas, donde corre de
N. á S., y de la cual sale despeñado por quiebra de >W. á E., á la
cjue caen los otros dos, que brotan en las faldas de la cordillera de
Los Picachos. Formado el Tagua, corre largo tiempo en- Selvosa y
hémeda llanura, al cabo de la cual se levantan los cerros de Yim-
bi y Quiriana, que rompe por una larga serie de angosturas *y
raudales, hasta los cuales lo remontan los brasileros, travesía en la
que va acompañado de sus afluentes Codiari (al N.), que le fluye
(I.) entre las breñas, y Papuri, que lo hace (D.) más abajo, cuando
después de un trayecto en sierra llana vuelve á enriscarse en las
peñolerías de Umari. A éstas sigue nuevo curso navegable; sin
dejar de serlo, presenta las angosturas de Taracua, recibe el
Itqiiie (D.), de larga carrera, y ya con enorme caudal acaba por
úniílse al Guainía en San Joaquín para convertirse en Ríonegro, bien
que tal volumen de aguas sea poco menos que intítil, puesto que
adn necesita pasar por las rompientes de Ctdncuriari, después de las
cualei^ sale, deñnitívamente á la llanura amazónica, ó sea á la
parte baja de su hoya, en la que como en desquite de las anteriores
prisiones, más bien que río es una madeja de brazos y brazuelos,
con cuyo régimen se une al Blanco (I.), que desciende de Parima, y
empujado por éste tuerce al S., á concluir como queda indicado. De
lo dicho resulta que en el Rionegro hay verdadera solución de con-
tinuidad entre las tres partes de su curso, lo cual es una de las
causas del estado de atraso en que se encuentra el centro del te-
rritorio del Caquetá.
El Caqtuiá ó Yupuráy que da su nombre á las selvosas comar-
cad que median entre el Inirida y el Ñapo, es un hermoso río de
2,200 kilómetros de curso al través de una hoya de 263 ,00o kilóme-
tros D (los 2 16,000 colombianos), que le tributa 5,500 ms. cübicos
por r', y de la cual es real vaguada, no obstante su forma trian-
gular, pues en los Andes abraza una extensión de 300 kilómetros,
ó sea de las cabeceras del Uaupes á las cumbres de las Animas.
La hoya de este río, completa desde el punto de vista hidrográfico,
presenta las tres secciones normales, desgraciadamente separada
la alta de la media no por simples angosturas ó raudales, sino por
verdadero salto que inutiliza el canal de desagüe como vía nave-
gable, y cada una de ellas, de arriba abajo, es menos y menos
extensa y complicada, de suerte que en la inferior, baja y húme-
da llanura, el río, ya con anchuras de 1,500 á 3,000 ms., bastante
profundidad y cauce no siempre definido, pocos afluentes y muy
próximo al Amazonas, se torna red de brazos, y de tal modo antes
de su boca principal, por medio de caños da y recibe aguas de
aquél, que es imposible decir dónde se divide realmente entre los
dos ese extraño delta confluencial, uno de cuyos brazos (Auatí-
Pafáná) marca nuestra frontera.
Nueva Geografía de Colombia
La parte medía se extiende de las angosturas de 'limutniiro 6
de Sharé, donde el Caquetá se reduce á 200 tns. de anchura, á
los saltos de Araracuara y Cuemaiii, poco importante éste, que se
reduce á una angostura de 1 kilómetro que remata en un raudal
análogo al del Magdalena en Honda, pero cuyo término es una
caldera donde se forman enormes remolinos; más serio el otro,
donde el cauce se estrecha de repente de SOO á 40 ms. durante i
kilómetro, al cabo del cual el río da un hermoso salto de 30 ms.
de altura que produce intenso fragor. En el resto de la sección, el
cauce, navegable y tortuoso (i.ooo ms. de anchura), por la D.
sólo recoge pequeños afluentes, en tanto que por la I., además de
algunos mal explorados, recibe el Apaporh, el mayor de sus tribu-
tarios, que le fluye en el raudal de Siharé, el Yari entre Araracua-
ra y Cuemani, y el Za Fragua, junto á esta ultima hoz.
El Apufoiis (1,200 kilómetros) nace en el Páramo de los
Fardaos, con el nombre de Ajaju, muy próximo al Uaupes, y ora
manso, ora con reciales, baja hasta dar con el lomo de Araracuara,
que rompe por estrecha y prolongada hoz {Fiiina) que remata en
tres raudales seguidos de largo trayecto de corrientes aceleradas,
tras lo cual, sinuoso hasta el exceso, cruza al SSE., y, ancho y cau-
daloso, concluye entre las rocas de Temuentiro, que cerca de su boca
le forman un salto y tres raudales. El Vari ó río de los Engaños,
y el Inia, nacen a! pie do la cordillera y concluyen alborotados
entre los cerros de Araracuara, y á su W, corre el Caguán, de
bascante curso y caudal, pues es navegable, abre sus cabeceras
al respaldo de Garzón, y termina frente á las colinas de Maine
Hanarí.
3 so Nueva Geografía de Colombia
En fin, en la parte superior el Caquetá, como abarca la herra-
dura que produce la articulación de las Cordilleras del Quindío y
de Sumapaz, y es cuasi bisectriz de los numerosos y fronteros es-
tribos de ambas, al paso por entre ellos recoge muchos afluen-
tes, ora aislados, ora reunidos por haces, en lo general pequeños.
Por la I. debe mencionarse el Mocoa, y por la D. el Or/eguasa, 6 La
Fragua, notable no por su longitud ni caudal, bien que sea navega-
ble, sino por el enorme número de corrientes que, á modo de las
varillas de un abanico, forman sus dos brazos (Orteguasa, Pescado),
en el segundo de los cuales está el valle que conduce á la gran de-
presión de la Ceja, abierta al parecer ad hoc para enlazar el Mag-
dalena al Caquetá.
Por lo que hace al río madre, nace en la laguneta de Santia-
go, próxima á la en que se origina el Magdalena, y baja del pára-
mo á recorrer de N. á SW. el fondo llano de la elevada cuenca
denominada Valle de las Papas, donde recoge algunos afluentes y
la cual deja por la hermosa hoz de Ventanas, que le permite salir
á unirse al Riogrande, originado en las Animas y de opuesto rum-
bo, y cruzar al SE., por entre breñas, con régimen torrencial, en
busca de la llanura, en la cual corre estrecho, rápido, peligroso de
navegar hasta la boca del Orteguasa, pues de ahí en adelante,
hasta Maine Hanari, avanza con creciente anchura (500 á 800 ms.),
sin uoso, lleno de islas y medio oculto por la selva, que aquí, lo mis-
mo :que en las porciones central y baja, es malsana por excelen-
cia, otra de las causas para que su hoya permanezca poco menos
que desierta, de suerte que á la fecha sólo peligrosas sendas para
peatones la enlazan á los poblados valles de los Andes.
Puiumayo — El lea ó Putumayo, cuyo curso inferior nos dispu-
ta el Brasil, es una hermosa corriente de 1,600 kilómetros de rum-
bo sostenido hacia el SE., que en hoya poco menor que la del Me-
ta sólo alcanza á recoger tributo inferior al que de la suya obtiene
el Atrato. En lo general esta hoya es una angosta faja de 100
kilómetros de anchura, por cuya mitad corre el río casi sin recibir
afluentes, por lo cual y por tener muy poco desnivel en la región
llana, el lea sufre en extremo el resultado de las variaciones atmos-
féricas, lo que es perjudicial para su navegación por vapor en la
parte alta. En verdad, el río se compone de dos brazos, el Putu^
mayo y el Sucumhios, de unos 350 kilómetros de longitud, que ¡cuan-
do se unen llevan ya muchas leguas navegables ; éste nace en el
páramo de Angasmayo ; el otro también es doble, pues le dan ori-
gen dos crecidas corrientes que nacen á los lados del enorme Pa-
tascoy, más considerable la del N., que es el Putumayo de los in'-
dios, más notable la segunda, el Guarnuesy que en su hoya incorpo-
ra La Cocha (laguna) de Pasto.
Formado el lea, avanza primero angosto, con buen fondo, y
luego explayado en demasía hasta Yalmas, donde en una especie
de gran remanso se transforma, pues en seguida, á la vez que por
rareza se halla en sus márgenes una barranca, también es raro que
su fondo baje de 4 metros. En la angostura de las lermópüas se
reduce á 400 ms. de anchura, y cerca de su término tornan á es-
trecharlo las colinas de San Ambrosio, pasadas las cuales, más qué
río es un lago que concluye por boca de 2 kilómetros de amplitud
Nueva Geografía de Colombia
y 20 de fondo ; en invierno soporta vapores por i,Soo kilómetros,
ó sea hasta las faldas mismas de los Andes : remontarlo i remo
demanda lao días de continuado esfuer-co,
El ÍViipo. Este río es el último de nuestro Caquetá en posición,
que no en caudal, y su selvática hoya de 87,000 kilómetros Q la
partimos con el Ecuador. Compónese de cuatro brazos que no se
unen sino muy adentro, en la llanura, y abarcan en la cordillera los
220 kilómetros que promedian entre los nudos de Huaca y Lata-
cunga. Estos brazos son el Curaray, el ^'tgro, el Coca (frontera) y
el Aguaríro, de unos 700 kilómetros de longitud el primero y el ill-
timo, de cerca de 300 los otros dos, interiores respecto de aqué-
llos. El río, si en la boca del Coca apenas mide 240 ms, de anchu-
ra, luego se ensancha hasta alcanzar 1,000 en la boca, y en lá lla-
nura, donde avanza sinuosísimo, con sus derrames forma niimero-
35? NuEYA Geografía de G)lombia
sas cochas (lagunas), á veces de considerable extensión, y siendo si^
curso t^n lento, que apenas una faja de blanca espuma marca el
hilero de sus límpidas aguas que se arrastran bajo magníñca selva
tropical.
LsiffOS — Colombia no posee lagos, en la acepción genuina
de la palabra. En las regiones bajas, por dondequiera se encuen-
tran balsas de agua, algunas de considerable extensión, pero que
no son sino lagunajos formados por algún río, puesto que nunca
su profundidad excede de la del cauce de él. Otro tanto puede
decirse de muchas balsas que se encuentran en el lomo mismo de
las montañas, como sucede en la Sabana de Bogotá, los llanos de
Tundama ó el valle del Cauca, donde las charcas ó ciénagas que
aún subsisten no son sino el resto de mayores pantanos de otros
días. Tipo de la especie es la laguna de Fúquene^ la mayor de todas
ellas, como que apenas mide de 3 á s ms. de profundidad, sin que
falte algdn ho\o de hasta 10, y no es sino una inundación de unos
25 kilómetros D, causada por los ríos cabeceras del Saravita.
Otro grupo de conchas líquidas es el que ocupa cavidades
entre las breñas de los páramos, muy numerosas, pero en lo gene-
ral de cortísima extensión ; entre ellas son notables las de Suesca,
Siecha y Guatavita, por haber servido de adoratorios á los indios,
y creerse por muchos que en su fondo guardan buen acopio de
ofrendas de oro.
A decir verdad, sólo dos receptáculos de agua pueden mere-
cer el nombre de lagos, pero forzando un poco el vocablo, y ambos
son de indiscutible origen tectónico. El más vasto es también el
más meridional : es la laguna de Mocoa, por los indios apellidada
simplemente la Cocha (laguna). Este lago demora á la cota de
2,759 ms., al pie oriental del Bordoncillo, tiene profundidades has-
ta de 70 ms., figura de S irregular, mide 20 kilómetros de longitud
por 3 á 5 de anchura, y hacia el S. se derrama por el Guamües,
afluente del Putumayo.
El lago de Tota^ situado en una cuenca abierta al pie W. del
páramo de Toquilla, á 2,980 ms. sobre el mar, también desagua por
el S. hacia las regiones orientales, por medio del Upía, tributario
del Meta. El lago mide 12 kilómetros de longitud por algo más de
uno de anchura, y máxima profundidad de 59 metros. La masa
líquida, por causa de esas rupturas de equilibrio de la presión at-
mosférica, tan frecuentes en los páramos, sufre violentas tempes-
tades, en las cuales aparecen intumescencias súbitas del agua, de
unos. 2 ms. de altura, que engendraron en los indios la creencia de
queren la laguna habitaba un horrible monstruo.
'}T.
^ CliniSttolOfiíSl — S^ P^^ clima entendemos el conjunto de las
condiciones atmosféricas que afectan los órganos de los seres or-
ganizados, evidente será que depende de múltiples causas que pue-
den reducirse á tres : temperatura^ vientos^ humedad, siendo su varia-
da: combinación la que en cada zona ó región hace que el clima
s^ presente como una entidad distinta é importantísima, por así
decir, Desde este punto de vista, es claro cjue el clima de Colonl-*
Fi¿ttra*i40^Suma de la hidrografía colombiana
354 Nueva Geografía de Colombia
bla, abarcado el país en su conjunto, es esencialmente tropical^ es
defcir, cálido, húmedo y batido por el Alisio ; pero si con el con-
junto se miran las partes, si se opone la llanura, donde aquellos tres
elementos imperan sin contradicción, á la montaña, que los res-
trinií'e y complica, entonces la frase climatología colombiana no pue-
de emplearse sino en un sentido muy especial. En efecto, el occi-
dente colombiano por su variado relieve, por sus cadenas y maci-
zos, por sus terrazas y sus mesas, ofrece tan g-randes contrastes,
que posee toda la serie de los climas, los cuales entrecruzan diver-
samente sus curvas del día á la noche y de una estación á otra *.
Cada valle, cada falda, cada altiplanicie, tiene sus condiciones me-
teorológicas particulares, debidas al calor solar, á los vientos, á la
humedad del aire, y por lo mismo las grandes leyes climatéricas
que rigen en los relieves del país no pueden indicarse sino de un
modo general, prescindiendo de las mil variaciones locales; varia-
ciones que se ven en el flanco de cada cordillera por el escaloña-
miento de la vegetación y la oposición de las escarpas desnudas y
los selvosos pedestales.
Teóricamente, el ecuador térmico del globo debiera seguir al
ecuador geográfico, pero prácticamente cruza por cerca de nuestro
litoral atlántico, que como es refrescado por las brisas, lo rechaza
ufl poco al Sur, de suerte que si en dicho litoral la temperatura
meaia anual oscila entre 27^ y 28°, en las llanuras septentrionales
• Como el calor del centro del globo, si existe, no tiene influencia sobra
la superficie, el calor de es, la proviene de la irradiación solar, cuya cantidaa
para un lugar dado depende de su latitud ó inclinación de su horizonte con res-
pecto al ecuador, por lo cual la temperatura disminuye de la equinoccial aacia
el .polo y del medio día hacia la media noche ; por esto es la latitud media
(45 ) la que ofrece variaciones más r.ipidas en el calórico.
Mas, esto no es todo: la temperatura también baja á medida (^ue dos le-
vantamos sobre el nivel de los mares, por cuanto queda más y más lejano el re-
flector; pero esta disminución es variable, ya que su uniformidad quedara rota
por las corrientes de aire, frías ó calientes, propias de cada zona. Con todo, y
como mera aproximación, puede decirse que la temperatura disminuye \^ con
cada 180 ms. de altitud, lo cual explica por qué en los trópicos las montanas
pfoducen como otro mundo superpuesto al natural y puede llegarse en breve cs-
(>acio hasta el clima mismo de la región polar.
En resumen, la temperatura resulta de la latitud, de la altitud, de la di-
rección de los vientos y de la configuración del suelo ; el trazo de las líneas iso-
termas, isóteras é isoquímenas resume la media de las variaciones anuales, bien
que el examen de las producciones naturales del suelo sea el sistema de aprecia-
ción más exacto. El calórico del aire, aunque no basta á caracterizar un clima'i
foripa la base de éste y resume las condiciones que ayudan á constituirle. \jq&
medias diurnas y anuales son, por lo mismo, elemento de información indispen-
sable. .
Empero, la vida no es sólo calor, también es luz, y la riqueza de la vege-
tación depende en mucho de tal elemento, por lo cual está ligada al clima en
que vive. No sucede lo mismo con los animales que, puede decirse, viven con el
calor y la luz que han almacenado los vegetales. Por esto, en igualdad de Caló-
rico y demás condiciones, los vegetales llegan más rápidamente á la madurez y
viven mejor bajo un cielo sereno y brillante, que bajo uno cubierto ú opaco;
Í>rueba, los valles del alto Magdalena y el Cauca. El calor es necesario para ^uc
a planta*asimile y crezca ; la irradiación solar es indispensable para la forma-
ción del fruto.
La iluminación de un lugar varía poco con la latitud ó la altitud, mientras
que la temperatura lo hace en sumo grado con ambas condiciones ; mientras la
repartición de luz difiere á partir del ecuador (donde es casi siempre la misma)
Nueva Cteografía de Colombia JJS
déla Magdalenia sube á 31°. Ambas cifras aumentan ün poco
donde el suelo es arenáceo y carece de veg^etación. Además, esa
temperatura normal de 31° se acrecienta á 32 y 33®, si de lá zoñá
litoral pasamos á la continental, ó sea las llanuras de la Orinó-
quia y parte de la Amazonia, porque hacia la vaguada del fío de
los ríos, por la facilidad con que lo baña el Alisio, disminuye otfá
vez á las cifras señaladas para el litoral atlántico. En tesis gene-
ral, la temperatura es menos elevada en la costa del Pacífico y
desciende hacia el mediodía (Tumaco 26°), por cuanto allí aun
obra la corriente fría de Humboldt. La línea que enlaza á Tuma-
co con el Amazonas es aun más fresca ; lo propio sucede con la
que cruza la cordillera de Talamanca y con la que une el Ori-
noco al Amazonas. En cambio, dentro de los plieg-ues andinos Se
encuentran valles donde el termómetro marca temperaturas su-
periores. En una palabra, prescindiendo de las temperaturas oca-
sionales ó de ciertos lugares en ciertos días y épocas, tendremos
que Colombia (con parte de Venezuela) es una especie de isla
climática, con perímetro relativamente fresco que envuelve un ex-
tenso nücleo más ardiente, sobre todo al E., dentro del cual, hacia
el NW., surge pequeña mancha que lo es mucho menos, y que en su
seno guarda, á modo de fajas, porciones en que el calor desciencte
hasta llegar á 0°, y á la vez encierra aquí y allá, por vía de con-
traste, como puntos, los sitios donde* sube más el termómetro, es
decir, los infiernos colombianos.
con la altitud y la latitud que la hacen irregular según el mes. En ciertos pun-
tos crecen plantas con poco calor, con tal que no falte la luz; se da la cebad 1
en nuestros yermos páramos cuando en el verano el cielo se conseiva limpio, y la
papa madura mal en zonas algo inferiores pero nebulosas de ordinario; por lo
mismo, en climas muy cálidos, pero á menudo opaco<, no fructiñca el trigo, que
por la razón inversa lo hace en elevadas y frías mesas. Lo dicho acerca de los
vegetales se refiere también al animal y al hombre, aunque en menor grado.
Las líneas isotermas (igual temperatura media) en el trópico novarían sino,
con la altitud, pero distan mucho de ser paralelas entre sí ; suben y bajan de
modo varío á lo largo de las faldas de las cordillcrüs ; de ahí los grandes erro-
res que se han escrito sobre ellas, consideradas en Colombia : más dista el Per 1
del ecuador y más alto principia allí el nivel de las nieves perpetuas. Las isoqul-
menas (igual temperatura de invierno) y las isóteras (id. en estío), poca aplicación
hallan aquí, donde en cambio es preciso crearlas para la igual temperatura dia*
na y nocturna, por todos descuidadas y tan importantes en todo. Bogotá, por
ejemplo, más frío que Tubará en el «lía, casi se le iguala en la madrugada!
En general, las costas occidentales son menos cálidas que las orientales y el cli-
ma medio es más suave en ambas que en el interior de las montarlas; los. va-
lles más angostos son más cálidos que los más anchos, y las crestas ó cumbfes
tanto más frías cuanto más envueltas están por las bajas regiones cálidas, debido
esto á la sola irradiación.
El aire que se calienta en el ecuador se eleva luego y se precipita s..bre los
polos (corriente ecuatorial), á reemplazar el fríi) que de allí corre (contracorrien,-
te polar) hacia á aquél, acercándose en el trópico al suelo, por lo cual producé
los alisios (vientos constantes) que se inclinan de E. á W. por ciüsa «le la rota-
ción de la tierra. Lis grandes corrientes atnn)sféricas se superponen ó yuxtapo-
nen, y en su punto de contacto surgen remolinos, causa de vientos accidentales.
Por esto los lugares bañados por la primen tienen mayor temperatura que los
cruzados por la otra, salvo que los montes se interpongan, pues éstos hacen seco
y frío todo viento cálido y húmedo. Por razones inversas el mar (como que las
varíacionesen su temperatura medií son muy pequeñas) hace el oficio de re-
gulador, y causa la diferencia eatre climas marítimos ó constantes y contirun-
tales 6 excesivos. En fin, el mar y las montañas producen vientos locales Jx)r \%
356 NusvA Geografía dz Colovbu
\.
Todo psLÍs tiene una exposiciin general que no excluye las lo-
baléis." Colombia se vuelve al Oriente, pero muchos de sus grandes
valles' se. abren al N. y otros lo hacen al S. 6 al W. Una altura
'expuesta á 45® al medio día recibirá perpendiculares los rayos del
sol cuando éste se halle á 45° de altura, en tanto que expuesta al
N. los rayos rasarán su superficie sin calentarla ; estas diferencias
sensibles en simples colinas, se hacen enormes en las grandes mon-
tañas ; no es raro hallarse con una falda cubierta de nieve, mien.
tras la otra, á la misma altura, sustenta jardines. Toda altura ex-
puesta al E. es menos cálida que la que mira al Ocaso ; los rayos
de la mañana tienen que combatir el enfriamiento de la noche sobre
la cima al E., en tanto que llegan sobre el de la exposición contra-
ria (S.) cuando ella ha recibido largo tiempo la acción del aire
cálido ambiente ; por esto en la Sabana es mayor la temperatura
de la falda en que está Bogotá que la de aquella que sustenta á
Facatativá. En los valles N. la temperatura crece con la sostenida
reflección de, los rayos de una á otra banda, como lo testifican to-
dos los de ese rumbo en los Andes, de clima superior á la zona en
que desembocan.
El clima ejerce también considerable acción sobre el hombre.
En tanto que el habitante de suelo cálido casi puede prescindir del
vestido y no necesita sino frugal alimentación que adquiere sin
tñayor esfuerzo, el de los climas fríos se halla sujeto á mayor fat';;a
para procurarse vestido, abrigo y alimentos. Nada incita al pri-
diferencia de temperatura entre ellas y el llano ó costa en pl día y la noche, Irt
cual origina las brisas ó vientos de vaivén ; de noche va el viento de la costa ó
el monte al mar ó al llano, y de día sucede lo contrario. £n ün, en cada lugar
It orientación y relación entre relieves y hondonadas produce variaciones en las
coi'ritfntes generales, variantes que no pueden fijarse sino tras obser\'aciones pro
longadas.
' ' La humedad es la consecuencia del régimen pluvial unido i la pendiente j
permeabilidad del terreno y á la facilidad de la evaporación; el estudio geológi-
co del suelo da la primera idea en el asunto; el del régimen de los vientos consti-
tuye la segunda. £1 grado ordinario de humedad ejerce influencia decisiva sobre
el hombre y su higiene. Además, las lluvias establecen el régimen de los ríos,
determinan su venaje y el número y caudal de las fuentes, y en ciertas comarcas
hasta regulan la vida por su cotidiana periodicidad : la cantidad de agua que
cae en cada estación es dato indispensable para fijar un clima. No es extraño
ver en un río demorado el tráfico en sequía por falta de agua, v al lado suceder
la inversa en las corrientes salidas de madre ; los estudios pfuviométrícos son
difíciles, y las medias locales están sujetas á muchas irregularidades accidentales.
Óon todo, entre los tr^'-picos, á lo menos en las partes bajas ó llanas, las llu-
vias siguen casi leyes matemáticas en su frecuencia y periodicidad. En la región
(le los alisios puede decirse no llueve jamás : el cielo se conserva puro, y sólo de
tiempo en tiempo ocurren grandes tempestades. En la de las calmas ecuatoriales
llueve todos los días : allí los mismos alisios acumulan enormes cantidades <fé
vai>ores aue, apenas alzados, no tardan en convertirse en nubes espesas que for-
man anillo— pues no se resuelven del todo en lluvia— que absorbe parte del
cajor solar que intercepta, se disuelve, y los vapores, dejados libres, son arrastra-
dos por los contra-alisios hacia las latitudes superiores; una parte desciende de
nuevo y se crndcnsa bajo la forma de otros dos anillos de nubes que se estacio-
nan en la región de las calmas tropicales, en los limites austral y boreal de los
alisios ; la otra parte es arrastrada hacia las zonas templadas por las corrientes
ecuatoriales. Esto con ritmo perdurable, que según la marcha del sol predomina
hacia uno ú otro polo.
' . Pero no sucede lo mismo en las montañas donde hay grandes irregularida-
l^es (}ue en general dependen del paso del sol por el zenit, de la altura^ de U v^-
Nueva Geografía de Colombia 357
mero á salir de su inercia ; todo obliga al segundo á desplegar cons-
tante actividad variando sus manifestaciones ; las necesidades dé
aquél no cambian, las de éste aumentan sin cesar. £1 uno es im-
previsor, se deja arrastrar por las pasiones del momento ; el otro
aprende pronto á dominarse, busca solaces más levantados, se hace
prudente y calculador, su espíritu adquiere facultades mayores dé
observación y raciocinio. Análogas diferencias hay entre el mon-
tañés y el habitante del llano. £n efecto, próximas están las tierras
frías y calientes, y en ellas difieren usos, traje, acento, costumbres,
tipos. Segtín Ancízar, puede pintarse así este marcadísimo contras-
te : " crece el montañés b reinoso rígido y musculoso como las cum-
bres que se oponen á su libre movimiento ; los caminos orillan pre-
cipicios y le vedan la carrera, por lo cual es grave, lento y acos-
tumbra marchar en fila india ; el ruido bramador de los torren-
tes ahoga su voz desde la infancia, lo amedrenta luego el solemne
silencio de los desiertos páramos, que de ordinario cruza sólo, con
gran peligro, y se hace taciturno y reservado á la vez que audaz y
reflexivo, por la grandeza de la lucha diaria que debe sostener. El
calentanoy sobre todo el de las regiones llanas, no se afana ni medi-
ta en el mañana, como que los árboles le ofrecen de sobra y espon-
táneamente ricos frutos, los ríos fácil y variada pesca, á la par que
la caliente tierra le abruma con sus cosechas y le agobia con Su
cindad de las costas, de la extensión de los bosques y del cruce de las corrientes
atmosféricas.
Además, según sea la temperatura á que se produce la condensación, el va-
por atmosférico produce lluvia ó nieve. La nieve persiste todo el año en las lati-
tudes polares v en determinadas montañas, en donde la temperatura media anual
tiene que ser a lo menos igual á o^. I^ altitud del límite de las nieves permanen-
tes depende de la situación geográfica de las cimas, de su altura, de su exposición
y de la dirección general de los vientos : entre los trópicos se calcula es de 4,800
■ns., pero en Colombia resulta de 4,56044,650, según su distancia al ecuador, y en
la vertiente expuesta á los vientos más cálidos siempre se conserva unos ico ms.
más alta que en la opuesta, aunque, como se comprende, hay sus variaciones lo-
cales. Puede también asegurarse que es tal lo cálido de nuestro clima, que si las
cimas hoy nevadas perdieran su nieve por algún cataclismo, no volverían á adqui-
rirla : falta el centro condensador, y la estación invernal es demasiado breve para
que produzca hielo, pues el medio anual de la temperatura del aire en nuestros
nevados no alcanza a o^.
En 6n, la naturaleza del suelo influye sobre los climas de diverso modo. To-
dos.los terrenos no se caldean con la misma rapidez; los arcillosos é impregna-
dc^de sal enfrían la atmósfera; la arena seca aumenta el calor; suelo ligero
calcáreo arenoso, da en general temperatura seca y salubre; los pantanos y las
arenas húmedas, disminuyen el calor ; las aguas estancadas se hielan con más
facilidad v por más tiempo que las vivas ; si el pantano se produce en clima cá-
lido, es aun más funesto por los miasmas pestilenciales que desprende, salvo que
haya corriente perenne aérea, pues donde el viento sopla seguido no puede haber
atmósfera impura. A su turno, aunque con lentitud, el hombre actúa poderosa-
mente sobre el clima, que sin el cultivo es siempre más malsano que con él; su
mano consigne disminuir el vigor del suelo y hace habitables zonas que no lo son
antes que el aire y la luz lo penetren íntegramente.
£1 clima tiene influencia considerable sobre la distribución de los ser^ or-
ganizados, en especial sobre ciertos animales que no pueden, como los pájaros
migradores, cambiar temporalmente de patria. Por lo que hace á las plantas,
preciso es distinguir las anuales de las arborescentes, y entre éstas los árboles
propios de las herbáceas vivaces que resisten mejor el frío. A los cereales, por
ejemplo, importa poco éste, con tal que durante cierto período hallen calor )i(,
sobre todo, luz suficiente.
358 Nueva Geografía de Colombia
calor, que no le obliga á mayores g-astos en su traje y le incita á la
vida muelle, perezosa, y, por tanto, á la sociabilidad y á mayor li-
bertad en las costumbres, puesto que la noche, lejos de retraerle
cpn el frío dentro del hog^ar, le llama al aire libre á buscar la sua-
ve, callada y refrescante brisa y la espléndida iluminación del cielo;
canta y se hace locuaz para formar ruido donde todo es silencio, y
hasta las aguas murmuran apenas. Se mueve con facilidad de una
parte á otra, pero se hace inconstante, confiado, imprevisor ; en
él lo ide^l domina sobre lo real, sólo que ese idealismo con fre-
cuencia es más que prosaico." Quizá sobre nada obran tanto los
dos climas como sobre el acento, el aseo y el amor ; en tierra fría
esta pasión de ordinario no echa hondas raíces y es más costum-
bre* que otra cosa ; el aseo, por desgracia es poco ó ninguno, y la
pronunciación apretada con cierto ritmo de agua que borbota,
mientras el calentano, más ardiente y muy aseado, habla con más
lentitud y con cierto ritornelo agraciadísimo en labios femeniles.
La temperatura del cuerpo humano es poco más ó menos la
nnisma en todos los climas ; en los fríos gasta enormes cantidades
de calor, y, para reponerlas, busca alimentos grasos, bebidas al-
cohólicas, y la respiración es más activa, por lo cual el calen/ano
enferma del pecho al cambiar de medio ; sucede la inversa al
paramwno, cuyo hígado trabaja para separar el carbón incompleta-
mente quemado por el pulmón. Verdad que en la montaña el hígado
sufre por otras causas, y por esto es la viscera más enfermiza en los
climas tropicales, en donde la anemia es endémica arriba por falta
de aire, y abajo por exceso de miasmas ; por lo dicho, también el
cerebro del primero funciona mal en la montaña, y el del segundo
se fatiga muy pronto en las tierras bajas. La peor estación ó cli-
ma en los trópicos es aquella en que un excesivo calor se combina
con la humedad y estorba la transpiración cutánea, ó en la montaña
cuando el frío es tal y tan rápido el viento, que se paraliza la san-
gre en las venas. Por esto el hombre normal es el de los climas
templados, no sujetos á influencias extremas, y que á la vez puede
plegarse á los dos ; suya es, por esto, la tierra entera.
En verdad que en general no puede decirse cuál es el clima
medio de Colombia, pues á más de ocupar 12° de latitud, alza
tierras á muy diversas altitudes, tierras en que mil causas modifi-
can el clima, hasta en zonas colindantes : sin embargo, atendiendo
sólo á las áreas cálidas y hiimedas, conforme queda dicho, puede
considerarse la República como cálida y húmeda, con un apéndice
frío y húmedo. La misma montaña no es barrera marcada por
abrir sus valles de S. á N. á concluir sobre diverso mar y por dar
libre acceso á los vientos de todo el horizonte por sus múltiples
brechas.
Esto sentado, debemos pasar á consideraciones de gtro ordaí).
¿Cuál es la temperatura media del trópico ? Todo escrito sobre
el asunto resultará errado si se olvida una distinción fundamental,
la de los climas marítimos y la de los climas continentales. Por
tanto, tendremos en el país tres puntos capitales que considerar :
i.^, la zona marítima; 2.°, los grandes valles interiores y 3.% la
llanura continental suddividida en selvosa y herbácea. Ahora bien :
Nueva Geografía de Colojibia
el (¿rmino medio de las tres es 29.5 grados ; pero si computa-
RU» la extens¡<5n ó área de cada una de esas zonas, el guaristiio
no es el mismo, resultando entonces 30°. 5, mientras el de la sola
montaña es de 20 ; la de todo el país, por áreas, 25°. En nuestras
costas, 27°.$ es la temperatura media, aumentada á 29° en la Gua-
jira por la refracción de la arena y disminuida á 26 hacia Tumaco
ppr la mayor frescura del Grande Occano, por lo cual también es
UD poco más cálida toda la costa atlántica que la pacíñca. Los Lla-
nos, al contrario, á pesar de sus ríos, por falta de bosque y por estar
piídos por vientos que se secan al cruzar á Venezuela, presentan
en el fondo de la cuenca y en parte de las vajjuadas del Meta, Ga-
znare, Arauca y Apure, hasta 32°-33° (la cola iSo ms.), sólo dis-
minuida por causas locales; temperatura que hacía las faldas de
jas serranías ó en los relievesdel ocaso disminuyen 27°-28'' (la cota
éoo ms.) i alg^o menos al pie de la Nevada de Chita y hacia el Ata-
Nueva Geografía de Colombia
bapo: el clima medio del llano es, pues, 3 1°. En el Caquetá, la selva
refresca un poco la temperatura, la que oscila de 31° á 30° hasta
I0S200 ms., peroencambionosereduce á 27° sino al rebasarlos
600 ms.,debido á ser el centro un saco sin salida. Cuanto á los valles
interiores, tenemos que el bajo Magdalena, sin la Costa, ofrece
temperatura media de 29°, salvo hacia Sicuco, frente á Valledu-
par, donde sube á 30°, calentado por el aire de éste que llega á 31°
por sus arenas desnudas. Los mismos 29° dominan el Magdalena
FifBTa 143 — Paisaje de los píramo;— La laguna tie Guatavita
central y el alto, en faja eso sf más y más estrecha, basta Neivá,
bien que las areniscas ayuden á tal resultado en la parte alta. La
temperatura en cuestión avanza por el Cauca hasta Cáceres, pero
en las sabanas de Bolfvar y el Sind la templa el aire del mar, como
sucede en los valles de Cücuta, en tanto que la cuenca del Patfá
es refrescada hasta 27° por sólo los vientos de las serranías. E^
Nueva Geografía de Colombia 361
los demás valles bajos de nuestras montañas el clima oscila entre 23°
y 26*^, como sucede en Panamá y en las faldas del Chocó, mientras
en los medios es de 20^ á 18° ; en los altos y en las altiplanicies es
de 10° á 15, y en las crestas culminantes de i°á 7°. Todos estos cli-
mas son más sostenidos en la llanura que en la montaña, y de ahí la
infínita riqueza y hermosura de ésta á cierta altitud ; en efecto, como
Colombia es tierra tropical, su temperatura sólo varía con la alti-
tud, bien que ésta se modifique de un modo extraordinario con la
exposición, la humedad, la vegetación, la amplitud de los valles, la
estación, los vientos y, sobre todo, con las depresiones y alturas veci-
nas, pues aquéllas dejan pasar aires de otros puntos diferentes en
temperatura, y éstas enfrían el suelo tendido á sus pies.
Graves inexactitudes se han escrito sobre la temperatura de
Colombia. Antes se calculaba que de o á 1,000 ms. la temperatura
media ascendía á 25° (máximo, 39° ; mínimo, 18°); de 1,000 á 2,000
á 21° (30® y 12°) ; de 2,ooo á 3,000 á 18° (24° á 1°) ; de 3,000 á
4,000 á 7° (20° yo°) ; y de 4,000 á 5,000 á 3^^ (19° á 0°), de donde
resultaría que la temperatura variaría 1° por cada 190 ms. de alti-
tud ; más exactamente por cada 160 á 1 50 ms. en verano, ó 145 á 120
en invierno, ya que la línea de nieve perpetua oscila 400 ms. en tor-
no de su nivel medio ; por desgracia ese cálculo es puramente ideal :
aquí á 800 ms. de altitud hay tal temperatura, y allá, á esa misma
altura, aparece otra que difiere de aquélla hasta en 5 y más grados.
Como se comprende, el calor de las partes bajas y el frío de
las alturas, haciendo papel de doble émbolo, incesantemente pro-
ducen en las cordilleras preciso movimiento en el aire, por lo cual
la atmósfera, como el mar, no sólo tiene sus corrientes, sino tam-
bién su flujo y reflujo, y así como del trópico parten las aguas que ca-
lentarán las costas del Norte, también de la llanura cálida arrancan
los tibios vientos que harán lo mismo con las heladas cimas. Tene-
mos, pues, que de arriba y de abajo surge opuesto movimiento, en
forma de vientos, los cuales al encontrarse, por más que quieran
ambos á dos dejarse libre el paso, no lo consiguen á causa del re-
lieve, chocan entre sí y, en cierto modo, se equilibran en una zona
dada, neutra^ por así decir, que se prolonga á lo largo de las serra-
nías, marcando en ellas una especie de ecuador climático andino,
especial, exclusivo al relieve tropical colombiano, la zona de la
eterna primavera entre el eterno estío y el otoño secular, éste en
ocasiones muy trastornado por el invierno sin fin, que, en vez de
seguirlo en el tiempo, se trepa á las ultimas cimas para dominarlo
permanentemente con más facilidad.
Del examen de muchos centenares de temperaturas que co-
rren en los libros, por más que no todas hayan sido tomadas con
igual cuidado, pueden deducirse algunos conceptos de carácter ge-
neral, que hacen plena luz en el asunto, sí sólo se las mira como
elementos de estudio para fijar las grandes leyes que rigen el clima
del país. De dicho examen resulta en primer lugar que esa zona,
andina por excelencia, se halla comprendida entre 1,300 y 2,400
ms., en los cuales se mezclan y entrecruzan seis grados (del 23® al
18°), que forman una especie de núcleo con doble orla arriba y
Nueva Geografía de Colombia T«Me 1—24
3&
Nueva Geografía de Colokbu
abajo ; el núcleo lo señalan tos grados 22 á 20, cada uno de los
cuales abarca unos 8 h ce tome tros, y los que se escalonan con dife-
rencia de unos 100 metros ; la orla superior la marcan los gra-
dos ig y 18, y la inferior los grados 33 y 34, subiendo aquélla
hasta los 2,400, en tanto que la otra baja hasta menos de los
1,000, y enlaza por lo mismo siilídamente la zona andina templada
de los grados ilf lemperlluf» «i
i la inferior <5 cálida. Consecuencia de lo dicho es que la curva de
nivel de 1,700 ms,, es decir, la del límite superior del cultivo
del plátano hartón, corta cumbres, íaldEis y valles donde la tempe-
ratura es de 23" á ig°, los dos últimos cerca de su principio y los
otros dos na lejos de su fin, pasando relativamente próxima al tér-
mino del grado 23 y al comienzo del 18, de lo cual resulta ser 30°.S
la temperatura media de esta zona, que es por excelencia la del
caff, el algodón y el guineo. Es sí de observar que los grados de
ésta zona, como que abarcan menos y menos amplitud de a,bajo
hacia arriba, esto es, indican cierto predominio del frío sobre el ca-
lor desde los l ,00o ms. de altitud, á cuya cota desaparece iguaU
mente la verdadera vegetacldn tropical.
Nueva Geografía de Colombia 363
Abajo de esa zona, ó sea descendiendo hasta el nivel del mar,
se escalonan los grados 24 á 27, que abarcan todos poco más de
medio kilómetro y marcan la verdadera tierra caliente, puesto que
los siguientes de la serie (28 á 31°), son los tórridos por excelencia,
como que el grado 3 1 nunca aparece á más de 200 ms. de altitud,
ni el 28 pasa los 500, ó sea el límite entre la llanura y las monta-
ñas propiamente dichas. Por lo demás, las brisas de las montañas y
del mar explican las aparentes anomalías del clima de esta zona,
que es la del cacao, el plátano y el /abaco. Cuanto á las temperatu-
ras medias de 32 á 36°, son locales y determinan los infiernos colom-
bianos, siendo de advertir que ni aun en las faldas que enmarcan
esos hornos sufren desvío las reglas generales apuntadas. En fin,
las temperaturas de hasta 40 y 42° no son sino accidentales, de
ciertos lugares ó comarcas reducidas, en determinados días y con-
diciones atmosféricas, y no se presentan á más de 500 metros de
altitud.
Al contrario, volviendo la mente hacia las alturas superiores,
tendremos que los grados 1 7 á 1 1, por grupos, abarcan menos y me-
nos amplitud, y en su conjunto señalan la /ierra /ría, es decir, la zona
del pino, dd roble, de la quina, de las papas, de la cebada y de las habas.
Los cuatro grados siguientes encierran también algo de anómalo,
pues suben y bajan de un modo notable en los Andes y marcan otra
zona variable ó de transición, en la cual aun más acentuadamente
prima ei frío y abarca el páramo habitable. En fin, los primeros
grados de la escala (6° á 1°) se reparten los últimos 1,000 ms. (has-
ta 4,000), guardan los postreros representantes de la vegetación
arborescente, y cubren el páramo bravo, donde en verano suele
subir la temperatura hasta 10° y bajar en invierno ó en días de bo-
rrasca ó tormenta hasta 0°, por lo cual aún se encuentra en él
uno que otro lugar habitado, en los valles menos inclementes, pues-
to que hasta los 4,000 se cosecha la papa en los Andes, y se man-
tienen ovejas, bien que no sin dificultades y peligros.
Si tomamos los medios concretos de lo expuesto, puede decir-
se que el grado 20 es el que abarca mayor amplitud altimétrica ;
síguenle los inferiores y superiores hacia arriba y hacia abajo,
que reducen la suya, pero con mayor dominio éstos y entremezclán-
dose los de los extremos de la escala en reducida porción altimétri-
ca: de ahí fe incomparable diferencia superficial entre las tie-
rras cálidas y los páramos. Quizás forma una excepción el grado
14, debido á lo extenso de las al/iplanicies áe la cordillera oriental.
De lo dicho resulta que la división altimétrica es la más impor-
tante para el país, y debe basarse tanto en la temperatura como en
las producciones naturales, de donde las tan conocidas tierras ca^
lien/es, templadas, frías y paramosas del pueblo, bien que tal división
esté lejos de ser correcta. Admitiendo el calificativo de /empladas para
las de cierta zona andina, la caliente comprende dos porciones esen-
cialmente diversas, que llamaremos ecua/orial ó tórrida, y /ropical 6
cálida, para marcar climas de 33°á29® y de 27° á 24°. El término
tierras frías es correcto, en verdad, pero la voz páramo está en el
mismo caso que el penúltimo, y en atención á que los arbustos su-
ben hasta cerca de los 4,000 ms., y luego ya cae nieve, subdividire-
364
Nueva Geograha de Colombia
mos la zona ^n frígida 6 páramo propiamente dicho 6 puna, hasta don-
de concluyen los verdaderos árboles, y polar ó páramo ¿rovo el resto.
Resumiendo, tendremos que las costas, las llanuras, el fondo de
los grandes valles, el último trozo de las faldas de las serranías y
los pequeños relieves sueltos, son tórridos y calientes ; las cimas de
los relieves medios, las faldas de las cordilleras y los valles medios,
son templados ; las al/iplanicies, los altos valles, las altas faldas, son
fríos ó parámosos, y polares las crestas y cimas culminantes. En ge-
neral, puede decirse que el país distribuye su territorio así : i.ocx),ooo
de kilómetros D de tierra tórrida ; 145,000 de tierra caliente ;
Zona tórrida
a
Zü fia fría
Páramos y nieves
Zo/ta cálida
Zona templada
1
Figura 144 — Diagrama de las áreas comparadas de los diversos climas
colombianos
135,000 de tierra templada ; 100,000 de tierra fría y 45,000 de pá-
ramos, en los que la nieve ocupa 100, á lo sumo, permanente ó ac-
cidentalmente ; sólo para el Tolima se ha hecho cálculo riguroso,
que dio 334 hectáreas, y en la Nevada de Chita, muy aproximada-
mente, I legua D ; el resto lo hemos deducido por comparación y
cálculo de la superficie de los segmentos nevados. En fin, el país
puede consideiarse como una pirámide puesta sobre base muy ex-
Nueva Geografía de Cowmwa
36S
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tensa, en la que sin contraste súbito la porción occidental ó trans-
andina es menos tórrida que la oriental ó cisandina, y la transmag-
dalenia más cálida que la cismag^dalenia, entre la montaña ; lo con-
trario sucede en la llanura atlántica. No hay, pues, un núcleo de
donde como centro irradien los climas, y el país carece, por lo
tanto, de equilibrio en cuanto á clima, á la vez que el cruce de iso-
termas, isóteras é isoquímenas, modifica las zonas de vegetación,
366 Nueva Geografía ds G)loubia
casi imposibles de determinar de un modo preciso, salvo para con-
tadas plantas, que necesitan clima muy estable. *
De estos diversos climas ninguno forma zona continua en el
país : la cálida puede considerarse como un océano en que se bañan
varias islas, en especial una de continente doble, dentro del cual la
templada, á su turno considerada de la misma manera, forma zona
continua, mientras la fría aparece repartida en grandes y peque-
ñas islas, y tratada á su turno del mismo modo, envuelve los pá-
ramos y nevados como á islotes y arrecifes (figuras 53, 54, 57, 60,
64, 66 y 80). Los nevados se tienden de SW. á NE.; la Sierra de
Santamarta desciende por todos sus flancos hasta la zona cálida,
pero los demás sólo lo hacen hasta las parameras vecinas. Los pá-
ramos en tluaca (frontera S.) forman una herradura en que el
brazo D. se continúa sin interrupción por zona igual (Quindío) has-
ta Sonsón, con ganglios y algunas nervaduras, pues en seguida
apenas asoma dos veces; mientras el otro (I.) se suspende de
repente, luego (Chocó) levanta algunas como islitas, y sólo muy
al N. crea tres grupos de mayor extensión ; también un momen-
to aparecen en la frontera de Costa Rica. La sierra de Chita
es otro centro del que al SW. siguen páramos contiguos hasta Ga-
chaneque, con varias nervaduras laterales, sobre todo en Toquilla,
como también al N., hacia el Almorzadero ; de éste vuelven á San-
turbán para girar al N. por largo trecho, aunque en discontinua
faja, con bastantes nervaduras. De Gachaneque al NE. sale faja
sostenida de alguna longitud, y hacia el S. otra bifurcada para mar-
car óvalo que concluye en un gran ganglio ú óvalo que tiene algu-
nas nervaduras que al E. forman martillo. De Gachaneque al NW.
también va otro ramal discontinuo que forma ganglios, y á su W.
tiene otro núcleo aislado. En fin, junto ala Sierra Nevada hay otro
islote en la Sierra Negra. La tierra caliente es continua en las lla-
nuras orientales, pero al S. queda aislada de las occidentales de
su género; lo mismo sucede hoy en Cúcuta y Ocaña. La llanura
atlántica constituye otro núcleo notable; el bajo Sinú la une al
Chocó, y por el Magdalena penetra hasta Suaza y Timaná, á modo
• "Por esto los climas colombianos dependen más de las condiciones del re-
lieve, de la exposición del suelo y de la dirección de los vientos que de la lati-
tud de los lugares ; las paralelas que se trazan sobre la redondez del globo tie-
nen poca importancia en un país mtegramente situado entre los trópicos y que
dos veces cada año presenta todas las partes de su superficie á los rayos vertica-
les del sol. Cuanto a la altitud, razón principal del escalonamiento de los diver-
sos climas en lai faldas de las montañas y en las terrazas superiores, sus efectos
resultan modificados de muy vario modo por todos los fenómenos de la vida pla-
netaria. De los calores tórridos de la llanura baja á los fríos polares de la cima
nevada, sucédensc todos los climas, pero no ea proporción directa de la rarefac-
ción atmosférica : las curvas de nivel y las de los grados isotérmicos en ningún
punto van en líneas paralelas ; al contrario, en teñas partes se entremezclan en
inextricable red. Así, la división usual de las comarcas montañosas en tierras
calientes, templadas y frías, que para mayor precisión se pueden dividir en tie-
rras tórridas, calientes, templadas, frías y polares, no puede aplicarse siguiendo
medidas uniformes : los límites varían de una montaña á otra, de uno de sus
flancos al opuesto. En su conjunto la zona templada, comprendida entre los gra-
dos 24 y 15 de la escala termométrica, abraza, prescindiendo de los llanos, la
parte más considerable de la superficie colombiana : es la zona donde los vientos
fríos que bajan de las alturas y los cálidos que suben de la llanura se mantienen
en equilibrio estable." — E. Reclus,
Nueva Geografía de Colombia 367
de inmenso golfo que hace senos en el Sumapaz, el Bogotá, el Ne-
gro, el Minero^ el Simitarra y, sobre todo, en el Sogamoso-Lebrija,
puesto que por allí se interna hasta Güepsa, Capitanejo, Valle, Flo-
rida, Girón, Rionegro ; también por el Cauca entra como filete que
despide un brazo por el Nechí y luego avanza hasta Quilichao, sin
interrupción, mas sin entradas notables. £1 Chocó se une al Darién,
y al S. penetra entre los Andes á formar un gran golfo por el Patía,
y al N. otros menores por el Murrí y el Sucio ; Panamá es ínte-
gramente cálido, salvo pequeña faja al W. La tierra templada se
presenta con caracteres muy notables; es orla de la caliente y
une sus partes, pues del valle del Magdalena, por el lomo de Mi-
raflores, pasa al Caquetá ; entra á Cáqueza, Gacheta, Garagoa,
Labateca; pasa por el Uribante al Zulia y por Pueblonuevo al
bajo Magdalena ; sin tropiezo une las hoyas del Prado al Mine-
ro-Charalá; arropa á Guamacó, sube á Medellín y pasa á Arma,
así como del valle del Cauca al del Patía, para llegar hasta
Imues, y en dicho valle ocupa con frecuencia el lomo Chocoano.
La tierra fría forma una mancha en Túquerres, luego dos angos-
tas bandas seguidas desde Pasto hasta Sonsón, y otro núcleo en
Santa Rosa ; también aparece de Paramillo á Río de Oro y Cara-
manta, y forma algunos botones de aquí á Túquerres. El gran do-
minio de la tierra fría está en Bogotá-Tunja, de donde salen algu-
nos ramales que forman arcos en tomo de los valles templados y
arrancan fajas importantes seguidas hasta Pamplona y Tona,
y de aquí más reducidas hasta la Mesa Rica (Ocaña), tam-
bién con algunos apéndices. Lo que antecede es muy importan-
te, pues demuestra que el verdadero porvenir del país no puede
ser otro que la explotación de las riquezas tropicales, y por lo mis-
mo serán mero lujo los ferrocarriles á las regiones frías, que casi
no producen artículos de exportación ; en no lejano futuro por
cada reinoso habrá á lo menos diez calentanos. Una de las fatali-
dades del país fue sin duda establecer la capital en tierra fría y
excéntrica por añadidura, y otra, que no exista ciudad importante
hada las fuentes del Magdalena, indisputable centro geográfico
de Colombia.
, Páramo
_ Fría
^^ Templada
Cálida
Tórrida
Figura 146 'Diagrama comparativo de las áreas habitables en los diversos
climas colombianos
Conforme de todos es sabido, los vientos dominantes entre los
trópicos son los Alisios, que según teoría generalmente aceptada,
aun cuando discutible, provienen de la desviación de las corrientes
de los polos al ecuador, generadas por diferencia de temperatu-
ras y presiones y desviadas de Occidente á Oriente, ó mejor dicho,
al NE. y al SE., por virtud del movimiento de la tierra, Es claro
368 Nueva Geografía de Colombia
que en el fenómeno también tiene parte la marcha anual del sol
de trópico á trópico, de acuerdo con la oblicuidad de la eclíptica,
ya que esa marcha lleva y trae el ecuador térmico, bien que de-
jando predominar el calórico en el hemisferio Norte, de suerte que
nunca baja á nuestras costas atlánticas isoquímena inferior á 27°,
por lo cual podemos afirmar en cierto sentido que Colombia se tien-
de entre dos ecuadores, puesto que uno térmico cruza casi perma-
nentemente el referido litoral.
Empero, la disposición y altitud del relieve colombiano no deja
soplar libremente los Alisios, que tienen que estrellarse sobre los
Andes : no dominan de una manera regular sino en la Costa Ca-
ribe, de ordinario con g^ran violencia, pues su fuerza se acrecienta
por los focos ardentísimos que rodean el mar de las Antillas, conoci-
do engendrador de los huracanes de las Antillas. Por fortuna esos
huracanes jamás asuelan á Colombia : apenas sucede que los vientos
del E. y del NE. llegan convertidos en tempestad y hacen estre-
llar el mar en las playas sin abrigo. Los violentos Nories del golfo
de México tampoco alcanzan nuestra costa sino muy decaídos. Con
frecuencia, cuando el sol está al N. de la equinoccial (Julio á No-
viembre), corren á lo largo de la costa los vendavales (vientos de
"aval," ó sea del W.), mas sin prevalecer en tierra sobre el ali
sio ; mientras el vendaval aparece en las altas regiones atmosfé-
ricas, la corriente marítima del W. que baña la costa, marcha con
velocidades de más de 7 kilómetros por hora.
Cuanto al alisjo, que sopla con más fuerza ep el día, aumenta
su velocidad cuando se levanta el sol, y declina con dicho astro, de
manera que casi desaparece por la noche. En la Costa y los Lla-
nos hasta lo reemplaza la brisa de tierra (en el Llano brisa del
cerro), causada por el enfriamiento del suelo, lo cual hace espe-
cialmente gratas las primeras horas de la noche en todas las tie-
rras cálidas, puesto que en todas se presenta entonces la brisa, bien
que con varia intensidad *. En las altiplanicies de la cordillera es al
amanecer cuando cesa la quietud de la atmósfera, y corre brisa
tan fresca como penetrante, porque los alisios convergen de la
llanura hacia los páramos que se tienden de Chita á Sumapaz, por
lo cual, según la estación, llegan del SE. ó del NE. En los valles
del Magdalena y del Cauca-Patía, el viento que transmonta las
cordilleras es desviado hacia el N., en tanto que en el bajo Mag-
dalena el rumbo de las corrientes alterna del N. al S. y del S. al
N., con el del NE. y el del NW.
Los alisios del hemisferio norte corran con su máxima regula-
ridad cuando el sol está al S. del ecuador (Noviembre, Marzo), ti-
rando entonces francamente del NE. y aun del N. ; pero calman y
* " Las noches claras y bellas transcurren entonces deliciosas, sin dar la
sensación de tiempo ; el alisio no corre y las brisas contrarias se mantienen en
equilibrio sobre la selva. La luz difusa hace los objetos visibles por grandes ma-
sas hasta el lejano horizonte, pero la mirada se dirige invenciblemente hacia la
bóveda celeste, de un color negro transparente, salpicada de luz de los astros y
á menudo surcada por las huellas luminosas de las estrellas errantes. Si á la hora
de mayor calor en el día los habitantes se entregan á la siesta, es decir, se refu-
gian en los sitios más frescos y oscuros de las viviendas, durante la fresca noche,
al contrario, todos salen al aire libre para respirar con entera libertad, para go»
?ar de todas las dulzuras de la vida y de la sociedad." — E. Reclü?.
Nueva Geograf ía de Colombia 369
dejan campo á vientos instables del S. y SE. cuando el sol se ha
trasladado al N. de dicha línea equinoccial (Abril, Octubre). En-
tonces es cómoda la navegación de bajada en los ríos orientales,
porque el viento del W. ayuda á las barcas, y es, al contrario, pe-
nosísima la operación inversa. En la época del viento normal la
corriente aérea y la fluvial avanzan en dirección contraria, lo que
facilita los viajes de las barcas ; en los ríos de mínima pendiente,
como el Arauca, sucede que una parte de las ag-uas remonta con
el viento, mientras la otra sigue su curso normal. Si entonces hay
cambio de tiempo, acaecen chubascos temibles, que producen violen-
to oleaje.
El alisio poco se deja sentir arriba de los raudales del Orino-
co, y los montes de la Guayana cierran el paso á los vientos del E.
para las regiones intermedias entre esos raudales y los del Rione-
gro. Allí hay sitios donde, como en algunos del interior, es fama
que nunca hace viento ; la atmósfera se mantiene perfectamente
tranquila, el calor es insoportable y los mosquitos llenan el espacio :
tan densas son sus nubes. Allí los rayos de tempestad sin trueno
son más comunes que en otras partes, en especial al aproximarse
la época de las lluvias : " diríase que el aire palpita en sacudidas
luminosas." También en la entrecordillera, donde el calor es más
intenso y la atmósfera se renueva menos, con frecuencia el aire
es completamente inmóvil.
En Panamá los alisios del hemisferio N., por la disposición del
terreno, soplan más bien del N. que del NE-., y en la época llu-
viosa (Mayo-Noviembre) ceden el campo á los vendavales ó ali-
sios del SE., transformados en una especie de monzón. En la costa
N. NW. del Istmo, los Nortes suelen ya causar algdn daño, lo mis-
mo que los huracanes, que en más de una ocasión han producido
considerables naufragios.
Cuanto á la zona del Pacífico (Chocó), como se perfila libre-
mente entre los alisios de los dos hemisferios, aunque barrida re-*
gularmente en verano por vientos del N., por su posición, resulta
sometida á los remolinos producidos por el choque de los dos vien-
tos mayores, de donde que allí domine una banda de brisas locas
y de calmas, esencialmente molestas para los buques de vela. Las
corrientes marítimas, ayudadas por mareas dp hasta 12 ms., tam-
bién son muy variables al N. de la Buenaventura. Hacia la fron-
tera ecuatoriana ya los vientos soplan del S. y del W., lo que no
impide que los cordonazos de San Francisco se dejen sentir allí tan
regularmente como en la América Central, y causen inundaciones
represando las bocas de los ríos.
En las regiones ecuatoriales las estaciones están reguladas
por las lluvias, que á su turno obedecen á la marcha del sol. Llue-
ve cuando ese astro está cerca de la equinoccial, en tanto que el
cielo se conserva despejado cuando se aproxima á una ü otra lí-
nea tropical. Por esta razón dos veces al año las nubes lluviosas
pasan sobre el país, que en tesis general debería tener dos estacio-
nes alternadas de lluvia y de sequedad : verano é invierno. Esto
sucede, en efecto, en los llanos, donde el invierno y el verano se
reparten por mitad el año ; 'pero se modifica en las cordilleras y
^n las selvas amazónicas ; allá porque resultan dos períodos tri«
37^ Nueva Geografía de Colombu
mestrales lluviosos separados por otros dos secos^ en tanto que acá
llueve nueve meses, por su proximidad á la equinoccial y por la
disposición del suelo. Mas debe advertirse que esas estaciones uo
son tan regulares y precisas como las de la zona templada.
Por causa de la disposición del relieve de Colombia las lluvias
más copiosas caen sobre los dos frentes (E. y W.J de los Andes y
también sobre la Sierra de Santamarta. En todo caso, la cantidad
media de lluvia que en el año recibe Colombia, supera en mucho á
la que cae en las reg^iones templadas de Europa, si se exceptúa la
Goajira ; en la Sal/ana ya excede de un metro ; pasa de dos en la
Costa, rebasa los tres en la falda oriental de Sumapaz y el Caque-
tá y la Costa W. de Panamá, y alcanza las cuatro en la hoya del
Atrato. Sólo en la Goajira no pasa de 0.50. En general, la capa
media de lluvia anual puede estimarse igual á 2 metros para todo
el país, y su volumen disminuye, como se ve, de la periferie el
centro.
Esto sentado, Colombia, por lo que á lluvias hace, divídese ne-
tamente en tres zonas : la en que llueve siempre ó poco menos, que
es la mayor y abarca las regiones llanas y selvosas del W. y me-
diodía ; la en que llueve dos veces al año y comprende la montaña,
pero en la que el fenómeno es más regular al N. que al S. ; y en fin,
las llanuras herbáceas, en las que con mucha exactitud medio ano
llueve sin interrupción, y medio año escampa, y que comprenden la
región atlántica y el Llano. Como esas zonas están en íntimo contac-
to y los vientos pasan á veces con suma facilidad de una á otra,pro-
dúcense alteraciones, tanto más cuanto una simple colina, una faja de
bosque, bastan para detener las nubes, de donde resulta que muchas
veces dos porciones de suelo vecinas aparecen distintamente rega-
das, y al contrario. En la costa, ó sea en la llanura atlántica y en el
Llano, llueve de Abril ó Mayo á Octubre ó Noviembre, ó sea del
equinoccio de primavera al de otoño ; en Panamá el fácil contacto
^ntre los vientos de dos mares retrasa la estación lluviosa hasta un
mes, pero en cambio lo prolonga luego, por lo cual resulta mucho
más larga que la de sequía. En las montañas las dos estaciones se-
cas principian con los solsticios, y las lluviosas con los equinoccios,
ó sea duran 90 días cada una, salvo en los valles bajos y selvosos,
donde la lluvia se hace casi permanente, sobre todo si se avecinan
al del Magdalena central ; puede decirse que la estación aquí es
mixta, pues dura nueve meses, porque al invierno de las costas se
agrega el segundo de las cordilleras. Como se comprende, en tres
meses no alcanza á secarse ese suelo, y de ahí lo pantanoso y húme-
do que es. La estación lluviosa en las cordilleras varía un poco, como
dijimos, del N. al S., pues aun cuando sigue al sol en su carrera, al S.
está entre zonas de perpetua lluvia, de donde resulta que los páramo^
al N. están más despejados en Septiembre y al S. en Febrero. Ad-
viértase sí que con frecuencia en los páramos se invierten las esta-
ciones, pues durante la sequía de las faldas, las nubes que origina
el trópico son relegadas á las más altas cumbres, donde son en-
tonces frecuentes las tormentas, granizadas y nevadas, causa de
crecientes de los ríos, singulares á primera vista ; baja entonces
el nivel de la nieve, y es más peligroso cruzar los páramos, tanto
por el frío como por los huracanes. Al contrario, durante la época
Nueva Gbogbaf/a oe Colombia
lluviosa de las faldas, las mayores cumbres están secas, no sufren
temporales y su frío es menos intenso. En los páramos no es tanto
el frío cuanto el influjo de un viento fuerte y destemplado, y de
un aire nebuloso, lo que los hace inhabitables ; á decir verdad,
en estas regiones llueve todo el año, puesto que cuando allí hace
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Golfo de Urabá
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Cordillera Oriental (parte N.)
Cordillera Oriental (parte S.)
Cordillera Oriental (parte E.)
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Valles del Magdalena Centra
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Montañas de Antioquia
...
§
t
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Mesa de Tilquerres
t
§
í
Atrato (Alto Chocó)
t Uirái— § PiniMi (íltTÍiiu)
■ ■■ TlU|»IH»
I=¡nviemo; P=pr¡mavera; E=est(o; O=otono.
Cuadro linlélico del régimen anual úe las lluvias en Colombia
verano, no faltan lloviznas causadas por los pocos vapores que hastA
ellos alcanzan, principalmente en Enero y Febrero, y al cruzarlos es
siempre peligroso hacer ruido, porqueéste desequilibra la atmósfe-
ra, el aire frío vence entonces al cálido y se precipita hacia abajoy
origina la tormenta. En general, pues, los mayores temporales de los
[¿ramos ocurren en Junio y Agosto ; truena más en Febrero, Marzo
y Octubre ; las nubes tempestuosas corren de E. á W., ó de W. á E.,
37^ Nueva Geografía de Colombia
á partir del Mag^dalena; los más recios chubascos caen después de
las 2 p. m., y, aunque fuertes, duran poco, dejando luego sereno el
cielo. Por último, las cimas que sobresalen mucho sobre el suelo
aledaño, resultan siempre más tormentosas, tanto más cuanto más
altas y más rodeadas por valles cálidos están, á la vez que desvían
los vientos, se arrojan de unas á otras las nubes y causan las más
singulares perturbaciones. En el Chccó y en el Darién llueve el
año entero, sobre todo en el bajo, á donde parece se concentrara la
humedad del Perií ; pues al N. hay cambios por causa'de los alisios
que entran por el golfo de Urabá. En Panamá la costa norte ex-
puesta al alisio recibe por lo menos dos veces más agua que la del
Sur, que se vuelve hacia el monzón. En el Caquetá sucede otro tan-
to, bien que en unas zonas llueve más que en otras, ó bien el verano
y el invierno se diferencian un poco más por la cantidad de lluvia
caída en esas épocas ; también aquí como en el Magdalena central
hay, pues, una combinación de las estaciones, lo cual, por otra parte,
causa ciertas perturbaciones en el alto Magdalena. En general, las
comarcas tórridas, hdmedas, selvosas, del Chocó hasta el Ca-
quetá, están situadas en lo que se llama la zona de las Calmas, es
decir, desprovistas de vientos, por lo cual la grande evaporación
de un suelo tan hdmedo no es alejada, sino que se acumula en
el mismo lugar en forma de negras nubes que se deshacen en llu-
via cuando el sol pasa el zenit, la que terminada, deja campj á la
evaporación que, al ponerse aquel astro, torna á caer en nuevos
aguaceros, casi siempre acompañados por fuertes y numerosas des-
cargas eléctricas, y sostenidos muy á menudo hasta el amanecer,
repitiéndose sin cesar el mismo si cío, que, como es natural, man-
tiene atmósfera hümeda en demasía ; cuando soplan algunos vien-
tos, llegan los días sin lluvia, entre Noviembre y Marzo, pocos en
él Chocó, más numerosos en el Caquetá. En los valles selvosos y
encerrados pasa algo semejante, por cuanto los vapores no al-
canzan á salir del marco de la cuenca, caen fundidos en la misma,
y sostienen excesiva humedad, causa de mayores lluvias. Al con-
trario, en los Llanos, por cuanto son regulares los vientos, las es-
taciones son siempre marcadísimas : llueve seguido de Abril á Oc-
tubre, ó sea con un mes de diferencia sobre la costa panameña,
y el verano real ó de absoluta sequedad no aparece sino en Di-
ciembre, Enero y Marzo, pues en los otros meses no falta algün
aguacero, así como en el invierno alguna interrupción ó veranito.
En la costa adántica la aislada Sierra Nevada de Santamaría,
como es natural, causa ó produce condiciones singulares'en el clima
que la envuelve.
Por lo demás, como en todas partes, el invierno tiene varia-
ciones, pues ora los aguaceros son torrenciales, pero sólo de al-
gunas horas, ora menores y constantes hasta por treinta y aun
más horas, ya á modo de chaparrones con truenos y granizo ; un
día llueve por la mañana, otro por la tarde, y aun hay días en
que no cae una gota de agua. Al contrario, en el verano no es
raro que caigan algunos aguaceros, aunque menos fuertes. En el
máximum del invierno realmente tropical 6 de seis meses, hay una
singular interrupción que se llama verano de San Juan y dura al-
gunos días hacia fines de Junio, el cual interrumpe en las cordille^
Nueva Geografía de Colombia
373
ras las gardas, tan destempladas y molestas entonces ; en Diciem-
bre, en los últimos días, hay en e'stas otro verano llamado de San
Martín, y por último, hacia los primeros días de Febrero caen al-
gunos aguaceros que se llaman de la Candelaria. La causa de
estas anomalías la indicaremos en su lugar.
En fin, las nieves perpetuas, contra lo que han escrito muchos,
ofrecen en Colombia una horizontal casi perfecta, ya que en sus
extremos está á 4,560 ms., término medio, tanto en Chiles y Cum-
bal como en Santa Marta, muy poco menos en Chita y muy poco
8
o
i-
8 8
O ° SantatNarta
o o Chita
o o Ruíz
o o Tolima
^ ° Barragán
^
■^
c!
H
0 0 Huila
0
0 0 p„racé
° COCOTIUCOS
0.0 Cumbal
0.0 Chiles
I
Figura 147 — Diagrama representativo de las oscilaciones anuales del nivel infe»
rior de las nieves en los nevados
más en los nevados del Quindío ; casi en todos hay heleras, las
que por teVmino medio bajan hasta 4,350, quedando más altas en
Santamarta y más bajas en el Huila, donde, contando desde el
pie de ellas, la nieve mide 900 mts, cuando en Chiles sólo muestra
367, en Cumbal 339, en Puracé 300, en los demás Coconucos 240, en
Santa Isabel 400, en el Ruiz 740, en Herveo 870, en el Tolima
374 Nueva Geografía de Colombia
1,240, en Chita 900 y en Santamarta 800. En invierno la nieve
Suele bajar hasta 3,goo y en verano retirarse hasta los 4,750, lo
cual significa que la nieve oscila unos 650 ms., bien que esto es en-
teramente accidental ; de 4,000 á 4,200 la nieve sólo dura días, y
de 4,200 á 4,400 algunas semanas, pero hasta los 3,800 ms. los tem-
porales suelen ser de nieve más que de agua. De lo dicho resulta
que en invierno nevan en Colombia varias cimas, así como tam-
bién que se ha exagerado mucho la altura de otras. Los ne-
vados decrecen sin cesar, á juzgar por los datos recogidos, y con
esto ayudan á modificar el clima ; por ejemplo, antes que el Puracé
perdiese 200 ms. de nieve por hundimientos de su copa, los vientos
helados dominaban en la llanura de Cajibío, en la que se cultivaban
frutos de clima frío y no existían serpientes de tierra caliente; pero
después de ese hundimiento el clima subió varios grados, hoy allí
no se da el laurel de cera, y pululan aquellas serpientes. También
á Cartago se daba temperatura de 24^.5 al principio del siglo pa-
sado, cuando era opinión general que en el Quindío había más topes
nevados y éstos, más enlazados entre sí, formaban un solo todo ;
hoy Cartago tiene 28°, y esos nevados, menores en número, es-
tán perfectamente separados entre sí, salvo los días de tormenta,
en que la pampa intermedia se cubre con 10 á 20 es. de nieve :
¿ será esto por derrumbes de las nieves ó por disminución de ni-
vel ? Lo ignoramos. Bueno es hacer notar que en muchos lugares
la temperatura se ha disminuido á sabiendas en las publicaciones,
creyendo que con esto se alucina á los extranjeros.
Otro elemento necesario para la perfecta inteligencia de núes-
tra climatología es la amplitud de la variación de la temperatura al
aire libre, pues en unos lugares es casi insensible y en otros presenta
intensas modificaciones. En las altiplanicies^ por ejemplo, no es raro
que baje á 0° al amanecer, y alcance 22 á las dos de la tarde, es
decir, que presente una variación de 22° ; en Panamá cuando pasa
de 30^ al medio día, á 22 á la entrada de la noche, todos se que-
jan del repentino cambio del tiempo ; en Popayán es raro que la
oscilación exceda de 3° en el día. A este respecto tenemos, pues,
climas consianiesy climas variables y climas exíremos, tanto por lo que
hace al día, como considerado el año entero ; en este último caso
suelen encontrarse oscilaciones hasta de 30° á la sombra y de 50^
al rayo del sol.
Por otra parte, la enorme diferencia de temperatura entre las
cumbres y Tos. valles ardientes, á veces apenas separados por es-
carpadísimo muro, hace que el aire frío de aquéllas y el cálido de
éstos baje y suba por las estrechas cañadas con violencia tal, que
^cerca de la cresta adquiere la furia de huracán que imposibilita el
paso en ciertas horas y quema la vegetación ; en crestas más ba-
jas entre dos valles ardientes ó en los corredores montañosos, ssn^
huracán destroza los edificios y desarraiga los mayores árboles.
En la parte baja poco se siente el viento, pero el aire se enfría mu-
cho y reduce de noche las temperaturas, á veces hasta en 15®, con
mucha frecuencia en 10^, lo cual, unido á las aguas, que también
Suelen llegar frías ó poco menos, produce climas malsanos en sumo
grado. Ese cambio tan notable de temperatura origina abundan-
tes rocíos que producen espesa neblina que ocupa el fondo de las
Nueva Geografía de Colombia 375
depresiones mientras los topes surgen limpios, bañados por un pá-
lido sol. A medida que éste se levanta sobre el horizonte, también
lo hacen las nieblas, lentamente, hasta llegar antes de medio día á
la zona templada, dejando así despejado el fondo ; pero al llegar
el astro al zenit, obra más sobre ellas y, ó las levanta en rápidos
torbellinos, ó las reúne para formar las nubes de tormenta ; en
verano, cuando el sol las levanta, producen en la falda tenue lloviz-
na ó lluvia corta, que se llama alzar la niebla 6 pasar la nube,
pero por la tarde retoman á la falda, ó bajan á beber agua, como
aquí se dice. Esas nieblas en los topes parámosos, cuando el sol
los calienta hasta los 23° al aire libre, originan llovizna que hu-
medece las cumbres, produce ricas mantas de gramíneas y fuen-
tecillas principio de los ríos, y son causa de su clima tan destemplado
y variable. De lo dicho resulta que la hora mejor para cruzar los
páramos es la de la mañana, cuando están despejados y el equili-
brio del aire es completo ; después, ese equilibrio se hace instable,
y por las nubes que los envuelven, aquí se les llama rucios. Como los
corredores montañosos se abren de N. á S., allá hay más tierra
caliente, acá forman los páramos masa más compacta, y el alisio
del NE. encuentra amplias puertas, por lo cual el viento que do-
mina en los valles montañosos no fríos es de N. á S., ó bien de E.
á W., <5 á la inversa, según sea la falda con respecto á la vaguada
ardiente, de ordinario en calma al medio día.
Por lo hasta aquí dicho, puede verse que el clima en las di-
versas partes del país tiene cierta igualdad anua, bastante extrema
en las partes altas y bajas, primaveral en la media ; y á un tiem-
po y por sienpre muestra superpuestas las cuatro estaciones que
el año hace rodar en otras latitudes. Resumiendo lo que an-
tecede, tendremos : las elevadas serranías cubiertas, en escala des-
cendente, hasta los 3,cxx), por nieves, pajonales, arbustos sueltos y
algún bosque, constituyen el páramo, en general escaso en vege-
tación y combatido por vientos secos cuya influencia llega hasta la
llanura. A su pie, la tierra fría, hasta los 2,400 ms., se compone en
general de grandes montes que guardan algunas planicies, valles
selvosos, aguas vivas, terrenos fértiles, cielo á menudo claro y me-
lancólico, todo combatido por vientos tan impetuosos como fríos.
Más abajo, hasta los 1,000 ms., queda la región templada, fértil, rica
en aguas y selvas, á veces fría á la sombra, con notables variacio-
nes en la temperatura del día y la noche y cielo con frecuencia
nebuloso, sobre todo al ponerse el sol, cuando las nubes se aproxi-
man al suelo ; la temperatura varía tanto menos con la altitud
cuanto más insensiblemente cambia ésta y menos bosques hay. En
fin, la región caliente en que la vegetación vigorosa cubre con
manto de eterna juventud un clima ardiente, mientras el cielo
muestra lejanos, frecuentes y silenciosos relámpagos, permanece
medio año cubierta por un velo, y entonces, aun cuando no llueve,
abundante rocío humedece las plantas ; faltan sí las praderas de
fresca y tierna yerba salpicada de flores.
También nuestros climas se caracterizan por los movimientos
del barómetro, pequeños pero siempre regulares, horarios é imper-
turbables, cualquiera que i>ea la altitud del lugar, no menos que
por los más varios del termómetro en la montaña; por vientos que
376 Nueva Geografía de Colombia
aunque secos, en las alturas mantienen la frescura y el verdor de
las plantas, merced á precipitaciones de la humedad que provocan,
y en la parte baja, saturados de humedad á pesar de su transpa-
rencia, sostienen la vegetación, de otro modo imposible en regiones
donde falta largo tiempo no sólo la lluvia sino hasta el rocío, bien
que en éstas la sequedad aumente día por día, como en la Goajira,
hoy por esto casi inhabitable ; de ordinario las nubes más bajas
están á 1,200 ms. y causan las densas nieblas que envuelven esa
zona parte del año, y las más altas y espesas á 3,300, bien que va-
pores leves llamados carneros rebasen la altura de los nevados,
en los que el higrometro marca 25° cuando llega á 100 en las
selvas húmedas del Chocó-Caquetá, siendo aquellos carneros los
que dan las partículas que reflejan la luz solar y orlan á media
noche, con pálido resplandor, el tope de las cordilleías, como bri-
lla de lejos la atmósfera de una ciudad iluminada por la electrici-
dad. Este fluido abunda en el remate de la zona templada, como
es natural, por la lucha del calor y el frío y el roce de los fuertes
y encontrados vientos ; allí sus explosiones son más violentas y fre-
cuentes, sobre todo al pie de las cimas nevadas que surgen casi ro-
deadas por valles cálidos ; en la zona fría son menos frecuentes y
periódicas, pero se forma mucho granizo, principalmente en los
páramos, por cuanto allí hay casi siempre electricidad negativa,
la que no se halla sino corto tiempo abajo de los 1,000. En la re-
gión polar ó de los nevados, el granizo cae sin tronadas, con nie-
ve, aun en mitad de la noche, pero los rayos son muy raros. En fin,
en los grandes valles, principalmente en los murados por altas cres-
tas, las tempestades son constantes y frecuentemente ocurren entre
el anochecer y la media noche, sobre todo en ésta, y las tormentas,
de ordinario periódicas, estallan dos horas después de culminar el sol,
cuando el fluido se acumula en las primeras nubes, es mayor el ca-
lor y casi mínima la marea barométrica, por lo cual nuestro gran
río bien merece el dictado de padre de las tempestades. Por último, to-
dos los demás fenómenos meteorológicos tienen aquí cualidades pro-
pias, como sucede con el azul del cielo, más intenso en las gran-
des alturas, á la inversa de la refracción horizontal y de la luz, que
en ciertas zonas bajas adquiere brillo y transparencia impondera-
ble, que si auxilia á la vegetación por darle mayor desarrollo, fa-
tiga el ojo y los nervios, y hace más simpáticos los más velados
paisajes de las altiplanicies frías, á pesar de su carácter melancólico *.
Conviene ahora tratar de la nosografía en general, antes de
precisar algunos datos climatéricos sobre cada una de las porcio-
nes en que hemos dividido el país. También en este punto la alti-
tud, así como agrupa los productos de los diversos climas, agrupa
las enfermedades de todas las zonas, con el ítem de haber algunas
• meteorología comparada de algunas poblaciones
Altura Presión del aire Tero p. media Lluvia media
Honda 208™'- 74*™- 27O7 im.820
Ibagoé 1-323 658 2i°8 im.426
Mcdcllín 1.508 639 20°5 ini.377
Bogotá 2.645 562 14^5 im.105
Túqucrres 3.107 529 13° i™'2io
Nueva Geografía de Colombia 377
que se hallan á todas las alturas, y otras que son en cierto modo ca-
racterísticas de nuestro suelo, ora por la ardiente temperatura de la
reg-ión baja, ora por las repentinas transiciones del aire en las altas
cumbres. A este respecto, el país en su patología ofrece no menos
vicisitudes que la historia de sus hijos, pero sin mejorar en definiti-
va ; á las enfermedades nativas del terreno se juntan hoy las exó-
ticas, tanto más aprisa aclimatadas y aun complicadas con otras,
cuanto menor ó nulo fue el esfuerzo hecho para impedir esa inva-
sión ó siquiera retardarla : precisa ha sido la bondad general del
clima para que la población haya podido aumentarse, más ó me-
nos bien ó mal, en todas sus regiones.
En la tierra caliente, á menos de 1,000, sea costa, valle ó lla-
nura, cuando el suelo no es barrido por vientos continuos, á causa
de la humedad impera sin rival el paludismo (ó anemia ó mala-
ria), que no respeta raza ni edad, es el grande obstáculo que se
opone á la inmigración y mejora de esas fértiles regiones, y rige
no sólo la vida del individuo sino también el modo de ser de la lo-
calidad queiiabita. A semejante azote se une hoy el de enfermeda-
des venidas del viejo mundo, y el de la fiebres amarillas y biliosa
remitente, endémica ésta, esporádica aquélla, lo mismo que otras de
tal clima. Las fiebres intermitentes son comunes al entrar el verano,
y las éticas hacen estragos, no sólo á causa de lo ardiente del clima,
que agota al individuo, sino también por la vida fácil y la sífilis que
esto ocasiona ó generaliza más y más ; en algunos lugares causa ho-
rror el punto á que esto ha llegado. En los parajes cálidos batidos
por el aire de los nevados son muy frecuentes la tisis y demás afec-
ciones graves del pulmón. Debemos nombrar también la hiperhe-
mia intertropical, que tanto perjudica á los ojos ; las diarreas, la
hepatitis, hipertrofia del hígado y el bazo ; los exantemas febriles,
las epidemias de erisipela, la hemaluria chylosa ; las mordeduras
de animales ponzoñosos, la tenia ; la linfangitis perniciosa, pro-
bablemente palustre, que ora se parece al reumatismo articular,
ora á la erisipela ambulante, y termina por supuración ; el beribe-
ri, contagioso, que á veces alcanza á ser epidemia ; las ulceras re-
beldes y escrofulosas ; las fiebres eruptivas, la caquexia palus-
tre, el cólera, por fortuna muy raro, y la común y peligrosísima
insolación. En general, puede decirse que las enfermedades de
esta zona son producto ó consecuencia de una intoxicación. De
ordinario parece que existe cierta atracción entre el paludismo
y la disentería que abunda sí más en las regiones altas, como si fue-
ra el paludismo de la región fría. La raza negra de la región cáli-
da sufre especialmente la forunculosis, la eczema, la psoriasis, que
es la lepra de ella, la cloasma, el beriberi, la elefantíasis de los
miembros inferiores y del escrotum, especialmente el áinhum, y,
si bien resiste mejor el paludismo, la sífilis la devora con increí-
ble fuerza. Hasta enfermedades que al parecer sólo deben ha-
llarse en la región fría, se presentan aquí en la cálida, como la
gripa, la bronquitis, la tuberculosis. La viruela, esporádica, há-
llasela en todas partes, pero si causa más estragos en esta zona,
de la cual es exclusivo el carate, contagiosa cuanto repugnante
enfermedad que presenta varios tipos, ataca en especial á la gente
Nueva Geografía de Colomhia tomo 1-25
37^ Nueva Geografía de Colohbu
mal vestida y mal alimentada y sujeta á rudas labores, cuya piel
convierte en escamas de camaleón ; de preferencia se desarrolla en
los suelos secos, silíceos y feldespáticos, y en el Valle de Upar lo
atribuyen á picaduras de un mosquito especial. El tétanos y el cán-
cer, relativamente raros en tierra fría, son frecuentes en tierra ca-
liente, por lo cual spn allí muy pelig^rosas las más leves heridas, so-
bre todo en el Valle del Cauca, donde es tan común el segundo, que
la g-ente lo mira como contagioso. En el Llano figura además una
ulceración que empieza como botones de Biskra, pequeñas indu-
raciones cutáneas, y que repite después de la curación. Tanto de
la tierra caliente como de la fría son el coto (bocio), sobre todo
de la templada, terrible enfermedad que embrutece la raza hu-
mana y que proviene del uso de malas aguas. En fin, la más espan-
tosa de las enfermedades, la elefantíasis de los griegos, extiende su
lúgubre manto sobre todo el país, por falta de cuidado y de laza-
retos ; le hemos observado marcado antagonismo con el carate, se
desarrolla principalmente en los suelos calcáreos, y por error, el pue-
blo cree la causa el más ligero enfriamiento repentino del cuerpo,
en especial si se deriva de bebidas agridulces frescas. Lo dicho pu-
diera hacer formar juicio desfavorable de las tierras cálidas, que
tanto se han desacreditado contra toda verdad ; pero no : á la sin-
cera enunciación de sus inconvenientes debe seguir lo que son en
la práctica : tiempo hace que ellí no hay grandes epidemias de nin-
guna especie ; la mayor parte de los colombianos residen en ellas,
aumentándose su número sin cesar, salvo muy contados puntos en
los que la población está casi estacionaria, y esto á pesar de la nin-
guna higiene del pueblo, de su falta de recursos y auxilios médi-
cos, de los desmontes y de la explotación de selvas y minas. De lo
dicho se deduce que es la gente pobre la que sufre más y la que
por sus tareas está más expuesta á las picaduras de insectos y ali-
mañas, lo cual explica también su costumbre de no recorrer el
campo sino en las horas de luz.
Por causas enteramente geológicas, algunos sitios como Car-
tagena, la hoya del Rionegro, &c., presentan enfermedades es-
peciales al par que singulares. La tala del bosque, la desecación
de los pantanos, el cultivo del terreno, mejorará día por día esta
zona, como lo demuestra la experiencia, ya que hasta en sitios mal
reputados se encuentran personas octogenarias y aun centenarias.
Como en la época del descubrimiento, nuestro suelo, por razones
obvias, era más sano y sostenía una raza de seguro aclimatada,
los mestizos á que ella dio origen, son, junto con los derivados de
k raza negra, la esperanza de la Patria para vencer los inconve-
nientes de esta zona, la que ese día por su aluviones, únicos en fe-
racidad, sustentará un pueblo de los más opulentos del globo. Re-
sumiendo, tendremos que en verdad no son malsanos sino los sitios
privados de ventilación, sobre todo si son valles hondos, á causa de
la intensidad de miasmas que produce la temperatura cuando llega á
24°, por reflexión del calórico radiante. También en los valles sujetos
á periódica inundación del bosque, el paludismo alcanza proporcio-
nes colosales ; en cambio, en las costas y playones sin manglares ni
mezcla estancada de aguas dulces y saladas y batidos por la brisa,
el clima es sano, absolutamente sano. Por desgracia, el más eficaz
Nueva Geografía de Colombia 379
de los medios para combatir la intoxicación palúdica, el uso de
los sanaiorium, es aquí del todo desconocido ó desusado por el pue-
blo, si no es en pequeña escala, ó sea en los suelos en que la inun-
dación periódica le obliga á ser trashumante ó poco menos.
M («>
aElefantiasis griega
>
.Sífilis " " \
-Tifo
-Disentería
-Hepatitis
Viruela
■Tuberculosis
-Bocio
■Afecciones cardíacas
■Neuralgias
■Reumatismo
"Afecciones pulmonares
Paludismo
Fiebres peroiciosai
Berlberi
Insolación
FiCmparamam lento
-Baquitismo
'Oftalmías
O H 3 S
5-. g o p
§• -S. 3
p O
o
Figura 148 — Diagrama indicativo del escalonamiento altimétrico de las princi-
pales enfermedades
I
En la región fría la nosografía cambia de aspecto: el paludis- '
mo y la fiebre amarila,ó no existen ó no revisten gravedad mayor; •
la viruela fue más perniciosa, pero retroceden sus estragos ante la
vacunación cada día más general, pero aún, por desgracia, no
obligatoria. La gran epidemia de esta zona es el tifus (que en la
cálida pasa inadvertido entre hermanos más crecidos), y la tifoi-
dea es, puede decirse, endémica. Hállanse el reumatismo agudo
y sobreagudo ; las sífilis, tan desarrollada en las ciudades como
en la zona cálida, por falta de disposiciones legales ; las afecciones .
agudas, simples y complicadas del pulmón (las más mortíferas , en
el ejército) ; la bronquitis y las demás conocidas de las vías respira- '
lorias, sobre todo las crónicas, seguidas de complicaciones cardía-
cas ; las afecciones del aparato digestivo (diarreas, disenterías,
catarros, &c.) ; las del corazón y, sobre todo, las del hígado, prin-
cipalmente la supuración. También abundan el raquitismo y la '
sordomudez, si el clima es muy húmedo ; á veces la caída de
los dientes ; la verruga ó pirexia, con erupción de extensión varia ,
y distinta forma, contagiosa, de mal carácter ; los epiteliomas del
rostro, lentísimos en su crecimiento, pero que reaparecen después
de cortados ; las afecciones puerperales y la coqueluche, que ha«
cen estragos en madres y niños ; la dematosis ; la fiebre eruptiva
38o
KuEVA Geograf/a de Colombia
ZONAS
Casatiire, Alto
— medio
— bajo
San J^artln (centro)...
Coqueta. Alto
— centro
— ba|o (AntzoiiM'..
Goajira. Ba]a
— alta
El Catatumho (bajo)
— Ocaña....
— Cúcuta...,
— Páramos.
la Costa
Valle de Upar...
Tierra adentro
Montes de María...
Sabanas
Sinú...
MagdaUíta central.
El Tolima (bajo)...
^ (aíto)...
Mesa oriental
Cuenca de Labateca.
Páramos
Ca^ón del Sube
Guanentá-Jeridas
Tundama.
Valles laterales. ...
La Sabana
TERMüMETRIA
Mesa occidental
Antioquia (Santa Rosa)
— cZara^rosa)...
— mesa
— C'iñón .
Cauca (valle)
Pupayán (valle
Palia tbaju)
— (sito)
Túquclres
Chocó. (Alto valle)
— (Alta mes i)
— bajo
Pamtíttá (Norte)
— ". (v^hiriquí)...
— (LXirién)
250
30
33
37
27
3'
27
31
27
32
24
31
29
28
31
2Q
26
17
5
28
22
14-16
8á3i
14
12
29
[2-22
26-18
22-29
19
29
20
10
30
29
27
26
30
VERANO
Tenpentnnii^
lócala
I I
I
s ja
62°
57
57
42
67
25
3t°
31
37
30
35
38
32
5
50 35
20
32
36
35
30
21
50
25
42
35
31
32
38
10
S
2(P
23
24
24
28
20
20
27
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20
30
20
20
32
S
18
38°
38
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x'l\
Cuadro sintético de la termometría colombiana
Nueva Geografía de G>lombia 381
y el mal de San Antón (lepra). En los páramos priman las of-
talmíaSy las afecciones del pecho y el etnparamnmiento. En toda la
zona fría abundan las afecciones nerviosas, principalmente las
neuralgias ; y, por ultimo, señalaremos la más grave de todds, Ja
tisis mesentérica, que junto con la clorosis, ambas muy comunes,
producto ésta de un aire pobre en oxígeno, causan verdaderos és-
tragos. En resumen, la zona frfa, si es sana y á la inmigración
ofrece magnífico lote, su aire pobre, por dilatación, alimenta uña
raza poco fuerte para el trabajo, de donde que resulte mayor llt
longevidad media en la tierra caliente.
Ahora, concluidas las premisas, consideremos á la ligera las
diversas regiones en que climatéricamente puede dividirse el pafs :
al NW. tenemos el himo^ que sin el Darién, ofrece clima esencial-
mente marítimo ; al W. el Chocó con el Darién ; á la I. del Magda-
lena la Mesa Andina (central izquierda), que comprende á Túque-
rres. Pasto, Almaguer, Popayán, Valle del Cauca, caiíón del mis-
mo y Mesas de Antioquia y Chocó ; á la D. del mismo la Mesa
Granadina (central derecha), que comprende á Fusagasugá, Rione^
gro. Muzo, Cáqueza, Tenza, Bogotá, Tunja, Socorro, Chita, Soto,
Ocaña, Pamplona y Cdcuta ; la regiim atlánticay al N., con el Sinú,
María, Santamarta, Valle de Upar, Goajira y Maracaibo ; el Ca^
quetá al SE., y el llano al E. Como se comprende, esta división no
es absolutamente precisa, ya que el clima á veces varía de una á
otra sin transición repentina, y que en ellas mútiples circunstancias
locales engendran como climas particulares, por así decir, dentro
de los generales.
i.° Casanare-San Martin (Los Llanos). Integramente pertenecen
á la zona tórrida, con el año por mitad repartido en estaciones seca
y lluviosa. Al pie de la serranía el clima es esencialmente anor-
mal, por refrescarlo con exceso, á la madrugada, los vientos fríos
que descienden de las cimas nevadas. En el centro de la llanura
poco baja el termómetro á media noche ; pero en cambio, á medio
día en verano hasta se duplica la temperatura al rayo del sol (62^),
lo que mata á los extraños que afrontan ese calor sin grandes pre-
cauciones. Entonces, á la excesiva sequedad del aire (56®) se
agrega el humo del incendio de los pajonales, lo que hace casi
irrespirable esa atmósfera de fuego. En las mesas, menos húme-
das y mejor ventiladas, y por consiguiente en San Martín, el cHma
es relativamente sano y fresco. La mayor temperatura media en la
llanura, la de 35^, está fuera de Colombia, en Caicara, que es el
infíemo de la región.
La estación seca abarca de Diciembre á Marzo, época en que
el cielo permanece despejado, no se oye un trueno y soplan las
brisas del NE. y ENE., violentas á medio día, nulas durante la no-
che, y que en vez de refrescar, aumentan el bochorno con sus
bocanadas de fuego. Las lluvias principian en Abril, tienen dos
máximos en Julio y Noviembre, y un mínimum hacia Septiembre.
La máxima inundación, por'desbiorde de los ríos, acaece en Agos-
to. Las sabanas dan paso peligroso en Junio y Diciembre j en Ene*
ro ya está enjuta 1^ llanura.
382 Nueva Geografía de Colombia
2.® Caqueid (Amazonia). — Caracteriza el clima de esta zona
una excesiva humedad ; de ordinario el cielo se muestra nebuloso, y
Gon frecuencia caen chaparrones en el verano. Como en el Llano,
la temperatura del medio día, al sol, es irresistible. La porción
más fresca y sana es el valle mismo del Amazonas, frecuentemente
velado por densa bruma en la mañana ; la zona más ardiente y
malsana está en la parte central de la hoya del río Caquetá (37°),
donde es fama enferma todo el que en ella permanece algfunos
días ; mejor clima se encuentra sobre el Putumayo y el Uaupes.
Las lluvias son casi continuas de Abril á Septiembre, con máxi-
mum en Junio ; en verano llueve con frecuencia, especialmente en
Diciembre.
3.° El Chocó. — Esta regfión, sobre todo en su parte alta, es única
4)or su clima en el Nuevo Mundo. En la porción central de la parte
alta se mantiene el termómetro á 30°, en tanto que en la baja y
donde llegfan las brisas del mar sólo sube á 27° ; en la mesa, en los
valles altos y en los trozos máximos de Baudó, apenas alcanza á 21^.
De ordinario el clima se refresca á la madrugada con la brisa de
,1a montaña. Lo característico del clima del Chocó (como en el Ca-
quetá) es la humedad, puesto que en lo más fuerte de lo que pue-
de llamarse estación seca, el hidrómetro marca 90®, y por lo tanto
allí se vive en un perenne baño de vapor que humedece la ropa y
debilita el organismo. En invierno, de los ríos, lagunas y pantanos
se ven salir nubes de vapores que el viento empuja contra la cor-
dillera, y luego, tras un momento de calma sufocante, se desatan
en lluvia cuando el sol pasa por el cénit, para reproducirse el fe-
nómeno en la tarde y provocar un segundo aguacero, que de or-
dinario dura hasta la madrugada. Por lo común llueve menos en
Enero y Febrero, y más de Noviembre á Mayo en la cordillera, y
de Marzo á Junio en las partes bajas. En los contornos del golfo
de Urabá, merced á la acción del alisio, hay verano real de Enero
á Marzo.
4.° La región atlántica, por su área considerable, comprende
porciones en las cuales el clima presenta sus diferencias. El Sinú se
asemeja en algo á la hoya del Atrato, y es zona de enlace entre
ésta y los Montes de María. Al otro extremo (el del E.) se tiende
la península Goajira^ árida, inculta, donde el viento levanta remoli-
nos de arena por ser en extremo seca, pues apenas caen algunos
aguaceros de Septiembre á Noviembre, y al rayo del sol sube
el termómetro á 67°. En puridad de verdad, respecto de clima
la Goajira es una porción de las fronterizas y venezolanas tie-
rras de Coro, con las cuales constituye un grupo especial, del todo
diferente de los circunvecinos. En la cuenca de Maracaibo^ que
demora al S. de la anterior, ya el invierno dura de Mayo á Octu-
bre, sin que falten aguaceros en el resto del año, en especial hacia
la confluencia del Zulia y el Catatumbo, por lo húmedo del suelo
y por las grandes masas de vapores que produce el lago, verdade-
ro polo de atracción atmosférica, y que el alisio empuja hacia las
selvas del mediodía, en las que por la noche cruza el aire luz fatua
á modo de fanal que á intervalos ilumina el paisaje. A juzgar por
los datos recogidos, es también aquí donde se verifica la mayor
precipitación húmeda de América, como que excede de 5 metros.
Nueva Geografía de Colombia 383
por lo cual la comarca es un verdadero sunderbund, gran labora-
torio de miasmas y donde á la vez se halla una de las porciones
menos sanas del país. En los anchos valles que se abren sobre esa
selva (Cücuta, Ocaña), hay puntos donde es común ver el terríió-
metro á 38° á la sombra, y bajar hasta 18° al amanecer. Más
arriba, en los valles de la serranía, el clima es delicioso pero ener-
vante. En fin, en las cimas de las cordilleras del marco de la cuen-
ca se hallan quizá los páramos más bravos del país, de ordinario
lluviosos y eng-endradores de frecuentes y fortísimas tormentas.
Desde el punto de vista higrométrico, Cücuta es una excepción
inexplicable, pues forma una mancha de aspecto goajiro donde la
lluvia no alcanza á 2 ms. en el año.
El Vahe de Upar, 6 sea el cañón abierto entre la Sierra Neva-
da de Santamarta y los Andes, tiene un clima muy análogo al de
Casanare, y como al ardiente sol del medio día siguen las fres-
cas brisas que en la tarde bajan de la nevada, el clima es nocivo
para el pecho. Hacia el Sur, ó sea sobre la laguna de Zapatosa,
suele reinar una calma sufocante. Las lluvias caen de Abril á Octu-
bre, y por la putrefacción de los vegetales en el plato de Zapatosa,
con el principio del verano aparecen, como en todo el país, las lla-
madas calenturas de Navidad. En esta región se producen igual-
mente las fiebres de Chiriguaná, miradas como la ultramanifesta-
ción del paludismo en Colombia.
En las llanuras de Bolívar, por las condiciones geográficas y
topográficas de la comarca, en realidad, como en el Llano, llueve
seis meses en el año ; con todo, hacia fines de Junio, el veranito
llamado de San Juan, á veces bastante prolongado, separa mejor
las dos estaciones lluviosas trimestrales, que en caso contrario se
confunden en una. En los valles cálidos y montuosos de la parte
alta de los ríos San Jorge y Sinú, el invierno suele durar hasta
nueve meses. En las llanuras bajas, muy húmedas, especialmente
reinan las fiebres palúdicas en Septiembre y Octubre. En las lo-
mas arenáceas de la comarca, en verano, el calor suele hacerse
insoportable aun para los naturales de ellas. Hacia las costas del
Norte suelen caer unas lluvias llamadas nories, que no pasan del
litoral, y ocurren particularmente en Noviembre y Diciembre. En
las lomas de María y de Tubará es notable el frío de la noche, y
abundantísima la niebla de la madrugada.
Cuanto al valle mismo del bajo Magdalena, donde llueve en
los meses de Abril á Diciembre, las barrancas altas del río son
sanas y las refresca la brisa de éste, análoga al terral de la
Costa ; no sucede lo mismo en las fajas pantanosas que median en-
tre ellas y las sabanas altas. El río crece un poco en Mayo-Ju-
nio, y mucho más en Septiembre-Diciembre, tomándose peligro-
sa su navegación para las barcas cuando soplan los temporales
huracanados del Sinú, que se presentan en especial en Agosto, mes
casi de verano en Chiriguaná. En el bajo Cauca los vientos húmedos
del Sur producen molestísimas lloviznas. Aquí, en invierno el cielo
se matiene bromizo, lo que no sucede en las sabanas altas, y la
inundación remeda á Casanare, con su quieta y extensísima lagu-
na. En el Magdalena central es más largo y fuerte el invierno,
como c|ue es una zona de transición en la qjue no escampa sino d^
384 Nueva Geografía de Colombia
Diciembre á F*ebrero. Aquí, en la margen derecha, no sólo existe
otro de los infiernos colombianos (38°), sino que, segdn todas las
apariencias, se encuentra también el territorio más insalubre de
Colombia, en las vecindades del bajo Sogamoso.
5.° Valle del ToUma (Alto Magdalena) — Esta región, por su
configuración topográfica, por las arenáceas llanuras del Ihalweg, las
altísimas cordilleras que la rodean y las especies de boquetes que
la enlazan á la Costa y al Caquetá, presenta la suma y compendio
de todos los climas y estaciones, por más que en ella aparezcan las
dos épocas de lluvia y las dos de sequía engendradas por la mar-
cha anual dfel sol. La temperatura del fondo decrece regularmen-
te de N. á S., pero en la mitad N., en verano, el termómetro sube
á 34° y 3^*^ en los llanos áridos, después de medio día, y al rayó del
sol el calor alcanza proporciones inauditas. En la mitad Sur baja
á 23®, pero á causa de los nevados vecinos hay allí lugares, como
San Agustín, donde casi de repente varía la temperatura de 23 á 9°.
Hacia el centro, sobre la línea Saldaña-Bogotá, el choque de los
vientos del N. y del S. origina violentos temporales, abundantes
en descargas eléctricas. La segunda estación lluviosa de Septiem-
bre á Diciembre es más regular que la primera, que en el centro
suele limitarse á los meses de Abril y Mayo, en tanto que en el S.
se extiende hasta Junio, y aun á Julio en la serranía de los Fardaos.
6.° La Mesa oriental — Por lo extenso y complejo de su relieve,
esta región abarca numerosas subdivisiones de clima, que rasgos
acentuados diferencian unas de otras. Al N., en el fondo del Pilar
de Lahaieca, á pesar de su escasa altitud, la temperatura media
sólo llega á 17°, debido á los yermos páramos que la envuel-
ven : en la hoz de Margua el choque de los vientos produce vio-
lentos temporales que duran hasta seis días ; y en la Mesa de Juan
Rodríguez el páramo de ordinario está envuelto por densa niebla
ó batido por recios aguaceros. La zona del Lehrija es algo así
como de transición entre las vecinas, aun cuando en ella prevale-
cen los cálidos vientos del Magdalena. Más al Sur, en las tierras de
Guaneniá, es rasgo característico el cañón del Sube — donde en ve-
rano alcanza el termómetro á 38°, — que crea dos como corrientes de
íuego que suben por los cañones del ChicamocJia y el Saravita casi
hasta su principio, puesto que allí marca entonces el termómetro 24®.
En el territorio envuelto por esa herradura de ardientes grietas, el
clima oscila en el año entre 20 y 30 grados, según las localidades,
tiene dos épocas de lluvia, y hacia el centro guarda una especie de
polo tempestuoso (Mogotes), por la convergencia de los vientos
fríos de los páramos del contorno. En los valles de Vélez y de Lei-
va,porla abundancia de vientos húmedos, hay cumbres (Gámbita)
donde apenas se suspende la lluvia en Diciembre-Febrero, bien
que en Julio y Agosto prevalecen destempladas lloviznas que en-
frían bastante el fondo de las cuencas, como sucede en Leiva.
Al contrario, en las tierras intermedias entre el cañón del
Chicamocha, la Sierra Nevada de Chita y la Mesa Colorada, uno
de los páramos más fríos y tempestuosos del país (4°-o*^), se pro-
ducen complicaciones singulares, puesto que en Capitanejo varía
el termómetro de 14° á 30°. Al pie de dicha Sierra Nevada el in-
vierno se prolonga bastante, y de ahí hacia el Sur, según los valles.
Nueva Geografía de Colombia 38S
su entrada se atrasa ó adelanta hasta un mes. Cuanto á la aUipla"
nicie de Tundama, en el fondo el clima oscila entre 14° y 16° (Mayo,
Noviembre), y entre 19° y 21° (Diciembre-Febrero), cuando en las
terrazas que están al pie del muro de la cuenca apenas cambia de
12® á 15®. Semejantes son las tierras de la cuenca de Füquene,
cuyo fondo es algo más tibio.
En las cuencas que constituyen la banda oriental de la mesa,
al respaldo de las aliiplanicies^ la temperatura del fondo varía de
25° á 31®, y el invierno es mucho más largo en las partes más bajas.
En las partes altas hay valles, como el de Boyacá, donde el viento
de Junio y Julio es tan seco y frío, que el termómetro desciende á
8®, y en invierno, á par que se duplica la temperatura, se hace t^n
húmeda la atmósfera, que dentro de las casas se revienen el azií-
car y la panela. En la opuesta banda, ó sea en los valles occiden-
tales, á igual altitud, la temperatura es mucho mayor, debido á
las influencias del valle del Tolima, las épocas de lluvia sufren re-
tardos ó adelantos de conformidad con la orientación de sus hoces,
y en los páramos del E., en especial en la cuenca de Muzo (vera-
no 30^-32°), hay boquerones donde precisamente sopla viento hu-
racanado á medio día. En la cañada que sigue al Salto de Tequen-
dama la humedad ambiente es más considerable y más nocivo el
clima por las transiciones consecuenciales de tal desproporción. El
tibio valle de Fusagasugá es el que menos se diferencia en estacig-
nes de la Sabana de Bogotá, cuyo clima, sin duda ninguna, debe
tomarse como el típico de las altiplanicies. En el centro de la lla-
nura la temperatura es algo menor que en los abrigados valles
que se abren sobre ella, y lo mismo sucede si se comparan sus
mitades occidental y oriental, ó sur y norte ; en un grado supera
Hatoviejo á Soacha, que está á un hectómetro menos de altitu4.
La humedad media no es excesiva (65°), y la temperatura anual
no varía sino dentro de límites muy reducidos, de acuerdo con las
épocas de lluvia y sequía ; no sucede lo mismo con la diurna,
que entraña una verdadera marea termométrica, con 10° en la
mañana y la noche, y 18 y aun 21 á medio día. Al amanecer es
comün que el termómetro baje á 0° en Enero y Agosto, lo que
produce fuertes y perjudiciales heladas, que algunas veces solidifi-
can la superficie de las lagunas. El alisio del SE. sopla principal-
mente de Junio á Agosto con gran fuerza y trae destempladas llo-
viznas. En los otros meses reina el del NE. (Noviembre), ó bien
soplan vientos locales, en especial en Diciembre y Febrero, en que
se establece el del SW., por la abra del Tequendama. Las lluvias
no son uniformes en la Sabana, puesto que en el valle de Chocon-
tá se asemejan más á las de Casanare, ó sea duran de Marzo á
Noviembre, con intensidad máxima en Mayo y Junio. En el centro
de la llanura cae menor cantidad de agua, y son más marcadas
las dos épocas de invierno (Marzo-Mayo, Septiembre-Noviembre)
y las dos de verano, y de aquéllas es más regular la segunda, en la
cual cae por lo menos tanta agua como en las dos estaciones
secas, en las que no faltan aguaceros. En un período de diez años
la cantidad de lluvia caída varió de un mínimo de 85 centímetros
á I ".40, ó sea casi de uno á dos, lo cual explica las vicisitudes de
la agricultura en torno de la capital.
386 NxmvA Geografía de Colombia
7.® El Macizo antioqueño — Como la Antíoquia propiamente di-
cha levanta su maciza mole entre un grupo de nevados y dos ardien-
tes valles, semeja una especie de península estriada en su centro por
cálido surco. Por esto la acrópolis antioqueña, la mesa de Santa
Rosa, resulta con clima que no dice con su altitud, pues no siendo
ésta sino de 2,600 á 2,800, el termómetro apenas sube de 9 á 12**,
es decir, marca un verdadero páramo. Allí la lluvia es inten-
sa, frecuente el granizo y el cielo nebuloso, y en las cumbres
de Santa Inés, que al pie tienen cañones de 30° en verano, los
temporales alcanzan inauditas proporciones. En el valle bajo
del Nechí (verano 29 á 35°), muy fresco por la noche, reinan
fiebres que poco desdicen de las de Chiriguaná. Al S. de Santa
Rosa se tienden el templado valle de Medellín (20 á 22°) y el más
extenso y frío de Rionegro (18 á 20°) ; en aquél prevalecen las
influencias atmosféricas del bajo Cauca, y en éste las del Magda-
lena central, por lo cual es más hümedo. El cañbn del Cauca se
distingue por lo intenso de la temperatura de su fondo y lo fuerte
de los vientos que lo azotan. La tierra de Arma se reduce á una
serie de cajones sin ventilación, ardientes y malsanos en su rema-
te, hümedos y destemplados en su origen. Las lluvias son conside-
rables en estas hondonadas que por las tardes son bañadas por
vientos fastidiosos que bajan de las alturas.
El valle del Cauca — De Popayán á Cartago desciende la tem-
peratura que allá es primaveral (17 a 21*^), y acá es templada y
tórrida (22 á 29°), un poco más fresca hacia la cintura de Buga,
y algo más ardiente en el centro de las dos cuencas que separa
esa estrechura. Es más cálida y seca la banda occidental (verano
30 á 32°), más húmeda y malsana la oriental, y como vientos al-
ternan los dos alisios, con variaciones locales é inversas á las que
se observan en el valle del Tolima. En las cumbres quindianas es
casi continua la llovizna, y soplan violentos temporales de Junio á
Septiembre.
La región del Paita — Esta comarca, que ocupa todo el extre-
mo Sur de la mesa occidental, comprende una serie de tierras pa-
ramosas estriadas por cañones que convergen hacia la ardiente y
malsana llanura del Patía (29^), que hacia la hoz de Minamá en-
cierra uno de los infiernos colombianos. Tal es la acción que ejer-
ce este receptáculo, que hacia el N. y el S. las temperaturas
cálidas y templadas avanzan hasta el Roble y hasta Puerres, ó
sea marcan un surco ó grieta cálida que, incluso el valle del Cauca,
puede decirse casi sin exageración va de la frontera ecuatoriana
al mar Caribe y une las diversas porciones que constituyen la gran
mesa occidental. En el fondo de la depresión patiana el termóme-
tro al medio día marca 38° á la sombra y 50° al rayo del sol, cuan-
do en Túquerres indica 3° y á 25^, respectivamente, por lo cual es
insoportable el clima, y los páramos circunvecinos yacen envueltos
en niebla ó cubiertos de granizo. Las lluvias son aquí más inten-
sas : en Túquerres se presentan primero de mitad de Enero á Ma-
yo, y luego de Septiembre á mitad de Diciembre ; en la depresión
patiana llueve más, pero en menos tiempo.
8.° Panamá — El clima de esta zona es esencialmente marítimo
y presenta marcados contrastes entre sus dos vertientes ; la tempe-
Nueva Geografía de Colombia 387
ratura es más uniforme en el litoral Caribe, y la cima de la cordi-
llera mucho más fría de lo que normalmente corresponde á su me-
diana altitud. La temperatura oscila entre 22° y 35^, lo que en mu-
chos puntos la hace sufocante en verano y desagradable en invier-
no. En las selvas del Darién, sobre ser intensa la precipitación hú-
meda anual, no es raro que se concentre en corto tiempo, pues de
ordinario la sexta parte cae en un solo mes (Noviembre), y de ella,
un cuarto en un solo día ! De ordinario, no hay sino un aguacero
corto al ponerse el sol. En lugares como Portobelo, truena todo el
año. En cambio, el Istmo guarda sitios como Chorrera, reputado
conio el mejor sanaiotium del país, y los valles de David, tipod^ las
regiones tropicales de eterna primavera.
Floral y £5111118» — Cada región del globo posee undi/auna
(conjunto de especies animales) y una flora (conjunto de especies
vegetales) determinadas, es decir, que aparece caracterizada por
una cierta asociación de especies animales y de especies vegeta-
les. El número de especies puede ser considerable y sin embargo
no comprender cada una sino un pequeño número de individuos:
fauna y flora son entonces ricas, pero la vegetación será poco
densa y los animales escasos ; y al contrario : la Amazonia, por
ejemplo, tiene una vegetación riquísima y al mismo tiempo una
ñora muy variada ; no sucede lo mismo en los Llanos, á pesar de
ser exubíerante la vegetación. La humedad, el suelo y sobre todo
el calor deciden de la repartición de las floras y las faunas sobre el
globo, por lo cual los botánicos dividen la vegetación en tres gru-
pos : borealy tropical y austral, comprendiendo el segundo dos floras :
la paleoiropical (antiguo continente) y la neotropicál (América), en
la cual se incluye Colombia. Por su parte los zoólogos dividen la
tierra en seis regiones : la paleáriica (N. del antiguo continente), la
neáriica (América del N.), la oriental, la etiópica, la neotropicál
(América Central y Meridional) y la australiana. La región neo-
tropical comprende los grupos mexicano (América Central), anti-
llano, colombiano (con Ecuador), brasilero y argentino *.
a) Flora, Nacen los vegetales amoldándose al medio am-
biente, por lo cual, según sea la naturaleza, altura y situación del
terreno y la distribución que en él resulten del calor y la humedad,
así también será la flora de una comarca en cuanto á su aspecto,
su savia y su carácter. Por esto y por las condiciones generales cli-
matéricas del globo, dominan en él tres tipos de vegetación carac-
terísticos : el frío endurece la tierra, á la que sólo deja producir
musgos, liqúenes, arbustos achaparrados y pequeñas gramíneas ;
el calor la viste con estupenda, monstruosa vegetación, en que do-
mina la palmera y el baobab ; el término medio entre los dos fa-
vorece la aparición de ricas mieses y praderas. A lo dicho debe
agregarse que en las costas la onda salobre y las arenas producen
flora peculiar, vecina de la varia y matizada del Océano y de las
• Las cartas y croquis referentes á esta sección, lo mismo que las relacio-
nadas con el clima, los cultivos y los yacimientos de minerales, se encontrarán
en el libro destinado cspecialmcot*! al estudio de las riquezas naturales del país.
388 Nueva Geografía de Colombia
yerbas y juncales que orlan á los ríos. También trae consigo sus
diferencias la montaña, cuyo tinte y cuyo aspecto difieren siempre
del que muestra la llanura.
Por eso Colombia, alzada á un tiempo entre el Ecuador y el
Polo y entre el Ecuador y el Trópico, guarda vegetales de toda es-
pecie ; mas, como la mayor parte de su suelo es cálido, es también
esta la flora que domina en el país, surgiendo de entre ella, como
de entre gentil y aromado bücaro, el varío ramillete con que se
engalanan las montañas, en cuyo tope, como remate del maravi-
lloso ramo, brillan perdurables al sol riquísimos diamantes. Poco
es, sin duda, el campo que nuestro suelo ofrece á la flora extratro-
pical, la que por lo mismo, dada la actual distribución de los habi-
tantes, reviste notable importancia ; luego veremos cómo ella se
escalona en las gigantes faldas para pasar de las palmas y musá-
ceas al café y el trigo, á la papa y el maíz y la cebada, sim[)ática
gramínea que desafía el hielo de los páramos, en donde el fraile-
jón ofrece siempre calor al aterido viajero. Como se comprende,
es flora de transición la que cubre la falda media de los montes, y
en la llanura, según sea la humedad de ésta, constante ó acciden-
tal, domina la selva ó la gramínea.
También las divisiones naturales del territorio patrio concuer-
dan con lo que hay que decir de la flora. En efecto, en el Darién, el
Chocó, el Magdalena central, el bajo Cauca y el Caquetá, impera
la selva, la selva con tipo propio en cada zona, virgen de ordina-
rio, pues sólo como oasis naturales ó artificiales varía allí la vege-
tación ; en los Llanos y las sabanas de Bolívar y del alto Magda-
lena, dominan las gramíneas, bien que con sus variantes en el as-
pecto del conjunto ; en el Valle de Upar y la Goajira hállase suelo
sahárico, con cactus, espinos y arenales ; los valles andinos se cu-
bren con galanas flores, con jugosa yerba las aUiplamdes, con ás-
pera paja y raquíticas plantas las altivas cumbres. A primera vis-
ta, entre la flora de las dos grandes mesas no hay diferencia al-
guna ; pero bien estudiado el punto, se la halla, y notable, conforme
lo veremos en su lugar.
Una de las magnificencias de nuestra patria es la inmensa
selva virgen, cuya salvaje belleza no olvida quien la vio una vez,
y la que en aspecto, á primera vista, no se distingue de la del N.
sino por la magnitud de los árboles, el verde más brillante de sus
hojas y la riqueza y variedad de sus bejucos que bajo el cielo de
los trópicos tornan el paisaje grave y austero. Sin embargo, al re-
correrla, no hay en ella la monotonía de aquélla ; las más diversas
familias mezclan allí sus ramas, cada árbol ofrece aspecto propio,
y las formas, pulimento, color de tronco y hojas, por su infinita
variedad, semejan singular kaleidoscopio, merced al diversísimo
matiz de las hermosas flores que, ora sueltas, ora en guirnaldas,
esmaltan con su pedrería aquel poético conjunto que perfuman con
su aroma. En el Chocó predomina por el exceso de humedad la
vegetación criptogámica y vascular; en el Caquetá y el Magdale-
na el bejuco que se enlaza á los árboles, los une con festones que
semejan elegantes pórticos, y de tal modo traba la copa de aqué-
llos, que á sus pies jamás llega el rayo del sol ; de ordinario bajo
aquella bóveda, entre los gigantes que la sostienen, crecen arbu$-
Nueva Geografía de Colombia 389
tilles y orquídeas que forman como digno tapiz de esos edificios,
interrumpido á trecho por las aguas quietas, las que por su abun-
dancia dan alguna frescura al conjunto que bulle con los mil ruidos
de la más vigorosa de las manifestaciones de la vida orgánica del
planeta. En las faldas de los montes hay selvas en que faltan los
bejucos y la vegetación menuda : allí los árboles crecen solos,
mezclan sus copas, en el suelo tienen por tapiz sus marchitas hojas
que apagan todo ruido, y el bosque semeja naves colosales y som-
brías, negras en lontananza, donde el pecho tiembla al recorrer
tan sin igual paisaje, dominado por algo misterioso, imposible de
expresar Otra existe en que los árboles, á modo de mangles
de tierra firme, no sólo unen las copas, sino que enlazan las raíces,
cuando no los troncos, resultando el más singular de los tejidos
que idearse puede. Hacia las cumbres la selva se empequeñece
sin dejar de ser vistosa, rica en aromáticos bejucos y elegantes
heléchos, su verde es más negro, y por último se transforma en
arbolillos sueltos y miserables. Del invierno al verano, nuestra
selva, que sólo varía con la humedad, apenas se diferencia en el
verde más ó menos claro de sus hojas, en la riqueza del follaje,
en la intensidad del matiz de las flores, siempre maravilloso en el
trópico. Únicamente hacia el Valle de Upar es tal la sequedad,
que ni la selva puede ser tupida, ni el verano la deja con follaje.
En fin, también se diferencia de la base á la cumbre de las mon-
tañas, pues en éstas, antes de las rocas desnudas y las gramíneas
amargas y fibrosas unidas al frailejón, ya los árboles son medía-
nos ó pequeños, con tronco corto, atezado, retorcido, muy dividido
en ramas con hojas lustrosas, duras, coriáceas, como hechas para
absorber y resistir la fría humedad de las parameras. En resumen,
la montaña en cada zona ayuda á dar á éstas su típico carácter.
A par de la selva con sus mil matices dominan también en
nuestra patria las zonas herbáceas, de ordinario planas, bien que
alcancen igualmente las alturas, aunque sin la majestad y autono-
mía que en aquéllas. En tesis general, su aspecto tiene algo de
semejante, pero varía también, como la selva, de una á otra
zona. En efecto, en la Goajira dominan cactus y arbustos espino-
sos que á trechos dejan ver la desnuda arena ; en Chiriguaná, á
las altas gramíneas se unen dondequiera los agaves, y escasean los
árboles, más abundantes en las sabanas de Bolívar ; en el Tolima,
ora el suelo apenas se alcanza á cubrir con diminutas gramíneas,
ora éstas son crecidas, y mientras en unos puntos predominan los
arbustos espinosos, en otros, grandes matorrales y frondosas ceibas
forman setos naturales ; similar es tanto la vistosa llanura caucana
como la del Patía. Las llanuras de las altas montañas muestran sus
verdes gramíneas esmaltadas de flores, en especial por las de la
característica achicoria, y los pantanos del litoral se adornan con
manglares. En la llanura herbácea por excelencia, en los Llanos,
aquí y allá se alzan grupos de elegantes palmeras ó surgen bos-
quecillos de hoja dura, sombrío para los ganados, en lo cual son
inferiores al moriche, que guarda frescura, y cuyo bello abanico
contrasta con el siempre gris y polvoriento de la melancólica Co-
bija. Esto al terminar el invierno, porque en verano los tintes
amarillos de las muertas hojas imprimen especialísimo aspecto á
los paisajes.
390 Nueva Geografía de G)lombia
Ahora cederemos la palabra al naturalista Carlos Cuervo M.,
nuestro querido é ilustrado amigo, quien ha bosquejado para esta
obra lo que es la flora colombiana en su régimen alti métrico ;
bosquejo en que se corrigen varios de los numerosos errores en
que abundan las obras de los botánicos extranjeros que han escrito
sobre Colombia por haberla creído simple dependencia del Brasil
y el Perú, como se verá en seguida :
" Teniendo la República de Colombia enclavado su territorio
en el corazón de la zona tórrida, con extensas costas sobre los dos
océanos, surcado por grandes y profundos valles, entre los cuales
se levantan altísimas cordilleras, cuyas majestuosas cimas están
cubiertas por eternas nieves, y extendiéndose al Oriente en las in-
mensas pampas que riegan los grandes tributarios del Orinoco y
del Amazonas, presenta, por consiguiente, todos los climas imagi-
nables. La columna de mercurio del termómetro, que en las costas
y en los valles ardientes sube hasta marcar 40°, desciende insensi-
blemente á medida que el observador se eleva sobre el nivel del
mar, hasta quedar reducida á 0°, á los 4,SCX) ms. de altura. La
misma sorprendente diversidad se observa en los demás factores
que determinan el clima de esta región.
" Dadas estas circunstancias, se comprende que la Flora de Co-
lombia no forma un grupo homogéneo y ajustado á un mismo
plan : lejos de esto, ella comprende la más extraordinaria variedad
de formas y de tipos, no solamente según la mayor ó menor altura
sobre el nivel del mar á que se la observe, sino también según las
condiciones especiales de cada región. En efecto, la Flora del
Meta tiene muy poco de común con la del Caquetá, y mucho me-
nos con la del Atrato ó la del Sinú ; la de las alítplamctes de Pasto
tiene rasgos especiales que la distinguen de la de las grandes me-
sas andinas de Cundinamarca ó de Boyacá ; la del valle del Patía
tiene caracteres especiales que la diferencian de la propia de los
valles de Cúcuta. Él canelo sólo crece en las selvas de los Anda-
quíes ; los barnices preciosos no se producen sino en la región de
Pasto ; el quereme no embalsama el aire sino en el reducido valle
del Salado ; sólo en Casanare y en San Martín levanta el Moriche
su estipe coronado por gracioso capitel.
" A pesar de que, como se ve, cada región posee especies que
le son propias y que caracterizan su Flora, en estas líneas, para
presentar un ligero cuadro de la vegetación de Colombia, y si-
guiendo el método generalmente admitido hasta hoy, nos limita-
remos á considerarla en su conjunto, dividida en zonas según la
altura sobre el nivel del mar.
" Al hacer la división que hoy presentamos, nos hemos fíjado
en las especies más importantes y más generalmente conocidas.
Bien se comprende que tal división no tiene, ni con mucho, riguro-
sa exactitud matemática. El vegetal que en un punto determinado
vive dentro de ciertos límites, en otro de la misma altitud los tras-
pasa, porque la suma de las condiciones climatéricas no es la mis-
ma que en el primero. En estas materias no se pueden admitir los
términos absolutos. La naturaleza tiene tan poderosa fuerza dé
expansión, que no se la puede aprisionar dentro de los estrechos
moldes forjados por el ingenio humano.
Nueva Geografía de Colombia
391
" De o. ms. hasta 1,000 ms. En los estuarios del lítorial crecen
las Coccolobas, algunas de cuyas especies suben á lo largo del
Magdalena hasta la altura de Honda (200 ms.).
Figura 149 — Diagrama del escalonamicnto altimétrico de la flora colombiana
" En las costas húmedas y bajas, el Mangle {Rizophora Man^
gle) ocupa casi exclusivamente grandes zonas de terrenos, y sus
raíces adventicias se mojan en las mismas aguas del Océano. Junto
al Mangle crecen en el litoral del Pacífico el Zapotolongo {Pachira
acuáiicá) y en la isla de Coiba el Calabazuelo {Pachira sesstlis). El
Castaño {Maitsia castaño) es propio del Chocó, en donde crece hasta
los 500 ms. sobre el mar.
" En las llanuras ardientes, secas y pedregosas, tanto de las
hoyas del Magdalena como del Cauca y de la región oriental, el
Chaparro ó Peralejo (Ciírí7/^//a americana) ^ el Bejuco Tomé {J)olio^
carpus niiidus, y Davilla Ktinihii) y otras Dillemaceas, junto con el Cr'j-
sampelos Caapeba, Amargoso, Bejuco guayacán, Tostón, &c., predo-
minan en la Flora pobre y desmedrada de los bosquecillos que en
392 Nueva Geografía de Colombia
todas las tierras calientes se conocen con el nombre de Chaparra-
les; allí mismo crecen el Mombín y las ciruelas amarillas {spondias
lútea y spondias mombín), y cerca de los lugares habitados el cardo-
santo (argemone mexicana); mientras que en los terrenos más hüme-
dos, en las veg"as de los ríos, las ceibas {bombax ceiba y bombax sep-
tenaiuní), y los helicieres, levantan en alto sus copas majestuosas ; es
allí en donde se cultivan el cacao y el tabaco, y en donde crecen
el totumo {crescemtia cujeies), el tamarindo y el guácimo (guazuma
hmeniosa y guazuma ulnu/olia), de propiedades refrescantes. En los
bosques crecen el caracoli y el marañ(5n, el palo de María (ccUlo-
phylium mariae), la vainilla y la ipecacuana {psichoiria emética)^ la
acuapa {hura crepitans), la otoba {myristica cebi/era), las piscidias 6
barbascos, los dentrostylis, el achiote (bixa orallana), la coca (ery-
troxylum coca y hondense) ; y al lado del cedrón {simaba cedrón) y del
árbol de leche {galaciodendron uiile), el manzanillo {hipomane manci-
nella), de exhalaciones acres y venenosas.
" En los lug-ares abiertos abundan las malváceas de propieda-
des refrescantes, sobre todo la escoba babosa {sida acu/a), que
crece junto á la estancadera {krameria ixina). Algunas xylopias
son peculiares á esta zona, principalmente el malagunto {xilopia
frutescens) y el burilico del Cauca {xilopia ligusiri/olia), que marca
el límite superior de ella. En los sitios áridos y pedregosos, prin-
cipalmente en las cuencas profundas de Santander, los cereux, los
cactus y los melocactus, dan con sus extravagantes formas un as-
j>ecto especial al paisaje.
" Característicos de las selvas del Caquetá son el palo de tela
{aniiaris saccidora) y el canelo {tuctandra cinnamomoides) y el maíz
de agua (victoria regia), en los esteros de los grandes ríos.
** Esta es la zona predilecta de los árboles frutales : el níspero,
el mamey, el zapote, el naranjo y el limonero, los mangos, el plá-
tano y el caimito, la pina y la pitahaya ; aun cuando algunos de
éstos crecen también á un nivel superior. Otro tanto puede decir-
se de la caña de azúcar.
" Pero lo que caracteriza, sobre todo, esta zona, es el predo-
minio que en ella ejercen las palmeras y las escitamíneas. La pal-
ma real, la de coco, la de milpesos, el chontaduro, el cachipae y
la de corozo elevan sus graciosos y elegantes capiteles en la costa
y en los ardientes valles del interior, mientras que el moriche, la
palma de noli, la palma de la seda y el cumare, reinan como soi
beranas en las pampas de la región oriental.
" El límite superior de esta zona lo determinan, casi rigurosa-
mente, el cultivo del cacao y la presencia de la lechuguilla {nim-
phea goudoiiana), hermosa planta acuática de los pantanos de nues-
tros valles ardientes, del madroño {rhtedia madroño), del palo de
María {callophylum mariae), del ciruelo cimarrón {bunchosá ni/ida)l
y del burilico, plantas que no viven á una altura mayor de i,ooo
ms. sobre el mar.
" Dentro de los límites asignados á esta zona aparecen las mi-
mosas sensitivas, el gualanday {Jacaranda gualanday), las bambusas
y los heléchos arborescentes ; pero es en la zona inmediatamente
superior en la que adquieren toda su importancia ; las cinchonas
también comienzan á mostrarse más abajo de los i,ocx) ms., pero
Nueva Geografía de Colombia 393
son pobres en álcalis, estando su verdadero asiento mucho más
alto sobre el nivel del mar.
" En la región oriental, en las selvas del Orinoco, del Meta y
del Guayabero, se desarrolla la vegetación con extraordinaria exu-
berancia y adquiere caracteres que le son peculiares. Es allí en
donde crecen el algarrobo {hymenea courbarü), el palo santo (zygo-
phyllum arboreum)y el cuspare {honphandia in/oliaia) y la valiosa sa-
rrapia {dipterix odor ata). El botuto (homhax orinocensis)^ el cedro
blanco (Jsicha altissima), el granad il lo {lucida capiíaia) y el veneno-
so curare {sirychnos ioxifera). El caruto {genipa americana) y la yu-
quilla [rnaniot aipi) caracterizan la flora especial y variadísima de
esta importante región.
" De 1,000 Á 1,800 Ms. La vegetación de esta zona, que com-
prende lo que generalmente se conoce entre nosotros con el nom-
bre de tierras templadas, si bien es cierto que no contiene los ve-
getales de formas extremas y de principios activos, propios de
niveles más bajos, posee en cambio formas mar variadas y agra-
dables ; puede decirse que es dentro de estos límites donde la ve-
getación tropical ostenta sus más vistosas galas.
"Es en la primera mitad de esta zona donde la guadua (bambu-
SA guadua), lujo de la vegetación americana, adquiere su mayor des-
arrollo, y mezclada con las heliconias, ocupa grandes extensiones
de terreno. En los lugares secos,. el gualanday, de formas esbel-
tas, ostenta sus flores de un hermoso azul, agrupadas en grandes
ramilletes. En los bosques crecen las guatterias, el dinde. y f\ ga-
que (V/«j/afl/a/a), que vive hasta los 1,500 ms. sobre el mar ; el
guayabo (psidium pommiferum y campomanesia cornifolia), el agua-
cate, las ingas ó g-uamas, multitud de mimosas, diferentes especies
de erythrinas, entre ellos el chocho colorado {erythrina corallodeñ-
dron), el cámbulo y el búcare (erythrina umbrosa y erythrina veluti^
na), que prestando en la zona inferior el servicio de sombrío de las
plantaciones de cacao, continúan prestándolo en ésta para cultivos
no menos importantes. Los dolichos y mucunas, ojos de venado, y
las ollas de mono {lescytis ollaria y grandifloria), levantan sus flexi-
bles tallos hasta las copas de los más altos árboles. Puede decirse
que en esta zona las leguminosas y las myrtáceas. adquieren su
mayor importancia.
"El cultivo del anís y el del café reemplazan en esta zona á los
del cacao y el tabaco, siendo el café, sobre todo, fuente de excep-
cional riqueza para el país. El algodón es común á ésta y á la zona
inferior. El plátano y la caña de azúcar producen bien hasta los
1 ,500 ms. sobre el mar.
" Las palmeras comienzan á escasear á los 1,200 metros, y su
principal representante es el mararay {martinezia caryote/olia), de
gracioso porte.
" El laurel de cera {myrica cerifera) crece en esta zona, y con
el tache {myrospermum pubescens) caracteriza la flora de la región
de Popayán.
" El balso (pchroma tomentosa) y la punta de lanza {vismia lauri-
formis) son generales á esta zona, cuya mitad superior la caracte-
Nuiva Geografía de Colombia ' TOMO I — 26.
Nueva Geografía de Colombia
riían tos heléchos arborescentes {cya/heas y asptdiums) y el guani-
mo {cceropia pellala), de singular follaje.
En los terrenos cubiertos y en los rastrojos, los convólvulos
lucen por" doquiera sus numerosas flores, de brillantes y alegres
colores, por encima de la copa de Ijs arbustos; mientras que las
f esnerias, más modestas, ocultan en el bosque sus corolas de ma-
tices y formas extravagantes.
"De i, 800 X 2,400 ms. La flora de esta zona es casi de transi-
ciíSn ; en ella se tocan, por decirlo asi, la de las tierras templadas
y la de la región fría ; y mis que por las especies que le son pro-
pias, se caracteriza por la ausencia de aquellas que viven fuera
de estos limites. Así, por ejemplo, dentro de ella ya no se produ-
á 3E
i 11
II
1 1»
cen el pUtano ni la yuca, ni crecen las bambusas, ni las erythri-
nas, ni las anonas, que requieren temperatura más alta; y las
molinas, las pJymias, las daturas y las otras plantas de la región
fría, tampoco descienden hasta este nivel. En cambio, muchas de
las especies que han principiado á mostrarse en la zona inferior,
cOntiniían apareciendo hasta mucho más arriba délos 1,800 ms.,
como el guarumo, per ejemplo, que vive también en toda esta
zona. Las^ cinchona^, qu^Bcomienzan á aparecer á los 700 ms.
sobre el mar, adquieren toda su importancia en esta zona y en la
Nueva Geografía de Colombia
inmediatamente superior. Sin embarg-o, su flora no es menos im-
portante ; la sola presencia de las quinas bastaría para hacerla
notable; y está caracterizada, sobre todo, por la presencia de las
melastomáceas de g'randes flores, principalmente el amarrabollos
{cheuiogastra viacrophylld)^ propio de la cordillera central y de las
selvas de Antioquia, en donde crece al lado del palmito \oredoxa
frígida)^ y del murrapo (carludovica teírajona) ^c\ut con la palma de
cera {ceroxylon andícola), abundante igualmente en la cordillera
central, son los principales representantes de la importante fami-
lia de las palmeras. La palma de cera marca rigurosamente el
Hmíte inferior de esta zona, y por su abundancia y hermoso porte
da al paisaje de la gran cordillera un aspecto singular de poesía
y de majestad. El Mayo (chaeiogasira speciosa), el sietecueros y
las otras melastomáceas de esta zona son, por sus hermosas flores,
ornato de nuestros bosques y de nuestros jardines.
" Al pie de las passifloras arborescentes y de los hermosos
pinos que caracterizan esta zona : pino común {podacorpus densfo^
liuns), y pino ayuelo {podocarpus comunis), las oenotheras, algunos
oxalís, las fuchsias, las calceolarias y las cleomes del grupo gy-
nandropsis, mezclan y confunden sus flores de variados y brillantes
matices.
" Propio de la cordillera occidental, y eso con reducida circuns-
cripción en el valle del Salado, crece el quereme (Jhyhaudia quere-
me), de suavísimo aroma y de mágicas virtudes amorosas, según la
creencia popular.
" Peculiar á los bosques de Santander es el quiebra-hacha
(godoya splendida), y á los de Antioquia el caunce (godqya anltoquen-
sis), de elegantes flores amarillas, y el sabroso dulumoco (saüraja
ursina), que con las otras saurajas, entre ellas el moquillo de Tú-
querres {sauraja pedunculan's), marcan el límite superior de esta
zona, en el cual principia el roble majestuoso {quercus granaiensts
y quercus iolimensis) á enseñorearse de la flora andina.
" De 2,400 á 3,000 Ms. A los 2,400 ms. sobre el nivel del mar
la vegetación presenta un aspecto totalmente distinto del que tiene
en los valles ardientes y en las tierras templadas. Los vegetales
propios de esta altura no tienen las formas elegantes de la guadua
y de las heliconias, ni el porte esbelto del gualanday ó de los oco-
teas, ni la majestad de las ceibas ó del caracoli ; los bejucos y las
enredaderas ion más pequeños y sus tallos no tienen ni la flexibi-
lidad ni la gracifwle los trepadores de los climas cálidos; el follaje
de los árboles de tierra fría reviste generalmente matices oscuros
que dan al paisaje un sello especial de solemnidad y de melancolía.
" No por esto se crea que la flora de esta altura es pobre y
escasa de importancia ; muy al contrario, ella nada tiene qué envi-
diar á la de otros climas, ni por la riqueza de formas específicas, ni
por la belleza de sus flores, ni por la variedad de valiosos pro-
ductos.
" Dentro de ella crecen las quinas más apreciadas en el co-
mercio {cinchona lancifoUa, cinchona succirnbra y cinchona calisaya),
disputándose el dominio del bosque con el cedro rojo, de porte
majestuoso y de aromática madera y con el caucho blanco, de alto
y tupido follaje, y cuya resina, conocida en el mercado con él
ig6 Nueva Geografía de G)lombia
nombre de Virgen del jPara, es uno de los más valiosos productos
de las selvas americanas.
" Junto al roble, que predomina sobre todo en los suelos arci-
llosos, crecen el candelero, el duraznillo {abaiia ver basdf olio) ^ levan-
tando p>or sobre las ramas las largas espigas de sus ñores amari-
llas, y el raque (vallea s/tpularís), de porte delicado y de flores teñi-
das con los matices del pudor. En el suelo rastrean el guchun-
chullo, de propiedades antisifílíticas ; las begonias y oxalídeas ; el
apio de monte, las piperáceas y las salvias aromáticas, que em-
balsaman el ambiente, junto con las fresas (fragaria vezca), de fruto
delicadísimo.
** Por entre las nudosas y torcidas ramas del aliso, del arrayán,
del salvio y del mortiño, cruzan en todas direcciones sus flexibles ^
tallos, formando impenetrables bóvedas de verdura, la gulupa
(Pact/lora orna/a), las curubas {/acsom'a specwsa, iacsonia molUsimay
tacsanta ígnea), los longipes, las alstroemerias, de brillantes corolas,
los iropeoluniy vulgo capuchinas, y el bejuco clavellino {mutisia clematis
y mutisia grandiflora), de hermosas flores rojas. La guadua, de cli-
mas más ardientes, es reemplazada en esta zona por el chusque
{chusquea scandens), gramínea de porte no menos singular, aunque
más pequeña, y por el ñopo, especie de bambusa, término medio
entre ésta y aquélla, y que sólo hemos visto en las selvas del Huila.
"En los terrenos abiertos, la flora está caracterizada por la pre-
sencia del borrachero {datura arbórea) ; del arboloco {Polymma
fyramidalis), que por su porte es, quizás, la más notable de las
synanterias ; del chilco (Molina bogotensis), que produce, aunque
en cantidades muy pequeñas, una rica laca verde ; la uvilla (ees-
trum tinctoreum, cestrum buxifolium), y la curtidera (coriaria thimifo-
lia), con las cuales se preparan tintas de escribir, siendo excelente
la déla coriaria. El trompeto {boconia frutescens),áe jugo antipsórí-
co, marca rigurosamente los límites de esta zona, cuyos terrenos
menos feraces los caracterizan los ranúnculos y los hyppéricum,
principalmente el chite (hyppéricum brathys) y la lunaria {hyppéri-
cum mutisianum).
" En los pantanos de las elevadas altiplanicies andinas crecen
el junco común {juncus bogotensis), el ciperus prolixus y algunos
scirpus ; y en la superñcie de las aguas estancadas la marsilia qua-
drifolia y la azolla magellánica extienden sus tallos en complicada
red, hasta el punto de ocultarlas por completo. En los terrenos hú-
medos y anegadizos crece el esparto de estera (juncus estonr), es-
pecie casi agotada hoy, destruida por los fabricantes de la tela de
estera, con la cual exclusivamente se han cubierto los pisos de las
habitaciones del interior de la República en más de tres siglos.
" \jdL papa, el trigo y la cebada son los principales cultivos de
esta zona, á los cuales hay que agregar el de numerosas especies
de legumbres, aunque en ])equeña escala ; y algunos árboles fru-
tales, como el manzano, el durazno, el cerezo, el peral, todos de
origen extranjero.
" El maíz (zea mais), quizá la planta más importante de la flora
americana, y que ya en una forma, ya en otra, constituye la base
de la alimentación popular, se cultiva en todas las zonas hasta los
2,800 ms. de altura, con la única diferencia del tiempo en que
Nueva Geograha de Colombia 397
se efectúa la cosecha ; mientras que en los climas ardientes produce
á los 80 días, en esta altura tarda 1 2 meses.
" El ensenillo {weinmannia chilomsis y weinmannia htriella), el ca-
nelo ó palo ají {drymis graenatemis), el laurel del país \myr%ca argur
/a) y el tachuelo {berberís glauca) y el uña de gato {berberís goudotit)
forman en los lugares á propósito, espeso aunque desmedrado bos-
que, y en las axilas de sus ramas se apoyan y viven numerosas ti-
lliándseas, y el coral {loranthus amen'canus), cuyas largas flores, de
rojo encendido, se mecen en el aire como pendientes de fuego.
"En las faldas escarpadas y desprovistas de bosque, el syphocanu
pylus y otras lobelias, algunas melastomáceas, sobre todo los crae-
monium y el quiebraollas {Caiegqstra mtcrophilla), crecen junto al
tvsir rynchium bogotensis ; f>ero sÓDuJas ericáceas las que predomi-
nan en la flora de esta región ; í^rp^egapega {bejaria asiuans), la
uva de monte (ihybaudtaflonbundia)yAdi uva camarona (thybaudia
macrophylld)y la uva de anís (thybaudia antsata), las andrómedas y
las escallonias, junto con algunas styracáceas, entre ellas el té de
Bogotá (symplocos iheiformes)^ de dudosa importancia.
" Estas plantas y las arriba mencionadas, el ensenillo, el palo
ají y los berberís, principian á aparecer á los 2,500 ms. sobre
el mar, y á medida que la altura se aumenta, de 3,000 ms. para
arriba, son los representantes de la vegetación arbórea de la re-
gión de los páramos, la que desaparece á los 3,600 ms. El fraile-
jón también hace su aparición dentro de los límites de esta zona,
siendo el frailejoncito {ezpeleiia argéntea) el que desciende á nivel
más bajo, encontrándose excepcionalmente á los 2,500 ms. de al-
tura. El ezpeletia frailejón no adquiere todo su desarrollo sino de
los 2,800 ms. para arriba.
" De 3,000 á 4,000 MS. Esta zona comprende dentro de sus lí-
mites las solitarias y melancólicas regiones designadas con el nom-
bre de páramos.
" Los drymis, los weinmmanias, los berberís y algunos otros ar-
bustos de los enumerados en la sección anterior, viven á mayor al-
tura de 3,oóo ms., pero de este límite en adelante sus represen-
tantes son más y más escasos, hasta desaparecer por completo i
los 3,600 ms. ; en cambio las gramíneas, algunas picamias, helé-
chos de porte singular y el ezpeletia frailejón, adquieren mayor
desarrollo. Este último, sobre todo, levanta hasta más de 2 ms.
su negruzco tronco terminado por la corona de plateadas hojas,
como reclamando el imperio de esas frías soledades. Algunas eri-
cáceas, una diminuta alstroemeria, algunas leguminosas raquíticas
y pequeñas, la lobelia enana, unas pocas synanterías, entre las
cuales descuella el árnica montana, de grandes flores violadas, son
los últimos representantes de las plantas dicotiledóneas.
" A los 4,000 ms. de altura principian los pajonales del páramo,
formados exclusivamente por diferentes especies de gramíneas, en
especial de los géneros jara va, avena, panicum, dáctyles y agrostis.
" De 4,400 ms. en adelante desaparecen los fanerógamas, y
sólo algunos liqúenes y otras cryptógamas crecen en las rocas des-
nudas y medio cubiertas por la nieve."
b) Fauna — Bien que sujetos á la acción del clima, los anima-
les dependen mucho menos de su influencia en las áreas qu^
39^ Nueva Geografía de Colombia
ocupan, de donde mayor extensión y lindes menos precisos en
las provincias zoológ"¡cas. Sin embargo, como aquella influencia
nunca desaparece del todo, resulta que la fauna colombiana pre-
senta poco más ó menos las mismas divisiones que la ñora, en es-
pecial marcadas si se trata de las tierras cálidas y frías, bien que
muchas veces de una á otra zona apenas se diferencien las espe-
cies en la talla 6 el matiz de la piel ó la pluma ; tenemos, pues,
ante todo, dos divisiones profundas : la fauna andina y la de las
tierras calientes. La ultima pertenece íntegramente á lo que los
zoólogos llaman región neotropical, caracterizada por los monos*
de nariz lateral, los murciélagos de compleja hoja nasal, los gran-
des roedores subungulados, los marsupiales, los felinos subordina-
dos y otros animales, que si en general son inferiores á los del Viejo
Mundo en magnitud, de ordinario les superan en gracia, variedad
y hermosura. La primera, que puede englobarse en la neártica,
ofrece marcada inferioridad en sus tipos, salvo alguna excepción,
y son varios los animales que en ambas mesas les dan vida propia.
Cesa la vida con la nieve, y sin embargo sobre ella se remonta el
único animal que, si bien vive en las altas montañas, busca su pre-
sa lo mismo en la llanura ardiente que en la yerma paramera, y da
así enlace á toda la fauna del país : nos referimos al cóndor, con
justicia elegido para figurar en las armas de Colombia, puesto que
es en la parte S. de la cresta del Quindío en donde alcanza su ma-
yor bravura y desarrollo ; algo más de 6 ms. de envergadura me-
día la pareja que uno de nuestros Virreyes envió á España. Por lo
demás, y esto se comprende bien, ningún país de América rivaliza
con el nuestro en la riqueza de la fauna, como ninguno le iguala
en la flora; nuestro grande Oriente encierra á un tiempo losani-
males de Venezuela, Guayana y el Brasil ; los Andes del Sur guar-
dan los del Ecuador ; Panamá, los de Centro América ; la Costa
Atlántica, algunos de los de las Antillas y el Chocó, y las montañas
interiores forman provincias completamente diversas de aquéllas
y, por lo tanto, propias *.
Entre los mamíferos^ el trópico produce especialmente cuadru-
manos y carniceros. De los primeros, en que se comprenden
aluates, áteles, saimires, callitrex, sajus, &c., hállanse numerosos
simias, como son : araguato ó capuchino (s. ursina), mono miedoso
ó marimonda (s. beelzehuth), del Andaquí {s. lagoihrix), caripelado
(s, chiropoies), colorado {s, variegaía), indio ó caranegra {s, melano^
cephald)y del Caquetá ó viudita {s, lugens), machín (j. albi/rons), mo-
no carita blanca {cebus chiropus), mico ó macaco {c. robusius), mono
chico (c, cinerasceus), tití verde {s. sciurea), tití cartagenero {s. oedi^
pus) y tití amarillo (callitrix aniomophagus), mono mezclilla (c. inca-
nesceus), mono dañino (sa/u), y mono leoncito (midas leoninus). Estos
• " La subregión brasilense es la mas vasta de todas las neotropicales, como
que se extiende del Atlántico á los Andes, comprende las hoyas del Orinoco y el
Amazonas, y no se detiene sino en el rio de La Plata. Abarca un territorio forma-
do por llanuras bajas, selvosas, á menudo inundadas. La fauna de esta región
está caracterizada especialmente por los monos, las sarigueyas, los cdentados,
los tapires y las ratas espinosas. Muchos géneros de aves están confinados á esta
comarca, siendo en las riberas del Amazonas donde esta fauna ornitológica ex-
hibe to^a §u belleza."— A E. BrehM-
Nueva Geografía de Colombu 39^
anímales, notables por la conformación de la cola que les sirve de
quinto brazo, andan de ordinario en bandadas que alborotan el
bosque con su g-ritería, la que entre dos luces da campo á los ala-
ridos característicos de los araguatos ; también suelen causar es-
tragos en las plantaciones vecinas á la selva ; los hay nocturnos y
diurnos, medianos y muy pequeños, torpes y muy despiertos» y
son los titís los más bellos y la viudita el más raro. No poseen núes-
tras montañas grandes carniceros : entre ellos prima el jaguar
i^felis onza), que viste pelaje de pantera y casi iguala al tigre por
su talla y fuerza, siendo sí más sanguinario su congénere negro
(/. nt'gra), que no se halla sino en las selvas del Atabapo yGuaya-
na. Al contrario, abundan mucho en el alto Magdalena el tigre
encaramado y la pantera, siéndoles inferior el león cuguar 6 pu.nji^
(/. concolor) y el león negro (Jclís discolor), que de león, no ti^ni^n
sino el nombre, no menos feroces que los anteriores y que prje-
ñeren la serranía, en la cual suben hasta la región de los páraipq$,
como el encaramado, abundante en la tierra fría, lo mismp quej^í
ga;o montes (/. pardalis), y el tigrillo ó gato tigre (/. iigrtna), biqn
que este último baje hasta la llanura. No escasean las nutrias {lif^
iras), de que hay las variedades pescadora (¿rastliensís),. del Mag-
dalena (insularís), y del Sur {peruvünsis), 6 sea de todo clim^; J.o
mismo que los osos (ursus), pues el negro {arcios) vive en la re*
gión baja, y el frontino {prnaius) ocupa la montaña, y los perrps
(canis) gozque {americanus), cazador {veríagus) y lobo (jnexfc<mus) ;
los zorros colorado y negro y el zorrillo, aún no clasificados, está^
en análogas condiciones. También hay cuatí (nassua subursus), pia-
purito (mephiiis americana), que arroja hediondísimo licor y no vjye
sino en tierra caliente, y dos musidas; la comadreja {cigogniari)^
y el hurón ( huro). Completan el grupo los queirópteros ó nwirc;^
lagos {phillosiomidae),áQ (\\XQ hay varias especies (van^irios,,mpl9f^p
nociilion, nyciinonse, vespiriilion), frugívoros unos, insectívoras Otrgi;
de los cuales los grandes chupan la sangre á los animale^^.y lo^p^^
queños, también vampiros, lo hacen al hombre dormido, ^tíXf> Q^
no existen en tierra fría. De los insectívoros (?) no hay sino el erjz;©
de dos especies ; de los marsupiales, ]os didelfos : runcho ó chv>ch^>
rata de monte, chucha de agua {chironecies), y lirón, clases .de
todo clima. Los desdentados, que viven en tierra caliente, mvíi%*
tran el singular ay ó perezoso ó perico ligero {acheus. ai), el arma-
dillo {dassjfpus apar ¿-¿í^w^/a/íwj), el cachicamo y los osos hormigue-
ro {myrmecophaga jubaia y ieiradaciyla), de dos especies, y nielero
(m.didaciy la). Los paquidermos hervíboros comprenden el, sa(i\o
{dycoiyles labiaius), el tatabro ó cafuche {d, iorquaius), los váquiras já
pécari, que se juntan por millares, y la danta {iapirus americanus),
de que parece hay dos tipos, de tierra baja, y además en plei\o
páramo otra especie (/. roulinii pinchaque) que no se baila. sir>p
en la región fría; los rumiantes cuentan con los ciervos {p^rvus^,
común Xperonii), y el venado blanco (mexicanus), de varias espe-
cies, todas de tierra caliente ; el soche (colombianus), el.soc.he del
páramo, el. venado cachipelado (nemoarlis) y el cachienvaina4o
(capreolus). Los roedores comprenden los dañinos ratones (mus), de
infinita variedad, importados de Europa, la ardilla {siurus aesiuans),
los llamados conejo (lepus brasielensis) y liebre (/. capensis), los^ua-
400 Nueva Cteocrafía de Colombia
g'uas propio {coelogenus subni^er) y conejo (c, fulvjs)¡ la chucurita
{maeroxus variahüis), el cui ó curí ó acurito {anoemá), esencialmen-
te fecundo, los lanchas (hydroecherús casihurd)^ la nutria anfíbia ó
perro de ag"ua {myopotamos), el puerco espín (coendus), de dos cla-
ses, y, sobre todo, los grandes roedores orientales, el cabiai, el an-
fibio chigfüil^e, que vive en manadas, el agutí ó acure del monte, el
sagUtí, el paca (caria capydara, agu/í, sagoiiy paca ó lapa^ sphyggu-
reconi). En fin, como cetáceos se hallan en nuestras aguas ballena
chacálote {ílaenopiera gtMar), manatí (maná/us amencanus) en los
grandes' ríos orientales, toninas {deJphinus tonina), de mar y agua
dulce, y peje espada {monodum monoceros).
• Las AVES abundan de tal modo en nuestra patria, que no
hay error en asegurar es en ellas la región más rica del globo
en ciertos órdenes, pues existen aquí muchos individuos que no se
hallan en los países vecinos. En primer lugar están los buitres con
sus dardnculos característicos: es su perla el cóndor ó cuntur (vuUur
gryphüs), del que existen dos ó tres variedades, y le siguen el águila
real (i/, barbasus), de extraordinaria fuerza, el águila blanca {r, al-
bus), el rey de los gallinazos {v. papa), la guala {v. aura),ye\ galli-
nazo (v,jo/a); hermanos suyos son losurubus (samuros ó chulos 6
galembos ó chicoras, ca/kar/as), que si prefieren la tierra cálida, no
rehuyen subir á la región fría, y en los pueblos de aquélla tienen
protegida la vida merced á su oficio de estercoleros. Junto están
Ips falcónidos, representados por el águila comiln (/. amencanus),
el aguilucho (/. brasiliensis), el aguilote de tierra fría (/*. guayanen^
sis); que es el ave que resiste más sin comer, el gavilán (f. comunis),
el al con (/. aeruginosus) y el cernícalo {/, gen/iÜs).
De noche salen lechuzas y mochuelos (s/rix) de diversas cla-
ses. También es nocturno el guácharo ó guapaco (s/ea/ormis caripen-
j/j),'cj\ie ien grande extensión puebla las cavernas de tierra calien-
te. Abundan entre los dentirrostros las canoras: el arrendajo {iurdus)
que Imita la voz de todos los animales, como lo hace el cenoto,
hediondo y más g'rande ; la mirla, el pico de plata, la dorotea, el
saufce, que en la voz se parece al canario, la paraulata, el curu-
ñatá y el cucartichero (regulus), rival del ruiseñor. Por su plumaje
campean la azomita, el azulejo, la primavera ó siete colores (/ana-
gra septicolor), indomable, el azomita (musicapa),e[ verdecito ó yer-
dacKb, el cardenal, él vinotinto, el cotinga, el gallito de Fusagasu-
gá (j>ipra rupicala) y, sobre todo, la sin igual cerraja del Chocó,
digna émula del ave del paraíso. Tienen Voz más ó menos singular
el querrequerre, ¿1 yacabó ó soledad, el trompetero (coracina scu^
/a/a) y el campanero (ampeliz carancul/a), cuyo grito penetrante y
claro se oye á un kilómetro de distancia. Entre los íisirrostros se
hallan el aguaitacamino, de vuelo bajo y corto, siempre entre dos
luces, y otras golondrinas (hirtindo), inclusive el tijereto, que lo es
del mar. Completan el grupo de los gorriones aves de lindo canto
ó bello plumaje, como \os frochilus, en que se comprenden colibríes,
chupaflores y esmeralditas, imposibles de mantener en jaula, y los
Tnerdps '^(tucucito, tornasol y tornasolito), los turpiales ó trupiales
(ic/ekus)y de varia clase, hermosos sobre todo en Chiriguaná ; los
toches ó caciques ó chicaos ó gonzalitos (cassicus), muy parecidos á
los anteriores, pero de diferente plumaje y hermoso canto ; la viu-
Nueva Geografía de Colombia 401
dita {viduá)y el toldito 6 toldillo {on'los niger), que en bandadas va
devastando las sementeras, el canario ó chisg-a {fringilla granatind)
y los gorriones ó copetones {fringuilld), que se hallan por millares
en la Sabana de Bogotá.
Semejando festones de flores vivas, se hallan las bandadas
de guacamayas (ara^^ y loros (ppiitacus): aquéllas verdes, rosadas,
azules, amarillas y de vario matiz ; e'stos comprenden papagayos,
loros, calzoncillos, pericos, periquitos, catarnicas y cotorras, tam-
bién de variada forma, color y canto, y cuya gritería estridente
atruena las selvas del trópico ; de este grupo, los especímenes más
grandes pero más torpes viven en el Guainía. Con ellos andan loi
chrotophangüy entre otros el garrapatero (c, piririgud)^ tan ütil para
la limpieza del ganado vacuno, el judío (r. rumindentata)^ el mai-
cero (f. vagtrosird), el chamón {c, ?/iayor) y el firigüelo ó samurita
(f. ani), eterno compañero de los ganados y comedor de los insec-
tos que los atormentan, como el primero, así como también el car-
pintero (picus rodus/us), que taladra los más robustos troncos, y los
ramphacius ó tucanes (diostedé, dos dares, coli ó pico de frasco), todos
de tierra tropical. Entre las gallináceas figuran los penelopesy como
son la pava de monte (/>. cristatd) el gigante de su género, la pava
gurri (/>. aburrí) y la pava gallina {p. ptpUe); los ourax 6 paujíes
(de copete, alector ; de piedra, pauxi), que prefieren clima menos
cálido y se distinguen por su indeferencia al peligro ; las guacha-
racas {priálidas), famosas por su gritería ; el chumhipue^ pisco ó pavo
(nuleagris cynchramus), exótico aquí, y el chumbo-guajalote ó jua-
najo {gallo pavobries)^ como los anteriores, de excelente carne. Con
éstas se enlazan las columbas; á saber : torcazas (r. montaná)y tórto-
las (f. turíur), tortolitas {c. rison'a), abuelitas (c. sínica) y collare-
jas {c, cyanocephalcL), sabrosas, varias en color y costumbres, y la
perdiz ó codorniz {colins) y la siempre triste tigana, que reempla-
za al gato. Las zancudas, huéspedes de ríos y lagunas, compren-
den todas las árdeas 6 garzas : la blanca {alba), á veces rosada, ador-
no de la Sabana, la azul {cerúlea), la morena {agumi), la fina ó real
{cyanocephala)y la baco ó leonada {slellaris), de graznido lúgubre, y
la atigrada, de que difieren el garzón azul {cancroma cancrophaga),
el garzón gaván {tantalus suculaíor), ave inmigradora, y el garzón
puro ó gigante {mycieria americana), peculiar de los Llanos. Tam-
bién hay pellares {charadrtus niíidifrons), zarsetillas {vanellu caya-
nensis), grullas {grus americana) vistosísimas, gallitos de monte
{psoplua crepiíans), enemigos de los muchachos ; patocuchara {plata-
lea ajaja), alcaravanes ó tentes ó cabezones {carandría), nocturnos
centinelas del desierto ; coclís {scopus), de monótono graznido ; aiu-
cos {palmeada cornuta), gallinetas {fúlica martinica), flamencos ó
pájaro soldado {phoenicoptenus rubery que alegra la orilla del mar;
becasinas {scolopax), pellarsitos {rccurbiroslra), chorlito-alcaraván
y muchos otros similares aún sin clasificar. En fin, entre las pal-
mípedas están ante todo las anas 6 patos, siendo los principales el
común, el real, el pintado, los agüires ó chilicos del Llano, laá
zarsetas, las notables iguasas del valle caucano, y el carretero, in-
migrador ; la gaviota {procelhria puffinus), huésped del mar ó los
grandes ríos; el pájaro bobo {sulafusca), tipo de la estupidez; el al-
catraz ó tpcoco, que lo es de la ^ula ; el pato pescador {plotus mf^
402 Nueva Geografía de Colombia
lanogasier), de agua dulce y salada, á la inversa de los dos anterio-
res ; el cuervo {carbo pigmens), el pato cuervo {carho graculus)^ y,
en fin, zambullidor {podkeps americamts).
Los peces abundan en las costas y ríos. De los cartilaginosos
merecen mención tiburones {squalcs), guazas, tintoreras y mantas
6 lunas, terribles en el mar, y las no menos peligrosas rayas de
agua dulce y salada, y el torprdo. De los óseos se pescan en la
costa, mero {perca)^ liza {mujol), picúa, lebranche, hurel ó jurel,
beruzati, peztierra, quichavo, paroo, casus, sábalo, hurello, corvi-
na, cominata, ruejo, carite, puerco espín marino, aguja del mar y
piloto ; en agua dulce y salada hay en todo el país dorada {cryso-
pharis dorata)y bagres {stlurus bagre), boca chico, sardinas, sardina-
ta, anguilas y voladores. De la región oriental son : chojo, cacha-
mo, tayaro, cherno, curbinatas, chumecas, yamü, palometa, pon-
ches ó ronchos, chubanos, curitos, monjanas, bocones, alcaldes,
aguijón, cuchillos, amarillo, yema de huevo, apiri, guerable, rayado,
barbigancho, mapurito, doncella, pejesapo, barbillas, aguadulce,
valentón, morocote, boca sin hueso, caribe, apuya, peyare, chume-
ca, paletón, travesía y otros. En el Magdalena y demás ríos de la
zona montañosa hay: jetón, coraguaje, dentón, mojana, peje, co-
pas, cuchara, mohino, micura, zapatero, culoche, negro, corunta,
madre, caja vacía, chato, zabaletas, coróte, cononcorro, palotón,
teramo, pámpano, guabina, bayuelo, lancha, arenque, cuchi rito,
manamana, corcovada, nicolasito, machetón, sapo, doncella, capi-
tanejo, bayo, ronquete, rampuche, ciego, casón, mojana, mayupa,
tetudo, piendo, chango, concoro, ventón, mazorca y otros. En las
llanuras de Bogotá y Paipa existen dos peces raros, el capitán (Jure--
mo phylus muiisii) y el roncho, con cabeza de toro, individuos raros,
y á lo que parece resto de fauna especial, pues no tienen semejan-
za con los otros del país. En el Llano, el caribe y el gymnoto (pez
eléctrico) hacen peligroso el paso de los ríos ; en el Chocó se ha-
llan el roncador y el tití, que es el más pequeño de los peces, y en
la Sabana la curiosa guapucha (grundulus logo/ensis).
Los reptiles abundan en Colombia. Entre los quelonídeos ó
tortugas {testudo) están la de mar, la carey (chelonia eretmochelis), el
galápago (emis concéntrica), el morrocoy, la hicotea, la terecay 6
teraquey, la araus ó tortuga de agua dulce, y sobre todo la podoc-
nemys del Amazonas, sólo comparable á las del mar. Entre los sau-
rios ó lagartos priman los cocodrilos ó caimanes, tanto comunes
ó de hocico ancho, como negros ó de aguja ú hocico largo y del-
gado, que buscan las ciénagas donde se mezclan aguas dulces y
saladas {alligator palpebrosus, crocodilus americanas), cuya corpulencia
disminuye con el caudal de los ríos en que viven, y que, junto con la
baba ó babilla, remontan hasta los 500 ms. Entre los demás saurios
figuran las iguanas {hvsilophus amblyrineus), numerosas sobre todo
en el Cauca, de las que hay varias especies (Jiocephalus, ¡ioloemus,
proctotretus), y los lagartos : azul (anoüs edivarsii), común {laceria mOr-
yor), dragón, camaleón {camaeko fucxicanus), basilisco, tiro {gecko
rapicauda), cotejo, lagartijas {lacerta muralis) y salamanquesas (/«-
certa veninosus /).
La hermosa cuanto terrible familia de los ofidios muestra en
Colombia riquísima variedad, pues á lo menos existe una treintensí
Nueva Geografía de Colombia 403
de especies ; dígase lo que se quiera, es el Chocó la tierra serpen-
tífera por excelencia, la patria de los individuos más venenosos,
mientras en el Caquetá moran los colosos del g-énero {boas 6 pytho^
nes), de los que hay varias especies : es la principal la culebra de
agua 6 boa constrictor {ennecies marinus)^ de pujanza sin igual y
muy superior á la macaurel (de Oriente) y á la alfombra (de Oc-
cidente), como ella, anfibias ; el guio, buío ó tragavenado es el boa
de tierra, y se encuentra en todo el país. Muchas otras especies
no venenosas {gruos^ sifisonias, dromex, corifadony doyophes, oxice/álú
eos) se hallan en abundancia ; las más importantes son las caza-^
doras, grandes destructoras de alimañas en las tierras calientes, y
las pequeñas sabaneras, que asustan á los medrosos en las regiones
frías de la mesa oriental. Entre las venenosas priman los crótalos
6 serpientes de cascabel {dun'ssus al W. y horridus al E.), que pre-
fieren las llanuras herbáceas ; los elaps, los eraspedocephalus. Hay
razones para creer que muchas de las serpientes colombianas
exigirán la formación de nuevos grupos en el género. Esto senta-
do, vamos á enumerar las venenosas conocidas, de las cuales siem-
pre hay crecido número de variedades : de todo el país son cas-
cabeles, corales {ellaps corállinus), mapanares, tayas {boirops), to-
ches, bejucos {herpetodria, como la voladora), equis y víboras ; del
Chocó-Darién-Sinú la verrugosa, la mapaná {coluber venusiissimd),
la pudridora y la blanca, ó sea las más venenosas conocidas, y
además las dormitor, tamaga, boquidorada, carare y Zaragoza ; del
valle del Magdalena la rayona, negro, tiro, dormilona, taya rabona ;
del valle del Cauca la famosa pelagatos (que llamaremos lachesis
caucanensis, pues es nueva especie) ; del bajo Cauca la corocoí^a,
con cuatro patas y cresta, la patoquilla, la más pequeña del géne-
ro, ambas terriblemente venenosas, y también las guarda-camino,
viní ó vaní, arará, yaruma, paloma, yerga, raboají, reina, ciega, co-
clí y pitora ; en Guamacó, la pico de plata, y en el mismo terreno y
el Carare, la célebre lomo machete, con cresta y orejas, escasa por
fortuna ; en la llanura atlántica la voladora, la patoquilla, la paca,
la loro estrella, la matiguaja y la notable cafifí, de los esteros de
Barú ; en la mesa oriental, petaca, mola, tetí, tabacoa, verde, gua-
ta, voladora y la terrible huertera ; y en las llanuras orientales la
veinticuatro, la papagayo, la cachetona, la mapanare rabo frito,
la sapa, culebra verde, galana, paja, viejita y tigre, y la surucuqil
del Brasil {lachesis ó crotaliis muíus), muy semejante á una especie
que vive en el Carare. Por fortuna las venenosas no se hallan á
más de 1,900 ms., y el tabaco marca el linde superior de ellas. En
Oriente hay la sobadera, que ataca á golpes de cola.
En fin, entre los anuras ó bactracianos figuran sapos y ranas
de diversos colores, especies y tamaños {cerairophis cornuta, hyla,
psendis, notroteina, pipa, bufo vulgar is, rana palusíris), abundantes
tanto en la tierra fría como en la caliente, donde se hallan los gi-
gantes del grupo, siendo la especie más notable la rana amarilla
del Chocó {phyllobasíes), que al rescoldo secreta activísimo veneno.
Ningún país del mundo ofrece tanta variedad de insectos como
Colombia, merced á su clima y disposición de su relieve. Los co-
leópteros muestran diversos animalillos luminosos, como cocuyos
{íyrophorus noctitiuens), luciérnagas y cucarrones {carabus) de la má^
#
404 Nueva Geografía de Colombu
varia forma, tamaño y color, siendo los principales el azul {cyaneus),
el grande {giganieus), el escarlata (ceccinea)^ los varios de cuernos
{Júpiter, hércules^ &c.) y, sobre todo, el verde-dorado de Muzo, lo
mismo que las cucarachas de montaña y la vaca de San Antonio.
Los ortópteros comprenden taras, grillo, cucarachas, saltones, chi-
ripas asquerosas y, sobre todo, langosta (locusta vi'ndts) que de-
vasta los campos, siendo la más terrible la del Patía, que más de
una vez ha llevado el hambre al rico valle del Cauca. Los neuróp-
teros están representados por el caballito del diablo ó matapiojos,
ser inofensivo, á la inversa del caballo de palo {puscopia scabn'a), que
causa la muerte de los animales que lo comen confundido con la
yerba, y el comején ú hormiga blanca (termes /átate y morio), que
hace estragos en casas, campos, mercancías y archivos, principal-
mente en las tierras calientes y templadas feldespáticas, y es
muy difícil de destruir ; curiosos ron los campamentos que figuran
sus extraños nidos, á veces aislados, como obeliscos y capaces de
resistir el empuje de un toro. Los hymenópteros guardan diversas
avispas (vespa a'neta, dorion ¡obaíun), abejas {apis mellifica), abejones,
{combus moscorum)^ que aun cuando producen buena miel, su cera no
es blanca ; con ella andan las hormigas (fórmicas, cuta cephdtotes, &c.)
que ¡causan destrozos en los campos, algunas de las cuales tienen
venenoso aguijón, y otras (culonas) se comen fritas en muchas par-
tes. De los hemípteros hay chinches (cimex) de dos clases, verda-
deros demonios de los climas cálidos, cigarras de insoportable zum-
bido, cínifes, cochinilla (cocus cacti), productora de rico tinte, y/uL
gora, más hermosa que los cocuyos. Los ápteros nos regalan diver-
sidad de pulgas (pulex), niguas (pukx penetrans) y garrapatas (re-
cinus,xxapoda : terrible la mostacilla, que llega hasta destruir el ga-
nado vacuno), á las que en las tierras altas se agregan varias clases
de piojos (pediculus), aumentados con el desaseo de los indios. Los
dípteros, ó infernales, agrupan inmensa falange de zancudos (culex
pipiens), moscas (musca) y mosquitos, á veces tan abundantes que
llenan el espacio, los que no sólo pican, sino que depositan sus hue-
vos en los ganados, ó en la cabeza humana, de ordinario con malas
consecuencias ; también tábanos (tala/ios vovinus), que atormentan á
los ganados por chuparles la sangre. En fin, los lepidópteros, diur-
nos, nocturnos y crepusculares, comprenden brujas, chapolas, poli-
llas y también las mariposas puras, que aquí se engalanan con el más
bello ropaje, primando las del Minero (papilio zapphirus, p. spinelus),
Arma y Cabal y Caquetá : la ereóus strix es la gigante de las noc-
turnas, y en el Chocó y los Llanos hay bomhvx, que producen seda
igual á la oriental.
Entre los arácnidos, aquí muy varios, mencionaremos los ala-
cranes (scorpio, buthus, chelifer), algunos de terrible aguijón, y las
arañas (my galos), esencialmente grandes ó venenosas, algunas como
la polla (antipodracia), la grande (gigantea), la brava (avicularia),
que caza avecillas, y muchas otras inofensivas pero incómodas ;
también hay impertinentes aradores (acarus scabiei). Por último, los
moluscos no son menos numerosos ni más conocidos : unos, los de
mar, ora ofrecen rico manjar como el calamar, la ostra verde, la
almeja ; ora valiosos productos como la concha nácar, que enri-
quece con las perlas todas nuestras costas, y el caracolillo de púr.
Nueva Geografía de Colombia
40S
pura ; ora tan sólo causan daños como la broma. En tierra se ha-
llan por millares los caracoles (Umax) de todo tamaño y figura. Los
miriápodos <S ciempiés ofrecen varias especies, alguna venenosa
(scolopendra morsitans). Los crustáceos nos ofrecen varios y ricos
cangrejos (Jhelpheusa fluviaiileSy pilomnus spinifer^ dorippa láñala),
langosta, langostines y camarones (aslacus fluvialilis). De los ané-
lidos hay lombrices de tierra y sanguijuelas, y de los zoófitos, lom-
brices {ascárides) intestinales ó viscerales y erizos, madres de agua,
estrellas de mar y diversos corales ordinarios.
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Figura 151 — Diagrama representativo del escalonamiento de alganos animales
en los Andes
Resumiendo lo dicho, desde otro punto de vista tenemos que
los páramos están caracterizados por el puma, el oso pequeño de
frente blanca ; la tierra fría por el gato tigre, el gran ciervo de los
Andes^ otros osos y los piojos ; la tierra templada, por el gato sal-
vaje, los armadillos, las niguas y las pulgas ; y la tierra caliente
por las especies gigantes, temibles ó hermosas de aves, sierpes,
monos, &c.
4o6 NuKVA Geografía de Colombia
Aspecto físico — ^" s"s grandes lineamientos, en su con-
junto, nada tan sencillo y palpable, por así decir, como las gran-
des divisiones naturales del territorio que hoy constituye la Repúbli-
ca de Colombia : al NW. la región isimica, simple prolongación de
la América Central, que teimina en la transversal depresión por
donde corre el Atrato ; al centro, la región montañosa ó de los An-
des, que de la frontera ecuatoriana remonta abanicada á morir
sobre el mar Caribe ; en fin, al SE. las grandes llanuras orientales,
que del pie de los Andes dilatan sus planicies, apenas onduladas
aquí y allá, hasta alcanzar el Orinoco y el Amazonas.
Empero, esta somera clasificación poco dice al espíritu, por-
que debido á la estructura del suelo y á la posición de la Repúbli-
ca sobre el globo, la variada combinación de los elementos cons-
titutivos de \difaz de la tierra, creó en ella zonas ó regiones de as-
pecto propio, que son como los sillares fundamentales del edificio
nacional, y cuyo conocimiento interesa en primer .término, puesto
que sin él es imposible guardar en la mente una representación
aproximada de lo que en realidad es la patria, y por lo tanto
amarla sinceramente, ya que no se puede profesar afecto sincero
á lo que no se conoce bien, como no se conserva exacto recuerdo
de un paisaje apenas contemplado en lontananza.
A este respecto, nada adelantaremos con saber que aquí
hay un istmo, allá unos montes, acullá unas llanuras, y en cerros
y planicies ríos de menor ó de mayor caudal. En una palabra, antes
de entrar á estudiar detalladamente el territorio, es preciso con-
templarlo á vista de pájaro para formarnos una especie de bosquejo
donde luego la enumeración de los detalles encuentren su natural
cabida, y las múltiples semejanzas que hay en ellos no acaben por
formar una inmensa mancha que borre ó confunda la nitidez del
diseño primitivo y fundamental.
En efecto, nada tan elemental como la verdad encarnada en
las líneas anteriores, y sin embargo, nada tan olvidado en Colom-
bia, hasta el punto de que hay como una tendencia á falsear á este
respecto el criterio de las generaciones que se levantan, nutrién-
dolo con apreciaciones ó conceptos que no resisten el análisis más
elemental. * Las páginas siguientes tienen por objeto principal
tratar de resolver asunto de tanta importancia y magnitud.
• No exageramos, y en prueba de ello, ahí va lo que se lee en el texto ofi-
cial de las escuelas y colegios de Colombia :
** Por su naturaleza podemos considerar a Colombia dividida en dos gran-
des regiones : la montañosa al W. y la llana al E. La primera se halla regular-
mente poblada y se puede distribuir en siete comarcas principales, á sab.r:
I.® La hoya del rfo Magdalena^ que ocupa la parte central [sic] y á la cual per-
tenece también la del no Cauca; 2.° La hoya dd Patín en la parte del S.; 3.® La
del Atrato^ húmeda y selvática, comprendida entre la cordillera de Baudó y el
ramal del Citará; 4V Kl tiiorat que rodea el golfo de Panamá y cuyas aguas tri-
butan á este golfo; 5*^ ^l litoral del Daricti, á uno y otro lado del seno de este
nombre ; 6P La hoya de Riohacha^ comprendida de la Sierra Nevada de Santa
Marta hacia la Coa jira ; y 7.° La comarca del Istmo ^ cuyas aguas vierten por el
N. al Atlántico y por el S. al Pacífíco. La inmensa región llana, desierta casi
por completo, se halla comprendida entre la Cordillera Oriental, el Orinoco con
el Casiquiari, los Andes venezolanos, que le protegen de los vientos del Norte
[sic], y el río Amazonas. Esta región se puede considerar dividida en dos comar-
Nueva Geografía de Colombia 407
I. Panamá — Considerada esta comarca como región geog^rá-
fica, presenta caracteres y contrastes tan marcados, que es impo-
sible escapen al ojo del viajero ó á la mente del pensador.
En efecto, una dilatada serranía atraviesa en toda su longitud
esa angosta faja de tierra que enlaza las dos Américas y que co-
múnmente se llama Istmo de Panamá. Dicha cordillera se aproxima
unas veces al mar del Sur, otras al del Norte, y aunque es de pe-
queña elevación al Oriente, hacia el Darién, y aun más baja sobre
el golfo de Panamá, luego va engrosándose y levantándose á me-
dida que recorre á Veragua, en Chiriquí ya presenta relieve con-
siderable, y en Talamanca, donde sirve de frontera, adquiere su
mayor altura media, tras lo cual penetra íntegramente en Costa-
rrica, donde se rebaja más y más.
Es evidente que esta cordillera ni se formó de un golpe ni en
un mismo período de tiempo geológico ; sus partes aparecieron
sucesivamente, y al actual istmo antecedió un archipiélago de con-
siderable magnitud. Las partes más altas son las más antiguas;
las planicies que se extienden al pie de la cordillera, por la parte
del Pacífico sobre todo, son terrenos modernos, de acarreo. En el
Darién, donde las lluvias son abundantísimas, la descomposición
de las rocas ha producido un dilatado suelo aluvial que ocupa las
partes bajas, entre los cerros, y da aspecto propio á la comarca.
Al N. de este Darién, sobre el Atlántico, en especial de Caledonia
hacia el Archipiélago de Las Mulatas y la bahía de San Blas, se
encuentra la obra de los pólipos y las madréporas, resultando de
ello esa enorme cantidad de cayos, arrecifes é islas que orlan la
costa y que dejan entre sí tanto canal, puerto y fondeadero, y
grandes bajos llamados á volverse igualmente islas en el transcur-
so de los siglos. Costa adentro, donde el suelo es bajo, también es
madrepórico el cimiento, y sobre él reposan los aluviones moder-
nos resultantes de la disgregación de las rocas de las cordilleras.
De la serranía descienden á desaguar al uno y al otro mar
multitud de ríos, unos por valles estrechos y prolongados, otros por
quebradas más breves, pocos por amplias hoyas. Al W., del lado
del Pacífico, á partir de la península de Burica, sabanas y cejas
cas por medio del río Guaviare; la meridional^ inclinada al SE., y la sepienirio-
naly que deja correr sus aguas al £." Y luego se añrma en el mismo texto que
la Cordillera Oriental principia en el nudo de las Papas.
; Cómo explicar al niño que la 7.* comarca abarca todo el Istmo de Pana-
má, cuyas aguas vierten por el N. al Atlántico y por el S. al Pacíñco ; que la 4.*
comprende el litoral que rodea el golfo de Panamá, que hace parte del Istmo de
ese nombre, y la 5.* abraza el litoral del Darién, parte del cual se incluye en el
mismo Istmo, y todas tres tienen existencia propia ? ¿ Y por qué la 3.* se limita
al valle del Atrato y olvida el del San Juan ? ¿ Por qué llamar hoya de Rioha-
cha la península Goajira ? ¿ Cómo atreverse á decir que la hoya del Magdalena
es central en la región montañosa, si colinda con la llana ? ¿ Por qué hablar del
Patia, y prescindir de las tierras comprendidas entre su boca y Buenaventura 7
4 Por qué hacer caso omiso del Sinú y de las tierras de Cúcuta y Ocaña? La cía-
tifícación mencionada, que el libro censurado copia de otro autor sin mencio-
narlo, es sencillamente, como lo habrá juzgado el lector, un dislate, y su adopción
oficial no podría explicarse sino por cuestiones de terruño, ya que le hacen dig-
no complemento las cartas geográñcas destinadas para las mismas escuelas é in-
feriores á las que se encuentran hoy en cualquier atlas europeo moderno. Proh
pudor !
4o8 Nueva Geografía de Colombia
de monte se ven ir por planos inclinados de mayor á menor exten-
sión, á terminar sobre las aguas del océano ; mientras que por el
lado del Atlántico, primero se encuentra un amplio valle transver-
sal, y luego aparecen planos iguales cubiertos de bosque, que
mueren sobre el mar. En el centro y en el meridiano de Santiago
despréndese de la cordillera, perpendicularmente á su eje, un ra-
mal que se dirige al mediodía y se pierde y confunde con las pla-
nicies de la ciudad de aquel nombre ; pero en seguida tornan á
reaparecer los cerritos y colinas, hasta que vuelve á determinarse
otro relieve que se ensancha y revienta en varios estribos después
de cruzar entre los golfos de Parita y de Montijo, con lo cual re-
sulta formada la península de Azuero. Al E. se encuentra una di-
latada selva que ocupa todo el territorio de lo que fue la antigua
Provincia del Darién. Y dondequiera en el Istmo, ya se presente
el terreno cubierto de selvas, ya de gramíneas, se ostentan multi-
tud de cerritos, aislados unos, apiñados otros, los cuales contrastan
con el paisaje semidesierto de la vertiente del lado Norte, mien-
tras que del lado Sur los pueblos, los caseríos y las estancias de
los labradores y ganaderos, llenan el cuadro de animación y de
hermosura.
Del conjunto pasemos ahora á los detalles :
El magnífico Valle del Sixaula, que en su parte baja engloba
el de su hermano el Changuinaula, en vano desarrolla todos los
climas del globo y todas las riquezas del trópico, pues por falta de
habitantes aun se cubre con virgen selva en su mayor parte ; el
mismo estado se encuentra á su lado en la bella y cómoda bahía
del Almirante y en la vasta laguna de Chiriquí, inmenso y abriga-
do puerto que se abre al pie del volcánico gigante del Itsmo. Dig-
nos de admiración se presentan aquel valle de aspecto oriental y
esta laguna, notable por lo raro y hermoso de sus líneas y de sus pe-
nínsulas, bsias, islotes y peñascos, medio asomados sobre la super-
ficie de aguas mansas, cubiertas de rica vegetación las unas,
y formados de agria roca los otros ; pero el ánimo se contrista al
pensar que tan lindos parajes permanecen casi solitarios, pues tan
solo los ocupan algunos miles de habitantes civilizados de Bocas del
Toro y caseríos próximos, todos en la costa, y una que otra tribu
india medro perdida en la exuberante naturaleza de la región.
En efecto, una espesa selva ocupa la falda de la cordillera y casi
toda la parte llana, sobre la cual se levantan en anfiteatro los ce-
rros que constituyen la vertiente de aquélla hasta la cima diviso-
ria de aguas, sólo cruzada en la enorme depresión de la Playita,
por un par de malas trochas, apenas transitadas de tarde en tarde.
Empero, al dejar atrás esa selva solitaria y transmontar la
cordillera, el país cambia completamente, porque en lugar dtJL,
bosque, las gramíneas cubren todo el naneo de la serranía, al pie
del apagado volcán de Barü ó de Chiriquí, señor de una mesa de
aspecto tan notable como poco conocida en el país. De la cumbre
al mar se sucede un país despejado, con planicies suavemente in-
clinadas, que van á perderse en la costa entre una infinita variedad
de islas, bajas las unas, peñascosas las otras, pero todas cubiertas
de árboles sombríos, y en donde por todas partes habita el hom- "
bre civilizado, cuyas chozas y vecindarios, labores y ganados ador-.
NuBVA Geografía de Colombia
409:
n^n todo este territorio, que fue el de la antig^ua provincia de Chiri-
quí. Un vasto plano inclinado, formado al caer por la cima des-
prendida del cerro, baja del volcán á perderse en una selva desier-
ta, que al Ocaso se prolonga hasta confundirse con los bosques
solitarios de Terrabas (Costarrica), pero que al S., en la península
de Burica, da campo á renombrados cocales. Otra selva, llamada
Chorcha, baja también de la cordillera hasta el mar, por el orien-
te de David, separa aquellas planicies de las que hay entre San Lo-
renzo y Remedios, y cubre tanto los cerros como la llanura que se
avecina al mar. Numerosos ríos salen al Pacífíco, bajando de la cor-
dillera que domina imponente el volcán de Chiriquí, y es visible de
la ciudad de David, que está c£tsi en el centro de esta pintoresca
región, y, rodeada por varias poblaciones, algunas importantes
como Alange, ocupa una vistosa planic.e, á sólo tres leguas del
mar. A lo lejos se alzan sobre las aguas del Pacífico la grande isla
de Coiba, inculta á pesar de su valía ; la de Coibita, más concurri-
da por la pesca de la concha de perla ; la de Jicarón, las Cabre-
ras y otras menores, cerrando al ñn el golfo de Montijo la larga
isla de Sebaco y la Gobernadora. En todas estas costas se encuen-
tra el famoso caracolillo que, como el múrice, da una purpura que
aquí se usa para teñir el hilo de algodón.
\NTICO
C^^^^'^^
.
N^««/^
1 .^^
I Chiriqut
PACÍFICO \
Figara 152 — Diagrama de las secciones geográfícas componentes de Panamá
Si de estas costas de Chiriquí pasamos á las de Veragua en
el Atlántico, cerca del mar apenas hallaremos pequeños vecinda-
rios ó poblaciones en embrión, habitadas por unos pocos civili.
zados que trabajan la antigua mina de Bele'n, ó pescan la tortuga
carey, abundante en estos parajes. Esta tierra es baja en el litoral,
que rompen las bocas de numerosos ríos de precipitado curso ;
tiene varios cerritos que se encumbran de cuando en cuando, soh
dominados por la singular cima llamada el Pilón, y acaban por
confundirse con los complejos estribos de la cordillera, que sólo es
atravesada por un pésimo camino. Algunas tribus más ó menos
salvajes habitan las selvas de este país, vagando á orillas de los
Nu£va Gtografla de Colombia
TOMO I — 27
4t6 Nueva Geografía de Colombia
ríos, porque la tierra exuberante les brinda fáciles medios de sub-
sistencia en la caza y en la pesca.
Mas si de nuevo retrocedemos al mediodía, á los ojos aparece
una tierra completamente distinta. En primer término se alzan los
ásperos aunque poco elevados cerros que forman la maciza y selvosa
península de Las Palmas, con algunos pueblos en los valles laterales,
y afamados cultivos de cacao y de tabaco. Luego ya no aparecen
bosques espesos ó sin término : son bellas y bien regadas dehesas,
tendidas hasta la orilla espumosa del mar, cuya ordinaria monotonía
interrumpen frondosas manchas de arbolillos y cerritos aislados,
junto con pueblos, ganados y caseríos que las franjean en todas
direcciones. Más al Sur se dilata la tierra de Azuero : dos golfos
encierran la garganta de la península, que se ensancha después para
sostener en su centro una ramificada serranía que hacia el lado dé
Parita está habitada, y en lo demás del contorno se viste de negruz-
ca selva, apenas interrumpida aquí y allá por algunos cultivos. En
el llano que separa la península de la cordillera está la ciudad de
Santiago, casi á igual distancia de los dos citados gol fes ; mas es
sólo el de Montijo el que le sirve de puerto de comercio, por^l
abrigo que presta á los buques y la facilidad de remontar en bar-
caí el río San Pedro hasta el pueblo de Montijo, apenas distante
15 kilómetros de la ciudad.
En seguida, con rumbo al naciente y sobre el golfo de Panamá,
continua desarrollándose al pie de la cordillera una faja de plani-
cies que rebasa un poco la capital del Istmo, también cubiertas"
de gramíneas, de poblaciones y de cultivos, regadas por numero-
sos riachuelos, y en las cuales está Chorrera, de clima tan sano y
agradable, que fue escogida para restablecer las huestes colom-
bianas vencedoras en Ayacucho. Al pie de la cordillera, en un ri-
sueño vallecito y en medio de grandes plantíos está la próspera
ciudad de Penonomé, no lejos de Ocu, célebre por lo celoso de los
indios que la habitan, y de Nata, famosa por sus alfarerías de fra-
gante barro, igual al de Andalucía. En el golfo de Panamá tam-
bién asoman numerosas islas, montañosas las más, entre las cuales
merecen mención las que componen el espléndido archipiélago
de las Perlas, conocido en todo el orbe por la calidad del artículo
á que debe su nombre ; la de Perico, que es el puerto de la capital,
y la de Taboga, productora de bananos, melones y pinas reputados
como los mejores del globo, y lugar de veraneo para los habitan*
tes de aquella ciudad.
Al N. del gran golfo las costas atlánticas de lo que antes fue-
ron provincias de Panamá y Darién, en gran parte se encuentran hoy
inhabitadas por gentes civilizadas, porque en las segundas existen
diversas rancherías de indios que comercian en carey y en cocos
de las islas de San Blas y las Mulatas (fig. 153), especialmente con
los que hablan inglés, á los que consideran amigos y prefieren á los
que se expresan en español. Aquí las cordilleras se presentan ba-
jas pero incultas y cubiertas de bosque, por entre el cual asoman
algunos picos desnudos. Una que otra vereda india cruza las cum-
bres de esta montaña. En las primeras, ó sea en las de Panamá, tan
solo se hallan las dos poblaciones de Portobelo y Chagres, de que
puede decirse apenas subsiste el nombre, pues están reducidas á
NueVa Geografía de Colohbu
unas pocas chozas habitadas por gentes de color, cuando antes
fueron puertos obligados del comercio de media América, en tiem-
po de la dominación española, y en sus tiendas y plazas se cifraban
por millones las transacciones mercantiles.
Figura 153 — Vista lomada en las islas de San Blas (según Bouaparte Wyse)
En cambio, entre ellas y en un punto casi desconocido hace
medio siglo, se observa hoy asombrosa transformación. En la isla
de Manzanillo, del puerto de Naos, por las necesidades del tranco
universal, se cortaron los manglares, se rellenaron los anegadizos,
y sobre un suelo artificial, de lejos traído por el espíritu del pro-
Sreso, se edificó una importante población, la ciudad de Colón,
estínada á servir de cabeza al primero de los ferrocarriles cons-
truidos en Colombia, y, por los caprichos del destino, también de
entrada del más importante de los canales del globo. Por uno de
esos contrastes tan comunes en la vida. Colón presenta al lado de
una ciudad verdaderamente europea, barrios que no desdicen de
los más inmundos gketos, causa ésta que acrecienta su insalubridad.
El Ferrocarril de Panamá fue obra construida en poco tiem-
po al través de una naturaleza virgen y tan poderosa que no se
dejó dominar sino mediante el incesante esfuerzo de miles y miles
de obreros, de los que por centenares perecieron en la demanda j
pero esa obra, que no brilla por sus perfecciones, muy poco contri-
buyó al progreso de la tierra que cruza, salvo la creación de unos
pocos pueblecillos de cabanas en las estaciones, y está llamada á
desaparecer el d(a en que se termine el canal que se abre í su
lado y que tampoco mejorará el aledaño territorio que el atemo-
rizado extranjero ansia cruzar con toda rapidez.
Sobre esa misma doble línea de cuasi civilización principia
una dilatada selva que se extiende a! oriente hasta Urabá, para
arropar ambos Darienes, como que en tan extenso territorio apenas
existen unos pocos caseríos á orillas del Tuira y el Chucunaque, y
4l2
Nueva Geografía de Colombia
hasta las mismas tribus de indios semisalvajes que allí subsisten,
moran en determinados puntos. Y sin embargo, esta comarca fue
de las primeras conquistadas y pobladas, por sus ricos minerales
auríferos. El clima, sobremanera húmedo y ardiente, ha sido el
obstáculo insuperable para que la raza blanca se apodere en fírme
de estas regiones fértilísimas ; pero andando el tiempo, la inmensa
llanura del ancho valle que termina en el golfo de San Miguel
sefá, no hay duda, el asiento de importantes poblaciones.
II. El Choco — Esta región es una de las comarcas mejor carac-
terizadas del mundo entero, desde el punto de vista geográfico, y
consiste en la larga faja tendida del golfo de Urabá á la frontera
ecuatoriana, por entre la cresta occidental de los Andes y el mar.
El Chocó se compone actualmente de cordilleras y selvas desiertas,
de riquísimos aluviones auríferos, de numerosos y navegables ríos y
de un cielo siempre lluvioso^ cargado de electricidad. En tesis ge-
Figura í 54— Diagrama de las secciones geográficas componentes del Chocó
Nueva Geografía de Colombia 413
neral, puede decirse que lo constituye un prolongadísimo vall^
con alto muro y considerables terrazas al Oriente y más humilde
lomo al Ocaso, lomo sólo en contados puntos de apariencia cerril,
y que al mediodía, destrozado y roído por el tiempo, permite quo
allí el mar bañe las llanuras tendidas al pie de la elevada cordi*
llera, por lo cual el vasto conjunto se subdivide en cinco porciones
de diversa mag^nitud: i.° Al centro y norte el alto Chocó, que
abarca el valle de doble y opuesta pendiente por donde corren á
diverso mar el Atrato y el San Juan ; 2.° Al S. el bajo Chocó, sur-
cado por ríos que desembocan en el Pacífico y cruzan primero una
zona montañosa, luego una llanura húmeda, y por ultimo, una faja
de caños, islas y esteros, ó sea un largo delta litoral ; 3° A la iz-
quierda del alto Chocó las breñas de Baudó con el valle interior
del mismo nombre ; y 4° Enfrente del Atrato central las terra-
zas que constituyen la mesa del Chocó entre la cordillera y la rota
serranía de Musinga.
En una palabra, los caracteres de la comarca son tales y tan
especiales, que á despecho de las divisiones políticas y de las vi-
cisitudes de la historia, los habitantes que la pueblan han acabado
siempre por adquirir igualdad de tendencias, usos y costumbres.*
Desgraciadamente, entre las causas que han originado la autono-
mía del Chocó como región geográfica, se encuentra la de tender-
se bajo la región de las calmas (2° lat. S. á 8° lat. N.), es decir, de
las lluvias y turbonadas perennes, sin vientos regulares, creadoras,
además, de una atmósfera tan húmeda y ardiente, que en ella la
vida orgánica alcanza la plenitud de su desarrollo, y sólo la raza
negra puede vivir en medio tan malsano. Hemos dicho mal : esa
raza no vive allí, sino que vegeta, porque indolente y ociosa por na-
turaleza, como que sin esfuerzo satisface sus necesidades vegetativas,
no emplea el vigor de su brazo en el progreso de la tierra donde
habita, por lo cual el Chocó no será conquistado para la civiliza-
ción sino el día en que la raza blanca se apodere de la sana y ele-
vada cordillera, y de ella descienda poco á poco, talando la selva
y encauzando las aguas, hasta llegar al curso navegable de los
ríos que por hoy en vano abren fáciles caminos hasta el mar.
Alio Chocó — Una costa desierta, con llanuras selvosas en las
cuales se pierden los estribos de la serranía del Águila, cuya cima
no muy elevada también sustenta bosques sólo visitados por indios
salvajes, es la primera muestra de esta zona al entrar al golfo
de Urabá, cuya ancha boca de 1 1 leguas se abre entre la punta
Caribana y el Cabo Tiburón. Desde que se penetra en este golfo
inmenso no se puede menos de recordar que en esas playas hoy
desiertas establecieron sus primeros reales los conquistadores,
quienes hubieron de abandonarlas ora por el valor y unida resis-
tencia de los indios, ora por lo malsano del clima, ora, en fin, por
haberse descubierto en otras partes riquezas de más provechosa
explotación. En el día sólo se encuentra en la Culata del golfo la
pequeña aldea de Turbo, sobre el puertecito de Pisisí y la que-
brada Casanova, entre plantaciones de caña, plátano, café, cocos y
cacao, que se extienden sin cesar; además, los vecinos de la aldea
extraen tagua, caucho y otras resinas de las cercanas selvas.
Turbo tiene el inconveniente de carecer de ag^ua potable, que no
414 Nueva Geografía dx Colombia
se halla en la vasta llanura de su nombre, y se extiende por aU
gunas leguas adentro de la costa, hasta elevarse poco á poco, á
proporción que se aproxima á la serranía de Abibe. Entre la costa
y los cerros hay sabanas que sólo esperan habitantes para dar va-
riados productos y también ricos yacimientos de hulla y petróleo ;
y como el clima de esos cerros es templado, por su posición son
uno de los puntos más adecuados para recibir inmigración en bue-
nas condiciones.
Al frente, ó sea del otro lado del golfo, está el bajo y anega-
do delta del Atrato, por cuyas bocas pueden entrar goletas, ba-
landras y vapores de poco calado. La culata del golfo se compone
de una tierra baja, anegada, cubierta de juncos y eneas sobre los
cuales corren las aguas del río León, el Guacubá de los indios, que
sigue el declivio de la cordillera de Abibe, como el Atrato el de
la serranía del Darién ó Togorgona. Las cumbres de esas dos sie-
rras distan 19 leguas en el extremo del golfo, y hacia los do? ríos
tienden llanuras poco inclinadas en su extremo, ó sea por unas tres
leguas, cubiertas de ciénagas y anegadizo, lo mismo que el llano
intermedio entre las dos corrientes, que mide siete leguas y es de
origen aluvial, es decir, formado por el acarreo secular de las aguas,
pues esa zona parece que en otra época hubiera hecho parte del
golfo, esto es, que la ocupaba el mar.
Desde que se entra al río Atrato, se ven alzarse las cordille-
ras de Abibe y del Darién, las que dejan en el centro una extensa
llanura donde corren las ondas del río Sucio, que baja de la mesa
de Antioquia, derraman las suyas el Atrato y el León, y se forman
multitud de ciénagas que en la estación lluviosa recogen las aguas
desparramadas en la llanura. Esas balsas de agua, llenas de ve-
getación, son verdaderos viveros donde los peces se multiplican de
un modo extraordinario en invierno, y en verano, cuando disminuye
el líquido, no pudiendo soportar el calor solar dentro de las pocas
aguas que quedan, emigran por los caños en busca de las del Atra-
to, cuyas frescas corrientes remontan hasta más arriba de Quibdó.
Este fenómeno, llamado rivazón por los naturales, da origen á gran-
des pesquerías, porque los peces se reparten por todos los ríos, per-
seguidos por los caimanes ó por otros pescados de mayor mag-
nitud.
Las márgenes del Atrato, no obstante la profundidad y an-
chura del cauce, se encuentran siempre inundadas y cubiertas de
juncos y árboles bajos ; y si las orillas del León son en extremo
cenagosas, las del Sucio son más altas y tienen algunos pobladores
que en torno de sus viviendas plantan sementeras de caña, plátano
y maíz ; y si este río es navegable en pequeñas embarcaciones,
aquél no lo es sino por poco trecho, á causa de las grandes palizadas
q.ue se encuentran en su cauce. Cuanto al Atrato, si una parte puede
navegarse á la vela en verano, merced á los vientos del N. y NE.,
en invierno esto no es posible, por soplar el viento del S. Al tercer
día de estar remontando el río, esos barcos tienen que reemplazar
las velas por largas palancas bifurcadas y con ganchos en sus ex-
tremidades, para con ellos asirse á los troncos y empujar la em-
barcación, siempre que la profundidad del lecho hace imposible
buscar apoyo en su fondo, se^ün el uso comün ; por esto, aun cuan-»
Nueva Geografía de Colombu 415
do es poca la resistencia que opone la corriente, se gasta mucho
tiempo en remontar el río hasta Murindó.
Además, en el río León las palizadas que bajan de la cordillera
en las crecientes, acumulan las tierras y arenas que el río acarrea,
levantan el suelo y hacen desviar las aguas á derecha 6 izquierda
de los hacinamientos de troncos, produciendo ciénagas inmensas
pero sin fondo, y por lo tanto generadoras de una evaporación pe-
ligrosa para la salud de los que pretenden habitar aquí ; evapora-
ción que el aire transporta á largas distancias, como que llega á ve-
ces hasta la costa de Urabá. Esto que sucede en el León, también
ocurre en parte en el Sucio, por lo que sus grandes islas y muchos
brazos no son otra cosa que el resultado de esos acarreos seculares
que se depositan cuando las corrientes se aquietan al dejar los de-
clives de una cordillera por una llanura horizontal.
Es también enfrente de allí donde las cordilleras laterales
se vuelven la una hacia la otra, estrechando el valle hasta reducir
la llanura del fondo á 18 leguas, cuando cuatro más al N. medía
28, con talud apenas perceptible, por lo cual las aguas que bajan
de la cordillera de Abibe, unas veces corren por el León y otras por
el Sucio, en tanto que las que nacen en la del Darién llenan la plani-
cie de caños, ciénagas y anegadizos. En invierno, cuando el Atrato
sale de madre, con sus desbordes origina otros brazos y otras cié-
nagas, de donde que el llano, más agua que tierra, se torne en
verdadero laberinto hidrográfico.
Si volvemos la vista á la desierta y elevada cordillera de Abi-
be, apenas la encontramos transitada por algunos indios y montea-
dores que van al Sinü ; al contrario, observando la del Darién (hacia
los altos de Aspave), que en altura decrece del golfo de Urabá hacia
el Pacífico, la hallaremos en igualdad de condiciones, bien que por
ella transiten mayor número de indios, ó sea los de Tarena y Caca-
rrica, por sus relaciones ora con los del Darién, ora con los de la
costa pacífica, que navegan por ello el Truandó, que nace muy cer-
ca de ese Océano, y luego el Jurado, que 'desemboca en él, pues
apenas un pequeño istmo divide esos dos ríos. También en estas
cumbres hay sitios frescos y sin plaga, es decir, adecuados para
recibir una inmigración.
Por otro punto de vista, teniendo en cuenta que en toda la
banda derecha del Atrato los ríos son auríferos, lo mismo que los
nacidos en la serranía del Darién, lo que no sucede con los que se
originan en Baudó, es claro que el alto Chocó era antes igual al
bajo, y que ese último relieve se formó después para interrumpir la
comunicación entre los océanos Pacífico y Atlántico, pero dejando
al N. un golfo que penetraba hasta Murindó ; golfo que luego lo
redujeron los acarreos de los ríos hasta reducirlo al estado en que
hoy le vemos, siendo de advertir que la parte que resta, á lo menos
en la Culata, también está en vía de desaparecer de la misma ma-
nera y por idéntica causal.
De la antigua vigía de Murindó, es decir, de la boca del
brazo Murindó, que por 40 kilómetros corre paralelo al thalweg
hasta la boca de dicho río, el Atrato continúa ancho, profun-
do y entre márgenes en lo general anegadas. Al brazo refe-
rido caen varios tributarios que forman ciénagas, y al pie de \d^
4i6 Nueva Geografía de Colombia
cordillera andina^ entre cerrítos y á cinco leg'uas del Atrato, está
el pueblito de Murindó, sobre el río á que da nombre, cuyas vegas
forman un hermosísimo paisaje. De aquí parte un camino para el
Frontino, casi abandonado tanto por falta de pobladores como de
tráfico, pues hoy todos prefieren el de Occidente, que remata
más al N. en Pavarandocito, sobre el Sucio. Al lado opuesto, al W.,
se extiende una llanura desierta y desconocida, porque los atasca-
deros y anegadizos que la llenan impiden recorrerla, de manera
que los cazadores de saínos y tatabros, allí abundantísimos, sólo la
frecuentan en sus orillas y en la de los ríos y caños que la cruzan.
Arriba de Opogadó la llaiiura es menos extensa por acercarse más
la serranía al Atrato, en virtud de un seno de la costa, pero en
cambio allí corre el Napipí, navegable un trecho, después de lo
cual y con sólo atravesar una colina de poco más de dos leguas de
anchura, se llega á la gran bahía de Cupica. Sobre dicho Napipí
hay sabanas secas donde se cría ganado como en las de Murindó.
En seguida, hasta Quibdó, el paisaje no se transforma sino con
lentitud, peto aquí y allá avanzan por la selvosa llanura cerritos
aislados, destacados ya de los Andes, ya de Baudó, y de uno y otro
lado desembocan ríos navegables por más de una jomada, al cabo
de lo cual, pésimas trochas conducen á Antioquia. y senderos que
atraviesan cortos istmos guían al Pacífico, en cuyas orillas se en-
cuentran bastantes indios. Lx>s negros que habitan esta tierra, del un
lado explotan las minas, del otro cultivan la tierra como en Urabá,
y todos viven en casas edificadas sobre eziantillos de 2 metros,
siempre á orillas de los ríos cuyas aguas corren mansas por de-
bajo en los días de creciente ó inundación. En la boca del Boja-
yá estuvo el antiguo fuerte de Murrí, y en la orilla izquierda del
Atrato y á poca distancia, en terreno alto, se encuentra el pueblo
de Tebada, con camino de tierra al alto valle de Murrí. Más arriba
está Bebará, sobre el río de su nombre, á unas pocas leguas del
Atrato, en tierras abundantes en oro, y unido á Urrao (Antioquia)
por camino de á pie que cruza por Isleta, en el valle alto del Ar-
quia, pero que puede hacerse de herradura con facilidad. La cor-
dillera que aquí domina el Atrato, permanece desierta, no obstante
sus grandes riquezas minerales.
En Quibdó, población de cierta importancia, la primera del
alto Chocó, desemboca por la izquierda el Quito, que corre de S.
á N., desde el istmo de San Pablo, y el Atrato, aún con brazos é
islas, se inclina hacia la gran cordillera hasta Lloró, donde cam-
bia el aspecto del valle, que de ahí hasta sus cabeceras se abre
de W. á E. en la falda de aquélla, entre estribos de alguna mag-
nitud y al lado N. del considerable Andágueda, su afluente, que ter-
mina no lejos del pueblo de Bagado. De Quibdó hay buen camino
á Bolívar (Antioquia), pasando por el Carmen, reciente y prósf)era
población sita en las cabeceras del Atrato; de Bagado arrancan
dos, uno que por el Andágueda lleva á Andes (Antioquia), y otro
que por el San Juan conduce al Valle del Cauca, bifurcándose
antes para alcanzar al Arrayanal por Chamí y á Apía por Pue-
blorrico, porque los feraces y auríferos valles que constituyen las
gemelas cabeceras del Atrato y el San Juan, al pie de la cordille-
ra, que allí tiene notables depresiones, se pueblan con alguna
Nueva Geografía de G)lombia 417
•rapidez y forman como la primera etapa en la conquista del
magnífíco Chocó en esta su parte septentrional.
Atravesando el istmo de San Pablo, que sólo mide una legua;
de anchura y 40 ms. de altitud sobre las vecinas cañadas, se des-
ciende á la hoya del San Juan, que en este pumo precisamente deja
el rumbo E. á W., con el cual bajaba de la alta cordillera, y tuerce
hacia el S., en hermosa inflexión, para llevar sus aguas al Pacífi-
co por el ihalweg de magnífico valle, aurífero á la izquierda, don-
de lo amuralla la poderosa cordillera, en cuyas quebradas faldas
los cerros se yuxtaponen unos sobre otros, casi hasta perderse en el
azul del cielo, dominados todos por el extraño Torra, én tanto que
á la derecha, á la vez que falta el oro, sólo se levantan colinas que
llegan en pocos lugares á la categoría de cerros.
Bajando el río, en cuyas orillas viven algunas familias negras»
en casucas miserables construidas sobre horcones, se dejan á la
izquierda las Mojarras de Tadó, grupo de cerros de caprichosas
forman con cumbres cónicas y puntiagudas, al opuesto la colina
que forma el citado istmo, y se llega al pueblo de Tadó, situado en
la confluencia del río de su nombre,' por cuyo valle remonta un
mal sendero que conduce á Bagado, sobre el Andágueda.
A medida que se desciende por el exuberante valle, si el.pai-
saje se presenta siempre igual hasta la boca del Calima, el río se
ensancha y explaya y forma brazos é islas, casi todas desiertas.
En sus bordes y á ambos lados asoman de vez en cuando cerritos
casi redondeados ó pequeñas colinas, algunas de las cuales llegan
hasta la orilla ; á distancia aparecen casas elevadas sobre estanti-
llos^ habitadas por familias negras, siempre numerosas, y pocos
sembrados de plátano y de caña de azücar, que se dan de un gro-
sor extraordinario ; por la derecha se ven los remates de pequeñas
quebradas ; por la izquierda la desembocadurade ríos considerables,
y por toda población el ruinoso pueblecito de Noánama, sobre una^,
elevada barranca de la margen occidental. Entre esos ríos, de
largo curso y abundantes aguas, priman el Tamaña, de rauda co-
rriente, que riega á Nóvita, situado sobre una explanada en un ce-
rrito, centro político y mercantil de la hoya del 5>an Juan, y que un
mal camino enlaza á Ansermanuevo, población del valle del Cauca,
frente á Cartago ; el Sipí, tortuoso, lleno de brazos é islas desde el
pueblo que le da nombre, tipo de todas las poblaciones de la co-
marca, como que está edificado sobre estacones para que las ave-
nidas del río pasen por debajo de las casas sin hacerles daño, y que
malos caminos de tierra enlazan á Nóviía y á Cáceres y Rolda-
nillo, lugares del valle del Cauca : el ultimo, que es el peor, está
casi desierto, pues sólo hay viviendas en Cajamarca, paso del Ga-
rrapata, y en Cajamarquita, ya muy cerca de la cumbre de la cor-
dillera del Chocó. El pueblo de Sipí queda al pie de una colina que
forma el extremo de los estribos del majestuoso Torra (ñg. 155),
que con sus tres picos domina estas bajísimas llanuras desde la
enorme altura de 3,600 metros !
De las aguas que fluyen por la derecha sólo es bien conocido
el Sumaco, que se remonta para luego atravesar una baja y estre-
cha serranía, á fin de alcanzar el río Pepe, que termina frente al
pueblo de ^¿ludó,
4t8 NuKVA Geografía de Coloubia
En fin, por el Calima arriba se entra en una quebrada relati-
vamente navegfable hasta un corto istmo, pasado el cual se gfana
otra que se llena en el flujo, y en el reflujo lleva prontamente al
extremo de la bahía de Buenaventura,
En la boca del Calima, el valle, que al S. apenas tiene por
muro unas colinas insignificantes, tuerce al W. y pronto se con-
vierte en una planicie extensa, medio inundada, cubierta de selvas
y manglares, cruzada por los numerosos brazos que forman el
delta del San Juan, que de continuo represan mareas muy considera-
bles, las que apenas dejan correr el rio seis horas, es decir, entre
dos flujos, y convierten esa zona en una especie de Intermediario
entre el agua y la tierra. En el remate está Charambirá, puerto i
dpndc entran las embarcaciones que hacen el comercio de cabotaje
NusvA Geografía is Colombia 419
desde Guayaquil. Entre el puerto y Nóvita el tranco se hace eii
botes, pero el río es navegable en lanchas de vapor.
Serranía de Baudá^Eí litoral pacífico del alto Chocó está do-
minado en sus muchas leguas por la Serranía de Baudó, que aun
cuando orográficamente se une á la aurífera del Darién, constituye
una entidad distinta y más nueva, como que en ella falta esa clase
de mineral. Esta zona está constituida por un relieve bajo y es-
trecho, por lo que mirada desde el mar, más parece una lla-
nura con cerritos y colinas que una serranía, salvo en el Cabo
Corrientes y en los cerros de Baudó, donde las alturas se yerguen
con puntas y flancos inaccesibles. Dentro de ese relieve se abre
el longitudinal valle de Baudó, río navegable hasta cerca de
sus cabeceras, donde los cerros de formas piramidales ó agudas,
y como destrozados, sumergen sus flancos en el mar. Muy pocos
blancos viven aquí, y el resto de la población lo constituyen zam-
bos, negros é indios medio civilizados, esto es, que medio hablan el
español (no las mujeres), y tienen un vestido para ir al pueblo los
días de fiesta. En las cabeceras del río viven los indios chocóes, que
se extienden por la serranía hasta más al N., conservan sus anti-
guos usos y costumbres y cultivan algunas sementeras. Las aguas
que de esta serranía bajan al mar, originan varios caños y esteros
que facilitan una navegación interior, paralela y cercana á la cos-
ta, y además el paso á los dos grandes ríos del respaldo, es decir,
al Atrato y al San Juan.
La Mesa del Chocík — Las tierras alzadas en escalones entre )á
llanura del Atrato y la elevada cresta de los Andes occidentales,
constituyen una zona de transición que en su parte baja presenta
acentuados los caracteres distintivos del Chocó. De las cabeceras
del Atrato hacia el N. la primera terraza la forman los llanos de
Curazamba y de Isleta. £1 valle de Curazamba, templado, sano^
que parece haber sido asiento de un lago y hoy riega el río que lé
da nombre, está en una cuenca que se abre al SW. de Urrao y al
pie N. del Morro de Piedragorda. Más al N. quedan los llanos d^
Isleta, que ocupan el fondo de la cuenca donde se forma el Arqufa,
ó sea se tienden de SE. á N W. al pie S. del alto Nicasio y el cerro
Majuandó, desde el respaldo de Bebará al Morro de Ocaidó : son
más amplios, están mejor regados y tienen más brillante porvenir.
Al Oriente de esa cuenca, situado el observador sobre las ca-
beceras del Atrato, preséntase al punto un valle hermoso por
su altitud, sus ricos pastales y los variados picos de los muros que
lo rodean, de los cuales se desprenden multitud de riachuelos en
medio de una vegetación siempre primaveral. Los cerros de la Hor-
queta y del Plateado ó Santana al S., los multiformes picachos del
páramo del Frontino al N., los dos altos picos del cerro de San José
al E.,y los diversos cerros de Ocaidó y Nicasio al W., junto con
los de Sarbatanal, realzan la hermosura del ancho, tibio y prolon-
gado valle por donde corre mansamente el Penderisco, que baña
el pueblo de Urrao y sale de esta cuenca por una hoz abierta entre
la serranía de Pavarandó y la Horqueta de Abriaqui, para entrar
i otra nías baja y más amplia, en cuyo centro están los cálido^ i
420 Nueva Geografía de Colombia
insalubres llanos de Murrí 6 Mandé, donde se torna navegfable y
corre de E. á W. en busca de los triturados peñascos de la Serra-
zón de su nombre, por entre los cuales se despeña para fluir al
grande Atrato. Estos valles-terrazas apenas tienen por habitantes
algunos criollos y pocos indios, y sólo un malísimo camino de pea-
tones los enlaza á las llanuras inferiores.
Si el viajero retrocede al oriente y se sitúa sobre el alto pára-
mo del Frontino, que se viste de ricos pastales y remata en mu-
chos picos y grandes peñas totalmente desnudos, dominará todo el
país hasta más allá del Atrato ; serranía subordinada que encierra
por el W. las cuencas de Curazamba, Arquía, Penderisco y Murrí,
y con tristeza considerará que tan hermoso cuadro por hoy casi
es un desierto. Y no sólo dilatará la vista por donde serpea el
Atrato, sino que distinguirá ¡jerfectamente el bajo cordón de los
cerros de Baudó, que corren á confundirse con el abierto horizonte
del Pacífico. Empero, la distancia de 22 leguas y la enorme eva-
poración de las aguas marinas, impide casi siempre divisar el
Océano, bien que el espíritu comprenda que esa inmensa llanura
que se une al cielo en el borde del horizonte, está formada por las
ondas del mar del Sur.
Si en seguida se transporta á la serranía del Tajo, prolonga-
ción del páramo del Frontino, desde el Alto Alegría pernbirá la
posición del antiguo valle de Nore, primitivo asiento de la ciudad
de Antioquia, en el llano donde hoy está el pueblo de Frontino, á
orillas del río del mismo nombre y al pie de la Serranía de Riover-
de, que lo separa de los llanos de Murrí. Desde el yermo alto del
Tajo se descubre el pueblo de Cañasgordas (también sobre el alto
Riosucio), más lejos el de Dabeiba, al S. el particular cerro llama-
do Morrogacho, y al frente el cauce del Sucio hasta el cerro de
Quiparadó, alzado al N. de su tributario el Urama Grande, como
también la cordillera del Rioverde y la del Frontino ; mientras que
por el opuesto lado (al NW.) se ven levantar en lontananza, y
por sobre los picos del último nudo de los Andes occidentales, los
enormes cerros llamados León, Sasafiral, Tres Morros y Parami-
11o. Al lado de esas moles aún alcanza á divisarse un trozo de la
serranía de Abibe y de las llanuras del Sucio, mucho más acá de
las cuales sospecha el espíritu la Serrazbn por donde este río sale
de la entrecordillera, junto á Dabeiba, al E. del cerro Picapica,
que se yergue en el centro de una inmensa agrupación de cerros
y colinas que se pierden en una selva de color oscuro y tan exten-
sa, que llena los ámbitos del horizonte ; ni aun se alcanza á des-
tacar entre ella la faja de desmontes del nuevo é importantísimo
camino de Occidente, que conduce al puerto de Pavarandocito
(Riosucio). Con excepción de los habitantes de los cuatro pueblos
nombrados, á lo más unas 500 familias de indios vagan por esos
desiertos de magnífica verdura.
El bajo Choco, es decir, la vertiente occidental de los Andes,
donde éstos tienen al pie llanuras que rematan en el mar, se ex-
tiende desde la Buenaventura al Mira, comprende de W. á E. tres
zonas bien caracterizadas, según dijimos, y sus costas presentan
una configuración tal, que se diferencian de todas las demás de la
República,
Nueva Geografía de Colombu 4a ^
En efecto, al pasar las colinas que cierran por el S. el Víklléi
del San Juan, se cae á la bahía del Chocó (Buenaventura), forfna- :
da allí donde el Pacífíco se acerca más á la cordillera, haciendo
que la costa forme acentuado escalón que divide los dos Chocos. El,,
litoral del Bajo Chocó, á partir de dicho seno, se inclina al SW.,í
de manera que si primero tiene relativamente cercanos los renja-
tes de los estribos de la cordillera, luég-o se aleja de ellos, lo que
permite que se ensanche la llanura litoral. Al llegar frente á la
isla Gorgona, cambia de ritmo y repentinamente retrocede hacia el
Ocaso á deshacer el escalón señalado en la Buenaventura,^con lo.
cual las planicies tendidas al pie de la cordillera adquieren su
máxima anchura, luego apenas reducida un tanto por la entrada
que se llama bahía de Tumaco.
En el fondo de la bahía del Chocó se encuentra la isla del
Cascajal, en la que está edifícada la población de la Buenaventura.
Desde la isla se extiende la vista sobre toda la bahía, circundada
de tierras bajas que las mareas anegan dos veces por día y en
las cuales crecen sin rival los manglares, que con sus intrincadas
raíces se afianzan sobre una tierra movediza, dejando bajar de sus
ramas otras raíces que por atracción buscan los pantanos, sobre
los cuales se afírman como cuerdas que sujetan por todas partes
el árbol generador, para dar después vida á otro igual, y de este
modo formar un laberinto continuado é impenetrable que, median-
te el flujo y reflujo, ora aparece al descubierto entre un lodo negro
sin consistencia llevado por el mar, ora se sumerge íntegro en el
océano, por lo cual desprende continuamente miasmas pestilentes y
facilita la formación de pantanos, no menos nocivos por los despo-
jos vegetales y animales que en ellos entran en putrefacción ; por
estas razones son insalubres el pueblo citado y los campos vecinos.
Sobre las copas de los tupidos mangles se miran en segundo
término las colinas y cerros revestidos de una vegetación lozana,
los que oscurecidos á medida que se alejan, elévanse progresiva-
mente hasta terminar en cumbres azuladas, entre las que se des-
cubren á primera vista, al SW., los farallones de Cali, de grotesca
forma. En la bahía termina el río Dagua, que no calma su ímpe-
tu sino poco antes de su fín, no obstante lo cual, fue durante muchos
años la linica vía de acceso del Pacíñco al Valle del Cauca, siendo
entonces notable la destreza con que sorteaban los peligros los ne-
gros conductores de largas y pequeñas canoas, construidas de un
solo tronco, pero en las cuales el pasajero siempre se mojaba con
bs olas de los chorros, algunos tan violentos que era preciso des-
embarcar para evitarlos, arrastrando por tierra la canoa : de esa
navegación fue de la que dijo el Barón deHumboldt, según es fama,
que "cada boga era un ángel y cada paletazo un milagro." Hoy
la húmeda y pantanosa llanura se cruza en ferrocarril, y la cordi-
llera se asciende por un buen camino de herradura abierto en las
rocas del valle del mencionado río.
La navegación, que se hace con el auxilio del flujo y reflujo
del mar, por caños anchurosos, por el N. conduce á cortos istmos
(arrastraderos) cuya fácil travesía permite llegar ya al Calima,
ya al San Juan ; mientras que por el S. lleva á los deltas de
varios ríos (Anchicayá, Raposo), también navegables largo' tre-
4^1 Nueva Biografía ds Colombia
chO| hasta que sus aguas quedan encajonadas por los estribos de
los Andes.
En efecto, en toda la costa de Buenaventura, la tierra en
una faja de 2 á 4 leguas de anchura está anegada, forma un con-
tinuado archipiélago donde sólo puede prosperar el frondoso man-
gle, y las travesías son insoportables, porque nubes de zancudos,
jejenes y mosquitos que también suben por los ríos, atormen-
tan sin cesar al pasajero, salvo cuando sopla el viento, lo que suce-
de rara vez. Esta plaga es la única mortifícación de los bronceados
habitantes de estas riquísimas y pintorescas regiones.
Hacia el Sur, hasta el Patía, la llanura litoral se ensancha,
y por ella alcanzan el mar numerosos ríos, algunos de caudal
considerable, como el Micay y el Izcuandé, pero todos los cuales
terminan por varias bocas, ó sea forman deltas cuyos caños se
unen y entrelazan de tal manera, que en definitiva forman un
solo y prolongado delta, paralelo á la costa, y por lo mismo
de inapreciable valor, porque afuera de ella hay bajos y bancos
de arena que avanzan en el mar, y ya queden al descubierto
cuando éste se retira, ya siempre ocultos impidan á las olas su
libre movimiento, producen una zona de rompientes temidísimas
de los marinos, que torna peligrosa y difícil la entrada de las bo-
cas de los ríos.
Los bancos de arena mencionados provienen del continuado
acarreo de los ríos y de la no interrumpida acumulación de las
arenas del mar, combatidas por los impulsos contrarios de las olas
y las corrientes fluviales. Empero, estos bancos de arena que el
mar ha ido dejando en toda la costa, son los ünicos lugares habi-
tados del litoral, porque sólo allí el hombre está libre de la inun-
dación diaria, mas no de la que producen las más fuertes mareas,
por k) cual las casas, aun cuando también se construyen sobre esta-
cones elevados dos metros sobre el suelo *, como se alzan entre co-
cales y pequeñas huertas de árboles frutales rodeados de esta-
cas, presentan una vista tan alegre y variada como pintoresca. A
trechos el espectáculo se realza, porque aquí y allá también se
crian algunas reses que prosperan bien en las gramíneas salobres
que nacen en el terreno arenoso y más antiguo, por desgracia li-
mitado por manglares y lodazales que se cubren y descubren cada
seis horas, porque tupidos manglares revisten todos los caños y es-
teros que por la parte interior dividen las islas del gran delta litoral.
En cada una de estas islas, en general llamadas ploj^as^ y
cada una de las cuales tiene su nombre, habitan de ordinario 1^
personas de una misma familia, y es tan salubre el clima por su
buena ventilación, que se cuenta el caso de que, en medio siglo, de
un matrimonio hubieran resultado más de 80 individuos re|>artidos
en varias casas. En cada isla el más antiguo de la familia es una
especie de patriarca que gobierna á los demás y con el cual se en-
tienden las autoridades de los Municipios del interior, que lo miran
* Es notable que no sólo en el Chocó, sino en el Darién, en lo$ bosques de
las riberas del Amazonas, en el delta interior del Magdalena, en el Llano, &c.,
sea siempre esa altura de 2 metros la que se da á lus estacones de análogas vi*
Tienda*.
Nueva Geografía de Colohbu
como nato y vitalicio comisario de policía de la respectiva playa.
Estas gentes parecen cuarterones, á sí mismos se llaman blancos,
son activos, industriosos, aseados, inteligentes, muy amigaos de via-
jar, los mejores marinos de estas costas, en las cuales pescan y
comercian en faluchos y otras embarcaciones construidas por ellos
y en lasque van hasta Panamá y hasta Guayaquil. Por las con-
diciones del terreno en que viven, las sementeras de cana, plá-
tano, maíz y yuca las establecen en las fronteras y elevadas
islas de Gorg-ona ó Gorgonilla, que distan 6 leguas y quedan en el
camino del Istmo, ó en puntos más elevados de tierra adentro,
pero siempre á orillas de un río navegable.
Pifun 15^ — Selva inundada. Paisaje del trópico americano {estampa eoropea)
El dnlco puerto que, digno de tal nombre, se encuentra en
esta costa alborotada por las rompientes, es el de Carrizo, prímU
tivo asiento de Izcuande ; pueblo que por los asaltos de los piratas
fue retirado J leguas adentro, por desgracia á terreno malsano,
que ha retardado su desarrollo y progreso.
Si dejamos la costa para internarnos en la llanura, hallare-
mos paralela á ella una faja de 30 á 40 kilómetros de anchura,
cortada por dondequiera por una multitud de caños, esteros y bra-
zos, y en la que domina sin rival el mangle, que vive donde las
aguas saladas alternan con las dulces, y donde periódicamente, por
virtud de las mareas, sus rafees gozan de la humedad y de los
ardores del sol. A la vez, donde tal planta vive, resulta, como es
natural, un foco perenne de infección muy peligrosa f)ara los que
viven entre esos singulares bosques ó á sus inmediaciones,
Si avanza nm os hacia el interior, encontraremos otra faja de
10 á 50 kilómetros de tierra llana y cubierta por árboles enor-
mes y elevadas palmeras, enlazados sus troncos por multitud
de bejucos, hasta constituirse una espesa selva rica en productos
de toda especie. El suelo, de aluvión, es fértil y con tan suave
declive, que se puede considerar como perfectamente plano, puej
^4 Nueva Geografía de Colombia
splo en uno que otro punto se alzan pequeños cerros ó cortas co- .
Unas de escasa altura. Los ríos que surcan la llanura son mansos
y navegables en pequeñas barcas, y en la actualidad los utilizan
los negros que viven en sus orillas, y no se internan en el bosque,
refugio de las fieras, sino en persecución del saíno y el tatabro. En
esta zona y en la análoga de más al N., hay algunos pueblos pe-
queños (Naya, San Francisco, Raposo, Micay, Timbiqui Guapí,
Izcuandé), á grandes distancias entre sí, pero que no progresan
'por la indolencia de la raza que los habita.
En fin, más adentro el suelo se levanta suavemente al princi-
pio, pero pronto se encrespa y aparecen los estribos de la gran
cordillera, que se amontonan unos subre otros hasta la región fría
en lo general, hasta la paramosa en el macizo de San Juan, en su
'mayor parte desconocidos, cubiertos con un manto verde oscuro,
regados por aguas torrenciales y apenas cruzados por el reciente
cansino del Micay, que guía á Popayán, y por la trocha de Ramos,
que conduce á la llanura intercordillerana del Patía.
Alguna variación ofrece el terreno en las llanuras que ocu-
pan los brazos del delta del Patía, por la enorme saliente curva
que allí presenta el litoral, y que á primera vista parece resultado
de una mayor masa de aluviones transportada quizás por un cata-
clismo, pero que en realidad no debe su origen sino á las mismas
causas que produjeron el ensanche de la vertiente en el Ecuador,
sólo que por ser aquí más plano el suelo, las corrientes marítimas
pudieron luego roerlo en el punto más de'bil para formar la baliía
de Tumaco. Lo que sí parece probable es que el Patía, que sale
de la entrecordillera con gran caudal, ha divagado en esta llanura
y no siempre ha mezclado sus aguas á las del Telembí ; corrió pri-
mero por Lagunabrava y el Tapaje hacia el NW., luego por el
Saiíguianga, después por el largo cauce llamado Patía viejo, y úíti-
mameiite por el lecho actual. Entre esos dos extremos desplaza-
mientos se ven en plena llanura algunas alturitas y cerritos, conti-
nuación de los señalados atrás, alzados enfrente de donde la cordi-
llera avanza. al Ocaso á modo de baluarte (entre Cacanegro y
Sotomayor), y al pie W. de los cuales hay una serie de lagunas,
en arco, origen de varios ríos que cruzan una llanura semejante á
la descrita anteriormente.
Al Sur del Patía se encuentra la ensenada de Tumaco con el
puerto de ese nombre, el más frecuentado del litoral chocoano ;
mas el lugar donde está la población, en una isla, es malsano, y
los buques no llegan á su frente sino con alguna dificultad. Mejor
habría quedado al pie del Morro, cerrito en otra isla próxima, más
amplia y salubre, de costa acantilada y de más fácil acceso á las
embarcaciones. En fin, más al S., sobre el río Mira, hay aleunos
caseríos de fundación reciente, y desde el punto en que deja de ser
navegable, un mal camino, que remonta el valle del San Juan,
conduce hasta las altas tierras de Tiíquerres, pasando por Mayas-
quer.
Tierra adentro sobre el navegable Telembí está Barbacoas,
que se comunica fácilmente con Tumaco, que un buen camino enlaza
hoy á Tdquerres, y que por su posición al pie de la cordillera y entre
formaciones auríferas, está llamado á un gran porvenir como es-
cala del comercio de los Andes del Sur. Y es por ese camino de Tú-
Nueva Geografía de Colombia 425
querres, por donde se goza de la vista más perfecta de lo que es la
falda de los Andes encestas regiones. En efecto, la vía remonta por
estribos y valles selvosos de la hoya del Telembí, cruza á mediana
altitud el ramal que divide ese río del Cuaiquer, y por el valle de
éste tuerce al E. para ganar la región de los páramos, pasando por
San Pablo, población edificada sobre horcones, no obstante su al-
titud de 1,300 ms., por la humedad del terreno, característica del
Chocó. A medida que se asciende, el valle se endereza y ensancha,
elevándose notablemente el terreno á modo de plano inclinado en
cuyo centro corren presurosas las aguas del río por entre enormes
peñas destacadas y caídas de las montañas vecinas. Las quebradcu
de la derecha llevan al río copiosa corriente, al paso que los estri-
bos de la cordillera de Mallama, que las encierran, parecen haber
sufrido grandes trastornos, pues ora aparecen como despedazados,
ora presentan picos salientes y flancos desnudo^. Al opuesto lado
el páramo de Timbaquirá ofrece, en lugar de bases y estribos, altas
murallas con entrantes y salientes, á semejanza de los baluartes de
una desmenuzada fortaleza. Vénse de vez en cuando en las partes
entrantes hondas aberturas, de las cuales se deslizan las aguas del
páramo ; mientras que en otras se lanzan de un golpe á precipicios
horrorosos, si no es que van saltando de roca en roca hasta caer al
pie de la colosal muralla, la cual dista poco, horizontalmente, del
lecho del río. El frío aumenta á medida que se eleva el terreno,
los grandes árboles son reemplazados paulatinamente por una ve-
getación mezquina, y las enormes peñolerías del páramo contrastan
con los cerros dislocados que se ven al lado opuesto ; en tanto que
las agu2is, los prados y las casas regadas aquí y allá, dan especial
tinte de poesía al pintoresco paisaje.
Desde que se pasa por última vez el Cuaiquer (ahora Guavo),
preséntase una estrecha y descarnada cuchilla de roca viva, la
cual es también la ünica vía practicable para subir con menos tra-
bajo á la escarpada cumbre que, á lo lejos, se ve casi siempre cu-
bierta de niebla. Al subir por el estrecho lomo se descubre á
la I. el origen del Guavo y se divisa el pueblito de Mallama en
un vallecito que parece incrustado en el flanco de la cordillera de
su nombre, que tiene á su respaldo el alto cerro de Mallama y
más hacia las cabeceras del río la masa enorme de las pirámides
agudas y picos aislados de Guachaves, á los cuales sobrepuja una
especie de torre inclinada y circundada de multitud de cres-
tas con puntas elevadas que terminan en una gran depresión, pa-
sada la cual, con formas menos agrestes, se eleva el Azufral
de Túquerres. Al opuesto lado, es decir, al Sur, alcanzan á divisar-
se por encima de las breñas próximas las cumbres brillantes del
Cumbal y el Chiles y las negruzcas paredes del cráter del Cerro-
Negro, todos como surgiendo de entre un cortejo de ruinas. El
total del cuadro deja en el ánimo la impresión de tremendos ca-
taclismos que lo llenan de terror, y en este estado, de repente, al
coronar la altura; mira á los pies las poéticas explanadas de Tü*
querres é ¡piales.
Y como se comprende, á tan marcados caracteres geográficos
corresponden otros no menos precisos sobre la manera de ser que
Nuiva Geografía de Colombia TOMO 1-2$
Nueva Geografía de Colombia
en e^ta comarca presenta el hombre. En realidad de verdad, loS
únicos caminos del Chocó soh los ríos, y por esto la gettte de co^
lof, que foima la masa de los habitantes, ha adquirido algo de an-
fibio: las familias poseen tantas canoas como individuos, canoas
que si son chicas se llaman j'o/ros, y cada cual, hombre ó mujer,
viejo d niño, se traslada en la suya rápidamente de un punto á
otro, pues con la palanca remonta tas ayuas y con el canalete las
baja y atraviesa con admirable destreza. Enemigo de largos vía-
Nueva Geografía de Colombia 427
jes, sólo conoce un territorio reducido, no gusta de ^caminar y se
desliza con agilidad asombrosa, puesto de pie sobre un pequeño
madero hueco, con sólo unas pulgadas fuera del agua, porque des-
de niño aprende á moverse solo en su potricoy que más bien parece
una cascara de nuez, y en la que sube y baja los caños y esteros con
una confianza admirable.
Las necesidades de tales seres son pocas : viven desnudos,
iiasta los ocho ó diez años, edad en que se casan las mujeres, que
sólo visten un pedazo de bayeta y son extraordinariamente fecun-
das. Las nuevas familias se establecen pronto, pues apenas nece-
sitan la canoa, el hacha, el machete y una olla ; con esos iStiles tum-
ban el monte á orillas de una corriente para plantar sus sementeras,
y fabrican sobre horcones la casa, en la cual no hay mueble algu-
no : el totumo da los utensilios de mesa y cocina, y la cama se re-
duce á una damagua (un trozo preparado de corteza) sobre una bar-
bacoa de madera. Fácilmente preparan el terreno para la siembra
(quitar el matorral), tejen las redes para la pesca, con cabuya ó co-
gollo de palma, y el arco y la flecha para la caza los encuentran en
el bosque : en cuatro meses queda asegurada la subsistencia de la
nueva familia.
Por la excesiva fecundidad del suelo, los negros apenas cortan
los arbustos, y bajo los grandes árboles siembran el maíz, que pro-
duce á los cuatro meses, cuando no prefieren regarlo en el monte y
esperar á que nazca para cortar los arbustos y luego los árboles,
pero entonces, como las matas crecen apiñadas, como si fuesen de
trigo, no produce sino grano diminuto en pequeñas mazorcas. Fuera
del maíz les bastan unas matas de plátano que les sirve de pan y
duran 15 años; de caña que dura siempre y principia á producir á
los seis meses, de yuca y de cacao, que dura sesenta y fructifica
desde los tres años. La caña es de tal grosor y vigor, que las plan-
tas se enlazan hasta formar una especie de manglar, pero no dan
azúcar ni panela, por la extrema abundancia de partículas acuo-
sas. A estos frutos se agregan el pescado abundantísimo y los no
menos copiosos productos de la cacería.
La ignorancia de estas gentes es extrema, pasan la vida en
comer mal, beber aguardiente, chariar y bailar al son de un tam-
bor y una marimba (que no faltan en ninguna parte). La marimba
consiste en una fila de tubos de guadua, de mayor á menor, que se
amarran á unos listones de madera sonora y se tocan con pa-
lillos con bolas de caucho en los extremos, lo que produce un son
suave y armonioso que deleita á los negros, que á él juntan el es-
trepitoso del tambor y lo agrio de sus monótonos cantares.
Es más común que las mujeres laven oro en las playas, por
cuanto les gusta tener collares, zarcillos y algunas enaguas de za-
raza con qué engalanarse los días de fiesta cuando van al pueblo.
Cuando zabullen en busca del oro, se ponen una gran piedra (los
hombres en la espalda, las mujeres en la rabadilla), sostenida con
una cuerda, para llegar más pronto al fondo, donde la dejan y
vuelven arriba con la batea llena de arena que lavan para extraer
el rico metal.
Los negros del Chocó, criados en medio de ese baño de cali-
dos vapores, casi siempre desnudos y que brillantes de sudor se
42% NuivA Geografía de CoLoldilA
arrojan al río para refrescarse, no sufren las impresiones del sol ni
de la lluvia, viven fuertes y robustos, y además de que no aman el
trabajo, carecen de unión, de suerte que cada familia lucha aislada
por la vida y se limita á lo que hag'a con sus solos brazos ; no se
reúnen sino para encenagarse en orgias. Esto explica porqué
cuando sus padres eran esclavos se explotaban las minas obligán-
doles al traDajo con el látigo, y hoy que son libres, como no hay
trabajadores, las minas esán abandonadas, lo que para la comarca
es lo mismo. En efecto, el oro sacado antes se llevaba lejos ; sólo
volvía lo que en los esclavos se gastaba, y los negros lo obtienen
hoy con ligero mazamorreo. Por esto el progreso de la comarca
será muy lento en muchos años.
Cuanto á los indios no sometidos, pocos en número, viven re-
gados en las cabeceras de los ríos, lejos de blancos y negros, que
los insultan y persiguen. Desnudos como sus antepasados, provistos
de arco, flecha y canalete, de un olfato sin igual, con un oído ma-
ravilloso y una vista poderosísima, son los verdaderos habitantes
de las selvas, que recorren con velocidad incomparable, sin temor
á los reptiles ni á las ñeras. En sus chozas viven en ocio, porque
así como se muestran sobrios y templados en los viajes y cacerías,
al regreso se desquitan congregando á parientes y amigos á una
íiesta que dura lo necesario para consumir los acopios hechos y
la chicha, que preparan muy bien. Lo mismo que á los negros, el
bosque y los ríoft les dan con abundancia todo lo que necesitan
para vivir. En sus largas correrías llevan la familia ; respetan
á los ancianos, y la gratitud los saca de su inddencia, pues sirven
agradecidos á quienes los favorecen ; son taciturnos y desconfíados,
pero no alevosos, salvo que se les haya ofendido ; son estúpidos,
pero fabrican con gusto sus adornos, canastas y esteras, como
también canoas, canaletes, chinchorros, &c. ; las indias son buenas
alfareras. Y aun cuando la zona que habitan estos indios es aurí-
fera, no la explotan en ninguna forma, por lo cual mientras á ella
no penetre el blanco, serán inútiles sus riquísimos criaderos.
Tal es q\ Chocó que en la actualidad no encierra 150,000 ha-
bitantes, cuando puede mantener holgadamente 5.000,000, y sólo
produce unos pocos miles de cas/eiianos, cuando de sus veneros po-
drían extraerse varios millones eíi el año. Y todo por una simple
cuestión delatitud, siendo por lo tanto esta comarca palpable prue-
ba de la decisiva influencia de la geografía física sobre el hombre,
es decir, del medio, en el desarrollo de la civilización
III. El Sur — El pedúnculo meridional de los Andes colom-
bianos muestra su enorme masa excavada en el interior por un
hondo valle que tiene junto un ponillo del marco y despide todo
un haz de quiebras que asciende á perderse en el muro del recin-
to, por entre escalonadas terrazas. Esta región, cuyas porciones
enlaza el Patía, dentro de ella originado, no debe su autonomía
geográflca á un mero rasgo hidrográfico, por cuanto aquella co-
rriente en verdad no se forma sino al abandonar la entrecordille-
ra,'y porque si la hoz por donde tal hace elevara su fondo á la al-
tura de aquella por la cual sale el Cauca de la cuenca de Popayán
^i Valle^ no sólo el relieve sino el clima y demás condiciones de
Nueva Geografía de Colombia
429
la comarca serían muy distintas, sin necesidad de modifícar funda^
mentalmente el actual régimen de las aguas. Para el viajero que
recorre la entrecordillera **del Sur," de la frontera ecuatoriana á
la ciudad de Caldas, el país presenta cuatro secciones bien carac*
terízadas : las altiplanicies de Tüquerres-Ipiales, con las quiebras
que las avecinan dentro del marco de páramos roto en Guapus-
cal ; las tierras de Pasto con su volcán y los profundos valles que
le sirven de foso ; las terrazas y breñas de Almaguer^ semejantes á
los dedos de una mano, y la llanura del fondo, el valle del Pa/ia,
abierto al pie de todas las anteriores, á las que por lo mismo reüne
en un solo organismo geográfico.
I^ig- 1 58-*Di agrama de las secclon'*s geográficas que constituyen el Sur.
Tú^uer res- /piales — Sobre la frontera ecuatoriana las dos cres-
tas andinas forman un singular cuadrilátero, pues al Sur se enla-
zan por medio del lomo transversal de Huaca, y unas pocas le-
guas más al N. casi sucede otro tanto, ya que el relieve transversal
de San Roque-Guapuscal apenas está roto en la gran quiebra,
por donde el Guáitara entra á las tierras pastusas, tras envolver
por el E. las altiplanicies de Túquerres é Ipiales, porque en su
margen derecha el terreno se muestra hendido por multitud de
quiebras. El viajero que del bajo Chocó asciende á Túquerres,
y en un día despejado se coloca en un altozano que en 50 ms.
domina á esa antigua ciudad, tendrá en tomo suyo un panora-
ma encantador. Colinas cultivadas, con algunos árboles en las
faldas y en la cima una corona de arbustos; colinas cubiertas
de casas y frescas gramíneas donde pacen los ganados, deleitan
en primero y segundo términos la vista. Hacia la izquierda y al
Sur aparece el pueblo de Sapuyes en una meseta, antes de la cual
430 Nueva Geografía ds Colombia
se divisa la hondonada por donde corre el río de su nombre, al-
zándose detrás del lugar una eminencia coronada de árboles, en
forma de semicírculo, la cual disminuye su altura hacia el me-
diodía, para ir casi á perderse frente á Guachucal, población que
dista 15 kilómetros y queda cerca del río Sapuyes, cuando óste con
largos gfiros corre por una tierra llana antes de precipitarse á la
hondura mencionada. Al N. se eleva el páramo de San Roque, que
se viste de verdes gramíneas y se enlaza á los picos del Volcán de
Tüquerres, en cuya encumbrada cima duerme una laguna de
aguas verdes. A lo lejos, y hacia el SW., á cuatro y cinco leguas,
se presentan en toda su belleza los nevados volcanes de Cumbal y
Chiles, que bañados por los rayos del sol, hacen brillar sus cenda-
les de nieve y lanzan al espacio sus penachos de humo que devoran
los vientos del E. (figura 157) ; por entre esos dos grandes cerros de
blancas cúpulas y bases de color pajizo, sombreadas por los estri-
bos salientes eñ que se apoyan en la verde llanura, aún se alcanza
á descubrir el cono negruzco del Oreja, á cuyos pies pasa el cami-
no qvie conduce al pueblo de indios de Mayasquer, situado en las
bajas vertientes del Mira. Mirando luego entre la llanura y los
cerros, se alcanza á ver en el horizonte una como mancha blan-
quecina con tonos oscuros : es el pueblo de Cumbal, situado pre-
cisamente en la misma dirección del Oreja y en las faldas del
volcán de su nombre; mas si la vista se vuelve al S., se distinguirá
perfectamente encima de la colina que está al respaldo del pue-
blo de Guachucal, el importante nudo de Huaca, sobre el cual se
eleva una enorme masa casi en forma de cono : es el gran nevado
de Cayambe, que parece estar ahí no más formando parte de la
escena, cuando en realidad dista 20 leguas y se alza en otra re-
gión, debajo de la línea equmoccial (figura 161).
Subiendo á una altura de 3,600 ms. por el camino que lleva
al volcán de Túquerres, y mirando al S., los cerros de Huaca ocul-
tan la vista del Cayambe, pero se descubre en toda su extensión
la gran altiplanicie con sus bordes elevados suavemente hacia los
altos cerros del contorno, sombreada aquí y allá por los barrancos
de los ríos y quebradas que la cruzan. Vése también la ciudad de
Túquerres con sus calles y huertas, á un lado los pueblos de Sa-
puyes y Guachucal y el caserío de Muellamues, y al otro los de
Ospina é Imues. Vienen luego como en anfiteatro las tierras de
Pasto, que ostentan en su centro el pueblo de Yacuanquer, al pie
del Volcán Galera, á cuya espalda y á los lados cierra el cuadro
en lontananza la cadena central de los Andes.
A tres horas de camino al occidente de Túquerres, en una ruta
que también conduce á Mallama, se descubre el volcán de aquel
nombre, que presenta una sorprendente variedad de colores. La
vista se detiene, en primer lugar, sobre un lago cuyas aguas son tan
verdes, que apenas puede creerse que aquello sea realmente agua:
es la I^gunaverde, rodeada de altas murallas que delinean un
circo y varían sus colores del negro al blanco y de éste al rojo. En
la orilla oriental se levanta una cúpula formada casi enteramente
de azufre, rajada por todas partes y que exhala una multitud de
fumaradas que esparcen fuerte olor á grandes distancias. No lejos
de la Lagunaverde se hallan otras dos, la una con aguas negras
Nueva Geografía de Colombia
como e| azabache, y como un cristal las de la otra, que es la ro4s
pequeña de las tres.
Figura 159 — 1,1 Laguna Vctde. Ucl álbum Je la CamisiÓD Corogriñca. iDédito.
Recorriendo la comarca, acabaremos de formamos idea de
ella.
En el camino de Cumbal se pasa por las termales de Chillan-
quer, de donde se goza de una vista magnífica sobre los tres voÍ-
canes denominados Azufral, Cumbal y Chiles; en Guachucal lio
s6\o se goza del mismo cuadro, sino que se ven salir como de un
abismo, al otro lado del muro de la llanura, los picos dentados de
Guachayes ó Mallama, los cuales contrastan singularmente con
los cerros redondeados que avecinan al Azufral y al Cumbal, los
que dejan como de propósito un ancha abra inclinada para qué
se vean en toda su belleza los descarnados picos de aquel encum-
brado cerro. En giros tortuosos y casi sin barrancas se desliza el
Sapuyes por la llanura, que al otro lado del insigníñcante divisó,
6 sea entre Guachucal y Cumbal, es tan hdmeda que parece empa.
pada en agua, á causa de que á cada depresión del terreno se en-
cuentran sumideros y atascaderos originados por las infiltraciones
de los vecinos cerros. Antes de dicho diviso está el origen del Sa-
puyes, formado por la Quebrada Comunidad, que baja del Cumbal
hada el E. y en la parte baja tuerce al N. sobre Guachucal y Tü-
qu^rres, en tanto que otra quebrada que d. la anterior desciende pa-
ralela, del mismo volcán, sigue en su primitiva dirección y va á unirse
al río Blanco, procedente de las mismas alturas: una pequeña ele-
vación de terreno sirve aquí de divisoria de aguas. Antes de llegar i
Cumbal, pueblo el más elevado de Colombia, se encuentra una hile-
W
0 » A
^32 Nueva Geografía de Colombia
-rade piedras de traquita que indica que por altibajaba un glaciar;
análogo origen se puede señalar á las tierras y rocas que se en-
cuentran depositadas en la parte baja por donde corre el río Blanco,
que luego atraviesa una colina por una abertura estrecha, en se-
guida de la cual acanala su cauce para afluir al Carchi ó Rumi-
chaca.
El volcán de Chiles, que tiene quince bocas humeantes en la
falda sur que pertenece al Ecuador, queda al W. del pueblo de
Cumbal, del cual dista el cráter dos horas al través de rocas es-
carpadas. La cima la constituye una especie de cúpula rodeada
de una cintura de hielo ; al W. y un poco más abajo hay una hon-
^dónada á manera de cráter donde se oyen ruidos internos.
^ El río Carchi que baja del Chiles y sirve unas leguas de fron-
tera, corre por un lecho tan hondo y angosto, que es más bien una
simple grieta en la que en muchos parajes es posible colocar un pie
sobre territorio colombiano y otro en suelo ecuatoriano, dejando
por medio el profundo cauce por donde corren espumosas las aguas,
cuyo lecho de rocas se alza en algunas partes en paredes espira-
les con un metro á lo más de separación. En el camino de Tulcán
una roca incrustada en la grieta forma el puente natural de Ru-
. michaca, y á derecha ó izquierda de él se puede bajar por las
peñas hasta el río, que corre unos cuantos metros abajo de la in-
coherente bóveda. Siguiendo este río, que no es otro que el Guái-
tara, se encuentra pegada á los paredones escarpados de su orilla
izquierda, ya toda en Colombia, la famosa capilla de la Laja,
obra singular, puesto que el fondo lo constituye la: ifiisdia peña en
la cual y en una gran laja labrada está pintada al óleo la Virgen
del Rosario, tan afamada como milagrosa, qucr desde el Perú y el
valle del Cauca la visitan los romeros, de suerte que el templo es el
Chiquinquirá del Sur. I^ posición del Santuario es sorprendente y
^ pintoresca por estar en medio de unos peñones colosales, como in-
crustado en ellos y al parecer suspendido sob(¿ un precipicio de
40 metros, á cuyo pie se arrastra turbulento el río, llamado aquí
Males, atín por tierra fría.
A poca distancia, bajando el río por el camino que conduce á
Males y Potosí, se observa la bella cascada del Excomulgado, nom-
bre que le vino de haberse suicidado en ella un clérigo sobre quien
pesaba ese anatema, según la leyenda popular. Precipítase en forma
de cascada el agua que baja de un alta explanaida, á perderse en
un bosquecillo, entre cerros cubiertos de gramíneas, para reapare-
cer luego, de repente, en el borde del precipicio, que mide 80 ms.
de altura, y sobre el cual se descuelga como una ancha faja crista-
lina, para caer á una taza de donde sale al río, que por entre pe-
ñones pasa espumoso y bramando á su frente. La peña por donde
salta el agua es perpendicular, y contrasta hermosamente con los
disformes peñascos del con tomo, amarillentos, grises ó rojizos.
De Cumbal hacia el E. por el Rioblanco se extiende el otro
brazo de la llanura, en la cual se encuentran la importante pobla-
ción de Ipiales, la principal de la al/iplamcü, entre Pastas y Pupia-
les, todos tres al sur de La Cruz de Ecuasán y al N. del Carchi.
En esta llanura, hacia el lado de Cumbal, están las colinas del his.
tórico campo de Cuaspud.
Nueva Geograf/a de Colombia 433
No lejos de Males el río deja el rumbo que traía por el del
N., y profundiza sin cesar la grieta que le sirve de cauce, en la
cual desembocan por la derecha las más salvajes aun del Tescual
y el Angasmayo, y por entre lies y Funes sale á su valle inferior.
Hacia el NE., antes de llegar al pueblo de lies, vése destacar,
del lomo de Sapuyes, sobre el Guáitara, otro relieve de ancho
tope que forma el alto de la Cruz de Ecuasán, que al S. tiene las
planicies de Ipiales, y al E. lleno de grandes barrancos parece
como si lo hubiera cortado aquel río, que por allí se acanala en
un hermoso precipicio que no da paso, y donde las aguas estre-
chadas entre las rocas, se precipitan en borbotones, percibién-
dose de lo alto su confuso gemir. Si se sigue hacia el N. este
lomo destrozado, se ve su continuación, análoga en aspecto, rota en
frente de la hacienda de Cuarchú, presentándose á ambos lados las
ruinas y escombros del relieve, las que dejan al medio otro precipi-
cio análogo al anterior, con escarpas de 300 ms. de altura perpendi-
cular, á cuyos pies corren tumultuosas las aguas del Sapuyes, con
desnivel de 1 3 por 100, en busca del Guáitara, al cual tributan cerca
de Capulí. Es también en este alto de Cuarchú donde principia la
bajada de Santa Rosa, que guía al puente del Guáitafa en el cami-
no de Pasto, muy áspera en su parte final.
En una palabra, la llanura de Túquerres-Ipiales, dividida en
dos porciones por una ondulación del suelo, forma una especie de
herradura, cuyos extremos se abren sobre dos grandes grietas que
avanzan á confundirse en una sola, dejando en el vértice los arruina-
dos cerros que continüan el relieve citado, rodeado el conjunto por
un marco de más encumbrados cerros, antes entero seguramente,
y hoy roto allí donde se reúnen las grietas del interior, porque
todas las aguas que recibe el Guáitara, bien de la llanura, bien de
las arrugadas serranías del contomo, le llegan por profundos cau-
ces, abiertos unos en terreno de acarreo, otros entre peñas y mu-
rallas perpendiculares de pórfido ó traquita.
Esta región de Túquerres-Ipiales, á cuyo mediodía las cres-
terías andinas forman el nudo de Huaca, constituye un macizo de
20 leguas de anchura, sostenido á cada lado por estribos de unas
16, que mueren entre la selva, por un lado cerca del Pacífico, y
por otro en las llanuras amazónicas. Masa tan enorme debe for-
mar, como en efecto forma, un país muy variado en su consti-
tución y en sus relieves, colinas y cerros redondeados (acordera-
dos) cultivados, múltiples volcanes, páramos extensos, grietas y
paredones, selvas en |>artes desconocidas, y que tiene por ras-
go principal 600 kilómetros de altiplanicies más ó menos lla-
nas, con una población que excede de 50,000 almas, ó sea tan den-
sa como en Europa, no obstante hallarse tan altas como las cum-
bres de los Alpes. La reciente aí)ertura de un buen camino á
Barbacoas, y la facilidad de comunicación con la ciudad de Quito,
aseguran el f>or venir de este pintoresco y melancólico país, habi-
tado por una raza que se distingue del resto de las andinas por su
mayor talla, actividad, laboriosidad é inteligencia y mejor confor-
mación, siendo apenas menos belicosa y guerrera que sus vecinos
los pastusos.
434 Nuj^VA Geografía db Cqlqubia
Pasto — El rasgo característico de esta hermosa región es el
volcán *de la Galera, extenso macizo que por una parte envuelven
dilatados páramos, y por otra, en ángulo recto, las grandes y cél^r
bres quiebras por donde corren el Juanambü y el Guáitara, que
por antefosos tienen el Mayo y el Pacual, lo que explica su im-
portancia desde el punto de vista militar. Por esta parte, ó sea por
el Ocaso, cuando se llega al Guáitara bajando de Tüquerres, $e
ven al frente, como saliendo del abismo, colosales cerros. Ascen-
dido el agrio camino que por ellos sube, se llega á la alta explana-
da de Yacuanquer, primer asiento de Pasto con el nombre de Villa
de Madrigal^ explanada que domina el volcán y se presenta en for-
ma de plano inclinado, con pastos abundantes, regada por guebra-
das que han excavado el suelo, y cubierta de ganados, muías y ca-
ballos. AI S. se alza majestuosa ja elevada mesa del páramo de
Guapuscal, con escarpas casi perpendiculares por flanco, á cuyos
pies, á una gran profundidad, pasa casi invisible el río del mismo
nombre <5 Bobo, por quiebra que principia desde el respaldo de Pas-
to, y antes de la cual asoman los grandes trigales del moderno pue-
blo de Tangua. La población de Funes, que está sobre una mese-
ta entre el Téllez y el Guáitara, se descubre luego, á un lado de
Imues y de las breñas de Cuarchd, terminando el horizonte hacia el
SE. unos cerros peñascosos de imposible acceso, los topes del pára-
mo de Angasmayo, que densa niebla envuelve de ordinario y pare-
cen salir de entre una espesa y extensa selva.
El camino de Yacuanquer á Pasto pasa por entre el volcán y
los páramos de Chimbatangua, y en él se encuentran á cada paso
enormes peñas que no son sino materiales de los lanzados por aquá
en todas direcciones hasta más de 2 leguas del cráter. Transmon-
tado el diviso de aguas del Bobo, se baja al lindo valle donde está
edificado Pasto, entre los cerros de Aranda, Cebolla y el Monte al
frente, el volcán á la izquierda y los páramos que domina el Bor-
doncillo á la derecha. Si de un punto elevado se domina este cua-
dro, se verá el valle salpicado de aldehuelas de indios, compuestas
en su mayor parte de un grupo de cabanas dispuestas en tomo de
una iglesia ó capilla. El volcán eleva suavemente su base desde la
ciudad, para encrespar luego sus flancos y acabar en forma de
cono truncado, con algunos picos laterales. En medio del vaHe ser-
pea el río de Pasto, que recibe una multitud de arroyos que de un
lado bajan del volcán, del otro descienden de Aranda, y al frente
caen de la crestería central de los Andes.
Saliendo del lindo valle de Pasto hacia el Oriente, se encuen-
tran varios pueblos de indios, de los cuales el principal es el át
La Laguna, y cuyos habitantes han ganado fama de valientes y
tenaces en nuestras guerras civiles. Por aquí |>asa el camino que
guía á las selvas del Caquetá, que sólo puede ser transitado á
pie. Al llegar el viajero á la cumbre del páramo, ya las aguas de
la bajada que principia á sus pies van al Amazonas conducidas por
el Putumayo, y á la vista sólo tendrá un país salvaje y solitario. A
poca distancia se eleva el volcán de Bordoncillo ó Pdtascoi, y más
abajo se dilata la Cocha, cuyo espejo aparece enmarcado por ce-
rros ora yermos, ora cubiertos de tupida vegetación.
Nueva Geografía de Colohbu
Figura i6q— lil ItorJoncillo y I
Al contrario, bajando el valle, es decir, hacia el Ocaso, se ve
ala izquierda y en una hermosa llanura la hacienda de Pandiaco,
que pwrece un pueblo, con aguas termales que producen abundan-
tes concreciones calizas que se explotan para proveer de cal á la
ciudad. Mirando de aquí hacia Jenoy, se ve el lecho del rio Pasto
dejar el llano, profundizarse poco á poco hasta acanalarse enti^'
peñas y barrancos, buscando salida al Juanambií. De este mismo
lado hay en los ñancos del volcán lindísimas cascadas que se lan.
lan de entre enormes peñones y vienen á caer sobre el camino
que conduce á La Florida. Fue en las inmediaciones de estos sitios
amenos y pintorescos donde libró Valdés la batalla de Jenoy ; em-
peñóse en cruzar un horroroso desfiladero que por más de 400 ms.
quedaba bajo los fuegos de los realistas atrincherados tras de
peñas cuyas bases perpendiculares descansan sobre un profundo
arroyo. Además, antes era preciso pasar la quiebra, y ]ííÉgo subir
por una angostura de una cuadra, afrontando á quemarropa el
fuego del enemigo, por lo cual corrió á torrentes, pero en vano,
la sangre de los republicanos.
Cuanto al volcán, que domina á un tiempo la ciudad y el gru-
po de montañas traquíticas y porfidíiicas en cuyo promedio está si-
tuado, llamóse antiguamente de la Galera, porque en su cumbre
aparecía una nube bastante ^ande, en forma de galera. El volcán
duerme por tiempos; luego despierta, y lanza á enormes distancias
rocas incandescentes y torrentes de lodo futido; pero los terremotos
son raros en el país, no obstante que los hramiilos (ruidos subterrá-
neos) del gigante se oyen casi todas las noches.
Desde Jenoy, lugarcillo que está al pie, hasta el cráter, se
gasta casi un dfa, siempre subiendo. El terreno que rodea el volcán
presenta barrancas y escarpados notables, desde donde se arrojan,
formando cascadas muy hermosas, aguas acidas como las del Pu-
racé. El camino pasa por la llamada pampa de Rumichaca, en
donde está la quiebra del Peligro, y luego aparecen grietas enor-
mes, llenas en parte de piedras, por las cuales se exhalan vapores
43^ Nueva Geografía de Coloubu
y se oyen aterradores ruidos internos. Ya en la cima, se tiene á
los pies la Caldera, <5 sea el antigfuo y desportillado cráter dentro
del cual está el nuevo, orig^en de la Quebrada Hedionda, que se
precipita al Guáitara por la quiebra de Bombona.
Si volvemos á Jenoy, y de estos lugares famosos en la histo.
ria, nos dirigimos hacia el N., distinguiremos las quebradas prove-
nientes de la prolongación de los cerros opuestos al del volcán, las
cuales han excavado profundamente su cauce en la que antes fue
una explanada, para llevar á saltos sus aguas al río Pasto, que
corre hacia el Juanambú por entre planos inclinados, planos en
que no hay vegetación crecida, pues sólo se cubren con pastales
y algunas manchas de arbolillos y arbustos. Distínguense, además,
varias aldeas y caseríos sobre estos terrenos que, mirados desde
el alto que domina al Tambo, semejan una planicie muy parecida
á la que se distingue al S. del paso principal del Juanambü, arriba
del Boquerón, lo que en realidad es así por no ser aquélla sino la
continuación de ésta.
El Tambo y La Florida se alzan en dos valles pequeños, entre
cerros de una estructura caprichosa y de no piucha altura, como
que no son sino estribos del gran volcán de Pasto. El del Tambo
es hermoso y alegre, y el de La Florida estrecho, pero en ambos
hay dehesas y cultivos.
Desde el cerro que está al N. del Tambo,, llamado Alto de
(larcía, se ven las alturas como precipitarse liaéist el abismo del
Juanambü, que se abre á sus pies, ya casi don(}e réinata en el Ta-
tía, lo mismo que la confluencia de esos dos ríos y los dos puntos
inmediatos por donde pasaron las huestes republicanas en 1821 con
Valdés, y en 1822 á órdenes del Libertador.
La perspectiva es hermosa é imponente. Descúbrese también
el cufso del caudaloso Patía por más de diez leguas, corriendo en
el fondo de un valle estrecho y prolongado, de color amarillento,
manchado de pintas verdes, hasta el cerro piramidal de La Teta de
Lerma, por cuyo pie pasa el Guachicono. Preséntanse hacia la iz-
quierda, cubiertos de gramíneas, los grandes cerros de la cordi-
llera occidental dominados por el Cacanegro y el Sotomayor, aquél
de ciíspide en forma de torre inclinada, éste coronado por desnu-
dos picachos, restos de su antiguo cráter y en cuyos flancos sólo
crecen pajonales. Alcánzase á ver igualmente la depresión que en-
tre esos dos cerros existe y que se acentúa tanto hacia el centro,
que llega hasta la hondura del Patía que por ella se precipita en
busca del mar. Al frente se alzan los cerros de Taminango y la
loma de Majuandó, que oculta dicha población, y más al E. se al-
canzan aún á distinguir las lejanas siluetas de los picos del tra-
quítico páramo de Af)onte, que se yergue como sierra en la cordi-
llera del Quindío.
Si del Alto de García se pasa al de Guascayurco, cerca del
Peñol, se descubre, además, á la izquierda, la hondura por donde
corre el Guáitara, su unión con el Patía á sólo 600 de altitud, el
punto donde se asienta el pueblo del Castigo y el abra estrecha y
prolongada del Patía entre los cerros Caguasara y Blanco, que
hacen parte, respectivamente, de los mayores Sotomayor y Caca-
negro, ya mencionados. Mirando hacia atrás, se descubre en toda
KuEVA GrEOGRAFIA DE CoLOH^lA 437
SU grandeza el volcán de Pcisto y las quebradas tierras que se ex-
tienden entre el Peñol y Tambillo, á la vez que se puede seguir
con la mirada la profunda quiebra por donde corre precipitado
el Guáitara, y en lontananza y medio perdidos en la atmósfera, el
volcán del Azufral de Túquerres y los agudos y raros picos de
Gualcalá ó Guachaves, distantes 1 1 leguas.
En fin, si se avanza al Sur |>ara cruzar las faldas occidentales
del volcán de Pasto, se verá desprenderse de sus picos multitud de
quebradas hondas y estrechadas entre rocas. Desde el pueblo de
Consacá, situado en un alta planicie, inclinada hacia las tajadas
barrancas del Guáitara, se ve un inmenso derrumbadero que arran-
ca en el mismo volcán y por entre el cual serpean algunas aguas
sucias. Cerca de allí está Bombona, lugar memorable por el valor
de los republicanos, empeñados en derrotar á los realistas, acome-
tiéndoles por un callejón estrecho, por lo cual el sacrificio de sus
vidas no aprovechó á la República : Bolívar no entró á Pasto sino
por virtud de la victoria de Pichincha. Siguiendo el viaje por esos
campos sangrientos, se llega á Yacuanquer en el camino real de
Túquerres.
Para columbrar las tierras que forman el flanco de las altú
planicies á la izquierda del bajo Guáitara, y que geográficamente
hacen parte de las breñas pastusas, preciso es transportarnos al
páramo de San Roque, que domina á Túquerres, se enlaza por un
lado con el del Frailejón y el nombrado alto de Cuarchú, y por el
otro con los páramos del Tablón y el Rayo. De allí se ve la cum*
bre intermedia rebajarse hacia el N. por entre la cordillera occi-
dental y el volcán de Pasto, ó sea entre el valle de Pacual y la
quiebra del Guáitara, que recoge el tributo de ese río, para llevar
al Patía en un solo cuerpo todas las aguas de estas breñas. Que-
dan aquí al Oriente los pueblos de Imues y Guaitarilla, y más aba-
jo, ya en tierra templada, Ancuyá y Linares, cerca de las barran-
cas escarpadas del Guáitara, que al opuesto lado alza terreno sirni^
lar, y al Ocaso Yascual y Guachaves, más abajo Samaniego, en
el bisel del Pacual, y Panga, ya á orillas del Guáitara.
Desde el páramo de Alpán, contiguo al del Frailejón, se do-
mina todo este paisaje, cuyos cerros como en escalones van reba-
jándose hasta la unión del Pacual con el Guáitara. Primero cu-
bren las gramíneas el terreno, luego los arbustos que caracterizan
la vegetación de las grandes alturas, y después aparecen los gran-
des árboles, cuyo tamaño aumenta hasta presentar su máximo vi-
gor en la hondura del Patía. A la izquierda la cordillera occidental
alza los picos de Guachaves, y disminuye luego de altura á medida
que avansa hacia el N., pero frente á las juntas de Guáitara y Pa-
tía, como que hace otro esfuerzo, pues levanta el cerro Sotomayor,
á que sigue la enorme depresión por donde dicho río se ahocina
en busca del mar del Sur.
Si retrocedemos á Pasto y tomamos la vía de la capital del
Cauca, del valle se asciende al alto de Aranda, donde triunfó Na-
ríño en tremenda lid, no obstante la cual victoria, por culpa de un
traidor, en vez de completar su campaña con la toma de la ciudad
realista, entró á ella cargado de cadenas. De ese alto, al mirar
atrás, se descubre en toda su belleza el lindo valle donde está edi-
43^ Nueva Geografía de Colombia
iicada la populosa metrópoli del Sur, al pie del encumbrado vol-
oán que le da su nombre. Caminando hacia el N. se pasa por Me-
neses y Buesaco, sitios célebres en nuestra historia militar, para
llegfar al Boquerón, ó sea á un prolongado y tremendo desfiladero,
de muy fácil defensa, y donde murieron tantos soldados cuando
de frente intentó tomarlo Nariño en su campaña del Sur.
De estos lugares se domina una serie de altiplanicies que re-
matan en el Juanambii y que están divididas unas de otras por hon-
das quiebras que forman precipicios horrorosos con piedras roda-
das y engastadas entre las tierras y las peñas. En esos planos l^s
gramíneas cubren el suelo y apenas crecen algunos arbustos, no
obstante lo elevado de la temperatura. Lo cierto es que el terre-
no parece como fracturado y dislocado por algún violento ca-
taclismo. Al frente, ó sea del otro lado del río, se alza un poderoso
ramal que arranca en el páramo de Tanjubina para ir á perder-
se sobre el Patía, entre las bocas del Juanambd y el Mayo. Ese
camal presenta sus cumbres cubiertas de arbustos, á que luego,
cuando se rebaja, suceden las gramíneas, en tanto que el flaneóse
compone de inmensos peñones perpendiculares, cuyas escarpas ba-
jan hacia el río. A veces las peñas tocan las aguas, sobre las cua-
les se alzan como murallas colosales en cuya cima aparecen capas
de piedras rodadas, pero sobre esos derrumbaderos, observando un
poco más, se notan unas como planicies que se inclinan sobre el
río y que son muy semejantes á las indicadas de la banda izquierda.
Del Boquerón, mirando al E., se ve la prolongada abra por
donde desciende el Juanambd, abra cerrada al SE. por el pára-
mo de Aponte, que se presenta azulado en su remate, por estar
á 9 leguas de distancia, y parece dominada por un conjunto de
rocas cuyas formas puntiagudas ó caprichosas semejan ruinas de
gigantescos edificios, que en el promedio dejan profundas y es-
trechas grietas por donde se despeñan espumosos el Juanambü y
su afluente el Yaco, que le tributa no lejos del Tablón. Mirando
al poniente, siguen las aguas por un abra más ancha, aunque á ve-
ces también la estrechan los estribos de los cerros, que se precipitan
de repente y forman tremendos despeñaderos, ya en el ramal de
Taminango, ya del lado de las resquebrajadas planicies que bajan
de Aranda y las Coles.
Transmontado este ramal del Arenal, que guarda en su flanco
sur la población de Berruecos, cuyo nombre evoca recuerdos do-
lorosos, se tiene á la vista el cajón por donde corre presuroso el
Mayo, límite del imperio incásico, y en cierto modo, foso avanzado
de la ciudadela pastusa. De allí, hacia cualquiera parte que se di-
rijan los ojos, no se verán sino cerros destrozados, profundas quie-
bras, picos agudos, altos paredones de peña viva, al parecer testi-
gos de grandes convulsiones. Los picos de los aislados y desnudos
cerros de San Cristóbal, Veneno, Tonto y Alpu jarra, contrastan con
esta cordillera de Taminango y el Arenal, cubierta de verdura. En
la misma falda, pero más al E., se encuentra el pueblo de La Cruz
en un hermoso llanito, dominado al S. SW. por el empinado cerro
del Pulpito, á cuyos pies corre el Mayo, y mirando por el amplío
valle de éste, sp ven los páramos que le dan origen, dominados por
un pico de apariencia ruinosa.
Nueva Geografía de Colombia 439
A orílla^ del Mayo, cerca del San Pablo, lo mismo qme más
abaja, en Sombrerillos, se encuentran acumulaciones de piedra pó-
mez, y en realidad hoy sabemos con certeza que todos los cerros de
las cabeceras del Mayo, inclusive los de sus afluentes Tanjubina y
Salado, que corren en estrechos valles, son volcánicos, primando
tn la cumbre andina las Petacas, las Animas y Tanjubina, y más
abajo Dona Juana, aun en plena actividad, segdn lo indican sus
recientes erupciones.
En resumen, esta región tiene mucho de semejante, topográ-
ficamente hablando, con la anterior, y es notable por sus formi-
dables posiciones militares y por el genio guerrero de sus habí-
tantes, capaces de titánicos esfuerzos cuando una causa de sus sim-
-patías les pone en armas, por formarse allí entonces guerrillas que
tienen por aliados no sólo á todos los moradores, pues las mujeres
acompañan á sus esposos en la lucha, sino hasta la misma natura.
leza. Además, los pastusos son sobrios, trabajadores, industriosos
y formales. Si allí el progreso no ha sido mayor, débese á la falta
de buenas vias de comunicación.
Almaguer — Entre el Mayo y los valles de Popayán, por un
lado, y entre la llanura del Patía y la cumbre de los Andes cen-
trales, por otro, se desarrolla una de las secciones de territorio más
, notables en Colombia, por su singular topografía, por sus relieves
encrespados unos en tomo de otros, casi á la manera de los pe-
los de un pincel cuya punta se oprime sobre el lienzo.
A partir del Mayo, los cerros aislados y en forma de pan de
azácar que se alzan al S. de San Pablo, contrastan pintorescamente
con la aplanada y unida montaña de Bateros, que hace pareja á la
del Arenal : aquéllos levantan sus encumbrados peñones vestidos
de gramíneas, y ésta tiende su falda vestida de labranzas y se co-
rona de selvas. La dicha montaña se levanta además, suavemente,
hacia el E. hasta alcanzar la región de los páramos, donde el frai-
lejón domina recios pajonales, mientras que al W. se atenda has-
ta convertirse en lomas bajas con pastales que desaparecen sobre
el valle del Patía entre Sombrerillos y Mercaderes.
Pasando de este valle al de su homólogo el Jayo, se encuen-
tra en la meseta de una loma despejada el pueblito de San Lo-
renzo, que domina no sólo la hondura por donde corre ese río,
sino también las faldas opuestas, en las cuales está situada la flo-
reciente villa de Bolívar, capital de Caldas, al pie del cerro Tra-
piche y en las cabeceras de una quebrada. Bolívar queda, por lo
mismo, entre el valle abrasador del Patía por un lado, y los des-
templados páramos de Achupallas por otro : allá los rayos solares
son amarillentos y encendidos, acá las nubes y las nieblas dan al
paisaje un color pardo oscuro. Subiendo al cerro del Trapiche,
tK>r el cual pasa el camino que conduce al pueblo de Patía» se
descubre una parte del valle de este nombre y otra del de San
Jorge, lo mismo que el cerro de la Teta de Lerma, de una figura
pintoresca, y que, aislado, se eleva cerca del Guachicono.
En la falda N. del valle del San Jorge, que también corre de
E. á W. en un valle estrechado por altas cordilleras, está Almaguer,
ciudad de antiguas grandeza^ mineras. Subiendo al lomo que la do»
440 NuivA (teograWa ds Colombia
mina al Oriente^ se ve el orig'en y parte del curso del San Jorge,
las cañadas por donde bajan los ríos Humos, Pongxiillo, Ramos y
Negro, sus tributarios, apareciendo en los cerros que los separan,
y entre campos bien cultivados, los pueblos de Caquiona, San Se-
bastián, Pongo y San Juan, tras los cuales se alzan los páramos de
Humos, Yunguilla y Santo Domingo, de aplanados topes, casi
siempre envueltos en nubes negras y blanquecinas, y de faldas don-
de se produce una de las mejores quinas del globo. Desde allí pre-
sentan, además, al SW., un hermoso contraste los picos aislados
de San Julián, Cuyurcu y Mazamorras, que dominan el valle del
Patía. Desde otra altura inmediata se presenta á la vista el valle
del Patía y el río, que corre por él como si lo hiciera en un profun^
do abismo ; y más allá, en lontananza, la cordillera occidental cie-
rra el valle, revestida abajo de pastos verdes y amarillos, y arri-
ba de selvas negras.
Subiendo por el paramillo de Almaguer al de Barbillas, para
luego seguir las explanadas del páramo de los Humos hasta su cima,
vense á su lado los páramos de las Papas y el Buey, que guardan
los orígenes del Magdalena. La vista se extiende aquí sobre el
prolongado valle de las Papas, por donde serpentea entre pantanos
el Caquetá. Si del páramo Barbillas se baja al valle por donde
corre el Gruachicono, cuyas primeras aguas nacen también en las
Papas, se encuentra el pueblecito de Riofrío, que un pésimo cami-
no enlaza á Popayán. Pasando el Guachicono se llega á Rioblanco,
en cuyas inmediaciones se encuentra un arroyo que, sin alterar su
forma, convierte en piedra los despojos vegetales que caen en él.
Atravesando luego el páramo, se presenta majestuoso y en
forma cilindrica el volcán de Sotará, aparentemente apagado y
cuyo cráter se viste de albo cendal vanos meses del año; la dis-
tancia directa desde el punto indicado es de lo kilómetros, por lo
cual á la simple vista se distinguen sus flancos escarpados é inac-
cesibles al parecer. Mirando al WSW., casi al opuesto lado del
volcán, se ve sobre el páramo de Vellones el empinado pico
Socoboni, cuya rara forma de colmillo llama la atención. Cerca de
la hacienda de Sotará se ve en la parte del N. una hermosa cas-
cada que se lanza de las rocas del flanco del volcán para formar
después, al pie del cerro, el río del mismo nombre, lu^o Quílcacé,
de ordinario mirado como la cabecera del Patía. En tomo del
volcán y hasta distancias considerables, están visibles las huellas
de su antigua y violenta actividad.
' Siguiendo la ruta del N. se encuentra sobre el Piedras la ha-
cienda Paispamba, al pie del cerro de Tambores, donde Caldas
experimentó el hipsómetro que inventara, como Pascal el baró-
metro en Púy du Dome, y donde fue aprehendido en 1816, con
otros patriotas, para ser llevado al patíbulo. £n otras breñas queda
Chiribío, y transmontado el lomo que más al W. forma el alto del
Roble, se llega á los valles de Popayán.
Volviendo atrás para seguir por el camino principal que de
Almaguer conduce á aquella ciudad por ¡os pueblos, se pasa el valle
de Pansitará, asiento del pueblo de la Vega en el remate de la falda
septentrional del elevado cerro de Cuyurcu. En el alto de la Ascen-
sión, donde existió un pueblecito, y que por el N. lo envuelve el Pu*
Nueva GEocsAfÍA de Colohbia
tes, que ríega á Arbela, se presentan á la vista las colinas casi es-
tériles que concluyen sobre el Patía, viéndose al Ocaso del gran
valle, como término del cuadro, los picos de los cerros Guap( y San
Juan, que señorean la Cordillera occidental, cubierta de recia paja
y á los cuales da un aspecto pintoresco la línea de bosque que se
ve cerca de las cimas peñascosas ; mientras que mirando al opuesto
lado, las selvas se extienden por entre una rara acumulación de
cerros, entre los que sobresale el Sotará, y se descubre en la di-
rección det píramo de las Papas el pico Socoboni, casi siempre en-
vuelto en nieblas espesas.
Después en esta ruta se encuentra la bajada al Guachicono,
en extremo pendiente y peligrosa, y la no menos difícil travesía
de las cuchillas que dividen los ríos Esmita, Quilcacé, Piedras y
Timbío, en la primera de las cuales se asienta La Sierra, y en la se-
gunda queda Dolores, antes gráficamente llamada la Horqueta, En
Timbío, edificado á orillas del río de su nombre, arranca la subida
que remata en el alto del Roble, de cuya cima ya se tiene á los
pies los valles de Popayán.
-El Cayambf. legún Vülavice
Paiia— Con csle calificativo se designan en el Sur las tierras
bajas y ardientes que fecunda el río de ese nombre, enmarcadas á
derecha é izquierda por altas cumbres.
La estensa llanura dül Patia, que de un modo ú otro mide 20
leguas de S. rt N. por sólo 2 á 3 de anchura, no es, pues, sino el
fondo de un inmenso y profundo surco entre fronteras y elevadas
cresterías de complicados flancos, mayores al Oriente, como es na-
tural. Los altos barrancos y escarpadas lomas á cuyo pie corren los
ríos y las ¡jufbiailas, indican un terreno poco sólido, trabajado por
A'jí«Hi Ceotrajia dt Cotambia
442 Nueva Geografía de Colombia
los derrumbes. En el fondo, ó sea sobre el río principal, en seguida
de la salvaje hoz de Minamá, esto es, entre la serranía del Castí-
go y los descompuestos cerros y barrancas que se alzan entre Som*
brerillos y el Mayo, se encuentra la Mesa de Mercaderes, segura-
mente de suelo de acarreo (glaciar), á cuyo pie W. corre el Patía,.
en tanto que al E. p>asa el Hatoviejo, que con rumbo inverso cae al
Jayo. La subida de Mojarras, por la cual se asciende á ella por
el S., no es sino un desmoronamiento producido por la erosión en
el extremo del banco. Dicha mesa, cortada por varías partes^
presenta altas barrancas, causadas por las aguas pluviales que in-
troduciéndose por las ()equeñas grietas han ido volcando las tierras
hacia las partes más bajas. Por el pie N. de esta mesa de Merca-
deres cruza la llanura (para terminar frente al Mamaconde) el
Dos Ríos, por entre bosques de limoneros, enriquecido con las
aguas que nacen entre Bateros y la Sierra, y desde cuya boca es
navegable el Patía, quedando el pueblo de este nombre á algunos
kilómetros de su banda derecha ó septentrional. Más arriba, hacia
el N., se encuentran los altos é inclinados terrenos del Bordo, al
haz con las Mojarras, á que siguen cerros y lomas derruidos,
separados por agrestes valles, y que acaban por levantarse y for-
mar en parte un dique transversal importantísimo, la cuchilla del
Tambo, de donde al S. se divisa la hondonada del Patía en toda
su grandeza, en tanto que al N. ya se señorea el valle de Popayán.
La profundidad á que se encuentra el valle del Patía con res-
pecto á las altas cordilleras que lo encierran, la elevada tempera-
tura del fondo, los anegadizos de las orillas del río, los destempla-
dos vientos que bajan de los páramos durante la noche, y en fin, la
enorme cantidad de aguas frías que rápidamente descienden de las
alturas para entrar á sitios donde el termómetro sube hasta 35°, es
decir, para evaporarse en buena parte, todo esto hace malsano el
valle y habitable únicamente por la raza negra y sus derivadas, que
son las que en la actualidad lo ocupan. En el Patía no hay co/o,
pero es muy común el carate. Aquí prosperan admirablemente la
caña de azúcar, el cacao, el maíz y el plátano, que se dan casi sin
trabajo ; abunda el pescado, y los jugosos pastos mantienen un ga-
nado de primera calidad, á que no entra el nuche. El patiano tiene
algo del llanero, pues del caballo ha hecho su prímera necesidad :
en él recorre la abrasada llanura, á trechos desierta y vestida de
cactus y espinos, para vigilar sus rebaños. Por desgracia, como la
parte S. del valle es la patria de la langosta, este insecto en sus
cuasi periódicas emigraciones causa destrozos increíbles.
Saliendo del ardiente valle del Patía para trepar á la cumbre
del Guavas, que se eleva 3 kilómetros sobre el mar, el viajero verá
en sus grandes masas casi toda la antigua Provincia de Popayán,.
ó mejor dicho, un círculo de 25 leguas de diámetro, por lo cual es
sin duda ninguna uno de los espec^culos más hermosos de los An-
des, cuando el sol ilumina cerros, valles y llanuras, el cielo se
muestra limpio y azulado, y la tierra está exenta de los vapores
que la envuelven en la mañana. Hacia el Pacífico se ve todo el
suelo cubierto de oscuras selvas que con un color blanquecino se
pierden sobre las aguas del mar, enteramente confundidas con el
horizonte. Los vapores de esa gran masa líquida, aun cuando no
NusvA (jiograWa DE Colombia 443
permiten precisar su término visual, dejan ver un punto negro
azulado, que es la isla de la Gorg-ona, distante 26 leguas. En los
ramales de la cordillera que terminan en los bosques opacos de la
tierra llana, se ven asomar las crestas y topes de los relieves; ha-
cia el NW. se destacan los picos agudos y agrupados de los cerros
de Napí y Timbiquí, y á poca distancia, al S., las cumbres escarpa-
das y desnudas de Guachitó, San Juan y Guapí, con sus numerosas
peñolerías; al N. se elevan la aguja de la singular Punta de Piedra
y el majestuoso cono del cerro Naya, que es un cráter desconocido
de los antiguos geógrafos; al NE. surgen los cerros Dojuandó,
Munchique y Mechengue, cubiertos de vegetación.
Casi á los pies se destaca por el lado oriental la cuchilla del
Tambo, marcando la separación de las aguas entre el Patía y el
Cauca, como un terreno ligeramente combado que se deprime en
todas direcciones. La vista descubre el origen de los ríos, sus quie-
bras en las cordilleras, y el Patía y el Cauca que marchan en di-
rección contraría, en busca de diverso mar.
Al frente se ve perfectamente la ciudad de Popayán y toda
su hermosa llanura con los pueblos y caseríos esparcidos en ella,
los cerrítos aislados de 1:í Tetilla, y casi á los pies los diversos pue-
blitos que forman el cortejo del Tambo, entre ellos el de Pandi-
guando, ünico que no queda en la hoya del Cauca ; al NE. los rayos
solares iluminan la llanura de Popayán hasta los relieves de San-
tander por un lado, y por otro hasta los azulados cerros de la
Chapa y la Teta.
La cordillera central presenta formas gigantescas ; el volcán
del Puracé surge como dominando el páramo de Guanacas, que con-
trasta con los picos caprichosos del de Moras. La cima, á medida
que se aleja, deja su color pardo para tomar otro, azul oscuro,
sobre el cual resaltan, en el último plano, las nieves del Huila.
Más al mediodía se yergue el volcán de Sotará, que oculta
las llanuras de Paletará y los nevados de los Coconucos, pero que
deja ver, entre él y el pico destacado y particular de Socoboní, el
páramo de las Papas, de aplanado tope, que se une á los de Al-
maguer y Aponte, indicado por el encumbrado pico de las Ani-
mas ó Iscancé.
En fin, los numerosos y empinados cerros del territorio de
Almaguer se presentan como cortados en sus bases sobre las coli-
nas del Patía. Las llanadas inversamente inclinadas del Bordo y
de Mercaderes contrastan con el profundo y estrecho valle por
donde serpentea el Patía, cuyas aguas heridas por el sol semejan
plateada cinta al pie occidental de aquéllas. Toda esta prolongada
cuenca se distingue nítidamente hasta la boca del Mayo, mirán-
dose en seguida de este río la cordillera de Berruecos levantarse
como en escalones, tras los cuales se reconoce, por su forma y al-
tura, la silueta del volcán de Pasto, que domina el horizonte por
ese lado; en tanto que por el otro, y teñidos de color azul claro,
cierran el cuadro los cerros que amurallan por el N. la aliiplanicie
de Túquerres.
IV. Las tierras caucanas — Caracteriza estas comarcas el he-
cho de ser en ellas donde las llamadas cordilleras occidental y
444
NuKVA Geografía de Colombia
central realmente merecen ese nom-
bre y presentan al observador la
apariencia de largos murallonesde
flancos bastante uniformes, que des-
cansan en los extremos sobre tie-
rras dobladas, y en el centro sobre
dilatada llanura, alzada un kilóme-
tro sobre el mar, de suerte que el
conjunto constituye una larga faja
de mediana anchura, que no excede
de 1 2 leguas, por casi 4 grados de
longitud, 6 sea de las ásperas tie-
rras del Patía á la acrópolis antio-
queña, y del Chocó (del Izcuandé
al istmo de San Pablo) al valle del
Tolima (alto Magdalena), guar-
dando en su interior el alto curso
del Cauca, pero de tal manera, que
este río se muestra en ella largo
trecho navegable entre dos porcio-
nes que no lo son por el ímpetu de
sus corrientes.
De lo dicho resulta que estas tie-
rras caucanas se fraccionan en tres
secciones: i.° Al S. los valles de
Popayán, de suelo templado, y ma-
jestuoso marco de elevadas cum-
bres en torno de pintoresca llanura ;
2.° Al centro, el vnlle del Cauca por
excelencia, ó larga planicie cálida
entre altiva serranía al Oriente y
más humilde reborde al Ocaso, de
suerte que geográficamente se vuel-
ve hacia el Pacífico; y 3.° Al N.
las tierras de Arma, conjunto de
cuchillas y cañones más y más acen-
tuados, que se extienden entre el
Valle y las mesas de Antioquia, y
el Cauca cruza por el pie de sus
remates en busca del cañón de An-
tioquia, ó sea su porción verdadera-
mente central.
Popayán — En la parte N\V. del
macizo de Colombia, desde el ce-
rro Canelo (páramo del Buey) ha-
cia el N., por el pie occidental del
páramo de Sotará y de la Sierra Nevada de los Coconucos, se ex-
tiende una elevadísima planicie que forma los llanos de Paletará,
de 4 leguas de largo por una de ancho, llena de atascaderos, de
clima destemplado, atravesada por una vereda que guía á Timaná.
Por el llano corre en tortuosos giros el río Cauca, cuyas aguas co-
lor de canela se despeñan luego por entre las faldas del Puracé y
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Nueva Geografía de Colombia 445
el Sotará, para salir al cabo á las llanuras templadas de Popayán,
que cruza de E. á W., pasando al N. del alto del Roble y de la
cuchilla del Tambo, que constituyen su divortio aquarum con el
Patía. Desde este lomo, mirando hacia el N. se observa una llanu-
ra de apariencia uniforme, pero en realidad cortada por barrancos
en todas direcciones, y que en su centro eleva el aurífero cerro de
la Tetilla, de desmoronadas bases. En lontananza, sobre el horizon-
te, asómanse cercanos á la cordillera occidental los picos del cerro
Chapa y el de la Teta, y más á la derecha el Munchique de Quili-
chao, que queda al E. SE. de Santander, viéndose aquéllos casi
como islas, y éste como un punto avanzado de la cordillera .central.
Si el observador se coloca en un punto más elevado, en la cor-
dillera, verá claramente hacia el E. la ciudad de Popayán con su
llanura salpicada de pueblos y caseríos, acá al W. el grupo de
aldeas que se tiende al pie del crecido pueblo del Tambo, cuyos
campos producen magnífico café, y por ultimo, al pie de la cordi-
llera occidental, la hondonada por donde el Cauca vuelve al N. para
salir al Valle. Al frente y sobre ese cuadro encantador se elevan en
anfiteatro los cerros que guardan el pintoresco valle de Popayán,
con las quiebras profundas por donde corren los ríos y las quebra^
dasy y los barrancos por donde las aguas surcan la llanura, lo
mismo que el Cerro Alto y los demás cerritos que la enmarcan
por el N., desde La Teta hasta el encumbrado Peñón de Pitayó.
La cordillera occidental muestra sus cumbres selvosas, sólo de tre-
cho en trecho descarnadas, y la central se distingue desde las nie-
ves del Huila hasta el Puracé y el Sotará, con los caprichosos pica-
chos del Moras y los topes redondeados del Guanaras en el inter-
medio.
La cordillera del Quindío, en la parte que domina estos va-
lles de Popayán, está cruzada por los caminos de Guanacas, I^s
Delicias y Moras: hacia el primero, los cerros tienen explanadas y
lomas redondeadas ; en el tíltimo todo es pendiente, escarpado y
con picos agudos. El segundo es en la actualidad el más frecuen-
tado para pasarla cordillera, que, especialmente en el flanco orien-
tal (Tierradentro), está habitada por indios paeces reducidos, que
hablan un poco de español, son guerreros, y viven agrupados en
multitud de pueblitos.
En el flanco de la cordillera se abren los valles de Totoró y
de Guambia (Silvia), regado éste por el Piendamó, el otro por el
Cofre, cuyo aspecto es diferente, pues aquél encierra explanadas
vistosas y bellas, y éste carece de perspectiva. Más al S. se encuen-
tra el del Palacé, que guarda el camino de Guanacas, abierto, se-
gún el dicho de los naturales, "á casco de muía y punta de baúl."
En el de Silvia, cerca del pueblo de Pitayó, célebre un día por la
calidad de sus quinas, se ven hacia el N. el alto Pico de Bugío, el
aislado cono traquítico llamado el Peñón de Pitayó, y la Salina de
Asnenga, con fuerte dosis de yodo. Al transmontar estas cumbres
se encuentra el valle de Toribío, que se abre directamente sobre el
máximo del Cauca.
. Las alturas que cierran por el N. el valle de Popayán y en
arco se extienden de Pitayó á la Bolsa, constituyen una rara zona
de colinas y cerritos, excavada por multitu 1 de valles y cañadas.
446 Nueva Geografía ds G>LO]fBu
forma los ríos Ovejas y Quínatnayó, encierra algunas aldeas y
caseríos, y ahocina el Cauca en tierras de Buenosaires.
La cordillera occidental en la parte correspondiente al valle,
no desdice en altura de la central, por lo considerable de sus topes
parámosos, sus picos rocallosos y sus ñancos ásperos ; pero como
éstos son breves, sólo da orig'en á cortos valles, por uno de los cua-
les corre el Ingiiitó, que nace al S. del cráter del Naya, riega una
singular mesa y sale á tributar al Cauca por una quiebra tan sal-
vaje como pintoresca.
En la llanura, aun cuando son numerosos los centros de po-
blación, salvo en los contomos de la Tetilla, ninguno tiene real im-
portancia, como si toda la vida social se hubiera concentrado en
la ciudad capital, que se asienta al pie del cerro de la Eme, á ori-
llas del riachuelo del Molino, entre el Cauca y su afluente el Hon-
da, en una de las posiciones topográficas más hermosas y rodeada
de aldeas que apenas, distan de ella unos pocos kilómetros, siendo
las principales Julumito y Jimena, á orillas del Cauca, que junto á
la última es atravesado ^por un magnífico puente construido bajo
el régimen colonial. Popayán, que encierra algunos edificios ba!s-
tante bien construidos y numerosas torres, es la población de Co-
lombia que mayor número de veces ha visto correr la sangre en
sus calles por causa de la guerra, y también de las que los terre-
motos han castigado con más frecuencia, por lo cual está muy de-
caída de su anterior grandeza.
Desde Popayán se divisa el volcán de Puracé, con su nevada
cumbre casi constantemente envuelta en los densos vapores que
arroja de su seno. Antes de 1849 tenía la cima figura de media
naranja ; pero en ese año se hundió la mayor parte, causando una
espantosa irrupción de lodo y ceniza, especialmente hacia el río
Magdalena, por el Plata. El hundimiento le formó además un gran
cráter, de más de. 100 ms. de diámetro, por el cual despide una
enorme columna de humo denso, que por las noches se toma roji-
za, y la que de ordinario se acompaña de cenizas que el aire lleva
hasta Popayán. Las tremendas erupciones de aquel citado año
destruyeron todas las sementeras del contorno, y las cenizas alcan-
zaron hasta diez leguas de distancia.
Para ir al pueblo indígena de Puracé, que del cráter sólo dista
I o kilómetros en línea recta, hay dos caminos : uno por San Isidro
y otro por Poblazón. Por este último hay que subir el alto de Los
Pesares, mas á nadie debe pesarle de ese ascenso, por la bella pers-
pectivi que se goza de su cumbre, una de las más pintorescas del
mundo. Los detalles del relieve son extraordinarios y caprichosos,
y las habitaciones aparecen como asomadas en los declives de las
montañas vecinas. Desde allí se descubren por una parte el valle
ardiente del Cauca, y por otra las nieves del Puracé y el Huila.
La hermosa cascada del río Vinagre, una vegetación vigorosa y
un clima suave, contribuyen á porfía á hacer agradable el punto.
En seguida se baja al pintoresco valle de Coconuco, regado
por el Cauca, donde está el pueblo de ese nombre, cerca de varias
aguas termales. Por dondequiera se hallan las huellas de las erup-
ciones del volcán, y por todas partes las aguas se precipitan en
causeadas bañando altas paredes rocosas de aspecto columnario.
Nueva OsoGRArÍA di G>lombu 447
Después el camino pasa por el pueblo de Puracé, no lejos del
mismo rio, encontrándose antes, en el lomo que divide los valles
de Cóconuco y Anambío, una sabaneta desde la cual se ve dicho
pueblo como en anñteatro, junto con el llano del Corazón, as( lla-
mado por su fígura, y cortado por barrancos profundos. Desde
allí se ve en toda su belleza la serranía de Pusná y la cascada del
Molino, ocultándose entre tanto en el bosque la estupenda del río
Anambío. 5.i>, el flanco septentrional del^volcánjá la altura de los
páramos, salen de entre la roca varios chorros'de'ag^ acida y
caliente que se unen para correr por una estrecha y profunda
^eta, de difícil acceso, y de más de 10 kilómetros de longitud, al
cabo de los cuales el torrente — Río Pusambío ó Vinagre-«-ha per-
dido su elevada temperatura anterior. Al llegar frente al pueblo
<le Puracé se precipita de una comisa de roca, formandd la cas-
cada que se llama Chorrera de San Antonio, de 80 ms. de altura.
No es difícil llegar al pie del salto, pero no es posible permane-
cer allí mucho tiempo, porque el agua acida ocasiona eñ los ojos
una picazón insoportable.
Más abajo del salto el río en cierto punto mide 24 metros de
anchura, con sólo o" 10 de fondo y velocidad de un metro por segun-
do, y segdn Boussingault, cada hora p>asan por allí, disueltos en el
agua, más de i,3CX> kilogramos de ácido hidroclórico y 1,600 de
icido sulfúrico.
Por poco trecho corre el Vinagre en medio de altos p)aredo-
nes de roca para precipitarse de nuevo, á 100 metros de altura, en
un vasto anfiteatro tajado en la peña. Este segundo salto se llama
la Chorrera de las Monjas (Fig. 163). Un pequeño trozo dé roca en
forma de escalón recibe el choque de las aguas, las que al caer
elevan una nube de vapores en medio de las cuales se ven despren-
derse por última vez á 20 ms. de profundidad y precipitarse por en-
tre rocas de formas extravagantes, las que abandona pronto para
recoger las ondas puras del San Francisco, que nace en la serranía
de Pusná, y las del Anambío, y así reforzado arrojarse al Cauca, á
cuyas aguas da sabor á vinagre, por 12 leguas, ó sea hasta la boca
del Palacé.
Para llegar al volcán hay que atravesar los campos bien cul-
tivados de los indígenas, alegres, pintorescos y rodeados de zarzas
cuyo vivo y elegante follaje contrasta con las negras y quebradas
montañas que rodean al Puracé (Fig. 92). Esas cumbres, sobrepues-
tas como en escalones, terminan en una mancha de arbustos que
sube hasta los 3,500 ms. de altitud, á la cual aparecen los pajonales
donde los indios mantenían ganados antes de que los hubieran ma-
leado las cenizas y el lodo del volcán. En efecto, á medida que se
sube, se ve en las plantas muertas y secas los destrozos causados
por las erupciones. A S kilómetros de distancia ya se oye el ruido
producido por los gases al salir por las bocas viejas ; se percibe el
olor del ácido sulfúrico, y las partículas de azufre que transporta el
aire pican los ojos. A los 3,800 ms. la capa de lodo mide algo más
de medio metro de espesor; á los 4,200 excede de un metro; á
los 4,400 desaparece todo vestigio de vegetación, y á los 4,600
principia la cintura de hielos eternos, en parte también cubierta de
lodo. La temperatura del suelo es casi insostenible, lo mismo que
NuivA Geografía de Colombia
la fuerza con que salen los fluidos elásticos aun por las más pe-
queñas grietas, que se ensanchan con el tiempo. £1 viento no puede
inclinar la gruesa y espesa columna de humo sino á más de los 50
ms. de altura ; el ruido es tan intenso, que dos personas próximas no
s lid Vinagre ; Chorrera de Las Monjas, según el álbum
úe la Comifión Corugrática — Inédito
pueden conversar, aun cuando lo hagan con toda la fuerza de sus
pulmones ; y el silbido tan continuo y agudo, que iguala el bramido
del viento en una violenta tempestad, por lo cual es aterrador. Esto,
las molestias físicas y el esfuerzo necesario para evitar ser arrastra-
do por el ímpetu del viento hacia la boca del cráter, causa terror en
las personas tímidas, A lo que se agrega la lobreguez del lugar por
la niebla que lo envuelve de ordinario, por lo cual los indios consi-
deran el cráter como una boca del infierno, á la que no se debe
mirar. El volcán de Puracé se mantiene desde hace medio siglo en
plena actividad, y sus erupciones son frecuentes.
Nueva. Geografía de Colombia 449
El valle del Cauca — Al contemplar el espacioso valle del Cauca,
en Colombia el valle por excelencia, y la configuración del suelo
por donde corre el río, lo primero que ocurre pensar es que allí
existió en otra edad un inmenso lago que desaguó hacia el N. por
el cañón de Antioquia ; pero las pruebas no son concluyentes para
mantener tal «suposición. En todo caso, mucho tiempo ha sidí) nece-
sario para que las tierras acarreadas diariamente por las aguas de
las serranías hacia las partes llanas, hayan podido levantar y for-
mar esos planos inclinados que, como otros tantos glacis, terminan
sobre las en parte aún anegadas riberas del Cauca, el cual, con
paso mesurado y tortuoso, corre hoy por las intersecciones de los
diferentes declives que se forman en las bases opuestas de las fron-
terizas cordilleras, fértiles unas, ingratas otras.
El valle del Cauca, por su estructura y sus tierras mezcladas
de pastos y de campiñas, es una de las riquezas de Colombia. Allí
la vista presenta lo que hay de más delicioso en un paisaje : cues-
tas y montes, valles y llanos, campos cultivados y tierras incultas,
bosques y praderas. El suelo se presta maravillosamente para la
cría y la agricultura.
El aspecto del valle en general es uniforme en su constititución
física, y mirado de S. á N., desde una altura como de 30 ms., de
cualquier punto que sea, presenta una planicie que forma hori-
zonte, encajonada entre altas cresterías. Los árboles frondosos que
están en primer término, en medio de las tierras tapizadas de gra-
míneas, cubren grandes espacios, pero dejando siempre ver la
prolongación de las sabanas y de los bosques, que se confunden
entre sí, matizados de lindos colores y orlados de palmeras, hasta
que la vista no descubre sino un plano amarillento ó verde, eri-
zado de columnas de humo que indican las labranzas en donde se
están quemando las plantas abatidas para que las reemplacen
otras, ó los pajonales altos y secos, para que den pastos más fres-
cos á los rebaños, segün la errónea creencia popular. El todo de
este cuadro encantador se descolora en los confines azules del cielo.
El ganado crece y se multiplica en estos privilegiados para-
jes casi sin los cuidados del hombre, y pasa los ardores del sol
bajo la sombra de hermosos grupos de árboles, en especial del
guásimo, cuya fruta le refresca y le sirve de alimento. Tras los
pastos vienen las labranzas y haciendas ; y si aquéllas tienen por
centro una humilde cabana, éstas se distinguen por sus bellas ca-
sas de campo. Allá, entre el plátano y la yuca, se encuentra el po-
bre ; acá, lindas alamedes de árboles frutales conducen á las ha-
bitaciones del rico.
Los bosques hacen que las ciénagas conserven sus aguas todo
el año ; mas en cambio producen pastales verdes, donde se refu-
gian las crías en el verano, y donde se hallan los cerdos en gran-
des manadas que fácilmente se mantienen con los frutos del mon-
te. Las ciénagas, en fin, dan lugar á las barrancas del río Cauca,
revestidas de una vistosa vegetación y cubiertas de pobladores,
á causa de la fertilidad de la tierra, la cantidad de animales silves-
tres y la abundancia de pescado. La parte llana es, pues, la más
habitada. La porción alta de la serranía permanece casi desierta
y es el refugio de las fieras.
450 Nueva Geografía de Colombia
En la especie de selva que viste todas las orillas del Cauca se
descubre siempre la guadua, la más colosal y majestuosa de nues-
tras gramíneas, y de la que sacan inmenso provecho los mora-
dores de estas comarcas, pues la emplean tanto para la construc-
ción de las casas, como para las cercas de las heredades, entrela-
zándolas de varios modos, y para la defensa de las plantaciones de
cacao, caña, maíz, yuca y plátano, contra los ganados que pacen
en los prados vecinos.
Diferentes clases de enredaderas de variadas ñores hermo-
sean los bosques caucanos, que en la época de las lluvias se encuen-
tran en muchas partes inundados hasta la altura de 2 ms. Las aguas
turbias de las crecientes dejan una marca notable en los troncos
de los árboles, á cuyos pies depositan un limo fértil, que suministra
nueva fuerza y vigor á la vegetación. Ese mismo depósito de par-
tículas terreas acarreadas por las crecientes, va luego paulatina-
mente levantando el suelo y preparando para las edades venideras
un terreno feraz que hará desaparecer las ciénagas y lagunas que
se encuentran dentro de la selva ó entre ella y las praderas. Estas
reciben también periódicamente el beneficio de los despojos de la
tierra vegetal que baja de la cordillera y se deposita en ellas, le-
vantando asimismo el plano inclinado y fertilizándolo.
La abundancia de animales silvestres que hay en los montes
de las orillas del Cauca, suministra carnes diversas, aunque el plá-
tano, que no cesa de dar colosales racimos, es por sí solo suficien-
te para el sustento de las familias, pues en esta comarca el hom-
bre puede ser criador y agricultor á un mismo tiempo, y no nece-
sita de casas abrigadas ni de vestidos costosos, gracias á lo ele-
vado del temperamento. Además, tiene el recurso de la pesca, que
es muy ahondante en verano cuando las aguas bajan, pues enton-
ces queda el pescado aprisionado en las ciénagas y lagunas, y se
puede recoger con rara facilidad y sin gastos. Por desgracia, casi
exclusivamente de él vive entonces la gente pobre, y esto le produce
fiebres peligrosas, porque el pez en esa época se nutre de vege-
tales podridos, ó enferma por la impureza y estancamiento de las
aguas.
En los fértiles terrenos del valle el plátano dura un siglo, el
cacao más de medio, el maíz da en el año dos abundantes cose-
chas, y la caña de azúcar produce por muchos años sin necesidad
de renuevo ; al paso que bajo la espesa sombra de las ereírinas,
adornadas de ñores encarnadas, progresan las plantaciones de ca-
cao, ostentando sus abundantes mazorcas, pegadas ya á las ramas,
ya al tronco, ya á las raíces mismas.
Anualmei.te desborda el Cauca á consecuenc a de la acumu-
lación de las arenas en su cauce, las que depositándose en el fondo,
hacen replegar el agua hacia las márgenes. Cuando llega la épo-
ca de las grandes crecientes, el recipiente general no puede con-
tener las aguas dentro de sus bordes, y entonces se derraman por
todas partes hacia la llanura, pasando á veces la línea de las sel-
vas y penetrando hasta en las sabanas. Los tributarios que no
pueden descargar en el Cauca, por encontrarlo entonces perpen-
dicular á sus corrientes, salen de madre, y extendiéndose sobre las
praderas en las partes planas, forman algunas ciénagas, princí-
Nueva Geografía de Colombu 45 1
pálmente en los terrenos cubiertos de bosque. Al bajar las agxias,
muchas de ellas quedan rebalsadas y sin poderse abrir paso al río
principal. Algunas, expuestas á los grandes calores del sol, se eva-
poran fácilmente ; mas no sucede lo mismo con las que quedan en
donde la espesura del bosque impide la acción de los rayos sola-
res. Los vegetales que se encuentran en estas aguas estancadas,
contribuyen luego á descomponerlas y á viciar la atmósfera, con
lo cual se producen las calenturas llamadas tercianas^ de que se ven
atacadas constantemente las gentes que viven en esos lugares ce-
nagosos.
Hacía el mediodía pertenecen al valle las terrazas y valle-
juelos en que sobre él mueren los relieves que lo dividen de las
tierras de Popayán. Al pie de la cordillera central y por consi-
guiente del majestuoso Huila, donde la altiva cumbre está consti-
tuida por peñolerías á cuál más caprichosa, se abre el valle de
Toribío y Jámbalo, que guarda una de las cabeceras del Palo, y al
opuesto lado amurallan relieves de tope bajo y aplanado, desde
algunos de los cuales se descubren en magnífíco contraste los lla-
nos ardientes del Cauca y los hielos eternos del Huila.
Bajando de estas últimas cumbres se encuentran los valleci-
tos auríferos de Caloto y Santander y se ve dilatarse hacia el N.
la llanura cuyo horizonte se confunde con el lejano azul del cielo,
mientras que al S. un agrupamiento de cerros no muy altos, rami-
ficaciones del Munchique de Santander, impiden la vista de que
forman parte la Chapa y la Teta sobre el valle de Popayán y la
hoz por donde de éstos sale el Cauca, no lejos de la Balsa, para en-
trar á la llanura casi por su centro. Es en este lado de Santander
donde la llanura, cerca del paso de la Balsa, abajo de la Bolsa,
encierra quizá mayor numero de ciénagas, entre ellas la de Taula,
que se convierte en un pequeño mar en invierno, y de casi todos los
rumbos del horizonte convergen hacia ella ríos de algún caudal.
Empero, las bellezas de esta ondulada zona se pierden absorbidas
por la magnificencia del conjunto de esta tierra caucana por exce-
lencia.
Caminando por el valle es como se pueden apreciar los detalles
pintorescos que se ofrecen á cada paso. Desde la región de San-
tander se ve la gran llanura estrechada frente á Buga ; avanzando
hacia el N., los cerros azulados de aquella ciudad ; y de Buga,
mirando hacia Cartago desde alguna pequeña eminencia, el cerro
de Anserma Nuevo, junto con la elevada mesa que queda entre
los ríos Consota y Otún, la que estrecha el valle hasta formar la
garganta por donde al parecer se abrieron paso las aguas. Al
Oriente una enorme masa de rocas, cubierta con una vegetación
densa, forma las crestas de la cordillera del Quindío, cuyos gruesos
y altos estribos avanzan hacia el valle, desnudos de montaña, y
mostrando desde lejos en los declives los manantiales con sus
grandes masas de verdura, y como suspendidos de las rocas que
descienden al valle. Las sabanas se presentan con planos ligera-
mente inclinados, revestidos de muchas reses y crías de caballos,
y con una que otra choza adornada de árboles frutales y cercada
de hermosas y colosales guaduas, cuyo ornato uniforme da al
paisaje cierto aspecto encantador. Al Poniente se dilatan las cum-
bres de la cordillera del Chocó, menos altivas, pero no menos pinto-
452 Nueva Geografía de Colombia
rescas por los pedregosos estribos que avanzan hasta cerca del río
para formar curiosos portachuelos, que son verdaderos miradores,
por la multitud de cañadas y vallecitos que estrían su naneo, y en
fin, por las numerosas depresiones que ofrece su lomo de formas
más iguales.
Al mediodía, en la banda izquierda, entre el río Asnasü 6 Agua-
blanca y el de Cali, están las bellas planicies de Jamundí, las más an-
chas de este lado, al pie de los cerros de Jamundí, que se presen-
tan llenos de gramíneas y con selvas solitarias en sus crestas. Los
habitantes, esparcidos en la llanura cubierta de pastos y de gana-
dos, y cruzados p)or varios ríos, viven en chozas fabricadas con
guadua, que tanto abunda en las orillas del Cauca. Los ríos que ba-
jan de la cordillera están revestidos de una faja de árboles frondosos,
lo cual es propio también de las cañadas que forman los pliegues
de los cerros, donde filtran las aguas que caen sobre las lomas. Es
admirable el contraste que forman estos bosques de fresca verdura
con el amarillento color de los pajonales que cubren las tierras que-
bradas, en los cuales se refugian los ganados, huyendo de las ave-
nidas de las partes próximas á las riberas, y en busca de un clima
más benigno y alimentador.
El aspecto imponente de los Farallones sobre las cumbres de
la cordillera del Chocó, en figura de pirámides agudas, como tes-
tigos elocuentes de las convulsiones del terreno, indica á largas
distancias el camino del Pacífico y la posición de la ciudad de Cali,
á la cual dominan, presentándose á sus moradores en perspectiva
caprichosa y en agradable contraste con los cerros redondeados
que la avecinan y con la monótona llanura del pie, que sigiie^acia el
N. más angosta, como faja uniforme de verdura, salpicada de her-
mosas palmas de coco. A su frente y de un color oscuro, se eleva
la cordillera andina del Quindío, que tiene por último peldaño el
dormido Huila, que ceñido de fulgente diadema, se destaca sobre
un cielo azul que hace resaltar sus tres cüpulas unidas por una
sola masa de nieve, y cuyas quiebras se pueden distinguir perfec-
tamente cuando están bañadas por los rayos del sol (fig. 164).
La posición de Cali es pintoresca. Rodeada de amenas huer-
tas, en que los árboles más hermosos ostentan su follaje junto á los
culminantes cocoteros ; adornada de buenos edificios y con un her-
moso río que baña una parte de la ciudad, no hay duda que su con-
junto es uno de los más hermosos del valle, en el cual será siempre
la escala del comercio con el Pacífico, puesto que guarda la puer-
ta que formó la naturaleza, rebajando con tal fin la cordillera en
la ruta hacia el mar.
Desde Cali hasta cerca de Roldanillo, el aspecto del país es
uniforme, y solamente de esta villa y hacia Toro se ensancha la
llanura un poco más. Los cerros casi á ¡guales alturas, tapizados
de gramíneas con manchas de monte, cubren los altos valles donde
se originan el Dagua, el Calima y el Caja marca, guardan fértiles
tierras y por ellas atraviesan diversos caminos que conducen al
Chocó, drj los cuales alguno para peatones simplemente. Las bases
orientales de esta cordillera descansan, con ángulos entrantes y sa-
lientes, sobre hermosas vegas cubiertas de ¡castos para crías, ó
de huertas de plantas menores. Hay aquí varios pueblos, bastantes
Nueva Geogkafi'a de Coloubia
caseríos y numerosas labranzas de cacao y de caña, regladas á lo
largo ó en el bisel del camino, que va constantemente al pie de la
serranía, dominando la llanura que se inclina sobre las márge-
nes del Cauca, cubierta de árboles y gfuaduas, bajo cuya sombra
crece espontáneamente y en abundancia la aromática vainilla.
La banda derecha hasta Buga está llena de pueblos, hacien-
das, labranzas y ganados. Esta porción es la más extensa de la lla-
nura y constituye lo que en el valle se llama //anc grande, en cuyo
centro está Palmira, la rica ciudad rival de Cali. Aquí en la serra-
nía no es notable sino el boquerón por donde desciende el río Amai-
me, á causa de presentar una vista más imponente que el resto de
la serranía. Una muralla colosal de rocas se presenta á la vis-
ta, distinguiéndose de trecho en trecho la piedra viva por en me-
dio del follaje oscuro de la vegetación. Los ceiTos cortados casi
perpendtcularmente y de una altura estupenda, por donde bajan
las aguas que fecundan el desierto valle de Chinche, dejan percibir,
sin embargo, las estrechas hendiduras por donde brotan las íuen-
454 NuxvA Geografía de Coloxbia
tes, cuya humedad, difundida en contomo, favorece el crecimiento
de los grandes árboles. Donde faltan las aguas y las grietas, los
cerros no tienen más que pajonales, verdes en una parte del año, y
en la otra amarillentos y agobiados por los ardores del sol.
De Buga hasta Cartago la perspectiva se modifica, pues del
lado de la cordillera los cerros parecen sucederse en alturas dife-
rentes y como en anfiteatro, dejando ver el pico llamado Pan de
Azúcar, que señala el punto de la primitiva fundación de Buga, que
estuvo á sus pies, en tierra fría. La actual ciudad encuentra pesca
en abundancia en el vecino río y en las ciénagas cercanas.
La posición de Buga es bella : está situada á orillas del río de
las Piedras, y es pintoresca la vista de los cerros y haciendas de
los alrededores. La edificación es sólida pero sin gusto, y el lugar
es muy frecuentado por los peregrinos que atrae la fama de su
Santo Cristo.
Más adelante, desde Tuluá, se ve la quiebra por donde sale
el río que baja del valle del Espíritu Santo ; aquí se presentan los
cerros en primer término agudos y escarpados, con peñascales y
precipicios, y en el segundo con peñones y riscos que cubren el
valle de Barragán. Por aquí cruza la pésima trocha que atraviesa
los páramos de Cumbarco y Miraflores y termina en el Chaparral
(Tolima), la cual mide 75 kilómetros, pero no sirve para bestias.
La llanura hasta el río de la Paila se presenta bella y anima-
da por las cejas de monte y los guaduales que adornan las quehra-
das y los ríos ; hermoséanla los caseríos y pueblos situados en el
camino ó cerca de él, en su mayor número en las orillas del Cau-
ca, algunos en la falda de la cordillera, la cual en su remate no
presenta ya grandes masas sino una serie de colinas con quiebras,
que se suceden cubiertas de vegetación. Desde el camino se ve
perfectamente la parte plana, con los ganados, las cabanas y ca-
seríos y los bosques que cubren el curso del Cauca, y termina la
perspectiva la cordillera del Chocó, en parte desnuda y en parte
cubierta de bosques; al paso que al Oriente los promontorios
mencionados impiden la vista de las majestuosas montañas de Ba-
rragán, en las que algunas veces cae nieve y donde tuvo sus do-
minios el Cacique Calarcá. Cuanto al río, de un lado tiene vistosas
sabanas, y del otro una vegetación vigorosa en que la guadua
desafía á las otras plantas por su corpulencia, su elegancia y su
belleza.
Del río Paila 'á Cartago no es la cordillera propiamente dicha
la que domina el valle, sino el ramal denominado Serranía de los
Pijaos ó de Yarumal ; por esto los cerritos y pequeñas colinas lle-
gan hasta las orillas del Cauca, y el terreno presenta partes llanas
y partes combadas, en todas las cuales predominan lar gramíneas
sobre los altos árboles. Las labranzas abundan más que las ha-
ciendas, y ahora la parte propiamente plana del valle está en la
opuesta ribera del río ; sin embargo, el paisaje es alegre por su
variedad. Subiendo sobre alguno de los cerritos que lo dominan,
se presenta el cuadro en toda su extensión, en el cual sobresalen
las llanuras de Toro, Hatillo, Hato de Lemos, con sus ganados, ca-
caotales y numerosos caseríos en las vegas del río, donde las sel-
Tas son inútiles para la agricultura, por cuanto en ellas la inunda-
ción invernal, conforme se dijo, sube dos metros.
Nueva Giogeapía db Colokbu
En el valle s<5lo se ven algunas pocas matas de algodtín, y eso
mal cultivadas ; los trapiches de caña est^n en la infancia ; las
plantaciones de cacao y café son pequeñas ; los riegos son desco-
nocidos, y las aguas navegables utilizadas apenas. ¿ Cuál es la ra-
zón de este atraso? La falta de caminos que permitan llevarlos
frutos del valle á otros mercados, y la facilidad con que el hombre
satisface sus más premiosas necesidades.
La ciudad de Cartago, remate occidental del famoso camino
del Quíndfo, está situada en una bella planicie á orillas del sin
igual río de La Vieja, dominada en lontananza por el Nevado del
Quindfo ó San Juan, que le demora casi al £. Adelante de Carta-
go se encuentran algunos risueños caseríos, á los que sigue la flo-
reciente población dePereíra, á orillas del Otün, establecida sobre
la primitiva fundaci<$n de Cartago, á la cual ha destronado como
centro comercial de la comarca. Hace poco tiempo alli no habfa
sino imas pocas viviendas que parecían sumergidas en un oc&no
de verdura; era allí la guadua tan abundante, que ocupaba miríá-
metros cuadrados enteros, sin permitir la vegetación de ningiin
45^ Nueva Geografía de Colombia
otro árbol, principalmente sobre las orillas del Cauca, en donde
aun los guaduales son casi impenetrables, y donde nadie habita
por lo cenag^oso del terreno y lo mortífero del clima. Más allá, en
un llanito de clima templado y ambiente perfumado, está la po-
blación de Santa Rosa de Cabal, al pie del Nevado Cisne, que de
allí se ve surgir casi de repente de entre verdes y aterciopelados
oteros, donde pacen blancas reses. En adelante, análogo cuadro
se encuentra por San Francisco y la Villa de María, hasta el río
Chinchiná, límite no sólo del Departamento sino del valle, pues en
su margen derecha ya las colinas y cerritos se convierten en ver-
daderos estribos ; allí principia la tierra de Arma.
Al otro lado del río Cauca, en la serranía de Belalcázar, desde
las faldas de los cerros se domina el valle poco poblado por don-
de corre el río Risaralda, y que es como una ensenada del inmen-
so de aquél. La vía que lo recorre es malísima, pues por la abun-
dancia de las aguas, lo espeso de la selva y lo llano del terreno,
se reduce á un continuado lodazal. Encima del cuadro, con sus
formas desnudas y caprichosas se alzan los cerros de Tatamá,
cuyos picachos de peña desnuda parecen ruinas colosales de un
mundo anterior.
La serranía de Belalcázar es baja y rica en minerales afama-
dos como son los de Riosucio, Supía y Marmato, llenos de impor-
tantes centros de explotación, por lo cual además de esas pobla-
ciones hay numerosos caseríos de mineros, sin que falten algunas
cabanas de agricultores. En estas regiones el paisaje tiene un mar-
co de belleza imponderable : al Ocaso las cumbres salvajes de la
cordillera del Chocó, al N. las del Oro, y al E., después de dilata-
da y agreste falda, las cimas heladas del Quindío.
Si del valle ascendemos á la cordillera del Quindío por el ca-
mino que especialmente lleva este nombre, la vegetación no mo-
difica su lozanía y vigor, pero sí cambia las plantas como conse-
cuencia de las modificaciones de la temperatura á medida que se
asciende. En el alto del Roble, al dirigir la vista hacia el Sur, al
valle de La Vieja, es tal la uniformidad de los relieves que lo lle-
nan y tan espesa la selva que los cubría, que todo parecía un in-
menso llano desierto. Hoy ese aspecto se ha modificado en parte,
porque á lo menos entre el camino y el río se encuentran varias
poblaciones de agricultores antioqueños que con sus casitas y labo-
res alegran el paisaje. Por la ruta del Quindío, ni aun en la
cumbre de la cordillera falta la vegetación arborescente.
Los cañones de Arma — Entre las ondulaciones que cierran por
el N. el valle del Cauca y las terrazas meridionales de la acrópo-
lis antioqueña, por una parte, y por otra entre la relativamente
baja serranía de Belalcázar y las empinadas cumbres de la cordi-
llera central, se dilatan las tierras de Arma, caracterizadas por el
enorme número de cuchillas, estribos y cañones, ó sea valles pro-
fundos que, como los de Popayán, del Oriente bajan á morir sobre
la grieta del Cauca, que por el pie de Belalcázar corre impetuoso
de S. á N., es decir, á la izquierda de los cerros del Oro y de sus
afluentes Risaralda y San Juan, de opuesto rumbo. Al frente del
Chinchiná se alza casi de repente una cuchilla que forma hacia su
parte media una especie de península en cuyo cuello se destaca Ma-
NusvA GeogkafÍa de CoLomiA 4j7
nizaleSy casi en tierra fría y por lo mismo dominando vastísimo ho*
rízonte. Hace algo más de medio siglo en esa comarca sólo iqi.
peraba la selva virgen, talada en corto tiempo por el vigoroso bra-
zo de los antioqueños, para cubrir el suelo de sementeras y dehe-
sas donde pacen lustrosos rebaños.
Dominando el conjunto desde un sitio elevado, se dilata el hori-
zonte porque los ramales de la Cordillera Central se suceden unos
i otros, y casi todos alcanzan una' misma altura y dejan entre sí
estrechas y profundas quiebras por donde corren precipitadas las
aguas que bajan de los páramos. Se ven allí del lado oriental las
masas desprendidas de esa mole desnuda, que constituye el grupo
de los nevados del Quindío, cubierta en algunos puntos por pajonal,
y de la que se destacan con formas diversas los promontorios agu-
dos ó destrozados que forman los páramos desiertos é inaccesibles
y las cresterías nevadas que hacen parte del Ruiz y del Santa Isa-
bel, mientras que hacia el Ocaso los ramales decrecen hasta con-
vertirse en llanuras ceñidas por los recodos del Cauca, en partes
aún cubiertos de guaduales, por lo cual á distancia semejan ame-
nas y solitarias praderías. Más allá, al otro lado del Cauca, al pie
del Oro, la baja serranía de Belalcázar, roída hacia Marmato y pro-
longada luego con el ramal de Caramanta, no impide la vista de
los topes culminantes de la Cordillera Occidental, como son los
cerros peñascosos que forman los farallones de Caramanta y pa-
recen torres aisladas, así como el Cerro Amarillo, que semeja una
fortaleza feudal levantada sobre una eminencia. Ese terreno alto
y quebrado contrasta con el tendido y casi llano del Cauca, temi-
do por lo insalubre, pero donde el hombre ha sentado ya sus rea-
les, y, á lo menos en las faldas y lomos que lo dominan de cerca,
aparecen los cultivos y ganados y las nuevas poblaciones de Val-
paraíso y Támesis.
Siguiendo de Manizales hacia el N. por Neira y Salamiria,
como el camino cruza hacia su mitad la falda de la cordillera, la
perspectiva es hermosa: por dondequiera cerros con subidas y ba-
jadas rápidas, entre sí separados por hondas quiebras ; jirones de
la antigua selva que cubría estas breñas y que adn subsiste hacia la
enhiesta crestería; numerosos cultivos, rebaños, viviendas y caseríos,
alegres y aseados. En una palabra, por todas partes paisajes que
causan el embeleso del asendereado caminante. En las inmedia-
ciones de Salamina se modifíca el paisaje, pues aumentan los cul-
tivos, y la población se divisa sobre una meseta despejada y como
aislada del resto por los torrentes vecinos. En vez de las antiguas
selvas se ven lomas cubiertas de pastales que se elevan hacia el
N. y van costeando el Cauca, en tanto que el río Pozo corre á
gran profundidad. Elevadas escarpas peñascosas con paredones
enormes por donde bajan como sepultados los torrentes, imponen
al mirar por esta parte la cordillera ; mas á medida que se avanza
por Pacora hacia Aguadas, el relieve es más variado y el suelo más
cultivado si cabe. Desde un cerrito cerca de este último pueblo, an-
tiguo cementerio, se goza de una vista dilatada y bella por el con-
traste del terreno, quebrado de distintos modos, y en el cual alter-
nan pastos, pueblos, caseríos, selvas y cerros de variadas formzis.
Nueva Geografía de Cohmlña , TOMO 1-30
453 Nueva Geografía de Cólombu
Mirando hacia el Sur se ven, como en escalones^ las cuchillas
que se han ¡do atravesando, y Pacora se presenta en un vallecito y
Salamina en su meseta. El alto Alegría cubre á Neira y Manizales,,
pero no impide la vista del Ruiz, cuyos nevados picos 96 destacan
más altos que las nubes, las que sentadas en el límite de la veg^e-
tación, parecen detenidas ahí por una fuerza superior. Volvienda
la vista al SW., se distingue la hoya prolongada y profunda del
Cauca y los cerros que la cubren, amarillentos por las 3^'erbas se-
cas, terminando repentinamente en las vegas ora estrechas, ora ex-
tensas del río, y además los pueblos de Támesis, Caramanta y San
Juan de Marmato, junto con los derrumbes de la pelada loma de
la afamada mina de este nombre. El horizonte lo terminan y cie-
rran los dientes que forman los Farallones del Zitará y los agudos
y particulares picachos de Tatamá, todos parte de la cresta occi-
dental de los Andes ; y algo más cercana, de este lado del Cauca^
la meseta rodeada de cerros donde existió el pueblo de Arma^
antes floreciente villa de sombríos recuerdos históricos.
Hacia el N£., por las llanadas de Caramanta, se sigue el
curso del Cauca por más de 10 leguas, hasta que tuerce en arco-
en busca del Cañón, y en dirección al N. se ven las confluencias de
los ríos Arma (en el Cauca) y Publanco (en el Arma), el cerro-
Bravo, en forma de pan de azúcar, los pueblos de Fredonia y San-
ta Bárbara, el alto de Montebravo, á cuyos pies está Zabaletas, á.
un lado de la loma de Purima, rica en oro, y el picacho de San
Vicente. Inclinando la vista al NE., se distinguen los picos agudos
y variados de las Palomas y el alto de los Parados, de donde se
desprende el tendido páramo de Sonsón, de ordinario perdido entre
las densas nubes que ciñen la cadena.
En el camino para Abejorral, es decir, en la travesía del
enorme cañón de Purima, que entre pendientes flancos guarda el
correntoso raudal del río Arma, el de Sonsón forma una cascada
entre dos grandes peñas que cubren su remate ; esto no obstante,,
el volumen de agua dibuja muy bien la hermosa faja blanca que
brilla á los rayos del sol. La ciudad de Sonsón ocupa una llanada
de 4 leguas cuadradas, de la cual sale el río por una hoz, á preci-
pitarse en tres saltos, que juntos miden más de 200 ms., para se-
guir luego, turbulento, por entre peñas enormes, á tributar al pro-
fundamente encajonado Arma. Aquí, en las faldas que ascienden
á la cumbre para luego caer á la llanura de Rionegro, hay potre-
ros donde pacen numerosos rebaños, y siembras extensas y arbole-
das, resto de la selva que cubría todo el territorio hace poco más
de un siglo.
Transportándonos al páramo de Sonsón, es posible observar á.
lo lejos el curso de este río desde sus cabeceras, y también las ex-
planadas de los valles altos de San Félix, que mantienen rebaños,,
no obstante encontrarse en la región del frailejón, y cuya^ aguas
forman las cabeceras del Arma. Desde la cumbre del páramo
extiéndese la vista por las breñas enumeradas en el cementerio
de Aguadas. Además, hacia el N. se alcanzan á descubrir los U-
neamientos meridionales de las cuencas de Rionegro y de Mede-
llín; y hacia el E. se domina el territorio que fecunda el Samaná ;
pero aquí las variadas ramifícaciones de la cordillera se confunden
Nueva Geografía de Colombia
por la espesura del bosque y van ¿ perderse en las ardientes lla-
nuras del Magdalena, indicado su curso por una blanca faja de
vapores que contrasta con el color verdinegro casi apagado del
bosque en las lejanas perspectivas.
En el Alto Chagúalo, al cuadro descrito se agrega hacia el N.,
divisado por un abra del lomo de Pantanillo, el cerro particular del
Corcovado, cercano á la Ceja, en el valle del Rionegñ», que se dis-
tingue perfectamente de una altura próxima llamada Alto Pelado.
V — Las II0NTAÍ4AS antioqukñas — Al N. de las tierras caucanas
siguen las montanas antioqueñas, que avanzan á colindar con las
llanuras de Bolívar, y por lo tanto surgen entre el Chocó y el Mag-
dalena central, ocupando una anchura poco más ó menos igual á
la de las tieras caucanas; pero en vez de ser como éstas, un cajón
ó valle encerrado por dos serranías, presentan un relieve profun-
damente modificado.
En efecto, aun cuando al pie de la cordillera occidental con-
tiniia corriendo el rio Cauca, en vez de surcar un amplio valle, se
precipita por un angos-
to y profundo surco que
suaviza sus formas en su
parte ñnal ; además, la
ribera derecha del rio
no presenta aquf llanu-
ras ni cañones transver-
sales que desemboquen
en la vaguada principal.
Débese transformación
tal á que al N. del cañón
de Arma el tope de la
cordillera central se en-
sancha inesperadamen-
te hacia la izquierda y
forma una serie de te-
rrazas ó mesetas que se
abren ó inclinan á todo
rumbo, menos al que
ofrecen los cañones de
Arma, salvo en la parte
septentrional, donde á
la vez se rebaja enton-
ces la cordillera hasta
no ser sino mero con-
junto de colinas. En vir-
tud de semejante trans-
formación, el valle ó,
mejor, hoya del Cauca,
si continua abriéndose
entre las dos cordille-
ras, lo hace donde am-
bas se presentan con-
vertidas en mesas, la
^H : r 4^^
460 NutvA Geografía di» Colombia
del Chocó á la I., la de Antioquia á la D., y por lo tanto constituye
realmente lo que en geografía física se denomina un cañón.
Cuanto á la mesa antioqueña, presenta en menor escala una
disposición semejante á la que acaba de indicarse, ya que sus líneas
fundamentales tienen un surco ó cisura (Porce-Nechí), de rumbo
casi paralelo al del Cauca, abierto también entre dos mesas, menos
bien marcada la de la I., mejor delineada la de la D. La primera
comprende las breñas de Santa Rosa y los valles del Nechí; la se-
gunda abarca la altillanura de Rionegro y las derruidas cuencas
de Yolombó, Remedios y Guamacó, en general abiertas sobre el
Magdalena, y en el origen del surco que las divide, se abre el va-
lle que constituye el corazón de Antioquia, puesto que guarda á la
opulenta Medellín.
En virtud de lo dicho, las montañas antioqueñas pueden divi-
dirse en tres porciones : i .®, al Occidente, el cañim del Cauca, con la
cuna histórica del grupo etnográfico que ha dado nombre á estas
montañas ; 2°, al centro, los valles dei Nechí, que por un solo cau-
ce se unen al citado cañón, desde el punto de vista hidrográfico ; y
3 °, al Oriente, las mesetas del Nare, cuyas aguas vierten al Magda-
lena y, políticamente hablando, forman en cierto modo un territo-
rio rival del anterior.
Z7 cañan del Cauca — A la vista parece patente que la gran
quiebra del Arma se prolonga hacia el Ocaso, y por lo tanto que
el Cauca la aprovecha para cruzar por ella en busca del cañón,
que no es otra cosa que una sinclinal que principia en el valle de
su afluente el San Juan, la que aprovecha para enderezar de nue-
vo al N. en busca de las regiones bajas. En una^ palabra, el Cauca
envuelve por el SW. la acrópolis antioqueña, y de ahí las raras
formas de la región, donde diversos terrenos geológicos se inter-
calan unos entre otros y el oro aparece al lado de la hulla y de
la sal.
Hacia el mediodía del Cauca están los remates de las breñas
que dividen ese río del San Juan, las que á la derecha, entre lar-
gos estribos, guardan el curso del Cártama, que pasa entre las altu-
ras que sustentan los pueblos de Valparaíso y Támesis, centros de
cultivos, en tanto que en el remate del eje principal tiene su asiento
la ciudad de Jericó, de corta existencia y rápido progreso, quedan-
do dichas colinas entre los riachuelos Piedras y Mulato.
Las peñas desmoronadas que se ven cerca del camino de Ca-
ramanta á Fredonia, prolongación de las que dominan á esta últi-
ma, cerca de la cual se levanta el cerro Bravo en forma de pan
de azúcar, parecen haber sufrido grandes trastornos. No muy le-
jos de allí y en la misma línea, está el cerro del Sillón, y más ade-
lante, después de una depresión notable de la roca viva, se eleva
como un obelisco el singular cerro de la Tusa, que se alza 250 ms.
sobre los que le sirven de base y se pierden en planos inclinados
sobre las llanadas de las riberas del Cauca.
Mas si estos cerros son admirables por formar paisajes tan va-
riados como pintorescos, no lo son menos los de la vuelta, es decir,
los que se encuentran entre Titiribí y Amaga, y entre éste y He-
liconia, los cuales ya dominan el cañón propiamente dicho. Los
Nueva Geografía de Colombia 461
cerros de estos lug'ares ostentan diversas formas : el Corcovado
sus peñas inclinadas ; el de la Candela, desmoronado por la ero-
sión, muestra frag'mentos de todos tamaños, y en la descompuesta
cima ostenta grandes trozos de roca removidos de su lugar, entre
arenas auríferas. Por la estructura del relieve y sus profundas
quiebras dejan en el ánimo la idea de tremendas convulsiones.
Además, en esta comarca, y de ambos lados del Tusa, se encuen-
tran, junto con extensas labores agrícolas, notables explotaciones
auríferas y salinas.
Si antes de descender hacia la ciudad de Antioquia visitamos
el valle del San Juan, la perspectiva es diversa. Aquí preséntanse
sobre los Andes los picos graníticos de los cerros del Zitará y los
farallones del Chocó, á modo de ruinas de torres ó castillos alme-
nados, y de sus flancos se desprenden copiosas corrientes que for-
man quebradas y riachuelos de varia magnitud que bañan los cam-
pos de Andes y Bolívar y tributan al aurífero San Juan. Las
heladas cimas de la cordillera, en sus grandes depresiones cruzada
por los caminos de Quibdó y Chamí, á veces se muestran hechas
de roca viva de formas extrañas, á veces se tapizan de frailejón y
de gramíneas por entre las cuales asoma la peña, y en pocos lu-
gares las cubre vigorosa vegetación. Al descender por los estribos
ó por las quiebras profundas que las separan, encuéntranse frondo-
sas porciones de bosque que alternan con los cultivos y las minas.
De antemano, en los puntos equidistantes entre la cima y la vagua-
da, por la composición del suelo, no podían crecer grandes árboles
sino meros arbustos y tupidas gramíneas, lo que facilitó el progre-
so del país.
Al lado opuesto, ó sea al Oriente, se alzan las enormes cum-
bres del Oro, que dominan por esta parte las cabeceras del San
Juan ; pero el ramal que de ellas se desprende hacia el N., tras
pasar al respaldo de Jardín, se rebaja rápidamente, sosteniéndose
en seguida con mediana altura hasta Jericó.
Cuando el Cauca en las cercanías de Titiribí, ó mejor dicho,
en la boca del San Juan, cruza al N. y entra al cañón, se le ve con
escasa fuerza en la corriente y bañando pequeñas vegas, en las
cuales se pierden normalmente los estribos de las próximas cordi-
lleras. De uno y otro lado cortan los cerros estrechas quiebras,
por las cuales bajan presurosos torrentes á derramarse en sus on-
das, revelando la rica vegetación que adorna las riberas de sus
cauces, la feracidad del suelo de esas hondonadas. Las lomas que
las guardan están cubiertas de gramíneas, que interrumpen algu-
nos manchones de monte ; mas á medida que yuxtapuestas se ele-
van á las regiones templadas y luego á las frías, tanto del uno
como del otro lado, se las ve revestirse de arbolado que embellece
sus cimas ; sólo los altos pico? de San Mateo y San José á la iz-
quierda, y de Canoas y Empalizada á la derecha, se destacan des-
nudos ó apenas cubiertos de arbustos y de pajonales.
En medio de esas extensas y variadas lomas, donde se ven
pacer los ganados y las muías, se destacan las limpias y humildes
viviendas de los labradores. En la banda occidental se encuentran
los pueblos de Concordia y Ansa, en tanto que en la oriental se
muestran Titiribí, Heliconia y Ebójico, éste rodeado de cerros y
462 Nueva Geografía de Colombia
por lo tanto en una especie de valle que adornan numerosas se-
menteras.
Tal es el paisaje hasta enfrente de la Quebrada Seca, donde
cambia, pues al parecer los cerros se abren para dar campo á
una espaciosa llanada compuesta de planos inclinados que des-
cienden de las alturas que la circundan casi por todas partes y
que hacen un hermoso contraste con las planicies que aquí y allá
se elevan en diversos sitios formando escalonadas terrazas. En los
terrenos de acarreo se ven cerros con barrancas, desmoronados
por la erosión, y en la llanura se encuentran piedras rodadas (can-
tos erráticos) por todas partes.
Recorre la llanura, por un lado, el Tonusco, cuyas orillas
están decoradas por árboles frutales y sementeras que destruyen
la natural monotonía de las planicies limpias y de las lomas pela-
das que incendia un sol abrasador que hace más apetecible al via-
jero la sombra de los árboles y la frescura de las aguas. La anti-
gua ciudad de Antioquia se muestra con sus torres y sus templos,
sentada en la planicie, entre las frondosas vegas del Tonusco y
una alta y vistosa meseta ; al frente se extienden labranzas con
árboles frutales y palmeras de coco, y á la espalda se levantan en
anfiteatro lomas cubiertas de gramíneas, por entre las cuales se
dejan ver las elevadas y lejanas cimas de los Andes, casi siempre
coronadas de nubes. Reina allá el frío con una humedad constante,
y acá el calor con una perenne sequedad, de donde proviene aca-
so su salubridad. Con sólo andar unos S kilómetros, ó sea hasta la
Casa de Teja, vivienda sobre la cumbre de una loma desnuda, se
goza de una vista encantadora. Al pie se ve distintamente la vieja
ciudad, y el Cauca serpeando por la llanura, en la que forma, cuan-
do las aguas bajan, islas y brazos que tornan ácubrirse en las cre-
cientes, entre limpias orillas, unas veces cubiertas de piedras ro-
dadas, y otras formadas por barrancas tajadas en la peña, cuando
no por cerritos peñascosos que se arriman al río vestidos de pajo-
nales salpicados de manchas de monte.
El Tonusco corre por el pie de unos cerritos desnudos, dejan-
do en seco largas cintas pedregosas, cerca de las cuales se ele-
van en grupos las arboledas que visten el contorno de las casas de
campo. La opuesta ribera la forman terrenos labrados, que pre-
sentan todas las gradaciones del verde, descollando sobre ellos
majestuosas palmeras de levantado tronco y elegante penacho, á
par de los altos cámbulos que sombrean los tupidos cacaotales,
cuyas flores rojas brillan sobre el verde oscuro de sus hojas. En
medio de esos bosques distínguense las viviendas entre árboles fru-
tales, principalmente naranjos, cuyos dorados frutos casi apagan
el tinte glauco de las ramas. Además, como la Casa-de-Teja do-
mina la ciudad en 900 ms. y el terreno inferior se tiende en pla-
nos inclinados, vénse también las haciendas de Sopetrán, en la
hoya de Quebradaseca, al otro lado del Cauca, y los grandes gru-
pos de palmas que se elevan entre los bosques de bücares y ca-
caotales.
Los playones por donde corre la Quebrada Seca, muy an-
chos, en verano llevan poca agua, comparativamente con la que
tienen en invierno, y más que de un riachuelo, parecen el dominio
de un gran río. En sus orillas, cerca del Cauca, se ve el pueblo
Nueva Geografía de G)lombia 463
de Quebradaseca, y á su frente, en el opuesto lado, el Oratorio de
Obregón. Más lejos se descubren las casas de Ebéjíco, y en el
fondo del paisaje el alto de Canoas. El pueblo de San Jerónimo
se indica por el campanario que surge de entre los tupidos cacao -
tales.
Sopetnín se presenta circundado de cocales y bosques de bd-
cares respaldados por lomas de gramíneas amarillentas ó verdes,
sobre la^s cuales la vegetación arbórea cambia el color de las tin-
tas. Por allí mismo se ve precipitarse por entre una cortadura pe-
ñascosa el río Oveja, y después la depresión particular del Boque-
rón, por donde pasa el camino de Medellín. Los altos llanos del
Oveja asoman sus bordes por entre las cumbres casi niveladas de
la Empalizada; al paso que los pueblos de Córdoba y Sacaojal se
miran cerca del Cauca, como posados entre las labranzas, al pie
<le algunas lomas de variados tintes. Más al N., en situación aná-
loga, están los caseríos de Guayabito y Remolino y el pueblo de
Liborina, éste al frente del de Buriticá, mientras que los diversos
estribos que bajan hacia el Cauca desde las empinadas cumbres del
páramo de Santa Inés, contrastan de una manera admirable con
la vanada configuración de los cónicos cerros que se alzan á va-
ria altura entre Liborina y Sabanalarga. En cambio, al lado opues-
to, ó sea, ala izquierda del. Cauca, el país es agreste y casi solita-
rio, y se descubren en él lomas limpias y cerros de extraña estruc-
tura, que rematan en puntas agudas, ó en crestas ruinosas, para
•confundirse con la cordillera Occidental hacia el alto del Tajo.
Al apartarse de este bello panorama para- seguir hacia abajo
la hoya del Cauca, vése este río, estrechado por la cordillera, pre-
<:ipitarse por fuertes declives en medio de peñas, á veces cubiertas
por las aguas, á veces descubiertas para formar vórtices y pe-
ligrosos remolinos. Los cerros en que está el pueblo de Buriticá
por un lado, y por otro los cerros variados que tiene enfrente, for-
mando una masa de aspecto igual, anuncian que en épocas antiguas
-eran un solo todo, antes de la causal que minó el dique, rompiólas
cimas y abrió profundo cauce á las aguas del río. Quebrantados
-de esta suerte los cerros, quedaron los flancos casi perpendicula-
res, la tierra vegetal no pudo formarse en ellos, y quedó al descu-
bierto el esqueleto de las cordilleras que allí muestran diversos ce-
rros empinados y cónicos de vario perfil. En la actualidad contras-
tan las cumbres aplanadas del nebuloso páramo de Santa Inés con
los picos agudos de la serranía de Ituango.
En las terrazas de este suelo y hacia la derecha se encuentra
el pequeño pueblo de Sabanalarga, y más adelante se ve el valle
de San Andrés, como una hondura circundada de cerros, los cuales
terminan en el alto de San Juan, que se apoya en estribos diversa-
mente ramificados. Al frente se levantan unas lomas de pajonales
<]ue amurallan la hoyada que sirve de lecho al Ituango, y en una
de sus explanadas está el pueblo así llamado. El nombre de una
de esas lomas, que es ancha, redonda y de bastante altura, con
excelentes pastos para la cría de ganados, recuerda al viajero la
antigua ciudad de San Juan de Rodas, de la que nada subsiste»
Tanto ésta como las otras lomas se muestran casi solitarias, y sobre
«ellas se levantan otras hasta las empinadas cumbres del Paramíllo,
Af^A NuKVA Geografía dx Colcwbia
parte del ultimo nudo de los Andes occidentales, en cuyos flancos
nacen el Ituango y el Tarasá» Él Salto de Caimancito indica el si-
tio donde tei^mina la fractura principal de la cordillera, porque en
segfuida el Cauca corre con menos embarazos hacia las llanuras
de Cazares, pues sólo presenta gran velocidad y agitaciones decre-
cientes causadas por los remates de la destrozada serranía y los
continuos derrumbes de los cerros que se alzan en sus orillas.
Aqu{ cambia ya la forma del paisaje. Las cordilleras son más
compactas y más bajas, en especial en la banda occidental, y se
alejan un poco del curso del río ; las selvas alternan con los pas-
tales, pero predominan los espacios desiertos, y las explanadas
centrales, por cuya intersección corre el Cauca, están cubiertas de
lozana vegetación. Reina un calor abrasador en estas insalubres
comarcas no refrescadas por los vientos de altas serranías, y que
constituyen otra cuenca que antes cerraba una pequeña cordillera,,
al parecer rota en Angostura, punto donde las aguas, circui-
das por las peñas y comprimidas por la estrechez del cauce, co-
rren tumultuosas y hacen peligrosa la navegación.
En esta cuenca existió la ciudad de Valdivia, destruida por
los indios y cuyo asiento preciso no se conoce hoy ; frente á
la boca del Tarasá está Cazares, á sólo 140 ms. de altitud, con po-
cos centenares de habitantes, de color en su mayoría, los cuales
por indolencia no han aprovechado debidamente las ventajas
de un suelo feraz y un río navegable, tributario del Magdalena.
Empero, la navegación por vapor, el desarrollo de la minería, la
apertura del camino de Ayapel y la presencia de los enérgicos an-
tioqueños, principia á sacar de su letargo estas privilegiadas regio-
nes que el Cauca riega con curso más y más calmado, en largos
giros, próximo á las pequeñas colinas de Ayapel, hasta absorber
el tributo del Nechí, con el cual, enormemente aumentado, cruza
hacia el N. en busca del turbio Magdalena.
»
Los valles del Nechí — La comarca de Santa Rosa de Osos, la
ciudadela de la mesa antioqueña, por así decir, y uno de sus cen-
tros auríferos, se compone en su corazón de varias colinas á nivel,
separadas por hondas quiebras que ora se ensanchan, ora se pro-
fundizan hasta presentar unos como cerros, quizá obra de la erosión
sobre un anterior modelado glaciar, puesto que por todas partes se
explotan aquí minas de aluvión. El terreno mismo en que está si-
tuada la ciudad es aurífero como el resto, y aparece cortado por
enormes barrancos en que las tierras muestran cintas horizontales
de diverso color. El frío es intenso en esta zona, la vegetación nin-
guna, y por lo tanto el aspecto del paisaje en extremo melancólico.
£1 conjunto de las lomas y colinas mencionadas, á causa de la
erosión ha formado al N. de Santa Rosa el alto de San José, que aun
cuando no se alza sino unos 150 ms. sobre la ciudad, resulta una
especie de nudo importantísimo, pues de allí hacia el N. se des-
prenden dos aristas que delinean un ángulo que dentro guarda las
fuentes del Nechí y por fuera es envuelto á la izquierda y al S. por
el Riogrande, y á la derecha por el Guadalupe, ambos célebres,
por sus bellezas naturales.
Nueva Geografía de Colombia 465
r
g
5
En efecto, si á esta rcgtón penetramos por el S\V., lo prime-
ro que se presenta es el pequeño valle de Oveja ; cuenca de an-
tiguo lago que desaguó hacia el profundo y cercano valle del Cau-
ca por medio del rio del mismo nombre. Desfie una altura descú-
brese en una llanada el pueblo de San Pedro, y más allá el de En-
trerríos, cerca del cual y en el camino que conduce á Santa Rosa
se halla un peñón que está como aislado entre las lomas, y que
por su forma particular llama la atención, pues semeja una gran-
de esfinge. Por la izquierda descienden suavemente los ríos Gran-
de y Chico, que bajan paralelos del páramo de Santa Inés, arras-
trando oro en sus arenas. El pueblo de Belmira, apoyado en la se-
rranía, con esplóndido horizonte y varios establecimientos mineros,
pertenece al valle del Chico, mientras que en el del Grande no hay
sin 3 caseríos.
Hacia la parte izquierda está el pueblo de Don Matías ó Azue-
ro, notable porque antes de llegar á él. se unen los ríos Grande y
Chico y corren apresurados por entre cerros y peñascos enormes,
llevando sus aguas en borbollones y cubiertas de espumas. Esta es
una magníiica vista de un raudal, pues las aguis se levantan por
466 Nueva Geogkaf/a de Colombia
Figura l63— El P.^'o! d- Fnlremos. sccún i-\ nlbnm Jt liCon.isl.'n Co-ngri6c».
encima de las [«ñas ruhriendo unas y batiendo oirás, antes de pre-
cipitarse en un abismo, del cual surgen espumosas de nuevo por
sobre cordones ¡(eñasrosos, para correr con la velocidad de la luz,
y reproducir de momento en momento, por entre un torbellino cons-
tante de vapores, las cintas encendidas del iris y la transparencia
del cristal. Más adtflante de Don Matías su ve patentemente la hoz
de la cordillera y también el hondo surco [>or donde sigfue presu-
roso el Riogrande Á tributar al Purce, ^a^i frente á la gran quie-
bra del Kitr., eng;ro^índose anfs con los torrentes que bañan los
alrededores de Santa Rosa.
Es en las colinas de San J.isé donde surs'cn las aguas que
luego enderezan al N. para fecundar el risueño valle de Guada-
lupe, en el que á la.' I. se encuentra Carolina y á la D. á Hojas-an-
chas, aquélla etitre el Guadíflupe y el Nechf, la otra entre aquél
y el Porce, en clima primaveral. Par el fundo del valle se des-
NuivA Geografía dx Colombia 467
Fieun 169 — Juntas ile Riochico y Kioerandí, ireún el álbum de 1a Couiiiión
Cotogrifiei — Incilito
liza perezosamente el Guadalupe, que á pocas leguas apresu-
ra su curso más y mis, hasta meterse entre paredones enormes
en la orilla de un profundo abismo, Lleg-ado alK, sus aguas se lan-
zan al fondo del precipicio, pero á los 25 ms. chocan con un resal-
to de la peña, y en arco se levantan sobre ella con fragor horríso-
no, para rodar en seguida p3r 125, hasta dar sobre otra peña;
donde del lado del precipicio se eleva una mole colosal con dos
grandes aberturas, por las cuales se precipitan las aguas por ter-
cera vez, divididas en porciones iguales hasta alcanjar el fondo de
la grieta, distante too ms. En el primer salto forma el rio una nu-
be de más de 30 ms. de diáfnetro, y dos en el ultimo, la una de SS
en el punto en que se- divide en dos chorros, y la otra de 1 10 en el
fondo. El fragor de las aguas espumosas, sus tres saltos seguidos
468 NuivA GeogkafÍa rr Colomiiia
Figura 170— Cascida de Guadalupe, según el álbum de la Comisii^n Corográ-
nca — Inédiio
por entre rocas desnudas, entre las cuales hierven y se agitan los
iris que cruzan las brumas á manera de lazos de oro azul y nácar,
verdura que rodea el cuadro, todo hace el espectáculo pintores-
en extremo. La cascada tiene, pues, 250 ms.de altura, y el ex-
remo inferior se aparta 75 del punto donde prircipía. Masas con-
usas ydesordenadas de g;randes peñas forman luéj^o el lecho del
Guadalupe, que baja aún á razón de5(í ms. en cada 100 de curso, y
empuja sus ondas tumultuosas por entre pedrejones, formando vór-
tices 6 remolinos hasta perderse en el Porce, al pie del pueblilo del
Higuerdn. Durante las grandes crecientes es mayor y más impo-
nente el espectáculo de esta caída.
Ahora, si nos transportamos á las tierras del Nechl y segui-
mos su curso y el de sus afluentes, tras de algunos caseríos sobre el
Tenche se encuentra el pueblo de Angostura en una pequeña ho-
yada, y por liltimo aparecen Yarumal y Campamento, á cuyos pies
corre el Cañaverales, que luego desaparece media luegua entre
enormes yagrupadas peñas, sin que se perciba el ruidodelasaguas^
salvo que corran en lecho p'ano, puesto que al resurgir apenas
NuiVA Geografía de CoijOmbia 4^69
llevan moderada velocidad ; unido al Tenche, resulta formado el
Nechí. El pueblo de Campamento está en un cerro, y Yarumal, la
rica metrópoli antioqueña del N., en el declivio de otro, dominada
al parecer por simples colinas que vistas del opuesto lado, sobre el
valle del Cauca, se muestran lo que son, el tope de una elevada
cordillera.
A medida que avanza el Nechí por agreste lecho, sus arenas
son más auríferas, por lo que en todo su curso hay ricos lavaderos
de ese metal, hasta su unión en Dos Bocas con el Porce. Vénse
por todas partes las huellas de los trabajos del hombre á orillas
de las aguas en busca de los granos de oro, menudos unos, gran-
des otros, de variada cristalización los más. En fin, en la especie
de península que se alza entre la parte inferior de los dos grandes
ríos de las breñas antioqueñas, se encuentran las poblaciones de
Anorí y Zea, que también deben su rápido progreso á las arenas au-
ríferas de todos los arroyos y riachuelos que fecundan su territorio
ya en pleno clima tropical. Otro tanto sucede en esa otra especie de
península alzada entre el Cauca y el bajo Nechí, cubierta de cen-
tros mineros, no obstante lo ardiente y malsano del clima, y en la
cual simples colinas como son los Pirineos, toman apariencia de
grandes cerros por el contraste con los profundos valles que se
abren á sus pies.
Al mediodía de los cerros de Santa Rosa se suceden el valle
de Medellín y las elevadas planicies de Rionegro, que cons-
tituyen parte del tope de la acrópolis de Antioquia y el corazón
de los dominios del pueblo antioqueño, tan numeroso en la actua-
lidad. En efecto, por cualquier punto que el viajero se dirija á ese
riñon del Departamento, el creciente desarrollo de la industria y
los cultivos indican la aproximación á la capital, donde se encuen-
tran los hombres acaudalados, cuya riqueza anima el progreso de
esos lugares activos y trabajadores.
El valle de Medellín ó de Aburra, fértil y bien poblado, es el
emporio de la agricultura y el comercio en los Andes occidentales.
Desde cualquier punto de las cordilleras que encierran este her-
mosísimo valle, se goza de la vista de un paisaje pintoresco y sor-
prendente, viéndose simultáneamente cinco ó seis pueblos, varios
caseríos y multitud de casas de recreo esparcidas en la llanada del
fondo ó en las faldas de los cerros que bajan á perderse en ella. El
contraste formado por los diversos colores de las siembras de cli-
ma frío y templado, manchones de árboles frutales, sauces en tomo
de amenas praderas, es de un efecto magnífico, y completa la be-
lleza del cuadro el río Medellín, más abajo Porce, de arenas aurí-
feras. Sentada sobre sus vegas y risueña y próspera, mírase la
ciudad capital, cuyas calles aseadas y tiradas á cordel, lo mismo
que sus buenas casas y primorosas quintas, anuncian el bienestar
de sus hijos. Las manzanas de la ciudad están decoradas con las
copas de grandes árboles cuyas ramas se extienden sobre las te-
chumbres y se enlazan á los festones de rosa y de jazmín que ador-
nan las paredes. Las casas tienen por lo comün bellos jardines, y
esta costumbre hace de la ciudad un jardín ameno y perfumado.
El valle de Medellín, que mide unas 1 5 leguas de largo por
3 á 6 de anchura, encierra once pueblos, todos con flores, árboles
470 Nueva Geografía de Colombia
frutales y ricas sementeras, por lo que bien puede decirse que todo
él es un extenso parque encerrado por dos serranías de casi igual
altura, las cuales á veces muestran algün pico rocalloso y visten sus
faldas de pastos ó de bosques regados por multitud de arroyos.
Al sur de la ciudad y al pie delalto de San Miguel se agrupan
en unos pocos kilómetros cuadrados Caldas, Estrella, ItagüC y En-
vigado, que son prósperas poblaciones ; como cortejo de Medellín se
escalonan á la izquierda del rio Belén,- La Granja, Robledo y Ana,
y algo más lejos San Cristóbal y Hatoviejo, poblaciones antes ca-
becera de Municipios absorbidos por la ciudad principal ; en fin,
más abajo, pero en la opuesta orilla, se escalonan sobre la ca-
rretera Copacabana, Girardota y Barbosa. El valle termina unos
20 kilómetros al N. de esta última población, y de ahí en ade-
lante el Porce corre en un valle tan angosto y agreste, que más
bien parece una fractura ó hundimiento entre próximas y decre-
cientes cumbres, á trechos rotas para dar paso á las aguas latera-
les, por lo cual allí no existe ningün centro importante de pobla-
ción. La conformación del valle del Porce no se modifíca sino unas
pocas leguas antes de Dos Bocas, ó sea el punto donde se junta
con el Nechí, ó mejor, tributa á ese río, puesto que pierde su
nombre.
En efecto, poco antes de la boca del Guadalupe, en el punto
en que el Porce tiene un puente á 794 ms. de altitud, se ve paten-
te la ruptura del marco de cumbres que rodean el valle de Mede-
llín, ó sea la hoz por donde las aguas se precipitan golpeándose
de roca en roca, entre alisadas peñas, que parecen los muros de
altos edificios alzados entre los múltiples iris que forma la bruma
ocasionada por el constante rompimiento del oleaje sobre los ne-
gros pedrejones. Esa lluvia, herida por los rayos del sol, dibuja
arco-iris bellos y concéntricos, cuya posición varía según se eleve
ó baje el sol.
Después de la confluencia del Porce, á causa de lo bajo del
terreno, de los vecinos y dilatados bosques, del calor abrasador
que reina constantemente, mitigado apenas por el fresco de las
noches, y de las abundantes lluvias que se descargan en estos pa-
rajes, el clima es insalubre, pero los tesoros que encierra son bas-
tantes para atraer al hombre, que allí se ha establecido, tomando
como punto de apoyo á Zaragoza, puerto hasta donde sube la na-
vegación por vapor en el Nechí, y que de continuo gana terreno
sobre la naturaleza virgen del amplio y á veces pantanoso valle
del bajo Nechí.
A la derecha del cañón del Porce, tres porciones que por el
relieve continúan la faja de terrazas de Rionegro, se unen á aquel
río por el régimen de las aguas : trátase de los vallecitos de Amalfí,
del haz de valles del Man y de la cuenca del Bagre. En uno de
los primeros está la ciudad que les da nombre : es una de esas po-
blaciones antioqueñas de reciente origen, pero de rápidos progre-
sos, no obstante haberse fundado en plena selva virgen. La ciu-
dad de Amalfí, situada en tierras feraces, entre Medellín y Zara-
goza, por una parte, y por otra entre los grupos mineros de San-
ta Rosa y Remedios, ha llegado á ser uno de los más importantes
mercados de Antioquia, tanto para el oro como para los ganados
Nueva Geografía de Colombia 471
y las muías, que se crían en las tierras apenas onduladas del valle
y de las faldas que al otro lado de la deprimida cordillera bajan
por Cancán hacia las selvas del Mag-dalena. Los angostos y pro-
longados valles del Man, que se agrupan como los dedos de una
mano extendida, encierran una multitud de caseríos, embriones de
futuros pueblos.
Cuanto á la cuenca del Bagre, abierta al N. de Remedios, es
una de las regiones orohidrográfícas más notables de Antioquia, y
aun cuando encierra grandes riquezas, aun se niuestra poco habi-
tada, por la insalubridad del clima. Compónese de dos grupos de
valles : al N. los que fecundan el Tigüí y sus afluentes, nacidos
entre serranías de escasa altura y for.nas agrestes que delinean
un óvalo roto al SW., ó sea al opuesto lado de la región Tiinerade
Guamacó, que un mal camino enlaza al pueblo de Sopí, situado en
las riberas del Magdalena central. El grupo meridional lo consti-
tuyen el alto Bagre y sus tributarios, y su territorio es análogo al
anterior, de suerte que el río, que es navegable, en verdad no re-
sulta sino cuando se unen los dos citados brazos, lo que sucede
unas pocas leguas al E. de Zaragoza.
Si de la cuenca del alto Bagre seguimos hacia el S., hallare-
mos entre ella y Cancán las cabeceras del Ité, donde se cuenta Re-
medios, en clima fecundo é insalubre pero habitado, por ser una de
las regiones de Antioquia más ricas en oro ; y si no ha progresado
más todavía, débese á que aun cuando naturalmente se vuelve hacia
el Magdalena, por falta de caminos y por estar desierto el Ité, sus
moradores se han visto obligados á buscar hacia el Ocaso sus vías
de comunicación, en aguas navegables.
Al Sur de la cuenca de Guamocó están las tierras de Reme-
dios, que se extienden hacia Cancán, las cuales se componen de
valles que se abren hacía el Magdalena reunidos en dos grupos
que en su parte inferior divide el Cerro Grande. Pudiera decirse
que aquí la hoya del gran río sube franca y regularmente á colin-
dar con la del Cauca, como lo hace más al mediodía, de suerte que
entre esos dos ascensos se extiende una faja de terrazas de bastante
altura, cuyas aguas se distribuyen á la manera de las varillas de
un abanico, para formar un solo río, el Nare, á cuya derecha se re-
pite el fenómeno indicado allá sobre su izquierda.
Esta faja de terrazas constituye la cuenca del Rionegro, pues-
to que sólo en su extremo N. se muestra independiente una peque-
ña porción, bien que allí se abren las cabeceras del Ñus, el princi-
pal afluente del Nare, que fecundan los vallecitos de Yolombó.
Cuanto á la cuenca del Rionegro, principia con topografía bastante
análoga, pues los valles de &nto Domingo se abren hacia donde
el río principal deja la alHpIarncüy la que se extiende hacia el me-
diodía á morir sobre el principio del gran ensanche de la cordille-
ra central, por lo cual para fijar sus detalles conviene recorrerla
de S. á N.
Cuando se penetra en la comarca de Rionegro por el cami-
no de Manizales y Sonsón, el viajero, después de haber recorrido
un terreno tan quebrado, se detiene embelesado á contemplar de
repente una llanura que se extiende entre cerros, cubierta de
mieses y de pastos, que aparece dominada por el caprichoso Ce-
47^ NcEVA Geografía de Colombia
rro Corcovado, que avanza en ella á modo de península, levantando*
se en su centro como isla. el cerrb cdnico de Capiro. La planicie
mide lo leguas de S. á N. por 4 de E. á W., penetra en amplia en-
senada á Guarne, á San Vicente, á Magdalena y á Concepción, y
en callejón tortuoso sobre Guatapé y Nudizales, donde está el salto
minúsculo del Rionegro. Y desde la altura que separa á la Con-
cepción de Santo Domingo y que cruza el camino real, se ve per-
fectamente el canal por donde corre el río, entre breñas, después
de haber serpeado lentamente por la llanura, así como también la
famosa peña del Peñol, célebre por su masa y por su forma, y los
notables cerros Corcovado y Capiro. En la llanura están próximas
las rivales, ricas y antiguas ciudades de Rionegro y Marinilla,
y multitud de pueblos y caseríos, viéndose dondequiera cultivado
y poblado el terreno, porque esta es una de las dos mitades del
corazón de Antioquia, siendo la otra el aledaño valle de Medellín.
La antigua ciudad de Antioquia es en cierto modo la cuna de
un grupK) importante de la familia colombiana, de un pueblo ca-
racterizado p)or sus costumbres, robustez y laboriosidad, de genio
emprendedor y comercial, y que ocupa en la República la tierra
del oro ]X)r excelencia. Los antioqueños han sido llamados \os^an~
quis colombianos.
El campesino, agricultor ó minero, procura siempre ser pro-
pietario, como condición indispensable para su independencia. Los
varones se casan de ordinario antes de los 18 años, y las mujeres
entre los 1 1 y los 14, lo que prueba la confianza que tienen en su
trabajo para sostener las crecidas familias que constituyen un ho-
gar antioqueño, debido á la fecundidad de la raza. En efecto, es
increíble el espíritu de empresa de los antioqueños, como que á
diario se ven individuos, sin más recursos que su propio esfuerzo,
acometer empresas mineras y agrícolas, sin pararse por los reve-
ses de la suerte, hasta llegar á un éxito feliz, á fuerza de constan-
cia. Los más acomodados son, empero, los más prudentes, puesto
que temen arriesgar el fruto de su trabajo, llegando á veces hasta
el extremo de no consultar sino su propio interés, y á la vez se en-
cuentran entre ellos muchísimos que atraviesan los mares en píos
de negociaciones mercantiles en cualquier punto del globo. No
obstante, el mayor número no abandona su país natal, sino que á
lo sumo se establece en sus extremidades ó fronteras, cuando á
ello los guía la busca de mejores tierras ó de un mercado mejor.
En todo caso, es increíble el vigor de esta raza, que permite al in-
dividuo solo internarse en la montaña desierta en persecución de
terreno adecuado para establecer la roza y la blanca casita, de
donde esas enormes extensiones de bosque descuajadas en poco
tiempo y esa serie de poblaciones importantes constituidas en po-
cos años.
Los antioqueños tienen rasgos de índole moral y social tan
acentuados, que, pese á las divisiones políticas ó de cualquier orden,
no formarán nunca sino un solo grupo con idénticos caracteres, in-
clinaciones y costumbres, diferentes en un todo de los demás pue-
blos colombianos ♦.
* Esta rotunda aserción sociológica, día por día conñrmada por los acoa-
leclmieatos, la escribió Codaxzi hace Cosa de sesenta aftos.
Nubva'Gkockafi'a bi Colohbu
" Podria decirse que está por todas partes incomunicada, por-
que los caminos que van al Maffdalena y al valle del Cauca son de
tal modo peligrosos, que en la estación de las lluvias es una ver-
dadera temeridad el pretender transitarlos, habiendo algfunos que
no pueden pasarse en verano ni en invierno á caballo, y hay que
hacer uso de hombres que llevan las personas y las cosas á espal-
da, funcionando como bestias Si este país no hubiera sido aurt-
íero como lo es, los habitantes de Antioquia serían los más infeli-
ces de todo Colombia, porque no podrían cultivar frutos exporta-
bles por la carencia de caminos, y estarían reducidos í sembrar
para comer y vestir malamente. El oro, pues, que se exporta de
cualquier modo, hace prodigios, porque es la causa principal del
comercio activo que mantienen estos habitantes industriosos, i pesar
de sus malas y peligrosas vías."
En las líneas anteriores pintó Codazzi la situación de las mon-
tañas antioqueñas hacia mitad del siglo xix ; y los prodigios que él
preveía había de produciré! oro en aquellas tierras, se han cum-
plido á la letra : no solamente se han fundado numerosas pobla-
ciones donde antes era el desierto, sino que en la actualidad estas
montañas son las que se recorren con mayor comodidad, debido á
los buenos caminos que las cruzan en todas direcciones. Conviene
sí advertir que en esta obra el oro ha sido ayudado por el carácter
del pueblo, la existencia de la verdadera vida municipal y la ener-
gía de las autoridades.
—Tipo de ciudad anlioquena ile la cordillcia
El genial espíritu de aso''ÍacÍ<5n que anima á estos hombres,
u dése > de enriquecerse lo más pronto posible, la sobriedad que
AWm Ctepvfla di Ctltmbia tomo i — 31
474
Nueva Geografía de Colombia
«os caracteriza, sus costumbres arreboladas y su valor y perseve-
rancia en las empresas, los ha llevado á explotar hasta las tierras
malsanas, de suerte que es quizá el único grupo de montañeses
colombianos que puede disputar á la raza de color el dominio de
comarcas como el Chocó. Por desgracia, ese espíritu de asociación
se ha extremado hasta convertirse en una especie de exclusivismo
que lleva á los antioqueños á mirarse como tales ante todo y en
toda ocasión. Las costumbres domésticas han conducido á los hom-
bres á tener como centros preferentes de reunión los casinos, y de
ahí la generalización del alcoholismo con sus fatales consecuen-
cias— ^la barbera y la baraja, — muy de temerse, dada la extraor-
dinaria fecundidad de esta raza, que hoy comprende muchos cien-
tos de miles que serán millones en un futuro no lejano. Por fortuna,
como los antioqueños son inteligentes y amantísimos de la lectura y
de la educación, si los prohombres de la raza resolvieran en tiempo
mejorar los defectos apuntados, seguramente los corregirían con
indudables ventajas para el país.
VI. El SinÚ — Sinónimo este nombre de grandes riquezas au-
ríferas, allá en los primeros tiempos de la conquista, por no ha-
berse realizado las esperanzas en el particular fundadas, la región
á que correspondía cayó en una especie de olvido, de tal manera
que, no obstante ser una de las partes del suelo patrio, llegó á ser
tan desconocida de los colombianos de las Cordilleras como el
Congo ó la Patagonia. Y qué mucho que tal sucediera, si el Sr.
Felipe Pérez en la Geografía oficial de Bolívar resumió el aspecto
físico de la comarca en las siguientes líneas : " I^ mayor parte del
territorio de Bolívar es una inmensa llanura anegada. Las hoyas
de los ríos Cauca, San Jorge y Sind están perdidas completamen-
te por los derrames de sus corrientes." Y aun hoy mismo el Sind
es mejor conocido de los extranjeros que de los colombianos del
interior.
Figura 1 72 — Diagrama de las secciones que componen el Sinú
El Sind, geográficamente considerado, no es sino el talud sep-
tentrional de los Andes occidentales que resulta del cruce de éstos
Nueva Geografía de Colombia 475
con las serranías Caribes, y por esto es en cierto modo la contra-
parte geográfica de " El Sur," como que si á éste caracteriza una
de las más hermosas manifestaciones del relieve montañoso, el
Siná se nos presenta como uno de los más bellos especímenes de las
llanuras bajas rodeadas por colinas. Difieren también en su decli-
vio general, puesto que en el Sinü éste es continuo desde el monte
hasta el mar. Iguales son las superficies, y paralelos los ejes de
orientación ; la mayor diferencia entre las dos regiones está en la
distribución de los habitantes, como que allá se agrupan entre las
ásperas breñas, dejando casi desierta la zona que la enlaza al mar,
en tanto que acá las salubres montañas apenas son un desierto ver-
de y los pueblos y los caseríos se encuentran todos en la llanura
litoral.
Por la distribución misma del relieve y de la vida actual, al
Sintí es preciso agregar el singular grupo de valles que se abren
entre las serranías de las Palomas y del Águila, y cuyos poblados
remates designan los hijos de Lorica con el calificativo de cos/a
abajo, por oposición á la cos/a arriba que es la que sigue hacia Car-
tagena, quedando entre las dos el Golfo de Morrosquillo.
En virtud de lo dicho, esta región del Sinü comprende tres
secciones principales: i.® Al Sur, los Valles del Sinú, ó sea. las
partes altas y central del río, comprendidas entre verdaderas cor-
dilleras ; 2.® Al Norte, las planicies de Lorica, junto con las colinas
y altozanos que las envuelven ; y 3.® A la izquierda la Costa abajo.
Los Valles del Sinü principian en verdad en Tres Morros, don-
de brotan las aguas del río; y si en las primeras leguas éstas corren
por uno de esos valles fríos y angostos, tan comunes en nuestras
parameras, en seguida se dobla á los costados con otros similares ,
de suerte que cuando todos se han fundido en uno solo, para lo cual
las corrientes pasan una y otra cresta por hoces y salterias cuya
hermosura apenas si llama la atención de los monteadores, resulta
formado un gran valle entre las elevadas cimas de Quimarí y Mu-
rrucucü, por tantos años centros de las más singulares consejas y
tradiciones, debido á un curioso fenómeno atmosférico en ellas cum-
plido : al principiar el invierno parece como que el Murrucucü
lanzara repetidas descargas de artillería que contesta con voz al-
go más sorda el Quimarí. A veces fuego de fusilería reemplaza el
del cañón, y por las noches se hace tan nutrido que es casi imposi-
ble sostener una conversación dentro de las casas. La nube tem-
pestuosa, de ordinario se eleva y disuelve en la mañana para dar
campo á un día resplandeciente.
En Tucura puede decirse que terminan los valles altos del
Sinü, es decir, allí donde el Murrucucü, aun inexplorado científi-
camente, levanta su inmensa mole de verdura, que remata en una
corona de blancos peñascales. En efecto, de aquí para el Sur se en-
cuentra algo así como un nuevo cielo y nuevo clima : las aguas se
precipitan en vez de correr; el río, ya no encajonado, se ensancha
y pierde fondo, puntas de negra peña asoman aquí y allá de entre
la espuma, los troncos forman isletas en las avenidas, y una natu-
raleza más áspera reemplaza las brillantes alfombras de la zona
tropical.
476 NuRVA Grografia de Coloubia
Es en el término de esta zona donde se halla la granangiM-
tura de Tucura, donde el rfo se oprime alborotado entre altos pa-
redones de rocas perpendiculares, que parecen tajadas por la mano
del hombre. Un poco abajo de ella está el pueblo indio de Tucura,
el primero que se encuentra bajando el Sinü y en cuyos alrededo-
res se explotan varias minas de aluvión y principian las haciendas y
las plantaciones de cacao, fruta que, como todas las aquí produci-
das, suele presentar un tamaño tres veces mayor que el ordinario.
(73— riaya de Boquerones é isla Gotgo na, según elilbumdelaCoinisinn
Corogrifica — Inéd ¡t o
La bajada del Sinú en barca, en su parte central, durante la
noche ofrece un espectáculo bien singular, porque no siendo ancho
el cauce que se abre entre hileras de árboles y bejucos, semeja una
calle interminable de edificios de las más fantásticas formas, á
trechos surcados por las diminutas tuces del cocuyo, pero todo
inmdvil y silencioso, al parecer dormido ó muerto, para despertar
al toque del alba y vibrar con ta vida exuberante de los trópicos.
En el Sinú, en los viajes de bajada se navega también de noche, y
en tres horas se desciende lo que en la subida ha sido la jornada
de todo un día.
Cuandosehan dejado atrás el Murrucucií, Las Palomas y la
boca de la ciénaga de Betanct. de repente se sale del desierto ver-
de,se hallan las primeras labranzasde los agricultores de Montería,
y luego la albarrada del pueblo, cuya vista presenta un aspecto
muy particular. En efecto, en esta y otras poblaciones del bajo Sinú
las casas no se dejan ver del lado del río: en la ribera se alza una
alta albarrada de tierra destinada á defenderlas de las avenidas
Nueva Geografía de Colombia 477
del invierno, y su proximidad no se adivina sino por las embarca-
ciones amarradas en el puerto. En todo caso, la vista de Montería
es más pintoresca porque cada casa está edificada entre un bosque
de naranjos, y tanta fruta de esta clase produce, que abastece de
ella hasta el mercado de Cartagena. En los otros pueblos apenas
se distingue por sobre la albarrada una aglomeración confusa de
techos pajizos, y ninguna verdura alegra la mancha blanquecina ó
cenicienta que en conjunto ofrecen á los ojos de los que viajan por
el río. Tam|X)co se nota movimiento ó ruido en esos pueblos, por-
que de día los hombres van á sus labranzas y majadas, y las muje-
res y los niños permanecen dentro de sus casas ; es sólo por la no-
che, en especial en las de verano, cuando la vida social despierta
en esos lugares con todo su vigor.
Mas si se deja el río y nos transportamos á alguna de las coli-
nas que al SE. de Montería dominan la llanura, y mejor aún á los
remates de las de las Palomas, que le demoran al SW., tendremos
á la vista uno de los cuadros más hermosos que ofrece el variado
suelo colombiano.
Es la plácida llanura del bajo Sinü, que en sus 12 leguas de
longitud por 6 de anchura, se extiende como riquísimo joyel,
por todas partes envuelta por cerritos y colinas de igual altura,
que por ser pequeñas, apenas parecen un realce del fondo, por lo
cual hacia el N. y NW. se confunde el horizonte con el azul del
mar, á un lado mezclado con línea más sombría de las costas de
Cartagena ; en tanto que al Oriente se enlaza la perspectiva con
la de las sabanas con sus varias sombras y las llanuras donde las
aguas producen argentados reflejos cuando las hiere la luz, refle-
jos que por momentos ocultan las brumas que de ellas se levantan,
y que, por lo mismo, parecen palpitaciones del sol.
El río, que entra á la llanura reducido á un solo lecho, pronto
rompe sus prisiones, y se abre primero en dos brazos, luego en
cuatro, y por ultimo en un centenar, que se unen y tornan á alejar-
se de vario modo, hasta el punto de trazar en la verde pampa una
red de líneas brillantes de diversa anchura, luciendo entre las ca-
sillas de ese singular tablero, lagunas de caprichosos perímetros,
mieses, rebaños, arboledas, palmares y tal multitud de aldeas y
caseríos, que en el ánimo se despierta la idea de una gigantesca
y rústica Veneciá tropical, de un cuadro de Ticiano, de un en-
sueño oriental.
Al recorrer la llanura, si los vastos horizontes y las vistas
de conjunto desaparecen, en cambio el paisaje resulta hermo-
so de diverso modo: campos cultivados, dehesas cubiertas de
ganados, cristalinas corrientes que por dondequiera serpean len-
tamente como para dar la humedad apetecida á una vigorosa
vegetación, lagunas pobladas de aves, y en cambio de la aparente
soledad de la campiña, por todas partes grupos de casas, ora
tendidas formando calles á lo largo de las aguas navegables, ora
con calles y manzanas, ora en pintoresco desorden, casi siempre
entre verdes y frondosas praderías. En especial, es bello el cuadro
de las vegas en las poéticas noches de verano, tan luminosas que
en ellas la bóveda celeste parece formada por un solo y magnííico
lucero. No cabe la miseria en esta fecunda tierra, desgraciada-
473 Nueva Geografía de Coloubia
mente enervadora y en partes enfermiza, no obstante lo cual, des-
contada la superficie de las ag'uas, la población alcanza 40 ha-
bitantes por kilómetro cuadrado, siendo sí de advertir que mal ave-
nidos con el aislamiento característico de los montañeses, en vez
de regar sus viviendas, las agrupan para constituir siete pueblos,
veinte aldeas y más de un centenar de caseríos, entre los cuales,
de ordinario, no se encuentra sino la campiña desierta.
Así están en la llanura Cereté con Mateo Gómez, Wilches,
Cedro y Martínez, de todos los cuales aún se distinguen algunas
colinas que cierran el horizonte por el Ocaso, y los que dominan la
gran bifurcación del Sintí ; San Pelayo con Carrillo, Maderas,
Obligado y Guamas, esta ultima con su caserío fraccionado en cua-
tro grupos ; hacia la derecha Ciénaga de Oro, á la sombra de dos
colinas que no la defienden de las inundaciones, con Verástegui,
Punta de Yáñez, San Carlos, que una altura guarda de los huraca-
nes, y Colomboy ; Chima, en situación análoga, con Sitioviejo, Ara-
che y Corozalito ; Purísima con Mómil y Sabaneta, y por último,
Lorica, la metrópoli indiscutible de la región, por su posición geo-
gráfica, allí donde vuelven á reunirse los grandes brazos del Sinú,
río que le sirve de vía navegable hacia el mar, pero que por una
singular paradoja de la geografía física, es camino que resulta
tres veces más largo que el directo por tierra. Débese esto á la
larga curva que describe el río, que á lo último gira á la derecha,
por muchos kilómetros apenas separado del Océano por una sim-
ple flecha de arena. Por esto, cuando en barco se ha zarpado de
Lorica, al caer la tarde, cuando de pronto, ya extinta la luz, se oye
el rumor de las olas del mar, el viajero podría creer que ha lle-
gado al término de su viaje ; pero luego el ruido se aleja y el fenó-
meno se repite varias veces, y no es sino hasta clarear el día cuan-
do el bote alcanza al fin la calmada bahía donde termina el Sinú.
En este último trayecto quedan sobre el río San Nicolás de Bari y
San Bernardo del Viento.
Si en la llanura las colinas de la izquierda permanecen desier-
tas casi en toda la longitud de la hpya, los relieves de la derecha,
por ser intermediarios entre ella y las sabanas del San Jorge, están
mejor poblados y cultivados. Al respaldo de Chima se alza San An-
drés, sobre la vía de Corozal, y sus campos presentan lindos paisa-
jes, porque hasta la más pequeña eminencia del terreno aparece
coronada por una cabana sombreada por árboles frutales. Desde
las colinas más elevadas, que suelen tener flancos escarpados, se go-
zan vistas admirables sobre los cerros del fondo, que se envuelven
en manto azul, y sobre las aguas plateadas, que rielan entre el ver-
dor de las praderas. Más al Norte se encuentra á Palmito, con
campos y paisajes en partes semejantes, en partes más gran-
diosos, porque sus colinas son las que se interponen entre los llanos
de Lorica y el golfo de Morrosquillo, de donde que la costa sea
aquí alta en lo general y á trechos sembrada de hermosos grupos
de elegantes cocoteros. En estas colinas está del lado del mar San
Antero, y por ellas cruza la senda de diez kilómetros que une á
Lorica con el Puerto del Sinú.
Nueva GioobafÍa de Colombu
En medio de ese cuadro la boca del Sinü presenta un aspec-
to extraordinario de deso1acÍ«5n y de confusión. Por dondequiera se
ven palizadas, y yerbas de todas clases crecen sobre esas islas ttid-
viles. El río constituye entre !a citada flecha de arena y las colinas
que están al respaldo de Lorica, una especie de archipiélago insta-
ble y un laberinto de canales estrechos que se obstruyen de impro-
viso, de modo que las embarcaciones pierden tiempo en buscar
un paso, y á veces tienen que abrírselo con el hacha. El río termi-
na sobre la bahía de Zapote, puerto de los más segaros pero de
poca profundidad, y que tres leguas adelante se confunde con el
golfo de Morrosquíllo,
Esta llanura del Sinü, por su mismo raimen hidroeráñco,
sufre vaivenes entre el verano y el invierno, no sólo los ordinarios
í todos los terrenos semejantes, sino otros más fundamentales, de-
bido á que brazos á veces obstruidos por las palizadas, rompen
sobre las tierras de labor, forman en ellas grandes lagunas que
las arrebatan al cultivo y obligan á tos campesinos á establecer
43o NuKVA Geografía dk Colombia
sus labores en otra parte, bien que i la larga casi siempre las
ag^uas abandonan las tierras así usurpadas en un momento dado.
£n todo c¿LSo, el actual régimen de vida que se observa en esta co-
marca, durará por muchos años, pues no antes se verá obligada
la población á encauzar permanentemente las aguas.
Cuanto á los valles de la Cosía abajo, poco habremos de decir
aquí puesto que en la mayor parte de ellos la población estable se
reduce al caserío que ocupa la boca del riachuelo que lo fecunda
y por el cual en el verano remontan los hombres hacia la monta-
ña en busca de las especies que en ella se explotan ó de la cace-
ría abundantísima en estos parajes
VIL El valle del Tolixa — Esta región abarca el ancho valle
del alto Magdalena y los flancos fronterizos de las cordilleras cen-
tral y oriental^ desde el macizo de Colombia hasta los nevados del
Quindío y las altas peñolerías de Sumangá, por lo cual escalona
sus climas de los hielos- eternos á las llanuras ardientes, y presenta
inñnita variedad de configuraciones en su relieve, en porciones no
pequeñas poco menos que desconocido aun. Naturalmente com-
prende, por lo tanto, al mediodía las tierras de Ttmaná, de dobla-
do suelo, íntegramente compuesto de valles convergentes : al cen-
tro las cuencas de las llanuras de Neiva, del Espinal, de Ambalema
y de Mariquita ; á la izquierda los flancos de la cordillera, subdivi-
didos en breñas de Tierradentro, hoya del Saldaña, terrazas de
Ibagué y flancos de los nevados, por excelencia llamados aquí la
Cordillera ; á Ei derecha la falda de la Cordillera oriental con las
terrazas de Fortalecillas, los valles de Colombia, Melgar y las cuen-
cas de Fusagasugá, Tocaima, Villeta, Guaduas y Muzo, abiertas
como escalón inferior al pie de la Sabana de Bogotá.
Neiva — La parte meridional del valle del Tolima, aquella que
se muestra rodeada por muro continuo de cumbres, no encierra
tierra llana sino hacia su extremo N., pues en el resto el suelo se
muestra ocupado por los estribos de las cordilleras que se articu-
lan en el macizo de Colombia.
Vése aquí por una parte el páramo aplanado del Buey, cuyo*
nombre recibe una laguna que está á su pie ; y por otra algunas
crestas de altos cerros en cuyas bases se halla la laguna de San-
tiago, origen del río Caquetá. Rodeadas de cimas, peñascosas las
unas y llenas de frailejón las otras, corren las primeras aguas del
río Magdalena, buscando la bicectriz del ángulo que forman las
dos cordilleras articuladas en los mencionados páramos de Lasr
Papas y el Buey.
La cordillera Central ensancha su lomo en las yertas regio-
nes de Paletará, donde nace el Cauca, pero luego se levanta ma-
jestuosa en la Sierra Nevada de los Coconucos, y después, por
más de 4 grados varías veces toma á alcanzar la altura de los
hielos eternos, pero sin descender en ningún caso del nivel de los
páramos, ó sea del dominio del frailejón y de los pajonales. La
Cordillera Oriental pierde su altura en términos de quedar redu-
cida casi á la mitad de la que alcanzaba sobre las fuentes del
Magdalena ; sólo en muy contados puntos vuelve á levantarse al
nivel de los páramos, por lo cual casi en toda su longitud se cubre
de lozana vegetación hasta su cima.
N^jRVA Geogkafi'a de Colombia
I
El rio Magdalena, á poco de serpear en el valle donde nace,
se precipita entre Peñagrande y Peñachiquita, por una escarpa
desnuda de roca, formando un paisaje hermosísimo, desgraciada-
mente en comarcas desiertas. Al salir de la montaña de Las Pa-
pas, ya en clima más suave se encuentra e! pintoresco vallecito
de San Agustín, en cuyo centro, á orillas de un arroyo, está la
aldea del mismo nombre. Las lomas de tendida falda y cubiertas
de verdes gramíneas, las numerosas sementeras y las casitas del
vecindario hacen tanto más pintoresco el paisaje para el viajero,
cuanto la selva que acaba de atravesares tan frondosa que im-
pide la vista de la bóveda celeste. Este risueño vallecito fue en
remotas edades la Roma de algún pueblo ó tribu desconocido,
puesto que en él se encuentran ídolos tallados en piedra dura, de
tamaño colosal y aspecto horrible, lo mismo que templetes cu-
Nueva GeografÚ pe Colombia
biertos de grandes lajas lucradas y soblenidas por pitares adorna-
das con fig^uras simbólicas.
Dejando atrás este valle circundado en segundo término, por
todas partes menos por el Norte, por cerros verticales, pelados y
rocallosos, se presenta una larga y ancha planicie, tan pareja que
parece nivelada por las aguas, abierta, diíspcjada, cubierta de dehe-
sas y de ganados, la .jue principia con ti llamado llano de la Matan-
za, se ensancha en Laboyos y remata en la ciénaga Cíineja, tenien-
do á un lado en Criollo una ho;; á iravi-s de la cuchilla Guaracallo,
por la cual sale el Magdalena á otra llanada, la de Salado Blanco,
de la cual se descuelga el rio por entre la vistosa mesa de Limas
y la del Mirador. Hacia el Noroeste alza sus desnudas cumbres
el enorme Cerro Pelado, como un túmulo inmenso, puesto que fue
i sus pies donde existió la antigua y rica ciudad de la Plata, que
contaba 7,000 vecinos á los 25 años de existencia y fue destruida
hasta la raíz por los indios Andaquíes : lo más sensible de esta
destrucción fue la desapariciiin de un centro importante de pobla-
ción en los valles altos del Alto Magdalena. Al Norte del Cerro
Pelado se abre el valle del Plata, cuyas primeras aguas brotan al
pie del Puracé ; y entre este valle y las breñas que constituyen tas
bases orientales del Huila, estdn las tierras que riega el Páez y
constituyen el territorio llamado Tifrra aUniro, que políticamente
pertenece al Cauca. Existen aqu( numerosas aldeas pobladas por
Nueva Geografía de Colombia 4S3
indios medio civilizados ; en San Andrés y Santa Rosa también se
guardan algunos fragmentos de obras que revelan la antigua civi-
lización de sus moradores, y por entre los valles que surcan el te-
rritorio ascienden los tres caminos de Guanacas, Moras y Delicias,
más usados para pasar de Neiva á Popayán. A la derecha del Mag-
dalena está el pequeño valle de Timaná con una población que fue
la primera erigida en aquellas comarcas, de tal manera que en Po-
payán tienen idéntico significado los vocablos iimanejo y calentano.
También fue aquí donde se criaron las primeras reses y se produje-
ron las primeras muías después de la conquista. Mas al oriente y
atravesando una pequeña cordillera se encuentra el prolongado valle
del Suaza, que en su extremo habitado hacia el mediodía, guarda
la aldea de la Ceja, al pie de una de las máximas depresiones de
la cordillera, fundada por los antiguos misioneros como punto que
les sirviera de escala para internarse en las selvas dilatadas del
Caquetá ; en la boca de este valle se encuetran el pueblo de Santa
Librada ó Suaza, frecuentado por los compradores de sombreros
de murrapa, producto estimado y valioso de la industria local.
Situado el observador en la Mesa de Limas, desde donde se
domina y se ve en todo su desarrollo una buena parte del curso del
Magdalena, que se abre estrecho paso por entre cerros mutilados,
puede juzgarse de la porci 'n de las diversas cuencas escalonadas
que atraviesa la vaguada, pasando de una á otra por hoces de va-
ria magnitud. De este cuadro hacen parte la bella meseta de Al-
tamira, las tierras aplanadas de Jagua, Garzón y Gigante, y la
cuenca de Pital y Agrado. Las colinas que sirven de adorno y con-
traste al paisaje, parecen la obra de la denudación en las areniscas
que constituyen el suelo, salvo quizás el elevado cerro de Matam-
bo, que por su posición sé divisa á grandes distancias y por muchas
jomadas de viaje en estas regiones.
De la boca del Páez ó, mejor, del cerro Matambo y las cum-
bres vecinas del Gigante,* hacia elN., hasta los cerros de Baran-
dillas y Payandé, se extiende uno de los grandes llanos del valle del
alto del Tolima, en el cual tienen su asiento la ciudad de Neiva y
los pueblos del Hobo, Yaguará, Campoalegre, Caguán, Guagua,
Unión, Aipe, Villavieja y Colombia, y que penetra, á modo de re-
mansos de un lago, por entre los remates de los estribos de las fron-
teras serranías, al pie de las cuales la planicie está regada por pie-
dras rodadas de aspecto errático.
Extensas labores agrícolas embellecen estos valles menciona-
dos desde Timaná y Garzón. Allí prospera el afamado cacao de ex-
quisito aroma y apetecido gusto, ¡)ero desgraciadamente su cultivo
se hace en muy corta cantidad. Estos risueños valles, hermosos tanto
por sus variadas plantaciones como por las formas caprichosas de
las colinas que los esmaltan y la mezcla de sabanetas alternadas por
mesetas, tapizadas de gramíneas y adornadas de variadas palme-
ras, están bien poblcdos y con pueblos y caseríos próximos entre
sí. Hacia 1827, bien por un terremoto ó por otra causa se desplo-
maron los cerros de Buenavista y de Paramillo, provocando enor-
me represa de aguas á que siguió tremenda inundación que des-
truyó 800,000 árboles de c^acao, de los cuales muy pocos miles se
repusieron después.
4S4 Nueva Geografía de Coloubia
El gran valle de Neíva se halla poco cultivado, comparativa-
mente á su extensión. Se siembran los frutos menores y menes-
tras para el consumo de los habitantes, pero muy poco para la ex-
portac¡dn,*bien que tiene ,una vía naveg'able hasta el mar. A lo que
más se dedican sus habitantes es i la cría de ganados, contando
para ello más de 2,250 kilómetros cuadrados de prados y dehesas
naturales, pobladas casi en el máximum del niimero de ganados
que pueden sostener, pues no toda la superficie de la llanura
-es aprovechable para el pastoreo, porque en muchas partes la in-
utilizan bancos de piedras rodadas. Las faldas de los cerros y tos
pequeños valles podrían también ser aprovechados por esta indus.
tría, pero no sucede asi por la falta relativa de población, que se
ha agrupado en el gran valle ó en los vallecitos colaterales, ó su-
bido cuando más á las primeras colinas que lítnitan unos y otros.
Los habitantes, acostumbrados al clima cálido, como que no re-
suelven establecerse en las zonas templadas y frías.
Nueva Geografía de Colombu 485
Centro de esta región es la ciudad de Neiva, situada cerca
del Mag"dalena, en el punto hasta donde suben los vapores y cham-
panes, y en el camino de Bog-otá al Ecuador por Popayán, de don-
de que en ella se verifique un considerable movimiento mercantil.
La envuelve 'un hermoso panorama, pues la vista se tiende tanto
hacia el N. como hacia el S., sobre la llanura que recorre el Mag-
dalena ; al E. sobre cerros altos, abajo vestidos de pajonales y arri-
ba coronados de espesa veidura, en tanto que al W. se elevan en
escalones las extensas serranías que sirven de base á la mole del
Huila, que se divisa altiva y blanca, lo mismo de que San Agustín,
del Gigante ó de Garzón, que con sus tres masas nevadas se mues-
tra resplandeciente á los habitantes de la ciudad, produciendo la
caída del sol por detrás del dormido volcán, uno de los cuadros más
bellos de la naturaleza. Otras varias é importantes poblaciones es-
tán en la llanura 6 los valles laterales, y entre ellas son notables
Aipe por sus piedras pintadas, Órganos, por sus peñolerías; Yagua-
rá. Carnicerías, por su circo de Potrerogrande, que es una llanura
rodeada por alto muro rocalloso, sin más entrada ni salida que la
del arroyo que lo atraviesa ; La Plata, Paicol, por la mesa que lo
domina y desde la cual se goza de una de las más bellas vistas del
valle del Magdalena; Campoalegre por sus prados, Fortalecillas,
al pie de peñascales que imitan ciclópeas fortalezas.
Los relieves que directamente dominan por la izquierda el río
de Neiva hasta Purificación, se d( «prenden de las bases del Huila,
y al avanzar frente de la cordillera principal propiamente dicha,
dan origen al prolongado valle del Saldaña, en su parte alta tan
áspero y salvaje como desierto. Estas grandes serranías que por el
oriente envuelven el Huila, constituyen una de las porciones menos
bien conocidas del interior de la República. Quizá no sucedió lo
propio en los primeros tiempos de la conquista, cuando por sus
faldas cruzaba el camino real de Bogotá á la capital del Perú.
En toda esta región, á lo largo de la ribera izquierda del Mag-
dalena, se encuentra una prolongada serie de cerros bajos, que mi-
de 40 leguas de longitud : no son el remate de los estribos de la cor-
dillera central, sino al contrario, se presentan en hileras ó cordones
prolongados, rotos en algunas partes, destrozados en otras, en mu-
chas revolcados y confundidos con los remates de los mencionados
estribos. Geológicamente, son de la misma naturaleza que el flan-
co de la cordillera oriental, y topográficamente forman barreras
perpendiculares á la dirección de los valles que estrían el flanco de
ambas cordilleras, i>or lo cual se presentan en la disposición en
que se encuentran las morrenas al pie de las serranías nevadas ó
que han estado cubiertas por los hielos. En todo caso esos cerros
realzan la banda izquierda y hacen que el Magdalena se arrime á
la cordillera oriental más baja en esta porción de la hoya del
gran río.
Hacia el Norte, pasada la estrechura que cierra el valle de
Neiva, se dilatan las hermosas llanuras de Purificación, que se en-
sanchan en el Espinal y se internan hasta el Chaparral, en las cua-
les el suelo se presenta más unido, las piedras escasean, los pastos
naturales son más abundantes y ricos, y por consiguiente el paisa-
je ostenta mejor frescor y variedad.
Nueva GeogbatÍa de Col oh bu
Estas llanuras se extienden de Payandé á Guataquf, con senos
mayores y más ramificados entre los estribos de las cordilleras, por
Figura 178— rurifieacLón y el valle del Magdalena
lo cual en el cuerpo del llano están Natagaima, Prado, Purificación,
Santa Rosa, Guamo, Coyaima, San l-uis, Coello, Espinal, Ricaur-
te, Girardot y Nariño, y en los brazos, Ataco, Ortega, Melgar, Car-
men, Cunday, Tocaima y Nilo.
Al levante de esta zona de Puriñcacidn, la cordillera oriental,
un momento deprimida en el boquerón que aprovecha el camino de
Colombia á Uribe, pronto recupera considerable altura y forma los
páramos de Sumapaz,que son como el baluarte donde principian las
eitiplanicm. Aquí, hacia el Magdalena, están las complicadas bre-
ñas que constituyen los valles donde se forman el Prado y el Cabre-
ra, llenos de barrancos, precipicios y peñolerlas que apenas se dis-
tinguen entre la espesa selva que los cubre, sólo talada en los pun.
tos más favorables para los habitantes. En la hoya del Cabrera está
Colombia, en la confluencia de este río y el Ambicá, que remonta
el camino del Guayabero y orilla las cornisas de la Providencia.
En la hoya del Prado están los singulares peñascos de Corrales,
que ocupan más de tres leguas con sus topes y aristas desnudas.
Al Ocaso, por el opuesto lado de la hoya del Saldarla, la cordi-
llera es más grotesca en sus formas caprichosas que constituyen los
páramos de Barragán, en su centro alzados hasta el nivel de las
nieves perpetuas, cerca de donde lo atraviesa una senda que parte
del Chaparral y termina en Tuluá del Cauca. Aquí las rocas empi-
nadas contrastan con los vallecitos y mesetas pintorescas, como su-
cede en Ataco, Chaparral, Ortegaj pero más al interior asoman
48?
Figura 179-El 6'o .1
las rocas desnudas y sumamente escarpadas, 6 se desarrollan pro-
longados ramales y estriljos cortos, cubiertos de una vegetación
opulenta y regajos por aguas que arrastran arenas auríferas. De
los valles de la cordillera, Ijs más notables por sus formas son los
de Santo Domingo, Simarrona y las Hermosas; los cerros de for-
mas más curiosas, San Luis, San Juan y Miradores, quedando al
pie y como en el centro de todos éstos el llano del Chaparral, casi
por todas partes e.rcuntlado de alturas bajas unas, medianas otras,
sumamente escarpadas las del respaldo, y teniendo á la vista al
Suroeste el gran Nevado del Huila, donde nace el Saldaña, que
ptasa luégu á sus pii.s. En sus cercanías se encuentra la cueva de
Tulunl, de grandes belle:-as naturales.
J^oriyuí/a— Hasta el gran codo del Magdalena en Girardot,
puede decirse que el valle del Tuüma merece en verdad el nombre
de tal ; de aquí hacia el Norte la topografía se modifica, porque
por la derecha avanzan has:a muy cerca del r.'o los grandes va-
488
NUKVA GlOGRAFIA DE G)LOMBIA
Figura i8o~-La Sabana de Bogotá, según la carta del Virreinato. Inédita.
Escala: 1:500.000
NlKVA GkuG RAFIA DE CoLOMBIA 4^9
lies que constituyen el Occidente de Cundinamarca y Boyacá^ en
tanto que á la izquierda, si bien es cierto que continúa desarrollán-
dose la llanura como en Purificación y Neiva, en cambio falta ese
relieve subordinado que más al Sur complica el remate de los es-
tribos de la cordillera central. Esta porción es la que designajnos
con el nombre de llanos de Mariquita, su antigua metrópoli.
En las llanuras de Mariquita, comenzando desde Coello é Iba-
gué, se nota una porción de terreno más realzado. Cada uno de
los ríos que baja de la cordillera tiene planos inclinados más eleva-
dos que el resto del terreno ; profundas quiebras surcan todas es-
tas llanuras ; pero lo que más llama la atención son unas series
variadas de cerritos y colinas elevados de lOO á 130 ms. sobre el
actual suelo de la planicie, hechos de estratas horizontales y sem-
brados de grandes rocas erráticas de las llamadas traquíticas.
Terminan las llanuras contra las bases de la cordillera cen-
tral, vestidas de gramíneas, dehesas y otros cultivos ; á las gramí-
neas siguen los bosques escalonados, variando en especies según
la altitud ; después de los bosques aparecen los arbustos recinosos
del páramo, y por último, más arriba, las rocas desnudas, los are-
nales y de las nieves. Esta región del pie de los Nevados, hacia el
N., es la que en el Tolima es denomina por excelencia la Cordille-
ra^ que hace unos pocos años era dominio de las selvas y las fieras,
y hoy, talada por el empuje de los montañeses antioqueños, encierra
grandes cafetales, algunos pueblos, como son el Líbano, Santo Do-
mingo, Murillo, Soledad, Fresno, Manzanares, Marulanda y diver-
sos caseríos, y por sus valles ascienden á la cumbre tres caminos
que guían al Departamento de Antioquia. También se explotan
aquí bastantes yacimientos auríferos.
Cuanto á las 100 leguas cuadradas de llanura propiamente
dicha, si en las partes altas se muestra desolada, árida y pedre-
gosa en demasía, y apenas sustenta chaparrps y ganados raquíticos,
en las p>artes bajas y en las vegas exhibe fecundidad sin igual, her-
mosos paisajes, produce excelente tabaco, qiie hizo la fortuna de
Ambalema, y guarda riquísimas dehesas donde se ceban reses de
primera calidad. No solamente la orilla izquierda del Magdalena,
sino también la derecha, está cultivada de artáloga manera, bien
que ésta desde Ricaurte y Girardot hasta Honda aparece de cerca
dominada por alturas á cuyo respaldo se dilatan los valles occi-
dentales de Cundinamarca y Boyacá, por lo cual es en las riberas
del río donde de preferencia se encuentran las poblaciones y los
caseríos, como Coello, Venadillo, Lérida, Ambalema, Guayabal,
Cambao, Beltrán, Chaguaní, Pulí, Guataquí, Nariño, de los cuales
Ambalema fue un tiempo centro de considerable movimiento mer-
cantil, de que no le resta sino un regular caserío de teja.
De las ciúnbres de estas alturas orientales de la cuenca, se
ve el río franjeado por ricas sementeras y pintorescos caseríos,
describiendo eses por el fondo del valle que, ora se estrecha inva-
dido por las fronterizas serranías, ora se ensancha, internándose
á lo lejos, limitado por cerros que se alzan en forma de anfiteatro,
y qpe tienen en cada escalón valles risueños, que se suceden hasta
Nueva Geografía de Cohmída TOMO I — 32
.490 Kl'IVA GlOGKAFlA DK CoLOMBIA
^
Figura 181— Diagrama de las secciones que componen el \i\h del Tolitn»
Nueva Geograha de Colombia 491
la región templada del lado derecho, y hasta la de los páramos en
el occidental.
Hacia el norte de la llanura está Mariquita, ciudad antigua
que debió su grandeza á las minas de oro y plata que se explota-
ron en sus contornos, y que arruinada luego por un terremoto, nada
conserva de su antiguo esplendor. También recuerda esta pobla-
ción los últimos días del Conquistador Jiménez de Quesada, que
allí falleció, y los grandiosos trabajos de Mutis, que en ella tuvo su
jardín botápico.
Algo más lejos, hacia el Oriente, en la boca del Gualí en el
Magdalena, en el punto donde éste forma el Salto Negro, ó sea
el punto divisorio del alto y bajo Magdalena, desde el punto de vista
de la navegación, está la ciudad de Honda unida por un ferrocarril
al puerto de La Dorada, y por un hermoso puente colgante á la
ribera cundinamarquesa, por lo cual es un centro comercial de im-
portancia, y el depósito de las mercancías que se introducen por
el rio para los valiosos almacenes de Bogotá y demás poblaciones
de las aUiplanicieSy y también escala para la exportación del café,
tabaco, cueros, &c., que del Tolima y Cundinamarca se destinan á
los mercados extranjeros. Honda, es decir, la profunda^ blanquea
en efecto entre próximos y ásperos cerros, pegada á la falda del
alto del Rosario, frente al llano de Pescaderías, cubierto de cha-
parrales ; y si el día es ardiente bajo un sol de fuego, las noches
son frescas merced al aire de los nevados que desciende por el
Gualí. Más abajo, en la ribera del río, alternan los bosques y las
gramíneas y se alzan cerritos sueltos que semejan ruinas de casti-
llos feudales.
El trozo de la cordillera comprendido entre el Coello y el
Guarinó, es decir, durante veinte leguas, es de lo más imponente
y escénico que puede encontrarse en los Andes, vestido por una
variada flora que prospera vigorosa hasta los páramos y constitu-
ye, entre otras porciones, la montaña del Quindío, atravesada por
el camino de Ibagué á Cartago, célebre en el mundo entero por
sus magfiífícos palmares de palma de cera. La montaña del Quin-
dío, hoy bastante poblada, es quizá la más bella porción de los An-
des colombianos por sus panoramas grandiosos y variados, y tiene
al mediodía las tierras de Anaime, Cucuana y Barragán, no menos
pintorescas por lo arrugado de su relieve y sus frondosas selvas,
que contrastan con las áridas barrancas que le demoran al píe junto
á la llanura. Hacia el Norte la vegetación casi es pobre comparada
con la espléndida del Quindío, pues entre rocas y por el cauce del
Guarinó se llega pronto á la región de los pajonales y de los pára-
mos, algunos extensos y aplanados, otros con picos esbeltos y par-
ticulares. Por allí cruzan los caminos de Salamina y Manizales.
En el promedio de estos dos grupos de caminos están los vol-
canes, las rocas endogénicas, los arenales y las njeves eternas. Es
la mayor masa de nevados que sustentan los montañas colombia-
nas, dominadas por el majestuoso y truncado cono del Tolima, que
aun cuando aparentemente apagado, por todas las grietas de las
rocas de su base despide abundantes vapores, y la temperatura
elevadísíma de esos lugares indica que en sus entrañas hay una
vida análoga á la de todos los demás volcanes del país.
492 Nueva Geografía de Coiombia
El páramo del Ruiz es una sierra erizada de puntas capricho-
sas, de las cuales, unas cónicas, rebasan el nivel de las nieves
perennes, otras apenas lo tocan, y otras no llegan á él. De esos
conos uno fue tal vez volcán activo ; pero los hielos derrumbados
forman p)aredones tan elevados y ocup>an una extensión tan gran-
de, que dificultan la ascensión hasta estas enormes masas de hielo,
que siglos atrás debieron ser más extensas y poderosas. Hacía el
costado oriental se encuentran antiguas morrenas, distantes del ac-
tual nevado y rotas casi en el medio, como si en época lejana
hubiese bajado por allí una helera de grande extensión, hacia los
valles del Magdalena.
Esta mole del Ruiz, más compacta por su respaldo, se ha lla-
mado también Mesa de Herveo, y por confusión con el páramo de
ese nombre, situado más al N., equivocadamente separada del Ruiz
y señalada como nevado distinto, quizás porque las planicies de
su base septentrional se visten de blanco en bastante extensión
los días de tormenta. Los muros de hielo de la masa miden en su
pie un espesor de i6 á 20 ms.,y verticales y hendidos no dan paso
para alcanzar su cumbre. Hacia el Ocaso y á 300 ms. más abajo
se encuentran heleras, que tienen á su pie morrenas que forman
colinas redondeadas de 40 á 50 ms. de altura.
A menos de una legua hacia el Poniente, surge un cráter que
las gentes denominan Olleia y que tiene figura de un cono truncado,
cubierto de arenas y peñas traquíticas, y en cuya cima se ve una
abertura de más de 40 ms., revestida, como las faldas del cono,
de nieve compacta, en partes negra, en partes cenicienta, y en lo
demás amarillenta como azufre, prueba evidente de que el cráter
despide aúa vapores sulfurosos, y además, de su actividad dan tes-
timonio los terremotos de Manizales.
Hacia el sur de este cráter se levanta la sierra nevada de
Santa Isabel ó del Cisne, que se compone de picos traquíticos más
ó menos elevados, más ó menos cubiertos de nieve, y algunos de
los cuales, como en el Ruiz, no alcanzan el de las permanentes.
Por la parte oriental presentan lomas y colinas onduladas, cubier-
tas de arenales, é inclinadas hacia la especie de cuenca que se
abre entre los nevados, y encierra diversas lagunetas y llanadas
cubiertas de gramíneas donde pacen ganados, á más de 4,000 ms.
de altitud. Al frente de esta sierra, ó sea entre el Ruiz y el Toli-
ma, se levanta el pico de Santa María, que como éstos domina los
valles del Magdalena ; en tanto que los ñancos occidentales del
grupo constituyen los páramos de Santa Rosa, que al mediodía se
enlazan con el derruido cráter del nevado de San Juan ó del
Quindío.
Cuanto al gigante del grupo y de todos los Andes colombia-
nos, levanta su cono despuntado de 1,300 ms. de altura, hecho de
andesita y casi todo vestido de nieves, sobre un pedestal de rocas
antiguas de más de 4,300 ms. de elevación sobre el mar, situado
un poco al Oriente de la magistral, con numerosos volcanes pará-
sitos en sus faldas. Hace algunos años escalaron su cima, sin crá-
ter visible, unos mineros antioqueños, los que bajaron de allá des-
Itimbrados por el panorama que habían tenido delante de los ojos,
como que abarcaba de las ondas azules del Pacffíco á la cinta bri-
llante de un gran río que juzgaron era el Orinoco !
NuiVA GiOdKARA Ds CoKquu
Al parecer, en otros tiempos una sola masa de nieve cubrfa esta
porción de tierra colombiana desde ei San Juan y el Tolima al Ruiz
y la Olleta, y del Santa Isabel al Santa María. La masa misma <lel
conjunto debió ser vencida en la época en que sus volcanes estaban
en plena actividad, conforme lo demuestran las ruinas y escom-
bros di: los contornos y los resultados de la catástrofe de 1S95,
perfecta me ntL- registrada en nuestra historia.
Difícil es subir á los nevados, que por todas partes se mues-
tran rodeados de heteras, en las que el hielo se quiebra y forma
laberintos de profundas y peligrosas grietas. Con todo, el cuadro,
que se el jmina desde el centro del extremo N. del grupo, es impo-
nente. En efecto, cuando nada turba la serenidad del cielo, ni las
regiones bajas están cubiertas de vapores, los ojos del espectador
logran abarcar un horizonte de 30 leguas ; hacia el N. se puede
seguir la dirección de los páramos .que se pierden sobre la mesa
antioqueña, distinguiéndose los ramales que se desprenden de sus
moles solitarias y descienden hacia las cálidas tierras del Cauca y
el Magdalena, los que tan luego como llegan al limite de la veg;e-
tación arbórea, cambian su color ceniciento ó amarillo por un ver-
de vivo que se oscurece á medida que se aleja, y acaba por volver-
se negro á la vista.
El silencio que reina en esas yermas soledades, la ausencia de
seres que los pueblen y de plantas que los viviñquen, todo esto
imprime á estos sitios un aspecto melancólico, de manera que
cuando no brilla el sol, se siente la impresión de estar en la
mansión de los muertos. Mas cuando brilla el astro rey y se vuel-
re la vista al S., í la espalda queda el amarillento cono del Crá-
ter de la Olleta, notable por su forma, á la izquierda el extremo
meridional del Ruiz, en su porción llamada Mesa de Herveo, bri-
llante por sus hielos y variada por sus grietas azules; al frente, y
Kl Kuii El Tolima U Ollet
FiíUra iSl bit— L(K grandes nevado: vistos por el Norlr.
NiiivA GuKKAriA DE Colombia
como por entre un oleaje de arena, despuntan á manera de islas
las masas sombrías y los picos del Ruiz y de Santa Marta; al otro
lado y en multitud variada se ab.an los picos del Cisne ó Santa
Isabel, que cubren los del QjindIo,y porsobie todos, en liltimo tér-
mino, el gran cono del Tolima, resplandeciente con los rayos del
sol que se quiebran en sus blancos hielos, cubierto el cuadro por un
cielo de ¡menso color azul.
Valles ortrníales — A la derecha del valle del Mag;dalena, por la
diversa topo¿jrafía de la cordillera oriental, en vez de estribos que
bajen de modo uniforme desde una elevada crestería hasta el fon-
do del valle, se encuentran los valles occidentales de Cundinamar-
ca y Boyacá, los cuales, aun cuando arrancan desde el nivel de los
páramos, en vez de abrirse directamente sobre el principal, apenas
se enlazan á él por hoces y estrechuras abiertas al través de un re-
lieve que se alza frente de esos estribos de las tierras frías y que por
ser mis alto, compacto y complejo que el mencionado de la banda
izquierda, convierte en cuencas verdaderas dichos valles, reunie'n-
dolos par grupos que al viajero se presentan con varío aspecto, y
que de Sur á Norte son las de Fusagasugá, Tequendama, Rioseco,
Rionegro, la mis compleja de todas, y Muzo, la más perfecta de.
ellas.
La cuenca de Fusagasugá, cuyas aguas forman el Sumapaz
y que como escalón se interpone entre el Cabrera-Prado y la Sa-
bana-Tequendama, al pie de las elevadas cumbres de Sumapaz
propiamente dichas, con bajas serranías en otros puntos de su bre-
ñoso marco, es una de esas regiones pintorescas y variadas que á
porfía se agrupan en torno de la Sabana de Bogotá.
Tratemos de bosquejar
lo que son estas tierras de
Fusagafugá ó de Sumapaz
para un observador que
las recorra á partir del pá-
ramo que les da nombre,
accesible desde la orilla
del Magdalena por una
senda que principia en Co-
lombia y remata en plena
sabana de Bogotá, después
de atravesar un hermoso
valle que alimenta nume-
rosos ganados, y cuyo fon-
do plano, que está á más de
3,Soo ms. de altura, guar-
da las cabeceras del rio
Sumapaz. Al Oriento de
este valle se alza el pro-
longado tope del cerro ne-
vado de Sumapaz, que du-
rante muchos meses del
año se cubre de blanco
NusvA Geografía de Colombia
cendal. Las empinadas crestas de los páramos que marcan aquí
■na parte de las cuencas que por un lado desaguan hacia el Aria-'
ri y por otro vierten al Mag'dalena, figuran fachadas singulares,
conos, torreones y edificios arruinados. La porción occidental de
ellas, rota y revolcada entre el río Pucbloviejo y la boca del San
Juan, atestigua las convulsiones de que ha sido teatro esta región,
precipitando hacia abajo bloques extraordinarios, algunos de lOS
cuales quedaron sobre Pandi. En el valle citado, cuyo fondo plano
excede de cuatro leguas cuadradas, examinando los murallones que'
encajonan el río Sumapaz, se notan bien marcadas unas líneas pa-
ralelas que indican un progresivo descenso de su lecho, y lo mismo
se observa en Pandi en las paredes de la grieta, que allí sólo tiene
un ancho de lO á 12 ms.
El pueblo de Pandi es célebre por tener inmediato el puente
natural de Icononzo, formado por grandes rocas accidentalmente
enclavadas y equilibradas sobre un abismo, quedando el río debajo
de esta bóveda natural, á la profundidad de 70 ms. Una peña de
arenisca de 25 ms. de largo por 16 de ancho y 3 de espesor, con
figura de arco irregular,-íorma un segundo puentt, sobre el cual
descansan el anterior y otro de madera, construido para segün-
dad de los transeúntes, á 85 ms. de altura sobre el Sumapaz. Des-
de el segundo puente se percibe un trecho del soterrado río ; la es-
trechez de la grieta, su altura y las plantas que tiene el borde, cu-
yas ramas le forman una bóveda de verdura, todo contribuye i la
oscuridad de aquel abismo en que se ven revolotear pájaros noc-
turnos. Hay cerca del puente inferior un agujero jior el que se
registra la caverna. Cuando se lanza una piedra por él, se oye un
ruido sordo semejante al estampido lejano de un cañón, ruido que
repiten los ecos remedando las descargas de un combate, cuando
Sí oye á corta distancia. Los guapacos ó guácharos agregan á esos
ruidos el de su graznido desapacible. La grieta se prolonga hasta
cerca de un cuarto de legua más abajo, y su altura va disminu-
yendo gradualmente y acaba por presentar el aspetto de un to-
rrente caudaloso, sembrado de grandes piedras y corriendo por
entre <Jn bosque. El largo total de la quiebra es de una Irgua, con
10 í 12 ms. de anchura.
FÍEuri 184— .^nliguo puente del Cuja, según el álbum de la Comisión C'orogfi-
iica. Inédito.
El pueblo de Pandi 6 Mercadillo queda 3 kilómetros al NE.
del puente, no lejos de Icononzo, de afamados cafetales, y cerca de
él hay un grupo de peñascos, notables tanto por su rara forma, como
pwr los jeroglíficos que contiene, pintados por los indios con tinta
roja indeleble. El camino de Pandi á Fusagasugá, serie intermi-
nable de altibajos, pasa por el pueblo de Arbeláez, por zona de
cafetales, como lo es la que cruza el de Fusagasugá á Viotá, pa-
sando por el pueblo de Tibacuy.
NusvA GiogkafÍa dk Colombia ^7
Sigutefldo por el camino de Sumapuz á la Sabana, se ven
muchas y variadas lagunetas, frecuentadas por pequefíos patos, y
una cantidad prodigiosa de estiércol, producida por la inñnidad
de conejos que viven en esas frías regfiones. En la medianía del
páramo existe la laguna Chisacá, notable no sólo por dar origen
á los ríos Tunjuelo y Blanco, de opuesto rumbo, sino por las rocas
particulares que en ellas se encuentran, perforadas por grutas que
sirvieron de sepulcros á ios indios.
De aquí, tomando por la izquierda al través de páramos llanos,
también salpicados de lagunetas, se llega al de Juan Viejo, 300 ms.
más bajo, y que encierra una cuenca de fondo plano, notándose el
punto por donde las aguas salen de ella por una hendedura pro-
funda, entre altos muros verticales. Al pie de este páramo queda
el pueblo de Pasca, donde hizo alto Fredemán cuando subió la cor-
dillera por los yermos páramos de Pascóte. En dicho pueblo se ven
las señales patentes de la acción de los glaciares, y el observador
se explica perfectamente la procedencia de las grandes rocas errá-
ticas de que está sembrado el valle de Fusagasugá, distribuidas en
hileras que marcan la dirección de aquéllos, siendo por la parte más
baja del terreno llano por donde hoy pasan el Cuja y el Panche, por
hondos lechos de erosión, en busca del boquerón que está en el flan-
co del cerro llamado del Muerto. Allí se puede examinar la fractura
de la serranía á cuyo pie está el risueño valle de Melgar y el Carmen,
pueblos próximos á Cunday. La vistosa Mesa de Limones ó de Nilo,
que demora á la derecha del río, al lado del valle del Pagüey, se
formó acaso entonces por la aglomeración de rocas, barro y cas-
cajo consolidados por el tiempo en la disposición que hoy tienen.
La belleza del valle de P'usagasugá, que tiene un fondo plano
de más de un miriámetro cuadrado de superficie, tendido en forma
de cinta hacia el SW. entre los pintorescos ríos Cuja y Panche, y en-
tre dos filas de cumbres, por su figura, lo cultivado de la tierra, los
cerros particulares que lo circundan, su clima templado y sano, es
uno de los mejores puntos de recreo de los habitantes ricos de
Bogotá.
Transmontando el marco occidental de la cuenca de Fusaga-
sugá se cae al valle del Bogotá ó bajo Funza, tierra de diverso
relieve, como que parece una inmensa grieta de fondo áspero pri-
mero, suave después, cuyo complicado conjunto se llama Tequen-
dama, por el salto que el río da para penetrar en ella, y debe su
importancia á guardar en su seno la vía de Girardot, ó sea parte
del camino más usual entre la Sabana y el Sur por el alto valle
del Magdalena, por lo cual su descripción es la de la tierra á que
da su ser.
La serranía que separa esas dos tierras de Sumapaz y Te-
quendama, principia en los ásperos páramos de Subia y Tibacuy,
termina sobre la quiebra de aquel río, está llena de grutas y caver-
nas repletas de huesos de los aborígenes (fig. 185), y en su medio se
alza el alto de Viotá, desde donde se domina un paisaje encantador,
conslituído por un extenso terreno doblado, de esos que en los An-
des semejan un mar enfurecido congelado de repente. Desde allí se
vislumbran en lontananza Anapoima, La Mesa y otros pueblos ó
caserios, y más lejos adn la cinta brillante del gran río completa
49^ Nueva Geogkafi'a de Colombia
la sublimidad det cuadro. Vjotá blanquea al píe, y el camino que
de ésta conduce á Portillo es encantador, por sombrearlo primero
palmares y lu^o abrirse en un barranco entre fresca verdura y
brillantes flores.
is (le I'anche y el no Bogoli, según K. Andréi
O principal de Tequendama es sumamente quebrado
pero pintoresco, y abre á los ojos del viajero soberbias lontananzas
de que no es fácil disfrutar en otras i.>artes. Todo el pintoresco
valle del Bogotá presenta bellísimas vistas : ya elevadas cimas cu-
biertas de bosque ; ya faldas caprichosamente arrugadas, llenas
de pastales, sementeras y viviendas ; ya plateadas chorreras que
hacen coro en torno de la sublime del Tequendama ; ya, en fin,
poblaciones más ó menos importantes, pero todas hermosamente
situadas, como Tena, La Mesa, Anapoima, Viotá, El Colegio, San
Antonio, Anolaima y Quipile. El río Bogotá se muestra rápido y es-
pumoso hasta Portillo, donde vuelve á correr perezoso hasta per-
derse en el Magdalena.
La parte más pintoresca y también la más quebrada del ca-
mino es la que media entre el boquerdn de Barroblanco y Juntas.
Pasado un grupo de crucesitas de madera que los arrieros dejan
Nueva Gsogiíapía de Colombia
al cruzar el páramo como es costumbre en Colombia, se comienza
de repente á bajar una escabrosa cuesta ; por todas partes se ven -
enormes pedrejones erráticos derrumbados de la cordillera en'
prodigiosa cantidad por los antiguos hielos ; por todas partes igual- '
Figura 186 — El tío Uiignlá en el ¡'uenle del Colegio, según K^eU
mente la selva tía ido cediendo el campo d las sementeras y dehe-
sas y se ven aqu( y allá las casitas qae parecen aferradas á las
rocas para no rodar hasta el abismu. A medida que se desciende
desaparecen los riscos medio velados por el basque, las pendien-
tes se suavizan, las cimas se redondean, el clima se torna delicio-
so. En Tenasucá ya principian á aparecer las plataneras ; en el
Tambo, famosa hospedería, bellamente situada sobre un elevado
penan del que se desprende cristalina chorrera, el ojo se extasía
en el extenso panorama que se despliega ante él. Ve, de un lado,
la risueña y esmaltada hoya del rio Bog'olá, coronada por altos y
verdes montes que prolongan sus faldas hasta tocar las aguas del
río, y en partes muestran peñascales inaccesibles ; y del otro, las
caprichosas, verdes y corroídas ondulaciones de los montes que en
sus hombros sustentan la Sal>ana. Más abajo está Tena, que se mue-
re de marasmo en medio de feraces campos y de espléndidos ho-
rizontes ; luego, en el Hospicio, acaba la extensa bajada de la cor-
dillera, y principia la corta subida que conduce á la aislada me-
seta donde se encuentra la ijiudad de La Mjsa, que ocupa una
excelente posición, por desgracia con clima debilitante y nebuloso,
y que en la actualidad es uno de los principales mercados de Cun-
dina marca.
De la meseta de La Mesa, interpuesta entre el Bogoti y el
Apulo, de ff^cundo y cultivado valle, y que se alza enfrente de la
de Anolaima su casi rival topo^ráñca, se desciende por la cuesta
del Tigre, y tras una sene de altibajos pintorescos se llega á la
planicie seca y pedregosa de Anapoima, escasa de aguas. De la
cima de donde aparece por primera vez el pueblo, la mirada se
pierde en una risueña y tranquila y pintoresca lontananza ; al
frente la meseta con el caserío entre dehesas y enanos bosqueci-
Uos ; á la derecha una cadena de verdes colinas con valiosas ha-
ciendas ; á ¡a Í7X]uierda ia hondura por donde corre turbio el Bo-
gfOtá, allende la cual se alzan pintorescos montes donde verde-
guean los cafetales y se asienta risueño el pueblo del Colegio ;
por el frente cierra el cuadro el enhiesto monte de Tocaima, que
domina la serranía de La Culebra y entre la arboleda de su cum-
bre guarda una laguneta. De. Anapoima arranca hada el E. el
camino de Gualaquf, que después de cruzar el Apulo, sube por el
Volador al Alto de Copó, que domina paisaje no menos hermoso
y baja por una región pintoresca y singular al valle de Rioseco, de
aspecto singular por sus grandes barrancas de erosión.
Después, bajo un sol de fuego se desciende la cuesta de Só-
cota, se transmonta el alto del Copial, magnifico por las grandes
barrancas de erosión que aquí labran el terreno, se cruzan otros
altibajos, y en fin, por corto pero empinado descenso se llega á
Juntas de Apulo, vecindario cuyas casitas aparecen medio ocultas
entre el follaje de los árboles. Por ese valle del Apulo remonta el
ferrocarril de Girardot hacia San Joaquín, estación no distante de
FÍBi"» 187— Puenle Jf l'urlUIo sobre t' rio Bogoti, wgún Regel.
NuíVA Geografía db Colombia
Anapoima. En Juntas el turbio y poco caudaloso Apulo, de lodosas
avenidas, mezcla sus aguas con las amaríltentas y rápidas del
Bo^tá en un romántico paisaje. De Juntas á Portillo el camtDD
serpentea por entre feraces dehesas de guinea y para que tapizan
el estrecho valle por donde ahora corre el Bogotá, acrecentado ya
con el Apulo. Bosques de palmeras, casitas de paja, deliciosos re-
mansos, altas y caprichosas serranías, lontananzas espléndidas,
llenan el valle, que en Portillo presenta largo puente de hierro
sobre el turbio Bogotá.
í De Portillo hasta Girardot el camino y el ferrocarril corren
al través de fértil y extensa llanura encerrada á la izquierda por
las verdes serranías de Cumacá 6 Agua de Dios por el lazareto
que tienen al pie, y á la derecha por las no menos pintorescas co-
linas de la Culebra ; y el Bogotá se desliza á poca distancia hacia
el Sur de los ríeles, y de Tocaima, otra poWación decaída de su
antigua grandeza, por en medio de tupidos y lozanas bosques, fe-
races pastales y numerosas haciendas.
Nueva GkografÍa dk CoLoniA
Girardot es un puerto que ha crecido y mejorado bastante en
los illtimos años. Diez cuadras abajo de la población se tiende
sobre el ancho y undoso Magdalena un hermoso puente colgante
de hierro, el más largo de los que hay en el valle del Tolima:
cerca de allí principia el ferrocarril del Espinal. Al Sur y al otro
lado del Bc^otá se encuentra Peñalisa, hoy población de bastante
comercio, fundada en terrenos eriales hace medio siglo.
Figura 189 — rúcale de Gírardol. (De lologníía.).
Después de las tierras de Tequendama se dilatan las del Rio-
negro de Utica, verdadero Occidente de la Sabana, de complej*
y curiosa topografía, atravesadas al Sur por la carretera de Cam-
bao, al centro por el camino de Honda 6 de Occidente, y al N.
por el del Noroeste 6 ruta de Poncet. Esto basla para indicar su
importancia, no obstante la cual su progreso no guarda relacidu
ni con aquélla ni con la feracidad del suelo.
El conjunto de sus aguas se dirige hacia el N. para formar el
Rionegro, (que al S. tiene como dependencia el Seco de San Juan),
debido i la existencia de la serranía del Sargento, que por relie-
ves intermedios se une al nudo del Roble, constituyéndose con esto
el suelo por donde sin pendientes negativas se desarrolla la carre-
tera de Cambao, ora por el lomo de las crestas, ora por su flanco,
pasando de uno á otro valle por vistosos boquerones, entre los cua-
les prima el de Chumbamuy : aquí hacia el SW, se divisan al pie
el pueblo de San Juan, y en lontananza el Magdalena ; y al NE.
Viánf y los cultivados valles de Bituima y Guayabal, con el alto
del Trigo de Cambao de un lado, y el tristemente célebre Monte-
Nueva Geografía de Colombia 503
frío del otro, cima que al respaldo tiene á Chaguaní. Por esta ruta
son numerosos los puntos de donde se dominan pintorescos 6 gran-
diosos panoramas, y donde á la vista se tiene mayor numero de
cresterías cortando el horizonte, hasta ser el tipo de su especie en
el país.
Al occidente mismo de Bogotá se abren los hermosos valles de
VíUeta y Guaduas, donde se siembra en abundancia la caña de azú-
car y son cortados por el camino de Occidente. Este camino, no
obstante ser el de mayor importancia para la capital, de camino
no tiene sino el nombre : es un simple sendero de montaña, que
sube y baja unas tras otras diversas aristas de los Andes y cruza
los valles intermedios, ora rocalloso, ora polvoriento en verano y
lleno de fangales en invierno, casi siempre pintoresco por los her-
mosos paisajes del tránsito.
Al pasar el puente de Honda se remonta el curso del Mag-
dalena por un camino que domina su orilla derecha, por entre
magníficos paisajes, hasta Bodeguitas, donde se aleja el río y trepa
el primer escalón ó terraza de la cordillera que conduce á los lla-
nos del río Seco, que no merece ese nombre en la estación lluviosa.
Poco á poco el camino se encrespa, y tras una violentísima pen-
diente, la subida del Consuelo, se corona el alto del Sargento, sitio
pintoresco si los hay ; por el Oeste se divisa el Magdalena, que des-
pliega su curso semejante á una inmensa y argentada faja de eses,
más allá de la cual se dilatan las llanuras de Mariquita, que se con-
funden insensiblemente con las bases de la cordillera central, que
yuxtapone sus moles vestidas de color violáceo hasta la región de
las nieves y las nubes ; en tanto que por el oriente, tras la verde
cuenca donde alegremente blanquea la población de Guaduas,
entre verdes cafetales y dehesas, surge la serranía del Trigo como
antemuro de un montón de alturas que se elevan gradualmente
hasta constituir los páramos que rodean la sabana de Bogotá. Del
Trigo hacia el Oriente se desciende la prolongada cuesta del Pe-
taquero y de Cune, para llegar á Villeta, situada en medio de un
valle risueño y bien cultivado, y de allí al camino sigue un trecho
la orilla del río de aquel nombre, afluente del río Negro, que á su
tumo recoge el Dulce, baja de los valles de Bituima y Guayabal
y se cruza por el conocido puente del Bagazal, de donde se ascien-
de al alto de Chimbe, de espléndidas vistas, y al pintoresco y nebu-
loso pueblo de Agualarga, por tres vías: el camino viejo, la Varian-
te de Chimbe, ó por Sa^ima, todos por entre extensos y ricos ca-
fetales y cañaverales, siguiendo luego la cuesta, sin interrupción
alguna, hasta el Roble, ó sea las frías cumbres que dominan la Sa-
bana. La vegetación cambia sucesivamente de aspecto hasta que
en lo alto parece que tirita, y el paisaje aparece velado por vapo-
res grises. Cuelgan de la copa de los árboles largas cabelleras
blancas y grises que flotan al soplo de la brisa, á manera de pe-
nachos : el carácter de la vegetación es tan particular, que en
nada absolutamente se parece á la de las zonas templadas del globo.
La parte de esta región extendida de Villeta á La Palma, es
un vasto conjunto de breñas despedazadas, con grietas ú hoces,
allí llamadas cajones, únicas en el país, por donde las aguas pasan
rápidas, primando las del Encantado, por su lúgubre grandiosidad,
504 Nueva Geografta de Colombia
y la del Esparzo^ por no medir sino 2 ms. de anchura, por lo cual
el río, ya crecido, como que se ve oblig^ado á suspender su mar-
cha y pasa de momento en momento en olas gigantescas que no
pueden remontar los peces. Es también aquí donde abundan las
tierras en que el maíz cosechado produce la enfermedad llamada
peladera. El valle transversal del alto Rionegro es tierra de pinto-
rescos paisajes, rocas tajadas, hondos surcos y colinas derruidas.
Por esta depresión pasa el camino de Zipaquirá á La Palma,
aun con fuertes desniveles, el cual después de la larga bajada del
páramo entra á Pacho, población importante, la Mesa del Noro-
este, en una región bastante cultivada. Siguiendo el valle, el ho-
rizonte se ensancha después de cruzar el turbulento río por el
puente de Soto, pero disminuye la población y prevalecen los bos-
ques hasta el Peñón, de ruinoso caserío. Después mejora la vía, se
abren los valles, se cruzan los sitios donde existieron los pueblos
de Guayabal y Murca, las aguas cristalinas riegan campos mejor
cultivados, abundan los naranjos y limoneros, y por ultimo, se as-
ciende el elevado alto de Juan Esteban, en cuya cima se goza de
una vista encantadora, pues al respaldo se columbran las serra-
nías hasta los páramos que enmarcan la Sabana, y á los pies, como
en una concha, entre colinas, se recuesta la ciudad de La Palma,
que entre sementeras, huertos y árboles frondosos levanta sus al-
tas torres ; fue La Palma un tiempo rival de Muzo y Mariquita,
pero ha decaído menos que ellas, y aun es centro de algún co-
mercio.
Al occidente de la ciudad, desde el alto de Minipí, vestido de
árboles, se columbran á la izquierda los cerros de Vergara, y á la
derecha, al otro lado de la hondura del Pata, el pueblo de Capa-
rrapí, emplazado en una altura á cuyo respaldo tuerce al N. el
Rionegro, ya engrosado con las aguas de casi toda la cuenca. De
ese pueblo hacia Utica y La Peña el camino sigue el lecho del
Pata, por lo cual no existe en invierno, y luego el del Zumbe, de
fétidas aguas ; para entrar á Utica, situada no lejos de Quebrada-
negra, y lugar afamado para mudar temperamento, se pasa el
Rionegro ; para seguir á La Peña preciso es cruzar grandes altiba-
jos hasta el cerro que sustenta el ruinoso pueblo, del cual se baja
luego al Rionegro al paso llamado del Rejo. Después, rumbo del
Sur, por camino áspero se toca en Nimaima, pintoresca aldea de
clima quizás sin rival en el país ; en Vergara, pueblo á cuyo occi-
dente se ha formado el de Supatá ; en La Vega, en un vallecito,
al pie del de San Francisco, y en Sasaima. En fin, abajo de Utica,
del Guadero, de La Paz, trepada en la serranía fronteriza de Hon-
da, y del camino del Noroeste, se abre el valle del bajo Rionegro,
aún cubierto de selvas, y cuyas riquezas auríferas, exuberante fe-
cundidad y caudal navegable, se pierden á causa de su extrema
insalubridad.
Entre el Rionegro y la altiplanicie de Ubaté se halla una ver-
dadera hondura, una depresión totalmente murada de cerros : es
la cuenca de Muzo, una de las regiones más notables del país.
Si de los páramos solitarios de Sumangá se dirige la vista ha-
cia el N., en dirección de Paime, se descubre ala derecha el largo
páranK) de Matarredonda, cubiertos sus flancos de tupida verdura»
y sus cimas, comparativamente desnudas, erizadas de crestas y
Nueva Gkografía de Colombia
picachos sdlo atravesadas en un punto, por la vereda de Paime á
Coper. Más abajo del páramo, una larga hilera de cerros cubier-
tos de bosque, casi sin cultivos, corre paralela y cubre el angosto
y despoblado valle del Villamizar, al paso que sus laderas, ensan-
chadas por largos estribos, se pierden en el del Rionegro, donde se
ven algunas labranzas y los pueblos de aquel nombre y San Ca-
yetano, circundado aquél por grandes cerros de formas piramida-
les. Al Sur, entre ásperos ramales, están los selváticos valles del
Blanco y el Mencipa, que el páramo Rabón separa de Pacho, y
que unidos al Negro y al Suáraz, cuyas aguas riegan las destroza
das serranías de Yacopí, que demoran al N. de La Palma, forman
el Minero. Al E. la serranía se presenta cubierta con algunas la-
branzas y ricos pastos ; adelante los cerros pierden su grande al-
tura, se visten totalmente de vigorosa vegetación, y sólo cerca de
Muzo exhiben su forma verdadera, por estar en parte cultivados,
en parte cubiertos de pajonales, salpicados de arbustos siempre
veixles. Es en este valle, al W. del rfo, donde se encuentran las
famosas minas de esmeraldas que han venido á ser una de las me-
jores propiedades de la Nación. Aquí se tiene á la vista la extensa
hoya del Minero, y á lo lejos y á la izquierda surgen los cerros de
las Coles, cuyos picachos remedan el tronco de esa planta, y antes
de los cuales pasa la trocha del camino de Occidente que remata
sobre el Magdalena en Puerto Niño, un poco arriba de Nare. Más
allá, en el conffn de un océano de verdura, y recostada sobre un
Kgura 190 — La Fu ralcna, según el ilbum de la Comísién CorogrUca. lD<!dito
espesísimo bosque, se alzan las dos agujas de la Furatena, que se-
mejan dos gigantes de píe, por entre los cuales, encrespado, se
Miewa Gttgra/ía de CíUmüa TOMO I — 33
•AS06
Nt«VA Gmmkaf/a db Colombia
' ahocina él Minero, rivalizadas tan sólo por las altas y macieas
" -cumbres dé Peñarmada y la serranía de Tambrías, revestidas por
robles seculares, por entre los cuales asoman algunos blancos pe-
- líaseos.
' Desde que se pasa la serranía cuasi desierta de Muzo y se en-
' tra al valle de Cbper, cambia el paisaje. Hacia el Este y el Sur,
;* aiin dominan las selvas ; pero cerca de Coper los terrenos cultiva-
dos, las cañadas y mesetas que se suceden unas á otras y los ce-
1 rros que- ptefientan casi constantemente un descenso suave hacia el
Sur y penas más ó menos verticales al opuesto lado, cubiertas de
' gramíneas y^ labranzas, con raros manchones de monte, dan al país
' un caráctei^ especial variado y hermoso, cual si la configuración
'•éel suelo primitivo hubiera sufrido los trastornos de un extenso
- hundimiento. Una serranía intrincada con lomas ora descamadas,
' ora frondosas, interrumpe en todas direcciones el país de Manpí,
sombreado por bosques hasta el Minero y cortado al Oriente por
ios altivos cerros de Zanatá, que se desarrollan- al respaldo de
Chiquinquírá.
'Después dé'Marípí ó Briceño viene el territorio t)e Canipauna,
diverso de aquél en aspecto y disposición. En las grandes moles de
las serranías de Tambrías quedan á la izquierda los extraños pe-
^ ñascos de la Furatena en primer término, en segundo la rotura
grandiosa de Peñarmada, por donde se esconde el Minero, y a
' k> lejos los cerros que rodean la hoya de este río, y desde cuyas
desiertas cumbres se columbra el distante Magdalena en el extre-
mo de vastas planicies cubiertas de bosques solitarios. A la dere-
cha se alza la cordillera de Chiquinquirá, que alcanza su mayor
altura en la peña de Saboyá, se deprime en seguida y vuelve á
etalutarse para formar el cerro de Tiquisoque, de cuya falda y
por entre árboles corpulentos se lanzan á lo bajo dos gruesos cho-
rros que forman la hermosa cascada del mismo nombre. El cen-
tré del país se ve surcado por cadenas de colinas sin bosque, sepa-
radas por hondas cañadas entapizadas de grandes yerbas y dos
estrechos valles cuya soberbia arboleda contrasta con la desnudez
do las próximas colinas.
VIII — El Valle db Riogrande — Con este nombre, que fue
muy usado en otra época, se designaba la hoya propia del Mag-
Fi£ura 191— Diagrama del valle de Riogrgtnde
NiiEv A G eografÍa de Colombia 507
•4te.lena en su parte central, es decir, donde constituye el mayor y
más perfecto de los valles que forman los Andes en Colombia, en-
tre cumbres que se rebajan rumbo del N., de manera que de* la
zona de los páramos descienden á confundirse con las llanuras at.
lánticas, y en la misma dirección se alejan unas de otras para dar
campo á que la tierra llana del fondo se ensanche más y más ocu-
pada por la selva magdalénica, cruzada por numerosos é impor-
tantes anuentes del gran río, de curso perpendicular á la izquierda
en las tierras antioqueñas, y casi paralelo á la derecha, en las
santandereanas.
Por el fondo del amplio valle circula majestuoso el Magdale-
na en busca del Caribe, río que hoy se surca en vapor, por lo cual
parece preferible recorrerlo en dirección inversa, para dar mejor
idea de su magnífíca topografía, puesto que así habrá de conocer-
lo el extranjero que se dirija hacia las altiplanicies y tierras del
interior.
El Magdalena central así considerado principia en el Banco,
allí donde cierra la gran bifurcación de los brazos de Loba y de
Mompós. Desde aquí hacia arriba, en una extensión de 25 leguas,
el río aparece cubierto de un dédalo de islas tan intrincado, que
sólo el ojo experto del boga puede discernir la vía que conviene
al vapor, pues los bancos de arena son muy temibles, lo que
hace que en ü^e» parajes la sonda funcione sin descanso, pon|ue
un loado menor <]e S páes es peligroso, y apenas se nota que el
lecho del río se ^eva, es necesario retroceder para encontrar
paso seguro, so pena de que el buque encalle y tenga que esperar,
incomunicado de la orilla, días y días, hasta que una creciente lo
levante á note y le franquee el paso. Las islas más vastas son las
de Papayal, Pancoger, Morales y Tablar, que forman un vasto
grupo. Al costearlas y por efecto de la corriente del río, que va
socavando sus orillas, formadas de hermosa tierra de aluvtóiü; con
frecuencia se ven caer trozos de bosque que vacilan sobre sii base,
oscilan un instante y se abisman con estrépito formidable dentro
del río, que se traga árboles enteros. £n Puerto Nacional arranca
ai E. el^eamino de Ocaiía.
r.£akts sofedades ribereñas abundan los representantes del
nBmdo «nímaly así como los árenles aparecen cuajados de -cai-
manes, quizás los más grandes de su especie eñ Am^ca« La vege-
tación es de una riqueza extraordinaria, y en especial la herbácea
alcanza proporciones inauditas : casi la altura de árboles en otras
latitudes.
Después, á medida que el valle del Magdalena va estrechán-
dose, el paisaje de sus orillas aparece menos vago y más viviente
que nunca; pásase por Santander, Paturia, San Pablo, la boca del
Ho Sogamoso, con espléndido atavío vegetal, Barranca Bermeja,
donde el río se llena de islas entre ciénagas y lagunas, y las aguas
se mueven lentas y silenciosas, San Bartolomé y Puerto Berrío, ca-
beza del Ferrocarril de Medellín. Más arriba está la angostura de
Nare (íig. 70), donde el río comprime sus ondas en estrecho canal;
soberbias se presentan allí las dos orillas, enteramente revestidas de
magnífícá vegetación. Remontando el río Nare por espacio de vein-
te minutos, se encuentran los islotes llamados Islitas, enfrente de
Nueva Geogkafi'a db Colombia
las cuales arrancaba antes el camino usual de Medellín. Nare fue
anteriormente población de más importancia, en especial aminora-
da por su malsano clima. En estas comarcas abundan los loros, co-
torras y guacamayas, que exhiben las tintas del pabellón nacional.
De aquí hacia Honda las sinuosidades del rto se acentilan más
y mis, los ribazos se elevan, la rapidez de la corriente se acentúa, y
se vislumbran las azuladas crestas de las cordilleras laterales ; se
encuentra á Buenavista cerca de la orilla S. del la Miel y enfrente de
la boca del río Negro. Dtsde Guarumo, no lejos de donde arran-
ca el camino de Sietevueltas, hasta Conejo, se estrecha aun más el
cauce del Magdalena ; junto á la Vuelta de la Madre de Dios, cer-
ca de donde principia el primer camino de Guaduas, la corriente
rompió una g'ran península que alH existía, cambiando en parte la
hídrf^raffa de la región.
El río acelera su curso, hasta el punto de alcanzar casi dos
legnias por hora ; de vez en cuando pasan rápidas las balsas solta-
das arriba de Honda por indtiles ; las vueltas y los reciales aumen-
tan ; el cauce se reduce de modo extraordinario, cerca se alzan
cerritos de ruinoso perfil, y por liltimo aparece el plano inclmado,
salpicado de blanca espuma, que constituye el Salto de Honda,
Figur» 191— Anligui vuelta de 1^ Madre de Dios, ícgi'in Regcl
que los buques no pueden subir sin grandes riesgos, comercialmen-
te divide en dos porciones la navegación del Magdalena, y hoy lo
evita el tráfico mediante un ferrocarril que por la margen isquier-.
da va de un poco más arriba de la ciudad á La María Dorada,
algo más abajo de Conejo.
En todo este trayecto del Magdalena central, á la vista del
viajero desfilan las chozas de los escasos habitantes, formadas in-
variablemente de postes, guadua y paja, sin puertas ni ventanas,
sin más ajuar que tres piedras, que sirven para poner la olla al
Nueva Geografía de Colohbia
fue^o, algunas hamacas y anzuelos, una cerbatana, una escopeta
y la indispensable canoa para surcar el río. Guarecidas en esas vi-
viendas, viven las familias en perpetua indolencia. Algunos árbo-
les les proporcionan fruta bastante, y el plátano, la yuca, la batata.
la pesca y la ca/^a les suministran diariamente barata alimenta-
ción, Y sin embargo, el terreno es de una riqueza imponderable :
el cacao, el café, el caucho, rinden opimos frutos, pero tal cúmulo
de riquezas se desperdicia por la inercia de los moradores, per-
diéndose para el comercio universal valores que pueden estimarse
en muchos millones por año.
Los muchachos andan desnudos, y los mayores, por todo tra-
bajo esperan el paso de los vapores para venderles algunos mon-
tones de leña, cuyo precio casi en su totalidad lo invierten en
aguardiente, con que se embriagan y embrutecen más y más ;
apenas si de vez en cuando recogen algiSn otro artículo para com-
prar con su producto los vestidos más indispensables. De cultivo ó
industria propiamente dicha, no hay asomo, 'á pesar de ser este
uno de los principales valles del globo, surcado por una ruta fluvial
de primer orden, que puede mantener muchos millones de habi-
tantes, y hoy apenas cuenta unos pocos miles de pobladores. Es
que en estas comarcas la raxa blanca sucumbe dominada por la
malaria, y la de color carece de esas necesidades que obligan al
civilizado al trabajo regular y constante.
5 10 Nueva Giografía dx Colombu
Recorrido el centro de la hoya, conviene echar una ojeada á
las faldas que la enmarcan, antitéticas en su forma y en su estado
actual, constituidas por las cordilleras central y oriental, en cuyos
topes viven aprisionadas poblaciones de las más importantes del
país, pero que faltas de buenas vías de comunicación con el Mag^-
dalena, se desarrollan con desesperante lentitud.
De Honda hacia la angostura de Nare ó Carare tampoco
existe en verdad la llanura á la derecha del río, por cuanto sigue
acompañándolo de cerca un relieve cargado de selvas, elevado
hacia las Coles, pero que luego se disuelve en colinas que desapa-
recen entre la gran selva magdaLénica. A la izquierda, al contra-
rio, la llanura aluvial s& ensancha, esmaltada por colinas de ca-
prichosas formas, en parte entapizada de gramíneas, surcada por
grandes ríos, en lo general selvosa y sólo en contados lugares
cultivada. Después, ya por ambas márgenes se extiende la planicie
húmeda, llena de brazos, caños, ríos y grandes ciénagas que im-
piden el libre acceso de la montaña á los puertos ribereños, cons-
tituyendo un obstáculo que no puede vencerse sin ingentes gastos.
Banda orUntal — Esta banda, constituida por el declive de las
terrazas y valles inferiores de Santander, que por este lado se
apoyan eji ásperos y revolcados relieves, comprende cuatro zonas,
caracterizadas por los ríos Carare, Opón, Sogamoso y Lebrija, los
que, salvo el segundo, que integro le pertenece, no desarrollan en
ella sino su parte baja, ünica donde corren sin saltos ni estrechiJUi
ras.. Aquí no se encuentran huellas de progreso, los escasos cen«:
tros de población en vez de adelantar retroceden, y aun han des«
aparecido algunos de los antiguos.
Del ramal que cierra el Valle de Jesüs se ven al S. los ce-
rros de Quitisoque y la peña de Saboyá, enseñoreándose del espa-
cio por encima de todos los demás cerros, al W. de los cuales y
de los de Peñablanca, se dilata un extenso |>aís inculto y no explo-
rado, por cuyas soledades corren el Carare, que es el Minero des-
pués de que pasa por la hoz de Peñarmada y el raudal de Isacar,
y su. anuente el Pescadero. Este país se domina, desde la cum-
bre de Peñablanca, y el observador queda admirado de las for-
mas raras y caprichosas de un relieve sembrado de rocas y ce-
rros piramidales escarpadísimos y no obstante cubiertos de una
lozana vegetación. Las abruptas laderas ó mejor dicho las paredes
verticales de esta serranía dificultan la comunicación entre esos
valles tan vastos como opulentos, ardientes y enfermizos.
Si de las serranías de Vélez se dirige la vista hacia el valle
del gran río, el aspecto del territorio cambia con la posición del
observador y la hoya del anuente de que se trata. Inmediatamen-
te al N. de la cuenca de Muzo, es decir, en el valle del Carare,
cuando se toma el camino de este nombre, desde que se sube al
Alto del Roble se descubre una comarca de apariencia singular,
sobrecargada con la magnificencia de ruinas colosales : rocas des-
nudas, revueltas y trastornadas, que en grupos variados yacen
amontonadas por todas partes; paredes sin vegetación, elevadas,
hechas de estratas calizas compactas y enormes, coronadas por
árboles corpulentos que se sobreponen en anfiteatro, de suerte que
se suceden las peñas y los bosques ; cavernas por dondequiera y
Nueva Geografía m. Colombia 5 1 1
embudos naturales producidos ]x>r hundimientos, algunos de los
cuales cultivados y aun habitados, forman el fondo del cuadro, ter-^
minándolo á la derecha una serie de crestas, carg^adas de arbole»
que descienden hasta reflejarse en las aguas del Horta ; y á la iz-
quierda las escarpas deprimidas que separan á aquel río del Pes-
cadero. Pasado el Horta y desde la cumbre de Sabanalta, todo
es desierto ya, no obstante algunas mezquinas labranzas perdidas
á orillas del Guayabito, que corre entre las sierras de Armas y
Buena vista, que concluyen en las selvas que circundan el puerto .
de Carare. Después de esto siguen grupos de colinas decrecientes
destacadas de la serranía, las cuales desaparecen cerca del Mag-
dalena bajo un extenso manto.de árboles gigantescos que ocultan
las ultimas desigualdades del terreno, obstruido con los despajos
vegetales acumulados allí [X)r los siglos. De trecho en trecho rom-,
pen la monotonía de esa aparente llanura las luci^ites aguas de Jas
numerosas ciénagas de las orillas del cauce central y de sus afluen-
tes, ó corren corándola en diferentes direcciones ríos que . semen,
jan hilos de plata sobre un tapiz verdinegro, cerrando el fondo del
cuadro el Magdalena como una ancha faja argentina> tras la cuaU
en lontananza, asoman sus puntas las serranías de Antíoquia, azula<
sas por la distancia y medio veladas por la bruma.
Más al N., desde los cerros de Xa Paz de Vélez, al dirigir ia
vista en ese rumbo, se pierde en una especie de horrendo precipicio,
cuyo término es la tierra, ora ondulante, ora llana, que por más de
20 leguas sustenta el inmenso bosque que llega hasta la orilla del
Magdalena, morada de fieras aiin no. perturbadas por el hombre,
cuya presencia apenas se noto en dos. á manera de islas en medio
de aquel mar de follaje, que son los vecindarios de. Santa Rita y
Cachipay, en las cabeceras bajas, .del Opón^
A la derecha^ entre. el Opón y el Sogamoso, espantan las hi->
leras de cerros empbados, destrozados y de iormas raras é impo-
nentes que constituyen una? cordillera al parecer intransitable y con
los árboles pegados á las paredes verticales de sus moles ; mientras
que á la izquierda, hacia el Carare, se suceden otras hileras de
montes cubiertos de selva virgen, en tanto que á lo lejos la masa
de Armas, levanta su alta cumbre rodeada de laderas que se pier-
den entre. la selva del gran. río. Unas pocas^miltas d^ indios sal- .
vajes son los ünicos moradores de estas regiones, vasto recipiente
en que itodo. fermenta bajo el influjo de una intensa humedad y de
un sol <Je {uego.
Más. al. Septentrión,; ó sea- al .liespaldo de la Serranía de los
Lloríquíes, entre el Opón y el Sogamoso, se desprenden cuatro
ramales, estrechos y empinados peiro vestidos de lujosa vegeta-
ción; por .lo icuaj sólo á trechos muestran la roca viva; ramalea
que á medida que jse alejan ide su origen, abaten sus crestas afila-
das y gradualmente desaparecen entre la espesa selva magdaléni-
ca, tan tupida que. cierra el .paso á los rayos del sol, salvo en los
puntos donde relucen las aguas de las ciénagas, y lag^as. Si aquí
hay montes derruidos y precipicios, están disiniulados por la düñy^
leda, y por el fondo surcan ríos ea«idalosos.ou3ra« «aguas corren pe-
rezosamente hacia el recipiente oomiínv'Raroshafcnjtanles moran en
estas soledades apenas surcadas por dostrochas,:de dinMi «ardiente ^
5 1 2 NuKVA Geografía ds Coloxbu
y deletéreo, asilo de las fieras, y en las que el hombre es abru-
mado por el mundo físico, puesto que hasta el aire que respira
le es nocivo, y su existencia es atormentada día y noche por mu-
chedumbre de insectos que cubren con sus nubes una atmósfera
viciada por la descomposición de los vegetales y carroñas en las
aguas casi hirvientes de los pantanos.
En ñn, estas soledades primitivas, con cerros, llanuras de
selva virgen y pantanos, ocupan también el espacio triangular com-
prendido entre el bajo Sogamoso, el Magdalena y el Lebrija. Este
dilatado territorio se domina desde el cerro del Cacique, y nadie ha
podido visitarlo materialmente, porque no hay hombre que resista
la fatal acción del calor abrasador combinado con la constante hu-
medad é impureza del ambiente ; desde los ríos que lo circundan
sólo se distinguen bosques, pantanos, grandes llanuras de forma-
ción aluvial y grupos de colinas cubiertas por árboles gigantescos.
Al poniente del Cacique se levanta la escarpada y agria y
también baja serranía de La Paz, que cubre el curso del Magda-
lena, en su centro la destroza el Sogamoso, y en su extremidad
NNW. el Sucio, tributario de este río, mostrándose por las rotu-
ras y á lo lejos las amplias llanuras de la hoya del principal y un
trozo brillante de sus aguas, que parecen reposar encima de las
selvas ribereñas. Teiidida la vista sobre las unidas copas de los
árboles, no se distingue sino un tupido manto de verdura, pero sí
se percibe una serie de ondulaciones en que juegan la luz y la
sombra cuando el sol declina hacia el Ocaso : son los remates de
un cordón de la serranía que se bifurca más adelante del Cacique,
desprendiendo un brazo en demanda del Sogamoso, para separar
los cauces del Sucio y el Payoa, y concluir desparramado en coli-
nas sin enlace, en tanto que la serranía misma continua orillando
el Lebrija, compacta primero, hasta desvanecerse en las llanuras
de Torres y Puerto Wilches, donde simples resaltos, apenas sen-
sibles al nivel, crean la hoya del Paturía, pues más al N. ya caños
transversales enlazan los cauces del Magdalena y del Lebrija, an-
tes de que se reünan frente á Bodega Central.
Este remate de la serranía se distingue desde el cerro de la
Paz, junto con una porción considerable del Magdalena, facilitan-
do la concepción de lo que es el espacio intermedio. Desde la Co-
lonia, se ha intentado más de una vez abrir un camino al través de
estas llanuras, que sirva al comercio de Girón y Bucaramanga,
en lo que siempre se han gastado buenas sumas de dinero y se ha
sacrifícado la vida de muchos trabajadores que sucumben al rigor
del clima, sin utilidad alguna, pues al mediodía el trazo corta pri-
mero cerros que lo hacen incómodo, y del Cacique en adelante va
por anegadizos atravesando quebradas considerables ; al centro no
encuentra sino las extensas y pantanosas llanuras del Paturía, y más
lejos, sin que falten los pantanos ribereños, se hace muy largo para
el tranco mercantil: preciso es buscar las aguas navegables del So-
gamoso y del Lebríja, que por quedar distantes tampoco resuelven
el problema con facilidad.
Banda occidenial — Lo mismo que la opuesta está formada por
el^isclivio de otras mesas y valles interiores, por la falda de las
montañas antioqueñas, cuyos hijos luchan con energía por descua^
Nueva Gbogkafi'a de Colombu
jar la selva virgen que la cubre, y, ya aclimatados, han salpicado
ese vasto territorio con sus trochas, rozas y algiinos caseríos, de
suerte que es posible esperar que en medio siglo la hayan cautiva-
do en buena parte para la agricultura y el progreso. En esta ban-
da desarrollan su curso los ríos La Miel, Nare, San Bartolomé,
Cimitarra y Boque, todos compuestos de un abanico de brazos y.
I Migdileij, J: fulogrifía
salvo el segundo, íntegramente formados en la falda de la serra-
nía, que apenas sustenta las poblaciones incipientes de Pensilvania,
San Agustín, San Luis, San Carlos, Remedios y Segovia, en tanto
que en las terrazas superiores quedan Cocorná, Vahos, San Ra-
fael, San Roque y Cancán : á orillas del gran río sólo hay unas po-
cas poblaciones que apenas vegetan, salvo Puerto Berrío; pero los
caseríos aumentan año por año.
Desde las cumbres del páramo de San Félix se extiende la
vista por donde corre el Samaná, en tanto que las varias ramifica-
ciones de la cordillera se confunden por la espesura del bosque
que las cubre, y van á perderse sobre las ardientes márgenes del
Magdalena, que en los días serenos parece una faja blanca que
contrasta con el color verdinegro del bosque casi apagado en las
lejanas perspectivas.
514' NvsvA Gkogbafía dx Colombu
De las terrazas de Rionegro haría el valle del Magdalena, es
decir, hacía el oriente, se echa menos la belleza del paisaje de las
cordilleras del respaldo, disminuyen la población y la riqueza, cesan
poco á poco los trabajos del campo, y predominan las selvas, que
cubren un territorio casi desierto.
Del alto del Cereal se goza de una vista extensa por esa co-
marca, porque los cerros decrecen progresivamente, dejan domi-
nar sin obstáculo todo el espacio que media entre esa altura y el
Magdalena, y permiten ver las quiebras por donde corren los ríos
que cruzan esa ardiente región. Cuando decrecen los. ramales de
la cordillera y acaban los últimos relieves, se puede señalar la línea
por donde cruza el gran río, pues cuando está despejado el día, se
forma siempre una ancha faja blanquecina de vapores levantada
por el calor de la gran masa de agua que ocupa el fondo del valle
principal, percibiéndose más allá las azuladas serranías de V^ez,
que dominan la cuenca del Minero-Caí are ; distingüese también el
páramo de Rabón, próximo á las altiplanicies de Cundinamarca, y
antes las llanuras de Mariquita, que iluminadas por el sol, dejan
ver la población de Honda. Domina el espectador vastísimo espacio,
pero no ve en lo general sino selvas casi desiertas y apenas recien-
temente conocidas..
Pocas vías cruzan estas regiones, siendo la principal la de
Puerto Berrío, que pasa por la pequeña Parroquia de San Carlos
y la aldea de Canoas, á la que se reúne antes de este punto otra
que arranca de Guatapé. El término de este camino es un ferroca-
rril á cuyos lados la población forma una especie de mancha entre
las selvas que atraviesa. Más al Sur otros dos caminos enlazan á
Antioquia con Honda por la hoya del: La Miel.
Desde las alturas que enmarcan á Yolombó y á Remedios no
es agradable la pejrapecti'va, pues no se ven $íno cerros que van de-
bilitándose más y más. hasta perderse en las dilatadas y extensas
llanuras que fecunda :el gri^n Wo, cubiertas iie ciénagays y de árbo-
les gigantescos. I^s mochas. quiébras.por donde corren las aguas,
que llevan oro en sus- arenas,-- aún • permanecen- poco- menos que
desiertas y desconocidas. De Cerrogrande, del Alto de la Jetona
ó de la cumbre de la Ceja, puede el espectador medir con la vista
esta comarca, semejante á un océano de verdura que se confunde
con el horizonte, pues sólo en los días despejados y en perspectiva
remota se alcanzan á distinguir las cordilleras de Ocaña, que pa-
recen diminutas á causa de la distancia á que están del espectador.
Aquí es fácil la comunicación por los lomos que se desprenden de
la serranía de la Ceja y terminan en la llanura que surca el San
Bartolomé, tributario del gran río y navegable algunas leguas..
Después las tierras del Cimitarra y el Boque son parte de la gran
selva, apenas recorrida p>or los cazadores, sin otro camino que la
trocha del mineral de Guamacó, ni más población que la muerta
Simití, que vive de los recuerdos del pasado.
IX — La Costa — Esta es una de las regiones mas ricas, ex-
tensas y de más porvenir entre las que componen la pordón moiw
tañosa del país, como que sin contar el Sinú, que le demora al
Ocaso, ni la Goa jira, que se extiende hacia el' Nordeste, no mide
NüiVA .Geografía he Cqlohbiai' . SIS
menos de 130 legiias de máxima longitud, por 60 de anchura, es
cruzada de S. á N. por el Magdalena, y encierra la : Sierra Néva-.
da.de Santamaría y los montes de María, es decir, las primeras-
zonas, donde hay esperanza de que se aclimate la inougracidn eu«
ropea. Sin^ contar el alto San Jorg^e, que en verdad hace parte de
las breñas antioqueñas, la Costa presenta un área g-roseramente
oval, que se subdivide en diversas porciones, bien caracterizadas
unas, menos aparentes otras, casi todas unidas por un lazo comiln :
el clima cálido y la humedad invernal. Esas zonas son: el valle
del bajo Magdalena, con las llanuras y colinas adyacentes, incluso
el alto San Jorge ; el litoral de (Cartagena ; la Sierra Nevada, y el
Valle de Upar,, ó sea el formado entre la Nevada y los Andes, por-
que la parte baja, del Cesar, lo mismo que la del Cauca, natural-
mente pertenece á la primera.
En su conjunto y desde otro punto de vista, las tierras que.
componen.esta región de la Costa, ó sea la baja Magdalenia,- natu-
ralmente se dividen en tres clases bien distintas,, notable cada, una
por sus caracteres,i saber: las serranías, las sabanas y lasllanuras .
bajas 6 tierras húmedas.
La sección de las sabanas ^ la tercera en magnitud,, es toda ar-
diente y propia para la cría de ganados. A trechos se encuentraa
en; ellas hermosos bosques de valiosas especies vegetales, á tre-»-
chos también las surcan arroyos que cuando son permanentes f e-^
cundan .la fértil tierra, porque por desgracia en verano estas saba-
nas ^ altas carecen de tan importante elemento, por lo cuailos
habstanles en muchos puntos tienen que mudar de residencia en '
esa.época, lo que,: como se comprende, viene en perjuicio del pro- .
greso efectivo de la región» El. habitante de estas comarcas en<^
cuentra riqueza efectiva en la agricultura y en la fácil industria pe- .
cuana, por Jo cual no . escasean las poblaciones, los caseríos y los
hatos llamados corrales ó retiros. Esta zona importante, que en
partes es limpia y en partes se desata en bosques tupidos en las
cabeceras y en las márgenes de los grandes Hos, presenta desde
las.serrankús. elevadas el aspecto de una alfombra de.irerdura de
tinte Tarío.que se. pierde en el horizonte sin dejar columbrar las::
ciénagas y los caños de la llanura baja, quede ordmario se en^
vuelven en blancos vapores que cubren las arboledas próximas y
se resuelven- en frecuentes lluvias..
En algunas de las sabanas limpias se presenta un espectáculo
especial, pues el comején de iierra ha levantado en ellas midtitud
de. torreones cónicos de hasta más de tres metros de altura, que.,
semefan dilatados oarapamentos de ejércitos crecidos.
Y sin embargo de ser tan ríeos estos parajes, en especial ha;¿ .
cia' los ramales de las .grandes cordilleras, enormes extensiones:
yacen en indtü reposo, porque ni el hombre ni la industría hanjto-i
mado completa posesión de ellas.
La sección de las llanuras bajas^ es. decir, de los anegadizos^.,
las.cíénagasy los playones, abarca una enorme superficie, en par>^
tes indtil y nociva. En lo general, se tiende paralela al Magdale«
na y á sus grandes afluentes, ensanchándose de un modo extrai»-;
dinarío en torno de jdonde se forma el deUa interior del gran río;:
En ella las partes constantemente húmedas, se deben á los derraw
5 16 NuivA Geografía ds Colombu
mes de las aguas, que carecen de lecho profundo en esas plani-
cies de perfecta horizontalidad, á veces interrumpidas por algunos^
bancos donde están las poblaciones y caseríos y por masas de bos-
que que se extienden á lo larg'o de las ag^uas. Cuanto á los playo-
neSy no son sino vegas que quedan en seco en verano, época en que
se cubren de pastos tiernos y abundantes, refugfio de los ganados
que pacen en invierno en las sabanas altas.
Mas si el ganadero aplaude la formación de esos prados que
le salvan sus reses cuando el sol agosta las dehesas superiores, el
clima no puede menos que sufrir las consecuencas de la fermen-
tación de los vegetales podridos cuando las últimas aguas se eva-
poran, merced á una temperatura de 35 grados. Esa evaporación
rápida levanta nieblas y emanaciones insalubres, que arrastradas
por los vientos cobijan las llanuras y llevan por dondequiera, en
ciertas épocas del año, fiebres pertinaces que por lo comün causan
la muerte al que baja sin precauciones de las tierras altas.
La región de las serranías^ sin incluir el magnífico macizo de
la Sierra Nevada, se compone de los remates de las cordilleras
antioqueñas que mueren sobre las llanuras de Bolívar, de los mon-
tes de María, que separan estas planicies del mac, y de las últimas
prolongaciones de la serranía de Santander, que dominan las lla-
nuras del Magdalena y se pierden entre la Sierra Nevada y la
península Goajira.
La mayor parte de las faldas y ramblas de estos montes es-
tán cubiertas de árboles frondosos entrelazados con multitud de
plantas tredaporas, sin que falten porciones revestidas de gramí-
neas cuyo color pálido contrasta notablemente con el oscuro matiz
de las selvas. El terreno presenta un perfil tortuoso, á veces ter-
minado en cumbres casi niveladas, y á veces en cimas redondas, ó
quebrantado por depresiones y quebradas profundas. Al fin toda
esa masa de cerros se abate á confundirse con las llanuras inferió,
res, ora mediante estribos cortos y rápidos, ora en terrazas esca-
lonadas, ora mediante multitud de montecillos y colinas que pare-
cen desgranados de la mole principal, y regados á sus pies, de
mayor á menor, hasta desaparecer en el suelo horizontal. Sin em-
bargo, todo esto permanece inculto y abandonado en su mayor
parte, excepto en las inmediaciones de las principales poblaciones
y en uno que otro rastro de trabajo que se nota en la vera de los
caminos ó en los recuestos de las sierras.
JSl San Jorge — Entre el Sinú y el Cauca central se abre el es-
pacio triangular que constituye el valle del San Jorge, el cual se
pierde en la baja llanura de Ayapel, hacia una de las zonas más
curiosas é importantes del suelo colombiano : el canal de comuni-
cación quie la naturaleza abrió entre el golfo de Cispata y el Cau-
ca central, con rumbo NW. á SE., para separar en parte los An-
des de los relieves Caribes. Atrás dijimos que en invierno es posible
pasar embarcado del Sinú al San Jorge ; de éste al Cauca puede
hacerse lo mismo por la ciénaga de Ayapel, el caño del Barro, la
ciénaga de San Lorenzo y el caño Pescado, que termina frente á
la boca del Nechí. El caño del Barro se abre á través de los rema-
tes de la serranía de Ayapel por una hoz que á la vez sirve de
compuerta, pues sin ella, como el Cauca corre aquí más alto, se
Nueva Geografía de G)lombia 517
habría precipitado por allí sobre los llanos ayapeleños. Y sin em«
oargo, ese rico presente de la naturaleza de nada sirve aún á los
escasos y desidiosos habitantes de esas espléndidas comarcas.
Las cabeceras del San Jorge se abren en el ángulo que for-
man el Sinií y el San Agustín (Tarasá), en un escalón situado al
pie de los altos páramos y breñas donde nace aquél, al cual se ase-
meja un tanto en las primeras leguas de su curso llenas de hoces
y reciales. Entre los dos existe una trocha abierta por los cauche-
ros, quienes hablan de restos de monumentos y esculturas indíge-
nas existentes en esas apartadas regiones. Allí existen también al-
gxinos indios llamados bravos porque no hablan español, quizá res-
tos degradados y embrutecidos de las antiguas tribus habitadoras
de la Zenufana y el Pansenü. En el término de su curso superior el
Sinú pasa por la hoz de Tres-piedras, punto sombrío de los que se
atreven á navegar sus aguas, situado entre un inmenso caos de
breñas, cual si allí el terreno hubiera sido dislocado por un gigan-
tesco terremoto, vecino de otra hoz abierta al través de un cerro
carbonífero que parece hendido en dos por análoga causa. Los in-
dios navegan esta parte del río, de bajada, medio nadando, medio
embarcados en balsas de guadua que abandonan luego, pues re-
gresan siempre por tierra.
Un poco más abajo, entre la selva virgen de la comarca, ya
aparecen los primeros caseríos de los civilizados, como son Soledad,
San Ciprián, Cañasgordas, San Pedro y Uré, en gran parte pobla-
dos por negros mineros, oriundos de Antioquia, que no practican
sino el mazamorreo, 6 bien recogen algunos productos vegetales ;
estos negros son de pésima conducta.
Cuanto á Uré, es un ejemplo del modo singular como pasan
las cosas en esta región : antes ocupaba un sitio sano y pintores-
co á orillas de un arroyo, y las viviendas, medio semejantes á las
del Chocó, tenían el piso de madera á un metro del suelo ; pero la
comunicación con Ayapel era difícil, pues hasta la Bodega el viaje
se hacía en bueyes, luego en canoas pequeñas por la quebrada Uré
hasta el San Jorge, y por ultimo en canoa por este río. Para evitar
dicho inconveniente los negros mudaron el caserío á la Bodega, lu-
gar hiSmedo, y en vez del piso de madera dejaron el natural, lo
que hace malsanas las viviendas. Los habitantes presentan una mez-
cla singular de fanatismo y depravación, tienen costumbres singu-
lares, y es peligroso vivir entre ellos, por su tendencia á apropiarse
de los bienes ajenos, en lo que despliegan grande habilidad. Aun
cuando Uré recibe de Ayapel los artículos de consumo, su movi-
miento vital se dirige hacia Cáceres, en Antioquia, bien que no
esté sobre el camino que enlaza esas dos poblaciones, sino á un lado.
Esta región del alto San Jorge tiene una historia abundante
en peripecias .- desde el tiempo de la Colonia hasta nuestros días,
primero peninsulares y luego franceses, ingleses y por ultimo nor-
teamericanos, han subido á gran costo máquinas y elementos para
el laboreo de las minas, terminando siempre, por una causa ü otra,
en abandonar el campo, de suerte que entre la selva se hallan,
cuando menos se piensa, excavaciones, socavones, estacadas, pie-
zas de maquinaria, restos de edifícios, todo lo cual causa impre-
siones singulares en el ánimo del viajero que recorre esas soleda-
9i8 . NvBVA GmoGajmk.mtCoMmtBiA
des. Además de esas épocas de holganza que los de Uré; han.de-
i>klo ái la minería, también tuvieron la del caucho, que les produjo
ing^entes sumas, pero por lo absurdo de la explotación del artículo,
.pronto lo agiotaron en sus bosques; El suelo es de una fecundidad
extraordinaria: silvestre es el ñame; casi igual cosa sucede con el
plátano; abundan la pesca, la caza y las frutas, y los negros son
perezosos: apenas mazamorrean cuando los apremia la necesidad.
. ¿Para qué trabajar? £1 oro del San Jorge existe en masas de una
arcilla de color rojo tan intenso y puro,que puede emplearse como
vemSellón, y encierra además numerosos peiíascos, lo que da sin-
.guiares tintes al paisaje, pues forma en grandes extensiones ote-
ros y collados, en muchos lugares desprovistos del manto vegetal,
desmoronados y aun partidos en dos por el laboreo de los mineros
á impulsos de las quebradas que los cruzan.
Las ondulaciones considerables del terreno puede decirse que
* desaparecen de la boca de la quebrada de Uré á Marrald, término
superior del mundo habitado, enfrente de Ayapel. El río no es
sino una calle sin fin, cerrada por altos árboles arropados por col-
gaduras de bejucos, y aun cuando navegable, por su poco declive
carece de estabilidad ; crece y mengua con sdbita rapidez, y en
los fuertes veranos se convierte en playones que guardan un cauce
obstruido por las palizadas, siendo preciso entonces viajar por tie-
rra por malísimas trochas. En esta zona e\ jején, que no existe más
abajo, es un tormento insufrible para el viajero, cuyo cuerpo se
hincha y pone doloroso con las picaduras de semejante plaga.
También en esta porción ya el fondo del valle presenta algu-
na anchura ; á la izquierda se forma el lago de los Zambos, y á la
derecha el caño de las Gatas, que se abre al lado del río : es la
transición hacia la llanura de Ayapel y del bajo San Jorge, que en
verdad es una con la del bajo Cauca (y la del delta interior del
Magdalena), guardada al Ocaso por las sabanas altas de Bolívar
y las bajas serranías de San Carlos-Corozal, y al Oriente por los
cerros de Lucas-Loba. Conviene advertir aquí que quien en vera-
no recorra el San Jorge por su lecho principal, apenas verá orillas
cubiertas de bosque, con dos insignifícantes caseríos y algunas cho-
zas miserables, pues toda la vida de la comarca está lejos de él, en
las sabanas y rincones de las ciénagas ; porque si el viaje es en in-
vierno, en cinco jomadas no verá un pedazo de tierra fuera del
.agua.
• A la izquierda del río corre el caño de Carate, que una y otra
vez se le une antes de tributarle del todo, por medio de ciénagas,
. quedando en una del Poniente, ya en el principio del desierto, el
caserío de Cintura, notable por<iue sus habitantes son todos crimi-
nales prófugos, y con ellos no se entromete la autoridad ; á la de-
recha está Ibl ciénaga de Ayapel, intermedia de los caños Sejebe
y Barros, no lejos del de San Matías y de otra porción desierta
que la divide del Cauca. Ahora bien : por un capricho geológico
la sabana de Ayapel es única en esta secciÓHi pues todo el resto
son rastrojos anegados, y esa planicie, interpuesta entre la ciénaga
y el río, es sobradamente alta para que pueda vérsela del lado de
aquélla.
NVKVA GeOGRAFÍADS COI^MBIA 5^9
La ciénQ^a^ ó mejor dicho lago, que mide tres leguas de lon-
gkud por dos de anchura, en todo el resta del perknetro está ro«
deada de bosques cuya línea parece azul por la distancia, y su as-
pecto es muy pintoresco, en especial en las primeras horas de una
mañana despejada, cuando tras ella, en el horizonte, alcanza á verse
el extraordinario grupo del cerro Corcovado, situado allende el
Cauca. La villa que da nombre al lago ocupa una península del
lado occidental, muy reducida para el extenso caserío, algunos.de
cuyos patios se inundan en invierno, y que bajo su ruinoso aspecto
actual deja ver una opulencia que ya no existe ; en efecto, Aya-
pel, en otro siglo con aduana y puerto^ tuvo, al par de Mariquita y
Muzo, días de grandeza, y si aún subsiste, á pesar de su mal cli-
ma, lo debe á su privilegiada situación. Aun cuando la temperatu-
ra es fuerte, nadie ha pensado en sembrar árboles ; los ricos viven
retirados, sin hacer nada, pues sus ganados engordan y se multi-
plican sin cuidados, como que hasta saben mudar de pastos segiin
la estación. £1 pueblo, no menos inactivo, tiene por diversiones
bailes nocturnos en las calles, y como alimentos preñere la panela
y el queso, hasta el punto de que en muchas casas se pasan días
y días sin que se prenda fuego en la cocina. En resumen, la villa es
un nido de indolencia, donde reinan como soberanos el aguar-
diente y el anhelo de ganar dinero sin trabajar.
Y sin embargo, los Ayapeleños son hombres que en lo gene-
ral difieren del tipo vulgar de los criollos; por la posición de su
cuna limítrofe del desierto son un grupo de atrevidos ^Tentureros.
Desde su infancia se recrean con su vasta ciénaga, las selvas sin
ñn del contorno y ese fantasma azul del horizonte que saben es un
cerro, y sienten irresistible atracción hacia esos objetos que los
convidan á lejanas excursiones, y desde niños se lanzan en atrevi-
das correrías. Son los transeúntes del mundo inhaíbítado ; en sus
piraguas osan remontar los ríos hasta sus espumantes cabeceras ;
trepan audaces á los picos de las lejanas cordilleras, y se abren
paso por entre las desiertas y desconocidas selvas. El número de
ganaderos es tan considerable que sus corrales de ciénaga, for-
man varios grupos que de lejos parecen grandes poblaciones:
es que en verano emigran todos al campo, de suerte que la pobla-
ción queda casi abandonada. Los pobres que no tienen vacas pa-
ridas para hacer queso, toman las ajenas, y los ricos aceptan esa
especie de comunismo^ porque la leche tiene poco valor, y porque se
amansa el ganado, que es lo que les importa. Además, allí la di-
ferencia de razas á nadie preocupa para los enlaces matrimonia-
les, ni tampoco el estado de las fortunas, pues á consecuencia del
vicio de comprar á crédito todo lo que se puede conseguir, el ma-
yor número debe siempre más de lo que está en posibilidad de
pagar. Lo importante es vivir, y vivir alegremente ante todo% De
esta incliriación al placer resulta que los agricult<^es del poblado
dejan sus plantaciones abandonadas la mayor parte del año> por-
que teniéndolas á gran distancia, en la montaña, emplean oasi la
mitad del día en la ida, y otro tanto en el regreso, pues vienen
siempre á dormir al lugar^ para entregarse por la noche, aiites de
acostarse> á sus titiritainas y al juego de' naipes.
530 Nueva Geografía de Colombia
Ayapel carece en verdad de caminos, no obstante que la na-
turaleza se los brinda casi hechos ; el caño del Barro está abando-
nado; la vía de tierra áMargento, en el Cauca, al W. de ese
caño, es una trocha solitaria ; el camino de Cáceres, de sabana en
las tres primeras leguas, en el resto es también trocha mal cuida-
da al través de la serranía, y si las primeras alturas y torrentes se
cruzan con cierta facilidad, luego las dificultades crecen, y es pre-
ciso pernoctar cinco, noches eñ despoblado antes de llegar al río
Man. Recientemente se ha abierto otra senda para pasar ganados
de las Sabanas á la gran región minera de Cacerí. Hacia el N. el
camino usual no es el río sino el caño Sejebe, que sale de la ciéna-
ga con aguas negras y una fila de yerbas flotantes á unirse á las
limpias y cristalinas del río ; la confluencia de un lado está cubierta
de casas, y del otro es una ciénaga baja cubierta de altas yerbas.
El caño en cuestión tiene en sus orillas algunos caseríos, y á su de-
recha presenta la boca de La Junta, ó sea de los caños que al
oriente se ramifican por la selva y en invierno presentan singula-
res comunicaciones con el Cauca ; pero es tal el descuido de los
que por allí viven, que no obstante pasar dos veces por día á sus
labranzas, lo hacen por debajo de ramas llenas de espinas, que
casi tocan el agua ! Nadie trabaja por librarse de esa molestia,
porque de su labor no se aprovechan los demás, y prefieren que á
ratos se les ensangriente la piel. Y es de advertir que son muchas
las piraguas que surcan el caño para llevar plátanos á Magangué,
cuándo abajo escasea este artículo de primera necesidad ; que en
la comarca se produce un cacao excelente, muy buena pita (agave),
y se ha aclimatado con muy buen éxito el árbol del pan. Empero,
esta fertilidad no se extiende hacia el Oeste, allende el caño de
Carate, es decir, en lo que pudiera llamarse la tierra firme (Cari-
be), pues en los bosques de ésta no se producen el caucho, la co-
paiba, la zarzaparrilla, la pita ni el cacao.
Este caño de Carate, que mide bastante longitud, se origina
con los arroyos que brotan en las últimas estribaciones de la serra-
nía de Murrucuctí, atraviesa pantanos y ciénagas, entre ellas la
triple de las Flores, que demoran al pie del extremo meridional de
las sabanas de Corozal-San Carlos, corta los caminos de éstas á
Ayapelj corre á la izquierda del San Jorge y le tributa sus aguas
por medio de la ciénaga de San Marcos, bien puede considerarse
como un brazo de ese río : tantos son los enlaces que tiene con él
desde la ciénaga de Arcial, lo que aumenta la extensa y complica-
da red hidrográfica de la comarca. Aún es vía poco conocida, de
tránsito arriesgado por sus frecuentes obstrucciones, por las yerbas
flotantes; pero por ella se anuncian las avenidas del río, lo que
prueba que las aguas encuentran por su cauce más pendiente que
por el lecho principal. El caño tiene casi la anchura del río, y sus
vueltas no son inferiores á las de éste ; pero nada de pintoresco
ofrece, por orillarlo selvas, yerbas altas, manglares y anegadizales
hasta el paso de Carate, en el camino real de Cartagena, ünica vía
existente en la comarca desde hace siglos, pero sólo utilizable en
verano, porque en invierno se hace en barca el trayecto de San
Marcos á Ayapel. El paso en referencia tiene un miserable villo-
rrio y carece de puente, por lo que, aun cuando en ciertas épocas
iWfev A Geografía dé Colombia 521
el caño apenas tiene veinte centímetros de ág-ua, no puede esgfua-
zarse á caballo, poi*que á causa del continuado tránsito de millares
de animales; la de fango es ínfíiiita y obliga al uso de la canoa ; al
pasero, los hacendados de la región le pagan su trabiíjo en queso,
Al lado del Paso hay una sabana y una ciénaga, la de Taca-
zamboa, que es un plato perfecto, puesto que en Enero su inmensa
superficie tiene igual profundidad en todas partes, y como en el Ca-
rate no se vacia sino por un cañito, los pescadores lo cierran para
coger los peces que en ella quedan aprisionados como en un vive-
ro que es una mina de oro. En efecto, en sus orillas se establece
por uno ó dos meses una colonia ambulante de pescadores, y cada
hombre puede ganar hasta diez pesos diarios : esta facilidad para
conseguir el dinero es una de las causas del atraso de la comarca ;
nadie piensa en el trabajo, y menos en economizar, porque la plata
se gasta con la misma facilidad con que se gana.
Al W. se dilata la ciénaga de Las Flores, y en su orilla está
la floreciente población de este nombre, cuyo rápido progreso no
ha bastado á modificar el espíritu de los que vieron su estableci-
miento. Hace poco menos de un siglo los sabaneros no empleaban
sino los pastos naturales, por lo cual los animales engordados en
esos pastos veraniegos de las ciénagas, enflaquecían al pasar á
los ásperos de las sabanas altas, de suerte que de Enero á Agosto
no había una res gorda en la región, y las vacas no se reproducían
hasta el cabo de dos ó tres años. La necesidad trajo los primeros
ensayos de pastos artificiales para el invierno, y ante su buen re-
sultado, se desmontaron las selvas vírgenes del contorno de las
ciénagas, se sembraron además frutos que se exportaban por las
vías acuáticas, y como los naturales preferían la cómoda pesque-
ría, para esos trabajos se llevaron sabaneros que se fijaron en el
acto en el terreno, porque á la agricultura pudieron unir la pesca
y así economizar el consumo de sus animales domésticos. Cuando
escasean los víveres en el Magdalena, numerosas embarcaciones
arriman al puerto de Las Flores, siempre frecuentado por algunas
y que ha absorbido los antiguos pueblecitos vecinos. Por desgracia,
ios tapones de yerbas suelen obstruir el caño de la ciénaga^ y en-
tonces sólo puede transitarse á caballo, por caminos que se extien-
den en todas direcciones por el inmenso llano vecino, repleto de
hatos, los que cruzan luego la selva, en donde hay varios pueblos
que tienen á Las Flores por puerto ; los naturales conservan di-
chos caminos en buen estado, movidos por su propio interés.
La ciénaga de Las Flores forma en su parte Norte varias rin-
conadas, que son como ciénagas parciales, pues sólo comunican
con la grande por medio de caños, que se secan en verano, época
en que son teatro de grandes pesquerías de peces y de tortugas
de agua dulce, que se encuentran en numero prodigioso y se acu-
mulan en los charcos y chilancos á medida que se seca la ciénaga,
y los cazadores las cogen^ sacándolas del fango con la mano, aun»
que no sin uno que otro mordisco. Esta especie dé cacería es más
cómoda cuando un fuerte verano cubre de paja seca los playones»
porque con incendiar ésta, las tortugas salen de sus escondites, co*
rren en todas direcciones, y es posible escoger las más grandes*
Nuna Geografía de Colombia TOMO I— 34
sea NUBVA GSOGBAFIA HB COUMBU
En esta zona, en el Chi^sal-Algarrobo, sufre el río Sar Jorge
su seg^unda transformación : hacia abajo su anchura es uniforme,
de 70 metros de orilla á orilla, y aun en sequía su profundidad no
baja de 5 metros, midiendo otros tantos el barranco que entonces
queda fuera del agua ; en tanto que hacia arriba, sí en el Algarrobo
se han visto pasar los caballos sin perder pie sino un corto trecho,
en el Chispa! (no lejos de Sejebe) lo han atravesado peatones con
el agxia s¿lo á la rodilla ; pero esto únicamente en Abril, porque en
Mayo, cuando se presentan las primeras punios ó avenidas, [)or pe-
queñas que sean, elevan el nivel del agua por lo menos en 2 metros.
£n resumen : esta considerable porción que se extiende del
lago de los Zambos, y de la ciénaga de Ayapel á la de Las Flores
y la punta -ñrme de San Marcos, es una especie de cuenca, que
comprende la parte central del curso del San Jorge, y en la cual
los llamados manglares por los nativos, no son sino bosques del te-
berinto ó cucharo, de madera blanda y mala, casi el único árbol
que se encuentra en los terrenos pantanosos y en los no cultiva-
bles, por estar sujetos á inundaciones. Cuchar al ^% sinónimo de tierra
baja en estas regiones. Otro árbol de las ciénagas es el suan, pa-
recido al higo, muy frondoso, y de cuyas ramas cuelgan raíces
que al principio parecen una larga cabellera, y con el tiempo se
convierten en corpulentos troncos.
Abundan las aves, que al menor ruido vuelan en bandadas que
anublan el sol é inclinan las ramas de los árboles cuando se posan
en ellas. En invierno desaparecen los animales domésticos de las
.partes inundables, y los acuáticos se reproducen en su elemento
natural, sobre las islas flotantes que lentamente mueven las brisas
navegan las aves, y de las casas de los corrales veraniegos no se
ven fuera del agua sino los techos, refugio de alados habitantes.
Los que han nacido en esos despoblados, viven enamorados de sus
encantos, y cuando los acontecimientos los llevan á otros lugares,
sus esfuerzos sti dirigen á volver á ellos. Todas las maravillas del
mundo civilizado no logran hacerles olvidar la vida de que han
disfrutado allí.
El Cauca — El bajo San Jorge, que á su izquierda se oria con
un rosario de ciénagas abiertas al pie de las Sabanas, puede decir-
se que no tiene existencia propia, y apenas aparece como parte
del enorme delta final del río Cauca, que dilata sus entrecruzados
brazos y brazuelos en una llanura de 14 leguas de anchura, tendi-
da entre las dichas sabanas y los remates de la serranía de San
Lucas, y en la que si á la izquierda desarrolla sus curvas el San Jor-
ge, á la derecha lo hace el Cauca, y por el centro el río Mojana,
brazo principal del último, que recibe las aguas del San Jorge, que
tributan no como antes al Cauca, sino al Magdalena, desde que
éste por el brazo de Loba se apoderó de la porción extrema del le-
cho de su majestuoso rival.
Tres grandes regiones auríferas marcan el paso del Cauca
central al bajo : al W. la de Ayapel, al centro la de Cacerí, y al
E. la de San Lucas ; quedando encerrada entre dicho río y su
afluente el Nechí, la de Cacerí, la más importante de todas en la
actualidad, por el número de labores que encierra en el vasto trian-
Nueva GiOG^i^Lrú m C^umwiA 593
gjáo que U constituye, en el cual muere revenlA<JB en ouílitipjiOT
colinas una de las príncipalee ramas de la Cordill^A <Pentr«l.
\i y el lío Cauca, según Regí I
Eng;rosado el Cauca con el Nechf, su último afluente impor-
tante de la entrecordillera, á sólo go ms. de altitud, con gran cau-
dal, lecho fijo y aun bastante fuerza en su corriente, loma la direc-
ción general del cauce de su tributario y avanza todavía algunas
leguas entre selvosas colinas y márgenes poco habitadas, en busca
de la gran llanuraatlántica, antes déla cual, por la izquierda, una
y otra vez se enlaza por tortuosos canosa la cuenca central, recoge
por la derecha el San Matías, que tiene algunos habitantes en su
selvático y ardiente valle, abierto al lado del suyo, y cerca de
su fin recibe aguas de la Raya, ciénaga que ocupa entre colinas una
cuenca en cuya parte norte se alza el Corcovado, el gigante de es-
tas regiones, dltimo esfuerzo de la cordillera central antes de morir,
y desde cuya cumbre, dicen tos caucheros, se columbra extenso y
grandioso ptanorama, que abarca las Sabanas, la baja llanura con
sus mil caños y ciénagas, y en lejanía inmensa deja brillar un pun-
to diamantino, ia Sierra Nevada de Santamaría !
Al pie mismo del Corcovado, corpulento mojdn de la comar-
ca, está la boca del Mojana, ó sea la bifurcación del Cauca, y princi-
pio de ese brazo que en largos giros y eses continuadas, avanza por
el centro de la húmeda llanura, con aspecto de río considerable, en
tanto que el Cauca propiamente dicho sigue recostado sobre las
últimas tierras altas á rendir su carrera en el Magdalena, frente á
Pinillos, no sin desprender antes, también á la izquierda, el brazo
6 caño de Panseguita, que tributa al gran río muy cerca de donde
lo hace el Mojana-San Jorge. Sobre esas venas como armadura
524 NuirvA Geografía de Colombia
principal se teje la intrincada, indescriptible y á veces instable
red de canales, brazos, ciénagas y pantanos que hacen de esta lla-
nura una región única en Colombia, donde los pueblos, caseríos y
retiros se encuentran todos á orillas de las aguas, y convierten el
conjunto en una especie de población anfibia, de caserío regado en
decenas de leguas cuadradas, á la manera de las aldeas húngaras,
sólo qiie en vez de calles y caminos presenta canales, como Ve-
necia.
Majagual y Sucre, ambos en la ribera derecha de la Mojana,
son los centros geográficos y mercantiles de la llanura. El primero
y más al Sur, desde el río tiene hermosa perspectiva, como la ma-
yor parte de las poblaciones de la zona, por cuanto dan á'la corrien-
te la cara de su calle principal, pero en lo interior se muestran su-
cias y desordenadas ; Majagual, debido á su activo comercio, me-
jora en todo : antes la hacían malsana los vientos húmedos del Cor-
covado, que se desatan en frecuentes lloviznas que convertían las
calles en permanente lodazal, daño corregido merced á haber-
las cubierto de arena. Numerosos caseríos dependen del pueblo,
algunos de bastante significación y antes cabeceras de distrito,
como Boyacá (Algarrobo), Achi y Palmarito. Cuanto á Sucre, no
es sino una aldea que incluye otras en su jurisdicción.
La llanura del delta del Cauca, perfectamente nivelada y ape-
nas á 40 ms. sobre el mar, es una serie de praderas naturales ó
artificiales que hacen horizonte con su tapiz verde esmeralda y se
alegran con numerosos y lucidos rebaños de ganado vacuno, in-
mensos arrozales en Majagual, extensos cañaverales en Sucre, pal-
mares, hermosos cacaotales, abundantes plataneras, y cintas de flo-
resta, lo que unido á las aguas vivas ó dormidas, á los manchones
de bosques perfumados y á las viviendas, forma pintorescos pai-
sajes en verano, época en que se puede recorrer la llanura por
todas partes, porque en invierno la mejor manera de transitarla es
embarcado; la inundación da al país aspecto melancólico. £1 cacao
de la comarca se lleva á Antioquia ; el arroz produce cantidades
enormes, que se venden en las poblaciones del litoral y que segura-
mente no son más abundantes por la manera rudimentaria como se
prepara. La infeliz mujer del campesino, bañada en sudor, maneja
todo el día el pilón, de suerte que á un tiempo desempeña los pape-
les de motor animal, esposa y madre. Para desgranar la espiga,
para trillar, se coloca entre dos horcones de la casa una cuerda de
la cual se ase el hombre que, apoyándose en ella, se entrega á toda
clase de cabriolas, para golpear con todo su peso las gavillas que
tiene debajo sobre un cuero. £1 arroz de Majagual, no obstante lo
dicho, es negocio, porque en calidad y tamaño supera al que de
otros países del globo se introduce á la Costa. Los cañaverales de
Su ere dan la materia prima con que se fabrican enormes cantida-
des de aguardiente y de ron, de suerte que en ese municipio no
funcionan menos de cien trapiches, pero tan elementales como las
trilladoras y descascaradoras de arroz de Majagual.
Los bosques de la región oriental del Cauca son de los más
hermosos que encierra Q)lombia, y en ellos abunda el coral, sin
par por su duración para fabricar canoas que sirven á generacio-
nes enteras ; ama mol, que por sus vetas negras y rojas rivaliza la
NUKVA GEOCKAFÍa dé CotOKBU
caoba; plantas medicinales que ya se exportan ; caucho, cedi^
rosado, que en grandes balsas baja á Bairanquílla, y palmeras que
dan aceite sin igual para máquinas, manteca para el alumbrado y
Figura 19S — Habitacióri en e' bsjo Cauca, legún Rcgcl
sobre todo licor, pues la de vino es tan abundante en Majagual,
3ue su savia fermentada se ha tomado en bebida embriagadora,
e buen sabor, análoga al sinday de la India, y al tumboo de Se-
negambia, y hoy de uso tan popular, que en esa región casi no
tiene consumidores el aguardiente.
La parte baja del San Jorge, dependiente del delta del Cau-
ca conforme queda dicho, marca la depresión occidental del inmen-
so llano que como cuenca comiín recibe las aguas de grandes ríos,
y debe su existencia á promontorios avanzados de las Sabanas y
la Nevada, los que no dejan otra salida á aquéllas que el lado '
de Tenerife. El plano apenas inclinado de Us Sabanas, dirige las
de la parte izquierda de la gran llanura hacia Retiro y Magangué,
acumulación que refluye sobre el San Jorge, el más arrimado á '_
la Sabanas, por lo cual por su cauce se observa á veces el anormal
fenómeno de una corriente que remonta el lecho en vez de des-
cenderlo.
El pueblo del Retiro está situado sobre una punta de tierra .
ñrme de las Sabanas, ilnica que llega hasta el Cauca, y aunque á
su pie terminan dos brazuelos del San Jorge, la boca propia del río
está junto al pueblo de Guaso, i cuyo frente las praderas se inun-
dan en invierno, lo mismo que más arriba las de la opuesta mar-
gen, por cuanto allí se retira la tierra firme del río, y en ella queda
como escondido, á la orilla de la ciénaga de su nombre, el pueblo
de Tacasaluma, rodeado de grandes piñales silvestres. Al S. de-
la boca principal, en la del brazo de Perico, e5tá,«ntre árboles fni-
Síé NviVA GvookaWa os COtOUBU
UI>iei»,Saii ArttdñíOy aldea de pescadores que deíienide una albarra*
áá de itíñgtMCiís vislAS y á etfyo frente remata el Mejana.
El est>ack> efieettádo erttre el San Jorgfe, el Cauca y el Mo.
jana es, pues, una isla extensa, de importancia mayor de lo que
comunmente se cree, porque por todas partes sustenta estableci-
mientos agrícolas que de continuo envían sus productos á Magan-
g-ué, bien que en verano el Mojana no dé paso á las grandes em-
barcaólones y en invierno paralice los trabajos con sus inundacio-
nes, que son de casi todos los años. Muchas casas hay sobre las
aguas de esta zone , y frente á todas se ven tasajeras guarnecidas
de peces, porque la pesquería es oficio que practican todos los ha-
bitantes, lo misAao que la navegación, bien quede subida apenas
caminan seis horas en el día, por cuanto se paran con frecuencia á
refrescarse bajo la sombra de los árboles.
Por el río San Jorge propiamente dicho, al pasar la boca, el
viajero penetra en una verdadera soledad, en una calle murada
por tupidos bosques ; el Mojana, al contrario, por los caños que
con él se enlazan, deja ver á lo lejos ciénagas espaciosas. Cuando
el río está lleno, los patrones de las emt^rcaciones que conocen
los atajos^ suelen ahorrar tiempo y camino, porque en el río siem-
pre hay alguna corriente, en tanto que en las ciénagas el agua per-
manece inmóvil ; pero estas travesías exponen al viajero á malos
ratos, bien porque los bogas se pierden si no son muy prácticos,
bien porque las yerbas flotantes suelen obstruir los atajos cuando
menos se piensa.
A la izquierda, después de un grupo de ciénagas que incluye la
mencionada de Tacasaluma, se llega á Santiago, pueblecito tam-
bién situado á orilla de las sabanas y más arriba del de Galeras. Es*
tas éiéhagas tienen el inconveniente de cubrirse de fuertes colchones
de yerbas que hacen trabajosa su navegación. Después de Santiago^
el terreno alto se aleja mucho más del San Jorge, y las ciénagas cre-
cen en proporción, en tanto que el río se tuerce en eses al través de
los terrenos bajos, que en sus bancos sustentan algunos cañaverales,
mientras que del lado del Cauca hay corrales de ganado habitados
|6ñ verano, por 4o óual la vida de sus moradores recuerda la de
0s pueblos nómades. Eri las nueve leguas de San Antonia á Jegoa,
^1 ^sá^ se halla animado con la presencia del hombre ; se oye
^1 trüjido de trapiches del género más primitivo que darse pueda ;
^1 ffiugido de las v€k:as que se ordeñan por la mañana, y el ir y
^évÁt de los sabaneros ; pero en invierno todo queda desierto, y
2U (tercas de los corrales sirven de leña á los bogas.
Por regla general, las estancias comprenden varios ranchos
de corta capacidad, de los cuales sólo se cerca el que sirve de
dormitorio y habitación ; en otro está la hornilla. El trapiche, que
sé coloca en el centro del patio, se compone de tres cilindros de
niadera hechos á mano, de donde una resistencia al frote bien in-
dicada por los chirridos de esa primitiva maquinaría, que poco
produciría si la caña no fuese tan jugosa como lo es. £1 suelo
del patio no se consolida, y á las pocas vueltas los bueyes están
eti un fangal que les llega á la barriga, y entre el cual se mue-
van con dificultad. La molienda es siempre una operación que
atrae á todos los del contorno, que de ella hacen una fíesta en
NvtYA Geoorajfía ftt CototaiA 527
que las cañas reventadas a^ fuego, mezclan* sus detonaciones á
cantares alusivos á' la reunión. Con la miel se fabrica panela, que
es articulo de gran consumo en ia comarca ; pero como en muchos
lugares no es posible esto por la calidad del artículo, se la convier-
te en ron ; azúcar se hace rara vez, puesto que demanda el previo
florecimiento d : la planta. En el San Jor^e son pocos los trapi-
ches, pero en el Mojana pasan de un centenar.
Siguiendo por el r(o hacia Jegua, la selva domina el paisaje,
sólo interrumpida á largos trechos por casitas de pescadores que
casi ni aun plátano siembran, porque la pesca les da con qué ad-
quirir ese artículo en otros lugares. Cerca de Jegua se encuentra
la porción más cerrada de selva, la que hace pésima la llegada al
pueblo, situado en su margen oriental, expuesto á las inundaciones,
como que por su esf^alda y hasta San Antonio el suelo forma una
sola ciénaga, por así decir, y en plena decadencia, debido tanto á
la supresión de la feria de Tacasuán, como á la fama de rateros
que tienen sus habitantes, por lo cual ninguna embarcación duer-
me en su puerto. Por allí pasan cada año, en el verano, miles de
animales á las ciénagas del respaldo, y no es raro encontrar gran
número de vacas atolladas en el fango de las orillas, donde los
del pueblo las dejan morir sin compasión, en venganza contra los
ganaderos, á quienes califícan de usurpadores de las tierras que
dicen les habían sido donadas por el Rey de España, por lo que no
creen sea delito robar lo que puedan de los animales que pacen
en la ciénaga.
Frente á Jegua se abre la boca del caño de la ciénaga de
Tacasuán, tan extensa que hace horizonte como el mar, sin yerbas
ni manglares, y que no obstante su extensión, se llena ó se vacia
en nmy corto tiempo. El suelo ñrme de las sabanas la toca por un
lado en el puerto de Jobo : nadie al mirar esta ciénaga ó la de
Luisa, en verano convertidas en dilatada llanura, creería que por
Mí han pasado vapores en otras estaciones !
El pueblo de Tacasuán está en un golfo de la gran ciéna-
ga, sin arbolado y con viviendas pequeñas ; antes lo estuvo cuatro
leguas tierra adentro, y al principio del pasado siglo tuvo grande
importancia por sus famosas ferias, á donde concurrían los sabane-
ros á comprar las mercancías que se llevaban desde Barranquilla
hasta Honda y de Zaragoza hasta Ocaña. Estas ferias se tras-
ladaron luego á Magangué, tanto porque siendo pajizo el caserío, los
incendios frecuentes hacían temer pérdidas, como por la absoluta
horizontalidad del suelo que al tercer día convertía la plaza y ca-
lles en un mar de infecto fango. La feria subsiste, pero reducida á
proporciones que poco exceden de un mercado, habiéndose trans-
portado la grande al río Magdalena.
Arriba de Jegua, el caño Gallina enlaza el San Jorge al Cauca
durante una buena p>arte del año, aunque no de una manera fácil,
por abrirse entre un laberinto de ciénagas y firmales^ ó sea puntos
que hoy dan paso y mañana no, porque los vientos mueven ca-
prichosamente millares de islas flotantes que, reforzadas por el
gramalote, acaban por tapar entradas y salidas, y obligáis á las
aguas á abrirse nuevos cauces. Por tal razón este cano, como
otros, es muy poco conocido y hasta peligroso para la navegación
528 Nvsv^r G^9^í^f/a PE; CoiiO|ip^iA y
de bajada, porque loS:l¡;>pgas, fíados en la manf^umhrede la cOr:
rriente, suelen dejar á yoluntad.de éstí^ la canoa, y entregarse aí. .
sueño, y al venir el nuevo día, devorada ppr una de esas bocas, re-
sulta recostada contra alg-iín firmal de un^, ciénaga desconocida^,
ó ^transportada á un caño que la llevará, forzosamente i otro des- -
tino, por no saberse cómo se hizo el misterioso viaje entre aquella na-
turaleza por todas partes igual. Sólo en Jegua y la Gallina se en-
cuentran palmas de coco en número ^considerable; esta planta
escasea éi) el resto del bajjg San Jor^e.
Adelante de boca Gallina hay un punto — Pedro Pérez— de
donde se domina bien con la vista la extensa ciénaga de Tacasuán
la ^que, como todas, á veces es mar rodeado por una cinta azul, y
en otras llano cubierto de tupida y alta yerba, repleto.de ganados
y sin cesar recorrido á caballo por los vaqueros. De aquí en ade-
lante el terreno se realza un poco del lado del Cauca, y, las vivien-
das que allí existen no se inundan, sino con las crecientes extraor-.
diñarías ; en t?into qu^ del otro aparecen vari^ bocas de caño$;^ ,
entre ellas la de Poja, tan ancha coriVo el río y-, que se enlaza á la "•
ciénaga de Doña Luisa, íntimamente unida á la de Tacasuán, con
el puerto de Jobo, que unos inviernos no lo es por ;>falta de agua,,
en otros veranos conserva alguna y es un fangal intransitable para
hombres y caballos. Esta ciénaga es una de las más interesantes
de su especie, ora llena, porque el menor viento levanta en ella ua
oleaje. bravio que impide el paso á las ca^noas, que allí naufragan
con frecuencia; ora seca, porque es una llanura escampada, sia ,
sombra, que nadie osa atravesarla con |b1 sol d^ medio día. En
es^e estado, por entre la verde y menuda yerba que cubre el fon-
do, asoma la zampuma, especie de esponja que guarda dentro gran
captidad de agua dulce, y fuera se cubre de microscópicas püaS:
que causan escozor en la pi^l, y aquí es más grande que. en\ningún
otro punto de la conriarrca. , .
Continuando la remontada del río, e;l suelo se eleva,, «lunque in- :
sensiblemente, y del ladq del Cauca apa<recen selvas sobre terreno
fírpie cortado por canales qye aprovechan ^i los esgasos habitantes .
de. esas profun(Jidades. Ai lado del San Jorge está San Benita
Abad, población d^ alguna importancia entre una ciénaga ribere-,;,
ña, y, las. Sabanas, centroi.com(?rc¡al de la zona y escala ,ent.re Ma- ^
jagual y Gorozal. La selva oriental llamada de C«/i^a,en partas ,
de$monía4a, colinda con. nianchas d? ciénagas .y caños qujefor- ,,
mzyi i^n l^berinío,qii^.da aqceso ^irecian^ente hasta Ayapel y por,
donc}e el .soj. np njpjesta porque se |\7^ja,.bajo^?ombra de tupida
vege|APÍí5n.. Lps. habit^ií^tes^ viven . cojnQ,, retirados del mundo^ no •;
salen de, sus. escpn<íite^ sinp. |de^;jarde|,e(i .tardie 4 vender algunos
productos y comprar otros, y en.^uSi posesiones andan desnudos;
la caza y la pQSCa.Jj^íl i^uiTpÁi^istr^i^pil, a^injento, y la maypr parte
del tiempo Ip p^t^^ni^n.Wínplejtai, inaq^ión. ; .
.. Las circunvpl^(;¡^pnes,del,'v^íp.s^:,aqrecen, el ndmero de caños
no disminuye, y así,s?. il^ga al Mamón, caserío no lejano de Solé-, '
ra, ambos lugarpsordinaripsiide paso para los ganaderos, marca- .,^
dos por grandes barrancos abiertos por el pisoteo que destruye la-
capa superior de arcilla,. AÍ.W. del Marpón está el puetilo de Cai-
mito, antiguo rival de San Benito, más grande en la éppca colo-^.
NlílWA GeÓGRA?ÍAc DE^QOLOM^lA: 1 5^9
ni^I, y que. edificado .en. una hondura del remate de l^s Sabanas^ ,
á orilla^ de una ciénaga y entre bosque, no se ve sinoi- cuando se '
ha llegado á él. De uno á otro pueblo se puede ir en invierno sin
tocar (en el rio, lo quei^tbrevia mucho la distancia veraniega. En
esta parte ya la corriente, en los caños es fuerte é indica que el
río corre más alto que las fajas aledañas de ciénagas : en la occi-
dei^tal existe una multitud de islotes llamados los Mogo/es, de .
cima ipla^ia pero pequeña, y que siempre queda de tres á cuatro .
metros filara del agua, por grande que sea la inundación, que en
su máximum pone hasta un metro sobre las tierras emergidas- or- .
dinaríamente. En los más grandes de esos mogotes pasan el invier-
no muchas vacas que á nado van á pastar y vuelven á pasar allí
la noche, las cuales se distinguen de las demás en que. pierd^p el
pincel de pelos en que termina la cola ; en los más pequeños sue-
len blanquear las osamentas de las que sorprendidas por la inun-
dación, no tuvieron alimento cercano como las primeras. En otras
ciénagas se levantan mogotes de forma diversa, puesto que afectan
la de medias naranjas, son más bajas y se componen de mate-
teriales diferentes del suelo que las rodea, de suerte que son un
verdadero problema para el geólogo.- A la izquierda del río ya se
encuentran selvas inundadas, y todo el aspecto del país indica cam-
bios importantes en su topografía en una época geológica reciente.
Arriba del Mamón el río endereza más su rumbo general hacia,
el Sur, faltan los bosques, aparecen cultivos en mayor escala, la-
branzas á la izquietda, dehesas al Oriente, y aun cuando el viajero
no ve casas, oye la voz humana por todas partes : los habitantes
son numerosos y moran en poblaciones que no están á la vista. La
tierra firme de las sabanas se acerca, y hasta la temperatura sufre
alguna modificación. I^ primera boca que se halla aquí es la de
Mestre, de un caño de tumultuosa corriente, pero que algunos na-
vegan, para bajar de ciénaga en ciénaga al río Magdalena ; des-
pués en Chiquero la sabana toca el río : es la punta de San Mar-
cos, y desde el río se divisa un espléndido paisaje : una llanura sin
árboles que hace horizonte, y en la cual á una legua del San Jorge
se ven los blanquizcos techos de San Marcos, que en invierno es
puerto, porque la inundación llega á sus pies, y debe su vida á ser
otro centro geográfico y comercial de este país. El paso de Chique-
ros es quizá el más frecuentado de los sabanei^os para trashumar
sus ganados, y cerca de él arranca un caño que se prolonga tierra
adentro por el fondo del angosto valle de Montegrande, que en
forma de depresión sigue hasta encontrar la de Venado, que se
abre sobre la llanura del Sinú y marca una división natural entre
el remate de los Andes y los relieves de Bolívar.
Liu.iáénaga de San Marcos, cercana á la boca del caño Cara-
te, no es circular, porque el arroyo de Montegrande, que en ella
desemboca, la penetra con una especie de delta, de asombrosa
fertilidad pero con escasos cultivos. Esta ciénaga es de las más
profundas de la comarca, por lo cual en verano forma en su cen-
tro una especie de hondonada cubierta de césped.
El territorio de San Marcos abarca numerosos caseríos, algu-
nos de cierta importancia, y los habitantes tienden más y más á
internarse en las selvas desiertas del Sur. Los nioradores de la
NtnvA CmootArU m Colomu
comarca se dividen en ribereñot y mmtañeut. Aqudtoa, que viren
cerca det agua, en casas de la más elemental y primitiva constmc-
cidn, en verdad simples sombríos, alternativamente son pescadores,
b<^;«s, vaqueros y agricultores, y son más sedentarios aiin en
tiempo de inundación, por cuanto del rfo derivan su sustento ; los
Otros viven principalmente de la agncultunt, con mayor facilidad
cambian de roza, y todos producen algo más de lo que consu-
men. El cáncer de la comarca es la especulacidn del baldío : cier-
tos ríeos los han adquirido en extenHones enormes, no para culti-
varlos, sino para extorsionar al que en ellos va á trabajar.
Fifura 196— El rio Amiíme— Villc del Ciuca— De fotogrsfi*
En una palabra, el bajo San jorg;e surca una tierra baja y
fértil pero ancg;adiza, por lo cual si su produccidn agrícola es abun-
dante en los años comunes, cuando la inundación es normal, por
asf decir,porque si ésta llega á sus máximums, todas las plantaciones
se destruyen, fallan á tiempo los pastos de verano, y la miseria se
apodera de los ribereños, que tardan en restablecer lo perdido.
El río, de aguas turbias y perezosas, se destiza por entre un
paisaje triste, y es de admirar la melancolía que la naturaleza ha
impreso á sus riberas y bosques marginales, en los cuales falta la
alegre nota de las aves canoras, el eñuvio de las auras embalsa-
madas ó la majestad del huracán. Allí nada despierta al alma de
la meditación en que la sumerge el melancólico paisaje, que segiín
los naturales proviene de antiguos ó tremendos dramas allí cum-
plidos, y las supersticiones abundan en las márgenes del río, de tal
manera que son pocos los parajes donde los nativos no han visto
fan^smas, lo que se explica por las ilusiones ópticas de la comar-
ca y por los singulares fenómenosque allí presenta el eco. En se-
qu{á hay playas á donde el boga, ese ser tan hábil para hallar su
NuftVA &SOtfRArtA Bt CotOHOlA 5}f
camino en el laberinto de las ciénagas, tan valeroso para desafiar-
los peKgjos, no arrimará de noche por todo el oro del mundo.
Uno de los rasgeos característicos de la comarca son \^s/erías;
pero como á ellas concurren sabaneros y ribereños, mejor es tra-
tarlas al describir el territorio de las Sabanas.
jEf Magdalena — En estas líneas no hablaremos sino de lo que
en realidad constituye el valle del gran río en su parte baja y ane-
gadiza, por cuanto las porciones altas de los lados mejor se inclu-
ye en las zonas características que ellas constituyen, como son las
Sabanas y Tierradentro á la izquierda, y la Sierra Nevada y Chi-
miquique, á la derecha ; pero en cambio incluímos aquí lo relativo
á Tamalameque y Simití, que aun cuando pertenecen al Valle del
Riogrande, conviene tratar ahora para mejor inteligencia de la
Magdalenia en su parte septentrional.
a) Tamalameque — Esta zona que comprende la ribera derecha
del Valle de Riogrande, desde la boca del Lebrija á la del Cesar
está reducida al breve flanco de una serranía y á la angosta llanura
que se encuentra al pie de él, frente á las colinas y cerrífos de San
Lucas.
Esta región de Tamalameque por las planicies ribereñas del
Magdalena, es un país de fíebres, de plagas, de intenso * calor, de
llanuras solitarias, en que el trueno retumba poderoso, los árboles
suben á desafiarlo hasta las nubes, y las íieras y los animales mon-
taraces son los verdaderos señores de la comarca.
Esa llanura y las tierras de Ocaña están separadas por un ra-
mal andino, que hacia la hoya del Magdalena baja en escalón re-
pentino de I, SCO ms., que se pierde en la planicie, que se desarro-
lla uniforme hasta las lejanas alturas que la dividen del bajo Cauca.
La llanura magdalénica en esta parte del delta inferior del
gran río, es indudablemente bien moderna ; producto del acarreo
secular de mil y mil ríos, y sentada en capas movedizas dé arena
y cantos rodados, al través de las cuales lleva el gigante su inde-
ciso curso, y ora las corta en islas, ora las inunda y convierte en
ciénagas y playones en que deposita el Hqio que, al fertilizar los
arenales; contribuye á levantar el suelo, ló que tal vez permita en
lo futuro que el Magdalena fije definitivamente su lecho.
Las llanuras de esta banda derecha, en buena parte denomi-
nadas laderas de Tamalameque, se extienden, como se dijo, de Le-
brija á 2^patosa, por unas ico leguas cuadradas de superficie,
vasta extensión en que apenas hay unas siete aldeas y algunos pe-
queños vecindarios, separados por largas distancias. Por el cami-
no que de Ocaña conduce á la llanura, apenas se sube á la cumbre
andina mencionada, se la domina por muchas leguas á lo largo y á
lo ancho. Cerros esquistosos se hunden á la izquierda y á la derecha
det observador, presentan desnudas las aristas de sus desquicia-*
da$ estratas, y concluyen en lo bajo en colinas que van á escon-
derse entre las copas de los primeros árboles del llano. Zonas de
bosques, interrumpidas por sabanetas, se extienden hacia el hori-
zonte, cada vez más pálidas é indecisas, brillando en lontananza
las anchas ciénagas que germinan en la plateada faja del Magda-
lena, visible á trechos, segün las amplias sinuosidades de su curso;
después, nubes suspendidas y en forma de copos de algodón,
proyectan su oblicua sombra ; luego las brumas del horizonte, y
53^ ' Nueva Geografía de Colombia
por ultimo la línea de moles opacas de las cresterías de Simítí y
San Lucas, que parecen suspensas sobre un mar de humo. Ni un
le-ve ruido, ni un ligero movimiento se percibe en la extensión de
aquel espacio, que á distancia se presenta como lienzo inmóvil, na
obstante que, como en pleno trópico, la vida despliegue en esas
comarcas un lujo casi desenfrenado.
A las dos leguas de bajada se pisa el lindero superior del llano,,
donde abruma la calor, pues el termómetro sube á 32^ á la som-
bra de los árboles corpulentos. La vegetación enredada y espino-
sa ; las yerbas de aroma penetrante ; el chirrido continuo de las
chicharras, y las carreras de los reptiles, todo contrasta con las
serranías del respaldo, y da á la llanura caracteres análogos á los
que los viajeros refieren de las regiones ardientes del África. Al
principiar el llano, el camino se bifurca : á la derecha sigue el de
Puerto Nacional y La Gloria, y á la izquierda el del Lebrija, que
pasa por los Angeles, pueblecito que tuvo antiguamente el nom-
bre estrafalario de Crece-noche. La llanura se compone de sabanas
y cejas de bosque, alternativamente ; aquéllas cubiertas de esparto
y algunos arbolitos de áspero follaje y menguado tronco que se
alzan sobre un suelo blanquecino y cascajoso, al parecer lecho de
antiguas ciénagas ; el bosque formado por ceibas y otros árboles
crecidos que arraigan en las depresiones por donde corren lenta-
nxcnte caños de agua tibia, á veces corrompida. Bajo la sombra
del entretejido ramaje, lleno de plantas trepadoras y de orquídeas^
crecen la tagua y el cedrón.
Los Angeles no son sino un grupo de ranchos en torno de un
pantano, y pocos lugares como éste tan desapacibles, desiertos y
enfermizos. Nadie cumple allí 50 años ; pocas personas hay que no
estén jaspeadas de carate, pero todas tienen tipo entre indio y ára-
be, amoldado al clima y sellado con la indeleble marca de la in-
temperie, que es preciso despreciar. Siete y media leguas NW.>
sobre una isla de la desembocadura del Lebrija, está Corredor,
también entre pantanos, ciénagas y playones, casi enfrente de Bo-
dega Central, que lo está en la isla de Morales y cuenta con más
vida y progreso. Zambos y negros son casi todos los moradores
del bajo Lebrija : aquéllos atléticos y altivos, éstos pintados de
a^ul, casi todos desnudos, salvo de la cintura para abajo, que se
cubren con lienzo, y habitan en ranchos impregnados de fuerte
olor de pescado y de otros indefinibles que marean al que no ha
nacido para soportarlos. Bello es sin duda el paisajo de las tierras
inundadas del Lebrija ; pero lo ardiente de la temperatura, la esca-
sez de recursos, los rayos del sol y los tábanos que pueblan el aire
al caer el astro y hacen huir hasta á los animales que pacen en esas
praderas, no permiten apreciar su hermosuca al fatigado viajero
que las recor re para estudiarlas. Cuando el sol desaparece en el
ocaso, resplandecen en lo alto las estrellas, el silencio cobija la
solitaria comarca, y al oriente se dibujan las negras moles de la
serranía de Ocaña.
El camino de Puerto Nacional en sus 5 leguas, al principio
gira por entre los remates de la serranía, que termina en arruinados
cerros, y luego sigue alternativamente por sabanas limpias y pe-
dregosas y manchones de monte, por cuyo centro deprimido corren
Nueva Geografía de Colombia 533
los silenciosos arroyos. El Totumal esparce su pajizo caserío én
una sabaneta estéril donde el termómetro marca al sol 48^, tér-
mino superior al calor de la fíebre, por lo cual la raza blanca
no puede soportar esa temperatura, y vegeta sin salud ni ener-
gía ; pero cruzada con la negra produce una casta de atletas
que reciben sin impresión los quemantes rayos del sol sobre
sus cuerpos semidesnudos, lo mismo que los aguaceros repen-
tinos, y duermen á cielo descubierto, á pesar de que la tempera-
tura baja 12° durante la noche, por lo cual es y será perpe-
tuamente la señora de la extensa hoya del bajo Magdalena,
y con ella las costumbres libres, los hábitos de indolencia, de in-
diferentismo por los goces morales é intelectuales. Nada de habi-
taciones : un techo levantado sobre horcones entre los cuales se
colocan algunas varas derechas que dejen paso al aire exterior, la
muelle hamaca suspensa de las vigas; el maíz, el plátano y el pes-
cado de continuo en el fogón, y allí cerca el calabazo con la bebi-
da fermentada. En una palabra, fácil vida que ahorra las penas
del trabajo y aleja las inquietudes de la previsión, pero que tam-
bién prolonga indefínidamente la barbarie. Las instituciones polí-
ticas y las leyes apenas llegan á esas soledades como ruido de
palabras. Corto trecho adelante, en un llano despejado, sano, fres-
co, por excepción, sin zancudos y jejenes, está Aguachica, pue-
blo de algün progreso y aun población blanca, pero donde, como
en otros lugares de estas comarcas, nadie se sujeta al servi-
cio doméstico ; de suerte que cada cual se ve forzado á desempe-
ñar los menesteres de la casa. Los negros viven en sus casitas
entretenidos en no hacer nada ; cuando se acuerdan que algo les
falta, salen al monte á recoger algün artículo venal, con lo cual
quedan provistos para varios días. En tomo de Aguachica se
produce excelente tabaco, pero la industria permanece esta-
cionaria.
Al ocaso de Aguachica y á poco más de dos leguas de dis-
tancia está Puerto Nacional^ que baña la extremidad de sus calles
en los derrames del Magdalena cuando crece, por estar en un pla-
yón ; así es que caminando hacia el río, no se le ve, pero se pre-
siente su inmediación por un olor parecido al de las cercanías del
mar, y por el resplandor del horizonte, que indica la reflexión de la
luz sobre la ancha superficie de las aguas. A los grandes árboles
se suceden los matorrales espinosos, y el piso cruje como en los
arenales bajo el casco de las cabalgaduras, y de repente ap>arecen
las casas del pueblo, que es un puerto de bastante animación y
movimiento comercial, y en el cual nunca faltan embarcaciones
de diversa especie y van y vienen bogas, comerciantes y emplea-
dos, lo que forma notable contraste con otros lugares de esta re-
gión. No queda el pueblo precisamente sobre el Magdalena, sino
á un lado de un brazo de éste é inmediato á una ciénaga que des-
borda en las crecientes y aumenta el caudal de un caño cuyo in-
cierto cauce da paso entonces á las canoas hasta el poblado, en tor-
no del cual produce los pantanos que han dado fama de insalubre
al puerto. Esta vía hacia el gran río, no obstante su constante trá-
fico, yace en pleno abandono, de suerte que es un verdadero placer
la salida al Ma^^dalena, que se muestra pleno, majestuoso, aman-
A GwGUfí* >M CoLonu
Bento,- llevando en «Ima sus donnidiis ondas que "baten el alio y
Wlitano bosque Tibereño.
Figura 197 — CamíDo en el Talle del
Doce leguas al N. demora Tamalameque, al cual se penetra
desde el rto remontando un caño cenagoso, sobre el cual apa-
rece entre palmeras de coco, en una llanura bastante alta, seca
y arenosa : el poblado es un villorrio, resto de población mis gran-
de en otros tiempos. La llanura es bella y la riegan varias giu-
hradas que bajan de los cerros del oriente, pero no es fértil, y
la obstruyen los innumerables torreoncitlos levantados por el co>
mején de tierra, los que en forma de pan de azúcar y distribuf-
dos á manera de campamento, se extienden hasta perderse de
vista. En las depresiones por donde corren las fueimdas ͻy
bellos bosques abundantes en palmares. Entre Tamalameque y
Puerto Nacional quedan San Bernardo, entre dos arroyos que ter-
minan en una ciénaga, y Simaña, á orillas del rfo de su nombre, de
bastante caudal y que un camino enlaza á las poblaciones de la
cordillera pasando por el Carmen, que ya hace parte del grupo de
estas ^timas. Los pueblos ribereños mencionados están habitados
por negros que viven perezosamente, mientras sus mujeres tejen
las pintadas esteras llamadas de chíngale por el nombre de la
Nvwvjk GwwmátU ob Gíijombu ^5
palnm con cuyos cog;ollos las fabríosn, linica industría de estas
gent^ poco arabiciosas y contenías con pasar loe <i(as á Ja sombra
de los cocos ó bailando al son de tamboriles, Ubres de pesares y
exentos del hambre. Vegetan pero no viven, y las nuevas g:enera*
clones son flel copia de las pasadas, en hábitos de imprevisión y
negligencia. .....
b) San Zufos — La región fronteriza de Tamalameque, la que
tiene por rasgo característico el relieve denominado carros de San
Lucas, no obstante interponerse entre el bajo Cauca y el Magda-
lena, no obstante ser una de las más ricas y centrales de Colom-
bia, es de las menos conocidas en la actualidad, y mide una trein-
tena de leguas de S, á N., por unas doce de Oriente á Ponientje.
Por su costado occidental quedó descrita al tratar del bajo
Cauca ; por el en que domina el valle de Ri(^rande es más amplia
su falda, de suerte que las ultimas colinas casi por todas partes
llegan hasta las ciénagas ribereñas de las grandes islas del Mag-
dalena, dejando en el centro multitud de valles que riegan quebra-
das, de las cuales las del medio día forman el Boque, y las restantes
desaguan en las ciénagas mencionadas, muy análogas á las del San
Jorge, tras regar porciones planas, fecundas, pero escasamente
pobladas y con unas pocas aldehuelas dependientes de Simit{ y
Mcales, centros municipales en plena decadencia.
En jurisdicción de Símití se explotan á la fecha bastantes mi-
nerales auríferos, y dominan el cuadro las tetas de San L^cas, pa-
raje de elevados cerros que señorean de un modo acentuado el
resto del relieve, aun oculto por extensa y tupida selva, apenas
hollada por los mineros y los cazadores. Esta selva «s una de las
más hermosas de la Magdalenia. Los árboles se alzan apiñados y
corpulentos, en forma de gruesas columnas revestidas de bejucos
que suben á enredarse en la alta copa, y toman á caer, envol-
viendo cuanto se halla á su rededor. A veces crecen aquellos
colosos venciendo los obstáculos y taladrando la espesura, sus-
tentados en raíces voluminosas que la tierra no puede cubrir ; á
veces, no teniendo espacio para levantarse libremente desde el
suelo, escombrado con árboles derribados por el huracán, pero vi-
vos y retoñando en todas direcciones, arrancan en forma de ar-
querías confusas por encima de los estorbos ; á unos dos metros de
altura comienza el tronco y sigue robusto y alti\'0, basta superar
con su copa el ramaje de sus rivales ; allí son dos árboles que se
han encontrado al nacer y se enroscan y sostienen como luchado-
res de igual fuerza ; aquí una palma se muestra rodeada por
los mil brazos del matapalo que la <lob]a y abruma, desplegando
triunfante su copa entre el penacho perturbado de la víctima ; por
todas partes la tagua lanza el torbellino de sus grandes hojas en
figura de plumas, y brota en círculo al pie de las cabezas de negro,
cuya pulpa devoran los zahínos, dejando limpias las durísimas
cueras del marfil vegetal, que recoge sin mayor trabajo el indo-
lente sitíero ; tigres, leones, serpientes, cerdos montaraces, vena-
dos inquietos de .piel amarillenta, y muchedumbre de aves, tienen
allí su habitación inexpugnable, lóbrega en las primeras y ultimas
horas del día, umbrosa y fresca al medio día, en las en que arde
526 ' NuKVAs^GhKxmAPiA de Cohombia
el sol, majestuoso cuando las tempestades tropicales, aquí frecuéfi-
tísimas, descargan su furia y sus rayos sobre esa enorme masa de
vegetación nunca domada.
En Simití y Morales hay terrenos incomparables, en especial
para la siembra de tabaco, que se produce igxial al de Ambale-
ma, 6 mejor; pero como la alimentación usual es el pescado, que
abunda de un modo extraordinario y se recoge con facilidad suma,
los habitantes no aceptan otra clase de ocupaciones.
Al N. de esas poblaciones las grandes ciénagas de Morrocoy,
Pajaral y Papayal marginan el brazo de este nombre, que vuelve
al río obligado por un grupo de tierras relativamente altas, por
cuyo pie N. torna á bifurcarse el Magdalena, puesto que por ahí
pasa el brazo de Loba, que hace un siglo no era sino un caño
abierto entre pequeñas ciénagas, y hoy, además de dar paso á la
mayor parte de sus aguas, se complica, pasadas las colinas de
Loba, con el brazuelo Quitasol, que á su mediodía forma la isla de
Corozo, que en ese mismo rumbo tiene cercana la ciénaga de Hati-
llo, y al W. se aproxima al caño Tiquisio que sale de la de Tron-
conal y corre á la derecha del Cauca á terminar frente á Pinillos.
En fin, enfrente de las colinas de Loba, pero al N. del brazo de ese
nombre están la de Juana Sánchez, remate SW. de la grande isla
de Mompós. En la orilla S. del brazo de Loba están, cercano uno
de otro, los pueblos de San Martín y Barranca, junto con algunos
caseríos. El primero en suelo ondulado, entre el hoy río Magdalena
y un caño del mismo, es una aldea de pescadores y alfareros, y en la
arena de sus calles, plateada, llamada por eso Juan Blanco, cuan-
do las aguas las arrastran, se encuentran partículas de oro corri-
do. Barranca le es muy semejante, sólo que es en verdad ribereño
del gran río. Las montañas que demoran al S. de esas aldeas con
ese rumbo realzan su suelo, y á cierta distancia ya presentan coli-
nas de alguna altitud. En esos lugares abunda la palma de estera
con que las mujeres de Barranco tejen las prendas de ese nombre,
coloreadas con el jugo de la Vijá.
Natural sería continuar con las islas del gran delta interior
del Magdalena ; pero á fin de evitar repeticiones, conviene descri-
bir primero las tierras aledañas al valle propiamente dicho, ó sea
las Sabanas y los llanos del Cesar.
c) Zas Sabanas — Al Ocaso del San Jorge-Magdalena, desde
este lecho orlado de ciénagas y playones hasta las alturas que sirven
de diviso de aguas para el Caribe y con anchura media de diez le-
guas, se tiende una faja que mide poco más de treinta de S. á N.,
desde los remates de Murrucucü al canal del Dique, la cual cons-
tituye en sus dos tercios meridionales el territorio llamado en Bo-
lívar simplemente las Sabanas, por cuanto en el otro tercio que
aquí incluímos por comodidad de la descripción, el suelo llano ape-
nas existe entre infinidad de pequeños relieves.
Por esta faja, de S. á N., gira el camino real de Ayapel á Car-
tagena, arrimado hacia el dwortio aquarum mencionado, el que por
lo mismo pasa por casi todlts las poblaciones de la comarca y cru-
za terreno casi horizontal, ^ues ninguna de ellas e^tá á menos de
130 ms. de altitud ni á más de 250 sobre el nivel del mar. Las sa-
NuiV* GlOGRATÚ DI COLOUIIA
bañas con tanta uniformidad descienden á confundirse con los lla-
nos ribereños que anega el gran río, que siendo 30 la cota media
de ¿stos, la de los caseríos situados entre unas y otros varía de 80
á 100, en tanto que el lomo magistral del Ocaso, si se prescinde
del Manco, rara vez excede de 500, ó sea la de la llanura alta en
Casanare y San Martín.
Figura 19S - Va [¡Dcúa de las Sabanas — De rutografía
En general, las sabanas altas son una serie de praderas de
variada superficie, separadas unas de otras por fajas de selva de
diversa extensión, dentro de las cuales se encuentran numerosas
rozas 6 pequeños cultivos ; hacia arriba doblado su suelo por ra-
males de colínas y barrancos, al centro sólo onduladas, y abajo de
suelo apenas inclinado ; pero for desgracia la parte alia, la más
sana y fresca, no tiene aguas corrientes sino en el invierno, y en
Tcrano es preciso trashumar los ganados á la ríhiaga, como allí se
dice, porque hasta las poblaciones del camino real no disponen
entonces de otro Ifquido para su consumo que del recogido en los
aljibes de las casas ó en grandes estanques excavados artificial-
mente en sus alrededores, por lo cual en las más fuertes sequías
no es raro que en alguna tengan que ir á buscar él agua hasta á 3
leguas de distancia ; todo lo cual no es por cierto adecuado para el
progreso formal de la región, que sin los grandes mares de agua
dulce y las altas montañas del perímetro, formaría otra Goajira,
por cuanto su arenoso suelo sería entonces tan infecundo como el
de aquélla. La parte central es la más favorecida por la naturale-
za, porque alli los arroyos de ordinario conservan siempre algiln
caudal y las tierras algíin verdor, sin otro inconveniente natural
que los íajot 6 porciones arenosas aledañas al lecho de los arroyos,
que en invierno se convierten en pantanos <5 terribles tremeda-
les ; y si no ha prosperado como era de esperar, se debe á que
Mtna GtBgra/la di Calomlst tomo 1—35
538 Nueva Geografía de Colombia
sobre ella obran con tremenda eñcacia los miasmas de las maris-
mas ribereñas del gran río.
El camino de Ayapel á Cartagfena después de cruzar alg'unos
sitios y caseríos, la primera población que encuentra es Saha-
gún, pueblo garande, pajizo como todos los de las Sabanas, con
arrabales extensos y desordenados, entre colinas que hacen pinto-
resca su vista. Desde estas alturitas que lo rodean al W. y S., por-
que la llanura se dilata hacia el N. y el E., divisa el observador
hacia el SW. los azulados y lejanos perfiles de las últimas masas de
la cordillera occidental, y al W. un Idmo en forma de barra, con
uno que otro cabezo, mayores al mediodía, donde existe un volcán
que lanza cenizas permanentemente. Ese lomo, que es el enlace de
los montes antioqueños con los de Bolívar, domina las espléndidas
tierras del Sinú y la vasta llanura magdalénica, se apoya en rama-
les de oteros y colinas que forman valles poco acentuados, fecun-
dados por arroyuelos, á trechos orlados de palmeras, y puede de-
cirse que sin labranzas, porque los habitantes tienen el fatal hábito
del cultivo errante y por lo mismo infecundo, puesto que los disemi-
na sin estabilidad en una inmensa extensión sin provecho para
ellos ni para el país.
Después está Chinü, en un llano extenso, con relieves aun más
reducidos y bastantes ganados, y cuyos moradores tejen sombreros
y trabajan en alfarería; próximo le queda Sampués, bastante pa-
recido en lo tocante á sus ocupaciones y callejuelas, dominando al
E. un llano extenso y parejo, pero señoreado al W. por alturas
más destacadas, que los habitantes de la comarca consideran por
contraste como elevadas serranías.
Cercanos y formando grupo se hallan Sincelejo, Morroa y Co-
rozal, en el valU del Arroyo Grande y en el ce7i/ro de la comarca.
Sinpelejo ocupa un llano alto, parejo, y aun cuando es una pobla-
ción importante, por desgracia carece de agua corriente en el ve-
rano. Los ejidos del lugar encierran muchos centenares de predios
ó huertas ricas en arbolado ; prevalece el cultivo de la caña de
azúcar, y se produce aguardiente en grandes cantidades ; en la lla-
nura los ganados sólo se apacientan en invierno, porque en la se-
quía se bajan á la ciénaga. El distrito comprende varias aldeas.
Los habitantes tienen por plato principal el sancccho, y los de la ca-
becera, que permanecen durante la semana en sus cortijos, vuelven
al lugar el sábado por la tarde para pasar alegremente el doniin-
go. Una carretera enlaza el pueblo al puerto de Tolú, la cual tiene
un buen puente sobre el Pichelín, llamado río por su impetuosidad
y caudal que lo hace sobresalir entre los arroyuelos aledaños. Esta
carretera, que fácilmente pudiera prolongarse hasta Magangué,
constituyendo una arteria de importancia decisiva para el progre-
so de la comarca, atraviesa un terreno difícil á pesar de su casi mi-
núsculo relieve, y reemplaza al antiguo camino de Tolú, á trechos
quebrado y al través de cerros pedregosos, á trechos fangal in-
menso por ser lecho de arroyos, de suerte que "déla Muerte"
se llamaba en una de sus secciones.
Sincelejo ocupa una posición realmente encantadora : el vien-
to del Norte le trae las ricas emanaciones del mar próximo, el
horizonte de ordinario es diáfano y puro, las tardes de poética
Nueva Geografía de Colombia 539
belleza, alegradas p)or las canoras aves, y el crepúsculo de una me-
lancolía tal que incita á la meditación. Al W. y á media legua está
el lomo de la serranía divisoria de las aguas, á la cual se sube casi
sin sentirlo, tanto que por su poco declive es de bajada peligrosa
por los barrizales que las lluvias forman en su falda y en el valle de
la Muerte, que le demora al pie. De esa cumbre, aquí llamada Sie-
rra Flor, divisa el viajero un panorama espléndido : al oriente la
vista se pierde en la inmensa llanura magdalénica, medio velada
por los vaf>ores que el calor levanta de la enorme masa de agua
dulce que yace en el fondo del valle, á partir de diez leguas de dis-
tancia, y se dilata por algo más hasta la ciénaga de Zapatosa ; al
W., tras seis leguas de una ondulada alfombra de verdura, se dis-
tinguen nítidos los pintorescos contornos del mar, cuyo brillante
espejo se funde en lejanía con la bóveda celeste, y si el día está
despejado se distingue el inquieto vaivén de laS olas, y á veces un
buque de vapor que cruza rápido el golfo, ó la blanca vela de al-
gún barco que semeja una estela perdida en la inmensidad.
Morroa, pueblecito en la falda de una colina, es dasi un arra-
bal de la capital de la comarca y hace ya parte de la zona del
cultivo del tabaco y de la industria fabril de las sabanas ; no dista
mucho de las alturitas selvosas llamadas Montañas de Vela, en
donde un arroyo que forma un salto, ha excavado en la peña una
inmensa caldera llamada la Poza de los rayos, por la hermosura
con que refíeja los del sol. Cuanto á Corozal, es el más importante
centro de las Sabanas, que de ordinario se designan con su nom-
bre, tiene buen caserío situado al pie de dos padrastros que le sir-
ven de reductos, no lejos del arroyo Santiago y de algunos panta-
nos que producen fiebres palúdicas, y sus mujeres tienen fama de
hermosas y de buenas tejedoras. Cerca existen varios caseríos, y sus
sabanas forman un medio centenar de llanos ó dehesas de verano,
separados por cintas.de monte donde los habitantes establecen sus
rozas en la malhadada forma de cultivo errante que agota el te-
rreno y amenaza dejar la comarca sin agricultura de consumo. La
industria tabaquera se ha desarrollado aquí notablemente.
Más al Norte, situados entre relieves de mayor acentuación,
se encuentran Ovejas, El Carmen, San Jacinto y San Juan, todos
en la zona del cultivo del tabaco y de la ganadería. Ovejas, en el
lomo de un estribo no lejos de la Peñata, con buenas aguas, es la
población más elevada de las Sabanas, ofrece aspecto desapaci-
ble por lo abarrancado del suelo, se rodea de varios caseríos, y en
su territorio los cerros qué mueren en la llanura son agrios y pe-
dregosos. El Carmen,' una de las principales poblaciones del inte-
rior de Bolívar, se tiende en un llano entre pintorescas lomitas, á
8 leguas del Magdalena, pero sin buen camino á esta importante
vía, sin aguas corrientes en verano y expuesta á los incendios por
lo pajizo de su caserío : al W. quedan suelos quebrados, en tanto
que al E. los arroyos corren por entre playones de sujtil arena que
en partes constituyen peligrosos bajos en el invierno. La situación
de San Jacinto es análoga, pero las tierras que lo dominan al E.
y al W. adquieren mayor altura, demorándole al NW. el altísimo
Manco ó San Martín, desde cuya cumbre se domina un panorama
espléndido que abarca á un tiempo el mar, la Sierra Nevada, las
NvivA GioGBAFÚ DI Colombia
sabanas y el g:ran rfo ; en fin, en tierras de San Juan, edificado en
una hondonada, príma el suelo quebrado, y las cumbres principa-
les rematan en inmensos peñascos : cerca le demoran, en posicídn
semejante. Guamo á la derecha, y San Cayetano á la izquierda
de la Knea divisoria, ó sea del remate de estas montanas de Ma-
ría, dentro del ángulo que forman el Magdalena y el Dique.
Al Oriente de estas poblaciones se extienden planicies ame-
setadas, que apenas se alzan un medio centenar de metros sobre
el Magdalena ; á medida que se acercan á é^te se toman menos y
menos abarrancadas, y pxjr tlltimo, si al SE. se confunden con la
ribera anegadiza de dicho rfo, que guarda ciénagas como las del
San Jorge, del Carmen á Calamar üigan con algün relieve hasta
la misma orilla, á lo menos en muchos punios, de suerte que allí
las ciénagas más bien semejan lagos entre oteros cubiertos de lu-
josa vegetación.
-K -Si
Á í
NuiVA Gsograf/a de Colombia
Las tierras situadas al resitaldo de las Sabanas, desde el Di.
■que al ^folfo de Morrosquillo, las incluiremos en este mismo gjupo,
por cuanto su importancia actual no es considerable y constituyen
la vertiente occidental de las montañas de María. Desde la bahía
■de Cartagena hasta Comisario, y luég^o, aunque menos, de San
Bernardo á Morrosquillo, los terrenos litorales son tan bajos, que
■en su mayor parte los a'iega de ordinario el agua del mar, y espe-
sos manglares cubren esas ciénagas y playas en que cristaliza la
sal marina. En el intermedio la costa se eleva y sustenta palme-
ras de coco, aun cuando las últimas alturas de María no se alzan
sino unas tres leguas tierra adentro: en el espacio intermedio
se extiende un llano ligeramente ondulado ó con morros aislados,
en extremo fértil, húmedo, donde las plantas del trapico adquieren
proporciones extraordinarias y hace un siglo existían buenas ha-
•cíendas abandonadas después. En el fondo del golfo de Morros-
quillo yacen los restos de la fundación de Tolú, reducido á unas cho-
zas, porque allí el oleaje es permanente y las ondas al estrellarse
sobre la ribera, despedazan ¡a embarcación que se deja encallar.
Todas las poblaciones de esta zona se encuentran en el interior, en
las entradas i las sabanas, y por consiguiente invisibles para los
barcos, de seguro para sustraerse á la plaga que abunda en el li-
toral. Al atravesar el golfo se observa allá sobre su fondo una de-
presión notable del terreno, una especie de abra anchurosa y selvá-
tica, ó sea la línea que marca por el Sur el término de las mon-
tañas de Marta, comD al N. lo señala la paralela por donde cruza
el Dique. Al pip de las alturas, sobre el Pichelín, está Tolii viejo,
no lejos de las Tetas de su noml>re ; al W. de San Bernardo se halla
San Onofre, que un tiempo goz3 de muy mala fama, y no lejos de
Comisario, el caserío de este nombre. Ya sobre el Dique, 6 en las
tierras hdmedas y bajas que lo enmarcan, se encuentran San An-
tonio, Flamenco, Marta la Baja, San Pablo y otros poblados que
en verdad ya hacen parte de las poblaciones de Tierradentro, de
Jas cuales dependen en lo civil.
FíeuTj'ioa Vegetaciiín tropical : riberas del Arma {Antioquia)— I>e fotogran*
S42 Nueva Geografía de Colombia
Cuanto á las montañas de María, forman, como se deduce de
lo antedicho, una especie de meseta de poca altura, con algunos
relieves superpuestos, merced á los cuales, á la denudación de las
aguas, á la sana y rica st-lva que las cubre, y á los conos y morros
aislados que tienen á los ladus, presentan dondequiera hermosas
perspectivas y puntos adecuados para establecer colonias.
Las sabanas forman la principal fuente de rique2ML del Depar-
tamento de Bolívar, y com j están rodeadas de centros de produc-
ción muy vanados, sólo les faltan vías de comunicación adecuadas
para que en ellas abunden y se puedan llevar á sus numerosos puer-
tos todos los productos del trópico, puesto que al E. tienen el Mag-
dalena, al N. el Dique, al W. el mar y el Sinü, y al Sur el San
Jorge, por lo cual son uní verdadera Mesopotamia, superior en
todo á la asiática. Esta región, compuesta en primer término de
planicies de tierras de aluvión ó arenosas, sin que falten algunas
rocas, presenta, segiín se dijo, profundos barrancos de erosión, y
antes de emerger, seguramente formaba dilatados pantanos cu-
biertos de rica vegetación, como se deduce de los numerosos res-
tos de mamuths que en ellas se encuentran.
La prosperidad y ri ]u va de las Sabanas provienen de su si-
tuación tan cómoda para la ganadería, puesto que á los animales
ofrece un refugio muy seco en la época de lluvias, y después, en la
seca, pastos abundantes en todjs los terrenos bajos adyacentes ;
pero conviene observar que el aumento en la producción del ar^
tículo no es sensible. En lo general, pocos son los verdaderamente
ricos, pues el mayor niím *ro no alcanza á poseer cien cabezas^
pero engordan cerdos, se ocupan en el comercio ó la agricultura, la
vida es barata y han hecho segunda naturaleza de la frugalidad,
entendiendo por ésta reducir la comida á un simple sancoché de
carne ó de pescado ; las tortugas y sus huevos suplen á las galli-
nas ; los vegetales los preparan sin el menor arte, pero viven sa-
tisfechos.
El amor al suelo natal es el rasgo característico del sabanera
y del ribereño (abajeño), y su avaricia es proverbial si no gene-
ral ; consume poco, trabaja de continuo, emplea todo el tiempo en
ocupaciones poco productivas, pasa años adversos con sus crías
expuestas á epizootias y sus plantíos á las malas cosechas ; pero
vive al parecer libre é Independiente en su pequeño dominio, y con
esto es feliz. El lugar y tiempo adecuado para estudiar la pobla-
ción de esta comarca son \sis fies/as y /trías, según queda indicado,,
siendo de notar en ellas que las mujeres ricas, las esposas é hijas de
los grandes ganaderos, no pierden ocasión de realizar ninguna ga-
nancia, por insignificante que sea, por lo cual no vacilan en vender
en las calles aguardiente ó algunos dulces ó alimentos, mientras
que la compañera del pobre rara vez se toma ese trabajo, pues
concurre para gastar, divertirse y pasarlas noches l)ailando alum-
brada por sinnúmero de bujías, cuando en su casa no se alumbra
sino con una macilenta lámpara de manteca de caimán.
Estas fiestas ó ferias son juego de azar en que cada uno pien-
sa ganar y ninguno perder. Al principio no fueron sino corridas de
toros, diversión favorita de los vaqueros, y los comerciantes ven-
dían en esos días algo más que de ordinario. Luego el negocio au-
Nueva Geografía de Colombia 543
mentó : todas las piezas se alquilan con gran anticipación; el puerto
se llena con las embarcaciones que traen de lejos las mercancías, y
por la anuencia sucede que á veces es preciso suprimir los toros, que
embarazan la circulación. Siempre hay más vendedores que com-
pradores, y la competencia es desastrosa ; pero el movimiento se
produce, y la fama del lugar se propaga en la comarca, que es lo
que importa á los vecinos, que siempre derivan utilidad de tales
reuniones.
De ordinario en los pueblos y caseríos la vida es en extremo
quieta y tranquila ; cada hacendado sabe curtir el cuero necesario
para la clásica quimba (abarca), que es el calzado más en uso, ó
fabricar una angarilla con el machete, único instrumento que
emplea ; ó hacer jüones (sacos de cuero) con las pieles de las va-
cas, y todo esto con pausa sin i^^ual. Sólo la víspera de una fiesta
se nota un movimiento anormal : las principales casas se transfor-
man en tiendas ; el puerto se llena de canoa*; que allí mismo exhi-
ben sus artículos ; los sabaneros acuden con sus familias ; el tam-
bor resuena en la plaza ; en la iglesia se celebra una Novena ; el
Párroco bautiza y casa, porque el sabanero no hace esto sino con
mjtivo de alguna fiesta ; las mesas de juego de baraja y expendio
de ron exhiben sus atractivos á la luz de faroles de papel, y la no-
che entera se pasa en esas diversiones y baile, que son los máximos
placeres de estas pobres gentes. Por la mañana llega el turno al
comercio : cada sabanero compra lo que necesita, y por la tarde ya
principia á disolverse la concurrencia, pues los más urgidos regre-
san á sus casas. Todos los años se repite esto sin otra variación que
la magnitud del fenómeno, pues en las ferias más afamadas la fies-
ta dura varios días, y se establece una lucha curiosa entre vendedo-
res y compradores, quienes en los primeros momentos se mantienen
firmes, esperando cada cual que la necesidad obligue á pagar lo
pedido ó bajar el precio, lo que origina perjuicios para muchos.
De ordinario, como el sabanero no se preocupa por lo pasado ni
por lo porvenir, no tiene sino la víspera y la calenda, tres días des-
pués nadie se acuerda de la fiesta.
Al llegar el verano, los vaqueros recogen el ganado en la Sa-
bana para llevarlo á las ciénagas, y aun cuando haya que atrave-
sar ríos, las reses lo hacen voluntariamente, porque saben á dónde
van. Cuando el ganado se lleva á los pastos de verano, aun suele
haber agua en algunos de ellos ; pero como ésta disminuye día por
día, los vaqueros lo dejan allí abandonado en sus lugares respec-
tivos, no sin que el tigre, que abunda en las selvas vecinas, cause
algunos destrozos. En Enero toda la familia del ganadero emigra
á la ciénaga, no quedando en la casa de la sabanea sino cuando más
una cuidandera : la ciénaga es el Paraíso del sabanero, y la saba-
na su Purgatorio. Apenas instalada la familia, se separan las vacas
paridas, y empieza la fabricación del queso ; entonces hay suero
salado y mantequilla para sazonar el insípido pescado y la tortuga,
que con la yuca y el plátano constituyen la alimentación usual.
A primera vista causa pena ver á esas señoras blancas, de noble
semblante, con hijas graciosas, tan mal alimentadas, sentadas en
el suelo natural, bajo un techo de lo más tosco, envueltas por las
nubes de moscos atraídos por el olor de la leche y los quesos ; y
Nueva Gkogkafi'a di Colombia
sin embargo esas gentes prefieren la vida ile la ciénaga, porque allí
abundan los alimentos, que es lo esencial. El sabanero ocupa, pues,
alternativamente, dos habitaciones : de Enero á Abril se deleita en
la de ta ciénaga, que no puede construirse ni siquiera cdmoda, por-
que en invierno el agua la inunda por lo menos hasta el teche, y
aun cuando parece que tal vivienda sea malsana, la gente cree que
esto no es verdad, y la aparie.-cia quíMs les da la razdn, puesto
que en ninguna parte faltan achaques y enfermedades. En Abril
retornan á la sabana, donde si la vivienda es más cómoda, la vida
es más dura, salvo para los ricos que habitan en las cercanías de
alguna de las poblaciones principales, dnicas donde se encuentra
en esa época cierta clase de recursos.
d) TierTadtntro—h%\ apellidaron los conquistadores la exten-
sa comarca situada al Occidente de la desembocadura del Mag-
dalena, al Oriente de Cartagena, al Sur del encrespado mar de
Galerazamba y al Norte de las extensas ciénagas vecinas de Ma-
hates; es decir, que figura una vasta isla de superficie grosera- ■
mente romboidal, en su mitad izquierda envuelta por las aguas
saladas, en la derecha por las aguas dulces, conada casi por su
centro por una línea de ciénagas, que puedo decirse pasan de
Mahates á Gaieraüamba, y á cuyos lados sendos grupos de tierras
altas llenan la comarca con sus valles y estribaciones, con sus miíl-
tiples arroyuelos y fecundas planicies, de suerte que sin lo ardiente
del clima en las porciones bajas del contorno, y lo intenso de la
Figura ioi — A loraiorio inJigenidi Sin Agiiitin (TjlimU-
la Comisi^ Corogriñca— Inédito
Nueva Geografía de Colombia 545
humedad, sería una verdadera Suiza marítima, sin el adorno, se
entiende, de las nieves y los hielos. De su importancia dará sufi-
ciente idea decir que en ella están por un lado Cartagena y el Di-
que, por otro Barranquilia y Puerto Colombia, y en su interior
Turbaco, inmortalizado por HumbJdt, al declararlo una de las re-
giones en donde mejor había vivido, siendo de advertir que en esta
/ürra adentro son muchos los puntos que con ese pueden competir
en belleza y bondad de clima.
Los relieves próximos á Barranquilia. alcanzan altitudes de
800 ms. ; los cercanos á Cartagena llegan á 500, y los interme-
dios no ceden en elevación, de suerte que presentan ancho campo
para recibir en buenas condiciones las primeras corrientes de in-
migrantes.
Todo el litoral de Tierradentro abunda en puertos y ensena-
das, y entre el mar y las cordilleras indicadas deja una faja de
tierra baja y llana de no muy considerable anchura, fértil, pero
húmeda y mortificada por la plaga del jején ; cosa análoga sucede
hacia donde colinda con las aguas dulces, en tanto que los cerros
están libres de esas molestias y se envuelven en aire más puro
y menos caluroso, por lo cual entre sus pliegues se encuentran
hermosos vallejuelos y varias poblaciones interesantes.
Al Norte del ferrocarril de Cartagena el suelo es bastante
quebrado, pues los relieves forman dos zonas de alturas más ó
menos empinadas, con precipicios, gargantas, cuestas y hondo-
nadas, divisándose el mar en toda la línea desde el flanco occiden-
tal, con aspecto bello é imponente, y por el flanco opuesto las si-
milares tierras que se alzan allende la gran Ciénaga de Guájaro,
entre ésta y el río Magdalena. Al lado de las porciones más levan-
tadas, el suelo, aunque algo doble, no presenta sino suaves ondula-
ciones, que hacía la izquierda, ó sea á la salida de los valles
magdalénicos, se cubre de una vegetación robusta y exuberante,
pero con poco riego. Estos relives se llaman Conítllera de Bario-
vento.
Toda esta región de Tierradentro está más ó menos cultivada,
como que hay pocas tierras incultas y las comunicaciones no pre-
sentan dificultades sino en invierno, cuando los arroyos, salidos de
madre, cortan el paso en los caminos En las reducidas porciones
de bosque virgen que adn subsisten, compuestas de árboles secu-
lares, la vegetación es robustísima, conserva todo el año su verdor
primaveral, y encierra verdaderas riquezas, poco ó nada explota-
das todavía. En otras partes la selva ha sido talada para con-
vertirla en tierras de labor, que conforme á la fatal costumbre del
cultivo errante, abandonadas luego, se toman bosquecillo, que de
ordinario vuelve á talarse al cabo de cinco años. Al pie de las al-
turas el terreno es casi llano, y en lo general bien regado, por lo
cual se cubre dondequiera de vigorosa vegetación, sin que falte
aquí ó allá algün arenal ó anegadizo. Por desgracia la ardiente
temp>eratura de la comarca, unida á lluvias casi incesantes duran-
te siete meses, produce en las partes bajas enormes lodazales, es
decir, centros de putrefacción y de malaria, que azotan á sus ha-
bitantes.
De esta Tierradentro son polos que se disputan su hegemonía
Barranquilia, esencialmente magdalénica, y Cartagena, hija del
Nueva Geografía de Colombia
Caribe y un tiempo " la reina de las Indias," cuando en los maci-
zos muros de sus baluartes y castillos se velan necearlas bocas
de sesenta cañones. Cuando de S. á N, se atraviesa el golfo de
Morrosquíllo y en las primeras horas del día se entra por el Este-
ro, brazo bordeado de manglares, que del Continente separa la
grande y pintoresca isla do Barü, para ganar la bahía de la amura-
llada ciudad, se goza de un panorama encantador : á la izquierda
la entrada marítima del puerto, ó sea Bocachica, con sus fuertes
sobre la ya citada isla y la de Tierrabomba ; á la derecha la aldea
de Pasacaballos, y allá en el fondo la población con sus almenas,
sus miradores y sus torrea, teniendo al E. el cerro de laPopa con su
convento y pabellón de vigii que domina el horizonte en todas di-
recciones. Cartagena, con su amplio puerto, en que las volas y los
gallardetes de los buques sdlo se mueven á impulso de la brisa, y
recorrido sin cesar por ligeras lanchas, a|>arece siempre como
la reina de las Antillas, y bien que su comercio ha decaldo, aun
se observa bastante movimiento en sus playas orladas de espesos
manglares. Por todas partes la blancura de los muros interrumpe
la verdura de la vegetación, y el murmullo de las olas modula aun
su sonoro ritmo ; el soplo de brisas perfumadas arruga las brillan-
tes aguas de la bahía, y el horizonte traza su línea azul sobre el
fondo azul del cielo. Al otro lado del poblado, dividido en ciudad
propiamente dicha, en una isla, y arrabal de Jetscmaní, en la tie-
rra firme, se dilata la ciénaga de Tescas, que la flecha del poético
Cabrero separa del mar. El conjunto de la ciudad medio arrui-
— El Cibrcro (Cartsgtna) — Pe (ougjílii
Nueva Geografía de Colombia 547
nada y dormida á la sombra de la Popa, constituye un cuadro ad-
mirable y doloroso cuando á su vista se recuerdan sus pasadas
grandezas ; y el porvenir se le muestra sombrío porque las co-
rrientes comerciales de que fue centro se han abierto nuevos cau-
ces y^ cambiado de dirección quizá para siempre. Déla cima de
su padrastro la Popa se tienen á los pies en primer término las
torres, las murallas, las terrazas y las casas del arrabal al través
del follaje de los cocoteros que lo rodean, y luego las tranquilas
aguas del puerto y sus canales y caseríos, la ciudad como aprisio-
nada entre ¡os gruesos muros tantas veces combatidos, y sus torres,
conventos y edificios que á los rayos del sol poniente se destacan en
negro sobre el semicírculo brillante del mar. Entonces las islas y
la tierra firme contrastan con toda nitidez : de un lado los islotes es-
parcidos en medio de la rada semejan jardines notantes destaca-
dos de un paraíso ; del otro se prolonga una cadena de colinas ro-
jizas, en donde la vegetación no tiene el vigor de la naturaleza
tropical. Diríase que el dilatado cordón de espumas que adorna la
ribera separa dos mundos distintos. Si las viejas murallas de la
ciudad no le dan hoy la fuerza militar de otros tiempos, sirve en
cambio á sus habitantes de admirable paseo que les permite res-
pirar en la tarde un aire más fresco y más puro, vigorizado por
las emanaciones del mar, que con su ritmo al golpearlas presta al
cuadro una singular poesía. El ferrocarril, que por tierra enlaza
la ciudad al pueblo magdalénico de Calaniar y cruza y reemplaza
el Dique, que antes desempeñaba el mismo oficio por cigua, no ha
mejorado todavía de una manera sensible la situación económica
de la comarca. Los rieles de esta cinta de progreso pasan por Ter-
nera, Turbaco, Arjona, Arenal, donde cruza el Dique y hoy reem-
plaza á Mahates, punto en que lo hacía el antiguo camino de herra-
dura, Sjplaviento y algün otro caserío, de suerte que tierras ane-
gadizas no atraviesa sino al acercarse á Calamar, no obstante cru-
zar la depresión mediana de Ti?rradentro entre las grandes cié-
nagas de Guájaro y Palenque.
Al respaldo de Cartagena, y al Norte de las llanuras ondula-
das, ora selváticas, ora de arenas desnudas que marginan la de-
presión que cruza el Dique, orlado de ciénagas y pantanos, se ex-
tienden los terrenos variados y vistosos de multitud de caseríos, y
los pueblos de Turbaco, Arjona, Villanueva, Santa Rosa, Santa
Catalina, Palmar, Piojo, de vastos horizontes, Juan de Acosta,
Usiacurí, Baranoa, Galapa y Tubará : los cuatro últimos forman
un hermoso grupo, una especie de Suiza caliente al respaldo de
Barranquilla y Puerto Colombia, como los dos primeros lo hacen
al de Cartagena, gozándose en ambos de espléndidas vistas sobre
la Sierra Nevada de Santamaría, que de lejos presta sus nieves
al paisaje ; no lejos de los últimos al S., quedan Pueblonuevo, Sa-
banalarga, de extenso caserío y llanos cubiertos de reses ; Manatí
y Campo de la Cruz, pueblos que ya giran en la órbita directa
del gran rio, y Repelón y Molinero, próximos á la brillante y di-
latada concha de Guájaro. Entre estas poblaciones esencialmente
agrícolas que ocupan la " cordillera de Barlovento " y su enmara-
ñado relieve, Galapa queda en un plano envuelto de lejos por ce-
rros de alguna altura ; Tubará presenta su caserío disperso sin
Nueva GkogkafÍa de Coi.oubu
orden en el flanco de un monte, su quebrado territorio presenta
dondequiera pequeños saltos en los arroyos que le fecundan, le
pertenece Morro hermoso, de grandes vistas, se sirve del puerto de
Caimán, i donde suelen llegar vapores y no lejos tiene una cueva
con signos pintados al estilo chibcha; Usiacuri asienta sus vi-
viendas en un terreno tan raido por la denudación, que parece
como enterrada entre barrancos. En la vía de Barranquilla á To-
bará el ascenso del cerro de este nombre parece de lejos imposi-
ble, por presentarse como rocosa muralla de cuya cima se divisa
al E. á Galapa, al NE. á Salgar, al SE. el Magdalena, lo cual
constituye un hermoso panorama en los días despejados ; al opues-
to lado semeja el cráter de un volcán en cuyas estratas se agru-
pan las casas como en los peldaños de enorme escalera, y el uni-
versal desorden reviste caracteres especiales de belleza, pues en
todas las alturas de la cuenca se asienta algún iuj'io (choza) dete-
Figuio lOJ— raisaje Je Tubarí al W. de liarraii<iuilla— l)c folc^rüfia
cho pajizo entre árboles y huertas. Piojo es otro sanalorium de cli-
ma primaveral y de embalsamada atmósfera y lontananiuissinpar :
el mar como una saltana verdosa con surcos de rojo oscuro y cejas
de blanca espuma, deja oír su rumor eterno y grato, una tierra
tan variada como hermosa se divisa al opuesto lado, y allá al SW.
se columbra La Popa como una paloma que tiene al pie la histórica
ciudad. En lo general, llanuras arenosas con alguna maleza y po-
cas aguas de verano forman la ribera del Magdalena, y playas de
la misma especie y multitud de morros y frontones, entre los cua-
les sobresalen el cerro Piojo y algunos morros de color bermejo,
dominan el litoral del Caribe, que encierra aquí los peligrosos rom-
pientesde Galerazamba-^y algunos puertos de escasa importancia
en la actualidad.
NuKVA GeograWa de Colombia 549
e)Chifmquica — Las aristas montañosas que dividen las planicies
de Tamalameque de los valles de Ocaña, continúan á perderse en
el cuello áer la península goajira ; las cordilleras antioqueñas se
desvanecen en la llanura del Cauca-San Jorge ; los relieves de
Bolívar, con rumbo general del S. al N., avanzan á morir entre
Barranquilla y Cartagena, no sin ofrecer antes la depresión por
donde pasa el Dique. Del Banco-San Benito debería, pues, exten-
derse hacia el Atlántico una inmensa llanura de setenta leguas de
longitud por algo más de treinta de anchura, medio inundada, aná-
loga á la descrita atrás, y sin embargo el aspecto de ese extenso
territorio es muy distinto. ¿ Por qué ? Porque á la derecha de las
bocas del Magdalena, sobre el mar y entre los remates de las se-
rranías laterales mencionadas, se alza el colosal macizo de la Sie-
rra Nevada de Santamarta, que desplaza el eje del gran río hacia
el Ocaso, levanta el suelo hacia el Sur, crea un dilatado valle al
Oriente, entre ella y los Andes, produce al Mediodía una llanura
similar á la del bajo San Jorge, y proyecta con ese rumbo un re-
lieve apenas sensible, pero interesantísimo, por cuanto se enfrenta
al que enmarca las sabanas, cierra por el E. el valle propio del
Magdalena, y obliga á muchas corrientes importantes que de éste
son tributarias, á correr con inverso rumbo, con al parecer inexpli-
cable hidrografía. La existencia de la Sierra Nevada sin este apén-
dice, aiín mal conocido en partes, decide, pues, de la topografía de
la baja Magdalenia ; de manera que puede afirmarse que nuestra
Costa atlántica es la hija de ese magnífico macizo montañoso.
Este apéndice, ó sea las altillanuras de Chimiquica, principia
en el peñón que sustenta la población del Banco, presenta primero
algunas colinas sueltas, se ensancha luego rápidamente entre el
Ariguani y los grandes playones de Plato, alcanza su máximo re-
lieve (que no excede de 300 ms.) y anchura en torno de la cié-
naga de Sapayán, por medio de dos brazos que rodean esa ciénaga,
tocan el Magdalena en Tenerife y Pedraza, forman el alto valle del
Chimiquique y déla Quebrada, se enlazan con los estribos del pá-
ramo Chinchicua (Sierra Nevada), y separan esos valles de la cuen-
ca anegadiza en cuyo fondo está la gran ciénaga de Santamarta.
La altillanura de Chimiquica se enlaza suavemente con los
llanos que le demoran á los costados ; pero en tanto que en éstos
la vegetación es lozana, y abunda en ellos la palmera Para, de
corona terminal poco extendida y cuyos troncos muy rectos se
hallan á gran distancia unos de otros, en el suelo realzado, que en
verano es extremadamente seco y se encharca en invierno, no se
encuentra sino una vegetación sin vigor á que falta la exuberancia
de los trópicos; pero en ese bosque de escasa altura, solitario ó poco
menos, abunda el árbol que produce el bálsamo de concolito, lla-
mado tolú en el comercio, cuya extracción es costosa por la lenti-
tud con que brota la resina de las incisiones que se hacen en la
corteza. Esta comarca, enfrente de Zambrano, es atravesada por el
camino de Plato á San Ángel, la vía más directa para ir á caballo
del río Magdalena al Valle de Upar, por causa de la topografía
de la Nevada, porque del Banco á las faldas de la Sierra se miden
las mismas veinte leguas que de ese punto á Plato, con el ítem de
cruzar playones intransitables en invierno. Igual distancia hay de
5 so Nueva Geografía de Colombia
Santamarta á Upar por el Arig-uani ó por Riohacha, y en ambas
vías se encuentran obstáculos de consideración ; y sin embargo, el
mencionado camino está poco menos que abandonado por las au-
toridades.
Al Norte de Chimiquica y entre la Tierra adentro de Carta-
gena y la Sierra de Santamarta, queda un vasto recinto deprimi-
do, en parte aun ocupado por el mar y por la gran ciénaga de
Santamarta, rodeado de tierras húmedas y pantanosas, á cuya iz-
quierda pasa el Magdalena, y cuyo conjunto en cierto modo hace
juego, allá al N., á las tierras que al mediodía se pierden sobre la
ciénaga de Zapatosa y sus pantanos aledaños. En esta sección, en
su mitad occidental surcada por una multitud de canales que en~
lazan las aguas del gran río á las de la ciénaga citada y la con-
vierten de hecho en una especie de archipiélago que se inunda
casi íntegramente en las grandes avenidas del río, no faltan con
todo caseríos y estancias de labor, y el pueblo de Pivijai, á orillas
del Caño ciego. Pudiera repetirse palabra por palabra lo dicho
para el aspecto del terreno en el delta del Cauca, pues no hay di-
ferencias sino en lo que hace á la población algo más abandonada
en unas partes y más dada al comercio en otras. Por las tierras
más elevadas y por consiguiente secas de la parte meridional, es
decir, la porción N. de Chimiquica, donde entre los pliegues y ca-
ñadas del terreno brotan las aguas que forman el riachuelo de la
Quebrada tributario de la gran ciénaga de Sapayán, pasa el trazo
del ferrocarril proyectado de Santamarta al cerro de San Antonio.
La mitad oriental, ó sea la tendida al pie de la Sierra de San-
tamarta y cruzada por los ríos que se desprenden de ésta, el Se-
villa, el Aracataca y el Caraballo, que en parte enlazan sus co-
rrientes, también es llanura húmeda ó pantanosa en las cercanías
de la gran ciénaga, pero en las partes próximas á la serranía y
en la entrada de los valles que ésta forma, la población aumenta,
la agricultura crece, y el tabaco, el café y el banano, fácilmente ex-
portables, aseguran el bienestar y el progreso de la comarca. Para
evitar repeticiones, al tratarse de la Sierra Nevada y del valle
propio del río, se completan los detalles referentes á esta zona.
/) ElCesar — Generalmente se denomina Valle de Upar toda la
región comprendida entre los Andes y la Nevada y sus anexida-
des, y aun se identifica ese nombre con el del Valle del Cesar.
Ninguna de las dos cosas es absolutamente cierta ; en el Valle
propio, ó sea la porción guardada por relieves de alguna altura, se
forman á un tiempo el Ranchería y el Cesar, que nacen en la Ne-
vada, avanzan sobre los Andes, y al encontrarlos, el primero vuel-
ve al N. hacia Riohacha y el segundo al S. sobre el Banco, sin que
en el sitio de la separación haya otra cosa que un parejo llano de
escasa altitud sobre el mar. Cuanto á la segunda parte, si es ver-
dad que el Cesar corre primero, hasta donde principia á ser nave-
gable, por un verdadero valle, en el resto de su curso, como el San
Jorge, surca una llanura baja, anegadiza, que acaba por conver-
tirse en extensa laguna (Zapatosa), con caracteres especiales en
su parte emergida, apenas separada del Magdalena en una por-
ción de ella, y en verdad continuación natural hacia el Nordeste de
la llanura del bajo Cauca y de la grande isla de MomfxSs. Al N.^
Nueva Geografía de Colombia 55 1
cerca de Riohacha, la hoya del Ranchería se desvanece en los
arenales goajiros.
La parte realmente característica de la región es la que co-
rresponde al Cesar central, es decir, donde hay llanura entre la
Nevada y los Andes, llanura que al Norte se enlaza al verdade-
ro valle, y al Sur lo hace con la tierra de los anegadizos y pla-
yones. Aquí el río, ya navegable, abre su lecho en un terreno
arenoso, dejando en verano extensas y movedizas playas blancas
que reverberan con la luz del sol, y en el que las aguas conservan
la transparencia del cristal y se deslizan rápidas, no obstante la
aparente horizontalidad del llano. El suelo de la llanura es muy
poroso y está sujeto á grandes variaciones de aspecto, según la
estación : en verano es tan seco, que las aguas que bajan de las
alturas laterales se pierden por absorción, y la parte de sus cau-
ces vecina al río se torna barranco calcinado por el clima ; la
paja se reseca y muere ; la selva, muy rala, pierde su follaje ; el
paisaje toma los tintes del desierto ; el aire levanta torbellinos de
polvo ; la población desaparece ; el río mengua, pero aún soporta
canoas, y sólo en sus márgenes se conserva la vegetación, cuya
frescura y verdor resaltan como un oasis, animado por el bullicio
de los ganaderos. En invierno las márgenes del río se inundan,
desaparecen de ellas los habitantes, y los ganados se extienden por
la llanura cubierta de verde paja. Hay una trashumancia análoga
á la señalada en las sabanas de Bolívar, y cada familia tiene dos
viviendas adecuadas á esa vida nómade. En el trecho intermedio
de esta su parte central, allí donde distan más los ejes de la Ne-
vada y de los Andes, el suelo ofrece una especie de cuenca rellena,
de suelo sin consistencia, que se empapa en agua, con exceso en
invierno, hasta formar una ciénaga, y es cruzada por tres brazos
del río, por cuanto su afluente el Guaimaral se le une primero por
un caño antes de hacerlo definitivamente. En verano esos pla-
yones en parte quedan enteramente secos ; pero vista su perfecta
horizontalidad, fácil sería establecer el riego y convertir en un
jardín esa llanura de 7 leguas de amplitud.
La región del Cesar en su parte llana es conocida en la Costa
como tierra de cría, asilo de reos prófugos, indios bravos limítrofes
y gentes de un carate especial, por lo cual á sus moradore^s los lla-
man ballenatos. Estas son en efecto características de la comarca,
que vale mucho más de lo qtre el vufgo s© imagina. Estas llanuras
tienen, como las del Patía, la inmensa ventaja de no producir en el
ganado las gusaneras comunes á la generalidad de las tierras cá-
lidas, que obligan al ganadería á una continua vigilancia. En cam-
bio esta ventaja produce la libertad absoluta del ganado, lo que
engendra las cimarroneras. En Bolívar todo animal recién nacido
se engusana en el ombligo, y el ganadero tiene que inspeccionar
de continuo sus rebaños ; en el Valle esta precaución es innece-
saria porque no hay mosca de ninguna especie. Por esto los ani-
males se vuelven casi salvajes, se internan en las selvas y los ce-
rros, y allí se multiplican como en los tiempos primitivos. Esas ci-
marroneras no pueden mirarse como dométicas, y son propiedad
del primero que puede apropiárselas, de donde que aquí el caza-
dor haya reemplazado al ganadero en muchos puntos con los abu-
A GiogkatÍa dk Colohha
sos que es fácil concebir : el derecho í la propiedad semoviente
puede decirse que no existe, y cada cual se queda con lo que pue-
de coger. Los hacendados no llenen, como antes, peones que les
cuiden sus propiedades ; los mayordomos del dfa hacen lo que
quieren, y no se l»s puede reemplasiar porque las llanuras escasean
en población, y la probidad es más ¡escasa aun. tn el valle, de
hecho impera el comunismo : los hacendados han quedado á dis-
crecidn de sus peones, las grandes fortunas han venido á menos,
el estado permanente de guerra con los indios motilones ha con-
vertido el merodeo en costumbre ; y si á estas causales se agregan
las contiendas civiles, nada de extraño tiene que en esa antes
por tanto tiempo opulenta comarca, haya casi desaparecido toda
actividad productora, hasta temerse poseer algo, y el propietario
vive fluctuando entre dos temores, pasando constantemente de í'
defensa al asalto.
Nueva Geografía de Colombia
SSl
Una aldehuela india, el Rosario, ya en clima cálido, está pre-
<:¡samente en la horqueta donde se juntan los dos arroyos que, des-
prendidos del cerro de Ag^uafría, orig^inan el río Cesar, que habrá •
^e llegar al Magdalena con bastante caudal ; en Corral de Pie-
-dra, otro lugarejo, se precipita desde una altura de 7 ms., con lo
cual llega al pueblo de San Juan, donde gira hacia el Mediodía,
rumbo que no dejará en el curso de su larga carrera. San Juan de
Oesar, antigua y aseada población en vía de progreso, situada en
4ina pintoresca llanura, entre varios caseríos, comercia principal-
mente con Riohacha, y está á la orilla derecha del río, que allí mi-
<ie 270 ms. de anchura, pero con muy escasa profundidad y le-
-cho de arena fina, que en parte bebe sus aguas, las que no se aumen-
tan hasta la distante confluencia del caudaloso Badillo, que riega
:á Atanques y brota del corazón de la Nevada, quedando en la
^confluencia el pueblo de Palmarito, no lejos de las ruinas de la ciudad
Riohacha
Santamaría
¡r /' Magdalenia Central
1
Figura 205— Diagrama de las secciones geográñcas que constituyen la C^sia
<iel mismo nombre, bien considerable en otra época, pero arrui-
jaada luego por las guerras civiles. Un poco más abajo, ya el Cesar
parece majestuoso río, y en seguida recoge el Guatapurí, de co-
rrientes impetuosas y avenidas formidables, que nace en la misma
l^íevada y riega la antigua ciudad de Upar, que se dice alcanzó á
tener 10,000 habitantes, traficaba por agua con Mompós y era
^centro de ricas haciendas, donde se contaban por miles las cabezas
•de ganado. Valledupar, de caserío regular, bien ordenado y asea-
-^o, está en el borde de la llanura, al pie de un cerro tras el cual
«urgen otros y otros, hasta cerrar el paisaje miles de puntas dia-
Nueua Geografía de Colombia
TOMO 1—36
5!S4 Nueva Geograha de Colombia
mantinas que se destacan sobre el azul del cíelo. Aun existe el an*
cho camino carretero que la enlazaba á Salguero, su puerto sobre
el Cesar, en la actualidad reducido á unas pocas chozas. Con todo^
la población de Valledupar, que guarda los escudos y blasones del
tiempo colonial y cuyos habitantes viven retirados dentro de sus»
casas, es una de las más ricas localidades del valle á que da nom-
bre.
Eh la banda fronteriza del río, al pie de la Sierra Pintada, el
valle apenas está regado por arroyos de escaso caudal en el vera-
nOy cuando algunos hasta se secan por completo, pero de peligro-
sas avenidas en invierno. En esa ribera quedan Molino y Villanue-
va, al pie de los Andes, cuyas colinas más bajas, denominadas Sie-
rra Negra, están cubiertas por grandes plantaciones de café, á cuyo
respaldo se levanta aquella crecida mole, que alcanza la altura
de los páramos, y probablemente debe su nombre á los varios-
colores de su vegetación y de sus rocas. Un poco más al Sur está
Urumita, pueblo graciosamente situado entre colinas, y luego, an-
tes del río Marquesote, que riega el arruinado de San José, el ca-
serío de Jagua. Avanzando por el camino de esta margen se llega
al pueblo de La Paz.
De aquí hacia el mediodía el valle ensancha su fondo, y como-
por el Occidente poco á poco desaparecen los flancos de la Sierra
Nevada, acaba por confundirse con las llanuras magdalénicas.
Cuanto al fondo mismo del valle, se encuentra que el río, des-
pués de recibir el Guatapurí, aumenta su profundidad, conservan-
do la misma anchura que en San Juan, atraviesa vasta floresta, en.
la que á cortas distancias numerosas cabanas marcan los lugares-
donde hubo en esas orillas pueblos y haciendas de que hoy sólo se
ven las ruinas. Algo más abajo se encuentra Toco, antiguo puerta
de Valencia de Jesús, en otro tiempo tan importante como Salgue-
ro, y lugar ordinario de paso para el extinguido territorio de Mo-
tilones.
Unos kilómetros más abajo el Cesar se divide en dos brazos,,
angosto y profundo el oriental, para formar isla de unas 5 leguas
de longitud, después de lo cual, si el lecho se estrecha, gana en.
profundidad, y recoge por la derecha el Guaimaral, que anterior-
mente también fue cauce del Cesar, y se le reiine después de re-
coger el tributo de media docena de importantes corrientes naci-
das en la Nevada, invadeables en invierno, y algunas de las cuales
no se secan jamás. Estas aguas riegan las sabanas de Valencia de
Jesiís, que se prolongan hasta el Ariguaní, y donde los criadores
del valle mantienen sus ganados la mayor parte del año, porque
en los tres meses más fuertes del verano, cuando la llanura se seca,
calcinada por un sol ardiente, y se queman las tostadas gramíneas,,
se trasladan á las frescas orillas é islas del Cesar, donde cada ga-
nadero tiene su corral y su casa.
Entre los llanos de Valencia de Jesüs y los de Ariguaní se
encuentra la aldehuela de Camperucho, donde se divide el camina
real del Valle : al N. gira á Santamaría, cruzando el alto de las Mi-
nas, y al S. sigue hacia el Banco, pasando por las aldeas de Ve-
nado y El Paso. Antes se halla la encrucijada del de Codazzí.
NC'IVA GxOfiBAÍ-M DE CoLOHBIA
El camino del Valle costea por el pie de las alturas, pero por
un terreno donde la vegetacidn es más vigorosa, más abundantes
las aguas y mis numerosas las palmas de vino. Después de Upar
está el pueblo de Valencia de Jesús, de aspecto muy singular,
tanto por el desorden con que está edificado, como por ser de adobe
rojo las paredes de los edificios ; puede decirse que es una ruina
en terrenos de riqueza fabulosa. De aquí hay camino directo al
pueblo de San Sebastián, situado ya en la Nevada y donde se culti-
van todas las verduras y legumbres de Europa.
El Cesar, ya en la llanura propiamente dicha, describe gran^
des curvas, y como el suelo es completamente horizontal, á la me-
nor avenida inunda grandes porciones de terreno. Aquí recoge el
Ariguanf, nacido en la Nevada, y que un poco antes de su término
forma el pequeño lago del Paso, donde está la aldea de pescado-
res, de ese nombre, en otro tiempo puerto de importancia.
Así engrosado el Cesar, se divide de nuevo en dos brazos,
que rodean las colinas de Chimichacua y caen á la vasta laguna
de Zapatosa, llena de islas, y en cuyas orillas están las importantes
poblaciones de Chiriguaná, al E., y de Chimíchagua al W. En la
confluencia del Cesar y del Magdalena se encuentra la estropea-
da población del Banco, que el gran río hubiera devorado, á no
ser por el peñón que la sustenta.
El camino de Valledupar al Banco por la derecha del Ce-
sar, arranca en verdad del poblado de aquel nombre y por mitad
n el ChoctS— Srgún el álbnM de !■ Coaiisión Cotogii-
ñeM—laidito.
S$6 Nueva Geografía de Colombia
costea las iSltimas estribaciones meridionales de la Nevada y cru-
za las dilatadas planicies que median entre el Ariguaní y el Mag*-
dalena. A poco de salir de Valledupar, la llanura, de vegetación
escasa y raquítica, se ensancha de tal manera, que no se colum-
bran las cimas de la serranía de los Motilones, y los estribos de
la Nevada se ven á gran distancia, precedidos por algunas emi-
nencias destacadas, que i trechos ocultan diversos manchones de
bosque. A medida que se aproxima al Alto de las Minas, los cerros
se yerguen pelados, las palmas de vino surgen por grupos, la ve-
getación adorna pero no cubre el suelo, dejando terrear por
todas partes las blanquecinas arenas que han colmado los intersti-
cios de las rocas que á trechos dejan asomar sus crestones : sin la
humedad que condensa la Nevada, esta llanura sería un desierto
como los de África. Al lado del camino que sigue por sabanas y
suaves ondulaciones, se encuentra la piedra horadada, roca de IS
ms. de altura por 3 de diámetro. Un poco adelante de esta piedra
se aparta el camino que conduce al Banco, pasando por los Vena-
dos, población situada al oriente de las Minas, donde la llanura se
compone primero de arena blanca, con manchas de piñuelas cuyas
hojas calcina el sol, y después se convierte en dilatado playón que
sin árboles se extiende hasta el Cesar, rumbo del Sur.
Desde los Venados la Sierra Nevada se ostenta en toda su
magnificencia á más de 20 leguas de distancia, pues se distinguen
perfectamente sus picos agudos resplandecientes de blancura que
se destacan sobre un cielo de azul oscuro. Empero, este espectáculo
no es visible sino en las primeras horas de la mañana, porque des-
pués con los vapores la atmósfera se torna opaca. La sabana de
los Venados, que consiste en una capa arenosa con grupos de ár-
boles, cortada por el Garupal, carece de suficiente sombrío, por
lo cual se caldea en extremo con el sol, y se hace insoportable
cuando soplan las brisas que levantan nubes de polvo. Entre el
Garupal y el Cesar surge en la llanura un collado formado por
conchas marinas.
A los lados del Garupal, la llanura se eleva un poco, la
atraviesan capas inclinadas de rocas rojizas, y á cierta distancia
de la cordillera surgen aislados cerritos de forma cónica perfecta.
Esta porción de la llanura, la del Diluvio, pareja al parecer, es pe-
dregosa y estriada por cañadas secas, y entre los vegetales abun-
dan plantas de hojas tan rugosas que sus asperezas gastan el vi-
driado de la loza, como si fuesen una lima de acero ; y por toda
la sabana cruzan vetas de cuarzo blanco que parecen cimientos
de ciclópeas paredes derruidas. Aquí los caminos son amplios,
porque surcan inmensos terrenos escampados, divididos por bos-
ques de poca extensión y muy ralos, por cuya falta de sombrío es
preferible viajar de noche.
Uno de los espectáculos más notables de estas regiones es sin
duda alguna la quema anual de los pastos secos, porque si en la
llanura apenas vestida de vegetación el incendio es rápido, no su-
cede lo mismo en las faldas de la serranía : adquiere por la no-
che singulares y fantásticas aj)ariencias, en especial porque, de-
bido á la forma del relievje, mientras en unos puntos permanece
tranquila la atmósfera, en otros es barrida por vientos tempestuosos.
Nueva Geografía de Colombia
Pasado el Garupal, donde termina el área del jején, que man-
cha la piel con sus picaduras, y que cruza un hermoso bosque, la
llanura se muestra muy semejante á las Sabanas de Bolívar, con
la sola diferencia de que aquí sustenta cabras, se subdivide en trozos
por cintas de arbolado y palmeras, y i lo lejos, por los claros, deja
ver algunos cerrillos aislados. Luego el llano, regado por el caño
de las Muías, se torna parejo, pelado, monótono, sin mis vivien-
tes que algunas reses y uno que otro corral. Asi se llega al Paso,
pueblajo sobre la ciénaga donde aquel cano se une al Ariguanf,
río que se navega desde ahí hasta su desembocadura en el Cesar,
bien que también lo sea aguas arriba hasta San Pablo, pues aun
cuando mengua mucho en verano, siempre conserva algún caudal.
Kiguta 207- la n'uOlun en Perdía (Ciuca)— De fulogrífia
Cerca del Paso estd la importante hacienda de Las Cabezas,
próxima á la de Marquesano, á orillas del río, que aquí corre por
un hondo barranco al través de un llano que hace horizonte por
todos lados, salvo hacia el N., rumbo en el cual brilla la Nevada.
Después la vía cruza un llano bajo, los playones de Rubio,
que aun en verano conservan una capa de agua infecta, á trechos
interrumpida por malezas, árboles y palmeras sará, de Incdmoda
travesía en bestia y que en invierno exigen el uso de la canoa. A la
izquierda se columbran las alturitas de Chimichacua, que forman
una especie de isla entre el delta del Cesar, cuyo brazo occidental
orilla el camino. Aquí termina un mundo y principia otro, pues
desde Rubio, donde en un suelo seco hay algunos habitantes, mom-
posinos, como allí se dice, el Valle queda t>ara ellos en el con-
fín del globo. El camino ondula por entre bosques y entra á Chi-
michagua, que en la estación de las lluvias surge como isla ro-
55S Nueva Geografía de Colombia
deada de labranzas, cañaverales y palmares á orillas de la Cié-
nag'a de Zapatosa, parecida á las poblaciones de Bolívar por el
predominio de la guadua en la edificación, pero con casas y mue-
blaje diminutos. Por entre risueña arboleda se baja al puerto,
donde aparece la ciénaga ancha, limpia, con islotes, y allá á lo le-
jos una masa oscura, redondeada, altísima : es el cerro de Bobalí,
ó, como aquí dicen, el remate de las montañas del Carmen. De este
puerto, lo mismo que de los otros de la ciénaga, salen cada año
para los mercados del río Magdalena grandes cantidades de pes-
cado y maíz y millares de esteras de chíngale.
La ciénaga extensa pero llena de islotes y manglares, y con
varios caseríos en su contorno, sólo fuera de las ensenadas y ribe-
ras se muestra en toda su belleza, y esfuma en una línea el plano
de su azulada superficie con el azul de la bóveda celeste. Hacia el
N. de la ciénaga se abre el delta del Cesar, formado por dos bra-
zos principales, por los cuales penetran en contracorriente las yer-
bas y arenas del gran río, las que constituyen tapones que todos los
años interrumpen la navegación durante algunos meses y de ma-
nera tan irregular, que hasta los hijos del país son víctimas de esas
sorpresas. Hacia el Sur y por entre un archipiélago en que prima
la Isla Grande, se abren los canales que unen la ciénaga al gran
río y casi puede decirse se funden al cabo en uno solo que remata
al oriente del Banco ; allí el agua, de color negro y corriente in-
versa, pasa por un cauce orlado de manglares que por trechos
dejan ver á lo lejos algunos corrales y extensos playones que se
inundan lo mismo que la parte baja de la citada población, cuyo
barranco ó peñón muy alto, seco por ser arenáceo y cortado á
pico, la convierte en una especie de fortaleza señoreada por una
hermosa iglesia. El camino del Banco al Valle de Upar no es, pues,
utilizable en invierno, y como entonces el de Plato también se daña
mucho, á lo menos en ciertos años aquella hermosa comarca
queda poco menos que aislada del interior, pues la vía de Chi-
riguaná está á merced de los indios bravos, lo que en cierto modo
explica el poco ó ningún conocimiento que de ella se tiene en el
interior.
Al Oriente del Cesarse levanta como prolongado muro un
ramal de los Andes que de la encumbrada mole del Cerro Pinta-
do hacia el Sur describe un ligero arco que termina frente al Ban-
co, forma la serranía de Perijá, primero se rebaja un poco, luego
en la concavidad del arco levanta las ásperas Tetas de los Moti-
lones, y después reduce su altura hasta no medir sino kilómetro y
medio de altitud entre la ciénaga de Zapatosa y las inmensas sel-
vas del Catatumbo. La falda que tiende esta serranía sobre el
Cesar es mínima cerca de Cerro Pintado, se ensancha luego re-
pentinamente en las Tetas, hasta medir diez leguas, y después por
largo trecho, hasta su fin, la reduce á cosa de cinco ; pero si aquí
disminuye en altura y amplitud y termina en llanuras pantanosas
que van á enlazarse con las de Tamalameque, no pierde en her-
mosura, debido á lo armonioso de sus formas, á sus bosquecillos,
sus quiebras y sus arroyos de linfa de cristal.
De N. á S. por el pie de la serranía gira el camino de San
Juan de Cesar á Tamalameque, el cual después de Villanueva
Nueva Geografía de Colombu
toca en La Paz, risueño y floreciente poblado, centro de regular
producción azucarera, y hoy cabeza de Distrito; signen luego los
Pueblitos de Diego Pata, Tupes, Jobo, Palmíra y Codazzi, bivio
¿el camino de [a margen derecha del Cesar, habitados por agri-
cultores, lo mismo que varios caseríos hacia el rto, dominados
todos por las cumbres de los Motilones y la Sierra de la Palomft,
<|ue es el principal contrafuerte de esa divisoria.
Las tres poblaciones de Jobo, Palmira y Codazzi, todas á las
orillas de un r(o, constituyeron el antiguo territorio de Motilones,
donde por el mal trato dado por los blancos á los indios de ese
nombre, se provocií una guerra á muerte cuyo resultado ha sido
colocar esas poblaciones en tal situación, que para recoger agua,
lavar ó cortar leña, la mitad de los hombres armados tiene que
escoltar á los que van á solicitarlas, á pesar de lo cual siempre
hacen victimas los salvajes.
El citado camino transversal, de las faldas de la Nevada á Ce-
dazzi, cruza primero trechos de bosque y de ^sabana, alternados,
hasta el río Cesar, en cuyas orillas son más frondosos los ^árboles.
El río no es allí muy ancho en verano, pero su corriente es rápida,
sus aguas límpidas, y abre su lecho en terreno movedizo y entre
playas blancas, donde le es muy fácil formar brazos y cambiar su
vaguada, que en partes carece de arbolado. Aquf los corrales son
de postes gruesos y torcidos, plantados sin guardar la linea recta,
distintos de los mis esmerados de Bolívar ; y las viviendas, apenas
Xechos para resguardarse del agua.
Figura auS— Elpaso Je Piedra de Moler (ríoLaVÍRJa):Cariigo. Según E. Andrée
56o Nueva Geografía de Colombia
Los habitantes casi no se sienten por su continuo silencio, y
el aire carece de la frag^ancia ordinaria á las tierras tropicales. El
camino costea larg^o trecho la ribera del río, en lo general biei>
poblada puesto que los corrales se suceden sin interrupción. EL
paso del Cesar no presenta entonces difícultad alguna, tanto por-
que el fondo es resistente, como porque el lecho carece de barran-
cas. También en la opuesta margen se extiende la llanura, á la
que sigue, sin que ninguna ondulación del suelo la anuncie, la se-
rranía de los Motilones, de naneo áspero, rodeada por bosques-
más esp>esos, á trechos excavada por las corrientes. La vía pasa
por Porrilla, población cuyo caserío está diseminado bajo Ios-
árboles, y que como la mayor parte de las de la comarca en vera-
no queda sola, porque los habitantes se trasladan á las casas-
que tienen para esa época en las orillas del Cesar. El camino-
dobla en seguida hacia el Sur por el pie de la cordillera, ó mejor
de las colinas que la anteceden, y luego sube, con declive apenas-
sensible, hasta la explanada donde se encuentra el pueblo de Co-
dazzi ; explanada en forma de medialuna y dominada por la alta
cordillera, "que no tiene peñasco alguno visible : tan tupido es
su manto de selva. El caserío es regular y simétrico, con pa-
redes de tierra roja y casi sin abertura en las fachadas : pare-
ce un campamento de toldos de campaña. Detrás de la iglesia
está la casa donde muiió Codazzi, en cuya memoria la ley dio su
nombre al lugar, llamado antes Espíritu Santo ó Pueblito. En la
plaza del poblado tuvo el ilustre geógrafo su postrer día de trabajo.
Aquí el llano se ve en toda su extensión hasta la Sierra Ne-
vada; la pequeña serranía de la Paloma es el único relieve que se
alza en el parejo suelo, que á la derecha tiene la cordillera cuyo
nombre, según se dijo, se deriva de los indios motilones que la
habitan. En el llano alto, el suelo en ciertas partes es pedregoso,,
pero en todas se conserva limpio de matorral, porque éste podría
servir de trinchera á los indios, que viven en lucha eterna con los
civilizados ; donde hay selva, se destruye entre los troncos, para
poder ver á lo lejos. Cerca del poblado pasa el río del Espirita
Santo, por un cauce calcáreo que forma un puente natural sin mé-
rito mayor.
Sobre Porrilla está el cerro de la Paloma, compuesto de te-
rrazas apenas inclinadas con cantiles formados por peñascos ro-
jos : la última, la de la cúspide, es una pequeña pradería en
cuyo centro se destaca un grueso peñasco. De esta cumbre se do-
mina magnífico horizonte. Al poniente, el grupo de la Nevada coa
sus picos bien marcados ; al Oriente, la cordillera de los Motilones^
vestida de tupida selva ; al X., las dos líneas de alturas, que avan-
zan á confundirse en vaporosa lontananza, y al S. la llanura más y
más ancha, que acaba por unirse en línea recta con el azul del cielo^
A los pies el panorama es esmaltado por la cinta del Cesar, orla-
da por un verde oscuro que contrasta con el descolorido tinte de
la reseca planicie. Una línea semejante indica el curso del Espíríti»
Santo, desde el pie de la cordillera hasta el río principal. El llano
hacia el N., es decir, del lado de Valledupar, se presenta sii>
ninguna aspereza, y sólo del lado de los Motilones se apartan de
Ji cordillera algunas eminencias rojizas que semejan ruinas, y en^
Nueva Geografía de Colombia
verano acaban por perderüe entre la humareda de las quemas. Del
lado del Magdalena surg-e una sene de colinas, la de Chimiquica,
en cuyo centro se destaca una altura de mayor importancia.
El paisaje es solitario, nada animado se ve, no sedistín-
re ninguna población. La regidn glacial de la Nevada brilla en
mis alto de la atmósfera, y parece derramar sobre la llanu-
ra un suplemento de luz. En esta comarca, aun con el sol en el
zenit, se nota mayor claridad de la que hay en otras regiones á
esa misma hora, sin que de ello sepamos la causa. Si la subida á
las Palomas es relativamente fácil, no sucede lo mismo con la ba-
jada, porque no «riéndose las grietas de bs graderías peñas-
cosas, no se sabe por dónde descenderlas. De cada lado se des-
prenden del cerro remates con declive suave, que dejan al medio
hondas barrancas, donde aparecen manchas de lava é incrustacio-
nes de cuarzo.
riipical. Gtupn tic patni'
De Codazzí hacia el Sur, por la lucha con los indios el suelo se
toma medio desierto, sin cambiar mucho de aspecto, en especial en
tas orillas de! Sicarare y de su afluente el Casacará ; después vuel-
ven á aparecer los caseríos, aunque amenazados todavía, y el de
562 Nueva Geografía de Colombia
más importancia es Becerril, á orillas del Maraca, no lejos de Calen-
turas, su puerto sobre el Cesar, y con vía de acceso á la cuenca de
Maracaibo, perdida por la hostilidad de los motilones. Después
están Jagua, Rinconada y Santa Isabel, productor éste de afamado
cacao, y por último Chiriguaná, población de alguna importancia,
en un llano hdmedo, á orillas de una ciénaga que comunica con el
Cesar, en territorio muy análogo al del bajo San Jorge, y donde se
ocupan en la agricultura y la ganadería y trabajan las esteras {peía-
Íes) de palma como en Tamalameque. De puerto sobre la ciénaga
de Zapatosa le sirve el caserío de Saloa, y en la comarca se usan
mucho las tarabitas para pasar los ríos en invierno ; contrasta
especialmente el vestido de los habitantes, cortado á la moda, con
las viviendas, que son ranchos al estilo indio.
g) El rio, — Conforme ya lo dijimos en otro lugar, la Cosía
debe su actual fisonomía á la existencia de la Sierra Nevada de
Santamarta, que por tender sus aristas y ramales del nordeste al
sudoeste, enfrente de los remates de la cordillera central, y entre
las cumbres de la occidental y de la de Sumapaz, constituye ese
inmeniso recinto del delta interior del gran río y forma á este dlti-
mo la parte de su valle en la cual se muestra con caracteres que
pudiéramos llamar marítimos por su fondo y su caudal. Las sierras
de Tamalameque rematan sobre la gran depresión que ocupa la
ciénaga de Zapatosa y que en cierto modo hace juego á la que sur-
can los brazos del Cauca y el San Jorge y termina contra la gran
isla que envuelven los brazos de Loba y de Mompós, á cuyo orien-
te, y al pie de los altillanos de Chimiqurca, se dilata una faja con-
siderable de ciénagas, caños y playones, muy semejantes á los des-
critos como aledaños al ocaso del bajo San Jorge, regularmente po-
blados como ellos, de manera que estas dos tierras forman un ángu-
lo casi recto que envuelve á aquella isla, constituyendo por lo mismo
una de las zonas más características del suelo de la República.
Estas tierras bajas de la derecha del brazo de Mompós prin-
cipian en el peñón del Banco, que á manera de península penetra
tierra adentro, limita por el ocaso la cuenca de Zapatosa y decide
de la hidrografía de la comarca, como que sin dicho espolón de
tierra firme, el Magdalena, derramándose libremente sobre la men-
cionada ciénaga, habría formado allí un pequeño mar interior, y
de seguro no tomaría hoy por el brazo de Loba, más largo, con
perjuicio de Mompós, que se asfixia entre pantanos infectos, ni de
Magangué, casi sumergida en las crecientes periódicas del río.
En el viaje de subida en el bajo Magdalena, desde la cubier-
ta de los vaporea se divisa un paisaje de grandeza imponente, un
algo melancólico al caer el día, hora en que es posible contem-
plarlo sin las molestias del calor. Entonces se aspira el aire que
el buque renueva en su movimiento, y puede el ánimo extasiarse
ante las tranquilas aguas del río que, mansas, se deslizan entre
bosques gigantescos. Los bejucos cubren los árboles formando
tupidos cortinajes de verdura, que caen sobre la corriente, y en
las ramas grotescas iguanas se calientan á los moribundos ra-
yos del sol. Enormes caimanes flotan inmóviles como leños en la
superficie del ancho río. Las chicharras dejan oír su monótono
acento de carraca, los monos chilladores se quejan á lo lejos; olea-
Nueva Geograt/a de Coloubia S^3
das de fueg'o cruzan la atmósfera ; los rumores se extinguen poco á
poco; en el barco los marineros entonan bambucos, y de repente
el sol, sin dejar tras st crepúsculo ninguno, se hunde detrás del
bosque y de las colinas lejanas de Bolívar.
Al paso de! vapor desfilan en una y otra orilla Soledad, Sitio
Nuevo, Remolino y otros pueblos no siempre visibles desde el bar-
co, y se llega i Calamar, principio ó término del ferrocarril de Car-
tagena. En lontananza, por ambas márgenes se divisan extensas
praderas y ciénagas, de aspecto uniforme, pero dondequiera que el
terreno se eleva surgen las cabanas rodeadas de plataneras y pal-
meras de coco. Después se pasa delante de Barranca Nueva, Ñer-
vití y San Agustín, se costea el espolón de Tierra firme que divide
la zona litoral del interior, y se llega á Tenerife, donde la tempe-
ratura de los arenales ribereños alcanza S3°. y entre los setos re-
quemados que rodean las cabanas abundan las aves y las serpien-
tes. Zambrano, Tetón, Tacamocho son ctros pueblos, sin contar
los caseríos, que se encuentran antes de llegar al sitio donde el río
se parte en los brazos de Loba (W.) y de Mompós (E.),
En el fondo y centro de la hdmeda llanura que surcan coa
sus caños y sus brazos los opuestos deltas del Cauca y del Cesar,
se forma la grande isla de Mompós, de doce leguas de largo
|»r seis de anchura, subdividida en otras por los caños Sicuco,
Lobato y Guataca, especialmente hdmeda al Occidente, con las
<x)linas de Juana Sánchez en su extremo S., los oteruelos de Talai-
jfua hacia el N,, y en su interior casi íntegramente cubierta de bos-
ques anegadizos ó de extensos palmares ; pero sin habitantes, salvo
á las orillas de los caños navegables.
Sobre el brazo de Loba están enfrente de la ribera de San
Lucas los caseríos de Juana Sánchez y Hatillo, y luego el pueblo
de Pinillos, no muy crecido pero admirablemente situado sobre el
crucero que allí forman el Magdalena, el Cauca (boca de Gua-
-Majiapeué (el puerto)— De rotografía
564 Nueva Geografía de Colombia
mal) y el caño Sicuco. Después esta margen E. del Loba no sustentar
sino una que otra habitación. En cambio, la orilla izquierda se
muestra poblada y cultivada de un modo más eñcaz y sostenido ;
en la porción de San Lucas se encuentran San Martín, Barranca
y otros caseríos ya mencionados. Luego, si en la del delta del Cau-
ca, por la naturaleza del terreno, escasean los centros poblados,
toman á aumentarse desde la boca de Guaso (remate del San Jor-
ge) : aparecen Retiro, Madrid, Yati y Algodonal, que son como
las avanzadas de Magangué, centro de afamadas y valiosas ferias,
que entre ellos despliega su floreciente caserío á la entrada del
principal camino para las Sabanas y con una multitud de aldeas
al respaldo, de suerte que el día en que se la asegure contra las,
inundaciones y se la enlace á Corozal por un camino carretero*
será no sólo uno de los grandes centros mercantiles de Bolívar,
sino una de las llaves de la Costa, desde el punto de vista militar.
El brazo de Mompós en la isla, ó sea en su margen izquierda
relativamente desierto en los extremos, hacia el centro mues-
tra una serie de poblaciones como son Doña Juana, Chilloa, San-
doval, Margarita, San F'ernando, Minchiquejo, Guataca, Mompós,
la Rinconada y Talaigua, que dan testimonio de la prosperidad de
esta zona en otros siglos, cuando el veleidoso Magdalena corría
frente á ellos y Mompós era la Honda del Norte y una de las
grandes escalas del gran río, como lo comprueban sus muelles y
albarradas, sus plazas, templos, edificios públicos y extenso case-
río que apenas abriga el tercio de los habitantes de otros días, los
que parece han disminuido á la par del caudal del Magdalena, que
en este brazo ha llegado en los fuertes veranos á convertirse en un
rosario de chilancos medio corrompidos. Al Sur de la "valerosa""
ciudad están las laderas de San Fernando y Margarita, centros de
considerable producción azucarera, de que se destila afamado ron,
y cuyas sueltas viviendas materialmente desaparecen entre un bos-
que de exquisitos árboles frutales.
En la ribera izquierda ü occidental del río ya reconstituido,
es decir, abajo de Tacaloa, se encuentran los pueblos de Tetón^
Zambrano, Guamo y Calamar. El primero, techado de palma
sará, casi incombustible, es centro de varios caseríos que cultivan
tabaco y maíz y crían ganados, queda á orillas de un caño del río,
al respaldo de algunas colinas, próximo á un extenso llano que se
inunda en invierno, y en verano guarda ciénagas de aguas infec-
tas. Cerca al Magdalena la topografía es análoga á la del San Jor-
ge, y en los bosques solitarios, en general anegadizos, domina el
campano. Al Sur le demora San Andre's, á orillas de una extensa cié-
^^S^> y «il N. Tacamocho, que es un villorio de indios salvajes, por
así decir ; Zambrano, defendido de las inundaciones del río por un
dique, pero no de las del arroyo que lo riega, ocupa un llano en
que no faltan algunas colinas; el pescado es ala vez industria y
fuente de alimentación. Al Guamo, que queda tierra adentro, per-
tenecen el Yucal, antes de mayor importancia, parte en una altura,
parte en una vega anegadiza, y Nervití, en el extremo de una gran
vuelta entre el río y una cidnaga, y también expuesto á las inunda-
ciones anuales. Después del Yucal, en una faja de anegadizos están
las dos Barrancas (vieja y nueva), poco antes de Calamar, que por
A Geografía de Colombia
■«1 oriente señorea el principio de la depresión que tiene por vagua-
da al Dique. Esta población ocupa un plano arenoso, sujeto á
ioundacioneü invernales, época en que carece de caminos de tie-
rra, salvo el ferrocarril, no obstante lo cual es centro comercial de
bastante importancia y de varios caseríos. Campo de la Cruz, algo
retirado del río, se le parece, topográficamente hablando. Después
■el suelo se modifica, la llanura arenácea se acerca al río, que ca-
rece de habitantes en la orilla, en tanto que hacia el interior ade-
más de Manatí y Ponedera se halla Sabanalarga, una de las pobla-
-clones mis crecidas de Bolívar, centro agrícola importante, á ori-
llas del arroyo del Cojo, y que es con respecto á Barranquilla alg'o
.así como la Ciénaga con respecto á Santamarta. Después están en
la ribera Palmar y Santo Tomás, abandonados por el voluble río,
Sabanagrande, Malambo sobre un caño del Magdalena, y Soledad,
<jue no es en verdad sino un barrio de Barranquilla, de la cual
dista apenas un miriámetro por vía carretera.
Cuanto á Barranquilla, el primer puerto del país y quizá la ciu-
<iad más importante por su comercio, como que su población se ha
sextuplicado en la última centuria, ocupa un llano á orillas de una
ciénaga que por un brazo se une al Magdalena, casi frente al prin-
cipio del delta de éste y no lejos de Puerto Colombia, á cuyo mag-
nífico muelle la une un mal ferrocarril. Las calles del centro de
la ciudad, ó mejor dicho la zona habitada por el comercio, aun-
que anchas, por no estar soladas son un mar de polvo, ó de ba-
rro, segtin la estación, en tanto que los barrios bajos, desaseados en
«.xtremo, han convertido en estercolero los ejidos vecinos, causa
principal de la fiebre, que si no diezma á los habitantes, si mata
mucho extranjero, con perjuicio del crecimiento de la ciudad, que
S66 Nueva Geografía db Colombia
en parte se rodea de quintas, más alli de las cuales el desnudo y
moRÓtono paisaje carece de atractivo y de belleza.
En la ribera oriental del brazo de Mompds, del Banco hacia
el Noroeste, se tiende una ancha faja de playones, ciénagas y ane-
gadizos, cuyo aspecto varia del invierno al verano, donde están
Federación, Guamal, de linda plaza y con camino á Chimicbagua,
Santa Ana y Pinto ^ al interior, sobre la gran ciénaga de Chilloa,
contigua í la de Zapatosa y de régimen igual al de ésta, queda el
caserío de Agua Estrada, de industriosos habitantes y reputado por
su salubridad.
Después, á la derecha del río ya reintegrado, en el arco que
remata en la punta de Cuacaré, se encuentran Rato, Tenerife y
multitud de caseríos, algunos de regular importancia. £1 primero
es una población grande, pero poco visible desde el rio, porque su
puerto queda mucho más disimulado que el de Zambrano, que está
Ugura aia— Puente de Anlioquia rio Cauca}— Ant¡oquii—[»e foti^nifia
al frente : por un caño que desemboca en el Magdalena, pocos pasos
abajo del lugar se llega al frente de las casas que dan su espalda
al puerto y su fachada al oriente, de manera que es preciso sal-
tar á tierra para descubrir las habitaciones, pajizas pero de buena
construccidn y aseadas. Es un pueblo de ricos hacendados, á la
entrada del cammo del Valle de Upar, y cuyas propiedades están
esparcidas á lo lejos por el interior. Tenerife, que se rodea de
varios caseríos, demora al Ocaso de Chimiquica ó Chimicuipe, en
un peñón, y su caserío se escalona en descenso hacia la margen
del río: al respaldo tiene una_angosta laguna, y al Nordeste la ex-
tensa ciénaga de Sapayán.
En fin, más al N. en la región de las baja» llanuras del litoral,
se encuentran Cerro de San Antonio, al pie de los cernios Candil
y Camacho, formados de lajas, de feo aspecto, en suelo arenoso,
á la entrada del caño Ciego que termina en la Ciénaga de Santa-
marta y parece fuera un día cauce del Magdalena, y con la cié-
naga de su nombre rodeada de caseríos al respaldo; K ñon, en
un llano anegadizo ; Salamina, sobre un brazo del gran rio, que
hoy se seca en verano ; y Remolino y Sitionuevo, cerca uno de otro,
en la especie de istmo que separa el Magdalena de la gran ciéna-
Nueva Geografía de Colombia 567
ga, citada y del mar, carece de caminos de tierra en invierno y
sustenta á la par de una que otra porción alta extensos y frondosos
bosques de suelo anegadizo.
En esta última sección el " turbio Magdalena" mide ya cerca
de un kilómetro de anchura, por diez metros de profundidad me-
dia, y realmente presenta hermosos cuadros de naturaleza tropical,
no obstante el relativo atraso que se nota en las poblaciones y
cultivos de sus riberas, bien que á la fecha se ven aquí y allí
los comienzos de los diques y albarradas que habrán un día de en-
cauzar sus iras, el bosque se aleja ó disminuye, aumentan rozas y
ganados, y entre las chozas aparecen viviendas de mejor aspecto.
Y á la vez que esto sucede, los primores de la tierra no men-
guan, la vegetación es de pompa extraordinaria, hermoso el ver-
dor del bosque, del prado y de los cultivos, y sólo en las últimas
porciones, en los puntos donde los guijarros y arenas predominan,
sobre los jugosos aluviones aparecen trozos de estepa, de color
gris, plantados de espinos y de cactus. En especial son esplendo-
rosos los espectáculos de la salida y puesta de los grandes lumi-
nares con sus juegos de luz que, ora ardiente deslumhra y anona-
da, ora suave y dulce levanta el espíritu á las regiones del
ideal, sin que les falte en lontananza la majestad de los montes y
las nieves, ni en el río á veces la de las tormentas que amenazan
acabar con la obra de los hombres. Verdaderamente esta Mag-
dalenia por excelencia es digno vestíbulo de las maravillas que en-
cierran más adentro los Andes y las pampas colombianas.
h) La Sierra Nadada — El grupo montañoso que constituye
la Sierra Nevada de Santamaría forma un macizo aislado que
el mar baña por el N., el Magdalena por el Occidente, y el Ce-
sar y el Ranchería por el Oriente, no mediando entre estos dos
últimos sino una baja llanura que separa la Sierra Nevada de
los fronterizos Andes. Esta Sierra, además de estar aislada y ser
de distinta formación geológica, exhibe diversas propiedades físi-
cas, pues desde los 1,500 metros de altitud al E. es muy raro encon-
trar vegetación lucida ; predominan las aristas escarpadas y desier-
tas, apenas vestidas por yerbas y cortadas por numerosos arroyos 3-
torrentes, en tanto que en los Andes que se yerguen en frente, la
selva americana con toda su frondosidad asciende hasta casi 4,000
metros de altitud. Este enorme macizo cuyos últimos topes corona-
dos de nieves perpetuas se distinguen desde 40 leguas mar afuera,
es sin duda alguna el más hermoso florón de la orografía colom-
biana y el don más precioso que la naturaleza ):a hecho á nuestras
costas, por su cercanía al mar, la variedad de sus temperaturas,
la abundancia de sus aguas, la riqueza de sus veneros, la hermo-
sura de sus terrazas y valles y lo saludable de sus aires.
La vista más pintoresca de la Nevada es la que presenta
desde el lado del mar. En especial es bella con el sol poniente
cuando éste tiñe con delicado color de rosa la fantástica línea de
agujas nevadas, abajo de las cuales se delinean otras grandes
prominencias como por entre cortinas de brillante púrpura, des-
tacándose el conjunto sobre un fondo de azul oscuro. En cambio,
desde muchos puntos del interior la vista de la Nevada pierde en
¿ran parte su magnificencia, y aun hay lugares donde las gentes no
A Geogrj(F['a dr Colombia
creen que la nieve corona su cumbre sino que ésta remata en peñas-
cales de rocas blancas. Al darle la vuelta al macizo, ora sólo mues-
tra una ancha cima nevada, ora dos, de donde su nombre de Hor-
queta, ora miílliples picachos diamantinos, ora, en fin, parece un
león gigantesco tendido en acecho hacia el mar : los indios llaman
Schimindúa í su tope principal. Las escenas que se ofrecen á la vista
cuando se asciende i la Sierra Nevada son grandiosas pero no pin-
torescas, por cuanto allí domina como rasgo característico el de un
campo desolado y despojado de sus galas naturales; en la estación
propicia ni aun llaman la atención las primorosas y abundantes flo-
Figuia 213 — Lii Sicrrn Ni.vada de Sínlamart.i (vista de Tnpiasl, scgi'in K. líe:
res, porque aparecen como cosa insignificante en medio de aquella
desolación general ; sin embargo, en muchos puntos se encuentran
verdes y alegres prados donde los indios mantienen numerosos
rebaños de ganados, que por no ser pastoreados convenientemente
se tornan cimarrones, es decir, simplemente aumenta la caza, que
es abundante en algunos puntos de la comarca.
La ascensión á las cumbres nevadas es difícil, por la aspereza
del terreno, los cerros escarpados, los pequeños y profundos lagos
azules, al pie de rocas perpendiculares que llegan hasta el borde de
las nieves, las que en esta Sierra dominan pequeñas eminencias y
planicies de encantadora perspectiva, con espantosos precipicios y
cavernas cuajadas de brillantes cristales. Ya entre las nieves la
bruma oscurece la atmósfera y los reflejos de aquélla apenas per-
miten descubrir los objetos á dos pasos de distancia. Los grandes
horizontes no se dominan sino desde cumbres algo más humildes.
NuKvt Gbocrafía dk CoLOMau 569
En tesis peneral, puede decirse que la Sierra Nevada, por des-^
gracia aún escasa de habitantes, forma una especie de pirámide,
anerced á Ireí grandes brazos que se desprenden de un centro co-
mún constituido por las cumbres nevadas y el páramo de Chirugua.
De estos brazos, uno se dírig'e hacia el Oriente, á morir donde prin-
cipian las llanuras goajiras, obligando al Ranchería i describir una
«norme curva ; otro, avanza hacia el Mediodía por los páramos de
Adurimeina y Chinchicua, á terminar en el alto de. las Minas en
ias llanuras del Cesar, al cual obliga á buscar la ciénaga de Zapa-
losa, siendo este mismo ramo el que, enlazándose con los altillano*
ide Chimiquica, impone al Aríguanl idéntico fin, y p>or ultimo el
tercer brazo, el más corto de todos, se dirige al Occidente, levanta
Jas cumbres de San Lorenzo y reventado en multitud de gajos, pe-
netra mar adentro para formar la recortada costa de Santamaría
ó de los Ancones. Por esta disposición parece que el muro roca-
lloso se extiende sin soluciones de continuidad de Santamaría ha-
cia Ríohacha y e! Ranchería, señoreando el mar; de esta ultima
población hacia los playones del Cesar, dominando todo el valle de
Upar; y por sus conexiones con Chimiquica, que describe un arco
que envuelve la gran ciénaga de Santamaría.
La Nevada, que puede compararse á un castillo de difícil ac-
ceso, amurallado por rocas y pantanos, tiene una forma muy irre-
gular, por cuanto frente al Magdalena y al océano el declive ge-
neral se acerca mucho á la perpendicular, y del lado del Cesar
los ramales son más largos y se rebajan con más suave declive.
Del lado del M-igdalena los primeros relieves de la Nevada
se componen de faldas escarpadas con inmensos peñascos angulo-
yi{ara 314— Cartagena, la" rein» Je las Indias," vista de La Popa— De fotografi»
sos'que de lejos semejan edificios que amenazan ruina : las rocas
inclinadas sobre los declives parecen á punto de caer, y sin em-
bargo en esa posición permanecen hace siglos. Estrechos valles
presentan sus entradas como misterios:>s pasadizos ; paredes de
roca que de lejos se alzan como barrera compacta, sin brech*
570 NUITA GsOGRAnA DI COLOMBU
aparente, abren pasos inesperados á medida que se avanza, y cad&
•recoveco presenta un nuevo aspecto. Todo parece en movimiento'
en aquella perfecta inmovilidad.
De San Ángel al Aríguaní cambia de aspecto la vegetación^
de,Chimiquica, reaparecen las palmeras y se presenta un estada
de ñ'escura muy diferente de el del bosque, casi despojado de hojas,.
. que separa esa hoya de la del Magdalena. El Aríguaní aquí ape-
nas es un riachuelo que corre en terreno horizontal, pero en in>
Tierno inunda los contomos, y á su norte principia esa inmensa
cuenca de tierra anegadiza del bajo Magdalena. Pasado el río se
encuentra el playón de Don Pedro, tan ruinoso como San AngeL
Después la senda sigue por una selva alta y frondosa, en que frag-
mentos de roca rojiza aparecen de tiempo en tiempo ; luego se en^
cu/entran profundas cañadas al pie de collados ; cesa el terreno-
llano y aparecen los relieves meridionales de la Sierra Nevada.
Allí, al pie del alto de las Minas se enlaza el camino del Mag-
dalena con el de Santamarta. Desde la encrucijada se ve el cern>
elevarse envuelto en árboles, pero á los 300 ms. de altura es nula
la vegetación y sólo surgen enormes peñascos singularmente amon-
tonados, como si todo estuviera á punto de desplomarse. Revuel-
tos se hallan fragmentos de rocas muy diversas, y parece inex-
plicable tan extraña formación. De ese alto, que interrumpe re-
pentinamente la extensa llanura ribereña del Magdalena, se divisa
dilatado horizonte : á la izquierda un cumulo de conos semejan-
tes á enormes panes de azúcar, especie de cabezas de gigantes
que se empinan al paso del viajero ; atrás y por encima de la sel-
va el horizonte se confunde con el cielo ; á la derecha un inmenso-
vacío, una especie de anchuroso precipicio en cuyo término los
montes de Ocaña semejan nubes, y al frente una especie de ejér-
cito de peñascos de todas formas y colores. En la tarde, el disco-
del sol, sin rayos ya, se hunde en el horizonte oscuro del lado de
las llanuras de Bolívar, con nubes de oro que juguetean en sus con-
tornos ; las cimas redondeadas de la izquierda brillan con los úl-
timos reflejos del día, y por el otro se destacan como masas ne-
gruzcas. Unos conos se visten de amarillo vivo eii el verano, y de
verde uniforme en el invierno; otros aparecen de rojo intenso, priva-
dos de vegetación, otros cubiertos de selva casi negra ; aquellos
en la base se visten de abrojos, pero la cima surge desprovista de
toda planta. La cumbre de\ alto es relativamente plana, y aun en-
cierra una pequeña pradera refrescada por las aguas que allí brotan^
Al pie oriental del Alto de las Minas se despliega el llano del
Cesar en espectáculo mágico por su monótona simplicidad ; en su
conjunto es una selva pareja de superficie terciopelada donde la
vista puede extenderse en todas direcciones hasta las azuladas altu-
ras de la cordillera de los Motilones, que con sus puntas recorta-
das desigualmente cierra el horizonte á 15 leguas de distancia^
Del lado del N. todo se pierde en vaporosa lontananza ; apenas se
distinguen formas indecisas.
Sobre Las Minas se encrespa el macizo hasta formar el elevado
cerro Chinchicua, donde á la vez que se enlaza con los relieves del
Chimiquica, da origen al Ariguaní, que en la base de aquel cerro-
orilla una singularmeseta llamada de Puebloviejo, la cual se desta-
ta la piedel padrastro como una enorme morrena que bota á un lado
NUKVA GlOGtArÍA DR COLOHIh
lasabas del citado rfóydelotro las de los arroyos que le tributan
y corren por cañones hasta de 50 metros de profundidad, pues el
plano de la mesa se levanta como soportado por una muralla per-
pendicular con entradas y salientes que le dan el aspecto de una
fortaleza. Hacia el centro de la explanada están las ruinas de un an-
ticuo pueblo amurallado, cuyos edifícios aiin subsisten, y es fama fue
abandonado por la enorme cantidad de jejenes y mosquitos que
infestan el lugar. A su pie se extienden numerosas plantaciones de
caña de azdcar y café á [a. sombra de los altos cerros que separan el
valle de las llanuras de Valencia de Jesils. La Sierra, vista del pie
de estos relieves, carece de ma^^iñcencia, porque ellos impiden la
vista de las cimas nevadas.
Al N. de Puebloviejo ya los valles se abren sobre la cuenca
de la gran ciénag;a de Santamarta, y en el primero de ellos, en el
del rio La Fundacídn, estrecho hacia la parte alta, plano y amu-
rallado por cerros en lo bajo, se encuentra el pueblo de San Se-
bastián, habitado por indios aruacos. Aquí la Sierra tiene algo
de Suiza y el Tirol : por todos lados se ven techos pajizos en medio
de pequeños jardines guardados por cercos de piedra bruta ; y deci-
mos jardines, porque siendo muy frío el valle que al N. amurallan las
altísimas breñas del Mamdn, los indios tienen sus plantaciones en lu-
gares distantes, de mayor temperatura, en tanto que los ganados
pacen más arriba, en los prados próximos á la nieve, constituidos
por explanadas en donde se encuentran ciénagas de un agua tan
fría, que al tacto parece espesa.
Las breñas que cruza el camino de San Sebastián al Valle de
Upar son ásperas en extremo, en su lomo se denominan los espina.
tos, tira mira cuya travesía causa siempre temor á los novicios, y
desde la cual se dominan variados panoramas ; en especial es no-
table la vista de los valles selvosos y desiertos que bajan hacia las
figura 21 S—S«nt» marta ; el puerlo y U eslaciÚn del fcrrocanil— De fologiaíia
Nueva Obografía de Colombia
llanuras que rodean la Ciénaga de Santamaría, porque ei. ellos la
vegetacidn forma líneas regulares que de lejos parecen planta-
ciones gigantescas. El resto de la vertiente en los altos valles
del Cataca y La Fundación permanece solitario y cubierto por di-
latados bosques que no desaparecen sino cerca de Sevillano, Rio-
frío y la Ciénaga 6 San Juan del Córdoba, la principal poblacitín
del Departamento del Magdalena, no lejos del mar, por ferroca-
rril unida á la capital y i Sevillano, y centro de prdspera agricul-
tura, y de muchos florecientes caseríos, entre ellos el próximo de
Puebloviejo, en una península que las olas amenazan devorar, y
guarda por el E. la entrada de la gran ciénaga de Santamarta.
Mis al N. la Sierra Nevada forma la región de San Lorenzo
ó de los Ancones, en cuya parle occidental se encuentra, en la boca
del riachuelo Manzanares, la ciudad de Santamarta, graciosamen-
te asentada al extremo de una extensa planicie circuida de eleva-
das y pintorescas colinas, s^bre una de las mejores bahías de la
NüIV^ GiOGBAFÍa de CoLONnl
Costa atlintica, profunda, abrigada, con escasa población y ma,^-
nfficos ediñcios, testimonio de mejores d(as. Las afueras son
otros tantos paseos, y además de la quinta de San Pedro Alejan-
drino, donde falleció el Libertador, encierran varias pequeñas al-
deas habitadas por raza india, como son Taganga, Bonda, Masin-
ga, Mamaloco y Gaira, con restos de caminos anteriores á la con-
quista, solados con losas de g:ranito bien trabadas, á modo de
escalera.
El flanco N. de la Nevada, aun cuando también dominado
por la selva, pero sin que le fallen algfunos poblados, termina
tan cerca del mar, que el único camino que de Santamarta gula á
Riohacha es la costa misma, y por lo tanto lleno de peligros y difi-
cultades, no obstante algunas mejoras recientes. Numerosos ríos,
navegables en parte algunos, y multitud de torrentes, bajan al mar
por este flanco, todos con la boca inclinada hacia el NW.
En este litoral el camino de la playa, entre el mugiente mar
y la ribera, á lo menos de Maroma á Riohacha, es utilizable sin
tropiezos en el verano, sólo que es preciso abandonar la playa y
recostarse contra los médanos ó las escarpas cada vez que avanza
la ola. La selva se acerca hasta la orilla, pero rala, formada prin-
cipalmente por plantas espinosas y cactus, que constituyen un muro
más difícil de franquear que la más espesa selva amazónica, y en-
tre la cual aquí y allá levanta el comején sus obeliscos y pirámides.
Este litoral principia en el cabo Aguja, remate de un estribo
que llena la cosía de cantiles, precipicios, bahías y peñascos, y en
el cual terminan muchos ríos como el Piedras y el Mendihuaca,
574 NutvA GiograWa di Colomsiá
donde entre el bosque se hallan árboles frutales y de cacao, res-
tos de antiguas plantaciones ; el profundo y peligroso Don Diego,
que nace en las mismas nieves; el Palomino, en cuyas márgenes
hay un caserío y sementeras de los indios, y desagua no lejos de
los terribles Pasos de Maroma; el Ancho, de origen cercano á los
anteriores y en cuyos valles altos se encuentran los pueblos indios
de Macotama, Taquina, San Miguel, Santa Cruz, Santa Rosa, San
Antonio y Puebloviejo, este ultimo medio abandonado; el Cañas
ó Volador, que nace en el páramo de Chiriía, y á orillas de su par-
te navegable tiene plantíos de caña dulce ; el Dibulla, de buen
caudal, que acaba donde ya las serranías se alejan de la costa,
y tiene en su boca el pueblo miserable que le da nombre ; el
Enea, de peligroso esguace por su caudal y corriente y por sus
caimanes; el Camarones, de sinuoso curso, que hace juego al Ran-
chería al N. del estribo de San Pablo, en sus valles altos guarda
los villorios de Treinta ó Tomarazón, Cotoprisy, Barbacoas y algu-
nos caseríos con estancias de labor y dehesas donde descansan los
ganados que salen del Valle para las Antillas : dicho río desagua
en la laguna de Navio Quebrado, de inversas corrientes en su boca
al mar, y en cuyas orillas tiene el pueblo de Camarones. A este lito-
ral lo infestan plagas desconocidas en la vertiente Sur, y todo
el espacio comprendido entre los cerros y la costa es malsano á
causa del cieno y de los detritus que arrastran los ríos y se depo-
sitan en las bocas de los pequeños, cerradas por barras de arena
en el verano, por lo cual tienen que derramarse por la llanura, que
llenan de pantanos, focos de miasmas deletéreos ; en el invierno el
terreno se inunda hasta no formar sino una sola laguna. Y como
las tierras adecuadas para colonias están más altas, una de las
primeras necesidades es abrir un camino de los puertos de este
litoral á la región templada y salubre de la Nevada.
Por este flanco, á medida que se penetra en el macizo por el
camino de San Antonio, mejora el clima, desaparecen las plagas,
y si faltan las minas de oro, los paisajes son más y más grandio-
sos ; las cuchillas guardan cuencas exuberantes bien regadas; las
selvas que nacen en las gargantas estrechas descienden serpeando
al fondo de los valles., se unen en otro mayor, como los torrentes
que sombrean, para formar ríos de verdura que crecen de igual
manera y acaban por perderse en la llanura litoral, que desapa-
rece entre vapores azulosos. En este flanco, salvo el enorme cerro
Plateado, que muestra desnudas sus escarpas, siempre lucientes
por la humedad que satura las pizarras que lo forman, todo el
territorio es adecuado para fundar colonias. En especial merece
atención la zona del pueblo aruaco de San Antonio, situado al pie de
un monte que de la cumbre á la base se compone de escalonadas
mesetas, como las gradas de gigantesca pirámide ; mesetas que al
medio dejan un valle formado por un rosario de cuencas fértiles.
Cércale demoran las praderas naturales de Chirüa, sombreadas por
grupos de árboles que suministrarán madera á los colonos ; menos
á propósito son los campos de San Miguel, pueblo indio aseado
como una plata, de aspecto singular durante el día. cuando lo
abandonan sus habitantes; que tiene cerca las breñas de Cansama-
ria, donde los indios celebran sus ritos, y domina el mar, donde
Nueva Gxografia de Colombia 575
los vapores que suelen cruzarlo parecen insectos que patinan sobre
un luciente cristal.
En esta sección la vista más hermosa de la Nevada es la que
se goza en Punta de' Tapias : la Sierra se mira tendida de E. á W.,
y se domina de la cumbre á la base, entre el azul del cielo y el azul
del mar, ceñida por una verde cinta, de arbolado sobre las coli-
nas y montes, de grama en las explanadas superiores, con sus jue-
■gos de luz y sombra, coronada por picos y cumbres resplande-
cientes, en tanto que á lo lejos las rocas de Maroma avanzan en el
mar como punta de lanza sobre la cual se rompen las olas y me-
dio se oculta entre una espesa bruma formada por miríadas de
blancas mariposas. Un silencio solemne envuelve el maravilloso
cuadro, en el cual no hay otro movimiento que el de las cintas de
espuma que se quiebran en los arrecifes.
El costado oriental del Macizo de la Nevada de Santamarta
es el más largo y su topografía la más complicada, porque aun
cuando de Riohacha al Banco aparentemente se tiene siempre á
la vista una serie continuada de alturas, en verdad este costado
forma un ángulo acentuadísimo, dentro del cual, entre breñas en
•donde hay un par de aldeas aruacas, la principal Atanques, rodea-
da de cañaverales, se abren de N. á S. los valles del Badillo y el
Guatapurí, ríos que luego doblan al E. para salir al Valle de Upar
por sendas hoces, haciendo esto mismo más al N. el Ra^nchería,
no obstante abrir un curso superior de W. á E., por lo cual puede
decirse que el costado oriental de la Nevada se compone, en una
longitud de cincuenta leguas, de una serie de colinas y cerros tan
unidos que parecen una sola cordillera, en la que á trechos se ha-
llan gargantas que dan salida á varios ríos y á multitud de riachue-
los que en el verano se pierden en las arenas antes de llegar á la
vaguada del valle. También á trechos se elevan al lado del cuerpo
del macizo cerros de forma cónica, en cuya base todo está trastor-
nado, volcado, despedazado, lo que comunica cierto aspecto de
aridez cobriza á la llanura que tienen al pie.
Debido á la topografía real del macizo de la Nevada, y á que
es frente al ángulo que delinean sus ramales sur y oriental donde
se alza la masa del Cerro Pintado, que también ocupa el vértice
de otro ángulo, el Valle de Upar no es un corredor rectilíneo entre
dos sistemas de relieves, sino más bien un arco que hacia el me-
dio consiste en una gran cuenca (San Juan-Barrancas), hacia el
Sur en un valle propiamente dicho (Upar), que se abre sobre una
extensa llanura, la Magdalénica, y hacia el Norte, guardado por
cumbres casi humildes, carece de tierras planas en su vaguada, y
se llena de colinas que por ambos lados del Ranchería acaban casi
á un tiempo sobre otra llanura, la de Riohacha, es decir, la de la
baja Goajira.
Hacia el vértice del ángulo formado por el litoral Caribe de
la Sierra Nevada y el Valle de Upar está Riohacha, población más
importante en otro tiempo y cuyo comercio mejora con el desarro-
llo de las comarcas á que sirve de puerto : es de advertir que á ella
convergen por sus negocios los goajiros, los aruacos, los valle-
natos y los antillanos. Menos bien edifícada que Santamarta y en
posición menos risueña, tiene la ventaja de no encerrar ruinas, y su
57^ Nueva Gkograf/a dk Colombia
caserío, en lo g-eneral pajizo y de calles polvorosas, gana año por
año sobre la llanura vecina. Las antiguas fortifícaciones españolas-
han desaparecido destruidas por el tiempo y por una lenta depre-
sión del suelo, que ya devoró la calle principal de sus días de
gloría (la de la Marina), y reemplaza un antiguo movimiento de^
elevación, porque en la llanura vecina se ven las conchas, los arre-
cifes y las playas, como si el mar las hubiera abandonado ayer.
La llanura, de unas ditciséis leguas á todo rumbo, es un»
zona de transición en que prevalece ya la estepa goajira, déla
cual la separa el río Ranchería. Al pie de las alturas del Medio-
día y á orillas de las aguas es en extremo fértil, pero en el resto-
sólo sustenta matorrales y arbustos espinosos. Profundos y tortuo-
sos barrancos abiertos por las aguas pluviales en la arcilla roja y
que se ensanchan á medida que se aproximan al mar, cortan la
planicie en toda dirección y hacen penosa la marcha. En invierno-
Ios animales sucumben en los fangales y atolladeros, y en verano
no encuentran agua á veces durante tres días. Por esto Riohacha
depende de las poblaciones del contorno para su alimentación, de
suerte que por las lluvias y por los indios, más de una vez ha care-
cido de pan durante semanas enteras; pero en cambio es de los lu-
gares menos insalubres de esta costa malsana, y el movimiento de
supuerto no es nada despreciable en la actualidad, no obstante que
los buques tienen que anclar á algunas millas, con perjuicio del in-
cipiente comercio.
El río, que según la estación, abre su boca á unos pocos hec-
tómetros ó á dos kilómetros del lugar, es el ünico punto donde
pueden bañarse los habitantes, mezclados los dos sexos. El Ran-
chería corre paralelo á la playa durante muchos kilómetros, se-
parado del mar por una simple cinta de arena, que las olas bañan-
con su espuma, y es el camino usado por los goajiros que vienen
á la ciudad á traerle víveres y á comprar mercancías.
De Riohacha hacia el Sur se tiende el lecho y valle del río
Ranchería ó Calancala, que en su parte baja cruza la llanura, en la
central la parte norte del Valle de Upar, y en la alta se precipita
por entre las rocas del naneo oriental de la Nevada, donde nace en
una crestería de picachos que no nievan sino de Diciembre á Marzo.
Origínanlo también dos arroyos que principian no lejos del Badi-
lio y el Guatapurí y se juntan en Marocaso para formar una co-
rriente ancha pero de escaso caudal, que tuerce hacía el Sur hasta
pasar por una hoz abierta en rocas de calcáreo azul, tras lo cual
gira al Oriente, para describir el inmenso arco que le permite con-
tornear el estribo de San Pablo, roto arriba de Chorrera, y regar e)
magnífico valle de Fonseca y Barrancas, especie de cuenca llena de
riachuelos, colinas, cultivos y habitaciones, salido de la cual se en-
corva al NW., no en busca de la ciudad como antes, sino con ten-
dencia á alejarse de ella, con terror de los moradores, que en ve-
rano tienen que ir en busca del agua á considerable distancia. En el
valle, donde su caudal es uniforme, corre por cauce de piedra con
raudales hasta Corozal, donde forma un pequeño salto, á partir del
cual es navegable por su venaje, pero iniítil por lo angosto del cauce,
lo numeroso y estrecho de sus curvas y por el temor de los indios goa-
jiros que infestan sus márgenes y á veces cortan las comunicaciones
Nueva Geografía de Colombia 577
«ntre Riohacha y " el interior de la Provincia," á pesar de gastarse
muchos miles de pesos en sostener una policía que no ha dado re-
sultados satisfactorios. En este valle quedan las poblaciones de
Marocaso, que exporta objetos de fique ; Caracoli y Tembladera,
simples corrales de ganado ; Chorrera, que negocia en palo brasil,
pintorescamente situada al pie de una larguísima escarpa de cal-
cáreo azul de casi 200 metros de altura, sirve de descanso á lo»
arrieros y también de depósito cuando el río no da vado y cerca
tiene la bifurcación para el Valledupar ; Fonseca, bonita población,
la segunda de la comarca por su riqueza y sus cafetales ; Corraleja
y Cañaboba, entre grandes plantíos de caña de azúcar ; el Tablazo,
con numerosos ganados pero sin agua potable ; Barrancas, que
vende á los goajiros grandes cantidades de ron y caballos superio-
res á los afamados de la península, por estar habituados á andar
sobre piedra y á sufrir la plaga, y Soldado, villorrio que no obs-
tante su cortedad fue capital del antiguo territorio goajiro y mer-
cado para los indios, pues muy pocos blancos se atreven á pasar
al otro lado del río. Entre las dos últimas poblaciones citadas hay
varias aldeas de ganaderos en progreso, como Papayal, Cuacamal,
Pozo Hondo, Hato Nuevo y el Pozo. Cuanto á las aldeas de More-
no, Boquerón y el Paso, aun cuando situadas sobre el camino ca-
rretero, han sido abandonadas por temor á los goajiros.
De la cima de San Pablo, cadena porñdítica que se destaca del
macizo principa] de la Sierra Nevada, para perderse al oriente ha-
cia los líanos de la Goajira, y es cortada por el camino de Treinta á
Fonseca, se ven por todas partes plantíos, labranzas y palmeras
que semejan jardines encantados por su contraste con las llanuras
arenosas y áridas que se extienden hasta el mar. Hacia el S. se
vislumbra una parte de la rica llanura de San Juan de Cesar, domi-
nada al frente por las cimas azulosas de la Sierra Negra ; al pie
queda el río Ranchería que, amplio torrente allí, se precipita por
entre grandes escarpas antes de describir el vasto semicírculo que
lo guía al mar. Todas las colinas que rodean esta hoya se mues-
tran cortadas por cantiles cuya base está á la misma altura, por lo
cual es imposible no imaginar que en otro tiempo las aguas lle-
naban el espacio comprendido entre la Sierra Nevada y la Sierra
Negra, y que al retirarse han dejado uno de los valles más ade-
cuados para recibir inmigrantes, por su riqueza, su salubridad y
sus fáciles comunicaciones con el Magdalena y el mar. Entre los
pueblos allí situados se distingue Villanueva, por su mágico aspec-
to y su prosperidad. Las casas, pintadas de amarillo, están som-
breadas por árboles de una opulencia rara aun en la zona ecuato-
rial ; buenos caminos adecuados para ruedas irradian en todas di-
recciones ; acequias que se deslizan murmurando sobre las piedras,
mantienen la frescura de las huertas ; á lo lejos se extiende la lla-
nura como inmenso río de verdura entre las dos fronterizas serra-
nías. Al Oriente la Sierra Negra, modesta, comparada con su rival,
abre sus amplios valles selvosos y despliega sus cimas redondea-
das, sobre las cuales se yergue Cerro Pintado, colocado allí como
inmensa fortaleza rectangular que proyecta baluartes alternati-
vamente blancos y negros, en el flanco muestra fajas irizadas de
verde y azul, y se continúa por una serie de cumbres, ora redon-
NUKVA GEOGKAriA DI CoLOMBlA
das, ora abruptas y angulosas. Al Occidente la Sierra Nevada le-
vanta sus escarpados, desnudos y rojizos flancos, y corona su enor-
me muro con picos piramidales cubiertos de nieve que de lejos
semeja un revestimiento de mármol, y presentan á los ojos del es-
pectador, al nacer el sol, uno de los cuadros más bellos de la tie-
rra americana. Abajo, la vasta llanura del Cesar que se pierde en
Nueva Giogratia dx Colombia 579
lejanía, nivelada como la superñcie de un lago» dilata del uno al.
otro horizonte sus olas de verdura, en medio de las cuales se des-
tocan algunos puntos blancos ó rojos : las aldeas y caseríos. Segu-
ramente en un tiempo no lejano esos puntos, adn distantes unos de
otros, aumentarán como islas que emergen lentamente del seno de
los mares, luego se unirán por líneas, y por último el paisaje será
europeo, sin perder su hermosura tropical. En estas regiones el
café se produce con singular riqueza, y á la fecha varios millones
de plantas ocupan la comarca, que por la falta de un ferrocarril y
de un buen puerto, no es, como debiera serlo, uno de los emporios
de la riqueza nacional.
En una palabra, la Nevada es un mundo en compendio, un
verdadero microcosmos, una isla de clase sui géneris, donde todos
los días, de las 2 á las 4, estalla recio aguacero acompañado de
rayos, al lado del frailejón de los páramos del interior y la palma
de cera del Quindío, hay otras plantas especiales, y si en unos pun-
tos la vegetación es frondosa, en otros casi faltan los árboles. Las
profundidades de la Nevada conservan en todo tiempo un silencio
desconocido en otras partes : nada se mueve, nada suena en sus gar-
gantas ; los insectos no existen, los pájaros son muy raros, las cima-
rroneras no remontan sus flancos, y sin embargo hay vegetales sufi-
cientes para mantener toda clase de animales. Y por una particu-
laridad inexplicable todas las tentativas hechas para fundar colo-
nias, han sido infructuosas : ¿ es una hermosa de corazón de hielo,
que nada siente, y sólo tiene el don de aniquilar al que la acaricia ?
¿ Ignoran aún los hombres cómo es que se puede cautivar esa es-
finge ? Lo cierto es que en tanto que en sus falcas la población ha
aumentado de un modo normal, en la región fría y templada, no
obstante su extensión, no existen sino unos 3,000 habitantes, que
faltos de caminos para exportar sus frutos, se limitan á producirlo
que necesitan para su propio consumo.
En torno de las cimas nevadas y en los más agrestes valles
del macizo, habitan algunos miles de indios aruacos, restos de los
Taironas, los que forman unos pocos pueblos Je agricultores, y, con-
tra la creencia común, son más pequeños, más débiles y menos in-
teligentes que sus cuasi vecinos los goajiros ó los motilones : son
supersticiosos, católicos de nombre, feos, casi negros, pusilánimes y
tiemblan en presencia de los blancos. Las mujeres, siempre sucias
y hediondas, aquejadas de males venéreos y cubierto el rostro por
espesa y corta cabellera en que abundan los piojos, visten una es-
pecie de camisola de tela gruesa y blanca que les impide los mo-
vimientos, oculta las formas y las obliga á caminar á pasos cor-
tos. C«mo cargan los hijos en un saco suspendido á la frente por
una cuerda, tienen que andar encorvadas para equilibrar tal peso,
á la vez que sacan las manos para tejer sus mochilas, por lo que su
aspecto nada tiene de gentil, no obstante lo cual hacen jornadas de
muchas leguas en un día, por los ásperos senderos de la montaña.
Los hombres visten de un modo análogo, y todos usan por som-
brero una especie de bonete de fique, y para ceremonia se tercian
mochilas de lana, en vez de las de cabuya. Para dormir usan ca-
mas de una paja muy suave. Son hábiles en el uso del riego para
fecundizar sus labranzas y en la construcción de cercados.
S8o Nueva Geografía de Colombia
Con todo, y á p>esar de su pobreza y escasa ¡nteligencia, los
aruacos son industriosos y saben una multitud de cosas que igfno-
ran los libres goajiros : para vivir en los fríos valles de la Sierra,
es preciso que siembren, se construyan viviendas y se procuren
vestidos. A los traficantes venden cuerdas, sacos y mochilas teji-
das con la fibra del agave (cabuya), que saben teñir de diversos
colores. La saliva, por medio de la masticación, la emplean para
fabricar el aguardiente y el queso. Los aruacos son hipócritas,
pero no pérfidos ; y si á veces tratan de vengarse de sus opreso-
res que los esquilman y maltratan, nunca rehuyen el pago de las
deudas que han contraídc*, por lo cual los comerciantes les fían
malas mercancías y los mantienen así en una especie de esclavi-
tud que impide su progreso. Los más civilizados, por cuanto se
visten como los naturales del Valle, son los de Atanques, y los más
laboriosos los de San Sebastián.
En los pueblos, las casas son objetos de lujo, pues no las ocu-
pan sino en época de fiestas ; el resto del tiempo lo pasan en sus
labranzas ó dehesas, y en ambas localidades las viviendas com-
prenden siempre tres chocitas: en una habita el marido, en otra
la mujer con los hijos, y la tercera, más pequeña, es un templo
de Himeneo, lo que no impide que las mujeres tengan costumbres
disolutas. Los ancianos se reúnen con frecuencia á saborear el
poporroy que para los aruacos en cierto modo reemplaza al tabaco
de los civilizados. En lo general, estos indios poco se alimentan en
el día^ y hacen su mayor comida á las nueve de la noche.
Desarrollo exagerado puede parecer el que hemos dado á la
descripción física de la Costay si se compara con el de las demás
secciones del país ; pero no hemos vacilado en hacerlo, teniendo en
cuenta que dicha comarca es el vestíbulo de Colombia, por así de-
cir, y que por la exactitud de lo referente á ella juzgarán los ex-
tranjeros del resto de nuestra labor.
X. Goajira — En el ángulo Nordeste de la República y tam-
bién del actual Departamento del Magdalena, se encuentra la
gran península Goajira, que se interna 40 leguas mar adentro
para formar á su derecha el golfo de Maracaibo, alcanzando
á 18 leguas su máxima anchura. Topográficamente considerada,
la Goajira se divide en dos porciones : la baja, ó sea el gran
llano que se extiende desde Riohacha hacia Maracaibo por la
Teta, y la alta, ó sea la península propiamente dicha, montañosa
y estéril. Esta es una reunión de colinas de mediana altura que se
hacen notables por su número, por sus formas cónicas, y por agru-
parse en tres zonas paralelas que dejan al medio cintas llanas que se
extienden de un mar al otro. Hacia el remate de la península se
levantan los cerros más compactos, dominados por el Itujoro, que
casi siempre se muestra encapotado por densas nubes, por lo cual
no escasea la lluvia, de donde que éste sea el único sitio fértil de
toda la península : allí se encuentran arroyuelos y lagunetas. y si
en la cumbre el huracán es incesante y el frío considerable, en las
faldas están las rocerías de los indios, variadas y algo extensas.
Esta serranía ofrece varias interrupciones que los habitantes de la
comarca aprovechan para establecer sus caminos.
Nueva GeookafÍ* di Colohma
Los montes que sig^uen hada el Sur se componen de hileras
de cerritos cubiertos de selva poco poblada en que abundan los
matorrales espinosos y las barrancas, y si en la estacidn de lluvias
se visten de verdura, en las dos terceras partes del año presentan un
aspecto desolado. Desde sus cumbres culminantes se domina la costa
en bello panorama, y aparecen las bahías de Pórtete, Bahiahonda
y Bahiahondita, delineadas como en un mapa. Los cerros de esta
cadena están entrecortadus por los innumerables senderos que sir-
ven á los indios para su5 periCÍdicas emigraciones.
En fin, la serranía meridional es más abultada que las otras
dos y está flanqueada por numerosas cumbres aisladas y cuchillas
de ordinario paralelas entre sí. Este relieve aparece desnudo de
vegetación, y dondequiera muestra la roca viva, y regados enormes
riglira 2:c)— ll..ja Gn.ijlra ; La Tcli- Según S. CotlíS
pedrejones. Certa de estas moles se destaca la célebre Teta, de
perfil perfecto, flancos cubiertos de espinos, y desde su cumbre se
domina uno de lus paisajes más bellos de la península.
Si en invierno no escascan lus pozos ni los arroyos, en verano
se encuentran por dondequiera acentuados cauces secos, anchos y
arenosos, que serpean por entre las colinas ó vagan por la llanura
con vueltas y revueltas caprichosas. En los llanos, abajo de la
Teta, por su topografía, el agua invernal se estanca, en vez de
correr hacia el mar, por lo cual son fértiles, y cuando está seco y
abrasado el resto, sirven de centro á donde convergen los indios de
la Goajira entera. En invierno en estos cauces se forma un río, el
San Juan, que corre por algunas horas hacia el mar ; en los limites
occidentales de la península se halla el Ranchería, verdadero río,
con afluentes que nunca se secan, por lo cual sus vegas son el ijl-
timo refugio de los sedientos goajiros.
Por esto la principal tarea y ocupación de los habitantes es
abrir pozos en busca del precioso liquido y dar agua á las bestias
582 Nueva Giograt/a di G)lombu
y ganados, divertida operación que ocupa á veces largas horas
del día. Diversamente regados en el territorio, siempre cerca de
los pozos y las fuentes, y principalmente en las partes montañosas,
estin los pueblos indios, que no son otra cosa que grupos de ran-
chos que rara vez llegan á una docena y son habitados por una
especie de tribu siempre reducida, por lo cual con frecuencia va-»
rían de situación. En verdad, los indios llevan una vida nómade y
ocultan sus habitaciones y su numero cuanto es posible.
En resumen : la Goajira es una tierra interesante, de paisa-
jes singulares, de mirajes extraños y asombrosos, pero no hermo-
sa ni adecuada para viajes de placer, mientras los indios no estén
sometidos y haya seguridades contra sus tropelías.
De los goajiros hizo el historiador Plaza una descripción un
tanto poética, en las siguientes líneas: "Valientes y arrojados,
expertos en domar un potro, veloces como el viento en la carrera,
prácticos en manejar las armas de fuego en sus briosos caballos,
sufridos en las intemperies, perspicaces y conocedores de las ce-
ladas y estratagemas de ia guerra, por las lecciones que han reci-
bido de los extranjeros, son casi inconquistables por la fuerza. Los
goajiros tienen una civilización relativa ; comercian en armas, mu-
niciones, herramientas y bujerías por los puertos de Bahiahonda,
Pórtete, Tarva y otros, dando en retomo perlas, maderas de tinte,
ganados y otros productos de su territorio. Su vestido consiste ea
una media camisa de algodón que llaman chamarreta ; llevan una
especie de manta de varios colores terciada sobre el hombro, que
les alcanza á la mitad del cuerpo, y los calzones que usan, tambiái
de algodón, no los abrigan sino hasta media pierna. De un lado
llevan la mochila del hayo, vegetal que mascan y comen como ali-
mento nutritivo, y conducen colgado á la cintura el poporo ó cala-
bazo donde guardan una cal finísima, extraída de las conchas del
mar. Es muy natural ver á la india goajira cargada con un haz
de leña á la espalda, y llevando en sus brazos una ó dos criaturas,
mostrando aquellas pobres mujeres la sujeción, el respeto y el te-
rror que tienen al varón, que en pos suya camina con paso mesu-
rado, sirviendo de escolta, muy serio, grave y majestuoso, siempre
concentrado en un profundo silencio y desplegando un aire repug-
nante de señorío y despotismo, al lado de su pensativa compañera,
ostentando una arrogancia de libertad propia de su estado de in-
dependencia y de la honrosa tradición que conservan de haber re-
sistido por tanto tiempo los halagos y la seducción de los gober-
nantes y el imperio de la fuerza."
En verdad, las condiciones mismas de su territorio han con-
tribuido, antes que todo, para que los goajiros resistieran á los es-
pañoles ; después de la Independencia nunca se ha pretendido
sujetarlos á la fuerza, y la acción del tiempo, de la civilización y
del comercio modifican poco á poco á estos indios, ganándolos de
corazón para la República que abiertamente nunca ha sido desco-
nocida por ellos. Por esto erraron los que escribieron que la Goa-
jira es sana, bella, feraz, con abundantes y exquisitas aguas, que si
tal fuera, los españoles la habrían dominado, pues no cedieron en
su empresa sino cuando una expedición militar la recorrió y no
encontró en la península sino arenales.
Nueva Gsografía dx Colombia 583
Lx>s goajiros, cuyo número más bien ha disminuido en el dlti-
mo siglo, son hermosos, valientes, de piel roja como ladrillo, que
se ennegrece con la edad ; tas mujeres, soberbiamente envuelta.s
en amplios mantos, llevan sus hijos á horcajadas sobre las caderas,
conservan siempre una gran perfección de formas, pero desfígu-
ran sus hermosos rostros con pinturas con achiote. Para este pue-
blo la verdadera distinción es la de la belleza, la de los cuerpos
robustos, ágiles y bien conformados. Quizá entre los indios de Amé^
rica no hay otros de mirada más fiera, ademán más altivo y formas
más esculturales. Los hombres, como las mujeres, usan larga ca-
bellera, bien adornada con flores ó plumas, y usan mantas de colo-
res vistosísimos. Son nómades y viven del comercio, la pesca, la
cría de ganados, por lo cual, segün la estación, se ven obligados á
cambiar de morada, recorriendo ya los bosques para recoger el
dividivi ; ya el litoral, en persecución de la tortuga ; ya las saba-
nas, arriando los animales en busca de mejores pastos ó aguas más
abundantes, que faltan en los grandes veranos, en los cuales no
les queda otro recurso que las riberas del Ranchería ó del Macuira.
Sus transitorias poblaciones se construyen rápidamente ; el
rancho que ha de abrigar á cada familia se levanta en algunas
horas : los hombres clavan cuatro estacas, las mujeres entrelazan
las ramas que deben servir de techo, y los muchachos vuelcan la
piragua ; á veces en invierno colocan una tela del lado del alisio.
Cuando se decide nuevo viaje, basta quitar las telas y enderezar
las piraguas, no quedando del pueblo sino algunas ramas secas y
las piedras ennegrecidas de las hogueras.
El estudio de los goajiros deja aun qué desear, porque el esta-
do de anarquía en que viven no ha permitido á los viajeros profun-
dizar sus investigaciones en la península á que han dado nombre.
Estos indios se dividen en grupos análogos á los clanes escoceses, y
varios de ellos forman una especie de tribu, ninguna de las cuales
cuenta 4,000 individuos en la actualidad, al perecer, porque la
mezcla en que viven impide los cálculos exactos : el indio perte-
nece al grupo de la madre, bien que no exista el matriarcato. Ca-
recen de leyes, se rigen por hábitos y costumbres complexos, pero
en la esencia están sujetos á una aristocracia plutocrática : el po-
bre, aun cuando enriquezca, nunca es mirado como noble ; pero
este ultimo, si empobrece, nada vale. Al dinero prefieren los ga-
nados de toda especie, pero ningdn rico mantiene reunidos los su-
yos en un solo grupo por temor á los ladrones (cocinas), que son nu-
merosos y forman partidas á órdenes de a/amados jefes.
Los goajiros, adoradores de la fuerza y el dinero, son borra-
chos, fumadores empedernidos, pedigüeños hasta lo increíble, mi-
serables y ladrones, y asesinos cuando creen que su delito ha de
permanecer oculto ; miran como un ultraje que se les llame por
su propio nombre; todo lo arreglan con dinero, incluso la vet/deZ/a,
que es su gran ley, y cobran por todo, ya el precio de la sangre,
ya el de las lágrimas que han vertido por cualquier causa.
Las tribus acostumbran vagar por unos mismos parajes; nun-
ca construyen viviendas estables, ni ranchan reunidos por temor de
caer todos en una misma sorpresa, y ponen siempre vigía en sus
campamentos; gustan pasar el día en una hamaca á la sombra; no
su
NVEVA CrSOORAFIA DE CoLOMBIA
nombran á los muertos ; el fallecimiento de alguno es pretexto
para grandes borracheras, y enclaustran las doncellas desde su pu-
bertad hasta que se casan.
Los goajiros han respetado á Riohacha, ciudad que llaman
Jepera, porque la necesitan para su comercio ; pero hasta dentro
de ella se gobiernan conforme á sus costumbres tradicionales, y
por la misma razón, cuando han entrado en guerra con los blan-
cos, satisfechos en sus venganzas, van ellos mismos á ofrecer la
paz, que nunca les es rehusada. Estos indios, entre quienes el ma-
trimonio no es sino un contrato comercial, son hospitalarios, y como
los árabes, son leales y protegen al huésped que ha pisado su ho-
gar ó han tomado bajo su protección. Cuanto á sus demás costum-
bres y sus prácticas religiosas, no es este el lugar adecuado para
mencionarlas.
XI. La comarca de Maracaibo. Al Oriente del Valle de Rio-
grande en su sección de Tamalameque y el bajo Lebrija, al N. de
kis grandes mesas que forman el lomo de la cordillera oriental y
al SW. del lago de Maracaibo, se dilatan las tierras de Ocaña y
Cdcuta, que constituyen la parte colombiana de esa gran cuenca
que domina la Sierra Nevada de Mérida y guarda en su fondo el
lago citado. Groseramente el área de esta zona del suelo patrio re-
presenta la mitad izquierda de una U con altos relieves al Medio-
Figoia 220— Dia£imina de Im secciones que oonstituyen la comarca de^Marasaib»
NuKVA Giookafía db Colombu 585
día, bajas llanuras al Septentrión, y está subdívidida oblicu^tnente
en dos porciones montañosas que se funden en la misma llanura; al
-Occidente se encuentran las mesas de Ocaña ó del Catatuiobo^ en
tanto que al Oriente se abren los ralles del Zulia ó de Cücuta, am-
bos notables por sus rasgos esenciales.
a) Ocaña — La porción de serranías que media entre el Magda*
lena y el Zulia, ó sea de las cumbres que desde el páramo de Gue-
rrero empiezan á separarse ensanchando después notablemente
su conjuntó de crestas y ramales, ora en la dirección del NNE.,
ora replegándose sobre sí mismas en* forma de óvalos y semióvalos,
reúne tales caracteres, que su mera vista provoca las reflexiones del
observador, en especial en los terrenos encerrados entre el Cerro
Pelado y el espinazo del páramo, cerca de las Chiniinecas. Estos
cerros, la prolongación del ramal donde nace el río Borra, que
llega á dicho alto de las Chiminecas, y la de un estribo que se des-
prende junto de Puebloviejo, pasa por detrás de Brotaré y San An-
tonio, y termina á manera de martillo en el alto de Trampatigre,
formarían una cuenca cuadrilonga cerrada, si el río Catatumbo no
la cortara á lo largo pasando entre las bases de este ultimo alto y
«1 de Paramito. Este espacio, que mide diez leguas de S. á N.
y la mitad de E. á W., comprende terrenos margosos delezna*
bles en extremo, y al parecer depositados por acarreo dentro de
un líquido. Además, inspeccionando el ramal oriental de la serra-
nía, aquí paralelo al occidental ó de Ocaña, se nota que más allá
del cerro de la Horqueta describe un semicírculo en demanda de
aquél, con el cual se reüne y confunde hacia el punto que se de-
nomina Bobalí : el río Tarra sigue el pie S. de dicho ramal y cae
al Catatumbo poco antes del paraje en que éste pasa al través de
dicho lomo, precipitándose por una rotura producida por algún
movimiento orográfíco. Dentro de la cuenca se hallan los llanos
de La Cruz, con las ensenadas de Seca y Labranza y de Ocaña,
que se comunican jX)r entre cerros pedregosos y derruidos, y en
los cuales se ven, á 200 metros sobre el llano, lechos de piedras
rodadas extendidas en la dirección de los ríos que descienden de la
cordillera. Esas planicies están hoy regadas por los riachuelos
<jrande y Oro.
Los cerros que demarcan el cuadrilongo mencionado entre el
Pelado, Brotaré y los ramales de Ocaña y Aspasica, son de natu-
raleza tal, que poco resisten á la erosión, y sus detritus, arrastra-
dos por las aguas á las hondonadas y quiebras inferiores, han cons-
tituido un terreno árido, revolcado, incapaz de sostener vegetación
vigorosa, constantemente movido por las aguas y cortado por aber-
turas y barrancas profundas, cuyas paredes semejan ruinas góti-
cas tan caprichosas como pintorescas. De aquí proviene el aspec-
to uniforme y desolado de todo el territorio medianero entre las Ju-
risdicciones y Río de Oro, privado de árboles, salvo en las cumbres
y cañadas donde se forman los manantiales que originan los ríos y
quebradas. El resto de la cuenca, ó sea un espacio como de 3,000
kilómetros D , se compone de montecillos aglomerados sin orden,
como el oleaje de un mar tempestuoso, á trechos revestidos de
«scasa yerba ó de pajonales amarillos. Mirando estos cerrillos des-
Nueva Geografía de Colombia TOMO i — 38
de lo alto de la serranfa, á primera vista podrfa suponerse que son
las ruinas de una cordillera hundida en su centro y de la cual no
quedaron sino las cumbres, hoy reducidas d colinas; pero un exa-
Fipura aii— Cascada del Excnmulfia.Jo (I[.ial«).srfi¿n el álbum de U Comiíión
<• Corogrilicí— Incdil"
men más atento obliga í desechar esa hiptitesís y i admitir como
indudable origen de tales alluntas la (ueria erosiva de las agitas y
los hielos : aun hoy día las corrientes desbaratan colinas en unos
puntos para formarlas en otros. . . , j ,
También i lo largo de la vaguada principal de la cuenca se
hallan bancos de piedras rodadas, ora en las cimas ora en los
flancos de los montecillos formados por la erosidn en las antigtias
ramblas confluentes sobre las planicies de Ocana En la hoya del
Tarra hay anílogas planicies en Presidente y Platillos. En un. ^-
labra Sah.nalarga, los llanos de La Crui, Gaira, Guayabal, AJ-
íodorál y Llanogrande, y las mesetas que se encuentran en el
Sno de Puerto Nacional y en las cercanías de San Juan Nep<>-
muccno lo mismo que las planicies montuosas t^e San Miguel,
sSa Cailina, Presidente, Presidentico y Platillos, atestiguan
una formación lacustre ó glaciar. ^ . . «
Cuanto á los páramos del marco, en dondequiera afloran por
entre las rotas estratas masas de roca que figuran pirámides y agu-
E que se agrupan como las flautas de un órgano; por la tnisma
caua se encuenMn extensas cavidades subterráneas cuyas bóve-
das se han hundido en varios puntos para fortnar aljo asi como
Sudo, llamados pail», por donde las aguas llovedizas connnilan
A Ge^-ghafÍa de Colombia
intiltránduse para reaparecir á raíz ile las verranía* y aumentar
repentinamenti: el caudal <li- luh líus.
En el muro orientül de la rcyiiín Mjbrcsalen entre los cerros
de la cordillera dos bellas mesas : la una llamada Rúa y la otra
Llana, cubiertas lie pastos y nu destituidas de aguas ; la tradición
local dice que en la jjrimera, que midí; 15 kilómetros de largo
por 5 de ancho, y que las rtocas amurallan á mant-ra de fortaleza,
existió un puelilu, segura menit abandunadu ]jor lo frío y destem-
plado dj la localiJs J. Dj-. Ij esa mesa r.-^-istra la vista la tupida
selva que se extiende hasta lI lago de Maiaraibo y las planicies
de Presidente y Plaiillus, que apenas LU<nian unos pocos habitan-
tes. En las faldas de estas cresttrLs í.e tiende un vigoroso bosque,
donde en vano crecen la nacuma, la tagua, la quina y gomas, resi-
nas y aromas excelentes, y se da caíé de superior calidad, así como
en las vegas de los ríos trece vigoroso el árbol del cacao : aún
falta población que aproveche esas regiones. La tcmpeíatura es
suave en lo general, y el clima sano, pues sólo en el fondo de las
hoyas de los grandes ríos es malsano por el e.vceso de humedad,
por lo sufocante de la atmósfera y por lo alundanle de la plaga.
El camino del interior á Ocaña al llegar á la cumbre de las
Jurisdicciones entra de golpe á un mundo distinto: en sus primeras
leguas, ó sea hasta el pueblo de La Cruí^, apenas se hallan casi-
tas y escasos cultivos. Transitase al principio por callejones profun-
dos y rápidos, después por entre colinas y explanadas, roídas por
barrancos de denudación, en cuyos muros se ven agujas y pórti-
cos tan variados como pintortscos. Las tierras flojas forman me-
setas desordenadas, colinas y monleeillos instables sin cañadas ni
vegetación, todo asentándose por escalones en pequeños valles per-
petuamente transportados hacia las grandes vaguadas, por lo cual
el paisaje es desolado y monótono, pero grandioso á la vez.
La Cruz está cerca de la ribera izquierda del Guayabal, en
el extremo N. de un lindo valle de aluvión, con ricas dehesas y
Fifiura aaa— Ücañ» (parle altaj— De fotografía
588 NuKVA Geografía ds Colombia
muchos granados. Adelante, á la vera del ríachuelo llamado por
antonomasia Ríogrande, tributario del Catatumbo, en un pequeño
llano arenoso rodeado de cerros áridos y desnudos, se asienta Oca-
ña, con clima suave pero no sano, con calles irreg'ulares, casas
bajas pero aseadas, mujeres hermosas y familias cultas, aun cuan-
do más amantes de vivir en sus casas que de cultivar relaciones
sociales. La ciudad, que ha progresado en los ültimos años, tiene
en la parte baja un barrio llamado La Playa, á orillas del río, y
otro alto, de aspecto pintoresco por la dispersión de las viviendas
entre huertas perfumadas.
A pesar del desarrollo de la comarca, las soledades princi-
pian á cortas distancias de la capital, en forma de bosques obstruí-
dos por el amontonamiento de vegetales sobre vegetales, de tron-
cos sobre troncos, creciendo con una fuerza prodigiosa y esta-
llando por la dilatación de la savia exuberante que bajo un sol
abrasador hierve y circula sin freno. No son por esto raras las
escenas silvestres, ni puede transitarse mucha parte del territorio :
las fiebres, los pantanos é inundaciones y los animales defienden el
resto. Para ir á Aspasica, que demora al Oriente, se camina por
en medio de colinas y pequeños valles, cortados .por agrias barran-
cas, constantemente agrandadas y cambiadas por las lluvias. El
pueblo, situado en la estrecha falda de un cerro de regular clima,
es centro de grandes cultivos, entre ellos café y cebollas. No lejos,
al N., le demora el arruinado caserío de La Palma, entre frondosa
vegetación, á orillas del rápido Borra ; frontera tiene la célebre
Mesarrica. Después, ya en los confines del desierto, está el vecin-
dario de Presidente, que tuvo su origen en indios motilones redu-
cidos, no lejano de la hoz por donde im{>etuoso se precipita el Ca-
tatumbo hacia las llanuras bajas ; más allá estala selva virgen, con
las fieras y las flechas de los motilones, aquí también en guerra
con los civilizados por causas idénticas á las que la provocaron en
el Valle de Upar. En la vía de ese vecindario á Ocaña, por la
izquierda del Catatumbo, que es un país en extremo pintoresco,
se encuentra el incipiente pueblo de San Calixto, al pie del altísi-
mo cerro de las Minas, de cuya cima se divisa uno de los más be-
llos panoramas de los Andes, como que abarca del Magdalena al
Zulia y de las selvas de Tibú al páramo de Guerrero.
A las inmediaciones de Ocaña, al Occidente, quedan Buena-
vista y Pueblonuevo, encaramados sobre el filo de dos ramales,
habitados por agricultores blancos; y Río de Oro, en una depresión
circundada de cerros sin árboles ni verdura, regada por el riachuelo
de su nombre, en pleno progreso y superior en caserío á sus veci-
nos. Caminando luego al través de tierras deleznables cortadas por
fosos profundos, murallas con almenas y torrentes y bancos de pie-
dras rodadas, se llega á Teorama, situado en una meseta, en el
centro de feraces tierras cultivadas con cafetales; Convención, en
el recuesto de cerros montuosos, tiene aspecto triste y descuidado ;
el Carmen, ya al otro lado de la divisoria, en una meseta ceñida
por una quebrada al Oriente, murada al W. por un cerro, lo que
la convierte en una buena posición militar que domina el camino
de Simaña, tiene regular caserío de teja y se rodea de sementeras
y cañaverales, lo que hace pintoresco el paisaje sobre loda pon-
Nueva Geografía de Colombia 589
deración. Revolviendo sobre Ocaña, se encuentran Brotaré (Boro-
taré) y San Antonio, en dos cerros divididos por una quebrada, el
primero con su ig^lesia dispuesta de tal manera que el caballete
divide aguas entre el Magdalena y el Catatumbo ; y en ñn, Gonzá-
lez, en un vallecito, con población tan laboriosa como la del Car-
men, lindas mujeres, y, como Río de Oro, políticamente englo-
bada, en el Departamento del Magdalena I
De Teorama hacia el N. hay una senda de 60 kilómetros que
sigue por la orilla izquierda del Catatumbo, al través de frondoso
bosque bien regado por aguas vivas : conduce al puerto de Valpa-
raíso, donde principia á ser navegable aquél, y donde lo corta
la trocha de Cúcuta á Tamalameque sobre el no Magdalena. Esta
senda pasa por frente á la quebrada Ord, en cuyo angosto y ar-
diente valle viven independientes y miserables algunos indios mo-
tilones, en la comarca llamados patajamenos.
Tal es en su aspecto físico esta región de Ocaña, compuesta
de cerros desnudos, manchones de monte y cumbres coronadas de
bosque donde se forman los cinco ríos que dan origen al Catatum-
bo, y los dos que componen el Tarra ; comarca que abarca unos
pocos kilómetros Q de sabanas, 1,500 de cerros con pajonales, y
200 de selva, encierra una docena de poblaciones y multitud de
vecindarios y estancias de labor : las tierras, en efecto, en su ma-
yor parte (1,520 kilómetros Q) son adecuadas para la agricultura ó
cría de ganados, por los pastos que espontáneamente crecen en
ellas, tanto en la región cálida como en la de los páramos. Esta
región (al S. de González) será siempre pastoril, porque en ella la
agricultura no puede representar papel importante, al contrario
de lo que sucederá más al N. y al E., donde en terreno de gran
fertilidad no hay todavía gran número de habitantes, no obstante
medir unos setecientos kilómetros Q de fértiles mesas, de llanura
montuosa, de cerros revestidos de gramíneas, y de serranías selvo-
sas riquísimas en toda clase de maderas fínas.
Al respaldo de éstas regiones quebradas y en las faldas y pla-
nicies que se dilatan al N. de ellas y de los valles de Cúcuta hasta
el golfo de Maracaibo, rebasando en parte la frontera política de
Colombia, corren diversos ríos, de los que los principales son el Ca-
tatumbo, el Tarra (falso Tarra), el Sardinata y el Zulia, que ruedan
perezosamente en amplios cauces entremezclados de vario modo.
Aquí posee la República una zona plana de irregular perímetro y
de unos 2,500 kilómetros D de superficie, caracterizada por una
vegetación profusa y gigantesca, un clima ardentísimo y una at-
mósfera mortífera para el blanco. Fuera de los caucheros ó indivi-
duos que en balsas se han aventurado á recorrer los ríos, sólo tal
cual cazador intrépido hase atrevido á explorar estas selvas, asilo
seguro de las fieras, donde la vida animal funciona con extraordina-
ria pujanza y los años acumulan los despojos de los seres que nacen
y mueren en esas pantanosas soledades. Allí todo concurre á pro-
ducir fiebres perennes, que en ciertas épocas se tornan tan malig-
nas, que más bien parecen una peste mortífera, contra la cual no
valen precauciones ni aprovecha la aclimatación. Raro es el hom-
bre que puede decir : " he nacido aquí." La espesura del bosque,
la abundante evaporación, promovida por un calor sufocante y las
59^ Nueva Geografía de Colombia
intensas lluvias que de continuDanieg'an el suelo, la enorme varia-
ción diana de la temperatura (lO g-rados entre las 2 p. m. y las
5 a. m.), los fuertes rocíos, las emaraciones pestilenciales que se
levantan de los pantanos formados por las crecientes entre los ma-
torrales y la hojarasca, y que fermentan á la sombra, son causas de
insalubridad que, unidas al desarreg'lo en las costumbres de los
pocos que viven sumerg^idos en ese piélag"o de troncos, ramaje, in-
sectos molestáis y animales ponzoñosos, han demorado la conquista
de esos suelos, cuya asombrosa feracidad se oculta bajo la pérfida
belleza de bosques admirablement: vistosos y perfumados.
b) Cúcuia — D¿ las selvas acabadas de mencionar, hacia el Sur
el terreno se dobla y encrespa por moment )s : á las llanuras suce-
den los valles, á e'stos las breñas y quebradas, y por ultimo, apa-
recen los páramos que envuelven la regalón por el Oeste y Medio-
día y cortan su interior con sus contrapuestas ramificaciones. Los
ramales long-itudinales determinan, abiertos de S. á N., los valles
por donde corren el Pamplonita, el Zulia y el Sardinata, en lo alto
rodeados de páiamos, y poblados por agricultores que aprovechan
todos los recuestos y llanuritas para establecer labores que embe-
llecen el país ; los transversales ó de W. á E. forman los valles de
los afluentes principales del Zulia.
El camino de 0::aña á Ciícuta, no obstante su importancia, en
buena parte, 6 sea en la travesía de las cordilleras, llevó el nombre
de Los Callejones (fig^. 61), por sus rápidas cuestas y sus hondos ba-
rrancos de seis á ocho varas de profundidad y dos ó tres de ancho,
que exigían el auxilio de peones barretoneros, á manera de van-
guardia, y otros de custodia para desenterrar los viajeros que por
los continuos d'^rrumbes quedaban én ellos atascados ó cUorados,
Mucho ha mejorado esa vía, que cruza primero el alto San Francis-
co, de cu va cumbre se domina la hoya del Sardinata y se colum-
bran las ciénagas del Zulia, ya en tierra venezolana : hacia el S.,
en el páramo del Potrero Grande, es hermoso el paisaje por las
agujas calizas, las blancas pirámides, pailas y aguas subterráneas
que resuenan dentro, mientras el paisaje es callado. Al pie de aquel
alto está el pueblo de San Pedro, entre cultivos y lindos paisajes,
antes del ascenso del ramal de Laurel, lo peor del camino mencio-
nado que remata en Salazar ; del pueblo hay senda al bajo Sardi-
nata, cuyas feraces vegas principian á llenarse de casas y cultivos.
Pasad 3 el valle del Peralonso, abierto de W. á E., se encuen-
tra á Salazar, en la ribera izquierda del río de su nombre, en im
llano rodeado de cerritus, al W. del Zulia, en una comarca fértil,
alegre y de variada agricultura, en especial espléndidos cafetales.
La parte SW. de estos valles transversales, aun cuando sana, es la
menos poblada, puesto que allí no existe sino el pueblo de Arbo-
ledas, bien nombrado por los frondosos árboles que sombrean sus
pajizas casas, dispersas entre gruesas roc:as salientes sobre las ve-
gas confluentes del río de su nombre y del Zulia, que le demoran
cerca : el primero, lleno de peñascos, violento y antes cruzado por
uno de esos puentes de hamaca (de bejuco) que se mecían sobre las
espumas y que para peatones se usaron tanto en Santander, guarda
en siS cuenca un camino á Cachiri. Al NE. de Salazar, sobre el
río Peralonso se f ncuenlra Santiago, y á al Orienle de éste, ya so-
bre el Zulia, San Cayetano, en temperamento ardiente y malsano. ■
El primero, mejor en otra época, se arruinó, por imponer exce. .
Figura ía,5— El Valle d.,-1 Salatar (Sanlander) -De folografí»
sivos peajes que obligaron á los vecinos de los otros i cambiar el
camino antiguo. En especial son variadas y pintorescas las laderas '
del Peralonso, üe ag-uas azules, cruzado por los históricos puentes
de La Amarilla (fig. 224) y La Laja, que á la izquierda ostentan los '
campos de Gramalote y Calderera, enfrente de los de Santiago, no
menos fecundos que los de Salazar.
Al Oriente del Zulia siguen llanos y potreros sombreados por
cujíes de ancha y aplanada copa, y luego, al subir el espinazo de
una pequeña serranía, se ve el solar de San José, con sus casas
blanqueadas y entre arbolado, í la izquierda del Pamplonita, en un
llano arenoso rodeado de colinas estériles y en clima ardiente y
malsano. La ciudad de San José de Cúcuta, de humilde origen y
rápidos progresos, en parte demorados por los terremotos y las
guerras, es, á pesar de todo, la metrópoli mercantil del Nordeste
de Santander. En la población se encuentra gran niímero de fron-
dosos árboles que la resguardan de los huracanes y de la rererbe-
ración del suelo. Antes su comercio con el exterior se hacfa por
.tierra al puerto de los Cachos, y hoy por un ferrocarril, que de la
próxima frontera lleva a! Puerto Villamizar, sobre el mismo rfo
Zulia, ha convertido en pobladas regiones desiertas.y pasa por el pie
W. del cerro Tasajero, formidable posición que por el N. domina
la ciudad, y desde cuya salubre cima se divisa la dilatada llanura
cubierta de selvas y de ciénagas que cruza el Catatumbo y se pier-
de sobre el lago de Maracaibo. Es San José población donde á la
NuTVA Geografía de Colombia
parios hatútantes traba}an j se divierten, donde se exhiben en sus-
extremos los diversos tipos sociales y las costumbt^s pecan por
libres, i causa de lo cual gozan de mala fama en el Interior, y sin lo-
inalsanodel clima d con un ferrocarril hacia las tierras alias, que
Figura 3S4 — El Puente de La AmatilU (rio Peralonio) — De fotografía
permitiese evitar la dormida alU, sería rival de las mayores pobla-
ciones del país, y una de las primeras el día en que el vapor la
enlace al río Magdalena, por su considerable tráfico con la vecina
República.
Al Oriente de San José, cerca del mismo Pamplonita, está el
pueblo de Cúcuta, decaído de su antigua opulencia, absorbida por
aquel que en su origen fue de éste mera dependencia, con <;l nom-
bre de Guasimal. En los llanos del contorno, poco fértiles, abun-
dan las fuentes termales, lo mismo que en los pedregosos y desnu-
dos cerros que se alzan al Sur como remates del ramal de Tasa-
jera. Al amparo de estas cimas, junto al Táchira, y rodeado por
frondosas arboledas y cacaotales, se encuentra el Rosario de Cd-
cuta, de regular caserío y notables recuerdos históricos. Hacíala
parte alta del valle del Táchira la agricultura ha penetrado poco
i poco, y en la banda colombiana existen á la fecha los caseríos
de Planadas y Mundonuevo, en tanto que hacia abajo, en las ve-
gas del Pamplonita, que usurpa su valle al Táchira y riega el te-
rritorio de San Faustino, más bien hay retroceso, con respecto á la
opulencia de sus cultivos en siglos anteriores.
De la aldea de Zulia, que está en la boca del Peralonso, hacia
el N,, varía el paisaje, pues cesan las sublimes soledades de la cor-
dillera y comienzan las tierras onduladas y llanas, en parte po-
blabladas, pero en parte sombreadas por selvas majestuosas. Un
tiempo las riberas del Zulia desde Santiago hasta la boca del L»
NuivA Geografía de Colombia 593
Grita y las del Pamplonita, estaban cubiertas de valiosos cacaotai-
les arruinados por la mancha, por lo cual han venido i menos don*
de el café no ha podido reemplazar á aquel valioso fruto.
A la inversa, conforme se avanza de Cücuta hacia el Sur, por
el camino real, el terreno se alza insensiblemente, se modifíca la
temperatura, desaparecen las llanuras de aluvión, se levantan se-
rranías con pequeños valles cubiertos de gramíneas, con mancho-
nes de monte y resonantes aguas cristalinas que mueren en el Pam-
plonita. Cuando ya aparecen los altos cerros, preludio de las fra-
gosas tierras de Pamplona, en una hermosa meseta al pie de una
pequeña ceja de monte, está Chínácota al respaldo de Planadas
y Arboledas, pueblo que ha mejorado mucho en los últimos años,
y centro de grandes cafetales. Al NW. le demora el pueblito de
Bochalema, también entre los mismos valiosos cultivos.
La serranía del Pical, á cuyos pies se ahocina el Pamplonita, es
transmontada por el antiguo camino real que pasa en seguida cerca
del pueblo de Chopo, de clima suave por bañarlo los vientos del N.,
y de fecundo suelo, pero compuesto de ranchos. De aquí en ade-
lante, hacia el Sur, predomina la raza india, y varían los trajes y
costumbres : las «enaguas y mantilla de bayeta y el sombrero de
ramo reemplazan los vestidos ligeros y el jipijapa de las tierras
calientes ; los hombres gastan ruana de lana y pantalón corto, de
manta, que deja descubierto el extremo de la robusta pierna ; las
fisonomías manifiestan el ñrme colorido de los mestizos y blancos
de los Andes, y el acento, saludo y ademán revelan que se ha en-
trado en tierras del Reino, como las gentes de los valles sub-andí-
nos denominan las comarcas del tope de las serranías. Aquí, según
reza la tradición, encontraron los españoles las primeras cabuyas 6
tarabitas que aún subsisten en muchos ríos de nuestras montañas.
Del bivio de Chopo á Pamplona se va por entre grandes cerros
de alegres y cultivadas laderas, con casitas pajizas. Al voltear el
recodo de un monte, aparece de repente, en lo bajo, la unida super-
ficie de una llanada que desagua hacia el N. por una garganta :
allí está Pamplona, cuyo golpe de vista es de lo más pintoresco,
cuando no la envuelven las nieblas, frecuentes lo mismo que las
destempladas lloviznas producidas por la vecindad de los páramos,
dominándose entonces el caserío de calles rectas, junto á un pere-
zoso río, señoreado por siete torres, entre huertas con raquíticos ár-
boles frutales y esbeltos sauces, y el contorno de los caminos y ve-
redas cortando el verde alfombrado de gramíneas. Desciéndese, y
la realidad es diversa, por cuanto la ciudad ha decaído de los opu-
lentos días de su origen, cuando el oro abundaba en sus cercanías,
y por sus gastos y vanidades se la llamó " Pamplonilla la loca."
Al Ocaso de Pamplona, y de S. á N., se extiende una sección
de país agreste y selvático, regado por torrentes que bajan preci-
pitados con estrépito de lo alto de la cumbre divisoria, constituida
f)or enhiestos páramos ; las aguas se recogen dentro de dos pro-
fundos pliegues, cauces de los ríos Sulasquilla y Cucutilla, que uni-
dos siguen para el N. con el nombre de Zulia. Multitud de sitios
de labor en las márgenes de esos ríos, el pueblo de Mutiscua en
una hoyada en las cabeceras del segundo, y el de Cucutilla en su
confluencia, señorean la comarca, aún medio desierta en las partes
Nueva Geografía de Colombia
mis altas. Mutiscua ocupa laderas fértiles y bien regadas sobre
el camino principal de Cúcuta á Bucaramanga, con suave tempe-
ratura y bellísimas paisajes de frescos prados, robledales majes-
tuosos y cascadas cristalinas que cjntrasUn con las enhiestas cum-
bres .^Cuc útil la está a] extremo de un escarpe ribereño, entre cerros
cargados de frondoso bosque, al píe de una colina que por su for-
ma_de cono truncado, en cuya cima está el cementerio, y por es-
tar envuelta al E. por el Sulasquilla, y al W por el Cucutilla, re-
meda de lejos un bastión.
Al W. y NW. de estos valles se abren con rumbo al primero
casi perpendicular, los nombrados del Arboledas, el Salazar y el
Peralonso, que rematan en el slnclinal del Zulia, y arrancan de
una de las rc<riones montañosas más notables del país y que tiene
al respaldo la no menos salvaje de Cáchira y Cachiri. Los cinco
estribos que encierran estos valles son ásperos y rocallosos y de
base muy reducida, de manera que las aguas que corren al pie
de las empinadas faldas no forman vegas y bajan á saltos batien-
do grandes peñascos hasta llegar á la llanura. Espesa montaña
Nueva Geografía de G)lombia 595
cubre las laderas y aun oculta el curso de los ríos y torrentes^/-
que se oyen bramar bajo el entrelazado follaje de ese bosque se-
cular; pero á medida que los estribos se alejan de la magistral,
disminuyen de altura, suavizan su relieve, y al llegar hacia el •
meridiano de Salazar y Arboledas, sus flancos ofrecen ya planos .
inclinados, á propósito para el cultivo y donde los cafetales ocupan
grandes extensiones en que verdeguean matizados por blancas
flores y rojas cerezas, de suerte que casi es perenne la cosecha qué .
ofrecen al agricultor.
En estas regiones y las vecinas, del Nudo, de Guerrero al de
Santurbán y luego hacia Tama, por un lado, y hacia la Sierra Ne-
vada de Chita, por otro, las cumbres principales constituyen una
extensión no interrumpida de páramos desiertos. En los más altos
la soledad es completa : horrorosos precipicios formados por cú-
mulos de rocas amontonadas confusamente, raídas 6 agujereadas
y envueltas en nubes que se desatan en frecuentes aguaceros ú
ocultas por una densa cortina de nieblas, llenan la extensión del
paisaje, y cuando las. ráfagas de viento huracanado que allí sopla
descorren el telón de vapores y dejan que los rayos del sol iluminen
el cuadro, queda manifiesto un conjunto de almenas, paredones y
colosales cimas que más arriba del nivel de la vegetación semejan
las forma3 de grandes ruinas y restos de fortificaciones dilatadas.
A sus pies se extienden llanurítas inclinadas, siempre verdes y .
vestidas de menudo pasto; más abajo hay otras y otras dispuestas
en escalones. Hu r.edecen el suelo multitud de lagunetas que ora
están contenidas en recipientes de peña viva, ora se abren en el '
centro de tremedales peligrosos para el ser que los pisa, y las cuar
les vierten unas en otras el sobrante, de su caudal, ó lo envían di-
rectamente á los valles profundos, por (.horreras que á veces saltan
en un vacío de más de mil metros y se pierden en el espacio Con-
vertidas en menuda lluvia, cuando no ruedan de escalón en escalón
por las estratas que constituyen las trastornadas faldas de los
cerros.
El mugir de los vientos, frecuentemente superior átodos los
ruidos ; el de las cascadas, que aumenta ó disminuye segiSn la po-
sición del espectador ; lo yermo y agreste de la desolada comar-
ca, todo imprime á esas aliitudes un sello de grandeza melancóli-
ca que se graba en la memoria con el recuerdo de los peligros que
se corren al cruzar esos riscos, no siendo el menor la furia del
viento á lo largo de los desfiladeros y en los angostos y prolonga-
dos boquerones, debido á la enorme diferencia de temperatura y
de caldeo entre los infiernos de las llanuras bajas y los hielos de los
picachos culminantes, la que á diario desquicia el aire, le imprime
doble movimiento y lo comprime entre las salvajes quiebras.
XII — El reino — Llamaron los conquistadores " Nuevo Reino
de Granada " á las tierras quebradas que habitaban los chibchas
y estaban sometidas á ellos ó á sus congéneres, por lo cual andan-
do el tiempo el apócope "Reino" quedó entre los colonos para de-
signar la entrecordillera oriental en general, y las tierras frías de
la misma en particular, desde los páramos de Sumapaz hasta los
de Pamplona, con inclusión, en lo administrativo, de algunos valles
59^ Nueva Geografía de Colombia
subandinos como los del Socorro, Tenza y otros. Considerada oro-
hidrográficamente, esta región se compone de dos cintas de tierras,
fría la una, cálida la otra, que se cortan para formar grosera-
mente un ocho, difiriendo de un modo notable las dos mitades,
puesto que la de Hunza ó del Norte tiene las tierras frias á la de-
recha, las cálidas á la izquierda, y todas, salvo mínima parte, en-
vían sus aguas al Magdalena casi por un solo río (Sogamoso-Le-
brija) ; en tanto que en la del Sur ó de Meuquetá las tierras frías
están al W. y las cálidas al E., perfectamente separadas, puesto
que las últimas fluyen al Orinoco y las otras lo hacen al Magda-
lena también por dos ríos, uno de los cuales és el mismo Sogamoso.
Esto sentado, tendremos que el Reino comprende de N. á S.
la cuenca denominada el pilar de Labateca al S. de Cúcuta, la
del cañón del Sube al Mediodía de la anterior, las tierras de
Soto al W. de las dos mencionadas y al S. de Ocaña; después se
encuentran los cañones del Chicamocha y el Saravita, que princi-
pian ambos en una altiplanicie (Ubaté, Tundama), se funden en
el del Sube y dejan al medio los valles de Moniquirá y Charalá y
sus anexos. En fin, hacia el S. de Ubaté está la Sabana, á cuyo
Oriente y al Mediodía de Tundama se abren las cuencas de
Tenza, Gachalá y Cáqueza. En una palabra, el Reino, á pesar de
su aparente variedad, en el fondo tiene cierta unidad, ó á*lo me-
nos se reduce á dos tipos bien marcados : las altiplanicies frías y
los páramos ; los valles subandinos y las mesas cálidas. Aquí le
anexaremos además la vertiente oriental de la cordillera, tanto
por su acentuado contraste con los Llanos, en los cuales no puede
fundirse, como porque los chibchas la dominaban más ó menos, y
los- españoles la consideraron como parte del Nuevo Reino de
Granada, quizá por las mismas razones.
a) lÁbcUeca — Entre las tierras del Zulia, el Lebrija, el Chicamo-
cha y los llanos de Casanare, hacia los cuales envía sus aguas, se
abl^e esa gran cuenca denominada pilar de Labateca, que abriga las
fuentes del Sarare, es decir, de los tres ríos que lo forman. Al W.,
desde el picacho de Santurbán, que domina en 700 metros el suelo
aledaño al E., se ven las inmediatas y extensas explanadas por dón-
de cruzan los caminos del NE. al SW. y S. de Santander y que
cubiertas de pastos se tienden de la Piñuela á Juan Rodríguez, La
Mesa Colorada y Zumbador, en las que de S. á NW., divididos por
colinas, corren los ríos Mataperro, Aguaclara y Vallegrande, que al
caer á lecho trasversal forman el Caraba, que abandona la cuenca
por una hoz al pie de Zumbador. Estas planicies, aun cuando férti-
les y auríferas, sólo abrigan unos pocos pastores, porque con fre-
cuencia las azotan las granizadas y las nevadas. Al E., fuera ya de
la herradura de páramos, está Silos, cuyas sementeras se extien-
den por las faldas de los cerros que rematan en el Caraba, al Me-
diodía de Mutiscua.
Este río de la explanada superior cae á otra unos 800 metros
más baja, también murada por altos riscos de faldas derruidas, la
que al S. se extiende hasta el Almorzadero y forma el valle del Chi-
tagá,que imprime su nombre pero no su dirección al Caraba, que sale
de ella por otra quiebra abierta en un ramal que avanza del Almor-
zadero á enlazarse con las breñas de Ventanas, al SE. de Plamplona.
Nueva GiocsAriA de Colombia
Después, la depresión donde están |o$ llamados valles de La-
bateca y Toledo y, la hoya del Valegrá, que se dilata hacia el Sur
hasta la Sierra Nevada de Chita, aledaña á un tiempo á las del Chi-
ta^í y del Serviti, constituye el tercer escalón de este pilar. En la
quiebra y en tomo de las citadas poblaciones las terrazas de los
valles aparecen limpias y animadas con las sementeras y las habí-
Figuri 3l6— Casa de labriego en la Cordillera — Según Regel
taciones ; Labateca, de clima desapacible, asienta su corto caserío
en lo más plano de un declive que abarca en cultivos desde la
cebada hasta la caña de azilcar, en tanto que Toledo ocupa at
frente una bella y fértil explanada. Ambas están habitadas por
labríeg'os blancos y laboriosos cuya situación mejora con la aper-
tura del camino del Sarare, que enlaza los valles de Cilcuta con
los llanos de Arauca por el pie de la corpulenta masa erradamen-
te llamada páramo de Tama, en partes cubierto de majestuosos ro-
bledales, en partes formado por desnudos é inaccesibles peñascos.
Al SW. las vegas y laderas del Chitagá ofrecen campos cultiva-
bles y ricas praderas al pie de las altas y montuosas serranías la-
terales, entre las cuales se distingue el cerro del Fraile. Cuanto al
Valegrá, si brota en la región de los páramos, apenas vestidos de
triste frailejón, luego recorre las altas, frescas y fértiles aHiplameüt
de Nftaga, que demoran al E. del Cerrito y sustentan lustrosos ga-
nados ; después, en la Paja se despeña por salto tan elevado como
vistoso, y serpea por entre cerros para morir no lejos de Toledo,
población que se enlaza por malos caminos tanto á la cuenca del
Pamplonita (por Iscalá) como á las del Táchira y del Uribante.
Reunidas en un solo cauce las aguas de todas estas tierras,
cerca de Bata, se despeñan por un salto hacia la cuenca donde es-
tuvo el pueblo de Margua, y tuercen al SE. para entrar á las lia-
59^ NuKVA Geografía de Colombia
nurás selvosas del alto Arauca, bañando^ ya naveg^able, tanto por
s{ como por sus afluentes, serranías cargadas de frondosos bosques
casi desiertos, puesto que apenas los habitan algunas familias de
indios tunebos.
De Pamplona al Departamento de Boyacá el camino real as-
ciende primero al páramo del Comal, que domina en mil metros la
ciudad, adorna sus laderas con profusa variedad de plantas, y desde
cuya cima se descubre aquélla como recostada en un lecho de es-
meralda ; al Naciente, por entre los cerros se deja ver la planicie
de Fontibón con su laguna entre gramales que rodean á modo de
engaste escarpados cerros, en los que alternan las manchas del
amarillento frailejón con los verdes robledales ; al Sur la azul la-
guna de Cácota, sin peces ni aves, entre peñascos. El aire es leve,
profundo el silencio, completa la soledad en ese extenso panorama,
que deleita la vista cuando las nieblas no lo roban á los ojos del
viajero. Traspuesta la cumbre, al pie de una cuesta resbaladiza,
próximo y al E. de Silos, se encuentra á Cácota, de caserío en
desorden y enyerbado hasta los techos, rodeado por sementeras
de clima frío, cuyos variados matices se tienden como paños en
los rojizos cerros, y se hacen más tupidos conforme descienden al
fondo de las depresiones de suave clima del pilar de Labateca.
Sigue el camino por las faldas de los cerros próximos al to-
rrentoso río, que brama estrellándose contra las peñas de su angos-
to cauce abierto entre altas barrancas, y después de cruzarlo por
el puente de Báluga, de tristes recuerdos históricos, se manifiesta la
hermosa rambla de Chitagá, tendida de N. á S. dentro de un cua-
drilongo de páramos y en dos dividida por el río, que la hiende á
lo largo y fertiliza los cultivos del pueblo de su nombre allí asen-
tado. Conforme es alegre y bella esta sección, rodeada por ce-
rros majestuosos y regada por multitud de arroyos que saltan por
entre los peñascos y susurrante arboleda, es mezquino y mal tra-
zado el pueblo. Al Sur se alza el páramo del Almorzadero, algo
más bajo que su vecina la Mesa Colorada, que en sus escalones
sustenta fajas de nieve algunos meses, pero ancho y revolcado en
el paso, envuelto en nubes y con frecuencia agitado por tempes-
tades funestas para los viajeros.
b) Soto — De Ocaña hacia el Sur, entre la cuenca del Zulia y el
thcdweg del bajo Lebrija, se dilata un amplio territorio de 20 miriá-
metros cuadrados, que erizado de breñas avanza luego por entre el
pilar de Labateca y el bajo Sogamoso á confundirse con las planicies
de Bucaramanga y la mesa de Jéridas. De las cumbres de las Ju-
risdicciones para el Sur, se desprende un cordón de cerros que se
dirige spbre los de Moen, sigue al Poniente del caserío de los Ali-
sos, se interrunipe en el promontorio de Santa Bárbara, y reapare-
ce del otro lado del río Cachiri, en Palo de Cuento, para terminar
junto al Lebrija entre las bocas del Cáchira y de Salamagueta,
creando un alto relieve en mitad del montuoso paisaje. A la parte
del E. se alzan las cumbres azuladas de un largo cordón de pára-
mos, que con diversos nombres se extienden entre los nudos de
Guerrero y Santurbán, y en los cuales descuellan las cumbres azu-
adas del de Cachiri, terribles por los ventarrones, que sacuden sus
NuE^A Geografía de Colombia 599
descamadas rocas. Bajan de aquí al W., sobre el río Escatálá,
varios estribos sombreados por roblares mag^níficos, interrumpidos
á trechos por sabanetas, y por encima de los cuales se columbra
el espinazo de las Jurisdicciones, que tendido de £. á W. cierra el
paisaje por el N. Toda esta comarca es de montuoso paisaje, Ca-
racterizado arriba por una grandiosa aglomeración de páranlos
eminentes y precipicios terribles, flanqueados de murallones en que
asoman las rocais limpias rodadas por una parte, y suspensas toda-
vía en otras, y equilibrándose en su recíproco peso ; y abajo lade-
ras revestidas de grandes árboles ó alfombradas de menuda yerba,
y copiosas corrientes de agua cristalina, dirigiéndose apresuradas
á diversos puntos de reunión, para formar numerosos ríos que bajan
despeñados á confundirse con el Lebrija.
La porción central de esta sección se domina desde las le-
vantadas cumbres del páramo Rico, redondas, cubiertas de gra-
míneas interpoladas con el melancólico frailejón. Mirando al Na-
ciente se detiene la vista en el prolongado muro que forman los
páramos Frío, Tona y Santurbán, de análogos topes, á los que su-
ceden los Dosques que descienden por cortos estribos que terminan
en las hoyas de los ríos Tona y Vetas. Los otros picachos de San-
turbán y Frío sobresalen por encima de las moles que los rodean.
Mirando al Poniente descúbrense delante los valles de Suratá y
Matanza, á la derecha de los angostos cauces del Vetas y el Baja,
que se unen en una profunda cuenca ; á la izquierda la inmediata
llanura de Tona, y la distante de Rionegro detrás de una serranía
voluminosa. Hileras de cerros descienden de los páramos Puentes,
Angostura y Lagunas hasta el río Vetas, que los corta uno en pos
de otros, viéndosele correr como una cinta espumosa 900 metros
más abajo de la cima del Rico, de la cual parten hacia Bucara-
manga largas ramificaciones decrecientes hasta concluir sobre la
confluencia de los ríos Tona y Suratá. Situado el observador en lo
alto de estos relieves, nota la disminución progresiva de los cerros
conforme se adelantan hacia el W., y descubre luego laderas sua-
ves en que la mano del hombre, tras derribar la antigua selva, ha
establecido chozas de humilde apariencia, bellas labranzas, casas
de campo y ricos y extensos cafetales. Situado al pie de los estri-
bos, la vista engañada mira como escarpes verticales aquellas lade-
ras de que parecen próximos á rodar los hombres y las habitacio-
nes, cuando en realidad son tierras tendidas, estables, de singular
fertilidad y donde la población aumenta sin cesar.
En los complicados estribos de esta serranía quedan Rione-
gro, ceñido y como aislado por selvas de majestuosa belleza y cen-
tro de grandes cafetales, Matanza y Suratá en la hoya del río de
este último nombre. California en la del Vetas, y Tona al pie del
páramo así llamado. £1 camino de Bucararaanga á Matanza desde
la cortadura del río Tona sigue las fragosas riberas del Suratá, que
rompe sus aguas sobre las peñas con ruido ensordecedor, en estre-
cho valle de cerros revolcados, á trechos vestidos de verdura y per-
fumados, á trechos descampados, ardientes, sin vegetación, empo-
brecida la tierra por el irracional sistema de incendiar la maleza
para limpiarlos. Luego las serranías del Oriente se desparraman
al pie del páramo Rico y dan campo á los valles de cuatro ríos
NUIVA GlOGKAFf A DE CoLOMBlA
cuyos aluviones confluyentes han dado origen á una extensa vega,
en la que á media legua de distancia uno de otro se asientan )os
pueblos de Matanza y Suratá, habitados por laboriosos agriculto-
res. De Suratá al Oriente, costeando el río de La Baja y trepando
cerros fragosos, se llega á California, pueblo de minas entre cerras
de rápidas faldas, torrentes ruidosos, montes desbastados, c
Figuia 317 — Campo de Pilonegro. I.i l.oiiia de Ick a
dones y peñolerias, formado por ranchos encaramados en tos riscos,
sin sementeras ; más al E. se encuentra el caserío de Vetas, el más
alto de los poblados de los Andes orientales, en un escalón reducido
de la falda occidental del páramo de Santurbán. De Suratá hacia
el N,, cruzando otro río, Peralonso, y el paramillo Botijas, ramal de
Santurbán, se llega á Cachiri, al través de bosques de robles, dere-
chos los troncos y limpios como pilares, sosteniendo una bdveda
verde oscura que sombrea el suelo alfombrado de hojas secas que
tapizan todas las sinuosidades del terreno. Al otro lado del paramillo
aumenta la frondosidad de la vegetación, circulan torrentes de
aguas cristalinas, nacen los pastos nutritivos y el agricultor recoge
dondequiera el fruto de su trabajo. Cachiri, en la orilla pedregosa
de un río, de triste recuerdo por la rota de Rovira, es hoy un pueblo
. en progreso, por ser bivio de los caminos de Ocaña por Cáchira y
, Ciicuta, por Arboledas y el acentuado puerto del Escorial, y tam-
bién para Rionegro por Vagaloma, al través de asperezas antes
solitarias y hoy cultivadas.
Solamente dos caminos atraviesan á lo largo este amplio terri-
torio del Lebrija nentral : el que sale de Rionegro y el de Cachiri,
Nueva GeogkafÍa de Coloubu
siguiendo el oriental por el desierto páramo de aquel nombre,yel
otro por la hoya del Escálala, llena de estribos, despuás de lo cual
se confunden de nuevo en el alto de Moen, y unidos pasan por Cá-
chira, pueblo incipiente de agricultores en medio del bosque, y tras-
montan las Jurisdicciones para dirigirse á Ocana, La porción oc-
cidental hacia el Lebrija es un continuado desierto de cerros, bos-
ques, valles y aguas abundantes ; en lo bajo ardiente y enfermiza, y
-apenas medio conocida en estos liltimos anos, merced á la trocha
del Playón. Sólo sobre la Knea del camino se hallan algunas casas
y labranzas, y el resto de esta fdrtil comarca permanece como
cuando por primera vez recibió los rayos del sol.
Siguiendo hacia el Sur se encuentran las llanuras de Bucara-
manga y Piedecuesta, 700 metros más bajas que la siguiente alli-
planicie ó mesa de Jéridas, y en las cuales se asientan la capital
de Santander, dominando casi cuatro leguas de un valle aluvial car-
leado de arenas auríferas y cantos rodados; Florida, engastado en
un vallecito embalsamado ; Piedecuesta, al abrigo de !a mesa, ce-
nido de arboledas frondosas y campos cultivados ; y Girón, al W.
del río, entre rocas y arenales, recostado contra una cadena de
cerros limpios y rojizos. En estas llanadas y en las que i ellas si-
guen al N. hasta Rionegro se hallan concentradas la población
inteligente y las diversas industrias que constituyen la fuerza y ri-
queza de estas tierras de Soto.
Al Occidente del alto del Lebrija, que aquí cruza explayado por
un cauce indeciso, están los cerros estériles de Girón, celebres por-
fÍHtva Geegrafla it Cotondiia TOWo I — 39
6o2 Nueva Geografía de Colombia
que en su cumbre se libró esa serie de combates que constituyen
]a batalla de Paloneg'ro, al respaldo de los cuales se dilatan otras
serranías y valles que declinan para el N. y forman la zona que
separa el Sogfamoso y el Lebrija, al cual se dirigen sus aguas por
hondas quiebras : es una comarca poco habitada, pero fértil, risue-
ña, vestida de pastos y bosques con el caserío de Cantabria y el
pueblo de Lebrija, y que en estos tiempos ha caído ya bajo la
mano de los cultivadores de café.
Cuanto á la mesa de Jéridas ó Jerira, quizá la porción más
característica del centro de Santander, que aun cuando termina
al Mediodía en paredones verticales de pie calzado por enormes
ruinas, antes fue una con las similares de Aratoca y Curití, y cons-
tituye un punto estratégico de grande importancia en la comarca;
es una explanada casi horizontal de 12 leguas cuadradas, aislada
en contorno mediante las cortaduras profundas por donde llevan
precipitadas sus aguas el Manco al E., el Sube al S., el Chicamo-
cha al W., las quebradas Fría, del Monte y Grande al NW., que-
dándole al N. la escarpa del Guayabal. Mide S leguas de N. á S.
por 3 de E. á W., y la constituye una mole poderosa de estratas
vestida en la superficie por una capa de arcilla árida. De Oriente á
Poniente corren varios hilos de aguas mantenidos por las colinas de
aquel lado que se unen á los estribos de la más alta de Juan Rodrí-
guez, y caen de repente al Sogamoso, reunidos en tres quebradas
que si fertilizan las ondulaciones por donde corren, son insuficientes
para regar toda la mesa, la que por esto y por la escasez de llu-
vias, en su mayor parte está condenada á una perpetua esterilidad
si el hombre no modifica tales condiciones. En la extremidad S. se
encuentra el pueblo de Los Santos, pequeño y desmedrado, centra
de un corto distrito cuyos habitantes viven desparramados en es-
tancias de labor mantenidas á fuerza de abono en las quiebras del
terreno ; del pueblo hacia el S. ó hacia el W. el camino de la es-
carpa que domina la cortadura del Sube-Sogamoso no es sino una
pendientísima cuesta, á trechos simple escalera de caracol. En la
extremidad N. difiere de lo demás la naturaleza del suelo, porque
hacia el W. se une á los cerros de Girón para dividir el Lebrija
del Sogamoso, y al E., mediante una inflexión repentina de las es-
tratas, se junta á la de Juan Rodríguez para cerrar la hoya del Le-
brija por este lado, y sustenta un hermoso bosque en cuyo centra
hay una laguna llamada del Monte, encantada, segün el decir de
los labriegos de las cercanías.
Al Oriente del alto Lebrija se alzan relieves de diversa for-
ma, entre los cuales prima la mesa de Juan Rodríguez, que á su
respaldo tiene una hermosa y extensa llanada que ciñen en óvalo
los páramos de Tona, Frío, Ollas, Azogue y los altos de Cruz de
Piedra : en ella las depresiones llamadas Hoyas de Palencia, Pa-
rra y Coyagua semejan ensenadas, y el conjunto se inclina hacia
el Boquerón, por donde el Caraba, formado en esas alturas, se es-
capa para correr al Orinoco. Esta porción de nuestras montañas
forma una especie de torreón en el vértice de la unión de las cum-
bres que bajan de San turban y de las que siguen hacia la mesa
Colorada y el Almorzadero.
Nueva Geografía de Colombia 603
La mesa de Juan Rodríj^je/, es una epecie de escotadura bati-
da por los vientos helados del páramo de Tona, que le demora hacia
el N. á cierta distancia; y la atraviesa un camino fragoso y desam-
parado, que g^ira directamente de Piedecuesta á Mutiscua. Allí el
observador, al N. mira hundirse las quebrantadas estratas de la
decreciente serranía hacia Vallegrande, cubierto en la mañana por
remolinos de niebla ; por el N. amuralla la mesa un conjunto de
rocas que van á rodear el próximo páramo de Riofrío ; al Sur se
alzan las húmedas crestas del de las Ollas, y al W., y por
largo trecho, se dominan los innumerables cerros que bajan esca-
lonados y revueltos hacia Piedecuesta, ocultando entre sus pro-
fundos repliegues las corrientes torrenciales de los ríos Hato y
Oro, cuyas cabeceras están al pie de la mesa. Más abajo, de ordi-
nario sólo se ve un mar de nubes densas, á trechos rotas por pi-
cachos de la serranía, y que se extiende hasta perderse en el hori-
zonte. La mesa, no obstante su clima frío y destemplado, encierra
algunos habitantes.
Entre los páramos de Juan Rodríguez y Riofrío, en las cabe-
ceras del Hato, ó mejor en las vertientes rápidas del estribo me-
dianero, hay escalones artificiales labrados como de propósito para
sustentar casas, llamados ahora las Antiguas, y aprovechados por
los modernos agricultores. Los bosques del ramal parecen relati-
vamente nuevos por su escaso mantillo y falta de ruinas de gran-
des vegetales. En la cumbre de dicho estribo, y entre márgenes
pantanosas, se encuentra una laguna llamada La Encantada, sitio
de consejas, habitáculo del fabuloso Mancarita, de seguro ideado á
causa de lo desamparado del lugar, del silencio y lobreguez de los
montuosos páramos circunvecinos y del continuo gemir del viento
entre las rocas. De lo alto de la Calavera se divisan estas llanuras
en los días serenos, y el contraste entre ellas y la mesa de Jéridas
es completo : en Juan Rodríguez corren varios ríos de algún caudal,
en Jéridas sólo se ven arroyos de poca agua ; la mesa alta siem-
pre está verde, en tanto que la baja con frecuencia terrea entre
secas yerbas ; allá son continuas las nieblas y los aguaceros, el
frío es intenso y soplan vientos borrascosos ; acá es rara la lluvia,
el clima es templado y los aires suaves y agradables, pero en am-
bas se encuentran habitantes y lucidos ganados.
Las llanuras de Piedecuesta y Florida se dominan bien por
el Mediodía desde la escarpa de la Mesa de Jéridas, que las seño-
rea en trescientos ms.; allí, á mano derecha se tienen los estribos
del páramo de las Ollas, que bajan á juntarse con los de la mesa,
se desparraman hacia el Occidente en forma de colinas rojizas,
peladas en la cumbre, desmoronadas y roídas en la falda ; enfren-
te se distingue el otro declivio que también vuelve al N. para guar-
dar el Lebrija por el W., velado por millares de árboles bajo cuyo
frondoso ramaje crecen los perfumados cacaotales ; á la izquierda,
en contraste, se extiende un plano salpicado de árboles, un vasto
jardín en que brillan las hojas de los cañaverales al lado del ver-
de mate de los arrozales separados por setos de limoneros. En
medio de ese verjel que ilumina un sol radiante, en clima delicio-
so, aparece el limpio y bien trazado caserío de la floreciente ciu-
dad de Piedecuesta, á la sombra de un arbolado que dominan las
Nueva GeografIa de Coloubia
torres de dos templos. Bajando á este valle por la ría de Pamplo-
na á Piedecuesta, apenas se desciende de la Mesa de Juan Ro-
dríguez y se sale del manto de niebla ordinario á esas yertas alti-
tudes, se ven las tierras bajas desde las azules cumbres de Guada>
lupe, en que parece respaldarse la Mesa de Jéridas, hasta las
iiiplaJas— Según Regel
sombrías montañas de Rionegro, y las poblaciones arriba mencio-
nadas, con sus labran;tas, sus cacaotales sombreados por altivos
caracolies, sus colinas, sus llanadas, sus calles y torres como los
relieves de un tablero ricamente mati^do, y la imaginación se
exiasfa soñando lo que será esa tierra privileg'iada cuando el pro-
greso la dominfc por completo. No menos admirable es el paisaje
si se le observa por el NE.. desde el alto del GranadÜlij, en la se-
rranía de Juan Rodrlgfuez, pues abarca i Florida, pueblo pequeño
sombreado por árboles corpulentos, refrescado por multitud de
arroyuelos, próximo al cristalino Riofrío, de márp^enes embalsama-
das por los cacaotales ; á Bucaramanga, de humildísimos orígenes,
hoy ciudad importante con numeroso caserío, notable aseo y lim-
pieza, en un llano aurífero, seco y poroso, sin aguas superficiales,
en pleno progreso y centro de las tejedoras de sombreros de na-
cuma, industria hoy algo decaída, que dio vida á la ciudad, y en
la extremidad SW. del mismo valle de Bucaramanga, á la margen
izquierda del Oro, Girón, entre grandes barrancas de arenas y can-
tos rodados, al pie de una serranía de áridos flancos que irradian
el calor del sol, con caserío decadente pero centro de un munici-
pio próspero en agricultura.
c) Guantnlú — Con este nombre abarcaremos el conjunto de
tierras comprendidas entre las depresiones que forn-an los caño-
nes del Saravita y el Chicamocha, por una parle, y por otra, entre
Nueva Geografía de Colombia
los relieves parámosos que ciñen por el S. la cuenca del Cáraba-
Chitagá y por el N. las llanuras de Tundama; miden algo más de
20 leguas de longitud por sólo 10 de anchura ; en esa dirección, es
decir, de E. á W., y casi por el centro, las cruza la gran depresión
del Sube, que la dividirla en dos venientes regulares, sí en el án-
gulo SW. no se formara una cuenca hidrográficamente separada
del resto, como que por una hoz próxima á San Gil desagua en el
en el Saravita, no el Chicamocha.
Al remontar la cuenca del Chitagá se llega d la Mesa Colo-
rada, que levanta en escalones sus agrias cimasa más de 4,000 me-
tros sobre el mar, al poniente de las cumbres del páramo del AI
morzadero, rotas y peñascosas, señoreadas por un picacho á veces
ceñido por un anillo de hielo, á cuyos pies, cortando al través los
valles, yacen los promontorios de antiguas morrenas, signos evi-
dentes de que en tiempos remotos las nieves cubrían estas elevadas
cimas que más al W. se enlazan con la ya citada Mesa de Juan
Rodríguez. La Mesa Colorada aun se viste de blanco varios me-
ses del año ; el Almorzadero, algunos centenares de metros más
bajo, presenta dondequiera el aspecto de grandes trastornos y hun-
dimientos.
El camino del Almorzadero, uno de los que á mayor altitud
transmonta los páramos de Santander, pasa cerca de la cascada de
Comaguate, que casi en la mitad de la cruzada desciende de las
estratas cortadas á pico, cuya prolongada cornisa encierra una
laguna circular sobre la cual concluyen abras y ensenadas que van
al interior de las peladas cumbres circunvecinas, y según la leyen-
da popular es obra de encantamiento. En los meses de Junio á
Aj^to los vientos y las lluvias baten de continuo estas moles; una
densa niebla vela el triste paisaje de los solitarios ce.-ros. y losar-
Fiputa 230— l'ueblo de l'ancli-
6o6 Nueva Geografía de Colombia
bustos, enanos y rígidos, suenan en las cañadas como endurecidos
por un frío de 0.° En los páramos bravos " la tempestad no es ma-
jestuosa, tronadora, rápida como en los valles ardientes ; es calla-
da y persistente cual la muerte, y como ella también yerta y 16-
breg^a, sin las mag'nifícencias del rayo, sin la terrible animación
del huracán que transporta veloz y arroja sobre la tierra océanos
de ag-ua ; morir en medio de esos grandes ruidos y conmociones
de la naturaleza debe ser para el viajero un accidente sübito,
casi no sentido; en los páramos se muere silenciosamente, miem-
bro por miembro, oyendo cómo se extinguen por grados las pul-
saciones del corazón ; por eso es terrible, y terrible sin belleza, una
tempestad en la cima de los Andes; el ánimo se abate, y la ener-
gía queda reducida á los términos pasivos de la resignación."
Al Sur de estas moles se tiende el valle transversal de Agua-
blanca, notable por sus morrenas, sus estrechuras terminales y la
ccLScada de 200 ms., por la cual lo deja el río, que luego orilla el
camino, por el que á medida que se baja hacia el Cerrito aumen-
tan las ruinas, llamando en especial la atención las desencajadas
cumbres del muro occidental. Todo el estrecho valle, entre el pá-
ramo y el picacho de Servitá, en más de dos leguas, se halla sem-
brado de piedras sueltas, rotas y angulosas que lo esterilizan y
despean las cabalgaduras y obstruyen el lecho del río que reci-
be el tributo de arroyos de aguas negras que bajan de cerros den-
tados sin bosque ni suelo estable. De lo alto de este mismo ramal
y hacia su origen se domina un grandioso panorama : las monta-
ñas todas de esta parte del Departamento, la Sierra Nevada de
Chita y las lejanas cumbres de Antioquia, divididas por un abismo
en el cual una faja de vapores blanquecinos revela el curso del
Magdalena, lo que forma un cuadro indescriptible cuando lo ilu-
minan los rayos de un sol poniente de verano.
Al Sur de esta línea de cumbres que se dilata imponente del
Almorzadero á Juan Rodríguez, se abre la profunda sima ó cañón
del Sube, y entre una y otro se tienden de N. á S. diversos valles,
entre los que priman los del Servitá y el Guaca, formado éste por
dos ramales de diversa importancia, pues si el occidental termina
sobre el Ch i camocha, el otro ofrece una hoz de medio kilómetro
de paredes verticales que da paso al río, más allá de la cual se
levanta el Espigón de Covarachía, que avanza á unirse con los pá-
ramos y cerros interpuestos entre Mogotes y Soatá, y en cuyo in-
terior y de S. á N. se abre el valle del Onzaga, de grande impor-
tancia por su posición topográfica. El valle del Servitá, en su parte
alta llamado jurado, riega las explanadas de Cerrito, Servitá,
Concepción y Enciso, pueblos que como Tequia y Málaga, gozan,
en el orden en que van nombrados, de clima diverso, desde el frío
y casi paramoso hasta el templado. En el remate del valle aleda-
ño al W., el del Petaquero, á orillas del Chicamocha, entre arena-
les, está Capitanejo, que por las influencias contrarias del calor que
remonta por el Sube y del frío que baja de la Nevada de Chita,
que le demoran al W. y al E., respectivamente, es de clima insa-
lubre y abunda en cotudos, Enciso algo se parece en esto á Capi-
tanejo ; Tequia y Málaga, que están en una alta explanada, lo go-
zan mejor y se rodean de abundantes sementeras.
Nueva Geografía de Colombia 607
El Cerrito es un bello y próspero pueblo, situado en una vega
alegre y fértil, que el río amenaza en sus tremendos aguajes, al pie
del elevado peñón de Cuscuta, de cima plana y flanco desnudo, y
tajado á pico, en tanto que á los otros rumbos lo rodean pequeñas
colinas vestidas de verdor, en cuyas faldas pacen los ganados. A
medida que se avanza al S. se hermosea el paisaje, se multiplican
los vecindarios y las torres de las iglesias; apenas se ha dejado
atrás el Cerrito, cuando aparecen las casas de Servitá, regadas en
la pendiente de un cerro coronado porehemplo. Siguiendo el abra
del río, al través de los cultivos, se corona lo alto de una hermosa
y abierta explanada, en cuyo extremo está la Concepción, de buen
caserío, y población robusta que no desperdicia un palmo de tierra.
Enciso, en un llanito á orillas del río, es notable en los anales mi-
litares del país, lo mismo que Capitanejo.
La ciudad de Málaga, en un hermoso llano, es centro de una
comarca eminentemente agricultora, y casi tan poblada como el
valle de Tenza, por naturales notables por la vigorosa musculatu-
ra de los hombres y la belleza de las mujeres, que á la gracia y
donaire de las calentanas, unen el colorido fírme de las que habi-
tan el páramo. Las tierras están todas apropiadas y cultivadas en
pequeñas heredades divididas por plantas vivas y sauces que se
liermanan pintorescamente con las sementeras. Málaga, que tiene
muy cercano el pueblo de Tequia, posee distinguida sociedad y
tiene un valioso mercado semanal, como que es centro de seis ca-
minos que cruzan tierras bien pobladas y de vario clima.
Más al Oriente, ó sea entre el Servitá y la cordillera que ya
domina á Casanare con sus encumbrados topes, se aglomeran be-
llos cerros, campos labrados y frondosos bosques, principio de la
comarca del Cocuy : son las tierras de Carcasí y San Miguel, que
riega el Petaquero, pueblos sanos, de temperamento frío, el pri-
mero en la falda de un cerro, el otro en una meseta, y á cuyo me-
diodía, tras una cuesta, ya en la hoya del Chiscas, se encuentra
Macaravita, también jardín de mieses variadas. A uno y otro lado
de la comarca suben hasta esconderse en las nubes los cabe*zos de
los páramos no habitados, pero donde los vecinos ceban ganado
mayor y siembran alguna cebada, y que al respaldo N. tienen la
hoya del Valegrá.
El ramal del poniente de Málaga ayuda á cerrar la hoya del
Guaca, y en un repliegue forma la del pequeño Molagavita. Este
pueblo y los de San Andrés y Guaca, que ocupan el valle principal,
tienen su asiento en explanadas cubiertas de habitaciones y labran-
zas, y que con sus barrancos dominan el lecho del río ó, mejor, cau-
daloso torrente. El fondo del valle del Guaca es un verdadero jardín
*en que se ven ondear las espigas del trigo junto á las brillantes flo-
res de variadas leguminosas, y en lo bajo las plataneras de verde
sombrío y los tablones más claros de la caña dulce y del maíz. Gua-
ca, en la falda de un cerro, y punto de reunión de una gran feria
anual, está á la entrada de uno de los puertos más bajos de los pá-
ramos del respaldo, que encierran el caserío de Mogorontoque, no
lejos de la Mesa Colorada ; San Andrés, en lo bajo del valle, es
uno de los Municipios más prósperos, ricos y florecientes de San-
tander.
.6o8 Nueva Geograf/a de Colombia
Las serranías que g^uardan este valle parecen destrozadas por
cataclismos, y de su frag^osidad dará ¡dea decir que la vaguada
baja casi tres mil metros en menos de diez leguas de tirantez. Por
este motivo, mientras los recuestos de la serranía que miran á la
parte opuesta de la hoya del río presentan planos tendidos y sua-
ves, los escarpes ribereños ofrecen cavidades profundas y paredo-
nes de rocas, cual si la base de las montañas hubiera sido cortada
á cercén por el impetuoso Chicamocha. Precipicios de un lado,
explanadas de otro, cumbres sombreadas por árboles majestuosos^
ó tapizadas por gramíneas siempre verdes, junto con los pueblos,
sementeras y los raudales del Guaca, constituyen un magnífico cua-
dro andino.
En fin, más al W. se desarrollan las grietas, mejor que valles,,
por donde bajan el Aguasclaras y el Manco, abrigando aquél los
pueblos de Cepita y Umpalá, el primero ya sobre el Sube, el otro
en el camino de Málaga y San Andrés á Piedecuesta, y que sirven
como de transición, pues se abren entre el valle de Guaca y la
mesa de Jéridas y planicies de Piedecuesta que se tienden al pie del
baluarte angular de la orografía de estas comarcas, formado, coma
queda dicho, por los páramos que enmarcan la mesa de Juan Ro-
dríguez.
A la derecha de las explanadas que corta el Saravita, hacia
el Socorro, las serranías se complican orilladas al N. por el Chica-
mocha, y entre ellas se encuentra hacia el Sur el llano de Mogo-
tes, perfectamente plano y cercado de altos cerros montuosos. Al
N. de este llano, es decir, sobre el Chicamocha, la tierra no se cubre
ya de vegetación vigorosa, y los relieves que se pierden sobre el
turbulento río, contrastan con los otros por su esterilidad, y en sus
desnudos flancos no hay señales de industria ni de tráfico algu-
no. Allí baña el río, lo mismo que en la fronteriza orilla, las bases
peinadas de los cerros, roídas por grandes barrancos que surcan
un terreno tan deleznable que con frecuencia no permite paso al
viajero. Corre el gran torrente á raíz de esos precipicios donde son
frecuentes los derrumbes y sensible la labor de las aguas bravas,,
únicas que los riegan. Al ocaso esta especie de serranía se une á la
Mesa de Aratoca, donde, como queda dicho, forman el paisaje
grandes planos inclinados vestidos de praderías y bosquecillos que
por un lado se extienden hasta el llano de Mogotes, y por otro
rematan en las escarpas del Sube, enfrente de Jéridas.
En su rumbo al N. la montaña de Corbaraque, ramal de los
páramos de Tundama, se deprime hasta convertirse en un lomo de
mediana altura sobre los terrenos aledaños, y así cargado de ale-
gre vegetación hasta la cumbre, se interpone entre el Socorro y
Charalá. De su cima en el camino que une esas poblaciones se do-
mina al oriente una gran cuenca rodeada al S. de páramos, y en el
resto por variadas serranías : es la hoya del Charalá, en la cual se
distinguen al frente, á medida que se baja, Oca monte. Riachuelo,
Corromoro y Cincelada, en vegas ó mesetas, pero todos en medio
de masas de verdura ; al frente, hacia el SE., se divisan los altos
cerros que guardan á Encino, en el camino de Tundama, y al pie, en
el centro del paisaje, la ciudad de Charalá, de grandes vicisitudes
históricas, que asienta su regular caserío, no muy aseado, en las
alegres vegas de la confluencia de los ríos Pienta y Tíquisa, cu-
Nueva Geografía de Colombia 609
yos valles, como los otros de la cuenca, están bien cultivados de
caña de aziücar.algoddn y otros frutos, y con el producto de éstos
se fabrican en garande escala azücar y panela y batán, 6 sea
tejidos ordinarios. La población, bastante densa, se compone de
vigorosos agricultores blancos, que en tiempo de guerra son va-
lientes y atrevidos soldados. Las grandes alturas del Mediodía
del valle del Charalá se componen de cerros despedazados, que
terminan en ángulos salientes y remedan una prolongada y an-
cha comisa dentada, sobre la cual se balancea una faja de ar-
bolillos siempre verdes, interrumpida por las quiebras de los arro-
yos que desde el borde se despeñan y desaparecen entre los derru-
bios y matorrales inferiores, Al pie de los cerros las ruinas de la
serranía se han acumulado en planos inclinados irregulares que
Figura Í31 - Porción de la pe^a de Sucica (Cundí na marca) — l)c fotografía
mueren sobre el rfo y sustentan chozasy estancias de labor. El ruido
de los torrentes que en todas direcciones bajan hacia el turbulento
río, que en lo más hondo del terreno los espera ; la soledad de los
altos cerros ; la vista lejana de las casitas sorjibreadas por árboles
y coronadas por ráfagas de humo ; el sentimiento de la seguridad
6lO Nueva Geografía de Colombia
con que cuenta el viajero, — forman un cuadro encantador. Al N.
de Charalá están los pueblos de Páramo y el Valle, en pintores-
cas posiciones, y un poco más abajo se opone al río un nudo de
serranías llamado Alto de Paloblanco, que, cerca de la hoz del
Monas, le hace variar de repente su curso echándolo para el W.
por un cañón en busca del Saravita, y en el vértice de esa violenta
inflexión está la ciudad de San Gil, enlazada por un buen camino á
Charalá.
Al E. de San Gil se extiende el territorio de Mogfotcs, que
principia por una serie de ramblas y recuestos alternados que va-
rían el paisaje, ora cultivado con valiosas sementeras, ora solitario
y ag'reste, pero siempre verde, lleno de frescura y amenidad.
Pasados los ríos Tubuga, Cuchicuira y Mogólicos, en el punto en
que se juntan para formar el Monas, que por una hoz busca el Cha-
ralá ó Fonce, se entra de repente en una llanura pareja, de unas
tres leguas de largo por una de ancho, ceñida, á manera del óvalo
de un medallón, por dos ramales de cerros lavados y desgastados
hacía el llano, que muestran en lo alto crestas desiguales y aristas
afiladas, y en medio de la llanura queda el pueblo de Mogotes,
de caserío extenso, decaído en parte de su anterior prosperidad,
pero adn núcleo de valiosos cultivos y de alguna industria fa-
bril. No lejos, hacia el WNW., se encuentra el Hoyo de Los
Pájaros, hundimiento circular de 184 ms. de profundidad por 14 de
anchura en la boca, análogo al del Aire en Vélez, y poblado por
guácharos y guapacos.
Al Poniente de esta cuenca se abre el valle del Onzaga, nor-
malmente, ó sea de S. á N., con los pueblos de su nombre y San
Joaquín. Este ultimo, antes llamado Petaquero, con lindas mujeres,
demora al respaldo de Mogotes y al opuesto pie del Alto de aquel
nombre, desde donde se le avista en un estrecho valle, al remate
de la cuesta, rodeado de cerros revestidos de profusa vegetación y
regado por seib abundantes arroyos tributarios del Chicamocha
por medio del Onzaga. El camino que gira para este último, pasa
primero al través de cerros y estribos dislocados con quiebras y
llanuritas intermedias, hasta el alto del Manco, de prolongada falda
hacia la margen derecha del río, en la cual se encuentra el pueblo,
de regular extensión, por todas partes rodeado de cerros, ya
en la región andina, según lo indican los vestidos de bayeta, el ha-
blar con los dientes apretados, sonando mucho la s, y los colores de
los habitantes y los productos del suelo. Tanto al S., vía de Santa
Rosa, como al E., camino de Soatá, tras cruzar tierras fértiles y
bien regadas, se asciende una prolongada cuesta por entre bosque
para llegar á la cumbre estrecha y breve del páramo, y á medida
que se asciende disminuyen el ruido de las fuentes, el de las aves y el
del viento, hasta hacerse total el silencio, cuando se pisa el terreno
de los arbustos resinosos, de lus musgos y de las gramíneas. El aire,
leve y perfumado, se respira fácilmente, y el viajero siente indefi-
nible bienestar al abandonar las tierras calientes y pisar las ver-
daderas comarcas andinas, tan profundamente amadas por los na -
turales de la cordillera, por los habitantes del campo y por los de
las ciudades.
Al Sur de las tierras de Charalá y Onzaga, entre el prin-
cipio de los cañones del Suárez y del Chicamocha, se alzan gran-
Nueva Geografía de Colombia Sil
des cerros que forman la cumbre 6 serranía que separa aquellas
tierras de las frías de Tunja y Tundama, y ramificadas de diver-
sos modos y en distintas direcciones, constituyen un país montuo-
so, arriba de páramos, donde el velludo frailejón prospera en
medio de altas peñas y los bosques lozanos descienden por los es-
tribos y escarpas hasta las redondas colinas inferiores alternativa-
mente cubiertas de gramíneas y variadas sementeras. Abundan-
tes riachuelos bajan de la espesura á los collados y valles, re-
frescando y fertilizando los prados en que pacen numerosas mana-
das de ovejas y muchedumbre de reses mayores, y las laderas y
explanadas enriquecidas con sementeras apropiadas á los diversos
climas de que allí se goza, y los grupos de pequeñas huertas en
que aparecen enclavadas las villas, pueblos y caseríos, hacen her-
moso el paisaje. Allí, junto á las habitaciones y tierras labradas
están los bosques vírgenes abrigando un suelo fértil, aún no tocado,
donde la naturaleza despliega todas las galas de la vegetación in-
tertropical ostentando sus diversos tipos, desde las cálidas vegas in-
feriores del Charalá, el Oiba y el Linguaruco, afluentes del Suárez,
hasta los fríos páramos que coronan el paisaje. Las aguas vivas
rompen por todas partes y riegan bulliciosamente grandes espa-
cios solitarios donde multitud de moradores podrían hallar fácil
sustento.
c) El Sar avila. Por entre las tierras del Carare al W. y las de
Guanentá y Tundama al E., desde Soto hacia el Sur hasta la Sa-
bana de Bogotá, ó sea por treinta leguas, se extiende una comarca
singular por su variada topografía y su marco en partes de altas
serranías, la que comienza con mesas análogas á la de Jéridas,
guarda luego el cañón del Sara vita entre roídas explanadas, englo-
ba después á derecha é izquierda las curiosas cuencas de Vélez y
Moniquirá, y por último absorbe, bien que sólo hidrográficamen-
te, la altiplanicie de Ubaté, en realidad simple continuación de la
Sabana de Bogotá.
En la primera sección las cumbres de la izquierda presentan
un aspecto salvaje por sus crestas én forma de sierra ó terminadas
en pirámides limpias de flancos descarnados y desnudos, puesto que
sólo algunos árboles aparecen entre las fracturadas y corridas es-
tratas de las rocas arenáceas y calizas, quebrantadas y hendidas de
arriba abajo. Las faldas que dominan el cañón del Suárez apa-
recen, ora escarpadas, ora cubiertas de bosque y á trechos derrui-
das por la impetuosidad de los torrentes, únicas aguas que des-
cienden de la paramosa cima de los Cobardes. Sobre el cañón
mismo del río, para formarlo, avanzan algunos planos inclinados
de terreno de acarreo que finalizan en paredones que calzados por
peñascos, terminan sobre las irregulares vegas del Saravita. En una
palabra, la cordillera parece una gigantesca ruina en que las es-
tratas forman ora anchos escalones aprovechados por los agricul-
tores, ora murallones y escarpas. Análogo es el suelo á la dere-
cha del río, pero como los relieves que lo guardan y dividen del
Charalá por esta banda son relativamente humildes, hay motivos
para suponer que la denudación se ha cumplido aquí con caracteres
dignos de los Andes. En esta zona por todas partes aparecen los
6l2 Nueva Geografía de Coloiibia
vecindarios y los pueblos rodeados de labran2as, haciendas y po-
treros; la presencia de numerosos habitantes la anima y vivifica
con el tráfico incesante por la multitud de caminos que en todas
direcciones cruzan la comarca.
Esta sección de las explanadas y mesetas del Suárez, asiento
de prósperas poblaciones, por Barichara, San Gil, Socorro, Oiba,
Suaita y Togüí se extiende de la cortadura del Sube á las breñas
de Vélez y Moniquirá, y en especial á medida que se avanza del
Norte al Sur ; vista del Oriente, parece un relieve en que alternan
los terraplenes y los escarpes, pero vista desde el Occidente, se
presenta como una planicie cortada por el río, en unas partes ondu-
lante, en otras llana, á trechos interrumpida por barrancos profun-
dos por donde corren los afluentes, á trechos surcada por arroyos
copiosos y riachuelos que se deslizan á flor del suelo por lechos de
piedra, y que con frecuencia se pierden por entre las grietas y ca-
vidades de las peñas para brotar más abajo y precipitarse sobre el
Suárez en raudales y cascadas.
El turbulento Chicamocha, en el final de su curso y desde
unas leguas antes de confundirse con el Saravita, con rumbo de
E. á W., pasa por entre Soto y Guanentá, denominándosele Sube
donde lo atraviesa el puente del camino real de Bogotá á Bucara-
manga, tendido en el fondo de una cortadura colosal de 830 nis. de
profundidad, flanqueada por los paredones de las mesas de Jéridas y
de Barichara, en cuyas escarpas se han labrado ziszás rápidos para
el descenso y ascenso, tarea enojosa en que se gasta media jorna-
da, bajo un sol de fuego en verano, en continuado peligro en in-
vierno, por cuanto agua, viento y piedras baten las vueltas de la
espiral. En el fondo de la hondura, por el continuado tráfico de la
vía y la bondad del temperamento para " tomar sudores," se formó
el pueblo de Jordán, habitado por trabajadores, valetudinarios y
convalecientes.
Ascendida la escarpa, rumbo del Sur, se encuentran: al E. Ara-
toca, engastada como nido de águila entre los picachos piramidales
de la serranía que al respaldo corta el Sube, con excelente clima y
población robusta y laboriosa, que vive de la agricultura y el comer-
cio, y al S., en la vía de San Gil, el bello pueblo de Curití, en una
ladera limpia y alegre y rodeada de estancias de labor bien cultiva-
das. Al poniente de este ultimo se dilata la extensa meseta de Bari-
chara, con la linda villa de su nombre, de bueii caserío y próspera
industria, en el borde occidental de ella, á cuyo pie las derruidas
escarpas forman un pequeño y prcfundo valle ribereño del Sara-
vita. Esta explanada, que domina la confluencia de los dos enor-
mes torrentes, concluye al W., inmediatamente después de las
últimas casas, en una cortadura repentina de 300 metros, á que
sigue el valle onduloso donde están Guane y Cabrera en sus flancos
N. y S., ya próximos al Saravita, mientras que al N. cae en inmen-
sas ruinas sobre el Chicamocha, y al S. termina sobre el Fonce.
Enfrente, al W., se encuentra la meseta de la Robada, fragmen-
to de la grande, que hoy fraccionan los cañones de estos ríos que
la han trocado en variada y pintoresca, en especial merced á nu-
merosas cascadas, entre las cuales se distingue la de Paramosa,
cerca de Barichara, que tiene 250 metros de caída, dividida en dos
Nueva GeoGKAFiA de Couihbia
saltos y protegida por una cavidad se micircular que se prolonga
hasu e! fondo del estanque labrado por las aguas al pie del terrible
precipicio. La bajada á Guane es una senda en extremo pendiente
y rodeada de profundos barrancos, rectilínea, capaz de desensillar
las bestias por la cabera, en lo cual poco le supera el camino de
Socorro, como que para alcanzar el puente colgante de Galán sobre
el Fonce, lo hace por un cerro continuo tallado en escalones, ser-
penteando en cortos giros por el filo de los despeñaderos y precipi-
cios, que se salvan gracias á la habilidad de las muías.
Por el otro lado de la meseta, ó sea de Curitt al Fonce, tras
bajar unas serranías sobrado escarpadas, se encuentra á San
Gil, importante ciudad, centro de numerosos caminos, en una es-
trecha vega riÍDereña del río, caserío en parte sobre éste, en par-
te en la ladera del próximo cerro, que á considerable altura forma
6 14 Nueva Geografía de Colombia
una explanada donde está el hospital entre casitas de pobre apa-
riencia. San Gil ha sido de tiempo atrás una población amante de
la cultura, el trabajo y el progreso, y á la fecha es superior al So-
corro, su antigua metrópoli, á la cual la une un camino que pasa
por Pinchóte, edifícado en la meseta del otro lado del cañón.
El puente y caserío de Galán, en el antiguo paso de Sardinas,
se encuentran en un paisaje agreste ; el Fonce ó San Gil, ya en
tierra caliente, Heva tumultuosamente sus aguas, corriendo á saltos
por entre gruesos peñascos de arenisca, al pie de bancos desnudos
que el camino del Socorro asciende por cuestas rápidas, después
de lo cual gira por terreno quebrado, ganando siempre en altitud,
y que á poco deja los matorrales para seguir en medio de casitas
y labranzas que cubren totalmente el suelo, ora siguiendo sus on-
dulaciones en incesante alternativa de colinas y cañadas profundas,
ora dispuestas en anñteatro, recostadas contra la falda de los ce-
rros mayores y cubriéndolos desde el pie á la cima. Cuando el sol
alumbra el paisaje, reflejado por esa serie de planos inclinados é
interrumpido con fuertes sombras en las angostas quiebras del te-
rreno, produce una suave gradación de tintes, desde el vigoroso co-
lorido de los próximos maizales, hasta el verde amarillento de los
lejanos cañaverales y los arbustos de oscuro follaje salpicados de
flores, todo esto recalzado por el brillo de las aguas vivas y la pre-
sencia de los cultivadores.
La ciudad del Socorro, madre, por decirlo así, de la comarca
á que dio nombre, y habitada por ese tipo laborioso y fuerte lla-
mado socorrano, pero decaída de su esplendor por haberse fia-
do demasiado de las prerrogativas de capital que hoy están en
manos de Bucaramanga, ocupa un plano inclinado cerca del rá-
pido y peñascoso Saravita, con clima templado pero no muy sano
por los repentinos cambios atmosféricos ; tiene mercado semanal
bastante concurrido. La irregular explanada en que se asienta el
Socorro está cortada al W. por la profunda y ancha quiebra en
cuyo fondo corre 600 ms. más abajo el torrentoso río, al pie E. de
la alta serranía de los Cobardes, que en más de 16 leguas corre de
S. á N. sin ramiñcación ninguna, en tanto que al respaldo está do-
minada por los cerros que dividen estas explanadas de la cuenca
del Charalá. El aspecto material del poblado es bueno, aún consi-
derable la industria manufacturera local, y bastante libres las cos-
tumbres del pueblo. Del antiguo convento de Capuchinos, que ocu-
pa la parte más elevada de la ciudad, se gozan bellísimas vist€is
sobre los pintorescos cerros del Ocaso, surcados por multitud de
arroyuelos.
De la ciudad el camino para Oiba sigue por el lomo de una
larga colina, hasta la meseta en que se asienta el poblado, al pie
de una grande explanada, con caserío bastante regular, centro de
siete caminos, entre tierras bien cultivadas, que forman laderas
abiertas y alegres. Otras dos vías unen los mismos puntos : la del
E. pasa por Conñnes, edificado en una meseta á cuyo pie se abre
el pintoresco valle del Guayacán, en tanto que la del W. lo hace
por Palmas y Guapotá, ambos en un llano alto, inclinado hacia el
próximo Suárez. Cerca de Oiba se cruza el torrentoso río de ese
nombre por un buen puente, del cual arranca un camino hacia
Nueva Geografía de CoLomiA
Cunacua, que demora en un plano inclinado en un vallejuelo que
hace jueg^o al del Guayacán, al pie de una serranía montuosa, con
desiertos al E. y altos cerros al W., en tanto que el real avanza
por Guadalupe y Suaita, en busca del Linguaruco, que parte li-
mites con Boyacá, ocupando la primera de esas dos poblaciones
una hermosa mesa, cuya escarpa occidental domina el lecho del
río, que en estas regiones ora corre por cauce lan estrecho, que es
una simple grieta, ora desciende de un golpe bastantes metros,
formando raudales vistosos y aun verdaderas cascadas de hermosa
perspectiva ; en tanto que la segunda se alza en un plano inclinado
hacia el Linguaruco, en cuyo hermoso puente se bifurca el camino
en demanda de Chitaraque y de Santa Ana. De Cunacua á Gámbi.
ta se esguazan los ríos Huerta y Tolosa, de rápida corriente, se
empalma el camino con el de Suaita y se cruza un territorio poco
feraz. Los cerros altos y descarnados y de contornos abruptos en-
vían á lo bajo las aguas llovedizas con rapidez perjudicial, porque
lavan y desgarran el terreno, lo que produce emigraciones entre
los labradores de este municipio. Gámbita, pueblo pequeño, está
asentado en un vallecito angosto, en que terminan las pendientes
laderas de dos pequeñas serranías paralelas, de un suelo bastan-
te ingrato, como que sólo encierra algunas cañadas fértiles, que
como oasis rompen la esterilidad general, provenientes de los alu-
viones de los ríos Gámbita, Porqueras y Huertas, tributarios del
Linguaruco, que lo es del Saravita, lo que no obsta para que los
moradores establezcan cultivos dondequiera que hallan un rincón
Figura 333— Cascada del río Suárn 6 Saravila— De fotografía
6i6 Nueva Geografía de Colombia
capaz de soportarlos. A pesar de esa pobreza del suelo, los alrede-
dores no carecen de belleza, por la variedad de los cerros circun-
vecinos, á veces redondeados y con laderas tendidas y cultivadas,
á veces áridos y escarpados y de cuyas cumbres se precipitan con
ruido varios arroyos, formando cascadas, entre las cuales se dis-
ting-ue la de Santafé, grueso chorro que salta más de 30 ms. sobre
los arbustos, para perderse luego en la espesura, y la del Palmar,
de 100 ms. de caída limpia. Otra ^«^¿/Wa caprichosa, desdeñando
correr por las sinuosidades del terreno, ha ido á perforar una co-
lina al SW. del pueblo, dentro de la cual forma una curiosa cueva
de 4 hectómetros de largo, llena de numerosas estalactitas.
De Gámbita á Moniquirá el camino pasa por Togüí, situado
en la confluencia del río de su nombre y el Uvasá, y por Chitara-
que, cerca del Riesito, al pie de una peña, quedando cerca de éste
y al W. Santa Ana, en un plano, también cerca de una peña, so-
bre el camino que pasa por Suaita, y Pare, en un llanito inclinado,
no lejos del Saravita. La vía cruza tierras bastante quebradas,
cubiertas de sementeras y regadas por multitud de arroyos, que-
dando en el puente del Porqueras otro punto del límite entre San-
tander y Boyacá.
Revolviendo al N., para recorrer la banda izquierda del río,
en primer término hallaremos las tierras de Chucurí, desiertas no
hace muchos años, y hoy con bastantes moradores y dos pueblos.
En las márgenes del río Chucurí, entre cafetales y dehesas, está
San Vicente, unido á Zapatoca por un áspero camino que transmon-
ta la Cuchilla de Ramos ; en los declives que terminan sobre el
ahocinado Sogamoso, se encuentra Betulia, en la meseta de un
grupo de grandes cerros y con próspera agricultura en contomo
De la eminencia de la última meseta que por este lado presenta-
la serranía, se descubren al N. los cerros de Girón y las revuelta^
colinas y montañas que dominan el cañón del río, antes cubier-
tas de selva solitaria y á la fecha con bastantes siembras y pasta-
les. Al W. se hunde la tierra y oculta sus profundidades bajo las
copas de extenso bosque, de cuyo seno, dos leguas más allá, surge
la ponderosa mole de los cerros de Piedra Blanca ó la Cruz de
Macana, y cuando se llega á esta cumbre y se mira al Poniente y
al Norte, no hay términos para la vista, que divaga por el ámbito
de un horizonte sin límites. Enfrente se desarrollan los vastos
espacios regados por el Oponsito y el Opón; más allá brillan como
espejos las grandes ciénagas, y más allá todavía la plateada zona
del Magdalena, recostada entre las indecisas serranías de Antio-
quia, que se confunden y pierden en la niebla del espacio. Las
selvas seculares, los silenciosos ríos, los cerros con sus elevados
escarpes y sus cornisas de rocas, todo desde tan alto parece pe-
queño, deprimido, sin ruido ni agitación ; y sin embargo, allí hier-
ve un mundo entero de animales, todo es colosal y exuberante; un
precipicio tremendo separa estas regiones del cerro de Peña Blan-
ca, fajas de viento pasan por encima del observador, haciendo
crujir los árboles que lo rodean, y de repente el rumor cesa y en
el abismo apenas se ven remolinear las copas del bosque más cer-
cano, y después nada, silencio, quietud y sombras. A la derecha,
en la dirección del N. se dominan los ramales en que se divide la
Nueva GrografÍa de Colombia 617
cordillera, rotos, irregulares, que corren como luchando por no su-
merg^irse en los montuosos pantanos del W., pero al fin caen revol-
cados sobre el Sogamoso, que los encuentra de través y parece que
los corta con irresistible curso por entre inmensos murallones, hasta
despedazar el cerro de I--a Paz, ultima barrera desde donde sigue
manso y majestuoso en busca del Magdalena. Casi al NE., por una
ancha depresión de las serranías, se columbra á Bucaramanga, y
en seguida, semejante á una cinta rojiza, el camino de Pamplona.
Detrás, á la izquierda, cerros intransitables, montañas tupidas, cas-
cadas, desiertos donde nadie ha encendido todavía el fuego del
hogar.
Los golpes de vista grandiosos, los paisajes maravillosos, son
frecuentes en los Andes ; pero los que se observan en los límites
de las dos regiones sub-andina y super-andina, es decir, cuando
en una cumbre de la tierra fría se tienen á los pies las selvas, ríos
colinas y llanuras de la tierra caliente, no son comparables con
nada, ni hay acaso manera de representar ese conjunto sublime y
majestuoso de dos naturalezas tan diversas y tan semejantes por
la pujanza y la variedad de sus formas.
Al Sur de San Vicente, Betulia y Chocoa, en una explanada
muy semejante á la de Barichara, que le demora al SE., queda
Zapatoca, población de extenso y buen caserío, indiscutible pro-
greso, clima suave y sano y campos cuidadosamente cultivados
hasta el punto de que entre semana- el lugar queda poco menos
que solo, pues las mujeres se encierran á tejer sombreros, y los
hombres, de talla y robustez admirables, andan por sus labranzas
6 por los mercados de los pueblos inmediatos. El camino para Ba-
richara gira primero por tierra ondulada, entre la serranía del Opón
y la cadena de cerros que concluyen á cercén sobre el profundo y
desgarrado cañón por donde llevan bramando sus aguas los ríos
Saravita y Chicamocha, que allí se reúnen en ángulo casi recto
para formar el Sogamoso, gran tributario del caudaloso Magdale-
na; y luego hasta el primero de aquéllos por una larga cuesta de
1,200 ms. de altitud, llamada del Comedero, en la que se pasa de
la tierra de las rosas silvestres y las llanuritas vestidas de menuda
grama, á la de los tunos y cardones ; de la frescura del ambiente
al calor abrasador.
Sin bajar al Saravita, sino siguiendo al Sur por los derruidos
flancos de los Lloriquíes, se entra á Galán, situado frente á Bari-
chara, en lo alto de una meseta igual á la de esta ultima ; luego
se alcanza el Palmar, al W. del puente Ramírez, en la falda de un
monte, al pie de la mesa alta en que frente al empinado cerro de
los Cobardes está el Hato, y por ultimo se encuentra á Simacota,
también en la falda de una altura, en un pequeño valle, casi al
W. del Socorro, bonito y aseado pueblo, con caserío de blancura
reluciente y cubierto de teja, y centro de variadas industrias y culti-
vos ; el camino hacia aquella antigua capital delinea un ángulo de
opuestos declivios, á trechos muy pendientes, en cuyo fondo brama
el Suárez bajo un hermoso puente que reemplaza la antigua tara-
bita ó cabuya, establecida antes no muy lejos de allí, donde el
río mide 80 ms. de anchura, y que consistía en un cable de 24 rejos
Nufua Geografía de Colombia tomo i 40
NiT.VA Geografía dk Coi.oubi
retorcidos, tendido en arco entre dos morror-ta 6 sostenes laterales.
Todavía más al S. se encuentra en esta bandí, en la explanada de
17 — \
\ iE> I» «34—1-» hi ; a i'el Sogamoso, scfii
t^etrc'.FscaUs l;l.6co.coo
Nlf.va Geografía dk Colombia
un cerro, el mediano pueb!o de Chima, arríba del puente del
Cajón, casi frente á Oiba,del cual depende el Lazareto de Contra-
tación, y término de la sección del Socorro, puesto que los lugares
que siguen allende Las Escaleras y La Selva de los Cacaos, que-
dan á bastante distancia y geográficamente pertenecen á las tie-
rras de Vélez.
A medida que se remonta el cañón del Suárez se acercan y
amontonan los relieves, el paisaje varia y cambia la naturaleza del
suelo. El río se precipita por en medio de rotos cerros que sostie-
nen mesetas anchas cubiertas de yerbas amarillentas, de arbustos
y de tal cual sementera de mafz ó caña de azúcar, y hace más y
más torrencial su curso hasta el Puente de Piedra, ó sea la hoz
por donde bajan sus aguas de las templadas altiplankia de Chiquin-
quirá. La parte superior del cañón, la que separa las tierras de Vó-
Icz y Moniquirá, se descubre principalmente de la cumbre que la
encajona por la banda izquierda, en cuya falda y entre verdes
campiñas se asientan, más ó menos próximas al fondo, las casas de
Güepsa, Site y Puente Nacional, de suerte que por todos los can^.i-
nos que la cruzan aparece como un jardín ceñido en lo bajo por
la plateada cinta del Saravita, que en multiplicadas vueltas se
esconde entre los cerros. Sementeras de trigo, maíz, cebada, plá-
tano, caña, café, añil y menestras indican la fertilidad del terreno,
en su mayor parte dividido entre pequeños propietarios industrio-
sos y activos.
Como una legua adelante de Puente Nacional está el puente
ie pitara, que es una aglomeración de rocas gigantescas, al pa-
Ip* *3S — El puente natural de Ruroichaca — Según el ílbum de la Comisión
Cotogti ñca — Inédilo
620 Nueva Geografía de Colombia
recer rodadas unas sobre otras en un espacio de 200 ms., encla-
vadas y trabadas de manera que constituyen una bóveda, por
debajo de la cual pasa bramando el río, que sale á 30 ms. de pro-
fundidad. En tiempo de fuertes lluvias, el Saravita se halla estre-
cho en el socavón y desborda por encima de los peñascos, for-
mando saltos ruidosos que no quebrantan la estupenda fábrica
que, vista del pie, donde constituye un plano por el cual pasa el
camino, presenta un paisaje admirable: una rica vegetación cubre
ambas orillas, los árboles se inclinan sobre los peñascos rojos y
parduscos que se encaraman unos sobre otros hasta perderse
en un espeso cortinaje de verdura matizado por flores silvestres
y rasgado á trechos por torrentes de espuma, en tanto que debajo
se oye el sordo tronar del río. A los lados se forma la hoz que
mide más de mil metros de profundidad, amurallada por cerros
cercenados por lo menos hasta la mitad, y cuyos derrubios forman
por dondequiera vallecitos y laderas de un terreno revuelto, de
configuración particular.
Al Oriente, para dividir esta porción del valle de Leiva, se
levanta como en anfiteatro el extremo N. del páramo de Merchán,
en tanto que al opuesto lado se tiende un territorio lleno de cerros
enlazados por mesetas y pequeños valles pabulosos, á veces sepa-
rados por cuencas profundas que el agricultor aprovecha para es-
tablecer sementeras de climas más cálidos. Cerros numerosos que
se ramifican de diversos modos y con formas diferentes, se extien-
den sobre todo el país sin presentar ningiín sistema distinto de en-
lace, ó de ramificaciones, cual si hubieran sufrido grandes trastor-
nos después de formados. Es la tierra de Vélez, en la que de lo alto
del ramal del poniente se descubre al pie el Valle de Jesús, que de
valle no tiene sino el nombre. Estas breñas se enlazan con las ya
mencionadas de Quitisoque, Saboyá, que las domina á todas, Pe-
ñasblancas y Bolívar, á jcuyo respaldo corre el Carare, y mues-
tran cumbres inaccesibles talladas en forma de dientes de sierra,
preludio de los Cobardes, que dejan ver las peladas rocas prime-
ro, y más abajo se visten con árboles corpulentos hasta su pie, ó sea
hasta el principio de los campos labrados y las colinas y faldas ta-
pizadas de gramíneas.
Cuanto á Vélez, situada en un plano inclinado, al pie de una
elevada peña, eslabón de la serranía principal, queda á una altitud
tal, que desde ella se domina una vasta extensión de terreno.
Hacia el S. y á lo lejos se divisan la peña de Saboyá, el alto de
Las Cruces y el cerro Quitisoque ; al N. y al W., la Peña que
domina la ciudad, y al NE. la dilatada hoya del Suárez, por la
cual alcanza la vista fácilmente hasta los cerros que respaldan
la ciudad del Socorro. Las mesas que con declives suaves termi-
nan rápidamente en la hoya del Suárez, sustentan varios pueblos
rodeados de labranzas, después de los cuales sigue la prolongada
hilera casi horizontal de las cumbres, que como el marco de un
cuadro, cierran por ambos lados el paisaje. Al Oriente y por las
aberturas de los valles que dan paso hacia el Suárez á las aguas
recogidas en las tierras de Leiva y Moniquirá, se alcanzan á ver
las cortadas peñas inmediatas á Togüí, y en el último término la
distante perspectiva del Boquerón de Rovarita; por este Boquerón
Nueva Geogr>^ FIA DE Colombia 621
y entre peñascos pasa el Uvasa, al S. del Linguaruco. Al respaldo
de las mesas del Suárez cambia el aspecto del país, pues cesa el
cultivo de la tierra y empiezan las montañas vírgenes de la serra-
nía que va á culminar en la Rusia, Ture y Guantiva. Tan solo
cerca de Togüí, Chitaraque y en la orilla del Moniquirá reapare-
cen los cerros limpios, abundantes en pastos y cuidadosamente
cultivados por las numerosas familias agricultoras que los habitan.
De la encumbrada serranía llamada Peña de Saboyá, inter-
puesta entre el Suárez y su afluente el Valle, y que á su pie W.
por el camino de trasmano tiene el vecindario del Chuscal y el fa-
moso Encenillo, se domina completamente la hoya del Guayabal y
Del Valle, que corren de S. á N. á unirse con el Guache ó Bolívar,
que en rumbo inverso desciende del respaldo de Vélez, reunidos to-
man el nombre de Popoa y cruzan al E. por una enorme hoz á ren-
dir su tributo al Suárez, entre el Puente de Piedra y el Puente
Nacional. De esa cumbre se domina una serie de cerros y colinas
que al parecer se inclinan hacia el Magdalena, ilusión que á mu-
chos engaña, y acaban por perderse entre la niebla del horizonte.
La bajada de todos los senderos que cruzan la mencionada serra-
nía es sumamente rápida, y por ellos se penetra á una comarca
estriada de valles y caminos separados por angostos relieves, cuyo
clima desciende hacia el N., rumbo con el cual baja el suelo; y que
hacen parte del Valle de Jesds. Por dondequiera se ven allí casi-
tas rodeadas de sembrados, gente entregada á las faenas del cam-
po, y desde que la temperatura lo permite, cañaverales y rústicos
trapiches. Hacia la grieta transversal ya mencionada se encuen-
tra el pueblo del Valle de Jesús María, en una ladera ondulante
que remata sobre la izquierda del 1 ío del Valle, con buen caserío,
signos evidentes de progreso y habitantes laboriosos, robustos y
hospitalarios. Al W., aiín entre montañas, pero ya hidrográfica-
mente en la hoya del Carare, está el novísimo pueblo de Sucre,
avanzada de la civilización en la conquista de las riquísimas co-
marcas que fecunda ese considerable afluente del Magdalena.
Pocos kilómetros al E. del pueblo del Valle se encuentra la ci-
tada hoz del Popoa, que á la derecha guarda un camino estre-
cho y pedregoso que costea los arruinados cerros de esa margen,
en tanto que á la izquierda queda una hondonada irregular ; más
adelante la ruina aumenta, la cima de los cerros laterales se pre-
senta cercenada y en partes cortada por cauces profundos á los
cuales corresponden socavones en lo bajo ; después yacen despa-
rramados por dondequiera peñascos enormes que pertenecen á la
región del Puente de Piedra.
Al norte del Valle de Jesús, ó sea en la hoya del Guache, está
Bolívar, en la falda de una elevada serranía, idéntica en estructu-
ra á la que señorea á Vélez, pero escasa en aguas vivas, por cuan-
to los manantiales se hunden en las grietas y desaparecenpor las
cavernas que perforan las serranías y sus estribos. Como abundan
las piritas de hierro frecuentemente incendiadas, resulta aquí y
allá una especie de inofensivos volcanes que lanzan vapores y en
contorno muestran inalterada la vegetación.
Rumbo del E., á la entrada del nunca realizado camino del
Carare, que será su salvación, está, como se dijo, Vélez, á la ban-
622 NuKVA Geografía de Colu^ibia
da meridional de un alto cerro, con calles irregulares, edifícios de
pesado aspecto, y aun cuando centro real y político de una región
extensa y rica, con aspecto de ciudad decadente y aletargada. El
camino al Magdalena asciende á la peña de Vélez por medio de
cortes trabajados en una cuchilla angosta, por una meseta estrecha
y una planicie irregular, origen del Guache, y poblada hasta la cima
del Roble, donde comienza una extensa serie de cerros cuyos ra-
males opuestos se pierden abajo en las selvas del Carare ; pero que
en lo alto se muestra sembrada de casitas desparramadas en los re-
Heves y profundos vallecitos intermedios. Coronan estos cerros árbo-
les frondosos que contrastan agradablemente con las rocas descar-
nadas. La cumbre de las serranías permanece entera, pero el res-
to ha sufrido raros hundimientos productores de planos inclinados
sembrados de fragmentos de rocas, de hoyos espaciosos en figura
de embudo ; por más de una legua se ven innumerables peñascos
desnudos y labrados por la intemperie en mil formas caprichosas;
murallas colosales, torres almenadas, ruinas de ediñcios, cuyas ma-
sas blanquecinas interrumpen el fondo de verdura sobre que se
alzan. No hay ruido que no sea devuelto por ecos multiplicados,
no hay recodo del camino que no guarde una sorpresa entre los
súbitos pliegue del terreno.
Al N. y al S. de Vélez están, respectivamente, los pueblos de
Chipatá, en la meseta de un cerro, y Guavatá, en un llanito, como
aquella ciudad en la hoya de la crecida quebrada Ropero, dividida
del Suárez por una serranía que termina en Juntas, sustenta el pe-
queño pueblo de San Benito, pasa al respaldo de Güepsa y parece
ser la continuación de la de Saboyá, separados los dos fragmentos
por el Popoa, quedando en el del N. el Alto de Juyamuca, cuyo
flanco meridional es el que llega á dicha quiebra, en tanto que su
respaldo se une á estribaciones de la peña de Vélez, y su largo
frente descansa sobre el cañón del Suárez, enfrente de las tierras
de Moniquirá. Al W. de Juntas, y encaramados en los flancos de
un valle que se abre sobre el del Ropero, se encuentran La Paz y
Aguada, pueblos eternamente rivales.
Aquí, entre Vélez y La Paz, está el famoso Hoyo del Aire,
hundimiento en la falda de la serranía, pozo de figura elíptica, que
mide 300 ms. de circunferencia por 118 de profundidad hacia
la parte superior del plano inclinado de la falda, y 75 hacia la in-
ferior; la longitud de los dos diámetros alcanza á 112 y 87 ms.
Las paredes del Hoyo, verticales, se hallan cubiertas de vegeta-
ción y habitadas en sus grietas por gran número de guacamayos,
cuyos brillantes colores lucen en lo profundo al cortar oblicua-
mente en su vuelo espiral los rayos del sol. El fenómeno no es
único en la comarca, sólo que los otros hoyos no tienen paredes tan
verticales, y de ordinario, en la parte opuesta á los cerros en que
se abren, presentan una rambla que se confunde con el resto de la
falda en lo bajo de la ladera, y el fondo se halla cultivado y á ve-
ces hasta con poéticas viviendas.
Entre el Saravita y las tierras de Tunja, y dentro de un óvalo
irregular formado por dos largos ramales que se desprenden del
alto páramo de Gachaneque, se comprende una comarca subdivi-
dida en dos porciones que cruza en toda su longitud el rio Moni-
» Geografía de Colombia 623
quirá ó Sjtam archín. La septentrional encierra á Moniquirá, boni-
ta poblacidn, que casi rodeada par el río, se asienta en un estrecho
valle, centro de cinco caminos y con terrenos y productosanálog'os
á los de los próximas Togül y Pare. La meriódional es un espacio
de 35 leguas D de paíí árido, sin bosques, sembradb de cerros
desolados, rocallosos, desnudos, á cuyos pies y en giros muy irre-
gulares se encuentra una planicie que se extiende de S. á N. á
rematar en la hoz di las Minas, con un recodo al SE., pues en su
extremí N. las ribtras del río (ahora Moniquirá) van revolcadas
; Figura 236— Putnltí nalural de Cunday ó Puente de lierra— Del ilbum de U
Comisii^n Corogiifica — Inédito
como las del Valle en Popoa. Eíte país colinda por todas partes
con territorios fértiles, bien regados por aguas vivas que contras-
tan con lo árido y raído del suelo leivano ; salvo algunas hondo-
nadas y pequeños valles vestidos de verdura, el país sólo es una
aglomeración de tierras amarillentas y rojizas, cubiertas de guija-
rros en vez de plantas. La porción cultivable no es suficiente para
sustentar á los habitantes, á quienes no queda otro recurso que emi.
grar á las regiones vecinas menos ingratas, como son la montaña
de las Quebradas al Esle y el páramo de Meichán al W., donde el
territorio cambia de aspecto, se cubre de bosques y ofrece una fer-
tilidad que contrasta con la pobreza y desnudez de los cerros del
centro de la cuenca. El fondo sustenta sementeras que serían me-
jores y más valiosas si los vecinos lo aprovecharan para cultivos
industriales. Allí está la Villa de Leiva, á orillas del Cáchira, en
clima tan benigno como sano, compuesta de casas de teja mal
construidas, y sin señales de progreso ni vida para lo por venir ;
de cortejo le sirven Chíquisa, encaramado en una falda al E., y
624 Nueva Geografía de Colombia
Sáchica al frente, en la misma llanura. No lejos, en el camino de las
minas de cobre, y en las faldas de una fértil serranía, está Las Que-
bradas, que reemplaza á Gachantivá, edificado á orillas del Gane,,
en suelo improductivo. Volviendo al S., y tras larga cuesta al
través de terrenos cultivados, se encuentra á Guatoque, de mez-
quino aspecto, como lo es el caserío de Ecce-Homo, y casi reduci-
do á un antiguo convento. Al £. demora, limitada por los riachue-
los Sutamarchán y Cáchira, la porción de planicie llamada Valle
del Infiernito, donde existen unas ruinas prehistóricas de piedra,
falsamente miradas como obra de los chibchas.
Luego, pasando por Sutamerchán, Tinjacá y Ráquira, pue-
blos pequeños, todos en algún llanito, á orillas del río, habitados
j)or agricultores y trabajadores de loza ordinaria de barro, en que
prevalece la del ultimo por su calidad superior, se llega á Gacha-
neque, crestería que á un tiempo domina las llanuras de Ubaté y
las de Chocontá. Una legua y media al E. de Ráquira está '* El
Desierto de la Candelaria," lugar apacible y fresco, poblado de
casitas que rodean un convento de maciza fábrica, sobre el cami-
no de Tunja, el que tras girar por algunos estribos y recuestos del
páramo de Gachaneque, guía á una planicie limpia é igual, donde
se asientan Samacá, Cucaita y Sora, rodeados de ricas sementeras
y hermosos grupos de sauces, lo cual da al paisaje el aspecto de
un jardín, confirmado por la fragancia de los rosales sembrados á
orillas de los caminos ; pero como de costumbre en la cordillera,,
el aspecto y disposición material de los poblados de ninguna ma-
nera corresponde á la belleza de los paisajes. La pequeña pla-
nicie circuida de altos cerros, y que abandona el Chorrera por la
hoz del Desaguadero, comprendió antes otros tres pueblos : Sachi-
quisa, Chausa, en la cabecera del Llano de Paiagüí, y Juacá, cer-
ca de Samacá, en la vía de Cucaita. Esta región es una especie de
pilar análogo al de Juan Rodríguez, como que al E. colinda con
las aliiplanicies de Tunja, al S. domina el Valle de Tenza, y al SW.
señorea las hermosas llanuras que sirven de taza para formar el
Suárez.
En efecto, de la cumbre del boquerón de Tierranegra, pro-
longación de Gachaneque, levantada entre las dos hoyas última-
mente citadas, se ve dilatar hacia el S., como rica alfombra, una lla-
nura que termina contra la distante y azulada cordillera de Camaos
y Tequendama, enmarcada á los costados por series tumultuosas
de cumbres, en tanto que hacia el N. surgen otras múltiples cres-
tas, desnudas, despedazadas, que forman dos ramales, á cuyo pie
se extiende un anfiteatro de cerros menores. De esa altura se ven
clara y manifiestamente los dos grandes valles contrapuestos, de
fondo limpio y nivelado. Bajando al N. un par de leguas por la iz-
quierda del pajizo caserío de Tausa, que debe su existencia á una
salina, al través de un suelo revuelto y trastornado, de altos ce-
rros y profundas sinclinales en que descuella el gran peñón que
domina el boquerón de Tausa, cruzado poi estrecho y de sigual ca-
mino que rodea la base de la poderosa escarpa, se pasa por Suta-
tausa, y luego, á otras tantas leguas de vía ancha y alegre, por el
costado de Cucunubá, queda Ubaté, en un valle repleto de valio-
sas haciendas de ganado ; atraviesan la llanura los riachuelos Hato
de Subia y Ubaté, que vienen de las altas cumbres del W., donde
Nueva Geografía de Colombia
en una mesa se asienta el Carmen de Carupa, y el Lengfuazaque,
que to hace de las del E. y nega el valle donde está el pueblo que
le da nombre, cerca y al S, de Guachetá, al respaldo de Chocwiti
y no lejos del lindo Cucunubá. La fertilidad del suelo, la loza-
nía de los ganados, la belleza del cielo y la hermosura del paisa-
je, no dicen con Ubaté, villa de buena sociedad pero de caserío
irregular y calles tortuosas, no obstante el progreso que lo ha mo-
dificado un tanto en los últimos años.
Desde Ubaté empiezan á verse al NE. los principios del lago
de Fiíquene, que qui7¿ sin razón se dice colmó otro tiempo toda la
llanura comprendida entre los altos de Sutatausa, Simijaca y Sa-
boyá, con 8 leguas de longitud por dos de anchura. Un poco ade-
lante de Ubaté el camino deja el llano, y sin saber por qué, sigue
por encima de cerros escarpados, uno de los cuales es el alto de
Buenavista, y otro el Volador de Fiiquene, de cuya cima alcanza
la vista una grande extensión hacia Chiquinquirá : es un mar de
cerros verdes que contrasta con el oleaje azu! del vistoso lago.
Entre esos relieves está el pueblo de Füquene. y pasado el Vola-
dor, el de Susa, bellamente situado en una llanura limpia, también
haciendo frente á la la^juna, próximo á las hermosas alamedas del
cercano Simijaca, cuyos sauces se mueven á impulsos de embal-
samada brisa y sombrean un riachuelo de aspecto encantador.
Dejando atrás á Simijaca y su cristalino río, que baja por un
cañón desde las tierras de Carupa, se entra á otro valle amentsi-
Kigura 137— Rocas pintadas de Panli— Scgn. K André
626 Nieva Geografía de Colombia
mo, tendido de SW. á NE., ceñido de altos cerros que terminan
hacia el llano en multitud de colinas redondas, de suaves laderas,
salpicadas de casitas y con variadas sementeras que hacen el efec-
to de un mosaico de diversos colores, desde ti negro de los terre-
nos recién arados, hasta el amarillo de los trigales en sazón y el
verde de los prados. En mitad de ese valle se alza el caserío de
Chiquinquirá, especie de apéndice del gran templo que lo domina,
famoso en todos los ámbitos de la Repiiblica y aun más allá, cen-
tro de grandes romerías en los pasados siglos, y de valioso merca-
do en la actualidad. Al ^W. de la ciudad está Caldas, en una 11a-
nurita, y al N., en el principio del cañón, '^Saboyá, célebre por su
piedra pintada ó roca, que contiene figuras que se dice son jeroglí-
ficos chibchas. De allí en adelante, ya próximo al Puente de Piedra^
el perezoso río de las alturas se alborota y se convierte en enorme
torrente de las tierras subandinas.
Esta comarca, desde cualquiera de las altas cumbres que la
enmarcan, presenta al viajero una hfírmosa perspectiva : lomas que
suavemente bajan á una llanura nivelada, en cuya parte más baja
rielan las aguas de un lago, y en el resto es cortada por un río que
perezoso se desliza en mil giros y en silencio al través de verdes
praderas de grama, campos labrados, potreros de ceba, casas de
campo y humildes cabanas de campesinos. Por una parte se ex-
tienden las ricas sementeras de Saboyá y Caldas, y el crecido ca-
serío de Chiquinquirá, en medio de colinas redondeadas ; y por
otra, se alza el dilatado cerro llamado páramo de Merchán, de
cumbre al parecer plana y continua, limpia y descubierta, pero de
la ciial bajan á la llanura multitud de arroyos. Por dondequiera
flores, verdura, labranzas, ganados, el ruido del trabajo humano, el
animado cuadro de una tierra poblada, fértil y sana sobre toda pon-
deración. Al Sur del lago la llanura se bifurca para seguir en
brazos á lo largo de los ríos, constituyendo valles que no desdicen
del peristilo, como se dijo, son asiento de varios pueblos, y lue-
go se tornan en cañadas y acaban por perderse en los páramos
que enmarcan el recinto, y que si hacia el Sur apenas se destacan
sobre las tierras de la Sabana de Bogotá, al W. y al E., sobre
Muzo y el valle de Tenza (hoya del Meta) se muestran como mu-
rallones gigantescos é inaccesibles al parecer.
Si en las altiplanicies el tipo de los pobladores pertenece, como
es natural, al grupo de las cordilleras, ya en Vélez y Moniqui-
rá principia á transformarse, y en el cañón mismo se exhibe com-
pleto en ese notable espécimen llamado socorrano en el país, el
rival del antioqueño en formalidad y laboriosidad, pero que en vez
de minero es fabricante, agricultor y comerciante ; con mucho de
aragonés y catalán en su carácter, celoso de sus fueros y liberta-
des, valiente y sufrido en la guerra, pero sin el ardor del caucano
ni la frialdad del indio boyacense ; amante de su tierra, pero listo á
toda hora á trasladarse al cabo del globo, si en ello encuentra pro-
vecho y ventaja. El socorrano es incansable y tenaz en el trabajo,
económico, callado, hábil hasta para cultivar las tierras menos fér-
tiles ; trata siempre de ser propietario, y emigra en busca de ese
ideal, si no lo realiza en su tierra.
Nueva Geografía de G)lombia 627
d) Ll Chicamocha, Al Sur de la Mesa Colorada, al E. de Ca-
sanare y al Ocaso de las tierras de Onzaga-Charalá, por el pie
mismo de la Sierra Nevada de Chita, se extienden hacia el Me-
diodía las que forman el cañóii del Chicamocha, río que engloba
las altiplanicies de Tundama, que, caracterizadas por la irregula-
ridad de las barrancas ribereñas y las ruinas de los cerros adya-
centes, presentan un aspecto análogo á las que cruza el Suárez, y
revelan, por lo mismo, comunidad de origen con éstas ; otro tanto
sucede con las altiplanicies donde se abren sus tranquilas fuentes.
En el vértice mismo del ángulo que forma el Chicamocha para
doblar al Ocaso en busca de la grieta del Sube, y no lejos del Chi-
tano, desemboca el Chiscas, de corrientes no menos bravias y que
arriba de la garganta que ocupa en su porción baja, se abre en
haz de brazos que penetran por las cañadas y vallecitos de un
emiciclo de montañas que, á partir de la Sierra Nevada de Chita,
forma las pintorescas tierras del Cocuy, llenas de pueblos, case-
ríos y labranzas, de tal suerte que su aspecto encanta la vista y
preludia lo que más al Mediodía constituye el valle de Tenza. De
€stas poblaciones, el Cocuy, que es su centro, rivaliza con Soatá
por su riqueza y desarrollo en los últimos tiempos. Desde el punto
de vista hidrográfico, debe observarse que es en la prolongación de
la quiebra del Chiscas que se abre esa gran grieta del Sube, por
la cual todas las aguas que forman el Sogamoso buscan su cami-
no al Magdalena.
En el centro de la cuenca y en la confluencia de tres estribos
que descienden de la Sierra Nevada, está la ciudad del Cocuy, en
un vallecito, con buen caserío y mejor mercado, porque el terri-
torio produce frutos, ganados y tejidos afamados, y tan fértil es
el suelo de la comarca, que hay caña y plátano con sólo 20° de
temperatura, y maíz de grano tan grande como una haba ; desgra-
ciadamente la comarca carece de buenos caminos, lo que unido á
lo doblado del terreno, ha hecho á los habitantes especialmente
aptos para moverse cargados, al mismo andar, cuesta arriba ó
cuesta abajo.
Al N. de la ciudad quedan Guacamayas, Panqueba, en la con-
fluencia del Güicán y el Pantano Grande, Espino en un llanito,
Chiscas y Güicán á orillas del río de su nombre, todos con tal des-
igualdad de terreno, que llega á más de 500 metros la altitud por
legua de distancia horizontal, lo que incita de un modo extraordi-
nario á la variedad en los cultivos, pero mantiene diseminada la
población en los campos é influye en la pequenez de los pueblos.
Los alrededores de Chiscas se componen de una sucesión de lade-
ras pendientes, en las que de trecho en trecho bosquecillos de ver-
de oscuro interrumpen los cuadros de las sementeras, á veces tan
descolgadas sobre el lecho del cercano río, que admira cómo pu-
dieron establecerse. La pequeña y alegre explanada del pueblo
está cortada en trozos longitudinales por barrancas profundas, y
entapizada de pastos hasta la próxima sierra del respaldo, pastos
tan suculentos, que las bestias enferman en ellos de gordura. Del
Cocuy á Güicán se asciende el Alto de la Vega, y se continúa luego
por entre grandes cerros destrozados, por laderas sembradas de
gigantescos peñascos, y en una altísima meseta queda el pueblo, al
pie W. del extremo N. de la sierra á que da su nombre.
628 Nueva Geografía de Colombia
Al Septentrión de la cuenca el muro de montañas es un ra-
mal de páramos elevados llamados de la Sartaneja, que arrancan
del remate N. de la Nevada, amurallan por el Mediodía las alti-
llanuras de Nítaga, y envían al Sur contrafuertes por entre San
Mig"uel y Macaravita, á reventar en la confluencia del Chicamocha
y el Chiscas ; al Mediodía del Cocuy la muralla homologa se des-
prende del extremo S. de la Sierra, y constituye el atín más en-
cumbrado Escobal, el alto del Cocuy y las peñolerías que termi-
nan en la confluencia del g^ran torrente y el Chitano. Los altos pá-
ramos de la comarca de cima tendida y regada por infinidad de
arroyuelos, guardan sementeras y rebaños de ovejas hasta altitudes
que asombran, al W. se apoyan en colinas que por escalones bajan
á la profunda hoya del Chiscas, y al E. se detienen de repente
en murallones de centenares de metros, á cuyo pie apenas se dis-
tingue la copa de los árboles. Hacia Tecuquita-Escobal la vege-
tación es enana y rastrera del lado del Chicamocha, la cumbre
irregular, peñascosa y desolada, en tanto que en el opuesto flanco
la vegetación es mayor por los aires húmedos y tibios que suben de
los ardientes llanos de Casanare que se columbran sobre el remo-
to horizonte, como un mar de azul y nieblas, cortado á trechos por
las fajas negras del bosque prolongado que ciñe las márgenes de
los ríos, de donde que el cuadro sea grandioso y además sorpren-
dente por el contraste de esa inmensa superficie plana con las tu-
multuosas serranías que de uno y otro lado se alejan de los pies del
viajero como los tumbos de embravecida catarata.
En medio de esos dos muros se extiende majestuosa de SSE. á
NNW. la explanada superior de la Sierra Nevada de Güicán, por
tres leguas de longitud y una de borde á borde, extensión en que
los hielos arropan varias eminencias semiesféricas y cónicas, la más
alta de las cuales se llama Pan de Azúcar, á cuyo pie surge desnu-
do y escueto el peñón del Pulpito ; al S. se levanta el Campanario,
que domina el altísimo boquerón de Cusiri, y al N., á gran distan-
cia, el tope de San Paulín señorea los páramos ya sin albo cendal.
En los días serenos y despejados, desde tan elevado observatorio,
dispuesto cual ningún otro en el país, se columbran vastísimas regio-
nes : los Llanos, las Sierras Nevadas de Mérida y Santamarta, las
aguas de Maracaibo, las sabanas de la Costa, el valle del gran
río, los topes del Quindío, y todo el oleaje de breñas de la cordi-
llera oriental
Hacia el E. la Sierra termina én infranqueable murallón de
casi un kilómetro de altura, en tanto que al W. descuelga por un
plano en declivio un inmenso nevero que lleva á los lados y al frente
muros de peñascos y despojos, principiando el del S. desde el bor-
de mismo de los hielos eternos. El nevero proviene de que en esta
parte la sierra forma de repente un talud muy inclinado de media
legua de caída por la mitad de anchura, y la nieve puede resbalar
por la rambla, cual poderoso arado, hasta 600 metros abajo del
nivel de las nieves perpetuas, presentando su parte superior, mi-
rada desde la cumbre de la Sierra, el.aspecto de un montón de
nubes vistas por encima, es decir, una confusa mezcla de pirámides
y promontorios que de un lado reflejan vivamente la luz, del otro
proyectan sombras caprichosas, y en el cuerpo suelen mostrar.
Nueva Geockafi'a de Colombu 63^
asomando por entre el blanco ropaje los án|^ulos ennegrecidos de
las rocas transportadas.
Figura 338 — I^ Sierra Nevada ¿e Chita <5 Güicin y el Nevero, vlsl
Del álbum de la Comisit^n Corogriñca— Inédito
Al pie W. de la Sierra se extiende el llamado Llanorredondo,
de una legua, cubierto de gramíneas y frailejones, interrumpido por
colinitas y sembrado por los restos de antiguas morrenas; allí hay
ganados y habitantes que hace algunos años eran los que á ma-
yor altitud existían en el país. Del lado del Cocuy el muro rocoso
que rodea ese llano presenta una brecha á que sigue una falda lle-
na de peñascos desquiciados, á cuyo pie se alza el cerro Gloría de
los Tunebos, que al W. se confunde suavemente con las colinas y
faldas aledañas, en tanto que al S. presenta un corte de 400 me-
tros, por cuyo fondo corre precipitado el rio de la Nieve, que en
cascada se desprende de San PauUn, y es fama que por el tajo
se despeñaron parte de los Tunebos para sustraerse á la servi-
dumbre, mientras el resto se retiró al otro lado de la Sierra y hoy
se comunica con los civilizados por un camino que sólo ellos pue-
den transitar, por ser una altísima escarp)a llena de agujeros que
suben izándose con pies y manos, y bajan por medio de bordones,
con destreza sin igual.
Remontando el curso del Chicamocha hasta Tópaga, se le en-
cuentra sin vegas propiamente dichas, ora encerrado entre pare-
dones de rocas desnudas, coronadas i una y otra banda por tierras
y vegetación idénticas ; ora limitadas por ramblas y planos irregula-
res que de sus orillas se extienden hasta el pie de los altos muros en
630 Nueva Geografía de Colombia
que terminan las serranías laterales cortadas á cercén, y por entre
las cuales, por tener una ¡nclinaeión de 25 °/o, corre con la furia de
un continuado raudal. Los ríos y torrentes que le tributan en este
trayecto, presentan análog^o aspecto y riegan terrenos fértiles en
parte, en parte estériles, y que especialmente al Oriente del cauce
principal se remontan hasta la región de los páramos que por este
lado, después de la Sierra de Chita, son los de Canoas, Pisva y
San Ignacio, en tanto que los de enfrente 6 de Onzaga, un poco
más bajos, van á confundirse con el de Guantiva, citado ya.
La porción alta de estas montañas, ó sea de los páramos de
la magistral de la cordillera oriental, se compone de cumbres de
formas redondeadas, unas chatas, y aplanadas otras, sin que falten
los picos desnudos ni las extensas hiladas de gruesas estratas con-
cordantes, interrumpidas por cuencas de tierra negra, compacta,
resbalosa, entapizada de grama fina y regada por arroyuelos lím-
pidos y silenciosos. Donde los vientos cargados de niebla y escar-
cha baten el suelo, brota el fraile jón de ñores amarillas y vellu-
das hojas con proporciones de árbol, como que mide hasta 10 me-
tros de altura, cual sucede en los páramos de Chita y el Escobal
y al pie de la Nevada, y que agrupan en bosquecillos sus negruz-
cos troncos, á cuyo abrigo los numerosos ganados de estas para-
meras pastan con avidez las tiernas gramíneas del suelo. Las se-
menteras suben normalmente á más de 3,000 metros de altura,
aquí y allá, en los lugares más favorecidos trepan hasta los 3,600,
y aun á casi 4,000 de elevación sobre el mar, todavía hay pastores
que soportan con indiferencia la temperatura ordinaria con ser de
6 centígrados, y tienen que defender sus ovejas contra los ataques
de los buitres y los condores, que las amenazan desde los inacce-
sibles peñascos del tope de la serranía.
La porción en que el Chicamocha corre en terrenos de aspec-
to más análogo á los del cañón del Sara vita, está comprendida por
los mismos paralelos, hecho no considerado en toda su significa-
ción, y sólo se diferencia de aquélla en tener las montañas de mayor
altura, no á la izquierda sino á la derecha, como debe ser, puesto
que todas estas tierras no constituyen sino el lomo de la gran mesa
oriental. De las cumbres que por el Ocaso guardan la parte baja
del cañón del Chicamocha, se domina un cuadro hermosísimo : los
cerros se hunden tumultuosamente hasta lo profundo de la corta-
dura, más allá de la cual tornan á levantarse de la misma manera,
hasta recostarse contra las cimas nevadas de Güicán, que brillan
sobre el azul del cielo, á diez leguas de distancia ; el principio de
la falda que desciende del páramo de Onzaga á Soatá está som-
breado por un bosque de robles de abundante follaje, limpio en su
interior, por lo cual la vista puede extenderse á distancia por entre
los troncos, y percibe paisajes notables por su disposición y colori-
do ; después se encuentran faldas tendidas, laderas y colinas cubier-
tas de ricas mieses, densamente pobladas, en especial en tomo de
Soatá, y con viviendas hasta en las laderas del río, no obstante que
allí con frecuencia camina la tierra, es decir, rueda hacia la sima,
sepultando casas y labranzas, porque á causa de la actual dis-
posición de los lugares, el río se precipita entre márgenes hun-
didas y revolcadas, que por espacio de media legua de lado y
632 Nueva Geografía de Colombia
lado, carecen de consistencia, son minadas y arrastradas por las
lluvias, y permanecen en un estado de aridez que contrasta con la
fertilidad de las mesetas superiores.
Las alturas del lado oriental se levantan en forma de cerros
y explanadas cortas y sucesivas hasta el páramo del Escobal, gi-
gantesca masa que separa el cañón de la cuenca del Chiscas y de
la del Chitano ; en esta falda se halla Boavita, con su caserío
pajizo, y media legua adelante La Uvita, de menor importancia ;
al N. queda La Capilla, al S. Jericó, encaramado en breñas
que rompen por tres lados los ríos Chicamocha, Chitano y Canoas,
y por consiguiente expuesto á recibir de continuo vientos hura-
canados ; y allá en el fondo del abra, recostada contra un cerro,
Chita, de numeroso vecindario, clima en extremo frío, ya por la
altura, ya por estar al pie del alto páramo de Tecuquita, que le
proporciona á veces heladas formales que destruyen las semente-
ras, por lo cual la cría de ovejas, que suministran excelente lana,
supera en importancia á la agricultura en estos parajes. Volviendo
al S. de Jericó se encuentran Socotá, Lagunaseca, Socha, arrui-
nado por un derrumbe, en las faldas de sendos cerros, con algún
cultivo ó industria, al pie del Páramo de Pisva, cruzado por Bolívar
en 18 19, y por último Tasco, en situación análoga, no lejos de Gá-
meza y dominando por esta margen el principio del cañón. Los ha-
bitantes de estos pueblos viven de la agricultura en pequeña escala.
Al respaldo de Socha y Tasco, ó mejor dicho al Oriente de esos
pueblos, se encuentra la elevada explanada de Mesa alta, que en
dos ondulaciones guarda lindas lagunitas que tributan al Chica-
mocha por las bulliciosas quebradas Ranchería y Carbonera, que
riegan á aquellas poblaciones.
A la izquierda del río están, al principio del cañón, Covara-
chía, pueblajo en la hieseta de un cerro, y Soatá en una pintores-
ca y declivada planicie, en medio de labranzas, sauces y palme-
ras, en pleno progreso, y centro de la comarca. De aquí, ó mejor
dicho de Capitanejo á las llanuras de Tundama por la margen iz-
quierda del Chicamocha, hay dos caminos de rumbo al Sur : al
W. el que transmonta el prolongado páramo de Guantiva, sin en-
contrar población alguna en cosa de 1 1 leguas hasta bajar á Tu-
tasá ó Belén de Cerinza, y el que tomando por Susacón atraviesa
el alto de Ocavita, pasa por las dos Sativas, salva el alto Morti-
ñal y cae á La Paz, camino más corto y provisto de recursos, pero
más fragoso y sin enlaces importantes, como que es el primero
el que se conexiona con los que vienen de Onzaga y Charalá.
El camino oriental, tras una larga pero suave cuesta, entra á
Susacón, pueblo de corto vecindario y habitantes laboriosos ; des-
pués en Ocavita y Mortiñal, cruza apéndices del páramo Guantiva,
al través de laderas alegres, cultivadas por numerosos estancieros
y sombreadas con altos sauces que forman setos naturales. Sátiva-
norte, á orillas del Fragua, es pueblo mediano, de agradable as-
pecto y crecido vecindario, en tanto que Sátivasur, situado enfren-
te, se reduce á unas pocas viviendas. En seguida el camino, para
alcanzar á La Paz, tiene que cruzar en Portachuelo una altísima
serranía, en su falda N. cubierta de sementeras hasta la cumbre,
mientras que en la meridional presenta acentuados los caracteres
Nueva Geografía de Colombia
del páramo ; el pueblo, que ocupa una meseta, ya en las tierras
frías andinas, es centru de un importante Municipio. Cinco leguas
adelante queda Bel^n de Cerinza, transmontándose en el interme-
dio dos serranías que guardan la cortadura ó grieta por donde co-
rre el Suápaga, que absorbe la guetirada Pangua y riega el case-
río de Tutasd, en paisaje de aspecto raro, porque las faldas de
aquéllas se muestran estriadas por barranca-; de tierras listadas
de colores, que suavizan la lu^ al pie de cumbres vestidas de fo-
llaje verde esmeralda.
Las comarcas esbozadas tienen pobladores fornidos, de aventa-
jada estatura y laboriosos; visten el traje remóse, en que predomina
la lana; crian ganados, tejen buenos lienzos y mantas y comercian
activamente con los territorios vei inos. En la cortadura misma del
río, donde ya el clima permite el pianito de cañaverales, se en-
cuentran palmeras de dátil, que producen un preciado fruto, y
antes se cultivd en grande escala la coca, tan usada por los indios
del Peni
JV^KIM Gts¡rjfia it Colombia TJMü I— 41
634 Ni'EVA Geografía de Colombia
Las siguientes comarcas de Gámeza y Corrales y sus aleda-
ños, á la vez que dividen el cañón de las altiplanicies, sobre ser
una tierra de transición ofrecen el aspecto de una ruina colosal.
Las serranías en Tópaga se ven destrozadas y hendidas en la
dirección del NNE. ; en el fondo, por profunda cortadura se des-
peña el río ; su afluente el Gámeza, formado por el Saza, el Mon-
gua y el Mongfuí, hace lo mismo, y la grieta parece abierta por
la erosión, según lo indican los grandes derrubios que cercena-
ron los cerros ribereños, y los peñascos sembrados en el cauce.
Colocado el observador en la bí^ca del Gámeza, ve patente al
SW. la quiebra por donde sale presuroso el Sogamoso y las rui-
nas de todo un ramal de la cordillera, y al E. el destrozo de los
colaterales, cuyos escombros yacen á uno y otro lado de) Gáme-
za. A la espalda surge la mutilada mole de lt)s cerros qué hacen
desviar á derecha é izquierda las aguas. En esa misma confluen-
cia, cerca del remate de la hoz, en medio de una muchedumbre
de rocas desprendidas desde lo alto del cerro que domina la orilla
izquierda, está la piedra pintada de Gámeza, ó sea una roca de
arenisca con figuras que se han creído caracteres muiscas, y sobre
todo recuerdo de un diluvio de qut no Isay huellas jn el terreno.
En esta porción de serranías interandinas se encuentran Co-
rrales en la vega del río ; Gámeza en la meseta de un cerro, grande
en tiempo de los muiscas ; Mongua, en un plano entre cerros, á la
cabeza del camino de Casanare por Labranza grande, y Monguí,
en situación análoga, también á orillas de un río á que da nombre,
en un país de cerros cortados por torrentes, agreste y algo sólita-
rio, con un convento é iglesia donde se venera una imagen que se
dice fue pintada por Carlos v de Alemania y i de España é Indias.
Al Sur del amplio corredor descrito, en cuya vaguada está el ca-
ñón del Chicamocha, se encuentran las aliiplanicics de Tundama y
Tunja, que ocupan el fondo de una cuenca casi circular, de unas 12
leguas de diámetro, si se cuenta el pedazo correspondiente á la la-
guna de Tota, bien murada por altos páramos, de suerte que no
presenta otra depresión en su perímetro que la de Corrales ó Tó-
paga, ya mencionada.
Considerada la llanura de Tundama en su contraste con los
cerros, forma una especie de >• extendida en la dirección del
NE. La pierna izquierda empieza cerca del Hatico, al W. de
Paipa, y concluye enfrente de Sogamoso, donde se une á la dere-
cha, que baja desde más allá de Pesca ; de suerte que ambas
miden unos 28 kilómetros de largo por 10 de anchura. El cuerpo
de la Y, mucho más angosto, se extiende por 1 3 kilómetros al E.,
ó sea hasta los molinos de Tópaga. La llanura forma ensenadas tan
repentinas como hermosas, introduciéndose para ello por las de-
presiones y aoras de las serranías. Paipa, Trinidad, Bonza, Duita-
ma, son como golfos en que hacen de islitas redondeadas colinas;
y las tierras del Salitre, Pantano de Vargas, Marino, Tibasosa,
Suescdn, forman un grupo de senos en los que ningún relieve in-
terrumpe la llanura. Otra ensenada es el brazo donde hoy está
Sogamoso, rodeado por alturas en que afloran capas horizontales
de arena y con un cerrito suelto, redondeado, enfrente de la ciudad.
No menos hermosos son los senos de Firavitoba, Vanegas, Pesca,
Nueva Geografía de Colombia
Iza, Batán, Nobsa, Gámcza y Belén. Esla llanura mide i6kil¿me-
trosQ, asiento de muchos miles de almas y mayor numero de ani-
males. __os vientos agüitan las sementeras de trigo y los sonoros
maizales, y mecen los altos sauces que adornan las dos orillas del
tortuoso y apacible Sogamoso. El enlace de las llanuras de Tun-
dama y de Tunja está cerca de Palpa, donde surge el cerro llama-
do Lo mabon i ta, célebre por haber sido campo de Barreiroen 1819;
es un estribo chato, casi separado de la serranía, y de formacidn
glaciar.
El llano de Tundama se conexiona por Duitama con el de
Santa Rosa, vecino del en que están entre cultivos Floresta, Bus-
bansá y Toliasia, dividido del Chicamocha por una hilera de ce-
rros peñascosos, al través de los cuales pasa el riachuelo que lo
riega, nace en los cerros de Tobasia, alzados al E. de aquella ciu-
dad, y muere juito á Corrales. Este llano mide 13 kilómetros de
lat^o por s de ancho, y en los bordes ostenta colinas peinadas, de
formas suaves, que dejan recodos pintorescos. Más al N. demoran
los llanos de Cerinza ; en fin, al W, de la Paz, en el páramo de
Guantiva, hay otra planicie que surca mansamente un riachuelo.
Figura Z41 — Los nevados Cumbal, Chiles y Cotacachi, vistas ile Maltama
Según StUbe]
La elevada serranía que se alza al respaldo de estas poblaciones
para dividirlas de Guanentá y el Saravita, es decir, de las tierras
de Onzaga, Charata, Oiba, Gámbita y Leiva, en general presenta
eminente cüspide y formas derruidas y fragosas ; de suerte que en
ella se encuentran los agrestes picachos de Ture, señoreando otra
636 Nueva Geografía de Colombia
laguna encantada ; los cerros de La Colorada, que blanquean sus
topes en la estación fría, y el páramo de Chontales y la Cuchilla,
que en 00 guarda dos altas cuencas que por sendos boquerones en-
vían sus aguas al Saravita, tienen al Mediodía las encantadoras tie-
rras de Sotaquirá y el Siomo, y se dividen por la mole del cerro de
éste nombre, desde la cual en los días despejados se columbra dila-
tadísimo horizonte, que por el S. abarca hasta la Sabana de Bogotá.
Por el camino de Soatá al interior, una vez franqueado el pá-
ramo de Guantiva ó sus ramales, y pasado el Suápaga, la primera
porción plana que se encuentra es la planicie de Cerínza, que mide
cuatro leguas de E. á W., es cruzada por ese río, que nace en el
páramo de la Rusia, y la abandona pyor hermosa hoz, y al pie de la
áspera falda del N. se muestra circundada de redondas colinas, cu-
yos peinados recuestos mueren suavemente sobre la verde alfombra,
donde el camino faldea los cerros, dejando al lado potreros y estan-
cias separadas por tapias pisadas á usanza del Reino ; el pueblo de
Belén queda casi en el remate del llano, entre un bosque de sauces,
prós[>ero porque en él desembocan además los caminos de Guantiva
y de Ture; de suerte que ha absorbido casi á su predecesor, Cerín-
za, edificado media legua adelante. Transmontada la rambla que al
SW. cierra el llano, se entra al fresco y hermoso valle, asiento de
la ciudad de Santa Rosa (de Viterbo), próxima á la colina de To-
cavita. La población, de caserío regular aun cuando no muy ex-
tenso, es importante por los productos de sus campos y por su valio-
so mercado, merced á la posición central que ocupa, y su importan-
cia sería mayor si los habitantes fueran tan laboriosos como los so-
corranos. Próxima al W. está Duitama, en el poético valle del
Chiticuy, de afamados frutos, en vía de progreso ; engloba en su
jurisdicción á Bonza, notable en la campaña de 18 19, y al S. tiene
ya la gran llanura como su vecina Paipa, que á ese mismo rumbo
se enfrenta con las planicies de Tunja, en tanto que al E. se en-
cuentra Nobsa en la confluencia de dicha llanura con la de Soga-
moso, y entre esa herradura de tierras planas queda el páramo de
Tibamá con sus estribos y vallecitos, lo que explica la importancia
militar de Bonza-Salitre, atestiguada por la batalla de Pantano de
Vargas y por las maniobras que la siguieron hasta la jornada de
Boyacá.
Es en estas planicies unidas y horizontales donde el Paipa,
Riogrande ó Sogamoso corre perezosamente, girando á derecha
é izquierda, y como replegándose sobre sí mismo por falta de decli-
ve, desde arriba de Paipa hasta los molinos de Tópaga. En el lla-
no hay algunas depresiones pantanosas, á trechos montecillos so-
litarios y torneados, y los cerros del rededor presentan derrubios ;
el declive del río es tan pequeño que en 40 kilómetros apenas baja
65 metros.
Del Salitre, famoso por sus abundantes criaderos de sal de
Glauber, volviendo al SE. por encima de los ramales del volcánico
Tibamá, que forman el alto de Tibasosa, al llegar á éste se ve al pie
la hermosa planicie de Sogamoso, toda de prados y mieses que
forman una rica alfombra cuyos variados matices se desvanecen
en lejanía. En primer término aparecen las torres y casas de Nob-
sa y Tibasosa, pueblecillos uno á la izquierda, otro á la derecha, en
Nueva Geografía de Colombia 637
los bordes del llano, y por el centro corre amarillento y tortuoso
el Ríogrande, cuyos múltiples replieg'ues pueden seguirse hasta el
fondo del paisaje, donde cruza al NE., en busca del raudal de Tó-
pag^a y Corrales, que lo lleva al fondo de su cañón sin las magnifi-
cencias del Puente de Piedra del más caudaloso Saravita. Bella so-
bre toda ponderación es la llanura, por las reses que la animan, las
casas de campo, las sementeras y los arbolados de frutales, ora en
lo llano, ora recostadas en las redondas colinas del circuito. De re-
pente, al rodear uno de esos montecillos, se entra á las alamedas
de sauces que conducen á Sogamoso, edificado no lejos de donde
estuvo Iraca, la ciudad sagrada de los muiscas, á cierta distancia
del río á que da nombre, á orillas del riachuelo Monquirá, que
suele causarle daños en sus grandes avenidas, en el fondo de un
vallecito ceñido de cerros y sembrado de arboledas simétricas.
Sogamoso, de extenso caserío, notable por su comercio y desarro-
llo, es en la actualidad la ciudad más poblada é jfmportante de
Boyacá.
Por el camino del Alto se goza de una admirable vista sobre
Sogamoso. Queda la ciudad en primer término, á los pies del ob-
servador, Tibasosa en frente, Nobsa y Belén á la derecha, dentro
de un radio de legua y media, con la verde llanura, el perezoso
río y las múltiples lagunitas que lo escoltan, delante de los ojos,
como pudiera estarlo un dibujo sobre una mesa, y se distinguen
claramente los vallados, los sauces, los caballones y surcos de las
sementeras, los animales, las estancias y los huertos : es una minia-
tura dentro de un marco de cerros, con toques de un colorido y
frescura incomparables.
Al Occidente de Sogamoso, y de S. á N., pasa el río de
Pesca, ó río Chiquito, por contraposición al Grande ó Sogamoso,
el cual fecunda espléndida cinta de llanura enmarcada por altos
cerros. Allí están Firavitoba, pequeño pueblo entre amenos cam-
pos, no lejos de la confluencia del Pesca y el Tota ; Pesca, de ha-
bitantes indígenas y mestizos y algunos blancos, con extenso pero
desgreñado caserío á la margen de la cristalina corriente, en el
extremo de la unida planicie que viene de Sogamoso. Dejando
á un lado á Firavitoba, por el otro camino de Sogamoso al Sur,
se pasa por la antigua y famosa hacienda de La Compañía, que no
es sino un gran potrero para ceba y cría de ganados, rodeado por
sementeras y casitas que parecen como arrojadas contra los es-
carpes y laderas de las serranías laterales. Por esta vía se entra
al valle del Tota, donde al fin de un recodo y entre sauces y la-
branzas, aparece Iza como en el centro de un verde nido, con
casas alegres y aseadas. Al Sur, en el Batán, hay fuentes terma-
les que pasan bajo una colina, en la que como sobre una estufa se
ha establecido una huerta de frutos de tierra cálida que prosperan
muy bien y contrastan de un modo singular con los vecinos cam-
p)os sembrados de plantas de tierra fría.
Al Oriente de la depresión de Pesca, en uno de los ángulos de
la cuenca y como para hacer acá juego á las altas tierras de Tunja,
se encuentra la extensa cuenca de la Laguna de Tota, que de las
últimas sólo se diferencia en que desagua hacia el Sur, pero que
abriéndose al pie occidental del encumbrado Toquilla y pudiendo
Nueva Geografía de Colombia
desaguarse hacia Sog-amoso, natural es englobarla en las tierras
de Tundama. A partir del pequeño y triste pueblo de Cultiva, situa-
do al E. de Pesca, en una explanada, por un camino orlado de se-
menteras, se corona pronto una altura paramosa, y desde ésta se
Figura 24Í— Li Ligana Je T»(» — De fologrsfía
dominan inmediatamente al opuesto lado el llano AUrcón y el río
del Hato á la derecha, y más de la mitad del lago á la izquierda,
quedando también frontero, á tres leguas de tirantez, el tempestuo-
so páramo de Toquilla, lo que forma un cuadro maravilloso, ora
cuando el huracán lanza la niebla en mangas sobre el lago y sdlo
deja verlo por instantes como visión fantástica, ora cuando la luz
inunda la cuenca y permite divisar el espejo de las aguas hasta sus
lejanas playas orientales. Un poco más abajo se distingue toda la
concha con sus dos penínsulas, varias islas pequeñas y las recorta-
das riberas azotadas por un oleaje que remeda el del mar. Las
costas ora se presentan llanas entrándose en el lago, ora escarpa-
das y peñascosas, terminando acantiladas sobre la movible onda
azul. Por esto al rodear el lago, el viajero avanza de sorpresa en
sorpresa por tan pintorescos lugares hasta Puebloviejo, villorrio
sucio, enyerbado y estacionario por lo menos. Enfrente de la po-
blación se extiende una llanunta que surca el río Tobal. Hacia el
S. se encuentra el Desaguadero, origen del Upía, consistente en un
canal ^ue ocupa el fondo de una quiebra gigantesca que hiende de
arriba abajo el Páramo de las Cruces, por el cual sale con esca-
sas aguas y dentro de la cuenca misma recibe el tributo del Olar-
te. Avanzando al W. se llega al pueblo de Tota, que dista del
lago una legua, y entre ellos media un orno de cerros y colinas
Nueva Geografía de G)lohbia 639
paramosas poco habitadas ; este pueblo arremolina sus numerosos,
ranchos en torno de la iglesia, y no ha conservado nada de la
grandeza que tuvo en tiempo de los muiscas. Allende el lugar, para
dividirlo de Pesca, se alza un alto estribo que separa los dos valles
y desde cuya cumbre mirando al Oriente se ve una ancha faja re-
luciente, que á manera de espejo ciñe la cumbre de unos cerros le-
janos y nebulosos, y que tiene tras sí, á guisa de solio, las negras
nubes que de ordmario coronan el Toquilla, señor de una región
triste, fría, desapacible, que en semicírculo se extiende catorce le-
guas en torno del lago, desde Cuspaquirá hasta las confusas cres-
terías del Tibamá. Al Occidente se encuentra á los pies el risueño
valle de Pesca, que el claro río hiende de S. á N. como cinta de
bruñida plata.
Al Occidente del valle de Pesca, y por lo tanto del páramo de
Tibamá, que casi aislado se tiende por más de diez leguas de N. á
S., desde las tierras de Paipa hasta la confluencia del Turmequé y
el Teatino, en pleno valle de Tenza ; al Poniente d t ese vaHe se
dilatan las tierras de Tunja, conjunto de ondulaciones que en haz
convergen á unirse en Tuta, casi al pie del páramo de Chontales
y de Sotaquirá, son intermedias, por lo tanto, entre las de Leiva y
de Pesca, y están muradas al S. por la cresta paramosa de Chapa,
Viracachá y Tierranegra, que se apoya contra Tibamá y las di-
vide del aledaño valle de Tenza.
Situado un observador en la emcumbrada cima del páramo • .
de Peñanegra, mirando al N. le queda á la izquierda la plani- . \
cié horizontal de Soracá, superior á la de Tunja, la cual se pro-
longa hacia Paipa para enlazarse á los llanos de Tundama; al fren-
te la planicie de Chivata, más baja que la de Soracá, pero más alta
que la de Tunja, á la cual es paralela y envía sus aguas por una
estrechura que tiene en el extremo N., en tanto que por otra que
guarda al S. recibe las aguas de la de Soracá; á la derecha descu-
brirá una tercera planicie, tendida en la misma dirección que las
anteriores, la que comienza en Siachoque, se ensancha en Toca, y
termina sobre el remate de la de Tunja, haciendo antes un recodo
estrecho enfrente del alto de la Leonera. Estudiadas estas plani-
cies con el barómetro en la mano, se halla que tienen un declive im-
perceptible á la vista, y las guardan cerros de laderas suavemente
torneadas, que dominan á los ríos que las surcan mansamente entre
pequeñas barrancas abiertas en capas horizontales de fina arcilla.
En estas tierras se encuentran los pueblos de Siachoque, en
la confluencia de dos riachuelos, y abundante en granos y ganado
lanar ; Toca, en un llano entre cerros, con iguales productos ; Tuta,
en a.náloga situación ; Sotaquirá, en la meseta de una altura, al
extremo del valle de su nombre, tan hermoso como fértil y valio-
so ; Cómbita y Motavita, en los llanos al W. de la antigua Corte
de los Zaques ; Oicatá, Chivata y Soracá, en llanuritas entre ce-
rros, al E. de la misma ciudad, también fríos por su considerable
altura ; y habitantes agricultores y criadores de ovejas, con cuya
lana fabrican diferentes tejidos.
La vista de Tunja recuerda la antigua morada de los Zaques,
un tiempo señores de todos los pueblos muiscas, y que hoy con los
borrosos blasones de sus puertas atestigua la nobleza de sus viejos
640 Nueva Geogkaf/a dr Colombia
pobladores castellanos. En cambio, los barrancos y prolundas quie-
bras que envuelven la ciudad testifican la labor de las aguas en
la reglan: los cerros recinos se alzan descarnados y empobrecidos,
al pie se extienden altas mesetas con guijarros y cantos rodados,
y mis abajo queda la agotada planicie.
Figura Z43 — La peña de Suesca — De rbiof^aria
Por el camino que transmonta la colina del Orierle y deja á la
derecha el pueblo de Chivata, y á la izquierda el de Soraci, se Ue-
g^ al punto en que desde lo alto se ve la ciudad media legua dis-
tante, y en el promedio el valle árido, desgarrado al parecer por
la erosión. Arrimada í los desnudos cerros de Occidente alza Tun-
ja las torres de sus numerosos templos, los ennegrecidos tejados de
sus casas seculares, muchas de ellas adornadas aiin con los escudos
de los hidalgos peninsulares que las edificaron, algunas con huellas,
de arquitectura morisca, y que por lo elevado y estrecho de sus
ventanas indican el carácter celoso de sus primitivos moradores.
El aspecto de la ciudad es hümedo y silencioso ; las calles torcidas
y en parte con fuertes declivios y poco aseadas; no faltan algunos
buenos edificios, pero carece de señales de progreso real 6 de
próspero comercio. Empero, la antigua Hunza chibcha, la capi-
tal del Hunzahúa indígena y una de tas tres primeras ciudades
fundadas por los conquistadores en el Nuevo Reino, goza del pri-
vilegio de apoderarse del ánimo que la contempla decaída de sus
antiguas grandezas.
Más de treinta pueblos y muchas decenas de millares de ha-
bitantes encierran estas comarcas de Tundama y Tunja, y la po-
blación se compone de blancos y mestizos, bier. conformados, no
Nueva Geografía de Gjlohbia
escasas de inteligencia, de preferencia ganaderos ó comerciantes,
y de indios más ó menos puros, pacientes, vigorosos, amantes de
las faenas agrícolas y de las reuniones llamadas mercados, y en
quienes la rutina es todo ; y la humildad, pero una humildad elás-
tica, es la virtud característica de la raza.
e Honili. — Estampa extranjera de l8gl
e) ¿y Va/U líe T^raa — Al sur de las tierras ile Tunja y Tunda-
ma, entre la Sabana de Bogotá y los Llanos, en la especie de án-
gulo diedro que allt forma el ancho cuerpo de la gran cordillera
de Sumapaz, se encuentra un conjunto singular de relieves y de-
presiones impropiamente llamadas valles por los moradores, y de
los cuales el principal es el de Tenza, por cuya vaguada se des-
cuelga el río Garagoa.
En el páramo de Gachaneque nace un humilde riachuelo que
se denomina Tiatino, \uégo Boyacá, y tras correr unas cuantas le-
guasal E., por una curiosa región de altibajos, deja su rumbo y
nombres para dirigirse al S., apellidándose por trechos Jenesano,
Tibaná, Bata, Garagoa, á medida que crece en su caudal, y termina
después de larga carrera en el Upfa, afluente de! lejano y caudaloso
Meta. Marca este rio el eje de dos grandes planos que de un modo
raro dividen las aguas vertientes á las aledañas cuencas y á esta
642 Nueva Geografía de Colombia
que constituye en su conjunto el Valle de Tenza, densamente po-
blado, en partes tanto como Bélgica ú Holanda. Complace el áni-
mo ver esa tierra bella y pintoresca con sus declivios convertidos
en campos cuajados de variadas sementeras, divididas en peque-
ñas estancias, y tan aprovechado el suelo, que bueyes y vacas
no tienen más espacio para pastar amarrados que las orillas de
las cercas y los lugares recién desocupados por las cosechas, y
donde no hay ociosos, pues si los adultos labran el suelo y trans-
fKDrtan los frutos recogidos á los mercados próximos, los muchachos
hacen de pastores de ovejas y guardadores vigilantes del ganado
mayor, casi siempre por parejas, armados de palos y sentados en
la yerba, cuidando afanosos que los animales no traspasen los lí-
mites de la reducida heredad. En derredor de las vaguadas se
extienden las amplias laderas de la serranía, salpicadas de casitas
y alegradas por las blancas torres de los campanarios de risueños
pueblos que el viajero divisa uno tras otro desde lo alto de los ca-
minos. Después de las laderas siguen los cerros siempre verdes,
y detrás de ellos las eminencias mayores, en las que las lloviznas
humedecen de continuo la negra tierra alfombrada de grama y
adornada con bosquecillos de arrayanes y pequeños frailejones.
El camino de Tunja al valle de Tenza pasa por el pueblo de
Boyacá, compuesto de unas cuantas casucas desparramadas en
tomo de una buena iglesia de cal y canto, en una falda con clima
tan húmedo, que en invierno se revienen las panelas, y no lejos, al
W. tiene un puente que lleva su nombre, en el antijguo camino real
de Tunja á Bogotá, y teatro de la inmortal jornada que aseguró la
Independencia del país. Los indios de los contornos son de los que
han conservado algo de las costumbres de sus antepasados los chib-
chas. En la gran depresión que constituye la hoya del río, sigue
Viracachá, luego el villorrio de La Ciénaga, en la falda de un cerro
en el antiguo y renombrado valle de Baganique, hoy Ramiriquí,
por el de esta población de mayor importancia, hermosamente si-
tuada' en una meseta de clima suave, cerca de las anteriores, cruce-
ro de ocho caminos, pero desaseado y compuesto de ranchos en los
alrededores. A un lado, y en la falda del Albarracín, queda Tur-
mequé, de importancia antes de la Conquista, no lejos de Venta-
quemada, en una hondura, próximo al puente de Boyacá, ^sobre el
camino real citado. En esta región fría están además Umbita y
Chirivi, situadas en suaves recuestos á los lados del Turmequé, que
no lejos desemboca en el Garagoa.
Rumbo del S., y avanzando por la ribera izquierda del río
principal, se llega á este; la vía cruza un terreno singularmente
bello, cultivado intensamente, lleno de casitas de labriegos, cuyas
techumbres se descubren al ondular de los sauces, que por donde-
quiera marcan los linderos de las heredades ó tratan de contener
las avenidas del explayado río. Frontero al camino, y en el final del
recuesto de una estribación, se ve próximo á Ramiriquí, en el ca-
mino de Ventaquemada, pero en la otra banda del río, el pueblo
de Jenesano, cuyas casas rodean la blanca iglesia, bien construida,
como todas las de esta comarca. Poco después, al avistarse á
Tibaná, que al S. sigue al anterior en la misma banda derecha,
entre Chirivi y Umbita, se interrumpe el valle y comienzan los ce-
rros, que á partir del alto de Chirgua presentan sus cumbres car-
Nueva Geografía de Colombia
g^das de vegetación siempre verde y florida, y á medida que se
avanza s: descubre variedad de risueños paisajes, por lo quebrado
de ta vía.
Siguiendo el curso del Jenesano, y pasadas las alturas de Chir-
gua y Sáquira, se entra al propio valle de Tenza, compuesto de la-
deras y ramblas que desde las inmediatas serranías vienen á con-
cluir en las márgenes del rio llamado TIbaná y Garagoa en estos
lugares. Los cerros afectan formas jwderosas, y sustentan expla-
nadas en que se asientan varios pueblos poco distantes en vía rec-
ta, pero separados por hondas cañadas ó por la profunda ranura
que forman las faldas coincidentes de las serranías laterales, estria-
das por multitud de caudalosos arroyos que bajan presurosos des-
de las altas cumbres. Las sementeras y estancias de labor son aquí
menos numerosas y pintorescas que hacia Ramiriquf, pero más ex-
tensas, llenas de frescura y belleza, y hermosamente escalonadas
en anfiteatro, cuya parte superior engalanan los trigales, la inferior
los cañaverales de tierra templada, y la intermedia las verdinegras
fajas de los maizales y los cuadros de papas y otras menestras.
En primer termino, en la meseta de un cerro, está Chinavita,
poblacidn un tanto atrasada, tras la cual una pendiente cuesta guía
si
ti
IJ
644 Nueva Geografía de Colombia
á las márg'enes del Tibaná, que raudo y espumoso se precipita por
el fondo de la depresión ; del alto, el g^olpe d^ vista es magnffíco
y abarca un óvalo espacioso, murado por seiVanías : la de la iz-
quierda muestra sus retiradas cumbres, cuyas ^imas realza el sol
de la mañana, y desde ellas hasta el río se compone el suelo de
una serie de extendidos planos cargados de sementeras, casas den-
tro de setos vivos, y anímales. En lo alto ondulan las mieses de
tierra fría, resguardadas del páramo por una cinta de arbolado
apenas perceptible, y en lo bajo brillan las hojas largas y lucien-
tes de los cañaverales y humean las hornillas de los trapiches.
Es un compendio de los productos subandinos. Los cerros de la
derecha, menos suaves, dejan ver el pueblo de Pachavita encara-
mado en una meseta entre cultivos, al pie de los páramos de Cho-
contá. Al término de la t>ajada está Garagoa, de historia llena de
vicisitudes, en clima suave, pleno progreso y centro político de
una sección de la comarca. No lejos, en la otra banda, se encuen-
tra Tenza, en una bellísima planicie, sana, fértil y cultivada por
centenares de humildes propietarios, y que tiene por cortejo los
poblados de la Capilla al N. en una planicie y Sutatenza en un de-
clivio al S., ya dominando el valle del Guateque. En la banda iz-
quierda, en una meseta se halla Macanal, en territorio que con-
trasta con el desierto y selvoso que sigue hacia el Sur, y encierra en
primer término, sobre las montañas de Moreno, la grande expla-
nada de Mundonuevo, deshabitada no hace muchos años.
Al SW. del valle de Tenza se encuentra el de Guateque ó
Somondoco, que merece aún menos el nombre, por componerse
de laderas harto rápidas, que divide el río, pero no obstante cuaja-
das de ricas sementeras que dan vida á numerosos habitantes.
Más hacia el Ocaso el relieve se encrespa y levanta, y entre los
ramales corren las aguas de las cabeceras. Al contrario, hacia el
S. el valle está cerrado por una cadena de altos cerros que se
junta formando ángulo con los de Macanal, más abajo de las minas
de oro y esmeraldas de Somondoco, en el salto de Ñagar, desde
las cuales se extiende hacía el SE. para los Llanos una región sel-
vosa y desierta, llena de riscos y de ríos caudalosos y turbulentos.
De la divisoria del Somondoco, se descubre la profunda hoya
de ese río y los alegres grupos de casas de ese pueblo y del de
Guayatá, lugar limpio y alegre allende la vaguada, y los de Suta-
tenza y Guateque de este lado. Ambas laderas aparecen es-
meradamente cultivadas del pie á la cumbre, dividido el suelo en
pequeños predios en que ora ondulan los flexibles tallos del trigo y
la cebada, ora levantan sus espigas los erguidos maizales, ó los so-
noros platanales ocultan las humildes casitas que se rodean de ace-
quias, habas y garbanzos, cuyo follaje verde esmeralda aumenta su
belleza con macetas de vivísimas flores. Siguen después las pequeñas
cumbres y quiebras que sucesivamente se levantan unas tras otras
y se alejan hasta el remate de las serranías, todas labradas y sem-
bradas, semejando una alfombra salpicada de varios matices, en
que la luz del sol brilla ó se oscurece por mtervalos y segün las
ondulaciones y pliegues repentinos del suelo. Sutatenza se extien-
de por los altos y bajos de un terreno que apenas ofrece un palmo
plano ; Guateque en una meseta inclinada y desigual, de caserío
Nueva Geografía de Colombia 64S
mejor y más extenso, presenta muchas viviendas sin ventanas ó
poco menos, y la entrada por un portón separado, lo que rpcuerda
las antig-uas moradas chibchas, sin vistas para la calle ni^ ingreso
directo á los aposentos. Al SSE. y á cierta distancia se encuentra
Somondoco, notable por sus minas de esmeraldas, al extremo de
un ramal áspero que domina ya las llanuras orientales, no lejos
del bello salto de Nagar, dado por el Garagoa para anuir al Gua-
vio, cerca de donde éste se pierde en el Upía, rico también en
minerales auríferos. Guateque es centro del valle que, como se
dijo, se desarrolla sinuosamente del NNW. al SSE., dividido casi
de W. á E. por el río Somondoco, tributario del Garagoa, riquí-
simo en hulla y otros minerales como hierro y cobre, cuyos ñlones
por la parte alta avanzan hasta el respaldo de Chocontá. Allí, en-
tre la cordillera marco de la Sabana, profundamente estriada por
un boquerón no lejano del de Albarracín, y el páramo de Soatama
que divide el valle de Tenza de los de Guanzaque y Tócala, de
opuesto rumbo, se abren las cabeceras del Somondoco, donde están
Tibirita en una falda. Macheta en una altura al pie del boquerón
á que da nombre, y Manta en una hoyada, en la tierra clásica de
las frutas, dominada al E. por una colina de cuya cumbre se divi-
sa el espléndido panorama del valle principal.
^sta comarca y las vecinas, de que es centro orográfico, por
la fecundidad del suelo, su partición en pequeñas heredades, los
variados climas de sus elevadas serranías, están predestinadas á
ser un emporio agrícola y minero, bien que por lo pronto cada
municipio, amurallado por cerros, encuentra dificultad en llevar
fu^ra los frutos permutables, lo que les impide desarrollar la indus-
tria local.
Al Oriente del valle de Tenza dos serranías agrestes, cubier-
tas de bosques seculares, se desgajan hacia el Sur, desde la Chapa
y la cuenca de la laguna de Tota, para formar las hoyas de los
ríos Tunjita, Lengupá y Upía (chiquito) ; el segundo corre entre
los otros dos por profunda quiebra sin vegas, estrechado por espo-
lones ásperos que apenas dan lugar á un mal camino que guía de
Mirañores á Campohermoso, y á las fragosas sendas que condu-
cen á Chámeza y á Garagoa y por sobre un páramo solitario á
Ramiriquí. A orillas de Lengupá, y aprovechando las lomas sin
bosques, se abrió otro camino menos malo, que enlaza igualmente
á Miraflores y Campohermoso, nombre este último impuesto quizá
por ironía á una triste y arrinconada población que también se co-
munica con Macanal al través de ásperas serranías. Del estado
de estas comarcas puede juzgarse anotando que en unas cien le-
guas cuadradas de terreno no hay otros pueblos que Zetaquira y
Miraflores y los caseríos de la Frag^ua, Campohermoso y Teguas,
que constituyen el Municipio de Páez.
Zetaquira, pueblo medio arruinado, queda en una ladera pe-
dregosa, al pie de los páramos del Norte, unido á Pesca por un
camino que á decir verdad no sirve para recuas. Miraflores, cuyo
rápido progreso lo ha convertido en una de las principales pobla-
ciones de Boyacá, ocupa una meseta no lejos de la confluencia de
los ríos Fuche, Mueche y Rusa, que forman el Lengupá, á la ca-
beza del valle de este río, que mide una decena de leguas, hoy
NusvA Geograf(a de Colombia
cultivadas en especial con caña dulce. El poblado tiene á la visla,
entre otros cerros, los del Abra al NE. y el estupendo de Buena-
vista al frente, y desde la cima de éste se goza de magníficas vistas
sobre las revueltas y dilatadas serranias.de la comarca. Cercanos
están además Fragua y Tegua, éste prdximo al Lengupá, de tan
precipitado curso entre peñones, que casi es una cinta de espuma, y
como CamiHíhermoso, rudimentos de pueblos que no pueden luchar
con una naturaleza exuberante que reproduce las plantas silvestres
apenas cortadas en los campos desmontados para las siembras y
en las trochas abiertas en el bosque, y una de cuyas manifesta-
ciones más curiosas es un extenso piñal silvestre cercano á Cam-
pohermoso, con hojas duras y espinosas y fruto áspero y pequeño,
diferente, por lo mismo, del cultivado en los huertos. Lo quebrado
del terreno y lo turbulento de los ríos cerró por aquí el paso á los
Conquistadores hacia los Llanos, y i la fecha esas selvas y to-
rrentes permanecen casi lan vírgenes como en los primeros siglos.
Los desiertos que se extienden al SE. de Miradores ni han
sido explorados formalmente, ni están cruzados por sendas trajina-
das. Del Alto de las Cruces, en el camino de Campohermoso i
Macanal, se ven extenderse al E. y al S., en confusa profusión,
altos cerros cargados de oscviras selvas por entre las cuales sobre-
salen algunas crestas peladas que semejan islotes entre ese mar
de follaje. Al bisel de ese cuadro se columbra una ancha faja
amarillenta, sinuosamente cortada por la plateada cinta del Upía,
¿ interrumpida por una superficie resplandeciente con los rayos
del sol : son los llanos que siguen á la cordillera y se pierden en el
horizonte.
Nueva Geografía de Colombia 647
f) El Valle de Gacheta — En segfuida de estos territorios se abre
el llamado valle del Guavio ó de Gacheta, nombre a]g"o menos im-
propio por la amplitud de la cuenca, bien que la llenen las estriba-
ciones de los cerros de las cordilleras que lo enmarcan al N. y al S.
Esta región no es menos pintoresca y variada que la de Tenza, y
en parte presenta puntos de vista superiores por su belleza y ma-
jestad. La cuenca del Guavio mide unas 15 leguas de longitud por
8 de anchura ; la serranía que la divide del valle de Tenza y mue-
re en la confluencia del' Guavio y el Garagoa, en el Cerro Negro,
se levanta de este punto al reborde de la Sabana por. Tengua y el
Cerro Alcaparro, quedando en dicho reborde los páramos de la
Carbonera y Guasca ó Juiquín, de los cuales sale el ramal que
cierra la hoya por el Sur, se empina en los agrestes y salvajes
Farallones de Gachalá y las Torres de Medina, y desprende brazo
poderoso al N., que pasado el Salto del Diablo, termina al parecer
frente á Cerro Negro, no lejos de la boca del Garagoa, pero en rea-
lidad no deja solución de continuidad, pues apenas se deprime en la
hoz de Santa Rosa, por donde el caudaloso río sale de la entre-
cordillera dando un magnífico salto de 80 metros de altitud ; va-
rios caminos unen la cuenca á las regiones aledañas, todos en exr
tremo fragosos, en especial los del Mediodía, que conducen al valle
de Cáqueza.
Dobla el valle un gran número de estribaciones que con-
vergen como los radios de una elipse y forman anchas cañadas
regadas por numerosos ríos. Ocupan la parte occidental : el Juiquín
ó Sueba, de aguas transparentes, que cruza una hoz en cuyo ex-
tremo se une al Mojanes, que le tributa dando un hermoso salto, y
luego, sendas cuchillas de por medio, al Nemegata y á La Chorre-
ra, que al respaldo tienen inaccesibles murallones de rocas domina-
das por elevado tope paramoso, desde cuya cima se otean las
selvas que cubren las partes altas de la cuenca ; el grupo del Chi-
quito y el Zaque, que antes de confundirse corren un trecho enfu-
recidos separados tan sólo por un crestón de rocas ; el Moquenti-
va, el Salinero y el^Tengua ; luego, en la parte Norte, ruedan el haz
del Muchindote y el López, la Marmajita, el Chivor y el Negro, y
la del Sur el Pauso, el Guavio, el Murca y el Batatas. Hasta aba-
jo de Muchindote el río de la vaguada se llama Gacheta, el que aun
cuando de mayor caudal, pierde su nombre al unirse al Guavio,
hermosa corriente formada en tierras altas por los ríos Chincho-
rro, Pedrera, Negro y las Torres, nacidos entre los Farallones y
los yermos páramos de Chingasa, y que en la grieta por donde
baja á buscar el Gacheta, recoge multitud de arroyos que dan
vistosos saltos para alcanzar el hondo cauce. Tanto el Gacheta
como el Guavio, poco antes de unirse se encajonan entre altísimas
murallas y dejan al medio un agudo peñón de doscientos metros
de altura relativa, desde cuya cima se divisa uno de los cuadros
más hermosos de la intercordillera ; poco antes de esa vistosa
confluencia y junto al camino está la boca de La Marmajita, que
arriba fecunda hermosa explanada y allí forma un dilatado y mag-
nífico raudal, tan inclinado que casi es un salto y se convierte en
un cordón de nivea espuma. El Guavio sigue estrellado á rom-
per el cerro de Malacara, para unirse al Garagoa al pie del Ne-
gro y salir á la llanura, que no alcanza por devorarlo antes el Upía.
Nueva Gecmírafi'a de Colombia
Los paisajes de esta cuenca, que en parte de sus faldas y cum-
breí intermedias se presenta cultivada con tanto esmero como
Tenza 6 Caquen, se disiinjuert recorriendo los dos caminos que la
cruzan de W. á E. y tocan, respectivamente, en Gacheta y Ubalá
yenjunlíi. Gama y Gachalá.
El camino de Guatavita, tras pasar el alto filo de la cordille-
ra, cruza extenso y ondulado páramo, lleno de tremedales y frai-
lej<5n, con algunos habitantes, y las cabeceras del Chiquito ó Amo-
ladero, para salir i la ioca del monte, abierta entre dos altas peñas
desde donde se divisa el risueño y cultivado vaile de Gachetl con
sus numerosos caseríos, Sus cañadas llenas de cañaverales y maiza-
les, y el pueblo, á orillas del rio á queda nombre, en una amplia i
inclinada vega, con huellas visibles de que en otra época fue más
importante. Siguiendo la v(a, cuanto más se camina, mayor es el nú-
mero de labranzas, y el suelo se ye formado por cañadas, por vis-
tosas mesetas que se alzan á uno y otro lado de la vaguada, y de
Figura 347 — L» Sabana de Eo^oti y el cerrito de Suba — De folograría
trecho en trecho se abren las hoyas no menos pintorescas de los tri-
butarios del Ho principal, en donde están la Salina que se explota
de un modo suigénerü,y Muchindote, que parece un rincón del
Valle de Tenza. En el alto de Buenavista se tienen al pie las ca-
sas de Ubalá, edificadas sobre un angosto lomo, y en seguida el
camino se bifurca, pues si por un lado continua por la misma ban-
da para llegar al caserío de Santa Rosa y á los Llanos, por el otro
Nueva Geografía de Colombia 649
cruza el Guavio por tarabita para alcanzar á Gachalá. El cami-
no de Guasca 6 de la banda derecha transmonta un páramo me-
nos alto y extenso pero de bajada más pendiente, atraviesa las
riberas suaves y cultivadas del Sueba 6 Juiquín, cruza el suelo sin-
gularmente abarrancado de los Colorados y el río Nemegata, y as-
ciende una larguísima cuesta para llegar á Junín, pueblo en ruinas,
no obstante ser centro de un extenso, populoso y bien cultivado
municipio. La vía cruza luego hermosas cañadas y ramblas, alegra-
das por rústicos trapiches al aire libre, las vegas del Rucio, don-
de existió Pauso, el incipiente caserío de Gama, las grietas de Que-
bradahonda y el Guavio, trepa la escarpa de Miraflores, una de las
más ásperas de estas regiones, por cuesta igual si no peor, bajá á
Gachalá, centro de cafetales, pero también pueblo arruinado, y por
último, fragoso en extremo, transmonta la cuchilla del Salto del
Diablo y el alto del Raizal, para caer á las llanuras de San Mar-
tín, cuyo mágico espectáculo es inolvidable.
g) Los valles de Cáqtieza — Rumbo del Sur se encuentran en se-
guida las tierras de Cáqueza, sitas al respaldo mismo de la capi-
tal, de la cual son despensa y granero. Constituyen estas tierras
otro valle que, á la inversa del anterior, despliega su óvalo de N. á
S., pero en el que también se rompe el muro oriental para formar
la enorme garganta de Servitá, donde se ahocina el caudaloso
Rionegro en busca de la llanura, tras recoger las aguas que bro-
tan de Buitrago y Peñasblancas á las peñolerías próximas al Ne-
vado de Sumapaz y que forman al N. el haz del Negro y el Blan-
co, al centro, marcando la vaguada del terreno, el Cáqueza, y al
Sur, casi con idéntico rumbo, de W. á E., la pareja del Sáname y
otro Rioblanco, ambos de aguas transparentes como el cristal. Me-
dia docena dé vías cruzan los topes occidentales del recinto del lado
de Bogotá, donde forman los páramos de Calera, Choachí, Cruz-
verde, Chipaque y Usme, ora por bajos boquerones, ora por anchas
alcarrias, y sólo una, la que orilla en cornisa peligrosa el Rione-
gro, conduce al Llano, cuyos linderos toca en Villavicencio.
Descendiendo por esta cuenca desde los páramos de Mundo-
nuevo y los boquerones de Treinta y Seis hacia el S., se encuentra
la explanada de este último nombre, con algún cultivo, al respaldo
de la hermosa peña de Tunjaque, que como la del Tablazo que le
demora al NW., allá al respaldo de Subachoque, hacia la Sabana
presenta suave declivio, y fuera de ella no es sino una escarpa al-
tísima, cuya peñascosa pared domina dilatado horizonte. Al pie de
esa peña el Rioblanco se ahocina en la estrechura del Ají, termi-
nada la cual, recoge por la izquierda, en el valle de Choachí, la que^
brada Torzón, que baja convertida en grueso cordón de espuma, y
por la derecha el Tapias, de cauce encañonado y cuyo puente casi
es uno con el del Blanco ; aquí está el caserío de Planadas. El valle
sigue más y más cultivado y popules d hasta la boca del Negro,
que baja de Chingasa, y aun cuando de escaso caudal, con su co-
lor impone su nombre á la corriente de la vaguada que por el W.
recibe el Palmar, por el E. la Quebradanegra, de cerca es estre-
chada por las masas del Cogollo y de Santana, y en la boca del Cá-
queza francamente y más y más embravecida, quiebra al SE. para
Nueva Geografía de Colombia tomo i — 42
surcar una hoz que rjuizás no encuentra rival en Colombia sino en
la del Fatta.
Pasado el Tapias, ¡Kir la misma banda termina la qudrada del
Rajadero, que á decir verdad guarda en su hoya el camino de la
capital, nace en el alto páramo, de repente deja el rumbo del N.
y su curso tranquilj para despeñarse hacia el Oriente, pasando al
Figura 14B — Alrededores de Bogóla — Lado Notic — De Totograría
líido del escaldn de Sarta Rcía, dcnde á ccrsidcralle altitud sor-
prende hallar flores de clima mcrcs áspero, at abrigo de una de
esas paredes rocallofas qte csraclerizan «I ((tirrtiio exterior de
las alturas que envuelven la Sabana. Deifiís aparece Chcachf
en una falda, entre una altura y la tarranca en cujo fcrdo corre
el Blanco. El camino de esta banda, siguiendo al Sur, dcminauno
de los más bellos rincones de la ccttiarca, un grujo de hoyadas
cuyos recuestos y fondo parecen destacados de Tenía, y iras cru-
zar un pequeño boquerón y campos amenos, llega á Ubaque, edifi-
cado en una explanada á orillas del Palmar, al pie del Guay^cundo
y de la pequeña laguna de su nombre. Por la ho)a de esle rto re-
monta el camino de Bogotá entre paisajes encantadores, cerros y
escalonadas mesetas y climas que se transforman peco á peco hasta
las frías alturas de Cruiverde, quedando al pie del boquerón la
venta del Salteador, célebre en nuestra literatura. Enfrente de
Choachf está el caserío de Palestina, entre frutales y cañaverales,
no lejos del Negro, y pasado éste, La Unión, pueblecillo afamado
como lugar de veraneo por sus baños, sus campos y su clnp.a)
Nueva Geografía de Colombia 65 1
pie de la falda que asciende á la explanada desigual que sirve de
asiento á Fómeque, de caserío crecido, pero mediano, como los
anteriores, de partidos no menos poblados, de importancia en la
comarca, pero menos frecuentado por los sabaneros en los meses
de vacaciones.
Al Sur de Uteque, ondulados planos de acentuado declivio
conducen á la explanada de Santana, lomo de un ancho estribo
interpuesto entre el Palmar y el remate del Cáqueza y cuyo as-
pecto y suelo un tanto solitario llevan cierta placidez al alma. En-
frente, después de Fómeque y de una curiosa zona de altibajos que
á sus pies tienen la vistosa hoyada de San Lorenzo, se cae á la de-
presión que riega la Negra, de tremendos aguajes, con las cam-
pinas pobladísimas de Guachavita en lo bajo, y una curiosa abra
en lo alto, que se extiende hasta las peñas de Chingasa, de cu-
yos topes tempestuosos á un tiempo se columbran los Llanos, la
Sabana de Bogotá y los valles de Cáqueza y del Guavio, lo que,
como se comprende, constituye uno de esos cuadros que nunca ol-
vida quien los llega á contemplar en un día sereno de verano.
Los fronteros recuestos de la Negra guían al Cogollo, cuya cima
tiene la altitud de Bogotá y que con un brazo que dobla ori-
llado por el Negro, guarda, al pie de los páramos, la extensa y
ondulante depresión de Tibrote, cuna del Contador, en extremo
pintoresca y que ese río deja por una quiebra en la que lucientes
de espuma le tributan diversas cascaditas, y remata enfrente de
Quetame, lugar con fama de posición militar, y población sui gene-
ris por lo áspero de la falda en que está edifícado en su mayor par-
te, de manera que encierra calles por donde, según se dice, no
trepan sino los que tienen alas.
Merced á una inflexión de la cordillera que por el Sur medio
envuelve á la capital de la República, de cerca oprimida antes por
los ensanchados páramos, se abre con cierta longitud, de W. á E.,
el valle del Cáqueza, de faldas más reducidas á la izquiei-da, amu-
rallado á la derecha por los páramos de la Mesa, de recto perfil, el
áspero cerro Negro y las cumbres de Ubatoque, señoras del término
de la rauda corriente en el Rionegro. En el camino de Bogotá á es-
tas regiones, una vez coronado el alto del páramo en el boquerón
de Chipaque, que apenas mide unos pocos pasos de longitud, debido
á que allí la divisoria es una simple arista, ofrécese al viajero un
cuadro de belleza imponderable, porque si de la entrada á la enta-
lladura ha visto al W. el páramo de Pasquilla con el profundo valle
del Tunjuelo y el pueblo de Usme á los pies, y en lejanía la Sabana
con sus mil detalles, al extremo de ella se detiene, sobrecogido el
ánimo por la majestad del panorama que forma el otro lado del
paisaje. El suelo se hunde, se llena de cresterías y valles, varía en
su colorido con el clima, y luego torna á levantarse hasta los encum-
brados topes del lejano Chingasa ; los fondos medio invisibles se
envuelven en tintes misteriosos, las cumbres se destacan con de-
creciente vigor, las cintas de plata de los ríos y torrentes cortan el
manto de verdura, las rojas ó pajizas techumbres se distinguen en
los primeros términos, y un velo azul, que en lejanía se torna violá-
ceo, cubre la inmensidad de ese caos aparente que atrae la mirada
del sorprendido observador.
Nueva Geograf/a de Colombia
El camino baja primero en rápida espiral, pronto deja la re-
gión del páramo, aparecen las faldas y mesetas divididas en pe-
queñas heredades, cultivadas y regadas con esmero, y entre un
nido de verdura extiende Chipaque su regular caserío, en una me-
seta que termina en la barranca que domina la vaguada, de áspero
descenso, allende la cual se levanta repentinamente el suelo hasta
los páramos de La Mesa, dejando en un resalto de mayor altitud
campo al frontero Une, con viviendas de teja y aspecto simpático,
aunque algo melancólica. Después la vfa casi orilla el río, que
se precipita entre enormes pedrejones ; los cerros cercenados con
eslratas en todas las posturas é inflexiones, se acercan aquí y allá
hasta el cauce, y en las barrancas y hoyadas se cultiva el agave,
productor del fique, industria de la comarca, la que con las nombe-
las del anís, da á los paisajes un aspecto singular.
Luego se cru7.a por fin el río al pie de la alta ensenada lla-
mada Rincongrande, cuyos habitantes no gozan de buena fama,
y de las alturas de Girón, parle de las explanadas de Santana,
para ascender la cuesta en cuyo remate, entre barrancos, en la
base de grandes peñones, está Cáqueza, sin una cuarta de terreno
plano, con caserío extenso pero descuidado, centro político de la
comarca á que da nombre, y crucero de miSliiples caminos. A un
lado se extiende la prolongada falda que termina en el Alto de
lü Horqueta, del otro las crestas cubren el horiíonte, y al SE,
sigue el camino del Llano, que doble rodea la masa del Ubato-
Figura i49— Arrabales de Boeoiá— I.ado Nurtc— L)« fütngraria
Nueva Geografía de Colombia 653
que, para seguir la una rama por las márgenes del río Negro, la
otra por los cerros, desde donde se divisa la serie de panoramas
de esta interesante región, dominada de lejos por salvajes los Fa-
rallones, y en cuyo fondo, en una angosta cinta plana, desarrolla
aquel río la serie interminable de sus apretadas eses. Del relieve
postrero, antes de lanzarse por la áspera cuesta, con sólo dar unos
pasos á la derecha, se corona la altura y se tiene al pie el valle del
Sáname, el Tempe colombiano y uno de los más lindos rincones
de los Andes.
El Sáname, de los páramos de la Mesa y las hermosas mon-
tañas de Chuntira, se dirige al NE., en rumbo opuesto al Conta-
dor ; riega primero, encajonado, las hoyadas de Puebloviejo, pasa
al pie de la distante meseta, donde en la otra falda de la Horqueta,
estriada por la grieta colosal de Quebradahonda, se asienta Fos-
ca, de ruinoso aspecto, caracterizada por un mercado dominical sin
ventas, pues los campesinos, si concurren á la reunión, no expenden
sus artículos sino en la plaza de la próxima cabecera de la Pro-
vincia. Poco después el río, que á la derecha tiene la pintoresca
mesa del Herrero, entra al valle, que se abre en especial hacia la
izquierda, donde se desarrolla un disperso y risueño caserío, entre
fértiles campos, á las orillas de la onda fresca y límpida, que deja
tan encantadora cuenca por una hoz que remata sobre el río Ne-
gro, no lejos del paso y de la boca del Contador.
Al Mediodía del Sáname y entre los páramos de Taquegran-
de. Las Animas y El Chochal, se abren hacia el Oriente las ho-
yas del Rioblanco y del Manzanares, estrecha y cubierta de bos-
ques solitarios la última, porque la otra en parte es ya dominio
de los cultivadores. Las tierras de este otro Rioblanco, que fluye
al Negro casi frente á Mesagrande, abarcan en la parte superior,
que colinda con el Cáqueza, el Tunjuelo y el Sumapaz, un extenso
haz de brazos que envuelven el pequeño caserío de Nazaret, situa-
do al lado del Portón de Fosca y la Hoyagrande, y convergen unos
sobre otros, riegan primero abiertos páramos surcados por muros
rocosos en forma de crestones, cor. depresiones sin agua, y luego
se hunden en cuencas centenares de metros más bajas, cuyas es-
carpas aquí y allá adornan vistosas cascadas. Todos esos brazos
quedan pronto confundidos en uno solo, y forman una magnífica
corriente, que de lejos domina por el N. el incipiente pueblo de
Gutiérrez, cuyas casas se agrupan en torno de una muy buena
iglesia, en las faldas meridionales de Chuntiva. Dicha corriente
lleva apresurado curso entre los cultivados campos de Tunquegran-
de y las mesas de su nombre, alzándose entre aquéllas, el Sáname
y el Negro, la serranía de los Farallones de Tunque, el alto del
Volcán y el Altogrande, desde cuya cima, que permite columbrar
los Llanos, allende el Pulpito, es fama los divisó uno de los Quesa-
das, cuando las célebres expediciones en busca del Dorado.
El Rionegro abajo de Queta me sigue por la gran depresión
que separa las cumbres del Volcán y de los Burros, y constituye en
su prolongado fondo una fragosa quiebra llena de peñascos, en la
cual se retuerce el embravecido río. A la izquierda, por donde va el
camino tallado en la roca, á manera de cornisa, el suelo, estriado por
varias quebradas, casi no da campo ni aun para el establecimiento
Nueva Geografía de Colombia
de viviendas, en tanto que al frente, sobre él cañón, está la cultiva-
da meseta de Qjiña y Estaquecá, donde, como en Treinta y Seis,
aun quedan las huellas del primitivo camino español de Sopó á San
Martin. Después la lopog^rafia cambia, pues el rio en vastas con-
tracurvas se inclina al Sur. para salir al Llano disidido en tres bra-
20S; por esia banda orilla de cerca las faldas del Pulpito, avanza-
do á modo de península, en tanto que á la izquierda se forma una
especie de cuenca semicircular, la de Susumuco, al oriente murada
por el alto de Buenavista, padrastro de Villavicencio, y en el ínte-
FigTira 250 — Peñolctíaj de San Miguel—
Según K Andréc
rior abarrancada por quiebras por donde bajan despeñados algu-
,nos torrentes que fecundan las mesetas y hoyadas de Susumuco,
Pipiral y Servitá. después de los altibajos de Monte Redondo (que
■sig^ue i las casáis de la Marcelita), Chirajara, San Miguel y Mesa-
brande, entre los cuales el arroyo Chirajara cruza pintorescos re-
lieves arriba, profundamente encajado entre paredones verticales,
y que se precipita en un vistoso salto de las explanadas superiores
á la hoya inferior, adornada de rica veg-etacidn, para seguir pre-
cipitado en busca del próximo río.
El camino de Villavicencio, que crispa los nervios del mayor
niimero de los que lo recorren por primera vez, y es enfadoso
cuando el viajero se cruza allí con las punías (partidas) de gana-
Jos que se sacan del Llano, présenla una interminable serie de es-
cenas grandiosas por la tajada peña que lo domina al N. y el abis-
mo que lo bordea al S., tal que en su fondo el caudaloso río ape-
íias se distingue, sin que el oído perciba su atronador estrépito; pero
«US malos pasos quedan bien compensados con el espectáculo de
que se ¿"oza en Buenavista. Allí, á una profundidad de quinientos
metros, se mira la quieta llanura que se pierde en un horizonte cor-
Nueva Geografía de Colombia 655
tado en línea recta, como en el mar ; cintas de plata deshechas en
hebras como una madeja, cruzan ese océano verde oscuro : son
los grandes ríos; los ríos y los caños (arroyos) que nacen en la se-
rranía ó á sus pies, y avanzan lentamente orlados de una lujosa
cinta de vegetación arborescente, aquí y allá separados por las
placas amarillentas de las sabanas 6 praderas naturales. La impre-
sión de este cuadro no se borra jamás de la memoria.
h) Las mesas del Ariari — En fin, al S. de los valles de Cáque-
za, entre éstos y el camino de Colombia á Uribe, por una parte,
y por otra entre las tierras de Sumapaz y los llanos de San Martín,
precisamente dominando la importantísima zona que cerca de esta
población se alza entre los ríos Humadea y Ariari, que distantes
allí apenas media docena de leguas, los separa de un modo violen-
to y divide las grandes hoyas del Meta y el Guaviare ; dentro de
esos límites, y ocupando un espacio de unas 300 leguas D, que
constituye casi un rectángulo de unas 20 leguas de N. á S., por 14
de W. á E., se desarrollan, aún desiertas y selvosas, las aurífera!^
tierras del Ariari, una de las zonas más importantes de la cordi-
llera oriental y de las más erróneamente descritas en todos los tra-
bajos publicados sobre el país.
En efecto, en cartas y libros se supone que el cerro nevado
de Sumapaz se levanta en la divisoria general del Magdalena y
el Orinoco, y en la particular del Meta y el Sumapaz, cuando ín-
tegras las aguas que se desprenden de todos sus flancos tributan
al Ariari, y el Humadea, la rama madre del Meta, no nace en la
magistral sino á un lado de ella, de suerte que la hoya del Suma-
paz no colinda sino con la del caudaloso afluente del Guaviare, y
son más humildes los orígenes del gran río de las llanuras orien-
tales.
El camino citado de Colombia á Uribe marca de un modo
visible el término meridional de la región de las mesas de la gran
Cordillera Oriental ó de Sumapaz, puesto que bajo él el lomo de
la magistral no alcanza el nivel de las tierras frías, y de un lado y
otro, hacia Purificación y San Martín, baja el suelo repentinamen-
te hasta convertirse en mesetas de clima cálido, surcadas por cres-
terías poco más elevadas, y antes de llegar á esas p)oblaciones, por
el W. desciende á mucho menos de 400 ms., y por el E. disminuye
por mitad esa ya escasa altitud.
De los páramos del Chochal y las Animas, al respaldo del
Blanco de Gutiérez, nace el Humadea, que en arco desciende
al S. hacia San Martín, alejándose más y más del Manzanares, por
angosta quiebra que no le da afluentes ; pero ya en la llanura cam-
bia su rumbo para juntarse al Negro de Quetame y constituir el
Meta. En su carrera lo acompaña, á la derecha, á corta distancia
y buen trecho, el Grande, ya tributario del Ariari. De esos mis-
mos páramos arranca la crestería que divide el San Juan del Calle
Real, es decir, amuralla por el E. la cuenca superior del Suma-
paz. El Calle Real, que desciende al S. por el fondo poco acen-
tuado del altísimo valle, nace en las lagunas del Chital, y luego se
inclina al E., se llama Guape, deja la región fría por una hoz abier-
ta entre el Morro Tres Canales y los picachos del Ariari, y con ese
mismo rumbo divide las mesas de Yamán y de Fernando, á cuyos
656 Nueva Geografía de Colombia
lados corren el Ariri y el Güéjar, ya envuelto éste por la hoya del
Guayabero : todos tres se funden después en un solo lecho, á ello
obligados por el Mesetón, ó sea los relieves que al respaldo de
San Martín botan el Humadea sobre Jiramena, y el Ariarí hacia
la Concepción. Es á la izquierda del Calle Real donde se alza un
corto lomo de poco más de dos leguas de longitud, de naneo oríen-
tal acentuadísimo, llamado en los antiguos papeles Sierra Leona,
y que en su extremo sur levanta un tope de cumbre prolongada
que por varios meses se viste de un blanco sucio : es el cerro Ne-
vado de Sumapaz, ó mejor dicho, el cerro de Santa Bárbara de
Sierra Leona. £1 Nevado remata al S. inesperadamente en el acen-
tuado boquerón del Nevado, por donde pasa la trocha de San Mar-
tín,'al que sigue una crestería paramosa que va á unirse con las bre-
ñas denominadas Picachos del Ariarí, ya nombrados, que en escar-
pa terminan sobre la mesa de Yamán. Cuanto al Ariarí, nace al E.
del Nevado, con este nombre ; rápidamente deja la tierra fría, y
ya con algdn caudal se une al Grande, para con éste volver al Sur,
usurpándole su cauce, y salir á la llanura, como queda dicho. Tan
sólo holladas estas comarcas por los quineros y caucheros, sus be-
llezas y perspectivas quedan ocultas por la selva gigantesca que
las cubre, y apenas si de alguno que otro alto alcanzan á distin-
guirse partes de las vastas ondulaciones que cubre ese dilatado
manto de verdura, que permanece adn en el estado en que lo en-
contraron los conquistadores.
t) La Sabana de Bogotá — Entre los valles ardientes y templa-
dos que de las vegas calurosas del Magdalena y de las llanuras
caldeadas del Meta trepan al asalto de extensos páramos que se
apoyan á trechos en estribos corpulentos, se encuentra murada por
esas yertas cumbres una especie de depresión, una cuenca que ocupa
el topemismo de la cordillera y constituye la Sabana de Bogotá, ó sea
una altiplanicie rodeada por rebordes que si apenas la dominan en
unos puntos, en otros se alzan sobre la laja como ásperas murallas
de bastante altura. La llanura se tiende principalmente de la capital
de la República hacia el Ocaso, sólo interrumpida por los collados
de Suba y Serrezuela, y en tanto que al Mediodía apenas penetra
entre los cerros por las ensenadas de Tunjuelo y Sibaté, hacia el
N. forma varíos á modo de golfos abiertos de N. á S. á la dere-
cha del cuerpo principal, que remata por ese lado en la ensenada
de Zipaquirá y el valle de Suesca, contra los altos cerros del bo-
querón de Tierranegra y de Gachaneque, en tanto que el último
jirón se adelanta por Chocontá y el pie de las Ovejeras hasta el
Albarracín, no lejano de aquellos otros.
Al rededor de la llanura se encuentran riquísimos minerales
de sal gema, carbón de piedra, yeso, cal y también aguas terma-
les, pero escasean las verdaderas piedras de construcción, pues sólo
se hallan ó duros guijarros de color sombrío, pizarras sin consisten-
cia ó blandas areniscas que mancha casi en el acto la intemperie.
En la taza y sus ensenadas y brazos se ven por dondequiera se-
menteras, huertas, ovejas, caballos y numerosos rebaños de ga-
nado mayor, potreros de ceba, chozas, casas de campo, caseríos
regados aquí y allá, junto con varios pueblos, y por todas partes es
Nueva Geografía de Colombia
6S7
cruzada por carreteras, y por tres ferrocarriles en que pasea la
estrepitosa locomotora al través de estas poéticas pero melancólicas
campiñas. Abundan las aguas que forman ríos, charcos y lagunas
llenas de aves acuáticas que contrastan con las praderas, antes casi
desprovistas de árboles. Esas aguas, que forman una veintena de
Figura 251— La .V
abana y las hoyas del Rionegro, el Bogotá y el Fusagasugá.
Escala : i : 1.600.000
arroyos y riachuelo . , , ^ , ,
orlado de pantanos Si ^^ í^náen en el Funza, que por el centro y
caprichosas vueltas v\^^ navegable describiendo mnumerables y
norte y de los caloras de*f,''""i*^ ""^ ^'^^'f, ^^^"^^ "^^ ^? /^^°' ^^^
cional cultivo, aiín dista mi ''^f ^''^^ ^^"''' ^^^^'' P^'"'' ^"^.^^^^ ^^ ^*-
/
/•
6$S Nueva Geografía de Colombm
tatívá, la Sabana propiamente dicha, con sus 90,000 hectáreas, se
desarrolla como unido tapiz que se dilata por 40 kilómetros del
Majui á los cerros de Guadalupe y Monserrate, que señorean á Bo-
gotá, es enmarcada al Sur por un bajo relieve que casi desaparece,
mirado desde los altos páramos, y en apariencia forma una serie
continua de alturas con acentuados puertos, en tanto que hacia el
N. penetra á modo de senos por entre cordones de eminencias que
ora suavemente, ora de un modo acentuado, terminan en ella, yen-
do á recostarse el remate de esos senos contra lejanos montes,
el tiltimode loscuak-sesel más crecido y el que avanza más, como
que forma el brazo que llega a Zipaquirá. sólo aparentemente ce-
rrado ala derecha por los cerrilos de TibitrS, puesto que en torno
de ellos se une á las dos cintas que forman las planicies de Sopó y
Suesca, una en realidad, y la segunda es la que en cierto modo se en-
laza con las menos anchas de Guatavita y Chocontá, que forman un
tercer surco al pie del muro oriental de la cuenca. Y como el ptn-
mer seno ó de Subachoque penetra hasta la Pradera, el segundo, ó
deTabio, avanza hasta el respaldo de Zipaquirá por el Riofrfo, y
al Sur mismo de la capital se encuentran las ensenadas de Tunjuelo
NüKVA Geografía de Colombia 659
y de Sibaté, tendremos que antes la Sabana fu^ un haz de valles
que con fondo escalonado en mesetas seguían hacia la región de la
Mesa y que luego cegó la acción glaciar, permitiendo que se for-
mara esa fértil planicie á la cual debe su existencia Bogotá.
La Sabana, que se rodea de cumbres en general desnudas y
compuestas de rocas ennegrecidas por diversas causas, no es, pues,
sino una taza en el lomo de la Cordillera Oriental, cubierta de
prados y de mieses, y con una alfombra de tupida y corta yerba
donde pacen dispersos los rebaños, aún en partes de las razas in-
troducidas por los conquistadores, pero desmejoradas por la falta
de cuidadpsj'nteligentes, mal que no se remedia sino con lentitud y
sólo desde hace medio siglo. A trechos, en vez de prados se extien-
den los cultivos, entre los cuales priman en unos puntos los trigales,
en otros la cebada ó el maíz, pero siempre en prime»* término las
papas, y las huertas quedan en los contornos de las poblaciones,
peí o hecho todo de una manera asaz rudimentaria. En la Sabana,
si bien son numerosas las heredades cercadas de tapia, ¿obre todo
en tomo de los pueblos, en lo general se ha preferido siempre di-
vidirlas con zanjas (dobles de ordinario, porque la tierra aun no ha
alcanzado los fabulosos precios de otras regiones), lo que permite
dilatar la vista por dondequiera y comunica un aspecto especial á
las aisladas portadas que coronadas por un alero dan acceso á las
haciendas, cuyas casas, que mejoran sin cesar y se rodean de bos-
cajes en que domina el eucalipto, poco á poco rompen la antigua
monotonía de la llanura, casi sin arbolado, pues sólo los indígenas
plantaban algunos arbolocos, sauces ó cerezos. Probablemente la
prevención de los castellanos contra los árboles acostumbró á sus
-descendientes á la vista de las planicies desnudas y polvorientas,
que ellos conservaban así, so pretexto de no dejar á las avecillas
dónde anidar y alejarlas para que no devoraran el grano recién
sembrado !
Es lo cierto que los cultivos de otros días fueron más extensos,
cuando prevalecían en la llanura las heredades pequeñas, los indí-
genas conservaban sus resguardos, y no habían sido arrollados por
las grandes haciendas destinadas á mantener ganados, contrarian-
do todas las leyes económicas. Y hasta la naturaleza como que
protesta de una manera elocuente contra tales procederes, pues son
muchos los puntos en donde al contemplar desde una altura esas
verdes soledades, se distinguen claramente, bajo la tupida grama,
á pesar de los años transcurridos, las huellas de las antiguas cho-
zas y de las huertas que las rodeaban, divididas por setos vivos de
cañas, y aun sin ese resguardo, para aprovechar íntegro el suelo,
como todavía sucede en los campos de Gachancipá.
Altimétricamente queda incluida la llanura entre dos planos
que apenas distan unos 300 ms., y abarca unas 1 50,000 hectáreas
en poco más de 200,000 que mide la cuenca, que encierra mul-
titud de pintorescos detalles ó curiosos fenómenos geológicos que
pasan inadvertidos para el común de sus habitantes. Merecen
mención el risueño valle de La Pradera ; el valle del Riofrío,
riachuelo que en plena llanura cambia de ensenada, cruzando
el lomo de una crestería por una hoz en la cual forma un diminuto
raudal ; las peñas de Suesca con los reciales del Funza á sus pies ;
las colinas acoderadas de La Calera ; los g;redales de Guatavita y
Tiinjuelo ; los cerritos aislados de Soacha, de Serrezuela, de Cór-
doba, de Suba y de Tibítá ; las cuencas sin desagüe visible en tomo
de Zipacón ; el curso medio soterrado del río Facatativá en Las
Cuevas; las puaias en que rematan los estribos que producen las
ensenadas ; los ríos de curso al parecer inverso por la forma del
llano; las grandes lagunas y pantanos marginales del río prínci-
pal y los afluentes; lo variado del relieve del marco montañoso ;
Figura 253— El Salto áe Tequendama vislo de costado — De fotograría
Ift aridez de la parte sur de la llanura, en contraposición con la
humedad de la del norte ; los depósitos glaciares, y sobre todo, el
Salto de Tequendama, de fama universal pero de origen relativa-
mente reciente, porque antes las ag;uas de la llanura no se confun-
dían todas, y la arteria principal de entonces se despeñaba por
otra hoz no lejana de Fute y el camino de San Antonio de Tena.
Hoy el Funza, acrecentado ya con todas las ag;uas de la Sa-
bana, se acerca perezoso y como replegándose sobre sí mismo á
tierras de Canoas (Soacha); ai rasar las bases del reborde glaciar
que allí tiene la llanura, empieza á desnivelar su cauce, recibe el
Sibaté, su postrer afluente, y entra en la quiebra, donde precipita
mis y más su curso, se rompe contra las peñas que colman la que-
brada, cruza un terreno que parece revolcado por un cataclismo.
Nueva Geogk>fi
y aún sin estabilidad, á trechos suaviza sus ímpetusó los acrecien-
ta, y por último, reducido á un canal de i6 metros, cae sobre una
comisa firmísima, y con este primer empuje se prepara al segun-
do, en el cual se lanza enarcado y roto en mil y mil vistosas plu-
mas, maravillosamente hermosas vistas á la luz de la luna, i una
firofundidad de 144 metros, especie de cráter 6 caldera, cuya sima
lena permanentemente con sus nieblas, y de la cual sale conver-
tido en el torrentoso río Bogotá.
Figu» 154~EI Saín, úc Te (uendama vUio Je frente— De fotografía
En la Sabana, dominada siempre no por la primavera de laS
zonas templadas del globo, sino más bien por el otoño de ellas, de
donde sus tintas melancólicas cuando no hay intensa luz, todo se
destaca con una limpieza extraordinaria. Por esto, cuando se la
recorre de W. á E., desde muy lejos se divisa la mancha rojiza
de las techumbres de la ciudad y de Chapinero, y las capillas que
662 Nueva Geografía de Colombia
coronan los cerros de su respaldo, las cuales, en lejanía no se des-
tacan sobre el azul del cielo, sino sobre las cu mores más altas de
la divisoria, y parecen puestas en el reborde de una meseta decli-
vada, que de repente se hunde en escarpa sobre la capital, aspec-
to que desaparece al avanzar, hasta no verse de tales alturas sino
un filo de crestería por la abra del boquerón que separa los dos
cerros que erróneamente se dice defienden la capital de los vien-
tos orientales.
En esta cuenca ó, mejor, aliillanura y sus ensenadas, se en-
cuentra poco más de una treintena de poblaciones de muy varia
importancia, pero en lo general reducidas á pequeños caseríos,
centros de municipios agrícolas ó lugares de veraneo para los ha-
bitantes de la capital. Estas poblaciones, tomando en cuenta úni-
camente la hoya del Funza, se reparten por grupos, el mayor de los
cuales queda en la Sabana propiamente dicha, como es natural. En
el alto Funza se hallan Hatoviejo y Chocontá; en el Funza central,
Suesca, Sesquilé, Gachancipá, Tocancipá, Sopó y Cajicá ; en el
valle del Meusa, Cogua, Nemocón y Zipaquirá; en el valle del Sopó,
Guasca y Guaiaviia; en el valle [del Teusacá, La Calera ; en el
del Tunjuelo, Usme ; en el del Roble, Facatativá; en el del Pue-
bloviejo, Subachoque y La Pradera (caserío); en el del Riochico,
Tabio y Tenjo ; en el bajo Funza, Chía, Cota y Suba ; en el del
Juan Amarillo, Usaquén y Chapinero (parte de la capital) ; en la
Sabana, Bogotá, Bosa, Fontibón, Engativá, Mosquera, Funza, Ma-
drid y Bojacá ; y fuera de la hoya del Funza, Zipacójn. Con ex-
cepción de la capital. Mosquera, Madrid y La Pradera, todas las
demás tienen por antecesor un pueblo muisca cuyo nombre con-
servan, pero no su grandeza relativa, pues por ejemplo Facatativá
no era entonces sino una fortaleza, y Engativá (Ingativa), el más
pequeño en el día, era de los más importantes en la época de la
Conquista. Cuanto á Funza, cabe observar que es un gran yerro
considerarla como existente en el solar de la antigua corte de los
Zipas : allí nunca el arado ha encontrado huellas de tal hecho ; al
contrario de lo que sucede en Fontibón; y los cronistas afirman pe-
rentoriamente que esa corte estaba en la ribera izquierda del Fun-
za, confirmando el hecho por ser Teusaquillo (Bogotá) el palacio
de aquellos soberanos, y porque el río, de ordinario invadeable, y
contramural contra los Panches, habría sido gravísimo obstáculo
en las rutas comerciales de Sumapaz (Fusagasugá) y de Guatavi-
ta-Chocontá-Tunja, sirviendo además esta última para las salinas.
En el corazón de la Sabana, es decir, en la llanura baja allende
el Funza, hacia Facatativá, no hallaron los conquistadores pobla-
ción ninguna, lo cual en cierto modo aún subsiste, ya que es allí
donde se encuentra el mayor espacio llano sin ningiin poblado.
De las poblaciones nombradas, Zipacón en una hoyada, de as-
pecto pintoresco, y Bojacá al pie de un boquerón desde donde se
divisa la capital, son molestadas por nieblas de una intensidad ex-
traordinaria; Madrid, al abrigo de la Serrezuela que antes le daba
nombre, y á orillas del río de la misma denominación, es por ahora
la estación de ferrocarril en el camino de La Mesa, y ha mejorado
notablemente en caserío por ser lugar de veraneo de los bogotanos
ricos ; Bosa, que desempeñó el último papel en tiempo de los pri-
Nueva Geografía de Colombia .66^
meros Virreyes, queda no lejos del ferrocarril del Sur ; Soacha,de
extenso pero poco denso caserío, hace el oficio de Madrid en la vía
de Fusagasugá y el Salto, quedándole cerca las risueñas campiñas
que riega el Aguasclaras ; Usme no es sino un villorrio, centro de
un Municipio cuyas extensas parameras son tristemente célebres en
los anales de nuestras guerras civiles : en las cercanías de Bogotá la
hoya del Tolosa guarda los g rédales de Tunjuelo, ó sea porciones
donde la erosión ha labrado en la arcilla millares de agujas y pila-
res, y las harranquillas donde ese trabajo* mina el interior del suelo
y hace peligroso su tránsito ; Fontibón, en la línea férrea de la Sa-
bana, ha mejorado un tanto, y en sus campos hay próspera agri-
cultura; Engativá es un grupo de viviendas á orillas del Punza,
que allí desarrolla curiosos meandros en los que corre á todos los
rumbos del horizonte ; Mosquera debe su existencia á la línea de la
Sabana y es estación de Punza, extenso pueblo de indígenas hasta
no hace mucho, mejorado bastante en los últimos anos, con una
torre elevada desde la cual se domina un lindo panorama : el cami-
no del N., de los dos que la unen á Madrid, es uno de los que por
sus pintorescos detalles permiten formar mejor idea del corazón
de la altiplanicie y que cerca de allí guarda también las porciones
de mayor monotonía y las punios que rematan en pintorescos y ca-
prichosos peñones adornados por algún verdor.
Pacaiativá, término actual del ferrocarril de Occidente (la
Sabana) en la vía de Honda, ha progresado y crecido de un modo
notable, y es plaza de algún comercio é importante mercado de ví-
veres ; cerca tiene rocas con jeroglíficos, y en la ensenada cuyo cen-
tro ocupa, el río que la riega se hunde entre unas cuevas por algún
trecho ; Subachoque tiene cierta importancia local, y en sus cer-
canías, en el hermoso valle de Puebloviejo, está el caserío de La
Pradera, en torno de la gran ferrería del mismo nombre, que vista
de noche desde los solitarios páramos vecinos, cuando trabaja, pro-
duce singulares impresiones ; Tenjo y Tabio ocupan un lindo valle,
y al pie de una de las cuchillas que lo forman, se encuentra el risue-
ño caserío de Carrasquilla ; Cota queda entre el cerro de su nom-
bre y el Pqnza, no lejos del campo de Buenavista ó La Culebrera ;
Suba ocupa situación análpga en la otra ribera, y Chía, algo más
al N. en la opuestaa, próxima al Puente del Común, que hoy es un
caserío, fue el principado de Asturias del período Muisca, produce
afamadas (?) manzanas, y sus campos, cultivados con esmero en
pequeñas heredades casi todas de forma regular, presentan, vistos
de la próxima altura, uno de los cuadros más risueños de la comar-
ca, en la cual se le asemeja mucho Cajicá, de suerte que parecen
un rincón de Tenza trasplantado á la llanura.
Zipaquirá, término en la fecha del ferrocarril del Norte, no-
table por su hermosa iglesia, campo de batalla nnichas veces, por
su salina, la primera de los Andes, por sus pastos y alegres cam-
piñas, es la segunda población de la Sabana, y merece el nombre
de ciudad con mayor justicia que otras poblaciones que lo llevan
como herencia colonial ; Cogua, vecina de la anterior, antes exclu-
siva productora de la leña y loza consumida en las dos salinas
próximas, con cuyos poblados vive en antagonismo, tiene cerca
uno de esos boquerones en que la fuerza del viento cierra el paso al
664 NtEVA Geografía de Colombia
medio dfa; N'emocdn ha fnejorado debido á su salina y sus cam-
piñas; Suesca no pasa de ser un jioblachón en decarlencia, entre
campos que se tlice le dieran el nombre .muisca que lleva, próxi-
ma tiene una hermosa p 'ña que baña el Funza, y queda entre ella
y el pie de los cerros dunde se fnruentra la laguna de su misma
denominación entre tierras que sustentan numerosos rebaños de
ovejas. Cerca de este lugar, celebre porque allí escribió Quesada
su relato de la Conquista (perdido), se alzan al S. SesrjuiM, pobla-
ción que existe por una cercana salina, con habitan;es con fama
de inhospitalarios y alevosos, y al N. Sisga, disperso y curioso ca-
serío de algiin progreso, cerca de los raudales del Funzi, En el va-
lle superior de este, además de Hatoviejo, bellamente situado al pie
de variadas serranías, entre las cuales se cuenta el Albarracín,
divisoria de aguas en la via de Tunja, queda Chocontá, de grande
importancia en tiempo de la lucha de Zaques y Zipas, sobre la ca^
Nueva Giografía di Colohbu 665
rretera de Tunja, antes centro fabricante de sillas afamadas y no-
table mercado agrícola en la actualidad.
Los pueblos g'emelos de Gachancipá y Tocancipá, edificados
en la llanura, son productores de alfarería y cultivadores al estilo de
los de Tenita ; Sopó, al pie de la alta pet^a de su nombre, aun per-
manece dividido en población de blancos y de indios (Meusa), y se
rodea de notables dehesas. Guatavita, la rival de Bacatá, la ciudad
india de los joyeros, ocupa análoga posición, tiene caserío extenso,
buen mercado, y es centro de una crecida industria de tejidos de
lana ordinarios ó deia tierra, como antes se decía para diferenciarlos
délos extranjeros ií c/í Ciií////ii; Guasca, que le demora cerca en
una explanada dominada por el páramo, es población de mal ca-
serío, célebre en la historia de nuestras luchas por su guerrilla.
Cerca de estas poblaciones se encuentran en las serranías las cono-
cidas lagunas de Guatavita y Siecha, afamadas por los tesoros que"
se dice encierran, y se ha tratado de desaguarlas con el objeto de
recogerlos. La Calera no es en verdad sino el cortejo de una anti-
gua t;asa solariega, y Usaquen, lugar de hermosos campos, debe
su reciente progreso material á los hijos de la capital.
Figura 2SÉ — Alrededores de Bogóla — Cascada inferior en el Boquer"
Fotografía de la /^utva GfB%rafla di Calomhia
Nutva Getgrafia de Cebmbia tomo 1—43
666 Nueva Geografía de Colombia
Bogcotá, que en longitud ocupa tres kilómetros, al píe de Mon-
serrate y Guadalupe, con varia anchura, es una población en es-
tado de transición : ya casi del todo ha perdido el aspecto mozá-
rabe, monástico y medioeval que la distingfufa cuando era la tran-
quila Corte de los Virreyes, y aún no ha adquirido fisonomía ca-
racterística dentro del giro de los tiempos modernos. Todavía las
casas son sendas viviendas de una sola familia, con patios, jardi-
nes melancólicos y aun sombríos, rodeados de habitaciones y con
huertas al respaldo ; todavía una buena parte de la gente pobre
vive amontonada en tiendas, que principalmente son los bajos de-
lanteros de las casas altas, focos de inmundicia una vez que se las
dejó subsistir después de suprimir los arroyos de las calles conver-
tidos en sui gkneris alcantarillas. En ella contrastan lo antiguo y la
moderno; las huellas de antaño y los preludios de ogaño ; las calles
anchas y rectas y las callejuelas y vericuetos ; el lu]o y la mugre ;
el aseo de unos lugares y los muladares que rodean el lugar y casi
lo atraviesan por las orillas de los cauces de los ños que lo cruza-
ron en otros tiempos ; de suerte que como no ha alcanzado y defi-
nido su mayor edad, su aspecto es prosaico y común.
Por otros puntos de vista, la ciudad comprende un centro
ó núcleo de la riqueza, el comercio, la banca y las buenas casas,
que se extiende de San Francisco á San Agustín, y de la Cande-
laria á San Victorino y la Plaza de Mercado, pero no en área com-
pacta, sino en cruz, que parece rodeada por formidable muralla,
pues la ola humana que lo agita no traspasa esas barreras, quizá
por el hábito inquebrantable del pueblo de hacer sus compras en
determinados lugares.
Al Sur, Occidente y Norte ese centro está rodeado por la par-
te más prosaica de la ciudad, con la única diferencia de que al
Sur predominan las construcciones antiguas ; al W., los edificios
en lo general son modernos, y el comercio y el tráfico se dejan
sentir de un modo creciente, debido á las estaciones de ferrocarril^
y al Norte prevalece un término medio, una especie de barrio de
rentistas, animado por la concurrencia, que por sus arterias cen-
trales pasa á los Cementerios, al Parque de San Diego ó á Cha-
pinero ; entre estos dos lugares hay una verdadera avenida de
hermosas quintas. Al contrario, al Oriente, es decir, en la parte
alta, donde predominan las callejuelas y encrucijadas, se encuen-
tran mezcladas las casas antiguas y modernas, y por último ter-
mina en centenares de viviendas de pobres ú obreros, ya sueltas,
ya reunidas en grupos ; ora aseadas, ora inmundas, pero forman-
do vericuetos cuya existencia ni aun sospecha la gente de las otras
partes : tan poca es la movilidad de los bogotanos, ó tan dominan-
te en ellos el hábito de no recorrer sino unos mismos lugares.
Más allá de la ciudad se extienden llanuras monótonas en lo
bajo y mesetas abarrancadas en lo alto, las que sirven de pedestal
á la masa de los cerros nombrados, de escarpado frente, que for-
man el Boquerón, para lo cual el prismático Monserrate convierte
su flanco N. en una especie de ángulo diedro (Pico de la Guaca-
maya) que como cuña se introduce en el cóncavo flanco del acam-
panado Guadalupe, compuesto de ásperas cuchillas. Detrás del
Boquerón se abre la cuenca donde se forma el río San Francisco,
NvEVA Geockafia de Colombia 667
entre la del Fucha al N. y la del Arzobispo al S. : débese esto i
que á partir del Bcx{ueri5n de Chipaque. el lomo paramoso se en-
sancha y estría con crestones y vallejuelos, á la vez que se dobla
al W. con un antemuro mis y más destacado, hasta ser ramal dis-
Figura 157— Kl Boquerón, viito por ti Oritiilc— Oc folografia Je h
Geograjla dt Cnlombia
tinto que termina hacia el Puente del Común y Yerbabuena. A
poco de su origen, este antemuro se une al cuerpo principal por
una especio de diques en Cruzverde, Guadalupe, Monserrate y
Chapinero, con lo cual resultan las cuencas nombradas, donde se
NuKVA Geografía de Colombia
recog;en las aguas que abastecen á )a ciudad. De estas hoyas, la
más cercana, la del San Francisco, en la parte opuesta á los dos
cerros, es una amplia falda que ondulada sube hasta las rocas del
alto del páramo, y no se comprende cómo las bellezas de estos lu-
gares pasan inadvertidas á los bogotanos que van á veranear entre
el polvo 6 el fango de la Sabana, ni cómo no se ha aprovechado
su suelo, ya para aumentar el caudal del agua potable que se dice
Figura 25S-Cn>cada siipcrlot Uel Koquei.'m— Do foHigrafia de ]j Ai/fr.!
escasea, ya para producir cafdas productoras de eleciricidad. El
Boquerón encierra una serie de paisajes á cuál más pintoresco 6
ignorado, y nada tan fácil como abrir alH un buen paseo que per-
mita disfrutarlos ; la hoya del respaldo, una vez llena de quintas,
sería un rincón de Suiza, y por ella se podría ascender en ruedas
á la cima de Monserrate para gozar el magnífico espectáculo de
la ciudad y de la Sabana, tendidas 500 ms. más abajo, aquélla con
sus torres, sus plazas, su enrejado de calles y sus ríos, surcada ésta
con largos giros por el plateado Funza y cerrada á distancia por
cumbres vaporosas, tras las cuales ó se forman ejércitos de nubes,
6 brillan con sin igual primor los topes del Ruiz y del Tolima-rey,
j) La sírrania de ¡as llanuras. Escaladas las cumbres que
por el Oriente amurallan las tierras que riegan el Chicamocha,
el Garagoa y el Negro, desde que se corona un punto de donde
pueda extenderse la vista, ésta se dilatará por Los Llanos (lla-
nuras de Casanare y de San Martín), quedando admirado el es-
pectador de la inmensidad de esa superficie plana que parece sin
■Nueva UeogsafÍa de Colombia 669
limites, como que hsce horizonte por t<<da5 partes, y semejarfa mis
tóen un mar si tas sabanas próximas, con su color amarillento y con
los hilos de verdura que serpentean por ellas, no diesen á conocer
la realidad. A primera vista se d¡r(a que las dos regiones contra-
r estas de la montana y la llanura son las linicas en que se divide
comarca ; mas no es así, porque una y otra presentan grandes
sonas distintas con sus divisiones particulares.
La región de la cordillera que domina á Casanare mide SO le-
g:uas de longitud, de N. á S., por unas 16 de anchura, y no obstante
componerse en lo general de arenisca, presenta tres porciones di-
versas marcadas por las quiebras de los ríos Casanare y Charte,
670 Nueva Geografía de Colombia
Entre los ríos Sarare y Casanare la cordillera es en pri-
mer término la falda de la Sierra Nevada de Chita ó de Güicán.
Esta no se presenta por aquí con la belleza que se observa en la
parte occidental, pero en cambio muestra destrozos y ruinas que
asombran el ánimo del espectador. En el centro mismo de la cum-
bre hay una grande explanada debajo de cuyos hielos se oye el
murmullo de los arroyos que forman el río de la Nieve, por cuan-
to dicha explanada se inclina suavemente hacia el Ocaso, en tanto
que la caída oriental, muy reducida, se presenta cortada vertical-
mente y coronando paredones de más de 800 metros de altura, so-
bre los cuales las nieves forman un arco de 30 metros de espesor y
casi 3 kilómetros de long^itud ; á la vista parece como que la mitad
de la Sierra se hubiera desplomado produciendo el inmenso abismo
que en realidad no es sino uno de esos circos característicos de la
época glacial. Los despojos de esta parte de la cordillera han mo-
diñcado la forma de sus apoyos y de la próxima llanura, pues en
las montañas de Macaguán, ó sea en las tierras bañadas por el
Ele, el Arauquita y el Salibón, rocas erráticas de colosales dimen-
siones, forman un gigantesco canchal que se dilata hasta más de
10 leguas de la esquiciada cumbre, y por sus condiciones y aspec-
to es quizá único en los Andes. A derecha é izquierda de ese cir-
co que remeda el cráter de un inmenso volcán, se yergnen picos
nevados aún intactos y de cuyas bases se desprenden contrafuer-
tes á manera de radios. El principal de éstos, que surge en la
parte austral, casi perpendicularmente á la Sierra, se yergue del
todo descarnado, con su flanco norte hecho de enormes murallo-
nes sobre los cuales se alzan agujas y picos caprichosos, en tanto
que por el flanco derecho despide cinco eslabones que originan
sendos valles estrechos y fragosos que van á perderse en la llanu-
ra, decreciendo su longitud, como es natural, del N. al S. Los
demás estribos de la mitad meridional de la Sierra se presentan
como largos ramales que producen valles encajonados y profun-
dos, y en sus cimas muestran una multitud de cresterías que se ele-
van y abaten de repente, para luego enderezarse más puntiagudas
ó más altas. En la mitad boreal la Sierra despide un poderoso es-
tribo que por su rumbo parece como si se replegara sobre sí mis-
mo, pues se dirige hacia las breñas que corren por el N. del Sa-
rare, con lo cual sierra por el Oriente la parte baja de la hoya in-
terandina del mismo, conforme queda dicho, y es de tal estribo
de donde se desprenden los numerosos contrafuertes que van á
morir en la llanura. Empero, toda esta gran masa, en la cual corren
presurosas las aguas, por entre quiebras peñascosas que forman
dilatadas salterias, es poco conocida, está cubierta por una inmensa
montaña y permanece desierta.
En las 18 leguas que separan el Charte del Casanare, la falda
de la cordillera presenta un aspecto distinto del anterior. Los con-
trafuertes de la Magistral, donde levantan caprichosamente sus
descarnadas cimas los páramos de Chita, Canoas, Pisba y Las La-
jas, descienden en prolongadas y bien separadas hileras de mon-
tes que originan anchos valles perpendiculares á aquélla, y por
cuyo fondo corren tumultuosas las aguas del Casanare, el Pauto,
el Paya y el Libianzagrande ; especialmente el primero y el últi-
Nueva Geografía de Colombia
mo reciben muchos afluentes que acrecientan su caudal antes de que
salf^n á la llanura. A los lados de estos valles hay otros que no
■son sino quiebras, parque los contrafuertes van muy próximos en-
tre sí, y en ellos se tlespeñan los ríos por lechos profundos. Estos
ang'ostos valler están casi desiertos, al paso que los otros abrigan
algfunas poblaciones.
Figu» 360 — Dia{¡raaui de lai
^ue conslilnjcn El Reino
673 NvKVA Geografía i» Colcmúiia
El valle del Casanare encierra la rica salina de Chrta, situada,
en la confluencia del Casanare y el Chinebaque, y las menos im-
portantes de Sácama y Muneque, origen de las poblaciones á que
han dado nombre. Por este valle pasa el camino frecuentado por
los habitantes de Santander y norte de Boyacá, para conducir los
(ganados del llano á la intercordillera, lo que no se hace sin grandes
pérdidas, por lo escabroso de la senda. La vía de Cusirí, un poco
más septentrional y que del Cocuy sale á Lope, transmontando la
Sierra por el boquerón de Cusirí, á veces obstruido por la nieve,,
no ha dado resultados prácticos. ,
Domina al valle del Pauto la meseta en donde está el pueblo
de Támara, de alguna importancia, por su altura exento de las en-
fermedades inherentes á las sabanas bajas, y cuyos habitantes han
extendido sus labores por las orillas del río hasta donde principia
la tierra fría. El valle siguiente, ó sea el del Paya, encierra el
pueblo de este nombre en una loma, y el de Pisba, que producen
algodón y fabrican tejidos, los cuales también extienden sus culti-
vos desde la tierra caliente hasta el pie de los páramos que cruza
una mala senda por la cual pasaron la cordillera en 18 19 las hues-
tes republicanas que habían de vencer en Boyacá, en otro valle cu-
yas aguas también son tributarias del Meta, después de cruzar las
altillanuras de Tundama y Tunja, que las dan al Magdalena.
En el valle de Labranzagrande está el pueblo de Marroquín,.
al pie de un cerro entre el río principal y el Paya, y el de aquel
nombre, en una alta explanada, no lejos de la vaguada, centro de
un fragoso distrito, en tierra caliente y vecinos de las salinas de
Mongua, Sirguasá y Sismusa. Por este valle cruza un camino fre-
cuentado para conducii los ganados de la llanura á las planicies de
la intercordillera, en el cual está el famoso paso de Ims Barras^
especie de galería artificial colgada sobre un abismo, pero camino
tan fragoso, que los ganaderos se ven en la necesidad de formar con
la paja de los cerros un colchón para que los animales no se des-
peen con la innumerable cantidad de piedras que siembran la vía.
A pesar de la anchura de estos vallts casi paralelos y distan-
tes entre sí cosa de 5 leguas, no hay en ellos muchos cultivos, ni
sus habitantes progresan lo bastante, por la calidad del terreno,
compuesto en gran parte de cerros estériles ó apenas tapizados de
gramíneas, y tan empinados que no presentan recuestos apro-
piados para la agricultura y á veces ni aun para la cría. Y como
la ganadería será siempre la principal riqueza de estas comarcas,
el mayor interés para los habitantes de estos valles debe ser el
abrir caminos menos salvajes, para lo cual se presta muy bien el
terreno, y establecer potreros para descanso de los animales antes
de que emprendan el paso de las parameras.
Las vegas de estos ríos presentan dilatadas acumulaciones
de piedras rodadas que forman mesetas que dominan el lecho de
las aguas. Una serranía que se extiende paralela á la magistral,
domina directamente la llanura y cierra en cierto modo la boca
de los valles, está compuesta casi íntegramente de cantos rodados
que forman mesetas con cumbres erguidas ó picos en medio de
los cuales hay roturas que dan paso á las aguas de la cordillera,,
parece una barrera que en otros tiempos hubiera detenido el cur-
NUBVA GtOGKAPIA DK COLOMXIA
to (le ¿stas obligándolas i derramarse sobre ella, y á cortarla
para abrirse cauces más armónicos con los valles en donde se
forman, con lo cual adquirid este aspecto ruinoso y confuso que
desaparece desde puntos de vista convenientes, porque las partes
mis elevadas tienen una altura \gual y se alinean sobre un mismo
eje. Entre los extremos de los estribos de la cadena andina y la
serranía mencionada, de diversa constitución geológica, en las ve-
g'as y planos susceptibles de cultura, se han formado los pueblos
de NunchCa, ya mencionado ; Morcóte, en un cerro, productor de
alg^xlón y tejidos, y de frutas tínicas en su especie y calidad ; Ten,
en un Itanito casi á la puerta de las grandes llanuras, y Manare,
de escasa población, y algunos otros caseríos de ainguna impor-
tancia.
Figura z6l — La lafnna de Sieche — Del itbum de la Comisión Corográñca
InéJilo
En fin, desde el Charte hasta el Upla, en una eittensión de 14
leguas, priman los fríos páramos de Toquilla, que íÍ al Ocaso do-
minan la cuenca en que se extiende el lago de Tota, en la tierra
del frailejón, hacia el Oriente presenta di;cliv-cs tan ásperos y pre-
cipitados, que apenas permiten bajar por algunos malos senderos
al valle de Chámeza, donde se hallan las salinas de Cocuacho,
Recetor y Pajarito. Él río Vijúa, que nega esta liltima, en parte
la destruyó con el derrumbamiento de un cerro. Chámeza, entre
cerros, á orillas de Tonce, tiene al Oriente los caseríos citados de
Recetor y Pajarito, situados en los lindos de la tierra caliente, á
cuyo respaldo se alzan páramos nebulosos de cuatro kilómetros de
altura, cuyos flancos escarpados y cortados por los cinco ríos que
6^4 Nueva Geogkafi'a de Colombia
originan el Cusiana, se ven cubiertos de gramíneas en medio de
rocas desnudas ; tras las gramíneas aparecen los grandes árboles,
3ue aumentan en especies y en frondosidad hasta encontrar, abajo
e Chámeza, un estribo de la cordillera principal, que toma luego
una dirección casi paralela á la de e'sta y formaría una cuenca ce-
rrada si entre dos agrestes farallones no dejara una hoz por don-
de el río penetra, y ya con algiin caudal da un hermoso salto
de 8o ms. de altura, que le permite salir á las llanuras inferiores.
Ese estribo, que al Mediodía termina sobre el Upía, da origen lue-
go á una multitud de corrientes que bajan por entre grandes quie-
bras cubiertas de pajonales y manchones de bosque y cuyas bases
se pierden casi á igual distancia de sus cumbres en la próxima lia-
Figura 36a — Altcdeilorcs de Bogóla — Parle Kur^ — lie fotografía
De este estribo, que empieza en el alto de Las Cruces, se des-
taca un grupo de montañas en las cuales se encuentra sobre un ce-
rro el arruinado pueblo de Zapatosa, que produce los mejores
aguacates conocidos. I.^s cerros montuosos de este grupo alternan
con las lumas peladas, y á su pie existió la antigua ciudad de San-
tiago de las Atalayas. En este trozo de la cordillera se ven juntas
las selvas y las gramíneas, en una tiei ra cortada por profurdos ba-
rrancos i cuyo pie corren los ríos, y luego empinados estribos que
Nueva Geografía de Colombia 67$
con vegetación ó sin ella trepan hasta la reg^ión de los páramos.
Es allí donde se encuentran bosques enteros de pinas silvestres, que
con su aroms embalsaman el aire, y también árboles productores de
resinas y bálsamos variados ; pero la mayor parte del suelo aún
permanece despoblada é inculta y sin caminos que den acceso á
quien quisiera aprovechar sus g-randes riquezas.
La porción correspondiente á San Martín mide 40 leguas y
se extiende del Upía al Guayabero, no en forma de un muro con-
tinuo, aun cuando tal parece de lejos á la vista, sino partida en
cinco trozos por las enormes grietas por donde salen las aguas de
la entrecordillera, y cuyo relieve en cierto modo disminuye en
majestad y coherencia de Norte á Sur, de manera que pasado el
Guayabero, este antemuro desaparece ó poco menos, siendo otro
el tipo orográfico que señorea las selvas del Caquetá.
Los dos primeros trozos, los que dominan á Medina y Villa-
vicencio y se dilatan de la hoz del Guavio á la del Riunegro, se-
parados por la entall^idura que da paso á la pareja del Humea y
el Guaitiquía, se presentan como una sierra de tope casi nivelado,
en el cual descuellan las torres de Medina, gruesas moles de base
corpulenta y prolongada, á cuyo respaldo están los rocallosos Fa-
rallones dg los cien sacos de oro^ y las siguen al Sur las cumbres no
menos fragosas de Chingasa. Hacia la llanura estos relieves se pre-
sentan rocallosos, escarpados, casi intransitables por la altura y
aspereza de las peñas, por entre las cuales bajan los ríos y torren-
tes, en especial al N. de Humea, donde no obstante lo dicho, se
encuentra el camino de Gachalá, único que la ti ansmonta, pues los
demás siguen siempre los flancos de las hoces mencionadas. En la
región de Medina, al pie de la cordillera principal y como á cinco
leguas de ella, se alza desde el Upía al Guaitiquía un pequeño re-
lieve llamado Serranía de Limones, que es el que domina por esta
parte la llanura, entre las dos se encuentran las mesas de Medina, de
poco más de medio kilómetro de altitud, pero que vistas desde los
topes de la cordillera alta, que abarca inmensos horizontes, des-
aparecen á ios ojos y se confunden con la inmensidad de los llanos.
Al respaldo de la cordillera alta y entre las cuencas llama-
das valles de Gacheta y de Cáqueza se interpone á manera de
cuña un espacio triangular murado por páramos y peñascales : es
\^ Hoya grande, ^^%\i€ío difícil de atravesar por sus tremedales,
pero de grandiosos panoramas, y donde en próximas lagunetas na-
cen el Humea y el Guaitiquía, que no se confunden, aun cuando
fuera de esa singular cuenca tributan juntos al Meta.
El resto de la zona tiene una fisonomía más uniforme, como
que los altos topes vecinos del Nevado de Sumapaz no se ven sino
de muy adentro de la llanura, porque la crestería principal tiene
al frente y al pie otras secundarias que se apoyan ó desvanecen
en grandes mesetas que son las que, roídas por la erosión, forman
al parecer estribos que terminan en la llanura de San Martín y
Arama, y de esta última arranca el camino de Colombia, que
pronto alcanza colinas y altitudes superiores á las de los llanos pro-
piamente dichos.
En lo general, toda esta falda Sanmartínica de la cordillera
de las llanuras se muestra selvosa y solitaria, pues los habitantes y
'67$ Nueva Geog&afia dk Colombia
cultivos son raros, y sólo se presentan aquí y allá á lo largo de los
caminos, siendo enorme la extensión de baldíos, si no en el hecho
por estar adjudicados, sí en la práctica por no tener otros habi-
tantes que las fíeras y los animales montaraces.
ziii. Los Llanos — ^Tan extensos como la Península italiana, los
Llanos se dilatan de la Cordillera al Orinoco, limitados por el Arau-
ca y el Guaviare, cortados oblicuamente por el caudaloso Meta^
formando una especie de desierto no de arenas sino de yerbas, con
Campos de palmeras y manchones y cintas de bosque, poblados al
píe de los Andes y en la orilla de algunos ríos por unos pocos mi-
llares de habitantes, y en lo demás por los restos de unas doce
tribus que tampoco componen gran cantidad de almas. Esta es la
zona pastoril de Colombia por excelencia ; pero á la fecha escasa-
mente mantiene medio millón de cabezas de ganado, cuando pu-
diera sustentar media docena de millones; su grande inconveniente
es la falta de puertos propios ó cercanos en , territorio amigo que
no pusiera trabas al desarrollo y progreso de tal industria. Ade-
más, aun cuando en los Llanos, en los bosques y en las orillas de
los ríos, que son los caminos trazados por la naturaleza, se dan de
buena calidad y con profusión cacao, algodón, café, añil, tabaco,
sarrapia, caucho y cacahuete, estos no se cultivarán en grande es-
cala sino cuando una raza aclimatada, la llanera, sea bastante en
número para cautivar (ganar para el cultivo) las sabanas bravas
(crudas ó naturales), es decir, no sólo apropiándolas para el tra-
bajo, sino modificando su clima por medio de la cría de ganados,
de las siembras, el descuaje de los bosques y la canalización de
las aguas. Entre tanto las inundaciones invernales de los ríos si-
guen fertilizando las partes bajas, en espera de nuevos pobladores
que las encuentren más habitables de lo que lo son hoy para los
pocos que en el centro de la llanura viven martirizados por las
plagas y como ahogados en un mar de yerba.
a) Casanare. Esta es voz con que se designa la planicie baja,
al parecer nivelada por las aguas, que se extiende de la cordillera
á la frontera venezolana entre los cauces del Arauca y ti Meta, y
oblicuamente cruza el río que le da nombre, contrastando con San
Martín, porque en éste predominan tierras más altas con terromon-
teros y colinas, encierra á la vez grandes selvas, y en lo descubierto
alternan palmares y gramíneas, cuando en Casanare prevalecen
estas últimas y el arbolado no se halla sino á orillas de los ríos.
Las llanurts, á pesar de su carácter general dominante, no
siempre se presentan con uniformidad monótona, pues tienen sus
variaciones y aun perspectivas agradables hasta fuera de donde
contrastan con la altiva cordillera, de manera que se puede de-
cir que cada gran porción tiene un tipo particular que en cier-
to modo lo distingue de las demás. Pocas son mesas áridas despro-
vistas de grandes vegetales, y donde falta el agua en el verano ;
aun cuando en muchas esta se rezuma, no deja vestirse el suelo de
una paja peluda, y luego brota al pie de los cantiles en forma de
caudalosas corrientes ; las más se mantienen siempre verdes, y la
humedad perenne del suelo se revela en sus múltiples morichales.
Nueva Giogkafia di Colombia 677
puntos de concentración de los g:anados en el verano. Porciones
hay con mesetas y espacios limpios, con sólo algunas palmeras;
otras con colinitas vestidas de paja, que de lejos parecen olas de un
agitado mar, con trozos de galeras ó pretiles, es decir, líneas de pe-
ñascos abiertos para dar paso A las aguas, con surales, pedazos pe-
dregosos y pocas extensiones limpias. Próximos á la cordillera no
faltan cerrillos hechos de enormes peñas ó de piedras unidas por
una fuerte arcilla. Aqu( las cruza una variada red de aguascorríen-
tes ; alU las surcan ríos paralelos con igual declive y uniforme as-
pecto, ysólo en determinados lugares son tan igualesy planas, que
el viento hace retrogradarlas aguas, se inundan en invierno, sin re-
678 Nueva Geografía de Colombia
secarse en verano, se cubren de alta paja, simulan buques á la vela
en las maias que los esmaltan, y realizan el tipo clásico que los ha-
bitantes de la cordillera se forjan del Llano antes de haberlo visi-
tado. Recorramos á Casanare de S. á N. y de W. á E. para des-
cribir sus diversas porciones, que se agrupan en dos : llano arriha^
cerca de la cordillera, y llano abajo, próximo al Orinoco.
Del río Upía en dirección al Tua los llanos próximos á la cor-
dillera son altos, con mesetas y bancos llenos de piedra y arena
depositadas por las aguas, ora en sus crecientes, ora en sus osci-
laciones de cauce, de los que los principales corren á distancias
casi iguales, orlados por cintas de bosque y separados unos de otros
por fajas de sabana con matorrales, las que formarían horizon-
te sin algunos manchones de bosque que interrumpen la vista, lla-
mados matas en la comarca, y que de lejos parecen montecitos azu-
les que se destacan entre el cielo y el océano de verdura que los
circunda. Luego hasta el Ccrsiana la tierra se comba hacia el
Oriente, y este ultimo río se divide en brazos que por buen trecho
vagan sin cauce fijo en la llanura, en lo que se le asemejan otros
menores, de manera que las arenas y las piedras rodadas cubren
las primeras sabanas en diversas partes. Aquí cerca del Chitame-
ne está el villorrio de Barroblanco, con sabanas inmediatas ondula-
das y alegres pero expuestas á las emanaciones malsanas de los
guaduales que orlan el Cursiana y de lejos semejan plantaciones
de caña de azúcar. En la confluencia de éste con el Únete se halla
el caserío de Mararave, en iguales condiciones climáticas que ya
en otro tiempo arruinaron á la ciudad de Santiago de las Atala-
yas, á pesar de sus lomas, capital que fue de los Llanos y cuyo
puerto quedaba en la boca del Únete, pues el Cursiana, afluente
del Meta, era vía navegable que se remontaba á la vela.
El Meta corre en largos giros rumbo del NE., y recoge el
Cursiana frente á la antigua misión de Buenavista, y en la gran sa-
bana que se extiende en su ribera hasta el Cursiana, se encuen-
tra el pequeño pueblo de Maquivor, sobre el río, y el de Maní, cer-
ca de aquella otra corriente, de manera que esas llanuras que for-
man horizonte por todas partes, hace poco dejaron de ser de-
sierto, y en especial hacia la falda de la cordillera es donde de
un modo sostenido se ven los rediles de ganado vacuno y se oye
el canto melancólico de los vaqueros que guían diariamente las
tardas reses á las más frescas praderas.
La llanura entre el Cursiana y el Cravo fue una de las más
pobladas y ricas en tiempo de las misiones de los Jesuítas ; los ga-
nados en ella acumulados sirvieron eficazmente á los patriotas para
sostener la lucha; pero actualmente en su mayor parte está de-
sierta, bien que guarda algunos caballos cimarrones excelentes,
que todos los años cazan en buen número los dueños de los hatos
próximos á la cordillera, donde se encuentran Santiago, pueblo
mezquino, y Taguana, varias veces mudado de asiento, sin que
mejore en su insalubridad.
Del Cravo al Pauto se dilata anchísima planicie, que á orillas
del Meta tiene el pueblo de Guayabal, el más sano de la comarca,
y en las del Pauto, abajo, el miserable pueblo de Cafifí, puerto de
Moreno, y más arriba la Trininad ó la Parroquia, en medio de be-
Nueva Geografía de Colombia 679
llísimas palmeras, y Naranjito, caserío hasta donde suben los botes
en invierno. Cerca estuvieron las misiones de Mocuco y Guana-
palo, que contaron más de 60,000 cabezas y sirvieron de mucho en
la magna guerra. Contrastan las orillas del Cravo, vestidas de
guaduales y bosquecillos, con las del Guanapalo, sombreadas por
árboles enormes, y las del Pauto, fértiles, productoras de excelente
tabaco, con selva ancha y compacta, señoreada por las altísimas
palmas chaguaranas. Hacia Duyo y Gandul hay algunos cultivos
y hatos numerosos, y suelo de tal naturaleza, que produce caña
sin riego y café sin sombrío, no obstante lo ardiente del verano,
merced á las aguas subterráneas que conservan la verdura cuando
todo debería perecer devorado por un sol de fuego.
Del Pauto al Casanare las sabanas permanecen desiertas á
dos días de la cordillera, por temor á los indios que por allí, llano
adentro, son feroces. En esta porción, al pie de los Andes, además
de varios caseríos están Pore, en un llano malsano, antes más cre-
cido ; Moreno, en la meseta pedregosa de una vistosa sabana, y el
puebla jo de Chire, próximo á la bifurcación del camino hacia Árau-
quita, Arauca y Cravo. Sobre el Casanare está no muy lejos
el puerto de San Salvador, bastante frecuentado en la época de
las misiones. En la región de Moreno el calor sufocante de día y
fuerte en la noche, es refrescado repentinamente en la madru-
gada por las brisas de la Nevada, que ocasionan fiebres á quienes
no la reciben bien abrigados. Entre el camino y los estribos de
dicha sierra nevada hay sabanas más altas, bordeadas al E. por
un cordón de colinas, sanas, con algdn ganado, y de las cuales
se gozan hermosas perspectivas.
Entre el Pauto y el Casanare corren paralelos y con mansas
aguas varios ríos considerables, tributarios del segundo de aqué-
llos y aun del Meta, entre altas paredes de verdura, en tanto que
entre río y río sólo hay bosquecillos que se pierden en un horizon-
te de azul turquí, y las palmeras ora se alzan entre el bosque, ora
se esparcen por la llanura para romper hermosamente la mono-
tonía del paisaje. Allí los espacios que se inundan en invierno y se
cubren de verdes pastos en verano, sustentan numerosos venados,
como los caños abrigan millares de chigüires, algunas dantas y mu-
chas fieras que son los señores de esos desiertos, apenas recorridos
por indios seminómades que á la caza unen la pesca, viven en ran-
chos cubiertos de palma, en canoa recorren los ríos, y en lugares
recónditos guardan los ganados y caballerías robados á los hlancoSy
y establecen algunos plantíos de plátano, yuca ó maíz.
Este espacio inmenso, casi desierto, pues los indios son pocos,
y apenas medio conocido, allende el Casanare se extiende más y
más húmedo y montuoso hasta cerca del Arauca de orillas habi-
tadas, y por el Oriente se prolonga hasta las fronteras, interrumpi-
do apenas por la cinta que guarda el camino de Arauca á Cravo.
Al contrario, al W., ó sea al pie de la serranía, en las sabanas
altas, están Lope, Purare, Tame y Macaguáne, de pocos vecinos
blancos y algunos indios, sometidos á la vida civilizada pero ami-
gos de embriagarse y cuyas mujeres poco ó nada entienden el es-
pañol. En estas partes altas las noches son frescas por las brisas
de la nevada, que es preciso combatir con abrigo, en tanto que del
68o Nueva Geografía de Colombia
lado de las llanuras inferiores una especie de cordón de colinítas los
defiende de los miasmas de las regiones inferiores.
En las sabanas bajas aledañas está Betoyes, al S., de espesa y
casi desconocida selva que corta el camino de Arauquita, que arran-
ca de Macagcuane hacia el N. y en su parte fínal se desdobla, una
rama conduce al puerto de Bañad ia sobre el Satocá, afluente del
Arauca, y la otra, al través de los pantanos de Salivón guía direc-
tamente al pueblo que comprende tres g^rupos distantes de vivien-
das rodeadas de valiosos cultivos. El camino de Arauca, que parte
de Betoyes y sigue hacia el Oriente, costea primero esa selva por
lo leguas, describiendo eses en busca de los bancos que como is-
las hay en aquel mar de yerbas, pero que el ojo no distingue sino
en época de inundación. En cambio, esa topografía, que hace que
los cauces de los ríos sean más altos que los centros intermedios
de llanura, mantiene en éstos, aun en la fuerza del verano, un ver-
dor que sorprende, pero aún faltan habitantes que aprovechen esos
tesoros naturales donde existió años atrás la misión de Cuiloto.
De la selva en referencia salen diversos ríos considerables
que surcan vastas soledades y son otros tantos peligros para los
viajeros y ganados que se sacan para Boyacá, por su anchura y
profundidad, que impide vadearlos de ordinario, á lo que se agre-
ga su partición en brazos cubiertos de monte, lugares donde los
indios suelen tender sus emboscadas, lo que por fortuna está próxi-
mo á terminar por haber no lejos otras tribus cultivadoras que con
su ejemplo habrán de dominar á los bravos, ya que los grandes
palmares, atascaderos y montes que les sirven de desconocidos re-
ductos, sin contar las vastas inundaciones invernales, los protegen
contra toda tentativa de sujetarlos por la fuerza.
En las regiones ribereñas del Arauca la mayor parte de los
ríos y caños nacen no al pie de la cordillera, ya muy distante, sino
en la inmensa selva citada que con el nombre de Moniañagrande
penetra en Venezuela, donde se llama de San Camilo, en tanto que
en Casanare, al calificativo indicado se agrega en cada porción el
del río que la surca (Cravo, Ele, Lipa, Satocá, Arauquita, Sarare),
ríos que bañan y alimentan con sus periódicas crecientes esa masa
colosal de vegetación desconocida hasta por los indios fuera del ca-
mino del Sarare, que hoy guía de Arauquita á Pamplona y en cier-
to modo reemplaza al sendero que aquéllos tenían por el pie de
los cerros para ir á las aldeas tunebas de Royatá, Sinsiga, Canci y
Cobaría, situadas en la cuarta cuenca ó escalón del Sarare entre el
Velegrá y las llanuras.
Las grandes llanuras hacia el extremo nordeste, donde no en-
cierran esteros son bajas, y debido á la constante evaporación,
cuando no se inundan, presentan el aspecto de un lago que huye
ante el viajero y se cubre de espejismos superiores á los de los
grandes desiertos orientales. Allí, al lado de la selva que orilla
el Arauca y surcan variamente los derrames de ese río, se for-
ma el gran estero Cachicamo, de donde arrancan los caños que
originan luego el Capsínoparo. El camino de Arauca cruza esa
co marca, por lo cual en invierno queda en gjan parte cubierto por
las aguas, que es preciso atravesar en canoa ó i nado : por allí
pasó el ejército patriota en 1819; los infantes llevaban por bácu-
Nueva GiograWa de Colohbia
lo las lanzas de la caballería, que transportaba los fusiles y car.
tucheras de aquéllos ; cuando el agfua pasaba de la altura del pe-
cho, la infantería montaba á la grupa de Ips jinetes ; y esta haza-
ña, verdaderamente épica, es nada comparada con la de los con-
quistadores, que sin guías y á la ventura, atravesaron el llano en
todas direcciones, por años enteros, en busca del Dorado.
Cuando ya ni aun la Sierra Nevada de Chita aparece en el
horizonte, se encuentran las llanuras de Arauca, bellas, espacio-
sas, cuajadas de valiosos hatos de millares de cabezas de ganado
bien /lepado. A orillas del río, navegable á la vela y en vapor,
está la ciudad de Arauca, la mejor sin duda de todas las pobla-
ciones del Oriente colombiano, pero desgraciadamente asilo de
los criminales de la vecina Repiibltca. Arauca se compone de dos
partes : la ciudad propiamente dicha y el puerto, unidas por una
larga calle, lo cual se debe á que ocupa una especie de archipié-
lago visible en invierno, cuando el lugar semeja una Venecia pas-
FigDta 164 — AlftiledoTcs de Bojeóla — El B(M¡iicrrn *islo por el E. — De foto-
giafia de la .Wítj Gejgra/!.! ée Calan'na
Nueva Ceegr,i/Ia de Cttjmtnn Tomo I — 44
6&2 NUKVA GlOGRAFf A DE CoLOMBIA
toril. Enfrente de la ciudad, en la orilla venezolana del río, está la
población del Amparo ; hacia el E., en la ribera derecha la del Tér-
mino, que ya no es colombiano, y al W., en la misma, el puebla
de Todos Santos, que provee de carnes á Arauca. Del río de este
nombre al Meta se dilata la llanura, con tirantes de cincuenta le-
guas que cruzan el ñnal del Casanare y sus grandes afluentes, cuan-
do para morir se encorvan hacia el Sur. En esta planicie, surcada
por amplias depresiones, el agua, que abunda con exceso en in-
vierno, falta casi por completo en verano, salvo en los fondos, don-
de los habitantes represan los caños con palizadas que se destruyen
cada año y no modifican su régimen, como lo hacen las carañas ó
palizadas naturales que más arriba, en la selva, la convierten en
movible laberinto de canales que nadie osa navegar, por no saber-
se cuándo terminan en un río ó cuándo en un infecto p>antano.
Estas dehesas son en Casanare las más semejantes á las apu-
reñas : allí no se encuentni ni un peñasco, ni una piedra, ni un cas-
quijo : arcilla y arena forman el suelo, que se desarrolla uniforme
hacia el E. y el S. por centenares de kilómetros, en grandes ex-
teiisiones limpio, cubierto de paja siempre verde en las hondona-
das. Los arauqueños, guiados por la topografía misma del suelo,
han avanzado con sus rebaños hacia el Sur, hasta encontrar el
Meta, y bien que los ganados desmerezcan mucho en el verano,
han formado en ese espacio una cinta de corrales y caseríos, y el
novísimo pueblajo de Gravo, verdadero hijo del progreso de la in-
dustria ganadera, que á 35 leguas de la cordillera ocupa la len-
gua de tierra intermedia en la confluencia del Gravo y el Gasana-
re, que á las 12 leguas desemboca en el Meta, cerca de la l>arran-
ca donde está la Aduana de San Rafael.
Allende esta faja poblada de Arauca á Gravo, vuelve á reinar
el desierto, y las sabanas son casi desconocidas, pero en ellas vi-
ven algunas tribus indígenas que suelen ir á los pueblos menciona-
dos á vender pieles, resinas y hamacas, j)ara comprar herramientas,
sal y licores. En las márgenes mismas del Meta, desde los vapores
se ven grandes palmares y manchones de monte á cuya sombra
viven algunos aborígenes que trafican con los navegantes del río.
De San Rafael hacia Gabuyaro, puerto superior del Meta,
éste, por las primeras 40 leguas, corre entre orillas bajas, po-
bres, que el invierno irunda, y donde más bien la población ha
retrocedido, puesto que desaparecieron los pueblos de las anti-
guas misiones, que en los últimos años han principiado á restable-
cerse, teniendo como centro el humilde caserío de Barrancopela-
do. En seguida se encuentra en la misma llanura de la izquierda,
en una meseta que envuelve un caño, las casas de Orocué, pobla-
ción nueva, de simpático aspecto, bien situada, ya rival de Arauca
en el comercio y la ganadería, en el centro geográfico de los Z/a-
nos colombianos, á 50 leguas del importante puerto de Gabuyaro y
30 de los Andes por la Trmidad, cuyos hatos cuentan varios
centenares dé miles de cabezas de ganado, y' rto' dista mucho de
la cordillera, ó sea el cerro^ como la denominan los habitantes de
esa pampa, que los serranos nombran, á su turno, y también de un
modo no menos expresivo y á secas, el Uanp.
Nueva Geografía de Colombia 683
Largos años pasarán sin que los Llanos estén íntegramente do-
minadoSy es decir, cultivados. En efecto, sin contar indios, fieras,
plagas é inundaciones, es preciso luchar con lo bravio de la Saba-
na, cruda, según la gráfica expresión de los casanareños, que al
principio mata la mitad del ganado de toda nueva fundación, y sólo
después de algiin tiempo remunera los esfuerzos del trabajador,
bien que entonces lo hace con verdadera profusión. Hasta las pri-
meras cosechas de frutos son perdidas, porque perecen quieres las
consuman.
El habitante del interior de estas planicies, del llano abajo,
constituye un tipo clásico en nuestra historia nacional : es el llane-
ro, acostumbrado desde su infancia á domar el potro salvaje, sin
más auxilio que el rejo ; á luchar con el toro bravio, coleándolo en
plena pampa ; á pasar á nado los ríos caudalosos, infestados de
caimanes ; á vencer en singular combate á las fieras. Los llaneros,
robustos, con numen poético nada común, muy pocas necesida-
des, prácticos en el terreno, y capaces de moverse con extraor-
dinaria rapidez, fueron centauros y soldados aguerridos antes de
haber visto un campo de batalla, de donde su importancia en la
guerra magna, y aunque esto ha variado con las armas modernas,
son los únicos capaces de dominar en esas comarcas. Hacia la se-
rranía el tipo se transforma poco á poco por el predominio de la
agricultura, hasta desaparecer los caracteres indicados entre los
que ya moran en los primeros estribos de la cordillera.
La uniformidad de las grandes llanuras de Casanare es im-
ponente, aun cuando triste por su aparente inmovilidad. Son una
tierra adecuadísima para la ganadería, de suerte que donde no
hay ganados, los reemplazan los rebaños de venados y chigüires.
Los ríos pululan de caimanes que se calientan al sol tendidos en
las playas arenosas y que parecerían troncos inertes si no azotaran
con frecuencia las mandíbulas ; en las aguas encharcadas se en-
cuentran por mirladas las aves acuáticas de diversas especies que
á veces las cubren, y algunas de las cuales semejan de lejos en la
pampa regimientos en batalla. La pesca y la caza ofrecen platos
deliciosos. Con todo, la llanura no es perfectamente unida : la alte-
ran unas pequeñas desigualdades que se llaman Iukcos y medaños y
que no son sino porciones que se levantan sobre el nivel general,
aquéllos de arcilla unos pocos decímetros, éstos de arena algunos
metros, pero ninguno de los dos se reconoce en verano, como que-
da dicho, porque sus bordes son imperceptibles, en tanto que en
invierno emergen como islas entre la inundación anual. En unos y
Otros, que de ordinario distan entre sí muchos kilómetrcs, se esta-
blecen los hatos, que en ellos encuentran asilo y pasto fresco en
invierno, estación penosa aun para el ganado, por la falta de brisas
y el aumento del calor y de la plaga.
Es á fines de Marzo cuando hacia el Sur se ilumina el hori-
zonte por algunos relámpagos que más bien parecen un resplan-
dor fosforescente, luego la brisa cambia con frecuencia y por
muchas horas hacia el W. y el SW., y por último se oyen true-
nos, signo indefectible de que va á llover, estableciéndose por fin
la estación lluviosa al terminar Abril. A la vista de las señales
mencionadas el llanero empieza á mover sus rebaños para retirar-
Nueva Geografía de Colombia
tos de los lug-ares bajos expuestos i la inundación, aunque también
es cierto que el g;anado, por instinto ó por costumbre, emprende
por s( solo la retirada hacia sus invernaderos, tan luego como los
Figura 2^3— Pa!to y el volc 1
primeros truenos ó lluvias indican el cambio de estación, y pro-
cede á la inversa en la contraría, es decir, cuando el Orinoco ya
no represa sus afluentes y la inundación puede desaguarse, lo que
siempre se verifica con mayor lentitud ; en Noviembre ya son tran-
sitables las llanuras, pero sólo de Enero á Marzo se enjutan por
completo.
Todos los años, hacia los meses de Enero á Marzo, multitud
de habitantes del pie de la cordillera bajan i las grandes pesque-
rías que por esa época se verifican en los rtos caudalosos de la lla-
nura, quedando entonces casi desiertos pueblos como Nunchía,
Morcóte y Marroqutn : la similitud de condiciones produce la se-
mejanza en las costumbres, con las variantes del caso, como se
observa al comparar estas reg;Íones con las sabanas de la Costa.
Establécense las familias emigradas, en las riberas de las corrien-
tes, por encontrar allí sombra, leña, pasto y agua, al mismo tiem-
po que caza y pesca abundantes y variadas. Como es entonces
también la época de la mayor fuerza del verano, se queman las
sabanas para que den nuevos retoños en la estación próxima, y á
la vez para facilitar la caza de venados y cachicamos, destruyendo
de paso las culebras y los mosquitos. Es también la época en que
no habiendo lluvias en la cordillera, no crecen los rtos, que por el
calor menguan, hasta convertirse en rosarios de chtlancos, por ca-
recer la corriente de fuerza para vencer ni aun los más pequeños
tropiezos que halla en su cauce. En esos charcos ponen los pes-
cadores varbasco, planta venenosa para los animales pequeños, y
tan enérgica, que i poco aparecen los pescados flotando en la su-
perficie muertos ó emborrachados, y se les recog^e por canastadas,
que las mujeres preparan para comer ó guardar. También por
NuiVA GeogupÍa di Colombia
esta época las tortug'as terccay, iguanas y caimanes ponen sus
huevos en las playas, y se hace su recolección, que es tan abun-
dante como diveriida, pues es de advertir que cada tortuga pone
unos 20 huevos, que se necesitan I0,cxx> para una botija de aceite,
y éstas se preparan por centenares.
No hay entonces peligro de que ní lluvia ni temporal venga á
trastornar esos campamentos, formados bajo la frondosa copa de
hermosos árboles, i cuyos troncos se amarran las hamacas, pren-
diendo cerca las hogueras, que á un tiempo sirven para ahuyentar.
fieras y mosquitos, y para cocinar y ahumar las carnes. De d(a
mitigan los abrasadores rayos del sol bajo la sombra de los árbo-
les ó dentro del agua. Las noches, aun cuando serenas, no bajan de
26°, pero siempre es algo en relación con los 40° del día ; los cuer-
pos no se enfrían por irradiación nocturna, y no cae una gota de
rocío. No faltan las bandolas, flautas y tamboriles para bailar por
la noche, al resplandor de las hogueras ó á la luz de una hermo-
sa luna. Estas cacerías, que duran poco más de un mes, son una
verdadera fiesta del desierto, llena de halagos, que renuevan sin
cesar la belleza de esa virgen naturaleza ; de suerte que durante
ella viven felices hombres y mujeres, ancianos y niños, los cuales,
con sólo un \><jca de sal, cazabe, cafe, dulce y aguardiente, se in-
ternan en las sabanas, pjcs salion que en ellas encurntran frutas
y raíces, vin^ en las palmas, y un sol de fuego para secar el pes-
cado.
Los llanos— Casa na re y San Martín— cambian, pues, á partir
del pie del eri-'o, donde ni falta el agua ni es anormal, hacia el in-
terior, dunde en el corazón se muestran con sus rasgos extremos :
constituyen una comarca de singular as])ectü, puesto que en el cur-
so del año presenta una serie acentuada de cambíus que en cierto
modo puedL-n denominarse las cuatro estaciones tropicales, tam-
686 Nueva Geografía de Colombia
bien producidas por el calórico y la humedad, pero de manera sut
gémn's, por así dejír.
Considerada en lo fuerte del verano 6 estación seca, aparece
cubierta por un cielo sin nubes, calcinada por un sol de fuego ; la
veg'etación menuda cae convertida en polvo, los árboles pierden sus
hojas, el suelo se agrieta como sacudido por un terremoto; el aire,
con sus cálidas hornadas, mueve torbellinos de polvo, y entonces
parece que el cielo desciende, que se cierra el horizonte y se com-
prime el corazón. Poco á poco desaparecen hasta las lagunas y
pantanos ; los animales, enflaquecidos, devorados por la sed, g'alo-
pan en la estepa olfateando las ultimas charcas de un ag'ua casi en
estado de ebullición, y en cuyo contorno las osamentas dan un
aspecto tcrrífíco al paisaje ; las muías buscan los cactus, cuya
pulpa devoran, á pesar de las espinas ; boas y caimanes, adorme-
cidos, se sepultan entre el lodo, pronto endurecido; la plagia al-
canza proporciones espantosas, y el miraje enloquece al cansado
viajador.
Muerta parece la naturaleza, cuando de repente cambia su
aspecto al venir el invierno. El azul intenso del cielo se ilumina con
fulg"or extraño ; poco á poco las nubes que se alzan en el horizonte
como siluetas de lejanas montañas, invaden el espacio ; caen las
primeras lluvias, despiertan las plantas, los animales se muestran
contentos; á orillas de los pantanos se oyen raras detonaciones :
salta la tierra, y hambreados se lanzan fuera los caimanes y los
boas ; el pez eléctrico alcanza su mayor potencia, y una verdadera
estación primaveral, pero corta, con mínima plag'a, permite viajar
con comodidad por las llanuras.
Empero, el invierno arrecia, poco á poco crecen charcas y es-
teros ; desbordan los ríos, y un verdadero mar con islas y archí-
piéiag^os ocupa el suelo hasta los lindes del horizonte. A un tiempo
faltan la tierra y el pasto ; los animales perecen cuando la inunda-
ción los sorprende en las hoyadas ; luego en los bancos mueren en
gr¿in ndmero, ya por lo reducido del espacio en que se amontonan,
ya devorados por fieras y caimai.es, ó ahogados nadando entre
aguas fermentadas y negruzcas, á caza de los extremos de los ta-
llos sumergidos de las gramíneas. Luego retrocede la inundación,
las sabanas, antes bajo el agua, dan pastos frescos y vigorosos;
tornan á engordar los rebaños en otra fugaz primavera, mien-
tras llega el exceso de la sequedad, y se repite eternamente el
ciclo anual descrito. Y dondequiera que se ve tierra, " con excep-
ción de los objetos inmediatos, flor que se inclina sobre el camino,
bestia ó alimaña que huye ó se oculta entre las yerbas, ningún ob-
jeto se destaca en el círculo luminoso que el sol alumbra ; á
cualquier lado que se mire, los detalles del paisaje son los mismos,
bien que las horas cambian lentamente la fisonomía del conjunto,
cambiando de lugar los colores y las sombras."
Por lo demás, el Ua/io es rico en espectáculos de excej>c¡onal
belleza, como los incendios estivales de los pajonales, que en cin-
tas rojizas cruzan movibles el suelo con inaudita rapidez y gran
peligro para los viajeros ; los huracanes que descuajan las palme-
ras, derriban á los hombres, y el ganado afronta formando círculo,
con los cuernos hacia afuera, pero echado y no de pie, como cuan-
NvsvA Geografía de Columbia 687
do combate el tigre ; y en ñn, la salida y puesta de los astros, de
mágica belleza, en especial la del sol, que se alza como enorme
globo rojo, y en lejanía salea y rebota como temerillo que ensaya
sus fuerzas en el aprisco, y de repente señorea el espacio, cegan-
do los ojos del observador con sus deslumbrantes rayos. La de la
luna llena es de una poes(a tan melanciílica como indescriptible.
No es el Llano para ei hombre de oíros horizontes ; pero el que
pasa en él algún tiempo, no puede abandonarlo, y queda dominado
por él de tal manera, que luego, cuando llega á ver el cerro, espan-
tado retrocede en el acto á sus conucos, temeroso de perder esas
misteriosas é interminables soledades.
i) San Mar/i». Con este nombre se designan en Colombia las
tierras llanas que se dilatan entre el Upía-Mela y el Guaviare, cru-
zadas por el Vichada, y en realidad algo diñeren de Casanare en su
aspecto general. Los Llanos de San Martfn, al pie de la cordille-
ra, entre el LJpía y el Ariari, se presentan con algunas mesetas ba-
jas y pequeñas colinas, pero luego se dilatan planos hacia el Meta,
sombreados de trecho en trecho por grupos de árboles y palmas
que sirven de refugio á los ganados contra los ardores del sol ; en
tanto que hacia Medina y el Umea empieza una selva que se extiende
rumbo del S. hasta el Guaiiquía y Viliavicencio, en partes ya tala-
da, teniendo al costado sabanas no muy anchas, paralelas á la selva
y á las bases de los cerros, hasta que se confunde con la gran selva
que sigue hacia San Martín. No lejos de Viliavicencio se des-
arrolla la sabana de Apiay, estrecha pero de 15 leguas de W. á E.
Figura 2'i7 — ^La Salini de Upín — Según E. .\ndree
6^8 Nueva Geografía de Colombia
hasta el extinguido pueblo de Pachaquiaro, y que la selva del Rio-
negro separa de los llanos del municipio de San Martín, bien rega-
dos por ríos y caños, cubiertos de buenos pastos, los cuales van hasta
Jiramena, pueblo de indios sobre el Humadea. Por el S. estas saba-
nas se extienden hacia el Ariari, desde el pie de la cordillera, inte-
rrumpidas hacia el oriente por morichales, mesas y altos bancos
llenos de palmeras y grupos de árboles, que obligan además al
Ariari á dirigirse al SE., y al Humadea á tomar el rumbo del Nor-
deste. Análogo terreno se dilata del otro lado del Ariari hasta el
Güéjar ó Güíjar, por Arama y el camino de Uribe ; pero todas
cuentan pocos habitantes y ganados, estando el mayor número
de ellos cerca de San Martín, de pobre caserío antes próspero,
cuando se explotaban minerales auríferos en sus cercanías. Tam-
poco es mucho lo que han prosperado Villa vicencio y Medina, no
obstante encontrarse en el remate de las vías llamadas del Meta,
que conducen de Bogotá á los Llanos y en éstos guían á los puer-
tos de La Cruz y de Cabuyaro. Entre estas dos poblaciones, edifica-
das en lo llano al pie de sendos altos de Buenavista, se encuentran
Upín y Cumaral, grupos de chozas en torno de magníficas cuanto
mal explotadas salinas, en tanto que al N. de la segunda, mejor
situada, demoran Mámbita y Upía, villorrios á orillas del Guavio.
Bajando el Humadea hasta Jiramena, se entra en la parte
desierta de San Martín : hasta la boca del Rionegro se tienen á la
izquierda bosques interrumpidos por sabanetas, y á la derecha sa-
banas altas en forma de colinas planas, casi inhabitadas. El Meta
principia en las juntas de Humadea y Rionegro, y hasta la boca
del Upía el paisaje es análogo, un poco más pintoresco á la iz-
quierda, en tanto que al opuesto lado se destacan mejor los ban-
cos, las colinas planas se tornan cerritos redondos, y por aquí
cruza el camino por donde se conducen los ganados de Cabuyaro
á Jiramena. En las i8 leguas siguientes, es decir, hasta la boca
del Manacacia, parece que el Meta corre entre dos mesas ; pero
subiendo esas escarpas ribereñas sólo se ven sabanas dilatadas con
algunos trechos salpicados de colinas, á cuyos pies brotan arroyue-
los entre morichales, los que se unen por haces para formar ca-
ños que llegan al río entre cintas de bosque ; en las partes bajas se
alzan grupos de terromonteros redondos vestidos de gramíneas, que
cñ algún trayecto marcan un relieve continuo, y que dejan al res-
paldo la hoya del Yucabo, río que nace en las altas sabanas, al S.
de las juntas de Rionegro-Humadea, y en cuyas orillas viven algu-
nos indios medio civilizados. Las travesías no son difíciles en estas
regiones, pues se cita el caso de haberse hecho con carromatos de
Platanales sobre el Meta al puerto del Muco, que desagua en
el Vichada. En una alta meseta que señorea á aquel río, está el
hato de Manacacia, y desde allí la vista se extiende á larga dis-
tancia, dominando las vueltas, islas y playas del ya caudaloso
Meta ; de una colina próxima la perspectiva cambia y abarca las
bellas sabanas del Manacacia, que se elevan unas tras otras como
en gradería, con grupos de palmeras, hasta perderse envueltas
por una atmósfera cargada de vapores.
Después, hasta la boca del Meta las sabanas ribereñas no
exceden de cinco leguas de anchura, tienen algún bosque y son el
Nueva Geografía de Colombia 689
declivio de un cuadro de alturas que termina frente al antigfuo
Apostadero. En esta margen existió una media docena de misio-
nes, abandonadas luego ; pero los indios que recorren la comarca
han perdido mucho de su anterior crudeza.
Si volvemos al hato de Manacacia y sus mesas y colinas, ten-
dremos que el terreno combado se extiende al E. á terminar cerca
del Guaviare, en tanto que las mesas lo hacen en la espesa mon-
taña que se extiende entre ese mismo río y el Vichada y que ocupa
inmenso espacio, asilo de fieras y en partes de indios salvajes.
Gruesos, multiplicados y entretejidos bejucos ligan unos con otros
los gigantescos árboles, oponiendo al hombre una red tan impene-
trable, que el indio mismo no se atreve á emboscarse en la peli-
grosa espesura, y se reduce á orillarla por las sabanas que la ro-
dean, ó á penetrar por los caños y ríos que la surcan, pero cuya
navegación dificultan frecuentemente los árboles seculares que se
desploman en los cauces. También aquí se encuentran ya esas
aguas blancas, verdes y negras, límpidas, sin caimanes y diversas
de las turbias de los grandes ríos, y carecen de plaga en sus
cercanías, cuando en los otros casi no puede respirarse por la incal-
culable cantidad de mosquitos.
Del mismo hato ya citado, hacia la boca del Ariari, las hile-
ras de prominencias y colinitas alternadas con cerrillos redondea-
dos se ramifican al E., paralelas entre sí, á terminar casi junto al
Guaviare, las otras al S. y las otras al W. sobre los llanos de San
Martín, guardando dentro las cabeceras del Vichada, la gran
laguna Vua, y las tres lagunas del Manacacia, abundantísimas
en pescados, y por lo mismo centros de reunión de los indios en
ciertas épocas del año. Abajo, ó sea al S., se extienden sabanas
despejadas, siempre secas y llenas de caza, las que rematan sobre
la segunda estrechura del Guaviare, y son paradero adonde concu-
rren, al principio del año, los vecinos de San Fernando de Ataba-
po, junto con los indios de diversas tribus, á recoger huevos de tor-
tuga terecay para extraer aceite, que por la cantidad ordinaria
de la operación, más de 500 botellas, indica cuál es la abundancia
de ese animal en esta región.
Entre el Meta y el Guaviare y al E. de las tierras de Manaca-
cia, el suelo guarda la depresión por donde corre el Vichada, her-
mosa corriente, que sin rumores desarrolla sus eses navegables
entre bosques perfumados por la sarrapia, y sabanas limpias y
alegres, pero aun sin habitantes civilizados, no obstante encon-
trarse en sus márgenes una docena de rancherías de indios ya
medio fijadas al suelo, y si aun no forman allí una faja de po-
blación útil, tienen la culpa los blancos y por su abandono y por sus
atropellos contra esos infelices. Hacia la mitad del curso del Vi-
chada las aguas que surgen á su derecha é izquierda, en vez de
tributarle ó de aumentar los dos grandes ríos que lo acompañan
al N. y al S., forman diversas corrientes de bastante caudal que
riegan la porción más amplia de las llanuras de San Martín, la
que menos han recorrido los civilizados, y mueren en el Orinoco,
que en esta zona | resenta sus grandes raudales.
Las tierras altas del Guaviare, que se dilatan del Nevado de
Sumapaz á la cumbre del Viento, al respaldo de la zona de Üribe,
6go Nueva Geografía de G>loiibia
encierran müUiples vallesaiin cubiertos por la selva en su mayor par-
te,y regados por turbulentas aguas que forman el Ariari y el Gua-
yabero, los dos brazos del gran río que al medio dejan las rocas
eruptivas de la Macarena con sus pórticos, torreones y almenas
que figuran gigantesca fortaleza, y al Mediodía se enfrenta á dis-
tancia con las cumbres no menos derruidas de los Picachos de Lei-
va, señores de una tierra dilatada, nunca recorrida por viajeros
civilizados.
Hace un siglo no se conocía el Guaviare antes de recoger el
Ariari, es decir, arriba de la segunda estrechura formada por ro-
cas que stílo sobresalen 2 ms. de las altas aguas; apenas se decía
que corría encajonado entre peñascos graníticos, hasta un salto
que se suponía tener 8 metros de altura é interrumpía su navega-
ción, cuando en realidad no es sino un raudal análogo al último
Figura 16S — Segunda angostura tlel Gua
citado. Estas estrechuras, que constituyen magníficos paisajes, son
formadas por la Sierra Tunahi; de manera que entre ésta y loi ce-
rros de los Picachos y de Guasacavi hay unas colinas que forman la
divisoria del Guaviare y el Rionegro amazónico, de aspecto graní-
tico, todas cubiertas dt selvas desconocidas, prolongación de la
gran selva del Airico, que se extiende hasta los relieves de Tuna-
hi, y es cruzada por el Inirida, de aguas negras como su vecino el
Atabapo.
El Guaviare, que marca en cierto modo el límite entre las sel-
vas amazónicas y las llanuras de gramíneas, tiene al N. á la par
de bosques, extensas porciones de sabanas limpias, á cuyo pie se
desliza silencioso, entre altas barrancas de tierra roja, de suerte
NUKVA GlOG RAFIA DE CoLOlUU
que sus meandros interminables al reflejarlas adquieren tinte sin-
gular que fatig^a al viajero con su monotonía. Tras lai^o curso se
une el Guaviare al Orinoco, al cual supera en caudal, y poco antes
de morir recoge el Inirida, corriente notable que en su parte baja
se rompe entre peñascos y en la alta entre hermosos paisajes,
abriga diversos villorrios indios, y lu^go, junto á su boca, se au-
menta con el Atabapo, que nos sirve en parte de frontera, y que
en invierno crece de una manera extraordinaria y por cortos arras-
traderos abre paso al Guainfa ó Rionegro amazónico.
El Orinoco, desde la boca del Guaviare, presenta su orilla
colombiana cubierta de selva de una frondosidad extraordinaria,
en la que sobresalen hermosas palmeras, cuyo tronco mide has-
ta cincuenta de metros, y que alegran con sus penachos y verdes
plumajes el sombrío aspecto de esos lugares. El Orinoco corre
aquf por un suelo granítico, y por dondequiera, en medio de la
selva, se elevan rocas de 5 á 7 ms., semejando monumentos pre-
históricos en esas soledades, por sus formas de pilares, torres arrui-
nadas, túmulos y pirámides, y cavernas con osamentas, que unas
palmas medio cubren elegantemente con sus plumas, al par que
los troncos más elevados parecen como sembrados de propósito
para servir de adornos sepulcrales. En lo más cerrado del bosque
no faltan otras rocas más considerables, de color oscuro y aun ne-
gro, aquí desnudas, allá con veg^eíación en su cúspide, muchas de
las cuales presentan el aspecto de ruinas de antiguas fortalcí-as, y
también las hay de forma de cúpula, cuya verde cabellera contras-
ta con los árboles colosales de los contornos, y al W, dominan la
llanura ya mencionada.
Pasada la boca del Vichada (en la cual hay un pequeño rau.
d«l), en esta misma ribera continúan hasta el Meta las sabanas con
multitud de cerritos, y por entre los pajonales asoman grandes la-
jas, enormes peñascos y aun cerros de figuras raras, que parecen
Figur» 269 — Raudal Je Maipuics — Según Cre
692 Nueva Geografía de G)loxbia
las ruinas de una antigua serranía; estas tierras no se inundan, sal-
vo una que otra parte muy baja, y nubes de estupendos murciélagos
que viven en los intersticios de las rocas, las recorren al anochecer.
En Maipures empieza la región de los grandes raudales con el
de ese nombre, donde el río se precipita por enti e f>eñascos graní-
ticos, que principian con el chorro de Guatubos, y se pasan con el
auxilio de algunos restos de tribus indígenas establecidas allí, pues
del antiguo pueblo de Maipures no quedan sino ruinas ó poco menos.
Doce leguas más abajo se encuentra el raudal de Atures (v.fig. 73),
de una legua de longitud, señoreado en la orilla venezolana por un
pueblajo cuyos moradores ayudan á transportar los fardos por tierra
y las embarcaciones vacías, halándolas con cables sobre la corrien-
te del laberinto de canales formado por las rocas que obstruyen el
lecho del hermoso río. En efecto, estos raudales no son ni salto ni
estrechura que obligue á la corriente á acelerar su curso : son un
montón de pequeños chorros que se suceden unos á otros sobrepo-
niéndose ó formando gradas. Raudal llamaron los españoles á esos
saltos, que son un verdadero archipiélago de islotes y rocas que de
tal suerte llenan el cauce, que midiendo éste 2\ kilómetros de an-
chura, á veces apenas dejan un paso utilizable de 6 ó 7 ms. A pe-
sar del estrépito que allí produce el agua, la caída total es mínima,
y de las peñas de Manimí, vecinas de Maipures, se descubre un
horizonte maravilloso: abarca la vista una superñcie de dos leguas
cubiertas de espumas. Análogo es el de Atures, aun cuando más
corto. En ambos, del centro de las olas se levantan negras rocas que
parecen ruinas de torreones. Cada isla, cada piedra ostenta gran
numero de árboles vigorosos ; espesa neblina flota sobre el cristal
y las espumas, y al través de ese vapor asoman las hermosas copas
de las palmeras. Por las tardes, los rayos del sol, que se quiebran
en la húmeda niebla, producen mágicos efectos de luz y arco-iris se
forman y deshacen repentinamente, y parece que se mueven á im-
pulsos de los vientos y contrastan con la alfombra de flores y
verdura que aquí y allá se destaca entre las desnudas rocas. El
desierto envuelve hoy esos hermosos paisajes antes recorridos
por las tardas carretas de los misioneros. Los raudales del Orinoco
son notables por más de un concepto: hasta allí alcanzan los ali-
sios, abundan los perros de agua, y señalan el límite entre la selva
y la sabana con cerritos y peñascos que se extienden hasta la boca
del Meta. Arriba de los raudales cesa la navegación á la vela,
y las nubes de zancudos y mosquitos hacen insoportable la vida.
XIV — El Caqueta — Si las planicies vestidas de gramíneas, es-
maltadas de palmeras é inundadas medio año, caracterizan los Lla-
nos, el Caquetá no es sino una inmensa selva, apenas interrumpi-
da aquí y allá por colinas y manchas de gramíneas, regada por ríos
que también desbordan anualmente, pero que á la inversa de los
de la llanura, de ordinario ven interrumpida la navegación de su
parte alta por raudales y cascadas, y en vez de dirigirse hacia un
mismo rumbo, se apartan como haz á partir de la cordillera, para
inclinarse ya hacia el N., ya hacia el S. de una línea central com-
puesta por porciones de suelo más elevado y escalonado en tablas
ó mesetas de enormes dimensiones y á veces acentuadas escarpas
terminales.
Nueva Geografía de Colombia
693
Los grandes ríos del Caquetá llevan en silencio sus aguas al
través de las selvas que se agrupan allí cargadas de aves y mo-
nos, tranquilos poseedores del alto ramaje ; y el jaguar, el caguar,
el lince, duermen descuidados en la ribera. En vano pretende la
vista registrar aquel espacio nunca transitado : los árboles suceden
á los árboles ; los gruesos bejucos que escalan sus tupidas copas
llevan enredadas multitud de plantas que se oponen como una cor-
tina entre el explorador y los misterios de la selva ; óyense caídas
de agua sordas y constantes, pasos de animales, aleteo de pájaros,
ruidos confusos y singulares, multiplicados por el eco ; pero ni se
ve más allá de una corta distancia, ni se puede comprender si hay
seguridad ó peligro en avanzar. Al pie de aquellos árboles la
Figura 270 — Diagrama de las secciones que constituyen Los Llanos y el Caquetá
694 Nueva Geografía de Colombia
figura del hombre desaparece ofuscada por una sola de sus raí-
ces, tendidas y fuertes como estribos que sustentasen un torreón ;
frecuentemente las ramas tronchadas y el rastro de las fieras, cuya
guarida quizáis no está lejos, advierten que se pisa un terreno ve-
dado y que se afrontan riesgos superiores á la humana fuer-
za, débil por cierto en medio de una creación gigante, á ratos si-
lenciosa y entonces más amenazadora. Quien siempre haya vivido
entre los hombres oyendo la voz de las ciudades y mirando con
desdén el mundo físico humillado por el esfuerzo de las multitudes,
difícilmente comprenderá las emociones y el anonadamiento del
que, traspasando los linderos de lo habitado, entra en los bosques
americanos sin límites, sin sol, sin senda ni amparo, y siente remo-
verse á su rededor y sobre su cabeza seres de otra especie que
parecen congregarse para expulsarlo de sus dominios como enemi-
go intruso. Dios en el cielo, la soledad p)or todas partes, los hom-
bres lejos, lejos también sus pasiones, y delante la imagen del mun-
do primitivo, pujante y majestuosa. La grandeza de la escena admi-
ra pero espanta. La naturaleza virgen es hermosa pero de una tris-
teza infinita : es que para hacerla risueña se necesita cultivarla,
vestirla de prados, caseríos y labradores. El hombre nació para
la sociedad, y así lo demuestra el placer que experimenta cuando
sale de esos bosques y encuentra el primer rancho habitado por
semejantes suyos : cerca de ellos llega con el corazón abierto y el
semblante benévolo: no son extraños para él, son sus hermanos.
AI respaldo de las tierras de Pasto, ó sea en la falda de las
cordilleras vueltas hacia la Amazonia, en clima frío y sano, se en-
cuentran los pueblecillos de Sebondoy, Santiago y Putumayo, ha-
bitados por indios que visten como los criollos y hablan el caste-
llano, y aun cuando ocupan un rico territorio, no han progresado
por falta de caminos que crucen las cresterías andinas, pues la vía
de Pasto á Mocoa, sobre medir 26 leguas, es muy fragosa y no
permite el paso de animales, y es algo peor la senda que del
citado Mocoa conduce á Almaguer costeando el Caquetá, la cual
pasa por los caseríos de Descance y Yunguilla, habitados por in-
dios Andaquíes.
Mocoa, no obstante ser el centro político de esta inmensa co-
marca, no es sino un villorrio triste, con pocos habitantes civiliza-
dos y algunos indios que no se diferencian de los salvajes sino en
que usan cusma, 6 sea una especie de ruana cuyas puntas se atan
á la cintura por medio de una faja morada, color que le dan con
unas hojas. Los días festivos los hombres agregan unos pantalo-
nes estrechos, negros ó morados ; las mujeres visten un tdnico sin
mangas, morado ó azul oscuro, que les pende del pescuezo y no
llega sino á las rodillas. Estos indios, á quienes llaman ingas (incas),
por cuanto emplean el idioma de los antiguos peruanos, apenas pue-
den llamarse civilizados y no hablan bien el español.
En el meridiano de Mocoa los ríos Putumayo y Caquetá se
aproximan á sólo 6 leguas separados por colinitas. El camino al
primero pasa por los caseríos de Uchipayaco y Guineo, donde se
toma la canoa para bajar por un riachuelo en cuya boca está el
pueblo de í^an Diego, próximo al de San Juan, donde hay buenos
lavaderos de oro y se goza de una espléndida vista sobre los Andes,
que azulosos se alzan en lontananza.
NuEV;) Geografía de Colombia
El río Putumayo, aun cuando inferior en aguas al Caquetá, le
supera como vta comercial, por no tener raudales y permitir en
invierno el acceso de los vapores hasta el pie mismo de la cordi-
llera. Cerca de la boca del Guamues tiene el villorrio de San José,
y á las 14 leg-uas de navegación se encuentra el camino de San
Miguel de Sucumbios.á orillas del río de su nombre, navegable,
que por el Aguarieo conduce hacia su vecino el caudaloso Ñapo.
Más abajo, donde ya es permanentemente navegable el Putumayo,
está Tapacumtf, con camino de tierra al no muy distante Caquetá.
Las 160 leguas del hermoso Iza, navegables por vapor, poco, muy
poco, se aprovechan en la actualidad, y apenas la trafican los in-
dios nbereñis, diestros pescadores que hacen gran consumo del
aceite de huevo de tortuga, y que se pintan y adornan con hojas
olorosas, y los brasileros, quienes nos disputan su parte inferior.
171— El Ñapo— Sfgiín Wie
En las cabeceras del Aguarieo se levanta imponente la cor-
dillera, señoreada por el hermoso Cayambe, visible mojón de
nuestra frontera. De ahí hacía el N. se extiende en lontananza
una cadena no interrumpida de montañas que se pierde confundi-
da con un cielo casi siempre cubierto de nubes. Delante de estas
masas se observan cimas escarpadas, picos aislados, relieves re-
dondeados ó fracturados, pero en pocos lugares aparece la roca
desnuda. Por el otro lado se elevan aquí y allá colinas aisladas que
matizan el terreno. Abundantes aguas surgen de esas alturas ves-
tidas de vegetación vigorosa, las que tras precipitarse torrenciales,
forman luego esos ríos y lagunas que vivifican la parte plana y
ardiente.
696 Nueva Geografía de Colombu
De Mocoa al Caquetá el camino es idénticamente lar^o y re-
mata en el pueblecillo de Limón, que le sirve de puerto. El río
que da nombre á estas comarcas nace entre los páramos veci-
nos del nudo de Las Papas, y por el valle de esta denominación,
que visto de las alturas presenta un hermoso cuadro, serpea por
un terreno plano pero pantanoso, y cerca de las lagunetas que le
dan origen se levantan algunos cerritos que contrastan admirable-
mente con la concha de verdura. De allí sale el rfo despeñándose
Figuri 37Í— Piisaje del Alio Caqueti— De íotognííí
por los raudales de Ventanas, y asf enfurecido sigue su carrera
aumentando sin cesar el caudal de sus aguas hasta Limón, y aun
cuando desde aquí se le navega, no es sino con peligro, por la
fuerza de la corriente, de suerte que hasta Pacayaco, 6 sea en 5
leguas, es imposible hacerlo en las crecientes, por los chorros y
raudales. Luego, á medida que se aleja de los últimos estribos de
la cordillera, los chorros se aminoran, pero son peligrosos hasta
Solano, y sin embargo, esta es la tínica vía de acceso por esta
parte á la capital de la comarca.
Tanto estos caseríos como algunos otros, más miserables atín,
son restos de antiguas misiones que una vez abandonadas fueron
medio dominados por una exuberante vegetación en la cual se en-
cuentra silvestre el canelo, plantado por el botánico Ruiz, en me-
dio de cacaotales y otras plantas preciosas por su madera, goma
ó resina que los indios venden á los pocos traficantes que se atre-
ven í ir en su busca hasta esas apartadas regiones.
En seguida el río se engrosa con el C^eguasa, que recoge el
Bodoquera-grande, que hacen parte del camino del Tolima i las
Nueva Geografía de Colombia 697
selvas. Desde que se pasa la cumbre única y no muy elevada de la
gran cordillera oriental frente á la Ceja, parece que el viajero se
halla en un nuevo mundo, separado de toda relación humana,
rodeado de cerros cubiertos de un bosque oscuro que desciende
en desorden hacia una inmensa masa de vegetación que forma
horizonte, y en la que no se distingue rastro algiino de agricultu-
ra. Los últimos cerros se presentan al espectador como islas en
medio de un mar verde oscuro ; y la selva es tan tupida y tan ho-
josa, que no deja ver el suelo que la alimenta ni el laberinto de
ríos y lagunas que la riegan y fecundan. Para llegar á la dilatada
planicie que se admira desde la cumbre de la cordillera, se gastan
seis días de penoso viaje, no se encuentran sino algunas chozas que
parecen como anegadas en ese mar de vegetación, pero que con-
suelan el ánimo y permiten algún reposo, imposible en otras par-
tes por las fieras y los reptiles. Terminada la vía terrestre, es pre-
ciso embarcarse en una frágil canoa, abandonándose á la voluntad
de indios salvajes, cuyo idioma no se entiende, para surcar un río
correntoso que serpentea en medio de los últimos remates de la
cordillera, un río lleno de raudales y saltos, que nadie osaría na-
vegar en países civilizados, y aquí lo es merced á la incomparable
agilidad de los indios, con el aditamento de un clima abrasador,
de una tierra llena de insectos ponzoñosos, de una atmósfera hú-
meda y cargada de miasmas deletéreos, por ante una calle de ver-
dura, sin otros lugares para pernoctar que algunas playas donde
el atormentador zancudo reemplaza á los mosquitos y jejenes del
día. En el Orteguasa mejora la navegación y se hallan algunas
rancherías habitadas por indios sumidos en el mayor embruteci-
miento, y de su desembocadura se divisan hacia el N. las cimas
del Caguán y el Ajajú.
Cuanto al Caquetá, recorre majestuoso la dilatada planicie,
ahora aplanada como un espejo, rico con las aguas recogidas en
dilatada superficie, dejando ver en sus largos giros grandes exten-
siones cubiertas de agua y sembradas de islas de sin igual verdor.
La vegetación es de una riqueza y variedad imponderables, y
el boa constrictor es el terror de los indios, que temen caer en las
celadas que tiende á los animales montaraces cerca de los bebe-
deros, y creen además que con su aliento puede atraer á quien
pasa á corta distancia. Por fortuna este animal huye de las aguas
navegables, exentas además de caimanes por los saltos que cortan
su carrera.
Navegando el Caqúetá se pasa por la boca del Micaya, que
abre paso al Putumayo, aquí distante 20 leguas, espacio en que
viven indios que se cubren el cuerpo con mantas de corteza para
librarse de los muchos insectos que pueblan una atmósfera abra-
sada pero que refrescan frecuentes chaparrones. No muy lejos
desemboca el Caguán, bajo la misma línea equinoccial, río que
nace en la cordillera detrás del Gigante, tiene larga navegación,
tuvo antes en sus cabeceras el pueblo de su nombre, y en los últi-
mos años ha sido frecuentado por los caucheros tolimenses que
explotan es^is riquísimas comarcas.
Nuiv^ Geograjia dé C^lombúi tomo i — ^45
698 Nueva Geogkafi'a de Colombia
Descendiendo el Caquetá se encuentran multitud de caitos y
rfos que engruesan la arteria principal, y como salen de entre la
densa selva, se ignora su curso, excepto el de unos pocos que su-
ben por algunos miriámetros los varios traficantes psstusos de la.
región, que luego por las manchas de sabana, verdaderos oasis en-
tre la gran montaña, alcanza la extensa zona que habitan los gua-
guas, quienes comercian de un modo singular, pues prueban las
Figura 173 Salto de Cuemany en el \'apur¿ — Según Ctevaui
herramientas contra los más duros palos del bosque, las rechazan
si no resisten á sus fuertes golpes, y en caso contrario, principian
á preparar los artículos que habrán de dar en cambio, lo que de-
manda larga estadía en un territorio malsano y lleno de peligros.
Más abajo del río Imayá nadie osa navegar el Caquetá, asi por te-
mor á los indios güitotos, como por el gran salto de Araracuara,
Ariza, Parida 6 Macígua, donde el ancho río se estrecha de repen-
te entre blancos murallones y tras dos raudales se precipita en
vistosa catarata á una caldera de 40 ms., que forma un magnífico
paisaje, pero que será un otstáculo invencible á la navegación por
vapor, sin solución de continuidad en este gran río, lo que explica
que por su cauce no haya subido la civilización hacia las faldas de
los Andes.
Este vio Macaya no es otro que el Engaños, que recoge el Ta-
raira, de donde por un corto arrastradero se pasa al Tequia,
afluente del caudaloso Vaupes, que remontan los brasileros hasta
la zona de sus raudales, como sus propios dominios, á negociar
con los indios los productos de la magnlñca selva que cubre estas
dilatadas llanuras y asombra al viajero por su frescura, verdor y
Nueva Gkogkafi'a de Colombia
variedad de especies, y que en la hoya de su afluente el Apaporis
encierra esos relieves graníticos que de lejos parecen las ruinas
de una gran ciudaJ. Los raudales cierran á las barcas el paso del
alto Vaupes, que por lo mismo recibe en vano aguas navegables
nacidas al respaldo de Neiva, y ya con alg'unos colonos y cultivos.
Allí la cordillera forma en su ancho lomo una especie de valle frío,
el de Barandillas, al N. de los páramos de los Fardaos, al S. de las
fuentes del Guayabero y al Oriente de la elevada y agreste serra-
nía de Leiva ó los Picachos, cuyos líltimos estribos son las hileras
de colinas que forman las angosturas del Guayabero, y á la vez que
presentan tierras habitables para el europeo en pleno Caquetá, por
asi decir, inutilizan como caminos de explotación los grandes ríos
que corren á sus pies.
Si el Caquetá ostenta todo el lujo, belleza, vigor y lozanía que
puede alcanzar la naturaleza en el trópico, á pesar de lo variado
de su aspecto, dondequiera ofrece sólo cuadros austeros y melan-
cólicos que dominan el ánimo por su sello de salvaje tranquilidad
que desafia el orgullo de los hombres, que no lo pueden dominar.
En extremo tranquilo y apacible es realmente el paisaje de la
Amazonia superior. Los suelos doblados, los terrenos montañosos,
en cierto modo tienen un aspecto alarmante ; las crestas que recor-
tan caprichosamente el horizonte, la tierra con sus desigualdades,
semejan olas enormes petrificadas. Aquí las lineas son armoniosas ;
las inmensas llanuras, las suaves colinas vestidas de árboles se des-
Figora a74— S Amazonas
tacan finamente denticuladas sobre el cielo; la tiorrase ha aplana-
do como la superíicie de un líquido que cesa de hervir. El país casi
no cambia de aspecto, á pesar de su esplendor ; ríos que se dilatan
700 Nueva Geografía de Colombia
como enormes sábanas^ de ag'ua apacible en verano, de volumen
triplicado en invierno, orlados de magfnffícos bosques de inmensa
monotonía para el simple transeúnte, pero de infinita variedad para
el naturalista.
Con estas líneas cerramos las pág-inas consagfradas á descri-
bir el aspecto físico de Colombia, las cuales á la vez constituyen
una geografía pintoresca y económica y forman un cuadro de
conjunto que por ser el primero en su especie, de seguro adolece-
rá de errores y omisiones, pero que será muy fácil completar y
corregir en sus líneas y detalles secundarios, quedando siempre en
pie sus líneas fundamentales, que por acomodarse á la obra de la
naturaleza, no están á merced de las vicisitudes humanas. Con
ellas ponemos término al estudio general de la geografía física del
territorio, 6 sea el cimiento y habitáculo del pueblo colombiano.
CAPITULO SEGUNDO
Capacidad productora del suelo
Generalidades— La Geografía física, es decir, el conoci-
miento del relieve de un territorio, es el fundamento de la Geogra-
fía económica 6 comercial ; el clima y la composición del suelo de-
ciden de la repartición de los cultivos y de su calidad ; la actividad
industrial de un país, se desarrolla en proporción directa con las
riquezas del subsuelo, en especial con la abundancia de hierro y
carbón de piedra ó de las caídas de agua, fuentes irreemplazables
de toda fuerza motriz, y de la facilidad con que pueden adquirirse
las materias primas que transforman las manufacturas ; los cami-
nos, ferrocarriles y canales que activan la circulación de los pro-
ductos y facilitan su conducción á los diversos mercados, son los
principales agentes de la producción de las riquezas. Ahora bien :
las grandes vías comerciales, las que aun se utilizan, se han amol-
dado siempre á la configuración del suelo, pues siguen los grandes
valles, y para franquear las montañas interpuestas, buscan los puer-
tos más bajos ó más fácilmente accesibles. Por esto, en seguida del
estudio de la configuración del suelo, debe hacerse el de sus capa,
cidades productoras, para sentar sobre ambos el de la Geografía
política, ó sea la obra que han cumplido los hombres en ese suelo,
ya para organizar la sociedad, ya para explotar sus riquezas.
Esto sentado, estudiaremos rápidamente los cultivos, ó sea la
producción agrícola y ganadera, la mineria, las industrias, las vías
de comunicación, el comercio y las instituciones de crédito, suje-
Nueva Geografía de Colombia 701
tándonos al método generalmente adoptado en los tratados euro-
peos sobre la materia.
En efecto, sin riesgo de error pueden hacerse las siguientes
afirmaciones, de las cuales se deduce lo que habrá de ser Colom-
bia en lo por venir, y por lo tanto las bases de todo plan de progre-
so aplicado á nuestro territorio :
I .° Nunca civilización digna de este nombre y de larga dura-
ción surgió en las regiones ásperas ó montañosas, sino en los
grandes valles de los ríos navegables, ó en las planicies y tierras
onduladas próximas al océano ; cabe el progreso en los ardores del
trópico, pero no en las grandes altitudes sobre el mar.
2.° Jamás ningún gran Estado ha visto formarse su centro y
nudo vital en espacios murados por altas serranías, porque en
éstas las dificultades del tráfico limitan la producción de los artícu-
los de consumo á las necesidades locales, con perjuicio de su ba-
ratura.
3.° No registra la historia que en las altas montañas se haya
establecido y desarrollado nunca uno de esos grandes estableci-
mientos industriales que acaban por convertirse en reguladores de
los mercados y centros importantes de población.
4.° Las regiones montañosas se han dominado siempre con-
quistándolas de la base hacia la cumbre, porque así cada paso que
se avanza es una conquista definitiva, lo que no sucedeen el caso
contrario; en el período histórico ningiin pueblo montañés ha lo-
grado convertirse en un grande Estado.
5.° Ninguna gran ciudad, de esas que en un país dado son
sus metrópolis y los apoyos más seguros del progreso, ha crecido
entre las montañas, y jamás ninguna se ha desarrollado rápida-
mente en tales condiciones. Todas las grandes ciudades del globo
son marítimas ó poco menos, y no hay ninguna producida natural-
mente por el comercio á más de 100 metros de altitud.
6.° En todo país hay una ley de altitudes, relacionada con
la general del mismo que rige su desarrollo, y contra la cual no
debe lucharse, puesto que á la postre esos esfuerzos acaban por
ser nugatorios ó perdidos, lo que es ruinoso para una nación.
Situada Colombia entre México y la América Central al NW.,
las Antillas y el Caribe al N., Venezuela y las Guayanas al E.,
Brasil, Perú y Ecuador al S. y el Pacífico al W., participa del cli-
ma y condiciones económicas de todos estos países, y tiene otras
que le son especiales, de donde la imposibilidad de incluirla en los
moldes comunes, so pena de incurrir en gravísimos errores. El pro-
fesor Deville la considera como la comarca mejor dotada en la
América tropical ; el viajero Safíray la mira como llamada á ocu-
par el primer puesto entre los Estados de la América latina, y el
geógrafo E. Reclus estima que " si las naciones se asemejan al
suelo que las sustenta, ¿qué no debemos esperar de este país don-
de se aproximan los dos grandes océanos, donde se encuentran su-
perpuestos todos los climas, donde se cruzan todos los productos,
donde cinco cadenas de montañas se ramifican para crear una ma-
ravillosa diversidad de sitios ? " Por su istmo de Panamá servirá
de escala y punto de cita de los pueblos de Europa occidental y
NUXVA GlOGKAnA DE CoLOMBU
de los del extremo Oriente, y sera aM', corro lo ; -.ese^tfa Cristo
bal C^lón, donde vendrán á soldarse las extremidades det anillo
que eicierra e! g;lobo.
Indicadas las ventajas naturales, señalemos suü inconvenien-
tes. Desde el punto d; vista ideográfico, Colombia presenta seis
clasi;s dü dificultades ; serranías gigantescas y uniformes que, fal-
tas de acentuados puertos, son un obstáculo grave para las comu-
nicaciones; perímetro litoral poco menos que uniforme, es decir,
sin esa variedad de estructura y complicación de formas que indi-
can una tierra bien aiiropiada para el desarrollo de las sociedades ;
calores enervantes y continuos en los lugares bajos; frío soste-
nido en las montañas, y por lo mismo ausencia de alternabilidad
en las temperaturas, elemento indispensable para el desarrollo de
ciertos ramos de cultura ; extensas llanuras ó partes bajas, adn en
vía de formación, por así decir, y sujetas i exceso ó i falta de hu-
Nueva Geografía de Colombia 703
medad, cálidas y por consiguiente de aplicaciones obligadas para
sus habitantes ; ríos de ordinario obstruidos por rápidos y angostu-
ras, 6 por bancos de arena y palizadas ; y en fín, extensas selvas
casi impenetrables que separan ciertas porciones de la misma ma-
nera que las cordilleras.
A estos inconvenientes debemos agregar la dificultad y cares-
tía de los transportes, la falta de brazos y de capiíales y la poca so-
lidaridad de los habitantes, que perjudican el progreso de la agricul-
tura y de la industria, no obstante la diversidad de climas, la fer-
tilidad del suelo, la exuberancia de la vegetación y los variados pro-
ductos naturales que ofrece al hombre; sobre una superficie que
iguala á la de Francia, Suiza é Italia reunidas, apenas existen
seis (?) millones de habitantes, cuando en aquéllas vive un centenar.
Por lo pronto el Viejo Mundo no nos envía trabajadores como á
otras regiones de la tierra, y la mayor parte de las riquezas colom-
bianas yacen inexplotadas, perdiéndose para el comercio del globo
valores que no pueden estimarse en menos de un millón de pesos
diarios, producción probable el día en que Colombia, en vez de un
millón de trabajadores, disponga del numero de los que poseen
Francia ó Inglaterra en la actualidad.
Mirada en su conjunto, Cofombia se divide en montes y lla-
nuras, en tierras altas y bajas, en regiones marítimas y continen-
tales, en zonas tropicales y subtropicales, en comarcas agrícolas,
ganaderas, mineras é industriales, es decir, presenta un resumen
del globo entero, lo que ha sido quizás una de las causas de su
atraso, pues como lo ha obs<?rvado un notable naturalista sueco,
esas variedades cuando se mezclan y alternan en corto espacio,
dificultan la explotación en grande escala, de donde la superiori-
dad de los bosques escandinavos, por ejemplo, que no encierran
sino dos especies de árboles, sobre los amazónicos, donde hay un
millar ; de donde la superioridad del Farwest americano, que no
puede producir sino un solo fruto en una inmensa extensión, sobre
la intercordillera andina, que produce todas las plantas utilizadas
por la humanidad. Consecuencia de semejantes condiciones es la
lentitud del progreso; pero también ese progreso, una vez cumpli-
do, promete resultados de tal magnitud, que la imaginación, des-
lumbrada, no puede calcular.
Vista por su parte occidental, Colombia como el Ecuador y
«1 Perú, comprende una Cos/a 6 región peco doblada á lo largo
del litoral Pacífico ; una sierra ó faja de altas mesetas dominada
por los picos nevados de los Andes, con valles bajos caldeados por
el sol, y una montaña ó región trasandina, ya en la hoya amazónica,
rica en bosques y cubierta por un suelo vegetal de una fecundidad
prodigiosa.
Considerada por el Norte y Nordeste, lo mismo que Venezue*
la, presenta una zona de iierras bajas ó agr .colas, muchísimo más
extensa, de extraordinaria fertilidad ; una zona de llanos y sabanas
favorable para la cría de ganados y capaz de mantenerlos por
millares de cabezas, y una zona forestal extensa, cubierta de selvas
TÍrgenes, casi inhabitada y suficiente para sustentar muchos millo-
nes de habitantes.
NuKVA GeogkafÍa dk Colohua
Las afamadas selvas y placeres auríferos de Guayana no
equivalen á los del Chocó ; las zonas brasileras de la Amazonia, del
café y de los cereales, son inferiores á las análogas existentes en Co-
lombia ; los tesoros ponderados de la América Central se encuen.
tran también en Panamá y Darién, partes integrantes de aquélla ;
Figura 176 — Paisaje de los aliedetlorct de Cali — Según £. Andrie
las tierras calientes templadas y fr(as de México apenas son débil
espécimen de las similares de nuestros Andes ; los bancos de coral,
los calcáreos, los montes y volcanes de las Antillas, no son supe-
riores á los semejantes de la Costa, que en cambio encierra la
Sierra Nevada de Santa Marta, centro natural de las regalones
mencionadas, como que sita i orillas del mar, dista igfualmente de
Caracas y de Colón, de la boca del Orinoco y del lago de Nicara-
gua, de la boca del Amazonas y de la del Mississippi, de Ríojaneí-
r« y de Valparaíso, de México y de Nuera York.
América se tiende de N. á S., como barrera destinada á ce-
rrar el paso á los vientos y corrientes que vienen de Europa, hacia
la cual vuelve sus garandes llanuras y ríos navegables, lo que á pti-
mera vista incita á suponer que ese sea el frente natural del Nue-
vo Mundo, y por ende el rumbo de las grandes vías que se impo-
nen á las secciones políticas en que hoy está dividido.
Nueva Geografía de Colokúia 705
Empero, en Colombia esto no es verdad, á pesar de que los
Andes se recargan contra el Pacífico, porque por el lado oriental,
sobre no tener puertos propios el país, éstos quedan en exti emo dis-
tantes, en condiciones aleatorias para el comercio, separados del
interior por grandes espacios desiertos ó poco menos, y los ríos
que pudieran utilizarse como caminos, están obstruidos en parte por
raudales ó ang-osturas.
Las cordilleras colombianas se tienden en abanico y van á
morir en las costas del Caribe, guardan con sus lomos grandes
ríos, y por sus valles nos ha llegado la civilización : ¿es este el fren-
te natural del país ? N# lo creemos, no obstante que por ellos tam-
bién se consumó la grande invasión caribe, porque las vías que en-
cierra son demasiado largas, concluyen en un mar poco abierto, y
sus ríos se encuentran cortados por obstáculos casi insuperables á
la navegación por vapor.
¿ Entonces será el Pacífico nuestro frente natural, puesto que
el Canal de Panamá habrá de suprimir la vuelta del Cabo de Hor-
nos ; en ese rumbo se extiende la gran depresión media de los An-
des, y por el Sur entraron las invasiones chibchas y quichuas ?
Tampoco es admisible esta solución, porque la distancia del Pacífi-
co á ciertas partes del país es enorme, y casi insuperables las difi-
cultades intermedias.
La verdad es que Colombia, por su posición y topografía, no
tiene un solo frente natural, como ya lo evidenció la Conquista,
cuando á pesar de ser su Costa Atlántica una de las primeras des-
cubiertas por Colón, su litoral Pacífico él primero pisado por los
peninsulares, y las bocas del Orinoco y del Amazonas vistas desde
buena hora, al interior no llegaron los Conquistadores sino conver-
giendo simultáneamente del Caribe, del Pacífico y de los Llanos.
Cumplido este acontecimiento decisivo para nuestra Geografía eco-
nómica, la primera ruta comercial de España al Perú pasó por los
valles del Magdalena y el Patía ; la navegación del Orinoco pro-
dujo el desarrollo de las Misiones en esas comarcas ; recientemen-
te se ha lanzado la idea de un ferrocarril intercontinental Norte -
Sudamericano, atravesando el Chocó y el Patía con ramales á Ca-
racas y Bogotá, y, en fin, en el mismo país ha sido acentuada la
tendencia á construir los tres grandes ferrocarriles del Norte, del
Meta y del Pacífico.
Natural sería que esta verdad fundamental para nuestro des-
arrollo económico, á la fecha estuviera cristalizada en todos los ce-
rebros y presidiera los trabajos que se ejecutan con tal fin ; y sin
embargo eso no ha sucedido aún, conforme lo demuestran las fluc-
tuaciones que á diario se observan en el particular, á pesar de las
decisivas lecciones de la experiencia. Desde tiempo inmemorial
los mencionados tres frentes solicitan la atención especial del cen-
tro, tratando cada cual de inclinarlo hacia él, y lo consigue» i ve-
ces por breve tiempo, mientras los otros reaccionan volviéndose en-
tonces á una especie de siaíu quo enervante, con el aditamento de
la pérdida de las sumas invertidas en la abandonada empresa. Y
así marcharemos como ebrios hasta el momento en que prevalez-
ca la verdad, y el centro á un tiempo y de una manera proporcio-
nal, atienda al simultáneo desarrollo de esas tres grandes arterias,
que luego vendrá el momento de cruzar el remate del abanico mon-
706 Nueva Geografía de Colombia
tanoso con una g^ran transversal que sirva de punto de partída á la
vía long-itudinal de los Andes occidentales, y de concluir la similar
de los Andes orientales que con la otra habrá de reunirse allá en
el Sur.
Los números, á pesar de lo árido de su lenguaje, suelen tener
una elocuencia que jamás Mcanzan los más afamados oradores.
Por eso, para discutir con raztSn las cuestiones de medio y de raza,
conriene presentar previamente los siguientes cuadros :
Cada millón de ingleses produce 1 1 2 millones de pesos de co-
mercio anual.
Cada milWn de alemanes produce 50 millones
— — de franceses — 47 —
— de italianos — 20 —
— — de españoles — 18 —
— — de portugueses — IJ —
— — de norteamericanos — 30 —
— — de argentinos — 30 —
— — de brasileros — 20 —
— — de chilenos — 20 —
— — de centroamericanos — 14 —
— — de mexicanos — 10 —
— — de venezolanos — 15 —
NuivA Geografía ds Colombia
707
Cada millón de ecuatorianos
_ _ de dominicanos
— — de haitianos
— — de peruanos
— — de bolivianos
— — de colombianos
— — de hindus
— — de congole«5es
produce 12 millones
— 13 —
— 19 —
— 5 —
- S —
— 5 —
— 4.5 —
Y los zanzi bedanos, no obstante ser negros africanos del tró-
pico, dan I millón por cada 10,000 personas ; de modo que relati-
vamente hablando, ocupan el segundo lugar en el movimiento co-
mercial del globo.
Las cifras concernientes á Colombia no se refieren á 1900,
como se comprende, pero tampoco son muy viejas, puesto que co-
rresponden á 1896-97, cuando era opinión común que en el país se
contaban 6 millones de habitantes. Redúzcase esta última cifra i
5, auméntese la otra hasta en un 25 por 100, y con todo no pasaría
de 7 la rata indicada, lo que muy poco modifica el lugar que nos
corresponde en la serie anterior.
CARACTERÍSTICAS DEL COMERCIO DE LA AMERICA TROPICAL
PA
(SES
tí
'O
•3
IC
ja
o
Guatemala 1.300,000
Salvador 810,000
Hooduras 400,000
Nicaragua 500,000
Costarrica 310,000
Haití 1.000,000
I
Santo Domingo ..| 450,000
Puertorrico , 1.000,000
Cuba I 1.500,000
Guadalupe-Marti-
nica 400,000
Venezuela 2.500,000
Guayana inglesa...' 280,000
— francesa 30,000
Brasil .14.000,000
Ecuador ' 1.200,000
Perú 4.200,000
Colombia 5.500,000
4
6
33
9
102
13
150
3
1.3
0.4
17
4
2.6
4.1
6
9
19
6
24
lio
18
36
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2.5
280
25
26
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12
8
II
7.5
65.
5
artículos exportados
I
Cafe.
Café, ai^il, tabaco.
Metales ñnos, bananos, ma-
deras, café, cueros, caucho
y ganado.
3 Cafe, oro, caucho, madera,
I cueros, ganado.
5 Café, bananos, madera, oro,
cueros caucho.
12.5 Cacao, café, tabaco, made-
ra, bananos.
4.5 Azúcar, melaza, café, tabaco
1 2 Café, azúcar, ganado, tabaco
4.5 Azúcar, tabaco, café.
9
20
10
I
160
9
15
16
Azúcar, melaza, café, cacao.
Café, cacao, oro, cueros, ga-
nado.
Azúcar.
; Minerales.
Café, caucho, azúcar, algo-
I don, tabaco.
Cacao, azúcar, café, caucho.
Mineral, azúcar, algodón,
I lana, cueros, café, arroz,
bórax.
Café, metales preciosos, ta-
baco, caucho, cueros, ma-
deras, bananos.
7o8
Nueva Geografía de Colombia
México, no obstante tener la mitad de su territorio fuera de
los trópicos, exporta en primer término, sin contar los metales pre-
ciosos, productos de aquellos como henequén, café, tabaco, vaini-
lla, &c. Este cuadro dice con lóg-ica irrefutable cuál es nuestro
verdadero puesto en el globo, cuáles las causas para que no lo ha-
yamos alcanzado, y cuál el error que amenaza llevarnos á un abis-
mo de que apenas hemos visto negfrear la sima. Esta verdad fun-
damental se hace más patente, si cabe, cuando se considera que son
los países de la América tropical que tienen más porción de sus
habitantes en las tierras f ñas, los que menor porcientaje comercial
dan al año, y que de esas altitudes sólo minerales se envían á los
grandes mercados del globo.
5 5*5bíU<nki
- 4 Billones d« habitantes
1780 1800 1850 1900
.Figura 278 — Diagramas de la distribución y desarrollo de los habitantes
por zonas climatológicas
Cuma — El clima conviene á los extranjeros en toda la amplitud
del país, conforme lo demuestran los comerciantes, agricultores y
Nueva Geografía de Colombia 709
obreros establecidos con éxito en todos los puntos de Colombia, aun
en aquellos reputados malsanos. Europeos y naturales están suje->
tos á las fíebres amarilla y palúdica hasta los 1,000 ms. de altitud.
De 1,500 á 2,800 se desarrolla la zona privilegiada de los Andes,
con bastante área por fortuna, como que puede alimentar diez mi-
llones de habitantes. En estas tierras altas el europeo conserva
toda su energía, actividad y potencial de trabajo, que lo hacen su-
perior á los perezosos habitantes de los trópicos ; el clima es per-
fectamente sano, fácil la pronta aclimatación, y de estos suelos los
hay casi á orillas del mar en Chiriquí, en María, en la Nevada de
Santamarta y en otras regiones de Colombia. Sin embargo, esto
no es sino una apariencia, una ilusión.
En efecto, siendo Colombia ante todo una tierra tropical, lla-
mada á producir artículos de esos que no se encuentran en la zona
templada del globo, y por muchos años aiin tributaría obligada de
otros países desde los puntos de vista mercantil é industríal, lo que
interesa es el cultivo y explotación de las tierras cálidas y ardientes,
de las tierras próximas al mar ó á los ríos navegables, en las cua-
les la higiene será poderoso auxiliar de los colonos, que de ordina-
rio no sucumben sino por no guardar los preceptos de esa ciencia
por falta de autodisciplina que los abstenga de cierta clase de ac-
tos y excesos á que incita esa zona con s 1 clima, producciones y
vida fácil. Necesaria es para Colombia la emigración ; pero por ra-
zones obvias no sólo se requiere la europea, que trae capitales y
cerebros, sino la oriental, que del Japón y la India procura brazos
adecuados para secundar á los naturales en el completo dominio
de nuestra zona tropical, donde es casi impotente el hombre aisla-
do, y que no entregará sus tesoros sino á la asociación de los capita-
les. La iniciativa individual no triunfa sino en las tierras altas, es
decir, eh los tibios valles de las cordilleras.
Propiedad y colonización — En Colombia domina el régimen de
la grande propiedad, de manera que en las cercanías mismas de
la capital se numeran fundos de millares de hectáreas. Los gran-
des propietarios son los Mancos ó descendientes de los conquistado-
res, y por desgracia, de ordinario no viven en sus haciendas, que
confían al cuidado de mayordomos, por lo común ignorantes y ruti-
neros en achaque de explotaciones agrícolas. Según los cálculos
que han podido formularse, existen en el país unos 3,000 hacenda-
dos y cosa de 1 80,000 estancieros ó dueños de pequeñas heredades ;
en algunos puntos los propietarios de cortas parcelas son numero-
sos, pero en torno de los principales centros poblados sucede lo
contrario.
En todo caso, los ricos poco se preocupan de las mejoras agrí-
colas y sus mil nimiedades, absorbidos por la política, y los estan-
cieros ó carecen de capital, ó no gustan cambiar de rutina. Ape-
nas se conocen en el país, y eso en determinados centros, las má-
quinas agrícolas más generalizadas y los novísimos sistemas de
cultivo más empleados en Europa y Estados Unidos. Algunos natu-
rales patriotas y unos pocos extranjeros han tratado de perfeccionar
nuestra agricultura, pero sin éxito, porque la población indígena
permanece apegada á sus rutinas, y, por desgracia, una gran parte
de la masa de los cultivadores se compone de peones^ es decir, de
gentes sin domicilio ñjo ni lazos regulares de familia.
NuBVA GiOGKAFfx DE Colombia
Figura íjg — La región hidrogiiñca del alto Meta — Escala : i ; 1.600.000
NusvA Geografía de Colombia 711
La población de Colombia hoy, como hace dos siglos, señala
en el mapa una cinta oblicua de la Costa á la frontera ecuatoriana^
densa en contados puntos, muy rala en otros, y por lo mismo su va-
lor económico es escaso. Los europeos afírman que los indios y mes-
tizos americanos son rebeldes al trabajo, bribones, desleales y bo-
rrachos, y que con ellos no puede contarse para desarrollar las ri-
quezas naturales del terreno, y agregan que los blancos prefieren
la vida ociosa, aman ante todo la política y las revueltas, y no edu-
can convenientemente la mujer. En parte tienen razón ; pero la ex-
periencia ha demostrado que la principal causa de tales hechos es
la falta de capitales para el desarrollo de vastas industrias, y de há-
biles directores para que sean fecundas una vez establecidas. Sin
riesgo de equivocación, puede afirmarse que los industriales euro-
peos hallarán en Colombia brazos y cabezas que los secundarán
eficazmente en sus empresas, el día en que se desprendan de las
preocupaciones que abrigan con respecto á los suramericanos.
Lo que sí es cierto es que las razas negra y de color, las más
adecuadas para el trabajo en los climas ardientes, por no haber-
las sabido educar después de su emancipación, como rehusan tra-
bajar en las plantaciones de los blancos, es preciso reemplazarlas
con emigrantes adecuados, so pena de que ese vacío no se colme
. en siglos, con perjuicio evidente de todos.
Necesidad premiosa es, pues, alentar la emigración é imitar
á los países hispanoamericanos que nos han tomado la delantera
en esta vía : en México el Gobierno exceptúa á los emigrantes, no
sólo del servicio militar, sino de toda especie de contribución di-
recta, de derechos de exportación sobre sus productos, y á título
gratuito les otorga fundos hasta de cien hectáreas, propiedad que
no es definitiva sino cuando ya han cultivado una parte de ellos.
En Venezuela el Gobierno les entrega seis hectáreas de suelo
cultivable, una cabana, instrumentos de labranza, y después del
primer año un numero igual de hectáreas á las en ese período cul-
tivadas. El Brasil, comprendiendo que sin un grande aflujo de emi-
gración libre no puede haber desarrollo posible, dicta unas tras
otras disposiciones para atraer á los emigrantes europeos, les dis-
tribuye semillas, les anticipa seis pesos en oro, herramientas y al-
gún ganado. La República Argentina, que se había adelantado en
este camino y con disposiciones en extremo favorables llamado la
atención de los emigrantes europeos, ha logrado atraer buen nú-
mero de éstos, que en la fecha ya se numeran por centenares de
miles al año, y es consecuencia natural de ese movimiento un ex-
traordinario desarrollo comercial.
Si países tan bien situados como los Estados Unidos y la Ar-
gentina, y ya conocidos de los emigrantes, se han visto obligados .
á establecer en los principales puertos edificios y servicios especia-
les para la comodidad de los emigrantes, es un sueño pensar que
á Colombia vengan en peores condiciones. Ya Venezuela tiene unos
treinta millares de colonos europeos que atraen otros escribiendo
á sus familias que ese país es de un suelo privilegiado, donde pros-
j)era todo cultivo ; y bien sabemos cuánto le supera á este resj)ecto
el de Colombia.
NiTivA Geografía di Colombia
I Y qué mucho que en el Extranjero se ten^fan ciertas ideas so-
bre la colonizacidn de las tierras calientes, si ellas se encuentran
en los labios mismos de los colombianos, no obstante su inexacti-
tud ! La Amazonia se ha pintado como un infierno, y de ella dice
el eminente Agazis que tiene " uno de los climas mis salubres y
m¿s deliciosos del mundo, con inmensas colonias extranjeras (en
el Brasil) ricas y prósperas." Los franceses miran su colonia de
Cayena como una de las comarcas más insalubres del globo, y la
tienen en el mayor abandono, en tanto que los ingleses han h' cho
de su porción de esa misma Guayana un centro agrícola é indus-
trial de primer orden, con sólo encauzar las aguas, secar los pan-
tanos infectos y drenar los terrenos ; con la vigésima parte de
nuestra población, casi igualan nuestro comercio total I ¿ Y acaso
en la misma Magdalenia no hay puntos donde es evidente la insu-
ficiencia de los productos alimenticios, proveniente tan solo de ¡a
incapacidad de los naturales para utilizar la riqueza del suelo ?
Baste decir que gentes que viven á orillas de ríos que abunilan en
peces delicados, consumen no pocas latas de inferior artículo, im-
portadas del extranjero I Esa y otras regiones ricas y fértiles, pur
falta de energía y actividad fecunda y de las falsas ideas que pri-
van en el país, no alcanzan á alimentar una población bien escasa
Figura 280 — Sillo de Sardinal (Atures) ca el Otídoco — Según Crevaux
y tienen que importar de los Estados Unidos y Europa harina,
arroz, granos, papas, manteca, &c. !
Y es que también falla i Colombia en nijmero suficiente uita
población enérgica de trabajadores, de pequeños propietarios, üni-
Nueva Gxograpía nt Colohbu
eos que saben cerrar e! paso á la revuelta en ¡os territorios que ocu-
pan, conforme lo enseñó la tremenda g;'uerra intestina de 1899, cu-
yos cuadrilleros se reclutaron casi exclusivamente entre los peones,
vaqueros y concertados de las grandes haciendas.
Cuando tan visible es el daño, parece que lo más natural se-
ría aplicarle el remedio eficaz cuanto antes, y sin embargo esto es
lo que no sucede, porque aqut, como en otros países similares, las
preocupaciones de la política se anteponen siempre al bien gene-
ral : ha faltado un esfuerzo poderoso que cauterice la úlcera, sin
preocuparse por el resultado de unas elecciones á por la malque-
rencia de alg;unos gamonales de provincia. En los trópicos la natura-
leza, con la espontánea producción del maíz y el plálano, que per-
mite «limentar 160 habitantes al año por hectárea, ha escrito con
signos indelebles cuál es su destino, y si en ellos ha levantado valles
y nnontes de clima frío, apenas ha sido para sanaíorium, y para pro-
ducir brazos y sangre que vigoricen la población de las tierras
bajas, donde la vida es más corta y menor el índice individual del
trabajo material.
Por lo mismo, gran desgracia fue para la República que
su capital se fundara en uno de esos sanaíorium y no en zona de
producción tropical, donde en verdad se habrían utilizado las fuer-
zas, los capitales y las energías que se acumulan siempre en torno
Fignr* sSi— Eatrada Sur del Canal úe Panami (de fotograria)
de los gobiernos, y además se habría orientado el esfuerzo general
hacia esa meta, en tanto que siendo centro de una extensa re|^ión
fría ó de suave clima y bien poblada, ésta vino á constituir el riñon
Niitva CtogrBfia áe Ctltnibia tomo I — 4S
714 Nueva Geografía de G>LoifBiA
del país, á cuyos intereses forzosamente se subordinaron los del
resto, que fuera de la Costa, se desarrollaba en un estado de re-
lativo aislamiento, y, seguramente sin razón, sus moradores atribu-
yeron á preferencias indebidas lo que era resultado de un error
inicial, de donde el crecimiento del regionalismo que, si bueno por
ciertos puntos de vista, por otros, falto de cauce normal, ha
producido no pocos daños y tropiezos, conforme lo comprueba
nuestra historia. Por fortuna, el desarrollo de la población y la ri-
queza en las demás comarcas del país ha disminuido el daño apun-
tado, y es de esperar que desaparezca totalmente dentro de algún
tiempo si todos ponen en la obra su parte de buena voluntad, pues
de lo contrarío sería muy posible acaeciera á Colombia la desgra-
cia de que hoy es víctima la Améríca Central.
En resumen : Colombia es una tierra privilegiada por lo que
hace á producciones naturales ; su suelo es rico y promete mu-
cho para lo futuro, cuando buenos caminos, prácticas científicas
y moderno instrumental aseguren su racional explotación; pero por
lo pronto es ancho el campo que ofrece á la actividad de los hom-
bres enérgicos y emprendedores. Ya en otros países americanos
del trópico, ricos extranjeros explotan con éxito considerables ex-
tensiones de terreno; en Colombia no faltan vislumbres de aná-
logos procedimientos ; pero es muy de temer que si contíniian
nuestras revueltas intestinas, los capitales extranjeros nos abando-
nen, y nos abandonen para siempre, como que otros lugares del
globo les ofrecen hoy á este respecto mejores campos de trabajo.
Desarrollo económico — Empero, antes de señalar someramente
el estado actual de la explotación del suelo de la República, con-
viene echar una rápida ojeada á su desarrollo económico, para
mejor inteligencia del asunto, y comparar las diversas comarcas
que constituyen nuestro territorio, en la época de la colonia y en la
de la libertad, bajo cuyo régimen ha tenido tantas vicisitudes por
causa de la pugna de los partidos políticos, la que en cierto modo
continúa las rivalidades de esa otra época, á las que deben agre-
garse los celos y enemistades de los hijos de las varias regiones na-
turales, que á veces también han contribuido á perturbar la mar-
cha ordenada de la Nación. Y aun cuando á primera vista parezca
más natural tratar primero de la población, optamos por el sistema
inverso, por otras razones de orden y de claridad.
La zona interandina, del Ecuador á las llanuras de Bolívar,
sólo tenía, á ñnes del siglo antepasado, 1 30,000 almas, ó sea una
densidad aproximada de 43 habitantes por legua cuadrada. La tie-
rra de los Pastos producía principalmente harinas que se consumían
hasta en el valle caucano, donde tenía ya alguna importancia el
cultivo del tabaco. A pesar de la fertilidad de ese valle, no era
mucho su ganado de asta, y por eso para su consumo importaba del
Tolima bastantes novillos por año. Al Mediodía era vecino de estos
suelos el de Quito, que les daba lienzos, bayetas y paños en él
trabajados, y que, excepción hecha de Pasto, nunca supieron librar-
se de tal tributo estableciendo una industria similar. También se co-
sechaba alguna calaguala, canchalagua, coca y paraguay. Cuanto
íl lo que hoy es Antioquia, se hallaba en el mismo atraso, bien que
en el cañón ya se producía algún cacao. En esta última zona el
Nueva Geografía de Colombia 715
oficio principal era la minería : en Antioquia todos trabajaban de
preferencia los depósitos aluviales^ descuidando los filones ; y era,
después del Chocó, la Provincia que daba más oro, tanto para en-
viar á España como para fabricar la moneda que circulaba en el
país. Otro tanto sucedía en Popayán, cuyos vecinos blancos explo-
taban además las minas del Chocó, por medio de crecidas cuadri-
llas de negros esclavos. Estas industrias traían consigo un gran
consumo de tasajo, lo cual explica por qué el ganado era el princi-
pal recurso de los llanos del Cauca y el Patía, por qué se compra-
ba ganado al Tolima, por qué en los Pastos prevalecía la agricul-
tura, y porqué, andando el tiempo, venida á menos esa explotación,
Popayán decayó tanto. El Chocó, sin caminos, tanto más descui-
dados sus pocos senderos, cuanto el agua formaba vías naturales
dondequiera, fuera del oro no producía sino cortísimas cantidades
de frutos, y llegaba al extremo de introducir la sal hasta de Chi-
le (!). A ultima hora comenzaba á emplearse el Atrato como vía co-
mercial, pues antes desde Bogotá y Quito, por tierra, se llevaban
las mercancías á esa lejana Provincia I
En el valle del alto Magdalena, ó sea el Tolima, en la zona de
Neiva, se producía ante todo ganado, del que se vendía buen nú-
mero de cabezas cada año en Bogotá y Popayán, y principiaba á to-
mar incremento el cultivo del cacao. Más al N., en Mariquita, el ca-
cao abundaba desde Honda á la Angostura de Carare, en amtias
márgenes del río ; algún café, añil y algodón se cosechaban tam-
bién en esa comarca, lo mismo que caña, de cuya miel en primer tér-
mino se fabricaba aguardiente, y con el resto panela y alfandoque,
pero poco azúcar. El tabaco era ya la riqueza de Ambalema, y se le
consumía en Antioquia, Bogotá y Cartagena ; y la quina, aunque
abundante, permanecía estancada. A lo dicho agregúese la produc-
ción de ganado vacuno y de cerda, de bálsamos y resinas, y una
considerable explotación de las minas de diversos metales que
tanto abundan en ese suelo. Aunque Honda era la llave del comer-
cio no sólo de Bogotá, sino de Quito por el río Magdalena, escasea-
ban las embarcaciones (champanes) para el tráfico.
Cuanto á la mesa granadina, con alguna densidad de población,
en especial en las altiplanicies y ofrecía variedad en la explotación
del terreno. En los valles occidentales, junto con la caña, de que
ya se fabricaba azúcar mediano, se producía algún algodón (de
que en La Palma se fabricaban telas groseras), bastante tabaco y
café ; en los orientales se recogían exiguas cosechas de frutos co-
munes. En las altiplanicies se explotaban sus ricas salinas, y en no-
table cantidad se producían la harina, la papa y los ganados lanar,
caballar y vacuno ; en Tunja se tejían géneros ordinarios de lana.
En Vélez se producían buenos dulces, y algodón de que se fabrica-
ban lienzos ordinarios, lo mismo que en el Socorro, donde se les
agregaban algunos tejidos de lana, y no escaseaba el tabaco; pero
éste era mejor en Girón, también centro productor de cacao y mu-
cho algodón que manufacturado, se enviaba por entonces hasta la
Costa. En los valles de Cúcuta el cacao era la base de un gran
comercio, sostenido éste en Ocaña por el trigo, el dulce y algunos
lienzos. Los tejidos de algodón también se elaboraban en buena can-
tidad en los Llanos, y constituían artículo de notable comercio, lo
Figura sSz— £1 " Salto de Honda" legún U Nuaia Gtfgn/la it CoUmÜa
Nueva Geografía de Colombu 717
mismo que el ganado vacuno. £1 corazón de esta zona estaba en^
decadencia desde la expulsión de los Jesuítas, quienes allí, con sus
misiones, estuvieron en vía de crear una inmensa fuente de riquezas
para el país.
En la Costa Atlántica, la Provincia de Cartagena, que hacia
el S. no carecía de minerales, abundaba en ganados, aunque no
tantos como la de Santamarta, de donde extraía muchas cabezas
para su consumo, y á la par producía bálsamos, maderas, dulces,
cacao, café y algodón, del que parte se labraba allí mismo y parte
se exportaba. Santamarta, en su suelo excelente para la ganadería^
mantenía bastantes cabezas, tanto vacunas como caballares, y tam-
bién cosechaba mucho algodón y algún cacao, café, caña, añil y •
palos de tinte, aunque los indios salvajes entrababan su progreso,,
y en vez de mejorar decaía á medida que éstos, no contenidos, au-
mentaban sus rapiñas. :
En fin, en Panamá, al W. por falta de comercio no se produ-
cían frutos sino para el consumo local, junto con algún tabaco, ^
en tanto que al E. sí había pequeñas plantaciones de cacao y caña ;
pero artículos de necesidad diaria, como la harina, los recibía del .
Perú. Aunque en reducida escala, pescaba perlas como Santamar- .
ta, y recogía múrice para teñir hilo de algodón.
Resumiendo lo dicho, tenemos que al establecerse el Virrei-
nato la mayor parte del territorio permanecía desierta é inculta,'
tanto por escasez de habitantes y falta de caminos, como porque
los indios salvajes dominaban extensas y ricas comarcas y dificulta-
ban ó impedían la explotación de otras, llegando á poner en peligro
hasta la misma vía del Magdalena. A este gravísimo obstáculo se
unía otro, quizá peor : la tendencia de \o^ indios mansos á alzarse
de nuevo ó á entregarse al bandolerismo disfrazados de salvajes,
en lo cual solían imitarles los libres de color, que se retiraban á lo
más áspero de las breñas y formaban cancheras, á veces peligrosas
para el tráfico. Por estas razones, el comercio, que un momento
floreció á principios del siglo xvii, decayó después hasta casi extin-
guirse, debido, más que al atrasado régimen económico español, á.
la genial desidia de los americanos, de toda raza, no quedan-
do como elemento de riqueza sino la minería, cuyos cuantiosos pro-
ductos sin cesar salían del país por mercancías, de manera que
no sin dificultades apenas se conservaba escaso numerario para las
transacciones interiores : á veces faltó éste del todo en algunas Pro-
vincias, de donde grandes crisis y atraso en la población, que emi-
graba en busca de mejor suerte. En vano pretendieron los Virreyes
desarrollar el comercio y mejorar la minería : las leyes españolas
lo impedían estancando el tráfico; en el Chocó todos los mineros
vivían endeudados, no podían aumentar sus empresas, pagaban un
esclavo de 400 á 500 pesos (en oro), el quintal de hierro á ^ 50 ó 60,
el de acero á $ 120 ó 150, la vara de lienzo á § 0-50, la pieza de
bretaña de $ 10 á $ 20, y en proporción los víveres que del inte-
rior se conducían á espalda (petaca de azúcar de $ 32 á 72), algu-
nas veces desde Guayaquil ; no era caso extraordinario que falta-
ran de tal modo las subsistencias, que el cuero se utilizara como
alimento, de donde se creyera que esa Provincia tenía suelo menos
fértil que hasta el de la misma Antioquia I
7i8 Nueva Geografía de Colombia
Graves consecuencias entrañó, sin duda, que se llegara á creer
que Ck>lombia no podía ser sino minera, porque si esto era verdad
para ciertas zonas, no podía serlo para otras, en donde por lo mis*
mo abandonada la agricultura, la miseria llegaba á su colmo, y los
jornaleros no comían el día en que carecían de trabajo. Como hoy^
la zona minera era la feldespática, y su producto como renta aumen*
tó regularmente, para el oro, desde unos 3,000 marcos en 1600, á 9
ó 10,000 en 1770, y á algo más al principiar el siglo xix; en el si-
glo XVI Colombia produjo 60 millones, 190 en el siguiente, y 215
en el xviii, todos los cuales, 465 millones (17 de plata), con poca di-
' ferencia que quizás no llegó á 20, salieron para España por tributos
y mercancías, toda vez que el -yalor de los situados^ de sobra cubrió
eV costo de las grandes obras públicas hechas entonces en el país.
Durante la época colonial, la mayor producción minera i)ertenecla
al Cauca, puesto que en el ultimo tercio del siglo xviii su quinto
real alcanzaba á 24,000 castellanos, cuando en Antioquia, donde
era menor el contrabando, sólo daba 11, 000 ; por esto hace son-
reír cualquiera estimación interesada que calcule que en defíni-
tiva produjo un millonciio más Antioquia en el total, sólo para po-
' nerla á la cabeza de la lista. De la producción minera apenas un
3 por 100 pertenece á la banda E. del Magdalena, y de esa suma
' dos unidades corresponden á la zona feldespática de Santander,
6, haciendo el cálculo de otro modo, 2.5 por 100 tocan á la mesa
granadina, 8 por 100 al valle del Magdalena, 1.5 á la región atlán-
tica, 19.5 á Panamá, 0.5 por 100 al Caquetá, 25 por 100 al Chocó, y
43 por 100 á la Mesa Andina (de ellos 32 por 100 á Antioquia). Du-
rante la conquista, el despojo de los indios (30 millones por lo me-
nos) dio holgura á los peninsulares venidos á Colombia ; después los
alimentó la plata, por lo cual hubo crisis considerable así que las
minas de este metal negaron su rico producto, mientras aumentó
el laboreo de las de oro. A decir verdad, la minería ha decaído,
pues hace un siglo, con menos de i millón de habitantes se obte-
nían 3 de metales preciosos, cifra á que escasamente se llegaba
ayer con 4 millones de pobladores. En aquella época el producto
de la minería equivalía á más de 3 pesos por cabeza, y á fínes del
pasado siglo no alcanzaba sino á % 0-75. De lo dicho resulta, dí-
gase lo que se quiera, mayor riqueza pública en la época colonial.
Como en todo el país existen minas, las más variadas y ricas, re-
sulta que la minería es asunto preferente para buena parte de
los colombianos y merece atención cuidadosa para los gobernan-
tes. Con copia de datos y profundo conocimiento de los hechos, los
Virreyes, tras ruda labor en pro del desarrollo de nuestra agri-
cultura, terminaron por reconocer que, dada la índole de la pobla-
ción, sólo la minería, ó mejor dicho las industrias extractivas, podían
dar vida á Colombia. El asunto es grave, y por desgracia la his-
toria económica concede á los Virreyes completa razón en ese se-
vero juicio.
Los informes de esos magistrados parecen escritos hoy : tan
arraigados estaban los vicios que ellos censuraron y que existen aun
en el país ; la pintura que hacen de Bogotá, por ejemplo, salvo
ligeras y modernísimas variantes, da razón de nuestro dicho. Ellos
se quejaban de la desidia general, de la lentitud con que se proce-
día en todo, de la grita que producían medidas dictadas sólo por
Nueva Geografía de Colohbu
el bien común ; con poca labor ganaba su vida el pueblo, cjue no
trabajaba algo mis para ahorrar ; los ricos preferían colocar á
rédito sus capitales, y hacían administrar sus ñncas rurales por
mayordomos ; los mestizos ó libres trataban de ririr entre los in-
dios, violando una ley sapientlúma, i ñn de explotarles y usurpar-
les sus pequeñas propiedades.
Figura 1S3 — El ría Cauca cerca de Sopetrín (de Totografía)
La verdad obliga á que seamos justas con el Gobierno colonial
y las leyes de Indias ; el estudio de los hechos, un estudio dete-
nido y profundo, enseña que el país no progresó en el siglo XOE
como debiera, que reinó más holgura en la Colonia, que ísta en*
traba en su siglo de oro con el pasado siglo, y fue, por lo tanto,
hecho ruinoso la larga guerra de Independencia. Cierto que no M
oro todo lo que brilla, y que grandes faltas cometían los peninso*
lares; pero el balance resulta, en deñnitiva, í su favor: quizis su
mayor delito consiste en haber coartado la acción de los Jesuítas
como misioneros, y luego arrojarles del país, con lo cual multitud
de predios cultivados en los desiertos, tomaron á ser rastrojo.
Los regulares, en lo general profundamente desmoralizados,
de ordinario no sirvieron para las misiones, que no progresaron
en sus manos, no obstante los soldados y los ( 35,000 anuales
con que los auxiliaba el Gobierno, fuera de los gastos de nia>
teríal. Al contrario, su conducta, i veces escandalosa, fue que-'
bradero de cabeza de los superiores, tanto civiles como eclesíis-
ticos, y ayudd á malear un pueblo que, en mucho, de cristiano
no tenía sino el nombre, pues lo señoreaba el mis extraño fan«>
730 Nueva Geografía de Colombia
tísmo. La inicua pretensión de apoderarse de todos los bienes, pre-
tensión que dominó á varios de esos hombres, hasta en la cabecera
del moribundo, y que les trajo castigos y severas prohibiciones de
la Corte, produjo enorme mano muerta que arruinaba la agricultu-
ra y el comercio en su cuna ; algún Virrey quiso acabar con este
monstruo, después causa de tantos males, pero el pueblo ignorante
le tachó de hereje, en vez de estimar en lo que valía tan noble con-
ducta. También batallaron sin tregua muchos frailes p>or mantener
en completa ignorancia al pueblo, y en letras de oro debemos gra-
bar el nombre de los Virreyes que lucharon en contra de esa idea^
aun á pesar de la falta de apoyo de la Corte. Después de los enco-
menderos, muchos de ellos contribuyeron á la ruina de la raza in-
dígena. A esta causal de atraso se unía la falta de aranceles defini-
dos, por cuyo medio se explotaba sin lástima á los infelices indios, y
en vano intervenían los Virreyes para remediar tales abusos, por
cuanto á ellos coadyuvaban los empleados criollos. La disminución
de los indios fue tal, que al establecerse el Virreinato se estimaba
^u número, en los 301 pueblos de la mesa granadina, en sólo 18 á.
20,000, de ellos apenas 3,000 en los 52 pueblos de la Sabana y
los llanos de Ubaté (?), y tan pobres que no alcanzaban á pagar su
tributo, que apenas valía un real (?). La erección del Virreinato y
la expedición de ciertas leyes algo mejoraron ese angustioso esta-
do, causa de una reacción en los indios mansos, muchos miles de
los cuales se habían retirado al corazón de las breñas ó unido á
los aún llamados salvajes. Los diezmos, que por los años de 1760
apenas producían unos 117,000 pesos, de ellos 14,000 en Cartage-
na, algo menos en Popayán y en Panamá, y el resto en Bogotá,
en 1790 llegaron en esta última Diócesis á 195,000, elevados en
1804 á 305,000, lo que indica cuan benéfico fue el Virreinato para
la Colonia. El Gobierno español había pactado con el Clero que
sería el Rey quien recogía una porción de aquel tributo, pagando
en cambio una parte de los gastos de los curatos, por lo que con
frecuencia se provocaron discusiones cuando el Gobierno los quería
dividir ó refundir.
Al terminar el siglo xviii, cuando los frutos no valían sino del
tercio al cuarto de lo que hoy valen, Colombia .acercaba la expor-
tación de ellos á un millón de pesos, ó sea á $ i por cabeza, y á
3 millones la de metales finos. En 1856, con 2¿ millones de habí-
tantes, se exportaron 7 millones de pesos (algo menos, dada la
relación de las monedas), de ellos poco más de 2 en metales finos;
¿n 1881-82 la exportación alcanzó á i8| millones, con iguales
condiciones; en 1890 sólo fue de 16^ millones, de ellos 5^ en
metales y minerales ; y por último, á fines del siglo pasado, mer-
ced al café, subió á poco más de 20. Ahora bien : como los víveres
aumentaron de precio hacia 1850 (el 20 por 100), resulta que aun
cuando en 1790 las exportaciones no llegaban sino á 2| millones,
eran superiores, relativamente hablando, á las de 1856. Hoy se ex-
portan 20 en frutos, que, reducidos en su valor adquisitivo al de la
moneda antigua, no dan sino 1 5 á lo sumo, ó sea $ 3-45 por cabeza
que si se equiparan con los precios de las épocas anteriores, se con-
vierten de 0.85 á J 1-20. Aun á trueque de repetimos, anotaremos»
por ejemplo, que en 1880 á 81 un solo fruto, la quina, dio 6 millonea
NuBVA Orografía db Colombia
i^la exportaciíín, en 1856 el tabaco suministnS 3í, y en 1890 el tan
ponderado caf¿ s61o dio 4J contra 3 que produjo en 1879-80. En
1890 se dijo, con asombro, que la exportacidn de este artículo subía
á 14^ millones de kilo^amos ; pues bien r en 1869-70 fue de S mi-
llones, y en 1873-74 de 10 millones : es decir, apenas 4^ de aumen-
to en lóanos, y esa cifra, de 1890 á 1897, escasamente se duplicó.
Las liltimas estadísticas comerciales dan plena razdn á los juicios
de los Virreyes, pues para que haya equilibrio entre los 15 millo-
nes (sin el contrabando) que se importan y los 16 que se ex-
portan, ha sido preciso que la minería suministre casi 6. Los Vi-
rreyes opinaban no era labor fácil gobernar i Colombia, por el
carácter revoltoso de sus hijos, con quienes eran frecuentes los cho.
ques de la autoridad, hasta el punto de que á menudo ésta se vio
obligada á plegar, ó sea á dejar que los criollos hiciesen su volun-
tad, y de ahí el origen de la famosa frase " se obedece pero no se
cumple," aplicada á los mandatos del Soberano. La razdn de lo di-
cho era la falta de fuerzas para sujetar i los revoltosos, el temor de
que el ejemplo de los indios bravos incitase á rebeldía á los man-
sos, que los negros de los reales se alzasen con la tierra, los obstá-
culos que presentaban nuestras montañas sin caminos, &c. Esas /i-
ránüas complacencias de los Virreyes dieron fatal educació-» á un
pueblo holgazán, que andando el tiempo, no pudo giistar ya otro
placer que el de 1aszambras,retozosdemocráticos,comosedijocon
frase tan vigorosa como expresiva, causa principal de las intermi-
nables revueltas civiles que llenaron el siglo xix y no pueden des-
aparecer sino tras larga educación en distinta vía, dada por un
Gobierno fuerte y central. Los Virreyes cuidaron los primeros de
conocer á fondo el país ; en su ¿poca funcionó la comisión de lími-
tes, que absorbía $44,000 anuales, y se hicieron los primeros tra-
722 NuKVA Geografía de Colombia
bajos estadísticos, geográfícos y cartográfícos, serios algfunos de
ellos, así como también se completaron los caminos nacionales^
poco ensanchados ó variados después ; se establecieron y comple-
taron las cinco garandes líneas de correos que adn subsisten (por
Cartagena — el rio Magdalena — Popayán — Quito — se comunicó lar-
go tiempo España con Lima), y por último, se completó y mejoró el
sistema económico y rentístico, sabio á pesar de sus defectos y
errores hijos de la época y de las aberraciones de la Corte espa-
ñola, que fueron enérgicamente combatidas por la mayor parte de
dichos mandatarios, quienes se esforzaron, además, por traer per-
sonas hábiles en las diversas industrias para mejorar las del país.
La mira de esos gobernantes era digna de aplauso : recau-
dar con celo las rentas nacionales y gastar honradamente su pro-
ducto libre en benefício del país, tarea difícil por las exigencias de
la Corte, y sobre todo por la falta de honradez de los empleados
de manejo, quienes, en especial en Quito, con frecuencia se alza-
ban con los fondos públicos, y en general se mostraban rchacios
á llevar cuentas ordenadas y á rendirlas con la oportunidad debi-
da. ] Y cuánto no censuraron los criollos á esos hombres que trata-
ron siempre de cumplir y hacer cumplir á los americanos su deber 1
Desde que los Virreyes pusieron orden en este ramo, el produc-
to de las rentas aumentó notablemente y cubrió el Presupuesto
de gastos. Alguno de ellos dijo que el país era pobre para resistir
nuevas contribuciones, pero que bastaban las establecidas para go-
bernarlo, y muchos solicitaron auxilios del Tesoro español, á true-
que de no recargar los tributos. Con frecuencia, de sus sueldos y
peculio dieron sumas considerables para auxilio de empresas útiles
ó para remedio de daños causados por pestes, terremotos, &c.
Ellos sentaron la máxima de no crear empleados sin sueldo (á los
administradores de cajas reales asignaron el 6 por ico de su pro-
ducto), á fín de evitar malos manejos ; disponían que los Magistra^
dos de la Audiencia, por tumo, pasasen visita en el país, y á tal
punto llegó la estabilidad en todo, que por épocas se quejaban de
la lentitud del despacho en las ofícinas, á causa de lo achacoso del
personal de éstas ; ese cáncer que después se ha llamado emplee^
MOfíia, no podía existir.
Cuanto al sistema rentístico, se componía de diezmos, alcaba-
la, almojarifazgo, ó sea las mismas contribuciones que se acostum-
braban en Europa y especialmente en España, por lo que no es
posible hacer cargo alguno á la madre Patria á este respecto.
Nuevo, y lo era para toda América, no existía sino el impuesto
sobre metales ñnos — las minas eran del Estado, — impuesto que tar-
de ó temprano restablecerá Colombia como único medio de salva-
ción, por las razones expuestas, tanto para construir caminos, como
para valorizar el papel moneda; impuesto que en buena parte
(amonedación) sostuvieron los Virreyes como único medio para
conservar en el país algún numerario. Cuanto á los estancos ó
monopolios de ciertos artículos, nada tan sabio como dicha medida,
fuente hoy mismo de grandes recursos en toda Europa ; los Vi-
rreyes, ora administraban, ora remataban estas rentas, según las
condiciones de los artículos y la manera de ser de las distintas Pro-
vincias. El monopolio del aguardiente tenía otro objeto, gravar el
Nueva Geografía de Colombia 723
tícío más comün del país, hoy su cáncer terrible, en beneficio de la
misma colectividad, puesto que, decían, si se prohibe esta bebida
quedará sin aplicación remuneradora la caña, y en esa época el
cultivo de tal planta había alcanzado ya extraordinario desarrollo :
á ese monopolio deben Antioquia y el Cauca la holgura de un te«
soro departamental. Cuanto al tabaco y otros artículos, tenían en
cuenta con el monopolio dos grandes objetos, por desgracia olvi-
dados por ciertas gentes, á saber : impedir la existencia de los re-
vendedores, obligando á esta polilla del país á que se ocupase en
trabajos útiles al comün, y obtener frutos de primera calidad para
la exportación, única manera de que la agricultura colombiana pu-
diese competir ventajosamente con los productos similares de otros
países ; calidad, no cantidad, fue su máxima, á la inversa de lo que
piensan nuestros productores, con raras excepciones. Prueba de
esto la hallamos palpable en el tabaco, que mientras estuvo estan-
cado dio productos justamente estimados ; pero que al levantarse
la veda, si al principio se aumentó la producción dando al país la
mayor holgura monetaria que ha conocido, cuando las letras de
cambio estuvieron con descuento, lo cual entusiasmó tanto al país
que produjo verdadera iobac feber, como luego sucedió con las qui-
naSy y en Ambalema llegaron á valer las tierras precios fabulosos,
trajo en seguida sus naturales consecuencias : las tierras sin abono
y explotadas á ouirance se agotaron, la planta adquirió terrible en*
fermedad, los cosecheros no preparaban la hoja con cuidado, los
empaques eran malos, se quería ganar una fortuna sin trabajo
mayor, y sucedió todo lo contrarío ; la mala mercancía, cara por
añadidura, vio cerrársele los mercados extranjeros, y vino la ca-
tástrofe. ¿ Qué más diremos si nuestro tabaco llega gris á Europa ?
] Es el único en el mundo cuyo color no es el del tabaco I Con las
quinas llegó á enviarse no sólo cascaras de cualquier palo, en vez
de la mercancía legítima, sino hasta piedras, para aumentar el
peso de los fardos ; y como además se agotó el producto talando
salvajemente los bosques cercanos, al negocio siguió la ruina.
Ningún suelo en el mundo compite con los Andes para la produc-
ción de esta planta, como que en el Caquetá es magnífica hasta en
tierra templada, y sin embargo, no pudimos competir con las noví-
simas plantaciones de la India. En fin, se ha hecho preciso expor-
tar el café sin pilar para que llegue venal á Europa.
En Colombia basta que un artículo sea negocio para que to-
dos quieran explotarlo, haciéndose ruinosa competencia, y por úl-
timo se obtiene de mala calidad ó á precios que no se pagan en
los mercados extranjeros, aumentándose á veces la catástrofe con
el abandono ó destrucción de antiguas y útiles plantaciones. En
el interior del país ha sido costumbre no buscar fuente de riqueza :
cuando alguna surge en otro punto, todos se dedican á ella, al-
gunos á tontas ó á ciegas, se invierten sumas desproporcionadas
al producto futuro, suben y escasean las- tierras y los jornales, mu^
chos tienen mal éxito, y más aún, abandonan el negocio en busca
de otro que adoptan con igual criterio.
Se entiende que al escribir estas líneas les damos el alcance
limitado del caso, porque en tratándose de los grandes cultivos
industríales, la práctica y experimentos de los primeros especula-
7¿4
Nueva Geografía de Coloiibu
dores guía á los demás y les evita pérdidas, con positivo beneficio
de la comunidad. Pero téngase también en cuenta que en muchoi
de nuestros valles, por cuanto se produce toda clase de frutos, cada
Fipura 285 — La Península Goajira, según la Comisión de Límites
predio acomete el cultivo de todos ellos en cantidad superior al del
consumo local, pero exigua para obtenerlos á precios que permitan
lejano transporte; inconveniente ó error que persistirá todavía lar-
gos años con todas sus funestas consecuencias.
El estudio del pasado es lección para el porvenir, y Colom-
bia está en víspera de otra crisis como la del tabaco, peor á causa
de la falta de numerario, con el cultivo del café, por todos de-
clarado segura panacea : la intensidad de su cultivo ha encare-
cido la producción, la falta de brazos hace perder gran cantidad
de cereza, en muchos puntos los plantadores de pocos recursos no
preparan bien el fruto, y por último, en todas partes se siembra el
café, sirva ó no el terreno, de ordinario pagado á alto precio, y haya
ó no facilidad para exportarlo. A esto se une que el artículo pro-
NUIVA GBOGR>riA D£ COLOMBIA 72$
ducido con exceso por todo el mundo tropical, baja de precio, y
como las dos causales dichas siguen en aumento divergente, sin el
alto cambio sobre el Extranjero ya habría venido el golpe fatal,
que sería el segundo dado á este artículo en menos de un siglo.
¿ Qué se hará entonces ? ¿ Con qué reemplazará Colombia este ar-
tículo ? En atención á que las sustancias textiles siempre serán ne-
cesarias y á que el agave y el algodón, ambos de muy buena cali-
dad, se dan silvestres y con abundancia y lozanía extraordinaria,
bien pudiera fincarse en ellos un precioso recurso para el porvenir ;
esto sin contar con otros frutos, como el cacao, el maní, el guineo,
Ac, pero sólo en los lugares donde cada uno de ellos se obtenga de
excelente calidad y sea de fácil exportación. Empero, nada se ha-
brá adelantado hasta el día en que la ley no prohiba la exporta-
ción de artículos de mala calidad, considere como contrabando es-
tos últimos, y castigue severamente á los que ayudan así á desacre-
ditar nuestros productos. El complemento natural de esa medida
sería, no hay duda, la distribución de primas á los agricultores que
produzcan artículos de consumo diario á precio tal que hagan
competencia á los que hoy se importan y que arrastran en cambio lo
poco que aun queda de la riqueza nacional ; al principiar el si-
glo XVII las harinas de Santander y Boyacá se llevaban á la Costa,
y fueron base del gran progreso que hubo entonces en dichas tie-
rras ; pero á poco, la Costa, por su malquerencia al interior y por
las utilidades que derivaba del contrabando, no quiso ya recibir esc
artículo sino del Extranjero, para á su sombra hacer el trato ilícito,
y prefería comprarlo á los extraños, aun de inferior calidad. En
rano algún Virrey quiso restablecer el primitivo equilibrio, con
grandes ventajas para todos, porque á poco renació la mala si-
miente, y decaído el cultivo del trigo, hoy resulta más barata la
harina extranjera, no sólo en la Costa sino en la capital de la Re-
pública ! El hecho demuestra palmariamente, habida considera-
ción á la falta de caminos, que la agricultura es mito hasta en la mis-
ma ponderada Sabana! Y cabe preguntar: el día que todos los frutos
de consumo ordinario lleguen á Bogotá de fuera, ¿en qué se ocuparán
los moradores de las tierras frías, si no pueden vender sus artícu-
los á los de las tierras cálidas ? Lo ignoramos. Pero esto sucederá,
y creemos triste empleo de tan rico y valioso suelo el de incipiente
ganadería para producir algunos cueros, puesto que á los precios
á que hoy se paga la carne y la papa, con sólo mejorar los cami-
nos, será preferible introducir la primera de Australia ó la Argen-
tina, y la segunda de Alemania y los Estados Unidos. En la Saba-
na ya pocos negocios igualan al de la producción de forrajes
(J 72 al año por hectárea), exigidos por el gran tráfico de ella,
que emplea á lo menos i(X),ooo animales para silla, tiro y carga;
pero esto, que será tal vez su salvación, no puede aplicarse á otras
tierras frías circunvecinas.
Y el asunto es más grave de lo que parece á primera vista : el
azúcar que de Centro América se lleva á Inglaterra, cruzando el
Océano, puede comprarse allí y transportarse á Bogotá con ganan-
cia de alguna significación : desde principios del pasado siglo Car-
tagena consumía azúcar fabricado en Cuba I Si lo dicho no da ple-
na razón á los juicios de nuestros Virreyes, preciso será negar que
726
Nueva Geografía de Colombia
el sol alumbra. A las malas condiciones generales que han traí-
do al palsídonde hoy lo vemos, se une otra mayor, deque es res-
ponsable la Repiiblica : el Gobierno español prohibía la venta de
los resguardos de indígenas, los cuales tenían trabajo propio y pro-
ducían frutos á mínimo precio ; pero desde que pudieron vender sus
tierras, fueron asediados por los ricos, quienes lograron comprar la
mayor parte de ese suelo para formar grandes haciendas, destina-
das á la ganadería, lo cuat hizo subir mucho el precio de los víve-
res, aún aumentado después de las crisis económicas de t886 y 1900.
n». *
A esto debemos agregar la desamortización dei86i, que si facili-
tó el progreso material de Bogotá, perjudicó en cambio la agricul-
tura, puesto que tierras que se arrendaban barato i los campesinos
pobres, fueron absorbidas por las grandes haciendas, las que mal ex-
plotadas, no producen loque debieran, y facilitan alzas singulares en
los artículos de consumo, y por ende producen grandes pero pocas
fortunas,cuyos dueños continúan con ellas la obra de absorción, mor-
tal para el país, que no prc^esa en verdad sino donde la propiedad
Nueva Geografía de Colombia 727
está repartida, puesto que allí no hay miseria. En otros puntos la px).
sesión del territorio en comiin ó sin títulos claros, produce iguales
y desastrosos resultados, sin contar las riñas y pleitos que dividen
á los labríegfos y absorben sus ganancias. Males son estos que
crecen día por día y exigen efícaz remedio. La misma Sabana re-
trocede, como se dijo, puesto que en ella de continuo prevalece la
industria pecuaria, pero sin mejora efectiva ni aun en este ramo, de
lo cual es prueba Bogotá, que por término medio consume 1,500
reses por mes, de ellas 1,100 á 1,400 calentanas, y sólo 100 á
400 sabaneras ; los números son elocuentes, y ninguna ventaja ob-
tenemos con que tan fértiles campos mantengan famosos ganados,
si, por su precio, no pueden servir para el consumo ordinario,
cuando hasta 1830 no sólo no sucedía esto, sino que se le vendían
ganados á la zona cálida circunvecina. Estos guarismos nos de-
muestran, además, que el verdadero asiento de nuestra industria
pecuaria está en la zona cálida, cuyas llanuras no tienen otra fuente
más positiva de riqueza para el porvenir.
A título de comprobante daremos ligera idea de la oscilación
en los precios de los víveres usuales ; los precios son en oro hasta
1880 y en papel moneda en 1890, cuando el cambio subía al lOO
por 100.
Víveres 1790
Carga de papas... $ ... 80
Id. id. maíz i ...
Id. id. trigo I 60
Id. id. arroz .... 2 40
Id. id. azücar... 2 40
Id. id. panela... i 40
Id. id. miel i 10
Id. id. cacao.... 18
Id. id. tabaco... 15
Id. id. café 6
Arroba de carne 40
Vacas con cria 6
Ganado cebado 15
Muías buenas 20
Caballos buenos 25
• • •
• • •
• • •
a • •
• • •
• • •
1830
zSSo
1890
I
6á 7
8á 9
I 60
6á 7
12
2 40
8á 13
9á 18
4á6
14 a 16
15 a 18
7
14 a 23
i6á33
3
5á 7
6á 10
2
4
6á 8
24
100
100
20
14 aso
^0
8á 12
40
40
... 80
2 20
2 6oá 3 40
9 ...
20 ...
60
20 ...
60 ...
80
35 ...
150 ...
200
50 ...
200 ...
400
El aumento de precios ha sido enorme, por grande que se su-
ponga la disminución del índice adquisitivo del dinero. En el Lla-
no, hacia 1832, valía de $ 3 á 4 la cabeza de ganado mayor, á
pesar de los destrozos de la guerra de Independencia, y de $ 6 á 8
en el Tolíma. Cuanto á los jornales, han variado de un real á real
y medio en el siglo xviii, á dos reales al principio del pasado y á
cuatro y medio á que se pagaban hace diez años, en el campo, se
entiende, pues en la capital siempre son mayores. Cambio análago
ofrecen los fletes, que en 1830 valían, por ejemplo, ^ 2 á La Mesa,
$ 4 á Tunja, $ 8á Honda, á pesar de lo pésimo de los caminos. Para
el tráfíco había unas 2,000 muías, y los fardos pesados eran transpor-
tados á hombros por los indios (!), no pasando de 8,000 á 10,000
73S
NuxvA Geografía de Colombia
los bultos que se tratan para surtir de mercancías á casi toda la Re-
pública, puesto que los mercados del interior se proveían entonces
len Bogfotáy comeantes en Cartag^ena. Hasta el año de 1865, en las
tierras cálidas, en especial en el valle del Cauca, un peso bastaba
30 nillonet
/
i
BO milloiiM
i
1
10 millones
j/
/
1
r
T
I 1 r
1
1
r
1
1 . « í
1800
18^0
igoo
fi£vra 187— Desarrollo comparado del comercio de exportación y de la poblacióa
en el siglo^xix.
Nueva Geografía de Colombia
7*9
para alimentar una familia en la semana, y en Bogotá esa suma
apenas se elevaba á tres ó cuatro. Aun hoy mismo la vida es tres
ó cuatro veces más barata en las tierras cálidas del Cauca, Tolima
y llanura atlántica, como que el precio de las tierras también ha
subido menos que en la Sabana, donde de $ 30 á 50 la hectárea, ha
llegado á $ 300 y 400, y aun á 700 y 1,000 en ciertos puntos; valor
que en la actualidad sufre la depreciación inherente á la fuerte
emisión del papel moneda. Estos cambios profundos han influido
de un modo notable en la alimentación de las masas, como lo in-
dica el siguiente cuadro del consumo ordinario de carne en 1890,
calculando había 320,000 niños que no hacían uso de ella.
Depa rt amentos
Panamá
Bolívar
Magdalena,
Santander..
Boyaci
Condinamarca...!
Bogotá '
ToTima I
Antioquia \
20,000
41,000
12,000
52,000
19,000
36,000
19,000
58,000 1
55»ooo
Cauca I 65,000
Contrabando 3,000
60
120
92
83
Regiones
83
380,000 83
!La Costa
Montes orientales...
— occidentales.
»7 ¡
70 'Tierra caliente..
140
160 — templada.
93 — fría
I
a
76,000
126,000
178,000
380,000
170,000
140,000
70,000
HabiiaatM
380,000
800,000
1.800,000
1.900,000
4.500,000,
1.800,000
1.470,000
1.230,000
4.500,000
Como se ve por este cuadro, nuestros obreros no consumen
fos 400 gramos diarios de carne que un hombre necesita para dar
su máxima labor ni aun los 240 que de ordinario come el obre-
ro de Europa ; ¿ se extrañará ahora que tres hombres nuestros
apenas hagan labor igual á la de un americano ó europeo, ó que
un antioqueño supere en el trabajo á un boyacense ? Del cua-
dro anterior resulta que la cantidad de carne ingerida disminuye
con la altura, ó sea con el clima, precisamente al contrario de lo
que demanda la naturaleza : en tierra caliente el pueblo, de ordi-
nario, consume cosa de cuatro onzas diarias de pura carne, cerca de
una en menudencias y mucho pescado, mientras en tierra fría por
todo no llega á dos. La cifra aparentemente menor consumida en las
regiones costaneras, débese á la introducción de conservas extranje-
ras. Además, en Boyacá y otras tierras frías donde se come menos
carne de res, algo se reemplaza ésta con la de cordero, y en An-
tioquia y otros lugares se consume también gran numero de cerdos.
En fin, la inferioridad de la alimentación en tierra fría se aumenta
con la diferencia de precio ó calidad, escasez ó falta de ciertos artí-
Nueva Geografía de Colombia
TOMO I — ^47
A GlOGRAPtA DK CoLOHBIA
culos abundantes en las cálidas, como el plátano, la yuca, el maíz^
el pescado, el dulce, &c. &r. En la Sabana, Ubaté, Sogamoso, por
ejemplo, pan, chicha, papas y mafz constituyen el fondo de la ali-
mentación diaria, tanto peor en calidad cuanto estas tierras se ex-
plotan hace siglos sin abonarlas; en Tüquerres la oca reemplaza i
la papa ; en el Toltma, en el valle del Cauca y en especial en Antío-
quia, el maíz, que prevalece sobre el trigo, poco usado, se come pre-
parado de mi! maneras diferentes, y en muchos lugares reemplaza
al pan ; en la Costa es notable el uso del arroz, y en toda tierra ca-
liente, grande el del dulce (sobre todo panela), la yuca y el pláta-
no; sin embargo, esta mejor alimentación de los calentanos en
parle es anulada por lo enervante de su clima. El café y el choco-
late tienden á hacerse de uso común, mientras huevos y leche, ú
entre campesinos son frecuentes en ciertos puntos de todo clima, en
muchos otros, sobre iodo en tierra fría, no lo son, y únicamente
en los poblados de importancia su uso tiende á generalizarse más y
más. Cuanto á bebidas, forma su base la miel, de donde la actual
importancia del cultivo de la caña,pueten todo clima se consumen
grandes cantidades de aguardiente (anisado) y de ron, en tierra
caliente de guarafo, y en tierra fría de chühú, que implica un gran
consumo de mafz. '
j 2SS— I loiida y los puentes del Guali— De fütogtafia
A) Agricultura — Sin el trabajo del hombre, los minerales más-
valiosos dormirían en las entrañas de la tierra, las plantas más pre-
ciosas permanecerían salvajes en las selvas, y no habría ni cann-
Nl'£va GeourafÍa de Colohbia
nos, ni fábricas, ni buques. El trabajo humanoes, pues, la verdade-
ra fuente de toda riquewi. Por esta razón la Geografía económica
estudia los producios creados por la fecunda colaboración de las
fuerzas de la naturaleza y del trabajo humano ; ó en otros térmi-
nos : la agricultura, la industria y el comercio.
La agricultura provee á nuestra alimentación, por lo cual es
en realidad la primera de las industrias ; depende del suelo y del
clima, y se aplica al cultivo de las plantas y á la crianza de los
animales. En Colombia no hay en realidad tierras estériles, salvo
las cimas cubiertas de nieve, las escarpas rocallosas de las altas
montañas 6 las porciones de llanura permanentemente inundadas
por los grandes tÍvi; pero sí las hay medianas, y aun malas para
la agricultura.
KIgun 189 -Kl Alto Cuayabsro, seglii Crevaux
Todas las porciones de Colombia no tienen una misma tempe-
ratura, n¡ ésta es igual dentro de una misma estación. En este fe-
nómeno nú tiene influencia alguna la latitud, por estar Integro el
país dentro de los trópicos ; y se debe, en cambio, i la altitud, la
732 Nueva Geografía de Colombia
vecindad de los mares, la exposición, los vientos y la veg^etación.
Por la altitud, las reg-iones elevadas tienen un clima más áspero
que los valles ; las costas uno más suave que las llanuras interiores;
la falda norte de las serranías es más fría que la meridional ; y en
fin, los vientos y las lluvias acaban de íijar las condiciones climato-
lógicas de cada localidad.
Las diferencias que acaban de señalarse permiten dist¡ng"uir
en Colombia seis regiones climatológicas principales :
I .° Panamá. En el Istmo de ordinario difieren las dos vertien-
tes : la cima de las cordilleras es más fría y tempestuosa de lo que
corresponde normalmente á su altitud, y es más seca la vertiente
Pacífica hacia el Ocaso.
2.° Chocó. Caracteriza el clima de '^ísta comarca su excesiva
humedad, tanto en las partes bajas y ardientes como en las altas y
frías.
3.° La Costa. I^s llanuras del litoral Atlántico, contra lo que
parece á primera vista, son un verdadero mosaico de climas, por
las múltiples causas de variación que encierran ; pero de una ma-
nera general comportan una zona costanera más fresca, y otra
interior marcadamente continental.
4.° Los Llanos. Clima esencialmente continental, caracteriza-
do por sus extremos anuales de sequía y humedad.
5.° Caquetá. Se diferencia del anterior por su excesiva vege-
tación, que lo hace permanentemente húmedo.
6.° Los Andes. A pesar de la inmensa variedad de climas lo-
cales que estas montañas encierran, pueden señalarse dos divisio-
nes de verdadera importancia : los valles y los cerros. Desde otro
punto de vista, comprenden los subclimasde Pasto, Patía, Popayán,
Cauca, mesas antioqueñas, Tolima (Sur y Norte), aUiplam'cüs orien-
tales, valles orientales de Sumapaz, valles occidentales de Suma-
paz, Guanentá, montes de Pamplona, valles de Soto, mesas de
Ocaña, valles de Cúcuta y Magdalena central.
La inmensa extensión superficial de Colombia permanece
baldía, ó poco menos, pues no llegan á doscientos millones de hec-
táreas las que realmente constituyen el dominio de la agricultura en
la actualidad. Por lo que hace á cultivos, la división de Colombia en
regiones agrícolas es mucho más sencilla, como que está sujeta á la
de los grandes climas térmicos, es decir, á los cultivos tropicales,
supertropicales y andinos ; de manera que no hay, como en los
países de la zona templada, regiones de cultivo determinado. Todas
las tierras calientes producen los mismos artículos, y apenas, y eso
desde el punto de vista industrial, cabrían las diferencias que en-
traña la calidad del artículo producido en las diferentes formaciones
geológicas del país.
Las naciones europeas, debido al progreso en ellas cumplido,
pueden á la fecha presentar con mínimo error la estadística de sus
territorios, que dividen en seis grupos principales, á saber: tie-
rras labrantías, prados y pastos, cultivos industriales y arborescentes,
bosques y selvas, aguas navegables, caminos y construcciones, eria-
Nueva Geografía de Colombia
les ó tierras incultas, subdividiéndose alguno de ellos donde la vid
es articulo de gran producción.
En Francia, por ejemplo, el territorio no cultivado, es decir,
los matorrales, pantanos, rocas, nieves, &c., comprende cerca de
12°I^ de la superficie total ; en Inglaterra esa cifra es menor, por-
que en ninguna parte se ha cuidado tanto de explotar el suelo ¡ pero
no sucede lo mismo en Escocia é Irlanda ; en Holanda ese porcien-
taje es mayor que en Francia, y en Bélgica y Alemania baja al S°¡^,
y sube al 20°/^ en España; en esta última comarca las tierras labran-
tías comprenden el 33°/(, de la superficie total, y de ellas 1 1 millo-
nes de hectáreas se consagran á los cereales, produciendo una can-
tidad de grano que excede las necesidades del consumo.
Estadística análoga no puede presentarse de Colombia por fal-
ta de datos, pero en defecto de ella no estarán de más algunas con-
sideraciones que ilustran el punto. Desde luego, aquí, como en cual-
quier parte del mundo, el suelo puede dividirse en fértil y no fírtü,
comprendiendo en esta última denominación todo lo que no es sus-
ceptible de mantener habitantes; pero por las condiciones de atraso
en que aún se halla, como varios otros países similares, es preciso
dividir además el suelo en cultivable é inculto, no ya por sus con-
Fi(¡ura 250 — Alteilcdores de Cali — De fologrofia
diciones intrínsecas, sino por la falta de habitantes ó de medios para
explotarlo. Desde e! primer punto de vista, aunque en apariencia
no hay en Colombia muchas tierras estériles, si se profundiza el
asunto, forzoso es reconocer que, alo menos para este siglo xx, aun
suponiéndole de eficaz progreso, el 50 por 1 00 de la extensión oficial
de la República debe mirarse como incapaz de cultivo 6 producción
Nueva Geografía de Culumuia
real. La otra mitad, la relativamente poblada, aiin encierra i su tur-
no el 50 por 100 de suelo sin utilizar, cifra que se eleva en algfunos
puntos si s; toman en cuéntalos cerros estiíriles ó poco menos, los
pantanos, *c.,de las zonas regularmente explotadas ; de manera que
por lo pronto apenas si puede estimarse en 300,000 kilómetros D
la porción de territorio qu; alimenta á todos los colombianos, que en
ella viven con densidad media de 20 habitantes por kilómetro D,
queseg-iin las regiones aumenta en contados lugares hasta 80, y baja
á 1 en otros ; de suerte que el pa(s se aproxima muchísimo al tipo
que en Europa presenta la Madre patria, si en ésta se prescinde de
sus tres provincias mis pobladas, y en Colombia de las grandes
selvas orientales y occidentales. Por otra parte, bueno es recordar
que en la mlsmi FraT::ii h\y d'pirtamentjs donde las tierras in-
Nueva Geografía de Colombia
735
cultas ocupan del 28 al 40 por 100 ; de suerte que en cuanto á l«t
apropiación del suelo, hasta las grandes naciones que cuentan más
de 1 5 siglos de existencia, tienen por delante progresos que reali-
zar y que cumplen con tanta lentitud no obstante su industria y
riqueza, que la conquista de esos suelos no excede de 1,500 kilóme-
tros D por año, ni de 10 por cada 250,000 almas. Por este motivo,
bien podemos no desesperar del progreso del país, progreso que aun
cuando lento, se ha cumplido de una manera continua á pesar de sus
revueltas y vicisitudes políticas. Bélgica, Inglaterra y Alemania su-
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Figura 292 — La hoya del alto Saravita, según la Nueva Geografía de Colombia
Escala : i : 8oo,«oo.
peran á Francia por la intensidad de la producción agrícola. En una
palabra, doble es el problema que á este respecto se presenta al
país : restringir la extensión de las tierras incultas y aumentar el
producto de la propiedad rural, que apenas llega al 3 por 100.
La propiedad no está bien dividida en todas las comarcas de
Colombia, y las hay donde no existe, pues no á otra cosa equivale*
736
Nueva Geografía de Colombia
su comunidad, es decir, cuando pertenece á los Municipios, quienes
la arriendan por lotes á los vecinos. A este respecto Colombia se
asemeja más bien á Rusia 6 Hungría. Con todo, como el ma-
yor número de los colombianos vive del trabajo de los campos^
tenemos que la industria agrícola, por el número de brazos que
emplea y de bocas que sustenta, no menos que por el valor y va-
riedad de sus productos, es nuestra principal fuente de riqueza y
la más importante de nuestras industrias.
Atrás vimos que la superñcie habitada apenas alcanza á unas
10,000 leguas cuadradas, la cual aproximadamente puede distri-
buirse así :
2,ooo Igs.
2,ooo Igs.
2,500 Igs.
1,500 Igs.
1,500 Igs.
500 Igs.
cds. incapaces de producción por abarcar caminos^
aguas, rocas, arenales, íc.
cds. incultas, ó en su mayor parte cubiertas de bos-
que ó rastrojo.
cds. con escaso y aun absurdo cultivo (errante).
cds. sometidas á cultivo regular y continuo.
cds. de pastos naturales, no todas limpias.
cds. de prados artificiales ó naturales bien cuidados.
10,000 Igs. cds.
De donde resulta que no obstante ser la superficie no Jiabiiada
apenas la quinta parte del país, sólo la mitad de esa pequeña frac-
ción produce casi todo lo que la agricultura extrae á nuestro
suelo ; y como vale el 50 por 100 de la suma en que puede apre-
ciarse el país, con cifras de fuego proclama ante el mundo nuestra
pereza y abandono.
Cuanto á la riqueza pública, sus elementos componentes, su
distribución en el país y sus relaciones con la población, alguna
idea darán los cuadros siguientes (1895):
Regiones Riqueza
La Costa (Panamá, Bolívar, Magdalena) 57.000,000 (en oro)
Mesa oriental (granadina) 175000,000
Valle del Magdalena (alto y central) 26.000,000
Mesa occidental (andina) 170.000^000
Chocó 3.000,000
Oriente 5.000,000
Hoya de Maracaibo 10.000,000
CUMAS TERIICOS
Tierra caliente....
Tierra templada ..
Tierra fría
Tierra paramosa...
1
1
1
1
Id
1-
RIquesm |ni
llones]
350
15
165
232
17
lio
180
23
160
12
15
5
774
70
440
1
o
1,768
1.234
1,012
229
4,243
POBLACIÓN, MILLARES
•2
P
1
ii
¿
P4
410
700
658
310
380
544
260
320
43^
50
65
"4
1,030
1,465
1.74»
Nueva Geografía de G>lombia
737
ig
eo
DIP1RTAIIK70S
63 Panamá...
I
65 Bolívar
I
24 Magdalena
96 Santander
I
I
124 Boyacá
1
III Cundinamarca
64, Tolima
I
86 Antioquia
141 Cauca
774¡ Totales y promedios.
DIXSIDAD
k. D
5
a
"c
Ja
4
5
2
8
3
6
I
10
&
13
II
5
26
20
24
16
23
15
POBUGION
(Millans)
I
90
20
170
125
200
lio
115
160
4 ! 17 1050
•e
9
a
a
60 85I 170
1 701 90
55 i 50
I
145
120
95
180
190
310
285
400
300
63
255
230
POBLÁCM
(Millares)
2
300
340
"5
220
60
90
263
130
250
1350*^43' 1 768
•o
m
-s.
a
14
8
7
340
150
135
65
315
200
m
t:
S
o
I
2
3
37
360
315
24
iioi
1234 1012
3
75
55
I
5
160! 90
229
16
30
5
70
15
lio
20
98
76
440
Como población urbana contamos la que vive en las ciudades
y cabeceras de Municipio ; como semiurbana, la que está reunida
en los caseríos, empresas industriales, &c. ; y como rural la que
vive dispersa en los bosques y campos. Como se ve, en las llanu-
ras, sobre todo en las cálidas, y en las orillas de los ríos, el pueblo
gusta reunirse en cortijos y caseríos, á la inversa de lo que sucede
en los páramos ; verdadera atracción de la ciudad sobre el cam-
po no existe aún. De ordinario la población de los Municipios está
igualmente repartida entre sus varias fracciones, la central de las
cuales forma la cabecera; pero los hay en que ésta tiene caserío
agrupado inferior al de alguna de las otras.
Lx)s cuadros anteriores demuestran además cuan grande es el
error de los escritores europeos cuando suponen que la población
sólo se agrupa en la Costa y de 800 metros para arriba, puesto
que entre esos dos términos está la de las llanuras atlántica y orien-
tal y parte considerable de la de Antioquia, Cauca, Santander, Bo-
yacá, Cundinamarca y Tolima.
Por otros puntos de vista, los elementos de nuestra riqueza
agrícola pueden descomponerse así :
73^ Nueva Geografía de Colombia
Tirretios
23,000 Igs. cds. inútiles por muchos años
1,000 Igs. cds. de particulares, inútiles
25,000 Igs. cds. de baldíos y despoblados, á $ 80 cada una. 2.000,000
3,000 Igs. cds. casi incultas, á $ 2,000 cada una 6.000,000
2,000 Igs. cds. ap)enas cultivadas, á $ 5,000 cada una 10.000,000
2,000 Igs. cds. bien cultivadas, á $ 25,000 cada una 50.000,000
ifSoo Igs. C'ls. de pastos naturales, á 10,000 cada una 15.000,000
500 Igs. cds. de pastos artiñciales y huertas, 9 $ 250,000 cada
una 12,500,000
58,000 95.500,000
Ganados
Vacuno (3.000,000 de cabezas), & $ 20 cada una 60.000,000
Caballar y asnal (380,000 cabezas), á 25 cada una 9,500,000
Mular (300,000 cabezas), á $ 30 cada una 9.000,000
Cabras y ovejas (1.200,000 cabezas), á $ i cada una 1.200,000
Cerdos (3.000,000 de cabezas), á $ 2 cada una 6.000,000
Aves de corral (15.000,000) á $ 0.22J cada una 3.325,000
89.025,000
Habitaciones
100,000 chozas sin valor apreciable .*
240,000 casas pajizas (bahareque), á $ 5 cada una 1.200,000
160,000 id. id. (tapia), á $ 25 cada una 4.000,000
120,000 id. de teja (comunes), á $ 200 cada una 24.000,000
35,000 id. de id. (buenas), á $ 800 cada una 28.000,000
20,000 id. de id. (altas, buenas), á $ 4,000 cada una 80.000,000
1,000 id. de id. (altas, de i.* clase), á $ 20,000 cada una 20.000,000
6 76,000 157. 200^000
3,000 edificios públicos (iglesias, teatros, cuarteles, &c.) 22.000.000
679,000 179.200,000
Afateriai
Empresas agrícolas 5.000,000
Id. industriales 10.000,000
Id. mineras 12.000,000
Id. marítimas y fluviales 8000,000
Mobiliario 6.000,000
Mercancías 20.000,000
Dinero y joyas 16.000,000
77.000,000
BESUMEN
Terrenos 95.500,000
Ganados 89.025,000
Habitaciones 179.200,000
Material 77.000,000
440.725,000
Riqueza media por cabeza, $ 90.
Valor medio del kilómetro cuadrado, % 30.
Relación de la riqueza y el movimiento comercial : 6 á i.
Nueva Geografía de Colombia 739
El número de las heredades y su clase se calcula así:
lOOfQOO estancias de 3/ clase, á $ 100 cada una 10.000,000
^,000 estancias de 2.* clase, á $ 500 cada una 40.000,000
30,000 estancias de i.* clase, á $ 2,000 cadi una 60.000,000
6,000 haciendas de 3.* clase, á $ 4,000 cada una 24.000,000
3,000 haciendas de 2/ clase, á $ 12,000 cada una 36.000,000
1,000 haciendas de i.* clase, á $ 25,000 cada una 25.000,000
220,000 195.000,000
Estas propiedades también pueden distribuirse de li siguiente manera :
120,000 fundos de menos de 10 hectáreas (Cauca, Antioquia, Santander).
75,000 fundos de 10 á 100 hectáreas (Antioquia, .Santander, Cundinamarca).
15,000 fundos de más de 1,000 hectáreas (Cundinamarca, Boyacá).
220,000 con extensión media de 500 hectáreas y $ 900 de precio, que á todas
luces es en extremo reducido, puesto que no llega a ( 2 la hectárea, y los cono-
cedores han estimado en $ 4 el precio medio déla fanegada, con ediñcios y ani-
males, en todo el país. En este caso el dominio de la agricultura colombiana
raldría por sí solo 400 millones en oro, y la riqueza total se elevaría á más de
600, lo que parece muy fundado en razón.
El cultivo de la tierra todavía presenta un estado lamentable,
por diversas causas : todos los cultivos del globo pueden acome-
terse con ventaja en nuestra Patria ; pero la falta de población en
unos puntos, la excesiva fertilidad del suelo en otros, la pobreza de
los habitantes, la falta de caminos, sus extensas y fragosas mon-
tañas, sus peligrosos ríos, las rivalidades de sus hijos, y sobre todo
las constantes guerras, han llevado tal ramo de riqueza á un estado
increíble de decaimiento. La paz estable le dará vuelo, pero aiSn
pasarán años antes de que, relativamente hablando, vuelva á ser lo
que fue hace un siglo. Agreguemos á lo dicho que con frecuencia
ha sido aquí despreciada la agricultura, posponiéndola al comercio;
los labriegos, llamados antes orejones y pa/anes, vivían encerrados en
sus predios, eran gente demasiado tímida, no tomaban parte volun-
taria en las contiendas políticas, y por lo mismo no pesaban en los
Congresos. Hoy no sucede eso ; pero en cambio impera el ausentis-
mo; los dueños arriendan sus predios 6 los hacen explotar por agen-
tes de ordinario poco aptos, y el resultado final es el mismo; en la
Sabana, las tierras, á pesar de su alto precio, no producen sino el 3
por 100 anual, y los arrendatarios no obtienen ganancias seguras.
También es rutinero y deficiente el cultivo hasta lo sumo, en partes
todavía se hace á lo chibcha, y faltan máquinas y herramientas
adecuadas ; pocas haciendas han dejado el tradicional arado de
Adán ; tampoco tienen segadoras, trilladoras, &c. ; los ingenios
de aziícar están en el mismo caso, y sólo las grandes plantaciones
de café están montadas de un modo más civilizado, aunque no per-
fecto. La norma de nuestros agricultores es de ordinario producir
á iodo ahorro, lo que con frecuencia resulta á toda pérdida ; por
falta de constancia y labor, muchos hallan la ruina, entonces me-
recida ; en años anteriores, á la más ligera baja de un artículo de
exportación, se abandonaba ; muchas plantaciones de café, antes
cañaverales, fueron rozadas para establecer pastales, y si ese cul-
tivo tiene alguna importancia en el interior, débese al régimen del
papel moneda. Prueba nuestro aserto que en Santander el cultivo
del café ha marchado con intensidad creciente desde 1830, dupli-
cándose el producto casi cada década, de seguro por la influencia
NuiVA Geogkafi'a de Colombia
d«l mercado venezolano ; en 1856 exportaba ya dos millones de
kiI(^^mos, y en Cundinamarca no figura como tal sino desde 1863;
en Santander nunca han cejado sus hijos en ese camino, y en Cun-
dinamarca, al menor tropiezo 6 baja, muchos han abondonado el
negocio. En 1880, por ejemplo, había en Santander cerca de 50
millones de árboles (como 40,000 hectáreas), cuando en Cundina-
marca apenas llegaban i ] (unas 2,úOO hectireasl). ¿Yquéde-
cir del cacao, el añil, Jtc, que fueron para ciertos Departamentos
limpies meteoros ?
Se agrava lo dicho con lo incierto de las lluvias y la costum-
bre general de confiar el riego á la madre naturaleza, por lo cual
si el tiempo es bueno abundan los frutos, los que se abaratan hasta
el punto de no hallar quien los recoja ni aun regalados ; baja de
precios que refluye sobre los jornales, entonces altos y escasos.
La inversa sucede si el tiempo es malo, lo más común aquf, de
donde se sigue son preferibles las medianas cosechas, bien que
tales alternativas no obren directamente sobre los artículos de ex-
portación como café, tabaco, cacao, &c. Así pues, en Colombia
no es cierto, en la agricultura, el principio de que todo cultivo deja
utilidad y compensa con su cosecha los gastos de producción, por lo
cual el trabajo del terreno, más aún que el comercio, es mero juego
de suerte y azar. Son tan extrañas las condiciones del pats á este
NuECA GeograWa de Colombia
respecto, que hemos visto la carga de miel en un pueblo á ( 3, y
en otro, distante 6 leguas, á $ 24, valiendo $ 22 el flete entre los
dos I En ciertas zonas, emprendido por todos el cultivo de la caña,
por ejemplo, su valor se hace nulo, muchos se arruinan, la mayor
parte lo abandonan ; pero esto trae la carestía del artículo y la
{ganancia de los perseverantes, con lo cual vuelve el entusiasmo
general, que toma á dar idéntico resultado, estableciéndose ciclos
por extremo perniciosos ; hace pocos años en Chiriquí el gfaldn de
anisado valía % 0-40 y en Antioquia $ 4, y mientras allá los pro-
ductores se arruinaban, acá, merced al monopolio, todos realizaron
pingües ganancias. También es consecuencia de tan extraño mtdU
que la grita general sea, en épocas de carestía, contra la escasez
de dinero ó medio circulante ; lo que falta entonces es en qué ne-
gociar, y como cada cual se halla con pocas entradas, debe limitar
sus gastos, resultando mala situación para todos ; es curioso que
cuando en una zona escasean ciertas artículos, se formen sindica-
dos para llevarlos á ella sin mejorar en precio, <S bien para com-
prar toda la cosecha con el objeto de levantar los precios, y nunca
cuando hay una suma abundancia en un punto para llevar esos ar-
tículos adonde escasean y están caros. En las tierras cálidas el
maíz, por ejemplo, baja á precios irrisorios el día de la cosecha,
porque ésta excede al consumo, no puede almacenarse porque el
74^ Nueva Geografía de Colombia
gorg-ojo lo daña, y no hay manera de llevarlo á la tierra fría y
mantenerlo allí para devolverlo á aquéllas luego, cuando su precio
es, á la inversa, exagerado.
También faltan en Colombia los bancos hipotecarios agrícolas
á semejanza de los de Australia; faltan disposiciones como la del
Act Torrens ; la rata comün del interés del dinero es altísima (i\
á 2 por 100 mensual) en plazos largos, las herramientas malas y ca-
ras, y considerable el número de revendedores, los que si se conci-
ben en las grandes ciudades donde son intermediario natural entre
el productor en grande y el comprador al detal, son polilla en los
pequeños pueblos, donde ninguna razón justifica sus manejos. Otras
veces resultan caros los víveres por los gravámenes inconsul-
tos ó numerosos á que se les somete, y cuyo producto no se destina
siempre á mejorar los caminos, que es el pretexto con que se les
recauda. En fin, perjudican á la agricultura las rivalidades de Mu-
nicipio á Municipio ó de Provincia á Provincia ; lo caro de los
arrendamientos en unos puntos, y lo bajo en otros; la falta de bra-
zos en unos lugares, y el exceso y la dificultad de cambiar de do-
micilio en otros ; la falta de escuelas rurales, la ignorancia del va-
lor de ciertos frutos, de los sistemas racionales de cultivo y aun de
semillas mejoradas, lo cual mantiene los malos productos. Citemos,
para concluir, el ¡)erjuicio enorme que causan las tierras comuna-
les, además de provocar riñas y dar escasos rendimientos, con la
influencia desmedida que allí alcanza la industria pecuaria sobre la
agrícola, que entonces resulta volante y perniciosa en vez de útil.
El cuadro no es halagüeño, pero desgraciadamente es cierto.
Como se deduce de lo atrás dicho sobre relieve, clima y flora,
el país tiene que dividirse y se divide en marcadas regiones culti-
vables que se suceden 6 escalonan de un extremo al otro de las
serranías, imponiendo á los que en ellos moran, determinados culti-
vos y alimentos y cierto género de vida, según el elemento de
que pueden derivar la subsistencia : en los páramos vaga el pastor
con las ovejas ; en las planicies y relieves fríos mora el labriego
entre maizales, trigales y sementeras de papa ; en la zona templada
se desarrollan las grandes plantaciones de café ; en los grandes va-
lles y llanuras ardientes las chozas surgen entre cañadulzales, plata-
nales, cacaotales y árboles de exquisita fruta. Y no se crea que un
mismo artículo es igual en todo el país : el arroz de Chiriquí ó Ma-
jagual no tiene rival ; el maíz de la mesa andina tiene diverso sabor
que el producido en la mesa granadina, y lo mismo podríamos decir
de casi todos los productos : por ejemplo, la caña dulce en el Cho-
có casi no encierra partículas zacarinas, á pesar de su grosor. En
este último suelo no es posible derribar la selva para hacer la
siembra, so pena de perder ésta ; en otros poco dará la tierra sin
tenaz cultivo ; en la Sabana hay campos que sin abono dan co-
secha todos los años desde hace unos seis siglos.
Y como es el maíz el vegetal que abarca mayor zona altimé-
trica, desde la cálida, donde rinde hasta cuatro cosechas al año,
hasta el páramo, donde madura trabajosamente en doce meses, es
por lo mismo base de la alimentación general en forma de holksy
arepas^ conque^ mazamorra, pesada, clarito y chicha. El tasajo, ef gua-
rapo, el plátano, el arroz, el ñame y el cazabe señorean Ea tierra
Nueva Geografía de Colombia
743
cálida ; la papa, el ulluco, la cebada y las verduras priman en la
tierra fría en platos como la pollada, la sema, el molleíe. Generales
son el ajiaco y el sancocho 6 viudo, lo mismo que el anisado; algfo menos
lo es el dulce consumido como tal. Los unos beben chocolate, café los
otros, agua de panela el resto. Tienden á ser de universal consumo
el cerdo y el tabaco ; y aumenta el uso de la cerveza. Según sea
la alimentación, así resulta el obrero, cuya vida, sin ninguna duda,
es más fácil y barata en la región cálida.
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Las plantas cultivadas varían mucho en la importancia y va-
lor de sus productos. El algodón, de excelente calidad y tan vivaz
que brota naturalmente en los barbechos, debiera ser cultivo in-
dustrial de la zona cálida, pero se le ha mirado con gran desdén :
año ha habido en que la exportación rebasó el millón de kilogra-
mos^ y creemos ha entrado en período de progreso definitivo, tanto
744 Nueva Geografía de Colombia
para sí como para su semilla, sobre todo en Bolívar. Poseemos
riquísimos agaves que tampoco se atienden como debiera para la
exportación, y que serían riqueza segura en las zonas áridas de
tierra caliente, bien que más que el algodón sirvan hoy en forma
de cabuya á la industria nacional, sobre todo en Pasto y Cücuta ;
en muchos lugares se le cultiva por su fibra como setos de las he-
redades. El café es en la fecha el principal cultivo industrial, pues-
to que en producción no hay menos de 300 millones de cafetos (como
doscientas mil hectáreas sembradas); de ellos 120 en Santander,
15 en Antioquia, 10 en el Cauca y en Oriente, i en Panamá, i en
Bolívar y Magdalena, 20 en el Tolima y 35 en Cundinamarca ; la
cosecha (50,000 toneladas contra 75,000 en Venezuela) se exporta
casi íntegra, y no vale menos de 20 millones de pesos (en oro). El
tabaco, antes la principal fuente de riqueza agrícola, como que su
cultivo alcanzó verdadera importancia en todos los Departamen-
tos, tras verse postrado por culpa nuestra, tiende á levantarse un
tanto, merced al papel : en 1874 salieron 8 millones de kilogra-
mos, aun cuando con menos valor que en 1856; pero en 1890 ape-
nas se envió la mitad de aquella cantidad ; antes fue el Tolima el
centro de su cultivo; hoy lo es Bolívar, que da la mitad del que se
exporta ; en todos los Departamentos hay algunos cosecheros, y el
consumido en el interior es el doble del exportado : el de mejor
calidad, superior al habano, se da en Viguí (Panamá). La siembra
actual es de 2^ á 3 millones de matas.
El cacao ha sido el más extraño cultivo entre nosotros : con-
siderable al finar la colonia, después casi desapareció, como que
muchos cientos de miles de árboles se destruyeron por diversas
causas : hoy no cuenta el país sino unos tres millones cultivados en
Arauquita, Uribe, Tolima, Cauca, Santander, Antioquia, la Costa y
Panamá, alguno de estos últimos sin rival en el mundo. Los demás
cultivos industriales no tienen importancia ninguna, y la explotación
de las selvas es aún rudimentaria, salvaje en extremo. Entre los ar-
tículos de consumo prima, como dijimos, el maíz, pero no podemos
hacer cálculo alguno de las hectáreas que con él se siembran, por
cuanto en muchas partes el cultivo es errante, y mezclado en otras;
el de la caña ocupa á lo sumo 20,000 (Guayana inglesa 200,000),
y es por hoy un gran negocio, merced al casi general monopolio
del aguardiente en el país. El coco y el guineo son un tesoro en
las costas. En resumen, Colombia es un país virgen, desde el punto
de vista de la explotación agrícola.
Anticipando la cuestión, y para completar lo relacionado con
nuestra agricultura, insertamos en seguida un cuadro de la mar-
cha de la exportación de los principales artículos en las últimas
décadas. La cantidad total exportada por nuestros puertos desde
1830 á 1898, se resume así aproximadamente, en toneladas, pues
carecemos de datos completos sobre el particular.
Café 500,000 (el producto de Venezuela en un quinquenio
ó el del Brasil en un año).
Palos de tinte. 700,000 (con escaso valor).
Tabaco 475,000 (los Estados Unidos en tres años).
Cueros 1 10,000 (Argentina en un año).
Nueva Geografía de Colombia
745
Algfodón 30,000
Caucho 20,000
Cacao 18,000
Quina 65,000
Tagfua 120,000
Azúcar 20,000
Cocos 16,000
Guineos 300,000
(el Brasil en seis meses),
(el Brasil en un año),
(el Ecuador en un año),
(hoy nada).
(pK>co valor).
(Cuba en una semana).
(Polinesia en un año),
(poco valor).
PRODUCTOS DEL TERRENO PARA LA EXPORTACIÓN EN EL SIGLO XIX *
(En millones de pesos y de kilogramos)
1835-36 1845-46
Peso Talor,Peflo Valor
1856.57 1866.67 i879.8o'i887
Peso
Valor Peto Valor, P«io
\
Algodón I 0.5 I o.i
Semillas '
Brasil (palo)... 2.6 o i ' 6.1
Cacao o.i i 0.4 i
Café 0.2 I o.J 0.2
V^aOUa •■•■•••■•■• ■»• I ••• -■«
^^SLuCQO •••«■ ••• ■■■ -••
v^cciro* «•■ ■•>■••• ••• •■ OíO
Dividivi
Guayacán o.i 0.0 0.0
Madera
Miiz ' 1. 1
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J^SLIliC** • • • ■••■••■ >•• ••■ •••
v^UluA» • ■ • • • • •••• ••• 1 •• f
Tabaco ' 0.3 'o.i^' 0.2
Tagua ' ..• ! .. o.i
Tolu ■•••
Cueros.. — -• 0.8 ¡ci^
XvCSCS ..•.■••••.. ...
Netaleí preciosM.... ...
Minerales
Oro, moneda 1.2
Id. barras.. ..| ... o.^
Id. otro '
Plata, moneda,
Id otros . .
Almidón • ....
Azúcar 0.3
Panela ... . •• 0.5
Sombreros ' 0.0
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0.0 ¡ o.
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4.4
0.8 ; 0.1
I.
0.7
4.1
0.1
0.7
I.
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04
• ■ •
2.2
• • ■
06
0.4
0.8
0.3
04
0.9
O.I
0.6
10.4
0.1
0.2
■ • •
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• • •
04
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0.8
0.2
0.8
• • •
1.2
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0.7
0.1
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Valor
0.31 «5
0.2|
0.0
0.0
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3
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0.4
00
oi
oi
o.i
0.0
• • •
3.3
0.6 0.2i
8 4.2
6. I 20 I 3.6 : 1.3
•• S-2 ' 0.3
0.3
02
O.I
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1887
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0.2
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0.0
■ ■•
0.0
• • •
0.2
fuera
* Aun cuando en las estadísticas ñgura un par de centenares de artículos^
a de los de este cuadro, ni uno ni todos representan valor apreciable.
Nueva Giografía de Cehmbia
TOMO 1—48
Nueva Geogbafi'a de Colombia
PANAMÁ
' 1869 1891 . 1
I Peio I Vilai I Peio | Valor
Caoba
Cedro
Cocobolo
Niear
M«ra '.'.."^
Oro, SBoneda....
Plata, id
, o.ii ' o.i ■ oi
B) Ganadería. — Esta industria data en verdad de la Conquista,
pues aun cuando existían en el país unos pocos atiimalcs que es
fácil reducir á la domestícidad, los indios nunca lo hicieron.
Los peninsulares trajeron desde sus primeras expediciones al
interior los cerdos y las gallinas, y luego las ovejas, las cabras y
el ganado vacuno, todos los cuales se han modificado ligeramente
para acomodarse á las condiciones climatológicas de su nueva pa-
tria, y í decir verdad, degenerado, puesto que ninguno de los grupos
de ellos descendientes puede mirarse como raza ñna, en la mo-
396— -Las cabweraidel Sinú, según la CtrU «£««1
Escala : I iSo^aoo— (Víase U dgan jai}
Nueva Geografía de Colombia
747
derna acf pci'^n de la palabra ; y la introducción de reproductores
de éstas es tan nueva, que apenas principia á hacerse sentir en las
regiones más ricas y pobladas del país.
Además, los g^anados, que en los primeros años de la Conquis-
ta se multiplicaron hasta el punto de formar rebaños salvajes, tanto
en los páramos como en las llanuras, y cuyo numero alcanzó á me-
dio millón de cabezas en Casanare á principios del sig^lo pasado, su-
frieron tan rudo golpe con nuestras luchas civiles de la misma cen-
turia, que en 1890 apenas se encontraban en el país unos siete mi-
llones de animales, al tenor del siguiente cuadro, cantidad que la úl-
tima guerra ha disminuido de un modo notabilísimo, por lo menos
en un millón, produciendo así un vacío que demandará algunos
años para su reposición.
estadística ganadera (en millares di cabezas)
DepartaMentos
1
Vacuno
250
340
100
300
480
280
350
300
400
Caballar
Malar
1
ASDOS
Cabras
Ovejai
Cerdos
Volatería
Panamá
50
10
11
50
40
70
30
50
30
341
5
2
1 12
80
15
' 60
8
i 35
40
1
15
10
3
1
2
2
1
2
3
8
200
70
20
20
30
3
15
1
1
90
100
280
100
15
10
150
280
95
15
350
130
260
150
500
600
300
Bolívar
410
Magdalena
Santander
100
2,700
Boyará
3,000
Cundinamarca...
Tolima
2,200
1,000
AntioQuia
2,400
Cauca ,
700
Total
2,800
í 257
37
361
746
2,380
12,810
Este cuadro es desconsolador, puesto que indica que la indus-
tria pecuaria marcha en retroceso; retroceso sólo explicable por
los destrozos de las guerras civiles, por la falta de brazos y por la
pereza. Hace un siglo, por ejemplo, Panamá contaba 160,000 ca-
bezas vacunas y 35,000 caballares; el Magdalena 25,000 muías, y
en la región oriental pastan apenas 420,000 animales, menos que
antes de la guerra de Independencia, mientras Venezuela cuenta
por millones sus ganados en la llanura. Enfermedades que no se
estudian, parásitos que dan aspecto repugnante al animal, incon-
venientes que nadie trata de vencer, todo se conjura aquí contra
tal industria, á pesar de lo magnífico de los terrenos ; en la misma
Sabana de Bogotá, donde no existe ganado suficiente para abas-
tecer la capital, hace medio siglo se mantenían algo más de 200,000
cabezas I En las llanuras cálidas colombianas no puede contarse
con aumento de más del 15 por 100, ó á lo más del 40 por 100 en
algunos lugares privilegiados, y en los hatos de tierra fría, don-
de debe y puede obtenerse á lo menos el 90 por 100, apenas
se consigue el 50 al 60 por 100. Las razas en lo general son ma-
las y pequeñas; sólo en la Sabana se cuenta un numero considera-
ble de cabezas de razas finas europeas de toda casta; en Boyacá
hay buenos yegüerizos, como en el Cauca, cuyas muías importadas
74^ Nueva Geografía de Colombia
á otros Departamentos, sin plan ni sistema, gozan merecida fama.
Los mejores caballos son los goajiros. Los salvajes han cuidado más
estos animales que los civilizados ! Lo dicho explica por qué jinetes
y artilleros han hecho tan desairado papel en las guerras del último
medio siglo. Bueno es anotar que las cifras del cuadro anterior
se pueden comprobar ; la exportación de ganado en pie alcanzaba
en ese año á 70,000 cabezas por año (Ipiales 4,000 Chiriquí 6,coo la
Costa 40,000, Arauca 16,000 y Orocué 4,000), y la de cueros á cosa
de 860,000, de donde que si se toma un simple aumento general del
40 por 100, que no es exagerado, resulta existen en el país dos y me-
dio millones de cabezas. Salvo en el Llano y Panamá, en el resto del
país se sacrificaban por miles las hembras, con perjuicio de la ga-
nadería, por tener menor derecho de degüello ; y si los números no
mienten, los animales muertos en el año son en mayor número de
lo que dice la estadística oficial. Cuanto á las ovejas, el fuerte de
la cría está en los páramos; el de las cabras en los eriales cálidos.
Por excepción salen al mercado reses de gran tamaño ; de
ordinario, un vacuno cebado en buen potrero da 1 30 á 1 50 kilo-
gramos de carne, 40 de sebo y 100 de huesos, sin contar el cuero,
las visceras y extremidades. Los cerdos cebados producen 40 kilo-
gramos de carne, 30 de grasa y 20 de huesos. El negocio en gran-
de de cerdos, corderos, &c., es considerable entre las regiones pro-
ductoras y las que escasean de ellos, tanto en animales en pie como
con carnes saladas. A las Antillas, Centro-América, Ecuador y
Venezuela se envían cada año algunos miles de cabezas. En el in-
terior se pierden muchos de los productos del ganado, y con otros
se fabrican las infectas velas de sebo (unos 200 millones) que cons-
tituyen el alumbrado del común, salvo en la Costa, donde se con-
sume bastante esperma ó velas mejor elaboradas (esteáricas) ; tam-
bién se usan para tal fin varios aceites, cera de laurel en ciertas
zonas y algún petróleo. Otro de los artículos derivados del ganado
es el jabón común (25 millones de barras al año), algo más fino en
la Costa Atlántica, y casi el único que se emplea para el lavado de
la ropa. Es considerable el producto en leche, mantequilla y queso,
artículos de algún precio y buena calidad en ciertas regiones. Los
productos de la volatería apenas satisfacen las necesidades ordina-
rias. En fin, cuál sea el estado de esta industria, se manifiesta por
la cantidad de mantequilla y manteca consumidas, provenientes del
Extranjero, pues en Bogotá resultan más baratas que la misma
criolla, no obstante lo costcso de su transporte. La mayor parte de
los cueros se exportan, y con el resto se fabrican algunas badanas,
cordobanes, suelas y vaquetas malas y que no satisfacen el consu-
mo del país, siendo por lo mismo enorme la cantidad de calzado y
otros productos del cuero (arneses) que necesitamos traer de Ul-
tramar. El estado de la industria pecuaria no es próspero, ni su
porvenir del todo halagüeño, si en el país no se cambia el rumbo
que hasta aquí se ha venido observando. Cuanto á la pesca, yace
abandonada como industria : millones puede producir, y hoy no
vale sino unos pocos miles; sitios hay en que por la pereza sólo se
recoge la que queda en las ciénagas al bajar las aguas, casi siem-
pre enferma.
♦♦♦
Nueva Geografía de Colombia 749
C) En la actualidad (1898) la agricultura colombiana produce aproxima-
damente los lifuientes artículos, tanto para la alimentación de sus habitantes
como para el comercio interior y exterior en millones de kilogramos.
I.® Forrajes (diversas clases), 7,500.
2.0 Cerealts. Maíz, 300 ; arroz, 50; cebada, 28; trigo, 15.
3.° Frutos y tubirculos. Plátano, 280 ; yuca, 100; papas, 18; fíame, 5;
arracacha, i ; otros, i.
4.^ Dulce (caña de azúcar), 200 ; frutas, 3*; otros productos, i.
5.® Hortalitas j otros granos. Verduras, 20 ; arvejas y habas, lO; gar-
banzos y lentejas, 5 ; fríjoles, 25.
6.^ Cultivos industriales. Guineos, 50; café, 50; tabaco, 20; algodón, 5;
cacao, 6 ; cocos, 5.
7.° Maderas. Madera de tinte, 5; íd. de construcción, 8; lefSa y carbón, 25.
8.® Manufacturas. Almidón, 6; tejidos, 3; ñquey cabuya, 18; lana, i.
9.° Productos animales. Huevos, ii ; leche y queso, 12; aves ^de corral,
8 ; cerdos, 8 ; pescados, 25; cordero, 8 ; carne de res, 45 ; grasas, 22 ; cueros, 6 ;
otros productos, i.
10. Bebidas. Chicha, 8; alcoholes, 6; guarapo, 15.
11. Minerales. Hulla, i; metales finos y piedras preciosas, 0.60; sal, 55.
¿ Qué exactitud tienen estos cálculos ? Son la suma de los he-
chos en las diversas regiones del país por personas que han estu-
diado con cuidado este punto. Si son siquiera aproximados, tendre-
mos que, descontando los forrajes, en su mayor parte se consumen in
silu, y el resto compensa artículos que no dan tráfico por su cercana
producción al mar ; tendríamos, pues, una masa de i .250,000 to-
neladas para el tráfico interior : y suponiendo que la cuarta parte
no se movilice, sino que se consuma in siiUy siempre resultará peso
suficiente para un movimiento diario de 25,000 cargas, una por
cada 1 70 habitantes, y computando i .250,000 toneladas y restando
58,000 de la exportación y los productos de tráfico interior no ali-
menticios, representan para éstos un consumo diario de i¿ libra
por cabeza, cálculo que todos saben es bastante aproximado. En las
poblaciones importantes este tráfico sube á una carga por cada 60-70
habitantes, y en las pequeñas baja á una por cada 200-250, como
lo indica el movimiento de los mercados.
£1 sumario anterior merece algunas aclaraciones.
60/2^— Contra lo que algunos han escrito y afirmado, este grano se cultiva
en Colombia desde la época colonial ; á raíz de la Independencia, ya le exporta-
ban algunos millares de cargas ; conforme queda dicho, ha sufrido grandes fluc-
tuaciones, y sin la concurrencia de otros países mejor acondicionados, desde
el punto de vista económico, sería el gran cultivo de nuestras regiones tropicales y
subtropicales andinas, tanto por su calidad en muchas de ellas, como por la fa-
cilidad de su cultivo. Probablemente éste aumentará sobre lo que es en la actua-
lidad; pero es dudoso, dadas las condiciones del mercado uniírersal, que su pro-
ducto en este siglo llegue á exceder de 100.000,000 de kilos, y en manera alguna
que pueda rivalizar con Java y el Brasil.
Tabaco — Este artículo, cuya producción registra aún mayores vicisitudes, si se
tiene en cuenta que en calidad quizá no lo supera sino el de Cuba, y que pue-
de producirse en grandes cantidades y en muy buenas condiciones, si se trabaja
con cuidado, alcanzará grandes proporciones y aún podrá competir con el de las
Filipinas.
Caucho — Esta importantísima planta, tan salvajemente destrozada en nues-
tros Vosques, de manera que ya no abunda sino rn las regiones más desiertas, de-
bido á su creciente empleo por la industria moderna, á que el país lo produce de
muy buena calidad y á que se cultiva fácilmente, será una de las grandes indus-
trias del porvenir; de manera que es inexplicable c^mo á la fecha no hay plantíos
considerables de ese vegetal en nuestras tierras calientes. El castillónque el Go-
bierno inglés introdujo en la India es originario de Panamá y el Sinú ; el kivea es
Nueva Geografía de Colombia
nalifo de Siq Mirtin ; el pirÁ T¡*e en el Caqarti coa otras especie) isii ñoM
pero meai» conocidas ; el tolimense habita en el alto Magdalena, j baila la
ratapercba ei cultivable en el Cboci Una de las grande) preocu pacióse) del
Gabierito d;bc ser, pjes, el d riirrollo de esle imporuntisimo cultivo indusiríal,
Jue, si es verdad lardi en producir diec aiios, en cambio, después, por mucboi
eceüios, cadi plantario.) d: to hectárea) equivale á una mina de oro.
Cacaa—Eitr irbjl, qu; crece silvestre en lodJS las selvas de Colombia. buU
cubrir miliares de hectáreas, indica de sobra con tal hecho,que es otro de los ar-
tícfilo) qne debei cultivarle en primer término ; como el caucho, dará espléndidos
proventoi, ; tiene aicgurjdo contuui:) crecient'! entre U especie humana. Ucíde
la época de U Colonia su priHl^cción y exportacifín alcanzaba bastante impor-
tancia j lit vei el primar pu'-itQ, ü juigir p ir los dato) estadíslicoi de la época ;
dnpué) vino i m:nos. y aunque en la actualidad le exporta alguna cantidad, el
producto, con ser considerable, no alcanza para el consumo interno, que se esli-
ma en otro tanto; de don le ). -a precito cubrir el déñcit con importaciones que
prntlpoi).!n un d:«embo1so verdadera «en le inexplicable)- ruinoso. En el Sin j va-
rios ciuJidjnos franceses traían de establecer su cultivo engrande escala; y
muchoi fabricantes de chocolate de la mi)mi Nación, han comprado extensos tt-
rti:nos en N.caragut, con ideática objeto, todo lo cual comprueba nuestro aierto.
Quina — [£) niiy da loso que esle articulo vuelva á tener iniportJn:ia pira
Colo.ubia T que pueda coiop-tir con las plantaciones de la India.
ngura 297— El pueblo de Puracé— Del álbum de la ComisWn CorogtJfica.
(Inédito)
Cuf*— Ella planta es otra de las pjsitivas riqaeías del país, ya por la facili-
dad de tu cultivo y lu calidad de él en Colombia; ya p;ir ser el legundo del
mercada universal, despué) del maíz ; ya porque, merced á los progresos de ln
agricultura, se le hace producir i lo» tres arios; ya, en fin, porque en nuestras
regionet litorales dirá rendimientos verdaderamente increíbles, con la ventaja de
tener asegurado un creciente cuniumo en la industria moderna, para fabricar ja-
bone), bujias, &c. Y no se olvide cuánto mayor distancia tiene que recorrer este
artículo producido en la Polinesia, que, conforme queda dicho, lo exporta en
cantidad considerable.
^ftw/Jx— Esta planta, en varias de sus especies nativa de los Andes, si no
llega i competir con lo» producios americanos, si puede constituir una positiva
Nueva GeogkafÍa di Colombia 751
riqueza para el país, 7 de su cultivo depende evideatemente el deiarroUo de nues-
tra industria fabril.
Maní — Esta planta, en español llamada más comunmente cacahuete, y que
en Colombia s6Io se cultiva como condimento, es artículo importantísimo de
comercio; de manera que de África se exporta por valor de ocho á diez millo-
nes de pesos, porque la India no alcanza á producir todo el que consume Ingla-
térra. Sabido es que este artículo se destina principalmente á la producción de
aceite, que jamás se enrancia.
Otras palmeras —QmzdíS no hay sobre la tierra un país tan predilecto para
estos hermosos vegetales como Colombia, puesto que hasta en las regiones frías
crece el magnífíco cericolón andino, y en las cálidas se cuentan sus especies por
decenas. Tampoco estos vegetales son artículo de comercio en Colombia, cuan-
do sucede lo contrario en otras comarcas. En África la nuez de cola y los aceites
de palma producen grandes sumas á sus habitantes. Pero qué de raro tiene esto
si importamos aceite de higuerilla, planta que se produce dondequiera en canti*
dad extraordinaria !
Plantas textiles — Desde tiempo inmemorial, en Colombia el fique es artículo
de gran consumo, puesto que con él se fabrican costales, mochilas, lazos, cabuya,
alpargatas, &c.; y sin embargo, los agaves no han entrado á figurar como artícu-
los de comercio extranjero, no obstante el número de sus variedades, las finísimas
fibras que dan algunos de ellos, lo barato de su cultivo y lo adecuado del terre-
no, que los produce en todos los climas, y los millones á que alcanza su producto
en otros países tropicales.
Pldiant — Este fruto, de importancia capital para la población y desarrollo
de nuestras tierras calientes, y que en algunas de sus especies es nativo en Co-
lombia, ha contribuido no poco á la desidia y abandono de los habitantes de
aquéllas, por la facilidad con que se produce y reproduce, de manera que hay
puntos donde ha llegado á formar verdaderos bosques, que los habitantes cir-
cunvecinos explotan como propiedad comunal. En el interior bien pudiera en t#-
dos los cafetales prepararse la harina del hartón verde, artículo alimenticio de
primer orden, y que sería de grandísimo auxilio para los moradores de las tie-
rras frías. Cuanto al cultivo del guineo, ó sea del plátano fruta, que constituye
hoy artículo valiosísimo de exportación, no es posible sino en las regiones litora-
les. Por Bocas del Toro se exportan ya más de ochenta millones de kilogramos;
Santa Marta y Panamá lo producen también en buena cantidad, y es de espe-
rar que esta industria continúe desarrollándose en el país. En todo caso, lo
fácil y económico del cultivo de este vegetal, lo seguro de sus rendimientos y la
comodidad que hay para asociarlo á las plantaciones de cacao, de café, de cau.
cho, y de las palmeras, le aseguran el porvenir, y tiempo es ya de que nuestro^
agricultores se preocupen por obtener variedades que los hagan dueños del mer _
cado de este artículo.
Cafla de azúcar — Aparentemente la cana de azúcar se produce en bastante
cantidad en Colombia; pero cuando el asunto se examina de cerca y se toma en
cuenta lo que vale el comercio del dulce en el mercado universal, es preciso re-
conocer que el cultivo de la cafia de azúcar apenas existe entre nosotros. No sóIq
para la producción de alcoholes, sioo como sustancia alimenticia, la caña es uno
de los vegetales más importantes para el hombre ; por millones de toneladas se
vende en los grandes mercados, y á pesar de lo adecuado de nuestro suelo para su
cultivo, el azúcar, que nosotros no sabemos refinar, se importa en esta forma en
fuertes cantidades para el consumo interior.
Té — Extraño parecerá á primera vista que esta planta nos merezca atención.
Y sin embargo, no se trata del té de Bogotá, sino del legitimo té asiático, porque
el cultivo de esta planta, si bien costoso en grande escala, no lo es en pequeño :
tiene la inmensa ventaja de ser en extremo remunerador, de ser indiferente al
clima, y de poderse asociar al del café. El cultivo de la coca y el del mate tam-
bién pueden figurar, en las mismas condiciones, como valioso recurso para nues-
tros campesinos.
Cereales — Indudablemente los cereales son el nervio y la base de toda agri-
cultura bien entendida ; por lo cual, como es natural tratándose de Colombia, se
CDcaentra en la infancia. El cultivo del trigo, introducido por los peninsulares,
por obvias razones está casi condenado á desaparecer ; el de la cebada tiene la
inmensa ventaja de ser posible en todos los páramos ; el del centeno ; es por des-
gracia totalmente desconocido, no obstante llamársele con justicia el pan de los
pobres. Otra cosa sucede con respecto al arroz y al maíz.
NuEvi GeogkafÚ de Colombia
Todu nuestru regioDcs cilidu y en exliemo humedal producen >m>i de
excelente calidid ; y dada la impoctancta del comercí* universal de este grano,
■penas li le coDcibc cúmo no ügura ya de un modo considerable en nue&trai ei-
ponaciones. For lo que hace al maii, [a planta bendita del Irdpico, aún se ignora
ea Colombia ta valia de su comercio y sus aplicaciones industríales, no obstante
producir haíU cuatro cosechai anuales en nuestraj regiones del litoral y em-
plearse i la fecba en el Extranjero paia producir alcohol.
7ubÍratUi~~-'Enüc éslos figuran la papa, el vcidadcro pan de lis (ierras
frías, pero cuyas aplicaciones industriales ignoran nuestros campesinos; la yuca,
la bátala, el ñame, la arracacha, &c , ademís de ser artículos alimenticios, lo
SOD industriales, ya para la producción de almidón, ya para la del alcohol.
Eupiíj—lAs selvas colombianas son de una riqueza imponderable, ya por
el DÚmeio y variedad de las especies, ya por la calitlad de éitas; de manera que
en el Caqueti las maderas, de colores más bellos que los del mármol y de suaW-
■imo perfume, podrían dai en una hectárea ledos los elementos de un grandioso
mosaico ; blanco de leche, negro de azabache, amarillo claro y de oro, aiul de
cobalto y de cielo, verde esmeralda, jaspes de diversos matices ; todos los colores
de la paleta se encuentran reunidos allí por la naturaleza. Casi otro lanío sucede
en las regiones litorales, donde las maderas de tinte, de constiuccír-n y de eba-
nistería producen y han producido positivos beneficios i. los habilanles. Desgra-
ciadamente, aquí los bosques se han explotado de una manera irracional Que, si no
M corrige, los destruirá poi completo en «poca no lejana. En todo caso, buen ne-
gocio será el establecimiento de aserraderos bien montados, cerca de Its ríos y de
M ferrocarriles.
-El Rio Negro y el Minero, según la Carta Oficial
Escala: i:3oo,ooo
NuKVA GiogkafÍa di Colombu
Los bosque* producen ademis gomai, coiteíai, ñbias y multitud de medica-
meolos, como ipecacuana, larzapaniUa, que no esperan sino uoa eiplolacida bien
entendida para dar piogfleí producios. Nos falta, además, bacer un estudio ra-
cional del sin número de productos que baj en ellos, desconocidos aún para el
iDundo civilizado.
Las frutal son en Colombia en número casi infinito j notables por su tama-
Do, fragancia y calidad \ y lai hay que son únicas en el {¡lobo, de manera que
pueden consliluir una eran fuente de riqueza que todavía no hemos uliliíado:
por millones compran los Estados Unidos fruías en las Antillas, y si las nuestras
fuesen mejor conocidas harían formidable competencia i los de esas Islas.
Ln vid, dígase lo que se quiera, puede ser un artículo de gran valia, como
ya lo es en México ; y la objeción de que no puede uliliiarse porque sus granos
no maduran en el Iri^pico simultáneamente, hoy oo merece los honores de una
Figura 399 — El Rio Negro y el Minero, según la Nueva Gcógrajía Jt Cohmin
Escala: i:Soo,o-<o
754 Nueva Geografía de Colombia
refutación. £n igual caso está el olivo, que dondequiera que se le cultiva produce
ingentes sumas, y cuya explotación en el país trataron de aclimatar en vano los
peninsulares, quienes no pudieron vencer el abandono de nuestros antepasados.
El suelo en multitud de paites es de naturaleza volcánica, lo que bien se
sabe es ventajosísimo para ciertos cultivos ; las tierras bajas, llanuras aluviales,
no son menos ricas y benéñcas para otros ; praderas excelentes cubren las altas
regiones ; calor y humedad en abundancia los hay para determinados productos,
que por desgracia jamás se ha intentado aclimatar en el país; asunto importan-
tísimo, puesto que la depreciación de los principales artículos coloniales en !os
mercados europeos hace precario ó poco remunerador su cultivo, y es preciso
ayudarlos con otros que se encuentren en mejores condiciones.
Ganadería — La cría de ganado es industria de todo el país, pero muy es-
pecialmente de las llanuras de la Costa, de las del alto Magdalena, de las del
Cauca y el Patía, de las de Casanare y San Martín, y de las verdes praderas de
las altiplanicies. No obstante la idoneidad del territorio para esta industria, y
las ventajas que produce la exportación en las comarcas litorales y limítrofes con
Venezuela, aún deja mucho que desear su producto; de manera que un pequeño
número de millares de cabezas vendido á las Antillas, produjo un verdadero vacio
en la Costa y un aumento notable en el precio del artículo en los mercados del
interior. No tiene, pues, explicación racional el hecho de que en las llanuras
orientales no se haya desarrollado la ganadería en las mismas condiciones y pro-
porciones que en los vecinos Üanos de Venezuela.
La crianza de cerdos y volatería es general, principalmente en Panamá»
Santander, Antioquia y Cauca; la de los asnos, en la Costa; la de muías, en las
dos mesas que constituyen nuestro relieve; la de la oveja, en las tierras frías,
principalmente en Boyacá, pero su número es aún reducido, de manera que la
cantidad de lana que producen no alcanza para las necesidades del consumo in-
terior, lo cual se explica, pues en todo el país no hay más de un millón de esos
animales. La cabra es más común en las tierras calientes, áridas y pedregosas ;
pero tampoco su crianza ha alcanzado el desarrollo que permiten las condiciones
del territorio y la importancia del artículo.
Es de observar que, no obstante poseer en las regiones orientales espe-
cies de marranos que con gran facilidad se crían en las márgenes pantanosas de
los ríos, todavía no se haya establecido con ellos una fuente de riqueza en el
valle del Magdalena y en las llanuras pantanosas del litoral.
La pesca es todavía una industria esencialmente local, por así decir, no obs-
tante el enorme consumo que de este articulo se hace en el país. En su mayor
parte se consume in situ; es poco el pescado que salado se transporta á lugares
del interior durante la Cuaresma; de suerte que la importación de latas es consi-
derable, y lo será durante muchos afios.
Céttclusión — De lo dicho se desprende con claridad irresistible la necesidad
de la enseñanza de la agricultura en el país ; pero una enseñanza racional y prác-
tica, enteramente desprendida de nuestros antiguos errores, ó sea de su estable-
cimiento en las tierras frías. Granjas modelo en los grandes centros agrícolas de
las tierras calientes, son la necesidad imperiosa del país, para que propaguen
la buena simiente y ensayen y templen las armas con que debemos luchar por la
existencia, pues de lo contrario jamás se levantará la Nación de su actual estado
de postración y atraso.
Desgraciadamente, salvo los páramos bravos y las llanuras
inundadas, sólo en contados lugares la inclemencia del cielo, la
avaricia del terruño ó la aglomeración de los habitantes obligan
al labrador á un continuado trabajo. De ordinario la agricultura
practicada en las mejores tierras, da cosechas asombrosas que
llegan hasta el mil y el mil quinientos por uno i^ra el maíz y el
arroz en las tierras cálidas, lo que unido á otros frutos casi es-
pontáneos del terreno, y á la ninguna necesidad de vestido y vi-
vienda abrigada inherentes á los climas tropicales, hace que los
labriegos de esas zonas descansen la mayor parte del año, fácil-
mente consigan alimentos y bebida, y exentos de inquietudes para
Nueva Geografía de Colombia 755
el presente y sin preocupaciones para lo porvenir, se dejen domi-
nar por la pereza, la imprevisión y el placer material de vivir, cau-
sales que son, aun más que la malaria y la fiebre, el verdadero obs-
táculo para el progreso y racional explotación de nuestras tierras
tropicales.
D) Minería — Como fácilmente se comprende, fueron las minas
y los productos que de ellas habían derivado los naturales, el gran-
de aliciente de los conquistadores, que en persecución del oro, la
plata y las piedras preciosas, cruzaron selvas y pantanos, esg^uaza-
ron ríos, escalaron montes, es decir, descubrieron y dominaron el
país, estimaron sus demás riquezas y se establecieron en él fun-
dando lo que realmente puede llamarse una colonia.
Por esas mismas razones la minería fue la garande industria de
los primeros tiempos ; durante décadas enteras la población era
sobradamente escasa para que pueda tomarse en cuenta el valor
de lo que consumió en otra clase de productos del país; y aún al
proclamarse la Independencia, el numero de los habitantes era tan
reducido, y tan escasa su agricultura y su comercio, que no se modi-
fica mucho la aserción mencionada. Ya en la segunda mitad del siglo
XVI, las minas producían sumas iguales si no superiores á la recogi-
da como botín en la Conquista; muchísimos habitantes adquirieron
con esa industria fortunas realmente colosales, que en manera algu-
na podían derivar de otra clase de trabajos, lo que motivó las deduc-
ciones erróneas que atrás quedan censuradas. Durante el siglo xvii
ya la minería produjo cosa de doscientos millones ; y bien que el
promedio anual resulte pequeño, fue suficiente para atraer de Es-
paña muchos centenares de individuos que contribuían de un modo
ó de otro al progreso y desarrollo de la Colonia. En el siglo xviii,
tras seguir al principio la minería su marcha ascendente, sufrió un
verdadero retroceso en algunas Provincias, como consecuencia del
mandato real que prohibió el trabajo obligatorio de los indios en
las minas, en especial en aquellos lugares donde escaseaban los
esclavos, como en Pamplona y Mariquita ; á lo dicho se agrega
que las sublevaciones de indios no bien sometidos hicieron imposi-
ble el trabajo en otras, como sucedió en el Darién. A pesar de es-
tas causales el producto del siglo no fue inferior al del anteceden-
te, lo que indica la intensidad del trabajo en la materia y justifica
á los que hacia fines de ese siglo afirmaban que el oro de las minas
era el todo en el Virreinato, la savia que alimentaba y sostenía el
país, y que por lo mismo éste sufriría un verdadero desastre si
aquél llegaba á faltar. Por esto la guerra de Independencia, que
al destrozo natural de toda guerra acarreó la disminución de casi
un SO°/q en el producto de las minas durante muchos años, abrió
tan honda brecha en la riqueza pública, la que no bien cicatrizada
todavía, sufrió nuevo contragolpe con la abolición de la esclavitud,
medida sapientísima pero que redujo en un 75°/© el producto de
las minas de todas las regiones malsanas. Las guerras subsiguien-
tes también afectaron hondamente esta industria, que sólo debido
al papel moneda ha tomado grande incremento en los últimos
años. Puede decirse, sin riesgo de error, que en el siglo xix la mi-
nería produjo tanto como en cada uno de los dos anteriores.
75^ Nueva Geografía de Colombu
Conviene aquí anotar que en las estadísticas de la materia na
siempre se toma en cuenta la existencia del papel moneda y el alta
cambio que le es inherente. Así, por ejemplo, los documentos ofi-
ciales de 1 891 señalaron el guarismo de seis millones y medio de
pesos para la exportación de los minerales, cuando en realidad ese
guarismo debió reducirse á la mitad, por ser entonces la rata del
cambio igual al 100 °/q.
Sea de ello lo que fuere, Colombia ocupa hoy el primer lugar
entre los países productores de oro en Sur-América, puesto que
de sus minas se extraen en la actualidad cuatro millones de pesos^
en ndmeros redondos, que equivalen á unos ciento setenta en papel.
Esta suma se recoge en unas cinco mil minas, casi por mitad
distribuidas entre vetas y aluviones, por lo cual cada una de ellas
aparentemente sólo produce mínima cantidad, lo que no es cierto,
puest# que la mayor parte de aquel producto emana de las gran-
des explotaciones, que quizá no alcanzan á diez en el país. De las
otras se cuentan por centenares, las que por su exiguo rendimienta
ni aun merecen el nombre de tales.
El oro y la plata abundan, pues, en Colombia, en especial en
Antioquia, el Norte del Cauca, el Chocó, el Darién, &c., por lo cual
esta industria será siempre, y mucho más en la actualidad, factor
decisivo en la prosperidad de la Patria, puesto que sus produc-
tos no están sujetos á las fluctuaciones que perturban la indus-
tria y la agricultura tropical. En la actualidad, de los cinco mil ki-
logramos de oro que se extraen en nuestro suelo, la mitad corres-
ponde á Antioquia, una cuarta parte al Tolima y otra al Cauca.
En Antioquia la mitad del producto lo dan tres minas, y en el To-
lima una; lo que demuestra sobradamente á cuánto podrá elevarse
el producto'anual de la industria minera el día en que alcance dcs-
arrollo^análogo al de Australia ó California : las tres cuartas par-
tes de nuestras montañas están formadas de valiosísimos metales.
C^bre — Lo hay en Panamá, y en cantidad no despreciable, en las serranías de
las Provincias de Chiriquíy Azuero; en el Magdalena es abundantísimo en la Sie-
ira Nevada y sus cercanías ; en Santander aparece desde Ocana hasta Vélez, por
la Baja y Vetas; en Boyacá, en la zona que continúa á la anterior hacia el Sur,
en Tundama y en el Valle de Tenza; en Cundinaraarca, tanto en los valles occi-
dentales como en los orientales con respecto á las altiplanicies ; en el Tolima lo
hay en toda la falda del Quindío y del Huila; en Antioquia en todo el cañón del
Cauca, y en el Departamento de este nombre, en toda la cordillera del Chocó.
En una palabra, el cobre abunda tanto en Colombia como en Chile, su ex-
plotación será fácil el día en que haya caminos, y constituye, por lo mismo, una
reserva para lo por venir.
Hierro— \ji dicho del cobre se 'aplica á este metal, abundantísimo sobre
todo en la gran cordillera de Sumapaz, donde en algunos puntos es de tan buena
calidad y tan fácil explotación, que no puede menos de causar sorpresa la falta
de grandes ferrerías y la consiguiente importación de buena cantidad de este
metal, lo que puede servir de padrón para medir el estado actual del país.
Plomo — También es abundante en el país, principalmente en la cordillera de
Sumapaz.
Sal — Esta sustancia, que constituye una valiosa renta para el Estado, se en-
cuentra en todo el país, diversamente asociada á las grandes rocas que la consti-
tuyen ; pero solamente en la mesa granadina forma á su turno roca y se presen-
ta en colosales yacimientos que son un tesoro para lo por venir.
Hulla — Esta sustancia y todos sus congéneres son abundantísimos en las
ordilleras, y de primera calidad en muchos puntos. Ocupan el primer puesto
NuKVA Geografía di Colohbu
los que rodean la Sabana de Bogotá; pern desde el punto de vista comercial, los
superan los del litoral Atlántico, por la facilidad de su explotación y porque
algún día habrán de reemplaiai la le'^a que aún mueve los vapores del río Ma£-
Ot'*s miniralís — Cristal de roca, ocres, mármoles, lapiílázulis, aiabache
alumbre, laico, piedra de jispe, alcaparrosa, nitro y cien otras sustancias dtiles
para las artes ó la induslria, abundan en el país pero descuidados por los habi-
Ktdmi preriesaí~~'ETi csla materia no merecen menciiín especial sino las es-
meraldas, que de diversas clases las har en (oda la República, aunque en verdad
no son dignas del nombre de tales sino las de Muzo, las mejores del'globo entero.
En pequr'''as cantidades se han descubierto granates, rubiej, y aun es fama que
existen diamantes de buena calidad.
—Las hay en Iodo el país, de muy diversa especie y clase'
■\\í)% las que pnr su excepcional líqueía en ácido sulfúrico í
itgiin día base de una industria importantísima.
-Un rio del Chocó— De folografi»
Hase calculado, según se dijo, que en medio sig;lo ivi u expor-
taron 60 millones, en el sijlo xvii 190, en el xviii 205 y en el xix más
de 350 en metales preciosos, lo cual daría promedio de i .200,000,
de l.goo,000, de 2.000,000 y de 2.500,000 por año, sin contar los 30
6 poco menos que produjo la conquista. E.stas cantidades son evú
dentemente bajas, puesto que no incluyen el contrabando, y á tres
milloTies ascendía á fines del antepasado siglo la CKportaciíJn anual,
como también en los 10 primeros anos del pasado, en los cuales sa.
Heron 30 millones, disminuidos á 1* mitad 6 menos de 1816 i
1820, puesto que el promedio anual da 1.800,000. De 1S31 á 1832
et guarismo subiá á 2,390,000; llega á 2,540 en los años si-
guientes hasta 51, para caer á 2.225,000 de 51 i 60, y á 1,950
de 61 á 64, Pasada la guerra, toma á subir á 2.345,000 (65-69), á
753 Nueva Geografía de Colombia
2.806,000 (70-81), á 3.522,000 (81-84), cuando nuevo trastorno la
reduce (85-87) á 2.416,000 ; tras lo cual torna á alcanzar 2.800,000,
luego 3.3 y por ultimo 4.000,000 y mds, por lo cual se estima en 225
millones el solo oro exportado de 181 1 á 1900, ó sea un producto
anual de 2.500,000, muy inferior al de los diez primeros años del
siglo XIX, pero superior al del siglo anterior. Cuanto á la plata, no ha
vuelto á figurar sino después de 1870, pero sólo con 1.000,000 (1883)
i 1. 250,000 (1884), á 700,000 (1890), á 1.000,000 (1898), por lo
cual se la estima por todo en unos veinte millones, también en de-
definitiva con sus alternativas como el oro mismo, puesto que en
ambos metales salieron 3^ millones en 1878, cuando en el anterior,
de guerra, no alcanzaron á 720,000. Resumiendo, tendremos que
en el siglo ha exportado Colombia 265 millones (2.610,000 al año),
y en casi cuatro siglos 750.000,000, redondeando cifras, ó sea unos
seis mil pesos diarios (hoy el doble de la primitiva producción).
De esta cantidad producida por nuestras minas, algo quedaba
en el p)aís, puesto que en las tres casas de Moneda que tuvo la
Repdblica se amonedaron, á partir de su fundación, 183^ millones
de pesos, de ellos 75 en la segunda mitad del pasado siglo (60 en oro
y 15 en plata) y 108 en ocho décadas del presente {90.5 en oro, 17.5
en plata), los cuales en un siglo dejaron al Tesoro utilidad líquida
de unos 15 millones, cuando las sumas introducidas en esas casas
valían 2.3 y aun más al año, pero que después, reducidas á unos po-
cos cientos de miles, llegaron á ser gravamen para el erario, que
hubo de suspender la amonedación. Ya los Virreyes desde el siglo
antepasado hallaban en nuestra creciente exportación de numeraria
un grave problema, puesto que estimaban crecía día por día y ame-
nazaba dejar sin moneda al p)aís ; poco antes de la Independencia
disminuyó algo el mal, pero en la época de la gran guerra alcanzó
máxima intensidad, hasta el punto de absorber casi íntegra la exis-
tencia anterior, por más que las estadísticas oficiales no lo mencio-
nen así. Después ha oscilado mucho ; más de un millón fue la me-
dia anual exportada hasta el año de 45, en que disminuyó muchísi-
mo, merced al tabaco y otros frutos, siendo nula en 47-59, cuando
vino al país bastante cantidad de moneda extranjera. Con la re-
vuelta de 1860 tornó á cambiar esto, y la exportación de numera-
rio volvió á rebasar el millón, para alcanzar su máximo en 68
(2 millones), suspendida por la quina hasta 72, de nuevo asciende
á i^, y llega á 2 en 76. Entra luego el país en relativa prosperidad :
de 79 á 81 es poca la salida de numerario, nula en 82, pero ya en
83 volvió á superar el millón con la caída de las quinas, y su esca-
ces trajo el curso forzoso del papel. Aunque las estadísticas ofi-
ciales apunten en los últimos años del siglo xix poco numerario ex-
portado, esto es evidentemente erróneo, y el f)oco dinero que en
el país queda, se agotará en plazo no muy lejano si alguna causa
extraña no viene en socorro del país. A juzgar por las estadísticas
publicadas, en el siglo pasado apenas se habrían exportado 50
millones amonedados como máximum, lo cual es un absurdo, pues-
to que hasta la plata y el oro de vajillas y joyas antiguas ha to-
mado camino del Extranjero, y hoy se calcula que á lo sumo que-
dan en el país 3 millones; por lo cual, suponiendo exageradamen-
te que la introducción de moneda extranjera haya sido de unos 10^
Nueva Geogr/fia dk Colombia 759
resulta que de la amonedada aquí, ha exportado la Repdblica no
sólo toda la sellada en el ultimo siglo, sino buena parte de la que
nos legó el antepasado. Tan curiosas son nuestras estadísticas, que
en alguna que se ha publicado en el periódico oficial, el autor, sin
duda alguna perdido en sus curiosos cálculos, zanja la dificultad di-
ciendo que en el siglo pasado debieron exportarse los 90 millo-
nes de oro amonedado, cuando sólo se amonedaron en esa época
60; pero de seguro que 30 milones de error no hacen aquí mella.
l!*sa misma estadística llega á absurdas conclusiones, por cuanto ye-
rra en los datos en que se apoya, pues que en 1868 supone se ex-
portó un millón en monedas, cuando los datos aduaneros dan
2.200,üOO, y así en casi todas sus partidas, las que á reces da como
completas para ciertos años, cuando olvida incluir la exportación
de la mitad de las aduanas de la República, ó bien no las reduce á
pesos fuertes en la época en que los datos se publicaban en pesos
de ocho décimos.
De otras producciones minerales ha sido vergonzante nues-
tra exportación, algunos cientos de miles á lo sumo, como ha su-
cedido con las perlas y casi también con las piedras preciosas, que
hace un decenio apenas habían rebasado el millón desde la Con-
quista : en los ültimosaños han subido mucho, por estar en Europa
de moda las esmeraldas (piedras verdes). En fin, por lo que hace al
platino, despreciado hasta el siglo pasado, su valor escasamente
toca el millón, y por lo mismo que hoy es poca su producción y
jCrande su valor industrial, creemos debiera el Gobierno apropiar-
se las minas de ese metal, explotarlas por su cuenta, y con tal sus»
tancia constituir la moneda nacional, como se pensó un momen-
to á raíz de la división de la Gran Colombia. Las perlas dieron
$90,000, y las esmeraldas $45,000 en 1 844-45 ($ 170,000 en
1856), y el platino $ 40,000 en 1855-56.
Fuera de la plata y el platino, que el alto precio del cambio
permitirá explotar de nuevo con algunas ventajas, de los demás
metales poco ó nada producimos, no obstante la fuerte cantidad
que de ellos se importa del Extranjero, que un año con otro al-
canza á setecientas toneladas de hierro en bruto, doscientas de
plomo, ochenta de cobre, cuarenta de acero y diez de estaño y de
zinc.
Las Salinas tampoco producen grandes cantidades ; apenas
unos treinta y cinco millones de toneladas : de éstos, diez las ma-
rítimas. De suerte que el promedio del consumo individual no lle-
ga á diez kilogramos en el año, y lo más extraño es que en mu-
chos lugares se consume sal traída del Extranjero.
Resumiendo lo dicho, tendremos que Colombia, hoy sin mo-
neda metálica, hadado al mundo 800.000,000 de oro y plata por lo
menos, suma á que debe agregarst la de 3oo.ooo,(XX) producidos
por la exportación de frutos, y la de 500.000,000 como precio de
los jornales en los mismos siglos, sin que en cambio guarde el país
valores tquivalentcs. O en otros términos : los 500.000,000 que va-
len los artículos importados, los hemos consumido sin mayor pro-
vecho ; y como la riqueza del país no se estima sino en 500.000,000,
agregándole lo consumido por los habitantes, siempre resulta que
por lo menos en otros 500.000,000 de pesos y en 1.000,000 de ha-
76o Nueva Geografía de Colombia
hitantes, debemos justipreciar lo que nos cuesta en un sigilo la afi-
ción á las guerras civiles, sin las cuales indudablemente estaría hoy
Colombia á la cabeza de las Repúblicas latinas de Sur América.
E) Indusiria — A decir verdad, la industria actual de la Repú-
blica, en su mayor parte es la simple continuación de la que existía
antes de la Conquista, completada y mejorada por los peninsula-
res, y á la cual falta, f)or consiguiente, el soplo vivificador del pro-
greso moderno : en los mismos lugares y poblaciones se ejecutan
los mismos trabajos, y donde pudiera decirse que ha venido á me-
nos, al examinar más de cerca los hechos, resulta, ó que la pobla-
ción ha disminuido, ó que la antigua labor ha sido devorada y ab-
sorbida por la extranjera en forma de importación, aunque ésta no
siempre sea de mejor calidad ; la potencia de la maquinaria mo-
derna establecida allende el Océano, arrolla á nuestros pobres tra-
bajadores, faltos de apoyo y de luces para semejante lucha. Y sin
embargo, lo que aún nos resta da testimonio de que los naturales
poseen habilidad de manos y el gusto de los colores y las formas.
A este respecto. Pasto ocupa altísimo lugar, pues no hay allí una
cabana donde se encuentre un solo objeto que no sea original, por
el dibujo, la forma y el color.
En una p)alabra, por lo que hace á la industria el cuadro no
es halagüeño, bien que este ramo tenga en su contra la falta de
caminos para importar máquinas y exportar sus productos, no obs-
tante lo cual se hace bastante tráfico interior con lo que produce
esa rudimentaria producción. Prevalece, como es natural, el grupo
extractivo. Son numerosos los artesanos, y en muchas partes exce-
lentes sus productos ; pocos son los Municipios donde no hay algu-
nos, y bastantes los que cuentan de ellos cifras considerables. En
todos los lugares se destila aguardiente en grandes cantidades ;
en la Costa se produce buen ron, y las cervecerías aumentan de un
modo notable. Los carpinteros construyen en la capital y en Me-
dellín muebles iguales á los que se traen de París, y en el mismo
caso se hallan herreros, zapateros, canteros, sastres, &c.; pero todo
esto, en verdad, no constituye industria propiamente dicha, como
sucede con la alfarería, que produce cada año y por millones vasi-
jas de clase ordinaria, pues aún no existe en el país una fábrica de
porcelana. Lo que podemos llamar industria verdadera, se refie-
re á la elaboración de la paja, el fique, el algodón y la lana. De
esta última no se fabrica hoy al año menos de medio millón de
metros de bayeta, junto con muchos miles de frazadas, principal-
mente en Santander y Sur del Cauca las primeras, y en Boyacá
las segundas, y no es inferior la cifra para las monteras, cami-
setas, ponchos, &c. Del algodón se fabrican más de 3.000,000 de
metros de lienzo crudo y otro tanto de mantas y ruanas, á que se
mezcla parte de hilo extranjero, y tampoco es despreciable la
cantidad que corresponde á las sobrecamas, hamacas, &c. Sin
embargo, la prelación toca al fique con su millón de pares de
costales (sacos), sus cinco millones de lazos (cuerdas), sus diez mi-
llones de pares de alpargatas — el calzado nacional junto con las
quimbas, — sus millares de mochilas, &c. Con la paja y el espar.
to se fabrican esteras y sombreros, tanto finos (jipijapas i millón)
Nu£VA Geografía dx Colombia 761
como ordinarios (corroscas y trenza: 2| millones), bien que esta in-
dustria haya decaído sobremanera, lo mismo que la de tejidos :
en 1857 exportó Ciícuta jipijapas por más de un millón de pesos, y
el año de 90 no figura ya en este artículo en su comercio, que aún
se fabrica en grande escala en Zapatoca (Santander), Suaza (To-
lima) y Antioquia, y se exporta para las Antillas en cantidades que
han aumentado con lo alto del cambio. La corrosca es sombrero de
paja ordinaria. La mayor parte de los productos de nuestra peque-
ña industria se consumen en el país, disminuyendo en unos diez mi-
llones la importación, á la cual cantidad se debe agregar algo así
como medio millón que vale lo que de tales productos nos compran
los países vecinos. Débese este ahorro á que el pueblo colombiano
viste corrosca^ jipijapa (id. fino), camisa de algodón ó lienzo, pan-
talón de manía (tela gruesa de algodón), alpargata ó quimba y rua-
na de hilo (en tierra caliente) ó lana ó macana (en tierra fría). Las
mujeres visten enaguas y mantillas de frisa (bayeta, en tierra fría),
<5 enaguas de zaraza y pañolón de hilo (en tierra caliente); bien que
por desgracia son no pocos los colombianos, calentanos en primer
término, que usan exclusivamente productos extranjeros.
A pesar de las enormes dificultades con que ha tropezado la
industria, avanza todos los años, y aun cuando muy lentamente,
mejora sus productos; las fábricas de tejidos habrían podido tomar
vuelo serio, pues tienen importancia en la Costa, con alguna ayu-
da oficial, como la de no vestir ejército, policía, &c., sino con telas
trabajadas en el país ; y con pequeños privilegios adelantarían
las fábricas de papel, loza, cristalería, herramientas de cierta es-
pecie, &c., que es vergonzoso no existan en el país.
Un bien entendido proteccionismo se impone, pues sobre re-
sultar hoy al pueblo carísimas las telas extranjeras, son de una ca-
lidad tan mala (la mitad de las blancas son tierra), que en definiti-
va gasta más que si consumiera artículos mejores, aunque de ma-
yor precio: á este respecto carece de educación racional. Y es tan
raro nuestro modo de ser, que una fábrica de papel ordinario es-
tablecida por extranjeros en el Sind, con buen éxito, no ha tenido
imitadores en el interior, no obstante que antes de la Conquista ya
los indios mexicanos, sin máquina ninguna, fabricaban papel con el
agave, tan abundante en Colombia, donde antes fue mejor explota-
da, conforme se deduce de la importancia que tuvo su comercio
en Timaná. ¿ Hoy mismo del agave no se extrae, sin mayor traba-
jo, el pulque, es decir, la bebida de los indios mexicanos ?
También mejora mucho lo que á la industria minera se re-
fiere ; pero por lo mismo que la creemos de gran valor para el
progreso del país, es de desear cambie rumbo en ciertos puntos, el
cual/ andando el tiempo, puede atraerle seria oposición entre los
habitantes: nos referimos al laboreo de minas de aluvión con mo-
nitores, por la cantidad de detritus que arrojan á los lechos de los
ríos, en los cuales causan perturbaciones ; el solo Gualí, por ejem-
plo, recibe hoy cosa de cinco mil metros ciSbicos de detritus dia-
rios, cantidad que ya ha realzado el lecho y causado á la agricul-
tura daños que valen tanto como los productos del oro, esto sin
Nkiva Geograflñ de CoUmbia tomo 1—49
762 Nueva Geografía de Colombia
contar los perjuicios á la navegación en el río Mag^dalena : por im-
puesto de minas, al año apenas se recaudaban ayer ^ ^Ofioo en
Antioquia, 7,000 en el Cauca, 4,500 en el Tolima, 500 en Bolívar,
y de 300 á 100 en los otros Departamentos !
Desde el punto de vista industrial, clasificaremos los Departa-
mentos en el orden siguiente :
Santander: tejidos (algodón, fique, &c.), sombreros, minas,
dulces, &c.
Cundinamarca : herrerías y fundiciones, mueblaje, tejidos, ves-
tidos, alfarería, destilación, cerveza, &c.
. Cauca: tejidos, barnices, talla, alfarería.
Antioquia: minería, sombreros, forjas, alfarería.
Boyacá : tejidos, alfarería.
Bolívar: tejidos, sombreros, productos alimenticios, jabones,
bujías, licores, loza, navegación.
Tolima : minería, sombreros, tejidos.
Panamá: tejidos, alfarería, navegación.
Magdalena : destilación, esteras, navegación, licores. *
En resumen, desde el punto de vista industrial, todo, ó casi
todo, está por hacer, y sin embargo todas las industrias posibles
en los trópicos son realizables en Colombia en condiciones espe-
cialmente ventajosas. El balance es nulo á este respecto, no obs-
tante ser grandes las riquezas naturales, barata la materia prima,
que es variadísima, y reconocida la buena voluntad con que los na-
turales acogen á los extranjeros. ¿Cuál es entonces la causa de se-
mejante atraso? Las guerras civiles.
/) Caminos — Pasemos ahora al asunto capital para el pro-
greso del país: \9íS vías de comunicación.
En vista del relieve, geognóstica, régimen de las aguas, clima
y anterior ocupación del territorio por los indios, nadie extrañará que
Colombia carezca de caminos : en efecto, para salvar las altas cum-
bres, los caminos cruzan deleznables rocas siempre húmedas y al-
gunas azotadas por frío que mata ; dondequiera abundan torren-
tes de grandes avenidas, difíciles de salvar con puentes fijos, y que
de otro modo detienen horas y aun días al viajero ; las faldas de las
• Del único Departamento que poseemos datos bastante exactos es de Sam-
tander, en donde en 1892 había 5,800 hilanderías, i,64oy^¿nV<jj de tejidos de lana
y algodón, 5,000 id. de fique, 10 de alpargatas, 1,300 de sombreros, 3 fábricas de
fósforos, 3 de peines, 8 de objetos de caucho, 3 de velas esteáricas, 700 de velas
comunes. 300 de cigarros, 4 de cigarrillos, 570 de jabón, 18 de cer\'eza, 112 de
loza, 290 de licores, 5 de azúcar, 35 de dulces, 200 trapiches, 470 tejares, 22 mo-
linos, 155 panaderías, 200 herrerías, 2 fundiciones, i maquinaria para beneficiar
minerales, 410 carpinterías, 150 talabarterías, 105 zapaterías, 160 sastreiias, 150
modisterías, 55 latonerías, 66 casas de comercio importadoras, 480 de menor
grafía, 13 fotografías, 47 bandas de música, 14 escultores, 9 pintores, 31 polvo-
rerías, I librería (!), i encuademación 7 3 teatros, ó sea por todo como 36,000
establecimientos industriales, uno por cada 17 habitantes. Lástima, y graade,
es que no se hayan recogido análogos datos para todo el país.
NuifVA Geografía de Colombia 763
o de caiKtera «u los Andes colomtñanos.
764 NuiVA Gbogeafú de Colombia
serranías son abruptas y su selva es bravia ; en las llanuras son
frecuentes ó periódicas las inundaciones y anchurosos los ríos, con
frecuencia innavegfables por los bancos y los rápidos; la selva de
la zona tropical crece pujante é indomable ; poca es aún la pobla-
ción, grandes las zonas desiertas, y hasta en las mesas donde mejor
se ha establecido el hombre, los cañones han recortado el suelo de
un modo tal, que con frecuencia es jornada de un día franquearlos,
bien que los barrancos superiores no disten un tiro de cañón. Úna-
se á lo dicho que el suelo, doble casi en su totalidad, consiste en
cuencas orográficas perfectamente cerradas y escalonadas, por lo
cual es imposible construir caminos que no sean una serie intermi-
nable de subidas ó bajadas, salvo darles desarrollo extraordinario
6 llevarlos por las cumbres aún solitarias, ya que las poblaciones se
han aglomerado en el fondo de los valles. Con frecuencia esas
sendas de subidas y bajadas existen al lado de otras que surcan
llanuras ó suelo apenas ondulado : ¿por qué? por evitar el clima
mortífero de ciertos lugares bajos, que yacen casi solos á pesar de
su feracidad y que están al lado de otros menos ricos pero llenos
de habitantes por su salubridad.
Por ignorancia se ha censurado á los conquistadores el trazo
de sus rutas ; ellos siguieron las huellas de los senderos indios, bus-
cando los centros algo cultivados, y tan así es, que cuando abrie-
ron camino en la selva virgen, ni el rastro de su paso quedó, como
aconteció al de Opón, por donde penetró Quesada ; además, tanto
los indios como los conquistadores establecieron sus vías por cum-
bres elevadas, no por tener de donde otear el suelo, como es común
lo repitan los ignorantes, sino porque en las amplias faldas de esas
cumbres era mucho más fácil abrir caminos sin grandes obras
de arte, que pretender hacerlo, sin brazos ni herramientas, por cres-
tas más bajas, pero cuyas paredes surgen entonces como terribles
murallones, sin sitio en donde posar el pie ; hoy mismo es difícil
resolver estos problemas, y eso que las condiciones del país son tan
diversas, según se dice. No se olvide tampoco que la selva cubría
más tierra en la época indígena que al presente, y que los españo-
les no poseían mapas del territorio, por lo cual al ocuparlo funda-
ron las poblaciones donde mejor les parecía ; y no siendo posi-
ble abandonar luego esos centros por la riqueza allí acumulada,
los caminos se imponían, y eran los criollos los más interesados en
no variarlos. Tan evidente es lo dicho, y tan hábil fue la elección
4e los asientos de los poblados, que hasta la fecha pocos cambios
se han podido verificar en la materia, aun por las mismas corrien-
tes comerciales, cada día más intensas y deseosas de abrirse ade-
cuados cauces. Y esto es lógico si se recuerda que ya al principiar
el siglo XVII conocían los conquistadores, con notable exactitud, la
topografía del suelo colombiano. Entonces, á zonas tan importan-
tes como el Chocó, se iba desde Cartago en bestia, cuando hoy no
pasan sino peatones, pues dejamos destruir ese camino; el trazo
que ellos hicieron en el Quindío es un prodigio en su género; de
Bogotá á Honda era mejor el camino hace un siglo, que después
de ingentes gastos ; ríos al presente desiertos, se navegaban en esa
época; y por último, hemos malgastado quince millones en oro ha-
ciendo ferrocarriles para no tener ninguno, pues tal nombre no me-
Nueva Geografía t)E ColomiíÁ 765
recen trozos sueltos, y en su mayor parte sitos en las regiones ba-
jas, con el Uem de que aún no se ha podido vencer la ascensión á nin-
gfuna comarca interior, ni en sitios donde no llegfa á 2,000 metros la
altura total, cuando en el Perú y Bolivia hay rieles colocados á do-
ble altura. Y lo dicho de los ferrocarriles, casi se aplica á las carre-
teras, puesto que la de Cambao no es sino un proyecto, tanta es su
estrechez ; y que de Bogotá á Sogamoso no existe todavía verda-
dero camino para carruajes I Quiera Dios que los colombianos
abran los ojos y se convenzan que van por vía errada en preten-
der imitar á los Estados Unidos, 6 sea en hacer grandes ferroca-
rriles antes de construir caminos ; si los quince millones arrojados
al viento se hubiesen empleado en carreteras, hoy tendríamos más
de 250 leguas de ellas, ó sea de Bogotá á la Buenaventura, de
Bogotá al Sogamoso y al Lebrija, y de Medellín al Magdalena, lo
cual equivaldría á asegurar los ferrocarriles para lo futuro y á re-
ducir los fletes, puesto que en ese caso de Guarumo á Bogotá val-
dría $ S la carga, que hoy cuesta % 25 (en oro). En nuestras abrup^
tas montañas la conservación de ferrocarriles á media ladera, es,
por los derñimbes y el clima, asunto tan difícil como construirlos,
por lo cual serán fuertes sus tarifas, y nunca hemos podido enten-
der las ventajas que traerá al p)aís gastar 7 millones para subir á
Bogotá carga á $ 2 en un día, en vez de emplear i\ para traerla
por $ 6 en tres días ; el comercio de la capital no puede aún sos-
tener obra de tanto precio, y que poco ó casi nada recibirá para la
exportación. En Antioquia y Santander, 60,000 cargas por año tam-
jjoco resuelven el problema, y mucho menos en el Cauca 40,000.
La era de los ferrocarriles de vía ancha no ha llegado aún, por
lo costoso de su establecimiento, en las grandes montañas de Asia
y América del Sur, habitadas por pueblos pobres y pequeños ; no
sucede lo mismo con los económicos de vía angosta y con los mo-
norieles, que cuestan lo mismo que una carretera, ó sea de $ 35
á 40,000 la legua, en vez de 200,000. Za gran necesidad del presente
es no gravar el porvenir. Estos conceptos los escribíamos en 1890.
El lector dirá si el tiempo nos ha dado la razón.
El punto capital de nuestros caminos consiste en carecer de
centro ó siquiera de eje natural, cual sucede en países más fa-
vorecidos por la naturaleza, de suerte que en cada una de las zonas
geográficas en que se divide el patrio suelo, presentan sendos nú-
cleos los caminos ; pero núcleos que tienen varios centros y de or-
dinario no ofrecen sólido enlace entre sí, á lo cual se agrega que
dominando en nuestros relieves el rumbo NS., se entiende en el
centro ó sea en la parte donde se agrupa la población, éste viene
á ser también el de las grandes vías comerciales. Estas vías for-
man como una cruz con dobles brazos, en la cual el árbol sería el
Magdalena y las dos traviesas las líneas oblicuas que de Túque-
rres-Pasto y Antioquia pasan hacia Bogotá-Cúcuta- Venezuela la
primera, y hacia Magangué-Riohachala segunda. Sobre esta cruz
se adosan otras líneas no menos importantes, como son las que
surcan las dos grandes mesas, casi paralelamente al Magdalena,
y también la del Chocó, ya marítima en la parte S., como lo es
la que corresponde al litoral caribe de tierra firme. Panamá y la
región oriental constituyen zonas en que las principales vías se di-
766 NuxvÁ Geografía de Colombia
rigen de E. á W., aunque sin faltar las del rumbo dominante en
Colombia. Empero, esto no es todo> puesto que las dos mesas se
unen entre sí por vías transversales, poco numerosas en donde el
relieve de ellas es más dilatado, lo cual da por resultado que el
extenso valle del Magdalena — no la hoya del gran río — resulte
rico en caminos en sus partes alta y baja, y casi carezca de ellos
en la central, la que así viene á ser el polo negativo de nuestra
red caminera^ que en la zona poblada y sin contar á Panamá re-
sulta, por lo mismo, formando corona en torno de esos casi desier-
los pantanos; corona que al S. se prolonga con un apéndice y al N.
se ensancha amoldándose al terreno. JDe lo dicho se desprende
que así como en nuestra orografía é hidrografía tiene grande im-
portancia el Macizo de Colombia, desde el punto de vista de los
caminos puede considerársele como el gran centro natural de éstos
en la República. ¿ Cuál es el estado actual de la red caminera del
país ? La capital, trepada en la cumbre de escarpada mesa, dista
1 8o leguas de Ipiales, 215 de Tumaco, 120 de Buenaventura,
90 de Quibdó, 205 de Lorica, 228 de Cartagena 6 Barranquilla,
234 de Santa Marta, 213 de Riohacha, 105 de Cúcuta, 140 de
Arauca, 120 de Orocué y 200 del Putumayo navegable, guarismos
por cierto desconsoladores por su enormidad. De Ipiales á Carta-
gena hay 340 leguas ; de Ceja á Riohacha, por Bogotá y el Cesar,
3 10; de Turbo á CiScuta, por Magangué, 260, y por elrestilo son
las demás cifras de distancias. Luego tenemos que hace frente á
la conservación de muchos millares de leguas de caminos, lo cual
exige grandes sumas, de que no disponemos, y por lo mismo, certe-
ro juicio para resolver qué vías han de preferirse en la actualidad,
á ñn de mantenerlas en buen estado, ocurriendo al sistema de ca-
minos de privilegio, como único medio de resolver en normales
condiciones tan urgente problema.
En la actualidad, Panamá y el Chocó carecen de caminos,
como que sus hijos prefieren las vías acuáticas más cómodas y eco-
nómicas, y olvidan las de tierra, hasta el punto de no tener sino
una ó dos, que en cada una de esas zonas crucen la respectiva ma-
gistral y sirvan para caballerías. Panamá es superior al Chocó
por su ferrocarril de 16 leguas y por la vía longitudinal de la ver-
tiente pacífica, que no mide menos de 160 leguas de las llanuras
de David al Darién ; el Chocó supera á Panamá en la cantidad de
leguas de ríos navegables en vapor y en barca, con el ítem de que
allí es posible hacerlo hasta el corazón mismo de las serranías y
en toda estación. El corredor interandino, de Ipiales al bajo Cauca,
ó sea en 250 leguas de S. á N., divididas en secciones por obstácu-
los transversales, es sin duda la zona desheredada en caminos úti-
les, y la que cuenta menos vías de continuo uso en todo el año ; el
problema más interesante para esta faja puede decirse está aún sin
resolver ; la cuenca del alto Patía, tanto al E., sobre los grandes
tributarios del Amazonas, como al W. hacia el Pacífico, no cuenta
con caminos para bestias fuera del de Túquerres ; el tráfico se hace
allá con hombres (I), y hasta hace poco estaba sujeta á ser tribu-
taria del Ecuador, por cuyos caminos comerciaba con el Extran-
jero ; Popayán- Valle del Cauca, si bien posee caminos de herra-
dura en ambos lados del río, son largos : al E. todos van al
NuiVA GiOGrAFiA DE Colombia 767
alto Magdalena, de contingencia I navegación, y al W., hacía el.
PacfRco, pero bastante malos para hacer carísimo el transporte, con
el Ítem de que se concentran hacia el S., pues los otros sólo sirven
para de í pie, y van al rio San Juan, que tampoco es TÍa utilizada á
la fecha ; las tierras de Arma y Cabal y de Antioquia están poco
más ó menos en el caso del trozo anterior, puesto que al W. las
Figura 30!^Los fasloi y ei Galera. (De fulografia)
breñas caen al Atratu, río que apenas se navcg;a, y las sendas que
deben cruzar el cañón de Antioquia no dan, en lo general, paso sino
á cargueros, y al E. llevan al Magdalena en zona de difícil nave-
gación, iin que falte alguna que no es de herradura; al NE, los
caminos pasan por la tierra de Remedios-Guamacó y salen á aguas
verdaderamente útiles, lo mismo que algunos de los que giran al N.
y llevan al bajo Cauca, pues los otros, que van al San Jorge y al
Sinii, no sirven para el tráfico de recuas. En resumen, la cresta del
Quindfo al S. y la del Chocó en gran parte de su longitud, carecen
hasta de caminos de herradura ; en el cañón andino las zonas más
favorecidas son las llanuras, por su suelo y sus ríos navegables. E)
valle del alto Magdalena, si bien en lo general se sirve del rfo y
de caminos regulares, que á éste son paralelos, carece de enlace
útil con los ríos navegables del Caquetá y con la cuenca del alto
768
Nueva Geografía de G)lombia
Patía ; al W., en su centro, no hay camino de herradura al Cauca»
y al E., salvo hacia el N., sucede lo mismo para el Caquetá. El
Magdalena central cuenta algunas malas ó peligrosas vías, que de
su orilla conducen tanto hacia Antioquia como hacia Santander,
pero no á Boyacá, Departamento que por lo mismo se encuentra
en peores condiciones comerciales.
El bajo Magdalena, ó sea la llanura atlántica, carece de vías
de herradura tanto hacia el W., al Atrato-Urabá, como al E. ha-
cia Cúcuta-Maracaibo, y lo mismo acaece en la Sierra Nevada de
Santamarta y en algún trecho de las montañas de María ; reciente
es la carretera de Garozal á Told, casi prolongada hasta el Mag-
dalena, pero falta camino bueno por tierra del Banco á Rioha-
cha, no obstante ser todos estos suelos casi llanos : en invierno las
aguas ofrecen por dondequiera buenos caminos, pero en verano no
sólo no sucede esto, sino que cerca de los ríos desaparecen los ya
abiertos con las palizadas y detritus que acarrean las aguas : este
vacío en nuestra red caminera es tanto más extraño cuanto allí la
ganadería es trashumante.
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Figura 303 — El Alto Patía, según la Nveva Gfgrafia de Colomlña
Escala : i : 800,000
Nueva Geografía dz Colombia 769
La mesa oriental está mejor dotada que el resto del país, pues
í pesar de sus páramos, selvas y cañones, guarda caminos de he-
rradura por todas partes, aun cuando algunos son malísimos ; ca-
minos que lo mismo la cruzan de S. á N. que de E. á W., y no exis-
tiendo lagfunas sino de Bogotá al Aríari por Sumapaz, de Tenza
al Llano, de Cocuy y Málaga al río Ele, de Muzo al Magdalena y
al bajo Carare, del Socorro al Opón y de Cúcuta al Magdalena,
aunque en varios de estos sitios no es del todo imposible pasar bes-
tias por las trochas. Los peores caminos son los de Tundama al
Llano, en los que para conducir ganados, con frecuencia hay que
cubrir de paja los pedriscos del suelo, so pena de perder despea-
dos del 20 al 30 por 100 de aquellos animales ; en estamesa los
caminos principales siguen ios valles del Saravita (para caer al
Magdalena por el Sogamosoó Lebrija), el Chlcam'ocha (buscando
á Cücu^ ó el Sarare) y el Punza. Las cuencas de Cdcuta y Oca-
Figura 3C<— El Alio Ifltia, segCn la Carla Ofidal
Escala ; 1 ; 800,000
770 Nueva Geografía de Colombia
ña, si bien están fácilmente unidas á sus ríos (Zulia, Catatumbo),
éstos, que son poco naveg-ables, acaban en suelo extranjero, y aun-
que Ocaña posee buena comunicación con el Magdalena — ^la más
b rata de todas — no se enlaza sino difícilmente con los valles del
Zulia, y esto sólo al Mediodía, faltándole el camino más importan-
te, 6 sea al través del valle del Sardinata. Ciicuta tiene, aunque
malísimo, enlace con Arauca por la terrible selva venezolana de
San Camilo, y Pamplona con Arauquita por el Sarare.
En fin, en la región oriental no hay más caminos que los ríos,
poco naveg"ables en verano, época en que el Llano da paso casi por
todas partes, pero no sucede lo mismo en el Caquetá por lo bravio
de su bosque. La pérdida del portaje de Yavita-Pimichín, vía na-
tural de Bogotá al Guainía por el Guaviare, ha sido puñal clavado
en el corazón del país, que para muchos años perdió todo medio de
ejercer real soberanía en esta hoya del Negro, de tan fácil acceso
á los invasores brasileros. No está lejano el día en que todos com-
prendan cuan perjudicial será en el porvenir para Colombia el
trazo definitivo de su frontera oriental, y cuánto allí perdimos, que
las tierras no valen por su cantidad sino por su calidad ó situación.
Empero, antes de hablar con algún detenimiento acerca de
estas zonas, serán útiles ciertas consideraciones generales sobre las
principales vías del país, tomando á Bogotá como centro, bien que,
como se comprende, en todos lus caminos haya tráfico, que varía
con la importancia de la ruta.
a) Hacia el SW. y SSW. se dilatan lo que llamamos vías del
Pací/ico y de Sur, las que tras separarse en su mitad, puede decirse
vuelven á unirse en su remate: ambos haces cruzan el Magdalena
y trasmontan íntegramente la mesa andina para acabar en la cos-
ta del Pacífico; pero en tanto que las del primero sólo cortan los
caminos interandinos, las del segundo se confunden con ellos en
buena parte de su longitud, repitiéndose allí lo que antes ha pasa-
do en el alto Magdalena : el haz del Sur abarca todas las vías que
de Bogotá bajan á este último valle por las hoyas del Bogotá y del
Fusagasugá, y luego comprende las que corren á los lados del
gran río hasta la confluencia del Páez, donde cruza al W. y se abre
en varios ramales que trasmontan la cresta Quindiana, desde el
Huila á las Papas, para caer unos al valle de Popayán — siguiendo
alguno hasta el Pacífico, — y otros á la cuenca del alto Patía (donde
sucede lo mismo). Llegados al Magdalena, los caminos que giran
por el Fusagasugá, hallan acceso á San Martín, y al ganar la con-
fluencia del Suaza, otro que penetra hacia el Caquetá. Inútil es in-
dicar que de los caminos que van paralelos al gran río, en mayor
número á la I., unos siguen el llano, otros se trepan á las faldas de
la serranía, y todos se unen á cada paso entre sí por transversales ;
exactamente se repite esto en la cuenca del alto Patía, sólo que
allí los caminos no pueden ganar la altiplanicie tuquerreña sino por
la hoya del Guáitara, y el principal grupo de los longitudinales (el
de la L) tiene que trasmontar los estribos mayores de la misma
cordillera Quindiana: en Túquerres, donde el haz gira hacia Tu-
maco, se desprende un ramal que penetra en el Ecuador.
El del Pacífico abarca las vías que de la capital bajan al alto
Magdalena por las hoyas de Bogotá-Negro y cruzan la cresta
NuE^A Geografía de G)lombia 771
Quindiana en Barrag-án y el Quindío: esta última es hoy la mejor,
por lo cual al salir al valle caucano, como la prolong-ación de su
anterior eje cae al San Juan, dobla al S., confundido con los inter-
andinos, buscando á Cali y la Buenaventura. Como se comprende,
la vía más natural no es ésta, sino la que de Bogotá g-uía á ese
puerto por Tocaima, Chaparral y Tuluá, vía que un día, abierto
el Canal de Panamá, seg-uirá el comercio de Bog"otá, para el que
resulta g'ravoso el Mag-dalena, por lo cual creemos muy importante
su apertura, pues por allí ha de pasar el gran ferrocarril del inte-
rior, el de mayor tráfico y menores fletes; así como el camino na-
tural de Bog'otá á Tüquerres pasará por el macizo de Colombia. ♦
b) Hacia Cabal y Antioquia guían nuestros caminos de Oc-
cidente, con análogas condiciones á las de los anteriores : bajan al
valle del Magdalena por las hoyas del Bogotá-Negro, y lo cruzan
para trasmontar más al N. la cresta Quindiana, <5 bien descienden con
el río hasta Nare, para allí girar al W., obligados los primeros á
remontar luego al N., buscando á Medellín, gran nudo de caminos,
aunque algo excéntrico : en Cabal-Antioquia los caminos longitudi-
nales van por ambos lados de la vaguada y cortan los transversales
de S. á N. ; en vez de fundirse en uno, como en Tüquerres, se abren
hacia Urabá, Sinú, Uré, Ayapel, Guamacó : como se comprende,
en la mesa antioqueña los caminos constituyen dos haces por sus dos
cuencas, de Medellín-Rionegro, y al franquear la cresta del Chocó,
ó bien cambian de rumbo para seguir el Atrato-San Juan, ó bien
cruzan la cresta de Baudó, á cuyo respaldo no hay aún en el Pací-
fico puertos de importancia, f
c) Ailántico X : este nombre recibe la vía del Magdalena que,
* De Bogotá á Neiva hay de 9 á 10 días, según el camino que se elija, pues
aunque los mas cortos sólo miden 54 leguas, su mala calidad compensa jornadas
con los que miden 61 : sólo se abrevia el viaje si hay vapor en el no. De Neiva á
Popayán se gastan 7^9 días, con las mismas condiciones ; de Popayán á Pasto 9
á 7, y al Pacíñco 5 por Micay y 9 por Cali ; de Pasto á Ipiales 3 días, á Barbacoas
9f y 3 de aquí á Tumaco. De Neiva á Ibagué 7 días; de Ibagué á Manizales 6 7
á Cartago 3; de Popayán á Buga 8, de Buga á Jericó 18, y á Manizales por Car-
t^go 8 ; de Buga á Cali 3, y de aquí á la Buenaventura 4.
t De Bogotá á Ambalema 3 días, y á Honda 3; de Ambalema á Manizales
4 días; de Honda á Manizales, Salamina ó Sonsón 4, á Rionegro 5 y á Nare 3 ;
de Manizales á Salamina i, de aquí á Salamina 2, de aquí á Sonsón 3, de aquí
á Rionegro 2, de Salamina á Medellín 4; de Jericó á Medellín 5, y á Antioquia 4 ;
de Rionegro á Medellín i, de aquí á Antioquia 2, al río Sucio 8, ¿ Yarumal 3, á
Guamacó 10 y á Ayapel 13 ; de Nare á Medellín 4 ; de Jericó á Quibdó 6 días, &c.
X £n el río Magdalena, de Honda á Barranquilla se cuentan 201 leguas que
se bajan en 50 horas y se remontan en 104, término medio; de Honda (Yeguas)
á Nare hay 30 leguas, de Nare á Puerto Berrío lo, de aquí á Carare 1$, de aquí
á Paturia 25, de aquí á Bodega Central 15, y 6 más á Puerto Nacional; de aquí
al Banco 19, y 29 mas á Magangué; de aquí a Zambrano 15, de aquí á Río de
Jesús 2, de aquí á Calamar 14, y 15 más á Sitionuevo, y de aquí 6 á Barranquilla.
Del Banco á Valle Dupar, por tierra, 7 jornadas, 2 más á San ^uan de Cesar, y
otras 4 á Riohacha ; 9 de Zambrano á Santamaría, y 8 de acjuí á Valle Dupar^
20 horas de Sitionuevo á Santamaría, por agua. De Magangué á Corozal y Chinu
3 días, y otro tanto m;is á Lorica y Cereté; 2 de Zambrano al Carmen ; 4 de Ba-
rranquilla á Cartagena, por tierra, 15 horas de Cartagena á Calamar, por agua ;
4 días de Ayapel á Sahagún, 2 de aquí á Corozal, 2 de Corozal al Carmen, 3 de
aquí á Mahates, de donde hay 2 á Cartagena y 5 á Barranquilla ; 3 de Corozal á
San Onofre ; I de Cereté á Montería, y 6 más á Tucura. De Cartagena á Colón
hay 87 leguas por mar; de Colón á Barranquilla 115, y 122 á Santamaría.
jy2 Nueva Geografía de G)loiibia
según dijimos, va soltando ramales en todo su trayecto hasta Ba-
rranquilla : á la I., primero penetran hacia Antioquia (Nare, Puerto
Berrío, San Bartolomé), y luego en Bolívar (Simití, Magangué,
San Juan, Calamar), aunque en muy diversas condiciones ; en Ma-
gangué se unen á los que de Antioquia descienden por el bajo Cauca
y el San Jorge, y en San Juan entran á las sabanas de Corozal, que
con bastante facilidad dan paso tanto hacia el Sinii como hacia
Morrosquillo, bien que más al N. la sierra de María sea obstáculo á
los caminos transversales, aunque varios la surcan de S. á N. para
ir á concluir, como los que orillan sus faldas, en el Dique 6 canal
que conduce de Calamar á Flamenco ; en fin, abajo de Calamar hay
caminos de S. á N. por las depresiones de Tierra-adentro, cortados
por otros de E. á W., toda la cual red, con obstáculos en Guájaro
y Tubará. une á Cartagena con Barranquilla. La red del Sintí, en lo
general se reduce á vías próximas al río, salvo en la llanura de
Cereté, donde su numero y extensión aumenta, y dicho queda cómo
escasean los enlaces entre ella y el Chocó. A la D. del Magdalena
los caminos guían hacia Santander (Carare, Opón, Sogamoso, Le-
brija, Gloria), y en seguida penetran en las amplias llanadas del
Cesar: en primer término, y por los lados de Zapatosa, giran hacia
el Valle de Upar, por ambas márgenes del Cesar, para bifurcarse
allí y crear hermosa red que en doble haz (Guerrero, Ranchería)
alcanza á Riohacha : de éstos, la que sigue con el Ranchería irradia
senderos hacia Maracaibo y la Goajira, así como de los extremos
de la otra, la de Valle de Upar-Riohacha, arrancan los que envuel-
ven á la Nevada — cruzada por senda en su f)arte E. — y van de
Banco-Riohacha á concluir en Santamarta, uniéndose dos veces al
haz que orilla al gran río desde el dicho Banco hasta Sitionucvo.
d) Norte y Noroeste, De Bogotá hacia Ciícuta y Ocaña giran
las vías que se designan con estos nombres, unidas primero y aleja-
das luego hasta distar muchas leguas, causa esto de que en el re-
mate no se fundan como las del Sur y Pacífico en Tiíquerres, y
adquieran importancia las transversales, tanto más cuanto dan
paso del bajo Magdalena á Venezuela. L-a vía Norte remonta el
valle del Funza, corta las cabeceras del valle de Tenza, hacia el
cual suelta ramas, entra á la cuenca de Hunza, que cruza en todas
direcciones, y en su extremo NE. se divide en dos haces, uno por
cada banda del Chicamocha, los cuales, después de cortar centena-
res de estribos, van á fundirse en el Almorzadero, tras soltar desde
Gachaneque hasta aquí ramales á Lciva, Charalá, Onzaga y Gua-
ca por una parte, y por otra á Recetor, Labranzagrande, Paya y
Salina de Chita. Después del Almorzadero la vía Norte se ensan-
cha en red en la cuenca de Chitagá (origen de caminos al Sarare,
al Táchira, al Zulia y al Lebrija), y de nuevo reducida en la hoya
del Pamplonita, llega á Cücuta, gran centro de caminos, todos de
grande importancia: al N., ferrocarril y carainoal Zulia navegable;
al E., á Venezuela, al W., á Ocaña y Soto. La vía del Noroeste
por la hoya del Neusa gana los llanos de Ubaté, y luego el cañón
del Saravita, que surca también en doble haz para ganar lo mis-
mo la mesa de Bucaramanga y la hoya del Lebrija, los que fun-
didos en uno solo entran á la mesa de Ocaña, llena de vías longi-
tudinales y transversales ; en el trayecto de Moniquirá á la mesa
Nueva Geografía de Coloubia
de Caraba se desgaja i la D. la gran red que se dilata de aquella
mesa hasta el tomo de la Rusia. Recordando que en estas zonas
predominan los cañones calcáreos como lecho de los r(os, se ten-
drá idea de las dificultades de tales caminos •.
e) OrirnU. Es la red más compleja por su rumbo y enlaces ;
lleva especialmente tal nombre la vía que de Bogotá guía hacia
^Figura 305— Valle ile P^nsltará, según un dibujo ile ta Comiii
Inédito
Villavicencio-Cabuyaro, atravesando las cuencas de Cáqueza-Ga-
chetá (que surca de N. á S. la que viene de Tenza); vías que en
la llanura bajan al S. hasta Arama y remontan luego al N., por
* De Bogóla á Zipaquirá 1 día, de aquí á Chiquinquirá z, de aquí al Puente
NacioDal i. de aquí al Socorro 3, de aquí á Bucaramanga 3, de aquí al Magda-
lena 4, y 7 i Ocana ; de Üca'la al Magdalena 2 díai, y 5 á CúcuU ; 1 de aquí i
Pamplona, 4 de aquí á Suata, 1 de aquí k SanU Rosa, 1 más á Tunja, y 3 de
aquí k Bogotá. Hay s días de Bucaramanga i Cúcuta, 3 de la misma á Charalá,
y 3 mis de ahí á Santa Rosa ; z días de Tunja á Sogamoso, 4 mái de aquí al Co-
dj'i y po' ultimo I de Tunja á Leiva, y otrode aquí á Moniquirá. que dista |dcl
PacDleNacional.^islantel de Vélei. Del .Socono i Chucuríhay 3 diu, y l mis
al Sagamttto.
774 Nueva Geografía de Colombu
el pie de la mesa oriental, hasta Arauca, desgajando ramales á los
puertos de los ríos, á la vez que se enlazan con los remates de los
que originó la importante red del Norte f.
Tal es en conjunto la red caminera del país, y vamos ahora á
ver, por regiones geográficas, la manera como en ellos se agrupa
y comunica la población.
I. La Mesa Andina. Los caminos que en el Ecuador surcan la
intercordillera se reúnen al N., hacia Susa, para franquear el paso
de Huaca y descender á Tulcán, primera población de la mesa Tu-
querreña, pero aun tierra extranjera ; á los lados de esc camino
simples sendas cruzan la cresta en Chiles y Los Ricos. De Tulcán
hacia el N. vuelven á multiplicarse los caminos que, fuera de los
transversales, toman como direcciones principales las de las hoyas
del Males y del Sapuyes, para reunirse luego, cuando estas aguas
forman el Guáitara, bien que allí vuelvan á separarse para envol-
ver la masa del volcán de Pasto. Del grupo de Sapuyes se despren-
den las vías que descienden á las hoyas del Mira, bajo Patía (Bar-
bacoas) y Pacual, aquí paralelas á las que bajan por el Guáitara,
con las cuales se unen para surcar la llanura Patiana y terminar en
el Tambo, no sin dar algunas trochas hacia el bajo Chocó. El otro
grupo, el que pasa por Pasto, cruza allí al N., y franquendo ríos y
altos estribos, avanza hacia Popayán : en $u trayecto suelta trochas
al Caquetá y hacia el alto Magdalena, y se une á cada momento al
primer grupo por medio de transversales. En el valle de Popayán
no cambia el régimen de los caminos, como no cambia mucho la
topografía del suelo : un grupo sigue por el llano ribereño del Cau-
ca, próximo á la cresta Chocoana, el otro corta estribos al pie de
la Quindiana, y juntos salen por fin al valle caucano, donde se pre».
senta un cambio : por la L del río van cercanos dos caminos — el
inferior de los cuales se pierde ó poco menos en invierno — que á
últimas se abren, pues uno sigue al valle del Risaralda y otro tre-
pa á la cumbre de Belalcázar, por no dar ya paso las márgenes
del río principal ; por la D. hállase en primer término una red im-
portante, la cual hacia Buga se funde en una sola, que sigue hasta
Cartago, nudo importante donde se desdobla para llegar ala tierra
de Arma, aunque estas vías confluyen en verdad sobre Manizales.
En tan largo trayecto y hacia la L arrancan vías al Chocó
por las hoyas del Micay, el Dagua y el Garrapata, y á la D. hacia
el alto Magdalena por las del Páez, Saldaña y Coello. De Mani-
zales á la mesa antioqueña puede decirse que la vía es única^
mientras se hace doble á la L del Cauca, pues la del Risaralda
sigue hacia el San Juan y la de Belalcázar pasa á Caramanta : las
transversales son pocas.
En esta zona hay una gran transformación en la red, exigida
por el relieve: el cañón del Cauca es recorrido longitudinalmente por
^'t. t I^e Bogotá á Cáqueza li días, 2 más & Villavicencio, y de aquí 15 á Arair-
ca y 6 á Cabuyaro, de donde 4 por agua á Orocué. De Cáqueza á Gacheta 3 días,
de aquí á Medina 3, de Gacheta á Tenza x^, y de aquí á Tunja 2. De Medina á
Labranzagrande 7, de aquí á Nunchía 2, de aquí á Moreno 2, y de aquí á Arauca
7. De Labranzagrande 3 á Sogamoso, de Moreno 3 á la Salina, i de aquí á Co-
cuy, y 7 de Nunchía á Cravo, que dista 3 de Arauca y 4 de Orocué.
Nueva Geografía de Colombia 775
malas sendas, mientras la mesa guarda á la D. el haz de Ríonegro,
que guía á Remedios y Guamacó, y á la I. el de Medellín, que pasa
también por Santa Rosa, donde se desdobla : una vía va á terminar
en el Nechí ; otra en la zona atlántica, tras cortar el Cauca y di-
vidirse en dos para ganar al San Jorge y al Sinü : en la mesa y el
cañón hay numerosas transversales. En el trayecto indicado, del
haz de la D. parten caminos á la vaguada del Magdalena por las
hoyas del Lagunilla, Gualí, Guarinó, La Miel, Nare, San Bartolo-
mé, Simití, y del de la I. á la del Atrato, por las del Andágueda,
Murrí, Sucio y León.
De la frontera ecuatoriana á Popayán tenemos, pues, que los
caminos surcan la intercordillera por la cuenca del alto Patía, y
si todos entran á Colombia en la mesa tuquerreña, al descender de
ésta, unos toman por el Pacual hacia la llanura, otros pasan por
Pasto hacia la misma, y otros por ese volcán ganan á Popayán,
cortando breñas y ríos, para formar lo que s« llama el camino de
los Pueblos, en su fin al casi unido á los dos anteriores que entran
por el Tambo al valle de la capital de la antigua Cauca : sin duda
que el de los pueblos es más duro y prolongado *, pero en cam-
bio no cruza zonas malsanas como los del llano, sobre todo del
que baja por el valle del Pacual. Lo mejor es, por lo mismo, combi-
* Lame&atuquerretía está ocupada por 16 Municipios cuyas cabeceras son
pequeños pueblos, con excepción de Ipiales y Túquerrcs y varios caseríos. Los Mu-
nicipios están repartidos asi : Túquerres occidental : TÍ'QUERRES, 12 millares de
habitantes (en 1890); í?jr//>/a, 3; .Sa/í/^«, 4; Contadero^ 3; Pastas y 2; Car/osa^
mOf 2; Cumbal^ 5 ; y Guachucal^ 5» Túquerres oriental : Ipiales, 15 millares de
habitantes; Potosí^ l ; PuerreSy 6; Funcs^ 3; Imues, 2; lies, 3; Gualmatán^ 2 y
Pupiales 5, de donde resulta que en esta mesa hay más de 70 millares de habi-
tantes que viven principalmente en una zona de 50 leguas cuadradas, en las que
hay puntos en donde es tan densa como en las más pobladas campiñas de Euro-
pa ; población que casi por mitad se reparte entre las dos mitades de la mesa,
variando sólo la posición de su principal núcleo, pues en la I. se halla al N. (Tú-
querres) y en la 1). al S. (Ipiales) y muy próximo á Tulcán. Las cabeceras de
estos Municipios están á considérale altura; ninguna de las de la mitad I. á me-
nos de 3,000 ni á más de 3,300 sobre el mar, mientras lis de la D. varían más,
pues si entre los mismos límites se hallan las situadas á la I. del núcleo, salvo
Imues (2,500 metros), las de la opuesta banda rebajan pronto su nivel (Funes,
fronterizo de Imues, 1,850) á causa del cañón del Guáitara, en cuyo flanco están
ediñcadas mientras los otros ocupan las altas llanuras ó las colinas que en ellas
surgen. Como en esta cuenca la mayor anchura no pasa de 8 leguas y de 12 la ma-
yor longitud, resulta que de pueblo á pueblo las distancias son cortas. Concluire-
mos lo que á Túquerres serenere, con algunos datos comerciales: en estos últimos
tiempos anualmente pasan de Ipiales á Tulcán 150 mil kilogramos de azúcar, zo
mil de panela, 15 de maíz, 2 mil de harina, 7 á 8 mil de manufacturas, muchos
miles de kilogramos de frutas, en especial limones (2,000), naranjas (1,500) jco-
cos; 13 á 14 mil cueros, 3 á 4 mil reses, bastante madera, &c., por lo cual ya no
es posible mirarla con tanto descuido como hasta hoy. En los primeros meses de
1892 se vendían en esa tierra : arroba de azúcar á $ i, de panela, á 0-65, de
ullucos ó maíz á 0-20, de papas á 0-40, de trigo á 0-25, de plátano áo-30, y ca-
beza de ganado vacuno á 9 S. La mesa tuquerreña vale hoy 12 millones.
Al N. de la mesa tuquerreña la topografía se modiñca hondamente y con
ella la dirección y condiciones de las vías. La población en la zona en referen-
cia se agrupa así : en la hoya de Pacual están los municipios de Yascual^ 2 mi-
llares de habitantes; GuachaveSy i, y SamaniegOy^\ que comprende la aldea de
Panga y de consiguiente toda la mitad baja de la hoya, que así resulta poco po-
blada, puesto que en núcleo de 40 leguas cuadradas apenas cuenta poco más de 8
mil habitantes. £n la segunda mitad de la hoya del Guáitara están Yacuanquer^
3 mil habitantes; Tangua^ 5; Guaiiarillay 4 ; Consacáy 2 ; Ancuyá^ 2; Sandoná, 5,
776
Nueva Geografía de Colomiu
nar los dos, no empleando el del llano sino en su parte alta y al
parecer más sana. De sobra está advertir que el invierno es época
en que de ordinario casi se acaban esos caminos, lo cual disminuye
mucho el tráfico, en especial si la estación lluviosa se prolonga en
demasía.
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Figura 306 — El alto Ouáitara, según la N'ucva Geografía de Colombia (A) y según
la carta oñcial (B) — Escala: z :800,00o
y Uñares^ 3, cuyos 25 mil habitantes ocupan un núcleo de 50 leguas cuadradas.
£n la pequeña hoya de Pasto se encuentran Tambo, 5 millares de habitantes.
Florida^ 5, y Pasto 30, 6 sea 40 mil habitantes, en poco más de 10 leguas cua-
dradas, y en el resto de la del Juanambú, Buesaco 2 y Berruecos, 3, ó sea unos
10,000 á lo más, en un núcleo de más de 90 leguas cuadradas. En la del Mayo^
en núcleo de 15 leguas cuadradas, hallamos 29 millares en los Municipios de La
Cru%, 4 ; San Pablo, 3 ; La Unión, 5, y Taminango, 3. El resto de la cuenca no
está ya bajo la inmediata influencia de Pasto. Ix)s indicados 21 municipios
Nueva Geografía de Colombia 777
Veamos cuál es la vida de esta zona. En la llanura del Patía,
salvo reducido cultivo de frutos para el comercio local, prevalece
la ganadería, que deja buen provecho, pues vive exenta de toda
plaga, y envía sus productos, excelentes siempre, hasta Antio-
quia. Las breñas de Al maguer producen víveres que negocian con
las vecinas. La región pastusa hacia el Guáitara-Juanambtí pro-
duce algdn café y mucho henequén, base de activo comercio, así
como en el resto trigo en abundancia, de primera calidad, el que
se lleva tanto al N. como al Ecuador, y bastante achiote. Las tie-
rras cálidas del Guáitara dan frutos y gran cantidad de dulce en
sus plantaciones de caña. La región llana de Ttíquerres alimenta
ricas vacadas y cosecha papas y ocas. El maíz y el plátano son
de general cultivo como base de la alimentación del pueblo.
En Pasto y Tdquerres la industria es activa : se fabrican pe-
llones, ponchos (ruanas), capisayos, fajas, lienzos, mantas, bayetas,
frazadas, tapetes, sombreros de lana (monteras) y paja, esteras,
canastos, ollas, zapatos, monturas, alpargatas, cabuya, costales,
hules, aceite, juguetes, mochilas, totumas, y sobre todo multitud de
objetos de madera, cubiertos con el renombrado barniz de Pasto
(traído de Mocoa). Los tejidos son buenos, durables, de gusto y
gozan merecida fama. De ordinario casi todas las casas son fábri-
cas de tejidos, y hoy, aunque en pequeño, se produce ácido sulfúrico
para las necesidades de la industria, bien que ésta sea aún rudi-
mentaria.
<l 10,000 habitantes) ocupan, pues, todo el país de los Pastos (300 leguas cua-
dradas), en lo general bastante bien poblado y cultivado en la zona montañosa
de tierra fría ; las cabeceras de esos municipios están situadas á la más varia al-
tura, entre 600 y 3,000 metros.
I.as cifras de altitudes insertas en la altimetría demuestran cuan quebra-
dos son los caminos de este país de los Pastos, donde en un día de jornada, con
frecuencia hay que salvar hasta 2,600 metros de altura, y sin embargo tal relie-
ve no ha sido obstáculo al progreso de esta zona, que en abundancia produce
cafe, agave, cacao, excelente trigo, &c., y hoy vale 10 millones; ¿cuánto au-
mentará esta suma el día que Pasto tenga buen camino de herradura á Barba-
coas? £1 resto de la cuenca del alto Patíalo constituyen la llanura del mismo
nombre y Jas breñas de Almaguer.
Todos los caminos franquean obstáculos serios, anchos ríos 6 ásperas cu-
chillas, por lo cual los longitudinales resultan con positivo valor militar, como que
cruzan múltiples y excelentes líneas de defensa, un tanto débiles, es cierto, en la
llanura ; Bolívar-Almaguer viene á ser el centro de la zona, pero verdadera base
de operaciones no puede establecerse sino en la línea Tambo-Popayán. La po-
blación no es densa en esta cuenca ; en la llanura apenas se cuentan 5 mil habi-
tantes, que ocupan núcleo de 50 leguas cuadradas, formando tres municipios ;
Rosario^ I millar habitantes ; Mercaderes^ 2,000 y Patia 3 mil ; en la montafia hay
más de 36,000 distribuidos de vario modo. En las breñas de Timbío, 10,000 en
núcleo de 20 leguas cuadradas y repartidas en los Municipios de Timbio^ 3; Do-
lores 2 ; y la Sierra 3 ; en la hoya del Guachicono 5,000 en 30 leguas cuadradas,
donde forman los municipios de Arbela, 2,000; La Vega^ 1,600, y Rioblanco^ 2,000 ;
en la hoya del San Jorge, 21,000 en 30 leguas cuadradas que encierran los muni-
cipios de Almaguer^ 8,000 habitantes; Bolhar^ 6,000; San Lorenzo^ 2,700, y San
Sebastián^ 3>ooo. Las distancias entre estos pueblos son bastante crecidas por lo
extenso del área que ocupan, y porque están á las alturas más varias, desde 600 á
2,500 metros, y de ordinario en espesas breñas.
Carecemos de datos sobre la producción detallada de esta zona, que sólo
vale 4 millones y cuenta 200 leguas de caminos usados.
Nuera Geografía de Colombia tomo i — 50
77S Nueva Geografía de Colombia
La región del alto Patía sufre con la falta de buenos cami-
nos, pues aun cuando explota más de 300 leguas, por las que pasan
bestias cargadas, éstas no pueden ir á Mocoa, ni del llano patiano
á la Costa, por lo cual la zona está sometida á las influencias de
Popayán y Quito : de Popayán hasta el Mayo por su relativa proxi-
midad; á Quito desde el Mayo á Ipiales; porque además de hallar-
se esta porción en la misma mesa de Popayán á Ipiales, median 68
leguas, en tanto que de Ipiales á Quito no se cuentan sino 43 de me-
jor piso. Las aguas poco neutralizan esta situación, pues dicho que-
da en otro lugar que el gran río Patía no es camino ütil, y sólo se
le navega 13 leguas, y eso en la llanura baja. Todas estas consi-
deraciones indican cuan necesario es que unamos nuestro extremo
Mediodía, el Sur, al interior del país por buenos caminos que á lo
menos permitan ir de Popayán á Ipiales en los mismos cinco á seis
días que hay de allí á Quito, y mejorar el camino de Tüquerres á
Moca por Pasto, como el medio más eficaz de redimir estas riquí-
simas comarcas, en donde la población se ha agrupado, siguiendo
las influencias indicadas, con detrimento del progreso y equilibrio
del conjunto, lo que no podía suceder de otra manera, merced al
descuido con que hasta hoy hemos visto ese valioso rincón del país^
tan lejano aún de los antioqueños, muy superiores como auxiliares
á los hijos del valle caucano, quienes presos entre montes, no están
en condición de ayudar con sus brazos á los vecinos de Almaguer,
para llenar el vacío que existe entre Popayán y Pasto, tierra esta
ultima donde la población aumenta, por fortuna, con bastante ra-
pidez.
La proximidad de las ricas tierras de Pasto y Túquerres á
una provincia extranjera bien poblada pero de suelo menos feraz,
ha hecho á ésta tributaria, desde el punto de vista agrícola, y á su
turno la mayor cercanía de Quito ha invertido este orden, en ma-
teria comercial, como era lógico, de donde la importancia cre-
ciente de Tulcán, antes permanente depósito de mercancías por
valor de medio á un millón de pesos, suma en que valorábamos el
contrabando anual de nuestras provincias del Sur, antes de abrir el
camino de Barbacoas y rebajar los derechos de importación de
los artículos de lujo en Tumaco, invirtiéndose el fenómeno después
de realizadas esas medidas.
Y no concluiremos con esta cuenca del alto Patía sin indicar
que allí es en extremo barata la vida, lo cual la hace tierra de
promisión para los extranjeros, circunstancia que depende, es cier-
to, de la dificultad de exportar sus frutos, que en lo general se
consumen allí mismo ; pero no se olvide que por esta zona cruza el
camino del Caquetá al Pacífico, y que en las costas de este Océa-
no nuestros hermanos pagan ciertos víveres á precios fabulosos.
Al N. de la cuenca intercordillerana del Patía se encuentra
agreste país, en cuyo seno se dilata el llamado valle de Popayán,
casi unido al del Cauca, lo mismo que al del Patía. La zona de
que vamos á tratar carece de unidad y abarca porciones bastan-
te diferentes entre sí : el macizo Colombia, que sabemos guar-
da los orígenes de los mayores ríos, íntegramente colombianos, y
por lo tanto, los pasos y caminos que reúnen las cabeceras de sus
hoyas ; la llanura de Calibío, paso obligado entre la del Patía y
Nueva Geografía de Colombia 779
la del Cauca ; las breñas de Silvia, adosadas á las de Tierraden-
tro ; y las de Toribío y Tunia, que unen éstas á los flancos de la
cresta Chocoana, que aquí da paso fácil hacia el Pacífico *. De lo
dicho resulta que naturalmente esta zona se parte en dos mitades
bastante análogas á la de la anterior, ó sea á la I. llanura y ba-
jas montañuelas, y á la D. crecidas breñas á que uniremos el ma-
cizo Colombia, y que resulta tripartida á causa de la diversa direc-
ción de los valles principales, como que son perpendiculares entre
sí, siendo á la vez de los dos la más extensa, pero no la más rica ni
la más productiva. En época anterior fue g"rande el progreso de
esta comarca, que hoy se mira arruinada y en decadencia ; pero
son tantas sus fuentes de riqueza y tan magnífica su posición geo-
gráfica, que es imposible abrigar dudas sobre su futuro. Mili-
tarmente considerada la vieja metrópoli caucana, resulta que ocu-
pa sitio de importancia suma en el país (sobre todo hoy que las
actuales armas la enlazan mejor al Tambo), de lo cual dan buena
prueba las cuarenta veces que en ella y por ella se han librado
reñidos combates en sus calles, pues no sólo es estratégica sino
también táctica su importancia, como es hermoso su paisaje.
En lo referente ¿comunicaciones, Popayán-Tambo es un cen-
tro no menos importante, puesto que la llanura de Calibío permite
fácil construcción de carretercS y las montañas dan paso fácil tanto
hacia el Tolima como hacia el bajo Chocó. Hoy convergen á esta
zona cinco vías del valle del Cauca, tres de la cuenca patiana y
seis del alto Magdalena, sin contar las sendas de á pie ni el camino
que se construye hacia el Micay, por lo cual no puede estimarse
en menos de 120 las leguas de caminos que allí tienen algún tráfi-
co y sirven á 50,000 moradores fijos.
El feraz y hermoso valle del Cauca J agrupa en las dos por-
ciones en que lo divide el relieve del terreno, más de 1 70,000 al-
mas, variamente repartidas en tan extensa tierra, que no guarda
* La pequeña extensión que hemos llamado breñas de Popayán, igual en
valor á la anterior, cuenta 56 mil habitantes, de ellos 24 mil en las serranías y
32 mil en la llanura y zona menos poblada, les cuales distribuiremos. así : Valle
de Jámbalo (núcleo de 10 leguas), 5 mil habitantes en los Municipios de Jamba-
lóf 1, 200, y Toribío, 2 mil; Valle del Ovejas (15 leguas) 6 mil en los de Tunia,
3 mil ; Pescador, 12 mil, y Caldono, 3 mil; Valle del alto Piendamó, 10 mil (6 le-
guas) en el de Silvia; Valle del Cofre, 6 mil (8 leguas) en los de Totora, 2 mil,
y Patiiquitá, 4 mil ; altos valles del Cauca, 3,000 (12 leguas) en los de Puracé,
2 mil, y Coconuco, 2 mil ; llanos del mismo, 24 mil (30 leguas) en los de Po payan,
12 mil; Calibio, 3 mil ; Cajibh, 5 mil y Tambo, 5 mil, y bajos valles del mismo
2 mil (10 leguas) en el de Morales, Como la zona no es grande y en su fondo
se aglomera la población, los pueblos y aldeas están relativamente próximos en-
tre sí y se agrupan por zonas de altitud. Aunque muy quebrado el sucio, las
diferencias de alturas no son sensibles dentro de la cuenca y no alcanzan eleva-
da cifra en las crestas laterales. Barata es la vida en esta zona, pero sobre su
producción faltan detalles de cierta especie, necesarios para consideraciones de
otro orden.
X Entremos en algunos pormenores sobre este rico valle : puéblanlo 1 75 mil
habitantes, de los que 54 mil moran en la banda I. y 121 mil en la D., ó haciendo
otra partición : 108 mil al S. en la gran llanura, 37 mil en la cintura y 30 mil
en la sección N., sin comprender la hoya del río La Vieja. En la gran llanura y
en un núcleo de 100 leguas cuadradas los loS mil habitantes forman los Muni-
cipios de JamufuUj 6 mil habitantes ; Cali, 25 mil ; Yumbo, 2 mil ; Vijes, 2 mil
y Yotoco, 2 mil, en la banda I., y Buettosaires, 5 mil ; Santander, 6 mil; Calato, 5
mil ; Corinto, 2 mil ; Zelandia, 3 mil ; Florida, 5 mil ; Candelaria, 8 mil ; Pradera^
78o
Nueva Geografía de Colombia
hoya secundaria de importancia. Varias veces hemos dicho que
el valle, encerrado por montañas, carece de fáciles salidas para sus
ricos productos, por lo cual resulta poco menos que inútil la natural
y buena vía interior que le ofre-
ce el río para vapores, dobla-
do su valor con el hecho de ser
flotables muchos de sus afluen-
tes : la abundancia de aguas
en invierno, si perjudica el mo-
vimiento de las recuas, en
cambio establece múltiples
vías para barcas, lo cual aba-
rataría mucho los transportes
si con un esfuerzo se las arre-
glase convenientemente. Co-
mo en el valle todas las po-
blaciones están situadas en la
llanura, resulta que las vías
que surcan ésta son numerosí-
simas, tanto transversales co-
mo longitudinales (250 leguas
de tráfico seguido), sin otro
,,. - T. • 1 .' 1 /« 1- obstáculo que ciénaeras y ríos,
tigura 307 — Posiciones relativas de Cali ^»^'^"' y* , o, ■'. '
y Palmira. según la Xiuia Ceof^rafia muchOS de los CualCS tienen
de Colombia (B) y según la Carta ofi- hoy puente, y por lo mismO
cial (A)— Escala: 1.800,000. que el suelo da paso por todas
partes, la cintura indicada,
por reunirías en grupo compacto, adquiere gran valor, y allí se ha
decidido siempre la suerte del valle cuando ha sido teatro de opera-
5 mil; Palmira, 20 mil ; Cenito, 7 mil, y Guacari^ 7 mil, en la D. En la cintura
(40 leguas cuadradas) están los de Bolívar^ 2 mil, y líuasaná, 2 mil, á la I., y
Bug A, 18 mil, San Pedro, 3 mil ; TtduA, 5 mil ; San Vicente, 3 mil, y Bugaia-
f'rande, 4 mil, en la I). En tin, en la parte N. (40 leguas cuadradas) y á la I., há-
lanse Roldanillo, 6 mil habitantes ; Hato de lentos, 2 mil ; Toro, 4 mil, y Anser-
manun'o, 2 mil, y en la 1). Zarzal, 3 mil ; Victoria, 2 mil; Obando, 2 mil, Car-
TAGO, 16 mil, los 6 mil en el valle de La Vieja. Todos estos Municipios están
en la llanura, 6 poco menos, por lo cual la altura de las cabeceras se halla com-
prendida entre la del paso de La Balsa, 930, y la del raudal del Virginia (900),
salvo Buenosaires y Santander, que ocupan el extremo meridional, y Anserma-
nuevo, que está en el septentrional, todos éstos en la falda del marco : la altura
media resulta ser 960.
Es este un suelo que vale 28 millones de pesos, y cuya principal riqueza
consiste en ganados, tabaco (sobre todo en Palmira), cacao, café y algunas
minas, fuera, se entiende, de los frutos que constituyen la alimentación de los
habitantes; en el primer trimestre de 1890 produjo para la exportación: 275,000
kilogramos de cacao, con valor de $ 100,000; 40,000 id. de café en $ 24,000 ;
100,000 id. de cueros en $ 25,000; 60,000 de tabaco en $ 16,000. La producción
anual de café excede ya al millón de kilogramos, la de cacao no es inferior, la
de tabaco aún es pequeña. También produce bastante azúcar, cigarros, &c. £1 co-
mercio con Antioquia está representado por el envió de un millón de kilogramos
de cacao, diez mil de tabaco, doscientos mil de anís (cuyo principal cultive está
en el Mayo), y numerosas bestias ; en retorno entran unos 250,000 kgs. de mer-
cancías extranjeras, á que se unen los 50,000 de mercancías y sal qne llegan por el
Quindio, vía por la cual pasa al Tolima bastante ganado, algún anís, cacao, &c.
Pequeño es, como se ve, el producto del valle, en el cual las distancias son ya
considerables, no á lo ancho, puesto que la vía más extensa no excede de 6 leguas,
sino en las de S. á N.
Nueva Geografía de Colombia 781
cienes militares : de Tuluá á Cerríto se han librado importantísimas
batallas en todo tiempo, realzada esta característica con la opuesta
dirección de los grandes caminos y los ríos caudalosos del valle,
de ordinario apoyados por uno ó más pueblos y caseríos. La mis-
ma riqueza del valle atrae los ejércitos, pero es una riqueza singu-
lar, ya que el producto de su suelo figura muyen segundo lugar en
lo que á exportaciones se refiere ; hasta la harina la recibe del
Extranjero, no obstante lo adecuado del terreno para la siembra
de toda especie de vegetales.
La tierra de Arma y Cabal ^ tan importante en la economía de
la mesa andina por ser la natural transición y enlace entre Antio-
quia y Cauca, propiamente dichos, era, hasta hace poco, un desier-
to en la segunda de sus porciones ; desierto que separaba los dos
pueblos con una especie de Marca que contribuía á evitar se fun-
diesen en la frontera esos diversos hombres, los cuales poniéndose
en contacto repentinamente, tendían, como era natural, á mirarse
con malevolencia, á pesar del lazo que la naturaleza había dado á
las zonas que ellos habitan. Hoy tal estado de cosas cambia *, y ya
domado el suelo en Cabal, como lo estaba hacía algún tiempo en
Arma, los dos pueblos se enlazan por medio de un grupo mixto
que evita aquel brusco contraste y cada día hace desaparecer algo
del antiguo odio de razas, con inmenso beneficio para el país, pues-
to que los habitantes de la mesa andina deben formar una suya,
homogénea si se quiere, que produzca todo lo que es posible ex-
traer á su privilegiado suelo ; esto por una parte, que por la otra,
la vía natural del comercio, de esa mesa pasa por entre las crestas
que la enmarcan y liene su centro en la llanura caucana : Pasto,
Cali, Palmira, Cartago, Pereira, Manizales, Medellín, Zaragoza,
no pueden hacer casa aparte ; y creemos que hoy nadie negará lo
atrás dicho, sobre todo si se atiende á la creciente producción agrí-
• La tierra de Arma y Cabal, que progresa con rapidez merced á la inmi-
gración antioquefia, vale hoy 15 millones en la sección caucana y 18 en la an-
tioquefia; en la primera, en buena parte debido á las minas que se explotan en
Belalcázar. Esta zona, que pronto tendrá 200 mil habitantes, cuenta hoy con 135
mil en la D. del Cauca y 57 mil en la I., que es muy pequef^a, inclusive los que
moran en el alto Risaralda, poco menos qae incomunicado con el valle : cerca de
120 mil del total viven en Antioquia, y sólo 72 mil en el Cauca. Las anteriores
cifras son tanto más halagadoras cuanto Arma es uno de los suelos más fra-
gosos del país, y Cabal hasta no hace mucho tiempo casi no sustentaba sino selva
virgen. La población de la banda I., en núcleo de 40 leguas cuadradas, encierra
los Municipios de Ansermavieja^ 13 mil habitantes; líiosudo, 8 mil; Supfa, 8 mil;
Marmoto, 5 mil; iVuci'aCararf tanta f';^vci\\; ValparalsOy 3 mil; Támesis, o mil, y^-
ricó, 10 mil; la 1)., en núcleo de poco más de 100 legs. cds., los de Saleitto, 7 ™il 9
Cartago, 6 mil ; Pereira, 22 mil ; Santa JRosa, 7 mil ; San Francisco, 7 mil ; Villa
María, 5 mil ; Manizales, 16 mil ; Neira, 8 mil; Aranzazu, 4 mil ; Filadelfia, 3
mil ; ¿alamina, 9 mil ; Pacora, 7 mil ; Aguadas, 12 mil ; SoNSON, 10 mil ; Atejo-
rral, 10 mil ; Santa Bárbara, 7 mil y Fredonia, 10 mil. De Cartago (10), Sonsón
(4), Jcricó (3) y Fredonia (3) no se incluye la población que vive fuera de la zona,
y en millares la indican los números entre paréntesis. Si tomamos en cuenta las
hoyas secundarias, en la del Arma hay 30 mil habitantes, en la del Guacaica la
mil, en la del Chinchiná 30 mil, &c., cifras que indican cuan densa es aquí la
población. Las cabeceras indicadas están por grupos á una misma altura ó poco
menos, pues el suelo actual no es sino resto de mesas erodadas, y los caminos
en Arma no son sino interminables series de subidas y bajadas, y su nudo hacia
el S. está en Carta go-Ansermanuevo.
7S2 Nueva Geografía de Colomiia
cola y minera de Arma-Cabal, al tráfico en sus caminos, á la di-
ferencia de elementos de riqueza que hay en las dos bandas del
Cauca, y á la pasmosa converg-encia de caminos que se verifica en
esta privilegiada zona, desde el Chocó y Antioquia y el Tolima y
el Cauca. I^ fusión de antioqueños, tolimenses y caucanos, en tor-
no de los garandes nevados, es una de nuestras necesidades para el
prog-reso de Colombia.
Con el corazón de Antioquia, con la mesa y el cañón de su nom-
bre, concluiremos lo que á la mesa andina se refiere ; y cosa rara,
los extremos de esas breñas son los que han prog-resado más, no
obstante las mejores condiciones del relieve en la zona intermedia:
Pasto-Tüquerres y Medellín-Yarumal * llevan la primacía en el
progfreso de los Andes colombianos. Sobre la Carta oficial bastan
y sobran tres dedos para cubrir las aledañas cuencas que señorean
MedelHn y Rionegro, tierra donde viven cerca de doscientas vein-
te mil almas, y no alcanzan las dos manos para hacer lo mismo con
el valle del Cauca, donde hay treinta mil habitantes menosl ¿Y qué
decir con relaciona la riqueza? Aquel pedacito de suelo vale hoya
* Esta es sin duda la zona mis rica y poblada de la mesa andina, á lo me-
nos en ciertas porciones, como que aún guarda otras desiertas todavía, y en ella
englobaremos no sólo la mesa .antioqueña propiamente dicha, sino también el
cañón del Cauca y la falda de aquélla hacia el Nechí. Los 400 millares de habí-
tantes de la zona se distribuyen así : cañón del Cauca, 100 ; (I. 55, D. 62) : en el
San Juan, 21); valle de Medellin, 138 (núcleo, 22 leguas); mesa de Santa Rosa,
36 (32 leguas); alta Nechí, hasta el Indio, 26 (30 leguas); cuenca de Rionegro,
72 (50 leguas) ; mesa de Yolombó, 14 (30 leguas) ; bajo Porce, 2 1 50 leguas) ;
Remedios, 4 (20 leguas); bajo Cauca, 5 (30 leguas), y bajo Nechí, 3 (40 leguas).
En el cañón del Cauca (80 leguas cuadradas) están los siguientes Municipios :
Jardín^ 5 mil habitantes; Artdes^ 6; Bolhar^ 7 ; Salgar^ 3 ; Jericó^ parte, 3; Fredo-
nia^ parte, 3 ; Amagi, 5 ; Aitgelópolis^ 2; Tttirihly il ; Concordiayd; Beiulia^ 2; Ar^
ffuniay 3; Heliconia^ 7; Anzá^ 5 ; Ezéjico^ 5; San yerónimo, 4; Sofeírán.S; AntiO'
fuia^g; Sucrí^ 2; Betulia^ 3; IJhoñna,^\ Buriíicá^ Sabanaíarga^ i ; Giralda, 8;
Ituangü, 5 ; San Andrés, 3. En el valle de MedcUín : Caldas, 3 ; Estrella, 4 ; En-
vigado, T ; ltagü{,'j\ MedkllÍn, 50; Copacahana, <^ \ Girardota, d \ Barbosa, J,
En la cuenca de Rionegro: Ceja, 7 ; Retiro, 6 ; Rione(;ro, 12 ; Carnfen, 5 ; San-
tuario, 4 ; Marinilla, 6 ; Guarne, 6 ; San Vicente, 6 ; Peñol, 4 ; Guatapi, 2 ; Concep-
ción, 5 ; Santo Domingo, 7. En la mesa de Yolombó: Yolombó, 3; Amalji, 8y Sp-
gffvia, 3. En la mesa de Santa Rosa : San Pedro 3 ; Don Matías, 4 ; Entrerríos, 3 ;
Belmira, 2; Santa Rosa, 12; Carolina^ 7, y Gómet Plata, 3. En alto Nechí : Angos-
tura, 6 ; Yarumal, 1 1 ; Campamento, 3 ; Anori, 6. En el bajo Porce : Zea, 2. En el
bajo Nechí : Zaragoza, 3. En el bajo Cauca : Cácetes, 5, y en Remedios el de este
nombre, 4. Esta crecida población, que se distingue por su amor al trabajo, extrae
de un suelo ingrato en buena parte, además de una gran suma de minerales
(300,000 kilogramos) y los frutos para su subsistencia, bastantes productos desti-
nados á la exportación, como cueros (400,000 kgs.), café (1.200,000), provisio-
nes (150,000), sombreros (9,000), &c , y estos guarismos sólo se reñ;ren al centro
de la comarca.
Esta zona, que no puede valuarse en menos de ( 75.000,000 (33 el cañón,
42 la mesa), cuenta cosa de 600 leguas de caminos de buen servicio ordinario, de
las cuales 200 en el cañón, 100 en Rionegro- Yolombó, 200 en Medellín-Santa
Rosa-Nechí, y el resto en los bajos valles del Norte.
Como el suelo de esta zona es muy quebrado, los caminos ofrecen gran-
des variaciones en sus cotas, pero sin alcanzar las cifras que vimos en el Patía y
Arma, por la menor altitud del suelo; pero en cambio son más largos por la ma-
yor extensión del territorio. Por lo que hace á alturas, bueno es ot¿er\'ar que mu-
chos pueblos antioqueños, aunque distantes y separados por quiebras, tienen la
misma altura con poca diferencia, lo cual depende de que ocupan topes-restos de
antigua mesa.
Nueva GeograWa de Colombia 7^3
lo menos tanto como el valle, si no más, y qué diferencia de valo-
res ! Por esto será muy litil la mejora de las vías que unen esas dos
t erras, porque así como la población ha desbordado en enorme
dorriente de la mesa hacia el valle, así también desbordarán tanto
los capitales, que faltan en el valle caucano, como prácticas ad-
ministrativas más enérgicas y racionales. Grande es el movimiento
comercial de Antioquia, garande el tráfico en sus caminos, que for-
man espesa red en todo el suelo, y grande también el producto de
un terreno en general muy inferior al de otras zonas del país, pero
que el esfuerzo de sus hijos convierte cada vez más en un jardín,
y, como atrás lo vimos, ya supera en ganadería á Cundinamarca,
y pronto sucederá lo mismo con el café ; el cacao, perdido en la
hoya del Tonusco, se levanta en la del Nechí. ¡ Cuánta diferencia
hay entre el valle de Medellín y la Sabana de Bogotá ! Antes el
descuido de la agricultura llegó hasta producir hambres ; ayer fue
Antioquia el Departamento donde era más barata la vida, sin que
esto hiciera difícil el ganar dinero : en la fecha no ha sucedido lo
mismo, porque por extraer oro se han descuidado las sementeras,
lo que ha ocasianado verdadera crisis alimenticia. Antioquia co-
mercia activamente con el Extranjero y con los Departamentos
limítrofes, y el movimiento industrial crece en ella de un modo no-
tabilísimo ; en tesis general, disputa el primer puesto á Santander en
lo que á movimiento mercantil se refiere, habiendo dejado muy atrás
á zonas que la superaban : toda proporción guardada, si compara-
mos población y condiciones generales, Medellín comercia tres ve-
ces más que Bogotá, valiendo dos veces lo que la capital de la Re-'
pública, que sin esta categoría queda muy atrás de la capital antio-
queña. Si antes los caminos estaban abandonados, no sucede lo
mismo en la actualidad, merced á los privilegios y á haberse confia-
do ese ramo, antes que todo, al interés particular: últimamente se
han abierto caminos en breñas tales que asombra la labor cumplida,
cuando Bogotá carece de buena vía á Honda; los antioqueños no se
quejan del impuesto llamado trabajo personal, y no se quejan, porque
su Gobierno invierte religiosamente su producto en la composición
de los caminos. Por desgracia Antioquia ha fluctuado mucho en la
erección de vía principal para comunicarse con el Extranjero, y
por desgracia mayor se ha decidido por la menos conveniente, la
del Magdalena central, olvidando que es hija del Cauca, que rom-
pe sus montañas ; 30 leguas hay del extremo Norte del valle de
Medellín á buen puerto sobre el Nechí, y 70 de excelente vía acuá-
tica hasta donde el Magdalena es gran río ; 36 leguas hay del mis*
mo valle á Puerto Berrío, y 1 16 por río hasta Tacamocho; luego es
imposible que ninguna otra vía supere á aquélla, que surca además
el Departamento á lo largo, por la zona más poblada y sana y me-
nos fragosa, á la cual consideración debe agregarse que sólo hay
SO leguas de Medellín á la Virginia, ó sea el alto Cauca navega-
ble, por lo cual un simple camino de 70 leguas, ya bastante bueno
en gran parte de su longitud, dará á Antioquia positiva preemi-
nencia mercantil en la mesa andina ; buscar salida al Atrato ó
«1 León ha sido otro error : la vía del NW. será útil si por las fal-
das de la serranía llega á Turbo, por cuanto aquellos ríos cruzan
climas en extremo deletéreos. Por fortuna el sentido práctico es
7S4 Nueva Geografía de Colombia
glande entre los antioqueños, y no dudábamos que en brere tiempo
repararían el error apuntado. Esto lo escribíamos hace una década;
no se varió de rumbo, y el ferrocarril de Puerto Berrío continua
siendo un tonel de las Danaides, que devora el trabajo de los an-
tioqueños.
II. Im depresión central. Dadas las actuales condiciones del
país, creemos será preferible incluir en la región atlántica lo que
al Magdalena central se refíere, y hablar ahora sólo del valle
alto de este río, ó sea del Tolima. En efecto, la dicha depresión es
paso obligado de una á otra mesa, salvo largas ó inadmisibles
vueltas; pero en la porción central faltan casi en absoluto los re-
cursos, y quienes allí dejan el río es para ganar inmediatamente
algunas de las tierras altas laterales, lo que no sucede en el alto
valle separado del resto de la depresión del río por los peligrosos
raudales y vueltas de Honda á Guarinó. De lo expuesto resulta
que por hoy el paso obligado entre las dos mesas está en el Toli-
ma, cuya situación se hace importantísima por lo mismo, tanto
más cuanto desde él no es difícil entrar á la región oriental. Esta
parte de la gran depresión central queda al lado de la mesa andi-
na, desde el macizo Colombia hasta el río La Miel, ó sea es aleda-
ña á las breñas de Popayán, el valle del Cauca y la tierra de Arma
y Cabal, con población y caminos poco inferiores á los que se en-
cuentran en esas tres zonas, que valen dos veces más que el alto
valle del Magdalena, no obstante que éste los supera en área — casi
el doble. — por lo cual encierra más baldíos ó porciones desiertas y
presenta más dificultades y obstáculos que vencer en caso de ope-
raciones militares ♦. Al lado de Popayán encontramos el país de
Timaná, con breñas muy fragosas al principio, puesto que á la la-
titud del Calibío el suelo tiene 3CX) metros menos de altura, pero
luego se suaviza en parte, hacia el fondo, pero no en los francos
de las serranías, que en general deben descender medio kilómetro
más hacia el Tolima. Después este valle, ya al lado del Cauca, aun
cuando encierra bastante suelo llano, es llano que no alcanza la
• El valle del Magdalena en su parte superior constituye zona importante
por muchos puntos de vista, por sus 380,000 habitantes, sus 700 leguas de ca-
minos y los 26 millones que vale su suelo, difícil de subdividir en fracciones
bien distintas : tan íntimo es el enlace de sus partes, merced al gran río. En tesis
general, comprende tres zonas cuanto á densidad de población, condiciones mili-
tares y relieves de los caminos. La meridional alcanza hasta Neiva, donde ade-
más de reducirse el fondo, resultando cintura de pocas leguas, hay convergencia
notable de caminos, y á los lados ninguno cruza las cordilleras laterales. Los
114,000 habitantes de esta zona ocupan núcleo de 100 leguas cuadradas en ge-
neral, situado en el fondo del valle y en faja cerca á los caminos que á éste con-
ducen desde Popayán-Almaguer, formando los siguientes 24 municipios : Pitali-
io^ 4,800 habitantes; Timaná 5; Elia% i ; Naranjal^ i ; Sania Librada^ 5 ; Guada-
lupe^ 2 ; JÜamira, l ; //aio, 5 ; fagua, i ; Garzón^ 9 ; Agrado, 4 ; Pital^ 3 ; La Plata^
4; Fáe%^ 10; Paicol^ I ; CamiceHas^ 3; Gigante, 7; Hobo, 1; Yaguarú 3; Iquira^
3; Retiro, 2; Campoalegre, 9; Neiva, 18 y Guagua, 3; quedando si mucho más
poblada la banda E. del Magdalena (8l,o«o habitantes), que la O. (33,000),
bien que al S. del Páez hay una porción donde sucede la inversa.
I^a porción central de límites menos precisos la llevaremos hasta la línea
Coello-Sumapaz, por razones tanto comerciales como militares : aquí, 134,000
habitantes forman 22 municipios, & saber : Unión, 4 millares de habitantes ; Vi-
iUwiej^ 4 ; Aife, 6 ; Baraya, 3 ; Alfujarra, 2 ; Cohmbia, 3 ; Dolores, 5 ; ííata^
Nueva Geografía de Colombia 785
extensión del que hay en aquél, y además está muy fraccionado
por relieves secundarios ; esto hasta la latitud de la cintura de Buga,
pues más al N. la disposición cambia, y son más extensas las llanu-
ras en el Tolima que en el Cauca ; casi frente á Buga y Cartag^o
se hallan en el alto Magdalena las cinturas de Barandillas y Gua-
taquí, y en el Tolima extensas planicies vienen á quedar al lado de
las breñas de Arma y Cabal. De lo expuesto resulta palenque más
cerrado el valle del Cauca, con población más densa y por lo mis-
mo teatro de operaciones militares más buscado, de donde el mayor
espíritu guerrero de sus hijos, no obstante la superioridad militar
de los tolimenses, desde ciertos puntos de vista (escrito en 1890).
Sin duda que la importancia del Tolima crece día por día y será
extraordinaria así que también cuente un millón de habitantes, día
en que se acentuará debidamente el valor propio de cada una de
las porciones en que lo ha dividido la naturaleza, por lo cual hoy
lo estudiamos sólo en su conjunto, ya que en la fecha todas hacen
vida común.
III. Las mottiañas de Sumapaz, No existe en estas montañas la
regularidad de formas y subdivisiones que hallamos en la mesa an-
dina, por lo cual es mucho más difícil el estudio de conjunto sobre
esta mesa, que netamente resulta dividida en cinco secciones. En
primera línea están los valles del Zulia, topográficamente más unidos
¿Venezuela que á Colombia, de la cual los divide arco de agrestes
breñas, arco en cuyo centro matemático está Cúcuta.. lo cual de so-
bra indica su valor, tanto más si se atiende á la posición misma de
la ciudad. Al lado de esta cuenca singular se desarrolla, también
en arco, otra zona de suelo quebrado, que se divide en tres partes:
Ocaña y Soto más unida al Magdalena central que á los valles del
Zulia, y el pilar de Labateca, que resulta tan aislado y como divi-
dido de todos los suelos vecinos, de donde su especial importancia.
Al Sur de Soto y Labateca hallamos la compleja tierra de Guanen-
tá, oblicua herradura con centro ocupado por altas montañas y cu-
yos dos brazos se unen á los dos septentrionales de la antigua tierra
de los muiscas que, ensanchándose, concluye en Sumapaz cerca al
gaima, lO; Prado^ 3; ruRlFlCAClON, I2; Simta Rosa, 5; Cunday, 3 ; Melgar^ 5 ;
Carmen^ 4; Espinal, 12; Afirqflores, 4; San Luis, 4; Guamo, 15 ; Ortiga, 9; Co-
yaima, 7; Ck APAR RAL, II, y Ataco, i, sucediendo ahora la inversa del caso an-
terior, pues en la banda I. del río, además de vivir 95,000 habitantes, se hallan
situadas todas las poblaciones importantes, aunque la diferencia sea menos no-
table que aquélla; la zona ocupada como núcleo alcanza aquí á 120 leguas cua-
dradas. En fin, la última sección de Coello-Sumapaz á Honda, y mejor á Bue-
navista, importantísima por los caminos que encierra y porque en ella concluye
la navegación normal del Magdalena, contiene, en núcleo de 140 leguas cuadra-
das, cosa de 108,000 habitantes, que constituyen los 32 siguientes Municipios:
RUaurte, 4 millares; Girardot, 2; Aariflo, 2 ; Niio, 3 ; Tocaima, 6 ; Guataqui, 2 ;
Cotilo, 5; lBAGU¿, 17; Piedras, 4; Caldas, 8; Vtnadillo, 6; Ambalema, 6; Beltrán^
2; Lérida, 7; Líbano, 3; Guayabal, 8; Santa Ana, 2; Mariquita, 4; Honda, 6; Vic-
loria, 3; Puerto de Bogotá, I; Im Pa%, 6; O parrnpl, 8; Gu \l)UAS, il; Chaguani,
2; San Juan, 6; Pulí, y, Soledad, 3; Fresno, 4; Aía manares, (i \ Marulanda, 3; y
Villahermosa, 5, de los cuales 48,0*0 en la banda D., que como la anterior, re-
sulta menos poblada que la I., siendo á la vez bastante fragoso su suelo. Los ca-
minos de estas zonns alcanzan á 700 leguas, de ellas 200 en la primera, 360 en
la segunda y i5o en la tercera, la mayor parte en la llanura que ocuj-a el fondo
del gran valle.
786 Nueva Geografía de Colombu
sitio por donde el Tolima y San Martín se enlazan sin tropiezo. Así,
pues, de Cücuta al Mag^dalena ó el corazón de la mesa granadina,
todos los caminos cruzan ese arco Ocaña-Soto-Labateca, que está
en su centro ó poco menos recorrido por una 6 varias vías — á que
sirven de cuerda las transversales de la cuenca de (úcuta, — que
en sus extremos penetran á distintísima llanura, y en la mitad W.
con g^ran facilidad alcanzan al Mag^dalena á la vez que bajan al
S., lo mismo que los que de Cücuta entran á Guanentá, 6 sea to-
dos cortan el transversal del gran río al Sarare. La porción norte
de la mesa está cubierta por vasta red que se convierte en corona
en torno ét las breñas de Siomo-Rusia, donde escasean un tanto
los caminos, los que así, á partir de Gachaneque, se cargan sobre
las vaguadas del Saravita y Chicamocha, de las que al O. y E. sa-
len caminos á los suelos bajos vecinos por todos los valles de algu-
na importancia. En fín, al S. de esa corona hállase la Sal>ana de Bo-
gotá, también cruzada en toda dirección por caminos regulares en
invierno, como los bajos valles que le demoran á sus costados y le
sirven de antemural, tanto comercial como militarmente hablando.
De lo dicho resulta que en estas montañas de Sumapaz hay por-
ciones sin grandes obstáculos, y otras donde no son inferiores á los
vistos en Pasto y Arma, lo cual ha influido mucho en la agrupa-
ción de los habitantes y direcciones seguidas por el comercio y
desarrollo de las operaciones militares. Bien que en estas monta-
ñas haya gran tráfico, densa población é importantes centros mer-
cantiles, estos últimos están muy diseminados, las zonas producto-
ras no son continuas, y los caminos son indignos de un país civiliza-
do, y es incomprensible cómo aún no existen en ellas siquiera re-
gulares carreteras : con vías de ruedas áOcaña y Cúcuta, muy di-
versa sería la situación económica de estas tierras, y bien que las
distancias sean grandes, de sobra estarían ya concluidas si en ellas
se hubiese trabajado desde que se construyeron las que cruzan la
Sabana que riega el Funza.
Aunque atrás se ha indicado cuan grande es la diferencia que
existe entre las principales porciones en que se di^'iden estas mon-
tañas, en que tienen parte tres Departamentos, aquí haremos tres
agrupaciones más extensas, para el mejor estudio de las vías de
comunicación.
En primer lugar tenemos la Sabana con la importancia que
le dan Bogotá, las Salinas y su crecida población, por lo cual en
torno suyo gravitan como simples dependencias los valles orienta-
les y los occidentales, y aún puede extenderse tal dependencia mu-
chas más leguas al Norte hasta Hunza *, reproduciéndose así lo que
pasaba en la época del Imperio muisca; pero el valor de la Sabana
• La región de que vamos á tratar presenta grande interés , tanto por su
valor real como por los problemas que su estudio plantea, algunos de difícil si no
imposible solución. En el centro de ella está la Sabana de Bogotá, cuyo suelo
plano en la gran llanura se estima en 40 leguas cuadradas, bien que alcance á
160 toda la cuenca (casi íntegramente cultivada) que arroja sus aguas por el Te-
quendama y en la que viven 300,000 habitantes, de los que algo más del cuarto
en Bogotá. En los valles de la derecha, que se abren frente á Zipaquirá, y en
el de Lcnguazaque, todos los cuales constituyen tan notable grupo orográfico,
en ellos y en núcleo de 75 leguas cuadradas, hay unos 50,000 habitantes que se
Nueva Geografía de Colombia 787
es relativo : hoy no puede estimarse en menos de 25 millones, que
con el de la capital sube á 60, es decir, apenas rebasa el de Rione-
g-ro-Medellín ; y ese valor es en buena parte artificial : quítese de
Bog'otá la capital, y un año después no valdrán las tierras más de lo
que valen en Hunza, y la gfran ciudad vendrá á ser una Buga con
mayor numero de casas, nada más. Sin tal cambio, supóngase el
ferrocarril de Barroblanco á Zipaquirá por Cuatroesquinas, y el
movimiento mercantil de la ciudad de la sal igualará presto al de la
dudad de los empleados. De la Sabana arrancan caminos para todos
los rumbos del horizonte, más ó menos malos, salvo con todas le-
guas de medianas carreteras, y aun en ellas no es mejor la red, red
en que ocupan el primer puesto las carreteras del Norte y Occi-
dente, reemplazadas hoy en parte por se mi-ferrocarriles de 8 y
JO leguas, en que se pagaba J 1-20 en oro, ida y vuelta, en un mal
vagón, cuando ese viaje de París á Saint-Nazaire vale % 13-20 1:
disponen en tres líneas de W. á S. (11 Municipios), mayor la central, con las
cabeceras de ordinario en el fondo de las vaguadas, á saber: Haicviejo^ 6,900
habitantes ; Choc0ftid^ i ; Lenguazaque, 5 ; Suesca, 3 ; Sesquili^ 7 ; Guatavita^ 7 ;
Guasca^ 5 ; Gachaticipá^ 2 ; Tocancipáy 2 ; Sapó^ 3, y LaCaleray 4.
£n los valles de la izquierda (núcleo 35 leguas) y también en tres lí-
neas análogas, mayor la del E., hay más de 40,000 habitantes distribuidos en los
mismos 1 1 Municipios : Nemocón, 4 ; Cogua, 4; ZipaquirA, 10 ; Cajícdyi; CAÍa,
«; Coía,2; Suda, 2; Tabio,^-, Tenjo^b-^ Subdchoque, 7; FacatativÁ, U. En
los valles del Sur (16 leguas cuadradas) hay sólo 8,000 habitantes y los Munici-
pios de Usme^ 2, y Soacha, 4. En la gran llanura (30 leguíis cuadradas) 106,000
habitantes forman 9 entre las líneas de E. á W. : Usaquétt^ 1 ; En^atwá, 1 ; BO-
GOTÁ, 80,000 ; Foniibón, 2 ; Afosquera, 2 ; Funta, 3 ; Madrid, 2 ; Bosa, 1, y Boja^
cd, 3. Complemento natural de estas tierras es el valle de Ubaté, donde hay 6'
Municipios (33,000 habitantes en núcleo de 20 leguas cuadradas), que son Gua*
chetd, 7,000 habitantes; Ubaté, 8 ; Carmen, 5 ; Cucunubd, 6 ; Sutatausa, 3 ; Tausa^
2 ; Al SW. de la Sabana, en escalón partido en dos grupos, hay cosa de 40,000.
habitantes, así : cuenca de Fusagasugá ■ 30 leguas y 19,000 habitantes): Pasca^
2,000 ; Fusagasugá, 7 ; Arbeláez, 4 ; Patidi, 3 ; Ttbaquy, 3 ; cuenca de la Mesa (4o
leguas y 45,000 habitantes) : San Antonio, 3,000 habitantes ; leiM, 4 ; Zifacón^
2 \\Anolaima, 9; QuipiU, 5: La Mesa, 12; Colegio, 4; Anapoima, 3; Viotd, 3. Al
N. de la Sabana hay también dos grupos de pueblos en sendos valles : en el de
La Balsa (30 leguas y 45,000 habitantes) : Fuquene, 2 ; Susa, 5 ; Simijaca, 5 ; CaU
'das, 6; ChiqüinquirÁ, 18 y Saboyd, 7 ; y once en el de Le". va (30 leguas y
34,000 habitantes) : Samacá, 5 ; Rdquira, 6 ; Tinjacd, 4 ; Sntamarchán,^ \ Sdchica,
1 ; Cucaita, 1 ; Sora, 3 ; Chiquisa, 2 ; Gackantivá, 5 ; Leii'a, 3, y Guateque 4. Al
Occidente de la Sabana se hallan dos cuencas importantes aunque en condiciones
-muy diversas. La del Minem (40 leguas y 24,000 habitantes) con los 8 Municipios :
Paime, 2 millares ; San Cayetatio, 3 ; Muzo, 2; Pautia, 3; Briceño, 5 ; Maripi, 2 ;
Coper, 'i,y Buettavista, 3. La del Rionegro (70 leguas cuadradas y 81,000 habitan-
tes) con los 17 de 6^«<7yrt^rf/, 4 millares ; Bituima, 6; Viani, 4; VilUta,! ; Sasaima^
7 ; ÍM Vega, 5 ; San Francisco, 2 ; Supatd, 2 ; Vergara, 3 ; Ntmaima, 1 ; Ñocaima, 3 ;
•Quebraddnegra, 3; (Jtica, 3 ; La Palma, 12; Caparrap{,6; Yacopi, 2; la Peña,
4, y Pacho, 13. Al E. del mismo centro hallamos larga faja con las cuencas
de Cáqueza, Gacheta y Tenza, con población cuya densidad aumenta de S.
Á N. En la de Cáqueza (35 leguas y 48,000 habitantes) h-iy 9 Municipios, cuyas
cabeceras están en la vaguada principal, salvo al W., en donde forman otro gru-
po análogo en la del río Cáqueza : Guíiérret, 1 ; Chipaque, 6; Une, 3 ; Fosca, 3*
Cdquesa, 9 ; UÍHique, 5 ; Choachi, 5 ; Fómeque, 9, y Quetame, 4. En la de Gacheta
;28 leguas y 25,000 habitantes) 4, dos á cada lado de la vaguada : Junin, 8 ; Ga*
€hald, 4 ; Ulnild, 3, y Gacheta, 10. La de Tenza, de mayor área, {60 leguas cua-
dradas y 140,000 habitantes, pr'^senta sus 30 Municipios en tres grupos: en la
hondonada del Somon loco (57,000 habitantes en 25 leguas), casi igualmente re-
partidos como en la anterior : Manta, 8 millares ; Guayatd, 8 ; Somondoco, 8, j
podemos agregar á Miican.ii, 5, y Sutatenta, 7 ; Guateque, 7 ; Ttbirita, 6, y M A -
788 Nueva Geografía de Colombia
son ferrocarriles donde no hay 3.', es decir, n¡ng"dn auxilio prestan
á la clase pobre, y el Gerente que la suprimió en la de Occidente,
alegaba que con ella era excesivo el movimiento de pasajeros !
Pero en la capital, que hasta de servicio de carruajes carece en
sus calles, se ven cosas más extrañas, que es lo que se ha dado en
llamar viceversas de Bogotá. Los valles que rodean la Sabana na
gozan de caminos adecuados á su tranco, en especial los orienta-
les, no obstante el ya considerable movimiento que en ellos se notar
ni al Magdalena ni al Llano guían caminos racionales, á pesar de
las grandes sumas invertidas, por el pésimo sistema de variar los
trazos cada rato, suspender las obras cuando aiin no se han con-
cluído, y querer á un tiempo hacerlo todo : ha hecho notable falta
en el país un hombre enérgico y capaz, al frente de ese ramo
por tiempo considerable, dnico medio de obtener algún fruto de los
CHEtÍ, 12 ; en la de Garagoa (30 leguas y 84,000 habitantes) sucede casi lo
mismo con 12 ; Tema^ 8; Capilla de fenta^ 4; Pachavita^ 7; UmUta^ 6; TibanÁ,.
12 ; JemsanOy 8 ; Boyacá^ 7 ; Viracocha^ 3 ; Ciétiaga, 3 ; Ramiriqui, 10 ; Ckinavi*
tOy 2, y Garagoa, 14 ; y en la mesa de Guanzoque el grupo de Ventaqttemaday
6 ; Turmequiy 10, y Chirii/l^ 4. Tíxiavía al K. de la cuenca de Tenza está la poco
poblada del Lengupi (24,000 habitantes en 30 leguas) con los de Zetaquira^ 4, y
MlRAFLORES, 20.
En ñn, al O. de Leí va y N. de Tenza hallamos la gran región de Suga-
niuxi ó llunza, rica en Municipios y habitantes (125 leguas cuadradas y 140,000
habitantes), que se distribuyen de varios modos en sus diversas partes : en el
valle del Pesca (30,000 y 20 leguas) : Tota, 5,000 habitantes ; Cultiva, 3 ; Izoy
2 ; Firaiñtoba, 4, y Pesca, 16; en la cuenca de Tota, Pueblcviejo, 6,000 ; en la del
Tuta ( 10 leguas y 1 1,000 habitantes) : Siachoque, 3 ; Toca, 2 ; Tuta, 5 ; en el de
Tunja (15 leguas y 32,000 habitantes) : Soracá, 2,500 habitantes ; TUNJA, 8; Chi-
vatá, 3 ; Motavita, 1 ; Oicatd, 3 ; Cómbita, 4 ; Sotaquira, 10 ; en la llanura mayor
y sus ensenadas (20 leguas y 40,000 habitantes) : Paipa, 12 ; DuitamOy 10; Tiba-
sosa, 2; Nobsa, 4, y Soc;amoso, 13, á cuyo respaldo entre montes están Mongul^
12,000 ; Afongua, 4, y Tópaya, 2. Frente áeste suelo, en llanuras y vallecitos (12
leguas y 30,067 habitantes) quedan Busbatizá, i ; Floresta, 5 ; Bctiiltiva, 4 ;
Santa Rosa, 8 ; Ceririza, 4 ; Belén, 7, y Tutasd, i. Mezcladas con estas tierras em-
piezan las del cañdn de Chicamocha (125,000 habitantes en 100 leguas) que va-
mos á seguir ahora hasta Covarachía : en la banda D. (56,000 habitantes en 60
leguas) están 1 1 : Gdmeta, 6 ; Tasco, 5 ; Socha, 5 ; SocotÁ, 1 1 ; Jericó, 7 ; UvitOy
6 ; Boavita, 9 ; Capilla del Cocuy, 6 ; Afaracaiñta, 4 ; y Capitanejo, 3, y á su
respaldo Chita (12,000) en pequeña cuenca (10 leguas) y en otra mayor (25,000
en 15 leguas) y principalmente en su vaguada, Cocuy, 10 ; Güicdn, 1 ; Panqueba^
3 ; Espino, 3 ; Guacamayas, 4, y Chiscas, 10, mientras en la I. (36,050 habitantes
y 35 leguas) sólo se hallan 6 : corrales, 3 ; La Pas, 4 ; Sdtiva Sur, 3 ; Sdlñv
Norte, 5 ; Susacón, 3 ; SoatÁ, 18, y ton*arachla, 1. Por último, en el valle de Pe-
taquero (10 leguas) están i^an Miguel, 4, y Carcasl, 6, y en el del Ser\ilá (16 le-
guas y 25,000 habitantes) : Málaga, 7 ; Tequia, 5 ; Enciso, 5 ; Concepción, 5, y Ce-
rrito, 3.
Como se comprende, Bogotá es un gran mercado consumidor, nada más ;.
pero las condiciones de la Sabana provocan un gran movimiento mercantil, pues-
to que sin contar vías férreas, en ella, y desde ella á Cambao y Tunja, funcionan
2,500 carros y 150 carruajes. £1 ferrocarril de Facatativá en 1891 movilizó 300
mil pasajeros y 30 mil toneladas (294,000 cargas), los del Norte y Sur tienen
(189S) movimiento considerable, en especial aquél, y en el bienio de 88- 89 entra-
ron á la Oñcina de encomiendas 3,612 ídem y % 4.500,000 en diversas moneda»
traídas por los siguientes correos : 1.770,000, Atlántico ; Occidente, 1.245,000 ;
Norte, 297,000 ; Noroeste, 270,000 ; Sur, 254,000 ; y Pacífico 140,000, lo cual
puede dar alguna idea del mercado de la capital, donde de 1884 á 1890 se cons-
tituyeron 8 millones de hipotecas y se cancelaron 9, ó lo que es lo mismo, hubo
un movimiento anual de 2^ millones en este ramo. £n 1858 se estimaba el mo-
vimiento mercantil anual de Bogotá en 20 millones (?), de los cuales \\ por con-
Nueva Geografía de Colombia 7S9
caudales que hoy no se gastan sino que se despilfarran, que no
otro nombre merece la falta de sistema que reina en el particular.
Para tratar con mejor sistema el punto que nos ocupa, incluiremos
además en esta zona lo que á Hunza y Valles de Tenza y Minero
se refiere, y á los cuales territorios se aplica lo antes dicho sobre
caminos, agravándose quizá con la carencia de grandes centros
consumidores y la lejanía á puertos fluviales conocidos, por lo cual
se hace imposible no solo exportar los frutos que allí se dan de
calidad excelente, sino á veces hasta el transporte de los víveres á
sus mejores mercados.
Al Norte de las tierras comprendidas en el punto anterior ha-
llamos la extensa cuenca de Guanentá, con sus grupos de breñas y
suelos ondulados, en la que hay bastante población laboriosa que
tanto cuida de la agricultura como de la industria, en especial de
la de tejidos, cuyos productos van hasta Antioquia, no obstante los
malos caminos que de ella salen ; pero sus habitantes trabajan con
brío creciente para mejorar éstos, y no creemos lejano el día en que
resuelvan el gran problema * : hoy esa tierra no vale menos de
sumo de ropas y 4 por consumo de víveres, y creemos que sin exageración puede
considerarse hoy como no inferior á 8o millones (en oro), puesto que hipotecas y
entradas de correos dan 8, mucho más las ventas de mercancías extranjeras, y
doce el consumo de víveres, á lo que falta agregar Bancos, arrendamientos,
movimiento de la propiedad raíz, negocios de sus ricos comerciantes, &c., ó
sea un movimiento diario de unos % 250 mil, ó sea cosa de { 3 por cabeza,
cifra nada exagerada. Cuanto á los mercados vecinos, difícil es dar detalles se«
guros: del solo Municipio de Anolaima salen por lo menos 800 cargas de miel
por semana ; en 1888 por Fusagasugá pasaron 31,500 cargas de víveres y otros ar-
tículos para Bogotá, y en 1874 se movieron por el camino de Occidente, en 25,000
viajes de carro, 160,000 cargas de artículos del país, casi 14,000 de mercancías ex-
tranjeras, y además 7,000 animales; y el tranco total de la cuenca del Funza, que
pasaba de un millón de cargas, hoy es quizás triple. Hace 35 años, con la mitad
de la población actual, y con tranco á lo menos cuatro veces inferior al del día,
los mercados de esta zona se valuaban así, al aflo : La Mesa, % 750,000 ; Gua-
duas, 650,000; Zipaquirá (sin la sal), 5oo,ooo; Facatativá, 800,000; Chocontá,
570,000 ; Ubté, 380,000 ; Guatavita y Fusagasugá, á 360,000 ; Gacheta y Cáqueza
á i5o,ooo ; Chiquinquirá, 800,000; Tunja, 260,000 ; Sogamoso, 300,000; Cocuy,
35o,ooo y Soatá 200,000 pesos, ó sea unos cuatro millones, en que no se inclu-
yen los municipios de menor cuaatía ; luego hoy, contando éstos y consideración
habida á lo que es el café, no puede estimarse el movimiento mercantil de los
pueblos de esta dilatada zona en menos de % 200,000 diarios, de donde que el
de la República no valga menos de dos millones al día, con la sola mínima cifra
de % 0.50 por cabeza ; y es un mínimo que quizás puede hasta triplicarse sin gra-
ve error, puesto que pasan de 50 los millones que al año mueven las solas rentas
públicas. Quizás en esta comarca donde el suelo está más cultivado y es más
densa la población, es en el valle de Tenza. En los valles occidentales hacia La
Mesa se produce mucha caña de azúcar, y en Fusagasugá, Viotá, Sasaima y Muzo
se cultiva hoy en grande el café, existiendo muchas plantaciones que cuentan
los cafetos pdr cientos de miles. Hacia el Cocuy la industria fabril es importan-
tísima.
* La tierra de Guanentá, que debemos considerar ahora, encierra más de
340 mil habitantes, que ocupan núcleo de 190 leguas cuadradas, población que
día por día reduce los baldíos que existían en su hermosa cuenca, de cuyo suelo,
ann cuando ingrato en muchos puntos, arranca crecidas cosechas, merced á te-
naz trabajo. Diversas secciones forman naturalmente en ella los 55 Municipios
que la ocupan. Al £. hallamos el valle de Onzaga (núcleo de 10 leguas cuadradas)
con los Municipios de Ortzaga, 8 millares de habitantes, y San Joaquín, 3, y tam-
bién el de Guaca (20 leguas), de grande importancia, con los de Guaca^ 5, y San
jgo Nueva Geografía de Colombia
30 millones, y su producto en frutos de exportación crece cada año^
bien que adn no sea lo que pudiera ser, siendo de notar que en
Colombia crece la industria de las poblaciones precisamente en
razón inversa de su proximidad á Bogotá I ¿ Qué explicación tiene
fenómeno tan extraño ? Por lo que á caminos hace, bueno es no ol-
vidar que esta zona está partida en dos porciones por el cañón-he-
rradura del Saravita-Chicamocha, en toda ella obstáculo serio en
los caminos, bien que hoy está cruzado por buenos puentes en gran
numero de puntos, como sucede con los cañones secundarios que
en el principal terminan.
En fin. Soto, Ocaña, Cúcuta, Labateca, forman grupo aparte,
tanto por la dirección y condiciones de sus caminos, como por su
vida industrial y agrícola y los rumbos que en ellos sigue el tra-
nco; en la actualidad constituyen lo que puede llamarse la zona del
café, como la anterior es la de los tejidos, y sus porciones tienen
entre sí, y con Guanentá, grandes relaciones mercantiles ; además,
todas cuatro están cruzadas por río navegable cuando de ellas sale,,
ríos que puede decirse nacen en el mismo grupo de montañas,
pero que aún encierran en sus hoyas grandes porciones desiertas *,
[DRKS, 12. En la sección del Fonce(56 mil habitantes en 55 leguas) están £ft-
(F, 5 millares ; Chara la, ii ; Cinceiaday 7 ; Ocamonte^ 2 ; ValU^ 7 ; Páramo^ 3;
An]
MoüüTES, O; Curiti^ 4; San Gil, 14; y Pinchóte^ 3. En las breñas que prome-
dian entre I>eiva y Foncc (23 mil habitantes) quedan Arcabuco, 3 millares ; Gám-
bita^ 3; Togüíy 3 ; C hitar aque^ 4; Olh'aiy fracción de Suatta, 2 ; Otlni, 6, y Confi-
n€s, 3 ; en la pobladísima cuenca del Pómeca-Ropero (en 25 leguas 69 habitan-
tes), JksÚs Mar(a, 20 millares ; Bolívar, i i (sin los mil del Carare Landázuri);
Guavaídf 8 ; Vklkz, 16; Chipatd^ 8; Aguada, 4, y La Paz, 3; y en la del Chucu-
rí (6 leguas cuadradas) Beiulia, 3, y San Vicente, 3. En el cañón del Saravita se
aglomera la población (en 60 leguas 146 mil habitantes), pues en la banda I.
(26 leguas, 58 mil habitantes) están Puente Nacional, 12 millares ; Sttr, 3 ;
Güepsa, 6 ; San Benito, 2 ; Chima, 4 ; Simacota, 7 ; Palmar, 2 ; Hato, 3 ; Gaián, 8,
7 ¿apatocA, 9 ; y en la I), ^en 35 leguas 88 mil habitantes) MoniquirÁ, 17 mi-
llares ; Pare, 4 ; Santa Ana, 5 ; Suaita, 13 (sin Olival) ; Guadalupe, 4 ; Guapctá^
2 ; Palma, 2 ; Socorro, 20 ; Cabrera, 4 ; Barichara, i i, y Guane, 3.
En el cañón de Chicamocha sucede lo contrario, pues en la banda I. (en S
leguas) apenas están Aratoca 6, y Jordán, 2; y en la D. (en 13 leguas^. Cepita, 1,.
y L9S Santos, 2, frente á frente ; en esta misma y en dos vallecitos laterales quedan
Jholagaiñta, 5, y Umpalá, 2 ; Después en el alto Lebrija fSoto) revive el movi-
miento ; en los orígenes de ese río y unos junto á otros (en 30 leguas y 63,000
habitantes) están Piedecuesta, 12 mil; Florida, 4;BüCARAMANGA, 25, y GirÓHy.
9; no lejos Tona, 3, y Rionegro, 10 ; más distantes Wilches, 2 ; Líbrija, 6 ; Botijas^
2 ; Cáchira, 2 (éstos en el Lebrija central ; 14,000 habitantes en 30 leguas), y antes
en pequeña cuenca (lo leguas) California, 2; Suraiá, 3, y Matanza, 5. En fin, en
el pilar de Labateca (en 35 leguas 15,000 habitantes) fórmanse dos grupos: Cki'
tagá, 3; Silos, 3, y Cácota, 2; y Labateca, 3, y Toledo, 3.
En el núcleo de la zona, de Onzaga á Betulia y de Encino al Chicamocha
es abundante la producción de tabaco (50,000 cargas), algodón (3,000), café^
(3,000) y azúcar (11,000) ; sin que escaseen las munufacturas ; en Soto se recogen,
panela (19,000), tabaco (4,000), café (25,000) y millares de sombreros. Y para,
otros datos véase la siguiente.
* Esta zona oriental, Ocafía y e! Zulia, que con Soto y Guanentá consti-
tuyen la perla de Sumapaz por su gran riqueza y el trabajo de los santanderea-
nos, es desgraciadamente la menos abundante en caminos ; pero hoy sus hijos
tratan de llenar este vacío en su fecundo suelo. En Ocana, si la población es den-
sa en la mitad occidental (42,000 habitantes en 30 leguas), aún escasea en 1&
otra ; en la primera y á la L del Catatumbo están los Municipios de La Cnm^
Nueva Geografía de Colombia 791
En el día, las dos del W. tienen salida al Magdalena, las dos del E.
hacia Venezuela, de cuyo comercio son tríbutarias, por lo cual es de
absoluta necesidad, si no queremos acontezca en la frontera del Tá-
chira lo que en la del Carchi : ante todo, abrirles cómoda vía al
mismo Mag'dalena. Cuál es la importancia de esta zona, lo dicen las
tres plazas de Ocaña, Bucaramanga y Ciícuta, en especial la ültirr.a,
que es la primera, no obstante su mal clima, que sin él ya supera-
ría en comercio á Bog'otá: tan admirable es su posición geográfica.
Y lo dice también el hecho de que por la pésima vía del Sarare se
lleva cacao de Arauca á Bucaramanga, donde ha hecho bajar el
precio al que allí iba desde el Sur del Tolima. Este transporte en
cientos y cientos de kilómetros, ¿ no dice muy claro cuánto sería
hoy el tráfico interior si tuviésemos mejores caminos ?
IV. La región atlántica — A pesar de su vasta superficie y sin-
gularísimas ventajas de posición y relieve, esta zona, merced á la
abundancia de los caminos que se mueven, pocos cuenta de otra
especie, y ni aun la navegación ha tenido allí el vuelo que era de
esperar ♦. Como tantas veces lo hemos repetido, forma un solo
10,000 ; Ocaña, 10 ; Kio de Or», 3 ; González^ 3 ; TeoramOy 3 ; y Convención, 6, y
Í>artc de los habitantes de los dos últimos vive en la banda I). (San Calixto), en
a cual no hay otro municipio que Aspasica (que en la hoya del Tarra tiene á La
Patma) 6,000 habitantes. Én la hoya del Sardinata, aún casi desierta, está Sati
Pedfo con 2 (4 leguas'. Ix)s ricos valles del Zulia (í<6,000 habitantes en 80 le-
guas) reúnen sus 14 Municipios en 3 grupos; en la mesa de Pamplona (33,000
habitantes en 25 leguas) Pamplona, 14,000; Chopo, 3; Chinácoia, 6, y Bóchale-
nía, 10; en TáchiraPamplonita (24,000 habitantes en 25 leguas), I^/anadas, 2; Ro'
sano, 2, y San JcsÉ (que al N. comprende á San Faustino, »San Buenaventura y
Limoncito), 18,000 ; y en el alto Zulia (2t*,000 en 26 leguas), San Cayetano, 4,000
habitantes; Gramalotes, 6, y Salazar, 8, muy próximos; y Arboledas, 4; Cucutilla,
4, y Mutiscua, 2, algo más distantes.
Los valles del Zulia producen al año 1,700 cargas de cacao, 1,000 de arroz,
65,000 de café y 10,OtO de trigo (con el Pilar) ; Ocaña recoge 10,000 de café.
Empero, el total de Santander sube á 16,000 de azúcar, 180,000 de panela, 55,000
de tabaco, 4,000 de cacao, 50,000 de trigo, 16,000 de algodón, 100,000 de arroz y
100,000 de cafe, á que debemos unir la enorme producción fabril (un millón de
sombreros, cien mil sobrecamas y hamacas, 300,000 piezas de manta, &c.), lo cual
demuestra cuánta es la laboriosidad de sus hijos ; la mesa oriental, en lo que
corresponde áj Boyacá, cosecha, 40,000 de papa, 25,000 de trigo y 200,000 de
maíz, y la Sabana sólo 60,0li0 de trigo y 200,000 de papa. La exportación de
Cúcuta, que en 1835 valía g 200,000, en 1856 subió á 3.000,000, y hoy alcanza
ya los ocho: el ferrocarril (11 leguas) mueve al afio 52,000 pasajeros y 25,000 to-
neladas, dejando á sus dueños cuantiosas utilidades.
• La población tampoco es aún densa en lo general, como vamos á verlo.
En el Sinú, en la parte baja (35,000 habitantes en 50 leguas), están los Municipios
de Montería 4,000, Ciénaga de Or§ 10, Cereti 5, San Pelayo 2, Chima 3, San An-
dris 7, Purísima 4 y Loriga 12 : en todo el alto Sinú viven como 2,000 habi-
tantes que hacen parte de Montería. En el litoral, de Cispata al Dique (20,000
habitantes en 20 leguas), están Palmito, 2,000; Tolú-viejo, 5; Tolú, 4; San Onofre^
10, mientras del Dique á las bocas del Magdalena (38,000 habitantes en 20 le-
guas) se hallan Arjona, 5,000; Cartagena, 19; Turbaco, 5; Santa Rosa, 1; Ki-
llanueva, 3, y Tubará, 5. En la Tierradentro (8,000 habitantes en 12 leguas) con-
tamos á Usiacurl, 8,400; San Estanislao, 2, y Mahates, 3.
En las sabanas de Bolívar (75 millares de habitantes en 90 leguas) está el
núcleo principal: San Juan, 5; San Jacinto, 3; El Carmen, 9, y Ovejas^ 6, en las
del Norte. Corotal, 7; Sincelfjo, 10; Sinc¿, 8; Sampués, 5; Chinü^ 9, y Sahagún,
8, en las del Sur. Hacia el San Jorge (10 millares de habitantes en 16 leguas),
hallamos á Ayapel cod 2; Caimito^ 4, 7 San Benito, 4. En el alto San Jorge no
792 Nueva Geografía de Colombia
todo con sus partes bien enlazadas entre sí, y debido á los ríos su
influencia penetra ó puede penetrar hasta el corazón de la Repú-
blica, á la vez que el mar y los mismos ríos facilitan grandes vías de
comunicaci<5n transversal. En efecto, de Morrosquillo y el Golfo de
Maracaibo, merced á suelos planos, pueden converg-er los caminos
hacia el Banco para unirse allí tanto á la gran vía que constituye el
Magdalena de N. á S., como á las que completando la X llegan de
Ocaña á Antioquia, aumentado el valor de los últimos por el hecho
llegan i i,ooú los habitantes, los que hacen parte de Ayapel. En el delta del
Cauca ( 15 millares en 20 leguas) no están sino Majmgual^ i*, y Sucre^ 6. En la
célebre isla de Mompós y comarcas frente & ella ribereñas (6o millares en 6o
leguas) la población tampoco es escasa: en la isla est¿n San Martín^ i; PimUos,
5; MompÓs, 12; Margatita^ 3, y San FetnafidOy i : al S. Barranca de Loba^ 3; al
W. Magangue, 21, y al E. Banco^ 3; Guárnala 3, y Santa Ana,^ 2. En el bajo
Magdalena, en la banda I. (82 millares de habitantes en 60 leguas) tienen asien-
to Zambranoy 2; Guamo ^ 3; Calamar^ 2; Manatí, 4; Saban alarga, 15; Palmar
de Várela. 3; Baranaa, 6; Galopa, i; Sabattagrande, I ; Santo Tomás, 3; Campo de
la Cruz, 4; Soledad, 5, y Barranquilla, 30; y en la D. (28 milUresMe habitan-
tes en 30 leguas): Plato, 4; Tenerife, 2 ; Cerro de San Aniottio, 6 ; Peñón, 3 ; Safa-
mina, 4 ; Remolino, 4, y Sitionucvo, 4, aglomerándose especialmente la población
de Calamar á Sabanilla (90 mil habitantes en 40 leguas). En la costa de Santa
Marta (21 mil habitantes en 14 leguas) quedan Santamarta, 7 millares, y San
Juan de Córdoba, 14, que forman núcleo aislado de los demás por tierras de-
siertas. Después, en el litoral de Riohacha principia la notable zona del Ran-
cheria-Ccsar, que lle^^a hasta el Banco: en el primer trozo (21 mil habitantes en
85 leguas) están Riohacha, 7 millares; Fonseca, 5 ; Villanueva, 4, y Sin Juan d^
Cesar 5 ; y en el segundo Valle de Upar, 6 ; Codatzi, 4, y Chiriguand, 6 : hay 15
mil habitantes en 40 leguas (en donde se pone en contacto Valle de ' Upar á
Fonseca), siendo algo más densa la población. En ñn, en el Magdalena central
tenemos que distinguir dos porciones: la zona de vegas relativamente pobladas,
ó sea del Banco al Lebrija, donde en la banda I. (6 leguas) está Simití, 2 ; en la
D. (15 mil habitantes en 30 legas): Tamalaméque, 2 millares; La Gloria, i; Agua-
chica, 6, y El Carmen, 4, y las islas con Afotales, 1 (5 leguas); las vegas casi de-
siertas desde el Lebrija hasta Honda, en las que no hay otros que Puerto Berrío,
I, y Nare, i (15 leguas); y en ñn, las altas tierras laterales, donde á la D., al pie
de la serranía, vive i millar de Bolívar en el antiguo Landázuri (10 leguas), pues
en la L &u número es mayor (23 mil en 45 leguas), donde se hallan Pensilvatúa,
4; parte de Sonsón, 3; Cocorfid, 2; Vahos, 4; San Luis, i ; San Carlos, 2 ; San Ra-
fael, 1, y San Roque, 3. No hay duda que si algún día el Magdalena central deja
de ser tierra de maldición, esto no podrá esperarlo Colombia sino de los enérgi-
cos campesinos antioqueilos, que á la fecha están ya en buen número junto al
gran río. Por lo que hace á distancias, se las halla enormes, como lo es la zona
misma ; ]>ero dejando á un lado las que se reñeren al río principal, vamos sólo á
tratar de las de la gran llanura atlántica.
En la Costa, bien que las llanuras den en verano paso por todas partes,
se cuentan como caminos más ó menos abiertos 550 leguas en Bolívar y 620 en
Magdalena, siendo carretera entre los de aquél la vía oue de Magaagué conduce
á Tolú por Corozal, hoy animada por considerable tranco y algunas deceaas de
carros y carretas : no es tan plano el suelo de Transvaal-Orange, por los Boers
recorrido en toda dirección con carromatos, y sin embargo, en la llanura de la Cos-
ta nunca se recurre á tan cómodo sistema de transportes. La zona de que trata-
mos, comerciante por su admirable posición, pudiera aún serlo más con pequeño
esfuerzo ; por Barranquilla se exportan artículos de todo el país ; por Cartagena,
en parte, sucede lo mismo ; y el resto de la carga se compone de los productos
de las riquísimas sabanas de Bolívar, en especial tabaco, cueros, café, algodón 7
muchas especies de valiosas maderas, artículo éste que prima en Riohacha ; los
cuadros anteriores dan bastante luz á este respecto. Tampoco la industria es es-
casa en Bolívar, y pudiera adquirir mucho desarrollo con mayor trabajo de sus
hijos. £1 Magdalena central es hoy uno de los polos repulsivos del país. En Isis
islas de San Afidris hay 8,200 habitantes.
Nueva Geografía de Colombia 793
de haberse unido antes á los del Sinií : esta convergencia de vías
hacia el Banco, similar con la que tenemos en Honda, convierte á
estos dos puntos en llaves del Magdalena, puntos de gran valor
no obstante sus flancos, mayores en la primera. En parte tal si-
tuación se debe á que el tráfico de la región se reduce en primer
término al uso del río Magdalena y los puertos marítimos que á él
conducen, y en segundo lugar al de algunos caminos de poca ex-
tensión.
En la región atlántica tenemos, pues, que tratar de diversos
grupos de tierra. En la parte occidental está el Sinúf aun poco po-
blado, y reducido, puede decirse, á la baja llanura de Cereté,
con frecuencia maltratada por las inundaciones del río ; la pobla-
ción y el tráfico aumentan por esto con suma lentitud, y aun las re-
laciones comerciales de la hoya son escasas con el resto de Bolívar,
salvo en lo que se refiere á la llevada de los víveres á Cartagena
y al paso de algunas vacadas á los potreros del San Jorge, en el
rerano, por ser éstos los mejores de la Costa atlántica ; los caminos
casi desaparecen en invierno, cuando las aguas dan paso á los bar-
cos entre esos dos ríos que á la navegación presentan tropiezos se-
rios en verano.
La hoya del San Jorge forma un solo todo con la del bajo
Cauca ; todo que entre tierras altas, ricas, útiles, guarda dos zo-
nas bajas, húmedas, en parte inundadas en invierno, cortadas en
toda direccción por aguas navegables, separadas por otra faja de
suelo seco y admirablemente unidas á las breñas antioqueñas, tan-
to por agua como por tierra. A este todo hay que agregar la pan-
tanosa isla de Mompós. Pocos caminos se hallan en esta privile-
giada comarca, cuyos frutos son de calidad única; pero por fortu-
na la población aumenta, el descuaje de la selva se hace con rapi-
dez, y los antioqueños bajan ya con su ordinario brío por el Nechí,
El Magdalena central y el bajo, en la zona vaguada del va-
lle progresa menos, tanto por el mal clima como por los pantanos
que avecinan el río, sobre todo en la parte central, por lo cual
donde á él se aproxima la tierra firme, aumentan poblaciones y
habtantes y se abren caminos hacia el interior. De ordinario los
pueblos, ó no pueden situarse á la orilla de las bajas aguas, para
dar campo á los aguajes, ó se inundan en parte en éstos, resultán-
doles en ambos casos serios inconvenientes, á los que deben agre-
garse otros no menos graves producidos por la instabilidad del le-
cho, que ora abandona unos puertos, ora destruye otros, y en ambos
desplaza los centros comerciales y aun obliga á los poblados á cam-
biar de posición, so pena de ruina ó decadencia. En la parte baja
del río difieren bastante las condiciones de las dos márgenes, sien-
do tan superiores las de la oriental, que aun con la escasa pobla-
ción que hay en el Departamento del Magdalena, en esa banda
•existe mayor número de poblados de alguna importancia.
La región costanera propiamente dicha, que abarca desde el
Sinú al Ranchería, ofrece sucesión de núcleos de alguna importan-
cia, separados por tierras poco menos que desiertas, como son la
costa de la Sierra Nevada, entre Riohacha y Santa Marta, el Del-
Nueva Geografía de Colombia tomo i — 51
794 NuxvA Geografía de Colombia
ta del río entre esta última y Barranquilla, y la costa de Galera
Zamba entre Barranquilla y Cartagena, á partir del cual punto si-
gue poblada en grande extensión hasta Cispata, donde torna á rei-
nar la soledad, que no cesa sino en Turbo. La privilegiada situación
de la Mesopotamia colombiana — San Carlos á Barranquilla — me-
jorada, si cabe, en Tierra-adentro de Cartagena, no ha sido capaz
de provocar el progreso que era natural : allí ningün punto dista
más de lo leguas del mar ó de aguas navegables, y sin embargo,
qué diferencia, proporción guardada, hasta ccn el valle del Cauca
y el Tolima I Apenas 240,000 habitantes se hallan en ese suelo
(iiOjOco al N. del Dique, inclusive Cartagenay Barranquilla), que
no valen más de 35 millones, y eso comprendidas las valiosas em-
presas ferrocarrileras y de navegación que están radicadas en esos
puertos ! Luego es preciso culpar de ese atraso á los habitantes,
productores sólo en las Sabanas, pues en la Costa misma no viven
sino del tráfico con el interior. Cuanto al resto del litoral, que cuen-
ta poca población y detrás tiene áspera montaña, el relativo atraso
en que se encuentra es de fácil explicación. Aquí pedemos agre-
gar la Península Goajira, por hoy más gravamen para el país que
otra cosa, y mancha de la Repdblica : se comprende que haya in-
dios no sometidos en las selvas orientales, pero no en aquella Penín-
sula, y menos que gocen de las ventajas mercantiles que se les
otorgan sin estar sometidos : por hoy vive mejor á este respecto el
goajiro que el pastuso !
Sin duda que múltiples causas, en especial la falla de cercano
y buen puerto, ccncurren á entorpecer las explotaciones de la fa-
mosa llanura del Cesar-Ranchería ; pero ninguna explica el letar-
go en que permanece, salvo la vecindad de los Motilones, cada día
más insolentes y temidos por los civilizados, los que por esto no
aumentan sino con lentitud suma, á lo cual debemos agregar el
casi absoluto aislamiento del interior en que se les había dejado,
pues sólo hace un decenio entró allí el telégrafo : la zona es rica,
pero no será importante como organismo en el país, sino cuando
cuente ico,cco habitantes, y está lejano ese día !
En fin, desde el punto de vista militar, es grande la impor-
tancia de todos esos territorios ; su pérdida en todo ó en parte, en
caso de guerra extranjera, traerá gravísimas consecuencias al
país ; sin embargo, jamás se toma eso en cuenta, y lejos de forta-
lecer la zona, se la ha debilitado con multitud de actos, á cuál más
inexplicable.
V — Las zofias desiertas. Damos este nombre al Chocó, al Lla-
no y al Caquetá, por lo pequeño de la población, comparada con
el área que ellos abarcan *, en especial en la última. En todos
* Bien que su importancia sea grande, sobre estas tierras, aún poco po.
bladas, entraremos en menos detalles. £1 riquísimo Chocó en la paite baja com-
prende los Municipios de Cabo Mangles^ 6; Ivmaco^ 5; SalahoniOy i; I%cuand¿, 5;
Guapf^ 51 7imbiqtíi^ I; Micay^ 6; Centro^ 3; Anchicayá, 2, y Buenaventura, 4, en cí
litoral; y Salado, 2; Pavas, i; Barbacoas, 6; Maguí, ^ Afos fuera, 2; San yosé, 3 ; San
Pablo, i, y Mallama, 2, más ó menos retirado de la Costa. En el extenso litoral de
Baudñ no hay sino el de ese nombre, 9,000. £n el valle del San Juan se hallan
Tadó, 3; Nóvita, 8; San Pablo, 3; Sipi, 4; Condoto, 2, y Cuéllar, 2. En el valle del
Nueva Geografía de Colombia 79^
ellos el producto del suelo y el movimiento mercantil es enorme si,
proporción g^uardada, lo comparamos con muchas de las regiones
del interior, inclusive la Sabana, que consume millones y nada su-
ministra á la exportación. En efecto, en el Chocó faltan los cami^
nos, y en Oriente todo el tráfico se hace por aguas que terminan
en tierra extranjera ; sujeto, por lo mismo, á multitud de tropiezos,
gravámenes y peligros en producciones y género de comercio, el
Llano difiere del Chocó y del Caquetá, que se igualan entre sí; y
mientras el litoral Pacífico junta el mar á los ríos, las otras dos
secciones no cuentan más caminos que estos ültimos, salvo, se en-
tiende, al pie mismo de la mesa oriental, donde existen numerosas
vías de S. á N. desde Arama hasta el Sarare, es decir, que allí y
á orillas del Arauca y el Meta se concentra la población ; en el
Caquetá lo está también al pie de la Serranía, y en el Chocó, ora
en la Costa, hacia el Mediodía, ora á lo largo del San Juan y el
Atrato.
6.° Panamá, El Istmo, por su situación, tiene un gran comer-
cio de tránsito, y pudiera hacerlo propio considerable si se explota-
ra mejor el territorio ; pero como queda dicho, éste, por el régimen
de la propiedad, apenas si produce algunos frutos que alimentan
ante todo el tráfico marítimo ó el del ferrocarril, uno de los más pro-
ductivos por su elevada tarifa. Además, con excepción de la hoya
del Chagres y los pequeños núcleos de Bocas del Toro y San Blas,
la vertiente Norte está poco menos que desierta, hecho que se re-
pite en el Darién en la del Sur : tan exigua es la población, que en
esta vertiente se concentra especialmente de Panamá á Chiriquí ♦.
Atrato Bagada, i; Lloró, i; Quitdé, 8; Bebará, i; Murindó, i; Pavarandó 3C0, y
Riosucio, I ; y en la mesa de este nombre (21,000), El Carmen, 4; ürrao, 6; Ca-
ñasgordas, ^\l'rontino, 4; Dabeiba, i. Cuanto á los Llanos, en San Martín quedan
Uribe, 3,000; San Martin, 2; Villavicencio, 2; Medina, 2; Cabuyaro, 500, y en Casa-
nare, aún en la cordillera, Chámela, 2,oco; Pajarito, \\Zafatosa, i; Labtamagran'
de, 6; Paya, 2; Marroquln Nunchla, 4; Támara, 3; Tat, \\ Salina, i; San Lope, 700;
y en la llanura Arauca, 4,100; Arauquita, 800; Todos Santos, 700; Cravo, i; Oro-
cui, i; Im Trinidad, I, El Viento, 400; Santa Elena, 4CO; Barroblaneo, 800; Pore,
I; Aloreno, x; Chire, 600, y Tame, 7C0. En el inmenso Caquetá no se cuentan
sino cuatro: Mocoa, i; Aguarico, i; Alto Caquetá, 3; Bajo Caquetá, 500. Todos
los diches Municipios tienen su cabecera á escasa altura sobre el mar. Las zonas
ocupadas por estos habitantes son tan extensas y están á veces separadas por ta-
les distancias, que ladensidad del suelo habitado es muy reducida, salvo en con-
tados puntos del litoral pacíñco ó del pie de la cordillera en la llanura orien-
tal, que no merece otros detalles.
Y lo mismo sucede con las distancias, pues aun cuando son enormes, en
el Choc6, fuera de los caminos enumerados, no se suelen emplear sino los ríos ó
el mar. No es posible hacer cálculos sobre la existencia de las vías usadas, que
en el llano en verano todo el suelo da paso, y en el Caquetá no hay caminos.
Cuanto á producciones, dicho queda atrás lo más importante: ganado ante todo,
y luego algún tabaco, café y cacao en el Llano ; oro, tagua, cocos y maderas en
el Chocé.
* Panamá encierra hoy alguna población y comprende zonas en que la
densidad es considerable, como vamos á verlo. £n Chiriquí y en la vertiente del
Pacíñco, en núcleo de 30 leguas hay 29,000 habitantes distribuidos en los Muni-
cipios de Bugaba 2, Boquetón 3, Atan je 6, San Pablo 2, David 10, Delega 4, Gua-
laca 3. Al £., en la faja de Remedios (10,000 habitantes en i5 leguas), San Lo-
rents 5, San Félix 2, Bemedios 2, y Tole 3. Después, en la hoya de Montijo
25,000 habitantes en 25 leguas), están Cañazas 6, La Mesa 4, Palmas 7, Soné 4,
79^ Nueva Geografía oe Colombia
La misma conformación del Istmo ha sido causa efícaz de su atraso,
pues en él — como en el Chocó — domina con exceso la longitud sobre
la anchura, y ha faltado centro geográfico que le imprima movi-
miento y regule la marcha del conjunto. Además la capital, si bien
está en buena posición por el comercio de tránsito, no lo está con
respecto al Departamento, en el cual el centro g-eográfico y de
equilibrio es el territorio de Veragfuas, donde también la población
es más densa ; resulta de ahí que el interior ^ como se llama el sue-
lo de Azuero hacia el W., se abandona ó poco menos á su propia
suerte. Este defecto de forma y excentricidad también se nota en
otros Departamentos y explica muchos fenómenos de la anómala
vida del país. Las capitales no deben establecerse en las ciudades
porque son populosas, sino porque estén bien situadas con respecto
al conjunto : el cerebro está en el cráneo, el corazón en el pecho, y
los intestinos en el vientre, y merced á tal distribución el cuerpo
humano es lo que es : Panamá, como Bolívar y Mag^dalena, tarde
ó temprano corregirá este error : ¿ cuánto prog^resarían los dos úl-
timos con la capital en Corozal y Valle de Upar ? Los puertos tie-
nen vida propia con el movimiento mercantil. Otro es el caso
cuando se trata de divisiones políticas, más conformes con la rea-
lidad de las cosas, en lo cual es modelo la República francesa.
7.® En ^x\y ferrocarriles y /e¡t'gra/ás serán complemento natural
de lo que á caminos se refiere, aun cuando poco tenemos que decir
sobre ellos. A la fecha (1898) cosa de 3,cxx) leguas de alambre te-
leg'ráfico surcan el país y pasan por 5 20 estaciones, 12 de las cuales
no son Municipios, de donde que aún existan unos 250 poblados sin
Jíifi de Jesús^ 3; Moníijo, i; Pouuga, 2. Luéjo en torno de Parita se encuentra el
principal núcleo de la vida del Istmo (i34,9«o habitantes en i25 leguas) en fer-
ina de medialuna de mínima anchura en los extremos y hasta con 8 en el centro ;
al S. de Santa María, ó sea en la mitad £. de la península de Azuero, hállase
Touosi, 2; Pedasí, 2; PorH, 4; labias, 8; Guara ré, 3; Chitré, 4; Afacaracas, 5; Mú
na, 3; Ocú, 5; Pesé, J; Los Santos, 8; Parita. 2; Atalaya, 3; Santiago, 8; Santa Ma-
ría, 3, y San Francisco, 5. Al N. de ese río, 6 sea en la porción continental, que-
das '.Santa Fe, 4; Cahbre, h\ Aguadulce, 7; Nata, lO; Ola, 5; Ciniadm, 6; Peno-
NOME, 20; Antón, 5; San Carlos, 2, y Chame, 8. En la faja montuosa del fondo
del golfo de Panamá, inclusive las islas próximas (41,000 habitantes en 30 le-
guas), tienen asiento Capira,2; Chorrera, 2; Arraiján, 2; PanamÁ, 25; Chepo, 4;
Cacora, 2, y Taboga-Sahaga,2.1ÍJíc\ inmenso Darién existe una comarca cuja ca-
becera es Ptnogana^ bien que el más importante poblado sea La Palma, comarca
que, sin incluir los indios no sometidos, apenas cuenta 1,300 habitantes ; y otra
hay en las islas de Las Perlas con centro en San Miguel y 3,300. La vertiente
atlántica encierra aún menos población. Al W., en otra grande extensión de te-
rreno, se halla la comarca de Bocas del Toro, con centro en el lugar de su nom-
bre y sólo 5,«oo habitantes : al E de ella y casi perdidos entre la selva están Mi-
fieral, 5oo, y Donoso, 3,5oo. En la región de Chagres (34,000 habitantes en 40 le-
guas) contaremos á Colon, 12 ; Emperador, 5 ; Catán, 3 ; Gorgona, 4 ; Buenavis-
ia, 5 ; Chagres, 3 ; y PortoMo, 2 Todos e«tos Municipios tienen su cabecera á pe-
queña altura sobre el mar, como que en general no llegan á 100 metros, altura
no rebasada sino por |5, la mayor parte de ellos en Azuero, y ninguno pasa de
los 500. Cuanto á vías de comunicación, prevalece en el Istno la marítima, como
es natural, y las terrestres carecen de acentuado perfíl, salvo cuando cruzan la
magistral, donde ésta es verdadera montana.
De la producción del Istmo nada tenemos que agregar á lo atrás dicho»
tiendo de advertir que entre las diversas secciones hay algún comercio de pro-
ductos locales.
Nueva Geografía de Colombia 797
tan precioso auxilio : no hace aún 40 años se tendió el primer hilo
de Bogfotá hacia Ambalema (1865) por vía de ensayo, y hoy existen
10 líneas * que parten de la capital y llegan á Villavicencio, Ituan-
go, la Buenaventura, (donde se enlaza al cable del Pacífico que
cruza de Panamá á Colón y allí se reúne al de Norte América y
Europa, Ipliales (siguiendo á Quito, y con ramal á Barbacoas)
Cúcuta (para entrar á Venezuela) y la^Costa, con términos en Rio-
hacha, Santamaría, Barranquilla, Cartagena y Lorica. Grandes
sacrificios cuesta mantener y servir esa red al país (más de
$ 800,000 al año), á pesar de lo cual aún existen zonas valiosísi-
mas sin tal elemento de progreso, como Chocó, Casanare, &c., y
aun en zonas que cruza una línea, muchos pueblos importantes
* £n la actualidad existen algo mfis de 14,000 kilómetros de alambre de
telégrafos y teléfonos : de aquéllos 3,000 de Bogotá á Ocaf^a y Cúcuta, 300 de Bo-
gotá al Llano, l,ooo de Bogotá al S. del Tolima, 1,400 de Bogotá al N. de Axi-
tioquia, 22,00 en la Costa, 2,100 de Manizales al Ecuador y 700 en Panamá. £1
producto de las líneas es, por término medio al afio, así en millares : Bolívar, 10 ;
Magdalena, 25 ; Santander, 25; Boyacá, 14; Cundinamarca, 96; Tolima, 2S, y
Cauca, 33. Además las oficinas se distribuyen así en producto : más de 30,000
Bogotá, más de 9 Medellín, más de 6 Cali, más de 4 Popayán, Honda, Tunja y
Bucaramanga; más de 3 San José de Cúcuta, Manizales, Buenaventura, Palmira
c Ibagué ; más de 2 Cartagena, Ocafía, Zipaquirá, Pamplona, Neiva, Bugay Car-
tago : más de $ 100,000 producen 25 oñcinas, más de $ 800 unas 20, más de
400 unas 27, unas 46 menos de 100 y unas SO menos de 50, quedando las otras
entre 100 y 400, cifras bien significativas para el movimiento social en el
país. En resumen, los correos producen al año$ 140,000 y los telégrafos 250,000.
£n todos los Departamentos es superior el producto de los telégrafos al de los
correos (en Cundinamarca el doble), salvo en el Magdalena, donde es igual, y
en Bolívar, donde apenas supera á la mitad del de aquélla.
Oficialmente las lineas se clasifican así : A^ 3«330 ks. (Bogotá, Bucara-
manga, Ocafia, Mompós, Corozal, Cartagena, Sinú, Barranquilla, Santamarta,
Riohacha y Valledupar, y Zipaquirá á Paime !) ; B^ 1,056 ks. (Bogotá, Cartago,
Buenaventura, Manisales y Popayán) ; C, 1,866 ks. (Bogotá, Neiva, Chaparral,
La Plata, Popayán, Barbacoas é Ipialcs) ; />, 2,205 ^s. (Bogotá, Manizales, Me-
dellín, Varumal, Puerto Berrfo, Antioquia, Remedios, Supía y La Palma I ) ;
£t 2,006 ks. (Bogttá, Zipaquirá, Tunja, Soatá, Pamplona, Cúcuta, Ocana y du-
plicaciones á Cartagena y Barranquilla) ; J% 275 ks. Bf)gotá, Villavicencio y San
Martin) ; G, 2o6 ks. (Bogotá, Fusagasugá y Cunday) ; //, 141 ks. (Bogotá, Honda,
Puente del Común y Nocaima); /, 764 ks. (Duplicaciones á la Buenaventura y
de Palmira á Popayán) ; % 719 ks. (Bogotá, Chiquinquirá, Tunji, Santa Rosa,
Charalá y Bucaramanga) ; A', 572 k^. (Bogotá, Garagoa, Tunja, Gachalá, Cabu-
yaro y Chámeza) ; Z, 30 ks. (El Común á Cogua ! ) ; ZZ, 85 ks. ( Bogotá á
Facatativá!^.
Como se ve, estos ramos tienen á la fecha grande importancia, y por lo
mismo exigen que su dirección no se mire como cosa secundaria, confiada á ca-
bezas de segundo orden desde el punto de vista de inteligencia é instrucción, sino
al contrario, que se ponga á órdenes de individuos notables por su saber y capaci-
dad. Es seguro que al haberse obrado de ese modo, muchas de las líneas construi-
das no existirían, pero en cambio lo estarían otras más importantes ; no existiría
la actual absurda clasificación de líneas que se mezclan y cortan, siendo unas de
un solo alambre de pocos kilómetros, y otras de varios alambres de muchas
leguas, sino que se habría dividido el conjunto en sectores, y por consiguiente
de un modo más racional. Además, telégrafo y correo estarían sirviendo con po-
deroso empuje á la estadística y climatología del país, puesto que todos los días
podría obtenerse boletín del estado general de caminos, cosechas y aspecto de la
atmósfera, para indicar la probable marcha de las tempestades, lluvias &c. &c.,
como se usa en todo país civilizado. Grandes serán, pues, las ventajas derivadas
del cuantioso gasto que demandan estos ramos, el día que los veamos dirigidos
por hombres que conozcan á fondo las condiciones y necesidades del país y po-
sean la ciencia necesaria para tan alto puesto.
79^ Nueva Geografía de Colombia
carecen de oficina telegráfica, mientras en otras regiones hasta el
más insignificante municipio g'oza de tal merced. Las citadas líneas
se confunden, pues, con las divisiones que hicimos en la red cami-
nera del país, y bien que haya mejorado bastante el ramo como el
de correos, á que está íntimamente unido, aun falta mucho que ha-
cer para darle los caracteres que presenta en las naciones civili-
zadas.
* Duele al patriotismo de todo colombiano tener que ocuparse
en el ^%\in\.o ferroviario^ por cuanto el cuadro que se trace es negjo
• Por hoy cuenta el país con 90 leguas de ferrocarril, sin incluir las 15
que mide el de Panamá, extensión que $e reparte entre doce empresas comprome-
tidas unas á construir 200 más, como se expresa en seguida, indicando entre parén-
tesis el número de leguas que aún faltan en cada línea, i.* Qúcuta (á Puerto Vi-
Uamizar por un lado y á San Antonio por otro: 14 leguas). — 2^ Santamaría: de
Santamarta á Cerro de San Antonio, puerto en el Magdalena (32 leguas), cons-
truidas S, ó sea de la primera á Riofrío. — -j.* Sabanilla : de Barranquiíla, en el río
Magdalena, al puerto Colombia (5^ leguas). — ^.* Cartagen'i : de Cartagena á
Puerto Nártez íGoenaga), sobre el Magdalena (21 leguas), por Mahates. — J.*"
Cauca: de la Buenaventura a Cali (20 leguas), habiendo en servicio apenas 7,
¿ partir del puerto. — 6.*" Girardot : de ese lugar á Sabana de Bogotá (25 leguas)
por el Apulo, aunque sólo hay 12, es decir, del Magdalena á San Joaquín. — 7.*
Li Salhina^ que mide 8 leguas de Facatativá á Bogotá, faltando 4 en ramales á
Los Manzanos y Barroblanco.— á*.* Zipaquirá : de la capital á ese lugar (11 le-
guas).—9.* /^ Dorada^ en Honda, para silvar los rápidos y vueltas peligrosas
del rio, pero no extisten en servicio sino 5| hasta la María — /o.* Antioqnia^ de
Puerto Birrio, en el río, á Medellin (40), bien que no están hechas sino ii^, in-
mediatas al primer lugar. — z/".* Sur\ de Bogotá á Fusagasugí, pero no hay sino
3, ó sea hasta Tequendama. Y en fin, /-í.* El Tolima: de Girardot á Ibagué, pero
sólo está construida una legua hasta el Espinal. Lis líneas de Bogotá á Guaduas
y de Puerto Wilches á Bucar^imanga, yacen abandonas y en ruinas los kilómetros
construidos. En cambio en Nipipi, entre los pantanos del Chocó, una Compañía
minera alemana acaba de construir pira su servicio una línea de casi diez leguas
de longitud.
En proyecto existen las líneas de Cúcuta al Magdalena por Arrepentidos
y Babali, ó sea pjr zona que íntegramínle puede dar migníficos produ:tos para
li exportación ; de BucaramingA al Magdalena por el Lebrija; de Birbacoas á
Pasto; de Bjgotá al Miglalena pir el Rionegro; y, sobre todo, el intercontinen-
tal, que surca á l^auam'i, cruza el Atrato y el Sinii, atraviesa á Antioquia y por
el valle del Cauca sigue á Pasto y al Ecuador, con ramal que del valle del Cau-
ca pasa á Cúcuta, Bogotá y Venezuela: esta vía, la más útil, q-iedaria luego con
los ramales de Cúcuta al Siní, de BDgotá al Llano y de Honda á Garzón : esto
es por ahora un sueño, pero si se realizara, instantáneamente transformaría la
faz del país. Coma se ve, m es escaso el entusiasmo por los ferrocarriles, sólo que
las corrientes no se hin encauzado bien. En vano distinguidos ingenieros han de-
mostrado que Colombia no puede construir ferrocarriles verdaderos, por cuanto el
tráfico que permite el estado actual del país no remuneraría* debidamente los ca-
pitales invertidos en esas empresas, innecesarias además ya que ferrocarrlies eco-
nómicos bastan y sobran á nuestro incipiente comercio, con la ventaja de poderlos
construir á $4o,ooo por legua, en vez de % 203,000 que exige el otro sistemí, y
aun á menos en cierta zona si el material de la vía se fabrica en La Pradera : en
la rica Sabana de B:)gotá apenas hay al año 5 pasajeros por i habitante t !), y el
Ferrocarril de la Sabana ha probado perentoriamente que si las vías férreas au-
mentan el tráfico local donde ya existe alguao, son impotentes para crear comer-
cio don le él no existe. En este ferrocarril.a 1 terminar el siglo pasado se trans-
portaban en el año 630,000 pasajeros, iS,ooo cabezas mayores y 72o,ooo bultos (de
exportación apenas 20,000, que no producían sino $ 330,000 y exigían $ 220,000
de gastos ! ) La guerra hixo aumentra las tarifas, pero el tráfico, lo mismo que en
el Ferrocarril del Norte, ha disminuido muchísimo, y no se recoge lo suficiente
para reponer el material deteriorado.
Razón es esta poderosísima para afirmar que los ferrocarriles que el país
necesita para su ulterior progreso, es decir, para crear vida que no existe, sean de
Nueva Geografía de Colombia 799
en demasía si se respeta la verdad. En la actualidad existen cons«
tru(das cinco líneas que pueden mirarse como completas, y ocho más
que miden 220 kilómetros de los 760 que deben tener; en las prime-
ras hay que observar, sin embarg^o, que, exceptuando la de Panamá,
las otras, en rigurosa verdad, tampoco son bien completas, aun cuan-
do las de Cartagena, Barranquilla, Cúcuta, Honda y la Sabana
llenen más ó menos el fin que se buscaba al construirlas ; deesas
vías, Panamá mueve al año casi 300,000 toneladas, y las otras,
que tienen extensión cuatro veces mayor, apenas alcanzan con su
tráfico amover un millón de pasajeros y otro de toneladas. Tene-
mos en construcción 12 líneas, sin contar á Panamá; y ocurre pre-
guntar : ¿ Esos kilómetros de ferrocarril son verdaderamente útiles
al país ? No, por cuanto jamás se ha pensado aquí en establecer
un sistema racional de red ferroviaria del que hagan parte los tro-
zos que se construyan buscando la mayor utilidad general y no
la local, que es ahora el elemento que prevalece en tales asuntos.
Esto en primer lugar, que en segundo viene el gravísimo error de
no escogerse nunca tipos adecuados al país, y aun en los elegidos
no imponer un sólo sistema y patrón, de suerte que concluidos
puedan convertirse en red continua para el tráfico, sin trasbordos
ni tropiezos. Completa ^^1 cuadro un hecho por demás significativo:
vía angosta, que no presupone el sacriñcio de tan grandes sumas de dinero. Locura
económica y ñasco comercial son las vías de la Costa al río Magdalena, puesto
que el comercio del interior lo único que necesita es la apertura de las bocas
del río, obra fácil, y que no se ha realizado por celos de las localidades vecinas,
que arguyen peligros militares que no existen sino en el bolsillo de ciertos ne«
gociantcs ; lo cual permitirá la entrada de buques de gran calado hasta Taca«
mocho. Atrás queda dicho lo que hay cuanto á los ferrocarriles de Puerto Be«
rrío y la Buenaventura. Por lo que hace al de Girardot, es sin duda la gran
vía para el país, porque en seguida sin tropiezos puede acercarse al Chaparral y
luego unirse al de la Buenaventuta y prolongarse á Cabuyaro : la República tie-
ne dos costas, pero necesita tres frentes, y ese ferrocarril, además de ser el pri-
mero desde el punto de vista comercial, por las regiones que cruza y las relacio-
nes en que ellas están con las vecinas, por los saltos de Honda y Virginia, &c.,
«s indispensable para conservar la integridad nacional y constituye la verdade-
ra base de la red ferroviaria del país, base claramente marcada por la natura-
leza : hecho á la Decauville, no costará más de 5 millones, jamás podrá hacerle
competencia ni aun el río Magdalena, y con él será posible la inmigración sin
gravámenes para el Tesoro publico, por cuanto en breves horas los recién veni-
dos estarán en climas tan sanos como feraces, y de Bogotá al mar el viaje se ha-
rá en dos días.
Si de los ferrocarriles pasamos á los caminos (7,rKx> Igs ), lo primero que
llama la atención es el modo absurdo como se invertía la renta que ellos pro-
ducían : el de Bogotá á Honda daba cada año más de $ 200,000 con peajes
enormes ; pues bien, de esa suma apenas $ 25,000 se gastaban en la vía (menos
de $ 1,000 p r legua!), y Cundinamarca pretendía con 80,000 atender á todossus
caminos ! ¿Qué de extraño tiene que hoy nos encontremos sin vías de comunica-
ción, pues tal nombre no merecen las sendas donde en invierno se expone la vida
á cada paso? liase recargado la importación con un fuerte derecho (25 °/q) que
de sobra comp nsa el producto de los antiguos peajes, y como éstos tenían como
principal propósito la composición de los caminos, en ellos debiera gastarse, si
no todo, sí en cantidad suficiente, el i5 por 100 á lo menos, debiendo disponer la
ley se invirtiese en los caminos, con obligación los Departamentos de publicar
la cuenta de tal inversión, como que los dueños de arrias con frecuencia exageran
el mal estado d¿ los caminos para aumentar los fletes, que son enormes en cier-
tas vías (Facatativá á Honda $ 14 por 18 leguas! — en 1S90; hasta 40 en oro en
la actualidad) ; y con esos datos sabría el público á qué atenerse.
8oo Nueva Geografía de Colombia
no se ha elegido la vía ancha por ser demasiado costosa, ni la angfos-
' ta diz que porque no sirve al tráfico (!) en grande, y se ha optado por
' un término medio absurdo que resulta tan caro de construir como
el primero, y tan incompleto como el segundo, puesto que ni la ve-
locidad normal se estipula en más de 1 5 kilómetros por hora, ni las
vías pueden soportar objetos que excedan de cierto peso. Nos lla-
mamos civilizados, el tesoro publico presta auxilio cuantioso á todas
estas empresas, y aun carecemos de legislación completa y racio-
nal sobre tan importante asunto, en el cual todos los días se incurre
en inmensos desaciertos, en especial en contratos ruinosos con ex-
tranjeros de indusMa, celebrados de seguro con toda la buena vo-
luntad posible, pero indisculpables por cuanto tampoco se han consti-
tuido cuerpos consultivos que, si se estiman convenientes en Europa,
aquí son de absoluta necesidad ; pero cuerpos formados por hom-
bres que entiendan el asunto, que conozcan el país, que tengan in-
dependencia de carácter y no lleven parte en los contratos.
Debe reflexionarse en que nuestra topografía tiene caracte-
res tan sui génei i's, que el ascenso de cada cien metros ha costada
algo más de medio millón de pesos en nuestras carrileras, y que
aún no existe ninguna que haya podido salvar una de nuestras cresterías,
¿ Por qué no imitar á la Argentina y Chile, que en su línea trans-
continental han cruzado la cordillera con un simple decauville ?
Ante todo interesa, al revés de lo que opina el mayor número, centralizar
con mano vigorosa los caminos, aunque partiéndolos en secciones administradas
bajo su responsabilidad por juntas ó contratistas, ya que los municipios, ó son
los que menos se interesan en la conservación de sus caminos, ó pretenden aten-
derlos todos á un tiempo, para lo cual cada año gastan, en la buena estación,
cuanto tienen en llenar los hoyos que al próximo invierno serán más peligro-
sos lodazales. Así centralizados, en cada zona convendría un ingeniero en cons-
tante movimiento, con obligación de ordenar reparos y varíenles y de levan-
tar el plano de las vías y amojonarlas con postes kilométricos, y una sección de
buenos montañeses antioquefios ó santandereanos, jornaleros bien pagados, tam-
bién movibles y destinados á construir los puentes y hacer las reparaciones más
'difíciles, á partir de las vías madres, con lo cual se obtendrían grandes eco-
nomías, puesto que uno de esos obreros equivale á tres ó cuatro peones ordina-
rios. Y esas juntas dispondrían el modo como los Municipios apliquen sus pro-
pios recursos, empezando por la vía que más interesase al común y no á los mag-
nates, como es uso entre nosotros. Y aun seria útil que las refecciones no se
hiciesen sino á contar del segundo kilómetro, trabajando porque el primero fuese
compuesto por todos los vecinos en una ó dos horas de labor el día festivo, des-
pués de misa, animados por el párroco, y que durante ese rato de trabajo los
maestros diesen lecciones agrícolas á niños y mujeres. Quiera Dios, en beneficio
del porvenir, que el asunto caminos sea atendido como lo merece, ya que sólo
él puede salvar á Colombia del abismo que de otro modo le traerá la competen-
cia de los demás países tropicales
Réstanos hablar del Catial interoceánico. Esta obra, que se ha querido
equiparar malamente en importancia al de Suez, no tiene sino un interés ame-
ricano, y el Nuevo Mundo dista mucho de ser lo que es el Viejo Continente.
Con el andar del tiempo las cosas habrán mejorado, pero por lo pronto (1S98),
nos explicamos perfectamente que Europa no quiera gastar más sumas en abrir
ese foso, que en verdad no interesa sino á los Estados Unidos. Por esta razón de-
searíamos que la República del Norte optara por la vía de Nicaragua, pues si á
ésta toca abrir el de Panamá, nuestra autonomía sufrirá rudísimo golpe sin ven-
taja ninguna: el oro que nos lleguen á dar, si es que lo vemos, volverá á esca-
pársenos á cambio de algunas lajadas de fnelónqn^ tan fácil les será procurarse en
el Istmo. Y si luego, por desgracia, á algún yanqui toca descubrir el rincón de
Jos placeres auríferos del Chocó, puede juzgarse lo que sucederá á Colombia..-..
NUBVA (iEOGRAf/a de COLOMIU
¿ Por que no iplicar este sistema á Colombia ? ¿ Por qué pensar
todavía en ferrocarriles costosos de Bogotí al Llano, 6 de Bogotá
8o2 Nueva Geografía de Colombia
al Norte, atravesando á Santander? ¿ Acaso las naciones más civu
lizrdas no han construido ferrocarriles económicos para sus zonas
pobres ? ¿ Se ha meditado en los pclig^ros que aparejaría para la
salud pasar en pocas horas de Bogotá á Honda, y viceversa?
Y lo dicho de los ferrocarriles se aplica en g^eneral á los, cami-
nos ; aun no hay un plan general acerca de ellos, no están clasifi-
cados por la ley con entera precisión, y sin embargo todos los Con-
gresos votan cuantiosas sumas para la apertura de trozos de cami-
nos sin enlace conocido, de suerte que jamás se obtiene resultado
satisfactorio ; mientras los colombianos no se convenzan de que en
estos ramos se necesita, como en ningún otro, calma y método, no
saldrá el país de la postración en que ha vivido ; la ciencia y la ex-
periencia enseñan que primero se construyen los caminos más impor-
tantes, y no empezando por lo difícil sino por lo más sencillo y ba-
rato ; si, por ejemplo, los miles gastados en la casi inútil carretera
de Facatativá á Agualarga, se hubiesen empleado en la de Honda á
Villcta, pronto se habría construido ésta, facilitando la exportación
á valiosa zona, y con sus mismos productos ya estaría terminada,
con dos ventajas : la primera, haber obtenido á hueh precio mate-
rial resistente para hacer la zona de la alta montaña, más larga y
donde éste no se consigue ; y la segunda que cada legua de carre-
tera habría aprovechado á muchos y mejorado el flete para todos.
Bien sabemos que quien combate los grandes ferrocarriles ad hoc
y en general las falsas bases que en punto de caminos se han dado
en Colombia, por los unos es llamado loco ó mentecato, ignorante y
aun algo más por los otros; pero la verdad surgirá algún día, y en-
tonces se hará justicia al necio, que para todo lo en este mundo lla-
mado injusto, llega al cabo el día de la reparación, por lo cual ha-
cemos constar cuánto hemos combatido desde hace 20 años eso que
ya se considera camino trillado por tantos y tantos colombianos.
Un grueso volumen no alcanzaría á contener todo lo que puede de-
cirse sobre la materia.
G. Comercio — Estudiado el país, sus productos y medios de lo-
comoción, posible es analizar el comercio, que es respecto de las
naciones lo que la circulación sanguínea al organismo humano.
A raíz de la Conquista, poco ó nada era el movimiento mer-
cantil, limitado al envío de lo quitado á los indios y á la introduc-
ción de artículos de absoluta necesidad, y en primer término clavos,
barriles de aceitunas, algunos vinos y terciopelo rojo, según lo in-
dican los escasos documentos de aquel tiempo ; pero al establecerse
la Audiencia las cosas cambiaron, y bien que faltan datos para cál-
culos que no sean aventuradísimos, alguna idea permite formar del
asunto el que en 1620 ya subía á 27,000 en oro el remate sexenal de
los derechos de puerto en el río Magdalena, verdadera aduana de
Bogotá en esa época, así como también la consideración de que si
bien eran pocos los españoles venidos, los indios y mestizos sentían
ya las necesidades de la civilización superior importada por aqué-
llos, y que, por lo mismo, señoreaba rápidamente el país.
El comercio colombiano debiera valer hoy 45 millones por sólo
producciones agrícolas, y éstas apenas alcanzan á 13, ó sea algo
más del tercio de ese guarismo, el cuarto completo si prescindimos
Nueva Geografía de Colombia 803
de los productos naturales de nuestros bosques y de los de la ga-
nadería, que en verdad no deben entrar en el cálculo.
Ahora volvamos los ojos al pasado : á fines del siglo xviii y
principios del xix, cuando España permitió el libre comercio, las ex-
portaciones de Colombia, entonces poblada por menos de un millón
de almas, ascendían á 2| millones ($ 2-50 por cabeza), de ellos
800 mil en frutos nacionales (carey, algodón, cueros, ganados, ma-
dera, &c.), que correspondían á $ 0-80 por cabeza, ó algo más si
se descuenta la población minera, que ascendía á unas 50,000 per-
sonas. Ahora bien : la guerra de Independencia arruinó ese flore-
ciente comercio, puesto que de 1830 á 1840 disminuyó hasta
1.100,000 sin pasar de 2.500,000, guarismos en que unas veces, la
mayor parte, otras casi el total íntegro, correspondía á los produc-
tos de la minería. Más adn : de 1840 á 1850 la exportación de fru-
tos no e.xcedía de 600 á 700,000 con población dupla de la de
principios del siglo xix. En 1873, cuando había 3 millones de co-
lombianos y por vez primera pasó de 10 millones la exportación, el
valor de los frutos naturales no fue sino de y\ (de los que 5| co-
rrespondían al café, la quina y el tabaco, cuya explotación princi-
pió en la Colonia), que corresponden á $ 2-40 por cabeza. En
1890, á 5.4 millones de la minería se unen 15 de frutos, y de ellos
sólo 6 representados por el café, el tabaco y los cueros ; estos 15
millones, repartidos entre 3.4 de habitantes, dan promedio de $ 3.5
por cabeza. Los Virreyes calculaban en 3 millones el aumento
anual de la riqueza del país, ó sea á razón de $ 3 por individuo.
¿ Aumenta hoy en quince, como era natural ? Ni aun la mitad de
esta cifra alcanzamos, y el precio de los víveres no es cinco veces,
sino de 8 á 10 mayor que en esa época : al decir 5, incluímos 20 por
100 como disminución del valor adquisitivo del dinero, bien que no
llegue ni con mucho á ese índice. Todos reconocen que progreso
y civilización deben ser sinónimos de mejoramiento en las condi-
ciones de la vida, sobre todo para la masa comdn, y como éstas
eran superiores en otras épocas, es claro que el régimen económi-
co implantado después, no ha correspondido en la práctica á lo que
supusieron sus adeptos.
Veamos esto con algunas cifras. Por períodos y en millones
se hallan en seguida resumidos los valores de la importación y
exportación, con su promedio anual, después de la división de la
Gran Colombia, tal como resultan de los datos oficiales.
Época»
Importación,
Promedio.
Exportación.
Promedio.
Comercio graL
30 á 40 (1
[O añoj)
24
2.4
19
'•9
43
40 á 50
(id.)
25
2.5
20
2
45
50 á 60
(id.)
31
3.1
36
36
67
60 á 70
(id.)
48
4.8
49
4.9
97
60 á 80
(id.)
90
9.0
lio
II.O
200
80 á 86
I6i)
66
10.4
95
15.0
161
87 á 91
(5)
60
12.0
79
15.8
139
92 á 98
(^J)
102
17
"5
19.1
217
Total
446
56
523
6.6
869
So4 NuxvA Geografía de Colombia
Es entendido que á partir de 1886 hemos hecho la reducción
de los valores exportados, computando la rata del cambio del pa-
pel moneda al oro.
£1 anterior cuadro, halagador á primera vista, en el fondo
no es realmente exacto. ¿ Por qué ? Porque los documentos oficia-
les que han servido para formarlo, además de incompletos é inco-
rrectos á veces, olvidan siempre el cambio con el Extranjero, ele-
mento ó factor imprescindible, y sin embarg-o jamás tomado en
cuenta por nuestra estadística. En efecto, supongamos un cambio 6
premio de letras al 20 ^/^ y la importación de una suma A en
mercancías : claro está que las fábricas que la despachan no po-
drán cargarle otro valor que el de sus tarifas y en la moneda de
su país, única en que harán la venta, y esa será la cifra que decla-
ran las facturas y figura como importada. Ahora bien : á la vista
salta que en esta cifra habrá error si la moneda del país que com-
pra tiene menos precio que la de aquel donde se compra, ó bien si
el envío de esa moneda presupone grandes gastos, porque en am-
bos casos el país que paga, si bien al extranjero no paga sino la
suma A, esa suma le cuesta A-l-20 ^/q, y por consiguiente en ese
20 °/jj será preciso aumentar el valor de la importación, ya que el
comercio no puede prescindir de él : lo paga el consumidor, y no es
otra cosa que el tributo ó interés que los países pobres ó deudores
pagan á los ricos ó acreedores. Con este dato, que nunca hemos
comprendido cómo pudo olvidarlo nuestra estadística, el cuadro
anterior se transforma, la supuesta superioridad de la exportación
se anula y queda muy por debajo de la importación : este crédito
en contra del país ¿ cómo se ha saldado ? : con el envío de nues-
tro metálico en condiciones que no siempre figuran en los docu-
mentos oficiales, que tampoco registran las fuertes sumas remitidas
al Extranjero para el pago de la deuda exterior, y que algunos
años alcanzaron hasta un millón ó más, sin contar las llevadas por
los extranjeros, &c.
Lo antes dicho hace luz en el asunto y aclara el porqué del
agotamiento de nuestro numerario, ó sea del nugatorio progreso
del país. Este fue el grito incesante de los Virreyes y primeros
Ministros de Hacienda : en 184S Lino de Pombo estimaba á lo me-
nos en $ 500,000 la exportación clandestina de numerario ; y la
holgura que se notó de 1850 á 1865 no se debió á las libertades de
cierta escuela, como es comiín suponerlo, sino á medidas anterio-
res que permitieron en 1848-49 la introducción de fuertes sumas
en monedas extranjeras (2| millones en 4 años), que surtieron el
mercado y permitieron eficaz progreso en el país, á lo cual sin duda
contribuyó el arreglo del comercio libre de metales (1846), de los
derechos de aduana, y transitoriamente la libertad del cultivo del
tabaco, el que en 1857 produjo 5 millones de kilogramos, ó sea
aumentó en unos 3 sobre la anterior cosecha anual, manteniéndose
como buen artículo de negocio hasta 1880, en que lo reemplazó la
quina por algunos días ; la desaparición de los dos dejó el campo
al café, sin aumentar su producto de un modo notable. En virtud
de lo dicho, calculamos el 9°/^ de premio para el cambio de 1830
á 1840, el i2®/o de 1840 á 1850, el 4°/^ de descuento de 1850 á
1860, el 10*^/0 de premio de 1860 á 1870, el 15°/^ de 1870 á 1880,
Nueva Geografía de Colomiia 805
-el 30°/o de 80 á 86, y el 6o°/o hasta 1893, y luego cifras fabulo-
sas, signo de época anormal, puesto que llegó á pasar del 5,000 en
190 1, y no bajará del 2,000 en muchos años, cifras en que incluí-
mos tanto el cambio respectivo como los crecidos derechos anti-
guos del transporte de la moneda.
A5Í0S 1S30,40-1840,50-1860,60-18(K),70-1870,80. 1830,86-1887,91
Importación 24 25 31 48 90 66 60
Id. corregida 26 2S 30 53 104 86 96
En vista de esos niímeros, tenemos que hasta 1898 realmen
te no se han importado 446 sino 525 millones, que con el contra-
bando (7°/o) — enorme en ciertas costas y fronteras — y un cálculo
moderado para suplir las deficiencias de la estadística oficial, as-
cenderán á 570, dejando así un déficit de muchos millones que no
ha podido cubrirse en gran parte smo con metálico, á lo cual hay
que agregar que en los 30 últimos años las exportaciones que indi-
can las estadísticas, vienen siendo menos y menos exactas cuanto á
valor, á causa de la generalización creciente del aseguro, para el
que se acostumbra, como es natural, suponer precio bastante alto á
los artículos, uso que suponemos también existe en cierto género
de importación, por lo cual pensamos puede compensarse. Ahora
bien : para que no haya exageración en ningún caso, rebajemos
hasta 1890 el déficit apuntado á 55 millones, y á esto agreguemos :
50 á que sube la moneda exportada como tal de 1830 a 1890, 36
por exportación del siglo pasado á sólo 1.8 por año, 18 en idénti-
cos términos para los 10 primeros años del siglo xio, y 50 para los
20 siguientes, en que la prohibición de exportar víveres, la dificul-
tad de negociar otros artículos, y la salida de capitales debió au-
mentar el promedio anual (sólo suponemos ^millón más), y tendre-
mos un total de 200 millones en números redondos, los cuales he-
mos de restar de 183 amonedados en el país y aumentados con 25
en que puede estimarse la introducción de monedas extranjeras y
el superávit del siglo xviii, resta que nos da 8 millones de saldo.
El comercio estimaba en 1890 en 8 á 10 millones la cantidad que
en metálico existía en el país, suma que en su mayor parte tomó
el camino del Extranjero, antes de la última guerra.
Hace iS años importábamos 15 millones, que con elóo^j^ de
cambio de letras, dan unos 24, y exportábamos 29, que se reducían
á unos 24 á 25, quedando siempre saldo, pequeño por fortuna, en
contra nuestra ; de esos 29 millones, más de los 4 eran metales que
•on el cambio dan cosa de 6 millones, y los 25 eran frutos que por
la misma causa (cambio de papel por oro) se reducen á 19. Más
aún: las importaciones, merced á la facilidad de hacerlas por correo,
aumentan sin cesar de un modo notable, lo cual no sucede con la
exportación (en 1897 pasó la importación de 18 millones, por me-
nos de 17 de exportación). Resumiendo, tendremos que nuestro co-
mercio extranjero vale en números redondos 55 millones de pesos
(en oro) al año, computando á Panamá y el contrabando, ó sea unos
^ 12 por cabeza anuales, á $ i mensual, ó lo que es lo mismo á 2
millones por mes (hace 70 años, valor total de las exportaciones),
NinvA Geografía de Colombia
y ( 70,000 diarios (casi 20 centavos por cabeza), lo cual es justa-
mente la décima parte del tráfico interior. Podemos, pues, sin exa-
geración ning-una, suponeren i millón (en oro) diario el movimiento
mercantil absoluto del país (zS centavos por cabeza); con todo,
no estimamos haya progreso efectivo, puesto que en las naciones
ricas la existencia en metiltco sube i $ 20-$ 25 por cabeza, y aquí
no pasa de i ; por el alto premio del cambio, de que no es respon-
Fignni I09— El Ruiz visto del lado de Manitales— De rot<^rafía
NincvA Geografía de Colombia 807
sable el papel moneda sino en pequeña par*e, y data ya de tiempo
atrás, y por la reducida cifra de nuestra exportación agrícola. En
efecto, ésta en 70 años no alcanza sino á 200 millones del total de
la exportación, de ellos 60 suministrados por la selva virgen, por
lo cual los agricultores colombianos no han producido sino 140; y
como según fórmulas usuales, de 1830 á 1899 han vivido en el suelo
patrio algo más de 45 millones de colombianos, tenemos que no
resultan sino $ 3 por cabeza como producción media, en tanto que
el consumo en idéntica forma sube á $ 10 como mínimum, cifra
mucho menor antes de 1850 y casi doble la ultima década. Ahora
bien : imagínese cuál sería la situación del país sin los productos
de las minas, y dígase si los Virreyes fueron ó no hombres de no-
table visión económica, > si el Gobierno español era buen ó mal
administrador. A lo dicho agregúese que Venezuela, antes de 18 10,
con menor población,'exportaba 4 millones en productos agrícolas,
contra $ 6oo,ocx) Colombia; que de 1832 á 1833 la renta de adua-
ñas de aquel país pasaba de i millón, y apenas llegaba á la mitad
en Colombia, cuyo movimiento mercantil era inferieren una mitad,
no obstante sus minas y sus 500,000 habitantes más. En la actua-
lidad esa diferencia no ha desaparecido del todo. ¿ Abrirán al fin
los ojos los colombianos? ¿Proporción guardada, no nos era supe-
rior entone s aun el mismo Ecuador? ¿ Fue ó no racional y lógica
la división de la Gran Colombia, y estúpida la de la deuda exterior?
Otros detalles son necesarios á este respecto, para que se en-
tienda mejor el punto; pero por desgracia son pocos los datos pu-
blicados, y á ellos vamos á referirnos. En la época del Virreinato
la introducción comprendía especialmente géneros de lujo, vinos,
muebles, herramientas, objetos de adorno, &c., en cantidad de
once millones en 1 784-88, de ocho millones en 1 789-93, y de me-
dio millón en la mitad de 1802, esto por el sólo puerto de Carta-
gena; de donde puede deducirse un promedio anual de % i .800,000,
bien que á juzgar por los relatos de los Virreyes, hubo en ese puer-
to disminución gradual de la importación desde 1 784 en adelante, á
la vez que aumentaba por otros ; si hacemos una proporción, ten-
dremos que al finar el siglo xviii la importación por Santamarta
era el tercio de la de Cartagena. De modo que si á estas cifras se
agregan los escasos datos recogidos para el comercio de Panamá,
el Chocó y Cücuta, tendremos una importación anual de 2.03 mi-
llones, de cuyos pormenores hay datos numerosos en los archivos.
Declarada la Independencia, el desorden producido por la guerra
fue increíble, aunque su magnitud no puede valuarse con seguri-
dad ; pero cuál sería ese desastre, nos lo dice el hecho de que su-
puestas las rentas públicas en 3 millones, al separarse la Nueva
Granada, de acuerdo con el movimiento mercantil de la Colonia,
y rebajado bastante por las pérdidas de la guerra, todavía resultó
exagerado ese cálculo en cerca de un millón de pesos, ó sea había
disminuido el comercio mitad por mitad de lo que era el de la Co-
lonia en 18 10; hecho plenamente comprobado por otros datos que
suministran las Repúblicas vecinas y los archivos de la época.
Reorganizado el país en 1830, los datos oficiales son incomple-
tos por la libertad de importación concedida al Cauca, entonces
completamente arruinado por la guerra, puesto que fue, junto con la
3o8 NUBVA GlOGRATIA DI COLOMBIA
C«sta Atlántica, la regalón á que cupo la peor parte, con la sola di-
ferencia de hallarse, á la inversa de aquélla, encerrada entre mon-
tañas. En largo período los datos precisos escasean.
La década de 1830 á 1840, como atrás queda dicho, principia
con importaciones de 2.65 y 2.3 millones, los cuales repentinamente
bajan á 1.45 y 1.32 hacia 1832-34, debido á la separación de las
tres Repúblicas y á las guerras civiles que entonces asolaron el país.
En el resto de la* década hallamos terminales (34-35, 30-40), de
2.63 y 2.72, lo cual acusa aumento de comercio, tanto más cuanto
sube á 3.31 en 35-36, y aunque en los tres años siguientes baja
á 2.17, torna luego á ser de 2.53 y 2.60. Con la azarosa época de
1840-41 vuelve á disminuir la importación á $ 500,000; pero este
dato estadístico oficial es inaceptable, por cuanto los rebeldes en-
tonces mantuvieron algün tiempo importantes aduanas en su poder;
y tan cierto es lo dicho, que los períodos siguientes dan 3.50, 3.42
y 3,28. Sintióse entonces el resultado de la lucha, y la importación
descendió á 2.7, y paulatinamente hasta 2. 10 (48-49), mínimum su-
perior, con todo, al de la década anterior, y del cual sube á 2.6 en
1849-50. En el tiempo transcurrido de 40 á 50 tenemos por tér-
minos 3.1 y 2.4, y por intermedios 3.3, 4, 3, 9, 2.30 (guerra civil),
4'i> 3'25, 1.98 (edad de oro de nuestro comercio), 2.44 y 2.10; es
de observar que desde 1855 las importaciones fueron notablemente
inferiores á las exportaciones, y el comercio europeo se mostró tri-
butario del nuestro. Tal fue la riqueza acumulada entonces, que sin
gran detrimento sufrió Colombia la larga lucha civil de 61 ; en
1860-61 las estadísticas rezan un millón como importado, cifra erró-
nea por las mismas razones dadas para 1840-41 ; de 1861-62, á
juzgar por los datos oficiales y otros, fue de 3.1, y de 3.5 en 62-63,
y de 3.2 en 63-64; aunque todas estas cifras parecen bajas, tanto
por el mucho contrabando de la época, como por el hecho de su-
bir á 6.72 en 64-65 y á 7.89, 5.52, 6.39, 7.25 y 5.84 en el resto de
la década, la que así en definitiva acusa aumento de 2 millones
para las importaciones anuales. Con iguales valores principia la
siguiente década, para acabar masque duplicándolos (10.38 mi-
llones), pues en ella vemos en los otros años 8, 12.51 (en 72-73)
II, 6.48, 7.32, 6.70, 8.70 y I0.7r.' En fin, de 80 á fines de 86 las
importaciones fueron 12.07, 12.35, 11.52, 9.92, 9.30 y 10.82, siendo
de advertir que oficialmente sólo se reconocen 2.96 en 84-85, por
la ocupación de la aduana de Barranquilla algün tiempo por los
revolucionarios. Hemos hecho el cálculo de lo entonces importado,
merced á informes recogidos en aquella ciudad. De 1887 hasta
91, las importaciones son 8.71, 10.65, ii-8i, 13.22 y 14.88, ó sea
crecieron sin cesar, y como en estos años el cambio al 60 por 100
los aumenta tanto, tendremos que la importación de 91 costó al
país 24 millones, pero inferior á las de 72-74 en objetos adquirí-
dos, á la vez que vale casi tanto como el total de cada una de las
dos primeras décadas, la mitad de la de la tercera, el cuarto de la
de la cuarta, el tercio de la del período 80-86, y el tercio de la del
transcurrido de 87 á 90. En fin, de 92 á 98 esas cifras son 12.4,
13.4, 10.7, 1 1.5, 16.9, 18.3, 17.2.
De tan fastidiosa serie de números podemos deducir, habida
consideración á la clase de objetos que más se importan, que las
NuivA Geografía di Colombia 809
mercancías extranjeras entran ante todo para sostener lujo absur-.
do, lujo que arruina el país y que por lo mismo debiera ser con-
vertido en beneficio del común, gravando todo aquello que no es
necesario 6 no sirve para el progfreso industrial y agrícola, con im-
puesto igual á su valor, con lo cual una renta que hoy apenas vale
el quíntuplo de lo que producía en 1830 y poco más de lo que dio
en 1881-82 en plata, daría un producto seguro de muchos millonts
en papel.
De cuál ha sido nuestro movimiento mercantil de importación
y cómo penetra en el país, alguna idea darán los siguientes esta-
dos sobre naciones con quienes negociamos, grupos de mercancías
introducidas y puertos buscados por el comercio.
MIRCADOS QUE NOS SURTEN
Fatie$ 1930-87 1856-57 1869-70 1878-79 1887
Alemania 0.03 0.16 0.62 1.35
Antillas 0.06 0.20 0.21 0.20 037
Bélgica 0.02
Estados Unidos 0.16 0.30 040 1.04 1.50
Ecuador ('.05 o.oi «.08 0.20
España o.oi 0.02 0.12
Francia 0.19 0.67 1.47 2.10 2.86
Inglaterra i 16 1.75 2.89 4.75 4.57
Perú 0.06 0.02 0.08
Venezuela.. 0.17 0.21 o.2i 1.98 1.39
Puertos franceses 0.01 0.65 o. 10
Varios 0.21 0.02 0.41 o.oi oo.i
Total 2.10 3.24 5.76 10.53 12-49
Habitantes 1. 7 2.3 3 3.4 4
Este cuadro presenta como unidad el millón y como fraccio-
nes suyas las centenas y decenas de millar, á fin de hacer así más
sensible la marcha de las importaciones. En varios se comprenden
naciones que envían hoy menos de $ 10,000, como Italia, ó con
quienes el comercio ha decaído, como Costarrica. Las cifras de
Vemzuela se refieren á la importación de Ciícuta por Maracaibo,
la cual en su mayor parte viene de los Estados Unidos y luego de
Inglaterra, Francia y Alemania ; puertos francos son los del Istmo
de Panamá. Así pues, en 1869-70 una importación de 14.5 millo-
nes costó 6 de pesos (4 kilogramos por J i) ; en 1879, otra de kilo-
gramos 24.5 importó 10.7 (2.4 kilogramos por % i), y los kilogra-
mos 21.6 de 1887 valieron 14.1 (kilogramos 1.5 por $ i), compu-
tando en esta cifra el cambio al 60 por 100 sobre los 8.7 millones
de pesos en nuestra estadística; es de notar que en 1879, mientras
kilogramos 7.4 de los Estados Unidos valían % i, kilogramos 2 de
Alemania valían $ i, y kilogramos 2.1 de Inglaterra y Francia
valían $ i. Hacia 1836-39 la ¡mporUción se hacía en 141,000 bul-
tos, en 1879 comprendía i. 881,000, en 1887 sólo 566,400, y en
1S97 ascendió á 2.222,000, lo cual demuestra mayor facilidad en
el tráfico interior, pues los de 1879 (deducidos 828,000 de Tiima-
Nueva Ceografia de Colombia TOMO I-^*J2' J
8io Nueva Geografía de Colombia
co, sal con peto de 2 kilog^ramos) resultan con peso medio de kilo-
g^ramo24.5, y en 1887 llegan á 390 kilogramos, lo cual presupone
al comercio ahorro como de 3 á 4 en los fletes terrestres. Mas es-
tos pesos no son verdaderos, y el promedio de los importados sube
á 52 kilogramos.
Cuanto á la clase de mercancías importadas, puede juzgarse
por los siguientes datos:
En 1852-53 : algodones, un millón de libras; quincalla,! i8,ooo;
hierro, 129,700 ; plomo, 3,600 ; cobre, 5,ooo; otros metales,! i,000;
carnes, 2,000; sal, 242,000; harina, !00,ooo, y licores 199,000;
esto entre un total de 2.860,000 libras. En 1855-57: alimentos,
{ 235,000; drogas, 56,000; tejidos, 2.411,000; peletería. Joyas y.
muebles, 223,000; productos de aplicación científica, 25,000; pro-
ductos de aplicación industrial,! 14,000; licores, 123,000; sal, 49,000
y miscelánea $ 190,000. En 1869: alimentos, kgs. 2.475,000; drogas
y medicinas, k. 315,000 ; metales en bruto y manufacturados, k.
1.590,000; herramientas y máquinas, k. 290,000; telas, k. 2.504,000;
ropa hecha, k. 164,000; sal, k. 1.574,000; perfumería, k. 62,000;
cristalería, k. 130,000; licores, k. !. 363,000. En 1879: alimentes, k.
2.5 millones ; telas, k. 4.3 millones ; materiales de construcción, k.
2.48 ; metales, k. 0.60 ; drogas y medicinas, k. 0.32; alumbrado, k.
I ; máquinas, k. 0.32 ; vestidos, k. O 60 ; materiales para puentes y
caminos, k. 0.65; condimentos, k. 0.34 ; loza, k. 0.34; objetos para el
aseo, k. 0.52 ; licores, k. 0.55. En 1887 : alimentos, k. 3.57 ; algo-
dón, k. 3.88; cáñamo y lino, k. 0.73 ; lana, k. 0.56; seda, k. o.oi;
pieles, k. O.iO; loza, k. 0.34 ; cristal, k. 0.31 ; alumbrado, k. 0.76;
drogas y medicinas, k. 0.47 ; perfumería, k. 0.19 ; papel y cartón,
k. 0.73; hierro y acero, k. 2.8 1; otros metales, k. 00.3; miscelánea, '
k. 0.43 ; sal, 1.09, y licores, 1.57. En 79 y 87 quedan excluidas las
importaciones por Cücuta, por falta de detalles; pero como por allí
entraron en 87 k. i.i6de sal, sumada á la otra partida, da para
este artículo introducción de 2^ millones de kilogramos. Y nos lla-
mamos país de la sal I Todos los artículos han aumentado su can-
tidad de un período á otro: los licores registran uno de 210,000 k.
en 22 años. Muy útil y conveniente sería que la ley fíjase las clasi-
ficaciones generales, á efecto de que fuesen uniformes las estadísti-
cas de todos los bienios y facilitasen los estudios sobre la materia.
En lo general, la importación es más ó menos igual todos los me-
ses, pero suele alcanzar su máximum en Agosto y Diciembre y su
mínimum en Febrero.
El comercio con las principales naciones ha seguido progre-
sión creciente, y hace poco se distribuía así, computando la im-
portación de 1892 en 25 millones: Inglaterra, 42 ^/^ ; Estados
Unidos, 19 ^L ; Alemania, 19^/0 ; Francia, ii^loi Antillas, 3 ^f^i
España, i °/o, y diversas naciones 6 °/q. Empero, tal situación no
ha sido siempre la misma, porque si bien es cierto que de tiempo
atrás Inglaterra lleva la primacía, seguida por los Estados Unidos,
Francia ha sido dominada por Alemania, que hace 30 años tomaba
el I ®/o, cuando á aquélla correspondía el 6 ®/^ Los cambios más
notables los registramos en el comercio con los Estados Unidos, que
tn 80 nos enviaban 5} millones, 6| en 83, y sólo 2j en 90 ; y bien
NUKVA GsOGKAriA DX CoLOMBIA 8 1 I
que estos 2^ en realidad representan 4, siempre acusan disminu-
ción que no sigfuió por haberse levantado trabas á nuestra expor-
tación ; y si Francia no lucha por conservar su puesto, Alemania é
Ing^laterra y los Estados Unidos acabarán por ser nuestros únicos
proveedores. También es causa de victoria para aquellas dos na-
ciones la superioridad de sus marinas mercantes y las numerosas
líneas que unen sus costas y las nuestras. Con Italia por fortuna no
tenemos relaciones oficiales.
La importación colombiana ha vanado también mucho en los
sitios por donde penetra hacia el interior, como lo indica el si-
¿"uiente cuadro de las principales aduanas existentes en el país, en
millares, desde 1834-35 ^ 1891.
Aduanas Zi-Sk 87-St 42-4S 5f-67 66-67 75-9 87 8t fl
Cartagena.... 2,127 1,012 615 238 360 752 2,244 3,425 2,94»
larranquilla S37 760 7,932 8,822 11,408 15,931
Santamarta... 819 1,340 2,233 2,046 3,535 144 123 74 |124
Riohacha 76 57 119 80 58 114 123 198 193
Cúcuta 280 162 236 212 360 831 872 1,205 1,784
Tumaco 4 17 26 iig 111 221 234 294 309
Buenaventura 50 79 106 131 264 433 696 1,032 1,590
Este cuadro marca, además, el excesivo aumento de los con-
sumos, desproporcionado con la población, é indica las vías princi-
pales del comercio ; pero antes de proseguir se hace necesario in-
dicar las cifras relativas á las demás aduanas que hay ó ha ha-
bido en el país.
84-5 87-8 42-8 56-7 66-7 78-1 89 99
ranamá 53 233 164 590 a 2300 455^
David a á 5 6 a
Montijo.. a á 7 10 a
Chagres a a a 9 a
Fortobelo a a a 7 a
Bocas de Toro a a a 3 a 140
Turbo a 103 a 8 16
Izcuandé a a a 4 a
Ipsa/es a a a 3 13 36 59
Orocué^ a a a 11 5 55 99
Arauca a 56 a 97 68 io5
Las aduanas del Istmo no existen hoy, como tampoco las de
Turbó é Izcuandé, cuyo comercio actual está englobado en las de
Cartagfena y Buenaventura ; la de Turbó estuvo algún tiempo en
Quibdó y Nóvita. La aduana de Ipiales estuvo antes en Carlosama
y Túquerres ; la de Orocué en Guanapalo y Cafif í, y la de Chagres
se trasladó á Colón. Las que tienen valores en 89 y 91 son las que
hoy existen, pero Panamá, el Toro y Colón son puertos francos; y
las que tienen su nombre de bastardilla son puertos secos ó fluvia-
les lo mismo que CiScuta ; en fín, Barranquilla, que engloba á la
antigua Sabanilla, resulta á la vez, por su ferrocarril, puerto marí-
timo y fluvial, pero hasta 1850 no se hicieron importaciones por
ella. En el anterior cuadro la letra a significa que carecemos de
NviVA Giogbafi'a di Colombia
datos para ñjar valores. El estudio de los dos cuadros nos da los
siguientes notables resultados : en Panamá, á los 4.700,000 importa-
dos en 1891 hay que agregar ij 229,000 por comercio con los de-
más puertos colombianos, pero de ese total J 180,000 son mone-
das, J 30,000 madera, y J 158,000 carbón de piedra para vapores
y ferrocarril ; mas no siendo posible que sus 315,000 habitantes
consuman los 4.5 millones restante^, hay que suponer que á lo me-
nos 2 j son para la reexportación á los puertos del Pacilico. Al Cau-
ca entraron en l8gi cosa de 2 millones por sus tres aduanas ; pero
artAgrafos ale inanes
Nueva Geografía de Colombia 813
teniendo en cuenta lo enorme del contrabando en la de Ipiales, el
comercio del Chocó por Cartagena, el del Valle con Antioquia y el
del Caquetá, muy reducido, la cifra primera sube á 3 millones, sin
la más ligera exageración, lo cual da una importación anual de $ 4
á 5 por cabeza, en verdad pequeña. La importación de Riohacha
es comercio local, como la de Santamarta, por lo cual resulta tam-
bién descontada la población de la mesa de Ocaña y Magdalena
central, una importación análoga á la del Cauca. La importación
de Cücuta, que como la de Ipiales y Tumaco figura en la exporta-
ción en plata, penetra al interior en crecido radio, como algo de
lo que llega á la llanura oriental. En fín, el grueso de la importa-
ción, los 19 millones de Barranquilla-Cartagena, se distribuía en
el resto del país poco más ó menos así: 4^ para Antioquia, 3^ para
Bolívar y el Tolima, i para Boyacá, 2 para Santander y 7 para
Cundinamarca, que reexporta i para el Tolima y Boyacá, que-
dándole siempre en defínitiva mayor consumo por el lujo de la ca-
pital, donde no puede estimársele en menos de 4, á razón de { 20
por cabeza.
Resumiendo, tendremos que la importación propia del país
sube actualmenste (1898), computando el contrabando, á unos 25
millone al año, en oro, ó sea un promedio de 5 por cabeza, pro-
medio muy racional, á { 40 por familia en general ; ó computando
50,000 acomodadas, 100,000 con algdn pasar y 450,000 pobres,
puede suponérseles consumo de $250, 100 y 5 respectivamente, pro-
medios muy justos y que nos daban 75 millones en papel al año, ó
sea $ 16 por cabeza antes de la última guerra. De las variaciones
que produzca en el mercado el alza del cambio no es posible decir
nada en la actualidad.
Tócanos ahora tratar de las exportaciones, cuyos artículos
atrás quedan enumerados. En la década de 1830 á 1840, los docu-
mentos oficiales marcan como términos $ 1.480,000 y 1.917,000;
pero del segundo al noveno año los millares varían á 1,000 á 1,236,
á 1,100, á 2,052, á 2,262, á 2,050, á 1,723 y 2,457; en la siguiente
década, que por razones antes dichas principia con sólo % 230,000
y acaba con 1.900,000, el año oscila en 3,200, en 2,386, en 2,100,
en 1,870, en 1,900, en 1,650, en 1,826 y en 1,741 ; en la década de
1850 á 1860 los términos son $ 2.2 1 3,000 y 3.226,000, pero los años
intermedios varían á 1,179, ^ 2,610, á 3,000, á 3,393, á 5,296, á
7,065 (1856-57), á 5,513 y á 3,320 millares; para la década de
1860-70, entre términos de $ i .000,000 y 8.077,000, las cifras varían
á 4,000, á 1,000, á 2,000, á 5,042, á 6,772, á 5,494, á 7,377 y á
8, 1 37; en la década de 1 870-80, los términos resultan 8,247 y 1 3,804,
mientras los otros años alcanzan á 8,253, á 10,477, á 10,049, á
1 1,1 1 1, á 13,711; en fin, de 1880 á 1890 los términos resultan
15,737 y 20,968, y los intermedios varían á 18,515, á 14,965» ^
13,51 1, á 13,000, á 8,714. á 14,128, á 17,607 y á 16,241, mientras
sube á cerca de $ 27,000 millares la relativa í 1891 ; de 85 en ade-
lante las cifras comprenden algunas cantidades en papel.
Las anteriores sumas han variado también muchísimo cuanto
á los mercados consumidores, como lo indica muy claro el cuadro
que va en seguida, expresándose los valores en millares.
8 14 Nueva GkografÍa dk G)Lo]fBiA
MERCADOS DONDE VENDEMOS
1838-39
18Í6-57
1866-6T
1879-80
1887
6d0
3,362
959
4,938
3,456
1,440
2,979
1,528
1,411
287
494
375
2.857
3,029
160
124
339
2,659
1,373
1,000
343
114
1,079
194
115
955
523
1,549
2,910
1
20
91
109
18
35
40
• • • «• •
'**48
"17
1
427
I85
100
1,769
2
20
20
10
2
2,457
7,065
5,494
13,804
14,196
PaiMCM
In^laterfa.
Alemainia
Estados Unidos...
Francia
Antillas
Venezuela,
Centro América...
España
Ecuador
Italia
Perú
Puertos franceses .
Varios
Totales
Sobre este cuadro pueden hacerse consideraciones analogías
á las ya consignadas sobre su similar de la importación, con el
cual conviene compararle ; se verá entonces que antes, mientras
Alemania recibía fuertes sumas en nuestros productos, pocos artí-
culos enviaba á Colombia, á la inversa de Francia, pero que este
hecho ha sufrido radical y profunda inversión. Por lo que hace á
los.Estados Unidos, nuestro comercio de exportación había decaído,
puesto que en 1880 nos recibieron 8^ millones, en 1885 sólo 2|, y
aunque en 88 aumentó á 4^, en 1890 se redujo á 3| para aumen-
tar algo, con la suspensión de ciertos gravámenes á nuestros fru-
tos : en la década de 1 880 á 1 890, Colombia envió á los Estados
Unidos SI millones (en oro) de frutos, en especial cueros, café, cau-
cho y quina, más 10 en metales y numerario, recibiendo en cambio
58 en mercancías y 6 en numerario (?), de donde déficit de 3, que
ha debido cubrirse con metálico. En efecto, mientras en el período
de 80 á 87 los frutos de Colombia compensaban la importación
americana, y muchas de las barras metálicas tomaban convertidas
en monedas, de 1888 para acá ha sido preciso remitir i^ al año en
numerario para igualar las dos partidas.
Del comercio con otros países no poseemos datos tan comple-
tos, pero los anteriores bastan para juzgar lo que ha sido el veri-
ficado con los demás, y abona lo atrás dicho sobre exportación de
monedas. Cuanto á Inglaterra, á juzgar por datos muy incomple-
tos, el déficit cubierto en numerario á su comercio no bajaba de
2^ millones de libras. En fin, las cifras relativas á Venezuela no re-
presentan comercio con esa Nación sino con el Extranjero, y lo
mismo sucede en los puertos francos (Panamá), que son siempre
escala antes de seguir los frutos para su destino final. Como se
comprende, en los años posteriores á 1856 no figuran en las parti-
das las exportaciones del Istmo, que en 1835, por ejemplo, ascen-
dieron á $ 310,000 en numerario y 54,000 en frutos; en 1870 á
1.500,000 en conjunto, y en 1891 á § 824,000 en metálico (plata)
y sólo un millón en frutos, pero ignoramos su destino.
El camino que toman las exportaciones para salir del país lo
dará el siguiente cuadro de las aduanas existentes hoy, con los va-
lores que les corresponden, indicados en millares.
Nueva Geografía de Colombia
Sis
Aduanas
Cartagena
Barranquilla ....
Santa Marta. ...
■Riohacha
Cúcuta
Arauca
Orocué
Ipiales
Tumaco
Buenaventura....
1830-81 1839-10 1857-8 1860-7
1,020 937 1,365
15 186 759
213 124 2,108
If.O 130 368
65 200 415
« ...... Iv
2
4
1 97
16 340 381
1879-!0 1888-4
759
2,624
1,422
59
521
2
4
103
1,117
9,955
1
379
1,680
16
181
465
1,777
9,127
23
227
1.673
11
79
275
396
1991
257*
13000
35
250
592*
3
31
69
413
438
Fuera de esas aduanas han existido las hoy francas del Istmo,
como eran Panamá, David, Montijo, Chagres y Portobelo ; salvo
la primera, sólo exig-uas sumas exportaban las otras. También las
hubo en Turbo-Quibdó, en Nóvita, en Izcuandé, en Tolú, en Za-
pote, y hasta en Quetame y Sácama, luég'o refundidas en otras, y,
lo mismo que las anteriores, de escaso movimiento cuanto á la ex-
portación. En fin, debemos mencionar las oficinas comerciales de
Bog-otá, Cali y Medellín, que en 1853 movieron 570, 185 y 180
mil pesos, respectivamente. De estas aduanas, según se dijo atrás,
algunas han cambiado varias veces de centro, por así decir, como
Barranquilla, Ipiales, Orocué, Arauca.
Nuestro comercio de exportación queda bien detallado en el
siguiente cuadro, sobre cuyas clasificaciones quedan hechas algu-
nas observaciones.
EXPORTACIONES (PESO) EN MILLONES DI KILOGRAMOS
P. anima-
les
1879-80 4.3
1880-81 7.2
1881-82 i 8.5
1882-83 ■ 8.7
188Í-84 ; 6.4
35.3
lo87 0.0
1888 8.6
aOOv-a. ... a... O.
1890 6.2
1 o V 1 0,1
mWJi ■••..« •••
I8V3
1894
1895
1896
F. minera- P. vegeta-
les les
0.6
0.5
0.3
0.0
1.5
36.4
34.7
44.1
47.<í
38.7
4.0
201.8
F. manu-
facturados
Total
0.4
41.7
0.4
42.7
0.3
53.3
0.7
58.1
t 0.5
47.1
2.3 •
1
242
Animales
viyoa
millares
3.6
2.4
3.6
3.3
5.
3.
35
1.9
3.7
2.4
I9.4
13.0
53.5
49.4
47.1
46.1
59.3
5.4
0.3
í
59.8
0.4
56.8
1.2
56.4
0.6
52.2
0.6
66.2
291.4
3.1
16
29
26
24
30
125
15.
I7.5
30.5
12.
7.5
t2.5
8i6
NuivA Geografía de G>lombia
VALORES EN MILLARES
1879-80
1880-81
1881-82
1882-83
138
15.8
18.5
15.
13.5
1887
1888
1889
1890
1883-84
1891
76.6
Promedio anual de la exportación, 58.000,000 ks.=$ 17.000,000.
Importación $ 16.000,000 (sin el contrabando ni correcciones), 68,ooo,oc» ks.
Kilogramo de exportación : $0.30; kilogramo de importación : $ 0.28.
Ahora bien : si suponemos haya proporción entre pesos y va-
lores en los dos primeros quinquenios, resultará que los 95 del se-
cundo se convierten en 80 en oro ($ 16 por año), el período de du-
plicación subirá á 2i| años y podría tomarse el 17 ^¡^ como rata
para convertir las cifras de la exportación de papel á oro. Mas no
creemos sea esto verdad absoluta : en el segundo quinquenio, á juz-
gar por los datos que recogidos, se exportaron 14 millones en oro,
3 en plata y 24 cuyo valor estaba calculado en plata, por lo cual
reduciendo á ésta 55 en papel, hallamos 90 para el total del quin-
quenio (18 por año, el período de duplicación bajará á 12^ años y
la rata de conversión sería el 6°/^, lo cual concuerda con los ante-
riores períodos de duplicación, que á partir de 1830 resultan de 13^^
años: quizás la verdad se halle entre esos dos valores, ó sea 85 mi-
llones en el quinquenio, duplicándose el comercio cada 1 7 años y
pudiendo entonces estimarse la exportación de 1891 en 20 millones
de pesos en oro, incluyendo á Panamá, y descompuesta así : pro-
ductos animales, 2.5 millones de kilogramos ; productos vegetales,
80; productos minerales, i .8, y manufacturados i,de donde un pre-
cio medio de 0.30 centavos por kilogramo. Los datos del tercer
quinquenio corrigen lo dicho y alargan el período de duplicación.
Sea de ello lo que fuere, Colombia exportaba (en 1898) una
suma de 20 millones, que equivale á la 15.* parte del producto gene-
ral de su territorio, el que puede, en términos generales, estimarse
así : forrajes, 10 millones ; consumo interior de víveres no importa-
dos, 180 ; producto de las industrias de toda especie, 20 ; costo de la
administración total del país, 16 ; valores de vegetales naturales
para la exportación, 2 millones; y valor del trabajo de los colom-
bianos no empleados, deducción hecha del consumo y agregando
la administración doméstica, 80 millones, ó sea 300 millones al año,
en suelo que se estima en 450 por propiedad raíz y mueble é in-
mueble, de donde $ 3 como producto medio absoluto al año por
hectárea, el que se eleva á 12 sise prescinde de baldíos. Este pro-
ducto es mezquino si se tiene en cuenta que incluímos minas y trá-
fico, y que en la Sabana el producto de la hectárea pasa de $ 30 al
año ; por lo que, deduciendo un millón de hectáreas á que puede
cargarse tal rendimiento en todo el país (los centros comerciales),
el producto de la selva virgen, el de las minas é industrias de los
grandes centros y lo que á ellos corresponde por su trabajo, ó sea
150 millones á lo menos, el resto de la producción en la zona no-
Nueva Gsogí^tÍa de Colombia S17
baldía baja muchísimo, por lo cual á las tierras más retiradas no
puede ponérseles producto absoluto superior i % i por año, siendo
casi nulo el relativo. De otro modo, podemos decir que cada colom-
biano produce al año { 60, exporta poco más de 4 (!), importa
otro tanto, pag'a 5 en contribuciones, gasta 50 en su subsistencia,
i lo sumo ahorra i, y 4 i lo menos desaparecen en garitos y ta-
bernas ! A quien asombre esta cifra, que consulte la estadística so-
bre cuánto licor se introduce, cuánto se fabrica aquí y cuántas ca-
sas de juego existen, y verá que hemos quedado cortos al calcular
el desperdicio de la intemperancia igual á la suma de nuestras ex-
portaciones! A esto agregaremos que en esas exportaciones toca
la mayor parte á las regiones cálidas y la Costa, ó sea las hoyas
de ríos fácilmente navegables, y que es mínima la de la zona mon-
tañosa, como en su tugar lo vimos, por lo cual el resultado que
indican aquellas cifras es necesario extremarlo aun más. Quítese
i la montaña media y alta el oro, el café y los cueros, y su contin-
gente para el comercio exterior sería nulo.
Figur» 311— El GuWiquia, cerca Je Villavicencio, según AniJríe
Es de notar la oscilación del movimiento mercantil en tomo
de las bocas del Magdalena : primero hallamos á Cartagena como
centro dnico de comercio, luego las importaciones van prefiriendo
i Santamarta y las exportaciones á Sabanilla, hasta que la cons-
trucción del ferrocarril lo concentra íntegramente en el gran río.
Santamarta, sin terreno cultivado detrás, se arruina ; Cartagena
no, por la razón contraria, y porque aún tiene por la fuerza en sus
manos el comercio del Tolú, el Sinú y el Chocó, que alcanza i la
mitad de su movimiento ordinario, á veces secundado por el Di-
que. A la fecha los tres indicados centros se d'sputan el futuro.
8i8 Nueva Geografía de Colombia
como que ninguno al presente satisface por entero las necesida-
des comerciales del interior : las dos ciudades laterales buscan
construir ferrocarriles al río, ya que los caños que las unen á él
nunca pueden recibir mejora absoluta, y Barranquilla trata de re-
solver el paso de las bocas, solución la más racional y perfecta,
puesto que permitiría á los buques marítimos remontar muchas le-
guas el Magdalena, con positiva ventaja de todos. Es de sentir
que los celos de aquellas otras dos ciudades se opongan á la aper-
tura de la barra, cosa fácil en extremo, con el ítem que confiando
esa empresa á una compañía extranjera, y con un pequeño im-
puesto, no sólo se abriría la barra, sino que se mejoraría todo el
canal del río hasta Guarumo, lo cual no está hoy al alcance del
país. Podemos, pues, augurar que aquellos ferrocarriles terán gas-
to inútil (escrito en 1890), que las dos citadas plazas morirán sin
remedio como aduanas, y que el Magdalena mismo será, tarde ó
temprano, el gran puerto de la República, como lo fue al principio
de la Colonia, quedando en sus márgenes las principales aduanas
del país. Cuanto á Cúcuta y Túquerres, supeditadas por las vecinas
Repúblicas, claman por librarse de esa tutela, y es una de las em-
presas más necesarias al país obtener tal resultado : comunicar la
primera al Magdalena y la segunda al Pacífico, equivale á cua-
druplicar nuestro movimiento mercantil ; enlazar del mismo modo
la región oriental al Pacífico y al Magdalena, dará idéntica victo-
ria ; abrir paso cómodo del valle caucano al Pacífico, mejorar el alto
Magdalena, y comunicar á Antioquia y Bogotá-Guanentá con el
gran río, será convertir á Colombia en gran nación. Estas son las
empresas que es preciso acometer, y el mayor pecado del Gobier-
no del país será siempre haber malgastado en sueldos el millón ob-
tenido para hacer la carretera de la Buenaventura á Cali ; cente-
nares de millones y millares de vidas habríanse ahorrado con la
realización de tal obra ; pecado que tiene por gemelo el de la farsa
del Ferrocarril del Norte, simple escabel eleccionario, que des-
acreditó tales empresas iniciadas por los Gobiernos, nos atrajo el
desprecio del Extranjero, y destruyó grandes esperanzas en el país:
si con los fondos recogidos se hubiera emprendido en verdad la
obra, la carrilera habría llegado entonces á Zipaquirá, hoy estaría
concluida, y Colombia salvada de las crisis terribles que le espe-
ran (1890). Colombia maldice con justísima razón á quienes tal
daño le causaron cometiendo pecado inexpiable.
Completaremos lo relativo á importaciones y exportaciones
con los datos sobre movimiento marítimo, para en seguida hablar
del tráfico interior. Pocos datos nos quedan á este respecto, de
tiempos anteriores al Virreinato : en lo general sólo dos barcos
hacían las importaciones, los del Registro de Cádiz; con tal me-
dida al principio, es decir, antes de su caída, buscaba España dos
cosas : limitar la importación de mercaderías, y hacer que sólo
viniesen de excelente calidad : santa idea, por más que repugne á
los ultra-libre-cambistas. El sistema sin duda necesitaba mejoras,
pues con frecuencia quienes remataban el derecho en Cádiz, car-
gaban mercancías en exceso, al llegar á Cartagena faltaban com-
pradores, los introductores se veían obligados á vender mal los ar-
tículos, los pobres compraban más de lo que necesitaban^ el rema-
tador quebraba, al período siguiente no había quien tomase el re-
NuivA Geografía de Colohbu
819
mate, se a^ouban las existencias en la Colonia y venía la carestía
de ciertos artículos, repitiéndose el ciclo sin cesar. Los altos pre-
cios de la mercancía española provocaban el contrabando inglés de
Figura 31Í— L« Hoya del Ciuca, según White y Simondí
820 Nueva Geografía de Colombia
artículos malos aunque más baratos, y desde entonces éste fue e?
jjan negocio de las Costas, en especial á fines del siglo xvi. Para
las exportaciones venía mayor número de barcos, y aun se ha-
cían las principales por cuenta del Gobierno, que tuvo luego es-
tancada la quina y ciertas maderas, y en factorías compraba los
palos de tinte y el cacao. En el Archivo del Virreinato existen nu-
merosas cuentas sobre tales materias, lo mismo que sobre el siste-
ma económico general de la época, todas las cuales son de grande
importancia por la nueva luz que han arrojado sobre tal período. En
el último tercio del siglo xviii, cuando el puerto de Honda producía
casi mil pesos por bienio, y á Cartagena arribaban de ordinario 50
barcos, que al fin de ése y principios del xvm aumentaron á 100 con
el comercio libre, cifra que hallamos aún en 18 17, cuando esa
aduana produjo $ 207,000, como en 1809; en 1822 á Santamarta
entraron 22 barcos, ó sea 40 menos que en 1801.
La guerra de Independencia produjo un gran movimiento en
nuestros puertos, abundó la mercancía inglesa, que desde entonces
prima en el mercado, llevando en torno cueros, muías, quina, pa-
los de tinte, &c. ; pero carecemos de datos sobre el tonelaje de los
barcos que hacían tal comercio, por no llevarse de él registro en
ese tiempo. La observación más importante que ocurre hacer es
la disminución de la exportación del algodón, la que alcanzaba in-
creíble guarismo (30,000 ks. la carga de un barco), como lo prue-
ban las cuentas de los comisionistas ingleses y americanos ; de la
quina, que en 1822 nada salió del país, en el siglo xviii hubo años
(1787-8) en que se enviaron 220,000 arrobas ; y si el tabaco no se
exportaba, era sólo por haber decaído su reputación, y fue el Go-
bierno general el que en 1833 envió al Extranjero, por cuenta del
Tesoro, los primeros 300 ks. que de ese artículo se exportaron, á
fin de hacerlo conocer de nuevo : hecho injustamente olvidado por
los historiadores.
Nunca se hace el debido hincapié en la profunda perturbación
que en nuestra producción ocasionó la guerra de Independencia,
lanzando á campaña la masa de habitantes explotadores del suelo,
ni qué rumbo le imprimió luego por olvido de los documentos de la
época, I05 que asombran y contristan, puesto que engendró una es-
cuela— por inmensa fortuna no regentada por los colombianos sino
por los venezolanos — que educó el pueblo para la revuelta y el cri-
men. El odio á España ha hecho errar á todos los escritores de cierta
época, y es preciso restablecer la verdad: el General Ricaurte dijo
en informe oficial que cuantos horrores y crímenes caben en la
naturaleza, eran cometidos por los jefes venezolanos ; que el latro-
cinio resultó erigido en sistema, hasta el punto de asemejar la mar-
cha de las tropas á invasión de bárbaros, con el más liberal desgo-
bierno, y que el pueblo en masa se vio obligado á ponerse de parte
de los peninsulares, antes que someterse á jefes que permitían á su
soldadesca todos los crímenes, soldadesca que hacía el vacío por
donde pasaba, reduciendo por centenares los pueblos á cenizas ; lo
cual está confirmado por el acto del General venezolano que en la
revuelta civil de 18 14 amenazaba á Bogotá con el incendio y el sa-
queo, y aun empezó á poner en práctica este último, so pretexto de
haberla ocupado con la fuerza de las armas, y como castigo al cri-
men de no recibirle en paz siendo libertador( ?) su ejército: el mismo
NUKTA GlOGRATIA DS CoLOKBU 8S^
jefe, en 1 815, sin embarazo decía al G)ngfreso Granadino que esti-
maba título de g^loria matar españoles, y se refería á todos, aunque
fuesen presos que marchaban al destierro (v. Memorias de O'Leary),
y esto contra las repetidas órdenes de ese Congfreso, órdenes que
son timbre de orgullo para los granadinos. ¿Con qué derecho se lla-
maba sanguinario á Morillo, que arcabuceaba en represalia y en
yirtud de las leyes políticas españolas de entonces ? El sistema del
Jefe que en Ocumare parodió á Antonio en Accio, era decomisar la
propiedad de los españoles como botín de guerra, y si éstos habían
sido tiranos, él disponía se fusilase en el acto á quien se probara la
más pequeña ilegítima (?) venta de tabaco, artículo cuyos depósitos,
que representaban el ahorro y la fortuna del pueblo, sirvieron
para enriquecer á unos pocos que sólo ansiaban ostentar cruces y
veneras. En Nueva Granada estas medidas mataron casi por com-
pleto el cultivo del tabaco, el único que entonces tenía valor real,
y la guerra anuló en especial los cacaotales del Magdalena, los
algodonales de Santa'nder y las vacadas de las llanuras atlántica
y oriental. Algunos años después todavía produjo grandes entradas
al tesoro público la exportación del azogue que en la Casa de Mo-
neda almacenó el Gobierno español. De aquella catástrofe no era
posible salvar íntegramente al país ; pero nuestros mandatarios, que
consideraban de mayor valor el tabaco, supieron levantarlo auxilian-
do su cultivo con el dinero que producían los diezmos, de modo que
ellos prepararon la salvación del país, puesto que sin ellos no ha-
bría llegado en lo económico la edad de oro de 5 1-68, sin la cual
nunca Colombia habría podido mejorar como mejoró después : la
existencia de los maldecidos diezmos mantuvo floreciente nuestra
agricultura, como que ellos eran el arca con que los Párrocos auxi-
liaban al pueblo en los años malos ó contra la mala suerte, é im-
pedían hubiese tantos mendigos como hoy.
Del comercio de esos siglos pasados dan idea los siguientes
cuadros :
mercancías llevadas a ESPAÑA DI LA FERIA DE PORTOBILO EN 1 72 I
Dinero $12,319,549 Vainilla 37 bultos
Tabaco enrama... 3,334 bultos Lana Vicuña i4 —
Tabaco en polvo... 4,937 — Carey 5 —
Cacao Guayaquil. 2,859 — Algodón 2 —
Grana ñna 954 — Liquidámbar i —
Grana silvestre.... 4^ — Copal 25 —
Añil 708 — Guayaco 2 —
Quina 1,100 — Zarzaparrilla 3 —
Azúcar..... 936 — Cortrayerba 3 —
Jalapa *98 — Brasilete 2,781 quintales
Dulces 156 — Guayacán 354 —
Tolú 17 — Cueros 17,6 1 1 n.^
Chocolate 14 — Planchas de cobre.. 1,0B2 —
Como del numerario lo millones eran para particulares, ya
puede juzgarse la importancia del comercio anual del Perú y Nue-
va Granada con España, comercio que crecía cada año : en 1 739,
en un solo día entraron 22 barcos á Cartagena, á cuyo puerto desde
1784 arribaban ya 90 por término medio al año, con 10,000 tone-
ladas (?), SO á Sántamarta; y- muchos más á Panamá. En esta ül
822
NUKVA GlOGKAriA DX CoLOMBlA
tima época, por la sola bodega de Sogamoso, por ejemplo, salían
$ 30,000 al Magdalena, y mucho del algodón que se exportaba
provenía de Girón. Los siguientes datos comprobarán lo dicho.
IXPORT ACIÓN POR SANTAMARTA EN 18OI
Entraron 61 barcos, salieron 57
Algodón kgs. l75,467 $ 4i,liz
Dinero 912 79,419
Cacao..... 12,353 3,707-
Ajos 2,000 2oo
Brasil (palo) i,629 69
Almidón l,ooo 80
Azúcar 1,100 82
Harina I,oo0 144
Cueros 72o 54
Esteras 2i0 22
Cera 150 24
Arroz 4oo 20
Cazabe n5 7
Conservas 87 9
Ajos 48 2
N«mes 80 I
Total kgs. 198,945 $ 122,942
Del dinero: 2,300 doblones y 36,4i9 pesos plata.
EXPORTACIÓN DE CARTAGENA EN 18O4 (siN REDUCIR)
Entraron 101 barcos, salieron 79.
Alfajías
Algodón
Alquitrán
Ajos
Anisado
Arroz
Asnos, n°
Azúcar blanca....
Id. parda-...
Bateas
Brasil (palo)
Id. extracto...
Caballos, n.®
Cabuya
Cacao
Caoba
Carne
Cazabe
Cera blanca
Id de ceiba
Cocos
Cordobanes
Cueros n.*
Esteras varías
Fideos
Garbanzos
Hamacas n.^
6 dnas.
239
fiq. 3 @
3
qq.
I
@
3
35
bijas,
btjas.
3
126
@
28q
id.
27
3688
qq. i^ @
18 id. 2 fd.
2
600 ovillos.
1895
millares.
4 tablones.
ti
@.
8^ tercios.
33 1
@. i9 Ib.
5
id.
2000
26 dnas.
63o
67 dnas.
7
qq. n @.
I
lid.
6
iiariRa.. ■•>
Henequén, licor...
Jabón
Lana de ceiba....
Maíz.
Malambo
Maní
Manteca
Id. de cacao.
Mora (palo)
Moralete (id)
Morteros
Oro, libritos de...
Piedras de moler.
pita '.
plata (pesos)
Quesos
Quina
Sal
Silletas. ,
Suelas
Tablas
Taburetes
Tejas
Tolú, balsamo.
Velas de sebo..
I barril.
84 »).
3 ^•
2
261
2oo
4 almds.
55 hijuelas.
1700 qq.
3459 (id.) \\ g.
5 dnas.
loo nP
18 n.o
90 Ib.
1000
60 @.
1004 qq it ®.
180 fngs.
I dna^
56 ft.
35 dnas.
I id.
25oo'n.<>
5o:fl>.
5o' ft.
Produjo la Aduana en el año % 98,000 libres.
Nueva Geografía de Colombia 823
CARTAGENA, AGOSTO DE I818
Algodón ,
Arroz
kgs.
6,450
50
1,100
60
150
126
17,964
94
950
15,600
218,000
500
224
6,400
150
8,200
$
1,548
6
^\ lili ••••■•• • ••■ .•>• •■■)
Cacao
Cerdos
Cobre
Cueros ,
••*•• •• •••
880
18
20
19
9,876
Kncerados
17
I larina
95
Maíz
Mora
Muías ,
3,200
4,350
45
Oro amonedado
Plata amonedada
•
2,042
1,132
Pita
90
Quina
3,200
Stngredrago
Sebo ,
10
52
Total
kgs.
321,148
$
27,621
Valor del kilogramo de frutos $ 6-70 cvs.
En 18 14 entraron á Santamaría 63 barcos.
En i8i8 la Aduana de Cartagena produjo $ i4i,0CK), y 50,000
la de Panamá.
En 1822 la Aduana de Santamaría produjo $ 160,000, de
ellos 8,500 por la exportación.
Los datos anteriores comprenden sólo la exportación de artí-
culos producidos en el país, y atrás queda dicho cuánto había de-
caído desde 1 800 el comercio, por la guerra que durante 30 años
asoló nuestras costas.
Queda, pues, demostrado que para el período del Virreinato y
de la Independencia sí hay papeles suficientes en los archivos para
formar juicio ; y demostrado también que aquí se ha escrito mucho
sin buscar los datos fehacientes : ¿ qué autor ha hablado nunca del
célebre impuesto de convoyaje, que el Rey cobraba á trueque de
hacerse responsable de la seguridad de las mercaderías en el Ist-
mo, dándoles la escolta conveniente ? ¿ No es este impuesto el ver-
dadero aseguro que el resto del globo no conoció sino siglos des-
pues ? El establecimiento de puertos interiores ó Aduanas como
las de Bogotá y tantos otros lugares hasta los cuales llegaban las
mercancías sin ser abiertas, ¿ no ahorraba á los interesados gastos
de comisionistas y otros, y no superaba al actual sistema de los
colíes postales ? ¿ No se trató entonces de establecer en los cami-
nos comerciales relevos de muías que en lo posible reemplazaran
las diligencias europeas ? Pero si han sido descuidadas las investí-
gaciones serias, los insultos reemplazan en mucho al trabajo: en
una cierta historia de la Hacienda nacional se dice, por ejemplo,
hablando del diezmo, que era "ominosa y bárbara contribución; "
cuánto más ominoso es hablar por hablar, sólo por espíritu antirre-
ligioso : ya sabemos lo que fueron en realidad ese denigrado diezmo
y los demás ti-ibutos españoles, por cuyo restablecimiento por Bolí-
var, á raíz de la Independencia, le llama dictador el autor de
S24 Nueva Geografía de G)lombia
esa celebérrima historia, olvidando en absoluto la distancia enorme
que hay de lo vivo ¿ lo pintado, pues ese autor hizo luég"o su propio
proceso en su desairada dirección de la Hacienda nacional ; la Me-
moria que entonces elaboró es una de las más inútiles, como lo son
las de sus copartidarios en 1850-53 : mera palabrería, sin un dato
serio, nada más ¿Qué otra cosa podía hacer entonces Bolívar para
recaudar los fondos públicos, sino ocurrir al sistema de todos cono-
cido ? Todo un régimen económico no se cambia de un golpe sin
terribles consecuencias fiscales. Y, por otra parte, el dicho novel
economista censura, por ejemplo, el tributo de indios, llama me-
morable la ley que lo abolió, y no tiene una palabra de censura
contra el impuesto del trabajo persor\al subsidiario, que convierte
de hecho en alg-o como paria ó esclavo á nuestro campesino, y que
debió combatir cuando estuvo al frente del Ramo ; en efecto, el in-
feliz labriego se ve llamado á trabajos públicos el día que más ne-
cesita permanecer en su estancia ; todos los años, con ese pretexto,
se desperdician en el país millares de pesos, y ese impuesto se pres-
ta, cual ninguno, á los abusos de los gamonales de parroquia, y para
nada aprovecha á la Nación ; el de indios producía dinero, y aunque
poco, bastaba para mantener los caminos por medio de contratos
ó jornaleros remunerados que trabajaban con brío y eran vigilados
por gente interesada en el asunto ; basta comparar el estado de los
caminos vecinales en los Departamentos donde existe esa contri-
bución y donde la reemplazan otras, para convencerse de lo dicho.
En su día, Bolívar restableció el antiguo impuesto por pietición de
los mismos indígenas, y hoy el nuevo es una de las más duras tra-
bas á la buena explotación de nuestro territorio.
Pero volvamos al estudio de nuestro movimiento marítimo,
cuyo hecho más notable es, no hay duda, la disminución del tone-
laje cubierto por la bandera nacional, que tras ser el segundo al-
gún día, pasó luego á tercero y después á nivel aún inferior : antes
se nacionalizaba cada año mayor número de buques y con mayor
tonelaje, reducidos al presente á barquichuelos de unas pocas tone-
ladas: en 1 89 1 sólo 7 con 70 toneladas. Preciso es prestar aten-
ción á este punto y otorgar algunas concesiones á la marina co-
lombiana.
MOVIMIENTO marítimo
1836 Á 1837 — Barcos de vela
Total
PÜXKT08 Entrados Toneladas Salidos Toneladas Barcos Tonelajs
David 25 862 28 1,025 53 1,887
Panamá 84 2,615 30 2,510 94 5,125
Portobelo 47 1,056 39 833 86 1,889
Chagres 21 944 17 596 58 1,540
Cartagena 116 9,334 109 8,325 225 17,959
Barranquilla 25 816 24 762 49 1,578
Zapote 10 386 9 349 19 735
Santa Marta 115 10,139 114 10,139 229 20,278
Riohacha 102 8,187 102 8,187 204 16,374
Tumaco 42 862 42 862 84 1,724
Buenaventura 27 966 27 966 54 1,932
Total 564 36,167 541 35,355 1,135 71,021
Nueva Geografía de Colohbu
835
De los barcos entrados, 3 16 eran nacionales ( 14,943 toneladas),
y de los salidos 303 (14,560 toneladas), siendo de notar que las
dos clases se equilibraban en Cartagena y en los demás variaban,
prevaleciendo los extranjeros en Buenaventura, Chagres y princi-
palmente en Santa María y Riohacha : de 14 a 15,000 puede esti-
marse el número de bultos de ese movimiento mercantil : 8 á 9,000
importados, 5 á 6,ooo exportados. La capacidad media de los
barcos era de unas 70 toneladas, y á partir de 1800 apenas se
nota aumento de 10 á 15 por 100 en el movimiento marítimo del
país. En este año en Panamá el comercio de tránsito alcanzaba á
12,000 bultos por año, habiendo de ordinario una existencia de
3,000 en depósito, á causa del exiguo tonelaje y corto numero de
los barcos del Pacífico.
1866-67
ENTRADAS
De vela \ De vapor
1
ADUANAS
V
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SALIDAS
De'vela
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36
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4
106
446
9
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2
I
42
26
3
203
151
87
161
124
33
19Í 62
31
2
De vapor
Total
104 62
1
»5; 69
"9Í 143
229
649
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22
I
271
23
10
19
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107
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1 02
103
45
10
86
5
353
PUERTOS FLUVIALES— BARCOS DE REMO
Cúcuta....^.... IW bes. con 4,167 ts. 149 bes. con 4,032 tons. y 66,892
y 35,2^3 bts. bultos.
Cafífí (1864-65) : entraron 6 barcas con 64 toneladas y 1,230 bultos, y salieron 4
con 48 toneladas y I,4i4 bultos.
'Arauca (id) : entraron 9 barcos con 97 toneladas y if970 bultos, y salieron 8 con
, 86 toneladas y 2,100 bultos.
'"* tpiales (66-67); Bultos introducidos, 1,195; exportados 474: total, 1,669.
En estos años los 760 barcos (incluyendo los de San Buena-
* ventura ó CiScuta) que como promedio llegaron al país, se distri*
buyen cuánto á nacionalidades así :
'TTueva dografia ae Colomiibia
TOMO I — 53
NUKVA GlOGKATÍA PK CoLOHSU
Inelaleria I74 con 124,9^6 I:
Colombia 147 27,3|3
Francia ¡8 47,000
Estados Unidos.... S9 I4r43l
Eipafla >5 !\394
Variai i8 í,97*
Alemania S7 lO.QOO
Anlillu Hduu 9a 6,í25
Veneiuela 15O 4,160
76O 262,493
(104
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n .18,175 t*
( 1»
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1S.Í0O)
19*
id. Total. 2l4,25S)
Cuanto í la especie de embarcaciones, resulta, término medto :
Supouemos 200 vapores, por cuanto este año fue excepcional
no arrimase ninguno á Tumaco, siendo de advertir que las 89,000
. toneladas no pueden considerarse sino como comercio de cabo-
taje. También es preciso advertir que 154 naves con 98,000 tone-
ladas entraron en lastre, y salieron lo mismo 118 con 57,000 to-
neladas.
Si examinamosel movimiento marítimo una década despu¿s,ba-
Itamos queda un promedio de 350 vapores con 440,000 toneladas ;
400 barcos de vela con so,oco, y 450 de remo con 10,000, á la vez
que ha cambiado bastante la bandera que las cubre, que es como
sigue; colombiana, 5,000 toneladas; inglesa, 23z,ooo; francesa,
54,000; alemana, 41,000; de los Estados Unidos, I2,000; espa-
ñola, 10,000 ; holandesa, 7,000, y varias, 7,000. El hecho mis no-
table es, como se ve, el creciente aumento de la marina inglesa y
en parte el de la alemana, y la inversa sucede al resto; 1870
marca fecha notabilísima en los anales de las marínac mercantes
francesa y alemana, por lo que á Colombia hace.
189,
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142 8 17Í 2 1.U ,0
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9B 4| 65 34, 153 36
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14 79 3
50 ,40l 9
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510 98 3
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993
'S5
869
NuivA Geografía de Colombia 827
I89I — ADUANAS FLUVIALES — BARCOS DE VAPOR, DE VELA Y REMOS
Entradas : Sa/idas :
Número Tonelaje BaltoB Kúfnero Tonel^e Bultos
Cúcuta 725 11,8S7 149,484 716 11,823 209,21^
Aranca 10 70 6,219 3 20 2,554
Orocué 11 79 7,520 6 118 5,531
Total 746 12,006 162,223 725 11,961 217,804
ADUANA TERRESTRE
Ipiales Bultos entrados 1,434 Bultos salidos 14,19*-
Toia/ de bultos de i8gr
Entrados 2.017,026 (1.217,026?) Salidos 1.101,001
MOVIMIENTO MAr(tIMO GENERAL DE 1887 k 189I
Entradas Saliaas
Barcos.. 6,615 ton/je. 3,642 btos. 8,832 I Barcos.. 6,516 too/je. 8,522 btos. 5,29*
Prmdío. 1.325 id. 724 btos. 1,065 | Id. 1,303 id. 706 id. 1.25»
MOVIMIENTO marítimo GENERAL DE 1892 k 1896
Entradas Salidas
8^407 barcos con 4,127 ton. y 13,070 btos. 8,279 barcos con 4,694 ton. y 9,028 btos»
Promedios anuales
1,681 — con 825 — y 2,614 btos. 1,655 — con 938 — y 1,805 btos
£stM cuadros son bastante expresivos : en el Paciñco apenas toca en nues-
tros puertos el cuarto del número total de barcos, con poco más de la undécima
parte del tonelaje. £1 movimiento en el Pacífico ha duplicado desde 1836; en el
Atlántico el aumento es algo mayor del undécuplo. En ambos mares guarda
proporción ^ número de barcos de vela y de vapor : éstos son el 60 ^/^ con el
70 ^/q del tonelaje. £1 mayor comercio á la vela se hace entre Buenaventura y el
Ecuador y entre Riohacha y las Antillas. Creemos no sólo que se eauilibran
sino que hasta son inferiores las importaciones á las exportaciones en numero de
bultos, si se deducen la sal, ladrillos, &c., que 6guran como tales á pesar de su
exiguo peso. Del contrabando en Ipiales da la medida la diferencia entre bultos
importados y exportados. En Cúcuta no hay puerto ; los bongos, &c., anclan en
San Buenaventura, unido á esta ciudad por 1 1 leguas de ferrocarril.
MOVIMIENTO marítimo DE PANAMÁ KN 1 875
Entradas
Barcos, 188 con 256,815 toneladas y 1.153,845 bultos.
Bultos para el Istmo, 84,113.
Salidas
Barcos, 169 con 346,100 toneladas.
De estos barcos entraron 156 vapores y salieron 147, de los entrados 7t
(139,231 toneladas) americanos, 64 (73,000) ingleses; 20 (38,8C0) chilenos y ua
peruano ; de los salidos, 66 americanos, 62 ingleses y 19 chilenos.
movimiento DE COLÓN EN 189I
EtUradas Salidas
De vela... 56 con 14,557 toneladas. De vela... 59 con 13,360 toneladas»
De vapor. 289 con 502,764 — De vapor. 289 con 516,406 —
ToUles.... 845 617,321 348 529,766
qoe, como se ve, iguala á los dos tercios del del resto del país, y al que hay qua
agregar el costanero, como sigue:
S28
Nueva Geografía de G>lohbia
Entraron 174 barcos con 2,582 toneladas y 54,474 bultos.
Salieron 177 barcos con 2,329 toneladas y 24,389 bultos.
á que deben añadirse otros 8,321 bultos que no tocaron en Colón.
PUERTO DE BOCAf DEL TORO (1891)
Entra¿as: 25,721 bultos. Salidas: 433,944 bultos.
BUQUES
0e vela 60 con 3,077 tonela'Jas. Devela ... 59 con 2,794 toneladas.
De vapor.... 54 con 24,435 — De vapor.... 55 con 25,703 —
Totales 114 27,512
214 28,497
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¿ Qué valor tienen las cifras de las anteriores páginas? La
respuesta es larga, por cuanto las fuentes de donde se derivan son
Nueva Geografía de Colombia 829
varías. En tesis general, diremos que las tomadas de publicaciones
oñciales adolecen de los errores de éstas, considerables de ordina-
rio, y que no hemos querido intencionalmente rectificar por ahora,
porque afectando tanto el débito como el crédito, no varían sensible-
mente el resultado del balance. Por ejemplo, en las cifras sobre
importación y exportación de 1840 á 1850, en alguna Memoria ofi-
cial se incurrió en el gravísimo error de reducirlas á pesos de ley,
como si los documentos originales estuviesen en pesos de ocho dé-
cimos ; y decimos gravísimo error, ya que en 1839, P^^ ejemplo,
ese peso no valía sino $ 0.68, mientras que en 1836 valía $ 1.08,
como el peso del Virreinato, y que el precio de las importaciones
está en monedas extranjeras ; en nuestros cuadros de exportación, de
1801 en adelante, están computados los pesos de ocho décimos con-
forme á su valor real, según la época. Esto en primer término; en
segundo lugar viene el error no menos serio de olvidar que las ci-
fras en las Memorias de Hacienda son incompletas por faltarles de
ordinario los datos de una ó más Aduanas y no haber habido en
el país la .costumbre de incluir esas cifras en las Memorias siguien-
tes, cuando se han recibido ya los documentos complementarios.
Por ejemplo: la importación de 1864-65 ha figurado siempre por
$ 6.833,000, siendo en verdad de S\ millones, como que en el cua-
dro oficial falta el valor de artículos con peso de S millones de kilo-
gramos.. Lo mismo sucede en casi iodos los años, siendo de adver-
tir que la corrección aproximada de esos errores aumenta en cosa
de diez millones el saldo contra las exportaciones. Por lo que hace
á estas últimas, el error más común, fuera de la falta de los da-
tos de alguna ó algunas Aduanas, lo hallamos en la calificación de
los productos; por ejemplo, las monedas metálicas, de ordinario ex-
tranjeras, como manufacturas (!) y otras por el estilo en los valo-
res del mineral y en el cómputo de la misma exportación. En al-
gún año hemos hallado que se exportaron, por ejemplo, 400 bul-
tos, con peso de 150 kilogramos, ó bien 10 bultos, con peso de
50,000 kilogramos (!). Al revisar los documentos originales resul-
ta para el segundo caso que el peso es valor, y para el primero
que es peso de 13 bultos, faltando así incluir el de los otros 38-7
bultos (I). ¿Qué valor queda entonces á nuestra estadística oficial?
Aquí hemos reducido los bultos á kilogramos por el promedio de
los que lo tienen en cada época en los documentos de las Aduanas.
Esta crítica se escribió hace muchos años, y el mal apuntado poco
ha disminuido después.
Cuanto al cómputo mismo de la exportación, resulta que de
ordinario sumas y pesos considerables que figuran como tales, no
son en verdad sino comercio de cabotaje, y aun se cayó en la manía
de computar como real exportación la de los víveres que van al
Istmo, que así resulta nación extranjera. Años hay, sobre todo
de 87 á 90, que de la exportación deben restarse muchos millo-
nes de kilogramos y varias decenas de miles de pesos, por no per-
tenecer sino al tráfico interno del país ; y años hay en que es pre-
ciso aumentar la cifra, por cuanto resulta que los objetos exporta-
dos, 6 tienen mayor valor del declarado, ó bien los bultos contienen
indudablemente mayor número de ellos, según lo indica la expe-
riencia, ó bien porque al comparar nuestras introducciones en los
S30 Nueva Geografía de Colombia
{[^randes mercados extranjeros con lo salido por nuestros puertos^
resultan g-randes diferencias en menos, si es que aquéllos no están
errados por atribuímos remesas que pertenecen á Repúblicas her-
manas, ó á la inversa, salvo que se trate de diferencias por con-
trabando, que es lo más probable, por el cuidado con que se lleva
la estadística en esas naciones. Por ejemplo, del café que exporta
Cücuta, mucho, quizá la mitad, del salido en 1890 es de proceden-
cia venezolana, y hoy por Tumaco hace bastante comercio el Ecua-
dor. En los cuadros, muchas cifras de las que marcan disminución
de la ex^iortación de ciertos artículos en determinados años, le-
vantándose repentinamente en seguida, sólo provienen de faltar
los datos de alguna ó algunas Aduanas ; el ejemplo más notable lo
dan el café, la tagua, ciertos palos de tinte y el dulce, cuando faltan
los de Cücuta, Tumaco, Riohacha ó Ipiales, centros principales de
esa exportación. Y lo que también es notable, y se habrá notado,
al hablar de las naciones con que comerciamos, ciertas cifras ex-
trañas para Inglaterra, provienen de que la estadística oficial reunía
á ésta el comercio con Jamaica, que nosotros separamos donde he-
mos tenido el dato, y que en 1840 subía, por ejemplo, á más de un
millón de pesos. Como cosa curiosa debemos indicar que en época
anterior algiin comercio tuvimos con Rusia.
En fin, en lo que á tráfico se refiere, bueno es notar que el nú-
mero de cargas que se calcule en los diversos años no es sino
aproximado, por cuanto gran número de bultos unas veces son más
que carga, como máquinas, pianos, &c., y otras dos no hacen car-
ga, como la sal, el brandy, &c. El movimiento marítimo es el más
incorrecto de todos en sus cifras, y la razón es clara : en los puer-
tos quedan computadas las barcas y otras de su laya, que no se ocu-
pan sino en el cabotaje ; en los barcos de vela la estadística oficial
incluyó algún tiempo fragatas-vapores, bergantines- vapores, &c,
(para 66-67 se corrige aquí el error), y, sobre todo, porque no te-
niendo ninguno de nuestros puertos de tierra firme línea directa de
barcos, resulta que los vapores extranjeros van tocando sucesiva-
mente en ellos á dejar unas pocas cargas, y en cada uno se les com-
puta dos veces íntegramente, de suerte que el tonelaje que hace el
tráfico con nuestras dichas costas, es en verdad muy inferior al in-
dicado : los vapores que tocan en Tumaco y Buenaventura forman
un solo grupo con Panamá, y otro los que arriban á Santa marta
Puerto Colombia, Barranquilla y Colón, á lo cual hay que añadir
que en cada puerto se les cuenta, tanto á la ida al Istmo como al
regreso. Según esto, en el Pacífico no pueden computarse, á lo
sumo, sino en 30, y en el Atlántico en poco más de 100 : el todo,
unas 350,000 toneladas. A este respecto la práctica de la estadísti-
ca oficial tiene que cambiarse en absoluto.
En todo caso, el tonelaje en nuestros puertos ha aumenta-
do sin cesar : de 10,000 al principiar el siglo xix, sube á 30,000 (en-
tradas) al dividirse la gran Colombia, á 40,000 en 1840 (540 bar-
cos entrados), á 50,000 en 1850, época en que arribó á nuestras
costas el primer vapor. Entonces el movimiento se duplicó repenti-
namente, puesto que alcanzó á 122,000 en 1856-57 (vapores 90 ;
ingleses 84 con 70,000 toneladas!), aunque para disminuir luego un
10 °/o; en 1866 poco supera á 1856-57, pero al año siguiente en-
Nueva Geografía de Colombia
831
traron 803 barcos con 275,000 toneladas, y salieron 730 con 252,000
toneladas; en 1873 (más de 1,000 barcos entrados), los vapores
ya pasan de 300, y el tonelaje entrado rebasa el medio millón cin-
co años después. En la actualidad, como se ve, entran ó salen
más de 1,000 barcos de vela (40,000 toneladas) y más de 600 va-
pores (735, ODD toneladas), por lo cual, sumando también el tráfi-
co de Panamá, que no figura en los g'uarismos anteriores desde
1845, y el cabotaje, tendremos un total de 1,500 naves de vela y
1,200 de vapor, que dan vida á nuestras costas. También es creci-
do el tráfico en los ríos, como veremos en su lugar. Prescindiendo
<ie Panamá, puede estimarse que en nuestras costas ha habido un
movimiento de 3^ millones de toneladas, entradas 6 salidas desde
1830 á 1898, ó sea en 67 años, apenas más de las que se mueven
en un año en el puerto de Londres. La cantidad de bultos traídos
-en ese tiempo pasa de 79 millones, con peso de 1,200 millones de
kilogramos, y la de los llevados sólo de 70, con peso de 1,700 mi-
llones de kilogramos, lo cual no es grande sin duda, pero tampoco
despreciable por cierto.
Cuanto al comercio de cabotaje, es más trabajoso hablar si-
quiera sea aproximadamente : hoy mismo no se lleva de él ni me-
diana estadística, puesto que faltan sus datos en los puertos impor-
tantes. De alguna consideración en los últimos años de la Colonia
y primeros de la República, en 1867-68 presenta las siguientes
cantidades en millares de pesos y kilogramos :
PUERTOS traídos LLEVADOS
kgs. $ kgs. $
Bu<*na ventura 2.2 2.3 (De Tumaco).
Quibdó 18.5 34.3 (De Cartagena).
Riohacha 271.O 697 26O.7 32.4 (De Cartagena y Santa.
Marta para Goajira).
Santa Marta 3^1-9 2i.2 2io.i i20.i (De Cartagena y Santa*
Marta para Goajira).
Tamaco 94.7 33.3 94.7 33.3 (De Panamá para Bue-
naventura).
768.3 i60,8 565.5 i85.8
Ocho años más tarde tenemos :
PUKRTOS traídos LLEVADOS
kgs. $ kgs. $
Tolú 258 80 687 75 (De y para Cartagena).
Cartagena 1-377 199 1.200 329
Sabanilla 11 3
Santa Marta 1.358 53 1.747 643
Riohacha 2.163 194 1.624 76
Buenaventura 77 22 27 19
Tumaco 16 18
5.244 561 5.2O1 1.16O
Sl2 Nueva Geografía de Colombia
En 1887 el total de artículos llevados de unos á otros puer-
tos nacionales pasó ya de 8 | millones de kilogramos. En 1890
de Santamarta á Riohacha se llevaron 376 mil kilogramos con
valor de % 013,000, y de Riohacha á Santamarta 1.700,000 kilo-
gramos, con valor de % 71,000, de ellos 1.640,000 kilogramos de
sal marina. En 1891 de Cartagena á Quibdó pasaron 300,000 ki-
logramos, y de Quibdó á Cartagena 600,000; de Toltí á Cartagena
722,000 kilogramos con valor de % 255,000, y de Cartagena á
Tolil 300,000 kilogramos, con valor de $ 200,000, de ellos 250,000
de marina, pero en su mayor parte lo que del Atrato, Sinú y Tolú
sigue á Cartagena son artículos de exportación, pues, por ejemplo,
de Tolií á Cartagena en 91 fueron 500 cargas de cueros y 6,300
de tabaco, y del Atrato 200 kilogramos de oro en polvo, medio
millón de palo mora, 100,000 de tagua y 40,000 de caucho, y del
Sinú un millón de kilogramos de cedro.
Y como el Magdalena es elemento de tanta importancia en la
vida económica del país, creemos será menester consagrarle algu-
nas líneas, bien que nos parezca infantil, por no darle otro nombre,
la opinión de algunos escritores que valúan los ríos comparándoles
con los caminos construidos por la mano del hombre. Nuestro gran
río se ha valorado por ellos en 100 millones, precio de una carre-
tera de 200 leguas en suelo pantanoso, olvidando que si el río no
existiera, Bogotá habría tenido que abrirse paso hacia el Pacífico,
y esa distancia reducida á la mitad, reduce también á la mitad aque-
lla cifra ; esto en teoría, que en la práctica el resultado -sería muy
diverso, porque ese camino habría dado vida á millares de legiias
cuadradas, y todos saben cuan poco valen hoy las márgenes del
Magdalena central y cuánto será preciso gastar para mejorarlo.
Nuestro gran río en la época colonial tuvo mayor valor, no
hay duda, tanto por el número de barcas que lo cruzaban entre
Honda y Mompós (1,000 en 1626), como porque hasta este último
lugar lo remontaban sin miedo los grandes barcos marítimos de
esos tiempos. A raíz de la Independencia (1824) ya se trató de na-
vegado por vapor, pero no se aseguró esto sino en 1850, antes de
lo cual valía hasta $ 1 1 condiicir una carga á Barranquilla: hoy na-
vega en su amarillenta linfa una flotilla de 30 vapores, en su mayor
parte de casco de acero, con 4,000 toneladas de capacidad efectiva,
17 de una sola Compañía. Esta flotilla, que no excluye las barcas
de remo y aun vela en la parte baja, sólo cuenta 5 vapores de más
de 200 toneladas, 7 de más de 100, y desciende á uno para sólo 20 :
varios no son en verdad sino meras lanchas de vapor, 3 navegan
en el Alto Magdalena, 4 entran al Lebrija, 3 al Cauca y varios al
Dique y aun á la Ciénaga de Santamarta. La dicha flotilla, que
se ha duplicado en los últimos diez años, algo artificialmente por la
competencia, está valorada en dos millones de pesos (en oro), deja
pingües utilidades á sus dueños por lo crecido de los fletes (¿ 3 oro
carga de Honda á Barranquilla), y emplea cosa de 500 marinos.
En el bajo río y el Dique es considerable la flotilla de remo ó vela,
que ocupa más de 1,000 personas.
Útiles serán algunas cifras sobre el tráfico que se hace en el
/urbío Magdalena, como lo llaman los poetas. En 1880-81 cruzaron
el alto río, de Neiva á Honda, 8,553 cargas de quina, estimadas
Nueva Geogkafi'a di Colqubia
i ( 200, con aseguro de 6 "/„ ; en esa época y entre los mismos puer-
tos, bajftban mensualmente 60 balsas caigadas, las que, no sirvien-
do sino para un solo viaje, presuponían pérdida anual de { 36,000
y gravaban con J 6 el flete de cada carga, el doble de lo que co-
braba un vapor. Aun hoy mismo no es un problema resuelto la na-
vegación del alto Magdalena por vapor : en 1 88 1 subieron de Hon-
da 1,971 cargas en barcas, 1,494 con destino á puertos del Tolíma,
y477 para los de Cundinamarca. Ese mismo año llegaron á Honda
mil pasajeros y cosa de 59,000 cargas, desde 2,000 á 8,000 al mes
(17,000 i Caracoli y 41,000 á Bodega de Bogotí). De las 8,000
Figura 313 — Kl bajo CNocó y el
834 Nueva Geografía de Colombia
cargas llegadas en i6 vapores en Diciembre, por ejemplo, las
6,000 venían de Barranquilla, 350 de Santander, otro tanto de An-
tioquia y i,3CX) de las bodegas de Conejo; mientras que en nueve
meses de ese año un sólo vapor de 500 cargas, en cinco viajes en
el alto río, subió 1,935 cargas (913 para Neiva, 1,022 para Purifi-
cación) y bajó 1,194 (538 de Neiva y 656 de Puriñcación).
En 1 88 1 bajaron de Honda 800 pasajeros y S 3,000 cargas así,
en millares y décimos de millar : quina 21,8, café 8,7, cueros 10.6,
tabacos 3.4, cigarros o.i, caucho 0.3, mineral 3.3, plantas 0.8, pá-
jaros disecados o.i, la mitad de esta cifra en añil y el resto en va-
rios artículos ; cargas que se aumentaron en el tránsito hasta 1 15
al llegar á Barranquilla, esto sin contar las que siguieron por el
Dique, ó eran de tráfico intermedio : con estos dos aumentos el gua-
rismo sube á 130 mil contra 1 12 mil de subida. En el tráfico de su-
bida, ya dijimos que á Honda entraron 59 mil cargas y salieron S3
mil, y ahora completaremos el cuadro del río así :
Honda Aatínquia Santander Bolívar Magdalena
Subida 59,000 22,000 14,300 14,000 900
Bajada 53,000 20,000 16,000 28,000 3,000
Como se ve, 240,000 cargas usaron el vapor en 188 1, de las
exportadas la mitad en sólo quina, cuando en 1879 apenas lo hi-
cieron 90,000 entre subidas y bajadas. Antes de 1860 formó el ta-
baco el fuerte de la carga de los vapores ; en 188 1 lo constituían
los cueros (80,000 cargas), la quina (60,000) y el café (25,000),
pues el tabaco solo dio 4,500, el mineral 3,500, otro tanto el dulce,
y el resto diversos artículos. Como entonces la carga equivalía á
140 kilogramos, resulta que por el río subieron y bajaron en vapor
unos 34 millones de kilogramos, 100 menos que los importados y
exportados por Barranquilla.
Después, en 1887, el tráfico del ferrocarril de la Dorada mon-
tó á 15 millones de kilogramos que subieron á 24I en 1890, y poco
más ó menos á lo mismo en 91, año éste en que á la subida tocan
13 y sólo 8 á la bajada. De la cantidad subida, casi íntegramente
importada, el 50 ^/^ está formado por bebidas espirituosas, harina,
conservas alimenticias y cigarrillos, y el 10 ^/^ por artículos elabo-
rados en la Costa Atlántica, como ron, jabones, fideos, &c. La enor-
me diferencia de peso entre ella y la bajada, en mucho depende de
las máquinas y materiales para ferrocarril traídos del Extranjero.
La bajada comprende en primer término unos cien mil kilogramos
de artículos de consumo para la Costa, como dulce, cigarros, &c.,.
y el resto artículos de exportación en que figuran 4^ millones de
kilogramos de café, i¿ de minerales en bruto, i J de cueros de res
y i^ de caucho, plantas, tabaco, &c. En el primer semestre de
1892 entraron á Yeguas (Honda) 90 vapores con 750 pasajeros y
4.100,000 kgs. de carga, y salieron 90 con 530 pasajeros y 3^ mi-
llones de kgs. de carga. Esta carga se transforma al descender el
río, debido á la que recibe y deja en sus puertos : en 189 1, por
ejemplo, á Puerto Berrío llegaron 89,000 bultos, y salieron de allí
5 3,000, lo cual representa gran parte del movimiento mercantil de
Antioquia. El ferrocarril de Bolívar movió de Junio de 91 á Mayo
Nueva Geografía de Colombia 835
92, 37,500 pasajeros, 21 millones de kgs. por exportación y
ai I por importación, ó sea casi medio millón de cargas por todo ;
en el seg-undo semestre de 90 entraron 1 1,000 toneladas y 17,000
pasajeros, y salieron 6,800 y 1,400, respectivamente ; el aumen-
to ha sido, pues, notabilísimo. Las 25,714 toneladas que el fe-
rrocarril importó en 1891 valían 9^ millones de pesos en oro, y se
4listribuían así : Inglaterra, 8,776 (á $ 2 kg); Francia, 3,176(1.30);
Alemania, 3,599 (0.30); Estados Unidos, 7,616 (o. 10); España,
'»S03 (0.60) ; Antillas, 214 (0.50), y varios, 830 (o. 10). En la expor-
tación de 91 por Barranquilla, por lo que hace al café, anotamos
lo siguiente : Cundinamarca-Tolima 4,500 toneladas, Santander
3,500, Magdalena 250, Antioquia 500, Bolívar-Antioquia 250, de
^onde resulta que Santander (con Cúcuta) daba la mitad del pro-
-ducto de este grano en toda la República.
No es, sin embargo, la Ixíca del Magdalena el único sitio por
donde el tráfico del río gana el mar : alguna parte de la carga
<iue baja por su cauce lo abandona en Calamar para seguir en
busca de Cartagena en ferrocarril ó en vapor ; parte crecida en
invierno, cuando el Dique puede navegarse sin grandes tropiezos :
la causa de esa desviación proviene de ser más barato el puerto de
Cartagena que el de Barranquilla, por culpa de su obligado ferro-
carril, mientras no se abran las bocas de Ceniza. El tráfico del río
también ha disminuido en su última sección con la carretera de
Tolú, puesto que mucha carga que antes no tenía otra salida que
d Magdalena, hoy va á Cartagena por mar. En 189 1 llegaron por
€\ río al Dique para remontar éste 22 vapores (90 viajes) con 9,041
toneladas de registro, 22,000 cargas, 315 pasajeros y 1,136 tripu-
lantes : la carga iba de los siguientes puertos : Yeguas 1 7>700>
Puerto Berrío 715, Bodega Central 550, Banco 5, Magangué 940,
Jesús del Río 80, Calamar 2,000 y Mahates 10, á lo cual deben agre-
^rse 3,700 que pasaban por esa vía á Cartagena desde Barranqui-
lla^ por lo atrás dicho. Por el Dique apenas llegaron al río ese año
I ifOOO cargas para los siguientes puertos : Yeguas 4,400, Puerto
Berrío 170, Bodega Central 160, Bodega San Juan 600, Magangué
700, Zaragoza 210, Jesús del Río 500, Calamar, 500, Arenal 200,
Mahates 150, Soplavientos 100, Zapayán 210 y 3,100 que pasaban
por el Dique de Barranquilla á Cartagena (en su mayor parte sardi-
nas), evitando así, como en el caso contrario, bien el ferrocarril,
bien la peligrosa costa de Galera Zamba. En el primer semestre de
.1892 subió por el Dique i^ millones de kilogramos, que compren-
dían 862,000 de mercancías, 36,000 de licores , 31,000 de tabaco
extranjero, 13,000 de arroz y fideos, 25,000 de hierro, 76,060 de
plomo, 8,000 de sal, 4,000 de petróleo, 15,000 de jabón y 392,000
con el calificativo de varios. En el mismo período sólo bajaron por
el Dique 767,000 kilogramos así: 145,000 café. 25,000 caucho,
240,000 tabaco, 300,000 cueros, 42,000 madera, 20,000 tagua,
2/xx> canime, 1,800 tolú, 35,000 batán, 5,000 cigarros, licores
«O/XX) y 105,000 de varios (?). El transporte lo hacen 22 barfos,
^ los que 2 pasan de mil toneladas, 3 de quinientas toneladas, 1 1
de doscientas toneladas, 4 de cien y 2 de cincuenta, los que, como
-se ha visto, á la subida lo hacen apenas con la mitad de su tone-
laje utilizado. Es seguro que sin la carretera de Tolú, por el Dique
habrían pasado en 1891 los 735,000 kilogramos de tabaco y los
836 Nueva Geografía de Colombia
10,000 de cueros producidos por las Sabanas. La habilitación del
puerto de ToliS y la apertura de las bocas del Mag^dalena, hechos
que sucederán tarde ó temprano, acabarán, pues, con el Dique^
cuya vida es por hoy del todo artificial, lo cual sin duda aprovecha-
rá al país que cruza é infesta con sus miasmas.
Hacia fines del siglo pasado el tráfico en el río Magdalena
ascendía á 34,000 toneladas de subida y 40,000 de bajada, que se
distribuían así : Alio Magdalena, subida, 2,800 ; bajada, 2,800 ; Hon-
da, 15,000 y 10,000 ; puertos de Antioquia, 8,000 y 14,000; id. de
Santander, 6,000 y 1 1,000 ; puertos de la Costa, 2,500 y 3,000. En
Barranquilla, 40,000 y 25,000; en Cartagena, 20,000 y 20,000. El
café movido por el río ascendía á 275,000 ks. ; los cueros á 190,000 ;.
el tabaco á 5,000, y á la misma cantidad el mineral.
De los demás ríos poco tenemos que decir : el movimiento
del puerto de Ciícuta indica el d(íl Zulia-Catatumbo, el movimien-
to de Arauca y Orocué el de los ríos Arauca y Meta. Antes todo
el tráfico de la Buenaventura se hacía por el Dagua, con grandes
peligros, por lo cual casi ha desaparecido á la fecha. El bajo Pa-
tía, el San Juan de Chocó, el Atrato, el Sinü, el Cauca, el San Jor-
ge, el Cesar, el Lebrija, el Sogamoso, mueven algunos miles de
cargas entre todos : la que baja por el Sinü pasa de un millón de
kilogramos, de 600 mil la que utiliza así el Atrato, y consiste prin-
cipalmente en palo mora, tagua y caucho ; de 2\ millones la que
desciende el Lebrija (café ante todo), de i\ millones la que usa el
bajo Sogamoso, y de i\iá. la que surca el bajo Cauca.
Resulta de lo dicho que la vía de más tráfico en el país es el
Magdalena, en la cual se estimaba en % 0.02 por legua el flete de
cada carga, ó sea producía á los dueños de barcas casi dos millonet
anuales, debido á que cada vapor hace hasta veinte viajes al año
de La María á la Costa, empleando 7 á 10 días en la subida y 3 á
5 en la bajada, tanto por el número de puertos en que se demoran
á dejar ó recibir carga, como por no poder viajar de noche sino de
Puerto Nacional ó Tacamocho al mar ; causas especiales pueden
acortar ó retardar esos períodos, pues aun es contingencial el uso
de una vía que tanto produce al comercio y á los dueños de vapores
pero que ellos no cuidan de mejorar. Al contrario, desde que hay
vapores como éstos, no usan koke sino leña : en las orillas del río
existen unos 100 leñateos, que cuando la estación no lo impide,
suministran á los vapores á lo menos 15,000 toneladas de leña por
año, por valor de 40,000 pesos, cuyo corte, que se hace sobre todo
en las orillas del río y sus afluentes, ayuda eficazmente, por el modo
de hacerlo, á que sean peores las crecientes y más los bancos que
obstruyen el lecho cada día. A esto se une que en ciertos lugares
la hélice de los barcos remueve sin cesar el fondo, lo cual obstruye
los pasos ó canalizos y los hace buscar otros en que sucede lo mis
mo, ayudando al río á que invada más tierra y en breve tiempo sea
inútil en zonas como Carare, antes navegables con menos tropie-
zos. Pueden los extranjeros valorar sus ríos porque en ellos han
gastado sumas crecidas para facititar su navegación ; pero no po-
demos hacer nosotros lo mismo, por cuanto son insignificantes los
esfuerzos que acerca de esto se han hecho, de donde la necesidad
de tanto vapor con tan pequeño calado. Para que pueda juzgarse
Nueva Geografía de Colombia
«37
<csto mejor, diremos que hoy baja en champán la carga de Girar-
dot á Honda, pues aunque cuesta á $2.60, resulta flete más barato
que en vapor (!). Traer una carga del puerto de Barranquilla á
Bogotá valía $ 36, y en el solo río, de Honda á ese puerto costaba
en total la llevada $ 5.75 (!). ¿Cómo puede progresar el país?
Casi sin exageración puede decirse que todo el río es un solo
puerto ; pero como el tráfico llega á él por los caminos que unen
los grandes mercados laterales á su orilla, los puertos de importa-
-ción son pocos. En primer término está Barranquilla, como es ló-
gico, por representar puerto marítimo ; viene luego Yeguas, lugar
de paso obligado para el comercio del Tolima y Cundinamarca ;
después Puerto Berrío con Nare, que lo es para gran p)arte del de
Antioquia por su ferrocarril (en 1891 : kilogramos exportados
3.250,000; kilogramos importados 5.021,000). Más abajo está el
^upo de Bodegas que usa el comercio de Santander (Bodega
Sur, Bodega Central, Gloria, Puerto Nacional, Bodega Ocaña),
que juntas igualan ó poco menos el tráfico de Puerto Berrío, con
menor cantidad de importaciones pero con mayor peso en las ex.
portaciones. Luego las orillas mejor pobladas ofrecen, como en el
Alto Magdalena, varios centros pequeños de tráfico, entre los cua-
les priman Mompós, Banco y Tenerife para el Magdalena, y Ma-
gangué, Calamar, Jesús del Río, San Juan y Zambrano para Bolí-
var ; el tráfico de todos es considerable, iguala en peso á las ex-
portaciones de las partes de Antioquia ó Santander citadas, y com-
prende en Magangué muchos miles de kilogramos de origen an-
tioqueño ; la parte del Magdalena no es pequeña. Cuanto al Alto
río, tiene por centros principales Neiva, como cabeza de la nave-
gación continua del río, Purificación, Girardot y sitios vecinos por
«1 ferrocarril, Ambalema, Cambao por su carretera, y Bodegas de
Bogotá (Yeguas) por el Ferrocarril de La Dorada. En todo el río
Á este tráfico hay que unir el de víveres y cabotaje fluvial — pefmí-
tase la expresión, — el cual, hecho principalmente en canoas y bal-
sas, oscila en torno de 25 mil cargas por año.
En fin, por lo que hace al comercio seccional, cuya ¿"rande ar-
tería es el Magdalena, las siguientes cifras indican lo que era hace
<liez años con los valores calculados en plata.
CARGAS de ( L4O) KILOGRAMOS
Departmmentat Cargas importadas Valor Cargaá exportadas Valor
Panamá. 38,000 2.400,000 25,000 2.400,000
Bolívar 40,000 2.500,000 • 90,000 2.800,000
Magdalena 14,000 500,000 38,000 1.000,000
Santander 50,000 3.500,000 75tOOO - 6.000,000
Boyacá 30,000 1.900,000 10,000 300,000
Cundinamarca 90,000 6.500,000 32,000 2.600,000
Tolima 30,000 2.200,000 25,000 2.300^000
Antioquia 5^<^<^ 4.000,000 28,000 4.900^000
Cauca 45>ooo 2.500,000 32,000 2.800,000
Totales 387.a» $ 26.000,000 355>ooo $ 25.100,000
838
Nueva Geografía de Colombia
Barranquilla
Aduanas
existentes
1898
fCirtAgen: \ Cnuiii
La República
Tumijo Bneniventuri
D D
Ami2i Rioftaelii
Valor relativo
y comercio absoluta >
comparado
000
Saniamarta Ipiales Orceui
Figura 314— Comercio general y local de la República (sin Panamá>>
Diagrama
Prescindiendo de Panamá, el equilibrio se hace entre los de-
más Departamentos, merced al tráfico interior, en especial con la
sal ; pero Cundinamarca, si no fuese por la enorme suma que dia*
riamente sale de la Tesorería para pagaos de empleados, militares^
contratistas, &c., no podría cubrir el crecido pasivo que contra ella
resulta, pues, dignase lo que se quiera, es por hoy Bog'otá el g^ra»
parásito de la familia colombiana. Boyacá cubre sus saldos coi»
sus menestras, cueros, lanas, d:c., que vende sobre todo á San-
tander. El valle del Cauca cada día encuentra menos facilidad
para cubrir el suyo, aumentado por el tráfico de mercancía ex^
tranjera con Antioquia. De los g^uarismos dados para la importa-
ción, estimamos que 9.cxx>,ooo representan el mayor consumo de
las clases acomodadas, á millón en Antiquia y Santander, á medio-
millón en Boyacá, Tolima y Cauca, y á tres cuartos de millón ei»
Bolívar y Panamá, á siete octavos de millón en el Mag^dalena y á
tres millones en Cundinamarca. Tanto las cargfas importadas conx^
las exportadas deben aumentarse en 10 ^/^ [)ara el tráfico interior
ó á lomo de bestia, por no ser el peso de estas sino de ocho á dtcs.
arrobas.
En fin, del movimiento de nuestras principales poblaciones
mercantiles ó centros de reg;"iones geog;"ráficas, dará idea el
gfuiete cuadro :
Nueva Geografía de Colombia
839
^R«
PanaTiá-Colón ")
Bocas del Toro > Panamá.
David J
"1
Barranquilla
Cartagena
Sinü
Sabanas
Santamaría
Riohacha
Valledupar
Cücuta
Bucaramanga
Ocaña
San Gil
Pamplona
Tunja
Sogamoso
Soatá-Cocuy
Chiquinquirá
V Bolívar.
> Magdalena.
^
r
Santander.
y
\
Boy acá.
. Bogotá
Zipaquirá-Facatativá
La Mesa
Girardot
Honda
Neiva
Ibague-Chapaml
CiidÍBamira.
)
i
Tolima.
Medellín )
Manizales > Antioquia.
Yarumal-Zanf«a j
Buenaventura
Cali
Pereira
Palmira
Tumaco
Pasto-Ipiales
Arauca
Orocué
Mocoa
Cauca.
I Orí
Oriente,
O
>
X
B H
2. o
B
B
M
o
>
8
en
De las cargas importadas, el 5 **/o «<>" mercancías extranjeras,
el 10 •/o licores, el 15 ""1. artículos metálicos, el S ""U ^nmtíútm, y
840
Nueva Geografía de Colombia
varios el resto, acostumbrándose de ordinario valorar en % 200
cada bulto de las primeras. En las de exportación casi la mitad la
da el café, el 1 1^¡^ la madera, &c., siendo de notar lo enorme de los
volümenes y su escaso valor: un barco entero cargado, por ejemplo,
con 500 toneladas de tag^ua, apenas produce en Ing'laterra % i S,poo
en oro, y alg'oasíla madera y otros artículos, por lo cual es grande
la ventaja que á este respecto lleva la importación, haciéndose pre-
ciso se dicte alguna medida que compense en algo á la primera tal
desigualdad, la cual puede referirse al tonelaje ; esa misma canti-
dad de café no valdría en landres sino ^ 48,000, de cacao 55,000,
de cueros poco más ó menos lo mismo, de c aucho tanto como de
café, de quina doble que de tagua, de tabaco ^ 45,000, de astas
9,000, de copaiba seis veces más que de tagua, de caucho cinco ve-
1 ees más que de tagua, de caucho cinco veces más que de tabaco,
y de carey excedería de I5 millones.
Demografi\ — En la actualidad poco menos de cinco millones
de habitantes constituyen la nación colombiana, producto de la
. yuxtaposición y mezcla de las razas blanca, americana y negra, de
' suerte que en su mayor parte se compone de mestizos, pues no
; existe á la fecha un millón de lo que pudiera llamarse razas
. puras. En una palabra : los elementos etnográficos que la Conquis-
V ta acumuló en el territorio patrio, tienden á fundirse más y más,
X con positiva ventaja para el conjunto, que un día tendrá perfecta
< unidad, habiéndose suprimido para siempre el gravísimo peligro de
' una lucha de razas, puesto que éstas han acabado por mirarse como
hermanas, en el sentido cristiano de la [)alabra.
Geográficamente la población de Colombia se ha repartido así :
REGIONES
1778
Istmo de Panamá (3,cxx> leguas cds.)..
Chocó (4,500 id id.)
Mesa andina (id. id.)
Valle del alto Magdalena (2,o«o id. id.)
Magdalena central (1,200 id. id.)
Llanura atlántica (5,000 id. id.)
Cuenca de Maracaibo (750 id. id.)....
Mesa oriental (2,500 id. id.)
Llanos (7,750 id. id.)
Caqueti (30,000 id. id.)
60
21
130
58
3
157
10
366
22
I
Sumas (millares) 1 828
1843
1850
1890
119
138
300
60
80
125
392
480
1,030
178
290
360
15
20
40
225
244
450
44
55
112
874
995
1,525
32
25
50
2
6
8
i»93i
2,243
4,000
Porcientaje
7.5o
3.10
25.75
9
I
».25
2.80
38.15
1.25
0.20
100
Si consideramos las divisiones civiles y el aumento qué en
ellas se ha cumplido en el mismo tiempo, tendremos las cifras del
siguiente cuadro :
NuivA Geografía de Colombia
84 1
AUMENTO DE LA FOBLACIÓN (EN MILLARES)
Departametitos ,1778; 1810 1825
1843 1S50 1869
Panamá 60
Bolívar 119
Magdalena | 40
Santander ! 139
Boyacá \h^
Candinamarca.. { 122
Tolima M
Antioquia
Cauca 85
Totales
829
1887 ¡ 1898
2951
340
336
375
iisl
132
565
640
6i5
685
550
630
330!
380
5201
620
635 1
800
4,602
Por lo que hace á una desmembración de los elementos etno-
fráfícos que constituyen la nacionalidad, la ünica luz positiva se
alia en el padrón de 1778, puesto que después de la Independen-
cia los censos no registran las diferencias de color, como es natu-
ral, tratándose de una República democrática.
PADRÓN DE 1778
I
38
60
48
1286
4
121
24
REGIONES
Vi
Panamá
Chocó
Mesa andina |
Valle del Tolima.
Mesa granadina...'
Hoya de Maraoaibo.i
La Costa
Los Llanos
Totales
9,064
876
21,363
16,249
143*663
898
16,584
1,284
13*469
6,817
28,212
7,653
71,120
196
29,067
14,627
5
33,377
4,562
5i,3«7
32,023
166,094
1,452
103,317
6,309
204,081 162,461 398,721
Bogotá , 7,298
7,278 7,350
I
69,044
21,375
112,877
80,552
385,355
2,677
163.535
. 22,359
828,775
17,965
De este padrón, bastante aproximado por cierto, puede dedu-
cirse que al estallar la g^ucrra de Independencia, las casi€s^ como
entonces se decía en el Virreinato, estaban compuestas poco más
6 menos así :
Nueva Giograjta di Coiombid
TOMO I — 54
NuxvA GbockafÍa di Colomxu
CASTAS EN 1810 (en UILLARRS)
I'«nan¡....
Bolívar....
Magdílcni
Cauca
Tolim!.
Santander.
I
Dt lo que se deduce ; i.'Que en esos momentos decisivos se
equilibraban blancos e indios, no eran numerosos los negros, y los
meztizos no alcanzaban i igualar á los dos primeros grupos reuni-
dos ; 2." Que en Boyacá-Santarder blancos y meitizos casi se equi-
libraban y eran más del duplo de los indios de esa zona, á la vez
que tampoco era despreciable el elemento negro; 3,° Que en el
Cauca se igualaban ó poco menos indios, negros y meztizos, y que
los blancos no eran sino la mitad de cada uno de esos grupos ; en
el Chocó eran elemento casi insignificante ; 4." Que en el Tolfma
predominaban los mr stízos y los blancos, y casi se equilibraban los
indios y los negros; S.*" Que en Panamá sucedía cosa aniloga ; en
la Cusía casi se igualaban blancos y negros, cada nno de los cuates
grupos apenas era ta mitad del de los indios: reunidos esos tres
Figura 3U— Kl Valle del Cubilara en Pnerrea (Ipialeí}— De fotcgiafia
NuKVA Geografía di Colombia
¿43
elementos, no alcanzaban sinoá la mitad de los mestizos ; y 6.® Que
en Antioquia, como en la Costa, se ig^ualaban blancos y negros, los
indios eran en mínimo numero, y los mestizos llegaban casi al du-
plo de las razas puras.
Desde el punto de vista de estado y condiciones y las relacio-
nes entre los dos sexos, idea darán al lector los dos cuadros que
siguen, que se refieren ál a segunda mitad del pasado siglo, por no
haber censos de fecha posterior.
estado y condiciones (en millares)
1850
Defartamenlos
General en 1825
Panamá
Bolívar
Magdalena
Saitander
Boyacá
Cundinamarca . ...
Tolima
Antioquia
Cauca
Total....
General eniSBg....
1869
Antioquia
Boyacá
Bolívar...
Cauca
Cundinamarca .
Magdalena
Panamá
Santander
Tolima ,
Los Llanos.
¿66
51
70
30
116
96
98
54
55
94
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24
28
10
88
111
90
40
67
68
66 7
62
76
30
160
171
161
87
120
157
^^S^4
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390
97
35
82
174
214
250
96
124
491
530
2,106 663
1,027
146
1,666
l,5i3
4
18
• ■ ■
18
• • •
58
2Í
II9
5^
4,6826
Total
Iy22S
406
1,541
898
557
95
92
347
783
10,522
138
177
72
366
376
350
182
244
331
238 15,535
767
2,243
2,916
ESTADOS
Solteroi ICaaadoi Casadoi I Viados
a
o
oumas. ...
117
164
97
I52
144
35
35
151
33
1,041
• r— »
9
135
157
101
155
151
37
76
157
91
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1,065
48
75
17
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15
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24
109
308
295
72
161
310
379
1021: 20
96 , 4
10
32
98
39
2,106
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12
23
1
146
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Por lo que hace á las ocupaciones y profesiones de los cc^om-
bianos, el cuadro que sigue, referente á la misma fecha, hace alpí-
na luz, ya que por no haber censo general posterior, no hay hom<5«
logo con qué compararlo.
NUITA GiOORAFÍa di COLOKlIA
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Arrieros
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Religiosas
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• ■ • •
• • • •
■ • • ■
• • • •
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• • • a
1
Total
S66
246
419
1
4S5
418
89
205
433
231
2,916
A todos estos cuadros debemos hacerles algunos comentarios :
I .° Buena parte del aumento de población de Panamá se debe
al Extranjero ; Boyacá aumenta más de lo que dice el cuadro, pero
sus hijos emigran mucho á Santander. El aumento del Tolima y el
Cauca, en parte depende de la inmigración antioqueña ; en el se-
gundo aumenta mucho el Sur, pero buen número de los allí nacidos
pasan al Ecuador. En Cundinamarca la principal causa de aumen-
to es Bogotá, que absorbe sin cesar hijos de todos los Departamen-
tos. Antioquia es el Departamento que aumenta con más rapidez:
datos cuidadosamente recogidos indican que á lo menos hay en el
país 850,000 antioqueños, ósea casi la quinta parte del total, cuan-
do no eran sino la décimaséptima hace un siglo. Cuanto á Bolírar
y Magdalena, aun se resienten del profundo cambio producido por
la Independencia, ya que ésta desplazó los centros comerciales. La
raza indígena pura pierde á lo menos el 5 ^/^ anual por la viruela.
De guerra general hubo en el siglo pasado : 1 8 10-21, 1839-42,
185 1, 1854, 1859-63, 1866, 1876-77, 1885-86, 1895 y 1899-900,
fuera de trastornos locales, por cuya causa el país tiene hoy tres
millones menos de hijos, que sin ella bien contaría los ocho millo-
nes de almas.
2.° Como se ve, en 1768 había 132,000 hogares ; sólo 10,000
más en 1825 ; pero suben á 265,000 en 185 1, á 40,000 en 1869, y
no pueden estimarse hoy en menos 600,000. En 1-867 la población
comprendía el 24 por 100 del total como de i á 7 años (720,000), el
33 por roo como de 7 a 21 (757,000), el 36 por 100 como de 21 á 50
(1.022,000), el 6 por 100 como de 50 a 70 (177,000), y el i por 100
como de 70 á 100 años (39,000). El 8 por 1,000 eran los octoge-
narios, y había un centenario por cada 4,000 habitantes : en An-
tioquia, Bolívar, Boyacá y Santander ese medio baja á I por i,000;
en Magdalena y Tolima, á i por 10,000, y en Cundinamarca á i
por 5>500; pero en el Cauca sube á i por 3,000, y en Panamá á
I por 2,000; en Casanare hay 5 centenarios por cada 1,000 habi-
t^intes. Movilizable en caso de guerra resulta el 20 por 100, pero
en la práctica esa cifra no pasa del 8 por 100.
846 NUXVA GEOGRAFÍA DX COLOMBIA
Salvo Panamá, donde había más hombres que mujeres de i
á 7 años, los hombres exceden en 2 por 100 á las mujeres al O.
del gfran río, pero al E. son iguales, cuando no inferiores ; de¡7 á
21 el equilibrio es completo, menos en Boyacá, donde hay más
hombres ; de 21 á 50 hay 12 por 106 más de mujeres, cifra que
sube á 15 por 100 de 50 á 70 años, y á 29 por 100 en adelante.
3.° En 1778 había en la República cosa de 12,010 mujeres
más que hombres, diferencia elevada á 75,000 en 1869, por haber
seguido cierta proporción creciente, por lo cual hoy no puede es-
timarse ese exceso en menos de 100,000 mujeres. Esta cifra es
enorme — huelgan comentarios, — y ya puede juzgarse lo que suce-
derá si en el futuro sigue la misma marcha. Por ahora hace perder
50,000 hogares, ó sea á lo menos 50,000 hijos legítimos por año,
de donde disminución neta de unos 150,000 habitantes por siglo.
En Panamá, en 1778, había 1,300 mujeres más, cifra que lle-
gó á 10,000 en 185 1, y sin que sepamos la causa, cambió repentina-
'mente, puesto que en 1869 había 5,000 hombres de exceso ; en
Bolívar el exceso de mujeres ha aumentado regularmente desde
3,000 en 1 778 a 9,500 en 69; en Cubdinamarca, de 4,500 á 15,800;
en el Tolima, de 2,600 á 9,400 ; en el Cauca, de 3,000 á 12,400;
y en Antioquia, donde hubo en 78 casi 6,000 hombres más, en 69
había 5,00c menos, sin que conozcamos la causa de tan extraña
inversión.
4.° La proporción de la condición social se mantiene poco
más ó menos idéntica, salvo cuanto á los empleados, por haber hoy
más mujeres y soldados ; los estudiantes son menores en numero,
toda proporción guardada ; y el personal productor aumenta, por-
que muchos niños y mujeres trabajan en los cafetales, á lo menos
un 25 por 100 de ellos.
Como se ve, los infantes forman el 26.5 por 100 de los habitan,
tes; la administración doméstica el 25.5 por 100 ; los agricultores
el 27.5 por 100, y los artesanos el 11.5 por lOO; para los demás
grupos no queda sino el 9 por 100.
Entre los empleados se contaban (1869) 2,625 militares ; entre
los agricultores 137,000 mujeres, 250,000 éntrelos artesanos, y
396,000 éntrelos infantes, y 101,000 hombres pertenecían ala
administración doméstica ; la casi totalidad de los mineros está al
W. del río Magdalena ; los dos tercios de los artesanos y gana-
deros, al E. de ese río ; en la misma zona la mitad de los comer-
ciantes, sólo un tercio de los estudiantes, los cuatro quintos de los
vagos, &c.
En esta sección debiéramos tratar todas las demás cuestiones
que usualmente abarca la demografía en los países civilizados ; pero
la materia está tan atrasada en la República, que faltan los materia-
les para estudio tan importante como descuidado : tablas de naci-
mientos, defunciones y aumento de la población, censos periódicos y
bien formulados, &c. &c., nunca han llamado la atención de un pue-
blo como el colombiano, netamente dividido en dos porciones de
importancia muy diversa ; una enorme masa que trabaja, sufre y
calla, y es arrastrada por corrientes que no le interesan, que no com-
NvivA GiocaArÍA di Colouu 847
prende, que quebrantan sus fuerzas, y s6\o aspira á granar la vida en
paz; y una pequeña porción, que quizá no llega i 200,000 indivi-
duos, que con la mente vive en el E\lranjero, ante todo se preocu-
pa por cuestiones teóricas y especulativas, políticas en primer
término, que desconoce ii olvida lo que es el rebano humano
que maneja y, tal vez sin quererlo, perturba su marcha y lo
hace desíjraciado. La escala ó graduación que en Repúblicas como
Francia ó Suiza se encuentra entre los liltimos ipfnorantes labriegos
y la flor de los ¡ng'eníos, no existe en Colombia, por lo cual no es
de extrañar to que acabamos de decir.
Los estudios sociológicos aplicados que hacen parte de la de-
mc^rafia, tampoco han sido cultivados siguiendo las sendas ya tri-
lladas en el Extranjero, no obstante la importancia que revisten
para la inteligencia de la historia y para el carácter de un pueblo,
ya (perdure éste, ya se transforme : corta es aún nuestra vida,
y cuan hondos son los cambios que habría que registrar en tres
centurias! Superan á los que nos ofrecen naciones como Fran-
cia ó Inglaterra, no obstante haberlas agitado más poderosas con-
vulsiones.
Figura 316— A I reí cd Ore* de Pasto— De fotografí»
Apasionados creyentes eran los conquistadores, la mediaiión
de un humilde fraile envainaba las tizonas de huestes enteras i
punto de agredirse con tanto empuje como si fueran tropas de dis-
tinta raza, y sin embargo en loi primeros templos no sabían dar
el ejemplo de decoro y respeto que en el mundo usaban para impo-
nerse á los indígenas : con sombrero y fumando sentábanse los hom-
bres en los escaños de la iglesia mientras salía el sacerdote al al-
iar ; las mujeres, tan piad sas siempre, no tenían inconveniente, eti
84S Nueva Gioghafia di Coloidu
las tierras calientes, para introducir el desorden en la iglesia, ha-
ciéndose llevar refrescos, ó mejor dicho chocolate, durante el servi-
cio religioso, so pretexto de debilidad, y á lo que parece fueron las
que inventaron é[jicaraz0y cual si hubieran sido italianas de plena
Edad Media. Y unos y otras, tan celosos del fuero religioso que mu-
chas veces atacaron á las autoridades civiles por simples diferencias
de ésta con la eclesiástica, no vacilaban en profanar templos, violar
la clausura conventual y reñir furiosamente por cuestiones haladles
de jurisdicción entre frailes y monjas. Por su parte, los indios se
dividían á este respecto en dos grupos característicos : los Chib-
chas, de sentimiento religioso tan profundo, que bien pudiera lla-
márseles pueblo sacerdotal ó de videntes, sin que esto excluyera
la pasión por las orgías ; y los Caribes y otros de las tierras cáli-
das, que eran el polo opuesto, como que hacían burla de las prác-
ticas religiosas, siendo á la vez, por modo singular, profundamen-
te supersticiosos. Los peninsulares del Centro y Sur, forjados en
siglos de siglos de lucha religiosa, y los indios por siglos de siglos
matándose unos con otros, al mezclarse tenían que producir un gru-
po con los caracteres típicos de ambos, extremados, y en el cual,
por lo mismo, acciones y reacciones no encuentran fácilmente los
términos del equilibrio estable. Y la educación pública nunca cuida
de corregir estos defectos. Recientemente en ciertos territorios
de Colombia aun se han cumplido hechos análogos, que revelan
una superstición tan honda como arraigada y disimulada á la par.
¿Quepáis podría presentar, en pleno siglo xix, el caso de una re-
vuelta local levantando por bandera un San Francisco de Asís sin
programa religioso?
Agrégase á lo dicho que desde el tiempo de Carlos v se esta-
bleció y mantuvo la prohibición de traer á América novelas y li-
bros de caballerías, lo cual guió los espíritus hacia horizontes más
levantados, sobre todo en el Nuevo Reino, donde los estudios de
Derecho, de Ciencias Naturales y de Matemáticas alcanzaron des-
arrollo no visto en las demás colonias, y los ingenios se acostum-
braron á buscar en todo la raíz de las cosas, lo que tenía que pro-
ducir esa clase de frutos que justifican la opinión de aquel emplea-
do español que hacía presente, medio siglo antes de la Indepen-
dencia, la probabilidad que había para que esta sección se separase
de la madre patria en época no lejana, si las cosas no cambiaban
de rumbo. Como ejemplo de lo dicho recordaremos el caso de un
autor que escribió un libro para demostrar que los párrocos no te-
nían facultad de prohibir el uso de los cohetes en las solemnidades
religiosas, con ocasión de que alguno de ellos lo hizo en su parro-
quia por causa de un incendio por los tales causados ; y también
que los Derechos del Hombre, donde primero se publicaron en idio-
ma español, fue en Bogotá.
Conviene recordar también que aquí se aflojaron mucho los
lazos con España por la falta de renovación de la sangre peninsu-
lar, que prefería á México y el Perú, donde echó más hondas raí-
ces, acrecentado el hecho por consideraciones nunca tenidas en
cuenta por los historiadores. Es la primera que la masa de los
conquistadores, por la época en que abandonaron á España, traía
aún despierto el espiritu de la Edad Media, el culto respetuoso
por la mujer, de donde que sus familias fueran la escuela del
NuivA GiogiafÍa di CoLomu 849
buen tono, y el pueblo se acostumbrara á cierta cultura social, á
cierta moderación de lenguaje en el trato común que aún se con-
serva y contrasta de modo marcadísimo con lo que es usual en
la madre patria, donde al hablar se levanta muchísimo la voz y
los votos se sueltan delante de los demás, lo mismo en los palacios
que en las cabanas. Esta transformación de los antiguos castella-
nos se consumó el siglo antepasado, y de allí que cuando venían
empleados y tropas, nuestro pueblo no atribuyera su manera de
ser á costumbres generales, sino á desdén y desprecio por los crio-
llos ó americanos, como entonces se decía ; de donde antipatía más
y más acentuada de los granadinos por los españoles, y que no ha
desaparecido del todo, porque la colonia española es en el particu-
lar inferior á la de otros países. Por estas mismas razones hubo
más españolismo en las colonias antes citadas.
Es la segunda causal, que los conquistadores traían además
fresco el amor á los fueros municipales, dominantes entonces en
España, amor que les hizo dar á los municipios que aquí fundaban,
una organización relativamente democrática y que, á decir verdad,
se conservó durante todo el coloniaje, pues aquí fueron rarísimos
los títulos nobiliarios arraigados, todos los blancos se miraban como
de sangre azul, y los criollos formaban los Cabildos, que con fre-
cuencia hacían sentir su fuerza á la autoridad central ; uno de los
cargos más serios que se hicieron al Virrey Amar y Borbón fue el
de haber nombrado un número de Regidores para el Cabildo de
Bogotá para poner mayoría adicta á la reyedad española.
Empero, ya que no es posible presentar los datos en referen-
cia como es de rigor, anotaremos en seguida los pocos que pue-
den recogerse en las escasas y deficientes publicaciones oficiales.
Nunca se han trabajado en el país estadísticas completas so-
bre nacimientos, defunciones y matrimonios. De los datos recogi-
dos en diferentes épocas, resulta que en el año (1898) nacen próxi-
mamente 221,000 personas y mueren 98,000, dejando un exceden-
te de 123,000 almas, muy desigualmente repartido en el territorio,
con máximum en el Cauca y Antioquia, y mínimum en la mesa
andina, correspondiendo el término medio á la Costa ; pero la uti-
lidad neta no excede del 2 por 100 anual, exceptuando á Antioquia,
donde es superior por lo menos en una unidad. El número de naci-
mientos ilegítimos es considerable, pero no arguye contra la mo-
ralidad general del país ni abona la común idea de maridar las
costumbres libres con el clima tropical, porque ese número depen-
de de la falta de párrocos ó de la extensión de los Municipios.
Cuanto á matrimonios, por término medio se celebran 45,000, que
dan en Antioquia i por cada 6 habitantes, en Boyacá y Cundina-
marca uno por cada 7, y en las tierras calientes uno por cada 14,
menos al Magdalena, donde es algo mayor la proporción. Los ma-
trimonios disminuyen con el clima, alcanzando su mínimum en los
más ardientes : pudiera parecer, por lo dicho, que allí la relajación
de costumbres es grande, puesto que los nacimientos son muchos ;
pero como las relaciones ilícitas allí formadas duran de por vida y
los párrocos son rara-avisy atribuímos la causa del fenómeno á esta
falta : es mucho mayor la corrupción en la mesa granadina que en
el resto del país.
850 NuxvA GioGRArÍA de Colombia
Aun cuando nacen unos pocos varones más que mujeres, esta
diferencia cambia por razón de la mortalidad, que se lleva cerca
de 3,000 individuos más del sexo fuerte. En la Costa es común
haya más hombres solteros que mujeres en el mismo estado. Pue-
de computarse que en Colombia hay un casado por tres solteros
y un viudo por cuatro casados. En lo general los hog^ares se com-
ponen de seis personas, menos en Antioquia, donde ese numero
sube á diez, y los partos múltiplos son comunísimos.
La gran mayoría de los colombianos ignora los rudimentos
de la ciencia, y á este respecto el Magdalena y Panamá son los
Departamentos más atrasados de la República. Unos 126,000 ni-
ños, ó sea el cuarto de su número en el país, frecuentan de ordi-
nario las escuelas ; pero la proporción de los que saben leer y es-
cribir excede en mucho á la de los que han asistido á aquellos es-
tablecimientos, porque es en extremo raro que cuando la madre
sabe leer no enseñe á sus hijos; en las poblaciones importantes
los iletrados no son más de la mitad ó de los dos tercios de los ha-
bitantes.
En las Escuelas superiores (Normales, Institutos, Universida-
des) cursan cerca de 2,000 jóvenes. Con todo, la marcha de la
instrucción pública no es satisfactoria, porque en 1843 se educa-
ban 28,000 alumnos (( por 68); en 1874 la cifra ascendía á 83,000
(i por 36) : y en la actualidad (1898) ha descendido la proporción
á I por 40 ; de donde puede decirse que apenas medio millón de
colombianos de ambos sexos sabe leer y escribir, y que sólo se
educa el 10 por 100 de la juventud que se encuentra en estado de
ir á la escuela.
El movimiento postal crece de año en año con los progresos
del comercio y de la instrucción pública. Los correos del Extran-
jero transportan 450,000 cartas y tarjetas postales; 210,000 im-
presos y 14,000 diversos. Dentro de la República circulan 2 mi-
llones de cartas y tarjetas, medio millón de impresos, 160,000 di-
versos ; 800,000 telegramas, 8,000 cablegramas y por el correo
unos 3 millones en billetes. Este movimiento es sin duda pequeño,
pero hace treinta años apenas circulaban 270,000 cartas y 360,000
impresos.
Por lo que hace á la criminalidad, doloroso es decirlo, au-
menta de un modo lento pero constante, y no disminuía antes de
la guerra sino en los delitos atroces. Sin contar lo que pudiéramos
llamar faltas, en el país se perpetran sobre 18,000 crímenes y de-
litos por año, entre los cuales prevalecen las heridas y maltrata-
mientos de obra ; el hurto, el homicidio y asesinato; los atentados á
las buenas costumbres, &c. La criminalidad atroz apenas presenta
un caso por cada medio millón de habitantes ; de manera que no
llevamos la peor parte comparados con las demás naciones hispa-
noamericanas. En el país la criminalidad es de i por cada 140 ha-
bitantes en Antioquia ; por 180 en Boyacá y Tolima ; por 200 en
Cundinamarca ; por 250 en el Cauca ; por 375 en Santander ; por
600 en el Magdalena ; por 700 en Bolívar, y por 790 en Panamá.
La navaja (barbera) explica la primacía de Antioquia por las heri-
das, en la que sigue Cundinamarca. El amancebamiento da sus ma-
yores cifras en Cundinamarca y Cauca; los maltratamientos, en Bo-
yacá y Santander (típico de la raza indígena); el robo y el hurto, en
NuErA Geografía di Colombia 85 1
«1 Cauca y Antioquia; los delitos contra la honestidad, en el Cauca,
Bolívar, Cundinamarca y Tolima. En el año se fallan unos 8,000
sumarios y unas 4,500 causas (un tercio absoluciones) ; se inician
12,000 juicios civiles, y un millar sube á la Corte Suprema de Jus-
ticia. En las Penitenciarías del país cumplen condenas unos 1,700
individuos, y las autoridades persigfuen unos 5,000 reos prófugos.
Sentdao lo anterior, trataremos otros puntos en el particular.
¿Cuál era la población indígena de Colombia en la época del
descubrimiento de América ? Imposible será siempre contestar de
un modo seguro tal pregunta ; pero sí pueden hacerse cálculos
aceptables, basados en las narraciones de cronistas, en la impor-
tancia de los cementerios indígenas, en las fuerzas presentadas
por éstos en sus combates y en otras varias fuentes, de donde es fá-
cil llegar á la conclusión que todos los historiadores, impresiona-
dos por los datos de conjunto y sin someterlos á seria crítica, ha-
cen valuaciones absurdas por lo exageradas, aunque no faltan otros
que pecan por el lado contrario.
Cuidadoso examen indica que esa población nunca pudo exce-
der de unos dos millones de naturales, que parece se distribuían del
modo siguiente ; Panamá, 80,000; Chocó, 50,000; llanura atlántica,
250,000 ; valle del Magdalena, 200,000 ; mesa andina, 300,000 ;
cuenca de Maracaibo, 15,000; Llanos, 35,000 ; Caquetá, 60,000 ;
y mesa Granadina, 1.000,000, repartido así; 100,000 en Guanentá,
500,000 en Hunza, 300,000 en Muequetá, y 50,000 entre Panches,
Colimas, &c. No estará de más advertir que el comiín error de
atribuir crecida población á los vecindarios indígenas en la época de
la Conquista, proviene, ante todo, de pura ignorancia : las crónicas
manuscritas de entonces usan signos especiales para indicar millar
y decena de millar (el mismo que para las cuentas de marave-
díes), y donde alguna de ellas da á un pueblo (más propiamente
un cantón) 20,000 indios ; falso geógrafo hay que leyó dos millo^
tus y dejando en su tintero hasta el sentido común : de ese modo la
nación muisca contaba á lo menos cien millones de subditos !
Que la población indígena no podía ser mayor de la indicada,
lo confirma lo que era el aspecto físico del país al tiempo de la Con-
quista : con insistencia sorprendente hablan los conquistadores de
que los Chibchas ocupaban tierra rasa, y señalan en lo demás, por
dondequiera, intrincados bosques sin caminos, con los indígenas por
millares, morando en la copa de los árboles, viviendo de cultivos re-
ducidos en lo más internado de la selva, y ocurriendo al sistema de
suprimirlos para producir hambre y así arrojar de su territrorio i
los extaños. Y como no conocían el hierro, ni los instrumentos de
labranza, ni el horno, ni el molino, ni la caña de azdcar, ni el tri-
go, ni el arroz, ni el plátano hartón, ni los riegos, &c., &c., igno-
raban lo que es la propiedad, dondequiera la agricultura estaba
á cargo de las mujeres, y las cosechas no alcanzaban en muchos
lugares para mantener un par de cientos de europeos con unos
pocos caballos, puede juzgarse cuan exigua población podía man-
tener el territorio : todos los documentos de la época, al mencio-
nar la aclimatación de ciertos cultivos europeos, agregan, con
8S2 NuivA Geografía di Colombia
espíritu de alegre descanso^ que ya estaba suprimido el peligro de
las hambres en la Colonia. En fín, si se recuerda qué número de
soldados llevó Cortés á México, y sin embargo fueron vencidos ;
qué resistencia opusieron las tribus medianamente compactas de
nuestro litoral, y cuántos años de lucha costó reducir á ciertos pue-
blos del interior ; y si se recuerda también que tres columnas de á
ciento sesenta hombres recorrieron la República, preciso es conve-
nir en que la densidad de la población indígena no era entonces
considerable.
Esta cifra, por causa de la Conquista, aunque hubiesen sido muy
humanos los españoles, se redujo, sin duda alguna, sin contar las
víctimas de la guerra, en dos terceras partes, debido á la sífilis, la
viruela, la fiebre tifoidea, las emigraciones, los cambios de clima y
costumbres, sobre todo en las tierras cálidas, donde esas causas al-
canzaron su máxima intensidad, sucediendo que en ciertos sitios,
como en el valle del Cauca y en Santander al N. del Sube, casi
desaparecieron los indios, algo menos acaeció en Panamá, Chocó,,
Antioquia, Tolima, y menos aún en la mesa granadina. Esta pobla-
ción, repentinamente contenida en su desarrollo por la Conquista, re-
cobró después su movimiento ascensional, pero con el cambio más
extraño que imaginarse puede. En efecto, antes de la Conquista más
de la mitad de la población indígena estaba en las montañas de Su-
mapaz, y sólo había un séptimo en la mesa andina y otro tanto en la
llanura atlántica, mientras hoy en la primera zona no está sino algo
más del tercio, en la segunda casi el cuarto, y en la tercera el déci-
mo; y lo que es más raro, en esta última (aluvial) sólo se ha tripli-
cado la población á partir de 1778, en tanto que en la primera (are-
nisca calcáreo) se ha cuadruplicado, y en la segunda (feldespática)
aumenta con inaudita rapidez: 5^ veces en Panamá. 6^ en el Tolima,
8 en el Cauca, y 1 1 J en Antioquia, siendo en el Cauca en su gran
valle aluvial donde menos avanza : ¿ se negará aún la influencia
del terruño ? Dondequiera que domina el subsuelo feldespática-
eruptivo, los naturales aumentan á ojos vistas, salvo en las zonas
aluviales, donde el crecimiento es proporcional á la antigüedad de
la roca madre. Con estas consecuencias geológicas se relacionan
otras muchas, como puede verse en los cuadros atrás insertos, ta-
les como son ocupaciones de los individuos, proporción de los dos
sexos, longevidad, instrucción de la masa, criminalidad, riqueza,
número de personas por familia, diferencia entre muertos y naci-
dos, proporción entre solteros y casados, Ac.
Inútil parecerá advertir que nuestros padrones son deficientes,
siempre por defecto, debido al modo de levantarlos, por lo cual re-
sultan inferiores á los españoles á pesar de los errores de éstos. En
efecto, comisionados recorren sendas zonas con la orden de ir casa
por casa á fin de empadronar á sus moradores ; pero esto, si es fácil
en los pueblos y campos muy cultivados, resulta difícil en la monta-
ña, y más de una vez sus habitantes se anotan por indicaciones de
sus vecinos, con frecuencia incorrectas ; á este inconveniente se une
otro no menos grave : la tendencia instintiva en nuestro pueblo á
evitar el padrón, temeroso de que la inclusión de su nombre y el de
los suyos en esa lista le acarree nuevos gravámenes y cargas, cons-
cripción militar, recargo del trabajo personal subdiario, servicios
Nueva Giogeafia de Colombia
de policía, &c. En fin, ei mayor de los defectos de nuestros censos
«s que no son simultáneos, ni en el país, ni aun en los Departamen-
tos, resultando crecidas deñciencias cuanto i transeiíntes y mercade-
res. Por último, se publican mucho tiempo después de formados, y
por lo miímo con fecha errada; el censo llamado de 5 1 es de 50, el
de 70 de 69, y en alguna ocasión, en varios Distritos no se ha le-
vantado censo, sino que se han limitado sus autoridades á hacer
cálculos sobre el padrán anterior, especialmente donde la población
está muy dispersa, lo cual sucedió sobre todo en la rana atlántica
en iSjO, como resulla de comparaciones hechas con el de 1843.
Figura 317— ül valle üel Mayo en San Pohb (Sur)— He fulografia
iimparaciíSn de nuestros cuadros con los demás
trabajos del género, tanto oficiales como particulares, dará gran-
des diferencias, y no puede ser de otro modo, por la manera como
trabajan los falsos estadistas. Por ejemplo, en el Anuario ofi-
cial de 1875, en cada una de cuyas páginas su autor habla de
ciencia y conciencia, apareció por primera vez el dato de que la
población de Bolívar y del Magdalena habla disminuido de 1843 á
1851, lo cual ha sido copiado después por autores que se dicen
serios; pues bien, este es un error de pura ignorancia ; en 1843 el
guarismo de 191.000 almas que á Bolívar da ese cuadro, tiene de
más los 20,000 habitantes del Cantón de Ocai>a: el famoso esta-
dista, que ignoraba nuestra geografía en absoluto, sumó las ci-
fras que el censo daba á las Provincias de Cartagena (¡42,800) y
Uompds (48,800), sin descontar en ellas la de Ocaña, que luego se
agregó á Santander. Ese mismoescrítorda ¿Panamá, en 1869, una
población de 224,000 almas, porque en ella incluyó los indios salva-
jes fio cual no hizo con tos demás Estados), y también la del Te-
rritorio de San Andrés, que hasta los niños de pecho saben no hizo
$54 NusvA Geografía de Colojibia
parte entonces de Panamá sino de Bolívar, que por lo mismo re-
sulta defraudada en ella ; en el Tolima aparece, para los cálculos
de 1843, error semejante, por cuanto al Cantón de La Palma pasó
á Cundinamarca, y parte del de La Plata al Cauca. Larg^a sería
la lista si quisiésemos anotar todos los errores de ese Jefe de la es-
tadística nacional, cuya ignorancia en la geografía del país fue-
luego tan funesta á la Nación en el asunto límites con Venezuela,
por equivocar el Nula con el Oirá; pero no podemos callar uno que
haría avergonzar á quienquiera que tuviese sentido comün : al
comparar los censos de 50 y 69 (que él llama de 5 1 y 70), no pone
en el primero población ninguna á la ciudad de Panamá (!), y de-
clara es aumento absoluto la del padrón de 69, como si la dicha
ciudad se hubiera fundado entre esas dos fechas 1 Semejantes dis-
lates se hallan en otro trabajo de esa época, sobre la Hacienda
nacional (^1874), en la Geografía oficial de 1883, &c
Un libro publicado en 1891 y que se hombrea con los anterio-
res, amén de diferenciar el territorio de Casanare de la hoya del
Meta (!) y de usar medidas no legales, supone á Boyacá 700,00a
habitantes, lo cual demuestra que su autor no sabía que la viruela
causa estragos en ese Departamento, por una parte, y por otra que
los nacidos en ese suelo emigran sin cesar para otros Departamen-
tos, en especial para Santander. Así se ha hecho aquí la esta-
dística siempre, y por eso la censuramos con tanta acritud, á fin de
evitar se continúe por vía tan errónea, lo que es una vergüenza
para el país.
Un hecho característico demuestra lo que hemos afirmado. En
cierta época se publicó un censo de Bogotá que daba á ésta 96,00a
habitantes, y pronto se formó una corriente de opinión que sin cesar
aumentaba la cantidad de tales moradores. Después tratamos de
levantar un censo por papeletas, y aunque incompleto el resultado,,
adquirimos la certidumbre de que la ciudad no podía contener más
de 80,000 almas en sus S,ooo casas y 6,000 tiendas y ranchos de
extramuros (con Chapinero) ; pero esta opinón fue vivamente cen-
surada por la prensa como depresiva para la capital. Por fortuna,
en 1898 hizo el Gobierno un censo correcto, *lel cual resultó que la
ciudad no tenía sino 78,000 habitantes. Lo mismo puede decirse
de Medellín, que hoy engloba varias poblaciones vecinas, antes
cabeceras de Municipio, de Pasto, &c. Es un hecho fuera de duda
que los colombianos no gustan de reunirse en gran numero en los
poblados, y que entre ellos prevalece á este respecto espíritu aná-
logo al que se observa en Hungría.
En las cifras de población que dan- os para 1887 están refun-
didos los datos recogidos cuidadosamente ese año en cada una de
las 800 poblaciones del país, por sus respectivas autoridades, y las
que señalamos á los Departamentos en diversos períodos, son el
resultado de la reunión de los habitantes de los Distritos que hoy
los componen según los censos de cada época, de donde puede
deducirse qué suma de labor ha exigido la formación de ese dimi-
nuto cuadro : en su lugar insertamos en esta obra la lista de los
Distritos con su población en diez períodos distintos, para que pueda
juzgarse cuáles son las zonas en que aumenta y cuáles en las que
disminuye la población : Casanare, por ejemplo, que aparece
NusvA GeogkafÍa de Colombia 855
en 1843 con i8,5C'0 habitantes y con 26,00» en 1869, induce á cál-
culos erróneos, si no se tiene en cuenta que en esa última época se
le habían segregado los cantones de Nunchía y Taguana, que
contaban 8,500 habitantes en 1843. Lo mismo sucede con muchos
Distritos, por las desmembraciones que ha sufrido su territorio.
Los cuadros insertos atrás dan todas las luces que hemos po-
dido recoger, en especial sobrt densidad real de las zonas y sobre
profesiones, y del último resulta que hay pocos vagos y crecido
número de brazos absorbidos por las faenas domésticas, con per-
juicio de la agricultura, que sólo ocupa el 3.6 del total, un poco
más en Cauca-Magdalena-Panamá y un poco menos en el resto
del país. Por desgracia los censos no dan luz sobre el número de
extranjeros, que es pequeño en la generalidad del país pero cre-
cido en ciertos puntos ; sobre nacimientos y defunciones, los que
en unas partes absorben la mitad de aquéllas y en otras algo me-
nos ó mucho más, mientras los primeros varían del t al 10 por
100, aunque en varias ciudades, sobre todo en Bogotá, la población
crece no por exceso de nacimientos sino por absorción de pobla-
ción rural ; sobre número de personas por familias y viviendas,
que en tesis general puede fijarse como se dijo, pero que en algu-
nas ciudades, á causa del uso de tiendas como casas, sufre serias
modificaciones ; sobre la población rural y urbana, sobre profe-
siones, pues por ridículo orgullo, nuestros artesanos y menestrales
resultan artistas y fabricantes, como por ejemplo el zapatero, fa-
bricante de calzado, el tapicero, de muebles, el organista de pue-
blo, artista, el buhonero, comerciante, y hasta el carretero se apelli-
da carrero! &c. ; sobre industriales ; sobre propietarios, que según
el censo de 69 apenas serían 14,000 (I), cuando no bajan de
250,000, ya que millares de indígenas y pobladores de nuevos Dis-
tritos conservan sus resguardos y ejidos, son muchas las personas
ricas y hay puntos en que casi todos los padres de familia poseen
tierra (Cauca-Antioquia), ó bien al común pertenecen grandes ex-
tensiones, como en Panamá, ó la han adquirido como cultivadores,
como sucede en los baldíos; sobre los cambios de domicilio, por lo
cual no puede juzgarse el aumento real y el artificial de las diver-
sas zonas del país, y mucho menos las oscilaciones que consigo
traen el alza y la baja de ciertos artículos de comercio como café,
cacao, &c.; sobre la producción agrícola de los Municipios, comer-
cio entre ellos, precio medio de terrenos, &c. &c.
£n una palabra, la estadística nacional no ha existido, y si
han sobrado recursos para inútiles empresas y trabajos, han falta-
do para organizar este ramo como se debe en un pueblo civiliza-
do, y sobre todo, desconocido en gran parte por sus mismos hijos :
cíen mil pesos por año permitirán (1890) mantener en cada Depar-
tamento una comisión científica permanente, compuesta de tres
miembros y siquiera dos nacionales, destinada á recorrer el país
con fines determinados ; y ¿qué son % 100,000 cuando se gastan en
cualquier obra sin provecho para el común?
Intencionalmente dejamos para el próximo capítulo otros datos
que de ordinario se incluyen en la demografía, entre ellos los
relativos á los indios bravos ó salvajes existentes aún, bien que
856 NvsvA GbograWa dk CoLomiA
muchos de ellos sean tan civilizados como alg^unos de los sometidos,
si no más: sin cometer error se puede llamar civilizados á los indios
del Darién, de la Nevada de Santamarta, del alto Casanare, &c.,
no sólo por su comercio con los otros colombianos, sino por cuanto
reconocen al Gobierno de la República como suprema autoridad.
Es muy difícil calcular aproximadamente la población indí-
gena que llamamos salvaje, sobre todo en ciertos puntos del Ca-
quetá, ya por la escasez de noticias, ya por lo móvil de las tri-
bus que se desplazan con facilidad suma, induciendo á graves
errores á los exploradores, á lo cual debe unirse el estrago cons-
tante que en ellos causan las epidemias de viruela y sarampión,
contra las cuales no tienen defensa alguna, antes las agravan con
sus absurdos métodos curativos, y de la noche á la mañana redu-
cen una tribu á unos pocos individuos. A lo sumo puede estimar-
se en 250,000 el número de salvajes, repartidos principalmente
en tres zonas : Darién, Goajira, los Llanos-Caquetá, en general de
raza Caribe, y comcf en la actualidad no influyen en la marcha del
país, en vez de tratar aquí de ellos, los incluiremos en la sección
siguiente, donde tales datos ayudarán á esclarecer lo que fue el
hombre americano, concluyendo la presente con la indicación de
lo que es la organización civil y política del pueblo colombiano en
la actualidad.
Organización política — Después de haber sido largo tiempo Re-
pública federal, á semejanza de los Estados Unidos de la Améri-
ca del Norte, Colombia se ha reconstituido en forma de República
unitaria, restableciendo el Gobierno central que tuvo en época an-
terior.
Vencida la rebelión armada de 1885, el Consejo Nacional Le-
gislativo expidió el 7 de Agosto de 1886 la Constitución hoy vi-
gente, que extinguió los nueve antiguos Estados Soberanos y los
convirtió en Departamentos.
El derecho de sufragio corresponde á los ciudadanos, enten-
diéndose por tales los colombianos varones mayores de veintiún
años que ejerzan profesión, arte ú oficio, ó tengan ocupación lícita
ü otro medio legítimo y conocido de subsistencia.
Se reconoce la elección directa para Concejales, Diputados á
las Asambleas Departamentales, Electores y Representantes, y la
indirecta de dos grados para Presidente y Vicepresidente de la
República y para Senadores, con la diferencia de que todos los
ciudadanos eligen directamente los Concejeros y los Diputados,
mientras que para votar por Electores y Representantes se requie-
re, además de la calidad de ciudadano, saber leer y escribir y
tener una renta anual de % 500, ó propiedad inmueble de % i,5CK>.
El voto es secreto y el escrutinio se hace por circunscripciones.
El Congreso, que se reúne cada dos años en la capital de la
República, consta de dos Cámaras : la de Representantes y la del
Senado. Los Representantes son elegidos popularmente, á razón
üe uno por cada 50,000 habitantes, y para obtener esta calidad se
requiere en el candidato una edad de veinticinco años, pero no
condiciones de renta, al paso que para ser Senador, además de la
NuiVA Giooiafía di Colombia S57
condición de tener treinta años de edad, se exige en los candidatos
poseer una renta anual de J i ,2CX). Los Senadores son elegidos por
Asambleas Departamentales, á razón de tres por cada Departa-
mento, y el Senado se renueva por terceras partes cada dos años :
el período de los Representantes es de cuatro años, y tanto ésto»
como los Senadores tienen dos suplentes, elegidos de igual manera
que los principales, con el objeto de llenar las faltas temporales ó
absolutas de éstos.
El Congreso elige cada dos años un Designado para ejercer
el Poder Ejecutivo, en caso de que falten el Presidente y el Vice-
presidente.
El Consejo de Estado consta de seis miembros, nombrados
•dos por el Presidente, dos por el Senado y dos por la Cámara de
Representantes, y es presidido por el Vicepresidente de la Repú-
blica. En las deliberaciones del Consejo tienen voz pero no voto los
Ministros del Despacho Ejecutivo. Las principales atribuciones de
esta entidad son : actuar como Cuerpo Supremo Consultivo del
Gobierno en asuntos de Administración, debiendo ser necesaria-
mente oído en todos aquellos que la Constitución y las leyes deter-
minen. Los dictámenes del Consejo no son obligatorios para el
Gobierno, excepto cuando vote la conmutación de la pena de
muerte ; preparar los proyectos de leyes y Códigos que deban
presentarse á las Cámaras, y proponer las reformas que juzgue
convenientes en todos los ramos de legislación, y determinar el
orden en que, llegado el caso, deben entrar á ejercer la Presiden-
cia los Ministros.
El período presidencial es de seis años, y el Presidente es re-
clegible siempre que no haya estado en ejercicio de sus funciones
durante cierto tiempo fijado (18 meses) con anterioridad al día de
la nueva elección.
El Presidente tiene responsabilidad legal solamente en tres
casos, determinados en la Constitución: en todos los demás és res-
ponsable el Ministro respectivo, y esta responsabilidad se hace
efectiva por las Cámaras Legislativas, mediante acusación inten-
tada por la de Representantes ante el Senado.
Para el despacho de los asuntos administrativos el Presidente
tiene seis Ministros de su libre nombramiento, y son los de Gobier-
no, Relaciones Exteriores, Hacienda, Guerra, Instrucción Pública
y Tesoro.
Igualmente nombra el Presidente los Gobernadores de De-
partamento, dos Consejeros de Estado, los Magistrados de la
Corte Suprema de Justicia, con la ratificación del Senado, los Ma-
gistrados de los Tribunales Superiores de temas presentadas por
la Corte, los Agentes diplomáticos y consulares, los Jefes militares
y la mayor parte de los funcionarios públicos.
El Poder Judicial se ejerce por la Corte Suprema de Justicia,
compuesta de siete Magistrados nombrados de por vida, por los
Tribunales Superiores de Distrito, por los Jueces Superiores de
Distrito Judicial, los Jueces de Circuito, los Jueces municipales y
los Tribunales militares.
Nuevm^ Gt^grafía de C^Umbia tomo 1—5$
46o NvBTA GbogkafÍa db Colombia
Magdalena comprende 29 Municipios con 20 Correg'imientos
y 4 Provincias : Saniamarta (Id.), 13; áir (Río de Oro), 7 ; ValUdu^
iPar (Id.) 4 ; y Padilla (Riohacha), 5. Capital, Santamarta.
Panamá comprende 58 Municipios con 54 Corregimientos dis-
tribuidos en 6 Provincias: Colón (Id.), 7 ; Chiriqui (David), 9 ; Ve-
raguas (Santiag'o), 10 ; Los Sanios (Pesé), 9; Coclé (Penonomé), 6;
y Panamá (Id.), 13. Capital, Panamá.
Santander comprende 95 Municipios con 32 Corregimientos en
no Provincias: Ocaña (Id.), 8; .SJj/í? (Bucaramang^a), 12; Galán
r(Zapatoca), 10 ; Socorro (Id.), 9; Vélez (Id.), 1 1 ; Charalá (Id.), S ;
Guanentá (San Gil), 9; García Rovira (Málaga), 13; Pamplona
<Id.), 8 ; y Ciicuia (San José), 10. Capital, Bucaramanga.
ToLiMA comprende 64 Municipios con 19 Corregimientos en 4
•Provincias : Norte (Ambalema), 16 ; Ceníro (Guamo), 20 ; Neiva
^!d.), 13 ; y Sur (Garzón), 15. Capital, I bagué.
Intendencia de Casanare (desmembrada de Boyacá), compren-
de 20 Municipios con 7 Corregimientos divididos en 3 Provincias :
Arauca, Orocué y Támara.
Intedencia de San Martin (desmembrada de Cundinamarca),
comprende 7 Municipios con 4 Corregimientos que se dividen en
las 2 Provincias de ¿V/'A? y Vtllavtcencio.
Intendencia de la Goajira (desmembrada del Magdalena)^
comprende la Península de su nombre, en la que no hay población
ninguna estable, sino rancherías de indios.
Intendencia Oriental, teóricamente organizada en la región
limítrofe con Venezuela, que baña el Atabapo.
Desde el punto de vista religioso, Colombia se divide en 13
Diócesis : Panamá, Cartagena, Santamarta, Pamplona, Socorro,
Tunja, Bogotá, Neiva, Medellín, Antioquia, Popayán, Pasto y Vi-
cariato de Casanare.
En lo judicial comprende los Tribunales de Panamá, Bolívar,
Magdalena, Bucaramanga, Socorro, Santa Rosa de Viterbo, Tun-
ja, Bogotá, Ibagué, Neiva, Medellín, Manizales, Buga, Cali, Popa-
yán y Pasto.
Por lo que hace á circunscripciones militares, universitarias,
«marítimas, &c., no se han establecido en el país f.
Desde el punto de vista meramente geográfico, los dichos De-
partamentos se distribuyen el territorio de la República de la ma-
nera siguiente :
Panamá — El istmo, con tantos montes como llanuras y colinas,
pero aún con grandes selvas y regiones desiertas. Su clima, aunque
t En Colombia en verdad no hay instituciones militares de ninguna
^pccie, falta todo centro de instrucción militar, y bien que la tropa sea suboidi-
inada, valerosa, excelente para la guerra, ignora en absoluto su oñcio, no forma
en verdad sino cuerpos de infantería, y carece de los elementos necesarios pan
"hacer una campaña. Esto se debe á que en el país se mira mal la institución mi-
litar por confundirla con el militarismo, lo cual produce una iniquidad enorme;
4ÓI0 los infelices pagan la contribución de sangre. Hasta 1804 existían verdade-
ras milicias que contaban entonces 47,ocx> hombres perfectamente organizados, y
justo es observar que las milicias contribuyeron poderosamente al éxito de la
guerra de Independencia. Confíamos en que los últimos acontecimientos modiñ-
*^uen la opinión ¿ este respecto.
NuivA GkmskafÍa di G>lo]cbu 86 r
muy cálido por la poca altura de la cordillera, es mitigado en la
Costa por las brisas de los dos mares, las que al encontrarse en la
cima de la sierra, la enfrían en grado sumo. Tanto la agricultura,
como lo ganadería están muy atrasadas.
Bolívar — La mitad occidental de la llanura atlántica : com»
prende grandes sabanas, extensas porciones que se inundan en el
invierno, dilatadas ciénagas y pocos valles y montañas. En las par-
tes un tanto dobles (María y Sinú) se cultiva en vasta escala la
caña y el tabaco, el cacao, guineo, etc. : en la costa hay alguna
industria. Las llanuras abundan en excelentes pastos, ora de in-
TÍemo, ora de verano (gramaio/ales), por lo cual prevalece la gana^
dería, que por desgracia es trashumante.
Magdalena — Ocupa la otra mitad de la llanura, por lo cuaT^
en lo general, es idéntico su aspecto, salvo en la Sierra de Santa
Marta y en la Goajira : en aquélla por sus nevados, en ésta por su»
secos breñales. Aún escasea la población, la que por hoy se acu-
mula en las cabeceras del Valle de Upar, en donde existe alguna
agricultura : la parte baja de este Valle — un tiempo lecho del
l£igdalena— encierra las ciénagas más notables del país. La tie^
rra caliente no domina en absoluto, como sucede en Bolívar.
Cauca — Su área se divide en dos partes, y de ella la occiden-
tal se subdivide en otras dos, como son el Chocó, que pertencce^
casi íntegro á este Departamento, y la mesa andina, desde el Ecua-
dor hasta el pie del Ruiz. La oriental comprende toda la región de
las selvas ó Caquetá, notable por sus grandes ríos, riquísima pero
adn selvosa y desierta. La población tampoco es numerosa en
el Chocó, país por excelencia minero. En la mesa andina hay re-
gulares cultivos, sobre todo en las tierras de Pasto, Tüquerre»
(café, anís, papas) y el Valle del Cauca (cacao); en las primeras
hay bastante industria. La ganadería prevalece en las partes lla-
nas, sobre todo en el Patía. Si el Caquetá y el Chocó son en extrc*
mo cálidos y malsanos, la mesa presenta una faja de tierra que-
guarda todos los climas, amurallada por dos zonas de tierra fría..
Antioquia — Comprende ante todo el remate da la mesa andi-
na, por lo cual su suelo es muy arrugado ; se distribuye entre las
mesas de Dabeiba y Aburra y el cañón del Cauca. También abar-
ca zonas planas al principiar la llanura atlántica y en el valle del
Magdalena central. Salvo pequeñas zonas de altas montañas, que
son frías, el resto del territorio es templado ó caliente, siendo éste
malscno. Bien que á la minería se atiende en vasta escala, la agri-
cultura no es menos considerada (café), y los ganados de Antioquia
surten ya hasta Bogotá. Por desgracia este laborioso Departa-
mento adn está rodeado casi íntegramente por una gran faja de^
tierra virgen y le faltan vías al mar.
ToLiMA — Comprende la casi totalidad del valle del alto Magda-
lena, la cual, hacia el Sur, encierra una porción tan hermosa coma-
rica y próspera : allí el cacao se cultiva en grande y hay climas
de toda clase. En el centro se hallan grandes sabanas y prevale-
cen la ganadería y los extensos tabacales, los que también alcanzan
la zona del Norte ; ésta dltima es ante todo minera y agricultora»
En el alto Saldaña hay valiosos cafetales. El valle, muy cálido f
sano en donde es seco, está rodeado por una herradura de tierras
frescas, sobre todo en la parte occidental.
S62 NuivA Geografía dk Colombia
CuNDiNAMARCA — Su territorio se divide en dos porciones, en ab-
soluto diferentes. Al Oeste, la más pequeña, es montañosa. Al Orien-
te se dilatan llanuras sin límites, ora selvosas, ora cubiertas de
g^ramíneas, ricas en ríos navegables, pero aún casi desiertas. La
porción más pequeña y más poblada ocupa la parte Sur de la mesa
oriental y una faja del valle del alto Magdalena : consiste, pues, en
un lomo de tierra fría á que se unen á los lados tierras templadas,
de ordinario separadas de la región cálida por crestas á veces pa-
ramosas como las del núcleo. El café y la caña de azúcar ocupan
muchos brazos. Las siembras de menestras y la g-anadería preva-
lecen en la zona fría.
BoYAcÁ — Es, en tesis general, la misma cosa que Cundinamar-
ca: al Magdalena llega en un punto en su parte occidental ; la llanu-
ra del E. está más poblada y alimenta bastantes ganados. La parte
alta es aún más fragosa. La agricultura y la cría de ovejas tienen
grande importancia, lo mismo que la fabricación de batán. La
masa social es en extremo pobre.
Santander — Se identifica con los anteriores cuanto á ocupar
tierra en el valle del Magdalena y en la mesa oriental ; pero ca-
rece de llanuras. En cambio abarca la parte de la cuenca de Ma-
racaibo que nos pertenece. Su suelo es muy fragoso, y sus hijos
se distinguen por su amor al trabajo. Compónese de una serie
de herraduras de tierra fría y de varias cuencas en extremo cáli-
das. El café se cultiva en vasta escala, y la industria es la primera
del interior del país. Tampoco es desatendida la minería.
Por lo que hace á la población de los Municipios, se cuentan
17 que no alcanzan á 1,000 habitantes; 362 que no exceden de
S,ooo; 242 que no pasan de 1,000 ; 64 que no alcanzan á 20,000;
y apenas 4 que exceden de esta suma. En el Cauca, Cundinamar-
ca, Boyacá y Santander predominan marcadamente los Municipios
de menos de 5,000 almas ; los más populosos se concentran en
Santander, Antioquia y Cundinamarca. Descontando la media do-
cena de poblaciones mayores, los demás Municipios tienen una f>o-
blaci^n media de 6,000 almas y una superficie de 320 ks. D, sin
incluir los baldíos ; pero en realidad esa extensión varía no me-
nos que los habitantes, desde un pequeño espacio hasta una enor-
me extensión.
Las ^o poblaciones más notables del país por el número de sus
habitantes aglomerados son :
Santander (8)
Ocaña 10,000 Piedecuesta 8,000
San José de Cúcuta 12,000 San Gil 10,000
Pamplona 8,000 Socorro 10,000
Bucaramanga 20,000 Zapatoca 7>6oo
NmvA Giograf/a di G)LO]fBXA 863
BOYACÁ (5)
Soatá 4,000 Tunja S,000
Sogamoso 10,000 Chiquinquirá 6,000
Santa Rosa 4,000
CUNDINAMARCA (4)
2ipaquirá 8,000 La Mesa 7,000
Bogotá 78,000 Guatavita 5,000
ToLIMA (4)
Honda 5,000 Chaparral 4,000
Ibaguk 5,000 Neiva 8,000
Cauca (9)
ípíales 8,000 Palmira 14,000
Ttíquerres 6,000 Buga 6,000
Pasto 20,000 Cartago 4,000
Popayán 5,000 Pereira 6,000
Cali./ 18,000
Antioquia (7)
Manizales 6,500 Santa Rosa de Osos. . . 4,000-
Medellín 30,000 Yarumal 5,500
Sonsón 5,500 Jericó 5,000
RionegTo 4,000
Bolívar (7)
Magangué 4,000 Cartagena 12,00
Mompós 6,000 Barranquilla 25,000
^''"^6" 7,500 Sabanalarga 10,000
Sincelejo 9,000
Magdalena (3)
San Juan de Córdoba.. . . 7,200 Santamarta 5,00O
Riohacha 4,000
Panamá (4)
Colón 7,000 Penonomé S,QOO
Panamá 8,ooo David 7,000
El Presupuesto de Colombia * parece poco importante com-
parándolo con el de los demás países. Aun cuando la población
* Ea 1 893-94 el Presupuesto nacional fue de $ 3O.5S0,ooo (papel), sin déñcit
aparente, pues los gastos decretados se han limitado á la suma de que se puede
•disponer. En las rentas las Aduanas figuran con 20 millones; las salinas y el taba-
co con 3 cada una; el degüello con 2; el timbre, los correos y telégrafos con poco
jdís de $ 600,000, y el impuesto fluvial con $ 260,000. En cuanto á los gastos, el
n
864 NUXVA GrlOGRArÍA DI CoLOMBIA
haya por lo menos cuadruplicado después de la proclamación de la
Independencia nacional, á la vez que la fortuna piSblica ha decu-
plicadoy el conjunto de los impuestos está lejos de haber crecido en
la misma proporción. Bajo el régfimen español las contribuciones
personales impuestas á los indios, la venta de cargos, las patentes,
los diversos monopolios, el doble diezmo de las minas y los de-
rechos comerciales, producían una suma anual como de 3 millo-
nes de pesos. La mayor parte de esos impuestos se ha abolido;,
sin embargo, el monopolio de la sal existe todavía, aun cuando
bajo una forma mitigada, puesto que la elaboración de la sal se
permite á los particulares bajo ciertas condiciones. Los derechos
de Aduana constituyen la fuente principal de las rentas nacionales;
pesan sobre casi todos los objetos importados, salvo las máquinas
agrícolas, los aparatos científícos, los libros y otros objetos útiles
para la instrucción. El Presupuesto bienal para los años de 189 1
y 1892 se cerró con défícit, lo mismo que la mayor parte de los que
lo habían precedido. Al terminar el siglo descendía á 30 millones
papel (unos 7 en oro). También los presupuestos especiales de
los Departamentos f presentan de ordinario un exceso considera-
ble en los gastos, excepto en el Cauca, Antioquia y Panamá.
H) Etnografía — Los hombres de los prihieros siglos, más so-
metidos á las influencias extrañas y también más aislados entre sí^
adquirieron, andando el tiempo, determinadas tendencias, aptitudes
y disposiciones, que forman en ellos como un sello que sirve para
Departamento de Hacienda consume 6.5 millones ; el de la Deuda pública, 6.2 i-
el de Guerra, 4.6; el de Justicia, 3.2; el de Fomento, 2.5; el de Correos 7 Telé-
rrafos, 2.1 ; el de Política interior, 1.4; el de Instrucción pública, 1.6; 7 entre
los restantes, la agricultura sólo figura con % 4,600!
£1 actual Presupuesto anual puede valorarse (i8$8) con toda verdad en 36
millones de francos en oro; en 1832 apenas era de 9; en 1849, ^^ ^7\ ^^^ i851,
ipoca de descentralización, bajó á 8 ¡^en 1862, de 7; en i87o, de 21, 7 en 1880 de
29. Hasta 1849 hubo superávit anual ; en 1881 el déficit subió á 28 millones ! £1
total de las rentas del país de 1832 ¿1898 monta á i.2co millones de francos, que
poco han aprovechado al progreso de la República.
Las rentas nacionales ascienden al (año á 7 millones en oro, las departa-
mentales ¿ 3 7 las municipales á i, lo cual da un total de 25 millones en oro, ó
tea gravan con $ 2-5o á cada colombiano, con $ i5 computando sólo los trabaja-
dores. La colonia gravaba á cada individuo con % 2.
Justo es observar para la deuda exterior, que al hacerse la distribución
después de la Independencia, Colombia resultó gravada con exceso. H07 esa
deuda vale 60 millones de francos de principal.
£n fin, desde el punto de vista del crédito, la situación del p<iís nada tiene
de brillante. Sea por lo que fuere, las rentas públicas son escasas, la deuda qne
grava el Tesoro es enoime, 7 no existe ninguna de esas grandes instituciones de
crédito que se encuentran en otras comarcas : la iniciativa particular ha fundado
muchas empresas bancarias 7 de capital por acciones, pero todas juntas no dis*
ponen sino de un haber insignificante, si se computa en oro, no obstante lo cual
prestan algún servicio k nuestro comercio. Es una verdad indiscutible que en el
Extranjero tanto el crédito del Estado como el de los particulares es mu7 limi-
tado.
Legal mente nos rige el sistema métrico, pero en la práctica lo que se ha-
lla es una verdadera violación del métrico, del inglés, del alemán, del antigua
español, &c., ain que nadie se preocupe por semejante anomalíi.
t £1 Presupuesto bienal de los Departamentos alcaniaba en 1898 á 9
millones (papel) de rentas 7 11 de gastos.
866 NuxvA Geografía dk Colombia
diferenciarles, y las cuales, en cada comarca, importa conocer, á
lo menos en sus grandes líneas, á fin de saber cuáles conviene ro-
bustecer, y cuáles combatir ó modificar, según el fin que se bus-
que. Hallar esos caracteres fundamentales constituye el objeto de
la etnografía, sin olvidar, se entiende, la influencia postenor de
un segundo medio ambiente, si lo hay, como cuando se trata de
hombres llevados á otros lugares, pues suele ser difícil distin-
guir en un país, teatro de invasiones é inmigraciones, qué es aquello
que se recibe por herencia, que se deriva del medio en que ahora
se vive, y qué se ha adquirido por mezcla con otros grupos de
hombres distintos del propio, no en su origen, sino en los cauces
seguidos al dispersarse la humanidad allá en Oriente.
En efecto, por lo mismo que á pesar de la diversidad de tiem-
pos, sitios y cruzamientos, determinados caracteres físicos perseve-
ran, y los caracteres morales resisten á las más violentas revolucio-
nes sociales, de manera que á lo sumo pueden modificarse pero no
borrarsfc jamás ni con el rigor de las instituciones, ni con el desarro-
llo progresivo de la inteligencia, puede juzgarse qué papel re-
presentará en los acontecimientos históricos cada una de esas
individualidades permanentes en las grandes masas de la especie
humana ; masas que, como todos saben, no piensan ni raciocinan
del mismo modo, ya que la forma del entendimiento varía no menos
que la del rostro : cada raza tiene una disposición comün que le
da su carácter nacional y es causa de la dificultad extrema que hay
para hacer penetrar una idea en pueblos distintos sin modificarla
convenientemente, de tal suerte que, en los últimos, en nada se pa-
recerá á la primitiva. Por esto la misma forma de gobierno, de pro-
cedimiento administrativo, &c., da resultado muy distinto en pueblos
diversos ; en tesis general, puede decirse que la civilización de un
pueWo es incomunicable á otro, y cuando razas de energía des-
igual se mezclan, la más enérgica, en virtud de su mayor expansión
ó destruye ó absorbe la más débil, ó la rechaza hasta confinarla
en las montañas más fragosas, salvo que habite suelos de más difí-
cil acceso á la primera : testigos la Goajira, el Darién, el Opón,
&c. &c. ; y el problema es más difícil de dilucidar si son varias las
razas que entran en lid, bien que entonces se acentúe mejor la ac-
ción del medio ambiente : los diversos tipos europeos ú otros que
en algún número vinieron al país, lo demuestran : fuera de los ma-
trimonios mixtos, el negro permanece negro, el semita, semita, &c.
A pesar de numerosos cruzamientos, la mezcla de las razas
no es perfecta ni aun al cabo de mucho tiempo, y siempre puede ha-
llarse la huella de las diversas razas superpuestas, aumentado esto
á veces, ora porque el conquistador trata de conservar la pureza
de su origen, ora porque el vencido rehusa mezclarse con el amo.
I Será, pues, raro que en Colombia no exista aún pueblo colombia-
no, ni lo haya todavía en muchos años si no se combaten las ¡deas
sep)aratistas y el lugareñismo que domina en las varias zonas na-
turales del país ? ¿ Cuándo no sucederá que la mezcla de las razas
fuertes produzca tipo poderoso por la inteligencia, las aptitudes, la
belleza física, como el caucano ? Por esto, cuando se examina la po-
blación de una comarca, fácilmente se reconoce, en medio de la in>
finita diversidad de las fisonomías, uno ó más tipos principales que
NuivA Geografía di Colombia 867
•dan á los habitantes marcado aire de parentesco ; tipo que resulta
de uno original modificado por los cruzamientos, el clima, el ali-
mento y ocupación comdn. En cada nación ya formada hay, pues,
una dominante fisic a y una dominan/e moral caracterizadísima, por lo
cual se puede definir en pocas palabras el carácter de una nación.
En Colombia, salvo el barniz de la característica española, ardiente
é impresionable, cxag"erada á veces por el clima, ó la de indios y
negros, no hay tipo en verdad nacional ; pero sí existen tipos lo-
cales que tienden á acentuarse divergiendo más y más, y ay de
la patria si todos los hombres entendidos no ayudan á combatir
sin tregfua y con esfuerzo grande tales tendencias sólidamente apo-
yadas en nuestra actual división territorial ! ¿La sombra de Centro
América despedazada no abrirá los ojos á Colombia ? El más su-
perficial estudio muestra que entre nosotros existen varios tipos,
caucano, antioqueño, pastuso, costeño, &c., con aptitudes físicas é
intelectuales muy diversas
Si interrogamos nuestra historia, que data de ayer, hallamos
que en Colombia vivían hace cuatro siglos hombres pertenecien-
tes á la raza roja ó americana, y que en esos cuatro siglos vinie-
ron al país hombres blancos y negros. Hasta aquí el hecho es muy
claro y muy cierto, y queda explicado el mesticismo que tiende á
señorear exclusivamente el país ; pero desde el momento en que
queremos averiguar los orígenes y variedades del primero de esos
dos grupos de la humanidad, se hace el silencio en el campo cien-
tífico, la historia cierra las puertas de su templo, y la crítica arma
sus cañones para demoler toda teoría, sin presentar ninguna más
sólida en cambio. Si la protohistoria es tan difícil en Europa, ¿ qué
será posible establecer de un modo correcto entre nosotros? Sin
-embarg-o, expondremos nuestras ideas en el particular.
En el momento que los españoles arribaron á la costa colom-
biana, hombres rojos fraccionados en centenares de grupos ocu-
paban el país : ¿ pertenecían á una misma nacionalidad ? No lo cree-
mos; antes bien, nos parece que en América, como en Europa, hubo
superposición de pueblos, y que estos movimientos fueron semejantes
á los que registra la historia del Viejo Mundo, de lo cual da palpa-
ble testimonio la diferencia en los índices craneanos, en el modo
de sepultar los muertos y en las reglas seguidas cuanto á matrimo-
nios y herencias, dato más valioso, sin duda, que el diverso grado
de civilización alcanzado por tales grupos. A primera vista parece
había tres grupos ó familias diversas entre sí : los más civilizados,
de las grandes altiplanicies; los más guerreros y menos bien organi-
zados, de los valles interiores ; los enteramente salvajes y cuasi nó-
mades, de las llanuras y selvas orientales ; pero tal diferencia no es
sino aparente. En efecto, más detenido examen' enseña que el pue-
blo aborigen de Colombia había desaparecido ó poco menos en el
siglo XV, reemplazado ó absorbido por una primera inmigración
Tenida del S., pero que se modificó con influencias venidas del NW.
ó existentes en la localidad por lo que á costumbres hace, y la que
á su- turno fue destrozada por un segundo y mayor movimiento de
hombres venidos del N., aún no terminado en aquella época, á la
par que se iniciaba nuevo avance en los pueblos meridionales. Esto
S68 NuiVA GiografÍa di Columbia
se oscurece con la apariencia de un movimiento de E. á W., difícil
por cierto de explicar, y más aún de asig^narle punto de partida^
Los aborígenes, hombres de diminuta talla y oscura piel» 1
juzgar por tradiciones y cráneos, sin duda cazadores y nómades^
sucumbieron ante la invasión meridional, que en su éxodo siguió de
preferencia por las tierras altas, ó avanzó en busca de medio am-
biente más semejante al que de seguro abrigó su cuna. Con este
movimiento, que parece no fue uniforme sino sucesivo, los aborí-
genes no destruidos ó esclavizados debieron ser repelidos á los
valles bajos y llanuras tórridas, lo que dio origen á cuasi naciona-
lidades que sin duda mejoraron al contacto de los pueblos apode,
rados de las cordilleras, y de seguro en muchos puntos por éstos
fueron empleados en explotar el terruño. Nos parece que en aquel
éxodo del Sur, la primera y menor perfecta rama torció al NW. y
la segunda, y más adelantada, siguió directamente al Norte; de
aquélla resultaron los Chibchas (mesa oriental), de ésta los Quim-
bayas, Zenues y algún otro (mesa occidental). Andando el tiempo^
cuando las llanuras del Mississippi rebosaron en pobación, ésta, viril
y emprendedora (Caribes), ocupó primero las Antillas, y por su
ofício de navegantes y piratas llegaron á las costas y aun penetra-
ron por los grandes ríos, de seguro como lo hacían los normandos,
hasta el momento en que, fuertes por su número, y seducidos por
la fama de las riquezas de los pueblos de la cordillera, se lanzaron
como torrente sobre Colombia, remontaron los valles y casi ocu-
paron el país, de muy diversa manera, se entiende. Por el Orino-
co penetraron los (Caribes al Llano, que por las condiciones de su
clima y falta de población autóctona civilizada, los conservó cua»
les eran, y luego los redujo á tribus que vivían de la caza y pesca,
poco de la agricultura, y que, como los beduinos, emprendían co-
rrerías al Sur en busca de carne humana, ó sea de indios másatra-
sados y débiles, de los que vivían en los árboles de la selva amazó-
nica: los Botocudos, Dolicocéphalos, profundamente salvajes y de-
gradados, sin duda resto de los aborígenes de que hablamos antes^
Los Caribes ó Guaraníes, Mesaticéphalos, mejor conformados,,
de piel más clara, parece que como los invasores europeos forma-
ron corrientes sucesivas ; las primeras ocuparon el Llano y quizás
la llanura atlántica ; las segundas y más fuertes pasaron sobre las
primeras en busca de las cordilleras y grandes valles. Por el Mag-
dalena subieron hasta su origen y ocuparon el valle propio del graa
río, remontaron más ó menos por sus afluentes, y acorralaron en
la montaña, tanto á los Chibchas como á sus meztizos, dividiendo
con muro de hierro los pueblos de la falda del Quindío y los de lea-
topes de Sumapaz ; por esto se hallan Caribes (Panches, Colimas,
&c.) en Muequetá occidental y no en Muequetá oriental, de acce-
so más difícil y cuyos moradores siempre fueron partes de grupos
muiscas. Quizás algún grupo caribe ocupó á Guanentá, á lo menos
en la parte más baja. También la misma raza penetró hacia el N..
de Antioquia, por el Cauca y sus afluentes, mas sin ganar los altos
topes, á lo que parece. Otro grupo remontó el Atrato, quizás se
reunió al que cruzó el Istmo ; pero con seguridad los Caribes.por
el Dagua alcanzaron el valle del Cauca, donde barrieron el pueblo
que lo ocupaba antes y lo hicieron replegarse hacia el N. y el Su
NuKVA Geografía di Colombia S69
ú zonas de más fácil defensa. Un g^rupo especial, los Fijaos, tal vez
los últimos llegfados, se repartieron por el alto Magdalena, el valle
del Cauca, Almaguer y Uribe, vivían en los árboles y expoliaban
Á los otros, que los temían y odiaban á la vez, y de los que sólo uno
(Pantág-oros) les resistía con éxito. Dueños de los pasos de las
^cordilleras, iban de un lado á otro en expediciones de rapiña ;
andando el tiempo destruyeron hasta el último de los Quimbayas,
que moraban en Arma y Cabal, y mezclados con los anteriores
habitantes de la montaña adquirieron mayor grado de civiliza-
ción, conforme lo prueban sus grandes aptitudes guerreras; los in-
dios de Antioquia parece también eran mestizos Caribes como los
<juanentaes. En el S. del valle caucano los anteriores habitantes,
^1 verse acorralados, se abrieron de seguro paso hacia Barbacoas,
donde hallamos un pueblo decaído en la industria, por las condi-
ciones del terreno, pero levantado en organización civil ; parece
<|ue los Caribes alcanzaron hasta el Patía, pero no hasta Túque-
rres, donde pu iblo mejor constituido, el Quitus, ocupaba ya la ai/i-
flanicüy de la que arrojara al W. á los moradores primitivos, había
llevado sus armas hasta el Mayo y de seguro trataba de continuar
sus conquistas cuando llegaron los españoles. Como argumento po-
deroso en pro de nuestra hipótesis, recordaremos que en Silvia
inoran aún los Guambias, comerciantes y labriegos, pequeños, pa-
<ífícos, rodeados por Páeces, altos, belicosos, difiriendo completa-
meitte entre sí esos dos pueblos en usos y costumbres, pues, por
ejemplo, los Guambianas se cubren la cabeza y llevan la caracte-
rística capul de cerquillo de los Quichuas, y los Páeces la llevan
descubierta y usan la apretada trenza de los Caribes ; parece que
•^tos hubieran dejado á aquéllos para que explotaran el territorio.
De lo dicho se deduce creemos uno en su origen á Quichuas
d Aimaras (tal vez estos últimos) y Chibchas, pues éstos como
aquéllos hablaban lengua de idéntica raíz, y son pequeños (ta-
lla media, i m. 50 cent.), macizos, robustos, ancho el pecho,
^^esa la cabeza, angosta la frente y la nariz baja, con anchas ven-
tanas. Los mestizos Caribes, al contrario, son más esbeltos, su ta-
lla es mayor (i m. 70 cent.), su cutis más clara, su frente más alta,
su nariz aguileña, su ojo más vivo, su aire más resuelto y tranqui-
lo. En los valles del Zulia, cruzados luego con los blancos, produ-
jeron hombres hermosos, con luenga y rizada barba.
Los movimientos indígenas — á nuestro juicio relacionados por
la causa productora con las migraciones de Arios y Tártaros en
Asia — se proseguían, pues, al terminar el siglo xv; pero no ya
como migración de nuevos pueblos, sino como luchas de conquista,
y si fueron suspendidos en cierto modo por los conquistadores, en
realidad continuaron por otro, pues ellos no sólo cambiaron el asiento
Á muchas tribus, sino que viajaban con gran séquito de indios ó los
llevaban á millares como peones y ejércitos auxiliares. Estos indíge-
jias^que en los caminos dejaban siempre á muchos de los suyos, donde
se detenía su jefe formaban de ordinario la base de mezcla seria
entre diversos pueblos, y de ahí las singulares reuniones de tipos
<ltte se observan en ciertos puntos al recorrer el territorio. Si á esto
se agrega lo dicho sobre invasiones indias, captura de mujeres y
Iccalizacibn de grupos por cuencas, cesará toda extrañeza ante la
870 NuxvA Geogravia de Colombia
aparente variedad de los tipos locales : es esa variedad de raíces la
causa no sólo de los diversos tipos que ofrecen los actuales mesti-
zos propiamente dichos (mestizos pálidos)^ 6 sea inaividuos produci-
dos por el cruzamiento de las razas blanca é india, sino también de
la incontestable superioridad intelectual del hijo de blanco y mesti-
zo caribe sobre el descendiente del blanco y Chibcha ó Quichua, ■
Nombres de tribus, rula de los conquistadores, &c., hallan mejor
cabida en el capítulo que trata de la historia ; pero no podemos
olvidar otra observación relativa á los Chibchas.
En efecto, desde el Ecuador hasta Sog^amoso, y más al N.
por un lado, por otro hacia Antioquia, se halla una serie de ce-
rros denominados Iraca, como si hubiesen sido etapas de un pue-
blo, confirmado esto por los cráneos que se hallan en su vecindad.
El pueblo que marcó tal éxodo debió llegar á las altas planicies
orientales en uno de esos momentos en que los pantanos y lagunas
alcanzaban á un máximum, estableciéndose en la periferie de ellos
y siendo testigos de su menguante. De seguro fue él valle ya total-
mente desecado de Zaquenzipa el centro principal de su asiento.
Tal pueblo en su gigantesco éxodo debió perder mucha de su pri-
mera civilización, y en efecto, recordaba haber recibido maestros
del lado del Oriente. Ahora bien : desde el Atabapo á Leiva por
el Caquetá hay otro grupo de circos pequeños llamados Aíon^utrd,
lo cual confirma esc relato: ¿el ó los civilizadores de dónde ve-
nían? ¿Eran tribus empujadas por las conquistas de los Peruanos?
¿ Eran porciones de éstos, en sus guerras extraviados en la selva
amazónica ? Lo ignoramos.
Sea lo que fuere, parece que ese misterioso maestro llegó á
Leiva, y allí intentaba construir el primer edificio de piedra, si las
columnas que restan no eran anteriores, cuando se desecó el pantano
del Sogamoso, y llevó el pueblo á la gran llanura, estableciéndose
él en otro Moniquirá, al N. de la línea de su ruta primera, después
también llamado Sugamuxi (el desaparecido) : allí es seguro no al-
canzó á construir obra de piedra, y el pueblo se conformó con san-
tuario de madera, enriquecido en años posteriores ; confirma nues-
tro dicho haberse quedado el Zaque en tierras altas y ser Caciques
del llano los que elegían al pontífice de Iraca.
Sin duda fue posterior el último desecamiento del pantano de
Muequetá, y los indios que allí se establecieron, andando el tiempo,,
quisieron formar casa aparte, y luego, multiplicados en la gran lla-
nura, ejercer la primacía en su nación, de donde larga serie de gue-
rras civiles. Creemos, pues, que á las altiplanicies llegaron dos pue-
blos hermanos que luego se dividieron, viniendo el más joven (zipa)^
con menos recuerdos del sur, á Muequetá, pues el estudio antropo-
lógico indica no son absolutamente iguales los indios de las dos zo-
nas ; sea lo que fuere, ese pueblo fue acorralado luego por los Cari-
bes, pero ese imperio abarcó mucho mayor área de la que suelen
asignarle los historiadores : no sólo ocupó á Muequetá-Fúquene-
Leiva-Hunza, sino también á Muequetá oriental, trozos del occi-
dental, del alto Magdalena, del Carare, del alto Guanentá y de
Chita, de Pamplona, de Mérida, es decir, á lo menos i,ocx> leguas
cuadradas. La diferencia de los dos pueblos la indican también los
nombres indígenas conservados, de esencia ó espíritu diverso, los
NuzvA GeogratÍa dk Colombia 871
nombres de á aguda y de ¿i grave. De las crónicas de la conquista
resulta que en Muequetá-Hunza había señores y siervos, lo cual
hace creer, junto con los diversos tipos hallados en los cementerios,
que hubo en esta zona superposición de hombres analogía á la que
la historia reg^istra en el Peloponeso.
También en otros puntos del país se presentan fenómenos
análogfos, como en el alto Chocó-Darién, donde los Cunas se divi-
den en indios de dá (agua) y // (agua), separados por la serranía,
aunque son un mismo pueblo; nombres conservados indican las
áreas ocupadas antes, como el ima (mina) de los Panches (Tocai-
ma, Nimaima, Anaima, Combeima, &c.), el er (río) de los Cuai-
queres, el oi áe Pasto, el aico de Almaguer-Putumayo, el i agudo
del bajo Chocó, el d agudo de los Quimbayas, el gua de los Gua-
nentaes, el ro de los Caribes del Llano, &c. &c. ; estudio importan-
tísimo que daría luz en el asunto, pero que está aún por hacer.
Dejando á un lado este punto, preciso es observar igualmente
que aun cuando los españoles conquistadores venían del mismo
país, tenían tipo diverso según sus fuentes etnográficas, también
varias, de donde la diferencia entre gallegos, castellanos, andalu-
ces, ricos éstos en sangre africana y, por lo mismo, más adecuados
para colonizar tierra tropical. Estos blancos siguieron principal-
mente la dirección de las dos grandes migraciones indias, y por lo
tanto se concentraron ora en los puntos comerciales (puertos), ora
sobre las zonas auríferas, ora en los terrenos fríos, sanos, ya bien
explotados por los indios : la sangre blanca se distribuyó poco más
ó menos así : IS^/^ en las provincias de la costa atlántica, 20^1^ en
la mesa andina, ó mejor al W. del Magdalena, y ós^/^ al E. del gran
río, ó sea de acuerdo con la densidad de la población india, con la
cual se mezcló rápidamente, tanto por el gran exceso de hombres,
como por lo fácil y depravado de la vida de los conquistadores, pues
los encomenderos nada tenían que envidiar á los bajas turcos, y
por ser las eminencias de aquellos tiempos, todos sus hijos naturales
pasaron como blancos hasta 1540 Jo cual es muy importante no
oividar ; la introducción de los negros en 1501, y el haberse csti-
mado al fin como de positiva valía esta colonia, cambió las co-
sas, haciendo se prestase gran atención á la cuna, sobre jtodo por
los primeros mestizos pálidos, hijos de indias nobles españolizadas
al bautizarse. Esto no agradará á muchos, pero es la pura verdad.
Pocos eran los españoles venidos á Colombia hasta 1550: no llega-
ban á 10,000, muertos por mitad en la conquista, y por lo menos á
otro tanto alcanzaron los primeros mestizos, considerados luego
como criollos ; tal fue el origen de los 220,000 criollos blancos que
existían en Colombia á la época de la Independencia. De 1600 á
1 8 10 faltan datos oficiales sobre el número de españoles venidos
al país; pero diversas noticias recogidas no permiten estimarlo
sino en otro tanto. Así pues, á lo sumo 20,000 blancos pisaron
suelo colombiano para quedarse en él definitivamente, ó por algún
tiempo á lo menos, lo que explica los casi ningunos lazos que se for-
marón entre esta colonia á la metrópoli, conforme queda dicho.
Cuanto á los negros, se introdujeron avanzado ya el siglo xvi,
por lo menos al interior del país, introducción que alcanzó su
máximum (^500-800 anuales) en la segunda mitad del siglo xviii :
tyi NuivA Geografía di Colombia
pero ni hay estadísticas exactas de la cantidad á que ascendió tal
forzada inmig-ración, ni los padrones dan luz completa, por cuanto
muchos esclavos morían recién venidos, á causa de la mala tra-
vesía, y muchos lograban rescatarse con su propio trabajo, entran-
do á ñg'urar en lo que los españoles llamaban castas libres $ pero
el estudio comparativo de numerosos datos permite concluir que el
niSmero de neg-ros importados no excedió al de españoles, ni bajó
de 10,000; sólo que como fue lenta su entrada, á la época de la
Independencia los individuos de esa raza no alcanzaban ni aun á la
mitad de la llamada blanca. Esta inmigración fue repartida poco
más ó menos así : i S^U á la mesa oriental, 29^/^ á la costa atlán-
tica, y S&'lo al W. del Magdalena" (18°/^ al Chocó y 6*^/^ al Toli-
ma) ; pero después de la libertad de los esclavos, los negros de
aquella mesa y los del Tolima pasaron en gran mayoría al bajo
Magdalena. Aunque los negros fuesen todos africanos, como se les
extraía tanto de la costa oriental como de la costa occidental de
aquel continente, resulta que á lo menos predominaron en ellos dos
tipos (guinea y cafrería), los que á veces por grupos, á veces mez-
ciados, se encuentran en las diversas zonas donde en el país abunda
la gente de color.
Conforme lo indicamos en la demografía, la población india
estaba muy desigualmente repartida en el país ; eran las zonas
más pobladas, Túquerres, Guanentá y Hunza-Muequetá ; dos ve-
ces menos lo estaba la Costa atlántica, tres menos el Cauca-Antio-
quia, y seis menos el Panamá-Tolima y el Zulia. Al terminarse el
siglo XVI no quedaban en Colombia más de doscientos mil indios (!),
la mitad sometidos, y de éstos 8,000 en la llanura atlántica, 4,000
en Panamá, 5,000 en el Tolima, 5,000 en el Llano, 8,000 en la
mesa andina, 50,000 en la granadina, y unos 20,000 repartidos en
diversas montañas, y aun casi independientes, mientras los no so-
metidos guardaban las zonas en que adn habitan. Como las ra-
zas conquistadas cuando se someten tienen á honra aligarse con
el vencedor, ei seguro que los primeros mestizos, pálidos mu-
chos, ni aun gotas de sangre azul tuviesen en la suya, lo cual hace
aleatorios los cálculos ; pero á juzgar por los padrones, al esta-
blecerse la Audiencia, ya existían por lo menos 50,000 mestizos,
de ellos unos 15,000 de color, principalmente en la costa y mesa
andina, y el resto, pálidos, distribuidos entre la costa (5,000), la
mesa andina (20,000), y la mesa oriental (40,000).
Las cifras anteriores permiten comprender bien el por qué de
los tipos que dominan en cada zona geográfíca, y el por qué de su
misma distribución, pues, por ejemplo, como no quedó elemento in-
dígena en la mesa andina (excepto al Sur), sino los pocos indios
allí llevados por los conquistadores como séquito, ese vacío se llenó
luego con los negros, como sucedió en Antioquia- Valle del Cauca-
Chocó, y de ahí la preponderancia de la gente de color en las re-
giones cálidas y húmedas, sobre todo en el Chocó, donde desde un
principio dominó la raza negra, así como también lo exótico de los
tipos de mestizos indios que aquí y allá se encuentran. La raza de
color prepondera, pues, en la llanura patiana, en el Chocó, Pana-
má (en la mitad oriental del Istmo), en el litoral atlántico y en las
vaguadas de San Jorge, Cesar, Dique, Magdalena, Cauca-Ne-
NUIVA GlOGKAFIA DI COLOMBU
«73
chí, en las porciones central y baja, y en el Cauca-San Jorgfe has-
ta en buen trozo de la misma porción alta. La raza indíg^ena domi-
na en la región oriental, trozos del Chocó, la parte alta déla hoya
intercordillerana del Patía, el valle de Popayán, ciertos sitios del
Tolima, Antioquia y el valle central del Mag-dalena — como en el
Opón, — la Sierra de SantaJMarta, Goajira, Sind, Panamá occiden-
tal y litoral del Darién, bocas del Atrato, muchos puntos de Suma-
paz y el Llano. Los mestizos pálidos prevalecen en la mesa orien-
tal, el Tolima, las llanuras altas de Bolívar y Mag-dalena. La raza
blanca sólo por manchones tiene la supremacía en ciertas poblacio-
nes del interior. De lo dicho se .deduce que la población colombia-
na es hoy esencialmente mestiza : de cada cien habitantes, 75 son
de raza mixta 13 ^¡^ de color, 62 ^/^ pálidos y sólo 25 pertenecen
aún á razas puras (?), así : 5 ^/^ neg-ros, 12 ^1^ blancos y 8 ^¡^ in-
dios ; se entiende en la población sometida.
100,000
i5oo
I600
ANOS
l7oo
1800
1900
Fi^ra 318— Diagráima del desarrollo de la población en las tres principales
ciudades de Colombia.
Esta abígi-arrada población presenta varios grupos caracterís-
ticos, que ora abarcan grandes extensiones, ora se reducen á pe-
queñas zonas, como sucede con la talla, de donde resulta que nada
hay tan erróneo como tomar por base las divisiones políticas para
tratar de establecer los caracteres de esos grupos, de que con
más detalles se habló en la parte descriptiva. Al Sur del país está
el pos/uso, que por usos, costumbres, acento de cantinela, tenden-
cias é ideas, es esencialmente ecuatoriano, lo cual es lógico si se
recuerda que fue el Mayo el límite del imperio de Tahuansituyo :
el pastuso cultiva la agricultura y las artes, pues á la par de la-
Nutva Gtpgrafia áe Cclonüñm
TOMO
•56
^74 Nueva Geografía de Colombia
briego se muestra fabricante y pintor y con garandes disposiciones
para los oficios manuales; de él difiere el iuquerreño, simple cam-
pesino como su vecino el indio de Almag-uer, timbioy más belicoso
y sin duda el mejor infante del país ; mientras el tercer colindan-
te, el patiano, es pastor, gran jinete, holg-azin, quisquilloso en de-
masía, y un tanto calabrés y amigo de diversiones y aventuras. Es
el pastuso dado á cosas de iglesia, insigne guerrillero en sus mon-
tañas, mal soldado fuera de ellas, d\?saseado como sus vecinos, y
muy económico. Popayán, cuna de grandes familias, fue notable,
pues ha decaído mucho, pero no así el tipo que engendró en mejores
días, caballeresco, aquijotado sin duda, pero grande y el primero de
Colombia en el fondo. Los moradores de este suelo son, en el pueblo
bajo se entiende, el grupo más despierto é inteligente de los cau-
canos, que en el manejo del idioma tienen el cetro en el país. Es
grave', reconcentrado y altanero el popayanejo, apto para las letras
y las armas, en las cuales busca siempre el título más alto, trata
con desdén á todos los compatriotas, cree nació para mandarles,.
y conserva como ninguno el acento y el lenguaje de Castilla. En el
valle caucano existe el mismo tipo en las poblaciones importantes,
sobre todo en Buga, que también vegeta sobre las ruinas de mejor
pasado; pero tipo modificado por el clima y simple traii d" unión
con el verdadero caucano, belicoso, altivo, ardiente, inteligente, lle-
no de ambición, perezoso y apasionadísimo por la política : aunque
de color, se iguala al blanco, y si es superior al negro^ como éste
es rencoroso, enemigo del blanco y bastante parecido al patiano :
de los mestizos, la perla es, sin duda, la ñapanga, apasionada, leal,
hermosa y vengati^'a y arrojada como las manólas espa ñolas, pero
manóla sin majo.
El antioqueño, en buena parte de su territorio constituye ya un
grupo bien homogéneo, con acento é idiotismos tan sui génens, que
es imposible confundirle con ningún otro : es quizá el más bello tipo
de la República, en lo físico, por su robusta y bien proporcionada
estatura sobre todo en las mujeres, hermosísimas, adornadas con
ojos negros, tez ligeramente morena y pie bien formado : el tipo
gana cuando se mezcla con el calentano. La especial importancia
de este grupo se deriva de ser hoy el más numeroso en el país y
de que por lo prolífico habrá de influir de modo decisivo en las
futuras condiciones etnográficas del pueblo colombiano.
En el Tolima, aun cuando hay blancos é indios, domina un
tipo mestizo {iolimmse) bien formado, valeroso, pero enemigo del
cuartel, agricultor, formalote, amigo de cantarcillos y diversiones,
más inteligente al N. que al S., donde {íimanejo) goza fama de bon-
homía y candidez á la par que de laborioso, y al cual se hace res-
ponsable de todas las simplezas que corren en el país, como también
sucede con pastusos y con antioqueños de Marinilla ; las cálmtanas
suelen ser hermosas, y es común en el Tolima la costumbre de hacer
guacas (enterrar dinero). Cuanto al contrabandista del tabaco y el
boga del Magdalena, puede decirse no existen ya, y eran en el
gran río lo que el llanero en la región oriental, y en cierto modo lo
han remplazado los ribeñeros de color, por su continua lucha con el
río y los caimanes. Cuanto al costeño^ también por lo común de color,
es hablador, petulante, activo, fanfarrón, más valeroso en el Mag-
NuxvA Gkografia dk Colombia S75
dalena que en Bolívar y Panamá, y distinto, por lo tanto, de los
blancos y mestizos de la zona, con los cuales tiene de comtín la in-
dolencia, el g^enio alegre y amigo de diversiones y un acento espe-
cial, precipitado, en que suprimen la / y la í y las reemplazan con
la r. Semejantes en unos puntos, distintos en otros, es el mestizo
pálido del Valle de Upar y las sabanas y tierras altas de Bolívar,
más amigo de diversiones, si cabe, á causa de su vida semi-nóma-
de en unos puntos, campesina y laboriosa en otros, de donde su
bastante parecido al tolimense y hasta al goajiro, el que se distin»
g"ue por su afición al pastoreo, á la vida del jinete, y, por lo mismo^
puede llamarse el llanero del litoral. Los costeños en Panamá tie-
nen acento más pausado y especial, y en Chiriquí-Azuero son poco
más ó menos como en las sabanas de Bolívar; en el Sinü domina
el indio bajo de cuerpo, fornido, de gran fuerza muscular, parecido
al indio chocoano, éste de tez más oscura; es curioso que entre
estos últimos casi ningún rasgo físico diferencie el rostro de hom-
bres y mujeres.
En la mesa oriental el mestizo de la cuenca de Maracaibo se
asemeja al tolimense, pero es más blanco y hermoso, salvo hacia
Cúcuta, donde en unos puntos predominan los indios y en otros la
gente de color, menos valiente y laboriosa. En el corazón de San-
tander (Guanentá) está el verdadero saniandereano, pálido, robusto,
gallardo, formal, laborioso, inteligente, con fábricas de tejidos
como el pastuso, y que aun cuando cultiva con esmero sus campos
y comercia y ahorra como el antioqueño, no es, como éste, egoísta
ni adorador del dinero, y sí le ¡guala en el amor al trabajo y la
familia, le supera en su noble altivez y su valor á toda prueba ;
hacia Gámbita se produce un cambio y la población es malévola y
amiga de riñas. No hace mucho en Santander no se cerraban las
puertas por la noche ni se usaban pagarés en el comercio, tan acri-
solada era la honradez de ese pueblo, hoy bastante maleado por
los inmigrantes extranjeros, en especial en lo que á moralidad se
refiere. El indio de Boyacá-Cundinamarca, aún puro en algunos
puntos, sobre todo en Boyacá, es pequeño, triste, resignado, mori-
gerado en sus costumbres, salvo el día fes^vo, en el que gusta de
embriagarse ; es constante para el trabajo y la fatiga, sumiso, de un
valor sin igual, pero obtuso, terco, malicioso, desconfiado, sin entu-
siasmo ni siquiera ímpetus ni aun en la guerra : es máquina, pues
con la misma frialdad y valor sirve á todas las causas, ó sea á los
blancos que lo mandan y á los cuales profesa marcada mala vo-
luntad, á la vez que les teme y respeta ; no cambia ni deja su mi-
rada oblicua, aun cuando llegue á elevado puesto ; las indias aman
con verdadera pasión á los blancos, de los cuales se muestran ce-
losísimos sus hombres. Los mestizos pálidos de la misma región
aparecen muy inferiores á los santandereanos ; son pacatos, dóciles
unas veces, insolentes otras, en especial cuando están reunidos y
creen el número á su favor ; este mestizo, tan abyecto como el de
color, no es hermoso ni decidor é inteligente como él, pero le su-
pera en laboriosidad y resignación : en los poblados es común que
los menestrales trabajen más bien el domingo que el lunes, día
que consagran al culto de Baco. Los blancos de las alüplantcies
formaron antes grupo característico por su origen andaluz y cas-
S76 NvivA GbogkuÍa de Colombia
tellano, por su valor, su ¡ntelig;encia y su pereza ; pero luego Is
mezcla con los demás tipos del país lo han trasformado, aunque
desmejorándole ; hoy no existe el anliguofarAaí-o bogfolano, deci-
dor, generoso, humorista, un tanto aquijotado, y en cambio la ju-
ventud de la capital es mis y más superficial é inconstante y ami-
ga del dinero y de la buena vida, pero no del trabajo ni de la
instrucción seria ; quizás en ningún punto del mundo se ven, pro-
porción guardada, tantas novelas como en Bogotá, y en ningu-
no se cultiva con más agradóla chismografía política ó escandalo-
sa. La ansíacráiica socieJad de antaño murió sin dejar herede-
ros, y los salones de la capital, que tratan de imitar á los pari-
sienses, caen con frecuencia en el ridiculo. Hasta en las letras va
para menos la que hace tres décadas con justicia se llamaba Ate-
nas hispano-americana. Cuando Bugotá era Santafé, su influjo se
extendía á la próxima Salana, en donde moraban los «rejones (cam-
pesinos), formales, honrados, rutineros, satisfechos de sí mismos y
excelentes jinetes por su vida un tanto pastoril y activa, no menos
que por su odio al movimiento á pie, como aiin sucede al hombre
de color, listo para todo si tiene á su disposición la canoa ó la po-
tranca (yegua). Al E. de Bogotá abundan indios y mestizos vulga-
res, al W. predominan mestizos ya semejantes á los tolimenses.
Las gentes de la tierra fría de la mesa oriental, los antiguos rtirto-
101, de quienes los santandereanos decían " ni viejo ni mozo, ni pat^a
amante ni para esposo," y los calentanos " gente muisca, gente
mosca, ni hecha chipa ni hecha rosca," han adulterado mucho el
idioma castellano, y te distinguen p^r su voz apretada, su odio á los
agudos, su amorá las alteraciones ortográficas y el abuso que ha-
cen de la t.
En fín, en las plani-
cies orientales vive el
llanero, también ya un
tanto modificado, pro-
ducto de una vida ca-
si nómade y de cons-
tante lucha en pleno
desierto, en una patria
sin horizontes defini-
dos: ama con delirio el
baile, el canto y la mú-
sica, pero un canto y
una miisica sui gi/ien's,
y á la par las mujeres
hermosas, los buenos
caballos, la lidia del
Figura 319— El bijo Tuira, en S»nla MarU. ganado bravío, la lu-
l>e foiograría cha con las fieras, de
donde su despreciopor
las gentes cortesanas
incapaces de colear
(echar á tierra) un loro como él. De un valor á toda prueba, impe-
tuoso á la vez que sufrido, el llanero debe ser tanto más simpático
i los demás colombianos cuanto es profundamente original, y fue
NuivA Geografía di Coloioia ZfJ
con la punta de su cuchara (lanza corta) que granamos la Indepen^
dencia : donde su bridón no arrolló las huestes españolas, éstas se-
jfaron yictoria, y del Orinoco al Perú él aseguró el triunfo en to-
das las batallas, cuando flaqueaban los demás soldados, mientras
se formó esa invencible infantería indíg-ena de las altiplcmiaes ,
Cuanto á variantes de usos y costumbres del pueblo colombiano,
se encuentran mencionadas en el estudio detallado de las diversas
regiones geográficas.
Diseñados en sus caracteres generales los tipos de los habi-
tantes civilizados de las diversas regiones geográficas, natural pa-
rece entrar en algunos detalles sobre los salvajes aún existentes en
nuestros bosques y llanuras, como proemio á un rápido estudio de
los que desaparecieron en la Conquista y fueron un día los señores
del suelo patrio. En el Istmo existen á lo menoj 30,000 indios : los
Guaimíes, en torno de la laguna de Chiriquí, en especial en el va-
lle de Mirando, reducidos á algo menos que 4,000, y ya estrecha-
dos por la población de Bocas del Toro *. Algunos pocos hay en Las
Cruces y también en las cabeceras del Calabébora-Coclé, 1,000 á
lo sumo, en parte ya medio sometidos, por lo cual no son peligrosos
como antes, cuando destruían los pueblos de las faldas S. de Ve-
ragua. Al E. del ferrocarril, desde el Chagres á la serranía de
Darién, está el grupo principal, llamado Cunacunas ; los más fero-
ces é independientes moran, en número de unos 1,500, en la parte
alta de los ríos Cañazas, Bayano y Chucunaque, mientras en el
i
* Guaimíes, Estos indios, cuyo nombre significa " los hombres," antes de
la Conquista hacían parte del mundo mexicano, y los que restan viven agiupa*
dos en su mayor parte en el alto valle de Miranda, circo de montañas que no se co-
munica con las llanuras litorales de la laguna de Chiriquí sino por un desñladero
de difícil acceso ; es á esa cuenca, de unos 400 metros de altura, á donde se han
retirado para evitar todo contacto con los espaflolcs y conservar su independen-
cia; allí ni negros ni blancos pueden penetrar sino mediante el favor de algún
'efe poderoso. La tribu principal es la de los Valientes, asi llamada por los due-
os encarnizados que empeñaban á la menor ofensa de palabra malsonante ;
antes era raro ver un Valiente cuyo cuerpo no estuviese cubierto de cicatrices.
Estos indios pertenecen á la misma familia que los Talamancas de Costarrica, y
descienden, al parecer, de los que antes de la^ llegada de los españoles grababan
figuras simbólicas en las rocas de las montanas y ponían adornos de oro en las
tumbas ó guacas. En otra época eran sin duda más civilizados, pero el co-
mercio con los blancos acabó con sus industrias; como se visten á la euro-
pea, compran vestidos hechos, no saben tejer ni teñir las telas, y el algodonero
que aún siembran junto á sus cabanas, suelta al viento las ñbras de su vaina ;
como poseen marmitas de hierro, ignoran al presente el arte del alfarero, y com-
Í>ran armas y herramientas que ya no pueden ellos fabricar. Cuanto á la or-
ebrería, probablemente desapareció desde los primeros tiempos de la conquis-
ta española. El régimen político de los Guamíes también ha variado, puesto
que obedecen á poderosos jefes que han centralizado el poder ; uno de ellos hasta
pretende descender de Motezuma, nombre que con evidencia han aprendido los
indios de los blancos, y del cual se sirven para indicar su derecho a la posesión
del suelo como primeros ocupantes.
El Guaimí es pequeño, macizo, robusto, de cabeza grande y rostro apla-
nado, caminador y caiguero infatigable, se asemeja al otomi de México ; y como
el quiche y al caícchiquel de Guatemala, tiene su tótem ó animal tutelar, en es-
pecial, según Pinart, una especie de lorito. Cuando se hace adolescente se le so-
mete á rudas pruebas junto con sus camaradas, y pasa en el bosque, lejos de sus
padres, un período de noviciado ; ancianos con el cuerpo pintarrajeado, una más-
cara en el rostro y una corona de hojas en la cabeza le enseñan las tradiciones,
los cánticos compuestos en el dialecto misterioso y sagrado; después, cuando
878
Nueva Giografia dc Colombia
f^tí^: :v;^--¿'7ii:sc^^/-\ c-v^í i-:s v?i." 7.
alto Tuira y Sambú llegan á 1,000, y son algo más accesibles ; es
en la costa atlántica, de San Blas á Urabá, donde hay más indíge-
nas, de 8,000 á 10,000, los que ocupan también las islas del litoral,
donde tienen regulares plantaciones de bananos y palmeras.
Según informes de
uno de sus principales
jefes, en esas montañas
existían hace diez años
restos de una población
aborigen, de reducida
talla, negra la piel, muy
escasa en mí mero (100
á 200) y enteramente
salvaje : refería que los
Cunacunas quitaron áese
pueblo el terreno que
hoy ocupan, después de
una gran matanza, y
temen encontrar á al-
guno de los que que-
daron, por creerlos he-
chiceros y hasta demo-
tiios. Según el mismo jefe, los Cunacunas que viven en la mitad E.
del Istmo no serían menos de 25 á 30,000 todos. Nada tan singular
como las creencias religiosas de estos salvajes: nosotros tuvimos
Figura 320 — Las islas del Golfo de San Miguel.
De fotografía.
está bastante endurecido, de suerte que puede sufrir sin quejarse, le admiten en
el número de los hombres y le dan un nombre definitivo. Por lo que hacs: á las
jóvenes, limítanse á celebrar su pubertad casándolas ó más bien vendiéndolas
inmediatamente. La fiesta principal, llamada balzeria por los españoles, se veri-
fica de ordinario al principiar el verano, el día indicado por los nudos que han
hecho en sendos bejucos enviados á las familias. Después de un baño general,
las mujeres emplean algunas horas en pintar el cuerpo de los hombres de rojo ó
azul, y en adornar sus caras con arabescos y figuras extravagantes, análogos á
las de sus antiguas vasijas, tras lo cual visten el histórico traje: la pampianilla
de corteza y la piel de un animal. Entonces principia la orga, á que sigue la
danza de los hombres y el juego á^Xhaho^ trozo de madera liviana que les
bailarines S2 arrojin sucesivamente tratando de derribarse, con lo que no po-
cos resultan gravemente heridos. \a religión del Guaimí es la del terror: todo
ruido le espanta, pues s?gún sus creencias es producido por un espirita malévo-
lo, que ora se hace conjurar por el hechicero, ora se congracia con ofrendas.
Cuando se cree segura la muerte de un enfermo, los deudos le llevan al bosque
j allí le abandonan, sin dejarle otra cosa que algunos plátanos (bananos) y una
calabaza con agua. Después de la muerte se extiende el cadáver sobre un tingla-
do de madera, y un año después se recogen los restos, se limpiín los huesos t
con ellos se forma un ata<Io, que se enticrra en el cementerio de la familia.
Según Pinart, el historiador de los Guaimíes, aún existen cosa de 4,000;
.pero en i883 una de las tribus, la Mudi, apenas contaba 7oo individuos. En la
vertiente meridional de la serranía otra tribu distinta, que tiene su lengua espe-
cial, los Doraces, está reducida á 1.300 ó 1,400 personas, que son de sangre pura
y que usan el antiguo dialecto. Cuanto álos indios Teguas, voz que en lengua
terraba signiñcabí extranjero, fueron también llamados mexicanos 6 chichime*
cos por los espartóles. Eran Nahuas más 6 menos bárbaros, hallados por Vásqaea
de Coronado en un valle tributario de la laguna de Chiriquí, y con los cuales no
pudo entenderse sino con el auxilio de un intérprete mexicano.
En los valles del Rovalo, Changuinaulay Sixaula viven otros grupos de
indios semejantes á los Guaimíes, como los Changuines, Tere vis, pero son más
accesibles al trato de los blancos.
Nueva GiogkafÍá db Colombia 879
la suerte de prestar al Cacique Nanaquiña servicio que él estimó
de garande importancia, y en cambio, por ser además el agforero ó
■sacerdote de su tribu, nos hizo relatos que de ser ciertos arrojarían
inmensa luz sobre estos indios. Halló además justa la división geo-
gfráfica de los Cunacunas entre indios de do y //, bien que desconoci-
da entre ellos, pues nos diio que aun cuando los suyos son de la mis-
ma raza que los del bajo Chocó,difieren en puntos bastante importan-
tes : comparaba los dos g-rupos, con gráfica expresión, no á dos her-
manos sino á dos primos ó parientes por madre. Muchos de los Cu-
nacunas del Darién tienen ya sang-re negra en sus venas *.
• Oi/tas, Como en la costa de San Blas las tribus indígenas algo se han
civilizado con el trato de los blancos, se han mantenido en cuerpo de nación que
conserva, junto con su independencia, sus tradiciones históricas y la memoria de
sus antepasados ; no recuerdan ya la soberanía de los antiguos Paparos ó Darie-
nes, cuyo nombre se transmitió á la parte oriental del Istmo americano, y que
probdbleraente pertenecían á la misma raza que los Queva ó Cuevas,
Con excepción de los Chocoes, que viven en los macizos del Sur y se rela-
cionan con los indígenas colombianos del Chocó, los varios pueblos indios del
Darién, á pssar de la diversidad de dialectos, pertenecen á una sola y misma na-
ción, U délos Cunas ó Cunacuna, llamados también Ti ó "gentes de los ríos,"
porque sus cabanas aisladas y sus pueblos se alzm siempre á orillas de las aguas;
por esto mismo en la hoya del Atrato los indios Chocoes se designan con el
nombre de Do, palabra que en su lengua tiene precisamente igual significación.
Los Cunas, al igual de otras naciones, se llaman Tule, es decir, " los hombres "
por excelencia. Se les cree de raza caribe, y los mis altivos de entre ellos, los
que han mantenido con más energía su independencia — hacia los fuertes del Chu-
cunaque y el Cañaza, anuente del Biyano, — se consideran por algunos como in-
migrantes goajiros venidos de la península que media entre Colombia y Vene-
zuela ; pero esta asimilación gratuita entre dos tribus distantes una de otra ¿ no
provendrá tan sólo de que los Cunas del Chucunaque han sabido, como los in-
dios de la Goajira, perm mecer libres y conquistar el respeto de sus enemiges ?
En general, los Cunas son pequeños, macizos, con gran tendencia á la
obesidad; aseméjanse mucho á los Guaimíes, salvo en !que de ordinario mues-
tran piel más atezada. Entre ellos los albinos noson raros, y algunos hombres de
piel blanca y cabello rojo dan testimonio del paso frecuente y la larga perma-
nencia de lo; piratas en el país de los Cunas. El cabello es comúnmente muy
negro, abundante y recio entre esos indios, y jamás cae, ni en la vejez, y pocas
veces encanece ; fáltales la barba, y los ojos se presentan ligeramente obli-
cuos. En otra época se pintaban, pero á la fecha se limitan á untarse el cuerpo
con el jugo negruzco de \dijagua {gjcipa americana), que les conserva fresca la
piel ; en las grandes fiestas se pintan en el rostro Imeas rojas por medio del
achiote (bixa orellana). Su lenguaje puede decirse es una cantinela: á cada frase
sucede una pausa que los interlocutores aprovechan para aprobar lo dicho. En-
tre los Cunas el sistema de numeración es vigesimal, como entre los Aztecas ;
tal hecho puede considerarse como indicio de que la civilización nahua penetró
en la región terminal de los istmos ; pero también usan el duodecimal.
Los usos y costumbres de los Cunas diticren poco de los vistos entre los
Guaimíes, y hasta los que no se hallan en contacto inmediato con los "espa-
ñoles" se hispanifican ; todos toman parte en el comercio como exportadores ó
mercaderes de cacao silvestre, cocos, caucho, tagua, y ese tráfico lleva más y más
los objetos extranjeros á su comarca. Traje, armas, instrumentos, todo cambia
poco a poco. Cada grupo de casas tiene un Cacique ó Capitán, todos los cuales
reconocen al Gobierno y solicitan de la autoridad el despacho del caso, porque
gustan mucho de los arreos militares. £1 segundo personaje es Leli, á la vez sa-
cerdote y mí^dico, y el tercero el Camotaro, músico oficial y maestro de ceremo-
nias. Antes existía el urunía, especie de jefe policial.
Codazzi dice que estos indios en sus viajes no llevan víveres, los cuales to-
man en las labranzas del tránsito, Sin pagarlos, por creer que á ello tienen de-
recho. De los matrimonios indica la costumbre de que á poco de principiado el
festín, les cónyuges se alejan en una barca, y no vuelven hasta la noche. Tampo-
co suelen reunirse para formar pueblos, bien que den tal nombre al conjunto de
88o NUSVA GlOGKAFIA DX CoLGMBlÁ
En el Chocó la población indígena está muy diseminada. Ha-
cia el Yalambí ó Nulpe están los Cuaiqueres, afables, tímidos, bas.
tante bien formados y en numero de 2 á 3,000, aun cuando las tribus
del alto Cambumbí, más hurañas, se consideran como peligrosas
y no dejan á los extraños pisar su territorio. Luego, al N. del Pa-
tía, desde ahí al Dagua, hay algunos indígenas, unos 1,000, de los
cuales unos viven retirados en la montaña y otros en la llanura :
muchos de éstos se han mezclado ya con la gente de color del li-
toral. En ñn, en el alto Chocó está el mayor numero de indígenas :
pocos hay en el San Juan, en Baudó y en la mesa chocoana ; no
gustan ser visitados, pero sí salen á los pueblos á comerciar con la
gente civilizada: en el San Juan no llegan á 1,000, son el doble
en la mesa chocoana, y á lo menos 3,000 en Baudó, éstos los más
valientes y temibles, aunque sin provocación no molestan á quie*
nes los tratan f. Los de la mesa chocoana en buena parte se han
transformado con el contacto de los montañeses antioqueños, y no
llegan á 1,000 los enteramente salvajes del Murri y el León. Es
de Paramillo para el N., ocupando sobre todo el Damaquiel, don-
de mora la porción más compacta y salvaje de los indios Cunacu-
ñas de do, la que según uno de los compañeros del Cacique cita-
do, que había vivido bastante con ellos, no consta de menos de
las casas situadas á orillas de un mismo río, aunque disten entre sí dos ó más
leguas. Codazzi distinguió en esta zona siete grupos de indios, todos de raza ca-
ribe. Según £. Restrepo, nunca se casan los hermanos, como alguno lo afirma, j
aunque de costumbres severas, en sus borracheras no respetan vmculo ninguno ;
en las casas colocan picos de Tucán por adorno ó amuleto según unos, como re-
cuerdo según otros. Acostumbran quemar las habitaciones donde mueren varios
individuos; hoy no sufren escasez de alimentos ni practican ya Wfcllatán. Creen
que los muertos van á otras regiones, por lo que los entierran con provisiones, y
algunas tribus los ponían en una hamaca y decían que mientras no se rompie-
ran sus hilos, el difunto vagaba hambriento en un país de sombras, sin alcanzar
el reposo final. La gran fiesta es la de la llegada de las niñas á la pubertad, en
la que éstas reciben nombre público por primera vez, j al año siguiente ya pue-
den casarse con quien sea de su a^ado ; los indios tejen sus tfelas, aun cuando
también las compran k los extranjeros ; tienen tr;idiciones,.Ieyelidas. Dan muerte
al hijo ilegítimo, enterrándolo vivo 6 arrojándolo á un río, lo mismo que al ex-
tranjero que presencie un alumbramiento. £1 nacimiento se realiza en una ca-
bana aislada, bajo la vigilancia de una vieja, que después de bañar á la madre
y al hijo en el río, los conduce á donde está el Lele, para que los fumigue con
tabaco y así combata la mala suerte.
t La nación de los Chocoes, dividida en tribus numerosas, Baudó, Citará»
Koánama, Tadó, ocupa toda la parte occidental de Colombia en los valles del
Atrato y el San Juan, y más al Sur hasta el Patía ; también señorea los con-
trafuertes septentrionales de la cordillera del lado del Atlántico, la base de las
breñas de Antioquia, y aun pequeños grupos de ella lo representan en el Istmo
de la América Central. Las diversas tribus de los Catíos, entre el Atrato y el
Cauca, pertenecían á esta raza étnica. Entre los pueblos salvajes de Colombia
son quizás éstos los que representan estado social^menos avanzado, y aun se dice
que en los pantanos del bajo Atrato esos indios viven en el ramaje de los árbo-
les como los antiguos Guarumos. Antes andaban enteramente desnudos ó apenas
con una angosta pampanilla de corteza, y se ha afirmado, sin probarlo, que se
comían sus prisioneros después de engordarlos. A la fecha, reducidos á algunos
miserables restos, huyen ante los españoles, bien que su lenguaje se mezcle día
por día con voces castellanas, y quizás no está lejana la época en que, lo mis-
mo que los Quichuas de Popayán y los Muiscas de Cundinamarca, hablen el
idioma de sus conquistadores. Todos los idiomas chocoes muestran grande ana-
logía.
NuKVA GiografÍa di Colqmbu 881
io,ocx> indios : antes eran más, pero muchos de los del alto Sinú se
han cuasi civilizado y hoy forman el pueblo de Tucura. También
en el alto Chocó crece día por día la mezcla entre indios y negros.
En el NE. del Departamento del Magfdalena existe otro gru-
po importante de salvajes dividido en tres porciones. En la Neva-
da de Santamarta 'están en niímero de unos 5,000 los Arhuacos y
Chimilas, que pueden considerarse como sometidos *. En la Sierra
de Perijá se hallan los Motilones, que alcanzan tal vez á 10,000,
• Los Arnacos. Respecto á los indígenas que pueblan algunas aldeas de la
Sierra Nevada de Santamarta, los Arhuacos (Aruacos, Aurahouacos) hace largo
tiempo que viven en paz con sus vecinos de lengua española, y ya principió su
mesticismo. La mayor parte comprende el idioma de los conquistadores, y los ni-
ños basta lo hablan y lo escriben; sin embargo, las lenguas nativas se conservan;
el Coggaba en la vertiente septentrional de la Sierra, el Bintruna hacia la extre-
midad meridional del macizo, el guamoca al Este y al Sudeste. ; Cuál es el ori-
fen de estos Arhuacos, cuyo nombre coincide con el de una gran familia de tri-
us indígenas en las Guayanas, Venezuela y el Brasil ? i Pertenecen á la misma
raza y descienden de fugitivos arrojados de las llanuras por lo invasores españo-
les, como lo piensa Simons? ¿Son refugiados de otra procedencia, que recibieron
el nombre genérico de Arhuacos, aplicado al acaso por los conquistadores, como
tantos otros apelativos malignos ? Lo cierto es que los tales indios no se desig-
nan á sí mismos con ese nombre, y aun lo rechazan como injurioso. Se llaman
Coggaba, es decir, " hombres." Por poco numerosos que sean, tres mil apenas,
se n^uran que antes representaron la humanidad por excelencia, al igual de los
demás pueblos; Sievers los creyó parientes de los Muiscas, otra nación que tam-
bién se gloriaba de formar el conjunto de los "hombres"; pero esto no es verdad.
Los Arhuacos no guardan tradiciones relativas á su llegada al país ; se dicen ori-
ginarios del suelo, y muestran unas rocas de donde creen haber salido ; todos sus
relatos místicos están relacionados con las montañas circunvecinas. Venidos de
otro punto, transportaron sus leyendas aplicándolas á distintos sitios, puesto que
no es posible considerarlos como descendientes de los Taironas que venció Fer-
nández de Lugo, y aun recuerdan ser pueblo de Magos, hábiles en modelar el oro
con los dedos. Los Arhuacos no heredaron esa civilización, toda vez que no saben
forjar los metales, pero ni aun conservan los caminos embaldosados que existían
aquí y allí en las montañas; á lo menos son hábiles constructores de puentes; cq
pocos días tienden de ribazo á ribazo un emplanchado oscilante, sostenido por es-
tacones y líneas entrelazados. Los Arhuacos, diferentes de los Taironas en civiliza-
ción, se distinguen aún más de ellos por su carácter: muy tímidos, no se enfren-
tan con un blanco, le huyen, y no se miden con él sino en palabras y bajo la
influencia de la chicha.
Los indios civilizados que antes habitaban la Sierra Nevada no eran an-
tropófagos ni formaban un solo pueblo : en la montaña los padres solían casarse
con los hijos, mientras en la costa se encontraban usos singulares, como castigar
á los delincuentes encerrándolos en un templo, tejer mantas, mantenían el fuego
sagrado, practicaban la gimnasia, ayudaban á los pobres y mendigos, y sus sa-
cerdotes o mohanes practicaban larguísimos ayunos, en tanto que el pueblo sólo
lo hacía de día para despertarse de noche.
Aunque oficialmente convertidos al Catolicismo, los Arhuacos no se toman
la pena de ocultar sus supersticiones paganas ; después del bautismo cristiano los
padres llevan al niño al río para lavarle en agua pura ; el matrimonio de una
pareja santificado por un sacerdote no les basta : lo complementan con una cere-
monia de los antiguos ritos : las danzas, una de las cuales lleva el singular nom-
bre de "subir al cielo," acompai^adas de gritos y silbidos que imitan voces de
animales. Tienen sacerdotes, los mancos^ quienes dirigen sus preces á los sitios y
á las montafías y saben cambiar el destino por medio de palabras mágicas; tam-
bién curan las enfermedades, y el pueblo cree que igualmente pueden producir-
las introduciendo en el cuerpo arañas, escorpiones, lagartos ; atribúyenles ade-
más la ciencia de los tesoros, y todos dicen que de ellos estriba el que no se hayan
descubierto aún por los colombianos los montones de oro y piedras preciosas es-
condidos por los Taironas en la montaña. A la vez se It s honra y se les teme, j
S8i Nueva Geografía de Colombia
los más perjudiciales de todos por la g^uerra á muerte que tienen
jurada á los del Valle de Upar, quizás con razón, lo que motiva el
atraso de esta importante zona, á la vez que cierran el camino de
Maracaibo por ese lado f.
En la Goajira están los indios de este nombre, de todos los
más peí ¡garosos por su numero, valor y armas de que disponen y
pocas necesidades materiales : pueden ser unos 20,000 y, por for-
tuna, permanecen casi estacionarios por lo ingrato del suelo en que
sobre sus sepulturas se colocan pcdruscos de granito análogos á los "dolmen *•
bretones. Los Arhuacos celebran sus fiestas en lugares sagrados, cuyo acceso im-
piden a los curiosos, á los traficantes blancos y negros. Uno de sus usos ha ad-
quirilo fuerza religiosa : el esposo nunca vive en la misma cabana que su espo-
sa y sus hijos ; cada grupo de familia tiene dos habitaciones distintas, y cuando
el hombre apetece comer, va á sentarse ante una piedra colocada en medio de
los dos tugurios, y á ese punto le lleva la mujer los alimentos, llueva ó haga sol.
Los Arhuacos cultivan el suelo : en torno de cada choza, que de lejos con
su pajizo y cónico techo semeja estupenda colmena, las mujeres siembran cebo-
llas, urracachas, papas, y no lejos queda un cercado con bananos, caña de azjcar
y algunas otras plantas alimenticias. También poseen ganados, pero no se toman
el trabajo de llevarlos i potrero, por lo cual los animales se alzan y se tornan
bravios, salvo que los cazadores colombianos domiciliados temporalmente en el
paí^, acaben por apropiárselos. Los productos de la industria local, debidos á las
mujeres arhuacas, como sacos (costaUs)y cuerdas (lazos) de fibra de maguey, per-
tenecen de antemano á los traficantes, quienes, según su tradicional costumbre
se apoderan del futuro trabajo de las obreras, sosteniendo con créditos hábilmente
calculadc s una deuda que no se cancela jamás. Consuélanse los Arhuacos de esa
esclavitud mascando las hojas de la coca (hayo), mezcladas con cal quemada, con
lo cual se frota el interior át\ poporo ó calabazo que usan en la mano.
Bien que toJos estos indios pertenezcan á una misma familia, se dividen
en cuatro tribus que se diferencian en su ioioma, siendo el principal el coggaba;
todos gustan del baile y la música. En lo general no revelan buena salud, y entre
ellos son comunes las enfermedades del pecho, de seguro porque están siempre
junto al fogón y se dan ba'^os fríos por lo menos cuatro veces por día: los enfer-
mos se suicidan con frecuencia. Los Arhuacos son pequeños, de tez oscura, pere-
zosos, en parte inhospitalarios, pero aseados, pacíficos, abyectos y en vez de au-
mentar disminuyen ó poco menos.
t Los Goajiros. — La Península Goajira colombiana en casi sü totalidad,
ofrece sitio favorable de refugio á la nación Caribe, por más que la rodee el
agua y en su costa se hallan excelentes puertos sobre el mar de las Antillas.
En ella los pastores nómades pueden trasladarse fácilmente de un lugar á otro
con su rebano, siéndoles fácil ocultarse en el laberinto de colinas que ocupan la
parte oriental ; en tanto que los invasores vagan en la llanura, buscando agua
en vano, los Goajiros, que conocen los sitios en donde hay pozos, pueden, á su
turno, refocilarse y preparar sus emboscadas. En las condiciones actuales de la
Península, la sumisión de los Goajiros á la fuerza no sería difícil, y ha habido
l^ravc descuido en no obligarlos á reconocer la soberanía colombiana. Los Goa-
jiros conservaron su independencia durante el régimen colonial; pero los ma-
pas publicados á fines del siglo xviii prueban que el interior de la Península
era bien conocido de los tratantes, quienes allí fundaron numerosos pueblos. £1
período de guerras y revoluciones que en América corresponde á las luchas na-
cionales é intestinas de España, produjo muchos conflictos entre colombianos 7
goajiros, logrando éstas tanto expulsar á los extranjeros como dar á su territo*
rio límites infranqueables á blancos y negros; del Isido de Colombia el río Ran-
chería, inmediatamente al £. de Riohacha, constituía la frontera, que sólo fran-
queaban los mismos Goajiros en los días festivos. Como el suelo de la Penín-
sula se deseca, algunos afios há que los Goajiros en los fuertes veranos se ven
obligados á llevar sus ganados al Calancalá, circunstancia ésta que facilitaría
aún más su sometimiento.
Hace tiempo se dice que ** la civilización se mide por el respeto que el
kombre tiene por la mujer." En este punto de vista los Goajiros son una de
Nueva Geografía de Colombia 83
▼iven y se colombianizan poco á poco. Algunos de ellos, los arroja-
dos de las tribus á causa de sus desmanes, se han reunido en Coxoro
y convertido en ladrones del peculio de sus hermanos, quienes los
desigfnan con ese calificativo, que no otra cosa sig-nifica la palabra
cocina. Si alg'una empresa es necesaria hoy, es sin duda la de con-
tener indios Goajiros y reducir los Motilones, que privan á los civi-
lizados de riquísimas tierras que ellos no explotan ni pueden ex-
plotar : con mínimo gasto y un cuerpo de 1,000 hombres la empre-
las naciones mis adelantadas; tienen las mayores consideraciones por sus espo-
sas, consultan coi ellas todos los asuntos, y nunca cierran un negocio sin su con-
sentimiento. Empero, este respeto no es sino interés, pues en la Goajira la espo-
sa trabaja para mantener al marido holgazán; y si este cuida á su mujer, es por
evitar el riesgo de tener que pagarla dos veces, si muere por culpa suya. En caso
de riña, la esposa puede poner paz á los combatientes, quitarles las armas, rom-
perlas y arrojar lejos sus pedazos. Si un viajero recorre el país bajo lu guarda
de una mujer, sera respetado de todos y nadie le negará h< spedaje. Acerca de la
hospitalidad que dispensan los Goajiros, hay que advertir que no es desinteresa-
da : la otorgan cuando de ello les resultan ventajas.
No obstante lo que qu:?da dicho acerca del respeto que los Goajiros guar-
dan á la mujer, el matrimonio es una especie de compra : después del período de
claistración que sufren todas la doncellas en la época de su pubertad, el padre
fija el precio de la desposada en ganados que reparte en el acto entre su propia
familia y la de su mujv.'r, aunque no en proporción equitativa, pues poco daá la
de la última. El periodo de claustración de la doncella goajira es á la vez el de
su educación, circunstancia que hace que este sea corto en las familias pobres y
largo en las rica«, de donde el mayor precio de las jóvenes acomodadas. Por lo
dicho se ve que estos indios son aristocráticos^ pues entre ellos siempre se echa
en rostro al pobre la humildad de su origen, por más riquezas que adquiera.
Como el dirorcio entraña la devolución del precio de compra — por lo gene-
ral en ganados — con su aumento, los judíos de las Antillas han hecho gran
negocio en la Goajira con el matrimonio, como los indios lo hací:in antes con
los bautismos de sus hijos Costumbre es también que el marido pague por se-
gunda vez el precio de su esposa si ésta muere de parto ; pero cuando el muerto
es él, la mujer, por vía de herencia, queda con la familia del comprador, pasan-
do á poder de un hermano ó un primo del difunto. Era antes el matrimonio
siempre exogemático; pero esto, como toda^ laá antiguas costumbres, cae en des-
aso, y al presente el hombre puede casarse dentro de su propia tribu. En caso de
adulterio, despide á la culpable y se hace reembolsar los gastos de compra, de
acuerdo con la pena del talión, que es la ley suprema de la comarca. Las heridas
y muertes deben pagarse con la sangre ó con rescate; en manera alguna pueden
intervenir los ancianos parA evitar la justicia retributiva. Hasta se dice que los
Goajiros vecinos del lago de Maracaibo han conservado en todo su vigor la prác-
tica de la " vindicta de la sangre y de las lágrimas," llevando el escrúpulo hasta
exigir compensación al hombre que se hiere por casualidad ; en este caso debe
f»agar daños y perjuicios á la familia materna, ccmo "precio de la sangre," y á
a paterna como "precio de las lágrimas," porque la sangre uae el hijo á la ma-
dre, en tanto que al padre sólo se une |.-or el afecto. Hasta los que presencian
ana des^TAcia deben pagar la respectiva indemnización ; si se pronuncia delante
de los deudos el nombre de uno de sus miembros ya difunto, se comete delito,
qne es castigado con la muerte si no se paga con fuerte cuota ; quien vende ó
presta oa ciballo vicioso ó cualquier otro objeto que viene á ser causa de un ac-
cidente, es responsable de éste. El talión no se aplica á los ladrones pobres, por
temor d : nuevo daño en los intereses. Si muere un hijo estando ausente uno de
h» pidres, el presente paga al otro la multa de las lágrimas. Generalmente estos
pagos se hacen en dos contidos, con seis meses de intervalo; y mientras esté vi-
gente una deuda de éstas, los indios al verse se vuelven la espalda. El derecha
goajiro no admite prescripción en los efectos de la vindicta.
Ix>s Goajiros-Guahivos-contrastan con los Arhuacos por su aspecto, ca-
rácter, costumbres y género de vida. Habitantes de las llanuias que se dilatan al
E. del Ram^hería entre Kiohacha y Maracaibo, los Goajiros moran en un suelo
absolutamente diverso de las montañas en donde viven los Arhuacos, quedando se»
IS4 NvivA Gioa&Af ía di Colouu
sa de reducir á los Motilones sería asunto de unas pocas semanasr
sometidos los indios, se les desarmaría y|quedaba resuelto un gran
problema cuya gravedad no puede menos de aumentar con el tiem-
po. La Patria nada puede esperar de esos indios, y la verdadera
humanidad para con ellos consiste en obligarles por fuerza, ya que
no lo quieren de grado, á entrar en otras vías. Sin tal medida el
Departamento del Magdalena, que puede ser una perla y fue em-
porio de riqueza, no será nunca más de lo que es hoy.
parados en grupos distintos por páramos difíciles de franquear. Físicamente son
más grandes, más fuertes, más ágiles, y se distinguen sobre todo por el tinte
macho más claro de la piel, lo que puede atribuirse á su alimentación, casi ex-
clusivamente animal. £n tanto que los Arhuacos, prácticamente vegetarios, no
comen carne de res ó de cerdo sino en los días festivos, los Goajiros, poseedores
de rebafios, grandes pescadores de tortugas y faltos de todo producto agrícola
por la aridez de su patria, no mezclan á sus alimentos sino muy pocos granos ó
legumbres, salvo el maíz, que es alimento usual. Hasta una edad avanzada los
Goajiros, hombres y mujeres, guardan el vigor de los músculos y la belleza de
las formas : los jefes, al contrario, tratan de engordar, pues creen que con esto
ganan en majestad. De ordinario estos indios andan casi desnudos; menos cuando
visitan álos blancos de los pueblos mercantes de la frontera, pues entonces usan
el guayuco, el she^ especie de ruana y manta de tela azul (en Venezuela blanca), y
la tishira^ que es una faja ancha y larga ; también las mujeres de esta zona, que
coronan su cabellera con plumas ó con una guirnalda de convólvulos, se pintarra-
jean figuras en el rostro con achiote.
Puede ser que el nombre español de los Goajiros venga de la nomina-
ción '* Guayu" que ellos mismos se dan. Estos indios parece que no tienen le-
yendas históricas sobre su origen ; sus relatos son de orden místico, entre otros
el que los hace descender de la Luna ; pero su aspecto físico, su carácter audaz
y activo, lo mismo que su lenguaje, indican que pertenecen á la familia
caribe. Su lengua armoniosa, en la cual dominan las vocales, tiene condiciones
gramaticales idénticas á las de los dialectos caribes y galibis del Este, y aunque
en menor proporción, también se les asemeja por su vocabulario. Al presente, y
lo mismo que sus hermanos los Motilsnes, se hallan muy alejados del grueso de
su raza, cuyos hijos ocupan principalmente las regiones centrales y orientales
del continente, bien que algunos indicios permitan creer que antes vivían más al
Este. Los Goajiros, dice Dauxum Lavaysse, que en nuestros días viven orgullo-
sámente alejados de los venezolanos y granadinos, blancos ó mestizos, fueron
antes amigos de los españoles; sus diversas tribus poblaban la península y con-
tornos del lago de Maracaibo hasta las montañas de Mérida y Trujillo, recibían
las enseñanzas de los misioneros y se llamaban " cristianos." Más inteligentes é
industriosos que la mayor parte de los indios, prometían ser los colaboradores
más útiles de la gente española, cuando la avidez, y sobre todo la lujuria de los
" civilizadores," los precipitaron á la revuelta. Con motivo del rapto de unas
mujeres goajiras, las tribus se sublevan, saquean los campos y destruyen las mo-
radas de los blancos, y logran entrar hasta la ciudad de Trujillo, en la cual ase-
sinan á muchos vecinos. YjsXo ocurrió á fines del siglo xvi, y desde entonces los
Goajiros se replegaron á las sabanas, dondeViven libres, bien que la civilización
les gana poco á poco, como que comprenden que hoy no seria difícil sujetarlos.
Como todas las demás poblaciones indias no españolizadas, los Goajiros
tienen piaches^ es decir, sacerdotes curanderos y adivinos que adoran al Sol, á la
Lana y á la Rana, símbolo de la lluvia, no menos que de las revoluciones
terrestres, y que también reverencian como antepasado del hombre (?). En
época anterior los Goajiros se dividían en tribus, cada una de las cuales tenía su
#//f>f, como los Pieles Rojas de la América Septentrional, considerándose ade-
inás como descendientes de un animal sagrado, tal como el mosco, la gallina, la
perdiz. Es el Goajiro ceremonioso, hospitalario, poco desinteresado, pedigüeña
nasta exigir se le regale lo que acaba de vender, y respeta ante todo la riqueza;
los jefes, hombres o mujeres, mandan no por derecho de cuna ó de conquista^
tino por su opulencia en ganados. Sólo al sepultarlos celebran las ceremo-
nias fúnebres de los antiguos. Se les entierra dos veces. La primera se lleva el
cadáver al lugar del nacimiento, cualquiera que sea la distancia, y allí, duran •
NutVA GaoenAwli ni CoLoiau
SB6 NuiVA GioGRAriA DK Colombia
En el Magdalena central, en el Carare y el Opón, en medio
de la tupida selva viven unos pocos indios descendientes de los
Yaregfuíes y los Achapus, unos ya medio civilizados, otros salvajes
en extremo. En las montañas de Perijá viven los Tupes, que com-
primen el cráneo de los niños, los Patajemenos (motilones de Oca^
ña) y los Motilones propiamente dichos *. En el alto Magdalena^
en las montañas del Huila, en el Valle Hermoso, por nadie ex-
plorado, viven algcunos Fijaos, según el decir de los Páeces, que
íes temen por creerlos antropófagos. Estos Páeces, que han olvida-
do son Pijaos, conservan su idioma, como muchos otros de los indios
de Popayán, Almaguer, Carnicerías, por todos unos 20,000, que
hasta cierto punto conservan su independencia, puesto que se rigen
en parte por autoridades por ellos elegidas, sujetos á Caciques p>or
ellos obedecidos, como si fueran Reyes, y que mis de una vez haa
sido causa de grandes perturbaciones para el Cauca.
Cuanto á la región oriental, comprende los indios que moran
en Casanare, San Martín y Caquetá, todos caribes ó á lo menos
ya mezclados con éstos, y los cuales revisten cierto carácter de
uniformidad, por una parte en la llanura, por otra en la selva.
Pueblan la primera de 35 á 40,000 indios, de ellos sólo un
tercio en Casanare, pues por las crueldades de los civilizados, en
gran número han pasado los d^ allí á San Martín, donde están más
exentos de semejante vecindad, pues si estos indios son feroces á.
Teces y no están reducidos, á los mismos llaneros se debe, como que
te un mes y hasta por uno y aun por dos afios, una mujer mantiene junto á la
tumba un fuego sagrado que se enciende todas las noches, desde que oscurece
hasta que sale el sol. Cuando se han consumido así enormes cantidades de leña,.
se llevan los huesos al sitio del último descanso, elegido en campo retirado» al
cual se cubre con piedras. Grandes sacrificios de terneros y repetidas libaciones
de chicha acompafian ¿ la ceremonia; y después de la defunción, cuando un ami-
go halla por primera vez á uno de los deudos, ambos se ponen en cuclillas y por
largo rato dan alaridos destemplados.
Los Goajiros tienen siervos, que son mirados con desprecio ; éstos guardao
los rebaños de los amos, construyen \osraffcAos 6 cobertizos, preparan el veneno de
lasñechas, extraen de las rocas las cornalinas 6 turmas para fabricar collares, y
cultivan las legumbres en los valles fértiles de los montes orientales; el cultivo de
la coca ó trigo, planta muy estimada, como lo es entre los Arhuacos, se hace
por jardineros especiales. La principal riqueza de los Goajiros consiste en Ios-
ganados vacunos y caballar, animales muy apreciados éstos si no por la belleza
de las formas, si por su resistencia y seguridad en la marcha. Con sus crías hace
el Goajiro un gran comercio en los mercados de Riohacha, Sinamaica y Mara>
caibo; pero, salvo el caso de una quiebra, no venden su cabalgadura. £ls, con
todo, de temer que al Goajiro, como su vecino el Arhuaco, venga á ser el deudor
insolvente de los trancantes. Varios rebaños de la Goajira pertenecen ya á los
comerciantes de Riohacha, y el dividivi, las ñbras del maguey, las hamacas j
telas que tejen las mujeres, por lo regular están pagados de antemano. Poco k
poco el comercio reconquista políticamente ¿ los indomables goajiros, antes ta»
orgullosos de su independencia. Muchos Caciques se han hecho ya construir casa»
á la europea. £n ñn, con frecuencia y á pesar de la ley, niños, mancebos, jóveacs^
son comprados como criados por los traficantes.
* Los Motilones, Caribes, son .hermosos, valientes, muy afines de los Goa-
jiros, saben producir, ayudados de la mano, sonidos que se oyen más lejos qoe
una campana y que les sirven para comunicarse á grandes distancias. Por su gue-
rraá muerte con los blancos, cierran el camino del Valle de Upar al lago de-
Maracaibo. Se les acusa de antropofagia, y nadie ha ido á recoger sus tradiciones'
y estudiar sus costumbres.
NUIVA GlMtAFÍA DI COLOM»!*^
en lo general persiguen i muerte á esos infelices. Al pie de la Ne-
vada de Chita y en las selvas del Cubugón y Calafila se encuentran
los Tunebos •, Betoyes, Royataes, Tames y Stnsigas— á lo sumo
• Les Tunibot. Lm Tunebo» ó Tamcs, que vivían en Us mcMs, se has
lelirado i las llaniras paca coniervar lu libertad ; al YsXk de la Sierra del Cociy
■n pupo de Tunebos ha llegado i atrincherarse tras un muro natural f ornad»
por TOCOS verlicalrs, que parece impasible escalar. Sin embarca, tos indígeDaí lo
franquean por medio de encalladuras praclicsdu en la roca, y en las cualet
•poran pies y manos ; asombro caá» verlea subir 7 bajar al mado que antes lo
kaoaD los tk^ Divtlltrt i< "trepadores" de la Arizooa. Ejtos indios, para aira-
Tnar desnudoi la secrania, usan el nsni (polvo del grano de una miurosa), coie*
mMdio eñcu contra el cbaure d soroche. No conaervan su indepcndeDcis sin*
S88 NuBVA 6bográvÍa db Colombia
unos 3, OCX), — que aunque mantienen algtín trato con los blancos y
son muy trabajadores, en lo gfeneral son feroces, como los del Ele
y el Lipa, ó sea Eles y Chiricoas ó Goahibos altos, también unos
3,000, pero feroces, ladrones, y obstáculo grave en el camino del
interior á Arauca ; en el Arauca están otros Cuibas, los más de-
girada dos de todos ; en el Capanaparo-Meta habitan unos 1,000
Yaruros divididos en dos familias, vecinos de los feroces Otoma-
cos t y de los Guahibos propiamente dichos, los que en número de
2,000 están junto al Meta, desde el Casanare hacia el Orinoco,
pues al S. de Arauca y sobre el Gravo viven unos 1,000 Cuilotos,
del Casanare al Guachirfa hay doble número Achag^uas, Salivas,
Goahibos y Chiricoas, y del Cusiana á la Cordillera del Zapatosa
unos 1,000 Goahibos casi reducidos, como los Achaguas y aun
parte de los Cuilotos : hoy de Arauca al Meta no hay pelig^ro en
viaje, y en el Gravo existe un pueblo de alguna importancia : los
indios de la zona cultivan el suelo y están en trato continuo con los
blancos, lo cual también sucede en el Cusiana. En general, los in-
dios próximos á la serranía se llaman Goahibos-piapocos, y Goahi-
hos-cuibas los de la llanura : todos son bien formados y muscula-
dos, con abdomen abultado, hablan idioma muy semejante, tienen
á trueque de vivir ocultos en algún escarpado del fondo de la selva, ó de llevar
existencia de fugitivos, porque todo centro de cultivos se convertiría en el acto
en centro administrativo, como es natural. Cuando se encuentran con un blanco,
huyen exclamando : "¡ Compadie, hermano, no me haga dafíol " Por estas razo-
nes, ese caos de poblaciones errantes carece en absoluto de importancia política
en el conjunto de la nacionalidad colombiana. Aun desde el punto de vista del
número, no representan sino una mínima parte de los habitantes, unos 40,000 en
los Llanos y 3o,ooo en el Caquctá; es decir, que esas comarcas tan extensas per-
manecen aún casi desiertas. Sin haber sufrido con la conquista ó la opresión di-
recta, esos indios se han acabado, y es digno de observar que las tribus an-
tropófagas han sido las primeras en desaparecer. Las enfermedades importadas
por los europeos y las bajadas de las mesas con los traficantes han destruido
tribus enteras; el sarampión y la viruela han sido obra de muerte más segura
que las balas.
Por lo general los indios de los Llanos se miran como Goahibos, llamán-
dose pMpiofos los próximos ¿ la cordillera, y Cuidos los de la llanura ; pero todos
pertenecen, salvo toda excepción, al mismo grupo étnico,
t Los Oíomacos —EstB. tribu, algo más conocida gracias á la descripción de
Humboldt, es la del Orinoco medio, que vivía entre las bocas del Arauca y el
Meta, en especial en las cercanías de las rocas de Barraguán, en donde mostrabsm
frandes piedras que decía eran los progenitores de su raza ; todos sus muertos
ebían enterrarse en alguna grieta de esta garganta del Orinoco. Los Otomacos
eran jugadores de pelota más hábiles aún que los Béseos, puesto que no podían
recibir y devolver la pelota de caucho sino con el hombro derecho, llegando ¿
veces á tal punto la excitación producida por el juego, que, arrastrados por una
alegría frenética, se tasajeaban el cuerpo. Durante los dos ó tres meses de la
inundación, cuando el pescado llegaba á faltarles, comían tierra de un modo re-
gular, engullendo diariamente cosa de una libra de una arcilla muy fina, en for-
ma de balas lifi[eramente tostadas ; hase dicho que esa arcilla se compone de un
número infinito de animalículos, porque los que lo comían no contraían enferme-
dades análogas á las de otros indios y negros, que una geofagía exagerada lle-
va al aniquilamiento y & la mutrte; sin embargo, Vauquelín, que analizó esaar-
cilla, la encontró pura de toda mezcla. Entre estos indios la dicha arcilla se de-
signa con el nombre de poya. Después de Humboldt, ninguno ha .hecho investi-
S ación sobre los alimentos de los Otomacos por iaternarse en la llanura, en
onde se dispersan m&s y más. Entre estos indios es costumbre casar una joven
con un viejo, y viceversa, diz que para que el hogar marche bien.
Nueva Geografía de Colombia 889
análogos usos y costumbres, sólo se diferencian un tanto los Ya-
ruros, y todos se pintan de rojo con la planta llamada chiraviri.
La población de Casanare, con pequeño esfuerzo y castigos seve-
ros á los blancos que provocan conflictos, sería pronto reducida,
con inmensas ventajas para el país *.
En San Martín, puede decirse moran indios semejantes :
unos 5,000 Goahibos entre el Meta y el Vichada, en parte agri-
cultores. Un millar de Salivas hacia el Muco, otros tantos Catairos
sedentarios en el Yucabo, Cabres en el Matavení, Achaguas po-
liándricos en el Muco, Enaguas de malos instintos en el Agua-
blanca, Amonios en el Vichada, Chucunas de éste al Manacacía,
vecinos de los Airicos, y Tamas situados sobre éste último, los cua-
les colindan con 1,200 Amarizanos del Vua, á que siguen otros
tantos Choroyes y la mitad menos de Guaques establecidos del
Ari-Ari al Guaviare : en las riberas de éste moran 2,000 Mitúas,
Amorilas, Piaroas y Goahibos ó Goajibos, los que en Canda se to-
can con un puñado de Mariquitares, y al S. tienen á los Guaipuna-
bis ó Puainabis. Los indios del Vichada son los que más aumentan
y progresan, y tienden á convertirse en agricultores estables.
Cuanto á los Guaipunabis, bastante numerosos, se diferencian pro-
fundamente de todos los demás de la región oriental, pues no
sólo varían de talla y formas, sino que mientras los Caribes se
pintan sólo de rojo, ellos lo hacen de azul intenso : su posición en
la zona divisoria geográfica y geológica del Llano y del Caque tá,
explica perfectamente la existencia de este extraño pueblo que al
E. tiene á los Piapocos.
* AI terminar el régimen colonial, la mayor parte de las antiguas "misio-
nes," especialmente las que habían regentado los Jesuítas, fueron abandonadas
por sus residentes para volver al salvajismo. Los viajeros que recorren la zona
del Orinoco central no hablan ya de los Caberres ni de otras tribus enumeradas
por Gumilla en la primera mitad del siglo xviii; desaparecieron, como los indios
Atures lo habían hecho ya en tiempo de Ilumboldt ; el tesoro de esa lengua no
tenía otro guardián que un solitario loro. Las tribus que entonces vivían bajo
la tutela de los misioneros, han disminuido notablemente al volver á la vida sal-
vaje, en tanto que han triplicado los indios que viven entre los blancos. La guerra
de Independencia y luego las luchas intestinas han contribuido áreducirsu núme-
ro, porque se les capturaba para enrolarlos á la fuerza, armándoles primero con
arcos y flechas y luego con fusiles y bayonetas. Y hasta en tiempo de paz esos
desgraciados se veían condenados á trabajos forzados por los trancantes, quienes
les imponían el oficio de remeros ó cargueros, y no les daban sino iirisorios jornales,
pagados principalmente en aguardientes averiados y meiclados con drogas sopo-
ríferas, cosa que aún sucede. Las epidemias segaron los indios á millares ; cuan-
do un salvaje oye que un extranjero tose ó estornuda, huye en el acto.
A pesar de la mortandad causada por la guerra, el mal trato, la mise-
ria y la emigracién, los indios del bosque y la sabana que no se cuentan en
el número de los racionales ó gentes de razón^ como queda dicho, comprenden
aún tribus por decenas ; bien que no se citen sino los grupos principales estable»
oídos en las rutas ordinarias de los viajeros, como los ñeros Guacaicas y sus vc"
cines los Guaharibos, que dan nombre á uno de los raudales superiores del Ori-
noco; los Banivas, que van á recoger caucho en las selvas del Atabapo y el bajo
Guaviare ; los Goahibos del Vichada, á quienes se teme mucho pero á los cuales
se lisonjea llamándolos cuñados ; los Piaroas, como los anteriores, bogas de los
raudales. En tesis general puede decirse que loe indios que viven al Norte j
Oeste del Orinoco son agricultores pacíficos ; sin embargo, en el Meta los nóma*
HutvM Gé^irsJU de Cohmbi^ TOMO 1—57
Sgo NuKVA Geografía de Colombia
Ya en la hoya del Guainía se encuentran los Airicos (4,000),
fraccionados en dos grupos, y los Manivas ; en el Uaupes los
Uaupes (1,000), los Goaiguas, los Enaguas (1,700) y los Guaques
(5,000), que llegan hasta el Caquetá ; en el Apaporis están los
Mucos, Yocunas y Kueretus (2,000) ; de éste al Caquetá los Ore-
lludos y los Cabacabas en grupos de á millar, y en el Caquetá-
Putumayo los Güitotos (1,500), los Macaguajes (8co) y los Ama-
guajes (400) ; mientras en el Yarí-Orteguaza tienen asiento los
Correguajes y Tamas (2,600), y al W. de éstos, en el Caquetá, es-
tán los Carrijonas ; en el Fragua viven los Andaquíes (1,000), que
suelen dar nombre al alto Caquetá ; en el Putumayo se encuen-
tran también los Orejones (1,000), los Picunas, los Agustinillos
(1,000) y otras tribus poco conocidas; en el bajo Caquetá los
Cafuanas (i,oooJ, los Moroquenis (i,coo) y los Morüas: es de
advertir que sólo vaguísimas noticias se tienen de muchos de estos
indios, los que no serán bien conocidos antes de algún tiempo, si
para entonces existen, no sólo por las condiciones en que viven.
des Goajibos son enemigos del blanco y atacan los barcos siempre que pueden
Muchas de estas tribus tienen razón en la guerra que hacen á les civilizados;
algunos a»* os hace que en Cravo fueron invitados varios indios principales á un
gran banquete, y en el se les apuñaleó \illancmente ; de este modo las repre-
salias no dejan terminar el lamentable e&tado de la región oriental, donde cier-
tos blancos no valen más que los indi( s. Las tribus comprendidas en la gran
curva del río son salvajes. Todos estos indios tienen fiathes ó adivinos semejan-
tes á los sacerdotes fetiquistas de Guinea, los cuales, como aquéllos, curan ó
hacen sortilegios por medio de la música y los encantamientos. Kn esas comar
cas la grande iniciación es la del botuto^ nombre derivado del de una trompa de
sonidos terribles. ¡ Ay de la mujer que por casualidad asistiese á una de esas ce-
remonias ! Moriría en el acto sin piedad.
t'or decenas cítansc los nombres de las tribus diezmadas que ro compren-
dían sino centenares ó á lo más algunos millares de individuos cada una Entre
las principales familias se cuentan los Sálivss, emparentados con los Betoyes y
los Vichadas, que aquí y allá cultivan tierras sobre el Meta, el Casanare y otros
afluentes de éste. Anteriormente la circuncisión era una de sus prácticas. Los
Salivas, que viven entre el Vichada y el Guaviare, acostumbran arrojar sus
muertos al río en un féretro, después de llorarles tres días con baile. Sus mujeres
carecen de pudor. Al Oriente su territorio confína con el de los Qu i vas, que, según
se dice, huyeron de las mesas para librarse del contacto con los blancos. Los Sali-
vas aman con entusiasmo la música ; y, según dice Codazzi, tocan violín y han in-
ventado una especie de trompeta de tiena cedida, de metro y medio de longitud,
cuyas diversas cavidades globulosas comunican por medio de tubos pequeíos,
hábilmente dispuestos ; con ese instrumento producen sonidos lúgubres que se
oyen á gran distancia.
Los Mitúas del Guaviare, tribu de los Llanos, importante por su número,
ocupan, no obstante, último puesto por &u industria y estado social; antes fue-
ron los más cultos del alto Orinoco, y en» el siglo xviii figuraron por su guerra
con los Caribes y por el extenso reino que fundaron. Hacen parte del grupo Guai-
punabis (Guarani), que se dice era antropófago, y que ocupa principalmente el
valle dellnírida; se pintan de azul intenso, mientras los Caribes emplean el rojo;
su principal alimento lo derivan de la palmera pirijao; preparan el paraman,
que cura toda rotura de huesos y sirve para calafetear barcos. Sus mujeiet
tejen telas que no son sino ñeltros con aspecto de yesca y muy groseras para for-
mar pliegues al caer á lo largo del cuerpo. Sobre el bajo Guaviare le» ribeieoos
pertenecen á la tribu de los Papiocos ó Tucanes; ésta es una de las numeró-
las trubus entre las cuales se ha conservado la costumbre dt la/^/Arz^.
LosMocoas del alto Caquetá, al Este de Pasto, viven en las plazuelas de la
selva, y se consideran como civilizados porque hablan quichua mezclado con algu-
nas voces españolas, y siempre se presentan en los pueblos vestidos con telas teñi-
das de violeU. Después, 6 sea más abajo, á lo largo de los ríos Vapuri y Putuma-
NuKVA Geografía di Colombia 891
sino por el g"enial descuido de los colombianos á este respecto j
algunos son antropófagos, y en general no se diferencian de los
que ocupan la Guayana. * En fin, al W., en las cabeceras del Putu—
mayo-Caquctá, moran unos pocos millares de indios diferentes
de los anteriores : son los Sebundoyes, línico resto puro (?) de los
Chibchas, cuyo idioma conservan, aunque muy alterado, como que
son los hijos de una colonia allí llevada por los conquistadores, f-
Cuanto á los Andaquíes, antes vivían en el alto Magdalena, del
Suaza al Plata, y emigraron después de una lucha sangrienta, per-
diendo la regular civilización que los distinguía, si es cierto que cons-
truían templos y esculturas de piedra, usaban jeroglíficos y ado-
raban el sol : en esto les imitaron los Tunebos, que de los valles
occidentales al pie de la Nevada de Güicán pasaron á los orienta-
les para sustraerse al dominio de los blancos : muchas de las tri-
bus hoy salvajes del Llano antes no lo fueron tanto, por haber sidc^
ya en parte reducidas por las misiones de los jesuítas, cuya su--
presión y expulsión produjo entonces al país tantos desastres como^
las posteriores guerras civiles.
yo, que en esta zona corren en valles muy próximos, se suceden numerosas tribuS'
que aún guardan su desnudez primitiva y hablan lenguas propias.
Todos estos grupos de indios pacíñcos se distinguen por sus adornos, el
corte de los cabellos y aun por mutilaciones que les parece los embellecen. Los^
Mataquajes ó Fiajes se rapan cejas y pcstaflas y se horadan el tabique de la na*
riz ; los Orejones se desgarran en fleco el lóbulo inferior de las orejas ; los Eln-
cabellados peinan su cabello formando enormes cimeras, &c.
* Los indios del alto Putumayo están crvilitados ; las tribus del alto Caquet»
no son paciñcas. Entre los Achaguas los hermanos tienen una misma mujer. Los
Enaguas viven por grupos de 60 á 100 en un mismo caney, y preparan un vene»
no en polvo que por contacto mata ¿ una persona dormida. Los Cuaques son
antropófagos que viven en cacerías de hombres. Los Goahibos usan aceite de seje^
que preserva de la tisis. Los Macagua jes andan vestidos de la cabeza á los pies.
En general todos estos indios usan el nor^j aspirándolo por la nariz. En el Ca>
quetá es común el respeto y cariño por la mujer.
t En una palabra, en la vertiente Amazónica de los Andes colombianos las-
tribui salvajes se cuentan aún por decenas, y hasta se contarían por centenares sii
se mencionasen todos los nombres étnicos recogidos en diversas épocas por viaje-
ros, misioneros y empleados ; nombres que casi siempre se reñeren á un mismo
pueblo, siendo ora el que se da la tribu misma, ora el que le aplican las tribus
vecinas, ora un apodo derivado de la ñgura ó el traje, ora un epíteto indica-
tivo del río, monte ó selva donde viven. Todos estos indios, escasos en número
á pesar de su interminable nomenclatura, viven en el territorio que disputan Co-
lombia, Ecuador, Perú y Brasil. Los indios del bajo Ñapo, que han conservada
su independencia, bien que comercian pacíñcamente con los blancos ó viracochas,
pertenecen en su mayor parte á las tribus de Záparos y Piojés. I^s Záparos ó^
Canastos, así llamados por los cestos impermeables que saben fabricar con beja^
eos trenzados, hablan una lengua especial, de sonidos roncos y difíciles de pronun-
ciar. Divídense en muchísimos grupos enemigos que se roban entre sí las mujeres-
y los niños, atacándose unos á otros como si fuesen bestias feroces. "Derramar
sangre es su mayor placer," dice Simpson; la idea de una batalla jos enloquece»
A menudo matan sus enfermos, ya para librarse de las bocas i ni' tiles, ya por
aversión al sufrimiento, ó por crueldad natural. En ninguna parte son tan libres
las mujeres; monogamia, poligamia, poliandria, promiscuidad, todas las formas
del matrimonio se encuentran entre ellos. Más abajo, sobre el mismo Nape, vi-
ven los indios Piojés, es decir, los "nada tengo," parientes de los Piojés del Pu-
tumayo, menos belicosos que los anteriores y mis amantes del trabajo y de 1»
industria. Son buenos agricultores, consagran el día á las labores del campo, h
menudo tejen telas, y en especial hamacas, en tanto que por la noche velan^
manteniéndose despiertos con una decocción de YocOj planta muy rica en cafeí-
na. Todos estos pueblos independientes contrastan por la altivez de su porte coi^
la actitud servil de los indios que viven bajo la opresión de los blancos.
Nueva Geografía db Colombia
Todos estos indios son amigfos de colores brillantes y ostentosas
prendas de vestidos ; pasión conservada por algunos de los civili-
zados, como sucede en Túquerres, donde en las ferias los trajes
remedan un calei Joscopio.como también lo son las de los calentanos,
mientras los ¡ndít;enas de la mesa granadina han acabado por adop-
tar los colores oscuros, que tan sombrío hacen el aspecto de los
pueblos ruinosos.
Así ligeramente pasados en revista los indígenas que atSn subsis-
ten en el país y que representan á los exclusivos moradores de otros
Figura 313— La comarca de Cbila, legún U Nueva Gttgm/la dt CtUmÜa,
EsciU: i;8oo,ooo. Compime con la Carta oñcial.
Nueva GkmkafÍa ds Colombia S93
días, natural parece cerrar esta enumeración con algunas líneas
referentes á los que ya no existen por haber sucumbido en la con-
quista, y entre los cuales figuraban los Chibchas, que habían
logrado organizar sobre los Andes el tercero en importancia entre
los Estados que encontraron los españoles en América al terminar
el siglo XV.
Los Muiscas, es decir, " los hombres, " que á sí propios se de-
nominaban chihchas^ eran el conjunto de tribus que ocupaban la re-
gión mis quebrada de la gran cordillera de Sumapaz, entre los
Llanos y los valles cálidos ribereños del Magdalena, desde el río
Cabrera hasta la Sierra Nevada de Mérida en Venezuela ; tribus
cuya lengua carecía de las letras d y r y abundaba en silbantes.
La historia primitiva de estas tribus desaparece en la noche
de los siglos ; pero puede afirmarse rotundamente que en el mo-
mento de la conquista estaban ya en decadencia, ó mejor dicho,
que tras entrar en la vía de una cierta civilización, retrocedían en
ella sin haberla conocido, debido á múltiples causas. Es lo mis
probable que algunos años atrás formaron un cuerpo más homogé-
neo, que luego se disgregó y trabajaba en vano por reconstituirse
de nuevo, agotando sus fuerzas en discordias intestinas, mientras
las tribus más salvajes y aguerridas que envolvían sus montañas
los estrechaban en un círculo de esforzado salvajismo que lenta-i
mente cerraba sus anillos.
Pueblo sin anales, en la verdadera acepción de la palabra, re»
ducido á las tradiciones, que se pervertían de generación en gene-
ración, y en gran parte no fueron comprendidas por los peninsula-
res, como no lo fue su raquítica civilización, su historia no es sino
una conjetura, pues hasta la parte referente á sus usos y costumbres
la recibimos á través de la pluma de cronistas que no sabemos si
tomaron hechos locales por generales, ó al contrario.
Hechas estas salvedades, podemos agregar que los Chibchas
no se derivan de emigraciones cumplidas de Norte á Sur en el Con-
tinente Americano, sino que vinieron del Mediodía, tal vez empu-
jados por el crecimiento del Imperio Inca, tal vez por el pie de
las cordilleras que dominan las grandes llanuras, marcada la ruta
por una serie de estaciones denominadas Monquirá, por cuanto
esta serie de nombres cruza el Amazonas y se detiene no lejos de*
la actual villa de Leiva, donde yacen entre las malezas columnas
de piedra que no se concluyeron y cuyo destino ignoraban los Vi-
vientes del tiempo de la Conquista.
Y es de notar que en Sogamoso y Tunja vivían sendas au-
toridades que á la llegada de los españoles decían todos eran más
antiguas que las establecidas en la Sabana de Bogotá, que demora
al Sur de aquellos lugares, y según las leyendas recogidas, eran
antes pantano y laguna inhabitable. Además, los Chibchas tenían,
un culto solar inexplicable donde este astro cruza todos los días por
el centro del cielo, y miraban con avidez hacia el Oriente, y las lla-
nuras sin fin, como evocando recuerdos del pasado. Y sus relatos de
monstruos de figura extraña hacen pensar en las pampas argenti-
nas y en el Chaco y en los gigantescos restos paleontológicos que
allí han encontrado los sabios.
^94 Nueva Geografía di Colombu
Y la civilización de estos pueblos Ua-
tna tanto más la atención cuanto que sin
Testig-ios de una edad de piedra, y mucho
cnenos de la del bronce 6 del hierro, tenía
alg^o de todas ellas y mezclaba prácticas
que en otr«s países separan netamente un
valladar de sig-los. ¿ Acaso las montañas
en que sentaron sus reales, divididas en
cien cuencas de difícil comunicación entre
sí, allá como en Grecia, rompieron su pri-
mitiva unidad muisca rehecha, falta del
mar que en la Península de Minerva unió
en estrecho abrazo lo que los montes in- v ^^ /, i - lu
^ *. u j- -j- • A !*»& 324 Arqueología chib-
tentaban dividir para siempre ? cha— Vaso de barro.
Sea de ello lo que fuere, seg^dn las leyendas que cuentan los
cronistas, los Chibchas yacían en la barbarie, sin ropas ni cultivos,
y vivían en tierra fría y en extremo fértil, cuando un hombre de
mayor edad y muy crecida barba llegó á donde estaban, por Orien-
te, á explicarles las artes, los oficios y la naturaleza. El civiliza-
dor de los Muiscas, de ordinario confundido con el dios Bochica
y desig-nado con multitud de nombres, como Nenqueteba, Nentc-
Tcqueteba, Zue, Chimisapag-ua, Sadigua, Sugunsua, Sugumonse,
residió y reinó en Iraca, donde era cacique Nompanen, que á la
•muerte del apóstol heredó su santidad y en cierto modo vino á ser
la raíz de una serie de jefes espirituales de la Nación entera, por
así decir, puesto que dicho Pontífice era nombrado por elección
sucesivamente entre dos familias por cuatro caciques comarcanos,
y su prestigio llegaba hasta poder establecer la tregua de la divi-
nidad entre huestes poderosas ya enfrentadas. También nos dicen
los cronistas que á ese predicador se opuso una mujer mala, varia-
mente llamada Chie, Guitaca, Xubchasgagua, Bachue, Yubeicai-
-g-uaya, Huitaca, que otros miraban como la madre del niño pro-
g'enitor del pueblo entero ; todo lo cual demuestra que el estudio
mitológico de sus creencias está por hacer.
Colocaban entre sus dioses el sol y la luna, por unos mirados
•como marido y mujer, por otros considerados como dos caciques ;
pero eran indiferentes á los demás cuerpos celestes, entre los que
no distinguían los planetas de las estrellas ; respetaban ó adora-
ban las fuerzas de la naturaleza, y levantaban altares á sus dioses
'tanto al aire libre en los sitios grandiosos, como en edificios sagra-
dlos, llevándoles en ofrenda oro, esmeraldas, telas finas y aun víc-
timas humanas, principalmente al sol. A este ultimo astro decían
muchos no convenía edificar templos porque su majestad no cabía
en ellos. Veneraban en especial las aguas estancadas y lagunas,
por el mito de Bachue ; tenían bosques sagrados é inviolables, y
cuando un muisca, al pasar por cerca de una roca ó planta, creía
verlos estremecer, se postraba para adorar la vida secreta que así
•se manifestaba, y en lo sucesivo aquél era un lugar sagrado.
Los ídolos de los templos, muy numerosos, eran dobles — hom-
l>re y mujer — y á veces triples, pero siempre las cabezas sobre
'iin solo cuerpo. En los templos, para depositar las ofrendas
NusvA Geografía os Colombu 895
había siempre dos vasijas : una para el cacique y los nobles, otra
para el pueblo, las que se enterraban así que estaban llenas.
Aun cuando al parecer los Chibchas creían en un ser superior
que dominaba toda la naturaleza, ese ser, llamado Chinimig-ag-ua ó
Chimisag'ag'ua, era, con todo, algo así como un ente impasible que
permitía que los otros dioses hiciesen su voluntad sin preocuparse
por tal superior. Tenía por mensajero á Bochica, especie de prín-
cipe misericordioso á cuyo cargo estaba la custodia de la tierra,
en especial la de los Chibchas, y el que, en un combate con Chib-
chacun, el ser malo ó vengativo, después de vencerlo, le obligó á
llevar en lo sucesivo la tierra en sus hombros, porque antes la so-
portaban unos guayacanes, por lo cual desde entonces hay tem-
blores, debido á que cuando se fatiga, cambia de postura bajo el
enorme fardo. El nombre de Chibchacun quiere decir apoyo de
los Chibchas, y la veneración singular que los indios recién con-
vertidos tuvieron tanto tiempo por San Cristóbal con estatura de
^ig'ante con Jesús en los hombros, de seguro dependió de que un
niño era el símbolo del pueblo chibcha, y por lo tanto identifica-
ban á aquel santo con su dios, que era, además, patrono de los la-
bradores. Y por agradar á los indígenas probablemente se formó
la costumbre de poner un retablo de San Cristóbal en el zagfuán ó
en la escalera de las casas de los peninsulares.
En la época de la Conquista predominaba entre los Muiscas
un verdadero régimen feudal, en el que descollaban los Estados
de Bog^otá, Guancntá y Tunja, éste el más rico, religioso y an-
tig'uo, y en los que no eran idénticas las tradiciones prehistóricas.
De los Estados secundarios eran* los principales Iraca, el Delfos
chibcha, y Tundama. El Zaque y el Zipa, 6 sea los señores del Nor-
te, Hunza (hoy Tunja), y del Sur, Muequetá (hoy Fontibón), por
la conquista habían extendido sus territorios, dominando los Esta-
dos vecinos más pequeños, y por los celos de g'randeza varias veces
guerreado entre sí, librándose formidables batallas indecisas, y
cuando arribaron los españoles los encontraron apenas dentro de
una treg-ua que parecía debía ser la postrera.
Uno y otro soberano gozaban de absoluto poder sobre sus va-
sallos, poder que no adquirían por simple derecho de herencia ; y
como entre los Chibchas prevalecía el matriarcado, el futuro here-
dero del trono era el mayor de los hijos de la hermana del mo-
narca, ó el más próximo sobrino materno, el cual, desde su infan-
cia, era educado en un templo por maestros que le impedían trans-
gredir las reglas, cuya violación le habría hecho perder el trono ;
no le permitían ver el sol, comer sal ni tratar con mujeres. Llega-
do á la mayor edad, se le hacía príncipe, pero no subía al trono sin
prestar previamente, ante sus grandes vasallos, el juramento de
gobernar con justicia.
En Muequetá el heredero del 2ípa, en la paz, gobernaba el
señorío de Chía, que parece fue la cLna del zípazgo, y en guerra,
el ejército; pero si estaba presente él soberano, mandaba la van-
guardia. Es de advertir que los hij^^ de los esclavos eran los úni-
cos que heredaban directamente m padre, como entre los Guarau-
nos (v.), lo que entraña, como se comprende, un oscuro problema
-sociológico.
896 NuxvA Geografía ds Colombia
Los soberanos — y también los caciques — no podían desposar,
se sino con una sola mujer, pero sí tomar cuantas concubinas les
fuese dable mantener. La esposa, al morir, podía exigir á su ma-
rido la promesa de guardarle fidelidad hasta por cinco años.
Cuando un señor salía de su palacio para asistir al templo, dis-
tante "tres tiros de arcabuz" y enlazado i aquél por verdaderas ca-
rreteras, lo hacía con tanta pompa, que en ello empleaban todo
el día solar, tiempo que era mayor en las fiestas de Goranchacha,.
un monarca á quien habían deificado por atribuirle origen sobre-
natural. Una vez jurado el soberano, el respeto que le tributaban
los vasallos equivalía á una adoración, puesto que ninguno podía
mirarle al rostro, las ofrendas se le presentaban de rodillas, y para
hablarle — sabia disposición — se le volvía la espalda. El supremo
castigo para un culpable era ponerlo de frente ante el soberano,,
quien lo fulminaba con los rayos de sus ojos : en adelante nadie
hablaba al castigado. En ningún otro pueblo existía esta excomu-
nión, que extinguía hasta los linajes, y muy alto hablaría esa clase
de castigos morales de las virtudes del pueblo muisca, si nada su-
piéramos de sus orgías y sacrificios humanos. Los conquistadores
hallaron aquí más horcas que en España.
A la muerte del soberano los Muiscas vestían luto, pintarra-
jeándose con ocre rojo ; el difunto, después de embalsamado con
resinas, era colocado en un tronco de palmera enchapado de oro^
junto con sus joyas y sus armas ; á algunas de sus mujeres y es-
clavos se les narcotizaba para enterrarlos con su dueño.
Los Uzaques ó Jefes de segunda categoría poseían sobre su»
subditos análogas prerrogativas y derechos, y se les honraba con
ceremonial semejante. Tanto hombres como mujeres podían ejer-
cer estos cargos ; pero todos se sometían previamente á un severa
noviciado de siete años, y con ocasión de las fiestas de su adveni-
miento se les ceñía coronas de plumas, se les cubría el cuerpo con
placas de oro, y en la mano derecha se les colocaba el simbólico
cetro ó bordón de guayacán. Cuanto á los Caciques ó Jefes de pue-
blo, el acto de la investidura se reducía á aspergearles en una co-
rriente de agua. El Cacique de Guatavita, anteriormente soberana
independiente, en tal función se cubría el cuerpo cpn polvo de
oro y se bañaba luego en la laguna del mismo nombre, lo que día
origen á la célebre y costosa fábula del Dorado.
A virtud del matriarcado, que antes fue la norma entre los
Chibchas, las esposas de los jefes tenían derecho de castigar á su
marido, inviolable para todos los d^nás. Los castigos de los no-
bles, que no estaban sujetos á la pena de muerte, eran, pues, de
carácter moral, y á veces se les aplicaban aun por leves faltas.
Cuanto al gran pontífice de Iraca ó Sugamuxi, " el que se
toma invisible," residía cerca de Suamox (hoy Sogamoso), en un
sitio retirado á donde no penetraban los simples mortales. Era el
ünico sacerdote en quien la dignidad no era hereditaria ; debía su
poder á la elección en una especie de conclave que le escogía al-
ternativamente en dos familias nobilísimas.
Cuanto á los xeques, cuando el individuo llegaba á la puber-
tad se le enviaba á una cuca ó seminario, dirigido por un anciano
sacerdote encargado de instruirle, y donde permanecía doce años,.
Nueva Geografía de Colombia 89
durante los cuales apenas se le suministraban los alimentos nece-
sarios para que no muriese de hambre. Terminado el noviciado,
se le conducía á casa del soberano ó del uzaque, quien It confería
la investidura entregándole un paquete de coca, la planta sagrada
con la cual incensaba á los ídolos, y la que, como fortificante, mas-
caba durante la mayor parte de la noche, que parmanecía en vela
en su respectivo adoratorio. Con borrachero ó tabaco se producían
los vértigos ó convulsiones de los actos adivinatorios. Los xeques
ú ogques debían permanecer vírgenes, so pena de muerte ; la vida
entera la pasaban en el más profundo retiro, y como no debían
trabajar, el pueblo le suministraba los alimentos necesarios. Estas
similitudes con los conventos católicos influyeron no poco en la rá-
pida fusión del pueblo muisca con sus conquistadores. En las gra-
ves circunstancias nacionales los xeques del Estado ó cacicazgo
iban antes del alba en procesión á un elevado monte, seguidos por
el pueblo, y allí, volviendo el rostro al Oriente en el momento en
que aparecía el sol, le sacrificaban sobre una manta un niño cogi-
do al enemigo, abriéndole las entrañas ó degollándole con un cu-
chillo de piedra ó de chonta ; la sangre de la víctima se recogía
en un calabazo, y con ella pintaban las rocas que herían los prime-
ros rayos del astro, para que éste la absorbiese. Cuanto al cadá-
ver, le dejaban sobre la cima para que le comiese el sol.
Al igual de tantos otros pueblos, los Muiscas en ciertos perío-
dos ó circunstancias hacían un sacrificio humano que se diferencia-
ba del anterior en que la víctima escogida no era un iiiño sino un
moxa, "el vagabundo, el sin hogar," que debía ser un joven nativo
de cualquier punto del Llano, que los Muiscas llamaban la Casa del
Sol. Si entre tanto crecía el moxa esperando el día de su sacrificio,
que era particular de los caciques, por lo costoso, perdía su pureza,
se le ponía en libertad, por cuanto había dejado de ser víctima
agradable á la divinidad. Los detalles de este sacrificio variaban
con los diversos lugares. También sacrificaban los xeques regan-
do sangre de aves, agua ó cenizas, éstas para atraer la lluvia ; y
las ofrendas de los particulares solamente ellos podían presentar-
las á los ídolos, y eso en el silencio de la noche.
Los Chibchas estaban divididos en castas ó gremios sociales,
por obstáculos que no por ser infranqueables dejaban de contri-
buir á la decadencia de la nación, la que, como en los pueblos
pervertidos por la molicie, no podía defender las fronteras sino
por medio de un ejército formado por hombres especiales, puesto
que el comün de los ciudadanos no podía medirse con los bárbaros
vecinos. Era la superior de esas castas, como en la India, la de los
sacerdotes, á la vez médicos, hechiceros, jueces y verdugos. Cons-
tituían la segunda los guerreros, verdadera aristocracia militar, en-
cargada, durante la paz, de la policía y el cobro de los impuestos.
Entre los guechas ó guerreros más valientes, escogía el Zipa á los
caciques, cuando alguno de éstos moría sin dejar heredero, previa
la prueba de sujetarlo á una gran tentación de incontinencia. Los
comerciantes y artesanos constituían la tercera clase ; y los agri-
cultores la última, que en tiempo de guerra prestaba servicio mi-
litar, pero sin poder ascender nunca al rango de jefes. Una quinta
clase, más caracterizada, la formaban los esclavos y los prísione-
898 NuKVA Geografía di Colombia
ros de guerra, que diferían de los Muiscas en usos y costumbres,
pues parece probable que los Chibchas, al ocupar el territorio, en-
contraron aborígenes con quienes no se fundieron. En todos los ca-
cicazgos el segundo personaje del Estado era el pregonero y maes-
tro de ceremonias ; privilegio exclusivo de los nobles, comer car-
ne d.? venado y usar joyas de oro, y de los soberanos, hacerse llevar
en andas, lo que por distinción otorgaba á los grandes señores.
Dícese que la propiedad privada se había constituido sólida-
mente; pero no hay pruebas de ello, y es natural sucediera lo que
en otros puntos, que la tierra era del común, ó mejor, del se-
ñor, y que los campesinos eran en cierto modo siervos de la gleba
Al deudor moroso condenábasele á pagar el doble de su deuda, por
cada dos meses de demora ; y si ésta provenía de tributos, el caci-
que podía enviar un heraldo con un oso ó jaguar domesticado á
casa del infeliz, quien tenía obligación de alimentarlos mientras pa-
gaba, en el cual tiempo se le extinguía, además, el fuego del ho •
gar : perdía la libertad si no se ponía á salvo con el fisco. Los mer-
caderes tenían por patrón á Chibchacum ; los labradores á Bachue;
los artistas, tejedores y borrachos, á Nencatoa, que no exigía sa-
crificios ; los militares á Chaquen ; y la nobleza y los sacerdotes, i
Bochica.
La justicia era severa y asentada sobre bases sorprendentes.
Con sumo rigor se castigaban los pecados contra la honestidad,
por más que en las borracheras se permitiera todo, absolutamen-
te todo, y que antes del matrimonio las mujeres soliesen llevar
vida de cortesanas. Al ladrón se le castigaba quemándole las pu-
pilas con una placa de metal enrojecida al fuego ; pero si el robo
era considerable, le arrancaban los ojos con espinas ; al incestuoso
se le enterraba vivo entre alimañas y sabandijas; al sacrilego se le
excomulgaba. Los castigos diferían para las clases superiores, pues
considerados como gentes de honor, se les suponía más sensibles
al ultraje que al martirio : consistían en la simple degradación, en
darles nombres reservados para los esclavos, en ser fustigados por
sus mujeres, en cortarles el cabello ó el manto, en desgarrarles los
vestidos ó en condenarlos á vestir traje de mujer y hacer oficios de
tal, si mostraban cobardía ante el enemigo.
La industria apenas existía entre los Muiscas, quienes no co-
nocían el hierro, y fabricaban sus herramientas de madera ó
piedra, por lo cual no podían roturar el suelo sino donde era
blando, ó en los años muy lluviosos, lo que forzosamente limitaba
los cultivos, é ignoraban por completo el arte del riego. En las
altiplanicies cultivaban maíz, papas, quina y algunas otras yerbas
y raíces ; en las tierras templadas obtenían el maniré, la arraca-
cha, el algodón (quihisa) y algunas frutas. A la llegada de ios
españoles, con excepción de los Guanentáes, ninguno de los gran-
des Estados muiscas ejercía verdadera soberanía sobre porción
alguna de tierra realmente cálida.
Merced á sus abundantes salinas y minas de esmeraldas, po-
seían artículos de comercio que les permitían traficar hasta gran
distancia entre sí y con los habitantes de las regiones bajas, y por
este medio adquirían el oro y otra clase de artículos que les eran
necesarios. En tierra muisca propiamente dicha, los principales
NuiVA Geografía de Colombia 899
•mercados eran Turmequé y Sorocotá ; y fuera de ellas, Ai pe, en
las riberas del Mag-dalena, en tierras de los Poincos ó Yaporojos.
Estas transacciones lejanas llevaron hasta centenares de leguas el
nombre y la fama de los Chibchas, y g-uiaron á los conquistadores,
puesto que fueron los panes de sal encontrados en el Opón los que
animaron á Quesada á continuar su ruta en los momentos en que,
vencidos por la estupenda seWa magdalénica, aquéllos querían re-
troceder. En sus transacciones comerciales los Muiscas usaban
medidas y monedas de distinta clase y reglas para fijar su valor,
-de lo cual no hay otro ejemplo en América. Esa moneda, consis-
tente en tejuelos de oro, fue aceptada por los españoles, quienes
la usaron durante los primeros años de la Conquista. Los Muiscas
dejaron fama de sutiles y listos comerciantes.
Los artífices muiscas eran hábiles para trabajar el oro, metal
que mezclaban con una pequeña cantidad de cobre, y con el cual
fabricaban joyas y figuras á veces de formas extravagantes, hoy
llamadas tunjos, y los cuales se conservan aún por centenares, á
pesar de los autos de fe que al principio se hicieron con ellos como
objetos consagrados al demonio, y de su destrucción posterior para
convertirlos en oro. De los metales que existían en ese territorio,
-apenas conocían y trabajaban el cobre nativo de Moniquirá. Tam-
bién construían idolillos de piedra y esculpían en relieve placas cua-
drangulares y pentagonales de basalto y otras rocas duras, con
üguras simbólicas, en las cuales erradamente se creyó encontrar
Jos signos de un calendario, y que de seguro no tenían que ver sino
con las ceremonias del culto y de los sacrificios.
Una de sus industrias más adelantadas era la de los tejidos :
<lecían les había sido enseñada por su misterioso civilizador, quien
al salir de cada pueblo dejaba los telares pintados en una piedra.
Los artesanos producían telas de algodón muy durables y orna-
mentadas con dibujos brillantes ; pero los vestidos que usaban se
reducían á una manta prendida al pecho y una camiseta, agregan-
do las mujeres un chircate ó tela envuelta á la cintura y sujeta
por una faja. Eran amantísimos de las joyas y de los afeites.
Construían las viviendas con madera y barro, y abrigadas por
4in techo cónico ; pero el mueblaje que encerraban era en extremo
sencillo, puesto que no conocían camas, mesas ni asientos, y para
•evitar los incendios el bogarse instalaba de ordinario en un recinto
separado y muy pequeño. Los señores se fabricaban con arte gran-
■des viviendas redondas, guardadas por una ó dos palizadas, á tre-
chos apoyadas en vigas, y que los españoles llamaron alcázares ó
cercados. Cada uno de estos cercados tenía varios departamentos
•destinados á diferentes usos, como habitaciones de las mujeres, de
los guardias, sirvientes, (fec, unos de otros separados por estacadas
interiores. En ciertos lugares había algunos alcázares, de construc-
ción más fuerte, destinados para parques y cuarteles de guarnición.
I-as casas se aseguraban con curiosas cerraduras de madera que
llamaron la atención de los españoles. Los templos de los dioses,
los palacios de los señores y de los sacerdotes, contenían objetos
trabajados con esmero. En salas especiales, cuyo suelo se cubría
de esparto, se sentaban por orden de categoría, cuando tenían
reuniones ó asambleas, á que se convocaba por medio de heraldos.
900 Nueva Geografía de Colombia
La alimentación usual consistía en chicha, diversos tubérculos
y raíces cocidas y condimentadas con yerbas; mazamorra y tortas,
bollos de maíz de diversas clases, carnes de venado y aves; de ma-
nera que la cocina de los señores no era despreciable.
Cuando se convocaba al pueblo á la gfuerra, cada individuo
debía llevar bastimentos para cierto número de días, porque la
autoridad no los suministraba sino á las tropas permanentes.
Las armas usadas eran en extremo rudimentarias, puesto que
ni aun conocían la lanza ni el verdadero arco de los Caribes,
quienes por este motivo y por usar venenos desconocidos de los
Muiscas, les llevaban ventajas en los combates. A las propias fle-
chas lanzadas con tiraderas, oponían petos y corazas de algodón.
En campaña marchaban por g^rupos constituidos por los hombres
de cada pueblo y Señorío, á los que acompañaban las mujeres que
llevaban los bastimentos, en especial la chicha, y que son todavía
elemento indispensable en nuestras campañas. Conocían el uso de la
vanguardia y los exploradores, pero ignoraban el arte de las posi-
ciones ; para evitar sorpresas, de ordinario no ejecutaban sus ope-
raciones sino en tiempo de luna; y para combatir lo hacían en or-
den delgado, sin reservas, de manera que la lucha era en verdad
una gran pelotera. A espalda de esas largas líneas circulaban en
andas l«s Jefes y Señores, acompañados por sus banderas é insig-
nias, y con frecuencia pagaban con la vida el aliento que trataban de
infundir á sus soldados. Costumbre asaz curiosa era la de llevar al
combate las momias de valientes Capitanes, y los soldados creían
precaverse del peligro con amuletos ó idolillos (dioses y aves) lle-
vados á veces en tal número, que les impedían el uso libre de las
armas. Tenían ciertas nociones generales de estrategia y geogra-
fía militar, conforme lo prueban sus campañas de conquista hechas
con cierto orden y sistema.
La familia estaba medianamente constituida, y el matrimonio,
como en tantas otras tribus, se verificaba en el pueblo por medio
de compra : el pretendiente enviaba al padre de la joven una man-
ta de valor proporcionado á su fortuna, y algunas ceremonias
acompañaban el acto, que el sacerdote no declaraba concluido sino
después de preguntar á la mujer : " ¿ Amarás á Bochica más que
á tu marido, á tu marido más que á tus hijos, y á éstos más que á
ti misma ? " Mucho se ha discutido sobre la existencia de verda-
dero matrimonio entre los Chibchas ; pero el asunto parece fuera
de duda, y justifícalo Piedrahita (que fue cura de indios Chibchas),
si se tiene en cuenta la legislación sobre alumbramientos ; que los
soberanos y señores no se casaban legítimamente sino con una sola
mujer, que ejercía sus derechos hasta después de muerta ; que al
hombre también se interrogaba en el acto de enlace; y que, dada
la constante intervención de los jeques en la vida humana, el ca-
rácter profundamente religioso de estos indios y el cuidado de la
sangre femenina para la sucesión, el dicho de que no había cere-
monias para el matrimonio, y éste se reducía á un simple negocio,
sólo puede referirse á la adquisición de las concubinas. Añade la
tradición que el pretendiente enviaba hasta por tres veces la man-
ta simbólica, y si todas tres la rechazaba la doncella, el hombre
se expatriaba hasta por tres meses, para luego repetir su deman-
Nueva Gkografia de Coloubia 901
da, que si entonces tampoco se atendía, motivaba definitivo cam-
bio de domicilio para el varón (si era dueño de su persona) ; los
padres averiguaban si el novio podría ser buen esposo, y tomaban
consentimiento á la hija, que, ya esposa, siempre era bien tratada,
salvo en las borracheras ; y aun ciertos maltratos todavía los miran
los indios como prueba de cariño, según su conocida máxima *' por-
que te quiero te golpeo." El infeliz que perdía su esposa en el par-
to era tenido por criminal, la familia de aquélla le tomaba la mi-
tad de su fortuna, salvo que viviera el hijo, caso en que apenas
daba lo necesario para la crianza de éste ; si no tenía nada, los
parientes de la difunta podían darle muerte ; las mujeres daban á
luz solas, en sitios apartados, á orillas de un agua corriente, en la
cual se bañaban en el acto con su hijo. Los Muiscas buscaban el
horóscopo de los recién nacidos. Por causal de honestidad, de dos
mellizos sólo uno podía vivir.
Los Chibchas curaban con esmero á los enfermos, cuyo abo-
gado era Cuchavira, el dios Arco Iris ; mostraban sumo respeto
p«r los cadáveres, pero abandonaban á los viejos, que de ordina-
rio no tenían otro recurso que la hechicería, y en especial la adi-
vinación de los hurtos.
Creían que en el centro de la tierra había un país de las som-
bras, y que el espíritu de los muertos, representado por una som-
bra liviana, llegaba á él después de cruzar un ancho río en un
esquife hecho de hilos de araña, insecto que por lo mismo era sa-
grado ; el alisio traía á la Sabana grandes hilos de araña arran-
cados en el Llano, y quizás ese fenómeno produjo tal idea ; creían
que en ese país de las sombras cada cual encontraba una labran-
za, pues no concebían el ocio ni aun en ultratumba.
Las ceremonias de inhumación, muy largas y muy costosas,
diferían según las regiones y las castas : en unos puntos se extraían
las visceras para rellenar el cuerpo con objetos preciosos ; en
otros se exponían al viento los cadáveres, para que éste los momi-
ficara, en catafalcos construidos en torno de los templos ; otros se
secaban al fuego, y aun algunos se echaban al agua ; pero á los
pobres se les enterraba en el acto en el suelo, y encima se plantaba
un árbol para evitar profanaciones. Ciertas grutas sagradas ence-
rraban multitud de muertos sentados en círculos y con las manos
juntas. Los grandes personajes se enterraban en guacas ó tumbas
aisladas, con objetos de oro de gran valor. Los cadáveres de los
adúlteros se corrompían sin entierro, para mayor escarmiento.
Marcaban de manera especial las tumbas de los muertos por la
patria, porque creían que tal género de muerte purgaba toda cul-
pa ; y con una especie de cruz, tal vez indicativa del veneno, se-
ñalaban el túmulo de quienes sucumbían de mordedura de culebra.
Con el cadáver se ponían siempre alimentos para el viaje de ul-
tratumba, y los dioses lares á quienes el muerto rendía culto en su
hogar, consistían en figurillas de oro ó de barro de caprichosa for-
ma, y el indio los llevaba colgados al brazo en una expuerta siempre
que salía de casa.
Aunque unos caciques habían sujetado á otros, cada poblado
muisca recuerda en muchos detalles la Ciudad antigua de los Arias.
902 Nueva Geografía de Colombia
Lo mismo que otros pueblos de relig^iones sangrientas, los-
Muiscas creían atraer por medio de la sangre la protección de los
dioses para sus templos y palacios : con este objeto cada poste de
esos edificios se hundía en el cuerpo de una niña noble, y á veces-
en el de un valereso enemigo.
Construían los Chibchas caminos empedrados y camellones, al
través de pantanos, rocas y precipicios, para unir entre sí los tem-
plos y los santuarios; pero los caminos comerciales se reducían á
simples veredas, y no conocían animal ninguno de carga. Ningúi>
conquistador vio en estas comarcas calzadas como las peruanas^
Dividían los Muiscas el tiempo en lunas, partidas en grupos
de diez días, dicen unos cronistas ; en cuatro, de acuerdo con las
fases de la lunación, que es lo más probable, afirman otros. La
primera parte del mes, la del plenilunio, se consagraba á los de-
beres religiosos y á la "práctica de las virtudes "; la segunda, 6-
sea la menguante, al trabajo ; el resto de la lunación se destinaba
al descanso y al placer. Dícese también que en los primeros días
comían los indios hayo para purificar de humores el cuerpo. Los
Muiscas contaban los días por soles, partiendo cada uno en tres par-
tes. El año concluía en Diciembre, ó mejor dicho, después de la
época de las fuertes lluvias. Empleaban para cuentas mayores una.
edad (Bxogono) de setenta años.
Precedían las grandes épocas agrícolas, como siembras y co-
sechas de año grande y de travesía, con rogaciones, durante las
cuales los indios se disfrazaban de bestias salvajes, ora porque és-
tas se consideraban como protectoras de los campos, ora en son de
conjuro p)ara evitar sus daños. En todo caso las fiestas por exce-
lencia se consagraban al sol, no periódicamente, sino por moti-
vo de grandes acontecimientos. Entre los homenajes que rendían á-
la luna en las grandes solemnidades, se encuentra el singular de
enviarle como mensajeros loros, á los cuales degollaban después de-
haberles enseñado á repetir la deprecación.
Eran los Muiscas aficionadísimos al baile y al canto, por ío
cual todo leí servía de pretexto para celebrar reuniones en que la
chicha se consumía en abundancia, pues les importaba más beber
que comer. En sus fiestas solía haber apuestas de carrera, en las
que el vencedor recibía cierto distintivo de nobleza. Una grai>
fiesta se celebraba dos veces al año, al quemar la basura y arro-
jar al campo las cenizas. En todas sus diversiones representaban
los Muiscas la muerte, y la música alegre alternaba con la triste,
para que nunca se olvidase el fin del hombre, motivado esto sii>
duda por las condiciones del clima en que vivió. Antes y despu^
de la guerra hacían preces un mes seguido, sin otra interrupciói»
que para comer.
Los indios llamaron á los españoles uchies y guagucu, perc>
después los denominaron sucguagua, es decir, demonios luminosos^
Los Chibchas eran pequeños de estatura, gruesos y bien for-
mados, del color rojizo peculiar de la raza, djos horizontales y narir
ancha ) la frente pequeña y deprimida, los huesos .de las mejillas
(los molares) prominentes, y labios gruesos ; sin barba hasta uxu^
edad avanzada. Más hermoso y de más robusta estatura era el
.grupo de los Guanentáes, ora porque vivían en tierras cálidas pro-
ductoras de víveres más jugosos, ora porque — más aguerridos —
NuiVA GlOGKAFIA DI COLOMBIA 9O3
habían podida mezclar un algo su sang^re con la de los Caribes, á
quienes habían tenido siempre á raya.
Desde el punto de vista meramente histórico, las tradiciones
de este pueblo no remontaban á muchos años atrás, y ni aun alcan-
zan á media docena de soberanos ; y eran tan confusas y variadas,
que no pueden mirarse sino como simples leyendas, pero cuyo lu-
gar no éste, por lo cual los encontrará el lector en el capítulo con-
sagrado á la historia. Los conquistadores no conocieron siquiera
al Zipa á quien arrebataron sus estados, y el Zaque, que apresaron,
á los pocos días murió de tristeza.
Además de estos dos Estados principales, la familia Muisca
abarcaba otros c!e inferior categoría, desde ciertos puntos de vista,
entre los cuales figuraba el más importante por sus cualidades et-
nográficas, como era el de los Guanes, que ocupaban la comarca
donde confluyen el Chicamocha y el Saravita, y que se distinguían
por la hermosura y gracia de sus mujeres. Estos indios se some-
tieron íntegramente á los españoles, y fueron los que con más faci-
lidad aprendieron su lengua. No eran inferiores en civilización á
los Chibchas, y les aventajaban en valor, resistencia y honra-
dez, bien que de la virtud de sus mujeres los cronistas hablan mal.
Los Guanes fueron los antepasados de los Socórranos y los Pamplo-
neses actuales, y dejaron algunos descendientes que han vuelto al
estado salvaje. Acostumbraban los Guanes criar como mujer el
quinto hijo nacido en toda pareja familiar.
Los Laches, que confinaban con el Tundama, eran esencial-
mente guerreros, gustaban en extremo de la lucha, lo cual prac-
ticaban por parcialidades que, vestidas de gala, sin más armas que
la mano, salían á batallar unas con otras, hasta que el cansancio
las separaba; estas fiestas, que los españoles llamaban momaz, eran
afamadas entre los mismos conquistadores, y á veces en ellas to-
maban parte las mujeres. Estas ultimas llevaban todo el peso del
trabajo entre los Laches, por lo cual imitaban á los Guanes en lo
de criar como hembra, cusmos, el quinto hijo varón ; y como eran
preferidos á los verdaderos, la inmoralidad tomó creces extraor-
dinarias entre tales indios. Creían que los hombres habían salido
de las piedras ; que al morir, en éstas se convertían, y que había
de llegar el día en que todos resucitasen. Adoraban especialmen-
te el sol, y consideraban la sombra como una especie de divinidad
tutelar que aquél enviaba á cada ser.
Al Norte de estos indios moraban los Chitaeros, de quienes
dicen los cronistas era imposible ponderar suficientemente la bru-
talidad de sus costumbres. En fin, al Oriente de los Guanes, los
Agataes, Yareguíes, Achaguas, Aripíes y otros, ocupaban la cor-
dillera que domina el Magdalena ; y eran Chibchas, mas se ase-
mejaban á los Caribes en muchísimos puntos.
Al Sur, en la hoya del Sumapaz, estaban los Sutagaos, de
pronunciación meliflua y cuya principal ocupación era, en cuadri-
llas, robar en los caminos; y tan pervertidos en lo moral, que te-
nían por sacrificio más acepto á sus divinidades el de una parte de
lo robado, y suponían que con esto ya podían mirar como bienes
legítimos el resto de lo así adquirido. Eran afamados en el uso de
los venenos ; y lo mismo que sus similares los Doas y Cundayes,
904 NuKVA Geografía de Colombia
** dominaban más con el espanto de sus hechizos y yerbas que con
el valor de sus armas."
El segundo foco de la civilización en el territorio que abarca
hoy Colombia, dependía del mundo Quichua, del cual tanto el
Ecuador como el Perd constituyen el principal heredero, desde el
punto de vista étnico. Los habitantes de las mesas de Túquerres y
Pasto y los del alto valle del Cauca, en torno de Popayán vivían
bajo la influencia de la nación culta que moraba más al Sur, en las
altas tierras andinas. Estas tribus, de índole muy suave, residían
en grandes y hermosas aldeas, en varias de las cuales encontrá-
banse casas de longitud capaz para albergar bajo su techo un cen-
tenar de personas. Estos indios, los más tímidos entre todos los de
la primitiva Colombia, resistieron poco, excepto los Quillasingas,
que disputaron el terreno á Belalcázar en reñidos combates ; y,
según Cieza de León, después de conquistados por los españoles
se dejaban morir de hambre 6 se devoraban por millares los unos
á los otros, por no sujetarse á aquéllos. En los idiomas de las tribus
retornadas al salvajismo en el valle del Cauca, en especial los Co-
conucos de Popayán, reconócense multitud de palabras de origen
quichua ; lo que prueba que aunque el dominio de Tahuantisuyo
no pasara del Mayo, tribus emparentadas con los Quichuas, como
los Guambias, se encuentran al Norte de Popayán ; ndcleo que fue
roto por las inmigraciones caribes que establecieron al Norte del
Mayo pueblos feroces y antropófagos que impidiéronlas relaciones
entre los Peruanos y las dichas tribus.
Los Nutabés y los Tahamíes de Antioquia, de los que los pri-
meros ocupaban el territorio entre el Cauca y el Porce, y los se-
gundos la región montañosa entre este río y el Magdalena, se ase-
mejaban á los Muiscas por sus costumbres y estado social, pero han
dejado menos nombre, seguramente porque no formaban estados
poderosos ; ejercían también una agricultura rudimentaria, fabri-
caban vasijas de barro, tejían y teñían telas de algodón, y trabaja-
ban el oro modelando figurillas de hombres y animales ; aventa-
jaban á los Chibchas en orfebrería y en el arte de construir puen-
tes de bejucos y de excavar sus tumbas. Cuentan los cronistas que
los indios del valle de Aburra, por no sujetarse al dominio de
los españoles, se ahorcaron con sus propias mantas, en gran núme-
ro. Como las regiones de Antioquia eran más ricas que Cundina-
marca en yacimientos auríferos, las tumbas de los Nutabés y de
lot Tahamíes han dado á los buscadores cantidades de oro más
considerables que las de los Muiscas, aun cuando se hallan más
dispersas.
Según el Padre Simón, en el W. de Antioquia vivían los
Guaraunos, y constituían la Nación más culta é inteligente de ese
Departamento ; les atribuye el uso de jeroglíficos, de pesas y me-
didas ; eran de extraordinaria ligereza en la carrera; cuando moría
alguno, quien heredaba á su esposa y bienes era el más viejo de
sus esclavos ; eran metempsicósicos, y á la par de avützados, an-
tropófagos ¿Eran descendientes del pueblo que construyó esas
calzadas que en Antioquia llamaron la atención de los conquista-
dores ? ¿Eran Muiscas?
Nueva Geografía dk Colombia 905
En la hoya de La Vieja, rodeados por grupos Caribes que
acabaron por destruirlos, después de terminada la conquista, mora-
ban los Quimbayas, muy tímidos, mis ricos en oro, y que si descui-
daban laconstrucción de las viviendas, no así la de las tumbas, que
excavaban en la roca con tanto cuidado como los egipcios, y al igual
de los Zendes, colocaban en ellas grandes riquezas ¿ Eran Muiscas?
¿Eran Quichuas? ¿ En Antioquia también existió otro grande esta-
do roto en pedazos por tribus más salvajes pero más guerreras ?
De los Gorrones ó indios de Anserma, que vivían cerca de los
Fijaos, cuéntase que llenaban de ceniza los pellejos de los prisione-
ros devorados, y ponían las cabezas en postes de guadua, de modo
que el aire produjera melancólicos sonidos.
Los Fijaos ocupaban la cordillera del Tolima al Huila. Entre
estos indios halláronse ídolos de piedra y un reloj de sol, y entre
las tumbas de los jefes una especie de plano de su correspondiente
dominio, labrado en piedra. Creían en la metem psicosis; sacrifica-
ban de continuo víctimas inocentes como la mujer, el niño, el ex-
tranjero inofensivo, porque cuanto más pura fuera la víctima, mejor
acogida era por las divinidades ávidas de sangre, pero sólo por un
mes(!). En caso de guerra, si Jperdían, el Mohán indemnizaba á
las familias de los que morían en la lucha.
Empero, en esto puede haber una confusión, puesto que Fie-
drahita enumera Jos Fijaos como los más numerosos de los Bár-
baros y los más extendidos ; advierte no construían casas, sino que
moraban en los árboles, los identifica con Natagaimas y Coyai-
mas, y los apellida los más aguerridos y valientes de todos ellos,
inclusive los Fantágoros, y á todos supone costumbres análogas á
las de los Fanches, de donde puede inferirse que un mismo grupo
etnográfico ocupaba todo el alto Magdalena, siendo restos de él
los actuales Fieces ó Tierraadentros.
Las tribus que vivían al Sur y al Occidente de la Sabana, ó
sea en el valle del alto Magdalena, genéricamente denominados
Fanches, hacían ya parte del pueblo Caribe, y eran los más pode-
rosos enemigos de los Ch bchas. Los Fanches andaban desnudos,
edificaban sus casas en las alturas; de comer carne humana hacían
su delicia, hasta el punto de devorar en un banquete familial el
primogénito ; jamás casaban con una doncella del mismo pueblo,
pero no miraban como incestuoso hacerlo con la propia hermana,
si había nacido en otro lugar. Eran tan valientes como esforzados.
Sangrientas luchas sostuvieron con los conquistadores, tanto en
agua como en tierra ; nunca pedían la paz, de lo cual encargaban
á sus mujeres ; pero una vez sometidos, fueron leales subditos del
Gobierno colonial. Aun quedan restos de ellos en Coyaima y Na-
tagaima (?), pero olvidaron su idioma por hablar el español.
En los valles del río Negro y del Minero moraban los Coli-
mas, "crueles," y los Muzos, que no aceptaban Jueces ni Jefes, sal-
yo en tiempo de guerra ; por ünica ley tenían la del talión ; coloca-
ban su cielo en los nevados que veían al frente ; tenían diversas
costumbres para celebrar el matrimonio ; se suicidaban por el me-
nor contratiempo, y prefirieron morir despeñándose, antes que so-
meterse á los conquistadores.
Nueva Geografía de Cohmbia TOMO I— 58
906
Nueva Geografía di Colombia
Cuanto á los Caribes que habitaban el Mag-dalena central, su
estado de salvajismo era aun mayor, si cabe, y su miseria tal, que
muchos no tenfan otro alimento que las hormigas.
CAPITULO TERCERO
Historia
TABLA SINTÉTICA DE LA HISTORIA DE COLOMBIA
I.' ÉPOCA
{Edades media y m0dema)
IL GÉNESIS DE COLOMBIA
(Siglos X i XIV)
(EL NUEVO MUNDO).
a) Ix)s conquistadores — Kspaña ílo
siglos ?
V) Ix>s conquistadores — Ix)s indios 5
siglos ?
€) El descubrimiento : el contacto de
dos mundos.
MONARCAS ESPAÑOLES
(Régimen Colonia i).
•) Casa de Ausihar—lAis reyes Cató-
licos, 1479— Carlos I (V) 1 516 —
Felipe II, i556- Felipe iii, I598
—Felipe IV, i621— Carlos n,
i665 — Decadencia de España.
i) Casa de Borlfán— Felipe y, i Too-
Fernando VI, 1 746 -Carlos 111,
1759 — Carlos IV, i788— Las Jun-
tas de Regencia, 1808 — Feman-
do VII, 1813.
2.* ÉPOCA
(Edad moderna)
LA COLONIA (310 ANOS)
(1a formacir'n de un pueblo hispano*
indio).
(Siglos XV á XIX)
Casa de Autiria.
a) La Conquista — 5o aflos ( 1499 ^
1550).'
b) La Audiencia — 14 afos (i55o á
1564).
El desorden y la anarquía.
Fuentes : Los cronistas.
c) La Presidencia — 170 afios (1564 á
1740. — I.0S piratas — La organi-
zación.
Casa de BorMn.
d) El Virreinato: 75 afos (i74o á
18 10).
Desarrollo del país— Los Comuneros
3.' ÉPOCA
{Edad Contemporánea)
(Siglo XIX)
LA NACIONALIDAD
El pueblo colombiano — Las gufltrts
civiles.
a) La Independencia- 9 afos (ISloá
1819).
h) La Gran Colombia— 13 af.os (1819
á 1832).
Grandeza y disolución.
e) La República : Nueva Granada—
28 aiíos (1832 á 1860).
Centralismo y Federación — ProTÍn-
cias.
d) Colombia — 40 aflos (1860 ¿ 19OO).
Federación y Centralismo — EtUdos
Por razones de diversa índole, no tedas de buena ley, se ha
tttablecido en Colombia la costumbre de arrancar su historia del
.Descubrimiento de América, y de hacer caso cmiso de la de la
Madre Patria, como si durante tres siglos los vaivenes y modifica-
ciones de ésta no hubieran influido de una manera sustancial sobre
Nueva GeocxatÍa di Coloubu
la nuestra por medio de gobernantes, empleados, colonoi y leyes;
y como si de las relaciones entre una y otra no hubiera emanado-
la causa que produjo la Independencia ; y en ñn, como si en la His-
toria de Colombia independiente y de Eipaña, no hubieran in-
fluido de una manera decisÍTa, en el siglo xix, idénticas ó seme-
jantes causas, que obraban de tiempo atrás hasta el punto de
no producir en ambos países sino un solo fruto : la guerra civil^
el amor á la revuelta, la noción del regionalismo y del partido sóbre-
la de patria y bien comdn, con idéntico resultado : la ruina de Ib
nación, el alto cambio sobre el Extranjero, la intransigencia y el
odio entre los circuios políticos y el desprecio de las potencias ci-
vilizadas.
Tiempo es, pues, de abandonar esos senderos errados é incor-
porar como capítulo de la prehistoria patria tanto el estudio gene-
ral de las tribus indígenas que poblaban el país, como el de la raz&.
conquistadora, uña vez que de la fusión de los dos grupos resultd lar
Nacióncolombiana.
Antes la historia era tema para
escribir páginas elocuentes ; hoy se
limita á buscar la verdad en los
tiemposylosdetalles para represen-
tar fielmente una sociedad; por este
camino no se llega á profetizar los
acontecimientos, porque los hechos
no se repiten aun cuando se repro-
duzcan : no dice lo que será el maña-
na, pero en el depósito de la expe-
riencia, incita á los políticos á que Fig. 3J5-AtquedoRl> colombU»..
aprendan á gobernar y muestra el V«)o de »rcill« dt l<» Armai.
lazo que une el presente al pasado,
el castigo al pecado, de tal manera
que si la justicia mundanal á veces no hiere al culpable y salta,
generaciones enteras, jamás deja de alcanzar i los pueblos : por-
esto " sabiduría y grandeza, impericia y decadencia, son los tér-
minos de la .ecuación que toca resolver al historiador."
PRIMERA ¿POCA — LOS ORÍGENES
a) I/)s Conquisiado'es — Los primitivos habitantes de España fue-
ron los Iberos, cuyo origen se ignora, y los Celtas, que i ella pa-
saron desde la Galia (Francia). Los Iberos moraban principalmen-
te al Mediodía y al E.; los Celtas le establecieron al N. y al W ;
de la fusión de los dos resultaron los Olliberos, que ocuparon el cen-
tro. Luego á la Península arribaron en lorma de Colonias grupos
mis ó menos grandes de otros pueblos : primero los Fenicios, que
fueron i la vez los maestros de los aborígenes ; luego los Griegos,,
después, por el Mediodía, los Cartagineses, que sometieron caií
toio el país y fundaron una segunda Cartago (Cartago menor,
Cartagena), y de pronto se vieron detenidos en su avance por los-
908 Nueva Giografia di Colombia
Romanos, que penetrando por el Norte habían llegfado hasta el
Ebro. Este nuevo contacto de dos grandes pueblos rivales dio pá-
bulo á la lucha que los dividía de años atrás, y provocó en Sagun-
to la 2/ Guerra Pünica, en la cual acaudilló á los Cartag'ineses
Aníbal, el más grande Capitán de la Historia, en la que la Ciudad
Eterna estuvo á punto de ser vencida, y decidió la soberanía del
mundo en favor de los Romanos. En esta g'uerra (2 19-204 a. c.) los
Cartagmeses perdieron de un g^olpe casi todas sus conquistas en Es-
paña, de suerte que los Romanos, después de la toma de Numancia
(233, 3.* Guerra Pdnica), fueron los dueños absolutos de la Penín-
sula y la poseyeron hasta el siglo v de nuestra era : durante este
tiempo, se rej^istran en España las luchas de Viriato y de Sertorio
contra Roma, y las g'uerras civiles que acabaron con la República
y establecieron el Imperio.
En 410 los primeros Bárbaros, los Vándalos, los Suevos y los
Alanos, que llegaban por el N., devastaron la Península y aun se
establecieron en ella ; pero en 428 llegaron los Visigfodos, que muy
pronto se apoderaron de todo el país, menos el pequeño reino de
los Suevos (al N\V.), no conquistado sino un siglo después. En 61 r
los visigodos, tras arrojar á los Griegos del bajo imperio, que en el
reinado de Justiniano habían sentado el pie en la parte Sur de Es-
paña, quedaron dueños absolutos del territorio, y entonces fue-
ron los grandes tiempos de la Monarquía visigoda, que promulg^ó
Códigos y se agitó en discusiones religiosas hasta que el Catolicis-
mo venció al arrianismo.
A su turno en 710 llegaron por el Sur los Árabes, que en una
tola batalla (Guadalcte) acabaron con la monarquía y rechazaron
hacia el N. á los Visigodos, de los cuales no mantuvo su indepen-
dencia sino un pequeño grupo acorralado en las montañas de As-
turias, cuna del pequeño reino de León. Entonces fue España pro-
vincia del grande Imperio ó Califato de Damasco; pero en 756 se
separó para formar un Estado aparte, llamado Califato de Córdo-
ba ó Califato Ommiada, que duró 275 años, y tuvo días de verda-
dera grandeza, en los que la ciudad de Córdoba fue el París de la
época ; este imperio terminó desmembrado en una veintena de rei-
nos de escasa magnitud, entre los cuales descollaron Toledo, Cór-
doba, Sevilla, &c.
Durante los tres siglos del poderío muslímico, el minúsculo
reino cristiano del Norte ó de León había crecido sin cesar á
expensas del Califato; en el siglo xiii se extendía hasta el Duero,
y condes cristianos vasallos habían reconquistado á Castilla la Vie-
ja. Por otra parte, por el NE. Pepino y Carlomagno, soberanos
de los Francos, habían ganado á los Musulmanes el territorio entre
los Pirineos y el Ebro, con el que constituyeron la Marca de Espa-
ña; en 83 1 , Agar se hizo independiente en la parte occidental de
«sa Marca y fundó el reino de Navarra, á la vez que en la orien-
tal se constituía el Condado de Barcelona, que permaneció feuda-
tario de Francia hasta 1258. La Casa de Navarra acabó por abar-
car todos los Estados cristianos de la Península, pero so dividió en
tres líneas, cada una de las cuales tuvo su reino : Castilla (Castilla
y León), Aragón, Navarra, que se extinguieron sucesivamente ea
1 109, 1 1 34, 1234, siendo reemplazadas por tres dinastías france-
Nueva Geografía de Colohbu
sas llamadas de Borj^ona, de Barcelona y de Champaña, bien que
Arag;i5n y Barcelona quedaron en las mismas manos. Además, de
109S á 1 1 39 se habfa formado otro reino cr\s tiano en la parte oc-
cidental de la Península, el de Portugal, regvdo por una línea bas-
tarda de la Casa de Borgoña.
Lo* cuatro reinos cristianos, con frecuen-
cia en lucha ci»¡l entre sí, estaban sin cesar en
s Moros, herederos del poderío
.2 a
I la España Meridional fue in- i 3
vadida por los Almorávides, oriundos de Ma- "g -g
rruecos, los quese apoderaron de la comarca ,« ^
con la victoria de Zallaca, rechazaron á los ^ M
cristianos, ¿guiados por ei célebre Almanzor, | ^
y conservaron su preeminencia hasta 114S: S" S
en seg;uida pasaron de África los Almohades "í ¿
(114^1129), y lu^^o los Mermitas (1267- ^MH^^ '^ -8
1344). En medio de esas seguidas revoluciones ^^^VW '^ *>
intestinas los Musulmanes perdían terreno sin ^^^^^7 i s
cesar: vencidos por los Cristianos en cien com- ^^^^^ 3
bates, principalmente en los decisivos de las
Navas de To! osa (1212) y de Tarifa (ij40),muyen bre^e habrían
sido arrojados del todo en España sin las continuas "disensione»
entre ios Príncipes cristianos," pues í fines del siglo iiii el único
estado musulmán que aiSn subsistía era el de Granada, que no su-
cumbió sino en 1492.
Entre tanto los dos reinos de Castilla y de Aragdn se hacían
más y más poderosos, el primero por sus conquistas en España, el
segundo por la anexión de las Baleares y de Cerdeña, y en 1469
quedaron reunidos por el matrimonio de los Reyes Católicos, ei
decir, de Fernando de Aragón y de Isabel de Castilla, lo que per-
mitió al fin la toma de Granada y la definitiva expulsión de loi
Moros. En 1512 se anexó la Navarra española á esas porciones, de
manera que cuando Carlos v de Alemania y i de España, nieto de
los Reyes Católicos, subió al trono en 1516, la Península no forma-
ba sino un solo Estado, que por englobar i Sicilia, Cerdeña, el
Reino de Ñapóles, el Franco. Condado, los Países Bajos, el Mila.
nesado ; por el Descubrimiento y Conquista de una gran parte de
América (Antillas, México, Nueva Granada, Perii, Chile, Bueno»
Aires), y últimamente por la adquisición de Portugal (1580) con
sus colonias (Brasil, África, India, Oceanía), hicieron de España en
el siglo XVI la potencia preponderante de Europa, precursora de
la Inglaterra del siglo xu, ó sea donde " nunca se ocultaba el sol."
Empero, tanta grandeza no fue duradera, pues errores polí-
ticos de diversa clase, guerras costosas y la falta de unidad del
conjunto lo disgregaron en el breve espacio de tiempo en que rei-
nó la Caj« i/f .títtj/ríii¡(Carlos i, 1516 ; Felipe II, iSS6;Felipe iii,
IÍ98, Felipe IV, 1631 y Carlos 11, i&5s)i que se extinguió con un
monarca demente. En efecto, la expulsión inconsulta de los judtos
(1492) y de Ios^oros(i6o9^, los rigores de la Inquisición, la emi-
gración de multitud de peninsulares que iban i buscar fortuna i
América y á las otras Colonias, la lucha religiosa con el protes.
tantismo, y la corrupción que engendró el oro del Nuevo Mundo,
^O NuivA GedokafÍa »I G)LUMBIA
Ilicieron perder sucesivamente á España la mitad de los Países Ba-
jos (1609), Portugal y sus colonias (1640), Rosellon y Artois (1659)
y el Franco-Condado ( 1679), á la vez que la mitad de su población,
su vig-or, su industria y su prestigfio.
La extinción de la línea austríaca trajo la sang-rienta guerra
de la Sucesión de España (i 701-17 14), que colocó en el trono de
Castilla un nieto de Luis xiv, pero que dio á las demás potencias ce-
losas del poderío de Francia, la ocasión y el pretexto para arrebatar
Á España todas sus posesiones europeas fuera de la península. Fue-
ronmonarcas de la Casa de Borbón Felipe v, 1700; Luis i, 1724;
Felipe V (otra vez) 1724; Fernando vi, 1746; Carlos iii, 1759; Car-
ios IV, 1788; y Fernando vii, 18 13. Cuanto á la Nueva Granada, el
advenimiento de esa Casa le produjo la erección del Virreinato
(1718), prueba palmaria de la labor cumplida en estas regiones
«n dos siglos, y la cual, siempre olvidada por los historiadores,
fue la causa que más influyó en la Independencia, según se dijo en
su lugar; nos referimos á que en América y principalmente en
Colombia, se arraigaron las tradiciones de cultura y etiqueta del
tiempo de los Felipes, en tanto que en España, bajo la Casa de
Borbón se transformó el carácter español, de suerte que en cierto
modo quedaron en frente dos nacionalidades diversas, irritada más
y más la^americana con el acento y modales de los otros, que se
•tomaba por despotismo, grosería y desprecio, cuando no era sino
la esencia de lo que sucedía en la península y no podía conce-
birlo la mayoría de los criollos. Como se comprende, esta causal
decisiva fue hábilmente explotada por los jefes de la revolución.
En 1808 Napoleón, aprovechándose de las disensiones de la
familia real de España, colocó en el trono de ésta á su hermano José
^1808-1814), ío que provocó una guerra encarnizada con Fran-
cia y fue una de las causas de la caída del Emperador. Durante
esa guerra de independencia las Cortes dieron al país (18 12) una
Constitución liberal que fue acogida con entusiasmo. En 18 14 vol-
vieron los Borbones al trono ; Fernando vii restableció el poder
absoluto, lo que exacerbó la guerra que á la sazón ardía en Amé-
rica; en 1820 estalló una revuelta en la isla de León, entre el
ejército que venía á sujetar á América, lo que dio por resultado el
establecimiento de un Gobierno constitucional, derribado tres años
después por un ejército francés llamado por Fernando, todo lo cual
contribuyó no poco al triunfo de la Independencia americana.
Fue, pues, bajo el reinado de Femando vii cuando se iniciaron
esas series de revueltas que llenan la historia de España en el si-
filo XIX y sucesivamente arrebataron á la Madre patria todas las
colonias que poseía en el globo, dejándola reducida á lo que era
en la época del descubrimiento de América. ¡Cuatro siglos de gi-
£a.ntcscos esfuerzos sin resultado real !
En la época del descubrimiento de América y en los años si-
•jl'úientes España sobresalía por su agricultura, sus industrias y sus
«rtes ; los viajeros de la época la pintan de manera que resulta
superior en cierto modo á la España del día, y pgr lo tanto estaba
-•cá capacidad de llevar á los países recién descubiertos la simiente
• de esa civilización, que por causas complejas no prosperó como
debiera en su nueva patria.
KVIVA GlOClATIÁ DB COLOHIIA 9 1 1
Dos sigilos después, por culpa del Descubrimiento del Nuevo
Mundo, todo había cambiado : ya no hay hombres de Estado, Ge-
nerales ni escritores ; los grandes dejan entrar la miseria en sus
palacios, para mal comer tienen que vender al extranjero hasta
muebles, de manera que al ver los convoyes de carretas que lle-
van los despojos de su antigua opulencia, Madrid parecía ciudad
tomada por asalto. Todos quieren ser empleados, turban el Go-
bierno con sus cabalas, viven en el desprecio del mérito y la ley
^'destruyendo la reyedad que los había destruido." El desierto in-
vade los campos ; las fábricas se cierran; obreros extranjeros aca-
paran los oficios y los jornales ; el comercio decae ; la exportación
se reduce á unos pocos cientos de miles ; el hambre, la peste y la
emigración reducen la población de 8 á 4 millones de infelices cuyo
aspecto excita la piedad. Y sin embargo, en esa masa estoica, pero
aún capaz de abnegaciones heroicas, se guardaba la reserva del
porvenir. ¿ Semejante estado no debió influir por contragolpe so-
bre América? Evidentemente sí. Al advenimiento de laCasadeBor-
bón principia la tarea de restañar tanto daño : el Gobierno tra-
baja con celo no siempre cuerdo, y poco á poco el país se regene-
ra de manera que en tiempo de Carlos iii ya el cuadro ha cambia-
do por completo, pero dominado por la influencia francesa y el espí-
ritu de los Enciclopedistas. En el nuevo progreso hay, sin embargo,
gérmenes de decadencia que asoman en tiempos de Carlos iv,
provocan la revuelta de las Colonias, traen el Gobierno de José
Bonaparte y de Fernando vii, y por ende la Independencia de
América.
b) Los conquistados. Ante todo es preciso advertir que en la épo-
ca de la conquista la población indígena no era en Colombia tan
densa como lo es en la actualidad, á pesar de que así lo hayan afir-
mado varios autores, y que esa población, según los principios de la
Etnografía, se dividía en dos grupos principales, Caribes y Andinos^
que en donde llegaron á mezclarse produjeron mestizos al modo
de los Guanes. El tinte de todos los indios variaba del moreno os-
curo al amarillo marrón, según la altura y el medio. Ciertos ca-
racteres eran comunes á casi todos : cabello negro y espeso,
barba rala y corta, pómulos salientes, ojos pequeños y hundidos,
y fuertes mandíbulas. Hasta hoy ni la ciencia ni los escritores
americanistas han podido precisar las migraciones que distribuye-
ron los indios sobre el suelo de América, y los naturales tampoco
tenían tradiciones importantes sobre sus orígenes. Apenas sabe-
mos que los Andinos venían del Sur y los Caribes del Norte, y son
numerosas las analogías entre los indios y los mongoles. Empero,
sea de ello lo que fuere, todos los americanistas convienen en que
los aborígenes pertenecen á varios grupos ctnográficeos, sin poder
establecer relaciones precisas entre los diversos pueblos semicivi-
lizados del Continente y los habitantes que aún subsisten, con los
que edificaron las ciudades y monumentos cuyas ruinas hoy asom-
bran, y muchas de las cuales yacían bajo el bosque desde antes
de la conquista.
En una palabra, diversos grados de civilización se habían su-
cedido ó coexistían en Colombia, cotno en todo el Continente ame-
ricano, á fines del siglo xv: en lo más bajo de la encala estaban los
912 NuxvA Geografía dx Colombia
pueblos arrollados al Caquetá por los Caribes, ó sea los salvajes
nómades; más arriba esos invasores, algo menos salvajes, pK)r ser
agricultores, y por ultimo los Chibchas de Bogotá y Tunja, dividido»
en grupos, desde ese mismo punto de vista. Fuera del país eran á
éstos superiores los Quichuas, los Aztecas y los Mayas. En el caso
de admitir la hipótesis de las migraciones asiáticas, la rama mon-
gólica que penetró en América sufrió transformaciones sucesivas
bajo la acción de nuevos climas, y para esto no es necesario supo-
nerlas en remota antigüedad. La acción del medio es rápida : los
yanquis, por ejemplo, en el Este se parecen ya á los Iroqueses y
en el Occidente á los Siux. Por lo que hace á idiomas, que se
contaban por centenares, todos eran aglutinantes, y si tenían en-
tre sí grandes analogías gramaticales, en el vocabulario diferían
hasta lo infínito. Los grupos ó naciones organizadas con una forma
de gobierno y una jerarquía sacerdotal por el estilo de los impe-
rios asiáticos, se habían instalado en las alítplamlles y valles supe-
riores de los Andes ; los salvajes erraban al Oriente de esas mon-
tañas. Las civilizaciones permanecían aisladas y se ignoraban en-
tre sí ó poco menos, salvo quizás Peruanos y Chibchas, lo que in-
dica más próximo parentesco. Los civilizados tampoco sabían gran
cosa sobre los pueblos salvajes que los rodeaban, pero tenían,
como se ha dicho, la misma constitución física, instituciones y usos
análogos y hasta afínidades de lenguaje.
Los deM:ubridores, Colón y sus inmediatos sucesores, no vie-
ron sino tribus salvajes, mansas ó feroces ; fueron los grandes con-
quistadores, los que realizaron sus hazañas de 1520 á 1550, los
que vinieron á las manos con las naciones civilizadas. Según
sus relatos, hallaron sobre lob Andes grandes ciudades, palacios y
jardines magníficos, templos, calzadas y acueductos, telafe y rique-
zas en profusión, organización política social, variando desde el
patriarcado hasta la soberanía absoluta, instituciones, cortes, tri-
bunales, administración fiscal, leyes, comercio, escuelas, prácticas
religiosas, monedas, calendarios, &c.
¿Vieron realmente esas maravillas los conquistadores? ¿ O lo
que vieron lo agrandaban á impulsos de una imaginación meri-
dional caldeada por fatigas y peligros increíbles y renovados sin
cesar ? Hoy toda una escuela de historiadores sostiene que no
puede ponerse confianza en ninguno de los relatos de los con-
quistadores, reproducidos luego sin criterio por los cronistas. Se
gún esa escuela, no hubo civilización maya, ni civilización muisca,
sino un estado general mixto entre la barbarie y una cierta civi-
lización ; en la imaginación de los españoles, salvajf s mal vestidos
con telas mal pintadas, plumas y láminas de oro, se cambiaron en
pueblos de ricas y suntuosas vestiduras; jefes de caseríos se trans-
formaron en soberanos rodeados de pompa europea ; ranchos don-
de se albergaban familias enteras, se convirtieron engrandes pa-
lacios. Otros autores, conviniendo en que no debe tomarse á la letra
todo lo que dicen los cronistas, sostienen que ese tejido de errores
y de exageraciones cubre un fondo indiscutible de verdad. Des-
graciadamente la cvüilizadbn muisca, aún más que la mexicana
y la peruana, era una creación efímera que se disolvió al pri-
mer contacto con los europeos, quienes apenas tuvieron tiempo de
NusvA Gkograf/a di Colombu
913
entreverla como á la luz de un relámpago antes de su repentina
destrucción. En especial dio superioridad á los blancos el que ésto»
conocían el hierro, la pólvora, el caballo y la imprenta, de mane-
ra que los indios se encontraban, desde el punto de vista intelec-
tual, en una especie de infancia, y no se tomaron pérfidos, traidores,
sino cuando los blancos, á quienes recibían como hombres de una
raza superior, exhibieron sus vicios y crueldades. El indio ameri-
cano era abominablemente cruel, pero los conquistadores, á su
modo, no lo eran menos : los pueblos que iban á ponerse en con-
tacto, educados por centurias de g^uerra continua, tenían que legfar
sus tendencias á sus sucesores.
m
Figura 327 — El río Bogotá, según la Nurva Geografía de Colombia y según 1»
Carta oficial.
En la época del descubrimiento, los gfrupos indígenas vivían
en estado salvaje en su mayor parte, errantes ó poco menos en Ios-
bosques y praderas ; pero otros, de los establecidos en las tierras
elevadas, constituían nacionalidades y habían alcanzado cierto gra-
do de civilización, conforme lo demuestran, entre otros hechos, Lis
ruinas de construcciones monumentales, que se encuentran en todas
las cordilleras del Occidente del Nuevo Mundo.
La conquista y colonización detuvo ó aniquiló los progresos de
esa raza, que decreció rapidísimamente al contacto de otra supe-
rior, y hoy quedan de ella pocos individuos, en lo general salvajes^
algunos del todo independientes, aislados ó confederados.
Las razas indígenas que existían en Colombia comprenden cua-
tro grandes grupos : I. ° Mexicanos, cuyas ramas llegaron i Chiri-
quí; 3.° Ando-peruano, que abarca á los Chibchas, para nosotro6^
914 NuivA GiockáfÍa dk Colombia
en primer término, los Quichuas y Aimaras del Ecuador-Perú, y
también otros grupos no bien determinados que moraban en las
Cordilleras, hasta Mérida ; 3.° La Caribe 6 Brasilero guaraní, con
ndcleo en el gran triángulo de Maracaibo, la boca del Plata y el
Cabo San Roque : los Caribes en la cuenca inferior del Orinoco,
los Guaraníes en Los Llanos y las Selvas ; y 4.° Los Botocudos de
las selvas del Caquetá. También habitaban los caribes en la Costa
y el Chocó.
El hombre existió en América desde t¡empK)s remotísimos, y
su industria primitiva se asemeja casi perfectamente á la del eu-
ropeo de la edad de piedra, sólo que en vez del sílex, escaso en
el Nuevo Mundo, empleó otras rocas, en especial la obsidiana,
cuyos fragmentos partidos por percusión, le suministraban cuchi-
llos, lanzas, cinceles, puntas de flecha, &c. Los estudios modernos
establecen que si no es posible en América dividir los tiempos
histórios de los prehistóricos, sí se puede afirmar que la raza roja
no es oriunda del Nuevo Mundo, sino venida de otros continentes,
y qui los grandes pueblos que civilizaron los montes se forma-
ron en América y absorbieron á los que luego llegaron casual ó
deliberadamente á esas regiones. Cuanto á las inmigraciones de
los tiempos prehistóricos, no sólo las hubo de Asia sino de África,
según lo indican los tipos negroides de ciertas esculturas, como las
de San Agustín : amarillos y negros, fundidos bajo las condiciones
que produjeron una flora y fauna especial, originaron el tipo rojizo
más ó menos claro ú oscuro de los americanos indígenas.
Creen hoy todos los americanistas que las ruinas monumenta-
les de construcciones gigantescas que se encuentran en diversos
lugares de América, son antiquísimas, de origen exclusivamente
american >, contempDráneas por lo menos de las Pirámides y pala-
cios de E^'ipto y de Asiria, y producto de una civilización destruida;
y que las monarquías azteca, peruana y muisca eran relativamente
modernas, formadas con los restos salvados de aquella- civilización
no sólo más antigua, sino lo que es más notable, mucho más adelan-
tada. En la Aménca del Norte la raza más civilizada fue la de los
Nahuas ; en la central la de los Mayas, que formó en edades remo-
tas el imperio Xibalba, y en la del Sur los Aymarás; algunos creen
que los Nahuas bajaron hasta Solivia, pero estas son opinione&erró*
neas, pues todo indica no pasaron de los Andes septentrionales. En
tal caso, lo repetimos, lo que existía en el siglo xv era moderno, y
muchos suponen que en América ocurrieron hechos semejantes á los
que en Europa ocasionaron la destrucción del Imperio romano por
los Bárbaros. Y así como éstos formaron luego nuevas nacionalida-
des sobre las ruinas de aquél, así también en América, destruida
la antigua cultura, tras algunos siglos de perturbación y anarquía
aparecieron los nuevos Estados hallados por los conquistadores
europeos, y cuya historia no nos es conocida sino en parte apenas,
porque no tenían archivos ni escritura ; la tradición era todo, y ésta
confusa y variable en detalles de una localidad á otra. Y la conquis-
ta se realizó en época en que la humanidad carecía de luces y hábi-
tos f>ara cierta clase de trabajos.
De lo dicho resulta que es imposible resumir la historia del
Nuevo Mundo anterior al siglo xv, tal como puede presentarse en
conjunto la de Europa. Cabe únicamente, teniendo en cuenta indi-
NuiTA Geobrafia de CoLota
cios, tradiciones, mitos, costumbres, formas sociales, políticas, ic,
«sbozar a!g:unas ideas sobre lo que era el indio antes de la con-
quista. En el momento del arribo de los peninsulares á nuestras
costas, las nueve dícimas partes del territorio estaban ocupadas por
indios salvajes nómades ó seminómades, mansos unos pocos, bravos
loi mis, sin formas sociales ó apenas rudimentarias, por cientos de
miles viviendo en los árboles, en guerra perpetua enlre si ; y una
diícima pane habitada por hombres de otra nía, con incipiente
civili/acj'Sn y organización social mis adelantada, peto no en zona
continua sino en grupos aislados en los valles y montes de los An-
des, repartidos en dos niícleos principales ; uno Quichua al Sur ;
otro mixto al Centro (Chibchas), y en multitud de partes restos y
huellas de civilización más perfecta y perdida.
FiguDL 318 — £1 Valle de Burilicii (Antioquíal, según un dibujo de la Cerní
Corogrífic»— Inédjlcí
A seguir las indicaciones de la geografía físic», podría decir-
se que migraciones del Sur, venidas en un solo tronco, se abrieron,
amoldándose al abanico de los Andes, y en f 1 remate de e'stos se
cruzaron con migraciones del N\V., se modificaron mutuamente y
rompieron en grupos por las formas del terreno, lo que no los dejó
progresar como en el Perií y Centro América, donde había uni-
<lad geográfica en el territorio. Luego esa civilización se destruyó
ante invasiones ó movimientos de pueblos, dejando huellas aquí y
allá, y después, al reorganizarse el Perií, nuevo movimiento de
hombres por el Mediodía y las llanuras orientales : quizás un pue-
blo dividido en tribus que del Caqueti y sucesivamente entraron i
los valles y mesetas de la cordillera oriental, tocando al grupo sa-
«rdotal la zona de Sogamoso-Tunja-Chiquinquirá especialmente.
9i6 NuivA Gioghaf/a de Colombia
pueblo que á la org^anización socialista del Perd unió las costum-
brcs mexicanas que sejfuramente existían en los terrenos que ocu-
paba
Empero, este pueblo, cuando empezaba á fundar un imperio y
desarrollarse, fue sorprendido por la última inmig-ración Caribe
(los Fijaos?), perdió una gran batalla en ti Norte, según el relato de
Piedrahita, se fraccionó en estados ó se aflojó la federación de los
grupos que lo componían, y en la Sabana, como mejor centro, se
reorg-anizó uno nuevo que ambicionaba dominar á los demás y g"ue-
rreaba para ello, tal vez sin darse cuenta del peligro Caribe. Los he-
chos de los dos últimos soberanos de Tunja y de 4 de los de Bogotá^
confusos y mezclados, era lo único que vivía en la memoria del
pueblo y lo que recogieron Jos cronistas de la ¿poca. Empero, si
no es posible escribir la historia de los indios, sí es posible esbozar
lo que era el individuo americano antes del primer viaje de Cris-
tóbal Colón.
En América el hombre veía la luz sin ocasionar á la madre
largas molestias: al sentir la mujer los primeros dolores, se retiraba
á las orillas de un río, bailaba á su hijo apenas nacía, y regresaba
por sus pies al hogar. En las razas cultas estaba vedado el infanti-
cidio y el aborto, y al niño se ponía nombre en una ceremonia reli-
giosa. No así procedían las razas salvajes, que solían matar las hijas
para que no hubiera más mujeres que hombres, y á todos deforma-
ban artificialmente la cabeza. Llegada la niña á la pubertad, tenía
que cumplir diversas ceremonias, después de las cuales, si en unos
pueblos se le exigía buena conducta, en otros nadie se preocupaba
de sus costumbres. Cuanto á los jóvenes, al llegar á esa misma
edad, con ejercicios violentos se les educaba para la caza y la
guerra. El matrimonio en las razas salvajes no se diferenciaba del
concubinato, no sucediendo lo mismo en las cultas ; la pK)ligamia
era costumbre dominante : monógamos no eran en Colombia sino
los Otomacoi. Por lo general se prohibía el matrimonio entre pa-
rientes, ó á lo menos entre individuos nacidos en el mismo pueblo.
En ciertas tribus había promiscuidad de mujeres, y ni aun se res-
petaban los lazos de la sangre. El adulterio por regla general
se castigaba con la muerte en ciertos lugares, pero en verdad
más bien se le miraba como ataque á la propiedad que al honor.
El divorcio era fácil y frecuente entre los salvajes, pero en las
razas cultas no se le admitía sin gravísiras causales. En la fami-
lia el padre gozaba de autoridad absoluta ; la mujer era más bien
esclava que compañera del marido, la bestia de carga de la fami-
lia. Según la cultura de las razas, vivía la familia : unos en los
bosques, otros en las cuevas, otros en chozas, &c. &c. De igual
manera variaba la alimentación ; todos eran aficionados á los lico-
res embriagantes, y casi todos comían carne humana, unos por
glotonería y otros por sed de venganza. Dondequiera la muerte
inspira respeto y temor, y aunque variables, son efectivas las preo-
cupaciones por el entierro en determinadas condiciones que crecen
con la civilización de los estados.
Eran ocupaciones habituales de los indios la caza, la pesca y
la guerra, y menos la agricultura, la industria y la navegación. La
guerra era el estado habitual de estos pueblos, aunque más bien
tenían peloteras que campañas : en este arte sobresalieron los
NusvA Geografía ds Colombia 91
indígfcnas del Sur del Tolima. De ordinario las campañas eran
cortas y las decidía un solo combate. Casi todos los salvajes mata-
ban á sus prisioneros con refinados tormentos y los devoraban
después. Los Muiscas sabían dividir sus ejércitos en alas y centro
y hacerlos marchar con alguna ordenación. La ag^ricultura ni era
común ni hizo grandes progresos en ninguna parte, ni se practica-
ba en grande escala por las trabas que tenía el comercio. La ga-
nadería puede decirse no existía. Las industrias más generalizadas
eran el aprovechamiento de pieles, los tejidos de algodón, de lana
y aun de pelo, las obras de plumas y de madera, la$ vajillas de ba-
rro, la fabricación de joyas y las armas de piedra. Todos eran más
6 menos mineros : beneficiaban el oro, la plata, el cobre, &c., pero
no conocían el hierro ni el bronce.
Los trajes parece que no se modificaron en la serie del tiem-
po : en las tribus salvajes y en las tierras muy cálidas puede de-
cirse que los naturales andaban desnudos, ó cuando más cubrían
las partes pudendas. En los civilizados y en las tierras frías, trozos
de tela, envueltos, prtndidos ó colocados sobre los hombros me-
diante un agujero, constituían el traje, siempre más complicado y
vistoso en las mujeres, habiendo diferencias entre los usados de
ordinario y los de los días festivos. Los ricos usaban prendas más
finas y vistosas. Collares, brazaletes, zarcillos, adornos de plumas,
ác, eran de uso general, y las mujeres muy aficionadas á afeites y
perÍFumes. Las piedras preciosas eran muy apreciadas y se labra-
ban con cierto primor. El calzado era asaz rudimentario ó no exis-
tía. En las tierras calientes era muy general la costumbre de pin-
tarse y ungirse el cuerpo, ora por hacer viso, ora por otras razones.
Cuanto á la mitología indígena, de tanta importancia como
que á ella van unidos recuerdos y tradiciones, deja aun mucho que
desear su conocimiento en Colombia ; y es de advertir que por vir-
tud de las migraciones ya señaladas, para emprenderlo con acierto
debe ser comparado, sin lo cual no conducirá á resultado práctico
ninguno.
Todos los indios creían en que la muerte no era el término de
la vida, por lo cual sepultaban los cadáveres con alimentos, armas
y aun esclavos y mujeres ; todos suponían trabajoso ese viaje de
ultratumba, pero en ninguna parte se precisaba bien dónde y
cómo terminaba : los Chibchas suponían que en unas fértiles labran-
zas de suave clima. En todas partes se tenían ideas más ó menos
precisas del pecado, la expiación y el sacrificio propiciatorio : en to-
das partes se adoraron los astros, y principalmente el Sol y la Luna,
pero á ese saheísmo se unió dondequiera un grosero feítqutsmo y los
mismos mitos ora representaban una divinidad, ora un personaje
divinizado ; por dondequiera se habla de civilizadores misteriosos
que llegan del Oriente, educan á los naturales, les enseñan las ar-
tes y desaparecen de una manera no menos misteriosa, tras llevar
una vida colmada de hechos singulares, dejando sucesores herede-
ros d el poder religioso, y con frecuencia después de su desapari-
ción á un tiempo se les diferencia y se les identifica con la divini-
dad. En fin, la religión, su culto y ceremonias, penetraban de un
modo extraordinario tanto la vida pública como la individual, sobre
odo en los pueblos civilizados.
91 3 KuivA GsoeRAFÍA ds Colombia
Desde el punto de vista artístico, es posible asegurar que el
indio americano vivió en mayor atraso que el hombre prehistórica
de Europa, y fue menos sensible á la emoción estética. En gene-
ral los restos de esos tiempos sólo revelan un arte escaso y rudi-
mentario, y no se puede precisar la época á que deben atribuirse
las pictografías, ó sea las figuras pintadas, grabadas, esculpida»
en las rocas, en las grutas, en los cantos erráticos, algunas á ex-
traordinaria altura, sin otros colores que el ocre y el rojo: sólo pa-
rece que no son de la misma época ni hechos con un mismo objeto-
Y es de advtrtir que muchas de las tribus que adn subsisten, no
distinguen la gama de los colores, y confunden el verde y el azul*
El arte se muestra siempre empírico, infantil, ora acentuado coi»
Tigor plástico, ora caricaturesco, por la exageración no siempre
intencionada de proporciones y de formas. En suma, es un arte
decorativo, y es de sorprender ^el ímprobo trabajo que presupone
esculpir durísimas rocas sin instrumentos adecuados.
La alfarería, no obstante el inmenso desarrollo que alcanzó'
en América, y sus múltiples destinos, tampoco llegó a mayor altu-
ra; y á pesar de la fineza y regularidad de algunas piezas, casi
todos los americanistas creen que la rueda del alfarero era desco-
nocida en América. En todo caso, la fabricación varía según los»
tiempos y las regiones, con pinturas en que domina el negro y el
gris, adornados con dibujos de colores, á veces barnizados y pu-
lidos.
Muchos pueblos conocían la fundición y el trabajo del oro, ef
cobre y la plata ; y todos los conquistadores hablan con encareci-
miento del lujo que usaban en sus vestidos, de sus adornos y de la
profusión de joyas de metales nobles y piedras finas. Los joyeros^
sobresalían en obras de repujado y cincelado, y, sobre todo, sabían
engañar, ó mejor dicho, producir joyas falsas dando á la tumbaga
el brillo y el aspecto del oro.
El armamento había sufrido pocas modificaciones á partir de
los tiempos prehistóricos, como que conservaban el arco, la lanza^
la maza, las armas de piedra cortante ; tal vez el único progreso
consistió en el descubrimiento de venenos para emponzoñar las.
ñechas. En todo caso, los pueblos cultos no fueron realmente gue-
rreros sino que los obligaron á serlo las circunstancias ó la necesi-
dad. Los grados se reservaban á la nobleza, y sus distintivos con-
sistíau en plumas, cascos y armaduras especiales. El ejército tenía,
alguna semejanza con el feudal de Europa, por cuanto los señores
presentaban un contingente de hombres armados, pero en algunos
lugares existían ya verdaderos cuerpos permanentes al servicio
exclusivo de los soberanos. Entre las razas salvajes progresó más
el arte militar, como se deduce del hecho de que numerosos ejér-
citos de los civilizados eran fácilmente arrollados por pelotones de
peninsulares, en tanto que cuerpos de los segundos, con igual nií-
mero, resistían y aun vencían á otros de conquistadores.
Poco habían adelantado las instituciones civiles. La tierra no
era propiedad del individuo, y el comunismo latía hasta en el fon-
do de las instituciones de los pueblos cultos. Verdadera propiedad
no la había sino para el soberano. En algunos puntos se conocía^
la sucesión y la adopción. La esclavitud era general y provenía
NvKVA GioosAm db Colombi
<3e la guerra, allí donde no se mataba á los pris
penales eran escasas en las ra;^as salvajes, dond
lÍ45n, y más numerosas en los civilizados. Guante
J I
920 NuiVA Geograf/a di Colokbu
tivAs, tal vez eran de las más notables las de los Chibchas, que co-
nocían la moneda.
Al iniciarse la conquista, las razas cultas y unas pocas de las
salvajes constituían naciones ; las demás, apenas pueblos 6 tribus,
es decir, conjuntos de familias enlazadas por los vínculos de la
sangre. Unos y otros ó carecían de gobierno, 6 vivían bajo insti-
tuciones políticas que constituían todo un sistema. Entre los sal-
vajes cada tribu y aun cada familia era libre é independiente ;
sólo reconocían jefes en la caza y en la gfuerra. En algunas tri-
bus el respeto á los ancianos suplía la falta de poder público ;
algunos tenían jefes hereditarios y asambleas de ancianos. En
algunos lugares aparecía ya el gobierno embrionario, pues los
Caciques cobraban tributos, perseguían á los delincuentes y hacían
trabajar á sus subditos en obras publicas. En las razas cultas pre-
valeció la monarquía, y aun existieron confederaciones de reyes, ó
bien asomaba la organización feudal, siendo hereditarios los feu-
dos. En muchos lugares se prefería la línea de hembra á la de
varón para las herencias, porque la paternidad puede ser dudosa
y la maternidad es siempre cierta. Los Chibchas constituían un
pueblo con organización política y civil un tanto complicada.
Tribus — Sin contar á los Muiscas, el territorio patrio estaba
ocupado por multitud de tribus, que algunos han hecho ascender á
un millar, de seguro con exageración, pero que no eran menos de
quinientas, lo que les daría por término medio unos dos mil indivi.
dúos, bien que las había más pequeñas y mucho más crecidas.
Las principales de esas tribus estaban repartidas en nuestra*
regiones geográficas de la manera siguiente :
L El Istmo. En esta sección y sobre la costa atlántica, de W.
á E., se encontraban los Napas y Terevis, en la hoya del Sixaula ;
los GuaynUs, en torno de la laguna de Chiriquí ; los Veraguas, al
pie de la sierra de su nombre ; los Cunas, Ánachuras y Mandingas,
del Chagres hacia el golfo de Urabá. En la costa S., y de la mis-
ma manera, los Burtcas y Tunacas, en la región de David ; los Pa~
vitas y Chacomasy en la Península de Azuero ; los Nataes, del g'olfo*
de Parita hacia Panamá ; los Chucunaques, en la hoya del río de su
nombre ; y los Paparras y Tules, en la del Tuira.
n. Chocó. En torno del golfo de Urabá moraban parte de los
Cunas, los Darienes y los Urabaes ; entre el Atrato y el mar, y sobre
la serranía de Baudó, los Chocots, los Citanos y los Noanamaes ; en
el bajo Chocó estaban los Izcuandés, los lelembíes, organizados en
República, los Barbacoas y los Tumacus.
III. La Costa. En esta dilatada comarca se numeraban de W.
á E. : los SintUs y IWuraes, en la hoya del río de aquel nombre ;
los Balsillas, en la costa de Marrosquillo y la sierra de María ; los
Mcmposes, en las Sabanas y el bajo San Jorge ; los lurbacos, en Tie-
rradentro de Cartagena; los Taironas, divididos en varios grupos, en
tomo de la Ciénaga de Santamarta, entre la sierra de este nombre
y el Magdalena ; los Maleiuyes,*en las tierras de Chimiquique ; los
Tamalameques, en tomo de la laguna de Zapatosa ; los Cendaguas,
Guanaos y otros del grupo de los Motilones, en Valledupar y la se-
rranía dePerijá; los Aruacos y Chimilas, en la Sierra Nevada de San-
NUIVA GxOGRAf/a DX CoLOMBIi
tainarta; los Buriiacas, en la costa de Dibuila ; ;
la Península de su nombre.
IV. Mesa andina. De N. á S., en los quebn
dilatada regalón se contaban los JuangoSy en la h
los Yanuncies, en la del Nechí ; los Nonscos^ en 1.
los Garrapas y en el valle del Aburra (Medellín) ;
cañón del Cauca ; los Armas^ sobre el río de su r
bayasy en la hoya del río de la Vieja ; los Gon
Anserma, Roldanillo y Cali, divididos en varios i
los PijaoSy en la región oriental del valle del C
GuanacaSj al pie del Huila ; el cacicazg-o de Paj ,
este nombre ; parte de los Fijaos, al pie del Sota
Almag"uer; los Pañas , en el valle de su nombre
en el Mayo y el Juanambü ; los RegenáinaSy en
Tacures 6 /píales en la alli planicie tuquerreña.
V. Valle del Mag^daJena. En las cabeceras
hoya de su primer afluente el Suaza, estaban
YalconeSy los Apir amas y los Timanaes; los Pantá^
varios grupos, ocupaban todas las llanuras ardiei \
y Natagaimas moraban en las tierras altas que se
cipal del Saldaña; los Fijaos, que no tenían casas, í
los otros como un velo por todo el gran valle 1
Ruiz ; los Panches moraban en la hoya del Bog ;
en la del Negro ; los Muzos en la del Minero ; \ \
del bajo Nare ; los Agataes, Cocones y Opones, en
Sogamoso; y los Balules, hacia las bocas del Leí
VI. Mesa oriental. En estas montañas des i
Neiva hasta Venezuela se encontraban indios d<
ora en pequeñas tribus, ora en estados de verdac :
sobre las altiplanicies y grandes cuencas del int
mencionaremos los Guaneros, en el alto Cabrera i
la hoya del :r umapaz ; los Pascas, al Norte de és i
Gu€tavitas, Ubatks, Caquecios, Hunzas, Tames, Tu
constituían los Estados de Muequetá y Hunza ; 1 :
el corazón ds Santander ; los Laches^ Chiricoas y
gión de Chita ; y los Chiiareros, en la de Pamplor i
VIL Hoya de Maracaibo. En ésta, poco pol 1
los Chinácotas, que ocupaban los valles de Ciícuta
VIII. Llanos. En Casanare vagaban los L
Betoyes, Otomacos, Salivas, Achagual y otros ; en 1< ;
estaban los Chincoas, Macos, Miíúas, Choroyes, Ai
IrvcLs, Goahibos y otros varios.
IX. Caquetá. En fin, en esta dilatada coma
mos los Uaupeses, Cor reguajes, Orejudos, Orejones
Ac, pues era en estas selvas donde moraba maye
bus, bien que menos importantes desde todos pui
Contrayéndonos á los relatos históricos de los
fiistas refieren lo siguiente :
El más antiguo Zipa recordado era Zaguaní;
metió á rasallaje á los Sutagaos, sostuvo una lar^
Panches, y con sus conquistas despertó los teme-
Cacique de Guatavita, quien se concertó con <!
Nusv Ge0grafla áe C$lQtiibia
NuiVA GeogkafÍa di Colmdu
para romper con el Zipa, lo que no sucedió porque ai|uél dejó
compromelido í su alíadü. Zaj^uan máchica, como hübil político,
ajustó la paz con los Panches, conquistó la alianva de los Caciques
de Guaiavita y de Sopó, y declaró la ¡guerra al Zaque. Las doi
huestes, candorosamente exageradas por los cronistas, se encon-
traron cerca de Choconti, y rn el campo quedaron ambos mo-
narcas.
Figura 330— Arquea! og] a muit:a. La picdca piíit u¡> de Aipe.
Al zip^zgo subió Nemequcne, mirado como el gran legislador
y organizador del pueblo muisca. Al comenzar su reinado, los
Caciques recién sometidos, loi Panches, el de GuataTita, todos se
declararon contra t^l, pensando era cosa fácil repartirse sus domi-
nios. Sin vacilar llamó al pueblo í las armas, dividió su ejército en
dos cuerpos, y sin hacer caso de los enemigos que dejaba í la et-
NUIVA GlOGlAriA DI COLOMBU 923
ilda, en persona marchó contra los Panches, á la par que envía-
i i su sobrino Tisquesusha contra los Sutag'aos. Ambas huestes
iunfaron, y cuando regresaron á la corte para proseguir la g^ue-
a, en el Norte y Oriente, la sola fama de sus victorias redujo á
s demás contrarios. Reinó veinticuatro años, que consagró al cn-
andecimiento del Estado ; parte por las armas, parte por as-
cia, conquistó los señoríos del Guatavita y Ubaté ; y á tal punto
mieron su ambición el Zaque y sus aliados, que le declararon la
ierra para detenerlo en su carrera. Los dos Ejércitos, verdadera
nfederación de pueblos, los más numerosos que hasta entonces
hieran levantado los muiscas, unos veinte mil hombres por ban-
, volvieron á medirse en las tierras fronterizas en el arroyo de
; Vueltas, quedando indecisa la batalla ; porqut si los de Tunja
varen la peor parte, los de Bogotá perdieron su señor.
El nuevo Zipa Tisquesusha, deseoso de continuar la guerra,
»rió otra campaña contra el Zaque ; pero el sumo sacerdote de
amos, temeroso por las fatales consecuencias de este hecho,
ervino en la contienda y obtuvo que los dos Estados ajustasen
a tregua por algunas lunas. Pocos días después tuvo Tisquesusha
noticia de la llegada de los peninsulares, que en vano intentó
>istir, ora con la fuerza, ora con la astucia, pues pereció en la
manda, lo mismo que su rival el Zaque Quimuinchatecha, y que
quesazipa, que, merced á una revuelta intestina, pretendió ape-
rarse del Zipazgo captándose la amistad de los conquistadores,
n ellos se hundió el Estado Chibcha, que en un tiempo relativa-
inte corto, desapareció como nación, fundido en la raza hispa-
-colombiana, en lo cual se diferenció también de los mexicanos y
ruanos.
c) El contacto de dos mundos. El dtscuhnmiento — Noche profunda
i^olvía el recuerdo de los viajes de Fenicios y Normandos en el
¡ano Atlántico, pues de ellos apenas quedaron algunas fábulas
)re las lejanas islas de Occidente, revividas en el ánimo del piS-
:o con los primeros descubrimientos de los Portugueses ; y bien
; muchos pretendían haber puesto el pie sobre el suelo ameri-
10 antes de 1491, deesas afirmaciones no queda prueba auténti-
y la gloria del descubrimiento del Nuevo Mundo pertenece ín-
ra á Cristóbal Colón.
Colón, nacido en Genova ó en sus alrededores hacia 1446, hijo
un pobre tejedor, no recibió en sus mocedades sino una instruc-
1 elemental, que no completó sino más tarde en largos viajes en
costas occidentales de Europa. En estas excursiones adquirió la
a de buscar las riberas de Asia, atravesando el Atlántico, viaje
i había salido de la región de las quimeras con la invención de
Driijula, y por lo tanto podría intentarlo un hombre convencido
2naz. Debe observarse que la idea de Colón fue secundada por
error enorme con respecto á la distancia que era preciso reco-
r, puesto que Colón creía que de las Canarias á la costa asiática
había sino una tercera parte de la circunferencia terrestre.
Pablo Toscaneli, florentino, expuso públicamente, desde I474>
eoría de que, siendo redonda la tierra, bastaba navegar recta-
nte hacia el Ocaso para encontrar las playas en donde crecen
924 KVBTA GbOGRAPIA DI COLOMBU
las especies. Colón tuvo noticia de las cartas de Toscaneli, que ha-
bía sido consejero de los monarcas portug^ueses, y mantuvo corres-
pondencia con él. Colón, pues, nada inventó ; pero si no fue el pri-
mero en concebir realizable la travesía del Atlántico, sí lo fue en
intentar su realización. Cien años hacía que lus sabios indicaban la
vía de Asia por el Ojcidente : él, naveg^ando en esa ruta, alcanzó
lo que creía era Asia, probando así lo bien fundado de la teoría :
esa es su g-Joria ; y lo es también el acaso de que, buscando la ex-
tremidad de un mundo conocido, tropezara al paso con otro com-
pletamente ig'norado.
Li historia ha deshecho la leyenda de un Cristóbal Colón in-
digcente y mendigando el pan de puerta en puerta ; de una especie
de visionario desconocido entre una sociedad malévola é ig^norante,
y consiguiendo como por müa jro el apoyo de los Reyes españoles.
Ciertamente conoció horas difíciles, y en España, como en Portu-
gal, debió vivir con el trabajo de sus manos. En Córdoba, donde no
es citírto se casara con una doncella de alto rango, pudo relacionar-
se con personas qje le consiguieron una audiencia de los Reyes, en
la cual Isabel la Católica se declaró inmediatamente en su favor ;
y aun cuan Jo por el memento naia se resolvió sobre sus proyec-
tos, sí se le suministraron regularmente del tesoro real los fondos
necesarios para su subsistencia ; y cuando después de su estada en
Salamanca, llegó á Santaté, á raíz de la toma de Granada, obtuvo
formalmente el apoyo real, y se procedió á celebrar el contrato del
caso, en cuya discusión se mostró Colón tan ambicio«:o y exigente,
que los comisionados de la Corte pidieron se rechazaran sus peticio-
nes por excesivas. Colón abandonó el campo y se preparaba á pasar
á otra Corte, cuando los Reyes mudaron de opinión, enviaron un
correo en su alcance, y, vuelto á Granada, accedieron á todas sus
exigencias. El tratado definitivo se firmó en Abril de 1492.
Los soberanos habían prometido tres carabelas; pero tantas
fueron las dificultades y falta de fondos para conseguirlas y equi-
parlas, que la empresa habría fracasado si Martín Alonso Pinzón,
armador de Palos, no hubiera entrado en ella con sus recur-
sos y capitales. Amirica fue, pues, descubierta por una empre-
sa en comandita : de los cuatro millones de maravedís que costó
la expedición, el Tesoro de Castilla suministró un millón doscien-
tos mil ; Colón contribuyó con quinientos mil, que parece le fueron
prestados por el Duque de Medinaceli ; y el resto, ó sea más de la
mitad, era de los Pinzones.
£1 7 de Agosto de 1492 la flotilla, compuesta de las carabe-
las Sania María, que montaba Colón como Almirante, la Pínía y
la NiHa, tripuladas por un centenar de marineros, descendió el río
de Palos, pero diversos tropiezos lo demoraron en las Canarias, y
410 fue sino el 9 de Septiembre cuando en realidad singlaron las
naves hacía el misterioso Ocaso.
Después de treinta y tres días de navegación, que la fábula ha
llenado de episodios dramáticos *, el 11 de Octubre se descubrió
'^ * Los nodernos trabajos historíeos enseñan que los Pinzones fueron el alma
del descubrimiento, que sin él no habría podido reali zarse, vencidos los marine-
ros por el temor á lo desconocido, y aun se agrega que cuando después de navegar
900 leguas todavía no sehalUba vestigio de tierra, la tripulación se altcrí, y aua
NuivA Gbografia di CoLOicBu 925
la tierra y Colón sentó el pie sobre una isla del g'rupo de las Ba-
hamas. En segfuida descubrió á Cuba y á Santo Doming^o, y en rez
de monarcas orientales y gandes poblaciones, encontraba don-
dequiera salvajes y chozas miserables. El 18 de Febrero de 1493
retornó á Palos, y su descubrimiento se celebró en España como
un prodig^io.
En Septiembre del mismo año salía de nuevo para su segun-
do viaje, de Cádiz, pero no ya con cxig-uos recursos, sino con una
flota de diecisiete embarcaciones y mil doscientos hombres, entre
ellos hidalgos, artesanos, mineros, agricultores, pues se trataba no
sólo de descubrir, sino de ocupar y colonizar el territorio y de
convertir á Dios sus habitantes paganos.
Este segundo viaje no fue feliz para el Almirante genov^s.
Las colonias fundadas cayeron en el desorden, por lo cual regresó
i España dos años después, y, contra lo que esperaba, los Reyes le
dispensaron benévola acogida. En la Península permaneció dos años,
preparando su tercer viaje, que emprendió en 1498, en el cual ya
dio con la Tierra firme, y en el que, por su indudable incompetencia
y crueldad con los indígenas, resolvieron los Reyes removerlo de sus
cargos. El reemplazo, Francisco de Bobadilla, excediendo sus
mandatos lo remitió á España cargado de cadenas, lo que apenó
sinceramente á los Reyes, quienes en desagravio le facilitaron los
auxilios para un cuarto viaje, en el que, si descubrió costas de la
América Central ( 1 502), no fue más dichoso que en los anteriores,
viéndose obligado á volver á España en 1504, para morir en Va-
lladolid (1506), olvidado de esa Corte que tanto lo acataba unos
años antes.
La Convención de 1492 estipuló para Cristóbal Colón y sus
descendientes el derecho exclusivo de explotar la ruta marítima
del Occidente ; sin embargo, á solicitud de los hermanos Pinzón y
otros navegantes, en 1495 se concedió á todo español licencia para
efectuar viajes de descubrimiento y comercio, partiendo de Cádiz,
con la condición de llevar á bordo un empleado que asegurase el
pago de las sumas correspondientes á la Corona. Colón, al regreso
de su segundo viaje, protestó centra esa licencia, que en parte siem-
pre subsistió, y que luego fue definitivamente restablecida cuando
los soberanos de Castilla decidieren quitar á Colón el gobierno de
las Indias. El primero de esos viajes ie exploración fue ejecutado
por Rodrigo Bastidas y el piloto de La Cosa, quienes avistaron el
litoral de Paria á la Gcajira y trajeren al regreso oro, perlas y
otras riquezas tropicales.
Las necesidades numerosas creadas por el descubrimiento de
América obligaren á España á fundar un centro administrativo^
para las Colonias, y en la Metrópoli se puso á cargo del Canónigo
sevillano Rodríguez de Fcnseca, lan n-altratado per les bic'grafos de
el mismo Colón pensó si no sería m^jor retrc ceder, fue Alon&o quien con frases
arrogantes se opuso, diciéndole, según testigos de la época : "volveos en buena
hora, que yo solo sabré cumplir el mandato de los Reyes basta descubrir U nueva
tierra, ó morir en su demanda" ; y por final, dijo de nave i nave, de maneía qu«
le oyeran todos: "Adelante! Adelante!
926 NuivA GiografÍa di Colombia
los Conquistadores, porque en los treinta añosque ejerció su carg-o
se opuso á sus demasías. La principal oficina del neg'ociado de Indias
fue la célebre casa de Contratación (Cámara de Comercio) de St-
Tilla, cuya influencia fue decisiva en el g-obierno del Nuevo Mun-
do en los primeros tiempos, porque más tarde se subordinó á una
entidad superior al Consejo de Indias.
El Consejo Supremo de Indias, que en verdad no existió sino
á partir de 1524, era semejante al Consejo de Castilla, es decir,
constituía un Cuerpo tn sesión permanente en Madrid, con pode-
res ejecutivos y judiciales sobre las Colonias de América y juris-
dicción en todos los neg-ocios civiles, militares, eclesiásticos y co-
merciales de las Indias. Con aprobación del Rey nombraba y re-
vocaba Virreyes, Presidentes, Oidores, Gobernadores, Arzobispos
y Obispos. Adn existía en 18 10.
La Casa de Contratación (1503) estaba encargada de des-
arrollar el comercio entre la Madre Patria y la América ; definiti-
vamente quedó org^anizada en 1543. Esa Casa despachaba las
naves, recibía las mercancías, conocía los pleitos que se relacio-
naban con el tráfico con las Colonias. En una palabra, por esa
Casa pasaron todas las fabulosas riquezas de la América españo-
la, inclusa la parte del Rey, siendo ella quien la repartía á los inte-
resados.
Desde los comienzos de la Conquista se esbozaron en las Anti-
llas los lineamientos de la organización colonial. En efecto, tanto los
españoles como los naturales aborrecían en esa época el trabajo
manual: grave problema era para los peninsulares encontrar quien
explotara las minas y cultivara el suelo. Quisieron obligar á los in-
dígenais, y éstos perecieron por millares, y fue entonces cuando la
Reina Isabel, por mejorar la suerte de los naturales, consintió
( 1 50 1 ) que se estableciera en América la raza negra somc-
iída á la esclavitud, ó mejor dicho, convertida en bestia de carga
en las Colonias. Cuanto á los indios, se imaginó repartirhs entre los
principales colonos con el carácter de encomiendas, á fin de que lei
enseñasen la religión y defendieran sus bienes, á cambio de lo cual
tenían derecho á cobrarles un tributo ó comisión. El beneficiario
del repartimiento ó encomienda, es decir, el encomendero, era una
especie de patrono y patrón. El sistema se generalizó y extendió
á todas las nuevas tierras pacificadas (conquistadas) en lo sucesivo.
En realidad de verdad, los indios eran siervos en la encomienda,
pero el sistema no produjo los desastres que se dice de ordinario,
por no reflexionar en la realidad de las cosas; la encomienda com-
prendió siempre millares de indígenas, y por lo tanto podían éstos,
sin gran esfuerzo, atender á las necesidades del patrón. A lo me-
nos en el Nuevo Reino de Granada pasaron así las cosas, confor-
me se deduce de los documentos de la época. Además, los sobera-
nos españoles hicieron constantemente loables esfuerzos para me-
jorar la suerte de los naturales.
Fue también en las Antillas donde con motivo de variaciones
en los repartimientos, del mal trato á los indios y de las quejas de
los colonos, el Rey de España resolvió establecer (1509) un Tri-
bunal Supremo ante el cual se pudiera apelar de los fallos del
Gobernador ; este fue el germen de la i.' Real Audiencia estable-
i
MviT* GsOtlArÚ DI COLCVIIA
cida en América que gobernó por entonces la mayor parte de las
Indias Occidentales, y cuya función esencial, bien definida en 1S40,
era velar por el bienestar de los indios, fiscalizar la conducta de
los empleados pilUicos y reprimir sus abusos. De sus decisiones
se apelaba ante el Consejo de Indias. En realidad de verdad, este
Tribunal fue el prim.ero de los nuestros, precediendo unas pocas
décadas al que luego se estableció en Santafe'.
o de Ciu«I Vifi>s, !egún E
SEGUNDA ÉPOCA— LA COLONIA (310 ANOS)
/. La Conquisla — Descubierto el Nuevo Mundo, avistadas nues-
tras costas al principiar el siglo xvi, y resuelta por España la toma
de posesión de los territorios arrebatados al mar, principió la se-
gunda época de la historia de Colombia ; es decir, la en que hará
parte de aquella Corona, en condiciones de Colonia mientras se
forma el pueblo hispano-colombiano y alcanza su mayor edad.
La época de que tratamos, aunque cronológicamente se sub-
divide en varios períodos, en realidad no comprende sino dos r la
Conquista y el desarrollo de la Colonia ; y de ellos el primero, con
$er en extremo corto, pues apenas alcanza á media centuria, es el
más rico en peripecias y acontecimientos trágicos y sublimes, inhe-
rentes á las expediciones y correrías que fueron necesarias para
9^8 NuivA GiooKAf /a db Colombia
ocuparlo real y materialmente é imponer á los naturales la obe*
diencia á sus nuevos señores. Y á su tumo la conquista se desdo*,
bló en dos subperfodos, correspondiente el primero á la obra de
los marinos en el litoral, que ocupa el primer cuarto de siglo, y el
segando á la de los verdaderos conquistadores, es decir, á la de
esos caudillos que con columnas siempre escasas en numero, se
lanzan de casi todos los puntos del perímetro al asalto del interior,
como si fuesen las puntas de las vanguardias de colosal ejército^
para cruzarse en el corazón de nuestros montes, y en otro cuarto de
siglo cumplen la maravillosa obra de esbozar en todos sus lincamien-
tos lo que había de ser la futura nación, puesto que dejaban seña-
lados los límites de las grandes entidades administrativas, los em-
plazamientos de las futuras capitales, y por desgracia también los
gérmenes de las rivalidades regionales, que tanto daño han cau-
sado al país.
Las costas de Colombia, desde la laguna de Chiriquí hasta
la Península de la Goajira, principiaron á ser exploradas en 1S49;
quince años después ya estaba regularmente establecida la comu-
nicación normal entre los dos océanos por los dos puertos de Por-
tobelo y Panamá. De 1522 a 1527 se exploró la costa Pacífica,
quedando determinada la configuración marítima de la Repúbli-
ca. El interior no tardó en ser explorado á su turno; en 1525 se
fundó la ciudad de Santamarta, y los pobladores allí establecidos
visitaron la Sierra Nevada y los valles aledaños.
Carlos V (1528), apurado de dinero un día, vendió á los Wel-
sers, banqueros de Ausburgo, el territorio cuya costa corresponde
á la actual República de Venezuela, como feudo hereditario de la
Corona, y autorizados los concesionarios para reducir á la esclavi-
tud á los indígenas que se opusiesen á la conquista ó no quisiesen
someterse al catolicismo. Los Welsers enviaron á Venezuela sol-
dados de fortuna y establecieron en Coro un mercado de esclavos.
£1 jefe de aquellos desalmados fue Ambrosio Alfínger, que asoló
completamente la comarca con sus exacciones y crueldades, hecho
lo cual los alemanes la abandonaron á los españoles (1540). El
gran teatro de las rapiñas de Alfinger fue ^1 Departamento del
Magdalena, en las hoyas del Ranchería, el Cesar y el Lebrija, y
el de Santander, en las del Catatumbo y el Zulia ; mientras que
sus sucesores las ejercieron en las montañas de Mérida y los Lla-
nos de Casanare y San Martín.
Pedro de Heredia, Gobernador de Santamarta ( fundada en
1525), obtuvo la Gobernación vacante de la Nueva Andalucía, y
fundó en 1533 ^ Cartagena, al W. de las bocas del Magdalena.
De ese lugar, puesto al abrigo de un golpe de mano, avanzaron
frecuentemente hacia el interior expediciones que penetraron hasta
Antioquia, produjeron á los españoles enorme cantidad de oro y
excitaron la codicia y la ambición de los demás peninsulares.
Por no ser menos los de Santamarta, cuando Lugo recibió esa
Gobernación, organizó lucida y numerosa hueste, que por la mar*
gen derecha del río alcanzó al cabo las aüiplamctes de Cundina*
marca y Boyacá, donde tenía su asiento el pueblo Muisca, de cos-
tumbres análogas á las de los mexicanos y de instituciones sociales
semejantes á las de los peruanos, y que quedan descritas en su
lugar. Vencedor Quesada de los Muiscas, fundó entre ellos la ciu-
NuxvA GiockafÍa »i CoLoniA 929
dad de Santafé, que, encaramada sobre la Acrópolis andina,
había de ser la capital de Colombia.
Acababa Quesada de establecer el centro de su presunto Go-
bierno, cuando por el Oriente y el Sur llegaron sendas expediciones
de conquistadores. Por el Oriente arribó Fredermán, Teniente de
Jorge Yon Spier, Gobernador de Coro, por cuenta de losWelsers;
por el mediodía apareció Belalcázar, Teniente de Pizarro y Gober-
nador de Quito. Las tres grandes rutas de Colombia quedaban se-
ñaladas por tres columnas que se componían del mismo número
de soldados (166 hombres, un clérigo y un fraile), distintos en su
aspecto, porque los orientales llevaban sobre sí pieles de animales
bravios, los meridionales ricos vestidos y los septentrionales telas
de las fabricadas en el país. Las tres expediciones, por una ú
otra causa no pudieron ó no quisieron venir á las manos, en rea-
lidad se fundieron en una sola masa estableciendo la unidad de
la República en obedecimiento á la conformación geográfica del
suelo, que explica la historia cuando no la determina. ¿ Habría
sido la misma la agrupación política de estos territorios, si esas
huestes llegan á las manos y triunfan los del Oriente ó los del Sur ?
Sea^de ello lo que fuere, con la fundación de Bogotá y su recono-
cimiento por los tres caudillos nombrados, puede darse por termi-
nada la exploración y conquista de Colombia, puesto que compañe-
ros ó Tenientes de ellos surcaban ó iban á surcar en esos momen-
tos las demás porciones del país. Y siguiendo las leyes geográficas,
fueron los peninsulares establecidos en las alíiplanides los que re-
corrieren las llanuras orientales hasta el Orinoco y las breñas del
Caque tá ; en tanto que los de la Costa y Popayán se cruzaban
hacía el río de La Vieja, y lanzaron las puntas visitadoras del Cho-
có en prueba de la unidad de las cordilleras transmagdalénicas.
Estas gigantescas correrías, sin par en el resto del Nuevo
Mundo, debiéronse en primer término á que Colombia suministró
más oro que México y el Perú, pero no tanto en manos de los na-
turales cuanto en las minas y en las guacas ó sepulcros indígenas
que las hacían fructuosas para los que con la atención debida re-
corrían el terreno buscando las Necrópolis que convenía violar.
Jautas de los conquisi aderes — Natural parece colocar á la cabeza
de todo estudio de la Conquista un resumen de los trabajos de
cada uno de los conquistadores, que fueron á la vez los explorado-
res del territorio colombiano, el cual recorrieron íntegramente en
la primera mitad del siglo xv.
Costas — i4gg-j¿oo, Ojeda — Alonso de Ojeda, que estuvo en el
2.° viaje de Colón, acompañado por el piloto Juan de la Cosa y el
italiano Américo Vespucio *, destinado por la suerte á imponer su
• Aun cuando es opinión muy admitida que el nombre de America provie-
ne del de Vespucio, muchos lo ponen en duda y lo derivan de Ametic ó América
nombre de una de las mis altas montañas de Nicaragua, dobladas por Colón en
su postrer viaje, y ricas en oro. Arguyese que el primer nombre empleado por
el librero de Saint Dio fue Americio y el de Vcs¡ ucio era Albcricoó Aroerigo, y
que en E?par'a se aceptó la caita de Basilea (1522), donde ?e leía : América pro-*
viñeta, porque se la conocía y aun era popular en los puertos, que de lo con»
trario no se habría admitido ese nombre desde el primer momento y sin di»*
ón.
930 NvwA Gio«ftAriA »i Colombia
nombre al Nuevo Mundo, recorrió la costa Norte de Venezuela,
lleg'an:lo hasta el Cabo de la Vela en la Goa jira, primera porción
conocida de nuestro litoral Atlántico, repitió el viaje en 1502.
i^OD-iSor. R§:iri^ro Bjsíidds — Bastidas, acompañado por el
mis:Ti3 pilotj Ds la C^sa, continui la exploración del litoral, desde
elCabíde la Vela hasta cerca de Portobelo, descubriéndolas
bocas del Mag^dalena y la bahía de Cartag-ena, donde pereció De
la Cosa.
1^02-1^03, Colón — Cristóbal Colón, recorriendo la costa de
Centro America, exploró el litoral panamefío de Occidente á Orien-
te, hasta Portobelo.
i^ri-ijrj. Balboa — Vasco Ndñez de Balboa en 15 11 remon-
tó el A trato hasta Murindó, y luég^o, cruzando la serranía del Da-
rién, tuvo la íf loria de descubrir, el 25 de Septiembre de 1813, el
Océano Pacífico.
75*22. Ajidagoya — Pascual de Andag"oya, partiendo de Pana-
má, cruxó el Pacífico y lleg"ó hasta las bocas del río San Juan.
1^24-1^26 — Pizarra y Almagro — Francisco Pizarro y Dieg'o
de Almaj;;"ro, después de segfuir la misma ruta de Andag'oya, con-
tinuaron hacia el Sur, explorando el resto de la Costa colombiana.
Pizarro descubrió después el Perd.
Interior — i^jo-j^ji, Álfinger — El alemán Ambrosio Anfinger,
saliendo de Coro, cruzó el golfo de Maracaibo y los Montes de Oca,
descendió al valle de Cesar, tornó á cruzar la cordillera para entrar
á Ocaña, de donde descendió á Girón. Da aquí, revolviendo por las
cumbres de Santurbán, llegó á Silos, y luego á Chinácota, donde
pereció. Su Teniente Juan de San Martín condujo la expedición
otra vez á Coro por Cdcuta y el Zulia.
Tjj/. Herrera — Juan de Herrera, entrando por las bocas del
Orinoco, remontó dicho río y descubrió el Meta.
IS33' Hendia — Pedro de Heredia, el fundador de Cartagena,
exploró la llanura atlántica hasta el río San Jorge.
1535-1^39' Espiray Federmán. — Jorge Espira (Speier) salió de
Coro, rumbo del Sur, cruzó la serranía de Mérida y entró á los Lla-
nos de Casanare y luego al de San Martín, llegando hasta el límite
meridional de éstos en el río Ariari. Regresó por la misma ruta. Su
Teniente, Nicolás de Fredermán.que tenía orden de alcanzarlo lle-
vándole recursos, por explorar terrenos por cuenta prooia, de Coro
pasó á la Goajira, donde volvió al Sur, para salir á Casanare por
el Sarare ; avanzó por los Llanos hasta donde lo hizo Espira, pero,
más afortunado que éste, tuvo noticias de los Muiscas, y dobló
al Occidente, entró á la Sabana de Bogotá después pe cruzar la
cordillera por Pascay Usme.
/jjj'-Tfjp. Belalcázar — Sebastián de Belalcázar, conquistador
de Quito, como Teniente de Pizarro, salió de esc lugar con Añas-
00 y Ampudia, y tomando rumbo del Norte, cruzó la tierra de los
Pastos y los valles del Patía, Popayán y Cauca, hasta Cali. De
aquí regresó á Popayán, y buscando principalmente salida al mar,
dobló al Oriente, trasmontó el Guanacas, llegó al valle de Neiva,
bajó por la izquierda del Magdalena hasta Méndez, y sabedor del
arribo de Frcdcrmán á la Sabana, ascendió á ésta por el valle del
Rionegro.
NuxvA Gedokatia dk G)lombu 93 1
153^1540. Quesada. — Gonzalo Jiménez de Quesada, Teniente
de Lug'o el Gobernador de Santamaría, fue enviado por éste, con
lucida expedición, á remontar el Mag-dalena por su orilla derecha,
y en su marcha realizó una de las más difíciles correrías verifica-
das en América. Recorrió las tierrar de Chimiquica, Chirig-uaná,
Tamalameque y Paturia ; cruzó los ríos Cesar, Lebrija y Sogamo-
so; en Barrancabermeja remontó el Opón, y, transmontándola
áspera serrania de los Lloriquíes, alcanzóla hoya del Saravita, por
la cual enderezó rumbo al Sur ; pasó por Moniquirá, Tinjacá, már-
gfenes de la Lag"una de Fdquene, Guachetá y Leng^uazaque ; de
aquí por el páramo de las Ovejeras entró á la hoya del Funza ;
pasó por Suesca, Nemocón, Cajica y Chía ; esg^uazó el río en Suba,
y cruzando los pantanos de Eng^ativá (Ingativa) lleg^ó á Bacatá, la
capital de Muequetá, que todos los historiadores erradamente han
identificado con Funza, pues tenía su solar donde hoy está Fontibón.
Después de recorrer la Sabana de Bogotá, que llamó Valle de los
Alcázares, tomó la vuelta del Norte, hacia Tunja, por Guasca,
Guatavita, Chocontá y Turmequé. De Tunja pasó á Sogamoso, de
donde regresó á la Sabana para fundar la ciudad de Santafé de
Bog"otá, dos leguas al E. de Fontibón, y encontrarse con los con-
quistadores Belalcázar y Fredermán, con los cuales bajó á Guáta-
quí para descender el Magdalena y regresar á España.
1537. César. — Francisco César salió de San Sebastián de Ura-
bá, y por la costa oriental del Golfo de este nombre y la Serranía
de Abibe alcanzó los valles del alto Riosucio, de donde regresó á su
punto de partida.
1538. El mismo César, acompañado por Badillo, tornó á re-
correr la ruta indicada ; de los valles del Sucio ascendió á trans-
montar la cordillera del Chocó para caer al cañón del río Cauca,
<jue cruzó para remontarlo por su derecha. Muerto César en Corí,
Badillo siguió la exploración hacia el Sur, y llegó hasta Cali (Lili),
•donde se encontró en dominios de Belalcázar.
1539. Rolledo. — Jorge Robledo, saliendo de Cali se dirigió al
Norte, por la derecha del Cauca ; cruzó loi ríos La Vieja y Arma,
pasó por el Valle de Aburra y en el Valle de Evéjico fundó la ciu-
dad de Antioquia.
1540. Andagoya, — ^Este conquistador, con nuevos recursos, cru-
zp el Pacífico, llegó á la Buenaventura, remontó el Dagua, trans-
montó la cresta del Chocó y llegó á Cali, aconteciéndole lo mismo
que á Badillo.
1 541. Urre. — Felipe de Urrc, partiendo de Coro, recorrió una
ruta paralela á la de Espira y Fredermán, avanzó un poco más al
Sur, hasta Uribe, y de allí volvió á Coro.
1542. Quesada. — Hernán Pérez de Quesada, hermano del Con-
quistador, salió de Bogotá por Tunja y Santa Rosa, fue á trans-
montar la cordillera, y por Labranzagrande salió á los Llanos de
Casanare. Una vez en éstos, dobló el Mediodía por el pie de los
Andes, y con dificultades sin cuento costeó el actual Departa-
mento del Tolima, pasó el Caquetá, llegó á Sebundoy, donde fun-
dó un pueblo con los indios Muiscas que le acompañaban ; aquí
cruzó al Occidente, transmontó la cordillera, entró á Pasto, y de
esta ciudad regresó á Bogotá por Popayán y Neiva.
93^ NUKVA GkOGKAFIA DK COLOMIIA
1 54 1. OrelUna. — Francisco de OrcUana, Teniente de Pizarro^
descendió el Marañón (Amazonas), por el cual salió al mar.
íS7i- Quesada, Gonzalo Jiménez de Quesada, de regreso de
España, salió de Bogotá con lucida expedición, transmontó la cor-
dillera y entró á los Llanos de San Martín, que recorrió costeando
el Guaviare hasta San Fernando de Atabapo.
Resumen : Bastaron, pues, dos generaciones para consumar
la exploración del territorio patrio, conocido con bastante exacti-
tud antes de que terminara el siglo ; y si los conquistadores hubie-
ran tenido á su disposición medios menos groseros para calcu-
lar rumbos, distancias y posiciones astronómicas, desde esa época
las cartas geográfícas de la Colonia hubieran merecido el nom-
bre de tales.
I.**) La Tierr afirme : Ojeda y Nicuesa-Balboa. La exploración y
ocupación de las Antillas entretuvo álos peninsulares cerca de veinte
años. Ningún punto de la Tierrafírme había sido ocupado de una
manera formal, por lo cual el monarca español, deseoso de sacar
partido de las exploraciones realizadas desde la boca del Orinoco
hasta el Cabo Gracias á Dios, dividió en 1509 todo este litoral en
dos Gobiernos separados del de la Española. El oriental (costas de
Magdalena y Bolívar), denominado Nueva Andalucía, fue confía-
do á Alonso de Ojeda, que muchas veces había explorado esos
parajes. El occidental (Cauca y Panamá), con el nombre de Gm-
fiüa del Oro, tocó Á Diego Nicuesa. Ojeda salió inmediatamente
con su expedición, en tanto que Nicuesa preparó la suya con
gran boato. Ambos encallaron miserablemente en sus esfuer-
zos para fundar una colonia, por los obstáculos del terreno, el cli-
ma abominable y la resistencia de los indios más guerreros que
hasta entonces habían encontrado los conquistadores. Ojeda des-
embarcó en Calamar (Cartagena), pero los Turbacos lo vencieron
completamente. Por fortuna en ese momento llegó Nicuesa, y con
su auxilio vengó su derrota ; pero no considerándose seguro, se co-
rrió al Golfo de Urabá, donde se fundó la ciudad de San Sebas-
tián, que pronto estuvo sitiada por los indios. Ojeda, gravemente
herido en un encuentro, resolvió pasar á Santo Domingo en busca
de nuevos recursos, dejando intertanto como Jefe á Francisco Piza-
rro. Este, como se tardara Ojeda y no pudiera resistir á los indios,
te embarcó con los colonos en dos buques que le quedaban : en el
camino encontró los auxilios enviados por Ojeda al mando de Enci-
so. Regresaron juntos á San Sebastián, que hallaron destruida ; y
temerosos de los indios, y por consejo de Balboa, trasladaron el lu-
gar á la costa occidental del golfo, donde fundaron á Santa María
la Antigua del Darién, después de vencer á los naturales.
Nicuesa, después de auxiliar á Ojeda, siguió á su gobernación
á buscar punto para fundar la capital ; pero una tempestad disper-
só la flota : Nicuesa, con la Capitana^ fue arrojado á la laguna de
Chiriquí, donde se perdió el buque. Las otras naves arribaron á
Chagres con López de Olano, quien en vez de auxiliar á Nicuesa,
se dirigió á Belén en busca de los minerales de Veragua. A este
punto llegaron cuatro marineros que habían abondonado á Nicue-
sa, lo que obligó á Olano á prestar socorro á su Jefe. Nicuesa pasó
NutVA GlOMAriA DK COLQHBU
i Btlén, allí hubiera dado muerte i Olano sin la intervención de
algunos amigos, y en seguida marchó á Nombre de Dios, donde
pretendía fundar su colonia. De este punto envió una embarca-
eiiSn i traer i los que habían quedado en Chiriquí y Belén, nave
que se encontró con los auxilias que traía Colmenares, quien se
dirigió cti el acto á Nombre de Dios, encontrando i Nicuesa en la
situación más deplorable. Los colonos de Santa María, apenas es-
tablecidos, se dividieron en dos parcialidades, que proclamnban
Jefes i Enciso y á Nicuesa: Balboa se declaró por este último, y
depuesto Enciso, se nombraron autoridades del respectivo laudo.
En estos momentos llegó Rodrigo Colmenares con refuerzos para
Nicuesa ; auxilió i los colonos y siguió en busca de su Jefe, como
queda dicho. Merced á Colmenares, Nicuesa pudo trasladarse i
Santa María, fundada en tierras de su jurisdicción, pero como im-
probara los repartimientos del oro, los colonos lo desconocieron y
arrojaron del lugar: emprendió viaje con diez compañeros que le
quedaron fieles, y con ellos pereció en San Andrés de Providencia.
riguí* 332— El Ciine (nevado de S«nt« kíM) y loi Hanoi del Placer
De lotogiaíií
Los colonos de Santa Mar(a proclamaron jefe á Balboa, quien
«nvió un comisionado á España i llevar los quintos reales, otro i
Santo Domingo en consecución de auxilios, y se g-and á muchos
934 NuivA GioGKArú di Colombia
naturales, dándoles buen ¡trato. Por boca del Cacique Comagre-
supo que al otro lado de la cordillera que tenían á la vista halla-
rían un mar en cuyas riberas babitaban hombres blancos y era
abundantísimo el oro que tanto anhelaban.
Balboa no podía por lo pronto expedicionar sobre ese mar de I
Sur, y entre tanto exploró el valle del Atrato, castig-ando terrible-
mente á los naturales que después de sometidos trataban de suble-
varse á sus espaldas.
Tan lueg-o como llegaron los auxilios pedidos á Santo Domin-
go, Balboa, que había asumido el carácter de Gobernador, mar-
chó con ciento noventa españoles y mil indios en busca del mar
del Sur, que divisó por primera vez de lo alto de un monte, el 35
de Septiembre de 1513 : allí puso Balboa una cruz y la bandera
de Castilla. Los expedicionarios, divididos tres tercias al mando
de Alonso Martín, Francisco Pizarro y el Gobernador, descendie-
ron sucesivamente á la ribera del golfo del Daric'n del Sur, y Bal-
boa, entrando en las aguas hasta el pecho, tomó posesión del Océa-
no Pacífico en nombre de los monarcas españoles. La hueste re-
gresó por otra vía, y en la colonia el Gobernador fue recibido en
triunfo, tanto por el oro que traía, como por la importancia del
descubrimiento realizado, que al saberse en la Corte, le valió el
título de Adelantado.
Entretanto, Pedro Arias Dávila, de ilustre cuna, nombrado
Gobernador de Castilla del Oro, zarpó de España con 1 5 barcos y
mil quinientos hombres, muchos nobles, lujosamante equipados ;
fuera de colonos y marineros traía dos oficiales consejeros, al cro-
nista Fernández de Oviedo y á Fray Juan de Quevedo, primer
Obispo de Tierrafirme. En Mayo de 15 14 arribó á Santamaría^
é hizo gran carnicería entre los naturales, que le opusieron re-
sistencia ; después intentó arribar á Cartagei.a, pero los vientos
lo llevaron al golfo de Urabá, donde, á pesar de que Balboa salió
á la playa á recibirlo, desoyendo el consejo de quienes le deeían
opusiese resistencia, por envidia en el acto le hizo residenciar,
temiendo el disgusto de verlo absuelto por sus jueces. Pedrarias,
irritado, aparentó que se olvidaba de él, no obstante que en dos
meses había perdido setecientos de sus compañeros por mala ad-
ministración, y el descubridor del mar Pacífico le habría sido de
grande utilidad.
Pedrarias, en su afán de recoger oro, cambió de rumbo y co-
menzó á esquilmar á los naturales, lo que provocó continuas su-
blevaciones de los Caciques. A Balboa, por exigerxias de los colo-
nos, tomó á llamarlo al servicio, pero únicamente para enviarlo con
pocos soldados en busca del tesoro de Dabaibe, en cuya empresa
fue derrotado y herido por losi ndios. A Vallejo lo despachó por la
banda oriental [del golfo, donde pereció con toda su gente ; lo
mismo sucedió á Becerra, á quien envió luego á vengar esa afren-
ta con más tropa. Despreciando los derechos de Balboa sobre el
mar del Sur, envió á Morales á explorar las islas de las Perlas.
Este jefe, aunque obtuvo algunas ventajas, por sus depredaciones
irritó de tal manera á los indios, que se vio en aprietos ; para salir
de ellos les ofreció la paz ; pero cuando los Caciques se presenta-
ron con sus tropas á pactarla, los atacó traidoramente y los mató
jdnto con setecientos de sus compañeros. Este acto enfureció á los
NUIVA GXOGKAFIA DI COLOMBIÁ 935
indios, quienes atacaron á Morales con tal brío, que tuvo que aban-
donar lo robado y huir con los pocos compañeros que le quedaban.
En seguida dispuso Pedrarias que Guzmán y Albites marcharan á
la costa del Sur, lo que hicieron logrando vencer en el camino á
los indios, y así pudieron avanzar por Chepo hasta Pantrná {lugar
alundanie en mariscos).
Otras expediciones despachó Pedrarias á la Costa atlántica
del Istmo. Badajoz condujo una á Nombre de Dios, donde halló
pirámides hechas con los huesos de los compañeros de Nicuesa.
De allí pasó á Veraguas, donde los naturales se le sometieron ;
pero como uno de los caciques le regaló una fuerte suma en oro,
lo atacó creyéndolo riquísimo, pero el indio lo venció y sitió, de
suerte que de los españoles no se salvaren sino unos pocos por ca-
sualidad, los que tuvieron que repasar á la Colonia sin un real.
Pedrarias acrecentaba sin cesar su malquerencia á Balboa, y
el Obispo, creyendo era necesaria su reconciliación á la Colonia,
medió en el asunto y consiguió ajustar esponsales entre una hija
del Gobernador y Balboa, y que á éste le fuera permitido cxpedi-
cionar en el mar del Sur. Acompañado por 8o voluntarios, en dos
bergantines que pudo construir, recorrió el mar que aún lleva su
nombre, recogiendo oro y ganándose á los naturales. Pedrarias,
acrecidos sus celos ccn este éxito, llamó á Balboa, so pretexto de
darle instrucciones, y cuando estuvo en Acia lo hizo encadenar, con-
denar á muerte y ajusticiar por el Alcalde Espinosa, porque le su-
ponía intención de apoderarse de las tierras que iba á descubrir, no
obstante las protestas del calumniado y las súplicas de los colonos.
Con motivo de este odioso crimen y de que maltrataba á los
indios y los vendía como esclavos, contra los mandatos del Rey,
las autoridades de la Española prohibieron á Pedrarias que en lo
sucesivo tomara disposición alguna sin previa consulta al Cabildo
del Darién. Deseoso el Gobernador de sustraerse á tan incómodas
autoridades, partió á recorrer el Mar del Sur en las mismas bar-
cas de Balboa, nada hizo de provecho, pero consiguió de la Corte
el permiso para fundar una ciudad, que lo fue Parama, á donde
trasladó el Gobierno civil, el eclesiástico y los colonos, y es la única
que subsiste de las que se fundaron entonces en el Istmo. En Pana-
má fue además donde Francisco Pizarro concibió el proyecto de
descubrir las tierras auríferas del Sur, comunicó su pensamiento á
Diego de Almagro y al Conónigo Hernando Luque í éste dio los
fondos {% 20,000), y los dos Capitanes partieron á su empresa en
Noviembre de 1525, y arrostrando peligros descubrieron y con-
quistaron el Perú, lo que tal vez hubiera hecho Balboa ; cuya ri-
quezo lo hizo erigir en Virreinato desde 183 1 y también ser teatro
de luchas y crímenes horribles entre los conquistadores.
Pedrarias, á pesar de estos crímenes y de otros mayores co-
metidos después, por su cuna é influjos en la Corte, pasó luego á
regir á Nicaragua, donde murió de viejo, lleno de honores y ri-
quezas, reemplazándole por lo pronto en Panamá un pariente suyo»
Colón, aunque ya anciano y enfermo, en 1502, estimulado por
las noticias de los descubrimientos de Vasco de Gama en las In-
936 NvBVA GiOGRArÍÁ bi Colombu
dias, consig"uió auxilios para un cuarto viaje en busca de la vía de
Oriente. Después de una naveg'ación de muchos días, descubrió
Colón el cabo de Gracias á Dios, de donde singló al S. hasta el
archipiélag"o que cierra la entrada de la g'ran laguna de Chiriquí ;
allí vio muestras de oro fino, que se le dijo era extraído de Vera-
gua. Por lo pronto el mal tiempo le impidió ir á ese punto, y no lo
consiguió luego sino con mil penalidades.
Alcanzado Veragua, Bartolomé exploró el río de ese nombre,
y los dos hermanos acordaron la fundación de una colonia y que el
Almirante regresara á conseguir más recursos, lo que se hizo que-
dando en tierra, como Adelantado, Bartolomé con 8o hombres esco-
gidos, en un villorrio de lO ranchos y un cercado que se llamó
Trinidad de Belén, y que fue la primera de nuestras poblaciones,
pero que no duró sino días. E)n efecto, el Adelantado creyó que era
conveniente inspirar temor á los naturales, y traidoramente apresó
y transportó á los buques al Cacique con su familia. El jefe se salvó
arrojándose un día al mar, y sus compañeros se ahorcaron por es-
capar á la esclavitud. Estos incidentes precipitaron la marcha de
Colón, quien antes de zarpar envió al Capitán Tristán á avisarlo al
Adelantado.
Los naturales, indignados con la prisión de su Jefe, atacaron
el fuerte, llegando en esos momentos Trutan, que ayudó á los sol-
dados á replegarse á la playa, á embarcarse en las naves, porque
no podían resistir la lucha. Colón llegó á Santo Domingo al cabo de
varios meses de padecimientos y peligros, y siguió á España, cu-
yas playas pisó el 7 de Noviembre de 1504.
A principios de 1533 llegó á las playas de Calamar una cre-
cida expedición al mando de Pedro de Heredia, quien, en 21 de
Enero, dio principio sobre la bahía á la fundación de una ciuiad
que se llamó Cartagena, porque casi todos los soldados procedían
de la cuidad española de ese nombre, que fue la tercera erigida
por los conquistadores en nuestro territorio y la primera que sub-
sistió. Antes de dicha fundación tuvo Heredia que derrotar á los
Turbacos, los vencedores de Ojcda, en larga y reñidísima batalla,
y luego al Cacique de Bocachica, con lo cual los demás jefes in-
dios de las inmediaciones pidieron la paz y entregaron cuantiosas
sumas en oro. Botín enorme recogió Heredia en seguida en una
expedición hasta la orilla del Magdalena ; de manera que al re-
gresar y repartir la presa, cada soldado recibió 6,000 ducados
($ 48,000 en oro), que fue el mayor repartimiento hecho en la Con*
quista.
Como se comprende, Cartagena prosperó rápidamente, y He-
redia emprendió expedición al Finsenü (territorio del San Jorg^e, no
del Sinii), en busca de los abundantes veneros de donde los indios
extraían su oro, y allí encontró ricos cementerios y un santuario con
ídolos adornados de planchas de oro. Continuó su marcha á Zenu-
fana (Nechí), porque esa comarca tenía fama de ser muy rica ; pero
por los obstáculos que encontró y por la muerte de muchos de sus
compañeros, regresó no sin haber recogido 400,000 ducados.
Intertanto habían llegado á la ciudad Fray Tomás Moro, su
primer Obispo, con el hermano del Conquistador, Alonso, que fue
nombrado su segundo. Alonso, acompañado por Francisco César,
etíiprendió nueva expedición, que se dirigió al Sinü, fundó á San-
NUKVA GlOGRÁFIA DX CoLOMBIA 937
tiago de Tolií, reedificó á San Sebastián, pero no encontró el oro
que esperaba, porque los naturales lo habían ocultado. Como Cé-
sar fuese enviado á la Costa en busca de víveres, y allí recogiera
una cantidad de oro, Alonso pretendió que se lo entregara, á lo
cual se denegó aquél, sosteniendo era botín de todos los expedicio-
narios, el Jefe montó en cólera y lo condenó á muerte ; pero no
hubo quien se prestase á ejecutar tan injusta sentencia. Luego
Alonso regresó hacia el Oriente (iS3S), llevándose encadenado á
César, pasó por Ayapel, cuyos habitantes huyeron abandonando
sus riquezas, y llegó hasta las orillas del río Magdalena, donde
fundó la villa de Santa Cruz de Mompós, pero hubo de regresar
i Cartagena falto de víveres.
D. Alonso, deseoso de ganar el famoso tesoro de Dabaibe,
volvió á expedicionar hacia el golfo de Urabá, en una de cuyas
costas vivía en paz con los naturales Julián Gutiérrez, que había
reedificado el caserío de Acia y moraba allí con su esposa, her-
mana del Cacique, y César, á quien había detenido cuando irrita-
do por los maltratos de Heredia, pretendía pasar al Perií. Alonso
intimó á Gutiérrez que abandonara el golfo, y como no se le obe-
deciera inmediatamente, saqueó la población. César y la hermana
del Cacique se fugaron á los montes con intención de sublevar los
indios y volver á tomar venganza. Heredia, obligado por la situa-
ción, capituló con César, y regresó á Cartagena llevando preso á
Gutiérrez, que allí fue puesto en libertad. A pocos días volvió á ex-
pedicionar en busca del mencionado tesoro, pero sin éxito ninguno.
Heredia, después de la residencia que le siguió Badillo, reasu-
mió su puesto, y su hermano Alonso estaba en San Sebastián cuan-
do á ese lugar llegó Robledo con algún caudal, buscando paso al
Océano para escapar á la dependencia de Belalcázar, y creyendo
que el oro había sido recogido en la jurisdicción de D. Pedro, se lo
arrebató y lo envió preso á España. Este acontecimiento despertó
en Heredia el anhelo de hacerse al tesoro de Dabaibe, para lo
cual emprendió una exploración que resultó desgraciada. Con ese
motivo pasó á Antioquia, sosteniendo qu*: tal territorio era de su
jurisdicción: de los pobladores, unos le reconocieron, pero otros,
encabezados por Cabrera, le resistieran, lo apresaron y remitieron
á Belalcázar, quien le permitió compareciese ante la Audiencia de
Panamá, pero ésta lo absolvió y le permitió regresar á su Gobierno.
Después del taqueo de Acia, César quedó en San Sebastián,
aclamado jefe por sus compaiíeros, que también codiciaban el te-
soro tantas veces nombrado. En demanda de esa quimera partió ha-
cia el Sur, atravesó la sierra de Abibe y penetró al valle de Gua-
ca, gobernado por el cacique Nutivara, quien en un reñido com-
bate estuvo á punto de vencer á los conquistadores. César continuó
su marcha, y por dos indios aprehendidos supo la existencia de
40,000 ducados en una sepultura, y que todos los naturales de la
comarca se movían para asaltarlo, por lo cual determinó regre-
sar á San Sebastián, en consecución de nuevos refuerzos. En San
Sebastián tuvo noticia de que los dos Heredias estaban encarcela-
dos como defraudadores del tesoro real, por orden del Oidor Ba-
Nuiva Gtografh de C^kmlna tomo i— ^
93^ Nueva Gkograpia de Colombia
dillo, á quien la Audiencia de Santo Doming-o había mandado á re-
sidenciarlos. En el acto marchó César para Cartagena, y olvidan-
do la injusticia con que lo habían tratado, no sólo les llevó la parte
del oro recogido en tu correría, sino que les ofreció sus servicios é
intercedió por ellos ante el Visitador.
En efecto, las violencias de los Heredias provocaron quejan
ante la Audiencia de Santo Domingo, la que, en vista de ellas y del
cargo que se hacía al Gobernador de Cartagena de defraudar la
parte que á la Corona correspondía en un botín por la fama au-
mentado considerablemente, nombró Visitador al Oidor Juan Ba^
dillo, para que pasara á la Tierrafirme á residenciarlos.
Badillo, sobre excederse en su mandato en cuanto á los He-
redias, les sobrepujó en exacciones y atropellos ; y como tuviera
noticia de que venía otro Juez á seguirle causa, para salvarse de
ella organizó una expedición al Dabaibe, llevando como Teniente
á César. La hueste salió de San Sebastián en 1538, por la misma
ría de Abibe, y atacada por el valiente Nutivara en el valle de los
Pitos, habría perecido sin la habilidad y el valor de César. La ex-
pedición continuó con menos tropiezos por el valle de Norí, trans-
montó la cordillera del Chocó y llegó á las tierras de Buriticá, en
las márgenes del Cauca : el Cacique resistió, pero fue vencido ;
para salvar á su familia prisionera ofreció á los españoles condu-
cirlos á una rica mina ; en el camino se precipitó con sus guardia-
nes á una sima, y como no muriese del golpe, Badillo le hizo que-
mar vivo.
La expedición continuó su marcha al Sur por la margen iz-
quierda del Cauca ; con grandes penalidades atravesó la montaña
del Oro y llegó al valle de Anserma, habitado por los valentísimos
Gorrones, donde murieron Fernández y César. Empero, Badillo
estaba resuelto á no echar pie atrás, y continuó su trabajosa ruta,
llegando al cabo á Cali al año de haber salido de San Sebastián.
Huía de la justicia, y sin embargo la encontró: Aldana, nuevo Go-
bernador de Popayán, al saber su llegada, le llamó á dar cuenta
de porqué había entrado en armas en jurisdicción ajena, y de allí
lo remitió preso á Panamá. Absuelto, regresó á España, donde mu-
rió pobre y despreciado de todos.
De nuevo volvió Heredia á su Gobierno, y entonces Cartage-
na fue atacada por el francés Baal (27 de Julio de 15S4), quien diex
días antes había incendiado á Santamarta : saqueó á los habitan-
tes, y si no destruyó la ciudad, debióse al fuerte rescate que por
ella pagaron las autoridades. Pasado este contratiempo, Heredia
retomó á Antioquia, donde esta vez fue reconocido, y nombró las
autoridades del caso. Vuelto á la capital, aun sufrió residencia
otras dos veces, pero en ejercicio de la Gobernación murió ahogado
en 1556.
*••»
Rodrigo Bastidas emprendió su primer, viaje e;i.isoo,y n;co*
rrió la costa colombiana de la Goajira á Panamá, logrando dónde»
^ui^a ser bjen recibido por los naturajfts^ y regresó á España con
Nueva Geografía de Colombia 939
intención de volver, lo que no consiguió hasta 1525, con el carác-
ter de Gobernador de lo que iba á ser Provincia de Santamaría.
En Julio de 1525 arribó con cuatro buques regularmente tri-
pulados á las inmediaciones de las bocas del Magdalena, á una
bahía donde desagua el Manzanares, y como ya era conocido de
los naturales, acordó la paz con ellos y echó los cimientos de la
ciudad de Santamaría. Empero, la conducta del jefe no satisfízo á
muchos de sus rapaces compañeros, quienes en una conjuración
le dieron de puñaladas. Rodrigo Palomino auxilió á su jefe, que
le confío el mando y fue á morir á Cuba, en tanto que sus asesinos
eran ajusticiados en Santo Domingo. Palomino permitió á los sol-
dados ir á saquear tribus distantes, en lo que no fueron afortu-
nados.
La Audiencia de Santo Domingo, al saber la muerte de Bas-
tidas, envió como Gobernador de Santamarta á Pedro Badillo, á
cuyas órdenes puso una columna de doscientos hombres. Palomino
rehusó entregar el mando, mientras se decidía el punto en Espa-
ña. Acampaban cerca las dos fuerzas, y Pedro de Heredia, Te-
niente de Badillo, intentó seducir la tropa de Palomino ; mas éste
descubrió tales manejos, castigó á los que habían convenido en
ellos, y marchó á atacar á su contrario. Intervinieron entonces los
capellanes, y consiguieron que los dos jefes reunieran sus tropas y
mandasen juntos, ínterin decidía la Corte. Resuelto así el punto,
marcharon á sojuzgar á los Taironas, pero fueron rechazados con
grandes pérdidas, y al regreso se ahogó Palomino en el río que
lleva su nombre.
Badillo, dueño exclusivo del mando, dio rienda suelta á sus
pasiones y organizó una expedición hacia el Valle de Upar, de la
cual regresó al cabo de un año, con no pocas riquezas. La mala
conducta de Badillo hizo que la Corte nombrara Gobernador de
Santamarta á García de Lerma, y que á éste se adelantara Graje-
da para residenciar á Badillo, quien fue remitido preso á España
por Lerma, sin cuya oportuna llegada Grajeda le habría hecho
ajusticiar.
García de Lerma traía instrucciones de la Corte para tratar
bien á los indios é impedir terminantemente que se les hiciera es-
clavos : con él venía como primer Obispo Fray Tomás Ortiz, nom-
brado además Protector oficial de los indígenas, pero que en vano
trabajó porque se cumplieran las órdenes de los soberanos.
En 1529 desembarcó García de Lerma con una lujosa expedi-
ción: los Oficiales se desconsolaron al ver desiertas aquellas ribe-
ras que soñaban cubiertas de riquezasi, por lo cual el Gobernador
repartió entre ellos todo el Valle de Upar, disponiendo que los in-
dios les pagaran tributo. Para sí se reservó las tierras de Poci-
güeica, por ser las más valiosas, aunque las de más peligro ; y ea
efecto, cuando ya había esquilmado á los indios, éstos lo atacaron y
vencieron, y le obligaron á huir abandonando sus riquezas. Auxilia-
do por los Hondas, intentó Lerma recobrar lo perdido, pero de
nuevo fue rechazado con grandes pérdidas. Ocupóse entonces en
despachar expediciones á distintos. lugares, como fueron la de Pé-^
^94^ Nueva Geografía de Colombia
•dro de Lerma, que llegó á Tamalameque, de donde Lebrija se
adelantó, sin provecho, hasta el río que hoy lleva su nombre ; y la
que dirig-ida por el ObispK), se trasladó con fines pacíficos á la feria
que los naturales celebraban donde hoy está San Juan del Córdoba.
Por este tiempo llegaban á Santamarta deslumbradoras noti-
cias del Perú, que tentaron á no pocos, por lo cual Lerma, para
evitar ese peligro, ideó una expedición á los sepulcros del Sinú,
que, segiSn la fama, encerraban riquezas fabulosas. Además, en esa
misma época el portugués Jerónimo de Meló, afrontando las temi-
das bocas del Magdalena, penetró por ellas, remontó el río trein-
ta y cinco leguas, y habría continuado la exploración de éste si no
hubiese muerto de fiebre.
El Bachiller Viana, con ciento diez hombres, constituyó la ex-
pedición al Sinú: remontando el Magdalena llegó á Tacaloa, de
allí siguió por el Cauca, aguas arriba, y luego hizo lo propio por el
San Jorge; y aunque los indios abandonaron sus hogares sin hacer
resistencia, fueron tantas las penalidades, que de ellas murió Via-
na á los ocho meses de inútil expedición, por lo cual sus compañe-
ros regresaron á Santamarta, en lo que hicieron muy bien, porque
por la vía que llevaban habrían salido al Atrato.
Intertanto también había fallecido García de Lerma. Lo reem-
plazó Infante, que se ocupó en extorsionar á los indios. En la Corte
obtuvo el cargo vacante Pedro Fernández de Lugo, con la facul-
tad de continuar conquistas hacia el interior. En Diciembre de
1535 ll^gf^^ á Santamarta con numerosa y bien equipada exp>ed¡-
ción, entre la cual figuraban Gonzalo Jiménez de Quesada y Gonzalo
Suárez Rondón. Al presentarse Lugo, huyó Infante, temeroso de
una residencia, dejando el mando en poder de Bezos, que lo entre-
gó al adelantado Lugo.
Este halló la colonia en muy mal estado, á causa de las riva-
lidades y odios entre varios oficiales españoles ; pero á todo se so-
brepuso, y reorganizó el Gobierno. En seguida atacó y venció á
los Bondas, después envió á Suárez Rondón con una columna á
donde hoy está Riohacha, cruzando por el Sur la Sierra Nevada,
y á su hijo con otra hacia el mismo punto, por el litoral. Ambas
expediciones arrollaron á los naturales y les tomaron buena canti .
dad de oro, y una vez reunidas, penetraron en la Goajira ; como
allí no encontraran riquezas, Lugo dispuso el regreso, pero en la
costa encontró un buque, y abandonando á sus compañeros, se fugó
para España, llevándose el oro que correspondía á su padre.
El Adelantado Lugo, cuya jurisdicción en la costa no se ex-
tendía sino del cabo de la Vela á las bocas del Magdalena, previo
Contejo de Capitanes, dispuso expedicionar hacia el interior, re-
montando el Magdalena, y para jefe de la empresa eligió al Li-
cenciado Gonzalo Jiménez de Quesada, creyendo que por su ju-
ventud y poca experiencia en las armas, no sería capaz de domi-
nar á compañeros como Suárez Rondón, Lebrija, San Martín, &c.,
para alzarse con el mando en las tierras que iba á descubrir.
La expedición de Quesada se compuso de ochocientos veinte
peones, ochenta y cinco jinetes y bastante número de servidores
indios : dividida en dos grupos, el uno debía remontar el río, y el
Nueva Geogragia de Colombia 941
otro, con Quesada, seguir por tierra á Tamalameque. La marcha
por tierra tuvo difícultades, pero mayores las encontró la flotilla,
que perdió tres buques en el paso de las bocas. Lugo reorganizó
la expedición fluvial, y volvió á despacharla á órdenes de otro Li-
cenciado. Gallegos. Quesada, ignorante de lo sucedido, envió
comisión en busca de la flotilla, que tardaba : la encontraron en
Sampollón, y no sin graves contratiempos se reunió toda la expe-
dición erca de Tamalameque. Allí Quesada pudo aparejar tres
bergantines, en ellos embarcó algunos compañeros, y dispuso
que los enfermos regresaran á Santamarta ; pero atacados en el
viaje por los indios, casi todos perecieron. A poco avistaron los
españoles el peñón que hoy se llama Barranca Bermeja, donde
encontraron algunos víveres, por lo cual se estableció allí el cam-
po y la base para ulteriores correrías.
Aquí en verdad termina la expedición de Lugo, pues el pe-
ríodo siguiente de ella, dígase lo que se quiera, es decir, la con-
quista del Estado Chibcha, fue la obra de la energía, la diploma-
cia y el talento del joven Licenciado.
•••
2P El ccrazbn del país — Descubierto el Perú y conquistado el
extenso Imperio Inca por Francisco Pizarro, ese caudillo des-
pachó hacia el Norte á Sebastián de Belal cazar para que se apode-
rase del Reino de Quito (hoy Ecuador), con buen golpe de gente.
Realizada la empresa, uno de los Oficiales de Belalcázar aprehen-
dió á un indio extranjero que se decía enviado por su señor derro-
tado en un combate, en demanda de socorros. Interrogado el indio,
refirió á los españoles, entre otras cosas, para ponderar las grande -
zas de su país, que los señores celebraban grandes fiestas religiosas
en las cuales se cubrían de oro en polvo y luego se bañaban en la-
gunas consagradas á sus dioses ; relato que fue origen de la fábula
del Dorado, que tanto costó á los conquistadores, pero fue fecunda
cuanto la exploración del país.
La noticia de un nuevo y rico Estado inspiró á Belalcázar el
doble pensamiento de ganarlo para sí y de abrirse paso al mar por
otra vía para emanciparse de Pizarro. Con tal objeto envió pri-
mero á Pedro de Añasco, quien sometió las tierras llamadas de
los Pastos, y luego en su auxilio á Juan de Ampudia. La Columna
expedicionaria atravesó en seguida el valle del Patía, ganando á
los naturales una reñida batalla, y arribó á tierras de Popayán,
cuyo poderoso señ©r también les opuso valerosa resistencia.
Añasco continuó rumbo del Norte, en Jamundí construyó una
estacada para defenderse de los indios, y envió á Cieza de León
con una partida á correr la tierra, la que avanzó hasta Cartago
por el valle del Cauca, venciendo con facilidad las numerosas tri-
bus que lo ocupaban, porque vivían en guerra entre sí. Cieza no
se atrevió, con tan poca gente, á penetrar en las montañas del Nor-
te, y regresó á Jamundí.
A pocos días Belalcázar con nuevos auxilios llegó al Cercado,
dispuso que Miguel Muñoz fundara una ciudad en el valle, lo cua i
hizo en tierras de Lili (hoy Cali) el 25 de Julio de 1536, y él en
942 NukVA Geograf/a de Colombia
persona regresó á Popayán, donde fundó la ciudad que pensaba
había de ser capital de su Grobernación, en Diciembre siguiente.
En Popayán dejó sus tropas, y volvió á Quito á recoger refuerzos
para su proyectada expedición á Cundinamarca. Retornó al cabo
de un año, confió la ciudad al cuidado de Tobar, y emprendió
marcha hacia el valle de Neiva : cuatro meses, llenos de penali-
dades, gastó en la travesía de la cordillera.
Después de dar algün descanso á sus tropas, continuó por la
margen izquierda del Magdalena hasta la boca del Sabandija :
allí á un tiempo supo con certeza dónde quedaba el imperio que
buscaba y que éste ya era ajeno, por cuanto se le presentó inesp^e-
radamente Hernán Pérez á interrogarlo de parte del Conquistador
Jiménez de Quesada. Belalcázar dijo al enviado que su intento no
era otro que buscar el Dorado y abrirse paso al mar. Empero,
noticiado luego del reducido ndmero de los soldados de Quesada y
de la llegada de F'edermán á tierras de Pasca, faltando á lo ofre-
cido avanzó hasta Tena, donde supo la capitulación de aquél, por
lo cual convino también en que sus soldados se incorporaran á la
tropa de Quesada, pero sin venderlos, y en partir para España,
con la sola condición de que el Capitán Cabrera pudiera regresar
con una tropa á fundar la ciudad de Neiva y que ésta perteneciera
al Gobierno de Popayán, que iba á pedir.
Indicado queda el negocio celebrado entre Carlos v y los Wel-
sers, y ahora sólo añadiremos que estos últimos tenían obligación
de enviar cincuenta mineralogistas para el estudio de las minas, y
trescientos hombres para fundar poblaciones. La primera expedi-
ción por ellos despachada salió al mando de Ambrosio Alfingcr,
quien estableció el asiento de su gobierno en Coro ; y aunque su
jurisdicción no llegaba sino al Cabo de La Vela, en la primera
correría penetró al Valle de Upar y del Cesar; en Tamalameque,
donde recogió grueso botín, permaneció un año, al cabo del cual
resolvió regresar, adoptando para ello la vía donde hoy están
Ocaña, Cáchira, Girón, Vetas, Silos, Pamplona y Chinácota, don-
de murió en un combate con los naturales. En esta correría Alfin-
ger dejó tras sí huella de sangre, y su tropa sufrió indeciblemente
por lo fragoso de las tierras recorridas. El resto de la expedición,
al mando de San Martín, no pensó sino en llegar á Coro, pero
no lo consiguió sino al cabo de tres años, después de sufrir gran-
des penalidades y en la mayor miseria. Hizo ruta por Cúcuta, Mé-
rida y Trujillo. Fue la más desgraciada de las expediciones de la
Conquista.
El nuevo Gobernador de Coro, Jorge Spira (Spéier) suges-
tionado por las noticias de ricos estados indígenas establecidos al
Mediodía, organizó otra expedición destinada á explorar las grandes
llanuras orientales, donde imaginaba había de encontrar otro Perú.
En persona se movió rigiendo cuatrocientos hombres, y detrás de-
bían seguir en su auxilio doscientos, á órdenes de Federmán.
Spira entró á los Llanos en la época de la inundación, por lo
cual las dificultades del terreno, las enfermedades, las plagas y. los
combates con los indios lo quebrantaron de tal manera, que aun
cuando por el pie de la cordillera llegó hasta las barrancas del
NiTBVA Geografía ds Colombia 943
Upía, casi en las fronteras de los Chibchas, y tuvo noticia de ellos,
desconfió de la veracidad de tales datos, no se atrevió á escalar la
altísima cordillera, y continuó rumbo del Sur, alcanzando el 15 de
•Ag^osto de 1536 un adoratorio indio en las cercanías del actual Vi-
llaviccncio. Tras otro alto, todavía continuó un poco más al Me-
diodía, hasta el río Papaneme (Guaviare), donde su vanguardia
fue batida por los naturales, y el terreno se hacía doblado, por lo
cual resolvió reg-resar por la misma ruta que había llevado, con la
esperanza de encontrar á Federmán, lo que no sucedió por razo-
nes que se verán en seg^uida, y tras sufrir indecibles penalidades,
perder la mayor parte de su gfente, y sin haber encontrado el oro
que buscaba, entró de nuevo á Coro á los tres años de su partida,
para morir poco después. La fortuna no acompañaba á los alema-
nes en América.
Federmán, el Teniente de Spira, en vez de seguirlo, como
se lo había ordenado, se dirigió al Cabo de La Vela, y de allí em-
prendió camino del Sur, costeando el lago de Maracaibo, remon-
tó el Zulia, y por el Sarare salió á los Llanos, que también busca-
ba, después de sufrir penalidades no inferiores á las de sus com-
pañeros.
Federmán, continuando su marcha, se acercó mucho más al
pie de la cordillera y llegó tambié» á las cercanías de Villavicen-
cio; y menos incrédulo, ó resuelto á alejarse en todo caso de su Ca-
pitán, decidió el ascenso de la cordillera, que verificó por una de
Isus partes más agrestes, pues salió al páramo de Sumapaz, no
ejo> del Nevado, ó sea á la ruta que de esas cumbres guía á
Usme, cerca de Bogotá.
Por fortuna para Quesada, el Capitán Fonte, á quien había
desterrado á Pasca con aviesas intenciones, se ganó la confian-
za de los indios, y por éstos supo la aproximación y ruta de la
hueste de F'edermán, de lo cual dio oportuno aviso á su superior,
Quesada despachó en el acto al Padre de las Casas como enviado ,
quien pudo avistarse con el alemán en Usme y conseguir, mediante
la oferta de darle diez mil pesos, que él partiría para España y per-
mitiría que Quesada incorporara su tropa entre los conquistadores
del Nuevo Reino. Federmán, lo mismo que Spira y que Alfinger,
tampoco pudo uncir la victoria á las banderas alemanas.
•♦•
Acampado Quesada en Barrancabermeja, despachó las na-
res á explorar el río, que miraban correr entre selvas seculares.
Regresaron sin haber encontrado variación en el paisaje, y con
un desconsuelo que comunicaron á los demás soldados, que que-
rían, de grado ó por fuerza, volver á Santamarta, pues y* no
eran sino unos doscientos. Quesada, con energía y diplomacia no
esperadas de él, dominó el conflicto y envió otras dos partidas de
exploración al próximo valle del Opón, una por tierra y otra por
agua. Esta última al segundo día apresó un indio y un poco de sal,
y así supo que algunas leguas más arriba había un depósito de esa
sustancia, que se traía de un país rico y poblado. Animados con tal
noticia, los exploradores continuaron hasta donde divisaron valles
extensos y cultivados, y sin demora regresaron con la buena nu^
▼a. Quesada había triunfado.
944 NuxvA Geografía de Colombu
La marcha de la fuerza se emprendió sin demora ; pero como
del puerto de ia sal no pudieron pasar los barcos, Quesada dispu-
so reg'resar á Santamaría los inválidos, en número de ciento se-
senta, que luego perecieron casi todos en un ataque de los indios.
A partir de dicho puerto, la columna continuó por tierra, librando
combates, sufriendo penalidades inmensas y afrontando miserias
increíbles, para salvar los caballos : en efecto, ignorantes del te-
rreno, en vez de transmontar directamente la serranía de los Co-
bardes y caer á Guanentá, doblaron hacia el Sur con el río para
escalar la peña de Vélez, donde no había ni senderos ; pero esa
vuelta los llevó derecho á tierras de los Chibchas. Reducidos á sólo
ciento sesenta hombres, coronaron al fin la serranía indicada, y
de su tope divisaron las pobladas tierras de Vélez y el Saravita,
bajando sin demora á Chipa tá, donde un mes de descanso apenas
bastó á restaurar sus agotadas fuerzas.
Quesada, así restablecido, descendió al río, que atravesó para
entrar á Moniquirá y Tinjacá, cruzar el páramo de Marchan y des-
cender á Guachetá, entonces crecida población : los caballos, la
detonación de los arcabuces y las luengas barbas, les rendían á los
espantados indios. En la dicha población, los naturales, aterrados,
se refugiaban en un peñón; pero Quesada logró, con sus actos, ins-
pirarleí confianza y atraerlos á su servicio. Conseguido esto, por
Lenguazaque dejó la hoya de la laguna de Fiiquene y salió á Sues-
ca, donde hizo ajusticiar á Juan Gordo, soldado suyo, que había
robado unas mantas á un indio, hecho que indicó á los habitantes
no eran inmortales los recién venidos.
El Cacique de Suesca se apresuró á noticiar al Zipa lo que
ocurría, y éste envió seiscientos hombres de su guardia, creyendo
bastaban para vencer á ese puñado de extranjeros. Tal fuerza en-
contró en Nemocón la escolta de los bagajes, y ésta atacó con tan-
to brío á los soldados indios, que cuando Quesada lo supo y le en-
vió un refuerzo, ya había derrotado al enemigo. La persecución
continuó hasta Busongote (fortaleza junto á Cajicá), donde los del
Zipa trataron de resistir, y fueron todos hechos prisioneros ; luego
la hueste adelantó hasta Chía, la corte del príncipe heredero, que
huyó, dejando abandonados sus tesoros. En ese lugar pasaron Ios-
conquistadores la Semana Santa de 1537.
Esguazó en seguida Quesada el próximo Funza i>ara entrar
á Suba, cuyo señor lo recibió muy bien y le sirvió de intermedia-
rio i>ara entenderse con el Zipa Tisquesusha, que temeroso, se de-
negaba á ir al campo español. Desgraciadamente en esos momen-
tos murió el Suba, á quien la hueste tributó honores reales, y Que-
sada no tuvo otro remedio que avanzar sobre Bacatá (hoy Fonti-
bón), la capital del zipazgo ; por estar crecidos los pantanos de En-
gativá, los naturales trataron de resistir allí, pero la caballería
forzó el paso del Juan Amarillo, y el Zipa y los Bacataes abando-
naron la población, que sin éxito pretendieron incendiar antes de
que llegaran los españoles.
De Bacatá Quesada despachó á San Martín y á Céspedes con
sendas partidas á explorar la tierra. Céspedes por Sibaté bajó á
Fusagasugá, donde los Sutagaos lo recibieron de paz ; en Tibacuy
se le reunió San Martín, que, detenido por los Panches abajo de
NuxvA Geografía ds Colombia 945
Viotá, retrocedía en busca de refuerzos. Juntos revolvieron sobre
aquella tierra^ libraron un reñido combate á los naturales, y aun
cuando quedaron dueños del campo, creyeron no poderlo mante-
ner, y reg-resaron á Muequetá.
Convencido Quesada de que hacia el Sur no había riquezas
que explotar, y deseoso de hallar las minas de donde se extraían
las esmeraldas de Somondoco, de que ya conocía muestras, de«
jando á Bacati, se movió hacia el Norte, pasó por la opulenta
Guatavita, que no debió llamarle la atención, pues fue á sentar sus
reales en el gran mercado de Turmequé, de donde envió comisión
á Somondoco, la cual regresó con muestras muy valiosas de las
ansiadas esmeraldas. Allí mismo supo Quesada la existencia de los
Llanos, y despachó á San Martín á explorarlos, pero este no pudo
pasar del Lengupá, por lo cual remontó su valle, cruzó el páramo
y salió á Iza. En este punto tuvo noticia de la existencia del Tun-
dama, pero los g"uías indíg-enas lo hicieron revolver hacia Siacho-
que, temerosos de que si adelantaba diera con Suamos (Sog^amo-
so) ó con Hunza (Tunja).
Intertanto un indio mutilado por orden del Zaque Quimuicha-
techa, por venganza descubrió á Quesada la existencia de este se-
ñor. Lof españoles no perdieron un momento, y al caer la tarde
del 20 de Agosto se presentaron frente á Punza. En vano el Zaque
les hizo rogar demoraran su entrada hasta el siguiente día ; for-
zaron las puertas del cercado, cuyas salidas cubrió Suárez Rondón
con la caballería; Quesada penetró al aposento donde estaba el
soberano, y para acallar el tumulto que ya se notaba entre sus ser-
vidores, lo hizo aprehender por Antón de Olaya, y que se proce-
diera á recoger las muchas riquezas que había en el palacio.
A poco de estos acontecimientos supieron los españoles la
existencia de Suamos, para donde enderezaron su marcha, burlados
al paso por el Tundama, que los entretuvo mientras escondía sus
bienes, y vencieron un ejército que intentaba detenerlos á la entrada
del lugar. Cuando Quesada llegó frente al templo era de noche,
por lo cual resolvió dejar su registro para el siguiente día; pero dos
soldados, deslumhrados por la fama de sus riquezas, lograron in-
troducirse al edifício, por una ventana, provistos de un hachón. En-
cendido éste, sorprendiéronse al encontrar al sumo sacerdote que no
había querido huir, deslumhráronse con el brillo de las láminas de
oro, dejaron caer la tea sobre menudo esparto que cubría el suelo,
ó la pusieron en él sin advertir el peligro, y se prendió un fuego vo-
raz que pronto redujo el templo á cenizas: los dos soldados afir-
maban que el fuego lo había prendido el mismo Pontífice. Dicen
algunos que en ese templo se encerraban los monumentos que con-
tenían la historia de los Chibchas, pero esto no pasa de mera supo-
sición negada por los cronistas testigos del hecho, y que afirman
duró cinco años el fuego : tanta era la madera que componía la
armazón del edificio.
Quesada, temeroso de que el hecho narrado provocase una
sublevación entre los indios, regresó á Tunja, pero de aquí tuvo
que marchar sobre el Tundama, que se había alzado en armas y
al cual venció en una reñida batalla en los pantanos de Bonza. Para
acercarse á la Sabana trasladó su cuartel general á Suesca, don-
'94^ NuKVA Geografía de Colombia
de dio libertad al Zaque, quien de tristeza murió á los pocos días.
Aquí Quesada, confiando el mando á su hermano Hernán, empren-
dió expedición al Valle de Neiva, seducido por la esperanza de en-
contrar allí garandes riquezas, puesto que los indios conseguían la
mayor parte de su oro en el mercado de Aipe. En la marcha su-
frió garandes perdidas, y aunque llegó al lugar deseado, por falta
de víveres tuvo que retroceder en un estado tan lamentable, que
estuvo á punto de abandonar el oro conseguido, porque no había
quien quisiera cargarlo.
Quesada, después de su regreso á Muequetá, procedió á re-
partir las riquezas adquiridas, las que ascendían á cerca de un mi-
llón, y unas dos mil esmeraldas.
Las hostilidades con los naturales continuaban, y por un pri-
sionero se supo que el Zipa estaba refugiado en un cercado próxi-
mo á Facatativá. Quesada anduvo toda la noche, y aunque logró
sorprender el puesto, no encontró lo que buscaba, porque el Zipa,
que murió esa noche en la confusión del ataque, había ocultado
sus trsoros.
Por lo pronto los conquistadores ignoraron la muerte de Tis-
quesusha, á quien debía suceder el Señor de Chía ; pero los vasa-
llos proclamaron á Zaquesazipa ó Zajipa, provocando así una di-
visión de fuerzas que debía ser fatal á los Chibchas. En efecto,
Zajipa, para contener una invasión de los Panches, necesitó de los
españoles, y con valiosos presentes se dirigió á visitarlos á Bosa,
donde á la sazón tenían su campo. Quesada recibió bien á Zajipa
y le prestó el auxilio deseado ; pero pronto supo que el peticiona-
rio era usurpador, y ordenó reducirlo á prisión para aprovechar
tan oportuna coyuntura, que le salió mal, pues no pudo obtener de
él la entrega de los tesoros de su antecesor, ni aun sujetándolo al
tormento ; para salir del apuro lo sometió á un simulacro de juicio
y le hizo dar garrote.
En este estado las cosas, resolvió Quesada ir á la Corte para
obtener la Gobernación de las tierras conquistadas, y hacerlo por
la vía de Cartagena, porque ¡g^noraba la muerte de Lugo; pero
antes de marchar quiso fundar la capital de su gobierno, y elig'ió
para ello á Teusaquillo, sitio de recreo del Zipa y muy próximo á
Bacatá y á Bosa. La fundación oficial se verificó el 6 de Ag'osto de
1538, en que Fray Domingo de Las Casas dijo la primera misa en
una iglesia pajiza que ocupaba el lugar donde hoy están Las Nie-
ves, y en torno de la cual se habían construido doce cabanas, en me-
moria de los doce Apóstoles. Terminada la ceremonia, se procedió
' á distribuir solares sin nombrar entonces autoridades locales, sien-
do designado Hernán Pérez como Teniente del Conquistador.
Mientras se ocupaba Quesada en estas diligencias, recibió
casi simultáneamente la noticia del arribo de las dos expediciones
de Feredmán y Belalcázar, expediciones que, conforme queda di-
cho, se incorporaron en su mayor parte en sus tropas y aumentaron
la población del Nuevo Reino. Antes de partir comisionó á Gon-
zalo Suárez Rondón para que fundara la ciudad de Tunja, que por
lo pronto creció más que la capital, y á Martín Galiano para qxit
hiciera lo propio con la de Vélez, nombró Gobernador de la Colo-
nia á su hermano Hernán, y en seguida, en unión de Belalcázar 7
Nueva GkografÍa ds Colombu
947
Figura 325.-^ Los valles de Cúcuta, segúnria Núiva Geografía de CoUmhia.
Escala: i:Soo;#oo. Compárese con la Carta oficial. (Véanse las demás Cartaft
seccionales en el rest» dt la obra).
94^ Nueva Geografía de Colombia
Fcrdnmán, marchó á Guataquf, donde todos se embarcaron en un
bergantín previamente construido.
A su llegfada i Europa, Fredermán sufrió el embarg^o de sus
bienes por demanda de los Welsers, Quesada cayó en desgracia
por haberse presentado en la Corte luciendo ricas galas en mo-
mentos en que allí se vestía luto por la Reina Isabel, y sólo Belal-
cázar consiguió lo que buscaba : el Gobierno de Popayán.
Suárez Rondón cumplió su cometido fundando á Tunja sobre
la Corte de los Zaques, el 6 de Agosto de 1539; y Galiano el suyo
fundando á Vélez en la boca del Ubasa, pero por lo malo del cli-
ma hubo de trasladarla al sitio que hoy ocupa, el 4 de Septiem-
bre del mismo año. Los naturales de esta comarca lo recibieron de
paz, y aunque luego estuvieron i, punto de romperse esas relacio-
nes, lo impidió el hábil manejo de Galiano.
Fundado Vélez, lo convirtieron los es[>año1es en escala para
emprender la conquista de tierras que demoraban hacia el Norte
y tenían fama de fértiles y bien pobladas, en especial el valle de
Guane, donde después se fundó el Socorro. Algunos naturales re-
cibieron de paz á Galiano, mas no los de Charalá y de Macaregua'
á quienes venció en dos reñidos combates. En el poblado de los
últimos, á falta de hierro, herró los caballos con oro de baja ley, y
en seguida marchó sobre la populosa Guanentá (hoy San Gil), cu-
yos habitantes lo abandonaron á su llegada. Galiano en seguida se
movió sobre Biirtaregua (Girón), que no ganó sin combate, y cuyos
moradores le ayudaron en seguida á rendir las voluntades de los
pueblos de la comarca, incluso la del valiente Chianchón.
Se aprestaba Galiano á continuar sus conquistas, cuando supo
que los Caciques del respaldo se habían sublevado encabezados
por el de Saboyá, por lo cual hubo de regresar á Vélez, donde su
tropa, unida á un refuerzo que había enviado Hernán Pérez, pudo
dominar prontamente la insurrección.
Entre tanto Jerónimo Lebrón, nombrado Gobernador de San-
tamarta, cuando supo la partida de Quesada, organizó una expedi-
ción bastante fuerte y se dirigió á las tierras por aquél descubier-
tas, trayendo consigo las primeras mujeres españolas, los primeros
cereales y los primeros ganados que pisaron el territorio de los
Muiscas. En Vélez (1547) Lebrón fue reconocido sin dificultad, pero
Hernán Pérez, cuando supo su arribo, le mandó notificar no ade-
lantara un paso más mientras no le remitiese los despachos corres-
pondientes, después de lo cual debían tener una entrevista en
Tunja. A esta cita acudieron los dos caudillos con cerca de tres-
cientos hombres cada uno, y por no entenderse se hubieran ido á
las manos sin la prudencia de Suárez Rondón, que los convenció
debían someter su disputa al fallo de los Cabildos de Tunja y San-
tafé. Así se hizo, y como el fallo fue adverso á Lebrón, éste re-
gresó á Santo Domingo.
Hernán Pérez proyectó entonces una expedición en busca del
Dorado, pero antes quiso aterrar á los naturales para evitar una
sublevación, y para ello, aprovechando la reunión de varios Caci-
Nueva Geografía de Colombia 949
es en Tunja, con ocasión de las bodas de Aquimenzaque, les
hacó que conspiraban, y les hizo dar muerte á todos. En seg^ui-
se puso en marcha hacia los Llanos de Casanare, de donde
so á los de San Martín, y luego atravesó el alto Caquetá, y cru-
ido los Andes entró á Pasto. Aquí descansó unos días, y al cabo
un año volvió á Santafé por la vía de Popayán, sin las riquezas
íadas y con su g^ente muy mermada. Y como al llegar supiese
t el nuevo Gobernador Lugo le había quitado sus encomiendas,
irritó y se expresó mal de é\, lo que sabido por el interesado, lo
0 apresar lo mismo que á su hermano Francisco, recién llegado
! Perd, con pretexto de seguirle juicio por la muerte de Aquimen-
\ue, conforme queda dicho.
Durante la ausencia de Hernán Pérez gobernó el nuevo rei-
Suárex Rondón. En este tiempo muchos Caciques, irritados con
atropellos de los encomenderos, se sublevaron, entre ellos el
ndama, quien se fortificó en un islote de la laguna de Bonza,
-o fue vencido, y á poco murió asesinado por su encomendero
tldonado. La rebelión estalló principalmente en Tausa, Suta,
cunubá y Simijaca, poblaciones no lejanas de Saboyá, y aunque
indios se fortificaron en los peñones de la serranía, fueron ven-
os y sacrificados.
En I S42 llegó Alonso Lugo al Cabo de la Vela, y luego empren-
remontar por el río Magdalena. A pesar de las hostilidades de
unas tribus y de lo mucho que tuvo que sufrir, llegó á Vélez,
ide fue reconocido por Gobernador del Nuevo Reino. Como era
nbre tan codicioso, declaró nulos los repartimientos de enco-
;ndas hechos en la Provincia de Guane por Galiano, y cargó de
mtos á los naturales. Los Conquistadores se le hicieron enemi-
;, y de los naturales unos abandonaron sus caseríos y otros pre-
taron resistencia, principalmente Chianchón, quien dio muerte á
que iban á esquilmarlo. Lugo pasó de Vélez á Tunja y de aquí
antafé. Pretendió que los Qtbildos declarasen nulos los repar-
ientos en toda la Colonia ; mas como los de Santafé y Málaga
resistieran á ello, hizo la declaratoria por sí y ante sí. Viendo
Icscontento general, creyó que lo promovía Suárez Rondón, por
:ual le hizo poner preso y le quitó todos sus bienes. De igual ma-
a procedía con otros Oficíales importantes. No contento Lugo
1 haber embargado los bienes á Suárez Rondón, dio tormento á
squez de Loaiza para obligarlo á decir dónde había ocultado
lél su oro. Además quiso poner presos á vario empleados para
igarlos á entregarle las sumas correspondientes á la Corona, que
ían en su poder. Algunos se fueron para Santo Domingo y acu-
on ante la Audiencia i Lugo.
Deseoso éste de descubrir minas de oro, preparó una ex-
lición al Occidente, y la encargó al Capitán Vanegas, quien de-
atravesar el territorio de los Panches. El Cacique de Síquima
sentó iMitalla, y hubieran vencido á Vargas si los perros de
sa no hubieran aterrado á los naturales. Vanegas obtuvo
miso para pasar por el territorio Panche, y llegó hasta el río
>andija. Con buenas muestras de oro, volvió á dar cuenta de su
lisión á Lugo, y éste resolvió someter á los Panches y fundar
. ciudad en su territorio. Partió Vanegas, y después de algunos
950 Nueva Geografía dx Colombu
combates, pudo llegar al territorio del Cacique Guacana. Hecha la
paz con éste, fundó á Tocaima á orillas del Bogfotá (Patí), que la
arruinó luég-o por lo que en 162 1 fue ésta trasladada al lugar que
hoy ocupa.
Temeroso déla llegada de un juez de residencia, Lugo se fue
para Santamarta llevándose presos á Rondón, Galiano y los Que-
sadas. En la Ranchería fue detenido por algunos Ofíciales de la
Audiencia, quienes le obligaron á devolver los valores que había
extraído de las cajas reales, y pusieron en libertad á los presos.
En España no se le exigió sino que devolviera á Suárez Ronddn
sus bienes^ y fue á morir á Milán.
Pizarro, noticioso de- las conquistas de Belalcázar, temió qui-
siera emanciparse, y con un pretexto baladí envió en busca suya
á Lorenzo de Aldana, quien reservada llevaba la orden de apren-
der á aquél y conducirlo á Lima. Empero, como cuando llegó á Po-
payán ya Belalcázar se había venido para Cundinamarca, hizo pú-
blica su verdadera misión, y asumió sin dificultad el Gobierno de
la Provincia. Su primer acto fue apresar á Badillo, que acababa
de llegar á Cali, desde Cartagena, por Antioquia, y enviarlo á
Panamá.
Aldana comisionó en seguida á Jorge Robledo para que fun-
dara algunas poblaciones en el valle del Cauca ; lo que hizo des-
pués de incorporar á casi todos los compañeros de Badillo en su tro-
pa y de granjearse la voluntad d^ los naturales. Robledo, al darse
cuenta de la riqueza del territorio de Anserma y Arma, y al igual
de tantos otros, concibió la idea de alzarse con el Gobierno de la
comarca, buscándose paso al mar por la ruta de Badillo. Entre
tanto se ganó á unos caciques y derrotó á otros, quedando dueño
del país ; por lo cual retrocedió un poco al Sur, á fundar á Carta-
go, ciudad que pensaba hacer el centro de sus correrías.
Por ese tiempo Andagoya, el explorador de la costa de Bau-
dó, obtuvo de la Corte la gobernación de este territorio (1546),
remontó el Dagua, llegó á Cali y fue reconocido en esta ciudad
lo mismo que en Popayán, aunque por poco tiempo, pues Belalcá-
zar estaba á punto de llegar.
En dichas circunstancias, supo Robledo que en Cali estaba
un nuevo Gobernador — Andagoya, — marchó en su busca, llevándo-
le el oro que correspondía á Pizarro, le reconoció, y con nuevo
nombramiento retornó á su capital á contener una sublevación, de
los indios, después de la cual envió á Mendoza á explorar la cordi-
llera, pero éste, falto de recursos, no pudo pasar al Tolima.
De nuevo supo Robledo el arribo de nuevo Gobemador¿ Be-
lalcázar> y le reconoció con la misma facilidad queá los anteriores,
lo que despertó sus sospechas, á pesar de lo cual le renovó el car^o
y le permitió que adelantara sus conquistas. En tal virtud, Robledo
avanzó al N. por la derecha del Cauca hasta el valle de Aburra
(Medellín), y sabedor allí de que al Occidente había tierras ricas
en oro> se movió en esa dirección, disponiendo que Frades siguie-
ra hacia el N. con. un piquete, pero éste no se atrevió i pasar del
bajo Porce, y regresó al campamento.
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953 NuiVA Geografía dk Colombia
Robledo en su marcha se vio detenido muchos días por el
Cauca, que al fin logró esguazar, y después de vencer á los natura-
les, fundó á Santafé de Antioquia, que un año después se trasla-
dó al sitio que hoy ocupa. Robledo no pacificó la comarca sino
después de larga lucha; pero conseguido esto, partió sigilosamente
para España con doce compañeros, en demanda de los despachos
que ansiaba ; más en San Sebastián lo detuvo Alonso de Hercdia,
creyéndolo defraudador de las propiedades de su hermano, le
arrebató el oro que llevaba, y lo remitió preso á España. Roble-
do consiguió en Urabá que uno de sus compañeros, el cronista Cie-
za de León, pasara á Panamá á dar cuenta de lo ocurrido, mas
como nada consiguiera allí, con candor inexplicable se trasladó
entonces á Popayán á dar la queja á Belalcázar, y halló que éste
al saber la fuga de Robledo, le había declarado rebelde y traidor.
En España Robledo obtuvo absolución de los cargos que se
le hacían y el grado de Mariscal de Campo, después de lo cual se
vino con Armendáriz, é informándolo mal de los sucesos ocurridos,
logró que lo nombrara Gobernador de la tierra de Antioquia, pero
dependiente del de Cartagena, y se encargó de llevar á Belalcázar
los pliegos en que aquél le notificaba lo hecho y su residencia y lo
arraigaba en Cali. Pdsose en marcha sin demora. La ciudad
de Antioquia lo reconoció sin dificultad, pero tuvo que hacer uso
de la fuerza para imponerse en Arma, Anserma y Cartago.
De esta población, cuando ya se creyó fuerte, envió á Belalcá-
zar los despachos de Armendáriz ; pero el conquistador de Quito
le contestó notificándole que desocupara el territorio de que era
Gobernador por el Rey ó se apercibiera á la defensa; y sip demo-
ra marchó á cumplir su prevención al frente de 150 soldados. Ro-
bledo, que no contaba sino con 70, al saber la aproximación de Be-
lalcázar, procediendo como de costumbre, y demostrando una vez
más su ignorancia del corazón humano, le envió comisionados en so-
licitud de un arreglo pacífico, comisionados que Belalcázar apresó
para que no le dieran aviso de su resolución, y marchando sin de-
tenerse, lo sorprendió en Arma ; Robledo quiso resistir, pero sus
compañeros lo abandonaron, por lo cual resolvió presentarse al
Gobernador de Popayán, fiado en su antigua amistad, para justifi.
car con este último acto su escaso talento^ lo que le costó la vida,
pues un Consejo de Guerra lo condenó, y la sentencia se ejecutó el
5 de Octubre de 1546. Robledo fue un soldado valiente, y tal vez
generoso, pero nada más, dígase lo que se quiera en contrario.
•
Belalcázar, segdn se indicó, obtuvo en la Corte el nombramien-
to de Gobernador de Popayán, Provincia en que se englobaba la
de Antioquia, llegando á Cali en 155 1, donde inmediatamente fue
reconocido por Adelantado. Andagoya quiso resistir, pero abando-
nado por los suyos, fue remitido preso á Panamá, donde se le puso
en libertad por intercesión de Vaca de Castro, llegado en busca de
recursos para castigar las rebeldías y crímenes de los Conquis-
tadores en el Perú. Por esta misma causa á Popayán vino enton-
ces el Virrey del Perú, Blasco Núñei Vela, en solicitud de auxi-
Nueva Geografía de Colombia 953
lios ( 1546), y perseguido de cerca por Gonzalo Pizarro. En su
auxilio salió á campaña Belalcázar, quien en la batalla de Añaqui-
to cayó herido, y hubiera muerto si Alvarado no le hubiese salva-
do y conseguido del vencedor Pizarro licencia para volver á Po-
payán. A raíz del vencimiento de Andagfoya, Robledo, que estaba
en Cartazo, prestó juramento de obediencia á Belalcázar, quien le
permitió continuar sus expediciones, aunque tratándolo con descon-
íianza,como se comprende, por la fácil idadjcon que reconocía á todo
los Gobernadores que se presentaban. De regreso á su Gobierno in-
tentó someter á los Páeces, pero no pudo expugnarlos en el peñón
que ocuparon, por lo cual hubo de ordenar la retirada á Cali. A este
lugar llegó á poco, en calidad de preso, D. Pedro de Heredia, Go-
bernador de Cartagena, que había intentado ejecutar jurisdicción
en Antioquia, pero Belalcázar le permitió pasar á Panamá á con-
testar los cargos que se le hacían.
Por entonces dispuso Belalcázar que Pedro de Añasco funda-
se á Timaná (1540), pero los españoles trataron con tal crueldad á
los indios, que la Cacica Gaetana, cuyo hijo había sido quemado
vivo por aquéllos, logró reunir seis mil indios, con los que sor-
prendió á Añasco, que pereció con casi toda su tropa. Al saber-
se esta noticia en Popayán, Ampudia marchó con cien soldados
en auxilio de sus compañeros; pero sorprendido por los indios, pe-
reció con la mayor parte de su fuerza. Alentados los naturales con
este nuevo triunfo, reunieron diez mil hombres y asaltaron á Ti-
maná, que Juan del Río cubría con escasa guarnición : la defensa
fue larga y heroica, y la victoria quedó por las armas españolas.
A pesar de este triunfo, los habitantes resolvieron abandonar
el territorio ; mas como se presentasen desavenencias sobre el
punto á que debían trasladarse, resolvieron quedarse y dar el
mando á Cabrera, el fundador de Neiva. Este, que se manejó bien
al principio, logró calmar ó los naturales, y aun reducirlos á que
construyesen viviendas^ estables ; pero cuando estaban más despre-
venidos los que se habían sometido. Cabrera los atacó y mató gran
numero de ellos. Desde entonces la guerra se hizo inextinguible :
los naturales, refugiados en sus breñas, derrotaron á Tobar, que
había reemplazado á Cabrera, y como no salían á parajes donde
pudiera maniobrar la caballería, mantenían á los conquistadores
en continuo alarma.
A la sazón Armendáriz se encargaba de la Gobernación de
bantafe' y publicaba las nuevas leyes sobre los indios, contra las
cuales apeló el Gobernador de Popayán ; y al mismo tiempo el Li-
cenciado Gasea, nombrado Virrey del Perú, solicitaba auxilios para
nueva campaña contra Gonzalo Pizarro. Belalcázar acudió á tal
llamamiento, le tocó mandar la caballería en la batalla de Xaqui-
xaguana, tn que Pizarro fue vencido y muerto, y volvió á Popayán
cargado de glorias y laureles.
Al llegar á esta ciudad supo el nuevo regreso de Robledo, y
que ejercía actos de jurisdicción en Antioquia, y además recibió
de él la orden de Armendáriz en que le prevenía no saliese de
Cali antes de que se le siguiera el juicio de residencia. Irritado
Nueva Geografía de Colombia TOMO i— 61
954 Hueva Geografía de Colombu
Belalcázar, mandó notificar á Robledo que si no abandonaba inme-
diatamente el territorio, se lo haría desocupar por la fuerza ; y
para cumplir su prevensión emprendió marcha hacia el Norte con
ciento cincuenta soldados. En el camino encontró comisionados de
Robledo en solicitud de un tratado de paz ; como era natural, no
les dio oídos, los redujo á prisión para que no pudiesen informar sus
movimientos, y en Arma sorprendió al intruso, que no disponía
sino de setenta hombres. Robledo quiso resistir, pero los suyos le
abandonaron; resolvió entonces presentarse á Belalcázar, confiado
en la amisdad que les unía ; pero el vencedor lo sometió á Consejo
de Guerra, que le condenó á muerte con sus principales compañe-
ros, y la sentencia se ejecutó el 5 de Octubre de 1546. En virtud
de las quejas de la viuda de Robledo, la Corte, á la vez que resol-
vía el restablecimiento de la Audiencia, disponía que uno de los
Oidores nombrados, Briceño, pasase á residenciar al Conquistador,
como en efecto lo hizo, pero con visible parcialidad. Surtido el jui-
cio, Briceño, dictó sentencia de muerte : el condenado apeló de ella,
por lo cual, en calidad de preso, siguió para España, á donde no
alcanzó allegar, pues falleció en Cartagena (155 1). A pesar de sus
defectos, Belalcázar fue uno de los personajes más distinguidos y
meritorios entre los Conquistadores.
«
« *
Las continuas quejas que á la Corte llegaban contra los go-
bernantes de las varias Provincias que existían en el territorio de
Colombia, movieron al Soberano á nombrar á Miguel Díaz de
Armendáriz Visitador de las cuatro Gobernaciones de Tierrafir-
me, lo que preludiaba la unidad de mando que en ellas se impo-
nía. El nombrado se puso en marcha para su destino, y al llegar á
Santo Domingo la Audiencia le remitió las causas de los Quesadas
y de Suárez Rondón, quienes se acogieron á su jurisdicción ; poco
después, encontrándose los presos en el cabo de La Vela, un rayo
les dio muerte é hirió al fundador de Tunja.
Armendáriz sometió á juicio á D. Pedro de Heredia, y lo re*
mitió á España. Al propio tiempo comunicó á los demás Goberna-
dores las nuevas órdenes dictadas por el soberano en favor de los
naturales. Al dictar estas leyes, el Monarca daba cumplimiento al
testamento de Isabel la Católica, en una de cuyas cláusulas "roga-
ba i su esposo y ordenaba y mandaba á sus herederos y sucesores
que los indios fueran tratados al igual de sus subditos, como que
al emprender el descubrimiento se había tenido en mira ganar al-
mas para el cielo pero no esclavos para la tierra." Fray Bartolo^
mé de las Casas de continuo se había quejado al Rey por el mal
trato que se daba á los indios; quejas reforzadas por otras muchas
que obligaron á Carlos v á dictar nuevas leyes sobre el particular,
nombrando Visitador que las hiciese cumplir. Justo es advertir
que, pasado el primer entusiasmo del Descubrimiento, tan pocos
peninsulares querían venir á América, que hubo necesidad de tri-
pular las naves con reos rematados, lo que, como se comprende,
fue fatal para los indígenas. Las nuevas leyes, que favorecían mu-
cho á los indios, escandalizaron á los conquistadores, accstumbra-
^QS á devastar el territorio. Belalcázar suspendió su ejecucidn
i
NuzvA Geografía de Colombu 955
mientras los Cabildos enriaban apoderados á reclamar contra ellas.
Entonces nació aquella fórmula de " se obedece pero no se cuni-
ple," con que se burlaban las reales órdenes en América. La pu-
blicación de las nuevas leyesen Santafé produjo las mismas conse-
cuencias que en Popayán.
El reclamo de los Cabildos fue atendido en la Corte, la qxip.
en parte reformó dichas nuevas leyes.
Armendáriz envió adelante á Urzda, á quien reconocieron en
Vélez, Tunja y Santafé. El primer acto de Urzúa fue reducir tf
prisión al Gobernador, y dos días después fue incendiada la casa
que aquél habitaba.
Armendáriz tomó oficialmente posesión de su cargo en Santa-
fé, en los primeros días de 1547; P^''^ ^^^^o de tino, sus ^ctos
causaron terror, pues el primero de ellos fue dar tormento á un
inocente para que descubriera los autores del incendio de la casa
de Urzüa.
Armendáriz se ocupó luego en las reclamaciones referentes
á encomiendas, y resolvió declarar válidas las primeras reparticio-
nes hechas por los Quesadas, lo que produjo un semillero de plei-
tos y disturbios. En seguida comisionó á Núñez Pedrosa y á Urzúa
para que practicasen exploraciones ; el ultimo se dirigió hacia el
Norte, y en el valle del Espíritu Santo fundó la ciudad de Pam-
plona, afamada un tiempo por sus riquezas, y que gobernó poco,
dejando el mando á Hortúa de Velasco, quien fundó á San Cris-^
tóbal (1560) y á Ocaña (1561).
Núñez Pedrosa se dirigió hacia las cabeceras del río de la
Miel, y allí terminó su correría, porque encontró á Cepeda, agente
de Belalcázar, quien lo redujo á prisión por haber invadido juris-'
dicción ajena.
Por este tiempo, como se dijo, el Licenciado Gasea, Gober-^
nador del Perú, solicitó auxilios para someter á Gonzalo Pizarro,
que se había alzado contra el Rey; y Armendáriz le envió 100
hombres de refuerzo, mandados por Venegas Carrillo. En fin, en
este período se trasladó la población de Riohacha al sitio que hoy
ocupa, y se fundó la ciudad de los Reyes en el Valle de Upar *.
* Muy rápidamente se cubrió Nueva Granada de poblaciones más ó menos
importantes, conforme lo indica la siguiente relación :
La Conquista. Panamá (1519), Santamaría (25), Cartagena (33), la María
Baja y Tolú (35), Cali (36), Popayan, Bogotá, Mompós,Neiva, La Plata (1538),-
Pasto, Tunja, Vélez, Ansermanuevo y Barrancavieja (39), Cartago y Málaga^
(40) Antioquia (4i), Arma (42), Caloto y Quilichao (43), Tamalameque y To-
caima (44), Rionegro y Riohacha (45), Pamplona (49), Ibagué, Mariquita y Va-
lle de Upar (50).
La Audiencia. Almagucr y Villeta (1551), Caguán y Salazar(53), Muzo (59),
La Palma, Remedios, San Cristóbal (60) y Ocaí^a (61).
La Presidencia. Buga (1070), Leiva (72), Cáccres (76 \ Zaragoza (81 \ Gua-
Í'abal (83), San Martín (84), Chiquinquirá (86), Barbacoas, Izcuandé y Roldani-
lo (x6oo), San Gil (1620), Barranquilla (29), Girón (31), Soledad (40), Quibdó
(54), Purificación (64), Medina (70), Mellín (74), Socorro (81), Chire (89), Lérida
(90), Paime (96), La Concepción (1702), Nóvita (1707), y Palmito (30).
El Virreinato. De 1740 al fin del siglo xviii se fundaron Coello, Fortaleci-
Uas, Payandé, Chaguaní, Subachoque, Servitá, San Onofre, San Carlos, y varios
otrot en Bolívar, Santa Rosa, Ataco, Coyaima, Natagaima, La Mesa^ Santa Li*
9^6 NuxvA Geografía de Colombu
lí. La Audiencia. (14 años: 1550-1564) — El Consejo de Indias,
movido por las continuas quejas que llegaban contra los Gobernado-
res de estas Provincias y los Visitadores que se enviaban de tiem-
po en tiempo á fiscalizarlos, resolvió, imperando aun Carlos v,
crear la Audiencia de Santafé, y al efecto se expidió el decreto del
caso el 1 7 de Julio de 1549. P^*** primer Presidente se nombró al
Oidor Briceño, quien traía además el encargo de residenciará Be-
ialcázar, lo que hizo en Popayán, como queda dicho, pero casándo-
se en seguida con la viuda de Robledo. Por este tiempo regresó
también al país, después de diez años de ausencia, Jiménez de Que-
sada, con el título de Mariscal y cuatro mil ducados de sueldo
anual, como alcaide perpetuo de una fortaleza que debía fundar en
la capital. Cuando cayó en desgracia, diose á dilapidar su fortuna
y no se cuidó de hacer competencia á Luis de Lugo, que reclama-
ba el gobierno del territorio descubierto por Quesada, como conce-
dido á su padre por dos vidas, de suerte que culpa de él fue si la
Corte no lo atendió como lo requerían su mérito y sus servicios.
El 7 de Abril de 1550 se celebró en Santafé el recibimiento
del sello real, con lo cual quedó instalada la Audiencia, por lo
pronto compuesta únicamente de los Oidores Galarza y Góngora,
quienes constituyeron las Salas de gobierno, de lo civil y de lo cri-
minal; nombraron Fiscal, Escribano de Cámara, Canciller, Relator,
Receptor de impuestos y Alguacil mayor. Era la Audiencia un Tri-
bunal Superior de justicia, compuesto de Magistrados togados
llamados Oidores, que de ordinario conocían en segunda instancia
los negocios de un cierto territorio, que por lo que hacía al de
Santafé comprendía el actual de la República, con excepción de
Panamá y Popoyán. La instalación de un Tribunal, superior en
autoridad á la de los conquistadores, independientes unos de otros,
y en la realidad de los hechos señores absolutos de sus Provincias,
creó en verdad un Estado, estableció en él el Gobierno civil, y, á
lo menos teóricamente, cerró el período de la conquista ó del pilla-
je en vasta escala y sin método, que no podía menos de arruinar
los territorios en que se verificaba. De los fallos de la Audiencia,
que cuando se dictaban en común se llamaban Real Acuerdo, no po-
día apelarse ante el Consejo de Indias sino en asuntos de mayor
cuantía. Los Oidores no podían casarse en su territorio, ni tener
en él propiedades, ni recibir regalos.
Establecida la Audiencia, su primer cuidado fue organizar
expediciones destinadas á sujetar á los indios que se habían suble-
vado ó más daños causaban á los colonos, y á fundar poblaciones
en las vías que enlazaban las Provincias de su jurisdicción. Por en-
tonces se fundó á Ibagué, Neiva, La Plata y Mariquita. El Capí-
tan Urzúa, encargado de sujetar á los Muzos, tras recio batallar
logró que éstos le ofrecieran la paz ; pero en la Junta en que
brada, Espinal, Santa Rosa de Osos, Ambalcma y San Luis.
La Repüblica, Durante este período apenas se ha aumentado el número de
pobltciones en una veintena, de las cuales son los más notables Manizales, Jerí«
có, Pereira, Pal mira, La Pradera, Salento, &c.
En resumen : de los setecientos sesenta y ocho pueblos que hay en la Repú-
blica, seiscientos cinco eran cabeceras de Municipio á ñnes del siglo xviii ; y
de léftos, con una ú otra categoría, existían cuatrocientos veinte al establecerse
|« Presidencia, (S sea hl terminar la Conquista.
Nueva Geografía de G)LOifBiA 957
tal asunto debía tratarse, hizo asesinar cobardemente á los comi-
sionados, lo que enfureció de tal manera á los indios, que el español
tuvo que abandonar el campo.
Briceño, después de hacer fundar á Almag^uer, vino á ocupar
su puesto en la Audiencia, lo que favoreció á Armendáriz, que lue-
go fue absuelto en España por la residencia que le abrió Zurítai
quien por tal motivo se retiró á Panamá para ejercer allí su auto-
ridad. Por entonces (iSS3), en virtud de bula del Papa Pío iv, s6
trasladó á Santafé, erig^ida en Metropolitana, con dos sufragáneos,
la Sede episcopal de Santamarta.
La Audiencia no satisfizo las esperanzas de los colonos, quie*
nes elevaron repetidas quejas contra ella, y por este motivo la Corte
resolvió enviar un Visitador ; pero desgraciadamente eligió para
tal á Montano, hombre perverso que dejó en el país fama tan exe-
crable, que hizo olvidar todos los atropellos de los conquistadores.
Como Montano debía gobernar de acuerdo con el Oidor Briceño,
empezó por atemorizarlo, en seguida suspendió á los demás Oido-»
res, y como Briceño en nada se le oponía, de hecho quedó tínico
dueño del poder, en cuyo ejercicio cometió toda clase de crí-
menes : vendía la justicia, permitía que sus criados y secuaces se
apoderasen de las propiedades ajenas y robasen en los caminos pú-
blicos, y por último, mandó degollar al juez Pedro Salcedo porque
no se prestaba á sus infamias. Para distraer la atención pública
envió una expedición contra los Pijaos, que, vencidos, no volvieron
á presentar batalla formal.
Por este tiempo tuvo lugar la sublevación de D. Alvaro de
Oyón, Jefe de aventureros que en La Plata asesinó á las autorida-
des, tornó á Neiva y revolvió sobre Popayán, donde el Gobernador
Delgado lo derrotó : la mayor parte de los rebeldes pagaron con la.
v/da su delito. Este acontecimiento sirve de tema al poema ¿pico
de Julio Arboleda.
Alguna esperanza de alivio tuvieron los santafereños con la
noticia de que Maldonado venía como Fiscal de la Audiencia, pero
desgraciadamente éste se detuvo en Cartagena mientras residen-
ciaba al conquistador Heredia ; así fue que la sublevación de Oyón
les sirvió de respiro, puesto que obligó á Montano á partir á cam-
paña contra él, y aunque en Tocaima supo que todo había con-
cluido, siguió hasta el Cauca, dejando tras sí sangrienta huella. A
su regreso no se detuvo, porque marchó en el actofpara la Costa
en persecución de enemigos suyos que intertanto habían partido
para España ; y aunque en aquel territorio no tenía jurísdicción,
cometió los mismos crímenes que en el interior. A su regreso
anuló las medidas de Briceño en favor de los indios y la fundación,
que había ordenado de San Juan de los Llanos, y siguió juicio á los
Oidores suspendidos ; pero como ellos apelaron de lo resuelto por
Montano, marcharon para la Costa, y quiso la suerte del tiranuelo
que en Cartagena, reunidos con Heredia y sus demás víctimas, se
embarcaran en un solo buque y perecieran todos en un naufragio.
El Fiscal Maldonado llegó al cabo á Santafé, pero como ál
mismo tiempo se presentó á acusarlo el hijo de Heredia por los
perjuicios que había sufrido con motivo de la residencia abierta á
su padre, Montano tomó la ocasión por los cabellos, dispuso que
^S NusvA GiogratÍa DK G)L0MBIA
Maldonado volviese á Cartagena á contestar la demanda, y nom-
bró á Quesada Gobernador de esa plaza, puesto que aceptó el Ma-
riscal, probablemente por no ver los atropellos que se cometían
en su cara Santafé.
Por fin llejj^aron á España las noticias de los crímenes de Mon-
tano, y para residenciarlo nombró la Corte dos Oidores, de los cua-
les López lleg^ó á Santafé en 1587, cuando acababan de reg^resar
Quesada y Maldonado. Montano y sus parciales, para salvarse
pusieron en jueg'o todas sus malas artes ; pero López no le dio
tiempo de jugarlas, porque apremiado por los vecinos, lo redujo á
prisión. La causa se activó cuanto fue posible, el criminal manda-
tario fue remitido á España, aherrojado con parte de una de las
pesadísimas cadenas que había hecho forjar para sus víctimas, y
allí en justicia sufrió muerte infamante en Valladolid.
Por estos tiempos el Arzobispo Barrios reunió en Bogotá el
primer Sínodo diocesano, el cual arregló la disciplina eclesiástica
en la Colonia ; y el Capitán Lancheros, después de reñidas bata-
llas, venció tan completamente á los Muzos, de nuevo sublevados,
que sus restos se retiraron á las selvas del Carare, y cerca de las
célebres minas de esmeraldas pudo fundar la ciudad de Muzo, y
más al Sur la de La Palma, porque otra expedición había sujeta-
do definitivamente á los Colimas.
En el seno de la Audiencia continuaban las discordias y riva-
lidades; Briceño fue residenciado por Grajeda, pero absuelto
por el Consejo de Indias ; y tan continuos eran los escándalos, que
la Corte se vio obligada á renovar íntegramente el personal de
los Oidores, como si en esto, y no en los defectos de la organiza-
ción del Gobierno, hubiese consistido el mal.
Los nuevos Oidores vinieron con buenas intenciones : Ángulo
disminuyó el tributo de los indios y les hizo otros bienes en una
visita á las Provincias del Norte ; sus tres compañeros se apresta-
ban á hacer lo mismo en el resto del país, cuando la insurrección
de Aguirre vino á embargar toda su atención.
El a Aguirre uno de esos soldados de fortuna, por el estilo de
Oyóh, por desgracia entonces muy numerosos en América, y es-
pecialmente en el Perií. En este Virreinato el Virrey Cañate, para
libertarse de ellos, pretextó una expedición al Amazonas, la que
puso á órdenes de Urzüa,el victimario de los Muzos. Llegada la tropa
á dicho río, Lope de Aguirre y Fernando de Guzmán asesinaron
á su jefe ; en seguida hizo lo mismo Aguirre con su compañero ;
se proclamó jefe de los revoltosos ; por el Amazonas ganó á Tri-
nidad y luego á Margarita, y en esa isla, que aterró con sus crí-
menes, concibió él plan de conquistar para sí los dominios españo-
les en América, y al efecto invadió á Venezuela, acercándose á
nuestras fronteras. El alarma fue inmenso, las ciudades se apres-
taron á luchar con el tirano, pero no hubo necesidad de hacer
campaña, porque Aguirre, abandonado por muchos, fue apuñalea-
do^ en Tocuyo por uno de sus compañeros.
\J La Audiencia se ocupó en perseguir y castigarlos restos del
ba^ndo de Aguirre (1561-63), y luego en juicios de unos Oidores
contra otros, por lo cual, al cabo hecha la luz, Felipe n, deseoso
de remediar esos males, creó con el nombre de Presidente, toma-
NuxvA GiografÍa de Colombia $59
(lo de los romanos, una autoridad suprema que asumiese el mando,
y así concluyó el gobierno plural de la Audiencia.
Pocos fueron los prog^resos materiales de la Colonia en estos
primeros años, porque al interior no lleg^aron personas versadas en
artes y oficios, ó se encontraron grandes diñcultades para plantear-
los, como lo indica la edificaci<3n de la primera Catedral, que se des-
plomó en vísperas de consag:rarla(i555), la mezquina arquitectura
de Las Nieves y Santa Bárbara, edificadas unos 50 años después de
la fundación, y sobre todo el hecho de que aun cuando las g-randes
iglesias se iniciaron antes de terminar el siglo xvi, no fue sino hasta
el siguiente y aun en el xviii cuando se concluyeron, como las cono-
cemos, en especial en su ornamentación, siendo en el apogeo de esa
edad constructora y ornamentadora cuando floreció el pintor Vás-
quez Ceballos (f 171 1). Y por lo que hace á las grandes obras pú-
blicas, murallas, puentes, caminos, su edad de oro corresponde con
el Virreinato, no superada luego si en cuenta no se toman las obras
apenas montadas en el país con elementos extranjeros.
III. La Presidencia, * (176 años: 1564-1740) — Con los monar-
cas de la Casa de Austria está ligada la Presidencia como forma *
de Gobierno de la Colonia, ya realmente organizada. Creóla Feli-
pe II á raíz de la terminación del Concilio de Trento, en vista de
los malos resultados inherentes al Gobierno plural de la Audiencia,
y para que hubiese una autoridad suprema que ejerciera el mando
con ciertas facultades en estas apartadas regiones. Los Presidentes
* Al principio dependió Colombia del Virreinato del Perú (establecido en
1542), y como el Presidente de Quito, las Audiencias de Santafé y de Panamá, y
los Gobernadores de las Provincias se disputaban la primacía, y Lima quedaba
á enorme distancia, era urgente el establecimiento de un Gobierno propio en el
Nuevo Reino. Los Visitadores y Jueces de residencia, en vez de restablecer el
orden, aumentaban la confusión, y de ordinario eran peores que los que venían á
castigar. Por estas razones fue tan eñcaz el Gobierno de Venero de Leiva, quien
vino con facultades tan extensas como las del Virrey del Perú.
En esta época Colombia comprendía las Provincias de Panamá y Vera-
gua en la Audiencia de Panamá, y las de Santamarta, Cartagena, Nuevo Reino
y Fopayán en la de Santafé, y las ciudades de Panamá, Nombre de Dios, Nata,
La Concepción, Santafé de Bogotá, Tocaima, La Plata, La Trinidad, Santiago,
La Palma, Tunja, Pamplona, San Cristóbal, Mérida, Vélez, Mariquita, Ibagué,
La Victoria, Remedios, Santamarta, Tenerife, Tamalameque, Valledupar, Rió-
hacha, Cartagena, Tolú, María, Mompós, Antioquia, Arma, Cartago, Buga, Cali,
Popayán, Calcto, Al maguer y Pasto.
Entonces los Alcaldes parroquiales y los Cabildos (cuyos cargos se com-
praban de por vida) ej .'reían funciones importantes ; había Tribunales eclesiás-
ticos, militares y comerciales (Consulados), estos con miembros elegidos por los
comerciantes y encargados de propender al desarrollo de la Agricultura y el Co-
mercio. En todo caso, la principal causa de la mala administración era la ig-
norancia de los colonos, la idea del poder divino de los Reyes, lo heterogéneo
de los habitantes y lo absoluto de las autoridades, de donde el influjo que ad-
quirió el clero, que era del país ; pero la causa principal de la despoblación no
fue el mal rét¡imen, pues los indios seguían gobernados por sus Caciques, fino
la facilidad con que se suicidaban por el menor contratiempo, y las nuevas
epidemias (las de 1555 y 15 76 en México devoraron tres millones de indios).
Causa de error grave á e>te respecto es la opinión de célebres escritos que le
aceptan sin crítica : en 1760 Robertson valuó la población del Perú en 2 millo-
nes, y en el censo hecho poco después no resultó sino uno, lo mismo en que «e
la estimó en 1S43. Yerran por entero los que suponen que la población asdina
H duplica ea peri*do« menores de 49 anos.
960 Nueva Geografía de Colombia
debían durar siete años en ejerció ; pero, como se comprende, en el
particular hubo no pocas variaciones. Duró la Presidencia ciento
setenta y cinco años, durante los cuales se desarrolló la Colonia con
relativa calma y lentitud y tuvo á su frente una treintena de ma-
gcistrados, de los que algfunos no gfobernaron sino muy poco tiempo,
otros se limitaron á vivir y disfrutar su sueldo en paz y tranquil¡>
dad, y pocos dejaron huella sensible de su estada como manda-
tarios.
Tocóle á D. Andrés Venero de Leiva (1564-1574), hombre
realmente superior, establecer la Presidencia, con facultades ex-
traordinarias ; y lo hizo con tal acierto, que por largos años el de-
cenio de su cargo se llamó en Santafé el sigh de oro. Consagró
todos sus cuidados á mejorar la suerte de los naturales, cumplien-
do y haciendo cumplir las nuevas leyes sobre el particular; los
obligó á que viviesen en poblaciones fijas, pero prohibió se les
empleara como acémilas ; hizo construir templos y cárceles en
centenares de pueblos ; estableció numerosas escuelas primarias ;
impulsó el laboreo de las minas ; abrió y mejoró caminos ; fomen-
tó el comercio y la navegación en el río Magdalena, haciendo
practicable la vía de Honda y estableciendo champanes en aquél ;
reglamentó lo relativo á monedas, que por no pagar derechos que-
ría reemplazar el publico con el comercio de oro en polvo ; hizo
fundar varias poblaciones, de las que aiín subsisten Ocaña, Leiva y
Toro ; arregló la marcha normal de la justicia, haciendo que fuese
igual para nobles y plebeyos ; puso la primera piedra de la Cate-
dral de Bogotá; inauguró los estudios filosóficos en el claustro de
Santo Domingo ; y, por último, alivió eficazmente á los indígenas,
diezmados por la viruela, importada de Europa en 1566. Fue du-
rante esta Presidencia cuando el conquistador Quesada gastó in-
útilmente doscientos cincuenta mil pesos y centenares de vidas en
tan larga como inútil expedición por las llanuras de San Martin,
en busca del Dorado.
Por renuncia de Venero de Leiva y excusa de Hinojosa lo
reemplazó Francisco Briceño, que había sido antes Oidor en esta
ciudad. Murió á los ocho meses, por lo cual el gobierno volvió á
caer en manos de la Audiencia por más de dos años, que fueron
época de retroceso y de nuevos disturbios y escándalos entre las
autoridades. El Oidor Anuncibay hizo construir las alcantarillas
entre Fontibón y el río Funza, para poder visitar cómodamente á la
dama de quien estaba prendado. En 1576 los indios Chimilas in-
cendiaron á Santamaría, y por esto el Gobernador ejerció en ellos
tremenda venganza.
En 1578 se posesionó de la Presidencia Lope Diez Aux de Ar-
mendáriz, muerto dos años después en prisión á que lo redujo el Visi-
tador Monzón, hombre funesto para la Colonia. Por este tiempo fue
ajusticiado el Oidor Cortés de Mesa, reo de grandes crímenes, y
murieron Gonzalo Jiménez de Quesada y Gonzalo Suárez Rondón.
Los Visitadores Monzón y Prieto de Orellana y la Audiencia en-
traron en competencias que produjeron multitud de escándalos que
no se convirtieron en crímenes por la oportuna intervención del
Prelado ; quísose hacer morir á Diego Torres, Cacique de Tur«
meque, quien logró fugarse y pasar á España, donde Felipe 11 lo
Nueva Geografía de Colombia 961
nombró su caballerizo mayor. El Oidor Salazar persig^uiócon éxi-
to á los ladrones, que se habían levantado en gran numero, pero
con tanta crueldad que á más de dus mil les hizo cortar las orejas;
y luég^o, por haber fallado contra Felipe 11 un valioso pleito, con-
forme á derecho, el monarca lo premió nombrándolo Fiscal del
Consejo de Indias. La viruela tornó á devastar la Colonia ; la ma-
yor parte de las auturidades ci- iles ayudaban á la opresión de los
indíg-enas ; y el corsario inglés Drake, en 1583, saqueó las ciudades
de Riohacha, Santamarta y Cartagena, e'sta después de heroica
resistencia, lo que le sirvió de pretexto para robarse allí más de
quinientos mil pesos.
En 1590 llegó el nuevo Presidente, Antonio González, con
orden de promulgar otra vez las reales cédulas en favor de los in-
dios y establecer el derecho de Alcabala. Este Presidente declaró
realeng-as todas las tierras y volvió á venderlas en favor del Erario,
datando de entonces los primeros títulos correctos de propiedad
raíz en la Nación ; pero entorpeció la marcha del comercio y de
la minería, prohibiendo la circulación de los tejuelos de oro que
servían de moneda. Estableció el puerto de Honda y reedificó á
Ibagué, arruinado por los Pijaos. En 1596-97 el pirata Roberto
Baal saqueó á Cartagena ; Drake hizo lo propio en Santamarta y
Riohacha, pero fue rechazado en Panamá; y Cordell acabó en San-
tamarta con lo poco que quedaba.
En 1597 se posesionó de Presidente PVancisco Sande, llamado
Doctor Sangre^ por el rigor con 4ue gobernó. Por disgustos con la
Audiencia vino á residenciarlo D. Andrés Salierna, quien falleció de
pena al saber que el Presidente decía le había comprado dándo-
le unas barras de oro : murió emplazando á su calumniador para
dentro de seis días, y al término de ellos falleció Sande. Por en-
tonces varias tribus salvajes intentaron sublevarse, pero fueron du-
ramente castigadas.
Luego gobernó como Visitador D. Ñuño Núñcz de Villavicen-
cio, y en su período no hubo otro acontecimiento que la guerra
con los Pijaos, en la cual fue varia la fortuna para las tropas pe-
ninsulares.
En 1605 tomó posesión de la Presidencia D. Juan de Borja,
muerto al cabo de veintidós años de desempeñar tal empleo, de ma-
nera que ha siio el hombre que por más largo tiempo ha ejercido
la autoridad en nuestro territorio. Desde luego consagró su aten-
ción á la guerra con los Pijaos, trasladándose al Chaparral para di-
rigirla en persona, guerra que terminó con una reñidísima batalla
en que pereció Calarcá, el valeroso jtfe de aquellos indios, cuyos
restos tuvieron que abandonar las montañas del Quindío y fundir-
se entre los Páeces de Tierradentro. El Presidente Borja atendió
con esmero al desarrollo de la instrucción pública y ordenó que se
compusiese una gramática de la lengua chibcha para uso de los
Párrocos, lo que prueba que en su tiempo aún no había desapare-
cido este idioma en el Nuevo Reino, hecho nunca tenido en cuenta
por los historiadores.
Después de dos años de gobierno de la Audiencia, vino de
Presidente en 1630 D. Sancho Girón, Marqués de Sofraga, que
con su carácter altanero se granjeó pronto la antipatía general ;
<^ NviTA Giogiatía di Colombu
de acuerdo con el Visitador Antonio de San Isidro, persiguió al
Arzobispo Al mansa, que los reprendía por sus costumbres licen-
ciosas, motivo por el cual se atribuyó á castig^o una peste tífica que
\e llamó San/os Gil (1635) y que asoló la capital. Por esta época
se principió á fortificar á Cartagena, se fundó el hospital de San
Juan de Dios y adquirieron fama las minas de Antioquia. El Pre-
sidente Girón fue residenciado y condenado á pagar ochenta mil
pesos por deudas á particulares.
D. Martín de Saavedra y Guzmán, nombrado Presidente en
1637, tenía aspecto de imbécil, y nada hizo de particular, salvo ad-
quirir fortuna en pocos meses. En su época, Panamá y Pamplona
fueron arruinadas por los terremotos, y tuvo lugar un ruidoso plei-
to entre jesuítas y dominicanos sobre privilegio para fundar uni-
versidad y manejar cien mil pesos que con este objeto había lega-
do Gaspar Niíñez : lo perdieron los primeros, pero se les autorizó
para fundar otra universidad, la de San Javier, con fondos del
Fisco.
D. Juan Fernández Córdoba y Coello, encargado de la Presi-
dencia en 164S, fue un buen Magistrado que gobernó en paz y
justicia, de tal manera que cuando presentó la renuncia de su car-
go, el Cabildo de la capital ofreció al Rey cuantioso donativo si no
se la aceptaba. En su tiempo el Arzobispo Fray Cristóbal de To-
rres fundó el Colegio de Nuestra Señora del Rosario, cuyas cons-
tituciones entrañaban la idea de un gobierno republicano. A la
vez, Diego de Ortega, López Ortiz y Calderón de Agüero impo-
nían caudales para dotar niñas pobres.
En 1654 se posesionó Dionisio Pérez Manrique, que hubo de
consagrar toda su atención á la defensa de la Costa contra los
ataques de los piratas, que si no pudieron dañar á Cartagena, en
cambio saquearon dos veces á Santamarta. Por choques con el
Visitador Cornejo fue depuesto Pérez Manrique, y arraigado por
la Corte en la ciudad, donde murió años después.
Don Diego Egiies y Beaumont, que murió en 1664, á los dos
años de posesionado de la Presidencia, prometía ser un buen go-
bernante: fomentó las misiones, mejoró las calles déla ciudad y
construyó el " puente grande " sobre el río Funza. En seguida go-
bernó un año Diego Corro Carrascal, y luego cuatro Diego de Vi-
llalba y Toledo, que construyó el puente sobre el Gualí, y fue sus-
pendido y reemplazado por Melchor Liñán y Cisneros, Obispo de
Popayán, quien á su turno, promovido á otro empleo tres años des-
pués, dejó el Gobierno en manos de los Oidores de la Audiencia,
que gobernaron cuatro años (1674-78), en medio de peculado y de
los mayores crímenes é injusticias, sin que esto fuera de extrañar,
puesto que á la sazón imperaba Carlos 11 el Hechizado.
Fue ésta la época más sombría para nuestras Costas, puesto
que en ella alcanzaron los piratas su mayor poderío y cometieron
sus más grandes crímenes: Morgan saqueó á Riohacha y Portol^elo,
su Teniente Brodley hizo lo mismo con Chagres, á pesar del he-
roísmo de la guarnición, que sucumbió íntegra en la lucha, y con
Panamá (1671), que redujo á cenizas, vendiendo, además, seiscien-
tos de sus hijos como esclavos. Reedificó la ciudad el Obispo D.
Lucas Fernández Piedrahita, notable historiador de la Conquista,
NUIVA GlOOSAFÍ A DX CotOVBU ^fy
santafereño que había sido cura de indios chibchas. Tantos crí-
menes conmovieron por fin á Europa, é Inglaterra, en cuyo pro-
vecho se cometían, se vio obligada á cerrar á esos forajidos los
puertos de sus posesiones antillanas.
Para juzgar á los Oidores delincuentes vino en 1638 D. Fran-
cisco Castillo de la Concha, quien suspendió además por malos ma-
nejos á los Gobernadores de. Panamá y Popayán, tasó en justicia
los tributos que los indios pagaban á los encomenderos, riñó por
temporalidades con el Arzobispo, diciendo á la Corte al darle
cuenta del hecho, que aquí había " mucha iglesia j/ poco rey ¡ " cuando
debió decir que había " mucho amor á la tierra y poco rey,"
En su {)eríodo hubo en Cartagena graves escándalos entre las au-
toridades civiles y eclesiásticas, motivados por cuestiones de depen-
dencia del convento de Clarisas.
Muerto en Bogotá el Sr. Castillo, en 1685, lo reemplazó, por *
un año, D. Sebastián Velasco, que no dejó huella de su gobierno,
en lo cual le igualó D. Gil Cabrera y Dávalos, que desempeñó el
cargo hasta 1703. Lo mismo hay que decir de D. Diego Córdoba
Lazo de la Vega (1707-10), y del Arzobispo Cosió y Otero, que
gobernó un año. En 1687 (9 de Marzo) se sintió en Bogotá un fuer-
te ruido subterráneo, de donde el refrán el tiempo del ruido, para sig-
nificar cosa extraña ó muy antigua. En 1697 la escuadra francesa
mandada por el Barón de Pointis, auxiliada por el Pirata Ducasse,
tomó á Cartagena, de donde se robó ocho millones de pesos. Parte
de éstos hacía el sepulcro de plata de la Catedral, devuelto luego
por Luis XIV, acuñado en 18 15 para racionar á los soldados de la
Independencia.
En este ataque si el Gobernador se mostró inepto ó traidor,
D. Sancho Jimeno, Comandante del Castillo de Bocachica, se cu-
brió de gloria, resistiendo con setenta hombres el empuje de cinco
mil enemigos. Lo acompañaba su joven esposa, y no entregó el
puesto sino cuando todos sus compañeros estaban fuera de com-
bate. Su conducta impuso de tal manera á Pointis, que éste le ciñó
su propia espada, diciéndole : " Un caballero como usted no puede
estar desarmado."
De 1 7 1 1 á 1 7 1 3 mandaron los Oidores con los escándalos de
antaño, y aun se cree envenenaron al nuevo Presidente Francisco
Meneses Bravo de Sarabia, que gobernó dos años, porque quiso co-
rregirlos, aunque otros dicen se limitaron á enviarlo preso á España.
Por unos meses gobernó luego Fray Francisco del Rincón, Arzo-
bispo de Bogotá, y luego por dos años D. Nicolás Infante de Va-
negas, quien patrocinó la idea de suprimir la Audiencia de Pana-
má, origen de continuas discordias.
Ya en el trono de España la casa de Borbón, Felipe v, que
trabajaba por devolver su esplendor á la monarquía, resolvió erigir
la Nueva Granada en Virreinato, y para establecer éste envió á D.
Antonio de la Pedrosa y Guerrero, que en 17 19 posesionó del car-
go á D. Jorge de Villalonga, hombre de cortísimos alcances, que
sólo se ocupó en informar contra el establecimiento del Virreinato,
entidad que fue suprimida en 1724. En su tiempo el Visitador Quin-
tana vino á revisar los títulos de las tierras, lo que produjo gruesas
sumas al erario.
964 Nueva Geografía de G>lohbu
Restablecida la Presidencia, la ejerció D. Antonio Manso
Maldonado (1724-30), sin hacer nada de provecho; dejó el man-
do á la Audiencia, que lo ejerció tres años, como de costumbre.
^^ 1733^ 1737 vi"o ^- Rafael Eslava, que murió en Bogotá;
reemplazólo D. Antonio González Manrique, á quien acaeció lo
mismo á los pocos días, por cuyo motivo le sucedió su her-
mano D. Francisco hasta 1740, año en que se restableció deñní-
tivamente el Virreinato. En tiempo del Sr. Eslava tocaron.cn
nuestras Costas Lacondamine, Boug-er, Jorg-e y Juan Antonio
UUoa, que venían á medir un g^rado del meridiano en el Ecuador;
los Jesuítas introdujeron la imprenta (1740); un incendio casi des-
truyó á Panamá, y un terremoto arruinó á Popayán.
IV. £i Virreina/o.* (70 años : 1 740-18 lo). — La Casa de Bor
bón, instalada en el trono de lüspaña con Felipe v el Animoso, tra-
bajó con celo é interés por restablecer á España de la ruina á que
la había conducido la dinastía austriaca ; y convencido de la nece-
sidad de erigir en Virreinato á la Nueva Granada, así lo hizo con-
forme queda indicado, aunque desgraciadamente el Rey revocó su
resolución por los motivos apuntados. Mas al fin de su Gobierno,
reafirmado en sus primeras ideas por el ningún resultado que daba
la Presidencia en Santa fe' y en Quito, y también para hacer frente
á la guerra que se había suscitado con Inglaterra, por el apresa-
miento en nuestras Costas de buques contrabandistas de aquella
Nación, restableció en firme el Virreinato en 1740*, nombrando
para desempeñarlo al Teniente General D. Sebastián de Eslava,
quien durante los ocho años de su mando permaneció en Cartage-
na, plaza que tenía por Gobernador militar á D. Blas de Leso.
Inglaterra preparó una fortísma escuadra tripulada por más
de veinticinco mil hombres, y á órdenes de Vernón la envió á ata-
car nuestras Costas. El Almirante inglés hizo celebrar como vic-
toria la toma de Portobelo, defen^iida por treinta hombres, y luego
singló sobre Cartagena, que apenas contaba tres mil defensores,
con tanta seguridad del triunfo, que traía ya preparadas medallas
conmemorativas de él. El asedio fue largo y penoso; sangrientos
los combates en las fortificaciones ; y al cabo, vencido y humillado
Vernón, se replegó hacia Jamaica después de haber perdido su
parque, nueve mil hombres y seis buques. Es fama que los prisio-
neros ingleses en este desastre fueron condenados á trabajos pú-
blicos en el interior del Virreinato.
Como se temiese un nuevo ataque á Cartagena, la Corte
dispuso la reparación de las murallas y el abastecimiento de la
ciudad ; mas la lección había sido sobrado dura para que Inglate-
rra quisiera repetirla. En el interior, durante este tiempo, causó
grandes males un larguísimo verano.
En seguida, y por tres años, desempeñó el Virreinato D. José
Antonio Pizarro, quien estableció el estanco de aguardiente, contl-
• Los Virreyes reunían el poder civil, militar y judicial ; nombraban em«
pleados, presidían los Tribunales, trn'an una Corte á semejanza de la de Madrid,
fuardias de á pie y de á cab. lio ; «u poder no tenía más limite que el derecho
e la Audiencia de fTesenti* ríes observaciones, y en caso de absoluto desacuerdo^
debía apelarse á Madrid. Se entendían directamente con los Ministros de fistado.
NuKVA GeocrafÍa di Colombia g65
nuó el camellón de Occidente, fundó alg^unas poblaciones á orillas
del Magdalena para reducir á los Chimilas de la Sierra Nevada,
y sin éxito trabajó en las misiones de la Goajira. También ayudó
al Obispo de Panamá en la empresa de fundar allí una universidad,
é hizo suprimir la Audiencia de aquella Plaza, fuente de continuas
discordias.
En 1 753 Femando vi nombró por Virrey á su amigo el noble D.
José Solís Folch de Cardona, quien con todo celo se contrajo á im-
pulsar el progreso de la Colonia. Construyó el Acueducto del Agua-
nueva para surtir de aguas á la capital ; el Puente de Bosa en el ca-
mino de este lugarejo, que puso de moda para veranear. Sin éxito
trabajó muchísimo por abrir definitivamente los caminos del Ca-
fare, el Quindío y Antioquía. Trabajó en las misiones de los Da-
rienes, Chimilas y Motilones. En ñn, estableció la Oficina de Esta-
dística en Santafé. Bajo su administración dieron principio á sus
trabajos las comisiones española y portuguesa, que debían delimi-
tar en la Amazonia las posesiones de las dos Coronas, las que des-
graciadamente no dieron resultado. Para enviar víveres á los co-
misionados se abrió un cammo á San Martín, perdido hoy, y se
navegó el Gu aviare.
La conducta del Sr. Solís fue un tanto escandalosa en la ciu-
dad, lo que le ocasionó disgustos con los Oidores, una reconvención
del Rey y una satisfacción del amigo ; mas de repente renunció al
mando, y apenas llegó su sucesor en 1761, donó sus bienes á los
pobres y tomó el hábito de San Francisco en los recoletos de San
Diego, donde murió al cabo de nueve años de una vida ejemplar.
El Virrey D. Pedro Messía de la Zerda, uno de nuestros más
notables mandatarios, nombrado por Carlos iii, cuyo advenimiento
seguramente influyó en la renuncia del Sr. Solís, recordó en los doce
años de su mandato, los tiempos de Venero de Leiva. El Sr. Zerda
reorganizó los estancos de aguardiente y de tabaco; fundó la fábri-
ca de pólvora en Bogotá, que se surtía con el salitre de Paipa ;
hizo construir sendos puentes en los ríos Sopó y Bosa ; inició la
obra de cerrar la entrada de Bocagrande en la Bahía de Carta-
gena, para fortalecer la plaza ; arregló las rentas publicas ; hizo
la estadística del Virreinato, y para impulsar nuestro incipiente co-
mercio, solicitó de la Corte, aunque en vano, la franquicia de nues-
tros puertos.
Trabajó con ahinco el Sr. Zerda por arreglar el servicio de
los curatos y por la reforma de los regulares, disponiendo hubiera
un Coadjutor en cada caserío distante más de cuatro leguas de la
iglesia parroquial, pagado por )a real Hacienda si no alcanzaban
las rentas del Curato : esta medida produjo buenos efectos en la
Diócesis de Popayán, pero no pudo aplicarse en la de Bogotá, por
estar vacante el Arzobispado. La reforma de los regulares, tan ne-
cesaria, no pudo realizarse por no haber venido de España los sa-
cerdotes que debían aplicarla.
Tocó al Sr. Zerda hacer cumplir una orden del Rey, funestí-
sima parala colonia: la expulsión de los Jesuítas, cuyos bienes fue-
ron confiscados, y quienes al partir para el destierro dejaron aban-
donadas las florecientes misiones de Oriente, donde los indios re-
ducidos Tolvieron á la vida salvaje ; cerraron los tres colegios en
^86 Nueva GtoGRAFÍA di Colombu
que instruían á la juventud, y entregaron al abandono más de cien
fundos que habían conquistado á la naturaleza.
Durante el Gobierno del Sr. Zerda hubo en Neiva alg^unos co-
natos de revuelta, ó mejor dicho, simples irrespetos á la autoridad,
los que tuvieron causas locales, y que el Virrey reprimió con pru-
dencia. Es error de los historiadores suponerlos relacionados con
la guerra de Independencia que i. la sazón sostenían los Estados
Unidos del Norte.
De 1773 i 1776 rigió el Virreinato D. Manuel de Guirior,
que en un todo siguió las huellas del Sr. Zerda, preocupándose es-
pecialmente de la relajación del clero y de las Ordenes religiosas,
que daban no poco que hacer á sus superiores. De acuerdo con el
Prelado, trabajó por el establecimiento de un Colegio de Ordenan-
dos, y por la convocación de un Concilio Provmcial, que aun cuando
se reunió presidido por el Obispo de Cartagena, dejó pendientes,
por enfermedad de éste, los delicados puntos que en él se trataron.
Para fomentar la agricultura otorgó exenciones á la explotación
de los productos del país, llamó la atención de la Corte á la nece-
sidad urgente de desamortizar algunas de las muchas ñncas que
estaban secuestradas de la riqueza publica, y en vano pidió la li-
bre navegación del Atrato. Preocupado también con las misiones,
se ocupó con éxito en la reducción de los Motilones, de los Chimi-
las, de los Darienes y de los Goajiros, para contener á los cuales
obtuvo se mandara fortificar á Bahiahonda. En su tiempo se re-
glamentó definitivamente y á satisfacción general el estanco del
tabaco. En fin, intentó fundar una Universidad, y en el proyecto
de estatutos que envió á la Corte se contenían ideas tan adelanta-
das para aquella época, que fueron improbadas, pero que dejaron
semilla que no se perdió para la Nación. Con las librerías -de los
Jesuítas fundó una biblioteca pdblica que se abrió en Enero de
1777.
El sucesor de Messía de la Zerda y de Guirior fue el reverso
de ellos como mandatario, y su conducta como Virrey en los ocho
años de su gobierno, tuvo no poca influencia en la ruptura definiti-
va de los criollos con la madre patria : baste saber que en su pe-
ríodo acaeció la famosa insurrección de los Comuneros, y no le
cabe la excusa de que en todo lo económico estaba bajo la juris-
dicción del Visitador Gutiérrez de Piñeres, puesto que por no re-
nunciar el cargo aceptó la responsabilidad de las disposiciones de
dicho Visitador.
El Sr. Flórez hizo su viaje á la capital por el Opón, con el fin
de estudiar esta vía, que encontró era imposible mejorar ; á su lle-
gada tomó diversas medidas para construir ó refeccionar los ca-
minos de Antioquia y el Chocó, en beneficio de la industria mine-
ra ; para fomentar la manufacturera dio impulso á los gremios de
artesanos existentes en el país, y para desarrollar el comercio,
aprovech ando un permiso de la Corte, lo permitió por Riohacha y
Santama rta. Atendió á los trabajos de fortificación de Cartagena,
y de acuerdo con el Prelado fundó un Hospicio y casas de asilo. La
escuadra surta en Cartagena la envió ala Costa Mosquitia para man-
tener á raya á los ingleses, que querían apoderarse de ella; y como
^U^se noticia de que la guerra se había declarado formalmen-
NviVA Geografía di Colokbu 967
te entre España y la Gran Bretaña, se trasladó á Cartagena para
atender mejor á la defensa del litoral.
La Corte, tanto porque creyó nocivas los medidas del Virrey,
que daban cierta libertad al comercio, y quiso revocarlas, como
para conseguir fondos para la guerra con Inglaterra, envió un Re-
gente Visitador con facultades superiores á las del Sr. Flórez.
A su llegada, el Visitador Piñeres aumentó el valor de los ar-
tículos estancados, estableció nuevos impuestos, que abarcaron la
sal y el algodón hilado, gravó industrias que antes eran libres, y
sobre todo, cometió el yerro de dividir á todos los habitantes en
dos clases, á las que impuso una capitación de uno y dos pesos, sin
preocuparse con la injusticia que tal clasificación entrañaba para las
gentes menesterosas. Tales medidas produjeron desagrado, como
se comprende, que se tomó en descontento, por los abusos de los
guardas y recaudadores, que nada respetaban y que cometían toda
clase de crímenes, tolerados por los superiores. El impuesto sobre
la sal fue uno de los más criticados, pero el del algodón hilado, en-
tonces la gran industria de las poblaciones del Norte, causó ver-
dadera exacerbación. Los vecinos de Simacota, Mogotes y Chara-
lá rechazaron á los guardas por la fuerza, y la Audiencia no supo
6 no pudo contener tales tumultos, que erradamente se ha supues-
to después obedecían á tendencias de emancipación. En el Socorro
Manuela Beltrán quitó el edicto que decretaba los nuevos impues-
tos, arrancó del estanco y pisoteó el escudo real., y consiguió amo-
tinar la gente que estaba en el mercado, sin que las autoridades
osaran impedirlo. Al dispersarse la concurrencia, cada cual llevó
la chispa á su pueblo, y pronto todas las parroquias del Norte es-
tuvieron en plena insurrección, reconociendo por Jefe á D. Juan
Francisco Berbeo, que había sido el alma de acontecimiento tan
extraño en la Colonia. Tanto las autoridades de aquella comarca
como los Jefes de la revuelta, pidieron respetuosamente á la Au-
diencia que moderase los nuevos impuestos ; pero este Tribunal
no contestó sino con la orden de someter por la fuerza á los suble-
yados.
La insurección ganaba terreno sin cesar, y muchas pobla-
ciones no esperaban sino la aproximación de los socórranos para
unírseles : con tal objeto los artesanos de Bogotá les enviaban de
continuo noticias tendientes á irritarlos más y más, y consiguieron
así que los amotinados, que se llamaban comuneros á sí mismos, y
que recuerdan punto por punto á las Comunidades de Castilla, como
que los Municipios del Virreinato conservaban ciertos privilegios de
tiempos más libres, resolvieran marchar sobre Bogotá. En Puente
Nacional encontraron una columna que el Visitador envió á ba-
tirlos, la que á su vista se dispersó sin dar un tiro. La noticia de
esta derrota aterró á las autoridades ; la Audiencia resolvió que
el Visitador marchara inmediatamente para Honda, y desp)achó
al encuentro de los rebeldes una comisión de paz, presidida por el
Arzobispo. Unos y otros se encontraron en Zipaquirá, y los comi-
sionados, para salvar la capital, tuvieren que convenir en todo lo
que pidieron los Comuneros, entre los cuales figuraba D. Antonio
Pisco, último descendiente de los Zipas.
968 Nueva Geografía de Colombu
Las capitulaciones firmadas en Zipaquirá establecían la amnis-
tía g^eneral por lo sucedido, la disminución de los impuestos, el
derecho de los hijos del país á ocupar los destinos públicos, y la
facultad de los Comuneros de disciplinarse y estar siempre aperci-
bidos á la defensa de sus derechos : no otra cosa j-e Jían los com-
pañeros de D. Juan Padilla en la lucha de las Comunidades. La
Audiencia aprobó tales capitulaciones por lo apremiante de las
circunstancias, después de extender un acta secreta en que hacía
constar que abdicaba bajo el imperio de la fuerza ; y tal aproba-
ción, ó mejor la jura de las capitulaciones, se hizo en los llanos del
Mortiño, ante los treinta mil (?) sublevados y en los momentos en que
alzaba la hostia el Arzobispo en una misa solemne celebrada en un
altar portátil, y terminada la cual se disolvió la multitud, guiada
por sus respectivos capitanes, con lo cual poco á poco se extinguió
el incendio.
Tan pronto como el Virrey supo lo acaecido, improbó las ca-
pitulaciones y envió á la capital quinientos veteranos, con cuyo am-
paro, la Audiencia, faltando á sus juramentos, se declaró Jibrc de
éstos y puso las cosas en el estado en que antes se encontraban.
Antes de la jura de Zipaquirá, Berbeo dispuso que José Anto-
nio Galán marchase de ese lug^ar al Roble con un piquete para im-
pedir la fuga del Visitador; pero cuando llegó á su destino, ya éste
había pasado. Con las armas que quitó á un piquete de tropas allí
apostado, armó su fuerza y marchó sobre Honda, porque no acep-
taba las capitulaciones. Sucesivamente ocupó las poblaciones del
Norte del Tolima, y su presencia entusiasmó á las del Sur, que se
sublevaron y dieron muerte al Gobernador. Galán, al saber lo ocurri-
do después de la jura de las capitulaciones, dejó parte de sus tro-
pas en el Tolima, y marchó rápidamente para el Norte, donde en-
contró ya muy decaídos los ánimos : fueron vanos sus esfuerzos para
revivir el entusiasmo, y aun algunos de sus antiguos comp>añeros
le hicieron traición. Desalentado con esto, intentó pasar á Casanare
con unos pocos hombres ; pero al cruzar la cordillera fue sorpren-
dido y apresado por tropas del Gobierno. Conducido á la cárcel
de Bogotá con algunos de sus compañeros, fue con éstos con-
denado (1782) á la horca, luego quemado el tronco y repartidos
los miembros en diversas poblaciones, para escarmiento de los ha-
bitantes. Además, la descendencia de las víctimas fue declarada
infame, y sus casas arrasadas y sembradas de sal.
La rebelión de los Comuneros excitó los ánimos en muchos
otros lugares del resto del país, pero en ninguno pasó de intentos
fácilmente contenidos. Lugares hubo donde si hubiera estallado,
se habría convertido en guerras de razas.
El indulto del Virrey fue confirmado por la Corte, lo que no
obstó para que se castigara con prisión á algunos de los promoto-
res de la revuelta; y si las persecuciones no fueron mayores, debic-i
se á las instancias del Arzobispo de Bogotá, que quiso borrar con esto
su conducta anterior con los Comuneros. Las cosas volvieron, pues,
á su estado anterior : los impuestos siguieron cobrándose, y los ve-
jámenes continuaron, aunque muy disminuidos.
La revolución, si hubiera podido surgir del conflicto por los
impuestos, había muerto en su cuna, pero dejaba exacerbado el
Nueva Geografía de Colombia 969
antagonismo entre criollos y peninsulares, que en su día debió dar
naturales frutos. Yerran los que afirman que la idea de los Comu-
neros era la de la emancipación del país, porque esta afirmación
tiene en su contra los documentos de la época. Yerran igfualmente
los que hacen de Galán ora un jefe de ladrones, ora el precursor
de la Independencia : no fue una ni otra cosa, y la Historia no
puede considerarlo sino como el más enardecido adversario de im-
puestos que creía indebidos y de autoridades que permitían atro-
pellos que habían manchado su tierra natal.
*
A mediados del siglo xviii las Colonias españolas de America,
y principalmente el Nuevo Reino, era poco menos que desconocido
para los extranjeros. En 1720 Cádiz sucedió á Sevilla en el goce
del monopolio del comercio con América, y de ese puerto zarpaban
cada año dos convoyes de mercancías, los galeones y la ^o/a, con
27,000 toneladas de carga como máximum, aquéllos, encargados
de llevar provisiones á Caracas, Nuevo Reino, Perií y Chile, descar-
gaban en Cartagena, en tanto que la otra se dirigía á México : to-
dos, con la mercancía de retorno, se reunían en la Habana para
regresar i Cádiz. El régimen procuraba grandes beneficios á algu-
nos comerciantes españoles y mantenía altos precios en los artícu-
los importados, lo cual provocó la organización de un formidable
comercio de contrabando, que unido á las dificultades de España en
el siglo xviii. acabó con esea bsurdo sistema colonial fundado en el
exclusivismo. Entonces comerciantes españoles y otros lograron ex-
pedir naves directamente : en 1 750 cesó el envío de los galeones,
lo que arruinó á Panamá y Portobelo ; en 1764 cayó definitivamen-
te el monopolio de Cádiz con el establecimiento de uri servicio re-
gular entre la Coruña y América, y en 1774 las colonias fueron au-
torizadas para comerciar entre sí y con la Madre Patria, pero no
con mercancías extranjeras. Calcúlase que de 1750 a 1800 la mitad
del producto de las minas (3 millones) quedaba en América para
gastos de administración.
Aun cuando se ha dicho que en esa época^no existía ninguna
industria por no permitirlo el Gobierno, esto es fa^lso, pues ya se fa-
bricaba en buena cantidad el batán y diversos artículos de la tierra;
si la agricultura no prosperó aquí como en México, fue porque la mi-
nería era la principal ocupación de los naturales. Grandes riquezas
no se acumulaban en ninguno ; el Clero era pobre, pero influyente.
Del Istmo de Tehuantepec á las bocas del Amazonas, y de Trini-
dad á Paita, Nueva Granada era la primera de las colonias por el
ndmero de habitantes y pueblos y por el estado general del país,
que no por los productos de su suelo.
*
Al Virrey Flórez sucedió en 1782 D. Juan de Torresal Díaz
Pimienta, que por muerte dejó vacante el puesto á los pocos días,
por lo cual lo ocupó el Arzobispo Sr. Caballero y Góngora, desig-
nado para tal evento en los pliegos áe/u/ura *.
* Pliego cerrado enviado de España con el nombre de quien debía reern*
plazar al superior en caso de muerte.
Nueua Geografía áe Colonéia tomo 1—62
970 Nueva Geografía de Colombia
El nuevo Arzobispo trabajó en primer término por conseguir
que la demarcación de los Obispados coincidiese con la civil de los
territorios, y auque sin éxito, porque se crease la Diócesis de An-
tioquia ; fomentó las misiones entre los indios salvajes ; impulsó la
industria minera haciendo que la Corte enviase un mineralogista
(D'Elhuyart) que le diera nueva vida ; trabajó por disminuir el pau-
perismo ; puso especial interés en la educación de la juventud, para
lo cual fundó en el Colegio del Rosario una cátedra de matemáti-
cas ; trató de realizar la idea de fundar una universidad pública y
de separar el Seminario de San Bartolomé ; dictó un nuevo plan
de estudios, en que reemplazó los meramente especulativos por los
de ciencias naturales, á fin de explotar las riquezas del territorio;
y, lo que constituye su verdade a gloria, obtuvo de la Corte la
creación de la Expedición Británica, que tuvo por primer Director
al sabio Celestino Mutis, venido al país como médico del Virrey
Messía de la Zerda, y recorrió y estudió el país en varias direccio-
nes, y formó á muchos hijos de éste, que dieron honra y prez á su
patria, y que por ella se sacrificaron en la magna guerra
Por estos tiempos los ingleses pret^índieron apoderarse del Da-
rién, por lo cual dispuso la Corte que dicho territorio se ocupase
inmediatamente, y al efecto el Arzobispo-Virrey se trasladó en
1785 á Cartagena, de donde despachó una expedición que sujetó
á los naturales que desobedecían las autoridades españolas, debien-
do, además, explorar científicamente el territorio para buscar un
camino mejor entre los dos mares, lo que desgraciadamente no se
llevó á cabo.
De nuevo también volvió á agitarse la cuestión de límites con
el Brasil ; y aunque los trabajos de demarcación duraron hasta la
partida del Arzobispo para la Costa, nada se logró en definitiva,
porque el ccmisionado español Requena tropezó siempre ccn la
mala fe de los agentes de Portugal.
En 1 789 por renuncia se separó de su doble cargo el Arzo-
bispo-Virrey, dejando grato recuerdo de su persona, y el mando
en poder de D. Francisco Gil y Lemus, quien por promoción al Vi-
rreinato del Perú, no lo ejerció sino siete meses, durante los cuales
se contrajo á reducir los gastos del Gobierno colonial y abandonó
los novísimos establecimientos del Darién.
De 1789 á 1797 rigió la Colonia D. José de Ezpeleta, el más
liberal de los Virreyes, de espíritu progresista y tan hábil en el ma-
nejo de los negocios públicos, que habiendo recibido la colonia con
una deuda de dos millones, enorme para la época, sin recargar los
tributos logró en su período pagarla y aumentar en cuatrocientos
mil anuales las rentas públicas, y mantener un ejército de 7,000
hombres, exigido por las circunstancias. Trabajó en vano por regu-
larizar y revivir las misiones, y atendió con celo bien entendido á la
caridad pública. Fundó la Escuela de Medicina, y Escuelas públi-
cas en muchas poblaciones importantes que carecían de ellas ; fo-
mentó diversos colegios ; separó el Seminario de San Bartolomé;
hizo todo esfuerzo para fundar una Universidad ; mandó construir
el puente del Común y buena parte de la Carretera del Noite;
mejoró diversos caminos ; concluyó de cerrar á Bocagrande ; ter-
minó las murallas de Cartagena, y dio principio á la canalización
del Dique.
NuKVA Geografía m Colombia
Hombre de ideas levantadas, batalló porque se concedieran
franquicias á la industria y al comercio, y en la única imprenta que
existía por entonces, hizo aparecer el primer periódico que vela la
colonia, El Paptl Periódico de Santtfé de Etogotá (9 de Febrero de
1791).
Por entonces conmovía á Euro-
pa la Revolución Francesa, y aun
cuando se había prohibido la entra-
da á las colonias de todo libro que
tratase tales sucesos, D. Antonio
Narino consiguió una historia de la U
Asamblea Constituyente, que le fa- g
cilitd un Capitán de la guardia del ,■<,
Virrey, y de ella tradujo los Dere- _5
chas dfl hombre, que hizo imprimir y ^
circular subrepticiamente. ^
Descubierto e! hecho, alarma- §
ronse las autoridades, que por ello 3
y por haber aparecido pasquines |
contra los gobernantes, iniciaron |
sendos sumarios contra multitud de J
personas por conatos de sedición, §
por la impresión del folkto y por la *g
fijación de los pasquines. A pesar .9
de la brillante defensa presentada S
por Nariño, fue condenado i diez |
anos de presidio en África, pero &
pudo fugarse. al llegar á Cádiz, á T
donde arribó con los demás suma- »j
riados que se remitían i España á ^
disposición del Consejo de Indias. a
D. Pedro Mendinue ta y Musquls g
(1797-1803) reemplazó al Sr. Ez-
peleía, y ante todo se propuso gran-
jearse la voluntad de los colonos ;
de «cuerdo con el Prelado trató de
arreglar las cuestiones eclcsiísticas,
de mejorar el Hospital y de revivir
las misiones, que habían decaído para siempre. Trabajó tambión,
aunque en vano, por mejorarla administración de la justicia, sobre
todo en lo relatívoá los asuntos criminales; fomentó la instrucción
pública, y sin éxito, como sus antecesores, solicitó la fundación de
una universidad; dio impulso i la industria minera y mejoró las
rentas públicas; hizo levantare! censo de la colonia, pero no se
principió por las mejoras materiales. En cambio prestó eficaz auxilio
á la Eipedción Botánica, en la cual ocupa lugar eminente Francis-
co José de Caldas, é hizo construir el Observatorio astronómico de
la ciudad, uno de los mejor situados del globo. Los estudioi de la
naturaleza que se hicieron entonces, abrieron horizontes al es-
píritu, y contribuyeron no poco al movimiento de 1810. Tocóle en
suerte al Sr. Mendinueta recibir al sabio Humboldt (1801) cuan-
do vino á estudiar nuestro suelo, y se vio afligido por la reaparición
972 Nueva Geografía de Colombia
de la viruela, para prevenir la cual inútil ir.ente se esforzó pbr con-
seg"uir el virus vacuno.
Súpose entonces la fuga de Nariño, y que regfresaba al país ;
pero cuando se dieron órdenes para su aprehensión, ya estaba en
Bog^otá. Temeroso de ser descubierto, se presentó al Arzobispo,
quien le facilitó una conferencia con el Virrey, en la cual le refirió
sus trabajos en Europa en pro de la Independencia, y denunció
como cómplices á Tallien, á Pitt y á seis clérigos que le habían
parecido demasiado realistas en su viaje de Venezuela á Bogotá.
Nariño estuvo preso unos días en el cuartel de caballería, y luego
fce puesto en libertad.
En 1803 se posesionó D. Antonio Amar y Borbón, destinado
á ser el último de los Virreyes de Nueva Granada, como que bajo
su gobierno estalló la revolución de 1810; de manera que para
las conmociones políticas tuvo la misma estrella que el monarca
imbécil que por lazos de sangre le confería tan alto puesto. En
efecto, si Amar y Borbón hubiese tenido las dotes de alguno de
sus inmediatos antecesores, en vez de proceder como los de su raza
en Francia y en España, se habría puesto á la cabeza de la revo-
lución en Nueva Granada, encauzándola, y así con muchas proba-
bilidades dirigido el país por la ruta que siguió el Brasil y que lo
salvó de un siglo de revueltas intestinas.
Por este tiempo llegó por fin á la Nueva Granada el virus va-
cuno, tan ansiado, y el movimiento científico tomaba cada día ma-
yores proporciones ; se estudiaba el país especialmente por Cal-
das ; la prensa periódica alcanzó vuelo inusitado, contándose entre
ella el inolvidable Semanano de aquel mismo sabio ; y las ideas
políticas se desarrollaban á impulsos de la tormenta que tenía en
París su cerebro y su corazón. Todo se transformaba en la Colo-
nia ; viento de nuevos tiempos llegaba sobre los flancos de los An-
des, y sólo el Virrey y sus apaniaguados no sentían las voces del
Gran Pan.
Con más ó menos lentitud y dificultades los granadinos se
iban imponiendo de los sucesos de Europa, del mal estado de la
monarquía, del desgobierno de la Metrópoli — donde un favorito
disponía á su antojo de los dineros y del honor del Estado — de la
absorción de los bienes de las fundaciones piadosas por el Tesoro
real, de la abortada tentativa de Miranda sobre las costas de Ve-
nezuela en 1806 *, de los manejos de Napoleón en España, y por
último, de la abdicación del Rey; del entronizamiento de José Bo-
naparte en la silla de los Reyes Católicos ; del asesinato del pue-
blo de Madrid el memorable 2 de Mayo, y, en fin, del estableci-
* Miranda, hijo de Caracas, convencido republicano 7 valiente soldado, se
distinguió en las guerras de la Revolución francesa, y prevalido de las influen-
cias que adquirió entonces, quiso libertar á Venezuela, para lo cual desembarcó
en Ocumare con 200 compañeros reunidos en los Estados Unidos ; pero fue ven-
cido, y aun cuando luego ocupó á Coro, convencido de que la población €uin nc
eta partidafia de la Independencia, regresó á Europa. En su expedición enarboló
la bandera azul, roja y amarilla que todavía conservan las Repúblicas hijas de la
gran Colombia. Mas tarde, en la campaña de 181 1, demostró su absoluta imperi-
cia como militar, causa de la derrota que entonces sufrió la causa de la emanci-
pación.
Nueva Gemrafía de Colqjibu
miento de Juntas de Regencia en las principales ciudades de Es-
paña, con el fin de organizar la i^uerra contra el invasor y defender
ios derechos del soberano leg;ítimo.
Y á todo e»to agregúese que
después de la derrota de los fran-
ceses en Bailen, la Junta de Sevilla
envió comisionados á las colonias
de América en solicitud de apoyo '
físico y moral, de Diputados que re-
presentaran sus derechos, y de gran
numero de ejemplares de los perió-
dicos que en España combatían á
los franceses, pero que por reflejo
natural se caldeaban en los senti- f'E"" 3*8— A nueologia Colombia-
mientos de libertad, justicia y de- """ ' ^^ ''^ "fc'"*'
recho.
Al Nuevo Reino vino de comisionado D. Jos¿ Llórente, y como
se convocase una Junta de notables para estudiar sus credenciales,
comprendieron en el acto los granadinos con cuánta injusticia se
les trataba al no concederles sino un Diputado, y eso en reali-
dad nombrado por el Virrey, á pesar de lo cual generosamente
entregaron medio millón de pesos, con el cual regresó Llórente i
los pocos días.
En semejante emergencia, el Virrey, en vez de estimular loi
sentimientos de las colonias hacia la Metrópoli, como se le había
mandado, por desconfianza con los criollos, hacía y deshacía nom-
bramientos que desagradaban al pueblo. En Diciembre de 1S08
los quiteños quisieron organizar una Junta i semejanza de las de
España, y aunque los principales factores del movimiento fueron
descubiertos y apresados, los otros, encabezados por el Marqués
de Selvaalegre, depusieron al Presidente Conde Rui?, de Castilla,
(10 de Agosto de 1809) y í las demás autoridades de la ciudad,
sin efusión de sangre. La Junta revolucionaria de Quito llamó á las
Provincias para que la secundaran en la tarea de defender los de-
rechos del Rey, y si algunas le oyeron y obedecieron, Cuenca y
Guayaquil, Pasto v Popayán, se pusieron en armas para atacar á
los quiteños.
El Virrey, al saber lo ocurrido en Quilo, convocó de nuevo la
Junta de notables, que se disolvió sin dar resultado, pero en la cual
los americanos declararon lisa y llanamente que en Bogotá debía
hacerse otro tanto. Irritados los patriotas con la conducta del Vi-
rrey, hicieron que el Cabildo elevase al Monarca un elocuente me-
morial para pedirle la igua'dad en la Diputación, y derecho para
organizar la defensa del país, dejándole entrever que una denega-
ción de justicia sería causa de ruptura, como en efecto lo fue.
Ei Virrey envió tropas contra los quiteños, y á la vez que des-
guarnecía á la capital aumentaba la efervescencia pdblica con sus
imprudencias y vacilaciones, pues apresaba i quienes en las Juntas
por ¿1 convocadas emitían su opinión con franqueza, y nombraba
regidores á su amaño y contra la ley, para tener mayoría en el
Cabildo. Con todo, á mediados de 1809 se hizo el soneo de Dipu-
974 Nueva Geografía de Colombia
tados para la Junta Central de España, prescindiéndose de D. Ca-
milo Torres, candidato de todos los Cabildos del Nuevo Reino, por
lo cual, y por la injusta desigualdad en la representación concedi-
da á los americanos, el eleg^ido, Mariscal D. Antonio de Narváez,
no quiso aceptar el cargo.
El Virrey, continuando con sus medidas inconsultas, hacía re-
ducir á prisión á muchos granadinos notables, sólo por sus opinio-
nes políticas : al inmortal Nariño lo envió á las bóvedas de Boca-
chica ; y á la par rompía con la Audiencia, que proyectó deponerlo
y enviarlo preso á España, pero con la cual se reconcilió luego en
vista del peligro común.
El Consejo de Regencia español, que necesitaba del auxilio de
las Colonias por sentir muy debilitado su poder, resolvió acrecen-
tar el número de Diputados americanos, y al efecto expidió un
manifiesto en que, sin quererlo, reconoció la justicia de los parti-
dos de la emancipación. Entre otras cosas dijo : " Americanos : ya
no sois los mismos que antes, encorvados bajo un yugo tanto mis
duro cuanto más distantes estabais del centro del poder ; ya no se-
réis mirados con indiferencia, vejados por la codicia y destruidos
por la ignorancia : en lo sucesivo ya no dependeréis ni de los Mi-
nistros, ni de los Virreyes, puesto que vuestros destinos quedan en
vuestras manos." Ya antes de estos acontecimientos Godoy, el fa-
vorito de Carlos iv, había dicho al Monarca que para no perderlo
todo, era preciso erigir las colonias de América en Estados inde-
pendientes, con Príncipes de la familia real por soberanos. *
Los vientos de tempestad conmovían ya todo el país ; por
dondequiera Cabildos y Gobernadores estaban en pugna; Pamplo-
na y el Socorro deponían á sus Corregidores, no sin sangre en este
último lugar ; Caracas se había sublevado, y el Comisario regio,
D. Antonio Villavicencio, i su llegada á Cartagena apoyó al Ca-
bildo contra el Gobernador, que fue depuesto.
• Los americaaos llegaron á considerar entonces la insurrección como cl
mis sagrario de los deberes, porque no la hacían contra Espai'^a sino para no se-
guir la suerte de ésta, ocupada por los franceses. Además, ;á quién obedecer?
Ordenes, proclamas y mandamientos llegaban á la vez, emanados de Carlos iv,
de Fernando vil, de Jusc el Rey intruso, de la Junta de Cádiz, de la de Sevilla,
&c., autoridades todas que pretendían ser legítimas y reclamaban la obediencia.
Era la anarquía en la má*: cruda de sus manifestaciones.
Y si esta singular situación no produjo más pronto determinados reitultados,
dependió de que los habitantes eran una mezcla heterc^énea de españoles, crio
líos, indios, negros, mestizos, que, ó no se estimaban ó se miraban con descon-
fianza, y aun como enemigos en ciertos lugares.
Pero estaba escrito que en España debía atizarse la hoguera que prendió en
América, porque si la Junta Central decretó en 1809 la libertad de comercio en
América, la de Cádiz, que la sustituyó, anuló tal decreto, y este acto hizo esta-
llar en Caracas la tormenta apenas fue conocido, porque de todas las colonias,
Venezuela, por haber sido Miranda, hijo de ella. General de la Revolución fran-
cesa era donde ésta había ganado mayor número de prosélitos Allí la Junta ins-
talada entonces, á un tiempo reconocía á Fernando vil y rehusaba obedecer ala
Regencia. Entonces, á los gritos de "Viva Fernando vil," se recibía á los en-
viados que venían á trabajar por el Rey José, y la opinión era unánime conira
los afrancesados.
En Nueva Granada ayudó al movimiento la noticia de que tropas francesas
la amenazaban ; y uno de los pretextos con que se desterró al Virrey, fue acusar-
o de haber vendido la Colonia á Napoleón.
Nueva Geografía de Colombia
975
En Bogotá sólo se esperaba la llegada
de Villavicencio para organizar la anhelada
Junta, pues se suponía que procedería como
lo había hecho en Cartagena ; pero un inci-
dente, al parecer insignificante, precipitó los
acontecimientos. Preparaban los patriotas
un banquete para recibir el Comisario regio,
y uno de ellos, D. Francisco Morales, solici-
tó del español José Llórente le prestase el
ramilleie de su uso para adornar la mesa.
Llórente, que acababa de tener un disgusto
con un criollo, recibió mal á Morales, lo que
produjo ofensas de palabra que atrajeron la
gente y terminaron en un bofetón dado por
Morales al español ; era la tarde del 20 de
Julio de 1 8 10.
Al punto empezó el tumulto ; los principales americanos reco-
rrían las calles gritando mueras á los chapetones y convocando al
pueblo á la pieza pública con el fin de obtener del Virrey un Ca-
bildo abierto, ó mejor dicho, de establecer la Junta revolucionaria,
porque la represión inconsulta y á medias había dado sus naturales
frutos. En Colombia á lo menos lo que acababa de suceder no era
guerra de razas ni lucha plutocrática : fue simplemente la primera
de nuestras contiendas civiles, de nuestras luchas de partido, en las
que se han estrellado sin cesar el empirismo político y la autoridad.
Figura 329 — Orfebre-
ría muisca
TERCERA ÉPOCA— LA NACIONALIDAD
a). La Independencia. — El motín provocado por la desavenencia
de Morales y Llórente, hizo estallar el desagrado que germinaba
en los ánimos, y del cual surgió, como acabamos de decir, una gue-
rra que á un tiempo fue de independencia contra España, y la pri-
mera de nuestras guerras civiles por teóricas constituciones que han
muerto casi siempre, aun cuando su duración haya sido larga, sin
verse practicadas ni un día.
Mientras las gentes recorrían las calles lanzando mueras á los
españoles, los Jefes que habían preparado el movimiento se distri-
buyeron en comisiones para dirigirlo y encauzarlo : Morales acu-
dió al cuartel del Batallón Auxiliar á tratar con su Jefe, quien se
reunió á los patriotas en prueba de que permanecería neutral ;
Carbonell hizo reunir á los artesanos en la plaza mayor; otros, in-
fluidos por la historia romana, se declararon tribunos del pue-
blo y enviaron una comisión al Virrey en solicitud del permiso de
reunir Cabildo abierto. Amar negó lo pedido, sin atreverse á to-
mar medida alguna para contener el tumulto, pues á Sámano, que
quiso mantener el orden por la fuerza, le mandó permanecer en el
cuartel.
97^ Nueva Geografía de Colombia
Los regidores resolvieron reunirse aun sin el permiso del Vi-
rrey, quien, sabedor de esto, se apresuró á acceder á lo que antes
había negado, y nombró comisionado que lo representara en
la sesión.
A las seis de la tarde las campanas tocaban á rebato, aumen-
taba el tumulto y se reunió el Cabildo abierto: el pueblo que lle-
naba las barras designó por su tribuno á Acebedo Gómez, el que
en el acto propuso se aprobara la formación de una Junta que go-
bernara la Colonia en nombre del Rey legitimo, y cuyos Vocales
debían ser designados por el pueblo. El Virrey, para prevenir tal
suceso, hizo anunciar al Cabildo que iba inmediatamente á presi-
dirlo ; pero Herrera contestó al enviado: ** Ya es tarde." Entonces
los Vocales nombrados anteriormente por el Virrey, para impedir
la deliberación quisieron abandonar su puesto ; pero Herrera y
Acebedo les cerraron el paso, apellidando traidores á los que se
opusieran á la voluntad del pueblo. Resuelta la instalación de la
Junta, Acebedo proponía los que debían componerla como Voca-
les, y el pueblo los nombraba por aclamación.
Intertanto, la multitud desarmaba á la guardia de la cárcel,
que intentó resistir, y Ayala y Vergara, cor. un numero de ciuda-
danos, ocupó el cuartel del parque para impedir que la fuerza que
lo guardaba atacara al Cabildo. También la multitud puso en liber-
tad al Canónigo Rosillo, que había sido nombrado Vocal de la Jun-
ta ; apresó á los Oidores, y al pasar ante el Palacio virreinal, de
un golpe impuso la scUrafita del fuelloy haciendo que la guardia
presentara las armas.
A las tres de la mañana del 2 1 se firmó en el Cabildo abierto
el acta de la sesión, que se ha llamado en nuestra historia " Acta
de la Independencia," * y se instaló la Junta defensora de los dere-
chos de Fernando vii, que fue jurada por el Virrey, el pueblo y la
tropa : por el pronto nadie pensaba en la independencia, en la
acepción genuina de la palabra.
• En esta Junta los patriotas, demostrando habilidad política, nombraron
Presidente honorario al Virrey; pero el acta mencionada apenas declaró que la
Junta asumiera el carácter de gobierno para velar por la seguridad de la Nueva
Cvranada y formar la Constitución mientras se pedían Diputados á las Provincias
sobre la base de libertad respectiva de ellas, ligadas únicamente por un vínculo
federativo, cuya representación debía residir en la capital, y protestando no ab-
dicar los derechos imprescriptibles de la soberanía del pueblo "áotra persona
que ¿ la de su augusto y desgraciado monarca D. Fernando vil, siempre que
venga á reinar entre nosotros," pero reconociéndose sujeta á la Junta de Regen-
cia mientras exista en la Península. La Junta ejerció el gobierno con mano in-
cierta, su situación era equivoca, y en los primeros días no fue sino el instru-
mento pasivo de las exigencias de lo que se llamaba el pueblo soberano, que mo-
vido por demagogos exaltados, continuaba gobernando á gritos desde la Plaza
pública. El 22 de Julio llegaron los Comisarios regios, que tácitamente sanciona-
ron lo hecho. La anarquía y la reacción no se hicieron esperar. Ix>s antagonis-
mos comprimidos por el centralismo de un gobierno fuerte ; las autonomías loca-
les exageradas por la misma Junta; las profundas disidencias teóricas y prácticas
de los Jefes del movimiento ; los intereses encontrados de las diversas clases so-
ciales; los instintos de los pueblos que tienden á agruparse ; según su distribución
geográfica, bajo banderas que con frecuencia resultan opuestas — todo esto apare-
ció en la escena, complicando desde el primer momento la política, engendró
guerras civiles en que el país gastó sus fuerzas, y preparó la reconquista y el te-
nor.
i
Nueva GeogkaWa dr Colombia
Como se temiera una reacción, el 25 se redujo á prisión al Vi-
rrey, se desconoció el Consejo español de Regencia, y se previno á
Cartagena se detuviera á D. Francisco J. Venegas, que con el ca-
rácter de Virrey venía i reemplazar al Sr. Amar. Pocos días des-
pués la Junta resolvió la expulsión de los Oidores (1.° de Agosto) y
de los Virreyes (15 del mismo): cuando la Virreina fue sacada del
convento de ia Enseñanza, se la insultó groseramente por las tur-
bas. Como la Juma no podía enfrenar la multitud, esas medidas
fueron prudentes, porque la exarcerbación llegó á su colmo en la
semana siguiente, al saberse que en Quito hablan perecido asesi-
nados los autores de la revolución en esa ciudad.
La primer medida que tomó la Junta fue la de provocar la
reunión de una corporación más autorizada, la de un Congreso que
asumiera el mando de la Colonia.
Conforme acaba de decirse, por el pronto no se .|
pensaba en una ruptura completa con la Madre Pa- t K
tria: queríase ünicamento que la metrópoli tratara á 1 ^
la Colonia sobre pie de igualdad, en vez de explotar- O
la en su provecho. La Junta dirigió á las Provin- o
cias del Virreinato un manitiesio en que las invitaba á i .2
que enviaran diputados á Bogotí para reunir un Con- ' a
greso*: las más importantes (Cartagena, Socorro, •§
&c.) se adhirieron á lo hecho en la capital, otras (Pa-
namá, Santamaría, Pasto) continuaron obedeciendo -^
á los peninsulares, y sólo siete enviaron diputados que -f
se instalaron en Congreso el 25 de Diciembre, Esta "
Corporación acordó disposicionesincongruentes: creó J*
la Repiiblica de Cundinamarca (eshumando un nom- 1
bre indíg':na), cuyo Presidente debía gobernarla en ft
nombre de Fernando vn, iSnico monarca reconocido, „
y nombró para tal cargo á Jorge ladeo Lozano, quien ^
no logró hacer extensiva su autoridad á todo el país. E
En efecto, por celo con Bjgotá, ó por espíritu regionalista, 6
por haberse dividido los ánimos entre regentisias y patriotas, Jun-
tas autonómicas se instalaron en diversas Provincias, en especial en
Cartagena, Antioquia y Cauca, al mismo tiempo que lugares como
Santamarta y Pasto se declaraban abiertamente por el Rey; de
suerte que en los momentos en que era más necesaria la unión, en
el horizonte asomó el conflicto que desde entonces agita el país : cen-
tralismo y federación, ó mejor dicho, la lucha entre los partidarios
del Gobierno central con fuerza suficiente para mantener el orden,
y los adeptos déla medida contraria, para tener en las Provincias
verdaderas Ínsulas Baratarías, Jefe de los centralistas era el bo-
gotano Antonio Nariño, y de los federalistas, comí Presidente del
Congreso, había de serlo Camilo Torres.
* L:i Juma también ii]\ lili á Caracas á que hicicn causa cumún con rlU;
pero la da esa ciudad dcclanS que los Kc prest nía mes Je las l'rovincia! de Vene.
luela it)in i con^Iiluir un gobierno libie ; y cu efecto, el 5 de Julio de 181 1 di-
cho Conercso conslituyó la Kcpúblicn de Veneiuula y proclamó su independen-
cia alKofula de b^spaña. La formación de la gran Colombia no podía ser obni
duradera.
978 Nueva Geografía de G>lombia
Una vez que en Bogotá se reconoció la imposibilidad de ag^ru-
par todo el país bajo un mismo Gobierno, se org^anizó el del Estado
de Cundinamarca, reg-ido por D. Jorge Tadeo Lozano, el que se
instal<5|en los d^as en que se tuvo noticia del primer triunfo republi-
cano gañido en Palacé por las tropas que se habían enviado de la
capital al mando de Baraya, Jefe que desgraciadamente no supo
sacar partido ds su victoria, lo que dio por resultado que á pocas
vueltas patianos y pastusos quedaran dueños del Sur. Por enton-
ces en R)gotá hizo Nariño publicaciones contra el sistema federal,
las que produjeron su efecto, pues el pueblo hizo graves cargos á
los mandatarios y proclamó Presidente á su Jefe, designación
confirmada por el Congreso, que en seguida se trasladó á Ibagué,
so pretexto de carecer de garantías en la capital; y en efecto Na-
riño cometió el desacierto de enviar al Norte, á órdenes de Baraya
y de Ricaurte, tropas en apoyo de los cantones que pretendían se-
pararse de sus Provincias para anexarse á Cundinamarca. Las
tropas mencionadas hicieron defección ; y como la guerra con
Tunja era inminente, marchó con otras sobre aquella ciudad, que
fue ocupada por él ; pero como no supo sostener á sus Tenien-
tes, éstos fueron batidos por Baraya y Ricaurte, y la contienda
terminó por un Tratado que no se cumplió (1812).
Terminadas al parecer las disputas entre Bogotá y Tunja, Na-
riño renunció el puesto; pero á poco la noticia de que Baraya había
invadido la Provincia, amotinó al pueblo y lo obligó á reasumir el
mando. El Congreso reunido entonces, violando el tratado vigente,
ordenó á Nariño constituyera á Cundinamarca conforme al pacto
federal, lo que produjo una revuelta que obligó al Congreso á
trasladarse á Tunja, no sin declarar antes traidor al que no obede-
cía sus órdenes. Prendida la guerra, Nariño avanzó sobre Tunja ;
pero sus tropas fueron maltratadas cerca de Ventaquemada,y aun-
que en seguida hizo esfuerzos por terminar la guerra civil, el
Congreso rechazó todo avenimiento, y á sujetar á Bogotá envió un
Ejército de tres mil hombres, que en Enero de 181 3 resistió Nariño
en la ciudad con mil, que lo pusieron en derrota. La conducta del
Presidente de Cundinamarca fue generosa; pero los partidos no pu-
dieron entenderse, porque aun cuando el enemigo común estaba
encima, los patriotas no pensaban sino en redactar Constituciones y
discutir sistemas políticos. En esos días ambos bandos auxiliaron á
Bolívar, para la expedición que proyectaban á Venezuela, con unos
pocos soldados, verdad, pero de tal clase, que aun cuando no re-
gresaron sino siete, eran Generales de la Gran Colombia.
Cartagena, que tuvo no poca culpa en los disturbios internos por
su exagerado federalismo, estuvo á punto de ser víctima de una con-
trarrevolución en la tropa, después de lo cual se inició una desastro-
so guerra entre Santa Marta y dicha ciudad, divididas no tanto
por opiniones políticas cuanto por rivalidades comerciales; guerra
que gastó las fuerzas de los patriotas, convirtió á Santa Marta en
centro del realismo, y suspendiendo, ó poco menos, el tráfico en
el río Magdalena, perjudicó mucho al comercio interior. El 1 1
de Noviembre Cartagena declaró su independencia absoluta y
convocó un Congreso en donde se encararon dos partidos que dis-
cutían Constituciones, mientras sus tropas eran derrotadas por las
Nueva Geografía de Colombia 979
de su rival, y caía en descrédito el papel moneda con que se hacían
los gastos. Parecía próxima la ruina de la heroica ciudad, cuando
acalladas las pasiones ante el peligro común, se unificó el Gobier-
no y empezó una reacción en la fortuna, pues la ciudad de Mom-
pós derrotó á los realistas que la atacaban, las fuerzas de Carta-
gena mandadas por Labatut tomaron á Santamarta, y Bolívar,
que después de la derrota de Miranda en Venezuela, había veni-
do á servir en la Costa, triunfaba en Tenerife, Ocaña y Cücuta, y
se preparaba para libertar á su tierra natal. Labatut, con su mala
conducta, amotinó al pueblo de Santamarta, y tuvo que huir, y en
seguida los dos ejércitos que envió Cartagena para vengar el agra-
vio, fueron uno tras otro completamente derrotados, lo que permi-
tió que en esa ciudad el Gobernador nombrado por la Regencia
pudiera constituir un sólido punto de apoyo para sus copartidarios.
Cartagena pidió auxilios al Congreso general, pero éste no pudo
dárselos, precisamente por culpa de ella, que le había regateado
los elementos de guerra de que disponía, por lo cual quedó sola
en la hora del peligro, en la que, es verdad, se sacrificó con tanta
entereza que asombró á sus mismos vencedores.
Conforme queda dicho, en el Sur los realistas llevaban la me-
jor parte : los patriotas quiteños fueron derrotados en Verdeloma
por Aimerich, y los vencedores lograron al cabo ocupar la ciudad,
donde fusilaron á los más distinguidos de los prisioneros. Encarga-
do Montes de la Presidencia por cuenta de España, apoyó resuel-
tamente á los realistas del Sur, que pudieron entonces ocupar á
Popayán, vencer á los patriotas y aun ocupar el valle del Cauca,
donde cometieron toda clase de depredaciones. Montes excitó á
Nariño á que depusiera las armas, pero éste le contestó que prefe-
ría ver el país reducido á cenizas, antes que sometido otra vez al
yugo peninsular.
Amenazadas Antioquia, donde Caldas ayudaba eficazmente á
fortificar el territorio, y Cundinamarca, ambas Provincias declara-
ron su independencia absoluta (Bogotá 16 de Julio, Antioquia 1 1
de Agosto de 1813), y se entendieron para una acción común. La
suerte estaba echada : los patriotas asumían el carácter de insur^
gentes^ y la guerra de Independencia comenzaba realmente en Co-
lombia.
Nariño, que desgraciadamente no era un talento militar, dejó
el Gobierno de Cundinamarca en manos de D. Manuel Bernardo
Alvarez, y con las tropas de esta Provincia se movió por la vía de
La Plata, mientras los de Antioquia, mandadas por Gutiérrez,
avanzaban por la del valle del Cauca. Los patriotas derrotaron
una columna enemiga en Palacé y entraron á Popayán, mientras
Sámano se replegaba al Tambo en espera de los refuerzos que
le traía Asín, con los cuales avanzó á atrincherarse en Calibío.
Allí triunfó Nariño, pero perdió dos meses antes de seguir sobre
Pasto, donde en la línea del Juanambú lo esperaba Aimerich. El
jefe patriota se estrelló de frente en esas trincheras, en vez de
flanquearlas como lo hizo á los pocos días. En seguida ganó una
batalla en Tacines ; pero en vez de entrar á Pasto con su ejército
reunido, lo dividió. Al anochecer, los pastusos atacaron la vanguar-
dia en los ejidos de la ciudad, la que fue derrotada ; y cuando
98o Nueva Geografía de Colombia
Nariño llegó al campo del grueso en busca de refuerzos, encontró
que un traidor (Rodríguez) había clavado la artillería y dado la
orden de retirada. Los 900 hombres que esto hicieron no pararon
hasta Popayán, y Nariño, después de vagar tres días en la monta-
ña, se presentó en Pasto; los realistas le tuvieron preso tres anos
en América, y luego cuatro en España, atado á un poste en el ar-
senal de la Carraca.
Aun cuando en el Norte algunas ventajas obtenían los patrio-
tas, las compensaban de sobra los reveses de los cartageneros y
el triunfo de los realistas en Venezuela, á lo que se agrega que el
Congreso y el Dictador Alvarez tampoco se entendían, y aquél
para someterá éste dispuso que Bolívar, de nuevo asilado en el país,
con una columna marchase sobre Bogotá, ciudad que tomó por
asalto el 10 de Diciembre de 18 14. Entonces el Congreso pensó
seriamente en la guerra con España, y dispuso enviar tres expedi-
ciones : una al Sur, otra al Norte y la tercera á la Costa. La pri-
mera no se llevó á cabo ; los realistas ocuparon el valle de Popa-
yán, y en Antioquia estallaron las discordias civiles, que hasta en-
tonces no habían penetrado en aquella región ; la del Norte, aun-
que al principio tuvo mejor fortuna, después sucumbió en Cachiri.
La de la Costa, puesta á órdenes de Bolívar para someter á San-
tamarta, encontró, al llegar á Mompós, que el partido á la sazón
triunfante en Cartagena, había resuelto entrabarlo de todas las
maneras que le fuera posible ; de donde una nueva guerra civil,
porque Bolívar, por injustificable error, acabó por resolver marchar
sobre esa plaza, lo que produjo una serie de combates entre los re-
publicanos, aprovechados por los realistas para ocupar á Barran-
quilla y á Mompós. Al fin, comprendiendo Bolívar que se había
comprometido en un terreno falso, y no pudiendo arreglar nada
por causa de la animadversión que reinaba entre granadinos y ve-
nezolanos, se embarcó para el Extranjero. El ejército del Gobierno,
mandada por el venezolano Palacios, resolvió regresar á Santafé ;
pero derrotado en Mompós, sus restos fueron á consumirse en Ma-
gangué. Eran los momentos en que España, ya libre de la invasión
napoleónica, había podido despachar fuerzas considerables pyara
recobrar sus posesiones en América.
Intertanto en Venezuela se habían cumplido acontecimientos
no menos graves. A raíz de la proclamación de la Independencia la
impericia de los jefes republicanos (Toro y Miranda) y un espan-
toso terremoto que conmovió el país y arruinó á Caracas, y que el
pueblo consideró como castigo para los republicanos, permitieron
á Monteverde reconquistar el territorio para el Rey. Este jefe es-
pantó á Venezuela con su barbarie : erigió el asesinato y el robo
en sistema de gobierno, lo que produjo una reacción en el espíritu,
publico ; y como al mismo tiempo en Oriente se prenunciaban con
éxito Marino, Sucre y Piar, y por el Occidente invadía Bolívar,
los republicanos lograron vencer de nuevo á sus enemigos, aun-
que desgraciadamente planteaban á la vez la guerra á muerte
que fue el terror de 13 y 14, y que en vez de asegurar la victo-
Nueva Geografía de Colombia 981
ría, trajo la derrota y estampó una mancha de lodo y sangre en
nuestra historia. A esta desgracia debe añadirse que Venezuela
tuvo entonces dos gobiernos de hecho, tan legítimo el uno como el
otro, verdad, pero sin razón política el de Oriente, lo que unido á
la tardanza de Bolívar en atacar á Puerto Cabello, donde pereció
Girardot, permitió que volviera á levantar su cabeza la reacción
realista.
Fue entonces cuando en las llanuras se levantaron por prime-
ra vez, encabezadas por Boves, esas huestes de hombres medio
salvajes que siempre á caballo eran jinetes incomparables, y ten .
didos sobre sus monturas caían sobre el enemig'o con la rapidez del
rayo: eran los cosacos de América, que ning"una caballería regular
podía resistir en campo abierto, y dondequiera dejaban huella san-
grienta de su paso. Se les había entusiasmado con el cebo del pi-
llaje; y aunque derrotados varías veces, luego, casi en el mismo día
y en el mismo sitio, vencieron los ejércitos de Bolívar y de Marino,
quienes tarde se pusieron de acuerdo para resistir al enemigo co-
mún. En seg"uida fue inútil el heroísmo de Bolívar y el sacrificio
de Ricaurte en San Mateo, la defensa de la Victoria, el triunfo de
Bocachica, porque la falta de talentos militares entre los patriotas
los movió á dispersarse, después de reunidos, de suerte que tras
triunfar en Carabobo i.*^, sin perder más que cincuenta hombres,
en los campos funestos de La Puerta fueron derrotados de tal ma-
nera, que allí dejaron los mejores dos mil soldados de la Patria.
Después de la derrota, Bolívar retrocedió á Caracas, y sin cui-
darse de las fuerzas que dispersas tenía en Occidente, se retiró ha-
cia Oriente, seguido por una numreosa emig-ración, pero alcanza-
do en Aragua, fue completamente derrotado, con pérdidas inmen-
sas, bien que pagaron muy caro su triunfo los vencedores. Allí en-
tre éstos sucumbió el batallón que formaba la juventud de Caracas,
porque es hecho singular que mientras el pueblo no iba al cuartel
sino reclutado, los jóvenes de las principales familias se sometían á
la conscripción sin murmurar, loque explica en cierto modo la for-
mación del partido mantuano.
En Cumaná se reunieron todos los jefes patriotas, inclusos los
dos Dictadores, que tan singular papel habían de representar en
esta ocasión, puesto que embarcado el tesoro de guerra á bordo de
un corsario, como éste pretendiera alzarse con los fondos, para res-
catarlo ambos siguieron viaje á Margarita,abandonando á sus solda-
dos. Cuando volvieron á Carúpano, la población se amotinó contra
ellos : estaban proscritos y declarados desertores. Rivas y Piar, des-
pués de degradar á Marino, querían hacer con Bolívar lo que éste
con Miranda en 1822 : entregarlo á los realistas. Felizmente el
corsario se presentó entonces á reclamar á los que tan desvergon-
zadamente había despojado, y Bolívar se retiró á Curazao, aun-
que humillado con la conciencia de su futuro destino. Los jefes pa-
triotas aún resistieron algunos días, pero Boves acabó con ellos,
bien que comprando la victoria con su vida, y sólo guerrillas con-
servaron el fuego sagrado en las llanuras (18 14).
La situación no podía ser más grave para los patriotas de
Bogotá, que en vano nombraron un triunvirato cuyos miembros
982 Nueva Geografía de Colombia
cambiaban con frecuencia ; de suerte que en vez de robustecer la
autoridad para afrontar la lucha, la dividían y la debilitaban á la
par. En vano, y á la postrera hora, se nombró Dictador á Camilo
Torres, y luego Presidente á Fernández Madrid, que si no fue
traidor, sí reveló debilidad de carácter cuando al acercarse los pe-
ninsulares, se humilló ante ellos, y se dijo leal subdito de Fernan-
do vil para salvar la vida. En efecto, mientras los patriotas libra-
ban batallas por el triunfo de esta ó la otra Constitución, por la
primacía de esta ó aquella ciudad, se tuvo noticia del regreso de
Fernando vii á España y del Decreto por el cual abrogaba la
Constitución que se había dado en prenda de concordia entre His-
pana y An- erica, y también de la caída de Napoleón, que dejaba la
Península en posibilidad de emplear sus armas y recursos para so-
meter á sus Colonias. Y éstas, por espíritu de innovación, habían su-
primido los impuestos á que estaba acostumbrado el pueblo, reem-
plazándolos con empréstitos forzosos que exasperaban á las gentes.
La Nueva Granada anhelaba un Gobierno serio, y en cierto modo
se había arrepentido de lo hasta entonces hecho. Era fácil presa
para un ejército veterano, y ese ejército tocaba ya á sus puertas *.
Por este tiempo España organizaba un ejército de 10,000 ve-
teranos y 56 navios, y á órdenes del General Pablo Morillo lo envia-
ba á reconquistar el Norte de la América del Sur. Ese ejército,
después de pacificar ó poco menos á Venezuela, vino á poner cer-
co á la ciudad de Cartagena, que renovó los sacrificios y el he-
roísmo de los días en que luchaba con Vernón ; la fortuna le
fue infiel, y al cabo de 108 días, medio muertos de hambre, los
restantes de sus 3,0(X) defensores intentaron escapar por mar,
pero apenas se salvaron 4(X). La caída de la ciudadela de los re-
publicanos era funesto presagio, y Morillo, dividiendo su ejército
en columnas, desbordó sobre todo el país : sus tropas vencieron á
los republicanos en Cachiri (Santander), el Gobierno huyó al Cau-
ca, Serviez y Santander se retiraron á Casanare, y el Pacificador
entró á la capital el 16 de Mayo de 18 16. Poco después los re-
publicanos confiaban el Gobierno en Popayán á García Rovi-
ra, pero en las cercanías de esa ciudad, en la cuchilla del Tam-
bo, el último ejército patriota mandado por Mejía, sucumbió ante
el realista á órdenes de Sámano, y sus restos se perdían en el acia-
go combate de La Plata, donde García Rovira escribía el epita-
• En efecto, en los a^os de insufreccicn esta se había debilitado y perdido
mucho terreno, debido á varias causas : i.* La política particularista de los pa-
triotas de las diversas localidades, á quienes por otra parte las distancias y los
malos caminos hacía muy difíciles las combinaciones políticas ó militares; 2.* La
indiferencia relativa del pueblo, en especial de los indios puros, que no habían
tomado sino mínima parte en la contienda; 3.* La desunión de los criollos insur-
gentes, partidarios unos de la oligarquía (unitarios), y los otros de la democracia
(federalistas); y 4.* La restauración de Fernando vil, cuyo nombre y derecho no
podía ser ya pretexto para continuar la guerra, é hizo que depusieran las armas
muchos patriotas alzados contra Bonaparte por intruso. Si Femando vil hubiese
acordado á los americanos la libertad de comercio y la autonomía política, sin
trabajo habría reconstituido el imperio colonial español; pero quería reinar como
sus antecesores, y esto equivalía á la necesidad de someter á América en una
segunda conquista, para lo cual no tenía la fuerza suñciente, puesto que cu sei»
meses de preparativos apenas pudo reunir diez mil hombres.
NuxvA Geografía ds Colombu 9S3
ño de la lucha con sus románticas esponsales, y '' la paz iba á reU
nar en Varsovía."
En efecto, salvo los pocos patriotas asilados en los Llanos y
que se daban la mano con los insurgentes venezolanos del Apure
y el Orinoco, el país había doblado la cabeza ante los invasores.
La represión fue en extremo dura. Morillo, que no era sino un sol-
dado, y que en medio de sus triunfos comprendió su derrota final,
se decidió por las medidas violentas, porque no creyó en los resul-
tados de la magnanimidad, y no supo suavizar la aplicación de las
leyes españolas, como en su día lo hizo el Arzobispo Virrey ; en los
cadalsos murió un millar de personas, sin distinción de sexos ni
edades, la flor de Colombia, y varios millares fueron condenados
al presidio, el destierro, á servir como reclutas en las filas realistas.
Y peor fue la conducta del Virrey Sámano, el sucesor que dejó
cuando marchó á Venezuela por los Llanos, á experimentar en las
Mucuritas lo que eran los invencibles llaneros de Páez. Con todo,
el restablecimiento de la Audiencia y del orden en el interior, pudo
hacer creer á los peninsulares que el drama había concluido para
siempre en el Virreinato, y habría concluido sin el riego de la san-
gre torpemente vertida, porque el país estaba cansado con la anar-
quía federalista que recordaba la del tiempo de la Conquista y de
los primeros Oidores.
Empero, allá en las regiones primeras descubiertas del Conti-
nente; en las c^ rcanías del delta del Orinoco, iba á encauzarse la
idea estratégica que debía cambiar la faz militar de los aconteci-
mientos de la América del Sur. En Venezuela los patriotas, en es-
pecial en el Apure con Páez, en los Llanos con diversos jefes, y
en Oriente con Piar, mantenían el campo ; los llaneros, que rea-
listas con Boves, arrollaron la República en 18 14, eran ahora, con-
vertidos por el desprecio con que los trataron los peninsulares, á la
causa de la Independencia, los mejores mantenedores de ébta, pero
carecían de recursos para formar ejércitos capaces de luchar con
los invasores, y los esfuerzos que se hacían sobre la costa por los
refugiados en las Antillas, si producían cosecha de actos heroicos,
resultaban inútiles en el campo militar por la falta de unidad en la
acción entre los diversos jefes.
Entonces un negro (?),el inolvidable Piar, el vencedor en el Jun-
cal, comprendió la situación, vio que era inútil luchar sin base sólida
de operaciones, y contra la opinión de los demás caudillos y aun
contra el mandato de Bolívar, á la sazón en Barcelona, reorganizó
las tropas de su mando, dijo adiós á la Costa, cruzó la llanura y el
Orinoco, y en habilísima campaña, cuya perla fue la batalla de San
Félix, conquistó la Guayana, que encerraba cuantiosísimos recur-
sos, á la espalda tenía una colonia inglesa, á la derecha el mar y
al frente y á la izquierda el grande Orinoco, que dominó con una
flotilla de guerra. La República encontraba una cuna donde tran-
quila podía recobrar y aumentar sus fuerzas. Pero Piar era negro,
y los mantuanos (nobles), celosos de su gloria, aunque le condena-
ron á muerte por supuesta desobediencia, en realidad por los acon-
tecimientos de Carúpano, y por su mayor visión estratégica, se
apresuraron á recoger su herencia. Si él hubiera mandado en 18 18,
ese año habría terminado la guerra en Tierrafirme.
984 Nueva Geografía de Colombia
Bolívar ♦, después de retirarse de Cartagena, vivió en Ja-
maica en la mayor necesidad, y estuvo á punto de perecer por
el puñal de un asesino pag^ado por los realistas ; de esta isla
pasó á Santo Domingfo, donde Petion le facilitó recursos para
organizar una expedición, por cuyo motivo tuvieron que recono-
cerlo como jefe los demás patriotas. La expedición desembarcó en
Cariípano, perdiendo el tiempo mientras Piar y Marino levantaban
sendas columnas en Oriente ; de allí pasó Bolívar á Ocumare, don-
de se repitió el singular viaje de Cumaná, agravado por causas de
amor, yendo á desembarcar en Bonaire, mientras Mac Gregor,
abandonado en la playa, se revolvía hacia el Sur, rompía por en-
tre el enemigo é iba á reunirse á las guerrillas de las llanuras. De
Bonaire Bolívar pasó á Güiría, pero fue desconocido por todos ;
desprestigiado, retornó á Haití, y sin embargo era el único hom-
bre que podía ser jefe de la Revolución en Colombia : la adversi-
dad fue su gran escuela.
Intertanto Páez, Piar y Marino levantaban fuerzas y vencían á
los realistas en diversos campos de batalla ; pero todos compren-
dían faltaba una dirección que diera enlace á las operaciones, por lo
cual los de Barcelona llamaron á Bolívar, que no tenía otra preo-
cupación que libertar á Caracas, lo que era imposible, por enton-
ces, y por culpa de esa errada idea se perdió la jornada de Cla-
míres. Después de esta desgracia pasó á Guaya na para persuadir
á Piar á que abandonara la campaña emprendida y marchara tam-
bién sobre Caracas; pero allí el General negro, que se puso en el
acto á sus órdenes, le hizo ver claro en el teatro de la guerra, y en
lo sucesivo procedió en consonancia con ese plan. Muerto Piar, aun
cuando quedó sin émulos, su autoridad no resultó bien consolidada,
porque la subordinación de Páez no era sino nominal.
Ambos bandos habían acrecentado sus fuerzas ; ambos ocupa-
ban una sólida base, y ambos en 18 18 se movieron con intención
de ganar la del contrario, de donde la campaña más fuerte de la
guerra, la más activa y llena de episodios y grandes batallas, pero
que resultó indecisa por dos causas : primera, que ninguno de los
contendores disponía de fuerzas adecuadas para guerrear en el te-
rritorio enemigo: los republicanos carecían de infantería para obrar
en la cordillera litoral; y los realistas, de caballería capaz de domi-
nar en las grandes llanuras; y segunda, que entre los libres abunda-
ban los hombres de gran corazón, pero faltaba una cabeza militar;
por lo que en vez de preocuparse de las tropas enemigas, atendían á
• Simón Bolívar nació en Caracas en 1783. Era el más joven de los cua-
tro hijos de D. Juan Vicente Bolívar y Ponte, Coronel de milicias de los valles
de Aragaa, y hombre rico y considerado. Huérfano á los seis afíos, y dueño de
una gran fortuna, se le envió á Madrid, donde tuvo por condiscípulo al que ha-
bía de ser Fernando vir, y al que en una riña de muchachos le dio un tremendo
bofetón. Casado á los dieciocho afios con la hija del Marqués de Toro, enviudó
k los cincos meses, acontecimiento que tal vez decidió de su vida, puesto que en-
tonces se embarcó para Europa, estuvo en Francia en la coronación de Bonap&r-
te, en los Estados Unidos, y en i8o9 regresó á sus propiedades de Aragua, donde
lo encontró la Revolución, á la cual consagró todos sus recursos y talentos; y
aun cuando fue quien llamó á Miranda para que se encargara del mando^ una
vez derrotado se contó entre sus enemigos, tal vez porque creyó que era cierto
que ese infortunado General trabajaba en provecho de Inglaterra.
Nueva Geografía de Colombia 985
entrar á las poblaciones como libertadores, pues hasta Bolívar pa-
decía la obsesión de tomar á Caracas, y por lo tanto daban á aqué-
llos campo de rehacerse : ignoraban el arte de la persecución te-
naz después de la batalla.
En An*j-ostura, capital de Gua3'ana, existía un Gobierno repu-
blicano re<i^ido por Bolívar, en cuyo espíritu se encarnaba la reso-
lución absoluta de conquistar la Independencia, y era á la sazón el
único hombre que podía ser el Jefe supremo de los republicanos ;
Santander, principal cabeza de los granadinos asilados en Casana-
re, se entendió con el Libertador, obtuvo armas para organizar tro-
pas, y agregó, por el pronto, Casanare á Venezuela: todos se habían
convencido de que sin la unión era imposible triunfar.
El año de 18 19 fue fecundo en grandes acontecimientos : Mo-
rillo tomó la ofensiva, pero no logró apoderarse del Apure-Orinoco,
y en las Queseras del Medio permitió á Páez escribir una página
inmortal. Suspendida la campaña en los Llanos por las lluvias y la
inundación, Bolívar prescindió de Caracas, y cediendo á las instan-
cias de Santander y de su Capellán el Padre Blanco, adoptó una
resolución que, envolviendo una gran concepción estratégica, iba á
cambiar la faz de la guerra y á producir resultados no inferiores á
los conseguidos en 1816-17. En efecto, dejando á Páez en el Apure,
movió el mayor número que pudo de soldados, cruzó la llanura
inundada, renovando los tiempos legendarios de la Conquista, y al
pie oriental de la Sierra de Chita se reunió con Santander, que allí
lo esperaba con otros tantos hombres *.
Tras algunas vacilaciones sobre la mejor vía para invadir las
altiplanicies, se optó por la de Paya y Pisva : la tropa sufrió mu-
chas penalidades en la travesía del páramo, pero es grave error
compararlas con las del paso de los Alpes por Aníbal y Napoleón,
ni con la de los Andes chilenos por San Martín, porque en Pisva
ni hay nieve, ni la altura llega á la de muchos puertos frecuen-
tados en nuestras cordilleras : la expedición, sin tener lo romántico
de aquellas otras, les iguala en los resultados por la misma razón :
por la ineptitud de los enemigos.
En los primeros días de Julio el Ejército patriota franqueó la
cordillera, sorprendió las avanzadas realistas, y aunque fue dete-
nido en Gámeza, con una marcha de flanco gana el valle de Ce-
rinza ; de nuevo lo detiene la sangrienta jornada de Pantano de
Vargas, que no resultó sino indecisa por el inaudito arrojo de
los llaneros ; pero con otro movimiento análogo, logra entrar á
Tunja, á los doscientos setenta años de su fundación. El General
Barreiro, Jefe de los realistas, trató de restablecer sus cortadas co-
municaciones con Bogotá, ocurriendo también á una marcha de flan-
co : pero los patriotas, que no dormían, le alcanzaron á cerrar el
paso en el puente de Boyacá, dividiéndolo en dos porciones que
tuvieron que librar aislada batalla á la hueste compacta de Bolívar,
en la cual quedaron totalmente vencidos y en su mayor parte pri-
* Hase añrmado que unos 10,000 extranjeros, franceses é ingleses, vinieron
al país á servir en las ñlas republicanas, pero ese número es sin duda exagerado.
Nueva Geografía de Colombia tomo 1—63
986
Nueva Geografía de Colombia
sioneros: eran las seis de la Urde del 7 de Ágeoste de 1819. Tres
días después Bolívar entró á Bogfotá : terminaba el terror, y la Nue-
va Grananada había conquistado para siempre su autonomía na-
cional.
Figuri 331 — Batalla dk BoyacÁ
Republicanos : derecha j ccr.tro, Anzoátegui ; izquierda, Santander. Realistas:
grueso y reservas, rarreiro ; vanguardia, Jiménez
Santander, que ludgo fusiló áBarrciro sin necesidad, quedó en-
cargado de regir el país como Vicepresidente, mientras Bolívar
marchaba á combatir á Morillo en Venezuela, pasando antes por
Angostura, donde estaba reunido el Congreso, ó mejor dicho, la
reunión ce los principales Jefes patriotas de la comarca, en su casi
totalidad venezolanos, como era natural, los que el 17 de Diciem-
bre proclamaron la unión de Nueva Granada y de Venezuela, con
el nombre de República de Colombia.
Así como la unidad de la colonización no pudo establecerse
sin rudo batallar y dramas trágicos ó sangrientos, que duraron
Nueva Geografía de Colombia 987
larg'os años, de la misma manera la unidad de la Independencia
no se logró sino después de acontecimientos que aunque sea dolo-
roso referir, no hay por qué callar, como lo acostumbran de ordi-
nario muchas plumas, pues deben ser conocidos, para que recuer-
den al común de los mortales que si los hombres superiores yerran
y aun delinquen, á tales caídas están ellos más expuestos y podo
mismo necesitan mayor cordura en susprocedimientos.
Lleg^ados á este punto, no estará de más que recordemos
el hecho de que así como los conquistadores en su mayor parte
procedían del mediodía de España, los grandes caudillos liberta-
dores eran de familias del Norte de la Península, de esa comarca
que resistió -á los romanos y nunca dobló el yugo á la invasión mu-
sulmana.
Por lo que hace á los extranjeros, en aquellos momentos de
nuestra magna guerra, los Estados Unidos apoyaban abiertamen-
te la insurrección porque tenían querella pendiente con España, y
fueron los primeros que reconocieron la Independencia de la Gran
Colombia (1820). Cuanto á Inglaterra, aunque aliada á España con-
tra Napoleón, tanto por necesidades comerciales como por la trata
de negros que quería se suprimiese, miraba con simpatía la eman-
cipación de la América del Sur, cerraba los ojos á las complicida-
des de sus colonias antillanas con los patriotas, y aun se afirma que
fue la que indicó á Morillo para Jefe de la expedición á Tierrafir-
me, en la seguridad de que había de suceder lo que sucedió. Sólo
España, inconsciente de su impotencia, en nada cedía, esperaba
vencer á los rebeldes, y con sus medidas impolíticas provocaba en
la Península la insurrección del segundo ejército expedicionario,
la cual no sólo daba un respiro á los insurgentes, sino que los ani-
maba á continuar su lucha para conquistar la libertad política.
b) La Gran Colombia, — La Asamblea de Angostura, com-
puesta de Jefes militares, falta de criterio político, dictó medidas
que más tarde ocasionaron graves dificultades, y preparó la crea-
ción de una aristocracia militar que llegó á creer que la revolución
hecha por ellos debía resultar en su provecho y procurarles una
situación privilegiada; de un militarismo que tanta sangre hizo co-
rrer luego en estos países, y que tuvo en Santander su principal
adversario. Sacrificaron al Negro Piar porque no siendo mantua-
no, sus grandes talentos estratégicos les hacían sombra ; se distri-
buyeron los mayores honores y los bienes de los realistas ; y para
distinguirse crearon la Orden de "Los Libertadores." Después de
vencedor Bolívar, á quien no querían, lo nombraron Presidente, con
Zea por segundo, á la vez que designaban á Santander para regir
á la Nueva Granada, y á Rosio para hacer lo propio en Venezuela,
y pusieron la República bajo la protección del Salvador. El último
acto del Congreso de Angostura fue la convocación de un Congre-
so general de Colombia, que debía reunirse en el Rosario de Cú-
cuta, y por lo tanto ser el primero que legalmente merecía ese
nombre.
La suerte favoreció entonces la organización de los patriotas,
porque en esta época, como queda dicho, en el momento en que
988 Nueva Geografía de Colombia
una nueva y fortísima expedición española iba á embarcarse con
dirección á Venezuela, fue detenida por la revolución que en Espa-
ña provocaron Riejifo y Quiroga, la cual puso en libertad á todos
los presos políticos que se encontraban en Cádiz, entre los que
fig^uraba el General Nariño, Jefe indiscutidode los patriotas santa-
fereños.
Entre tanto, el Vicepresidente Santander, fig^ura de indiscuti-
ble mérito, á pesar de sus defectos de rayano, había reorg-anizado
lo que se llamaba el Reino y formado un ejército que libertó el
ralle del Magdalena y las montañas de Antioquia, al mando de Cór-
doba y Maza, después de lo cual unió sus esfuerzos á los de los pa-
triotas de la Costa que allí se ponían en armas al saber ¡o ocurri-
do en el interior, batían las guarniciones realistas y marchaban á
reconquistar á Cartagena, defendida por Torres; mas las opera-
ciones se suspendieron con motivo del armisticio de Trujillo, y no
se pudieron nanudar hasta el 28 de Abril, continuándose el cerco
hasta el i.° de Octubre, en que capituló la plaza, suceso impor-
tantísimo que aseguraba los resultados de Hoyacá, ponía en manos
de los libres cnantiosos elementos de guerra, y producía en el Ex-
terior grandísimo efecto moral. En seguida Padilla, que había de-
rrotado á los realistas de Santa Marta y Riohacha, forzó la barra
de Maracaibo, y con sus jinetes conquistó los barcos españoles.
En Noviembre del mismo año estalló y triunfó en Panamá la
revolución republicana. Este hecho facilitó á los patriotas su pos-
terior acción contra las comarcas del Sur, aun ocupadas por los
realistas.
También á raíz de la batalla de Boyacá diversas tropas mar-
charon tanto en pesecución de Calzada, que se retiraba hacia Po-
payán como hacia el Norte, regidas éstas por Soublette, en previ-
sión de posibles auxilios de Morillo á Barreiro, lo que sucedió en
efecto, pues á fines de Septiembre llegó á Cücuta el español Lato-
rre con una lucida División.
El 6 de Mayo de 1 821 se instaló, presidido por Nariño, el
Congreso del Rosario de Ciícuta, donde se sental>an juntos los so-
brevivientes de la primera insurrección y los vencedores de la vís-
pera. Este Congreso sancionó la unión de las dos Repúblicas, con
la expresa condición de que serían regidas por un Gobierno repre-
sentativo popular; decretó la libertad de los hijos de esclavos que
nacieran en lo futuro ; abolió el Tribunal de la Inquisición ; otorgó
á los extranjeros la libertad religiosa; suprimié los impuestos más
impopulares ; mandó establecer escuelas primarias en todas las po-
blaciones; organizó la administración política y judicial, y su obra^
que se inspiró en los principios de la Revolución francesa, por su
importancia fundamental, puede compararse á la de la Asamblea
Constituyente de aquella Nación.
Entre tanto, el Libertador, después de haber visitado la Costa,
mientras el asedio de Cartagena, regresó á San Cristóbal para ce-
lebrar con Morillo el Tratado de Trujillo, que puso término á la
guerra á muerte, reconociendo en verdad la existencia de Colom-
bia, y luego, en la célebre entrevista de Santa Ana, donde los dos
caudillos pasaron un día juntos, firmaron un armisticio, pues Bolívar
Nueva Geografía de Colombia 989
quería ganar tiempo mientras reorg^anizaba el ejército, lo cual
le permitió visitar la capital, activar la marcha de las operacio-
nes en el Sur y regresar al Norte, donde, denunciado el armis-
ticio y rotas de nuevo las hostilidades, se libró el 24 de Junio, en
el ya histórico campo de Caralobo, una segunda y sangrienta ba-
talla, de las más importantes de la Independencia, puesto que
fue para Venezuela lo que la de Boyacá había sido para la Nueva
Granada. En esa jornada mandaba los españoles el Brigadier Lato-
rre, porque la Corte había retirado á Morillo por haber reconoci-
do á Colombia, y en ella el Batallón Valencey, con su heroica re-
tirada, salvó para siempre el honor de los vencidos.
A la sombra de estas auras de victoria se verificaron las nue-
vas elecciones (7 de Septiembre), en las que Bolívar y Santander
fueron nombrados Presidente y Vicepresidente, de cuyos cargos
tomaron posesión el 3 de Octubre. El Congreso designó á Bogotá
por capital de la República, lo que hirió, aunque sin razón, el amor
propio de los venezolanos. El Gobierno había nombrado antes á
Zea Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario de Colom-
bia cerca de las Cortes de Inglaterra, Francia y España : de Ma-
drid fue expulsado (Agosto), porque la metrópoli rehusaba reco-
nocer la independencia de Colombia, y lo que no hizo entonces lo
hizo 60 años más tarde, después de inútiles gastos y de sacrificar
á millares de sus mejores hijos. Vicepresidente general fue nom-
brado Nariño, el gran patriota, el mártir de la causa republicana.
Quedaban por libertar las Provincias del Sur, las que en 18 14
derrotaron las huestes de los libres, en las que todo estaba por ha-
cer y que tenían la espalda cubierta por el Ecuador y por el Perú,
donde las tropas españolas habían sido favorecidas por la victoria.
Además, los realistas déla capital se replegaron hacia el Sur des-
pués de Boyacá, y obtuvieron al paso algunas ventajas, con lo que
se fortalecieron un tanto; pero aun cuando luego los libres enviados
por el Gobierno, triunfaron en Pitayó y avanzaron sobre Pasto, su-
frieron revés de importancia en Genoy. Para remediar el daño y
someter esas regiones, Sucre, el joven Capitán, fue enviado por mar
contra el Ecuador, y en lucida y viva campaña, que terminó en la
batalla^de Pichincha (1822), no sclo libertó ese territorio, sino que
abrió paso á Bolívar, que después de ocupar el Cauca avanzó sobre
el Sur con un ejército que diezmaron el clima y las enfermedades, y
fue derrotado en Bomlx)ná por los aguerridos y fanáticos pastusos,
á quienes otorgó amplia capitulación, por ignorar lo ocurrido en el
Ecuador ; pero apenas avanzaron las tropas á unirse á las de Su-
cre, los pastusos se sublevaron dos veces seguidas, encabezados
por Boves y Agualongo, con violencia tal, que Sucre tuvo que re-
trogradar y batir al primero en Taindala y Bolívar, y hacer lo
propio con el segundo en Ibarra, de lo que resultó una lucha en que
revivieron todos los horrores de la guerra á muerte. Poco después,
en Guayaquil tuvo lugar la entrevista de Bolívar, Libertador de
Colombia, y de San Martín, Libertador de la Argentina ; en esta
entrevista se entendieron para arrojar á los españoles del Perú,
donde los patriotas llevaban la peor parte.
En efecto, mientras Santander organizaba la República, aten-
día á la justicia, las finanzas y la Instrucción pública, y preparaba
990 Nueva Gsograpia de Colombia
recursos para la gran campaña del Perü, comarca perdida para la
libertad, Bolívar y Sucre se habían trasladado allá con 4,000 solda-
dos, y abierto la campaña que principió bajo malos auspicios, pero
qae en Junín(i824) volvió á uncir la victoria á las banderas colom-
bianas. Intertanto el Congreso de Colombia, por temor á la dicta-
dura militar, expidió la ley que prohibía al Libertador mandar en
persona el ejército expedicionario, por lo cual lo puso á órdenes de
bucre, con él podía entenderse, porque aun cuando le era superior
como General, estaba identificado con su destino y con su gloria.
Encargado Sucre del ejército, si por el pronto y contra la
opinión de Bolívar lo diseminó en una extensión de veintiséis le-
fuas, y así se encontraba cuando el enemigo en masa avanzó sobre
él, de su mismo error supo sacar partido : maniobró con la ha-
bilidad y la precisión de un Bonaparte, durante un mes, en que se
registran operaciones de las más notables en la historia militar, para
librar al cabo la prevista batalla de Ayacucho (9 de Diciembre),
el Waterloo del régimen colonial, donde poco más de seis mil sol-
dados obligaron á rendirse á diez mil realistas hasta entonces siem-
pre vencedores. Después de esta sin igual victoria, el antiguo Vi-
rreinato se dividió en Perií y Boliria : de ésta fue nombrado Pre-
sidente Sucre, de aquélla y de por vida el Libertador.
Al principiar el año de 1826 se reunió normalmente el Con-
freso, y la República marchaba con regularidad. Esa Asamblea
ratifícó el decreto de alistamiento, expedido por el Vicepresidente
Santander, que no había querido cumplir Páez, por lo cual fue acu-
sado ; pero como desconociera la autoridad del Senado, en realidad
se declaró en completa rebelión. La situación era alarmante, y
grande la penuria del tesoro publico. En Venezuela varios jefes pro-
clamaron la federación, lo que produjo desórdenes y abrió nuevo
capítulo en la era de nuestras guerras civiles, á lo cual se agrega
que los enemigos de Bolívar, mostrando la Constitución que había
elaborado para Bolivia, le acusaron de aspirar á proclamarse Em-
perador de los Andes ; su ausencia prolongada había sido fatal para
la Gran Colombia, y la desconfianza cundió entre los republicanos.
Por fin pudo arrancarse Bolívar á los halagos de Lima, que había
sido Capua para él, pero su prestigio había descendido mucho ; se
le esperaba con más temor que entusiasmo, en especial después de
que algunos de sus partidarios atropelladamente se insurrecciona-
ban en el Sur, proclamándolo Dictador, para que reformara las
leyes nacionales. Su entrada á Bogotá acabó de matar el poco
entusiasmo que había, por la grosería con que dejó con la pala-
bra en los labios al Intendente de Cundinamarca, cuando en el
discurso con que lo recibió en Fontibón, habló de Constitución y
leyes.
El 23 de Noviembre se encargó del Poder Ejecutivo, obsesio-
nado con la idea de una vasta confederación americana, no obs-
tante el fracaso ruidoso del Congreso de Panamá por él convoca-
do para plantearla ; pero casi en el acto marchó para Venezuela
á sujetar á Páez, que se disponía á rechazarlo con las armas en la
mano ; pero la opinión no fue propicia á éste, y el Libertador pudo
por el pronto conjurar la tormenta.
Nueva Geografía ds Colombia 991.
Mientras Bolívar estaba en Venezuela, la situación política se
agravó en la Nueva Granada, donde asomó la cabeza la insurrec-
ción federalista ; y el Cong-reso, que por enfermedad de un Dipu-
tado tuvo que reunirse en Tunja, en realidad de verdad se ponía
5n lucha con el Presidente, y contra el querer de sus amigos expe-
día ley que convocaba una Convención que debía reunirse en Oca-
la. Reunida ésta el 9 de Abril de 1828, la lucha política lleg-ó á su
:olmj sin resultado ning^uno, porque la retirada de los miembros
Je la minoría produjo su disolución.
Como consecuencia de estos sucesos y de la petición de más
le la mitad de las poblaciones de la República, Bolívar se declaró
íl 27 de Ag-osto en ejercicio de la Dictadura, por el querer nacio-
lal. Alg-unos jóvenes republicanos á quienes se había hecho creer
jue Bolívar pretendía coronarse Emperador, intentaron asesinarlo,
isaltando el Palacio la noche del 25 de Septiembre. Bolívar pudo
;alvarse, pero por un fatal error optó por sangrientas represalias
jue mantuvieron el orden pero no mejoraron la situación del país,
igfravada por la ingratitud de los peruanos, que nos declararon la
fuerra, en la creencia de que la ocasión era propicia para conquis-
ar las Provincias del Sur, lo que hizo preciso que Sucre, derrocado
le la Presidencia de Bolivia, fuera á castigarlos, derrotándolos en
íl inmortal campo de Tarqui (29 de Febrero de 1829), con un ejér-
:ito la mitad inferior en número, pero muy superior en calidad,
'or desgracia para el país, hubo entonces traidores que hicieron
ausa común con los peruanos, confundiendo á la Patria con un ré-
gimen dado de Gobierno.
Después de todos estos gravísimos acontecimientos, el Conse-
0 de Ministros realmente pensó en el establecimiento de una mo-
larquía, pero sin comprometer el nombre del Libertador * ; y aun-
[ue el proyecto tuvo prosélitos, la mayoría lo rechazó. Todos
[uerían un gobierno fuerte que evitara la anarquía, pero se ate-
raban ante la perspectiva de una dinastía tal vez peor que la an-
igua, y más aún con la de una aristocracia militar, que tanto era
le temerse. Bolívar fue enemigo de la monarquía, no menos que
e la federación, que miraba como la anarquía sistematizada; sin
mbart^o, para conjurar peligros quiso que se desmembrara la
iran Colombia de una manera pacífica, pero los Secretarios se
pusieron á tan salvadora medida. Y íenía razón, porque entonces
iórdoba, el bravo de Ayacucho, se insurreccionaba en Antioquia
omo paladín del régimen legal ; pero vencido en el Santuario, fue
sesinado por un soldado irlandés, por orden superior, según se dijo;
en Venezuela las principales ciudades no sólo se alzaron contra
1 Gobierno, sino que hasta pidieron el ostracismo del Liberta-
or, y en 1830 Páez convocó en esa República una Convención
• Es innegable que Bolívar deseó la Dictadura de por vid i, por creef que
>Io de esa manera podía asegurar la grandeza de Colombia; es posible que
inzado en esa pendiente, hubiera llegado hasta el despotismo; pudo pensar en
I establecimiento de una monarquía con un príncipe extranjero por soberano,
ígún lo dijo á Constant, pero no pensó jamás en coronarse, y á este respecto su
nceridad, su desinterés, su patriotismo y su buena fe, han sido plenamente com-
robados.
992 Nueva Geografía de Colombia
Constituyente de aquella nacionalidad. La disoluci5n de Colombia
era un hecho inevitable.
Reunido el Congreso general, como Bolívar, desengañado de
la vida pública, estaba resuelto á separarse del poder, lo hizo en-
cargando del Poder Ejecutivo al General Doming-o Caicedo ; esa
Corporación, en sus días llamada " Admirable," expidió una Cons-
titución y nombró Presidente y Vicepresidente á D. Joaquín Mos-
quera y al General Caicedo, no obstante que Venezuela de hecho
estuviera separada ya, y lo mismo proyectara Flórez con el Ecua-
dor, de tal manera que á este General se achacó el asesinato de
Sucre, que marchaba á encargarse del mando de esas Provmcias.
El Libertador, después de renunciar á la Dictadura, había
marchado para la Costa á preparar su viaje para Europa, y desde
allí presenció la agonía de la Gran Colombia; allí se le comunicó
el decreto del Congreso de Venezuela en que se exij^ía su destierro
al Gobierno de Nueva Granada, y allí falleció (17 de Diciembre de
1830), cerca de Santamarta, á los once años, día i)or día y hora
por hora, de la proclamación de la Gran Colombia en Ang^ostura,
salvándose de reasumir un poder que habría provocado una san-
grienta guerra entre Nueva Granada y Venezuela.
Era natural la disolución de la Gran Colombia, porque, como
dice Mitre, " fue una máquina de guerra montada para libertar á
Venezuela con Nueva Granada, á Nueva Granada con Venezuela,
á Quito con ambas, y asegurar el triunfo definitivo de la Indepen-
dencia Sudamericana ; pero era un absurdo como Nación, porque
por razones geográficas aquéllas aspiraban á vida independiente y
carecían de un patriotismo colectivo que las identificase. Sus intere-
ses opuestos, sus antagonismos invencibles y la organización militar
que les dio su fundador, contribuyeron á activar los gérmenes de su
disolución. Tal vez Bolívar pudiera haber consolidado su obra, si en
vez de cambiar su papel de Libertador por el de Conquistador, y en-
tregarse á delirios ambiciosos en países extraños, mientras su patria
se disolvía, se hubiera consagrado á regularizar su administración,
promover su prosperidad interna, desarmar el militarismo, perfec-
cionar sus instituciones republicanas y satisfacer las legítimas as-
piraciones del patriotismo ilustrado y conservador, con el prestigio
de su poder y de su gloria, retirándose en tiempo para dejar una
Nación organizada, á lo menos bajo la forma federal que concilia-
ba todo. Habría sido moralmente tan grande como Washing-
ton, y legado á su posteridad una nación organizada y un alto
ejemplo de virtud cívica que realzaría su gloria, inmortal de todos
modos.
"La posteridad ha pronunciado su juicio definitivo sobre Bolí-
var y Sanmartín, los dos libertadores de la América Meridional,
cuya vida pública se envuelve en el movimiento revolucionario de
su tiempo. Los dos fueron grandes en su medida, los más grandes
hombres que después de Washington la América haya producido,
dignos de figurar en el panteón universal como colaboradores del
progreso humano. Los dos cumplieron su misión redentora en el
orden de los hechos, dando el uno la primera señal de la guerra
continental, cuyo plan concibió, ^y terminándola gloriosamente el
otro. Sin Sanmartín en el Sud del Continente, y sin Bolívar en el
Nueva Geografía de Colombia 993
Norte, no se concibe cómo pudo haberse efectuado la condensación
de las fuerzas revolucionarias, que dio el triunfo final, ni cómo el
lino sin el otro hubiese podido llenar su tarea libertadora. Los dos
erraron, empero, como políticos, y quedaron más abajo de la razón
pública y aun de los instintos de las masas que removían, y no pu-
dieron ó no supieron dirig^ir en sus desarrollos orgánicos la revolu-
ción que acaudillaron militarmente. El tiempo, que disipa las falsas
glorias y acrecienta las verdaderas, ha borrado las sombras que
oscurecieron parcialmente en vida estas personalidades típicas,
símbolos de una época, que señalan la aparición de un nuevo
mundo republicano, que es el fenómeno político más considerable
que haya presenciado el siglo xix. Sus contornos se destacan ne-
tamente en el horizonte de la historia, y han merecido ambos la
apoteosis de su posteridad, después de alcanzar su centenario, so-
metidos á la prueba del tiempo en presencia de su obra."
El destino de los emancipadores de la Patria fue trágico. Jorge
Tadeo Lozano y Camilo Torres, los que imprimieron su carácter
á la revolución, murieron en el patíbulo ; Nariño sufrió el marti-
rio ; Piar, la muerte por enseíiar el camino de la victoria ; Sucre,
asesinado por los suyos; Bolívar, en el ostracismo : elocuente lec-
ción sobre lo que valen las grandezas humanas !
El 13 de Junio se posesionó el Presidente Mos(iucra,y la suble-
vación de dos Batallones consumó una revolución i)or cuya causa
se separaron el Presidente y el General Caicedo y se encargó del
mando el General Urdaneta, combatido á su turno por López y
Obando ; y quien, en vista de que su política conciliadora no podía
contenor la anarquía, se retiró del mando y partió para el Extran-
jero. El General Caicedo reasumió el poder,apoyadopor el General
Lóp<}z, y merced á una prudencia censurada por los enemigos de
Bolívar, r[ue ganaban terreno día por día, logró contener la anar-
quía, y do ebta manera pu lo reunirse la ansiada Convención (20 de
Octubre de 1831). El Sr. Caicedo renunció el puesto; por el pronto
lo reemplazó el General José María Obando, y aquel Cuerpo dictó
un decreto que desterraba á doscientos treinta militares partidarios
del Libertador.
El resultado final de tanto desorden y anarquía militar, heren-
cia legítima de la Junta de Angostura, fue la definitiva separación,
ya de hecho realizada, de las Provincias que formaron la Gran Co-
lombia, lo que por fortuna se hizo pacíficamente. Los Departa-
mentos del Sur (Ecuador, Azuay, Guayas) formaron la República
Jel Ecuador. Las del Centro (Cauca, Cundinamarca, Boyacá, Mag-
dalena y Panamá), la de Nueva Granada ; y las de Oriente (Zulia,
Caracas, Orinoco y Apure), la de Venezuela (183 1).
Las tres Repúblicas reconocieron su independencia recíproca,
se comprometieron á sostenerla, y pactaron la repartición de las
deudas que habían contraído en común.
Im República — Por lo que hace á la Nueva Granada, organiza-
da por la Constitución expedida el 29 de Febrero de 1832, quedó
:onst¡tuída como República dentro de los límites del antiguo Virrei-
994 Nueva Geografía de G)lombia
nato, dividido el territorio en veinte Provincias*, subdivididas en
ciento catorce cantones.
c) Centralismo y Federación — Constituida la República, el voto
popular nombró Presidente al General Santander, ausente del
país pjrel momento, por lo que se encarg-ó el Vicepresidente Dr.
José I. de Márquez, hasta el 9 de Octubre, en que regresó aquél.
Esta administración se interesó por la instrucción pdblica, arregló
los asuntos de fronteras, hizo la partición de la deuda y atendió
al desarrollo del país. Santander, olvidando que había sido de los
conspiradores del 25 de Septiembre, hizo aplicar la pena capital á
los actores de la de Sarda en 1833. Terminado su período, lo
reemplazó el Dr. Márquez, elegfido con los votos del partido con-
servador. Hondas causas trabajaban el país, y acontecimientos en
apariencia baladíes, bastaron para lanzarlo en una de las guerras
más singulares y largas de nuestra historia, la revolucim de los su-
premos, porque muchos Gobernadores federalistas quisieron alzar-
se con el mando. Triunfó el Gobierno y con él el Partido Con-
servador, que en el siguiente período eligió al General Pedro Al-
cántara Herrán, bajo cuyo Gobierno terminó la revuelta, se expidió
la Constitución netamente conservadora de 1843, y se estableció en
el país la Compañía de Jesús ; y luego al General Tomás Cipriano
de Mosquera (1845-49), mandatario progresista y tolerante, cuyo
período fue de calma y vio prosperar muchísimo al país : organizó
la primera escuela militar, preparó la obra de la Comisión Coro-
gráfica (Codazzi), organizó la navegación por vapor en el Magda-
lena, hizo construir el trazo de una carretera al Magdalena, pus«
la primera piedra del Capitolio, dio impulso á la instrucción públi-
ca, &c.
Dividido el Partido Conservador, lo que ha sido siempre la
causa de sus derrotas, ninguno de sus grupos podía obtener mayo-
ría ; y el Congreso, influido por los acontecimientos de 1848 en
Francia, eligió Presidente al General José Hilario López (7 de
Marzo de 1849). ^^^ administración exacerbó la lucha política,
mezclándola con la religiosa, pues persiguió al Clero, desterró á los
Jesuítas y al Arzobispo Sr. Mosquera, y propagó el socialismo y
la anarquía por medio de clubs. La Constitución se revisó en 1851,
descentralizó la administración y reorganizó íntegramente el país,
no siempre con provecho ó acierto. Los conservadores se pronun-
ciaron en 1 85 1, pero fueron vencidos. A López sucedió el General
José María Obando ; pero el Partido Liberal se dividió en draconia-
nos y gólgctas^ que dominaban en el Congreso. El Presidente, falto
de entereza, para resolver la dificultad hizo que se pronunciara
Meló, el Jefe del Ejército, y se declarara Dictador. Los conserva-
dores se alzaron contra semejante tiranuelo, fueron apoyados por
la otra fracción liberal, y pronto se restableció el orden. Depuesto
Obando, lo reemplazó el Dr. Manuel María Mallarino, hombre
conciliador y de buena voluntad, conservador que gobernó en paz
* Estas Provincias fueron : Veraguas, Panamfi, Cartagena, Santamarta,
Riobacha, Mompós, Pamplona, Socorro, Vélcz, Tunja, Bogotá, Mariquita, Nei-
va, Antioquia, Buenaventura, Cauca, Popayán, Pasto, Chocó 7 Casanare.
Nueva Geografía de Colombia 995
^ con gran economía. Durante su período se inició de modo sin-
g^ular la federación, pues principiaba erig^iendo un Estado (Pana-
má) y dejando el resto como estaba. En las elecciones triunfó con
3fran mayoría el Jefe del Partido Conservador, Mariano Ospina,
:uyo período fue tan agitado y lleno de peripecias, porque si el
bombre era honrado y el mandatario cumplidor de la ley, el polf-
:ico carecía de habilidad.
A partir de la segunda mitad del pasado siglo, las ideas des-
:entralizadoras y federalistas ganaron más y más terreno y vinie-
ron á prevalecer, por el pronto, merced á la educación de 1851,
ie manera que en 1858 y ejerciendo la Presidencia Ospina Rodrf-
^wez (57-61), se expidió la nueva Constitución que establecióla
[Confederación granadina. Organizados apenas los Estados So-
Deranos, hiciéronse tirantes las relaciones entre el Congreso libe-
ral y el Gobierno conservador, y principiaron las revueltas sec-
cionales (en Santander y Bolívar), de donde un conflicto entre el
jobierno general y el de Santander, y aunque por el pronto salió
iste vencido, casi en seguida la revolución abarcó todo el país, po-
liéndose en armas los liberales mandados por Mosquera, Presidente
leí Cauca, y por Nieto, que lo era de hecho de Bolívar, contra el
Residente nacional, que terminó su período en guerra, por lo cual
10 hubo elecciones. La lucha fue larga y sangrienta, pues en ella
e contaron jornadas como la de Subachoque, donde quedó en el
ampo la mitad de los combatientes, y la de La Concepción, en la
[ue toJos fueron muertos óheridos. Mosquera ocupó á Bogotá el
8 de Julio (i 86 i) y los conservadores fueron vencidos sucesiva-
lente en el resto del país. Por este tiempo el Ecuador pretendió
¿^regarse á Pasto, pero el Ejército invasor fue completamente
lerrotado en Tulcán (31 de Julio) por Julio Arboleda, Jefe de los
onservadores caucanos.
d) Federación y Centralismo. — Mosquera manchó su triunfo con
lútiles patíbulos, y revivió la cuestión religiosa abriendo persecu-
iones contra la Iglesia, á la que quitó todos sus bienes (desamor-
ización), que valían muchos millones y fueron presa del partido
encedor, que en virtud de un pacto de unión nombró Presidente
aquel Jefe, como era natural, y llamó al país Estados Unidos de
Colombia. Convocada la Convención nacional de los triunfadores,
e reunió en Rionegro (Antioquia), y expidió en 1863 otra Consti-
ición que reconocía libertades políticas ilimitadas, haciendo caso
miso de los derechos individuales, tenía marcado tinte socialista y
inzó al país en una larga serie de revueltas civiles, por lo cual en
erdad puede decirse que nunca rigió. En cambio, los que se
ecían sus mantenedores, pervirtieron el criterio, enseñando prác-
camente máximas de Gobierno, como la de "el que escruta eli-
e " ; "no se pierde con papelitos (votos) lo que se ganó con ba-
onetas " ; " gobernar con los propios, con razón ó sin ella." La
lonvención eligió Presidente provisional á Mosquera, quien tuvo
ue rechazar una segunda agresión de los ecuatorianos, resultado
e cuestiones internacionales, engendradas en la guerra civil que
cababa de terminar. FIórez, al frente de 6,000 hombres invadió
i región de Pasto: Mosquera, á marchas forzadas, acudió á recha-
996 Nueva Geografía de Colombia
zarlo con 4,000 soldados, y en breve y lucida campaña, que ter-
minó en Cuaspud (6 de Diciembre de 1863), infligió desastre com-
pleto á los invasores, pero tuvo el buen juicio de celebrar la paz
sin imponer condición humillante á los vencidos.
A Mosquera sucedió Manuel Murillo Toro, en cuyo período
fueron hondas las agitaciones políticas, sociales y religiosas, y muy
difícil la situación del Tesoro. En 1864 lo reemplazó el vencedor
de Cuaspud, que un tanto arrepentido de su anterior obra, quiso
en parte corregirla, de donde un conflicto con el Congrego, que
lanzó al Presidente á la dictadura : el ejército dio un golpe de Es-
tado el 23 de Mayo de 1867, encabezado por su jefe Santos Acos-
ta, quien ejerció transitoriamente el mando é hizo ingentes gas-
tos en pocos meses. En seguida fueron elegidos Santos Gutiérrez,
que con la fuerza depuso al Gobernador electo de Cundinamarca,
Ignacio Gutiérrez Vergara, porque era conservador ; Eustorgio
Salgar, que procedió con acierto y se captó la simpatía de los go-
bernados, y por segunda vez Murillo Toro, en cuyo tiempo hubo
relativa calma y el país progresó bastante. No sucedió lo mismo
en el período de su sucesor, Santiago Pérez, que con sus violencias
y la imposición de Aquileo Parra para la Presidencia, provocó la su-
blevación de los conservadores apoyados por el perseguido Clero,
de donde una guerra corta (1876-77) pero sangrienta. En la con-
tienda, en apariencia triunfo el Partido Liberal y fueron desterra-
dos varios Obispos, pero las instituciones anárquicas resultaron he-
ridas de muerte.
En efecto, la elección favoreció á Julián Trujillo, el mejor Ge-
neral del Gobierno en la lucha del 76, y antiguo compañero de Mos-
quera, que no pertenecía á la fracción liberal intransigente. Por esto,
al terminar su período, respetado el sufragio, ascendió al solio Ra-
fael Núñez, el candidato popular opuesto en 76 á Parra, quien fir-
mó con España la paz oñcial, por así decir, y organizó el Banco
Nacional. Lo reemplazó Francisco Javier Zaldüa, muerto en los
momentos en que pretendía reaccionar contra la obra de la trans-
formación política iniciada por Nüñez, en lo cual quiso imitarlo el
designado José Eusebio Otálora, enjuiciado por el Congreso,pero que
falleció mientras se surtía el juicio. El voto popular volvió á favo-
recer á Nüñez, el político más notable de la época, y el liberalismo,
viendo que no podía evolucionar, se alzó en armas contra el Gobier-
no, pero fue vencido en recia lucha ( 1 885-86), y con él el federa-
lismo y la Constitución de 1863, que fue reemplazada por la que
aún rige en el país. Niiñez. que pudo ser grande, no quiso ó no se
atrevió á cortar ciertos abusos introducidos en la administración
pública, y se conformó con ser notable.
Reelegido Núñez en 1886 y en 1892, pronto se retiró á Car-
tagena, y se encargó del mando, como Designado, Carlos Holguín,
Jefe del Partido Conservador, una vez depuesto el Vicepresidente
Payan, antiguo liberal, por tentativa de contrarrevolución. En el
segundo período, en el que falleció Núñez, gobernó el Vicepresi-
dente Miguel Antonio Caro, quien tuvo que sostener guerra contra
los liberales pronunciados en 1895, después de lo cual grandes
agitaciones políticas conmovieron el Partido Conservador, que se
dividió en varías fracciones para la lucha electoral. Para el si-
Nueva Geogragia de CoLOBifi]
g"uiente período el Congreso declaró elegidos
presidente á Manuel Antonio Sanclemente y J<
quín ; desencadenada otra rebelión de la parte <
tido Liberal, poderosísima con el auxilio que le f
la, Ecuador y Nicaragua, y vencedores los ce
gran batalla de Palonegro, como el Presidente,
zada y falta de salud (murió en 1809), no podía
tal, por voluntad expresa de los conservador
mando el Sr. Marroquín, quien por el pronto ti
se exclusivamente á concluir con esa incalificabl
gendró en Colombia un vandalismo nunca visto
tenores.
Para concluir este resumen, nada tan lógic
algunos párrafos de la Alocución que el Jefe del '
dirigir á los colombianos en el día de la Patria
" Los insignes varones que con heroico valoi
el movimiento del 20 de Julio de 1810, se dividi*
líticos, y lo propio hicieron los que en las dif<
del que era Nuevo Reino de Granada, se pusic
la gran Revolución. Cuáles pretendieron formar
independientes ; cuáles quisieron la reunión de
en uno solo ; éstos se decidieron por un gobiern
por uno federativo ; diferentes ciudades se disp
y el honor de ser cabeza, ya se adoptase la una
tase la otra. Formáronse partidos que se apodal
te y se combatían, y se levantaron caudillos, po
y detestados por otros.
Natural fue que en un país no educado ni p
se un Gobierno ni para organizado, nacieran o{
das sobre el modo de constituirlo ; y hasta nc
abriese campo á la discusión para descubrir el ca
guirse. Mas por desgracia la discusión no siem
de donde brota luz, sino de las que engendran dis
dillo y cada partido quiso sostener su dictamen
por la fuerza, y así se agotaron la actividad, 1<
cursos que hubieran debido emplearse para cor
potente, capaz de resistir al esfuerzo que la Metí
tentar para someter á la que miraba como color
Ejércitos españoles sorprendieron á nuestros pac
reyertas políticas, divididos, y por consiguiente
se mostró héroe, y al mostrarse héroe, hizo patí
alcanzado unido con los demás.
Grandes lecciones nos dejaron nuestros maye
con su ejemplo á amar la Patria y á arriesgarla
por ella ; y también con su ejemplo, y de manera
sima, nos enseñaron que el apego al mando, las
das, la poca deferencia por la opinión ajena, la i
99^ Nueva Geografía de Colombia
toridad reconocida, y la guerra entre hermanos, son obstáculos en
que se estrellan cuantos esfuerzos emplee el patriotismo para en-
grandecer y hacer prosperar á la Nación, y para producir el bien-
estar'de los que la componen.
En extravíos semejantes á aquellos en que incurrieron nues-
tros antepasados después del 20 de Julio de 1810, incurrieron los
que después de la victoria de Boyacá tuvieron en sus manos la
suerte de la Patria ; y estos extravíos, igual que los primeros, han
dado lugar á que nuestra Historia señale fechas sin cuento, tan
nefastas como fausta es la que hoy conmemoramos.
Nuestra Historia nos patentiza que si hemos sabido imitar la
conducta de nuestros gloriosos antepasados en determinadas oca-
siones en que el bien de la Patria ha exigido heroicos esfuerza s y
sacrificios, cuando se ha tratado de exponer y discutir doctrinas y
principios y de implantar sistemas, no hemos acertado, como no
acertaron ellos, á fundar nada estable, nada de loque hubiera po-
dido servir de asiento ó de principio á un sistema político que no
se alterase sino para perfeccionarse.
Nuestra política ha empezado á ser, no el arte de gobernar á
los pueblos para hacerlos felices, sino cúmulo de intrigas, cabalas
y mezquinas maniobras encaminadas á favorecer intereses parti-
culares ó á dar preponderancia á determinados círculos.
No es en la historia de pueblos extraños donde hemos de es-
tudiar lo que puede hacer feliz y engrandecer al nuestro. En cada
país hay diferente combinación de costumbres, de condiciones de
raza y de clima, de antecedentes históricos que le dan carácter
peculiar.
Nuestra propia historia nos ofrece las enseñanzas que han de
guiarnos. De éstas, la que hoy debemos aprovechar de preferen-
cia, es la de que la desunión y las discordias nos debilitan, y ponen
trabas á la marcha á que, del mismo modo que á todas las naciones
nuevas, impulsa el ejemplo de las que ya han llegado al ápice de
la cultura y de la grandeza.
Los desaciertos en que incurrieron nuestros proceres tuvieron
por excusa la inexperiencia ; los de nuestros políticos de épocas
más cercanas no tienen ninguna ; los de los que después del escar-
miento que hoy está más reciente vuelvan á caer en ellos, serán
crímenes imperdonables."
CAPITULO CUARTO
Geografía Militar
Esta parte de la Geografía abarca el estudio de las condicio-
nes estratégicas ile cada una de las zonas en que se divide el terrí-
torío, considerado como teatro de guerra, y de sus respectivas lí-
neas orográfícas é hidrográfícas que abren camino á la invasión ó
sirven de obstáculo natural contra ella ; en otros términos : de las
comarcas que necesariamente han de ser lugar de operaciones
Nueva Geografía de Colombu 999
entre las costas ó fronteras y la capital^ que es el intento principal
de toda inTasión, á la vez que centro de ataque y de defensa, sobre
todo cuando, como la de Colombia, es el asiento de un fueite ré-
gimen central y ocupa lo que pudiéramos llamar la ciudadela na-
tural del país y el último reducto de su resistencia.
Colombia tiene fronteras con Venezuela, el Brasil, el Perd, el
Ecuador, Costa Rica y Nicaragua; y costas en el Pacífico y en el
Atlántico.
I. La Costa Atlántica se divide naturalmente tn trozos de
imortancia diversa pero siempre considerable, y en lo general de
difícil defensa por su misma extensión, por la falta de caminos
que los enlace, y por lo despoblado de muchos He sus punios.
El de Panamá, aunque es[)erialmv3ntc se engloba en el teatro
de operaciones ístmico, al W. se enlaza con el de la frontera cos-
tarricense V al E. con el del irran valle del Atrato. La costa de
éste lüiimo por su configuración es importantísima, toda vez que el
menci' na' lo valle en verdad sigue hacia el Pacífico por el del San
Juan, y en cierto modo flanquea el DariJn y el Sinú. El litoral de
este último, valle presenta Cv)n(liciones análogas por recibir un río
naveg-able é interponerse entre el g^olfo de Urabá y las costas de
Cartagena. La porción sig^uiente en realidad abarca desde el golfo
de Morrosquillo hasta la Sierra Nevada de Santamaría, como que
sobre toda ella se abre el valle del Magdalena. En fin, la costa de
Riohacha y de la Península Goajira es el término de la dei)resión
que constituye el valle de Upar, lo que indica su importancia, au-
mentada, si cabe, por sus relaciones con la frontera venezolana.
No debe olvidarse que el punto débil de este teatro es la falta
de fortificaciones en Tolú, porque como de allí hay carretera á
Mag"ang;ué, un desembarque rápido que logre introducir artillería á
los montes de María, á Magang-ué y al Banco, sería decisivo, pues
quebraría en dos mitades el país é impondría, la paz por no estar
Colombia en capacidad de tomar desde el interior una ofensiva
ventajosa contra un enemig'o así señoreado de la Costa. Los espa-
ñoles pusieron baterías en Tolú, y no permitieron abrir camino de
ahí al río Magdalena, por las citadas razones militares.
En resumen : prescindiendo de Panamá, que militarmente hay
que considerarlo como territorio aparte, el resto del litoral atlán-
tico no es otra cosa que un grupo de segmentos á la entrada de
grandes valles que convergen sobre el interior hacia una línea que
se extiende de los montes de Paramillo en Antioquia á los de Bobalí
en Santander, costeando los de Guamacó, todos los cuales delimitan
netamente el teatro de guerra de la Costa. En la actualidad esa
convergencia de valles, ó sea de líi.eas de invasión, favorece ex-
traordinariamente un ataque por el lado del mar, porque si el in-
vasor es numeroso, cuenta con grandes facilidades para rebasar y
envolver las tropas nacionales que obren allí ; lo contrario su-
cede si el agresor no dispone de fuertes efectivos. La dicha con-
vergencia ó divergencia de valles será ventajosísima para la Repú-
blica el día en que esté cruzada de ferrocarriles, por la facilidad
con que del interior pueden llevarse las tropas á la Costa, por di-
versas líneas de operaciones que permitirán gran juego estratégi-
lOOO Nueva Geografía de Colombia
co, mantendrán al enemigfo en duda sobre cuál es la que lleva la
masa principal, y le impondrán mucha cautela para avanzar, por
el peligro de ver envuelta y cortada alg"una de las jDorciones en
que tendrá que dividirse para hacerlo.
Por las condiciones mencionadas, de temer sería en ese caso
que el ataque sobre el litoral atlántico fuera combina do con otro
por el del Pacífico, porque si éste se log-raba de hecho, quedaba
casi imposibilitada una acción enérgica en el teatro de guerra de
la Costa.
En la actualidad, y suponiendo que el enemigo no sea ex-
traordinariamente superior en número al ejército nacional, las con-
diciones del terreno, los ríos, que si son líneas de invasión, también
lo son de comunicaciones para nosotros, aislarían ó poco menos las
tropas enemigas que se aventurasen por las diversos sectores ; la
existencia de las serranías de Santamarta y de María y la de Car-
tagena, suponiendo esta plaza fuerte al abrigo de un golpe de mano
y capaz de resistir algún tiempo ; todo esto, decimos, hace que el
teatro de la Costa sea favorable á nuestras operaciones defensivas,
y permite dirigir con probabilidades de éxito el contraataque á un
invasor que hubiera podido desembarcar en alguno ó algunos de
los puertos de ese litoral.
II. Por lo que hace al litoral Pacífico, también se subdivide
netamente en ístmico y de tierrafirme, aquél relacionado con la
frontera de Costa Rica y el Darién, y éste conexionado con el mis-
mo Darién y la frontera ecuatoriana. Pero hasta aquí llegan las
semejanzas, pues por la configuración del terreno el teatro de la
guerra en el litoral de tierrafirme, es decir, en el Chocó, difiere ¡x>r
completo del de la Costa. En efecto, por alzarse detrás de él y muy
próxima la empinada cordillera de su nombre, las líneas de invasión
se reducen á multitud de angostos valles que, arrancando de tierras
húmedas y casi desiertas, pronto se tornan muy agrestes, carecen
de enlace entre sí, y al transmontar la cordillera desembocan so-
bre amplio surco, á ellos perpendiculares ; surco que por esta dispK>-
sición, por su mayor amplitud, su riqueza y población, sus caminos
y la línea de comunicación y defensa de su vaguada, da á las
tropas nacionales considerables ventajas para rechazar al invasor,
aunque sea relativamente numeroso, en especial si su acción se di-
rige sobre el Patía ó el Cañón de Antioquia, pues caso de que en
ellos penetrara, vendría á quedar dentro de una verdadera raionera.
Otra cosa sería la invasión lograda del valle del Cauca, por-
que ésta aislaría el Sur del interior, se apoderaría de grandes re-
cursos y flanquería las montañas de Antioquia. Es decir, fácilmen-
te podría entonces hacerse dueña de toda la mesa andina, desde la
cual amenazaría, con ventajas, todos los demás puntos del país,
quedando ese invasor en condiciones admirables para resistir todo
contraataque intentado con el objeto de arrojarlo de esa especie
de fortificación natural.
III. Las fronteras del Brasil y del Perú, por correr en el Ama-
zonas y al través de las selvas desiertas del Caquetá, no pueden ser
consideradas militarmente, porque sería imposible que la Repú-
blica enviara á esas regiones ejércitos numerosos ; y en todo caso.
Nueva Geografía de Colombia i 001
una agresión de las dos Repúblicas limítrofes, si les era fácil rea-
lizarla en la parte inferior y navegable de los ríos, forzosas líneas
de operaciones y de comunicación en estas soledades, no sería lo
mismo arriba de la zona de los raudales. Por lo pronto hay allí
una especie de Marca que impide todo choque entre los Estados li-
mítrofes.
IV. La frontera de Costarrica es muy excéntrica, corre al tra-
vés de regiones desiertas partidas en dos por una elevada cordi-
llera que carece de caminos ; y por las condiciones topográficas de
Panamá, se subdivide en dos mitades contrapuestas de un modo
bien singular. En la meridional, nuestra rica Provincia de Chiri-
quí colinda con dilatados bosques desiertos de Costarrica ; en la sep-
tentrional, la incipiente comarca de Bocas del Toro lleva sus ex-
tensas selvas hasta las cercanías de las ricas y pobladas tierras de
Cartago en aquella República. Por el pronto nada hay que temer
en esa frontera ; mas no sucederá lo mismo en el caso de que se
reintegre Centroamérica, y por cuerda medida, maridada con
las necesidades económicas, se impone la pronta apertura del ca-
mino de Chiriquí á Bocas del Toro, como con previsión imponde-
rable quiso establecerlo el General Cuervo.
v. La frontera ecuatoriana, por estar sobre los Andes, se
divide en tres segmentos de muy diversa importancia; el oriéntalo
del Ñapo, corre parejas con la del Perú-Brasil ; el occidental ó de
la costa, secundario en la actualidad por la falta de caminos y es-
casa población de esas comarcas, 'se relaciona íntimamente con el
Chocó, no guarda interés de importancia para una ofensiva colom-
biana, y en todo caso, sin ser difícil ésta, en caso necesario, por su
disposición topográfica permite cubrirla sólidamente con reducidos
efectivos.
La porción central y más pequeña, la que atraviesa el lomo
ie los Andes, es la única que tiene importancia verdadera en caso
de guerra con el Ecuador. Natural habría sido que aquí el trazo
siguiera la cresta de las cordilleras que se enlazan en el nudo de
Huaca ; pero por un hecho inexplicable, ese nudo es, por así de-
cir, ecuatoriano, y como la vecina República tiene aquende el puer-
:o la población de Tulcán, ésta le viene á servir de avanzada Pla-
ca de Armas, dándole marcada superioridad para el principio de
la lucha. Hoy el asunto no tiene importancia por la debilidad re-
lativa del Ecuador ; mañana no sabemos si las cosas se conserven
sn el mismo estado.
En todo caso, en el supuesto de una guerra en esa frontera,
5S indispensable ocupar desde luego á Tulcán y el nudo de Hua-
:a, so pena de que nuestro territorio sea el que mantenga al ene-
migo, conforme ya lo demostraron las campañas de Tulcán y de
Cuaspud. Un ejército reunido en Tulcán, de hecho domina á Tú*
juerres é Ipiales, y si logra apoderarse de la línea del Guáitara y
>us alas del Angasmayo y el Pacual, empresa difícil y sangrien^
a sería arrebatársela ; y aun conseguido esto, al replegarse en-
contraría en el nudo de Huaca no menos formidable zona de re^
listencia.
Pfuma Geografía dé Céhmhia TOlio l^^^
Í0Ó2 hluEVA (jEOGRAFIA DE CoLOMBIA
En cambio, rápidamente ocupados Tulcán y el nudo de Hua-
ca, á un tiempo se asegura, la defensiva mientras se concentran
nuestras fuerzas, y en seguida la ofensiva para dominar fácil-
mente la región de Ibarra, que es donde puede prepararse la
agresión contra Quito, el punto de mira de toda guerra con el Ecua-
dor. A este respecto hay mucha desventaja para la vecina Repií-
blica, que por causa del abanico de los Andes no puede tomar
como objetivo ni á Bogotá ni á Medellín, ha de reducir su impulso
á Pasto, ó á lo sumo extenderlo á Popayán, es decir, que con una
serie de victorias no pondría término á la guerra sino en el caso
muy remoto de que todos los ejércitos de la República hubieran su-
cumbido en la región del Sur, pues de lo contrario, los dos objetu
vos secundarios señalados pueden ser envueltos por las aledañas
cordilleras.
VI. Frontera venezolana — Indudablemente desde el punto de vis-
ta militar esta frontera tiene verdadera importancia, y su confi-
guración general, en herradura, que dará al país ventaja decisiva
el día en que todo el territorio esté poblado y cruzado de caminos,
por el pronto es un inconveniente, puesto que el cuerpo mismo de
Venezuela penetra á modo de cuña dentro de esa herradura, lo
que unido á la configuración general del territorio, la parte en dos
porciones tan distintas como quizá no hay otro caso en geografía
militar, creando dos teatros de guerra esencialmente diversos y
lejanos, y en uno de los cuales por lo menos, será preciso adoptar
la defensiva, ya que por ahora los recursos del país no le permiti-
rían tentar la ofensiva en ambos á la vez. Esos dos teatros son la
Cordillera y los Llanos.
El teatro de la guerra de los Llanos, clásico en nuestra his-
toria militar, aun cuando dividido de Venezuela por el caudaloso
Arauca, ya por la íntima unión de todas las partes del Llano, ya
por envolver allí á nuestra frontera la de Venezuela, ya por haber
solución de continuidad en la población, presenta tales caracteres
de debilidad, que en caso de guerra no solamente sería difícil sos-
tenerlo, sino que, á lo menos hasta el pie de la G^rdillera, será pre-
ciso abandonarlo ; lo que, por otra parte, no debe preocupamos,
pues aiin cuando allí penetre un ejército enemigo, ni éste será nu-
meroso, ni podrá causarnos grave daño, y si triunfamos en el tea-
tro de guerra de la montaña, de hecho también habremos vencido
en la llanura : en ésta el triunfo de Veneuzuela no le daría la pose-
sión de aquélla. Desde luego, si el efectivo de nuestro ejército lo
permitiere, convendría obrar en este teatro para amenazar la mon-
taña por Harinas, ó á lo menos distraer fuerzas al . enemigo, pero
esto sólo en la época de sequía. Aun suponiendo que el enemigo
comprometiera en la llanura el grueso de su ejército, lo dicho no
se modifica, porque nosotros, con menores efectivos y cortas líneas
de operaciones y comunicaciones, podemos defender la cordillera
mientras se da el golpe en el corazón, es decir, en tierras deMérida.
El teatro de la montaña, ó andino, por la configuración del
territorio y de la frontera y por sus enlaces con el litoral es tan com-
plejo, que su análisis no puede hacerse con la misma senciíJez. En
todo caso, en el actual estado de distribución de los habitantes no
fólo es posible mirarlo como partido en dos, sino que de éstos el
Nueva Geograf/a de Colomb
septentrional se confunde de hecho con el de 1
en caso de guerra los dos no pueden tener á un
portañola : uno de los dos forzosamente tiene q
otro secundario ; y aun cuando Venezuela q
principal el de la Goajira, como su población r
tar dos ejércitos de cierto efectivo, tendría que
principal i los Andes, so pena de ver cortado c
hubiera enviado hacia el litoral.
Sin embargo, considerando como princij
Goajira, preciso es reconocer que la frontera q
Laudo, desde el punto de vista militar favorec
¡ nezuela que á nosotros, porque Maracaibo es j
I como base de operaciones, porque el lindero
ésta, y porque entre los Montes de Oca y la Sie
verdadero boquete con terreno accesible á rué
natural de invasión sobre el Banco, uno de
país. Esto indica la verdadera necesidad que 1
boquete para asegurar á la misma Riohacha ]
invasión tanto más peligrosa cuanto en todo el
venezolanos tendrán, en caso de necesidad,
se á la serranía y aun transmontarla, y si se le
dar por tierras de Ocaña las operaciones incia<
Maracaibo.
La parte baja de los valles de Cúcuta de s
teatro de un esfuerzo importante, por cuanto
una cómoda línea de operaciones, y los ferroca
San Buenaventura se apoyan en él. Como lín
es natural suponer que se trataría de utilizarla
go litoral venezolano elementos de guerra á la:
taña, se entiende en el caso de que éstas hayan
primero de aquellos ferrocarriles, que tiene el
niente de desembocar sobre uno de los flanco:
raciones.
En una palabra, el verdadero teatro de gu
está en las montañas que de Cúcuta y Pamplon;
racas, ya por las similitudes topográficas que g
Santander y Boyacá, ya porque se alzan como
zonas bajas laterales más ricas de Venezuela, p
es relativamente escasa, y siendo el nervio del
Nación los habitantes de las llanuras cálidas,
mucho en los páramos y breñas. Estas ventajas
la topografía misma del terreno, compuesto d
estrechos donde son numerosas las posiciones fi
envolver, por el apoyo que se prestan unas á ot
Aun en el supuesto de haber ganado este
ofensiva no podría tener por objetivo á Caracas
simo caso de que las tropas de aquella Repübli<
bido en una batalla como la de Sedán ; porqi
siendo excesivamente larga la línea de operac
los lados ricos territorios, á pesar de cubrir sus 1
ñas, quedaría expuesta, si no á ser cortada, sí p
tinuos y graves insultos. Además, no parece po
1004 Nueva Geografía de Colombia
se prolongue después de ocupada la comarca deMérida y Trujillo,
porque allí sería dable resistir toda contraag^resión, y en este caso,
para salvarla de una ocupación indefinida, el vencido tendría que
firmar la paz.
Lo dicho presupone que en caso de guerra, así como nos in-
teresa no tomar la ofensiva diplomática, nos urge tomar la es-
tratégica, para ocupar cuanto antes á San Cristóbal y convertir las
serranías de Rubio y los Capachos en fortísima base de opera-
ciones, porque de lo contrario es muy factible que no estando for-
tificada nuestra débil frontera del Táchira, tan descuidada militar-
mente, el enemigo ocupe los valles bajos de Cdcuta para vivir en
ellos, y quedando en el centro de un haz de valles convergentes,
resistir mejor el choque y preparar, en caso de una victoria, la
ofensiva, ya sobre el corazón de Santander, ya sobre el Magdalena.
En fin, perdida por nosotros la cuenca de Maracaibo, es casi
seguro que en la línea del Chicamocha podríamos contener al in-
vasor ; pero si en un contraataque no logramos desalojarlo de las
serranías de Soto y Pamplona, como no es posible dejar estas Pro-
vincias indefinidamente en poder del enemigo, sería preciso firmar
la paz.
VIL Por lo que hace al interior del país, por su complicado re-
lieve, por la varia orientación de sus quiebras, por la existencia de
grandes valles longitudinales, se subdivide en múltiples teatros de
guerra que á la vez une y separa el del alto Magdalena, agrupán-
dolos en dos haces concordantes con la orografía y mucho más
fuertes desde el punto de vista táctico en caso de invasiones de
Norte á Sur, ó viceversa, que en el contrario, de E. á W., en el
cual secundan mejor las combinaciones estratégicas.
En todo caso, como por dondequiera la existencia de com-
plicado relieve produce en casi todos los caminos gran numero de
fuertes posiciones, ya para cubrir una retirada, ya para sostener
un ataque, y las grandes cuencas y valles se enlazan variamente,
el estudio detallado de nuestro suelo, desde el punto de vista militar,
conviene confundirlo con el topográfico de los mismos, tanto para
hacerlo más claro como para evitar inútiles repeticiones. Por aho-
ra bastará recordar que lugares como Pasto, Popayán, Buga, Car-
tago, Manizales, Garrapata, Honda, Bogotá, Boyacá, Susacón,
Pamplona, Cúcuta, &c., que han sido teatros de múltiples comba-
tes en la magna guerra ó en nuestras luchas civiles, señalan ¿>¿/>-
iivos primarios ó secundarios y ejes de operaciones bien conocidos,
que se imponen para su ataque ó defensa, según y como se haya
extendido la lucha en los grandes teatros de guerra ya indicados.
AL LECTOR
Concluímos la primera edición de este Libro dando
los nombres de Carlos Holguín, Miguel Antonio Caro,
Felipe Ángulo, Antonio B. Cuervo, Olegario Rivera y
Primitivo Crespo, Presidentes de la República los dos
primeros, Ministros de Guerra los demás, y diciendo
que á ellos debería toda gratitud la Patria si la obra re-
sultaba de alguna utilidad, porque con su eficaz apoyo
la Nueva Geografía de Colombia pudo llevarse á cabo,,
pues lo menos en la tarca fue el costo de la impresión.
En esta segunda edición, completamente refundi-
da, nos complace terminar el volumen registrando los
nombres de José Manuel Marroquín, Jefe de la Nación,
y de Domingo Ospina Camacho, Ramón González Va-
lencia, Pedro Nel Ospina, José Vicente Concha y Aris-
tides Fernández, quienes como Ministros de Guerra
han prestado á la Nueva Geografía de Colombia apoyo
no menos eficaz, secundando los deseos del primer Ma-
gistrado de la República ; de suerte que á ellos corres-
ponde lo bueno que encierre la obra, siendo de cargo
nuestro sus imperfecciones, A los nombres citados de-
bemos agregar los de Belisario Cuervo Ángel y Rafael
Lombana F., por cuanto á ellos pertenece la limpieza
de la corrección y la elegancia tipográfica de la Obra, á
la que durante un año han consagrado su idoneidad y
su esfuerzo, cual si de cosa propia se hubiese tratado.
Dios mediante, y con el apoyo del Gobierno, con-
fiamos publicar el segundo volumen, consagrado á la
Geografía Física, es decir, al estudio analítico del lito-
ral, los montes y los ríos ; y el tercero, que compren-
derá el detalle^de los Municipios, esas células (jüe consF
^ituyen el organismo nacional^
Y como la Geografía no es ni puede ser la obra
de un solo individuo, sin temor dejaremos que este Li-
bro entre al dominio de la crítica, no de tos Aristarcos,
siempre infecunda y baladí, sino de los buenos hi-
jos de la Patria, á fin de que señalen con todo cuidado
cuantas inexactitudes, incorrecciones y vacíos le encuen- .
tren, única manera de que en un plazo relativamente
corto, pueda otra persona más afortunada presentar un
trabajo perfecto sobre este querido país, que á tan ru-
das pruebas lia sido sometido por la Providencia.
La Geografía no puede prescindir de la obra cum*
plida en el suelo patrio por los que antes fueron, "Nos
han dado la vida á costa de la suya, y nos han dado una
herencia. Hijos por quienes han rendido la vida r.ucs-
tros padres, bien ingratos y despreciables seríamos si
no mirásemos con piedad filial sus errores, cuando has-
ta esos errores que fueron su desgracia, han hecho nues-
tra fortuna." Pero esta verdad, elocuentemente expre-
sada por un escritor italiano, no presupone que en nin-
gún caso hayamos de ocultar nuestras convicciones, ó
que nos reduzcamos á defenderlas con tan poco celo,
que parezca abdicamos de ellas : las ideas lionradas ne-
cesitan ser sometidas á la prueba de la contradicción.
"Error sería pensar, dice otro escritor, que todo está
hecho con sólo procurarnos los medios de progreso :
esto equivale á querer la virtud sin trabajos ó la reli-
gión sin abnegaciones. En el conflicto de lo real con lo
falso, de lo ordenado con lo informe, á la invasión del
materialismo, al olvido de la Patria, al culto de la fuer-
za, á la arrogancia de los necios, es preciso oponer el
valor de todos los instantes, el afán de ganar corazones
para la República, y, transmitiendo á otros la cansada
tarea, poder decir: también yo he sido algo."
Por estas razones no hemos querido ocultar el cri-
terio con que hemos escrito nuestro trabajo; criterio
de católico sometido á las enseñanzas de la Iglesia,
por una parte, y por otra, de conservador democrático,
NOTA BIBLIOGRÁFICA
Por razones que no necesitamos consig-nar aquí, la bibliogra-
fía detallada de las fuentes en que se apoya este trabajo, la encon-
trará el lector en el último volumen de la Obra, y tan detallada,
que en ella figurarán hasta artículos de periódicos nacionales y ex-
tranjeros, documentos aun inéditos, existentes en las ofícinas públi-
cas ó en poder de particulares, planos en las mismas condiciones,
&c. ; pero no podemos prescindir de indicar ahora las principales,
advirtiendo que íntegramente quedan insertas en este Libro.
•
Codazzi, — De este ilustre geógrafo hemos utilizado las cartas
originales existentes en la Biblioteca Nacional, cuidadosamente co-
piadas y rectificadas mediante estudio de borradores que posee la
familia, la que tuvo la bondad de permitirnos su consulta.
Cuanto al texto, tuvimos presente la Geografía de las Provin-
cias del Norte y de Antioquia, inserta en la Gaceta Oficial de 1851
á 1854; los informes sobre caminos, publicados en el mismo periódi-
co, las partes aún inéditas que se conservan en la citada Biblioteca
Nacional y que no se incluyeron íntegramente en la Geografía que
se publicó en 1862, suprimiendo el nombre del autor.
Humboldi, — Del ilustre viajero utilizamos el texto y atlas del
Viaje á las regiones equinocciales ; el cosmos, los yacimientos de
las rocas y los ensayos sobre Cuba y Nueva España.
Caldas. — De este sabio mártir, además del Semanario de Nue^
va Granada^ aprovechamos diversas comunicaciones inéditas y car-
tas referentes á sus viajes en el país.
BoussingauU, — Los viajes á los Andes, publicados por Acosta.
Ancízar, — La Peregrinación de Alpha, en muchas de sus pági-
nas textualmente inserta.
Sirifleur, — Los Viajes al Sinúy al San forge, el Cesar y la
Sierra Nevada de Santamaría, en las mismas condiciones que la
anterior.
Hettner. — Los Viajes en Colombia y los Estudios sobre la Cordim
llera oriental,
Sievers, — Los Viajes á la Sierra Nevada de Santamaría y á la
Sierra Nevada de Mérida,
NuíVA Geografía dí CoLOitBtA
jRéissy SlüM.~ Los diversos voliimenes publicados sobre su
viaje en Suramérica, y la Carta de altitudes formada sobre ellos
por la Oficina Geográfica de Gotha.
Ferrocarril inUrconlintntaL — El texto y las Cartas relativas á
i. Colombia.
E. Recluí. —La parte referente á Colombia, inserta en la Nueva
Geografía universal.
Saint Marlitt. — Dicn'onatio de Geografía uruversal, que contiene
trabajos de viajeros y exploradores europeos que por el idioma en
que hablan visto la luz, no podíamos consultar directamente.
Crevemux. — Sus viajes y cartas en grande escala relativas í
nuestras regiones orientales.
Aftdrée. — Sus l'iajts á las regiones eguinoeeiales.
Canal de Panamii. — Los diversos voliimenes de informes y me-
morias referentes al Atrato, al Darién y al Istmo propiamente
dicho.
\Vhiie. — La descripción de las Provincias occidentales de Co-
lombia, y sus memorias (algunas inéditas) sobre diversas zonas
mineras de la misma.
Ferrocarriles y carreteras. — Los trazos ¿ informes sobre los va-
ríos que se han construido ó proyectado construir en el pa(s.
Firin 333— Arqueología colombiana. Orfebrciia in(%«nt.
J
Apéndice
¡
Para concluir este volumen nada nos parece tan natural como
la reproducción de las págfínas del geógraío Monteneg^ro, en que
«ste autor, hoy poco conocido, expuso la situación material y mo-
ral de la República á raíz de la guerra de Independencia, compa-
rándola con el estado á que había llegado como Colonia en 1810.
Está reproducción abarca, pues, la pintura del país precisamente
jin sig-lo 'antes de nuestro escrito, y por lo mismo permite al lector
darse cuenta exacta y cabal de la marcha del país durante un
largo período de tiempo, así como también de los acontecimien-
tos geográficos, por así decir, ocurridos en esos años.
a) PRODUCCIONES
Los ramos agrícolas de la Nueva Granada son tan varios, como distintas
las temperaturas y apto el suelo para toda clase de producciones ; excepto en las
provincias marítimas y en Casanare, en donde con generalidad es el clima abra-
sador, no hay una, inclusa la de Santamarta y las del centro, que carezca de lu-
gares templados y fríos, según la elevación del terreno y la proximidad de las
mesas y de los valles á las cimas de los nevados j páramos, según la dirección
de los vientos que bajan de los mismos y dulcifican la atmósfera, durante una
parte del día, ó en varios meses del año; el cacao se cultiva en las tierras bajas
.y cálidas, siendo muy apreciado el llamado del Magdalena, que algunos colocan
en tercer lugar, después del Soconusco y del de Caracas ; el de Cucuta se repu-
ta por de calidad subalterna; la zona del cacao la sitúan á muy corto nivel so-
bre el mar, y lo mismo la del añil, azúcar y plátanos ; el café y el algodón pros-
peran mejor en los parajes que no son muy ardientes ; el límite superior del ca-
cao no pasa de 652 varas ; desde 2,333 arriba, ya no hay café ni azúcar ; aun-
que el café suele darse 2,725 y la azúcar á 2,408 : el terreno mejor para la caña
se reputa aquel que se halla entre las 20 y las 1,198 varas ; pero la mayor parte
del üzúcar de la Nueva Granada se fabrica á las faldas de las cordilleras, en
el valle de Guaduas, y el camino de Honda á Bogotá, entre 1,319 y 1,692 varas
sobre el mar ; los platanales dan frutos abundantes en Popayán y Fusagasugá
hasta la elevación de 2,210 varas ; bien que otras variedades del miísa fructifi-
can á 2,800 y aun más arriba ; el añil no da buena tinta en pasando de 1,800
vara$. «
IV Nueva Geografía de Colombia
El trigo se cosecha bien entre 1,333 y 3,5^0 varas sobre el mar ; no dejan-
do de dar buenas cosechas mucho más abajo de aquel nivel, en algunos parajes.
La zona verdadera de las papas, llamadas turmas^ se considera entre los 3,500 y
4,666 ; pero se extiende con buen suceso mucho más abajo : el limonero de flores,
y fruto muy agrio, hasta las 3,406 varas. La llanura de Bogotá es la parte me-
jor cultivada de la República, y abundantes sus cosechas de trigo y cebada : sa
extensión de K á O. es de 8 leguis y 16 de N. á S. entre Sibate y Checua ; se
producen en ella ricas hortalizas y cultivan la quinua {ckettopadium quinao); di-
cha llanura, en que se hallan situados muchos pueblos que conservan sus primi-
tivos nombres, está regada por el Bogotá y rodeada en todas di reccioms por
aguas saludables; las papas que se cogen en ella son harinosas, algo dulces y de
nn sabor agradable ; se cultivaban por los muiscas al tiempo de la conquista ; y
como los incas no habían extendido hasta allí su imperio, se juzga que la planta
era indígena y no llevada de Chile, que se considera generalmente su primer ori-
gen ; el resto de la provincia, situada á la parte occidental de la cordillera de Su-
mapaz, es montuoso, interceptado por pequeñas cañadas y diferentes riachuelos,
de curso pendiente y precipitado ; con clima sumamente frío en unas partes, tem«
piado en muchas y caliente hacia el Magdalena, á cuyo rumbo quedan los can-
tones de Guaduas, Mesa, Tocaima y parte del Fusagasugá ; abundante por esto
en flores preciosas y en frutas de todas clases ; y apto para cualquier clase de
producciones.
La Pfovinciadi Tunja al NE. de Bogotá y al S. de las del Socorro y Vélez,
es de terreno elevido, y con valles extensos y fríos, bien regados y de una ferti-
lidad extraordinaria; se cultiva trigo, cebada, maíz y menestras; todo género
de legumbres y frutas delicadas, y tabaco de superior calidad ; se hace alguna
panehí y se fabrica miel, cogiéndose muy poco algodón ; lo mismo sucede en la
de Vélez^ que á la vez participa de los ramos agrícolas del Socorro^ extendida ha-
cia el S\V. de la de Pamplona, y de suelo desigual y clima cálido por lo co-
mún ; la del Socorro es una de las mis pobladas de la República, y sus habitan-
tes activos, industriosos y agricultores ; produce todos los frutos de tierra calien-
te, en especial tabaco, algodón y añil ; bastante maíz, arroz y menestras, poco
trigo y menos cacao, por no aplicarse á este ramo : y miel, panela y azúcar, la
cual te vende á precio muy bajo; el terreno de Pamplotia es frío, montañoso y
desigual hacia el NO., pero con algunos valles frescos y amenos ; hacia el NE.
tiene valles cálidos y feraces ; le pertenecen los cacaos de Girón y de Cúcuta
y también los añiles de este distrito, donde se da la primacía á los del Táchira ;
eitos son los dos ramos más productivos y lo mismo el tabaco; cosecha además
bastante trigo y maíz, cebada, arroz y menestras, café y algodón ; panela y poca
azúcar y miel ; la mayor cantidad de algodón sale de Girón, y se paga en el co-
mercio un 25 ó 30 por ciento más que el de Cartagena ; cuanto á los tñgos de
Suratá, generalmente producen un 14 por ciento, y en cosechas mejores, un
18 ó 20.
En las cercanías de Pamplona, generalmente de terreno áspero y desigual,
y no apto por esto para ganados, se conocen distintas especies de gramas y otras
{>lantas que sirven de pasto, como el carretón {medicago) y la yerba del rocío y
a plegadera {alck€millas)\ también abundan las útiles para tintes, y además de
la chilca, de que sacan el verde, y de la rubia, que lo da de bello encarnado de
mucha consistencia, lo extraen también amarillo de varias especies de mei4st^
tus, vulgarmente tunos, y del espino berveris ; el aliso {bétula) y el gamón (««-
tJüricum), lo dan amarillo rojo de mucho mérito. El palo brasil abunda en Sepi-
tá sobre el río Sogamoso, y su extracto era en otro tiempo un ramo lucrativo de
comercio; sólo aprovechan del pino {pinus sihestris)^ la trementina y los cogollos
para remedio; es común el olivo, pero no aderezan bien las aceitunas ; se cría
cochinilla en el valle de Tutela, y se hace uso de ella para teñir lanas, pero no
€s fina como la de México ; producen sus bosques el árbol que da el bálsamo de
copaiba y diferentes maderas de construcción.
Cultivan el cacao hacia el Sogamoso y el Suratá, ó Cañaverales, y se hacían
antes considerables extracciones por los mismos ríos ; eran de mucho valor los
algodones del Distrito de Girón, especialmente los de la parroquia de Rionegro,
y se exportaban anualmente para Mompós y Cartagena 100,000 arrobas, consu-
miéndose mucho en lienzos ordinarios de los que fabrican en el país; es de mu-
cho crédito el tabaco del mismo Distrito ; forma un ramo principal agrícola el
cultivo de trigo candeal, que siembran en los lugares templados y llaman trigú
menudo^ de cuya calidad es el del valle de Suratá, en donde por el año de 1809
se hacían 10,000 cargas de harina; en semejantes lagares sedan dos cosechas;
A P É H D I C R
pero en los más elevados, en que se cultiva el trigo nthion, ó de invierno, como
en Pamplona, Silos, Cácota de Velasco, Servitá y Cerrito, las cosechas son más
tardías y el grano es menos crecido, sacándose pan de buen gusto, aunque more-
no ; en los sitios que se acercan al Sogamoso, como Tequia, la Concepción, Llá-
no>Enciso, Macaravita, Malae[avita y Carcasí, cultivan el trigo y también la caña
de azúcar y el arroz ; generalmente toda la Provincia, en la parte elevada, tiene
on suelo apto para trigo, cebada, papas, apio, maíz, habas, fríjoles, coles y dife-
rentes clases de verdura. No obstante, ningún pueblo del Distrito de Pamplona
tiene frutos de considerable exportación, excepto las parroquias de la Matanza y
el Santo Ecce-Homo, en el valle dicho de Suratá.
En el Distrito de Salazar de las Palmas se cultiva cacao y se da buen trigo,
aunque se siembra poco ; en las parroquias de San Cayetano y Santiago, especial-
mente en la primera, ha habido siempre algunos cacaotales : en todo el territo-
rio abundan las palmas y entre ellas la Tt?X {cocos butyracea\ de que se saca vino
y manteca; la llamada cabeza de negro [phytelephas macrocafpa)^ cuyo fruto se
labra como el marñl ; palma noli, de que se saca yesca ; y palmiche, ó palma
murrapo, con que cobijan las casas y cuyos renuevos se comen.
Se ha considerado siempre como lo más floreciente de la provincia el Dis-
trito de Cúcuta, cuyo terreno está cortado en valles, por donde corren el Táchi-
ra. Pamplona, Zulia y otros ríos, y cuyos cacaos se embarcan en el puerto de los
Cachos, pueblo del Limoncito, para conducirlos por el Zulia á la laguna de Ma-
racaibo; este ramo ha decaído de una manera extraordinaria, con respecto al es*
tado que tenía antes de la guerra de independencia, pues entonces se exportaban
80,000 arrobas, las cuales se regulaban en valor de 240,000 pesos, ascendiendo á
otro tanto el producto de café y de añil que se cosechaba en el mismo Distrito ;
también hay buenos pastos para ganados, y abunda en las tierras abiertas t\ oré-
gano (lantana odorata)^ que da muy buen gusto á las carnes ; pero aun antes de
ahora, recibían de Barinas, por la vía de San Cristóbal, más de 10,000 cabezas
del vacuno y además el mular que necesitaban para transportes y para el servicio
de las haciendas.
La Prffiñncia de Casanare ocupa al E de las Provincias anteriores un in-
menso país compuesto de grandes llanuras, de clima ardiente, despoblado, cu-
bierto en mucha parte de bosques pantanosos ; interceptado de ríos y de gran
fertilidad ; pero en donde se llevan la preferencia las crías de ganados; cosechan
sin embargo algún algodón, maíz, arroz y menestras; elaboran muy poca panela
y miel, y principian á cosechar café ; la Provincia de Neivay situada al E. de la
de Popayan, al S. de la de Mariouita, al SW. de la de Bogotá y al W. de Casa-
nare, es de clima cálido en el valle que atraviesa el Magdalena; al £. y al W. se
disfruta de todas las temperaturas, que le proporcionan las cordilleras de Suma-
paz y Guanacas : el cacao, maíz, coca, tabaco y azúcar son sus producciones
principales ; la yuca, las batatas y plátanos abundan mucho ; de otros frutos se
dará noticia al describir los pueblos.
Hasta los 3^30' de latitud N. todas las vegas del Magdalena están ocu-
padas con plantaciones de cacao, coca y algunos ganados ; desde dicha latitud
hasta los 5^ al sur de Honda, se prefiere la cría de ganados, habiéndose sacado
siempre de sus orillas, en el último tercio de este espacio, algún oro de 23 quila-
tes; desde Honda abajo todas sus orillas están cubiertas de bosques, y de largas
á largas distancias poblaciones miserables y habitantes desidiosos, reputados en
el país por más inmorales que los de la parte S., subiendo de Honda hacia su
nacimiento.
En la Provincia de Mariquita, de clima cálido y húmedo en la parte más
poblada, y situada al N. de la de Neiva, se cosecha cacao, arroz, tabaco, maíz,
yuca, plátanos y batatas ; también se cultiva la caña ; el terreno de las de Mom-
pos y Cartagena puede comprenderse bajo una sección ; bien que el de la primera,
aunque bajo un clima abrasador, húmedo y con muchos pantanos, no es tan en-
fermizo como el de la segunda; sus principales producciones son excelente ca-
cao, algodón, añil, azúcar, yuca, y en Mompós buen tabaco; el algodón de Car-
tagena ha formado siempre un ramo considerable de exportación ; pero ha de-
caído mucho por consecuencia de la guerra, y es inferior al de San Andrés ; en
los bosques de la misma provincia se encuentra mucho silvestre ; en la de San-
tamarta se cultiva añil, algodón, cacao, azúcar, anís y algún trigo; también sa-
can miel y hay frutas exquisitas ; esta provincia, favorecida por el Magdalena
y por las vertientes de la Nevada, tiene terrenos aptos para todo.
En 1809 las selvas cubrían la mayor parte de la Provincia de Antioquia,
pues de 2,200 leguas cuadradas de superbcie, apenas se cultivaban de continvp'
VI Nueva Geografía de Colombia
j6o y se estimaban en 250 las pobladas de gramíneas ; atendido al atraso que ha
causado la guerra, se puede asegurar que en el dia no hay mucha diferencia, á
pesar del interés con que vuelven á fomentarse todos los ramos de agricultura ;
el suelo de toda la provincia es en extremo fértil, y en los bosques se notan ár-
boles corpulentos, pocas palmas y monte bajo muy espeso ; en los mismos abun-
dan, especialmente, la quina roja y amarilla ; el laurel {minea cerfera), que se
cría en tierra fría y de que sólo en Rionegro sacaban anualmente por valor de
12,000 pesos de cera bastante blanca; cedros, laurel amarillo, diomates, huesito
y granadillo, que son maderas muy apreciadas y de que se hacen obras primoro-
sas : también irboles de los que dan el bálsamo, el anime y el estoraque, con otros
de que sacan diferentes resinas v gomas aromáticas; varias plantos de tinte, como
la bruxita {gallíum\ de cuya raíz extraen los naturales el color amarillo ; salvia
amarga (eupatorium\ cuya hoja lo da encamado; verde, de la hoja de chilca
(moiina); y negroide la corteza del noro ( malpigia) ; hay añil silvestre y azafrán
romi ; abunda la raíz de china y la aristoloquia ; sacan aceite medicinal de un ár-
bol llamado fresno, y se enumeran además otras muchas plantas preciosas, nuevas
y no clasificadas, que hacen considerar la vegetación del país como diferente de
La de otras provincias; en la misma de Antioquia se hacen notar por su fertilidad
ías riberas del Cauca, del Nechí, del Torce y del Buey, propias para plantíos de
cacao; el valle de Medellín, donde prosperan mucho el café y el algodón ; las deli-
ciosas márgenes del Pendensco> sus campos inmediatos cubiertos de g¿.uuú«ja; les
que circuyen á Antioquia empleados también en el cultivo del cacao, caña, maíz
y plátanos, y además las fértiles tierras que riegan los ríos Nare, Guatapé, Nuz y
Samaná ; al rededor del estéril, fresco y agradable valle de Osos, formado entre
colinas iguales de 1,300 toezas ó 3,031 varas sobre el mar, por donde corren los
ríos Chico, Crande y Guadalupe, con multitud de arroyos, sólo se %'en robles
(quercus gratiatensii) , belillos (spermaeoce spinosa), chites (bratr'.s)^ c.inplns
(drimis granatettsis)^ carrumios [ tcrstromia) ^ mortiños (andromeda), pocas gra-
míneas y varías plantas aterradas : el ardiente valle de Antioquia se halla &214
toezas ó 498 varas sobre el mar, y sólo tiene de seis á ocho leguas de ancho, por
donde corre el Cauca de Sur á Norte, dominándolo por ambos lados dos altas
cordilleras, en cuyas faldas se ven algunas selvas, muchas gramíneas, precipi-
cios, torrentes profundos y terrenos áridos y estériles.
De la de Auiioquia queda dicho lo bastante ; la de Popayán^ que le demora
al S., es de clima muy variado, y excepto los valles bajos y calientes que ríega el
Cauca, se puede decir que casi todo el resto es delicioso, especialmente hacia la
capital ; es una de las provincias más importantes de la República , está entrecor-
tada por colinas y valles extremamente amenos, por donde corren multitud de
riachuelos, se cosecha mucho arroz, maíz, plátanos, legumbres, frutas delicadas,
tabaco, algún azúcar y mucho algodón ; su terreno está considerado como agríco-
la y criador, pero no sacan sus habitantes todas las ventajas que pudieran, por
las diñcultades que oponen los caminos hacia las costas y Bogotá ; la PrtnHucia
de Pasto produce trigo de superior calidad, semillas y cana dulce; en los llanos
altos de la vega^de San Lorenzo, Pancitará y Almaguer, da el trigo comúnmente
25 por I, y enanos muy fértiles 35 ; en años fríos y secos, sólo se cogen 10 por i ;
los llanos montuosos de Pasto, Leiva, Bogotá, Tunja y Vélez, y el valle de Suratá
en Pamplona, son los más productivos de trigo.
En el Chocó son por lo común cenagost>s los valles y sumamente feraces;
una parte de su litoral, desde el puerto de Pinas hasta el Cabo Corrientes, perte-
necía á la provincia llamada antiguamente de Biruqude ; entre dicho cabo y el
seno del Chocó corría la costa de Xóvita, cuya parte septentrional corresponde
ahora al Chocó ; la meridional situada al S. de la embocadura del Noanama y
sucesivamente la del partido del Raposo hasta el río de los Cedros, y la del par-
tido de Barbacoas hasta el río Mira, pertenecen á la Proiñncia de Buenaventura,
de temperatura más ardiente que la del Chocó, y también más feraz; en ambas
es muy rica la vegetación, pero carece el suelo de cultivo; se cogen todos los
frutos de los trópicos, en especial maíz y plátanos ; también se cosecha algún ca-
cao, estando reputado el de Buenaventura como de excelente calidad; los parti-
dos del Raposo y Barbacoas, y la Provincia de Pasto, eran antes parte del Go-
bierno y Provincia de Popayán, y Buenaventura, su puerto principal ; la pro-
vincia propia del Chocó se extendía desde las cabeceras del Atrato hacia el Gol-
fo deliraba, limitada al E. por la de Antioquia, al XE. por una parte del Da-
riéndel Norte agregada á Cartagena, al W. por la Provincia del Biruquete en el
Chocó, y al NW. por el resto del Darlén, comprendido en la Provincia de Pa-
namá*
i
Apéndice vil
Dicha Prai'iticia de Panamá es de suelo montuoso, como compuesto casi
tocio de serranías, que aunque poco elevadas, son ásperas y escarpadas, con cimas
estériles y desiertas ; hay valles que tienen una vegetación asombrosa, y algunos
tan bajos, especialmente hacia el litoral septentrional, que están convertidos en
extensos pantanos, por la rebalsa de los ríos que los atraviesan, y de lo cual re-
sulta que dicho país sea por aquel rumbo más insalubre que por el meridionaf,
notándose en ambas partes los extremos de una temperatura excesivamente ar-
diente, húmeda ó seca, según la proximidad á los mismos lugares ; este Distrito
era gobernado, bajo el dominio español, por un Comandante General, residente
en Panamá; se halla atrasada la agricultura; hay algunos ingenios de que se
saca buen azúcar y aguardiente ; se coge poco maíz, algún algodón y tabaco, y
mayor cantidad de arroz y fríjoles ; el plátano es excelente, y muy crecida
\a yuca : esto es muy común á varias islitas del Archipiélago, en donde se sacan
de un grandor extraordinario ; el terreno de la Provincia de Veraguas es seme-
jante al de Panamá, pero más impracticable cuando menudean los aguaceros,
por la multitud de arroyos que descienden á sus ríos, cruzándolo en todas direc-
ciones; la agricultura se halla más atrasada que en Panamá, no aprovechando
los habitantes la fertilidad del suelo sino para siembras de maíz, yuca, plá-
tanos y alguna cana; á la misma Provincia pertenece el volcán de Barú, situado
en el centro de la cordillera, al introducirse en Centro América, y el cual pare-
ce extinguido ; la pequeña Prcrviucia de Riohacha tiene terrenos fértiles, pero sin
cultivo. Al describir las poblaciones se hará mención más detallada de sus pro-
ducciones agrícolas.
Las frutas más comunes y abundantes, en relación con la temperatura
^diversa de las tierras, son sandías, ricos melones, fresas y fresones, ó frutilla de
Chile ; chirimoyas, celebrándose las de Popayán como las mejores de América ;
•guanábanas, membrillos, curas ó aguacates, limas, naranjas, limones, dátiles,
mameyes, cocos, papayas, plátanos de varias clases, nísperos, zapotes, cambures
de diferentes especies, y muy celebrados los de Morcóte ; melocotones, granadas,
pinas, higos, granadillas, piñuelas, tamarindos, guayabas de huerta y de bos-
que, también de muchas clases ; manzanas, marañones ó mereyes, anones, ríño-
nes, cacolies ó cerezas, pomarrosas, icacos, y otras muchas. Cultivan coliflores,
repollos, espárragos, lechugas, acelgas y brocoles; nabos, pimientos, remolachas,
cebollas, ajos, ajonjolí y anís ; llaman papas de seis meses á las más tardías, y
de ogaño á hs más prontas, reputándose por mejores las primeras : nada falta
en las mesas para hacerlas agradables, así con las producciones de nuestro país,
como con la mayor parte de las que se consiguen en los climas de la Europa me-
ridional ; las uvas se dan lo mismo en el interior y tierras altas que en el litoral, y
hace pocos años que se cultivaba la viña en Tocaima, habiéndose arrancado en
l6i6 las que había, por orden del Gobierno español.
Los bosques frondosos de Panamá^ en donde se han encontrado á las orillas
de los ríos árboles tan corpulentos que dan canoas de cerca de cuatro varas de
ancho, y que, con especialidad hacia el Darién, son impenetr&bles, están infes-
tados de jaguares, tan voraces coa'.o los de Venezuela, monos y cuantas ñeras y
animales de bosque se conocen en la zona tórrida, abundando los pavones y otras
aves extrañas de canto y hermoso plumaje, y multitud 'indecible y varíada de
zopilotes ; entre los pájaros del Istmo se teme mucho al chángame^ porque des-
truye las siembras de maíz: es semejante á un tordo y de color pardo ; lo mismo
sucede con respecto á culebras, sumamente venenosas : alacranes, cienpiés, mos-
quitos, garrapatas, niguas y todos los insectos que pueden molestar á los demás
animales, comprobándose su exceso con el que hay de ranas y sapos, por lo cual
se dice vulgarmente en el país que cada gota de agua se convierte en una de estas
sabandijas ; hay buenos pastos y muchas crías de ganado vacuno y de cerda. En
Veraguas^ donde son mejores y más abundantes los pastos, se cría gran número
de ganado vacuno, de cerda, mular y cabrío ; siendo también considerable en
sus bosques los jaguares y coguares, jabalíes, chunzos, erizos, saínos, ciervos, mo-
nos y otros animales ; titíes con piel de bello color de ante, aves de canto y de
plurpa semejantes á las de Panamá, y muchedumbre inagotable de reptiles é in-
sectos.
Los mosquitos, zancudos, jejenes y tempraneros abundan en todo lo ^lie
riega el Magdalena, y más aún en el Chocó ; entre Mompós y Honda, que es K)
llamado en el país valle de Río Grande, es tan inmenso el numero de zancudos,
que desde las 8 de la noche hasta las 12, en que se retiran, forman nube; hacia
las 4 de la madrugada vuelven á aparecer con un apetito furioso, y lo conservan
todo el día, excepto entre las 12 y 2 de la tarde; en la misma Provincia de Car-
V)ii Nueva Geografía de Colombia
taheña es muy común en los esteros de Barú una mosca blanquizca, casi imper-
ceptible y muy dañina, llamada ca/afl^ la cual se encuentra algunas veces en
Enero, remontando por el Dique Viejo basta Morales. Los habitantes del Mag.
dalena dicen que la plaga es un beneñcio, porque las pcqueítat sangrías que
hace con su aguijan, los liberta del tabardillo y otras enfermedades inflama-
torias.
Abunda en la Provincia de Cartagena el ganado vacuno y el de cerda ; y
tanto del sebo, como de las salazones, se formaba en otro tiempo un artículo muy
importante de comercio. A la Provincia de Saiitamatta son comunes los mismos
animales de bosque, aunque en número menor ; en sus hermosos pastos se cría
mucho y excelente ganado caballar, y también vacuno, de carne muy gustosa, y
de cuyo sebo y pieles sacan gran utilidad los habitantes ; las Provincias del Cho-
te y Buenaventura participan de los animales expresados en todas las Provincias
anteriores, y también de zorras mochileras, guacamayos, loros y paletones, pro-
pios de las mismas; pero las víboras, las culebras llamadas equis, y las cascabe-
les en especial, parece que son de veneno mis activo; la cria de ganados domés-
ticos es insignificante, aun para el consumo. £n la Provincia de Antioquia hay
jaguares que destruyen los ganados, osos feroces, leones pequeños y tímidos,
dantas, venados, saínos y tatabros, especies de puercos silvestres ; osos hormigue-
ros, zorras, perezosos, conejos, armadillos y erizos ; muchas especies de monos y
perros de monte, y además, en todas las tierras calientes de la Provincia, las
jMbandijas é insectos del Magdalena y del Chocó, y con especialidad culebras,
alacranes y cienpiés venenosos; lagartos y escuerzos; suele dañar mucho la
langosta, de que se conocen en Nueva Granada varias clases, y entre ellas las
llamadas saltagatos y caballitos del diablo i de estos animales, muchos son comu-
nes á los valles calientes de Fopayán^ lo mismo que las pavas, patos y guachara-
cas, el gurrí^ la tórtola, águilas y garzas, yátaros, soledades y toches: este últi-
mo es un páiaro de color gualdo y negro, con visos de oro, y tiene un canto muy
agradable. Las crías de ganados domésticos en Antioquia son de corta entidad,
necesitando introducir ganado vacuno, mular y aun de cerda, del valle de Buga\
la cría de caballos y asnos es la más adelantada; y más reducidas que todas, las
de ovejas y cabras. £n los lozanos pastos de Popayán y de la Provincia de Pasto^
se ven numerosos ganados vacuno, caballar, mular y laiar; esta última Provin-
cia debe su nombre á la bondad y abundancia de grama y otras yerbas que cu-
bren sus amenos campos.
A Neiva se reputa como una de las provincias mis ricas en ganado vacu-
no y caballar; del mular sacan mucha utilidad, por emplearlo en arrias ; en sus
bosques hay muchos animales dañinos y culebras de veneno sumamente activo,
como cascabeles, corales, de que se cuentan en la Nueva Granada cinco clases ;
disformes buíos, cazadoras y tayas ; todas ellas abundan en las tierras cálidas de
la República, pero más particularmente en esta Provincia, en el Chocó, en los
cantones occidentales de las que ocupan la pendiente de la cordillera de Suma-
paz, que mira al Magdalena, y en la Provincia de Mariquita; en dicha provin-
cia y en la nombrada de Mariquita, en cuyos abundantes pastos se cría también
bastante ganado vacuno y caballar, se pasa una vida molesta, porque hay que
defenderse de gran muchedumbre de mosquitos, zancudos, jejenes, rodadores,
moscas, avispas y hormigas ; en las dos abunda el insecto coya^ sumamente te-
mible, pues envenena al hombre si se revienta y su sangre lo toca en cualquier
parte del cuerpo.
£n toda la parte VV. de Pamplona, caminando hacia el Magdalena, ó por el
SW. hacia el Sogpmoso por más abajo de Girón, hay bosques impenetrables ha-
bitados por jaguares y otros animales de los del Magdalena ; en la misma Pro-
vincia era corta en otro tiempo la cría de ganado vacuno, y para su consumo
necesitaban del que se introducía de Barinas por San Cristóbal y de Casanare
por Cocuy ; para dicha cría aprovechan los pastos de los páramos, cuyo suelo es
inútil para siembras ; también hay crianza de caballos y de muías para transpor-
tes, y de ovejas y cabras, pero no en gran número, de esta última especie, paia lo
cual es muy apto el terreno: se contaban 16,965 hace ocho años, y es presumible
se hayan aumentado, por la utilidad que les produce la curtí mbre de su piel ; el
númeVo de burros es corto, y también lo es el de cerdos, que crían y ceban den-
tro de los poblados.
La Provincia de Tunja abunda en ganados de todas clases, y se comen
carnes delicadas ; en 1825 se contaban 87,857 ovejas, 28,149 ^^ses, 11,187 ca-
bras, 10,626 yeguas, 6,726 caballos, 3,426 muías y 787 burros ; en la del Socorro
había 19,161 reses, 5,643 yeguas, 3420 caballos, 5,018 muías, 3,321 ovejas, 2,133
\
"Apéndice lit
cabras y 319 burros. En la Provincia de Casanare se habían principiado á xO
poner de los males de la guerra, y sus ganados mayores alcanzaron en aquel ano '
a 8,246 yeguas, 3,160 caballos, 61,166 reses y 471 muías; á esta fecha debe existir
un número mucho más crecido ; el de burros, cabras y cerdos era muy reducido.
I^ Provincia de Bogotá abunda en ganados de todas clases, exportándose
mucho caballar y mular para otras Provincias ; el vacuno, en especial, se atrasa
mucho en algunas Parroquias, y aun perece, si es atacado por el gusano nuche,
que se cría en los pastos de Fusagasugá, Mesa y Guaduas, y en casi todos los
lugares calientes de la Nueva Granada; este insecto anida en la piel del ani-
mal y Se multiplica en ella, causándole la muerte si oportunamente ño se ocu^
rrc con los remedios conocidos para matarlo ; las carnes del ganado vacuno y las
del lanar y de cerda de Bogotá son, en concepto de todos, las más exquisitas de
la República. £n la parte elevada de la misma Provincia y en la de Tunja, se
encuentran en sus matorrales muchos osos y otras ñeras, y abundan los venados,
dantas y conejos, comunes á Vélez y al Socorro ; el cantón de Tocaima, uno de
los de Bogotá hacia el Magdalena, es de los más infestados de toda especie de
animales y sabandijas venenosas. Los más comunes en los bosques y sabanjis dbl
Casanare son los jaguares, venados, osos, gatos monteses, mapurites y dantas,
culebras disformes, el insecto coya y todas las especies de plaga que se han
nombrado, y además mosquitos verdes, temibles por los gusanos que depositan
en la piel. Uno de los insectos más perjudiciales que se conocen en dicha Re¿
pública es la palometa {tinca falsa), pues destruye el grano del cacao, constitu-
yendo una verdadera plaga contra los propietarios de Cúcuta y los que cultivan
el trigo en Suratá y otros lugares, en donde daña este grano y las harinas.
b) POBLACIONES
I. Bogotá: capital de la República, llamada Santafc por los españoles y
fundada el 6 de Agosto de 1538 al pie de un estribo occidental de la gran cordi-
llera de Sumapaz, y á la elevación de 3,153 varas sobre el mar, dominando la
hermosa llanura de que se hizo mención atrás, y en la cual se ven pequeñas
cuestas, que debían figurar isletas en tiempo en que según tradición la cubría
un lago; le dio su fundador Quesada el nombre de Sanlafé por la semejanza
de sus campos con los de la hermosa vega de Granada en España, de donde
era natural; fue capital del Virreinato de la Nueva Granada, y luego de la Re-
pública de Colombia; se halla dividida en más de 200 manzanas, con una plaza
y seis plazuelas y calles rectas por lo general, pero mal empedradas y no mi/
anchas, siendo por esto estrechas las aceras enlosadas de tres de ellas ; los edin-
cios son de adobes; bajos ó de un solo alto por temor á los temblores que se e:v-
perimentan ; cubiertos de teja y blanqueados extericrmente, de mala arquitectu-
ra por lo común, y una gran parte con puertas y ventanas muy pequeñas, y éstas
con rejas de madera, lo cual se va corrigiendo por haberse introducido el buen
gusto para edificar y también para el mueblaje de casa, que antes era muy sen-
cillo. Hay una buena catedral con dos torres elevadas, proporcionada distribu-
ción interior y mucha riqueza; 30 templos, inclusos los de 4 parroquias y los de
9 conventos de frailes y 5 de monjas, todos de arquitectura sólida, siendo ios
más ricos los de Dominicos y San Juan de Dios; se cuentan varios cstablecimier.
tos de Beneficencia, y entre ellos un Hospital general, casa dc'refugio y Plospital
Militar; dos cuarteles y buenos paseos adornados de sauces y rosales, pero poco
concurridos por el uso de pasearse en algunas calles; nada tienen de bueno el
Teatro y la Casa de Moneda, que es la principal de la República; corren por ía
ciudad los riachuelos nombrados San Francisco y San Agustín, que se unen á
corta distancia con el de Funza y sobre los cuales hay varios puentes, aprove-
chándose sus aguas para el lavado de lopa y limpieza de la ciudad; beben Jos
habitantes de otras que se distribuyen por un gran número de fuentes públicas y
particulares; hay un bello Observatorio de figura octágona y de tres cuerpos, prin-
Nueva Geografía de Colombia tomo l-^-B ^
Nueva Geografía de Colombia
CipUdo en i8oi y concluido en 1803 á costa del Dr. D. José Celestino Mutis, «n
el cual había buenos instrumentos y una lápida formada en el siglo pasado por
\o% académicos que hicieron el viaje al Ecuador; data la erección de su uni\-er-
$tdad desde 16 10, y se cuentan otros diferentes establecimientos de educación de
que se dará noticia más adelante; fue establecida su biblioteca pública en 177^ í
se disfruta un mercado barato y muy provisto de carnes delicadas, y de cuantas
frutaf, legumbres y ensaladas pueden desearse ; véndense también muchas plan-
tas medicinales y flores vanad'«s; son muy caros los vinos ; abundan los por-
dioseros, aunque menos que en tiempos pasados; llueve la mayor parte del aoo.
viéndose el cielo cubierto casi siempre de nubes y produciendo los vientos del
NKO. fuertes tempestades qut* duran muchos días; esto produce gran humedad
en las casas ; pero no las hace insalubres, aunque no dejan de padecerse reuma-
tismos y otras dolencias, atribuyéndose los males de estómago al excesivo uso
qu^ se hace del tabaco y de alguncs alimentos y condimentos nocivos. La tem-
peratura media de Bogotá es de 11.5 grados de Keaumur, experimentándose me-
nos frío del que debiera esperarse, atendida la elevación del suelo y el que se ex-
perimenta en la mayor parte de la llanura, por defenderla por el Oriente de los
vientos helados de la gran cordillera las montañas á cuyo pie se encuentra ; la
mas elevada de éstas tiene 787 varas sobre el Observatorio y la llaman de Gua-
dalupe; el mismo termómetro suele subir á 16 grados. A la atmósfera caraada
de vapores en casi todo el ai^o se atribuye la temperatura desagradable de la
llanura; así, sucede que á la sombra se siente un frío penetrante, y en pasando
de improviso á sufrir la acción de los rayos del sol, se experimenta un calor ex-
cesivo en ciertos días del ano.
Dicha ciudad est& situada á los 4^ 36' 6" de latitud N. y 73^ 56' de longitud
W. ; en las montai^as de sus inmediaciones hay minas de carbón de tierra, coa
cuyo uso se suple la falta de leña que se sufre en la misma llanura, desprovista de
árboles y con algunos matorrales; también corren por ella manantiales de aguas
termales como las de Tabio^ situadas al pie de una colina al N\V. de la pobla-
ci'n, y las de Suba^ pueblo más inmediato; el principal manantial de las pri-
meras, cargadas de sal, es muy celebrado, y su temperatura de 36!^ de Reau-
mur; al N. de las mismas se hallan otras dos de la misma clase; pero la una es
de 45^ y la otra de 50; á distancia de 300 varas N. de las fuentes termales haj
una mina de excelente ^'^j<7 cristalizado en agujas, que denominan los habitantes
mina del salitre; en toda la llanura alternan los frutos del otoño con las flores
de la primavera. La fundación de Bogotá se hizo con doce casas en memoria de
loi doce Apóstoles ; y en el día de la Transfiguración del Señor se celebró la pri-
mera misa, rigiéndose la ciudad bajo un gobierno puramente militar hasta Abril
de 1539} ci^ <iue se solemnizó su fundación, formándose un Cabildo compuesto de
dís Alcaldes, de siete Regidores, un alguacil mayor y escribano ; en 27 de Julio
ce 1540 se le dio el título de ciudad, y en 1550 se estableció la Real Audiencia.
Bogotá, además de ser la residencia de las primeras autoridades y corpo-
raciones de la República, lo es del Gobierno de la Provincia, cuyos cantones
se mencionan en otro lugar, habitándose estimado en 1832 que el valor de 4,463
casas de teja, que se contaban en ella, alcanzaba á i3.389,ocx> pesos, regulándo-
las á 3,000 pesos ; que el de 37,890 de paja, á raz'^n de 100 cada una, era de
;5.789,ooo; el de 142,689 cabezas de ganado vacuno, de 1.141,512, reguladas á ocho
pesc>s; el de 70,396 del lanar, á seis reales, 52,797; el de 5,618 cabras, á cuatro
reales, 2,809; el de 9,126 caballos, á 12 pesos, 109,512; cl de 14,046 yeguas, á
ocho pesos, 112,368; el de 8.294 muías, a veinte pesos, 165,880; y el de 1,212
burros, á raz'^n de ocho p;sos, 9,696 ; cl total de todas estas cantidades alcanza k
i8.77S»574 pesos.
£n los campos del cantón de Bogotá se cosecha trigo, cebada, maíz y mu-
chas frut *s y legumbres ; además de la ciudad cabecera, le pertenecen las parro-
quias principales de Fontibóti^ Soacha^ Bosa y Usme, todas con escuelas para
niños y en la cabecera dos ; en todo el cantón se contaban, según el censo de
aquel año, 4,053 ca<>as de tej i, 352 de paja y bastante ganado vacuno y la-
-^an; el total de la población ascendía á 37,859 almas. Bosa era pueblo cabecera
de corregí mienti^, y aunque de temperatura fría, abunda en frutos del mismo
clima, y era considerado en otro tiemp*) como lugar de recreo. £n Fontibón, si-
tuado en el camino que «ale de la c ipital para Honda y Popayán, y á distancia
de dos leguas, poco antes del puente de cinco ojos por donde se pasa el Bogotá
ó Riogrande, en la misma dirección, se halla el caserío disperso, y sus campos
producen buenas legumbres, siendo muy grandes las cebollas. Pasado este puente
y andadas otras dos leguas hasta la venta de las CuAtroesquina% se divide dicho
Apéndice xi
camino en tres ramales principales, de los cuales el de la derecha va á ^untd,
el del centro á Honda y el de la izquierda á Neiva y Popayán; éh todo este tá-
mino hasta Bogotá hay mucho caserío de paja disperso.
Zipaquirá: villa cabecera de otro cantón y antes del corregimiento de sU
nombre, situada en la misma llanura al pie de la salina que se forma en las fal*
das del cerro de Zipa, con temperamento fresco y terreno abundante én trigo,
cebada, maíz y legumbres; su principal riqueza la constituyen las salinas dichas;
se cuentan en el cantón 31,056 almas y además 253 casas de teja y 5,697 de paja ;
el número de sus ganados vacuno y lanar es semejante al de l^gotá. Cogua es
de temperamento muy frío, pero abundante en frutos del mismo clima y en léM,
de que abastece á Zipaquirá y Nemocón: el pueblo de este nombre, también con
ricas salinas; Suesca^ pueblo que era antes del corregimiento dé Ubaté y en tiem-
po de los Zipas ciudad grande y rica, situada en una llanura ; Gachancipá^ situa-
do en un ameno llano, abundante en frutos de tierra fría y con habitantes que
fabrican vasijas de todas clases, deque abastece á las mismas salinas; Tocáncipá^
próximo al anterior y semejante en producciones é industria, situado en el ctttul-
no paraTunja; Sopó^ con iguales frutos; Chía, en un hermoso llano y de clima
frío, con caserío de paja y dentro del pueblo arboledas de manzanos y otros fru-
tales, y i una legua Cajicá^ ambos en el camino para Chiquinquirá; Cota^ con
temperamento muy frío, y en ñn Tabio^ antes nombrado por sus aguas termales,
son las parroquias principales del cantón y todas con escuelas para niflos. £n
Tabio tenían baños los Zipas, y á los mismos se daba con la mayor solemnidad
la investidura en Chía. Sobre las alturas de las salinas de Zipaquirá hay mticfao
caserío de paja de poca importancia ; pero el de la villa es mejor y todas las
casas de bastante capacidad. En tiempo de Colombia estuvieron arrendadas &
una compañía, en 228,000 pesos anuales, las expresadas salinas y las de Nemo-
con y Tausa; los campos de Zipaquirá están cubiertos de hermosos pastos.
Cáqueza : cabecera del cantón de su nombre y antes pueblo del corregimien-
to de Ubaté, en terreno cálido, pero sano y agradable, en el camino de Bogotá
hacia los llanos del Meta, abundante en arroz y en frutos de aquella temperatu-
ra, infestado de culebras, en especial tayas, como todo el cantón, donde se cuen-
tan 31,306 almas, y al cual pertenecen las parroquias principales de Píííca ó
Fosba, Ckipaque y Fómequé; el número de casas de teja asciende á 15 y el de
paja á 4,907; es escaso en ganados; las dos últimas parroquias son las dé tém*
pératura más agradable, y en todas hay escuelas.
Chocontá: villa cabecera de su cantón y antes pueblo del corregimiento de
Guatavita, situada en una llanura en dirección á Tnnja á la parte O. del páranto
de Gachaneque, con temperatura fría y terreno' abundante en trigo, maíz, píapas,
cebada y ajos ; era en tiempo de los Zipas ciudad populosa, y pertenecen al can.
ton las parroquias principales de Sesquiié, Chipasaque^ Pauso^ Gachalá^ Gacheta^
MantOy Macheta y Guatavita^ contándose en todo el distrito cantonal -36,092 al-
mas, 22 casas de teja, 6,887 de paja, y mucho ganado vacuno, lanar y caballar.
£1 pueblo de Sesquiliy con buenas salinas, está situado en la falda de una mon-
tañuela que se halla en el centro de un hermoso y dilatado valle, con tempera-
tura fría y abundancia en trigo, maíz, cebada y papas ; sus habitantes fabrican
varias piezas de barro y de loza, que exportan para otros pueblos. En Gachefá
se labra azúcar y se cogen plátanos y yuca. En Macheta se cosechan frutos dé
tierra caliente y fría, de los dichos, y también anís y garbanzos. En Gtiatavita,
bellamente situado en un llano de temperatura fría, se cultiva mucho trigo,
maíz, papa y otros frutos ; este pueblo era en otro tiempo cabecera del corregi-
miento de su nombre y en el de los Zipas la plaza más importante de so reino,
ocupada por Quesada en 1537, en cuya ocasión la denominó del Espíritu Santo;
el saqueo que hicieron entonces los españoles en dicha población, les produjo
mucha utilidad, porque contenía un vecindario numeroso y rico. En todas las
parroquias nombradas hay escuelas, y además de las cosechas anotadas, cogen
también mucho arroz ; el número de ganados es corto.
Funta : á orillas del Bogotá, pueblo cabecera de cantón y antes de corregi-
miento, á dos leguas (sic) de la capital, con temperamento frío, v abundante, como
todo el Distrito, en trigo, cebada, maíz y otros granos, y además con gran número
de ganado vacuno; consta el cantón de las parroquias principales denominadas:
Serrezuela^ de temperamento muy frío, pero con suelo delicioso y aguas muy ce-
lebradas; Zipacón^ át igM^l temperatura y terreno áspero y montuoso, cubierto
de nieblas; Bojacd^ con clima semejante; Tenjo^ lugar de recreo y baños en
tiempo de los Zipas, y de temperatura agradable ; yfacatativdf pueblo situado
en un llano frío y en aquella época lugar de una fortaleza, de la cual sólo queda
?ii Nueva Geografía ok ^Colombia
,su ai^iQpria^-tfl fiúmero de almas del cantón es de 20,315, y se cuentan 27 casas
de teja y 2,752 de paja: todas las parroquias dichas tienen escuelas.
Mesa : villa s.tuada á la parte occidental del río Bogotá, en una elevación
de 1,540 varas sobre el mar y en el camino de Bogotá para Xeiva y Popayán,
pon caserío de pnja bastante unido y cabecera de cantón, al cual pertenecen las
parroquias principales de Anolaima, SiquimOy Bittiima y San jínau^ contándc^c
en todo el Dislriio cantonal 14,419 almas, 33 casas de teja, 3,761 de paja y al-
gunos ganador en corto número, y ademán muchas haciendas de caña, especial,
mente en Anolaima y Síqulma, cogiéndose en todo el cantón mucho arroz, maíz,
plátanos, yuca y poco trigo. En Mesa se disfruta una temperatura agradable, y
todas las parroquias tienen escuelas; dicha villa dista al O. de Bogotá 24 millas
por elevación y 39 de camino.
Guaduas : villa situada en el camino de Bogotá á Honda y con tempera-
mento benigno ; cabecera del cantón de su nombre, el cual comprende las pa>
^rroquias" principales de Villeta^ Sasaima^ La l'ega^ Á'ocaittiay Vergara, Quebrada'
jfcgra y Otaguani; se cuentan en el cantón 18,805 almas, 3^ casas de teja y 3,807
idc paja; bastante número de muías y corto délos otros ganados; se cultiva
.mucho la cana y se coge gran cantidad de maíz; y además, plátanos, cafe, na-
ranjas y arroz, abundando en todas las parroquias los frutos de tierra caliente;
pero especialmente en La Vega, Sasaima y Nocaima, en donde se coge además
algodón y tabaco ; en las mismas parroquias hay escuelas, y todo el cantón está
.infestado de culebras, aranas, mosquitos y otros insectos. La precitada villa tiene
algunas calles empcdrad.)s y con aceras y una plaza, en que se halla la iglesia
parroquial, adornada con una fuente en el centro; sus habitantes son de carácter
bondadoso y hospitalario, y sus maneras se hacen muy notables, para los que
dejan el Magdalena y tienen reciente la memoria de un viaje tan molesto, en
que se sufre mucho de la perversa intención y grosería de los bogas; el valle de
Guaduas, atravesado de riachuelos cristalinos y abundante en todos los dones de
.la naturaleza, contribuye mucho á duplicar el placer de haberse alejado de luga-
res que siempre recuerdan algo triste y azaroso.
Ubat¿\ villa cabecera del cantón de su nombre y antes de corregimiento:
^3 millas por elevación al N. de Bogotá y 42 de camino, con temperamento
fresco y suelo. abundante, como todo el de su cantón, en ganado vacuno, lanar y
.caballar, y bastante productivo en trigo, cebada, maíz, papas y manzanas ; le
pertenecen las parroquias principales de Simijaca^ Cucuuubá^ Susa y Guacheiá^
^nteniendo todo el Distrito cantonal 22,439 almas, 27 casas de teja y 4,424
tde paja. Simijaca es de clima frío y sano. Susa está situado en un ameno valle y
^n el camino de Chiquinquirá á Bogotá, y es abundante en frutos de tierra fría y
-caliente; también tiene á su inmediación una mina de cristal de excelente cali-
dad. En Cucunubá se producen frutos de tierra fría; y en Guachetá, pueblo si-
tuado en un llano, mucho trigo, maíz, papas y demás de aquella temperatura.
Ubaté se halla situado en un llano cerca del río de su nombre, y además de la
parroquia tiene otro templo correspondiente á un convento de franciscanos su-
primido por la ley; de Ubaté á Susa hay tres leguas; entre ambas poblaciones
corre una cuchilla llamada Alto de Fuquc^ desde la cual se registran los campos
de Susa y Fuque, cubiertos de verdes pastos al rededor de tres lagos. En todas
las parroquias nombradas hay escuelas.
Tocaima: ciudad cabecera de cantón y en otro tiempo población pertene-
ciente al Gobierno de Mariquita y en una llanura próxima al río Pati, mas abajo
de las Juntas de Apulo, á 34 millas por elevación de Bogotá y 58 de camino, en
el que sale de i sta ciudad para Nciva y Popayán, con caserío de paja y clima
«sumamente cálido ; sus habitantes padecen las terribles enfermedades del carate,
cJ9to y bubas; y cultivan, aunque en corta cantidad, cacao, maíz, plátanos, caña,
tabaco, yuca, batatas, auyamas, sandías y otros frutos de su clima; se halla in-
festado su distrito con todas las plagas del Magdalena; y además el insecto coya
y culebras de muchas clases, especialmente cascabeles, tayas, víboras y corales;
el cedro, nogal, granadillo, taray y guayacán, abundan en aus bosques; fue fun-
dAda dicha ciudad en 1544a orillas del Pati; pero de resultas de haberla asolado
la inundación que sufrió en 1673, se la trasladó al lugar que ahora ocupa. Le
pertenecen, entre otras, las parroquias de Puliy Guataqut\ Melgar^ ¿Vt/o y Sattta
Jíosaj cuya, temperatura y producciones son semejantes; supera sin embargo á
todas en zancudos, jejenes y rodadores la de Guataquí, cuyo pueblo está situado
sobre el Magdalena y fue el lugar en donde Quesada fabricó las embarcaciones
en que bajó á Cartagena para trasladarse á España, después de sus triunfos en
Cundiaamatca. En todas las parroquias expresadas hay escuelas para niños ; se
A P ¿ N D I C K XIII
cuentan en todo el cantón dos casas de teja y 2,470 de paja, con 13,712 aimaá;
sólo abunda en ganado vacuno; y sus principales cosechas son las de cacao, añil^
algodón, panela, maíz, arroz, menestras y los demás frutos anotados. Tocaima
se halla á 578 varas sobre el mar y á los 4° 16' de latitud N. y 74° 59' de longi-
tud O., cerca de la confluencia del Pati con el Magdalena.
Fusagcuugá i pueblo situado 23^ millas al SO. de Bog;otá y al principio
del curso del río de su nombre; cabecera de su cantón, el cual es reducido y con
solo 7i737 almas, una casa de teja y 925 de paja; le pertenece el distrito parro-
quial de Cunday, y en su terreno áspero y montuoso y con diversas temperaturas,
se cosecha cacao, café, algodón, maíz, arroz, menestras y coca, todo en corta
cantidad, y lo mismo azúcar y tabaco; abunda en miel y cera silvestre, pita, plá-
tanos y otros frutos de tierra caliente, y hay una escuela; su distrito formaba en
otro tiempo una pequeña provincia dependiente del corregimiento de Pasca, y
hacia Mercadillo y Pandi tiene bosques impenetrables, que se extienden en di-
rección al Magdalena y están infestados de jaguares, coguares y osos.
San Martin: ciudad cabecera del cantón de su nombre, situada en una lla-
nura á la parte oriental de la cordillera de Sumapaz y hacia las cabeceras del
Guaviare, cerca de la ciudad de San Juan de los Llanos^ que era antes la princi-
pal de la Provincia y gobierno del mismo nombre, y una de las mis extensas
del Virreinato; ambas son poblaciones de poca importancia, no contándose en
el cantón sino 1,530 almas y 421 casas de paja; la crianza de ganado vacuno,
caballar y mular, es la principal ocupación de los habitantes; pero en 1832 no
pasaban de 10,000 las c ibezas que había de todas clases ; principiaban, con todo,
a cosechar cacao, café, algodón, maíz, arroz y menestras, y fabricaban alguna
panela. Esta provincia fue descubierta por Gonzalo Quesada en 1541, cuando
salió en demanda del Dorado, y su territorio es semejante al de Casanare, á cuya
provincia pertenecen sus inmensos y no conocidos llanos.
II. Vélez : ciudad capital de la provincia de su nombre, situada á los 5^5^'
de latitud N. v 73® 16* de longitud O., en el entrellano de una loma, con malas
calles y caserío de pésimo gusto; es do temperatura cálida y está sujeta á fre-
cuentes tempestades, acompañadas de truenos y rayos; beben en la población
aguas poco saludables; data su fundación desde 1539; es su término muy abun-
dante en yuca, plátanos, granadas, naranjas, pinas, curas, melones, higos y otras
frutas; elaboran azúcar y cosechan algodón de buena calidad; y tinen de azul,
sacado de añil silvestre, los lienzos blancos que fabrican ó negocian del Socorro
y otros pueblos; en el camino que sigue para la misma ciudad del Socorro, pa-
sando por las quebradas del Egio y del Ropero y por el alto del Petaquero, se
ven muchas labranzas; del mismo tránsito se hablará al describir al Socorro.
Vélez tiene en sus cercanías minas de oro que no se benefician; cerca de la ciu-
dad corre el río Suárez.
Chiquinquird : villa cabecera de cantón, l)ellamente situada en una llanura
rodeada de colinas y en el camino de Vélez á Bogotá, con campos y sabanas en
sus cercanías cubiertas de ganados y sementeras, y célebre por la imagen de
Chiquinquirá que se venera en el Convento de Dominicos, adonde concurren mu-
chos peregrinos á adorarla, dejando cuantiosas limosnas que se estiman por va-
lor de ^0,000 pesos anuales, que sirven de renta al mismo Convento; tiene case-
río mejor oue el de Vélez, pero generalmente de mala arquitectura y la mayor
parte de alto; el Convento tampoco corresponde ala hermosura de su templo,
cjue es de tres naves, con una elegante fachada y reputado como uno de los me-
jores de la Nueva Granada; los altares son de estuco y los adornos sencillos;
hay algunas lámparas de plata, y se consume gran porción de perfumes ; otra
iglesia sirve de parroquia, y debe estar concluido un templo que levantaban á
Santa Bárbara en una colina próxima á la villa; ésta tieie calles rectas, pero de
poco ancho y con un empedrado molesto; su temperatura es fiía; cultivan sus
habitantes trigo, maíz y otros granos; y nc dedican ade'más á la cría de ganado
lanar, vacuno y caballar. Antes pertenecía al corregimiento de Tunja, de quien
compuso un cantón, y dista de Vclez siete l-^guas, pasando por el pueblo de Saiw-
ydy que es de cono caserío, y por el del Piter.ie Nacional^ que lo tiene un poco
mayor que la misma Vélez. También se atraviesa el Suárez en este tránsito, pa-
sándose su profundo cauce por un puente de madera.
Moniquirá'. cabecera de otro cantón y de temperatura cálida, pero sana y
con aguas delicadas; la mina de cobre de Moniquirá es de mucha importancia,
aunque su explotación no rendía casi nada en tiempos pasados; en sus cercanías
todo está seco, y se ven cubiertas de óxido de cobre la mayor parte de las rocas
cuarzosas que se hallan por todas partes en la misma dirección ; en el cantón.
IIV Nueva Geograf/a de Colombia
tdlechah frutos de tierra caliente en bastante abundancia, y elaboran mucha aid-
car, haciéndose dulces y conservas delicadas qjc exportan para otras partes.
AÍUÉO: ciudad cabecera de cantón, fundada en 1559, tiempo en que lo
fue de un gobierno que se extinguió agregándolo al corregimiento de Tun]a; si-
tuada sobre el río Negro, ó Zarbe, y con parroquia y otros tres templos de con-
ventos ; abunda su término en frutas de tierra caliente; cultivan cacao, arroz, ta-
baco, algodón y cana; es muy corto su vecindario, y en los anos primeros del
descubrimiento tuvo mucha celebridad por sus minas de esmeraldas; es escasa
de ganados, y abundan sus bosques en maderas preciosas. Este país era habitado
por los indios muzos, cuyo valor experimentaron los españoles desde que los in-
vadieron en 1539, retirándose con gran descalabro; en 1544 se volvió á intentar
su reducción, y sucedió lo mismo; en 1551 repitieron la invasión y fundaron la
ciudad de Tudela, pero la desampararon huyendo de la ferocidad de los muzos,
que al ñn principiaron á ser dominados en 1559. ^
III. Socorro : ciudad situada en un plano inclinado, á la falda de un cerro
y rodeada de otros, á los 6° 31' 30" de latitud N. y 72° 4' de longitud O., depen-
diente antes del corregimiento de Tunja, como pueblo de la jurisdicción de San
Gil, y más recientemente capital de la Provincia y Gobierno del Socorro; coa
malas aguas á que se abribuye el coto, de que adolecen los vecinos ; mal caserío,
aunque cómodo y cubierto de teja y alguno de paja, y malas calles ; una parro-
quia y cuatro capillas, dominándola el ediñciu del convento de CapuCiiiMoa ; el
calor es muy fuerte, y rara vez desciende el termómetro deReaumur abajo de 20^
á la sombra ; caen copiosas lluvias con truenos y rayos, durando muy común-
mente desde una hora después del medio día hasta ponerse el sol ; soplan los
vientos del N. ; elaboran mucha azúcar y cosechan tabaco, algodón y arroz;
abundan el maíz, yuca, plátanos y muchas especies de fruta ; seis libras de pa*
nela valen un real ; cinco una arroba de azúcar, y cuando más seis ó sictp. si n
de la más superior ; una arroba de arroz cuatro reales, y otro tanto la de algodón;
estos bajos precios son el mayor obstáculo que puede oponerse á la agricultura y
efecto de los malos caminos ; pero no obstante, la industria y el umor al tra-
bajo lo vencen todo, según lo comprueban los socórranos, que además fabrican
mistelas y aguardiente anisado, viéndose en cada choza y en cada casa, que todo
el resto de la población se ocupa en tejidos de algodón y de lana, que se expor-
tan á toda la República, sin utilidad para los fabricantes, los cuales viven pobre-
mente, porque el negociante es quien reporta la ganancia, llevándolos i Girón,
de donde lecibe oro y tabaco ; á Cúcuta, de donde retorna cacao ; y á Zipaqutrá,
en que lo cambia por sal y tejidos ingleses
Entre esta ciudad y San Gil se cuentan 4 leguas de camino, y I antes de
la misma parroquia se halla la de Pitichote^ bien situada en una alta meseta y con
casas de teja y Je paja, de que se ven también muchas en el camino, poblado de
labranzas y de piso regular. Entre el Socorro y Vélez hay 17 leguas drl país por
el camino del alto del Petaquero, en cuya di'ecctón se pasa por la bonita pobla-
ción de las Palmas y las de Confinen y Guapotd^ de igual temperatura y produc-
ciones que el Socorro ; por el puente de Vargas Sobre el Oikiy pueblo de Guada-
lupe, canoa ó balsa del Suárez, que lleva un cauce profundo y cuarenta varas de
ancho; auebradaÚQ Va Laja, que forma una bonita cascada de sesenta varas per-
pendiculares y entra en el Suárez con el nombre de Chorrera ¡ pueblo de San
Benito^ situado en riscos, y alto del Petaquero y demás pasos mencionados atrás.
En San Iknito, cuya temperatura es de 14^ Reaumur, cultivan caña, arroz,
maíz y yuca; en Guadalupe se ocupan en lo mismo y en el cultivo del algodón,
siendo su bella temperatura de 15^ de Reaumur, á loque se atribuye que no haya
cotos en ninguno de estos dos pueblos, entre los cuales principia un banco de
fósiles que se extiende muchas millas hacia Moniquirá, encontrándose algunas
capas esparcidas en Tunja; inmediata á San Benito hay una mina de plomo.
San Gilí villa situada en medio de pequeñas montañas y ea una angosta
vega del río del mismo nombre, con caserío de mal gusto y por lo general de
paja, y una parroquia buena, de piedra ; aguas excelentes, y temperatura benig-
na y saludable ; fue fundada en 1690 ; se reputa á sus habitantes por laboriosos
* El (vmtón de Maxo pertenecía á Tunjn, 7 dado si ett4 refundido en loa que te 1«
anotan, 6 ti ett& iigregrndo, como roe informan algunos, k la Provincia de Véleí ; eoalqalona
inexactitud que huya en esto debe disimulárseme, porque no he hallado anteoedentea aobrt
qué fijarme ; lo m ismo Hucede en cuanto ñ tilgunus purroquias que antes correspondían 4
an distrito 6 cantón, y abora ft otros, por haberse alterado alimañas veces la diviaián terif-
toriaL
i
Apéndice xv
y honrados, pero de maneras agrestes; cultivan tabaco, y algodón de buena cali-
dad, de que fabrican lienzos ordinarios y sobrecamas; hay abundancia de cana,
maíz y plátanos, y además variedad de frutas. De San Gil hay cinco leguas al
pueblito de Los Santos en Pamplona y otras cinco á Piedecue sta ; una legua antes
de Los Santos forma la línea divisoria entre las dos provincias el río Sube, que
se pasa por tarabita, si es que no han concluido un puente de mampostería, que
se principió hace años; en la orilla de este río hny caserío y un alcalde, y sirve
de lugar de convalecencia para los que padecen de gálico y concurren á bañarse
en SU4 aguas saludables; la temperatura es cálida y seca; y antes del mismo
lugar se pasa la quebrada de Macaregua, que forma una cascada ; en toda esta
dirección se ven ganados y sementeras.
Baricham: cabecera de cantón y pueblo que fue de la jurisdicción de San
Gil, corregimiento de Tunja, y su anexo hasta 1751 ; dista tres leguas al NO.
de la misma y se halla próximo al río del Mochuelo, que desemboca en el Suá-
rez, con mal caserío y temperatura cálida y sana, pero sujeto á vientos fuertes ;
produce su cantón azúcar, algodón, plátanos, tabaco y arroz, y fabrican sus ve-
cinos tejidos de algodón ordinarios.
Zapatoca : pueblo cabecera de otro cantón, á ocho leguas NO. de San Gil,
está mejor situado cerca de la orilla izquierda del Sogamoso y confluencia del
Suárez, con temperatura cálida agradable, y en terreno ameno y fértil en caña,
tabaco y maíz, y con hermosas dehesas propias para crías de ganados ; es cantón
pobre, con elementos para ser rico, especialmente por la navegación del Soga-
moso, cuyo puerto de Botijas en la orilla opuesta le queda á corta distancia.
Charalái siete leguas al SE. i S. de San Gil y cinco SE. del Socorro, co-
nocida en otro tiempo por Moitgui de Ckaralá^ es también cabecera de cantón y
población considerable, con buenas calles y regular caserío; está bellamente si-
tuada entre dos ríos de bastante caudal y buenas aguas que descienden al de
San Gil ; es de temperatura cálida moderada, y de terreno ameno y fértil, aun-
que lluvioso, como todo el valle de su nombre; produce mucho algodón, maíz y
papas, de que proveen al Socorro; abunda en plátanos y frutas de todas clases;
fabrican algunos lienzos, y son sus habitantes hoj^pitalarios y de carácter festivo.
IV. Tunja : ciudad capital de provincia y antes del Departamento de Boya-
cá, fundada en 6 de Agosto de 1539 por Gonzalo Suárez Rondón á los 4^45' de la-
titud N. y 73° 36' de longitud O., situada á 3,477 varas sobre el mar, en piso muy
desigual, á 30 leguas de camino de Bogotá, con caserío de comodidad, pero de
triste perspectiva y m^la arquitectura, bajo temperatura muy fría y cielo casi
siempre nebuloso: sus calles son estrechas y malas; es escasa de lena y de agua,
pero abundante en mantenimientos de toda clase; ha^r tres parroquias, seis tem-
plos de conventos, de los cuales son la mitad de monjas; tres ermitas; y en su
cantón muchos ganados, excelente tabaco, cebada, trigo y avena, y frutas y le-
fiimbres delicadas; se padece de cotos; era corte de los reyes Zaques, enemigos
e los Zipasde Bogotá; estaba dividido su corregimiento, á fines del siglo pasado,
en ocho corregimientos de indios, denominados Turmequé, Tenza, Duitama, Chi-
vata, Paipa, Sogamoso, Chita y Gámeza, y en ellos cuatro ciudades, dos villas y
69 pueblos, que más recientemente componían un gobierno; una gran parte de
su suelo al rededor de dicha ciudad es muy árido, erizado de rocas y con profun-
das hendeduras y barrancos, producidos por las aguas ; son los habitantes acti-
vos y laboriosos, y fabrican tejidos de lana y de algodón ; hay en la ciudad fá-
brica de pólvora, para la cual aprovechan el mucho salitre que se recoge en W
misma provincia; se proveen de azúcar, arroz y café de Muzo; y en las cerca-
nías de la población son sumamente curiosos unos manantiales muy fríos duran-
te el día, y muy calientes por la noche, y visitados por los que concurren á to-
marlos, para lo cual han formado un estanque. También son notables en esta
provincia las fuentes termales y sulfurosas de Paipa^ con 49^ de Reaumur, cuyos
vapores se condensan en tiempo seco y cubren los pastos de las inmediaciones,
de sulfato de soda, cuya sal se recoge con mucho cuidado para darla á las bes-
tias, llevándola á ¡os llai os de San Martín, donde se vende á buen precio ; cerca
de las fuentes hay una mina de azufre. Entre Tunja y Bogotá, y á cuatro leguas
de camino de la primera ciudad, se halla el Campo de Boyacá^ célebre por la ba-
talla que allí ganaron los patriotas á los peninsulares.
Sogamoso: cabecera de su cantón y pueblo célebre en la historia del país,
como residencia de un sumo sacerdote y lugar de romería para adorar al Sol, k
quien tenían erigido un magnifico templo; bellamente situado á siete leguas N£.
de Tunja sobre el río Grande, que corre luego con el nombre de Sogamoso, en
un hermoso llano y sombreado de sauces; con temperatura fría y saludable; y
Vvi Nueva Geografía de Colombia
abundante en trigo, cebada, maíz, papas y hortalizas ; sus habitantes fabrican
mantas, bayetas y sombreros, que exportan para los líanos, y también algunos
tejidos de algodón, cuyo retomo es de algodón, añil, sal y ganados, que intro-
ducen al través de la cordillera oriental por e\ páramo peligroso df ToquiUla^ en-
treoíos de Gachancque y Zoracá, próximo al lago de Tota. Pasado el río Grande
se encuentra el pueblo de Tthasosa^ y á sus inmediaciones la rica mina de plomo
llamada de Sogamoso. En el llano de este nombre hacia Tunja se halla el pueblo
de /r<j, con fuentes termales ; y dirigiéndose al precitado lago por Cultiva, hay
muchos nopales cargados de cochinilla, y en el camino mucha piedra de chispa.
Líwa : villa fundada en 1572 á cinco leguas O. i NO. de Tunja; bien si-
tuada á una legua del Gane, en un ameno llano y al pie de unos cerros en que
hay minas «le plata ; con temperatura fría, sin exceso, y buenas aguas ; cabecera
de su cantón con caserío regular, una hermosa parroquia, tres templos de con-
ventos, incluso el del Hospital de San Juan de Dios, y uno de monjas ; en todo
su término se coge mucho trigo, teniendo crédito sus harinas, maíz, cebada,
papas, arracachas, cebollas, ricas aceitunas y excelente fruta de su temperatura ;
abunda también en ganados de todas clases.
Guateque: pueblo cabecera del cantón de Tenza, i8millasalSE.de
Tunja, en terreno agradablemente cálido y abundante en plátanos, maíz, caña de
azúcar, papas, arracachas, yuca y batatas, á cuya agricultura se aplican mucho
lo« habitantes. En el rico va/'e de Tenta^ á que pertenece el pueblo del mismo
nombre, es admirable la vegetación, y como situado al E. de la gran cima de la
cordillera y en menor elevación que Tunja, se experimentan las estaciones según
el orden que se observa en los Llanos, sembrándose las semillas en diferentes
épocas que en la parte elevada, y gozándose el placer de ver á un mismo tiempo
el cultivo de diferentes producciones. En la parte alta se siembra en Marzo ;
hacia la mitad de la cordillera en Mayo, y en lo bajo del valle en Julio; desde
Septiembre hasta Marzo, en especial, la temperatura es bellísima y comúnmente
de 15^ á 16^ de Reaumur; hay muchas personas de edad muy avanzada; pero
también muchos pobres, porque á pesar de su laboriosidad y de las ventajas
del suelo, se carece de proporción para el expendio de los frutos ; el valle está
atravesado de multitud de riachuelos que descargan el Soncondoco, brazo prin-
cipal del Upía, el cual desciende al Meta con un curso muy tortuoso. Próximas
al pueblo de Tenza se hallan las minas de esmeraldas de Somondoco y ade-
más un pueblito situado entre cerros y abundante en frutos de tierra caliente y
templada, como plátanos, ca?a, maíz, yuca, anís y garbanzos; dichas minas fue-
ron descubiertas por los españoles en 1537.
Santa Rosa: á 12 leguas del camino de Tunja, en dirección N., y pobla-
ción considerable de buen caserso; cabecera de su cantón, situada en un delicioso
llano, con calles regulares y temperatura fría ; padecen los habitantes de cotos ;
hay bastantes ganados, pero pocas producciones vegetales en sus cercanías y re-
ducidas á trigo, papas y cebollas y algunas otras, en corta cantidad, de las de
tierra fría; se dedican los habitantes á tejidos de algodón y sombreros muy
apreciados en el Socorro, y esta industria constituye su principal riqueza. El ca-
mino entre Tunja y Santa Rosa es quebrado y con varios llanos pantanosos, y lo
mismo son las dos leguas y media que siguen por el pueblo de Cerinza al pára-
mo del mismo nombre, que se pasa en dirección á Pamplona ó al Socorro. El
pueblo de Cerinza^ situado en llano á orillas de un río, tiene bastante caserío y
temperatura fría ; en todo aquel transitóse hace sentir ésta mucho, y más al atra-
vesar el páramo, en donde sólo se encuentran algunas cañadas abrigadas en que
cultivan papas, habas y cebollas ; el paso del paramo ofrece una vista desagra-
dable por las cruces, que demuestran haber perecido en él muchos viajeros; eú
los mismos lugares la sola planta que resiste á los huracanes es el frailejón (^x-
teletia fraiUxon\ cuyo aspecto negruzco, esmaltado de flores amarillas, aumenta
lo lúgubre del sitio. Siguiendo hacia el Socorro por el camino de Guacha y en
dirección á Venta Gorda, se encuentra la gran roca de Guacha^ que es de consi-
derable extensión y peligrosa de pasarse a caballo; toda ella está llena de agu-
1'eros y grietas ; en algunas partes hay saltos penosos, y también es otro tránsito
leño de cruces, y de huesos de los animales que perecen.
Cocuy : pueblo cabecera de otro cantón, se halla situado al pie de la cor-
dillera nevada de Ghita, y su cantón produce trigo, maíz y cebada. Soata^ cabe-
cera de otro, vecindario considerable y con mejor caserío, próximo al Sogamoso;
es de clima cálido con moderación, y abundante en frutos de toda temperatura,
•specialmente cañas, dátiles y granadas ; el azúcar es su principal artículo, y muy
estimadas las-conservas que se hacen ; este pueblo se halla en el camino de Tanja
J
Apéndice xvrt
á Pamplona, distante de aquella ciudad 28 leguas por Susacón y Sátwa 6 salir
por Cciinza á Santa Rosa, y 31 á la otra por Capitanejo, llano Enciso, La Con-
cepción, Cerrito, páramo del Almorzadero, Chitagá y Cácota de Velasco. Entre
Soatá y Capitanejo hay una plaga llamada pito^ cuya picada produce gran hin-
chazón y úlceras, si no se^ocurre con limón agrio asado para quitarla. Susacón y
Sativa son pueblos pi'qucnos con caserío de paja.
Turmequé : cabecera de cantón y pueblo de considerable vecindario, 5 le-
guas al SSW. de Tunja, residencia que fue de un Cacique poderoso, y ocupado
por Quesada en 1537 ; está situado á la parte occidental del páramo Guachane-
que, con clima moderadamente frío y suelo abundante en trigo, maíz, cebada y
hortaliza. 6Vir<r7^M7, pueblo de bastante vecindario, dependiente en otro tiempo del
corregimiento de Tenza y bien situado á orillas del río de su nombre, que des-
ciende al Meta ; es de clima templado ; tenía bastante riqueza cuando lo ocupó
Quesada en 1537; produce caña, maíz, plátanos, yuca, batata, anís y garbanzos.
V. Paviplofia : ciudad capital de su provincia, fundada en 1549 en el peque-
ño valle del Espíritu Santo, rodeado de elevadas montañas bajo un cielo lluvioso,
á los 7° 40* de latitud N. y 72° 22' de longitud W., á 2,926 varas sobre el mar;
con temperatura fría de 12^ á 14^ de Reaumur, y desapacible por los vapores
de que está cargada su atmósfera la mayor parte del año ; fue residencia de uní
Gobernador en los últimos anos del Gobierno español, habiendo dependido antes
del corregimiento de Tunja; es ciudad de calles regulares y caserío cómodo, aun-
que de mala arquitectura, lo cual contribuye á aumentar su triste aspecto; tiene
una hermosa iglesia parroquial reputada por de las mejores de la República, y
es regular que sirve alo menos de catedral provisional; hay tres templos de con-
ventos de frailes y uno de monjas, y una viceparroquia con una efigie del Cruci-
ficado, efigie que se dice ser de mérito; había en tiempo de la dominación espa-
ñola un Alcalde mayor de minas; producen sus cercanías ricas frutas, y es su
mercado bastante provisto de toda especie de mantenimientos.
Rosario de Ctícuta : villa cabecera de cantón, situada en la izquierda del
Táchira antes de su reunión al Zulia, en un valle despejado, con caserío y calles
que tienen bastante regularidad, y muchas haciendas á sus inmediaciones; es de
temperatura muy cálida; hace su comercio exterior por el puerto de los Cachos,
y se necesita de muchas precauciones, y aún no bastan, para libertarse de las ca-
lenturas que se padecen bajando por el Zulia á Maracaibo ; dista esta ciudad de
su capital 14 leguas de camino por las Vueltas del Itifiento^ y se pasa dos veces
el abundante y peligroso rio de Pamplonita : una, por el puente de madera de
Batatas, y otra por un vado pedregoso en que suelen ser detenidos los pasajeros
cuando baja muy lleno, lo que sucede con frecuencia. En el mismo tránsito ba-
jando de Pamplona, por donde corre dicho río y antes del puente, se pasa por
el pueblecito del Chopo y el sitio de Los Apartaderos^ encontrándose más ade-
lante las entradas á los de Bochalema y Chiuácota^ que son pueblos semejantes.
Al cantón del Rosario pertenecen la ciudad de San Faustino^ fundada en 1662 á
la derecha del Táchira, más abajo del Rosario y antes del puerto de los Cachos,
en lugar cálido y enfermizo, aunque con terreno fértil en cacao, tabaco, maíz y
caña; al principio fue capital y cabeza de gobierno; pero se arruinó por las in-
vasiones de los indios motilones, y luego su insalubridad ha sido motivo para
que no prospere.
San José de Ctícuta : cabecera de cantón, situada & la izquierda del Pam-
plonita, antes de descargar en el Zulia; es villa mejor trazada y de mejor caserío
que el Rosario, de clima cálido y con producciones semejantes. Los falles de
Ctícuta fueron descubiertos en 1534 por Juan San Martín, y su importancia no
será conocida hasta que lo sea, como corresponde, la laguna de Maracaibo para
escala de comercio con toda la parte elevada de la cordillera oriental. El cami-
no de los mismos valles hacia Ocana, saliendo de San José, se dirige á San Ca-
yetano, que es pueblo situado en un valle calenturiento de la ribera izquierda
del Zulia, con caserío generalmente de teja y abundancia de frutos de tierra cá-
lida; desde este pueblo continúa á Salazar délas Palmas, por un espacio de
nueve leguas de subidas y bajadas llenas de peñascos ; Salazar de las Palwas fue
fundada en 1553 para seguridad de las minss de plata de San Pedro; pero hubo
que abandonarla poco después de su fundación, por temor de los indígenas, que
al fin la destruyeron; en 1555 volvió á reedificarse con el nombre de Alrtía, y
tampoco progresó; en 1583 se levantó de nuevo á la orilla derecha del río Sala-
zar, y es una bonita ciudad que en aquel tiempo se erigió por un Alcalde mayor,
Nueva Geografía de Colombia tomo i— C
iVUl KlEVA GeoGRABIA DE CoLOMBIA
y que tanto (>or »u siluacicui como por lu agradable ilc su temperatura, es de las
primeras poblaciones de la provincia y cabecera de cantón ; de su suelo y de al-
gunas de sus producción "s sj ha hablado ya; pero no del tri^o que cosechan y de
que se saca harina superior.
Desde Salazar á Ocaña se cuentan 32 leguas de camino, conocido con el
nombre de los CalUjotws de Ocaila^ reputado por uno de los peores que hay en
los tres Estados que componían la República de Colombia, y ea el cual se tran-
sita por los canjilones de Qu ^i> rada -J /onda; paso peligroso del caudaloso /Vra-
lonso^ lleno de peñascos; sitios del Gallmazo y del luiurel ; canillones profundos
entre éste y el AUo de la Cun-a^ en donde hay una gran roca concava; quebrada
de la Sardinaia, límite con la jurisdicción de Ocaña, y sitio de San Pedro, pueblo
de caserío disperso y en cuyo intermedio se pasan otras quebradas abundantes y
pedregosas; mautaña de Bocarachicüy parte de la cordillera que sip[ue á Perijá, y
la más elevada entre Cúcuta y Ocaña, de tránsito pantanoso y fno, con canjilo-
nes profundos y molestos, y mucha niebla ; alto de San Francisco, en donde hace
frío de páramo, y desde el cual se baja por una larga cuesta, precipitada y de
saltos, hacia el río Tarra, que es de bastante caudal. Kn tcxio este tránsito hace
mucho viento, y desde el río continúa mejor el camino; pero siempre penoso
hasta el pueblo de la Cruz, que tiene caserío de teja y de paja, y está situado en
una llanura de temperatura agradable. I.uégo, y por camino quebrado y cntrc-
llano, y pasando 11 veces la quebrada del León, se llega á Ocana.
Concepción : pueblo cabecera de cantón ; es de bastante caserío ; situado,
según queda dicho, en el camino hacia Tunja, á distancia de 17 leguas de Pam-
plona, y de clima templado. Bucara manga, villa situada en un llano espacioso,
es también cabecera de cantón, y fue en tiempos pasados real de minas de oro de
Vetas y Montuosa, con un Alcalde mayor inaependiente del Gobierno de Pam-
plona; sus calles son mal delineadas y sus ediiicios poco cómodos, de teja y de
paja, y con solares á la calle cercados de paredes bajas; su vecindario es consi-
derable; explotan en su cantón orp; cultivan cacao y especialmente tabaco mu}-
bueno, y además caña, algodón y otros frutos ; el clima de Bucaraman^a es cá-
lido; dista Peis ó siete leguas de los embarcaderos de Sogamoso y Botijas; y á
legua y media se halla la nueva población de Florida Blanca, bellamente situa-
da en una llanura en que cultivan caña, cacao, café y frutos menores; su tempe-
ratura es cálida y agradable; y tiene bastantes casas de teja, generalmente más
cómodas que las de Bucaramanga.
Piedecuesta : á legua y media de Florida Blanca y próxima al río Frío,
que desciende al Lebrija ; villa cabecera de cantón, con caserío de mal aspecto,
aunque la mayor parte de teja y mejor que el de Bucaramanga; es de clima cá-
lido, que se aumenta por hallarse situada en un llano entre dos cerros; sus ha-
bitantes y los del cantón sacan su^ principal utilidad del cultivo del tabaco;
también cultivan cacao, algodón, añil, cafe y trigo, pero en cortas porciones.
Girón : ciudad cabecera de cantón y bien situada sobre el Lebrija ; es po-
blación atrasada, pero de grandes recursos, como todo su cantón, y abundante en
excelente tabaco y algodón ; se ha dicho también lo bastante para conocer su
importancia. El pueblo de Rioncgro, con alrededores bien cultivados, está próxi-
mo al río caudaloso de su nombre, que descarga en el Suratá, pasándose ambos
por puentes de madera en dirección á Bucaramanga; distan entre sí cuatro le-
guas de buen camino, lleno de vecindario, labranzas y arboledas de cacao y
café. Málaga, ciudad fundada en 1541 cerca del río Tequia, que desciende al
Sogamoso, es población pobre y cabecera de cantón.
VI. Mompós: ciudad capital de su provincia, á la izquierda del Magdale-
na, con el nombre de Sinta Cruz, que le dio su fundador en 1 540, y perteneciente
bajo el dominio espar^ol á la provincia y gobierno de Cartagena, de la cual se
desmembró con varios distritos y otros de Santamarta para componer la provin-
cia de su nombre; sólo tiene tres calles de bastante extensión y aceras levanta-
das en algunas partes; caserío de un solo piso, pero elevado y de buena cons-
trucción, con rejas de hierro y galerías interiores bien dispuestas, para que no
penetre el sol ; está situada en una isla formada por el Magdalena, el caño
Ijoba, el de Sicuco y el Cauca, á lo> 9° 14' 30" de latitud N. y 74® ii' de longi-
tud \V., cerca de la confluencia de este último río ; era la ciudad más importante
de Cartagena después de su capital, y la más rica del Magdalena, por haber sido
des^e el principio de su fundación el lugar de la aduana en donde se pagaban
los derechos délas mercancías que se introducían en la Nueva Granada; ha
padecido diferentes inundaciones, habiéndose salvado los habitantes en canoas
en la de 1762; tiene una albarrada ó muelle muy alto que la defiende de las
Apéndice xix
aguas del río, cuando sube en Diciembre cuatro ó más varas de su nivel natu-
ral ; se cuentan, con su buena parroquia, cuatro templos, pertenecientes tres á
conventos; es de temperatura cálida y húmeda por estar rodeada de pantanos,
elevándose el termómetro de 25° á 30*^ de Reaumur, por cuyo motivo es necesa-
rio estarse dentro de casa durante el día, en cuyas horas casi siempre hay calma
y se ve el cielo cubierto de nubes; por la noche es al contrario, pues todo se
despeja, las estrellas se muestran con un brillo extraordinario y las gentes salen
á disfrutar el fresco y libertarse así de la plaga, formándose tertulias placente-
ras en las puertas de las casas. Los habitantes adolecen de cotos ; pero se con-
viene en que su ñgura no deja de ser agradable y que á un cutis algo parecido
al blanco-rojo de Bogotá, añaden la expresión viva é insinuante de Cartage-
na. En el día ha decaído mucho de su esplendor pasado ; por Ocaña recibe ta-
baco, azúcar y harinas, cacao y lienzos, que bajan de Girón y otros pueblos de
Pamplona ; Antioquia le envía oro; Mariquita, Xeiva y Bogotá, los productos
del Alto Magdalena y los de los cantones de la capital. Una gran parte de los
zmcudos que infestan á Mompós puede atribuirse al descuido que hay en desher-
bar las calles, en las cuales crecen muchas yerbas de varias clases. En las cerca-
nías de la misma ciudad y á lo largo de la isla en que está fundada, se ve una
multitud de pequeí^as plantaciones ó conucos que embellecen aquel tránsito.
Ocaña: ciudad cabecera de cantón, fundada en 1572, y trasladada en 1576
al sitio en que se halla, entre serran as y con mal piso : pertenecía á la provin-
cia y gobierno de Santamarta; son sus ediñcios antiguos y de poca comodidad;
hace mucho viento, y su temperatura es fría sin exceso; la riega el río del Oro, que
descarga en el Lebrija (sic), donde tiene el embarcadero para bajar al Magdale-
na; cultivan la caña y algunos granos para el consumo interior, y hay también
algunas crías de ganados. £1 camino de Ocaña hacia Bucaramanga y otros pue-
blos de Pamplona, en dirección á Vélez y Bogotá, es pésimo siguiéndolo por el
Xaó/e hasta el AÜo de las Cruces^ que es tan elevado como la montaña de Boca-
rachica, mencionada; en el alto termina su jurisdicción por el S. con la Provin-
cia de Pamplona ; desde el mismo se baja al sitio de Cáchira, y luego vuelve
á subirse al páramo de Guates, de donde se desciende al sitio de la Carrera,
hasta donde se cuentan 2S leguas de camino ; más adelante por el sitio de Esca«
tala, en dirección al pueblo de Rionegro, se pasa el páramo del Carbón, dejando
á la izquierda el páramo de Cachiri; este tránsito de 22 leguas hasta dicha
población, aún es más ponoso y de peligro por las muchas quebradas que se pa-
san, y por los desbarrancaderos por donde corre el camino ; á poca distancia de
la Carrera se encuentra el Alto del Fraile, donde hay un lago y tierras panta-
nosas y de bosque hasta el páramo del Carbón ; en seguida, es muy molesto el
paso que se hace 27 veces de la quebrada pedregosa del Muan, que corre entre
dos grandes cerros.
Aíagangué : es pueblo cabecera de cantón, de poca importancia, y lo mis-
mo Majagual. Simiti la tuvo cuando se beneñciaba una rica mina de oro que
había á su inmediación. Subiendo de Mompós á Simiti por el Magdalena, es no-
table el pueblo de Morales, situado en la isla del mismo nombre, que se forma
por el brazo de Ocaña, y de bastante caserío rodeado de palmeras ; desde este
pueblo se ven las sierras de Simiti ó de Santa Lucía, ramal de la cordillera de
Herveo ; el pueblo de BadillOy perteneciente al cantón de Upar, queda más arri-
ba de Simiti, y en todo el espacio predicho se ven encías riberas casas aisladas
de caña y un corto espacio rn donde cultivan sus dueños plátanos, caña de azú-
car, maíz, papayas y otros frutales, y flores para adorno de las mujeres, viviendo
unos y otros en la mayor pobreza. Unas cuantas aves caseras, cerdos y alguna
vaca, constituyen su fortuna, manteniéndose de plátanos, pescado y algunas oca-
siones de caza ; atormentados por la plaga, y expuestos de continuo á ñebres;
poco más arriba de Badillo desemboca el Sogamoso. y se sube por el Magdalena
que corre entre otras provincias.
VIL Safíiantarta : ciudad capital de la provincia de su nombre, á los 1 1^
16* de latitud N. y 74° 4' 30" de longitud W., fundada en 1525 á orillas del pe-
queño río de Manzanares ó de Mamatoco, en una playa salitrosa y con buen puer-
to, defendido por tres fuertes denominados Morro, Betín y Santa Bárbara, y la
ciudad cubierta por algunas baterías ; es de clima muy cálido y aun enfermizo,
excepto cuando soplan las brisas fuertes, que principian en Diciembre ; fue la
plaza de armas de donde partieron los españoles á la conquista de la Nueva Gra-
nada ; es de calles estrechas y arenosas, pero rectas, con algunas casas regula-
res cubiertas casi todas de teja y el resto de paja ; es ediñcio bastante bueno su
catedral; hay dos parroquias y dos templos de conventos, habiendo habitado en
XX Ni'FA'A Geografía de Colombia
el de Dominicos San Luis Beltrán ; seminario y aduana, plaza de armas y de la
carnicería, fundada para mercado sobre un lago cegado recientemente ; era la
residencia de un gobernador intendente en tiempo de la dominación española, y
•coree á sus inmediaciones el río Gaira, de excelente agua ; su puerto es concu.
rrido de buques de las Antillas. De resultas del terremoto de 22 de Mayo de este
año se arruinaron algunos ediñcios; extendiéndose el sacudimiento hacia Car-
tagena y Mompós, en donde fue sentido á la misma hora, cuarteándose en Car-
tagena algunas iglesias.
Las cebeccras de este cantón denominadas Plato v Tenerife se hallan si*
tdadas á la parte oriental del Magdalena, siguiendo su curso. P/aío es un pue-
blo regular, con caserío de paja, situado en la ribera del río y muy importante
por las crías que hay de ganado vacuno y caballar, y por la abundancia de man*
tenimientos que sacan de los muchos conucos, labrados en sus inmediaciones ;
igual ocupación hay en Stuita Ana, San Fernando y BancOy parroquias de su per-
tenencia, y todas, lo mismo que la cabecera, con escuelas públicas. Tenerife, vi-
Ha fundada también sobre la misma ribera desde 1536, rica y de mucho comer-
cio en tiempos pasados, fue incendiada en la guerra pasada, y está reducida á
un pequeño pueblo de casas de paja, con escuela pública.
El cantón conocido antes con el nombre de Tamalameque, lleva en el
día el de Chiriguaná, comprendiéndose en él los distritos parroquiales de Chiri-
guanáy Becerril, Ja^a y Tamalameque, todos con escuelas de primera educación
y los dos primeros para niños y niilas. Cftiriguaná, actual cabecera de cantón,
con parroquia, un templo de convento y caserío de paja, tiene numerosas crías
y terrenos llanos muy fértiles. Tamalameque es villa fundada en 1544 á dos le-
guas del Magdalena, en el sitio en que estuvo el pueblo del Barbudo, fundado en
1539; p?ro no ha progresado, y antes bien se halla reducida á ruinas, com|x>-
niendo un pueblo miserable, cuyos habitantes padecen de llagas en las piernas ;
dicha población ocupa un alto rodeado de abundantes pastos ; hay en el cantón
otros pueblos pequeños.
Valencia de Jesús y el Valle de Upar com^jonían dos cantones, según la
antigua división, y parece que ahora componen uno solo con la denominación
de Valle de Upar y los distritos parroquiales de Badillo^ Atanquez, Espíritu San-
to, Tupez y Paz, todos con escuelas públicas, y además otras poblaciones situa-
das hacia el río Cesar, y como las dos antiguas cabeceras, á la paite meridional
de las Sierras Nevadas. Vpar, cabecera del cantón, fundada en 1550 áori-
lias del Guatapori, que descarga en el Cesar, es ciudad mal trazada, con
algunas calles empedradas y algunas buenas casas ; es de clima cálido y húme-
do; cosechan algunos granos, y hay en su distrito minas de plata, cobre y
plomo ; la riqueza principal del cantón consiste en grandes crías de ganado va-
cuno y mular, y caballos de paso; Valencia de Jesiis es pequeña ciudad, de
calles rectas y bien ordenadas, con caserío de teja y de paja, territorio muy fér-
til, pero no bien cultivado y sí con numerosas crías de ganados, cuya oaipacióu
prefieren los habitantes.
San Juan de la Cictuiga fue erigida en villa y cabecera de oiro nuevo
cantón en 28 de Mayo de este año, dándole los distritos parnx^uiales de Fuehlo-
Viejo, que es su puerto, situado á un cuarto de legua en dirección á Sabanilla y
Barranquilla, Fundación, Pri'ijay y Medialuna : San Juan está situada en llano,
con calles anchas é irregulares y caserío de paja ; pero con bastante vecindario
y próxima al río Córdoba ; su distrito es llamado el granero de Santamarta. La
Ciénega surte de pescado á la misma ciudad y á todos los pueblos inmediatos, y
en ciertas estaciones hay tanta abundancia de camarones, que venden un almud
por un real. A muy cotta distancia de Santamarta se encuentran pueblos de di-
ferente temperatura que la ciudad y por lo general bien situados, como Gaira^
sobre la costa de la ensenada de la ciénaga, y Taganga, hacia Riohacha, de tem-
peraturas más tolerables ; y Mamatoco, Nacinga y Bonda hacia las sierras, con
temperaturas agradables.
Vin. Riohacha: ciudad capital de su provincia y cabecera de un cantón á la
embocadura del río de su nombre y á los n" 30' de latitud N. y 72^ 46' de longi-
tud \V., fue fundada en 1545 con la advocación de Nuestra Señora de las Nie
ves, que se mudó luego en el de los Remedios de Riohacha, y ha sido siempre
nombrada por su pesquería de perlas y de carey ; sufrió mucho en aquel tiempo
por las invasiones de los goajiros, cuya vecindad era un obstáculo para que pro>
gresara; también la incendió Drake en 1596, de manera que siempre fue pobla-
ción de corto vecindario y caserío cubierto casi todo de paja, con una parroquia
y dos tem|jl<»s de conventos : acabtl de arruinarla rl fuego que le dietion en iSao
A P K N D I C E XXI
las tropas sublevadas de la legión irlandesa, y actualmente se vuelve á reedificar,,
y podrá progresar con la paciñcación de los goajiros.
Sau Juan de Cesar es la cabecera del otro cantón de la provincia y pue-
blo pequeño situado en llano, con temperatura bellísima, á las inmediaciones
del no de su nombre.
IX. Cartagena > ciudad capital de su provincia, y en tiempo de Colombia
de uno de los DepartamentOi marítimos ; fundada en 1532 en el sitio llamado Ca-
ramariy por los indígenas ; depósito que fue de las riquezas que España sacaba
del Virreinato ; plaza fuerte de primer orden, pero que necesita de una guarni-
ción numerosa ; con hermoso puerto en el mar de las Antillas, á los 10^ 25^ 5*'
de latitud N. y 75° 26' 45" de longitud \V., está situada en una islita arenosa,
que se une á otras y al Continente por istmos de tierra artificial, de los cuales el
más amplio tiene 70 varas de ancho. El arrabal llamado Xexemani^ ó Jemaní,
tan grande como la ciudad, se halla en otra isleta próxima que se comunica por
un puente sobre foso revestido de estacadas, que unen las murallas de ambas po-
blaciones, dándose á las del arrabal la denominación de Media Luttay por ser está
sa figura. Tiene la ciudad calles rectas con ancho desigual, siendo las más am-
plias de nueve á diez varas, con aceras enlosadas ó empedradas y el centro de
tierra formando camellón ; regular catedral con hermoso pavimento y un bello
pulpito de mármol ; dos parroquias, inclusa la del sagrario ; convento de S^n
Juan de Dios, que sirve de hospital, y su templo, el mrjor de la ciudad ; otro de
San Agustín, que es edificio de mucho mérito y sirve de colegio ; dos de Domini-
cos y d^ Merccdarios, ambos arruinados; y el de San Diego, aplicado á cárcel ¡
una plaza pequeña llamada de la Verdura, en donde se tiene el mercado á la par
que en el muelle ; buen alumbrado ; caserío de piedra de cómoda distribución,
comúnmente de un alto y alguno hasta de cuatro pisos, pero muchas casas con
ventanas y balconaje de madera ; ninguna policía en el interior de las mismas,
pero sí en las calles ; otras tres plazuelas ; y un comercio que vuelve á tomar ac-
tividad, reponiéndose de la guerra pasada. Las calles principales del atrabal son
tres y de buen ancho, habiendo otras angostas transversales : hay mayor número
de casas bajas, una parroquia y una ermita arruinada : en ambas se bebe agua
de aljibes*
Cubren la circunferencia de la población 27 baluartes, que atienden tam-
bién á la defensa de una gran parte de la bahía ; y resguardan más la plaza el
castillo de San Felipe de Barajas, situado al E sobre una montañuela á distan-
cia de 150 varas de Xexemaní, y el de San Lázaro, sobre otra que se eleva 50 y
se da la mano con las baterías del cerro, en cuyo remate se encuentra, dominan*
do un extenso terreno, el santuario de Ñ'uestra Señora de la Popa. Su tempera-
tura es excesivamente ardiente, con especialidad en el tiempo lluvioso, que dura
desde Mayo hasta Diciembre, y á este calory la humedad que reina siempre, se
atribuye el color pálido y la languidez de los habitantes, sujetos además á la le^
pra, para lo cual hay un buen hospital ; en aquella estación asciende el termos
metro de Reaumur de 30 á 32 grados ; el agua cae á torrentes ; y se puede de-
cir que se experimenta una sucesión continua de tempestades, rayos y truenos ;
también causa el vómito grandes estragos ; y sólo se modera la temperatura
desde Diciembre hasta Abril, que es el tiempo de seca y cuando reinan las bri-
sas del NE. Antes de 1729 y 1730 se dice que no seconocía el vómito en Santa-
marta y en Cartagena ; pero es muy antiguo en los hombres de esta última pa-
decer de orquitis, 11 imadas allí batemarcha^ y en las mujeres hincharse un pie, á
lo que denominan contradanza.
La mitad de la población se compone de gente de color, aplicada á la ma-
rinería y pesca ; á pequeñas tiendas de mercería ó de comestibles, y al ejercicio
de varías artes que ejecutan con bastante maestría, sacando obras bien acabadas
de carey, de oro y de plata, de carpintería y cordonería ; son muy apasionados por
la música, como los descendientes de europeos ; tienen unos y otros suma viva-
cidad ; se sufre en las casas gran molestia por la abundancia de mosquitos ó zan-
cudos, no bastando muchas veces las co1g<iduras ó pabellones de gasa con que se
cubren las camas, para libertarse del insecto llamado matablancas ; el comején
hace también mucho daño, destruyendo en uní noche fardos enteros de panos,
lienzos 7 sedas.
La descripción de la bahía no es de este lugar ; al cantón de Cartagena
pertenecen varias parroquias, y entre ellas las de Barú y Santa Ana^ Caño de
Loro, Ternera, Santa /íosa, Víllanneva^ Santa Catalina y Turbaco ; este pueblo,
á 328 varas sobre el mar y situado á la entrada de un extenso bosque, es un gran
refugio eu tiempo Je culor, y lugjar Je recreo <|uc ha mcrecidu -ílt linilado, y con
ncii Nueva Geografía de Colombu
razón, el Paraíso de Cartagena^ abundante en ricas aguas minerales y con buenas
huertas; el caserío es por lo común de guasguas, cubierto de palma.
Barranquilla : á orillas del hermoso cano de su nombre, que le sirve de
puerto, por donde se comunica por bongos con Sabanilla, distante cinco ó seis le-
guas, es una hermosa villa cabecera de cantón, con calles bien trazadas pero are>
hosas ; ediñcios cubiertos con teja ó con paja, y entre ellos algunos muy buenos
de material y con azoteas ; hay mucha plaga y calor ; son sus habitantes de buen
carácter, y en las cercanías se ven bosques pequeños y cocales. San Juan de Acos-
ta, Galapa^ Tubará y Baranoa son sus parroquias. Soledad es villa algo menor y
cabecera de otro cantón, situada á una legua de Barranquilla y con caserío seme-
jante, notándose como hermosa y bien acabada, la casa de un particular apelli-
dado Visba!. Atalamboy Sabana grande, Santo Tomás y Pueblonuevo son sus pa-
rroquias.
Sabanalarga: lo leguas antes de la Soledad y 24 de Cartagena, es cabece-
ra de cantón y villa mal trazada, con caserío de paja ; pero la población más
sana de toda la parte de Cartagena que aisla el Magdalena entre sus dos brazos,
habiéndose elegido siempre por semejante circunstancia para lugar de los hos-
pitales de campana ; el calor no es tan fuerte como en otros pueblos, y las noches
son bellísimas; beben agua llovediza, recogida en pozos sm precaución, y esto
prueba más su salubridad. Piojo, Usiacurf, Ponedera, Candelaria, Afanatl, CampO'
Cruz y Palmar de Candelaria son sus parroquias. Mahates es también villa cabe*
cera d^ cantón, de clima enfermizo y caserío malo y desordenado, situada sobre
el brazo del Dique y con corta población, infestada de plaga ; Arjona, San Es*
tauislao, San Benito de las Pa tomas. Arroyo Hondo, Banancanueva, Barrünca»
tñeja, Yucal, San Basilio, San Cayetano, María Baja y Flamenco son sus parro-
quias : Barrancanueva ó Barrancas, situada sobre el Magdalena antes de formar-
se aquel brazo, es población de mal caserío, clima ardiente, húmedo y malsano,
infestada de zancudos y punto muy importante para la navegación del río: tiene
algunas salinas, y en el tránsito de la misma á Cartagena hay muchw» pL.ta l»s
de algodón, siendo intolerable al pasar los bosques del cantón la algazara de los
monos y el graznido de los loros.
Cofozal, villa cabecera de cantón y población de mejor caserío que Maha-
tes y Sabanalarga ; sus habitantes se dedican á las crías, y esto es común en to-
dos los pueblos de la provincia situados en los hermosos llanos de Barrancas,
Chimí, Zamba y Tolú ; el Corozal es muy sano ; Aforroa, Sincelcjo, Caracol, Colo^
sé. Oveja, Tetón, Tacamocho, Tucaloa, Cascajal, Bnenavista, Situé, El Carmen,
San jacinto, San Juan Nepomnceno, San Agustín y Zambrano, son sus parroquias.
Chiftú es villa poblada de indios y cabecera de cantón, en que se comprenden las
parroquias de Sahagün, San Afidtés, Sampués, San Benito Abad, Santiago, Jegua,
Caimito y Ayapel, todas de mal caserío. Lorica es villa bien poblada sobre el
Sinú, con propietarios muy acomodados y terreno fértilísimo de que se ha habla-
do antes; su caserío es regular y sus parroquias son: San Sebastian de Orvba,San
Juan de las Palmas, La Purísima, Momil, Salmneta, Chima, Ciénaga de Oro, San
Carlos, Colosina, Montería, Serete, San Pe layo, San Nicolás, San Bernardo, San
Antera, Tolii Viejo y Tolú Nucido \ esta última es una villa pequeña, fundada en
1 534 con el nombre átSantiago,y lleva el sobrenombre de Tolú por la abundancia
que hay en sus bosques del precioso árbol que da el bálsamo así llamado : su te-
rritorio abunda en maíz y ganados, y su temperatura es cálida y saludable como
la de Lorica, con laque comunica por el golfo de Morrosquiílo, á cuyas inme-
diación se halla £1 cantón de Vieja Providencia lo componen San Andrés, anti-
gua cabecera. Sania Catalina, las Mangles y el grupo de las otras islas conocidas
por de Vieja Providencia, que es ahora la cabecera, situadas todas á 360 millas
de Cartagena, y entre los 12° 27' y 13^30* de latitud X., á 135 millas de la costa
oriental de Centro América la Vieja Providencia, y á 1 16 San Andrés.
X. Panamá: ciudad capital de su provincia y antes del departamento del
Istmo, sobre el Pacífico, á los 8*^ 58' 50" de latitud N. y 79° 19' de longitud \V.,
fue fundada por Pedrarias Dávila en 151 8 en el lugar llamado en el día Pana-
má Vieja, que está próxima á la nueva, levantada en 1661, de resultas de haber
sido incendiada aquélla en el aflo precedente por un pirata inglés ; se halla di-
vidida en dos por un foso de cuatro varas de profundidad y ocho de ancho, atra-
vesándose por un camellón en la puerta de tierra, que es la única comunicación
directa de la ciudad con el arrabal ; la rodean regulares murallas coronadas de
artillería de bronce, en donde hay otras dos puertas denominadas del Muelle y
de 1as Monjas, las cuales dan al mar ; es de calles estrechas y empedradas, con-
tándose tres de £. á W. y cinco de N. á S., con dos parroquias, ^ue son las de
Apéndice xvil
la catedral y San Felipe, un convento de monjas y cuatro . templos de frailes
suprimidos, y además el convento de San Juan de Dios, que ha servido siem-
pre de hospital ; el caserío es regular, alguno de tres cuerpos y casi todo de alto
y bajo, especialmente en la calle de La Merced, y la mayor parte de mamposte-
ría en toda la ciudad, aunque hay otras de lo mismo en el cuerpo inferior, y el
resto de madera ; todas sin desahogo interior ni lugares comunes, por cuya razón
se hace la limpieza luego que anochece, arrojando las inmundicias al mar por
la muralla; se cierra la puerta de tierra á las nueve de la noche, quedando in-
comunicada con el arrabal ; es su paseo principal la grande explanada de las
bóvedas de la muralla ; necesita ésta de frecuentes reparos en la parte que la
combate el mar, cuyas mareas suben más de cuatro varas ; no hay cuarteles ; es
un buen ediBcio la casa de gobierno, cuyos salones bajos sirven de aduana ; es
regular la arquitectura de la catedral, compuesta de tres naves y con torre y fa-
chada muy vistosas cuando les da el sol, por hallarse con embutidos de conchas
de nácar ; es buena la casa municipal y regular la cárcel.
El arrabal, con una parroquia, es de calles tortuosas, angostas y mal em-
pedradas, con caserío de madera por lo general y población de gente de color,
triple á la de toda la ciudad ; ha syfrido grandes incendios durante la domina-
ción española y en tiempo del Virrey Sámano; por el ano de 1821 se experimen-
tó uno que destruyó toda la calle del Saladillo ; de 1822 á 1827, en que mandó
el General colombiano Carreño, sólo hubo dos, que se cortaron prontamente por
su vigilancia; no h^ más industria en ambas poblaciones que el comercio, pero
muy inferior al del tiempo de los galeones y ferias, en que prosperó mucho ; la
mayor parte del pueblo se emplea en pescar, hacer pequeños conuc^^s y carbo-
nerías ; no hay otra agua para el servicio doméstico, que la de unos pozos próxi-
mos al arrabal, bebiéndose la de un manantial llamado £¿ Chorrilhj situado al
pie del cerro del Ancón, á un cuarto de legua de la ciudad ; se proveen de fru-
tos de la isla Taboga, en donde se producen pinas de las más exquisitas que se
conocen, y de plátanos, yuca, ñames y otras raíces, del pueblo de Chepo y de la
isla Chepillo; se venden buenas perlas de las que sacan de las islas del Rey, lla-
madas ahora de Colofiibia ; se experimenta una temperatura ardiente y húmeda,
siendo endémico el vómito y sufriéndose en la salud todos los efectos pernicio-
sos de los materiales corrompidos que deja el mar en las playas cuando baja,
llegando, no obstante, muchos á una edad muy avanzada ; se nota en los habi-
tantes un modo de hablar muy pausado, y fue la misma ciudad residencia de la
primera audiencia real que se estableció en este Continente al principio de la con-
quista.
Portobelo es ciudad cabecera de cantón, y su vecindario es apenas de 1,000
habitantes de color, con casas de madera, levantadas sobre mampostería, en ge-
neral ; se halla situada sobre la costa septentrional al lado de una montaña, y en
los 9° 33' de latitud N. y 79° 26' de longitud W., á 16 leguas de Panamá, con
clima ardiente, húmedo y excesivamente insalubre ; las noches son sufocantes
como el día, copiosas las lluvias y siempre acompañadas de truenos terribles y
rayos : reinan las calenturas biliosas intermitentes, que se atribuyen .á emanacio-
nes pútridas producidas por la fuerza de la vegetación, y es, con Omoa y Ve-
racruz, reputada como uno de los lugares más temibles para los europeos. En
Portobelo se conserva el gran ediñcio de la aduana levantada en el tiempo de
los galeones.
Yauiza: pueblo cabecera del cantón de Yaviza, ó del Darién del Sur, y po-
blación de 400 almas, con caserío de palma y un pequeño fuerte á inmediacio-
nes del Tuira ; en tiempo de los españoles era residencia de un Gobernador de
provincia, que, como el de Portobelo, disfrutaba de $ 3,000 de sueldo, en aten-
ción á lo miserable del lugar y á los gastos que tenia que hacer para agradar á
los indios no reducidos que habitan en sus cercanías ; con cuyo objeto había ade-
más una compañía üe guarnición, que se retiró cuando mandaba en Panamá el
General Carreño, quien celebró con aquéllos un convenio de amistad : no hay
producción alguna de importancia, y sus habitantes viven de la pesca y algunos
cortos conucos ; tampoco tienen camino por tierra para comunicarse con Panamá,
y en sus bosques se encuentra el árbol de sangre^ llamado así porque contiene la
sangre de las narices ó de cualquiera herida en el momento que se aplica á la
parte por donde sale.
Chorrera es pueblo situado 10 leguas al W. de Panamá y cabecera de
cantón, con 4,000 almas y caserío de paja, aunque en el centro hay alguno de
teja; regular plaza y buena parroquia, y temperatura tan saludable, que se con-
sidera por los panameños como lugar de convalecencia, y fue elegido para acan-
xxTV- Nueva Gecígrafia de Colombia
tonamiento de las tropas colombianas, cuando regresaron del Perú en 1826, con-
sigruiéndose asi que hubiera pocas bajas ; el suelo del cantón es muy fértil, y en
el pueblo hay muy buenas aguas ; casi todos los habitantes son de color y se de-
dican á la agricultura, haciendo un continuo tráfico con Panamá por mar y por
tierra.
Xatd: ciudad cabecera de £antón, con 5,000 almas, está bien situada en
una llanura y á orillas de un pequeño rio, cerca de su embocadura en el golfo de
Parita, á 24 leguas SW. de Panamá ; con calles anchas pero no rectas, y algunas
mal empedradas ; dos tercios del caserío de paja y el resto de teja ; y plaza ca-
paz y lo mismo su parroquia ; todos los habitantes del cantón se dedican á la
cría de ganado vacuno y caballar, para lo cual hay excelentes pastos, como to-
dos los del Istmo, y playones salitrosos en que prosperan mucho, aunque crecen
poco ; los caballos son muy fogosos, y se carece de muías ; en el verano escasea
el pasto. A dichas crías las ataca una peste llamada morriña^ la cual curan con
sangrías y alguna vez cortando al animal el rabo y orejas, para aue desangren
más. Nata lleva este nombre por el de su cacique al tiempo de su descubrimien-
to en 1 51 5, y se pobló por los españoles en 151 7; siendo destruida á los doce
anos V reedincada en 1531 con la advocación de Satitiago de los caballeros y el tí-
tulo de ciudad que aún conserva ; su temperatura es cálida y seca, y regulares
sus aguas ; experimentándose con todo algunas calenturas cuando soplan los
vientos del Sur ; el Inrn'o de SaUi es encarnado y fragante, y un ramo de indus-
tria de los habitantes, los cuales hacen alcarrazas y otras vasijas, que exportaban
para el Perú y otros puntos durante la dominación española.
Cerca de la ciudad está Peuonomé^ al pie de la sierra, con 5,000 almas de
población dedicada á la agricultura y cun terreno fértil, en donde se produce
todo menos trigo ; conserva el nombre de su cacique, y hace fértiles y deliciosas
sus cercanías el río Saratí ; llevándose á Panamá maíz, plátanos, legumbres, cer.
dos y aves en que abunda dicho pueblo; siguiendo hacia el Pacífico, tiene una
sabana de cinco ó seis leguas, y caminando hacia el N., apenas se sube una pe-
queipa altura, cuando se embarcan en él río Coclé, bajando al mar de Colón en
10 horas. Al mismo cantón pertenece el pequerlo pueblo de Olá^ cuyos habitan-
tes son indios, y tan celosos de sus mujeres é hijas, que no consienten se avecin-
de ningún extraño, aunque sea criollo ; de manera que sólo puede visitarse el
pueblo en las fiestas de su patrono ; tampoco se casan con indios ó indias de otra
jurisdicción, á lo cual se atribuye su corto vecindario de 200 almas ; se ocupan
en hacer loza.
Los Sanios es también cabecera de cantón, con 6,000 almas, caserío por lo
común de teja y sin nada de particular, si se exceptúa la iglesia parroquia), que
es buena ; es de temperatura cálida y malsana ; era villa en la dominación espa-
fiola, situada en el golfo de Parita, ocho leguas al S. \ SW. de Nata, á la em-
bocadura de un río que la surte de agua, y por haber sido la prímera que dio el
grito de independencia, se le dio el título de heroica ciudad; tiene su cantón un
terreno muy fértil en toda clase de frutos, y surte de provisiones á casi toda la
Provincia ; se crían ganados como en Nata, y hay á inmediacianes de la ciudad
una salina pequefia, de que se abastece su vecindario. En toda la Provincia de
Panamá se nota que los pueblos del interior están rodeados de cocales, para li-
bertarse de los rayos que caen con frecuencia y contra los cuales les sir\'en de pa-
rarrayos ; también se advierte que los cantones en donde hay habitantes de color
son Portobelo, Panamá y algunos en I>os Santos. Esta ciudad dista por mar de
su capital ICO millas.
XI. Santiago de Veraguas: ciudad capital de la provincia de Veraguas, bien
situada á los 8^ 12' de latitud N. y 81° 12' de longitud W., pero con temperatu-
ra húmeda y más ardiente que Panamá; tiene caserío de teja, ningún ediñcio im-
portante y aguas regulares ; caen muchos rayos en el invierno, y lo atribuyen los
naturales á las cercanías del mineral del Escudo de Veraguas ; fue provincia
erígida en ducado á favor de la familia de Colón en 1537 ; pero se incorporó lue-
go a la corona, dándosele el equivalente que producía su renta por el real tesoro.
A cinco leguas está Mesa, pueblo cabecera de un pequeño cantón, situado en
una alta explanada y con caserío de paja ; clima ardiente y algo húmedo ; y nm-
chas crías de ganado vacuno, caballar y de cerda. Alange, ciudad pequena,*<a^
6,000 almas, con el nombre de Santiago de Alange, á su fundación y cabecera del
cantón así llamado ó del partido que era de Chiriquí, se gobernaba bajo el do-
minio español por un Teniente Gobernador de Veraguas, y tiene min(*rales de
oro y abundantes crías de ganado de cerda y vacuno, haciéndose buenos quesos.
La ciudad de los Remedios^ situada al S. de la cordillera y al W. de Bahíahonda
I
Apéndice xJcv*
cerca del Pacifico sobre el río Santa Lucía, cabecera del cantón de Gaimi, era ''
bajo la dominación española la residencia de los Gobernadores de la Provincia, "^
y fueron muy productivas sus minas de oro de Lobaina ; en el cantón hay mu- ^
chas crías de ganado vacuno y caballar ; haciéndose del primero grandes sala-
zones, que remiten á los Chocoes en Centroamérica, para evitar el costo de llevar
las reses á Panamá, en donde por lo bajo de los precios no sacarían utilidad ;
también se establecieron crías de muías en 1824, tomando la iniciativa el Sr. '
Gallegos, y á esta empresa deberán en Panamá que no salga de su territorio el -'
dinero que invertían para adquirirlas de Piura y de Paita. En el mismo cantón '
hay abundancia de maderas exquisitas para construir buques en el Pacifico, y/,
también son muchos los lugares fértiles en que se produce gran cantidad de -
tabaco.
Las poblaciones del Chocó y Buenaventura son todas nacientes y con case-
río generalmente de paja. Buenaveniura, capital de la segunda Provincia, es la
ne está llamada, por su posición bella é importante, á ser la más considerable
Je ambos litorales, luego que se ponga expedita la peligrosa navegación del Da- '
gua, y se franquee el camino que sube á los valles del Cauca : dicha población
se compone de unas cuantas casas miserables habitadas por descendientes de
África, un cuartel con una corta guarnición, que cubre una pequeña batería, y
además la casa del Grobernador y la Aduana, formadas de guasguas ; está situada
en una pequeña isla cubierta de yerba, espinas, fango, serpientes y sapos ; se
exporta por su puerto aguardiente, azúcar y tabaco ; y reciben sal de Paita, ce-. '
bollas, Sombreros de paja, hamacas de jipijapa y otros artículos, y carne salada' ^
de Costa Rica en Centroamérica ; las provisiones son escasas, las aves lo mismo, ',
y caras; el pescado no es abundante, y se dice que es nocivo; se padecen disen- '
tenas ; admite su bahía buques de todas clases, que pueden entrar y salir á cual- ,
quiera hora sin peligro.
XIL Pasto: situada á 3,018 varas sobre el mar, en un pequeño valle rodeada
de montañas, á los i® 13' latitud N. y 76° 46' de longitud W. ; fundada en 1539 á"
92 millas SSW. de Popayán, con la advocación de San Juan y el sobrenombre'!
de Villaviciosa, á la falda de un volcán que ha cesado de arder desde 1 727, es )a'
capital de la Provincia, y toda ella, inclusas las cabeceras de sus cantones, se'
compone de poblaciones de mal caserío y poca importancia ; la temperatura me-,
dia de la ciudad es 11,5 de Reaumur como la de Bogotá ; su caserío era de teja/^
pero de mal aspecto, y buena su iglesia parroquial ; cinco templos de conventos"'
de frailes y uno de monjas, dos ermitas y calles regulares ; Jtodos sus edificios '
parece que se han arruinado en los terremotos del presente ano.
XIIL Pofayán : ciudad capital que fue del Departamento del Cauca y ahora í
déla Provincia de su nombre, la cual bajo la dominación española componía con'
Pasto el Gobierno de Popayán, fue fundada por Belalcázar el año de 1536 eñ*
una dilatada y espaciosa llanura; á los 2° 28' 38" de latitud N., y 76° 31' 30" dcf*
longitud W., bajo clima delicioso, cuya temperatura media es de 15 grados d^;
Reaumur, y á 900 varas sobre el mar; tiene calles anchas y rectas, aunque mal'
empedradas ; casas bonitas fabricadas de adobes con un solo cuerpo y muchas de
alto, como son todas las de la calle de Belén ; con buenas aceras enlosadas ; di-
ferentes edificios capaces de competir con los de las ciudades europeas ; variad
plazas ; catedral buena ; dos concentos de monjas ; un convento de franciscos^
misioneros, con un hermoso templo; y además otros tres de conventos de otras-
órdenes ; hospital de betlemitas ; varias iglesias y ermitas y diferentes estableci-
mientos de educación ; era ciudad muy rica, y se ha atrasado de resultas de la
guerra ; la rodea el río del Molino, para cuyo paso hay puentes que comunican
con los barrios del Callejón y del Arrabal ; hay casa de moneda fundada en
1749 ; se venden las provisiones en un gran número de tiendas, y se disfruta de
excelentes frutas y verduras de todas temperaturas, de carnes delicadas y de pan
exquisito de harinas de Pasto y de su mismo distrito; fabrican algunos tejidos
dé lana y reciben bayetas de Europa, sal de Bogotá y azúcar de .Cali ; son hom-
bres y mujeres de bella fisonomía y buenas costumbres; es país propenso á llu-
vias y tempestades, excepto en Junio, Julio y Agosto, que llueve poco y se expe-
rimenta más fresco ; se halla á corta distancia de los volcanes de Puracé y 2^-,
tara, y más inmediata al cerro poblado de árboles llamado de la M, por ser esta'
su figura.
Almaguer: ciudad cabecera de cantón, fundada en 1543, á 38 millas S. i
SW. de Popayán, en la cumbre de un montecillo situado en el llano de Guachi-
Nueva Gtografia de Colombia tomo I— P ^
xyvi Nueva GecxjRafia de Colombia
cono, formando aa triángulo con los páramos de Iscansé y de las Papas ; es de
clima fresco y territorio abundante en trigo, maíz, cebada, frutas y algún ganado.
Descendiendo de Popayán al gran valle que riega el Cauca, se pasan 50 6
60 millas en dirección á Caloto, en cuyo espacio se atraviesan el Paniquitá,
Ovejas y otros ríos que descienden al Cauca y se pasan por puentes, y hasta lle-
gar a Quilichao, pueblo del cantón de Caloto, se encuentran muchos cortos case-
ríos y casas de campo, ó cortijos espaciosos ; lugares fértiles y bastante bien
coltivados, y sitios mineros que se han reputado siempre por de grande impor-
tancia : el principal de éstos es el de las minas de Alegría^ en cuyas cercanías se
hallan las ae San Vicente, Dominguillo, Campo, Cerrogordo, Santa Marta, San
Miguel, Portugalete, Honduras y otras varias, de donde se saca oro y á cuyas
icmediaciones se ven cabanas rodeadas de platanales y otros mantenimientos,
d( que viven los negros que las benefician. Quilichao^ pueblo de caserío de paja.
e$tá muy bien situado y reúne las producciones de todos los climas. Caloto^ con
ricos minerales de oro y cabecera de cantón, es pequeña ciudad fundada en 1 543
á la parte occidental del Nevado del Huila, con caserío de paja y de teja, y tem-
peratura y producciones de tierra cálida. Pitayóy situado hacia la cordillera, es
poeblopjquefto, y en sus cercanías se coge quina, reputada p^r algunos como
saperíor á la de Loxa.
CaU: esotra cabscera de cantón y ciudad fundada en 1537 i 22 millas
NW. de Caloto, V 34 ó 36 de camino, atravesando el Cauca; su situaciones
pintoresca, y en la falda oriental de la cordillera occidental, con temperatura
cálida y saludable, y rodeida de huertas que la hacen muy amena; sus calles
son rectas, y sus edificios, de ladrillo ó de mampostería, bastante bien concluidos;
hay dos bellas parroquias y varios templos de conventos extinguidos, conser\'án-
dgse el de San Francisco ; la habitan muchas personas ricas, y la parte de co-
lor, que es bastante numerosa, se distingue por sus modales y disfruta entre los
blancos de una igualdad y armonía loables. Entre Caloto y Cali se pasa el Cau-
ca en canoa, y se ofrecen á la vista, en todo el tránsito, bosques de bambúes, de
guayabos y de otros árboles, hermoseados con diferentes clases de enredaderas;
en el mismo cantón se cultiva mucho y hay bueñas haciendas de caQa. Cali es
el lugar por donde trancan los de Popayán con el puerto de Buenaventura.
Siguiendo el curso del Cauca y en la bauda de Caloto, se halla la ciudad
de BugOy cabecera de cantón, fundada en 1588 á corta distancia del Cauca, con
calles y caserío regulares, y temperatura cálida y húmeda ; su valle lo riegan
varios riachuelos que descienden al precitado río. £n el intermedio con Caloto
se produce todo genero de frutos y es muy estimado el tabaco de Llano Grande,
pueblo situado á 20 ó 25 millas de Cali. A menor distancia de Buga, y en la
confluencia del Tului y el Cauca, se halla Tuluá, pueblo regular y cabecera de
cantón con iguales producciones, pero de temperatura más cálida y húmeda j
caserío de te]a y de paja.
A la parte opuesta del Cauca y 30 millas más abajo de Tuluá se encuentra
RoldaniüOy y á una legua, en la misma dirección, Toro^ próxima al mismo rio, y
ambas pequeñas ciudades cabeceras de cantón. Siguiendo el curso del Cauca se
halla cerca de su margen derecha la ciudad de Cartago^ fundada en 1540 entre los
ríos Otúny Quindío, y trasladada á fín del mismo siglo al lugar en que se encuen-
tra, á los 4^ 45' de latitud N. antes de la embocadura del río de la Vieja, nave-
sable en canoas y balsas ; dicha ciudad cabecera de cantón, ocupa un llano algo
elevado sobre el Cauca y á 1141 y dos tercias de vara sobre el mar, con caites
axKhas y rectas, una espaciosa plaza, buenos ediñcios, y cercanías alegres y bien
cultivadas ; siendo considerada por algunos como mejor que Cali, aunque su cli-
ma es más cálido ; era residencia de un Teniente Gobernador de Popayán, y en
su territorio S2 coge excelente tabaco; buen cacao, que diferencian por de vaina
amarilla y vaina morada ; café superior, cultivado hace muchos años ; muchas
clases de plátanos, cocos y otras frutas exquisitas ; variedad de flores y muchas
plantas medicinales. Su distrito ha solido ser acosado de la langosta ; dista 134
millas al N. i NE. de Popayán y 54 de Buga, en cuya segunda distancia sólo
tiene el Cauca un descenso de poco mis de 20 varas, pues esta ciudad se halla á
1^161 varas sobre el Océano. Más abajo de Cartago, antes de entrar el río ea
la Provincia de Antioquia, se halla sobre su orilla izquierda Anserma la I>Tutva^
ciudad fundada en 1532 sobre una colina; pequeAa, con salinas y minerales de
oro en sus cercanías ; sujeta á fuertes tronadas y rayos; y de territorio estériL
Más abajo aún, corre el río entre los pueblos de Anserma la Vieja á la izquieida^
y Caftago la Vieja á la derecha, recibiendo luego al Supía, cerca de cuya embo-
cadura está el pueblo del mismo nombre, cabecera del cantón más septentrional
Apéndice xxvU
do Popayán y comprendido antes en la Provincia de Antioquia ; el río Otún, del
cual se ha hablado, es muy rico en oro.
XIV. Antioquia : ciudad capital de su provincia, es cabecera de cantón fun-
dada en 1 541 en terreno igual y á la orilla del Tonuzco, tres cuartos de legui del
Cauca, y á los 6° 36' de latitud N. y 74° 36' de longitud W., en una elevación d€
650 varas sobre el mar, y con clima cálido, seco y sano, sin plaga; regulándose
de 20^ de Reaumur su temperatura media; fue lugar de un Gol^rnadoren tierki-
po de la dominación española, en que constaba la provincia de cuatro cabildos
y cuatro capitanías á guerra ; es de buenas calles y caserío bajo por lo general ;
reside en ella el Obispo; tiene dos regulares templos y varias capillas ; hayhuef-
tas en sus inmediaciones ; y son sus habitantes de carácter bondadoso y buena
moral, de constitución robusta y con aptitud para ciencias y artes, lo cual es ex-
tensivo á toda la provincia, en donde no obstante se nota mucha desidia y atra-
so, aunque menos que en tiempo de la dominación española. Sopttrán^ San Je-
rónimOf Sacaojaly Sabanalarga^ Buriticá^ Valle de SanAttdrés^ Cañasgordas^ Urrao^
Ocaidó, Ansáy Anutgd y TUiribi^ pertenecen á su jurisdicción, y son poblacióués
dedicadas al ramo de minas, a crías, y al cultivo, pero más al primer ramo.
MedelUn : rival de Antioquia, y residencia de las autoridades y tribunal
de apelaciones, es una bella ciudad a 31 millas S£. de Antioquia y situada, coli
20,000 almas, á 6^ 16' de latitud N. en un valle elevado 1768 varas sobre el mar
y bañada por el río de San Bartolomé, que descarga en el Cauca ; su tempera-
tura media es de 16 grados de Reaumur; tiene buenas calles y buen caserío, eie¿
lo agradable y cercanías amenas y pintorescas ; se dedican bastante sus habitan-
tes á la agricultura, y es la principal cabecera de cantón de la provincia £1 valle
de Medellín es el más lindo, el más poblado, el de temperatura más benigna y
el mejor cultivado de la provincia, abundando en provisiones y frutas de todas
clases; Estrella^ á 2,558 varas sobre el mar y 14.5 grados de temperatura media;
Envigado^ á 1,856 varas y 15-5 grados ; San Cristóbal^ á 2152 varas y 14 grados ;
Hatauiejo^ á 1,734 varas y 17 grados; Copacahatia, á 1,702 varas y 17.2 grados, y
Barbosa^ á 1,553 y ^^-3 gi^^dos de Reaumur, demuestran por su elevación y esta
temperatura media lo agradable de su situación. Rionegro^ ciudad pequeila de
16,000 almas y cabecera de cantón, está situada á 2,506 varas sobre el mar, con
calles tortuosas y caserío de teja, á 40 millas SE. de Antioquia y 10 de Medellín,
hacia las cabeceras del Rionegro ó Nuz, con temperatura media de 12 grados de
Reaumur ; San AnioniOy pueblo situado á igual elevación y con la misma tempe-
ratura; San Vicentey CouccpciÓHy Sanio Domingo ^ Zabaleta^ Santa Bdrbara^ Arma y
S^nsón^ pertenecen á su jurisdicción ; Rionegro se halla á los 6^ 13' de latitud N.
Marinilla : villa cabecera de cantón, a 2,467 varas sobre el mar, en los 6^
14' de latitud N. y con la temperatura media de 12.2 grados de Reaumur, está
situada en llano y es población de 6,000 almas, con calles desiguales y caserío
de teja y de paja ; el Peñol^ á 2,186 varas sobre el mar y 13 grados de temperatu-
ra media ; el Carmen^ San Carlos y Canoas^ son sus poblaciones principales, y en
todas ellas, lo mismo que en la de Rionegro, se dedican con preferencia á la ex-
plotación de minas, aunque no dejan de aplicarse á las crías y poco á la agricul-
tura, teniendo para ambos ramos fértiles campiñas. De Marinilla á Rionegro hay
tres cuartos de legua.
Santa Rosa, cerca del Porce, á (P 36' de latitud N y á 2,737 varas sobre el
mar y con 11.5 grados de temperatura media, es cabecera de cantón y villa de
5,000 almas ; su distrito es minero y comprende el valle de los Osos y las po*
biaciones de Yolombó y Catuán \ el Yarnmaly á 2,618 varas sobre el mar y tem-
peratura media de 12 grados ; Don Matias, á 2,555 varas y de igual temperatura ;
Carolina ó Claras, á 2,169 varas y 13 grados; y San Pedro, á 2,737 varas y 1 1.5
grados de Reaumur. Remedios, ciudad antigua, de calles angostas y caserío de
paja, á 75 millas ENE. de Antioquia y álos 7^ 10' de latitud N., fundada en 15.59
en terreno cálido y malsano, es cabecera de cantón, y en su jurisdicción abundan
las culebras, sapos y zancudos, cultivándose poco el cacao, para el cual hay ex-
celentes tierras y alguna caña y algodón, de que fabrican tejidos ordinarios, pero
prefiriéndose la explotación de oro ; la riega el río Pacuna, anuente del Necní, y
se comprenden en su cantón la ciudad de Cáceres, fundada en I57^ 7 trasladada
de diferentes sitios, hasta que se estableció en 1588 en el lugar en que se ha-
lla, á los 7*^ 48' de latitud N., enfermiza y con mal caserío y peor piso, á una
legua del Cauca ; Zaragoza es otra ciudad fundada en 1581 á la derecha delNe-
chí, con clima cálido también y malsano, calles irregulares y caserío de paja, á
los 7^ 54' de latitud N., y célebre por sus muchos lavaderos de oro. Todo el can-
tón se compone de habitantes desidiosos, y son caras y escasas las provisiones,
xxvjii Nueva Geograf/a pe Colombia
XV, Neiva : ciudad capital de su provincia, fue fundada en 1550^ con la ad-
vocación de la Cotuepción del Valle de Nema^ en el lugar donde existe la Villa-
. vieja, adonde permaneció hasta 1569 en que la destruyeron los indios pijaos;
;má!s adelante, en 161 2 se pobló en la llanura en que se halla, sobre la orilla de-
jecha del Magdalena, á o| leguas de su primitivo lugar, y tiene calles anchas,
^rectas y desempedradas y caserío de teja y de paja ; una parroquia y una capilla ;
.y temperatura ardiente, pero que no impide que las aguas del Magdalena sean
muy frías, como procedentes de los páramos que hay á corta distancia; se pre-
fieren para beber las cristalinas de dos arroyuelos que atraviesan la ciudad, pues
aquéllas llevan un color verdoso, aunque no son desagradables. Neiva es esca-
sa 4e víveres, aunque bastante provista de maíz y plátanos ; las harinas que con*
¿ume son de Bogotá ; y el azúcar, del cantón de la Mesa en la misma provincia,
j6 de la Plata ; los habitantes padecen el mal de San Lázaro, lepra y cotos ; se
Jes r^uta como desidiosos, y tienen por Timaná relaciones de comercio con los
indios andaquíes, á quienes llevan cuchillos, espejos, abalorios y otras cosas de
Soco valor ; recibiendo en cambio cera de una blancura extraordinaria y barniz
el que antes se ha hablado.
Neiva es ciudad pobre, y lo mismo su provincia, aunque tienen elementos
para enriquecerse; el principal atraso de una parte de la misma ha provenido
del terremoto ocurrido en x6 de Noviembre de 1827, en cuya ocasión se unieron
los cerros de Guapotón y del Grifo, que represaron el río Suaza, formando un
lago de dos leguas y media de largo y una de ancho, con 100 varas de profundi-
dad en algunas partes ; en esta ocasión se inundó el pueblo de Guadalupe ó
Viciosa, perdiéndose en la provincia 1.000,000 de árboles de cacao ; el cultivo del
café se halla en su infancia. La ciudad de Neiva está á 622 varas sobre el mar
y á los 3° 7' 30" de latitud N. y 75° 28' de longitud W., siendo su temperatura
media de 21.5 grados de Reaumur ; se nota que en las cercanías de la misma
ciudad no aparecen cocodrilos.
A cuatro leguas de Neiva, y en una llanura al pie de la cordillera y ca-
mino para Popayán, se halla la Villa de Guagua^ con caserío de paja y abundan-
cia de mantenimientos; sus producciones principales son maíz, plátanos y gana-
dos; á seis leguas de la anterior y en el mismo camino se halla el pueblo del
Retiro^ bien situado en una mesa alta, con caserío de la misma clase y terreno
productivo en maíz, cada, arroz y plátanos, pero sólo para el consumo de su cor-
to vecindario; ambos pueblos son de temperatura cálida. A dos leguas y media
está el pequeño de Iquira, de mejor temperatura, y á tres más el de Yaguaráy en
donde los vecinos se mantienen escarbando la tierra para sacar algún oro ; vi-
viendo en la mayor holgazanería en este y otros lugares, en que disfrutarían co-
modidad si se aplicaran á labrar la tierra. Frente á Neiva hay otro lugarcillo
llamado San Attdtés, en donde también recogen oro, y cerca del de San Antonio^
situado en las tierras frías de la cordillera oriental, se cogen muchas legumbres.
Antes de Neiva y después que se deja el cantón de Fusagasugá caminan-
do de Bogotá á aquella ciudad, se pasa el Ñfagdalenaen canoa cerca del sitio de
la Arenosa, en donde lleva 250 varas de ancho y seis ú ocho de profundidad :
desde este paso hay media legua & la villa de Puñficaciótiy cabecera de cantón y
situada en una mesa alta, á la izquierda del mismo río, con calles arregladas y
caserío de paja ; esta población es la mejor de la provincia, aunque de tempe-
ratura muy calida; se halla á los ^ 2' de latitud N., y es abundante en caña,
maíz, plátanos y otras frutas, y crias de ganado vacuno y de cerda, que expor-
tan para otras provincias ; también se produce cacao y se recoge oro cerca del
Magdalena. Al W. de Purificación se encuentra el pueblo del Chaparral^ sitaado
á las faldas de la cordillera de Quindío, en una extensa llanura y con mucha ce-
lebridad por sus minerales de oro y por las tempestades que se experimentan en
sus alrededores, especialmente cuando soplan los vientos del NE. en la estaci6n
lluviosa ; la atmósfera siempre está cargada de vapores en la misma dirección.
Descendiendo del Chaparral á buscar por Coyaima el camino que sale de
la Purificación á Neiva, se pasa el Saldafia en canoa ; este río, sombreado de
Í>almeras en sus orillas, arrastra mucho oro que recogen los habitantes en vanos
avaderos. Coyaima es un pequeño pueblo situado en la pendiente de las mismas
montanas, y en tiempo de la dominación española estaban los indígenas obliga-
dos á satisfacer el tributo con oro en polvo del que sacan lavando la tierra ; en
el Chaparral hay una mina de petróleo. El camino dicho de la Purificación corre
seis leguas hasta el pueblo de Anatagaima^ pasándose los ríos Ilarco y Guaguar-
eo ; tcdo el tránsito es llano, y el pueblo está situado en sabana, con corto nume-
ro de casas de paja, temperatura cálida y producciones de tierra caliente en cor*
Apéndice xxix
ta cantidad; el terreno de Anatagaíma es muy auríferoi aunque menos que el
de Coyaima, y los indígenas estaban sujetos á las mismas reglas para el pa£[Q
del tributo. A la parte opuesta en la cordillera oriental se hallan los pueblos de
Páramo y Alpujarra, y en la misma los Uafios de Tafur^ de donde baja el Rio-
negro á formar el de Prado.
A una legua de camino de Anatagaima se pasa el Anchique, i otra el
Guaguarquito, á otra el Yaco y á dos el Pata ; entre las embocaduras del prime-
ro y del cuarto en el Magdalena se avanz i un estribo de la cordillera del pára-
mo de Iraca, y estrecha á dicho río contra otro, que desciende de la cordillera
oriental ; desde este punto principian unos bosques muy espesos ; y á media legua
se vuelve á pasar el Magdalena, para seguir por Villavieja á Neiva. Villavieja^
perteneciente á este útlimo cantón y en una llanura á corta distancia de la ribe-
ra derecha del mismo río, es un pueblo miserable, con casas de paja, clima ai-
diente y producciones poco abundantes ; á la parte opuesta del no se halla el
pueblito de Aipe y siguiendo de Villavieja á Neiva se pasa el Fortalecillas, que
baja de la cordillera oriental y corre al Magdalena entre bosques y márgenes
deliciosas, en donde se respira un aire embalsamado por las flores olorosas que
hay en todos aquellos lugares.
Desde Yaguará continúa el camino de Neiva hacia la ciudad de la Plata
y Popayán, atravesando por el pueblo de la Carnicería y el paso del Páez ; di-
cho pueblo está situado en una llanura de clima agradable, con caserío de paja
y cortas producciones de maíz y plátanos. La Plata^ á los 2^ 23' de latitud N. y
05^ 28* de longitud W., á 51 millas SSW. de Neiva, es ciudad cabecera de can*
ton, también con caserío de paja desordenado ; situada á 1,255 varas sobre el mar,
en el terreno quebrado de un angosto valle, por donde continúa el mismo cami*
no hacia el páramo de Guanacas ; con clima templado de 19^ de Reaumur ; abun-
dante en caña, maíz y plátanos, y con varios tambos y pueblos miserables en
aquella dirección, contándose entre éstos los del Pedregal é Intá. En la misma
Ü endiente de la cordillera se ve el pueblito de Saiita Rosa^ y sobre las orillas del
1 lucos se saca sal de la mina de Segovia^ pero en corta cantidad ; Naime^ Ya-
quiva y Ceja^ más arriba del Pedregal, y Paicol, Piial^ Itaibe y San Attdrét^ más
abajo de éstos y de la Plata, son pueblos de poca importancia. Más al S. de la
Plata y hacia al Magdalena se hallan San Antonio^ Naranjal^ Boquerón y Yagua,
TÜmand, villa fundada en 1538 entre la corriente del Magdalena y del
Suaza, pero más próxima á la margen derecha del primero, es cabecera de can-
tón, y después de Purificación y Neiva, la población más importante de la pro-
vincia por sus ricas producciones, en especial algodón, cera y ganados ; ha esta-
do siempre sujeta á incursiones de indios infieles, siendo bastante numerosos los.
andaquíes. Timaná en el i® 58' de latitud N. y 75° 30* de longitud W., dista 74
millas al S. i SW. de Neiva.
XVI. Mariquita : ciudad capital de provincia y cabecera de cantón, funda-
da en 1 550 con la denominación de San Sebastián del Oro, en el país del Cacique
Marqueta, y trasladadaluégoála llanura ei que se halla, á la falda de un monte
y orillas del río Gualí, á 8 millas W. de Honda, por donde descarga el mismo en
el Magdalena, es de temperatura ardiente, á los 5^ 13' de latitud N. y 74° 6* de
longitud W., y fue el paraje donde falleció en 1597 el conquistador de la Nue-
va Granada, cuyos restos se trasladaron á Bogotá ; tuvo mucha riqueza y esplen-
dor en aquel tiempo, era considerada como la ciudad más opulenta por la abun-
dancia de sus minas de oro, para lo cual había casa de fundición ; tenía una bue-
na parroquia, tres templos de conventos y tres ermitas, con buenas calles y ca-
serío regular ; pero se dice que est4 reducida á un caserío miserable ; todos los
habitantes padecen de cotos.
J/onda, cabecera de cantón, situada á la orilla occidental del Magdalena,
á 278 varas sobre el mar, es el puerto de Mariquita y tuvo principio de una cor-
ta población establecida para el comercio, habiéndosele dado el título de villa
en 1643 ; su posición es a los 5° 12' de latitud N. y 73° 58' de longitud W., y su
temperatura media de 24 grados de Reaumur ; pero no obstante lo cálido de su
clima, es salubre aunque sujeta á mucha plaga de zancudos ; es población cre-
cida, y residía en ella un Juez de puertos, para el embarco y desembarco de las
mercancías que pasaban por la aduana; fue arruinada en el terremoto de 1805»
época en que tenía buenos edificios, parroquia, tres conventos, un colegio, un
hospital y una ermita; le han quedado algunas casas buenas; y se han edifica-
do otras en sus calles empedradas y sacadas á cordel ; la divide en dos el Guali,
que es un torrente impetuoso, el cual se pasa por un puente de madera ; y hay
CQ RiosecQt no lejos de la ciudad, minas de petróleo. El calor sofocante de Hoq-
XXX Nueva Geografía de Colombia
da se debe en gran parte á la poca ventilación del valle en que se halla, rodea-
do de montañas.
Al mismo cantón pertenece Ambalentay pueblo que era de la jurisdicción
de Tocaima, comprendida antes en el gobierno de Mariquita ; situado en la con-
fluencia del Recio con el Magdalena, á 24 millas por elevación más arriba de
Honda ; de mal caserío, y cuyas plantaciones de tabaco son considerables ; esta
producción se coge en todo el cantón, y además cacao, maíz, cafia y toda espe-
cie de frutos de tierra caliente, siendo también general la plaga dicha de zancu-
dos y la de garrapatas, y venenosas y grandes culebras. Bajando de Bogotá y
Guaduas, directamente á Ambalema, se encuentra dominando al Magdalena el
pueblo de San Juan, bellamente situado y con regular caserío.
La Palma^ cabecera de otro cantón, á 18 muías N£ \ E. de Honda, sobre
el Rionegro y á la parte oriental del Magdalena, es ciudad antigua, de tempera-
tura menos fuerte que Honda ; abundante en todo su territorio de las produccio-
nes anotadas, pero en especial de caña, de que fabrican buen azúcar y hacen
buenas conservas ; y además de algodón, cuya cosecha constituía antes su princi-
pal riqueza, empleándolo en tejidos de varias clases : dicha población es de ca-
serío regular.
Raguéy fundada en 1550 á 49 millas S. \ SW. de Mariquita, entre el río
Chipalo y el Combeima, afluente del Cuello, y en una elevación de 702 tocsas ó
'1^37 varas sobre el mar y en la pendiente oriental del pasaje de Quindío, es ciu-
dad de clima cálido y salubre y cabecera de cantón, muy importante por sus la-
vaderos de oro en los mismos ríos, por la abundancia de sus ganados vacuno y
caballar, y por la variedad de sus producciones vegetales, como cacao, arroz, caña,
maíz, yuca, batatas y muchas frutas ; dicha población, llamada cuando se fundó,
San Bonifacio de Ihaguéy tuvo su primer asiento en el valle de las I.inz^s, de
donde se trasladó el año de 1551 al lugar que ocupa ; su caserío es regu.uf y lo
mismo sus calles ; hay una parroquia y dos templos de convento», y se reputa á
sus naturales como de buen carácter é ingenio.
Dirigiéndose de Ibaguc á entrar en la Provincia de Neiva, y siguiendo por
el sitio llamado la Puerta de San Francisco^ se atraviesa antes el Cuello, cuyas
cristalinas aguas corren por una cañada profunda y deliciosa, donde se nota una
admirable vegetación que ss aunoienta á proporción de su descenso, viajándose á
la sombra de palmeras y otros árboles colosales, por tierras cubiertas de yerbas
siempre verdes y lozanas. Cerca de la Puerta principia Xa planicie de LlanograU"
de, en cuyos pastos se ven numerosas crías ; en la misma Puerta está la entrada
al camino de Espinal^ pueblo situado sobre el Magdalena; ^ del que se dirige al
Guarno^ y la del que sale para Mira flores y San Luis : estos tres pueblos están si-
tuados al principio, á la mitad y cerca de la embocadura del río Luisa en el
Magdalena, ocupando b2llas posiciones en su orilla derecha. Guamo es de cli-
ma cálido y abundante en frutos de su tempzratura; Miraflores es de clima deli-
cioso y en terreno más elevado que San Luis, en la pendiente oriental déla mis-
ma cordillora &e Quindío ; para llegar á los tres puebles hay que pasar el Luisa,
cuyo curso se dirige por una cañada de suma aridez y de tránsito muy peligroso
en la travesía á San Luis, pues desciende entre concavidades profundas, que pa-
rece haberse formado de resultas de algún terremoto. En las cañadas del Cuello
se cosecha excelente tabaco, y en las cercanías de San Luis mucha azúcar ; este
pueblo se halla bellamente situado, y las brisas refrescan constantemc.te su tem-
peratura ; su caserío vuelve á reponerse dt;l grande incendio que consumió la mi-
tad hace doce años ; casi todos sus habitantes tienen coto ; además se les ve cu-
biertos de lepra negra si son blancos, y de lepra blanca si son negros. También
hay minerales de plata en las montañas vecinas al mismo pueblo, desde el cual
salen caminos para la Purificación, Coyaima y Chaparral.
XVIL Pore: ciudad capital de la provincia de Casanare y cabecera de can-
tón, á orilla del río de su nombre, el cual sigue con el de Ariporo hasta descargar
en el Meta; situada en llano álos 5° 34' de latitud N. y 72° 20' de longitud \V.,
con temperatura cálida y malsana, y caserío de poca importancia, tiene territorio
abundante en producciones de tierra cálida; y sus habitantes, además délas
crías, se dedican á la curtimbrc de pieles, de que hacen algún tráfico ; los de-
más lugares de la provincia se componen de miserables caseríos y de varias mi-
siones, en cuyo fomento se toma mucho interés; toda ella principiará á tomar
importancia con la siembra del tabaco curaseca^ que por decreto de 3 de Junio
de este ano se permite sembrar á las márgenes del Pauto ; pero con el solo objeto
de exportarlo fuera de la Nueva Granada, con el cuatro por ciento de alcabala,
y según parece para proveer á Guayana, aprovechándose del descuido que ha^
Apéndice xxit
en fomentar este cultivo dentro de dicho territorioVenezolano. Casanare adelan-
tará más, si llega á plantearse el beneficio del gusano de seda descubierto y reco-
nocido en este año, y cuyos capullos son más grandes que los de ultramar. Las
aduanas de Casanare están situadas en Arauca y en Guanapalo^ cerca aquélla del
Arauca, y ésta en la confluencia del río de su nombre y el Meta, hacia los lími-
tes con Venezuela.
•'s'
C) CAMINOS
Los caminos de la Nueva Granada son malos por lo común, y algu-
nos de mucho peligro y con rodeos de gran extensión ; bien q^ue entre las aten-
ciones de la actual administración se propende mucho á su meiora, ya admitien-
do empresarios que han tomado de su cuenta y con varios privilegios la apertura
ó rectificación de algunos ; ó ya invitando á otros, según ha practicado en estos
últimos días, para establecer uno carretero al través del Istmo de Panamá, cuyo
tráfico se hace subiendo el río Chagres ; los que remontan p^r dicho río llegan
con canoas hasta el pueblo de Cruces, y este es el punto donde se depositan los
cargamentos ; desde allí los transportan en bestias hasta Panamá, bajando por un
camino de seis ó siete leguas sin atravesar ningún río ni cerro alguno elevado,
pues se compone de cortos declives, pero con bastante penalidad, si no se han
repuesto los empedrados y subsisten los profundos fangales formados por su dete-
rioro ; las caballerías llevan herraduras, y cuando los cargamentos son en tanta
cantidad que las recuas no bastan, hay peones que los conducen distribuidos en
agajes, denominados motetes y los conductores motcteros : éstos cargan como bes-
tias, pues uno solo lleva á cuestas un barril de harina de ocho arrobas ó más.
Otra travesía que merecería desecharse, si fuera posible, ó que exige mu-
cha composición, porque es, sobre penosa, temible, es la del páramo de Guana-
cas, por donde croza el camino principal de Bogotá á Popayán y Quito : desde
/futra. Provincia de Neiva, en especial, principia su fragosidad por espacio de
II leguas hasta la Plata : hasta el Pedregal ^ox otras seis se mejora algo, y debe
estar adelantado el puente de mampostería principiado para sustituir al de guas*
guas ; desde el Pedregal por cuatro leguas á Inzá es peor ; y más aun por otras
seis hasta el sitio de Corrales^ donde hace gran frío por hallarse al pie de lo más
crudo del páramo, adonde se llega caminando por entre piedras y mucha agua de
la qué brota la cordillera por todas partes, bajándose luégo|por grandes atascade-
ros hasta el tambo de Gabriel IJpez, distante seis leguas de aquél y en cuyo tránsito
se respira un aire pestilente, causado por las muchas caballerías que perecen de
frío y de cansancio ; siguiendo otras cinco leguas hasta el pueblo de Totoró, ju-
risdicción de Popayán, el frío es menor y el camino resbaladizo y pantanoso;
la estación de los fuertes temporales del paramo se experimenta en Junio, Julio
y Agosto ; desde las alturas que dominan á Totoró se ve la ciudad de Popayán.
y caminando legua y media desde dicho pueblo se llega al de Paniquitá, de mal
caserío pero de calles bien alineadas y con una bonita parroquia ; á cuatro leguas
se pasa el Cauca por un puente de cuatro ojos, y se anda otra hasta Popayán, dis-
frutando la vista de muchas casas de campo y tierras bien cultivadas ; desde Iqui-
ra á Popayán se gastan siete ú ocho días; la travesía de la misma cordillera pa-
sándola por el camino que sale á los 4^ de latitud N. desde el Chaparral ha-
cia Tulua, conocido por sendero de Barragán, se ha mejorado recientemente por
una empresa.
YX camino de Cali para Buenaventura buscando el embarcadero del Da-
gua al través de la cordillera occidental, es penosísimo, y tal su estrechez, que
puede reputarse como una senda resbaladiza, en que se pasa un mismo torrente
muchas veces y se viaja por bosques impenetrables y canjilones atascosos, tar*
dándose cinco días hasta las Juntas, pueblito bellamente situado en la confluen-
cia del Pepita y del Dagua y concurrido por los traficantes de Cali, pero escaso
de provisiones; desde las Juntas se baja el Dagua en canoas largas y estrechas
que los negros conducen con suma destreza, salvando los peligros de su corrien-
te impetuosa por entre rocas y remolinos, hasta el Salto, en donde es necesario
txxtt
Nueva Geografía de Colombia
pasar las canoas por tierra hasta las Bodtgas^ ó tomar otras con que se llega al
Saltico^ cuyo espacio no es menos peligroso ; desde el caserío situado en este pun-
o, la corriente del río pierde la violencia con que desciende ; pero continúa sien-
do fuerte hasta el pueblito de la Crut^ en donde ya es navegable sin peligro, y
de mucho ancho "y* profundidad hasta Buenaventura, en cuyas cercanías corre
con suma lentitud, sin notarse en sus orillas ningún cocodrilo, excepto á su em-
bocadura; todo este litoral está cortado por canales naturales que facilitan las
comunicaciones del Pacífico con el mar de las Antillas por el San Juan y el Atra»
to ; regulándose por algunos, que saliendo desde Buenaventura á tomar el Calima
para descender al San Tuan, y subiendo luego al río San Pablo, se llega por éste
en un día al istmo del mismo nombre, el cual se atraviesa en cuatro horas ; se
vuelve á tomar embarcación en el Quibdó ó Quitó, se desciende al Atrato, y se
continúa por éste hacia su embocadura. Desde Buenaventura se gastan, pues, por
esta vía aos días al Calima y al San Juan ; seis subiendo por éste al San Pa-
blo; uno al istmo predicho, y ocho al mar de Colón.
Hecha descripción en las provincias de otros caminos, se tomará más co-
nocimiento de todas las distancias y de sus rodeos por el cuadro siguiente :
poblaciones prin-
CIVALSS
Antioquia
"Buenaventura
Mariquita... .
'Cartagena
Porc
Neiva
Panamá
Pamplona
Pasto
Popayán
Riohacha
Santamarta...
Socorro
Tunja
Vélcz
Veraguas
Quibdó
Mompós
da distiincia en
milloa á Bo^tá
por eleriidón
169
184
60
359
86
114
302
202
277
194
425
405
%
105
474
156
280
Rumbo á que
demoran
N. W.
W. i S. w.
N. W. i \V.
N. N. W.
N. E. i E.
S. W.
N. W.
N. E.
S. W.
s.w.
N. i N. E.
N.
N.N. E.
N. \ N. E.
N. i N. E.
N. W. i W.
N. W. i \V.
N. i N W.
Le^as de camino que ae abo-
nan á los Representantes y
Senadores decadn provincia, 7
cantidad aaignadn de viátioo
por cada una
rJu
60
140
22
220
60
65
ICO
186
134
270
240
60
30
42
340
140
189
Reales (velMa)
poruña
16
16
12
16
16
16
16
16
16
16
16
16
16
12
12
f6
16
16
Las leguas de camino entre las poblaciones no están mensuradas, y es ar-
bitrario señalarlas; graduándolas de 20 al grado entre Bogotá y Quito, y ntrela
misma capital y San Antonio de Táchira en dircxión á Caracas, se regulan de
la manera siguiente ;
Apéndice
XXXIII
POBLACIONES
LEGUAS
Quito
Guayabamba
Tupigachi
San Pablo
Ibarra
Tucará
Tusa
Rinconada
Pastos (Ipiales)
Malave
Cuarchu
Yanquer (Yacnaoqacr)...
Pasto
Menescs |(hacicnda)..
Ortega (hacienda)....
Berruecos (sitio)
Ventaquemada
Total de Quito á
l'OllLACIONES
LEGUAS
POBLACIONES
LEGUAS
Sombrerillo
Venta del Alto
Patía....
Quilcasé
Timbio
Popayán
Malvasa
Alto de Guanacos..
Rionegro (río)
La Plata (río)
Paicol
Domingo Arias
Tambo
Nciva
4
4
7
9
2
4
10
Villavieja..
Mercad illo.
Prado
Batatas (sitio) 7
Cangrejo (sitio) 5
Tocaima lo
Guayabal (sitio) 6
Boca del Monte 3
Bogotá lo
Zipaquirá 12
lo • Chocontá lo
4 I Tunja- 8
Cerinza lo
Sativa 8
Tipaqueque 9
Tequia 9
Chitagá 12
Pamplona 8
9 I S. José de Cúcuta... II
7 I S. Ant9deTáchira... 3
000
5
7
3
5
4
5
5
2
4
5
4
4
4
2
4
4
Bogotá, 219 ; de Bogotá á San Antonio de Táchira, ico.
9
5
7
6
8
6
El mismo camino, jvariando algunos tránsitos y en leguas arbitrarías para
marcha de tropas, es el siguiente :
Bogotá
Usaquén
Puente del Común..
Caserío de S. Vicente
Chocontá
Hatoviejo
Ventaquemada.
Boyaca
Tunja
Paipa...
Duitama
b« • • •■•
co
2\
Z\
9
3
2
5
4
4
7
2
Bogotá
Fontibón
Cuatroesquinas
Venta de Bojacá —
Id. de Tenasucá —
Tena
Mesa
Anapoima
Juntas de Apulo....
Tocaima
Dos-Caminos
Río Fusagasugá....
Cangrejo (sitio) —
Quebradahonda
Santa Rosa
Arenosa (sitio)
Purífícación
Anatagaima
Tambo de Pata
Villavieja
Nerita
Guagua, dejando el
camino de Domin-
00
2
2
3
2
2
2
2^
2
2
oi !
2 .
3
6 '
6
5 '
6i
Santa Rosa
Cerinza
Sativa
Susacón
Soatá
Capitanejo
Llano-Enciso
Concepción...;
Cerrito
Hato del Jurao
Paso del páramo
3
2i
6
4
3
6
5
6
2
i^
go Arias, que es
más llano pero des-
poblado
Retiro
Iquira
Carnicería
Río Páez (canoa). .
Ciudad de la Plata
Chapetón (venta) .
Cuevas (tambo)....
Pedregal
Sitio del Viboral...
Inza
Ceja (tambo)
Corrales (sitio).. ■•
Gab. López (tam ).
Totoró
Paniquitá
Popayán
Timbio
Quilcasé
Arboles (sitio)
Bordo (pueblo)
4
6
2i
6
oi
4i
I
2
3
2
2
3
3
6
5
5
4
2
5
4
Almorzadero y Chi-
tagá Si
Cácota 4Í
Pamplona 3
Chopo 2
Apartaderos. 3
Chinácota al Rosario
de Cúcuta 9
Total 107
Patía
Río (iuachicono
Mercaderes
Puente del Mayo...
Berruecos (sitio)
Ortega (hacienda)..
Meneses (hacienda).
Pastt
Vanquer
Guaitará (puente)...
Túquerres
Pastos
Tulcán
Guaca.
Tusa
Puntal....
Ibarra
San Antonio
Otábalo
Tabacundo.. .....
Guayabamba
Ouito
2i
4
6
4^
7
5i
2i
5i
4i
2i
5
7
2
31
3
3
10
2
3
6
5
5
Total desde Bogotá. 23-1
Nueva Gtografla de Colombia
TOMO I — E
kxxiV Nueva Geografía de Colombia
Después del trabajo del geógraío Montenegro, natural es in-
sertar la Memoria del célebre ingeniero granadino Francisco José
de Caldas, escrita para servir de editorial del primer número de
JE7 Semanario de la Nurja Granada^ por cuanto en ella condensó con
mano maestra el estado de los conocimientos geográficos en los
momentos mismos en que la antigua colonia iba á separarse de la
madre Patria para constituirse en nación independiente.
ESTADO de la geografía del Virreinato de Santa f¿ de Bogotá, con relación á la
economía y al comercio, por D. Francisco José de Caldas, individuo meritorio de
la Expedición Botánica del Reino, y encargado del Observatorio Astronómico de
esta capital.
.... La Geografía — tt tan necesaria al
Estado, como lo puede ser á un propietario el
conocimiento perfecto de sus heredades.
Arbiquibab, Cari. 4, n. 15, pég, 90
El Sematiario del ¿Xuevo Reino de Granada va á comenzar por el estado en
que se halla su Geografía. Los conocimientos geográficos son el termómetro con
que se mide la ilustración, el comercio, la agricultura y la prosperidad de un
pueblo. Su estupidez y su barbarie siempre es proporcionada á su ignorancia en
este punto. La Geografía es la base fundamental de toda especulación política ;
ella da la extensión del país sobre que se quiere obrar, enseña las relaciones que
tiene con los demás pueblos de la tierra, la bondad de sus costas, los ríos nave-
gables, las montañas que le atraviesan, los valles que éstas forman, las distan-
cias recíprocas de las poblaciones, los caminos establecidos, los que se pueden
establecer, el clim?, la temperatura, la elevación sobre el mar de todos los pun-
tos> el genio y las costumbres de sus habitantes, las producciones espontáneas y
las que pueden domiciliarse con el arte. Este es el grande objeto de la Geogra-
fía económica, tan antigua como nuestras necesidades ; y el Semanario, consa-
grado principalmente á la felicidad de esta Colonia, no puede abrirse de una
manera más digna, que presentando el cuadro de nuestros conocimientos geo-
gráñcos. Aquí veremos los pasos que hemos dado, lo que sabemos, lo que igno-
ramos, y mediremos la distancia á que nos hallamos de la prosperidad : aquí
aprenderemos á dirigir nuestros esfuerzos hacia aquel punto que más nos intere-
sa, y nos desnudaremos de las preocupaciones que nos oprimen y que retardan
la felicidad del Reino. Si alguna ve^^. se censuran los usos establecidos, no es la
maledicencia, no es la crítica amarga la que nos mueve : es, sí, el amor que
profesamos al país en que hemos visto la luz.
Para evitar confusión y simplificar nuestras ideas, llamo Nueva Granada á
todos los países sujetos al Virreinato de Santafé, y bajo esta denominación com-
prendo el Nuevo Reino, la Tierra Firme y la Provincia de Quito. Esle bello y
rico país está situado en el corazón de la zona tórrida en la América Meridional.
Se extiende, de N. á S., desde los I2° de latitud boreal hasta los 5^ 30' de la-
titud austral, y de Oriente á Poniente, desde los 60^ hasta los 76® 50' al Occi-
dente del Observatorio Real de Cádiz. Sobre el mar del Sur tiene cerca de 500
leguas de costa, desde el Golfo Dulce hasta la ensenada de Tumbez : aquél lo
separa de la Costa Rica en Guatemala, y esta del Virreinato del Perú. Desde
Tumbez, por un arco no bien determinado, va al Amazonas, más arriba de Jaén
de Bracamoros, sigue por la orilla meridional de este río hasta Loreto; aquí se
cambia á la del Norte, y en la embocadura del Iza, separándose del Mará non,
se interna en el continente hasta el Orinoco por países desconocidos hasta la
embocadura del Apure. Subiendo éste y el Sararc, toca en la cordillera de Cu-
enta, busca las cabeceras del Táchira, sigue su curso hasta su embocadura en
San Faustino, atraviesa hasta las montafias de los Motilones y Goajiros, y si-
guiendo éstas, va á terminar en el Cabo de la Vela. En el mar Atlántico posee
350 leguas, desde este punto hasta el río de las Culebras, que lo separa de Gua-
temala.
A P ¿ N P í C E XXXV
Este inmenso recinto de ñgura irregular ocupa sobre la superñcie del globo
67,200 leguas cuadradas, de á 6,610 varas castellanas cada una. Un plano hori-
zontal y dilatado al Oriente (los ílancs de San Juan, Casanare, &c.)» otro á Oc-
cidente, aunque menor (Chocó, costa propiamente tal. Barbacoas, Esmeraldas y
Guayaquil), terminan el territorio de la Nueva Granada. El primero continúa
hasta la Guayana, y el segundo hasta el Pacíñco : éste, poblado de bosques ele-
vados tan antiguos como la tierra que los produce; aquél tiene espacios inmen-
sos cubiertos de gramíneas ; y ambos cortados en diferentes direcciones por ríos
caudalosos que llevan sus aguas, los unos al Este y los otros al Poniente del
Nuevo Mundo. En medio de estas llanuras se eleva la famosa cadena de mon«
tañas llamada de los Artdís^ que después de tomar su origen en las tierras Ma-
gallánicas, atraviesa á Chile, Perú, la Nueva Granada, México, y va á ter-
minar al Norte de la América. La parte que nos toca de esta inmensa cordille-
ra comienza en Ix)ja. A esta latitud (4^ 30' S.) su elevación es mediana, y forma
un solo cuerpo. Así continúa hasta el Asuay por 2^ 23' de latitud austral. Tiene
este nombre un grupo de rocas cuyas cimas casi tocan el término de la nieve
permanente (2,480 toesas, ó 5,786 varas). Aquí se divide en dos ramos bien ca-
racterizados, paralelos entre sí en la dirección del meridiano, y dejan en medio un
valle angosto, muy elevado (1,460 toesas) y largo, en que están fas poblaciones
de Riobamba (1,424 toesas), Ambato (1,334 toesas), Latacunga (1,425 toesas) y
Quito (1,440). A la derecha se levantan las cimas majestuosas de Capacurcu
(2,730 toesas), Tunguragua (2,620 toesas), Cotopaxi (2,950 toesas) y Cayambur
(3»030 toesas) ; á la izquierda el Chimborazo (3,220 toesas), Ylinisa (2,717), Pi*
chincha (2,430) y otras, todas cubiertas de una nieve eterna, y de cuyo seno se
ha elevado muchas veces la llama desoladora. En este trozo los Andes llegan al
máximum de su altura (3,220 toesas) ; Mojanda (1,916 toesas), Imbabura (2,333),
volcanes apagados, Cotacache (2,567 toesas), Yanaurcu (2,000 toesas) y las mon-
tañas de Guaca presentan un recinto desigual, cortado por muchos ríos que
reunidos forman el Mira. Aquí están los corregimientos de Otábalo y de Ibarra.
En Tulcán (por o^ 48' latitud boreal) vuelven a renacer los dos ramos paralelos
de los Andes con dirección al Norte, y abrazan el valle de los Pastos, quizá el
más elevado del Universo. Tres cimas ardiendo (el Azufral, Cumbal y Pasto), y
otra tranquila (Chiles) terminan su horizonte. Un corte profundo, lecho del cau-
daloso Guáitara, lo separa de la ciudad de Pasto. Esta ocupa el centro de un
pequeño valle circular coronado al Occidente por su volcán (2,300 toesas) : mil
arroyos forman dos ríos que se reúnen dentro de la misma población, y unos hom-
bres tan sencillos como laboriosos habitan la parte más bella de los Andes. Desde
estfi paralelo (i^ 15' latitud boreal) la cordillera pierde un tercio de su altura,
sus ramos se reúnen y no presenta sino un país montañoso y desigual. De re-
pente se precipita hacia el medio en Mercaderes (i^ 50' latitud boreal), y forma
en su centro un valle profundo, angosto, abrasador, y regado de tres ríos princi-
pales (Quilcasé, Guachicono y San Jorge) que van á formar el Patías. Desde
este bajo nivel (349 toesas), que tiene apariencias de abismo, se descubren las
cimas de las montañas vecinas, y aun los velos eternos de los Andes, á una dis-
tancia prodigiosa. Aquí se separan otra vez los dos ramos para no volver á con-
fundirse jamás. El fondo de los Patías se levanta á 2° 10' de latitud boreal, y
queda establecido el valle espacioso y desigual de Popayán á una elevación (900
toesas) y a una temperatura (de 10 á 18^, y casi siempre 15^ de Reaumur) que
parece inventada por los- poetas. La cadena oriental recobra toda su altura y
presenta las puntas nevadas del Zotará (2,300 toesas), Coconuco (2,500 toesas),
Huila (2,800 toesas) y Tolima (2,819 toesas), y exactamente en la dirección del
meridiano, va á terminar en las cercanías de Mompós. La Occidental, siempre
paralela á la primera y á 8 ó 10 leguas de distancia, pasa al Oeste de Cali, Car-
tago, Antioquia ; arroja un ramo al Norte, y vuelve al Noroeste á formar el Ist-
mo de Panamá. Cerca de Popayán (1° 50' latitud boreal) se desprende un ramo
principal con dirección al Nordeste *, pasa por Santafé de Bogotá y Mérida, y
va á terminar hacia Caracas. Al Norte de Pamplona se ramiñca de diversos mo-
dos en la Goajira, y termina en la soberbia sierra de Santamarta.
Todas las aguas de Loja, Cuenca, Quito, Ibarra, Pastos, Pasto y Patías, en
una palabra, todos los ríos de la parte meridional del Virreinato rompen la cor-
dillera, y se abren paso los unos al Este (las Juntas en Loja, Paute en Cuenca,
• Este ramo es conocido hoy con el nombre de Cordillera oriental ; y el <jue divide Ifi
boya del ICagdalena de las llanuras orientales.- A,
XXXVI Nueva Geogilvfia de Colombia
y Patate cerca de Ambato), y los otros al Oeste (Catamayo, Le6n, Mira y Pa-
lias). En Popayán, á los 2° 20' Je la línea, las cosas mudan de aspecto. Los ties
ramos de la cordillera, semejantes á un muro impenetrable, no presentan ya nin-
guna brecha, y los ríos toman su curso hacia el Norte. Tales son el Atrato, Cau-
ca y Magdalena. El primero baña un país bajo y cubierto de selvas intermina-
bles; el segundo el valle nivelado y fecundo de Buga y el suelo desigual de la
Provincia de Antioquia ; en fin, el tercero riega el Timaná, Neiva, Honda, Mom-
pós, y descarga en el Océano entre Cartagena y Santamaría.
Clima — Un calor abrasador y constante (de 27 á 30*^ Rcaumur) reina en las
llanuras que hacen basa á esta soberbia cadena de montañas. El hombre que
habita estas regiones se desarrolla con velocidad, y adquiere una estatura gigan-
tesca ; pero sus movimientos son lentos, y una voz lánguida y pausada, unida á
un rostro descarnado y pálido, anuncian que estas regiones no son las mí'is ven-
tajosas para el aumento de la espacie humana. Palmeras colosales, maderas pre-
ciosas, resinas, bálsamo;, frutos deliciosos, son los productos de los bosques in-
terminables qu2 cubren est )s países ardientes. Aquí habita el tigre (Felis onza, L.)
el mono, el perezoso; aquí se arrastran serpientes venenosas; y aquí el crótalo
horroroso (la Cascabel) amenaza á todo viviente en estas soledades. Esta es la
patria del mosquito insoportable, y de esos ejércitos numerosos de insectos, entre
los cuales unos son molestos, otros inocentes, éstos brillantes, aquéllos temibles.
Las aguas cálidas de los ríos anchurosos están pobladas de peces, y en sus orillas
viven la rana, la tortuga, mil lagartos de escalas diferentes; y el enorme coco-
drilo (caimán) ejerce sin rival un imperio tan ilimitado como cruel.
La región mcJia de los Andes (desde 900 hasta 1,500 toesas), con un clima
dulce y moderado (de 10 á 19° Reaumur), produce árboles de alguna elevación,
legumbres, hortalizas saludables, mieses, todos los dones de Ceres ; hombres ro-
bustos, mujeres hermosas de bellos colores, son el patrimonio de este suelo feliz.
Lejos del veneno mortal de las serpientes, libres del molesto aguijón de los in-
sectos, pasean sus moradores los campos y las selvas con entera libertad. El buey,
la cabra, la oveja, le ofrecen sus despojos y le acompañan en sus fatigas. El
ciervo, la danta (Tapirus, L.), el oso, el conejo, &c., pueblan los lugares a donde
no ha llegado el imperio del hombre.
La parte superior (desde 1,500 hasta 2,300 toesas), bajo de un cielo nebuloso
y frío, no produce sino matas, pequeños arbustos y gramíneas. Los musgos, las
algas y demás criptógamos ponen término á toda vegetación á 2,2So toesas so-
bre el mar. Los seres vivientes huyen de estos climas rigurosos, y muy pocos se
atreven á escalar estas espantosas montañas. De este nivel hacia arriba ya no se
descubren sino arenas estériles, rocas desnudas, hielos eternos, soledad y nieblas.
Clima^ productos — Esta pintura de los Andes ecuatoriales nos manifiesta que^
basta descender 2,400 toesas para pasar rápidamente de las nieves polares alo
calores del Senegal; que aquí se acercan las extremidades de nuestro globo, y
se tocan y confunden la zona tórrida y la glacial. Nosotros vemos encerradas en
el pequeño espacio de 10 á 14 leguas todas las temperaturas de la tierra, y todas
las presiones atmosféricas bajo las cuales puede respirar el hombre. Mientras que
en los países situados fuera de los trópicos el calor y el frío, la verdura y los
frutos se suceden con relación al lugar que ocupa el sol en la eclíptica, en nues-
tros Andes todo es permanente. Nieves tan antiguas como el mundo siempre han
cubierto la frente majestuosa de nuestras montañas; las selvas nunca han de-
puesto su follaje; las flores y los frutos jamás han faltado en nuestros campos, y
los calores del estío siempre^han abrasado nuestras costas y nuestros valles. Cuan-
do unas noches dilatadas siguen á unas días rápidos, cuando días largos prece-
den á noches momentáneas en los países septentrionales y antarticos, aquí un
equinoccio eterno, una igualdad inalterable ha existido desde la creación. Los
astros siempre han subido perpendiculares al horizonte, y el sol siempie nos ha
vivificado doce horas con su presencia, y otras tantas nos ha dejado para el des-
canso y para el sueño.
Esta asombrosa variedad de producciones, de temperaturas y de presión, en
lugares tan poco distantes, es preciso que haya influido sobre el carácter y las
costumbres de los pueblos que habitan la basa de la cordillera, ó sobre ella. En
efecto, ¡qué rasgos tan diferentes y decisivos no se advierten entre el hombre de
la costa y el de la cima de los Andes! El ojo menos penetrante y observador
distingue al momposino del pamplonés, al que respira el aire abrasador de Gua-
yaquil del que vive en la dulce temperatura de Cuenca; y el salvaje del Orinoco
en nada se parece al rústico de Quito. Hay pocos puntos sobre la superficie del
Apéndice xxxvii
globo más ventajosos para observar, y se puede decir para tocar, el influjo del
clima y de los alimentos sobre la constitución física del hombre, sobre su ca-
rácter, sus virtudes y sus vicios.
Razas — ToJos los habitantes (cerca de tres millones, inclusos los bárbaros)
de esta bella porción de la América se pueden dividir en sahajes y en hombres
chnlizados. Los primeros son aquellas tribus errantes sin más arte que la caza y
la pesca, sin otras leyes que sus usos, que mantienen su independencia con su
barbarie, y en quienes no se hallan otras virtudes que carecer de algunos vicios
de los pueblos civilizados. Tales son las hordas del Darién, Chocó, Mainas, Su-
cumbios, Orinoco, Andaquíes y Goajira. Los segundos son los que unidos en
sociedad viven bajo las leyes suaves y humanas del Monarca españ il. Entre
éstos se distinguen tres razas de origen diferente: el indio indígena del país, el
europeo su conquistador, y el africano introducido después del descubrimiento
del Nuevo Mundo. Entiendo por europeos no sólo los que han nacido en esa
parte de la tierra, sino también sus hijos que, conservando la pureza de su ori-
gen, jamás se han mezclado con las demás castas. A éstos se conoce en la Amé-
rica con el nombre de criollos^ y constituyen la nobleza del nuevo continente
cuando sus padres la han tenido en su país natal. De la mezcla del indio, del
europeo y del negro, cruzados de todos modos y en proporciones diferentes, pro-
viene el mestizo, el cuarterón, el mulato, &c., y forman el pueblo bajo de esta
Colonia.
La posición geográñca de la Nueva Granada parece que la destina al co*
mercio del Universo. Situada bajo de la línea, á iguales distancias de México y
de California por el Norte, como de Chile y Patagonia por el Sur, ocupa el cen-
tro del nuevo continente. A la derecha tiene todas las riquezas septentrionales, ¿
la izquierda todas las producciones del Mediodía de la América. Con puertos
sobre el Pacífico y puertos sobre el Atlántico, en medio de la inmensa extensión
de los mares, lejos de los huracanes y de los carámbanos de las extremidades
polares de los continentes, puede llií\jr sus especulaciones mercantiles desde
donde nace el sol hasta el ocaso. Mejor situada que Tiro y que Alejandría, pue-
de acumular en su seno los perfumes del Asia, el marfil africano, la industria
europea, las pieles del Norte, la ballena del Mediodía, y cuanto produce la su-
perficie de nuestro globo. Ya me parece que esta Colonia afortunada recoge con
una mano las producciones del hemisferio en que domina la Osa, y con la otra
la del opuesto; me parece que se liga con todas las naciones, y que lleva al polo
los frutos de la línea, y á la línea las producciones del polo. Convengamos : nada
hay mejor situado en el Viejo ni en el Nuevo Mundo que la Nueva Granada. No
nos deslumhremos con las riquezas dií México, ni con la plata del Potosí. Nada
tenemos qué envidiar á estas regiones tan ponderadas. Nuestros Andes son tan
ricos como aquéllos, y el lugar que ocupamos es el primero. El Perú arrincona-
do allá sobre una zona estéril en las costas del Pacínco ; México, con una situa-
ción más feliz en los confines de la zona tórrida y templada, ; pueden contar
como nosotros con el prodigioso número de ríos, de estos canales cavados por las
manos de la naturaleza, por donde algún díi deben correr nuestras riquezas des-
de el centro hasta las extremidades t Buenosaires, el Brasil, la Guayana, Cara-
cas, las Provincias independientes del Norte, el Canadá, &c., no pueden venir al
Sur sin correr los peligros de Magallanes, y no pueden pasar al Oriente sin visi-
tar el cabo más meridional del África, tan temido de los navegantes. La Nueva
Granada tiene en su arbitrio mandar sus buques á la China y á la Europa, á la
Groenlandia y á Kamtschatka, sin contar con aquellas puntas borrascosas que
tanto retardan el comercio de las naciones. Esta es nuestra situación, y estas son
las relaciones que tenemos con todos los pueblos de la tierri. Volvamos ahora
nuestros ojos sobre nosotros mismos, registremos los Departamentos de nuestra
propia casa, y veamos si la disposición interna de esta Colonia corresponde al lu-
gar afortunado que ocupa sobre el globo.
La extremidad septentrional del Virreinato, la parte más estrecha del nuevo
continente, la que constituye el Istmo de Panamá, el más célebre del Universo,
debió llamar la atención de todos los ]>olíticos desde la época de su descubri-
miento. Una lengua de tierra de 15 leguas de ancho, cortada en todos sentidos
por ríos que van á desembocar directamente á los dos mares, cuyas montanas
apenas merecen este nombre, llamaba á su reconocimiento á todos los geógrafos
y á todos los estadista*. No se puede oír sin humillación que hayan corrido 300
años desde aquella época, y que hasta hoy no tengamos un plano que nos dé
idea del interior del país, de las proporciones ó de las dificultades de la navega-
xxxviu Nueva Geografía de Colombia
ción de csós ríos, de su origen y de la posibilidad de unirlos. Há mucho tiempo
que se habla del A trato, de su inmediación á San Juan, del Arrastradero de
San Pablo, y que se ha mirado como fácil la unión del Pacíñco con el Atlántico.
Pero ; qué hemos hecho con estas esperanzas lisonjeras ? No hemos dado un
solo paso en esta materia importante y capaz de hacer mudar de aspecto las
ideas mercantiles de la América *
La inmensa extensión de terreno que ocupan nuestras costas en el Pacífico
(500 leguas) desde Veraguas hasta Tumbez, los ríos caudalosos que bajan de los
Andes occidentales, y la forma de esta cadena de montañas, apenas nos son co-
nocidos. Cartas miserables, cartas sin detalles, cartas contradictorias, más pro*
pias para inspirar dudas que para dar luces, son las que forman el Atlas maríti-
mo y terrestre de la parte accidental de psta Colonia. Los académicos del Ecua-
dor levantaron una pequeña parte de esta costa en 1736» y hasta 1790 nada ha-
bíamos adelantado scbre este objeto interesante. Las corbetas de S. M. Descu-
bierta y Atrevida derramaron algunas luces sobre estas regiones tenebrosas ; pero
han dejado mucho qué desear á los sabios, y creo que la mies está todavía in-
tacta y reservada á la Expedición de costas que actualmente trabaja en el Sur.
Aun cuando estos marinos nos hagan conocer la hidrografía de nuestras costas,
el interior del país nos será por mucho tiempo desconocido. Las pocas noticias
que tenemos de estas regiones nos hacen desear vivamente que se acerque el
tiempo de su reconocimiento. En efecto, el Chocó, Barbacoas, y todo lo com-
prendido dentro de la cordilleía y las costas, tienen caracteres que deben inte-
resar al botánico, al geologista, al político, al litólogo, al geógrafo y alfisico.
Paisaje — I^a parte baja y marítima de estos países la constituye una zona
horizontal de 12 á 15 leguas de anchura, baja, anegadiza en gran parte, cruzada
por mil ríos caudalosos, que ya se separan, ya se reúnen, que forman un archi-
piélago continuo en sus embocaduras, y que lentos y perezosos se dej^n balan-
cear de Oriente á Occidente por las fuerzas de la luna á muchas leguas dentro
del continente. Después el terreno va elevándose por grados insensibles, se co-
mienzan á ver pequeñas colinas, y las aguas corren con alguna velocidad. Más
adentro el país se escarpa, y levantan su frente soberbia los Andes. Diez mil
arroyos se precipitan de su cima : aquí forman cascadas vistosas, allá torrentes
acelerados; reunidos á grupos, forman rí'^.s enormes, en que vórtices terri-
bles, pasos peligrosos detienen al navegante, y en ñn, en un plano menos incli-
nado, se acercan al Océano con paso majestuoso y tranquilo. Todo este país está
enteramente cubierto de selvas colosales, en donde una vegetación vigorosa no
deja otros vacíos que los que les disputan las ondas. Aromas, bálsamos, maderas
preciosas, palmeras diferentes, yerbas medicinales, flores desconocidas, aves vis-
tosas, bandadas de zahinos (Sus tajassu, I^.\ familias numerosas de monos, anfi-
bios diferentes, insectos útiles, reptiles venenosos, llaman á los naturalistas. Po-
cas poblaciones, algunos grupos de chozas pajizas sembradas á largas distancias
y siempre en las orillas de los ríos, es lo único habitado de este inmenso país.
Algunos indios á medio civilizar, pocas castas, muchos negros (25,000), constitu-
yen su población. Este, robusto, sano, bien constituido y desnudo, unas veces
recorre con alegría y con intrepidez los peligros de sus ríos, ó atraviesa los bos-
ques despreciando el veneno mortal de las serpientes, contra quienes tiene reme-
dios victoriosos, que oculta, como el Bracman los dogmas de su religión ; otras
cubierto de sudor, sumergido hasta la rodilla en el agua, y armado de una ro-
' busta barra, agota todas sus fuerzas para arrancar de las entrañas de la tierra el
oro y el platino. El maíz, la yuca y el plátano, unidos á la pesca abundante de
sus anchurosos ríos, forman su subsistencia. Acostumbrados á la servidumbre, se
sujetan con facilidad á la voz imperiosa de un solo hombre, á quien pudieran
despreciar impunemente. Confinados en un rincón de estos bosques inmensos,
entregados sin reserva á enriquecer á su dueño, separados del resto de los hom-
bres, ignoran como el trapista todas las vicisitudes y todas las revoluciones del
género humano. Todos los días de su vida son iguales, y á sus ojos parece que
el tiempo ha perdido su imperio, y que todas las cosas se han fijado para siem-
pre. Su ambición se limita á merecer el mando de su tribu, y su codicia á reco-
ger el valor de su persona y de sus hijos.
* Bs de desear que se publique la excelente Repreaentaoión que D, Joeó Ignacio
Pombo diri^rid al Consulado de Cartaf^ena, en 14 de Mayo de 1807, sobro el reconocimiento
del Atrato, Siuú y San Juan, Aquí se hallan noticiiis interesantes y mira.1 vastas sobre un
canal de comuDicaclón entre el Océano Atl&ntico 7 el Pacifico, con otras relati%'a« k nuestr*
oavegación internen.
Apéndice xxkíx
Sin ideas, sin otros conocimientos que los de sus bosques y de sus ríos,
nada desea, y vive contento en el centro de una barraca miserable. Con un poco
más de humanidad en sus sefiores, con más cuidado en su parte moral, estos
hombres serian, en el seno mismo de la ignorancia y de la esclavitud, unos seres
dichosos. Los animales domésticos, que hacen las riquezas verdaderas y las co-
modidades de la vida, son desconocidos de estos moradores : el buey, la oveja, la
cabra no pueden existir en medio de bosques elevados y sombríos en donde faltan
las gramas y los alegres pastos ; y el caballo, el asno y el mulo les son absolu-
tamente inútiles. £n efecto, en un suelo cortado por todas partes de ríos nave-
gables no puede hacer papel el más bello y el más noble de los cuadrúpedos.
De aquí la falta de los productos de estos seres vivientes, y la necesidad de men-
digarlos de sus vecinos (Antioquia, Cali, Pastos, Quito, &c.). Aquí no existe ni
aun la sombra de la industria, y las pocas telas que consumen nuestras costas
occidentales van de Quito ó de Europa por diferentes puntos. Llueve la mayor
parte del afio. Ejércitos inmensos de nubes se lanzan en la atmósfera del seno
del Océano Pacífico : el viento Oeste, que reina constantemente en estos mares,
las arroja dentro del continente ; los Andes las detienen en la mitad de la carre-
ra ; aquí se acumulan y dan á esas montafías un aspecto sombrío y amenazador ;
el cielo desaparece ; por todas partes no se ven sino nubes pesadas y negras que
amenazan á todo viviente ; una calma sufocante sobreviene ; este es el momento
terrible : ráfagas de viento dislocadas arracan árboles enormes ; explosiones eléc-
tricas, truenos espantosos ; los ríos salen de su lecho, el mar se enfurece, olas in-
mensas vienen á estrellarse sobre las costas ; el cielo se confunde con la tierra, y
todo parece que anuncia la ruina del universo. En medio de este conñicto el
viajero empalidece, cuando el habitante del Chocó duerme tranquilo en el seno
de su familia. Una larga experiencia le ha enseñado que las resultas de estas
convulsiones de la naturaleza son pocas veces funestas, que todo se reduce á luz,
agua, ruido, y que dentro de pocas horas se restablece el equilibrio y la serenidad.
En medio de este país hay una zona ó capa de cascajo, de arenas, de pie-
dras, de arcillas diferentes, paralela al horizonte, y encerrada entre límites bien
estrechos. El término inferior comienza á 8o ó cuando más á lOo varas, y el su-
perior acaba á 800 ú 820 sobre el nivel del Océano, y su grueso, como se ve, es
de unas 720 varas poco más ó menos. Dentro de estos límites se halla la región
del oro, y ellos constituyen, por decirlo así, los confines de la patria de este pre-
cioso metal, mezclado siempre con el platino indomable por tantos años. Enci-
ma ó bajo del nivel de esta famosa capa nunca se ha hallado un grano de oro,
y jamás se ha visto un átomo de platino. De ella es de donde han salido las ma-
sas asombrosas de estos metales ; aquí en donde se han formado fortunas extra-
ordinarias; y aquí están encerradas las esperanzas y la codicia del propietario
del Chocó. La zona del oro ^ paralela al horizonte, corre sobre toda la arca de
estos países, y sobre ella descansan los Andes occidentales. Por consiguiente,
á proporción que se retira del mar, se hunde más y más en la masa de la cordi-
llera, y se hace más difícil la extracción del oro y el platino. El terreno est& de
tal modo dispuesto, que esta capa se presenta á la superficie en un espacio de
10 á 12 leguas de ancho. I^s esfuerzos de muchos millares de negros nohan bas-
tado para agotar esta parte desde el descubrimiento de este fico país. La rique-
za de esta zona no es constante : en unas partes se acumula el oro ; en otras está
diseminado : aquello se llama tope^ y esto pobreta de la mina. Pero lo más sin-
gular, y lo que debe fijar la atención del filósofo, es que en el Chocó, en la costa
propiamente tal, y en Barbacoas, los productos corresponden á las esperanzas.
Desde este paralelo (i° 30' latitud boreal) comienza á disminuir poco á poco la
bondad de la mina ; á un grado, apenas recompensa los gastos y las fatigas del
minero, y desaparece enteramente bajo del ecuador. Al otro lado de la línea
todo muda de aspecto. No se oyen ya los nombres de venero, mina, oro, platino;
la industria, el cacao, el algodón, sales, maderas, cambio, comercio, son las
riquezas, á la verdad más sólidas, de la parte meridional de nuestras costas. Nu-
merosas vacadas y los más bellos caballos son los frutos de 1-as pampas dilata-
das de Guayaquil.
¡ Cuántas miras, cuántos proyectos importantes haría nacer en la cabeza
de un político una buena corografía del Chocó, Costa, Barbacoas, Esmeraldas y
Guayaquil ! Minas excelentes, animales raros, medicamentos desconocidos, ca-
minos fáciles, ramos nuevos de comercio y de industria serían los frutos de una
expedición que se mandase á los países occidentales de esta Colonia.
El trozo del Virreinato encerrado entre los dos ramos de la cordillera que
hemos descrito, desde 4° 30' de latitud austral hasta 2° 30' de latitud boreal, es
XL Nueva Geografía de Colombia
decir, desde Loja hasta Popayán, es un país alto, volcánico, erizado de montañas
las más elevadas del universo : precipicios canales profundos por donde corren
con velocidad las aguas de los ríos, valles pequeños, algunos ardientes y malsanos,
otros altos y deliciosos, caracterizan esta porción de la Nueva (iranada. Los pue-
blos que la habitan son agricultores, industriosos y sagaces. Apenas tienen idea del
arte de explotarlas minas, á pesar de tenerlas tan ricas como el Perú; pero en re-
compensa tienen países cultivados, micscs, frutos, artes, rebafios y todo cuanto
puede hacer cómoda la vida. Lo 3 producios de su agricultura y de su industria
arrastran á estos países elevados, con el oro del Chocó y la plata del Perú, el lujo
y la voluptuosidad. Aquí el hombre, bajo de un clima sereno y con ocupaciones
más análogas á su constitución, se ha multiplicado maravillosamente. Cuando en
otros puntos de esta Colonia apenas quedan algunos indios, tristes reliquias de una
nación que agoniza, aquí el grueso de la población lo constituyen los iadigenas
de estos países. Su azote son los volcanes. Estas montañas temibles arden tranqui-
lamente loo ó más anos, y se borraría hasta la memoria de sus desastres, si de
cuando en cuando no amenazasen á estos moradores con bramidos sordos y con
temblores. Cuando se hallan más tranquilos, cuando su industria se ha multipli-
cado, cuando se juzgan más felices, de repente se inflama el Tunguragua, el Co-
topaxi ú otro. Columnas, vórtices de humo negro y espeso mezclado con las lla-
mas oscurecen la atmósfera. Nubes de arena, piedras enormes se lanzan en los
aires ; ruidos subterráneos, bramidos, sacudimientos terribles, avenidas de agua
y de lodo llevan á todas partes la desolación y la muerte. Aquí se abre la tierra,
allí se hunde una montaña, más allá perece una población. Los ríos mudan de
curso, los edificios se desploman, y una gran parte de su población desaparece en
un momento. Tales han sido las catástrofes horrorosas que ha padecido esta pre-
ciosa porción del Virreinato, y tal (\i¿ la famosa de Febrero de 1797. Vo he vis-
to con asombro los vestigios de esti erupción para siempre memorable ; pero la
calma y la serenidad ha sucedido en los ánimos de esos moradores. Olvidados
de las calamidades pasadas, reedifican con alegría sus poblaciones, y el hijo eri-
ge su casa sobre el sepulcro de sus padres. Kl hombre se acostumbra á todo : este
ser miserable y mortal se familiariza con todos los horrores.
Estos pueblos, separados del resto de los hombres por los Andas, no tie-
nen otro recurso para llevar con velocidad y con ventajas su industria y los pro-
ductos de sus campos á las provincias marítimas, que atravesar la cordillera.
Por fortuna para estos pueblos industriosos todos sus ríos rompen esta formida-
ble cadena de montañas. Los unos van á desembocar en el Pacifico, y los otros á
engrosar el Amazonas. Aquéllos abren paso cómodo á las costas del Sur y evi-
tan la subida y la bajada de la cordillera, empresa difícil y capaz por sí sola de
hacer encallar los proyectos más lisonjeros ; y éstos los ligan con el interior del
continente. Si estos pueblos quieren prosperar, si desean que su agricultura no
se limite á su consumo, y que su industria dé ocupación á muchas manos, es pre-
ciso que comiencen esta grande obra con conocer bien sus ríos y su cordillera.
Es verdad que esta es la parte más conocida y la única que puede gloriarse de
tener una carta geográfica que merezca este nombre. Ix)s académicos del Ecua-
dor y sus compaileros hicieron muchas observaciones, y nos dejaron trabajos in-
mortales, tan útiles al sistema del universo como á la economía de estas provin-
cias. Maldonado, este ilustre quiteño, después de abrirse paso por los Andes al
Océano, después de haber puesto los fundamentos al Gobierno de Esmeraldas^
de haber recorrido los Canelos, Bombonaza, Pastaza y Marañen, levantó la car-
ta de la Provincia de Quito, y el más bello monumento de su ilustración y pa-
triotismo. La muerte le detuvo en la mitad de su carrera. Ah ! jamás llcraremos
dignamente la pérdida de este hombre grande que proyectaba nuestra felicidad.
Si conocemos una parte de sus acciones, la debemos á una pluma extranjera (de
la Condamine). ¡ Ingratos, casi hemos olvidado su memoria ! Las más célebres
academias de la Europa han pronunciado sus elogios, y sus compatriotas apenas
le conocen. El quiteño se afana por pasar á la posteridad el nombre de un Juez
que le compuso una calle, y ha olvidado erigir un monumento al hombre más
grande que ha producido ese suelo. El elogio histórico de este geógrafo debía
muy bien ocupar los talentos de sus conciudadanos.
Del valle de Pasto y sus cercanías descienden ríos considerables (Guáitara,
Juanambú y Mayo) que se reúnen al Patías, de que vamos á tratar inmediatamen-
te, y dudo que hasta hoy se haya hecho alguna tentativa para reconocerlos. Al
Este tiene la ciudad de Pa.slo una senda a Sebondoy, cabecera del Putumayo
Apéndice xlI
que va al Orinoco y al Marañen igualmente. Los Pastos tienen además el pésimo
camino de Barbacoas, y no se ha pensado en mejorarlo en 300 años de existen-
cia. Se cree que el terreno no permite otro mejor ; pero ; se ha buscado por al-
jrún inteligente? ; Sobre qué hechos se funda esta aserción voluntaria? En fin,
Popayán, que parece el país más encerrado de la Nueva Granada, tiene el recurso
ciel Patía, río caudaloso y del más bien situado de toda la cordillera para esta-
blecer una pronta comunicación con todas las provincias marítimas del Sur. Los
habitantes de esta ciudad hasta hoy no han fijado su atención sino sobre la cor-
dillera. Todos sus esfuerzos se han dirigido & montar este soberbio muro, á diri-
gir sus rutas al acaso, sin principios y sin luces. Si en lugar de vaguear sobre las
cimas de sus Andes hubieran reconocido el curso del Patías, tal vez se hallarían
hoy en posesión de un camino expedito y cómodo, que llevase sus frutos á Barba-
coas, á Tumaco y á todos los puntos de la Costa. £1 valle de los Patías es de los
más bajos, y en él se reúnen las aguas de más 40 leguas de la cordillera. Los ríos
de Timbío y Quilcasé lo bañan por el Norte y lo atraviesan de Norte á Sur ;
por aquí se descargan en su fondo Guachicono y Saa Jorge, y van á unirse con
los primeros en la parte más austral de este valle abrasador. Pocas leguas más
abajo recibe por el Sudeste á Mayo, Juanambú y Guáitara, ríos caudalosos y que
no se vadean en ningún tiempo del año. Hasta hoy .ignoramos los que recibe
por el Poniente, que bajan de las montañas de Sindagua.
Cuando vi en 1801 el caudal de todos estos ríos, cuando el barómetro me
enseñó su nivel, cuando he reflexionado sobre todo el curso del Patía, no he po-
dido dejar de concebir fundadas esperanzas de que algún día los moradores de
Popayán, y principalmente los propietarios de este fecundo valle, hagan esfuer-
zos para salir de la cordillera que los mantiene confinados. La navegación del
Palta es muy interesante, no sólo á Popayán, sino también á Pasto, á los Pastos,
á Barbacoas y á la Costa, y merece que entremos en algunos pormenores. En la
embocadura del Guáitara (por i^ 28' latitud boreal) ha recogido el Patía las
aguas de 75 leguas de Norte á Sur, y 25 de Oriente á Poniente, es decir, las
aguas de un área de 1875 leguas cuadradas. Este es justamente el punto en que
comienza á cortar la cordillera para salir á bañar las llanuras de Barbacoas.
¡ Qué caudal de aguas tan asombroso no se habrá reunido en este lugar ! Pregun-
to: ;será navegable en esta latitud el Patía? El barómetro se suspendió en las
orillas de Guachicono, cinco leguas antes de su embocadura en Quilcasé, en
313.3 líneas cuando el termómetro indicaba 20° de Reaumur. Esta presión at-
mosférica con esta temperatura nos dice que el valle de los Patías y las aguas
del Guachicono están sobre el nivel del Océano Pacífico 816 varas castellanas
solamente. ¿ Cuánto habrán bajado de este nivel hasta la reunión de tod js los
ríos del valle ? El curso del Patía, contado desde el lugar de mi observación
hasta su embocadura en el Océano, tiene 65 leguas de 20 al grado. De aquí se
infiere legítimamente que las aguas de este río caudaloso corren sobre un plano
inclinado que tiene 429,650 varas de largo y sólo 816 de altura. Las más senci-
llas nociones de la hidráulica bastan para conocer que el Patía no puede correr
con una velocidad que se oponga á la navegación, ni puede presentar ya saltos
ni cataratas que la interrumpan sin recurso. Puede ser que tenga algunos lugares
estrechos y que allí acelere su velocidad; puede ser que algunas piedras en su
lecho, y que el arte puede remover, dificulten el paso en algunos puntos *. Yo
termino este particular ya demasiado largo aconsejando á los moradores de Po-
payán que reunidos formen una expedición para reconocer el curso del Patía
desde la confluencia de Guachicono y Quilcasé hasta Barbacoas ; que esta em-
presa debe confiarse á unas manos inteligentes ; que se ha de temer mucho de
los charlatanes, que la harían abortar en su cuna; que cierren los oídos á las de-
clamaciones de los que prefieren sus intereses á los del público; y en fin, que
• D. Gregorio Ángulo, vecino distinguido de Popayán, que ho navegado la mayor par»
te del Futía, me ha comunicado con fecha 6 do Diciembre de 18()7, his noticias HÍguientcs :
••Bl río de loe Patín» es niiveguble desde Ins juntas de (¿uih-nsó y Tiinbio hasta el sitio de
Cumbitard ; en 14 horas so navega en balsa este troKO, y se haría má« pronto en barca. Por
tierra se gastan cuatro días en recorrer el mismo camino. Dende CumOitará comienza á estre-
charse el río entre las rocas de la coi-dillera, y presenta angosturas y raudales hasta el sitio
del Gundual. Desde aquí es navegable hasta el Océano.^'
Por esta relación se viene en conocimiento que el Patía es navegable en toda la ex-
tensión de su curso, excepto las pocas leguas en que atraviesa la cordillera, v también que
carece de cataratas. Todo esto confirma lo q^ue hemos dicho sobre la posibilidad de una na-
vegación expedita ];>or el Patía, y debe animar á loa habitantes de Popayán y Poato para
Terificar su reconocimiento,
líueva Gfúgrafía de Colombia tomo i — Y
kui Nueva Geografía de Colombia
animados con las graiuk's esperanzas de hacer variar el aspecto y los intereses de
su patria, sostengan el proyecto con la fírmeza y la constancia que hacen el fon-
do de su carácter.
El Cauca nace al Mediodía del volcán de los Coconucos por 2*^ de latitud
boreal, serpentea sobre las llanuras heladas de Paletará, se precipita en medio
de rocas escarpadas, y sale majestuoso á regar las campiñas pintorescas de las
cercanías de Popayán; después vuelve su curso al Norte, riega el valle espacioso
de Cali, pasa por Arma, Antioquia, y se une al Magdalena en Tacaloa por 9°
26* latitud boreal. En Gelimí, i)or 3^ de latitud, marcha ya con paso mesurado
y comienza á ser navegable. Se dice que cerca de Cartago y en Antioquia hay
dos cataratas [i] que interrumpen la navegación de este río caudaloso, y que arrui-
nan las esperanzas de los pueblos que habitan sus orillas. En 1805 describí el
curso de la parte alta de este río, y le consideré con la más atenta reflexión. Sólo
llegué á las cercanías de Cali, y aquí por 3^ 11' latitud boreal se sostuvo mi ba-
rómetro en 304.0 líneas, y el termómetro de Reaumur en 22°, es decir, que las
aguas del Cauca á 170 leguas de su embocadura están 480,6 toesas (1,121.4 varas
castellanas) sobre el Atlántico, cuando las del Magdalena, á la misma distancia
del mar, sólo se hallan á 285 tccsas (665 varas) sobre el mismo nivel [2). De aquí
(1) Acaho de recibir udh enrtade Medeliin, de 14 de Noviembre de 1807, en que D. Joc^é
Manuel de Kestrepo, joven ilustrado v laborioso, me comunica noticias bien interesantes
■obre la navegación del Chuca en las rix>vincius de Antioquia, su patnn, y creo las recibirá
el público con agrado.
" SI Cauca, dice, aunque lleno de peligros, se navega hasta las terribles angostaras
de Carawianla^ ccrcii de Bupia : pequeñas, barcas hacen esta navegación río arriba en cinco
dias ; pero es tal su rapidez, que cuando crece se baja en ocho horas, cuando sus aguas son
medias en doce, y cuando muy bajo en die2 y ocho. Su cauce es uiny estrecho (de JOO ¿ 20C
varas), porque siempre corre sinlhacer vegns entre dos altas cordilleras cuya dirección es de
Sur á Norte. De estáis mismas cordilleras caen grandes piedras que llenan su cauce de t .1
rade Oaramania^ y no sé si se podrá hacer navegable. £n este espacio sólo tiene la pobla-
ción de Anza al Oeste, y á alguna dit^tanoia de la de Titiribí, al Este del rio. AI poniente le
entra el rio caudaloso de San Juan por los 5 ' 56* de latitud lioreal ; pero su curso es desco-
nocido hasta hoy, y bus orillas están habitadas do indios bárbaros. Desde Antioquia se
pne<le navegar como una y media legua ; á esta distancia se encuentra el salto de Jttan fiar-
ctf. No es una catarata, como algunos mo han figurado ; es sí el conjunto de una infinidad
de piedras enormes, en medio y á criiias del río, contra las que se estrella ; hace esi>anlosn9
remolinos T saltos de poca elevación, pero de tremendo ruido i)or el inmenso cúmulo de
aguas que lleva. Kt ongen de este Halto son Jas grandes piedras que caen de la cordillera
cerca de la embocadura de la quebrada de Juan Garda. Aunque se quiten las que hoy al
presente, dentro de poco tiempo se volverá & llenar de iguales ó mayores peñascos. Este mal
paso tiene como seis cuadras de extensión.
"Después sigue el Cauca navega\ile olrn legua y media, en donde se encuentra la
angostura del Tesorero; aquí corre el rio dentro de peñones, por el espacio de 12 cuadras, con
estupenda rapidez. A la entrada de este mal ])aso se hallan las tres grandes piedras llama-
das de La Fortuna. DespucH continúa navegable haBta el pueblo de Sabanalarga, donde hay
12 cuadras de pedreros, remolinos y corrientes prccipiti^as. Tiene otra legua navegable
hasta el chorro y remolino de A'aga*^ de 12 varas de largo. Be navega sin dificultad hasta la
embocadura de JiemarUn, en donde íiay gruesiia piedras. A una y media l^ua más abojo
estA el L'vilal. en donde to<la la matta del rio se estrella contra un gran peñasco y fonna te-
rribles remolinos. A poca distancia e^tá la angostura de Oro bajo, la mfts peligrosa del Cau-
ca. Aqui su cauce se estrecha de modo que se reduce d 10 varas de ancho ; forma inmensas
olas, un ruido espantoso y unas corrientes precipitadas, por el espacio de legua y media, y
se termina con el remolino de li« mango. De aqui nada &ale de cuanto cae: todos los ahogados
todos los árboles que arrastra el Cauca se encuentran en este vórUce terrible. En la boca
el río de San Andrés hay otra angontuva de 12 varas de ancho. Dos leguas más aboio se
I
halla el estrecho de Ticuita, semejante al de Oro bajo., en que las aguas se reducen á diez va-
ras de ancho, é igual al di-l Esptritu Hanto. Desde este pimto á los 7" 28* de latitud boreal es
navegable el Cauca basta Tacaloa, dundo desemboca en el Magdalena. Según loa inteligentes,
sólo el arrojo lia podido navotrar la angostnra que hay desde las bodegas del Ktptritu ¿sanio
hasta la ciudad de Cáci-res, á los 7- 58' o()" de latitud boreal. Kl Cauca corre todavía oprimido
entre dos cordilleras en donde están los ries^j^a del Tracal, el Raudal^ donde ha habido tan-
tos naufragios, el chorro de Santa Bárbara^ el de Maldonado, y las Tres piedras. De Cácerea
hacia abajo hasta la boca del río Nechí por 8 • 10 'de latitud corre toda-^ia muv precipitado y
tiene algunos peligros ; pero finalizando aqui la cordillera comienzan las hermosas vegas
que continúan hasta su ccnfiui>ncia con el Magdalena, pierde gran parte de su velocidad, y
se deja navegir con seguridad. Desde ías bodé^is del JCtj iritu JSanto hasta Tacaloa ee ha^^
en dos días y medio, > se sube en quince ó dieciséis."
(2) Las observaciones hechas en la Piovincia de Antioquia por D. Manuel José d* Bes-
trepo confirman mis conjeturas sobre vi Cauca. I^a capital de esta Provincia, situada A &>38*
20" de latitud boreal, ▼ en que el barómetro se sostuvo en 317,4 cuando el termómetro indi*
caba 20 ' de Ileauniur, nace ver lo poco mu> ha bajado este río en el largo curso de 70 legu as
que median entre Gelima y Autio(iuia. l'ur otra parte, est^i ciudad, que dista solaraent-c de
la embocadura común en el aar 50 leguas, está casi á la misma elevación que Keiva, que se
^alla á \ñ5 del mismo punto. Por consiguiente, es preciso que el Cauca ee pr^ipite, y que
Apéndice xliii
inñere que el Cauca tiene que descender 456 varas más que el Magdalena
para llegar al Océano, que sus saltos y sus cataratas deben ser mayores, y en ñn,
que su navegación debe ser más interrumpida y más difícil. Pero ¿serán inven-
cibles estos obstáculos ? ¿ £1 arte no tendrá medios para superarlos ? Esto es lo
que ignoramos, y esto lo que nos interesa saber. Hasta hoy carecemos de una
carta circunstanciada del curso de este río, y ninguno ha medido los chorros y
angosturas que tanto se ponderan [i]. Quién sabe si al aspecto de un hombre sa-
bio y experimentado desaparecen enteramente, y se da la actividad y la vida á
unos países feraces y arrinconados. Cali, Buga, Cartago, Supía y toda la Pro-
vincia de Antioquia deben reunir sus fuerzas y agolar sus recursos para poner
corriente la navegación del Cauca, que deben mirar como la fuente de su felici-
dad. Que sus campos sean fecundos, que sus ganados sean numerosos, que todas
sus producciones sean preciosas, si no las pueden transportar con velocidad, si
no pueden recibir lo que les falta, verán que su labranza se disminuye, que la
f)obl ación no se aumenta, y que las familias empobrecen en el seno mismo de
a abundancia Todo el comercio de estas provincias con las costas se ha hecho
hasta hoy cortando el ramo más occidental de la cordillera por diferentes puntos.
En Cbisquio [2], en Anchicayá [3], en las Juntas cerca de Cali, en San Agustín
frente á Cartago, en Chami y en Urrao existen caminos que ha abierto la necesi-
dad ó el acaso.
Son los más malos de toda la Colonia : no pueden entrar caballerías, excep-
to por Urrao, y todo se transporta en las espaldas de los hombres. Convengo en
que los Andes son escarpados ; pero la aspereza de los caminos más se debe á la
ignorancia y á la preocupación que á la desigualdad del terreno. Un negro es-
túpido, pero atrevido, se hunde en los bosques; sigue primero el curso de los
ríos; cuando éstos ya no permiten barca, camina á sus orillas hasta su origen,
que está bien cerca de la cima de la cordillera ; le abandona entonces, y escala
con trabajo este gran muro ; busca otro' arroyo que corre en dirección contraria ;
baja, y ya tenemos un nuevo camino que ha formado la ignorancia y el arrojo
sin elección ni conocimientos. Estoy persuadido que si en lugar de conñar las
empresas á estos miserables aventureros, se encargase de ella un hombre que
tuviese algunas nociones del país, que supiese las latitudes de los puntos de las
costas del Sur y del lugar de partida ; que en vez de buscar el lecho de los ríos,
tomase uno de aquellos cordones de montanas perpendiculares al cuerpo de la
cordillera, que la sostienen y estriban ; que lo siguiese hasta el ñn, ó á lo menos
hasta que el barómetro se sostuviese dentro de 313 y 325 líneas; qu€ en este
nivel buscase á la derecha ó á la izquierda uno de los ríos innumerables que
atraviesan estos países; y en fín, que examinase su curso hasta su embocadura,
tendríamos caminos más cómodos y más comunicaciones con los países marí-
timos.
El Magdalena es el río más ventajosamente situado en toda la extensión del
Virreinato. Nace de un pequefío lago llamado del Buey^ al Norte del páramo de
presente raudales v pasos peligrosos desde los G y mtídio prrados en adelante. Por una des-
gracia pant todos los pueblos que habitan sus orillas, desciende por grados insensibles desde
Gelima hasta Caramanta, arrastrando pcrezosjimente sus aguas por todo el valle de Buga,
cuando el Magdalena baja regularmente y siempre proporcionado & su distancia del mar
Atlántico.
[1] So hablaba antes do recibir la carta de la nota antecedente.
Í2] Existen i)or nquí dos senderos que conducen & las minas de las orillas del rio San
e Micay, que han establecido las casas de Arboleda y Torres, de Poi>ayán ; pero igno-
ramos el estado en que se hallan.
[3] "He recibido noticias más circunsUmciadas sobre esto camino. D. Mnnuel Caycedo
y Tenorio, Alférez real de la ciudad de Cali, lo proyectó al Sur del de las Junlat, Ck>raunica,
con mucha brevedad (3 dias) y libre de los neligros del Dagua, el vallo de Cali con la bahia
de San Buenaventura. 8e abrieron dos senufros que presentaban glandes dificultades, y se
consumió en ellos infructuosamente mucho dinero. J£sto habría bastado para desanimar al
empresario ; pero, constante en sus resoluciones y animado por el espíritu de beneficencia
Súolica que le caracteriza, hizo romper un tercer camino por encima de uno de aquellos cor-
ones de montañas siempre perpendiculares al cuerpo principal, y llegó, como era natural,
con felicidad á las costas del I?acifico. Este homlire genei-oso y bcncíico merece todo nuestro
reconocimiento por haber sostenido y llevado á efecto una empi-csa costosa y difícil sin pen-
sionar al público y haciendo todos los gastos de su propio fondo. Jnmás se ha empleado con
más utilidad ul dinero. Las Provincias del Baposo, y en general todas las costas occidenta-
les del Roino, el valle entero de Cali y Popayán tienen que reconocer á la mano benéfica que
los va á libert«nr paní siempre de los vórtices y raudales del Dagua, en que hnn perecido tan-
tas fortunas. lié aquí el más bello ejemplo de patriotismo que podemos |)resentar á nuestros
compatriotas.
xLiv Nueva Geografía de Colombia
Las Papas, á i°58* ^^ latitud borcal,'corre por los desiertos de T-aboyos, riega el
Timaná, atraviesa las espaciosas llanuras de Neiva, las selvas de Nare, Opón, y
reunido con el Cauca entra en el Atlántico á 200 leguas de su origen. En toda
la extensión de su curo jamás deja la dirección del meridiano. Cuando el Cau-
ca nace sobre las nieves del Coconuco á 2,300 toesas sobre el Océano, éste tiene
su cuna á 900 toesas solamente, bajo un clima dulce y moderado; aquél se
precipita de la cima de los Andes, y éste corre con tranquilidad: el primero so-
bre planos caprichosamente inclinados, unas veces s? acelera y otras se arrastra
con lentitud, y el segundo, más uniforme en su curso, se presta con facilidad á
todas nuestras necesidades mercantiles. El Magdalena es navegable desde la
Jíofida^ en la jurisdicción de Timaná, por 2° 24' de latitud, en pequeras balsas
y con algún trabajo. Desde Neiva lo es sin interrupción en buques mayores has-
ta Honda, en donde tiene un pequeño chorro que llaman Salto. Desde esta villa
hacia abajo es demasiado conocido para que nos detengamos en su descripción.
Recibe por ambos lados un número prodigioso de ríos caudalosos, navegables
muchas leguas sobre su embocadura, y que facilitan la comunicación y el co-
mercio con los países interiores. San Agustín, el primer pueblo que baña, está
habitado de pocas familias de indios, y en sus cercanías se hallan vestigios de
una nación artista y laboriosa que ya no existe. Estatuas, columnas, adoratorios,
mesas, animales, y una imagen del sol desmesurada, todo de piedra, en número
prodigioso, nos indican el carácter y las fuerzas del gran pueblo que habitó las
cabeceras del Magdalena.
En 1797 visité estos lugares, y vi con;admiractón los productos de las artes
de esta nación sedentaria, de que nuestros historiadores no nos han transmitido
la menor noticia. Sería bien interesante recoger y diseñar todas las piezas que
se hallan esparcidas en los alrededores de San Agustín. Ellas nos harían conocer
el punto á que llevaron la escultura los habitantes de estas regiones, y nos ma-
nifestarían algunos rasgos de su culto y de su policía. En los bosques de Laboyos
y de Timaná no se puede dar paso sin hallar reliquias de otra inmensa pobla-
ción que ha desaparecido [i]. Todavía se ven las acequias y socavones de las mi-
nas de Plata que trabajaron sus moradores. Hasta los 2^3*^' de latitud todas las
vegas del Magdalena están llenas de plantaciones de cacao, de coca, y de algu-
nos ganados. La cría es el fuerte desde los 2° 30' hasta los 5*^ de latitud, y pare-
ce qye aquí el hombre cede el lugar á las vacadas. A esta elevación se extrae de
las orillas del Magdalena alguna cantidad de oro que es de la mejor calidad
(de 23 y medio quilates poco más ó menos). £1 hombre, en estas regiones, bajo
un clima abrasador, casi se desnuda; una red, una hamaca, algunas platane-
ras que no exigen cultivo, forman sus riquezas. Sus ideas son tan limitadas como
sus bienes. El reposo y el sueño hacen sus delicias. Su moral bien ^e dejí
ver que no puede ser la más pura Desde Honda el Magdalena no riega sino bos-
ques. Algunas poblaciones cortas hay en sus orillas, y sus moradores son más
viciosos que los de la parte media. Parece que la inmoralidad y la desidia se
aumentan con las aguas del Magdalena.
De todos los ríos de esta Colonia este es el más conocido, y merecía serlo.
Los trabajos de Bouguer, que lo bajó en 1742 ; los de Humboldt, que lo subió en
1 801, los de nuestros españoles Talledo y Alvarez, y los de la expedición de
costas del Norte, han dado mucha luz sobre la parte baja del Magdalena. En
1797 levanté la carta desde su origen hasta Neiva, y en 1805 desde Neiva hasta
la embocadura del Bogotá. Las cartas que se han formado sobre estas observa-
ciones no llenan todavía nuestros deseos; necesitamos de mayores detalles sobre
la velocidad, crecientes, bajas, estrechos, chorros, vueltas, &c., de este canal in-
teresante. Apenas cénocemos los ríos que descargan en él, y no tenemos idea de
su curso, dincultades, y punto hasta donde son navegables. Una carta juiciosa
que entrase en todos los pormenores que hemos indicado, una topografía de los
pasos difíciles, sería un servicio se'^alado y un tesoro inestimable para la Nueva
Granada.
La comunicación y comercio de los pueblos que baí^ael Magdalena con los
que habitan las orillas del Cauca, se hace por algunos senderos que cortan el
ramo medio de los Andes. De los ardores de Neiva y de Tocaima es preciso
subir á los fríos rigurosos de Guanacas y de Quindío para volver á descender á
Cartago y á Popayán. Este ramo prodigiosamente elevado separa las Provincias
íle Neiva, Santafé, Mariquita, Socorro, &c., de las de Popnyán, Quilo y Antio-
pj Ln Plata luitisfiin,
J
Apéndice xiv
qaia; en una palabra, todo el comercio de la parte septentrional del Virreinato
con la del Sur se hace montando esta cadena erizada y formidable. Merece,
pues, toda nuestra atención desde i^ de latitud boreal hasta los 9®. Registré-
mosla rápidamente.
Es tradición constante, y aún nos quedan vestigios, que existió un camino
en las cabeceras del Magdalena, que comunicaba directamente á Timaná con
Almaguer, Fasto y Provincia de Quito, sin tocar con Popayán. La brevedad y
existencia de este camino que se llama de Las Papas^ por tener que montar el
páramo de este nombre, se demostró en 1795. En esta época visitaba la jurisdic-
ción de Timaná el limo. Sr. D. Ángel Velarde y Bustamante, digno Prelado de
Popayán, y necesitando pasar á la de Almaguer con el mismo objeto, no quiso
volver á su capital, y se abrió un paso acelerado por Las Papas, venciendo todos
los obstáculos y todas las contradicciones. Por 2^ de latitud boreal existe otro
sendero que se llama de los Laboyos : comienza en Timaná y termina en Popa-
yán. Es admirable la brevedad de este camino (3 días). Un vecino generoso y
de las primeras familias de aquella ciudad (D. Jerónimo de Torres), gastó su-
mas considerables en anos pasados pira ponerlo corriente ; pero los fangos di-
latados de las faldas orientales del Coconuco hicieron encallar el proyecto. Por
los 2^ 30' de latitud boreal está el de Guanacas, el único que permite caballerías
en todas las estaciones del ano : comienza en la ciudad de La Plata ; su direc-
ción es al Oeste ; tiene solamente 18 leguas y se gastan 7 días en atravesarlas : hay
que pasar ríos caudalosos y rápidos (La Plata, Rionegro y Ullucos); se suben y
bajan montafías escarpadas, y se toca casi con el término de la vegetación ha-
cia el medio. En 1805 acababa de salir délos desiertos de esta cordillera un veci-
no de La Plata (D. N. Triana), que se había internado en solicitud de un camino
más cóm ido que el que acabamos de describir. Las noticias que me dio, com-
binadas con las nociones que me han proporcionado las siete veces que he atra-
vesado el Guanacas, y mis largas residencias en Timaná, Neiva y La Plata, me
hacen creer la posibilidad de un tránsito mis breve y más cómodo que el eriza-
do de Guanacas. Este sería el lugar propio para indicar las razones sobre que
fundo mis conjeturas ; pero esto me arrastraría á pormenores dilatados que no
permite la brevedad de este papel. Al Norte del de Guanacas hay otro por la
Provincia de los Paeces y páramo de Huila, que va á salir á Guambia ó á Caló-
lo, pero lleno de peligros y poco frecuentado. Por los 4° de latitud se halla otro
sendero que comienza en el Chaparral y termina en Tuluá, conocido con al
nombre de Barragán. A los 4° 30' está el de Quindío: es malo, y el hombre ne-
cesita hacer el oñcio de las bestias ; tiene 20 leguas desde Ibagué hasta Carta-
go [i] : su composición se ha acalorado en diferentes épocas, y ahora trabaja en
su mejoramiento el Dr. D. Ignacio Duran. ¡ Ojalá que los amigos de la felici-
dad pública siguiesen este bello ejemplo, ó contribuyesen á sostener las miras
patrióticas de este hombre benéñco [2]. La cordillera pierde rápidamente su ele-
vación desde los 5^ 30' de latitud boreal, y sólo hay en este espacio dilatado el
camino de Mtre que comunica con la Provincia de Antioquia [3]. Es de desear
que se reconozca este ramo de los Andes desde i^ hasta 8^ de latitud, y no dudo
que se hallarían muchos caminos más cómodos que los en que hoy traficamos.
Como los valles de Cali y de Neiva sólo se hallan separados por la cordillera ;
como ésta corre de Norte á Sur con la más grande exactitud, basta determinar
astronómicamente las latitudes de todos los puntos principales de ambos valles
para poder compararlos entre sí y dirigir rutas seguras y breves de comunica-
ción. En 1805, por ejemplo, determiné á Neiva. y Quilichao, y hallé que estos
dos lugares tenían la misma latitud. Si se internase desde aquélla con dirección
al Oeste ; si se conservase en lo posible la misma latitud ; si en los desvíos in-
evitables se cuidase de llevar mucha cuenta con el rumbo para reponer la altura
de polo siempre que se presentase ocasión oportuna, en pocos días se tocaría in-
[IJ En 1778 D. Irnacio Buennventuní midió á cordel desde la plaza de Ibagué hasta la
de Cartago, y halló 20T^ua8 y 1,531 varas.
(2) D. Sebastián de Mamanoena, vecino de Ctirtago, ha impendido machos miles, j
hecho grandes esfuerzos para el mejoramiento del camino de Quindio. Tiene abierta una
porte de él, y sobre todo hu establecido la población de la Balsa, en que hay más de 60 casas,
una buena capilla, y un párroco á quien ha diido una congrua de 400 pesos para que admi
nistre á los vecinos. Este hombre activo y generoso merece todo nuestro reconocí miento y
que se apoyen sus intenciones benéficas por todos aquellos que se hallen en entado de
hacerlo.
[8J Ix>b caminos de Hurvó y de Sonso n no eran todavía fh^cucntados en aquella ópo-
C».— ACOBTA,
XLví Nueva Geograf/a de Colombia
faliblemente con Quilichao [i]. La dirección de los tres ramos principales de los
Andes es, como hemos visto, de Norte á Sur: su grueso no es ni menos de i8,
ni más de 20 leguas ; ellos separan las llanuras del Orinoco y Caquetá, las del
Magdalena, las del Cauca y las del Chocó. Todos nuestros caminos de comuni*
cación interna cortan perpendicularmeute estas grandes cadenas de montanas, y
su dirección jamás se separa considerablemente de su paralelo. Yo probaría esta
observación general numerando todos los caminos que tenemos dentro del Vi-
rreinato ; pero basta indicarla para que los que tienen nociones de nuestra geo-
grafía, sientan esta verdad importante. Podemos sacar grandes ventajas de este
principio, que yo llamaría fundamental, en la apertura de' los nuevos caminos
que atraviesen la cordillera. Las latitudes de los lugares consideradas bajo
este aspecto, son unos elementos precisos que debemos recoger con el mayor cui-
dado ; y debemos procuramos las que nos faltan, por todos los modos posibles.
Este género de observaciones es fácil de ejecutar y no necesita instrumentos pre-
ciosos ni grandes conocimientos.
Los países situados al Norte de la capit^ 1 (Tunja, Pamplona, Socorro) son
feraces, y varios en temperaturas y producciones. I^ población es numerosa, y
su industria, aunque más grosera, puede compararse á la de Quito. Los ríos de
Sogamoso, Suárez, Opón y Carare les facilitan el transporte de sus frrt'*«; ^1 río
de la Magdalena; y el Meta, Sarare y Apure les abren las puertas del Oriente, v
les convidan á llevar sus miras y su comercio al Orinoco, Guayana y Trinidad.
En manos de los curiosos se hallan muchas cartas manuscritas de estos países;
pero, si exceptuamos la que en 1 779 formó 1). Francisco Javier Caro, y la que
acaba de levantar D. Vicente Talledo, todas las demás no se han erigido sino
según el antojo y el capricho de los ignorantes que se han arrogado el título de
geógrafos.
Há muchos affos que se habla de las navegaciones de Opón, Carare y So-
gamoso; en diferentes épocas se ha acalorado este asunto interesante ; se han con-
samido caudales, se h'^n arruinado muchos particulares, y el problema aún no
ha tenido solución.
De la navcgacif'tn de San Faustino y carrino de Uru al Apure sólo pode-
mos decir que nada sabemos. Nuestras tinieblas se condensan á proporción que
nos acercamos á Maracaibo.
Si nuestras costas occidentales nos son en gran parte desconocidas, si nues-
tros buques no pueden acercarse á ellas sin zozobra, las del Atlántico, aquellas
que más nos inttresan para la comunicación con la metrópoli y con los demás
pueblos marítimos y comerciantes, las vamos á recibir de manos de Fidalgo [2].
Este sabio marino y sus celosos companeros (I). Manuel del Castillo y D. Fer-
nando María Noguera, Capitanes de fragata) y otros han hecho trabajos inmor-
tales sobre las costas de la Nueva Granada; trabajos que han asegurado para
siempre la fortuna y la vida de todos los que surquen nuestros mares; trabajos
que los cubren de gloria, y que les van a merecer la gratitud y los elogios de
todas las naciones. Las presentes y todas las generaciones se acordarán con re-
conocimiento del augusto monarca que sostuvo la Expedición de costas septcntriC'
naUs y de los astrónomos que la ejecuta ron .^Sc ha dicho [3] que el Atlas maríti-
mo de España^ levantado por el célebre Tofíno, es una respuesta sin réplica á la
infame pregunta de Masson, ; qué ha hecho España por la humanidad? Nosotros
podemos añadir que las Cartas hidrográficas de Fidalgo humillarán el orgullo
de este geógrafo atrevido que ha insultado á una nación ilustrada y generosa ;
y la patria de Juan, Ulloa, Mazarredo, Toñf.o, Mendoza^ Doz, Chaix, Galiano,
Churruca, Ciscar y un ejército numeroso de hombres ilustres en las ciencias, los
opondrá como una prueba sin réplica de sus progresos y de su ilustración [4].
[U Esta indicación de Caldas es tanto más importante, cnanto todo el espado oua
aquí ocupa la cordillera no es despoblado, existe el valle longitudinal en que están sitnaaoa
los pueblos de Jámbalo, 8an Francif^co y Toribio.- Acosta.
S D. Joaquín Francisco Fidulgo, Capitán de Navio y Jefe de la Expedición de castas
en el Océano Atlántico.
[3] Diario db Francia
[i] El bnrón do Hiimboldt, buen juez en estas muterios, ha escrito en carta de Mésdo^
de 8 de Noviembre de 1R03, lo Riguiente: '* Dig-a Mr. Fkniríeu y la envidia de otras nacionaa
lo que quieran, la posteridad mas remota ngradecorA á los mnrínos erpimoles les inmensoaé
importantes trabafos que han sabido neopiíir en los úitimos veinte años : yo a lo menos na
conozco oti a nación que haya adeluntado más la astronomíu niutica, publicando mis mapas
exactos en tuu corto tiempo." Gcog. modcm. del V, Lacroix^ trad. por de Clemente y JTñiaL
pág. 4 de la prefac. Madnd, 180$.
Apéndice xlvU
Volvamos ahora nuestra atención hacia las llanuras que terminan al Este
el Virreinato, y echemos una ojeada rápida sobre este inmenso país. Desde la
linea hasta los ii^ de latitud, vemos que parten de la cordillera más oriental de
los Andes un número incalculable de ríos enormes, que después de haber corri-
do espacios dilatados, se unen al Orinoco ó al Caquetá, que algunos sueltan un
ramo al Amazonas ; que este coloso de los ríos atraviesa todo el continente ; que
en él descargan las aguas del alto Perú por el Guallaga y Ucayali ; que de las
extremidades antarticas de la América Meridional vienen el Punís, Madera, To-
payos, Jingú y otros; y en fin, que el Orinoco recibe por el Este otros muchos,
todos navegables. Cuando se considera la carta de estos países dilatados, cuando
se siguen las ramificaciones y los laberintos que forman los ríos por todas par-
tes, se presentan al espíritu grandes ideas y miras dilatadas. Nuestros frutos
pueden ir al Perú, á la Guayana, al Para, y á las regiones más remotas de la
América Meridional: nosotros podemos reunir en un punto los intereses y las
riquezas de cuantos habitan este vasto continente [i]. Convengo en que nuestra
población, nuestras artes, nuestra agricultura y nuestro comercio no se hallan en
estado de llevar sus especulaciones tan lejos ; pero tal vez vendrá un día en que,
más poderosa y bien poblada esta colonia, tenga necesidad de recorrer desde el
centro hasta las extremidades, y que se vea precisada á levantar la carta de unos
países que hoy mira distantes y con indiferencia.
Lo que más nos interesa en el día es el conocimiento del ramo oriental de
nuestra cordillera y de los ríos á que da nacimiento. Apenas conocemos estas
montañas en los pocos puntos por donde las hemos atravesado; en todo lo demás
nos son desconocidas absolutamente. ¿Quién creyera que todavía no tenemos ni
aun una carta miserable de los países que están al Este de la capital? [¿Quién
puede decir con precisión el ancho, altura, proporciones ú obstáculos que pre-
sentan los montes cuyo principio tenemos á la vista en Guadalupe y Monserrate ?
¿Qué ríos los atraviesan? ¿Cuál es su curso? Pero, qué! cuando todavía no tene-
mos un plan corográfico de esta explanada encantadora sobre que vivimos y de
que sacamos la mejor parte de nuestra subsistencia I [2] Una vergonzosa ignoran-
cia nos cubre por todas partes en las cosas que más nos interesan y que nos tocan
más de cerca.
Que llevemos nuestras miradas al Norte, que las llevemos al Mediodía, que
registremos lo más poblado, ó los desiertos de esta Colonia, en todas partes no
hallamos sino el sello de la desidia y de la ignorancia. Nuestros ríos y nuestras
montañas nos son desconocidos, no sabemos la extensión del país en que hemos
nacido, y nuestra geografía está en la cuna. Esta verdad capital aue nos humilla
debe sacarnos del letargo en que vivimos; ella debe hacernos más atentos sobre
nuestros intereses; llevarnos á todos los ángulos de la Nueva Granada para me-
dirlos, considerarlos y describirlos; esta es la que, grabada en el corazón de
todos los buenos ciudadanos, los reunirá para recoger luces, hacer fondos, llamar
inteligentes, y no perdonar trabajos ni gastos para el escrupuloso reconocimien-
to de nuestras provincias. No se trata ya de una carta común ; escalas reducidas
y todo lo que tenga apariencias de pequenez y economía debe desaparecer del
espíritu de nuestros compatriotas. Dos pulgadas cuadradas por lo menos deben
representar una legua de terreno. Aquí se han de notar las colinas, las montañas,
los pastos, las selvas, los rastrojos, lagos, pantanos, valles, ríos, sus vueltas y
velocidad, estrechos, cataratas, pesca, todas las poblaciones, todos los estableci-
mientos de agricultura, minerales, canteras, en fin, cuanto presenta la superficie
de nuestro suelo. Reunidos estos cuadrados, producirán una carta soberbia y
digna de la Nueva Granada. Aquí vendrán el político, el magistrado, el filósofo,
el negociante, á beber luces para el desempeño de sus oficios ; aquí el viajero, el
botánico, el mineralogista, el que se ocupa con los seres vivientes, el militar y
1^1] Uno éc nuestros compatriota e, que Im recorrido el Orinoco y hecho excelentes ob-
servactones económicas y politicns sobi'e el comeitiio y agricultura de ios regiones que baña
este rio caudaloso, piensa del minmo modo. " Este canal (el Orinoco), dice, será con el trans-
curso do los tiempos el que unirá las partes más remotas de nuestra América oon la capital
de este Reino, y sus orillas so verán seguramente algún día pobladas de ricas factorías y
ciudades comercianttís, en donde las producciones del Asia y de la Europa se reunirán con
las que de todo este Keino pueden ir por el Mamo, el Apure, el Meta y el Guaviari al Ori*
ñoco; y las del Perú, Brasil y Paraguay por las distintas ramas que forman el Amazonas,
Quizas aquí se saludarán por la primera vez los habitantes del Darlcn con los Fulehes,
Araucanos y Patagones."
(2) Esta carta no existe.' aún ; pero ha principiado k trabajarse, merced al ilustrado apo*
yo que presta á esta ciase de laborvs el Ezcmo. Sr. Harroquín.— Y. j Y.
XLViii Nueva Geografía de Colombia
el agricultor verán con rasgos majestuosos pintados sus intereses. Todas las cla-
ses del estado vendrán á tomar aquí la parte que les toca. Elste es un cuadro má-
gico que toma todas las formas, y se acomoda á todos los caracteres. Cada pro-
vincia copiará su departamento y le guardará religiosamente. En estos troios se
formará la juventud, y á la vuelta de pocos años tendremos hombres capaces de
concebir y de ejecutar grandes cosas. Por todas partes no se oirán sino proyec-
tos, caminos, navegaciones, canales, nuevos ramos de industria, plantis exóticas
connaturalizadas; la llama patriótica se encenderá en todos los corazones, y el
último resultado será la gloria del Monarca y la prosperidad de esta Colonia.
Si se formase una expedición geogrd/íca ecaftámiíra destinada á recorrer el
Virreinato ; si ésta se compusiese de un astrónomo, de un botánico, de un mine-
ralogista, de un encargado de la parte zoológica y de un economista, con dos ó
más diseñadores; si todas las provincias contribuyesen con un fondo formado
por los pudientes y principalmente por los propietarios ; si el comercio hiciese
lo mismo por el grande interés que le resulta; si el consulado de Cartagena ani-
mase esta empresa con el celo y la actividad con que promueve otras de la mis-
ma naturaleza ; si los jefes de concierto la apoyasen con toda su autoridad, no
hay duda que dentro de pocos a'^os tcndtiamos la gloria de poseer una obra
maestra en la geografía y en la política, y de haber puesto los fundamentos de
nuestra prosperidad.
Si este proyecto presenta dificultades, no nos queda otro recurso para cono-
cer nuestra patria que mejorar nuestros estudios. Si en lugar de enseñar á núes*
tros jóvenes tantas bagatelas ; si mientras se les acalora la ima£inación con la
divisibilidad de la materia, se les diese noticia de los elementos de astronomía y
de geografía, se les enselvase el uso de alguno^ instrumentos fáciles de manejar;
si la geometría práctica y la geodesia ocupasen el lugar de ciertas cuestiones tan
metafísicas como inútiles ; si al concluir sus cursos supiesen medir el terreno, le
vantar un plano, determinar una latitud, usar bien de la aguja, — entonces tendría-
mos esperanzas de que, repartidos por las provincias, se dedicasen á poner en eje-
cución los principios que habrían recibido en los colegios y á formar la carta de
su patria. Seis meses consagrados á unos estudios tan interesantes bastarían para
poner á un joven en estado de trabajar en la grande obra de la geografía de esta
colonia. Yo ruego á los encargados de la educación pública mediten y pesen si
es más ventajoso al Estado y á la Religión gastar muchas semanais en sostener
sist'mas aéreos, y ese montón de materias fútiles ó meramente curiosas, que de-
dicar este tiempo á conocer nuestro globo y el país que habitamos. ¿Qué nos im-
portan los habitantes de la luna? ;N^o nos estaría mejor conocer los moradores-
de las fértiles orillas del Magdalena.
Los cuerpos religiosos que tienen á su cargo las misiones de Orinoco, Ca-
quetá, Andaquíes, Mocoa y Maynas, debían educar á los jóvenes misioneros en
estos importantes objetos. í^lstos hombres apostólicos llevarían alas naciones bár-
baras con la luz del Evangelio la de las ciencias útiles. Imitadores celosos de los
RP. Fritz, Coleti, Magnio y Gumilla, nos dejarían monumentos preciosos de su
actividad é ilustración. Cartas exactas, determinaciones geográficas, descripcio-
nes de plantas y de animales, noticias importantes sobre los usos y costumbres
de los salvajes que van á civilizar, serían los frutos de estos estudios. Ellos les
servirían de recurso contra el tedio y las fatigas inseparables de su alto niinis-
teño.
Los rudimentos de aritméttca, geometría y trigonometría plana, de que te
nemos buenos compendios, el conocimiento de los círculos de la esfera y de las
constelaciones más notables ; el uso del grafómetro, del gnomon, ó de un cuarto
de círculo, con pocas más nociones sobre los métodos de tirar una meridiana, y
el del barómetro y termómetro, bastan para que un joven pueda concurrir con
utilidad á ilustrar nuestra geografía.
Tenemos dos cátedras de matemáticas, y en la de ñlosofia se dan también
nociones de estas ciencias ; tenemos ya, gracias al sabio y generoso Mutis, un ob-
servatorio astronómico en donde se pueden tomarno clones prácticas sobre el uso
de algunos instrumentos ; tenemos libros, y nada nos falta para poder trabajar
en utilidad de la patria. £1 amor de ésta me ha dictado estos pensamientos. Si
Apéndice xuyt
ellos son útiles á mis compatriotas, ya estoy recompensado de los trabajos que
me han costado ; si no, ellos me perdonarán atendiendo á la pureza de mis in-
tenciones. *
Sanlafé, Diciembre 8 de 1807.
Francisco Jos i: dk Caldas
-^48)»^
Natural parece terminar este apéndice con la descripción que
del Nuevo Reino presentó en un informe al Monarca español, Fran-
cisco Silvestre, quien vivió largo tiempo en el país ejerciendo altos
cargos, entre ellos los de Secretario del Virrey Mesia de la Cerda
(i 761-1773), Gobernador de Antioquia y Protector de los indíge-
nas, por cuanto ella complementa el conocimiento geográfico que
se tenía del territorio á fines del antepasado siglo.
DESCklPCIOiV DEL REINO DE SANTAFE DE BOGOTÁ
ESCRITA EN 1789
CAPÍTULO IV — AUDIENCIA DE QUITO
12. Popayán — Tiene Gobernador que provee al Rey, y un Teniente Asesor,
Auditor de Guerra ; Obispo sufragáneo de Santafé ; Cajas Reales ; Casa de mo-
neda; un Seminario Conciliar, y es del Distrito de la Gran Audiencia de Quito,
á excepción de las ciudades de Cartago, que tiene Caja Real, con un Oñcial
Real, creada en tiempo del Sr. Zerda ; y Anserma, Caloto y Toro, que apenas
existen y son de la Santafé. Comprende las Provincias de Izcuande, Raposo y
Barbacoas, y la de Pasto. Su temperamento es caliente y húmedo, aunque algo
templado ; pero los hay de todos climas en su grande extensión. De su jurisdic-
ción salen los cuatro grandes y famosos ríos de Cauca y Magdalena, que se
unen en la boca de Tacaloa ; el Orinoco, que desemboca en el mar del Norte,
cerca^el gofo de Paría é isla Trinidad ; el Rionegro, que entra en el río del
Maranón, y también el Putumayo, aunque más alto. Tiene una Compafiía vete-
rana, dependiente de Quito, y milicias disciplinadas establecidas. La primera,
desde el tiempo del Sr. Zerda, y las segundas desde el Sr. Flores. Se cosechan
en ella todos los frutos de tierra caliente, y pudieran cosecharse todos los que
facilitan sus respectivos temperamentos. Se da muy buen tabaco de hoja en
Buga ó su jurisdicción, de cuya Factoría se proveen los estancos de aquella Pro-
* Aun<^ue la mayor parte de las noticias que contiene este papel hayan pasado por
mis propios ojos en los diferentes viajes que he verifícndo dentro del Virreinato, no obstan*
te, como no lo he recorrido todo, hay miichns de qnc no soy tebtigo 7 que se me nan commii-
cado por diferentes sujetos. I'or tanto, suplico á nuestros compatriotas que comparen lo que
ahora publico con loque tienen presente en los lu^nrcs de su residencia, y me adviertan por
cartas los errores y equirocnciones en que he incurrido. De este modo podemos recoger den-
tro de poco tiempo los materiales n^ce^nrios pnra un cuadro acabado do nuestra geografía, y
pensar en una s^^inda edición exacta y^ corregida. En ésta haremos mención honrosa de los
Satriotas que se hayan tomado el trabajo de comunicarnos luces, y A ninguno defhíudaremos
el honor que debe resultarle por haber concutrido á perfeccionar este objeto importante.
8i no hacemos mención de algunos empresarios acreedores á nuestra gratitud, si ha-
blamos con rapidez de sus caminos, no se debe atribuir &7parcialidad, ó á desafecto & sus per*
sonas, sino 4 las pocas noticias que hemos podido conseguir, á pesar de todos nuestros es-
fuerzos. Esperamos que se nos comuniquen para llenar las lagunas que se descubren en eete
papel, para perpetuar la memoria de unos hombres que merecen ser ''onocidos por su celo
y por su amor á la felicidad pública.
Nueva Geografía de Colombia TOlio I<^G
Nueva Geografía de Colombia
vincia y las del Chocó, con las demás de su jurisdicción. De harinas se provee
de la jurisdicción de Pasto. Se coge buena calaguala, canchalagua, paraguay y
coca, y en tiempo del Sr. Zctúsl se condujo mucho exquisito azufre para la fá-
brica de pólvora. Aunque no le faltan ganados de asta, no deja de proveerse de
l)astante porción de novillos, que se introducen de Neiva, y sirven acaso sus car-
nes saladas para proveer los muchos minerales de oro de sus Provincias. No
obstante que tiene algún comercio con ellas y las del Chocó, de los lienzos de
algodón, bayetas, pai'^os y otros efectos que se trabajan en Quito, su principal
fondo consiste en las minas de oro corrido, que se labran por vecinos de Popayán
en las referidas Provincias y las del Chocó con crecidas partidas de esc1av(^ el
cual se amonedaba en esta casa de Santafé y ahora en aquélla. Linda con las
Provincias del Chocó, con la de Aniioquia, con el mar del Sur, con la de Ata-
carnes, con la de Ibarra de la de Quito, con los indios Andaquíes y con las de
Neiva y Mariquita. Tiene catorce poblaciones ó partidos, que comprenden, como
los Pastos, vanos pueblos de indios y sitios ó parroquias de libres, y entre aqué-
llas diez ciudades, de que algunas sólo tienen el nombre. Hay en su Distrito
17,665 matrimonios : los 3,603 de blancos, los 6,022 de indios, 1054,793 ^^ Hbres,
y los 3i247 de esclavos. Componen almas 64,463, á que deberán agregarse 6,000^
más órnenos, que habrá en la Provincia de Barbacoas, cuyo padrón me falta. Son
blancos 13,351 : de ellos 6.076 varones y 7,275 mujeres, en que se comprenden
'570 eclesiásticos, seculares y regulares; de éstos son clérigos 297; frailes, 157, y
monjas 116. Hay 15*692 indios: 7>I72 varones y 8,520 mujeres. Libres existen
22,979 : 10,615 varones y 12,364 mujeres. Son esclavos 12,441 : 5,726 varones y
6,715 mujeres. Hay por todos : 34,874 mujeres y 29,569 varones. Es del Distrito
de la Audiencia de Quito.
13. Atacames Le peitenece la isla de Tumaco, donde hay algunos
mestizos y mulatos que componen una muy corta población, que no tiene otro
comercio que alguna pita para cordaje, brea y madera de construcción. En Tur-
baco se nombra un Teniente que provee el Virrey. Su temperatura es caliente..
CAPÍTULO VI audiencia DE SANTAFE
27. El distrito de la Audiencia de Santafé, que se extiende por más de 300
leguas á lo largo, aunque por otras parles y á lo ancho son desconocidos sus
límites, comprende trece gobiernos, incluso el particular de la Provincia de San-
tafé y tres corregimientos, con dos alcaldías mayores, de que se hará mención
cuando se trate de las provincias en que se incluyen, además otras de minas
subalternas que provee el Virrey.
28. No se cuenta el de los llanos de San Juan y San Martín, para donde no
se nombra Gobernador particular ni hay Padrón ; sólo subsiste la ciudad de San
Martín á cinco ó seis días de la capital de Santafé, que se gobierna por los AlcaL
des ordinarios, y hay dos ó tres cortos pueblos de indios reducidos como el de
Apiay y Xiramena, que compondrán todos, entrando blancos y todas las demáscas-
tas, algunas mil almas. Ix) demás son misiones de los Franciscanos de Santafé, que
tienen unas dos ó tres nuevas reducciones que considero de poco momento, auxi-
liados con una escolta. Su tempeíamento es caliente. Abunda en ganados de asta,
de que sacan algunos para Santafé. Se da muy buen tabaco, que podria con otros
frutos, si hubiera pobladores bastantes que lo cultivaran, sacarse por el rio Meta
para la nueva Guayana y para España. No faltan minas aunque no se trabajan,
como tampoco faltarán árboles de canela y otras materias preciosas, aunque sin
poder aprovecharse por ahora Lindan estos llanos con los de .Santiago de las
Atalayas, con Santafé y se extienden y dilatan por los Andaquíes hasta el nací'
miento del Orinoco, Rionegro, y por otra parte hasta la laguna Parime y Mara-
ñón, por una inmensa extensiim de terreno en que no faltan indios gentiles, ni
tampoco despoblados. Fue por los llanos por donde se hizo é intentó varías ve-
ces el descubrimiento dfl Dorado ; más producción del engaño y de los deseos de
la avaricia, que de la existencia, cuyo^crédito saborea todavía á los codiciosos,
k pesar de los tristes y trágicos desengaños de los primeros que lo intentaron. Si
se sacara el oro y plata que cubren sus ricas minas, y mejor, si se pudiera apro-
vechar las ricas y abundantes prcduccicnes de la naturaleza en su terreno, no hay
dada que pudiera haber no sólo un dorado sino muchos montes de ore. Pero eo-
Apéndice lz
mo es delirio auQ pensarlo como se pintó y creyó en los principios de la Con-
quista, en las circunstancias actuales, es menester dejar estas ideas para los poe*
tas que fingen como quieren.
29. Antes comprendía también las de Maracaibo, Cumaná y Guayana, que
se agregaron á la Capitanía general de Caracas, separándolas de este Virreinato
en el tiempo del Sr. Flores, y todas corresponden en el día á la nueva Audien-
cia creada en Caracas.
30. Se contienen en su distrito (aunque con la diferencia de más ó menos
por faltar algunos padrones y algunos de ellos no estar exactos) 55^ poblacio-
nes en ciudades, villas, pueblos de indios y sitios ó parroquias. Cuéntansc en
ellas 120,040 matrimonios, los 30,499 de blancos, los 26,121 de indios, los 57f^3^
de libres, y los 5,582 de esclavos. Hay almas 826,550, autes más que menos : los
456,347 hombres y las 370,203 mujeres. Hay blancos 277,068, los 184,689 va.
roñes y las 69,205 mujeres. Indios hay 136,753, 10567,548 varones y las 69,205
mujeres. Libres hay 388,093, los 181,369 hombres y las 186,724 mujeres. I^cla-
vos hay 44,636, los 22,471 hombres y las 21,895 mujeres.
31. £1 estado eclesiástico se compone en este distrito de 2,041 personas.
Los 1,084 clérigos, 820 frailes y las 479 monjas.
32. Los gobiernos son 13 y un Corregimiento. £1 primero y principal es
Santafe. £n su origen y desde el establecimiento de la Real Audiencia, fue Go-
bierno y Capitanía á que estaba anexo el empleo de presidente, como cabeza del
Nuevo Reino de Granada, y como tal, tenía el gobierno superior de él ¿más del
particular de la Provincia ; pero débil y sin vigor por ser los demás Gobernado-
res también Capitanes generales é independientes ó que á lo menos se portaban
como tales, aunque sujeto en cierto modo al Virrey del Perú. Compónese de seis
partidos ó Corregimientos pequeños, aunque en realidad son siete, compren-
dido el de Guaduas, que ha sido desde su fundación del distrito de su Cabil-
do, aunque hace mucho tiempo que se observa como independiente. He oído que
el mismo Cabildo, aunque sin facultad, le concedió la segregación con la calidad
de que compusiese el camino desde el alto del Sargento hasta el Aserradero. Pero
sea lo que fuere, aunque me han] dicho que consta en documento del Cabildo,
lo cierto es que aquel partido corresponde á la Provincia de Santafé, que sin
embargo está sin subordinación conocida; y que aunque hasta ahora nadie ha
cuidado de esta indagación, corresponde averiguarse y que se reintegre á su ma-
triz para que conozca la dependencia y demás providencias relativas. Este partí*
do comprende ocho poblaciones ó parroquias ; y comprendiendo las demás cua-
renta y ocho, según los padrones, inclusa la capital, hacen en todo 56, aunque creo
sean algunas más por echar menos los nombres de algunas que son conocidas, sin
embargo de expresarlo también con generalidad y no con distinción, como se
mandó cuando la formación de los padrones ; defecto que se nota igualmente en
les de la Provincia de Quito.
33. Para el partido de Zipaquirá y Ubaté, que dista de siete á ocho leguas
de la capital y es comprendido en su cabildo, nombra el rey el corregidor que
antes nombraba el Virrey, como todos los demás subalternos que no tenían suel-
do alguno ; aunque al de Zipaquirá, desde que se arregló la administración de la
salina, se le señalaron $ 400. Sucedió con 'esto lo mismo que con el de Sogamo-
so en la Provincia de Tunja, y fue que el primero á quienjse! le puso (que creo
fue D. Pedro Brito) acudió á solicitar del Rey la confirmación : y allá sin otro
conocimiento se le dio, y se ha continuado en los demás que lo han obtenido.
Arreglando aquella salina como corresponde, limpiando aquella población de
mucha gente abandonada y ociosa con que podrían jfundarse otras nuevas,' merece
que se erija en villa.
34. En todos estos partidos, incluso el de Guaduas, hay*i7»335 matrimo-
nios, los 4,244 de blancos, los 5,831 de indios, los 7,055 de libres y los 205 de
esclavos. Hay almas 101,613, antes más que menos, por la falta que se observa
de algunos padrones ; los 48,799 varones y las 52,819 n^ujeres • de ellos hay blan-
cos 25,970; los 13,660 hoiibres, inclusos 215 eclesiásticos seculares y 534 regu-
lares ; y las 12,310 mujerts,' inclusas 234 monjas. Hay indios 32,670, los 15*35^
hombres y las 17,318 mujeres. Hay libres 39,076, los 19,429 hombres y las
19,647 mujeres. Hay esclavos 1,468, los 668 hombres y las 800 mujeres. Su tem-
peramento por lo común es frío, templado, aunque los'tiene varios y de los más
cálidos. Produce todos los frutos y frutas de sus respectivos climas, y produciría
todos los de Europa y América si plantasen ó sembrasen respectivamente sus te-
rritorios, acomodando los tempei'amentos á las estaciones, y habiendo en sus ha-
bitantes y labradores un poco de aplicación y conocimientos, nada podría ser
Lii Nueva Geografía dk Colombia
mis regalado, varío y abundante como cl mercado y mesa de su capital, á excep-
ción del pescado. No faltan minas de oro y de plata en su territorio, aunque nin-
guTüL se trabaja. De cobre se está emprendiendo la labor de una en Villcta, que
si el Rey la auxiliara produciría mucho, y según se me ha asegurado saldría el
quintal por tres pesos y un real y en proporción de poderse conducir por agua
desde Honda hasta Cartagena, Santimarta y España. Las haciendas de tierra
caliente abundan en miel que se consume en los estancos de aguardiente y para
la fábrica de cAscAa, que consume la mayor parte, á excepción de algunos alfan-
doques, raspaduras ó panelas en que se convierte otra. En la juñsdicción de
Guaduas se hace porción de azúcar que s'jcle venderse á tres y medio ó cuatro
reales la arroba, y aunque no es de la más blanca, iguala á la ordinaria de la
Habana, y si hubiera comercio activo en el inteñor y con el proporcionado nú-
mero de embarcaciones en qué conducirse á Cartagena, podría comprarse allí
para llevar á Elspaña á más bajo precio que el que se compra en la Habana ; y
nabiendo salida podría abundar y adelantarse las siembras en otros trapiches
que ahora se omiten. En Tena, que fue donde primero se descubrió por el Sr.
Santisteban, abunda la quina ó cascarilla, que después se ha descubierto en Fu-
sagasugá y otras muchas partes. También se coge en ésta muy buen tabaco por
haberse permitido Us siembras para abastecer este estanco, y abundaría en todos
■los temperamentos, y sus calidades serán también varias, si pudiera comerciarse
libremente. También el algodón abundaría allí y en otros terrenos calientes, si
se fomentase su cosecha y fuera fácil la exportación por agua, á causa de su vo-
lumen, que hace aquélla cara por tierra. El café se daría muy bien, como se da
en Muzo ; no faltan tampoco la zarzaparrilla, el guayacán y otras drogas medi-
cinales de tierra caliente, fría, templada y de páramo, igualmente que la gra-
ma silvestre en Bosay Soacha, aunque poca. Detrás de los de esta cordillera
de los Andes y en tierras de la hacienda de Siecha de D. Luis D. Tobar, que co-
rresponden sin duda á los Llanos de San Martín ó San Juan, y distan de San-
tafé como un día de camino, hay árboles de canela de que he tenido en mi po-
der hojas y rama fresca. Respecto de la inmediación, pudiera descubrirse formal-
mente y promover su beneficio y cultivo, trasplantando ó ingiriendo el árbol por
ver si á la puerta de casa se conseguía un tan útil ramo de comercio sin recu-
rrir á la provincia de los canelos en la inmediación de Quito, ni á los indios an-
daquíes, con quienes los llanos tienen sin duda correspondencia, ni esperar la de
Ceilán y China, que nos vienen del Asia.
Aunque cl autor de la Perla de América dice que ha^ en la Provincia de
Antioquia este célebre árbol, y me hice llevar la rama y hojas de él, en nada se
le parecían, ni tenían fragancia alguna, aunque en la verdadera canela sobresale
ésta más en las hojas que en la flor. Lo que sí hay en aquella Provincia, aunque
conocida y descubierta en mi tiempo, es la pepita de toda especie. El cárcamo y
lino, si se supiera beneficiar, se daría con abundancia en las tierras frías de
San tafé, que hilado ó en rama podría conducirse á Cartagena ó á Santamarta,
donde, como en esta capital, son los jornales más baratos, podría establecer-
se una fábrica de lona y cordaje para la marina, y aun servir aquí para otros
usos mecánicos con mayor duración y comodidad, que de la pita, cabuya ó fique.
Del lino hay semilla, del cáñamo falta, porque aun cuando trajo alguna porción
el Director de pólvora I). Carlos Espada, para hacer carbón de su caña, salió
pasada, como lo será siempre que no venga bien acondicionada. Pero tampoco
se logrará el fruto de su siembra si no viene labrador inteligente que sepa bene-
ficiaruno y otro género, desde el estado de sembrarse hasta ponerlo en el de hi-
larse. No falta la lana y ganado de cría, hasta la de caballos y muías y otras
bestias útiles que tienen consumo en el reino, aunque pudieran abundar más las
ovejas y las cabras. Pero á lo que se dedican en la mayor parte es á la siembra
de trigo, turmas ó papas y otras legumbres, y las harinas que se cogen en el
Distrito de esta Provincia y la de Tunja, sobran para proveer el reino y todas
las plazas de él, comprendida la jurisdicción de Tunja, y aun para conducir
afuera, con tal que no se permitan las extranjeras que suelen atrasar su agricul-
tura. Si los caminos s? componen, enderezan, se descubren ó abren de nuevo,
como conviene, y 52 aumentan las embarcaciones para su salida y transporte,
introduciendo un comercio activo con el interi >r del reino por Honda, ó por otra
parte más inmediata al río de la Magdalena, podría abaratarse mucho más con-
ducida á Cartagena y Santamarta, y se consumirá mucha más á beneficio del
fomento del reino. Tiene abundantes y copiosas salinas en Zipaquirá, Nemocóo
y Tausa, y otras partes, que convendría se administrasen todas de cuenta de la
real hacienda, bajo ciertos conocimientos y prevenciones, y siempre que se trate
A f K N D I C E LHI
de arreglar y reformar la administración de la real hacienda, conciliando el be*
neñcio del erario con el bien de los vasallos, tomando las cosas en su r^íz» que
es lo que saben pocos, por falta de reflexiones y combinaciones prudentes.
35. La ciudad de Santaté de Bogotá, capital del Virreinato, situada en su
mediación : reside en ella el Virrey y un Asesor general del Virreinato. La Au-
diencia pretorial ó Cancillería, compuesta del Virrey-Presidente, un Regente, sus
Oidores, que son al mismo tiempo Alcaldes de corte, dos Fiscales y el Alguacil
mayor; Cajas y Oñciales reales que son las matrices, aunque por lo común en
sólo el nombre. Hay una Casa de moneda, una Dirección general para las ren-
tas estancadas, otra para la fábrica de tabaco en polvo, que si ha de subsistir la de
Sevilla convendría extinguirse, y otra para la de salitres y pólvora, mandada ex-
tinguir y vuelta luego á restablecer por falta de conocimientos y sobra de incon-
secuencias. Hay además una Administración de aduana con sus dependientes. Un
parque provisional de artillería ; un regimiento fijo con el nombre de auxiliar,
dos de milicias disciplinadas de infantería y caballería ; una Universidad ó
Academia con facultad de dar grados, mientras se establece pública á cargo de
los religiosos de Santo Domingo ; otra igual había con el nombre de San Ja-
vier, cuando había Jesuítas, que quedó extinguida con ellos, y una Biblioteca pú-
blica. Reside el Arzobispo, de cuya metrópoli son sufragáneos los Obispos de l*o-
payán, Santamarta, Cartagena y el de Mérida de Maracaibo, nuevamente creado
y desmembrado de este Arzobispado y del Obispado de Caracas. Hay en ella cin-
co parroquias con la matriz de la Catedral y una castrense ; siete conventos de
frailes, incluso el de San Juan de Dios, que es el Hospital general y deque gene-
ralmente oigo quejarse por su asistencia, y cuatro de monjas. Tiene almas iS,x6i,
aunque en el día son muchas mas; los 7,415 hombres y las 10,746 mujeres. Hay
blancos 8,122, los 3,407 hombres, inclusos 170 eclesiásticos seculares j 444 regu-
lares y las 4,715 mujeres, inclusas 230 religiosas. Indios hay 1,721, los 650 hom-
bres y las 1,071 mujeres. Esclavos hay 762, los 257 varones y las 505 mujeres.
Libres hay 7,350, los 2,895 hombres, y las 4,455. Componen en todo 2,157 ma-
trimonios, los 915 de blancos, los 170 de iii li »s, los 1,033 de libres y 39 de es-
clavos. Su temperamento es frío y abunda de todas las semillas y frutos que le
son propios. Tiene las mejores proporciones para ser una ciudad la más pulida
y aseada, porque tiene abundantes aguas altas; está situada en la pendiente de
la cordillera grande de los Andes, junto á dos empinados cerros nombrados de
Guadalupe y Monserrate ; sus calles son tiradas & cordel y con dos pequeños ríos
que la atraviesan, sobre que tienen puentes en tres ó cuatro partes, aunque pu-
diera y debiera en muchas. Pero no hay policía ni quien vele sobre ella, aunque
en el día tienen un cabildo completo y se eligen todos los años dos Alcaldes or-
dinarios ; bien que tampoco sus rentas de propios parece que alcanzan para las
pensiones y gastos ; y más con los que se hin aumentado con el establecimiento
de la tropa. Conviniera pensar otros arbitrios (que no serían difíciles de hallar)
que las aumentase, y que se aplicasen á empedrados, alumbrado, formar arreglo
de cañerías ó acueductos, cementerios, molinos y fuentes públicas, que faltan en
muchas partes, y en la limpieza de plaza y calles, y formar paseos y alamedas
y obras públicas, porque aunque el ramo, que se llama de camellón, después de
la composición de caminos y puentes, está aplicado para obras públicas, después
de hechas las principales obras, sin que se pueda en manera alguna aplicarse á
otra cosa, se ha hecho tan al contrario, que sólo ahora se cst i fabricando el
puente de Chía, que hace muchos años debiera estar acabado, y otras obras como
el puente de Las Aguas, caído hace algunos años ; el limpiar la anna d' I Puen-
te Grande, componer las entradas y salidas del lugar, y otras mil co^as precisas
y que debieran costear los propios, no se piensa en ellas, hasta que es menester
hacerlo de nuevo, y lo que pudiera hacerse y repararse en el principio con cua-
tro, viene á costar ciento ó mil. De algunos días á esta parte se ha pensado en
algo y se ha mandado á lo menos la limpieza ilc ca'les y empedrados, aunque
desde el Gobierno del Sr. Zerda que estaba en lodo, tudo se ha olvidado, si no
es un camellón de tierra que se hizo en el callejón «le Füntibon,^tn tiempo del
Sr. Guiri or, y que para mantenerlo habría que rehacerlo cada aiío ó cada dos;
las alcantarillas del Sr. Flores, que si no se hace un camellón formal de piedra,
en breve será menester gastar lo mismo que costiron, y una alameda ó paseo
para que contribuyeron algunos amantes del bien público, que si no vuelve á
terraplenarse, en breve será intransitable si no hace verano. En tiempo del Sr.
Zerda, y á consecuencia de Real cédula, se mandó dividir en barrios y cuarteles
la ciudad, nombrándose Alcaldes de barrio, que en el día importa aumentar,
para cuya dirección se formaron prolijas instrucciones, pero aunque se nombran
Liv Nueva Geografía de Colombu
loi Alcaldes, nada ó muy poco cumplen de lo que se mandó ; porque hasta las
instrucciones que se les dieron dicen que se han pcrJido, o no las hay en el Ca-
bildo, pero se hallarán en el Gobierno, como los bastones con que se distinguían,
y gasta cada cual de los nombrados el que les parece y acomoda, pues aunque
no hay cosa que no sea mandada, como no hay cuidado y constancia en velar
sobre los (]ue lo han de cumplir, en breve se abandona todo, se olvida y es causa
de la relajación. Hay tanta por estas causas en tantos ramos solos de la admi-
nistración de la capital, y aun pudiera añadirse que la general del reiao, que
para individualizarlos es menester mucho tiempo. £1 principal de todos y más
importante es el de los Hospicios. Se establecieron desde tiempo del Dr. Zerda.
Desde su principio tomaron auge, y comenzaron á caer desde cl tiempo en que
parecía debían tomar mayor vuelo á favor de la verdadera necesidad y para co-
rrección y contención de la .ociosidad y vagamundería. Dicen que resulta de la
decadencia de la principal de las rentas. Cuando no puedan restablecerse deben
proponerse nuevas y mayores al Rey; pues no dudo que las conceda, para que ya
que no pudieran mantenerse estas casas públicas en otra parte, fuesen á lo menos
para ambos sexos las de esta capital, como la casa y caja general de corrección del
reino. Por este y otros defectos de policía resulta que es por el contrario esta ca-
pital el receptáculo donde se hallan á cubierto todos los viciosos de otras partes
a mis de los propios, aunque aplicados los remedios convenientes podría em-
plearte mucha gente ociosa, quitándola de ellos, y aun sacarse varias finiili-^s
para otras nuevas poblaciones, donde convenga, y hacer retirar muchos indios á
sus pueblos, ó hacerlos trabajar, igualmente que á otros que no lo son. Aunque al
Virrey, como Gobernador particular de la Provincia, corresponde velar inmedia-
tamente sobre estas materias, como las muchas atenciones y cuidados de la ma-
yor monta y gravedad que tiene sobre sí, no es posible que le den tiempo para
dedicarse particularmente á ellas, importaría que se nombrase un Corregidor
por el Rey, que presidiese al Ayuntamiento de la ciudad, á ejemplo tL I .1;.'
México y Quito, aunque recientemente extinguido, y no lo fuese de indios como
antes se propuso (cuando insistiré siempre en lo mucho que conviene que se deje
á éstos en la calidad de libres), ni menos que lo fuese un Oidor por turno como
también se pretendió por los de esta audiencia, sino Letrado militar ó político,
con tal que tenga instrucción y don de gobierno, para que á más de la adminis-
tración de justicia, que sería acumulativa con los Alcaldes ordinarios, según está
ya determinado por Real cédula, pudiera particularmente providenciar y velar
sobre todos los asuntos de policía, y demás que en esta parte se ordenare por los
Virreyes y se creyere oportuno : bajo el concepto que no hay cosa, por oportuna
y conveniente que sea al bien común, que no se la censure el público; pero cu-
yas habladurías y especies importa despreciar siempre que se haya meditado y re-
flexionado bien lo que se manda, y su utilidad pública antes de mandarlo; bien
que si fuere resultando mayor mal efectivo del bien que se espera, deberá sus-
penderse y procurar enmendarlo para que no se aumente el daño y el error. £1
fomentar en ella algunos tejidos de algodón y lana ocuparía muchos ociosos, y
la adelantaría no poco, sin perjudicar á las fábricas ni al comercio de £spaña.
36. Veragua y Alange tienen Gobernador que provee el Rey; su tempe-
ramento es caliente. Su población consiste (con tal diferencia, poco más ó menos)
en 21,061 almas: hombres 10,158, mujeres 10,873. Blancos de ambos sexos 1,174,
y de ellos varones 638, inclusos 51 eclesiásticos seculares y regulares. Indios
7,954, y de ellos varones los 3,897. Libres 11,522, y de ellos varones los 5,854. Es-
clavos 411, y de ellos varones 199. Componen matrimonios 3,089 y hay poblacio-
nes 22. Sus frutos son los que se cosechan en todas las tierras calientes, pero sin
salida por falta de comercio, si no es los que se cosechan para su consumo y el de
Panamá, el Darién y algunos otros puertos de Guatemala. £1 tabaco se da exce-
lente (como pudiera darse el añil, algodón, azúcar y otros muchos, de los cuales
últimos se coge algo), y se extendieron sus siembras para proveer aquel estanco,
pero se prohibieron después para que se consumiese el de Cuba, con perjuicio de
los habitantes de aquel reino de Tierrafirme y su fomento con el valor principal.
Tiene minas de oro que apenas se trabajan en Santa Rita y otros parajes. Hay
establecidas milicias disciplinadas dependientes de batallones establecidos en Pa-
namá, de donde pasa también un destacamento. Es del distrito de ía Audiencia
deSantafé ; de provisión del Rey y del Obispado de Panamá. Sus límites son :
Costa Rica del Gobierno de Guatemala, Panamá y Port obelo y los dos mares del
Sur y del Norte.
37. Panamá, capital del reino de Tierrafirme. En otro tiempo tuvo Au-
diencia, que también, como la de Santafé, se excedió á prehender por deudas á
i
J
Apéndice . lv
su Presidente el marqués de Villa-Rocha. Es plaza de armas á la orilla del mar
del Sur, y Gobierno y Comandancia general en el día, que comprende los Go-
biernos de Veragua, Darién y Portobelo con la Alcaldía mayor de Nata, de don-
de son las tinajas y famcbos barres y búcaros de su nombre. Tiene Obispo su-
fragáneo de Lima. Un batallón ñjo de tropa veterana con que provee los desta-
camentos del Darién, Portobelo y Veragua. Una compafiía de artillería con su
Comandante y dos ingenieros ; y milicias disciplinadas que no alcanzan para lo
que hay que guardar. Tiene un Teniente del Rey y otro Asesor de Gobierno y
Auditor de Guerra, Cajas reales : le viene situado de Lima para la guarnición y
obras de fortificación, hasta $ 300,000. Lo provee el Rey y es del distrito de la
Audiencia de Santafé. £s la llave del Istmo. Su temperamento caliente aunque
limpio y suave. Cosecha todos los frutos de tierra caliente, pero sólo aquellos que
le sirven para el consumo, por no tener comercio activo alguno. Hacia la parte
del Darién tiene algunas haciendas de cacao y caí^a de azúcar, que acometen ó
insultan á cada paso á aquellos crueles indios. £n el mar del Sur están también
las islas que llaman de Perlas, donde los particulares suelen tener sus negros que
buscan perlas en tiempos oportunos. Son demasiado menudas ó lo que llaman
mostacilla, aunque tales cuales se sacan grandes que nunca llegan á las del Río
del Hacha. Su puerto, que está distante, sirve de escala ó recalada á las embar-
caciones que de Guayaquil comercian en cacaos con Sonsonate, Realejo y Acá-
pulco, puertos de Guatemala y Nueva España, y conducen algunas harinas, vi-
nos, pasas, aceitunas y otras frutas de Chile.
En aquellas orillas del mar hay caracoles y conchas exquisitas, y entre
ellas el múrice ó caracol que produce la tinta de grana de tiro con que tifien hilo
de algodón, como sucede en Santamarta, aunque beneficiado en corta porción. Se
provee de las harinas del Perú ó Chile, aunque con escasez por falta de embar-
caciones de comercio, y pudiera con mayor comodidad proveerse de las del reino,
como sucedía ya en tiempo del Sr. Flores, en que se conducían muchas de Car-
tagena para Portobelo y aquella plaza ; pero en el día se hará de las extranjeras
por el abuso de las licencias á las colonias é introducción de éstas. En otros
tiempos y mientras duraron las armadas y galeones, fue célebre porque por ella
y Portobelo, su dependiente en el mar del Norte, se hacía todo el comercio de los
géneros que venían de España y de la plata del Perú. Desde que cesó aquél y se
entablaron los registros, fue decayendo hasta el estado miserable en que se halla;
y más desde que se extinguió aquella Audiencia por el Sr. Pizarro con sobrados
fundamentos y con facultades de la Corte, después de averiguados los desórde-
nes que allí había, especialmente en orden á trato clandestino con los extranje-
ros que trascendía hasta Guayaquil, Quito y el Perú. Lo mismo sucedería hoy
si no fuese por la continuación de registro que va en derechura á Lima por cabo
de Hornos, que abarata las ropas y hace caro é incómodo este otro. El tabaco,
añil, azúcar, cacao y otros frutos pudiera aumentarse, sujetados los indios del
Darién y siendo mayor su población ; porque lo que ahora produce alcanza ape-
nas para mantener sus habitantes y ocupadas las milicias en tiempo de guerra,
ni aun para esto, porque se quitan á la labranza. Prohibidas las harinas extran-
jeras se consumirán las del reino, que hace caras el transporte y la abarataría la
abundancia. Su población consiste en 35,924 almas comprendidas en siete po-
blaciones y partidos ; hombres 17,278, mujeres 18,646. Blancos de ambos sexos
7,910, de ellos varones 3,991, incluscs 151 eclesiásticos seculares y regulares,
3,999, inclusas 36 religiosas, y matrimonios 1,054. Indios 5,470, de ellos varones
2,619, mujeres 2,851, que se comprenden en 908 matrimonios, libres 19,702, de
ellos varones 9,163, mujeres 10.539 y matrimonios 2,741. Esclavos 2,793, ^^ ellos
varones 1,539 V mujeres 1,254 y 310 martrimonios.
38. Portobelo: era dependiente antes de Panamá, cuyo Gobernador nom-
braba allí un Teniente, y cuando los Galeones ó Armadas, pasaba también uno
de los oficiales reales. Es la puerta del Istmo en el mar del Norte, donde des-
emboca el río Chagres, y algo más arriba de su boca hay un castillo de este
nombre y dos á los lados del puerto. Desde el tiempo del Sr. Zerda lo nombra
el Rey, aunque tiene alguna dependencia de Panamá para el arribo ó salida de
las embarcaciones, que no dejó de causar desavenencias y contestaciones mien-
tras se fueron aclarando las respectivas jurisdicciones. Tiene Oficial y Cajas rea-
les. Del batallón de Panamá se provee su guarnición por grandes destacamen-
tos para castillo y demás puestos de Chipo, Tcrable, &c. Su jurisdicción es muy
limitada; tiene solas sus poblaciones, inclusa la ciudad ó puerto, que es hasta
donde se extiende con parte de la de Panamá. Por el puerto de Garrote es por
donde se hace la mayor parte de las introducciones del trato clandestino, y tam-
LVi Nueva Geografía de Colombia
bien por el pueblo de Palenque, que está al lado opuesto de la punta de San
Blas, cuando no se hace por el mismo puerto que suelen frecuentar los ingleses de
Curazao y Jamaica, aunque más los primeros, hasta llegare! caso de hacer tomar
por fuerza los géneros á nuestras embarcaciones mercantes y tomarles en cambio
los frutos ó plata que llevaban. Su temperamento es cálido y húmedo y muy
' enfermo para su situación, aunque más adecuado para la gente de color, porque
los blancos no prevalecen en él. No tiene comercio alguno, y de ordinario se
provee de algunos víveres y harinas de Cartagena, conducidos por algunas em-
barcaciones menores, que a su retorno suelen traer cocos de aquella costa, y al-
gunos caudales del comercio de Panamá. £n las minas de Santa Rita parece se
saca algún poco de oro corrido. Su pobl&ción consiste, sin contar la tropa, en
1,662 almas, los 772 hombres y las 820 mujeres. Se componen de 185 matrimo-
nios. Hay 121 blancos, de ellos 65 varones y 16 eclesiásticos seculares y regula*
res, y 24 matrimonios. Hay 45 indios, 32 varones y 13 mujeres, que componen
8 matrimonios. Libres, 1. 411, los 588 varones y 149 matrimonios. Esclavos 185,
varones 89 y cuatro matrimonios que declaran la libertad de conciencia con que
se vive. Es del Distrito de la audiencia de Santafc y del Obispado de Panamá.
39. Darién : este Gobierno fue el primero que hubo en la Tierrañrme que
conquistó el famoso Capitán Vasco Xúñcz de Balboa, descubridor del mar del
Sur y que después fue degollado en Panamá por su Gobernador y suegro Pe-
émrias Dávila. Tuvo Obispo y fue el primero que hubo en este reino ó América
Meridional, que sin duda se trasladó después a Panamá por ser aquella ciudad
con Portobelo el puerto y la puerta para la correspondencia, trato y conquista
del Perú. Después pendió directamente de Panamá, cuyo Gobernador nombraba
un Oficial de Comandante, hasta que en tiempo del Sr. Zerda se nombró Gober-
nador independiente. La ferocidad y valor de sus indios dieron mucho que ha-
cer para sujetarlos, como que no ha podido lograrse hasta ahora por haberse re-
belado algunas veces algunos de sus pueblos y ser una nación cruel y pérfida, que
en los principios tenían sus gasas fabricadas en las copas de los árboles, desde
donde solían herir sin ser vistos. Aunque estaba situada su principal población
en la costa del mar del Norte, después ha quedado reducida al Real de Santamaría,
cerca del golfo de San Miguel y costa del mar del Sur, cuyos vecinos mantienen
algunas haciendas de cacao, que insultan Los indios rebeldes á menudo, con siete
pueblos más de los reducidos, que componen en todo 400, y que si fueren verda-
deramente fieles, podrían servir mucho para contener y arredrar á los otros. La
fertilidad de su terreno es grande en 40 leguas ó más que se extiende á lo largo,
y en 14 ó 16 que ocupa á lo ancho, aunque en algunas partes más y en otras me-
nos. Mas los indios rebeldes que corren por todas ellas impiden en lo interior su
poblrción y labranzas. Su temperamento en lo general es caliente, aunque tiene
sitios templador. El Gobernador actual. I). Andrés de Ariza, pidió al Sr. Girior
semilla de trigo y de otras especies y frutos que ignoro si produjeron. £1 cacao
es de un crecido grano. El algodón, el azúcar, el café, el añil y todos los demás
frutos y frutas de tierra caliente se darían allí con abundancia, con fácil embar-
cación y exportación por ambos mares, igualmente que las maderas de construc-
ción de que abundan sus montes. Tiene minas de ero que la hicieron famosa en
' su descubrimiento, hasta fingir que se pescaba con redes. Pero se trabajaron muy
poco, y en el día se trabaja solo una sin duda por su despoblación y los repelidos asal-
tos de los indios. Su situación es de las más ventajosas, y es fortuna que los enemiv
gos de la corona, particularmente los ingleses, no hayan pensado en establecer-
se con empeño en ella, pues con su posesión se habrían hecho desde luego due-
ños de ambos mares ; y después, sin mucha dificultad, de las minas del Chocó
y Antioquia, y con el comercio clandestino de todo el niño de Tierrafirme.
Acuerdóme por esto de que informó al Sr. Zerda un inglés cogido en Panamá,
nombrado D. Pedro Alejandro de Velasco, que la comunicación que los ingle-
ses tenían con estos indios rebeldes, con los Mosquitos en el río de Nicaragua
(ó de las Bocas del Toro, ó bahía del Almirante, que parece más regular) y la
posesión de la Florida, eran tres espinas que aquella nación iba introducien-
do en el corazón de España, con las cuales pretendía en su tiempo hacerse
duefio del seno mexicano, del río de San Juan y laguna de Nicaragua, y de los
mares del Norte y del Sur por aquella parte, y de los mismos por la del Darién.
£n la costa de este mar está la bahía de Caledonia, que es de las mejores que
se conocen por su seguridad y amplitud. En ella estuvieron establecidos los es-
coceses, que se logro arrojar de aquel establecimiento, como le es también la
bahía de Candelaria. En el río Caimán de la misma costa estuvieron también
fundados los franceses, que sin embargo de haberse casado con las indias y he-
P E N D I C £ LV1$
cho abundantes cacaotales, fueron asesinados todos por los indios en tiempo del
Sr. Solís, ó algunos años antes, acaso porque habían ofrecido someterse á los
españoles. Con la recuperación de la Florida y agregación del Mississippi se ha
sacado la una espina. Si se vela sobre que los ingleses cumplan el último trata-
do de paz, y que no tengan más que factorías ó almacenes de madera para el
corte de palo de campeche, y que no tengan el trato é influencia que antes con
los indios mosquitos y los de aquella costa basta Portobelo, podrá no penetrar
más la segunda espina, aunque no faltará por aquella parte el trato ilícito con
el reino de Guatemala. Y así se procura poblar y asegurar el Daríén por parte
del Norte y del Sur, estrechando los indios ; tampoco debe dar cuidado la terce-
ra, sobre que se hablará más en su lugar. £1 Gobernador Ariza descubrió y abrió
varios caminos, construyendo unas cuatro casas fuertes sostenidas con pequeños
destacamentos, con que fue conteniendo y estrechando á los indios, aunque por la
cuenta de sus gastos tuvo que sostener un pleito en tiempo del Sr. Piñeres, que no
dejaría de resfriarlo en llevar adelante sus empresas, que verdaderamente eran
celosas. Descubrió camino para el Chocó, y por todas partes convendría apro-
vechar este arbitrio junto á las poblaciones que se fueran formando. Por el mar
del Sur tiene la bahía de San Miguel, que es de las mejores y más seguras que
se conocen en el mar del Sur. Un destacamento que va de Panamá es el oue
guarnece esta Provincia, que sirve también de presidio. Los presidiarios, los
pocos vecinos que allí residen y la tropa destacada, todos hacen de soldados y
tienen que estar siempre alerta para defenderse de las frecuentes emboscadas de
los indios, que importa sojuzgar sin miramiento alguno, aunque poco á poco y
con prudencia; pero con mayor fuerza que el destacamento que va de Panamá.
Linda esta Provincia con la de Portobelo, con los mares del Norte y Sur en toda
su longitud, y con las del Chocó. Su población es tan tenue y limitada que, aun-
que contiene ocho poblaciones de cortísimos pueblos de indios, sólo comprende
1,266 almas, en 215 matrimonios, 5 de blancos, 91 de indios, y 119 de libres, sin
alguno de los esclavos. Los blancos, inclusos los eclesiásticos, son 39, y de ellos
sólo tres mujeres. Los indios son 400 : 208 varones y 192 mujeres. Los libres
son 742 : 415 varones y 327 mujeres. Los esclavos son 85 : 42 varones y 43 mu-
jeres. Unidos componen 701 hombres y 565 mujeres, que es una miserable po-
blación, pues basta la carne de cerdo y otros víveres, es preciso llevarlos de Pa-
namá, cuando pudiera abundar allí. Es del Distrito de la Audiencia de Santafé
y del Obispado de Panamá.
40. Chocó : esta Provincia comprende dos bajo este nombre, que son Nó-
vita y Zitará, en las cuales se incluyen quince pueblos de indios en que viven
muchos libres de todas clases y hay muchos minerales de oro corrido. Linda
con las del Darién, Antioquia, Popayán y mar del Sur. Su temperamento es
cálido y húmedo, pero sano. Hasta el aflo de 1736 ó 1740 dependió de Popayán,
servida por un Teniente que se nombra Superintendente. Después se erigió en
Gobierno que subsiste y prosee el Rey. Su terreno es montuoso y muy quebrado.
Por esta razón su mayor tranco y comercio es por agua ; y por tierra malos sus
caminos, ó se andan poco. Los únicos frutos que allí se cosechan, fuera de otras
legumbres ó raíces, son el maíz y los plátanos, á que se dedican los indios, por-
que el principal fuerte es el de las minas de oro corrido, que se trabajan con
cuadrillas de esclavos. Para mantener éstos, las carnes y demás víveres y géne-
ros le entran de las Provincias de fuera. La sal con el vino de Chile, carne y
algunas frutas de la Punta de Santa Elena y Guayaquil. Las carnes de res y cer-
do de Cali y Cartago, de la Provincia de Popayán, y también algunos de An-
tioquia por Urrao y Murrí. En el día que esta abierta la comunicación de Car-
tagena por el río Atrato, prohibida antes con pena de la vida, se conducen éstos
con el hierro, acero y demás géneros de Castilla, á mucho más bajo precio de
aquella plaza y el Sinú, que se conducían antes de Santafé y Popayán por Car-
tago y Cali, con los géneros de Quito y el reino, que ya no se llevan de aquí.
Aunque por esta razón es muy útil la navegación del Atrato, hasta para el co-
mercio con Quito, pues D. Miguel Gijón llegó á aquella ciudad con sus cargas
en 30 ó 32 días, desde la plaza de Cartagena, mientras no esté asegurado el Da-
ñé» y resguardadas las bocas del Atrato, en cuyo golfo desemboca, tampoco lo
estarán las Provincias del Chocó de los insultos de los enemigos de la Corona;
ni dejarán de extraerse la mayor parte de los oros que produzcan aquellas Pro-
vincias. En ellas se han encontrado con mayor abundancia que en alguna otra
parte del mundo, el platino, metal que se ha hecho famoso y apreciable de al-
hu€va Gtografia ie CéUmhm, TOMO I— H .
tviii Nueva Geografía de Colombia
¿unos días á esta parte, que se ha dcscubicrtu el mo<lo de fundirlo, que se tenia
antes por imposible, y obligaba á arrojarlo, y aun añadía el trabajo de separarlo
del oro, con que se saca mezclado. Sin embargo, síVo se paga á dos pesos libra,
de cuenta del Rey. Para fomentar su saca y la de las minas, se formó un pro-
yecto en el actual (jobicrno, de introducir ncgro> de cuenta de la Real Hacienda
para venderlos á los minero^', en que se gastará mucho y adelantará nada, por
^haberse procedido en él con falta de inteligencia y de conocimiento. Para su eje-
cución fue comisionado el Sr. Fiscal Váíicz. También providenció sobre que se
rescatase el oro en polvo por cuenta de la Real Hacienda, pagando el castellano
i 17 reales en lugar de 16, á como corre, y j^arecc no falta quien piense que se
mande y haga lo mismo en tt)das las cajas minerales. Si se reduce á efecto este
pensamiento, serviría para atrasar, en lugar de fomentar, las minas y mineros ;
para minorar los derechos de (Quintos y moncdación; para quitar este ramo de
comercio para la extracción de oros, y para otros mil daños que sólo comprende
3uien tiene de este rescate verdadero conocimiento. Apenas tiene tal cual ganado
e asta. El maíz lo cosechan los indios habilitados del Corregidor, en cuyo tra-
bajo les cobran los tributos, vendiendo aquél á los mineros; en el de los arras-
tres y carguíos de tercios por tierra, que logran según su situación algunos pue-
blos, y en hacer unas pequeñas canoas (]ue allí llaman potricos, para conducirse
por agua, porque nunca se dedican á sacar oro, aunque sí á pescaren los ríos. La
religión está muy atrasada en estos indirs, ó no tienen alguna, porque ordinaria-
mente viven en el monte, y aprenden de muchachos la doctrina, que olvidan
luego. Ia>s Corregidores sólo cuidan de emplear á los indios para cobrarles el
tributo y hacer su negocio ; y los Curas de hacer su negocio también, cobrándoles
sq estipendio. Son pocos los indios que hablan el castellano, y muchos los que
5C huyen á los montes, que hacen sacar los Corregidores para que les trabajen.
Aunque tiene la Provincia porción de ríos que se navegan, es falta de aguas
para trabajar las minas en lo interior, aunque ricas y abundantes. Xo se sabe
3ue haya en ellas descubiertas minas de oro ó de plata. Pero no puede menos
e haberlas como las hay en la Provincia de Antioquia, con la cual linda, y las
debe haber, donde las haya, de oros coiridos. Su poÍ)lación consta de 15 pueblos
de indios y reales de minas, sin ninguna ciudad ó villa. Son 15,286 almas y
2,724 matrimonios : de ellos son los 65 de blancos, los 1,319 de indios, los 531 de
libres y los 809 de esclavos. Hay blancos 335, inclusos en ellos 16 eclesiásticos se-
culares y tres regulares : los 204 varones y las 131 mujeres. Los indios son 52,687:
los 2,906 varones y las 2,781 mujeres. Los libres son 3,342: los 1,787 varones y
las 1,561 mujeres. Los escla\üs son 5,916: los 3,145 varones y las 2,771 muje-
res. Y hacen varones de todas clases y castas, 8,036, y mujeres 7,250. Población
toda ella muy corta para la grande extensión de terreno que comprenden las
Provincias. Aunque para fomentar las minas comunes, aumentar el número de
esclavos sería falta de política, atendiendo el corto número de blancos. Porque
si se levantaban los indios, se les unirían tal vez los esclavos, para no serlo, sin
poderlos contrarrestar los otros libres y blancos, que no alcanzan á la tercera
parte, y si los negros, no habrá que contar con los indios que se irían á los mon-
tes. Es del Distrito de la Audiencia de Santafé y del Obispado de Popayán.
Hay milicias para sostener cualesquiera turbaciones de los negros y contener los
indios del Darién p)r el Atrato. Por el (lobernador Kntrena parece que se unie-
ron á este Cuerpo los indios. Ks mal pensamiento el enseñarlos y adiestrarlos en
el manejo de las armas, y lo único que hay de bueno es que no tienen otras que
sus ñechas.
41. Neiva : Gobierno (jue provee el Virrey. Ks del Distrito de la Audien-
cia de Santafé y de su Arzoi)is])ado. Linda con ías Provincias de Popayán, Ma-
riquita, Santafé y los indios andaquíes, que se extiende hasta el Marafión, alto
Orinoco y Rionegro. Su temperatura es caliente, y produce todos los fiutos que
le so:i propios, aunque en corta cantidad por la corta población. Abunda en mi.
ñas de oro, que por lo mismo se trabajan i)oco. Su principal comercio de froto;»
líos para
es el ganado vacuno, de que se sacan porciones considerables de noviJ
Santafé y para la Provincia de Popayán. A- su jurisdicción de Timaná correspon-
de la entrada á las misiones de los andaquíes, que con\endría fomentar para
aprovechar la canela y cera do abLjas que de ellas se extrae, y que pudiera me-
jorarse la primera trasplantando los árboles » Timanáó Xeiva, ó injertándolos
después. Sus poblaciones, inclusa la villa ele Timaná y li de la Purificación, con
la ciudad de la Plata (d'j cjue no hay ¡jadrón ó noticisi), son 15, y contendrán de
12 á 14,000 almas: los 8,000 hombres y las ^,000 mujeres; de ellos blancos los
4,000, inclusos 16 clérigos; \aroncs los 2,000 y las otras 2,000 hembras. Indios
Apéndice ux
1,247 : los 569.varoncs y las 668 mujeres. Libres 5,703 : los 3,000 varones y las
2,703 mujeres. Esclavos 450 : de éstos los 240 varones, y hembras las 210.
42. Santiago de las Atalayas (> Gobierno de los Llanos : lo provee el Vi-
rrey. Es del Distrito de la Audiencia de Santafé y de su Arzobispado. Su tempera-
mento es caliente. Abunda en algodón, de que se tejen los lienzos, morcotes,
manteles y servilletas, que tienen mucha salida para Santafé y otras partes. Pro-
duce todos los frutos propios de su temperamento, vainilla exquisita, los gusanos
ó araf^as que producen la seda, distinta de la del capullo, y produciría el tabaco
con abundancia, el arroz, el añil, el café (á más de lo que produce silvestre) y
cuanto se plantase propio de aquel terreno, que fertiliza con exceso el calor y
humedad que mantiene, aunque para nada parece más á propósito que para la
cría de ganados. Tiene también salinas. Atraviesan e^tos llanos los ríos de Meta,
Casanare, Apure y otros muchos que desaguan en ellos, y por ñn aquéllos en el
río de Orinoco, hasta donde son navegables, y el Meta lo es desde 465 días de
distancia de Santafé, en los llanos San Martín y San Juan. Comprende tres ciu-
dades, deque Santiago de las Atalayas es la capital, y otras 21 poblaciones. En
todo ó la mayor parte de éstos son pueblos de indios de las misiones que estu*
vieron á cargo de los Jesuítas, y en el día de las religiones de la Candelaria, San
Francisco, San Agustín y Santo Domingo, aunque estos últimos hacia la parte
del río Apure, en Barinas, y correspondiente á Caracas. Estas misiones se ade-
lantan poco ó nada desde que los ex jesuítas las dejaron, por faltarles á las otras
religiones, en lo general, el método y medios de adelantarlas, atrayendo á los
indios y costeando los establos en el fondo, que sacaban de los hatos, de las otras
inmediatas, y sobre el cual tengo noticia de haber informado al Gobierno D. Fran-
cisco Domínguez, Gobernador que fue de los Llanos. Los indios que hay que re-
ducir son muy pocos, en su comprensión, porque en la mayor parte se halla des-
poblada, á causa de haberse acabado los indios unos á otros. Han quedado tal
cual que andan dispersos, aunque no faltan hacia la parte de Barinas, Curoaná
y Caracas, y donde hay más es hacia los llanos de San Martín y alto Orinoco,
que están muy distantes, porque desde los llanos de Santiago por todas las ori-
llas del Orinoco hasta la nueva Guayana, apenas ha quedado tal cual pueblo de
indios'^reducido. Siendo navegable el Orinoco y alguno de los ríos que entran
en él hasta las inmediaciones de Santafé, como el Meta y otros, como el Casa-
nare y el Apure, hasta los llanos de Barinas y Santiago, no es dudable que vi-
niendo registros de España á la nueva (luayana, podría por aquella nueva puerta,
más inmediata á la Península para la venida y vuelta de las embarcaciones, y
con menos riesgo en tiempo de paz y guerra para conducir los géneros de Euro-
Í>a y extraer los frutos de este Reino, que por Cartagena, que sin embargo de ser
a navegación dilatada, mayormente estando guarnecidas y pertrechadas las islas
de Margarita y Trinidad, que están en sus bocas, y en la cual última pudiera
fundarse un astillero con las maderas de construcción de que abunda, y que po-
dría conducirse para los de España.
Por estos caminos podrían sacarse muchos frutos del reino, que ahora no
tienen salida, como las quinas, arroz y otras legumbres, y semillas, sebo y al-
gunas carnes saladas, para Guavana,Cumaná y otros territorios nuestros, el taba-
co, el algodón, los cueros, el añil, que pudiera promoverse, el cacao de Cúcuta,
que podría salir por la proyectada navegación del río Urivante, los lienzos del
Socorro, la cascarilla, el té de Bnjrotá y otros mil frutos ó cosas de industria,
que podrían fomentarse y adelantarse en el reino, que por ahora no pueden por
la falta y proporción de salida, porque aunque la hay por Cartagena, el costoso
transporte la hace demasiado cara y difícil, además que quedan otros muchos
que puedan extraerse por el río de la Magdalena. Dirase acaso que Ih inmedia-
ción de las colonias de Ksequivo, Surirán, Cayena y otras islas extranjeras que
hay inmediatas, abriría más puertos al trato clandestino. Pero suponiendo que
siempre debe contarse con el resguardo y celo conveniente y providenciarse aun
cuando sea para las colonias amigas la subida á las muías, caballos y otras es-
pecies, que sólo pueden tenerlo para ellas y que siempre conviene se saquen con
licencia y no clandestinamente como ha sucedido, aunque sea á cambio de es-
clavos, de moneda nuestra y de otros efectos, que menos perjudiquen á nuestro
comercio de Espaila, más abierta queda la puerta al contrabando, mientras más
libre y sin testigos se mantiene la entrada. La población, según el padrón del
año de 79, aunque después se ha aumentado notablemente, era de 21,931 almas:
los 10,977 varones y las 10,962 mujeres. De ellos hay blancos, inclusos 9 ecle-
siásticos seculares y 12 regulares, 1,305, los 659 varones y las 646 mujeres; in-
dios hay 14,627: los 7,578 varones y las 7,049 mujeres; libres hay 6,109: lof
tx Nueva (Geografía de Colombia
3,506 varones y las 2,803 mujeres; esclavos hay 118, los 64 varones y las 54
mujeres. Linda con jurisdicción de los llanos de San Martín y San Juan, con los
bosques que van al Rionegro y alto Orinoco, con las orillas occidentales de este
último río, con la cordillera ó páramo que le separa de Santafé, con la provin-
cia de Tunja y con la de Harinas, que en el día pertenece á Caracas.
43 San Juan de Girón — Gobierno que provee el Virrey; es de la Audiencia
de Santafé y de su Arzobispado ; su temperamento es caliente; en él y su juris*
dicción se cosecha cacao, se coge abundante algodón, de que se tejen lienzos or-
dinarios, que se extraen para la Provincia de Cartagena por los ríos de Cañavera-
les ó Sogamoso, que desembocan en el río de la Magdalena. Pero lo en que más
abunda y que es de una calidad excelente es en tabaco, que sirve principalmen-
te á proveer la Administración principal de Santafé. Si arreglado este ramo se
permitiese su extracción, podría ser muy útil para la Real Fábrica de Sevilla, y
barato en su compra y transporte, con la que podría irse fomentando y poblando
la Provincia. Tiene minas de oro, que apenas se trabajan por mazamorreros.
Contiene sólo cuatro poblaciones, inclusa la ciudad capital. Y en 1,1 11 matri-
monios, se compone su población de 7,073 almas: las 3,944 de hombres, las
3,129 de mujeres. Hay blancos 1,72 : de ellos 788 varones, inclusos 7 eclesiásti-
cos seculares, y las 784 hembras. Indios hay 298 : los 122 hombres y las 176 mu-
jeres. Libres hay 5,193 : los 2,617 hombres y las 2,576 mujeres. Sus límites son,
por una parte, el río de la Mag[dalena ; por otras con la Provincia de Tunja y
tos indios yariquíes, y con la Provincia de Santamaría hacia la parte de Ocaña.
44. Santamarta: Gobierno y puerto de mar en las bocas del río de la
Magdalena. Fue el primero que hubo en la Tierrañrme. Está guarnecido con
tres fortines á la entrada de su bahía, y 200 hombres de tropa veterana. Hay es-
tablecidas milicias disciplinadas. Comprende la Provincia del río del Hacha,
para la que nombraba el Virrey Comandante de los Capitanes del batallón fíjo
de Cartagena desde el tiempo del Sr. Eslava con un destacamento.
£n tiempo del Sr. Zer<ia se hizo una Comandancia separada, que se volvió
á unir en el Ministerio del Sr. Gálvez. Es de la Comandancia general de Carta-
gena, aunque sin uso de sus Gobernadores. Lo provee el Rey. Es del distrito de
la Audiencia de Santafé. Tiene cajas y ofíciales reales y su Teniente auditor de
guerra, y además un juez de las poblaciones hechas por D. José Fernández de
Mier á orillas de la Magdalena, con jurisdicción ordinaria y que se la toma en
otras, restablecida por el Sr Góngora, y que reside en Mompós, de la Provincia
de Cartagena, aunque quitado y suprimido desde el Sr. Guirior, por los multi-
plicados perjuicios é inconvenientes que se siguen á los respectivos vecindarios,
y á las justicias propias y naturales de ambos domicilios. Tiene Obispo que fue
el primero de Tierrafirme, sufragáneo en el día del Arzobispado de Santafé. Se
extiende en hrgo por más de cien leguas de ancho desde la Sierra Nevada has-
ta las orillas de la Magdalena, aunque tiene otras tantas de costa desde M ra-
caibo. Su temperatura en lo general es caliente, pero frío ó templado, según la
mayor ó menor inmediación á la Sierra Nevada que la divide de aquella pro-
vincia. Abunda en ganado vacuno que se extrae para la Provincia de Cartagena,
con carnes saladas, quesos y velas de sebo que se llevan á las tierras de oro.
Podría abundar también en ganado lanar y trigo que proporcionarían sus varios
temperamentos y de que hay experiencia. Se cosecha mucho algodón, y po-
dría cosecharse mucho más si abundase la población, igualmente que el cacao,
café, azúcar y atlil, aguardiente de caña y otras materias para que es á propósi-
to su terreno, como el hayo ó coca si se introduce en España su consumo. La
concha de carey y tortugas abunda en sus costas, y aunque ya se pescan algu-
nas más que antes, y aprovecha aquél para conducir á España, todavía pudiera
aumentarse mucho ; igualmente que la pesca del salmón ó bonito y la de ca-
marones con otros pescados de mar, que tendrían consumo en lo interior del
reino. También hay en su costa el múrice ó caracol de que se extrac la tinta ó
púrpura de tiro, aunque en poca cantidad, y con que se tiñe algún poco de hilo
que llaman de caracol, como sucede en Panamá, aunque también parece aue ya
se ha descubierto en la costa del Tolú. En el pueblo de la Ciénaga, junte a San-
tamarta, se hace mucha sal de la. mar, de que se provee toda la provincia de
Cartagena, la misma de Santamarta y Portobelo. Podría abundar el cáñamo y
lino para fábrica de lonas y cordaje para nuestras escuadras, ó para su transpor-
te á España en rama, habiendo quien lo sepa beneñciar y cultivar, ó enviando
semilla y quien lo entienda. Abunda en gomas y reciñas y otras drogas medi-
cínales. No le faltan minas de oro y otros metales, ni tampoco pórfidos y jas-
pes y otras piedras exquisitas, se^ún la constante tradición desde el tiempo de
AfENDICE hXÍ
su conquista y otras noticias particulares de la Sierra Nevada. Fh Ocafía, que
es de su jurisdicción, se tejen algunos li -nzos, se hace algún azúcar, panela, que
es m nos que aquélla, se coge cacao y siembra algún trigo que se extrae para
Mompós, y minerales de ti- rras de oro. Pero mucha parte de la harina y cacao
que sale para allí, para Mompns y Cartagena, le entra de Cácota y otros luga-
res de la Provincia de Tunja. Abunda mucho la cascarilla n quina, aunque sin
poder extraerse por el estanco de ella. Se trabajan también minas de cobre, que
allí y en las demás partes de la provincia convendría fomentar para los ñne^
que en otra parte se tocan. En aquella ciudad, que cae detrás de la Sierra Ne^
vada, hay cajas reales. Abunda la provincia en maderas de construccir^n y ríos
navegables por donde conducirlas hásta Santamaita, Cartagena ó Elsoaña.Tiene
cría de algunas muías y caballos. Pero sobre todo abunda en palo de brasil y
moradito, de que ya se extraen porciones para Pisparía, aunque con la desgracia
de que se ha pretendido reducirlo á estanro.
Aunque esta Provincia, unida la del río del Hacha, es de las primeras
descubiertas y conquistadas en este reino y la puerta desde alende por todas par-
tes se penetro á él, creyendo sin duda hallar mayores riquezas, no es dudable
que por su situación, fertilidad y producciones, merecería haberse mirado con
particular inclinación para promover su seguridad, población y fomento, y no
con el descuido ó abandono con que se ha mirado. Mas, pues ha llegado el caso
de que se conozca lo que vale, importa no perder tiempo en aprovecharlo ; ma-
yormente hallándose ya reducidos aunque no como conviene, los indios chimi-
las, que mtes lo embarazaban no poco. Un autor moderno hace particular des-
cripción de esta Provincia, á que da el nombre de Perla. Muchas de sus noticias
pueden ser útiles al intento, aunque otras son equivocadas ó las han hecho vanas
las circunstancias. Pero otras hay en una relación formada de aquella Provincia
por su Gobernador, D. Antonio Narváez y Latorre, que debe parar en la Secre-
taría, hecha con mejores cálculos y conocimientos políticos, que puede servir de
mucho, con las n odifícacicnes que exigen las circunstancias, especialmente en
cuanto á los arbitrios y medios de poblnrl.i. Su población consiste en cinco ciu-
dades, inclusa la capital, una villa y 53 sitios y pueblos de indios, de los cuales
sólo se cuentan 28, aunque de corto número. Contiene en ellos 6,075 matrimo-
nios, I )s 742 de blancos, los 1,581 de indios, los 3,449 de libres y los 303 de es-
clavos. Componen almas 39,942: los 19,641 hombres y las 20,301 mujeres. Hay
blancos 4,566^: los 2,337 hombres y entre ellos 128 eclesiásticos, los 91 clérigos y
los 37 frailes, y las 2,229 mujeres. Hay indios 8,506, los 4,120 varones y las
4^386 mujeres. Hay libres 22,882 : los 11,289 varones y las xi,593 mujeres. Hay
esclavos 3,988 : los 1,895 hombres y las 2,093 mujeres.
45. Aunque la Provincia del río de la Hacha es parte de la de Santamar-
ta, como comprendida en su Gobierno, y su población debe mirarse como parte
también y aumento de aquélla, su situación y circunstancias requieren que se
haga de ella particular narrac ón, por comprenderse en su distrito de más de 40
leguas la celebrada Nación Goajira, que se mantiene sin conquistar; y que se
calcula compondrá en más de 17 capitanías ó parcialidades distintas, como
40.000 almas de todos sexos y de 10 á 12,000 indios de armas, que ha habido
quien crea alcanzan á 14,000, aunque tampoco faltan pr.ícticos que lo reduzcan
a 6,000, pero que nunca se juntan por estar divividos entre sí.
La ciudad del río de la Hacha comprende en su jurisdicción 10 poblacio»
nes, inclusa la capital, donde hay Cajas reales, que sirve un Oficial real. Entre
ellas tres ciudades y dos villas. Mas una de éstas y dos de aquéllas, que eran
fundaciones nuevas para contener á los indios de la parte del inar y quitarles el
trato y correspondí ncia con los extranjeros y en que se mantenían destacamen-
tos de tropa, como eran Bihiahoiida, Sinamiica y Sabana del Valle, parece
haberse aniquilado y extinguido por los incultos de los indios que las rodeaban
por tierra, y porque las distancias de unas á otras de la capital impedían su so-
corro; bien que tampoco los pobladores eran á propósito para su fomento, y
menos no teniendo terreno seguro donde mantener ganado de cría y hacer sus la-
branzas. De las otras poblaciones, las que merecen alguna atención son la villa de
Pedraza, la parroquia de Moreno y el pueblo de Horonata. La capital tiene unas
dos baterías ó fortines, con su destacamento corto, de la tropa de Santamaría,
para contener á los in 'ios ; porque aunque antes las había d2 Cartagena y Mara-
caib>, á más de las milicias del país, que son las que m'.s sirven, acostumbradas
al modo de guerrear de los indios, era pira sostener las nuevas poblaciones.
Aquel territorio es excelente para cría de ginados y caballos, y abunda el palo
de Brasil, como podría abundar el tabaco, añil, algodón y otros frutos de su
xui Nueva Geografía de Colombia
temperamento caliente. Pero lo que hace tener algún nombre á aquella ciudad
es su pesca de perlas, que se estiman tener por su hermosura el segundo lugar
después de las de Oriente. En lo antiguo había particulares que tenían canoas
con negros buzos, que sacaban licencia como para minas, y eran útiles sus quin-
tos. Después con las rebeliones de los indios ha quedado reducida á una sola
parcialidad de estos gentiles, que compondrá de 400 á 600, que pasan á hacer la
pesca en dos ó tres meses del ano, que han abandonado de algunos años acá, la
cual ejecutan, si quieren, á poco fondo y pasando á su rescate ó permuta los es-
pañoles, formando real en la playa con una escolta y no pocas precauciones para
precaver algún alboroto de los indios. Importaría restablecer el buceo con nc-
gres ó libres como antes ; y más aumentada la población de Santamaría, adop-
tando, aunque prudentemente, y acomodándolo á las circunstancias locales y te-
rritoriales, el pensamiento de Narv«ícz. Su población, inclusa la tropa, consistía,
en el año de 1778, en 3,966 almas, que es regular sean menos en el día : las 1,920
hombres, y mujeres las 2,046, que se comprenden en 517 matrimonios. Hay
blancos 351, inclusos 11 eclesiáslicoN seculares y 7 regulares: 188 hombres y 163
mujeres, que en el día serán menos. Hay indios 633 : los 304 varones, y mujeres
las 329. Hay libres 2,513 : los 1,176 varones y las 1,337 hennbras. Hay esclavos
469: los 334 hombres y las 135 mujeres. Aquella costa es baja, de modo que una
fragata de regular porte tiene que dar fondo á dos ó tres leguas de la ciudad, á
donde sólo arriban embarcaciones menores, que podrían cargar como '.:.s»ír;:, pa a
conducirla á EspaHa, las embarcaciones que salieren de Santamaría ó Cartagena,
la abundancia de nácar, concha ó madre perla que queda abandonada en aque-
llas playas después del buceo. La mayor parte de la Provincia la ocupan las va-
rias parcialidades de los bárbaros indios goajiros con considerables porciones de
ganados de asta y caballos, copiosas salinas y otros útiles frutos que comercian
-con los extranjeros, especialmente con los holandeses de Curazao, en n'^nella di-
latada cosía, y además de los cueros, muías y caballos, el palo ce Llr.;s*l, en
cuyo cambio los proveen de armas de fuego, pólvora y otros pertrechos ; de ma-
nera que cada una de aquellas parcialidades inmediatas á la costa suele tener su
puerto propio, á donde vienen los extranjeros á tratar con ellos. Esta concu-
rrencia facilita también por ellos y el mismo río del Hacha el trato clandestino
con los nuestros y la internación de efectos en el interior de Santamarta hasta
Mompós, &c. La pacificación y reducción de estos indios es muy importante,
aunque los medios deben ser prudentes y lentos. Linda la Provincia de Santa-
marta, incluso el río del Hacha, con el mar del Norte por una parte; con el río
de la Magdalena, que la separa de la de Cartagena, por otra; con la de Mara-
caibo, con la Sierra Nevada, que la divide de ésta y de los indios motilones, y
con la Alcaldía mayor de Salazar de las Palmas y la Provincia de Tunja por
Ocaña.
46. Cartagena — (Jobierno y Comandancia general que provee el Rey. Com-
prendía en su origen al Gobierno de Santamarta, aunque sin uso ni ejercicio
por parte de sus gobernadores. Es plaza de armas y como llave de la tierra fir-
me. Es la más fortificada del Virreinato. Tiene inmediato el castillo de San
Felipe de Barajas ó San Lázaro, que reducido antes á un fuerte ó caballero
que estaba bien defendido con sólo 50 hombres, como lo experimentó Vernon
con vergonzoso escarmiento en el tiempo del Sr. Eslava, se ha extendido des-
pués haciendo un revestimiento de ladrillos al terreno, que necesita más de 1,500
hombres para su defensa, y de tan poca consistencia, que las aguas lo desmoro-
nan todos los años y obliga á nuevos gastos. Un castillo ó fortaleza de su ex-
tensión, no siendo una buena ciudadela, con tanta inmediación á la plaza como
lo está éste, parece que no puede menos que ser perjudicial, y por lo tanto con-
vendría allanarlo y dejarlo en su estado primitivo. Cuando el ingeniero Dr.
Agustín Crame pasó en la última guerra con los ingleses á recorrer las plazas de
América, entendí que fue de este dictamen, que bien meditado y reflexionado
antes, deberán después decidir los inteligentes, aunque particulares respetos pa-
rece que lo suspendieron ó hicieron variar entonces. Siendo la entrada para su
segura bahía desde la fundación de Cartagena un canal que se llama I3oca-
grande, según tengo noticia (aunque otros aseguran que lo fue el canal de Boca-
chica, y que fue otra la causa de la abertura del Bocagrande) con motivo de ha-
ber naufragado en él, según he oído, un navio portugués venido con permiso de
ropas por los aros de 1,720 más ó menos, se fue cerrando aquél y obligó á descu-
brir nueva entrada, que se encontró por el canal de Bocachica, donde última-
mente se construyeron dos buenos castillos que defienden su entrada, pero que
estando á cinco leguas de la plaza y ocupando alguna gente para su custodia eq
Apéndice i<xiii
tiempo de guerra, y sin puestos inmediatos para sostenerlos desde aquélla, causa
y debe causar mucho cui<lado en un asedio. Lo peor es que d más de ser muy en-
fermizo aquel terreno, es menester limpiar muy á menudo aquel canal, porque
llen&ndose de arenas, falta fondo para entrar las embarcaciones, y tal vez pueda
llegar el caso de que las defensas de aquellos castillos vengan á quedar inútiles.
De resultas de haberse ido cerrando el canal de Bocagrande con las arenas que
las corrientes de las aguas arrojaban hacia aquella boca y se detenían en el bu-
que ido á pique, que les servia de escollo, se fue abriendo una tan grande, que
yéndose introduciendo toda la mar á la bahía, en breve se habría tragado á Carta-
gena, dejando inútiles de una vez las defensas de Uocachica. Para detener estos
inconvenientes se proyectó el cerrar á Üucagrande con un dique de 1,500 varas,
por el ingeniero Director I). Antonio Arévalo, en tiempo del Sr. Zerda, que pro-
puesto á la Corte y aprobado se redujo á efecto á costa de un millón y medio ó
dos de pesos; importa mucho dejar esta salida y entrada á las aguasdel mar, que
se desahoga en sus mareas, extendiéndose á la bahía y otras lagunas inmediatas
ó playas anegadizas, porque estrechada ó cerrada de una vez por allí, podría
abrir puerta por otra parte, como iba sucediendo en la última guerra por el pa-
raje llamado la Boquilla (donde fue preciso hacer dos baterías provisionales), que
se desagua en la laguna de Tcsca, que está al pie de la Popa, y continuado ce-
rraría muy luego la plaza, uniéndose con la bahía. Mas sobre esto debe preva-
lecer siempre el dictamen de los inteligentes, después de reconocidos los terre-
nos y pesadas y combinadas sus circunstancias. Tiene de guarnición un batallón
fijo, como en lo antiguo, porque aunque en tiempo del Sr. Flórez se había aju-
mentado un regimiento, que nunca estuvo completo, ni le basta, aunque hay mi-
licias disciplinadas establecidas en la Provincia, de blancos y pardos (cuyo prest
diario debiera reformarse). Con motivo de establecer el regimiento auxiliar de
Santafé se suprimió el segundo batallón por miras é intereses particulares, y con
perjuicio y riesgo de la seguridad del Reino. Tiene un Comandante y 200 hom-
bres de artillería con su parque, ingeniero, una machina ó carenero en manga
para carenar los navios, con la correspondiente maestranza. Un Teniente del
Rey y otro del Gobernador y su Asesor y Auditor de Guerra, Administrador de
Aduana, que es la primera del Reino, por ser aquel puerto del general comercio
que se hace con España y sus islas. Cajas y Oficiales reales. Es del Distrito de
la Audiencia de Santafé. Tiene Obispo sufragáneo de su Arzobispado, un Semi-
nario Conciliar y un Tribunal de Inquisición, que comprende el Nuevo Reino,
Panamá, Caracas y todas las islas de Barlovento. Su temperamento es muy ca-
liente y húmedo, por estar fun lada la capital entre una porción de lagunas, cié-
nagas y anegadizos á las orillas del mar, en cuya tierra llana se detienen todas
las aguas que bajan á él de las altas montañas de las Provincias de Antioquia y
el Chocó. Produce todos los frutos que son propios de los temperamentos calien-
tes. Se cosecha porción de algodón, de que se saca alguna pura España y se labra
otro poco en las sabanas del Tolú. en algunos efectos que se consumen en la
Provincia. Si su población fuese mayor ó se fomentase con negros esclavos, para
que es tierra á propósito, podría abundar este género, el añil, de que se beneficia
algún poco en Soledad y Barranquilla, el azúcar, el aguardiente de caña (cuyü
extracción debería permitirse), el café, la escobilla (que aunque algunos han
creído ser el té asiático, los botánicos más hábiles, como Linneo y otro sabio, el
Dr. Mutis, dicen ser muy diversa, pero que sus virtudes, que aquí no ignoran para
su aplicación en algunas enfermedades los más rústicos, exceden a las que se
ponderan en aquél), como los bálsamos y raíces medicinales de que abunda el
partido de Ayapel y sabanas de Tolú, igualmente que el Simití, la madera de
construcción y otras exquisitas, el cacao, aunque bastante se cosecha en las jur
risdicciones de Momp(')s, Morales y el Retiro, y otras muchas producciones que
podrían fomentarse, como la cría de cabras y los cueros curtidos ó al pelo, igual-
mente que otras pieles, y descubrirse y aprovecharse para conducción á España,
como la zarzaparrilla, la ipecacuana, el aceite de palo, &c. Acaso convendrán
cuando no pareciese mejor en Santamaría establecer allí un astillero para emr
barcaciones de menor porte con que se aumentaría la maestranza y marina de
América para su comercio con los demás establecimientos de ella y los de la
Península, que aumentaría por consecuencia los marineros con utilidad propia
en tiempo de paz y de guerra. Abunda también esta Provincia en minerales de
oro en las jurisdicciones do Monipós, Simití, Cabeceras del Sinú y Ayapel, que
son de su jurisdicción, jumque se trabajín poco ror poco poblados aquellos te»
rritorios. No se duda de que en los mismos parajes las habrá también de plata,
cobre y otros metales.
LXTV Nueva Geografía de Colombia
Pero donde ciertamente las hay muy ricas de oro y sin trabajane es bacía
las cabeceras ó nacimiento de los ríos San Jorge, Sinú, de León y de otros que
se descuelgan de la cordillera de Urabáen las Provincias de Antioquia y el Cho-
có que desaguan en los ríos del Cauca, Sinú y golfo del Darién, en la costa de
Urabá. Abunda también esta Provincia en'ganndosde asta y de cerda, aunque para
subsistencia de la plaza se saca más bien de las haciendas mayor porción, de la
provincia de San Martín, donde las tienen considerables vecinos de la misma Car-
tagena y de la villa de Mompós. Esta villa, donde hay Cajas y Oficiales reales, es
el puerto ó escala, como situado á orillas del río de la Magdalena, poco más arri-
ba de donde se le introduce el Cauca en la boca de Tacaloa, por donde gira al
interior de las Provincias del Virreinato (á excepción del Chocó á poco tiempo
acá, quejiace por el Atrato) todo el comercio de los frutos y géncrus que vienen
de España por Cartagena y Santamaría, asi como los extranjeros introducidos
clandestinamente; porque en ella y villa de Tenerife, de la Provincia de Santa
marta, es donde se proporcionan las embarcaciones para navegar los ríos Mag-
dalena y Cauca, aunque se hace ya también con canoas y botes de mar que hay
en Cartagena, Barranquilla y Soledad. Aunque esta Provincia fue de las prime-
ras que se poblaron y no es menor en extensión que la Provincia de Tunja, ape-
nas alcanza su población ni aun á la mitad de é^^ta Comprende en su extensión
86 poblaciones; en elUs dos ciudades, tres villas, y las demá« son parroquias y
pueblos de indios divididos en cinco partidos, á más de la capital. Hay en todos
17,754 matrimonios: los 1,945 de blancos, los 3,335 de indios, los 11,384 de li-
bres y los 1,090 de esclavo*;. Componen tod( s 119,647 almas, las 581428 de hom-
bres y las 61,219 nnujeres. Blancos hay 12,656: los 6,085 hombres, y entre ellos
180 eclesiásticos seculares y 164 regulares, y las 5,971 mujeres, y entre ellas 64
monjas. Hay indios 20,928: los 10,069 varones y las 10,859 mujeres. Hay libres
97,920: los 37,760 hombres y las 40,160 mujeres. Esclavos hay 8,725: los 4,294
hombres y las 4,429 mujeres. Linda con el mar del Norte y por una grande ex-
tensión desde las bocas de la Magdalena y sus orillas, hasta donde concluye la
jurisdicción de Simití y Guamocó con la Provincia de Antioquia, con la cual lin-
da también por la parte de tierra, siguiendo desde Norosi y Tiquisio por Aya-
pel y cabeceras del Sinú hasta la costa de Ur;ibá en el Golfo del Darién, sepa-
rándola de los de Santimarta el río de la Magdalena.
47. Antioquia : Gobierno que provee el Rey. Es de la Audiencia de San-
tafé y del Obispado de Popayán. Tiene Oficidles y Cajas reales, y otra pequefta
é independiente, que se administra por un particular Administrador en la ciudad
de los Remedios. Su temperamento es caliente y seco ; pero en la extensión de
su Gobierno los hay varios y de corta alternativa. Produce todos los frutos que
son propios de ellos y otros particulares, y produciría con abundancia cuantos se
sembrasen de Europa y América. Pero lo que más sobresale en ella y se trabaja,
son los minerales de oro corrido ó en polvo, y es la de donde sale la mayor por-
ción de este metal, que reducido á moneda c rre en el Reino y sale para Espa-
f^a. Las minas de veta de oro, aunque abundan, no se trabajan. Lo mismo suce-
de á las de plata, despreciándose las de los otros metales y se mi -mineral es, en
que no faltan los del cinabrio ó azogue, ni tampoco algunas piedras preciosas.
Sobre esta Provincia, como la he reconocido y corrido por mí mismo, tengo for-
mados dos papeles, de los cuales el prim-'ro se halla en la Secretaria, y el segun-
do, aunque lo principié á impulso del Gobierno Superior, no lo he concluido,
viendo que en lugar de premio, al propio tiempo que se aprovechan otros demis
desvelos, celo y trabajo, me llenan d*' injurias, agravios é injusticias. En ellos
consta por menor cuanto conviene al Estado, su fomento (siendo entre muchos
uno de Ir»s medios que promoví ante el Virrey, antes de posesionarme de su Go-
bierno, la introducción de moneda sellada, que no corría, y otro el que se erigie-
se en ella Obispado), aunque era una Provincia de que no se hacía caso ni cuyo
valor se conocía, hasta que en tiempo del Sr. Guirior ser\"i su Gobierno interina-
mente. Entonces producía á la Real Hacienda de 50 á 60,000 pesos, y ahora en
el día le produce cerca de 200,000, fuera de más de 500,000 que en cada año sa-
len de ella para el comercio. Consta de 70 leguas de largo y otras tantas de an-
cho. Sus poblaciones son 26, entre ellas cinco ciudades, dos villas, con la de Ma-
rinilla, que espera el real título. Las demás son Parroquias y pueblos de indios,
aunque las cuatro poblaciones son de consideración. Hay en ella 6,719 matri-
monios: los 1,150 de blancos, los 279 de indios, los 4,115 de libres y los 1,175 de
esclavos Se cuentan 48.604 almas: los 27.17? hombre< y las 21,431 mujeres.
Blancos hay 8,893 t de ellos 4,091 hombre«, inclusos 1 1 1 eclesiásticos seculares,
y 4,43a mujeres. Indios hay 2,514 1 los 1,278 hombres y las 1,242 mujeres.
Apéndice lxv
hay 28,406: los 16,826 hombres y las 11,582 mujeres. Esclavos hay 8,791: los
4,756 hombres y las 4,035 mujeres. Linda con la Provincia de Cartagena en la
mayor parte, desde el golfo y costa de Urabá en el Darién, por Ayapel, Mom-
pos y Guamacó hasta el río de la Magdalena en la jurisdicción de los Remedios,
en el sitio de San Bartolomé, con la de Mariquita, Popayán y Chocó, donde en
los ríos Sucio y Atrato cierran el cuadro de su jurisdicción.
48. Mariquita : este fue corregimiento desde su principio, hasta que en
tiempo del Sr. Zerda se erigió en Gobierno que provee el Rey, Es del Arzobis-
pado de Santafé. Tiene Caja Real, con sólo un Oñcial Real, que es al propio
tiempo Juez de puerto, residente en la villa de Honda, que lo es en el Reino de
la Magdalena, del comercio de todo aquel Reino y el de Quito. Su temperamen-
to es templado, pero j'en la mayor parte es caliente, aunque los hay varios.
Produce todos los frutos que son propios de ellos, pero á lo que más se dedican
y abunda es á la siembra del cacao, que es el mejor que se coge en las haciendas,
que desde que se pasa la angostura de Carare ocupan ambas orillas del río de la
Magdalena hasta la villa de Plooda; pues el que se coge en su prisdicción, más
arríba, es agrio. Se siembra y coge algún algodón, de que se tejen lienzos ordi-
narios en la ciudad de la Palma. Pudiera sembrarse mucho más, tanto en lo in-
terior de su jurisdicción, cuanto en las haciendas de cacao de las orillas de la
Magdalena, con facilidad de la conducción y transporte por él para el comercio
de España, hasta Cartagena ó Santamarta. £1 café abundaría tanto, que á los
dos ó tres años serían pingües sus cosechas. Lo mismo sucedería con el añil,
pues produciéndole silvestre, la naturaleza avisa que cultivado podría producir
muchas ventajas. No obstai:te, D. José Mutis cstá'actualmente haciendo algunos
ensayos para su cultivo y promoviéndolo en Mariquita. Si en esta Provincia
como en las de Santa Marta, Cartagena y otras de temperamento caliente en
que abunda, se cogiesen las hojas de lo que se llama escobilla, de que hay tres
o cinco especies que abundan en todas las tierras calientes, ó en la mayor parte,
y mejor si se cultivase, no hay duda que en ellas se hallaría, aunque no el mis*
mo te asiático, que tanto nos ponderan los extranjeros, una hoja con las mismas
virtudes que se atribulen á aquél, ó mayores, y acaso más eñcaces, por más fres*
00 en su conducción a España y sin adulterio; pudicndo su cogida y beneñcio
ocupar mucha gente inútil, como muchachos, viejos y mujeres. En el día cual«
quier campesino sabe que cortada una rama y bebida el agua, quita los fríos y
las calenturas como la más excelente quina. Produce esta Provincia mucha miel
de caña, cuya mayor parte sirve á proveer los estancos de aguardiente de Honda
y Santafé. La demás se convierte en alfandoque y panela, que les tiene más cuen-
ta que el azúcar. Si ésta la fabricasen, podría tener salida para Cartagena y el
comercio de Elspaña, si abundaran las embarcaciones que faltan para bajar, por
no haber por falta de comercio activo cuantas se necesitaba que subiesen. Abun-
da igualmente el tabaco en el partido de Ambalema, que sirve para proveer las
administraciones de Plonda, Antioquia y Mompí^'s, y parte de las de Santa Mar-
ta y Cartagena. Si tomando otros arbitrios se permitiese la siembra y comercio
de este género, se podrían cargar muchas embarcaciones para las fábricas 6 co-
mercio en España de cuenta de la Real hacienda ó con los extranjeros. La cas-
carilla ó quinsL se coge en muchas partes de ella, que ha comprado el Rey, y se
comerciaría mucha para España si no estuviese estancada. En fin, el ganado de
asta, de cerda, los bálsamos y muchas otras drogas preciosas, como la zarzapa-
rrilla, el aceite de María y otros. Mas en lo que igualmente abunda y sobresale
es en minas de oro y plata, cobre y cinabrio, de que se extrae el azogue, piedra
imán y otras especies. De las primeras de oro corrido, donde más se trabajan es
en el sitio de Chaparral, Ibagué y otros sitios á orillas de la Magdalena ó ríos
que desaguan á él, como el Saldan a, &c.
De las de cobre se trabajan algunas en Ibagué, auaquc no en tanta can-
tidad ^uc este género abunde y abarate para su conducción á España, porque
de ordinario los emprendedores no tienen facultades para adelantar las labores.
Las de plata abundan y han sido famosas desde su conquista. Pero se abandonó
su labor luego que fueron enriqueciendo los que las principiaron, y traslandán-
dose á otra parte y haciéndose más dificultosas las empresas para que no alcan-
zaban los fondos de los que quedaron, con cuyo motivo se fue olvidando el be-
neficio de metales. Últimamente, á influjos de D. José Mutis y á propuesta del Sr.
Góngora, se ha emprendido su labor por cuenta de la Real hacienda (único me-
dio por ahora de llevarlas á efecto), viniendo 1). Juan José Dcluyar de Director
y varios alemanes. Por el primero se aseguran buenas y muchas ventajas por
Au€V€ Gtografla de C9l$mbia tom© i— I
Lxvi Nueva Geografía de Colombia
el método del nuevo beDcñcio. Si corresponden las esperanzas, será medio para
que se formen corapai^ías de particulares conque se emprendan nuevos trabajos,
y se hará conocer fomentando cuan rico es un reino que hasta ahora ha hecho
el papel del más misero y pobre de las Américas; especialmente si el Rey en
iguales términos emprende el trabajo de su cuenta en las famosas vetas y minas
de oro de que abunda la Provincia de Antioquia, en Buriticá, Titiribíes y otras
muchas partes de ella. Sin embargo de que su extensión es dilatada y de que lo
efá más antes que en el tiemixj del Sr. Zcrda se agregasen á la Provincia de
Antioquia las jurisdicciones de Remedios que le correspondían, su población es
corta, pues sólo contiene 33, entre ellas 4 ciudades y i villa, siendo las demás
parroquias y pueblos de indios. Comprénden.se en ella 7,650 matrimonios: los
3,031 de blancos, los 513 de indios, los 4,484 de libres y los 629 de esclavos;
coiuponen 47>I3S almas: los 23,219 varones y las 23,919 mujeres. Hay blancos
12,326: los 6,240 hombres, inclusos 78 eclesiásticos seculares, y las 6,086 mujeres.
Hay indios 4,416 : los 2,119 hombres y las 2,297 mujeres. Hay libres 26,313: los
12,791 hombres, y las 13,529 mujeres. Hay esclavos 4,083 : los 2,069 hombres, y
las 2,014 mujeres. Linda con las Provincias de Cartagena, Antioquia, Popayán,
Neiva, Santafé y Tunja.
CAPITULO VIII TINJA. CORREGIMIENTO
49. £1 corregimiento único es (omitiendo hablar de los de Zipaquirá
y Sogamoso, de que se habla en las respectivas Provincias de Tunja y San-
tafé, en que están enclavados) el de Tunja, que provee el Rey. Su tempe-
ramento es frío, aunque los hay de varias clases en su dilatada extensión,
que pasa de cien leguas. Incluye dentro de ella y á sólo un día de camino el
corregimiento de Sogamoso y Duitamn, que hace como un lunar y que provee
el Rey, y por estose considera como independiente de Tunja. No hay otro mo-
tivo ó principo que haberse pretendido en España y sin otro conocimiento ha-
berse expedido real título, aunque sin sueldo alguno, siguiéndose de aquí que le
sea preciso al Corregidor comer de los pleitos ú otros arbitrios ; no comer ó
hurtar para ello, pues aunque administrara los tributos de aquel partido, no po-
drán darle para ello. Incluye también el corregimiento de Chita, que aunque lo
f>rovee el Virrey, no se comprende en su padrón, y hay en^él una abundante sa-
ina que está arrendada. Comprende asimismo otros pequeños corregimientos de
indios de que se ha tratado largamente en el informe sobre la visita del protec-
tor ñscal Moreno, verificada de real cédula. Conviene arreglar la jurisdicción de
este corregimiento, crear otro en Pamplona y aumentar lugares al Gobierno de
Girón, arreglándolo al estado actual de las cosas. £n este corregimiento se
comprende la ciudad de Muzo, donde se sacan las esmeraldas, aunque en corta
porción, desde que de orden de S. M. se ha reducido á que sólo se trabajen las
minas de cuenta de la Real hacienda. Las hay también en Somondoco y en el
territorio de Guateque, aunque no se trabajan. En la ciudad de Vélez y su ju-
risdicción se cosecha mucho algodón, de que se tejen lienzos bastos y otros efec-
tos. Se labra abundante y buena azúcar y otros varios dulces que se comercian
en Santafé y otros parajes de la misma Provincia y del Reino. Está la villa del
Socorro, que se ha hecho notable por haberse hecho cabeza de los disturbios
pasados. Es población considerable, y en ella y su territorio se fabrican muchos
tejidos bastos y lienzos de algodón, que tienen expendio en todo el Reino y fue-
ra de él, cuyo género se coge con abundancia, igualmente que el azúcar, tabaco
y otros útiles frutos. En Cúcula y Pamplona, entre otros frutos, se coge mucho
cacao que se saca para el interior del Reino, Cartagena y Maracaibo, aunque en
ésta, por falta de embarcaciones, está hecho un monopolio entre dos ó tres que
perjudica y atrasa á los cosecheros; y por lo mismo le será muy útil la salida por
el río Uribante, y Apure hasta Guayana, así como el tabaco, añil y otros frutos y
efectos que pueden fomentarse y cosecharse. Abunda también en lanas, de que
se hacen varios géneros ordinarios en varios pueblos y parroquias, y se coge
también mucho trigo y alguna grana silvestre, aunque en corta cantidad, porque
no se beneficia ni tiene cuenta en Espaila, que proporcionándole salida no sólo
alcanzará á mantener de pan con sus harinas todas las plazas y provincias del
Reino, sino para sacarlo fuera. El comercio de sus efectos y frutos es el más
considerable del reino de Santafé, y como esta Provincia es la más poblada de
él y lus temperamentos varios y fértiles, aunque no falta pereza é indolencia en
Apéndice lxvii
sus habitantes indios, con todo, es la que más contribuye á su conservación. En
su jurisdicción no faltan minas de oro y plata, aunque ninguna se trabaja, así
como las hay de cobre y plomo, aunque medio abandonadas por falta de fomen-
to en los que las trabajan. Hay en su distrito 4 ciudades y 3 villas y más de 200
poblaciones entre pueblos de indios y parroquias. Se comprenden en ellas
44,317 matrimonios: los 7>544 ^^ blancos, los 7>o77 ^^ indios, los 18,824 de li-
bres y los 872 de esclavos. Hay almas 258,617 : las 126,305 de hombres y las
132,312 de mujeres. Blancos de ambos sexos hay 103,915 : los 51,392 hombres,
inclusos 197 clérigos y 179 frailes. Indios hay 36,186, los 16,993 hombres y las
19,393 niujeres. Libres hay 112,469: los 55,213 hombres y las 57,256 mujeres,
íiclavos hay 6,047 • los 2,906 varones y las 3,141 mujeres. Linda con la juris-
dicción del Gobierno de Santafé, con el de los Llnnos, con el río de la Magda-
lena, por Vélez con el Gobierno de Girón, con la Alcaldía Mayor de Salazar de
las Palmas, con la de Ocaña, que es de Santamarta, y con la de Maracaibo,
que es en el día de la jurisdicción de Caracas.
50. En su jurisdicción se comprende la Alcaldía Mayor de las Vetas de
Pamplona y Bucaramanga. Estas Velas, que eran de oro y plata, y en que hay
también minas de oro corrido ó en polvo, fueron célebres en otro tiempo, en que
se trabajaron ; pero hace mucho que están abandonadas. En el Gobierno del Sr.
Zerda se formó una Compaiíía, en que tomó parte con otros de los de su casa
para trabajarlas, y se hicieron venir mineros de Lima, costeados de cueita de la
Real hacienda, que salieron maulas. Se gastaron más de § 22,oco, y se abandonó
luego la empresa. Salida bien la de Mariquita, convendría fomentar también
éstas de cuenta del Rey, pues experimentándose los buenos efectos podrían los
vecinos de Pamplona y otras partes inmediatas, donde hay algunos acomodados,
promoverse y fomentarse Compañías que emprendiesen otras labores, lo que por
falta de caudales no podría conseguirse de otro modo. Su población, que debe
contarse como aumento de la de Tunja, se compone de cuatro pueblos ó parro-
quias dej2,446 almas, en que se comprenden 5 eclesiásticos secular^ y 200 blan-
cos, inclusos en ellas 141 mujeres; 39 indios de ambos sexos, 2,006 libres, y ellos
mujeres las 977 ; 66 esclavos de ambos sexos, casi por mitad,
51. A más de esta Alcaldía Mayor, había otra, que por su cortedad no se
nombra Alcalde Mayor, y se gobierna como independiente por los Alcaldes or-
dinarios, que es la de la ciudad de Salazar de las Palmas y su jurisdicción que,
creado un Corregidor en Pamplona, convendría agregar á él. Su población se
reduce, inclusa la ciudad, á tres parroquias y un pueblo de indios recién conver-
tidos, que son sin duda de los motilones, con quien linda por una parte su juris-
dicción, con la de Pamp]()na, con la del Gobierno de San Faustino, que es de
Maracaibo, y con la de Ocana, que es de Santamarta. El número de sus habi-
tantes es 2,677 almas en 506 matrimonios : los blancos son 903, de ellos 5 ecle-
siásticos, comprendido un regular; 438 hombres y 463 mujeres; los indios 196,
recién convertidos, de los cuales 91 mujeres y los varones 105. Los libres son
1,452: varones los 756 y mujjrcs 696. Los esclavos 126 : la mitad hombres y la
mitad mujeres, y en todo componen éstas 1,315 y los varones 1,362. Su tempe-
ramento es caliente, aunque por la inmediación á la Sierra Nevada los hay va-
rios. Es territorio fértil, pero pobre por falta de comercio y población. Es de la
jurisdicción de Santafé y de su Arzobispado.
CAPITULO IX — RESUMEN
71. Veintidós Gobiernos y ocho corregimientos que provee el Rey, á excep-
ción de tres de los primeros que proveen los Virreyes, y son : Neiva, Girón y
los Llanos; y tres Alcaldías Mayores, que no merecen el nombre, y convendna
extinguirlas agregándolas á alguna Provincia. Los 22 Gobiernos y los corregi-
mientos son otras tantas Provincias que si estuvieran pobladas podrían ser, por
su extensión, cada una un Reino ó Estado separado, pues la que menos com-
prende de 70 á 80 leguas de Lírico, y otras tantas ó más de ancho. Hay otra
porc'.ón considerable de tenencias y empleos subalternos, que proveen los Virre-
yes, aunque interinamente ; cuando hay vacante los puede proveer todos, menos
los Gobiernos de Cartagena y Panamá, donde hay Teniente del Rey, ni la Pre.
sidencia de Quito, las plazas togadas y los Contadores de Cuentas.
Lxvm NuzvA Geografía de Colombia
72. Población total del Virreinato. Por un cálculo prudente, porque se han
tenido á la vista sus padrones, faltan algunos y otros no están exactos, pero en
que la diferencia será muy corta, resulta comprenderse en su Distrito 776 pobla-
ciones, en ciudades, villas, lugares, sitios ó Parroquias y pueblos de indios ; y
234,244 matrimonios : los 56,014 de blancos, los 100,677 de indios, los 67,725 de
libres de varios colores y castas y los 9,828 de esclavos.
73. Hay 1.412,010 almas, y aun pueden extenderse hasta un millón y me>
dio. Los 783,373 hombres y las 628,637 mujeres (sin la audiencia de Quito
832,000).
74. Hay blancos de todas edades y sexos 474,443 : los 319,909 varones y
las 157,534 hembras.
75. Hay indios 430,910 : los 213,498 varones y las 217,412 mujeres.
76. Hay libres 419,685 : los 206,040 varones y las 2x3,685 hembras.
77. Hay esclavos 83,972 : 10543,926 varones y las 40,046 hembras.
78. Y se compone el estado eclesiástico de 4,132 personas: los 1,669 clé-
rigos, los 1,798 frailes de misa y legos, y las 665 monjas.
CAPITULO X — TOTAL DE SU POBLACIÓN Y REFLEXIONES SOBRE ELLA
79. Esta población se extiende en más de 500 leguas, desde Cartagena 6
Costa Rica hasta llegar á los confínes del Virreinato en Jaén de Bracamoros por
lo largo, y tomada á lo ancho sólo tiene hacia el Occidente sus límites en el mar
del Sur, y hacia el Oriente y parte del Sur se ignoran, por atravesarse los pára-
mos que van á los llanos de San Martín, alto Orinoco y rio Negro y los ^ue
siguen por los Andaquíes hasta el río Maraüón, y por Quito hasta la línea diTi-
soria con Portugal, y por Jaén de Bracamoros y Mainas, con los indios gentiles
y los corregimientos de Piura y Chachapayas, pertenecientes á Lima.
80. Atendida la extensión del terreno, se ve cuan reducida es la pobla-
ción ; y fígurada en el mapa, señala una como faja ó zona, que no es otra cosa
que el camino real por donde se tranca hasta el Perú entre las dos cordilleras de
los Andes.
81. La descripción hecha de su población maniñesta con evidencia que
desde los principios de su conquista se encontró este reino muy poco poblado, y
que donde lo estaba más, se ha mantenido también mayor población, que se ha
ido extendiendo aun á lo antes desierto.
82. Los indios parecían entonces más, porque estaban desparramados en
pequeñas familias y pueblos, y como no tenían bagaje ni gastaban mucho para
viaiar, fácilmente se mudaban y aparecían de una parte en otra, y aun parecían
multiplicarse ; y mayormente acostumbrados á vivir encubiertos y emboscados.
83. £1 decir que el trabajo de las minas y otros en que los empleaban los
españoles los ha consumido, es un delirio para el que tiene conocimiento de lo
que es aquel exagerado trabajo, lo poco que en él se apura el indio, por más que
lo apuren; y que más trabajaban y sacaban de ellas los mismos españoles tra-
bajando por si, y los negros que fueron en aquel tiempo introduciendo, en un
año, que los indios en ciento, aunque en centuplicado número.
84. Lo que hay en esto, y es la verdad, es (yie los indios no se han mino-
rado donde los había, sino que se han ido españolizando y pasando á otras cas-
tas. Y ojalá que sucediera lo mismo con todos los que han quedado de los re-
ducidos, que es el mcdio^único de que la España conserve siempre sus Américas.
85. La prueba de esto es que Santafe ó Llano de Bogotá, que estaba un
poco poblado, se ha mantenido é ido en aumento la población, sobresaliendo los
blancos, porque en él desde el principio se establecieron más españoles, y mez-
clándose con los indios, ayudados del terreno, se han ido éstos blanqueando y
minorándose aquéllos, y sus pueblos, que han abandonado pasándose á otras
partes para ahorrarse de la matrícula, doctrina y tributo. Que la Provincia de
Tunja, donde hibía mayor número de indios, es por lo mismo la más poblada
(comprendiendo todo el Virreinato), donde hubo mayores y más ricas encomien,
das que la mantuvieron con lustre hasta que se fueron incorporando en la Coro-
na, donde subsiste todavía mayoi porción de pueblos é indios y doiide ha creci-
do el número de blancos, mestizos, mulatos, &c., y componen, á mi juicio, más
de los que en el principio de la conquista había de solo indios; sin que esto
pueda defraudar el valor de los primeros españoles que los descubrieron y redu -
Apxndici uam
jeron, púas para contrastar 40 ó 50 hombres solos (aunqae mejorados en arma«
y esfuerzos) que solían presentarse, aunque algunas veces más y otras mucho
menos, de mil, dos mil o más indios, que reñían con la ventaja de los montes j
del conocimiento de los terrenos y debiendo también despreciarse la barbarie y
crueldad con que nos motejan los extranjeros á cada paso por los hechos y rela-
ciones de cuatro particulares perversos é ignorantes, ó de un celo descompasado y
poco prudente ; pues á más de lo mucho que en estos tiempos se les ha echado en
cara, se les podna decir mucho más, con que tendrían que confesar que más bár-
barosy crueles habrán sido y están siendo ellos que los españoles, respectivamente.
86. Que en Cartagena y Santamaría, donde había algunos indios menos
qu^ en Tunja, se ha mantenido y aumentado respectivamente la población de
las otras castas, aunque minorándose la de los indios, como igualmente ha su-
cedido en otras ; pero con esta diferencia, que en estas últimas provincias no se
ha aumentado tanto el número de blancos, como en Tunja y Santafé, sino el de
Morenos, Pardos, &c.; y la causa, porque hallándose inmediatas á la mar, y la-
brándose sus haciendas con esclavos, ha quedado allí y en donde se trabajan
las minas, como es Antioquia, Popayán y Chocó, mayor porción de éstos que,
mezclados con los indios y medias castas, han hecho sobresalir su color negro,
y los demás que de él se derivan; ó ido blanqueándose cuando no ha habido in-
termisión ó retrogrado. Y que en la Provincia de Quito, y las demás de su com-
prehensión, como siempre hubo muchos más indios, no se han introducido tan-
tos espafloles, ni negros, las mezclas de libres, que se originan de éstos, soA
muchísimas menos, y que en su lugar lo que abunda más son los indios.
CAPÍTULO XI — INDIOS GENTILES INMEDIATOS QUE HAY QUE REDUCIR, Y
TERRENOS QUE OCUPAN
S7. Queda una vasta extensión de tierra llena de bosques y fieras en que
todavía subsisten sin reducirse algunos indios. Tales son en la Provincia de San-
tamarta y Riohacha, la nación de los goajiros, compuestos de varias parcialida-
des discordes entre sí, como lo están de ordinario con los Cocinas, pertenecien-
tes é inmediatos á la Provincia de Maracaibo. Se regulan con poner de tqdo sexo
y edades, como 40,000 almas, que ocupan una extensión de más de cuarenta le-
guas. Había algunos pueblos reducidos, que cuidaban los Padres Capuchinos de
Valencia. Se han levantado varias veces y cometido mil sacrilegios, de' que ha
quedado apenas uno ó dos pueblos de los reducidos ; y en tiempo del Sr. Zerda
pretendieron apoderarse de Riohacha. Se envió un pequeño ejército de cerca de
2,000 hombres, bien pertrechados y municionados en Cartagena, al mando del
Coronel de Saboya, D. José Benito de Encio, que, cuando no para sujetarlos ab-
solutamente, sirviese por lo menos á contenerlos y escarmentarlos. Pero no pudo
lograrse, por más urgentes que eran las órdenes, que entrase á sus terrenos y los
castigase, sin duda por la gran distancia del que mandaba. Bastaron sí los pre-
parativos y resultas que teman, para que se sosegaran y mantuvieran en quietud,
aunque se gastaron muchos miles de pesos, que por varios medios procuraban
recoger los que mandaban. En el mando del Sr. Guirior, se propuso la fundación
de muchos pueblos de libres, entre ellos hacia el Hacha, y costa del mar en Ba-
hiahonda, Sinamaica, Sabana del Valle (estaba mucho antes propuesta por el
Sr. Zerda, para los Chimilas en Santan^arta, y no tuvo efecto por las lentitudes
y providencias inoportunas del Consejo, y acá procuradas dicha fundación y para
el Darién, y que vinieron catalanes y canarios), se supusieron hechas cincuenta
poblaciones, y se redujeron á tres ó cuatro en los parajes nombrados, que creo se
han acabado ya ; mas nunca podrían subsistir con los pobladores, que se condu-
jeron propios mis para despoblar. Sin embargo, después acá no se ha oído que
hayan cometido hostilidades, porque en tiempo del Sr. Flórez se trató de qui-
tarles las armas amenazándoles que se les (|uitarían y arrasarían todos los gana-
dos. Un moderno autor trata de su reducción y conquista. Conviene mucho, y lo
principal, quitarles el trato con extranjeros; mas los medios, aunque lentos, piden
muchas combinaciones y larga explicación. Algo de ello se insinuó al Goberna-
dor de Santamarta, D. Antonio Narvácz, en el tiempo del Sr. Flórez.
88. Los Chimilas, que se regulan como unos seis mil, en la misma Pro-
vincia de Santamarta, aunque otros creen que son muchos menos y yo también,
están ya reducidos, y á cargo de los Padres Capuchinos de Valencia y Catala-
nes, desde el tiempo del Sr. Guirior. Tiene varios pueblos, que se van y vienco
léXX NuivA Seografia de Colombia
al monte cuando les parece; pero no cometen ya las hostilidades que "antes de
fundar poblaciones entre ellos. Sería el m^do de asegurarlos, reducirlos á la
religión y sujetarlos.
89. Los Motilones, que tocan á Maracaibo y solían trascender á esta Pro-
vincial aunque principalmente hacían sus incursiones en aquélla, Mérida, Sala-
zar de las Palmas y camino de Pamplona, y Cúcuta, hasta San Faustino, desde
el mismo tiempo del Sr. Guirior comenzaron á reducirse, y están á cargo de los
Capuchinos de Navarra.
90. Hay otros hacia los ñnes de la Provincia é inmediación al río Opón,
que suelen salir á las márgenes de la Magdalena y flechar á algunos. Créese
que son reliquias de los Yariquíes, que pertenecen á la Provincia de Girón, cuyo
Gobierno se erigió con calidad de conquistarlos. Creen otros, y yo con ellos, que
son forajidos de varias castas y colores, que salen á orillas de la Magdalena, j
orillas inmediatas, de tiempo en tiempo, á hacer estos insultos. Se trata de hacer
una entrada contra ellos, conducida por el famoso Plata, para exterminar y abrir
camino, que desde la Magdalena salga al Socorro. Son pocos, y el formar dos ó
tres poblaciones con escolta, y que supiesen manejar las armas de fuego, á ori-
llas de la Magdalena, los reduciría y escarmentaría más breve y mejor. Hay an-
tecedentes desde el tiempo del Sr Zerda, y expediente en el día.
91. La Provincia de Cartagena tiene hacia el Sur por Ayapel y el río
del Sinú, unos pocos indios, re-^to de los nombrados Carautas, confinantes con la
Provincia de Antioquia. Parte de ellos se recogió á Ayapel en pu;. jIj L»*^^ ;.1-
gunos atlos. Estos y los que en lo antiguo solían salir á Antioquia, y de los cua-
les algunos en el día suelen andar ésta toda hacia la Provincia del Paramillo y
puerto del Kspíritu Santo, todo despoblado, son también fugitivos del Chocó,
pueblos de que desertan lodos los años, y se ha formado en Antioquia el de Ca-
ñasgordas. Las poblaciones propuestas por 1). Antonio de la Torre en la costa
de Urabá y Sinú, los contendrían y reducirían muy breve, y servirían para conte-
ner y sujetar [también á los de la costa del Darién, que están enfrente hacia las
bocas del Atrato y río Caimán, con otras providencias que debían ser acordes y
consiguientes.
92. La Provincia del Darién, que se ha hecho famosa en el día por lo
que ha sonado su pacificación, por algunos millones de pesos que en ella se han
gastado, por algunos miles de almas qu: han muerto en ella, y por una porción
de accidentes que han hecho abominable hasta su nombre, siendo su población
sumamente reducida en cuanto á católicos, y éstos hacia las márgenes del mar
del Sur y (iolfo de San Miguel, la tienen sojii/gada los indios Gentiles, que, se-
gún los más prudentes ctnnputos, no llegan á 1,500 almas, divididas en varias
familias, pueblos ó parcialidades, que, extendiéndose en más de treinta ó cua-
renta leguas de terreno que hay hasta las inmediaciones de Portobelo, por la
parte de la costa del Norte, y en lo interior h^sta las Casas fuertes formadas
para contenerlos por la parte de Panamá, y capital de Darién, suelen hacer
crueles incursiones en las haciendas de una y otra, y en la cosía del Sinú, en
que dejan siempre señales funestas de su bárbara crueldad. Han mantenido mu-
chos ai^os comercio con los ingleses, de que no faltarán algunos entre ellos; y
aun se dice que tienen un Ministro en esta nación, así como se encontró en tiem-
po del Sr. Zerda, uno con el título de Capitán, despachado por el Gobernador
de Jamaica, y también su informe. Para del?ner sus correrías se establecieron
en aquel tiempo unas piraguas armadas con que se contuvieron. Después de su
Gobierno se fueron alterando las providencias por sus sucesores; y los indios
volvieron á engañarlos y á sus correrías. Se informó á la Corte de lo que conve-
nía para irlos sujetando, y se han ido respectivamente valiendo de arbitrios,
que no han surtido, ni pueden surtir efecto, atendido su carácter pérfido y nin-
guna religión. El medio único es ir formando poblaciones por la parte de la
costa del Norte, Darién y Panamá, con destacamentos á corta distancia, y que
puedan en cualquier caso repentino auxiliarse unas á otras para irlos cercando y
estrechando, y aun escarmentando, y acometiéndolos sin atención ni miramiento
alguno, 8 cualquier leve daño que cometan, como ap<')statas de la Religión y del
Estado, como enemigos crueles y malo5 vecinos ; y en inteligencia deque por re-
galos ó motivos de religión, jamás abrazaran ést.i, á que tampoco se les debe for-
zar, sino cuando sin arbitrio se vean rodcaíU)s y perseguidos por todas partes, sin
darles lugar al auxilio ni trato con los inj^lcsc<, ni cualesquiera otros extranjeros;
lo que puede irse logrando con el tiempo, y que los hijos ó nietos de éstos vayan
entrando en el gremio de nuestra Religión, estableciéndolos en las mismas po-
blaciones de españoles. En el presente Gobierno del Sr. Góngora se ha intenta-
A P ¿ N D I c ir LXtí
do abrir un camino de Norte á Sur, y poblar con ingleses, colonos y otros ex-
tranjeros. Dios ha permitido que no tenga efecto ; porque era lo mismo que po-
ner aquel terreno en manos de nuestros enemigos, y hacerlos dueilos de ambos
mares.
93. Hacia los confines de Veragua y Alanje con Costarrica, del reino de
Guatemala, se hallan los indios Guaimíes, misiones de los franciscanos de este
último, que se extienden por una inmensidad de terreno, pero que no causan da-
taos algunos.
94. En el Mar del Norte y costa de San Juan de Nicaragua se hallan los
indios Mosquitos, que todos los años por Abril y Mayo hacían sus correrías por
la costa de Veragua, hasta más acá de Portobelo, y se llevaban y vendían por
esclavos á cuantos podían coger. En el gobierno del Sr. Zerda se armaron tam-
bién unas piraguas, con que se escarmentaron y contuvieron. Eran aliados y
auxiliados por los ingleses, pero después se han hecho paces con ellos y quitádose
los establecimientos de éstos entre ellos en la costa de Campeche ; y aun última-
mente ha bautizádose (creo que con poca reflexión) en Cartagena uno que se de-
cía rey de ellos.
95. Los indios del Chocó, aunque reducidos á pueblo, se mantienen tan
gentiles como antes, por falta de doctrina y del cumplimiento de sus obligacio-
nes en Curas y Corregidores, pero se logra que no hagan danos.
96. En la Provincia del Raposo, hacia el Sur, se descubrieron en tiempo
del Sr. Zerda otros indios por las montañas que van á las minas de Juramangui,
de D. Pedro Agustín de Valencia, de cuya reducción se encargaron los misione-
ros de propaganda del colegio de Cali. Son pocos y de índole muy pacífica.
97. Entre la Provincia de Neiva y la de Popayán se hallan los famosos
And^uies, cuya reducción es á cargo de los Padres Franciscanos de Propaganda
fide de Popayán. Se entra á ellos por Ti maná, que es de Neiva. Estos gentiles
son muchos y de varias naciones, y se exienden hasta el Marañón, entre la ciu-
dad de Pasto, por el río Putumayo, río Negro, Caquetá y Canelos, y ocupan todo
el terreno que hay despoblado por la parte del Sur de Santafé, desde la ciudad
de Sumapaz ya acabada, hasta la de Al maguer, cercana á la de Pasto. De todo
este terreno hay una relación en la Secretaría, remitida por el Sr. Bo. Arriaga,
en tiempo del Sr. Zerda, entregada al Conde de Aranda por un Misionero que
• abandonó las Misiones y recorrió aquellos dilatados territorios, y sobre que se
informó. Se han fundado unos dos ó tres pueblos, que hasta ahora no han ido
adelante. Convendría poblarse hacia aquel terreno, que abunda en frutos exqui-
sitos, especialmente la canela y cera. ; Pero de dónde se saca la gente? No obs-
tante, pudiera hacerse un par de poblaciones, aunque fueran de cincuenta fa-
milias cada una, en pueblos de las mismas misiones, para que sirvieran de escol-
ta á los mismos Misioneros (aunque de ordinario por principios mal entendidos
suelen oponerse á ellas, ó por privados fines); fueran acostumbrándose los indios
á su trato, proveyéndose de algunas herramientas y otras cosas que aprecian, en
cambio de los frutos de su terreno, é introduciendo ganados, que podrían multi-
plicarse mucho para los sucesivos tiempos, en que fuera adelantándose la pobla-
ción del reino, sin pensar en nuevas conquistas y descubrimientos.
98. Por la parte de los Llanos de San Martín hay también algunos in-
dios, é inmenso terreno despoblado por la del alto Orinoco y Rionegro, hasta
encontrarse con los llanos de San Juan, donde hay varias misiones a cargo de
los Candelarios, Franciscanos y otras religiones, que estuvieron al cuidado de
los ex-Jesuítas. En este inmenso espacio de terreno que corre entre Apure y las
orillasoccidentaUs del Orinoco, hay porción de parcialidades de indios despa-
rramadas, que según van aproximándose las poblaciones de españoles, suelen
irse atrayendo, aunque con el riesgo de que desamparen el pueblo cuando les
parece ; porque otra de las calidades que constituyen el carácter de los indios es
la inconstancia. En la jurisdicción de Barinas por donde corre el Apure hay al-
gunos pueblos de misiones de los Dominicanos de Santafé. Hace más de cien
años que están encargados de ellas, pero todavía no han dado un pueblo reduci-
do, y nunca será mientras no se agreguen y funden junto á españoles, ó entre ellos
y con ellos.
99. Sábese que en los Gobiernos de Maynas, Canelos, Quijos y Jaén de
Bracamoros, y desde Santafé hacia el Sur, apenas hay más que indios, y que lin-
dan con los gentiles del Maranón, Gran Para y las innumerables naciones que
se comprenden entre el Perú, Brasil y Buenosaires desde la Provincia de Cha-
chapoyas, y con quien linda la última de este Virreinato, Jaén de Bracamoros.
£n estos últimos ^e ha hecho una entrada desde la última hasta la perdida ciu-
txxn Nueva Geograha de Colombu
dad de 6a«za, que era de ella, y en donde se trató con algunos pocos indios de
sus inmediaciones. Estos y cualesquiera otros de los confínes del Virreinato,
deben irse procurando atraer con el trato, y poco á poco, sin empeñarse en nue-
vas conquistas y descubrimientos en que se gasta inñnito, y nada se adelanta la
Religión ni el £stado; arreglando las providencias en términos que las ?«lisiones
sir\'an útilmente en el ñn para que están establecidas. Debe sí ponerse todo el
cuidado en el fomento de lo poblado, tratando de españolizar á todos los indios
reducidos, y reduciéndolos á la clase de los demás vasallos libres del tributo
personal, aunque con él son mejorados y más privilegiados, que todos los demás
(sobre cuyo importante asunto pudiera formarse un separado discurso que acre-
ditase esta indispensable necesidad) hasta que, si es posible, olviden este nom-
bre; y con este y otros arbitrios se conserven las Américas á la España, procu-
rando poner en acción los habitantes, para que venzan la pereza que los domina
y ei fácil, proporcionándoles un comercio activa para que sobran frutos y pro-
porciones en sus provincias, en cujinto lo corto de su población lo permite.
Capítulo xni- remedios oportunos que necesitan para sanar de sus
MALES políticos
191. £1 Virreinato de Santafé es de los más pobres de América, al mismo
tiempo que es el más rico. Falta población respecto de su extensión. Pero arre-
glada y naciendo aplicada la que tiene, con oportunidad y prudencia, puede ha-
cerlo sobresalir entre los más poderosos, si se le fomenta. Las minas abundantes
de oro y plata, las de cobre, las de esmeraldas, la pesca ó buceo de perlas, el ca-
rey, la concha de nácar, el cacao, el tabaco, el aguardiente de caña, el café, el
añil, el palo de tinte, el algodón, los cueros, los bálsamos, la cascarilla, el te de
Bogotá, la zarzaparrilla, la ipecacuana, la calaguela, el paraguay, la vainilla,
la cera de olivo, el azúcar, las harinas y los maderos y otros innumerables fru-
tos, abundan unos en varias provincias, y pueden hacerse abundar otros, desde
la ciudad de Mariquita y por todas las orillas de la Magdalena y las provin-
cias de Santamarta y Cartagena, con facilidad de transportarse por agua hasta
España, ó á otras provincias, y también desde lo interior del Reino por el Meta
y Llanos de Santiago, y los ríos Apure y -Orinocot Con impulso, fomento y tiem-
po, y constancia en el movimiento de la máquina, todo lo puede lograr un jefe
superior y celoso ; pues el carácter de los habitantes es dócil, sabido manejar,
pero perezoso y dejado ; y aunque descontentos ahora, no ofrecen recelo contra
la tranquilidad, pues el pasado fue más impulso de la falta de Justicia, y de ver
estar ajadas y despreciadas sus quejas y representaciones, del despecho, del mie-
do manifestado por los que debieron contener aquél, y del mal ejemplo, que de
otra alguna causa.
192. Para facilitar el trabajo se necesita arreglar las poblaciones y saber
en cada paraje de qué y cómo vive cada uno, formar padrones exactos de todos
los lugares, especialmente en las poblaciones grandes llenas de indios, y de
otros libres viciosos y vagamundos, cuyo medio, aunque en lo general parece
difícil, no lo es en particular-
193. £1 dejar á los indios en la clase de libres y sujetos á sus cargas, re-
partiéndoles las tierras de siis resguardos con títulos de propiedad á cada uno,
seria de los primeros medios con que se irían quitando muchos abusos.
194. £1 ir sacando los ociosos y familias abandonadas á la miseria, para
formar poblaciones formales en las partes que conviniese en lo interior del reino,
de cualquiera clase que sean, pero especialmente á las orillas del rio Magdale-
na, de las minas de Mariquita, de Antioquia, &c., sería de los más oportunos.
195. £1 hacer reparar y- componer los caminos, y el descubrir y abrir otros
más cómodos y cercanos, de modo que puedan andarse con ruedas, desde Carta-
f^ena por tierra, hasta la Barranca, y desde Honda hasta Santafé, &c., y facilitar
a navegación de los ríos que lo permitan, valiéndose de varios arbitrios que no
•on difíciles de hallar, para la exportación y conducción de los frutos, es uno de
los principales.
196. El arreglar y poner en estado de mantenerse los hospicios y casas de
corrección, fundándolas donde no las haya en las cabezas de provincia, 6 sos
A P ¿ N D I C I LXZUX
frandes poblaciones, es uno de los fundamentales, porque de él debe dimanar
acer aplicados á los que no lo son, ó no les dan oñcio los que deben ; pues
cuanto toca á Gobierno y Policía, está perdido generalmente en América, ó á lo
aienos en este Reino.
197. £1 trabajar algunas minas de oro y plata de cuenta del Rey, es Ter-
daderamente útil, como el fomentar las de cobre y permitir que como mazamo-
rreros, se trabajen también por particulares en Muzo y otras partes, las de esme-
raldas.
198. £1 quitar las muchas trabas ó grillos que con el nombre de la Real
Hacienda se han puesto en el comercio de géneros y frutos, reducidos muchos á
estanco, se hace indispensable para que el reino prospere, y la Real Hacienda se
aumente legítimamente, alcance á sus cargas y produzca ventajas á £spafla.
199. £1 simplificar la administración de ésta cuanto sea posible, supri-
miendo algunos ramos, ó modificando y mejorando otros, excusando empleados
inútiles, es uno de los aumentos más ciertos y seguros y de los más fáciles.
200. £1 tener una prudente economía en su distribución é inversión, y
una razón exacta en cada ano de lo que produce y puede producir para arreglar
los gastos, ámenos que ocurran algunos extraordinarios, por quien no falta quien
supla, guardándose buena fe, y prontitud en los pagos, es el norte y la aguja
de marear del que gobierna.
201. £1 encargar aquélla á personas hábiles y fieles, con salarios compe-
tentes, y escarmentar públicamente al que faltare en la fidelidad de su manejo,
en lo más leve, es el arbitrio más sencillo para conservarla, y que naturalmente
se vaya aumentando. Son raras las Cajas y Administraciones de Rentas del
Reino en que no haya habido quiebras en mi tiempo, ó que sus cuentas no estén
atrasadas
202. £1 poner una cierta relación de necesidad de este reino con los de
España para mantener su dependencia, es sumamente preciso ; y por tanto no
conviene permitir fábricas de tejidos finos de lana, algodón ó seda, como se
pretende en Quito, y pudiera hacerse aquí, á excepción de aquellas de algodón,
<jue sólo tienen consumo en el país, como ruanas, &c., y por caras no pueden
conducirse fuera; y las otras de géneros bastos, por la razón misma porque no
se permiten las viñas y olivares, aunque pueden permitirse las parras, olivos y
otras especies para comerlas como fruta.
203. £1 estrechar y hacer más íntima la relación de los habitantes de la
América española con los de la Península, aunque pende de las providencias
del Soberano, debe ser una de las primeras miras de nuestro Gobierno, si se
quiere conservar su unión, nacionalidad y propios sentimientos perpetuamente
en orden á religión y Gobierno. Los medios son muy fáciles si el Rey quiere
adoptarlos y hacerlos ejecutar sin reserva, y sin que quede en mero mandato,
como suelen los más, por más benéficos que sean y por más que se dirijan á estos
fines sus piadosas reales intenciones.
204. El desterrar la rivalidad en los espafioles europeos y españoles ame-
ricanos se hace tan preciso, que sin esto, siempre deben temerse inquietudes,
que algún día pueden arrastrar su pérdida. La colocación recíproca de unos y
otros en los empleos políticos, militares y eclesiásticos, es el medio más regular
y*sencillo, y el que tiene por base el derecho natural, racional y político; y lo
contrario mantendrá constante la envidia, la desunión y rivalidad, y causará
malos efectos al Estado, de que Dios no permita que el tiempo sea testigo.
205. £1 establecer universidad pública y estudios generales en Santafé,
el llenar las prebendas de las catedrales, que lo permitan por aumentados sus
diezmos y rentas, conforme á los señalados en sus erecciones ; el crear algunos
empleos civiles, que son precisos; y el aumentar el estado militar del reino, se-
gún lo permitan sus rentas, que arregladas según mi ideado plan, podrían alcan-
zar y sobrar para todo, serviría para ocupar a muchos, arraigar el amor nacio-
nal, é introducir 1^ emulación y aplicación al trabajo de agricultura, artes y
ciencias, y también para fomentare! reino, donde se refundía lo mismo ó mayor
parte de lo que se pagaba, ó contribuía, facilitándose también los matrimonios,
con que crecería la población, auxiliada por otros arbitrios.
206. El procurar por medio de los respectivos Prelados el buen ejemplo
y arreglo de costumbres en los eclesiásticos y regulares, especialmente en los
que sirven curatos; y el que instruyan y prediquen constantemente á sus feligre-
ses la obligación al trabajo, y lo que peca el ocioso, con otras advertencias
oportunas sobre otros vicios de costumbre, como el robo, borrachera, juego r
Nueva Giografia de Colom^na tomo i- j
LXXlV NUKVA GeOGKAVÍA DS CoiXMfBIA
Otros generales y comunes, que declinan á la codicia (y de que pueden formarse
particulares capítulos), reformaría la de los seglares, y pondría mucho fruto es-
piritual y temporal en poco tiempo; y más providenciando lo que conviene á
las Misiones de los indios y atracción de los demás que á ellas están inmediatos
para c\ útil logro de sus fines, y en que se pierde sin utilidad mucho tiempo y
dinero.
207. El no permitir tanto número de abogados, y fijar aquél según las
poblaciones; v el p^gar de las rentas públicas los que debieran permitirse, para
que no faltarían ^rbi tríos; desterrando todos los comentadores de las leyes, y
sus opiniones, ciñiéndose al Código legal en los casos claros, y según su sentico
literal, y en los dudo<os, consultando al Príncipe en los negocios graves, para
que la natural y sencilla razón tuviese más parte en la defensa y en los juicios,
y éstos fuesen más prontos, y con menor dispendio de las partes, sobre que po-
drían proponerse algunas reglas oportunas, sería la felicidad de los pueblos, aun-
que parezca empeño de la mayor consecuencia ; igualmente que la supresión de
todos los fueros privilegiados, que sólo sirven de multiplicar pleitos y tribuna-
les, y de dificultar la administración de justicia, en perjuicio general de los va-
sallos y de la jurisdicción real, que en lo temporal y civil es la única que debe
gobernar en un Estado ; como que las leyes son unas y á todos igualmente de-
ben comprender, aunque modificadas en algunos casos y circunstancias.
208. Y finalmente, el velar cuidadosa é incesantemente sobre que en todos
los tribunales se administre pronta y recta justicia, escarmentando ejemplarmen-
te á los que á ello faltaren por disimulos ú otros respetos humanos, es sobre todo
lo qoe principalmente ha de conservar el reino á la España, sin permitir otra
religión que la Católica Apostólica Romana; y hacer honor al Gobierno Supe-
rior de él, y mucho más al Supremo; pues, como dice Dios (por quien reinan los
Reyes) por beca de la sabiduría : por tas injusticias se transferirán los reinos de
«ñas naciones á otras, y por la justicia se conservarán.
Santa Fe, 9 de Diciembre Oe 1789.
Francisco Silvkstre
Coordenadas Gküqbaficas
DE COLOMBIA
]
COORDENADAS GEOGRÁFICAS
DE COLOMBIA
No obstante ser más natural presentar las coordenadas planas
al fin de una obra sobre geografía, en cuadros de varías entradas,
con su discusión y motivos que se toman en cuenta para preferir
una dada cuando hay varias ; á fin de facilitar al lector la forma-
ción de croquis que reemplacen el atlas de geografía patria, que
por desgracia no existe todavía, nos ha parecido conveniente in-
sertar aquí las principales conocidas, por autoridades, y ordena-
das en series geográficas, y no en lista alfabética, procedimiento
absurdo en la materia, como fácilmente se comprendé. A la vez
las presentamos reducidas todas, en arco, á un solo meridiano (el
de Greenwich), no sólo para que sea fácil su pronta comparación,
sino para que enlazadas con la kilometría y la altimetría, permitan
al lector formarse cabal idea del suelo de las regiones que no co-
nozca personalmente. Hemos considerado á Bogotá á 74^14' al
W. de aquel meridiano, y á 76^34' del de París para efecto de las
reducciones indicadas cuando se trata de coordenadas calculadas
sobre el meridiano de la capital.
Destinado principalmente este libro para las personas que no
hacen una especialidad de los estudios matemáticos, no deben ex-
trañar estas hallar aquí las líneas que siguen, destinadas á oríen-
tar á las primeras sobre el uso provechoso que pueden hacer de
tales series de coordenadas.
Es bien sabido que en Geometría analítica se llaman coordena^
das de un punto los valores por medio de los cuales se puede fijar
su posición, ya en una superficie dada (plana ó esférica), ya en el
espacio. En Geografía, las coordenadas que se denominan longt^
iud (\) y latitud (^) de un punto ó lugar, determinan la posición
del mismo en un plano, requiriéndose además una tercera, la alti-
tud (a) para que lo sea también con su relieve sobre el mar. La
longitud (\) fija el meridiano sobre el cual debe encontrarse el
punto, y la latitud (f) señala el paralelo que lo contiene, de suerte
que el punto se halla en la intersección de ese meridiano y ese pa-
ralelo. Esto sentado, tendremos, por ejemplo, que si en un papel
cuadriculado ó rayado con líneas horizontales y verticales, se toma
una longitud dada como lado del cuadrado que aproximadamente
representa un grado en los trópicos, 60 es., v. g., lo subdividimos en
60 partes, que corresponderán á los minutos, y éstos en 60 indicati-
vos de los segundos, tendremos un armazón ó esqueleto sobre el
cual podremos fijar uno ó varios puntos, por medio de las coorde-
nadas, tomando las verticales como meridianos y las horizontales
como paralelos, y de esta suerte indicar su posición relativa en dis-
Nueva Gjsoohapía 9e Coloniha
tancias directas, puesto que las curvas de los caminos y sus ascen-
sos y descensos, de ordinario aumentan de un modo considerable
la distancia real ó que hay que caminar para ir de uno á otro. La
existencia del relieve produce, además, la en apariencia absurda
circunstancia de que á veces también la distancia directa entre dos
puntos, es decir, una línea recta, sea en verdad más larga que una
línea curva ó quebrada, si ésta, por ejemplo, contornea un ernpi^
nado monte y aquélla es la proyección de una vía que lo asciende
y desciende salvando la cumbre.
Dígase lo que se quiera, el correcto cálculo de las coordena-
das de un lugar terrestre es más difícil de lo que se supone de or-
dinario, conforme lo indica el hecho de no existir carta geográfica
alguna intachable, y que las más afamadas hayan necesitado si-
glos con gasto de millones para su confección. Además, como no
es posible calcular directamente las coordenadas de todos los pun-
tos de un país, resulta que muchísimas de ellas se han deducido por
cálculo sobre los itinerarios ó planos 6 trazos de las vías que los
unen, lo que no deja de producir errores, gravísimos á las veces,
sobre todo en territorios poco poblados ó cubiertos de selvas exten-
sas, conforme lo enseña la experiencia en estos países tropicales.
No estará de más consignar aquí algunas ligeras observacio-
nes sobre el valor que en nuestro juicio tienen las series en cues-
tión, dejando para después agregar algunas palabras sobre las va-
riantes que resultan para un mismo lugar.
Nuestra colección más copiosa de coordenadas geográficas es,
sin duda alguna, el Diccionario Geográfico del General T. C, de Mos-
quera, publicado en 1868, es decir, cuatro años después de lito-
grafiadas en París las cartas corográficas arregladas por Ponce y
Paz, de las cuales se dedujeron los elementos que lo componen ; de
suerte que entre dichas coordenadas, las de las poblaciones no tie-
nen sino el valor que tengan aquéllas, y las restantes, ó sea el ma-
yor ndmero, como simplemente señalan los grados que contienen el
punto, sobre ser un dato mucho más vago que mencionar la regt^
geográfica á que pertenece el accidente, ya que un i°D equivale
á unos 12.388 kilómetros D, en muchos casos lo corta de un modo
singular, por ejemplo cuando se trata de ríos de alguna longitud.
Del mismo autor insertamos la serie que corre impresa al
final de su Geografía General de Colombia y que resulta de cálculos ó
estimaciones suyas en un terreno que conocía en realidad á pal-
mos. Cuanto á las coordenadas inclusas en la Geografía Gefural de
Colombia por F. Pérez, no pueden tomarse aquí en cuenta porque
el autor les antepone la siguiente nota : " por la estrechez del pre-
sente cuadro han sido suprimidos los segundos correspondientes á
las latitudes y longitudes," lo que equivale á hacer caso omiso de
las ''posiciones astronómicas," puesto que admite una longitud
enorme como radio del círculo de incertidumbre de tales posiciones.
De paso indicaremos que por la razón inversa nosotros hemos su-
primido las fracciones de segundo (centesimos) cuando las hemos
encontrado en algán autor ; en efecto, equivaliendo un centesimo
de segundo á unos tres metros, sobre recargar inútilmente los cua-
dros, sobre no ser admisible tan grande exactitud en trabajos reali-
zados en condiciones difíciles, resulta menor que la oscilación anual
de las longitudes, recientemente estudiada por los astrónomos.
Apéndice
Las cartas de Pone e de León y Paz son, para siete de los ac-
tuales Departamentos, una reducción de la obra de Codazzi ; y para
Bolívar y el Magfdalena la fusión de documentos antiguos, sin gran
mérito científico, amoldados , por lo que hace al litoral, á los trabajos
del almiraiHazgo inglés, de suerte que apenas tienen ün valor his-
tórico, ya que posteriores á ellas son las de Simons, construidas re-
cientemente en mejores condiciones. Las partes de las otras cartas
fundadas en los trabajos de Codazzi en lo referente á Casanare,
San Martín y Caquetá, están poco más ó menos en las mismas con-
diciones, puesto que el ilustre geógrafo no recorrió esos territorios,
y en sus originales advierte categóricamente en cada zona hasta
dónde llegó, y para el resto indica de qué fuente toma los datos
utilizados, ó si los basa en meras relaciones de individuos conoce-
dores de la localidad, acto de honradez científica de que se pres-
cindió al litografiar dichos originales suprime el nombre del autor.
Cuanto á la obra de Codazzi, cuyo estudio completo no puede
hacerse en unas pocas páginas, se basa para las costas en los tra-
bajos de la marina inglesa, y para el interior en triangulaciones de
varia magnitud, levantamiento de itinerarios y cálculo ó adopción
de posiciones astronómicas sobre las cuales se apoyan aquellos otros
para deducir por estima las coordenadas de los puntos intermedios,
lo que explica de sobra los errores que encierra, pero que no amen-
guan en lo más mínimo el mérito intrínseco de tan brillante labor.
Por las mismas razones, los errores en referencia son pequeños en
las partes entonces pobladas y cruzadas por caminos, y considera-
bles en las desiertas ó cubiertas de selvas vírgenes adonde no
pudo penetrar y tuvo que limitarse á observar de lejos. Solamente
en tres de las primeras regiones hemos hallado un error inexplica-
ble, que cambió íntegramente su fisonomía local, á saber : la comar-
ca de Charalá, donde se varió el rumbo verdadero del conjunto de los
valles ; la de Leiva, donde se invirtió el curso de unos ríos, y la de
Muzo — La Palma,— donde se alteró de un modo sustancial la posi-
ción relativa de ^algunos lugares, bien que este yerro pudo prove-
nir de un error de pluma al calcular su latitud, pues en los cuadros
y en las cartas ésta se escribió 5° 9' 20" y nosotros, por estima y
visuales de puntos bien fijados, creemos es de S° 19' 30", 6 sea
unas 4 leguas más al N. de donde la coloca la carta. Y esta ex]>]ica-
ción puede ser correcta por cuanto el dibujante incurrió en nume-
rosos errores de la misma especie, según se deduce de comparar
el dibujo con las estimaciones de distancias señaladas en les Itine-
rarios. Por lo demás, ya lo hemos dicho en otro lugar, la obra de
Codazzi no pudo ser revisada, corregida y compaginada por su au-
tor después de terminadas sus partes, ó cuyas porciones limítrofes
no se arreglaron bien por el momento, segiSn lo rezan los origina-
les, y además fueron levantadas en diversas épocas y varias condi-
ciones que pudieron modificar los errores constantes de observación,
6 sea los naturales del observador y de los instrumentos, notándose
uno muy singular de unos 3' más bien en las latitudes que en las
longitudes, y que tal vez proviene de la manera como se estima-
ron las distancias en los Itinerarios.
Por lo dicho, y para vindicación suya, deseamos vivcmien
te que se publiquen los cálculos de Codazzi sobre la materia, pero
Nueva Geografía de Colombia
tomados directamente de sus borradores y carteras de viaje, por-
que los cuadros que corren impresos adolecen de numerosos
errores tipográficos, y los originales anexados á las cartas de las
provincias, ya lo hemos dicho también, encierran cifras que no
compaginan con las de los Itinerarios, tanto para poner mejor de
relieve, si cabe, el saqueo de que fue víctima el ilustre geógrafo,
como para que el público estime debidamente su obra. En efecto,.
Codazzi, para levantar la Carta de una provincia, medía una base
en un lugar conveniente y calculaba las posiciones astronómicas
de sus extremos ; calculaba ó revisaba la posición de los demás
lugares importantes de la misma ; enlazaba por medio de grandes
triángulos sus puntos culminantes ; levantaba á rumbo y distan-
cia la vía recorrida en el día ; conexionaba con esta las porcio-
nes laterales del terreno, de diverso modo según su importancia \
interrogaba sin cesar á los conocedores, y por la noche, preci-
samente, dibujaba el croquis de la labor del día en una carta en
esqueleto ó borrador que llevaba prevenida, sobre el suelo, cuan-
do no encontraba otro modo de hacerlo mejor. Y como así recorrió
más de 15,000 kilómetros al través de Colombia, se explica esa es-
pecie de intuición del terreno, que llegó á adquirir, laque si la geo-
grafía física hubiera estado más adelantada en su tiempo, lo ha-
bría salvado de ciertas equivocaciones provenientes de ignorar
que las hoces son una regla general del relieve andino, por lo cual
se le escapaban cuando sólo divisaba de lejos las crestas selvosas ;.
pero basados en su mismo trabajo hemos encontrado no pocas le-
yes de la topografía de nuestros montes que nos han sido útiles en
extremo para estudiar su geografía con alguna precisión.
Por estos motivos, y sin pretender que el trabajo de los via-
jeros alemanes Reiss y Stübel sea perfecto, lo hemos considerado
como base fundamental de la geografía astronómica de nuestros
Andes. Militan en favor de tal hecho las siguientes razones : fue
cumplido por los mismos individuos, con un mismo instrumental,,
en un período relativamente corto, sin ser angustiado (dos años) y
sin azares de ninguna especie ; enlaza la Costa atlántica con la capi-
tal de la República y ésta con los territorios aledaños á la frontera
ecuatoriana, es decir, con una comarca clásica por los estudios eje-
cutados en ella por esos mismos viajeros, por Wolf, por Whym-
phen, &c. ; el trabajo se publicó, con todos los elementos de los cál-
culos, más de 20 años después de ejecutado, corregido y revisado*
por astrónomos distinguidísimos, y cotejado con otros semejantes
llevados á cabo en el intervalo en las mismas comarcas ; los instru-
mentos empleados, sobre ser excelentes, volvieron en buen estado
á su punto de partida, donde los verificaron peritos competentes.
Como se comprende, el trabajo de Reiss y Stübel se enlaza
admirablemente con las cartas de nuestras costas levantadas hace
medio siglo por el Almirantazgo inglés, corregidas desde entonces
sin cesar, adoptadas por el Almirantazgo americano después de
revisadas, y de las cuales hay edición de 1900. Esta obra tiene la
ventaja de que á diario la ponen á prueba los buques que navegan
en esos sitios ; y como hasta hoy ninguno la ha objetado sería*
mente ni en su conjunto ni en sus detalles, puede suponerse que
está exenta de errores sensibles.
Apéndice
Por lo que hace á las coordenadas de Bolívar y el Magdale-
na, resultantes de los trabajos de Simons, si bien es cierto que
pueden deducirse de las cartas con 20" de aproximación, hemos
preferido tomarlas de los cuadros trabajados por el autor, aun-
que no comprenden sino grados y minutos, 6 sea dejan para cada
punto un círculo de incertidumbre de unos 1,850 ms. de radio.
Como no conocemos los elementos de los cálculos de Simons, ni
sabemos qué instrumentos empleó en sus trabajos, nada podemos
decir sobre su valía, aun cuando sí nos parece que cualesquiera
que fueran los resultados de sus observaciones, se amoldaron á
posieriori á las cartas inglesas del litoral. Además, la porción fron-
teriza de los dos Departamentos no se corresponde, ni mucho me-
nos, pues en el dibujo se encuentran diferencias, ó sea errores de
hasta tres leguas, lo que hace imposible compaginar tanto dichas
cartas como las coordenadas de los cuadros citados, que natural-
mente adolecen del mismo defecto; y errores de 10' en cálculos
de longitudes ó latitudes, son inaceptables en la actualidad.
Las coordenadas de Brettes sobre el Departamento del Mag-
dalena, las de Locke sobre el Sinú y el Atrato, y algunas otras, no
merecen atención alguna, porque en vez de calcularlas se toma-
ron de las cartas de Simons y de Codazzi ad pédem liíterae.
Los notables trabajos de White han servido para rectificar
las coordenadas del Chocó, como los de los ingenieros del Canal
de Panamá para el Darién y Chiriquí ; los de Greiff y algún otro
para Antioquia ; los de Hettner y de Sievers para el Magdalena,
Santander, Boyacá, Cundinamarca y la frontera del Táchira ; los
de los marinos brasileros para la Amazonia; los de Coudrean para
la Orinoquia, &c. Otra multitud de puntos quedan determinados
por estimación bastante aceptable deducida de los planos de cami-
nos, ferrocarriles, ríos navegables, &c. &c., según se indica en su
lugar. En fin, las coordenadas que se encuentran en muchos pla-
nos de baldíos no nos inspiran la confianza suficiente para incluir-
las en estas series, sin que esto signifique duda de la buena fe cien-
tífica de quienes las calcularon.
ALMIRANTAZGOS INGLES Y AMERICANO
A) C08ta Atlántica
Lagaña Longitadea L«ititadea (N)
W de Oieanwich
I ^Panamá
Uren (cerro) 83028*45" 9°49' ^5"
Blanco (pico).... 83 2 o 9 x6 30
Chiriquí (v o 1 -
can) 82 33 30 8 49 o
Carreta (punta) 82 38*45 9 38 30
Sixaula (casar).. 88 32 45 9 32 20
Changuin aula
(boca) 82 28 o 9 27 10
Nueva Geografía de Colombia
\ 9
Lagares Longitades LaUtades (N)
W. de Greenwicb
Tirbi (punta) ... 82^21' 50" 9^26' o"
Sarabeta (id.)... 82 21 5 9 25 40
Tristán (id.) 82 21 15 9 18 15
Ambrosio (ba-
hía) 82 25 9 17 20
Iguana (punta).. 82 22 9 15 o
Mesa del Árbol
(cerro) 82 21 lo 9 lo
Bermúdez (pun-
ta) 82 18 o 9 14
TOMO I — K
s
Nueva Geografía de Colombia
Logares Longitudes Latltodes (N)
W. de Greenwioh
Península d e
Toro(MiUW) 82O16' o" qOio'SO"
— (íí.) 82 13 50 9 13 45
— (S.) 82 II 45 9 9 5
Currasov (punta) 82 15 30 9 5 50
Rovalo (boca).. 82 16 15 9 i 45
Cbiríqui (id.).... 82 9 5 9015
Biarra(íd.) 82 i 8 58 o
Chiriquima u 1 a
<íd.) 81 55 30 8 59 50
CatabcUo (id ).. 81 48 45 8 56 5
Mangrove (id.) 81 49 45 91 35
Blueneld (p u n-
ta) 81 57 98 50
— (golfo, E.) 81 52 35 98 45
Valiente (cabo). 81 55 30 9 11 40
Tobólo (punta). 81 49 30 980
01dBess(íd.).... 81 45 40 94 30
Watercay (isla
-E) 82 o 40 9 8 50
— (íd.-N.)... 82 3 30 9 II 15
Popa(isla-S.)... 82 6 30 980
— (id. N.)... 82 8 45 9 14 25
Patino (id. de
Provisión-E.) 82 5 30 9 17 50
Toro (id.-N) 82 12 40 9 21 40
Crawl (íd.-S.)... 82 9 10 9 15 10
Diego Sola r t e
(casar é isla).. 82 14 9 20
Carening (id. )... 82 14 45 9 20 30
Mangrove (isla
de Colón: S.) 82 15 50 9 19 50
Boca del Toro
(id.), villa 82 15 10 9 20 30
Long Bay (íd-
E) 82 14 45 9 23 35
Norte, punta (id.) 82 18 9 26 15
Litlc (id.) (id.:
W.) 82 20 30 9 24 45
Cristóbal (isla
de, punta
NW.) 82 18 15 9 18 15
— ( — E.>... 82 14 50 9 15 15
— ( — S ) ... 82 16 40 9 13 o
Escudo de Vera-
gua (isla C.N.) 81 33 15 9 6 35
Santiago (cerro) 81 52 15 8 38 40
Castillodel Cho-
có [id.] 80 52 30 8 37 20
Silla de Vera-
guas [id.] 80 38 45 8 42 30
Buppan (punta). 81 29 o 8 48 45
Coaita (punta) .. 81 17 10 8 48 10
Zapatero [id.]... 81 i o 8 50 50
San Cristo bal
(bahía) 80 54 15 8 52 10
Rincón (punta). 80 42 45 9 i 10
Gicacal (casar).. 80 23 10 97 50
El Pilón (cerro). 80 16 45 8 55 15
Chagres (casti-
llo) 80 2 22 9 19 27
Lugares Longitudes Latí todas (N)
W. de Qreenwich
Colón (faroE.).. 79^^54' 45" 9^22' 8»*
— [id. del
Toro) 79 56 50 9 22 40
— (Estación) 79 55 10 9 21 o
Limón (punta de
la bahía de id.) 79 56 45 9 20 o
Mindi (boca
de id.) 79 56 o 9 18 50
Gatún [pueblo], 79 55 40 9 15 40
Palenquillo [id.] 79 49 25 99 30
San Pablo [id ]. 79 47 40 9 6 15
Gorgona [id.].... 79 44 9 6 30
Cruces [id.] ... 79 40 50 9 8 15
Chilibre [id.].... 79 38 20 9 lo 40
Gatun [id.] [otro] 79 40 25 9 13 50
San Juan [id.]... 79 36 40 9 17 lO
Culebra [Diviso-
ria] 79 37 SO 92 10
Puntagorda 79 45 o 9 30
Portobelo (casti-
llo) 79 39 40 9 33 30
Isla Grande (fa-
ro) 79 35 35 9 39 o
Cerro Llorona. 79 36 o 9 30 40
— Gordo 79 19 o 9 3 20
San Crist ó b a 1
(bahía) 79 3" 5° 9 34 50
Pescador (punta) 79 28 45 9 36 40
Escribanos
(bahía) 79 ^3 45 9 33 3°
San Blas (punta) 79 o o 9 35 o
Mandinga (id.). 79 3 47 9 «9 5*
Puyadas <punta) 78 35 o 9 27 o
Brava (id.) 78 5 10 9 16 20
Mosquitos (pun-
ta) 77*^54'^© 9 8 ao
Carti [pico] 78 49 9 20 40
Putrigandi [id.]. 78 i 9 3 20
Caledonia (cayo
Dobbin) 77 40 53 8 53 52
Carrete (puerto) 77 33 36 8 47
Tiburón (cabo).. 77 23 o 8 42
Escondido
(puerto) 77 6 20 8 24 20
Revesa (punta).. 76 55 50 8 16 20
Candelaria
(punta Sandy) 76 55 5 8915
Observación (is-
la) 76 49 26 8 S 27
Suruquilla (bo-
ca) 76 52 o 7 56 o
II— La Costa
Turbo (puerto)... 76 43 30
Caimán (punta) 76 46 o
Arenas (id.) 76 55 40
Caribana (id.)... 76 52 50
Sabanilla (id)... 76 38 30
8 6 50
8 18 ao
8 33 o
8 38 ao
8 44 50
A f» K N D I C K
948
9 42 40
52 40
7 40
14 20
13 10
15
Lugares LoogitudeB Latitudes (N)
W. de Greenwich
Arboletes (id.)... 76O25' o" 8^55' o"
Puerto Escondi-
do (casar) 76 17 10 8 59 45
Broqueles (pun-
ta* 76 II o 9 14 50
Piedras (id.) 76 6 o 9 20 20
Mestizos (id.).... 75 50 lo 9 26 10
Zapote (id.) 75 53 9 20 o
San Bernardo
(pueblo) 76 ... 9 21 40
San Nicolás (id.) 75 53 50 9 15 30
Lorica (id.) 75 49 20 9 15 o
Santero (id.) 75 48 o 9 22 50
Pesquero (cié-
naga) 75 37 10 9 25 10
Tolú (pueblo)... 75 36 o 9 31 o
— (tetas)... 75 24 30 9 31 10
San Bernardo
[isla princi-
pal: W.] 75 50 10
— (punta)... 75 42 10
Tigua (id.) 75 38 10
Barbacoas (id. \. 75 30 20
— (bahia-NE.) 75 31 40
Barú (punta . . 75 42 30
Gigantes (id.)... 75 37 20
Rosario [isla:
W.] 75 48 10 10 10
Bocachica (estre-
cho) 75 35 10 10 19
Bocagrande (id.) 75 34 10 10 23 30
Buena vista (pue-
blo) 75 29 40
Manzanilla
(punta) 75 32 10
Cartagena (£1
Pastelillo) .... 75 32 25
— (faro San-
todomingo) 75 33 o
— La Popa.. 75 3» 30
Tescas (punta).. 75 30 20
Canoas (punta).. 75 31
Morro de la
Venta (faro).. 75 20 40
San Martin [id.] 75 10
Piojo (cerro).,... 75 7
Galera Zamba
(punta) '... 75 21 10 47 20
Playa de Damas
(bahía) 75 3 50 10 53 40
Isla Verde: Puer-
to Belillo (faro) 75 05 11 2 24
Puerto Colom-
bia (id.) 75 2 II cx)
Sabanilla (id.)... 74 57 55 ii o 15
Augusta (punta) 74 52 40 ii 8
Barranquilla
(ciudad) 74 48 o 10 59
Salamanca (isla:
punta W.) 74 44 2o II 5 50
— (id. E.)... 74 18 30 II o
o 18 30
o 23 50
o 25 5
0
26
0
24
0
31
30
0
33 40
0
40
10
9 52 40
0
44
10
^ ip
Lu§rares Longitudes Latitudes (N)
W. de Oreenwich
San Juan (pue-
blo) 74®i6' II» i'
Gaira (id.) 74 14 11 13
Santamarta (fa-
ro del Morro) 74 14 33 II 15 28
— (catedral;. 74 13 30 11 15 30
San Lorenzo
(cerro» 74 3 5 n 8 10
Nevada (id. ma-
yor) 73 43 20 10 51 5
[id. sin nieve] 73 35 10 59
Taipiip (pueblo). 74 12 45 11 17
Aguja (cabo).... 74 13 11 20 40
San Juan de
Guia (id.)... . 74 o II 21 55
San Agustín (id.) 73 35 35 u 17 20
Laguna Quebra.
da «pueblo)... 73 4 ii 24 10
Rioluehi (id faro) 72 55 11 33 20
Manare (punta). 72 33 40 1 1 45 20
Carrizal (id.).. .. 72 11 30 ii 48 20
Vela (cabo) 72 11 40 12 13
Bahiahonda
[punta £.].... 71 45 42 12 23 90
Gallina (punta) 71 39 10 12 27 50
Chichibacoa (ca-
bo) 71 45 12 18 15
Espada (puntn) 71 8 X2 4 20
Aceite [pico]. ... 71 33 12 3 20
La Teta [cerro]. 72 i 1 1 40 40
Castilletes (id.). 71 24 11 41 40
Cojoro (pueblo). 71 41 50 11 31 30
Teta (punta) ... 71 53 o ii 24 30
Calabozo (fondo
ensenada) 72 3 40 11 3 40
Maracaibo 71 42 40 10 39 50
Punta Palizada
[boca C a t a-
tumbo] 71 51 10 9 15 50
ni— Islas
Providencia (is-
la, pico) 81 21 50 13 21 30
San Andrés
(id., puerto).. 81 41 30 12 32
Lille Corn (id.) 82 58 30 12 17 20
Great Corn [id.] 83 i 121015
Alburq uerqu e
(cayo: N.K... 81 50 30 12 11 10
Courtown ( id. :
£ 81 27 20 12 24 20
Qui tasue ño
banco: N.)... 81 7 30 14 30
Serrana ([id.: S.) 80 23 40 14 16 40
Roncador ( id. :
N.) 80 4 10 13 35 20
Gracias á Dios
(Faro) 83 10 15
Greytown (id.).. 83 42 15 10 56 15
lO
Nueva Gecxsrafia de G)lombia
B) Costa Pacííica
Lugares Longitudes Latitudes (N)
W. de Qreenwich
/ — PanamA
Burica (punta)... 82O53' 25" S^i' 45"
San Bartolomé
(boca y casar; 82 50 40 818 45
Piedra [id.] 82 41 35 8 20 45
Pedregal [casar] 82 25 45 8 23 10
David (ciudad).. 82 26 7 8 27 20
Caba [casar] 82 24 7 8 23 28
San Lorenzo [bo-
ca] 82 13 5 8 13 45
Juco (punta) 82 9 35 8 10
San Juan (boca). 82 o 8 12 30
— seca id.)... 81 52 25 8 10 30
Santiago [id].... 81 40 45 84 45
Entrada [punta]. 81 43 35 84 30
Muertos [punta]. 81 36 20 7 52 45
Jabalí [id] 81 31 50 7 43 15
Brava [id.] 81 13 7 35 >o
Leones [id.] .... 81 7 10 7 44 55
Arena [id.] 81 o 15 7 36 50
Duarte [id.] 80 57 45 7 28 45
Manato [punta]. 80 52 50 712
Puercos [id.] 80 25 20 7 «3 55
Mala [id.] 79 59 «o 7 27 3.'^
Lisa [id.] 80 21 35 7 58 5
Nata [boca] 80 29 30 8 8 30
Antonio [punta] 80 14 30 8 16 15
Pueblonuevo ... 79 57 15 8 27 20
Chamé [punta].. 79 41 45 8 39
San Juanito
[punta] 79 45 8 42 40
Capira [cerro]...
Cabra [cerro].... 79 38 25 8 54 10
Bruja [punta].... 79 35 8 52 2
Panamá (cate-
dral, entre los
2 faros) 79 32 12 8 57 6
Perico [muelle]. 79 3< 3© ^ 54 45
Petillo [punta].. 79 6 45 8 59
Chepo [boca]... 79 7 55 8 5^ 5^
Chiman [casar].. 78 38 8 42 45
Columna [pico], 78 40 15 8 55 5
Santa Cruz [ca-
sar] 79 3 4'» 9 7 30
Brava [punta]... 78 25 45 8 21 10
Virago [id.] 78 8 5 8 26
Coralrs [id. y ca-
sar] . ... 78 13 10 8 18 25
Patena [id.] 78 I7 3© 8 16 25
Garachiné [id.]. 78 22 10 8 6 ...
— [pueblo] 78 19 15 8 I 45
Palma [casar]... 78 7 20 8 25
Delicio [id.] 78 3 30 8 34 10
Chepigana [id.]. 78 i 8 16 10
X 9
Lugares Longitudes Latitudes [N]
W. de Oreenwieh
Islas
Parida: punta
Santa Cruz... 82<'2i' 50" 7°
Jicarón : Úrsula 81 46 35 7 I3 S
Coiba
Baltasar [punta] 81 45 7 37 5o
Job [id.] 8t 40 50 7 31 45
San Juan [id.]... 81 43 15 7 26 30
Negada [id.] 81 35 20 7 18 50
Brígida [id.]. ... 81 46 30 7 20 50
Hermosa [id.]... 81 53 15 7 3° 25
Cebaco
— extremo NK 8125 7 33 3°
Zurrón [id. SW.] 8i 15 7 28 45
Taboga.^^ 79 3» '5 8 46 15
San José
Iguana [punta]... 79 7 20 8 18 25
— punta S.... 79 7 35 8 8 la
Pedro Gontdlez
[punta N.].... 79 7 20 8 18 35
[punta S.] 79 6 45 8 25
Pacheca [isla:
N.] 79 3 30 8 39 30
Viveros [id.: W.] 78 58 55 8 26 50
Bayoneta [id.:
WJ 79 4 35 8 29 15
Caflas [id.: K].. 78 48 50 8 22 30
Saboga [id. y ca-
sar] 79 4 5 9 37 10
San Miguel:
Cocos [puntas.] 78 54 40 8 12 30
Chángame [i d.
E.] 78 50 30 8 23 40
San Miguel [ca-
sar :N.] 78 55 20 8 27
Gallinazo [punta
W.] 78 58 40 8 21 40
Taboguilla [is-
la: N-] 79 30 40 8 48 40
Taboga [id. y
casar]... 79 33 40 8 47 45
Otoque [id.: W.] 79 55 5 8 35 2a
A f K N D I C E
II
Logares Longitudes
"W. de Greenwich
9
Latitudes [N]
//— ^/ CA4fcá
Escarpado [ca-
bo] 78^24' 5"
Caracoles [pun-
ta] 78 17
Pinas [punta]... 78 ii 20
Cocalita [punta] 78 10
Marzo [bahía
Octavia] 77 41 50
Chirichiri [id.].. 77 19 47
Cupica (bahía:
N.) 77 3o o
Solano [punta].. 77 29
Utria (punta).... 77 2o 20
Corrientes [ca-
^] 77 30 30
Chira m birá
[punta y b oca
San Juan 77 28 49
Pun ta Basan
[casar] 77 u 45
Buenaventura
(muelle) 77 5 44
Chucha (punta). 77 12
8*25» 5"
7 40 25
7 30 50
7 17 55
6 53
6 33 57
6 42 19
6 18
5 5830
5 27 30
4 17 6
3 49 27
352 35
3 44 50
X 9
Logares Longitudes Latitudes (N)
"W. de Greenwich
Guayabal (id.)... 770i9'2o" 3*^3i'ao"
Ají (id.) 77 32 10 3 13 30
Coco (id.) 77 42 30 2 57 55
Guapí [id.] 77 53 o 2 42 o
Reyes [id.] 78 8 50 2 41 2$
Mulato (punta).. 78 19 17 2 39 32
Guascama (id.) . 78 24 50 2 36 25
Caballos (boca). 78 34 o 2 26 50
San Ignacio (id.) 78 41 45 2 10 40
Cascajal (punta) 78 40 20 l 59 o
Usmal [isfita]... 78 33 15 i 49 30
Tumaco (Morro
chico; pueblo) 78 45 29 I 49 36
Bocagrande 78 50 50 I 49 30
Mangles (punta) 79 3 o 1 36 50
Casavieja (boca) 78 53 i 28 30
Mataje [id.] .... 78 47 i 22 20
Gorgona [isla:
[punta S.] 78 12 30
[id.: N.] 78 10 40
2 56 30
3^
,0 ,»
Cocos isla (pico^ 86 59 17 5 32 5
Malpelo Cisla : E) 81 34 27 3 58
W. REISS Y A. STUBEL
(Enero de 1868 á Diciembre de 1869)
Santamaría... .. 74° 9* o"
Barranquilla .... 74 45 o
La Boca 75 16 45
Tubará 75 5 45
Cartagena 75 31 45
Honda 74 42 15
Bogotá 74 I 45
Pacho 74 4 40
Id. (hacienda)... 74 5 45
Muzo 74 3 o
Chiquinquirá.... 73 4^ 45
Santa Rosa 72 54 55
Sogamoso 72 53 30
«
Quetame 73 46 15
Villa vicencio.... 73 15%..
Pachaqui aro
(Boca) 72 59 ...
,,0,5» 3»
10 58 42
10 44 55
10 51 43
10 25 23
5 II 6
4 36 II
5
5
8
9
o
10
5 32
5
5
9
37 o
53 17
5 38 35
4 23 o
4 8 55
4 14 ...
Guatiquía (id.).. 72 52 45 4 16 ...
Cabuyaro 72 41 30 4 22 25
Medina 73 14 30 4 30 ...
Gacheta 73 33 45 4 47 20
Tocaima 74 43 45 4
Ibaguó 75 6 ... 4
Guamo. 74 50 15 4
Purificación 74 46 30 3
Neiva 74 58 30 2
Pital 75 42 30 2
Cerro Pelado
(cima).... 75 51 45
San Agustín 76 7 o
Timana 75 41 30
Platavieja 76 o o
La Plata 75 55 45-
Pueblito 75 55 30
Huila (pueblo). 75 58 30
La Mesa.... 74 29 15 4 37 41
Ambalema 74*42 15 4 46 26
27 27
24 17
2 o
55 30
55 44
32 5
3 29
53 10
57 51
2 II 12
2 23 17
3848
46 10
2
2
Nueva Geografía de Colombia
56
2S
4
14
45
12
5
• • •
54
5
33
10
27
10
58
8
47 55
26
35
36
21
58
30
57
II
I
10
23
12
13
H
18
30
15
0
LuguTM liOngitudM Latitudes [N]
W. de Oxeenwiob
Sabanalaiga... . 75® 2' o" 4°53'30"
Cueva de Nieto
(Rui*) 75 13 15 4
Manizales 75 27 30 5
Cartago 75 52 30 4
Tului. 76 6 15 4
Buf^a 76 10 45 3
Palmira 7^ 9 45 3
Cali 76 23 3D 3
Santander 76 20 15 2
Pescador 76 22 30 2
Popayán 76 24 45 2
Silvia 76 10 30
Tacuyó (páramo) 75 45 45
Páez (divisoria) 75 58 45
Tacuyó (pueblo) 76 10 30
Puracc (pueblo). 76 15 30
Paletarl 76 17 15
Paispamba 76 29 15
Sotará (caserío). 76 29 15
Id. (pie volcán). 76 26 15
Iluacbique 7^ 50 45
Patía (pueblo). 76 58 ...
Dolores 76 34 45
Los Arboles 76 39 30
Lerma 76 50 30
Bolívar. 76 53 15
La Cruz 76 56 15
El Tambo (del
2
2
2
3
2
2
2
2
2 15
2
2
2
2
I
I
I
29 24
4 V¡
17 40
II 9
58 12
49 59
34 20
Lugarea Longitadea Latitudea [N]
W. de Qreea^rich
Vado)
Pasto
Moechiza
Chapacual
Chaves (para-
Consacá
La Florida
Juanambú ( bo-
ca)
Peñol
Jeooi
Carizo (Cocha) . *
Santa Lucia (id)
Sebondoy
Putumayo (ca-
sar)
Santiago
770 4»x5"
77 15 15
77 20 45
77 21 25
77 18 30
77 29 30
77 25 o
77 28 15
77 25 30
77 20 30
77 6 45
77 9 30
76 56 45
77
77
I 45
I 15
Ales
Túqucrres
Laguna verde
(Azufral)
Cumbal < p u e-
DIO J« •••••■ • **•
LomaGuapala.
Llano del San-
tísimo
Hondón de Chi-
les
Chiles (pueblo).
La Laja (Capi-
lia)
77 29 o
"n 33 o
77 33 15
77 46 o
77 55 15
77 47 30
i023'45"
12 59
13 o
9 ^3
7 16
12 24
17 53
35 39
... • ••
16 24
7 34
o 18
II 28
7 34
7 59
II 26
5 20
77 45 15 16 38
o 54 4
o 54 8
77 47 45 o 54 4
o 50 17
o 49 12
77 22 45 • 30 o
T. WOLF
(Adoptadas en su carta del Ecuador)
Paso del nudo
de Huaca (Bo«
licbe)
Puente R u m i-
chaca» %
Tulcán
Males.
Ipiates
Pupialei
lies,
Carlosama.
Chiles (pujtfblo)
Cuaspud
Cnmbal (pue-
blo)
Chiles (volcán).
Ccrwnf|prQ(íd]^
Cvinb4 (id.)-*
77^4? Q*44'3o"
77 4* 30
77 40
77 33 20
77 zr 30
77 35t 10
77 3* í5
77 43 20
77; 47 40
77: 4S
77 46 40
77 50 50
77. 53 25
77 49. 25
o
o
o
o
o
o
o
o
o
52 30
50
51 55
S3 30
5S40
S94S
S3 iS
5í t5
53 $5
o 54 30
o 52 20
o 5530
QS5«
77 45 50 o 59
Colimba (para
Azufral ( v o 1
can) 77 41
Táquerres 77 39 20
Consacá. 77 24 15
Galera (volcán). 77 20 lO
Pasto 77 18 10
Bordonci Lio
(volcán) 77 10 5
La Cocha (ex-
tremo Norte) 77 5 30
— (id. Sur). 77 5 30
Sa»ta Rosa
YuogiiilU
76 34
75 58
I
I
I
I
I
I
o
4 15
3 40
10 so
10 3P
13 w
I iJ3^
7 20
59 20
I 4Ct
I 15
Apéndice-
13
Lugares
X 9
Longitudes Latitudes [N]
W, de Greenwich
U Fri^ (cerro) 78* 8
Mocoa 7^ o
Santiago 7^ 5^
Putumayo 78 54
Scbondoy 78 42
Solano 77 5^
San Miguel 76 20
San Rafael 76 20
San Pedro 78 18
Cayambe (mtiuIo) 78 2P
o
I
I
I
o
o
o
I
2
O
53"
55
7
3
4
37
9
14
4 (sur)
10 (sur)
Lugares
Longitudes Latitudes [NJ
W. de Greenwich
San Pablo (del
• Sur) 77O57'
Barbacoas 78 8
San José 78 1$ 30
Mangles (punta) 79 3
Casas viejas 78 $2 50
Mataje (boca)... 78 47
San Juan (boca) 78 21
I 45 30
I 48 55
I 37 20
i 27 50
I 22 30
I IQ
W>/\/>''>/\/V>/>/W\/W>/W ^
COMISIÓN DE LÍMITES COLOMBO-VENEZOLANA
Siman dt la Goajira
Ix)s Castilletes.. 71 27 50 II 50 8
Juyachi 71 31 56 11 48 33
Las Calaveras... 71 31 4 ii 48 o
Guasacapa ' ce-
rro) 71 55 27 II 40 51
Mojón de la En-
senada 72 639 II 3830
— del cami-
no 72 16 26 II 21 2
£1 Pájaro (lagu-
na) 72 6 34 II 24 33
El Cedro (alto).. 72 23 24 11 8 30
Cojoro 71 59 47 " 37 33
La Teta (cerro^. 72 7 57 ii 41 30
Cuarero. 72 11 44 11 21 16
Sección del Meta
Boca del Meta.. 67<>2a'33"
Meta (punto A) 67 58 o
Buen avista 68 26 9
Nutrias^....,.. .. 69 9 30
Paso del Viento 69 21 11
Meta (p.unto B). 69 21- ii
La%MQqtaftitas 69 53 24
Mojón.. 6^ 54 18
Araucaj 'iglesia) 70 31 58
— (puerto).. 70 31 58
SanUl^osa 7( 26 5^
BuenavHta , 7r 2^ 9
Puerto Bagres... 7» 37 5
Isla Giii^lises.... 71. 37 36
Río lüOa r g u a
(boca) 7í 50 55
Cobari^, 71 47
6011^40"
6 14 21
10 20
4 ^
3,43
4 o
59
58
5
5
I
2
6
8
7
6
6
6
7
7
7
7
6
7
9
44
26
19
7
7
5833
4 49
a 57
Sectión del Atabapo
Zamuro 67 33 45 5 38 40
Cataniapo 67 32 2i 5 35 57
Salbajito 67 33 3 5 34 37
Maipures 67 57 19 5 12 43
Munduapo 67 56 14 4 50 49
San Fernando . 67 48 32 4 2 50
Guarinuma 3 35 31
Baltasar 67 26 28 3 27 i
Corona 67 26 53 3 18 47
Santa Cruz 67 26 53 3 15 30
Atacaví (boca). 67 26 53 3 14 7
Laja de Cuya 37^
— - Chi-
quichical 67 30 9 3^ 4 22
Yavita 67 3r o s 55 3r
Pimichín 67 37 i 2 5a o
Teodoro 67 38 27 2 48 29
Maroa 67 39 3 a 43 IP
Damúcuohi % 4$, 59
Victorino 67 54 43 2 48, 41.
Sejal 6$ o 49 2 43 vj
San José, 68: 5 39 2 4? 55
oausiuc ' •••«.••.^ •«• •>. ..■ 2 3/ 4^
Sant* Rosa * 3i S
Tigre , 63^ 19 16 £ 28.4^
Santa Ana, 2 20 35
Santa Rita , 2 18 30
Cafio Colojrado. 68* 26 7 2i Ií7 3,
Sabina 68 55 10 * ^\9
San Cstflos 67- 9 14 i 55, x,
Pied)ra del Co-
cuy 6^ 55 19 I 14,5^
Cocuy 64 57. 3¿. X 13. ji
Bogotác, ....... 74 141 8 4 35 5St
^4
Nueva Geoorafia dk Colombia
1
TOMAS C. DE MOSQUERA
Lagares Longltadet Latitades [N]
W. de Grecnwich
Puente Rumi-
chaca 77^4o'
Chiles (nevado) 77 58
Ipiales 77 28
Cumba) (nev a-
do) 77 53
Carlosama 77 45
Pastas 77 44
Pupiales 77 41
Guachucal 77 39
Sapuyes 77 39
Guáitara (paso) 77 22
Chillanquer 77 40
Cuarchú 77 ^^
Túqucrres ....... 77 32
Taindala 77 23
Yacuanquer.. .. 77 22
Tambores 77 20
Los Ajos 77 24
Anganoi 77 25
Pasto 77
Aranda (alto) .. 77 I5
Meneses 77 18
Buesaco 77 10
Juanambú (pa-
so) 77 12
Tablón.. 77 3
Íanacatú 77 4
,a Erre 77 6
Puruguay 76 45
La Cruz 76 40
Las Papas 76 20
Almaguer 76 54 45
— (páramo) 76 50
Pansitará 7^ 4^
La Vega 76 51
La Ascensión... 76 45
Guacfaicono 7^ 45
Timbio 76 35
Poblazón 76 33
Coconuco 7^ 28
Popayán 76 39 45
Puracé 7^ 25
Paletará 76 22
Cobaló 76 23
Chiliglo 76 23
Hatoviejo 76 28 30
El Vinagre 76 29
Carpintero 76 29
San Isidro 76 31
El Placer., 76 34
Puracé (nevado) 76 22 30
Totoró 76 33
Guanacas [paso] 76 10 2
Inz¿ 76 4 17
Pático 75 48 42
o°45'
o 47
o 46 3<>
o
o
o
o
o
o
30
30
50
54 30
50
49 32
50 30
55
58
I
2
2
3
3
6
8
9
II
12 30
14
16 •
17 30
24
21
23
24 30
27
40
30
54
2
2
2
2
2
2
2
2
2
2
2
2
2
2
2
Logares
Longitudea Latitudes [N]
W. de Gieenwielí
12
15
18
19
24
25 30
26
26 17
27 17
25
26
25
25 30
25 3»
25 32
2 27 ■
2 27
26
28
32
28
25
2
2
2
2
2
La Plata 75**33' 5i"
Carnicerías 75 21 33
Iquira 75 24
— (río) 75 4
Retiro 75 ...
Almorzadero ... 75 ...
Neiva 75 30
Pata 75 15
Natagaima 75 15
Guaguareo 75 22
llarco 75 5
Chirilo 75
Batatas 54 50
Limonal 74 45
Río Fusagasugá 74 40
Agua de Dios... 74 4^
Peñón de Tocai-
ma 74 40
Juntas 74 35
Anapoima 74 32
La Mesa 74 30
Barroblanco 74 20
Bogotá 74 14 15
Monserrate 74 14 10
Facatativá 74 29
Muchal 74 30
Escobal 74 33
Villeta 74 40
El Trigo 74 40
Guaduas 74 47 45
El Sargento. ... 74 50
Bodega de Bo-
gotá 74 52 38
Honda 74 52 45
Conejo 74 50
Guarumo 74 50
Buenavista 74 45
Nare 74 40
Carare 74 39
San Bartolomé . 74 18
Chucurí 74 15
San Pablo 74 8
Badillo 75 9
Puerto Nacional 74 o
Mompós 74 30
Plato 74 40
Remolino 74 40
Barran Quilla 74 50
Sabanilla 75 o 30
Cartagena 75 29 45
Cbagres 79 48
Buenaventura... 77 12
La Cruz 77 11
La Bodega 77
Saltico 76 50
Juntas 76 48
22O3»
2 30 18
38
40
45
10
23
24
25
30
35
10
15
23
25
28
2
2
2
3
3
3
3
3
3
4
4
4
4
4
4 32
4
4
4
4
4
4
4
4
4
4
5
5
5
38
37
30
38
35 30
35
39
40
40
40
4
7
5
5
5
6
6
5 12
5 II
25
30
40
12
13
6 42
6 54
7 32
8 O
8 21
9 14
948
10 41
10 59
10 56 30
10 25
9 20
348
3 50
3 56
3 55
Apéndice
IS
Lugares Longitudes LAtitudes (N)
W. de Grecnwicb
I
La Puerta 76O48' 3°54' 58" i
C a T^ a s gordas !
(alto! 76 47 3 54
Jiménez (que-
brada) 76 46 3 54
Naranjo 76 45 3 53
Las Hoyas (al-
to) Id 44 3 52
Dagua 76 44 3 50
Id. (río) 76 43 3 4»
Platanales (al-
to) 76 43 3 40
Tocotá 76 40 3 2i)
Cruces (alto)... 76 41 3 28
San Antonio... 76 41 40 3 26
Id. (2.*^ alto) 76 41 30 3 26 50
Id. (i oralto) 76 41 3 26
Santa Rosa 76 39 3 24
Cali 76 39 45 3 25
Cañaverales... 76 38 50 3 24
Mclcndez 7^ 38 3 23
Canasgordas. . 76 38 3 I7
1.a Viga (alto) 76 37 3 21 40
Jamundí 76 37 10 3 20
Rioclaro 76 37 50 3 18
Cañaverales... 76 38 3 17
Las Cañas (río) 76 39 3 16 50
Id. (alto) 76 39 3 16 40
Cauca (paso)... 76 38 3 16
San Miguel 7^ 38 3 I4
La Teta ( río). . 76 38 311
Id 76 3^ 3 9
Izquierdo (alto) 76 37 3 7
Piendamó(alto) 76 ... 3 ^ '
X f
LugureB Longitudes Latitudes (N)
W. de Grcenwich
Knsolvado 760...' 3^ 5*
La Teta (río)... 76 38 34
San Ignacio.... 76 37 3 3
San Ciregorio
^ (alto) 76 37 32
S'an I g n a ció
'id.) 76 37 50 3 I
Ovejis (paso).. 76 38 3
Agauche (id. ).. 76 3S 2 55
Alinorzadero. . 76 37 2 50
Matarrcdonda. 76 36 2 48
Corral s 'jti 37 2 40
Paz (cas:i) 76 36 2 36
Picndamó (al-
to) 76 35 2 36
Id. jríu) 76 35 2 35
Cajibío ( q u e-
brada) 76 35 2 34 30
Id. (pueblo). 76 35 2 34
Palacé (río). .. 76 36 2 30
Rioblanco 76 34 2 28
Popayán 7^ 38 2 26 30
Puga 7^> 10 3 55
Ll Palo (río)... 7^^ 35 3 H
LaHolsaípaso) 76 35 3 li
Alatarrcdonda. 76 36 36 29
I>erru'-cos 77 •••
Mercaderes 77 lo 30
I 29 20
I 45
BOUGUER
Ipiales 77°i5'45"
Cumbal 77 27 45
Pasto 76 56 45
0O45'
0 49
1 13 30
Popayán..
Guanacas.
76 34
76 10
2 27
2 34
LE WY (1848)
Santamaría.. .. 74^15' ii®i8'
Morales 74 2 8 23
Bi|enavista 74 45 5 40
Honda 74 52 45 511
Nuofa Geografía de Colotnbta
La Esperanza.. 76 5 45
Guaduas 74 47 45
Mave 74 40
Bo|;otá 74 14
4 44
5 4
6 12
4 36
TOMO I — L ' K
i6
NUIYA GtOGKAVÍA DE COLOMBU
ALMIRANTAZGO ESPAÑOL (1793-1805)
X 9
Lngartl LoxLgitadea Latltades (N)
W do Oreenwich
Atlas de Puertos
B a h i a h onda
(punta K.)...
Santa Marta
(catedral)
Cartagena (pla-
za)
Zapote (punta)
Candelaria (ba-
hía^ punta K.)
Carrcto( id: bo-
ca, río)
Escocés (id.: is-
la)
Portobelo (ba-
tería)
Colón (bahía :
punta W.)...
Chagres (casti-
llo)
Provi d e n c i a
(N. de Snta.
Catalina)....
71^41' 25" I2020'38"
74 12 I II 15 4
75 32 26
75 46 II
10 26 7
9 24 19
76 52 25
8 8 47
77 34 36
8 47 15
77 40 3"
8 54 45
79 38 30
9 34 29
79 56 28
9 23 45
79 59 18
9 20 57
80 34 25 13 26 o
DERROTERO DE FIDALGO
Espada (punta) 71 7 32 12 4 54
Chichi b a coa
(cabo) 71 56 42 12 51 22
Bahiahonda.... 71 45 34 12 20 32
Riohacha (cas-
tillo) 72 54 22 II 33 36
San A g u s t ín
(cabo) 73 35 II II 15 49
Sierra Nevada
(pico mayor) 73 43 lo lO 50 28
San Juan (xuia
(cabo) 73 59 32 II 20 52
San Lorenzo
(cerro) 74 2 11 ii 7 14
Aguja (cabo)... 74 ii 38 il 18 41
Santa Marta
(catedral)... 74 12 40 II 15 4
Oómez ( i s la :
Lofartt liMiffitudM Latitudes fNj
W. de Greenwieh
NW.)
Barranqu illa
(poblado)....
Barrancanueva
(id.)
Mahates
Nisperal
Galerazamba...
Cartagena (pla-
za)
Palma (isla: £)
Tolú (pueblo)..
Zapote (punta).
Ix}rica (pueblo)
Fuerte (isla: S)
Caribana (pun-
ta)
Suriquilla (bo-
ca)
Candelaria
Tiburón (cabo)
Puyadas (isla).
Holandés (Ca-
yo Mulatas).
Portobelo
Chagres (casti-
llo)
74°5o' 55"
74 46 50
74 56 10
75 15 33
74 57 22
75 14 42
75 3J I
75 44 41
75 35 18
75 46 50
75 49 34
76 10 55
II» 5' 6"
10 58 o
11 II 45
10 12 13
11 o 38
10 47 o
ID 26 10
9 42 20
9 30 56
9 24 19
9 14 30
9 22 41
76 52 55 8 37 50
76 51 34
76 52 56
77 21 33
78 30 44
78 46 25
79 39 15
7 55 24
8 847
8 4i 2
9 29 IT
9 36 3';
9 34 2i
79 59 57 9 20 57
OTROS
Carolina
Cartagena
Portobelo
Punta Mangla-
res íE.).......
Panamá
Cartagena(pro-
medio de 10
observa c i o-
nes)
(máximum).,
(mínimum)..
Panamá (p r o-
iQcdio)
77 50
75 24 20
79 49 25
51 25
79 3» 2
75 30 33
75 32
75 26
79 44 a8
I 36 20
* Conviene advertir que para transportar estas postcionos se ha corre-
gido la diferencia antigua entre los observatorios de Cádiz y de París, que se
estimaba en 8° 37' 45" y hoy no se considera sino como de 8° 32' 35" ; la del
fuerte San Andrés (Puerto España) se miraba, con respecto á Greenwieh^ com«
igual á 60^ 46' 20*\ 7 los modernos trabajos ]« sitúan en 61^ 30* 20". Con esti^
correcciones se Te claro qoe los cálculos del antiguo Almirantazgo español son
bastante aproximados á la rerdad.
ApÍkbicx
CANAL DE PANAW
(Ingtniirés demmrcad^ns de h,
Loares Longitades Latitudes [K]
W. de Oreenwleb
Sixaula (boca) S2O32' 3"
— ( Punta
León) 82 46 15
Jurquín (boca) 82 49 45
Blanco (pico)... 82 59 ...
Changuina (bo-
ca) 82 28 22
Punta Marolle
(Jurquín) 82 45 45
Tiribí (río) ..... 82 26 30
Rovalo (río:
boca) 82 16 o
— (id. trocha) 82 24 15
John's Creek
(boca) 82 23 o
Cafío Varal... . 81 43 IS
Punto E 77 50
Pozo Ñipa 77 50
Pascuala (pun-
ta) 77 15
Yape (boca)... 77 34 17
Real de Santa
María 77 ^5
Capeti (boca).. 77 33 7
^032» 3"
9 33
9 28
9 9 5
9 27 15
9 22 7
9 16 7
920
950
9 14 o
9 o 18
8 14 42
8 14 33
8 II 51
8 7 12
8 5 28
8 5 52
Lugan
Candelari
sa)
Joyo (id,)
Paya (pa
Id. (boc
Ta t a r c
(punta)
Ñeca Pirr
Hambre (
Turgantí
ta)......
Gavilán (1
Puntagrai
Calle (bo
Curgantí 1
Almendra
Maningan
Tusarganl
Cue (isla :
Pedro)..
Pumusita
ta)
Lagarto (1
Puero ( id.
Necro Piri
Mangle (b
CONNAISSANCE DES 1
Colón (faro)... 79 54 59 9 22 9
Darién ( punta
Graham) 78 4 54 8 28 50
Cartageni.
telillo)..
— (far.;
* De estas posiciones el grupo correspondieatí
ñanza que el referente al Chucunaque, cuyos cálcu \
t Este conocidísimo libro apenas inseita unas
la América del Sur, y de ellas sólo 30 de Colombir
tas en su mayor parte tomadas de Oltman, por lo en
sino en la de los respectivos calculadores (Humbol
paf\ol>. Apenas se concibe esta omisión y la especir
unos pocos cálculos de esos autores, como halUitio^
obstante que la marina francesa ha calcado sus car
glesas y españolas, según lo indican ellas expresan
rancia de fuentes se hace menos increíble y «(^ halla
geógrafos de Gothn, ante el hecho de que los Minis
de Francia difieran nada menos que en 8,000 kilnnni
la superficie del país. £st4 incuria explica muchos c I
la especie, como que poseyendo el Depósito hidro¡!
ginalcs de West sobr;: la ciénaga de Santamaría, si -
tas con las anteriores erradas formas (véase la cari;
rrocarril intercontinental en su publicación de C(
gran mérito, desde otros puntos de vista, no inserta 1
y dibuje sus trazos en las cartas geográficas coloni I
nay otras modernas mái exactas y completas. ¡iSTo 1
«I moralista ingles : tod« el mundo es Popayán ?
]
i8
Nueva Geografía de Colombia
Lugares liOngitudeB Latitudes [N]
W. de Greenwich
Sabanilla (id.) 74^58' 3" "^o'is"
Gómez ( i sla •
N.W) 74 50 5 10 7 o
Santa Marta
Cfaro Morro).. 74 I4 53 "15 38
— (fortín)... 74 14 3 II 15 27
Vela (calKjJ.... 72 10 i 12 12 34
Lugares Longitiide* Lutlttideft [NI
"W, de üreenwich
Panamá (cate-
dral) 79032-26" S°57' 6-
— f baluarte
N.K) 79 32 19 8 57 12
r,eiva (villa)... 73 54 2g 5 3» o
/■wN/W%y\^N/"WNi*'W%/N^\
A. CODAZZI(i85i-S9)
/) /\i fiama
a) Vertiente Paiífica
Divalá S2 43 20 8 25
Tullica 82 41 40 8 24 30
Los Angeles... 82 40 50 8 26 40
íiugaba 82 38 8 30 12
Boquerón 82 35 45 8 30
Alang" 82 34 50 8 25 lo
San Tablo 82 31 55 8 27 20
CaUicra 82 21 45 8 41 20
David 82 26 30 8 27 20
Polcan 82 26 35 8 34 57
LíuaLica 82 22 40 8 35 15
Church.i 82 18 40 8 25 30
San Lorenzo ..82 7 20 8 21 40
San Félix... 81 53 35 8 19 40
Kemciliüs 81 51 3 8 16 5
Tole 81 31 37 S iS 50
Los Chorros... 81 15 10 89
Palmas 81 12 o 845
Cañazas 80 57 2 8 14 2
San Pablo 81 o 8 20
Penas 80 54 8 24
San Pedro 80 48 30 8 6 40
La Mesa 80 54 35 8 6 15
Soná 81 7 25 7 56 20
Río de Jesús... 80 56 o 7 56 35
Montijo 80 49 18 7 56 2
Ponuga 80 55 5 7 48 32
Pedasí 80 3 o 7 35 35
Pocrí 80 9 o 7 42 25
Tablas. 80 16 35 7 44 45
Guararé 80 19 7 46 50
Macaracas 80 28 2 7 40 2
Cerro Quemado 80 24 40 7 36
Mina 80 36 o 7 43 2
Ocú 80 39 20 7 50 35
Pesé 80 32 20 7 53 55
I^s Santos... . So 22 14 7 55 5
Parita 80 28 45 7 57 o
Atalaya
Santiago
Santa Rosa
Hatoviejo
Canelos
Santamaría....
La Estrella
San Francisco.
Santafé
Calobrc
Airuadulcc. ...
ISata
Ola...-
Pintada
Pcnonomé
Antón
San Carlos
Chame
^cipirsL. . • •• • • •
Chorrera
Arraiján
Miranores
Panamá
Chepo
Pacora
Taboga
Saboga
San Miguel ...
Chapigana. ...
Yavisa
Santa María...
I Pinogana
80 41 32
80 45 12
80 37 50
80 34
80 33
80 32 25
80 30 20
80 42 20
80 50 50
80 39 10
80 30 25
80 24 10
80 31 20
80 24 10
So 18 o
80 13 35
79 5<> 35
79 52 25
79 49 o
79 44 35 ■
79 40 o
79 35
79 31 16
79 5 40
79 15 32
79 32 20
79 3 35
78 56 20
77 54 25
77 48 27
77 46 40
77 44 50
8
S
8
7 58 35
8 I 45
8 5
5 45
4
5 35
8 II 30
8 II o
8 28
S 19 40
8 16 55
8 21 35
S 26 40
8 28 15
8 30 55
S 22 30
8 27 40
8 34 25
8 43 «
8 52 o
8 58 o
9 o
8 56 40
9 10
9 4 20
8 47 30
8 37 33
S 27 20
8 18 20
8 10 40
8 10 20
8 8 30
h) Vertiente atlántua
Volcán de Barú 82 30
La Horqueta... 81 26 30
La Plavita 82 15 30
Culebra 79 38 30
Bocas del Toro 82 16 o
Mineral 80 51 o
Belén 80 43 .-.o
8 50
8 51
849
9 4 20
8 19 o
8 47 o
8 58 o
* Véanse las tablas de reducción al fin de estos cuadros.
A P ¿ N D I C I
\ 9
Lagares Longjtiidet Latitudes [N]
W, de Oreenwich
Donoso So lo 20
Chagres 79 59 i
Co\(m 79 53 o
Gatún 79 54 10
Gorgona 79 42 20
Cruces 79 39 4©
Portobelo 79 3^ 40
Palenque 79 22 i
II) El Ch0c6
Tumaco 78 47 40
Salahonda 78 40
Izcuandé 77 59 25
Guapí 77 50
Timbiquí 77 45
Micay 77 34 25
San Francisco. 77 14
Raposo 78 5 25
Anchicayá..... 77 5
Buenaventura. 77 4
Salado 76 i 17
Juntas 76 44
Calima 76 32 50
Barbacoas 78 11 40
San José 78 54
Altaquer 78 6 30
San Pablo 78 i
Mallama 77 53
Mallasquer .... 78 i 20
Cerro Cuesbi... 77 57
9
9
9
9
9
9
9
9
10 30
19 o
22
15
o
50
80 56
9 40
33 40
34 20
X
2
2
2
2
3
3
3
3
3
3
49 15
3
31 35
35 30
41
o 5
14 20
38 20
45
53
45
3 45
3 56 30
I 44 45
I 38
I 17 40
I 10
X I 25
0 54
1 21
Baudó 77 «3 5 10 20
Tad6 77 47 25 5 " 40
Nóviu....: 76 47 36 4 36 30
Juntas de Ta-
maña 76 34 40 4 54 30
San Pablo 76 56 30 57
- (istmo)... 76 58 59
Sipí 76 48 45 4 56 25
Noanamá 77 5 3° 4 43 3©
Garrapatas. ... 76 31 4 29
Cerro Torra... 76 43 20 4 50 30
Cajamarca 76 24 20 4 25 30
Bagado 76 38 40 5 22
Lloró 76 48 20 3 23
Certeguí 7^ 54 3° 5 ^9
Cerro Mombú 76 37 5 20
Quibdó 76 53 30 5 37
Bebará 76 49 55 63 30
Tebada 76 59 6 31 30
Murri 76 16 39 6 32
Murindó 76 46 40 75 10
Pa varando 76 36 40 7 23
Turbo 76 52 7 56
Isleta 76 38 30 64
y™? 76 17 ^45
Lufai
Cafiasgo
Frontino
Dabciba.
Morro P
gorda-
Cerro Ta
///; Ei
Ipiales...
Puerres...
Funes
Imúes
Ilés
Putes.....
Gualmatá
Pupiales.
Túquerrej
Ospina . .
Sapuyes .
Pastáis ....
Carlosam:
Cumbal ..
Guachuca
Espino....
Yascual..
Guachave
Samanieg
Panga
Yacuanqu
Cebadal...
Catambuc
Pasto
La Lagun
Rosal
Guaitarílli
Ales
Consacá...
Ancuyá....
Sandoná .
Tambo... .
Florida....
Peñol
Meneses...
Bucstco ...
Ortega
Santa Mar:
Aponte
Tablón
Las Mesas.
Berruecos..
La Cruz...
San Pablo
Veinticuati
La Unión.
Taminang(
Castigo....
20
Nueva Gkografia de Colombia
Lugarea Ix>Dg!tndefl Latitudes IN]
W. de Greenwich
Rosario 77 35
Sombrerillos... 77 13
Mercaderes.... 77 13 55
San Marcos... 77 9 20
Mamascato 77 7 20
Patía 77 6 36
Bordo 77 4
Lerm^L 77 2
Quilcasé 76 56
Timbío 76 45 35
Dolores 76 ^8 15
Sierra 76 18
Arbela 76 47 20
La Vega 76 51
Rioblanco • ... 76 38 30
GBachicono.... 76 40
Almaguer... > 76 54 46
Bolívar 77 i
San Lorenzo... 77 3
San Sebastián. 76 48
Rosal 76 6 25
Caquiona 76 49 30
Pongo 76 49
Milagros 76 56 20
Chiles (cerro).. 77 54 50
Cumbal(id.)... 53 30
Azufral (id.) .. 77 47
Mailaina(id.).. 77 54
Sotomayor 77 44
Cacanegro(íd.) 77 40
San Juan 77 11
Socoboni 76 47 30
Iscansé 7^ 5'
Bordoncillo.... 77 10
Galera 77 24 50
San Francisco. 77 28
Troya 77 42 30
IV) PopayÁn
Tocuayó 76 19 20
Jámbalo. 76 26 2
Toribío 76 23 10
Tunia 76 35 20
Pescador 76 19 45
Caldono 76 31 24
Silvia 76 30 2
Totoró 76 26
Paniquitá .... 76 31 25
Puracé 76 29 20
Coconuco 76 20
Popayán 76 30
Julumito 76 43
Jimena 76 37 30
Calibío 76 30 30
Cajibío 76 38 20
Tambo 76 53
34
40
44 3
50 30
I 44 30
X 59 45
3
56
27 40
22 15
17 4
36
II 40
I
4
o
54
49 10
45
50
52 25
I 53 30
2
I
2
2
2
2
2
2
2
2
I
I
I
1
I
47
43
5> 30
56
3 30
4 20
33
51
19 20
7
30
II 50
14
o 48
o 51 30
o
o
I
I
I
I
2
2
I
I
I
2
2
2
2
4
2
2
2
2
2
2
2
2
2
2
2
2
58
46
53
39
16
46
37
31
30
23
18
26
28
27
27
37
26
40
30
35
26
24
5
5
50
18
50
SO
(
Logares Longitudes Laütudes [Kl
W. de Oreenwich
Pandieuando. . 76 59 10 2 24 30
Duende 76 43 2 40 30
Hatico 76 40 30 2 45
Morales 7^ 47 2 44
Aganche.... .. 76 39 30 2 58
Buenosaires.... 76 41 2 59 ?o
Sotará (cerro).. 76 34 2 13
Puracé (id.).... 76 28 20 2 18
Guanacas (id.). 76 13 30 2 32 80
Huila(íd.) 76 13 2 55 50
Buitre (id.) 76 51 32
Carpintería (id) 77 5 2 29
Roble (id.) 76 44 30 2 23 30
V) El Valle del Cauca
Jamundí 7^ 37 i 3 20
Cali 76 39 46 3 25
Yumbo 76 29 40 3 31 35
Vijcs 76 3X 23 3 39 40
Yotoco 76 27 26 3 53 32
Riofrío 76 25 4 II 30
Pescador 76 20 20 4 16
Bolívar ( H i -
guerón) 76 21 40 4 ii 25
Roldanillo 76 18 25 4 23 30
Hato deLemos 76 17 25 4 30 20
Toro 76 16 40 4 35 6
Hatillo 76 II 30 4 42
Ansermanucvo 76 10 30 4 47 25
Santander 7^ 3» iS 2 5^ 30
Calote 76 29 o 3 4 3a
Zelandia 76 18 26 3 16 45
Florida 76 17 25 3 21 35
Candelaria .... 79 22 3 25 30
Palmira 76 21 45 3 33 11
Ccrrito 76 21 3 43
Guacarí 76 23 3 48 35
Buga 76 21 3 56
San Pedro 76 18 28 4 i 26
Tuluá 76 20 34 44 24
San Vicente... 76 18 49
Bu$[a la Gran-
de 76 17 25 4 II 6
Zarzal 76 ii 4 22 21
Victoria 76 10 35 4 29
Obando 76 8 20 4 33 45
Cartago 76 6 31 4 45
Pavas 75 56 4 41
Sálente 75 44 4 40
Naya (cerro)... 76 46 3 11 20
Farallones 76 41 3 26
Colorados (id.) 76 32 40 3 51 30
Palogordo 76 17 4 47
VI) Las tierras de Arma
Ansermaviejo. 76 6 10 5 '2 32.
Arrayanal ... 76 la 30 5 15
A P E N D I C ft
Lugares Longitudes Latitudes íN]l Lugarb
"VI. lio r^vAAnwtnii r
W, de Greenwich
Quinchía
Kiosucio
Supía
San Juan
Nueva Cara
manta
Pcrcira
Santa Rosa
Villa María...
Manixales
Neira
Salarnina
Pacora
Arma
Aguadas
Sonsón
Abejorral
SabaUta
Santa Bárbara
Los Parados...
San Félix
75 58
75 56 22
75 ^2 25
75 50 26
75 33 10
75 52
75 50 25
75 46
75 47 10
75 46 52
75 40 40
75 41 2
75 46 45
75 41 10
75 34 50
75 43 5
75 49 20
75 49 35
75 3» 30
75 28 20
5 16
5 19 40
5 23
5 23 16
5
4
4
5.
5
5
28 50
50
55 25
5
6 15
IX 5
5 23 20
5
5
5
5
30 I
35 10
3545
43 20
5 45 10
5 5i 50
5 49 xo
5 47 04
5 17 20
VII) Cañáff de Aniiofuia
Fredonia
Amaga
Titiribí
Concordia
Hcliconia
Anzá
Evéjico
San Jerónimo.
Quebradaseca .
Sopetrán
Ajitioquia
Córdoba.
Sucre
Liborina
Buriticá
Sabanalarga...
Ituango
San Andrés ...
Valdivia
Cáceres
Farallones de
Citará
£1 Frontino...
ElToyo
Paramillo
75 54 25
75 55 26
76 o
76 5
35
30
4
o
o
30
75 56 50
76
76
75 59 40
76
76
76
76
76
76
76
76
76
76
4 45
I 42
5 40
o
20
40
3
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II ...
8 15
20
o
5
o
75 45
75 42 27
5
5
5
5
6
6
6
6
6
6
6
6
6
6
6
6
6
6
7
50 40
56 45
56 15
55 40
5 20
8 15
13
18
18
5
5
76 17
76 17
76 14
76 17
22 10
24 25
23 25
28 40
31 52
31 45
41 22
59 26
52 o
8 30
7 30 40
5 32
6 14 30
6 33
6 52
VIII) Mesas antioqueñas
Caldas
Estrella
Envigado
Itagüi.H
Medellín
Belén
San Cristóbal.
Hatoyiejo
75 52 45
75 52 40
75 49 35
75 50 40
75 4« 30
75 50 15
76 52 2
75 48 35
5 58 50
6 2 56
3 40
4 10
8 16
7 2
10 20
13 o
6
6
6
6
6
6
Copacaba
Girardota
Barbosa...
San Pedrc
Don Matí
Entremos
Santa Rdj
Belmira...
Carolina..
Angostura
Yarumal
Campame
Anorí... ..
Ceja
Retiro
Rionegro
Carmen...
Santuario
Marinilla.
Guarne....
San Vicei;
Peñol....
Guatapé...
Concepcici
Santo Dci
go
Yolombó.
Amalñ.....
Atf\.A • • ■ • a • ti
Zaragoza'
Remedios.
Guamacó.
Nechí ,
Pereira (í.
Romeral .
San Migí:
Delgadita
Santa Isa):
Santa Bar I
Malabrigo
La Quiebr
San Agust
Pitalito .
I Timaná..
\ Naranjal
I La Ceja..
Santa Lil<
Guadalupi
Altamira
Hato
Jagua......
Garzón...
Agrado..
Pital
IJ
Nueva GeoGHAPiA de Colombia
Lugaret LongltadeB Lutüades [N]
W. de Greenirich
La Plata ...
xnZtt «•••■■•■••■••
Paicol
Carnicerías ...
Nátaga
Huila
Pueblito
Gigante
Hobo
Yaguará
Iquira ...
Retiro
Campoalegre..
Caguán
Neiva
Guagua
Fortalecillas
Unión
Villavieja
Aipe
Órganos
Alpujarra
Colombia
Santa Ana
Dolores
Natagaima....
Prado
Puriñcación....
Santa Rosa
Cunday
Espinal
Miraflores
Valle
San Luis
Guamo
Ortega
Coyaima
Chaparral
Ataco
Cucuana
75 44 40
75 38 2
75 39 32
75 38 25
75 44 15
76 8 3o
75 59
75 26 30
75 22 26
75 27 5
75 33 20
75 30 40
75 14 40
75 12
75 14 36
75 22 45
75 5 3ü
75 12
75 16 10
75 17 16
75 29 SO
75 3 15
74 52 30
74 44 40
75 3 25
75 3
3 51
3 50
74 59 35
74 49 30
75 o 25
75 19 40
75 13 25
75 »i o
74 54 50
75 18 33
75 16 20
75 30 55
75 27 O
75 45
75
75
Ricaurte 74 43 o
Girardot 74 59 5
Nariño 74 57 3©
Tocaima 74 43 55
Guataquí 74 56 26
Jerusalén 74 51
Coello 75 2 o
Payandc 75 10 30
Toche 75 32
Ibagué 75 19 4
Cuatroesquinas 75 9 30
Piedras 75 3 o
Venadillo 75 4 10
Ambalema. ... 75 o 15
Pulí 74 51 15
Beltrán 74 59 o
g|i9rrillw 75 1 30
2 35 6
2 25 3
2 42 35
2 |6 15
'i 4« 25
2 SI 30
2 45 10
2 40 28
2 52
2 56 50
2 56
3 I 40
2 57
3 4
3 658
3 845
3 12
3 17 42
3 21 50
3 22
30 20'
3 33 55
3 3^ 22
3 37
3 40
3 42 40
3 50
55 24
4 20
5 20
10 30
14 40
11 40
7 15
2 10
2 15
3 54 35
3 51 10
3 43 40
4 6 30
3
4
4
4
I
4
4
4
4
4 16
0
4 16
40
4 21
4 26
4 28
15
5
5
4 30
4 16
4 15
56
20
4 32
4 27 25
4 27
4 29
20
4 41
4 45
26
4 39 40
4 46 20
4 49
Lugares Longitudes Latitudes [N]
W. de Greenvich
Lérida 75 5 35 4 52 10
Sabanalarga... 75 23 4 53 30
Guayabal 75 3 40 S \ 10
Pavón 74 55 15 4 58 30
Méndez 74 57 15 5 1 25
Santa Ana 75 5 55 5 7 o
Mariqíita 75 3 o 5 " 3©
Fresno 74 5» 20 5 11 30
Honda 74 53 »5 5 " 4^
Victoria 74 59 40 5 >8 50
Puerto de Bo-
gotá 74 51 35 5 13 10
La Par 74 47 « 5 12 50
Cerro Cacique 76 5 20 2 10
— Pelado.... 76 6 2 24 30
Cerro Matam-
bo 75 81 2 42
— Pan de
Azúcar. .. 75 40 39
— Mendarco. 75 41 30 3 39 40
Puerto La Ceja 7.S 39 40 1 59
Miraflores (ce-
rro) 75 13 2 35 28
Puerto Riofrío. 74 59 10 37 30
Cerro Venta del
Viento 74 47 3° 3 21 30
La Fragua (pi-
co) 76 1 30 1 45 10
Santa Catalina 76 3 10 3 49 30
Tolima 75 3O 4 41 30
Santa Isabel... 75 37 4 27
El Ruiz 75 32 4 55 30
X) Magdaletia Central
Buenavista ■• 74 43 55 5 43 25
Nare 74 41 o 6 10 o
Simití 74 3 7 58 o
Cocorná 75 24 45 5 59 ^
Sanearlos 75 i5 20 6 6 10
Catare (angos-
tura 74 39 30 6 «2 30
Morales... 73 5^ 8 16
Puerto Nacio-
nal 73 49 8 14
Aguachica 73 49 8 14
Carmen 73 37 lo 8 16 30
Tamalameque. 73 49 8 41
Banco 74 4 8 52
San Bernardo.. 73 46 8 30
Simaña 73 47 8 27
Chiri guana... . 73 43 9 10
Chimichagua. . 73 57 9 12
Codazzi 73 " 9 55
XI) Valles occidentales del reino
Pasca 74 25 4 ^9 4©
Fusagasugá ... 74 29 20 4 21 30
ArbcíAez 74 33 ^ 4 18 9
Apéndice
ÉS
5
5
5
25
5
o
10
o
o
X 9
Longitudes Latitudes [N]
W. de Greenwich
ndi 74 35 35 4 13 35
bacuy 74 35 25 4 22 25
lo 74 44 30 4 17 40
ota 74 38 20 4 27 15
>legio 74 32 58 4 33 10
Ln Antonio... 74 26 o 4 35 o
ena 74 30 30 4 37 40
a Mesa 74 33 40 4 36 40
napolma 74 37 25 4 32 20
'ocaima 74 43 55 4 26
^uipile 74 40 40 4 46
Lnolairaa 74 37 49 4 44 25
vuayabal 74 3^ 5 4 49
iituima 74 44 10 4 51
/iani 74 46 20 4 52
san Juan 74 50 45 4 50
3haguani 74 48 25 4 56
Gruaduas , 74 47 40 51
Quebraáanegra 74 38 45 53
Villeta 74 38 30 4 56 30
Sasaima 74 35 30 4 53 10
La Vega 74 29 55 4 55 20
San Francisco. 74 26 o 3 55 o
Vcrgara 74 30 30 50 40
Nocaima 74 33 25 4 59 40
Nimaima 74 32 35 5
Pacho 74 19 o 5
El Peñón 74 25 35 5
La Peña 74 32 55 5
La Palma 74 32 55 5
Caparrapi 74 40 10 5
Yacopí 74 32 35 5
Topaipí 74 29 35 5
Paim: 74 27 40 5
Muzo 74 26 20 5
Coper 74 22 2 5
Pauna 74 18 57 5
Maripi... 74 21 10 5
Boenavista 74 16 15 5
XII) L9S valles orientales
Chipaque 74 ii 10 4
Une 74 9 25 4
Fosca 74 4 45 4
Cáqueza 74 6 20 4
Ubaque 74 6 o 4
Choachi 74 6 o 4
Fómeque 74 2 40 4
Quetame 74 o 40 4
Junio 73 52 50 4
Gacheta 73 51 15 4
Ubalá 73 40 45 4
Gachalá 73 38 30 4
Manta 73 53 o 5
Guayatá 73 49 4 4
Somondoco 73 45 30 4
Tibirita 73 37 45 4
Guateque 73 47 10 5
Mftca&il 73 49 59 5
I
2
7
4
9
45
5
32
20
20
15 40
13 0
9 0
17 30
25 32
24 0
24 56
27 58
26 30
2645
24 40
20 35
25 15
30 22
32 55
30 40
23 10
44 50
47 20
46 25
44 25
59 35
39 30
59 40
3 16
Lugares
X 9
Longitudes Latitudes N]
W. de OreeiiTich
Macheta
Sutatenza
Tenza
Capilla
l^achavlta
Umbita...... ...
Tibaná
Jenezano
Boyacá
Viracachá
Ciénaga
Ramiriquí
Chinavita
Garagoa
Ventaquemada
Turmequé
Chi'iví
Zetaquirá
Miranores
Campoherm o
73 56 27
73 45 40
73 42 40
73 42 54
73 40 30
73 43 20
73 40 40
^^ 42 18
73 43 20
73 39 28
73 39 55
73 21 50
73 30 o
73 38 33
73 48 20
73 46 30
73 24 o
73 42
73 30 o
5
3
6
7
8
15
25
o
12
15
5
o
1940
23 32
27 o
26 30
25 15
24 40
10 16
7 o
32 O
20 30
20 20
44 46
14 o
so 73 26 o 526
XIII) Las altiplanicies
Soacha
Bosa
Usme
Bogotá
Usaquén
Engativá
Fontibón
Mosquera
P'unza
Madrid
Bojacti
Zipacón
Eacatativá
Subachoque....
Tenio
Tabio
Suba
Cota
Cajicá
Zipaquirá
Cogua
Nemocón
Hatoviejo
Chocontá... ...
Suesca
Sesquilé...
Guatavita
Guasca
Gachancipá. ...
Tocancipa
Sopó
La Calera
74 6 35
4
74 19 30
4
74 15 35
4
74 14
4
74 12 40
4
74 18 20
4
74 17 30
4
74 23 0
4
74 21 30
4
74 25 0
4
74 28 25
4
74 31 55
4
74 29 0
4
74 20 20
4
74 20 35
4
74 x8 0
4
74 16 55
4
74 17 30
4
74 14 30
4
74 i^ 40
4
74 16 55
4
74 20 50
5
73 55 40
5
73 58 45
5
74 3 0
5
74 2 45
4
74 2 10
4
74 4 35
4
74 5 25
4
74 8 10
4
74 8 0
4
74 8 0
4
34 40
35 45
28 20
35 6
40
41
38
39
39
41
41
44
45
52
48
50
43
47
56
58
I
12
8
2
58
51
29
29
54
50
42
55
35
32
o
40
55
35
25
25
55
34
50
o
20
5
35
40
o
20
56
25
o
50
25
25
5
55
20
Tausa 74 13 40 5 8 30
Sutansa 74 to 20 5 la IP
H
Nueva Geografía de Colombia
5 14 35
5 13 45
5 |6 3
5 i8 25
5 15 32
5 21 so
5 24 35
5 26 40
5 29 40
5 32 20
5 37 0
5 29 30
5 26 5
5 29 20
5 31 35
5 36 35
5 33 30
5 53 40
5 35 40
5 34 15
5 39 35
5 41 20
5 31 5
5 32 45
5 34 30
5 37 0
5 37 0
5 39 25
5 44 46
5 28 so
5 32 25
5 41 26
5 47 5
5 47 35
5 40 0
5 41 20
5 38 35
5 29 45
5 34 0
5 26 s
5 27 45
5 26 5
5 24 40
5 39 0
5 40 57
5 42 5
5 46 20
5 47 0
548 35
5 19 6
5 51 12
5 52 30
5 53 30
I
Lngant Longitudei Latitudes [NJ '
W. de Greenwich
Carmeo 74 14 50
Cucnnubá 74 8 o
Ubaté 74 9 5°
Guachetá 75 5 o
Lenguazaque. .. 74 4 15
Fúquene 74 9 25
Susa. 74 9 ^5
Simiiaca 74 11 ^
Caldas 74 12 20
Cbiquinquirá... 74 8 15
Saboyá 74 8 54
Samacá 73 49 o
Ráauira 73 58 o
Tinjacá 73 57 55
Sutamarcbán. . 73 57 40
Sáchica 73 54 55
Cucaita 73 47 45
Sota 73 47 30
Cbiquisa 73 49 5
Lciva 73 53 3©
Guateque 73 57 30
Gachantivá... . 73 54 15
Soracá 73 43 45
Tunja 73 41 15
Cbivatá 73 4» 20
Motavita 73 45 o
Oicatá 73 41 o
Cómbita 73 43 45
Sotaquirá 73 42 o
Siachoque 73 37 3®
Toca 73 34 i5
Tuta 73 39 35
Paipa 73 35 35
Duitama 73 30 35
Tibasosa 73 28 o
Nobsa 73 24 4S
So^amoso 73 24 30
Iza 73 25 30
Firavitoba 73 26 so
Petca 73 28 30
Cultiva 73 23 S5
Tota 73 24 I
Puebloviejo.... 73 37 30
Mon¿ai 73 18 50
Mongua 73 14 15
Tópaga 73 17 40
Busbanzá 73 20
Floresta 73 22 40
Betéitiva 73 18 40
Santa Rosa .... 73 27 o
Cerinza 73 25 o
Belén 73 22 30
Tutasá 73 21 30
Lugares Longiitndee Latitudes (N
W. de Greenwich
XIV) Los cañofus del Reino
Gámeza.
Tasco...
Socha...
Socotá
Jericó... . ...
Chita
Uvita
Boavita
Corrales
La Paz
Sativa Sur
— Norte . ..
Susacón
Soatá .... .
Covarachía... .
Capilla
Cocuy
Ouican
Panqueva
Elspino
Guacamaya
Chiscas
Macaravita
San Miguel...
Carcasí
Capitanejo
Enciso
Tequia
Málaga
Concepción. ...
Scrvita
CcFrito
Onzaga
I San Joaquín...
¡ Malagavita .. .
i San Andrés
I Guaca
j Cepita
. Aratoca
: Sube
' Encino
Charata
Cincelada
Coromoro
Riachuelo
Ocamonte
Valle
Páramo
Mogotes
San Gil
Curití
Pinchóte
Jesús Me ría....
Bolívar
Guavatá
Vélez
Chipatá...
73 15 15
5 44 32
73 15 8
5 48 15
73 9 40
5 5425
73 5 20
5 57 35
72 3 34
6 635
6 7 26
72 57 Z^
73 7 60
6 8
73 7 28
6 8 20
73 18 30
5 45 30
71 14 30
5 54 25
73 í2 40
5 5635
73 12 25
5 57 40
73 12 20
6 3 20
73 12 38
6 841
73 17 40
6 17 0
73 5 15
6 13 0
73 0 40
6 16 0
72 59 55
6 1835
73 » 20
6 17 30
72 2 S5
7 19 5
73 4 40
6 17 40
73 3 30
6 42 45
73 9 20
6 21 0
73 7 40
6 26 25
73 5 25
6 30 30
73 14 0
6 18 40
73 II 20
6 29 56
73 13 35
6 30 30
73 14 0
9 3* 20
73 II 20
6 35 15
73 9 0
6 38 20
83 8 15
6 39 28
73 23 32
6 7 18
73 24 58
6 14 0
73 19 40
7 32 0
73 21 20
6 39 45
73 19 3«
6 44 29
73 30 40
6 32 45
73 49 15
6 29 44
73 37 SO
6 31 20
73 Zl 0
6 0 30
73 38 42
6 7 26
73 35 5
6 4 45
73 32 55
9 7 45
73 35 14
6 855
73 38 25
6 9 45
73 38 25
6 14 15
73 41 10
6 14 15
73 3í 20
6 16 0
73 38 45
6 20 45
73 35 20
6 23 25
73 40 15
6 19 25
74 10 25
5 46 i^
74 II 13
5 51 35
74 5 45
5 51 15
74 6 0
5 54 15
74 S 0
5 5i 15
A F ¿ N o I C X
^
Lncana Longitudes Latitudes (N)
W. de Greenwich
Aguada 74 O 30 5 58
La Paz 74 4 «4
Puente Nacio-
nal 74 4 15 5 36 45
Site 74 3 5 52
Gücpsa 74 O 45 5 54 50
San Benito .... 73 59 32 5 59 55
Moniquirá 74 O 10 5 47 40
Pare 73 58 50 5 54 40
Santa Ana 73 56 7 5 55
Toguí 73 58 30 5 50 25
Gámbita 73 50 5 50 30
Chitaraque 73 55 24 5 54
Olival 73 49 6 0
Conñnes 73 44 15 6 9 45
Suaita 73 54 30 5 58
Oiba 73 47 30 6 5 15
Guadalupe .... 73 53 18 6 2 80
Guapotá 73 48 50 6 7 45
Palmas 73 46 45 6 13 15
Socorro 73 45 50 6 13 22
Cabrera 73 45 5 6 22 55
Barichara 73 43 30 6 24 55
Guane 73 44 55 6 26 30
Chima 73 52 6 9
Simacota 73 49 6 14
Palmar 73 47 33 6 20
Hato 73 49 55 6 20 3
Galán 73 47 6 24 50
Zapatoca 73 46 15 6 35
Bctulia 73 47 6 40
San Vicente... 73 54 6 40
XV) Soto
Los Santos 73 38 20 6 33 15
Piedecuesta 73 33 20 6 43 10
Florida 73 34 25 6 4 5
Girdn 73 38 30 6 47 50
Bucaramanga.. 73 33 20 6 50 25
Tona 73 27 5 6 59 40
Rionegro 73 37 30 8 58 35
Botijas 73 45 10 7 13
Cáchira 73 30 7 29
Cachiri 73 31 7 14
Matanza 73 31 40 7 40 30
Suratá 73 31 7 7
Baja 73 26 30 7 6
Vetas 73 23 7 4
XVI) Lahateca
Silos 73 7 40 7 4 i5
CácoU 73 O 44 7 5 10
Chitagá 73 3 i5 6 56 30
Labateca 72 39 15 7 7 30
Toledo 72 48 7 7 40
XVII ) Cuenca de Maracaibo
Pamplona 73 O 30 7 12
Chopo 72 57 40 7 15 55
Lugaxes LongüudM Latltodef (N )
W. de Oreenwich
Chinácota 72 51 45
Bocha lema 72 54 30
Rosario 72 42 30
Cúcuta 72 43
San José 72 45 15
San Faustino... 72 41 52
Limoncito 72 51 45
Zulia 72 54
San Cayetano. 72 52 30
Santiago 72 58 30
Gramalote 73 2 10
Salazar 73 3 20
Arboledas 73 5 45
Cucutilla 78 5 20
Chopo 72 57 40
Mtttiscua 73 7 30
San Pedro 73 18
La Cruz 73 26
Ocaña 73 30 30
Aspasica 73 20 5
La Palm» 78 17 40
San Calixto. .. 73 22 30
Convención.... 73 3O 45
Teoraraa 73 27 45
González 73 32
Río de Oro 73 32
Brotaré 73 35
San Antonio... 73 33 2
El Carmen 73 36 10
Pueblo Nuevo. 73 33
Buenavista 73 31 28
7
7
7
7
7
7
7
23 28
26 45
34 30
38
38
51 8
54 30
42 20
38 50
7
7
7
7
7
7
7
7
7
7
8
8
8
8 11 30
8 12 58
8 lO 40
8
3
8 10 30
8 8 26
8 16 30
8 O 25
7 57 30
35 25
O
83
27
21
15 55
7 57
40
58
2
4
6 32
8
8
CerroNcvado.,. 74 21 4 1
El Roble 74 32 40 4 47 30
Higuerón 73 51 50 5 18
Alto Curaucha. 74 36 5 13 50
AltoSarbel 74 23 40 5 42 30
Alto Bermejal. 74 12 30 5 31 50
Cara de perro . 74 O 5 50 80
Cerro d e la
güera 73 52 6 15 30
El Pulpito ... 72 55 30 6 25
Almorzadero
(puerto) 74 4 10 6 46 20
Alto Siná 72 41 50 7 3
Páramo de Gue-
rrero 73 25 7 33 30
Cerro Negro .. 73 34 7 50 30
Cerro Bobalí 73 29 8 36 30
Cerro La Hor-
queta 73 5 20 8 7
Puerto Villami-
zar 72 42 8 8 20
XVIII) Casatuxte
Arauca 70 50 54 6 32
Macaguane 72 3 10 6 19 20
Bctuyes 72 7 20 6 \b 30
26
NVIVA GtOORAFÍA DK CoLOMBIA
X 9
LugwM Longitndet Latitudes (N)
W. de Oreenwich
Tame
.... 72 13 84
5 15
Furaré
.... 73 21 10
6 0 4
Chirc.
.... 72 6 28
5 52
Ten
.... 62 19
6 46
Támara
.... 72 23 15
5 39 10
Salina
.... 72 .'VO 25
6 4 40
Muneque ...
... 72 39 35
5 19 4b
Moreno
.... 72 30 25
5 43 25
Nunchia
.... 72 21 55
5 28
Maquiros....
.... 72 5 40
4 43 45
Santiago.....
Barroblanco
.... 72 44 35
5 4 45
... 72 57 40
4 58
Trinidad
.... 71 42 30
5 32
Guayabal ..
.... 71 23 30
4 54 33
Cafifi
.... 71 2 45
5 20
Guanapalo..
.... 70 55
5 12
XIX) San Martín
Upía 73 7 O 4
Medina 73 26 20 4
Cabuyaro 72 46 20 4
Cumaral 73 34 35 4
Jiramena 73 28 30 3
Villavicencio... 78 44 4
35
32
22 30
22
51 50
15 10
X r
LagAiw Longftudee Latitndea(V)
W. de Greenwlch
San Martín 78 52 40 3 43 20
Arama 73 58 30 3 25
XX) Caquítá
Santiago..., 77 2 30 1 10 10
Sebondoy 76 57 33 I 8 36
Putumayo 76 54 30 18 58
Mocoa 76 10 10 O 56 15
Yunguilk 76 18 25 1 15 25
Descanse 76 22 46 1 28 26
Solano 75 10 5 O 30
Juvayaco 75 25 35 O 47 2S
Pacayaco 75 55 80 o 46 25
Limón 76 O O 50 32
Itucayaco 75 44 O 40
San José 76 4 30 O 34 .^.0
San Diego 76 7 40 O 36 35
Uchipayaco.. 77 10 O 46
Montepa 75 24 35 S O 2 5S
Tapacuntí 75 8 O 13 40
San Miguel 76 28 30 0 8
Aguarico 76 38 23 S O 4 10
Mesaya 73 8 ü J8
Jonacuru 73 19 1
Tacumenc 73 23 5 I 11
HUMBOLDT
Cartagena 75 30 10 25 20
Tttrbaco 74 18 15 10 18 &
Mompós 74 27 45 9 14 II
Morales 74 i 15 8 15 30
Boca de Nare.. 74 41 3 6 9 49
Honda 74 ^3 4^ ^ ix 4**^
El Roble 74 30 4 36
Bogotá 74 13 45 4 35
Guadalupe 74 14 17 4 35
Monserrate.. ... 74 14 10 4 35
Mariquita 75 i 45 5 12
Ibagué 75 19 45 4 27 23
Cartago 76 6 30 4 45 5
Buga 76 21 45 3 55 21
Cali 76 30 45
Santander 3 2
Piendamó 2 26
Popayán 76 39 45 2 26 17
Vinagre (casca-
da) 76 25 2 27 17
Puracé (pueblo) 76 34 13
— (volcán) 76 27 30
Socoboní 76 46
Pilatumba (pá-
ramo) 76 50
Al maguer (pá-
ramo) 76 50
— (ciudad). 76 54 45
Pansitará 76 48
La Vega 76 51
La Ascensión.. 76 45
Guachicono ... 76 45
Timbío 76 35
Achupallas 76 20
layo 76 20
Juanambú 77 12
Paito 77 20 45
Carichana 67 55 o
Atures 67 56 21
Maipures 68 17 23
Boca Atabapo. 68 10 40
2 i5 18
2 18 5o
a 3
2 10
2
1 54
2 12
2 15
2 18
2 19
2 23
I 54
I 50
I
t
6
5
5
4
24
13 6
34 5
37 34
13 32
2 48
A P É N D I C K
CALDAS
X <p
Logaren Longitudes Latitudes (N]
W. de Gieenwich
Ipiales...., o 48
Pasto.. 76 56 45 I 13 30
Ouachicono
Poblazón 76 33 o 2 25 30
Popayán 76 29 2 26 30
Puracé 76 25 2 27 17
Purac¿(nevado) 76 22 30 2 26
Guanacas(paso) 76 16 2 32
Lugan
La Plata.
Carnicerí)
Pital
Timaná..
San Agus
Tolima...
Tocaima.
Gusdalup
F. A. A. SIMONS
La Costa (Bolívar y Magda
a) El Sinú
Fuentes del Si-
nú 76 17 30 73 30
Cerro Murru.
cucú 75 54 8
— Quimari.. 76 34 7 54
— Las Palo-
mas 76 9 8 25 30
Tucura 76 6 7 56
Hato Chico 75 57 8 32
Montería 75 53 8 46
San Carlos 75 42 8 47
Ciénaga de Oro 75 39 8 54
Verástegui 75 4^ 8 53
Mateo Gómez . 75 53 8 52
Cereté 75 5-^ 8 53
San Pelayo.. .. 75 54 8 57
Punta Yáóez... 75 43 91
Corozalito 75 45 9 3
Arache 75 45 9 4
Sitio Viejo 75 45 .96
Chima 75 45 9 9
San Andrés 75 3^ 99
Sabaneta 75 42 9 18
Momil 75 45 9 14
Purísima 75 48 9 14
San Sebastián 75 51 9 14
Lorica 75 52 30 9 14
San Nicolás .. 75 58 9 14
San Bernardo.. 76 2 9 21
San Antero 75 48 9 22
Palmito 75 38 9 20
Puerto Escon-
dido 76 17 9 O
b) María y Tierradentro
Tolú 75 36 9 30
Toluviejo 75 27 9 2^
Nueva Geografía de Colombia
Caracol...
Colosó...
San Onofi
Higuerón
Comisario
San Anto
Flamenco
María la I
San Cayel
San Basili
Rocha
Sincerín..
Mahates..
Arjona.. ..
Turbaco .
Turbana..
Ballestas.
Barú
Bocachics
Santa An;
Pasacaba!
Ternera..
Cartageni
Santa Re
Villanue\
Santa Ca
Arroyogr
Palmar d
delaría
Luruaco.
Molinero
Arroyo d
dras.v
Aguada <
blo —
Rotiné...
Repelón
28
NvxvA Geografía dk Colombia
Lagttxet
Longitudes Latitades [NJ
W. de Oreenwich
Arenal 75 9 lo 23
Soplaviento 75 ^ ^o 23
Manatí 74 59 10 28
Sabanalarga... 74 56 10 39
Usiacurí 75 o 10 45
Baranoa 74 56 10 47 30
Juan de Acosla 75 3 10 49
Tubará 75 1 10 51
Jalapa 74 54 10 53
Puerto Colom-
bia 74 57 II 2
c) Ijis Saltanas y el San Jorge
(}uamo 74 58 10 2
San Juan 75 5 9 57
San Jacinto 75 8 9 50
El Carmen .... 75 7 9 43
Jesús del Mon-
te 74 58 9
Ovejas 75 12 9
Flor del Monte 7.» 7 9
San Antonio... 75 5 9
Morroa 75 20 9
Corozal 75 20 9
Sabaneta 75 8 9
Juan Gordo 75 4 9
Buenavista 74 59 9
(ialeras 75 3 9
Sincc 75 9 9
Llanadas 75 18 9
Sincelejo 75 25 9
Sampues 75 25 9
Chinú 75 24 9
Sahagún 75 23 8 66
Colombay 75 24 8 44
Morrocoy 75 21 8 45
Las Flores... 76 11 8 34
Soledad 75 58 7 44
Fuentes del S.
Jorge 76 16 T 3
San Pedro 75 47 7 46
Urc 75 39 7 5o
Ayapel 75 13 8 19
Santa Rosa 75 16 8 23
Sehebe 75 6 8 30
San Marcos 74 59 8 40
Caimito 74 59 8 47 40
San Benito 74 58 8 56
Santiago 74 54 92
Gegua 74 55 8 5^
Sucre 74 44 8 49
Majagual 74 42 8 35
Bocamojana. .. 74 4i 8 24
Achí 74 35 W 33
Mantequera.... 74 82 8 58
Otero 74 43 8 59
45
32
32
24
19
19
19
18
í9
I
M
9
18
II
6
Lugares Loogitndes Latitudes pf
W. de Oreenwich
d) El Magdalena
Barranquilla. . 74 47 30
Soledad 74 47
Malambo 74 47
Carmona 74 4.'»
Siiionmvo 74 42
Remolino "4 41
Cuáiniaro "4 39
Sabanagrandc. 74 46
Sanio Tomás . 74 46
Salamina 74 42
PÍTon 74 42
Suán 74 53
Cerro de San
Antonio 74 44
Calamar ... 74 54
Barrancanue-
va 74 54
Ptdraza 7* •*7
Bar ranea vieja.. 74 h\
Yucal 74 54
Buenavisla 7* ^^
KoMes 74 48
Hercdia 74 4i
Nervití 74 45
San Agustín... 74 49
Jesús del Río.. 74 48
Tetón 74 45
Santam^rtica . 74 38
Real del Obis-
po 74 38
Tenerife 74 4 1
Plato 74 38
Vijagual 74 38
Tacamocho 74 46
Cascajal 74 47
Tacaloa 74 45
Pinto 74 4o
Pijinio 74 29
Santana....?.... 74 84
Mompós 74 28
San Femando. 74 22
Margarita 74 21
Guamal 74 \*J
Palomino 74 3o
Yati 74 44
Magangué 74 45
MadHd 74 45
Retiro 74 44
Pinillos 74 31
Barranco de Lo-
ba 74 i5
San Martín. ... 74 18
Kl Banco 7* *
Tamalameque.. 78 49
San Bernardo... 73 46
La Gloría 73 5i
Simafia 73 4?
10 59
lo 56
10 52
lo 5o
10 47
lO 44
lo 3 »
10 48
10 45
10 30
10 26
10 21
10 22
10 15
lo 10
lo i3
10
10
10
10
10
9
9
9
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Jo 3
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8 5o
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8 So
8 28
6 s6
ApÉvoick
'9
Lugares
Longitudes Latitudes (N)
W. de Groenwich
Dviejo 73 57 8 27
>rales 74 2 8 17
nití 74 4 7 57
exto Nacio-
lal 73 5o 8 i5
ma Corredor 73 51 8 8
que de Patu-
ria 73 54 3o 7 36
ertoWilches 78 58 7 21 3o
ruachica 73 46 8 i3
igeles 73 89 7
o de Oro 78 33 8
mzález 73 33 8
irbura 73 3i 8
56
3
8
lO
9
9
II
9
9
9
8 59
9 1
II
li
29
24
32
55
fj El César
ílén 74 2
loa 73 49
liriguaná.. ... 73 43
limichagua .. 73 57
i Paso 73 47
Lgua 73 25
?cerril 73 23
Ddazzi 73 18
alencia de Je-
sús 73 34 10 12
iegopata 73 19 10 ii
upes 73 23 lo !?•
a Paz 73 19 10 16
alledupar.... 73 12 10 £2
tanques 73 3 1 10 32
adiUo 73 18 10 32
rumita 73 \\ lo 3o
illanueva 73 10 10 33
lolino 73 5i 10 38
Lagares Longitudes Latitudes (N)
W. de Greoiwioh
San Juan de Ce-
sar 73 II 10 43
Rosario 73 22 lo 42
Esperanza 73 4 10 45
Fonseca 73 4 10 5o
Marocaso T3 17 11 1
Barrancas 72 59 10 5o
Barbacoas 73 2 11 i2
Treinta 72 58 ii 7
Riohacha 72 55 11 33
Camarones.... » 73 5 11 24
Dibulla 73 19 n i7
f) Santa Marta
San Antonio... 73 30 10 58
San Miguel.... 73 36 11 1
Mamatoco 74 11 11 16
Santamarta. ... 74 14 11 16
Gaira 74 i4 ii ii
San Juan de
Córdoba 74 i4 11 2
Puebloviejo. ... 74 16 ii 1
Riofrfo 74 I3 10 57
Aracataca 74 4 10 40
Fundación 74 7 lo 35
San Sebastián.. 73 46 lo 28
Medialuna 73 28 10 36
Pivijay 73 32 lo 31
Hacha 73 23 10 22
San Ángel 73 12 10 4
Apure 74 29 9 50
Chirolo 74 30 10 o
Punta de Pie-
dra 74 38 10 10
Chengue 74 42 10 18
Malabrigo 74 41 lO 18
A. HETTNER
'ucrto Villa.
mizar 72 48
an José de
Cuenta 72 51
ian Antonio... 72 47
^amplona 72 56
^entanagrande 73 o
luratá 73 14
iucaramanga... 73 23
Hedecuesta 78 19 20
Jncoln 73 34
^pateca. 78 85 30
oidán 73 21 30
>an Gil 73 28
)an Andrés.... 78 7
Cogotes 78 15 80
socorre 78 81 80
8 16
7 47
6 42
30
7 19
3 30
7 i9
7 1
50
6 54
10
6 59 30
6 44 50
5 39 40
6 81
6 46 SO
5 26
SO
6 28
Vélez . 73 53
Jesús María... 74 40
Moniquirá 73 40 30
Leiva 73 42
Chiquinquirá... 74 2 30
Ráquira 73 49 50
Albarracín 73 46
Guachetá 73 52
Ubaté 74 o 30
Chocontá 73 52 30
Zipaquirá 74 11 80
Guatavita ..... 74 1 SO
£1 Común 74 12
Bogotá 74 14
Mflaga 78 67 30
CapiUnejo 73 52 50
El Cocuy 73 42
6 4
5 54 30
5 55 10
5 38 20
5 36 50
5 34 30
5 18 30
524
5 17 10
5 8 30
5 1
4 54 30
4 51 80
4 86
6 40 50
6 31
6 24 4a
SP
Nueva Geografía di G)lombu
Ltigaret
Longitudes Latitudes [ N 1
W. de Qreeowlch
Soatá 73 48 30
Onzaga 74 5
La Palma 73 57 40
Santa Rosa 74 16
Sogamoso 74 8
Paipa 74 20
Tunja 74 32 50
San I g n a ci o
(alto) 73 55
Puebloviejo.... 74 5 30
Labranzagran«
de 73 46
Medina 74 2g 30
Apiai (sitio)... 74 24
Villavicencio.. 73
San Miguel.... 73 54
Cáqueza 74 5 10
Choachí 74 3
Gachalá 73 39 30
Subachoque... 74 20 10
Pacho 74 19 30
Coper 74 17 10
6 20
6 17 10
6 O
5 53
6 42
5 47
5 32 50
5 45
5 32 10
{> 30 50
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5 27 50
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4
4
4
4
4
Lugares
Longitudes Latiludes NI
W. de Green'<vicb
Muzo 74 22
Fusagasugá ... 74 27
Icononzo 74 38 3O
Melgar 74 45
Girardot 74 56 30
Tocaima 74 46 10
Viotá 74 39 30
La Mesa 74 36 5o
Ambalema. ... 74 56
Líbano 76 I4
La Línea (cum-
bre) :. 75 81
Manizales 75 36
Ansermavíejo . 75 66 40
Marmato 75 45 '^0
Salamina 75 36 10
Manzanares .... 75 19 60
Santana 75 10
Honda 74 54
Viileta 7* 37
Facatativá 74 30
5 32 30
4
4
4
4
4
4
4
20 5O
10 30
13
17 30
27
26 30
38 10
4 46
4 54
4 57 30
5 4.
5 i4 30
5 29 30
6 25 10
5 18 40
5 7
5 12
5 O
4 47 30
GREIFF Y SCHENCK
Cáceres 75 40 10
Zaragoza 76 7
Yarumal 75 46 30
Amalñ 76 27 30
Remedios 75 2
Puerto Berrío. 74 27 30
La Cruz (F).... 74 42 15
San Roque 75 i7
San Rafael 75 2i 10
Santa Rosa 75 45
Medellín 75 49
San Miguel
(tito) 75 5i
Antioquia 76 5 30
Concordia 76 7
725
7 21 40
6 50 40
6 45 30
Too
6 29 10
6 22 4o
6 25 4o
6 16 0
6 30 30
6 9
5 55
6 25
5 56
Ituango 76 6 10 7 o
Urrao 76 i7 6 5
Quibdó 76 58 5 37 4o
Bolívar 76 i3 5 45
Carmen 76 2o 5 46
Andes 76 5 3o 5 29 3o
Jericó 75 69 5 44 2o
Valparaíso.... 75 5i 5 38 10
Manizales 76 47 2o 5 6 10
Salamina 75 4o íio 5 23 4o
Pensilvania ... 75 1 4 So 5 23 o
Sonsón 75 2o :to 5 43 ?o
San Luis 75 11 3o 6 2o
Marinilla 75 36 o 6 5 3o
NOTA SOBRE LAS COORDENADAS
Atrás señalamos lo que ocurre con respecto á la posición de La Palma,
capital para la topografía de la parte occidental de Cundinamarca.
De Ocafia, con que sucede lo mismo para el NW. de Santander, según los
datos por nosotros recogidos, es preciso aumentar su latitud en io\ En la Carta
de Codazzi ñgura con 8° de latitud N. ; pero suponemos que este geógrafo no la
calculó directamente, porque de otra manera no habría incurrido en el error de
acortar en cuatro leguas la distancia que hay entre ella y Bucaramanga. Mas como
en la Carta del mismo geógrafo hay otro error de cuatro leguas entre Bogotá y
Bucaramanga, imaginamos que la causa de todo esto dependió de un extremado
respeto á los cálculos de Humboldt y de una lectura equivocada del atlas de este
viajero. En efecto, ya en las Cartas de la época colonial ñgura Ocaña con S9 L.
N., y así se incorporó en la Carta general de Humboldt, pero poniéndole equi-
vocadamente el signo indicativo de haber sido punto de observación del mismo,
que no estuvo allí.
Apéndice
NoioIiM, tomanJo por base las Cartas d«Í Aliiiitanlai{^ inglés, la del rio
Magdalena haiIaSimaña j el trazo del ferrocarril de OEaÜa, faicimos una prímna
coireccién, rectificada lu^go coa los planos de los caraínos de Cuenta al Magda-
lena y de Buramaoga i Ocaila, enlazando previa m en le esas dos bases á Bogoti^J'
á Maracaibo; ésta con el plano del reirocairii á San Buenaventura •} el del no
Zulia,y aquélla con loscütudios del ferrocarril del Norte jr los iliacraríos d« Het>
Iner. Asi resu«lto el punto, lodos los demás detalles geograücos de estas comarcal
cuhdran perfectamente y abonan la solución que hemos dado al problema.
Otro punto capital en nuestra cartogiafíi lo encontramos en Cictrcs y Za-
ragoía, lo que no es de cxtraflar, por cuanto Codazzi por csla vía no salió al mar.
Nosotros prí mera mente rectificamos el punto valiéndonos de Us caita*
marinas, los planos de los nos Atrato, Sinú, Magdalena y Cauca- Nechi, y de
los de los trazos de ferrocarril de Puerto Berrio y del Porce, y en seguida coa los
estudios para ci trazo del fciiocarríl Intercontinental, que apenas modificaron en
unos pocos hcctómctros la posición adoptada para esos lugares. Para Cáceres he-
mos adaptado 75° 42' W. y 7° ai' N.
UrS}í y el C<rn! llevado de Sumafat. La fijación de eslos puntos, intere-
santísima para la Caita de Cundinamarca, la hicimos de acuerdo con los trabajo*
de los Ingenieros que midieron los baldíos de la Compattía de Colombia, el plano
del Magdalena, el trabajo del ferrocarril de Girardot y el Meta y de la carretel*
del Muerto y algunos oíros esludios, de los cuales se^desprenden ademis las modi>
licacioncs de las coordenadas de San Martín, que resultan las que aquí hemo*
adoptado. Para Uribe adoptamos 74° 17' ^V. y 3" as'.
í4muía. Este punto, tan interesante para la cartografía del Llano, fue por
fortuna corregido en paite con los enlaces i Cravo y i. la cordillera oriental, por
F. J. Casis, quien nos suminislró tales datos aún inéditos. Luego se publicaroa
las trabajos de la Comisión de Limites.
En realidad de verdad, y no tratiadose sino de los grandes lincamientos,
vacíos y dudas no quedan sino respecto de algunos de nuestros grande» neva-
dos, de las fuentes del Suaza, de La Ceja y Garzón, del Paramillo de! Sioi'i, de
San Juan de Cuaiqucr y de las faldas orientalesdel Huila. Ue lodos estos punios,
los más importantes son el Suaza y La Ceja, porque no tienen al respaldo otro*
que á lo menos limiten el error ; al conlraiio, los esludios de las comarcas mis
próximas indican que allí hay muy serias rectificaciones que hacer. A falta de
otra clase de trabajos, hemos utilizadolos itinerarios de los misioneros, ya que de
todas maneras hay que transformar la Carla de Codazzi sobre esa región, que en
tu punto capital él no pudo visilar penonalmente.
Los cuadros de coordenadas comparados se encuentran en el segundo vo-
lumen, especialmente consagrado al estudio de los detalles de nuestra topografía.
Figura 331 — Arqueología colombiana. Orfebrería indígena.
3»
NUZVA GSOORAFÍA DK CoLOMBU
ADICIÓN ALTIMETRICA
I - COMISIÓN DEL FERROCARRIL INTERCONTINENTAL
é) De Cartagefia al nudo di Huaca
Kmts. Lufareí Cotaa
O Cartagena O
10 Ternera 13
21 Colón I2S
26 Turbaco 175
39 Arjona 38
54 La Ceja 3
58 Mohates 2
75 San Cayetano.... 100
83 La Paloma 300
87 Quebradaseca... 80
95 San Juan Nepo-
muceno 140
ICO Palmar 220
III San Jacinto 390
125 Carmen 360
137 Alto del Carmen 510
152 Ovejas 430
170 Los Palmitos.... 330
178 Corozal 300
193 Sampué» 280
200 Chimí 270
213 Sahagün 220
226 Trementino 210
223 Morrocoy 180
228 San Francisco... 190
240 San Diego 160
225 Aguaclara 140
266 Cintura 120
278 Río San Jorge. . . 110
282 Santa Rosa 115
294 Ayapel 140
307 Sabana Palotal.. 120
318 Quebradaclara... 140
325 Límite de Bolí-
var y Antioquia 120
396 Cucharal 90
377 Cáceres 100
400 Río Neri 120
409 Raudal 690
430 Turbaco 1080
447 Quebrada Rosa^
rio 1500
453 Alto 2460
KmU. LugavM Ootaa
458 Yarumal 2220
472 Cam(>amento 1680
Río Nechí 460
4^4 Anori ^540
377 Cáceres 100
417 Bejuquillo 137
430 La Cruzada 558
444 Cruces (Cáceres) 40a
464 Támara (Nechí). 120
483 Zea 720
491 Alto 930
496 Cruces (Anorí)... 780
516 Anorí 1540
494 Anorí 1540
Santa Bárbara... 750
520 Alto Higuerdn... 1710
S3S Carolina 1800
544 Pavón 1800
556 Río Porce 1050
580. Barbosa 1300
595 Girardota 1380
603 Copacabana 14 10
617 Medellin 1500
627 Itagüí..... 1560
631 Estrella 17 10
638 Caldas 1760
750 Alto San Miguel. 2640
664 Santa Bárbara... 1800
674 Puebloviejo 11 10
681 Paso Caramanta
(Cauca) 600
697 Valparaíso 1350
705 Caramanta 1950
Alto 2160
716 Marmato 1300
719 Río C^uca 810
Alto 1800
732 Salamina 800
Alto 2250
747 Aranzazu 1920
Alto 2160
Quebrada chillo-
na 1590
ApÉndick
Lafifares Cotai
760 Neira 1920
Río Guacaica.... 1530
774 Manizales 2100
78S San Francisco... 1380
8cx> Santa Rosa 1650
810 Pereira I140
836 Cartago 900
857 Naranjo 930
880 Zarzal 930
905 Bug"alagrande... 970
922 Tuluá 1000
933 San Pedro 1020
947 Bug-a 1020
972 Cerrito 1040
991 Palmira 1070
Río Cauca 1025
1026 Cali 1090
Í049 Jamundí 1045
1071 Paso La Bolsa... 1080
1091 Ovejas 1050
nos Aganche 1060
1123 Morales 1660
1 145 Piendamó 1800
Alto 1980
1162 Cajibío 1900
1130 Palacé 1610
1184 Popayán 1710
1194 El Roble 1950
1199 Timbío 1800
12 1 1 Dolores 1640
1221 La Sierra 1500
1231 Lorica 1050
1240 Aguasblancas 990
I2SS Patía 565
1172 Dos ríos 535
1 287 Tablin de Paniagoa. ... 7^0
1305 Sombrerillos 1230
1214 Veinticuatro 1650
1322 San Pablo 1800
1328 Mamendoy 2070
Cerro Pulpito.... 2670
Cerro Quina 2820
1347 San Bernardo.... 2100
1353 Tikliode Gimei 1650
1364 Buesaco
1384 Cerro Convento. 2870
1391 Pasto 2570
1 399 Calambuco 2880
1406 Santa Gertrudis.. 3250
141 3 Yacuanquer 2760
1417 Tangua 2460
Kmts, Lugareg Cotai
1431 Funes 2400
1440 Asturcos 2450
1446 Puerres 2600
1456 Potosí 264S
1463 Ipiales 3000
1474 Tulcán 3050
1484 Huaca 3480
o Tulcán 3050
6 Carlosama 3030
9 Pastas 3060
19 Guachucal 3210
28 San Joaquín 3060
36 Tüquerres 3070
65 Funes 2400
b) Di Medellin al Airáis
O Medellin 1470
20 Caldas 1740
Lejía (alto) 1880
31 Amaga 1320
45 Fredoitía J770
67 Paso Caramanta. 600
90 Jericó 19S0
96 Pueblorrico 1740
108 San Joaquín 1020
120 Bolívar 1200
128 La quiebra 1980
148 S» JaaiiSiigv X080
162 Concordia 800
170 Los Pobres 570
192 Anzá 665
203 Noque S40
221 Antioquia 600
244 Giraldo 2240
248 El Toyo 2160
258 Cañasg^ordas .... 1290
286 Uramita 600
300 Dabeiba 390
321 Pavarandocito. .. 65
346 Los Indios 40
380 Riosucio 8
c) De Costa Rica á Panamá
O Cañasgfordas (al-
to) Costa Rica.. 1 150
20 La Vuelta (que-
brada) 840
30 — (alto) 850
SO Mamey (alto).... 900
34
Nueva Geografía dx Colombia
Kmts. Logares Cotas
?i^ Chiriquí viejo
(vía) 200
105 Jacd (quebrada) 210
125 Gariché (río) 130
150 Divalá (casar y
río) 160
157 Bugabíta (casar) 125
159 Bugfaba (pueblo) 135
169 La Raya (casar) 85
181 Cristóbal (río)... 10
184 David (ciudad).. 15
194 Hatoviejo (casar) 25
199 Capellanía (id.).. 15
204 Chorcha ( id. y
río) 5
221 Corrales (río).... 5
228 Boca del Monte
(casar) 70
230 Cañafístola (id.). 60
234 San Lorenzo
(pueblo) 35
241 Fonseca (río) 30
253 San Juan (río)... 10
260 Tupí (río) 10
266 San Félix (pue-
blo) 85
271 Las Lajas (casar) 70
277 Remedios (pue-
blo) 30
289 San Dieg-o (río). 10
297 Tole (pueblo).... 300
301 El Callejón (ca-
sas) 280
314 Big^uí (río) 80
321 Big-uí (alto) 450
239 Armafalsa (que-
brada) 140
332 Armafalsa (al-
to) 270 420
346 San Pablo (casar
y río) 60
350 Bibay (casar).... 80
356 La Mesa (alto)... 230
358 La Mesa (pueblo) 200
369 San Pedro (ca-
sar) 70
374 Marañón (casar) 75
377 La Peña (casar) 1 10
384 Santiag"o ( pue-
blo) 90
404 El Espino (casar) 65
Kmts. Lagares Cotas
417 Los Canelos 55
425 La Estrella (ca-
sar) 60
441 Aguadulce (pue-
blo) 30
451 Nata (pueblo).... 25
471 Hondo (pueblo). 10
48 1 Antón (pueblo y
río) IS
491 Riato (id.) 25
318 San Carlos (id.).. 15
534 Chamé (id.) 15
536 Bejuco (casar)... 20
546 Sajalisa (id.) 5
555 Capira (pueblo). iio
565 Espino (río) 30
575 Chorrera (pue-
blo^ 70
587 Aguacate (id.)... S
598 Arrayán (id.) 12a
609 Miraflores 10
621 Panamá (ciudad) o
d) De Panamá al Aíralo
O Panamá O
30 Pacora 30
55 Chepe 30
130 Chiman O
265 Yavisa 5
330 Paya 9a
390 Riosucio 5
De Medellín á
Panamá, 770 ks.
// — Comisión de Umites
(Región oiiental)
Cobaría 316
Los Gualices 218
Arauca 131
El Viento 104
San Fernando.... 186
Yavita 204
Pimichín 207
Mocoa 204
Victoria 216
Santa Rosa 222
Tigre 232
Sabana 247
Apéndice
SS
LISTA ALFABÉTICA
I>E LAS 1375 POBLACIONES Y CASERÍOS DE COLOMBIA*
A (100)
Abcjorral
Abirama
Abrí aquí
Agrado
Aguacatal
Aguadora
Agua Padilla
Aguada
Aguada de Pablo
Aguadas
Agua de Dios
Aguachica
Agualarga
Aguadulce
Aguarico
Aguasblancas
Aguasuegras
AhorcaUígarto
i Ahumada
' Aipe
' Alanje
\ Aldea
\ Aldea de María (Pules)
\ Ales
2 Algarrobo
^ Alejandría
^ AI maguer
^ AÜaquer
^ Almorzadero
4 Alpud
^ Alpujarra
^ Altamira
7 AÜo Obispo
^ Alto Caquetá
I Amaceri
I Amaga
* Amaime
^ Amalñ
^ Ambalema
I América
* Amporá
* Anacoftas
^ Anaime
6 Anaime
5 Anapoima
4 Ancuyá
* Anchicayá
I Andes
4 Anganoy
6 Angeles
1 Angelópolis
3 Angola
1 Angostura
6 Angostura
8 Ángulo
1 Anocotca
5 Anolaima
I 1 Anori
¡ 4 Ansemianuevo
j 4 Ansermaviejo
I 1 Antadó
I 1 Antioquia
! 7 Antón
I 4 Antón Moreno
1 Anzá
4 Anzoátegui
4 y^^/i
1 Aspave
4 Aponte
1 Aquitania
6 Aracataca
2 Arenas
2 Arachi
, 1 Aranzazu
; 3 Arauca
I 3 Arauquita
I 8 Aratoca
I 4 /ír¿^/tf
! 5 Arbeláez
8 Arboledas
I 3 Arcabuco
I 4 Arenales
I 2 Arjona
I 1 Arma
I 1 Armenia
j 4 Armenia
7 Arraiján
¡ 4 Arrayanal
4 Arrayaría
2 Arroyogrande
2 Arroyohottdo
2 Arroyo de Piedras
8 Aspasica
4 Asturcos
9 Ataco
7 Atalaya
6 Atanquer
2 Ayapel
B (89)
4 Bagado
4 Bajo Caquetá
2 Bajogrande
7 Bajo Obispo
7 Balboa
6 Banco
2 Baranoa
9 Baraya
4 Barbacoas
1 Barbacoas
6 Barbcuoaj
1 Barbosa
8 Barichara
6 Barrancas
8 Barrafuabermtja
2 Barrancanueva
2 Barrancavieja
2 Barranca de Loba
2 Barranquilla
2 ^art/
7 Bastimento
4 Baudó
4 Bebará
4 Bebaramd
4 Belalcázar
6 Becerril
7 Bejuco
1 Bejuquillo
3 Belén
3 ^¿'///f
6 i9^//«
1 Bel mira
1 ^í/¿?
5 Beltrán
2 Bcrástegui
8 i9^r¿^<?
4 Berruecos
1 Betania
3 Betéitiva
1 Betulia
8 Betulia
7 i5í/w^
5 Bituima *
9 Bladero
3 Boavita
2 Bocachica
4 Bocagrande
8 Bocas de Carart
7 i5í?¿-¿w </^/ Drago
2 Bocas de San Antonio
4 Bocas de Tamaña
7 Bocas del Toro
8 Bochalema
4 Bochisa
0 Bogotá
5 Boiacá
1 Bolívar
4 Bolívar de Caldas
8» Bolívar
4 Bolívar de Arboledas
4 Bolo
2 Boquillas
5 Bosa
3 Boyacá
3 Bricerto
* Véase la nota al fin de la lista.
NUIVA GlOGltAFÍA DK CoLOMBIA
I
4
4
4
4
7
7
4
4 ^nV-^^
4 Briciño
1 Brkeño
8 ^n/<r
8 BUCARAMANGA
4 BuckUolo
4 Buenaventura
2 Buenavista
7 Buenavista
5 Buenavista
6 Buenavista
7 Buenavista
8 Buenavista
0 Buenavista
Buenosaires
Baesaco
Buesaquillo
BUGA
Bugaba
Bugabita
Bo^alagiande
6 Búrbura
1 Buríticá
8 Busbanzi
C (144)
4 CoAtf Manglares
8 Cabrera
2 Cabrero
4 Cabuyal
5 Cabuyat»
1 Ciceres
1 Cflr/r/
8 Cácota
8 Cáckira
9 Capián
4 Cajibío
1 taicedo
8 Caimán
2 Caimito
7 Caimito- Muíate
4 Cajamatca
4 Co/'J/f
5 Cajicá
8 Calamar
4 Caldas
9 Caldas
5 Caldas
4 Calarci
4 Caldono
4 Cali
4 Calicanto
4 Ca//i»'tf
4 Calima
5 Calera
8 Califoraia
• California
7 Calobre
4 Caloto
8 Camarones
1 Campamento
9 Campoalegre
8 Campoalegre
9 Campo de La Crui
7
1
4
8 Campobemoso
4 Campuerán
7 Cana
1 Candebá
4 Candelaria
2 Candelaria
1 Canoas
CafULflstola
Cañasgordas
Cafíasgordas
7 Cañazos
4 Cahaveral
5 Caparrapi
7 Capellanía
4 Capellanía
8 Capilla del Cocuy
3 Capilla de Tenza
7 Capira
8 Capitanejo
4 Caielhnías
5 Caqueza
4 Caquiofta
8 Carcasí
i Carlosama
2 Carmen
4 Carmen
8 Carmen
5 Carmen
9 Carmen de Apicalá
1 Carmen
9 Carnicerías
1 Carolina
4 Cartago
7 Cascadas
4 Castigo
2 Cartagena
4 Catupe
9 Casabianca
4 Calambuco
4 Cauca
4 Cauccueco
8 Cepita
2 Cereté
3 Cerinza
4 Cerrito
8 Cerrito
1 Cerro
6 Cerro de San Antonio
4 Certegul
3 Ciénaga
2 Ciénaga Vean
2 Ciénaga de Oro
8 Cincelada
2 Cintura
4 ^irr^jM-Salento
Cite (véase Site)
7 Coclé
7 Cí^r^/i
1 Cocamá
3 Cocuy
6 Codazzi
9 Coello
5 Cogua
7 Coibiia
9 Colombia
2 6Vf¿^
4 Colimba
7 Colón
3 Cómbita
8 Concepción
1 Concepción
1 Concordia
8 Concordia
4 Condoto
8 Conñnes
4 Consacá
4 Contadero
8 Convención
8 Contratación
1 Copacabana
3 Coper
1 Córdoba
4 Córdoba
4 Corinto
8 Coromoro
4 Coronado
2 COROZAL
7 Coroxal
3 Corrales
5 Cota
3 Covarachía
9 Coyaima
3 Cravo
1 Cruces de Cáceret
1 Cruces de Anoti
3 Cucaita
4 Cuatroesguinat
1 Cucharal
5 Cucunubi
8 Cucutilla
4 Cuéllar
8 Cultiva
7 Culebra
4 Cumbal
5 Cumaral
9 Cunday
8 Curiti
CH (41)
4 Chachagüi
4 Chami
3 Chámeza
5 Chaguan!
7 Chagres
7 Chame
9 Chaparral
1 Chamuscados
8 Charalá
7 Chepigana
7 Chepo
5 Chía
4 Chickarronal
4 ChiUs
8 Chima
2 Chima
7 Chim¿n
8 Chimichaguft
8 Cbinácotft
3 ^hinavita
A P ¿ N D I C 1
ü
5
8
3
6
3
7
3
3
3
3
hinú
hipaque
hipatá
hire
hirigiian&
Chiriví
Chiriquigrande
Chíquba
Chtscas
ChiquinquirÍ
Chita
3 Chitaraque
8 Chitagá
7 Chitre
3 Chivata
5 Choachí
« Chocó
7 Chorcha
í» Chocontá
7 Chorrera
€ Chorrera
D(14)
1 Dabeiba
4 Dagua
1 Damasco
7 David
7 /?jv¿i/i
4 Docampadó
4 Dolores
0 Dolores
7 Dolej[a
1 Don Matías
7 Donoso
^ Dubase
•3 Duitama
E(27)
1 Ebéjico
4 El Bordo
5 £1 Colegio
t £1 Espinal
9 Elias
4 El Espejuelo
7 El Espino
7 El Llano
6 El Molino
4 ^/ Or/jr¿a/
4 ^/ /Vrrí?
7 ^/ ^^a/ ^(T Santamaría
6 -£/ 7íi¿¿z*<?
4 £1 Tambo de Popayán
4 — — de Pasto
4 ^/ Rosario
4 £1 Rosario
I El Tigre
7 Emperador
I Encauchada
5 Engativá
8 Encino
8 Enciso
I Entrerríot
I Envigado
3 Espino
1 Estrella
F(24)
5 FacatativA
7 Farfán
I Perrería
1 Filadelfía
4 Finlandia
3 Firavitoba
2 Flamenco
1 Florencia
3 Floresta
4 Florida de Palmira
8 — de Soto
4 — de Pasto
5 Fómeque
6 Fonseca
5 Fontibón
I Fredonia
9 Fresno
9 Fricu
7 FHjol
1 Frontino
4 Funes
h Funza
5 Fúquene
5 Fusagasugá
a (65)
5 Gachalá
5 Gachancipá
3 Gachantivá
5 Gacheta
6 Caira
8 Galán
2 Galapa
8 Galindo— Santandei
8 Gámbita
3 Gámeza
7 Garachiné
3 Garagoa
4 García
9 Garzón
4 Garrapatas
y Gatún
I Giraldo
5 Girardot
I Girardota
8 Girón
I Gómez Plata
6 González
7 Gorgona
8 Gramalote — (V. C
lindo)
8 Guaca
3 Guacamayas
4 Guachaves
5 Guachetá
4 Guachicono
4 Guachucal
8 Guadalupe
38
Nueva Qeografia de Colombu
9 Iquira
4 Ingenio
4 Ipiales
2 Isabel Lópen
4 Iscuandé
4 Isleta
4 liaibe
I Itagüí
I Itaango
3 la
J(25)
7 Jamaiquiia
8 Jagua
4 Jamanaya
4 Jámbalo
6 Jamingald
4 yamachü
4 Jamundí
7 %^i/<f
I Jardín
4 Jaramal
3 Jenesano
4 Janoy
1 JERICÓ
3 Jericó
5 Jenisalén
8 Jesús María
5 Jiramena
8 Jordán
7 Tiítffi Dios
2 Juan de Acosta
5 Junín
5 yuntas de Apulo
4 juftias de Tamaña
4 Jurado
4 Jumbirá
L(ioo)
4 Za Acequia
i La Baja
4 Ztf Barra
8 Labateca
7 Za ^¿^¿'tf
4 La Balsa
7 Ztf Blanca
3 Labranzagrande
4 Ztf Caldera
5 La Calera
1 La Ceja
Q Z<2 6V;a
2 La Ceja
4 Z^i CAa/a
I La Cortada
1 Zü Cruzada
8 La Cruz
4 La Cruz
4 Ztf Cr»> i/^ Tangtta
7 Zfl Estrella
4 La Erre
6 Zii Gloria
4 Zü Granja
i Laguna de Ortices
4 Za Herradura
4 Ixinu
4 Za Z^FMtf
4 Z/i Laguna
5 La Mesa
7 La Mesa
8 Landdzuri
1 Za Partida
4 Ztf /'¿//¿I
5 La Palma
7 La Palma
5 La Paz
8 La Paz
3 La Paz
4 LaPat
5 La Peña
7 Z<i /'^/Jfl
7 La Pintada
9 La Plata
I La Plata
4 Z<M Botas
7 lujs Lajas
4 Las Mercedes
4 Z^iJ Mesas
7 Ztfj Mesas
7 Z<i il/f Ja
8 Las Palmas
7 Las Palmas
5 La Pradera
4 La Quebrada
I Ztf Sinebra
7 Z¿i ^¿r>'a
4 La Sierra
7 l^s Tablas
4 La Torre
3 La Trinidad
4 La Tupia
4 La Unión de Arboleda
4 La Unión de Pasto
4 La Unión del Quindío
1 La Unión
9 La Unión
5 La Uniófi de Choachl
^ Laura
3 LaUvita
9 La Vega de los Padres
5 La Vega
4 La Vega
1 La Vetilla
4 /<j Yunga
3 I^iva
5 Lenguazaque
4 Lerma
9 Lérida
9 Líbano
1 Liborina
4 Limonar
4 Linares
8 Lincoln
4 Lindero
6 Loma de Corredor
4 Lonuí de Piedras
3 Lope
1 Lo feto
2 Loríca
4 Lorica
6 Los Angelen
2 Las Palmas
7 Los Canelos
4 Z<»x Iitdios
4 Zíí J MilagroF
4 Z<?J Arboles
2 Zox Palmitos
7 Los Pozos
8 Los Santos
7 Los Santos
LL(2>
1 Llanadas
4 Lloró
M (96>
•^ Macanal
7 Macaracas
8 Macaravita
5 Macheta
4 Madrevieja
'> Madnd
2 Madrid
2 Magangü¿
4 Maguí
2 Mahates
2 Majagual
7 Majagual
8 Málaga
4 Malagatia
2 Malambo
4 .5/tf/pj
4 Mallama
6 Malabrigo
4 Mamascaio
6 Mamatoco
7 Aíamey
4 Mamamendoy
3 Manare
2 Manatí
3 Maní
2 Manga
1 Manizales
5 Manta
9 Manzanares
7 Marañón
4 María
2 Margarita
1 Margetito
1 Marinilla
3 Maripí
4 Mar mato
2 Marlalabaja
9 Mariquita
6 Maroceuo
8 Marta
9 Marulanda
3 Marroquín
2 J/a/d cT^ Gj^
7 Matachín
2 il/a//tf C7dm/s
8 Matanza
Apkndicx
39
fatiiuy
Tech£ngu€
feáialufta
fediacanoa
Iedell(n
ledina
Mejor
lelgar
\f¿tuíe%
liercaderes
Mesopotamia
\iicay
filagros
iríiraflores
^firaflores
liraflores
Víocoa
\focondino
Mogotes
Molagavita
Momil
Mongua
Monguí
MOMPÓS
Moniquirá
Monkey-kill
Montebello
Aíontebonit»
Montería
Montijo
Morales
Morales
Morcóte
Moreno
Monroa
Morro
Morrocoy
Mosquera
Mosquera
Mota vita
Morirás
Muellamuís
Murtchü
Mulaió
Mwtdonuevo
Mwuque
Murillo
Murillo
Murindó
Muzo
N(32)
Nacederos
Nacopay
' Naos
t Napi
: Nare
\ Naranjal
\ Naranjo
) Nariño
) Nariño
1 Nariño
i Nariño
I Nariño
\ 7 Nata
i 9 Nátaga
9 Natagaima
4 Navareo
4 Naya
: 1 Nechi
I 1 Neira
5 Nemocón
2 Nerviti
5 Nilo
4 Nima
i 5 Nimaima
< 4 Noátiama
3 Nobsa
5 Nocaima
7 Nombre de Dios
1 Noque
2 Norosi
I Nueva Caramanta
3 Nunchía
0(19)
4 Obando
8 Clmal
8 Ocamonte
8 OCANA
7 Ocú
8 Oiba
3 Oicatá
7 Olá
8 Onzaga
6 Oncerreses
9 Órganos
4 Orientes
1 Orobazo
3 Orocué
9 Ortega
4 Ortigal
4 Ospina
2 Otero
2 Ovejas
P (126)
1 Pavón
7 Pacora
1 Pacora
3 Pacha vita
5 Pacho
4 Páez
3 Páez
9 Paicol
5 Paime
3 Paipa
9 Pajiji
7 Palenque
2 Palenquito
4 Palestina
7 Palma
2 Palmar
8 Palmas
2 Palmar de Várela
2 Palma de Candelaria
2 Palnuirito
8 Palma
4 Palmir'a
2 Palmito
2 Paloma
2 Pctlomino
4 Palomocho
7 Paloverde
8 Pamplona
7 Panamá
5 Pandi
4 Pandíguand0
3 Pajarito
4 Panga
4 Paniquiiá
3 Panqueba
4 Pansitará
8 Papayal
7 Paraíso
8 Páramo
3 Pare
7 Parita
7 Paritilla
5 Pasca
4 Pastas
4 Pasto
2 Pasaeaballos
4 Patía
8 Paturra
3 Pauna
1 Pavarandocito
4 Pavas
1 Pavas
3 Paya
7 /Viytf
7 Pedací
8 /'^¿/ni/
6 Pedra&a
1 Pensilvania
1 Peñol
4 Z'/^í»/
7 PenonomÉ
5 /V^ííw
1 /'íT^IAT
3 Pesca
4 Pescador
7 Pesé
4 Pereira
8 Piedecuesta
2 Pie de la Popa
9 Piedras
1 Piedrasblancas
6 Piedra de Moler
8 Pinchóte
6 Pijinio
2 P;¿r/a
7 Pinogana
6 Pw/í;
6 Piñón
2 /^VyJ
3 Pisva
9 Pital
9 Pitalito
4 Pitayó
6 Pivijay
6 Plato
]
40
Nueva Geografía de Colombia
4 Playas
4
Rejoya
1
SaÜillo
4 Plagas
I
Remedios
4
Samaniego
7 Pocrí
7
Remedios
2
Sampués
4 Poliítdara
6
RemolifM
3
Samaci
2 Polonuevo
4
Remolino
I
San Andrés
4 PopayAn
5
Repelón
9
San Agustín
8 Porc
I
Retiro
1
San Agustín
4 Porquera
2
Retiro
2
San Agustín de Playas^
7 Portobelo
9
Retiro
blancas
4 Potosí
5
Ricaurte
1
San Andrés
9 Prado
4
Ricaurte
3
San Andrés
1 Prado
4
Ricaurte
2
San Andrés de Sota-
4 Pradera
4 Rioblanco
vento
4 Presidente
9
Rioblanco
2
San Antero
2 Providencia
1 7
Río de Jesús
5
San Antonio
4 PueblUo
6
Río de Oro
I
San Antonio
7 Pueblonuevo
6
Rhfrío
1 2
San Antonio
I Pueblorrico
4
Rio/Ho
2
San Antonio
3 Puebloviejo
7
Riúgrande
' 6
San Antonio
I P%ebloviejo
6
RiOHACHA
6
San Antonio de la Ne-
6 Puebloviejo
5 Puente del Común
2
Rioloro
vada
9
Rioloro
6
Sin Antonio de Pereira
8 Puente Nacional
I
RlONEGRO
1
Sm Bartolomé
1 Puerto Berrío
3
Rionegro
2
San Basilio
6 Puerto Nacional
4
Riosucio de Atrato
8
San Benito
7 Puerto del Caimito
7
Rio Pina
■ 2
San Benito Abad
4 Puertorrico
4
Riosucio
' 2
San Bernardo
2 Puerioescondido
1
Rioi'erde
6
San Bert$ardo
8 Puerto Santos
2
Rioziejo
4
San Bernardo
6 Puertoviejo
I
Robles
8
San Calixto
8 Puerto WiUamizar
I
Robledo
7
San Carlos
4 Pucrres
2
Rocha
1
San Carlos
5 Pulí
4
Roldanillo
2
San Carlos
2 Pi/z/tó </^ yj^í
4
Rosal del Afofite
5
San Cayetano
8 /'«///a </^ P/></r<i
4
Rosario
8
San Cayetano
4 Pupialcs
6
Rosafio
8
San Cayetano
4 Puracé
6
Rosario
2
San Cayetano
4 Pureto
8
Rosario de Cdcuta
1
San Cristóbal
8 Purificación
I
Rumazón
2
San Diego
2 Purísima
4
Sandoná
4 Putumayo
2
San Estanislao
S(235)
8
San Faustitw
Q(I2)
7
2
San Félix
San Fernando de Oc»
5 Quebradanegra
2
Sabanalarca
cidente
4 Quebrada
I
Sabanalarga
6
San Femando
1 Quebrada seca
I
Sabaletas
4
San Francisco
4 Quebrada seca
2
Sabaneta
5
San Francisco
I Quebraditas
7
Saboyá
7
San Francisco
5 Quetame
3
Saboyá
2
San Francisco
4 Quibdó
1
Sacaojal
8
San Gil
4 Quichaya
3
Sácama
4
San Isidro
4 Qumchia
2
Sahagún
3
San IsidfO
4 ^iVítfr/
3
Sáchica
2
San Jacinto
4 Quintero
4
Salahonda
2
San Jerónimo
5 Quipile
4
Salado
8
San Joaquín
4
Salado
4
San Joaquín
R(4S)
I
Salamina
I
San Joaquín
6
Salamina
4
San Joaquín
San José
8 Ramiríqui
4
Salaqul
4
2 Ranchería
8
Salazar de las Pelmas
4
San José
4 Raposo
I
Salgar
4
San José de labÜn
3 Ráquira
4
Saleato
8
San Josk db Cucvta
I Raudal
3
Salina
4
San Juan
3 Recetor
6
Saloa
4
San Juan
i
A P K K P I C I
4 Sa» Juan
5 San yuan de Arama
6 San Juan del Cór-
doba
6 San Juan de Cesar
2 San Juan Nepomuceno
5 San Juan de Rioseco
2 San Juan de Salgar
4 San Juanita
1 San Julián
7 San Lorenzo
4 San Lorenzo
4 San Lorenzo
1 San Luis
9 San Luis
2 San Luis de Providen-
cia
2 San
5 San
1 San
2 San
1 San
8 San
7 San
6 ^//
2 ^//
2 San
4 San
4 eian
Marcos
Martín
Martin
Martín de Loba
A/ateo
Miguel
Miguel
Miguel
Nicolás
Onofre
Pablo de Caldas
Pablo de Barba-
coas
4 San Pablo de San
Juan
2 San Pablo
7 San Pablo
1 San Pedro i
4 San Pedro \
8 San Pedro
3 San Pedro
7 San Pedro '
4 San Pedro de Arimena
2 San Pues !
1 San Rafael
5 San Rafael ¡
1 San Roque
2 San Sebastián
1 San Sebastián \
4 San Sebastián
6 San Sebastián del Rá-
bago
6 San Sebastián
3 Santa Ana
4 Santa Ana
6 Santa Ana
9 Santa Ana
4 Sania Ana
2 Santa Ana
1 Santa Bárbara
8 Santa Bárbara
2 Santa Catalina
3 Santa Elena
7 Santafé
1 Santa Isabel
9 Santa Librada
6 Santamarta
7 Santa María
4 Santander
4 Santa Rita
1 Santa Rosa de
3 Santa Rosa de Vi
4 Santa Rosa de O
2 Santa Rosa de C
gena
9 Santa Rosa de A^
4 Santa Rosa de 3
4 Santa Rosa de Hoi
4 Santa Rosa de Coi
2 Santa Rosa de Ck
2 Santa Rosa de Sit
1 Sania Rosa de Itu
4 Santa Rosa de Cun^
7 Santiago
4 Santiago
3 Santiago
8 Santiago
2 Santiago
1 Santo Domingo
2 Santo Tomás
1 Santuario
9 Santuario
4 Sintuario
I San Vicente
4 San Vicente
3 San Vicente
^ San Zenón
4 Sapuyes
3 Sardinas
5 Sasaima
3 Sativa Norte
3 Sativa Sur
4 Satétatá
4 Sebundoy
I Segovia
4 Segovta
1 Sepulturas
5 Sesquilé
3 Siachoque
g Silos
4 Silvia
g Simacota
Q Simaíla
2 Simití
5 Simijaca
2 Sincé
2 SlNCELEJO
2 Sincerin
4 Sipí
5 SitioDuevo
^ Sitioviejo
I Sitioviejo
g Sitioviejo
5 Soacha
5 SoatÁ
g Socorro
j Socorro
3 Socotá
3 Socha
3 SOGAMOiO
9 Salarte
^ Soledad
Z. Soledad
4^
Nueva Geografía de Colombia
2 Ternera
2 Tetón
3 Tibaná
3 Tibasosa
5 Tibacuy
5 Tibiríta
9 Tímaná
4 Timbio
4 Timbiqui
3 Tinjacá
3 Titiribí
8 Toca
5 Tocaima
5 Tocancipá
3 Todos los Santos
4 Todos Santos
8 Togüi
1 Toldas
7 Tole
8 Toledo
2 Tolú
2 Tolú viejo
6 Tomarratán
8 Tona
7 Tonosí
3 Tópaga
4 Toribio
4 Toro
3 Tota
4 Totoró
2 Jrementtno
7 Tuadre
2 Tubará
7 Tueníí
4 Tuluá
7 Tn/üca
4 Tumaco
4 Tunia
3 TUNJA
ó Tupes
4 TÚQUERRES
2 Turbaco
1 Turbaco
i Turbana
4 Turbo
4 Turco
3 Turmequé
3 Tuta
3 Tutasá
U(i8)
5 Ubalá
5 Ubaque
5 Ubatc
3 Umbita
8 Umpalá
5 Une
I 1 Ufamagrande
1 Uramita
i 2 Uri
; 5 Uribe
6 Urumsia
1 Urrao
5 Usaquén
4 Usenda
2 Usiacuri
h Usme
5 Utica
3 Uvita
Y (27)
1 Vahos
1 Valdivia
6 Valencia de Jesús
8 Valle de Jesús
1 Valparaíso
6 Valledupar
3 Vásquez
6 Villanueva
2 Villanueva
4 Veiniicuairo
8 Vélez
9 Venadillo
3 Ventaquemada
5 Vergara
4 Versalles
5 Vianí
9 Victoria
4 Victoria
4 Vipa del Fuerte
9 Vijes
2 VillaJurmosa
9 Villahermosa
5 Villaviccncio
9 ViUavieja
5 Villeta
8 Viotá
3 Viracacbá
Y (13)
4 Yacuanquer
9 Yaguará
1 YaU
2 Yati
7 Yavisa
4 Yarumai^
1 Yarumal
1 Yolombó
9 Yopol
4 Yotoco
2 Yucal
4 Yumbo
4 Yurumangui
Z(i2)
2 Zambrano
2 Zapata
8 Zapatoca
3 Zapatosa
1 Zaragoza
4 Zaragota
4 Zarzal
4 Zarzal
1 Zea
3 Zetaquira
5 Zipacón
5 ZipaquirÁ
NOTA
En esta lista las cifras arábi^ras (i ¿ 9) representan los Departamentos, ea
orden alfabético (Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magda-
lena, Panamá, Santander, Tolima), sin separarles las Intendencias respectivas.
De versalilla se han puesto las poblaciones principales, y de bastardilla los po-
blados que no son cabecera de Municipio.
FIN DEL TOMO PRIMERO
Apendkíe
NUEVA geografía DI
MEMORIAL
Sr. Ministro de Guerra
En 1888, y con recursos propios, en
una Nueva Geografía de Colombia, por el d
que fue bien recibida por el publico. Por
del Ministerio de Guerra el General Ante
seoso de que aquel trabajo se publicara
completa, dispuso que la publicací<)n se hi
bierno, como en efecto se hizo en la Imp
manos, y en 1892 apareció el primer ve
grafía.
En Agosto de 1892 celebré un conti
Guerra, que fue aprobado por el Sr. M. I
gado del Poder Ejecutivo Nacional, y con
Gobierno se comprometía á continuar la i
nombrada, y también la obra extensa pr
materia, en cuanto lo permitieran los recu
zones de diversa índole no hice por entone
to, y la impresión de la obra se suspendió
En 190 1 ocurrí de nuevo al Minister
de que en la Imprenta donde se imprimíe
de dicho Ministerio, y donde antes se hab
lumen de la Geografía, ya mencionado, <
del trabajo conforme al compromiso del G
desempeñado entonces por el Dr. Ospiní
tado.
Mas teniéndose en cuenta que era gi
ríales nuevos recogidos entre tanto por m
en el Extranjero, y que era de absoluta
bajo geográfico como el de que se trata,
que tuviera todo su valor, el Excmo. Sr. '
do del Poder Ejecutivo, estimó preferible
va edición, cuidadosamente refundida y
del ramo en los últimos diez años, ilustrái
posible en el país. Convine en lo resuel
comprometí no sólo á rehacer el texto, sii
dibujar las figuras que debían ilustrarlo,
en esta clase de trabajos, á condición de •
de la edición, por la clase de labor que ibí
al dominio publico.
El Ministerio de Guerra accedió á le
mi disposición todos los elementos materi<
para hacer la citada publicación (^papel,
que los trabajadores necesarios, y resolvió
de 2,250 ejemplares, de éstos 500 extrafin«
dé además comprometido á enviar por mi
obra á las principales Bibliotecas é Institu
//tapa Geü^rtjfía d$ Célótnkia
^ Nueva GEqGRApfA de Colombia
Por entonces no se celebró el nuevo contrato del caso, por dos
razones: primera, por la clase de destino que á la sazón desempe-
ñaba yo en el Ministerio, y segunda, porque quise que el publico
juzgara el nuevo trabajo, antes de que el Gobierno adquiriera com-
promiso alguno en el asunto, por lo cual la publicación debería
ver la luz pública por entregas ; pero del contrato verbal mencio-
nado hay constancia en la nota ofícial que ese Ministerio me dirigió
el 6 de Diciembre último, firmada por el Dr. José Vicente G)ncha-
Por las necesidades mismas de la guerra, ese Ministerio se vio
obligado en Enero pasado á entregar á la Litografía Nacional la
mejor parte del papel adquirido para la impresión de mi obra, que
debía comprender tres volúmenes, y por lo tanto si dicha impre-
sión sufría un golpe, en cambio la iniciación de ella misma y la
oportuna adquisición del papel para editarla, único que en la plaza
pudo utilizar la Litografía Nacional, vino á prestar grande y opor-
tuno servicio á la República.
Ahora bien : como está para terminar el primer volumen de
mi obra sobre la Geografía de G)lombia, de que ya el público co-
noce seis entregas, que han sido elogiadas por todas las personas
doctas, ocurro á S. S. suplicándole muy respetuosamente se sirva
ordenar se extienda el contrato definitivo del caso, para acabar de
arreglar este asunto, y para que dicho contrato, que llevará la firma
de S. S., pueda insertarse en ese primer volumen, y en el cual con-
trato aceptaré el compromiso de publicar de análoga manera mi
nueva Carta Geográfica de Colombia, si el Gobierno así lo qui-
siere, en prueba de mi deseo de servir á la República.
A las razones antedichas, que justifican lo pedido en este me-
morial, puedo agregar, para mayor satisfacción de S. S., las de
que hace cuatro años dirijo el Boletín Militar de Colombia sin re-
muneración del Tesoro, y haciendo los gastos para adquirir perió-
dicos en el Extranjero, porque ellos fueron suprimidos por eco-
nomía cuando se me confió tal publicación, que no ha dejado de
aparecer una sola vez en el tiempo citado ; y también la de que
aun cuando la propiedad literaria de la obra sea mía, el público
queda dueño del provecho de un trabajo cartográfico á que he
consagrado la mitad de mi vida.
Siendo la justicia y el patriotismo la norma de S. S., no dudo
que esta mi petición será oportuna y favorablemente resuelta.
Con sentimientos de consideración me suscribo de S. S. aten-
to, seguro servidor y subalterno,
Francisco Javier Vergara y V.
CONTRATO celebrado con el Sr. Francisco J. Vergara y V., sobre impresión
de la Nua'a Gtografla de Colombia
Aristides Fernández, Ministro de Guerra, autorizado conve-
nientemente por el Excmo. Sr. Vicepresidente de la República en*
cargado del Poder Ejecutivo, por una pane, y Francisco J. Verga-
ra y V., por otra, han celebrado el siguiente contrato :
I .• El Minif tro de Guerra promete á Vergara y V. terminar
la impresión d$ la obra titulada Nurca Geografía de ColombiayprU
A P ¿ N D I <J
mera edición ilustrada, cuyo primer volur
primir en la imprenta donde se publica
ta del Gobierno, en los términos en que
del Tesoro, y en las mismas condicioi
para el primer volumen.
2rf^ El Ministro de Guerra, en ater
ha ejecutado Vergara y V. ; á que ha
jero para adquirir materiales para su o
dibujado los gfrabados y cartas que ilusí
su cargo corrección de pruebas, &c.; á q
to verbal sobre la materia, y también á
hace cuatro años, la Dirección del Boh
ta hecha por su antecesor, de ceder á
la edición de dicha Nueva Geografía de
do Vergara y V. á remitir, por su cuer
á las principales Bibliotecas é Institutos
La Nueva Geografía de Colombia nc
volúmenes, ni se aumentará la edición c
sido de dos mil doscientos cincuenta ej
tos extrafínos, mil doscientos cincuenta
ríos.
3.® Si por cualquier motivo el Go
suspender la publicación de la Nueva G
nistro de Guerra se compromete á de
neral los elementos que se han adquirí
mientras ésta puede continuarse. En e:
lasco pudiere seguir la publicación
podrá hacerlo sino previo arreglo c
caso, Vergara y V. se reserva la pro¡
y la de los grabados que la ilustran, mi
cación.
4.° Vergara y V. se compromete
sufrirá demoras la publicación de los de
entregar encuadernados, al empleado
de Guerra, los ejemplares que á éste c
originales de la Nueva Caria geográfica
parada, si el Gobierno quiere publicar
caso no recibirá por ellos otro pago qu(
de dicho trabajo ya impreso.
Este contrato necesita, para su v,
Excmo. Sr. Vicepresidente de la Repii
efecto alguno.
En constancia, firman los contratar
á diecisiete de Junio de mil novecientos
Aristides FernÁndez-
Poder Ejecutivo Nacional — Bogotá
Aprobado.
JOSÉ
ELMinistro de Guerra, Aristides ]
Figura número 333— Perfil del trazo del ferrocarril¡intcrcontinental— Eicala
1 : 2.<oo,ooo— Los horizontales distan 1,000 pies. Exagencióft I i JS»
índice alfab
DEL TOMO PRIK
A
Ab¡be,serranía,cord¡llera,i4i .
415.
Abra, cerro, 646.
AborígeneSy 868,
Acevedo Gómez, gyó»
Acosia (Sanios), ppó.
Acia de ¡a Independencia, gyó.
Aduanas, 8 1 1 .
Adurimeina, cumbre, 169.
Advertencia prelimi-
Ag-rado, cuenca, 483.
Agriculiura, '/jo.
Ag-uablanca, valle, 606.
Aguacate, brazo del Caimito,
284.
Ag-uaclara, río, 280, 596.
Aguacbica, pueblo, 533.
Ag-uada, pueblo, 622.
Agfua Estrada, caserío, 566.
Agualarga, pueblo, 503.
Ag-uarico, río, 149, 170, 695.
Aguasblancas, brazo, 307.
Ag^uasprietas, brazo, 307.
jjguas iermales, y^y,
Ag-uila, cerros, 141.
Aguilar (K C), Presbítero.
Conceptos geológ^icos, 245.
Aguirre {Lope), g^8.
Aguja, cabo, 117, 573.
Ahogayeguas, colina, 163.
Aimerich (Pascual), gyg.
Aipe, pueblo, 483, 485, 922.
Albarracín, páramo 156.
* Véanse las coordenadas j la lista
lementao ^it índice.
Aldaí
Aleg
Alfin,
AlgOi
Algo
Alisii
Almí
Alma^
Alm2
Alme
Alm£
Almi
Almo
Altar
Alti
Aliipl
Alto
Altog
Alvar
Amai
Ama!
Amai
Amar
9;
Amai
Amai
Ama:
Ahaz
Ama:
Ambi
Amér
ar
Ampi
Ana,
Anair
Anan
alfabé
Nueva Giografía de G>lombia
Anapoima, pueblo, 500.
Ancones, costa, 572.
Ancuyá, pueblo, 437.
Anchicayá, río, 280.
Ancho, río, 299, 574.
Afidajrqya (Pascual), g^o.
Andág-ueda, río, 302.
Andes (Los), 137,732.
Andes, pueblo, 192
Andina, región, 130, 150.
Anegadizo, llanura, 327.
Angasmayo, río, 278.
Angeles (Los), pueblo, 532.
Angostura, pueblo, 468.
Angostura de Carare, 322.
Angostura, Junta, 985, 987,
.993.
Animas (Las), cerro, páramo,
148, 156, 157,655.
Anolaima, pueblo, 500.
Anorí, pueblo, 469.
Ansa, pueblo, 461.
Antillas/vertiente, 290.
Antioquia, ciudad, 462, 472, 566
Antioquia, Departamento, 861,
45?.
Antioqueñas montañas, 459.
Antón, río, 284.
Anundbñy (Oidor), 960.
-'Añasco {Pedro), ^41, g^j,
Apaporis, río, 171, 349, 699.
Apéndice, i"
Apiay, sabana, 687,
Aponte, páramo, 436.
Apure, río, 179, 270, 338.
Aquimenzaque, g4g.
Aracacuara, Ariza, Pariza ó
Macigua, salto, 698.
Aracataca, rio, 2^, 550.
Aracuara, peñas, 349.
Aracuri, relieve, 171.
Arache, pueblo, 478.
Aragua (batalla), 981.
Áiar.da, aito, 437.
Araracuára, sierra, 170.
Arasi, cerro, 164.
Araxcr- . rucsa, 608.
Araíoc.í?, pueblo, 612.
Araura . tierras, 186.
Arauca.río, 270, 338, 598,680.
Ara .'^fi. c adad, 681.
A^auQuiía, rio,pueblo,338,68Q.
Arboleda (Julio), 957, 99S.
Arboledas, pueblo, 590, 594.
Arboledas, río, 590, 5 94.
Arboledas, valle, 594.
Archipiélago colombiano, 134.
Azufral, volcán, 144,431.
Archipiélago de Las Mulatas,
, 407.
Áreas comparcuias de las ver-
tientes marítimas de Co-
lombia, 263.
Áreas de los climas, 132.
Áreas de las llanuras, 132.
Áreas del relieve, 132.
Áreas de las serranías, 132.
Arhuacos, indios, 881.
Ariari, río, cuenca, 159, 197,
344, 656.
Ariari, sabanas, 181.
Arias (Dávila), gj4.
Aricaporo, río, 342.
Ariguaní, río, 319, 326, 555,
557.
Ariporo, río, 342.
Arjona, pueblo, 547.
Arma, río, 313, 326, 386, 541.
Arma, tierras, 456.
Arma y Cabal, tierra, 781.
Armada, peña, 157.
Armas indígenas, gi8
Armendáriz (Miguel Diez), gS3y
954'
Armenddnz {Lope), goo.
Arquelogía indígena. V. Fi-
guras.
Arquía, río, 302.
Aries indígenas, gi8.
Arroyo Chiquito ó río de San-
ta Rosa, 298.
Asnega, salina, 445.
Aspasica, pueblo, 588.
Aspa ve, altos, 164.
Aspectolfisieo, 406.
Atabapo, río, 346, 691.
Atabapo-Orinoco - Manapire,
línea. 179.
Ataco, pueblo, 486.
Atanques, aldea, 575.
Atlántica, llanura, 172.
Atlántica, vertiente, 330, 382.
Atlántico, vía, 771.
Atrato, valle, 204, 26Q.
Íkdkm AlfabÍtioo
.trato, río, 270, 300, 414.
.tures, raudal, 8 1 , 1 84, 692, 7 1 2
Ludiencia (La), 956.
Lves, 400.
yalay Vergara, gjó.
Lyapel, serranía, 141.
iyapel, ciénaga, 518.
Lyapel, villa, 519.
lyapel, reg-ión, 522, 858,865.
^zuero, península, 119, 162,
408.
^zuero, llanos, 171.
^zuero (Tierra de), 410.
azufra!, volcán, 144, 431.
I
Baal {Roberto), 938.
Badillo, río, 553.
Badülo, V. V adulo,
Bagre, río, cuenca, 3 1 3» 47 1 •
Bahía, río, 281.
Bahiahonda, 581.
Bahiahondita, 581.
Bajo Chocó, 171, 420.
Bajo Magdalena, 383.
Bajo Rionegro, valle, 504.
Balboa ( Vasco Núñez), 932.
Balsillas, alto, 160.
Balsillas, río, 348.
Banco, pueblo, 325, 555.
Banda occidental , 572.
Banda oriental , 570.
Bandera, v. Pabellón.
Barandillas, valle, 699.
Baranoa, pueblo, 547.
Baraya (Antonio), 977.
Barbacoas, pueblo, 424.
Barbacoas, villorrio, 574.
Barbosa, pueblo, 470.
Barlovento, cordillera, 545.
Barichara, villa, 612.
Barragán, páramos, montañas,
454, 486.
Barragán, tierras, 491.
Barranca, pueblo, 536.
Barrancanueva, pueblo, 564.
Barrancas, pueblo, 577.
Barrancavieja, pueblo, 564.
Barrancopelado, caserío, 682.
Barranquilla, ciudad, 545, 565.
Barras (Las), paso, 6^9.
Barreiro (Sen^ral),
Barrios (Arzobispo), 958.
Barro, caño, 516.
Bard, isla, 117, 167, 298.
Barú ó Chiriquí, volcán, 408.
Bastidas (Rodrigo), 938.
Bata, río, 641.
Batán, pueblo, 637.
Batatal, grieta, 306.
Batatas, río, 647.
Bateros, montaña, 439.
Baudó, picacho, 164.
Baudó,río,276,28i, 283, 419.
Baudó, serranía, 160, 200, 275.
Bayano, río, 163, 275, 287.
Bebará, río, 302.
Bebidas, /^p.
Becerril, caserío, 562.
Bejuco, río, 293.
Belalcázar, montaña, serranía,
142, 456.
Belalcázar (Sebastián), 94 1, 952.
Belén, pueblo, 636.
Belén de Cerinza, pueblo, 633.
Bel mira, pueblo, 465.
Beltrán (^Manuela), 967.
Beltrán, pueblo, 489.
Berbeo (Francisco), 967.
Betancí, ciénaga, 307.
Betoyes, pueblo, 680.
Betulia, pueblo, 616.
Bituima, valle, pueblo, 502.
Blanco, cerro, 436.
Blanco, río, 649.
Boavita, pueblo, 631.
Bobadilla (Francisco), 925.
Bobalí, cerro, 149, 153.
Boca, isla, 1 19.
Bocachica, puerto, 546.
Bochalema, pueblo, 593.
Bodoquera-grande, río, 696.
Bogotá, capital de la Repübli*
ca, 643, 646, 648, 650, 652,
664, 666.
Bogotá, como centro del país, 7.
Bogotá (serranías del respaldo
de), 740.
Bogotá ó Bajo Funza, valle, 497,
913.
Bogotá, río, 271, 3 15, 331, 499,
657.
Bogotá, valle, 20^.
KirivA Geografía de Coloubia
\
Bohío, cuenca, 295.
Bojacá, pueblo, G!')2.
Bojayá, río, 303.
Bolívar, Departamento, S61.
Bolívar, llanuras, 383.
Bolívar, pueblo, 621.
Bolívar, sabanas, 174.
Bolívar (Simón) ^ 984 y sigtes.
Bolívar, villa, 439.
Bombona, sitio, 437.
Bonaparie {/osé)j 972.
Bonda, aldea, 573.
Bonza, pueblo, 636.
Boque, río, 513.
Boquerón, aldea, 577.
Boquerón de Bogotá, 665, 668,
681. .
Boquerón-Pequen í, río, 295.
Bordoncillo ó Patascoy, vol-
cán, 145, 434.
Sorja {Ftancisco)y 961.
Borotaré, pueblo, 589.
Bosa, pueblo, 662.
Boussifigauli. Conceptos sobre
la g"eología en Colombia,
242.
Boves (Jefe de llaneros), 981,
983.
Boyacá (batalla), 158, 245, 986.
Boyacá, Departamento, 861.
Boyacá, pueblo, 642.
Boyacá, río, 641.
Boyacá, valle, 385.
Boyacá, valle occidental, 494.
Bravo, cerro, 458.
Briceño (Francisco), 956.
Bucaramanga,ciudad,6o i ,604.
Bucaramanga, llanura, 601.
Buenaventura, bahía, 1 19.
Buenaventura, costa, 422.
Buena vista, alto, 625,654.
Buenavista, cerro, 483, 646.
; Buenavista, pueblo, 588.
' Buesaco, sitio, 438.
. Buey, depresión, 183.
' Buey, lag^una, 480.
Buey, páramo, 148, 322,440,480.
Buey, picacho, 164.
' ÍBuga, ciudad, 454.
Bujío, pico, 445.
' -Burica, cordillera, 162.
3urica, península, 408.
Burica, punta, 119.
Buriticá, pueblo, 463,915.
Busbansá, pueblo, 635.
CJ
Caballos, ciénaga, 279.
Caballero y Gángora, 969.
Cabeceras del Atrato, 303.
Cabeceras del Sind, 306.
Cabra, cerro, 163.
Cabrera, pueblo, 612.
Cabrera, río, 315, 486.
Cabreras, isla, 409.
Cabrero (El), sitio, 546.
(Dabuyaro, puerto, 682.
Cacanegro, cerro, 143, 436.
CacaOy 750.
Cáceres, población, 523.
Cacique, cerro, 512.
Cacerí, región, 522.
Cácota, laguna, 598.
Cácota, pueblo, 598.
Cachicamo, estero, 680.
Cachipay, caserío, 511.
Cáchira, pueblo, 601.
Cáchira, río, 314, 812, 919
Cachiri, cumbres, 598.
Cachiri, pueblo, 600.
Cajt, 74g,
Cafifí, pueblo, 678.
Cafuche, cerros, 164.
Caguán, pueblo, 483.
Caguán, río, 349, 697.
Caguasara, cerro, 436.
Caicedo {Domingo) ^ pg2.
Caimán, riachuelo, 298.
Caimán, río, 284.
Caimancito, salto, 464.
Caimito (brazo del id.), 284,
Caimito, hoya, 216, 284.
Caimito, pueblo, 528.
Cajambre, río, 280.
Cajicá, pueblo, 662.
Calabébora, río, 293.
Calamar, pueblo, 564, 801.
Calarcá, paso, 146.
Calarcá ( Cacique)^ g6l.
Caldas ( Francisco José), Des-
cripción de la región an-
dina del Pacífíco, 240.
Caldas (Francisco Josí)^ 969,
ÍkDICX ALfAÉh
Caldas (Francisco José de). Hi-
tado de la Geografía del
Virreinato de Santafé de
Bog-otá, xxxiv.
Caldas, pueblo, 470, 626.
Caledonia, 407.
Calera, páramo, 649.
Calera (La), pueblo, 662.
Cali, ciudad, 452, 704, 733, 780
Caiibío, llanura, 778.
California, pueblo, 600.
Calima, río, 282, 417.
Calima, valle, 418.
Caloto, valle, 45 1 .
Calle Real, río, 655.
Camarones, pueblo, 574.
Camarones, río, 299, 574.
Cambao, pueblo, 489.
Cambao, carretera, 763.
Caminos, 37, 39, loi, 152, 156,
555,641.
Campamento, pueblo, 468.
Campanario, cerro, 628.
Camperucho, aldea, 554.
Campoalegre, pueblo, 483, 485.
Campo de la Cruz, pueblo, 547,
565.
Campohermoso, caserío, 645.
Canajagua, cerro, 162.
Canaletes, río, 296.
Cancán, pueblo, 513.
Canci, aldea, 680.
Candela, cerro, 461.
Canelo, ramal, 148.
Canipauna, territorio, pueblo,
506.
Canoas, pico, 461.
Canoas, río, 630.
Cansamaría, breñas, 574.
Cañaboba, pueblo, 577.
Caña de azúcar, y^i,
Cañasgordas, caserío, 517.
Cañas ó Volador, río, 574.
Cañazas, sierra, 163.
CañoCieg^o, 174.
Canon del Cattca, 460,
Cañones de Arma y 4^6,
Cañoquebrado, río, 295.
Capacidad productora
del suelo- Generali-
^ dades, 7op.
Capanaparo, no, 339.
Capa
Capa
Cape
Capil
Capil
Capil
Capil
Capil
Capit
Caqui
Caquj
Caqu
Caqu
6c
Caqu*
Cáqu<
Cáqu<
Caque
Cáral
Carat
Carat
Carac
CaraCé
la
Carag
Carar
Carai
Carar
Carat
Carat
Cardo
Carbc
Carca
Carct
Carib
Carib
Carm
Carm
Carm
53
Carni
Caro
Carol
Carpi
Carpi
Carre
A
Carre
Carta
Úi
NVSVA GlOQKáYÍA DI CoLOMBU
Larta de la vertiente central
del mar de las Antillas,29 1 .
Caria hidro^ráñca de la Cos-
ta, 316.
Carta hidrográfíca del Alto
Chocó, 301.
Caria hidrográfica del Macizo
de Colombia, 322.
Cartagena, bahía, 117.
Cartagena, ciudad, 545, 569.
Cartagena, ferrocarril, 801.
Cartagena, sitios, 964, 982, 988.
Cartago, ciudad, 455, 569.
Carrasquilla (J, de 2?J, natu-
ralista y médico Colombia-
biano. Conceptos geológi-
cos, 247.
Carrillo, pueblo, 478.
Carrizo, puerto, 413.
Casanare, región, 181, 183,
Casanare, río, 343, 670.
Cojj^ar^, paisaje, 676.
Casanare-San Mariin (Los Lla-
nos), 381.
Casanare y San Martín (Ori-
noquia colombiana), 185.
Cascabel, arroyo, 298.
Cascajal, isla, 421.
Cascajo, riachuelo, 297.
Casiquiarí, brazo, 1 79.
Castillo déla Concha, 963,
Cataca, río, 299.
Catatumbo, hoya, 328.
Catatumbo, río, 204, 589.
Cauca, cañón, 204, 326, 386.
Cauca, Departamento, 86 1.
Cauca (El), 522.
Cauca, hoya, 312, 819.
jCauca, río, 148, 172, 269, 319,
322, 326, 444, 459, 719-
Cauca, valle, 177, 4S9, S34, 704,
733, 779-
Cauca-Magdalena, valle, 317.
Caucho, J4g,
Cayambe, nevado, 430, 44 1 ,695 .
Cayambe, nudo, 271.
Cazares, pueblo, 464.
Cebaco, isla, 1 19.
Cedro, pueblo, 478.
Cedros, río, 296.
Ceja (La), aldea, 483.
(lensps; 840, 853.
Cepita, pueblo, 608.
Cereales, T4g, ^SI^
Cereté, pueblo, 478.
Cerinza, planicie, 636.
Orinza, pueblo, 636.
Cerrito, pueblo, 606.
Cerro de San Antonio, pueblo,
S66.
Cerropintado, 149.
Cesar {El), S50.
Cesar (Francisco), 937.
(3esar, llano, 174, 570.
Cesar, llanura, 578.
Osar ó Pampatar, río, 3 19.
Cesar-Ranchería, canal, 204.
Cesar, río, 172, 325.
Osar, valle, 151.
Ciego, caño, 299.
Ciénaga (La), villorrio, 642.
Ciénaga de Oro, canal, 165.
Ciénaga de Oro, pueblo, 478.
Ciénaga ó San Juan del Cór-
doba, pueblo, 572.
Cienagjande, 299, 743.
Cimitarra, río, 324, 513.
Cincelada, pueblo, 608.
Cintura, caserío, 518.
Cisne, nevado, 146, 456,933-
asneros (F, /.), ingeniero cu-
bano. Cx)nceptos sobre la
geología de Antioquia,23S.
Cispata, bahía, 117.
Civilización indígena, gj2
Citará ó Chocó, farallones, 142.
Clima, 708.
Climatología, 352.
Cobardes, serranías, 614.
Cobaría, aldea, 680.
Cobre, ¡rjfó.
Cobre, río, 285.
Coca, río, 149.
Coclé, hoya, río, 293, 294.
Coco, ys^'
Coconuco, valle, 446.
Coconucos, cumbres, 148.
Cocorná, pueblo, 513.
Cocuacho, salina, 673.
Cocuy, alto, 628.
Cocuy, ciudad, 627.
Cocuy, tierras, 627, 887, 892,
Cocha, la^na, 145, 149; 434.
ísDicn AlfabÍti
Codazzi, pueblo, 559.
Coello, pueblo, 486, 489.
Cofre, río, 445.
Cog^ollo, cima, 65 1 .
Cogua, pueblo, 662.
Coiba, isla, 1 19, 409.
Coibita, isla, 409.
Colegio, pueblo, 500.
Coles, cima, 157.
Colón (Cns/óbal), g2^, gis,
Colonia (La), 926.
Colimas (indios), 905.
Colombia, macizo central, 146,
323,778.
Colombia, pueblo, 483.
Colombia, República, 995.
Colomboy, pueblo, 478.
Colón ciudad, 411.
Colorada, mesa, 153, 605.
Colorada (La), cerros, 636.
Colorados, depresión, 142.
Comarca de Maracaibo, 584.
Comarca del Chicamocha, 63 1 .
Cómbita, pueblo, 639.
Comedero, cuesta, 617.
Comercio, 802. <
Comisario, caserío, 541.
Complementos, 189.
Comuneros (Los), 967.
Concepción, pueblo, 606.
Concepción, batalla, 995.
Concepción, río, 293.
Concordia, pueblo, 461.
Confines, pueblo, 614.
Consejo de Indias, 926.
Contratación (Casa), 926.
Conquista (I--a), 927.
Conquistados (Los), 911.
Conquistadores (Los), 907.
Constituciones, V. Historia.
Contreras, islas, 119.
Convención, pueblo, 588.
Coordenadas geográfi-
^ cas,J-
Copacabana, pueblo, 470.
Cope, cascada, 88.
Copial, alto, 500.
Copomá, río, 282.
Coquí, bahía, 1 19.
Corbaraque, montaña, 608.
Corcovado, cerro, 46 1 , 472, 523.
Cordillera Cjentral, 480.
Ccrdú
tüi
Cordií
Cordií
tri
Córdo
Córdc
Córdc
Coma
Coro,
Coroz
Coroz
Coroz
Cortes
se]
Corte
de
Corra
Corra
Corra
Corre
Corra
Corrií
Corro
Cortés
Costa
Costa
Costa
Costa
Cota,
Cotop
Covar
Coxor
Coyai
Cravo
Cravo
Cresta
an
CroqUi
Cronis
CroqUk
fie.
Croqui
na
Croqm
co
Cruce
Cruz (
Cruz (
Cruz c
Nueva GxografÍa ds Colombu
Cruzverde, páramo, 156, 649.
Cuacamal, aldea, 577.
Cuadro sinUitcoáe la termomc-
tría colombiana, 380.
Cuadro sintético del régimen
anual de las lluvias en Co.
lombia, 371.
CuarchiS, alto, 433.
Cuaspud, colinas, 432.
Cuaspud, batalla 996.
Cucaita, pueblo, 624.
Cucuana, tierra, 491.
Cücuta, valles, 383, 534, 590,
912, 947.
Cúcuta, pueblo, 592.
Cucutilla, pueblo, 593.
Cucutilla, río, 593.
Cuchy, 169.
Cuemani, salto, 349, 698.
Cuervo M, [Carlos). Conceptos
sobre la Flora colombiana
en su régimen altimétrico,
390.
Cuiba, selva, 528.
Cuítiva, pueblo, 638.
Culebra, depresión, 161.
Culebrón, remolino, 278.
Cultivos industriales, y4p.
Cumaral, salina, 688.
Cumbal, volcán, nevado, 144,
426, 430, 635-
Cumbal, pueblo, 431.
Cumbres paramosas del Occi-
dente de Panamá, 161.
Cunacua, pueblo, 615.
Cunas, indios, 879.
Cunday, pueblo, 486, 623.
Cundinamarca, Departamen-
to, 861.
Cundinamarca, valles occiden-
tales, 494.
Cupica, bahía, 1 19.
Cupica, río, 281.
Cupino, cerro, 167.
Curazamba, 419.
Curití, pueblo, 612.
Cursiana, río, 341, 678.
Curva hipsbgrafa de Colombia,
201.
Cuyare-Isana, río, 348.
Cu^urcu; picOi 440.
Chía, pueblo, 662.
Chagres, río, 294.
Chagres, pueblo, 410.
Chaguaní, pueblo, 489, 503.
Chame, cerro, 163.
Chámeza, pueblo, 673.
Changuinaula, río, 115,293.
Chapa, cerro, 445.
Chaparral, llano, 487.
Chaparral, ciudad, 487.
Chapinero, barrio, 662.
Cháquira, nudo, 271.
Charalá, ciudad, 608.
Charalá, hoya, 608.
Charambirá, puerto, 418.
Charudas, río, 306.
Chausa, pueblo, 624.
Chibchas. V. Muiscas.
Chicamocha, río, 153,155,271,
314,323,384,612,618,627,
630.
Chicamocha, valle, 197, 204.
Chica, bahía, 117.
^Chico, río, 284, 465.
*Chiles, volcán, nevado, 144,
426,430,432,635.
Chilibre, río, 295.
Chilloa, pueblo, 564.
Chilloa, ciénaga, 566.
Chima, pueblo, 478, 619.
Chimichagua,pueblo,555,SS7.
Chimiquica, río, 317, 549.
Chimiquique, tierras, 217.
Chinácota, pueblo, 593.
Chinavita, pueblo, 643,
Chinchiná, río, 313, 456.
Chinchorro, río, 647.
Chingasa, cima, 157, 65 1, 675.
Chinú, pueblo, 538.
Chipaque, páramo, 147, 649,
651.
Chipaque, pueblo, 652.
Chipatá, pueblo, 622.
Chiquero, paso, 529.
Chiquinquirá, cordillera, 506.
Chiquinquirá, ciudad, 626.
Chuíquisa, pueblo, 623.
Chiquito, río, 647.
Chirajara, arroyo, 654.
Cbire, pueblo, 67^.
Índice Alfabético
Ghirig-uaná, pueblo, SSS* 5^2.
Chiriquí, laguna, ii 5,293,408.
Chiriquí, cordillera, 214.
Chiriquí del Sur, río, 275.
Chiriquí Viejo, río, 275, 287.
Chinquíy porción occidental de la
cordilleray 161,
Chiríví, pueblo, 642.
Chisacá, laguna, 497.
Chiscas, pueblo, 627.
Chiscas, río, 627.
Chita, nudo, 271, 887, 892.
Chita, pueblo, 632.
Chita, salina, 672.
Chitaresos, indios, 703.
Chita ó Güicán, sierra nevada,
629, 179, 198, 669, 887,
892.
Chitagá, río, 204, 338.
Chitagá, valle, 596.
Chitagá, pueblo, 598.
Chitaraque, pueblo, 616.
Chivata, planicie, 639.
Chivata, pueblo, 639.
Chivor, río, 647.
Choachí, páramo, 649.
Choachí, pueblo, 650.
Chocó, llanura, 171, 757.
Chocó, mesa, 142.
Chocó, cordillera, 275,451.
Chocó, farallones, 461.
Chocó, región, 732, 766.
Chocó y 382,
Chocó (El), 412.
Chocó, bahía, 42 1 .
Chocoes, indios, 880.
Chocontá, pueblo, 662.
Chontales y La Cuchilla, pá-
ramo, 636.
Chopo, pueblo, 593.
Chorcha, río, 286.
Chorcha, selva, 409.
Chorrera, pueblo, 410, 577.
Chorrera de las Monjas, cas-
cada, 447.
Chorrera de San Antonio, cas-
cada, 447.
Chorrosblancos, cumbre, 145.
Chucunaque, río, 288.
Chucurí, tierras, 616.
Chumbamuy, 157.
Dabaiví
Dagua, I
Damas,
Darién, 1
David, 1 1
David, ]
David, i :
D'Elhuy i
Demo( ¡
Departfl
Depresió \
Desaguii
Desarroi 1
bia,:^
Desarroi i
mere
lape
728.
Descanc
Descubrí
Desiertc
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Diagran\
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Depíi
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116.
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118.
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el Pe
Diagram
zolan
Diagram
rricei
Diagram
regio
Diagram
áreas
taños
Diagram
áreas
lomb
írt
Nueva Geografía de Colombia
Diagrama comparativo de las
áreas del relieve colombia-
no, 132.
Diagrama comparativo de las
áreas de las llanuras co-
lombianas, 132.
Diagrama comparativo de las
áreas de los climas colom-
bianos, 132.
Diagrama del tope de la Mesa
oriental, 151.
Diagrama de las culminaciones
y de las depresiones de la
región Caribe, 173.
Diagrama de las reg^iones geo-
lógicas de Colombia, 211.
Diagrama de la formación de
la región andina de Colom-
bia, 223.
Diagrama de la hidrografía
colombiana, 263.
Diagrama de las comarcas hi-
drográficas de Colombia,
269.
Diagrama comparativo de la
magnitud de los principa-
les ríos de Colombia, 272.
Diagrama del escalonamiento
de los grados de tempera-
tura en las montañas co-
lombianas, 362.
Diagrama de las áreas com-
. paradas de los diversos cli-
mas colombianos, 364.
Diagrama de la distribución
altimétrica de los climas
» colombianos, 365.
Diagrama comparativo de las
áreas habitables en los di-
versos climas colombianos,
- 367.
Diagrama representativo de
las oscilaciones anuales del
nivel inferior de las nieves
en los nevados y 373.
Diagrama indicativo del esca-
lonamiento altimétríco de
las principales enfermeda-
des, 379.
Diagrama del escalonamiento
altimétríco de la Flora co-
lombiana, 391.
Diagrama del escalonamiento
de los principales vegeta-
les en los Andes, 394.
Diagrama del escalonamiento
de algunos animales en los
Andes, 405.
Diagrama de las secciones
geográficas componentes
de Panamá, 409.
Diagrama délas secciones geo-
gráficas que componen el
Chocó, 412.
Diagrama de las secciones geo-
gráficas que constituyen el
Sur, 429.
Diagrama de las secciones que
componen las tierras cau-
canas, 444.
Diagrama de las secciones com-
ponentes de las montañas
antioqueñas, 459.
Diagrama de las secciones que
componen el Sinú, 474.
Diagrama del valle de Rio-
grande, 506.
Diagrama de las secciones geo-
gráficas que constituyen la
Cosía, SS3.
Diagrama de las secciones que
constituyen la comarca de
Maracaibo, 584.
Diagrama de las secciones que
constituyen El Reino, 671.
Diagrama de las secciones que
constituyen Los Llanos y
el Caquetá, 693.
Diagrama de la distribución
y desarrollo de los habi-
tantes por zonas climatoló-
gicas, 708.
Diagrama del comercio gene-
ral y local, 838.
Diagrama del desarrollo de la
población en las tres prin-
cipales ciudades, 873.
Díaz (Pimienta), 969.
Dibulla, río, 299, 574.
Dibulla, pueblo, 574-
Diego Pata, pueblo, 559.
Diluvio, llanura, 556.
Diócesis, 860.
Dique (El), 165, 174.
I
Índice Alfabético
liramaciones del Sinü Central,
88S.
división política, 859.
)on Diego, río, 299, 574.
)on Matías 6 Azuero, pueblo,
465.
>oña Luisa, ciénaga, 528.
)oña Juana, pueblo, 564.
)os Ríos, 277, 442.
)rago, península, 162.
!>uida, cerro, 171.
!)uitama, pueblo, 636.
Dulce, T4g,
ibéjico, pueblo, 461.
Egüesy Beaumoniy 962.
Ejes de cumbres en la región
central de la cordillera de
Sumapaz, 154.
Ejes montañosos en el Depar-
tamento de Panamá, 160.
Ele, río, 343, 680.
El Coqueta, 187,
El Istmo de San Pablo, 302.
El macizo de Sumapaz, según
Codazzi, 345.
El macizo de Sumapaz, según
la Nueva Geografía, 346.
El Occidente y el Oriente co-
lombianos, 178.
El río Magdalena, según la
Carta Oficial, 310.
Empalizada, pico, 461.
Encantada, laguna, 603.
Encenillo, pueblo, 621.
Enciso, pueblo, 606.
Encomiendas, 926.
Enea, río, 299, 5 74.
Engativá, pueblo, 662.
Entrerríos, peñol, 466.
Entrerríos, pueblo, 465.
Envigado, pueblo, 470.
Escobal, cerro, 628.
Escobal, páramo, 632.
Escocés, puerto, 115.
Eslava (Sabastian), 964.
esmeralda, río, 306.
España, (historia), 907.
Esperanza, planicie, 169.
Espinal, pueblo, 486.
Espino, pueblo, 627.
Espíritu Santo, sierra, 163.
Espíritu Santo, nudo, 271.
Estero, brazo, 546.
Estibano, río, 285.
Estrella, pueblo, 470.
Etnografía, 864.
Excomulgado, cascada, 432,
586.
Exportación, 803, 813.
Exploración, 9-
Extiemidad N. de la frontera
Venezo-Colombiana, 726.
Ezpeleta {José), 969.
Facatativá, ciudad, 662.
Familia (La) indígena, 916.
Farallones (Los), cima, 157,
Farallones de los cien sacos
de oro, 675.
Fauna, jp/.
Federación, pueblo, 566.
Fr edema n {Nicolás).
Fernández de Córdoba, 962.
Fernández de Lugo, 940.
Fernández Madrid, 98 1.
Fernando vii, 974, 77*
Ferrocarriles, 798.
Ferrocarril de Cartagena, 801
Ferrocarril de Cúcuta, 947.
Ferrocarril de Calamar, 801.
Ferrocarril de Bolívar, 565.
Finzenú, 936.
Flamenco, isla, 119.
Flamenco, riachuelo, 297.
Flamenco, pueblo, S41.
Flor, sierra, 166.
Flora y Fauna, 387.
Flora, J87.
Flores (Las), ciénaga y pue-
blo, 521.
Floresta, pueblo, 635.
Flórez {Antonio), 966, 969.
Florida, pueblo, 436, 601, 604,
Fical, serranía, 593.
Firavitoba, pueblo, 637. t
Fómeque, pueblo, 6c i.
- 1
}
Nueva GxogkatÍa dx Colombia
Fonce (San Gil), río, 155,614.
Fonseca, río, 286.
Fonseca, pueblo, 577.
Fonseca y Barrancas, ralle,
576.
Fontibón, planicie y lag^una,
sgs.
Fontibón, pueblo, 662.
Fóftalecillas, pueblo, 485.
Forrajes, 14^.
Fosca, pueblo, 653.
Fragfua, caserío, 645.
Frailes, cerro, 597.
fredtrmán (Nicolás), 943, 948.
Fresno, pueblo, 489.
Frío, páramo, 599.
Frontera», 122.
Frontera ecuatoriana, 122.
Frontera brasilera, 12 j.
Frontera peruana, I2J.
Frontera venezolana, I2j, 34^,
726,
Frontera costarricense, 126.
Frontera colombiana entre el
Ataba po y el Guainía, se-
giin la Comisión de Lími-
tes, 347.
Frontino, páramo, 142, 420.
Frutos y tubérculos, 74^,
Funei, pueblo, 434.
Funza, altiplanicie, 777.
Funza, río, 660.
Funza, pueblo, 662.
Fáquene, altiplanicie, /p/.
Fúquene, cuenca, 385.
Fdquene, lago, 625.
Fdquene, pueblo, 625.
Füquene, volador, 625.
F'uratena, agujas, 505.
Fusagasugá, cuenca, 197, 494.
Fusagasugá, pueblo, 315.
Fusagasugá, río, 321,657.
Fusagasugá, valle, 385,497*633,
C3-
Gachalá, pueblo, 649.
Gachancipá, pueblo, 662.
Gachaneque, páramo de Tun-
ia, 155.
Gachaneque, nudo, 270.
Gachaneque, crestería, 624.
Gacheta, cuenca, 197.
Gacheta, río, 647.
Gacheta, pueblo, 648.
Gaira, riachuelo, 299.
Gaira, aldea, 573.
Galán (Antonio), 969.
Galán, caserío y puente, 614.
Galán, pueblo, 617.
Galapa, pueblo, 547.
Galera, macizo, ó Volcán de
Pasto, 149, 434, 684, 767,
Galerazamba, punta, 1 1 7.
Galiano Martin, 946.
Gallina, caño, 527.
Gallinas, punta, 117, 169.
Gámeza, pueblo, 634.
Gámbita, cumbres, 384.
Gámbita, pueblo, 615.
Gámbita, río, 615.
Ganadería, 746, 7/^.
Ganados, jjS,
Gandí, pico, 163.
Garachiné, punta, 1 19.
Garagoa, valle, 157.
Garagoa, río, 340,641.
Garagoa, pueblo, 644.
Garcés y Gutiérrez Arango. Re-
seña geológica de la co-
marca del Patía, 237.
García de Lerma, 939.
García Rovira, 982.
Garzón, tierras, 483.
Garrapatas, río, 282.
Gatiin, río, 295.
Gatuncito, río, 295.
Geografía militar, 998.
Geografía pintoresca, 406.
Geología, 208.
Gigante, tierras, 483.
Gil y Lemus, pop,
Girardot (AJanasio), p8i.
Girardot, pueblo, 1 57, 470, 486,
502.
Girón, cerros, 601.
Girón, pueblo, 601, 604.
Girón {Sancho), p6i,
Gloria de los Tunebos, cerro,
629.
Goajira, montañas, 200.
! Goajira, península, 149, 169^
! 290,382,581,724.
i G0AJIAA, 580.
Índice Alfabeti
Goajiros, indios, 882.
Gobernadora, isla, 409.
González, pueblo, 589.
Gordo (Juan) y 944-
Gorgfona, isla, 120,476.
Gorg^onita, isla, 120.
Gorrones, indios, 905.
Grande, río, 298, 302, 327, 465,
637,655.
Grande, hoya, 675.
Granja (I^), pueblo, 470.
Guaca, río, 323.
Guaca, valle, 606, 607.
Guacamayas, pueblo, 627.
Guacha ves, pueblo, 437.
Guache ó Bolívar, río, 621.
Guachicono, río, 277.
Guachito, río, 280.
Guachucal, pueblo, 430.
Guadalupe, río, 145, 327, 467.
Guadalupe, cascada, 468.
Guadalupe, pueblo, 615.
Guadalupe, cerro, 666.
Guaduas, pueblo, 503.
Guaduas, valle, 503.
Guag-ua, pueblo, 483.
Guaimaral, río, 554.
Guaimíes, indios ^ 877.
Guainía, río, 347.
Guaipunabis, indios, 889.
Guairapungfo, cerro, 148.
Guáitara, río, 278, 432, 776.
842.
Guaitarilla, pueblo, 437.
Guájaro, ciénag^a, 167.
Guaju, río, 279.
Guamacó, cuenca, 460.
Guamal, pueblo, 566.
Guamas, pueblo, 478.
Guambia (Silvia), valle, 445.
Guamo, pueblo, 486, 540, 564.
Guanapalo, río, 342.
Guane, pueblo, 612.
Guanentá, tierras, 384, 604, 789.
GuaneSy indios, 903.
Guantiva, páramo, 155.
Guapí, río, 276, 279.
Guapí, pueblo, 424.
Guapí, cerro, 441.
Guapotá, pueblo, 614.
Guapuscal, mesa, 434.
Guaracavi, relieve, 171.
Nufva Geografía de Colombia
Guan
Guan
Guari
Guasí
Guas(
Guas<
Guas(
Guau
Guatí
Guate
Guate
Guat£
Guate
Guat(
6.
Guatí
Guati
Guate
Guav,
Guav;
Guav
Guav:
Guay
Guay
Guay
Guay
Guay
Guay
Guay
Guay
Guay
Guay
Gueja
Güici
Güic^
ta
Guiri
Güiza
Guiié
Gutié
Gutié
Guiié
Hahit
5\
Hatil
Hatil
Hato
zx
NuxvA Geografía di Colombia
Hato, pueblo, 617.
Hatonuevo, aldea, 577.
Hatoviejo, pueblo, 470, 662.
Heliconia, pueblo, 461.
Hcrtdia (Pedro), pjó.
Hermosas (I-^s), valle, 487.
Herrón (Pedro A.), Qf^,
Herrera (Francisco), gyó.
Heneo, mesa, 492.
Hidrografía, 261, 352.
Hierro, j^ó.
Historia, go6,
Hobo, pueblo, 483.
Hojas-anchas, pueblo, 466,
Honda, bahía, 117.
Honda, ciudad, 491, 717,630.
Honda, salto, 175, 508, 716.
Hondo, arroyo, 298.
Horqueta, pico, 168.
Hortalizas, 7^p.
Hospicio, lugar, 499.
Hoya del alto Saravita, según
la Carta Ofícial, 734.
Hoya del alto Saravita, según
la Nueva Geografía de Co-
lombia, 7J/.
Hoyo del Aire, 622.
Hoyo de los Pájaros, 610.
Huaca, nudo, 144,430, 1,002.
Huertas, río, 615.
Huila (El), nevado, 146, 205,
271,453,484,487.
Hulla, 7S7'
Humadea, río, 339,655.
Humboldt (Alejandro), pop.
Humea, río, 675.
Humos (Los), páramo, 148,
440.
Hunza, 895,922.
lea, río. V. Putumayo.
Icononzo, puente, 495.
Indios salvajes, Sjy.
Industria indígena, 916.
Imataca ó (^naí de navios,
brazo, 336.
Imues, pueblo, 437.
Importación. 805.
Indios, río, 294.
Infiernito, valle, 624.
Inia, río, 349.
Inírida, río, 344, 346, 691.
Intendencias, 860.
Ipapula, cima, 169.
Ipiales, ciudad, 432.
Iraca, 896.
Isleta, llanos, 419.
Itagüí, pueblo, 470.
Ité, río, 471.
Itinerarios, 774.
Ituango, río, 464.
Itujoro, cerro, 580.
Iza, pueblo, 637.
Iza, río, 695.
Izcuandé, pueblo, 423.
Izcuandé, río, 276, 279,
Izcuandecito, río, 279.
I
agua, tierras, 483.
agua, caserío, 554,
agua, pueblo, 562.
amundí, cerros, 452.
amundí, planicies, 452.
áraguay, arroyo, 307 ►
egua, pueblo, 527.
enesano, pueblo, 642.
enesano, río, 641.
ericó, ciudad, 460, 632.
éridas, mesa, 155, 602.
icarón, isla, 1 19, 409.
Jimeno (Sancho), pdj.
iramena, pueblo, 688.
obo, puerto, 528.
obo, pueblo, 559.
obo, río, 296.
olí, río, 280.
ordán, riachuelo, 299.
ordán. pueblo, 612.
uacá, pueblo, 624.
uan de Acosta, cima, 167.
uan de Acosta, pueblo, 547.
uan Esteban, alto, 504.
uan Rodríguez, mesa, 384,
602.
Juan Viejo, páramo, 497.
Juana Sánchez, ciénaga, 53€w
Juana Sánchez, caserío, 563.
Juanambú, río, 238, 278, 979*
Índice Alfabei
uayamuca, alto, 622.
ujiadó, río, 282.
uiquín ó Sueba, río, 647.
ungurudó, río, 283.
Junín, batalla, 990.
Junín, pueblo, 649.
Juntas de Apulo, caserío, 500.
Juntas de Riochico y Riogran-
de, 467.
Jurado, ríoy 415.
Jurisdicciones, nudo y cumbre,
271, 599-
Kilometría, 95 y Apéndice.
Labateca, pilar, 153, 197, 384,
59^, 785.
Lábatut {Pedro) y p/g.
Labranza, ensenada, 585.
Labranzagrande,río, 341,670.
Labranzag-rande, pueblo, 672.
Laches^ indios, 903.
Lagartero, río, 288.
Lagos, 352.
Laguna (La), pueblo, 434.
Lagunaseca, pueblo, 632.
La Laja, capilla, 57.
Lambero, cima, 167.
La regibn de Zapatosa, 325.
La Sabana y las hoyas del Rio-
negro, el Bogotá y el Fu-
sagasugá, 657.
Las Cordilleras del alto Mag-
dalena, 194.
Las cordilleras del Magdalena
central, 196. ,
Las cuatro porciones de la Mag- | ^^^
dalenia, 311.
Laiorre, 989.
Lebrija, río, 270, 314, 324, 5 10,
532,812,919.
Lebrón (Jerónimo), g48.
Leí va, valle, 155.
Leiva, picachos, 690, 699.
Lenguazaque, pueblo, 625.
Lenguazaque, río, 625.
Lenj
Leói
Leói
Leor
Lér¡(
Liba
Libe
Limj
Lim<
Limt
Limt
Lim<
Limí
Ling
Lipa
Lit(
Litoi
r
Lobí
Lom
Lope
Lbpe
L<5p<
I^ri
Lori
Lori
2
LjOS .
Los ^
c
Ijoza
Lugi
Luqt
Llai
Llar
Llai
Llar
Llar
Mac
Mac
Mac
Mac
Mac
Nueva Geografía de Colombia
Macaya ó Engranes, río, 698.
Mac-Gregor, Q84.
Macizo antUqueñOf 386.
Macizo de Colombia, 269.
Macotama, pueblo, S74-
Macuira, serranía, 169.
Macheta, pueblo, 645.
Maderas, pueblo, 478.
Maderas y 74^.
Madre de Dios (Vuelta), 508.
Madrid, pueblo, 564, 662.
Magdalena, río, 1 17, 148, 175,
204, 269, 309, 319, 232,
481,507,531,832.
Magdalena, bahía, 1 19.
Magdalena, Departamento,
861.
Magdalena, depresión central,
311-
Magdalenia, porción occidental,
312.
Magdalenia, porción oriental,
313.
Magdalena-Cesar, valle, 317.
Magdalena central, 383.
Magdalena, valle, 767.
Magdalenia y territorios subor-
dinados, 270.
Maine Hanari, sierra, 170.
Maipures, raudal, 692.
Majagual, pueblo, 524.
Majuandó, cerro, 436.
Mala, punta, 1 19.
Málaga, ciudad, 607.
Malambo, pueblo, 565.
Maldonadoy Fiscal, gST-
Mallama, breñas, 144.
Mallarino (Manuel María), gg^
Matniferos, 398.
Mamatoco, aldea, 573.
Márabita, villorrio, 688.
Mamón, cumbre, 169.
Mamón, caserío, 528.
Man, valle, 471.
Manacacía, cañón ó surco, 182.
Manacacía, sabanas, 688.
Manare, pueblo, 673.
Manatí, pueblo, 547, 565.
Manco ó Cerro San Martín, 1 67.
Manglares, punta, 120.
Mangle, río, 296.
Mani, pueblo, 678.
Maní, 750.
Manízales, ciudad, 457.
Manso Mal donado, 264.
Manso, río, 306.
Manta, pueblo, 645.
Manufacturas, 749.
Manzanares, riachuelo, 299.
Manzanares, pueblo, 489.
Manzanares, hoya 653.
Maquivor, pueblo, 678.
Maracaibo, lago, hoya ó cuen-
ca, 174, 290, 328, 3B2.
Mararave, caserío, 678.
Margarita, ladera, 564.
Margarita, pueblo, 564.
Margua, hoz, 384.
Margua, río, 338.
María, montañas, 167, 199,217,
542.
María, lomas, 383.
María Enríquez, colinas, 163.
María la Baja, pueblo, 541.
Manato, punta, 1 19.
Marinilla, ciudad, 472.
Maripí (país de), 506.
Marino (General), 980, 984.
Maripiri, mesa, 171.
Mariquita, 487,
Mariquita, llanuras, 489, 503.
Mariquita, ciudad, 491.
Marmajita, río, 647.
Marmato, pueblo, 456.
Marocaso, pueblo, 577.
Maroma, rocas, 575.
Márquez {José /.), 994-
Martínez, pueblo, 478.
Marulanda", pueblo, 489.
Mar roquín (José Manuel), ggy.
Marroquín, pueblo, 672.
Masinga, aldea, 573.
Mataje, río, 120.
Matambo, cerro, 483.
Matanza, valle, 599.
Matanza, pueblo, 6c».
Mataperro, río, 596.
Matarredonda, páramo, 504.
Mataveni, río, 343.
Mateo Gómez, pueblo, 478.
Material, 738.
Matusacranti ó Tuira maríti-
mo, cuenca, 289, 853.
Mayo, río, 278, 438.
Índice Alfabético
N
Maza (Hermógenes), g88.
Mazamorras, pico, 440.
Mechengue, río 280.
Medellín, llanos, 177.
Medellín, valle, 386.
Medellín, ciudad y valle, 469.
Medina, moles, 675.
Medina, mesas, 675.
Medina, pueblo, 688.
Melgar, pueblo, 486, 497.
Mendinueiay MusqutSy pop.
Meló (Jermhnd)^ ^40,
Meló (General), gg4.
Meneses, sitio, 438.
Metieses Bravo, pój.
Mercaderes, mesa, 442.
Mercados, 839.
Merchán, páramo, 620, 626.
Mérida, mesa, 195.
Mesa Alta, explanada, 632.
Mesa Andina, vía, 774.
Mesa Antioqueña, 146, 193.
Mesa Colorada, páramo, 384.
Mesas del Ariari, ÓJS-
Mesas del Chocó, 4IQ.
Mesa (La), cuenca, 197.
Mesa (La), ciudad, 499.
Mesa (La), páramo, 651.
Mesallana, macizo, 270.
Mesa Oriental, 384, '¡68.
Mesarrica, 587.
Mesa Tuquerreña, 191.
Messia de la Zerda, g^S-
Mcsticismo, 871.
Mestizos, península, 117.
Meslre, boca de caño, 529.
M€ta,r\o, 183, 339, 340,359,
678,688, 710.
Meteorología comparada de al-
gunas poblaciones, 376.
Micay, rio, 276, 280.
Micay, pueblo, 424.
Micaya, río, 697.
Miel (La), río, 513.
Michua (Zaque), <)22.
Migraciones indígenas, 869.
Minamá, angostura, 143, 278.
Minas, cerro, 588.
Minas (Las), alto, 169, 570.
Minchiquejo, pueblo, 564.
Minerales, 749.
' Minería, 755-
Minero, río, 197, 204, 753-
Mira, delta, 1 19.
Mira, río, 276.
Miraflores, cerro, 487.
Miraflorcs, pueblo, 645.
Miranda Francisco, gT2, ^74,
Mitología india, 894, 9^7-
Mituas, indios, 890.
Mociélago, río, 296.
Mocoa, villorrio, 694.
Mocoas, indios, 890.
Mogotes, islotes, 529.
Mogotes, llano, 608.
Mogotes, territorio, 610.
Mogotes, pueblo, 610.
Mojana, río, 523.
Mojarras de Tadó, 417.
Molagavita, pueblo, 607.
Molinero, arroyo, 298.
Molinero, pueblo, 547.
Molino, pueblo, 554-
Mómil, pueblo, 478-
Mompós, isla, 172, 563.
Mompós, brazo del Magdale-
na, 324-
Mompós, ciudad, 564.
Monarcas españoles, 909.
Mongua, pueblo, 634.
Mongua, salina, 672.
Monguí, pueblo, 634.
Moniquirá, pueblo, 623.
Monjas (Las), cascada, 448.
Monserrate, cerro, 666.
Montañagrande, selva, 186.
Montañas antioqueñas, 459-
Montañas de María, 165, 1 60.
Montañas de Sumapáz, 785.
Montano, Visitador, 957-
Montebravo, alto, 458.
Montefrío, cima, 502.
Montenegro. Situación material
y moral de la República á
raíz de la guerra de Inde-
pendencia (apéndice), "!•
Montería, pueblo, 476.
Montes Caribes, 160.
Montes, 979.
Monteverde, jefe realista, 980.
Montijo, golfo, 1 19, 409.
Moquentiva, río, 647.
Morales {Francisco), 975»
NuKVA Geografía de Colohbu
Morales^ isla, 324, 507.
Morales, pueblo, 535.
Morcóte, pueblo, 673.
Moreno, aldea, 577, 679.
Moriche, palmera, 561.
Morillo {Pablo \ 982 á 989.
Morrosquillo, g'olfo, 117, 167,
172, 541-
Morroa, pueblo, 538.
Mosquera {Joaquín) y g^2.
Mosquera ( Tomás C), 994, 996.
Mosquera {T. C. de), geógrafo
colombiano. Conceptos so-
bre la geología de Colom-
bia, 244.
Mosquera, pueblo, 662.
Motavita, pueblo, 639.
Motilones, indios, 887. h' 6
Motilones, serranía, 560.
Muchindote, rio, 647.
Muchindote, pueblo, 648.
Mueque/d,S^S.
Muerte (La), arroyo, 297.
Muiscas, 893, 922.
Mulatas (Las), archipiélago,
Mulatas, río, 204, 296.
Munchique, cerro, 142.
Munchique, río, 143, 279.
Munchique de Quilichao, ce-
rro, 445 .
Mundonuevo, caserío, 592.
Mundonuevo, explanada, 644.
Muneque, salina, 672.
Municipios, 859, 62.
Murca, río, 647.
Murillo Toro, 996.
Muríllo, pueblo, 489.
Murrucucú, cumbre, 172, 475.
Muits (Celesfino), 969.
Mutiscua, pueblo, 593.
Murindó, pueblo, 416.
Murrí, llanos, 177.
Murrí, río, 204, 302.
Muzo, cuenca, 385, 494, S04.
Muzos indios, 905.
jsr
Naín, río, 306.
Naos, puerto, 115,
Napípí, río, 416.
Ñapo, río, 169, 351,695.
Napoleón, 972.
Naranjito, caserío, 679.
Nare, río, 313, 513-
Nare, mesetas, 460.
Nare, angostura, 196, 507.
Nare, pueblo, 508.
Acariño (An/om'o), 969, 80.
Nariño, pueblo, 486, 489.
Narváez {Antonio), 974.
Nati, ciudad, 410.
Natagaima, peñascos, 147.
Natagaima, pueblo, 486.
Navegación, 513, 702.
Naya, cerro, 142.
Naya, río, 280.
Naya, pueblo, 424.
Nazaret, caserío, 653.
Nechí, hoya, 144.
Nechí, rio, 145, 204, 313, 326,
327, 469.
Nechí, valle, 386, 460.
Negro, rio (Magdalena), 315,
504, 657, 753.
Negro, río (Meta), 339»65i>
710.
Negro, río (Amazonas), 347.
Negro, cerro, 65 1 .
Neiva, ciudad, 480, 483, 485,
Nemegata, río, 647.
Nemequene, Zipa, 922.
Nemocón, pueblo, 662.
Nervití, pueblo, 564.
Nevada, cerro, 159.
Nevado, 271.
Nevados, 205, 492, 950, 951.
Nicuesa (Diego), 932.
Nieve (La), río, 629.
Nieves perpetuas, oscilacio-
nes, 373.
Nilo, pueblo, 486.
Nimaima, aldea, 504.
Nivel comparado de las altipla-
nicies interandinas, 206.
Noánama, pueblo, 417.
Nobsa, pueblo, 636.
Nombre. ^^ «^«^"de lo tomó
la República de Colom-
bia), I.
Nore, valle, 420.
Norte y Noroeste, vías, 772.
1
Nosografía, 376.
Nóvita, pueblo, 417.
Nueva Granada, 993.
Nunchla, pueblo, 673.
Nunchfa, río, 341.
' Núñe^ {Ra/ad), 996.
Nuíavés, indios, 9O4.
Nuz (Quiebra del), 144.
Obamio {[osé Mario), 994.
Obispo, río, 29S.
Obligado, pueblo, 478.
Oca, montes, 149.
Ocamonte, pueblo, 608.
Ocaña, mesa, 153, 19S-
Ocaña, tierras, 584, 812, 919.
Ocaña, ciudad, 585, 588.
Ocaña y Soto, zona, 785.
Occidente, vía, 771.
Oieda {Alomo), 932.
Oicatá, pueblo, 639.
Olleta, cumbre, 146.
Olleta, cráter, 244,492.
Onzaga, valle, 156, 606.
Onzaga, pueblo, 610.
Opón, r(o, SIO.
Oreja, volcán, 144.
Orfehreria. V. Figuras.
Organizofión polUica, 856.
Órganos (Los), cima, 147.
Órganos, pueblo, 485.
Oriente, vía, 773.
Orígenes de Colombia, 907.
Orinoco, hoya, 220.
Orinoco, río, 182, 219, 335,
691.
Oro (Montaña del), 142.
Orocué, pueblo, 340, 682.
Ortega, pueblo, 486.
Orteguasa ó La Fragua, río,
3 SO, 96.
Oreras (Las), 159.
Orií, quebrada, 589.
Otálora (/osé EusebÍo),f^.
Oíomacos, indios, 888.
Otiin, río, SS7-
Oveja, valle, 465.
Ovejas, meseta, 166.
Ovejas, río, 182,
Ovejas, pueblo, S39-
Ovejeras, páramo, iSS-
Oyón {Alvaro), 957.
Pabellón nacional, 972.
Pacandé, cerro, 109.
Pacifico, Descubrimiento, 934.
Pacífico, vía, 769.
Pacora, colinas, i6j.
Pacora, río, 2 84.
Pacora, pueblo, 458.
Pacual, río, 278.
Pachavita, pueblo, 644.
Padilla, 988.
Páez, hoya, 146.
Páez {Josi Antonio), f^"^.
Paicol, pueblo, 485.
Paipa, pueblo, 636.
Pafs de los Pastos, 191.
Pajarito, río, 296.
Palacé, valle, 445.
Palestina, caserío, 650.
Paletará, planicie, 148, ]22,
444-
Paletará, regiones, 480.
Palma (La), ciudad, 504.
Palmar, pueblo, 547,565,617.
Palmar, cascada, 616.
Palmarito, pueblo, SS3-
Palmas, picachos, 162.
Palmas (Las), península, 162,
410.
Palmas, pueblo, 614.
Palmea, río, 293.
Palmiras, TS¡.
Palmira, ciudad, 453, 559, 7S0.
Palmito, pueblo, 478.
Palo, valle, 147.
Paloma, sierra, 166, 559.
Palomas, cerro, 141, 146,458.
Palomino {Rodrigo), jjjp.
Palomino, rio, S74-
Falonegro, 601.
Pamplona, meseta, 195, Sis,
947-
Pamplona, ciudad, 593.
Pamplonita, río, 204, 329, S90,
8 i 2, 947.
Panamá, canal, 713, 800.
}
Ci
Nueva Geografía de Colombia
Panamá, Departamento, 86 1.
Panamá, golfo, 1 19.
Panamá, llanura, 171.
Panamá, región, 732, 766.
Panamá, serranías, 201, 275.
Panamá y Daricn : porción orien-
tály 162,
Pancoger, isla, 507.
Panche, rocas, 498, 707.
Pan de Azúcar, cerro, 454, 628.
Pandi, pueblo, 605, 625.
Pandiaco, hacienda, 435.
Pandig-uando, pueblo, 443.
Pandi ó Mercadillo, pueblo,
496.
Panga, pueblo, 437.
Pansitará, valle, 440, 773.
Panqucba, pueblo, 627.
Papamcne, río, 344.
Papares, riachuelo, 299.
PancheSy indios, 905.
Papas, planicie, 322, 148.
Papas, páramo, 322, 440.
Papayal, isla, 324, 507.
Papayal, aldea, 577.
Parados, alto, 146,458.
Paraguaná, península, 169, 216.
Parameras del Guáitara-Pasto
y nudo de Huaca, 143.
Parameras y cresterías de la
parte central de la región
andina, 150.
Paramillo, macizo, 270.
Paramillo, cerro, 420, 483.
Páramo, pueblo, 610.
Paramosa, cascada, 612.
Parashi - Tallarure (Guajare-
pa), serranía, 169.
Pare, pueblo, 616.
Parida, isla, 1 19.
Parita, golfo, 1 19.
Parita, río, 285.
Parra {Aquileo), 996.
Pasacaballos, aldea, 546.
Pasca, pueblo, 497.
PasiOy 434.
Pasto, ciudad, 434, 684, 847.
Pasto, Historia, 905.
Pasto, breñas, 191.
Paso, pueblo, 557.
Paso, aldea, 577.
Patía, hoya, 143.
Patía, cordillera, 176.
Patfa, valle, 191, 441, 552.
Patía, surco, 204.
Patía, río, 148, 269, 276, 277^
424,436438,41,768, 833.
Patía, región, 441, 777.
Pato, río, 348.
Paturia, llanura, 175.
Paturia, río, 324.
Paturia, hoya, 512.
Pauso, río, 647.
Pauto, río, 342, 670, 679.
Paz (La), pueblo, 504, 554.
SS9» 622.
Paz (La), serranía, 155, 512.
Paz de Vélez (La), cerros, 5 1 1^
Paya ó Pisva, río, 341, 670.
Paya, pueblo, 672.
Payan, Vicepresidente, 996.
Peces, 402.
Pedrera, río, 647.
Pedregal, puerto, 1 19.
Pedro González, isla, 119.
Pedrosa y Guerrero, 963.
Pelado, cerro, 482.
Penderisco, río, 419.
Pensilvania, pueblo, 513.
Penonomé, sierra, 161.
Penonomé, ciudad, 410.
Peñablanca, cumbre, 510.
Peñagrande, cascada, 482.
Peñalisa, pueblo, 502.
Peñanegra, páramo, 639.
Peñarmada, cumbre, 506.
Peñata, sierra, 166.
Peñata, arroyo, 297.
Pepe, río, 283,417.
Peralonso, río, 591.
Peralonso, valle, 594.
Pereira, alto, 144.
Pereira, pueblo, 455.
Pérez de Quesada, 945.
Pérez Manrique, 962.
Pérez Santiago, 996.
Perfil áe los dos princifDales gru-
pos de ríos andinos, 271.
Perfiles de las cordilleras andi-
nas, 140.
Perico, isla, 410.
Perijá, cordillera, 149, 216.
Perlas (Las), archipiélago, 1 19.
Pesares, alto, 446.
Poh
Poi
Pol
Pol
Índice Alfabet
Pesca ó Chiquito, río, 637. Pío
Pesca, pueblo, 637. Poh
Pescado, río, 314. Poh
Petacas (Las), cerro, 148.
Petaco, río, 297.
Piar (Manuel)^ 981, 983.
Picachos (Los), crestería, 160.
Picapica, cerro, 420.
Piche, sierra, 166.
Pichincha, batalla, 989.
Pichelín, río, 297. , p^^
Piedecuesta, ciudad, 601,603. I p^.
Piedecuesta, llanura, 601. 1 p^j
Piedrablanca ó Cruz de Ma-
cana, cerros, 616.
Piedra de Moler, sitio, 559.
Piedra horadada^ roca, 556.
Piedras, riachuelo, 299.
Piedras preciosas, 757.
Piedra pintada de Gámeza, ro-
ca, 634.
Piedras pintadas, 93, 625, 922.
Piendamó, río, 445.
Pijaos ó Yarumal, serranía, 454.
PijaoSy indios, 905.
Pinillos, pueblo, 563.
Pintíido, cerro, 577.
Pinto, pueblo, 566.
Pinuguilla, río, 283.
Piñón, pueblo, 566.
Pinzones (Los), 924. p
Piojés, indios, igi. j ^^
Piojo, pueblo, 547. ; p''
Piratas, 962. | t^^
Pirri, altos, 164. \!^^
Pisva, río, 630.
Pisva (paso del), 985.
Pisva, pueblo, 672.
Pital, cuenca, 483.
Pitayó, breñas, 147, 445.
Pitayó, batalla, 989.
Pizarro {Francisco), 935, 50.
Pizarro ( Gonzalo), 95 3.
Pizarro {Alfonso), 964.
Planadas, caserío, 592, 649. i Pn
Plañías textiles, 751.
Plata, valle, 482.
Plátano, 751.
Plata (La), ciudad, 482, 485.
Platillos, planicie, 587.
Plateado, cerro, 574.
Plato, pueblo, 566.
P0|
P0|
Po|
Poi
Poi
Poi
Poi
Poi
Poi
Poi
Poi
Pos
Po
Pot
P02
Prt
Pn
Pn
Prc
Prc
Pn
Pn
Pn
Pn
Prc
Prc
Pu(
Pu(
UL
Nueva Gxogkafia dk Colombia
Puente de Piedra, 619. ¡
Puerto Nacional, pueblo, 533.
Pulí, pueblo, 489.
Pulpito, peñón, 628, 654.
Punta de Piedra, 142.
Punta de Yáñez, pueblo, 478. )
Puntanillo, loma, 144. \
Puracé, volcán, 147, 205, 243, 1
322, 446.
Puracé, pueblo, 446, 679, 750.
Purificación, llanuras, 485.
Purificación, pueblo, 486.
Purima, cañón, 326.
Purima, loma, 458.
Purísima, pueblo, 478.
Pusambíoó Vinagre, río, 447.
Putumayo, río, 149, 350, 694,
697.
Quebrada, riachuelo, 300. '
Quebradas (Las), pueblo, 624. '
Quebradaseca, pueblo, 463. '
Quesada (Gonzalo Jiménez)^ 940, !
43, 56.
Quetame, pueblo, 65 1 .
Quibdó, pueblo, 416. I
Quibdó del Toro, cima, 142.
Quichuas, indios, 904.
Quimarí, cima, 172, 475. 1
QuimhayaSy indios, 905. '
Quimuinchaiecha,ZdíC{\xe, (^22, 45. '
Quina, yso. \
Quinchas (Las), cima, 157.
Quindío, 146,195,275,445,455, '
457,491-
Quina y Estaquecá, meseta, 654 ,
Quiroga, español, 988. |
Quitasol, brazo, 536.
Quitisoque, cerro, 5 10.
Quito, río, 302.
Rabón, páramo, 157.
Rajadero, quebrada, 650.
Ramiriquí, pueblo, 642.
Ranchería, valle, 151.
Ranchería, río, 204, 299, 550, '
576,581. í
Randolph {John C. F,), ing^e-
niero americano. Conceptos
sobre la geología del Cen-
tro de Colombia, 232, 233.
Raposo, río, 280.
Raposo, pueblo, 424.
Ráquira, pueblo, 624.
Raya (La), ciénaga, 523
Razas, 866.
Razas indígenas, 913.
Recetor, salina, 673.
Redondo, llano, 629.
Región oriental : los llanos y las
selvas; Casanare, San Mar^
tíny Coqueta, lyj.
Región antillana ó caribe (Pa*
namá y La Costa), 211.
Región oriental, 218.
Región andina, 222.
Región (La) de los grandes
Nevados, 95 1 .
Región del Patia, 386.
Región montañosa 6 de los
Andes, 406.
Región ístmica, 406.
Región Atlántica, 382, 7p2.
Regiones geográficas, 130.
Región hidrográfica del Alto
Meta, 710.
Regiones marítima y continen-
tal comparadas, 120.
Regiones naturales de Colom-
bia, 130.
Relieve: Montes y lla-
nuras^ Í26.
Reliroe de la América del Sur.
Llanuras, mesas y cordi*
lleras, 127.
Relieves del Caquetá (Amazo-
nia), 170.
Relieve del terreno, 131.
Religiones indica, 917.
Reino (El), 595.
Remedios, isla, 1 19.
Remedios, cuenca, 460.
Remedios, pueblo, 471, 513.
Remolino, caserío, 463.
Remolino, pueblo, 563, 566.
Rentas y gastos, 863.
Rentas de los Conquistadores,
930.
Repelón, pueblo, .547 .
Índice Alfabetic
Repules^ 402. ' Ruiz
Requena {Francisco), 966. ; Rum
Retiro, pueblo, 564. i 6
Riachuelo, pueblo, 608.
Ricaurie {Antonio), 978, 981.
Ricaurte, pueblo, 486.
Rico, páramo, 599.
Ridley (¡V.), ing-eniero inglés. Saan
Conceptos sobre la geolo- g^ba
g^ía de Bogotá al Carare, y ^
de Boyacá y Santander, 227. g^ba
Riego, español, 988. Saba
Rinconada, pueblo, 562, 564. ^
Rinconada, ensenada, 652. Sabe
Rioblanco, hoya, 653. Saba
Río de Oro, pueblo, 588. ! gaba
Riofrío, 299. ! Sada.
Riogrande, río, 145, 275, 284. Saba
Riohacha, ciudad, 575. Sabc
Rioneg-ro, llanos, 177. Sabc
Rionegro, cuenca, 197, 494, 47 1 sáca
Rionegro, valle, 386. Saca
Rionegro, altillanura, 144, 460, Sách
469. Sach
Rionegro, ciudad, 472, 505, 599 Sacn
Rionegro de Utica, tierras, 502, Saija
. 753. Sal, '
Rioseco, cuenca, 494. Salai
Riosucio, pueblo, 456. Salai
RÍOS colombianos : ^k^' Sala:
men hidrográfico, 26 1 . Sala:
Ríos Andinos, 271. Salai
Ríos de la llanura, 27J. Salce
Risaralda, río, 270, 313. ■ Sald
Rivas {Antonio), 981, Sald
Robada, meseta, 612. , Salg<
Robledo {Jorge), 950. \ Salir
Robledo, pueblo, 470. ¡ Sáliz
Rodríguez de Fonsec a, cyi^. Salo.
•Roldanillo, pueblo, 417. 1 Sam
Roraima, cumbre, 220. ! Sam
Rosario, islas, 117. Sam
Rosario, aldea, 553. Sámi
Rosario de Cúcuta, pueblo, 592. San
Rosario, Congreso, 988. San
Rosillo { Jorge), 976. San
Rosio, 987. 5
Rubio, playones, 557. San
Ruiz, picos, 146. Sana
Ruiz (Herveo), mesa nevada, San
146, 207, 493, 540, 806. San
Ruiz, páramo, 492. San
T
Nueva Geografía de Colombia
San Andrés, pueblo, 478, 564,
607.
San Antero, pueblo, 478.
San Antonio, pueblo, 541, 574,
589-
San Bartolomé, río, 324, 513.
San Blas, golfo, 115.
San Blas ó Chepo, cordillera,
163.
San Blas, nudo, 163.
San Blas, bahía, 407, 411.
San Benito Abad, pueblo, 528.
San Bernardo, islas, 1 17.
San Bernardo del Viento, pue-
blo, 478.
San Bernardo, pueblo, 534.
San Calixto, pueblo, 589.
San Carlos, pueblo, 478, 513.
San Cayetano, río, 297.
San Cayetano, pueblo, 505, 540,
591.
San Ciprián, caserío, 517.
Sanclemente (M, ^4.), 997.
San Cristóbal, isla, 115.
San Cristóbal, pueblo, 470.
San Diego, río, 293.
San Diego, pueblo, 694.
Sonde {Francisco), 961.
San Faustino, territorio, 329.
Sandoval, pueblo, 564.
San Félix, valles, 146.
San Félix, río, 286.
San Fernando, pueblo, 1 80, 564.
San Francisco, pueblo, 424.
Sanganti, río, 292.
San Gil (Región de), 156.
San Gil, ciudad, 610, 613.
San Ignacio, río, 630.
San Jacinto, pueblo, 539.
San Jerónimo, serranía, 141.
San Jerónimo, pueblo, 463.
San Joaquín, río, 280.
San Joaquín, pueblo, 610.
San Jorge, río, 165, 172, 204,
270,278,319,327,522,858,
864.
San Jorge, valle, 383.
San José, isla, 1 19.
San José, cerro, 145, 461, 464.
San José, río, 278.
San José de Cücuta, ciudad,
ferrocarril, 591, 947.
San José, villorrio, 695.
San Juan, macizo, 142.
San Juan, río, 270, 276, 280,.
281,296,417.
San Juan, río (Cauca), 313.
San Juan, río (Goajira), 581.
San Juan, cerro, 441, 487.
San Juan, pueblo, 502, 539,,
694.
San Juan de Cesar, pueblo^
SS3.
San Juan, valle, 204, 461.
San Julián, pico, 440.
San Lorenzo, pueblo, 439.
San Lorenzo ó Los Ancones^
región, 572.
San Lucas, serranía, 144.
San Lucas, región, 522, 535.
San Luis, arroyo, 298.
San Luis, cerro, 487.
San Luis, pueblo, 486, 513.
Sampués, pueblo, 538.
San Mateo, pico, 461.
San Matías, río, 523.
San Marcos, ciénaga, 529.
San Marcos, territorio, 529.
San Martín, pueblo, 536.
Sanmartín {/ose), 989.
San Miguel, cima, 145.
San Miguel ó Darién del Sur^
golfo, 1 19, 878.
San Miguel, nudo, 271.
San Miguel, peñolerías, 654.
San Miguel, pueblo, 574,607.
San Miguel de Sucumbios, río,.
695.
San Nicolás de Bari, pueblo,.
478.
San Onofre, pueblo, 541. ^
San Pablo, cima, 577-
San Pablo, istmo, 142,165, 417.
San Pablo, pueblos, 541.
San Pablo, río, 275, 278, 285.
San Paulín, tope, 628.
San Pedro, río, 285.
San Pedro, pueblo, 517, 4^5^
590.
San Pelayo, pueblo, 478.
Sanquianga, riachuelo, 279.
San Rafael, pueblo, 513.
San Roque, páramo, 430, 437.
San Roque, pueblo, 513.
Índice Alfabetk
Sant
Santi
San Salvador, puerto, 679. ] Sant
Santa Ana, pueblo, 566, 616. Sant
Santa Ana, explanada, 65 1 .
Santa Ana (Entrevista de), 988.
Santa Bárbara, río, 284. | Sant
Santa Catalina (Ojo de), 146. Sant
Santa Catalina, pueblo, 547. | Sant
Santa Cruz, pueblo, 574. San!
Santafé, cascada, 616. San
Santa Isabel ó El Cisne, mole y \ San
sierra nevada volcánica, 1 46, ' San
492. I Sapa
Santa Isabel, pueblo, 562. Sapc
Santa Inés, cumbre, 145, 386. ' Sapi
Santa Librada ó Suaza, pue- 1 Sara
483- Sara
Santa María, pico, 146, 162, | Sara
492. I 6
Santa María, río, 275, 285. : Sara
Santamarta, ciénaga, 1 1 7, 549. ', Sara
Santamarta, bahía, 117.
Santamarta, Sierra Nevada.
V. Sierra Nevada de.
Santamarta, ciudad, 572.
Santander, Departamento, 861.
Santander (Norte de) 812,
919*947.
Santander {Francisco de P.), 982,
989.
Santander, valle, 451.
Santa Rita, vecindario, 511.
Santa Rosa, paramera, 145.
Santa Rosa, mesa, 386.
Santa Rosa de Cabal, pueblo,
456.
Santa Rosa, breñas, 460.
Santa Rosa de Osos, comar-
ca, 464.
Santa Rosa, páramos, 492.
Santa Rosa, pueblo, 486, 547,
574.
Santa Rosa de Viterbo, pueblo,
636.
Santiago, cerro, 163.
Santiago, río, 286, 307.
Santiago, laguna, 480.
Santiago, 408.
Santiago, pueblo, 526, 591,678,
694.
Santodomingo, páramo, 148,
440.
Santodomingo, pueblo, 489.
Sard
Sard
Sarg
Sart
Sasa
Sáti^
Sáti^
Sato
Sebs
Sebí
Seca
Seca
Seca
Segc
Sejel
Selva
Seivi
Serví
Serv
Serv
Serv
Serr
Serrt
I
Sern
Sern
Sern
%
g
Sern
g
7
Nueva Geografía de Colombia
Sesquilé, pueblo, 662.
Sevilla, isla, 1 19.
Sevilla, río, 299, 550.
Shunk (F,), ingeniero. — Afir-
mación acerca del terreno
que media entre Tulcán y
Cáceres por la entrecordi-
llera, 240.
Siachoque, pueblo, 639.
Sibaté, río, 660.
Sierra Negra, 554, 577-
Sierra Nevada de Chita, 384.
Sierra Nevada de Saniamaria,
167.
Sierra Nevada de Santamarta
y serranías goajiras, 168.
Sierra Nevada de Santamarta,
2CX), 267, 568
Sierras Goajiras, 169.
Siguí, río, 280.
Silos, pueblo, 596.
Silvestre {Francisco), Descripción
del Reino de Santafé de
Bogotá (apéndice), xlix.
Silvia, valle, 445.
Silvia, breñas, 779.
Sillón, cerro, 460.
Simacota, pueblo, 44, 617.
Simaña, pueblo, 534.
Simarrona, valle, 487.
Simijaca, pueblo, 625.
Simijaca, río, 265.
Simití, río, 324.
Simití, pueblo, 535.
Sinaruco, río, 339.
Sincelejo, pueblo, 538.
Sinsiga, aldea, 680.
Sinú, 172, 382, 470.
Sinü, mesa, 193.
Sind, canal, 204.
Sintí, río, 165, 270, 305, 477,
479, 746, 885.
Sinü (Valle del), 383.
SinÚ (El), 474.
Siomo, cerro, 636.
Sipí, río, 282, 296, 417.
Sipí, pueblo, 417.
Sismusa, salina, 672.
Sirguará, salina, 673.
Sistemas montañosos ^ 130.
Sitioviejo, pueblo, 478.
Sitionuevo, pueblo, 563, 566.
I
Sixaula-Changuinaula, hoya^
171.
Sixaula, valle, 408.
Sixaula, río, 115,- 292.
Soacha, pueblo, 663.
Soatá, pueblo, 632.
Soatama, páramo, 645;
Socoboní, pico, páramo, 148,
440.
Socorro, ciudad, 614.
Socola, pueblo, 632.
Socha, pueblo, 632.
Sogamoso ( Altiplanicie del ),
177.
Sogamoso, llanura, 177.
Sogamoso, mesa, 197.
Sogamoso, río, 314, 323, • 510,
617.
Sogamoso, hoya, 618.
Sogamoso, ciudad, 637,
Solano, painta, 1 19.
Soldado, villorrio, 577.
Soledad, pueblo, 489.
Soledad, caserío, 5 1 7.
Soledad, pueblo, 563, 565.
Solera, caserío, 528.
Solís, llanos, 165.
Solis {José), 965.
Somondoco, pueblo, 645.
Somondoco, río, 645.
Sonsón, páramo, 146, 458.
Sonsón, río, 458.
Sonsón, ciudad, 458.
Sopetrán, pueblo, 73, 463.
Sopó, pueblo, 471, 662.
Sora, pueblo, 624.
Soracá, planicie, 639.
Soracá, pueblo, 639.
Sotaquirá, pueblo, 639.
Sotará, volcán, 148, 322, 440.
Soto, región, 598.
Sotomayor, cerro, 143, 436.
Spira { Torge), 942.
Suaita, pueblo, 615.
Suamis, 896.
Suárez, río, 617.
Suárez Rondón, 948.
Suaza, pico, 148.
Suaza, valle, 483.
Suba, pueblo, 662.
Subachoque, pueblo, 662.
Subachoque, batalla, 995.
Indicjc Alfabei
Sube, cañón, 197, 606. Ta
Subia, pendería, 157. Ta
Sucio, río, 204, 304, 414. Ta
Sucre, aldea, 524. Ta
Sucre, pueblo, 621. Ta
Sucre {Aníonio José), g2)g^ igo. Ta
Suesca, pueblo, 662. Ta
Suesca, pefias, 609, 640. Ta
Sulasquilla, río, 593. Tá
Suma de la hidíografía colom- Tá
biana, 353. Ta
Sumaco, río, 417. Ta
Sumangá, peña, 155. Ta
Sumapaz, zona meridional de Ta
la cordillera, 159. i 2'a
Sumapaz, cordillera, 177. 1 Ta
Sumapaz, páramos, 158, 345, Ta
346, 486. 'p3
Sumapaz, nevado, 159, 494,
655. Ta
Supatá, pueblo, 504. ^a
Superficie, 4. 'p^
Superficie comparada de los paí- fa
ses suramericanos, 6. y^
Superficies comparadas de los di- y^
versos terrenos geológicos ^^
en Colombia, 258. 'p^
Supía, pueblo, 456. j y^
Sur (El), 428. , ^a
Sur, vía, 769. T¿
Suratá, cuenca, 197. 'pg
Suriguilla, río, 304. q-^
Susa, pueblo, 625. q-^
Susacón, pueblo, 632. q^a
Susumuco, cuenca, 654. q-^
Sutamerchán, pueblo, 624. y^
Sutatausa, pueblo, 624. q-^
Sutatenza, pueblo, 644. ^a
Suratá, río, 314. q-^
Suratá, valle, 599.
Suratá, pueblo, 600.
Suíagaos, indios, 903.
T
ladaco, 749, 723.
Tabasará, río, 286.
Tabatinga, río, 699.
Tabio, pueblo, 662.
Tai¡a histórica, 906.
Tablar, isla, 507.
Ta
Ta
ta
Ta
Ta
Ta
Ta
Te
Te
Te
Tei
Te
Te
Nueva Geografía de Colombia
Ten, pueblo, 673.
Tena, pueblo, 499.
Tenasucá, lugar, 499.
Tenerife, pueblo, 563, 566.
Tengua, río, 647.
Ten jo, pueblo, 662.
Tenza, pueblo, 644.
Tenza, cuenca, 197.
Tenza (Valle de), 155, 710.
Teorama, pueblo, 588.
Tequendama, cuenca, 494.
Tequendama, salto, 230, 660.
Tequia, río, 698.
Tequia, pueblo, 606.
Término, pueblo, 682.
Terrable, río, 287.
Terrenos modernos y terrenos
antig-uos de Colombia, 210.
Terrenos, 738.
Tescas, ciénaga, 546.
Tescas, isla, 298.
Teta, cerro, 445.
Teta goajira, 169, 581.
Tetilla, cerro, 445.
Tetón, pueblo, 564.
Tiatino, río, 641.
Tibacuy, peñolería, 157.
Tibamá, páramo, 1 56, 636.
Tibaná, pueblo, 642.
Tibaná, río, 641.
Tibasosa, pueblo, 636.
Tibirita, pueblo, 645.
Tibrote, depresión, 651.
Tiburón, cabo, 115.
Tierrabomba, isla, 1^7.
Tierradentro, 482.
Tierradentro, breñas, 167.
Tierradentro, 544.
Tierrafirme (La), 932.
Tierranegra, boquerón, 624.
lierras altas, páramos y crestas
de los Andes antioqueños,
141.
Tierras altas y tierras bajas de
Colombia, 137.
Tierras caucanas, 443.
Tigua, morro, 167.
Tigüí, río, 47 1 . -
Tihule, boquerón, 160.
Timaná, tierras, 480.
Timaná, valle, 483, 784.
Timaná, pueblo, 483.
Timba, río, 280.
Timbaquirá, páramo, 425.
Timbiquí, río, 279.
Timbiquí, pueblo, 424.
Tinaji, relieve, 171.
Tinjacá, pueblo, 624.
Tipos nacionales, 873.
Tiquisio, caño, 536.
Tiquisoque, cascada, 506.
Tiquisoque, cerro, 506.
Tisquesusha, 922.
Titiribí, pueblo, 461.
Tobasia, pueblo 635.
Tobólo, península, 115, 162.
Toca, pueblo, 639.
Tocachagua, valle, 167.
Tocaima, pueblo, 486, 501.
Tocancipá, pueblo, 662.
Tocaría, río, 341.
Toco, puerto, 554.
Tocumé, río, 284.
Todos Santos, pueblo, 682.
Togüí, pueblo, 616.
Toledo, pueblo, 597.
Tolima, volcán, nevado, 146,
194, 205, 207, 491, 492,
578, 927.
Tolima (Departamento), 861.
Told, cumbre, 167.
Tolú Viejo, pueblo, 541.
Tomo, río, 343.
Tona, pueblo, 599.
Tona, páramo, 599.
Tonusco, río, 462.
Toquilla, páramos, 638, 639,
673.
Toribío, breñas, 779.
Toribío, valle, 445.
Toro, península, 115.
Torozón, quebrada, 649.
Torra, cerro, 142, 418.
Torres {Camilo), (^T^, 77, 82, 92
Torres {Diego), 960.
Torres (Las'i río, 647.
Toribío, breñas, 779.
Tota, pueblo, 638.
Tota, cuenca, 157.
Tota, lago, 153, 328,637.
Totoró, valle, 445.
Totumal, caserío, 533.
Trajes indios, 917.
Treinta y seis, explanada, 649.
Índice Alfabe
Treinta ó Tomarrazón, villo* Ti
rrio, 474. 7ft
Trementino, ciénag^a, 297. Ti
Tres Piedras, ho2, 517. Tt
Tres Morros, cerro, 420. Ti
Tribunales, ^60. • Ti
Th'bus indígenas, 920. | Ti
Trigo de Cambao, alto, 502. Ti
Trigo (El), lomo, serranía. Ti
. \S7, S03.
Trinidad <S La Parroquia, pue-
blo, 678.
Trinidad, río, 295.
Truandó, río, 304,415. U^
Trujillo ( Tulián), 996. j rj.
Tuabre, río, 294. I ^j.
Tubará, pueblo, 547.
Tubará, lomas, 167, 383, 548.
Tubérculos, 751.
Tucura, pueblo, 476.
Tucura ó Mulata, angostura, jj
306,476. j rj'
Tucurinca, río, 299. i >;
T^cutí, río, 289. I |;ü
Tuira (Valle del), 204.
Tuira, llano, 171.
Tuira, r/o, 287, 275, 288, 876. ,,
Tulcán, 996, 1 ,00 1 . h^
Tuluní, cueva, 487. I H^
Tumaco, puerto, 120, 424. \ ,t^
Tumaco, seno, 279. ¡ f^J
Tunda ma, llanura, 155, 634.
Tundama, ali ¡planicies, 385,
627.
Tundama, cordillera oriental, |
Ufc
Ur
Ur
Ur
Up
Up
Ur
Ur
lundama (Cacique), 945 , , j
Tunebos, indios, 887. | V^
Tunía, breñas, 779. ^J
Tunja, ciudad, 156, 640. 1 tj^
Tunjaque, p-ña, 649. ; ^
Tunque, serranía^ 653. - V.
Tuparo, río, 343. Ji
Tupes, pueblo, 559. >;
Túquerres-Ipiales, cordillera, tt
176. ! ^^
Túquerres-Ipiales, 429. '
Túqucrres, volcán, 430. i
Túquerres-Ipiales, mesa, 144. |
Túquerres, ciudad, 386.
Turbaco, pueblo, S4S> S47« ^^
Turbaco, cima, 167. Vs
f/iteva Geografia de dhmlná
tf
Nueva Geografía de Colombu
Valdivia, ciu4ad^ 464-
Valegrá, río, 338.
Valegrá, hoya, S97.
Valencia de Jesús, pueblo, 555.
Valparaíso, pueblo, 457-
Valle, pueblo, 610.
Valle, río, 621.
Valle di Gacheiá, 647.
Valle de Jesús, 620.
Valle de Jesús María, pueblo,
621.
Valle del Cauca, 386, 449-
Valle del Magdalena^ i 74-
Valle db Riogrand», SO^-
Valle d¿ Tenza, 6^1.
Valle del Tolima, 480.
Vallegrande, río, 59^-
Valledupar, ciudad, SS3-
Valle de Upar, serranía, 149-
383.
Valles de Cágueza, 649.
Valles del Nechl, 464.
Valles del Sinú, 475.
Valles oríenfales, 494.
Vanegas (Francisco), 977.
Vásquez{Ceballos),gS^'
Vela, cabo, 1 1 7.
Velasco {Sebastián), 963.
Vélez (Arco de), iS7-
Vélez, serranías, 510.
Vélez, ciudad, 620, 62 1 .
Vélez, tierras, 620.
Vega (La), pueblo, 504.
Vega (Lfit), pueblo, 627.
Vega, alto, 627.
Venadillo, pueblo, 489.
Venados, arroyo, 307.
Venados, pueblo, 556.
Venados (Los), sabana, 556.
Venero de Leiva, 760.
Venezuela, serranías, 204.
Venezuela, 993.
Ventaquemada, pueblo, 642.
Vetas, río, 599-
Vetas, caserío, 600.
Veragua, cordillera, 214.
Veragua Viejo, río, 293.
Veragua, costas, 409.
Veraguas, porción occidental de la
cordillera^ 161.
Verde, río, 306.
Verde, laguna, 430.
Vergara, pueblo, 504.
Vernbn, Almirante, 964.
Vertiente Central 6 db laí
Antillas, 296.
Vertiente central ó del mar de la»
Antillas, 291. ' ^
Vertiente N. del Istmo de ra-
namá, 290.
Vertiente oriental ó atlXnti*
CA, 330. . ,^ .
Vertiente occidental ¿ delPa-
cÍFico, 273.
Vertientes maritimas de Colom-
bia, 262.
Viana, bachiller, 94O.
Vianí, pueblo, 502.
Vichada, río, 182, 343» 689.
Vieja (La), hoya del río, 14»-
Viela (La), valle, 456.
Villa de Leiva, pueblo, 623.
Villalonga (Jorge), 963.
Villanueva, valle, 167.
Villanueva, pueblo, 547» SS4»
577-
Villavicencio, pueblo, 688,
Villavicencio {Antonio), 974-
Villavieja, pueblo, 4^3-
Villeta, valle, 503.
Villeta, pueblo, S03-
Vinagre, río, 44^.
Viotá, alto, 497-
Viotá, pueblo, 49^-
Víracachá, pueblo, 642.
Virreinato (El), 964.
Volador, río, 299.
Volcán, río, 296.
Volcán, cumbre, 65 3-
White (R. ^.;, ingeniero inglés.
Conceptos sobre la geog-
nóstica del Cauca, 229.
White (R, B,), id. del Valle del
Cauca á Medellín, 232.
Wilches, pueblo, 478.
Índice- Alfabético
A-t
Yacuanquer, explanada, 434.
Yag-uará, pueblo, 483, 485.
Yapurá^ V. Caquetá.
Yarumal, pueblo, 468.
Yascóal, pueblo, 437.
Yatí, pueblo, 564.
Yiipbi, sierra, 170.
Yiicabo, valle, 182.
Yucabo, río, 688.
Yucal, pueblo, 564.
Yunguilla, páramo, 148,440.
Yunguilla, caserío, 694.
Yurumang-uí, río, 280.
Z
Zabaletas, pueblo, 458.
' Zaguanniachicaj 92 2 .
Zaldua (Francisco /.), 996.
Zama, río, 343.
Zambrano, pueblo, 564.
Zanatá, cerros, 506.
Zapatosa, ciénaga, 172.
Zapatosa, laguna, 319, 324,
325, S50.
Zapatoca, ciudad, 617.
Zapatosa, pueblo, 674.
Zapote, bahía, 479.
Zaque, río, 647.
Zaque, 895.
Zaquesazipa, 922.
Zarag^oza, puerto, 470.
Zea; pueblo, 469.
Zea {Francisco); gSy, g8g,
Zetaquira, pueblo, 645.
Zipa, 89S, 922.
Zipacón, pueblo, 662.
Zipaquirá, ciudad, 662.
Zitara, cerros, 461.
Zonas climatolc^icas y altimé-
tricas, 132.
Zonas completamente conoci-
das, y tierras apenas ex-
ploradas, .15.
Zonas paramosas de la Sierra
Nevada de Santamaría y
de la cordillera de Péri-
já, 167.
Zulia (Valle del), 204, 786;
Zulia, río, 270,590,812, 919,
947-
Zulia, aldea, 592.
NOTA IMPORTANTE
La fe de erratas correspondiente á este volumen se encuentra
inserta al fín de la Obra.
índice de grabados t
Página
Figura i/ La posición de Colombia en la América del Sur 2
— 2.' Políj^ono-perímetro de Colombia 4
— 3.* Diajframa del perímetro colombiano 5
— 4/ Diagrama de la distribución geográfica del te-
rritorio nacional 6
— 5/ Superficie comparada de los países surameri-
canos 6
--r- 6/ Bogotá como centro del país 7
-r 7/ Principales distancias directas 8
*^ 8.* Colombia según las cartas españolas de fines del
siglo XVI 10
— 9.* Colombia segün las cartas españolas del si-
glo XYII II
— 10. La cuenca del Sogamoso y el Lebrija 13
— 1 1. Zonas completamente conocidas y tierras ape-
nas exploradas iS
— • 12. Fragmentos de la obra geográfica de Caldas... 18
— 13. Fragmento de la carta de Colombia, por Hum-
boldt 19
— 14. Primera carta trigonométrica construida en
el país 28
— 15. Cartas de Codazzi. Diagrama de altitudes en la
articulación de Las Papas 32
-^ * 16. El camino de Honda. Viñeta publicada en Euro-
pa en 1830 37
— • 17. El paso de los ríos en Colombia , 39
— ♦ 18. Antigua tara vita de Simacota sobre el río Suá-
rez (Santander) 44
— 19. Diagrama de la distribución del territorio pa«
trio entre los Departamentos ( tiene un error
de 2°/) 4S
— 20. Cotas de Reis y Stübel. El volcán Galera (colo-
cado sobre la carta arreglada para la Nueva
Geografiade Colombia) 47
— ♦ 21. Iglesia de La Laja (¡piales), en las márgenes del
Carchi 57
— • 22. Antigua taravita de Guaracallo en el alto Mag*
dalena 64
f C9>^ un * •€ marcan lai vistas y dibujoi.
NincvA Giookafía d% CoxxmKA
Pdgifta
Figura ♦ 23. Rincón de Ciénaga en el Caquetá 65
— ♦ 24. Choza en las riberas del bajo Mag^dalena 73
— • 25. Alrededores de Atures (Orinoco) ._8x
— * 26. Cascada del río Tape 88
— ♦ 27. Piedras pintadas de Facatativá .J93
— * 27 bts. Principales distancias en las comarcas an-
dinas 97
— • 28. Antiguo camino de Fusagasug-i lOi
— ♦ 29. Cerro de Pacandé (alto Magdalena) 109
— 30. Diagrama del litoral Caribe 116
— 31. Diag^rama del litoral Pacífico 118
— 32. Colombia; regiones marítima y continental com-
paradas , . L20
— 33. Diag'rama de la frontera ecuatoriana...'. 121
— 34. Diag'rama de la frontera con el Perú y el Brasil. 123
, — 35. Diagrama de la frontera venezolana 124
— 36. Diagrama de la frontera costarricense 125
— 37. Relieve de la América del Sur. Llanuras, me- . . .
sas y cordilleras .laj
— 38. Croquis geológico de Colombia .129
— 39. Regiones naturales de Colombia 1 30
— 40. Diagrama comparativo de las regiones geográ-
ficas 130
— 41. Diagrama comparativo de las áreas de los sis-
temas montañosos 131
— 42. Diagrama comparativo de las áreas de las se-
rranías colombianas 131
— 43. Diagrama comparativo de las áreas de las lla-
nuras colombianas 133
— 44. Diagrama comparativo de las áreas de los cli-
mas colombianos 133
— 45. Diagrama comparativo de las áreas del relieve
colombiano 133
— 46. Colombia hundida 5 kilómetros 133
— 47. Colombia hundida 4,000 metros 1 34
— 48. Colombia hundida 3,000 metros 135
— 49. Colombia hundida 2,000 metros 136
— 50. Tierras altas y tierras bajas de (x>lombia ..*• 137
— 51. Crestas y macizos de la región andina ..• 138
— 52. Perfiles délas cordilleras andinas 140
— 53. Tierras altas, páramos y crestas de los Andes
antioqueños 141
— 54. Parameras del Guáitara, Pasto y nudo de Huaca. 143
— * SS. El Bordoncillo y La Cocha :....i 145
— • 56. Boquerón de Chipaque, al SE. de Bogotá 147
— 57. Parameras y cresterías de la parte central de la
región andina i ' 150
— 58. Diagrama del tope de la mesa oriental 151
— ♦ 59. El camino de Honda 152
-— 60. Ejes de cumbres en la región central de la cor-
(}illera de Sumapaz.,... ,,..,. i^^i
Índice de Grababos
Página
Figura • 6i. Z¿?í Callejones (antig^uo camino de Ocaha á
Cdcuta) : 156
— ♦62. La Casa del Puente de Boy acá (como se encontra-
ba en 1819) 158
. — 63. Ejes montañosos en el Departamento de Pa-
namá '. 160
— 64. Cumbres paramosas del occidente de Panamá*. 161
— 65. Montañas de María 166
— 66. Zonas paramosas de la Sierra Nevada de San-
tamarta y de la cordillera de Pcrijá 1^7
— 67. Sierra Nevada de Santamarta y serranías g^oa-
jiras 168
— 68. Relieves del Caquetá (Amazonia) 1 70
— 69. Diag'rama de las culminaciones y las depresio-
nes déla reg^idn Caribe t 173
— * ^0. La Angostura de Nare 176
— Ti, El Occidente y el Oriente colombianos 178
— * 72. San Fernando de Atahapo y la boca del Gu aviare,.,, 1 80
— • 73. Río Orinoco. Raudales de Atures 184
— • 74. Casanare y San Martín (Orinoquia colombiana).. 185
— * TS, Río Caquetá (curso superior) 188
-r 76. Cortes W-E. por el centro del país 190
— 77. Los Andes del Sur 192
— 78. Las cordilleras del alto Mag^dalena 194
' -^ 79, Las cordilleras del Mag^dalena central 196
— 80. Cortes y perfiles de los relieves septentrionales *
del país 199
— 81. Curva hipsóg^rafa de Colombia 201
' — 82. Los gigantes nevados del suelo colombiano 205
— 83. Nivel comparado de las altiplanicies interan-
dinas 206
— 84. Los nevados del grupo del Tolima, vistos
del SE 207
— ♦ 84 bis. Terrenos modernos y terrenos antiguos en
Colombia 210
• — 85. Diagrama de las regiones geológicas de Co-
lombia 211
" — 86. Carta geológica del Mediterráneo americano... 213
— ♦ 87. Cascada del Caimito en Chorrera (Panamá).... 216
' — 88. Carta geológica de la región oriental ó de las
llanuras , 219
— 88 bis. Diagrama de la formación de la región an-
dina de Colombia 223
• — * 88 ter. El Salto de Tequendama visto de frente (te-
rreno primario ó paleozoico) 230
— 89. Corte geológico del Salto de Teqüendama
-^ ♦ 90. Peñol de Guatapé (Antioquia) 235
— ♦91. El antiguo paso de la taravitaen el Juanambü... 238
-í- • 92. El volcán del Puracé visto de Dolores (del SW), 243
— * 93. El Ruiz visto del N. (la llamada Mesa Nevada
de Herveo y el cráter, ó sea la Qlleta) 244
^-^
NuivA (jiograf/a pe C0l.0M>lA
Figura ♦94. Campo de batalla deBoyacá ; 245
— ♦ 95. Los volcancitos de Turbaco (Bolívar) 348
— 96. Croquis geológico déla Sabana » '^SO
— 97. 7r'/7¿?¿//¿?j de Guadalupe "J5a
— 98. Granito del Verjón 253
— 99. Corte teórico de la composición geológica de la
cordillera de Sumapaz.. " 255.
— ICO. Croquis geológico de los Andes colombianos..... 556
— loi. Superficies comparadas de los diversos terrenos
geológicos en Colombia ....'. 258
— *I02. Los pantanos del Atrato, á la luz de la luna 260
— 103. Vertientes marítimas de Colombia 262
— 104. Áreas comparadas de las vertientes marítimas
de Colombia 263
— 105. Diagrama de la hidrografía colombiana.! 263
— ♦106. Paisaje en un río delCaquetá 268
— 107. Diagrama de las comarcas hidrográficas de Co-
lombia 269
— 108. Magdalenia y territorios subordinados 270
— 109. Perfil de los dos principales grupos de ríos an-
dinos para indicar la diferencia inicial de sus
parábolas 271
— 1 10. Diagrama comparativo de la magnitud de los
principales ríos de Colombia 272 .
— *iii. Villavicencio y los Llanos 273
— 1 12. Carta de la parte occidental de^Colombia 274
— * 118. Et río San Juan en Noánama..'. 281
— 113. Croquis de la región hidrográfica de David 286
— * 114. Islas del golfo de San Miguel 289 '
— 115. Vertiente central del mar de las Antillas. 291
— 116. La tierra de los Talamancas 292
— 117. Cuenca del Chagres 294
— 119. Carta hidrográfica del alto Chocó 301
— 120. El istmo de San Pablo 302
— 121. Las cabeceras del Atrato 303
— 122. Cabeceras del Sinií 366
— 123. El río Magdalena, según la carta oficial 310 .
— 124. Las cuatro porciones de la Magdalenia 311
— 125. Carta hidrográfica de la Cos/a 316
— ♦126. Selva virgen en la Costa 318
— 127. Carta hidrográfica del Macizo de Colombia 322
— 128. La región de Zapatosa 325
— *I29. Laguna de Tota 328
— 130. San Faustino y el bajo Pamplonita 329
— 131. Vertiente oriental 331
— 132. El Amazonas colombiano 338
— *I33. El Meta en Orocué 340
— *I34. Confluencia del Casanare y el Cravo del Norte.. 342
— 135. El Macizo de Sumapaz 345
— 136. El Macizo de Sumapaz 346
^*- 137. La frontera colombiana entre el Atabapo y el
G^aipía.,.,,, , ^ ,.,.., ,, j^7
Índice dk Grabíuxm
Figura *I38. Primera angostura delGuaviare r. ro49
— *i.39. El alto Putumayo ...;.. 3Si
— 140. Suma de la hidrografía colombiana 353
— *i4f . Paisaje tropical. Desembocadura del Meta 359
. — ♦14Í2. Paisaje de los páramos. Laguna de Guatavita... 360
— 143. Diagrama del escalonamiento de los grados de
... temperatura en nuestras montañas 362
- — 144. Diagrama de las áreas comparadas de los di-
versos climas colombianos 364
; — 145. DLagrama representativo de la distribución altí-
métrica de los climas colombianos 365
— 146. Diagrama comparativo de las áreas habitables
en los diversos climas colombianos . 367
— 147. Diagrama representativo de las oscilaciones
anuales del nivel inferior de las nieves en los ,
nevados 375
— 148. Diagrama indicativo del escalonamiento altimé-
trico de las principales enfermedades 379
— 149. Diagrama del escalonamiento altimétrico de la
flora colombiana 391
— 1 50. Diagrama representativo del escalonamiento de
los principales vegetales de los Andes 394
— 15 i. Diagrama representativo del escalonamiento de
algunos animales en los Andes 405
. — 152. Diagrama de las secciones geográficas compo-
nentes de Panamá 409
T— *IS3. Vista tomada en las islas de San Blas 411
— 154. Diagrama de las secciones geográficas compo-
nentes del Chocó ; H... 412
— *i5S- Vista del cerro Torra 418
— •156. Selva inundada. Paisaje del trópico americano... 423
. — *IS7- Los volcanes de Chiles y Cumbal, vistos por el
Oriente 426
— 158. Diagrama de las secciones geográficas que cons-
tituyen el Sur 429
. -^ *<S9- La Laguna Verde 431
' — *i6o. El Bordoncillo y la Cocha 43S
— *i6i El Cayambe, según Villavicencio 441
— 162. Diagrama de las secciones que componen las
tierras caucanas 444
'^— ♦163. Cascadas del Vinagre: Chorrera de Las Monjas 448
— •164. El Huila visto desde Cali 451
— ♦lóS. El volcán nevado del Quindío 455
— 166. Diagrama de las secciones componentes de las
.\. montañas antioqueñas 459
— •167. Santa Rosa deOsos 465
.^ ♦168. El Peñol de Entrerríos 466
. — •169. Juntas de Riochico y Riogrande 467
; — ♦170. Cascada de Guadalupe 468
^— ♦171. Sopetrán 473
* — 1 72, Diagrama de las secciones que componen el Simí. 474
í- .
HWVA GwOQKAfÜ
Figura ♦ 173. Playa de Boquerones
'. — *iy4. Uri río de las serranías <
-^ *i7S. Laguna del Buey : orígei
— *I76. Cascada del Magdalena
— * 1 77. El Huila visto desde Nei
■ — *i78. Purificación y el valle de
— 179. El filo de la Providencia.
— 180. La Sabana de Bogotá, se
rreinato
— 181. Diagrama de las secci«
valle del Tolima
— ♦181. ¿w. Los grandes nevados
— ♦182. Puente de Icononzo, segt
— ^ •183. Puente de Icononzo, segu
— ♦184. Antiguo puente del Cuja.
— *i8s. Las rocas pintadas de Pa
— *i86. El río Bogotá en el puenl
- '— ♦187. Puente de Portillo sobre
[ — * 1 88. Valle de Tocaima
". — *i89. Puente de Girardot
; — ♦igo. La Furatena
' — 191. Diagrama del valle de Ri
. — *I92. Antigua vuelta de la Mi
\ — *igi. bis. Choza de las riberas
, — *i93. Vapor en él Magdalena..
' — ♦194 Cáceres y el río Cauca....
. — *I9S. Habitación en el bajo Ca
' — *I96. El río Amaime, valle del
■ — *197. Camino en el valle del Ca
— *ig^. Un rincón de las Sabana
— ♦190. El Ruiz (Mesa Nevada de
ees Viejas á 600 ms. d
— *200. Vegetación tropical : rih
— ♦201. Adoratorio indígena de S
— *202. El Cabrero (Cartagena)..
, — *203. Pa:isaje de Tubará, al AA/
— *204. El valle del Patía
. — 205. Diagrama de las secciones i
tituyen la Costa
— *2o6. Un camino en el Chocó. . 1
.— *2d7. El río Otún en Pereira (C 1
— *208. El paso de Pudra de Moler
— *209. Vegetación tropical. Mor
: — *2io. Magangué. El Puerto
'. — •211. Una estación del ferrocarri
— •212. Puente de Antioquia (río C:
— *2 13. La Sierra Nevada de Si
Tapias)
— *2i4. Cartagena,vista de La Poj:
-:_ * 2x5. Santamaría : el puente y
,— •216. Santamaría : el Morro y el
^i*» ^217. Un paisaje en el litoral de
Íkpici los Grabados
" Pdsm
Pipura * 218. El Tolima visto desde Cruces Viejas 578
— •219. Baja Goajira : La Teta 581
— 220. Diagrama de las secciones que constituyen la co-
marca de Maracaibp , 594
— *22 1 . Cascada del Excomulgado (Ipiales) 586
— ♦222. Ocaña (parte alta) , 587
— ♦ 223. El valle del Salazar (Santander) S91
— •224. El puente de La Amarilla (río Peralonso) 592
— *225. Puente de bejucos sobre el río Arboledas S94
— *226. Casa de labriego en la cordillera S97
— •227. Campo de Palonegro. La Loma de los Muertos. 600
— *228. Campo de Palonegro. Lomapelada 601
— ♦229. Habitación de las tierras templadas 604
— *230. Pueblo dePandi 605
— *23i. Porcidn de la peña de Suesca (Cundinamarca).. 609
— *232. Puente del Linguaruco 613
— *233. Cascada del río Suárez ó Saravita , 615
— 234. La hoya del Sogamoso (trabajos modernos).. 618 .
— • 235. El puente natural de Rumichaca 619
, — ♦ 236. Puente natural de Cunday, ó Puente de tierr^.. 623
— ♦ 237. Rocas pintadas dePandi 625
— * 238. La Sierra Nevada de Chita ó Güicán y el Neve-
ro, vista por el W 629
— * 239. La comarca del Chicamocha 631
— ♦ 240. Topografía del valle de Fusagasugá 633
-^ ♦ 24 1 . Los nevados Cumbal, Chiles y Cotacachi, vistos
de Mallamas : 635
— ♦ 242. La laguna de Tota ..,.;.... 638
— ♦ 243. La Peña de Suesca 640
— * 244. El camino de Honda 641
— • 245. Los nevados del Tolima, vistos de Bogotá 643
— ♦ 246. Alrededores de Bogotá. Parte Sur 646
— ♦ 247. La Sabana de Bogotá y el cerrito de Suba 648
— • 248. Alrededores de Bogotá. Lado Norte 650
— ♦ 249. Airábales de BogoS. Lado Norte. 652
— * 250. Peñolerías de San Miguel. Vía de Los Llanos.. 654
— 25 1 . La Sabana y las hoyas del Rionegro, el Bogotá
y el Fusagasugá 657
— ♦ 252. La Sabana de &gotá 658
— • 253. El Salto de Tequendama visto de costado 660
— ♦ 254. El* Salto de Tequendama visto de frente 661
— * 255. Bogotá y la Sabana, vistos de las alturas orien-
tales 664
— • 256. Alrededores de Bogotá. Cascada del Boquerón 665
— * 257. El Boquerón, visto por el Oriente 667
— * 258. Cascada superior del Boquerón 668^
— * 259. La Sierra Nevada de Chita, vista de Casanare 669
— 260. Diagrama de las secicones del Reino 671
— ♦ 261. La laguna de Siecha ....: 673
— * 262. Alrededores de la Sabana. Parte Sur 674
-»^ ♦ 263. Los Llanps 4^ C^saniare,,, ,,?•••»•»».).. 677
Nueva Geografía
Figura * 264. Alrededores de Bogfot
— * 265. Pasto y el volcán La Gal
— ♦ 266. Los Llanos. Una sabana.,
— * 267. La Salina de Upía
— ♦ 268. Seg^unda angostura del C
— ♦ 269. Raudal de Maipures
— 270. Diagrama de las seccione
Llanos y el Caquetá....
— ♦ 271. El Ñapo
— * 272. Paisaje del alto Caquetá.
— * 273. Salto de Cuemany en el
— * 274. EÍ Amazonas en Tabatin
— * 275. Antigua navegación en el
— ♦ 276. Paisaje de los alrededorc
— * 277. Rocas de la serranía de Pj
— 278. Diagrama de la distribuci 1
habitantes por zonas cl¡
^ — 279. La región hidrográfica d
" — ♦ 280. Salto de Sardinel (Atures
'. — * 281. Entrada Sur del Canal d
— 282. El Salto de Honda
— * 283. El río Cauca cerca de So
' — * 284. Un campamento de la Coi 1
— 285. I-a Península Goa jira (Conn
— 286. La extremidad N. de la 1
lombiana, segdn la Conn
— 287. Desarrollo comparado del ;
ción y de la población e
— * 288. Honda y los puentes del ( I
— * 289. El alto Guayabcro
— * 290. Alrededores de Cali
— 291. La hoya del alto Saravita, 1 1
— 292. La hoya del alto Saravita, ¡
grafía de Colombia....
' — 293. I^s serranías del respaldo
Nueva Geografía de Cok i
— 294. Serranías del respaldo de B
— 295. La Ciénaga de Santamaría
— 296. Las cabeceras del Sinü
— ♦ 297. El pueblo de Puracó
— 298. El Rionegro y el Minero, si
— 299. El Rionegro y el Minero, se
grafía de Colombia. . . '.
— * 3CO. Un río del Chocó
— * 301. Un trazo de carretera (An
— ♦ 302. Los Pastos y el Galera
— 303. El alto Patía, segdn la Nim
lombia
— 304. El alto Patía, segdn la Cari
— 305. Valle de Pansitará ,
— 306. El alto Guáitara
— ' J07. Posiciones relativa^ de Cali
Indics DE Grabados
página
Figura 3q8, El ferrocarril de Cartagfena y el Dique 8oi
; — 309. El Ruiz, visto del lado de Manizales 806
: — 310. El Norte de Santander 812
— * 3íi. ElGuatiquía, cerca de Villavicencio .817
— 312. La hoya del Cauca 819
— 313. El bajo Chocó y el Patía 833
— 314. Díag-rama del comercio general y local de la
República 838
: — *3IS. El valle del Guáitara en Puerres 842
— ♦ 316. Alrededores de Pasto 847
— 317. El valle del Mayo en San Pablo •...-.. .. 853
— 318. La comarca de Ayapel, según la Nueva Geogra-
fia de Colombia 858
• — 317 hís. La comarca de Ayapel, según la Carta oñcial.. 865
— 318 ¿i'j* Diagrama del desarrollo de la población en
las tres principales ciudades de Colombia C73
-^ • 319. El bajo Tuira, en Santa María 876
— ♦ 320. Las islas del golfo de San Miguel... 878
— 321. I^s diramaciones del Sinú Central 885
— 322. La comarca del Cocuy j887
; — 3?3. La comarca de Chita, según la Nueva Geogra.
i fía de Colombia 892
— 324. Arqueología. Vaso de barro de los Armas 894
— *33S Arqueología colombiana. Vaso de arcilla de los
Armas 907
— •326. Arquelogía colombiana. Huso de barro de los
Armas 909
— 327. El río Bogotá, según la Nueva Geografía de Co-
lombia y según la Carta oficial 913
— ^328. El valle de Buriticá 91S
— 329. El NW. de Santander, según la Nueva Geogra-
I fiáde Colombia 919
— *330. Arqueología muisca. La piedra pintada de Aipe. 922
— *33i. El Tolima visto de Cruces Viejas 927
— *332. El Cisne y los llanos del Placer 933
— 333. Los valles de Cúcuta, según la Nueva Geografía
de Colombia 947
— 334. La región de los grandes nevados, según la
Nueva Geografía de Colombia 951
— *33S- Arqueología colombiana. Alfarería de los Ar-
mas 971
— *336. Arqueología colombiana. Vaso de arcilla 973
— *337. Orfebrería de los Armas 975
— *338. Arqueología colombiana. Orfebrería. 977
— JI339. Batalla de Boyacá 986
— •340. Arqueología colombiana. Orfebrería indígena. 1008
— *34i. Arqueología colombiana • 31
— 342. Perfil del trazo del Ferrocarril Intercontinental. 46
«.•
I
índice de materias
Advxrtbncia preliminar
LIBRO I— geografía GENERAL
CAPITULO I — ^EL TERRITORIO
Nombre, i. Posición y limites, 2. Superficie, 4. PoLi<K)No-pERf-
METRO DE Colombia, 4. Exploración, 9. AltimetrÍa colombiana : 1,
Épocas de la Colonia y de la emancipación, 17. 11 Época. — La Co-
misión corográfica, 24. iii Época. — Trabajos contemporáneos, 40.
(Véase además d Apéndice). Kilometria, 95.
Litoral. Costa atlántica, 115. Costa pacíñca, 118.
Fronteras. Frontera ecuatoriana, 122. Frontera peruana, 123.
Frontera brasilera, 123. Frontera venezolana, 123. Frontera eos-,
tarricense, 126.
Relieve: montes y llanuras 126. Los Andes, 137. Cordillera
del Chocó ú Occidentall, 139. Cordillera del Quiñdlo ó Central, 144.
Cordillera de Sumapaz ü Oriental, 149.
Los Montes Caribis. Serranía ístmica ó de Panamá : Cor-
dilleras de Tamalamanca, Chiriquí y Verag^uas y Sierra de Pe-
nonomé, 161 ; Panamá y Darién, 162. Serraníajde Baudó, 164.
Montañas de María, 165. Sierra Nevada de Santamarta, 167. Sie-
rras goa jiras, 169.
Serranías del Caquita, 169.
Llanuras : de Panamá, 171. Del Chocó, 171. Atlántica, 172.
Valle del Magdalena, 174. Las al/tplanía'es, 176. La región orien-
tal: los llanos y selvas; Casanare, San Martín, 177. Caquetá, 187.
Complementos: Cortes y perfiles, 189.
Geología, 208. Región antillana 6 Caribe, 211, Región orien*
XAL, 222. Región ANDINA, 151.
Ríos COLOMBIANOS, 201. RÍoS ANDINOS, 27 1. RÍoS DE LA LLANURA^
273. Vertiente occidintal 6 del Pacifico: Patía, San Juan, Tui*
ra, 273. Vertiente central 6 de las Antillas: Atrato, SinÜi,Mag-
dolena, 290. Vertiente oriental 6 atlántica : Orinoco Amazo-
ñas, 330.
Lagos, 352.
Climatología, 352.
Flora y fauna, 387.
Aspecto físico, 406. Panamá, 407. El Chocó, 412. El Sur, 4281
Las tierras caucanas, 443. Las montañas antioqueñas, 459. E&
SinÚ, 474. El valle del Tolima, 480. Valles orientales, 494. El
VALtS PEX RiOGRANDE, 506. La CoSTA, 5 14. La GoAJIRA, 58O.
KvEVÁ Geografía de Colombu
La comarca de Maracaibo, 584. a) Ocaña, 585. b) Ciicuta, S90. El
REINO, S95. a) Labateca, 596. ó) Soto, S98. c) Guanenti, 604.
c) El Saravita, 611. d) El Chicamocha, 627. e) El Valle de Ten-
za, 641. /) El Valle de Gacheta, 647. g) Los Valles de Cáqueza,
649. h) Las Mesas del Ariari, 655. /) La Sabana de Bogotá, 656.
j) La serranía de las llanuras, 668. Los llanos, 676. a) Casanare,
676. ó) San Martín, 687. El caquetÁ, 692.
CAPITULO II capacidad PRODUCTORA DEL SUELO
Generalidades, 701. Clima, 708. Desarrollo económico, 714.
A) Agrictdiura^ 730. B) Ganadería^ 746. C) Productos del suelo,
749. D) Minería, 755. E) Indiiüriét, 760. F) CaminoSy 762. La Mesa
Andina, 774. 1.a depresión central, 784. Las montañas de Suma-
paz, 785. La región atlántica, 791. Las zonas desiertas, 794. Pa-
namá, 795. Ferrocarriles y Telégrafos, 796. G) Comercio, Impor-
tación, exportación, movimiento marítimo, tráfico y grandes mer-
cados, 802. Demografía, censos, instrucción, criminalidad, salvajes,
840. Gobierno. Divisiones civiles, poblaciones principales, rentas y
gastos, 856. Etnografía, 864. Tipos actuales. Indios existentes :
Guaimíes, Cunas, Arhuacos, Goajiros, Otomacos, Salivas, Guai-
punabis, &c. ; tribus extinguidas: Chibchas: organización política,
religión, sacrificios, castas, leyes, artes é industrias, familia, entie-
rros, diversiones ; Guanes, Laches, Chitareros, Sutagaos, Quichuas,
Qutmbayas, Pijaos, Panches, Muzos, Colimas.
capitulo III — HISTORIA
Primera ¿poca. Los orígenes, a) IjOs Conquistadores , 907. h) Los
Conquistados, 911. Tribus, 920— El hombre americano; prehisto-
ria— Zipas y Zaques — c) El contacto de dos mundos. El descubrimieniOy
923. Segunda ¿poca. La colonia. La Conquista, 927. Rutas de los
Conquistadores, 929. Costas, 929. Interior, 930. Tierrafirme, 932.
El corazón del país, 941. Z<z Audiencia, 956. La Presidencia, 959. £1
Virreiha/o, 964. Tercera ¿poca. La nacionalidad, 975. a) La In^
dependencia, 975.* ¿) La Gran Colombia, o^*], c') La República, Gf^l,
Centralismo y federación, 994. Federación y centralismo, 995.
capitulo IV — geografía militar
I. Costa Atlántica. 11. Costa Pacifica, iii. Fronteras amazónicas.
IV. Frontera de Costa Rica. v. Frontera ecuatoriana, vi. Frontera
venezolana, vil Interior, 998.
Al lector, 1,005.
Nota bibliográfica, 1,007.
Apéndice— Producciones, poblaciones y caminos (Geo^afia
Montenegro) — Estudio de la Geografía del Virreinato al principiar
el siglo XIX (Caldas) — Descripción del Reino de Santafé de Bogo-
tá de 1789 (Silvestre), i á xxiv.
Coordenadas geográficas, /. Adición altimétrica, 32,
Lista alfabética de poblaciones, jj.
índice alfabético, a — índice de grabados, i .
NUEVA geografía
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COLOMBIA
Se concluyó este Tomo el 2 1
. en la Imprenta de 1
DOCTOR JOAQUÍ'
Siendo Administrador y Corrector
BELISARIO CUERVO ANO!
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Maquinistas
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