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Full text of "Nueva geografia de Colombia escrita por regiones naturales"

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^artNiri»  CoHege  Iflnrotp 


BRIGHT  LEGACY 


Oae  balf  tke  laeoa*  ftom  thls 
eeÍT«d  In  iNo  «ader  tb«  wUl  of 


Lcfacjr,  w^iA  wat  ra- 


JONATHAN  BROWN  BRIGHT 
of  WaltluuB,  MMMchotent,  i«to  be  expended  fbr  booka 
for  the  CoUefe  Libniy.    Tnc  otber  hálf  of  the  Income 
b  devoted  to  tchotanhipe  ia  Hanrard  Unlrenlty  fer  (he 
beaeit  of  deaceadaats  of 

HBNRY  BRIGHT,  JR., 
«rho  dled  at  Wateitown,  Manachutetti,  ia  i6t6.  la  the 
abeeacc  of  rach  dceeeadaats,  other  penoat  are  elif  Ible 
to  the  icholanhlpe.  The  «rtU  reqoiree  that  thb  aaaoaace- 
meat  thaU  be  aude  la  erery  book  added  te  the  Librarx 
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Xueva  Geografía  de  ColojT|lbia 


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eogpajía  do  £?,olombict^ 


ESORITA  FOR  REGIONES  KAT'JRALES 


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BOGOTÁ 

IMPBBHTA  DE  VAPOR  -  CALLE  10,  KUUERO  ISS 


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e^VVc^v^^oi^a^  p^t^e^tvn's^vr^Ci-i. 


Hace  tres  lustros  se  dio  á  la  estampa  esta  obra  por  primera  vez.  Amparó 
entonces  su  publicación  el  benemérito  General  Antonio  K.  Cuervo,  á  la  sazf'n 
Ministro  de  Guerra,  considerándola  útil  para  el  ejército,  conforme  lo  manifes- 
tó en  el  Prólogo  que  para  apadrinarla  se  dignó  escribir.  Como  era  natural, 
tratándose  de  un  trabajo  de  la  índole  del  presente,  el  libro  resultó  con  las  defí* 
ciencias  inherentes  á  una  labor  sin  antecedentes  en  el  país,  cuanto  al  fondo,  y 
conel  defecto  irreparable  de  no  ser  ilustrado,  es  decir,  de  faltarle  \vl  piedra  an- 
gular de  las  cartas  y  planos,  sin  los  cuales  no  hay  libro  de  geografía  digno  del 
nombre  de  tal,  pues  toda  descripción  de  un  territorio  cualquiera  no  es  ni 
puede  ser  otra  cosa  que  un  comentario  documentado  de  las  líneas  que  geomé- 
tricamente representen  ese  territorio  en  el  papel. 

Hoy  entra  de  nuevo  en  prensa  el  libro,  corregidos  los  principales  defectos 
y  errores  del  fondo  por  el  trabajo  de  varios  anos,  y  llenado  el  vacío  de  la  falta 
de  ilustraciones  adecuadas,  merced  al  apoyo  que  se  ha  dignado  prestarle  el 
Excroo.  Sr.  D.  José  Manuel  MarroquÍn,  encargado  de  regir  los  destinos 
de  la  República,  y  literato  conocido  en  todos  los  países  donde  se  habla  la  len- 
gua de  Castilla. 

Porque  no  obstante  la  sangrienta  rebelión  que  aún  nos  azota-  por  fortuna 
con  sus  últimas  convulsiones — con  daño  de  la  riqueza  nacional,  del  adelanto 
intelectual  y  material  del  país  y  de  la  moral  pública,  el  Excmo.  Sr.  Marro- 
QITIN,  sin  posponer  á  ninguna  otra  tarea  la  de  restablecer  cuanto  antes  el  or- 
den público  turbado,  no  desatiende  las  obras  de  prcgreso,  ora  para  cuidar  de 
su  desarrollo,  ora  para  asegurar  su  continuación  en  mejores  días,  que,  á  Dios 
gracias,  ya  clarean  en  los  horizontes  de  la  patria. 

Y  no  por  Vanidad  personal,  sino  por  bien  entendido  orgullo  patrio,  pode- 
mos afirmar  que  esta  edición  ilustrada  de  la  Geografía  de  Colombia  no  tiene  par 
en  la  América  Latina,  y  deja  muy  atrás  cuanto  en  la  materia  se  conoce  de 
México  á  Chile  y  la  Argentina;  y  si  las  ilustraciones  no  son  perfectas  desde 
el  punto  de  vista  artístico,  en  cambio  constituyen  una  obra  esencialmente  na- 
cional, ejecutada  por  jóvenes  formados  en  la  Escuela  de  Grabado,  en  maderas 
recogidas  en  las  magníficas  selvas  colombianas. 

Por  lo  que  hace  á  los  grabados  que  ilustran  la  obra,  forman  un  conjunto 
tan  rico,  variado  y  completo  como  el  asunto  lo  demanda,  de  suerte  que  ya  por 


VI  Nueva  Geografía  de  Colombia 


su  número — mediu  millar, — ya  ix»r  no  comprender  vistas  de  poblaciones,  ni 
escenas  de  ccstumbres,  ni  tipos  de  habitantes,  y  por  referirse  solamente  á  la 
obra  de  la  naturaleza  en  nuestra  patria,  los  que  pueden  llamarse  idmiftas,  cons- 
tituyen una  colecci''ii  única  en  su  especie,  de  modo  que  en  este  particular  la 
Nuast  Geografía  de  Colombia  no  tiene  igual  en  nuestro  idioma. 

Y  como  los  grabados,  ó  sea  la  imagen  de  los  objetos  á  que  se  refieren,  per- 
miten de  ordinario  condensar  las  descripciones  y  á  la  vez  hacerlas  más  claras, 
posible  ha  sido  reducir  el  texto  sin  perjudicar  su  precisión. 

La  ilustración  de  la  Nuez^a  Geografía  comprende   ocho  clases  de  figuras  s 

a)  Cartas  de  las  regiones  naturales  y  de  las  circunscripciones  políticas  y 
administrativas ; 

b)  Cartas  de  los  municipios  principales  por  su  riqueza,  población,  área  ó 
condiciones  topográficas ; 

c)  Planos  á  grande  escala  de  todos  los  aecidenies  geográficos  dignos  de 
mención  especial,  como  grandes  macizos  orográficos,  valles,  islas,  vueltas,  ho- 
ces y  saltos  de  los  ríos,  lagos,  deltas,  bahías,  campos  de  batalla,  etc.,  con  inclu- 
sión de  las  respectivas  vistas,  cortes  y  perfiles  ; 

d)  Planos  de  las  principales  ])oblaciones  de  la  República ; 

e)  Cartas  de  los  ferrocarriles  y  principales  camin>s,  con  los  detalles  del 
caso  ; 

f)  Cartas  geológicas,  etnográficas,  militares,  botánicas  y  zoológicas; 

g)  Cartas  relativas  á  la  historia  de  la  geografía  colombiana,  ó  sea  las 
usadas  ó  conocidas  á  i>rincipios  y  á  mediados  del  siglo  XIX,  para  que  por  com- 
paración con  los  documentos  modernos  se  pueda  seguir  la  marcha  de  la  ex- 
ploración científica  del  país  y  queden  señalados  los  vacíos  por  llenar  existentes 
en  la  materia ; 

h)  Diagramas,  esquemas  y  croquis  de  geografía  económica,  comercial  y 
comparada. 

Para  la  mejor  inteligencia  del  texto,  bueno  es  que  se  tengan  en  cueqta  las 
advertencias  siguientes  : 

I.*  Todas  las  cotas  ó  altitudes  (altura  de  un  lugar  sobre  el  nivel  del  mar) 
se  expresan  en  metros  ;  en  cambio,  para  las  profundidades  de  Us  aguas  emplea- 
remos tXfathom  inglés,  igual  á  una  braza  (i™83); 

2.*  Las  distancias  y  áreas  se  dan  en  kilómetios  y  en  kilómetros  O  (ki Ir  me- 
tros cuadrados),  y,  según  el  caso,  también  en  leguas  de  5,000  metros  ó. en  hectá- 
reas (hcctómetros  cuadrados); 

3.*  Las  longitudes  cuando  no  lleven  indicación  especial  se  refieren  al  me- 
ridiano inglés  de  (ireenwich,  oficial  para  Colombia,  al  tenor  de  la  conferencia 
de  Washington; 

4.*  Las  indicaciones  de  los  puntos  cardinales  se  harán  con  las  abreviaturas 
usuales  :  para  el  Norte  (N.),  Oriente  (E.)  y  Sur  (S.);  pero  para  el  Occidente 
etvplcarcmos  la  letra  \V  ( ll'est),  conforme  lo  usan  hoy  todos  los  geógrafos,  á 
fin  de  evitar  confusiones  con  el  ceto  (0),  ú  otras  posibles ; 

5.*  Para  la  expresión  de  los  rumbos,  se  toma  la  circunferencia  dividida 
en  360  grados,  salvo  indicación  en  contrario; 

6.*  Las  temperaturas  se  refieren  al  termómetro  centígrado ; 


Nueva  Geografía  de  Colombia  vii 


7/  Los  datos  numéricos  que  se  citan  de  los  diversos  autores,  se  ban  toma- 
do, cuando  ha  sido  posible,  de  las  piezas  originales,  ó,  en  su  defecto,  de  las  edi- 
ciones corrientes  de  sus  obras,  de  las  publicaciones  que  las  registran,  ó  se  han 
deducido  de  las  cartas  y  planos  respectivos  inéditos  6  impresos ;  por  lo  cual  nada 
de  extraño  tendría  que  para  algunos  de  aquéllos  resultaran  omisiones  6  vacíos, 
no  obstante  el  interés  con  que  se  ha  tratado  de  evitar  tal  falta ; 

8.^  Las  clasificaciones  y  términos  técnicos  de  geografía  física  adoptados 
en  el  texto,  y  los  signos  usados  en  las  cartas,  son  los  del  atlas  de  Berghaus,  y 
los  de  las  obras  de  Sonklar,  Clerc,  Marguerit  y  Lamparent,  clásicos  hoy  en 
estas  materias;  '~ 

9.'  En  los  cortes  y  perfiles,  de  ordinario  se  exageran  las  altitudes  lo  más 
posible,  para  herir  mejor  los  sentidos  del  que  los  vea ; 

10.  En  ningún  caso  se  citan  trabajos  de  segunda  mano,  cuando  sólo  son 
compilaciones,  reproducciones  ó  simples  compendios  de  otros  anteriores. 


-C%-  -*Í--^L- 


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Bogotá,  Marzo  d£  I90l 


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KfieDo  ^eojpofía  de  ^olombic 


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^wi^e^Vo^^ 


GEOGRAFÍA  GENERAL 


CAPITULO  PRIMERO 

El  territorio 

Nombre — La  República  de  Colombia  tomó  su  nombre  del 
apellido  del  descubridor  del  Nuevo  Mundo,  pero  no  siempre  se  ha 
designado  oficialmente  del  mismo  modo  :  después  de  emancipada 
de  España  y  separada  de  sus  hermanas,  al  disolverse  la  obra  del 
Libertador  (1830),  se  llamó  sucesivamente  Nana  Granada^  Confe^ 
deradón  Granadina  (1858),  Estados  Unidos  de  Colombia  (lS6i),  y  por 
último,  á  partir  de  1886,  Colombia  á  secas.  Tiempo  es  ya  de  dete- 
nemos en  ese  fatal  camino  de  variar  de  continuo  de  nombres  como 
de  Constitución,  lo  cual  arguye  contra  la  seriedad  del  Estado  y 
retrae  del  estudio  del  país  á  los  hombres  trabajadores  de  las  demás 
naciones.  Por  lo  dicho,  no  es  extraño  que  en  el  Extranjero  aún  se 
designe  con  frecuencia  nuestra  patria  con  el  nombre  de  Nueva  Gra- 
nada, y  que  algunos  la  llamen  Colombia  granadina  ó  Nueva  Colom- 
bia, para  distinguirla  de  la  Gran  República  de  Bolívar.  La  prensa 
venezolana  emplea  en  sentido  despectivo  el  nombre  de  Colombia 
la  chica,  olvidando,  de  seguro,  que  fueron  los  infantes  gra-nadinos 
los  principales  factores  de  la  ruina  de  las  huestes  españolas. 

Cuanto  al  nombre  primero,  Nueva  Granada^  no  es  otro  que 
el  de  Nuevo  Reino  de  Granada  con  que  el  andaluz  Gonzalo  Jimé- 
nez de  Quesada  denominó  el  asiento  del  principal  Estado  muis- 
ca  por  él  conquistado  en  el  siglo  xvi,  por  la  semejanza  que  creyó 
encontrar  entre  parte  de  la  llanura  que  riega  el  Funza  y  los  alre- 
dedores de  la  Granada  española,  su  patria  ;  nombre  que  tampoco 
subsistió  en  el  lenguaje  oficial  de  entonces,  puesto  que  para  los  pe- 
ninsulares Colombia  fue  primero  Presidencia  y  después  Virreina/o 
de  San/a/e,  tomado  este  calificativo  del  aplicado  á  la  ciudad  capi- 
tal, es  decir,  de  Santafé  de  Bogotá,  hoy  simplemente  Bogotá.  En 


Nieva  Geograha  de  Coi.ojíbia 


fin,  las  palabras  Confederación  y  Esi<i<íos  Unidos,  añadidas  al  nom- 
bre de  la  República  en  el  siglo  sis,  se  refieren  i  la  época  en  que 
prevaleció  en  el  país  el  régimen  federal. 

Posición  y  limites— L*  R-t:pi5blica  de  Colombia  ocupa  las 
aledañas  porciones  N.  W.  de  la  América  Meridional  y  SE.  de  la 
Central,  entre  la  linea  equinoccial  y  el  trópico  de  Cáncer  •,  motivo 
por  el  cual  colinda  con  las  Repiiblicas  de  Costarrica  •,  Venezuela, 
Brasil,  Perií  y  Ecuador  y  con  los  océanos  Atlántico  (mar  de  las  An- 
tillas) y  Pacífico.  Este  territorio,  de  forma  tan  varia  cuanto  irregu- 
lar en  su  perímetro,  es  el  mismo  del  antiguo  Virreinato  de  Santafé 
(1740-1810),  luego  parte  central  de  la  Repiíblica  de  Colombia 
(1821-1827)  fundada  por  Bolívar,  y  que  comprendía  además  á  Ve- 
nezuela y  al  Ecuador. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  3 


Colombia  no  tiene  límites  naturales  sino  al  N.  y  al  W.,  donde 
su  territorio  es  bañado  por  el  mar,  porque  en  las  demás  porciones 
de  su  perímetro,  la  frontera,  en  lo  general  obra  de  las  convencio- 
nes diplomáticas,  no  siempre  coincide  con  importantes  accidentes 
topográficos,  sino  que  cruza  montes  y  llanuras :  sólo  al  N.  W.  sigue 
en  toda  su  longitud  un  lomo  divisorio  de  aguas. 

De  lo  dicho  resulta  que  el  perímetro  de  Colombia  aún  no  está 
fijado  en  toda  su  longitud,  aun  cuando  sí  en  su  mayor  parte,  pues 
sólo  permanece  en  litigio  al  S.  y  al  SE.,  pero  no  en  las  tierras  po- 
bladas y  cultivadas,  sino  en  las  regiones  selvosas  del  Amazonas, 
donde  median  todavía  centenares  de  kilómetros  desiertos  entre,  los 
últimos  ranchos  colombianos  y  los  primeros  villorrios  del  Perú  ó  del 
Brasil.  En  consecuencia,  una  de  las  necesidades  más  urgentes  del 
país  es  concluir  con  este  enojoso  asunto  de  fronteras,  lo  cual  será 
título  de  gloria  para  la  Administración  que  lo  lleve  á  cabo. 

Como  sé  comprende,  en  este  trabajo  nos  sujetamos  á  conside- 
rar el  territorio  comprendido  dentro  de  los  límites  sostenidos  por 
la  Cancillería  colombiana,  de  donde  que,  al  tenor  de  los  modernos 
trabajos  geográficos,  la  República  se  extiende  desde  el  Cerro  Cupi 
(66**  7'  10"  W  X  0°  36'  30"  N.)  en  la  Sierra  Onory  (Guayana)  ape- 
nas á  20  leguas  de  punto  de  frontara  no  discutido  ya,  hasta  la  mon- 
taña de  Dota  (83°  26'  30"  W  x  9°  50'  N.)  en  las  cabeceras  del 
Sixaula  (Centroamérica),  y  desde  el  Seno  de  Tabatinga  en  el 
Amazonas  (4°  17'  45"  S.  x  69°  59'  50"  W.)  hasta  la  Punta  Gallinas 
enIaGoaj¡ra(i2°24' 3o"N  x  71°  39' 48"  W.),  es  decir,  que   los 
meridianos  de  los  dos  primeros  puntos  distan  1,960  kilómetros  (ape- 
nas poco  más  de  una  hora  de  diferencia  en  tiempo),  contándose  i  ,890., 
entre  los  paralelos  de  los  otros  dos :  por  14  leguas  no  son  iguales 
las  dos  medidas.  Además,  entre  los  mencionados  puntos  extremos 
hay:  de  Dota  á  Punta  Gallinas,  1,360  kilómetros ;  de  Gallinas  á 
Cerro  Cupi,  1,460;  de  Cupi  al  Seno  de  Tabatinga,  690 ;  y  de  este 
punto  á  Dota,  2,196 ;  directamente  de  Dota  á  Cupi  se  cuentan  2,170 
kilómetros  (máxima  longitud),  y  de  Gallinas  á  Tabatinga   1,900 
(máxima  anchura).  Empero,  es  de  observar  que  aun  cuando  de 
Dota  á  los  orígenes  del  Auati  Paraná  (brazo  del  Caquetá)  se  cal- 
culan 2, 3 so  kilómetros,  y  en  este  sitio  existe  la  población  brasilera 
de  Tabxjca,  no  hemos  elegido  dicho  origen  por  punto  extremo 
oriental,  por  razones  geográficas  que  expondremos  en  su  lugar  : 
en  todo  caso,  las  coordenadas  de  Taboca  son :  65°  46'  20"  W.  x  i° 
46'  S.  En  fin,  los  puntos  del  perímetro  que  más  se  aproximan  al 
centro  del  país  son :  la  boca  del  León  en  el  Golfo  de  Urabá  (76° 
4S'  W.  x  7°  57'  N.);  la  boca  del  Mataje  (78°  55'  10"  W.  x  1°  31' 
10"  N.);  el  cerro  Bobalí  (73^27'  W.  x  8°  38'  30"  N.);  el  páramo  de 
Tama  (72**  38'  W.  x  7°  12'  30'  N.),  y  el  puerto  de  la  Buenaventura 
(77**  5'  W.  X  3°  54'  30").  De  Bobalí  á  Urabá  sólo  hay  390  kilóme- 
tros, y  los  paralelos  de  Buenaventura   y   Tama  apenas  distan  470. 
Considerando  á  Bogotá  como  centro  de  longitudes,  tendremos 
que  Dota  le  demora  9°  34'  24"  ai  W.,  y  el  Cerro  Cupi  7°  54'  56" 
al  E.,  por  cuanto  las  coordenadas  de  la  capital  son  al  tenor  de  los 
cálculos  más  aceptables : 

Lat.  Norte:  4?  36' 11". 
Long.  W.:  74^  2'  &\ 


NuKVA  Geografía  de  Colombia 


Superficie — El  área  del  país  es  de  figura  en  extremo  irreg^ular, 
conforme  se  deduce  de  las  coordenadas  anteriores,  de  suerte  que 
no  es  posible  compararla  á  ning-iSn  objeto  ni  inscribirla  en  ning^dn 
políg'ono  regcular.  El  que  indica  la  fig'ura  sig-uiente  es  el  más  ade- 
cuado para  ilustrar  este  asunto  : 


FicrRA  2.' 


Punía  Gtilh'nas 


PER¿T 


Polígono-perímetro  de  Colombia 

El  polígono  mide  3,300  kilómetros  de  desarrollo ;  el  perímetro  real  10,500 

El  perímetro  de  esa  área  mide  la  enorme  longitud  de  10,500 
kilómetros,  casi  por  mitad  ref)artidos  entre  fronteras  y  costas,  con- 
forme á  la  siguiente  minuta : 

Costas,  5,220  kilómetros :  costa  atlántica,  2,650;  costa  pacífica, 

2,570. 

Fronteras,  5,280  kilómetros:  Costarrica,  350;  Venezuela,  2,270; 

Brasil,  1,110;  Perú,  500 ;  Ecuador,  1,050  * 


•  Como  los  limites  entre  el  Ecuador  y  el  Perú  y  entre  éste  y  el  Brasil  no 
están  ñjados  deñnitivamente,  para  los  cálculos  anteriores  se  tiene  en  cuenta  la 
ocupación  real  del  territorio  por  parte  de  cada  uno  de  dichos  Estados  en  la  ac- 
ualidad. 


KrKVA  Geografía  de  Colombia  5 


I  Fronteras  Costas  I 

I  en  litigio  I  I  Panamá  La  Costa    Cauca    Panamál 


es 
S       ¿3 


8       o      *2      ^  ^  Atlántica  Pacífica 

Ü  > 

Figura  3.* — Diagrama  del  perímetro  colombiano 

Descontando  del  litoral  las  partes  correspondientes  á  la  pe- 
nínsula de  Goajira  (390  ks.)  y  al  Istmo  de  Panamá  (2,100),  tan  sólo 
quedan  á  la  /ürra  firme  2,840  kilómetros  de  litoral,  ó  sea  apenas 
uno  por  cada  450  cuadrados  de  superfície ! 

¿  Y  cuál  es  esta  superficie  ?  La  pregunta  no  puede  responder- 
se con  precisión,  y  seguramente  pasarán  muchos  siglos  antes  de 
que  el  dato  pueda  fijarse  con  exactitud,  porque  uno  de  los  proble- 
mas topográficos  más  difíciles  de  resolver  es  calcular  bien  el  área  de 
un  país,  aun  cuando  sus  fronteras  estén  perfectamente  marcadas  y 
haya  de  su  suelo  carta  geográfica  exacta. 

Oficialmente  se  ha  indicado  en  los  anuarios  nacionales  que  la 
superficie  de  Colombia  asciende  á  1.331,025  kilómetros  cuadrados 
(Codazzi);  Caldas  la  estimó  en  1.320,000;  Moreno  en  1.265,000; 
la  Enciclopedia  Briiánica  en  i  .400,000,  y  el  Almanaque  de  Goiha  (hace 
cinco  años)  en  1.203,000.  En  la  actualidad  este  ultimo  libro  apun- 
ta el  guarismo  de  1.330,875,  conforme  á  un  cálculo  planimétrico 
hecho  en  el  Instituto  geográfico  de  ese  lugar. 

Múltiples  son  las  causas  de  error  que  afectan  todos  estos 
cálculos  *  y  aun  cuando  de  algunas  de  ellas  se  libró  el  última- 
mente citado,  en  cambio,  como  no  se  refiere  sino  á  los  límites  que 
los  europeos  caprichosamente  nos  señalan  en  sus  cartas,  y  se  hizo 
antes  de  fijarse  arbitralmente  la  frontera  con  Costarrica,  al  número 
apuntado  faltan  muchas  decenas  de  miles  de  kilómetros  cuadrados, 
porque  el  área  de  que  así  se  nos  priva  oscila  entre  168,000  y 
260,000,  según  las  cartas. 

Un  cálculo  cuidadoso  y  verificado  repetidas  veces,  nos  ha 
dado  como  área  media  actual  de  Colombia  1.425,470  kilóme- 
tros D  (inclusos  1,250  ks.  D  de  islas),  sin  contar  la  Mosquitia,  de 
los  cuales  214,300  están  en  las  zonas  fronterizas  en  litigio,  de  suerte 
que  aun  cuando  perdiéramos  parte  de  éste,  la  superficie  de  Colom- 
bia nunca  sería  menor  de  1.210,000 kilómetros  D,  y  de  seguro  se 
acercaría  al  promedio  de  los  cálculos  de  Codazzi,  Caldas  y  Gotha,  ó 
ó  sea  á  i  .327,000  kilómetros  D .  Entre  tanto,  y  sujetándonos  á  los  lí- 
mites señalados  por  nuestra  Cancillería,  adoptamos  en  este  libro  el 
guarismo  de  i  .425,470  kilómetros  D  como  expresión  la  más  aproxi- 
mada de  la  superficie  de  la  República,  no  sin  advertir  que  de  ellos 
el  mtUón  aún  permanece  baldío  ó  sin  cultivos  sostenidos  y  formales. 

De  esta  superficie,  poco  menos  de  82,000  kilómetros  □  perte- 
necen geográficamente  á  la  América  Central,  y  unos  353,000  que- 
dan situados  al  S.  de  la  línea  equinoccial,  de  donde  que  algo  así 
como  1.000,000  se  hallan  entre  esa  línea  y  la  región  de  los  istmos* 


•  BoMift  .\f Hitar  de  Cohtnbia,  número  105  (1 899). 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Porción  en 

la  América 
Central 

Área  total 

Fcr^icn 

al  S.  le  la  e;; 

B'igura  4.* — Diagrama  de  la  distribución  geográfica  del  territorio  nacional 

En  todo  caso,  y  sea  de  ello  lo  que  fuere,  Colombia  ocupa  un 
término  medio  en  la  tierra  por  razones  de  su  área :  es  potencia  de 
segundo  orden  á  este  respecto,  porque  si  la  superan  los  Imperios 
turco,  ruso  (18  veces  mayor)  y  chino,  la  India,   Persia,  el  Congo, 

Costarrica 

n_ 

. « 


T 

'araguay 

r 

Colombia 

Guayanas 

Perú 

Brasil 

Venezuela 

Chile 

Bolivia 

Ecuadot 

« 

A-gentina 

• 

□ 


Uruguay 
Figura  5/ — Superñcie  comparada  de  los  países  suramerícanos 


Kl'kv.v  Geografía  de  Colombia 


el  Cabo,  Australia,  el  Canadá,  los  Estados  Unidos,  México,  el  Bra- 
sil y  La  Argentina,  y  la  i^jualan  ó  poco  menos  algunas  otras  nacio- 
nes, todas  las  demás  le  son  inferiores :  es  casi  tres  veces  mayor  que 
Francia  ó  Alemania,  cuatro  y  media  que  Inglaterra,  y  equivale  á 
treinta  y  cuatro  Suizas  ó  á  cincuenta  Bélgicas.  Mas,  en  otros  pun- 
tos de  vista,  ¡  cómo  se  transforma  esta  superioridad  ! 

Una  de  las  primeras  consecuencias  de  la  irregularidad  del 
área  colombiana  y  de  su  complexa  topografía  es  la  carencia  de  un 
centro  normal  de  figura,  por  lo  que  puede,  hasta  cierto  punto, 
señalarse  como  lal  la  metr(5¡ioli  de  la  República,  es  decir,  Bogotá, 
ya  que  dista  igualmente  de  '1  ama  y  de  Buenaventura,  de  Dota,  de 
TalMitinga  y  de  Taboca,  de  Panamá,  de  Santa  Marta  y  de  la  Boca 


Figura  6.' — Boeoií, 


a  centro  úel  país,  Escali 


del  Meta,  del  Cayambo  y  de  Cartagena,  y  que  por  sus  cercanías 
pasan  todas  las  lincas  que  unen  los  extremos  del  país.  Desgracia- 
damente ese  centro  queda  alejado  en  extremo  de  todo  puerto  de 
mar,  y  dista  millares  de  kilómetros  de  los  centros  vitales  del  pla- 
neta :  4,500  de  Nueva  York ;  9,600  de  Burdeos ;  10,300  de  Lon- 
dres y  19,200  de  Calcula. 

Si  se  proyecta  sobre  un  horizonte  la  porcidn  de  la  RepiJblica 
boy  habitada,  el  punto  que  mejor  reüne  las  condiciones  de  centro 


s 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


para  lal  operación  es  el  Tolima,  es  decir,  el  monte  rey  de  las  cor- 
dilleras colombianas. 


Figura  7/— Principales  distancias  directas.  Escala  i :  7.5oo.cxx> 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Expl< 


•  r 


[oración — ^^  territorio  de  Colombia  fue  descubierto  y 

conquistado  por  los  españoles,  quienes  en  él,  más  que  en  otro  alguno 
de  su  vasto  imperio  ultramarino,  dejaron  hondamente  implantado 
su  sello  ;  á  los  ojos  del  viajero,  Colombia  es  todavía  una  provincia 
española.  Iniciada  la  época  de  los  descubrimientos  en  el  Nuevo 
Mundo  con  el  primer  viaje  de  Colón,  le  siguen  de  cerca  Rodrigo 
Bastidas  y  el  piloto  Juan  de  la  Cosa,  quienes  reconocen,  los  prime- 
ros, una  porción  de  nuestro  litoral  ( 1500- 1502),  de  la  Goajira  al  Da- 
ñen, visitado  más  tarde  por  Alonso  de  Ojeda :  el  mismo  Colón  ex- 
plora luego  parte  de  la  costa  panameña ;  Núñez  de  Balboa  descu- 
bre en  1 5 1 3  el  Océano  Pacífico,  y  poco  después  Pizarro  reconoce 
parte  de  la  costa  colombiana  en  ese  mar. 

I^a  serie  siguiente  es  la  de  los  conquistadores,  de  esos  hombres 
que  aparecen  sin  segundo  en  la  historia  de  la  lucha  contra  la  na- 
turaleza :  Alfinger  recorre,  dejando  charcas  de  sangre,  el  valle  del 
Cesar  y  parte  de  los  del  Lebrija  y  el  Zulia ;  Heredia  visita  la  que 
fue  luego  Provincia  de  Cartagena,  incluso  el  rico  Sinú;  Cesar  en- 
tra el  primero  á  tierras  de  Antioquia,  á  donde  lo  sigue  más  tarde 
Robledo;  Fernández  de  Lugo  conquista  territorios  en  el  actual  De- 
partamento del  Magdalena ;  Spira  realiza  homérica  correría  en 
las  llanuras  orientales,  en  la  cual  no  lo  sigue  su  teniente  Fredermánn, 
quien  trepando  la  montaña,  entra  á  la  Sabana  de  Bogotá.  A  esta 
planicie  llegan  al  mismo  tiempo  Belalcázar  y  Quesada:  aquél, 
venido  del  Ecuador,  lo  hace  cruzando  los  valles  del  Patía,  el  Cau- 
ca y  el  Magdalena ;  el  otro,  el  más  afortunado  de  los  tres,  ocupó 
el  primero  la  corte  del  Zipa  chibcha,  después  de  remontar  el  valle 
del  Magdalena  y  atravesar  tierras  de  Santander  y  Boyacá.  La 
historia  de  los  descubrimientos  geográficos  no  ofrece  hecho  tan 
curioso  como  este  del  encuentro  de  tres  conquistadores  en  el  cora- 
zón de  un  mundo,  tras  partir  de  tan  lejanos  puntos  y  con  tan  dis- 
tinto objeto. 

Y  decimos  corazón,  porque  cuando  se  verificó  el  descubrimien- 
to de  la  Sabana  y  se  fundó  á  Bogotá,  ya  se  había  dado  la  vuelta  al 
mundo  por  primera  vez,  descendido  el  Amazonas,  y  funcionaba  un 
gobierno  regular  en  las  recién  fundadas  ciudades  de  México  y  de 
Lima.  Es  este  cuasi  aislamiento  de  Bogotá  una  de  las  causas  que 
más  han  entrabado  el  progreso  material  del  país. 

La  fundación  de  Bogotá  y  la  creación  de  la  Presidencia  ter- 
minan el  período  de  la  conquista  y  empiezan  el  de  la  colonizacimy 
obra  grande  y  que  á  pesar  de  los  excesos  que  la  manchan,  será 
siempre  el  mayor  timbre  de  gloria  de  la  Nación  española.  No  lle- 
garon á  cien  mil  los  hijos  que  ella  envió  á  Colombia,  y  sin  embar- 
go, pocas  son  las  poblaciones — medio  centenar — fundadas  después 
de  la  Independencia.  Grande  es  la  raza  que  con  numero  tan  exi- 
guo ocupó  real  y  materialmente  tan  vasto  territorio,  y  de  tal  modo 
era  vigorosa,  que  sus  mestizos,  siglos  después,  no  presentan  ni  el 
más  ligero  signo  de  atavismo  hacia  la  raza  india,  y  en  el  país  no 
se  habla  sino  la  lengua  de  Castilla,  y  con  bastante  pureza.  Los 
montañeses  colombianos  son  pura  raza  blanca,  y  qué  raza  I  For- 
mada en  la  lucha,  con  un  suelo  que  exige  titanes  para  su  domina- 
ción, á  ninguna  pide  favor  cuanto  á  resistencia  para  el  trabajo  y  á 

Níteva  Geografía  de  Cohndña  TOMO  i — 3 


Nueva  Geografía  dr  Colombia 


dosis  de  inteligencia,  y  por  fortuna  inmen>a  para  la  Patria,  es  y 
será  raza  latina.  Hasta  ahora  no  la  ha  desvirtuado  la  inmigración, 
y  si  es  verdad  que  necesitamos  ésta  con  urfi;enc¡a,  quiera  Dios 
no  la  conozcamos  nunca  si  ha  de  presentarse  como  en  otros  países 
americanos,  la  Argentina  por  ejemplo. 

■Al  mismo  tiempo  que  FJspaña  f^anaba  tantos  nuevos  territo- 
rios para  el  Estado,  la  corona  de  Castilla,  para  darse  cuenta  de  su 
forma  y  de  los  recursos  que  encerraban,  imponía  á  gobernantes  y 
exploradores  la  respuesta  á  cuestionarios  precisos  sobre  la  geogra- 
fía del  pafs,  y  desde  iSgr  se  centralizó  en  Madrid  un  servicio  de  in- 
formaciones y  reconocimientos,  organizado  por  Juan  López  de  Ve- 
lasco,  quien  redactó,  divididoen  cincuenta  cuestiones,  un  formulario 
que  quedó  como  tipo  del  género.  De  una  manera  general  puede 
afirmarse  que  el  publico  no  conoció  sino  escasa  parte  de  esa  labor, 
porque  el  secreto  se  guardó  en  lo  referente  á  geografía  física  y 
estadística,  de  suerte  que  á  diario  se  sacan  de  los  archivos  penin- 
sulares documentos  con   relatos  más  exactos  y  completos,  sobre 


sooK' 

ola^  de  fm 

•,úe\ 

Siglo  XVI 

dieUlS'W 

d«Id 

Nueva  Geograitia.  jje  Coi,ombja 


II 


pomarcas  desiertas  del  país,  que  los  que  aquí,  poseyó  el  público 
de  los  dos  primeros  tercios  del  pasado  siglo ; ,  lo  cual  también  se 
explica  en  parte  por  la  exaltación  de  las  pasiones  que  dejó  en 
los  ánimos  la  sangrienta  y  larguísima  guerra  de  emancipación 
y  el  consiguiente  desdén  por  los  trabajos  españoles. 

Desde  mediados  del  mismo  siglo  xvi  los  españoles  conocían 
bastante  bien  nuestras  costas  no  menos  que  nuestras  cordilleras  y 
gjandes  hoyas  hidrográficas.  Y  ese  trabajo  siguió  aumentando 
en  calidad  y  cantidad;  á  las  Memorias  políticas  y  económicas  de 
Presidentes  y  Virreyes  se  unen  los  informes  de  ingenieros  y  em- 
pleados especiales  encargados  de  buscar  el  mejor  trazo  para 
las  vías  comerciales,  las  minas  más  ricas  ó  los  mejores  artículos 
de  exportación.  Corona  y  remate  del  edificio  son  las  comisiones  de 
costas,  de  límites  y  de  botánica,  y  las  misiones,  cuyos  trabajos 


Figura  9— Colombia  según  las  cartas  españolas  d  ^1  siglo  xvii 


I^  Nueva  Gecxjrafia  de  Colombia 


aún  asombran  y  conservan  hasta  la  fecha  importancia  decisiva,  en 
especial  para  la  geografía  del  centro  de  la  América  Meridional. 

A  pesar  de  la  carencia  de  buen  instrumental  los  trabajos  car- 
tográficos de  la  época  revistieron  marcada  exactitud,  de  tal  suerte 
que  los  errores  de  latitud  son  mínimos  y  los  de  longitud  no  exce- 
den de  un  grado;  y  en  los  atlas  y  cartas  publicados  hacia  la  mitad 
del  siglo  XVIII,  cuando  aiin  no  se  conocían  todos  los  contornos  de  la 
América  del  Norte — el  vacío  estaba  en  las  posesiones  inglesas, — 
ya  la  América  española  se  ve  delineada  con  notable  precisión. 

En  las  postrimerías  del  citado  siglo  aparece  en  nuestra  patria 
Francisco  José  de  Caldas^  el  ilustre  padre  de  la  Geodesia  colombia- 
na, y  con  él  principia  entre  nosotros  la  era  de  la  Geografía  cientí- 
fica, en  la  cual  lo  secundan  discípulos  aventajados.  Es  en  estos 
momentos  cuando  España  permite  que  Alejandro  Humboldi,  el  cé- 
lebre explorador  de  los  Andes  tropicales,  visite  sus  dominios  de 
América ;  y  su  magna  obra,  completada  luego  por  la  del  francés 
BoussingauUyes^dXróti  que  permite  apreciar  en  toda  su  valía  la  la- 
bor de  los  criollos,  que  se  aprestaban  á  proclamar  la  independen- 
cia y  á  fundar  la  República. 

El  estudio  de  la  patria  geografía  no  se  suspendió  con  la  san- 
grienta lucha;  antes  al  contrario,  las  necesidades  mismas  de  la 
guerra  obligaban  á  construir  cartas,  á  explorar  el  terreno  y  á  le- 
vantar itinerarios. 

Terminada  la  guerra,  decae  el  ramo,  conforme  lo  prueban 
las  publicaciones  cartográficas  de  la  época ;  pero  pronto  se  advier- 
te el  mal,  y  el  Gobierno  procura  remediarlo,  para  lo  cual  Tomáí  C. 
de  Mosquera^  Presidente  entonces  y  á  la  vez  geógrafo  y  General, 
obtiene  venga  al  país  Agustín  Codazzi,  ingeniero  italiano  que  aca- 
baba de  levantar  la  Carta  geográfica  de  Venezuela.  Codazzi  tra- 
baja como  un  Hércules  de  1849  ^  i^SS»  recorre  unos  20,000  kiló- 
metros de  vías  fluviales  y  terrestres  ;  toma  muchos  centenares  de 
cotas  y  calcula  varias  decenas  de  coordenadas.  \ja,  muerte  le  im- 
pide terminar  su  trabajo,  puesto  que  de  los  nueve  actuales  Depar- 
tamentos no  alcanzó  á  visitar  dos,  Bolívar  y  Magdalena  ;  pero  su 
obra  resultó  inmortal,  porque  aun  cuando  encierra  numerosos  erro- 
res, excusables  por  razones  obvias,  la  labor  del  eminente  ingenie- 
ro— cartas  y  memorias  geográficas — es  la  base  de  todo  lo  que  en 
Colombia  se  ha  hecho  después  en  estas  materias,  y  presenta  el 
primer  cuadro  aceptable  de  la  tierra  colombiana. 

Además  de  Codazzi,  otros  exploradores  extranjeros  han  visita- 
do nuestro  territorio,  pero  la  obra  que  ejecutaron  no  es  igual.  En- 
tre los  que  realmente  hicieron  progresar  nuestra  geografía,  debe- 
mos citar  á  Boussingauli  y  á  Retss  y  S/üdel,  que  exploran  los  Andes 
de  Cundinamarca  al  Ecuador  por  el  Tolima  y  el  Cauca;  á  HeUner, 
que  hace  lo  propio  de  Antioquia  á  la  frontera  venezolana  por  Cun- 
dinamarca, Boyacá  y  Santander ;  á  S/'trerSy  que  visita  la  región  de 
la  Sierra  Nevada  de  Santamaría  y  los  valles  de  Cúcuta ;  á  Grct/e, 
Shenck  y  S/ainAel,  que  recorren  los  Andes  antioqueños ;  á  los  dos 
Whí/e^  que  exploran  el  Chocó ;  á  Simonds,  que  levantó  por  cutnta 
del  Gobierno  las  cartas  corográficas  de  Bolívar  y  Magdalena ; 
Á,  CrevauXy  que  siguió  las  huellas  de  los  misioneros  peninsulares 
en  las  desiertas  comarcas  orientales;  á  Wiener ,  que  realizó  igual 


Nueva  Geografía  de  Golombia 


13 


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Figura  10 — I^  cuenca  dei  Sogamoso  y  el  Lebrija.  ( Restrepo,  1828) 

labor  más  al  Sur ;  á  los  geógrafos  brasileros  que  nos  han  hecho 
conocer  el  Amazonas  y  parte  de  sus  afluentes ;  á  Wesí  y  Gühert, 
que  estudian  el  Magdalena ;  á  las  comisiones  científicas  (Bonaparte 
Wyse)  de  la  empresa  del  Canal  interoceánico,  que  conquistaron 
para  la  ciencia  el  Darién  y  la  región  de  Chiriquí ;  á  los  ingenieros 
del  ferrocarril  intercontinental,  que  pasaron  su  nivel  de  la  fronte- 
ra del  Ecuador  á  Cartagena ;  á  los  dos  Redus  (Elisée  y  Armand), 
que  visitaron  la  Sierra  Nevada  y  el  Darién,  y,  en  fin,  á  los  marinos 
m^leses  que  delinean  de  manera  definitiva  el  trazo  del  litoial.  JEntr^ 


14  Ni' EVA  Geografía  de  Colombia 


los  que  sólo  recog-ieron  impresiones  y  redactaron  viajes  anecdó- 
ticos sin  verdadero  valor  científico  pero  útiles  para  la  geografía 
descriptiva,  están  Gaje,  el  Conde  de  Gabriac,  Vigne,  Safray,  An- 
drée,  Cermoise,  Strifleur,  Chanfanjon,  Brisson,  Monnier,  De  Bre- 
ttes,  D'Espagnat,  etc. 

A  estos  nombres  deben  unirse  los  de  muchos  notables  inge- 
nieros y  escritores  colombianos  y  extranjeros  que  han  recorrido 
territorio  ora  en  busca  de  minas,  ora  encargados  del  trazo  de  ca- 
minos, vías  navegables,  ferrocarriles  y  fronteras,  ora  en  los  Estados 
Mayores  de  ejércitos  en  campaña,  ora  levantando  planos  de  hacien^ 
das  y  tierras  baldías,  y  entre  ellos  Nieto  París,  González  Vásquez, 
Ferreira,  Ramos,  Sosa,  Liévano,  etc.  Tampoco  debemos  olvidar  á 
los  constructores  de  líneas  telegráficas,  quienes  materialmente  han 
medido  muchos  miles  de  kilómetros  de  caminos,  aun  cuando  por 
desgracia  no  siempre  con  exactitud. 

A  la  fecha  el  territorio  colombiano,  salvo  parte  de  la  mitad 
oriental,  aún  ocupada  por  indios  salvajes,  está  regularmente  habi- 
tado, organizado  y  dividido  en  secciones  políticas  administradas 
conforme  á  la  ley.  El  autor  de  la  presente  obra  solicitó  y  obtuvo 
del  Gobierno  en  dos  ocasiones  (en  1886  y  1895)  orden  y  apoyo 
eficaz  para  verificar  simultáneamente  en  todo  el  país  un  trabajo 
de  cuestionario  análogo  al  empleado  por  los  españoles,  el  cual  dio 
resultado  completamente  satisfactorio :  millares  de  empleados, 
entre  ellos  personas  doctas  y  conocedoras  del  terreno  en  que  vi- 
vían, elaboraron  detallados  informes,  previa  consulta  de  los  respec- 
tivos archivos,  que  unos  con  otros  se  comprueban  y  han  hecho  in- 
mensa luz  sobre  la  topografía  de  la  República. 

La  enorme  suma  de  los  trabajos  é  informes  citados  y  la  de  los 
recogidos  en  los  archivos  de  los  Ministerios  de  Estado,  constituyen 
la  trama  y  armazón  de  la  presente  Geografía,  que  en  la  parte  re- 
ferente al  centro  del  país  ha  sido  rectificada  por  el  autor  en  lar- 
gas correrías  en  que  siempre  buscó  en  primer  término  llenar  los 
vacíos  que  resultaban  en  los  documentos  enumerados.  De  una 
vez  por  todas  quede  advertido  que  no  haremos  citas  de  la  obra  de 
Codazzi  sino  en  determinados  casos,  porque  la  base  de  nuestro 
trabajo  es  su  obra,  que  íntegra  queda  incluida  en  estas  páginas ; 
pero  ho  la  obra  publicada  por  otros  quitando  el  nombre  de  su 
autor  y  compilada  sin  criterio  científico  y  sin  conocimiento  de  las 
leyes  de  la  Cartografía,  y  llena  de  errores  de  que  no  es  responsa- 
ble el  malogrado  geógrafo,  sino  la  obra  original  sometida  á  la 
crítica  racional  que  el  mismo  ingeniero  habría  empleado  para 
fundirla  en  un  solo  cuerpo  si  la  muerte  no  le  hubiera  impedido 
darle  la  última  mano,  puesto  que  él  escribió  la  geografía  del  país 
por  provincias  que  después  se  reunieron  en  secciones  territoriales  de 
mayor  magnitud.  Cuanto  al  método  y  plan  seguidos,  se  inspiran  en 
los  trabajos  de  los  grandes  geógrafos  franceses  Onesime  y  Elisée 
Reclus,  quienes,  los  primeros,  estudiaron  la  tierra  de  un  modo  ver- 
daderamente científico,  racional  é  inteligente ;  por  ellos  la  geografía 
no  es  hoy  mera  lista  de  nombres  y  guarismos,  ó  nimiedades  sobre 
climas,  costumbres  y  poblaciones,  ó  relatos  inverosímiles  de  viajes, 
sino  cuadro  completo  y  armónico  de  cada  país  y  de  la  obra  de  sus 
habitantes, 


Ni'EVA  Geografía  de  Colombia 


Las  demás  fuentes  y  documentos  consultados,  en  especial  en 
la  Cartografía,  se  indican  en  cada  caso,  pero  conviene  desde  aho- 
ra señalar  en  sus  grandes  tineamientos,  cdmo  hemos  formado  el 
cañamaso  que  ha  servido  de  pauta  para  escribir  esta  Nueva  Geo- 
grafía de  Colombia.  Hemos  considerado  y  tomado  como  base  las 
cartas  hidrográficas  del  Almirantazgo  inglés,  hoy  casi  perfectas, 
y  que  abarcan  el  litoral  de  la  Repiiblica  en  ambos  mares,  con  coor- 
denadas referidas  al  Observatorio  de  Greenwich,  A  esta  base  se 
enlaza  la  carta  del  río  Magdalena  en  su  parte  navegable,  6  sea 
de  la  boca  á  Neiva,  fijando  la  posicitín'de  los  lugares  ribereños,  y 
á  la  fecha  también  muy  correcta  por  la  manera  como  ha  sido  tra- 


1 6  NüKVA  Geografía  de  Colombia 


bajada.  A  su  turno,  esta  g-ig-antesca  línea  de  trescientas  leg"uas,  se 
enlaza  con  Cartagena,  Santamaría,  Medellín,  Ocaña,  Bucara- 
manga,  Ibag"ué  y  Bogotá,  por  estudios  detallados  para  proyec- 
tar ó  construir  ferrocarriles  y  carreteras :  la  capital  ha  sido  así 
enlazada  al  río  por  las  vías  de  Carare,  Guarumo,  Honda,  Cambao, 
Girardot  y  Fusagasugá.  De  igual  suerte  están  unidos  Ibagué  á 
Cartago,  Buenaventura  á  Medellín,  Cücuta  con  Tamalameque, 
Ipiales  con  Cartagena,  Tüquerres  con  Barbacoas,  Popayán  con  el 
Micay,  Medellín  con  el  Atrato,  Bogotá  con  el  Meta,  Purificación 
con  el  Guaviare,  etc.  etc.,  rectificados  además  estos  datos  con  el 
cálculo  repetido  de  las  respectivas  coordenadas  geográficas.  La 
red  así  formada  se  completa  y  verifica  á  su  vez  por  medio  de 
todos  los  demás  documentos  atrás  indicados,  con  lo  cual  la  obra 
final  resulta  de  una  precisión  que  no  puede  ser  superada  sino 
el  día  ea  que  se  proceda  á  levantar  metódicamente  la  carta  geo- 
désica del  país. 

Y  como  esta  obra  pretende  alcanzar  el  carácter  de  definitiva 
en  sus  líneas  fundamentales ;  como  el  suelo  impone  sello  indele- 
ble á  las  naciones  que  soporta,  y  Colombia  pertenece  al  grupo 
de  los  terrenos  de  contraste,  en  los  que  netamente  acusada  apa- 
rece la  oposición  entre  el  llano  y  la  montaña  y  ambos  se  pre- 
sentan con  caracteres  colosales  y  complejos,  para  aspirar  al  fin 
indicado,  para  imponer  al  lector  los  conceptos  sentados  en  estas 
páginas,  preciso  es  comenzar  por  la  exposición  de  los  datos  en  que 
se  basan,  en  especial  respecto  de  altitudes  y  distancias,  dejando 
para  terminar  el  libro  la  discusión  de  las  coordenadas  preferidas  en 
cada  caso. 

En  efecto,  dadas  las  condiciones  del  país  y  su  estado  presen- 
te, el  porvenir  del  pueblo  está  en  las  industrias  extractivas,  en  los 
tesoros  incalculables  que  guardan  nuestros  bosques  ó  encierran  en 
su  seno  nuestras  montañas. 

"  En  ninguna  parte  el  profundo  conocimiento  del  terreno  y 
de  su  explotación  será  más  ütil,  porque  la  posición  geográfica  de 
Colombia  es  excepcional  y  la  convierte  en  piedra  angular  de  las 
Repúblicas  latinas  del  continente.  Durante  la  guerra  de  la  inde- 
pendencia sudamericana,  esa  posición  le  dio  un  valor  estratégico 
de  primer  orden,  y  al  presente  y  en  el  futuro  le  asegura  un  papel 
esencial,  como  sitio  de  paso  entre  los  dos  océanos  y  las  comarcas 
que  éstos  bañan.  La  naturaleza  no  ha  abierto  sino  un  estrecho  de 
un  mar  al  otro  en  el  extremo  meridional  del  continente,  pero  antes 
que  Magalhaes  (Magallanes),  Niíñez  de  Balboa  había  demostra- 
do ya  que  la  conquista — y  por  consiguiente  el  comercio  y  la  civi- 
lización— podía  crearse  otras  vías  interoceánicas  allí  mismo  donde 
Colón  buscara  su  paso  hacia  el  Asia...."  *.  Es  decir,  Colombia 
guarda  la  promesa  de  ser  tarde  ó  temprano  uno  de  los  grandes 
.caminos  del  mundo  entre  el  Oriente  y  el  Occidente,  y  el  único  te- 
rrestre posible  entre  el  Norte  y  el  Sur  del  Nuevo  Continente. 

"  Como  país  de  asiento  para  los  colonos  de  toda  raza,  el  te- 
rritorio de  Colombia  presenta  ventajas   excepcionales.  Del  mar  á 


E,  Reclus.  Nom>elle geograpkie unwerselle.  Colombie.  Vol.  xviii,  pág.  223. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  17 


la  cumbre  de  las  montañas  ofrece  el  regular  escalonamiento  de 
todos  los  climas :  calor,  temperatura  moderada,  frío,  combinados 
segTÍn  la  exposición,  con  diversos  grados  de  sequía  ó  humedad  ; 
pero  en  tanto  que  en  otras  Repüblicas  de  América  el  paso  de  cli- 
ma á  clima  se  hace  bruscamente  y  como  de  un  salto  de  la  tierra 
ardiente  á  la  tierra  fría,  y  que  la  zona  templada,  la  más  favorable 
al  hombre  y  á  sus  cultivos,  está  representada  por  estrechas  fajas 
de  territorio, — Colombia,  singularmente  privilegiada,  prolonga  sus 
montes  y  antemontes  á  gran  distancia  del  núcleo  central,  y  las  re- 
giones cuyo  clima  puede  compararse  al  de  la  Europa  occidental 
por  la  temperatura,  ocupan  una  extensión  considerable,  bastante 
crecida  para  sustentar  los  habitantes  por  decenas  de  millones.  Con 
excepción  del  grupo  montañoso  de  Santamarta,  las  serranías  co- 
lombianas se  ramifican  de  tal  modo,  en  abanico,  hacia  el  N.  y  el 
NE.,  que  encierran  tierras  de  labor  en  todos  los  escalones,  bajo 
todas  las  latitudes  de  la  comarca."  "Colombia  estaría,  pues,  lista 
para  recibir  inmigrantes  por  millones,  si  tuviera  caminos  accesi- 
bles del  mar  hacia  las  zonas  desiertas  ó  apenas  pobladas  de  las 
áreas  templada  y  fría  ;  pero  hasta  la  fecha  Colombia  ha  tenido  la 
suerte  de  crecer  en  población  y  desarrollar  sus  recursos  mucho 
más  por  su  propio  fondo  que  por  el  auxilio  de  los  extranjeros  '*  f. 
De  autoridad  indiscutible  son  en  el  campo  geográfico  las  líneas 
anteriores,  y  como  es  llegado  el  tiempo  de  que  sin  peligro  para 
la  nacionalidad  vengan  á  Colombia  brazos  y  capitales  extranjeros 
que  nos  ayuden  á  explotar  los  ricos  veneros  de  nuestro  suelo,  en 
lo  cual  hallarían  provecho,  para  ellos  acumulamos  las  pruebas,  á 
fin  de  que  puedan  formarse  idea  correcta  tanto  de  las  facilidades 
y  ventajas,  como  de  las  dificultades  y  tropiezos — menores  éstos — 
que  á  sus  empresas  presentaría  el  territorio,  y  por  ende  para  que 
se  den  cuenta  exacta  de  que  es  factible  vencer  las  segundas  y 
aprovechar  las  otras. 


Altimetria  colombiana  * 

I)  ÉPOCAS  DE  LA  COLONIA  V  DE  LA  EMANCIPACIÓN 

CALDAS  (colombiano),  I79O-I8IO 

Pasto 2605          Sotará  (volcán) 4538 

Río  Guachicono   camino  alto)     2237  Sierra  nevada  de  los  Coconu- 

—         (valle  del  Patía) 682              eos  (altura  media) 4932 

Iji  Herradura 701          Puracé  (nevado) 5184 

El    Bordo 900            —         cráter  viejo 4450 

Llano  del  Patía 653  Huila  (volcán  nevado). ..5524  -  5457 

Hatofrío 2031          Páramo  del  Quindío 3360 

Popayán 1770          El  Incií-nsal 2417 

Chirivío 2120          El  Tolima  (volcán  nevado)....  5618 

Poblazón 2301          — límite  inferior  de  la  nieve.  4807 

Mah^azá 3040         El  Ruiz  (nevado) 5595 


t  E.  Reclus.  Op.  cit. 

•  Véase  lo  dicho  en  la  advertencia  preliminar, 


Nueva  Geografía  de  Coi.oübia 


La  Bolsa 978 

Cali S96 

Caitago 950 

Antioqula 610 

Medeltín 1*89 

La  Plata        iiBS 

Carnicerías 1103 

Neiva 498 

Ibagué 1308 


Honda tai 

Guaduas 1148 

Bogotá 2635 -2650 

Cerro  de  Guadalupe 3364 

Tunja 3780 

ramplona 1340 


Figura 


la  obra  gfOf;r,iliti  do  Caldas. — Escala 
T.>  ílu  León,  fi°\\'.  de  ( írtenivich 


HUMBOi.m  (alemán),  1799-1804 


Siena  de  SBntamarta....546o-585o 

Cartagena 7 

Mompós  [río  Magdalena) 138 

TamalamequF    (id.) 136 

Morales              (id.) 137 

Garrapatas         (id.) 156 

Guarumo            (id.) 199 

Honda               (íd.) 383 

La*  Cruces 800 

Salto  del  Fraile 1200 

Alto  del  Sargenlü 1679 

Guaduas 1149 

AUodel  Trigo (sic).  1350 

Cune ijoo 

VUleta 1085 


Alio  de  Mave 1500 

Guayabal i6c» 

Alto  de  Gaseas I77o 

¥.1  Aserradero 2500 

t:i  Roble 2763 

Facalativá 2600 

Uogolá. a66i 

Ceirode  Guadalupe 3^9° 

—    Monietrale 3160 

Soacha 2690 

I'uenagrande 2630 

l'ár.imo  San  Fortunato 2890 

Fusasasugá 1830 

l'uenle  de  I'andi 890 

Pandi 1019 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Figura  13 — Fragmcnlu  de  ia  carta  de  Colombia  por  Humboldl. 
Kscala;  12.500.000,  meridiano  de  París. 


Pinmoade  Sumapaz 3500-3900 

FiramodeCbingua 3350 

LUno*  d«l  M«U 400 

Pore a59 

Mozo 930 

VélM 2196 

TuBJa 2S54 

S<^inoso 2574 

PáiaiDO  de  Chita  (Güicin) 4875 

—  del  Almorzadero 3919 

—  de  Cicota 3350 

?iraplona 2432 

CúcDta 407 

Ncítb 5ío 

Suita  Rosa  de  Osos 2773 

Aniioquia 546 


Mariquita 92° 

Sanlana 780 

Ibagué 1370 

La  Palmita 319S 

Tochí 204a 

Volcancitos 319a 

Paso  del  Quin dio 3504 

Pantano  de  Vargas  (al  pie  del 

Tolima)., 367a 

Azufral  de  San  Juan  (lU) ...  4119 
Tdlima,  límite  inferior  de  la 

nieve 4785 

Tolima.  cumbre S494-5584 

El  Inciensal 2413 

líoqui» 1793 

Cartago 964 

Rio  Cauca  (id.) I77 

San  Pedro 916 

Rio  Cauca  {Buga) 901 

.Santander llSji 


20 


NiTEVA  Geografía  de  Colombia 


Rio  Piendamó 1972 

Popayán 1772 

Puracé,  cráter  viejo 4412 

—  limite  del  pajonal....  3418 

—  id.      del  bosque 1851 

—  pueblo 2643 

Cascada  del  Vinagre 2670 

Alto  de  Quilcacé 1949 

Río  de  Quilcacé 1126 

Dolores 1380 

Río  Esmita 1169 

Río  Guach  icono 939 

La  Ascensión 2034 

La  Vega 2225 

Cerro  Socoboní 2450 

^ansitará 2900 

Páramo  Pisatumba 3061 

Páramo  de  Almaguer 3305 

Almaguer 2268 

Páramo  Achupal las 3109 

Río  Jayo 2179 


Alto  de  Puruguay 2869 

La  Erre 2286 

Río  Janacatií 1504 

El  Tablón...  ..^ 2101 

Río  Juanambú (sic)  1504 

Buesaco 1900 

Meneses 2600 

Alto  de  Aranda 3098 

Pasto 2615 

Taindala 2713 

Río  Guáitara 1664 

Chillanquer 2713 

CJuachucal 3141 

Nevado  deCayambe 5954 

Maipurcs 182 

Yavila 323 


Tüniei)anda  (río  Amazonas) .       y,o 


RESTREPO  (colombiano),    I794-I8O2 


Antioquia 551 

San  Jerónimo 739 

Amaga 1370 

Titiribí 1152 

Santa  Rosa 2589 

Nacimiento  del  Nechi 2837 

San  Pedro 2326 

Don  Matías 2163 

Carolina 1835 

Angostura 1659 

Yarumal 2215 

Medellín 1496 

Envigado 1597 


Estrella 1721 

San  Cristóbal 1826 

Hatoviejo 1467 

Cupacabana 1491 

Barbosa ^339 

Rioncgro 2122 

San  Antonio 2123 

El  Peñol 1906 

Marinilla 2083 

Canoas 7^4 

Juntas  de  Nare 247 

Boca  del  Nare ...  2ix 


BOUSSINGAILT  (FRANCKs),   I82O-27 


Tusa 2943 

Tulcán 3019 

Cumbal  (pueblo) 3219 

Cumbal  (volcán  nevado) 4761 

Túquerres 3107 

Laguna  Verde 3908 

Muequisa  (Yacuanqucr) 2701 

Pasto 2616  ó  2610 

Volcán  Galera 4100 

Pandiaco 2571 

Meneses 2508 

Ortega 1836 

Río  juanambú 1179 

La  Cañada 1517 

Berruecos 1789 

Sombrerillos 1271 

Dolores 1520 

LaMojarra 1018 

El  Bordo loii 


Al  maguer 2260 

Popayán 1808 

Puracé 2651 

Sotará 2256 

Paispamba 2634 

Troja  del  Cura  (Puracé) 2651 

Malvasá 3040 

Puracc  (volcán)  (azufral) 4259 

—       cima 5184 

Cocón  uco 2500 

El  Cabuyo i637 

El  Palo mi 

Carache 11 77 

Llanogrande(Palmira) 1085 

Buga 985 

Roldanillo 958 

Toro 989 

Anscrmanuevo 1050 

Anscrmaviejo 1788 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


21 


Quínchía 1776 

Aaserma 1341 

Supia 1225 

El  Rodeo  (colina) 1341 

—    ceiro 1709 

Riosucio 1818 

Marmato 1426 

Mandura 1427 

Arma 1418 

Agaadas 2198 

Sonsón 2538  ó  2535 

Páramo  de  id 3212 

Medellín 1547 

Santa  Rosa  de  Osos 2579 

Estrella 1721 

Antioquia 629 

Nóvita 180 

La  Haguita 465 

Alto  Mombü 583 

La  Horqueta 735 

Chamí 901 

La  Plata 1048 

Neiva 5'9 

Cartago 979  ó  9^5 

El  Moral 2033 

Tapias 2003 

Toche 1955 

Ibagué 1328Ó  1323 

Pantano  de  Vargas 3672 

Azufral  del  Tolima 1917 

Id.     (otro) 2300 

Id.  de  San  Juan 4119 

Limite  inferior  de  la  nieve  en 

el  Tolima 4700 

—    de   las  heleras 435^ 

Tolima  (un  dato) más  de  4900 

Id.     (otro  id.) 5500 

Hcrve 3167 

Alto  Salado 3426 

El  Cedrito  (Hcrvé ) 2001 

Perillo  id 1530 

Gaadualejo  id 1756 

Mariquita 54^ 

Honda 208 

Guaduas 1022 


Villeta 839 

Tocaima 393 

Anapoima 750 

Bogotá 2640  ó  2641 

Guadalupe  (cerro) 3304 

Chipaque 2440 

Cáqucza I740 

Buenavista 1301 

Apiai 320 

Giramena 216 

San  Martín 432 

Zipaquirá 2650 

Ubatc 2562 

Chiquinquirá .2597 

Socorro 7°^ 

Sesquilé 2850 

Chocontá 2760 

Albarracín 2980 

Tunja 2810 

Sogamoso 2570 

Labranzagrande 1 160 

Cbamizal 2991 

San  José 2778 

Paipa 2550 

Santa  Rosa 2774 

Cerinza 2670 

Sativa  Norte 2410 

Soatá , 2019 

Uvita 2435 

Chita 2976  ó  2970 

Páramo  de  id 3670 

Laguna  Tecuquita  id 3600 

Alto  del  Salado  id 3426 

La  Baja 2353-2654 

Vetas 3218  ó  3254 

Páramo  Rico 3800 

—       San  Urbano 3937 

Alto  Barómetro  (?) 395° 

La  Montuosa 2454  ó  2654 

Pamplona 2311 

Barrancanueva  (río  Magdale- 
na)   42 

Santamarta o 


MONTENEGRO   (VENEZOLANO)    * 


Nevado  Cayartbe    5720 

Talcin 2952 

Mesa  de  Túquerres  (promedio)  2947 

Pasto '...  2414 

Popayán 1600 

Cuchilla  de  los  Robles 1817 

Sierra  de  los  Coconucos 473^ 

Sotará 444^ 

Puracc  (nevado) 4800 


Puracc  (laguna  más  alta)  -  ... 

—  baja   •-.. 

•  —         origen  del  Vinagre... 

—  Llano  de  corazón 

——        pueblo***- ••.«••■ 

Origen  del  Cauca 

Origen  del  Magdalena 

Páramo  de  Guanacas  (paso)... 

—  (cumbre) 


45" 
4187 

3"7 
2590 

2529 

4200 

3649 
3290 

4440 


•  Insertos  en  su  Geografía  Moderna.  1834. 


22 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Nevado  Huila 5457 

—  de  Barragán 4744 

—  Tolima 5587 

Cali  932 

Buga                                     ...  929 

Cíirtago 913 

Medeliín 1414 

Antioquia 520 

—        río  Cauca 498 

Valle  de  los  Oses , 2425 

Fuentes  del  Nare 1925 

Canoas 666 

Nare 187 

Alto  del  Viento  ( Abibe) 2798 

Valle  alto  del  Magdalena..  ..  1680 

Neiva..              497 


Ibagué ..  1309 

Honda 222 

Alto  del  Sargento 1604 

Valle  alto  del  ^  Fusagasugá...  1792 

La  Mesa 1232 

Bogotá , 2522 

Páramo  de  Chingasa 3564 

Tunja 2616 

Chita  (nevrfdo) 405 

Para  II  i  o  del  Almorzadero 3652 

—  de  Cácota 3173 

Turbacü 262 

Sierra   de  Sant^« marta  (neva- 
do)...—pico  más  alto 5309 

—  pico  más  bajo 5125 


LEV  Y    (erantes),   I84O 


Santamarta : o 

Mompós 37 

Morales 57 

Nare 162 

Buenavista 168 

Bodega  de  Bogotá 186 

Honda 221 

Alto  del  Sargenta 1373 


Guaduas 995 

Alto  del  Trigo 1943 

Villeta 837 

Alto  de  Gaseas 1246 

—    del  Roble 2768 

Facatativá 2630 

Bogotá 2644 


-\costa  (colombiano) 
Sepulturas 2627 


MOSQUERA  (colombiano),    1832-I85O 


Sabanilla  (pucriu) o 

Sierra  de  Santamarta 7926 

Ba  rranquilla 25 

—  río  Magdalena  (id.) (?)  19 

Remolino 28 

Plato 30 

Boca  de  Tacaioa 39 

Mompós ^. 39 

Puerto  de  Ocana 63 

Badillo 69 

San  Pablo 92 

Chucurí III 

San  Bartolomé 137 

Garrapatas 140 

Angostura  deCarare 141 

Nare 154 

Buenavista 165 

Guarumo 177 

Conejo 182 

Hoada 219 

Bodega  de  Bogotá 188 

Alto  del  Sargento 1401 

Guaduas 1008 

Alto  del  Trigo 1871 

Villeta 79X 


El  í:scobal 1856 

Muchal 1371 

Facatativá 2590 

Bogotá 2644 

Monserrate  (cerro) 3^34 

Chita  (nevado) 5983 

Barroblanco 2740 

La  Mesa 1445 

Anapoima S94 

Juntas 581 

Peñón  de  Tocaima 581 

Agua  de  Dios 55^ 

Rio  Fusagasugá 494 

Limonal 594 

Batatas 531 

Chirilo 514 

Ilaico 608 

Guaguareo 560 

Natagaima 5S7 

Río  Pata 627 

Ncira 768 

»-  río  Magdalena 7^5 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


«3 


Almoizadero 

Retiro 

Iquira 

Rio  id 

Carnicerías 

La  Plata 

Pático 

Inzá 

Páramo  de  Guanacas 

Mal  vasa 

Popayán 

Puracé  (nevado) - 

—  cráter  antiguo 

—  límite  del  bosque 

—  de  las  plantas 

—  de  las  arenas 

Alto  del  Placer 

San  Isidro 

Carpintero 

Rio  Vinagre 

Hatoviejo 

Paletará  (llanos  altos) 

Puracé 

Coconuco 

Poblazón 

Sachacoco 

Chirívio 

Sotará (sic) 

Páramo  de  las  Papas 


Rio  Blanco 

—  Palacé 

Cofre. 

Cajibío 

Id.  (arroyo) 

Rio  Piendamó 

Alto  id • 

Casa  de  N.  Paz 

Corrales 

Matarredonda 

Almorzadero 

Alto  de  Agauche 

Rio  de  Ovejas 

Alto  de  San  Ignacio.... 

—  —    Gregorio.. 

San  Ignacio 

RíoTeU 

Knsolvado 

Alto  Piendamó 

—  Izquierdo 

La  Teta 

Río  Teta 

Quebrada  San  Miguel- 

Rio  Cauca.  ..^ 

Alto  Las  Canas 

Rio  id .^ 

Llano  de  Cañaverales- 

Río  Claro 

Jamundí 

Rio  id 

Alto  de  la  Viga 

Quebrada  Cañasgordas. 


1061 
1119 
1318 
1068 
1103 
1288 
1380 
1750 

3635 
3038 
1771 
5000 

4432 
3418 
4100 
4412 
1900 
2196 
2271 

2143 
2634 
3600 

2642 
2360 
2301 
1800 
2120 
4850 

4350 


842 
778 
778 

936 

901 

661 

2001 

959 

857 
802 

769 

669 

217 

535 
501 

447 

399 
462 

588 

601 

360 

185 
112 

104 

133 
098 
050 
046 
058 
052 

139 
065 


Quebrada  Meléndez 

—         Cañaverales 

Cali.... 

—  río  Cauca 

—  cerros  (al  W.) 

Santa  Rosa ,.•• 

Primer  alto  de  San   Antonio.. 

Segundo  id  

Hacienda  id 

Alto  de  Lis  Cruces 

Tocotá 

Alto  de  Platanales 

Río  Dagua 

Dagua 

Alto  de  las  Hojas 

Quebrada  Naranjo 

Quebrada  Jiménez 

Alto  Cañasgordas 

La  Puerta 

Juptas 

Sal  tico 

La  Bodega 

La  Cruz 

Buenaventura 


Buga , 

Frisóles 

Río  Cauca 

La  Bolsa  (id.) 

Matarredonda 

Cuchilla  del  Roble I754 

Timbío 

Quilcacé 

Río  Guachicono 

Castigo 

Boca  del  Guáitara 

Berruecos 

Volcán  Galera 

Los  Ajos ,. 

Tambores 

Yacuanquer 

Río  Guáitara 

Cuarchú 

Túquerres , 

Sapuyes 

Pupiales 

Pastas 

Carlosama 

Cumbal  (nevado),  cima 

Id.  (límite  inferior  de  la  nieve) 

Chiles  (nevado),  cima 

Id.  (páramo) 

Río  Carchi  (Cuaspud) .. 


1033 
1055 

1078 

999 
2000 

1095 
1771 
1814 
1792 
2247 

1535 
1216 

1094 

1028 

1302 

1062 

952 

11*56 

778 

388 

273 
141 

49 
o 


1000 
1025 
901 
1020 
1089 
1949 

1799 
1 126 

930 
680 

600 
2615 
4100 
3000 
3100 
2616 
1664 
2650 
3038 
3125 
3150 
3100 
3100 
4890 
4500 
4830 

4347 
3083 
3070 


Planicie  de  Túquerres  ...3020 — 3146 
Planicie  Rionegro(Antioquia)     2085 
Mesas  de  la  Cordillera  orien- 
tal   2,600—2730 

Río  Cauca  en  Buga 901 

—  —      en  Cartago 877 

—  —      en  Autioquia 544 

—  -^     boca    •  .•        39 


24 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


SEGUNDA  ÉPOCA  — LA  COMISIÓN  COROGRAFICA 

c 

ÜODAZZI    (italiano),     1 849- 1  859 


A  J    PANAMÁ  Y  DA  ríen 

Serranía  de  Panami 

(\V.  á  E.} 

Cerro  Picacho 

Volcán  de  Chiriquí 

Cerro  de  la  Horqueta 

Cumbre  Playi  ta 

Cerro  Hornitos 

Cerro  Santiago 

Serranía  de  Tabasará 

Cerro  del  Cobre 

Pico  Calabébora 

Alto  de  La  Cruz 

Cerro  Santa  María 

—  Baltasar 

—  Negro 

—  Tasajera 

Serranía  de  Coclé 

Cerro  Escobar 

—  Tuabre 

—  del  Valle 

—  Picacho 

—  Grande 

Sierra  Capira 

Cerro  Potrero 

Cerro  Trinidad 

Depresión 

Cerro  Campana 

—  Gordo 

Cdmino  de  la  Chorrera 

—  del  Arrayán 

Cerrogordo  (otro) 

Camino  de  la  Gorgona 

—  de  Cruces 

—  de  Panamá 

—  del  Peñón 

—  de  Chilibre 

Cabeceras  del  Chilibre 

Cordillera  de  Pacora 

Nudo  de  la  Serranía 

Cabeceras  del  Mandinga 

Cabeceras  del  Limón 

—  delCedros 

Pico  Cartí 

—  Alto  Alicate 

Camino  de  la  Concepción 

Cabeceras  de   Chucunaque.... 

Serranía  de  Arquiatí 

Pico  Putrigandi 

—  Kavagandí 

—  Mortí 

Cerro  de  Sasardí 

Camino  de  id 

Los  Picachos 

Cabeceras  del  Anglasenica.... 


2150 

1975 
2000 

1600 

1800 

19CX5 

1200 

1285 

1400 

1300 

1406 

1395 
13ÍX) 

1000 

I  OCX) 

950 

500 

1050 

850 

900 

750 

800 

750 

310 

220 

273 

lio 

90 

210 
88 
90 
150 
180 
100 
200 
400 
470 
609 
680 
580 
700 
800 
600 

395 
600 

790 

710 

300 

300 

152 

408 

591 


Camino  de  id 

—  Sucubtí 

Trespicus 

Pico  de  Carcto 

Camino  de  id 

Cerro   Ciandi 

—  Puní) 

Sierra  Macarguí  ó  Chagargún 

—  Mili 


274 
270 
400 
710 
500 
700 
750 
800 
600 


Serrauid  tiel  Dariin  (Niquequia) 

Cumbre  general 1 200—  1800 

Depresiones 600  -  lOOO 

Altos  de  Aspave 600 

Ramales  de  Portobeh  (N.) 


Cabeceras  del  Culatas  (Man< 
dinga^ 

—  del  Pequení 

Cerro  (¡ranloma 

—  Sajino 

—  Nombre  de  Dios 

Camino  de  Portobelo 

Pico  de  la  Campana 

Cerro  Capiro 

Algarrobo  

Sierra  Llorona 

Cerro  del  Gigante 


510 
600 
700 
750 
800 
665 
500 
400 
400 
460 

690 


Ramales  del  Chueunaque  (S.) 


Pico  Columna 300 

Sicrri»  Mangué 250 

—  Canaza 150 

Arrastradero  del  Chucunaque  95 

—  del  Lara 45 

Cerro  Tichiché 80 

Ramal  del  Tuira  (Darién)  (S.) 


Serranía  del  Sapo 300 

7X30 


Cerro  Garachine 


Ramales  de  Chame  {^."S 


Cerro  Silla.... 
Vallegrande.. 

Vallechico 

Cerro  Chame. 


Ramales  de  Azuero  (S.) 


Cerro  Tute 

—  Sapo 

—  del  Macho. 


670 
600 
800 
300 


1575 
1270 

1000 


Nt'EVA  Geografía  de  Colombia 


25 


Cerro  San  Pablo 700 

—  PcñadeCrislo 785 

Banco  de  la  Galera 120 

Llano  de  Canaza 150 

Loma  de  San  Juan 193 

Cerro  Tijera 465 

—  Nuco 800 

—  La  Peña 790 

—  Lal^oma 700 

—  Guanico 750 

—  Quema 800 

—  Canajagua 935 

—  Loma  Amarilla, 850 

—  Tibuco 820 

—  Grande 900 

—  Plata • 200 

—  Bocacandela 500 

Cenoensillada 220 

Ramalee  Palmas  (S.) 

Alto  Los  Chorros 500 

Cerro  Tambor 650 

Picos  de  Ltri 600 

Ramales  de  Chiriqui  ( S.) 

Cerroviejo 9CX) 

—  Cavíbora 1000 

—  Tole 560 

Alto  Bujío 700 

Cerro  Jobo 460 

—  Culantro 900 

—  Chorcha looo 

—  Barranquito 800 

Serranía  de  las  Cruces 1 250 

Cerroi  de  Burica 6.0 

PMu'üfMes  de  la  vertietUe  Sur  (\V.  á  E.) 

Boquerón 60 

Alanje 38 

San  Pablo 40 

l>avid 35 

Dolega 120 

Gualaca 200 

San  Ix>renzu 43 

San    Kclix 80 

Remedios ....  65 

Tole 292 

Palmas 267 

Soná 20 

Caóaza 130 

La  Mesa 193 

Rio  de  Jesús 28 

Montijo 75 

Ponu¿i 84 

Calobre 150 

Mieva  Geogtafia  de  Colombia 


San  Francisco 67 

Santa  María 30 

Santiago 105 

Atalaya loO 

Ocú 108 

Parita 75 

Pesé ,..,, 7^ 

l^s  Santos 24 

Minas 334 

Macaraca 75 

Las  Tablas 35 

l'ocrí 15 

Pedasí 18 

Ola 90 

Pintada 95 

Penonomé 84 

Nata 27 

Aguadulce 18 

Antón 38 

San  Carlos 18 

Chame 27 

Capira 107 

Chorrera 59 

Arrayán 118 

Panamá 00 

Taboga 00 

Pacora 50 

Chepo 60 

San  Miguel 00 

Saboga 00 

Vavisa 10 

Chapigana 00 

Poblaciones  de  la  vertiente  Norte 


l$ocas  del  Toro. 

Mineral , 

Belén 

Chagres.. ,, 

Gaíún... ,. 

Gorgona ". , 

Cruces ,... 

Pojtübelo 

Palenque.... 


Serranía  de  Bando  (N.  S.) 

Altos  de  Aspave 

Altitud  media,  máxima.. 900  á 

—  mínima 300  á 

Cerro  Haüdó  (ramal  W.) 

—         —      (ramal  E ) 

Cabt)  Corrientes 

Istmo  de  San   Pablo 

—  de  Napipí  ó  Cupica  ... 

—  Becordó 

—  Suruco 

—  Torredó 

—  Pato 

—  Munguidó 

Paso  de  Caguchó 

—  del  Buey 

—  de  Bojayá 

—  Chintadó 

TOMO  1—3 


00 
250 
00 
00 
10 
76 
78 
00 
00 


600 
icoo 

500 

800 
I8I6 

lOCO 
IlO 

152 

100 

1 20 
40O 
600 

600 

8co 

1000 

1000 

1250 


26 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Paso  de  Jurado 1250 

Camino  de  id 152 

Poblaciotíes  en  los  flancos  de  Raudo 

Baudó(W.) 9 

No¿nama(£.)    12 

Tebada  (Id.) 24 

B)   CORDILLERA  DEL  CHOCÓ 

(Cumbre :  N.  á  S  ) 

Morro  C-iigurrodó 2000 

Paramillo  centella  ó  Alto  del 

Viento 3390 

Alto  del  Tajo 2568 

Morro  Gacho 2600 

Alto  Alegría -.- 2920 

Cerro  Horqueta 2850 

PAramo  del  Frontino 3400 

Cerro  San  José 7f>^S 

San  Matoo 2950 

Cerro  Plateado 2980 

Quiebra  del  Toro 2 1 73 

Farallones  del  Citará ,...  3300 

Cerro  Caramanta 3100 

Paramillo 2527 

Cerro  Tata  má 3000 

Alto  de  Palogordo 2465 

Cerro  Calima 2600 

Alto  de  los  Colorados 175^ 

Pande  Azúcar 2200 

Alto  de  lasCruces 2068 

Farallones  de  Cali 2800 

Cumbre  (altura  media) 2700 

Cerro  Muchique 2970 

Paso  de  Carpintería 2500 

Cerro  Dajuandó 2900 

—^    Guavas 2950 

—  San  Juan 3050 

Cumbre  (altura  media) 2500 

Cerro  Cacanegro 2780 

Estrechura  del  Patía 525  —  380 

Cerro  Sotomayor 2610 

Picos  de  Guachares 3400 

Cumbre  general 3000 

Páramo  del  Rayo 3474 

Volcán  Azufral 40CX) 

Camino  de  Barbacoas 3187 

Volcán  Cumbal 4890 

—  Chiles 4840 

Nudo  de  Huaca 3600 

RmntaL's  Occidentales — S.  á  N. 
Barbacoas 

Pico    Gualcalá    ó  Torre    de 

Mallama 4200 

Cerro  Cartagena 2230 

—  Cuesbi 2020 

Ramales  hacia  el  Patía 1300 

Cerros  de  Pilcuán 1309 

páramo • ion 


Altaquer ion 

Puente  de  Cuaiquer...    ......  977 

Buenavista 718 

Chuntal 612 

Río  Telembí 20 

El  Guadual  (Patía) 380 

El  Salto            id 260 

Buenaventura 

Cerro  Guapí 2970 

—  Napi 2700 

—  Timbiquí 2236 

—  Valentín 2370 

—  Nnya 2650 

Gorgona  (isla) 760 

Valle  del  Salado 819 

Cerros  de  los  Chancos 2500 

Cabeceras  del  Zabaletas 2100 

Valle  de  la  Cueva 1554 

('erro  Torra 1365 

—  Ir'» 1230 

Mojarras  de  Tadó 935 

Llanos  drl  Cajón 65 

Atrato 

Cerro  Copón 2500 

—  Horqueta 2800 

Morro  Ocaido 2600 

—  Varapetó 2300 

Llanos  de  Murri 1200 

Alto  Palmar 2900 

—  de  Canelón  Oscuro 2951 

Cerro  León 3300 

—  Sasañral 3290 

Ramales  Orientales — Patia 

Puente  natural  de  Rumichaca.  2630 

Río  Carchi  (La  Laja) 2591 

Cruz  de  Ecuasán 2363 

Alto  de  Cuarchú 3300 

Río  Sapuyes  (id) 3000 

—  —      boca 2000 

Cerros  del  puente  del  Guáitara  2600 

Puente  id 1591 

Vado  id 1521 

Boca  de  id 600 

£1  Castigo    580 

Cuchilla  del  Tambo 1748 

Poblaciones  de  la  falda  occidental  (S.  N.) 

Mallama 2283 

San  Pablo 1176 

Barbacoas 22 

San  José 18 

Tumaco 5 

Morro 6 

Izcuandé 5 

Guapí 5 

Timbiquí 4 

Micay ^ 


Nueva  Geografía  di  Colombia 


27 


Raposo 8 

Buenaventura 8 

Juntas 390 

Sipí 47 

Novita 175 

San  Pablo 110 

Tadó 96 

Lloró 69 

Quibdó 43 

Bebará 40 

Murindó 22 

Turbo 3 

P^blaáones  de  la  Mesa  del  Chocó 

Urrao 1885 

Frontino 1550 

Cañasgordas 1490 

Dabeiba 1350 


C)  CORDILLKRA  DEL  QÜINDIO 

(Cumbre :  S.  á  N.) 

Nudo  de  Huaca 3600 

Cerro  Troya 3500 

—  San  Francisco 4000 

Páramo  Galera 3500 

—  Angasmayo  3830 

—  Guapuscal 3475 

Camino  de  Mocoa 3200 

Volcán  Bordoncillo 3800 

Páramo  Aponte 37c» 

—  Tanjubina.., 3600 

—  Alumbral 3560 

Pico  Cumal 3500 

Páramo  de  Santo  Domingo...  3700 

—  Yunguilla 3920 

—  Humos 4400 

—  Buey 4200 

Picachos  de  id 455o 

—  del  páramo  de  Paletará.  4300 
Sierra  Nevada  de  los  Coconucos : 
Pico  de  Aguablanca 4^3 

Id.  pico  menor 4800 

Volcan  de  Puracé 4908 

Páramo  de  Guanacas 3750 

Paso  de  Guanacas  (paso) 3518 

Páramo  de  Moras  (paso) 3670 

Nevado  del  Huila 5700 

Páramo  Isabelilla 3890 

Páramo  del  Fraile 3900 

Páramo  de  Iraca 3800 

Páramo  de  Chinche 3500 

Páramo  de  Miraflores 3700 

Montana  de  Cnmbarco 3400 

—  deCalarma 33oo 

Páramo  de  Barragán 4000 

Pico  nevado  de  Santa  Catalina  4930 

Páramo  del  Qnindío 3900 


Paso  del  Quindío 3485 

Nevado  del  Quindío 5 1 5© 

—  Santa  Isabel 5100 

—  del  Tolima ,.  5616 

—  Ruiz 5300 

Mesa  nevada  de  I^erveo 5590 

—  La  Olleta  (cráter) ....  4885 
Camino  del  Ruiz.... .-4126 

—  —  (otro) ;   3855 

—  de  Herveo 3170 

Páramo  San  Félix 3922 

Camino  de  Sonsón 3200 

Alto  I^s  Palomas 3555 

Pico  de  los   Parados 3600 

Polifurcación  antioqueña 

Alto  Pereira 3000 

—  de  Pantanillo 2487 

Cerro  Romeral I779 

Alto  San  Miguel 2800 

Alto  Romeral 2500 

—  Canoas 2750 

£1  Boquerón 2548 

Alto  Delgadita 2720 

Páramo  Santa  Inés  .... 2890 

Alto  de  Buenavista. 2717 

—  Chorro  blanco , 2404 

Cerros  de  las  Cruces. 500 

Cerro  Romeral 2779 

—  San  Ignacio 2730 

Alto  Cardal 2339 

La  Quiebra 2204 

Cerro  Contento 2100 

Cerro  Verdugo ....  1800 

—  LaCe]a 1636 

Cumbre  de   Remedios ..  1000 

Cerro  Mamotá ^990 


Alio  Pereira 3000 

—  Chuscal 143a 

—  Caldera^ 2210 

Pena  del  Peñol 2165 

Cerro  Cucurucho.  2134 

Llano  de  Ovejas 2500 

Alto  Sania  Elena 2600 

Alto  Magdalena    ...  2286 

—  Riochico 2756 

—  Santa  Ana      2500 

—  Obispo 2610 

—  Las  Cruces , 2360 

—  Candela 2147 

—  San  José 2739 

—  Habana 1945 

Cerro  del  Salto  (Guadalupe)..  1495 
Unión  del  Porce  y  el  Guada- 
lupe   794 


íJuEVA  Geografía  üe  Coloubia 


Guayabal Z41 

Alto  de  Caracoli .-  1389 

—  Corral 1908 

A'llo  Riachón  ..  ^ 1704 

Ramifieaciunn  oícidcnlalti — Palia 

Volcán  de  Pasto  .  .  .. 4100 

Randiaco- 3571 

Cerro  d«l  Mome 3300 

—  Cebolla 3150 

Altode  Aranda 3098 

Cañada    de    Piedras    gordas, 

(Juanambii) Ijí? 

Kio  Juanambú... 1179 

Cerro  ítona  Juana ••  3000 

Monlanjdc   Puruguay...  íi^fl 

—         de  Bírruecos 2700 

Loma  MajuandiS 1000 


Cerro  Alpujarra 104o 

—  Tonljs 32So 

—  Veneno 3400 

—  San  Cristóbal. 3500 

Las  Mojarías  {Pati'a)   tozo 

El  Bordo... io:í 

Páramo  Achupal las   3175 

Alio  de  Pisatumba  2878 

Paramillo  de   Almaguer  33°^ 

Pico  Socoboní. 3300 

Alio  Ascensión 2036 

Volcán  Sotará 4SSo 

Casa  id 1150 

Paispamba 3630 

Cocón  uco  (bacienda)  1440 

l.lanuí   de   Palelari  ..  ..3500—3600 

Orígenes  del   Cauca 3900 

Cabeceras  del  Timbío üí'lSo 

Alio  del  Roble ..""leSs 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


29 


Juntas  de  Quilcasé  y  Timbío.  820 

Boca  del   Guachicono 7^4 

Boca  del  Mayo  ....    618 

Valle  del  Cauca 

Alto  del  Roble  (Quindío ) 2050 

CoDSOta 1342 

Cañón  del  Cauca 

Alto  del  Roble 2534 

Alto  Salamina .■  2951 

Alto  Manzanillo 201 1 

Alto  Las  Coles 2231 

Loma  de  Purínoa 2321 

Alto  Chagúalo 2577 

Cerro  Bravo.. i* 2310 

—    Tusa 2106 

Alto  San  Andrés 2494 

Loma  del  Cántaro I534 

Paso  de  Caramanta  (Cauca).  620 
El   Cauca  frente  á  Antioquia 

(Sacaojal) 517 

Ramifieaciones  oritntales^  Cagueta 


La  Cocha  (laguna  de  Pasto).. 

Pico  Guamayaco 

Laguna  Santiago 

Valle  de  las  Papas 

Cerro  Ventanas 

Alto  San  Gabriel. 

Juntas  de  Riogrande 

Puerto  Limón 

Boca  Guineo 

—  Guamues 

Alio  Magdalena 

Laguna  del  Buey  

Peña  Grande ^. 

Barandillas 

Salado  blanco 

Los  Órganos 

Llanos  del  Chaparral 

MagdaUíui  Central 

Alto  Cereal... 

—  Tiembla 

—  Sepulturas 

Cerro  Patiburú 

^  Tetona 

—  Grande 


*■.••« . ... 


2000 
1020 

3992 
2670 
3000 

1987 
1980 

333 
312 

264 


3956 
3600 

1956 

1250 

1700 

300 


2119 
2732 

1538 
1750 

1550 

1935 


Poblaciones  de  la  Intercordillera 

a)  El  Paila 

Cumbal 3147 

Cariosama 3050 

Ipiales 3081 

Pupiales 3050 

lies. 3008 

Males •  2867 

Funes 1850 

GuachncaL 3030 

Sapuyes 3027 

Túquerres 3057 

Ospina 3000 


Imues...... . 

Guacha  ves  . . . 

Yascual 

Samaniego... 
Guaitarilla.... 
Yacuanquer... 

Consacá 

Ancuyá 

Pasto 

Florida. ..... 

Tambo 

Buesaco 

Tablón 

Taminango... 
Veinticuatro.. 

San  Pablo 

La  Cruz 

Rosal 

Bolívar 

San  Lorenzo. 

Almaguer 

Lerma 


I  •  •  *  •  ■  •• 


•  •  •  ■  ■ 


El  Castigo., 
Mercaderes. 

Patía 

La  Vega.... 

Arbela 

Dolores 

Timbío 


h)  Valles  de  Popayán 


Tambo 

Julumito.. 

Popayán.» 

Jimena.... 

Coconuco. 

Puracé — 

Pansitara. 

Paniquitá. 

Silvia. 

Cajibío... 

Tunía 

Caldono... 
Jámbalo... 
Toribío.... 


c)   Valle  del  Cauca 


Santander*  *• 

Caloto 

Buenosaires. 
Jamundí  ... 
Zelandia...  . 

Florida 

Candelaria.. 

Cali 

Yumbo 

Palmira 

Vijes 

Cerrito 

Guacarí 

Yotoco 

Buga 


2500 
2850 
2777 
1510 
2693 
2672 
1400 

137 
¿63; 

2772 

222p. 
«038 
2100 
1780 
1636 
1689 
2403 
1850 
1679 

1748 
2266 

1075 

390 
680 

737 
2187 

1754 
1719 

1800 


1748 
1750 
1776 

1790 
2360 
2646 
2900 
2224 
2521 
1851 

1785 
1920 
2383 

I7S7 


1112 
ion 
1270 
1025 

934 
1006 

960 

1046 

1005 

954 
99a 

933 
980 

978 

1001 


30 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


San  Pedro..... 

Tuluá 

Bugalagrande.. 

Riofrío 

Pescador 

Roldanillo 

Zarzal 

Victoria 

Hato  Lemos  .• 

Toro 

Naranjo 

Hatillo 

Cartago 

Ansermanuevo 


d)  El  Cañón  del  Cauca 


Ansermaviejo-. 

Arrayanal 

Santa  Rosa...  ■ 

Manizales 

Neira 

Riosucio 

Supia 

San  Juan 

Salamina 

Pacora 

Caramanta 

Arma 

Sonsón 

Aguadas  ....  .. 

Abejorral 

Sabaletas 

Santa  Bárbara- 

Fredonia 

Amaga 

Titiribí 

Eliconia... 

Concordia 

Anzá... 

Ebéjico 

San  Jerónimo.. 
Quebradascca.. 

Sopetrán 

Córdoba 

Antioquia . 

Sacaojal..  ...... 

Liborina 

Buriticá 

Sabanalarga  .. 
San  Andrés...  . 

Ituango 

.Cáceres 

Zea   

Zaragoza    . . . . 
^  ecui    ...•••  ..< 


1034 
ion 

960 

955 
940 

960 

961 

962 

978 
989 
9/0 

960 

979 
1045 


1790 
1900 
1697 
2140 
1941 
1810 
1220 
1560 
1812 
1819 
2107 
1420 

2545 
2210 

2147 

2000 

1650 

1845 

1380 

1580 

1420 

900 

800 

720 

755 
530 
754 
596 

572 
600 

714 
1650 

500 

588 

1530 
200 
694 
205 


•  •••■•    •  . 


e)  Mesas  antioqueñas 


Caldas 

,La  Estrella 

£aTÍgadp  .... 

Itagüi 

Pcfin 


1615 
1730 
1580 
1546 
1560 


Medellin 

San  Cristóbal  ..  . 

Ilatoviejo 

Copacabana  -.     .... 

Girardota 

Barbosa .. 

San  Pedro 

Belmira    

Entremos 

Don  Matías 

Santa  Rosa  .. 

Carolina . 

Amalñ 

Angostura  .... 
Yarumal ..... 
Campamento . 
Anorí 


•    ••'•    ••••• 


•••«•    %       •    ••• 


•  •     •  * 


mmm  •••  •  •  ■ 


1541 

1843 
1440 

1400 

1401 

1300 

2435 
24CX) 

2127 

2216 

2610 

1755 

1745 

1637 
2276 

1842 
1535 


Ceja 

Retiro.... 
Carmen  . 
Santuario 
Marinilla 
Rionegro 
Guarne  .. 


2200 

2239 

...  .'. 2107 

2100 

...  ■  ...»«  •  ...  2043 

.«••  ...    a...  .....  m\  Sw 

...  >•    ••.«..  ..  220S 

San  Vicente 2123 

El  Peñol 1928 

Guatapé    1882 

Concepción.          1906 

Santo  Domingo 1778 

Yolombó 1469 

Poblaciones  de  la  falda  orietttalde  Quin- 
dio — Ccíquetd 


Sebondoy    . 

Santiago ......  ..... 

Putumayo 

Mocoa 

Yunguilla......    

Descanse 

Fotuto...... , 

Yurayaco... •••••.•• 

Puerto  Limón 

X  acayaco • . •  •  *  ....... 

San  José . 

San  Diego 

Uchipayaco, 

Montepa     

San  Miguel... .... 

Aguarico...     .... 


I  *  •  ■  •  •  • 


•  -  «  •  • 


•  ••••*• 


1200 

1250 

1000 

638 

641 

901 

243 

235 

333 
281 

291 

312 

353 
220 

346 
407 


Poblaciones  de  Us  valles  del  Alio 

Afagdaletta 
(Cabeceras) 

San  Agustín 1634 

Pitalito 1354 

Timaná 1086 

Elias 1529 

San  Antonio  del  Hato 896 

Jagua r-r 6^6 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


31 


(Sm%a) 

La  Ceja 

Santa  Librada .... 

Guadalupe 

Altamira 


•  •   •  •  >  • 


■  •••••»••«   ■•» 


(Vaguada  del  Valle) 

Garzón    .  ...  .... 

Gigante  

Hobo      .  ...•••  

Yaguará 

Guagua 

Campoalegre 

Caguán 

Neiva  

Unión        

Villavieja 

Aipe 

Natagaima 

Prado 

Purificación  ..... 

Coyaima 

Santa  Rosa 

Guamo.... 

Elspinal' ' 

Ricaurte 

Girardot 

Coello 

Nariño 

Guataqui 

Piedras 

Venadillo 

Ambftlema 

Beltrán 

Guayabal 

Pavón 

Vk  enoez  •.•   •■•  •«■••. 

Puerto  de  Bogotá 

Honda 


«%••  •««»••  ■* 


••    •    •• 


•  •• 


(Banda  izquierda) 


t 

Lf  A  .....a     *•    .•••••  ••.     ••••• 


Pital 

Agradb   . 

La  Plata 

Náta^ 

Paico 

Carnicerías 

t 

AQuira  ........  •■■ •  •••«.. 

Retiro 

Órganos 

Chaparral 

Ataco • 

Ortemi.- 

dan  j^uis  ••.....•.••     .••.*•  •* 

Valle 

Miranores  .•  •*•-        *••■«.  •>*.. 

Payandé 

Ibagué • 

Unda , 

Santana 

Maríqoita <.,'*•."  •>•  -. 

VÍCtOF^l  •••• ••  ••  f»..ti#i 


1348 
966 

1000 
1092 


858 

819 

632 
609 

596 

558 

502 

468 

610 

365 
370 
380 

359 

369 

387 

343 

342 

339 

333 

330 

332 
298 

235 
340 
300 

330 
231 
282 
228 
220 
215 
210 


1000 
807 

I0Q7 

1000 
820 
890 

"93 
986 

950 

837 
466 

457 
512 

610 

800 

715 
1299 

675 
995 


(Banda  derecha) 

Fortaiccillas 

Colombia 

Alpujarra .... 

i^oiores-a*  ••  ••.••*•.. 

Cunday  

Carmen ••... 

Melgar..... 

Pandi 

Fusagasugá 

Tibacuy 

X  £ISC21     •••••■■    ■•    ••    •••« 

Nilo 


•  •  •  •  •  I 


•  ■•  •  • 


1055 
lóio 

935 
1536 
475 
^*  . 
400 

997 
1772 

1890 

2134 
400 


Tocaima  ...••.. 

Viotá 

Anapoima   

Colegio ......  . . 

San  Antonio... 

Tena 

La  Mesa      

Anolaima 

Quipile     ... 

Pulí 

San  Juan 


431 
1300 

078 
1210 
1929 

I30rt 
1 281 
1416 

1310 
1321 

^^5 

Chaguaní  1200 


■••     •••■•• 


Guaduas... 

vianí  

Bituima 

Guayabal , 

La  Vega 

Sasaima...... 

San  Francisco  . 

Villeta 

Nocaima 

Quebradanegra 

Nimaima 

Vergara    

Pacho 

£1  Peñón..... 

LaPefla 

Topaipí 

Yacopí 

La  Palma 
Caparrapi  ■.     . 
Calamoima... 


>  •  %  '   m  A 


I  •  •  «  •  •  •• 


•  ••   ■••  •••#■ 


■  •  •  •  •  I 


1026 

1300 

"94 
1866 

1164 

1368 

1507 

839 
1400 

IIIO 

1114 

1300 
1551 
1390 
1240 

1325 
1530 
1447 
1310 
400 


547 
875 


Paime.... 1000 

Itoco 2000 

Muzo • 824 

Coper....  880 

Buenavista 1984 

Furipik**  •  ••  *..».t« ■«•«...  ••  oOO 

CampaufU^ .v-»»  la^ 


32 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


d)  corüillera  destmapaz 

Cumbre  Magistral  (S.  á  N.) 

Nudo  de  las  Pap^ 4240 

Páramo  de  las  Papas  4500 

Peñascos  de  Santiago 435o 

Camino  de  Almaguer 39^9 

Pico  de  Cutanga 4600 

Páramp  Suaza 4482 

Picos  de  la  Fragua 3000 

Serranía  del  Suaza  ó  Paramillo  2500 

Gran  depresión  de  La  Ceja. . .  1980 

Cerro  Miraflores 2800 

,.  —    Neiva 27CX) 

^ —    Venta  del  Viento 2600 

Alto  Las  Cazuelejas  6  Cazue- 

litas 4210 

Cerro  Chamizal 4000 

Páramo  de  Sumapaz 4300 

—  nevadpdeíd 4810 

Alto  de  Pena  Colorada  31 21 

Páramo  de  Mundonuevo 35CX) 

—  .  de  Pasca 3985 

Boquerón  de  Chipaque 3223 


Páramo  de  Cruzverdc 3760 

Paso  de  id 3260 

Páramo  de  Choachí 3600 

Paso  de  id 3170 

Cumbres  de  Siecha  y  Faus- 
to  3455—3500 

,  Páramo  La  Carbonera 3320 

Boquerón  de  Macheta 2550 

Páramo  de  Gachaneque — Ce- 
rro Pan  de  Azúcar 3700 

—  4e^Ventaquemada 3127 

—  Penanegra 3459 

—  Ivas  Cruces 3500 

—  Chapa 3950 

—  Alfombras 3900 

—  Santa  Bárbara 3850 

—  Toquilla 4000 

—  —  (paso) 3450 

—  San  Ignacio 3450 

—  Pisva  (paso) 3900 

—  Canoas  (paso) 3300 

—  Chita  ó  Chicamocha.  ..  3654 

—  Rechinga 3860 

Sierra  Nevada  de  Chita.  4800  á  '5943 

Páramo  de  Carcasi .  4003 


49oS\ 


Magdaletia 


2 


CAQUETA 


Figurt  15.^— Cotas  de  Codazzi— ^Diagrama  de  altitudes  en  la  articulación 

^e  Las  Papas 


Nueva  Geografía  de  G)lombia 


33 


Páramo  de  Servitá 4000 

—    Almorzadero.. 4^93 

—  —    ipaso) 3775 

Pico  de  La  Colorada       . .  4400 

Mesa  de  id 4120 

Páramo  de  Guaca 3520 

—  Las  Hoyas  ú  Ollas 3700 

Altiplanicies  del  Caraba  3100  -  3200 

Mesa  de  Juan  Rodríguez 3050 

Páramo  Rio  Frío 3600 

—  Rico  .  ...         4200 

—  de  Santurbán      3700 

Pico  de  id ..  3900 

Páramo  de  Las  Puentes.     ...  3477 

—  Angostura 4500 

— -    lagunas 4400 

—  Picacho         3400 

—  Sumalina 4100 

—  Cachiri     4220 

—  Bagueche  39S5 

—  Cruz  del  Fraile 3393 

—  Guerrero     3100 

Alto  de  las  Jurisdicciones. .  2766 

Cerro  Pelado.            3850 

—  San  Francisco.    2650 

Alto  de  Ocana 1592 

—  de  Puerto  Nacional..  1860 

—  de  Puebloviejo     1460 

—  del  Carmen 1365 

—  Borotaré  (La  Loma)..  1500 

—  deLisca  1796 

Cerro  Bobalí 2055 

Cumbre  siguiente 2500 

a)  Ramales  de  Pamplofia^  Cúcutay  Ocaña 

Páramo  Zumbador  3339 

—  de  Tierranegra  (Alto  4el 
Gavilán) 3500 

Alto  Ventanas 3700 

Cerro  Tapatá     3300 

Páramo  de  Tama 4000 


Pico  Iscalá 3380 

Alto  del  Fraile      3112 

—  del  Boquerón      3000 

—  delma..          339© 

PicodeCobre 4000 

—  Canútales 3990 

Alto  de  Silos 2588 

—  de  Chopo..... 2800 

Cerro  Cucharino ...  2500 

Laguna  Fontibón 2607 

Cabeceras  del  Sarare  3700 

Puente  de  Chitagá 1910 

—          I^bateca 1000 

Cerro  Mono 2495 

AUo  de  La  Vieja 200Q 


Cerro  Tasajera  del  Sur  ■»    ...     1200 

—    Tasajera  del  Norte  (Ta-  . 
sajeros) I190 


Alto  de  Pamplona^ó  del  Frío.     3300 

Cerro  de  la  Montana   2800 

Cerros  de  la  Hojada.  ...       600 


Alto  de  Bagueche 
—    de  Arboledas 
Alto  de  la  Aguada 


.  • .  . .r 


3220 

1469 
...     1745 


Alto  del  Laurel 249' 

—  La  Cruz 237O 

Cerro  de  la  Canal     205O 


Páramo  de  Potrerogrande   .. 

3000 

—    de  Bucarasica 

3170 

Cerro  de  La   Horqueta     — 

3681 

Pan  de  Azúcar               

2^00 

Cerro  Negro          .... 

3783 

Mesa  Rica  . .  ■• 

2987 

Cerro  Mina 

3750 

—    de  Trampa  tigre  . .      .. 

1365 

—  La  Yegüera ..  1500 

—  Torra I3a> 

Inte f  cordillera  en  Santander 

Paramillo  Botijas 2720 

Cumbre  del  Mocn 3985 

Loma  Yarumal 2533 

Alto  Santiago                       •  •  2595 

Cerro  Alisos      • 3^55 

Valle  de  Vetas  ..         ...  35oo 

Valle  de  Piedecuesta     looo 

Mesa  de  Jéridas  •   1294-1712— 1728 

Alto  de  Cepita           •  .  600 

Río  Sube  (Chicamocha  (paso)  4^4 

Puerto  de  Girón 25^ 

Alto  de  Aratoca     2050 

Pan  de  Azúcar     .^26 

Alto  del  Páramo 1937 

—  Petaquero      ...        2406 

-  Charalá      ...    2060 

—  del  Fraile 2800 

—  del  Manco'     2886 

Pefla  Venados     ..      ..          .  2890 

Ittíercordillera  en  Boyacá 

Páramo  del  Duende  3680 


34 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Puente  de  Covarachía  (Chica- 

mocha)     850 

—•  de  Capitanejo     1195 

—  Soatá    1325 

Páramo  Guanti va     4325 

—  de  Sativa 3385 

—  del  Hatico .'  3366 

Páramo  Escobal 4218 

—  del  Cocuy 3866 

—  deChiscas 3950 

Laguna  Verde  (Cocuy) 3688 

Lagunas  de  Rechinga  .-3547  3650 

-^        Tecuquita 3645 

Boquerón  del  Suápaga .  276 1 

Páramo  Salazar        3423 

—  Pueblo  Viejo 3450 

Laguna  de  Tota 2985 

Páramo  de  Tota     3076 

■  —     de  Tibamá  / 3359 

«Salitre-de  Paipa  .■ ..  ..  •  2459 

Molinos  de  Tópaga   .  .t  2394-^2383 

Alto  de  Tobasi'a 2933 

—  Bellavista 2650 

—  Palacio 2524 

. —  Nogal ....  2500 


¡niercordilUra  en   Boy  acá  y  Cutiditia- 

marca 


-I 


Mina  de  Cobre 

Páramo  de  Marchan. 
Laguna  de  Fúquenc 

—  Suesca 

—  Guatavila... 

—  Siccha     . . 
Cerro  La  Calerá   .  . . 

—  Monserrate  .... 

—  Guadalupe... 


1852 
3025 
2430 
2800 

3139 
3455 
3095 
3165 
3255 


Sabana — Diferencias  de  nivel 

Soacha 00 

Fontibón +6 

Chocontá +90 

Zipaquirá +80 

Bogotá +76 

Facatativá +60 

Cumbre  occidental  de  las  altiplanicies 


>••••• 


Páramo  de  San   Fortunato   • 

Quiebra  de  Tequendama 

Boca  del  Monte  de  la  Mesa . . 

Alto  del  Roble 

Páramo  del  Tablazo  . 

—  Guerrero 

—  de  Pacho 

—  Tierranegra..  .-, 

—  La  Ovejera...-. 

—  Choque». 


Boquerón  Amarillo 


2890 
2467 
2680 
2767 

3285 

3300 
3209 

2869 

2830 

2890 


2893 


Cerro  Siomo 3600 

Páramo  de  la  Ensillada 3950 

Páramo  de  La  Rusia  (6  Bastos)  4320 

—        del  Consuelo  ......  4330 

Páramo  de  Encino  -  - 3370 

Boca  del  Monte  de  Ture  ....  3000 

Morros  de  Güina 435^ 

Páramo  del  Desaguadero   .  ..  4325 

Paramillo  de  Onzaga 3361 

Ramales  de  Mu%a 

Peña  de  Sácama    3800 

Cerro  Mortino 3700 

Páramo  Rabón ..3600 

de  Matarredonda    ...    3400 

Cerros  I^s  Coles  3200 

Furatena 1236 

Cerro  Tambrias 4036 

Pena  Armada 3531 

Boquerón  de  id 2807 

Cerro  Carval 3352 

Boca  del  Monte  (Canipauna).     2836 
Peña  de  Saboyá...     .........  .  4003 

Alto  de  Las  Cruces  ..    .  •••.•.     230o 

Cn-stcria  occidental  de  Santander 


•••••• 


•   •     •  •  • 


Ccrrü  de  Quitisoque 

Ventanas  de  (Quitisoque. 

Pcñ.iblanca 

Alto  del  Roble 
Pena  de  Vclez. 
Cerro  de  La  Paz 1^34" 

—  Chocoa  ó  Mataperros.... 

—  Cacique 

Alto  de  Piedra  Blanca  ó  Cruz 

de  Macana 

Cuchilla  Ramos 

Alto  Pesuíía 

Alto  del  Comedero  ó  Piedra 

del  Muerto 


3326 

2300 
3002 

2087 

2600 

-1300 

1340 
1286 

2530 
2000 
1686 

1811 


Buenavista 


700 


Ramifcacioues   occidentales — Alio  Mag- 
dalena 

Juntas  de  .Suaza 590 

Paso  de  Domingo  Arias-  .  ..  575 

Boca  Prado 370 

Boca  Fusagasugá 325 

Salto  de  Honda ...20G — 156 

Bodega  Bogotá  .  ■ 186 

—      Conejo..     .--- 180 


Valle  de  Sumapaz 3500 

Puente  de  Icononzo 890---820 

Valle  de  Fusagasugá .«.*     1800 

Tenasucá ^ XB03 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


35 


Alto  de  Chumbamuy  1950 

—  del  Sargento    ...  1400 
Alto  del  Trigo  .        .     1870  1836 

—  del  Raizal        1478 

Chimbe 1785 

Aserradero 2365 

Magdalena  Central 

Cerro  Armas 3400 

—  Horta...  ..  2751 

Alto  Las  Cruces 1953 

—  Cuevas 1894 

Ramifieaciofus  orientales ^Caqiutá 


«• .  •• 


Pico  Bodoquera 
Boca  Limón 
—  Yurayaco 
Cerro  Caguán. 
—    Ajajú... 


1400 

333 

235 
2000 

2oiO 


Oriente  y  San  Martín 

Alto  del  Aire 

Cerro  San  Vicente 

Las  Torres  de  Medina     

Ix»  Órganos  de  Chingasa 

Cerro  Churuguaco 

Mesagrande  (Quiebra  del  Rio- 
negro) 

San  Miguel  (id) 

Susumuco  (id) 

Servita(íd) 

Alto  de  Buenavista  ..    

Tenua  y  Casanare 

Páramo  de  Ramiríqui 

Alto  Garabatos 

Río  Miraflores 

Alto  de  Las  Cruces 

Puente  Hamaca  (Garagoa) 

La  Fragua  (Lengnpá) 

Cerro  Ambitá. , 

Alto  del  Alférez 

Alto  de  L«s  Cruces" 

Alto  de  Chitacabá 


3515 
3200 

3000 

3300 
3198 

1490 

1506 

1063 

964 

700 


2989 
2666 

809 
202I 
1006 

648 
1312 

1253 
1888 

1935 


Poblaciones  de  la  cordillera  de  Sumapaz 
a  Las  altiplanicies  6  el  Reino  (5.  N.) 


La  Sabafia 


Usme..     . 
Soacha. .. 
Bosa       .. 
Bojacá 
Zipacón.... 
Facatativá. 
Madrid.  ... 
Funza... 
FoQtibdi). 


••■     >■••• 


>  ••  .  •    «•  -  •  ■ 


2690 
2570 
3580 
2620 
2645 
2630 
2591 
2578 
2576 


•  •  •  •  *  1 


•  • •  •  •  • •  • 


••  •••  ••••■• 


■••       -•«•    •• 


•  •  •  ft    •  I 


\" 


•  •         •  I 


Bogotá  

Calera 
Usaquén... 

Engativá 

Suba 

Cota 

Tenjo 

Tabio. 
Subachoque 

Chía 

Cajicá 

Sopó . 

Guasca..   . 

Guatavita 

Gachancipá 

Tocancipá.  . . . 
Zipaquirá. 

Cogua .• 

Nemocón   . 
Sesquilé  ..    . 

Suesca 

Chocontá.. 
Hatoviejo 


maté 

Lenguazaque. 

Cucunubá    

Sutatausb 

Tausa - ... 

Carupa 

Ubaté 

Guachetá... 

Fúquene      

Susa... 

Simijaca 

Caldas...  

Chiquinquirá 

Saboyá. 

Leiva 


•  •     •  • 


•  ••       •  ■ 


•  •  •  •  < 


■•■■•■       ••••     •• 


.  •  •  ■  ■  ■ 


t  ■    • 


2644 

2853 
26f2 

2570 

2615 

2622 

2630 

2640 

2687 

2610 

2600 

2601 

2653 

2596 

2624 

2620 

2650 

2670 

2680 

2651 

2656 

2660 

2668 


2603 

2595 
2620 

2793 
2968 

2580 

2703 

2425 
2567 

2593 
2700 

2614 

2801 


Guatoque.. 
Quebradas 

•dnCuica  •   •>.  •>  «t.        *••••'.  ••• 

Leiva 

Sutamarchán 

Tinjacá. 

txaquira.  ••••••••••*•    •      ..    • 

oam  acá...  ••  •  .«*•  ..••••.. 

Cucaita 

Sora 

Chíquisa 

Tenxa 

Ventaquemada. . 
Turmequé..  ..     ■ 

Tibaná 

Chirivi... 

Jenesano 

Ramiríqui. 

Ciénaga. 

Viracachá.. 

Bo^acá-  -• 


ttt»*    •••         ••• 


•  • 


2391 

2436 
1990 
1982 

2136 
2062 

2135 
2569 

2640 

2632 

2500 


2616 
2720 

2515 
2800 

2165 

2270 

2500 

2700 

2361 


36 


Nueva  Geografía  de  -Colombia 


V  i 


Tuuja 


!••■  •••■••!•« 


!•«••••*  ■•» 


•  •••••  *   i 


Tunia 

Motavita.. 
Cómbita  .. 
Sotaquirá.. 

Soracá 

Chivata.  ...     —    . 

Oicatá... 

Tuta..  . . 

Paipa 

Toca.. 

Siachoque    

Pesca 

Tota.: ■;.  .....  .. 

Cúitiva 

Puebloviejo 

AZSl«  •  •  •  "  •  • 

Firavitoba , 
Tibasosa... 
Duitama 
Santa  Rosa 
Floresta 

Nobsa 

Sogamoso 

Monguí 

Mongua 

1  opaga. .«•••• ••.  •■ 

vTAUíezs,  •.•••«   ..I  •**••• 
.Corrales   ..  ...... 

Betéitiva 

Cerínza 

Belén  •••• 

X Uiasa ••••■•••• ....  • 


«.-... 


» *  • . . .  • 


...•••• 


Chícamocha 


La  Par 

bativasur 

Sátivahorte 

Tasco 

Socha 

Socotá  ....  ■ 

Jericó 

.  ^  :Susac6n 

^oatá.  •'. 

Boavita. 
.     Uvita. 

Chita.      ...... 

.Capilla  del  Cocuy  . 

Cocuy. 

Guacamayas 

Panqueba 

Güicán 

Espino     

vrfDiscas..  ••■••• .    ••• 

Macarayita 

San  Miguel 

,     Carcasí.. 

Xlerrito... 

Servitá. 

.,,  Concepción 

*^  Encisc. 

^  Málaga 


•  •  •       •  < 


•  ■•  •  1 


<x 


•  ••  .«v»  < 


2793 
2851 

2730 

2705 

2949 

2903 

2500 

2400 

2459 

2733 
2760 

2661 

2824 

2640 

3035 
2560 

2506 

2390 

2510 

2591 

2506 

2388 

2536 

2930 

2970 

2899 

2690 

2381 

2680 

2675 

2699 

2700 


2720 
3108 
2290 
2700 
2625 
2440 

3070 
2466 

2044 
2113 
2408 
2976 
2800 
2757 
2010 
2258 
2900 

1994 
2380 
2765 
2680 
2780 

2479 
2530 

1958 
1588 

22|2 


Tequia 

Molagávita. .... 

Covarachía 

Capitanejo 


•  ■  ■  •  I 


3250 
2151 
2178 
1172 


San  Andrés 2074 

Guaca 2560 

Tona.... 2280 

Baja     2460 

Vetas 3378 


Silos. 
Chitagá.  ... 
Caceta..    . 
I^  Bateca. 
Toledo     .,, 


Pamplona... ...... 


2588 

233? 
2216 

I  ^«26 

1626 

2303 


/')  Saravita^  Lebrija  y  Guanentá 


Jesús  María ..• 

Puente  Nacional.....  ...... 

Vélcz  •-- 

Chipat¿ •  ••>• 

Moniquirá.....   ...... 

Gámbita • ••• 

Chitaraque <• 

1  are  ■  *■■      «..  ■    •••.•.......  .  .. 

GUepsa • 

Guavata»..  •••.. •.....•• 

Bolívar 

La  Paz 

Aguacia... . . . . .  •  •    •  >..•..•** 

San  Benito 

Santa  Ana •     «• 

Suaita     

Guadalupe     • 

Oiba   

Olival 

Guapota *....•.  .     

Confines .* 

Chima..... 

Palmas •••^ 

oimacota...    •«  •••.•..••...••. 

Socorro.  

Hato 

Palmar 

Cabrera • ....••*•• 

Barichara....... 

Guanc 

Robada .••.. 

Zapatoca 

Aratoca 

Cepita  ,.•••■••••••.••■•••••■••• 

Los  Santos ,* 


1927 
1608 

^190 

2085 

1705 

1874 
1691 

1571 
1600 

15" 
1500 

2100 

1960 

1896 

1774 
1428 
1820 

1730 
1640 

1395 

1459 
1000 

S63 

986 

IIOO 

1004 
1255 

1300 

875 
980 

1319 
1008 

967 
1722 
1805 

600 
1294 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Fiedecuesia loof 

Florida 873 

Bacaramangu 925 

Haunza 1605 

RionegTO... ..    .  1510 

GiiÓD 563 

Beinlia 1849 

Su  Vicente 500 

Encina zoio 

Chaialá 1443 

Cincelada. 1500 

Coromoro. 156S 

Riachuelo. 1510 

Ocamonte .     1400 

Valle 1100 

Piramo 1353 

Finchóte 123S 

San  Gil 1099 

Curíli ti6Ó 

Mogotes. .-      1705 

OnULga.. 1999 

Fetaquero 1980 

O    VaHndelZulia 

Chopo -    -  1709 

Cbinicota 1925 

Bochalema 1024 

Sin  José 294 

CucDla 331 

Kwario.. 34S 

San  Kanslino... 150 


Arboledas   . 

CuculilU  ■  . 
Mutiicua 


Pucblonuevo     

Rio  de  Oro     

.San  Antonio  .    . 

I^ma  de  Indígenas 1307 

Teorama      lo53 


1372 
I4SI 
»38 


Palm 


97» 


d)  Oriailt  y  Tenta 

Chipaque 240S 

Une a668 

Ubaque 1784 

Choachi.... 1883 

Fómeque 1970 

Cáqueía 1762 

Fosca 3II3 

(¿uetame 1532 


Fignra  16— Jíl ramino  de  Haiida — Vioeta  publicaila  en  EurojSa  en  1830  ■ 

*  Esia  figura  y  la  siguiente,  que  [e  hace  par,  unidas  á  la  aingnlar  afirma- 
ción ds  Maltebrun  de  que  en  invirrno,  en  nuestras  altas  montanas  lot  habitant«s 
disptitílban  ^  los  osos,  cuchillo  en  mano,  las  raices  de  que  Be  aUmenlabán,  hicie* 
nm  mil  daño  al.Jiali  desde  el  punto  de  vista  económico  que  mucho*  libros  que 
M  hitriena  pnUlcado  ekprofeso  para  difamarlo, 


38 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Gacheta  .. 
Junín 
UkMdá 
Gachalá  . 


••••■•     •    ••• 


■  ■    •  •  • 


1719 
1820 

190S 
1749 


Medina 566 

Casanart 


•  •  ■  ■  i ' 


«     •  •  ■  I 


Macheta 

Manta 

Tibirita 

Guateque  .  ...  .  ..     . 

x^uavaia  ••     •••  ••< 

Somondoco 

Macanal     

Sutatcnza 

Tenza  . 

(papilla  de  i'd     ... 

Umbita 

Pacha  vita     ■.■ 

Gamgaa 

Chinavita 

Zetaquira 

Miraflores . . 
Ctmpo  Heimoso 


• 


2094 
1870 
1907 

1815 
1720 
1614 
1683 

1S54 
1590 

1600 
1805 
1704 
1584 
1643 
1540 
1432 
1027 


Pobladones  del  Bajo  Magdalena  ~  Banda 
oriental  {Sumapaa) 

Flores     1038 

Betulia  ..     1849 

San  Vicente      5c» 


Banda  occidental  (Quiftdío) 


Remedios.. 
Cocorná 

Vahos 

San  Carlos. 


•  •••••••••■•• 


•  ■  •••••• 


Vaguada  del  Valle 

Buenavista 

Nare 

Angeles 

Aguachica 

Corredor  •• 

Puerto  Nacional 

Simaña 

San  Bernardo 

Tamalameque , 

£1  Paso  (Rio  Cesar),  última 

cota  calculada  por  Codazzi  la 

antevispera  de  morir 

Poblaciones  de  la  falda  oriental 

ptapaz 

San  Martin 

^»rama  ••«■•■  •-•••  ••■•••  -   ■•• 
San  Martín******     •*•••••••*.  •• 

Villaviceacio 

Cnnaral 


715 
708 

2082 
973 


166 
162 

151 
16S 
145 
130 
146 
140 

133 


53 

de  Su- 


380 

40S 

455 
400 


•  •  •    ■  •  ■  * 


Barroblanco 

Zapatosa 

Pajarito  ■• 
Chámeza     .... 

Santiago  

Labranzngrande 

Marroquín 

Paya  .     

Morcóte         

Nunchía 

Támara   . 

Pore 

Salina  de  Chita  . . 

Muncquc 

Moreno   ...   ... 

Chire   

Purare     

Tame 

Macaguane 

Betoyes 


•  •     •  •  • 


•  •  •  •  « 


306 

956 

iioo 

1090 

334 
1161 

865 

2000 

905 
1005 

429 
1400 

486 

1439 

1350 

655 

340 
260 

425 

345 
420 

244 


Fj  LLANURAS  ORIENTALES 

Casanare — San  Martín 

Llanos  altos  de  Casanare  (Ha* 

no  arriba) 300-200 

Llanos  bajos  de  Casanare  (lla- 
no abajo) 150-200 

Cerros  del  Orinoco  (altura  me- 

Qia^  •  ..••*••••    ••••••••••*•  juo 

Puerto  de  Arauca 179 

Puerto  San  Salvador 1 78 

Juntas  ^e  Rionegro  y  Huma- 
dea 215 

Boca  del  Upia 190 

Maquívor lo2 

Boca  del  Cravo •••..  ..  174 

—    Pauto 120 

- —    Casanare I14 

Apostadero •**<  109 

Boca  del  Meta 95 


Raudal  de  Atures    152-161 

—      Maipures 178-194 

Boca  del  Vichada J02 

—    del  Guaviare 250 

Bifurcación    Orinoco  -  Casi- 

quiare ••     •••      386 

Cagueta 

Juntas  de  Guainia-Uaupes...  183 
Llanos  Altos  de  Mesaya..*  280-200 
Llanos  de  Solano 217 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Boca  Oiteguasa 

PMaíiffnts  de  lai  IJatn 
Caqutlii 

Tapacunti 

SoUno .. 

Meiaya 

Taconcme 


San  Marllii 

l'ramena 319 

Cabuyaro , 193 

Caiaiian 

Cafifi iJt 

Guayabal , 176 

Maquivor 181 

Trinidad 136 

Atures tSo 

Atauca 176 


Figura  17 — El  pitio  de  loi  ríes  en  Colami 


üiirra  S'evada  de  las  Coeiiiiufoi 
Pico  más  alto  :  de  nieve  lOJ  metros, 
j  ésta  principia   á  los  4698  sobre 
el  mar. 
Pico  mis  bajo:  de  nieve  1 1 3,  que  prin- 
cipia á  4CÍ9&  sobre  el  mar. 
Parad  410,  id.  principia  á         4488 
HuiU  900  id.        —        á         4S00 
Gnipodel  TIíAmii.-deDievesSS 

á  871  qne  principia  á...  4645-4765 

Heieras  bajan..    300 

SierTadeC>uicándenieve,2(x>á 

ilooy  principia  44576 \V,  4676  E. 
Heteras  bajan 526 

Promedio  ;  limite  inferior  de 


Límite  superior  del  algodAn 

3OO0 

3100 

—             —  guineo 

a^oo 

—              —  tngo 

(desde  i36o)=el  mejor  2000 

3700 

(desde  aooo;. 

>8so 

—              —  habas 

3>oo 

ble                  *'"'"'"    *    "" 

3300 

(desde  aooo). 

Woo 

—             —  ptipas 

1700 

(desde  1400I  mejor  i  1600. 

3900 

—              -  Chilco 

—              —  gramíneas   ... 

46«x» 

(desde  jSoo,-. 
Empieía  ícaer  nieve  i 

4100 

UUa  tCundinanarca)  3300  mixiir 
Sal  de  Joo  i  3500 
Huesos  de  Mastodonte  se  han  enea 
trado  á  37o,  1325,  1900  y  3738 


*  V¿aie  la  nota  i  la  figura  a' 


40 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


NOTA — Terminada  la  exposición  de  la  altimetría  colombiana  segán  Co* 
dazzi,  posible  es  afirmar  que  no  habrá  quien  después  de  estudiarla,  no  rinda  tríbu- 
lo de  a^dlniración  á  la  obra  del  célebre  geógrafo :  á  ella  pueden  hacerse  las  recti- 
ácacion^á  y  adiciones  que  se  quiera,  pero  es  inconmovible  en  sus  grandes  línea<, 
y  colocados  sus  números  sóbrela  Carta  geográfica  del  país,  el  relieve  verdadero  de 
éste  se  destacará  con  admirable  nitides.  Y,  cosa  s  ngular,  jamás  en  los  anales  de  la 
literatura  científica  del  globo  se  hallará  caso  igual  al  acaecido  en  Colombia  al 
pfciente  explorador  de  su  suelo,  es  decir,  de  un  pillaje  y  plagio  tan  censurable 
Como  el  cometido  por  la  segunda  Comisión  Corográfica,  que  ni  una  línea  anadió 
í  la  obra  del  conocimiento  geográfico  del  país,  y  por  mal  yuxtaponer  las  piedras 
Ael  edificio  de  CodiCúi,  borró  el  nombre  de  éste  para  poner  el  suyo  propio! 

Las  cifras  de  la  serie  que  antecede,  es  decir,  las  1,200  altitudes  de  Codazzi, 
'Clan  sido  pacientemente  tomadas  de  las  cartas  corográficas  originales  del  autor, 
que  se  conser\'an  en  la  Biblioteca  Nacional,  de  la  Geografía  de  las  Provincias 
inserta  en  la  Gaceta  Oficial  ( 1853-1859  ,  de  multitud  de  informessobre  caminos, 
publicados  en  el  mismo  periódico  desde  1850,  ó  existentes  en  los  archivos  oficia- 
les, etc.,  y  luego  agrupadas  como  ellas  mismas  lo  indican,  con  la  armónica  traba- 
zón y  enlace  que  reina  entre  sus  cifras.  Por  la  prensa  y  en  vida  de  los  autores  del 
delito  arriba  mencionado,  censuramos  semejantes  procederes,  sin  que  se  pudieran 
contestar  nuestros  cargos,  y  por  lo  tanto  huelgan  hoy  esos  nombres  en  este  libro. 


TERCERA  EPOC A--TR ABAJOS  CONTEMPORÁNEOS» 
I.    LIEVANO   (COLOMBIANO)y    1 863 


>••••••••  •••< 


!•••••    •••) 


•••••        •■• 


'  •    •  •        •  • 


Honda  .. 
Bogotá.. 
Madrid  ..... 

Bojacá 

Alto  del  Tortolcro 

Boca  del  Monte  de  Chunza... 

Pantanos 

Dos  Caminos 

£1  Concierto , 

Las  Monjas 

Boquerón  de  San  Miguel. 

La  Mesa 

Doima 

San  Joaquín 

Juntas  de  Apulo 

Girardot 

Téquendama 

El  Chuscal . 

£1  Arrayán 

Arenal 

El  Salto 

Pie  de  la  Cuesta , 

La  Playa 

El  Sosiego 

Junca 

Boca  de  la  Tinta 

El  Peñón 

Aguadita 

Fusagasugá 

El  Placer 

La  Mesa  de  la  Puerta... 

El  Triunfo 

Anapoima 

El  Hospicio 


195 
2634 
2634 

2634 

2783 
2679 

2428 

1961 

1734 
1202 

976 

1305 
1158 

648 

443 
320 

2618 

2513 

2433 
2632 

2384 
2202 

1670 

1965 

944 

737 

2855 

1959 
1788 

1253 
896 

606 

708 

1259 


San  Antonio 219S 

Boca  del  Monte  (Canoas)...  2686 

—  —    —        (Barroblanco)  2699 

Tenasucá 1972 

Tena 1372 

Alto  de  Sócota 790 

Quebrada  de  Sócota 567 

Puente    del  Chicalá 597 

Trujillo ; 705 

£1   Colegio. 1029 

1865 

Pie  de  la   Cordillera 2630 

Boquerón  del  Guargüero 2872 

Barroblanco 2780 

Sabaneta 2304 

Roble  chiquito 2173 

La  Vega I160 

Río  Tobia  (Puente  real) 966 

Quebiada  Natantá  (boca) 882 

Nocaima  ...^ 1135 

Alto  del  Canutal  ó  Chilagua..  1748 

Paso  de  Goteras  (río  Tobia)..  81 7 

—  de  Cañadas            —  675 

Boca  del  Villeta 702(?) 

Quebradanegra 1347 

Utica.... 506 

.San  José ...  905 

Boquerón  de  la  Tabaquera...  1050 

Guaduas 97^ 

Santa  Bárbara 455 

Siete  Vueltas 353 

Boca  del  Cambras 331 


*  En  esta  serie  abandonaremos  el  orden  cronológico  cuando  asi  convaaga 
para  la  mejor  inteligencia  del  relieve  colombiano. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


41 


Boquerón 352 

Boca  de  la  Perrera  (Magdale- 
na)....   152 

Caracoli  (pie  del  Salto) 166 

Conejo 152 

Alto  de  Sabanas 963 

Boquerón  del   Portón 1294 

—        de  la  Carbonera...  1591 

Río  San  Francisco  (Verbena )  1495 

—              —         (Tibayes).  1580 

£1  Raizal 1696 

Eslabón  de  Bola 1731 

Quebrada Salobre(£l  Hatillo)  1246 
Alto  de  las  Manillas  (Calam- 

bata) 1619 

Calambata 1314 

Alto  de  Calambata 1511 

Quebrada  Calambata.. 1257 

Alto  del  Guayabo 1547 

Quebrada  de  Guate 1437 

HatiMito 1622 

Viani 1482 

Alto  de  Chumbamuy 1740 

—  de  las  Tablas 1635 

Rio  Contador  (Cucata) 1 147 


Kío  Cv>ntador  (Síquima) 989(7) 

Curi  (San  Agustín) 1261 

Pan  de  Azúcar  (pie; 1719 

Paso  de  Cañadas 682 

Río  ViUeta  (Bagazal) 843 

Bagazal 877 

Chimbe 1732 

Aserradero 2401 

El  Roble 2745-2764 

Los  Manzanos 2630 

Las  cotas  de  la  serie  que  ante- 
cede son  hipsoniétricas. 

1880 
Nivelación  completa 

Bogotá o 

Río  Fucha -25.36 

—  Bosa — 30 

—  Soacha... — 45 

—  Muña —56 

Cabeza  del   Salto  de  Tequen- 

dama — 176 

Río  Bogotá  (camino  al  Colegio)  — 332 


REISS  (W.)  Y  STUBEL  (a.),  ALEMANES 

En  los  Andes  ecuatoriales 
(Ilipsométricas) 
186S.1869 

Costa  Atlántica 


Nare 131 

Conejo 184 

Honda 200 


Morro  de  Santamarta. 57 

Mioca 063 

Barranauilla 7 

Sabanalarga ico 

Villanueva 107 

Tubará 233 

Juan  de  Acosta 257 

Turbaco 188 

Popa  (Cartagena) 148 

El  Saco. 59 

Volcancito  Totuma 37 

—        Tigre 56 


Aguabaula 

Bajo  Magdalena 


Barranquilla^ 

2^ambrano 

Tacamocho 

Magangué 

Puerto  Santander. . 
Barranca  Bermeja. 
Catare 


35 


7 
26 

38 

55 
69 

92 

124 


Honda  á  la  Sabana 


Honda 

Rioseco 

Cruces  viejas 

El  Sargento  (Alto) 

Guaduas 

El  Raizal  (Alto) 

Las  Ti  ba ves 

El  Trigo  (Alto) 

Villeta 

Chimbe 

El  Roble  (Alto) 

Facatativá 

Mosq  u  e  ra 

Bogotá 


••■••• 


Cercanías  de  Bogotá 


Egipto^  (capilla) 

La  Pena  (capilla) 

Guadalupe  viejo  (ruinas). 

—  (iglesia) 

—  cumbre 

El  Aguanoso  (Cerro) 

Monserrate  (capilla) , 


200 
240 
611 

1343 
1036 

1 741 

1600 

1928 

813 
1808 

2755 
2586 

2570 

261 1 


2695 

2837 

3005 
3260 

3347 
3528 
3188 


Nueva  Geogtafla  de  Colombia 


TOMO  1—4 


42 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Monscrrate    (cumbre) 3192 

Soacha 255* 

Salto  <lc  Tequendama 2356 

Entre  la  Sabana  y  el  Meta 

Chipaque 2432 

diquela, 1683 

Confluencia  del  Sáname  en  el 

Rionegro ^353 

Quetame     U^o 

Villavicencío 442 

Loma  de  Apiai 3°^ 

Cino  Pachaquiaro I93 

UvJCiis  del  Rionegro 161 

Cabuyaro  (puerto  en  el  Meta)  148 

Lechemiel 222 

Las  Cruces  (Alto) 979 

Medina 5<2 

Batatas  (Alto) i»5i 

Gachalá '744 

Uhalá 2239 

Gacheta     1727 

Páramo  de  Guasca 3442 

Guasca 2685 

Boqu*r/»n  del  Salitre  2653 

Entre  Bogotá  y  Boy  acá 

Zipaquirá  -^ 2628 

Paramo  del  Mortino 3228 

Pacho 1810 

El  Páramo 35^4 

Coper 965 

Muzo 838 

Paso  del  Minero  478 

Mina  de  Esmeraldas 687 

Puripi 1259 

Boca  del  Monte 2777 

Chiquinquirá 2562 

Saboyá 2625 

El  Paramo  (Marchan) 3000 

Sutamarchán 2086 

Leiva 2147 

Paita 2281 

Duitama 2533 

Santa  Rosa 2761 

Sogamoso 2506 

Siachoque 2764 

Tunja 2764 

Vcntaquemada 2600 

Albarracín  (Alto) 2827 

llatoviejo 2727 

Chocontá.. 2644 

Sesquilc «6*5 

laguna  de  Guata  vita 2899 

De  Bogotá  al  Magdalena 

Boca  del  Monte  (Barroblanco)  2642 

TcnasucA 1929 

Tena. i35o 

La  Mesa "58 

Anapoima ^7^ 


Juntas  de  Apulo 420 

Tücaima 4o8 

Alto  de  Limba 835 

324 


Casasv  lejas. 
Guataqui.... 


Alto  Magdalena 

Honda 

Ambalema 

Guataquí 

Puriftcsción •••;• 

Entre  Natagaima  y  Villavieja 

Neiva 

Entre  Garzón  y  Pital 

Paso  de  la  Guaira 

Paso  de  Mario 

Oñtaguas 

Cercanías  de  Honda 


Mesa  de  los  Palacios.. 

La  Seiva 

Garrapata 

Rio  Gualí  (Mariquita). 

Mariquita 

Río  Cuamo 

Santa  Ana 


De  AmbiiUma  al  Ruiz 

Ambalema 

Los  Iguacitüs 

Lérida 

La  Honda  (casas) 

Quebrada  San  Juan     .   

Líbano 

Peñones 

Paionalcs 

Vallecitos 

Sabanalarga 

Río  Lagunilla  (paso) 

El  Derrumbe.  Punto  más  bajo 

de  la  cumbre 

Penas  del  Toro 

Cueva  de  Nieto 

Límite  inferior  de  la  nieve 

(SE.) 

—        inferior  id.  (N.) 

La  Olleta  (volcán» 

La  cumbre  (diviso) 

Las  Termales  ó  Aguacalicntc 

Manizales 

Santa  Bárbara 

Santa  Rosa  de  Cabal 

Fereira ^ 

Mata  de  Cana 

Cartago 

De  Guataquí  al  Tolima 


239 


zoo 

236 
239 

3n 
322 

450 

715 
861 

888 
971 


476 
406 

363 
483 
505 
340 
973 


236 

391 

343 
1088 

1436 
1 591 
2249 
2469 
3012 

3186 
3315 

3978 

4230 
4038 

4665 

4632 
4900 

4055 
3409 
2135 
1956 
1792 
1424 

1349 
912 


Guataquí... 

Piedras 

Aguadulce. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


43 


Pedufal 1014 

Ibagué 1280 

Casa  de  los  Barones 1601 

I.as  Juntas 1866 

Cueva  del  Tigre 2904 

Boca  del  Monte 3753 

Mina  de  Azufre 4028 

Pie  déla  helera  (NW.). 4373 

Límite  inferior  de  la  nieve....  4560 

Alto  del  Incienso 2552 

De  ¡bagué  á  Ttmaná 

Ibagué 1280 

Escarpia  de  Gualanday 782 

Río  Gualanday 600 

Salamina  (río  Coello) 464 

Rio  Coello  (paso; 339 

—  Luisa  (id.) 302 

—  Saldaña 223 

Pttríñcación 319 

Natagaima 318 

Villavicja 368 

Fortalecillas 384 

Río  de  las  Ceibas , 437 

Neiva 451 

La  Palma  ( Llanogrande) 512 

El  Hato 624 

El  Gigante 810 

Garzón 823 

El  Pital 921 

San  Antonio  del  Hato 826 

Las  Plantas 2154 

Quebrada  Oporapo 1421 

Cerro  Parado  (Sucre) 2684 

Saladoblanco 1511 

San  Agustín 1636 

Río  Sombrerillo 1371 

Matanza  (casas) 1281 

Laboyos 1344 

Pitalito 1193 

Tíman&. 1352 

Df  Ttmaná  d  Popayán  por  Las  Moras 

Naranjal 1352 

Cimarronas 1893 

La  Plata 1016 

Platavieja  (minas) 852 

Las  Cuevas 1126 

La  Topa 1300 

Víbora 1 51 5 

Pueblito 1415 

Hulla 1974 

Mesa  de  Caloto 2031 

Bitoncó..... 2442 

Mosoco 2769 

Páramo  de  Moras  (paso) 3766 

Silvia 2536 

Popayán 1793 

De  Cariago  d  Popayán 

Cartago 912 


Kl  Xaranjü 935 

El  TLtíxzzX 919 

La  Paila 941 

Tuluá 993 

Buga 960 

El  Cerrito 975 

Palmira ion 

Cali 1014 

Alto  de  las  Cruces  .(vía  del  Pa- 
cífico)   1487 

Paso  de  la  Bolsa  (Cauca) 981 

Santander 1073 

La  Teta 1230 

Pescador 1533 

Tunía 1758 

Fío  Piendamó 1789 

Río  Cauca 1779 

Popayán 1 793 

El  I/uiia 

Popayán 1793 

Ambaló 2422 

Silvia 2536 

Tombé 3012 

Pitayó 2828 

Piedra   Mesa    (orígenes  d  e  1 

Ovejas) 3092 

Peñón  de  Pitayó 345^ 

Páramo  de  las  Delicias 3475 

Azufral  de  Coquiyó 3126-3240 

Horqueta  de  San  francisco...  2419 

Toribío 1632 

Tacuyó i75o 

Torné  (Río  del  Palo)...., 2071 

Pie  de  Santo  Domingo 2784 

Páramo    de   Santo   Dominge 

(paso) 3974 

—        (cúspide) 4317 

Hulla,  pie  de  la  helera 4^37 

—  punto  más  alto  sin  nieve  4481 
Río  Páez  (confluencia  de  los 

dos  brazos) 3044 

Paniquitá 2243 

Los  Coconuios  y  el  Sotará 

l*opayán 1793 

Belén 1791 

La  Tetilla 1822 

Alto  de  Cauca 1741 

Cerro  de  las  Cruces 19 15 

San  Isidro 2157 

Confluencia   del    Vinagre   en 

el  Cauca 2280 

Río  Vinagre   (último  paso)...  2402 

Puracé  (pueblo) 2648 

Vinagritü 2829 

Azufral  del   Boquerón 4295 

La  Horqueta  (N.  del  cráter)..  4396 

Peña  Alta  (W.  del  cráter) 4339 

Cráter  chiquito  (E.  del  cráter)  4579 
Límite  inferior  de   la   nieve 

(NW.) 4600 


XiTVA  Geografía  de  Colombia 


Puracé,   cú<¡piile  (pico) 4700 

—  foiido  Jcl  crálcr 4371 

—  picacho  (W.l  46ÓS 

—  -       (NW.) 4579 

—  -      iNK.) 4607 

—  —     r^-i 4594 

Pena  al  W.  de]  volcán 4339 

Oxionuca  (hacienda) 2363 

—        (putbl..!..., 1314 

Cuboln 1646 

Ciicunuc  ■[t«nial).... 3640 

Sallo  (Jcl  Cauca 2760 

Cumbre  del  cjmino  á  l'ulc- 

■"■á 3i.'3 

Palelará  (hacienda  y  Manu)...  19S9 

—  Hico 4450 

Cabeza  redunda  (id.) ...  44^2 

—  —  pico  ü...  4544 
Ensillada  (al  X.    de  id  y  W. 

del  siguiente) 43^7 

Pan  Je  Azúcar,  cúspide 4^70 

—  —        limilc  W.  de 
l»n¡*i-e 45°' 

—  —      S.  de  la  nieie  451Q 

—  —      lí.    —      —  4424 

Alto  Pesares 2660 

Pnblaión 1283 

Chiribio Z09Q 

Paispamba 255° 

Casa  Núíici 341S 

SotarAícasa) 212% 

Río  Quilcacé 209) 

Alio  de  RiobI anco 3773 

Rioblanco  (paso) 3575 

Rioblanco 2639 

í)Olará,-llanada  W ,.  3''39 


Sotara  lomiía  al  N  3779 

—  i.Tmalal  S\V 3575 

—  li^rraza  en  la  falda  K...  4161 

—  cráter:  filo  N 44"7 

—  cúspide 4435 

—  fondodcl  cráter 4315 

Picacho  al  S.  del   volcán 4319 

Vf  Popi)'Jii  .i  Paila  por  ¿ij  furb/m 

l'ni'ayá" 1741 

Alto  del   Itobte iSzi 

RiuQuKcacé 1333 

Cuchilla  de  Dolores 1773 

Dolores 1689-1786 

—    mina  de  cubre loj^ 

Rio  Híinila      loSí 

|ji!  Arboles 1451 

Kio  Patia  (llanojül!!!! !'./-!!!!  1169 

Tinaj"" 1'°' 

Barraiicn 870 

Kiu  (iuachicono 74^ 

Urma 1075 

Ensillada  al  ü,  de  la  Tela  de 

I^rma 1331 

Teta  de  Urma 2130 

Rio  Sánchei  871 

Cuchilla  entre  el  Sáochei  7  el 

San  Jorge 1078 

Las  Juntas  de  Marínalo ii6a 

Rio  Sanjorce  (paso  entre  Al. 

maguer  y  bolívar) loíl 

Cuchilla  de  Bolívar 2034 

Itolivar 1717 

Rio  Rambingo 1164 

San  l^renio 1748 

l.as  Cruces  de  Paleros 2539 

San  Pablo 17*8 

l-«Crui 2440 


Figura  iS — Anligua  tarabita  de  Simacota  subie  el  Suárcí  (Santander} 
Pcl  álbum  de  la  Comisión  Corogrática  (inédito) 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


45 


Cuchilla  de  La  Cruz 2573 

Quebrada  del  Molino....  2312 

I-as  Cruces  de  Puraguay 2783 

£1  Diviso  de  las  Mesas 2556 

El  Tambo 1845 

Río  Vado 1412 

El  Tablón..... 1619 

Rio  Juanambú 14x9 

Loma  entre  el  Joanambú  y  el 

Toldapamba 2012 

Río  Toldapamba 1574 

Buesaco 1998 

Río  Pajajoy 1976  -  1995 

Jacapamba 2431 

Alto  de  I^s  Cebollas 3237 

Pasto 2544 


De  Popayáu  á  Pasto  por  el  valle  del 
Paila 

Popayán 1741 

Río  Hondo 1650 

La  Chapa. 1865 

Boca  dei  Monte  de  Munchi- 

que  (lateral) 2215 

Cerro  Munchique  ( id.) 3Q12 

Las  Botas 1709 

El  Tambo 174S 

San  Roque 1022 

Río  Timbío 909 

Quilcacé 926 

Patía 615 

Río  Guachicono 611 

Mojarras 554 


Cnndioamarca 

I       15  unidades 


Puuuná 
4.8 


Aiti 


r 


COLOMBIA 


NA/x^rs/v/v 


Superñcie  comparada  de  la  República 
y  de  los  Departamentos 

SUPERFICIE  TOTAL:  lOO  INIDADES 


BolíTir 

5.8 

lagdaleu 
5-4 


1^ 

ce 


Cana 

48.3  unidades 


>igura  19 — Diagrama  de  la  distribución  del  territorio  patrio  entre 

los  pcartamento§ 


46 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Mercaderes 1213 

Sombrerillos 1218 

Río  Mayo 1172 

La  Unión 1735 

Alto  de  Ix)s  Arenales 2779 

Berruecos 2230 

Río  Juanambú 1187 

Meneses 2495 

Alto  del  Tambo  del  Obispo...  2916 

Alto  de  Aranda 2987 

Pasto 2544 

Excursiones  en  los  Pastos 

a)  El  rio  Mayo 

Puente  de  Sombrerillos 11 72 

Paso  de  San  Pablo 1720 

—  de  La  Cruz 1944 

Doca  de  (^uebradahonda 2520 

Paso  de  Alumbral  de  abajo...  2619 

—  —  de  arriba. .  2768 

—  de  la  Cueva  de  Ramos..  2981 

h)  Las  PítacMS  y  Las  Atiimas 

Escandoy 2443 

Cuchilla  volcánica  encima  de 

Escandoy 2715 

Cuchilla  de  Qucbradahonda  3208 
La  Derrota,  cumbre  al  O.  de 

Petacas 305^3 

Quebrad  ahonda   (tambo) 3507 

Cúspide  NK.  de  Las  Petacas..  4054 

—  S.  —     4050 

Lomarredonda— Cumbre  al  S. 

de  Petacas 3890 

Lagunitas  (al  SE.) 3630 

Cumbre  al  S.  del  cerro 3588 

Boquerón    entre    Petacas   y 

Animas 3528 

Cuchilla  al  N.  de  Las   Ani- 
mas   3741 

Lnguna  Grande 35^9 

Llano  al  pie  W.  del  Cerro...  3589 

Cúspide  E.  de  las  Animas 4242 

—  occidental 4180 

Ensillada  entre  las  dos  cum- 

bres 4100 

Laguna  del  cráter 39^3 

Filo  SW.  del  cráter 4026 

Terraza  en  la  falda   SW 3907 

c )  El  Tanjubina 

Salado  Caliente  de  Tanjubina  2661 
Ix)ma  traquítica  al  N.  del  Ce- 
rro   3654 

Cúspide  S.  de  id 3874 

Pie  del  cerro  (N\V.) 3850 

Cúspide  occidental 4124 

—  oriental 4125 

Lagunitas  al  W.  del  cerro 3505 

(lancho  de  Lis  Ligrimas 3610 


l^s  Mesas 2222 

Río  de  Loma  Seca 2034 

Río  Janacatú 1826 

El  Diviso  de  I.,as  Mesas 2556 

De  Pasto  á  Sehondoy  y  el  Bordüftcillo 


3101 
2702  . 

3347 

3104 
3237 
3372 
3512 

3555 

3699 

2153 

2153 

2153 
2112 

2695 
2152 
2188 
2619 


Alto  del  Granizo 

Tescual 

Alto  de  Morasurco 

Piedras  Blancas,  alto  de  Aran- 
da  

Alto  de  Cebollas 

Cerro  de  San  Francisco 

Cerro  Cabrera 

lk}rdoncillo,  flanco  W 

—  cúspide 

Santiago 

San  Pedro  Yac u 

Sebondoy 

Putumayo 

(juairapungo  (páramo  de 
Aponte) 

Tambillo  (Guaranga) 

Aponte 

Tablón 

Lm  Cocha  ó  Mar  Dulce 

Chapal 

Mocond  ino 

Putrres 

Jamundí 

Males : 

Laguna 

Catambuco 

Alto  de  Catambuco 

Alto  de  Mocondino 

Cabeceras  de  Botano 

El  Tábano 

La  Cruz  (Diviso  de  La  Lagu- 
na)  

El  Helechal 

Paso  del  río  Bobo 

La  Cocha 

Casa  pamba  (orilla  N.  id.) 

Santa  Lucia  (id.  S.) 

Pie  K  del  Patascoy  de  Santa 
Lucia 

El  (¡alera 
a)  Pie  del  mocito 


Anganoy 2686 

Jongovito 2761 

—  camino  real 3805 

Übonuco 2851 

Boquerón  de  Yacuanquer 33^0 

Yacaanquer 2733 

—    quebrada 2535 

Moechiza  (camino) 2737 

—    (hacienda) 2622 


2591 
2763 
2657 

2737 

2645 

2788 
2630 

3613 
3617 

3320 
3076 

3271 
3470 

33<H 
2749 
2783 
2793 

2743 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


47- 


Ij>ma  AUoq 


,ig82 


3S7S 
o 

03883 
041^8 
04131 
f'urgatorioo  4201 

o  4222 


I 

5 


•? 


3»8o 


Figura  20 — Cotas  de  Reiss y  Stiibel — El  Volcán  Galera  (colocadas  sobre  la  carta 
arreglada  para  la  Nueva  Geografía  de  Colombia) 


La  Palma  (cumbre  de  Tain- 

dala) 

Taindala,  parte  inferior 

Las  Piedras  (camino) 

Puente  del  Guáitara 

Cbapacual 

Zaragoza  (casa; 

—  quebrada 

Hatoviejo ,... 

Catambuquilla 

Cariaco  (camino) 

—  (casa) 

—  quebrada 

Bombona 

—  PeÜas  del  Guáitara.. 

—  Fuente  del    —     .... 

Río  Consacá 

Consacá  (pueblo) 

—  (hacienda) 

Ix>roa  de  Consacá 

Paltapamba 

Churupamba 

Río^  Consacá  (Cañotillas) 

Canotillas 

Veracruz 


—  campamento 

Pieran .  .. 

Derrumbo  de  Puputana 

Sandoná  (casa) 

—  (pueblo) 

Arada  ó  Cruz  del  Rosario. 
)lío  del  Ingenio 


2755 
2496 

2173 
1634 

2334 
2024 

1948 

1922 

1 881 

1685 

1633 

1599 

1579 

1515 
1291 

1520 

1658 

1610 

1649 

1834 
2012 

1804 

1982 

1602 

1750 
1780 

1594 
1590 

1814 

1860 

7682 


El  Ingenio 

Quebrada  Patachorrera 

Río  Chacahuaico 

Pantano 

La  Florida 

Loma  de  Popayán 

Chahuaspamba 

Jenoy 

£1  Tambo 

Alto  de  Granadillas 

Quebrada  Molinoyacu 

Peñol 

Alto  de  Guascaurco 

Río  Patía  (entre  el  Guáitara 

y  el  Juanambú) 

£1    Alto,   entre  Juanambú   y 

Molino  Yacu 

Salado  de  Jambinoy 

La  Feliciana  (loma)    . 
Cruz  de  Chilca \....... 


h)  Faldas  del  macizo 

Loma  á  la  izquierda  del  rio 
Jesús 

—  derecha .. 

—  en  las  cabeceras  de  id... 

Alto  de  Obonuco  

Cúspide  del  páramo  encima 

de  la  Laguna  Telpis 

Cocha  (Laguna  Telpis'. 


181 5 
1659 
1681 
2253 

2155 

2537 

2377 
2482 

2210 

2392 

1401 

1684 

1335 

485 

1713 
1199 

1894 
1924 


3674 

3678 
3669 

3586 

391 5 
3528 


48 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Loma  á  la  izquierda  del  Ca- 
riaco (cabeceras  del  Zara- 
goza)   3176 

—  derecha  id.  (id.  del  rio).  3568 

—  en  las  cabeceras   id 37^4 

—  én  el  Valle  de  Ciruela...  3462 

—  del  Carrizal 3066 

—  —  (parte  del  medio) 2905 

—  deGuandimbas  (Pierán)  2074 

—  redonda  de  Jenoy 3617 

Páramo  de  Chaves 3193 

C'umijá 3057 

El  filo  del  cráter 

Loma  de  Bombona 3802 

Picacho  en  el  ñlo  S 4083 

Cúspide  del  id 4106 

Altura  media  al  £  de  id 4070 

Picacho  S.  del  filo  oriental....  4170 

Loma  Pelada,  cúspide  del  S.  4244 

—  —    id.  N.  (cima  del  ce- 
rro)   4264 

Loma  de  Pasto,  picacho  S 4246 

—  —    id.  central 4228 

—  —    —    N 4222 

Ensillada  entre  Loma  Pelada 

y  Loma  de  Pasto 4^35 

—  entre  Ix)ma  de  Pasto  y 

el  Purgatorio 4263 

£1  Purgatorio,  picacho  £ 4201 

—  —    —    W 4198 

Ensillada  entre  los  dos  Pur- 
gatorios   4131 

I^ma  al  \Y.  del  Purgatorio...  3883 

—  de  la  Florida 3878 

—  Alta  (cumbre) 3812 

El  interior  de  La  Caldera 

Rio  Consacá:  primera  angos- 
tura   1943 

—  —    arriba  de  la  Chorre- 
ra Grande 2061 

—  —    confluencia  con  el 
Ramal 2157 

—  —    principio  del  thal- 

wegt •••  2865 

Pie  de  la  avenida  de  lodo  2870 

—  del  cráter  viejo  2916 
— ^    de  la  lava  nueva.     2400  -  3168 

Peñas  entre  aquélla.     .   . 3578 

Cocha  al  pie  de  Loma  Alta...  3434 
I^ondo  del  cráter  viejo,  pie  del 

actual  cono  de  erupción.  •.  4034 
Filo  N.  del   cráter  (cono  de 

erupcixSn) 4120 

Cono  de  erupción,  cúspide....  4180 


De  Pasto  al  rh  Carchi 

Puente  del  Guáitara 1634 

£1  Boquerón 2148 

Choachú              2580  -  2941 

Embued..           2924 

Puente  Alto        ■. 2963 

Túquerres      3070 

Puente  de  Sapuyes 2900 

Alto  de  Chillanquer .^183 

Chillanquer  3362 

Guachucal 3116 

Cualapud     3115 

Cumbal 3167 

Alto  de  Ipiales 3211 

Pastaza 3036 

Ipiales 2912 

La  Laja,  ñlo  de  las  penas. . . .  2869 

—  —    casa 2690 

—  —    capilla 2596 

—  —    puente  del  Carchi .  2568 

Potosi 2779 

Puente  natural  de  Rumichaca  2766 

Río  Carchi  id.  (nivel  del  agua)  2754 

—  camino  de  Cumbal  á 
Tulcán 2931 

ElFrailejón  y  El  Azufral 

Casa  Chuca  (peñas  del  Guái- 
tara entre  Ales  y  el  rio)..  .  1682 
Las  penas  de  Ales  (camino) .  2108 

—  cúspide  N  .  ...      2207 

—  S.   (camfno   de  Túque- 
rres)   2863 

Yanancal         1728 

San  Roque 3402 

Camino  de     Laguna    Verde 

(Alto) 3918 

Cerros  al   \V.  de  la  Laguna 

Verde 3979 

El  Salto  3991 

Laguna  Verde         3795 

Cumbre  del   Azufral 4070 

Rio  Chipaqué            3107 

El  Cumbal 

I^ma  de  Cumbal 3358 

Llano  del  Santísimo 3323 

La  Tola                               ...  331 1 

Pie  de  la  helera  del  NW 4451 

Limite  inferior  de  la  nieve  ( E.)  4547 

Filo  N.  del  cráter 4718 

Picacho  del  cráter   4717 

Cúspide  del  Volcán     479° 

Fondo  del  cráter ■.  4694 

Loma  al   lado  de  los   Cima- 
rronas             ....  3679 

Llano  de  los  Cimarronas  ..  35^ 


r 


NuKVA  Gkogkafi'a  oe  G>loiibia 


49 


Cuchilla  entre  Cimarronas  v 

Capote  

Ciénaga  Capote     

Creces  de  Mundonuevo 
Cerro  del  Balcón  (cima)  .. 

Boca  de  Mundonuevo 

Fondo  del  cráter  cerca  de  id... 

Alto  de  Miraflores 

Miranores    .   .... 

Cerro  Guada  

Cocha  Cuscungu 

Páramo  de  Guan 

f  rnS      X  Olas  •...•  .     ••■••... 

Mnellamues 

Morro  de  Colimba  (cima)     ■ . . 

Colimba  

Cordillera  de  Cerro  Colorado 

(Tolda  alta) 

Páramo  de  I^ma   Parga . . . 


El  Chiles  y  el  Cerro  Oreja 


4053 
3757 
3892 

3818 
4496 

47" 

3527 
279X 

3453 
3469 
3648 

3384 
3171 
3665 
3246 

3586 
3607 


Faldas 

Chiles -3143-3127 

La  Cruz  de  Chiles     3443 

Las  Termales 3276 

Pie  de  la  helera  K 446S 

"~^               ^.•»      ^         ,,,     ,,,  44'3 

Limite  inferior  de   la  nieve  £  4583 

—        —                   "-      S  4535 

•laguna  Verde -w 3966 

Pie  S,  del  Cerro,  diviso  entre 

el   Carchi  y  el  Mira 4157 

Cerro  de  Contrayerba 4152 

'  Pico  de  los  Gallinazos  ..  4777 

•  Cumbre  del  Chiles 4780 

Cerro  Pascal 3565 

Alto  de  Pascal 3790 

Portachuelo ....  39(33 

(Quebrada  Bañan  (entre  Cum- 

bal  y  Chiles) 3080 


La  Caldera 

Interior  del  cráter 

Confluencia  del  Hondón  y  el 

Tambo 3536 

Pie  de  las  Peñas  de  la  cumbre  4071 

—  E.   de   la  avenida  de  lo- 
do  3836-3884 

"~~  ft.  vv        •••  39^^^ 

—  S.  E                  4068 

—  Termales  (E.)            ...  3790 

—  Termales  (W.)     .   3759 

Loma  al  NW.  de  la  caldera  3962 

Pie  de  las  penas  al  W 4150 

—  de  la  nelera  W     ...  4424 

—  —    E 4379 

Límite  inferiorde  la  nieve  al  E.  4612 

Penas  en  el  filo  E.N.E 4365 


El  Cerro  Oreja 

Tambo  de  Mavasquer  3375 

Potrerillos  ...  3806 

Quebradahedionda  (pie  ^'.  del 

Cerro)  3788 
las  Cruces,  ensillada  entre  el 

Chiles  y  el  Oreja     .  4014 
Cúspide  del    Oreja  ó   Cerro 

Negro       4470 

Filo  para  bajar  á  la  Caldera..  4181 
Lomas  en  el  fondo  de  la  Cal- 
dera                  3761 

£1  río  id.  id     3652 

Boca  inferior  de  id  3828 
Alto  del   camino  de  Mayas- 

quer  2849 

I^  Ceja ..  2703 

Río  Mayasquer 1978 

Mayasquer     ...  2063 

Altimeirla  de  las  meve%y  las  platitas 

Promedio  del  límite  inferior 

de  la  nieve       .  ..  •••...  4580 

Límite  id.  mínimo     4424 

—    —     máximo 4^65 


Límite  inferior  del  frailejón 
en  el  Ruiz 3874 

—  superior  en  el  Tolima        4450 

—  superior  de  la  vegeta- 
ción en  el  Ruiz 4260 

—  —  de  la  palma  boba, 
Tolima 3561 

—  —    (£n  el  Tanjubina)..     3179 

—  —    del  chusque,  Tolima    3545 

—  —    los  platanitos..  2570 

—  inferior  del  frailejón  en 
el  páramo  de  Santo  Do- 
mingo           3837 

—  —    de  las  Delicias 3293 

—  superior  del  monte  en  el 
valle  del  río  Páez 3231 

—  —    en  el  Patascoy 3521 

Límite  inferior  del  frailejón 

en  el  Galera 3513 

—  superioríd 39^4 

—  —  de  la  cebada  (San 
Roque)  en  el  Azufral 340a 

—  —    del  monte 35^7 

—  inferior  del  frailejón 

en  el  Cumbal  3311 

—  superior  id 4000 

—  —    de  lo^  rastfí  jos 3926 

—  inferior  del  frailejón 

(en  el  Chiles) 33*2 

—  superior  de  id 3954 

—  —    de  la  vegetación....     4353 

—  —  del  frailejón  (en  el 
Oreja)......... 4243 

—  id.  id.  id.  inferior  y  prin- 
cipio del  monte..., 2849 


50 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


GONZÁLEZ  VÁSQUEZ  (COLOMBIANO) 
1871  ( Hipsométricas  ) 


j4J  De  Cücuta  al  Rh  Magdalena 

a)  El  Ma^alefia  y  el  IM>nja 

Puerto  Paredes  .  .'. 136 

Dique  de  Paturia 125 

Loma  de  Corredor 114 

Puerto  nacional  (Bodegas  de 

la  Unión) 109 

Tamalameque 91 

—    (Boca  del  Colorado)   ...  90 


Papayal    

Chocó .. 

Cascarillo  (boca  del  San  Al- 

Deno/  ••  •••••••      ••• 

Barranca.**  • ..-     

I^ierto  Patino  (Ciénaga  Dona 

María)     ....  

Cascajal  

I^ma  de  CorreJor 


•  •    •  •  I 


b)  Región  de  Oca/Ja 

Puerto  Paredes. 

Aguachica     

TotuRial  . 

Los  Angeles   •  

Boca  del  Monte     

El  Carmen 

Boquerón  del  Escorial (?) 

Alto  Cruz  del  Fraile  (más  al 


S.) 


•  •  • 


Cáchira  

Boquerón  de  las  Jurisdicciones 
Cerro  Pelado  (picacho  Sur . 
—         —          —         Norte 
Boquerón  "  Cintura  de  los  in- 
dios"   

Alto  de  la  Cruz      

Boquerón  de  las  Rojas  .. 

—  de  la  Comunidad 

—  la  Chiquita  I    

—  de  los  CuritoS'...  .. 

—  de  la  Camarona. 

—  del  Alto  Real 

—  de  Puebloviejo... 

—  del  Carmen 

—  del  Guamal.     .. 

—  de  Bobalí 
Pueblonucvo  (población) 

Puebloviejo        id 

Brotaré  id 

San  Antonio      id 

^a  Cruz  i^  . 


(?) 


127 

125 

121 
118 

116 

114 


136 

187 

200 
204 

358 

774 
3350 

3431 
1787 
2075 
2582 
3428 
3616 

2336 
2860 
2068 

1704 

1704 

1684 

1759 

1749 
1632 

1545 
I7I4 

1400 
1720 

1732 
1596 

1556 

1440 


Ocaña  (población) 
Rio  de  Oro     id  ..  . 
González         id 
Convención    id...  . 


1254 

K2IO 

1350 
1050 


Quebrada  del  Tigre  (camino 

real  *     

Rio  del  Tigre  (camino  real)  .. 
Confluencia  del  Frío  y  el  Oro- 

3ue     
ado       

Paso  de  la  Ermita 

Río  Algodonal 

—         —         (media  legua 

más  abajo) ....•• 

Río  Catatumbo    (boca  Cura- 
zao I        •     .....   •.••••..•  .^s^ 


1650 
1478 

1408 

138S 

1294 

T286 

1273 

ICO 


Alto  del  Colorado 
Cerrogordo    . 
Boquerón  de  id  . 
Alto  do  Tarra  .... 


'••«•••• 


•  •  •     •  • 


Rio  Tarra  (las  Jurisdicciones) 

—  Caira  id.  iboca  Páez) 

—  —    vía  de  Salazar... 

—  —     Aurama  . 


•  m      m       •• 


Boquerón  de  Llanogrande.. 

Me&a  de  Cuestaboba 

Alto  Bucarasica  

Boquerón  de  Mesallana 


2037 
2036 
1698 

175a 


1905 
1710 
1640 

1369 


3«37 

3291 
3086 

2459 


íj  Región  de  Cücuta 


Río  Sardinata,  en  la  Cueva...  1700 

San  Pedro 1653 

Quebrada  Guayabera  ( boca)..  1540 

Río  Sardinata,  vía  del  Playón  650 


Alto  del  Laurel 2480  -  2590 

Boquerón  de  Espartillo  Rico  ó 

Zumbador 2087 

El  Guayabo 1452 

Pico  Judío 1609 

Río  Pedro  Alonso»  vía  de  Sa- 

lazar 1020 

—    —  —    '  vía  de  Ga- 

|indo  ...       . .     , 750 


r 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


51 


Santiago 460 

La  Amarilla  (puente).         ...  342 

San  Rafael  (Galindo)    .    .  1080 

Altogrande  (^ía  de  San  Pedro)  1 790 
Boquerón  del   Hato   (vía  de 

Galindo) 951 

—        de  la  Tiendita  (vía 

de  Santiago)   .  1009 

San  Cayetano 259 

Paso  del  Orimaco  (río  Zulia).  239 

San  Buenaventura  (río  Zulia).  76 

San  José.. 327 


B)  Ferrocarril  de  Cúcuta 
1880 
I  Nivelación) 

San  José 360 

El  Salado 321 

£1  Aloncito  . 350 

Puente  González  Vásq  uez 323 

—  Morales        281 

—  Burgos 231 

LaArenosa 181 

Altodel  Viento 158 

Caño  del  Tigre 134 

Palma  quemada  146 

Puerto  Villamizar  (Río  Zulia)  109 


c)  Carretera  de  Cambao 

(Nivelación    1884 

Bogotá    2625 

Mosquera 2577 

Facatativá ...  2602 

Los  Manzanos     2618 

La  Tribuna  (Roble)             ...  2726 

Los  Alpes  (Aserradero)   ..  2434 

Alto  del  Trigo  (de  Cambao). .  191 7 

P<&n  de  Azúcar            1731 

Boquerón  de  Caguala 1780 

—  Altagracia   1742 

—  lió .  .  1694 

Alto  del  Tabacal   ....  1737 

—  Cartagena 1822 

Boquerón  de  los  Deslindes  1979 

Pena  del  Gallinazo    2004 

Boquerón  del  Prado  ..  2000 

Quebrada  Rosario  1866 

Boquerón  del  Granicito  ..  ....  1860 

de  Chumbamuy.  ...  1665 

Alto  de  la  Tabla     .  1528 

—  de  la  Balsa      1514 

Cuchilla  de  la  Punta  1^09 

Vuelta  del  Diablo        1Í52 

Boquerón  de  Capira  ..     ..  897 

Quebrada  de  id  .  ...          I44 

Puente  de  Caracoli 310 

Cambao   pueblo) 234 

—  puerto  en  el  Magdalena  218 


A.  RAMOS  (colombiano),   1 872 
(Hipsométricas) 


En  Santander 

Puente  Nacional 1993 

Site 1981 

Güepsa 1577 

Alto  del  Gallinazo 1526 

5>an  Benito 1387 

LaFalúa 1066 

Guadalupe 1469 

Guapotá 1497 

Palmas 121 7 

Socorro 1237 

Pinchóte 1248 

San  Gil 1151 

El  Ensayadero 1242 

Corregidor. 1439 

Puente  de  Sube 497 

I^os  Santos 1351 

La  Fuente 1692 

Guayabal 1734 

Piedecuesta 1032 

Bucaramanga 997 

Río  Tona ,  81^ 


Boca  del  Charta 1405 

Matanza 1612 

Suratá 1789 

Alto  de  Cachiri 2778 

Cachiri 1892 

Orígenes  del  Zulia   gran  de- 
presión de  la  cordillera)  ....  2879 

Arboledas 968 

Alto  de  id 1475 

Quebrada  2ulia 898 

Boca  del  Sal  azar    406 

San  José  de  Cúcuta 313 

California  (Baja) 2099 

Boca  del  Baja 2124 

—  Vetas 2961 

Alto  del  Viejo  (la  cordillera).  3953 

—  del  Frío 3029 

—  del  Peñón 2872 

Navarro 2679 

Arboledas  968 


52 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Piedecuesta 1734 

Granadino 1777 

Pande  Azúcar 251 1 

Boca  del  Monte  ( páramo  3577 

Mutiscua 2642 

La  Donjuans 796 

San  José, 313 

Cerro  El  Arrayán 621 

Alto  Mucujú 1715 

La  Rucia 1045 

Los  Palmares 960 

Peronio... 921 

Riesito 532 

Tierra  venezolana. 


1880 — Ferrocarril  de  Puerto  IVtlchts 

(Nivelación) 

Bodega  Central 70 

Puerto  Wilcbes 96 

£1  Vaivén 99 

Banco  de  la  Raya 122 

Quebrada  Mier iii 

—    La  Raya 145 

Sabana  Torres 151 

Los  Sapos loa 

I^  Cristalina 163 

Sabana  Torres 150 

Penasblancas  (Lebríia)....i77  -  183) 

Puerto  Botijas        id 250 

Ik>cadel  Suratá 800 

Bucaramanga 997 


E.  MICHELSEN  Y  N.  SAENZ    (COLOMBIANOS),   1 87 1 

(Hipsométricas) 


En  torno  del  Sumapaz 

La  Mesa 1352 

Anapoima 685 

Portillo 485 

Flandes 407 

Colombia 814 

San  Pedro 1276 

La  Providencia  (cumbre  de  la 

cordillera) 1998 

El  Tigre 905 

Papamene ^(i^ 

Duda 763 


La  Palma  (San  Juan) 483 

Cunimia 454 

Pi^al 333 

Río  Ariarí 362 

San  Martín 489 

RíoHumadea 365 

—    Gramal 349 

Guativo 317 

Rio  Meta  (Jiramena) 253 

Jiramena 298 

Villavicencio 500 

Salina  de  Upin 685 

Cáqueza 1765 


-.  * 


COMPAÑÍA  DE  COLOMBIA  * 


(Ancroidales) 


Del  Magdalena  al  Llano 

Colombia  >••• 

£1  Totumo."     

La  Comiza 

Rioblanco  (pasoj     

Quebradahonda     

Las  Termopilas 

San  Pedro 

La  Trinidad  (paso  del  Ambicá) 
Río  Ambicasito  (segundo  id.). 
Alto  de  La  Providencia.  .  . 

Quebrada  id — :    

Río  Tigre  (casa) 

^^"    ^"^  I  paso  ji»..»»».     ..■••• 
Quebrada  del  Inñerno 


819 
867 

1113 

1 147 

1137 
1 147 
1378 
1657 
1877 
2085 

1723 

1033 

853 

853 


Alto  del  Infierno iioo 

Río  Dalubio ...  826 

I.AS  Delicias  1156 

Rio  Papamene  (paso) 696 

Papamene 70' 

RioSorrento 753 

Quebrada  Aguasclaras    .     ...  779 

Alto  de  Sorrento            1030 

Quebrada  Almorzadero 879 

Mirador 982 

Alto  de  la  Reser\-a í*SO 

Quebrada  Piedras  de  Yavia..  689 

—        Abejas-. •         7©^ 

Uribe      627  —  610 

Quebrada  Dussana ..  764 


•  Inéditas :  tomadas  de  los  planos  originales  levantados  para  la  adjudica 
ci6n  de  baldíos  á  dicha  Compañía  agrícola,  por  diversos  ingenieros  (Caicedo 
D.,  Chaves,  Gaviria,  Codazzi  L.,  etc.),  y  compiladas  en  un  solo  cuerpo  en  1877. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


53 


946- 


Quebrada  Moyas 

Alto  de  Santa  Rita... 
Quebrada  Santa  Rita  .> 

Alto  Esperanza   

Quebrada  Esperanza 
Quebrada  Diamante 

Alto  Guapecito 

Río  Guapecito     ... 

Alto  Pailas 

QuebradaTPailas  .  . 

Cerro  del  Oso 

Las  Peinas 

Quebrada  Barrialosa 

Cuchilla  de  las  Dantas 

Quebrada  id        

Alto  Sapera 

—  Remolino .   . 

Remolino ....  •• 

Quebrada  Remolino 

—  Payandesal 

Río  Caure     

Cuchilla  del  Neme 

San  José 

Quebrada  San  José 

—  Curra ..     .    ... 

—  Guamito     

— -    Honda 

xmCaciaS' «....a  •••■«      •••••••... 

Quebrada  Acacias 

—  Piedras. 

— .     PiUlito 

—  Malpaso  ..     .... 

—  San  Juan 

—  Cuninua 

—  Carrillo 

—  Palomas    

—  Pericha.. 

Perícha 

Boca  del  Monte  (para  el  Llano) 

Df/  IJatto  A  la  Sabana 
San  Martín 


715         Trapiche. •• •...    . 

765  Alto  Mosquito 

701  Mosquito. 

791  Rancho  de  Piedra 

690  Confluencia  del   Ariari   y   el 

636  Riogrande 

810         El  Perdido 

688         La  Mediagua 

940         Piedra  de  Letras 

816  Alto  de  La  Esperanza  .....    . 

1550         La  Esperanza 

843  Juntas  de  los   ríos  Nevado  y 

809  La  Esperanza 

880         Botadero  del  Callejón 

708  Boquerón  del  cerro  Nevado.... 

965         Tambos  del  Nevado 

880  Páramo  de  Las  Animas 

691  Santa  Rosa . 

685 

c^i  De  Newa  al  Caquetá 

530  Boquerón  de  Fortalecillas  ... 

5*8         Quebrada  Colegio... 

685  AltoSta.  Lucía  (la cordillera) 

603         Balsillas  (paso) 

565         Alto  del  Galápago 

55<^         Quebrada  Malabrigo 

545         El  Pasto  (paso) 

526         Quebrada  Penas »... 

55^         La  Venta 

530         Zanja  Honda 

3i>'         v^ruces  ••*•    ....  .••• 

500         Alto  Buenavista 

480         Laguna  del  Oso     

476         La  Carag[uaja  (paso) 

470         Alto  Paujil 

460         Alto  La  Mensura 

450         Mediagua; 

440         Tambo  del  Chato 

450         Quebrada  Peralta 

14^    Alto  La  Ceja 

Quebrada  La  Bomba 

Alto  del  Dormilón  .... 
436    Río  Guaduas 


497 
1214 

704 

659 

794 

1439 
1695 

1186 

2583 
1979 

2040 

3123 
3690 

3324 
4001 

3300 


IIIO 

1560 
2804 
2491 

2795 
2346 

1693 
1 710 

2321 
2518 
2097 
2468 
1674 

IIIO 

2005 

2493 

1675 
2185 
1390 
2088 
III9 

227o 
815 


K.  ALVAREZ  SAI.AS 


189] 


(Hipsomctricas) 


LA  VIA  DE  (HRARDOT 


Calamar iom.50 


Girardot 

Juntas  de  Apulo 

Vega  de  Anserma 

Río  Apulo  (La  Ycgüer.n) 

San  Joaquín 

Saa  Lorenro  (vía  de  Li  Mesa) 

£1  Hospicio 

Anatolí 

Dos  Caminos 


330 
452 

503 

549 
704 

892 

1248 

1754 
1964 


Camino  de  Zipacón 2161 

La  Palma  (meseta) 2248 

Alto  del  Retiro 2320 

Boquerón  de  Chunza 2651 

( —    de  Barroblanco 2734) 

Madrid ." 2586 

Funza 2583 

Mosquera 2583 

Fontibón 2584 

lk>gotá    Pilachiquita 2620 

—  Atrio  de  la  Catedral 2648 

—  Observatorio  Nacional..  2644 

—  La  Candelaria 2668 


*  Esta  señe,  concprdada  con  una  nivelación  de  anteojo  de  Girardot  á  Bo- 
gotá, es  exacta,  y  por  lo  mismo  la  base  natural  de  comparación  y  corrección  para 
«1  estudio  de  la  altimetria  de  Cundinamarca, 


S4 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


C.  BALEN,    I  88o 
(HipsoinPtricas 


LA  vÍa  de  KUSAGASUgÁ 


Bogotá 261 1 

Tierranegra  2596 

El  PenAn 2805 

El  Roble ■■    ..  2254 

Barroblanco        2028 

La  Aguadita                 ...  1 885 

Cruzgrande... 2215 

Fusagasugá  1718 

Fin  del  Llano  del  Novillero ..  1640 

Depresión  de  La  Puerta.  1487 


Casa  de  1^  Puerta ...  1550 

Llano  de  I  a  Puerta     ....1500  -  1250 

Quebrada  I^a Serena   .     ...  1150 

Alto  del  Boquerón  ..     ...  916 

Puente  de  Fusagasugá 560 

La  Capilla 520 

Alto  del  Muerto     1019 

Booueión  de  id 470 

Melgar                  358 

Paso  del  Fusagasugá     280 

Río  Magdalena  (en  Ricaurte)  260 


A.  HETTNER  (aLEMÁn),   1 882-84 


LA  CO&DILLKRA  DR  SUMAFAZ 


a)  Ai  IK  del  Magdalena 


Puerto  de  Méndez  (Río  Mag- 
dalena)   

—  Chaguaní  id.  id 

—  Ricaurte  id 

Méndez 

Las  Delicias     

Guayabal        

Sabandija 

Mal  paso 


Fresno 

Partidas 

Tablazo 

Río  Guarinó 

Aguabonita 

Quebradallena 

Río  Domingo     

Manzanares    .     . 
Cerro  Cuadalupe... 
Quebrada  Union.   , . 
Picona  (dos  picos)  • 

Río  Guaripó 

Victoria 

Quebrada  Cabras 

Lis  Cabras 

Río  Guarinó 

Páramo  de  Herveo  (camino). 
—  —  (limite  entre 
Tolima  y  Antioquia) 

La  Palma    

Salamina     ..         


3030 


220 
220 
290 
240 
230 
280 
1 1 10 
1230 
780 


1340 
«930 

1550 
1260 

1900 

1400 

1570 

1840 

2570 

2210 

3040 

2640 

2200 

2440 

2730 

2950 

2790 

3110 

3100 
2210 
1830 


Río  Chamberí 

—  —    Alto  al  \V 

Guayabal • • 

Río  Cauca  puente  de  Cana).., 

Echendía  

Supía 

Riosucio-.  . 
Ensatado  (carbonera)  .. 

Quinchía 

Río  entre  id.  y  Villalobo 

Ansermaviejo 

Arauca  — 

Río  Cauca  (paso  de  id.) 

—  Cbinchiná.. 


•  •      a  •  ■  • 


«••  •      •***•  »•*•) 


«a   •■».•■ 


•  ■       ■  •  * 


Frailes 

Pie  de  la  Sabana  (el  Rui 

l^agunetas 

Cueva  del  Gualí 

—      del  Toro 

Arenales  del  Nevado... 

Pie  de  la  hclera 

Laguna  del  Derrumbo.., 
Alto  del  Boquerón. 

Boqueroncito 

Rosario  

Pantanillo    


b)  En  Cuudinamarca 


El  Consuelo...    ■ 
Alto  del   Sargento 
Guaduas     .. 
Alto  del  Raizal     .. 
—  del  Trigo-..-. 

Petaquero 

Villcta 


z^..  .  ■ 


1230 

176a 

1570 

710 

1580 
1230 
1790 
2030 
1650 
1270 
1740 

1330 
940 

950 


2300 
3660 

4120 

3860 

4050 

4600 

4380 
4000 

4250 
3850 
3330 
1 210 


1020 
1380 
1020 
1660 
1870 
1410 
830 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


iS 


Chimbe 1700 

Escobal 1920 

Afualarga     2230 

Alto  del  Roble 2690 

Ix>s  Manzanos 2590 

—          —          sic) 2580 

Alejandría               2570 

Alto  de  la  Cruz 2920 


Pie  de  la  Cuesta . 
Boca  del  Monte  .. 

San  Juan 

Rioseco  

Las  Petacas. 

Alto  de  Vianí  .. 

Vianí  ..  

Quebrada  id     ... 

Pantano 

RioVilleta 

Guayabal 


•••••■ 


310 
1040 

1300 
1230 

1530 
1740 
1520 
1420 
1570 

IIIO 

1610 


Sabana  de  Fusagasugá  (cabe- 
cera)  

Rio  Sumapaz.  £1  Boquerón-.. 

Fusagasugá     

Rio  Barroblanco    

Páramo  San  Fortunato 

oiDate     •••••••,..       ••••     ••..•• 

Puerlagrande   

Vínico      «•      ■■•  »•     *•■         •■• 

Soacha 

Puente  de  Canoas 

Río  Funza  (El  Salto) 

—  —      (Barrancas) 

—  —    (pie  del  Salto)  .. 
Páramo  de  Pasca  . . 

Páramo  de  Tunjuelp 

Llanos  de  Tunjuelo 


•  «9  •  •  •  « 


1470 

510 
1720 
1890 
2830 
2570 
2560 
2550 
2560 
2550 
2480 

2490 
2210 

3430 

3150 

3101 
2570 


Ricaurte 

Los  Monos ■ 

Puente  en  el  Bogotá -. 

Tocaima 

Portillo 

Juntas  de  Apulo 

La  Terraza  (sobre  id.) 

Alto  de  las  Juntas 

Pie  de  la  Mesa  de  Anapoima. 

Mesa  de  id.(ñn) 

Anapoima        

La  Mesa  (plaza)     


—  principio 

—  nn 


—  Escalón  al  Norte 

Puente  del  Colegio 

£1  Colegio        

£1  Arrayán 

Tena 

—  (iglesia) 

Rio  Bogotá-.. 
Boca  del  Monte 
Laguna  Pedro  Palo  .. 
Boca  del  Monte  de  Anatoli 

Madrid 

Cerro  de  Serrezuela 

Tresest]uina$ 

Puenteerande     

Fontibón 

Bogotá— Egipto        


Alto  del  Callejón   

El  Callejón 

jMwigar     •••••••  ••• 

Valparaíso 

Poente  de  Tierra 

Alto  de  Pandi 

Sabana  de  Fusagasugá  (pie) 
—       --   (medio  1 


300 

340 
370 

410 

400 

490 

600 

800 

710 

730 
740 

1280 

1210 

1420 

1250 

750 
1030 
1360 

1350 
1410 

850 

2640 

2010 

2630 

2580 

2570 

2760 

2570 

2560 

2570 

2730 


640 

340 

340 
840 

620 
1580 

870 
1410 


Deslindes... 

Quipile 

Santa  Cruz 

Puente  de  San  Joaquín  (Apu- 

lo) 

Río  Apulo  (paso  á  Anapoima) 
—    Bogotá  (puente  del  Chi- 

calá 

Viotá 

Alto  de  I^  Cruz 

Tibacuy 

Río  Chocho 


Páramo  de  la  Calera (Monse- 

rrate) 

La  Calera 

Alto  del  Aire  (Usaquén) 

Guatavita 

laguna  de  id 

Sesquilé  .....         

Alto  de  Sopó 

Sopó 

Cacicazgo 

Suesca 

Gachancipá 

Tocancipa 

Nemoc^n 

Cerro  La  Salina  ( Zipaquirá).. 

Puente  del  Común 

Suba 

Rio  Funza  o'íadeCota) 

Tenjo 

Tabio 

Alto  Juaica 

Subachoque 

La  Pradera 

Cuatroesquinas  (Facatativá)... 


1950 

1470 
1 160 

700 
630 

640 

660 

1820 

1660 

1330 


3250 
2710 

3130 
2600 

2990 

2610 

3010 
2580 

2590 
2590 
2590 
2590 
2600 
2740 
2580 
2600 
2560 
2610 
2580 
2970 
2670 
2720 
2640 


Alto  de  Bermeo 2900 

La  Vega 1250 

Alto  de  San  Francisco 0x64 


S6 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


San  Francisco 1540 

Altodel  Yaque 3220 

—  de  Supatá 3190 

El  Tablazo 345o 

—  pie 3230 

Alto  del  Águila 3040 

El  Moruno 2840 

Murillo 2200 

Pacho  (hacienda) 1760 

Valle  de  Pacho 1550 

JunUs  de  Patasia 1420 

Boquerón  de  Cruzverdc...3490-  3550 

Ubaque 1850 

Laguna  de  U  baque 2100 

La  Unión 1590 

Fómeque 1920 

Páramo  de  Chingasa 3530 

Fuentes  del  río  Chingasa.3230-  3160 

Laguna  de  id ...  3220 

Choachí                            .     ...  1930 

Páramo  id.  (camino  viejo'.  ..  3415 

Id.  (id.  nuevo) 3330 

Boquerón  de  La  Culeca..  3280 


Boquerón  de  Chipaque 
Puente  de  Cáqucza. 
Alto  de  La  Estrella   . 
Las  Juntas  de  Sáname 

Aguacaliente      

M  onterredondo 

Susamuco 

Pipiral 

Sen'itá ..  •  ..      .    . 

Apiai  (boca  del  Monte) 

Entablado-. r  .. 

La.  Palma.. 

I^s  PavitQs.       ...    .  .. 

La  Esiperanza  (Banco) 

Quename.- 

Puente  de  Ocoa 

La  Vanguardia   . 

Saliiu  de.  Cumnral 

Cujmaril  •■  .. 

Naguaya 

Juntas  de  Casa  unta  y 

munr.Q 

Mesa  de  Calzón 

Kurnavista        

Cantas 

Altodel  Diablo 
Río  La  Florida     ..    .. 
RioGuavio  .... 

Ubalá 

Gacheta 

Boca  del  Monte 

Páramo 

Ramadalarga 


■  •  •i 


300 
Casa- 


•   «    V         ■  • 


3200 
I6I0 
2000 

1380 

1320 
1320 
1000 

880 

1060 
360 

350 
340 

270 
300 
250? 
280 
370 

600? 

-  350 

270 

270 
600? 
1520 

2210 
2900 
1700 
1480 
1970 
1750 
2470 
2640 
2870 


Boquerón  de  Tausa 3220 

Tausa 3030 

Puente  de  Sutatausa         ■.■»..  2610 

Ubaté    2570 

Páramo  de  Suesca    2990 

Laguna  id     2870 

Alto  Cucunubá       2990 

Cucunubá   .■    .    ...  .  357o 

Ligo  de  Fúquene  2550 

Susa   ...  2560 

Alto  de  I^nguazaque 2830 

Lenguazaque .  2590 

Guachetá    .        ...  2660 

Páramo  Ráquira 3000 

Ráquira     2150 

Alto  Corrales 2650 

£u  Boy  acá  y  SatUander 

Dos  Caminos 2600 

Puente  Upani   640? 

Alto  de  Muzo                         .  1130 

—    de  Coper 1240 

Paunita 800 

Rio  Villamizar   590? 

Alto        —          1060 

Rio  Cantinero            690 

Altodel  Cerro 1230 

Uchame  ..            .             1180 

Buenavista 820o 

• 

San  Rafael 3620 

El  Ferrocarril 2270 

Puente  de  Piedra     I750 

Put  nte  Nacional          . . .  1630 

Rio  Suárez  id     ...          ....  1600 

Jesús  María            .     .     .  1880 

Alto  de  Juyamuca 1180 

Vélez  ..         ....  2180 

Río  Guache 1830 

Bolívar  ....              ....  2130 

Polvero     .....     .  2200 

Cuevas         ..     .    .            .....  2140 

Las  Cruces                 ...  1520 

Alto  del   Roblé  2300 

Quebrada  del  Hato 2000 

Alto  de  la  Pena         2570 

Chipatá                         1900 

Hoyo  del  Aire...  .          .  .  1870 

Lli  no  de  Majagua     1280 

Alto  de  Giiep<a         1660 

Güepsa     1560 

Site ..  1640 

Puente  de  Barbosa  (Suárez)  1 550 

Moniquirá 1670 

Río  id.  í  La  Vega) 1820 

Mina  de  Cobre 1940 

Alto  Quebradas  2430 

Quebradas 2380 

Alto  de  I^eiva  ..     ..           2550 

Venta  de  Canales  (Sáchica)  ..  2250 

Altodel  Aire   3000 


Nlf.va  Geografía  de  Colombia 


Alto  de  id 

Alto  de  Cucaila  - 

Alto......'.!'"'.! 


3040 

Cumbre  Albarraci 

kúi  Albarr.idn 

2630 

Alto  Vcntaquemai 

aftoo 

Veiilaquemada... 

2700 

l'uenic  de   Boyacá 

icio) 


;1  Carchi.  Del  Álbum 


S8 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Guadalupe            

1520 

Puente  de  Oib.i     

1220 

Guapota 

1520 

Palmus            .          .... 

1240 

Socorro 

1270 

Pinchóte 

1250 

S.m  Gil         

1040 

Alto  de  id  ..                    .     . 

1860 

Mogoles 

1680 

Pie  del  Alto        .     . 

1870 

Alto  de  los  Cacaos    .     . 

2600 

San  Joaquín 

1980 

Onzaga...     '  .        ,   ■         . 

1960 

La  1x)nia               •  . 

2630 

KnsilUda  (la  lorJilleru) 

3340 

Panqueva     ...         ,      -  -     . 

3290 

Tutasá 

2870 

De  len.-         ....     ,..•.         , 

2650 

Cerro  de  Tibe 

3030 

Alto  Santa  Rosa    

2770 

Paipa 

2520 

Hotel  Pacheco     

2580 

Alto  Siachoque          ... 

3110 

X  OCA      •■•••               •■•••■           «                                                   a 

2760 

Páramo  de  Pesca 

3380 

Pesca 

2640 

Kío  Tota 

2650 

Tota 

2880 

Laguna  de  id     

3010 

Pücbloviejo  •      ,          

3040 

Cultiva .... 

2740 

X  za  ••••...      •••           ••• 

2550 

Santa  Bárbara        

2590 

Molino  de  Tópaga 

2500 

Tópaga        

2900 

Mongua 

2960 

Río  Gámeza         

2930 

Alto  San  Ignacio 

3530 

Salina  de  Gámeza     

1890 

Caricuá                       ... 

1770 

Puente  de  id      .. 

1670 

Río  Libranzagrande  (E.)  

1 150 

Labranzagrande  .  .      » 

1 130 

Guacha 

1020 

Rionegro  

770 

El  Mono 

6so? 

Vega  de  Fonseca.     . . 

430- 

Gámeza        ...     .     2750 

Tasco     ...  .  2540 

Puente    Baranita    (Chicamo- 

'  cha) 2230 

La  Paz 2720 

Portachuel  ito 3070 

Sátiv^sur 2630 

Sátivánorte 2360 

Quebrada  de  Sativa 2280 

•Vto  del  Páramo. 33^0 

i^usacón 2500 


Soatá  

Puente  Gutiérrez  (Chicamo- 
cha) 

Boavita 

1-A  Uvila 

Los  Cañutos 

Alto  del  Fscobal 

Cocuy .   ... 

I^gunillas  (pie  W.  de  la  Sie- 
rra Nevada) 

Id.  y  Cóncavo  (id.)......    

Laguna  Pintada  (id.) 

Pie  de  la  Nevera  del   Pulpito 

(id.)..;     

Morro  (id.) 

Penablanca  (id.) 

San  Paulino  (id.) 

Güicán 

El  Baño 

Panqueva 

Guacamayas 

Puente  La  Huerta 

Macaravita 

San  Miguel 

Enciso 

Rio  Málaga 

Má'aga 

Alto  del  Muerto 

Limoncito 

San  Andrés 

Las  Nieves 

Quebradas 

Alto  id 

Umpalá  (Aguaclara) 

Diviso  del  I^brija 

£n  Satitatidcr 

Puente  de  Sube 

I^s  Santos 

Piedecuesta 

La  Florida 

Bucaramanga 

Alto  Gualiio 

Girón 

Alto  id 

Líncol  n 

Rio  Sogamoso 

Montebel  lo 

I^pez 

Cebollas i8oo~ 

Alto  Ramos 

Quebrada  de  Zapatoca 

Zapato  ca 

Lagunctas 

Puente  Lengerke 

Guane 

Barichara 


1990 

1420 
2180 
2380 
3290 
3800 
2740 

3860 
4560 

3930 

4260 

3760 

3730 
4780 
2920 
2580 
2270 
2230 
1590 

2330 
1970 

1640 

1520 

2240 

3380 

1600 

1660 

2780 

1800 

2310 

850 

1330 


510 

1330 
107c 

1000 

990 

1630 

770 

1480 

850 

240 

760 

1250 

1900 

2200 

1470 

1710 

980 

460 

1090 

1350 


:  Río  Surntí 720 

—  Negro 740 

Alto  del  río 2029 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


59 


Matanza 1620 

RíoSurat6(Párraga) 1690 

La  Tronadora 2140 

La  Baja 2420 

Vetas 3220 

Páranlo  de  Santurbán 4030 

La  Piñuela 3090 

Tambo 2740 

Mutiscua 2610 

Alto  del  Frío 3360 

Pamplona 2280 

Puente  Mochila  { Pamplonita)  1 730 

Jiménez 1270 


El  Raizón , 890 

Do»^a  Juana 820 

I^a  Regadera 620 

£1  Morro  (Río  Pamplonita)...  530 

San  José 360 

Rosario 470 

San  Amonio 460 

Tasajero 830 

Aguablanci»     210 

Puerto  Villamizar 70 

Boca  de  la  Grita 40 

—    San  Miguel 20 

Encontrados  (ro  Zulia) 10 


DR.  W.  SIEVERS 1 886 


i.^J  Sierra  N^nnida  y  Sierra  de  Perijá 

Alturas  hipsométricas 

Santamarta 20 

Valle  de  Upar 230 

San  Sebastián 1960 

Duriameioa    337o 

Usugakaku 402D 

Atánqaez .  800 

£1  Rosario.. *¡qo 

San  Juan  de  Cesar 270 

Villanueva 280 

Sierra  Montaña  (Perijá)    .   .  840 

Fonseca         210 

Marocaso    .  630 

Macotama      2880 

San  Miguel .  .  1700 

San  Antonio    loio 

Puebloviejo  ..                 ...  920 

Riobacha                             30  —  40 

Altaras  aneroidales 

/  -  Porción  N\V.  de  la  Nevada 

Minea  620 

Masinga  la  nueva 170 

Alto  entre  las  dos  Masingas...  300 
Cerro  la  Horqueta  (San  Lo- 
renzo)       1800 

Alto  de  Taganga 150 

—  Oaira iio 

Mamatoco  ..                ....  65 

// — Porción  N.  de  la  Nevada 

Volador  •••■  ... 60 

Quebrada  Andrea 150 

Cuchilla  Mentana 350 

La  Cuchilla  (río  Santa  Clara)  250 

La  Cueva    500 

Monte  de  Agua iiio 

Puebloviejo 920 

San  Antonio loio 

Alto  de  Santa  Cruz  1210 


Santa  Cruz 

Hayal  de  Namaco 

San  Miguel 

Río  Sircaino 

xaKina-..     •*•.... 
Macotama.  . 


•  •••»< 


1020 

1410 

1700 

2020 

...     2140 
. . .  (sic)    2580 


///—  Porciones  O.  y  S.  de  la  Nevada 

Sevilla 50 

Cataca ...  65 

Colina  al  S.  de   Fundación   .  180 

Quebrada  San  Pedro 210 

Alto  de  Ariguaní             250 

Río  Ariguaní 200 

Las  Pavas        190 

Alto  de  Las  Minas 300 

Caracoli 150 

Las  Minas  de  Camperucho  . .  160 

Río  Diluvio ...  140 

María  Angola     150 

Valencia  de  Jesús ' 160 

Valle  de  Upar 230 

IV    Excursión  á  las  cumbres  nevadas 


Río  Azucarabuena 

Revezado 

Río  de  los  Clavos     

£1  Descanso 

Boquerón  de  Sala 
Río  Ariguaní  (en  Puebloviejo) 
Las  Cuevas  (Ingaraku ) 
Cumbre  de  la  Cuesta  Yunge- 

roa  

Alto  de  Chinchicuá        .     .. 

La  Quebrada         

San  Sebastián 

Alto  de  Chucuaucá 

Duriameina 

Alto  de  Kungukaka    

Usugakaku 

Término  de  la  tierra  labora- 
ble    '.. 


220 
210 
320 

330 
1270 
1120 
1200 

1590 
2390 
2000 
1960 
3520 

3370 
3980 

3540 
4020 

4190 


6o 


Nueva  Geograf/a  de  Colombu 


Principio  de  las  nieves  en  el 

pico  mayor  47io 

IJ.  id.  en  Agosto     4560 

Sembrados  en  Curucati  .2950  -  3200 
Limite  superior  del  frailejún.     3800 


V  —Sdu  Stba^tidn  —AtÁnquei 

Cerro  Mamón 

Quebrada   del  Burro   

Rio  Templado  .... 

.Tatichtingueka  

Alto  de  Escalerahueca       .    . 

Lomo  de  Negragaka 

El  Chorro 

Rio  Bukudiva-Donachuí  . 
Cerro  Punta  de  la   Nariz 
Altura  máxima  á  que  hay  ca- 
mino   

Río  Guatapuri     

Portachuelo  de  Atánquez  . . . 

Atanquez  

San  José 

VI — Atánquet — Fonsrea 

Rio  Candela 

Rio  Badillo  

Quebrada  de  Patillal     .      . 

El  Patillal 

Rio  Despensa         

Arroyo 

Talanquera 

Alto  de  Gamarúa 

Rio  Cesar  (primer  paso)     ..  .. 
El  Rosario.... 

Alto  Descansadero...  ..     

Cuchilla  del  Machin 

Loma  Curua 

Río  Cesar  (segundo  paso) 
Piedras  Azules        .  ■•  .  . 

El  Totumo   

Corral  de  Piedra  .  . 

San  Juan  de  Cesar    .     ... 

Río  de  la  Junta 

Badillo .... 

Rio  Id 

Arroyo  Guanábano 

Fonseca    


■  •  •   •  t  ■ 


•  •  •  •  •  • « 


2700 
2180 

1350 
2120 

2320 

1900 

1340 
1100 
1850 

2030 
1210 
1270 
800 
1420 


550 
480 
400 
410 

450 

490 

520 

940 

840 

700 

1190 

1270 

1090 

500 

400 

390 
350 
270 
280 
210 
200 
250 
210 


Vil— Altitudes  en  el  Valle  de  Upar 


Los  Bezotes     350 

El  Chantre 460 

El  Chorreadero   450 

Tamaco 420. 

Pozo  Hurtado       250 

VIII  -  Fonseca — Ce t  rejón 

La  Chorrera  (rio  Ranch?iía».  280 

Hoz  dc^l  Ranchería.   .. 360 

Segunda  id        ...         390 

gao  Ciríaco....    , 450 


Caracoli 480 

Río  Ranchería,  arriba  de  las 

gargantas 510 

Marocaso 630 

La  Mucura             830 

Río  Ranchería 730 

Cerro  Juanavieja 1200 

£1  Barrialito  510 

La  Tembladera 550 

Los  Ranchitos 590 

Alto  de  la  Cuesta     650 

Pie  de  Cuesta 310 

Quebrada  Enea 220 

Talanquera 260 

Rodeo     230 

Rio  San  Francisco   200 

Treinta 240 

Paso  Chorro 300 

Alto  de  la  Cuesta  del  potrero 

de  Venancio iioo 

IX — Fonseca — Riohacha 

Los  Pajales 610 

Alto  de  las  Comparticiones-..       820 

La  Gloria 

San  Pablo   

Treinta 

Barbacoa  

Arroyo  Arena  . . 
Brasil      .  . 
Riohacha  

A' — Cordillera  de  Pcrijá 

a)  Manaure 


■  • 59^ 

....      290 

240 

130 

120 

100 

•  •  •  •■•••••«•          3^ 

Río  Cesar.-.. 
La  Paz  ... 
La  Tomita  . .. 
Tercer  vado  . . 
Cuarto  id  .  ... 
Quinto  í  1 
Loma 


•  •  •       •    w 


180 

230 
400 
360 

450 
500 

700 


Manaure 840 

h)  Sierra  Montaña 

Río  Marquf zote 360 

Alto  del  Astillero  . .  710 

Sabana  de  Sierra  Montaña  ..  840 

c)    I  'alie  de  Upar —  Vtllanueva 

Río  Guatapuri  (en  el  Val  e)  ..  2oo 

Río  Seco     ...  170 

Guacoche       .  170 

Guacochito     180 

Río  Badillo  190 

Sabanagrande     195 

R 10  Cesar x  85 

Quitapesares ...  250 

Urumita 300 

Pie  d:  la  Cordillera  .    .  550 


Nt'EVA  Geografía  de  Gdlombia 


6i 


Alto  primero 840 

Quebrada  Sierrecita 600 

Bosque  Alto •  1370 

Aguas  Muertas   ■ 1430 

Casa  Peña    1120 

Colonia  Mutis 1700 

Príucipio  del  frailejón     2800 

Cerro  Pintado        ....  ■-•  3000 

d)  Hoya  del  Baudieria 

El  Potrero 920 

Arroyo  Pozohond  o 830 

La  Loma ......  •.' 890 

Hatonuevo 260 

Río  Ranchería 150 

Arroyo  CerrcjíSn  225 

Zaraito... 170 

Rio  Palomino 170 

La  Quebrada 165 

Rio  Ranchería 165 

Barrancas 190 

Arroyo...... 240 

Fonseca  ....•••  2x0 

2P — La  frontera  vettetolana  (1887) 

Pamplona 2290 

Puente  Mochilas 1680 

La  Teja 1360 

El  Raitón 1600 

Dona  Juana 79^ 

San  José 355 

El  Alto 495 

£1  Rosario 465 

Alto  id 750 

Li  Auchema 680 

Quebrada  de  Palogordo 905 

Alio(íd.) iioo 

£1  Naranjal 1210 

Quebrada  Marjita 1330 


Las  PUnadas 1510 

Alto  de  id 1800 

Cerro  de  los  Indios 2075 

Páramo  Tama 2800-3000 

Alletüle  el  Táchira 

Codo  del  Quinimari 500 

Juntas  de  Quinimari -Torbes.  505 

San  Cristóbal 845 

Táriba 880 

Boquerón  de  Mochileros.  (Di-* 
viso  entre  el  Orinoco  y  el  I^- 

go  de  Maracaibo ' 1620 

Lobatera 985 

San  Ju«n  de  Colón 805 

Cumbres  de  Peronillo...i500, 

1200 1000 

Alto  La  Trampa  (Camino  de 

Ure ña  á  lobatera) 1320 

El  Tablón 895 

El  Morro 820 

Ureña 340 

Cerro  del  Llano looo 

San  Antonio 445 

Las  Cruces iioo 

El  Pizarral 500 

Alto  de  los  Capachos  (camino 

del  Rosario  á  San  Cristóbal)  1 395 
Cuesta  de  Capote.    Id.  id.  á 

Rubio) 1370 

Rubio     ...          860 

Alto  de  Bramón  (Camino  de 

Planadas  á  Rubio) 2040 

Alto  Crespo  (Camino  de  los 

Capachos  á  Rubio) 1750 

Páramos  allende  el  Torbes ....  3500 


HONORATO  ESPINOSA  (COLOMBIANO),   1 874-78 


IM¿DITAS 

Valles  del  Alto  Magdalena 

Hipsométricas 

El  Nupil  (Caparrapi)  .  .  1357 

l.as  Pilas  (id.) 1332 

Caparrapí  1300 

I^  Palma 1505 

Suaraz        1138 

San  Carlos  (Pacho)     1267 

P  che        -.•         •••  1888 

Supatá    1838 

Pinsaima  (casa)      1154 

—  llano  y  río 1007 

—  cerro , 1637 

Nimaima 1265 


■  ■  ■  ■  •  • 


Nocaima 

Santa  Isabel  (id.)  ••  • 

San  José   

Cañutal      

Las  Guacharacas 

El  Perico.        

Utica :... 

Villeta 

Alto  del  Trigo 

I^s  Tibayes 


"53 

1527 

"45 

1545 

1300 
1507 

543 

860 

1930 
1595 


Bogotá...  2617 

La  Tribuna  (punto  más  alto).  2947 

Manoa 1430 

Misiones 1543 

Río  Bituima 800 


62 


NiíF.VA  Geografía  de  Colombia 


Calambata  (planada)     . 

1400 

Montefrío  (boquerón)     .     . 

1885 

El  Placer  (Chaguaní)     .     . 

..     1 105 

Reventones  (Cambao) 

1787 

La  Sierra  (id.)         ... 

2002 

El  Tambo         11 05 

Palestina 1787 

Calucota     •^. 920 

Anapoima 747 

. —    río  .      601 

Viotá 650 

Tibacuy  (alto  1836 

Fusagasugá 1230 


Pagüey  (cabeceras) (?)  1836 

Pajasblancas  .  Pagüey) 840 

Girardot 331 

Ibagué 1260 

Las  Casitas 1764 

Las  Pontezuelas 2437 

La  Palmilla 2275 

La  Ceja 3148 

El  Quindío  (boquerón) 35^6 

El  Portachuelo 2035 

Boquía  (Salento) 1793 

Cartago 912 


R.  ESPINOSA  G.  (colombiano) 


De  Soga  m  os  o  á  Pajanto 

(1890 — Barométricas — Inéditas) 

Spgamoso 2577 

Fruncideros  (páramo  San  An- 
tonio)      2926 


La  Ospina 2713 

El  Gallo 24c8 

Estación  Parra 2010 

—     Pinzón 1676 

Huerta  Vieja 1280 

Pajarito , 914 


J.  D.  MALLARINO  (COLOMBIANO),   I88O 
( Hipsométricas — Inéditas  ) 


En  Cunditiamarca 

Bogotá  (pie  de  Egipto) 
—         (Teatro  Colón) 


Ráquira   . 
Samacá  .-. 


Páramo  de  Ubaque 
Los  N' 'gales      •• 
Ubaque  (plaza)     ... 
—        (Laguna) 


Boj  acá  .•    • 
Boca  del  Monte  (id.) 
Depresión  de  id   ... 
La  Ranchería   •    . . 
Pozobondo  


2801 
2751 


2223 
2721 


3547 

2443 

1837 
2223 


2734 
2764 

2748 

23  «;o 

25SQ 


El  Moral 2915 

Los   Manzanos 2748 

El  Roble       2861 

El  Empalme 2748 

Entrada   á  la    Carretera    de 

Cambao 2546 

Anolaima •-  1818 

Mesita  de  Santa  Inés....  1437 

El  Higuerón ••  1 257 

La  Mesa 1405 

.San  Jerónimo         II53 

San  Joaquin ,-  75' 

ElRod''o  .    '  1072 

Lotaima  (río  Apulo)               .  694 

.San  Antonio     690 

Anapoima     880 

Junca 888-1059 

La  Ciénaga             1681 

Neiva         •..••>  3S6 


NuFA'A  Geografía  de  Colombia 


63 


DIÓdORO  SÁNCHEZ  (COLOMBIANO),   1888-I9OO 
(Aneroidales — Inéditas) 


En  torno  de  la  Sabana 

De  Bogotá  al  Guavio 

Alto  del  Gran  izo  ( Monserrate )  3220 

Río  Teusacá  (vía  Calera)    . . .  3000 

Nuevo  Edén     3100 

Guasca ....  2690 

Guatavita   ...  2600 

Los  Corales     2932 

El  Gaque  3124 

Monquevita     3250 

Alto  del  Páramo 337o 

Páramo  de  L^   Concepción  ••  3388 

—    de  Nemusten 3444 

Empalme  de  los  caminos  de 

Gacheta  y  Junín  .    .  2316 

Gacheta i75o 

Ubalá 1960 

Rio  Guavio  (puente) 1 500 

Gachalá 1730 

Mina  de  Azufre     ..  1780 

Morka      1580 

Santa  Catalina     i6íK> 

De  Zipaquird  á  Paime^  Ubaté  y  Coper 


La  Porquera   

Alto  del  Páramo 

Los  M ortinos   .     ...... 

Pacho     

Alto  de  Veragüitas 

Rio  Veraguas  (paso) 

Alto  de  Ciprián 

Rio  Mencipá  (paso) 

Rioblanco  (id.)... . 

Quebrada  de  La  Pinche. 
A  aime  ..«••■  ■■«       •>•>>• 

Mesa  Alpujarra 

Cima  de  Rccuípí 

Cuibuco  (casas)  ..... 
Quebrada  Recuipi  ..     .. 


30» 
3220 
2870 
1860 
2160 
1780 
2300 
1500 
1340 

IIOO 

1040 
2100 
1820 
1520 
1200 


•  •  •  «  ■  • 


Páramo  de  Guandoque  (Lagu. 
naseca  .         ...     ••...  •• 

La  Ciénaga 

**an  Cayetano '. 

Boca  del  Monte 

\j  bate  . .   . .       .... 

Carmen  de  Campa        .  . 

Xierranegra 

La  Pena  de  Sumangá.  ... 

Rio  del  Salto  (paso ) 

v^oper        .....      a. 

Gasparon  (hacienda  > 

Turtur     id 


3620 
3000 
2200 
3100 
2580 
3000 
3240 
3400 
2040 
1000 

II30 
1X70 


Alto  de  los  Caballeros         ...  1240 

Río  Villamizar  (vía  de  Muzo)  840 

Cuacua  (hacienda) 980 

De  Gachancipá  á  Somoudoco 

Guateque 1896 

Minas  de  Esmeraldas,  junto  de 

la  de  Somoildoco 1290 

Minas  de  id.    llamadas    del 

Chivor 2212 

De  Suhachoqiie  á  Supatáy  San  Frattcisco 

Boitá  (hacienda)     2682 

Tabio                 •  2580 

Subachoque 2700 

Boca  del  Monte     ..       3150 

La  Laja 2840 

Alto  del  Yaque 2820 

Chinga  (casa) 1720 

San  Francisco  (poblacií^n) ....  1520 

Rio  Supatá     *      1500 

Supatá 1820 

Boca  del  Monte  de  Nimusé  ..  3200 

De  Bogotá  á  Chingasa 

Páramo  de  Cruzverde 342** 

Ubaque 1850 

Choachi ••.  1890 

I-a  Unión  1620 

Fómeque 1920 

Alto  San  Vicente 3360 

Los  Órganos  de  Chingasa..    .  3680 

Cuchilla  SanU  Bárbara- 3350 

Cabeceras  de  Aguasclaras..  3160 

Caballoviejo  ..             .   .     ■.•  2900 

Salvial    2340 

Quebrada  Santa  Riía. 2000 

Los  Pavitos 1900 

Rionegro  (boca  Naranjal)...  1340 

Márcelita 13^ 

Alto  id.  iQuetame\  ..  1500 

Quetame 1520 

Cáqueza 1700 

Chipaque  ..         2420 

Boquerón  de  Chipaque     3160 

Usme 2800 

De  Bogotá  á  Puerto  [Jévatto 

Zipacón 2640 

Mesa  de  Majuy  (S.  Facatati- 

vá)                        3070 

El  Roiftl  (NW.  id.).. 50Q9 


NcEVA  Geografía  de  Colombia 


Allodel  Roble   

2700 

Df  hi  P.,-.  d  l-mm 

Agualaiga 

^^^o 

Sasaima 

12S0 

Akoi 

Rio  Dulce  (pasü) 

Chiml 

Alto  del  GramaluUl     

Uuona 

i,ta[clTr¡g,dcCam. 

Villeta 

Guane  (Sasaima)         

Viani 

La  Vicloria  (id.)    .     .     ..... 

1S20 

Sania  luís  (id.)         

Df  S„ 

.Inlonh  di  Trnaalliopad 

Empalme  del  caminí,  de  Ulica 

lOüO 

!°í,- 

Ulica 

.ATltL.« 

Boquerón  de  Honduras 

1 1  So 

Las  i' 

Imas  (rlü  lloEoií) 90O 

RÍO  Cambras  (pasn) 

—  Jordán{¡d,) 

Puerto  Li¿vano  (riu  .Ma^Ja 

Viotá 

-        630 

t,ir¡a  (hacknda) II20 

yS<) 

AI.ÍMO 

a        IM.) lí6o 

Guaduas  

1.a  Su 

^■.Ud     lid.l 860 

Dll  Vallt  di  Clnqumqui. 
ddlíii.1 


Alio  de  t'úquent 3040 

Quebrada  del  Halu 2540 

Chiqui  nqui  ri 31 : 4 

Boca  del  Monte 11/10-3000 

Canipauna rio7  {n  1  ilio) 

Cerro  Qu  i  buco y5o 


^""t';"a 1044 

.■\ho  Uiiriburi 987 

La  Chapa  (cuchilla) 156a- t  $84 

SarilaRir1.ara(iJ) MOO-130O 

c:archa  (ij,). I160 

f.as  (.hiirichas  (id) 1453 

l'iierrc)  NiS.i  (Majidaleni) 166 


D  M^^dalena  (eslampa 


Nl'BVA  GEOGKAriA  DE  CoLOHBIA 


TVíMO  áit  Firretarnl  ¿ti  Xjiie     1874 


Bogotá 

Rio  del  Ariobispo 

Qucbrida  I^  Vieja 

RíoSuba     

Realce  en  la  llanura     .- 

RioBogoli 

—  1^1  Manas 

—  Gusagua     ... 

—  delaQuinla 

—  Tigiwncqne     

Cumbre  de  Tausa 

Laguna  de  Suesca 

Cubecera  del  llajio  de  Ubaté 

Laguna  de  Cucunubá 

RioUbatí 

—  Lenguazaque ¡5^4 


Mini 


Laguna  de  Púquene.... 
AltodeZema. 

—  Arrayanes 

Kio  Suireí  (paso) 

Camino  de  Chiquínquí 

Remate  del  Valle 

Pueole  de  Piedras 

Kio  Paliíada 

Alio  id...... 

Camino  á  Cbiquinqui 

Alto  del  Valle  "de'inú 

—  de  fenanegn.... 
Quebrad  1  Orgjniis  ... . 

.Montiiiaíd 

Camina  A  Itiitiv^.r...  . 


Ki.. Flores 

Valle  del  Guavübita 

Lomod^  I.andJzuti 

l'asos  de  li  AguabUiica,.,.893 

IJuebrada  Can-perro. 

Kio  Guayabita  (pasu)...  

Alto  .San  Fernando 

RíoCarare  (pasuj 

Tniio  dil firrocarri!  ai  Meta  -  r 


^78 
i8ag 
1096 


15S9 
Í385 
ZSS4 
2639 
3629 
ÍS83 
3561 

W69 
2659 

3679 

3310 


Rio  Fucha         .     . 

RioTuninelí       ..       ■■ 

Q.  de  Vomasi  

Fundidor  .. 

Boquenin  de  Chipaque  .. 

Los  Horniloi        

Chipaque .-    • * 

Rio  Caqueii  (abap  de  Chipa- 
que         ■     10467  I 

Rio  Cáqu  'la   (puente  de  Cá- 

Confluencia    del  Cáqneía   y 

elliioncgro ' 

Rioncgro.  Boca  del  Sáname...     I 


1650 

30OZ 

3280 

2825 


Figura  aj— Rincón  de  Ciénaga  en  el  Caquetá  (esumpa  europea  de  i8^í 


66 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Garganta  de  Sen'itá iioi 

Río  Guaitiquia   (N.    Villavi. 

cencío) 535 

Diviso  entre  Guatiquía  y  Oca  570 

Villavicencio 524 

Río  Ocoa 399 

Caño  Pachaquiaro 355 


Sabana  del  Purgatorio 360-  305 

Cano  La  Raya 295 

Mesa  del  Diablo 280 

Río  Negrito 220 

Sabana  Y  acuana 230 

Puerto  La  Bandera  (Meta) 210 


R.  MORALES  (COLOMBIANO),   I878-I88S 
(Atieroidales  —  Inéditas ) 


Monserrate 3190 

Río  San  Francisco  (fuentes  ..  3240 

Boquerón  de  Suaque 3200 

—  de  Guasca 3400 

—  de  Juiquín 3400 

Junín 2351 

Gacheta 1750 

Ubalá 1960 

Río  Guavio 1490 

Cáchala 1718 

Puente  de  Jesús  (río  Murca)...  1505 

Minas  dv  Azufre 1875 

Guatavita 2600 

Alto  del  Boque 2845 

La  Horaueta 2643 

Choconta 2680 


Hatoviejo 2720 

Alto  die  Las  Pilas 2900 

—     del  Moral 2962 

Puente  de  Boyacá 2723 

Tunja 2790 

Duiíama 2^50 

Santa  Kosa .1 2720 

Ccrinza 2705 

Belén 2640 

Tutas^ 2845 

Alto  dcCanutos 3374 

Soatá 2000 

Puente  Gutiérrez 1400 

Alto  de  La  Cruz 3900 

Pamplona 2360 

San  José  de  Cúcuta 360 

Puerto  Villamizar lio 

El    P.^rnmo   (Bucaramanga  á 

Pamplona) 35^0 

El  Tambo 1650 

Tena 1330 

I^  Mesa 1280 

El  Hospicio 1254 


DE  cÚcUTA  Á  TAMALAMEQUE 


{Del plano  presentado  al  Gobierno  por  la  Compañía  empresaria — Inéditas) 


San  José  de  Cúcuta 

ColinaW.de  id 

Vallecito  id 

Alto  de  Cazaderos        •..     . 
Río  Zulia  (Quebradaseca). 
Zulia  (pueblo)     

—  (río  en  el  Astillero) ... 

La  Mona...  

La  Tocorosca 

Cerro  González 

Río  San  Miguel 

—  Sardinata  .  . 

Las  Vegas         

Río  Tarra ,.. 

CftDO  Beío.  . .  •  ..t 

Rio  Prtiidento #•• 


•  •  •  •  •  «  • 


361  Vegas  del  Tarra  .  . 

429  Cano  Socuabó... 

376  —  Florida....... 

400  Cerro  La  Quina  . , 

227  Río  Catatumbo...- 

244  Alto  de  Callejón  hondo. 

165         Bijagual  .         

214         Quebrada  Campoalegre 

172         ElFilo 

388         Río  Lora  

180         Boquerón  de  Bobalí 

175  Quebrada  Colorada  (primer 

165  paso)                  ....      .     ... 

264  —            —  segundo  id,... 

135         Boca  del  Monte         

330  Tanialameoue 

150  Rio  MagdaífQH  .. 


i.  •  •  «i  •  ••• 


130 
140 

120 

376 
119 
212 
124 
300 

557 
231 

1670 

257 

"7 
86 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


67 


E.  SOLANO  (colombiano),    1 878 

(Inéditas) 

Iji  regi^i  del  Saldaña                         La  L?chuza  (Calarma) 2600 

La  Abeja            . 1900 

Al  pie  de  Cumltarfo                     Volc  incito   .                 1615 

El  Dorado              .-         .      ••  1937 

Cerro  Sina£oga 3870         El  Encanto   ..  2257 

—  Chorlo..... 3100 

—  Observatorio. 3400  Entre  el  Anamichú  y  el  Megro 

—  Sereno        3991 

—  El  Erizo            3017         Cerro  El  Horno 31 13 

—  Mosco           3250           —      El  reine     2780 

—  La  Estrella 3154           —      La  Despedida 2900 

—      El  Medio            2712 

.    Entre  el  Cucuana  y  el  Amoyá                   —      El  Monteo*curo  2550 

Cerro  Trono 3700  Entre  el  Xegto  y  el  Saldaña 

—  Cogote        .     3700 

—  Mirador 3525         Cerro  Santa  Elena  35^0 

—  Melena 3626           —  El  Imperial                    ■.  2780 

—  Cantina          3^70           —  El  Esquilón     ..            •  ••  2539 

—  Gitana ..     3048           —  El  Caballo  i4<>o 

—  Castillo 300Ó           —  Ix)s  Quemados 2350 

—  Recreo 2900           —  El  Zancudo        .     .  2730 

—  Mercedes 3000 

—  Prima         2700  Entre  el  Saldaña  y  el  Aid 

Palma  de  Yuca •••  19^^ 

El  Chamuscado    ..         .1158-1532 

£1  Pino 2550         Tambo  de  id  iot>5 

Las  Gemelas 2391         Vega  de  Ata..   ...  1005 

La  Danta  (Calarma) 2400         Juntas  (de  los  dos  ríos)     920 


ED.  ANDREE  (FRANcÉs),   1 875-76  * 


(Barométricas^ 


Del  Magdalena  á  los  Llanos 

HoBda 210 

Alto  del  Sargento 1400 

Guadias 981 

Alto  del  Raizal 1680 

—    Trigo 1872 

Villeta 839 

Facatativá 2630 


Boquerón  de  Cbipaque.... 322'; 

Chipaque 2515 

Cáqaeza 1760 

—    lío 1510 

Quetame 1532 


Susumuco 

La  Vanguardia. 

Cumaral 

Upín 


De  Bogotá  al  Quiñdio 

Soacha  

Salto  de  Tequndama 

San  F()rlu'»att» 

Fusagasugá 

Quebr.da  La  Hunda 

Pandi 

—  puente  natural 

—  fondi»  tío 

Pase  I 

Pancho. 


«••«•        ■••■■■« 


11^4 
488 
386 
654 


2570 

2467 
3100 

1807 
643 

1000 
836 

735 
2134 
1250 


*  Otras  cotas  que  figuran  en  el  viaje  de  Andrée,  son^tomadas  de  Co<lanV^ 
qvicn  el  aator  copia  páginas  enteras  dindolai  como  propias. 


68 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Alto  de  Viotá 1931 

LasCuevas 1785 

Viotá    618 

Tocaima 508 

Alto  de  Limba 646 

Guataquí  266 

Piedras  378 

Cruces 3000 

Paso  del  Quindío 3485 

Valles  del  Cauca  y  Popayáii 

Cuchilla  Mejía  (Pavas) 1618 

Tambores 1250 

Piedra  de  Moler...    (Paso  de 

La  Vieja) 994 

Cartago 989 

Naranjo 965 

Victoria 918 

Zarzal 1025 

San  Vicente.... 1070 

Buga 1052 

Rio  Cauca 948 

Totoco 981 

Potrerito  (la  Cordillera' 1930 

Pavas. 1482 

Quebrada  Uitaco 1129 

Alto  id 1756 

Dagua 703 

Juntas 300 

Papagayeros 945 

Platanales 1260 

Tocata 1506 

San  Antonio  (la  Cordillera)...  1970 

Cali 1032 

Río  Meléndez 1046 

LUuio  de  Jamundí 1024 

Canit.i-» 1256 

La  BLa iioo 

« "¡iloio 10 1  o 

Bucnosaircs 1270 

Ovejas 1 191 

Smtamarta 1731 

Almorz.idcro lc,co 

El  Halico 1928 

Alto  de  Piend.nn-' 1954 

RÍM  í(l. 1S54 

Caj  bío 1780 

Por  ayán 1S13 

Puncé 4(jiS 

—  I  mito  'nf'-rior  (I;.*  I.i  nieve  4'^So 

—  pueblo 2200 

El  huía  y  los  Ptislos 

Río  Reble 1817 

.\Ito  í.i 1856 

RíoTimbío 1878 

Timbío  1893 

Cucvita< 20()0 

Hí)QuilcJcé 1388 


Dolores 

Rio  Santo  Tomás 1250 

Ivos  Arboles 

La  Puertica 

Alto  de  San  Francisco 

Guavita 

El  Bordo 1015 

Patía 

Alto  de  Dolores 

Mercad  eres 

Sombrerillos 

Río  Mayo 

Caldera 

La  Unión 

Berruecos 

Olaya 

Quebrada  Mazamorra 

La  Ganada 

Río  Juanambú 

Ortega 

Pristo 

Vacuanq  uer 

Kío  Guáitara 

Santa  Rosa 

Túquerres 

—    Lagunaverde 


1819 

- 1 192 

1496 

1459 
1610 

1098 
-742 

635 
958 

1188 

1321 
1171 

1493 

1837 
2000 

1913 

1435 
1550 

1250 

1986 

27C0 

1670 

1654 
1876 
3100 

3900 


Barbacoas  y  El  Carchi 


Picdrancha 

Puente  del  Guavo... 

—  Chucuncs , 

.^an  Pablo 

—  —     río 

Puente  Cuaiquer.... 

Quebrada 

La  Armada 

Quebrnda  id 

Alto  id 

Gutidua  Carrizal  ... 

Carrizal 

QuclT.ula  Cuesbi.... 

Alto  Ensillada 

Allaquer 

Kío  Ñcmbí 

C^uel  rada  Tulpas.... 
Oue?T.i'"a  Cuvambe. 


1902 
1651 

1389 
1276 

1 162 

1036 

foi7 

1040 

994 

1458 
1516 

1345 
IOS4 

1267 

1050 

989 

977 
994 


3150 
3083 


Piipiaie- 

ipi.ies  

Puente  d«*  Rumichaca 2754 

Tule. 111    2977-3019 

Nudo    Nunca 35^0 

Orejuela 2929 

Kl  Puntal 2672 

San  Vicente 2546 

Rí»)  ChoiJ 1674 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


69 


E.  rentería  (colombiano) 

(Hipsomctricas) 


Del  Cauca  ai  San  Juan — i8gi 
(Ni%'elación — Inéditas) 


Nóvita 

Alto  Biscochuelo 

Rio  Aguada ra 

—  Tigre 

Juntas  de  Tamaña 

Río  In^rá 

Garganta  de  Paramillo(laCor- 

dUlera)     

Rio  Garrapata 

Diviso  del  Carrizal 

Alto  La  Hondura 

—  del  Roble 

—  del  Salao 

Río  Cauca 

Cartago 

Del  Cauca  al  Tolima  (1896) 

Tuluá 

San  Rafael 

Río  Frazadas  (paso) 1356 

El  Rosario   bcx)uer(Sn)...i6i4 

Alto  de  las  Animas 

—  del  Roble 

San  Antonio 

Altoíd 

El  Hato 

La  Pajonalosa 

La  Chorrera 2153 

Barragán 2600 


Buga 

Li  Habana. 


178 

367 
218 

280 

800 

1228 

1722 

Í351 
2074 
1446 

1350 
965 

859 
882 


983 
1270 

1296 

1594 
2069 

2490 

2560 

2865 

2490 

2770 

2II6 

2574 


970 
1607 


Alto  la  Imprenta 

Río  Nogales 

La  Venta 

Río  Tuluá 

Alto  de  Guayabito... 
Arroyo  Santa  Lucía 

—    Yeguas 

El  Paramillo 

Barragán 


Río  Bugalagrande 

—        —    paso  de  los  Osos 
B'.iquerón   de  Miraflores   (La 

Cordillera) 3498 

Río  Bugalagrande   (en  Santa 

Rosa) 

El  Páramo  (Cumbarco) 

Río  Cucuana  (San  Francisco). 

Alto    id , 

Quebrada  Conservas 

Los  Arrayanes 

San  Antonio 1395 

Río  Tetuán 

Río  Talani 

Alto    id 

Chaparral 

Via  de  Belalcdzar  (i^S) 

Río  Sucio 

Mesa  de  La  Paz 

Puerto  Chaves  •  

Cuchilla  Guavinero 

Hatoviejo  (paso* 

Cuchilla    (id.) 

El  Piñal 

Puente  de  La  Vieja 

Cartago / 


2718 
1800 
2116 
2010 

2747 
2645 

3045 
3525 
2574 

2283 
2170 

-3506 

2120 
3586 

1415 
"73 
I5í7 
2600 

-1340 

768 

756 

1080 

840 


1910 

1400 

898 

975 
932 

994 

933 
941 

936 


F.  PEREIRA  (colombiano) 


De  ¡bagué  á  Manitales — iSgo 
(Baro  Tétricas — Inéditas) 


Ibagüé 

Quebrada  Honda 

Cabeceras  de  Juntas.. 
Boquerón  del  Tolima. 
Llanos  del  Placer...  . 


Pie  del  Portón 4309 

El  Portón  de  Santa  Isabel....  4472 

Santa  Isabel 4236 

RíoOtún*. 4022 

1365          Alto  del  Claro 1...  2398 

2000         Río  Claro 1936 

3987         Alto  Chinchíná 2000 

4054         Rio  Chinchíná 1885 

3895         Manizales 2217 


J.  BRISSON  (francés) 
(Aneroidales :  de  croquis  inéditos) 

a)  El  Chocó  (vallen  altos  del  Atrato  y  el         R'o  Atrato  (paso) 1 594 

San  Juan — i88ot                          Alto  de  Buenosaires 2085 

—    de  Jaime 1314 

Bolívar 1212            Quebrada  Barrosa 874 

£1  Carmen 1720        Alto  Rana ii8a 


70 


NuxvA  Geografía  de  Colombia 


Quebrada  Pachita 944 

Juntas  de  Guaduas  y  Riogran- 

de 1140 

Cuchilla  Alhena 1209 

Río  Pedral 950 

Alto  Pedral 1-314 

■Río  Claro  (arriba) 737 

—  boca 582 

—  Grande  (paso) 579 

Cuchilla  La  Bonita 720 

Juntas  de  Capizú  y  Capá..    ..  360 

Boca  del  Cu  mango 245 

Alto  Amador 585 

Río  Mombú 390 

Alto  Los  Llanos 591 

Río  Andágueda 230 

Bagado 219 

Lloró    180 

Quibdó 102 

Anserma  Vieja 1800 

Guática 1890 

Arrayanal 1518 

Alto  de  Paramillo 2100 

Chami 888 

Río  San  Juan 810 

Cuchilla  Mistak 1680 

Río  Águila 816 

Alto  Andágueda 1650 

Las  tres  bocas  (And;igueda)...  1050 

Morro  Manuelito 1560 

Vuelta  de  Chinchín 822-678 

Río  Pasagana  (boca) 495 

Alto  Aguasal 918 

Río  Chingo  (paso) 486 

—  —  boca 350 

Churína  (paso)    306 


Saquía     •.  .         1856 

Alto  de  las  Palm»s  ...  2472 

Quebrarla  Cururoae  ..         .  1854 

Cuchilla  de  Malabrigo 2148 

Pueblorrico 1560 

Chupadero               ...  804 

Juntas  de  San  Juan  y  Tatamá  522 

Boca  del  Mombú 315 

Carmelo 3^0 

El  Corare — iSgó 

veiez           •••«.•     •••        •••  2230 

Real  de  Ture            2140 

Alto  del  Roble  (la  Cordillera)  2360 

Cruces 1945 

El  Claro 1550 

Flores 1840 

Cuesta  del  Compadre 1560 

Gallegos iioo 

Río  Horta 750 

Landézuri 920 


•  •    •  ■  • 


Cincinatü  .... 

Vizcaínos 

Ix)s  Guamos 

Los  BaUos -  ■ 

Quitian..        .    • 

La  Cimitarra  .•  ...     .. 

L'^s  Botes  (Río  Carare,  puerto) 

La  .Concepción  - 

San  Fernando  -  - 

El  Tigre  ..  ... 

Monte  Pavón...         

La  Torova  

Alt.)  del  Gallo 

Peña  del  Borrascoso  

Kl  Placer    .        .  

El  Gualilo    

Ayacucho      ^             ... 
Fon  techa  (Pena  de  Vélez)..    . 
Cabeceras  de  Aguamiel    

í  ^asatiare — i8g4 

De  ios  Andes  á  la  Llatmra 

Sogamoso  .•..,. 

Tópaga  

Mongua     

Páramo  San  Ignacio    

Caicua  . 
Labranzagrande 

Marroquín   

El  Gacal 
Nunchía  ...   . 
Támara  ... 

Pone     

Pore  ...  . 

Moreno 

La  Virgen 

Chire 

El  Corozal 

Tame        

Los  Aceites 

Arauca     

Todos  Santos     ... 

Arauquita     

Camoruco     

Boca  del  Ariporo 

—    del  Casanare  (San  Ra- 

lací^*  ..•••  «■«•«•«••••« 

Barran  copel  ad  o  (Río  Meta)  .. 

Orocué  (id.) 

I^  Trinidad 

Puerto  de  La  Plata.  Río  Pauto 

Excursiones  á  la  Cordillera 


480 

434 
420 

370 

365 
3y> 

135 

140 

148 
360 
360 
346 
S90 

IIOO 

1265 
I4S0 

2245 
2690 
2220 


2536 
2490 

3970 


,00 


•  •  •  •  • 


B  •    •  «  I 


>  ■  •  •  •  • 


I  »    ««»••• 


>  «  •    •  • 


1 160 

720 
370 

3<5o 
1360 
640 
220 
210 

255 
260 

265 

420 

270 

170 

195 

390 
160 

155 

148 

U3 
160 

175 
190 

210 


Támara ...  1360 

Guneque...     .          .•••v*..».  1820 

Ariporo ,  1680 

Peñanegra 2000 

Aguasbiancas I170 

£1  Merey..... 9^0 

Alto  de  Chinguilá  1445 


NuKVA  Geografía-  de  Colombia 


71 


Aguazal 

Almas  .••••...•  >•    •     ...-••  

Boca  del  Monte   

£1  Encomendero     

Buitrago 

El  Árbol ito  (páramo  de  Nova- 

Páramo  la  Culebreada  (la  cor- 
dillera)...  

£1  Corozal 

Lagunaseca     

Socotá  

El  Moral 

Alto  de  los  Hervideros  (la  cor- 
dillera páramo  de  Canoas) 

El  Arbolito..  

Laguna  del  Venado  .. 

Cómbita    .         

Alto  de  las  Bolas... 

Cascarilla 

La  Perdida 
El  Mirador 
'Las  Cabras 
Penanegra 
Támara.... 


■  •     •  • 


)•#«««•■ 


Alto  del  Mosco 


1320 
1380 
2070 
2700 
3120 

3400 

3440 
2830 
2680 
2470 
3000 
3200 

3650 
3400 
3260 
3120 
3060 
2950 
2820 
2600 
2320 
2000 
1360 

940 


Ten 680 

Alto  de  Uarronegro • II75 

Degredo  ..             820 

Sácama  .• .'.  1320 

Alto  del  Poleo      2620 

Rodrigoque 1620 

Alto  del  Mono     2700 

Alto  I^a  Chorrera  (la  Codi- 

Chita  

El  Verde 

Alto  del  Pelado,  .. 

El  Cocuy 

Boquerón  de  Cusirí. 

El  Pulpito:  Sierra  Nevada...  5085  ? 

£1  Juncal ..  3x80 

Pertanegra  ..             4300 

Las  Lajas  (páramo  de  Rechi- 

niga,  la  Cordillera) 4^50 

Barroblanco 2350 

Chimbaque          ..*  1530 

Alto  de  Rionegro 2350 

Rionegro  (puente) 1280 

Alto  Mira 1530 

Muneque II20  ? 

Rio  Casanare  1140 

Sácama     ••  1320 


•  •  ■  •• 


3320 
2960 

3400 

3660 

2970 

4700 


K.  CISNEROS  (cubano) 


FerrocarriUs  del  Cauca,  Antioquia 
y  Girardoi 

(Nivelación) 

Del  Pacifico  d  Cii//— 1878 

Buenaventura 8 

San  Felipe 35 

Pailón 57 

Arrozal 75 

Bendiciones 102 

Córdoba 91 

Sucre 182 

El  Palo 228 

Juntas 341 

Tuntas  del  Dagua 560 

üitmco 750 

Riogrande 1081 

Quebrada  Ocuchis 1x62-  X496 

Quiebra  del  Guayabo  (la  Cor- 
dillera)   1405 

San  José 1209 

Quebrada  Guayabo 994 

—    Aborcadero 1229 

San  Marcos 1005 

Quebrada  Bermeja 985 

Cuchillaseca 998 

Id.  de  Armyohondo 992  -  1004 

Cali 1019 

Alto  San  Antonio  (la  Cordi- 
llera)   1970 


Tacota 1506 

Papagayeros 945 

Dagua 73S 

Del  Magdalena  A  MedelHn-~\%lAi 

Puerto  Berrío  (Magdalena)...  128 

La  Malena 144 

La  Bodega 155 

La  Cruz 394 

Sabaletas 433 

Nutrias 486 

Ciénaga 522 

Las  Pavas  ( Almorzadero) 723 

Limón  (Río  Ñus) 631 

Boca  de  la  Quebrada  Socorro.  672 

Salto  de  Cruz 8x2 

Jacobo 852 

Paso  del  Ñus 896 

Mulato 909 

Pital 920 

Palmichala 969 

El  Zarzal 1x51 

Quiebra  de  Santo  Domingo  ..  X576 

La  Negra *  1x66 

Río  Porcesito \,  I162 

Alto  de  id 1396 

Barbosa 1294 

—    río  Purce X295 

Girardota 1401 

Copacabana I404 

Las  Guacas I445 


72 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


£l*Vennejal 1480 

Mcdcllin 1480 

yia  de  Girardoi—iiSSo) 

Girardot  O.  '330  metros  S.  N.) 

Los  Cumulacs.. 4-12 

El  Yesal 30 

Piamonte...., 27 

Goloso 18 

Alto  la  Viga 33 

£1  Santuario 45 

ODÍlama      54 

Tocaima  (estación) 69 

Portillo   105 

La  Salada 135 

Juntas 125 


H^/p  Magda  lefia-  (1874) 


Barranquilla     ..  .    • 

•  ■          •       «  •  • 

7 

Zaml^rano 

•  • 

36 

Tacamocho 

••■          «••••• 

38 

Magangué 

5^ 

Puerto  Nacional  .  . 

•         ■          "  •  • 

67 

Barranca  Bermeja  .■ 

92 

Cararc 

•    »  >     ■  ■  « 

124 

Puerto  Berrío  .  

127 

IN  are  •••     •■••.••••. 

■         .»••.< 

131 

Carlos      ...                .É. 

142 

184 

Conejo 

•         «  •  ■ 

Honda     

•    •  -  •         ■  •  • 

199 

Ambalenia . 

236 

Guataqui 

••  •  •      •  •  • 

240 

Purificación 

•    •-•••■•• 

310 

Neiva     ... 

•• 

518 

V.  PAZ  (colombiano) 


l>el  Pacifico  á  Popiiyán—\%%% 

•  Nivelación) 

Barluüero  ó  Puerto  Don  Ser- 

gio  (río  Micay) 63 

El  Imperio 814 

Soledad 663 


Estrellas I180 

El  Empate 1550 

Cuevas 1020 

Mirador 2564 

San  Joaquín 1709 

Santa  Ana  (la  Cordillera) 3258 

San  Antonio 2261 

Ortega  (valle  Popayán) 1601 


E.  WHITE  (LNGLKS) 


El  Occidente  Avtioqueiio-^jSSo 

<  Aneroidales — Inéditas  í 

Alto  Musinga 34 5© 

Cerro  Plateado 3210 

Páramo  del  Frontino 35^0 

Alto  Romeral , 2650 

—    Quíparadó , 2156 


Portachuelo  del  Tambo 2235 

Cerro  Pe íi  i  tas 1880 

—  Morronga 1150 

—  Julio     c,oo 

—  i  haqucnoiidá 1135 

—  Curbat.i... 1042 

Quiebra  de  Amj)arailó 953 

Morro  Ch  gcadó 1135 

Cerro  id 200 

—  Murindó 859 

Alto  Buenavista XI95 

Cerro  id 1280 

Alto  Inglés 525 

—  Piedrasblancas 1982 


Alto  Picapica 1910 

Cordillera  id  2O00 

—     Guarín 1555 

Mesa  Tajidó 205-460 

Camino  de  Occidente     en  la 

región) 90-  2250 


Pavarandocito  (puerto) 45 

La  Cerr¡?z''n  (Rio  Sucio) 360-275 

—  cumbres l8cK) 

Dnbjiba 384 

—  no 375 

Fiontino 1330 


Rio  Antadó  (medio  800 

b  '.ra 495 

—  Amoladero  (boca) 435 

—  Tenpanaturadó  (medio)  775 

—  cuchilla  id 1020 

—  anuente  sin  nombre...  ..  820 

—  boca ,  402 

Quebrada  Urá  (boca) 345 

RioTuguradó 5^5*340 


NvEVA  Geografía  de  Colombia 


—  Quebrada  Julio 761  -   65 

—  cuchilla 790 

Alto  id 1013 

Rio  Cruces. 1120  -  700 

Qnebrmda  Uracáfboca) 7'3 

Alto  id ID13 

—  boca  en  el  Amparad»...  305 
Rioiiicio  (boca  del  Mutati)...  92 

—  Amparado... 175 

—  Chumarro 305 

—  Verde 600 


Tajidó  (valle  medio 105 

—  (id.  alto) 340  -  440 

KioPiedrasblancai(medÍo)a93  -  318 

—  Cheverri  (id.) a8l 

—  Chitichiridó  (Id.)     305 

—  Quiparadii  (id.  puente)..  38S 
Cuchillas  intertncdias  ....  400  -  445 
Río  l'avarandocilo  (íuen- 

—  Tuguidñ    fuenles  ..,90o-  1100 

—  Pegado  iboca) 765 

< Quebrada  Bl a nqu i ta 94**  ~  76o 

Kiü  Cuevas. boca) 435 

(Quebrada  Angostura 376 


Nuaia  Gtfgrafla  He  Celemka 


74 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


C.   FAULHABER  (aLEMÁn) 

Andes  del  Quiudio — iSjS  -  iS(^o 

(Aneroidales — Inéditas) 


De  La  ^flel  á  Sitlinuina 

Puerto    Manso   (boca   de    Li 

Miel) 250 

Ruinas  de  Victoria  Vieja 1200 

Los  Farallones     ...            ...  1300 

Río  Moro       700 

Cuchilla  Confines   1200 

San  Agustín       ...          ..  1600 

Cerro  Altamira  .......  2500 

R«o  Tenerife 2000 

Pensil vania  •■ 2700 

Páramo  San  Félix   ...            .  4000 

Salamina. 1800 

Del  Magdalena  á  Sonsóu 

Puerto  Dona  Juana 177 

Cerro  Gigante      350 

Quebrada  Libertad     .     .     ..  225 

Cuchilla  de  La  Miel     900 

Río  id 750 

Victoria  Vieja ..             ...  1400 

Río  Manso  ..                .  .  1825 
Cordillera  de  Samaná    .2500  -  3000 

Riohondo                .        .  1760 

Cuchilla  de  Riohondo 2180 

Rio  Samaná 2035 

Narino        -.  2450 

Páramo  de  Sonsón     .     .     .  3400 

Sons6n  ...    2575 

En  torno  de  JIouda 

Páramo  Hervto  (vía  Salami- 
na)                4200 

Marulanda          ...  3200 

Soledad         2650 

Manzanares       2150 


Partidas 
El  F'resno 
Penagos 
Cascabclito 

Victoria  . 

La  Caja 

La  Lit)ertad-.. 

Río  Pontoná  . 


I  •  ■  •  k  ■ 


Puerto  Rico  {\a  Miel) 

Zaragoza  

Pumpona^.     

Morro  Cañizales.     ..  . 

Cañizales 

La  Miel  (paso  id.) 
Cuchilla  de  La  Miel 

Corinto        

San  Agustín 

Alto  id 


•    ••  ■  •••••! 


Ij>s  Grandes  N'evad^s 


(Triangulaciones) 


El  Tolima 

El  Quindío 

Y\  Santa  María... 
El  Santa  Isabel  . 
El  Ruiz 
La  Olleta  v cráter  id.) 
Pico  de  Santa  Rosa  . 
Teta  de  Juan  Heima 


2000 

1650 

2000 

1200 

750 

400 

300 

250 


250 
300 
500 

lOCX) 

900 

700 

9SO 

1000 

1500 

2500 


•     ■  •  ■  1 


Miraflores  (pueblo) 


6460 
5280 
5x00 

5440 
5850 
5250 
4250 
3420 


760 


R.  F.  WHITE   (ingles) 
(Barométricas) 


Del  Chocó  (i  la  mesa   nntiot/uefla 

Mina  del  Cerro 1855 

Abriaquí 1920 

Alto  Alegrías 3170 

Los  Robles 2402 

Montanilas  2160 

Tonusco  arriba 1770 

puente  del  Tonusco 615 


Río  Cauca 460 

Aures 471 

Pie  de  la  Cuesta  (San  Jeróni- 
mo)   1200 

Boquerón 2535 

Alto  de  Medina 2640 

—    de  Riochico 2665 

Riochico .,  2465 

Don  Matías 175Q 


Nueva  Geografía  de  Colohbia 


75 


Alto  de  San  José 2635 

Pie  del  Salto  (Guadalupe) 1050 

Puente  del  Porce 700 

JaWn 1290 

Caracoli 1630 

Ramazón 1270 

L«s  Cruces looo 

La  Gómez 900 

La  Puerta 1260 

Quiebra  del  Ñus 1450 

Urquitá lOOO 

Páramo  del  Frontino  (paso)...  3242 


De  MedelUn  al  ValU  dtl  Cauca 

Caldas 1700 

Cabeceras   de    la    Quebrada 

Lejía 1833 

Depresión  de  la  cumbre 1859 

—  del  S.  de  Amaga 1479 

Puente  Sinifaná  (Titiribí  1 127 

Id.  (vía  Bolívar) 553 

Alto  del  Charrascal 693 

Río    Cauca    (boca    del    San 

Juao) 715 

—  (Margallito) 512 

—  (orilla).... 493 

Río  San  Juan  id.) 501 

Puente  del  Barroso 553 

-      de  la  Bodega 692 

Río  San  Juan  en  Guadualejo..  912 
Id.  (cerca  de  la  boca  del  Ta- 

partá)     I129 

Id.  (puente  de  Andes) 660 

Andes 657 

Jardín 1807 

(Jericó        2070) 

Los  Volcanes  (vía  Riosucio)..  3058 

Quebrada  Arroyohondo  (id.)..  2755 

Riosucio 1789 

Alto  Robado 2233 

Guática 1895 

Río  Oro 1515 

Río  Risaralda 1486 

Cabeceras    de    la    Quebrada 

Mampai 1771 

Guapa  (id.  del  San  Juan) 967 

Paramillode  Andes 2728 

Río  Dojurgo  (vía  de  Andes)...  I73!8 

Puente  de  Rioclaro 1479 


Puente  de  Monserrate 2253 

Rio  Dojurgo 2397 

Depresión  de  la  Cordillera....  2528 

Quebrarla  La  Palma         2461 

Id.  (Buca  en  el  Risaralda)...  .  2197 
Juntas  de  Risaralua  y  Mam- 
pai   1707 

Río  Risaralda  (en  la  Umbría)  1 240 

—  —    (en  la  Hondura)...  1143 

Ansermaviejo 1 73* 

Lupia 1140 

b)  Camino  de  Quibdó  al  Rh  Cauca 
(Inéditas) 

Quibdó 52 

Rio  Tutumendó 80 

Quebrada  Guayacana 95 

Bellavista 210 

Las  Ollas 493 

Sabaletas 497 

El  Valle 722 

Quebrada  Ovejas 711 

La  Playa     918 

Alto  del  Diablo 1259 

—  del  Mico.» 1724 

Rio  Girardo 1158 

El  Carmen  (pueblo) 1590 

Alto  de  id 2595 

Rio  Atrato 1840 

La  Quiebra  (la,  Cordillera)  ó 

Alto  de  La  Raya 2090 

.Quebrada  La  Linda 1416 

Bolívar 1 124 

El  Cerro  Torra 

Cerro  Torra 3671 

Cascada  al  pie  N 1485 

Alto  del  Observatorio  (N.)....  2055 

El  Placer 1990 

San  Rafael..,. i 1760 

Río  Hospital                     ...  1290 

Tambohno 1560 

Alto  del  Inglés 1065 

La  Despensa .   350 

Juntas  de  Hospital  y  Surama.  640 

^V  Paila 

Valle  de  Cumbitara 518 

El  Rosal 2453 

La  Guasca 471 

Córdoba : 500 

Juntas 940 


76 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


NIEVO  CAMINO  DE  BARBACOAS 


(  Suministradas  por  los  empresarios  ) 


Túquerrcs 3057 

( Páramo  Chipacué 35oo) 

íloqueión  de  Chambú(la  Cor- 
dillera)   3295 

Cu  hilla   Chimangual 3320 

Puente  del  Guavo 2139 

Piedrancha 1 861 

Sm  Miguel 1651 


Juntas  de  Giicl 1389 

Chacunes 1202 

Kicaurte 1130 

(Quebrada  Armada 1080 

Alto  del  Carrizal 1458 

Allaquer 988 

Río  S'embí 940 


MANl'iíL  H.  I'EXA    (COLOMBIANO),    í88S 
(aneroidales  — 1885) 


Del  Pacifico  al  Magdalena 


Buenaventura     

■  ■ 

0 

PlayaUrga     .  ■    ■• 

•  •  ••• 

239 

Naranjo 

560 

Papajayeros 

882 

Porquera    .-.. 

• 

1319 

Alto  de  San  Antonio  (la 

Cor- 

dillera)  

2003 

v^aii    .  ■  •  •      • 

•          •  t 

959 

Buga     

•  • 

928 

Tuluá •• 

« ■ 

944 

Bugalagrande         

•  •  •  • 

894 

Zarzal 

1  •  ■     •  •  ■ 

897 

Naranjo          882 

Cartago 882 

Pereira 1373 

Santa  Rosa  de  Cabal 1730 

San  Francisco 1341 

Manizales 2075 

La  Elvira  (Aguacatal) 3561 

La  I^ínea  (id.) 3915 

Cumbre  de  la  Cordillera 3922 

Soledad 2246 

Kl  Fresno 1582 

Mariquita 559 

Honda 277 


F.  SCHKNCK  (alemán),    1878-I88O 


Andes  e-Aombianos  centrales 
(Aneroidales) 


a  >  Del  ^fagdaleua    á 

Santa   Rosa   de 

Osos 

Narc  (boca)        

126 

—     (pueblo) 

130 

Islitas 

155 

Río  Bagre 

190 

La  Mesa   ...   ... 

500 

Alto  «le/  Bagre 

620 

—     de  Samaiiá 

.     .           340 

Río  id   .     

200 

Guadualito  .. 

710 

La  Ciénaga 

730 

i'anoas            

840 

Alto  id            .     .. 

..       990 

Kl  Pelado 

770 

Alto.de  La  Llore.  .. 

980 

La   Llore 

800 

palseadero 

970 

El  Coco 

Alto  del  Bejuco 

—  de  Buenavista  . 

—  San  Carlos 

—  del  Chocó 

—  Tiembla 

Caldera  •• 

Quebrada  id    . 

~         Tafetanes 

Alto  del  Perro 

El  Cucurucho 

El  PeHol  

Alto  de  Barbacoas  . 

Marinilla 

Río  Salazar 

Alto  San  Ignacio.  •• 

—  Santa  Elena 

Medellín 

Río  Porcc  . 

Alto  Medina 

Río  Chico  (casa)    .  , 

—  —    (puente).  . 
El  Peñón  


•  »  «  ■  ■ 


■  •    • 

I  ■  •  •  - 


860 
1070 
1280 

lOIO 

1530 
1650 
1890 

1490 
1960 
2220 
2040 
1800 
2120 
2040 
2080 
¿300 

2530 
1480 

1430 
2620 
2470 
2250 
2530 


Nueva  Geografía  de  G>lombia 


77 


Riogrande 

Quebrada  Santana 

I^  Tñnidad . 

Malambo      

Quebrada  Cruces 

I^  Montanita 

—        —  (pie) 

Alto  Cuestas ... 

Quebrada  id 

—  San  José   

la  Cabuya...^ 

Quebrada  Muñoz , 

Alto  Santa  Bárbara 

Quebrada  San  José  (otra)... 

—  San  Juan , 

—  Guanacas.  .. 

Alto  Carolina   

El  Veladero 

Quebrada  La  Herradura.... 

—  la  Herradurita. 

Alto  Chicharrón 

Quebrada  San  Pablo 

Alto  del   Oratorio 

Quebrada  Santa  Gertrudis.. 
Sitio  Viejo 


2330 
2440 

2500 

2490 

2520 

2660 

2400 

2640 

2560 

2590 

2500 

2400 

2680 

2500 

2420 

2170 

2440 

2170 

1790 

1860 

2030 

1740 

1970 

1670 

1 130 


•  ■  •     •  • 


a  •  •  • 


If)  De  MedeUiu  al  Cauca 

Itagüi.... 

—  (puente) •• 

Titiribí    

Alto  de  Cauca 

Caldas 

Alto  id 

Amaga 

Volc£i 

Alto  Caldas 

—  San  Miguel    .      ...... 

Santa  Bárbara 

Guamal  ..........  

Alto  Tambor 

Puebloviejo. *. 

Rio  Cauca  (Caramanta) 

Hi^jucrón     

Vijagual     

Guadualejo ■ 

Aito  del  Palmar    

—  Potrerillo 

—  Obispo.... 

Nueva  Caramanta 

La  Quebrada. 


1470 

1450 
1580 

1300 
1760 

1900 

1680 

1930 
2200 
2660 
1820 
1620 
1810 
1801 
650 

930 

IXOO 

II80 
1520 
2240 

2350 
2130 

1670 


••■.«•  ••      «se 

••••■••••  ••• 

• •  •  >•■      •       ■    • 


Rio  Arquía .... 

Taizá... 

Echandía 

Marmato        

La  Quebrada 

Rio  Cauca  (puente  de  Cana  . 

—  Pozo     

Montebonito 

Volcán  Azul  .. 

YX  Tambor     ... 
Trampa         .    • 

Llanadas  

la  Ciénaga     

Quebrada  Maivá 

Filadelña..  .        

Quebrada  La  Honda ..  . 

El  Morrón.... 

Río  Tarea 

Alto  id         

Rio  Tapias •.  .. 

Cantadelicia   

Neira 

Altoíd  

Río  Guacaica 

Alto  id     .  

Quebrada  del  Águila 

Alto  Olivares 

—  Olivares 

Manizales 

Rio  Chinchiná 


•••«•••    •• 


c)  Cundinamarca 


•  •  •  *  *  < 


Guataqui 

Tocaima 

Portillo.. 

Juntas 

Anapoima  .  . 

La  Mesa... 

Tena...... 

£1  Tambo.... 

Bar robl  anco  . 


1580 
2060 

1580 

X410 

XO40 

700 

730 
1090 

1370 
18x0 

1850 

1920 

1740 

1090 

1590 
1350 
1680 
1240 
1740 
1540 
1800 
194X 
2100 
1580 
1920 
1800 
2x00 
205 
2120 

1330 


240 

400 

400 

490 

730 

130o 

1350 

x66o 

2640 


El  Bagazal 940 

Villeta 9x0 

El  Trigo  ......         ...      ..  1920 

Las  Tibayes 1560 

í:1  Raizal            X730 

Guaduas.. 1020 

Alto  del  Sargento X380 


C.  VILLA  (colombiano),    188O 


Barométricas 


De  MedelUn  al  Cauca 


Alto  .Santa  Elena 2356 

—  San  Ignacio 2428 

Pie  de  la  Cuesta  de  Salazar   .  2150 

Santa  Catalina 2373 


Piedras ..  ...     2152 

Alto  del  Buey /••.•.  2388 

Rio  IQ  ....... ......<••       ••.   ...       XI 03 

Alto  Cardal 2204 

Alto  del  Chagúalo ...     2486 

Rio  Arma ,.■'....'.•      ^i 


7» 


NuKVA  Geografía  de  Colombia 


Quebrada  San  Pablo 

—  Pacora 
Alto  Las  Coles 
Río  Poro 


1764  Alto  Manzanillo 

15  So         Río  Tapias 

2162  —  Guacaica 

1050  —  Chinchini     


2146 

1892 
1329 


LA  REGIÓN  DE  CRL'CES 


NE.  de  Antioquiii 

Tomadas  de  los  planos  de  las  empresas 
mineras  de  la  región — Inéditas 


Guayabal 
Zaragoza 


Currí.. . 
Támara 


110 
90 


209 
"7 


Vijagual  .. 
Segó vía  — 
Boston     ...  ' 
Diamante 
Concepción 
Salto... 
Lobón     ■ .    . 
Cruces     .   .. 
Junín... 
San  Bartolo 
Carmen  . 
San  Luis   . 


'•••••••• 


120 
188 
380 

390 
360 

331 
26^ 

386 

450 

487 
580 

490 


Alto  de  la  Hermosa 
Los  Pirineos  ■  . 

Cocharca    

\áa  Alpes     ... 


740 
640 
401 
300 


Cancán 1324 

Doñana  .  1469 

El  Cenizo   1042 

Ñus 735 


C.  PAVÓN  (colombiano) 
(Inéditas) 


Caminé  IJivatto  -  i8go-g2 

(Nivelación) 

Puerto  Liévano  (Río  Magda- 
lena)   154 

Loma  del  Observatorio 190 

£1     Kspinazo   (Cordillera  de 

Riogrande 233 

£1  Estacón 145 

Vega  del  Cedro    Rionegroi  ..  106 

£1  Jordán  id 115 

Pena  Vega  id 109 

Quebrada  Cambras  id 114 

Rocas  de  La  Balsa  id 129 

Puente  de  RemolinoeranJe  id.  138 

Quebrada  El  Lajón  id 184 

—  Las  Lomas  id 224 

Puerto  Várelas  id 245 

Santa  Bárbara  id 268 

Rio  Guaduero  id 260 

Caimana  id  348 

Boca  del  Pat    id                    ..  340 

El  Curapc}  id     .             ....  350 

Utica  M             377 

Quebrada  negra      *  403 

—  vía  Palmar)                ..  532 
Altp  La  )i)n$i liada, »r,p^...  770 


Cuca 

868 

Puente  de  los  Cristales 

104} 

Boquerón  de  Honduras 

El  Velero 

1290 

Cune 

881 

El  Diamante 

850 

Boquerón  de  Villeta   . . 

844 

Villeta 

683 

Camino  de  Sumapai 

(Nivelación) 

Río  Muña 

2539 

Perico     

2681 

El  Tambo         

2706 

Boouerón  de  Cuartooscuro  ... 
Ma  agana  •  ...          

2771 

2048 

Aguabonita     ...   . 

1955 

Santa  Rita 

1874 

Barroblanco     

1376 

I^  Aguadita      

1362 

Vermejal        .' 

1358 

Tierranegra        

1358 

Fusagasugá   .  .               

1228 

Mesa  del  Novillero 

988 

-^    de  la  Puerta   .     

892 

El  Angarillo 

734 

i^a  1  ueria     ••••    ••••■• 

510 

puente  del  Sumapaz..... 

5»3 

Nueva  Geografía  de  Colombia 


79 


R.  FERREIRA  (COLOMBIANO) 


Campaña  de  i8g^ — atieroidales 

(Inéditas) 

Bogotá 2633 

'    Tocancipá. 2620 

•.- Tausa 2790 

.    Satatausa 2620 

^'  übaté 2560 

c'.Ouachetá 2700 

•'Chocontá 2650 

-^Hatoviejo 2730 

'    Albarracín 2930 

Ventaquemada 2612 

Samacá 2640 

Tunja 2743 

Paipa 2500 

Daitama 2550 


Santa  Rosa 2780 

Cerinza 2830 

Belén 2800 

Tutasá 2900 

Páramo  de  Guanti va 3220 

Susacón ...  tíjbo 

Cruz  Colorada 2680 

Puente  Gutiérrez f300 

Boavita >  2130 

Capilla 2500 

Guacamayas 2050 

El  Espino 2000 

Chiscas ■  2360 

Enciso 1610 

Concepción 1960 

El  Cerrito 2580 

Páramo  de  la  Sartaneja 3600 

Capitanejo 1170 


J.  C.  RANDOLPH  (AMERICANO),   1 888 


Honda 198  Buga 

Xeiva 366  Cali  .• 

El  Hato 763  Popayán. 

Altamira 915  Medellín 

Mariquita 54^  ^^  Mesa 

Ibagué 1312  Socorro... 


915 
1068 

1699 

1495 
1220 

1220 


ED.    STEINHEIL  (aLEMÁn),    1 877 
(Barométricas) 


Ambalema 220 

Manizales 2190 

Páramo  de  Cruzverde 3560 

Ubaque 1850 


Choachí 

Susa 

Muzo  (minas  de  esmeraldas).. 


1680 

2630 

636 


F.  THIELMAN  (aLEMÁn),  1 899 
( Aneroidales) 


Ubaté 2580 

Río  Suárez  (Puente  Nacional)  1590 

Güepsa 1560 

Site 1620 

Socorro 1220 

San  Gil iiio 


Puente  de  Sube. 

Los  Santos 

Piedecuesta 

La  Florida 

Bucaramanga  .  . 
Girón 


450 
1310 

IODO 

920 
920 
680 


TÉRMINOS  MEDIOS  ALEMANES 


(Según  Hettner) 

El  Raizal 1710        Villcta... 

PTrígo... 1910        La  Me^a 


»i» 


820 

ia$o 


»0 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


FRONTERA  DEL  TACHIRA 


(Nivelación  taquinaétrica  ordenada  por  el  Gobierno  en  1888) 


N.KSTICHI   (ITALIANO) 

• 

San  José  de  Cúcuta .-- 

362 

-  437 
478 

505 
660 

798 
686 

950 

( KRAV( 
{aromct 

75 

13" 
220 

265 

300 

187 
176 

-  147 
130 
119 
200 

Boca  de  Aguabl anca 

Concordia 

—    Duente 

«so 

1033 
1 107 
1116 

Colinas  al  E.  id . . . , 

•  417- 

Basrazal 

£1  Rosario 

Mundonuevo 

Llano  de  la.s  Quebradas 

Puente  deTamá 

La  Si  be  ri  a 

Cerro  Cabrera 

Páramo  de  Tama  (camino)     . 

'RS),  1 879- 1 88 1 

ricas 

Honda 

Neiva 

Colombia 

Puerta  del  Cielo     .     .     . 

lioquefón  de  la  Providencia    . 

Kl  Tigre     

Ríos  «le  Uribs.' 

Cuchillas  iiitermedias 

Tttan  Frío 

liano  Mernicito 

La  Uchema.... 

10S5 
1 271 

1742 

2118 

220 

556 

780 

1580 

1910 

IODO 

750 
1200 

Puenie  del  Novillero... 
Llano  de  las  Palmas  .... 

J.  CKl 

El  Oriente  rolonih 

Río  lea  (boc.i)  

—  Turhaiia..' 

KVAIX 

1 

UlUtí 

•  «  • 

aria... 
.   164 

•  •  • 

—  Macagua  je 

r-  Cuembi 

Guineo 

Rio  Caquetá  :   Santa  M: 

—  Boca  Caguán... 

—  Salto  Arara  ruara   . 

—  Tampatu 

—  Chorros  Sihare  .  . 

—  Cerro  Temuentiro. 

Puerto  del  Ciuayabero 

Iteca  del  Unilla  (?)  

San  Fernando   

594 
370 

151 

M.  MOXIER  (francés),   1 886-87 


Carta  del  Afftaufnas—iSS6i-SS'j 

£1   rio  en  Iquitos  cerca  del 

Ñapo 97 

El  fío  en  Lorcto 82 

—    en  Tabatinga 79 


£1  rio  en  San  Antonio  (boca 

lea 75 

—  en  Fonte  Boa 56 

—  en  Calcara  (boca  Yupu- 

ré) 45 

—  en  Manaos  id.  (Rione- 

gro' 40 


STIELER  HAND  ATLAS 


luntai  de  Coca  Ñapo 261      Ñapo  Juntas  de  Curaray. 

Ñapo  Juntas  de  Aguarico 1 79 


152 


SCHRADER  ATLAS 


Pico  Uniana 582 

—  Cumayano i88a 

Maipures 181 

San  Fernando..., 237 

piedra  Avispa 175 


Pimichín 500 

Cerro  Caparro 323 

San  Felipe 247 

Cucuhy ,     9|8 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


DE  Tl'QlERRES  A  CARTAGENA 

(Traio  del  ftrrocanil  imeiconlinental) 

Pinuno  de  Guiaacaí 3533         Tamani joo 

ElHigaer^ 1555         AUos  ile  Yarumal 1180-3300 

Boca  del  rio  Guadalupe 701  Llanos  de  Ajapel lío-    Ija 

Medialana 930  Llanos  Je  las  .Sabanas  haslí...      305 

üu  Pablo--    -.■- 1370 


Figura  J5 — AlrídíJ^in 


Monte  Sapo 

Ixima  del  Espirílu  Sanlu 

-  de  l'aca 

Alto  Tujta  <  rio] 

Mesa  de  Cana 

Pie  de  Paca  (X.) 

Strratiím  del  Dariln 

Cabecera!  del  Cué 390  - 

Rio    Peranchico   (E.) 1S3    - 

—  Cué(W.) 160   - 

Boquerón  de  Tihule 

Río  Caquini  (£.}boca  Tulega. 

—    boca  en  el  Atralo 

P«r« 

Cuchilla  id 

Pafila 

Rio  Para  (bocal 

Tapalisa 


(KKANCKs),    1S76-7S 

lu  panameño) 

Rio  rucrü(botit) 28 

-     ToluKua  (lü.) 31 

j           —    Capelo  (id.) 18 

i          Llano  de  i'inogana 96 

:>         Junta;   de  Tuyra  y  Chucuna- 

J            que 3 

3         Arraslradera  de  Managanli...  IB 

3         Vavisa 6 

D         Rio  Chko  (valle  niedi.0-.-l4  -  6S 

Rio  Tupisa  t  id.) 32  ■    51 

Sierra  Ñique 213 

RioTanea  (valle  medio)     163  -   19 

6         l'ico  dandi 90O 

3         Sierra  Putrigonli  ó  del  Espí- 

g  riluSanlo 

2         Morro  .Sucubti - 3*9 

S           —     Alolomali 6ot 

o         Morrosde  Morli 306  -  311 

o         Rio.Sucubli(valleallol...l68  -  ilS 
a         Cerros  lic  Puerto  Escocés. !lo 

2  279 :■■.      '89 

2         Ccrri.s  de  Sasardi 51  -   7** 

o         Alio  Morii 66 


82 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Alto  Sasardi 75 

Set  ratitas  de  Panamá 

Cordillera  de  Chepo  ó  San 

Blas 207,  303 

Valle  Terable 24 

—  Mamoni 200 

—  —        Salto  Chararé 

—  —  —     bajo... 

Cuchilla  id 

Morros  Samaganti 435 

Valle  id 104 

—  Nercale£ua 84 

Monte  Capira 

Lomas  de  Mindi 

Mindi 

Baila  Monos 

Bohío  Soldado 

Altos  de  Chagres 114 

Cruces 


-   27 


540 

4 

75 

50 

25.9 

612 

544 

7 

14 

915 

63 

14 

4'» 

24 
123 

235 


Chilibre » 

Juntas  de  Obispo 

Matachín 

Emperador 

Boquerón  de  Culebra....9r,  87 

Riogrande 

Pedro  Miguel 

Sierra  de  Ahogayegua...i42. 

212,  181,  128 

Monte  Trinidad 

Alto  Aguacate 

Cerro  Cabra 

—  Ancón 

—  Puente 

—  Clrande 312 

—  —    loma  al  E. 

—  Barro  Colorado 

Gitjn 


212 

24 
21 

80 

■  194 

52 

31 

"5 
1500 

120 

492 
170 
198 

305 
28 
60 

6 


Pico  del  Rey  (isla  San  Miguel)      r2i 


J.  LANDREAU    (FRANCÉs),   I848-I868 


Cerro  Pinas 

*"—    Napipi 

—    San  Pablo 

Istmo  id 


•     ••.•■••■ 


165  Boca  Napipí 

75  Napipi  alto.  ..^•»    . 

ICO  Pantanos  de  Pinas... 

85  Quibdó     


•  ■  •  •••••«» 


•  •     «11 


«5 

45 
15 
45 


[.  F.  KELLEY  (AMERICANO),   1 857 


Quibdó 

El  Pato     

Cabeceras  del  Jurado.... 


22 
lio 
324 


—     Hingador 
Boca  Jurando... 


135 


F.  A.  SIMONDS  (ingles),   1 874- 1 886 


La  Costa  Atlántica 
AneroidaleSyinéditas  en  su  mayor  parte) 
a)  bol(var 
a)  ElSinú 


•  ••      •  a  «  •  < 


Montería 
Ceretc... 

San  Pelayo 

Loríca    

Purísima 

Chima 

Ciénaga  de  Oro , 

San  Ajidrés 

Palmito 


Mateo  Gómez. 
Ijh  Madera.... ( 


35 

25 
22 

15 
16 

20 

24 
130 

70 


28 
29 


San  Carlos... 

Basura 

Retiro  de  Indios 

Los  Burgos 

El  Campo 

Carito 

Guayabal 

Verástegui 

El  Cedro 

Cotorra 

Punta  Vánez...     

Corozalito 

Obligado 

Arache 

Sitioviejo 

Momil.. 

Mata  de  Caña 

San  Sebastián ..., 

San  Nicolás  de  Bari 

San  Bernardo 

La  Doctrina     

Gallinazo   


• "  •  •  •  •  11 


■ « •  •  • 


30 

25 
26 

20 

30 
20 

30 

25 
23 

22 

22 

24 

24 
20 

20 
18 
20 

í5 
10 

10 

10 

í6 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


83 


Montero 
Santa  Cruz... 
El  Higal 

£1  Banco 

Pijiguayal 

Pucblecito... 

Salitral , 

Sabaneta     ... 
San  Antero 

Aserradero 

Puerto  Eicondido 


Tucura 
Piru     .. 


•■•••• 


•  •     •  • 


Bani 

Matamoro     

Mo»quito 

MUiguay 

Buenavista     ...     . 
H  uertasgrandes. . . 

La  Petaca 

Guayacanes 

Alto  de  JesHS... 
Casitas   ■      . 
Flechas 

Bajogrande 

Carrizal     

Cocotina 

Almagre    ...  

Altoarrayán 


5 

50 
40 

50 
90 
100 
90 
76 
50 
45 
15 


ICO 

70 
70 
55 
50 

45 
150 

126 

140 

70 
320 
120 
120 
125 
120 
250 

230 
345 


6)  Tíerradeniro  (Isla  del  Dique) 


Barranquilla 

Soledad        

Santo  Tomás 

Palmar  de  Várela 
Campo  de  La  Cruz 

Galapa 

lubará 

Baranoa  .. 
Usiacuri        ..    .  . 
Sabanalarga 
Manatí  .     . 

Villanueva 
San  Estanislao  . 
Santa  Rosa 
Arjona 
lurhaco 
Cartagena 


••••••    •• 


5 

10 

15 

15 
20 

106 

280 

130 
106 

75 
30 
80 

25 
80 

106 

200 


Puerto  Colombia 5 

Sabanilla u 

Malambo 12 

Ponedera 20 

Suan 14 

Santa  Lucía 15 

Bocabajo 20 

Candelaria 25 

Aguada  de  Pablp ,.,,,  15 


Li  Peña 

Repelón 

Retine 

Arroyo  de  Piotlras , 

Molinero 

li.ibel  L'»p<:z , 

Mespia 

Puvíb  onuevo 

Campeche 

Colombi  i 

San  Jacinto 

Casjujil 

Juan  de  Acusta    . 
Saco 

Hojó 

Cipacua 
Guainiaral 

CílhlTCO 

Cedral 

Ilibácharo 

Palm  r  de  C«n  lelaria  .. 

Luruaco 

Sania  Crtn 

Ca  averal  ..     . 

l*ajar  di  Chiquito 

—  de  Burros 

Corralit0 

Matute  ■  .... 

Colón 

S.iiita  Catalina 

Clemencia 

Bayunca  .■ 

Amansaguapos 

I^  Cueva 

Arroyogrande  

Ternera  

La  Manga ..     . 

Turbana 

Manglar 

Las  Cejas 

Monta 

Ballestas 

Rocha 

Santa  Ana     , 

Paricuica 

I'asacaballos 

Cañoloro 

Manga 

La  Popa 


15 
15 
15 
45 
50 
90 

ICO 

60 

140 

70 

60 

120 

200 

35 

30.1 

90 

150 
no 
100 
80 
lio 

50 
70 

100 

70 

60 

60 

80 

85 
70 

70 

65 
o 

90 
60 

30 

o 
120 

18 

15 
50 

120 

15 

o 

60 

o 
o 
o 
o 


c)  Las  Sabanas  y  bs   Moíites  de  Maria 


Calamar 

Zambrano.. 

Tetón 

Gumo... 

M  ih  «tes  

San  Juan 

San  Jacinto. 
El  Carmen.. 

Ovejas 

Corozal 

Morroa  .  .... 
Sincé.,, 


22 

40 

35 
70 

15 
170 

215 

150 

250 

155 
180 


84 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Sahagún. 
Chinu.... 


Sampués.... 
Sincelejo.... 
Tolii  viejo. 

Tolú 

San  Onofre. 


Barrancanueva.. 
—        vieja..., 

V'ucal 

Nervití 

San  Agustín 

.San  Andrés 

Tacamocho 

Arroyohondo 

Jesús  del  Monte 

San  Antonio 

Buenavista 

Juan  Gordo 

(Taleras 

Rancherías 

Morrocoy 

Colomboy 

Las  Llanadas.... 

Santa  Rosa 

Sabaneta 

Caracol  

Piedras 

Colosó..... 

Higuerón 

Santa  Rita 

Comisario 

San  Antonio  ..... 

Flamenco 

María  La  Baja... 

San  Pablo 

Sinccrín , 

San  Basilio 

San  Cayetano.... 

El  Loro 

Palmadulce 

Algarrobo 

Matulla 

Flechas 

Las  Palmas 

Guineal 

Arena 

Pasacorríendo.... 

Don  Gabriel 

Flor  del  Monte.. 

La  Ceiba 

Calle  del  Piñal... 

Pijiguay 

Los  Hatitos 

Pileta 

Chocho 

Don  Alonso 

Canashuecas 

Correíto 

Guáimaro 

Laguneta 

Bajogrande 


125 
130 
140 
220 

80 
o 

50 


26 
26 
20 

30 

35 

35 

34 
40 

27 
125 

80 
120 

80 
130 
125 
125 
150 
120 
150 

90 

90 
200 

15 
240 

30 
10 

30 

15 
40 

90 

60 

90 

220 

200 

230 

200 

220 

120 

200 

130 

180 

160 

125 

200 

200 

200 

150 

200 

140 
120 

ICO 

120 
130 
125 


dj  La  Comarca  de  Ayapel  y  Magangué 

Mompós 40 

San  Fernando 45 

Margarita 50 

San  Martín 5^ 

50 

38 

35 
40 

40 
55 


Barranco  de  Loba 

Pinillos 

Magangué., 
San  Benito 

Caimito 

Ayapel 

Majagual 38 

Sucre 38 


Talaigua 

La  Rinconada 
(}uat  ica 


Menchiquejo 

•^andoval 

ChiJIoa , 

Dona  Juana 

Juana  Sánchez... 
Hatillo  de  Ix)ba. 

Conchitas 

Pelado 

Río  Nuevo 

Retiro 

Boquillas 

Lobato 

Palenquito 

Palomar 

( iuacaniayaa 

Tacaloa 

Yati 

Madrid 

Barranca 

Camilo  Torres... 
I'unia  de  blanco. 

Fundación , 

Santiago 

San  Antonio  .... 

Jegua 

Mantequeras 

Congreso 

Chaparral 

Boca  higuerón ... 
San  Marcos...     . 

Zapata 

Palmito      

Islagrande    ... 

ilatonucvj 

Musangal  ■.-..... 

Otero 

Pozohondo 


Boyacá 

Colorado... , 

Boca  Mojana  .. 
—    de  La  Raya 
San  Jacinto., 

Malabet     

Buenavista 

Soledad 


!•••«■      »• 


40 
40 

44 
'50 
50 
s5 
45 
50 
50 
40 
50 
45 

36 

35 

45 

38 

38 

38 

35 

35 

35 

45 
60 

38 
35 
35 
35 
38 
38 
38 

45 
40 

30 
38 
38 
38 
38 
38 
40 
40 
42 
45 
45 
50 
55 
55 

130 


r 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


85 


Juan  José        

Candelaria 

San  Pedro        

Lre      

Maralú 

Schebe     

Cintura  ....  

Arroyohondo    

Santiago  de  Arriba  .. 

—    Abajo     

Laguncta 

Bocanegra  

I  JOS  Cayos 

Kosavieja 

Galeras     

Palonia 

Raizal 

Empedrado , 

Culuxnatu. 

Remolino 

Catalina 


¿J  EltarUorio  de  Simiti 


Simiti... 
Morales. 


San  Pablo 

Bodega  Central. 

Rio  viejo 

Regidor 

Peñón 

Norosí.. 

.\renal , 

Simoa 

Santa  Rosa 


120 
I20 

lio 

loo 

55 

50 

50 

120 

125 

120 

130 

105 

105 

70 

80 

90 

45 
70 

60 

40 

45 


80 
75 


85 

75 
60 

60 

55 
120 

120 

76 
70 


Guamacó 350 

B  — KL  MAGDALENA 

a)  La  Goajiro 

Macuira 692 

Araura 639 

Itujoro 548 

Guazarepa 670 

Ruma 594 

Yunipichc 700 

Aoipana 609 

la  Teta.....  ..     , 365 

Llanos  al  pie  id 92 

Carpintero 213 

Peñas 61 

Boquerón. 305 

Parachí 107 

Cerros  vecinos 456 

b)    Jja  Sierra  Nevada 

Cúspide 5181? 

El  Paso 4573 

Páramo  Chiugua 4500 


Adurimeina 4268 

Monte  Chinchica 3000 

£1  Mamón 3000 

San  Sebastián , 2000 

Alto  de  Puebloviejo 3048 

Puebloviejo , 920 

Alto  Las  Minas 457 

San  Miguel 1670 

Santa  Rosa 1060 

Santa  Cruz 1160 

Curiva 2000 

Cerro  Chima  2133 

San  Antonio 1060 

San  José 1370 

Templado.... 1000 

c)  El  Valle  del  Bajo  Magdalena 

Sitionuevo 10 

Remolino 30 

Pivijay 25 

Salamina 14 

Piñón 15 

Cerro  de  San  Antonio. 20 

Tenerife 50 

Plato 30 

Santa  Ana 33 

Guamal..... 50 

Banco 

Tamalameque 

Simana 60 

Puerto  Nacional 60 

Loma  de  Corredor 75 

Agaachica 70 

Río  de  Oro 1234 

González 1240 

Búrbura 1200 

Boca  del  Monte 150 

Platanal...  ••••....._ 130 

Los  Angeles .'. loo 

Tasajera o 

Carmona 20 

Las  Casitas 20 

Jagüey 20 

Buenavista 20 

Chino  Blas 8 

Riofrío o 

Bongo 15 

Media  Luna 10 

Guaimaro , 18 

Tucurinca 40 

Tupes 120 

Aracataca «  60 

Cataquita 30 

Fundación 50 

Astillero 120 

Pasacorriendo 30 

Cantagallar 30 

Playón 40 

Consejo 50 


86 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Hacha 

Carreto 

Caimán 

Cocosolo        .... 

Moya 

Ma  abrigo 

Chenguc 

Cimbaral 

IVdraza 

Bálsamo     

Punta  dePieílra 

Hereclia 

Santa  Martica 

Real  de  Obispo 

Piedra  de  Moler.... 

—  Pintada 

Chivólo 

Santa  Inés 

China 

Chinita 

Apure 

Palmitas 

Pinto 

San  Fernando 

.San  Zenón 

Pijinio 

Peiloncito 

Angostura 

Canogrande 

Pedregosa 

Morillo 

San  Sebastián     . 

Buenavista 

Los  Negritos 

Pampán 

Federación  .. 

Guaimaral 

Mechinquejo 

San  Bernardo 
La  Gloria  . . . 
Puertoviejo    .     . 
Gamarra . 
Badillodeliio 

Darú     

Bodega  Santander 

—  Chocó 


50 
40 
40 

50 
50 
5« 
45 
50 
26 

20 
60 
.^o 
28 

30 
50 
50 
100 
80 
20 
21 
20 
40 

35 

35 

36 
40 

40 

33 

•5 
55 
50 

35 

35 

55 

5" 

55 

50 

55 
60 

70 

60 

60 

80 

80 

80 

90 


d)  Les  Valles  del  Cesar  y  el  Ranchería 
(Valle  Dupar) 

Chiriguaní 55 

La  Paz 125 

Valle  Dupar                     122 

Atanquequez      ■  .             .       .  800 

Villanueva     210 

San  Juan  de  Cesar 140 

Barrancas , 125 

Fonseca                           ...  130 


Guayacamal 
El  Pozo  ... 
Caracoli.... 


Papayal 

Marocaso 

Chorrera  .. 

Coní  jo 

Rosario -, 

Cañaverales 

La  Esperanza... 

El  Tablazo 

Corral  de  Piedra... 

El  Molino , 

l'atillal   ... 

Hidill.» 

Urumila 

Colonia  M\it¡$ , 

La  Jagua 

Sierranegra     

Si^rra  Montana... 

Manaure 

Diegopata , 

Túpez 

Valencia  de  Jesús. 

Ariguani 

San  Ángel 

Jobo 

Palmira     

Codazzi 
Venados 
Once  reses 
Las  Cabezi^ 
El  Paso  .. 
Marquesnno 
Calenturas  .. 
Puerto  id 
San  Pablo 

Becerril     

Jagia     .. 

Saloa     

Belén     .. 

Chimichagud  .. 


•  •  ■    ■ 


•••     ••••» 


•     •  •  ■    •  I 


125 
600 
130 
130 
600 

130 

130 

140 

140 

150 

150 

150 

215 

1650 

130 

800 

400 

600 

125 

90 

90 

70 

90 
180 
180 
200 

65 
60 

55 
55 
55 
65 

58 

60 

100 
70 

5? 

55 
5 


e)  El  Litoral  y  Ija  Ramada 


Riohacha 

Camarones 

Dibulla 

Santaniarta 

.*^an  Juan  del  Córdoba. 

Pueblos  iejo  .    . 


I . .     ■ 


100 

55 
120 


Anaime 

Barbacoas 

Chancfaico 

Citnpris         

Tomarazón     

Li  Glo'ia  

Lo<;  Remedios 

Gaira  

Mamatoco 

Taganga  . 
Bonda.... 
Maiinga.. 


-    ■    •  • 


>•••••  •  •  I 


40 
10 
00 
00 
10 
00 

80 
"5 

38 

loo 
loo 

350 
10 
00 
ao 
00 

50 
70 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


87 


J.  DE  BRETTES   (fRANCÉs),    1 895 


La.  Siena  levada  de  Santamarta 

Hucumeyi   (Palomino) 1214 

Maniji 1 1 70 

Cueca 2900 

Aluey 2200 

Ulneyisac 4676 

Guacansacaia 5210 

Nanucuaroalaqueca 433^ 


Nunualacalac 3838 

Evieclac 1840 

Acca  Arluzonca 1840 

Alto  Las  Minas 2x6 

Buzimontche  Kuak 2075 

Duraniemaca 34^5 

Limite  inferior  de  las  nieves.  4880 

Cúspide  de  la  Sierra 5^87 


EN   LA    COSTA 


(Deducidas  de  las  Memorias  sobre  exploraciones  mineras  de  M.  Palacio, 

L.  Strifleur  y  de  las  Cartas  españolas) 


Nudo  de  Paramillo  .. . 

..3800- 

-4200 

Sierra  del  Águila 

2000- 

- 1000 

Cerro  Ouimari       

2800 

—    Las  Palomas 

•  •  •  •     • 

1000 

Colinas  del  Cedro 

100 

-  300 

—      Santa  Cruz    . 

•'  30 

-    50 

—      Sabaneta   .     . 

.  .70 

-  100 

Cerro  Higuerón     .--- 

1200 

—  Murrucucú 

2500 

Serranía  de  Uré 

...800 

-  600 

Altos  de  Guamacó... 

400 

-  500 

Cerros  de  San  Lucas  . 

.  .  500 

-  800 

—    de  Norosí     

.     250 

-  300 

Cerro  Corcovado 

Depresión  de  Ciénaga  de  Oro 
Sierras  de  la  Paloma  y  la  Pe- 
nata^ 350  -  500 

Montanas    de    María   (Cerro 

San  Martín) 

Tetas  de  Tolú 500 

Morros  de  Turbaco 200 

—  de  Piojo     • 

—  de  Tubará 

—  de      Puerto     Colom- 
Día  ■••••         ••«      •••••     1 20 

Mesa  de  Chimiquique  ..     120 


400 
90 


1120 

51S 
350 
3SO 
300 


200 
240 


COMISIÓN  DE  LIMITES  (gOAJIRA,  1 899) 


Aneroidales 


La  Teta 420         Montes  de  Oca... 

Povorop .-.* 500         Id.  (hipsómetro)... 


700 
600 


ALMIRANTAZGO  INGLES 

Magistral  de  Panamá  Montañas  de  Terrón  Colorado      2oO 

Volcán  de  Cartago   3386  „~„^.    "    Pico  del  Río...        60 

Pico  Blanco 3581  ^^^^  ^°,^^^o  ••  V"  ,^ •     ^^39 

Cerro  de  Chiriquí     3438  ^^Tx^^^^^^Í"^  >^''""  ^^  '   ^* 

—  Homito 2176         Volcán  ^    de  Chiriqui 2139 

—  Santiago          2098  „.—     f'  ^^      *^        ^       ^^.  ^^^ 

—  Castillo  del  Chocó     ..     1934         ^^^os  de  id    765-866-814 

—  Sillade  Veragua  .. .  1014         ^ ""    t».     ""     ^" 

Cerro  Biarra 522 

Ramificaciones  SetetUrionaUs  _    Cricamola.  . . . .  291 

Montañas  de  Dota  ó  Mátima..     2271         Colina  de  Babur ••.••       715 

— •  —    Pan  de  Azúcar    1711         Pico  Cabeza  de  Tigre. 1184 

—  —    Cerro  Negro..      347         Cerro  pie  N.  Santiago i6oo 

—  —    CerrosMinkey      ^93  Collados  de  Catalina  (W.)..  ..      866 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Collados  de  Sao l4Catalina ten- 
tro 538 

—  —  ;K 797 

—  —     167-144 

Montes  ele  Cocl¿ zE6  -  «7 

Cerro  Miguel  de  la  Borda  473 

Pitón        id .  509 


Cenus  de  San^BUl  ....   .609- 

Bolívar  y  Magáalíiia 

Tela^deTolú 

Sii^rra  Ntvada  de  Sanlimarta. 
TetaLloajira '  ..      .- 


S008 
167 

885 


KÍEiira  26— Cfl/Wa  M  rio  Copr  [TH  El  Canaldel\fiomá,  pnr  L.>',' liona  parte  W.) 


Y  K,  h  R  O  C  . 

Proytíto  de  ferrocarnl  di  Ücaña 

TraiodeX.  Satatmans  (americano) 

1894 
La  Gloria  (lío   Magdalena)... 
SimiSa 


6g 


R  R  1 1.  E  S 

Llanos  de  Mala      ..    100-150 

—      de  Guare 180-230 

Kl  Morro 347 

Quebrada  Carmen 3*3 

Cabeceras  de  id    600      900 

Quebrada  Limonada   '^JS 

Pie  de  la  Cuesta laoo 


Nu£VA  Geografía  de  Colombia 


89 


Boquerón  del  Cuco  (la  Cordi- 
llera)    1452 

Pie  del  Cerro 1300 

Camino  de  Ocaña      1200 

Rio  de  Oro          1078 

Ocaña  .. Iioo 

Trata  del  Ferrocarril  de  Puerto  Wilches 

(Proyecto  S.  Gaulmin — 1894) 

Puerto  Wilches  (rio  Magda. 

lena)...     ....-«...  .   .  96 

Quebrada  Raya 121 

Banco  en  la  llanura  ..  145 

Quebrada  Mies \ iii 

Bíanco  id 152 

Quebrada  Collados 102 

La  Cristalina     160 

Quebrada  Afanador. 1 34 

Banco  id ••••• 186 

Rio  Paturia 128 

Sabana  Torres ■.■15o- 129 

Remates  de  la  Serranía  de  La 

xaz         •••  -  ••*     .     •••    ••■•  zzs 

Puerto  Botijas 250 

Boca  del  Cachira 220 

Cuchilla  id      243 


Boca  del  Rionegro 
Boquerón  de  Suratá 
Vegas  de  Girón 
Pie  de  la  Mesa 
Bocaramanga  .. 


!•••■•■•• 


438 
462 

508 
650 
929 


Proyecto  del  Ferrocarril  del  Guayabal 
{Trazo  Cistteros — 1890) 


Honda  (Rio  Magdalena) 
Paso  del  Guali 

Calungo 

Las  Coles  

Rabo  de  GiUo 

El  Surco 

Alto  de  la  EstrcU  i  . 

Mariquita 

La  Guardia  .  .     .  . 

Lumbi     

(iarrapata 
Los  Cerritüs 
Guayabal 


1 88 
250 
298 
259 

307 

235 
308 

276 

301 

264 

220 

300 

240 


Ferrocarril  aéreo  á  Bogotá 
( hüditas^  del  proyecto ) 


Estación  Honda   ...• 

—  Tocuy 

— '  Santa  María 

—  El  Salto     ... 

—  Laguneta 

—  Guaduas  968 

—  Verjel 1582 


261 

242 

268 

1231 

1242 


Ebtación  Palmar  1843 

—  Empalme 1279 

—  Villeta                790 

—  Loma    1099 

—  Sasaima     1185 

—  Las  Marias...  1511 

—  California ...  2178 

—  Agualarga    (  principio 

de  la  carretera  de  Occidente)  2221 

Ferrocarril  de  Puerto  Colombia 

(Por  la  orilla  del  mar) 

Ferrocarril  de  Santamaría 

(Quedan  anotadas). 

Ferrocarril  de  Puerto  Berrio 

(Id.  id.) 

Ferrocarril  del  Cauca 

(Id.  id.) 
Ferrocarril  de  Girardot 

(Id.  id.) 

Ferrocarril  del  Espinal 

(Id.  id.) 

Ferrocarril  de  Hottda 


I^  María  Dorada  (rio  Magda- 
lena) 

Río  Humadera  

Altozano  de  Purnio        .     . 
Río  Purnio     .... 

Yeguas  ....  .... 

Guarinocito    . 

Rio  Guarinó  ... 

Altozano  de  Cancolí     .     .    . 

Caracoli 

Altoz  no  id ^     ... 

Honda      ..       -  ..  .. 


160 
169 
176 
172 

183 
194 

176 
192 
181 
200 
188 


Ferrocarril  del  Sur  (Ixi  Sabana) 


Estación  Bogotá     . 
Camino  de  Engativá  .■  . 
Carretera  de  Occidente. 
R^o  San  Francisco. 
—  Fucha 
Camino  de  Bosa    . 

Rio  Tunjuelo 

Camino  de  Soacha 

Terreros 

Camino  de  Soacha ...   . 
Soacha 


■■■•••• 


•  •  •    •  ■ 


2620 
2604 

2597 

2595 

2589 

2595 

2585 

2598 

2593 
2569 

2601 


Xueva  Geografía  de  Colombia 


TOMO  I — 7 


90 


Nueva  Geografía  de  Colohbu 


Ferrocarril  de  La  Sabana 

Estación  Bogotá 2620 

—         Fontibón             ...  2614 

Río  Funza  (puente)     2582 

Cota  mínima                         ...  2580 

Mosquera ..  2581 

Madrid  (puente    ..  2585 

El  Corso  (id.)         2598 

Fin  del  llano  .           ...  2612 

Alto  de  Turrilla«         2632 

Los  Micos ..    .  2619 

Facatativá 2622 

Desnivel  de  la  Sabana  .  ...-I-60 — 62 


Ferrocarril  de  Zipaquirá 

Estación  Bogotá    .     .     .....  2620 

Estación  Chapinero 2616 

Estación  Uribe 2608 

Estación  Caro     2596 

Río  Funza  (puente) ..  2592 

Cajicá 2602 

IV.  39             •••*•■   •..•«•.•  202*4 

~^  4'     '**                 ....••  20 1 9 

—  44 2607 

Estación  Zipaquirá 2614 


TRABAJOS  DE  PONCET 1 848 


La  Madre  de  Dios  (Río'  Mag- 
dalena)       ..  .. 

Honda..*  ....1 

Cordillera  del  Riogrande.  . . 

Altiplanicies  de  Bogotá 

Los  Robles         

Chimbe  .....  ...    ..... 

Alto  de  Gaseas  .     .    .    . 

Riodulce 

Cisne  ..         


Fl  Trigo . 

263  Las  Tibayes  .... 

283  El  Raizal  ..  ..      . 

348  Guaduas      

2661  Él  Sargento   ,     .. 

2704  Las  Cruces 

1500  Paso  de  Cambras 

1770  Salinas 

1210  Rionegro ... 

1080  Los  Alo r ros 

1355  La  Vega         


I  •  •  ■  •  ■ « 


2170 
1865 
1990 
1 185 
1676 
1000 
500 
qoo 

390 
1650 

1380 


ADDENDA    ET    CORRIGENDA 

CAMINO  DE  CHAm/ 

G.  Carvajal  (colombiano),  1891 

Nivel  é  hipsómeiro 

Arrayanal 1515 

Alto  del  Paramillo  (Cordille- 
ra del  Chocó) 2197 


RioChamí 773 

Chami Q2I 

Alto  del  Charco .'.  1536 

San  Juan  de  Tatamá 573 

Alto  de  Partidas 755 

Pedernal  (Juntas  de  Agüita).  518 

Quebrada  López 426 

Alto  de  Antón 629 

Quebrada  id 350 

Alto  de  Marmolejo 695 

Río  Mu mbú  (boca) 194 

Alto  de  Arrastradero ..  426 

Quebrada  A rrast nidero 204 


Alto  de  Tomín 

Carmelo  (R.  Pureto) 

Alto  del  Carbón  (en  el  Istmo 

de  San  Pablo) 

Quebrada  Dudúgucra ; 


^  Bagado 

'  San  Juan  de  Tatamá 

Alto  del  Caracol  ..  

Río  Tatamá     

Pueblo  Rico 

Alto  de  Potosí  (la  Cordillera) 

Río  Apía 

Apía 


Lloró 


39S 
251 

424 
303 

206 

573 
1256 

1062 

1684 
2158 
1618 
1830 

72 


J.  URIBE  U.  (colombiano) 
(El  Telembí) 


Panga  

Kl  Páramo. 


1588        Quebrada  Asaspi  .. 

2875        Playagrande  (Río  Telembí). . . 


•*••■•    t 


2000 
50 


Nueva  Geografía  ds  G)lombia  91 


F.  PEREIRA  (culombiano) 
(Estudios  de  minas) 

■ 

Morroazal  (cordillera  del  Quin-                   Sucre  (mina  en  Remedios)  .  .       6S9 
do) 5^00        Frontino  íü .    ...  7^ 


F.  J.  CASAS  (colombiano) 

Annca 179 


R.  NIETO  parís  (COLOMBIANO) 
Lmgo  de  Fúquene ^ 2440 


R.  CARACRISTI  (ITALIANO) 
Sierra  Nevada  de  Santamaría  (barómetro) . —     5222 


F.  MORALES  (COLOMBIANO) 

Puente  del  Común  2610        £1  Rosario  (H¿o  Tácbira) 253 

—    Grande        2600        Pamplona      2303 

Cuenta 294 


M.  PONCE  DE  LEÓN  (COLOMBIANO) 
Laguna  de  Suesca  (paso) 2818 

A.  PINART  (francés) 
Pasos  de  Chiriqw'  (la  Cordillera)  1110-1206 


MORITS   WAGNKR   (aLEMÁn) 
Pasos  de  Chiríqui  (id.    id.) 1104 

Advertencia — Del  ingeniero  francés  Sr.  IL  Lebrun  no  citamos  ninguna 
cota  porque  ninguna  hay  original  en  su  voluminosa  memoria. 

Nota — Naturalmente  en  esta  relación  de  autoridades  no  habrá  de  incluirse 
el  autor  para  señalar  las  altitudes  recogidas  por  él  en  diversas  excursiones ;  pero 
sin  arrogarse  título  alguno,  menciona  á  continuación  unas  pocas  para  llenar  va- 
cios  en  la  altimetría  oe  Cundinamarca. 

Chipaqne,  2500;  paso  del  río,  1950:  Une,  2460;  Páramo  de  la  Zorra,  3205; 
Pnebloviejo,  2450 ;  Alto  de  Chuntiva,  2910 :  Gutiérrez,  2350;  Alto  de  La  Hor- 
queta, 2630;  Alto  de  Quifla,  1800;  Id.  del  Cogollo,  2510;  Quebradanegra,  1700; 
Alto  de  Santa  Ana,  2400;  Puente  del  Ají,  2000;  Boquerones  de  Treinta  y  Seis, 
3100  y  3005  ;  Alto  de  Gama,  2400;  Gama,  2206;  Alto  del  Guavio,  1820;  paso 


92 


NirEVA  Geografía  1)e  Colombia 


del  río  Guavio,  1630 ;  Alio  de  Miraflorcs,  2140;  Salina  de  Gacheta,  1800;  Alio  de 
Boitá,  2740;  Alto  de  Zamora,  3CXX) ;  Alto  del  Águila,  3000  ;  Boquerón  de  Chía, 
2750;  Id.  de  Suba,  2720;  Anolaima,  1650;  Río  Curí,  1300;  Reventones,  1750. 

En  el  texto  se  indicarán  las  razones  por  las  cuales  en  cada  cí»so  se  prefiere 
una  cota  entre  varias,  y  también  el  observador  que  la  tomó  cuando  no  sea  de  las 
comprendidas  en  las  lisias  anteriores. 

No  pondremos  término  á  esta  parle  del  trabajo,  sin  hacer  notar  que  todos  los 
puntos  importantes  del  país  han  sido  ya  acolados  ])or  algún  observador. 


IOS    (ÍKÍANTRS    COLOMBIANOS 


( \iya/fih¿ 
Chiles. . .    . 
Cundml.  .. 


El  Cerro  Negro 
Arufral 

Torre  de  Mallama  . 
Cerro  San  Francisco 
El  Galera 


El  Tanjubina     .  . 
\a&  Animas 
I  .as  Petacas 
El  So' ara  .    .. 


•  •     •  "  ■  •  É  • 


>  •  •  •  •  •  • 


•    •  •  ■     •     •  • 


Los  Humos 

El  Buev  

El  Pale'tari       

El    Agiiablaiiia  ú  I*an  de  Az'icar 


Coionuios     Pico    K 
—  W 


El  PuniíY 


Las  Papas 

Pico  de  Cutanga 

Páramo  de  Suaza 


SS40 
5720 

5954 
4840 

4830 

47S0 

4890 

4761 

4790 
4470 
4000 
4070 
4200 
4000 
4100 
4100 
4264 

412S 
4242 

4054 
4538 
4440 

4850 
4580 

4435 
4400 

■  4550 
4300 

44S2 

...     .    4893 

4932 

4730 

4670 

...  .  4^44 

■••   45  n 
48C0 

5184 

48c» 
5000 
490S 
4700 
4918 

4240  -  4500 

...   4600 

4482 


Wiener 

Montenegro 

líumboldt 

Codazzi 

Mosquera 

Reiss  y  Siubel 

Codazzi — Mosquera 

Boussingault 

Reiss  y  Stubel 

Reiss  y  Stubel 

Codazzi 

Reiss  y  Stubel 

Codazzi 

Boussingault 
Codazzi — Mosquera 
Reiss  y  Stubel 


Caldas 

Montenegro 

Mosquera 

Codazzi 

Reiss  y  Stubel 

Codazzi 


Reiss  y  Stubel 
Codazzi 
Caldas 
Montenegro 
Reiss  v  Stubel 


Codazzi 
Caldas 
Montenegro 
Mosquera 
Codazzi 
Reiss  y  Stubel 
And  ré 
Codazzi 


*  De  bastATililIa  van  Iom  nombri'S  de  las  eimn»  etomaraente  nevadas  y  Us  altitudOT 
que  se  adoptan  en  esUi  C^eugratla  como  más  aproximtvdus  ú  la  verdad  6  que  mejor  con- 
cuerdun  con  los  elementos  Huministrndos  por  el  terreno  mismo-  Con  un  intonoffante  se 
señalan  aquellas  que  se  han  calculado  con  los  diitos  generales  suministrados  por  elrespec- 
tivo  observador  en  el  curso  de  hus  trabajos.  Véase  en  el  estudio  del  relieve  la  figura  oorrM- 
pondiente. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


ElHuila •iS'4-5S47  Caldas 

5457  Montenegro 

5700  Codai2Í 

5100  •  5400  (!)  Reiss  y  Slubcl 

Sania  CMlatina  (BarraBÉn) 4930  Codaui 

4744  Montenegru 

£lQiiindÍa ¿ISO  Codazii 

5280  Faulhabcr 

Einlima 36JS  Caldas 

5494  ó     55S4  Humboldt 

5500  Boussingaull 

5587  Montenegro 

5616  Codazzi 

5400  (!)  Reiss  y  Stubel 

6440  Ka  ul  haber 


£/íí.»(Me5anevadadc  Heneo).,.,    sjqs  Caldas 

5590  Codazzi 

5850  Fiul  haber 

+  5400  (7)  Reiss  y  Slubel 

Sania   ¡saUl. 544°  Faulhaber 

Sioo  Codazzi 

£/^if«{ctcsteria  nevada) ■.     $300        — 

3300  Caldas 


94 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


La  Olleta  (cráter  del  Ruiz). 


Santa  M'-rla 

Páramo  del  Ruiz. 


Santa  Rosa. 


Las  Cazuelitas 

Sumapaz ; 

Chamizal 

Las  Animas 

El  Nevado  (Sumapaz) 


Los  Colorados  (Boyacá). 

Toquilla 

Rechiniga 


Cusiri 


Sierra  Nntada  de  Chita. 


Servitá-Carcasí. 
Almorzadero.... 
La  Colorada.... 
Páramo  Rico.'.. 

.Santurbán 

Angostura ^ 

Lagunas 

Sumalina 

Cachiri 

Tama 


Cobre.... 
Escobal. 


Morros  de  Güina 

Desaguadero 

Pena  de  Saboyá 

Sierra  Nevada  de  Santamaría.... 5460 

5"5 


Nudo  del   Paramillo 


5250 

4855 
4900 

4126 
4250 

4236 
42SO 
4210 

4300 
4000 

4100 

4810 

4J^o 

4200 

4000 

4650 

4700 
4480 

5943 
5983 
4875 
4965 
5300 

4000 

4093 
4400 

4200 

4030 

4500 
4400 

4100 

4220 

4000 

3000 

4000 

4218 

4218 

4350 

4325 

4003 
5850 

■5309 
7926 

5107 

5008 

5222 

4200 


Faulhaber 

Codazzt 

Reiss  y  Stubel 

Faulhaber 

Codazzi 

Hettner 

Reiss  y  Stubel 

Pereira 

Faulhaber 

Codazzi 


Chaves 

Codazzi 

Vergara  y  Velasco 

Codazzi 
Brísson 
Codazzi 

Vergara  y  Velasco 

Codazzi 

Mosquera 

Humboldt 

Montenegro 

Hettner 

Vergara  y  Velasco 

Codazzi 


Hettner 
Codazzi 


Estechi 
Codazzi 

Hettner 
Codazzi 


Humboldt 

Montenegro 

Joy    Mosquera 

Bretes 

Almirantazgo  inglés 

Caracristi 

Striflcur 


PRINCIPALES  PASOS  DE  LAS  CORDILLERAS 
(Altitudes  adoptadas  por  la  Nueva  Geografía  de  Colombia) 


A.  Cumbres  del  Chocó 


Huaca 

Cruces  de  Parga. 

Chambú 

Pan^a , 


Hoz  de  Minamá 380 

Alto  de  Ranchos     2500 

3520        Carpintería 2500 

3600        Santa  Ana 3258 

3295        San  Antonio 1790 

2875        £1  Guayabo , i^f^ 


Nueva  Geografía  de  Colombu 


95 


Pavas 1756 

Palogordo 2465 

Arrayanal 2197 

La  Línea  (Carmen^ 2ogo 

Los  Robles 2402 

El  Tajo 2568 

Paso  al  Sinú 2000 

Uré 600 

B    Cumbres  del  Quindh 

Hnaca 3520 

Potosí 3400 

Mocoa 3271 

Aponte 264S 

Santa  Rosa 3300 

Las  Papas 3980 

Guanacas...^ 35x8 

Moras 3670 

Delicias 3475 

Barragán 3580 

Calarcá 3300 

Quindío 3485 

Santa  Isabel 4420 

Herveo 4250 

El   Ruiz 3980 

San  Pablo 3200 

Aguacatal 31 10 

Sonsón -• 3200 

Pantanillo 2487 

Peñol 2220 

La  Quiebra « i57^ 

La  Ceja 1636 

Remedios 1200 

El  Boquerón  2548 

Cborrosblancos 2404 

Cruces 600 

Guamacó 5<^ 

C.  Cumbres  de  Sumapat 

La  Ceja 1980 

Santa  Lucía 2804 

La  Cuchilla ig\o 

Las  Animas 4100 

Chipaque 3280 

Cruzverde 3490 

Choachí 3330 

Treinta  y  seis 310a 


Guasca 337o 

La  Carbonera 3320 

Macheta 28^0 

Las  Pilas 2900 

El   Peñón 2800 

El   Salto 2400 

Barroblanco 2734 

Chun2La 2404 

El  Roble 2750 

El  Yaque 2840 

El  Mortiño 3228 

Tierranejgra* 2900 

Samanga. 3400 

San  Cayetano 3600 

Caldas 3000 

El  Roble 2300 

Zapatoca 2200 

Peñanegra 3000 

El  Aire 3000 

Pesca 3000 

San  Antonio  2990 

San  Ignacio 3400 

Pisva 3300 

Novagote 330o 

La  Chorrera 3300 

x^mia<*«<*«  •«••     ••••••  ...  ^OsO 

Almorzadero 3775 

Guaca 3300 

Tona .• 3500 

Santurbán 3900 

El  Viejo ;..  3950 

Escorihl  (Zulia) 2880 

Bagueche 3400 

Las  Jurisdicciones... 2582 

El  Frío •. 3360 

Ventanas 3300 

Tama 2118 

El  Muerto 3380 

La  Ensillada 3340 

Encino 337o 

Ocaña 1750 

El  Carmen 1550 

Bobalí..- 1670 

Motilones 2500 

Bucarasica 3086 

El  Laurel 2480 

El  Sargento 1400 

El  Trigo , 1900 


Eilometría 


En  esta  serie  no  incluímos  sino  las  medidas  de  las  líneas  telegráficas  cote- 
jadas  con  las  cartas  oficiales,  y  las  distancias  que  arrojan  los  trazos  de  ferrocarri- 
les ó  los  planos  de  los  caminos.  Con  un  +  se  señalan  los  lugares  estaciones  de 
ferrocarril  y  consiguientes  trayectos  de  este  género  de  vías. 

Las  letras  que  siguen  á  los  nombres  de  los  lugares  indician  el  rumbo  gener 
rtldeUvúh 


96 


Nueva  Geografu  de  Coloubia 


PRIMERA   SERIE 
A)    LA  COSTA 

(Bolívar y  Magdalena) 

Otru 

Telégrafo,  fuentes 

Puerto  Colombia  (W.E.).          o  o 

-f  A  Barranquilla  (N  S.  •        37  (!)   27 

A  Soledad 10  7 

A  Sabanalarga 52  40 

A  Candelaria 30  25 

A  Calamar 32  25 

161  124 

Cartagena  (W.E.) o  o 

4-  A  Turbaco 25 

-h  A  Arjona 13 

-f  A  Arenal 30 

4-  A  Hatoviejo 33  (•)    '8 

-h  A  Calamar 37  (!)    18 

104 

Cartagena  (W  E.) o  o 

A  Santa  Ros.i 20  20 

A  Villanueva 20  15 

A  Arenal 30  25 

70  60 

Villanueva  

A  Urumita 5 

Sabanalarga 

A  Usiacurí 17  15 

Santamarta(N.E.  S.W.) 

-H  A  La  Ciénaga. 35  30 

-f  A  Riofrio 15  10 

+  Sevillano 15 

A  Aracatací 51  26 

A  Medialuna 50  52 

A  Pivijay 21  15 

A  San  Antonio 45  35 

A  Calamar  (Goenaga)...         10  7 

227  190 

Santamarta  á )2?       227  189 

Puerto  Colombia  >*       161  120 

Cartagena )^       140  !)  ¡05 

Calamar  (N.S.)  á 

Guamo 35  30 

San  Juan 35  18 

San  Jacinto 20  16 

Carmen 20  12 

Ovejas 40  26 

Corozal 40  28 

Sincé... 35  25 

Buenavista 40  23 

Magangué 40  32 

305  210 


Tele> 
yrnfo. 


Otran 
fuentes 


Corozal  ( E,W.) 

A  Sincelejo 

ATolú 


Cereté  (W.  E.) 
A  Ciénaga  de  Oro. 
A  Sahagún 


Carmen  (W.E.) 

A  Zambrano 

A  Jesús  del  Río.... 


Barranquilla  ^N.S.) 

A  Sitionnevo 

A  Remolino 

A  Salamina 

A  Piní^n 

A  .San  Antonio 


Santamarta    \VE.) 

A  Bonda 

A  Calabazo 

A  Don  Diego 

A  Dibulla 

A  Camarones 

A  Riohacha  

A  Tomarazón  (N.S.). 

A  Fonseca     

A  San  Juan 

A  Villanueva 

A  Valledupar 


15 
50 


Sincelejo  (N.S.) 

A  Sampués 15 

A  Chinú 12 

A  San  Andrés  (KW.>....  20 

A  Chima 15 

A  Lorica 60 

A  Cereté 75 

A  Montería 35 


35 


47 
20 


Magangué  (N..S.) 

A  San  Antonio 40 

A.Sucre 40 

A  Palmarito 16 

A  Majagual , 29 


125 


12 

40 


65     52 


15 
10 

26 

16 

42 
15 


232    156 


26 

35 


61 


47 
10 


67   57 


30 
30 

12 
22 


94 


■  •  « 

25 

17 

10 

45 

35 

15 

15 

10 

92   88 


10 

10 

40 

25 

75 

38 

60 

50 

50 

32 

25 

30 

62 

55 

53 

42 

25 

24 

22 

16 

46 

36 

468  358 


Nueva  Geografm  de  Colombia 


98 


Nueva  Geografía  de  Colobibia 


Tttl6.       Otru 
graío.     fuentes 

Maeangué  (W.E.) 

ATalaigua 30  25 

A  Mompós 30  15 

A  Doña  Juana 55  3^ 

A  Banco 35  35 

A  Tamalameque 35  3^ 

A  La  Gloria 40  3* 

A  Carolinas 25  16 

A  Puerto  Nacional..* 20  12 

A  Bodega  Central 30  15 

300  226 

Barranquilla  (N.E.-S.O.) 

A  Cartagena 120 

A  Lorica 80 


Calamar 
A  Mompós 

Valledupar 
A  Banco 

Valledupar 
A  Santamarta 

Sahagún 

A  Ayapel 

A  Cáceres 


200 


160 


215 


220 


90 
160 

250 


B)  EL  N.  DEL  REINO 

(SatUandtr  y  Boy  acá) 

Telé-  Otras 
grafo.     fuentei 

Puerto  Nacional  (W.E.)          o  o 

A  Aguachica 20  14 

A  Ocana  (N.S.) 55  45 

A  La  Cruz 30  20 

ACáchira 65  50 

A  Cachiri 67  (!)  28 

ASuratá 25  15 

A  Matanza 7  5 

A  Rionegro ...        30  ^^ 

A  Bucaramanga 25  16 

APicdecuesta 20  17 

A  Los  Santos 30  24 

A  Jordán 5  5 

ACurití 20  16 

A  San  Gil 10  10 

A  Socorro 20  18 

Fasan m...      429  299 


Telé-        Otras 
graío.      fuentes 

Vienen 4^9  299 

AO.'JJ 30  24 

ASuaita 37  20 

A  Santana i5  5 

A  Güepsa 20  10 

AVclcz 10  10 

A  Puente  Nacional 20  16 

561  384 

Puerto  Nacional  (W.E.) 

A  Ocana 75  59 

A  La  Cruz 3°  20 

A  San  Pedro 5°  32 

ASalazar 55  35 

A  Cúcuta 30  38 

A  La  Frontera lo  lo 

250  194 


Cúcuta  (N.S.) 

A  Chinácota 3° 

A  Pamplona 40 

ACácota 15 

AChitagá 20 

A  Concepción 35  'O 

A  Málaga 12 

A  Capitanejo 3° 

A  Soatá 30 

A  Sátivanorté*("N.E.  S. W.)  35 

A  Belén 35 

A  Santa  Rosa 25 

A  Duitama 12 

APaipa 10 

ATuta 15 

ATunja 20 


33 
31 

II 
48 
10 

30 
22 

22 

28 

II 

8 

II 

14 
21 


364      322 


Tunja  (E.W.) 

A  Moniquirá 

A  Puente  Nacional. 


57 
13 


48 
10 


70  ^ 

San  Gil  (N.W.  S.E.) 

A  Mogotes 35  20 

A  San  Joaquín 20  15 

AOnzaga 22  16 

A  Soatá 28  22 

105  73 


Socorro  (NW.-SE.) 

ACharalá 33  26 

A  Encino 38  20 

A  Santa  Rosa 58  3° 


129        76 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


99 


Telé- 
grafo. 
Soatá  (W.-E.) 

A  Boavita. 20 

A  La  Uviu 5 

A  Chita 20 

A  La  Salina 55 


100 


Soatá  (SW.-  NE.) 

A  Boavita 20 

A  Cocuy 35 

A  Güicán 20 


75 


Pamplona  ^S.-N.) 

A  Cucutilla 35 

A  Arboledas 15 

A  Salazar 22 

A  Gramalote 25 

97 
Chinácoto  (W.-E.)  

A  Concordia 20 

Ocaña  (SE.-NO.) 

ATeorama 30 

A  Convención 10 

A  Carmen 20 

A  Simaíia 50 

A  La  Gloría 10 

120 

Ocaña  (W.-E.)  

A  Aspasica 36 

Ocaña  (S.-N.) 

A  Río  de  Oro 10 

A  González 20 


30 


Otras  Tel¿-  Otrní 

fuentes  grsfo.     fuentes 
Bucaramanga  (E-W.) 

ío     A  Girón 7  7 

2     A  Lebrija  (E-N.) 13  10 

20     A  Zapatoca(W.-fc: 65  30 

20    A  Barichara 35  22 

A  San  Gil 15  14 

52  

135  «3 

10  Bucaramanga  (SW.-NE.) 

22    A  Mutiscua 95  72 

6     A  I*amplona 20  17 

38  "5  89 

Duitama  (N.-S.) 

A  Sogamoso 25  25 

22     A  Pesca 25  25 

16  50  50 

Santa  Rosa  (N.-S.) 

70    A  Floresta 20  10 

24  Tunja  (N  -S. » 

ASotaquirá 35  25 

APaipa 23  14 

.Z  Suaita(SE.-NW.)  --  — 

"    A  Guadalupe 20  14 

3^    A  Contratación 20  12 

—  .r  — 
~  Picdecuesta  (W.-E.) 
_     A  San  Andrés 42  3° 

Snratá 

8    A  La  Baja 10  10 

12 

Rionegro  (SE.-NW.) 

20    A  Puerto  Santos. 63  45 


C)  CUNDINAMARCA  Y  LAS  TIERRAS  CIRCUNVECINAS 


Tel6-        Otras 
grafo.     fuentes 
Bogotá  (SK-NW.) 

+A  Puente  del  Común..        30  28 

-I-  Cajicá 8  7 

+  Zipaquirá (!)i2  9 

A  Nemocón 15  14 

ATausa 15  20 

Aübaté 15  16 

A  Simijaca. 30        24 

A  Chiquinquirá 10  14 

A  Saboyá 11  11 

A  Puente  Nacional 24  23 

170  166 


Teló-        Otras 
grafo,      fuentes 
Bogotá  (S.-NE.) 
+A  Puente  del  Común...        30        28 

A  Sopó 18        15 

A  Tocancipá 7  7 

A  Gachancipá 87 

ASesquilé 17  7 

A  Chocontá 25        24 

A  Hatoviejo 10  9 

A  Ventaquemada 22        26 

A  Tunja 33        25 

170  I4S 


ICX) 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Telé-        Otraa 
grafo.      fuentes 
Tunja  (E.-W.) 

A  Samacá 20  14 

A  Leiva 30  17 

A  Ráquira 30  25 

A  Chiquinquirá 30  30 

lio  86 

Bogotá  (S.-XE.) 

A  Chocontá 105  77 

A  Macheta 15  12 

ATibirita 20  8 

A  Guateque 10  6 

A  Garagoa 25  20 

A  Tibaná 40  28 

A  Kamiriqui 20  10 

ATunja 26  18 

261  179 

Ubaté  (E.-NE.) 

A  Guachetá 15  11 

El  Común  (S.-X.) 
A  Zipaquirá  (vía  La  Dia- 

na) 30  15 

Nemocón  (W.-K) 

A  Sesquilc 15  i6 

A  Suesca 7  10 

22  26 

Ventaquemada 

A  Turmequé 12  4 

Garagoa   W.-E.> 

A  Mirañores 40  30 

A  Páez 35  26 

A  Chámeza 35  26 

lio  82 

Bogotá  (W.-K) 

A  Guasca 3^ 

A  Gacheta 40  28 

A  Medina 70  65 

A  Cabuyaro 74  98 

184  226 

Gacheta 

A  Junin ' 5  6 

Zipaquirá 

A  Cogua 6  5 

Guasca 

A  Guatavita 7  6 

A  Sesquilé 18  12 

25  18 


Telé-       Otraa 
grafo.      fuente* 
Bo;  ota  (NW.-SE.) 

A  Ul  ique 35  22 

A  Cáqucza 20  12 

A  Quetamc 22  15 

A  Villavicencio  (N.-S.)...         70  42 

A  San  Martín 90  80 

237  171 

U baque  

A  Choachí 10  7 

A  Fómcque 7  5 

Cáqueza 

A  Une 15  7 

A  Chipaque 5  5 

20  12 

15o£[()tá 

+  Al  Común 30  28 

A  Chía I  4 

A  Cota 12  10 

A  Fun/a 17  17 

A  Mosquera l  2 

61  61 

Chía  (])or  Tcnjo)  — 

A  Tabio.... 20  20 

Zipaquirá  (SF..-NW.) 

A  Pacho ■••...         25  20 

A  San  Cayetano 35  25 

A  Taime    -...,          25  12 

IkíRotá  (SE.-NW.) 

4-  A  Mosquera.. 17  20 

4-  A  Madrid 4  5 

+  A  Facalativá 14  13 

A  AtTiíalarga 10  13 

A  Villeta 20  20 

A  Guaduas 20  21 

A  Honda 25  26 

lio  118 

Bogotá  (E.-\V.)  

+  A  Facalativá 35  38 

A  Vianí   27  37 

A  San  Juan     .    ..    13  10 

A  Ambalema 30  22 

105  105 

Bogotá  (N.  E.-S.  W.) 

+  A  Mosquera 17  20 

A  La  Mesa 38  25 

A  Anapoima.......^ 15  12 

+  A  Juntas  de  Apulo....        15  9 

+  A  Tocaima 15  10 

+  A  Girardot (!)  35  30 

I 35  106 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Telí- 

Bogoti  (X.  E  -S.  W.)^  "' 

+  A  Soocha— ..  ■■  .. 

A  Fusagasugá 

A  Arbeliei. 

A  P«ndi 

A  Iconoruo  -.'..  

A  Melgar 

A  RiMurte  ... 

B.^olá(li.-W.) 

+  A  Madrid 

■\  .Subacboque 

ALaVega 

A  NocaÍDia 

Bogóla  (S.-N.) 
A  Villcta 

A  La  Palma 

A  Pacho 


Otiu  T<1«-      O 

FucnMa  gnto.  flii 
Ulica 

15     A  Capatrapí -  ...  ao 

3í  ■ 

1 1  Soacha 

10    A  San  Antonio     2¡ 

25  Agualarfa 

18    A  Sas»ima. 20 

113  La  Mesa 

A  Anolaima 35 

'i 30 

JO       25  65 

40       22  ■ 

10        12  La  Mesa 

Al  Colegio 13 

E5        84     A  Enlrerrios 20 

33 

65       69  

30        25  Bogóla  (E.-W.) 

40    (1)7    A  San  Juan    7S 

...  {'.)  37  A  Cambao  [camino  viejo)  30 

135       "38  "S 


Figura  28— Antiguo  camino  de  Fusagasugá  (Folografia  Je  Rícines) 


102 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Jalé-         i 

otras 

Telé-        ( 

DtTM 

gnfn.       fuentes 

grafo.      fuentes 

Tocaima 

Vienen 

no 

116 

A  Jcrusalén 

16 

16 

A  Santana 

32 

27 

30 
25 

A  Guataqui      

15 

14 

A  Santo  Domingo 

A  Soledad 

12 

13 

31 

30 

A  Mañiza  les 

47 

65 

Tocaima 
A  Agua  de  Dios.. 

15 

10 

A  Neira      ...     .... 

A  Aranzazu 

13 
20 

10 
16 

T^                 • 

^^  *  ^ 

_— — 

A  Salamina     

20 

14 

Tocaima 

A  Pacora     

21 

14 

A  Viotá 

15 

II 

A  Aguadas           

17 

12 

Anolaima 

A  Sonsón.... 
A  Abejorral 
A  I^  Ceja 

32 
20 

27 
17 

A  Quipilc     •.  . 

20 

7 

30 

23 
10 

A  Rionegro        

t5 
29 

D)  al  occidente  del  magdalena 
Bogotá  (N.  E.-S.  W.) 

A  Medellin 

24 

A  Girardot    

A  Ricaurte 

135 

5 

103 

5 

445 

417 

A  Kspinal •  

20 

19 

Bogotá 

A  Guamo 

15 

19 

A  Puriñcación.        , 

20 

15 

A  Honda            

lio 

116 

A  Natagaima        

30 

32 

A  La  Dorada  .... 

•  •  • 

40 

A  Villavieja    ...     . 

55 

47 

H-A  Puerto  Bcrrío 

140 

A  Neiva  ... 

35 

32 

+  A  Caracoli 

50 

32 

A  Campoalcgre    .  ■.  .. 

25 

24 

+  A  Pavas 

•^        J 

16 

Al  Hobo 

15 

18 

A  San  Roque             .  . 

60 

51 

A  Gigante  ..      •  .     

30 

26 

A  Santo  Domingo 

30 

20 

A  Garzón      

25 

22 

A  Barbosa 

25 

25 

A  Agrado 

22 

16 

A  Girardota  .. 

20 

14 

A  i^a  K  lata  ••  ■•      •• 

30 

20 

A  Copacabana      . .  , 

10 

10 

A  Inzá  

55 

42 

A  Medellin 

15 

II 

A  Silvia     

75 

80 

A  Popaján 

35 

32 

325 

475 

627 

552 

Garzón    N.  E.-S.  W. 

) 

- 

A  Hato 

28 

28 

Bogotá  (E.-S.  W.) 

A  Altamira .  .. 

10 

9 

A  Espinal 

160 

119 

A  Santa  Librada    .     . 

20 

^ 

A  Ibagué     ... 

60 

52 

A  Tinianá 

20 

16 

— — 

A  Pitalito 

27 

18 

120 

171 

• 

Bogotá  (N.E.-S.\V.) 

■•■  ^^^ 

105 

80 

A  Ambalema 

A  Ibagué  ■•     . 

A  Salento    .        ... 

105 
70 
70 

105 
6ü 
60 

Guamo  (X  E.  S.  W. 
A  San  Luis 

) 

20 

18 

A  Finlandia   ■          .     ... 

15 

15 

A  Ortega 

25 

«9 

A  Cartago 

40 

34 

A  Chaparral 

40 

38 

A  San  Vicente        

70 

♦    7« 

rt  ^ 

A  Tuloá 

10 

9 

85 

75 

A  Bug* 

20 

22 

Al  Cerrito     ....         ...    • 

25 

25 

Melgar 

A  Palmita  

15 

21 

A  Carmen 

15 
17 

10 

A  Cali 

32 

25 

A  Cunday  .. 

10 

A  Papagayeros 

55 

34 

» 

+  A  Córdoba 

55 

53 

32 

20 

+  A  Buenaventura    ..   . 

20 

18 

602      569 


Girardot 
A  Coello  . 


■  «  •  « 


BogotávS.  E.-N.  \V.) 
A  Honda...  . 


•  ••"••< 


Pisan. 


no  116  Ambalema 
— *-  -■ —  A  Venadillo.. 
no      116 


15        15 


26 


II 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


103 


Ambalcma  (S.-N.) 

A  Guayabal 

A  Mariquita    ■ 

A  Honda 


Telé- 
grafo. 


•  •     •  •  •  I 


mmm  ••• 


50 
II 

23 


Otras 
fuentes 

34 
21 

19 


84        74 


Honda  (E.-W.) 
A  Mariquita    .  .. 

A  Fresno 

A  Manzanares    .-• 
A  Marulanda  .... 


Guayabal 
A  San  Lorenzo 

Honda 
A  Victoria     .... 


23 
20 

30 
20 


10 


35 


Bogotá  (N.-S.) 

A  Popayán 

A  Timbío 

A  Dolores 

A  Almaguer   ...  . 

A  Bolívar 

A  La  Cruz 

A  Fasto......  .... 

A  Túquerres 

A  Ipiales 

A  Carchi        


•••• 


45 
3 


Túquerres  (.E-W.) 

A  Altaquer...  • 

A  Barbacoas 

A  Chimbuza 

ATrujillo   

A  TumECo 


Timbío 
A  Tambo 


86 

79 
68 

35 
30 


Popayán  (S-N.) 

A  Santander 

A  Caloto 

A  Corínto 

A  Pradera 

A  Palmira 


Popayán  (S.-N.) 

ATunia    

A  Morales 

A  Buenosaires 

AJaiBundi...  ...... 

^m  ^^aii  ....  •••• 


298 


20 


80 

5 
20 

40 

__i5 
160 


40 
18 
25 

35 
25 


Palmira 
A  Candelaria •..  .... 

Buga 
A  Guacari 


Telé- 
gnío. 


15 


23 


Tuluá 
A  Roldanillo 


40 


Otrai 
fuentes 

15 

15 
36 


19 
12 

24 
12 


93        67 


Cartago  (S.-N.) 

A  Pereira 

A  Santa  Rosa  •  . 
A  San  Francisco 
A  Manizales 


..s..  •■• 


30 
13 
17 
13 


20 


Popayán  (S.-N.) 
A  Manizales 


632 

552 

A 

20 

15 

A 

20 

II 

A 

90 

82 

A 

30 

16 

A 

60 

33 

A 

70 

64 

A 

70 

52 

A 

30 

3 


1040      858 


74 
65 
35 
30 
30 


Medellin(N.-S.) 

Envigado .••... 

xiagui ..  *•     ••  ...  ...•*. 

v«aiQas        .  ••«.•  •••.-. 

Amaga 

Titiribí. 

Fredonia  .•••• 

Jericó 

Támesis - 

A  Valparaíso 

A  Nueva  Caramanta 

A  Supía.... 

A  Riosucio...-. 

A  Ansermaviejo. 

A  Belalcázar 

A  Cartago  


Del  Carchi  á  Medellín 


10 

2 

15 
12 

20 

22 

26 

24 

15 

15 

13 
10 

35 
35 
35 


234        De  Medellín  á  Cáceres 

De  Carchi  á  Cartagena 
18        Según    los    ingenieros 
del  Intercontinental    1425  ! 


78         Medellín    S.  E.-N.O  ) 

8  A  San  Jerónimo.  .    • 

20  A  Sopetrán 

35  A  Antioquia   . 

15  A  Cañasgordas 

A  Frontino  ..  . 

IS6 


>  •  .  ... 


30 

22 

26 
22 


Medellín  (S.-N.) 

A  San  Pedro 

A  Santa  Rosa  .. 

A  Yarumal 

A  Angostura 


32 

7 

15 

15 


73       69 


376      354 


9 

3 
II 

8 

18 

16 

16 

0)5 
10 

17 

13 
10 

25 

30 
30 


289 

221 

1673 

1385 

•  •  • 

93 

•  •  • 

1903 

425! 

40 

32 

10 

8 

18 

9 

43 

32 

24 

10 

135     91 


25 

26 

30 

25 

45 

42 

23 

15 

143    135 


123     108 


t04 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Marinilla 
A  Peñol  .. 


Rionegro 
A  San  vicenlc 

La  Ceja 
A  Retiro.... 


Santo  Domingo 
A  Yolombó 


T«lé-       • 

Dtrat 

{prtfo.      tuentes 

Medellin  (S  -N.) 

l't.sé 

A  Santa  Rosa 

55 

51 

A  Ocú 

A  Carolina      —   ..  . 

25 

20 

A  Amalñ  .  . 

43 

32 

David 

A  El  Tigre 

.        45 

40 

A  Pedregal 

A  Remedios 

30 

22 



Panamá  (E.-\V. » 

198 

165 

A  Miraflores 

A  Arrayán 

Medellín  (W.-K) 

A  Chorrera     .     . 

A  Rionegro             

29 

24 

A  Capira      .  . 

A  Marinilla   

6 

5 

A  Chañe  

A  Santuario 

10 

9 

A  San  Carlos 

A  Vahos 

13 

8 

A  Antón 

A  Penonomé   . . . 

58 

46 

A  xSantiago 

Telé-       Otras 
gmfiK      fuentes 


20 


15 


V  animal 

A  Anori     ..•         48 

A  Cáceres •• 

Jericó 

A  Andes 24 

A  Bolívar 32 

"56 

Andes 
A  Jardín 13 

Araiizazu 
A  Filadelfia 16 

Calamina 

A  Marmato    30 

A  Supía         lu 


Caldas 
A  Santa  Bárbara.. 


E)  EL   ISTMO 


Penonomé 
A  La  Pintada 


A  David     (1)394 


7 

•  •  • 

»3 

20 

20 

16 

21 

20 

20 

20 

20 

13 

25 

22 

20 

16 

95 

«0 

.94 

315 

36 

90 


635    422 


126 


35 
40 

75 


14 


12 


25 

5 


Santiago 
A  Parita.... 


40       35 


+  Panamá  á  Culón. 


76 


SKGUNDA  SERIE 


El  Rio  Magdalena 


1  Según  los   planos  oñciales  á  grande 

escala) 


40 

30 

29 

22 

20 

16 

20 

18 

12 

10 

33 

24 

17 


12 


(Kilómetros) 

La  Hoca                  ...    ■ 

0 

0 

Barrauquilla 

17.5 

17.5 

Sabanagrande 

275 

45 

Sitionuevo     

3 

48 

Remolino 

10 

50 

Guáimaro 

1 2.5 

62.5 

Salamina 

11.5 

74 

Piñón               

9.5 

83.5 

San  Aiit  Miio 

6.5 

90 

Su  n           

1.5 

91.5 

Calamar         

8.5 

99 

Barranca  nueva.  . 

8.0 

107 

Pedraza 

1-5 

108.5 

Birrancavieja 

5-5 

114 

Yucal                 

25 

116.5 

Buenavista          

2.': 

119 

Heredia  y  el  Roble    .. 

11.5 

130.5 

Nervití  y  Obispo. 

11.5 

142 

San  Agustín 

11.5 

153-5 

Tenerife 

5 

158-5 

Jesús  del  Río 

8 

166.5 

Plato 

105 

177 

Mercedes  ..      

1-5 

178.5 

2^mbrano  ..     .  ...... 

^5 

180 

Santa  Cruz     

I 

181 

Guacamaya 

25 

206 

Tacamocbo 

11.5 

217.5 

Tacaloa 

5 

222^ 

N^UEVA  Geografía  de  Colombia 


IOS 


^ 


^ 


Maüriü... 
Guaso     . . . 
Retiro  ... 
Perico 
palmar 


j.  I  Barbosa. 


guayabal   

Barranco      

Hatillo  de  Loba... 

Juana  Sánchez...* 

\i Banco  a)   ..  ..... 


Telé- 
grafo. 

4 
5 
4 
I 

3 

8.5 

95 
■     17-5 

29 

3 

5 


í 


0^ 


otras 
fuentes 
244 
249 

253 
254 

257 
265 

275 
313 
342 

345 
350 


8.5  358.5 


•  •  •  •  •• 


Tacaloa 

Pinto     

Sanlana 

Talaigua  . . .  - 

Ancón 

San  Zenón  — 

Pijinio 

Momtós 

.  Mincniquejo    . 
f  San  Fernando. 

Murillo 

Margarita...     , 

Guamal 

Chilloa  ..   . . 

DoSa  Juana  .. 

Cuchaval  ..    . 

Ribona  

^  Banco     


(tf)  Peñón  

Níspero 

San  Pedro  

Regidor 

Gloria        

Bodega  Sima*^a   .  ..    . 

Contadora 

Puerto  yadofial.... 

Gallinazo 

Las  Pailas 

La  Revesca 

Quemad  ita.. 

bodega  Central     . . . 
Carpintero 

Badillo 

Darú 

Vijagual 

I>jradilla 

Santander 

Paturia. 

San  Pablo 

Cantagallo 

Puerto   Wilches 

Sitionuevo 

Sogamoso 

Zorrilla 

Barranca   Bermeja. . . . 

Opón... 

Cachiri 

Carare 


6.5 

19 

1.5 

5 

6.5 

3 

5.5 
11 

3 
3 
4 
8 

4 
4 
8 

9-5 
13 

1.5 
20.5 
8 

6.5 

3 

5.5 

15. 

16.5 

4 
1.5 

3.5 

4.5 

7.5 
10 

14 
II 

5 
4 

2.5 
22 

13 
10 

4 
16 

6 

10 

75 

8 

20 

12 


222.5 
229 
248 

249.5 

254.5 
261 

264 

269.5 

2805 

2835 
286.5 

290.5 
298.5 

302.5 

306.5 

314.5 

324 

337 

360 
380.5 
388.5 
39.5 
398 

403.5 
418.5 

434.5 
438.5 
440 

441.5 
446 

453.5 

463.5 

.477.5 
488.5 

493.5 

497.5 
500 

522 

535 

545 

549 

565 

571 
581 

588.5 

596.5 
616.5 

638.5 


Teló-  Otras 

i^rafo.  fúoDtep 

Presidio 4  642.5 

Tagual 1.5  644 

Sin  Juanito 6  650 

Guamalito 2  652 

Zaino 3  655 

.Acuna i  656 

San  Bartolomé 13  669 

Morillo 8  677 

Puerto  Berrlo 13.5  (x)O.S 

Vilorio 35  694 

Garrapata 6  700 

Cul. atrillo 85  708.5 

Matarredonda 13.5  822 

Angostura 21  743 

Nare 6  749 

La  Muía 12  761 

Sacamujer 18.5  770.5 

Rioclaro 29  808.5 

Buenavista 14  822.5 

Guarumo 26  848.5 

Conejo 13  861.5 

La  Vuelta 16.5  878 

Guarinó....< 9  887 

Bodega  de   Honda...  7  894 

Honda 3  8^7 

Las  Cifuentes 1.5  898.5 

Primavera 10.5  909 

La  Florida 9  918 

Pavón 2.5  920.5 

Chaguaní 8  928.5 

Panchigua 4.5  933 

Cocoa 2.5     935.5 

Cambao 5         940.5 

Lagunilla 11        951-5 

Beltrán 8.5     960 

Ambalema 3  963 

Colombaima 0.5     969.5 

Paquiló 17.5     987 

Jaramillo 4        991.5 

Guataquisito 17.5  1009 

Vegajle  los  Padres...  13  1022 

Nariiío 5  1027 

Upito 15  1042 

Girardot 8  io¿o 

Ricaurte 4  1054 

Arrayanes 12  1066 

Santa  Rosa 8  1074 

Viloria 8  1082 

Purificación I O       1092 

Ilarco 14  1106 

Natagaima 19  1125 

Barandillas 22.5  1 147.5 

Aip¿ 22.5  1170.5 

San  Ignacio 20  1190 

Xciva 16         1206 


VUs  de  Cúcuta  al  Magdalena 

(  González    Vásques  ) 

San  José 
A  Salazar      


Sueva  Geografía  de  Colombia 


47.5k 

TOMO  I — 8 


loé 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


San  José 

Al  Zulia 12.5 

A  Boquerón  del  Hato  35 

A  rio  Pedro  Alonso  45 

A  Boquerón  de  Llanogrande 33 

A  id.  de  Jurisdicciones  ...  12.5 

A  Papayal 35 

A  Puerto  Paredes  (Magda'.ena).  15 


San  José 

Al  Zulia     

Al  Hato 

Al  rio  Pedro  Alonso 
A  Espartillo  Rico 

A  Río  Riecíto     

A  Río  Sardinata 
A  Mesallana   .  .. 

A  Río  Tarra      

A  Cerrogordo    • 

A  La  Cruz 

A  Ocana ••« 


Cúcuta 

Al  Hato , 

A  Cerro  laurel 
A  id.  Bucarasica 
A  Río  Jarra 
A  Ocana   


San  José 
A  Galindo  (vía  pública). 
A  La  Cruz  (id.)  — 


San  José  á  Salazar  (id ) 
A  La  Cruz  (id.  Codazzi) 

Total     .. 
Telégrafo 


La  Cruz 
A  Boquerón  I^s  Indios     ... 
A  pie  de  la  Serranía  .. 
A  Puerto  Birranca 


La  Cruz 
A  Boquerón  de  las  Rojas 
AI  pie  de  la  Serranía. 
A  Barranca         


Ocaña 
A  Boquerón  de  ios  Cu  ritos. 
A  pie  de  U  Serranía 
A  Lomi  de  Corredor 


18S 


12.5 

35 

4 

26.7 

23.5 
10 

37.1 
22.2 

6 

3.8 
30 


217 

•  •  •   •  . 

•  47.5 
60 

1   •  ■  •  • 
•  •  •  • 

•  30 
.  32 
■  45.8 

215 

t). 

•  40.3 
84.1 

)■■■■;. 

47.1 
..  83.8 

•  •  • 

•  1309 
0155 

225 

40.1 

25 


876 


17.7 
34.7 
25 

77.4 


8.9 

26.5 

22.5 


San  José 
A  San  Buenaventura 
A  Río  Sardinata  (cálculo). 
A  Catatumbo  (id.)    . 
A  Boquerón  de  Bobali(íd.) 
A  pie  de  la  Serranía  (id.)  . 
A  Tamalamcque  (id.)     ..  . 
.\  Rio  Magdalena     


55 
50 

55 
26 

26 

20 

2 


234 


Ferrocarril  de  Cúcuta 

Cúcuta 

Al  Salado         

A  Guayabal 

A  Aguablanca    

Al  Edén 

Al  Alto  del  Viento 

A  Aguaclara   

A  Puerto  Villamizar 

Puerto  Villamizar 

A  Encontrados  (por  el  río  Zulia) 
A  La  Boca  (del  Zulia)... 


6 

17 
21 

31 

38 
46 

55 


I  •  ■    •  V 


150 

130 


280 


Ferrocarril  del  7 Achira 
De  Cúcuta  á  La  Frontera  .. 


16 


Tra%o  del  Ferrocarril  de  Ocaña 


Ocaña 

A  Rio  de  Oro 

A  Palo  de  Arco 

A  Boquerón  del  Cuco 

A  Piedecuesta     

A  Convención     ... 

A  Quebrada  Carmen.... 

A  El  Marqués 

A  Alto  Portachuelo.. 

A  La  Trinchera 

^x  i^a  Al  ata  •••••••  •  .  .    .. 

A  Simana , 

A  La  Gloria .    . 


•  •••»•«    «•■ 


•  •     •  •  • 


4 

155 
21.S 

26 

42.5 

48 

52 

61 

69.5 

75 

87.5 
96 


58 


Caniitto  de  Tamalamcque 

San  José  de  Cúcuta 
Al  Zulia  'río»         

—     ~     ípueblo) 

Al  Astiller  > 

A  Cerro  González 
K  Río  Sardinata.... 
A  —  Presidente  .. 


••t««  ••• 


•  •     •      « 


II 

13 
37 
53 
71 
105 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


107 


A  Cano  Iscuabó 118 

A  Rio  Catatumbo 155 

A  Cerropelado 181 

A  Boquerón  de  Bobalí     208 

A  Boca  del  Monte 241 

A  Tamalameque 257 

A  Río  Magdalena 259 


laquimetria  del  1  ¿chira 


Cúcuta 

Al  Rosario 

A  Palito 

A  Margarita 

A  Bajial 

A  Planadas 

A  Mundonuevo. 

A  Siberia 

A  Tama 


8 

18.4 
5.8 
6.1 
7.2 

10 

12 

26.3 


Cúcuta 

Al  Pueblo 

A  Escobal 

A  San  Antonio. 


Cúcuta  al  Rosario  ■  .  .• 
Planadas  al  rio  Táchirá . 


De  Cúcuta  á  Arauca 

(Por  Labateca) 
Daniel  Hernández — 1 880 


954 


2.2 

2.4 

12.1 


16.6 


12.5 
1.7 


Camino  de  Paturia 

A  Bucaramanga 

A  Palonegro 5-5 

A  El  Cacique  ....  ....       9 

A  La  Paz       12 

A  Payoa  ..  I4«5 

A  Contraguas •••  H..5 

A  Sabana  Torres  10 

A  Quebrada  Albarrada.  ...  19 

A  Puerto  Paredes  ..     15 

A  Ciénaga  Laura 16 

A  Río  Magdalena. 18 


141 


Im  vía  del  Lebrija 

Bucaramanga 

A  Puente  Suratá 6.5 

—    Rionegro 9.5 

ATambor I5 

ARÍoCáchira 7-5 

A  Puerto  Botijas  (río  Lebrija)      7.5 

A  Penasblancas 16 

A  El  Tigre J6 

AChocó. I4-S 

A  Papayal j^. •        3  5 

A  Boca  Montañitas 11 

A  La  Selva 8.5 

A  Estación  Santander 8 

A  Chaquiva ---    •• 3*5 

A  Chocó  viejo I4'5 

A  Villanueva    4 

A  Bodega  Central.. 7 

151.5 


Cúcuta  

Labateca  ■  . 

Juntas  de  Margua 

Boca  Oirá 

Arauca  (por  el  río)  .. .. 


Arauca  á  Labranzagrande. 
Labranzagrande  á  Cúcuta 


o 
70 

7- 

30 
210 


380 


500 

455 


Ferrocarril  de  Puerto  Wilches 

Bucaramanga 

ARíoGirón 10 

A  —  Suratá 21 

A —  Cáchira 44 

A  —  Negro.    51 

A  Puerto  Botijas 59 

A  .'*abana  Torres   ....  86 

A  Puerto  Wilches 135 


Camino  del  Opán 
{ Trocha) 

Socorro 

A  Simacota 

A  El  Mirador  (la  Cordillera) 

A  Río  Araya         ..       

A  Río  Opón ••• 

A  Río  Guayabo. .  .  .  .  • 

A  Río  Carare     


Traso 


8 

19 

8 

18 

15 
35 

103 


Socorro 

A  Los  Cobardes  (la  Cordillera)  22 

A  Río  Opón          •  •  •  25 

A  id  Guayabo 8 

Aid.  Carare 35 

-90 


toa 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


(De  Sogamoso  á  Pajarito) 

(R.  Espinosa  G.) 

Sogamoso 

Fruncidcros 6 

Estación  Ospina 40 

—  Pinzón. SI. 5 

Pajarito 68.5 

Ferrocarril  del  Norte 

^     (Traro  de  Ridlcy) 

Río  Carare  ( puerto) 

Id.  (paso) 10 

Id.  Guayabita 45 

Camino  de  Landázuri 64 

Alto  del  Roble 107 

Los  Órganos 125 

Puente  de  Piedra 169 

Estación  Chiquinquirá 192 

I*fcnablanca... 204 

Laguna  de  Fúquene 223 

—  de  Cucunubá 243 

E.Ubat¿ 247 

El  Páramo 245 

E.  Zipaquirá 285 

Río  Funza 3^4 

Bogotá 333 

(Variante  Lebrún) 

Bogotá 

Zipaquirá..... 49 

Chiquinquirá 146 

Puente  Barbosa.. 216 

San  Gil 323 

Piedecuesta 283 

Bucáramanga 298 

Penasblancas 355 

Puerto  Wilches 4^3 

La  región  de  Fúquene 

(Nieto  París) 
Saboyá 

La  Raya...  7-5 

Chiquinquirá 4 

El  Boquerón •  •  •  7 

f  ucote  Simijaca 6.5 

Susa.... 7- 

Fúquene 4.5 

,  36.5 
Carretera  de  Uhate 

;  Cuéllar) 
Ubaté 

Suta 7 

Tausa 26 


El  Páramo 28 

Cogua... 45 

Zipaquirá ^\ 


De  Chiquinquirá  al  Magdalena 

(Atuesta) 

Chiquinquirá 

Boca  del  Monte II 

Río  Minero 28 

Chopo         10.5 

Sania  Bárbara lo 

Tambrías 26.5 

no  (Río  Magdalena).  45 


Quinchas    • 
Puerto  Nin 


De  Honda  á  los  Páranlos  Orientales 
{Diversos) 

San  Cavctano 

Cabrero 7 

Rabón 8 

Veragüitíis 12 


•  a  •         •  < 


«t*«**     «aa       •• 


I  a  •  •  •  •  • 


Pacho 

Ciprián 

Río  Mencipá 

Paimc 

Río  Blanco 
Mencipá  ... 

£1  Empalme  .  17 

La  Palma ■• *     20 

Caparrapí  .  ..« 13 

Río  Negro..  .. 16 

La  Paz 6 

Honda   20 


7 
II 

6.5 

135 
2.5 

4 


163.5 


Ferrocarril  de  Zipaquirá 

Bogüt  á O 

Chapinero 5 

Estación  Uribe 15 

Puente  del  Común 28 

Río  Funza 30 

Cajicá 25 

Cerrogrande 39 

Zipaquirá 44.5 


Ferrocarñl  de  la  Sabana 


Bogotá 

Río  San  Francisco 

Puente  Aranda 

Fontibón 

Río  Funza , 

Tresesquinas 

Ciénaga  de  Quito.. 


O 

3.5 

5 

9 

13-5 
17.5 
1I5 


Nieva  Geografía  de  Colombia 


Uotqaera 20.5 

Madrid as 

El  Corso 33 

Alto  Turril  las 35 

Faeautivá 38  5 

Carrtltra  dt  Btgolá  al  Mafdaltiia 

(OccideiiU —  Camhao) 

(GoniiUz  V.) 

{Distanciat  directas  y  reales) 

Bogoti o 

Fftcalativft 39  -  39 

Lo*  Maiuanot 42  -  43 

Lm   Alpeí, 51  -   54 

Pm  de  Aiúcar 66  -  72 

Lai  Delicias 79  -   86 

Chanbamuy 96  - 105 

Capira 117  -  116 

Cambao 137  -151 


,  Dc'Faíalalivé  á  Amhaltma 

(Hoy  en  mucha  parle  Cambao) 

CODAZZI 

Facatalivi 

\jM  Manzanos 6 

Keventonei f 31 

Chumbamuy 49 

San  Juan 61 

Rioseco 80 

Ambalema -  <f> 

Camino  dt  OcíütHte 

(Ptnttí) 

Mididaí  d  la  cadtna 

Bogotá  CFucnte  Aranda].»...      4.5 
Fonlibón 10.S 


lio 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


RiVFnnza...;.. 14.5 

M&<idd 26 

Facatativá 38.5 

Los  Manzanos 44 

El  Roble 46 

Aserradero 48 

Agualarga 49 

Chimbe 54.5 

Vjlleta........ :.; 66 

Oinc...i...-i 70 

£Í  Trigo 74-5 

Las  Tibaves    75.5 

El  Raizal ...., 76.5 

Guaduas „ 80.5 

El  Sargento 86.5 

Rioseco../    i..... -  .  96 

Honda 102 

(Telégrafo....^*.         ,     116) 

Bodega  de  Honda lot 

La  Madre 'de  Dios 115 


Ferrocarril  del  Rio  Negro 

(Trazo  Liévano) 

Puerto  Liévano o 

El  Observatorio 6 

EJ  Estacón 11 

Cambras 19 

El  Pulpito                      .     ...  25 

Sietevueltas  ...1 30 

El  Guaduero       51 

Río  Pata     ...           62 

Utica     ...  65 

Alto  La  Ensillada           ...  74 

Boquerón  de  Honduras  ..  79 

El  Empalme.  '^5 

Villeta .  89 


Ferrocarril  cUreo 


Honda  .... 

El  Salto 

Guaduas 

Palmar   

Villeta   

Sasaima  .  • 

Agualarga 

Agualarga  á  Bogotá 


•  •  •  •    •  ■  « 


o 

15 

19 

29 

34 
43 

5^ 

49 


Ferrocarril  del  bur 
Bogotá 
Rio  San  Francisco i 

—  Fucha 3.5 

—  Tunjuelo 7.5 

Terreros 11.5 

La  Cantera 14 


Soacha 15.5 

Tcquendama 21 

Ferrocarril  de  Girardot 

Girardot o 

El   Yesal 8.5 

Utica 135 

Tocaima 29 

Portillo 31.5 

Juntas 40 

El  Naranjal 46 

San    Antonio 50.5 

i^Trazo) 

'  La  Mesa 67 

El  Hospicio 74.5 

Zipacón ....  108.5 

Serrezucla 1Í8.5 

Bogotá 153.5 

Variante 


Juntas 

El  Hospicio.. 
Río  Bogotá  . 
Tequendama. 
Bogotá 


70 
90 

99 
137 


Juntas  á  San  Joaquín 17 


San  Joaquín  a  Bojacá 62 

Tequendama   (llanos)  á  Bo- 
gotá      22.5 


Madrid  á  Barroblanco 10 

Facatativá  á  los  Manzanos...       5 


Por  el  Camino  de  herradura 

Girardot o 

Tocaima 30 

Juntas  de  Apulo 39 

Anapoima 39 

La  Mesa 61 

El  Hospicio 66 


Camino  de  Fusagasugá  (Pavón) 

Río  Sumapaz 

La  Puerta 

El  Angarillo . 

El  Novillero      

Fusagasugá .  . 

Piamonte     .... 

Bermejal 

Barroblanco  

Aguabonita  

Malagana 

Boquerón  de  Cuarto-oscuro  ... 

El  Tambo   

X enco. *••-..    ...  ..  .••,.•••». 

Río  Muña 


•  •  •  •  >  > 


De  Muña  á  Bogotá. 


o 

6 

12 

19 

25 
29 

33 
36 
45 
47 
50 
52 
56 
58 

25 


NuKVA  Geografía  de  Colombia 


iii 


PamhM  de  Fusagasugá  (Balen) 


Bogotá 

Tierranegra     

El  Peñón    

El  Roble 

Barroblanco 

Agoadita 

Cruzgrande 

Fosagasugá 

Fin  del  llano  del  Novillero 
Depresión  de  La  Puerta... 

Fin  del  Llano  de  id 

La  Serena 

£1  Boquerón 

Puente  de  Fusagasugá-.. 

La  Capilla 

Alto  del  Muerto  ..  .  ... 

Melgar 

Paso  del  Fusagasugá..... 
Ricaurte 


•  •  •  •  % 


o 

25 
33 
38 
44 
47 
50 

55 
61 

63 

75 
80 

90 

93 

95 
104 

117 

134 
140 


La  Compañía  de  Colombia 

De  Bogotá  á  San  Martin^  por  Sumapaz 

San  Martín 

Trapiche 12 

£1  Mosquito 25 

Riogrande 29 

Piedra  de  Letras 37 

LaEsperanza 47 

El  Botadero 60 

Tambo  del  Nevado 67 

Santa  Rosa 87 

Chisacá 105 

Usme 130 

Bogotá 148 

De  las  Altiplanicies  al  Guayabero 

Santa  Rosa o 

San  Juan 24 

Sumapaz 48 

i^as  Oseras 59 

Santa  Ana 87 

Colombia 112 

La  Providencia 138 

Papamene 154 

Uribc 171 

Las  Peñas 193 

Acacia 231 

Boca  del  Monte  de  Arama...  250 

Del  Magdalena  al  Caquetá 

Purificación o 

Prado II 

Dolores 28 

Alpujarra 40 

La  Nutria 60 

El  Boquerón 83 

Santa  Lucía  (La  Cordillera)  103 


El  Pato 1I7 

La  Caraguaja 149 

El  Dormilón 172 

Dormilón  á  Uribc 68 

Colombia  á  Dolores 26 


De  Newa  al  Chaparral 

(Solano) 

Neiva 

Guagua 17 

San  Francisco 37 

Órganos 54 

Aguadulce 86 

ElGuanábano 115 

Ataco 133 

El  Chaparral 151 

Ortega 187 

Coyaima 202 


De  Girardot  á  Honda 

(Trazo  de  Ferrocarril) 

Girardot 

Espinal 13 

Chicoral 9.5 

Cuatroesquinas 21 

Piedras 8 

Caldas 17 

Venadillo 13.5 

Lérida 16 

Guayabal 19 

Garrapata 10 

Mariquita. 12 

Honda 18.5 


157.5 


Ferrocarril  de  Im  Dorada 

Arrancaplumas    ..    o 

XAOiivia .■.«.  *  •••*.•  »..•■•••.•  2 

v^aracoiii (••.*•..  ••.  •   ..   •••  ••  s 

Guarinój 7.5 

Guarinocito. 6 

Yeguas 4 

i-fa  «Asiria>  ••  •••••  ••••>•  •••••••  k2 


3fi.5 


La  ruta  del  Meta 

(Distancias  por  el  trato  del  Ferrocarril 
y  por  el  camino  de  herradura) 


Bogotá 
Tunjuélo. 


8 


•t* 


f  12 


NuF.VA  Geografía  de  Colombia 


Yomasa 15 

£1  Boquerón      19 

Chipaque 30 

Puente  de  Cáqueza 41 

Cáqueza 

Juntas  de   Rionegro...  49 

Puente  de  id 58 

Quetame 

Monterredondo 71 

Kioblanco 77 

Pipiral 90 

Servitá 95 

Rio  Guatiquia 109 

VillavScencio iii 

Río  Ocoa 127 

Pachaquiaro 134 

Purgatorio 150 

Yacuana 178 

La  Bandera  Rio  Meta)  190 


Eu  Casavare 

{y.  J.  Casas) 
Ttme 

Arauquita..... 100 

Arauca.. 130 

Cravo lio 

Tame 215 

555 

Ferrocarril  de  Antioquia 

Puerto  Berrío 

I.a  Bodega 13 

Sabaletas 32 

Las  Pavas 48 

Rio  Ñus 52 

Caracoli 58 

Cruces 64 

Palniichala iii 

Zarzal 117 

La  Quiebra 126 

La  Negra.... 134 

Pastales 152 

Barbosa 161 

Girardota 178 

Copacabana 188 

Medellin 202 


n 

Rio  Manso 

58 

17 

Cuchilla  de  Sainaná    . 

69 

22 

Rio  Samaná 

81 

's^ 

Narino 

88 

33 

Páramo  de  Sonsón 

105 

*  •  > 

.^onsón 

120 

46 

48 
60 

Puerto  Manso  (Rio  La  Miel) 
Rio  Moro     

26 

66 
78 

San  Agustin     

Cerro  Altamira  ... 

57 
67 

82 

Pensilvania 

88 

■  •  ■ 

Páramo  San  Félix 

X12 

92 

Salamina.. 

140 

109 
116 

129 

Camino  de  Oicidente 

157 
iftg 

(Antioquia 

Del  Magdalena  á  Antioquia 

(Fauífiaber) 

Puerto     Dona    Juana    ■  Río 
Magdalena) 

Quebrada  La  Libertad 12 

Cuchilla  La  Miel 32 

Rio  La  Miel        34 

Victoria  Vieja  . 43 


Pavarandocito 

La  Cerrazón 50 

Dsdeiba 55 

Frontino 89 


í  'a  mino  de  Quilbo 

(R.  White) 

Quibdó o 

Tutumendó 20 

Quebrada  Guayacana 30 

Bellavista 40 

I^s  Ollas 52.5 

Sabaletas ;..  60 

El  Valle 62.5 

Alto  del  Oso 65 

Las  Playas 70.5 

Alto  del  Mico 75.5 

La  Unión 80.5 

El  Carmen 100.5 

Alto  de  la  Raya 106.5 

Bolivar 112 


De  Cariago  á  N¿vita) 

(Rentería) 

Cartago 

• 

Río  Cauca     

7 

Ansermanuevo 

10.5 

Alto  del  Roble             

18 

LaHondura 

21 

El  Cañizal  (la  Cordillera) 

30 

Rio  Garrapata   

36.5 

Las  Cruces 

45 

Rio  Ingará 

57.5 

El  Afligido .. 

66 

Juntas  de  Tamaña 

75.5 

El  Tigre      

93 

Nóvita            

104 

Nueva  Geografía  de  G>lohbia 


113 


Camino  de  Belalcázar 

Puerto  Chaves  (río  Cauca)  á 

Quebrada  Hato  viejo     

—  Piñal 

Río  I^  Vieja  (puente)..     . 

Cartago  á  Riosucio 


10 
16 
21 

ICO 


Camino  dt I  Ckami.  (G.  Carvajal) 


Arrayanal 

Alto  de  Paramillo 
Chami  ..         ........ 

Alto  del  Charco... 
San  Juan.... 

Pedernal  

Quebrada  López 

Mombú      

Alto  del  Tomín  .. 
Carmelo  ... 
Alto  del  Carbón  .. 

Bagado 

San  Juan 

Alto  del  Caracol... 

Pueblorrico 

Alto  Potosí , 

Apía 


o 

65 
13.0 

19.5 

32^5 

38 

52 

60 

69.5 

74.5 

83 
88 

o 

II 

20.5 

26.5 

40.5 


De  Ikagué  á  ManizaUs  (F.  Ferreira) 

Ibagué 

Cabeceras  de  La  Hondn..  ..  20 

Boquerón  del  Tolima  33 

El  Portón  (Santa  Isabel) .  .  46 

Río  Claro    -. 75 

Manizales  ...  ...  gy 


Palestina 

San  Francisco 

Villa  María     

Pantano  del  hiablo 

La  Quiebra  (Páramo  de  San- 
ta Rosa,  la  Cordillera)...., 


Manizales  al  Ruiz. 


ó 

6 

18 

36 

44 
20 


El  Quindlo 


Cartago 

Río  La  Vieja. 
Trincheras.... 

Finlandia 

.Salento 

La  LÍDca 

Gallego 

RioToche.... 

Mediación 

Ibagué  


o 

15 
17 
13 

15 

20 

10 
10 

24 
12 

136 


Del  Cauca  al  Magdalena 

(Trato  de  ferrocarril) 

Zarzal 

Río  Pijao 15 

—  La  Vieja     ...         ..  8.5 
La    Cumbre    (Cordillera     del 

Quindio) 13 

Ibagué  viejo 14 

Cócora 15 

Coello  12.5 

Cuatroesquinas      12 


La  Provincia  de  Quindio    (Rentería) 

Boquerón  del   Quindio o 

Salento 19 

Boquia 22 

El  Roble 26.5 

Finlandia 35 

ElPital 47 

Pereira 54 

Santa  Rosa 66 

Villa  María 88 

Manizales 91 

San  Francisco 104 

SegoNÍa 118 

Pereira 130 

El  Pítal 137 

Condina 140 

Bolillos 150 

El  Roble 153 

Circasia 162 

Armenia 172 

Calarcá 176 

Salento 187 


Del  Cauca  al  Tolima  (Rentería) 

Tuluá 

Río  Frazadas 25 

El  Rosario 39 

San  Antonio 36 

El  Hato 43 

La  Chórrela 45 

Barragán 52 

Chaparral 133 

Buga  á 

La  Habana 14 

La  Imprenta 22 

Ri*i   Nogales 29 

La   Venia 37 

Río  Tuluá 41 

Altode  Guablto 49 

Quebrada  Santa  Lucía 53 

Quebrada  Yeguas 58 

El  Paramillo 6q 

Barragán "  7* 

Chaparral 153 


114 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


De  Cali  al  Pacifico 

(Trazo  del  Ferrocarril  y  camino  de 
herradura)  (Cisneros) 

Cali o 

Yumbo 15  13 

San  José 14  12 

ElGuayabo 5    4 

Riogrande 12 

Dagua 13  23 

Juntas 12  12 

4- Sucre 19  19 

+  Córdoba 12     8 

4- Buenaventura 18  18 


Variante  del  Trazo 

Cali o 

Alto  de  San  Antonio 18  \\ 

Campoalegre 16  8 

Platanales 17  16 

Papagayeros 7  7 

Dagua 10  10 

Distancias  directas 

Cali  á  Palmira 

Cali  á  Buenaventura 

Palmira  á  Buenaventura..  .. 

Guayólo  al  río  Cauca 

Sah  Antonio  al  río  Cauca,... 
Dagua  á  Buenaventura 

—  á  Cali 

—  á  Palmira 

El  rio  Cauca 
La  Bolsa  á  Cali 

—  á  Buga 

—  á  Cartago... 

Cali  á  Cartago,  tierra 


23 

81 

89 
10 

13 

50 
37 

41 

98 
120 
215 
210 


Camino  del Micay  (V.  Paz) 

Popayán  

Ortega 32 

Alto  del  Trueno ...    .     46 

Río  San  Joaquín     58 

Tamboseco 65 

Las  Estrellas 74 

La  Soledad  ..       - :  ...     86 

Barludero ..  ..  106 

Puerto  Don  Sergio  ..  112 

Camino  de  Las  Delicias  (R.  Concha) 
Popayan     


Silvia... 
Yaquivá  . 
La  Plata. 


i**«a><«« 


O 

35 
50 
45 


Popayán  á  La  Plato 
(Por  Guanacas) 


130 


200 


Popayán  á  La  Plata 
(Por  Moscopán)  


220 


BatlkJiAJs  á  lYiijHcnesi].  Uribe — 1S88} 

Barbacoas 

La  Florida    lO 

Tinajillas II 

Pambú         19 

Pilcuán ..  ..         ....  5 

Cuchirabo 12 

Las  Angosturas 4 

La  Hacienda...              ••  12 

Allaqucr 7 

Túquerrcs 90 


Camino  de  Panga 


i\anga , 

El  l'áramo    

(Quebrada  Asaspí..  . 
Hoz  del  Pedregal  .. 

San  Miguel 

Playagrande  (Patía) 


170 


13 

4 

..         36 

II 

77 


Del  Atraiu  al  Pacifico  ( J.  T.  Landreau) 

Boca  Charambira  (San  Juan)...  o 

Término  de  la  navegación 90 

Isiuio  (le  San  Pablo 55 

(^uibíló ...  45 

Atrato  (na\cgable) 250 


440 


Boca  Baiid(V 


Baudó  (camino  navegable) 65 

5 

.     ...  250 


Sierra  Üaudó 

(^uibdí'í 

Atrato... 


376 


Bahía  Cupica 

Cerro  id 

Río  Nai)ipí 
Al  rato 


O 

27 

48 

188 


263 


Frontera  venezolana  de  la  Goajira 

(Comisión  de  límites) 

El  Castillete 
Morro  Calaveras 

Mojón  de  la  Ensenada .... 

.Mío  del  Cedro  (Montes  de  Oca) 


7 
46 

21 
63 


137 


Nota — Otros  trabajos  de  importancia  no  se  incluyen  en  esta  serie,  po' 
referirse  á  porciones  reducidas  de  terreno,  pero  en  el  texto  se  incorporan  en  s" 
respectivo  lugar. 

De  las  cifras  que  anteceden  resulta  como  consecuencia,  la  necesidad  de 
levantar  los  planos  de  las  lincas  telegráficas  en  ser\  icio,  trabajo  que  lejos  de  ser 
un  gravamen  para  el  Tesoro,  redundará  en  beneficio  efectivo  del  país. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  i  15 


liitordrl — ^^  litoral  colombiano,  conforme  atrás  se  dijo,  mide 
más  de  mil  leg-uas,  casi  por  ig-ual  repartidas  entre  el  Mar  de  las 
Antillas  al  N.  y  el  Océano  Pacífico  al  W.  El  carácter  g^eneral  de 
esas  dos  porciones  es  diferente :  allá  se  presenta  vario  y  rico  en 
promontorios  rocosos  separados  por  extensas  playas  ;  acá  dominan 
las  reg'iones  bajas,  y  sólo  en  contados  puntos  aparecen  las  peñole- 
rías,  pero  con  dimensiones  gig^antescas  á  causa  del  contraste.  En 
ambos  mares  abundan  los  archipiélag'os  en  la  zona  ístmica  ;  algu- 
nos esmaltan  la  costa  caribe  en  la  porción  de  tierra  firme,  pero  fal- 
tan casi  por  completo  en  la  similar  pacífica,  siendo  sí  de  advertir 
que  sólo  en  este  océano,  en  la  parte  panameña,  surgen  islas  verda- 
deramente dignas  de  tal  nombre. 

l.°  Cosia  Atlántica — La  Costa  Adántica  se  compone  de  dos 
porciones  distintas  que  delinean  una  especie  de  v  de  brazos  muy 
abiertos:  el  uno,  con  doble  é  inversa  curvatura,  corresponde  á  Pa- 
namá; el  otro,  de  trazo  más  ondulado  y  sinuoso,  pertenece  á  los  De- 
partamentos del  Cauca,  Bolívar  y  Magdalena,  y  constituye  páralos 
habitantes  del  interior  la  costa  por  excelencia  ó  propiamente  dicha. 

El  litoral  atlántico  se  muestra  lleno  de  contrastes :  ora  bajo  y 
arenoso,  ora  escarpado,  rocoso ;  al  lado  de  grandes  derrumbaderos 
que  parecen  de  ayer,  se  extienden  selvas  intrincadas  y  extensos 
manglares ;  aquí  bahías  espaciosas  no  sirven  al  marino,  y  allá  los 
acantilados  se  hienden  de  repente  y  ofrecen  seguro  abrigo  á  las 
naves.  Este  litoral  es  recorrido  por  una  corriente  marítima  WE.,  y 
en  sus  playas  nunca  suben  á  50  centímetros  las  mareas,  es  decir, 
las  baña  un  lago  tempestuoso  más  bien  que  un  mar  verdadero. 

El  litoral  atlántico  panameño  principia  al  W.  en  la  Punta  Ca- 
rreta, que  parte  límites  con  Costarrica,  y  se  extiende  hacia  el  E. 
hasta  el  fondo  del  Gol/o  de  Urahá.  En  esa  costa  y  con  el  rumbo  in- 
dicado se  encuentran  en  primer  término  las  gemelas  bocas  de  los 
ríos  Sixaula  y  Changuinula,  luego  entre  las  penínsulas  de  loro  y  de 
Toholb  un  extenso  golfo  que  un  archipiélago  subdivide  en  Bahía  del 
Almirante  al  W.  y  Laguna  de  Chiriquí  al  E.  Sin  duda,  este  accidente 
es  el  más  notable  de  la  costa  en  referencia,  y  en  su  archipiélago  pri- 
man las  islas  Popa,  Prorisibn,  San  Cristóbal  y  Drago,  con  cerritos  y 
colinas. 

Después,  en  Veraguas,  la  costa  sigue  casi  entera  por  largo 
trecho,  pues  sólo  la  interrumpen  las  bocas  de  multitud  de  ríos,  to- 
dos de  escasa  importancia,  y  en  lo  general  se  muestra  hoy  desierta 
y  selvosa.  Aparece  luego  la  porción  de  Por  tóbelo,  la  más  septentrio- 
nal del  Istmo  de  Panamá,  notable  por  sus  dentaduras,  islas,  islo- 
tes y  arrecifes  :  allí  se  encuentran  el  Puerto  de  A^aos  ó  Bahía  de  Li- 
mones, asiento  de  Colón  y  principio  del  Canal  interoceánico,  y  el 
Gol/o  de  San  Blas  con  el  archipiélago  de  Ims  Mulatas,  compuesto 
de  centenares  de  islitas,  arrecifes  y  bancos  en  cuyos  canales  se 
extravían  hasta  los  más  diestros  navegantes.  En  fin,  la  última  por- 
ción de  este  litoral  corresponde  al  Darihi,  donde  orilla  de  cerca 
una  serranía  baja  y  escarpada,  por  lo  cual  abunda  en  islotes  y  pe- 
queños senos,  entre  ellos  el  histórico  Puerto  Escocés,  no  menos  que 
en  puntas  y  cabos,  y  es  en  el  Cabo  Tiburím  donde  principia,  por 
este  lado,  la  profunda  entrada  de  mar  que  se  llama  Golfo  de  Urahá, 
en  cuyo  lado  W.  se  halla  el  cenagoso  y  dilatado  delta  del  navega- 
ble Atrato, 


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Nueva  Geografía  de  Colombia  i  i  7 


Doscientos  kilómetros  al  N.  de  la  costa  de  Chiriquf  posee  Co- 
lombia, en  pleno  mar  Caribe,  el  Archipiélago  de  San  Andrés  (San 
Andrés,  Santa  Catalina,  Providencia  y  numerosos  cayos  é  islotes), 
importante  por  su  posición  estratégica  y  sus  productos,  y  en  el  cual 
sólo  se  habla  inglés,  por  obra  de  nuestra  incuria.  Este  archipiélago 
será  prenda  de  gran  valor  el  día  en  que  la  República  posea  mari- 
na de  guerra. 

Del  fondo  del  Golfo  de  Urabá  la  costa  se  levanta  hacia  el  N. 
hasta  la  punta  Caribana  que  está  al  pie  de  un  gran  relieve  andino, 
y  luego  dobla  al  Nordeste  por  largo  trecho,  ó  sea  hasta  La  Punta 
Gallinas  en  la  Península  Goajira.  En  este  trayecto,  á  trechos  acan- 
tilada, baja  con  islotes  y  escollos,  ó  con  mal  definido  límite  de  gran- 
des ciénagas,  se  halla  en  primer  término  la  península  de  Mesiizos, 
que  cierra  por  el  W.  el  Gol/o  de  Morrosquillo,  en  cuyo  fondo  está 
la  bahía  de  Cispaia,  donde  desagua  el  río  Sinú.  Al  E.  del  gol- 
fo diversas  Tetas  (cerritos  cónicos)  forman  otra  especie  de  penín- 
sula, ó  sea  un  avance  de  tierra  alta  que  tiene  al  frente  las  Islas  de 
San  Bernardo.  En  seguida  aparecen  las  ciénagas  del  Dique  y  las 
islas  considerables  de  Barú  y  Tierr abomba,  muy  próximas  al  litoral, 
contra  el  cual  forman  la  histórica  Bahía  de  Cartagena,  fortificada  por 
los  españoles,  y  que  mar  afuera  tiene  las  abiertas  Islas  del  Rosario, 
que  en  esta  época  aminoran  mucho  la  antigua  importancia  estraté- 
gica de  la  plaza. 

La  costa  continúa  casi  rectilínea,  orlada  de  cerca  ó  de  lejos 
por  rompientes,  hasta  la  ensenada  y  la  larga  punta  de  Galerazaní'- 
ia,  que  crea  una  región  de  rompientes,  peligrosa  para  la  navega- 
ción. Luego  el  litoral  dobla  hacia  el  E.  hasta  el  pie  de  la  Sierra 
Nevada  de  Santamarta,  que  la  obliga  á  cambiar  rumbo  después 
de  haber  guardado  las  bocas  del  Magdalena — río  de  peligrosa  barra, 
pero  cuyo  empuje  se  deja  sentir  una  legua  mar  adentro, — y  de  for- 
mar la  extraña  Isla  de  Salamanca,  especie  de  angosto  dique  de  are- 
na que  divide  la  gran  Ciénaga  de  Santamarta  del  piélago  antillano. 

Obligada  la  costa  á  volver  de  nuevo  al  N.  antes  de  poder  se- 
gfuir  al  E.,  envuelve  para  ello  el  pie  del  gran  macizo  de  la  Nevada, 
en  cuyo  trayecto  se  muestra  magníficamente  recortada,  con  varie- 
dad de  ancones  (ensenadas),  entre  los  cuales  se  cuenta  la  Bahía  de 
Santamarta,  y  peligrosos  cabos  como  los  de  Aguja  y  San  Agustín.  En 
seguida,  uniforme  y  aplacerada,  delinea  el  cuello  de  la  península 
goajira,  en  la  cual,  merced  al  auxilio  de  pequeñas  serranías,  forma 
las  magníficas  bahías  de  Pórtete,  Honda  y  Chica,  entre  el  Cabo  de  la 
Vela  y  Punta  Gallinas,  sitio  éste  el  más  septentrional  de  la  República. 
En  fm,  á  partir  de  dicha  Punta  y  para  delimitar  la  otia  mitad  de  la 
península,  se  encorva  y  retrocede  al  W.,  primero  con  lentitud  es- 
maltada por  los  cabos  Espada  y  Chichivacoa,  y  luego  rápidame  nte 
hacia  el  fondo  de  la  ensenada  Calabozo,  al  pie  del  término  de|  otro 
relieve  andino,  pasando  por  los  Frailes,  junto  á  la  semi-laguna, 
semi-bahía  de  Cocinetas,  donde  principia  á  cubrirla  el  pabellón 
venezolano. 

En  números  redondos,  de  Punta  Carreta  á  Boca  del  Drago  hay 
42  kilómetros  ;  de  aquí  á  la  Punta  de  Chiriquí,  52  ;  á  la  Boca  Li- 
món, 95  ;  á  la  Punta  Manzanillo,  200 ;  al  Cabo  Tiburón,  254;  al 
fondo  del  Golto  de  Urabá,   100  ;  á  Punta  Caribana,  75  ;  á  Puerto 


Ilg 


NVeva  Geografía  dk  Colombia 


Mestizos,  i6o;  á  Puerto  San  Bernardo,  40  ;  á  Cartag^ena,  90  ;  á  la 
boca  del  Mag-dalena,  104  ;  al  Cabo  Ag-uja,  72  ;  á  Riohacha,  150  ; 
al  Cabo  de  La  Vela,  52  ;  á  Punta  Gallinas,  72  ;  á  Punta  Espada,  62. 
y  á  Los  Frailes,  60.  En  línea  recta  de  Punta  Can^eta  á  Punta  Ga- 
llinas se  miden  1300,  y  este  larg^o  trayecto  naturalmente  se  divide 
en  tres  porciones  ó  cuerdas  de  sendos  arcos,  más  acentuado  el  cen- 
tral :  el  seno  de  Chiriquí  350  (de  Carreta  á  Manzanillo),  el  Grolfo 
del  Darién  560  (de  Manzanillo  al  Cabo  Agfuja),  y  el  seno  Goajiro 
400  (de  Ag^uja  á  Gallinas). 


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Matal^ 


'ADOR 


Figura  31 — Diagrama  del  Litoral  Pacífico — láscala  :  i  :  7.500,000 

2P  Costa  Pacifica, — También  este  litoral  se  compone  de  dos 
ramas  que  delinean  una  especie  de  r) ;  la  primera,  orientada  de  W. 
á  E.,  pertenece  al  Istmo  de  Panamá,  y  la  segunda,  tendida  de  N. 
á  S.  como  orla  del  Chocó,  se  dilata  al  pie  de  los  Andes,  encentran- 


Nueva  Geogr^vf/a  de  Colombu  i  19 


dose  la  unión  de  las  dos  en  el  Golfo  de  San  Miguel  ó  del  Darién 
del  Sur.  Si  ondulado  y  vario  es  el  trazo  del  litoral  Atlántico,  más 
caprichoso  aiSn  se  muestra  el  del  Pacífico. 

La  costa  ístmica  principia  en  la  Punta  Burica,  de  donde,  tras 
formar  el  costado  oriental  de  esa  cuasi  península,  se  encorva,  re- 
cortada, al  E.,  por  el  pie  de  las  llanuras  de  David,  que  encierran 
el  puerto  de  Pedregal^  teniendo  al  frente  diversas  islas,  entre  las 
cuales  sobresalen  StTilla,  Boca,  Panda  y  Remedios.  Después  ro- 
dea un  ancho  contrafuerte  que  avanza  mar  adentro  á  modo  de 
península,  al  que  sigue  la  verdadera  península  de  Azuero,la  única 
que  presenta  nuestro  litoral  del  grande  Océano,  ancha,  maciza, 
comprendida  entre  los  golfos  de  Moniijo,  cuya  entrada  cierra  Ja 
isla  de  Cebaco,  y  de  Patita ,  parte  W.  este  ultimo  del  gran  Golfo  de 
Panamá.  La  península  de  Azuero,  cuyo  ancho  remate  es  casi  recti- 
líneo, presenta  éste  limitado  por  las  Puntas  Muriato  y  Mala.  Al 
W.  de  la  península  en  referencia  esmaltan  el  mar  varias  islas  que 
se  dividen  en  grupos,  como  son  las  Sicas,  las  Contreras  y  la  de 
Ceiba,  isla  ésta  de  extraño  perímetro  en  figura  de  mango,  la  ma- 
yor de  las  que  posee  la  República,  y  que  lleva  por  cortejo  las 
más  pequeñas  de  Jicarita  y  Jicarón.  A  partir  de  la  Punta  Mala, 
la  costa  describe  majestuosa  curva  de  seno  vuelto  hacia  el  Norte, 
curva  que  termina  en  Punta  Gar achine,  sobre  el  mismo  paralelo  que 
la  Mala,  con  la  cual  encierra  el  Gran  Golfo  de  Panamá,  uno  de  los 
mayores  del  globo,  que  principia  con  el  de  Parita  al  W.,  forma  al 
centro  el  de  Chorrera,  junto  á  la  Punta  de  Chame,  y  concluye  al 
E,  con  el  profundo  y  tortuoso  de  San  Miguel  ó  del  Darién  del 
Sur.  La  costa  del  Gran  Golfo,  á  trechos  orlada  de  cayos  y  arre- 
cifes, abarca  dentro  de  su  curva  un  cordón  de  islas  que  se  ex- 
tiende desde  el  seno  de  Parita  al  de  San  Miguel,  entre  las  cuales 
merecen  mención  la  de  2 ahoga,  con  el  mejor  fondeadero  de  estas 
regiones ;  la  de  Flamenco,  que  forma  el  Puerto  de  Panamá,  y  un 
poco  al  SE.  el  magnífico  archipiélago  de  las  Perlas,  conjunto  de 
islas  que  se  agrupan  en  torno  de  la  crecida  de  San  Miguel  (an- 
tes del  Rey),  y  entre  las  cuales  las  de  Pedro  González  y  San  José 
son  de  alguna  importancia. 

La  segunda  sección  de  esta  costa,  que  orilla  la  región  andi- 
na desde  la  Punta  Garachiné  hasta  los  i°3o'  de  latitud  N.,  ó  sea  la 
frontera  ecuatoriana,  con  rumbo  general  N.  S.,  abarca  dos  por- 
ciones bien  distintas.  En  sus  dos  tercios  primeros  es  simple  es- 
carpa, con  escollos,  al  pie  de  la  baja  serranía  de  Baudó,  en  tanto 
que  en  el  resto  se  dilata  baja,  fangosa,  como  límite  de  llanuras 
selváticas  y  húmedas,  y  llena  de  playones,  ó  sea  islas  formadas 
por  los  aluviones  de  numerosos  ríos  y  distribuidas  de  tal  suerte 
que  entre  ellas  dejan  un  inmenso  dédalo  de  canales,  caños  y  calles. 
En  la  primera  porción,  el  Alto  Chacay  se  encuentran  las  ba- 
hías de  Cupica  y  Coqiii,  separadas  por  la  Punta  Solano  y  cerradas  al 
N.  por  la  Punta  Cruces,  y  al  S.  por  el  temible  Calo  Corrientes.  Des- 
pués aparece  el  gran  delta  del  caudaloso  San  Juan,  que  insignifi- 
cantes colinas  dividen  de  la  bahía  de  la  Magdalena,  especie  de 
antepuerto  de  la  más  importante  de  la  Buenaventura,  principio  del 
Bajo  Chocó  y  de  la  transformación  arriba  mencionada.  De  esa 
bahía  á  Timbiquí  el  litoral  es  casi  rectilíneo  ;  después  forma   una 


i  20 


Nueva  Geografía  oe  Colombia 


gran  saliente  que  encierra  los  diversos  brazos  y  bocas  del  Patía,  y 
otra,  menor,  que  es  el  delta  del  Mira,  quedando  entre  ellas  la 
hermosa  Bahía  de  lumaco.  En  fin,  al  mediodía  de  dicho  delta, 
que  comprende  la  Punia  Manglares,  se  abre  la  boca  del  riachón  de 
Mafajey  término  de  la  costa  colombiana.  A  partir  de  la  Buena- 
ventura los  escollos  y  rompientes  que  acompañan  la  tierra  firme 
penetran  buen  trecho  mar  adentro,  y  sirven  como  de  antemural 
á  los  playones,  es  decir,  á  los  pilares  de  una  playa  que  merced  á 
ellos,  poco  á  poco  avanza  sobre  el  océano.  F2n  frente  del  seno  de 
Timbiquí  y  en  la  continuación  del  eje  de  Baudó  están  las  islas  de 
Gorgonita  y  G o rgona,  ésta,  más  crecida  y  montañosa. 

El  arco  que  delinea  la  costa  Pacífica  tiene  una  cuerda  que 
sólo  mide  850  kilómetros  ;  de  Punta  Burica  á  Punta  Garachiné  ape- 
nas hay  500,  y  de  ésta  á  la  Punta  Mang^lares  se  reg^istran  750.  En 
el  litoral  panameño  el  seno  de  Chiriquí  (Burica  á  Mariato)  mide 
230  de  abertura,  190  el  Gran  Golfo  de  Panamá,  y  1 10  se  cuentan 
entre  las  puntas  terminales  de  Azuero.  De  la  punta  Garachiné  á  la 
boca  principal  del  San  Juan  hay  440  kilómetros,  215  de  aquí  á 
Punta  Guascama  (delta  del  Mira),  135  de  ella  á  la  Manglares,  155 
del  río  San  Juan  al  cabo  Corrientes,  y  1 30  de  éste  á  la  Punta 
Cruces. 

Figura  32 — Colombia :  regiones  irurítima  y  continental  comparadas 


iLitoml  pannincño 
del  Faciflco 


Litorul  panameño 
del  AtUntico    I 


Superficie  total  de  la  Bepública 


Litoral  cnuctiiio 
del  PhcíHco 


I^itorul  atlántico  del  Cnuoa, 
Bolívar  y  Mngdalcnn 


Zona 

marítima 


}^oTA — En  la  zona  marítima  no  se  incluye  sino  la  superficie  cuyos  habitan- 
tes viven  del  todo,  6  en  parte  principal,  de  los  productos  del  Océano. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


121 


El  estudio  detallado  del  litoral  colombiano  es  complicado 
por  los  millares  de  islotes,  playones,  cayos,  escollos,  puntas,  ba- 
hías, puertos,  &c.,  que  lo  constituyen,  no  obstante  lo  cual,  por  su 
conñg'uración  misma,  sus  condiciones  climatéricas  y  su  falta  de  islas 
(apenas  dos  si  merecen  este  nombre),  no  ha  servido  para  dar  na- 
cimiento é  impulso  á  una  marina  importante  como  la  de  Chile  ó 
el  Brasil. 


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F'igura  33 — Diagrama  de  la  frontera  ecuatoriana 
Nueva  Gtúgrafia  de  Colombia  TOMO  1—9 


132 


NuKVA  Geografía  de  Colombia 


IVontcrftS  * — ^-^  Frontera  ecuatoriana.  Esta  frontera,  como 
principia  en  la  costa  pacífíca  y  termina  en  la  Amazonia,  cruzando 
para  ello  los  Andes,  se  divide  naturalmente  en  tres  porciones,  en 
cada  una  de  las  cuales  se  presenta  con  un  rumbo  j^eneral,  los  que 
unidas  delinean  una  especie  de  z  orientada  del  N\V.  al  SE.  En  la 
región  del  Pacífico  se  extiende  de  la  boca  del  riachón  ó  quthrada 
Mataje  á  las  faldas  del  Volcán  Nevado  Chiles,  así :  la  quebrada  Ma- 
taje  en  todo  su  curso ;  el  alto  ramal  en  que  ella  nace,  con  rumbo 
SE.  mientras  divide  aguas  entre  el  Santiago  y  el  Mira;  luego  un 
estribo  de  ese  ramal  que  gira  el  NE.  y  termina  en  la  boca  del  San 
Juan^  afluente  izquierdo  del  Mira^;  en  seguida  vuelve  á  trepar  buscan- 


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•  Las  roñas  en  litigio  pueden  valorarse  así  ¡  con  el  Brasil  i6S,ooo  ks.  cds  • 

teten  aquella  República ;  y  con  elLcuador  144,000, siendo  de  advertir  que  estos 
últimos  están  todoweal  y  malerialmente  ocui)ados  por  Colombia  por  medio  de 
pueblos  y  autoridades  que  en  ellos  funcionan  de  tiempo  atrás.  La  iS^ersa  sucede 
con  las  otras  dos  porciones,  bien  que  allí  las  usurpaciones  fron terinas  no  Sd^ 
ser  nominales  en  su  mayor  parte.  '^ 


Nueva  Geografía  de  Colombia  123 


do  el  lomo  de  una  crestería  interpuesta  entre  el  San  Juan  y  el  Mira, 
la  que  sigue  algún  trecho  hasta  frente  ala  boca  de  la  quebrada  Agua- 
hedionda,  que  nace  en  las  faldas  occidentales  del  Chiles.  En  la  re- 
gión Andina  toma  el  lecho  del  Carchi,  que  nace  en  ese  mismo  ce- 
rro, hasta  su  boca  en  el  Rumichaca  ;  éste,  aguas  abajo,  hasta  la 
quebrada  TtjeSy  y  ésta,  aguas  arriba,  hasta  el  cerro  de  La  Quinta, 
donde  tiene  sus  fuentes.  Del  cerro  Quinta  pasa  al  de  Troya,  busca 
el  Llanogrande  de  los  RicoSy  de  donde  sigue  por  la  quebrada  Pun  al 
río  Chtínquer,  que  desciende  hasta  la  quebrada  San  Francisco ,  por  la 
cual  toma  á  remontar  á  la  cordillera  ó  crestería  andina,  llamada 
Cordillera  Oriental,  pasando  por  los  cerros  Piedras  y  Mirador ^  de 
Huaca,  y  después  el  lomo  dicho  hasta  el  Nevado  Cayambe,  que  está 
bajo  la  línea  equinoccial.  En  fin,  en  la  última  porción  ó  amazóni- 
ca, baja  sucesivamente  á  este  gran  río  por  las  aguas  del  Coca  y  el 
Ñapo,  éste  uno  de  sus  afluentes  notables  por  la  banda  izquierda  ó 
septentrional. 

2.°  Frontera  peruana — Esta  frontera  está  constituida  por  el 
Amazonas,  desde  la  boca  del  Ñapo,  aguas  abajo,  hasta  el  seno  de 
Tabatinga. 

3.°  Frontera  brasilera — Los  límites  con  el  Brasil  los  marca 
en  primer  lugar  el  Amazonas,  aguas  abajo,  hasta  la  boca  del  bra- 
zo Uaii  Pardnay  desprendido  del  río  Yupurá  unos  cuantos  kilóme- 
tros antes  de  su  fin.  En  seguida  la  frontera  alcanza  la  Piedra 
del  Cucuhy,  por  una  línea  compleja  que  comprende:  el  brazo 
Uatiparana,  el  Yupurá,  el  desagüe  de  la  laguna  Maraky  ó  Cuma- 
pí,  una  línea  imaginaria  trazada  con  rumbo  S.  N.  al  través  de  la 
selva  ;  del  extremo  N.  de  dicha  laguna  al  Rionegro,  que  re- 
monta un  poco  en  busca  del  Cababury ;  este  río,  aguas  arriba, 
hasta  que  queda  al  S.  del  cerro  Cupi,  á  que  también  llega  por  otra 
línea  ideal,  y  por  último,  una  línea  imaginaria  de  ese  cerro  á  la 
Piedra  de  Cucuhy,  á  orillas  del  Rionegro.  Esta  última  parte  de  la 
frontera,  aún  no  demarcada,  ofrece  un  trazo  irracional,  cualquie- 
ra que  sea  el  punto  de  vista  desde  el  cual  se  le  considere.  Lo  lógico 
sería  bajar  el  Rionegro  desde  Cucuhy  hasta  donde  lo  corta  el  Ecua- 
dor, y  luego  avanzar  rectamente  al  S.  en  busca  del  Amazonas  en  la 
boca  del  Uatiparana,  cortando  al  paso  el  Yupurá  cerca  de  las  islas 
Tlmutiti.  Seguramente  el  Brasil  convendría  en  aceptarla  de  prefe- 
rencia á  la  otra. 

4.®  Frontera  venezolana — Esta  frontera,  fijada  ya  como  se 
debe,  y  puede  decirse  que  demarcada  sobre  el  terreno,  pasa  del 
Rionegro  (Amazonia)  al  Mar  de  las  Antillas  al  través  de  la  Orino- 
quia  y  comprende  diversas  secciones,  ora  naturalmente  señaladas  en 
el  suelo,  ora  en  un  toda  convencionales.  En  primer  lugar  remonta  el 
Rionegro  desde  Cucuhy  hasta  no  lejos  de  Victorino ;  de  aquí  gira 
en  línea  recta  hacia  el  Atabapo  pasando  al  respaldo  de  Yavita  y 
Pimichín,  y  por  el  lecho  de  ese  río  y  el  Guaviare,  del  cual  es  con- 
fluente, llega  al  Orinoco,  frente  á  San  Fernando  de  Atabapo.  Des- 
pués desciende  el  Orinoco  hasta  la  boca  del  Meta,  remonta  este  río 
en  busca  del  Antiguo  Apostadero,  y  de  aquí  gira  al  NW.  á  dar  con 
el  Arauca,  donde  lo  corta  el  Meridiano  de  Palmarito.  En  seguida 
vuelve  por  el  Arauca,  aguas  arriba,  hasta  la  boca  del  Oirá,  que  re- 
monta en  busca  de  una  cumbre  desprendida  del  páramo  Tama,  y 


124 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


^Caracas 
Cordillera  Caribe 


Cúcuta'^  í  S 


^Barittas 


Tama     \ 


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Figura  35— Dingrama  de  la  frcnter»  venezolana 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


125 


alcanzado  éste,  lo  deja  en  las  fuentes  del  Táchira,  que  desciende 
hasta  la  boca  de  la  quebrada  Don  Pedro,  por  cuyo  cauce  sube  4 
los  cerros  de  La  Danta,  para  caer  á  los  orígenes  del  Riecito  ¿  ríq 
Guarumito,  afluente  del  río  La  Grita,  poco  antes  de  que  este  üUi^ 
mo  desagüe  en  el  Zulia,  al  cual  llega  la  frontera  por  la  vaguada  de 
ambos.  De  dicha  boca  del  Grita  la  frontera  tuerce  al  NW.  en  ()usc^ 
de  la  boca  del  Oro  en  el  Catatumbo,  cruzando  selvas  vírgenes  y  la¿ 
juntas  del  Sardinata  y  el  Tarra,  para  remontar  por  dicho  río  de  Opo 
á  la  cumbre  de  la  Cordillera  Oriental  ó  de  Sumapaz,  casi  en  frente: 
de  Tamalameque.  La  cumbre  en  referencia,  ahora  denominada 
por  trechos  Serranía  de  Los  Motilones  y  de  Perijá,  marca  la  fron- 
tera hasta  el  Alto  del  Cedro,  situado  en  las  estribaciones  finales  de 
la  misma,  que  constituyen  los  Montes  de  Oca.  En  fín,  de  dicho  alto 
y  enteramente  artificial  gira  por  la  Goajira  primero  al  NE.  hasta 
cerca  de  La  Teta,  y  luego  al  E.  á  rematar  en  Los  Castilletes  *, 
cortando  la  entrada  de  la  laguna  de  Cocinetas.  .  i 


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Punta  Carreta 


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COSTARRICA 


"^sordas  X 


COL  OMBIA 


Llanos  de  David 


Figura  36 — Diagrama  de  la 
frontera  costarricense. 


Punta  Burica 


*  Las  comisiones  de  límites  no  hallaron  punto  alguno  que  hoy  los  ha- 
bitantes de  esa  región  denominen  Los  Frailes, 


126  Nueva  Geografía  de  Colombia 


5.°  Frontera  costarricense — Esta  frontera  es  sin  duda  ninguna 
la  mejor  demarcada  de  las  de  la  Repüblica.  Arranca  del  Mar  Ca- 
ribe en  la  Punta  Monos  ó  Carreta,  y  por  un  largo  ramal  que  allí  ter- 
mina vuelve  al  W.  en  busca  de  las  montañas  de  Dota,  donde  princi- 
pia. De  Dota  tuerce  al  E.  por  la  cumbre  de  la  Cordillera  de  la 
América  Central,  ahora  llamada  Cordillera  de  Talamanca,  hasta 
donde  cambia  ese  nombre  por  el  de  Chiriquí,  y  entonces  desciende 
al  mediodía  hasta  la  Punta  Burica,  por  el  lomo  del  largo  estribo 
que  forma  esta  especie  de  península. 

Relieve :  Montes  y  llanuras  *— Como  de  todos  bien  sa- 

bido  es,  la  América  del  Sur  presenta  en  su  área  la  forma  de  un  trián- 
gulo alongado  cuya  punta  se  dirige  hacia  el  Sur,  y  cuyos  lados  bañan 
sendos  mares :  al  W.  el  Pacífico,  al  N.  las  Antillas  ó  Mar  Caribe,  y 
al  E.  el  Atlántico.  Ninguna  entrada  ni  saliente  importante  deforma 
el  litoral  del  triángulo ;  apenas  merecen  mención  en  el  lado  N.  el 
Golfo  de  Maracaibo,  abierto  al  pie  E.  de  la  península  de  Goajíra ; 
el  Golfo  de  Guayaquil  en  el  Pacífico,  y  el  estuario  del  Amazonas  en 
el  Atlántico,  siendo  de  advertir  que  la  línea  equinoccial  corta  á 
los  dos  últimos,  en  tanto  que  por  los  primeros  pasa  el  ecuador  tér- 
mico del  globo,  por  lo  cual  entre  esos  dos  ecuadores  queda  com- 
prendida la  mayor  parte  del  suelo  patrio. 

El  relieve  ó  modelado  del  suelo  de  la  América  del  Sur -es  en 
extremo  sencillo :  al  Oeste  y  sobre  el  lado  más  largo  del  triángulo 
se  alza  una  enorme  protuberancia,  la  Cordillera  de  los  Andes, 
orientada  de  N.  á  S.,  y  la  segunda  del  globo  por  su  longitud,  su 
anchura  y  su  altitud ;  al  Este  y  en  frente  de  los  Andes  surgen  dos 
vastas  mesas  que  separa  el  Amazonas,  mayor  la  del  mediodía  ó 
sea  la  del  Brasil,  menor  pero  más  alta  la  del  septentrión  ó  de  la 
Guayana.  Ambas  por  medio  de  casi  imperceptibles  pedúnculos  se 
prolongan  hacia  el  ocaso  para  enlazarse  ligeramente  con  los  An- 
des, que  en  su  extremo  septentrional  envían  largo  brazo  hacia  el 
oriente,  el  cual  corre  por  lo  mismo  frente  á  la  mesa  de  Guayana. 

En  el  centro  del  territorio  se  dilata  inmensa  y  baja  llanura 
subdividida  en  tres  porciones  cuya  magnitud  crece  deN.  áS.; 
entre  los  Andes  y  la  Guayana  los  Llanos  (Orinoquia)  ;  entre  ellos,  \a 

•  Los  geógrafos  modernos  dividen  las  montanas  en  altas  ó  de  i.^^  orden 
si  su  altitud  excede  de  2,000  metros  ;  medias  ó  de  2.°  si  miden  más  de  1,000,  y 
bajas  (S  de  3.^  cuando  no  alcanzan  á  1,000.  Denominan  llanuras  bajas  aquellas 
cuya  altitud  es  inferior  á  200  metros,  y  altas  las  que  alcanzan  hasta  500.  Todo 
terreno  elevado  más  de  500  metros,  si  ocupa  un  área  considerable,  constituye  una 
mesa  ó  meseta^  aun  cuando  su  superficie  esté  cruzada  por  crestas  de  alturas,  va- 
lles, &c.  Una  mesa  es,  pues,  además  de  su  significación  usual  "<f  región  7vh0se 
Uwest  iracis  ei'en  are  coiisiderably  eleinited  (1,500  pies  para  arriba)  abowe  ihe  sea 
level.^^  (Encyclopadia  británica ^  ninth  ediiions).  Los  agí  i mensores  colombianos  sue- 
len apellidar  cordilleras  primarias,  secundarias,  terciarias,  &c.,  no  las  que  se 
produjeron  en  esas  épocas  geológicas,  sino  las  que  se  engendran  sucesivamente 
por  bifurcaciones,  y  por  lo  tanto  presentan  menos  y  menos  elevación  con  respec- 
to á  la  principal.  Conservaremos  este  uso,  que  es  conocido,  reservando  para  las 
clasificaciones  geológicas  los  vocablos  arcaico^  paleozoico,  mesosoicOf  cainozoico  y 
posterciario,  únicos  que  se  hallan  en  los  autores  modernos  considerados  como 
autoridad  en  la  materia,  según  los  cuales  hoy  por  hoy  la  ciencia  no  puede  ex- 
plicar cómo  se  han    fortiado   las   cordilleras.  (V.  K.  Suez:  X«yíi«  ¿/^¿í /¿rmi^. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Guayaría,  y  la  Mesa  del  Brasil  la  selva,  (Amazonia),  y  entre  ¿sta  y 
los  Andes  E¡  Chaco  y  las  Pampas  argenlinas.  Los  ties  garandes  rfos 
que  riegan  esas  tres  llanuras  (Orinoco,  Amazonas,  Plata),  comu- 
nican entre  sí  naturalmente,  de  suerte  que  en  puridad  de  verdad 
las  dos  mesas  que  dominan  el  Atlántico  no  son  sino  dos  jjandes 
islas  tendidas  al  pie  oriental  de  los  Andes. 

Los  Andes  surgen  con  escasa  altura  y  formando  un  solo  cuer- 
po allá  en  la  península  patagónica  ;  en  Chile  acrecientan  su  altu- 
ra hasta  levantar  el  pico  gigante  del  sistema  {Aconcagua :  6,970 
metros),  y  á  partir  de  ese  esfuerzo  colosal,  agregan  el  segundo 


128'  NifEVA  Geografía  de  Colombia 


para^^lcanzar  su  máxima  anchura  en  Bolivia-Perü,  donde  entre 
dos'lfigantescas  cresterías  forman  la  mesa  del  Titicaca,  situada  á 
4,ooa  metros  de  altitud,  de  suerte  que  las  aguas  de  ese  lag^o  que 
hoy^^Urca  el  vapor,  están  más  altas  que  los  picos  más  altos  de 
g-itartdes  cordilleras  como  los  Pirineos.  Apoyados  en  este  enorme 
TñAcitcr^  el  mayor  del  globo  (?),  los  Andes  tuercen  al  NW.,  disminu- 
yendo en  altura  y  espesor,  pero  aumentando  el  numero  de  cres- 
terías hasta  acercarse  al  golfo  de  Guayaquil,  donde  colosal  brecha 
los  -asierra,  puesto  que  su  lomo,  frente  á  Loja,  no  alcanza  la  re- 
gión de  los  páramos.  De  ese  punto  la  cordillera  se  vuelve  hacia 
el'NE.,  primero  formando  un  solo  cuerpo  en  que  culminan  dos 
cresterías,  con  el  cual  aspecto  pisan  la  tierra  colombiana,  luego 
abierta  en  abanico  terminal  de  cumbres  que  se  alejan  unas  de 
otras  hasta  ocupar  tanta  base  como  en  la  región  del  Titicaca,  sólo 
qüe'^OTora,  en   vez  de  sustentar  gigante  mesa  entre  ellas,  dejan 
golfos,  lagos  y  bajas  llanuras  que  no  parecen  ser  sino  fondos  ma- 
CÍtÚaas^  apenas  medio  colmados  con  los  detritus  de  las  aledañas 
^rranías,  algunas  de  las  cuales  alcanzan  aun  el  nivel  de  las  nieves 
perpetuas.  En  fin,  el  abanico  terminal  de  los  Andes  al  W.  se  co- 
nexiona con  relieves  que  avanzan  en  ese  mismo  rumbo,  constitu- 
yen el  Istmo  de  Panamá  y  enlazan  la  América  del  Sur  á  la  Cen- 
tral, en  tanto  que  al  E.  lo  hacen  con  otros  lomos  secundarios,  la 
cadena  Caribe,  que  remata  sobre  las  bocas  del  Orinoco  *. 

En  fin,  el  abanico  terminal  citado  constituye,  desde  el  punto  de 
vista  geológico,  dos  grandes  masas,  una  occidental  formada  de  ro- 
cas cristalofilianas  y  eruptivas,  y  otra  oriental  en  que  predominan 
las  rocas  sedimentarias  y  modernas,  quedando  entre  las  dos  una 
sinclinal,  la  mayor  de  América,  por  cuya  vaguada  rueda  el  Mag- 
dalena, río  que  por  lo  tanto  divide  los  Andes  colombianos  en  dos 
grupos  perfectamente  distintos  entre  sí :  Andes  occidentales^  princi^ 
pales  b  crislalofilianos^  y  Andes   orienlaleSy  secundarios  b  sedimentarios 

(figr.  38). 

Debemos  sí  advertir  que  p)or  la  existencia  del  río  Cauca,  río 
que  rueda  largo  trecho  entre  los  Andes  principales,  y  en  una  porción 
de  su  curso  (el  valle)  tiene  á  los  lados  cresterías  que  lo  dividen  una 
del  Pacífico  y  otra  del  Magdalena,  y  además  al  oriente  de  esta  úl- 
tima se  alza  otro  lomo  que  á  este  río  separa  de  las  regiones  llanas 
del  interior  del  Continente;  en  esa  porción  del  territorio  se  ven,  deci- 
mos, aparentemente  marcadas,  tres  series  de  cumbres,  y  el  pueblo, 
en  su  afán  de  simplificar  y  generalizar,  consideró  de  tiempo  atrás 
como  armazón  de  la  orografía  colombiana  la  existencia  de  tres 
cordilleras,  designándolas  con  los  nombres  de  occidental,  central  y 

oriental. 

Y  en  verdad  que  tal  división  es  cómoda  para  la  descripción 
de  nuestro  relieve,  por  lo  cual  habremos  de  conservarla  hasta  cier- 
to punto,  no  sin  hacer  constar,  eso  sí,  que  tal  clasificación  es  erró- 
nea desde  el  triple  punto  de  vista  de  la  posición  de  las  crestas, 
de  su  relieve  y  de  su  composición  geognóstica.  En  efecto,  al  W. 
de  la -occidental  hay  luego  otro  relieve  {Baudó) ;  al  S.  de  Popayán 

*  Els  de  observ  ar  que  dos  círculos  trazados  desde  los  centros  ay  b  (figunt  37), 
deUniitan  l«s  do*  grandes  curvas  de  los  Andes  y  de  la  costa  oriental  de  AmépCS* 


Nueva  Geogkafía  de  Colombia 


Figura  38 — Croquis  geológico  de  Colombia    Escala  :  l  :  2 


(Negro  pusteado.-  rocas  cristalinas  volcánicas  y^  paleozoicas). ;_ 
(Rayas  paralelas:  rocas  menozoícas). 
(En  blanco:  terrenos  modernos). 


no  existen  sino  dos  cresterías ;  todas  en  su  pane  N.  se  dividen  y 
subdividen  en  múltiples  líneas  de  cumbres,  y,  en  ñn,  la  altimetrfa 
con  su  voz  indiscutible,  y  concordante  aquí  con  la  geognóstica,  en- 
seña que  la  Cordillera  oriental  es  una  vasta  y  compleja  mesa  bi- 
furcada  en  su  remate  septentrional;  que  la  Central  y  Occidental 
no  son  sino  los  rebordes  de  dilatada  mesa  que  concluye  como  la 
anterior,  y,  por  ultimo,  que  los  demás  relieves  del  país  no  son  andi- 
nos, desde  cualquier  punto  de  vista  que  se  les  considere. 

Ahora  bien  :  teniendo  en  cuenta  que  Colombia  comprende  no 
sólo  el  abanico  terminal  de  los  Andes  y  sus  anexos,  sino  que  extien- 
de su  dominio  i  una  parte  de  la  llanura  interior  del  Continente,  has- 
ta las  vaguadas  del  Orinoco  y  el  Amazonas,  claro  está  que  la  pri- 
mera división  que  ha  de  hacerse  del  territorio  es  separar  la  regidn 
oeadenial  quebrada  ó  andina,  con  sus  montes  y  antemontes,  de  la 
orítHlal  6  ¡lana,  porque  si  allá  hay  llanuras,  son  de  área  exigua. 


130 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


comparada  con  la  de  las  serranías,  y  acá  las   colinas  y  cerrillos 
apenas  surgen  como  islotes  en  dilatado  mar  *. 


Figura  39— Regiones  naturales  de  Colombia.  Escala  :  i :  20.000,000 


•¿La'superficie  de  Colombia  puede  clasificarse  como  sigue,  desde  el  punto 
dejrista  físico. 


ístmica 

Andina 

Amazónica, 


Región fs  geográficas 


Región  I 


Ístmica 


Región  andina 


Región  oriental 


ks.D 

76,000 
490,000 
860,000 

1.426,000 


Figura  40 — Diagrama  comparativo  de  lai  regiones  geográficas. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


131 


En  la  región  Andina  se  impone  desde  luego  una  subdivisión : 
los  relieves  Andinos  propiamente  dichos  no  la  ocupan  íntegra,  ya 
que  á  dicho  sistema  no  pertenece  ninguna  de  las  alturas  que  domi- 
nan el  litoral  atlántico  de  la  Goajira  á  Costarríca,  pues  hasta  los 


RELIEVE  DEL  TERRENO 
Porción  tMfUañésa 

Serranías  \\del  Coqueta 
Serranías  I  ICani^^j 

I       Cordilleras  andinas      I 

Figura  41 — Diagrama  comparativo  de  las  áreas  de  los  sistemas  montañosos 


Sistema  Caribe : 

5>erranías  de  Panamá 37*000 

—  Baudó 13,000 

—  María 9,000 

—  Santamaría 16,000 

—  Goajira 2,000 

77,000 

Sistema  andinos 

Cordillera  del  Chocó 76,000 

—  Quindío 110,000 

—  Sumapaz 135,000 

321,000 

Sistema  amazónico : 

Montes  del  Caquetá 12,000 


Mofttes  II  goajiros 
Montes \^de  María 
Serraftlal   S   ^e  Baudó 
de  I     g    ISantafuarta 

t  \de  Panamá 


Sierra 
Serranía 


I        i¡  Cordillera  del  Chocó 


Cordillera  del  Quivdio 


Cordillera  de  Sumapaz 


77,000 


32If000 


12,000 


410,000 


Figura  42-^ Diagrama  comparativo  de  las  áreas' de  1a$  serranías  colombianti$ 


132 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


remates  de  las  cordilleras  del  Chocó  y  de  Sumapaz  parece  no  es- 
tán constituidos  geológicamente  como  el  resto  de  ellas.  Esos  relie- 
ves, que  sin  duda  ninguna  se  enlazan  íntimamente,  por  su  modo 
de  ser,  con  la  cadena  litoral  de  Venezuela  y  las  serranías  de  las 


Porción  Uaná 


Vienen 410,000 


Panamá 

Chocó  (Pacífico) 
Costa  y  Zulia — 
Región  oriental- 


Llanura  A    i  del  Chocó 
Llanura  A         I  de  Panamá 


49,000 
20.000 
99,000 
848,000     1.0x6,000 


1.426,000 


Llanuras 


'Je I  Norte 


Llanura  oriental 


I 


Figura  43 — Diagrama  comparaiivo  de  las  áreas  de  las  llanuras  colombianas 

Zonas  climáticas 

Nieves  eternas 7,000 

Páramo  (inhabitable?) 38,000 

Fría 106,000 

Templada 175,000 

Cálida 1,100,000 


i;426,ooo 


Niec'es 


Tierra 
Tierra  i 


amos 
fría 

templada 


L 


Tierra  caliente 


Figura  44— Diagrama  comparativo  de  las  áreas  de  los  climas  colombianos 

Zonas  altimétricas 
Llanura 1.016,000 


Montanas  de  tercer  orden. 

Id.  de  segundo  id 

Id.  de  primero  id 


140,000 
150,000 
120,000 

1.426,000 


Montañas  de 
Montañas  de  1 

primer  orden 

\segundo  orden 

Montañas  de 

1 

tereer  orden 

1                                                                   Llanuras                                                                 1 

Figura  45 — Diagrama  comparativo  de  las  áreas  del  relieve  colombiano 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


133 


Antillas,  constituyen  el  sistema  Caribe  Colombiano,  que  compren- 
de los  grupos  de  la  Goajira,  la  Sierra  Nevada  de  Santamaría,  los 
Montes  de  María  (Bolívar)  y  la  Serranía  de  Panamá,  á  la  cual  es 
preciso  referir  la  de  Baudó,  aun  cuando  está  sobre  el  Pacífico.  Con 
razón  sobrada  los  geógrafos  peninsulares  del  siglo  xviii,  para  las 
clasificaciones  de  los  Archivos,  miraron  todas  estas  tierras  como 
situadas  en  la  América  Septentrional.  ¿  Y  por  ellas  no  pasa,  ade- 
más, el  ecuador  térmico  del  globo  ? 

Para  fijar  mejor  las  ideas  sobre  la  materia,  conviene  recurrir 
á  un  procedimiento  objetivo,  por  así  decir.  Supongamos  que  el 
mar  sube  6,000  metros  sobre  su  nivel  actual,  y  por  lo  tanto  que 
Colombia  ítiíegra  desaparece  bajo  sus  aguas,  y  que  luego,  miran- 
do ese  mar  á  vista  de  pájaro,  hacemos  que  sus  aguas  desciendan 
bruscamente  por  capas  de  un  kilómetro  de  espesura. 

Al  reducirse  la  inundación  á  5,000  metros,  apenas  veríamos 
surgir  de  entre  las  olas  cinco  islotes,  cuatro  de  ellos  alineados  so- 
bre larguísima  recta,  y  el  ultimo  hacia  un  lado,  todos  á  grandes 
distancias  entre  sí :  serían  las  cumbres  de  Cayambe,  Huila,  el 
Tolima-Ruiz,  la  Sierra  Nevada  de  Santamarta  y  la  Sierra  Neva- 
da de  Chita. 


ÍST*MARTA 


I 
I 
( 


sf- 


/^ 


i^GUiCAN 


HUILi^ 


#^ 


^CAYAivian 


J 


Figura  46— Colombia  hundida  5  kilómclros 

Al  bajar  las  aguas  otros  mil  metros,  poco  aumentaría  el  suelo 
patrio :  crecerían  en  superficie  las  islas  mencionadas;  sobre  la  di- 
rectriz del  Cayambe  al  Huila  aparecerían  otras  formando  cordón, 
y  la  principal  de  ellas  quedaría  cercana  al  Huila;  hacia  el  S.  re- 
sultaría un  verdadero  archipiélago  de  islotes ;  la  isla  de  Güicán 
quedaría  sobre  otro  eje  de  tierras  emergidas,  y  por  último,  al  W. 
de  esos  dos  ejes  surgiría  la  isla  del  Paramillo  del  Sinü. 

Los  mismos  alineamientos  subsistirían  al  descender  el  mar  á 
3,000  metros  sobre  su  nivel  actual,  sólo  que  sobre  esa  líquida  su- 


«34 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


ARCHIPIÉLAGO 

COLOMBIANO 

si  el  mar  subiera  4^000  metros 


Isla  de  Santaniarta 


^  Islas  de  Cachiri 
o 

Islas  de  Los  Cohrados 
00 


o  Isla  del  Sinú 


I 


Isla  dejjüicán 

o 
Isla  Colorada  o 
Isla' de  Toquilla  o 
o 


^ 


Isla  del  Quittdlo 

f^  Isla  de  Sumapaz 


o  Barra^áft 


O  Isla  del  Iluila 


\ 


Isla  de  Colombia 


O  Isla  de  Las  Animas 
O 

c  Pasto 
O  Isla  del  Cayamh 


^  Isla  de  Pasto 


Figura  47«— Colombia  hundida  4,000  metros 

perficie  las  tierras  se  agruparían  más  bien  á  manera  de  diques  lar- 
guísimos recorridos  aquí  y  allá  por  crestas  de  mediana  altura" 
y  hacia  el  S.  y  el  NE.  (con  respecto  á  Bogotá)  aun  aparecerían  al- 
gunas poblaciones  á  modo  de  puertos  marítimos.  En  especial  sería 
considerable  la  línea  central  de  cumbres,  porque  sólo  en  un  punto 
la  interrumpiría  un  estrecho  (Guairapungo);  la  línea  occidental  se. 
ría  del  todo  discontinua,  y  la  oriental  parecería  complicado  archi- 
piélago de  tierras  dispuestas  de  modo  raro  sobre  varios  ejes  En 
ifin,  allá  al  NW.  y  á  gran  distancia  (en  Chiriquí)  se  verían  algunos 
sietes. 

Sin  modificarse  la  armazón  aumentaría  el  territorio  al  bajar 
lelmar  á  2,000  metros,  de  suerte  que  la  extensión  del   compacto 


Nueva  GEOGRAriA  de  Colombia 


135 


archipiélago  casi  igualaría  á  la  de  Bélgica;  islas  habría  ya  con  cli- 
ma templado  por  la  altura  de  sus  relieves,  y  alguna  mediría  con- 
siderable anchura. 

Al  siguiente  escalón  la  transformación  sería  notable,  desapa- 
recerían multitud  de  canales  y  las  tierras  emergidas  se  agruparían 
en  dos  fajas  distintas  pero  unidas  á  modo  de  Y,  con  golfos  y  senos 
considerables  y  multitud  de  islotes  que  entre  aquéllas  semejarían 
pilares  de  puentes  de  comunicación.  Hasta  la  región  de  Chiriquí  se 
acercaría  de  suerte  que  sólo  una  serie  de  estrechos  habría  entre  ella 
y  las  tierras  continentales.  ¿  Dónde  se  hallarían  entonces  las  cor- 
dilleras tales  como  de  ordinario  las  imagina  el  comiín  de  las  gentes? 


/,^.VK 


-H'^ 


\cS) 


y 


Carta  CE/VA 

/ 
/ 
• 


ií*Co£b«i 


kiEwMA 


AJCAM/LIO 


^         »^EPELL//I 


/'Í//MC5 


Tu«lue;^res 


sIaJ^ 


RFA 


S/errA  Nevada 


^CWk 


j 


Figura  48 — Colombia  hundida  3,cxxí  metros. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Figura  49 — Colombia  hunilida 

Si  en  seguida  reducimos  la  inundación  á  soo  metros,  plano  ni- 
vel donde  principian  las  mesas  (fig.  501,  algo  crecería  la  superficie 
descubierta,  pero  sin  modificarse  la  arma/.ón  ya  mencionada;  una 
mesa  en  forma  de  \.  con  ambos  ijrnwis  superiores  l)ifurcados.  con 
algunos  islous  al  F...  al  N.  y  al  N\\\.  y  ad.-niíí>  al  W.  las  tierrA^ 
lio  Panamá.  Kn  lin.  al  Miprimir  esa  .-aiid  líijuida  lir.  51K1  mi,'iro«.  no 
>.'.lo  so //'/■//. -íA/'-f  la  lÍL>rra  -w¡\.  >.'m>'  i[w-  riur.laría  suprimida  la 
.-..munirarl/.n  rnirr  l,.s  d,.s  uru.-mus. 

su  actual  nivc:l,  api'nas  ^■■anariu  il  país  algunos  milc-s  de  kilóme- 
tros G>  sin  que  se  deformara  de  modo  sensible  su  I (nea  litoral. 
Otra  tanto  sucedería  al  aumentar  esa  reducción  d  1  ,üOO  metros,  se- 
gún lo  indica  la  línea  puntuada  de  la  figura  48,  siendo  preciso  que 
el  nivel  del  mar  bajase  4,000  para  producir  notables  y  sertas  mo- 
dificaciones en  el  área  del  país. 

Medítese  ahora  sobre  la  carta  del  ira/^o  de  las  grandes  cres- 
terías colombianas,  sobre  el  perfil  de  ias  mismas,  y  sobre  el  cro- 
quis de  su  composición  geognóstica.  y  dígase  si  las  clasificaciones 
objetadas  caben  en  el  modelo  de  lo  que  la  naturaleza  ha  hecho 
en  el  territorio  que  es  hoy  día  el  área  de  Colombia, 

Después  de  que  describamos  los  grandes  üneamientos  de 
nuestra  orografía,  hallarán  natural  cabida  los  cortes  transversales 
del  territorio,  y  ellos,  con  su  voz  indiscutible,  acabarán  de  escla- 
recer el  asunto. 


NusvA  Geogra7i'a  de  Colombia 


Figura  50— Ticnas  altas  y  ticnai  bajas  ile  Colombia.  Kscaln  :  l;  15.00 


Los  Andes — Los  Andes,  tendidos  oblicuamente  del  Ecuador 
á  Venezuela,  extienden  ala  vez  sus  cresterías  en  abanico,  de  suerte 
que  si  su  ancho  frente  terminal  se  pierde  en  la  Costa  caribe,  ó  me- 
jor en  las  onduladas  planicies  de  la  Cosía,  por  la  izquierda  enlazan 
sus  relieves  con  las  serranías  de  Baudó  y  Panamá,  por  el  N.  hacen 
lo  propio  con  las  de  Bolívar  y  Magdalena,  y  por  el  E.  se  unen  á 
las  de  Guayana.  En  Venezuela  su  ultima  porción  importante  se 
funde  con  las  serranías  del  litoral  de  ese  país. 

Mupa  Gtagfafla  di  CeUmbia  touo  I-io 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Figura  51 — Crestas  y  macií os  du  la  región  andina.  Escala;  I;  7.Soaooo 
£1  gr&soT  del  brazo  es  pruporoioiíadn  á  la  altiiud  y  anchura  du  las  mo  ntnoas 


Nueva  Geografía  de  Colombia         ;  139 


Los  Andes  en  el  enorme  espacio  que  ocupan  en  Colombia, 
320,000  kilómetros  D,  es  decir,  el  área  de  los  Alpes  íntegros  tí  ocho 
Suizas,  aun  cuando  al  parecer  forman  unas  pocas  series  de  gran- 
des cimas  que  el  uso  apellida  cordillerasy  realmente  se  componen 
de  múltiples  muros  paralelos,  por  lo  general  apoyados  á  trechos  en 
grandes  macizos,  separados  por  quiebras  considerables  y  que  en 
verdad  no  son  sino  rebordes  y  pliegues  de  extensas  mesas  surcadas 
por  grietas,  fallas  y  sinclinales,  divididas  en  fragmentos  por  co- 
colosales  gargantas,  de  donde  que  el  álveo  de  los  ríos  se  muestre 
lleno  de  hoces,  saltos  y  raudales,  apenas  bañe  rudimentarias  llanu- 
ras y  aun  parezca  en  algunos  lugares  que  las  aguas  corren  al  revés 
ó  hubieran  roído  de  arriba  abajo  altísimas  crestas.  En  una  pala- 
bra, las  cresterías  andinas  no  son  sino  pliegues  de  atormentadas 
estratas,  de  los  que  unos  recorren  todo  el  sistema,  en  tanto  que  otros 
apenas  alteran  una  parte  de  él  ó  no  tienen  sino  reducidas  dimen- 
siones, lo  que  dio  campo  á  la  surrección  de  altos  topes  aplanados  ó 
al  colmataje  de  cuencos  interiores  así  transformados  en  elevadas 
llanuras  6  altiplanicies. 

Preciso  es,  pues,  repetir  hasta  la  saciedad,  porque  es  cosa 
que  con  frecuencia  se  olvida,  que  los  Andes  colombianos  son  tan 
irregulares  en  su  régimen — permítase  la  palabra — como  én  su 
constitución  geognóstica ;  hasta  el  punto  de  que  con  verdad  han 
podido  afirmar  los  viajeros  extranjeros  que  "  no  hay  en  el  mundo 
otro  territorio  cuya  topografía  haya  sido  tan  influida  por  las 
acciones  y  fuerzas  del  planeta ; "  de  donde  lo  fuerte  de  sus  pen- 
dientes, lo  escabroso  de  sus  flancos,  la  abundancia  de  hondonadas, 
gargantas  y  precipicios,  lo  cual  si  con  su  variedad  procura  con- 
diciones de  salubridad  superiores  á  las  de  otras  tierras  tropicales  ó 
montañosas,  en  cambio  dificulta  su  vencimiento  con  buenas  vías  de 
comunicación,  elemento  indispensable  para  explotar  los  veneros 
que  guardan  sus  entrañas. 

a)  Cordillera  del  Chocó,  La  llamada  Cordillera  Occidental  ó  del 
Chocó f  límite  occidental  de  la  región  Andina  y  cuyo  flanco  de  ese 
rumbo  domina  el .  Pacífico  y  constituye  la  comarca  denominada 
Chocó  por  los  peninsulares  *,  se  extiende  de  la  frontera  ecuatQria- 
na  al  golfo  del  Darién  con  dos  direcciones '  generales  :  SW.-NE. 
de  aquella  frontera  hasta  los  5*^  latitud  N.,  y  S^N.  de  ahí  á  la  Costa, 
6  sea  su  remate  por  los  9°  de  latitud  N. 

Para  describir  rápidamente  esta  cordillera  lo  haremos  siguién- 
dola de  N.  á  S.  La  primera  porción  de  la  cordillera,  la  comprendida 
entre  el  bajo  Sinú  á  la  derecha  y  el  golfo  de  Urabá  á  la  izquierda 
(9®  á  8**),  consiste  en  una  ancha  y  baja  meseta  roída  por  un  ha2  de 
crestas  y  valles,  en  parte  mal  conocidos  atín.  Los  dos  lomos  p^inci- 


*  Este  flanco  ó  frente  occidental  de  los  Andes,  sometido  á  condiciones  cli- 
■Mt¿rícas  especiales  y  donde  las  lluvias  son  casi  perennes,  ha  adquirido  caracte- 
res propios  que  lo  hacen  tan  diverso  del  frente  oriental,  como  diñeren  el  arrojo 
7  el  torrente.  De  ahí  la  conveniencia  de  mantener  á  la  región  ese  nombre  propio 
7  el  de  sos  dos  subdivisiones :  Alto  Chocóy  que  comprende  los  valles  opuestos  del 
ACrato  y  del  San  Juan,  junto  con  la  serranía  de  Baudó,  que  los  separa  del  Fací 
fioob  7  Baj9  Ch^á,  que  abarca  la  zona  donde  la  base  de  cordillera  muere  sobre 
bajas  Uaniiras  que  dan  contra  el  mar. 


figura  52— PtrfiUs 


coiUilieraí  anilina:  — Ahuí 


Nueva  GeograpIa  de  Colojíbu 


pales  6  serranías  del  AguUa  y  de  Las  Palomas,  empiezan  en  el  cerro 
del  Águila,  que  domina  la  Punta  Caríbana  él  uno,  en  Punta  Arbole- 
tes el  otro,  y  avanzan  i  reunirse  en  el  cerro  Quintan,  dejando  al 
medio  el  valle  del  Damaquiel.  Apartirde  Quimari  las  breñas  ya' 
presentan  un  solo  eje  netamente  demarcado  y  que  casi  de  un  golpe 
se  levanta  á  considerable  altura  :  es  la  serranía  ás' Abibt,  Ínter, 
puesta  entre  el  Alto  Sin¿  y  e!  rio  Ledn  y  que  termina  en  el  impor- 
tante macizo  del  Paramiilo  (3800-4200)  f,  de  eje  transversal,  donde 
se  funden,  por  la  derecha  la  baja  serranía  de  Ayaptl,  alzada  entre 
el  Cauca  y  el  San  Jorge,  y  la  más  considerable  de  San  Jerónimo, 
que  muere  en  las  sabanas  de  Bolívar,  separa  este  dltimo  río  del 


is  de  los  andes  aatioqueños.  Escila :  - 


tStiLu  illuTBs  de  3,800  resultan  de  medidas  de  While  ;  las  de  4,aoo  se  dedu- 
cen del  hecho  de  cubrirse  de  nieve  algunos  cerros  en  ciertas  ¿pocas  del'aód. 


142  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Sinü  y  alza  la  cumbre  volcánica  de  Murrucuc áenírente  del  Quimari/ 
y  por  la  izquierda  la  que  divide  el  Sucio  del  León. 

Del  Paramillo  por  2  grados  hacia  el  sur,  es  decir,  hasta  el 
principio  del  valle  del  Cauca  (paso  de  Palogordo),  ó  sea  en  el 
trayecto  en  que  este  río  describe  su  grande  curva  al  W.  por  el 
cañón  de  Antioquia,  la  cordillera  se  desarrolla  como  una  muralla, 
pues  ning-uno  de  sus  pasos  mide  menos  de  2,ocx)  metros,  y  mu- 
chas cimas  alcanzan  la  altura  de  los  páramos,  entre  ellas  el  Fron- 
Uno  (3,500),  y  los  Farellones  del  Ciiará  b  Chocó  (3,300),  célebres 
por  sus  agudos  picachos,  quedando  entre  las  dos  la  máxima  de- 
presión  de  la  zona,  la  llamada  Quiebra  del  Toro  (2,090),  en  las 
cabeceras  del  Atrato.  En  este  trayecto  el  flanco  E.  se  levanta  bre- 
ve y  áspero  sobre  la  g-rieta  álveo  del  Cauca  (700-300),  en  tanto 
.  que  al  W.  se  ensancha  y  complica  para  producir  la  mesa  del  Cho- 
có, donde  hay  llanuras  de  1,200  metros  de  altitud,  múltiples  cres- 
terías y  cumbres  de  bastante  importancia  (sierra  Picapica  2,000), 
muriendo  el  todo  sobre  el  valle  del  Atrato  (50-10) :  la  destrozada 
arista  que  cierra  esa  mesa  por  el  W.,  constituye  la  serranía  de 
Musinga.  Al  Oriente  del  eje  principal  de  la  cordillera,  y  para  di. 
.  vidir  el  valle  del  Cauca  del  cañón^  se  alzan  las  montañas  del  Oro 
(3,200)  y  Belalcázar,  con  altitud  mayor  que  la  cumbre  de  donde 
arrancan ;  forman  con  ella  los  opuestos  valles  de  otro  San  Juan  y  del 
Risaralda,  y  tienen  enfrente  el  cañón  de  Arma. 

En  seguida   y  por  toda  la  longitud  del  valle  del  Cauca  la 
cordillera  se  deprime,  pues  aun   cuando  al   principio  alcanza  en 
Tatamá  el  nivel  de  los  páramos,  luego  en    Calima  y  los  agjestes 
Farallones  de  Cali  no   pasa  de  2,800,  y  entre   esos  dos   grupos 
abre  las  contiguas  depresiones  del  Guayabo  (1,540)  y  Los  Colorados 
ij  (1,750),  tínicas  en   su  especie  en  los  Andes  entre  los  2°  y  los  7® 
;  de  latitud  N.  En  seguida  de  los  Farallones  de  Cali  la  cordillera  so- 
'  bre  los  opuestos  valles  de  Popayán  y  del  alto  Patía  vuelve  á  al- 
.  zarse  y  costituye   una  región  de  páramos  que  al  principio  se  en- 
sancha en  una  mesa  de  grandes  dimensiones,  ignorada  hasta  hace 
poco,  y  en  la  cual  sólo  se  conserva  intacto  el   reborde  W.,  en  el 

■  que  descuellan  el  volcánico  Cerro  Naya  y  la  Pünla  de  Piedra,  pues 
;  en  el  del  E.,  aunque  más  alto,  se  halla  la  enorme  grieta  por  donde 
\  el  Ingiiitó  sale  á  tributar  al  Cauca  por  entre  los  Farallones  y  San^ 
'  ía  Ana  (3,258).  Al  Sur  de  esa  mesa  surge  el  Cerro  Munchique  (3,012), 
•*  y  entre  éste  y  el  macizo  siguiente  del  San  Juan  (3,050)  está  elpasode 

■  Carpintería  (2,500).  En  todo  este  larguísimo  trayecto  la  cordillera  se 
.  muestra  con  flanco  E.  breve  y  escarpado,  que  tiene  al  pie  la  llanura 
i  del  valle  del  Cauca  y  las  onduladas  tierras  del  valle  de  Popayán,  en 
-'  tanto  que  al  W.  sus  grandes  estribos  se  pierden  primero  sobre  el 
;  San  Juan,  es  decir,  frente  al  eje  de  Baudó,  y  i  ^idiVÚrá^  Los  Colorados 

sobre  él  Pacífico,  siendo  de  advertir  que  en  la  hoya  del  dicho  San 
Juan  la  cordillera  tiene  al  pie  una  derruida  serranía  volcánica,  entre 
*  la  cual  surge  el  cerro  Torra  (3,671),  más  alto  que  la  cordillera  mis- 
ma, y  por  lo  tanto  el  gigante  de  la  zona,  entre  el  Paramillo  antio- 
queño.ylos  volcanes  de  Ttíquerres,  y  al  N.  del  cual  pasa  el  lomo 
que  constituye  el  llamado  istmo  de  San  Pablo  (i  10),  que  por  el  S. 
de  la  mesa  del  Chocó  se  enlaza  á  los  estribos  de  Baudó  para  dividir 
los  opuestos  valles  del  Atrato  y  el  San  Juan.  En  fin,  es  del  Munchj- 


Nueva  GkografÍa  de  Colombia 


.  que  de  donde  arranca  el  estribo  que  forma  la  Cuchilla  del  lamió, 
-■que  se  une  á  la  del  Jioile,  desgajada  del  Sotará,  para  constituir  el 
■'  lomo  divisorio  entre  las  hoyas  del  Cauca  y  el  Patía. 

Del  paso  de  Carpintería  á  la  frontera  ecuatoriana  ya  la  cordi. 
llera  corre  entre  el  Pacífico  y  la  hoya  interandina  del  Patía  (que  tie- 
ne doble  declive  hacia  la  quiebra  Juanambii-Guadual),  y  casi  en  mi. 
taddeese  trayecto  aparece  como  dividida  en  dos  por  la  enorme  bre- 
cha por  dondesale  el  Patía  al  mar,  la  que  se  abre  entre  los  cerros 
Catatifgro  (2,780)  y  Solomayor  {2,&\o),y  sólo  mide  380  de  altura  en 
su  fondo  (El  Guadual),  de  suerte  que  á  este  respecto  no  tiene  igual 
al  N.  de  la  equinoccial.  De  Carpintería  hacia  el  S.  se  realza  la  cum- 
brepara  formar  el  macizo  de  San  Juan  (3,050),  de  donde  irradian  al 
W.  grandes  estribos,  entre  ellos  uno  rival  de  la  cumbre,  que  termina 
en  el  cerro  Valenlín,  frente  á  la  mesa  de  Inguitá  arriba  mencionada, 
y  acaba  de  cerrar  la  hoya  del  Micay.  En  sej^^uida  se  rebaja  la  cordi- 
llera á  su  a  Itura  media,  pero  en  Cacanegro  vuelve  á  desprender  es- 
tribaciones imponentes  que  separan  el  Patía  del  Izcuandé.  Al  E.  la 
cordillera  se  apoya  en  estribos  que  corren  de  N,  á  S.,  el  dltimo  de 
los  cuales,  que  domina  la  angostura  de  Minamá  (Patía),  forma  1» 
sarranfa  del  Castigo, 


Fíbula  54-^PiraiqerBi  del  Guütara -Pasto  y  nudo  de  Haaca  EkiI*  ; 


144  Nueva  Geografía  de  Colombia 


La  ultima  porción  de  la  cordillera  es  también  la  más  notable, 
pues  aun  cuando  al  principio,  ó  sea  después  de  Sotomayor,  no  rao- 
difíca  su  altura,  luego  ya  alcanza  la  región  de  los  páramos  (Gua- 
chaves),  en  las  breñas  de  Mallama  mide  4,200,  y  poco  disminuye  en 
•  la  vecina  cumbre  del  Azufraly  que  gana  por  un  arco.  Después  se  re- 
duce un  poco  (paso  de  Chambú,  3,295),  pero  en  seguida  se  yergue 
de  repente  á  la  altura  de  las  nieves  perpetuas  en  los  gemelos  ne- 
vados de  Cumbal  (4,790)  y  Chiles  (4,780),  altura  esta  última  por  la 
cual  pasa  nuestra  frontera  política  y  de  donde  signe  el  eje,  formado 
por  páramos,  á  fundirse  en  el  nudo  de  Huaca  con  la  Cordillera  Cen- 
tral.  Al  W.  la  cordillera  desgaja  grandes  ramales,  parámosos  :a] 
principio,  polifurcados  luego,  que  rematan  deprimidos  en  la  llanura  y 
separan  el  Patía  de  su  afluente  el  Telembí  y  éste  del  Mira;  entre  esas 
cimas  la  más  notable  es  el  volcán  Oreja  (4,470),  próximo  al  Cumbal. 
Al  E.  primero  muestra  la  cordillera  altísimo  naneo  escarpado 
sobre  el  Pacual,  que  del  Guáitara  divide  ramal  paramoso  emana- 
do del  Azufral,  pero  luego  lo  reduce  por  no  ser  sino  el  reborde  de 
la  elevada  mesa  de  Táquerres  /piales  (3,000),  que  al  frente  otros 
páramos  dividen  de  la  honda  quiebra  del  Guáitara,  que  describe 
una  curva,  pues  principia  al  pie  del  Chiles  y  se  junta  á  la  del  Patía 
sobre  el  surco  del  Juanambü. 

b)  Cordillera  del  Quindíoó  Central — Esta  crestería,  que  en  buena 
porción  dé  su  longitud  es  la  que  mejor  merece  el  nombre  de  Cordi- 
llera, ^siendo  entonces  la  más  elevada  y  salvaje  délas  cresterías  co- 
lombianas, principia  por  los  8°  de  latitud  N.,  no  lejos  del  Banco,  es 
decir,  de  la  gran  bifurcación  del  Magdalena.  Allí,  entre  este  río  y 
el  Cauca,  aparecen  sus  primeras  y  confusas  grupas  y  colinas,  que  á 
poco  delinean  la  agreste  y  baja  serranía  de  San  Lucas,  cuyas  úl- 
timas colinas  laterales  no  distan  mucho  de  las  análogas  de  la  se- 
rranía de  Áyapel  (Chocó),  atrás  mencionada. 

Un  poco  al  Sur  la  base  ocupada  por  la  cordillera  se  ensancha 
de  repente  de  un  modo  considerable :  es  que  aparece  el  remate  de 
otro  de  los  brazos  de  dicha  cordillera,  polifurcada  desde  los  6°  de 
latitud  N.,  para  formar  la  gran  mesa  antioqueña,  cuyas  principales 
cresterías  son  las  dos  de  que  se  trata,  puesto  que  encierran  la  hoya 
del  Nechí.  La  más  corta,  ó  sea  la  de  la  izquierda,  delinea  un  vasto 
semicírculo,  y  con  su  flanco  W.,  breve  y  áspero,  ayuda  á  fórniar  el 
cañón  por  cuyo  fondo  rueda  turbulento  el  Cauca;  la  otra;  sirve 
como  de  cuerda  al  arco  y  se  funde  con  su  hermana  al  S.'  dé  Me- 
dellín :  esta  última,  primero  destrozada  por  las  aguas,  acrecieiita  de 
un  modo  uniforme  su  altura,  que  llega  al  cabo  á  más  de  2,500  me- 
tros, siendo  su  paso  más  notable  la  quiebra  del  Nuz  (1,576),  que 
sólo  domina  unos  pocos  hectómetros  el  largo  valle  del  Porce 
(afluente  del  Nechí),  en  tanto  que  á  la  derecha  desgaja  largos 
ramales  hacia  el  Magdalena,  en  los  cuales  á  cierta  distancia  apa- 
recen altos  topes,  ruinas  de  otra  crestería  que  por  fin,  después  de 
la  hoz  de  Svan  Roque  ó  Nudillales,  se  muestra  entera  pero  más 
baja,  y  es  la  que  entonces  desgaja  estribos  hacia  el  gran  río,  que- 
dando entre  las  dos  la  altiplanicie  de  Rionegro  (que  guarda  la 
parte  superior  del  curso  del  Nare),  al  S.  de  la  cual  las  une  el  lomo 
de  pantanillo  (2,400),  poco  alzado  sobre  tal  llanura  y  que  atranca 
i\é\Alío  Paeira  (3,000).  La  crestería  que  forma  la  pared  E.  del 


Nueva  Gfografia  de  Colombia 


candn  de  Antioquia,  si  al  principio  se  presenta  con  escasa  altura 
(SOO-7oo)>  ^  poco  y  casi  de  repente  alcanza  grande  elevación 
iCAorrosiiaruos,  2,404)  y  aun  présenla  una  cumbre  paramosa  {Santa 
Inés  2,890),  al  S.  de  la  cual  se  ensancha  en  la  cuenca  de  Ovejas ; 
luego  sigue  un  poco  más  deprimida  á  unirse  con  la  primera  por  un 
dique  transversal,continuac¡i5n  del  de  Pantanillo,  en  cuyos  extremos 
es^n  las  cimas  culminantes  de  toda  la  Mesa  (Pfrn'ra,  3,000 ;  Sait 
Miguel,  3,000),  y  que  al  mediodía  se  apoya  en  encrespados  estribos 
cuyos  destrozados  extremos  tienen  al  pie  el  cañón  de  Arma.  En  fin, 
entre  el  Nechí  y  el  Porce  corre  otra  crestería  que  se  une  á  la  de 
Santa  Inés,  al  N.  de  Ovejas,  después  de  dar  paso  al  Guadalupe  y  al 
Grande,  que  se  forman  á  su  respaldo  y  levanta  la  extensa  paramera 
de  Santa  Rosa,  dominada  por  el  cerro  de  Sun  José  (2,739)  Y  ^^  ^ 
modo  roída  y  abarrancada  por  las  aguas,  que  setneja  un  dédalo  de 
cuchillas,  altas  y  diminutas  cresterías,  y  en  pequeño  es  una  repre- 
sentación de  toda  la  mesa  Antioqueña,  que  alzada  entre  las  del 
Chocó  (W.)  y  Santander  (E.),  es  caos  de  crestas,  profundos  valles, 
reducidas  planicies,  y  de  que  puede  dar  idea  la  osamenta  de  una 
mano  tendida  de  SW.  á  NE. 


Fipira  55— El  Bordoncillo  y  I.a  Cochs  (según  Rciss  y  fitUbelJ 


146  NvEVA  GeografÍa^ds  Colombia 


Al  mediodía  de  la  mesa  Antioqueña  la  cordillera  se  recoge  en 
un  sólo  cuerpo,  se  levanta  salvaje  é  imponente  y  describe  un  arco 
en  tomo  del  macizo  del  Oro  (Chocó),  arco  que  principia  en  el  Alto 
..  de  Pereira  y  termina  en  el  boquerón  del  Quindío,  encierra  las  al- 
turas gigantes  de  Colombia,  y  que  por  su  ancho  tope  y  ñancos  fra- 
,  gosfsimos  constituye  la  más  bella  sección  de  los  Andes  colombianos, 
,  merced  á  sus  volcanes,  sus  picos  nevados,  sus  llanuras  tan  altas 
como  las  cimas  de  los  Alpes,  y  sus  lagunas,  que  á  un  tiempo  derra- 
man aguas  al  Cauca  y  al  Magdalena,  que  con  curso  acelerado  y 
.  por  ardientes  valles  ruedan  á  sus  pies  (ñgs.  53  y  57)- 

En  seguida  del  Alto  de  Pereira  se  alzan  los  picos  destroza- 
dos de  Los  Parados  y  Las  Palomas  (3,600),  á  los  cuales  siguen  los 
pasos  del  Páramo  de  Sonsón  (3,200);  á  poco,  en  las  explanadas  y 
altos  valles  de  San  Fe'lix,  alzados  4  kilómetros,  se  preludia  la 
pampa  soberana  del  macizé  central  de  Colombia,  que  en  su  centro 
alinea  la  mesa  del  Ruiz  (Herveo),  los  picos  del  mismo  y  de  Sania 
María  y  el  derruido  cráter  del  Quindío;  al  W.  levanta  la  Olleta^ 
las  moles  del  Cisne  y  Sania  Isabel,  y  al  SE.  se  exorna  con  f^l  ?!>//- 
ma  (5,6 1 8),  el  coloso  del  Nuevo  Mundo  al  N.  de  la  equinoccial, 
rodeando  esas  cúspides  nevadas  con  páramos  tan  extensos  como 
elevados,  muchos  de  los  cuales  también  visten  blanco  cendal  en  las 
épocas  de  los  mayores  fríos.  Después  la  cumbre  se  aminora  para 
abrir  los  pasos  del  Quindío  y  Calar cá  (3,400),  siendo  este  último 
el  más  bajo  de  la  cordillera  entre  El  Ruiz  y  Los  Pastos.  Al  E.  el 
macizo  desprende  sus  estribos  como  radios  á  morir  en  las  llanuras 
del  N.  del  Tolima,  desde  el  Coello  hasta  el  I^  Miel,  en  tanto  que 
al  W.  primero  crea  con  sus  contrafuertes  una  serie  de  ásperas 
cuchillas  y  cañones  extendida  de  Sonsón  á  Pereira,  pasando  por 
Arma,  y  luego  una  gran  cuenca  intermedia  del  Cauca  y  la  cum- 
bre, la  cual  constituye  la  hoya  del  La  Vieja,  que  es  como  un  resu- 
men de  las  tierras  comarcanas  y  guarda  en  su  centro  la  llanura 
de  su  nombre,  murada  al  W.  por  la  serranía  de  los  Pijaos, 

La  cordillera  en  los  dos  grados  siguientes,  mientras  guarda 
el  valle  del  Cauca,  no  pierde  nada  de  su  majestad  y  su  belleza : 
tras  la  depresión  de  Calarcá  aparecen  las  apretadas  breñas  de 
Barragán,  ruinas  de  extenso  macizo  coronado  por  solitario  pico 
llamado  por  esto  el  ojo  de  Sania  Caialina,  mojón  de  la  línea  más 
corta  de  Bogotá  al  mar ;  breñas  que  hacen  pareja  á  las  del  Huila, 
situadas  más  al  S.  Entre  ellas  el  tope  de  cordillera  es  doble,  dividi- 
da en  largos  surcos  que  las  aguas  dejan  rumbo  del  W.  por  agres- 
tes boquerones,  de  suerte  que  la  serie  E.  de  cimas  es  lo  que  puede 
mirarse  como  el  lomo  de  la  Cordillera,  en  este  largo  trayecto  ni  un 
punto  inferior  á  3,500  metros  de  altura,  con  breve  falda,  cabezos 
hasta  de  casi  un  millar  de  metros  más][elevados,  algunos  de  ellos 
con  perfil  salvaje  y  ruinoso  que  contrasta  con  otras  porciones  ve- 
cinas de  forma  apenas  ondulada.  El  Huila,  como  Barragán,  vol- 
cánico y  nevado  pero  más  alto,  presenta  la  misma  fragosa  irradia- 
ción de  estribos  orientales,  alguno  de  los  cuales  se  prolonga  en 
apariencia  hacia  el  NE.  á  encontrarse  con  los  no  menos  singulares 
qUe  la  cordillera  primaria  despide  entre  el  Tolima  y  Barragán, 
para  encerrar  la  extraña  hoya  del  Saldaña,  en  tanto  que  al  me- 
^jOdía  limitan  la  del  Páez,  cuyas  aguas  se  recogen  en  la  ator- 


Nueva  Geocrafi,i 


mentada  zona  de  tiempo  atrás  denominada  lierra  admiro.  Entre 
el  Huila  y  el  Puracé,  la  cresta  magistral  compuesta  de  páramos 
altísimos  y  de  formas  salvajes,  da,  no  obstante,  paso  con  cierta  fa- 
cilidad, puesto  que  tres  sendas  la  cruzan  y  enlazan  los  valles  ale- 
daños. 

La  cordillera  en  el  larg-o  trayecto  descrito  se  apoya  al  W.  so- 
bre la'llanura  del  valle  del  Cauca  por  medio  de  breves  y  robustos 
contrafuertes,  que  no  se  alargan  sino  en  el  Huila,  donde,  como  en 
Barragán,  crean  un  valle  longitudinal,  más  corto,  al  pie  de  la  cumbre 
el  del  Palo,  murado  al  W.  por  las  breñas  del  Pitayd,  y  abriéndose 
además  entrámales  para  dividir  el  valle  del  Cauca  del  de  Po- 
payán,  de  suelo  más  alto  y,  como  el  de  Arma,  lleno  de  altibajos. 
Al  contrario,  al  E.,  conforme  ya  se  dijo,  la  cordillera  desgaja  de 
los  nevados,  verdaderos  estribos  cuyos  revueltos  remates  se  con- 
funden con  otro  relieve  subordinado,  que  es  el  que  domina  las 
llanuras  del  Alto  Magdalena  y  ostenta  por  cimas  principales  Los 
Órganos  de  Guagua  (l,8oo)  y  tos  peñascos  de  Natagaima. 

El  Puracé  es  el  principio  del  gran  macizo  denominado  miwimi/í 
Colombia,  por  antonomasia,  rival  en  nuestros  Andes  de  el  del  Toüma, 
porque  si  es  algo  más  bajo,  en  cambio  casi  puede  mirársele  como 


143  NusvA  Geografía  de  Colombia 


un  enorme  nudo  de  cordilleras,  ofrece  mayor  variedad  en  su  con- 
formación, y  encierra  los  orígenes  de  los  cuatro  principales  ríos  de 
la  intercordillera,  como  son  el  Cauca  y  el  Magdalena,  gemelos  tri- 
butarios del  mar  de  las  Antillas;  el  Patía,  que  lo  es  del  Pacífico;  y 
elCaquetá,  que  alcanza  el  Atlántico  por  el  Amazonas.  En  conjunto 
puede  compararse  á  un 8  (fig.  15)  que  abarca  dos  elevadas  planicies : 
al  N.  la  de  Paletará  (orígenes  del  Cauca),  al  S.  la  de  Las  Papas 
(fuentes  del  Caquetá),  de  donde  las  aguas  salen  por  enormes  boque- 
rones, siendo  del  marco  de  la  segunda  de  donde  arranca,  según  la 
concepción  vulgar,  la  gran  Cordillera  Oriental.  La  magistral,  que 
cruza  el  8  oblicuamente,  despue's  del  Puracc  alza  las  también  ne- 
vadas cumbres  de  los  Coconucos,  los  picachos  del  Paletará^  los 
topes  del  Buey  en  el  centro  de  la  figura,  y  los  páramos  de  los  Hu~ 
mosy  Fungujlla  y  SaniodomingOy  con  altura  mínima  de  4,000  me- 
tros. Del  Buey  se  desprendo  el  ramal  del  Canelo,  que  remata  en  el 
volcán  de  Sotará,  el  gemelo  del  Puracé,  pues  por  entre  los  dos  se 
despeña  el  Cauca,  y  que,  como  aquél,  se  apoya  en  vasta  irradiación 
de  breñas,  sólo  que  las  de  este  último  alcanzan  á  enlazarse  á  las 
de  la  fronteriza  cordillera  del  Chocó  (cuchilla  del  Roble),  para 
separar  los  valles  áe  Popayán  y  el  Alto  Patía,  en  tanto  que  las  del 
primero,  aun  cuando  mayores,  apenas  logran  dividir  el  Magda- 
lena de  su  afluente  el  Plata-Páez.  Al  Buey  y  al  Santodomingo 
se  enlazan  las  cumbres  no  menos  altas  del  Papas,  el  pico  Cutanga 
y  el  Suaza,  que  acaban  de  delinear  el  8  al  Mediodía,  siendo  una 
prolongación  del  Suaza  la  que  hace  juego  á  la  mencionada  del 
Sotará,  pues  tras  alzar  los  topes  volcánicos  de  la  Fragua,  se  enlaza 
á  la  cordillera  de  Sumapaz  y  divide  por  lo  mismo  hacia  el  S. 
la  hoya  del  Magdalena  de  la  del  Amazonas  (Caquetá),  apoya- 
da en  multitud  de  variadas  estribaciones.  De  los  Humos  al  W.  se 
desgaja  un  eje  bifurcado  (páramos  de  Almaguer,  Socoboní)  que 
alcanza  con  sus  ramales  la  vaguada  del  Guachicono  y  es  célebre 
porque  se  complica  con  numerosas  cuchillas  del  Sotará,  que  se 
encorvan  sobre  él  y  forman  una  de  las  zonas  más  arrugadas  de 
Colombia  y  obligan  á  las  aguas  á  describir  arcos  superpuestos, 
siendo  los  principales  de  ellos  (Timbío,  Sotará)  las  cabeceras  del 
Patía,  que  se  une  al  Guachicono  en  ardentísima  llanura. 

En  seguida  la  cordillera  presenta  un  grupo  de  eminentes  ce- 
rros volcánicos,  como  son  /.as  Peiacas,  Jais  Atiimas  (4,242)  y  el  Tan- 
juUna,  y  describe  un  arco  para  alcanzar  el  Bordorjallo,  antes  de 
lo  cual  se  deprime  de  repente  en  Guairapungo  (2,600),  su  paso 
más  bajo  al  S.  de  Antioquia,  abierto  lateralmente  sobre  la  enorme 
grieta  del  Juanambú,  que  se  prolonga  hasta  la  de  Minamá  (Patía), 
y  por  lo  mismo  hace  juego  á  la  brecha  por  donde  el  Patía  busca  sa- 
lida al  mar.  En  esta  porción  la  cresta  se  apoya  al  E.  en  estribos 
más  y  más  largos  que  mueren  sobre  el  Caquetá,  confundidos  con 
topes  de  la  derruida  cumbre  de  la  cordillera  oriental,  en  tanto  que 
al  W.  despide  dos  cuasi  cordilleras  que  separan  el  Guachicono  del 
Mayo  y  del  Juanambú  y  mueren  en  las  ardientes  y  malsanas  plani- 
cies interandinas  del  Patía. 

Del  Bordoncillo,  la  cordillera,  un  tanto  deprimida,  va  á  empa- 
tar con  la  del  Chocó  en  el  nudo  de  Huaca,  por  medio  de  una  serie 
de  arcos,  el  primero  de  los  cuales  envuelve  el  gran  macizo  del  Gnh- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  1 49 


Ura  6  volcán  de  Pasto,  que  surge  en  la  entre  cordillera,  orillado  al 
W.  por  la  profunda  quiebra  del  Guáitara,  limitado  al  S.  por  el  Bobo, 
y  se|>arado  al  N.  del  Juanambú  por  un  roto  ramal  paramoso  (Ar2.n- 
da)  salido  del  nudo  de  Bordoncillo,  nudo  que  comprende  otras  cimas 
yoícánicas  subordinadas,  y  á  su  pie  E.,  entre  dos  ramales  parámosos 
encierra  la  célebre  Cocha  (laguna)  de  Pasto,  origen  del  Putumayo, 
río  que  los  mismos  ramales  separan  del  Caquetá  y  el  Ñapo,  ayu- 
dados en  este  último  trabajo  por  los  contrafuertes  del  trozo  de 
cumbre  que  termina  en  Huaca.  Por  lo  que  hace  á  las  faldas  occi- 
dentales de  esta  ultima  zona,  se  muestran  en  extremo  fragosas,  y 
más  y  más  cortas  acaban  todas  sobre  la  grieta  Carchi-Guáitara. 

En  fin,  del  nudo  de  Huaca  al  Cayambe,  ó  sea  en  el  arco  con 
que  la  magistral,  más  y  más  alta,  envuelve  el  volcán  de  Imbabura  y 
la  hoya  del  alto  Mira,  la  cordillera  es  ecuatoriana  por  su  derruido 
flanco  occidental,  y  colombiana  por  el  opuesto,  donde  entre  gran- 
des estribos  se  forman  los  ríos  Aguarico  y  Coca,  los  mayores  afluen- 
tes del  Ñapo. 

c)  Cordillera  de  Sumapaz  ú  Oriental — Esta  cordillera,  la  más  im- 
portante de  los  Andes  colombianos  desde  el  punto  de  vista  de  su 
longitud,  anchura  y  configuración  topográfica,  es  también  la  que 
se  suele  describir  con  más  brevedad  por  aquellos  que  confunden 
los  ejes  orográficos  con  las  líneas  de  cúspides  ó  con  las  divisorias 
de  ag^as  ó  magistrales.  La  cordillera  de  Sumapaz  para  los  co- 
lombianos se  extiende  del  nudo  de  Las  Papas  á  la  península  Goa- 
jira,  separando  la  vaguada  del  Magdalena  de  las  grandes  llanu- 
ras orientales  y  de  la  cuenca  de  Maracaibo,  y  también  estas  úl- 
timas dos  regiones  entre  sí,  por  medio  de  un  ramal  que  envía 
á  morir  en  tierra  venezolana,  cuando  en  realidad  la  cordillera  se 
dirige  de  SW.  á  NE.,  del  pie  de  la  del  Quindío  hacia  el  lago  de 
Valencia,  en  toda  su  longitud  compuesta  de  múltiples  cuencas,  cres- 
terías y  nudos,  en  especial  hacia  el  centro,  de  suerte  que  es  un 
hermoso  resumen  de  todo  el  sistema  andino,  siendo  de  no  lejos 
de  ese  centrode  donde  se  desgaja,  rumbo  del  N.,  un  poderoso  ra- 
mal que  es  el  que  muere  en  la  Goajira  y  sepai  a  el  golfo-lago 
de  Maracaibo  del  valle  del  Magdalena,  debiéndose  sí  advertir  que 
hay  motivos  para  mirarlo,  en  una  porción  á  lo  menos,  como  parte 
de  sistema  de  montes  Caribes. 

De  lo  que  antecede  resulta  que  la  Cordillera  de  Sumapaz  se 
divide  en  tres  zonas  bien  marcadas :  la  septentrional,  la  central  y 
la  meridional. 

La  zona  septentrional  principia  en  el  cuello  de  la  península 
Croajira,  sobre  llanuras  apenas  alzadas  90  metros  sobre  el  mar,  en 
forma  de  montículos  que  pronto  se  apiñan  para  constituir  los  Mon- 
tes de  Oca  (alto  del  Cedro,  600),  á  partir  de  los  cuales  el  eje  oro- 
grráñco  se  caracteriza,  se  encorva  hacia  el  S.  y  aumenta  de  repen- 
te su  altura,  puesto  que  en  Cerropintado  (3,000)  ya  alcanza  la  re- 
gión de  los  páramos.  Después  se  reduce  en  las  porciones  llamadas 
serranías  de  Perijá,  Valledupar  y  Ij}s  Motilones  {Las  Tetas,  2,500), 
donde  abre  pasos  que  sólo  miden  millar  y  medio  de  metros  de  ele- 
Tación,  las  cuales  porciones  terminan  en  el  Cerro  Bohali  (2,05 S)> 
donde  el  ramal  se  funde  con  la  mesa  de  Ocaña,  ó  sea  el  cuerpo  de 
la  cordillera  propiamente  dicho.  En  esta  zona  la  cordillera  se  apo- 


Nueva  Geografía  de  Colombu 


Figuri  57 — Parameras  }■  crcücrias di:  U  parle  central  de  la  repóa  andina 
Kseala:  I:  3,700.000 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


iSi 


ya  al  £.  en  #ortas  estribaciones  que  rematan  en  las  húmedas  lla- 
nuras de  Maracaibo,  y  casi  de  igual  manera  lo  hace  al  W.  sobre 
los  valles  del  Ranchería  y  el  Cesar,  apenas  divididos  por  un  realce  de 
la  planicie  de  Upar  (La  Esperanza,  300),  realce  que  desde  el  pun- 
to de  vista  hidrográfíco  enlaza  la  Sierra  Pintada  á  la  fronteriza 
Sierra  Nevada  de  Santamarta. 


Bobali 


Mesa  de  Ocaña 


□ 


I 


5 


•5 


Pilar  de 
Labateca 


< 

M 
•J 
-< 
Q 
O 
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M 
A 

M 

iJ 
iJ 

•< 


Jéridas 


I 


.5    Quiebra  del  Sube 


Guanentá 


e 


D 


I 


Oíte 


Tuftdama 


{     \Sabana  de  Ubati 


Tenta 


Guavio 


k5 

i 


Bogotá 


CÁqueui 


Sumapaz 


Fifrura  58 — Diagrama  del  tope  de  la  mesa  oriental 


\  Cíeogr-ifia  de  Colombia 


La  zona  central  de  la  cordillera,  en  una  longitud  de  casi 
cinco  grados  alcanza  anchura  que  excede  de  SO  leguas  y  cons- 
tituye una  especie  de  gig-antcsco  cuadrilátero  de  breñas  donde 
cabrían  holgadamente  Suiza,  Btlgica  y  Holanda.  Difícil,  si  no  im- 
posible, es  dar  una  idea  clara  del  relieve  de  esta  revuelta  región, 
donde  las  crestas  paramosas  alcanzan  su  máximo  desarrollo,  se 
entremezclan  del  modo  más  vario,  ora  enlazadas,  ora  discontinuas, 
y  alternan  con  extensas  altillanuras  y  profundos  valles.  En  tesis 
general,  la  distribución  de  las  [¡randes  cimas  indica  tres  series  pa- 
ralelas tendidas  del  NE.  al  S\V.,  de  las  cuales  la  occidental  apenas 
marcada  por  algunas  cumbres  paramosas,  la  central  con  sólo 
un  par  de  soluciones  de  continuidad,  y  la  oriental,  casi  como  la  an- 
terior;  además,  las  dos  últimas,  unidas  en  sus  extremos  por  di- 
ques transversales,  forman  allí  enormes  parameras.  Unida  esta 
característica  á  la  hidrográfica,  tendremos  hacia  el  N.  la  mayor 
parte  de  Jas  tierras  altas  englobadas  en  la  cuenca  de  Maracaibo 
y  la  Orínoquia,  al  centro  absorbidas  por  la  Magdalenia,  y  al  S, 
casi  por  igual  repartidas  entre  ésta  y  la  hoya  del  Orinoco. 


Figura  59— El  Camiüo  Ju  IlonJ.i,  st-gún  Miltican  (1891) 


NuiVA  GkOGKAFIA  DB  CoLOMBIA  153 


De  BobaH  al  S.  la  magistral,  muy  rebajada  (Serranía  de  Oca- 
ña),  es  el  reborde  de  una  mesa,  reborde  que  más  al  mediodía  por 
un  momento  excede  de  3,000  metros  (Cerro  Pelado ^  3,610)  y  que 
en  frente  y  al  £.  tiene  dos  aristas,  ambas  de  cumbre  paramosa, 
pertenecientes  á  la  misma  mesa  de  Ocaña,  que  surge  como  isla  en- 
tre llanuras  de  escasa  altitud,  pues  sólo  al  SSE.  se  enlaza  á  una 
crestería  imponente  que  desciende  rumbo  del  Sur,  separando  el 
Lebrija  (W.)  del  Zulia  (E.),  al  Oriente  se  apoya  en  g-randes  estrii. 
bos  de  no  inferior  altura,  al  ocaso  desgaja  inñnidad  de  cuchillas^ 
termina  en  el  nudo  de  Santurbán,  y  hacia  su  centro  ofrece  la  grap 
dtpresión  del  Escorial  (2,879),  ^n^re  macizos  de  más  de  4,000  de 
altitud  sobre  el  mar.  > 

■  El  nudo  de  Santurbán  (4,000)  no  es  sino  el  vértice  W.  del  /¥- 
lar  de  Lahatecüy  magnífica  cuenca  triangular  cuyo  muro  N.  pasa  por 
el  mediodía  de  Pamplona  y  en  el  páramo  Tamd  penetra  en  Vene- 
zuela, en  tanto  que  el  reborde  S.,  lanzando  estribos  á  este  rumbo 
más  y  más  largos,  va  á  culminar  en  la  Mesa  Colorada  (4,400),  á  poco 
de  la  cual  se  une  al  muro  E.  de  la  cuenca,  desprendido  de  la  Sierra 
Nevada  de  Chita  y  el  único  derruido  en  un  punto  (entre  Imá  y  Ta- 
ma), para  dar  paso  al  río  Sarare,  formado  dentro  del  Pilar  y  que 
luego  se  divide  para  tributar  al  Apure  y  al  Arauca.  Hacia  el  N.  del 
Pilar  las  tierras  descienden  sobre  la  hoya  del  Zulia,  forman  los  va- 
lles de  Cücuta,  guardan  el  thalweg  del  Táchira  (frontera)  y  se  piei;- 
den  en  la  misma  llanura  en  que  lo  hacen  los  estribos  orientales  de  la 
mesa  de  Ocaña.  Hacia  el  S.  los  grandes  estribos  de  dicho  Pilar  é 
cuenca  de  Chitagá  terminan  sobre  el  Chicamocha,  que  allí  rueda 
por  un  enorme  cañón  E-W.  (Sube)  que  taja  sus  extremos,  menos  los 
del  más  occidental  de  ellos,  porque  éste  se  pierde  en  la  mesa  de  J^- 
ridas  y  divide,  por  lo  mismo,  las  hoyas  del  Sogamoso  y  del  Lebrija. 
De  la  Sierra  de  Chita  la  magistral  dobla  al  SW.  con  varia 
anchura  y  altitud,  en  lo  general  considerable,  pues  sólo  en  un  puni- 
to  angosta  su  cresta  y  no  alcanza  á  3,000  metros  de  altura,  bieti 
que  en  seguida  de  eso  como  que  hace  un  nuevo  esfuerzo  y  entre 
páramos  guarda  la  cuenca  del  lago  de  Tota.  En  este  trayecto, 
hacia  eí  E.,  despide  largos  y  fuertes  estribos  que  se  pierden  en  las 
llanuras  de  (^asanare,  después  de  revolcar  una  serranía  subordina- 
da cuyos  restos  aparecen  aquí  y  allá  al  pie  de  la  cresta  principal  * ; 
en  tanto  que  al  W.,  primero  forma  las  ásperas  breñas  del  Cocuy, 

*  Este  frente  oriental  de  los  Andes  colombianos,  aun  cuando  en  toda  s« 
longitud  da  sobre  inmensa  llanura,  se  descompone  en  dos  porciones  cuyo  límite 
es  el  Guaviare :  la  Meridional,  6  sea  de  Uribe  al  Coca,  tiene  cierta  semejanza 
con  el  frente  occidental  ó  del  Chocó,  del  cual  se  diferencia  por  ser  acá  diverso 
el  régimen  de  los  vientos  y  las  lluvias,  no  tener  cercano  el  mar  y  ser  mú  alto  j 
compacto  el  muro  de  rocas  que  bate  medio  ano  el  Alisto,  lo  que  ha  producidlo 
allí  distinto  aspecto  topográfico.  La  Septentrional  á  las  características  anteriores 
agrega  una  jamás  tomada  en  cuenta  y  que  sin  duda  ninguna  es  la  causa  de  que 
á  su  pie  la  llanura  sea  llano^  es  decir,  superficie  plana  que  no  produce  sino  gra- 
míneas :  nos  referimos  á  la  salobridad  de  las  a£uas  que  la  cruzan,  porque  esa 
porción  de  la  cordillera  bfen  merece  el  nombre  de  Andes  de  la  sal^  ya  que  enor- 
mes bancos  de  esta  roca  afloran  dondequiera  en  esa  pared  de  breñas.  En  la  re- 
gión meridional  no  hay  sal  y  la  llanura  en  vez  de  llano  es  selva. 

iVfMptf  Geografía  de  Colombia  tomo  i^i  i 


NuzvA  Geografía  de  Colombia 


rigurt  6o— Ejes  de  cuiiibcM  en  la  regirn  ccninil  ilc  la  cürJilIcra  de  Sum»pM 


Nueva  Geografía  de  Colombia  155 


lu^o  se  apoya  sobre  el  cañón  del  Sube-Chicamocha  (que  ha  do- 
blado al  mediodía  formando  martillo),  y  por  último,  amuralla  por 
esta  parte  la  extensa  altillanura  de  Tundama  (Sogamoso),  la  que 
también  envuelve  por  el  S.,  para  lo  cual  la  magistral  cruza  al  W.,  en 
busca  del  nudo  de  Tunja,  j)orque  orográficamente  lo  que  hay  en  esta 
parte  son  unas  crestas  paramosas  y  paralelas  que  de  la  altillanura 
bajan  al  lejano  cañón  del  Somondoco,  también  excavado  transver- 
salmente,  pero  de  W.  á  E.,  siendo  el  conjunto  de  breñas  que  llenan 
el  declive  de  la  cumbre  hacia  ese  cañón,  lo  que  se  denomina  por  an- 
tonomasia Valle  de  Tenza .  Las  dichas  crestas  paramosas  forman 
magistral,  conforme  se  dijo,  porque  enlazan  sus  estribos  laterales 
hacia  los  5^30'  de  latitud  N. 

Del  nudo  de  Tunja  (Gachaneque)  sigue  hacia  el  NE.  un  plie- 
gue de  tope  paramoso  que  pronto  excede  en  algunos  lugares  de 
4yOOO  metros  de  altura,  y  luego  se  ensancha  y  bifurca  en  Guan/wa, 
siendo  este  muro  el  que  por  el  W.  limita  la  llanura  de  Tundama  y 
el  cañón  del  Chicamocha,  ambos  seguidos  á  manera  de  sinclinal 
que  así  resulta  dividida  de  las  tierras  de  Guanentá.y  del  Saravita, 
que  se  dilatan  al  W.  del  mencionado  muro,  cuyo  bifurcado  extremo 
es  roto  por  el  codo  del  Chicamocha  frente  á  las  breñas  del  Cocuy. 

La  mesa  de  Jéridas  se  enlaza  al  W.  con  la  baja  Serranía  de 
La  Paz,  que  en  parte  divide  el  Lebrija  del  Magdalena,  parece  ser 
la  continuación  del  muro  W.  de  la  mesa  de  Ocaña,  es  rota  luego 
por  el  cañón  del  Sube,  y  en  seguida  se  eleva  rápida  para  formar 
las  cumbres  de  los  Uon'guíes,  Los  Cobardes  (páramos)  y  La  Peña  de 
Vélez,  donde  se  humilla  bastante  (2,300),  siendo  este  largo  muro,  de 
rumbo  casi  NS.,  el  que  tiene  á  su  píe  É.  el  cañón  del  Saravita,  ge- 
melo de  el  del  Chicamocha  (al  cual  cañón  lo  une  al  N.  la  grieta 
transversal  denominada  Sube);  y  si  á  ese  lado  se  muestra  con  fal- 
das breves  y  ásperas,  al  W.  desgaja  largos  ramales  que  se  pierden 
en  las  selvas  ribereñas  del  Magdalena  y  separan  el  bajo  Sogamoso 
(Chicamocha)  del  Colorada,  del  Opón  y  del  Carare. 

El  dicho  eje  de  los  Lloriquíes,  á  partir  de  la  peña  de  Vélez 
ó  La  Paz,  describe  un  arco  por  Seboruco  y  sigue  al  S.  para  ence- 
rrar por  el  W.  las  altiplanicies  de  Ubaté  y  la  Sabana,  ora  con 
grandes  alturas  (Peña  de  Saboyá,  4,000,  y  peña  de  Sumangá,  3,600), 
ora  con  topes  menos  altos,  pero  cuya  crestería  puede  seguirse  ente- 
ra hasta  Facatativá.  Enfrente  de  dicho  pliegue  surge  el  que  limita 
al  W.  el  Valle  de  Tenza  (Ovejeras),  que  es  una  prolongación  de 
Gachaneque  (nudo  de  Tunja)  que  se  pierde  en  la  Sábana, no  sin  unir- 
se al  antenor  por  un  dique  transversal  (Tausa),  para  dividir  esta 
llanura  de  la  de  Ubaté,  que  hidrográficamente  se  enlaza  al  cañón 
del  Saravita  como  la  de  Tundama  lo  hace  al  del  Chicamocha.  Un 
ramal  paramoso  desprendido  del  Ovejeras  hacia  el  N.,  por  el  E.  de 
Ubaté,  forma  entre  esta  cuenca  y  la  de  Tundama  el  valle  de  Leiva, 
adosado  por  el  SE.  al  valle  de  Tenza,  pero  cuyas  aguas  (río  Moni- 
quirá)  salen  al  Saravita,  frente  al  circo  breñoso  de  Vélez.  Ese  eje, 
rebajado  y  más  ó  menos  roto,  sigue  rumbo  del  N.  paralelo  á  los 
Lloriquíes  y  al  muro  W.  de  Tundama,  hasta  Aratoca  (frente  á  Jéri- 
das), y  á  la  vez  que  por  el  E.  domina  el  cañón  del  Saravita,  da  paso 
á  las  aguas  que  bajan  de  los  valles  de  la  dicha  cordillera  W.  de 
Tundama  por  sendas  hoces.  Uno  de  estos  ríos  (el  Fonce,  San  Gil) 


t$6  NuivA  Geoghafia  di  Colombia 


ocupa  una  gran  cuenca  formada  entre  dicho  reborde,  y  otro  que 
de  Aratoca  corre  a!  E.  á  unirse  con  el  brazo  izquierdo  de  la  bifur- 
cación de  Guantiva,  quedando  entre  él  y  dicho  brazo  el  valle  de 
Onzaga.  En  una  palabra,  toda  esta  región  de  San  Gil,  situada  entre 
Bucaramanga,  Vélcí  y  Tundama,  no  es  sino  una  antigua  llanura  de 
nivel  más  bajo  y  al  presente  dividida  por  la  erosión  en  multitud  de 
tableros. 


Fisiir*  6l  -'  Ixs  Call/joHts    iint¡eu<^  <  amiim  At  Ociiía  á  CiiclI*H-l)cl  llbum  de 


De  Tunja  hacia  el  SE.  y  por  el  lado  H.  de  Gachaneque  corre 
una  serie  de  topes  parámosos,  rotos  por  las  aguas  que  salen  al  Ta- 
■  He  de  Tenza  ;  pero  desde  el  Albarracfn  el  lomo  se  reconstituye  y 
forma  el  muro  oriental  de  la  Sabana,  el  que  aun  cuando  ofrece  al- 
gunas depresiones,  en  lo  general  aumenta  su  altura  sin  cesar:  al 
respaldo  de  la  capital  ya  eleva  cimasde  3,760  metros  (CruMvtrdt), 
y  un  poco  al  S.  de  ella  alcanza  á  4,000  en  /jjs  Animas,  después  de 
bajar  á  3, 200  en  el  Boquerón  de  Chipaque.  Sobre  la  Sabana  se  apo- 
ya esta  cordillera,  que  es  magistral,  en  estribos  dirigidos  del  S.  al 
N.^y  al  opuesto  lado,  después  de  laniar  algunos  contrafuertes  al 
valle  de  TenM,  desprende  un  elevado  estribo  que  cierra  ese  valle 
por  el  S.,  lo  divide  de  el  del  Guavio  y  s-  aproxima  ¿  los  remates 
meridionales  del  páramo  de  Tibamá,  que  corren  paralelos  á  los  di 


Nueva  Geografía  di  Colombia  157 


la  cuenca  de  Tota,  con  lo  cual  resultan  los  tres  valles  aledaños  del 
Garagoa,  el  Leng^pá  y  el  Upía,  abiertos  de  N.  á  S.,  que  se  funden 
•n  el  surco  transversal  del  Somondoco-Guavio  y  constituyen,  j)or 
lo  mismo,  una  excepción  en  el  rumbo  de  las  vagfuadas  que  se  dirigen 
sobre  el  Llano,  lasque  tanto  hacia  el  N.  como  hacia  el  S.  de  ellos, 
siguen  de  preferencia  la  dirección  contraria  ó  transversal. 

Hacia  el  NE.  de  Bogotá,  el  muro  E.  de  la  Sabana  constituye 
un  nudo  p)aramoso  de  donde  arranca  un  alto  lomo  interpuesto  entre 
el  Guavio  y  el  Negro ;  lomo  que  á  poco  se  enlaza  con  una  elevada 
arista  NS.  que  sustenta  las  cimas  de  los  Farallones  y  de  Chingasa 
(3>690),  guarda  las  cabeceras  del  Guatiquia,  apoya  sus  estribos 
orientales  en  la  llanura,  y  no  es  sino  continuación  de  la  cordillera 
oriental  de  Tundama  (Tota),  partida  en  fragmentos  por  los  enor- 
mes boquerones  del  Guavio  y  el  Rionegro,  río  éste  cuya  quebrada 
cuenca  (valle  de  Cáqueza)  se  abre  al  respaldo  de  Bogotá. 

La  cordillera  oriental  de  la  Sabana,  en  el  Páramo  de  las  Ani- 
mas desprende  hacia  el  N.  un  estribo  que  se  bifurca  á  poco :  el 
brazo  más  elevado  acaba  en  la  llanura  frente  á  la  capital ;  el  otro 
cruza  al  N.  para  desdoblarse  á  su  turno :  el  ramal  de  la  izquierda 
forma  las  altas  peñolerías  de  Subia  y  Tibacuy,  que  se  encorvan 
hacia  el  S.  entre  el  Bogotá  y  el  Fusagasugá ;  el  de  la  derecha  es 
roto  por  el  Funza  (Salto  de  Tequendama),  y  á  modo  de  simple  re- 
borde meridional  de  la  Sabana,  lleno  de  boquerones,  va  á  empa- 
tar en  Los  Robles,  al  W.  de  Facatativá,  con  el  muro  occidental  de 
la  llanura  ya  mencionado. 

La  masa  total  de  la  cordillera  de  Sumapaz,  al  E.  de  la  Sa- 
bana, desgaja  sus  estribaciones  hacia  la  gran  llanura,  en  tanto  que 
al  W.  domina  el  valle  del  Magdalena  ;  pero  la  topografía  de  esta 
vertiente  es  muy  diversa.  De  Girardot,  ó  sea  de  la  boca  del  Bogotá 
i  la  del  Ermitaño  (entre  4°  y  5°  L.  N.),  corre  inmediato  al  gran 
río  un  relieve  que  lo  separa  de  las  hoyas  paralelas  del  Seco,  el 
Negro  y  el  Carare,  á  trechos  entero,  á  trechos  hendido  por  bre- 
chas, ora  con  escaso  relieve,  ora  con  bastante  altura  {El  Sargento, 
1^00).  Entre  este  lomo  y  las  íz//;*p/a«zh«  surge  otro  que  avanza 
más  al  N.,  puesto  que  muere  abajo  de  Puerto  Berrío,  separa  suce- 
sivamente el  Seco  del  Bogotá,  el  Guaduero  del  Negro,  éste  del  Mi- 
nero, y  por  último  el  Magdalena  del  Carare  (Minero).  Este  lomo,  de 
altitud  muy  varia,  si  al  mediodía  la  tiene  poca,  al  centro  la  acrecien- 
ta {Chumbamuy,  1,665  ;  Monie/rio,  2,000  ;  El  Trigo ^  1,900)  ;  después 
de  dar  paso  al  Negro  vuelve  á  encresparse  ( Caraw^^^j,  las  Quinchas, 
tas  ColiSy  3,000),  y  á  la  vez  que  entre  el  Magdalena  y  el  Carare  in- 
cesantemente sigue  perdiendo  su  altura,  por  medio  de  un  brazo, 
que  rompe  el  Minero  allí  donde  están  sus  cumbres  máximas  {Peña 
Armada,  3>6oo;  lamhrias,  4,036),  alcanza  á  unirse  á  los  páramos  del 
breñoso  arco  de  Vélez,  cuyos  estribos  del  W.  terminan  por  lo  mismo 
sobre  la  hoya  del  Carare. 

La  cordillera  occidental  de  las  altiplanicies  entre  la  peña  de 
Saboyá  y  Tausa  apoya  sus  faldas  sobre  el  Minero,  pero  de  Tausa 
sale  un  ramal  considerable  (páramo  Rabón,  3,600),  que  alcanza  á 
unirse  después  de  la  depresión  de  Yacopí  (1,600)  con.  los  estribos  de 
Caraucha,  con  lo  cual  quedan  divididas  las  hoyas  del  Minero  (Muzo) 
y  el  Negro  (La  Palma),  y  se  crea  una  región  de  maciaíoft  pie^tQ 


158  Nueva  Geografía  de  Colombia 


aislados,  notables  por  lo  destrozado  de  sus  estratas.  La  Sabana  por 
el  W.  apoya  sus  estribos  en  la  hoya  del  Negro,  pero  del  ángulo  de 
Facatativá  ó  nudo  del  Roble  desgaja  alguno  que  alcanza  á  enlazar- 
se con  la  cresta  de  Montefrlo  al  S.  de  Chumbamuy ;  y  como  un  con- 
trafuerte del  dicho  Montefrlo  se  enlaza  con  las  faldas  de  la  serranía 
ribereña  del  Magdalena,  resulta  do  este  río  al  Roble  una  especie  de 
crestería  transversal  que  se  aprovechó  para  construir  la  carretera 
de  Cambo  (E.  á  \V.),  que  marca  á  la  vez  la  divisoria  entre  la  hoya 
del  Negro  y  las  del  Seco  y  el  Bogotá,  dirigiéndose  sobre  este  ulti- 
mo los  estribos  del  reborde  meridional  de  la  Sabana. 


Figura  62— £ II  rasa  Je¡  PueiiU  Baj-üíil (coma  ic  cni^onUi.bt  en  iSjg).  Del  ilbum 
ele  la  ComisiiVn  Cort^iálica  (Íné<1ito) 

De  Las  Animas,  la  cordillera  principal,  con  eje  bien  marcado, 
se  dirige  al  SW.,  por  largo  trecho  con  altura  considerable  (páramo 
de  Sumapaz,  4,200),  entre  las  hoyas  del  Fusagasugá  al  W.  y  las  del 
Meta  y  el  Guaviare  al  E. ;  pero  i  partir  de  las  Oseras  se  deprime, 
y  en  el  paso  de  la  Providencia,  entre  Colombia  y  Uribe,  sólo  mide 
1,990  metros ;  allí  termina  la  zona  central  de  la  cordillera.  En  la 
porción  de  la  zona  central  de  Las  Animas  á  Oseras,  el  eje  se  dobla 
al  \V.  con  otro  ramal  de  páramos,  para  dejar  al  medio  el  alto  valle 
del  Sumapaz,  siendo  los  estribos  de  ese  ramal  los  que  cruzan  la 
cuenca  de  Fusagasugá  hasta  la  llanura  angosta  y  larga  que  ocu- 
pa el  fondo  de  ella  y  tiene  a!  lado  opuesto  el  relieve  de  Tibacuy. 
De  las  Oseras  al  N\V.  un  estribo  avanza  á  encontrar  ese  lomo  de 
Tibacuy  para  cerrar  la  hoya  del  Fusagasugá,  que  no  sale  al  Mag- 
dalena sino  por  una  larga  serie  de  cañones  y  boquerones,  de  los 
cuales  es  un  anexo  el  conocido  puente  natural  de  Pandi.  En  ñn,  de 
esa  cuasi  cordillera  desprendida  en  Oseras  salen  al  SW.  varios 
estribos,  importantes  algunos,  que  forman  una  singular  cuenca 
orográfica,  hoya  de  otro  Rionegro,  interpuesta  entre  la  del  Fusa- 
gasugá y  la  del  Cabrera. 

Hacia  el  E.  la  falda  de  la  cordillera  es  más  compleja :  i>  un 
lado  de  Las  Animas,  entre  los  valles  del  Río  Grande  al  N.  y  del  Ríq 


Nueva  Geografía  de  Colombia  159 


Nevado  al  S.,  que  unidos  forman  el  Ariari,  se  alza  el  cerro  Nevado 
de  Sumapaz  (4,310)  *.  Al  N.  del  Grande  se  desprende  de  las  mismas 
Animas  una  extensa  zona  de  parameras,  roída  por  la  erosión,  que 
entre  sus  breñas  guarda  las  fuentes  del  Humadea  (alto  Meta), 
separa  las  hoyas  del  Negro  de  Cáqueza  y  del  Ariari  y  termina  en 
la  llanura  de  San  Martín,  formando  una  serie  de  escalonadas  me- 
setas divididas  por  valles  de  denudación.  Del  cerro  Nevado  se 
desprende  un  estribo  que  separa  el  Ariari  de  su  afluente  el  Guape ; 
de  Las  Oseras,  con  rumbo  S.,  avanzan  otras  breñas  que  dividen  el 
Guape  del  Duda,  encierran  las  cabeceras  del  Güéjar  y  terminan 
hacia  San  Juan  de  Arama,  sobre  otra  serie  de  mesetas,  de  las 
cuales  la  más  notable  es  la  de  Yunan.  De  San  Martín,  al  E.,  la 
llanura  se  realza  un  poco  para  dividir  el  Meta  del  Ariari  (Guavia- 
re),  y  se  une  á  un  lomo  de  bajas  colinas  (la  cordillera)  donde  se 
abren  las  fuentes  del  Vichada,  y  que  por  medio  de  terrazas  se  pro- 
longan entre  esos  dos  ríos  hasta  la  vaguada  del  Orinoco.  En  fin, 
de  las  Oseras  á  La  Providencia  los  ramales  E.  de  la  cordillera  se- 
paran el  Duda  del  Papamene  y  se  pierden  sobre  el  surco  transver- 
sal (W.E.)  que  sigue  el  Guayabero  para  salir  á  la  llanura  (fig.  58). 

En  resumen,  Catatumbo —  Cañaverales  —  Saravita  —  Ubaté 
Sabana — Fusagasugá ;  Zulia — Charalá — Moniquirá — Sabana — Fu- 
sagasugá;Valegrá — Chicamocha — Tundama — Tenza — Gacheta — 
Cáqueza,  forman  las  grandes  estrías  que  excavan  el  tronco-meseta 
de  la  región  central  de  la  cordillera. 

La  zona  meridional  de  la  cordillera  de  Sumapaz,  la  que  se 
extiende  de  La  Providencia  á  I^  Fragua,  tiene  tipo  más  acentuado 
de  cordillera  propiamente  dicha,'en  especial  al  W.,  donde  sus  múl- 
tiples estribos  dirigidos  hacia  el  Magdalena,  caen  sobre  un  ihalweg 
más  y  más  alto  (Magdalena-Suaza),  de  suerte  que  al  Sur  de  los 
3®  de  L.  N.,  ya  se  les  puede  mirar  como  confundidos  con  los  opues- 
tos de  la  cordillera  del  Quindío,  y  convertido  el  valle  en  una  mese- 
ta que  aquel  río  cruza  de  raudal  en  raudal,  en  especial  antes  de 
que  se  apodere  de  la  vaguada  del  Suaza,  que  es  la  que  marca  el 
eje  de  la  sinclinal,ó  sea*de  la  línea  de  máxima  pendiente  que  divi- 
de el  Tolima  (alto  Magdalena)  en  dos  porciones  desiguales.  En  esa 
extensa  falda  W.  de  la  cordillera  no  hay  estribo  ó  ramal  digno  de 
especial  mención.  Cuanto  al  lomo  mismo,  que  divide  el  Magdalena 
de  la  Amazonia,  en  lo  general  no  presenta  grande  altura,  pero 
tampoco  guarda  pasos  que  no  excedan  de  2,000 ;  sólo  un  j)oco  al  S. 
de  Neiva  se  eleva  al  nivel  de  los  páramos  (Los  Fardaos),  bien  que 
en  seguida  vuelve  á  deprimirse  en  el  Paramillo  (1,980),  ya  sobre  el 
Suaza,  donde  apenas  se  alza  unos300  sobre  la  vaguada  de  ese  río.  Es 
allí  donde  se  enlaza  con  el  gran  ramal  desprendido  de  Las  Papas 
y  donde  puede  decirse  termina  ó  principia  la  cordillera,  porque  más 
al  S.,  rota  por  las  aguas  y  destrozada  por  los  estribos  de  la  cresta 
del  Quindío,  todavía  aparece  en  el  Caquetá  como  topes  sueltos  que 
no  vuelven  á  reintegrarse  sino  en  territorio  del  Perú  (fig.  SS).  Al  E. 
los  estribos  son  complejos  y  el  eje  de  la  cordillera  doble,  de  suerte 


*  Como  esta  cima  no  guarda  nieve  sino  pocos  meses  en  el  año,  su  altura  tie^ 
juc  ser  menor  de  4,6cx>  metros.   La  señal 
nométiico,  conforme  se  explica  en  su  lugar. 


"— '  —  - — —    — -.-  —    — ^ — g —      y   —  — — .. 

ne  que  ser  menor  de  4,6cx>  metros.   La  señalada  aquí  se  deduce  de  cálculo  trigo- 


i6o 


Nueva  Geografía  de  Colomua 


que  en  su  lomo  se  forman  los  elevados  valles  longitudinales  del  alto 
Guayabero  y  el  Balsillas,  quedando  entre  ellos  y  hacia  el  E.  la 
agreste  crestería  de  Los  Picachos^  enorme  conjunto  de  breñas  de 
donde  arrancan  más  lejos  las  terrazas  que  guardan  las  fuentes  del 
Uaupes  y  dividen  las  hoyas  del  Orinoco  y  del  Amazonas.  Al  S.  de 
Balsillas,  los  estribos  acentúan  más  y  más  su  rumbo  al  mediodía ; 
aquí  y  allá  alzan  cumbres  más  altas  que  las  de  la  cresta  principal, 
y  al  fin  mueren  sobre  el  Caquetá,  río  que  también  recoge  las  aguas 
nacidas  entre  los  que  les  anteceden.  Esta  porción  de  las  breñas  an- 
dinas, del  nudo  de  las  Papas  á  la  Ceja  y  la  falda  E.  de  la  cordillera 
hasta  al  Guayabero,  deja  aun  qué  desear  en  su  exploración,  apenas 
realizada  groso  modoy  por  lo  cual  sería  conveniente  se  llene  cuanto 
antes  el  vacío  apuntado. 


Océano    Ikcfeco 


Figura  63 — Ejes  montañosos  en  el  Departamento  de  Panamá— £1  grosor  del 
.    trazo  es  proporcionado  á  la  elevación  y  anchura  de  las  serranías 

Los  Montes  Caribes  ♦ — /.*  Serranía  ístmica  ó  di  Panamá — El 
eje  orográfico  ó  de  cumbres  que  constituye  la  serranía  de  Panamá, 
á  partir  de  la  frontera  costarricense,  corre"  de  W.  á^E.  describiendo 
dos  curvas ;  en  la  primera,  apenas  perceptible,  su  mole  es  alta  y 
maciza :  en  la  segunda,  de  acentuado  seno,  la  cumbre  se  rebaja 
hasta  desaparecer,  ó  poco  menos,  en  algunos  puntos,  levantando  las 
mayores  cimas  fuera  de  la  divisoria  de  aguas.  La  primera  comunica 
á  la  regi(^n  un  marcado  aspecto  continental,  y  sus  flancos  se  com- 
plican aquí  y  allá  con  estribaciones  de  considerable  relieve  ;  la  se- 
gunda constituye  una  región  de  istmos  y  colinas,  de  topografía  muy 
diversa  de  la  anterior.  Hacia  el  oriente  la  serranía  ístmica  se  en- 
laza con  la  de  Baudó,  también  de  escasa  altura,  que  un  amplio  va- 
lle separa  netamente  de  los  Andes,  por  lo  cual  es  en  esa  sinclinal 
donde  principia  en  verdad  la  América  del  Sur.  Las  dos  porciones  de 


•  Anticipándonos,  es  preciso  hacer  notar  que  rocas  eruptivas  j  cainozoi- 
cas  constituyen  el  esqueleto  de  las  regiones  vecinas  del  mar  de  las  Antillas  de 
las  bocas  del  Orinoco  al  lago  de  Nicaragua,  rellenados  luego  los  espacios  inter- 
medios  por  .formaciones  post  terciarias,  lo  cual  da  á  la  comarca  una  unidad  geo- 
gráfica extraordinaria,  sólo  interrumpida  aquí  y  allá  por  los  ramales  de  los 
Andes.  Conforme  atrás  lo  dijimcs,  este  sistema  Caribe  comprende  las  serranías 
de  Panamá  y  Baudó,  los  montes  centrales  de  Bolívar,  la  Sierra  Nevada  de  Santn 
Marta  y  las  Sierras  Goajiras. 


Nueva  Gsogkafi  a  de  Colombia 


i6i 


la  serranía  de  Panamá  difieren  tanto  topográfica  como  gfeológica- 
mente,  y  entre  ellas  se  encuentra  la  depresión  de  Culebra,  en  donde 
no  alcanza  ni  aun  el  rangfo  de  colina,  pues  su  altitud  no  llega  á 
cien  metros,  y  da  paso  á  la  excavación  del  canal  de  Panamá,  lo  que 
hace  más  visible,  si  cabe,  la  mencionada  división.  En  fin,  la  serra- 
nía de  Panamá  está  dividida  de  la  de  Baudó  por  otra  depresión 
acentuadísima,  el  boquerón  de  Ti  hule,  apenas  algo  más  elevado 
que  Culebra,  y  también  propuesto  para  la  apertura  de  un  canal 
interoceánico.  La  porción  oriental  de  la  serranía  de  Panamá,  ó  sea 
la  de  los  istmos,  no  se  rebaja  en  ning^ún  otro  punto  á  menos  de  200 
metros  de  altitud,  sin  alcanzar  kilómetro  y  medio  en  ning^una  de 
sus  cumbres,  en  tanto  que  la  occidental  gana  en  altura  constante- 
mente hacia  ese  rumbo,  hasta  constituir  una  verdadera  cordillera 
cuando  penetra  en  suelo  costarricense. 


Figura  64 — Cumbres  paramosas  del  Occidente  de  Panamá 


a)  Porcilm  occidenitl :  cordilleras  de  Talamanca,  Chiriquí  y  Veraguas 
y  Sierra  de  Pencnomé — La  considerable  arista  montañosa  que  de  W. 
á  £.  cruza  á  Costarrica,  principia  á  pertenecer  á  Colombia  en  Dota, 
sirviendo  de  frontera ;  de  suerte  que  en  tanto  que  su  flanco  N.  es 
nuestro,  el  meridional  pertenece  á  la  vecina  República ;  es  la  sección 
denominada  de  Talamanca,  que  se  extiende  desde  las  montañas  pa- 
ramosas de  Dota  hasta  los  volcanes  de  Chiriquí,  ó  sea  por  una  vein- 
tena de  leguas  en  que  la  señorean  los  picos  volcánicos  Ijun,  Ka- 
mukó  y  Blanco  (^,sSi),  y  el  Robalo,  á  cuyo  pie  E.  se  dilatan  el  fecun- 
do valle  del  Sixaula  y  los  llanos  del  Changuinaula  y  el  Robalo.  En 
seguida  penetra  íntegra  en  tierra  colombiana,  alzando  también  altas 
cimas,  como  son  el  Picacho  (2, 150),  el  extinguido  volcán  de  Chiriquí 
(3,434),  de  flancos  en  partes  desnudos,  la  Horqueta  (2,000),  cuyas 
dos  columnas  abrazan  depresión  de  unos  1,200  metros  de  altitud, 
no  aprovechada  aun  por  camino  alguno  digno  del  nombre  de  tal, 
no  obstante  la  importancia  de  la  comarca.  Más  adelante  la  serra- 
nía (cordillera  de  Chiriquí),  ahora  mucho  más  próxima  á  la  costa 


102  NvKVA  Geografía  de  Colombia 


del  Norte  que  á  la  del  Sur,  ofrece  altura  media  de  unos  2,CXX)  me- 
tros y  se  compone  de  moles  que  á  modo  de  cabezos  se  apoyan  en 
un  elevado  zócalo  estriado  por  las  erosiones  con  profundos  y  an- 
gostos valles,  pero  cuya  anchura  total  no  excede  de  unos  40  kiló- 
metros, por  término  medio ;  del  un  lado,  en  la  vertiente  del  Pací- 
fico, abarca  en  forma  de  anfiteatro  la  extensa  llanura  de  David ; 
del  otro,  en  la  del  Atlántico,  envuelve  del  mismo  modo  la  gran  ba- 
hía ó  laguna  de  Chiriquí  ó  del  Almirante.  Tal  configuración  se  debe 
á  que  hacia  el  S.  dos  estribos  considerables,  la  cordillera  de 
Buríca  y  los  picachos  de  Palmas,  forman  las  cuasi  penínsulas  de 
esos  nombres,  y  hacia  el  N.,  moles  menos  aparentes  crean  las 
opuestas  y  pequeñas  penínsulas  de  Drago  y  Tobólo,  entre  las  cua- 
les surge  el  archipiélago  que  divide  la  laguna  del  mar. 

Avanzando  hacia  el  oriente  la  serranía,  ahora  llamada  cordi- 
llera de  Veraguas,  se  dilata  formando  una  curva  graciosa  y  regu- 
lar, de  convexidad  vuelta  hacia  el  Sur,  y  es  un  poco  menos  alta  que 
en  la  porción  anterior,  bien  que  comience  al  Oeste  con  la  soberbia 
mole  del  cerro  de  Saniiago  (2,827)  y  en  el  medio  alce  los  de  I".7j 
(i>S7S)  y  Sania  María  {1,406),  porque  al  Oriente  apenas  excede  de 
un  kilómetro  de  altitud.  En  esta  región  de  Panamá  toda  la  anchu- 
ra del  Istmo  está  ocupada  por  montes  y  colinas :  al  N.  los  contra- 
fuertes avanzan  hasta  las  orillas  del  Caribe,  cubiertos  por  la  selva 
virgen  {collados  del  Catalina),  en  tanto  que  al  Sur  un  primer  ramal 
{cerro  Tambor,  650;  Pico  Palmas,  1,199)  penetra  en  el  Pacífico  para 
formar,  como  se  dijo,  la  ancha,  maciza  y  corta  península  de  Las 
Palmas,  límite  occidental  del  golfo  de  Montijo,  y  después  otro  que 
revienta  en  colinas  que  no  exceden  de  1 30  metros  de  altura,  des- 
parramadas en  llanos  de  gramíneas  de  sólo  80,  se  enlaza  á  la  cua- 
drangular  península  de  Azuero,  la  mayor  de  Colombia  en  el  Pa- 
cífico. 

Esa  península,  que  se  destaca  en  la  parte  Sur  y  central  del 
Istmo  como  enorme  retoño,  entre  los  golfos  de  Montijo  y  de  Pari- 
ta,  parte  este  ultimo  del  de  Panamá,  es  bien  distinta  del  cuerpo 
del  Istmo  por  su  relieve  y  sus  alturas,  que  forman  un  pequeño 
sistema  orográfico,  consistente  en  una  arista  principal  que  al  N. 
no  pasa  de  465  metros  de  altitud,  al  Sur  llega  á  los  800,  separadas 
las  dos  porciones  por  depresión  considerable,  y  en  un  ramal  secun- 
dario (al  E.  del  eje)  sustenta  el  cerro  Canajagua  (935  metros),  pun- 
to culminante  de  estas  breñas.  La  península  de  Azuero  hace  parte 
de  una  cadena  casi  íntegramente  submarina,  desarrollada  parale- 
lamente á  la  sinuosa  cordillera  de  los  Istmos  y  que  comprende  las 
penínsulas  de  Nicoya,  Golfo  Dulce,  Burica,  Palmas  y  la  isla  de  Coiba 
al  W.  de  Azuero,  y  el  Archipiélago  de  las  Perlas  y  las  cumbres  del 
Sapo  en  Baudó,  al  E.  de  ella,  considerada  como  centro. 

Porción  oriental — Panamá  y  Darién — En  seguida  de  Veraguas, 
precisamente  allí  donde  el  grande  Istmo  se  pliega  en  una  especie 
de  arco  de  asombrosa  regularidad  de  formas,  la  serranía  se  hace 
muy  desigual  en  dirección  y  altura:  descompónese  en  muchos 
fragmentos,  ligados  sin  orden  al  parecer,  próximos  al  mar  del  Sur 
y,, apoyados  sobre  el  Atlántico  en  largos  y  revueltos  estribos  que 
se  entrelazan  en  figuras  caprichosas,  á  manera  de  extraños  ar?^- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  163 


béseos  en  tomo  del  Pilón  de  Miguel  de  la  Borda  (5c>9).  El  lomo 
que  puede  mirarse  como  magistral,  se  rebaja  rápidamente  á  partir 
de  la  Sierra  Captra,  de  suerte  que  en  la  colina  de  Ahogayeguas 
mide  apenas  212,  y  en  la  de  Culebra  sólo  87  en  el  punto  en  donde 
los  dos  mares  distan  56  kilómetros  en  línea  recta,  por  lo  cual  por 
su  lomo  se  trazó  el  corte  del  Canal  interoceánico.  Después  de  Cm- 
Ubra  la  cadena  se  realza  gradualmente  hacia  el  £.  Las  colinas  de 
María  Enríquez  miden  ya  400  metros  ;  las  de  Pacora,  500 ;  y  por 
último,  se  encuentra  el  nudo  de  San  Blas,  que  baña  sus  faldas  en 
el  mar  de  las  Antillas.  El  macizo  principal  de  esta  porción  de  la 
serranía,  el  de  Trinidad  ó  Capira  (1,500),  surge  fuera  de  la  divi- 
soria de  aguas,  al  W.  de  Panamá,  y  sus  escarpas  no  alcanzan  á 
llegar  al  Pacífico  por  envolverlas  otras  breñas.  A  su  mediodía  el 
cerro  Chame  (300)  proyecta  una  pequeña  península,  en  tanto  que 
á  su  NE.  se  alza  el  cerro  Cabra  (492),  que  domina  á  la  capital  del 
Istmo.  Muchas  de  las  pequeñas  alturas  de  esta  porción  de  Panamá 
están  coronadas  por  grandes  peñones  blanquecinos,  cuyo  color  con- 
trasta con  el  rojo  del  suelo  circunvecino. 

El  nudo  de  San  Blas  no  es  sino  el  remato  ó  el  principio  de 
una  cordillera  costanera  orientada  de  E.  á  W.  á  lo  largo  de  la  cos- 
ta del  Atlántico,  frente  á  las  mayores  depresiones  de  la  magistral, 
con  la  cual  forma  los  valles  que  constituyen  la  cuenca  del  Chagres : 
una  de  las  cumbres  de  la  cadena,  otro  Monte  Capira  y  que  se  alza 
en  la  Sierra  Llorona  al  E.  de  Portobelo,  cerca  del  nudo,  mide  915 
metros,  y  señorea,  p>or  lo  tanto,  toda  la  comarca. 

Unidas  en  San  Blas  las  dos  cadenas,  continúa  el  eje  orográfi- 
co  en  forma  de  cordillera  tínica,  de  pendientes  rápidas,  con  200  á 
800  metros  de  altitud,  señoreada  por  la  sierra  del  Espíritu  San- 
to (600  metros)  y  el  pico  Gandí  (900).  Es  en  San  Blas  donde  el  Istmo 
americano  muestra  su  mínima  anchura,  como  que  no  se  cuentan 
sino  50  kilómetros,  en  línea  recta,  de  uno  á  otro  mar,  y  sólo  28  del 
golfo  de  aquel  nombre  al  codo  del  río  Bayano,  en  donde  mueren 
las  olas  de  la  marea  del  Pacífico.  Desgraciadamente  la  cresta  ex- 
cede allí  de  200  metros,  y  para  la  construcción  de  un  canal  sería 
necesario  perforarla  con  ttínel  de  12  kilómetros  y  bóveda  bastante 
espaciosa  para  dar  paso  á  los  más  poderosos  navios.  La  cordillera 
de  San  Blas  ó  Chepo  continúa  como  cadena  costanera  del  Atlánti- 
co hasta  la  entrada  del  Golfo  de  Urabá,  ó  sea  la  zona  llamada  ist- 
mo del  Darién.  Al  Sur  y  enfrente  de  la  magistral  corre  casi  para- 
lela á  ella  otro  lomo  de  escasa  altura,  la  sierra  de  Carlazas,  que 
apenas  mide  200  metros,  pero  de  bastante  longitud,  y  que  no  es 
sino  la  continuación  de  la  serranía  de  Baudó  rota  por  el  Tuira  y 
que  cierra  por  la  izquierda  (S.)  la  hoya  del  Bayano. 

El  pico  Gandí  y  el  macizo  de  Turgan/í,  que  le  demora  próximo, 
marcan  el  sitio  en  donde  la  cresta  quiebra  su  rumbo  volviendo  di- 
rectamente al  Sur,  por  la  izquierda  de  la  vaguada  del  Atrato,  de- 
primida en  el  paso  de  Tihule  (142  metros),  entre  ese  río  y  el  no 
menos  caudaloso  Tuira,  y  luego,  convertida  en  masas  que  no  exce- 
den de  1,200  de  altura,  separadas  por  acentuados  boquerones  y  con 
variadas  ramificaciones,  va  á  confundirse  con  la  cresta  de  Baudó, 
aue  de  cerca  borcjea  el  Pacífico.  Dich^  fusión  se   verifica   en  lo§ 


r64  Nueva  Geografía  de  Colombia 


altos  de  Aspave  (^600),  que  con  los  de  Pirri,  que  les  demoran  al  N.; 
y  los  del  cerro  Sapo  (910),  que  se  alzan  al  NW.,  sobre  la  bahía  de 
Garachiné,  constituyen  un  macizo  bien  aislado  de  los  demás  mon- 
tes aledaños  por  hondos  valles  ó  plieg^ues  orog^ráficos. 

2,^  Serranía  de  Baudb  * — Este  relieve,  que  mide  100  leguas  de 
longitud  y  se  dilata  de  N.  á  S.  á  la  izquierda  de  los  opuestos  valles 
Atrato-San  Juan,  que  divide  del  mar,  más  bien  que  una  serranía 
es  un  reborde  de  la  próxima  llanura,  señoreado  por  cerritos  y  co- 
linas, aquí  y  allá  alzados  algunos  centenares  de  metros  sobre  el 
mar.  La  serranía  de  Baudó,  que  ocupa  una  superficie  de  unos 
15,000  kilómetros  D,  en  cierto  modo  no  es  sino  una  dependen- 
cia de  la  de  Panamá,  á  la  cual  se  enlaza  en  Aspave,  y  en  su  curso 
describe  ligera  curva  que  continúa  las  de  aquélla.  Este  relieve 
hacia  su  mitad  (7®  lat.  N.)  casi  aparece  partido  en  dos,  puesto  que 
sobre  la  bahía  de  Cupica  su  cumbre  no  pasa  de  150  metros  de 
altitud  y  su  anchura  se  reduce  á  unos  8  kilómetros. 

De  Cupica  hacia  el  NW.  el  lomo  de  la  serranía  acrece  en  al- 
tura hasta  Aspave,  que  por  su  posición  topográfica  aparece  como 
si  lanzara  estribos  á  todos  los  rumbos  del  horizonte.  El  eje  del 
relieve,  angosto  y  áspero,  continúa  por  la  orilla  del  mar  á  morir 
en  el  cerro  Sapo  (910),  cuyas  estribaciones  terminan  en  la  Punta 
Garachiné.  Al  NE.  se  separa  la  serranía  del  Darién  (Panamá),  que 
divide  el  Tuira  del  Atrato ;  al  E.  un  grupo  de  contrafuertes  separa 
los  valles  del  Truandó  y  el  Opogadó,  y  hacia  el  NW.  avanza  otro 
más  complexo  que  separa  el  Sambú  del  Bolsas  (Tuira)  y  forma  la 
áurea  mesa  de  Cana  entre  los  picos  de  Pírrí  (700)  y  Paca  (600). 
En  resumen,  en  esta  región  existe  una  zona  de  tierra  doble  no  muy 
alta,  pero  escarpada,  extensa  y  de  relieve  complicado. 

De  Cupica  hacia  el  S.  la  serranía  avanza  estrecha  y  ondula- 
da, proyectando  á  lo  lejos  pequeños  cerritos ;  luego  se  ensancha  y 
realza  en  los  altos  de  San  Francisco,  y  después  constituye  una  es- 
pecie de  ancha  y  roída  plataforma,  de  flancos  ásperos,  donde  se 
hallan  los  picachos  del  Btíey  y  Baudó  (1816),  tan  altos  como  los 
topes  de  los  fronterizos  estribos  de  la  cordillera  del  Chocó.  De 
esta  especie  de  nudo  se  desprenden  dos  largos  ramales,  entre  los 
cuales  se  abre  el  valle  del  Baudó  (150  kilómetros)  :  el  del  W.  es 
el  más  elevado,  forma  los  cerros  de  Cafuche  (900-1,000),  y  luego 
Iq§,  de  Anana  y  Arasi  (300-500),  que  desgajan  las  peñolerías  que 
forman  el  Cabo  Corrientes  (i,ooo),  orlados  por  escollos  y  rompien- 
tes ;  este  ramal  luego  da  paso  al  río  Baudó,  y  en  seguida  se  une  á 
otro.  El  ramal  E.,  no  obstante  su  reducida  altura,  escasa  anchura 
y  estribaciones  diminutas,  se  prolonga  hasta  cerca  del  4°  N.  á  con- 
cluir en  forma  de  sueltas  colinas  al  N.  del  delta  del  San  Juan,  en- 
frente de  las  que  rodean  la  bahía  de  la  Magdalena. 

Es  este  brazo  el  que  al  E.  de  la  boca  de  Baudó  se  en- 
laza con  las  estribaciones  de  la  serranía  volcánica  subordinada 
que  rota  se  ve  al  pie  W.  de  la  cordillera  del  Chocó,  no  por  medio 


*  Esta  serranía  ha  sido  estudiada  p  )r  muchos  exploradores,  7  sin  embargo 
la  Grande  Encyclopedie  (en  curso  de  publicación)  escribe  que  es  volcánica,  y  aplie- 
ga: "»'a  pas  cté  encoré  l'objet  d*explorations  serieuscs!" 


Nueva  Geografía  de  Colombu  165 


de  lomo  ó  filo  visible,  sino  por  una  fracción  de  llanura  realzada,  pe- 
(Jreg'osa,  abarrancada,  llamada  hlfiio  de  San  Pablo  (100)  porque 
divide  agua^  entre  el  Atrato  y  el  San  Juan,  bien  que  el  ojo  no  se 
da  cuenta  de  ella,  y  sin  embargo,  flamantes  geógrafos  hay  que 
escriben  que  por  ahí  pasan  los  Andes  de  la  América  del  Sur  á  la 
América  Septentrional  I 

3.^  Moniañas  de  María — Al  ojáente  de  la  cordillera  de  Perijá,  y  W 

haciendo  juego  inverso  á  la  enorme  depresión  ocupada  por  el  lago- 
golfo  de  Maracaibo,  se  alza  una  serie  de  confusos  relieves  que 
atraviesan  por  su  centro  y  de  S.  á  N.  el  Departamento  de  Bolívar: 
son  las  Moniañas  de  María,  que  al  W.  dominan  las  llanuras  del  Sinú 
y  el  litoral  de  Cartagena,  y  al  E.  guardan  la  depresión  por  donde 
sucesivamente  ruedan  los  ríos  San  Jorge,  Cauca  y  Magdalena. 
Las  Montañas  de  María,  en  lo  general  de  exiguo  relieve  y  formas 
redondeadas,  ocupan  una  superficie  de  unos  9,000  kilómetros  D  y 
siendo  difícil  señalarla  con  precisión  por  no  ser  dable  en  todas 
partes  indicar  dónde  terminan  las  altas  sabanas  que  las  rodean, 
abarrancadas  por  la  erosión,  y  dónde  principian  las  alturas  que  ya 
forman  parte  del  grupo  mencionado. 

Montañas  de  María  y  Sabanas  constituyen,  pues,  una  verda- 
dera Mesopotamia,  cuyo  estudio  interesa,  como  suelo  de  aclimata- 
ción para  los  inmigrantes  del  futuro  que  vengan  en  busca  de  las 
riquezas  que  guarda  el  suelo  colombiano. 

En  apariencia  las  Montañas  de  María  se  desarrollan  sobre  la 
prolongación  del  eje  de  la  cordillera  del  Quindío,  realzado  allende 
la  llanura  del  bajo  Cauca,  y  al  tenor  de  las  antiguas  cartas  geográ- 
ficas serían  una  simple  prolongación  de  la  serranía  de  San  Jeróni- 
mo, más  allá  del  Murrucucü.  Estudiadas  de  cerca,  no  son  ni  una  ni 
otra  cosa,  y  á  su  mediodía^  puede  decirse  que  se  unen  los  ríos  Sinü 
y  San  Jorge,  tanto  porque  en  la  faja  de  tierra  que  separa  esos  dos 
ríos  por  los  7*30'  no  hay  relieves  que  la  dominen  en  ico  metros, 
como  porque  en  invierno  por  el  surco  transversal  Grande-Santia- 
go, las  aguas  de  los  dos  se  unen,  de  suerte  que  es  posible  pasar  en 
barca  del  uno  al  otro.  Al  Sur  de  ese  canal  de  Ciénaga  de  Oro  las 
alturas  del  terreno  son  los  antemontes  del  macizo  de  Murrucucd. 

Las  Montañas  de  María,  así  llamadas  por  el  nombre  de  su 
masa  principal,  se  componen  de  una  serie  de  protuberancias,  de  or- 
dinario  netamente  separadas  unas  de  otras  por  acentuadas  áepre- 
sioneSy  y  con  alturas  máximas  de  300  á  500  metros,  que  surgen  casi 
alineadas  en  el  centro  del  relieve  y  se  apoyan  á  uno  y  otro  lado  en 
bajas  estribaciones  de  6  á  10  leguas  de  longitud.  La  existencia  del 
canal  denominado  el  Dique,  que  une  el  Magdalena  á  la  bahía  de 
Cartagena^  divide  estas  montañas  en  dos  porciones :  al  S.  y  cen- 
tro los  montes  de  María  propiamente  dichos ;  al  N.  los  montes  de 
Cartagena  ó  Tierra  adentré  de  los  Españoles,  con  altura  inferior  á 
la  otra. 

Sobre  el  canal  de  Ciénaga  de  Oro,  hacia  San  Carlos,  princi- 
pia el  relieve,  estrecho  y  regular  á  manera  de  barra,  compuesto 
el  eje  de  cerros  medianos  con  pequeños  ramales  de  colinas  al  E., 
casi  sin  faldas  al  W.;  luego  en  el  ensanchado  tope  se  forman  los 
llanos  de  Solís,  y  después  aparecen  las  colinas  de  San  Andrés,  don- 


Nueva  Geografía  de  Cdlohbia 


de  ninguna  cumbre  domina  á  las  otras  en  más  de  So  metros,  y  en 
lo  general  son  tan  uniformes,  que  vistas  de  la  llanura  occidental 
parecen  no  existir,  adquiriendo  en  cambio  algunas  destacadas  co- 
linas la  apariencia  de  grandes  cerros. 


Más  al  N.  el  eje  se  acentúa,  y  de  Slncelejo  á  Coroza!  íorma  la 
íüerra  íJer,  cuya  cumbre  domina  á  un  tiempo  el  mar  y  el  río  Mag- 
dalena, con  suave  caída  al  E.,  y  flanco  occidental  tan  agrio  y  es- 
carpado, que  le  da  apariencia  de  cordillera,  siendo  de  esta  parte  de 
donde  se  desgajan  las  colinas  que  avanzan  á  tocar  los  ramales  de 
Las  Palomas  (Chocó)  para  dividir  la  llanura  del  bajo  Sinü  del  mar. 
Después  de  Flor,  el  tope  desigfual,  pedregoso  y  angosto  forma  la 
larga  Sierra  Ptñaia  (6oo),  á  que  sigue  un  caos  de  cumbres:  tan  gran- 
de ha  sido  allí  el  trabajo  de  la  erosión  ;  entre  esas  cumbres  estin 
las  sierras  Piche  y  Almagra,  preludio  de  la  baja  meseta  de  Ovejat 
(250)  y  el  Carmen,  en  cierto  modo  nudo  hidrográfico  que  envía 
aguas  á  todo  rumbo  y  piemonte  de  mayores  alturas,  con  flanco  E. 
suave  y  uniforme  y  caída  \V,  más  áspera  y  bieve. 

Al  N.  del  Carmen  el  desquebrajado  suelo  varía  :  la  mesa  se 
transforma  en  dos  crestas  que  rodean  á  San  Jacinto :  el  ramal  de 
la  derecha,  primero  rebajado,  alza   luego  la  sierra  de  La  Paloma, 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


167 


que  lanza  ocho  estribos  sobre  el  rio  Magdalena ;  el  izquierdo  le- 
vanta la  sierra  de  María  (900),  que  culmina  en  el  Manco  ó  cerro 
San  Mar/tn  (1,365?),  la  cumbre  g^igante  de  Bolívar  al  N.  del  8°  de 
latitud.  La  mole  de  María  con  su  extensa  y  quebrada  falda  occi- 
dental hace  retroceder  la  costa  entre  el  golfo  de  Morrosquillo  y  la 
isla  de  Bard,  alzando  sobre  el  litoral  las  singulares  /e/as  de  Told 
(600),  el  Morro  de  Tigua  (700),  y  otras  cumbres  entre  las  cuales 
se  extienden  llanadas  pantanosas.  De  modo  análogo  se  comporta  la 
falda  oriental,  más  suave,  que  rechaza  el  río  Magdalena  de  Zam- 
brano  á  Nervití.  En  fin,  al  N.  de  estas  breñas  el  eje  se  reduce  y 
convierte  en  dispersas  colinas  que  mueren  en  las  cenagosas  plani- 
cies que  atraviesa  el  Dique,  sólo  excavado  artificialmente  en  el 
bajo  lomo  del  Arenal. 

Las  breñas  de  Tierra  aden/ro  6  de  Cartagena  constituyen  una 
verdadera  isla  y  se  agrupan  en  dos  series  separadas  por  la  gran 
ciénaga  de  Guájaro  y  el  valle  de  Usiacurí,  que  al  N.  un  lomo  in- 
significante separa  del  mar  en  la  ensenada  de  Las  Damas.  El  brazo 
oriental,  más  reducido,  es  el  que  orilla  el  Magdalena,  con  alturas 
muy  varias  aunque  siempre  exiguas,  y  suelo  quebrado,  pobre  y 
monótono.  Hacia  Tuhará  (280-335)  y  Juan  de  Acos/a  (257)  se  une 
al  occidental,  forma  una  especie  de  nudo  en  que  culmina  el  Cerro 
Cupino  (800  ?),  y  revienta  en  series  de  morros  que  por  el  respaldo 
de  Barranquilla  van  á  morir  entre  Puerto  Colombia  y  las  Bocas 
de  Ceniza,  sin  que  ninguno  exceda  de  200  metros.  El  brazo  occi- 
dental, de  base  mucho  más  ancha,  se  extiende  del  Dique  hacia  Tu- 
bará  por  detrás  de  Cartagena  :  principia  en  colinas  aisladas,  luego 
se  ensancha  en  Turbaco  (230)  y  Lamber  o  (400?),  al  N.  de  las  cua- 
les cimas  se  abren  en  ángulo  los  valles  de  Villanueva  (E.-W.)  y 
Tocachagua  (S.-N.),  y  el  suelo  que  los  guarda  se  compone  de 
multitud  de  hileras  de  alturas  que  en  lo  general  parecen  obra  de 
la  erosión. 


Figura  66 — Zonas  paramosas  de  la  Sierra  Nevada  de  Santamarta 

y^de  la  Cordillera  de  Perijá 

4.°  Sierra  Nadada  de  San/amar/a — Este  relieve,  tipo  perfecto  y 
sin  igual  del  Macizo  orográficoy  surge  aislado  entre  el  mar  al  N.,  el 


i66 


NuxvA  Geografía  de  Colohbu 


Magdalena  al  W.  y  las  llanuras  de  Upar  al  E.  y  S.,  á  modo  de 
enorme  pirámide  de  flancos  destrozados,  hasta  concluir  en  un  muro 
rocoso  de  30  kilómetros  de  longitud  (EW.)  y  altura  media  de  más 
de  4^500  metros,  base  de  algunos  picoc  más  altos,  unos  sin  nieve, 
otros  con  ella,  primando  entre  ésos  el  Horqueta  (5,222),  así  llamado 
por  la  hendidura  que  se  ve  en  su  cumbre.  De  ese  lomo  hacia  el  N. 
$e  desprende  un  alto  dique  que  pronto  se  enlaza  con  otro  muro,  si 
menos  alto,  más  largo  y  salvaje,  el  cual  se  extiende  de  W.  á  E., 
desde  las  costas  de  Santamaría  {San  Lorenzo)  hasta  el   valle  del 


Figura  67— Sierra  Nevada  de  Santamaría  y  serranías  goajiras 


NuiYA  GCOGKAFIA  D£  CoLOMllA  I69 


Ranchería,  donde  (Za  Gloria,  915)  revienta  deprimido  en  pata  de 
gfanso,  llena  su  falda  N.  con  infinidad  de  agrestes  contrafuertes, 
de  los  que  los  más  occidentales  hunden  sus  remates  en  el  mar,  en 
tanto  que  en  la  vertiente  S.,  del  lado  de  Santamaría  mezcla  sus 
estribos  con  los  de  la  Sierra  propiamente  dicha,  y  al  opuesto  se 
apoya  ante  todo  en  dos  gruesos  estribos  que  dividen  los  valles  del 
Guatapurí,  del  Badillo  (cabeceras del  Cesar)  y  del  Ranchería.  De  la 
Sierra  hacia  el  S.  se  desgaja  ondulado,  por  en  medio  de  ellos,  otro 
lomo  de  cumbres,  paramosas  primero  {Adurimeina,  4,268),  cuando 
dividen  el  Guatapurí  de  la  gran  Cie'naga  de  Santamaría,  más  hu- 
mildes luéjfo,  cuando  separan  el  Cesar  de  su  afluente  el  Arignaní 
{MMamin,  3,000),  y  que  termina  en  el  alto  de  Las  Minas  (460-300), 
donde  revienta  en  colinas  que  avanzan  á  perderse  en  la  baja  llanu- 
ra del  Paso  (Zapatosa).  Este  brazo,  donde  principia  á  deprimirse, 
se  une  por  el  \V.  á  un  lomo  de  tierra  alta  que  del  mediodía  de  la 
Ciénaga  de  Santamaría  se  dilata  hacía  el  S.  hasta  no  lejos  del  Ban-^ 
co,  divide  el  Ariguaní  del  Magdalena,  guarda  la  cañada  del  Chi- 
miquique,  y  se  muestra  estéril,  seca  y  abarrancada  en  extremo, 
bien  que  ninguno  de  sus  topes  se  alce  más  de  50  metros  sobre  las 
vecinas  vaguadas. 

Es  entre  los  llanos  que  riegan  los  ríos  Badillo  y  Ranchería 
donde  la  planicie  de  la  Esperanza  (130),  al  NE.  de  San  Juan  de 
Cesar,  se  realza  y  divide  la  hoya  del  Magdalena  del  mar  y  enlaza 
la  Sierra  á  los  ramales  W.  del  frontero  cerro  Pintado. 

5.°  Sierras  Goajiras — Los  relieves  de  la  Península  Goajira,  ínti- 
mamente relacionados  con  los  de  la  fronteriza  Península  de  Para- 
guaná,  se  componen  de  numerosas  cumbres,  de  ordinario  cónicas, 
desnudas,  pedregosas,  agrupadas  en  tres  series  paralelas  que  se 
alzan  de  entre  un  suelo  bajo  y  arenoso,  y  al  SW.  de  las  cuales  se 
hallan  como  antemontes  algunas  cimas  aisladas^  entre  las  que  des- 
cuellan como  las  más  notables  la  Teta  Goajira  (500)   y  el  Ipapula, 

\J^i  primera  de  esas  series  de  la  Península  se  compone  de  dos 
j^rupos :  al  S.  la  agreste  Sierra  de  Coxoro  (Yuripiche,  700),  y  al  N. 
diversas  hileras  de  cerritos,  de  las  que  la  más  septentrional,  deno- 
minada Sierra  del  Car  pin/ero,  forma  el  cabo  de  La  Vela.  La  segun- 
da es  la  Serranía  de  Par ashi-J aliar ure  ( Guaj arepa,  700),  que  princi- 
pia al  S.  de  Bahiahonda  y  que  una  depresión  central  la  divide  tam- 
bién en  dos  porciones.  En  fin,  la  tercera  y  más  notable  es  la  Serranía 
de  Maeuira  (700),  en  su  extremo  N.  (Punta  de  Gallinas)  apenas  for- 
mada de  altibajos,  en  tanto  que  en  el  resto  de  su  curso  se  desdobla 
y  guarda  el  valle  del  río  que  le  da  nombre,  único  permanente  en 
la  ardiente  y  desolada  península. 

Serranías  delCaí^'F-tÁ — Los  relieves  de  las  llanuras  orientales, 
apenas  medianamente  explorados,  constituyen  en  su  conjunto  una 
porción  realzada  que  con  rumbo  S\V.  se  desprende  de  la  mesa  de 
Guayana  hacia  el  bajo  Xapo,  y  al  paso  alcanza  á  enlazarse  con 
algunas  estribaciones  de  la  cordillera  de  Sumapaz,  por  lo  cual  re- 
sulta ser  divisoria  de  aguas  entre  el  Orinoco  y  ei  Amazonas.  Ha- 
cia el  E.  dicha  zona,  realzada,  presenta  el  borde  de  su  terraza  á 
modo  de  escarpa,  desde  Cucuhy  hasta  la  boca  del  Ñapo,  siendo 

Xutva  Ceegrafíñ  de  CcUmbia  T0J40  1-12 


t^o 


KvEVA  Geografía  de  Colombia 


ese  escalón  el  que  divide  para  Colombia  el  bajo  Caquetá  del  Ca- 
quetá  central,  hace  saltar  el  Uaupes  en  Ismasi  y  el  Caquetá  en 
Sihare,  y  estrecha  el  Putumayo  en  las  Termopilas. 


Figura  68 — lícliei'es  dil  Caquetá  (Amazonia) — Escala  :  I  :  7.500.OOO 


Del  fondo  del  ultimo  gfran  codo  del  Guariare,  hacia  la  boca 
del  Ag'uarico,  se  dilata  el  reborde  de  otra  terraza  más  alt  p'que  por 
hundir  sus  estratas  hacia  el  \V.,  ha  adquirido  aquí  y  allá  forma  de 
hileras  de  colinas  (.S/>r;'<T.í(f^  Yhnbi,  Araracuara,  Maine  Nanari), qut 
e  más  de  un  punto  se  alzan  hasta  cerca  de  1,000  metros,  dividen 


Nueva  Geografía  de  Colombia  17 


el  Caquetá  central  del  alto,  y  forman  los  raudales  superiores  del 
Uaupes,  del  Apoporis  y  del  Caquetá,  quedando  al  W.  de  Yumbi 
las  seríes  de  altas  colinas  que  el  Guaviare  rompe  en  sus  dos  prime- 
ras ang-osturas,  y  al  E.  las  que  avanzan  á  unirse  con  los  relieves  de 
Guayana  {Aracuri,  Guasacavi,  linaji),  forman  la  mesa  de  Maripin, 
el  cerro  Caparro  (330),  y  ayudan  á  constituir  la  terraza  que  orig^ina 
la  célebre  bifurcación  del  Orinoco  al  pie  W.  del  alto  cerro  Duida 
(2,172). 

Las  tierras  altas  del  Caquetá  tienen  una  altitud  media  de  300 
á  400  metros,  en  tanto  que  las  bajas  no  exceden  de  200,  y  á  modo 
de  brazos  penetran  aquí  y  allá  casi  hasta  el  pie  de  los  Andes,  Y 
como  bajas  serranías,  llanos  altos  y  bajas  llanuras  están  cubiertas 
por  dilatados  manchones  de  selva  virgen  y  extensas  ciénagas,  aún 
pasarán  muchos  siglos  antes  de  que  sean  conocidas  en  todos  sus 
detalles. 

Llanuras — Las  tierras  llanas  de  Colombia  se  dividen  en  dos 
grandes  grupos :  aquellas  que  constituyen  la  región  oriental,  don- 
de se  dilatan  á  manera  de  un  gran  todo,  sin  soluciones  de  conti- 
nuidad, y  lasque  demoran  en  la  región  occidental,  donde  se  parten 
en  trozos  de  vario  tamaño,  ora  enlazados,  ora  divididos,  mostrán- 
dose como  senos,  golfos  ü  orla  de  las  montañas  á  cuyo  pie  se  ex- 
tienden. 

tf)  Panamá — En  el  Istmo  la  llanura  es  angosta  faja,  en  especial 
del  lado  del  Atlántico,  donde  no  se  la  ve  con  alguna  extensión  sino 
al  W.  del  Canal,  puesto  que  más  al  E.  las  sierras  dondequie- 
ra hunden  el  remate  de  sus  estribos  en  el  mar ;  la  porción  más 
notable  es,  sin  duda  alguna,  la  que  forma  la  hoya  del  Sixaula- 
Changuinaula,  aquí  y  allá  surcada  por  oteros  y  colinas.  Del  lado 
del  Pacífico  es  mayor  el  desarrollo  de  la  tierra  llana,  en  especial 
hacia  el  W.  (llano  de  David),  hacia  el  centro  (llanos  de  Azuero) 
y  hacia  el  E.  (llano  del  Tuira).  En  ésta  la  última  porción  (Darién) 
la  cubre  la  selva  y  es  húmeda  por  su  bajo  nivel ;  en  las  otras  dos 
y  tierras  aledañas  constituye  el  corazón  del  Departamento  de 
Panamá,  porque  no  sustentando  sino  gramíneas,  en  ellas  se  ha 
desarrollado  principalmente  la  población.  Las  llanuras  de  Azuero, 
por  su  juego  y  contraste  con  las  circunvecinas  serranías,  aparecen 
esmaltadas  por  oteros  y  altozanos,  de  donde  lo  pintoresco  y  varia- 
do de  su  aspecto. 

b)  Chocó — La  llanura  del  Chocó  también  se  divide  en  dos  por- 
ciones: la  septentrional  ó  alto  Chocó,  es  cinta  en  el  fondo  de  los 
opuestos  valles  del  Atrato  y  el  San  Juan,  pero  sólo  en  pequeñas  fa- 
jasse  muestra  seca  y  cultivable,  pues  hacia  la  boca,  del  San  Juan  la 
inundan  las  mareas,  y  hacia  la  del  Atrato,  por  su  bajo  nivel,  en  de- 
cenas de  leguas  cuadradas  no  es  sino  Iodo  y  juncales.  La  llanura 
del  bajo  Chocó,  cuya  anchura  crece  casi  uniformemente  de  N.  á  S., 
yace  también  oculta  por  la  selva  y  se  muestra  llena  de  ríos  y  cena- 
gales, que  á  diario  rebosa  la  marea,  lo  que  la  hace  fecunda  y  mal- 
sana sobre  toda  ponderación.  La  faja  misma  del  litoral  difiere  en 
aspecto  por  componerse  de  playones,  es  decir,  de  los  unidos  deltas  de 
centenares  de  ríos,  hechos  de  islotes  de  arena,  sin  selva,  que  el  vien- 
to purífíca  y  que  Codazzi  apellidó  la  Holanda  cancana.  La  zona  d^  cié- 


1 72  Nueva  Geografía  de  Colohbu 


naguas,  especie  de  /« /  <z/,  entre  los  playones  y  el  pie  de  la  cordillera, 
aún  está  por  explorar  allí  donde  no  penetran  las  embarcaciones, 
pues  en  ella  no  hay  sino  caminos  acuáticos. 

r)  Llanura  ai  la  n  tica — La  llanura  atlántica,  llamada  Xuri^a  An~ 
dalucia  en  los  primeros  tiempos  de  la  Conquista,  es  venezolana  en 
su  parte  oriental,  porque,  á  decir  verdad,  se  extiende  del  Golfo  de 
Urabá  á  las  sierras  de  Coro,  fraccionada  en  tres  porciones  princi- 
pales por  los  relieves  que  la  enmarcan  ó  recorren  aquí  y  allá,  sien- 
do la  central  la  que  se  enlaza  con  el  valle  del  Magdalena  propia- 
mente dicho.  Esta  llanura  está,  pues,  tendida  al  pie  del  frente  N.  de 
los  Andes,  que  con  ella  se  confunden  gradualmente,  de  manera 
que  al  considerar  las  tierras  situadas  al  N.  del  8°  de  latitud  N.,  pue- 
de aplicárseles  la  frase  de  los  geógrafos  á  Alemania  en  sus  tres 
porciones  (alta,  media  y  baja),  es  decir,  que  allí  el  monte,  la  colina 
y  la  llanura  se  suceden  como  la  oda,  el  idilio  y  la  prosa ;  y  es 
imposible  marcar  sobre  el  terreno  dónde  termina  el  uno  y  principia 
la  otra. 

La  porción  colombiana  de  esa  llanura  comprende  el  Sinü,  el 
bajo  Magdalena  con  sus  apéndices  de  Ayapel  y  Upar,  y  la  pampa 
Goajira  (parte  de  la  región  de  Coro).  Desde  otro  punto  de  vista,  el 
Magdalena,  cuyo  valle  penetra  como  cuña  entre  las  dos  grandes 
mesas  andinas,  divide  la  llanura  atlántica  en  dos  mitades  desigua- 
les :  al  W.  tierras  fértiles,  ricas,  htímedas,  á  veces  quizá  con  dema- 
sía ;  al  E.  planicies  secas,  áridas,  que  en  buena  parte  merecen  el 
nombre  de  estepa  colombiana. 

\jdi  porción  occidental,  es  decir,  el  Sinv,  es  una  gran  cuenca 
donde  las  tierras  altas  ( iüO-300  metros),  abarrancadas  por  los  arro- 
yos, se  inclinan,  como  los  labios  de  un  plato,  sobre  un  óvalo  de  pla- 
nicies hiímedas,  escalonadas  (50-15),  llenas  de  ciénagas  y  charcos 
y  cruzadas  por  la  inextricable  red  de  brazos  y  caños  del  río  que  le 
da  nombre,  y  que  sale  del  recinto  mencionado  por  un  cauce  único, 
abierto  por  la  erosión  en  las  colinas  que  dividen  la  llanura  del  gol- 
fo de  Morrosquillü,  su  natural  continuación  en  otras  edades  geo- 
lógicas. Esta  sección  se  dilata  además  un  poco  hacia  el  mediodía 
con  ¡guales  caracteres,  pero  más  angosta,  por  entre  las  cumbres 
de  Quimarí  y  Murrucucú,  puesto  que  al  pie  de  esta  ultima  el  fondo 
del  valle  apenas  está  á  80  metros  sobre  el  mar. 

La  porción  central  y  mayor,  la  que  recibe  los  principales  ríos 
de  la  cntrecordillera,  no  ofrece  en  su  perímetro  muro  tan  comple- 
to como  la  del  Sinií ;  sus  partes  más  bajas,  anegadas,  se  extienden 
con  perfecta  horizontalidad  por  millares  de  kilómetros  D,en  tanto 
que  laíf  altas  muestran  acentuado  declive  ó  se  escalonan  en  terra- 
zas de  escaso  desnivel.  El  centro  de  esta  llanura  apenas  está  á  50 
metros  de  altitud,  y  las  aguas  que  lo  inundan  lo  dejan  por  canal 
bien  formado  entre  suelo  más  alto,  de  donde  que  á  la  vez  sea  in- 
menso plato  de  evaporación  que  las  disminuye  de  modo  n'sible  y 
vicia  la  atmósfera  dándole  fuerte  olor  á  pantano. 

Desde  ciertos  puntos  de  vista  la  porción  más  baja  de  la  región 
es  la  que  rodea  la  extensa  Ciénaga  de  Zapatosa,  la  grande  isla  de 
M9mpós  y  las  bocas  del  Cauca  y  el  San  Jorge,  cruzada  oblicuamen- 
te por  la  línea  Magangué-Banco,  que  es  la  llave  entre  la  Cssta  y  el 
Ín4cnQt\  Las  porciones  que  riegan  los  ríos  San  Jorge  y  Cesar  en 


Lknws  aUos  (Chocó)  \  [Défpresión 


df  UrM 


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Diptesión  del  Sinú 
++  ++  ++  ++  ++  ++  +f  ++  ++  ++  ++  f  +  ++ 


StHcHnal 


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Depusión  de 
Simitl 


Depresión  de 
^f9mpés 


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Depresión  de 
Calamar 


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Depresión '  delMaracaibo 


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¡ünclinal 


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25 


□  /Depresihi  de 
Puertocah 


/ 


GUAYAN  A 


(BanehnaJ 
Llanot  altos 


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^ 


Figura  69 — Diagrama  de  las  culminaciones  y  las  depresiones  de  la  región  Caribe 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


su  parte  baja  constituyen  una  de  las  zonas  más  dig-nas  de  estudio 
que  encierra  el  país,  por  los  fenónnenos  que  en  ellas  se  cumplen 
cada  año  se^dn  las  estaciones,  por  los  iapoftcs  (islas  flotantes)  del 
segundo,  y  las  zampumas  y  mog-otes  del  primero,  y  la  trashuman- 
cia  que  imponen  á  los  g-anados  con  sus  pastos  de  invierno  y  de  ve- 
rano. Cuanto  á  las  tierras  altas  aledañas,  las  de  la  izquierda  son 
una  de  las  zonas  más  ricas  y  bellas  del  país  (las  sabanas  áe  Bolívar), 
una  verdadera  Andalucía,  en  tanto  que  las  de  la  derecha  (llanos  del 
Cesar)  constituyen  la  región  que  relativamente  ha  prosperado  me- 
nos, porque  la  geog-rafía  tiene  sus  leyes  inviolables.  El  llano  que 
fecunda  el  Cesar,  y  que  sin  interrupción  sigue  desde  Zapatosa  hasta 
la  Goajira,  guarda  las  huellas  indelebles  de  que  por  allí  corrió  el 
Magdalena  en  época  geológica  anterior.  Allende  la  cuenca  men- 
cionada, rumbo  del  N.,  las  aguas  tornan  á  explayarse  en  otra  por- 
ción de  bajas  llanuras  cuyo  centro  es  Calamar,  de  donde  arrancan 
el  Dique  y  el  Caño  Ciego,  que  enlazan  las  aguas  del  gran  río  á  las 
playas  de  Cartagena  y  Santa  marta  ;  cuenca  que  algunas  colinas  y 
bancos  separan  del  seno  antillano  y  que  por  su  bajo  nivel  perma- 
necería convertida  en  enorme  estuario  ó  golfo  si  el  Caribe  no  fuese 
un  mar  sin  mareas. 

La  porción  oriental  puede  decirse  que  la  constituye  adíníegrum 
la  península  Goajira  con  sus  llanadas  monótonas,  estériles  por  falta 
de  aguas,  con  ueds  (ríos  sin  agua)  y  iell  (vegetación  de  invierno), 
como  ciertas  partes  del  Viejo  Mundo,  de  suerte  que  bien  puede 
llamársela  la  Arabia  colombiana,  es  decir,  que  el  día  que  el  pro- 
greso la  arrebate  en  sus  ondas,  será  una  de  las  joyas  de  la  corona 
patria,  la  tierra  privilegiada  de  las  palmeras,  las  resinas  y  los 
perfumes. 

Por  lo  que  hace  al  jirón  de  llanura  de  la  cuenca  de  Maracai- 
bo  que  pertenece  á  Colombia,  hoy  por  hoy,  no  es  sino  inmensa 
selva  cruzada  por  media  docena  de  ríos  de  algün  caudal. 

En  resumen,  la  Cosía,  vasto  triángulo  que  abarca  la  península 
Goajira,  la  Sierra  Nevada  de  Santamaría,  los  montes  de  María  y 
de  las  Palomas,  los  llanos  del  Cesar  y  del  Sinú  y  los  deltas  interior 
y  exterior  del  Magdalena,  con  un  litoral  abundante  en  puertos, 
que  á  un  tiempo  mira  á  Europa  y  á  los  Estados  Unidos,  constituye 
un  pequeño  mundo  alzado  á  las  puertas  de  la  patria  con  el  resu- 
men de  sus  climas,  bellezas,  tesoros,  inconvenientes  y  ventajas.  Y 
este  livanU  colombiano,  para  alcanzar  en  breve  el  puesto  que  le 
está  destinado  en  el  globo,  no  necesita  sino  una  sola  cosa :  brazos 
y  capitales,  paz  y  trabajo. 

d)  Valle  del  Magdalena — Este  gran  valle  longitudinal,  que  con 
los  caracteres  de  tal  (fondo  llano)  principia  al  S.  de  Neiva  y  con- 
cluye realmente  en  tierras  de  Simití,  ó  sea  donde  el  turbio  río  entra 
en  la  región  de  su  gran  delta  interior,  presenta  por  vaguada  y  sin- 
clinal  el  surco  Suaza-Magdalena,  y  de  los  3°  á  los  8°  de  latitud  N. 
muestra  su  fondo  ocupado  por  ancha  faja  plana,  ó  poco  menos;  faja 
que  separa  los  dos  grandes  grupos  de  montañas  andinas,  desciende 
de  800  á  50  metros  de  altitud,  y  presenta  anchura  varia,  pues  de- 
bido á  las  estribaciones  de  las  cordilleras,  ora  se  estrecha,  ora  pe- 
netra entre  ellas  á  manera  de  golfos.  El  Valle  tiene  su  eje  orienta- 
do de  SW.  á  NE.,  y  por  su  manera  de  ser  se  divide  en  dos  porcÍQ« 


NuiVA  Geografía  de  Colombia  i  75 


nes :  la  meridional  ó  alia^  y  la  septentrional  ó  baja  (Magdalena 
central,  mirado  como  bajo  el  trayecto  comprendido  entre  Simití  y 
el  mar),  enlazadas  por  largfo  corredor  creado  por  una  notable 
aproximación  de  las  montañas,  lo  que  orig^ina  los  rápidos  denomi- 
nados Salto  de  Honda  (2CK)  sobre  el  mar).  (Figuras  50  y  51). 

La  parte  alta  (Toüma)  de  la  llanura,  en  sus  comienzos  n-.uy 
angosta,  se  ensancha  luego  de  un  modo  brusco  y  desciende  600  me- 
tros en  60  leguas.  Desde  el  punto  de  vista  topográfico,  esta  llanura 
se  com|X)ne  de  una  serie  de  planicies  escalonadas,  con  suelo  seco 
y  árido  las  más  altas,  de  suerte  que  sobre  la  faja  que  orilla  el  río, 
de  origen  aluvial,  hay  otras  de  formación  más  antigua.  La  super* 
ficie  mayor  está  en  el  Espinal,  y  la  e.xtensión  plana  es  mucho  me- 
nor en  la  ribera  oriental,  á  partir  del  codo  de  Girardot.  Los  llanos 
de  mayor  altura,  con  relieves  calvos  y  pedregosos  {peladeros),  ora 
se  funden  con  los  inferiores  por  medio  de  pendientes  suaves,  ora 
caen  en  acentuados  escalones,  pero  siempre  muestran  su  suelo  res- 
quebrajado por  grietas  por  donde  corren  las  aguas  á  modo  de  to- 
rrentes, en  los  días  de  lluvia.  Además,  en  toda  la  llanura  y  distribui- 
das como  al  acaso  aquí  y  allá,  surgen  pequeñas  series  de  alturitas 
que  la  dividen  en  laberinto  de  callejones  y  parecen  obra  de  la  ero- 
sión, pues  dominadas  á  distancia,  á  la  vista  el  llano  se  desarrolla 
sin  soluciones  de  continuidad. 

Si  esta  parte  alta  del  valle  en  muchos  puntos  tiene  marcado 
aspecto  arábigo,  no  es  estepa  debido  á  los  ríos  que  la  cruzan,  des- 
colgados de  las  aledañas  cordilleras,  y  en  ella  el  Magdalena  corre 
por  una  faja  de  aluviones  húmedos,  donde  forma  con  frecuencia  bra- 
zos, islas  y  disparramaderos ;  la  parte  baja,  que  llamaremos  Paiuria, 
difiere  pK)r  completo  en  su  fisonomía,  y  en  verdad  es  americana  y 
tropical.  En  ella  aumenta  la  extensión  plana,  en  especial  hacia  su 
centro,  porque  los  montes  se  alejan  ;  pero  esa  llanura,  que  en  unas 
40  leguas  de.  longitud  tiene  12  de  anchura  media,  no  es  sino  un  mar 
de  vegetación  que  cubre  otro  de  ciénagas  y  pantanos  cruzados  no 
sólo  por  el  río  principal  sino  por  multitud  de  afluentes  de  éste,  de 
manera  que  allí  la  vaguada  es  una  faja  de  30  kilómetros  de  bra. 
zos,  falsos  brazos  y  tremedales,  por  lo  cual,  más  que  altos  y  frago- 
sos montes,  divide  los  poblados  llanos  del  Tolima  de  los  de  Bolívar, 
y  por  lo  mismo  ha  dificultado  en  extremo  el  progreso  del  país :  si  su 
suelo  fuera  igual  al  de  aquellas  otras  regiones,  muy  diversa-  sería 
en  la  actualidad  la  situación  económica  de  la  República. 

Estas  llanuras  de  Paturia,  afamadas  por  lo  malsano  de  su  cli- 
ma, su  vegetación  exuberante,  sus  inundaciones  y  lo  difícil  que 
allí  se  ha  tomado  la  navegación  del  Magdalena,  son  un  nubarrón 
sombrío  en  el  horizonte  de  Colombia,  y  disolverlo  es  problema  de 
importancia  vital  para  nuestro  progreso  futuro ;  allí  debe  buscarse 
la  causa  principal  de  los  periódicos  desastres  de  la  región  drl  delta 
interior  por  las  palizadas  que  engendra  }'  las  irregularidades  que 
introduce  en  las  inundaciones.  Este  valle  del  Paturia  (Magdalena 
central),  más  agua  que  tierra  y  más  lodo  que  agua,  con  mayor 
número  de  ciénagas  á  la  derecha  del  río  y  peores  dificultades  para 
la  navegación  arriba  de  la  Angostura  de  Nare,  tiene  comunicación 
topográfica  más  amplia  con  el  plato  de  Mompós;  y  aun  cuando  en 
realidad  en  él  el  río  desciende  130  metros,  por  tener  porciones  de  • 


NuKVA  GeocRArÍA  dk  Colombia 


yigiira  Jo-^la  Aiigíilma  dt  Nixre  (según  Y^  Andrée) 


absoluca  horizontalidad  amenaza  convertirse  en  ellas  en  dilatado 
pantano,  6,  lo  que  es  lo  mismo,  interrumpir  la  navegación  por  va. 
por.  Tal  es  «I  aspecto  de  los  350  kilómetros  de  longitud  que  mide 
esta  porción  de  la  sindinal  del  Magdalena,  ó  sea  de  Honda  i  Simi- 
ti,  donde  geográfica  y  geológicamente  concluye  el  Magdalena,  ya 
que  sus  condiciones  como  rio  cambian  por  completo  de  allí  al  mar. 
¿)  Las  altiplankits — I. a  superficie  de  las  porciones  planas  exis- 
tentes entre  las  serranías  es  muy  pequeña  com}.)arada  con  las  de  Jos 
marcos  montañosos,  pues  no  son  sino  débil  acciilmlt  de  las  cordi- 
lleras, por  más  que  i  primera  vista  parezca  lo  contrario.  Su  impor. 
tancia  orográfica  depende  de  que  marcan  el  nivel  de  los  principa- 
les escalones  de  las  grandes  mesas  montañosas  del  país  y  los  cen- 
tros de  donde  el  hombre  ha  irradiado  á  conquistar  las  breñas  co- 
marcanas ;  de  aquí  su  riqueza  y  densidad  de  población,  no  obs- 
tante las  diñcultades  que  halla  su  pronta  comunicación  con  las 
aguas  inferiores  ó  navegables.  I^  extensión  de  las  altiplamdes  es 
mayor  en  la  mesa  occidental,  pero  las  existentes  en  la  oriental  se 
abren  í  mayor  altura  media  sobre  el  mar.  Entre  '•&%  cordilleras 
del  Chocó  y  del  Quindío,  las  principales  son:  la  de  Tiíquerres- 
Ipiales,  hiímeda,  fría,  no  muy  extensa  y  la  tendida  á  mayor  altitud 
en  el  país ;  la  del  Patía,  angosta  y  prolongada,  seca,  ardiente  y  en 
parles  írida  :  la  de  Popayán,  simple  fondo  de  un  valle  :  la  Caúcii- 


Nueva  Geograf/a  de  Colombia  i  7 


n^  {valle  del  Cauca),  la  mayor  de  todas  (200  kilómetros  de  larg^o  por 
15  á  40  de  ancho),  célebre  por  su  hermosura  y  su  fecundidad,  muy 
plana  (i,cxx>-900),  más  crecida  al  mediodía,  subdividida  en  do» 
cuencas  por  la  cintura  de  Sonso,  con  pantanos  y  ciénag^as  á  lo  larg-o 
de  la  vaguada,  de  preferencia  más  próxima  á  la  cordillera  del 
Chocó,  salvo  hacia  el  N.,  donde  la  planicie  es  mayor  al  pie  de  esta 
dltima  por  la  intrusión  del  valle  de  í^  Vieja.  También  esta  llanu- 
ra tiene  unas  porciones  más  altas  que  otras,  en  las  cuales  escasea 
el  agua  en  verano,  en  tanto  que  las  inferiores  se  inundan  e\\  invier- 
no, época  en  que  se  forman  en  ellas  inmensas  lagunas. 

Más  al  N.,  en  esta  mesa  occidental  no  se  encuentran  sino  los 
cálidos  llanos  de  Murrí,  entre  el  Cauca  y  el  Atrato,  y  los  templados 
de  Ríonegro  y  de  Medellín  (éstos  diminutos),  entre  el  Cauca  y  el 
Magdalena ;  las  aguas  que  riegan  la  sabana  de  Rionegro  se  esca- 
pan hacia  el  gran  río  por  la  hoz  de  Nudillales. 

En  la  mesa  oriental  ocupan  el  primer  lugar  las  altiplanicies 
d«l  Sogamoso  y  el  Funza  (Sabana),  de  bastante  área,  ricas,  densa- 
mente pobladas,  sanas,  en  partes  aun  muy  húmedas,  como  que  las 
raguadas  están  formadas  por  rosario  de  lagunas  ;  estas  dos  alíipla- 
«iln>j,  de  casi  igual  altitud,  están  colocadas  sobre  un  eje  NE.-S\V., 
inclinada  aquélla  hacia  el  NE.  y  la  otra  hacia  el  SW.,  y  entre 
ambas  queda  la  parte  alta  del  valle  de  Tenza.  í-^  llanura  de  Ubaté, 
abierta  al  N.  de  la  Sabana,  es  simple  apéndice  de  ésta,  y  de  la  del 
Sogamoso  queda  separada  por  la  diminuta  que  forma  el  valle  de 
Leiva.  En  fin,  más  al  N.  se  encuentran  las  porciones  planas  de 
Mogotes  y  Pamplona. 

/)  La  región  oriental:  los  llanos  y  las  selvas;  Casanare-San  Martin 
y  Céquetá — Los  848,000  kts.  D  que  forman  nuestro  oriente,  siempre 
con  bajo  nivel,  constituyen  parte  de  un  mundo  en  absoluto  diverso 
del  occidente  colombiano :  sólo  se  asemejan  á  él  en  majestad  y  ri- 
quísimos productos. 

Las  condiciones  del  relieve  de  este  oriente  lo  dividen  en  tres 
distintísimas  zonas :  los  llanos  al  N.,  la  mesa  del  Caquetá  al  centro, 
las  llanuras  selvosas  al  S. ;  pero  al  analizar  no  lo  que  Colombia  po- 
see en  el  corazón  de  América,  sino  este  mismo  corazón  íntegro,  en 
su  parte  septentrional,  lo  dicho  no  es  la  verdad,  porque  los  llanés 
forman  una  enorme  cuenca  de  perímetro  perfecto,  bien  aislada  y 
con  rida  propia. 

En  este  punto,  como  en  tantos  otros,  el  afán  de  particularizar 
ha  conducido  á  graves  errores.  Colombia,  Ecuador  y  Venezuela 
no  se  unieron  un  día  por  mero  capricho  de  los  hombres,  nó ;  es 
que  la  porción  de  América  sita  al  N.  de  la  sinclinal  del  Amazonas 
y  del  gran  codo  de  los  Andes,  forma  ////  solo  iodo,  todo  que  un  día  será 
tn  verdad  la  Gran  Colombia,  pues  las  leyes  que  rigen  al  mundo, 
como  fijadas  por  Dios  mismo,  son  superiores  á  la  voluntad  huma- 
na. Pues  bien :  de  esa  gran  patria,  y  aun  cuando  por  hoy  parezca 
un  absurdo  la  afirmación,  el  centro  natural  y  geográfico  son  los  llattés. 

La  cordillera  de  Sumapaz  tiene  enfrente  las  serranías  de  Gua- 
yana,  cuyo  muro  W.  es  casi  paralelo  á  aquélla,  que  á  la  vez  se  en- 
laza á  dos  relieves  laterales,  como  son :  al  N.,  los  costaneros  de  Ve- 
nezuela, y  al  S.  los  internos  del  Caquetá,  ó  sea  á  dos  m^sas,  muy 


Nl^EVA  GEOGRAf/a  DZ  COLDIDIIA 


Figura  71— £/  Occiátntt  y  il  Orinite  ,o!ombiams~\:%z 


baja  la  ultima,  ambas  rotas  en  todo  ú  parte  por  las  aguas  de  la 
hoya  del  Orinoco.  La  principal  ruptura  de  aquéllos  en  Calcara, 
marca  asi  la  mínima  cota  de  la  cuenca,  que,  antiguo  mar,  ofrece 
suaves  declivios  hacia  un  núcleo  central  que  constituye  la  Uanura 
más  igual  y  hnrhontal  entre  las  grandes  llanuras  del  continente.  De 
esta  cuenca  el  declivio  E.  es  muy  breve  ;  el  W.,  el  más  dilatado, 
mide  cusa  de  100  leguas,  y  los  del  N.  y  S.  son  relativamente  pe- 
queños ;  por  eso  la  linea  Meta-Orinoco,  tendida  del  WSW.  al 
ENE.,  marca  el  verdadero  Ihalwrg  de  la  inmensa  hoya,  toda  vez 


NuKVA  Geografía  de  Colombia  179 


que  esa  dilatada  diagonal  (200  leguas  como  de  Cartagena  á  Po^ 
payan)  indica  el  rumbo  en  que  el  suelo  rebaja  mejor  su  nivel. 

Las  dos  mesas  que  al  S.  y  N.  envuelven  la  cuenca  de  los  Lla- 
nos, son  más  iguales  de  lo  que  el  común  se  imagina,  no  sólo  en  la 
forma  sino  también  en  su  constitución  íntima.  Pero  hay  algo  más 
raro  aún :  la  asombrosa  semejanza  entre  dicha  cuenca  y  la  más 
pequeña  de  Mompós,  situadas  sobre  una  línea  oblicua  que  corta 
también  la  máxima  depresión  de  la  América  del  Sur  (Maracaibo), 
abierta  ésta  dentro  de  un  triángulo  cuyos  vértices  son  enormes  moles 
nevadas:  Chita, Santamarta,Mérida.  (Figura  71).  ¿Esto  es  simple 
coincidencia?  No  lo  creemos.  A  la  vista  salta  que  la  mitad  N.  de  la 
América  del  Sur  es  una  porción  antigua,  realzada  y  variada  luego 
con  la  lurrección  de  los  Andes.  En  efecto,  en  Caic  ara  como  en 
Mompós,  tenemos  una  región  colectora  ó  de  grandes  deltas  interio- 
res, rica  en  caños  y  ciénagas,  con  vastas  extensiones  que  mar  en  in- 
vierno son  en  verano  rica  pradera;  con  tierras  que  se  anegan  y  otras 
que  permanecen  secas,  con  sabanas  divididas  por  paredes  de  verdu- 
ra que  orlan  el  curso  de  las  aguas ;  iodo  es  igual,  salvo  la  magnitud 
de  los  fenómenos  y  del  área  en  que  se  producen.  Y  lo  que  es  adn 
mis  raro,  ambas  tienen  porciones  que  sin  la  grande  humedad  de  co- 
marca, en  general  serían  verdadero  Sahara,  pues  en  verano  el 
viajero  debe  llevar  consigo  el  agua  para  beber.  Asombra  cómo 
hoy  día  el  elefante  y  el  camello  y  el  datilero  no  están  ya  aclima- 
tados en  estos  países. 

En  invierno,  bajo  capas  de  3  y  más  metros  de  agua  con  va- 
dos peligrosos  y  el  riesgo  de  indios,  caimanes,  peces  eléctricos  y 
fieras,  el  caballo  es  inútil,  la  barca  lenta,  el  vapor  imposible  por 
lo  aleatorio  de  su  empleo,  y  las  pérdidas  de  riqueza,  por  causa  de 
las  dificultades  de  comunicación  entre  los  hatoSy  laderas  y  retiros^ 
siempre  enormes.  Sin  aquellos  animales  es  casi  imposible  cautivar 
tales  regiones. 

La  cuenct  de  los  Llanos  tiene  su  principal  declivio  W.  tendi- 
do, según  se  dijo,  del  muro  de  Sum^paz  hasta  la  línea  Aiabapo- 
Orinoco-Manapire,  que  forma  un  ángulo  cuyo  vértice  está  en  Cai- 
cara,  6  sea  los  deltas  interiores :  por  esto  las  aguas  de  ese  declivio 
van  casi  de  W.  á  E.,  pero  con  longitud  que  disminuye  de  S.  á  N., 
lo  mismo  que  las  f^jas  de  tierra  que  las  separan  y  en  las  cuales 
surgen  otras  proporcionadas  á  la  magnitud  de.  ellas ;  dichos  cauces 
(Inirida-Guaviare,  Meta,  y  Aratoque-Apure^  forman  dos  grupos 
de  vaguadas  (cercanas  y  paralelas)  oblicuas  entre  sí,  separadas 
por  otro  central  (único);  los  dos  ríos  del  S.  ofrecen,  además,  á  este 
rumbo,  violento  codo.  Al  mediodía  el  Guaviare  orilla  la  parte  N. 
de  la  mesa  del  Caquetá,  y  así  el  declivio  S.  de  la  cuenca  es  muy 
breve  ;  en  cambio,  el  Apure  dista  más  de  la  serranía  y  s>e  forma 
alH  mayor  talud  con  corrientes  importantes.  Además,  hacia  el  fin 
de  él  aparece  el  haz  dilatado  del  Portuguesa,  que  al  NE.  del  todo 
hace  juego  al  del  Atabapo-Guaviare  al  SW. ;  y  por  último,  al 
Casiquiari  corres|X)nde  al  N.  el  paso  natural  que  indica  el  Guanare. 

La  vertiente  E.  se  baña  con  aguas  de  la  Guayana,  de  las  que 
alguna  corre  (Venturí)  sobre  el  eje  que,  opuesto,  prolonga  el  del 
Guaviare,  hasta  el  corazón  de  esas  montaña^. 


NuivA  Geografía  be  Coloxbh 


Tal  es  el  conjunto  de  tan  extensa  iíona  que  un  canal  natural 
atraviesa  de  S.  i  N.,  y  que  tiene  al  \V.  y  en  arco  |iaraIelo  al  suyo, 
las  tres  capitales  del  mundo  colombiano  ;  al  H.  demoran  las  ciuda- 
des de  Guayana,  y  en  el  futuro  la  cabeza  de  esc  mundo  estará  en 
San  Femando,  centro  equidisianle  de  todas  ellas  y  la  llave  mercantil 
de  media  América.  Esto  no  es  sueño,  visto  por  el  lado  comer- 
cial :  que  estas  regiones  cuenten  zw'n/f  miüoiifs  de  habitantes  (cinco 
generaciones  no  más),  y  el  concepto  tetírico  será  hecho  nal. 


Kigura  ^l—San  Fernando  ¡k  Aubifo y  l.i  i'wir  ,i.-l  diujiíiri-  (íegúo  Cre(aux) 

Las  llanuras  de  los  Haws  no  son  iguales  en  su  ]>erImetro,  que 
á  su  turno  difiere  de  lo  f|ue  es  el  centro ;  fuera  de  éste  debemos 
considerar  por  lo  mismo  los  territorios  del  S.,del  N.  y  del  W.  (do- 
ble) :  cuanto  al  del  E.,  podemos  aquí  prescindir  de  él. 

En  tesis  general,  los  llanos  se  extienden  hasta  formar  hori- 
zonte, de  sabana  en  sabana,  casi  como  la  onda  de  un  lago,  sólo 
que  de  trecho  en  trecho  !;e  al/.an  rnesits  ó  regiones  que  no  se  inun- 
dan, islas  del  antiguo  mar  que  allí  existió.  1^  selva  envuelve  el 
conjunto,  desgaja  las  cintas  que  hoy  lo  surcan,  y  llevada  por  el 
agua,  ocuparla  toda  la  llanura  si  el  trabajo  humano  á  ello  no  te 
opusiera,  como  acaeció  en  el  Caquetá,  en  partes  cubierto  de  gra- 
míneas al  tiempo  de  la  ronquista.  I^s  sabanas  surgen  limpias,  á 
modo  de  praderas,  sin  un  árbol,  ron  maías  ó  grupos  de  árboles  y 
diversas  palmeras,  que  en  invierno,  entre  las  aguas,  parecen  bu- 
ques de  vela.  Barrancas,  escarpas  o  simples  combaduras  separan 
los  lechos  de  los  ríos  y  caños,  á  que  casi  siempre  acompaña  estre- 
cha cinta  de  bosque  que  semeja  en  lejanía  bajas  colinas  y  á  mayor 
proximidad  setos  divisorios  de  enormes  heredades.  Al  pie  de  las 
montañas  las  sabanas  son  relativamente  altas  (240  metros),  más 
lejoi  de  ellas  rebajan  su  altura  (iSo-i.ío),  y  por  último  son  muy 
bajas  (90) ;  si  en  invierno  el  agua  ocujja  centenares  de  leguas  cua- 
dradas, pues  todos  los  ríos  desbordan   represados  por  el   Orinoco, 


Nueva  Geografía  de  Colombia  iSi 


en  verano  son  muy  secas,  salvo  en  los  esteros  ó  morichales  (bajo 
fondos),  y  entonces  ocurren  allí  magníficos,  indescriptibles  incen- 
dios, que  por  breves  días  trasladan  el  Sahara  á  esta  región. 

Bien  que  uniformes  estas  comarcas,  no  dejan  de  tener  varie- 
dad; ante  todo  diremos  que  el  Meta  con  su  cauce  entre  barrancas 
las  divide  en  dos  mitades :  al  N.  la  región  más  llana  y  nivelada 
(Casanare,  en  Colombia),  al  S.  las  planicies  más  onduladas  y  des- 
iguales, con  colinas  y  oteros  (San  Martín,  semejante  así  á  Oilabo- 
zo-Cumaná  en  el  N.) ;  en  la  primera  todo  es  gramíneas,  salvo  cer- 
ca de  las  aguas  y  las  cordilleras ;  en  la  segunda  alternan  las  gramí- 
neas con  la  selva  y  los  palmares. 

Las  divisiones  del  terreno  cuando  son  fijadas  por  los  hijos  de 
éste,  siempre  corresponden  á  regiones  de  fisonomía  acentuada  y  es- 
pecial, por  lo  cual  interesa  conservarlas :  en  pocos  lugares  dichas 
divisiones  serán  tan  naturales  como  en  el  oriente  colombiano  ;  CdL» 
sanare,  San  Martín,  Caquetá,  son  nombres  que  equivalen  á  toda 
una  descripción.  (Véasela  figura  73). 

En  efecto,  de  las  breñas  de  Sumapaz,  que  señorea  el  Nevado, 
hasta  las  tierras  de  San  Fernando,  que  en  línea  recta  distan  140 
leguas,  y  de  los  montes  de  Chita  á  la  boca  del  Meta,  separados 
por  lio  leguas,  boca  situada  55  leguas  al  N.  de  San  Fernando, 
como  Chita  lo  está  á  60  del  Nevado,  corren  los  lindes  que  enmar- 
can los  /Minos  colombianos,  ó  sea  un  dilatado  rectángulo  que  el 
Meta  cruza  oblicuamente,  dividiendo  á  Casanare  de  San  Martín  : 
aquél  rebajando  siempre  su  nivel,  éste  en  forma  de  sostenida  mesa 
pero  partida  en  dos  bandas  que  se  confunden  al  N.  con  las  tierras 
de  las  gramíneas  y  al  S.  con  el  imperio  de  las  selvas,  del  que  ape- 
nas medio  divide  á  los  Llanos  el  tortuoso  lecho  del  Guaviare.  De 
los  llanos  de  San  Martín  (400),  sitos  al  pie  E.  del  Nevado,  á  San 
Femando  (220  metros),  el  suelo,  á  modo  de  lomo,  se  sostiene  siem- 
pre á  buena  altura  (mesa  de  más  de  300  metros,  con  bancos  de  400 
á  500),  en  tanto  que  al  mediodía  el  suelo  se  alza  varios  metros  más 
y  al  N.  desciende  de  200  á  90  metros  (extremo  del  Meta),  allá 
[>ara  unirse  al  Caquetá,  acá  para  concluir  sobre  las  sabanas  propia- 
mente dichas  :  al  E.  el  Orinoco  rompe  dicho  lomo  en  su  primera 
gran  curva,  6  sea  en  los  rápidos  de  Maipures  y  Atures. 

Al  pie  E.  de  los  últimos  relieves  de  las  breñas  que  envuelven 
al  Nevado,  se  hallan  las  altas  saV)anas  de  San  Maríín  (400)  dentro 
de  una  herradura  de  selva,  sabanas  que  hacia  el  N.  descienden 
sobre  el  Humea,  hacia  el  S.  se  unen  con  las  del  Ariari,  bellas,  con 
colinas,  altos  bancos  y  morichales,  poco  menos  altas,  y  las  cuales 
siguen  hasta  el  Ciüéjar  y  casi  alcanzan  el  Guaviare,  y  al  E.,  en  vez 
de  descender,  se  realzan,  como  se  dijo,  con  mesas  y  bancos  altos 
con  árboles  y  palmeras  y  aun  con  series  de  colinas  (la  cordillera) 
que  desgajan  otras  como  estribos,  y  así  alcanzan  el  banco  de  Vua, 
su  mayor  altura,  desde  donde  la  porción  realzada  continúa  ya  con 
gran  ensanche  hasta  el  Orinoco,  ensanche  que  de  Vua  á  Sipapo 
muestra  dicho  lomo,  excavado  por  el  cauce  del  Vichada,  y  de  don- 
de el  suelo  se  coml>a  al  S.  sobre  el  Guaviare  y  sigue  al  N.  á  morir, 
por  medio  de  escarpas,  sobre  el  Meta;  esta  especie  de  mesa  surge, 
pues,  como  extensa  sabana  subdividida  por  manchones  de  monte, 
con  colinas  sueltas  ó  agrupadas  en  pequeñas  series,  á  cuyo  pie,  en- 


i82  Nueva  Geogratía  de  Colombia 


tre  morichales  y  tremedales,  nacen  las  aguas  que  forman  los  caños^ 
primero  abarrancados,  y  que  \\ié'¿o  sombreadas  por  vegetación  más 
crecida,  concluyen  en  los  grandes  ríos.   (Figura  68). 

De  las  tierras  de  Arama  al  SE.  las  colinas  se  acentúan  más  y 
más,  y  por  ultimo  forman  series  continuas  (500-700)  que  se  unen 
á  ramales  de  los  Picachos  (Sumapaz)  y  cierran  dos  veces  el  paso 
al  Guaviare,  que  debe  romperlas  entre  muros  no  muy  altos  para 
salir  de  la  mesa  andina  y  penetrar  en  la  región  de  las  gramíneas 
y  del  bosque,  en  la  cual  no  faltan  á  dicho  río  otras  estrechuras.  Del 
origen  de  la  cadena  de  colinas  que  de  frente  á  San  Martín  sigue  al  E. 
á  Vua,  arranca  hacia  el  NE.  otro  suelo  alto,  que  acompaña  al  Me- 
ta hasta  Maquivor,  y  sobre  el  cual  río  su  falda  se  compone  de  cc- 
rritos  redondos  y  altos  bancos  con  palmas  en  desorden  y  una  sabana 
alta  al  pie,  cruzada  por  varios  caños ;  al  fin  de  esta  mesa  se  abre  el 
caisi  valle  de  Yucabo,  excavado  por  lo  mismo  en  relieve  constante, 
en  tanto  que  al  respaldo  del  conjunto  queda  el  cañón  ó  surco  de 
Manacacia,  que  de  las  altas  sabanas  al  K.  de  San  Martín  describe 
un  arco  que  envuelve  al  Yucabo,  sabanas  donde  el  Ovejas  corre  al 
SE.  paralelo  al  Ariari  y  marca  con  el  anterior  una  cintura,  que  en- 
vuelve los  señalados  barrancos  de  Vua;  de  éstos  arrancan  otros  ca- 
ños que  corren  al  E.  y  cruzan  al  S.  envolviéndose  unos  á  otros,  todos 
al  S.  del  Vichada,  ó  sea  en  el  terreno  combado  ya  dicho,  cubierto  á 
trechos  por  espesa  selva  que  al  S.  del  Guaviare  se  funde  con  la  de 
Airico ;  selva  terrible  que  evitan  los  mismos  indios,  quienes  sólo 
transitan  los  trechos  de  sabana  que  la  interrumpen :  los  últimos  ca- 
ños hacia  el  E.,  entre  Guaviare  y  Vichada,  alcanzan  directamente 
el  Orinoco,  y  allí  la  selva  guarda  grandes  y  negruzcas  rocas,  ora 
semejantes  á  ruinas  desnudas  de  vegetación,  ora  cubiertas  por  ella 
y  señoreadas  por  altas  palmas  :  el  paisaje  es  grandioso  y  sombrío, 
como  corresponde  á  un  trozo  de  tierra  despedazado  por  las  fuerzas 
naturales. 

Sobre  el  Meta,  do  Maquivor  hasta  rebasar  la  boca  del  Casa- 
nare,  el  suelo  surge  como  elevada  mesa  que  en  la  parte  baja  guar- 
da terromonteros  redondos  agrupados  en  forma  de  cerrillos  cu- 
biertos de  gramíneas  que  dominan  escarpada  barranca,  escarpe 
de  mesa  análoga  al  trozo  de  Vua.  De  aquí  hasta  el  Orinoco  la 
barranca  sigue  60  leguas  á  cierta  distancia  del  Meta  (4  á  6  leguas), 
á  modo  de  lomas,  resultantes  de  la  erosión  causada  por  sinnúmero  de 
caños  que  riegan  la  angosta  llanura  que  tienen  al  pie,  salvo  al  E., 
donde  es  nula.  Entre  este  borde  y  el  que  doinina  el  declivio  hacia 
el  Guaviare,  la  mesa  es  varia  por  sus  trozos  limpios  y  selvosos,  es- 
calonados en  anfiteatro  y  unidos  por  suaves  declives  y  por  los  ca- 
ños que  la  surcan  para  afluir  al  central  del  Vichada  (W.  á  E.),  que 
en  su  orii^''.  r.  r.bre  dos  brazos  en  tierras  de  Vua,  y  por  tanto  deslinda 
mejor  la  selva  de  la  sabana  propiamente  dicha;  ésta,  sobre  el  Orino- 
co, entre  Meta  y  Vichada,  guarda  largos  caños  que  dan  sobre  aquél 
y  cruzan  sabanetas  salpicadas  por  cerritos  de  raras  formas,  rocas- 
obeliscos,  lajas  peñascosas,  planicies  cubiertas  de  paja  que  no  se 
inundan  y  se  continúan  del  mismo  modo  al  otro  lado  del  gran  Ori- 
noco, que  por  entre  ellas  rompe  en  célebres  raudales,  baja  más 
de  100  metros  en  breve  espacio  y  divide  á  San  Martín  de  Parima» 


Nueva  Geografía  de  Colombia  183 


La  regalón  descrita  no  mide  menos  de  catorce  millones  de  hectáreas, 
casi  por  mitad  distribuidas  entre  la  selva  y  la  llanura  descubierta. 
Las  tierras  de  Casanare — tan  extensas  como  Grecia — presen- 
tan ñsonomía  un  poco  diversa,  puesto  que  son  el  tipo  de  la  llanura, 
que  casi  sin  declivio  van  del  pie  de  la  cordillera  al  Orinoco,  entre 
las  mesas  de  San  Martín  al  S.  y  la  llanura  y  la  serranía  costanera 
de  Venezuela  al  N.  (á  la  cual  República  pertenece  la  porción  de 
Barinas,  que  de  aquel  relieve  baja  hasta  el  Arauca),  llanura  que  se 
estrecha  de  W.  á  E.,  por  cuanto  el  Meta  va  hacia  el  NE.,  recogien- 
do sus  aguas,  y  el  Arauca  la  cruza  de  N.  á  E.  sin  recibir  ningunas. 
La  llanura  en  80  leguas  de  longitud,  mide  55  de  anchura  al  W., 
20  al  E.,  y  su  altura  desciende  unos  300  metros,  estando  su  nivel  un 
poco  realzado  al  pie  de  la  cordillera  ;  allí  el  suelo,  en  seguida  de 
la  baja  serranía  de  Casanare,  ha  sido  engrosado  con  los  detritus  de 
la  cordillera,  y  forma  una  zona  de  8  leguas  de  anchura,  que  termina 
en  la  línea  de  las  lar  raneas  y  los  iurales,  6  sea  los  puntos  en  que  las 
aguas  pierden  el  lecho  encajonado  para  luego  explayarse  con  toda 
libertad.  Estas  aguas  van  en  su  principio  todas  de  W.  á  E.,  cayen- 
do sucesivamente  á  las  dos  vaguadas  Meta  y  Casanare-Cravo-Ele- 
Lipa,  que  delinean  un  ángulo,  pues  respectivamente  arrancan  de 
Sumapaz  y  Chita ;  ángulo  de  cuyo  vértice  una  depresión  inundada 
(el  Buey),  sigue  al  N.  hasta  Arauca,  más  allá  de  la  cual  (al  E.) 
las  aguas  caen  á  surco  de  rumbo  SE.,  que  lleva  muchas  reunidas 
al  Meta ;  débese  esto  á  que  al  E.  del  Buey  el  suelo  se  alza  y  for- 
ma la  mesa  del  Término,  que  divide  al  Arauca  del  Meta,  impi- 
de á  éste  siga  trepando  al  NE.,  y  domina  así  la  depresión  de  Cai- 
cara — San  Femando  de  Apure, — que  es  el  centro  natural  de  los 
llanos. 

El  Meta,  desde  San  Martín  se  dirige  al  NE.,  alejándose  m- 
sensiblemente  de  las  cumbres  de  Sumapaz,  hasta  distar  de  ellas  50 
leguas,  frente  á  Toquilla,  donde  violento  codo  lo  lleva  un  poco  al  N., 
para  después  volver  al  E.  paralelo  y  á  sólo  20  leguas  del  Arauca, 
separados  los  dos  por  pequeño  relieve  del  terreno ;  en  la  primera 
porción,  orilla  una  faja  de  sabana,  realzada  al  pie  de  la  serranía,  que 
mide  de  10  á  40  leguas  de  anchura  por  90  de  SW.  á  NE.,  subdividi- 
da  en  trozos  que  guardan  suma  analogía,  y  está  cruzada  por  aguas 
que  se  inclinan  al  SE.:  es  el  verdadero  Casanare;  en  la  segunda,  la 
llanura  angosta,  aun  cuando  muy  larga  (60  leguas),  desciende  por 
escalones  hasta  la  mesa  del  Término,  que  bota  al  SE.  las  múltiples 
y  numerosas  aguas  que  de  W.  á  E.  cruzan  la  llanura  ;  de  esa  mesa 
al  E.  salen  otras  aguas,  con  este  mismo  rumbo,  que  riegan  bajísi- 
nfia  llanura  perdida  sobre  Caicara. 

En  general,  la  llanura  tiene  porciones  altas,  pedregosas,  al 
pie  de  la  serranía,  á  las  veces  cruzadas  por  los  últimos  relieves  de 
ésta,  con  cimas  con  vegetación  ó  sin  ella,  que  entre  profundas 
barrancas  ó  quiebras  dejan  salir  las  aguas  á  los  suelos  vestidos  por 
altos  pajonales.  La  falda  de  la  serranía,  de  ordinario  muy  selvosa, 
prolonga  el  bosque  en  fajas  de  200  á  300  metros  de  anchura,  á  lo 
largo  de  los  ríos,  más  crecido  cerca  de  los  mayores,  que  cuando  van 
muy  juntos  dejan  convertir  en  montaña  el  espacio  intermediario; 
cuando  no,  bajo  ese  bosque,  que  al  penetrar  en  el  llano  se  aclara 
y  varía  por  tener  grupos  de  palmeras  y  guaduales,  el  suelo  es  fér- 


\(T,VA  GEoc.Rsri/i  ]ir.  Colombia 


til  pero  nocivo  y  eslá  desierlo  :  á  los  lados,  en  los  caños  ó  fosos 
de  desagüe  de  la  llanura,  no  siempre  con  apua,  el  bosque  es  más 
ralo,  pequeño  y  de  color  mis  claro. 

De  ordinaric,  las  ajruas  corren  en  grupos  compuestos  de  sur- 
cos paralelos,  y  las  mayores,  al  dejar  las  faldas  del  relieve  de  Su- 
mapaz,  se  parten  en  brazos  y  divagan  en  la  llanura,  A  la  vez  que 
los  haces  que  asi  forman  se  encuentran  en  ángulos  más  ó  menos 
acentuados,  (|ue  du^jan  al  medio  sabanas  triangulares,  eontigfuas, 
y  por  hoy  centros  habitados.  Ksas  af  uas  corren  á  distancias  muy 
varias ;  en  los  caños  es  de  i  á  2  leguas ;  en  los  ríos,  de  3  á  S>  y 
sólo  una  vez,  entre  el  Upia  y  el  Cursiana,  distan  25  las  bocas  por 
realzarse  la  llanura,  quedando  allí  dilatada  sabana ,  rica  en  caños, 
bosquecillos  y  matorrales.  El  mismo  fenómeno  se  produce  hacia 
el  Apostadero,  debido  A  la  mesa  del  Término. 


NUETA  GlOCRAFIA  DE  COLOMBIA 


185 


En  general,  la  llanura  es  muy  diversa  á  los  lados  de  la  g^ran 
mole  de  Chita  (Cocuy),  6  sea  entre  las  hoyas  del  Meta  y  el  Arauca. 
Allí,  donde  las  aguas  se  inclinan  para  repartirse  entre  los  dos  ríos 
(Betoycs),  las  sabanas  son  más  altas,  de  lejos  parecen  mesas  uni- 
das por  suave  declivio ;  las  de  mayor  nivel,  si  bien  imponentes,  son 
pedregosas,  y  á  su  E.  ciérralas  terreno  anómalo,  que  figura  una 
línea  de  colinas  sueltas,  y  por  eso  dominan  en  200  metros  á  las 
más  bajas.  Dichas  sabanas  altas  se  confunden  al  W.  con  el  relie-' 
ve  6  serranía  de  Casanare,  y  de  Moreno  hacia  el  E.  espesa  faja 
de  montaña  corre  hasta  el  Meta,  marcando  la  división  entre  la 
hoya  del  Casanare  y  las  llanuras  cautivadas ;  también  hasta  ese 
punto  van  las  altas  barrancas  del  Meta. 


^U€va  Geografía  de  Colombia 


TOMO  I— .13 


Í86  Nueva  Geografía  de  Colombia 


De  Betoyes  hacia  el  Sarare  corre  por  el  pie  de  la  alta  cordi- 
llera la  inmensa  selva  de  Montaña  Grande ^  que  va  á  confundirse 
con  la  de  San  Camilo  en  Venezuela ;  dicha  selva  lleva  en  sus  por- 
ciones los  nombres  de  los  ríos  que  la  cruzan  (Cravo  del  Norte, 
Ele,  Lipa,  Arauquita,  Sarare,  Nula),  y  es  temida  hasta  por  los 
mismos  indios,  que  sólo  recorren  los  ríos  y  el  pie  de  las  alturas  ; 
en  invierno  se  inunda,  y  fuera  de  ella  es  donde  los  ríos  muestran  aquí 
sus  últimas  barrancas,  ó  sea  las  puertas  que  los  llevan  á  la  llanura. 
En  las  porciones  entrevistas  de  este  suelo,  realzado  por  los  detritus 
de  la  Nevada  de  Chita,  se  hallan  rocas  erráticas  enormes  que  ocu- 
pan vasta  superficie,  y  los  ríos  tienen  en  sus  veg^as  piedras  rodadas, 
y  muestran  su  canal  excavado  en  capas  sobrepuestas  con  gran  re- 
g^ularidad. 

Es  al  N.  de  esta  tierra  donde  surge  la  de  Arauca,  y  entre 
las  dos  la  llanura  ofrece  aspecto  especial :  el  suelo,  excesivamente 
plano,  es  más  bajo  que  el  cauce  de  los  ríos,  que  corren  entre  una 
especie  de  diques  inclinados  hacia  el  llano  y  formados  por  los  alu- 
viones  que  ellos  ruedan;  pero  esos  declivios  casi  no  se  distinguen  á 
la  vista,  y  el  conjunto  aparece  como  un  mar  de  yerba  en  verano,  y 
de  agua  en  invierno.  Los  ríos  forman  grandes  esteros  y  desparra- 
maderos  singulares,  en  especial  el  Sarare,  que  en  el  suyo  puede  de- 
cirse origina  el  Apure  y  el  Arauca,  al  N.  del  famoso  estero  Cachi- 
camo. En  invierno  es  casi  imposible  cruzar  esta  zona,  en  la  que  na- 
vegar es  muy  difícil ;  en  verano  conserva  más  verdor,  tanto  porque 
las  aguas  la  ocupan  más  tiempo,  como  por  las  filtraciones  de  los  ríos : 
entonces,  á  causa  del  calor,  prodúcese  violenta  evaporación,  origen 
de  espléndido  espejismo  :  el  horizonte  es  ocupado  por  brillante  y 
móvil  lago  que  huye  ante  el  fatigado  viajero.  Al  E.  hay  una  selva, 
que  se  une  al  realce  que  corre  hacia  Caicara,  por  entre  las  tierras 
de  Arauca  y  las  del  crecido  Capanaparo. 

I-as  tierras  de  Arauca,  muy  iguales  á  las  de  Apure,  son  ex- 
tensas, con  hatos  y  caños  que  sirven  de  caminos :  allí  ni  un  peñasco, 
ni  una  piedra,  ni  un  canto  se  encuentra  en  la  llanura  limpia,  siem- 
pre  verde,  con  alta  paja  y  perfecto  nivel.  Su  aspecto,  aun  cuando 
imponente,  es  triste  por  lo  igual ;  sólo  interrumpen  el  horizonte  al- 
gunas matas  ó  grupos  de  arbolitos.  El  suelo  ofrece  aquí  y  allá  por- 
ciones alzadas  unos  pocos  metros  sobre  el  nivel  general :  son  los 
médanos  y  bancos,  que  en  invierno,  cuando  todo  se  inunda,  quedan 
en  seco  y  sirven  para  guardar  los  ganados  que  en  verano  pastan  á 
las  orillas  de  las  aguas  ;  sin  aquellos  realces  sería  imposible  con- 
servarlos. 

Al  Sur  del  Capanaparo,  ó  sea  hasta  el  Meta,  el  suelo,  aun 
cuando  algo  más  alto,  no  es  menos  plano,  y  sustenta,  á  par  de  gran- 
des sabanas  (Macanillas),  manchones  crecidos  de  monte,  elegan- 
tes palmeras,  muchos  caños  y  peligrosos  morichales,  6  sea  depresio- 
nes en  que  crece  la  palma  moriche  ocultando  extensos  tremeda- 
les ;  aquí  sólo  viven  idíos,  ny  nunca  se  ha  explorado  seriamente  el 
terreno.  Al  E.  del  mismo  terreno,  sobre  el  Lipa,  es  donde  el  suelo 
más  realzado  forma  la  crecida  cuasi  mesa  de  Jojorote,  ocupada  por 
la  selva,  la  cual  nunca  se  inunda  y  sirve  á  los  indios  para  pasar  el  in- 
vierno :  siempre  han  impedido  su  acceso  con.  las  armas,  y  sólo  una 
expedición  militar  ocupó  por  algunas  hora»  el  pueblo  que  allí  han 


Nueva  Geografía  de  Golombia  187 


formado.  Dicho  realce  es  el  que  bota  al  SE.  todas  las  aguas  de  la 
cordillera  y  desde  el  Lipa  al  Casanare,  fundiéndolas  en  cauce  común. 

Las  tierras  que  van  de  este  cauce  hasta  la  cordillera,  por  el 
S.  de  Cachicamo,  en  grande  extensión  muestran  planos  con  palma- 
res, manchones  de  monte,  inmensos  tremedales,  ríos  de  paso  peli- 
groso, en  invierno  se  inundan  y  sólo  son  recorridas  por  los  indios. 
Similar  es  el  terreno  que  sigue  al  SE.  del  anterior  hasta  la  gran 
selva  de  Jojorote,  y  que  luego  vuelve  al  E.  á  confundirse  con  las 
tierras  de  Macanillas;  es  la  parte  baja  de  la  gran  hoya  del 
Casanare. 

De  Moreno  á  Marave,  ó  sea  del  Guachiría  al  Cursiana,  la 
llanura,  regada  además  por  varios  caños,  se  inclina  sobre  el 
Meta,  aparece  dividida  en  cajones  ó  sea  cintas  bajas  entre  otras 
altas  como  los  surcos  de  una  sementera  ;  tiene  mejor  declive 
y  se  inunda  menos,  por  lo  cual  cuenta  mayor  población,  conserva 
aun  en  verano  su  verdor,  guarda  vegas  de  gran  fertilidad  y  abun- 
da en  matas  y  palmares  cuyas  tintas  contrastan  con  la  de  las  ás- 
peras gramíneas.  Esta  zona,  la  más  valiosa  de  la  llanura,  mide  40 
leguas  de  W.  á  E.  por  12  de  anchura;  sus  ríos  son  siempre  nave- 
gables, y  posee  clima  relativamente  sano.  La  faja  que  se  extiende 
del  Cursiana  al  Upía,  entre  el  Meta  y  las  montañas,  bien  que  aná- 
loga en  partes  á  la  anterior,  es  más  pequeña,  menos  rica  y  sana, 
carece  de  aguas,  comparada  con  aquélla,  y  al  pie  de  la  monta- 
ña tiene  porciones  altas  como  mesetas  con  bancos  de  piedra  ó  are- 
na, y  está  menos  poblada. 

En  fín,  del  Upía  á  San  Martín,  ó  sea  entre  el  gran  ángulo  que 
en  Cabuyaro  (150)  forman  el  Meta  y  el  Upía  y  dentro  riegan  los 
brazos  del  Negro,  está  la  última  porción  geográfica  de  Casanare, 
en  la  que  al  pie  de  la  Cordillera  hay  mesetas  bajas  y  pequeñas  co- 
linas, especie  de  pre  llanura  que  sombrean  manchones  de  monte  y 
aun  fajas  de  selva  en  las  orillas  de  los  ríos  que  la  dividen  en  gran- 
des trozos  {sabancLs)  de  vario  nombre,  primando  las  de  Apiai  y  Cha^ 
cuan,  tendidas  de  W.  á  E.,  de  Villavicencio  al  Meta,  y  que  se  con- 
funden al  S.  con  las  más  altas  de  San  Martín,  que  van  hasta  el  Aria- 
ri,  ya  descritas. 

En  resumen,  esta  grande  y  baja  llanura  de  Casanare  mide  en 
su  área  trapezoidal  unos  5^  millones  de  hectáreas,  y  dondequiera 
formaría  horizonte  sin  las  maias  que  parecen  en  lejanía  azules  co- 
linas, sin  las  paredes  de  verdura  que  acompañan  el  curso  de  las 
aguas.  Como  en  el  mar,  la  salida  y  la  puesta  de  los  astros  ofrece 
una  belleza  incomparable. 

El  Coqueta — Con  este  nombre  designan  los  colombianos  toda 
la  parte  de  la  gran  región  oriental  situada  entre  el  Guaviare  y  el 
Amazonas,  es  decir,  la  más  extensa  zona  de  las  tierras  bajas  del 
E.,  que  casi  puede  describirse  con  una  sola  palabra  :  inmensa  sel- 
va que  cubre  unos  665,000 kilómetros  D,  pues  allí  las  porciones  sin 
bosque  son  insignificantes.  Considerado  este  territorio  á  lo  largo  del 
río  Caquetá  ó  Yupurá,  que  lo  cru2«i  de  W.  á  E.  dándole  su  nombre, 
se  divide  en  tres  fajas  bien  marcadas :  del  pie  de  los  Andes  á  los  ce- 
rros de  Araracuara  está  el  alio  Caqueíd,  relativamente  seco,  cru- 
zado por  aguas  navegables  aunque  con  algunos  tropiezos ;  de  los 
cerros  de  Araracuara  á  las  terrazas  de  Temuentiro  se  extiende  el 


IM 


Nlteva  Geografía  de  Colombia 


CaquM  cenital,  más  húmedo,  con  aguas  -"^"«^  ^'l^™  f,f /J^' 
veTsas  hileras  de  ccrritos;  en  fin,  de  esas  terrazas  hac.a  el  Ama- 
zonas se  dilata  el  bajo  Ca^u.tá,  la  zona  típica  de  la  Amazoma.  ar- 
diente hiimeda,  cubierta  por  tupida  selva  y  surcada  por  un  labe- 
rinlode  rfS^brizos  ^i¿arapn,  paran  .' ,  deltas  interiores,  lagunas  y 
ciftwfai.  (Véase  la  figura  6y). 


KÍRuri  ^%—kio  Cji«tld  (Liituo  lutietiur).  Stgún  el  álbum  de  la  Conii»ióii  Cofo- 
gráfica  (LnéJilü) 

A  estos  caracteres  generales  debe  agregarse  otro  i  toda  la 
llanur.-i  levanta  su  nivel  rumbo  del  NE.  en  busca  del  espacio  com- 
prendido entre  la  boca  del  Guaviare  y  la  confluencia  que  da  ori- 
g'en  al  Rionegro,  y  lo  rebaja  hacia  el  SW.,  hacia  la  hoya  de  loS 
rfos  Yupuri  y  Ñapo,  por  cuyas  márgenes  los  bajos  niveles  se  acer- 
can mucho  á  los  Andes. 

En  tesis  general,  la  altitud  del  alto  Caquetá  excede  de  zjo 
metros;  el  Caquetá  central  oscila  entre  200  y  150,  y  el  bajo  Ca- 
quetá  desciende  i  poco  mis  de  80.  En  todas  tres  partes  los  relie- 
ves que  las  esmaltan  y  llenan  los  ríos  de  cataratas  (raudales  y  sal- 
tos), se  levantan  sobre  aquellos  niveles,  y  aquí  y  allí  adquieren 


Nueva  Geografía  de  Colombia  189 


cierta  apariencia  de  montañas,  pero  en  lo  general  desaparecen 
bajo  la  selva^  no  distinguiéndose  de  lejos  las  ondulaciones  de  la  su- 
perficie sino  por  las  variaciones  del  tinte  verde  azulado  del  manto 
que  las  cubre  con  tenaz  uniformidad. 

Los  puntos  más  altos  de  la  llanura,  en  cada  porción  del  te- 
rritorio, es  decir,  las  mesas,  por  regla  general  carecen  de  bosque, 
apenas  sustentan  tupidos  matorrales,  se  muestran  surcadas  por  red 
indescriptible  de  hondas  grietas  que  dificultan  el  tránsito,  y  origi- 
nan las  más  singulares  comunicaciones  entre  los  ríos  que  riegan 
el  territorio. 

En  una  palabra,  el  paisaje  es  hermoso  pero  igual,  de  suerte 
que  al  cabo  resulta  de  una  monotonía  insoportable,  agravada  por 
la  inmensidad  del  desierio,  puesto  que  sólo  unas  cuantas  tribus  de 
indios  salvajes  vagan  aquí  y  allá  por  los  ríos,  linicos  caminos  posi- 
bles del  Coqueta,  que  aun  cuando  encierra  incalculables  riquezas 
naturales,  lo  hace  de  manera  que  su  explotación  será  en  extremo 
difícil  y  aleatoria  en  muchos  siglos,  es  decir,  hasta  que  una  pobla- 
ción aclimatada  y  relativamente  civilizada  y  numerosa  tome  po- 
sesión real  de  esas  imponentes  soledades. 

Complementos  * — Gravísimos  son  en  verdad  los  problemas  que 
entraña  el  estudio  correcto  del  relieve  de  un  país,  y  aun  cuando  en 
las  líneas  que  anteceden  quedan  consignados  los  datos  fundamenta- 
les de  la  hipsografía  de  Colombia,  antes  de  tratar  la  constitución 


*  Nada  ilustra  tanto  los  estudios  de  la  orografía  de  un  país  como  los  per- 
files y  los  cortes  que  permiten  construir  la  carta  en  relieve  del  mismo;  por  este 
si  el  lector  coloca  con  la  mente  los  perfiles  de  las  figuras  52,  77  y  So  sobre  el  pU- 
no  de  las  cordilleras  (figuras  51  y  63),  y  sobre  esa  agrupación,  transversalmeñ* 
te,  los  cortes  de  los  grabados  siguientes,  adquirirá,  sin  duda  alguna,  idea  co- 
rrecta de  la  forma  exacta  de  la  orografía  colombiana.  Dos  de  los  cortes  son  ge- 
nerales, es  decir,  atraviesan  el  territorio  del  Pacífico  al  Amazonas  y  al  Orinoco, 
y  bastan  para  fijar  las  relaciones  entre  el  occidente  montañoso  y  el  oriente  llano. 
Los  demás  se  refieren  exclusivamente  á  la  porción  occidental,  de  la  frontera  ecaa« 
toríana  á  las  costis  del  Caribe,  de  suerte  ouc  dan  idea  de  las  transformaciones 

3oe  sufren  las  cordilleras :  en  sus  cresterías,  en  su  altitud,  en  los  valles  que  las 
ividen  ó  las  estrían  á  manera  de  hondos  surcos  y  en  los  macizos  en  que  se  apo- 
yan sus  bifurcaciones. 

I.*""  Corte.  Los  nevados  del  Sur  y  la  mesa  de  Túquerres. 

2.®     —      Las  breñas  de  Pasto. 

3-°    —      El  Patía  y  los  volcanes  del  Mayo. 

4-^    —      El  macizo  de  Colombia. 

S.° — Los  valles  del  alto  Cauca  y  el  alto  Magdalena,  al  pie  de  Iraca. 

6.0  —  —        __  „  _        Santa  Catalina. 

7.®  —  —        —  »-  —        delTolima. 

89 — Las  mesas  de  Antioquia  y  Cundinamarca. 

9^  —  —  y  Boyacá. 

10.^  —  —  y  Santander. 

\\P  — ^  del  Sinú  y  Ocaña. 

12.® — Montanas  de  María  y  de  los  Motilones. 

13-°    —    Sierras  de  Santamaría  y  Ccrropintado. 

i4-°    —    Goajira  (longitudmal). 

1 5-° — El  Istmo  en  Chiriquí,  Panamá  y  Darién. 

Los  trece  primeros  cortes  se  escalonan  sobre  una  longitud  de  1,250  ki- 
lómetros,  es  decir,  apenas  distan,  termino  medio,  20  leguas  uno  de  otro.  Lis  dis* 
tandas  horizontales  están  en  escala  de  i :  7.500.000,  7  las  altitudes  en  relación 
de  I  :  100.000,  es  decir,  75  veces  mayor  y  el  doble  en  la  figura  76. 

Cuanto  á  ¡a  cur\*a  hipsográfica,  es  el  resumen  gráfico  del  relieve  colom- 
biano, cu^'os  elementos  y  proporciones  quedan  consignados  en  las  figuras  40  £4^. 


1 


190 


Nueva  Geograf/a  de  Colombia 


C^eognóstica  del  territorio  quizás  no  estarán  de  más  algxinas  otras 
consideraciones  que,  ilustradas  con  los  cortes  sucesivos  de  nuestras 
cordilleras,  seg^uramente  ayudarán  á  esclarecer  los  problemas  apun- 
tadosy  aun  cuando  parezcan  á  primera  vista  inútil  repetición  de  lo 
dicho  atrás,  tanto  más  cuanto  no  es  suficiente  que  dos  macizos 
se  hallen  seguidos  para  mirarlos  como  continuación  uno  de  otro ; 
siendo  preciso,  en  consecuencia,  atender  á  la  composición  del  suelo 
y  á  las  indicaciones  de  la  climatología  que  divide  faunas  y  floras. 

Desde  este  punto  do  vista,  considerando  el  aspecto  del  terreno 
sumergido  dos  kilómetros,  linfa  media  que  marca  además  la  separación 
tntre  el  mundo  tropical  y  el  no  tropical^  la  masa  de  tierras  altas  co- 
lombianas aparece  dividida  en  dos  porciones  principales,  ó  sea 
constituyendo  dos  grandes  y  prolongadas  mesas  con  algunas  otras 
culminaciones  vecinas,  pero  todas  netamente  separadas  entre  sí. 

Esas  dos  porciones  principales  por  su  situación  relativa  las  he- 
mos llamado  mesa  occidental  y  mesa  oriental^  advirtiendo  de  paso  que 
difieren  no  sólo  en  la  forma  de  su  relieve  sino  hasta  en  la  compo- 
sición de  su  suelo.  Entre  las  dos  mesas  casi  paralelas  se  abre  pro- 
funda cisura,  ó  sea  dilatado  valle  que  constituye  una  gran  depresión 
central  medio  abierta  al  N.,  cerrada  al  S.  por  dique  que  enlaza  las 
dos  mesas,  de  las  cuales  la  occidental  avanza  más  hacia  el  S.,  mien- 
tras  que  la  oriental  lo  hace  más  hacia  el  N.,  y  el  conjunto  semeja 
una^  de  forma  irregular.  La  mesa  oriental,  poco  antes  de  su  fin,  se 
enlaza  al  oriente  con  otra  faja  de  tierras  que  se  prolonga  en  Vene- 
zuela con  ese  mismo  rumbo  como  península,  pues  al  N.  la  baña  el 
mar  y  al  S.  la  orillan  los  llanos  del  Orinoco,  en  tanto  que  la  mesa 
allá  en  su  extremo  N.  por  medio  de  un  apéndice  se  pone  en  con- 
tacto con  dos  grupos  de  alturas  que  se  alzan  á  sus  lados :  al  W. 
la  Sierra  nevada  de  Santa  Marta,  al  E.  los  montes  Goajiros.  Para 


íTolima 


|\kvidodcSumApA> 


I, 


Figura  76— Cortes  W-E.  por  el  centro  del  país 


Nueva  Geografía  de  Colombia  191 


hacerle  juegfo,  la  mesa  occidental  se  enlaza  á  su  tumo  cerca  de 
su  extremo  N.,  casi  á  la  misma  latitud,  por  el  E.  á  los  montes  de 
María,  por  el  W.  á  una  faja  de  tierra  alta  que  le  es  paralela  y 
que  á  su  tumo  está  en  contacto  con  otra  que  se  dirige  de  E.  á  O. 
entre  dos  mares  y  forma  el  Istmo  de  Panamá  que  se  une  á  la 
América  Central,  como  la  faja  venezolana  se  enlaza  á  los  montes 
de  Cumaná,  constituyéndose  así  una  extensísima  línea  de  alturas 
que  corre  de  E.  á  W.  al  S.  del  Caribe,  sólo  que  al  W.  cruza  luego 
al  N.  sobre  México  y  al  E.  lo  hace  al  S,  sobre  Guayana :  allá  más 
dilatada  sobre  el  Pacífico,  acá  menos  extensa  sobre  el  Atlántico ; 
también  la  primera  tiene  luego  vecinas  otras  alturas  menores  que 
dominan  el  Atlántico,  y  la  segunda  otras  mayores  sobre  el  Pa- 
cífico. La  mesa  occidental  en  su  extremo  N.  se  relaciona  además 
con  otra  pequeña  zona  de  tierra  alta  que  se  acerca  á  la  Sierra  de 
Santa  Marta,  conforme  se  dijo,  y  que  en  cierto  modo  cierra  tam- 
bién por  el  N.  la  gran  depresión  central.  En  fin,  del  punto  de  con- 
tacto de  las  dos  mesas  se  desprende  hacia  el  NE.  un  conjunto  de 
relieves  que  acaba  por  unirse  al  de  Parima  (Guayana)  y  divide 
así  la  llanura  oriental  en  dos  porciones  netamente  distintas,  mayor 
la  del  mediodía.  En  una  palabra,  los  montes  colombianos  forman 
el  verdadero  diafragma  de  todas  las  montañas  de  las  Américas  del 
Sur  y  Central. 


En  el  Ecuador  la  montaña  forma  estrecha,  prolongada  y  alta 
mesa,  que  se  alza  entre  el  mar  y  la  llanura,  guardada  por  marco 
de  casi  infranqueables  crestas,  dividido  el  surco  interior,  por  medio 
de  diques  transversales,  en  una  serie  de  cuencas  profundamente  ex- 
cavadas por  las  aguas,  que  buscan  paso  en  general  alternativamen. 
te  á  un  lado  y  á  otro  á  los  mares  vecinos,  y  cuya  altura  decrece  en 
ciei  to  modo  á  partir  de  las  moles  peruanas.  En  idénticas  condicio. 
nes  empieza  nuestra  mesa  occidental,  que  se  estrecha  en  la  fronte- 
ra para  formar  una  especie  de  8  que  abarca  así  las  ultimas  tierras 
altas  de  aquel  país  y  las  primeras  de  éste,  que  luego  describen  lige- 
ra curva  para  buscar  de  nuevo  la  dirección  del  meridiano,  tras  en- 
lazarse á  la  mesa  oriental  y  á  los  relieves  del  Caquetá.  La  mesa 
occidental  está  hendida  en  toda  su  longitud  por  un  prolongado 
y  gigantesco  surco  geológico,  de  nivel  muy  vario  y  dividido  en 
porciones  por  diques  transversales,  ora  enteros,  ora  despedaza- 
dos, por  lo  cual  las  aguas  los  reúnen  á  veces  para  formar  con  ellos 
grupos  principales.  Al  Sur  se  halla  el  pais  de  los  Pastos,  compuesto 
de  la  Trusa  Tuguerreñay  anfiteatro  de  montañas  á  que  siguen  por  un 
lado  las  altas  y  espaciosas  breñas  de  Pasto  y  Almaguer,  y  por  el  otro, 
un  valle  interior  y  profundo :  el  del  Patio.  Viene  en  seguida  el  dobla- 
do valle  de  Popayán,  que  se  une  al  extenso  del  Cauca,  de  fondo  nivela- 
do por  las  aguas,  enlazado  luego  á  otra  zona  de  suelo  fragosísimo 
que  á  un  lado  forma  las  tierras  altas  de  Cabal  y  Arma,  y  al  frente 
las  de  Marmoto.  A  continuación  el  relieve  se  modifica  :  la  excava- 
ción longitudinal  cpntinila,  pero  en  forma  de  cañón  compuesto  de 
cuencas  sucesivas,  cañón  que  se  encorva  al  Oriente  y  se  funde  con 
a  llanura  remate  N.  de  la  depresión  central,  mientras  que  las  cres- 
f^s  cjue  guardan  la  excavación  ensanchan  su  lomo  y  forman  á  s\f 


Cmahecro  i»  i   -«Jll 


PigatA  7?-I«s  Andes  del  Sur 


Nueva  Geografía  de  Colombia  19 j 


turno  una  mesa  á  cada  lado  del  cañón  citado.  La  del  E.  ó  Aniioque^ 
ñdy  la  que  estrecha  la  excavación  longitudinal  por  donde  rueda  el 
Magdalena,  se  muestra  dividida  á  lo  largo  por  un  surco  entre  dos 
fajas  de  cuencas  ó  herraduras  montañosas  de  diversa  magnitud, 
surco  que  se  enlaza  á  las  cuencas  del  W.  y  á  las  ultimas  del  E.,  en 
tanto  que  las  otras  quedan  á  él  extrañas  desde  el  punto  de  vista  hi- 
drográfico. Esta  mesa  antioqueña  rebaja  su  nivel  rumbo  del  N.  y 
se  pierde  en  la  llanura  arriba  citada,  la  cual  sin  embargo  parte  en 
dos  por  medio  de  algunos  pequeños  relieves  que  se  aproximan  á 
los  últimos  de  la  Sierra  de  Santamarta.  La  mesa  del  W.,  mucho  más 
extensa,  es  doble  y  presenta  dos  taludes,  inclinado  uno  al  NW.  y  el 
otro  al  N.,  quedando  en  el  punto  de  contacto  de  ambos  las  impor- 
tantes tierras  altas  de  Paratnillo :  la  del  Sur  ó  Chocoana  se  muestra 
compuesta  de  dos  escalones  ó  mejor  series  de  cuencas  que  se  suce- 
den de  E.  á  W.,  escalones  cuyas  cuencas  se  agrupan  en  tres  hile- 
ras seguidas  de  N.  á  S. ;  la  segunda  ó  del  Sinúy  que  se  ensancha 
en  forma  de  triángulo,  está  dividida  en  muchos  surcos  paralelos  de 
S.  á  N.,  y  en  cierto  modo  también  concluye  á  la  misma  latitud  que 
la  antioqueña  sobre  aquella  indicada  llanura,  pues  su  remate  geo- 
lógicamente pertenece  á  otro  sistema  orográfico;  llanura  que  por  lo 
tanto,  al  W.  resulta  separada  del  mar  por  prolongado  lomo,  que 
bifurcado  recorre  varias  leguas  (hasta  el  Agmla)  y  es  el  más  alto  de 
los  que  cruzan  la  meseta  del  Sinü,  haciéndolo  casi  por  su  centró. 
Pero  á  la  vez  que  esto  sucede,  la  mesa,  lo  mismo  que  la  antioque- 
ña, desprende  en  arco  al  NE.  una  línea  de  pequeños  relieves,  tam- 
bién con  soluciones  de  continuidad,  que  subdivide  otra  vez  la  llanura 
término  de  la  depresión  central,  y  se  acerca  á  las  tierras  alias  de 
María  y  Car/agena,  fronteras  é  intermedias  entre  las  de  Saniamar- 
ta  y  del  Águila^  á  las  cuales  se  aproximan  mucho.  En  fin,  la  mesa 
chocoana  se  enlaza  ligeramente  en  su  extremo  S.  al  fronterizo  re- 
lieve de  Baudó,  paralelo  á  ella  y  á  la  del  Sinii. 

Notable  es,  pues,  desde  el  punto  de  vista  orográfico,  esta  mesa 
occidental  cuyas  dos  crestas  corren  á  18  leguas  una  de  otra,  térmi- 
no medio,  y  cuya  base  se  ensancha  en  ciertos  sitios,  siendo  mayor 
al  Norte  que  en  el  Sur  y  en  éste  que  en  el  centro.  Tiene  la  mesa  un 
nivel  medio  de  1,000  metros  que  sube  en  algún  punto  á  3,000  (Tú- 
querres)  ó  2,000  (Rionegro),  bajando  en  otros  á  600  (Patía,  Antio- 
quia).  La  anchura  medía  de  la  base  de  esta  mesa  mide  45  leguas, 
y  su  área  puede  estimarse  en  18  millones  de  hectáreas.  La  vertiente 
\V.  de  esta  mesa  forma  el  Chocó;  la  E.,  en  parte  el  valle  del  Mag- 
dalena propiamente  dicho,  en  parte  el  del  Amazonas,  mientras  que 
hacia  el  N.  crea  el  del  Sinú,  y  en  su  centro  y  mediodía  guarda  las 
hoyas  interandinas  del  Cauca  y  del  Patía. 

La  cresta  occidental  de  esta  mesa  (cordillera  del  Chocó),  más 
corta  que  la  otra,  mide  1,000  kilómetros  de  longitud  y  sostiene 
mejor  su  altura,  que  de  ordinario  es  de  2,500  metros,  alcanzando 
600  más  la  de  los  picos  dominantes,  y  salvo  los  pasos  de  Cali  y  la 
quiebra  del  Patía,  donde  su  lomo  despedazado  baja  á  menos  de 
1,600  y  de  500  metros,  respectivamente,  en  ningún  punto  tiene 
menos  de  2  kilómetros  de  altura  ;  al  Sur  alcanza  casi  una  legua 
en  el  Cumbal,  su  más  atrevida  cima,  y  al  N.,  sobre  el  mar,  aun 
mide  600  en  el  cerro  del  Águila,  su  cumbre  final  aparente  á  orillas 
del  Caribe, 


194  NuKYA  Geografía  di  Colohbia 


íilMIl 


Figura  78  — L13  cordilleras  del  alio  Magdalena 


Nueva  Geografía  de  Colombia  195 


La  cresta  oriental  de  la  misma  mesa  {cordilUra  del  Quindio) 
es,  á  causa  de  sus  ondulaciones,  más  larga  que  la  anterior,  pues 
cuenta  1,250  kilómetros  de  long^itud  y  tiene  unos  3,000  metros  de 
altura  media,  alcanzando  700  más  la  de  las  cimas  dominantes; 
igual  á  la  del  Chocó  en  altura  al  mediodía,  luego  la  sobrepuja,  y 
en  el  Tolimay  su  cdspide  gigante,  mide  más  de  Si  kilómetros  de 
elevación,  pero  luego  se  muestra  más  baja,  y  termina  convertida 
en  simples  colinas  un  grado  antes  que  aquélla. 


En  Venezuela  la  montaña  se  presenta  bajo  forma  diversa  á 
la  vez  que  carece  de  unidad.  En  primer  lugar  surge  una  serranía 
que  se  dirige  de  E.  á  W. :  allá  ofrece  solución  de  continuidad  y 
acá  se  ensancha  hasta  crear  entre  dos  crestas  un  surco  interior 
subdividido  en  varios  trozos.  Después  este  muro  choca  contra  otro 
relieve  de  complicado  aspecto,  que  en  el  punto  de  la  unión  se 
ensancha  de  un  modo  extraordinario  hacia  el  N.,  reduciéndose 
hacia  el  S.,  por  lo  cual  forma  un  triángulo  de  breñas,  alzado  al  E. 
del  golfo-lago  de  Maracaibo,  excavado  por  un  haz  divergente  de 
valles  de  rumbo  de  S.  áN.  y  que  forma  las  sierras  de  Coro.  Del  Sur 
de  este  triángulo  arranca,  hacia  el  SW.,  una  enorme  masa  de  mon- 
tañas, masa  que  se  ensancha  y  acrece  en  su  centro  á  modo  de  ganglio 
gigantesco,  surcada  por  numerosos  valles  paralelos  con  el  mismo 
rumbo  que  ella;  este  relieve  {Ménda)  es  el  que  avanza  hasta  encon- 
trar nuestra  mesa  oriental,  complicando  así  su  topografía.  Ante  todo, 
nótese  que  dicha  mesa,  á  partir  de  ese  cruce,  sube  aún  más  al  N., 
convertiéndose  luego  en  simple  y  ondulada  serranía  que  termina  en 
el  cuello  de  la  península  Goajira,  á  la  misma  latitud  que  las  bre- 
ñas fronterizas  de  Coro.  Empero,  allí  se  enlaza  ligeramente 
hacia  el  W.  al  macizo  de  Santamarta,  y  al  E.  lo  hace  todavía  me- 
nos aparentemente  á  las  alturas  de  la  península  Goajira,  frontera 
y  no  distante  de  la  más  pequeña  de  Paraguaná  (Venezuela) :  los 
valles  de  la  Goajira  se  abren  con  el  mismo  rumbo  que  los  de  Coro, 
los  cuales  por  lo  mismo  parece  que  continúan  á  través  del  mar.  De 
modo,  pues,  que  el  cruzamiento  ó  enlace  indicado  acaba  de  consti- 
tuir otro  gran  recinto  montañoso  también,  de  forma  triangular,  con 
el  ángulo  más  acentuado  hacia  el  SW.,  al  frente  de  la  parte  rota 
que  enlaza  su  centro  con  el  mar,  bien  que  la  máxima  depresión  de 
dicho  recinto  se  dirige  primero  de  SW.  á  NE.  y  luego  de  S.  á  N. ; 
el  fondo  de  la  depresión  está  ocupado  por  el  lago  de  Maracaibo  y  por 
una  dilatada  y  ancha  faja  de  ciénagas  que  avanzan  al  SW.  hacia  la 
herradura  ó,  mejor,  ángulo  que  allí  forman  las  montañas  y  cuya  bi- 
sectriz está  marcada  por  el  curso  del  Zulia.  A  la  derecha  de  este 
río,  en  otro  vértice  del  triángulo,  está  la  pequeña  meseta  de  Pam- 
plena,  que  diversos  valles  separan  de  la  mayor  de  Mérida,  mien- 
tras que  á  la  izquierda,  después  de  una  faja  de  tierra  doble  y  alta, 
queda  la  mesa  oval  de  Ocam,  de  nivel  más  reducido,  dividida  á  lo 
largo,  de  S.  á  N.,  por  una  corta  serranía,  y  que  tiene  próximas 
y  á  su  izquierda  las  tierras  del  Carmen :  estas  breñas  son  el  último 
esfuerzo  de  la  gran  mesa  oriental  antes  de  reducirse  á  cordillera 
propiamente  dicha,  rumbo  del  N.  Toda  esta  faja  de  tierras  alta$ 


Figura  79  -  Las  cordilleras  del  Magdalena  central 


Nueva  OeografÍa  de  Colombia  197 


de  Ocaña  á  Mérida  está  sobre  un  mismo  eje  oblicuo  que  las  de 
Centroamérica  y  Guayana. 

Del  áng^ulo  del  Zulia  hacia  el  S.  se  extiende  la  porción  más 
característica  de  la  mesa  oriental,  la  cual  al  mediodía  también  se 
transforma  en  simple  serranía  que  acaba  por  unirse  á  la  mesa 
occidental,  merced  á  un  ramal  que  ésta  envía  hacia  el  E.,pudiendo 
después  distinguirse  todavía  la  presencia  de  ella  al  pie  de  la  otra, 
donde  la  rompen  las  aguas  que  van  al  Amazonas,  puesto  que 
luego  vuelve  á  reintegrarse  en  el  Ecuador  y  el  Perd. 

Inmediatamente  al  S.  de  Pamplona  y  del  ángulo  en  que  nace 
el  Zulia  se  halla  una  alta  cuenca  montañosa,  de  forma  triangular, 
murada  por  altas  cresta*;,  en  especial  las  del  Sur :  es  el  circo  6  pi- 
lar de  Laóa/cca,  de  grande  importancia  orográfica  y  que  al  W.  tie- 
ne la  cuenca  de  Sura/á,  que  hacia  el  N.  se  continua  por  una  faja  de 
tierras  altas  hasta  unirse  á  la  mesa  de  Ocaña.  Al  mediodía  de  estas 
dos  porciones  se  dilata  un  grande  anfiteatro  de  montes,  de  forma 
circular,  murado  por  elevadas  cumbres  al  E.  y  cortado  en  dos  por 
una  serranía  interior,  alta  en  su  centro ;  pero  mientras  que  la  sec- 
ción (surco)  de  la  derecha,  montañosa  al  N.  y  llana  al  S.,  es  simple, 
la  otra  se  compone  de  una  serie  de  cuencas  al  lado  de  un  valle  de 
suelo  plano  en  la  parte  S.,  la  cual  porción  hacia  ese  mismo  rumbo 
rebasa  la  latitud  á  que  llega  el  otro  surco,  porque  orográficamente 
es  allí  extraña  al  relieve  citado,  que  forma  la  viesa  de  Sogamoso;  el 
surco  oriental  constituye  el  valle  de  Chicamocha^  el  occidental  el  de 
Saraviia,  y  los  dos  dejan  al  centro  las  tierras  de  Leiva  y  Charaid,  al 
N.  de  las  cuales  se  unen  por  medio  del  cañón  del  Sube  excavado  frente 
á  las  tierras  altas  de  Chí/a,  por  el  pie  de  las  de  Labateca  y  Suratá. 
Al  Oriente  esta  región  se  apoya  en  estribaciones  directas  de  la  cum- 
bre, mientras  que  al  W.,  si  primero  procede  de  un  modo  análogo, 
después  tiene  al  pie  un  escalón  que  constituye  la  cuenca  del  Minero, 
que  se  prolonga  al  mediodía,  en  cuyo  rumbo  luego  es  seguida  por 
otras.  También  al  Sur  del  surco  del  Chicamocha,  pero  con  nivel  in- 
ferior, continúa  una  faja  de  cuencas,  que  por  lo  mismo  estrecha  ha- 
cia el  Oeste  el  núcleo  propio  de  la  mesa  oriental,  acabando  al  fin  por 
unirse  á  la  que  sigue  al  Minero  hacia  los  4.°  de  L.  N.  Entre  estas 
dos  fajas  se  prolonga  de  N.  á  S.  una  aliiplamcie  dividida  en  dos 
porciones :  al  N.  una  pequeña,  la  de  Fáquene,  enlazada  al  surco  del 
Sara  vita,  y  al  S.  otra  mayor,  que  ocupada  primero  en  parte  por 
tíerra  doble,  se  transforma  luego  en  amplio  llano,  la  Sabana  de 
Bogotá,  que  aun  se  continúa  al  S.  en  el  reducido  valle  de  Tunjuelo, 
en  cuyo  origen  se  confunden  en  una  sola  masa  las  crestas  que 
venían  rodeando  el  núcleo  de  la  mesa  oriental,  bien  que  tal  lomo 
aún  se  muestre  ancho  hasta  enfrente  de  la  mole  llamada  el  Neva- 
do, A  la  derecha  de  la  Sabana  están,  formándole  escalón,  las 
cuencas  de  Tema,  Gache/d,  Cdqueza  y  Ariari,  la  primera  al  pie  del 
surco  del  Chicamocha,  la  última  al  pie  del  Nevado,  todas  rotas 
hacia  el  E.,  constituyendo  su  conjunto  una  tierra  muy  doblada  que 
se  apoya  en  numerosas  estribaciones.  A  la  izquierda  de  la  Sabana 
están  las  cuencas  del  Rionegro,  La  Mesa  y  Fusagasugd :  esta  última 
queda  en  parte  al  S.  de  la  Sabana,  en  parte  al  pie  del  Nevado  y 
respaldo  de  la  del  Ariari,  mientras  que  la  primera  (lo  mismo  que 
Ift  del  Minero)  es  cerrada  al  \V.   por  una  serranía  baja,  á  las 


198  NuivA  Gbogkafía  dx  Colombia 


veces  doble,  que  corre  de  S.  á  N.,  reduciendo  la  anchura  de  la  de- 
presión central  (Magdalena).  También  al  E.  del  surco  del  Chica- 
mocha  y  a^l  pie  de  la  mesa  oriental  se  halla  una  pequeña  serranía 
cuyo  rumbo  es  de  S.  á  N.  y  hace  en  cierto  modo  juego  á  la  ante- 
rior. En  fin,  del  Nevado  hacia  el  mediodía  la  tierra  alta  se  estrecha 
más  y  más  y  se  transforma  en  simple  cresta  como  queda  dicho. 

Así  pues,  en  su  conjunto  la  mesa  oriental,  prescindiendo  de  los 
montes  venezolanos,  de  los  que  la  separa  acentuada  depresión(  1,000 
metros),  ofrece  en  su  conjunto  un  aspecto  único  en  el  mundo :  un  nú- 
cleo central  entre  dos  bra/:os  laterales,  núcleo  que  se  alza  enfrente 
de  la  doble  mesa  chocoana-antioqueña,  describiendo  el  todo  ligera 
curva  en  su  desarrollo.  Todas  estas  tierras  altas  se  llaman  de  or- 
dinario Cordillera  de  Sumapaz  (longitud  1,650  kilómetros),  pues 
aunque  las  varias  crestas  del  ensanche  central  miden  hasta  350 
kilómetros  de  desarrollo,  no  han  recibido  nombre  especial  por  ser 
menos  aparentes  como  entidad  de  relieve  que  las  dos  principales  de 
la  mesa  occidental,  donde  guardan  el  prolongado  valle  del  Cauca. 
Es  de  advertir  que  al  pie  de  aquella  mesa,  en  el  valle  del  Mag- 
dalena, hay,  rumbo  de  S.  á  N.,  una  pequeña  línea  de  alturas  que 
en  cierto  modo  continúa  la  que  cien  a  la  cuenca  del  Rionegro  y 
corta  así  transversalmente  la  depresión  central.  Esta  serranía  del 
Rionegro  ú  Honda  se  une  tambie'n  ligeramente  otras  dos  veces  á 
la  mesa  occidental  por  los  5*^  y  6°  de  L.  N.  Cuanto  á  la  unión  di- 
recta de  las  dos  mesas,  débese  al  mismo  dique  transversal  que  se- 
para el  Valle  del  Patía  del  de  Popayán  y  depende  del  más  nota- 
ble macizo  no  sólo  de  la  mesa  occidental,  sino  también  de  todas 
Jas  montañas  americanas.  El  nivel  medio  de  la  mesa  oriental  es 
de  poco  más  de  un  kilómetro,  llegando  en  algunos  puntos  á  3,000 
metros  (las  altiplanicks)  y  descendiendo  en  otros  á  800  metros 
(fondos  de  las  cuencas  inferiores). 

La  altura  media  de  las  crestas  y  cumbres  (en  el  núcleo)  es  un 
poco  superior  á  la  del  Chocó,  alcanzando  también  más  de  una  legua 
la  Sierra  de  Chita,  su  mole  culminante.  Cuanto  á  los  brazos  ter- 
minales, el  del  mediodía  no  llega  á  3  kilómetros  de  altura  media,  y  el 
del  Norte  es  todavía  más  bajo  y  termina  convertido  en  simples  co- 
linas. Las  crestas  que  encierran  la  mesa  propiamente  dicha,  distan 
sólo  6  leguas  hacia  el  S.  y  hasta  25  al  N.  La  mesa  oriental  ocupa  un 
área  de  unos  14  millones  de  hectáreas,  y  mide  en  súbase  tanta  an- 
chura como  la  occidental,  salvo  en  los  brazos  extremos,  en  los  cuales 
la  reduce  á  una  tercera  parte.  La  vertiente  occidental  de  esta  mesií 
pertenece  al  valle  del  Magdalena,  mientras  que  la  oriental  se  re- 
parte entre  las  llanuras  orientales  y  la  gran  cuenca  en  cuyo  centro 
está  el  golfo  de  Maraca  i  bo  :  la  superficie  del  lomo  hidrográfica- 
mente pertenece  á  todas  tres  regiones. 


Las  demás  tierras  altas  surgen  como  simples  satélites  de  las 
dos  grandes  mesas  :  tan  pequeña  es  su  extensión  comparada  con  la 
de  ellas,  y  forman  tres  grupos  por  su  posición  topográfica :  en  pri- 
mer lugar  se  halla  el  de  las  tres  porciones  que  dominan  el  litoral 
atlántico  de  tierra  firme,  tendidas  sobre  una  línea  de  S.W.  á 
N.E.   y  de  las  cuales  es  la  más  importante  la  central,  y  la  menos 


Nueva  Geografía  de  Colombu 


extensa  la  oriental,  constituyendo  las  tres  el  grupo  septentrional. 
La  porción  occidental  de  este  g"rupo,  ó  sea  las  montañas  de  María  ó 
Cartagena,  se  extiende  de  S.  á  N.  en  una  extensión  de  300  kilómetros, 
y  no  es  en  verdad  sino  un  lomo  que  presenta  al  E.  suave  y  amplio  ta- 
lud, mientras  que  al  W.  aparece  áspero,  ag^reste  y  dispuesto  en  es- 
calones; hacia  el  Sur  ofrece  menor  relieve  y  verdaderas  soluciones 
de  continuidad ;  hacia  el  centro  muestra  su  mayor  mole,  y  hacia  el 
N.,  tras  otra  solución  de  continuidad,  se  transforma,  rodeado  por  las 
agfuas,en  una  especie  de  isla  cubierta  de  colinas  que  forman  diversas 
series  paralelas.  En  general,  estas  montañas  se  componen  de  crestas 


Figura  80—  Cortes  y  perfiles  de  los  relieves  septentrionales  del  país 


200  Nueva  Geografía  de  Colombu 


paralelas dirig^idas  de  SW.  á  NE.,  y  su  conjunto,  muy  angfosto  hacia 
el  S.,  rodeado  en  el  resto  por  el  mar  y  ag^uas  de  grandes  ríos,  forma, 
como  se  dijo,  una  verdadera  Mesopotamia  colombiana.  Estas  mon- 
tañas ocupan  un  área  reducida,  y  su  relieve  medio  no  pasa  de  500 
metros ;  empiezan  en  bajas  colinas,  concluyen  de  la  misma  mane- 
ra al  acercarse  al  mar,  y  sólo  hacia  el  medio  y  al  W.  alzan  algfuna 
cima  de  más  de  i  kilómetro.  El  ntícleo  central  está  casi  siempre  ro- 
deado por  colinas  sueltas  y  llanos  altos  á  modo  de  obras  avanzadas 
de  una  fortaleza  :  cuanto  á  anchura  de  la  base,  varía  de  20  á  10 
y  S  leg"uas.  La  vertiente  oriental  de  estas  montañas  corresponde 
al  valle  del  Magdalena,  y  la  occidental  al  del  Sinú  en  parte,  y  en 
parte  directamente  al  mar. 

La  porción  central,  ó  sea  la  Sierra  Nevada  de  Santamaría , 
constituye  un  macizo  que  surge  aislado  entre  las  bocas  del  Mag- 
dalena, el  remate  de  la  mesa  oriental,  el  mar  y  la  Goajira.  Este 
macizo  se  compone  de  un  gran  nücleo  central  que  proyecta  di- 
versos brazos  al  S.  y  al  E.  y  uno  menor  al  W.,  por  lo  cual  su  área 
tiene  forma  triangular  (un  lado  paralelo  al  mar)  de  40  leguas  de 
anchura  por  otras  tantas  de  longitud  de  N.  á  S.,  en  cuyo  rumbo  un 
lomo  de  tierras  secas  entre  llanos  pantanosos  acerca  su  relieve  al  de 
la  mesa  occidental,  así  como  otro  más  acentuado  la  enlaza  á  la 
oriental.  La  altura  máxima  de  este  macizo  excede  de  5  kilóme- 
tros, pero  la  media  se  reduce  á  poco  más  de  i. 

La  porción  oriental  ó  las  moriiañas  Goajiras  constituye  un  gru- 
po de  aspecto  característico :  una  línea  de  alturas  dirigida  del  SW. 
al  NE.  con  grandes  soluciones  de  continuidad,  porque  la  forman 
tres  serranías  tendidas  de  N  á  S.  La  altura  máxima  de  estas  bre- 
ñas no  llega  á  1,000  metros,  y  la  media  no  excede  de  300.  Ocupan 
un  área  pequeña  de  forma  elíptica,  que  mide  14  leguas  de  N.  á  S. 
por  25  de  SW.  á  NE.  Hacia  el  W.  un  lomo  de  tierra  alta  que 
se  destaca  ligeramente  sobre  la  llanura  arenosa  une  estos  montes 
al  remate  de  la  mesa  oriental,  y  salvo  al  W.,  el  mar  los  rodea  por 
todas  partes. 

El  segundo  grupo  ó  sistema,  el  occidental,  llamado  también 
de  los  üimoSy  entre  el  Atlántico  y  el  Pacífico,  se  compone  de 
dos  porciones  principales  :  la  serranía  de  Panamá  y  la  de  Baudó, 
unidas  en  el  país  que  se  llama  Darié'n.  La  serranía  de  Baudó,  entre 
los  valles  del  alto  Chccó  por  un  lado  y  el  Darién  y  el  mar  por  otro, 
forma  como  una  especie  de  isla  prolongada  y  angosta,  tendida  en 
general  de  S.  á  N.  á  lo  largo  de  la  costa  del 'Pacífico,  desde  la 
bahía  de  la  Buenaventura  hasta  el  golfo  de  San  Miguel.  Al  me- 
diodía empieza  en  forma  de  colinas  que  luego  acrecen  su  altura  y 
la  base  que  ocupan,  formando  á  la  vez  el  valle  interior  de  su  nom- 
bre, paralelo  al  eje  de  la  serranía,  tras  lo  cual  vuelve  á  rebajarse 
hasta  desaparecer,  pero  en  seguida,  inclinándose  ahora  ligera- 
mente al  W.,  ofrece  una  segunda  culminación  en  su  relieve,  la  cual 
á  poco  constituye  una  meseta  que  revienta  en  numerosos  estribos 
á  modo  de  abanico,  uno  de  los  cuales  la  une  á  la  serranía  de  Pa- 
namá, como  otro  del  primer  relieve  lo  había  hecho  ligeramente  á 
la  cordillera  del  Chocó.  La  serranía  de  Baudó,  que  ocupa  área 
reducida,  mide  10  y  12  leguas  de  anchura  en  sus  dos  ensan- 
ches, y  sólo  2  en   la  depresión  que  hay  entre  ellos ;  su  altura 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


201 


media  es  de  500  metros,  su  mínima  de  300  entre  las  dos  mesetas, 
y  su  máxima  1,800  en  la  del  Sur  y  700  en  la  del  Norte. 

La  serranía  de  Panamá  que  cruza  la  faja  del  istmo  de  E.  á  W., 
tiene  su  semejanza  con  la  anterior  :  la  porción  oriental  la  forma 
una  cresta  baja  que  describe  fuerte  arco  de  concavidad  vuelta  hacia 
el  N.,  y  tanto  en  el  uno  como  en  el  otro  extremo  se  reduce  á  simples 
colinas ;  la  porción  occidental  describe  un  arco  en  sentido  inverso 
pero  menos  acentuado,  y  si  bien  empieza  en  colinas,  concluye  en 
meseta  de  bastante  altura ;  en  mitad  de  esta  porción  y  hacia  el 
Sur  proyecta,  mar  adentro,  estribos  de  alguna  importancia.   La 


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Nueva  Geografía  de  Colombia 


TOMO  I-  14 


2Ó2  NiT.VA  Geografía  de  Colombia 


serranía  de  Panamá  no  llega  á  2  kilómetros  de  altura  media :  su 
máxima  altura  (extremo  occidental)  mide  3,500  metros,  mientras 
.que  la  cumbre  mayor  de  la  porción  oriental  (extremo  E.)  sólo 
liega  á  900  metros ;  en  el  punto  de  enlace  de  las  dos  porciones  se 
reduce  su  altura  á  sólo  87  metros,  y  allí  ocupa  10  leguas  de  base, 
cifra  que  sube  á  36  en  donde  desprende  sus  mayores  ramales 
(porción  occidental),  y  á  20  donde  es  frontera  de  la  de  Baudó.  Im 
serranía  de  Panamá  mide  1,120  kilómetros  de  longitud. 

En  fin,  el  grupo  ó  sistema  oriental,  ó  sea  las  alturas  que 
cruzan  las  regiones  orientales,  es  decir,  las  serranías  del  Caque- 
láy  mal  conocidas  aún  en  sus  detalles,  son  poco  elevadas,  pero  ocu- 
pan una  grande  extensión.  Bien  que  compuestas  de  varias  ramas, 
s||  conjunto,  dividido  en  dos  brazos  principales  tendidos  del  SW.  al 
NE.,  constituye  una  gran  meseta  que  prolonga  la  de  Guayana  para 
unirla  á  los  Andes,  no  lejos  de  donde  éstos  entran  en  Colombia.  Di- 
cha meseta, en  que  el  relieve  ofrece  soluciones  de  continuidad,  divide 
netamente  las  altas  llanuras  del  Orinoco  (llanos  propiamente  dichos) 
de  las  bajas  del  Amazonas,  ó  sea  de  la  región  de  las  selvas  por  ex- 
celencia. Su  longitud  puede  estimarse  en  1,000  kilómetros  y  su  an- 
chura total  no  ocupa  más  de  200,  en  la  parte  que  corre  en  suelo  co- 
lombiano. Las  mayores  alturas  conocidas  de  esta  mesa  despedaza- 
da perlas  aguas,  no  exceden  de  900  metros,  y  es  muy  probable  no 
las  haya  mayores;  de  ordinario  no  miden  sino  de  300  á  400  metros. 

Resumiendo  lo  anterior,  puede  decirse  que  el  relieve  del  suelo 
colombiano  se  compone  de  dos  grandes  y  prolongadas  masas  cen- 
trales, cada  una  de  las  cuales  constituye  sistema  distinto,  y  á  cuyo 
rededor  se  agrupan  otros  en  arco:  uno  al  N.,  otro  al  W.  y  otro 
al  E.,  sólo  que  los  laterales  son  dobles  desde  el  punto  de  vista  geo- 
lógico, el  del  W.  se  encuentra  hacia  el  N.  de  las  masas  centra- 
les, y  el  del  E.  se  halla  hacia  el  S.  de  las  mismas;  el  relieve  co- 
lombiano mide,  por  lo  tanto,  casi  igual  longitud  de  NW.  á  SE.  que 
de'  SW.  á  NE. 

La  gran  depresión  central  que  hacia  el  N.  se  confunde  con  la 
llanura  septentrional,  hacia  el  mediodía  aparece  primero  como  un 
valle  real,  de  nivel  comprendido  entre  50  y  180  metros,  abierto 
entre  moles  montañosas  que  oscilan  entre  3,200  al  E.  y  2,000  al 
W.,  teniendo  al  E.  mayor  altura  aun  en  algunos  puntos;  disposición 
que  se  modifica  hacia  el  extremo  de  esta  primera  porción,  puesto 
que  al  W.  los  montes  se  realzan  hasta  4,000  metros,  fronteros  de 
otros  que  miden  hasta  3,600.  Las  dos  grandes  crestas  distan  allí  de 
160  á  120  kilómetros:  la  occidental  (Quindío)  ocupa  de  100  á  80 
con  sus  faldas ;  la  oriental  (Sumapaz)  30,  y  en  el  fondo  se  halla 
una  faja  plana  que  mide  un  millón  de  hectáreas  y  acaba  al  S.  por 
desaparecer  casi  del  todo  entre  las  breñas ;  esta  porción  empieza  con 
rumbo  de  N.  á  S.,  y  luego,  sin  perderlo,  ofrece  una  curva  hacia  el 
W.  y  S.,  con  lo  cual  el  eje  del  valle  se  encuentra  desplazado  al 
W.  de  el  del  trozo  anterior.  Después  la  gran  depresión  se  transforma 
en  una  especie  de  meseta  que,  á  raíz  de  un  trozo  en  que  es  estre- 
chada por  los  montes  y  donde  forma  como  un  foso  de  120  kilóme- 
tros, se  ensancha  al  E.  en  una  curva  y  se  transforma  en  dilatado 
rectángulo  que  se  estrecha  después  hacia  el  S.,  donde  termina  en* 
tro  las  breñas   producidas  por  la  unión  de  las  grandes  mesas.  El 


Nueva  GeogilvfÍa  de  Colombia  20^ 


fondo  de  esta  segunda  porción  se  realza  en  forma  de  escalones,  d?' 
modo  que  al  terminar  el  corredor  indicado,  donde  empieza  el  en- 
sanche al  E.,  es  de  220  metros,  y  de  unos  650  al  S.,  donde  las  mon- 
tañas se  confunden  quebrando  el  suelo  de  gran  extensión  de  terre- 
no. No  llega  á  un  millón  de  hectáreas  la  extensión  plana  del  fondo 
de  esta  segunda  pcrción  de  la  depresión  central,  fondo  subdividido 
en  cuatro  cuencas  por  diques  rocallosos,  y  puesta  la  última  en  con- 
tacto con  una  faja  de  mesetas  que  asciende  rápidamente  á  confun- 
dirse con  la  masa  de  las  serranías.  En  esta  porción  las  crestas  qué 
hacia  el  S.  distan  80  kilómetros,  se  alejan  más  al  N.  hasta  200,  y  lá 
especie  de  desfiladero  que  la  enlaza  á  la  otra,  proviene  de  mayor 
ensanche  de  la  base  de  la  cresta  oriental,  cuya  altura  aumenta  de 
1,900  á  4,000  metros  de  S.  á  N.,  con  cimas  de  4,300,  donde  dista 
más  de  la  occidental,  que  mide  aquí  unos  3,900  de  altura  comün, 
realzada  hacia  el  centro  y  los  extremos  hasta  la  región  de  las  nie- 
ves. El  muro  S,  de  la  depresión  varía  entre  4,000  y  2,000  metros. 
Tal  es  la  gran  depresión  central  que,  como  se  ve,  aisla  profunda!^ 
mente  las  dos  mesas  entre  las  cuales  se  abre  y  que,  contra  lo  que 
á  diario  se  escribe  entre  nosotros,  con  su  gigantesca  sinclinal  de- 
cide de  la  forma  del  relieve  colombiano. 

El  carácter  más  general  de  nuestra  región  baja  es  tener  porcio- 
nes un  tanto  alzadas  y  secas  y  emergidas  siempre,  que  sus  habitantes 
llaman  iierra  alta,  por  excelencia,  y  porciones  ora  siempre  húmedas 
(ciénagas,  pantanos,  lagunas),  ora  sumergidas  temporalmente  y  lla- 
madas en  general  anegadizo.  Xj^l  región  oriental  cuenta  más  de 
2  millones  de  hectáreas  de  las  permanentemente  encharcadas, 
y  tal  vez  más  de  15  de  las  que  lo  son  temporalmente.  La  sep- 
tentrional en  la  cuenca  de  Maracaibo,  30,000  de  las  primeras  y 
50,000  de  las  segundas ;  Goajira,  muy  poco  de  ambas,  mientras  qué 
la  porción  de //Ifrrfl  yfr/«^  propiamente  dicha  (costa),  es  la  más  hú- 
meda de  todas,  por  más  que  su  parte  alta  (con^o  en  los  llanos)  sea 
seca  por  extremo  en  verano :  aquí  las  ciénagas  miden  \  millón  y 
los  anegadizos  2  ;  en  especial,  la  tierra  húmeda  domina  en  el  Sinú 
y  la  zona  de  los  deltas  interiores  (Cauca-San  Jorge-Magdalena-Ce- 
sar), de  forma  de  crucero  al  centro  (de  E.  á  O.  y  de  N.  á  S.).  La 
llanura  occidental  mide  al  mediodía  200,000  de  pantanos  y  300 
mil  de  anegadizos,  guarismos  que  respectivamente  suben  á  300,000 
y  500,000  en  la  parte  del  Norte.  En  Panamá  la  orla  septentrio- 
nal cuenta  de  estos  últimos  15,000  y  5,000  de  los  otros,  mientras 
que  la  meridional  mide  60,000  y  20,000  de  los  mismos.  En  resu- 
men, sobre  100  millones  de  llanura,  á  lo  sumo  20  son  de  anega- 
dizo y  5  de  pantano-ciénaga  y  sus  congéneres. 

I-a  mesa  occidental  difiere  en  absoluto  de  la  oriental  mientras 
que  es  análoga  á  las  montañas  del  Ecuador,  por  lo  cual  puede  lla- 
mársela sistema  cancano,  en  tanto  que  la  otra,  propia  especialmente 
del  país,  como  que  difiere  de  Ifeis  vecinas  cumbres,  merece  el  nombre 
á^  sistema  granadino,  nombres  ambos  ya  plenamente  confirmados 
pKjr  la  historia  del  país.  La  serranía  de  Baudó  es  muy  moderna, 
no  así  gran  parte  de  la  de  Panamá;  pero  geográficamente  forman 
un  solo  grupo :  el  ístmico.  Cosa  análoga  sucede  con  el  sistema 
oriental  ó  del  Caquetá.  Para  evitar  confusiones  se  debe  limitar  el 
nombre  de  serranías  Caribes  á  las  del  litoral  en  Bolívar  y  Magda^ 


i04  Nueva  Geografía  de  Colombia 


lena.  Por  último,  parece  que  un  gran  pliegue  geológico  entrara 
al  país  hacia  el  NE.  en  la  prolongación  de  los  montes  de  Venezue- 
la, y  cruzara  nuestras  dos  grandes  mesas  produciendo  la  compli- 
cación de  relieve  que  hacia  el  N.  se  nota  en  ellas. 

La  Colombia  orográfica  es,  en  suma,  comarca  de  transición, 
punto  donde  se  enlazan  ó  unen  los  relieves  de  los  países  vecinos, 
no  menos  que  sus  rocas,  sus  faunas  y  sus  floras :  sólo  en  cierta  ex- 
tensión es  distinta  y  tiene  individualidad  marcada  {Esiado  Mutsca  ; 
el 'Reino)  y  la  cual  desaparece  hacia  la  periferia. 

Los  caracteres  generales  de  la  orografía  colombiana  produ- 
cen otro  hecho  curioso :  la  abundancia  de  surcos  ó  valles  paralelos 
entre  sí,  y  que,  más  ó  menos  importantes,  aumentan  simétricamente 
del  sur  al  septentrión.  Sobre  la  frontera  ecuatoriana  se  alza  el 
surco  del  Paiía,  único  y  entre  tierras  bajas,  pero  inclinado  hacia  el 
E.  para  formar  la  base  de  dos  nuevos  y  mayores :  el  del  Cauca  y 
el  del  Magdalena,  que  terminan  en  llanura  interior  partida  en  tres 
canales.  De  estos  canales  el  occidental  (Sínú)  prolonga  el  del  Cau- 
ca, el  oriental  ( Cesar-Ranchería)  hace  lo  mismo  con  el  del  Magda- 
lena, cuyas  aguas  toman  el  del  centro;  por  esta  razón  el  Cesar  es 
río  que  corre  de  N.  á  S.  Después,  al  W.  del  surco  del  Cauca  se 
forma  otro  valle  subdividido  en  dos :  el  del  Ai  rato  al  N.  y  el  del 
San  Juan  al  S. ;  pero  entonces  la  mesa  oriental,  para  hacerle  juego 
abre  los  del  Bogotá  al  Sur  y  del  Saravita  continuado  por  el  del  Zr- 
brija  al  N.  Al  de  Baudó,  que  surge  al  W.  de  el  del  Atrato,  corres- 
ponde el  del  Chicatnocha,  al  E.  de  el  del  Saravita".  Al  N.  del  de  Bau- 
dó  se  abre,  sobre  el  golfo  de  San  Miguel,  el  doble  del  Tuira,  in- 
clinado al  NW.,  y  á  éste  corresponde  el  del  Zuliay  inclinado  al  NE. 
hasta  el  golfo  de  Maracaibo.  Por  último,  al  San  Jorge  corresponde 
el  CcUaiumhOy  al  Ranchería  el  Mulatas,  al  Nechí  el  Minero,  al  Murri 
el  Chitagá,  y  al  Sucio  y  el  León,  el  Tdchira  y  el  Pamplonita.  Notables 
analogías  se  hallan  también  entre  los  valles  de  la  región  baja 
oriental  y  los  de  la  occidental,  proporcionados  al  área  en  que  se 
abren,  y  dirigidos  no  de  S.  á  N.  sino  de  E.  á  W.,  y  viceversa.  Este 
curioso  fenómeno,  sostenido  en  tan  vasta  escala,  divide  la  Repú- 
blica en  dos  como  mitades  simétricas  subdivididas  en  otras  dos, 
de  las  cuales  la  oriental  de  la  de  la  I.  y  la  occidental  de  la  de  la 
D.,  están  formadas  por  series  de  cuencas  tendidas  á  manera  de  los 
hilos  de  perlas  de  un  collar.  En  fin,  hasta  la  prolongación  del  re- 
lieve del  suelo  patrio  al  E.,  tiene  su  homologa  al  \V.  en  ambos 
casos  sobre  un  mismo  eje  de  NW.  d  SE. 

Compendiando  lo  dicho,  tendremos  que  á  partir  de  la  Costa 
AWántica,  sobre  una  base  oblicua  inclinada  de  NE.  á  S\V.,  exhibe 
la  montaña  sus  primeros  promontorios,  sus  montes  avanzados, 
sus  últimos  escalones,  y  ocupa  una  zona  de  6  grados,  á  un  lado  de 
la  cual  se  dilata  Panamá,  y  al  otro  las  serranías  de  Venezuela. 
Sobre  esta  zona  se  apoya  la  montaña  para  descender  al  Sur, 
agrupándose  para  ello  en  dos  masas  ó  porciones  que  se  unen  9  gra- 
dos al  S.  de  la  Costa,  terminada  la  depresión  ó  colosal  cisura  que 
antes  las  dividía:  la  porción  oriental  es  corta,  maciza  y  doblada, 
mientras  que  la  otra  se  prolonga  más  y  es  fraccionada :  los  dos  gru- 
pos se  presentan  uno  enfrente  de  otro,  dominando  el  profundo  valle 


Ni^RVA  Geografía  de  Colombia 


por  donde  corre  el  caudaloso  Magdalena.  Después  no  aparece  sino 
ü  n  solo  grupo  (5  masa,  pero  de  aspecto  magnífico.que  en  Huaca  deja 

el  suelo  colombiano.  De  la  Goajira  á  Huaca  la  montaña  se  des- 
arrolla sobre  una  línea  oblicua  de  i,Soo  kilómetros,  en  tanto  que 
es  300  kilómetros  menor  la  distancia  entre  los  paralelos  que  cor- 
tan esos  dos  puntos.  Entre  el  mar  Pacífico  y  el  golfo  de  Maracai- 
bo  la  anchura  de  la  zona  montañosa  es  sólo  de  333  kilómetros; 
entre  el  Pacífico  y  la  llanura  oriental  es  de  900  kldmetros  por  los 
8°  de  L.  N. ;  de  650  inmediatamente  al  S.  del  ensanche  que  al  O. 


Figura  8z — Los  (¡igantci  nevados  del  sucio  coicmbiino  (Jibajo  del  autor) 

forma  el  istmo  y  al  E.  las  sierras  de  Venezuela ;  de  450,  2°  me- 
nos hacía  el  mediodía;  de  335  otro  al  S.,  y  de  350  al  entraren 
tierra  ecuatoriona  ;  la  anchura  media  resulta  ser  400  kilómetros, 
ó  sea  la  mayor  en  las  cordilleras,  exceptuada  la  masa  del  Perd. 
De  Panamájal  Rionegro  la  zona  montañosa  mide  1,600  kilóme- 
tros de  anchura.  Dicho  queda  que  el  área  ocupada  por  nuestras 
tierras  altas  sube  á  41  millones  de  hectáreas,  las  que  consideradas 
en  su  conjunto  dan  á  sus  cumbres  2^  kilómetros  de 'al  tura  media,  y 
i  más  á  las  cimas  dominantes.  Aproximadamente  puede  decirse 
que  su  volumen  (menos  las  serranías  del  Caquetá)  serla  igual  i 
un  cubo  de  280  leguas  de  largo,  6  de  ancho  y  i  de  alto,  con  un 
contenido  de  150  trillones  de  metros  cúbicos,  masa  enorme  pero 
sólo  equivalente  á  la  s*  parte  de  la  de  los  Andes,  y  á  la  i5.* 
de  todas  las  tierras  altas  de  la  América  meridional,  Dicha  masa, 
extendida  uniformemente  sobre  el  país,  apenas  alzaría  120  metro; 


206 


Nieva  Geografía  de  Colombia 


su  suelo,  al  que  da  una  altura  media  de  450  metros,  siendo  700  la 
del  terreno  en  que  están  las  montañas  (Reg^ión  andina),  y  1,000 
las  de  éstas,  consideradas  aisladamente.  Mil  cien  leguas  mide  el 
desarrollo  lineal  de  nuestras  serranías,  prescindiendo  de  las  del 
Caquetá. 


]  : 

I  ■ 
t 


Llanos  del  Placer 


Túquerres 


Sogamoso 


^Pasi0 


o  2000 


lOCX) 


3000  o 


Patia 


Rionegro 


Tolima 


.\fedellw 


Paturia 


Pamplona 
Mogotes 


Corotal 


Figura  83 — Nivel  comparado  de  las  altiplanicies  interandinas 

i         El  área  de   estas  montañas   comprende,  además  del  suelo 
.'   realmente  quebrado,  cosa  de  5  millones  de  hectáreas  de  mesas 
'   perfectas,  altiplanicies  y  suelo  plano  en  los  grandes  valles  inte- 
riores, mientras  que  en   el  resto  se  incluyen  algo  menos  de  pára- 
mos ;  en   estas  tierras  desoladas  es  más  rica   la   mesa  oriental 
que  la  occidental  (3  contra    1.5),  y  menos  la  cresta  del  Chocó 
(500,000  hectáreas)  que  la  del  Qu indio  ( i  .000,000) ;  excepto  la  Sie- 
;  rra  de  Santamarta,  que  cuenta  25,000  hectáreas,  y  el  occidente 
panameño,  las  demás  serranías  no  tienen   una  sola  pulgada  de 
esta  zona  glacial.  Más  aún :   la  montaña,  por  su  especial  confi- 
'  guración,  cuenta  cifras  casi   iguales  de  región  colinaria,  mon- 
taña mediajy  altos j[relieves.  Nuestras  montañas,  por  lo  que*hace 
á  contrafuertes  y  estribaciones  laterales,  no  alcanzan  el  desarrollo  de 
las  de  otros  países  ;3  pero  en  cambio,  al  formar  la  doble  y  colosal 
mesa  del  centro  y  los  sistemas  á  ellas  vecinos,  forman  también  valles 
interiores,  anfiteatros  naturales,  altas  llanuras  y  mesetas  de  que  en 
otras  comarcas  no  existe  ni  reducida  imagen.  Además,  sobre  alto 

Í)edestal  las  tierras  poco  menos  que  aisladas  del  resto  Hel  país,  los 
argos  y  estrechos  valles,  la  sucesión  de  cuencas,  todo  esto  crea*el 
más  particular  régimen  de  las  aguas  corrientes.  El  paso  de  nuestras 
montañas  es  siempre  difícil,  ora  por  el  numero  de  las  crestas,  ora 
por  lo  fragoso  y  empinado  de  sus  flancos,  ora,  en  fin,  por  la  altura 
de  los  puertos  ó  boquerones,  inferior  con  mucho  al  de  otras  serra- 
nías. Por  último,  si  se  atiende  al  aspecto  que  produce  su  represen- 
t;ación  en  la  carta  geográfica,  se  ve  que  la  mesa  oriental  ó  grana- 
dina  (con  los  Andes  de  Mérida)  semeja  un  escorpión  cuyas  tenazas 
rodean  el  golfo  de  Maracaibo,  el  cuerpo  forma  el  ensanche  ó  nú- 
cleo central  en  que  se  halla  Bogotá,  y  la  cola  la  cresta  que  ondu- 
lada tuerce  á  concluir  no  lejos  de  Popayán  ;  en  tanto  que  la  occj- 


NiT.vA  Grocrakia  de  Colombia 


dental  (con  las  serranías  de  Panamá  y  Baudá)  representa  grotes- 
camente un  árbol  de  copa  aplanada  y  prolongada  á  un  lado,  cuyo 
tronco  sería  Panamí  y  la  copa  las  serranías  de  Baudó  y  las  dos 
crestas  del  Chocó  y  el  Quindío.  „,;  ■ 


En  síntesis,  tenemos  que  el  relieve  del  terreno  divide- el 
suelo  colombiano  en  porciones  perfectamente  definidas:  en  el 
centro  se  hallan  las  dos  mesas,  occidental  y  oriental,  divididas  ' 
por  la  depretión  central  (valle  del  Magdalena);  al  ocaso  se  en- 
cuentra primero  una  faja  de  tierras  bajas,  ó  sea  las  tier^at  íoj  ': 
jas  de  oecidenic  (Choca),  que  en  parte  realza  la  serranía  de  Bau- 
dó,  y  más  lejos  el  Istmo  de  Panamá;  al  oriente  se  encuentra  una- 
inmensa  extensión,  también  baja  y  plana,  ó  sea  las  tierras  bajas  dt 
Oí^ifn/í,  divididas  por  las  serranías  que  la  cruzan  en  parte  alta 
(Uanos)y  parte  baja  (Caíftf/i/) ;  en  fin,   al   NMte   se   halla  otra 


Figura  84— I^s  Nevados ilel  grupo  del  Tolima,  vistos  del  SE.  (Según  Reiss 
y  Stiibel) 
considerable  extensión  de  suelo  bajo,  ó  sea  las  tierras  ¿ajas  ufien- 
Irionales  que  diversos  relieves  subdívíden  sin  robarles  su  enlace   ni 
sucarácter  general.  Esta  será,  pues,  la  gran  división  que   adopta- 
mos 'para  describir  en  detal  el  suelo  patrio. 

Las  montañas  colombianas  se  agrupan  de  ordinario  bajo  el 
nombre  de  Andes,  pero  visto  queda  que  no  es  posible  cobijarlas 
con  ese  nombre,  por  lo  cual  preferimos  el  de  Cordilleras,  usado 
por  notables  geógrafos  extranjeros  y  que  no  choca  con  la  diversi- 
dad  de  sistemas  áque  debe  aplicarse. 

Cuanto  al  origen  de  la  voz  Ahjís,  se  ignora,  y  lo  mismo 
puede  derivarse  de  los  vocablos  peruanos  Anla  (tapir),  Anti  (cobre; 
metal),  ó  AiiHs  (una  tribu  de  montañeses),  que  del  español  Andén, 
por  jardín,  vegetación  dispuesta  en  escalones,  terrazas,  peldaños; 
quizás  esto  sea  lo  más  cierto,  por  la  flora  y  forma  de  estas  breñas. 
Las  demás  montañas  del  país  no  pertenecen  d  grupo  alguno  que 
tenga  nombre  general  propio ;  sin  embargo,  en  Venezuela,  los 
que  orillan  el  mar  de  las  Antillas  llevan  el  de  Sierras,  bien  carac- 
terístico y  que  debiera  extenderse  hasta  los  que  forman  el  remate 
S.  de  la  América  del  Norte.  Sea  de  ello  lo  que  fuere,  dicho  queda  - 
que  las  unidades  orográficas  que  forman  el  relieve  de  nuestro 
suelo,  se  designan  aqu(  con  el  apelativo  genérico  de  Cordilleras, 


208  Nueva  Geografía  de  Colombia 


QeologÍB,* — ^s  condiciones  en  que  se  desarrolla  la  vida  or- 
gánica son  consecuencia  de  la  estructura  del  suelo  y  de  la  natura- 
leza de  los  materiales  que  lo  forman.  Mares  y  continentes,  mesas 
y  llanuras,  ríos  y  lagos,  todos  los  accidentes  que  estudia  la  geogra- 
fía física  dependen  de  la  acción  de  las  fuerzas  de  la  naturaleza  en 
la  serie  de  los  tiempos.  Y  hasta  el  desarrollo  de  la  sociedad  y  el 
desenvolvimiento  del  progreso  en  las  diversas  comarcas  del  globo, 
fueron  siempre  influidos  y  modifícados,  á  las  veces  profundamente, 
por  esa  misma  causa :  la  composición  del  suelo.  En  efecto,  ri- 
quezas mineralógicas,  fertilidad  del  terruño,  aguas  navegables, 
¿peras  breñas,  climas  insalubres,  atraen  ó  repelen  al  hombre  don- 
dequiera. Más  adn :  los  alimentos,  las  costumbres,  el  temperamen- 
to, el  bienestar  y  la  instrucción  de  los  pueblos,  dependen  en  parte 
principal  de  la  composición  del  terreno  en  que  viven.  Jamás  el 
hombre  del  polo  es  igual  al  de  los  arenales  del  trópico,  el  de  las 
praderas  sin  límite  visible  al  de  las  pequeñas  islas  volcánicas ;  el' 
obrero  que  modela  la  arcilla  no  tiene  la  misma  sindéresis  que  el 
que  talla  el  mármol  ó  forja  el  acero. 

Por  esto  en  cada  país,  aun  cuando  el  lenguaje  y  las  leyes 
sean  los  mismos,  el  viajero  adivina,  por  las  modifícaciones  en  las 
costumbres,  por  el  aspecto  de  las  viviendas,  por  los  trajes  usuales, 
las  variaciones  en  la  constitución  del  suelo,  de  la  misma  manera  que 
el  conocimiento  de  ésta  permite  juzgar  las  condiciones  generales 
de  la  vida  de  sus  moradores.  Nunca  el  pueblo  vivirá  y  juzgará  en 
Pasto  como  en  Antioquia ;  en  el  valle  del  Cauca  como  en  las  frías 
altiplanicies  de  Boyacá ;  en  las  planicies  onduladas  de  Bolívar  como 
en  las  breñas  de  Chita ;  en  la  Sabana  como  en  la  húmeda  y  ar- 
dentísima llanura  del  Chocó.  Hasta  los  resultados  del  trabajo  difie- 
ren en  los  diversos  suelos :  la  vías  de  una  comarca,  base  y  funda- 
mento de  la  prosperidad  de  los  pueblos,  dependen  en  mucho  de  la 
naturaleza  y  formas  del  terreno,  que  por  lo  tanto  interesa  conocer 
lo  mismo  al  estadista  que  al  soldado.  En  una  palabra,  el  aspecto 
general  de  un  país,  la  fisonomía  que  presenta  de  conformidad  con 
la  figura  y  distribución  de  su  relieve,  el  régimen  de  sus  agu^s,  los 
productos  del  trabajo  y  el  numero  y  riqueza  de  los  habitantes,  son 
consecuencia  de  la  constitución  geológica  de  su  suelo. 

Desde  este  punto  de  vista,  el  estudio  de  las  rocas  ó  sea  las 
grandes  masas  minerales  que  componen  un  territorio,  da  la  clave 
de  las  diferencias  que  se  observan  entre  las  naciones,  y  permite 
inducciones  titiles  al  militar,  al  político,  al  agricultor ;  las  naciones 
reciben  y  conservan  el  sello  que  les  imprime  el  suelo  en  que  viven.  El  pue- 
blo griego  no  pudo  formarse  sino  en  Grecia ;  la  historia  de  Ingla- 
terra es  una  consecuencia  de  lo  que  es  el  territorio  del  Reino  Uni- 


•  Como  fuentes  principales  de  este  ["capítulo,  citamos  :  E.  Reclus,  Geograffa 
universal;  Fd  Suess,  La  faz  de  la  tierra;  A.  de  Lapparent ;  Lecdofus  de  Geogra<- 
fla  física  y  Tratado  de  Geología;  VencV^  Morfología  terrestre;  Noé  y  Margene^ 
Las  formas  del  terreno;  Reiss  y  Stübel,  Correría  en  SuranUrica^  Estudio  geeló 
gico  efi  la  República  de  Colombia ;  W.  Sievers,  La  Cordillera  de  Marida^  La  Sie' 
rra  Nevada  de  Santamartaj  América ;  Hettner,  I^  Cordillera  de  Btgotá^  y  varías 
otras  monografías  que  se  mencionan  en  su  lugar,  y  entre  ellas  las  relacionadaf 
con  los  estudios  para  la  apertura  del  Carnal  interoceánico^ 


Nueva  Geograbia  de  Colombia  209 


do;  á  saber:  una  isla  de  hierro  y  carbón  de  piedra  en  mares  y  cli- 
ma de  condiciones  siii  ghien's;  la  continuidad  de  la  llanura  ruso- 
siberiana  obliga  al  moscovita  á  llevar  sus  tiendas  del  Báltico  al  mar 
de  Behring";  la  hoya  del  Mississippi  precisa  á  los  americanos  á  esta- 
blecerse de  los  Alleganis  á  California ;  el  Rhin  fue  siempre  manza- 
na de  discordia  entre  germanos  y  francos ;  España  ha  sido  nación 
más  bien  oriental  que  europea ;  la  Argentina  ha  progresado  con 
más  facilidad  que  la  Guaya  na. 

En  una  palabra,  si  los  ríos  y  los  montes  son  preciosas  coorde- 
nadas para  el  estudio  superficial  de  un  país*,  el  conocimiento  pro- 
fundo del  mismo  nunca  podrá  adquirirse  sino  mediante  el  de  las 
masas  minerales  que  lo  componen  ;  el  examen  de  una  carta  geo- 
lógica acotada  suministra  de  un  golpe  enseñanzas  que  no  cabrían 
en  una  decena  de  volúmenes  ;  y  como  de  ordinario  los  nombres 
antiguos  de  los  territorios  corresponden  á  condiciones  físicas  bien 
definidas,  importa  en  extremo  conservarlos,  puesto  que  á  menudo 
con  una  sola  palabra  hacen  la  descripción  geográfica  de  la  co- 
marca. 

Queda,  pues,  sentado  que  sin  el  estudio  de  la  geología  de  un 
país,  el  de  su  simple  geografía  carecerá  de  provecho,  puesto  que 
sin  aquel  otro  no  hay  ni  puede  haber  verdaderos  políticos,  milita- 
res, estadistas,  y  mucho  menos  historiadores  y  geógrafos  ;  de  la 
misma  manera  que  nadie  reputa  médico  al  que  ignora  la  anatomía 
del  cuerpo  humano,  ni  apellida  astrónomo  al  que  no  sabe  calcular 
los  movimientos  de  los  astros. 

Empero,  antes  de  entrar  de  lleno  en  el  estudio  geológico  de 
Colombia,  es  preciso  advertir  que  tal  materia  no  puede  tratarse 
sino  con  mesura  extrema,  y  cuidando  de  diferenciar  los  hechos  de 
las  teorías  y  las  clasificaciones  sistemáticas,  toda  vez  que  en  el  ac- 
tual estado  de  esa  ciencia,  su  inmenso  desarrollo  ha  conducido  en 
primer  término  á  la  siguiente  afirmación  fundamental :  es  mucho 
lo  que  se  ignora  y  muy  poco  lo  que  se  sabe  con  certeza ;  motivo 
por  el  cu^l  el  eminente  profesor  de  Viena  ha  llamado  su  tratado 
magistral  de  geología :  La  faz  de  la  tierra;  título  que  indica  de  sobra 
lo  que  acabamos  de  afirmar. 

Por  lo  demás,  la  constitución  geológica  de  Colombia  dista  mu- 
chísimo de  ser  tan  sencilla  como  se  dice  de  ordinario,  ora  por  la 
variedad  de  las  formaciones  geológicas,  ora  por  las  notables  dife- 
rencias que  se  observan  entre  sus  rocas  y  las  similares  de  otros 
países  ;  pero  prescindiendo  por  ahora  de  discutibles  detalles,  va- 
mos á  describir  las  líneas  fundamentales  de  su  geognosia,  que  se 
confunden  con  las  adoptadas  para  el  análisis  de  su  relieve. 

En  efecto,  la  zona  montañosa  que  orilla  los  mares  de  Occiden- 
te y  los  separa  de  las  llanuras  de  Oriente,  dondequiera  que  se  des- 
taca con  alguna  nitidez  de  las  porciones  planas  de  bajo  nivel,  se 
compone  de  rocas  cristalofilianas  ó  antiguas,  en  tanto  que  las  lla- 
nuras y  los  valles  de  mínima  altitud  están  formados  por  terrenos 
modernos,  de  suerte  que  si  éstos  desaparecieran  de  repente,  el 
suelo  patrio  quedaría  representado  por  la  porción  rayada  de  la 
figura  84  bis. 


L 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


s  (le  Colombia 


Además,  la  gran  cisura  por  dondif  corre  el  turbio  Magdalena, 
penetrando  entonces  como  prolongado  golfo,  dividiría  esa  zona 
montañosa  en  dos  porciones  bien  caracterizadas:  al  W.  la  de  las  ro- 
cas feldespáticas  por  excelencia,  <■/  /■■ih  tkl  oro:  al  E.la  délos  sue- 
los are  illo-arená  ecos,  penetrados  aquí  y  allá  por  las  rocas  cristalo- 
filianas,  que  por  existir  también  en  las  serranías  Caribes,  en  Guaya- 
na  y  aun  en  las  llanuras,  sirven  como  de  esqueleto  que  da  unidad 
al  conjunto.  En  cambio,  el  rohiinimin,  tal  como  de  ordinario  se  en- 
tiende este  vocablo,  que  no  aparece  sino  al  W.  de  la  sinclinal  del 
Magdalena,  da  á  la  mesa  occidental  ó  andina  su  fisonomía  propia, 
y  los  suelos  modernísimos,  envolviendo  con  sus  estratas  las  rocas 
más  antiguas  de  la  Casia  y  las  llanuras,  dan  á  éstas  la  personería  de 
entidad  geográfica  que  le  hemos  asignado  en  las  páginas  anteriores. 

Si  por  un  momento  consideramos  toda  la  Ame'rica  del  Sur  (fig. 
37),  tendremos  que  se  compone  en  primer  término  de  una  inmensa 
región  baja  de  rocas  modernas,  tendida  al  pie  de  los  Andes,  de  la 
boca  del  Orinoco  á  la  Pat^ponia,  completada  con  una  lengua  de 
tierra  igual  que  por  el  valle  del  Amaifonas  avanza  á  separar  las 
tierras  más  antiguas  de  Ciuayana  y  el  Brasil.  Además,  considerados 
los  relieves  andinos  de  Paria  al  Cabo  de  Hornos,  por  su  flanco  ^ 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


211 


frente  oriental,  resulta  que  no  hay  un  punto  en  que  no  se  compongan 
de  rocas  más  antig^uas  que  las  de  la  gran  llanura,  concepto  que  casi 
puede  aplicarse  á  toda  su  masa,  por  lo  cual  sólo  en  su  frente  N. 
(bajo  Magdalena)  ó  colombiano,  donde  su  tectonismo  se  modifica, 
aparecen  de  nuevo  con  notable  desarrollo  los  mencionados  terrenos 
modernos,  enfrente  de  los  que  riega  el  Mississippi,  pero  pertenecien- 
do ya,  por  lo  tanto,  á  la  región  antillana.  . 


Figura  85 — Diagrama  de  las  regiones  geológicas  de  Colombia 

I.  Región  Caribe  (incluido  Panamá) ;  III.  Región  oriental ;  II-2.  Región  andina 
del  W. ;  II-4.  Región  andina  del  E. ;  3.  Sinclinal  del  Magdalena ;  6.  Sincli- 
nal  del  Orinoco;  7.  Sinclinal  del  Amazonas;  5-  Depresión  de  Maracaibo; 
8.  Depresión  del  Pacífico;  9.  Depresión  del  Caribe. 

En  resumen,  desde  el  punto  de  vista  geológico,  lo  mismo  que 
del  orográfico  y  el  histórico,  Colombia,  por  pertenecer  á  un  tiem- 
po á  la  América  del  Sur  y  á  la  Central,  es  el  nudo  de  enlace  entre 
los  dos  cuasi  continentes  del  mundo  de  Colón. 

Región  Antillana  6  Caribe — {Panamá y  la  Costa) — México,  la 
América  Central,  las  serranías  Caribes,  las  Antillas  y  la  Florida 
forman  una  región  geológica  que  entre  las  dos  masas  denomina- 
da América  del  Norte   y   América  del  Sur,  desempeña  el  mismo 


212  Nueva  Geografía  de  Colombia 


papel  que  el  de  la  zona  Mediterránea  entre  Europa,  Asia  y  África, 
según  lo  demostró  hace  años  el  g^eólog^o  Suess.  En  dicha  región  se 
observa  una  sucesión  de  pliegues  recientes  alineados  de  E.  á  W. 
dominando  porciones  hundidas  que  forman  distintos  fosos  ó  abismos 
en  el  mar  Caribe.  Aquí  como  en  el  Mediterráneo,  esos  relieves  y 
abismos  coinciden  con  una  antigua  área  de  sedimentación,  en  la  que 
los  terrenos  cretácicos  y  kenozoicos  *  revisten  caracteres  espe- 
ciales ;  á  saber :  en  el  cretácico,  el  desarrollo  de  ciertas  construccio- 
nes calcáreas,  debidas  á  los  animales  llamados  rudistas;  y  en  los 
kenozoicos  (terciarios),  en  el  análogo  trabajo  de  una  fauna  espe- 
cial de  pólipos  y  protozoarios.  En  fin,  en  este  Mediterráneo  ame- 
ricano los  temblores  son  frecuentes  y  numerosos  los  volcanes  acti- 
vos, á  lo  menos  en  la  zona  que  hace  juego  á  la  del  Adriático. 

Dejando  á  un  lado  en  las  tierras  nombradas  aquellas  que  no 
nos  interesan,  debemos  concretarnos  por  lo  pronto  á  las  cadenas 
de  la  América  Central  ó  de  los  istmos  americanos,  conforme  tam- 
bién las  llaman  los  geógrafos,  por  cuanto  nos  pertenecen  de  Dota 
al  valle  del  Atrato-San  Juan,  que  por  ser  relativamente  moderno, 
tal  vez  en  su  mayor  parte  posterciario,  es  hoy  el  límite  universal- 
mente  admitido  entre  la  América  Central  y  la  América  del  Sur. 
Este  relieve  de  los  istmos  debe  su  actual  continuidad  á  un  conjun- 
to de  fenómenos  de  época  geológica  reciente,  pues,  á  no  dudarlo, 
antes  sólo  existía  en  su  lugar  una  cadena  de  islas  y  por  lo  tanto 
una  serie  de  estrechos.  De  Tehuantepec  á  Chiriquí  la  tierra  su- 
mergida se  divide  en  dos  mitades  :  la  que  mira  al  Pacífico  y  laque 
da  frente  á  las  Antillas  :  es  la  primera  una  faja  de  aspecto  arquea- 
no,  fracturada,  y  sobre  la  cual  se  han  alzado  volcanes  recientes ; 
la  otra,  más  alta,  á  pesar  de  sus  interrupciones  es  la  que  merece  el 
nombre  de  cordillera  y  se  compone  de  terrenos  azoicos  y  mezo- 
zoicos,  alterados  por  pliegues  netos  y  vueltos  hacia  el  E.  Evidente- 
mente el  todo  responde  á  un  esfuerzo  orogénico  que  al  alzar  la  faja 
arqueana  de  una  antigua  zona  oriental  ya  plegada,  determinó  en 
la  parte  occidental  una  ruptura  con  hundimiento  del  lado  del  Pací- 
fico, según  lo  indica  la  rapidez  con  que  aumenta  el  fondo  del  mar 
cerca  de  esa  costa. 

Al  mismo  tiempo  en  las  Antillas  acaecía  otro  hundimiento  en 
la  zona  ya  plegada,  y  la  causa  de  él  debió  facilitar  la  depresión 
de  la  cresta  que  allí  existía,  partiéndola  en  trozos.  Ahora  bien : 
la  enorme  actividad  volcánica  de  ese  territorio  intermediario  entre 
las  dos  grandes  Américas  y  su  estado  fragmentario,  parece  de- 
berse al  encuentro  de  él  con  el  grande  accidenie  orogénico  deno- 
minado los  Andes,  que  sigue  de  preferencia  el  rumbo  del  meri- 
diano, y  de  consiguiente  se  opuso  al  cruce  del  foso  antillano,  que 
le  era  perpendicular,  ó  se  detuvo  en  su  borde  meridional. 

Sobre  el  golfo  de  Fonscca  se  encuentran  dos  cadenas  volcá- 
nicas que  forman  un  ángulo  abierto  :  la  occidental  va  á  dar  contra 
México;  la  oriental,  tras  cruzar  á  Costa  Rica,  sigue  por  Colombia 
hasta  Chiriquí,  donde  en  la  mesa  que  allí  forma  la  cordillera,  se 
alzan  los  tres  volcanes  de  Chiriquí ;  los  que  por  lo  tanto  ya  no 


*  Cainozoico  escriben  Geikie  y  el  español  Calderón  ;  el  Dr.   Carrasquilla 
(naturalista  colombiano),  por  motivos  etimológicos,  prefiere  el  vocablo  ken<ñoicQf 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Figura  86— Carla  geológica  dtl  McJittrránoo  amoricaiiu — Kscala  ;  i  ;  ^0,000,000 
(Según  el  Atlas  de  licrghaus') 


2Í4  Nueva  Geografía  de  Colombia 


quedan  sobre  el  Pacífico  como  sus  hermanos  de  Occidente,  sino  en 
el  centro  mismo  del  Istmo,  donde  á  la  vez  se  nota  decaimiento  ea 
la  actividad  volcánica  y  en  sus  eyecciones,  bien  que  todos  los  pito- 
nes ígneos  de  Dota  á  Chiriquí  se  alcen  entre  barrancos  sobre  la 
franja  arqueana  ya  mencionada. 

La  cordillera  de  Veragua,  que  sigue  á  la  de  Chiriquí,  aún  con 
bastante  altura,  es  arqueana,  pero  la  faja  de  este  suelo  se  hunde 
más  y  más,  de  suerte  que  antes  de  la  línea  del  canal  desapare- 
ce, y  luego  en  las  costas  del  Pacífico  apenas  se  ve  un  jirón  de  ro- 
cas azoicas.  El  resto  del  suelo  del  Istmo  está  constituido  por  te- 
rrenos kenozoicos,  por  entre  los  cuales  surgen  numerosas  masas 
de  rocas  eruptivas,  en  extremo  descompuestas  en  la  superficie.  Más 
al  E.,  en  el  Darién-Baudó,  vuelve  á  aparecer  el  eje  arqueano  ó  de 
rocas  cristalinas  que  se  hunden  en  el  Pacífico  en  acantilados  y  pro- 
montorios rodeados  de  arrecifes,  circundado  al  oriente  por  la  ya  ci- 
tada franja  de  tierras  kenozoicas  que  constituyen  el  valle  del  Atrato. 
En  fin,  prueba  complementaria  de  lo  dicho  es  que  la  fauna  abismal 
del  Caribe  guarda  más  relaciones  con  la  f  imilar  del  Pacífico  que 
con  la  del  Atlántico  ♦. 

La  constitución  geológica  del  Istmo  demuestra,  en  efecto,  que 
en  manera  alguna  hubo  simultaneidad  en  la  formación  de  sus  di- 
versas partes :  en  Chiriquí  el  eje  se  compone  de  granitos,  sieni- 
tas  gneis  y  pizarras,  en  tanto  que  las  colinas  de  Panamá  apa- 
recen formadas  de  doleritas  y  traquitas  tan  descompuestas  que  se" 
pueden  cortar  con  la  pala  como  si  fuesen  de  queso,  según  la  frase 
de  Boucheporn,  y  los  salientes  están  cubiertos  de  espesa  capa  ve- 
getal. Empero,  esos  relieves  de  origen  volcánico  no  presentan  en 
ningún  punto  la  forma  de  conos  de  erupción  que  han  lanzado 
sus  cenizas  al  aire  libre  :  tufos  y  conglomerados  aseméjanse  aquí 
á  los  que  cubren  la  base  y  flancos  de  los  volcanes  submarinos,  por 
lo  cual  puede  suponerse  que  las  erupciones  han  tenido  lugar  en 
una  época  en  que  las  aguas  de  los  dos  océanos  se  unían  allí  en  un 
estrecho.  Su  forma  anular  recuerda  también  la  de  los  centros 
eruptivos  que  se  alzan  en  el  perímetro  de  las  mesas  oceánicas. 
Los  bancos  calcáreos  explorados  en  ciertos  puntos  del  Istmo  guar- 
dan fósiles  de  animales  que  vivían  en  el  océano  en  los  primeros 
tiempos  de  la  época  terciaria,  y  muchos  de  sus  representantes 
viven  aún  en  los  mares  vecinos. 

Si  de  Panamá  pasamos  á  Venezuela,  saltando  el  poderoso  re- 
lieve granítico  que  constituyela  Sierra  Nevada  de  Santamarta,  roí- 
da en  su  falda  N.  por  grietas  de  enorme  profundidad,  y  también  la 
Sierra  Nevada  de  Mérida,  donde  el  arqueano  sirve  de  apoyo  á  las 
plegadas  estratas  mezozoicas  y  kenozoicas,  y  que  lo  mismo  que  aqué- 
lla muestra  la  falda  N.  cayendo  de  un  golpe  al  golfo  de  Maracaibo 
por  medio  de  escarpas  enormes,  dado  ese  salto  hallaremos  contra  la 
costa  de  las  Antillas  otro  considerable  relieve  arqueano,  la  cordille^ 
ra  Caribe  de  Caracas,  que  se  precipita  hacia  el  mar  por  alta  escar- 
pa (f  anco  N.),  en  tanto  que  al  opuesto  lado  domina  lagos  de  hun- 
dimiento tectónico,  murados  más  al  S.  por  rocas  mezozoicas.  Y  aun 
cuando  más  al  E.  el  eje  arqueano  vuelve  casi  á  desaparecer  (Baí- 


•  Más  detalles  sobre  el  Mediterráneo  americano  se  hallan  en  E.  Sness :  ÁH' 
tlitt  der  Erde, 


r 


NuEv  ^  Geografía  de  Colombia  21  S 


celona),  de  nuevo  se  realza  en  ese  rumbo  y  constituye  la  rectilínea 
península  de  Paria  y  el  borde  N.  de  la  isla  de  Trinidad,  donde  otra 
vez  surgen  las  emanaciones  de  aceite  mineral.  En  fin,  aluviones 
modernos  cubren  el  terreno  mezozoico  entre  Mérida  y  Caracas  y 
en  tomo  del  lago  de  Maracaibo. 

Entre  Panamá  y  la  Nevada  de  Santamarta  queda  un  territo- 
rio colombiano  que  los  geólogos  extranjeros  no  han  explorado  sino 
en  mínima  parte,  por  lo  cual  preciso  será  enunciar  hechos  antes 
de  indicar  su  composición.  En  primer  lugar  tenemos  el  relieve  que 
separa  el  golfo  de  Urabá  del  bajo  Sind.  ¿Es  Andino,  en  la  acepción 
legítima  de  la  palabra?  Evidentemente  no.  La  parte  baja  y  plana 
del  Sinú  está  formada  por  aluviones  análogos  á  los  señalados  de 
Maracaibo,  y  sobre  esos  aluviones  y  en  los  valles  que  se  abren 
sobre  el  Caribe  de  Punta  Arboletes  al  fondo  del  golfo  de  Urabá, 
por  dondequiera  aparecen  las  emanaciones  de  aceite  mineral 
mezcladas  con  ríeos  yacimientos  de  carbón.  En  el  Paramillo  de 
Antioquia  hay  rocas  eruptivas  volcánicas,  y  otro  tanto  sucede  en 
Murrucucú,  á  cuyo  pie  E.  las  formaciones  carboníferas  adquieren 
enorme  desarrollo.  Además,  el  aceite  mineral  aparece  á  los  lados 
de  los  montes  de  María,  lo  mismo  que  en  la  parte  Norte  de  los 
valles  de  Cücuta,  en  la  zona  de  contacto  de  las  rocas  antiguas  y  los 
aluviones  modernos.  En  fin,  la  geología  de  la  región  de  Ocaña  la 
describe  así  el  ingeniero  González  Vásquez :  "  Ix)s  puntos  culmi- 
nantes de  las  cordilleras  están  formados  por  rocas  iraquíticas  que  han 
perforado  y  producido  metamorfosis  al  levantar  á  su  paso  los  te- 
rrenos de  transición  inferior  y  media.  Cuanto  al  lomo  que  separa 
la  mesa  del  río  Magdalena,  sólo  en  el  cerro  Pelado  aparecen  las  ro- 
cas traquíticas  en  la  superficie.  Las  estratas  sucesivas  en  que  pre- 
domina siempre  la  arma^  van  á  perderse  en  la  formación  aluvial 
de  las  sabanas  (del  Magdalena).  Del  lado  oriental  se  hunden  en 
la  formación  lacustre  del  valle  de  La  Cruz  y  sus  ramificaciones. 
El  levantamiento  produjo  las  serranías  de  Aspasica,  Mesarrica  y 
Bucarasica,  formando  los  valles  de  ruptura  por  donde  corren  el 
Borre  y  el  Tarra.  Posteriormente  el  alzamiento  del  Espartillo  de 
San  Pedro  y  Cerro  de  la  Canal  trastornó  las  estratas  que  ahí  ha- 
bían alcanzado  el  terreno  carbonífero  y  aun  el  secundario...  En 
la  hoya  del  Sardinata  hay  fuentes  de  agua  salada.  Metales,  si  los 
hay,  deben  buscarse  más  al  Sur.'' 

De  la  Goajira  dice  Simons :  "La  península,  comparada  á  los 
Andes,  es  sin  duda  de  reciente  formación,  probablemente  con- 
temporánea de  la  Sierra  Nevada  *.  Todas  las  montañas  son 
volcánicas.  Además  de  su  apariencia  volcánica,  sus  rocas  princi- 
pales son  todas  volcánicas.  Examinando  la  arenisca  estratificada, 
es  fácil  reconocer  por  dónde  han  sido  botadas  por  la  fuerza  de  la 
erupción,  teniendo  la  arena  en  tales  partes  la  apariencia  de  haber 
sido  quemada  y  revuelta ;  este  es  el  caso  especialmente  con  el 
Yuripiche,  que  es  una  hermosa  masa  de  basalto.  En  la  Teta  hay 
traquita  con  grandes  cristales  de  feldespato,  semejante  á  la  de 
Drachenfels  (Rhin).  Las  rocas  cerca  del  Cabo  de  la   Vela  son  de 


Parece  que  en  esa  Sierra  Nevada  hay  formaciones  de  diversas  épocas. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


coral  de  cariza,  semejantes  í  las  de  Curazao.  De  los  cerros  de 
Carpintero  á  Taroa  las  rocas  de  las  cordilleras  son  todas  del  pe- 
riodo diluvial,  llenas  de  conchas  contemporáneas,  y  resaltan  entre 
ellas  grandes  cantidades  de  almejas  bien  conservadas  y  cimenta- 
das por  una  especio  de  arcilla  ferrug;¡nosa.  lin  Bahíahondita  apa- 
rece la  caliza  carbonífera.  Entre  Bahiahonda  y  los  cerros  de  Ma- 
cuira  se  encuentran  Itancos  de  piedras  rodadas  por  el  roce,  que 
corren  en  líneas  paralelas,  á  menudo  de  15  a  18  metros  de  altura, 
las  que  sin  duda  fueron  depositadas  por  alyíín  río  caudaloso.  Esta 
es  una  prueba  más  de  que  en  los  tiempos  prehistóricos  el  río  Mag- 
dalena, corrisndo  por  los  valles  que  actualmente  riegan  el  río  Cen- 
sar y  el  Ranchería,  6  mejor  dicho,  siguiendo  la  vuelta  de  los  An- 
des, desembocaba  en  el  golfo  de  Maracaibo.  Estos  bancos  de  pie- 
dra señalan  el  punto  de  encuentro  del  río  con  el  mar  [sic],  y  más 
atrás  los  bancos  de  arena  y  cieno  formaron  las  ondulantes  sabanas 
de  la  baja  Goajira  "  [sic]. 

Según  Sievers,  la  cordillera  de  Perijá  se  compone  de  rocas 
crisialofilianas  que  han  aflorado  por  entre  rocas  sedimentarias  cu- 
yas estraías  dislocadas  constituyen  exclusivamente  los  Montes  de 
Oca  y  se  pierden  á  uno  y  otro  lado  bajo  terrenos  aluviales.  Según 
las  descripciones  de  Coda?,zi,las  montañas  septentrionales  de  Coro 
son  iguales  á  las  demás  del  sistema  Caribe  que  orilla  el  mar  de 
las  Antillas,  y  los  cerros  y  suelo  de  la  península  de  Paraguaná 
son  idénticos,  punto  por  punto,  á  los  de  la  fronteriza  península  Goa- 
jira. La  misma  autoridad  afirma  que  en  las  serranías  de  Ocaña 
predominan  las  rocas  margosas  de  arena  no  cimentada,  divididas 
en  bancos  oblicuos  por  filones  de  cuarto  granujiento  mezclado  con 
hojillas  de  mica ;  la  obra  de  la  denudación  ha  sido  enorme,  y  más 
al  mediodía  aparecen  las  estratas  calizas  con  desarrollo  potente  y 
llenas  de  pailas,  de  donde  cierta  semejanza  con  las  de  Dalmacia. 
Por  último,  en  la  Carta  geológica  de  Hettner  las  rocas  graníticas 
y  porfidlticas  se  muestran  en  grandes  extensiones  de  Salazar,  Ve- 
tas y  Rionegro  hacia  el  Sur. 


Figur»  87-Ca4cada  ild  CaimilQ  en  Chorrera  (Panamá).  sEgún  L.  N.  R  Wysse. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  217 


En  el  atlas  de  Berghaus  el  geólogo  Steinmann  afirma  que  el 
territorio  aledaño  á  Cartagena  es  cainozoico  é  igual  al  indicado 
atrás  en  Panamá  ;  que  los  relieves  de  las  penínsulas  de  Paragua- 
ná  y  Goajira  y  el  Macizo  de  la  Sierra  Nevada  de  Santamarta  se 
componen  de  rocas  arcaicas,  y  que  la  llanura  Caribe  (Ja  Cos/a)¡ 
desde  el  Golfo  de  Urabá  á  las  estepas  de  Coro,  pasando  por  el  Sintí/ 
el  delta  interior  del  Magdalena  y  la  cuenca  de  Maracaibo,  tiene 
suelo  de  la  época  posterciaria  ;  que  fajas  arcaicas  descienden  con 
rumbo  S.  del  remate  de  la  mesa  antioqueña  y  del  fondo  de  la 
cuenca  de  Maracaibo,  y  que  otras  análogas  atraviesan  oblicuamen- 
te el  NW.  de  Venezuela,  de  Pamplona  á  Caracas. 

Las  montañas  de  María  y  la  tierra  de  Chimiquique  no  han 
sido  exploradas,  geológicamente  hablando ;  pero  segtín  los  infor- 
mes dados  por  los  ingenieros  que  allí  han  construido  caminos  ó 
estudiado  trazos  de  ferrocarril,  se  componen  de  areniscas  tiernas,' 
conglomerados,  areniscas  ferruginosas  y  arcillas  blancas  y  ama- 
rillas, sin  que  falten  calcáreos  de  origen  madrepórico  y  riegos  de 
rocas  cristalofilianas ;  es  decir,  con  toda  certeza  pertenecen  al  sis- 
tema Caribe,  puesto  que  no  escasean  en  algunos  lugares  ni  las 
huellas  del  volcanismo,  ni  las  rocas  volcánicas  del  aspecto  de  las 
de  Panamá,  y  en  el  Banco  hasta  afloran  las  rocas  graníticas. 

Por  su  parte  el  minero  antioqueño  Palacio,  práctico  en  esto 
de  caracteres  litológicos  de  los  terrenos  de  las  regiones  auríferas 
colombianas,  dice  en  el  informe  de  su  exploración  al  Sinü,  que  el 
ralle  del  río  Verde  tiene  una  formación  geológica  excepcional, 
constituida  por  altos  cerros  de  conglomerado  rojo  con  grandes 
geodos,  medio  derruidos  y  que  semejan  ruinas  de  edificios  monu- 
mentales, de  manera  que  los  clasificó  en  el  terreno  pérmico  del  Pa- 
leozoico, encontrando  en  ellos  señales  de  yacimientos  auríferos ;  en 
todo  el  alto  Sinú  observó  las  huellas  de  dicho  metal  entre  niioles  de 
arenisca  que  desaparecen  para  dejar  ver  el  granito  que  constituye 
luego  las  alturas,  y  sorprendido  por  la  diversidad  del  aspecto  del 
terreno  al  S.  de  las  Charudas,  escribió  que  "de  allí  en  adelante  el 
terreno  se  presenta  más  quebrado,  pues  allí  principian  los  últimos  con- 
trafuertes  de  la  gran  cordillera  de  los  Andes,  cuyos  majestuosos  contornos 
se  divisan  á  lo  lejos.  El  río  (Sinú)  desciende  por  entre  inmensas  moles 
de  granito  y  de  basalto.  La  temperatura  se  siente  cada  día  más 
fría."  Del  Murrucucú,  cima  á  que  no  ascendió,  señala  que  de  lejos 
se  ve  la  extensa  cumbre  formada  en  parte  por  picachos  de  blan- 
quecina y  escarpada  roca,  es  decir,  semejantes  á  los  Farallones. 

En  fin,  como  prueba  decisiva  de  nuestro  aserto  están  las  lí- 
neas escritas  por  el  conocido  ingeniero  J.  Henry  White  en  su  ex- 
ploración oficial  del  Occidente  antioqueño  (mesa  del  Chocó)  en  1892 : 

"El  terreno  es  de  época  reciente  ó  de  la  edad  terciaria — época 
eocena — período  segundo  y  marítimo,  principal  grupo  el  Vicks- 
burgo  * ;  dislocada  por  las  erupciones  ígneas  de  traquita  y  do- 

•  Ea  la  cntrecordillera  andina  no  existe  en  ningún  punto  formación  tercia- 
ria ó  kenozoica  propiamente  dicha  ;  luego  esta  región  es  Caribe,  concordando  en 
Cate  caso  las  indicaciones  de  la  geología  con  las  de  la  morfología. 

yueva  Geografía  de  Colombia  tomo  I-15 


2i8  Nueva  Geografía  de  Colombia 


leritas  que  forman  las  cordilleras  ó  montañas,  y  las  que  levantaron 
los  conglomerados  que  son  inferiores  al  terreno  eoceno,  como  se 
ve  al  pasar  la  cerrazón  (hoz)  del  Riosucio.  Esta  faja  se  encuentra 
entre  los  ríos  Choromandó  y  Chimurro,  y  hacia  el  W.  sigue  el 
eoceno,  que  se  ve  primero  en  Guineales,  y  este  depósito  atraviesa 
los  cauces  de  Chimurro,  Tuguridó  y  Tenganaturadó ;  más  al  W. 
aparecen  las  areniscas  ó  fajas  aluminosas  con  hulla,  y  pasado  el 
filo  de  Cheverri  se  vuelve  á  ver  el  grupo  eoceno  llamado  de  Vicks- 
burgo,  para  volver  á  encontrar  las  areniscas  en  Oquendó  y  Pa va- 
rando grande.  Los  ríos  Sucio,  Amparado  y  Tuguridó  corren  por  so- 
bre rocas  eruptivas  desde  la  boca  del  Quiparadó  para  abajo  (W.). 
Este  terreno  es  fértil,^  no  se  encuentran  ni  en  el  centro  ni  en  el  Este  del 
Departamento  rocas  iguales :  en  metales  es  pobre,  pues  no  se  le  conoce  ni 
una  veta  de  oro  ó  ptata,  lo  que  es  en   consecuencia  naturl  de  su, 
tiempo  geológico,  pero  abunda  en  indicios  y  riegos  de  cobre  nati- 
vo muy  puro  y  de  sulfuros  del  mismo  metal.  Abundan  las  fuentes 
llamadas  termales,  ó  mejor  dicho,  salinas,  que  tienen  por  base 
principal  carbonato  de  soda  y  gas  ácido  sulfídríco.  En  las  orillas 
del  Riosucio,  en  toda  su  extensión,  hay  aluviones  con  oro,  y  las 
playas  del  río  son  ricas  en  ese  metal.  La  vegetación  es  también  muy 
distinta  de  la  de  la  región  del  Magdalena,  El  reino  animal  es  pobre.** 
Resumiendo  lo  que  antecede,  tendremos  que  los  Andes  pro-' 
píamente  dichos  terminan  hacia  los  7^30'  de  latitud  N.,  y  que  toda, 
la  Costa,  6,  mejor,  lo  que  en  un  tiempo  se  llamó  Nueva  Andalucía,. 
es  territorio  que  pertenece  al  sistema  Caribe  ;  de  suerte  que  así 
mirada  la  carta  geológica  de  América,  resalta  en  el  acto  el  hecho 
de  que  de  los  Alleganis  y  México  á  la  Guayana,  por  entre  las  Anti- 
llas y  los  Istmos,  se  extiende  una  gran  región  natural,  más  hermosa 
y  acentuada  de  loque  el  mismo  Suess  supuso,  y  en  la  cual  dicha  Nue- 
va Andalucía  y  los  llanos,  es  decir,  el  mediodía,  ocupan  el  campo  que 
al  NW.  corresponde  al  Golfo  de  México ;  ó  en  otras  palabras,  que 
sin  la  existencia  de  los  Andes  el  mar  Caribe  llegaría  hasta  la  Gua- 
yana, cercado  al  S.  por  otro  archipiélago  antillano,  ó  á  lo  menos  por 
una  prolongación  de  lengua  ístmica  extendida  hasta  lo  que  sería 
entonces  el  estrecho  de  los  Llanos.  La  región  natural  analizada  es, 
pues,  verdaderamente  mediterránea  entre  las  Américas  del  Norte 
y  del  Sur. 

Región  oriental — La  América  del  Sur  se  compone  principal- 
mente de  un  macizo  estable,  modelado  há  largo  tiempo,  contra  el 
cual  se  adosó  por  el  W.  y  N.,  á  modo  de  enorme  caballete,  la  ca- 
dena de  los  Andes ;  mas  el  contacto  no  es  inmediato,  y  á  lo  largo 
del  Canal  que  domina  la  concavidad  del  arco  montañoso  se  halla, 
de  uno  á  otro  extremo,  una  ancha  faja,  plana,  deprimida  y  en  oca- 
siones separada  de  la  gran  cadena  por  algunas  aristas  paralelas 
al  caballete  principal. 

El  mencionado  macizo  oriental  está  partido  en  dos  secciones 
desiguales  por  la  depresión  de  ancha  boca  donde  se  aloja  el  Ama- 
zonas :  al  S.  queda  la  mesa  del  Brasil ;  al  N.  la  Guayana,  que  en 
ningún  punto  del  E.  hunde  sus  rocas  antiguas  en  los  abismos  del 
Atlántico,  puesto  que  de  éste  la  separa  una  faja  costanera  moderna 
y  luego  una  plataforma  submarina  donde  los  fondos  no  llegan  á  200 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


219 


metros.  Como  en  este  macizo  oriental  no  hay  volcanismo  reciente 
tal  como  aparece  en  la  cordillera  de  los  Andes,  y  además  los  geó-' 
log'os  creen  que  en  otro  tiempo  una  tierra  hoy  hundida  lo  ligaba  al 
África  austral,  tenemos  que  en  la  América  del  Sur  tropical  los  tres 
rebordes  marítimos  del  W.,  el  N.  y  el  E.,  presentan  grandes  dife- 
rencias de  génesis  y  de  estructura. 

La  masa  alta  de  Guayana  á  su  turno  se  subdivide  en  dos  por- 
ciones (línea  del  Esequibo):  la  oriental  es  una  peneplana  arquea- 
na,  en  tanto  que  el  asperón  abunda  en  la  parte  alta,  occidental  ó 
venezolana,  donde  las  estratas  duras,  alineadas  al  NW.,  producen 
cataratas  en  los  ríos.  En  efecto,  el  alto  Orinoco  entre  los  grados 
5*  y  6°  N.,  presenta  en  medio  de  grandes  rocas  de  asperón  rau- 
dales hasta  de  400  y  500  metros  de  altura.  En  cambio,  en  seguí-! 


Figura  86— Carla  geológica  de  la_ región  oriental  ó  de  las  llanuras  (según 

Steinmann) — Escala :  i :  30.000 


22Ó  Nueva  Geografía  de  G)lombia 


da  de  ese  territorio  la  pendiente  se  suaviza  tanto,  que  el  Casiquia- 
re  puede  establecer  una  comunicación  permanente  entre  el  alto 
Orinoco  y  el  Rionegro,  afluente  del  Amazonas. 

Es  de  advertir  que  la  señalada  división  de  la  Guayana  no 
infirma  que  las  rocas  arcaicas  que  componen  su  núcleo  no  pene- 
tren muy  lejos  hacia  el  W.,  reduciendo  la  anchura  de  la  faja  que 
delinean,  de  suerte  que  el  conjunto  en  esta  parte  puede  comparar- 
se aun  mango  gigantesco,  complementado  al  mediodía  (en  el  Brasil) 
|X>r  una  faja  de  terrenos  paleozoicos. 

Cuanto  al  frente  que  da  sobre  el  Orinoco,  es  notable  en  su 
paisaje,  por  la  alternabilidad  de  montañas  tabulares  selvosas  con 
sabanas  que  ocupan  el  fondo  de  amplios  valles  que  se  inundan  en 
la  época  de  las  lluvias.  Con  excepción  de  las  cadenas  graníticas 
de  Maraguaca  y  de  Parima,  que  alcanzan  2,500  metros  de  altitud, 
las  demás  cumbres  de  la  comarca  no  son,  de  ordinario,  sino  los 
restos  de  la  antigua  capa  de  asperón  (arenisca  roja  antigua  ?)  que 
la  cubrió ;  sobre  el  Duida  aun  subsiste  una  masa  de  asperón  cuar- 
zosa de  1,200  á  1,500  de  espesor ;  el  Rorarima,  que  mide  más  de 
2,200,  es  un  enorme  bloque  cuadrangular  de  asperón  rojo  sin  fósiles 
(como  el  del  alto  Sinií  ?),  de  paredes  verticales,  puesto  sobre  el  gra- 
nito. No  lejos,  en  la  llanura  propiamente  dicha,  abundan  las  llama- 
das rocas  del  diablo,  denudadas  en  sus  dos  terceras  partes.  Al  con- 
trario, la  Guayana  europea  tí  oriental  pertenece  íntegra  á  la  región 
de  la  selva  virgen. 

La  porción  deprimida,  es  decir,  la  llanura  que  se  dilata  entre 
el  macizo  Guayana-Brasil  y  los  Andes,  se  descompone  topográfi- 
camente en  tres  secciones  :  la  hoya  del  Orinoco,  la  del  Amazonas 
y  la  del  Plata. 

Ija,  hoya  del  Orinoco  presenta  su  llanura  como  cuenca  colma- 
,da  en  la  época  kenozoica,  que  luego  en  los  tiempos  posterciarios 
se  acabó  de  rellenar  con  aluviones  en  lo  que  había  quedado  como 
golfo  ó  brazo  de  mar  y  hoy  es  vaguada  de  una  porción  de  aquel 
río  y  de  algunos  de  sus  afluentes,  en  especial  el  Meta.  Por  eso 
crt  dicha  llanura  no  hay  sino  bajas  altitudes,  la  pendiente  es  in- 
sensible y  los  ríos  la  dividen  en  cintas  donde  se  alzan  las  mesas  ó 
tablas  muy  llanas  y  algo  más  elevadas  que  los  cauces  de  las  aguas, 
las  que  cerca  de  la  cordillera  Caribe  (N.)  salen  á  la  llanura  fK)r  en- 
tre galeras  6  relieves  de  asperón,  producto  de  la  erosión,  carácter 
que  se  acentúa  al  pie  de  los  Andes  (W.),  donde  el  posterciario  es 
dominado  por  un  cuasi  relieve  de  rocas  más  antiguas.  Indudable- 
mente los  últimos  fenómenos  orogénicos  y  glaciares  de  los  Andes  y 
do  las  serranías  Caribes  facilitaron  el  colmataje  apuntado,  dando 
grande  actividad  al  trabajo  de  denudación  de  los  ríos  en  ellos  na- 
cidos. Los  llanos  tienen  el  carácter  de  una  estepa,  que  difícilmente 
puede  conquistar  la  vegetación  forestal,  conforme  lo  prueba  una 
experiencia  de  tres  siglos. 

Cuanto  á  la  inmensa  llanura  del  Amazonas,  ocupa  el  lugar  de 
un  antiguo  estrecho  que  allí  formaba  el  mar  en  la  época  carbonífera  y 
que  desbordaba  á  derecha  é  izquierda  sobre  el  arqueano.  Ese  sue- 
lo emergió  después,  porque  sobre  él  no  se  ven  sino  asperones 
probablemente  cretácicos,  y  la  gran  sinclinal  que  lo  constituye  re- 
cibió en  su  fondo  y  en  la  época  cainozoica  depósitos  cenagosos  que 


Ni'EVA  Geografía  de  Colombia  22  í 


suben  hasta  el  pie  de  los  Andes.  En  seguida  los  numerosos  ríos 
que  riegan  la  llanura  trabajaron  en  colmarla,  crearon  suelos  alu- 
viales, y  de  tal  manera  han  regularizado  su  pendiente,  que  para 
hallar  altitudes  de  8o  metros,  es  preciso  remontar  2,000  kilóme- 
tros el  canal  principal.  En  esta  obra  les  ha  ayudado  el  clima,  pues 
detenido  el  Alisio  por  los  Andes,  las  precipitaciones  atmosféricas 
son  enormes  y  la  denudación  es  proporcionada  á  la  intensidad  del 
fenómeno  cumplido  en  una  hoya  que  excede  de  5  millones  de  kiló- 
metros D  (cuatro  veces  Colombia).  Además,  como  los  centenares 
de  ríos  que  surcan  la  llanura  lo  hacen  por  entre  la  selva,  y  el  suelo 
es  allí  poco  consistente,  han  podido  abrir  fácilmente  y  dondequiera 
canales  secundarios  para  crear  singulares  comunicaciones  entre 
unos  y  otros,  canales  que  constituyen  un  verdadero  laberinto  hidro- 
gráfico entre  ellos  y  el  río  principal. 

Y  por  lo  que  toca  á  las  llanuras  argentinas,  conviene  hacer 
algunas  indicaciones  generales  que  nos  servirán  de  base  para  con- 
sideraciones de  cierto  orden  sobre  el  suelo  colombiano.  En  esas 
llanuras  los  terrenos  modernos  se  extienden,  según  toda  probabili- 
dad, sobre  un  subsuelo  arqueano,  y  algunos  relieves  emergen  aquí 
y  allá,  para  enlazar  la  región  á  los  pliegues  de  los  Andes,  con  rum- 
bo SE.,  sujetándose  á  la  curva  del  macizo  brasilero,  por  lo  cual 
los  geólogos  los  miran  como  resios  de  una  derruida  cadena  que 
antes  bordeaba  ese  centro  de  osificación  continental.  En  la  pampa- 
estepa,  como  en  el  llano,  hay  pruebas  de  un  estado  meteorológico 
anterior,  más  rico  en  lluvias,  que  permitió  la  producción  de  alu- 
viones considerables  que  colmaron  las  principales  desigualdades  del 
terreno  antiguo,  cuya  parte  superior  nunca  dista  mucho  de  la  su- 
perficie. La  desecación  de  la  comarca  y  consiguiente  salobridad  de 
las  aguas  cambió  el  clima  y  sujetó  la  comarca  al  régimen  de  las 
estepas. 

Ahora,  si  regresamos  al  N.,  tendremos  que  en  el  llano,  donde 
la  cantidad  de  lluvias  es  mayor,  los  ríos  pudieron  completar  su  obra 
y  derruir  hasta  la  raíz  los  relieves  de  rumbo  NE.  que  allí  hubo, 
análogos  á  los  de  la  pampa,  dependiendo  de  los  bancos  de  sal  de 
la  vieja  cordillera  el  régimen  de  estepa  que  se  observa  en  él. 
Es  de  advertir  que  en  más  de  un  punto  del  llano  parece  que  el  suelo 
de  los  resaltos  se  compone  de  terrenos  arcaicos  en  pleno  estado  de 
descomposición. 

Las  líneas  referentes  á  la  Pampa  son  aplicables  en  buena 
parte  al  Caquetá,  porque  los  relieves  que  lo  cruzan,  indudablemen- 
te son  restos  de  accidente  mayor,  y  que,  como  en  aquélla,  bordeaba 
el  macizo  fundamental  (Guayana)  con  rumbo  inverso  (NE.),  con 
la  sola  diferencia  de  que  en  el  Caquetá  con  las  rocas  arcaicas  se 
plegaron  otras  más  modernas,  probablemente  calcáreas  del  cretá- 
cico, divididas  en  grandes  bloques,  á  juzgar  por  las  grietas  que 
guardan  y  por  las  descripciones  de  los  contados  exploradores 
de  la  comarca.  Las  rocas  granitoides  de  la  Guayana  alcanzan 
á  llegar  al  pie  de  los  Andes  á  manera  de  diques  ó  tentáculos  que 
surcan  el  Caquetá  hasta  el  pie  del  Nevado  de  Sumapaz;  pero  ya 
en  plena  llanura,  surge  el  pequeño  macizo  eruptivo  de  la  Macare- 
na, jamás  tomado  en  cuenta  por  los  geólogos,  no  obstante  su  decisi- 
va importancia  en  la  materia.  En  todo  caso,  esa  antigua  área  c)^ 


222  Nueva  Geografía  de  Colombia 


sedimentación  y  la  existencia  del  cuerpo  de  la  cordillera  de  Suma- 
'pax,  á  cuyo  pie  se  tiende,  fueron  la  principal  causa  de  que  los  An- 
Ües,  en  vez  de  continuar  su  dirección  meridiana,  describieran  la 
'gran  curva  que  aparentemente  se  extiende  de  Bolivia  al  delta  del 
Orinoco.  Y  decimos  aparentemente ^  porque  el  relieve  andino  apenas 
sé  alejó  un  poco  de  aquella  dirección  para  concluir  en  Antioquia, 
obligado  á  ello  por  la  antiquísima  cordillera  de  Sumapaz,  de  suerte 
que  en  esta  parte  de  Colombia  se  cumplió  fenómeno  orogénico 
Imálogoal  que  Suess  señaló  en  la  América  Central,  loque  comple- 
ta la  armonía  existente  entre  los  mediterráneos  de  ambos  hemis- 
ferios. 

Región  Andina — La  gran  cordillera  de  los  Andes,  que  sin  dis- 
continuidad en  su  relieve  se  dilata  del  Cabo  de  Hornos  al  mar  de 
las  Antillas,  se  divide  en  dos  porciones  bien  distintas  :  la  una  me- 
ridional, notable  por  su  dirección  rectilínea  (S.  á  N.),  termina  en 
él  Perú ;  la  otra,  septentrional,  forma  un  arco  convexo  h^cia  el 
Pacífico,  desde  Arica  hasta  Urabá,  ó  hasta  las  bocas  del  Orinoco 
$i  se  sigue  la  magistral.  Desde  el  punto  de  vista  orográfico,  loS 
Andes  parecen  formar  una  unidad  de  relieve  muy  homogénea  ;  pero 
)!)ajo  esa  apariencia  se  oculta  cierta  complicación  geológica,  y  lá 
J)arte  curva  deja  ver  dos  clases  de  elementos  :  una  porción  plega- 
da, lá  sola  que  se  extiende  hasta  Venezuela,  y  un  muro  en  el  bor- 
de fracturado,  sobre  el  cual  se  escalonan  los  volcanes  activos, 
siempre  en  la  dirección  del  meridiano,  salvo  en  Colombia,  donde 
por  la  existencia  de  los  terrenos  primitivos  de  la  cordillera  de  Su- 
mapaz, se  alejan  un  poco  de  ella. 

Resumiendo  lo  que  sobre  geología  de  los  Andes  conocemos, 
jiuede  decirse  que  su  relieve,  con  respecto  á  la  gran  plataforma 
oriental  (Brasil-Guayana),  se  presenta  á  modo  de  muro  continuo 
de  cadenas  plegadas  que  al  principio  hubiera  dado  la  vuelta  por 
el  W.  á  esa  plataforma,  dilatándose  al  S.  y  al  N.  en  abanico,  de 
manera  de  envolver  las  depresiones  patagónica,  pampeana,  pla- 
tense,  amazónica  y  orinoquia,  pero  dejando  entre  él  y  la  platafor- 
ma un  surco  continuo,  donde  luego  se  estableció  la  gran  llanura  del 
téntro  de  la  América"  meridional,  y  sobre  cuyo  flanco  no  ocurrió 
hinguna  fractura  importante,  lo  que  explica  la  cuasi  ausencia  de  fe- 
nómenos eruptivos  de  ese  lado  de  la  cordillera. 

Al  contrario,  al  lado  opuesto  ó  exterior,  sobre  el  Pacífico, 
desde  el  40°  de  latitud  S.  hasta  el  8  de  latitud  N.,  grandes  grietas 
abrieron  paso  á  las  masas  volcánicas  que  sin  interrumpir  la  sedi- 
mentación se  superpusieron  á  los  terrenos  jurásicos  ya  emergidos, 
componiendo  el  todo  una  faja  que  más  tarde  se  realzó  por  trozos  su- 
cesivos para  formar  la  verdadera  cordillera  andina,  con  su  lomo 
relativamente  plano  y  sus  dos  crestas  culminantes  :1a  oriental  (Quin- 
dío),  apoyada  en  Colombia  contra  los  antiguos  pliegues^  levantados  más 
por  ese  mismo  fenómeno  orogénico,  puso  al  descubierto  su  núclep 
arqueano ;  y  la  occidental,  frente  de  la  fractura  principal,  á  par- 
tir de  la  cual  se  efectuó  la  dislocación  de  la  vertiente  Pacífica,  sé 
alzó  por  trozos  más  y  más  bajos  de  S.  á  N.,  por  así  decir. 
"  '  Sobre  esa  gigantesca  fractura,  y  siempre  sobre  terreno  jurá- 
sico segdn  parece,  se  establecieron  escalonados  Ips  volcanes,  en  g^e- 


NuiVA  Gkkikafia  de  Colombia 


FÍEiin  87— Di«gT*m>  út  U  fonntción  de  1&  región  andina  de  Colombia 


224  Nueva  Geografía  de  Colombia 


neral  siguiendo  el  meridiano,  los  que  no  faltan  sino  en  el  Perú  *,  es 
decir,  donde  antiguos  pliegues  obligaron  á  la  cordillera,  por  atrac- 
ción, á  dejar  la  dirección  meridiana  por  el  rumbo  NW.  Pero  es  de 
advertir  que  entre  la  equinoccial  y  el  i°  de  latitud  N.,  en  Colom- 
bia sí  hay  volcanismo  real  al  pie  E.  de  la  cordillera  ;  que  sólo  en 
Colombia  presentan  los  Andes  volcanes  activos  á  gran  distancia  del 
mar  ;  que  los  volcanes  colombianos  se  dividen  en  dos  grupos  :  el 
oriental,  que  parece  seguir  el  ritmo  de  los  demás  de  la  América 
del  Sur,  y  el  occidental,  que  delinea  una  curva  que  parece  análoga  á 
las  de  la  América  central ;  y  en  fin,  que  sólo  en  el  litoral  colombia- 
no y  ecuatoriano  del  Pacífico,  falta  la  banda  de  pizarras  cristalinas 
que  se  halla  en  el  resto  del  continente  á  lo  largo  de  ese  mar,  y 
sobre  la  cual  los  geólogos  no  han  dicho  aun  la  ultima  palabra.  El 
hecho  de  que  los  Andes  rematen  al  Sur  de  manera  muy  distinta 
que  al  Norte,  comprueba  que  á  este  lado  su  geognosia  es  dife- 
rente. 

Por  lo  demás,  todo  indica  que  la  cadena  de  los  Andes  existe 
en  esqueleto  desde  tiempos  remotísimos,  puesto  que,  apoyada 
contra  un  reborde  plegado  y  adosada  contra  un  litoral  formado 
más  antes,  se  constituyó  definitivamente  por  la  surrección  de  la  larga 
faja  en  donde,  desde  Chile  hasta  el  centro  de  Colombia,  las  erup- 
ciones volcánicas  aparecieron  en  mitad  de  los  tiempos  secundarios, 
constituidas  por  rocas  básicas  porfidíticas,  aliadas  después  á  las 
más  recientes  andesitas  (traquitas),  pues  segün  autoridades  en  la 
materia,  la  sienita  caracteriza  el  relive  andino  del  litoral  pacífico, 
por  así  decir,  el  pórfido  es  roca  intercalada  en  el  jurásico-triásico, 
y  la  traquita  constituye  la  primera  manifestación  y  como  el  subs- 
tratum  de  los  volcanes  andinos  de  los  tiempos  cainozoicos. 

La  gran  masa  de  los  Andes  sube  de  S.  N.  hasta  el  6^  de 
latitud  S.,  donde  se  presenta  el  gran  codo  de  la  cordillera  hacia  el 
NNW:,  codo  que  coincide  con  una  notable  disminución  de  su  altura 
y  de  su  anchura,  de  suerte  que  el  Marañón  (alto  Amazonas)  abre 
las  fuentes  de  algún  tributario  á  menos  de  40  leguas  del  Pacífico,  y 
apenas  un  lomo  de  2,000  lo  separa  de  aguas  que  corren  á  ese 
Océano.  Ese  indicio  de  la  debilidad  del  Continente  ocurre  por  cierto 
en  la  prolongación  de  la  gran  sinclinaldel  Amazonas,  siendo  de  ob- 
servar que  en  el  flanco  W.  del  codo,  donde  no  hay  valles  de  erosión, 
se  encuentran  los  yacimientos  de  petróleo  del  Perú  y  una  faja  de  26 
leguas  de  tierras  sin  agua  (desierto  de  Sechura).  Sobre  el  interior 
del  codo,  al  contrario  y  por  contraste,  la  vigorosa  erosión  tropical 
ha  penetrado  en  la  meseta  peruana,  conquistando  para  la  hoya  del 
Amazonas  la  entrecordillera,  de  suerte  que  llega  hasta  la  cuenca 
del  cerro  de  Pasco,  por  medio  de  hoces  y  valles  longitudinales  ta- 
llados en  el  flanco  oriental  de  la  masa  andina,  siendo  de  adveriir  que 
allí  lo  hizo  en  el  terreno  iriásico  que  más  al  A\  constituye  el  valle  del  alio 
Magdalena, 

Es  al  N.,  frente  de  la  profunda  entalladura  que  constituye  el 
golfo  de  Guayaquil,  donde  comienzan  los  Andes  ecuatorianos,  que 

•  No  aseguramos  la  exactitud  de  este  hecho,  por  ser  deficiente  la  explora- 
ción del  E,  de  esc  país.  En  Colombia  no  sucede  asi. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  225 


en  verdad  llegan  hasta  las  breñas  de  Pasto.  En  esta  sección  apa- 
recen netamente  dos  crestas  que  g"uardan  una  mesa  intermediaria 
más  baja :  en  la  cresta  oriental  domina  el  arqueano y  es  la  más  alia  ;  en 
la  occidental,  menos  elevada  y  entera,  se  hallan  rocas  eruptivas  en- 
tre rocas  secundarias  levantadas.  Al  mismo  tiempo  los  volcanes 
reaparecen  más  potentes  que  nunca  en  ambas  crestas,  y  sus  erup- 
ciones llenaron  la  mesa  intermedia,  siendo  fácil  mostrar,  por  la 
disposición  de  esos  productos  eruptivos,  que  la  aparición  de  tales 
volcanes  siguió  á  la  formación  de  los  valles  que  estrían  la  cordi- 
llera. Semejante  actividad  volcánica  reaccionó  sobre  la  mesa  in- 
termedia, como  era  natural,  dividiéndola  en  una  serie  de  cuencas 
dislocadas,  cuyas  aguas,  ora  salen  al  Pacífico,  ora  al  Atlántico, 
porque  los  ríos  de  las  vertientes  externas,  á  favor  de  la  altura  de 
su  caída,  han  llevado  sus  cabezas  al  través  de  las  crestas,  y  de  esta 
suerte  conquistado  la  mesa  interior.  Al  pie  occidental  de  estos  An- 
des se  extiende,  roída  en  parte  por  el  golfo  de  Guayaquil,  una  an- 
cha faja  de  rocas  relativamente  modernas,  preludio  de  las  plani- 
cies colombianas  del  Chocó. 

En  seguida  aparecen  los  Andes  colombianos  propiamente  di- 
chos, que  se  distinguen  de  los  anteriores  por  dos  características 
importantísimas : 

I.'  Las  dos  crestas  señaladas  en  el  Ecuador  continúan  su  rum- 
bo hacia  el  N.,  pero  el  volcanismo  disminuye  y  entre  ellas  queda 
una  sinclinal  rellenada  por  rocas  sedimentarias,  que  no  guarda,  á 
decir  verdad,  sino  un  solo  valle,  el  del  Cauca,  que  se  abre  paso  no 
ya  al  Atlántico  ni  al  Pacífico,  sino  al  Mar  de  las  Antillas,  por  lo 
cual  es  fenómeno  orogénico  sin  igual  en  todo  el  resto  de  la  cordi- 
llera, de  Colombia  al  Cabo  de  Hornos.  La  cresta  del  E.  presenta 
un  eje  arqueano  señoreado  por  una  serie  de  volcanes  hasta  los  5® 
de  L.  N.,  y  luego  cambia  su  geognosia.  I^  cresta  del  W.  ofrece 
diferente  ordenación  geológica,  como  en  el  Ecuador,  y  muestra 
huellas  de  un  volcanismo  menos  intenso. 

2.*  Al  E.  aparece  otro  relieve  que  á  la  vez  que  crea  y  limita 
otro  valle  paralelo  al  anterior,  el  del  Magdalena,  se  aleja  más  y 
más  de  la  faja  volcánica  para  describir  una  curva  é  ir  á  unirse  á  las 
crestas  litorales  de  Venezuela.  En  este  relieve  el  volcanismo  casi 
desaparece,  y  por  su  topografía  resulta  una  especie  de  Jura  gigan- 
tesco, formado  por  muchos  pliegues  sucesivos  que  d^  jan  entre  unos 
y  otros  valles  longitudinales  de  donde  ¡as  aguas  salen  por  hoces  ó 
cluses,  á  caer  á  grietas  transversales  que  los  llevan  ora  al  W., 
ora  al  E.  ♦  A  veces  los  pliegues  se  alejan  un  poco  más  y  dejan 
campo  á  cuencas  que  colmadas  forman  altas  llanuras  aluviales. 
En  fin,  la  íeciónica  de  la  cordillera  camhia  por  completo  hacia  el  7° 
de  latitud  N. :  todos  los  valles  se  abren  sobre  el  golfo  de  Maracai- 
bo,  desa]>arecen  los  surcos  transversales,  y  aparecen  rocas  de 
otras  especies  ó  dispuestas  de  otro  modo,  sucediendo  cosa  análoga 
en  las  montañas  fronterizas  que  cruza  el  Cauca,  por  lo  cual  á 
estas  latitudes,  conforme  lo  dijimos,  terminan  los  Andes  y  principian 
los  relieves  caribes. 

•  Eminentes  geólogos  europeos  han  añrniado  que  ninguna  de  (5«tas  aguas 
va  al  E.  (como  si  no  existieran  el  Sarare,  el  Upía,  el  Negro),  para  así  sustepl^f 
pieria  tesis. 


226  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Así  enunciados  los  caracteres  generales  de  la  geognosia  an- 
odina, natural  es  entrar  en  algunos  otros  detalles  referentes  á  Co- 
lombia, en  especial  para  combatir  errores  que  se  han  generaliza- 
do en  el  país  sólo  porque  se  leen  en  libros  de  extranjeros,  olvi- 
dándose que  ante  los  hechos  es  inútil  oponer  por  único  argumento 
nombres  sonoros  :  en  materias  científicas  el  pedantesco  tnagtsier 
iixit  es  imperdonable  herejía  en  los  siglos  de  las  luces. 

En  efecto,  en  estas  páginas  sostenemos  que  en  Colombia  cier- 
tos terrenos  secundarios  casi  no  existen,  contra  lo  que  han  dicho 
tantos  sabios ;  que  la  llamada  cordillera  de  Sumapaz  ú  oriental  se 
compone,  entre  el  pilar  de  Labateca  y  los  cerros  del  Caguán,  de  un 
gran  eje  de  rocas  cristalofílianas  y  de  vastas  porciones  primarias  ó 
paleozoicas,  agrupadas  en  especial  en  tomo  de  Bogotá  y  rodeadas 
por  rocas  jurásicas  y  triásicas,  sin  que  falten  algunas  formaciones  de 
carácter  local ;  que  esta  cordillera  en  su  osatura  es  diversa  déla 
del  Quindío;  que  la  falda  W.  de  la  del  Chocó  es,  en  su  totali- 
dad,diversa  de  las  otras  en  su  geognosia,  por  lo  cual  la  mesa  occi- 
dental existe,  geológica  lo  mismo  que  topográficamente  hablando, 
y  en  fin,  que  el  último  modelado  de  nuestro  suelo,  es  decir,  lo  que 
vemos  hoy,  es  la  obra  de  potentísima  acción  glaciar. 

Natural  es,  pues,  principiar  por  dar  las  pruebas  de  afirmación 
tan  perentoria,  y  que  á  muchos  podría  parecer  extraña  por  su  con- 
tradicción con  las  ideas  sostenidas  por  otros  escritores.  * 


• 


No  deja  de  ser  curioso  el  génesis  del  vulgarizado  error  de  que  la  cordi- 
llera de  Sumapaz  es  cretácica,  por  las  enseñanzas  que  encierra,  una  vez  que  tan- 
tos hombres  ilustres  han  incurrido  en  el,  y  se  debe  en  primer  término  á  Hum- 
boldt  y  al  colombiano  Acosta.  Cuanto  á  Karsten,  autor  del  libro  la  Geología  de 
la  Cohmbia  Bolrvarense^  publicado  con  caria  geolt^gica  en  1S48  y  reimpreso  en 
1886,  un  par  de  citas  extranjeras  bastarán  para  demostrar  que  ni  el  autor  sabia 
observar,  ni  conocía  el  ramo  de  que  se  trata.  En  efecto,  Sievers  (Die  Cordillera 
ven  Mérida)  dice  que  esa  2.'  edición  es  mnws  exacta  que  la  primera^  y  añade : 

"  No  puedo  comprender  cómo  Karsten  afirmó  que  según  sus  obser- 
vaciones la  caída  abrupta  de  la  cordillera  oriental  daba  frente  á  la  Guayana ; 
cuando  de  los  llanos  del  lago  de  Maracaibo  se  ve  la  serranía  alzarse  como  una 
muralla  hasta  4,700  metros  sobre  las  llanuras  del  Zulia  :  preciso  es  reconocer 
que  de  este  lado  se  encuentra  la  pendiente  más  fuerte  de  las  serranías  de  Vene- 
zuela." A.  Hettner  (Die  Kordillere  Von  Bogetá)  abunda  en  las  mismas  opiniones. 

Por  esto  no  sin  dolorosa  sorpresa  vimos  en  un  atlas,  publicado  con  fondos 
nacionales,  reproducir  esa  carta,  que  está  en  plena  contradicción  con  todos  los 
trabajos  que  realmente  merecen  atención,  pues  hace  terciarias  las  rocas  de  Al- 
roaguer  y  de  Supía,  cretácicas  las  faldas  del  Tolima  y  las  breñas  de  Remedios  ! 

Que  el  ilustre  Humboldt  es  responsable  de  que  se  volviera  cretácica  á  Co- 
lombia, no  es  difícil  probarlo.  En  efecto,  en  su  libro  Ensayo  geognóstico  sobfe  el 
yacimiento  de  las  rocas  en  anibos  hemisferios,  tratando  de  los  terrenos  secundarios 
en  general  y  del  asperón  rojo  en  particular,  dice  (págs.  2H-2i8)  que  "una  for- 
inación  de  gres  (asperón )  de  una  extensión  prodigiosa,  cubre  casi  sin  interrup- 
ción no  sólo  las  llanuras  septentrionales  de  Nueva  Granada,  sino  también  el 
valle  del  Magdalena  y  el  del  río  Cauca,  es  posible  que  se  extienda  hacia  el  río 
Atrato  y  el  Istmo  de  Panamá,  y  se  levanta  á  grandes  alturas,  no  en  la  rama  cen- 
tral ó  intermediaria  de  la  cordillera,  sino  en  los  ramales  oriental  (Sumapaz)  y 
occidental  (Chocó).  He  podido  seguir  ese  gres  sin  interrupción  de  Honda  a  San- 
tafé  de  Bogotá,  Monserrate  y  Guata  vita  por  Pandi.  Se  muestra  en  la  cordillera 
oriental  hasta  1,800  toesas  de  altura.  Muchos  terrenos  de  la  Sabana  de  Bogotá, 
que  pudieran  tomarse  por  formaciones  locales  de  la  cuenca,  descienden  á 
valles  que  son  7,000  pies  más  bajos  que  la  meseta.  En  la  vía  de  Honda  el  eres 
^  interrumpid»  cerca  de  Villeta  por  el  thonschiefer  de  transición;  pero  todo  «^ 


NuKVA  Geografía  de  Colombia  227 


Ante  todo,  es  preciso  recordar  que  los  terrenos  se  clasifican  no 
por  su  simple  aspecto  ó  por  meras  opiniones  del  observador,  sino 
por  la  suma  de  tres  clases  de  pruebas :  los  fósiles  6  elemento  pa- 
leontológico ;  las  rocas  6  elemento  litológfico,  y  la  forma  6/acies  del 
relieve,  6  sea  el  elemento  morfológico.  En  tal  virtud,  principiare- 
mos por  insertar  lo  que  han  dicho  quienes  realmente  han  explora- 
do el  suelo  de  las  cordilleras  del  montañoso  occidente  colombiano. 

En  1873  el  ing-eniero  inglés  W.  Ridley,  después  de  ejecutar 
el  trazo  del  Ferrocarril  de  Bogotá' al  Carare  y  de  los  ramales  del 
mismo  á  Boyacá  y  Santander,  llevó  á  Inglaterra,  tierra  clásica  de 
la  geologfía,  los  fósiles  y  rocas  recog-idos  en  sus  exploraciones ;  y 
de  conformidad  con  el  dictado  de  los  sabios  londonenses,  escribió 
las  lineas  que  sig^uen,  en  el  informe  oncial  que  presentó  á  la  Com- 
pañía Constructora  de  Obras  públicas  de  Londres  : 

"  El  trazo  para  el  ferrocarril  arranca  de  Bogotá,  rumbo  del 
N.,  y  atraviesa  la  g'ran  sabana  del  mismo  nombre,  llanura  de  for- 
mación arenosa,  y  que  evidentemente  fue  en  época  remota  el  lechó 
de  un  lago  que  se  ha  llenado  y  vuelto  á  desaguar  más  de  una  vez, 
~á  juzgar  por  los  resultados  que  dio  la  horadación  de  un  pozo  arte- 
siano que  se  practicó  en  las  inmediaciones  del  término  de  la  línea, 
porque  después  de  la  capa  vegfetal  se  encontraron  capas  alterna- 
tivas de  barro  y  madera  de  diferentes  espesores,  en  descomposi- 
ción, que  seguían  hasta  una  gran  profundidad.  Por  el  ángulo  máxi- 
mo de  inclinación  y  distancia  de  las  montañas  circunvecinas,  pue- 


hace  creer  que  el  asperón  carbonífero  y  el  yeso  muriatífero  de  Bogotá  y  Zipa- 
quirá  se  ligan  por  el  Rioneg^ro  á  los  terrenos  homónimos  del  valle  del  Magdalena» 
tendidos  de  Honda  á  la  angostura  de  Carare...  Este  gres  descansa  directamente  so- 
bre el  granito  (Banco)  en  cl  valle  del  Magdalena  y  en  Mariquita,  sobre  t\ gneis  «fi 
Santana,  sobre  el  thonschiéfer  en  Chimbe....  Los  restos  de  cuerpos  orgánicos  del 
reino  animal  son  muy  raros  en  ese  gres."  Después  dice  que  en  el  valle  del  Cau« 
ca  y  cerca  de  Santafé  se  suceden  regularmente  las  tres  formaciones  del  gres  car- 
bonífero, del  yeso  y  del  calcáreo  compacto,  las  que  en  Tocaima  encierran  algunas 
ammonitas,  y  rotundamente  clasiñca  el  todo  como  gres  rojo  moderno  y  no  como 
gres  rojo  antiguo;  y  agrega  que  aun  cuando  parecen  ser  modernísimos  los  car» 
bones  de  Can«as  y  la  sal  de  Zipaquirá,  la  falta  casi  absoluta  de  fósiles,  la  po- 
tencia de  las  capas  arenáceas  y  calcáreas  sin  otras  mezclas,  se  oponen  á  esa  idea, 
por  lo  cual  cree  que  **  el  gres  de  Nueva  Granada  es  el  verdadero  gres  rojo  del  an- 
tiguo Continente." 

Estas  páginas  de  Humboldt,  que  penoso  pero  preciso  es  decirlo,  no  en* 
cierran  una  linea  de  verdad,  ni  litológica  ni  geológicamente  hablando,  extra- 
viaron el  criterio  de  muchos  hombres,  por  lo  cual  bastó  en  seguida  que  el  colom- 
biano Acosta,  que  no  veía  sino  por  los  ojos  de  Humboldt,  Uevatra  á  Europa 
fósiles  de  los  que  contra  la  afírmacinn  del  sabio  alemán  son  abundantísimos  en 
las  breñas  de  La  Mesa,  de  Villeta,  de  Guaduas,  &c.,  y  que  por  el  estado  de  la  pa- 
leontología entonces  se  clasificaran  como  del  cretácico,  para  que  con  fruición  in- 
cluyera en  esa  clase  de  suelos  el  de  Colombia,  de  Anapoima  al  Sube,  se£Ún  se  de 
duce  de  una  nota  á  un  escrito  del  no  menos  distinguido  Boussingault,  en  que 
este  sabio  afirmaba  que  esos  terrenos  eran  triásicos^  es  decir,  lo  que  en  realidad 
son,  en  el  centro  de  Santander. 

Después  Karsten,  echando  la  culpa  á  Orbiguy,  á  Daubré  y  á  otros  pa- 
leontologistas  célebres,  hizo  cretácica  á  toda  Colombia,  olvidando  que  enire  los 
fósiles  por  ellos  clasificados  no  había  ninguno  de  las  breñas  que  guardan  Uu  altipla- 
metes.  En  seguida  el  furor  cretácico  creció  de  tal  suerte,  que  hasta  se  olvidó  que 
los  citados  autores  habían  clasiñcado  los  dichos  fósiles  como  infra-cretácicós, 
qoe  muchos  no  eran  sino  fragmentos  de  animales  y  que  por  los  progresos  de  la 


228  Nueva  Geografía  de  Colombia 


de  calcularse  que  la  profundidad  de  la  roca  no  es  menor  de  500 
metros.  En  esas  montañas  hay  vetas  de  hulla  [carbón  del  carboní- 
fero] f4ue  cerca  de  Zipaquirá  tienen  dirección  N.-S.,  alg^o  inclinada 
al  W.,  pero  de  poco  espesor. 

"Luég^o  sigue  la  cadena  de  montañas  de  Tausa,  compuesta  de 
arenisca  esquistosa  y  piedra  calcárea  ;  hay  plomo  y  carbón  de 
excelente  calidad. 

"En  los  contornos  de  Ubate'  aparece  en  la  superficie  la  ooHta 
inferior  [jurásica],  en  la  cual  se  encuentra  una  nueva  especie  de 
Pedúnculos...  Los  rasgos  geológicos  de  esta  planicie  se  asemejan  á 
los  de  la  llanura  de  Bogotá.  No  lejos  de  Chiquinquirá  y  hacia  el  W. 
están  situadas,  á  las  márgenes  del  Minero,  las  famosas  minas  de 
esmeraldas  de  Muzo.  La  cadena  de  montañas  en  que  abundan  estas 
piedras  preciosas  pertenece  á  la  serie  calcárea  inferior  [jurásico], 
y  se  las  halla  en  una  piedra  de  cal  secundaria,  rica  en  am mónitas. 

*'La  apariencia  de  los  cerros  en  esta  parte  de  la  línea  (cordi- 
llera de  Vélez :  El  Roble)  indica  que  ellas  fueron  uniformemente 
modeladas  por  una  capa  de  hielo  continua  en  una  época  remoííijna.  Si 
se  removiesen  los  árboles  y  el  humus  recientes,  quedarían  desnu- 
das las  formas  redondeadas  y  onduladas  conocidas  con  el  nombre 
de  rocas  moutonnes  [así  en  el  original],  combinadas  con  las  super- 
ficies pulidas  y  cruzadas  de  canales  y  surcos  que  corren  en  una 
misma  dirección  ;  en  tanto  que  hay  rocas  de  desigual  dureza,  di- 
ques que  atraviesan  otras  rocas  y  están  todos  cortados  á  un  mismo 


ciencia  muchos  de  ellos  se  miraron  luego  como  característicos  del  jurásico. 
Hasta  Hettner,  que  tan  sabiamente  disoh  ió  el  manto  único  de  Humboldt  divi- 
diendo lo  en  siete  grupos  (esquistos  de  Honda,  estpiistos  de  Guaduas,  esquistos  de 
VilUtay  esquistos  de  Guadalupe,  esquistos  de  Queta  me,  esquistos  de  Junin  y  cuarci- 
tas del  Cocuy),  es  decir,  no  pecó  con  los  ojos  de  la  carne,  á  todos  ellos,  menos  al 
primero,  los  incorporó  en  la  creta  Ni  su  propia  carta  geológica  le  hizo  caer 
en  la  cuenta  de  que  supuestos  todos  del  mismo  terreno,  no  podría  explicar  la 
anomalía  que  entrañaba  esa  variedad  de  sedimentaciones  en  un  mismo  y  peque- 
no  mar.  Y  no  se  diga  que  voces  autorizadas  no  se  levantaron  contra  semejantes 
absurdos  :  ya  en  1885  el  conocido  Neumayr  en  su  Geografía  de  la  formacióii  jurá- 
sica señaló  entre  los  fósiles  de  estas  tierrns  granadinas  am  altheus  características 
del  piso  del  Lias,  y  el  am^ricaii)  Gibb  combitió  el  mismo  error  páralos 
Andes  peruanos. 

V  para  concluir,  ahí  va  la  última  y  contundente  prueba  de  nuestro  aserto: 
El  Presbítero  Dr.  Federico  C.  Aguilar,  voto  tn  la  materia,  escribió  en  uno  de 
sus  libros  y  en  la  misma  página  las  siguientes  contradictorias  líneas  :  '*I^s  terre- 
nos de  esta  cordillera  [oriental],  en  lugar  de  estar  formados  de  granito,  de  sienita, 
^'t  gneis  y  esquistos,  como  los  de  las  otras  dus  cordilleras,  apenas  constan  de  are- 
nisca que  raras  veces  contiene  trigonias,  terebrálulasy  cncrinos,  pero  sí  el  ammo- 
nites  nodosus  y  peines,  fósiles  caractcríhlic<  s  de  las  calizas  conchilíferasó  del  Mus- 
chelkalk;  como  también  cXommomies gigantcsco,c\uQ  5eñala  el  grupo  portlandia- 
no  del  piso  de  la  oolita  superior." 

*•  Como  en  todo  el  trayecto  recorrido  no  asoman  en  parte  alguna  los  gra- 
nito«,  sienitas,  esquistos  cristalinos,  traquitas,  basaltos,  doleritas  ó  las  diferentes 
brechas  y  conglomerados  que  de  ellos  se  forman,  aparece  claramente  que  toda 
la  formación  superior  de  esta  parte  de  la  cordillera  oriental  [Bogotá  al  Magda- 
lena] es  cretácea  y  que  está  sobrepuesta  á  los  terrenos  jurásicos  y  salíferos  [grupo 
dtl  trías]."  Es  decir,  que  á  pesar  de  tener  á  la  vista  los  fósiles  característicos  del 
jurásico  y  del  triásico,  por  cuanto  no  hay  rocas  cristalofilianas  ni  volcánicas  el 
notable  escritor  convenia  en  que  este  suelo  es  cretácico  !  ;  Y  qué  habría  dicho  si 
hubiera  visto,  como  nosotros,  los  triióbitos  recogidos  en  Guadalupe  ó  el  granito 
descompuesto  en  algunas  cañadas  que  están  detras  de  Monserrate  ? 

Picn  puede  decirse,  en  vista  de  lo  que  antecede,  Horresco  referefis. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  229 


nivel.  Los  precipicios  actuales  pueden  haber  sido  formados  en 
parte  pwr  la  acción  volcánica,  en  parte  por  desagregación.  La  incli- 
nación de  las  estratas  es  casi  de  E.  á  W.  y  su  dirección  de  N.  á  S. 
"  La  parte  de  la  línea  comprendida  entre  las  Llanadas  y  Lan- 
dázuri  [y  aun  hasta  El  Guayabito]  pertenece  á  las  series  carboní/era  y 
devónica,  y  deja  ver  las  estratas  completas  desde  las  pizarras  car- 
boníferas inferiores  hasta  las  devónicas  y  areniscas  inferiores.  El 
fenómeno  de  craiganiail  (escarpa  y  talud)  aparece  en  todas  estas 
colinasi  en  donde  se  ve  por  un  lado  de  los  valles  una  cara  tajada 
á  pico,  mientras  por  el  otro  el  declivio  es  muy  suave :  esto  parece 
el  resultado  del  período  de  dri/í  [acarreo  ?  J,  que  obró  evidentemente 
de  Oeste  á  Este,  denudando  las  alturas  que  á  la  corriente  se  opo- 
nían al  paso,  por  lo  cual  se  quedaron  intactas  las  faldas  y  terrazas 
opuestas  y  abrigadas.  Es  digno  de  observar  que  mientras  más 
elevadas  son  las  cordilleras  sobre  el  nivel  del  mar,  más  abrupto  y 
pronunciado  es  el  flanco  del  frente,  lo  cual  prueba  que  las  partes 
más  cercanas  á  la  superficie,  durante  la  sedimentación  fueron  lami- 
das más  intensamente  que  las  situadas  á  mayor  profundidad.  Cerca 
del  Guayabito  hay  una  fuente  de  petróleo  que  brota  de  entre  are- 
nisca blanda.  La  llanura  baja  del  Carare  es  de  depósito  aluvial. 
Los  lechos  de  muchos  ríos  contienen  arenas  auríferas. 

"  Del  lago  de  Fúquene  á  Tinjacá  se  encuentran  la  nueva  are- 
nisca roja,  y  cristales  de  cuarzo ,  sobre  arenisca  dura  con  delgadas 
venas  de  cuarzo.  En  las  inmediaciones  de  Ecce-Homo  se  encuen- 
tran fósiles  en  abundancia,  como  ammonitas  trigonias,  tramitas  é 

ínoceramos Las  lajas  son  inútiles  porque  se  descomponen  en 

breve En  el  valle  de  Moniquirá  se  encuentran  piedra  caliza  do- 

lomítica,  keupermarga,  tufas  y  pizarras  pertenecientes  á  las  series 
oolítica  inferior  y  devónica  y  á  las  intermedias En  la  cordille- 
ra del  poniente  se  encuentran  los  mismos  fósiles  arriba  nombra- 
dos   Cuando  desde  un  punto  elevado  se  puede  divisar  bien  la 

dirección  de  varias  anticlinales  y  las  fracturas  transversales  de  los 
boquerones  (hoces)  y  los  valles,  es  posible  trazar  la  forma  origi- 
nal del  terreno  antes  de  la  dislocación  de  las  estratas.  Las  estratas 
del  Ramal  ilustran  una  buena  porción  del  terreno  comprendido 
entre  el  oolítico  inferior  y  el  devónico. 

"  A  corta  distancia  de  Leiva,  cerca  de  la  depresión  que  queda 
en  el  camino  de  Tunja,  hay  innumerables  fósiles,  y  principalmente 
ammonitas,  trigonias  y  pectúnculos,  muchas  de  las  cuales  son  nucidas 
espedes  no  clasificadas  antes  y  que  pertenecen  á  la  serie  oolítica  in- 
ferior (jurásico).  También  hay  arenisca  nueva  roja,  arenisca  roja 
antigua  y  piedra  arenisca  micácea  (devónica),  que  constituyen  la 
formación  principal  de  los  alrededores  de  Leiva.  La  roca  talcosa  y 
otras  han  sido  alteradas  por  la  acción  de  las  venas  minerales.  En 
el  Desaguadero  hay  cristales  de  cuarzo,  algunos  de  grandes  di- 
mensiones. De  Sáchica  á  Samacá  se  encuentran  ammonitas,  are- 
nisca devónica,  arenisca  roja  antigua,  arcilla  de  Oxford  [jurásico 
inferior],  pizarras  verdes  talcosas,  saponita  verde,  &c.  En  los  ce- 
rros de  Samacá  aparecen  las  estratas  de  la  serie  carbonífera  inferiora 

El  inglés  R.  B.  White,  ingeniero  de  minas,  describe  así  la 
geognóstica  del  Cauca,  cuyo  suelo  divide  en  cinco  zonas  geolój^- 


NvEVA  Geograf/a  de  Colombia 


caí :  1°,  la  cordillera  central  (flanco üccidentalj  ;  2°,  la  cordillera 
occidental  (ambos  flancos) ;  3°,  los  valles  del  Patía  y  del  Cauca ; 
4.**,  la  Co¡ta,  entre  la  frontera  ecuatoriana  y  el  valle  del  San  Juan  ; 
5,**,  los  valles  del  San  Juan  y  del  Atrato. 

"La  cordillera  central  puede  y  delje  llamarse  volcánica;  se 
compone,  en  efecto,  de  una  serie  de  volcanes,  separados  por  ma- 
sas de  rocas  eruptivas  ;  y  aun  cuando  algunos  de  ellos  dan  seña- 
le» de  actividad,  en  lo  general  puede  mirárseles  como  extinguidos. 
Lavas,  traquitas,  basaltos,  dioritas,  granitos  sienlticos  y  pórfidos 
en  inmensa  variedad,  constituyen  la  armazón  de  la  cordillera,  en 
tanto  que  en  los  flancos  aparecen  las  rocas  primarias  y  secunda- 
rias, en  especial  los  esquistos  [pizarras],  hondamente  metamor- 
foseados. 


Kigufa^SS— El  Salto  du  Tuquctiilama   vislo  de  fíente   (terreno  primarlo  ñ 

"  La  geología  del  Caquetd  no  es  bien  conocida,  pero  se  sabe 
que  las  partes  bajas  son  vastos  aluviones,  y  en  los  montes  se  ha- 
llan las  mismas  rocas  sedimentarias  que  en  la  cordillera  descrita. 

"  El  valle  del  Cauca  en  su  mayor  parte  es  una  llanura  de  alu- 
viones, enmarcada  por  dos  cordilleras  que  sobre  el  llano  mues- 
tran faldas  compuestas  de  rocas  secundarias  rotas  aqu(  y  aHá  - 
por  las  dioritas  y  los  pdrfidos.  En  las  rocas  sedimentarias  abundan 
A  oro,  el  carbón  y  la  cal.  El  valle  es  cerrado  al  S.,  cerca  de 
Quilichao  (Santander),  por  relieves  compuestos  de  pórfidos  y  diorí> 
tas  con  aluviones  auríferos. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


231 


"  El  valle  del  Patía  presenta  en  su  fondo  pequeña  llanura,  y 
rocas  secundarias  cubren  la  mayor  parte  de  la  región,  dislocadas 
por  otras  eruptivas,  en  especial  dioritas,  sin  que  falten  el  metamor- 
fismo producido  por  las  traquitas,  y  las  lavas  arrojadas  por  los 
volcanes  de  la  cordillera  central.  También  existen  aquí  oro,  car- 
bón de  excelente  calidad  y  otros  diversos  minerales  y  piedras 
preciosas. 

"  La  cordillera  occidental  difiere  en  su  gcognosia  de  la  central, 
pues  no  presenta  volcanes,  salvo  al  S.  en  la  región  de  Túquerres, 
donde  se  encuentran  los  cráteres  del  Cumbal  y  el  Chiles,  ya  extin- 
guidos. *  Granitos  y  dioritas  forman  la  parte  que  encierra  el  valle 
del  Patía  ;  y  las  mismas  rocas  y  además  pórfidos  y  sienita  graní- 
tica constituyen  la  que  encierra  el  valle  del  Cauca.  Las  rocas  se- 
dimentarias del  revestimiento  de  los  ejes  cristalinos  son  principal- 
mente esquistos  micáceos  y  hormbléndicos. 

"  Los  terrenos  secundarios  con  arenisca,  carbón  y  cal,  apare- 
cen al  pie,  principalmente  en  Supía.  El  oro  se  halla  en  muchas 
partes. 


Figura  89 — Corte  geológico  del  Salto  de  Tequendama   [según  Hettner] — Las 
areniscas  de  Guadalupe  son  del  terreno  paleozoico ;  las  pizarras  de   Guaduas 

del  mezozoico. 

"La  costa  pacífica,  del  Mira  al  San  Juan,  se  compone  en  la  lla- 
nura litoral  de  dilatados  depósitos  terciarios,  en  algunas  partes  al- 
terados y  aun  cambiados  por  el  calor  [?J.  Dichos  depósitos  consis- 
ten en  gravas  y  lechos  de  conglomerados  formados  de  arena,  ar- 
cilla y  marga.  En  la  parte  alta  aparecen  las  rocas  primarias  y 
secundarias,  principalmente  pizarras  y  micasquistos  jurásicos  y 
micasquistos  micácicos  y  hormbléndicos  sildricos;  en  ambos  hay 
aluviones  auríferos.  En  la  formación  terciaria  se  encuentran  dond¿. 
quiera  arenas  auríferas  equivalentes  á  las  de  California.  El  aspec- 
to de  muchos  cerros  hace  creer  sean  de  rocas  porfidíticas  y  otras 
ígneas,  y  en  su  vecindad  se  hallan  aluviones  auríferos.  El  cpnoci- 

*  Esta  añrmación  no  es  exacta :  el  Chiles,  lo  mismo  que  el  Cumbal,  el 
Oreja  y  ti  Azufral,  dan  continuas  muestras  de  que  no  han  apagado  sus  entrañas; 
y  si  luego,  en  buen  trayecto,  en  verdad  no  hay  volcanismo,  reaparece  dos  grados 
alN.  :  el  Naya,  como  el  Sotomayor,  es  un  cráter  traquítico ;  al  respaldo  de  Rol- 
danillo-Toro  existen  traquitas  y  solfataras,  y  lo  mismo  sucede  en  el  Paramillo 
dd  Cboc¿^  lo  cual  en  cierto  modo  conñesa  luego  el  autor. 


232  Nueva  Geografía  de  Colombia 


miento  geológ-ico  de  la  región  aiín  deja  qué  desear  si  del  conjunto 
se  pasa  á  los  detalles. 

"  El  valle  del  San  Juan  es  i¿>ual  á  las  tierras  que  acaban  pe 
describirse,  y  además  encierra  grandes  cantidades  de  platina.  I^s 
Mojarras  de  Tadó,  el  cerro  Dojurrá  y  el  cerro  Torra  son  espécimen 
de  masas  eruptivas  aquí  más  abundantes  que  al  mediodía.  Lx>  mis- 
mo puede  decirse  del  valle  del  Atrato.  Cuanto  al  relieve  que  se- 
para estos  ríos  del  Pacífico,  se  compone  esencialmente  de  rocas 
secundarias  y  terciarias  con  aluviones  modernos  al  pie,  y  esta  for- 
mación se  extiende  hasta  el  Darién.  Formaciones  infracretácicas 
y  terciarias  se  hallan  en  Turbo  y  otros  lugares  del  Atrato  y  de  la 
costa  del  Pacífico ;  y  los  carbones  que  encierran  no  tienen  gran 
valor  comercial,  por  no  ser  en  verdad  sino  lignitos.  El  flanco  de 
la  cordillera  occidental  en  estos  valles  se  compone  de  esquistos, 
pizarras  y  rocas  metamórficas  del  terreno  sildrico ;  botones  de 
sienita  granítica  y  porfidítica  también  existen,  pero  en  menor  can- 
tidad que  al  mediodía.   Los  aluviones  auríferos  son  abundantes. 

'*  El  terreno  del  Alto  Riosucio,  donde  parece  invertido  el  or- 
den normal  hidrográfico,  es  eruptivo.  Los  basaltos,  trapps  y  pór- 
fidos son  comunes  y  rompen  la  superficie  entre  capas  de  pizarra, 
conglomerados  y  areniscas,  formando  un  nudo  extraordinario  de 
cordilleras  y  morros  que  confunden  al  monteador  y  le  hacen  difí- 
cil saber  en  qué  río  se  encuentra."' 

El  mismo  ingeniero  emite  los  siguientes  conceptos  en  su  es- 
tudio del  trazo  de  un  ferrocarril  del  Valle  del  Cauca  á  Medellín  : 

"La  cordillera  que  se  levanta  al  W.  de  Medellín  es  de  granito 
muy  descompuesto ;  la  falda  que  da  al  Cauca  se  compone  de  piza- 
rras con  cal  y  carbón,  probablemente  jurásicas  y  cretácicas;  el  río 
Cauca  corre  entre  rocas  basálticas  algo  descompuestas ;  el  terreno 
quebrado  que  en  seguida  se  extiende  hacia  el  San  Juan  de  Andes, 
se  compone  de  dioritas  y  esquistos  metamórficos  y  fragmentos 
basálticos.  La  cordillera  oriental  del  mismo  río  se  compone  más 
al  S.  de  pórfidos,  y  en  la  falda  que  cae  al  Risaralda  está  formada 
primero  de  pizarras  hormbléndicas  metamorfoseadas  con  vetas 
de  granito,  y  luego  de  serpentina.'' 

El  americano  John  C.  F.  Randolph,  ingeniero  de  minas,  en 
una  publicación  hecha  en  los  Estados  Unidos,  sintetizó  como  sigue 
la  geología  del  Centro  de  Colombia  : 

"  La  cordillera  occidental  es  muy  antigua ;  el  Cauca  rueda 
por  una  sinclinal  lo  mismo  que  el  Magdalena  ;  la  cordillera  orien- 
tal hacia  este  río  se  compone  de  calizas  jurásicas;  en  el  Tolima 
se  encuentran  aluviones  entre  colinas  triásicas  de  arenisca  roja, 
cuyos  estratos  se  inclinan  de  W.  á  E.  y  llegan  á  altitudes  de  1,220 
á  1,525  metros,  mas  sin  que  falten  en  algunos  puntos  delgadas  ca- 
pas jurásicas  sobre  dichas  estratas.  Más  arriba  en  la  falda  de  la 
cordillera  central  aparecen  también  igualmente  inclinados  los  es- 
quistos primitivos  (azoicos)  con  manchas  de  andesita,  y  en  el  lomo 
fibundan  los  volcanes.  La  parte  meridional  del  Departamento  en 


Nueva  Geografía  de  Colombia  233 

referencia  muestra  todos  sus  relieves  hechos  de  estratas  triásicas 
intactas,  con  alturas  que  aquí  suben  hasta  los  2,135  y  2,440  me- 
tros. Hacia  el  N.  y  tierras  de  Antioquia  la  formación  triásica  está 
más  despedazada." 

Y  en  un  informe  rendido  al  Gobierno  de  Colombia  en  1888, 
bosquejó  así  la  geología  del  Alto  Magdalena  : 

"  La  geología  del  Tolima  no  es  complicada  :  al  contrario,  po^ 
cas  son  las  formaciones  en  él  representadas.  Desde  luego,  al  re- 
correr el  Departamento  de  N.  á  S.,  llama  particularmente  la  aten- 
ción una  formación  de  arenisca  roja,  que  en  el  Norte  y  en  el  cen- 
tro forma  colinas  bajas  que  invaden  las  llanuras  paralelamente  al 
río  Magdalena.  Estas  colinas  tienen  un  carácter  especial :  los 
flancos  que  miran  al  W.  son  escarpados,  como  cortados  á  tajo,  y 
mostrando  claras  las  líneas  de  estratiñcación,  presentan  la  huella 
de  una  gran  ruptura ;  en  tanto  que  las  faldas  orientales  van  de- 
clinando suavemente  hasta  llegar  al  Magdalena.  En  la  banda 
oriental  de  este  río  se  ven  las  mismas  rocas  en  colinas  aún  más 
elevadas,  presentando  sus  flancos  escarpados  y  sus  líneas  de  es- 
tratificación al  W.  y  el  declive  suave  hacia  la  parte  oriental.  Uno 
de  los  mejores  tipos  del  modo  como  se  presenta  esta  arenisca  es 
tal  vez  la  loma  de  Gualanday.  Esta  misma  formación  se  extiende 
á  veces  hasta  la  cordillera  (central),  en  cuyas  faldas  suele  encon- 
trársela formando  al  descomponerse  arcillas  rojas  muy  tersas. 

"En  el  centro  y  en  el  Sur  del  Departamento  todos  los  caracte- 
res de  esta  formación  indican  que  ella  existió  como  un  lecho  ho- 
rizontal que  cubría  todo  el  valle,  hasta  que  al  levantarse  la  cordi- 
llera (central)  fue  rota  en  virtud  de  la  presión  que  obró  sobre  esa 
capa  de  abajo  á  arriba.  Así  lo  indican  los  peñascos  escarpados 
que  miran  al  W.  y  las  faldas  que  declinan  paulatinamente  al  E. 
En  el  Sur  esta  formación  de  areniscas  rojas  se  extiende  como  una 
capa  ondulante,  continua  y  sin  ruptura,  desde  el  río  Magdalena 
hasta  el  Plata,  y  probablemente  hasta  Popayán.  *  La  fuerza  que 
levantó  la  cordillera  al  Sur  no  fue  tan  poderosa,  de  modo  que  las 
montañas  no  son  sino  pliegues  ü  ondulaciones  de  la  formación 
de  arenisca  roja,  sin  que  ésta  haya  experimentado  ruptura  al- 
guna. Estas  areniscas  del  Tolima  no  son  otra  cosa  que  la  are- 
nisca roja  triásica,  y  como  el  reloj  que  al  pararse  á  causa  de  un 
temblor,  marca  el  momento  preciso  en  que  éste  ocurrió,  así  esta 
gran  formación  de  arenisca  levantada  y  rota  por  la  sublevación 
de  la  cordillera,  señala  la  época  precisa  en  que  ésta  fue  formada. 
En  el  período  triásico  se  verificó  también  la  sublevación  de  la  cor- 
dillera de  México  y  de  las  poderosas  cadenas  de  los  Estados  .Uni- 
dos, como  lo  comprueban  allí  los  mismos  caracteres.  Subordinado 
á  las  areniscas  rojas  se  ve  el  segundo  miembro  del  grupo  triásico 


*  Si  el  autor  hubiera  cruzado  el  páramo  de  Guanacas,  habría  visto  que  la 
cordillera  tiene  aquí  la  misma  altura,  y  que  su  formación  geológica  no  di- 
fiere de  la  que  se  halla  en  Barragán  ó  Calarcá. 

N'ua/a  Geografía  de  Colombia  tomo  i — 16 


234  Nueva  Geografía  de  Colombia 


en  Payandé  y  en  el  río  Coello,  cerca  de  este  lugar.  Estas  calizas 
se  notan  también  cerca  del  Gigante,  subordinadas  á  las  areniscas 
rojas.  Ocasionalmente  se  hallan  en  éstas  calizas  fósiles  de  las  mis- 
mas especies  conocidas  en  la  formación  triásica  de  Norteamérica. 
I>ebajo  de  las  calizas  se  presenta  á  veces  una  arenisca  frecuen- 
temente metamorf oseada,  que  viene  á  ser  el  tercer  miembro  de 
la  serie,  representado  en  las  cuarcitas  de  Miraflores  y  del  Real  de 
Minas,  ó  bajo  la  forma  de  las  areniscas  blandas  de  las  cercanías 
de  Santa  Ana. 

"  La  segunda  formación  geológica  es  la  de  los  esquistos  lau- 
rencianosy  que  aparecen  sobre  los  relieves  desde  Ibagué  *  hasta  Vic- 
toria, en  una  línea  general  de  N.S.  é  inclinadas  al  E.  Estos  esquistos 
son  rocas  arqueanas  y  mucho  más  antiguas  que  la  formación 
triásica,  pues  constituyen  la  formación  más  antigua  conocida. 
Cuando  se  verificó  el  levantamiento  de  la  cordillera  y  fueron  rotas 
las  rocas  triásicas  superyacentes,  fue  cuando  los  esquistos  apare- 
cieron por  primera  vez.  Ellos  constituyen  una  formación  importan- 
te para  el  Tolima,  puesto  que  contienen  las  vetas  de  oro  y  plata 
productivas  hasta  hoy  conocidas. 

"Al  W.  descuellan  los  páramos  y  nevados  en  donde  se  en- 
cuentran los  granitos,  andesitas,  pórfidos,  dioritas  y  basaltos.  A 
menudo  se  desprenden  hasta  los  llanos  diques  de  granito  y  de  an- 
desitas que  van  de  W.  á  E.,  y  más  arriba,  en  la  montaña,  se  ven 
diques  de  basalto  y  de  dioríta  con  la  misma  dirección. 

"  Queda  aún  otra  formación  geológica,  que  es  la  cuaternaria, 
para  terminar  el  bosquejo  geológico  del  Tolima. 

"Después  de  las  grandes  convulsiones  del  período  Triásico, 
que  cambiaron  la  topografía  de  ambos  continentes,  entró  en  juego 
la  acción  erosiva  y  probablemente  la  glacial,  demoliendo,  despe- 
dazando y  acarreando  cuanto  estaba  á  su  alcance,  y  es  así  como 
se  explica  la  formación  de  los  aluviones  del  Norte  y  del  llano  que 
hoy  vemos.  No  hay  indicio  de  rocas  jurásicas  y  terciarias  interca- 
ladas entre  las  triásicas  y  los  aluviones  y  tierras  cuaternarias, 
prueba  evidente  de  que  al  levantarse  la  cordillera  fue  cuando  las 
areniscas  surgieron  del  fondo  del  mar,  y  por  otra  parte,  no  hay 
evidencia  en  el  Tolima  de  que  algunas  de  las  rocas  paleozoicas, 
silurianas,  devonianas,  carboníferas  ó  pérmicas,  estén  incluidas  en- 
tre las  triásicas  y  los  esquistos  arquéanos.  Personas  inteligentes 
opinan  que  las  rocas  eruptivas  y  las  arqueanas  son  las  únicas  que 
existen  debajo  del  período  Triásico  en  Colombia,  y  que  las  mani- 
festaciones ocasionales  de  granitos  y  andesitas  en  los  flancos  de  la 
cordillera,  no  indican  diques,  sino  la  continuación  de  la  roca  erup- 
tiva subyacente,  habiendo  desaparecido  por  erosión  las  rocas  sedi- 
mentarias que  los  cubrían ;  mi  opinión,  sin  embargo,  respecto  de 
estas  rocas  eruptivas,  es  que  son  diques. 

"  En  las  rocas  triásicas  á  uno  y  otro  lado  del  Magdalena  hay 
yacimientos  de  carbón,  consistentes  en  lignitos  del  mismo  período. 
Esta  clase  de  lignitos  se  halla  en  Norteamérica  en  los  flancos  de 


*  En  la  carta  corrige  este  error  y  prolonga  los  esquistos  hacia  el  S.,  pero 
lólo  hasta  el  Huila,  influido  por  la  idea  de  que  las  rocas  triásicas  llegaban  hasta 
\%  QÍ^a  del  Ouanacasy  lo  cual  no  es  verdad,  conforme  queda  dicho» 


Nueva  Geografía  de  Coloubia 


las  grandes  cordilleras  del  Oeste.  Mr.  Boussingault,  qué  vino  á 
Colombia  en  1 833,  hizo,  de  edad  de  2 1  años,  un  viaje  del  Magda- 
lena al  Cauca,  y  permaneció  cinco  años  en  el  país.  En  dicho  viaje 
vio  los  mismos  esquistos  laurencianos  y  también  gneis  al  lado  occi- 
dental, seguidos  alW.  por  areniscas  que  se  inclinan  en  este  sentido; 
en  otras  palabras  :  las  mismas  rocas  que  se  ven  al  E.  inclinadas 
en  sentido  contrario,  como  era  de  esperarse.  Como  Mr.  Boussin- 
gault vivió  en  una  época  en  que  la  geología  era  aún  incipiente,  y 
aún  no  se  había  determinado  ni  comprendido  entonces  la  posición 
exacta  de  los  esquistos  laurencianos,  él  no  los  designa  sino  con  el 
nombre  de  pisarías. 

"  Los  esquistos  laurencianos  ó  arquéanos  que  se  extienden  des- 
de Órganos  hasta  el  confín  septentrional  del  Departamento,  difie- 
ren mucho  unos  de  otros  en  aspecto  y  cualidades  :  los  micáceos 
blancos,  los  azulosos  duros  de  mica  negra,  son  los  auríferos ;  los  de 
rayas  blancas  y  negras,  algo  duros,  son  los  argentíferos." 

En  la  Memoria  del  ingeniero  Cisneros  sobre  el  Ferrocarril 
de  Antioquia,  se  encuentran  los  siguientes  ApurtUs  geológüos  sobre 
ese  Departamento: 

"  Las  rocas  que  sirven  de  base  á  estas  montañas  son  el  diala- 
je  6  serpentina  grosera,  la  diorita,  el  grunstein,  la  sienita  gránitoi- 
de  y  profiroide,  el  granito  puro  y  las  rocas  que  constituyen  varie- 
dades de  las  ya  mencionadas. 


Figura  90— Peñol  de  Guna[)t  (Aniioquia),   Masa  pqtfiroíde  de   105  metros  <li 
»ItUI«  por  IJ I  de  anchura  (canto  errálicogiganleseo).   Del  álbum  de  la  Co- 
misión Corogiálica  (inédito). 


236  Nueva  Geografía  de  G)LOUBtA 


"En  el  lecho  de  los  ríos  se  presenta  casi  siempre  el  conjunto 
de  rocas  que  debe  considerarse  como  base  de  la  formación  mon- 
tañosa, á  par  que  otras  acarreadas  por  las  corrientes  de  agfuas, 
por  hundimientos  y  quizás  también  por  algunas  otras  causas.  Frag- 
tn^ntos  de  diferentes  clases  de  cuarzo,  fonolitos,  ó  piedras  de  cam- 
pana, jeodes,  láminas  de  mica,  pedazos  de  pegmatita,  trozos  de 
sílice  córneo,  son  las  piedras  más  comunes ;  y  esto  mismo  que  se 
nota  en  el  examen  superficial  de  los  ríos,  se  observa  en  mayor  es- 
cala, en  los  terrenos  de  aluvión  que  sirven  de  hacinamiento  á  di- 
chas rocas  y  constituyen  por  todas  partes  la  formación  de  las  mi- 
nas de  oro  corrido. 

"  En  muchos  lugares  hay  fajas  de  terreno  sedimentario,  y  en 
ellas  se  encuentran  tierras  de  diferentes  colores ;  arenas,  gredas  y 
sustancias  diversas,  que  deben  reputarse  como  efecto  natural  de 
la  descomposición  de  las  rocas  madres  ;  pues  con  ligeras  excepcio- 
nes, todo  el  país  está  compuesto  de  formaciones  de  carácter  pri- 
mitivo. Esto  es  de  tal  suerte  que  observando  rocas  primitivas  por 
un  lado,  y  aluviones  de  muy  reciente  depósito  por  el  otro,  hay  lu- 
gar á  deducir  un  hecho,  de  carácter  negativo  es  verdad,  pero  que 
^irve  para  definir  muy  bien  la  naturaleza  especial  de  este  territo- 
rio. El  hecho  negativo  á  que  aludo  consiste  en  la  falta  total  ó  casi 
total  de  restos  fósiles. 

"  Es  muy  poco  lo  que  hasta  el  presente  se  ha  podido  encontrar 
en  Antioquia  en  materia  de  huesos  petrificados,  conchas  marinas  ó 
lacustres,  moldes  vegetales,  &c.,  que  revele  depósitos  de  una  or- 
ganización anterior.  Las  minas  mismas  de  hulla  que  forman  una 
gran  zona  á  lo  largo  de  una  y  olra  ribera  del  Cauca,  están  despro- 
vistas de  los'fósiles  que  les  son  comunes  en  otros  países. 

'*  Hay  quienes  crean  que  todos  los  valles,  vegas,  recodos  y  es- 
trechuras del  país  deben  ser  considerados  como  antiguas  cuencas 
ó  estanques  desecados  de  viejos  lagos  andinos.  Esta  teoría  presu- 
me la  .existencia  quieta,  pacífica  y  tranquila  de  las  aguas  detenidas 
por  muchos  siglos ;  presupone  también  la  enorme  extensión  y  no- 
table profundidad  de  esos  lagos,  y  en  fin,  da  por  cierto  que  los  rá- 
pidos, cataratas,  cascadas,  ancones  y  estrechuras  de  nuestros  ríos, 
fueron  los  desagües  naturales  por  donde  lentamente  el  líquido  se 
abrió  paso.  Sin  negar  la  existencia  probable  de  depósitos  de  agua 
en  los  senos  de  estas  montañas,  hay  razones  para  poner  en  duda 
que  el  fenómeno  haya  tenido  lugar  de  la  manera  antes  indicada. 
Faltan  en  las  laderas  escarpadas  las  marcas  paralelas  impresas 
por  las  aguas  lacustres  en  su  descenso  gradual ;  faltan  los  fósiles 
peculiares  á  estas  formaciones  ;  y  falta,  en  fin,  á  la  mayor  parte  de 
estas  supuestas  cuencas  esa  rica  y  feraz  capa  vegetal  que  los 
tiempos  y  las  corrientes  acumulan  lentamente  en  el  fondo  de  los 
estanques. 

"Natural  parece  suponer  que  hubo  en  el  fondo  de  estas  comar- 
cas, como  en  otras  de  América,  un  cataclismo  neptuniano  en  fuer- 
te escala ;  que  la  corriente  general  tuvo  lugar  de  S.  á  N.  para  el 
centBo  de  Antioquia;  que  las  aguas  se  desviaron  en  parte  al  NW. 
y  NE.  por  los  cauces  de  ríos  allí  existentes,  y  en  fin,  que  la  perma- 
pencia  de  las  aguas  en  las  partes  bajas  fue  transitoria,  rápida,  vio- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  237 


lenta,  y  que  rompió  los  diques  y  barreras  que  se  le  oponían,  *  sin 
dar  tiempo  á  la  formación  de  los  caracteres  físicos  que  distinguen 
los  terrenos  en  que  el  agua  ha  sido  detenida  durante  siglos.  Los 
aluviones  de  débil  potencia,  los  ventisqueros  y  otras  señales  que 
sería  largo  enumerar,  apoyan  esta  creencia. 

" Hay  también  en  el  Estado  una  faja  de  carbón  de  pie- 
dra, cuya  dirección  general  es  N.S.,  formando  grandes  depósitos. 
No  lejos  de  Puerto  Berrío  hay  indicios  de  existir  depósitos  de  car- 
bón  fósil.  Se  encuentra  en  abundancia  piedra  calcárea,  en  lo  ge- 
neral carbonatada  en  poderosísimos  depósitos,  formando  grandes 
macizos  de  mármol  grosero,  en  especial  á  orillas  de  los  ríos  Claro« 
Cocomá,  Nare  y  Pocuné,  sin  que  falten  piedras  finas  de  mármol 
blanco  entre  ellas.  La  mayor  masa  de  piedra  calcárea  está  á  in- 
mediaciones de  Amalfi,  y  forma  una  colina  de  casi  una  legua  de 
circunferencia,  en  donde  se  ven  peñascos  como  de  30  metros  de 
altura,  compuestos  de  esquisto  blanco.  Las  peñas  que  se  encuen- 
tran alrededor  de  la  escarpa  son  esquistos  micáceos.  La  nriasa 
blanca  consiste  en  carbonato  en  partes  cristalino,  en  partes  gra- 
njloso,  blanco  o  negro,  y  e.xhala  un  olor  fétido  al  quebrarse." 

Los  Sres.  Garcés  y  Gutiérrez  Aran*;^o,  encargados  en  1893  d^ 
estudiar  la  langosta  en  las  montañas  del  Castigo  (Palia),  hacen  la 
siguiente  reseña  geológica  de  esa  importante  comarca: 

"  La  topografía  del  terreno  que  atraviesa  el  camino  que  sigue 
hacia  el  valle  del  Patía  es  muy  variada.  Al  principio  se  encuen- 
tran pequeñas  cordilleras  que  en  forma  de  antemurales  se  des- 
prenden de  las  grandes  cadenas  de  montañas  central  y  occidental, 
entre  las  cuales  se  nota  principalmente  la  llamada  de  Sachacoco, 
que  desprendiéndose  de  la  banda  occidental  de  la  cordillera  cen¿. 
tral,  va  á  terminar  en  la  parte  oriental  del  occidental,  constituyen- 
do el  divortia  aquarum  de  las  aguas  que  al  N.  forman  el  río  Cauca 
y  van  al  Atlántico,  y  de  las  que  al  S.  forman  el  río  Patía,  que  va 
al  Pacífico.  Este  antemural,  delgado  y  desigual,  está  constituido 
por  una  base  de  pórfidos  con  un  espinazo  granitoide,  en  la  mayor 
parte  de  su  extensión  cubierto  por  los  detritus  volcánicos  del  Pu- 
racé  y  de  los  demás  volcanes  que  debían  existir  en  las  épocas 
eruptivas  de  la  cordillera  á  que  pertenecen. 

"Cerca  de  Cuevitas  empieza  una  capa  de  aluviones  ocres,  sólo 
interrumpidos  en  el  río  de  las  j^Piedras,  en  cuyo  fondo  y  orillas  se 
ven  asomar  traquitas,  libias,  traps  volcánicos  no  definidos,  cuar- 
zos, pórfidos,  rocas  volcánicas  y  asperones  en  capas  sucesivas.  A 
medida  que  se  desciende  hacia  el^valle  del  Patía,  las  dos  cordi- 
lleras, central  y  occidental,  van  separándose  sensiblemente,  de  tal 
suerte  que  al  llegar  al  valle  se  encuentran  á  una  distancia  bastan- 
te considerable,  formando  una  cuenca  profunda,  plana,  constituida 
en  su  mayor  parte  de  mesetas  y  colinas,  unas  y  otras  de  poca  al- 
tura y  extensión,  siendo  la  mayor  la  que  se  llama  el  valle  del  Pa- 


*  Nunca  las  aguas,  cualquiera  que  sea  su  volumen,  pueden  romper  de  esa 
manera  las  cordilleras.  Hoy  está  probado  que  los  letbos  de  los  grandes  ríos  $09 
accidentes  que  persisten  i  través  de  las  diversas  épocas  geológicas. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


t(a  propiamente,  limitado  al  N.  por  las  colinas  del  Etordo  y  dividido 
en  dos  por  el  cerro  del  Manzanillo,  que  se  avanza  hasta  cerca  de 
los  r(os  Guachicono  y  Sar  Jorge,  que  rodean  el  llano  por  el  E.  y 
S.,  quedando  el  Patía  al  W. 

"  Pasando  á  la  banda  occidental  del  río  Patfa  por  Gramalote, 
el  valle  se  estrecha  considerablemente  hasta  Martín  Pérez,  en 
donde  queda  limitado  por  un  contrafuerte  d-;  la  cordillera  occi- 
dental, de  faldas  precipitadas,  que  avanza  hiista  la  orilla  del  río  y 
sustenta  en  su  lomo  el  caserío  del  Rosado. 

"Tanto  en  el  valle  del  Patía  como  en  los  demás  valles  profun- 
dos que  se  encuentran  al  S.,  las  rocas  que  forman  la  base  de  la 
serie  en  lo  general  son  esquistos  meiamórficos  antiquísimos,  quizás 
silurianos,  aunque  es  difícil  precisar  con  clandad  la  e'poca  á  que 
corresponden ;  siguiendo  i  estos,  en  orden  cronológ;ico,  les  áspero, 
nes  con  ligníta  y  semiesquístos  creta  eco-terciarios  [sic],  que  se 
hallan  principalmente  en  las  cercanías  de  las  riberas  del  Patla, 
Guáitara,  Juanambd  y  Mayo.  La  parte  superior  de  la  formación 
terciaria  está  compuesta  de  cascajo  y  conglomerados  en  grandes 
cantidades,  cretácco-terciarios  y  terciarios  [sic],  entre  los  cuales 
se  encuentran  margas  y  esquistos,  clorito-mi cáceos,  de  dtstribu- 
cidn  irregular  y  de  poca  extensión  en  algunos  puntos,  aunque 
abundan  en  otros,  como  en  el  Rosario,  La  Sierra,  Las  Mese- 
tas, etc. 

"Los  valles  de  Patía,  Mayo,  Juanambú  y  Guáitara,  están  cu- 
biertos de  depósitos  volcánicos  considerables,  arrojados  en  la  épo- 


Figura  91— EraniÍEuo  |ia«nle  [a  tarablla  en  il  Jiiaii.iiiibú  — RocM  porfi- 
diticas  y  volciiiii:.is— [Jel  álbum  dt  la  Comisi'íii  Coiogrdfici  (inédilo). 


Nueva  Geografía  de  Colombia  22g 


ca  posterciaría  por  los  volcanes  de  Galera,  Doña  Juana,  Las  Ani. 
mas,  Sotomayor,  &c.,  y  cuyos  detritus  fueron  conducidos  hacia  las 
partes  bajas  por  el  hielo  al  derretirse  en  cantidades  inmensas  *,  donde 
quedaron  depositados  al  desaparecer  los  lagfos  que  en  esta  época 
deberían  existir.  Hay  puntos  en  donde  se  encuentran  las  rocas  estriadas 
que  comprueban  perfectamente  su  procedencia  de  las  alturas ,  pues  tienen 
todavía  las  rayas  que  el  frote  les  ocasiono  en  su  lento  curso  hacia  los  va- 
lles. Bien  es  cierto  que  la  acción  de  la  atmósfera,  el  sol,  las  lluvias 
y  la  blandura  de  las  rocas  han  hecho  que  en  muchas  de  ellas  se 
borren  las  estrías,  dejando  apenas  huellas  perceptibles,  sobre  todo 
en  algunas  traquitas  de  consistencia  granitoide. 

"  La  constitución  geológica  de  las  riberas  de  los  ríos  Patía, 
Mayo,  Juanambü  y  Guáitara,  es  en  su  mayor  extensión  volcánica  ; 
estas  riberas  presentan  la  forma  de  grandes  bancos  y  mesetas 
formados  de  capas  de  conglomerados  angulosos  [brechas],  duros 
y  resistentes,  arena  y  piedra  pómez  pulverizada,  distinguiéndose 
entre  todos  el  vallecito  llamado  de  Cumbitara,  colocado  profunda- 
mente en  la  confluencia  del  río  Mayo  con  el  Patía,  al  descender 
por  los  asperones  que  componen  el  caserío  del  Rosario,  es  decir, 
está  encerrado  por  elevadas  cordilleras  y  dividido  en  cuatro  par- 
tes por  el  río  Patía,  que  lo  atraviesa  por  el  centro  de  N.  á  S. ; 
el  Mayo,  que  divide  la  parte  oriental  de  E.  á  W.,  y  la  quebrada 
de  Pinche  ó  del  Rincón,  que  divide  la  occidental,  corriendo  en 
dirección  contraria  al  Mayo.  La  superfície  del  valle  queda  á 
unos  30  metros  del  nivel  del  río,  y  se  muestra  cubierta  por  un 
suelo  árido  de  arena,  guijarros  y  piedra  pómez  pulverizada.  Des- 
pués de  esta  capa  se  halla  otra  de  brechas,  arenas  y  ceniza,  y  así 
alternadas  y  aumentando  de  espesor  siguen  hasta  la  roca  feldespá- 
tica  ó  metamórñca  que  les  sirve  de  base  y  de  cuya  unión  se  ven 
salir  fuentes  salinas  y  termales. 

"  El  lago  de  deshielo  que  formó  el  valle  del  Patía  al  buscar 
su  salida  hacia  el  W.,  encontró  al  extremo  sur  del  vallecito  de 
Cumbitara  una  incalculable  resistencia  en  los  antemurales  de  pór- 
fidos, de  diferentes  direcciones  y  consistencia,  que  unían  las  cordi- 
lleras central  y  occidental  en  estos  puntos,  lo  que  hizo,  probable- 
mente, que  en  éste  se  detuvieran  las  aguas  aglomerando  de  modo 
simétrico  las  capas  de  que  se  componen  los  bancos  que  bordan  los 
ríos  Patía  y  Mayo  en  este  punto.  Esta  resistencia  debió  ser  más 
grande  hacia  el  S.,  en  la  desembocadura  del  Guáitara,  en  donde  las 
masas  de  f)órfido  consistente  aprisionan  el  río  Patía  tan  considera- 
blemente, que  hay  puntos  en  donde  todo  su  inmenso  caudal  de  aguas  pasa 
comprimido  por  entre  dos  rocas  que  se  miran  frente  á  frente  á  una  dis- 
tancia de  5  metros,  estándolo  en  otras  partes  por  mesetas  altísimas 
como  las  de  Guascaurco,  compuestas  en  su  superficie  de  brechas, 
arenas  y  piedras  pómez  en  capas  superpuestas,  siendo  su  centro 
de  esquistos  metamórficos  y  traquitas  duras." 

Por  su  parte  el  ingeniero  F.  Shunk,  Jefe  de  la  Sección  Colom- 
biana en  el  trazo  del  Ferrocarril   intercontinental,  hace  en  su  ¡H" 


*  \jk  bastardilla  no  es  del  original. 


240  NucvA  Geografía  de  Colombia 


forme  la  siguiente  perentoria  afirmación  sobre  el  terreno  que  me- 
dia de  Tulcán  á  Cáceres  por  la  entrecordillera  : 

"  El  material  que  debe  moverse  consiste  principalmente  en 
arcilla  roja  ó  amarilla,  mezclada  con  arena  en  algunas  partes,  pero 
casi  siempre  dura.  A  veces  consiste  en  esquistos  y  rocas  pizarro- 
sas, y  también  en  piedra  pómez  ó  arena  de  la  misma,  endurecida. 
El  basaliOy  el  traqw'io,  el  pórfido  y  la  roca  granitoide  pueden  considerarse 
como  señales  caracterisiicas  de  todos  los  terrenos  altos  interandinos  expío  - 
rodos  por  este  cuerpo.  Abundan  muestras  de  todos  ellos  casi  en  to- 
dos los  lugares.  Al  S.  del  valle  del  Patfa  no  se  encuentra  arcilla 
sino  en  pequeña  cantidad,  pero  es  el  material  que  predomina  en 
toda  excavación  desde  que  se  entre  en  él  por  el  lado  del  N.  Ijsl 
roca  sólida  no  se  presenta  sino  raras  veces  ;  y  como  no  hay  hele- 
ras,  el  material  está  constituido  de  tal  manera,  que  en  toda  la  lon- 
fitud  de  la  línea,  hasta  Medellín,  está  formado  de  pedazos  sueltos 
de  roca  desmenuzada,  con  la  inclinación  de  ^^  á  i  ó  de  ^  á  i . 
Nunca  se  vio  piedra  de  construcción  sino  en  el  lecho  de  los  ríos, 
que  son  muchos  y  donde  es  muy  abundante.  Dondequiera  se  ven 
los  vestigios  de  la  acción  del  tiempo  y  de  los  elementos.  De  Me- 
dellín al  paso  del  Cauca  en  Cáceres,  la  roca  es  aurífera.  El  mate- 
rial excavado  consistiría  en  esta  zona  principalmente  en  arcillas  de 
diversos  colores,  esquistos  y  pizarras  más  ó  menos  metamórñcas."  * 

Caldas  el  sabio,  padre  de  la  geografía  científica  en  Colombia, 
describió  en  cortas  y  magníficas  líneas  la  región  andina  del  Pací- 
fico, es  decir,  el  Chocó  ;  líneas  que  complementan,  por  modo  natu- 
ral, el  cuadro  de  White  : 

"  Llueve  la  mayor  parte  del  año.  Ejércitos  inmensos  de  nu- 
bes se  lanzan  en  la  atmósfera  del  seno  del  Océano  Pacífico  :  el 
viento  Oeste,  que  reina  constantemente  en  estos  mares,  las  arro- 
ja dentro  del  continente ;  los  Andes  las  detienen  en  mitad  de  la 
carrera ;  aquí  se  acumulan  y  dan  á  esas  montañas  un  aspecto 
sombrío  y  amenazador ;  el  cielo  desaparece ;  por  todas  partes 
no  se  ven  sino  nubes  pesadas  y  negras,  que  amenazan  á  todo 
viviente ;  una  calma  sufocante  sobreviene ;  este  es  el  momento 
terrible  ;  ráfagas  de  viento  dislocadas  arrancan  árboles  enormes ; 
explosiones  eléctricas,  truenos  espantosos ;  los  ríos  salen  dé  su  le- 
cho, el  mar  se  enfurece,  olas  inmensas  vienen  á  estrellarse  sobre 
las  costas ;  el  cielo  se  confunde  con  la  tierra,  y  todo  parece  que 
anuncia  la  ruina  del  universo.  En  medio  de  este  conflicto  el  via- 
jero empalidece  cuando  el  habitante  del  Chocó  duerme  tranquilo 
en  el  seno  de  su  familia.  Una  larga  experiencia  le  ha  enseñado 
que  las  consecuencias  de  estas  convulsiones  de  la  naturaleza  son 
pocas  veces  funestas,  que  todo  se  reduce  á  luz,  agua,  ruido,  y  que 
dentro  de  pocas  horas  se  restablece   el  equilibrio  y  la  serenidad. 


*  Después  de  estas  líneas  es  inútil  copiar  las  añrmaciones  geológica!  de  E. 
Andrée,  mala  reproducción  de  trabajos  anteriores  desmentidos  por  las  explora* 
ciones  dignas  de  tal  nombre^ 


NuxvA  Geografía  de  Colombia  241 


"  En  medio  de  este  país  hay  una  zona  ó  capa  de  cascajo,  de 
arena,  de  piedras,  de  arcillas  diferentes,  paralela  al  horizonte,  y 
encerrada  entre  límites  bien  estrechos.  Él  término  inferior  comien- 
za á  80,  ó  cuando  más  á  100  varas,  y  el  superior  acaba  á  8cx)  ü 
820  sobre  el  nivel  del  Océano,  y  su  grueso,  como  se  ve,  es  de 
unas  720  varas,  poco  más  ó  menos.  Dentro  de  estos  límites  se 
halla  la  región  del  oro,  y  ellos  constituyen,  por  decirlo  así,  los  con- 
fines de  la  patria  de  este  precioso  metal,  mezclado  siempre  con  la 
platina  indomable  por  tantos  años.  Encima  ó  debajo  del  nivel  de 
esta  famosa  capa  nunca  se  ha  hallado  un  grano  de  oro,  y  jamás 
se  ha  visto  un  átomo  de  platina.  De  ella  es  de  donde  han  salido 
las  masas  asombrosas  de  estos  metales ;  aquí  en  donde  se  han 
formado  fortunas  extraordinarias ;  y  aquí  es  donde  están  ence- 
rradas la   esperanza  y  la  codicia  del  habitante  del   Chocó.    La 
zona  del  oro,  paralela  al  horizonte,  corre  sobre  toda  el  arca  de 
estos  países,  y  sobre  ella  descansan  los  Andes  occidentales.  Por 
consiguiente,  á  proporción  que  se  retira  del  mar,  se  hunde  más  y 
más  en  la  masa  de  la  cordillera,  y  se  hace  más  difícil  la  extrac- 
ción del  oro  y  la  platina.  El  terreno  está  de  tal  modo  dispuesto, 
que  esta  capa  se  presenta  á  la  superficie  en  un  espacio  de    10  á 
12  leguas  de  ancho.  Los  esfuerzos  de  muchos  millares  de  negros 
no  han  bastado  para  agotar  esta  parte  desde  el  descubrimiento  d'e 
este  rico  país.  La  riqueza  de  esta  zona  no  es  constante  :  en  unas 
partes  se  acumula  el  oro,  en  otras  está  diseminado.  Pero  lo  más 
singular,  y  lo  que  debe  fijar  la  atención  del  filósofo,  es  que  en  el 
Chocó,  en  la  costa  propiamente  tal,  y  en  Barbacoas,  los  productos 
corresponden  á  las  esperanzas.  Desde  este  paralelo  (1°  30  latitud 
N.)  comienza  á  disminuir  poco  á  poco   la  bondad  de  la  mina  :  á 
un  grado  apenas  recompensa  los  gastos  y  las  fatigas  del  minero,  y 
desaparecen  enteramente  bajo  del  Ecuador:  al  otro  lado  de  la 
línea  todo  muda  de  aspecto.  No  se  oyen  ya  los  nombres  de  venero, 
mma,  oro,  platina :  la  industria,  el  cacao,  el  algodón,  sales,  made- 
ras, caucho,  comercio,  son  las  riquezas  de  la  parte  meridional  de 
nuestras   costas.  Numerosas   vacadas   y   los  más  bellos  caballos 
son  los  frutos  de  las  pampas  dilatadas  de  Guayaquil." 

Y  aquí  se  impone  forzoso  comentario :  lo  que  pasa  al  S.  su- 
cede también  al  N.,  donde  White  vio  desaparecer  el  precioso  me- 
tal, es  decir,  donde  la  región  Caribe  sienta  sus  reales  ;  igual  cosa 
sucede  en  el  relieve  de  Baudó,  perteneciente  á  esta  última.  Ade- 
más, por  el  clima  esta  región  del  Chocó  también  es  un  mundo 
aparte :  el  reino  vegetal  ofrece  aún  allí,  en  su  conjunto,  por  la 
abundancia  de  la  savia,  el  aspecto  de  la  primitiva  vegetación  crip- 
togámica,  que  parece  como  si  se  hubiera  refugiado  en  esa  arca  de 
suelo  formado  á  expensas  de  antiquísimas  rocas,  de  tal  suerte  que 
desde  este  punto  de  vista  de  la  flora,  el  Chocó  está  caracterizado 
por  la  ausencia  de  la  quina,  según  lo  comprobó  en  especial  explo- 
ración el  naturalista  colombiano  Dr.  Carrasquilla  :  el  precioso  ve- 
getal falta  en  la  zona  del  oro  ;  por  lo  tanto,  ese  aurífero  horizonte 
acá  sobre  la  líquida  llanura  resulta  en  cierto  modo  patrón  que  ayu- 
da á  descifrar  la  historia  geológica  de  Colombia,  como  lo  es  el 
9firbón  allá  sobre  la  llanura  de  gramíneas, 


34^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


La  probanza  ofrecida  es  completa  sin  duda  alguna ;  pero  an- 
tes de  hacer  la  síntesis  de  la  gfeogfnosia  andina,  parécenos  oportuno 
extractar  algfunas  otras  piezas  que  acaben  de  ¡lustrar  las  vistas  de 
conjunto  de  las  montañas  andinas. 

De  Humboldt,  el  émulo  de  Caldas,  no  cabe  aquí  página  algu- 
na, porque,  como  se  dijo  atrás,  el  estudio  del  suelo  colombiano  lo 
hizo  desde  un  punto  de  vista  abandonado  por  los  geólogos  mo- 
dernos. 

El  sabio  Boussingault  sintetizó  así  en  1828  *  sus  ideas  sobre 
la  geología  de  Colombia  : 

"La  cadena  litoral  de  Venezuela  se  compone  de  una  serie  de 
rocas  granitoides,  de  gneis,  de  micasquisto  que  se  convierte  en  es- 
quisto con  talco  ó  con  arcilla.  En  la  Provincia  de  Pamplona  y  N. 
de  la  del  Socorro  el  terreno  es  también  de  granito,  de  gneis  y  de 
micasquisto,  muy  análogo  al  de  Caracas.  La  formación  de  sienita 
y  de  grunstein  [diorita]  porfidítico  ocupa  un  espacio  considerable 
en  la  Nueva  Granada,  como  que  aparece  en  Cácota,  La  Baja,  Ve- 
tas, y  constituye  toda  la  Provincia  de  Antioquia,  la  parte  alta  del 
Cauca  y  el  Chocó. 

"  El  esquisto  arcilloso  de  transición  no  es  muy  común,  y  sola- 
mente he  observado  dos  fajas,  la  una  que  pasa  por  Villeta  y  se 
dirige  hacia  Muzo,  en  donde  se  trabaja  la  famosa  mina  de  esme- 
raldas ;  la  otra  aparece  en  la  cordillera  central  que  separa  las 
hoyas  del  Cauca  y  del  Magdalena :  este  esquisto  se  convierte  á 
veces  en  grawake  esquistoso  cerca  dejuntas  y  de  Timaná,  con  minas 
que  no  son  sino  aluviones  de  pórfido  sobre  el  esquisto. 

"  La  piedra  arenisca  roja  (gres  rouge)  ocupa  un  lugar  impor- 
tante entre  las  formaciones  de  la  cordillera  oriental.  Aunque  el 
Zechstein  entra  en  la  constitución  geognóstica  de  esta  misma  cor- 
dillera, no  es  abundante.  La  piedra  arenisca  abigarrada  {gres  bi- 
garre),  por  el  contrario,  abunda  en  muchos  puntos  ;  así  es  que  los 
valles  de  Suárez,  de  Chicamocha  y  de  Suratá,  son  en  parte  de  esta 
formación,  que  se  encuentra  en  Chita,  la  Salina  y  Jericó,  en  Gua- 
dalupe, Mesa  de  Jéridas  y  el  Sube.  En  la  Provincia  del  Socorro 
la  arenisca  abigarrada  no  aparece  á  la  superficie,  y  está  cubierta 
y  muchas  veces  enteramente  reemplazada  por  extensos  depósitos 
de  roca  caliza  con  conchas  que  yo  clasifico  como  pertenecientes  al 
Muschelkalk  [triásicoj.  Las  rocas  calizas  secundarias  [cretácico]  com^ 
tituyen  un  terreno  que  es  muy  escaso  en  la  Nueva  Granada, 

"  Cuanto  á  los  depósitos  areniscos  que  se  ven  en  el  valle  alto 
del  Cauca  y  que  por  sus  caracteres  pudieran  clasificarse  como 
arenisca  abigarrada,  son  quizá  más  bien  pequeñas  formaciones 
locales  que  descansan  sobre  la  roca  porfidítica." 


*  Juan  Bautista  Boussingault,  miembro  del  Instituto  de  Francia,  analiza- 
dor sagaz  de  nuestro  suelo  en  el  laboratorio  químico,  después  de  haberlo  de- 
fendido con  las  armas  á  órdenes  de  Bolívar,  y  fallecido  en  1887,  en  su  larga 
carrera  cientiñca  más  de  una  vez  sustentó  con  nuevas  pruebas  lo  que  escribió  en 
su  juventud  sobre  la  geología  de  Colombia. 


Nueva  Gsoguítíajie  Cowkbw 


Figura  92— El  volcán  del  Puracé  vislo  de  Dolores  {del  SW.)— Paisaje  de 
setraníaj  (raquíticas 

De  otros  escritos  del  mismo  naturalista  se  deducen  los  «jeta- 
lies  y  ampliaciones  que  sig;uen. 

En  las  cumbres  del  Páramo  Chico  aparece  la  sienita  descom- 
puesta no  lejos  de!  granito  de  Pamplona ;  los  valles  de  Bucara- 
mang'a  y  Girdn  tienen  suelo  de  acarreo  al  pie  de  alturas  de  un 
gnas  que  tira  á  esquisto  micáceo  Las  areniscas  en  que  se  abre  el 
cañdn  del  Chicamocha  se  hallan  también  en  Chita  y  descienden 
hacia  el  llano  ;  en  Soatá  aparece  la  caliza  negra  ;  la  misma  are- 
nisca de  Tundama  sigue  á  Bogotá  y  Ubaté  por  Tunja  y  Chiquin- 
quirá.  En  el  fondo  del  Valle  de  Ten^a  la  arenisca  y  el  esquisto 
negro  descansan  sobre  pórfidos  y  esquistos  iguales  á  los  de  Pam- 
plona, y  encima  de  Nemocón  se  hallan  cristales  de  cuarto.  La 
misma  arenisca  de  San  Martín  baja  hasta  Jiramena.  En  Villeta  y 
Guaduas  se  halla  la  misma  pizarra  (esquisto),  arenácea  que  se  en- 
cuentra en  el  Chocó  sobre  Nóvita. 

Cartago,  Toro  y  Roldanülo,  lo  mismo  que  el  Bordo  y  La  Mo- 
jana,  tienen  suelo  de  gmnstein  (diorítícu).  en  tanto  que  Buga  está 
sobre  uno  de  sienita.  y  Popayán,  Almaguer,  Pasto  y  Tulcán  lo  tie- 
nen traquíiico;  en  Berruecos  aflora  la  sienita  porlidítica,  y  en  La 
Cañada  (Juanambií)  el  conglomerado  porfidftico.  En  Ansermanue- 
vo  se  ve  el  micasquisto,  pero  en  Ansermaviejo,  Supía,  Marmato, 
Quinchfa,  Santa  Rosa  de  Cal>al  y  Arma  aparece  la  sienita  porfi- 
dítica  sin  que  falte  algún  grunstein,  y  el  mismo  suelo  se  halla  en 
Sonsán,  Medellín,  La  Estrella  y  Antioquia.  En  el  valle  del  Cauca, 
lo  mismo  que  en  el  Cauca  antioqueno,  !a  arenisca  que  se  encuen- 
tra en  los  puntos  bajos  es  de  origen  dudoso,  aparece  levantada  y 
carece  de  fósiles,  pero  sin  duda  es  reciente.  En  las  breñas  de  An- 
tioquia aparecen  la  sienita  y  el  grunstein  porfidftico  con  esquisto 
anfibólico ;  en  partes  se  halla  arenisca  abigarrada  y  la  sienita  se 
convierte  en  grustein,  en  partes  el  gníis  sale  de  debajo  de  aquella 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


y  está  en  relacidn  con   las   mismas  calizas  y  esquistos  negros  que 
existen  en  el  valle  del  Cauca. 

Si  en  La  Plata  y  en  Honda  predomina  la  arenisca,  en  Neiva 
como  en  Victoria  aparece  el  gneis ;  en  Barranquilla  y  Santamaría 
el  suelo  es  de  aspecto  anfibólico,  yCartagena  se  asienta  sobre  con- 
Iflomerado  madrepórico. 


Figura  93— £V  /im:  visui\li.-l  N.  (la  Ibiiiada  Mt-ía  nevada  de  llcrveo  y  el 

cráter,  ó  sea  La  Olleta).  I  ii-l  álbum  de  la  Comisinn  Corográfica  (¡nédiloi 

En  el  fondo  ¡e  dcítacm  lus  demás  t'i'vadm  del  grupo  del  Quindío 

El  geógrafo  Mosquera,  soldado  que  conocía  á  palmos  el  suelo 
colombiano,  en  e!  capítulo  iiffn  gfi'/i'gira  de  su  Geografía  general, 
escrito  como  simple  impresión  de  viajero,  después  de  anotar  que  en 
su  época  se  creía  que  Amc-rica  era  nueva  en  el  campo  geognóstico 
V  se  habla  formado  simultáneamente,  dice  : 


"  Pero  al  considerar  la  formación  geológica  de  Colombia,  en- 
contramos que  esa  gran  cadena  de  cordilleras  que  [se  dice]  va  de 
Patagnnia  á  California,  no  pasa  por  los  Estados  Unidos  de  Colom- 
bia, indicando  que  allí  [aquí]  está  el  centro  de  donde  parten  los 
ramales  y  montañas  subandinas.  Considerando  los  grupos  de  mon- 
tañas que  se  levantan  al  N.  de  este  gran  continente,  parece  que  el 
movimiento  de  la  tierra  se  señaló  levantando  la  primera  cadena 
de  montes,  cuyas  cimas  son  todas  las  Antillas,  y  cuya  base  parece 
está  en  la  cordillera  submarina  que  sirve  de  límite  al  mar  Caribe, 
y  que  indica  bien  que  por  allí  se  ha  comunicado  el  movimiento  á 
la  gran  cordillera  de  los  Andes,  que  en  nuestro  concepto  es  la  cor- 
dillera oriental  [de  Colombia].  La  Sierra  Nevada  de  Santamaría 
viene  en  seguida,  como  otro  punto  culminante  del  gran  levanta- 
miento .le  la  tierra  ;  y  completa  nuestra  teoría  el  sacudimiento 
occidental,  que  da  origen  á  los  montes  de  la  cadena  central  y  oc- 
cidental del  Chocó....  De  este  modo  los  terrenos  primitivos  de  Co- 
lombia se  elevaron  simultáneamente  con  los  montes  de  Parima,  y 


NfKVA  Geografía  de  Colojíbi* 


los  que  en  la  parte  septentrional  dieron  orig;en  á  la  formación  de 
la  América, 

"  El  gneis,  el  granito,  el  pórfido,  el  basalto,  son  las  rocas  prin- 
cipales, de  formación  plutónica,  que  se  descubren  en  nuestras  gran- 
des alturas....  Desde  Tuque rres  por  Aponte  y  Las  Papas  hasta 
Bogotá,  as(  como  en  muchos  puntos  de  la  cordillera  central,  en 
Guanacas,  Las  Moras  y  Quindfo,  se  ven  las  rocas  de  gneis,  esquis- 
tos micáceos  y  esquistos  talcosos,  que  tambicn  hemos  observado 
en  las  montañas  altas  de  Antioquía  cerca  de  Marinilla.  En  las  cor- 
dilleras de  Pasto  y  Popayán,  como  en  la  de  Neiva,  sobre  Villavie- 
ja  y  en  el  río  Cabrera,  se  encuentran  masas  de  pórfidos,  traquitas 
y  basaltos,  estando  éstos  en  las  faldas  de  los  montes  en  que  hay 
volcanes  activos...  Apenas  hemos  podido  descubrir,  en  algunas 
montañas  altas,  conchas  fósiles,  que  demuestran  ser  de  un  terreno 
calcáreo,  y  tal  vez  de  las  llamadas  devonianas. 

"  Las  mesas  altas,  como  las  de  Tiíquerres,  Bogotá,  Tunja  y 
Pamplona,  abundan   en   terrrenos  calcáreos  y  carboníferos  y  en 

piedra  arenisca Estos  terrenos  [los  salinos]  han' debido  ser 

submarinos. y  á  su  lado  están  los  terrenos  carioní/eros,  que  de- 

muestran  bien  la  antigüedad  del  hemisferio  colombiano." 


FÍ|;ura  94— Campo  de  bntalli  de  Bu 
«1  terreno  primario  de  la  cordillera  de  í^i 
Corogrlfica. 

El  Dr.  F,  C.  Aguilar,  sacerdote  y  reputado  escritor,  se  expre- 
sa como  sigue,  sobre  la  materia  : 

"  La  cordillera  de  los  Andes  colombianos  presenta  en  la  cont- 
posición  geológica  de  sus  tres  ramales,  diferencias  muy  notables. 
En  el  oriental  dominan  la  arenisca,  las  arcillas,  los  esquistos  ne- 
pros  y  abigarrados,  los  conglomerados  y  brechas  y  las  calizas 


246  Nueva  Geografía  de  G)lombia 


conchilíferas,  pobres  en  veneros  de  oro  y  de  plata,  pero  ricos  en 
hulla,  sal  g-ema  y  hierro  ;  en  la  central  y  la  occidental  la  sienita, 
el  esquisto  cristalino,  la  serpentina  y  á  veces  el  gneis,  el  pórfido 
piroxénico,  las  rocas  metamórficas,  las  arcillas  feldespáticas,  los 
basaltos  y  doleritas.  *  Entre  Popayán,  Pasto  y  Tiíquerres  apare- 
cen la  traquita,  la  tropa,  las  tovas  volcánicas,  las  tovas  de  pelag- 
mitas,  las  lavas,  cenizas,  piedra  pómez,  resinitas  y  obsidianas.  En 
las  cordilleras  central  y  occidental  y  en  la  de  Baudó  ó  marítima, 
abundan  el  oro,  la  plata,  el  mercurio,  la  platina,  el  hierro  y  el 
cobre. 

"  De  Bog^otá  á  Girardot,  el  terreno  ofrece  campo  menos  an- 
cho á  la  mineralog^ía.  La  gran  formación  de  la  arenisca  terciaria 
se  extiende  por  todas  partes  bajo  los  terrenos  lacustres  y  de  alu- 
vión formados  á  expensas  de  sus  rocas  y  bajo  la  influencia  de  los 
agentes  atmosféricos  tan  enérgicos  en  las  tierras  calientes  y  húme- 
das. La  arenisca,  roca  que  nos  suministra  tan  excelente  piedra  de 
construcción,  aparece  á  flor  de  tierra  cerca  del  Pencal,  en  las  cum- 
bres vecinas,  en  la  cuesta  del  Hospicio  y  en  los  cerros  que  se  le- 
vantan entre  La  Mesa  y  Portillo.  De  cuando  en  cuando  esa  uni- 
formidad de  estratificación  es  interrumpida  con  algunas  cortas  es- 
tratas de  caliza  mamosa.  Las  formidables  conmociones  que  han 
debido  tener  lugar  en  toda  esta  comarca  durante  el  período  cua- 
ternario, se  revelan  en  los  enormes  pedrones  erráticos  de  que  es- 
tán sembradas  la  cuesta  del  Hospicio  y  las  cercanías  que  lo  ave- 
cinan. Las  cantos  rodados  en  los  cauces  del  Bogotá  y  del  Apulo, 
en  vez  de  contener  rocas  anfibólicas,  tales  como  dioritas  de  gran- 
des cristales  y  doleritas  de  cristales  de  hormblenda  engastados  en 
pasta  feldespática,  en  lugar  de  estar  formados  de  granito,  de  sie- 
nita, de  gneis  y  esquistos  como  en  las  otras  dos  cordilleras,  apenas 
constan  de  arenisca  que  raras  veces  contiene  trigonias,  terebrátu- 
las  y  encrinos  ;  pero  sí  el  ammonites  nodosus  y  peines,  fósiles  carac- 
terísticos de  las  calizas  conchilíferas  ó  del  muschelkalk,  como  tam- 
bié;i  el  ammonites  giganteus  que  señala  el  grupo  portlandiano  del  fin 
de  la  oolita  superior. 

"  Casi  todas  las  rocas  de  esta  formación  están  dispuestas  en 
poderosas  capas,  pobres  en  fósiles  y  en  minerales  (si  no  es  el  hie- 
rro y  el  carbón),  capas  colocadas  casi  verticalmente,  atestiguando 
así  la  violencia  de  los  cataclismos  que  han  dado  al  país  la  fisono- 
mía abrupta  y  quebrada  que  hoy  presenta. 

"  No  se  ven  depósitos  abundantes  de  sedimento  formados  de 
arcillas  endurecidas  que  pasan  á  los  esquistos  abigarrados  ó  á  los 
negros,  propios  de  la  parte  inferior  del  terreno  hullario  ó  carboní- 
fero que  precede  á  los  terrenos  del  período  permiano  y  del  salífe- 
ro f ;  ni  calizas  conchilíferas  que  presentan  una  base  segura  para 


•  Precisamente  por  esa  similitud  de  material  geognóstico,  las  cordilleras 
occidental  (Chocó)  y  central  (Quindio)  no  constituyen  sino  un  solo  organismo,  es 
decir,  forman  los  Andes  colombianos  propiamente  dichos. 

t  Pero  existe  el  irilóbiio,  fósil  característico  de  los  terrenos  primarios,  y 
sabido  es  que  los  simples  caracteres  litológicos  no  bastan  para  hacer  clasificacio- 
nes geológicas  correctas* 


NuivA  Geografía  de  Colombia  247 


clasificar  las  estratificaciones  en  los  períodos  mioceno  y  plioceno.  * 
En  general,  las  areniscas  y  las  pudingas,  la  grauwaka  [terreno  si- 
lüríco  !]  y  las  arcillas  aparecen  dondequiera  teñidas  con  el  peróxi- 
do ó  el  bióxido  de  hierro,  y  á  veces  contienen  granos  verdes  de 
glauconia  ó  silicato  de  hierro. 

"  Tanto  la  Sabana  como  la  planicie  de  La  Mesa,  la  de  Ana- 
poima,  el  valle  de  Juntas  á  Portillo  y  la  llanura  que  se  extiende  á 
lo  largo  de  Bogotá  hasta  Girardot,  están  formados  de  terrenos  de 
sedimentos  antiguos  y  modernos  y  se  hallan  generalmente  cubier- 
tos por  una  capa  de  humus  y  de  arcilla  de  grande  espesor.  Parti- 
cularmente la  Sabana  de  Bogotá  contiene  una  poderosa  estratifi- 
cación palustre  dejada  por  las  aguas." 

Del  distinguido  naturalista  y  médico  colombiano  Dr.  J.  de  D. 
Carrasquilla,  son  las  líneas  inéditas  que  á  continuación  se  insertan, 
y  que  completaremos  con  algunas  de  las  notas  tomadas  en  el  curso 
de  las  lecciones  que  de  él  recibimos  hace  algunos  años  sobre  geo- 
logía y  sus  aplicaciones  á  Colombia  : 

"  La  América  del  Sur  está  recorrida  en  toda  su  extensión  de 
Norte  á  Sur,  desde  el  Istmo  de  Panamá  hasta  la  Patagonia,  por 
la  cadena  de  montañas  conocida  con  el  nombre  de  los  Andes.  El 
levantamiento  de  esta  inmensa  cadena  no  se  hizo  de  una  vez  ni  en 
pima  época  aníropica,  como  han  aseverado  algunos  autores  euro- 
peos que  están '  poco  informados.  Las  pruebas  evidentes  de  levan- 
tamientos acaecidos  en  épocas  diferentes,  existen  en  las  formacio- 
nes que  se  observan  á  distintos  niveles.  Desde  los  1,500  metros 
para  arriba,  próximamente,  todas  las  formaciones  pertenecen  á  la 
época  primaria,  en  las  partes  no  cubiertas  por  los  depósitos  aca- 
rreados por  los  agentes  de  erosión.  Así  es  que  en  todas  partes,  á 
2,000  metros  de  altura,  se  encuentran  las  rocas  metamórficas  :  es- 
quistos arcillosos,  pizarras ;  las  areniscas  ó  asperones,  ora  meta- 
mórfícos,  cuarcitas,  ora  en  lechos  estratificados  y  ligeramente 
metamorfoseados,  ora  en  depósitos  en  medio  de  grandes  conglo- 
merados, fprmados  éstos  de  arenas,  arcillas,  esquistos  arcillosos  y 
pizarras;  de  bancos  arcillosos  poderosos,  sobre  todo  hacia  la 
t)ase,  y,  por  último,  de  hullas,  sal  gema  y  minerales  de  hierro, 
'  entre  los  cuales  domina  la  hematita. 

"  El  primer  levantamiento  de  los  Andes  colombianos,  ó,  limi- 
tando más,  de  la  cordillera  oriental  de  los  Andes,  acaeció  en  la  épo- 
ca primaria,  después  de  haberse  formado  en  los  mares  los  depósitos 
que  hoy  contemplamos,  de  2,500  á  4,500  metros  de  altura.  En  la 
parte  que  aparece  al  descubierto  ó  que  puede  examinarse,  se  ha- 
llan los  elementos  del  terreno  carbonífero  para  arriba,  hasta  el 
pérmico.  No  se  encuentran  en  estas  grandes  alturas  los  materiales 
propios  del  silúrico,  los  cuales  existen  en  la  base  de  la  cordillera 
central,  en  las  llanuras  que  se  extienden  del  río  Magdalena  hacia  el 
Occidente,  muy  notables  en  el  Chaparral,  al  pie  de  la  cordillerai 


•  Mioceno  y  plioceno  son  terrenos  Urciarios  (kenoroicos)  á  que  antei  fc« 
^ri  ó  lais  rocas  de  estas  regiones, 


Nueva  Geografía  de  Coloubia 


de  donde  se  infiere  que  el  levantamiento  primero  de  esta  rama 
de  los  Andes  acaeció  al  finalizar  la  época  primaria. 

"A  un  nivel  que  puede  fijarse  á  i,Soo  metros  de  altura,  cubre 
toda  la  base  de  la  cordillera  una  formación  secundaria,  caracteri- 
zada por  el  gran  desarrollo  del  calcireo  y  la  abundancia  de  los 
fósiles  pertenecientes  al  trías  y  al  jura.  Luego  el  segundo  levan- 
tamiento de  la  cordillera  acaeció  después  de  un  lapso  necesario 
para  que  se  formaran  en  el  fondo  de  los  mares  los  terrenos 
triásicos  y  jurásicos  que  están  hoy  á  alturas  de  700  hasta  i,SO0 
metros,  es  decir, ocupando  un  espesor  de  1,000  metros  próximamen- 
te. En  la  patte  más  baja  sólo  está  al  descubierto  el  terreno  dilu- 
viano y  los  aluviones  recientes. 

"  Ahora,  la  Sabana  de  Bogotá  es  una  alíiplankk  situada  en 
el  corazón  mismo  de  la  cordillera,  á  2,600  metros  de  altura 
y  encajada  sobre  la  formación  primaria,  teniendo  al  Oriente 
las  partes  más  elevadas  de  la  cordillera,  y  al  Poniente  ligeras 
eminencias  que  van  luego  á  continuarse  al  bajar  á  i,SOO  ó  2,000 
metros,  con  los  depósitos  de  los  mares  secundarios.  La  Sabana  no 
es  sino  una  depresión,  ó  sea  un  valle  longitudinal,  recorrido  de 
Norte  á  Sur  por  el  río  Funza  ó  Bogotá,  el  cual  forma,  al  termi- 
narse la  Sabana,  el  Salto  deTequendama.  Este  valle  se  ha  ¡do 
colmando  con  los  detritus  de  las  cordilleras,  arrastrados  por  los 
ríos  y  las  lluvias  y  decantados  en  el  fondo,  á  causa  de  hallarse  la 
salida  de  las  aguas  á  un  nivel  elevado  en  Tequendama  ;  de  modo 
que  siempre  que  las  lluvias  hacían  correr  hacia  el  centro  de  la  Sa- 
bana los  torrentes,  arroyos,  ríos  turbios,  el  limo  que  llevaban  se 


a  95 — Los  lolcancilcs  Je  Turbaco  (Bolívar)  (sutlidorc:  de  gas  y  IüJo 
(tciieno  caÍDOioico)— Según  A.  Humboldt 


Nueva  Geografía  de  Colombia  249 


decantaba  y  estacionaba  desde  que  desaparecía  el  declive  y  se  ha- 
cía sumamente  lento  el  curso  del  río.  Así  se  fue  llenando  y  eleván- 
dose su  nivel  lentamente  hasta  la  altura  que  ahora  tiene.  Se  de- 
muestra esta  manera  de  haberse  constituido  el  fondo  de  la  Sabana 
por  los  sondeos  artesianos,  los  cuales  han  dado,  á  cien  metros  de 
profundidad,  arcillas,  arenas,  lignitos,  cascajos  y  g"ravas  en  le- 
chos alternantes  y  de  poco  espesor.  Los  materiales  que  forman 
estas  capas  son  los  mismos  que  existen  en  las  colinas  superiores  y 
adyacentes,  y  en  todo  idénticos  á  los  depósitos  actuales  del  río, 
excepto  las  modificaciones  que  el  tiempo  y  la  presión  les  han 
causado. 

"  El  ramo  de  la  gran  cadena  de  los  Andes  que  se  denomina 
cordillera  oriental,  está  separado  del  ramo  central  por  el  río  Mag- 
dalena, que  corre  en  dirección  paralela  á  la  cordillera  y  desagua 
en  el  Mar  de  las  Antillas  ;  por  el  oriente  la  cordillera  va  en  decli- 
ve suave,  muriendo  en  las  vastas  llanuras  que  terminan  en  el  Ori- 
noco y  el  Amazonas,  que  son  los  ríos  que  reciben  todas  las  aguas 
de  la  parte  oriental  de  la  cordillera. 

"En  el  centro  de  esta  cordillera  se  extiende,  en  la  vertiente  oc- 
cidental, la  rica  llanura-meseta  que  se  llama  Sabana  de  Bogotá, 
-del  nombre  de  la  ciudad  capital,  que  está  situada  en  el  límite  orien- 
tal de  la  altiplanicie. 


"Este  ramo  de  la  cordillera  pertenece,  pues,  á  la  época  primaria 
enlaparte  más  elevada ;  ala  secundaria  en  la  parte  media.  Consti- 
tuyen la  primaria  los  esquistos  metamórficos,  los  asperones  ó  are- 
niscas y  los  conglomerados,  los  bancos  arcillosos  en  la  base ;  la 
parte  media  está  caracterizada  por  la  formación  calcárea,  la  cali- 
za basta,  la  dolomia  con  abundantes  piritas  de  hierro  y  de  cobre 
y  la  siderosa.  Los  fósiles  abundantísimos  en  esta  formación  son 
losammonites,  los  hamites  atenuatus,  &c.  La  Sabana  de  Bogotá  está 
formada  por  los  detritus  de  la  formación  primaria,  y  consiste  en 
capas  alternantes  de  arcilla,  lignitos  y  arena.  En  la  parte  más  su- 
perficial, removido  el  suelo,  se  encuentran  los  depósitos  glaciares, 
cantos  erráticos,  limo  glaciario  y  acarreos  de  los  canchales.  El 
levantamiento  de  los  Andes  no  corresponde,  como  han  aseverado 
algunos  geólogos,  á  la  época  antrópica,  puesto  que  los  forman  en 
su  parte  más  elevada  los  terrenos  de  la  época  primaria. 

"A  un  nivel  de  1,500  metros  próximamente  aparece  la  forma- 
ción secundaria,  caracterizada  por  los  fósiles  y  constituida  por  el 
calcáreo.  Parece,  pues,  que  el  levantamiento  de  esta  rama  de  los 
Andes  se  hizo  primero  quedando  sumergida  toda  la  porción  que 
hoy  forma  los  terrenos  secundarios,  á  un  nivel  inferior  al  de  las 
mayores  alturas ;  así  lo  demuestra  la  estructura  marina  de  la  for- 
mación secundaria;  de  modo  que  el  levantamiento  se  hizo  primero 
de  las  partes  altas,  cuyos  materiales  son  todos  pertenecientes  á  la 
época  primaria:  esquistos  metamórficos,  areniscas,  conglomerados, 
bancos  arcillosos,  depósitos  de  hulla,  sal  gema.  La  parte  ocupada 
hoy  por  los  terrenos  situados  á  un   nivel   inferior  á  1,500   metros, 

Nutva  Gtografía  de  C^Umkia  tomo  i — 17 


A  Gr.or.RAvi/i  bf.  Ciii.omdia 


estuvo  sumergida    mientras    t-mergfa  la  qi  e  lii're  un  nivel  mayor 
de  1, 600  metros. 


higiTa  gd — Croquis  geiili^gici 


"  Los  evidentes  vrstigios  de  la  épcca  glaciaria  :  cantos  erráti- 
cos, limos  glaciarios,  Ac,  demuestran  la  existencia  de  estas  eleva- 
ciones anteriores  d  la  época  cuartenaria  ;  y  el  hallarse  las  partes 
más  bajas  representadas  por  depósitos  abundantes  en  los  (¿siles  ca- 
racterísticos de  la  época  secundaria,  revela  que  estas  partes  es- 
tuvieron cubiertas  por  los  mares  de  aquella  épcca,  cuando  las 
otros  habían  emergido  ya. 

"Hallándose  la  Sabana  dp  Bogotá  a  2,600  metros  de  altura,  y 
estando  formada  por  los  detritus  de  la  cordillera,  es  claro  que  su 
edad  es  posterior  á  la  época  primaria  y  que  los  depósitos  que  la 
constituyen  han  tenido  que  formarse  después. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  25 1 


**En  toda  la  vertiente  occidental  de  este  ramo  de  la  cordillera 
se  hallan  los  vestigios  evidentes  de  la  acción  de  los  ventisqueros : 
cantos  erráticos,  limos  glaciarios,  depósitos  de  materiales  aca- 
rreados por  el  hielo.  Todo  el  pie -de  la  parte  de  la  cordillera  que 
se  eleva  sobre  la  Sabana,  está  lleno  de  estos  materiales,  que  seña- 
lan la  existencia  de  algunos  ventisqueros  y  el  límite  de  su  exten- 
sión. En  uno  de  ellos  encontré  un  esqueleto  entero  y  sin  vestigio 
alguno  de  haber  sido  enterrado,  pues  no  había  piedras,  ceniza  ni 
otro  objeto  que  revelara  la  acción  del  hombre,  lo  que  hace  creer 
que  fue  sepultado  por  el  ventisquero  mismo  y  conservado  allí  in 
stíu  por  el  limo  glaciario  que  ocupa  esa  parte  de  la  Sabana  en.  las 
capas  que  se  hallan  inmediatamente  debajo  de  la  tierra  de  labor. 
El  limo  es  una  arcilla  amarillo  rojiza,  deleznable,  ferruginosa  y 
llena  de  fragmentes  de  arcillas  y  de  esquistos,  angulosos  unos  y 
redondeados  otros,  todos  muy  pequeños." 

"  Observaciones  * — Los  llanos  de  Bogotá  no  están  ahondados  en 
una  formación  secundaria,  pi-rque  las  perforaciones  practicadas 
para  la  investigación  de  aguas  de  salto  han  permitido  reconocer 
una  formación  detrítica  que  consiste  en  capas  más  ó  menos  grue- 
sas de  arcillas,  que  alternan  con  arenas  movedizas,  gravas  y  li- 
gnitos. (Véase  el  corte  geológico  y  las  muestras).  La  perforación 
más  profunda  que  se  ha  practicado  hasta  hoy  tiene  101.65  de  pro- 
fundidad, en  ia  hacienda  de  El  Salüre.  cerca  de  Bogotá,  al  norte 
de  la  ciudad.  En  todas  las  demás  perforaciones  que  se  han  hecho 
se  ha  encontrado  uniforme  la  formación  de  la  sabana  :  empieza, 
removida  la  capa  superficial,  por  arcillas  ferruginosas,  arenas  más 
ó  menos  coherentes,  lignitos  en  capas  de  un  espesor  variable,  des- 
de o"'25  ó  o^'SO  centímetros  hasta  un  metro  y  metro  y  medio;  si- 
guen luego  capas  de  arcillas  interrumpidas  por  otras  de  lignitos,  y 
así  sucesivamente.  Se  observa,  pues,  una  sedimentación  deposita- 
da en  el  fondo  de  un  lago  ó  pantano,  y  los  lignitos  en  capas  cena- 
gosas, con  algunas  gravas,  troncos  de  árboles  dicotiledóneos,  y 
cortezas,  hojas,  ramitos,  &c.,  que  corresponden  á  épocas  recientes, 
puesto  que  en  la  época  secundaria  la  vegetación  ofrecía  muy  pocas 
especies  de  vegetales  dicotiledóneos  angiospermos,  que  son  los  que 
forman  estos  lignitos.  Las  arcillas  están  en  algunas  capas  impreg- 
nadas de  materias  carbonosas,  o  mejor  dicho,  lignitosas,  y  presen- 
tan una  coloración  negra  ó  pardusca,  que  pierden  expuestas  al 
aire ;  se  encuentran,  entre  las  arcillas,  impresiones  de  hojas  ó  frag- 
mentos de  vegetales  dicotiledóneos  bien  conservados  y  claramente 
reconocibles.  Los  lignitos  están  unas  veces  perfectamente  terrosos, 
á  manera  de  humus,  formando  una  masa  porosa  de  color  moreno 
rojizo,  y.  otras  en  forma  de  cieno  ó  limo,  donde  se  reconocen." 

Cuando  el  sabio  naturalista  escribió  las  anteriores  líneas,  adn 
no  había  realizado  dos  descubrimientos  decisivos  en  la  materia ;  á 
saber :  el  hallazgo  de  irilohitos  en  las  faldas  de  Guadalupe,  cerca  de 
la  capilla  de  La  Peña,  dos  de  los  cuales  reproducimos  aquí  en  gra- 


*  Observaciones  á  la  Menioña  de  A.  |Humboldt  sobre  la  Salina  de  Zi- 
paquirá. 


NUBVA  GzOGKAm.DB  CoLOMBlA 


bado,  copiados  del  natural,  y  que,  como  es  sabido,  son  crustáceos 
que  no  vivieron  sino  tínica  y  exclusivamente  en  los  mares  paleozoi- 
cos. La  otra  prueba  es  la  existencia  del  granito  á  flor  de  tierra  en  la 
cuenca  de  Verjón,  al  respaldo  del  cerro  de  Monserrate,  pero  tan 
descompuesto  que  á  primera  vista  trabajo  cuesta  reconocerlo  ;  tam- 
bléri  reproducimos  aquí  el  corte  de  un  fragmento  de  esa  roca  ana- 
lizado en  el  microscopio.  La  existencia  de  esta  roca  explica  la  su- 
rrección de  los  terrenos  que  enmarcan  la  Sabana,  la  suave  inclina- 
ción de  las  estratas  hacia  el  centro  de  ella,  y  la  formación  de  esas 
escarpas  salvajes  que  jjor  el  exterior  la  rodean  á  manera  de  inex- 
pugnable y  blanquecina  muralla. 


Fif!ura  97 — Trilobitit  de  Guadalii|>c.  Tamaño  natural, 
(rrobablemonle  cun&Iiluycn  una  especie  nurva). 

Por  tales  motivos  el  Dr.  Carrasquilla  pudo  afirmar  con  razón 
que  en  estas  comarcas  la  geología  podía  estudiarse  con  el  baróme- 
tro, es  decir,  que  en  tesis  general,  á  cada  cierta  altitud  se  encuen- 
tra determinada  formación  ó  terreno,  loque  comprueban  diariamen- 
te los  hechos.  Estima  el  mismo  autor  que  en  tomo  de  esos  suelos 
paleozoicos  se  hallan  las  estratas  jurásicas,  y  que  las  triásicas  ocu- 


Nueva  Geogiuf/a  dk  Colombia 


pan  el  valle  del  Magdalena,  mas  observando  que  hay  dificultad  en 
diferenciar  unas  de  otras.  En  todo  caso,  esa  surrección  y  el  estar 
constituida  la  gran  llanura  oriental  por  suelos  kenozoicos,  demues- 
tra, además,  que  el  fenómeno  orogénico  que  produjo  la  cordillera 
de  Sumapaz  se  cumplió  actuando  de  W.  á  E.,  por  lo  cual  ella  da  su 
frente  al  Magdalena  y  aquí  y  allá  muestra  no  sólo  dislocadas  sino 
hasta  invertidas  las  capas  correspondientes  al  devónico,  al  carboní- 
fero, al  silúrico  y  al  pérmico,  y  sobre  el  Llano  se  presenta  aún  á  ma- 
nera de  muralla  colosal  llena  de  quiebras  singulares,  luego  apro- 
vechadas por  la  erosión  para  el  establecimiento  de  la  actual  red 
hidrográfica  del  país.  En  una  palabra,  esta  cordillera  es  un  her- 
moso teatro  para  serios  estudios  geológicos. 


Que  la  Sabana  nunca  fue  lago  y  existe  con  anterioridad  ájla 
¿poca  glaciar,  •  lo  demuestran  los  cortes  hechos  en  ella,  f  la  exis- 
tencia de  restos  de  mastodontes,  y  sobre  todo  las  mismas  serrezue- 
las  que  la  esmaltan  y  aun  constituyen  su  reborde  meridional,  puesto 
que  están  formadas  de  materiales  incoherentes ;  las  canteras  que  en 
ellas  se  explotan  son  mosaico  de  las  rocas  de  las  crestas  propia- 
mente dichas,  y  cavando  bajo  su  pie  se  encuenira  intacto  el  suelo 

*    Ellas  mitinai  pruetuí  rniríian  que  el  periodo  glaciar   ile  ()ue  se  Irala  e 
el  liltimo  ó  anirúpico,  pueslo  que  la  motlerna  geología  ha  xeftnladu   en   el  S.  de   ' 
A(Hca  la  exíílencia  dt  glaciares  en  pleno  periodo  paleoioico  ! 

t  Como  en  loo  meln»  la  ciploracióti  bailó  enlrc  arcillas  y  areniscas  seil 
capas  de  lignilos  hasla  de  un  meiru  de  npesot,  es  claro  que  la  vegelación  7  por 
CQde  la  humedad  han  tenida  aquí  petíotlos  de  calma  y  de  exacerbación,  pues  de 
olra  manera  no  babrian  podido  formarse  j  superponerse  esos  diversos  lechos  del 


254  Nusvá  Geografía- ns  Colombia 


g*encral  de  la  altiplanicie,  cuyo  rég^imen  hidrográfico  ha  sufrido  cu- 
riosos cambios  en  épocas  recientes,  seg-ün  habremos  de  demostrar- 
lo en  su  lugar. 

.  .  En  fin,  el  Dr.  A.  Hettner,  aun  cuando  incurrió  en  la  falta  de 
volver  cretácico  el  terreno  de  la  Cordillera  oriental,  debido  á  sus 
conocimientos  litológicos  se  vio  obligado  á  establecer  diferencias 
entre  las  diversas  partes  de  dicho  relieve  ;  diferencias  que,  como 
era  natural,  coinciden  con  los  distintos  terrenos  que  geológicamen- 
te entran  en  su  composición. 

Con  el  nombre  de  esquistos  ó  pizarras  dt  Guadalupe,  designa  lo 
que  constituye  los  terrenos  paleozoicos  ó  primitivos  (cámbrico,  silú- 
rico, devónico  y  carbónico),  anotando  que  forman  una  potente 
masa  que  de  Gachaneque  se  extiende  al  SW.  hacia  Sumapaz,  ro- 
deando la  Sabana  y  el  valle  ó  cuenca  interior  del  Fusagasugá.  De 
esta  mole  se  desgaja  al  NE.  una  rama  que  va  á  morir  sobre  Co- 
varachía  por  el  W.  del  Chicamocha,  y  al  ESE.  siguen  tres  brazos 
más  cortos  pero  más  anchos,  que  constituyen  los  farallones  del 
Guavío,  los  Órganos  de  Chingaza.  y  los  páramos  del  Manzanares. 
Otro  corto  ramal  llega  á  Simijaca  por  el  respaldo  de  Ubaté. 

Al  N.  de  Cliiquinquirá  (Marchán-Saboyá)  hay  una  mancha 
del  mismo  terreno,  entre  la  cual  están  los  raudales  de  Puente  de 
Piedra  (Saravita),  y  otra,  que  culmina  al  NW.,  forma  las  hoces 
del  Minero  en  Furatena  y  Tambrias.  Otro  ramal  desprendido  ha- 
cia Turmequé,  rumbo  del  NE.,  va  á  constituir  luego  el  páramo  de 
Tibamá.  Al  respaldo  de  Sogamoso  se  extiende  otra  gran  mancha 
de  suelo  primario,  que  guarda  la  laguna  de  Tota,  al  S.  desciende 
hacia  el  Guavio,  y  al  N.,  en  lo  general  abarcando  también  la  iz- 
quierda del  Chicamocha,  avanza  á  envolver  la  sierra  nevada  de 
Chita,  y  bifurcada  luego  pasa  por  China  cota  y  por  el  páramo  de 
Tama  á  perderse  en  los  llanos  del  Zulia. 

A  los  lados  de  este  núcleo  corren  dos  cintas :  una,  cerca  al 
Magdalena  (alto  del  Trigo),  casi  se  une  á  Tambrias,  forma  luego 
los  cerros  de  La  Paz  y  va  á  perderse  en  la  cuenca  de  Ocaña,  tras 
alzar  las  cimas  principales  de  ella  (según  G.  Vásquez);  la  otra  domi- 
na los  llanos  de  San  Martín  y  Casanare,  pasa  al  W.  de  Labranza- 
grande,  forma  la  serranía  subordinada  de  Támara,  y  se  pierde  en 
la  cuenca  del  Uribante  (Venezuela). 

Es  decir,  el  terreno  primario  que  se  encuentra  en  el  Patía 
(Minamá),  se  encorva  para  pasar  al  respaldo  de  Garzón  (páramo 
de  los  Pardaos),  se  ensancha  luego  que  toma  el  rumbo  del  N.,  se 
abre  en  ramales  ó  mejor  se  despliega  á  modo  de  abanico  al  dar 
contra  las  rocas  eruptivas  y  cristalofilianas  de  Pamplona,  y  termi- 
na hacia  Ocaña-San  Cristóbal,  debiéndose  su  actual  afloramiento 
á  que  en  la  región  de  las  altiplanicies  emergió  en  dos  épocas  dis- 
tintas, ó  sea  al  terminar  los  tiempos  primarios  y  hacia  el  fin  de  los 
secundarios,  bien  que  no  falten  huellas  de  otros  fenómenos  aná- 
logos é  intermedios  pero  realizados  con  menor  vigor.  Por  esa  du- 
plicidad tenemos  emergido  de  tiempo  atrás  el  núcleo  de  estas 
montañas,  y  luego  levantadas  con  él  las  estratas  no  muy  gruesas 
del  jurásico  y  el  triásico,  primitivamente  horizontales,  haciendo  á  la 
vez  surgir,  más  abajo,  cintas  de  suelos  paleozoicos  á  manera  de 
muro  exterior  de  tales  estratas. 


NUKVA  GCOGKAFIA  OÍ  CoLQMBIA 


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En  la  región  del  Cocuy  señala  Hettner  la  existencia  de  cuar- 
citas que  constituyen  la  sierra  nevada  de  Güicán,  pero  dicho  está 
que,  según  parece,  esas  cuarcitas  no  son  sino  granitos  descompues- 
tos, y  aun  cuando  no  lo  fueran,  sabido  es  que  tal  clase  de  rocas  se 
incluye  en  los  terrenos  paleozoicos. 

Con  el  nombre  de  pizarras  de  Villeia  designa  el  geólogo  cita- 
do los  terrenos  que  de  Cunday  avanzan  á  Zapatoca  por  Nilo,  Bi- 
tuima,  Quebradanegra,  Supatá,  Muzo,  Buenayista,  Vélez  y  el  So- 
corro ;  se  ensanchan  en  Santander  para  llenar  las  tierras  de  Rá- 
quira,  Leí  va,  Charalá  y  San  Andrés,  donde,  por  Málaga,  se  dan  la 
mano  con  las  del  Cocuy,  Soatá  y  Tundama.  Más  al  N.,  en  Suratá 
y  en  Bochalema,   hay  otras  dos   cintas  de  la  misma  especie.  Al 


356 


NuKVA  Geografía  di  Colombia 


oriente  marca  las  mismas  pizarras  en  la  cuenca  de  Cáqueza,  en  la 
de  Gacheta,  en  la  de  Garagoa,  y  luego  en  el  flanco  E,  de  la  cordi- 
llera al  pie  de  los  páramos. 


Figura  100 — Croquis  geológico  cíe  los  Andes  culombiants.  TeireniH  primarios, 
rayas  horiiontales ;  secundorins,  r»jas  verticales  ú  oblicuas  y  vv;  terciarios,  ra- 
yas verticales  dobles  ;  crislaloñlianos  y  •  ruptivus,  +  + :  volcanes,  * 

Pizarras  de  Quetame,  de  Guaduas  y  de  Girón,  apellida  otros 
tres  grupos  de  rocas  mezozoicas,  de  las  que  e!  primero  y  el  último 
tienen  muchos  puntos  de  semejanza  y  parecen  antiquísimos.  Cuanto 
al  otro,  es  simplemente  un  reborde  del  triásico  estudiado  por  Ran- 
dolph  en  el  Tolima. 

En  fln,  el  geólogo  alemán  diferencia  con  cuidado  los  suelos  de 
acarreo  (Shotterrassen)  que  forman  r\  fondo  de  la  ruPnra  de  Fu- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  275 


sagasugá,  las  tierras  de  Nilo,  de  Medina,  de  Marroquín,  de  Cücu- 
ta,  de  Bucaramanga,  de  Tundama,  de  Ovejeras,  de  Guatavita,  de 
munjuelo,  de  Serrezuela,  de  Chaguaní,  y  aparecen  además  como 
Tanchones  de  La  Mesa  á  Tocaima,  y  revuelven  hacia  el  valle  del 
Rioseco  de  San  Juan. 

En  una  palabra,  el  estudio  del  terreno  obligó  á  Hettner  á 
dividirlo  en  diversos  grupos  y  á  reconocer  la  obra  de  la  época  gla- 
ciar. Lástima  que  por  no  romper  más  abiertamente  con  su  cuasi 
compatriota .  Karsten,  no  hubiera  dado  el  ultimo  paso,  lo  cual  es 
lunar,  aunque  insignificante,  en  sii  meritísimo  trabajo. 

El  naturalista  y  anticuario  colombiano  C.  Cuervo  M.  ha  ma- 
nifestado que  explorando  los  cenienterios  indígenas  del  valle  del 
Tunjuelo,  encontró  fragmentos  de  obsidiana  y  de  piedra  pómez  que 
indican  que  debió  existir  un  volcán  hacia  los  lados  del  páramo  de 
Sumapaz,  donde  se  han  hallado  rocas  análogas  á  las  que  forman 
la  Sierra  Nevada  de  Chita,  al  parecer  cuarcitas,  pero  en  rea- 
lidad granitos  muy  descompuestos,  segün  se  ve  al  examinarlos 
con  el  microscopio.  El  Sr.  L  Bailen  dice  haber  encontrado  gra- 
nito en  el  cerro  de  Buenosaires  (Cogua) ;  en  el  páramo  de  Gua- 
chaneque  existe  el  cuarzo  en  cantidades  enormes ;  entre  Que- 
tame  y  Villavicencio,  al  E.  de  Chingaza,  aparecen  la  sienita  y  aun 
la  diorita  en  masas  considerables  ;  el  Sr.  A.  Carvajal  considera 
las  montañas  del  Almorzadero  y  Mesacolorada  (Santander)  como 
compuestas  de  calcáreo  carbonífero  y  arenisca  roja  antigua,  y  se- 
ñala la  caliza  azul  jurásica  en  el  pie  S.  de  esas  moles ;  nuestro 
amigo  Cuervo  M.,  ya  citado,  encontró  en  el  valle  alto  del  Sarare 
(Silos)  fósiles  cretácicos  en  buen  número,  y  entre  ellos  grandes 
turruliíes,  por  lo  cual,  por  no  haberse  hallado  especies  iguales  más 
al  S.,  por  haberse  recogido  cabezas  de  pescado  al  parecer  devóni- 
cas en  Juan  Rodríguez  (por  el  Sr.  Gral  A.  B.  Cuervo),  y  por  el  exa- 
men que  él  mismo  ha  hecho  de  las  impresiones  fósiles  de  carbones 
de  la  sabana,  considera  también  como  paleozoicos  los  montes  que  á 
ésta  rodean.  En  fin,  anotado  queda  que  el  ingeniero  González  Vás- 
quez  halló  la  traquita  al  S.  de  Ocaña,  y  que  todos  los  exploradores 
señalan  la  existencia  del  granito  y  la  sienita  desde  Arboledas  hacia 
Bucaramanga  y  Petaquero. 

La  indiscutible  existencia  de  fósiles  cretácicos  en  el  alto  Sa- 
rare, es  decisiva  en  la  materia,  pues  sería  inexplicable  que  sólo 
allí  hubieran  vivido  turrulites  si  el  mar  de  esa  edad  se  prolonga- 
ba hacia  el  S.;  y  como  se  les  halla  en  las  formaciones  análogas  que 
signen  hacia  Venezuela,  tendremos  que  los  demás  territorios  que 
constituyen  la  cordillera  de  Sumapaz,  estaban  ya  en  seco  cuando 
el  mar  cretácico  ocupaba  esas  porciones,  habiendo  sido  segura- 
mente la  aparición  de  las  traquitas  de  Ocaña  la  que  acabo  de 
determinar  la  formación  del  Pilar  de  Labateca,  puesto  que  el  suelo 
del  vecino  llano  es  francamente  kenozoico,  y  posterciario  el  de  las 
llanuras  de  Maracaibo  y  el  bajo  Magdalena. 

Corrobora  lo  dicho  la  existencia  de  suelos  al  parecer  cretáci- 
cos en  el  cañón  del  Cauca,  de  suelo  relativamente  moderno  com- 
parado con  algunas  de  las  breñas  que  lo  enmarcan,  y  la  aparición 
de  las  traquitas  que  rompe  el  Riosucio  (Antioquia)  y  que  constitu- 
yen una  isla  pobre  en  medio  de  las  tierras  auríferas  del  Chocó. 


258 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


En  síntesis,  tendremos  que  las  llanuras  ó  fondos  más  bajos 
de  las  hoyas  de  los  principales  ríos,  se  formaron  en  los  tiem- 
pos posterciarios,  es  decir,  constituyen  la  parte  más  nueva  del  te- 
rritorio ;  que  la  porción  principal  del  Llano,  alg^una  parte  del  Ca- 
quetá  y  la  Costa  y  la  mayor  porción  de  las  tierras  bajas  del  Chocó 
datan  de  un  poco  antes,  ó  sea  del  período  kenozoico;  que  el  fenóme- 
no orogénico  que  produjo  la  serranía  de  Baudó,  lo  mismo  que  a]gún 
trozo  de  las  mesas  Chocoana  y  de  Ocaña,  debió  cumplirse  terminado 
dicho  período  kenozoico,  según  lo  comprueba  el  hechode  existir  alu- 
viones aurífeíos  en  su  naneo  E.,  es  decir,  en  el  antiguo  litoral  del 
Chocó  realzado,  y  de  no  hallarse  en  el  opuesto,  sucediendo  lo  pro- 
pio en  los  otros  dos  puntos  mencionados,  que  difieren  en  parte  de 
Baudó  por  su  naturaleza  eruptiva.  En  otros  te'rminos :  grandes 
masas  eruptivas  aparececieron  á  la  postre  como  orla  de  los  An- 
des (Dojurrá,  Paramillo,  cañón  del  Cauca,  Chitacabá,  Macarena, 
Fragua),  completaron  el  relieve  del  país  y  enlazaron  definitiva- 
mente las  Américas,  al  mismo  tiempo  que  se  hundía  parte  del  te- 
rritorio antillano. 


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26  unidades 


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12  unidades 


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22  unidades 

Figura  101 — Superficies  comparadas  de  los  diversos  terrenos 

geológicos  en  Colombia 


En  período  geológico  anterior,  ó  sea  en  los  tiempos  mezozoi- 
•os,  fue  grande  la  obra  cumplida  en  el  territorio,  puesto  que  man- 
chones cretácicos  aparecen  dentro  del  pilar  de  Labateca,  en  el 
Caquetá,  en  el  cañón  de  Antioquia,  en  el  flanco  W.  de  la  cordille- 
ra del  Chocó  y  en  los  montes  de  María  ;  y  del  jurásico  y  del  triásico 
son  la  mayor  parte  de  las  rocas  del  valle  del  alto  Magdalena,  de 
las  cuencas  bajas  de  la  cordillera  de  Sumapaz,  de  los  valles  del 
Cauca  y  el  Patía  y  del  Chocó  en  el  naneo  W.  de  la  cordillera  de 
ese  nombre.  Seguramente  en  ese  período  aparecieron  en  varias 
ocasiones  las  más  potentes  masas  de  traquita  que  en  embrión  de- 
jaron diseñado  el  relieve  definitivo  de  la  República,  pero  sujetán- 
dose á  los  bordes  marítimos  preexistentes,  uno  sobre  el  Pacífico, 


NucvA  Geografía  de  Colombia  259 


otro  sobre  lo  que  hoy  es  valle  del  Magdalena.  Es  de  advertir  que 
en  Colombia  como  en  los  Estados  Unidos  es  difícil  separar  los  terre- 
nos triásicos  y  jurásicos,  por  lo  cual  conviene  por  el  pronto  adoptar 
para  des¡g"narlos  el  calificativo  de  jura-trías  que  el  geólogo  Lecom- 
te  introdujo  en  la  Repüblica  del  Norte  por  idénticos  motivos. 

Mis  antes,  en  los  tiempos  paleozoicos  ó  primarios,  aparecieron 
grandes  bandas  que  habrían  de  formar  el  esqueleto  de  la  porción 
más  ancha  de  la  cordillera  de  Sumapaz,  pero  de  las  cuales  tam- 
bién se  hallan  porciones  en  la  hoya  intercordillerana  del  Patía,  en 
el  valle  del  Cauca  y  en  algunos  puntos  de  las  breñas  antioqueñas. 
Según  puede  hoy  juzgarse,  esos  terrenos  se  depositaron  dentro  de 
una  especie  de  herradura  formada  por  brazos  cristalofilianos  des- 
prendidos de  Guayana,  se  realzaron  á  lo  menos  en  dos  ocasiones 
diversas,  siendo  además  comprimidos  de  W.  á  E.  por  los  fenómenos 
orogénicos  que  produjeron  la  cordillera  andina,  orientada  de  S.  á 
N.,  y  que  igualmente  es  el  resultado  no  de  uno  sino  de  varios  movi- 
mientos del  suelo,  conforme  lo  prueban  los  dos  grupos  de  diversas 
rocas  cristalofílianas  y  eruptivas  que  se  hallan  en  las  cordilleras  del 
Chocó  y  del  Quindío,  la  mayor  antigüedad  de  aquélla,  la  existencia 
de  las  dos  sinclinales  marcadas  por  el  Cauca  y  el  Magdalena,  la 
presencia  del  cainozoico  al  W.  de  dicha  cumbre  del  Chocó  y  al  E. 
de  lá  de  Sumapaz,  y,  en  fin,  la  terminación  de  los  fenómenos  vol- 
cánicos ecuatorianos  en  la  región  de  Popayán,  por  así  decir,  y 
por  lo  cual  el  Patía  como  el  Mira  se  dirige  al  Pacífico,  en  tanto  que 
el  Cauca  lo  hace  hacia  el  Caribe.  Por  estas  mismas  razones  deben 
mirarse  como  formaciones  locales  todas  las  que  llenan  el  fondo 
emergido  de  las  viejas  cuencas,  las  que  tienen  aspecto  moderno 
comparadas  con  la  caja  que  las  encierra,  carecen  de  fósiles,  y  tal  vez 
no  son  sino  loess  ya  glaciares,  ya  subaéreos,  pero  de  ninguna  ma- 
nera depósitos  marítimos.  En  una  palabra,  las  regiones  montañosas 
que  abarcan  las  altiplanicies  de  Bogotá,  Ubaté  y  Sogamoso,  son  an- 
tiquísimas, y  geológicamente  constituyen  el  horst  (pilar)  que  sirvió 
de  centro  ó  núcleo  de  osificación  para  formar  el  relieve  colombia- 
no, lo  cual  explica  buena  parte  de  la  importancia  que  ese  horst  ha 
tenido  en  el  desarrollo  demográfico  de  lo  que  hoy  es  Colombia  y 
que  por  dar  su  frente  al  W.  es  núcleo  de  la  Magdalenia  y  deja 
como  rezagadas  las  llanuras  orientales  que  se  enlazan  más  difícil- 
mente con  el  mar  que  las  mismas  montañas. 

Otro  dato  que  tampoco  puede  olvidarse  es  la  existencia  de 
los  grandes  bancos  de  sal  en  la  cordillera  oriental,  bancos  que  in- 
dudablemente pertenecen  al  silúrico,  pues  donde  existen  jirones  de 
tal  terreno  en  las  otras  dos  cordilleras,  es  donde  también  aparecen 
fuentes  salinas  de  escasa  importancia,  como  es  natural,  y  mo- 
dificadas en  su  composición  química  por  los  fenómenos  eruptivos, 
puesto  que  todas  ellas  son  yodíferas. 

Sobre  la  obra  de  los  antiguos  mares,  para  completar  el  mo- 
delado del  terreno,  se  sobrepuso  con  acción  no  menos  gigante  la 
epigénica,  que  tomó  el  agua  como  agente  principal  de  su  labor. 
En  efecto,  en  Colombia  por  todas  partes,  de  la  Sierra  Nevada  de 
Santamarta  á  los  montes  de  Túquerres,  del  Paramillo  del  Sinú  á 
Jos  valles  de  Sumapaz,  todos  los  exploradores  han  encontrado  y 


Nueva  Geografía 


señalado  las  pruebas  irdiscutibles  y  patentes  de  una  acción  glaciar 
poderosísima,  que  dondequiera  dejósu  huella  en  los  montes  patrios. 
Cuanto  á  la  Sabana,  debe  suponerse  que  liubo  dos  centros 
de  dispersión  de  los  hielos  :  el  de  Sumapaz,  que  los  mov¡<5  de  S. 
á  N.,  y  el  de  Sumangá,  que  lo  hizo  de  N.  á  S.,  por  lo  cual  los  va- 
lles subordinados  difieren  tan  capitalmente  de  rumbo  en  las  dos 
mitades  de  la  llanura  :  quizás  untes  el  Teusacá  era  la  cabecera 
del  Saravita,  pero  en  todo  caso  el  Fun/a  es  un  rio  nunv,  en  la 
acepción  geológica  de  la  palabra. 


FiRUia  loí— Los  panljniisdel  Aíralo,  í  ta  luí  Je  la  luna,  según  Safray. 

Puede,  en  efecto,  suponerse  lo  que  sería  eso  finómeno cumpli- 
do de  manera  análoga  en  lodo  el  globo  al  N.  de  la  equinoccial.  El 
actual  nivel  inferior  de  las  nieves  perennes  en  las  cordilleras,  os- 
cila hoy  entre  4,800  y  4,600  metros  :  supóngase  rebajado  los  2,000 
metros  que  bajó  en  aquella  t'|X)ca,  y  tendremos  que  un  blanco 
y  espesísimo  sudario  cubrió  todo  lo  que  hoy  son  parameras,  y 
llevó  sus  glaciares  y  morrenas  á  todas  las  tierras  frías  y  templa- 
das  para  modificar  valles,  crear  colinas,  denudar  montes,  alimen- 
tar ríos  de  caudal  enorme  •,  capa?,  de  colmar  esos  amplios  lechos 

•  Huy  íl  Általo,  cuya  cuenca  apenas  miilc  35,000  kilómetros  cuadrado) 
eDTÍA  al  Caribe  de  4.S00  á  í.Joo  metros  cijbieos  Je  ORua  por  segundo :  sólo  con 
is  de  igual  inlonsiilad  i  las  del  Chocó,  el 
.  cúbicos  de  caudal  á  50,000,  es  decir,  pasaría 
nnos  30  metros  soDre  su  actual  aivel  c  inundaría  toda  la  llanura  que  ocup>  el 
rondo  de  iu  valle.  Lo  mismo  sucedería  con  tos  demás  ríos.  Los  grandes  nevados 
de  la  época  glaciar  debieron,  pues,  formar  ríos  enormes,  sostenido  luéRo  su  cau- 
dal por  periodo  subsicuiente  de  grandes  precipitaciones  alniosféricu-., 


Nueva  Geografía  de  Colombia  26  [ 


indicados  por  las  terrazas  que  aún  están  á  nuestra  vista,  y  llenar 
de  canchales  y  aluviones  cuencas  como  la  del  Patía,  el  Fusagasugá 
y  el  valle  del  Cauca,  donde  las  morrenas  forman  esas  fuertes  posi- 
ciones militares  que  hoy  ocupan  la  entrada  de  los  cañones  de  los 
ríos  que  salen  á  la  llanura.  Además,  como  en  Colombia  el  dicho  pe- 
ríodo glaciar  ocurrió  después  de  la  aparición  de  los  grandes  volca- 
nes, que  indudablemente  con  su  esfuerzo  debieron  quebrantar  de 
manera  formidable  las  estratas  sedimentarias  ya  dislocadas,  puede 
juzgarse  qué  cantidad  de  detritus  debieron  transportar  de  un  lado 
al  otro  para  denudar  serrezuelas  y  colmar  los  prolongados  golfos 
posterciarios  y  transformarlos  en  llanuras  horizontales  de  aluvión. 

Antes  de  concluir  conviene  sentar  algunas  observaciones  ne- 
cesarias para  los  posteriores  desarrollos  del  asunto.  Del  examen 
detenido  de  las  altitudes  tomadas  en  el  país,  resulta  á  primera  vista 
que  tienden  á  decrecer,  ó  sea  que  las  modernas  son  inferiores  á  las 
antiguas.  Verdad  que  este  hecho  puede  resultar  de  observaciones 
más  cuidadosas,  ó  del  empleo  de  fórmulas  más  precisas,  ó  del  uso 
de  instrumentos  mejor  fabricados ;  pero  como  es  general  la  idea 
de  que  el  suelo  dé  los  Andes  baja,  por  ahora  sólo  es  posible  con- 
signar el  hecho  y  dejar  su  dilucidación  al  presente  siglo,  ya  que 
el  asunto  es  cuestión  de  tiempo  y  nada  más. 

Recogidos  los  caracteres  paleontológicos  y  litológicos,  debe 
agregarse  el  de  la  facies  ó  aspecto  físico,  y  á  este  respecto  ia  com- 
paración de  las  vistas  de  nuestras  cordilleras  con  las  de  otros  lu- 
gares del  globo,  ratifica  igualmente  la  verdad  de  lo  que  hemos  afir- 
mado en  las  líneas  anteriores. 

El  estudio  geológico  del  país  aún  no  está  suficientemente 
adelantado  para  intentar  ia  división  de  los  terrenos  en  pisos,  ni 
para  calcular  sus  espesores,  y  menos  para  establecer  concordan- 
cias con  los  de  otras  comarcas. 

La  mayor  parte  de  las  hoces  y  saltos  de  los  >  ios  se  encuentran 
en  una  curva,  dentro  de  una  grieta  abierta  en  los  terrenos  primiti- 
vos ;  y  como  no  es  natural  que  en  suelos  antiguos  la  parábola  de 
las  corrientes  no  esté  correctamente  establecida,  es  de  suponer 
que  en  los  Andes  ocurrió  en  época  relativamente  moderna  un  real- 
ce de  conjunto  que  les  comunicó  ese  aspecto  de  cosa  nueva  que 
tanto  ha  confundido  á  la  generalidad  de  los  observadores. 

Ríos  colombianos :  Régimen  hidrográfico.  Por  sus  condiciones 
geológicas  y  por  la  disposición  de  su  relieve,  la  República,  hidro- 
gráficamente considerada,  es  una  comarca  extrema:  no  reparte  su 
suelo  en  cierto  número  de  corrientes  de  análoga  importancia,  sino 
que  las  forma  ó  gigantescas  ó  diminutas,  es  decir,  que  recogen  el  tri- 
buto de  extensas  superficies,  ó  son  arroyos  que  bien  merecen  el 
calificativo  de  costaneros.  Esto  para  los  que  corren  en  la  región  an- 
dina, porque  los  formados  en  la  oriental  son  simples  tributarios  de 
grandes  ríos  cuya  boca  se  abre  en  territorio  de  otras  naciones  ame- 
ricanas. Además,  mirada  la  hidrografía  de  la  región  andina  desde 
ciertos  puntos  de  vista,  bien  puede  decirse  que  se  reduce  en  sus 
ra^os  esenciales  á  un  gran  río,  el  MagdaUnay  cuatro  ríos  de  segun- 
do orden— Patía,  San  Juan,  Atrato.,  Sinú, — todos  en  una  especie  de 


Nueva  Gsogiafia  de  Colombia 


faja  litoral  tendida  al  Occidente  de  aquél,  y  alas  varias  corrientes 
ístmicas  y  chocoanas,  todas  de  mediana  importancia,  lo  mismo  que 
las  costeñas  y  maracaiberas,  porque  estas  ultimas  terminan  en  Ve- 
nezuela, de  lo  cual  se  deduce  que  sin  error,  bien  puede  mirarse  el 
gran  tributario  del  mar  Caribe  como  símbolo  de  la  patria  y  hacer 
sinónimos  Magdalenia  y  Colombia,  como  el  Miisissippi  representa 
á  la  colosal  Reptiblica  del  Norte.  Hundido  de  repente  todo  el  te- 
rritorio colombiano  que  no  rinde  tributo  al  Magdalena  (véase  la 
%ura  103),  aiin  quedarla  un  suelo  tan  grande  como  el  de  Italia, 
con  población  mayor  que  la  de  las  cinco  Repúblicas  de  la  América 
Central. 

De  los  ríos  colombianos  con  sus  afluentes,  los  menos  se  dirigen 
al  Paclñco,  oíroslo  hacenal  Mar  de  las  Antillas,  y  los  más  rinden  tri- 
buto al  Océano  Atlántico.  Entre  las  fuentes  de  unos  y  otros  puede 
trazarse  una  línea  que  principia  en  la  frontera  costarricense,  sigue 
por  el  Istmo  y  la  serranía  de  Etaudó  (entre  el  Pacífico  y  el  Caribe),  y 
se  bifurca,  pues  un  brazo  por  la  cresta  del  Chocó,  y  luego  por  la 
del  Quindio,  alcanza  la  frontera  ecuatoriana,  en  tanto  que  el  otro 


Nueva  Geografía  de  Coloubia 


por  el  litoral  Caribe,  sigue  i  ganar  las  cumbrcsde  Perijá  y  Tama, 
y  luego  desciende  á  unirse  con  el  anterior  en  plena  cumbre  quin- 
diana,  con  lo  cual  so  cierra  la  \erliente  de  las  Antillas  y  se  divide 
ésta  de  la  del  Atlántico,  que  ai  mediodía  colinda,  por  lo  tanto,  ccn  la 
del  Pacifico.  Estos  dos  bracos,  de  altitud  muy  varia,  forman  la  do- 
ble línea  general  de  la  dirección  de  las  aguas  que  parte  i  Colom- 
bia en  tres  vertientes  :  la  del  Pacífico  al  W.  y  WNW.,  la  del 
Caribe  al  centro,  NW.  y  NE.,  y  la  del  Atlántico  al  E.  y  SE. 


Iirlicnte  Hirny  í  tí  ktiiiii» 


Kiguia  104 — Areaí  comparadas  (Je  I 


Figura   los — IliBErBin 


i  iIf   ta  hidiigiafia   coli  Dibidia. 
agregada  al  cueipo  continental). 


264  Nueva  Geografía  de  Colombia 


El  curso  de  los  ríos  y  de  sus  afluentes  resulta  determinado 
por  el  relieve  del  suelo,  y  para  que  este  fenómeno  se  cumpla  no 
es  necesario  que  existan  garandes  cordilleras  :  la  menor  desigual- 
dad del  suelo  basta  para  determinar  la  dirección  de  una  corríen- 
te  en  este  ó  en  otro  sentido.  Por  esto,  colinas  de  reducida  altu- 
ra, como  son  las  de  Culebra  en  Panamá  y  las  de  San  Pablo  en  el 
Chocó,  separan  vertientes  y  envían  sus  aguas  á  uno  tí  otro  mar. 
Que  el  relieve  colombiano  se  deprima  un  centenar  de  metros,  y 
grandes  cambios  se  producirán  en  la  actual  hidrografía  del  país, 
por  lo  cual  es  inexacto  mirar  á  cada  río  con  sus  afluentes,  como 
formando  una  región  determinada,  rodea4a  por  montañas  que  las 
separen  del  resto  del  territorio.  En  este  libro  la  voz  hoya  ó  cuenca 
de  un  río  (cuenca  hidrográfica)  sólo  expresa  el  conjunto  de  tierras 
cuyas  aguas  se  escurren  en  ¡a  aciualidad  por  un  mismo  cauce  ó  le- 
cho, sin  tener  en  cuenta  la  altitud  relativa  ó  absoluta  de  sus  partes. 

Los  Andes,  las  sierras  de  Chiriquí,  el  cerro  San  Martín  y  el  de 
Baudó,  y  la  sierra  Nevada  de  Santamaría,  son  las  tínicas  verdaderas 
montañas  de  Colombia  ;  en  las  demás  porciones  del  territorio  son 
simples  elevaciones  del  suelo  ó  grandes  colinas  las  que  reparten 
las  corrientes,  enviándolas  á  algún  río,  ó  directamente  al  mar.  En 
las  llanuras  las  aguas,  vacilantes,  se  rctínen  á  menudo  por  gru- 
pos antes  de  tomar  resueltamente  el  camino  de  un  mar.  En  los 
Andes  muestran  su  lecho  abierto,  sin  cuidarse  de  la  inclinación  ge- 
neral del  terreno,  con  frecuencia  atravesando  las  altas  crestas  en 
vez  de  rodearlas. 

Aquí  la  anticuada  y  errónea  idea  de  que  las  aguas  corren 
siempre  hacia  el  mar  por  los  máximos  declivios  del  terreno,  ó  sea 
de  reducirlo  todo  á  las  líneas  de  divoriio  aguar um  *,  no  ha  cundido 


•  La  antigua  teoría  {geográfica  de  las  cuencas  hidrográficas,  fecunda  en  erro- 
res, y  al  presente  todavía  imperante  entre  nosotros,  hace  años  fue  arrojada  igno- 
miniosamente de  las  cátedras  europeas,  como  lo  fue  la  geológica  de  los  levanta- 
mientos  para  explicar  el  origen  de  las  montanas  : 

"  La  primera  consecuencia  de  esa  errónea  teoría  fue  hacer  creer  que  donde- 
quiera la  línea  divisoria  de  aguas  coincide  con  la  de  cumbres  de  una  cordillera  ó 
crestería  montañosa  y  no  forma  sino  una  con  ella.  La  segunda,  todavía  más  falsa, 
fue  la  de  que  allí  donde  hay  una  divisoria  de  aguas,  debe  también  existir  una 
cordillera. 

"  De  esas  ideas,  en  verdad  cómodas  para  ahorrar  investigaciones  y  trabajo, 
vino  la  monomanía  de  llenar  los  territorios  de  cadenas  de  montañas  que  no 
existen  sino  en  la  imaginación  de  los  autores  de  manuales  de  geografía. 

"A  esa  serie  de  errores  cabe  oponer : 

**  I P  Utia  cordilUrüy  aun  elevada^  no  hace  fortosamenie  parte  de  una  divisoria  de 
mguas.  Con  frecuencia  una  montaña  real  que  surge  de  entre  bajas  llanuras,  no  en- 
gendra ninguna  divisoria  de  aguas  :  ejemplo,  el  Ilarzo  [en  Colombia  pueden  ci- 
tarse el  Torra,  el  Galera,  el  Tolima,  &c.],  de  donde  que  así  miradas  las  cosas, 
cumbres  eminentes  que  priman  en  la  topografía  de  un  territorio,  tendrían  que  ser 
clasificadas  como  accesorios  fortuitos  de  su  relieve. 

"2.*^  Ztf  Ufíia  de  cumbres  y  la  linea  divisoria  de  aguas  no  coinciden  forzosamen- 
te. En  efecto,  es  común  en  las  cordilleras  que  no  coincidan  esas  dos  líneas,  como 
sucede  en  los  Alpes  y  en  los  Pirineos.  De  ordinario  las  cimas  culminantes  quedan 
fuera  de  la  divisoria  de  aguas  que  pasa  por  lomos  menos  altos  (ejemplo,  el  Mon> 
te  Perdido  en  los  Pirineos).  Tampoco  es  raro  hallar  que  la  divisoria  pase  por  una 
llanura,  al  pie  de  una  cordillera,  como  acontece  en  los  Karpatos.  [En  Colombia 
pueden  citarse  del  primer  caso  el  cerro  nevado  de  Sumapaz  y  el  cerro  Mina,  de 
Ocaña  ;  y  del  segundo,  la  mesa  de  Jéridas  en  el  I^ebrija]. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  265 


asi  sola,  sino  que  se  la  ha  mezclado  con  la  de  crear  hoyas  y  ver^ 
tientes  caprichosas,  lo  cual  ha  producido  las  más  peregrinas  clasi- ' 
fícaciones  que  se  corrigen  para  aumentar  su  sinrazón,  á  trueque  dé 
hacer  novedad,  olvidando,  en  primer  lugar,  que  los  mares  que  re- 
ciben las  aguas  de  un  país,  son  los  que  señalan  sus  vertientes,  y 
que  á  cada  fracción  de  mar  designada  por  el  uso  con  nombre  pro- 
pío,  corresponde  su  vertiente  especial ;  en  segundo  lugar,  que  todas 
las  aguas  que  ayudan  á  formar  un  río,  grande  ó  pequeño,  cual- 
quiera que  sea  su  importancia,  forman  la  hoya  del  mismo  cuyo 
nombre  será  el  que  el  uso  asigna  á  la  boca  de  ese  río,  termine 
en  el  mar,  ó  en  otro  río  ;  en  tercer  lugar,  que  caudaloso  no  es  lo  mis- 
mo que  principal  y  de  primer  orden,  y  que  esta  clasificación  varía 
según  se  trate  de  una  provincia  ó  un  continente,  por  cuanto  las  regio- 
nes hidrográficas  las  fija  el  relieve;  que  todo  río  tiene  curso  superior 
é  inferior,  y  aun  medio,  si  es  considerable  ;  que  el  número  de  me- 
tros cúbicos  que  por  el  cauce  rueda  de  ordinario  por  segundo,  fija 
su  importancia  ;  que  el  ihalweg  de  la  hoya  puede  no  coincidir  con  el 
curso  del  río  madre  ó  que  le  da  nombre,  y  por  último,  que  las  lí- 
neas de  diviso  son  puramente  convencionales :  nada  significan,  como 
nada  significan  las  líneas  de  alturas  ó  crestas :  en  la  moderna  geo- 
grafía el  relieve  como  la  hidrografía,  se  subordinan  á  las  regiones 
naturales,  ó  sea  á  los  territorios  que  tienen  comunes  caracteres. 
Así  pues,  ningún  error  tan  grave  como  dar  á  la  línea  de  diviso  gran- 
de importancia,  pues  esto  equivale  á  igualar  la  altiva  serranía  con 
eMomo  imperceptible  del  suelo  en  la  llanura ;  á  olvidar  que  ceii- 


**  3.®  Existen  Ufteas  divisorias  de  aguas  donde  no  hay  cordilleras  ni  montañas. 
Hay  en  la  superficie  de  la  tierra  enormes  extensiones  donde  se  encuentran  líneas  di- 
TÍsorias  de  aguas  y  no  existe  nin|;una  cordillera,  y  esto  sucede  hasta  entre  grandes 
ríos  y  en  medio  de  grandes  cordilleras  ;  ejemplos,  la  divisoria  entre  el  Rbin  y  el 
Danubio,  al  N.  del  lago  de  Constanza,  y  las  llanuras  altas  {Uivalli)  de  Polonia. 
Tampoco  es  raro  que  un  río  nazca  en  un  territorio  de  cierta  altura  y  busque  su 
paso  al  mar,  al  través  de  más  altos  relieves,  por  hoces  ó  valles  profundos,  como 
sucede  con  el  Zom  en  los  Vosgos,  &c.  [En  Colombia,  del  primer  caso  son  buenos 
ejemplos  las  divisorias  entre  el  San  Juan  y  el  Atrato  y  entre  el  Cesar  y  el  Ran- 
chería ;  y  de  lo  segundo  el  Minero,  porque  las  breñas  de  Yacopí  apenas  exceden 
de  1,400  metros,  y  el  cerro  de  Penaarmada  pasa  de  3,000]. 

**  Combitiociotus  especiales.  A  veces,  como  en  España,  las  lineas  de  cumbres  y 
de  divisorias  de  aguas  se  combinan  de  una  manera  especial,  y  por  señalar  los  li- 
mites de  las  provincias  sobre  las  segundas  (vertiefttes)^  resulta  que  tales  linderos 
pasan  por  las  llanuras.  Se  creía  que  los  ríos  orillan  las  montañas,  en  tanto  que 
por  lo  común  lo  que  hacen  es  cortarlas  de  frente.  [En  Colombia,  el  Patía,  el  Mi- 
nero, el  Inguitó,  &c.]" — Karl  Ritter.  El  estudio  de  la  Tierra, 

¿  Y  cómo  clasificar  entonces  las  tierras  cuyas  aguas  no  pertenecen  á  nin- 
guna vertiente  marítima,  sea  porque  las  agote  la  evaporación,  sea  porque  se 
pierdan  en  algún  lago  sin  desagüe  ? . 

'*  Antes  la  voz  cuenca  ú  hoya  hidrográfica  resolvía  todos  los  problemas  de 
geografía  física.  A  los  ojos  de  los  geógrafos,  Europa  se  resolvía  en  un  cierto  nú-. 
mero  de  boyas  hidrográficas  muradas  por  montañas  c^ue  constituían  las  líneas  di- 
visorias de  aguas :  tratárase  del  Sena,  ó  del  Danubio,  todo  era  igual,  lo  mismo 
que  el  método  se^ido  en  la  descripción.  Cierto  que  en  muchos  casos  nada  tan 
natural  como  designar  una  región  por  el  nombre  del  río  que  la  baña,  como  su- 
cedió antes  con  el  Egipto ;  pero  hay  casos  en  que  no  sucede  así :  por  ejemplo,  en 
Francia  el  macizo  central  ( Auvernia).  Tratándose  de  la  región  que  baña  el  Sena, 
ha  prevalecido,  como  era  natural,  el  calificativo  de  Cuenca  de  París ;  pero  to- 

Nueva  Geografía  de  Colombia  TOMO  1-18 


266  Nueva  Geografía  de  Colombia 


tenares  de  metros  valen  pDco  en  las  altas  reg"iones,  y  pocos  decí- 
metros importan  mucho  en  las  bajas ;  que  rápidos,  raudales  y  cata- 
ratas,  son  divisiones  que  se  imponen  al  analizar  las  ag^uas,  porque 
se  derivan  de  las  condiciones  geológficas  del  suelo,  únicas  recdmen^ 
te  inherentes  al  mismo. 

En  efecto,  obsérvase  con  frecuencia  que  los  ríos  nacen  en  un 
terreno  menos  alto  que  las  breñas  por  entre  las  cuales  luego  abren 
su  lecho ;  ó  bien  que,  pasando  al  lado  de  mínimos  relieves,  van  á 
destrozar  otros  corpulentos  y  crecidos,  como  también  se  ve  que  al 
dar  sobre  suelos  blandos,  fáciles  de  romper,  en  vez  de  abrir  en 
cilos  su  cauce,  arrójanse  de  lado  por  entre  las  rocas  duras,  lo  cual 
prueba  que  para  correr  aprovechan  las  grietas  del  suelo,  en  pri- 
mer término,  ya  que  los  ríos  son  posteriores  á  los  valles,  bien  que 
los  modifiquen  en  su  forma  con  el  tiempo.  De  lo  dicho  aparece 
que  al  examinar  todo  extenso  relieve  resulta  compuesto,  á  modo 
ae  mosaico,  de  mayor  ó  menor  niimero  de  cuencas  escalonadas 
variamente  y  que  los  ríos  unen  pasando  de  una  á  otra,  como  el 
hilo  de  un  collar  de  perlas,  ya  por  saltos,  ya  por  hoces :  á  veces 
marca  el  paso  un  simple  aumento  de  velocidad.  Resulta,  pues,  que 
máximo  error  se  comete  adoptando  las  aguas  como  coordenadas 
para  explicar  un  relieve,  bien  que  sirvan  para  fijar  detalles,  por- 
que por  ejemplo,  donde  dos  corrientes  paralelas,  en  uno  ú  otro 
sentido,  se  alejan,  marcan  realce  del  suelo,  y  al  contrario,  'donde 
un  río  de  regular  caudal  cambia  brusca  y  sostenidamente  de  direc- 
ción, el  suelo  ha  cambiado  también  de  naturaleza  ;  en  fin,  en  cada 
especie  de  valle  las  aguas  ejecutan  cierta  labor  ú  observan  deter- 
minado régimen.  En  una  palabra,  el  simple  hecho  de  saber  que 


pográficamcnte  en  ésta  se  incluyen  porciones  de  tierra  que  envían  sus  aguas  á 
otros  ríos  :  ante  la  geografía  y  ante  la  historia,  París,  Reims  y  Orleans  pertene- 
cen á  la  misma  región."  (P.  Vidal.  LaBlache.  La  Geografía).  En  Colombia  ca- 
fa ía  preguntar  :  ¿qué  hay  de  común  entre  la  llanura  de  Tundama  y  el  S«bc, 
fuera  üe  que  las  aguas  que  los  riegan  vayan  al  Magdalena  por  un  mismo  cauce  ? 
El  Sintl  es  nombre  de  río  que  evoca  el  de  una  región  geográñca ;  i  sucede  lo  mis- 
mo con  el  vocablo  Magdalena?  Por  eso  los  geógrafos  modernos  han  creado  nom- 
bre para  esta  clase  de  territorios  :  Amatonia  es  la  hoya  del  Amazonas,  inclusive 
montes  y  llanuras ;  Orinoquia  la  del  Orinoco,  &c. 

"En  cambio,  cunlesTuier.i  que  sean  las  diferencias  que  haya  entre  losríos  de 
los  divers  )S  países  resp.*cto  á  hi  longitud,  caudal,  superncie  y  composición  de  la 
hoya,  &c ,  lodos,  considerando  el  perfil  de  su  vaguada,  presentan  una  curva  pa- 
rabólica tanto  mis  perfecta  cuanto  más  antigua  es  en  su  existencia'geológica. 
•Todo  río  tiene  penilicnte  fuerte  en  su  parle  superior,  que  por  eso  se  flama  con 
propiedad  lotta  de  denudación,  pues  en  ella  los  anuentes  no  hacen  sino  corroer 
¡as  montanas  y  llevar  al  rio  principal  masas  de  rocas  que  este  parte  y  redondea, 
arrastrándolas  por  su  lecho.  Luég)  la  pendiente  del  río  se  suaviza,  las  aguas  co- 
rren.con  m;nos  fuerza  y  mantienen  limpio  el  lecho,  donde  nuevos  depósitos  sedi- 
mentarios reemplazan  antes  á  los  venidos  de  la  parte  alta  que  son  arrastrados  hacia 
el  m.-ir,  sin  lo  cual  dich  i  madre  se  ensancharía  y  profundizaría  de  una  manera  in- 
definida. Esta  segunda  parte  de  los  ríos  se  ha  llamado  zcfia  de  compensación»  En 
fin,  tx\  1 1  parte  baja  ó  zofia  de  depósito^  el  río,  incapaz  ya  de  arrastrar  las  arenas 
i  el  limo,  los  deposita  para  formar  vastos  bancos,  islas  ó  islotes,  ó  empujándolos 
h^cla  el  mar,  forma  en  su  boca  llanuras  de  aluvión  que  disminuyen  el  dominio 
d'e  los  mares."  (Lentheric.  íms  ciudades  muertas).  Los  ríos  en  que  así  no  paaan 
las  cosas,  con  seguridad  no  son  por  hoy  una  unidad  hidrográfica  sino  una  mezcla 
destinada  á  s:rlo  en  el  curso  de  los  tiempos;  por  lo  cual,  cuenca  geológica,  cuenca 
oi-ográfica  y  cuenca  hiílrográfica,  de  ordinario  en  vez  de  superponerse  se  entre- 
q[\ezclan,de  n-odo  extraño  al  parecer. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  267 


en  el  país  tal  existe  el  río  cual,  que  tiene  iales  afluentes,  de  nada 
sirve  al  verdadero  geóg^rafo. 


Alzada  CDlombia  en  el  Ecuador,  sus  altos  montes  detienen  los 
vapores  de  dos  mares  y  los  resuelven  en  lluvias  que  alimentan 
grandes  ríos,  de  régimen  marcado  en  unos  puntos,  vario  en  otros^ 
segiin  que  la  selva  recoge  humedad  continuada  ó  periódica  :  esta 
en  cuanto  á  las  porciones  bajas,  que  en  las  altas  el  fenómeno  se 
amolda  á  la  disposición  general  del  relieve,  por  lo  cual  no  en  to- 
dos los  puntos  tiene  la  misma  regularidad  é  intensidad,  bien  que 
siempre  existe.  Por  esto  son  mínimas  las  porciones  del  país  doiide 
falta  el  agua,  y  muy  crecida,  casi  la  mitad  del  territorio,  donde  llue- 
ve sin  cesar,  y  se  forman  abundantes  corrientes  que  el  calor  dis- 
minuye en  mucho,  por  lo  cual  no  siempre  llevan  al  mar  tributo 
adecuado  á  las  riquísimas  precipitaciones  hiimedas.  No  puede  va- 
luarse en  más  de  40,0(X)  metros  cúbicos  por  segundo  el  caudal  líqui- 
do medio  del  país,  casi  la  mitad  del  que  rueda  el  Amazonas,  algo 
menos  del  vigésimo  de  todo  el  Globo. 

Tan  abundante  humedad  proviene  de  que  si  bien  no  hay  ne- 
veras que  alimenten  los  ríos,  los  páramos  viven  envueltos  en  vapo- 
res que  sin  cesar  se  liquidan  en  su  superficie  y  sostienen  los  manan- 
tiales :  cada  día  entraña  un  ciclo,  ó  mejor,  movimiento  circulatorio 
húmedo,  por  lo  cual  allí  donde  el  país  es  cálido,  selvoso,  y  seño- 
reado por  páramos,  las  aguas  crecen  y  menguan  en  el  transcurso 
de  pocas  horas,  beneficio  inmenso  f)ara  la  navegación  en  las  regio- 
nes bajas  donde  no  hay  rápidos,  pero  que  sosteniendo  exuberante 
vegetación  hace  casi  imposible  la  conquista  del  terreno.  El  caudal 
apuntado  es  el  resto  de  los  70,000  que  caen  por  segundo  en  eidía, 
término  medio,  de  los  cuales  se  evapora  así  casi  la  mitad,  yendo 
el  resto  á  perderse  en  tres  mares  distintos,  aun  cuando  en  propor- 
ciones muy  diversas  :  un  8.°  al  Pacífico,  un  3.°  al  Caribe,  y  cosa 
de  la  mitad  al  Atlántico.  Esas  cifras  son  proporcionales  á  las  áreas 
que  las  recogen  ;  en  efecto,  93  millones  de  hectáreas  vierten  al 
Atlántico,  38  al  Caribe  y  12  al  Pacífico,  todas  ricamente  regadas, 
en  especia]  la  primera  y  la  parte  de  las  otras  dos  vecina  del  golfo 
de  Urabá. 

SegTÍn  queda  dicho,  el  suelo  patrio  se  divide  en  tres  vertientes 
que  se  tocan  un  momento  en  el  gran  macizo  de  Colombia,  más  se- 
paradas en  el  resto  de  modo  muy  notable.  En  efecto,  de  la  fron- 
tera del  Ecuador  á  dicho  macizo  colindan  en  la  cresta  del  Quin- 
dío  las  vertientes  Pacífica  y  Atlántica,  aquélla  muy  pequeña  pero 
que  aquí  absorbe  íntegra  la  infeercordillera.  Al  N.  de  aquel  macizo 
la  disposición  cambia ;  entre  las  dos  vertientes  nombradas  surge 
como  cuña  la  del  Caribe,  que  en  forma  de  V,  ó  sea  en  ángulo,  se 
ensancha  con  rumbo  N.,  alejándolas  y  envolviéndolas,  en  especial  al 
W.,  por  lo  cual  ofrece  un  núcleo  central  (las  dos  mesas,  la  depresión 
central,  la  llanura  Caribe)  y  dos  pequeñas  zonas  laterales  (Goajira- 
Zulia  á  la  D.;  Atrato-Istmo  á  la  I.)  ;  la  de  laD.  no  es  continua,  y 
la  otra  en  gran  parte  se  reduce  á  mínima  faja.  Rasgo  caracterís- 
tico de  esa  vertiente  central,  á  la  inversa  de  las  otras  dos,  es  agni- 


KvEVA  Geografía  de  Colombia 


par  casi  todas  las  aguas  de  su  irea  en  una  sola  hoya,  aguas  que 
forman  corrientes  crecidas  en  surcos  paralelos  de  S.  á  N.  y  aun  de 

N.  á  S.;  en  tanto  que  la  occidental  es  simple  faja  curva  con  muchos 
¿  independientes  aunque  pequeños  ríos,  y  la  oriental  guarda  en  sus 
llanuras,  que  no  tocan  el  mar,  numeroso  grupo  de  grandes  corrien- 
tes, en  su  mayor  parle  de  rumbo  W.  á  E.,  con  la  particularidad 
de  perderse  muchas  en  un  canal  que  rodea  la  Guayana,  por  lo  cual 
las  dos  hoyas  que  ellos  forman  pueden  reducirse  í  una  sola.  De 
lo  dicho  resulta  que  las  grandes  mesas  casi  totalmente  vierten 
al  Caribe,  las  llanuras  al  Atlántico,  y  sólo  los  rezag'os  del  suelo  lo 
hacen  al  Pacifico.  De  estas  características  se  desprende  que  el  pafs, 
á  decir  verdad,  no  tiene  ríos  de  primer  orden  sino  en  sus  fronteras, 
y  que  los  que  le  pertenecen  íntegramente,  aunque  en  crecido  nú- 
mero, no  son  sino  enormes  torrentes  en  su  mayor  parte  ;  los  otros 
poco  sirven,  por  no  haber  fijado  aiin  cauce.  En  tesis  g'eneral  debe, 
pues,  decirse  que  el  país  carece  de  red  hidrográfica,  comercialmen- 
te  hablando,  y  cdmo  altas  serranías  dividen  muchas  de  esas  hoyas, 
de  unidad  geográfico- política.  Males  son  estos  que  exigen  inmedia- 
to remedio,  factible  en  lo  general ;  buenas  vías  de  comunicación. 


Figura  lo5  -  raisaje  en  un  río  del  Caquclá— Según  F-  Deni' 


Sentado  esto,  podemos  decir  que  Colombia  se  divide  en  diez 
regiones  hidrográficas ;  á  saber :  las  hoyas  de  tres  grandes  ríos  : 
Magdalena,  Orinoco,  Amazonas  ;  las  de  cinco  ríos  de  segundo  orden 
en  el  país,  que  son  el  Paña,  el  San  Juan,  el  Tuira,  el  Sinñ  y  el  Znlia, 
y  dos  regiones  costaneras  exclusivamente,  sobre  el  Pacífico  y  el  Ca- 
ribe, divididas  en  varios  trozos.  Cuinto ala  hoya  del  Magdalena,  ob- 
servaremos que,  geográficamente  considerada,  apenas  es  de  cuarto 
ó  quinto  orden  en  el.globo,  y  que  las  vaguadas  del  Orinoco  y  Ama- 
zonas sólo  en  pequeña  parte  tocan  el  país — siempre  como  fronte- 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


269 


ra — cuyo  territorio  da  al  segundo  ríos  mayores  ó  iguales  al  mismo 
Magdalena,  tan  grande  á  los  ojos  de  la  generalidad  de  sus  hijos. 
Desde  otro  punto  de  vista,  tenemos  que  Colombia,  hidrográfi- 
camente hablando,  comprende  cuatro  comarcas :  Amazonia  (604,000 
kilómetros  D)  ;  Orinoquia  (330,000  kilómetros  D);  Magdalenia 
(270,000  kilómetros  D,  incluso  el  Patía  intercordillerano),  y  las 
hoyas  secundarias  y  costaneras  (222,000  kilómetros  D);  pero  bien 
mirado  esto,  es  la  Magdalenia  la  que  rige  el  desarrollo  del  país ; 
de  suerte  que  á  este  respecto  puede  decirse  mide  600,000  kilóme- 
tros D,  pues  á  la  hoya  del  río  hay  que  agregar  entonces  la  ver- 
tiente occidental  (11 2,000),  el  resto  de  la  Qiribe  (Costa  y  Panamá 
1 32,000)  y  la  porción  habitada  y  civilizada  de  la  oriental  ( 1 1 5,000), 
de  tal  manera  que  el  resto  de  la  última  podría  desaparecer  de  re- 
pente, sin  que  semejante  acontecimiento  modificara  en  lo  más  míni- 
mo la  situación  actual  de  la  República.  En  los  820,000  kilómetros  D 
de  ese  resto,  apenas  si  hay  otra  cosa  que  llanuras  y  selvas  habita- 
das por  escaso  número  de  indios  salvajes. 


REGIÓN 

ORIENTAL 

Amazonia 

Orinoquia 

45  unidades 

22\  unidades 

REGIÓN 

OCCIDENTAL 

Magdalenia 
\t\  unidades 

Porciones 

secundarias 

16  unidades 

• 

Figura  107^-Diagrama  de  las  comarcas  hidrográficas  de  Colombia 


Rasgo  único  de  la  hidrografía  colombiana  es  el  paralelismo 
y  orientación  propia  de  cada  uno  de  los  grupos  de  sus  ríos,  con- 
forme atrás  queda  indicado  y  es  innecesario  repetir  aquí. 

Expuesto  lo  que  antecede,  no  estará  de  más  señalar  cuáles  son 
los  gandes  centros  hidrográficos  que  se  reparten  en  el  país  con 
cierto  ritmo. 

Ocupa  el  primer  lugar  el  Macizo  de  Colombia^  que  en  breve 
espacio,  casi  en  un  punto — media  legua  cuidrada — origina  cua- 
tro grandes  ríos  :  el  Patía  (Guachicono),  el  Cauca,  el  Magdalena 
y  el  Caquetá  :  el  primero  y  el  último,  tras  correr  hacia  el  N.  y 
hacia  el  S.,  vuelven  al  W.  y  E.,  respectivamente:  aquél  entre 


270  Nueva  Geografía  de  Colombia 


mqntes,  para  afluir  al  Pacífíco ;  éste,  después  de  curso  infínitamen- 
te  inás  largo  en  la  llanura,  para  granar  el  Atlántico  por  medio  del 
Amazonas ;  los  otros  dos  se  dirigen  hacia  el  N.,  marchan  para- 
lelos  centenares  de  kilómetros,  acaban  por  juntarse,  y  así  unidos, 
siempre  en  la  regióa  montañosa,  fluyen  al  mar  Caribe.  Así  pues, 
en  ese  macizo  se  tocan  nuestras  tres  vertientes  y  se  originan 
los  ejes  de  sus  declivios.  Luego,  más  al  N.,  surgen  otros  dos, 
uno  en  cada  una  de  las  grandes  mesas :  en  la  andina,  el  de 
ParamülOf  y  en  la  granadina,  el  de  Mesa  Uaná,  En  el  primero 
nacen  el  SiniS,  el  San  Jorge  y  el  León,  que  empiezan  con  rumbo  N., 
rumbo  que  el  Sinú  y  el  León  sostienen,  para  ganar  directamente  el 
mar,  aunque  el  León,  á  la  postre,  vuelve  al  W.,  en  tanto  que  el  San 
Jorge  lo  pierde  por  el  del  NE.,  para  afluir  al  Cauca  ;  todos  son 
ríos  navegables,  que  hacen  parte  de  la  vertiente  central,  siendo 
el  último  el  de  menor  longitud  :  las  otras  aguas  del  nudo  son  in- 
significantes. En  el  segundo  origínanse  el  Lebrija,  el  Zulia  y  el 
Sarare :  el  Lebrija,  tras  correr  hacia  el  SW.,  vuelve  al  N.  á  per- 
derse en  el  Magdalena  ;  el  Zulia  endereza  su  rumbo  siempre  al 
N.,  y  alcanza,  unido  á  otras  aguas,  el  lago  de  Maracaibo,  y  el 
Sarare  sostiene  el  suyo  hacia  el  E.,  para  incorporarse  á  la  vertien- 
te; oriental  é  ir  á  formar  el  Arauca  y  el  Apure,  que  se  pierden  en 
el  Orinoco  ;  también  todos  tres  son  navegables. 


Figura  Io8 — Magdalenia  y  territorios  subordinados 

En  fin,  al  S.  de  esos  nudos,  y  también  á  una  misma  latitud,  las 
dos  mesas  exhiben  sendos  nudos  de  notable  importancia,  como  son 
al  E.  el  de  Car  amanta,  y  al  \V.  el  de  Gachaneque,  Del  primero  arran- 
can por  un  lado  el  Atrato  y  el  San  Juan,  de  crecido  caudal,  que  se 
dirigen  primero  al  W.,  y  luego- vuelven  al  N.  y  al  S.,  sobre  un  mis- 
mo eje,  á  fin  de  ganar  directamente  aquél  el  Caribe  y  éste  el  Pa- 
cífico ;  por  el  Este  aparecen  otro  San  Juan  y  el  Risaralda,  que  se 
comportan  del  mismo  modo,  aunque  más  pequeños,  y  fluyen  al 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


^Tl 


Cauca.  De  Gachaneque,  y  con  rumbo  N.,  se  desprenden  el  SaraviCa 
y  el  Chicamocha,  bien  crecidos,  que  luego  se  unen  y  vuelven  al  W., 
sobre  el  Magdalena,  mientras  al  S.  nacen  el  Bogotá  y  el  Upía : 
aquél  corre  hacia  el  SW.,  en  busca  del  mismo  Magdalena ;  el 
otro,  después  de  marchar  hacia  el  S.,  tuerce  al  E.  en  busca  del 
Meta  :  como  se  ve,  guarda  notable  analogía  con  el  nudo  de  Co- 
lombia, del  que  difieren  los  cauces  en  su  configuración  tectónica. 


Figura  109 — Perñl  de  los  dos  principales  grupos  de  ríos  andinos  para  indicar  la 

diferencia  inicial  de  sus  parábolas 


Muchos  Otros  centros  hidrográficos  hay  en  el  país,  pero  en 
los  cuales  cuando  más  una  de  las  corrientes  originadas  tiene  curso 
dilatado.  En  Panamá  se  distingue  el  de  Espíritu  San/o,  origen  del 
Bayano  y  el  Chucunaque,  que  describen  notable  arco  ;  en  la  mesa 
andina»  el  líuila,  origen  del  Saldaña,  el  San  Miguel,  que  lo  es  del 
Nare  y  del  Porce-Nechí,  Cayambe  y  alguno  otro.  En  la  mesa 
oriental  señalaremos  El  Nevado^  Chaquira^  Jurisdicciones  y  Chita^ 
principalmente.  En  fin,  debe  citarse  la  sierra  de  Santamarta,  que  en 
su  flanco  E.  hace  con  el  Cesar  y  el  Ranchería  lo  que  Caramanta  con 
el  Atrato  y  el  San  Juan,  sólo  que  el  primero  no  lleea  al  mar.  Por 
último,  el  Caquetá  también  guarda  algunos  d,e  mediana  importan- 
cia, relativamente  hablando. 

Esto  sentado,  y  repitiendo  que  las  divisiones  hidrográficas  son 
falsas,  cuando  no  se  acomodan  á  las  naturales  del  terreno,  bueno 
es  hacer  un  rápido  estudio  sobre  cada  una  de  las  tres  vertientes  en 
que  se  divide  el  país  : 

Ríos  andinos — Si  la  masa  andina  por  su  extensión,  altura  y 
cantidad  de  lluvia  que  recibe,  es  el  verdadero  centro,  el  corazón 
hidrográfico  de  Colombia,  nuestros  grandes  ríos  semejan  arterias 
por  donde  las  aguas,  es  decir,  la  sangre  y  la  vida  de  los  continen- 
tes, se  escapa  hacia  las  extremidades.  Aun  cuando  sólo  el  Patía, 
el  Sinü  y  Magdalena-Cauca  parecen  formados  en  pleno  Ande, 
los  grandes  ríos  orientales  y  el  Atrato  y  el   San  Juan  también  lo 


NinvA  Geografía  de  Colohsia 


son,  ya  porque  en  ellos  abren  sus  fuentes,  ya  porque  de  ellos  n 
ben  sus  principales  afluentes. 


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II 


Nueva  Geografía  de  Colohbu 


Jtíos  de  la  llanura.-  Cuanto  á  los  ríos  que  se  forman  en  las  re- 
giones bajas,  ninguno  reviste  importancia  considerable  entre  los 
que  corren  al  N.  iS  al  W.,  y  los  que  lo  hacen  al  E.,  ó  sea  los 
de  las  llanuras,  por  lo  general  tributan  á  alguno  de  los  nacidos  en 
los  Andes.  Sin  enibargo,  unos  y  otros  se  distinguen  por  la  longitud 
y  la  sinuosidad  de  su  Curso,  de  ordinario  muy  lento,  si  no  en  su 
totalidad,  s(  en  grandes  trayectos;  los  rápidos  que  á  veces  los 
alteran  son  el  rasgo  que  más  los  asemeja  á  los  ríos  andinos  pro. 
píamente  dichos. 


o  y  los  Llanos,  según  E.  Andrée. 


Por  lo  que  hace  al  Istmo,  la  carencia  de  anchas  zonas  impide 
se  hayan  formado  allí  ríos  dignos  de  tal  nombre,  salvo  en  los  ex- 
tremos, 6  sea  en  los  puntos  de  enlace  con  la  América  del  Sur  y 
con  la  América  Central. 

1.  Vertie>te  occidental  ó  del  Pacífico. — Es  la  más  pequeña 
de  las  tres  en  que  se  divide  el  suelo  colombiano,  pues  se  compwne 
de  estrecha  y  larguísima  faja  de  tierra  que  se  pliega  en  gigantesco 
arco  de  la  frontera  del  Ecuador  á  la  de  Costa  Rica  y  envía  al  mar 
las  aguas  caídas  en  poco  más  de  1 2  millones  de  hectáreas  por  me- 
dio de  200  bocas  que  ruedan  unos  S-Ooo  metros  cúbicos  por  se- 
gundo, y  de  las  cuales  pocas — sólo  cuatro — corresponden  á  co- 
rrientes de  alguna  signíñcación  :  en  general  son  riachuelos  á  que  la 
marea  presta  cierto  valor. 

Esta  faja  sólo  adquiere  alguna  anchura  hacia  el  S.,  y  en  el 
centro  se  reduce  en  algün  trecho  al  simple  escarpe  de  baja  serra- 
nía muy  próxima  al  mar  (Baudó),  lo  cual  la  divide  en  dos  porcio- 


—Carla  de  la  parte  occiJenlal  Je  Colombia.  Escala :   i :  6.000,000 


NüKVA  Geografía  de  Colombia  ^75 


nes :  la  ístmica  y  la  continental.  La  vertiente  del  Pacífico  está,  puep^ 
limitada  por  la  cordillera  del  Quindío  (flanco  occidental),  del  nudo 
de  Huaca  al  macizo  de  Colombia ;  por  la  cordillera  del  Chocó,  del 
cerro  Munchique  al  páramo  Tatamá  (istmo  de  San  Pablo);  por  lá 
serranía  de  Baudó,  del  cerro  de  este  nombre  al  de  Aspa  ve ;  y,  en 
fin,  por  la  serranía  de  Panamá,  de  Aspa  ve  á  Cruces,  ó  sea  compren- 
de la  falda  izquierda  de  una  serie  de  relieves  y  por  trozos  también 
la  derecha  de  los  mismos,  de  suerte  que  no  coincide  ni  con  las 
cuencas  geológicas  ni  con  las  orográficas,  tomando  estos  vocablps 
en  su  más  lata  acepción. 

El  área  total  de  la  vertiente,  que  mide  más  de  1 12,000  kilóme- 
tros D,  se  distribuye  así :  Serranías  de  Panamá,  34,000;  Serranía 
de  Baudó,  16,000 ;  cordillera  del  Chocó,  S3,ooo;  y  cordillera  del 
Quindío,  9,000.  Desde  otro  punto  de  vista,  de  ese  total  46,000  son 
panameños  y  76,000  caucanos,  y  si  del  Chocó  se  le  escapa  á  Ip,  ver- 
tiente toda  la  hoya- del  Atrato,  compensa  esta  pérdida  absorbiendo 
al  S.  la  intercordillera  en  la  parte  que  corresponde  á  la  hoya  inter- 
andina del  Patía.  La  magistral  de  esta  vertiente,  en  más  de  un 
punto  señalada  por  humildes  relieves  al  pie  de  enormes  parame- 
ras, mide  1,900  kilómetros  de  desarrollo,  y  la  faja  que  la  constituye, 
si  en  unos  puntos  alcanza  hasta  225  kilómetros  de  amplitud,  en 
otros  disminuye  de  tal  manera  que  no  mide  una  legua  de  anchura. 

La  superficie  citada  se  descompone  en  dos  porciones.  Lá  sep- 
tentrional, dirigida  de  W.  á  E.,  mide  unos  cinco  millones  de  hectá- 
reas y  encierra  340  ríos,  que  van  al  mar  por  120  bocas :  no  es  otra 
cosa  que  el  declivio  meridional  de  la  serranía  ístmica,  con  anchura 
varia  en  extremo,  nunca  superior  á  20  leguas,  reducida  á  2  en  al- 
gún punto ;  las  aguas,  en  general,  corren  de  N.  á  S.  agrupándose 
en  haces  máximos,  como  se  comprende,  en  David,  en  la  península 
de  Azuero  y  en  el  Darién,  donde  el  mayor  de  sus  ríos  se  compone 
de  dos  grandes  brazos  abiertos  sobre  eje  de  NW.  á  SE. 

Dicha  región  ístmica  de  la  vertiente  (46,000  kilómetros  D),  na 
encierra  ningún  río  notable  ;  los  más  de  ellos  apenas  miden  de  40 
á  80  kilómetros  de  curso,  y  sus  hoyas  no  exceden  de  unas  pocas  de- 
cenas de  kilómetros  D;  muchos  no  son  sino  arroyos,  pero  como  la» 
mareas  suben  hasta  12  metros  en  esa  costa,  las  bocas  se  transforman 
entonces  en  rías  que  permiten  la  navegación  por  algún  trecho.  En 
.Chiriquí  merecen  mención  el  Chiriquí  viejo,  el  Chiriquí  del  Sur,  que 
forma  el  puerto  de  David  y  el  Tabasará  ;  en  Veraguas,  el  San  Pa- 
blo y  el  Santa  María,  que  miden  150  kilómetros  y  desaguan  en 
las  bahías  deMontijoy  de  Parita,á  ambos  lados  de  la  península  de 
Azuero ;  en  Panamá  el  Riogrande,  y  en  Azuero  el  de  los  Santos  ; 
en  el  Darién  el  Bayano,  el  Tuira  (270  kilómetros)  y  el  Sambú  que 
tienen  mayor  caudal  debido  á  mayoresjprecipitaciones  atmosfé- 
ricas en  esa  parte  del  istmo. 

La  porción  meridional,  tendida  de  S.  á  N.,  mide  cosa  de  8  mi- 
llones de  hectáreas,  en  que  240  ríos  forman  99  bocas:  es  el*  declivio 
occidental  de  Baudó  y  de  una  parte  de  la  mesa  andina  ;  su  anchura 
es  varia,  y  rumbo  N.  se  estrecha  en  escalones,  pasando  así  de  40  £ 
2  leguas ;  al  S.  penetra  en  la  mesa  andina  hasta  la  cresta  del 
Quindío  (Patía),  luego  retrocede  para  no  ocupar  sino  el  flanco  W. 
de  la  del  Chocó,  de  Munchique  á  Caramanta  (Buenaventura),  pero 


276  Nueva  Geografía  de  G)lombia 


absorbiendo  los  dos  declivios  de  Baudó  (San  Juan),  y  al  fin  se  re- 
duce á  la  falda  W.  de  este  último  relieve,  desde  el  Istmo  de  San 
Pablo  hasta  la  cumbre  de  Aspavc.  El  crecido  caudal  de  los  ríos 
de  esta  porción  proviene  de  la  intensidad  de  las  lluvias  que  baten 
el  Chocó. 

A  lo  largo  de  la  costa  continental  se  hallan  sucesivamente  el 
Baudó,  que  riega  el  valle  central  de  la  serranía  á  que  da  nombre ; 
el  San  Juan,  de  rumbo  opuesto  al  Atrato,  y  como  éste,  de  consi- 
derable caudal  en  relación  á  su  hoya  y  delta  terminal  de  bastante 
extensión ;  después  aparecen  el  Dagua,  el  Micay,  el  Guapi,  el  Iz- 
cuandé  y  el  Tapaje,  tipos  de  los  ríos  del  bajo  Chocó ;  el  Patía,  tan 
notable  por  abarcar  entre  sus  brazos  todas  las  breñas  de  Tuque- 
rres,  Pasto  y  Almaguer  y  las  llanuras  que  le  dan  nombre,  y  en  fin, 
el  Mira,  de  análogo  régimen  y  colombiano  sólo  en  su  parte  extra- 
andinik 

Insistimos.  Esta  sección  que  absorbe  casi  todo  el  Chocó,  pues  no 
deja  fuera  sino  la  hoya  del  Atrato,  varía  muy  notablemente  en  sus 
caracteres,  pero  en  general  puede  decirse  que  se  compone  de  una 
faja  (I.)  de  clivio  de  montes,  más  ancha  en  la  mitad  sur  que  en  la  del 
norte,  y  de  una  zona  (D.)  intercordillerana,  adosada  por  el  E.  á  la 
primera  mitad  de  la  anterior,  por  lo  cual  la  englobaremos  en  ella. 
La  primera  mitadó  porción  Sur  del  bajo  Chocó  aparece  surcada  por 
tres  corrientes  importantes  y  paralelas  (SE.  áNW.)  que  corren  á 
14  leguas  de  distancia  por  valles  de  25;  estas  corrientes  (Mira,  Pa- 
tía é  Izcuandé)  tienen  así  en  su  hoya  una  parte  W.  donde  corren  ya 
formadas,  y  otra  E.  donde,  entre  altos  relieves,  reciben  numerosos 
afluentes  que  compenetran  el  suelo  que  ellos  bañan.  Además,  los  dos 
primeros  se  acrecen  con  aguas  venidas  de  la  intercordillera,  y  entre 
ellos  la  costa,  por  abrir  el  seno  de  Tumaco,  no  guarda  corrientes  de 
importancia ;  entre  el  Patía  y  el  Izcuandé,  colmado  el  antiguo  seno, 
aparecen  otras  más  crecidas,  y  al  N.  de  la  última  el  suelo  se  trans- 
forma. La  segunda  mitad  del  mismo  hacia  su  centro  ofrece  en  los 
farallones  de  Cali  nudo  que  irradia  aguas  paralelas  al  WNW.  y 
NW.,  entre  otras  que  complican  su  régimen  por  abarcar  su  hoya 
porciones  altas ;  al  N.  está  el  Dagua,  que  forma  martillo  y  envuel- 
ve así,  al  S.,  varios  riachuelos ;  al  S.  está  el  Micay,  que  se  com- 
porta del  mismo  modo,  pues  es  paralelo  al  otro  (del  que  dista  19 
leguas),  sólo  que  como  en  su  primer  trozo  (de  S.  á  N.)  está  más 
alejado  del  Pacífico,  deja  campo  á  aguas  que  si  corren  de  E.  á  W., 
aumentan  hacia  el  S.  para  crear  las  últimas  río  de  mayor  cau- 
dal y  hoya  aledaña  á  la  del  Izcuandé.  Como  se  ve,  el  litoral  de  esta 
mitad  (bajo  Chocó)  corre  rectamente  entre  dos  bahías  formadas 
por  bruscas  salientes  de  la  tierra  firme. 

Analicemos  los  ríos  de  la  vertiente  volviéndonos  del  S.  al  N. 

En  primer  lugar  aparece  el  Mira  (curso  en  Colombia  24  le- 
guas), que  reúne  sus  primeras  aguas  en  la  mesa  ecuatoriana  (Iba- 
rra),  de  la  cual  baja  con  bruscos  cambios  de  dirección  hasta  apode- 
rarse, por  último,  del  valle  de  su  afluente  el  San  Juan,  originado  al 
W.  de  Cumbal,  el  cual  lo  lleva  al  mar  paralelamente  á  otro  de  sus 
tributarios,  el  Güiza  ó  Cnaiquer,  que  nace  en  Mallama,  recorre  una 
hoya  salvaje  si  las  hay,  y  recibe  sus  afluentes  de  la  faja  que  lo  di- 


Nueva  Gteografia  de  Colombia  277 


vide  del  principal.  El  Mira  es  naveg^able  en  Colombia  por  22  le- 
guas, aunque  de  ellas  sólo  10  en  vapor,  que  abarcan  una  hoya  de 
235  leguas  cuadradas,  selvosa,  casi  desierta,  y  25  kilómetros  antes 
de  su  fin  (Isla  Porqusra)  se  divide  en  dos  brazos  que  concluyen  por 
7  bocas  y  forman  extenso  y  pantanoso  d#lta  de  SCX)  kilómetros  D . 

Un  fKDCo  al  N.  del  anterior  desemboca  el  Paiiay  crecida  cuan- 
to notable  corriente  por  su  extraño  régimen.  A  decir  verdad,  es  un 
río  doble  con  una  hoya  alta  é  interandina  y  otra  baja  ó  transandi- 
na, unidas  las  dos  por  la  famosa  estrechura  de  Minamá  ó  Guadual ; 
la  primera  es  considerable  óvalo  de  eje  S.  á  N.  y  doble  declivio,  en 
tanto  que  la  segunda  es  triángulo  adosado  á  la  otra,  con  eje  de 
SE.  á  NW.  En  la  cuenca  interandina  se  ven,  pues,  ríos  que  de  todos 
los  puntos  del  horizonte  convergen  á  reunirse  en  un  gran  plano, 
al  pie  de  Minamá ;  en  la  otra  los  afluentes  tan  solo  llegan  por  el  S., 
bien  que,  como  los  otros,  corren  igualmente  entre  breñas :  sólo  en 
pequeña  parte  marca  el  Patía  el  thalweg  de  su  hoya,  pues  entre  los 
Andes  lo  fija  el  surco  Munchique-Timbío-Patía-Guáitara-Cha- 
pués  (42  leguas),  abierto  al  píe  E.  de  la  cresta  del  Chocó,  por  lo  cual 
sus  mayores  afluentes  le  llegan  de  la  del  Quindío  divididos  en  varios 
grupos,  todos  por  valles-grietas,  y  fuera  de  los  Andes  lo  indica  el 
surco  Telembí-Patía  (32  leguas),  que  corre  de  SE.  á  NW.  y 
forma  ángulo  con  el  del  interior. 

Así  pues,  la  hoya  interandina  de  este  río  se  compone  de  dos 
opuestos  taludes,  de  sólo  seis  leguas  el  occidental,  de  diez  el  orien- 
tal, y  muy  breves  los  del  N.  y  el  S. :  el  surco  longitudinal  recorre 
las  cotas  de  4,ooo-r-6oo — 1,800  metros,  bajando  por  escalones  de 
las  más  altas  á  las  más  bajas ;  en  tanto  que  el  transversal  marca  las 
de  4,000 — 600 — 2,500  en  bruscos  taludes.  Cuanto  á  la  porción  ex- 
tema, que  de  base  sólo  mide  18  leguas  S.  á  N.  (de  Mallama  á  Caca- 
negro),  rebaja  su  nivel  á  un  tiempo  de  E.  á  W.  y  de  S.  á  N.,  y  en 
aquel  rumbo  baja  de  4,000  á  12  metros  en  20  leguas. 

El  Paita  es  el  segundo  río  de  este  litoral  por  la  masa  de  sus 
aguas,  pero  el  primero  por  la  magnitud  é  importancia  de  su  hoya, 
salvo  pequeñísima  porción  (al  S.)  íntegramente  colombiana,  y  que, 
segdn  se  dijo,  por  modo  natural  se  divide  en  dos  porciones :  lito- 
ral la  una,  intercordillerana  la  otra  más  rica  y  poblada.  El  Patía 
nace  en  plena  mesa  andina,  en  el  macizo  de  Colombia,  al  lado  de 
los  ríos  Cauca,  Magdalena  y  Caquetá,  si  se  considera  como  rama 
madre  el  Guachicono.  De  ordinario  se  miran  como  cabeceras  del 
Patía  las  aguas  de  los  ríos  que  se  originan  entre  la  cuchilla  del 
Roble  y  la  Sierra,  nacen  por  lo  mismo  en  el  Sotará  ó  su  principal 
estribo  del  N.,  corren  primero  de  E.  á  W.  y  luego  vuelven  al  SW., 
de  suerte  que  al  pie  del  cerro  Guavas  (cordillera  del  Chocó)  están 
ya  unidas  en  un  solo  cauce,  á  que  se  han  mezclado  algunas  que 
brotan  en  la  opuesta  crestería.  A  este  cauce,  ya  nombrado  Patía, 
siguen  afluyendo  por  la  izquierda  riachuelos  sin  importancia,  en 
tanto  que  por  la  opuesta  banda  le  caen  dos  grupos  considerables 
de  afluentes.  El  primero  lo  ^constituye  el  Dosrtos,  formado  por  el 
Guachicono  y  el  &«  Jorge,  que  se  juntan  en  la  llanura  poco  antes 
de  morir :  el  Guachicono,  que  describe  un  arco  acentuadísimo,  re- 
coge las  aguas  paralelas  que  entre  angostas  cuchillas  surcan  las 
tierras  que  median  entre  la  Sierra  y  el  páramo  de  Almaguer ;  el 


áy&  Nueva  GEOcRAriA  de  Colombia 


San  Jorge  hace  lo  propio  con  las  nacidas  en  la  tierra  no  menos 
quebrada,  pero  que  en  otra  forma  se  dilata  de  ese  páramo  á  la 
montaña  de  Bateros.  El  segundo  grupo  lo  forman  el  Mayo  y  el 
Juünamhúy  célebres  en  los  anales  militares  de  Colombia,  y  cuyas 
bocas  no  distan  una  legua  :  los  dos  nacen  muy  cercanos,  en  el  gru- 
po volcánico  de  las  Animas,  ambos  formados  por  dos  ramas  prin- 
cipales, y  corren  más  francamente  de  E.  á  W.  por  grietas-valles 
que  separa  la  montaña  del  Arenal,  que  las  aleja  bastante  hacia  la 
mitad  de  su  curso,  recibiendo  el  Juanambü  por  la  izquierda  el  tri- 
buto de  las  aguas  que  riegan  las  breñas  de  Pasto. 

En  la  boca  del  Juanambü  el  Patía  principia  la  acentuada 
curva  que  lo  lleva  largo  trecho  al  NW.,  y  en  cuyo  trayecto  fran- 
quea la  cordillera  del  Chocó  por  la  formidable  hoz  que  dominan  los 
cerros  Cacanegro  y  Sotomayor,  vulgarmente  denominada  estre- 
cho de  Minamá,  donde  el  cauce  apenas  cuenta  cinco  metros  de 
anchura  en  algún  punto  y  baja  de  600  á  2.Q0  metros,  por  lo  cual  en 
muchos  kilómetros  el  antes  navegable  río  se  transforma  en  conti- 
nuado raudal,  con  algunos  pasos  peligrosos  para  las  embarcacio- 
nes. Intertanto  cruza  la  cordillera,  recibe  por  la  derecha  el  San 
Pablo  y  formado  en  la  montaña  del  Castigo,  y  un  poco  antes,  por  la 
otra  banda,  y  muy  cerca  del  Juanambü,  el  Guáitara. 

El  Guáitara^  conocido  por  lo  salvaje  de  su  lecho  y  lo  preci- 
pitado de  su  curso,  es  el  tipo  del  río  de  la  entrecordillera,  cjie  no 
puede  ser  sino  un  colosal  torrente  :  el  Guáitara  en  los  100  kilóme- 
tros de  su  longitud  baja  unos  3,000  metros  sin  un  trecho  de  repo- 
so, porque  su  cauce  no  es  sino  una  enorme  grieta  entre  escarpas 
de  800  á  1,000  metros,  abierta  en  la  cordillera  por  los  mismos  fe- 
nómenos que  le  dieron  el  ser,  de  suerte  que  es  el  rasgo  tectónico 
originario  de  la  actual  cuenca  hidrográfica  del  Patía,  ó  sea  el  ihal- 
weg  de  la  comarca  antes  de  la  aparición  de  las  traquitas.  El  Guái- 
tara, que  nace  en  el  Chiles  y  se  llama  Carchi  en  sus  primeros  ki- 
lómetros, ó  sea  antes  de  que  pase  bajo  el  puente  natural  de  Ru- 
michaca,  engloba  en  su  parte  alta  las  altiplanicies  de  Tüquerres 
ayudado  por  el  Sapuyes  (D.)>  Q^^  ^^  tributa  no  Jejos  del  Angasmqyo, 
quizá  el  río  más  salvaje  de  Colombia,  y  en  la  baja,  ix)r  medio  del 
Bodo  (D.)  y  de  varios  torrentes,  la  mayor  parte  de  las  del  Volcán 
Galera,  frente  al  cual  lo  engrosad  Pacual{l.),  el  más  largo  de  sus 
afluentes. 

Así  engrosado  el  Patía,  ya  gran  río,  penetra  en  los  desfilade- 
ros de  la  cordillera  del  Chocó  *,  donde  entre  raudales  y  angostu- 
ras increíbles  está  el  singular  remolino  del  Culebrón,  buscando  la 
llanura  que  baña  el  Pacífico,  en  la  cual  ha  divagado  su  lecho,  gira 
al  SW.  y  carece  de  afluentes  por  la  izquierda,  en  tanto  que  por  la 
opuesta  banda,  después  de  caerle  algunos  de  escasa  importancia,  lo 
engrosa  el  poderoso  2ele??¡bí  (125  kilómetros),  casi  tan  caudaloso 
como  él  mismo,  cuyas  fuentes  se  abren  al  respaldo  de  Tüquerres, 
no  lejos  de  las  del  Cuaiquer  y  del  Pacual,  y  recibe  varios  afluentes, 
el  más  occidental  de  los  cuales,  el  San  José  (S.  á  N.),  apenas  dista 
25  kilómetros  de  la  bahía  de  Tumaco. 


*  Esta  hoz  de  Minamá-Salto  es  indudablemente  la  más  notable  qae  en 
fn  especíe^uardan  los  Andes. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  279 


A  partir  de  la  boca  Telembí  el  Patía  con  exageracki  anchura' 
tuerce  al  N.  W.  y  avanza  majestuoso  en  largos  giros  surcando  tierraá' 
bajas  llenas  de  pantanos  y  ciénagas,  pero  con  algunos  oteros  y  al-. 
tozanos,  rebasados  los  cuales,  al  N.  del  seno  de  Tumaco,  con  el 
cual  se  une  por  medio  de  la  vasta  laguna  de  Chimbusa,  se  abre 
en  varios  brazos  para  formar  un  delta  que  hace  juego  al  del  Mira, 
siendo  de  notarse  en  él  las  bocas  Grande  y  Majagual, 

Es,  pues,  el  Patía  una  corriente  considerable  cuyo  curso  as- 
ciende á  80  leguas,  de  ellas  45  en  la  entrecordillera,  y  que  recoge  las 
aguas  de  una  hoya  de  25,000  kilómetros  D,  de  los  que  16,000  que-< 
dan  entre  montes,  por  lo  cual  su  curso  se  divide  en  alJo  y  bajo.  Por 
desgracia,  presta  poca  utilidad  como  camino,  á  pesar  de  reunir  el. 
tributo  de  80  ríos  y  400  arroyos,  por  culpa  de  esa  división,  pues' 
aun  cuando  en  la  entrecordillera  es  navegable  para  barcas  peque- 
ñas desde  Dosríos  hasta  el  Guáitara  (13  leguas),  y  antes  otras  ib. 
para  canoas,  luego  es  muy  difícil  hacerlo  á  causa  de  la  estrechura 
de  Minamá  y  los  fuertes  raudales  del  Guadual  y  el  SaltOj  como  que 
baja  560  metros  en  80  kilómetros.  A  partir  de  este  punto,  admite 
de  nuevo  barcos  pequeños  por  18  leguas,  y  después,  por  otro  tanto, 
desde  la  boca  Telembí,  ya  soporta  buques  de  vapor  todo  el  año. 
El  Telembí  admite  éstos  hasta  Barbacoas  (6  leguas). 

Entre  los  deltas  de  Mira  y  Patía  se  abre  el  seno  de  Tumaco, 
en  el  cual  desaguan  varios  riachuelos  poco  importantes.  Al  Nrdel 
ultimo  y  á  16  leguas  de  él  está  el  Izcuandé,  y  entre  los  dos  quedaí  á 
media  distancia  entre  la  cresta  y  el  mar,  un  arco  de  ciénagas^ 
— principales.  Caballos  y  Guascaona — que  marca  un  antiguo  litoral, 
y  de  las  cuales  salen  varios  riachuelos,  entre  los  que  prima  el  San^ 
quiangüy  que  nace  más  adentro  y  cruza  el  centro  de  esa  zona,  muy 
plana,  llena  de  caños  que  se  unen  á  los  dos  ríos  últimamente  cíta<- 
dos.  Antes  del  Izcuandé  corre  el  Tapaje  (90  kilómetros  SE.  á  NW.), 
raro  conjunto  de  brazos  cuyos  orígenes  están  en  Laguna  Brava  y 
cerrillos  de  San  Luis. 

El  Izcuandé  es  una  corriente  importante  de  rumbo  WNW.  que 
mide  1 25  kilómetros  de  curso  y  recoge  las  aguas  de  vasta  zona 
(125  leguas  D)  de  la  cordillera — de  Cacanegro  á  San  Juam— en  for- 
ma de  numerosos  tributarios  que  casi  íntegramente  le  afluyen  por  la- 
I.  Fórmase  el  río  con  el  Izcuandé  y  el  Izcuandecilo,  que  envuelven 
por  el  W.  el  macizo  de  Tamar,  tras  lo  cual  toma  el  rumbo  indicado, 
recibe  (D.)  el  Munchique,  nacido  en  San  Juan,  y  á  poco  presenta  un 
salto  que  lo  lleva  á  regiones  más  bajas,  que  lo  engrosan  con  La 
Junta,  Maiambí  y  San  Luis  (casi  de  S.  á  N.  y  paralelos),  pero  en 
seguida,  ya  navegable — 60  kilómetros, — corre  con  sólo  arroyos  por 
afluentes,  bien  que  intensas  lluvias  compensen  esa  falta,  y  concluye 
en  curioso  delta  de  seis  brazos  simétricos  y  arqueados,  que  llevan 
al  mar  300  metros  cúbicos  por  segundo. 

Doce  leguas  median  entre  este  río  y  el  Micay,  y  entre  Iqs  dos' 
y  al  respaldo  del  ramal  de  Timbiquí  se  hallan  de  S.-N.  Guapi, 
Guajuy  Timbiquí  y  Saija,  pequeños  los  centrales,  mayor  el  primero, 
que  nace  en  Guapí  y  recibe  media  docena  de  afluentes  que  le  son 
paralelos  (W.  á  E.),  y  salvo  uno,  todos  por  su  D.,  siendo  notable  el 
Napl  (el  más  N.)  por  sus  numerosos  saltos.  Cuanto  al  Saija,  que 


2^0  Nueva  Geografía  de  Colombía 


corre  de  S.  á  N'.  antes  de  volver  al  W.,  recibe  alg^unos  afluentes, 
primando  entre  ellos  otro  Patía. 

El  Micayy  notable  por  lo  extenso  de  su  hoya  (200  legfuas  D )  y 
lo  raro  del  relieve  de  ésta,  en  verdad  no  se  llama  tal  sino  cuando  ya 
se  hám  reunido  todas  las  corrientes  nacidas  dentro  de  una  U  formada 
al  E.  del  cerro  San  Juan  y  que  llevan  rumbo  W.,  ó  sea  siguiendo  el 
eje  del  Chuari,  que  nace  en  cerro  Naya.  En  el  fondo  de  la  U  surgen 
San  Juan  y  Guachiio,  que  corren  (NW.)buen  trecho  paralelos  al  pie 
de  Timbiquí  antes  de  juntarse,  tras  lo  cual  giran  al  N.,  y  por  la  D. 
reciben  el  Mechen gue,  el  Agu aclara  y  el  Siguí,  éste  formado  por  dos 
brazos  paralelos  á  Chuari;  el  otro,  nacido  entre  las  serranías  de  Si- 
guí y  Aguaclara,  y  el  Mechengue,  el  mayor  de  todos,  resulta  de  su 
unión  con  el  San  Joaquín,  que  delinea  ángulo  que  envuelve  la  se- 
rranía de  aquel  nombre.  El  San  Joaquín  se  prolonga  antes  y  hacia 
el  S.  con  el  San  Joaquincito,  por  lo  cual  forma  surco  S.  á  N.  al 
pie  del  cerro  Picacho.  En  fin,  al  \V.  del  ramal  de  Timbiquí  está 
el  Joli  (S.  á  N.,  al  respaldo  del  Saija),  desde  cuya  boca  son  nave- 
gables estas  aguas  (12  leguas),  que  entran  al  mar  por  sólo  dos 
bocas :  el  Micay-San  Joaquín  recorre  1 75  kilómetros. 

En  seguida,  ó  sea  hasta  el  Dagua,  se  hallan  varios  ríos  que 
forman  tres  grupos  dobles  de  corrientes  paralelas,  menores  en  el 
del  centro  (Cajamhre,  Timba  :  10  leguas  al  WN.  W.),  más  cauda- 
losos en  el  del  S.  {Naya,  Turumangm :  18  leguas  al  W.),  y  de 
hoya  más  montuosa  los  del  N.  {Raposo,  Anchicayá:  14  al  NW.), 
que  terminan  en  pequeños  deltas.  En  fin,  el  ultimo  río  del  Bajo 
Chocó  (Dagua)  deriva  su  importancia  de  guardar  en  su  cuenca  la 
vía  que  une  á  Cali  con  Buenaventura.  Este  río,  cuya  hoya  trian- 
gular es  análoga  á  la  del  Micay,  queda  encerrado  entre  dos  gran- 
des estribos  cuyos  próximos  remates  destroza  :  nace  en  los  farallo- 
nes de  Cali  y  corre  primero  al  N.  y  luego  al  W. ;  su  cauce,  notable 
por  sus  violentos  y  numerosos  meandros,  se  abre  al  través  de  larga 
serie  de  escalones  del  terreno  por  medio  de  saltos  y  rápidos  que 
no  terminan  sino  muy  abajo,  yendo  entonces  tranquilo  á  perderse 
en  la  bahía  por  una  sola  boca.  En  la  montaña,  cuando  va  de  S.  á 
N.,  lo  hace  entre  dos  pequeños  afluentes  que  le  son  paralelos:  el 
Biiaco  á  la  D  y  el  Pepita  á  la  I.  Antes  se  navegaba  el  Dagua  con 
grandes  peligros  en  20  de  las  30  leguas  que  mide  su  curso. 

De  Mataje  al  Dagua  se  cuentan,  pues,  más  de  30  ríos  que,  casi 
todos,  concluyen  en  deltas  próximos  que  se  unen  por  caños  hasta 
poder  decir  que  no  forman  sino  uno  solo,  por  lo  cual  resultan  ora 
uno,  ora  varios  canales  paralelos  á  la  costa;  ventajosa  disposición, 
ya  que  aquélla  es  un  tanto  peligrosa.  De  esos  ríos,  hasta  los  más 
pequeños  son  navegables  siquiera  sea  en  corta  longitud,  merced  al 
auxilio  de  las  mareas  y  de  las  fuertes  lluvias  que  bañan  la  región. 
A  más  de  1,000  kilómetros  suben  dichas  porciones  navegables, 
todas  bien  unidas  entre  sí,  y  que  constituyen  la  joya  de  la  red  hi- 
drográfica del  país. 

Cuanto  al  litoral  del  alto  Chocó,  á  pesar  de  su  gran  desarro- 
llo, si  se  exceptúan  el  San  Juan  y  el  Baudó,  carece  de  ríos  pro- 
piamente tales ;  hay  sí  numerosos  arroyos,  en  especial  al  S.  del 
segundo,  en  donde  también  son  más  crecidos  y  recorren  suelo  más 
plano,  pues  más  al  N.  se  abren  paso  entre  alturas.  Como  en  el  bajo 


Nueva  Geogbafia  de  Colombia 


Chocó,  muchos,  sí  no  todos,  son  navegables  en  pane  más  ó  menos 
g^nde,  y  varios  adquieren  grandísima  importancia  por  facilitar  rá- 
pida comunicacidn  entre  el  mar  Pacifico  y  el  Caribe  por  medio  del 
Atrato  y  las  numerosas  depresiones  de  la  Serranía  de  Baudó ;  los 
más  notables  son  Bahía  (lO  kilómetros)  y  Ciipica  (30).  Por  lo  que 
hace  á  Baudó  y  San  Juan,  más  dilatado  ¿sto,  ambos  corren  de  N, 
¿  S.,  el  primero  paralelo  al  Aíralo,  de  inverso  rumbo,  más  cerca 
al  mar  el  seg'undo,  y  á  la  postre  vuelven  al  ocaso  á  concluir  en  un 
delta  extenso  el  segundo,  pequeñísimo  el  otro. 

El  San  Juan  es  el  más  caudaloso  de  los  tributarios  del  Pacífico 
en  la  América  del  Sur,  pues  rueda  1,300  metros  cúbicos  por  se- 
gundo, no  obstante  lo  reducido  de  su  hoya  (12,000  kilómetros  D) 
y  lo  corto  de  su  curso  (400  kilómetros),  que,  deducción  hecha  de 
curvas,  se  reduce  á  35  leguas,  distancia  recta  que  separa  su  boca 
del  Istmo  de  San  Pablo,  y  forma  el  canal  de  desagüe  de  una  zona 
rectangular  (32  leguas  S.  á  N.  x  15  á  20  E.  á  \V.),  que  al  SW.  se 
completa  con  crecido  delta,  á  modo  de  apéndice, á  donde  llegan  reu- 
nidas las  aguas  de  37  ríos  y  un  centenar  de  grandes  arroyos,  todos 
de  rico  caudal,  merced  á  lo  Intenso  de  las  lluvias  en  el  Chocó. 


fita  (incdilo). 

Nace',el  San  Juan  no  lejos  del  cerro  Caramanta,  entre  el  Pa- 
ramillo  de  Andes  y  el  Alto  de  Las  Palmas,  á  poco  más  de  2,000 
metros  de  altura,  y  entre  sus  afluentes  el  Águila  (I.)  y  el  Taíamá 
(D.),  corre  al  S\V.  primero  y  luego  al  W.,  describiendo  un  arco 
que  pasa  por  Tadó  (96  metros),  y  lo  lleva  á  San  Pablo,  donde  en 
violento  codo,'al  pie   del  conocido   istmo  de  esc  nombre,  cruza 

Nufva  Gcetra/la  de  Ctlfmiia  tomo  1—19 


282  Nlkva  Geografía  de  Colombia 


al  S.  envolviendo  las  eruptivas  Mojarras  de  Tadó,  á  sólo  25  kiló- 
metros de  donde  el  Atrato  procede  del  mismo  modo  para  girar 
hacia  el  N.  El  San  Juan,  que  en  su  marcha  al  S.  corre  un  momen- 
to al  resf)aldo  del  Baudó  y  luego  al  del  Pacífico,  avanza  descri- 
biendo grandes  curvas  llenas  de  infinidad  de  meandros  y  brazue- 
los. En  este  trayecto  el  río,  que  por  la  D.  sólo  recoge  arroyos,  por 
la  I.  se  engrosa  con  verdaderos  ríos  como  son  el  lamaná^  de  rau- 
do curso  y  en  parte  hijo  del  enorme  cerro  Torra  que  le  da  el  Su- 
rama ;  el  Sipiy  tan  grande  como  el  principal,  que  no  nace  en  la 
cumbre  magistral  y  recoge  el  Garrapatas,  que  si  brota  en  ella 
cerca  del  Tamaña,  corre  de  N.  á  S.  casi  en  el  lomo  de  la  cordille- 
ra, y  luego  tuerce  rumbo  describiendo  enorme  curva  de  seno  vuel- 
to al  S. ;  y  el  Calima ^  vecino  del  Dagua  y  que  cortos  arrastrade- 
ros enlazan  á  la  bahía  de  Buenaventura.  Entre  este  último  y  Sipí 
se  abren  las  bocas  de  Jujiadó,  Cucurrupi\  Copomá  y  MungutWó,  de 
bastante  caudal. 

La  hoya  del  San  Juan  ofrece  mínimos  declivios  al  N.,  S.  y  W. 
y  mayor  al  E.,  puesto  que  el  del  ocaso  apenas  mide  de  i  á  6  leguas, 
en  tanto  que  en  el  último  sube  á  19  y  guarda  valles  crecidos  que 
terminan  sobre  la  opuesta  falda,  por  lo  cual  puede  decirse  que  el 
San  Juan  es  simple  canal  de  N.  á  S.  al  pie  de  los  bajos  relieves  de 
Baudó,  canal  que  recoge  las  aguas  de  la  cordillera  del  Chocó  (de  2  J 
kilómetros  de  altura),  cuyo  curso  ordinario  es  de  60  á  80  ki- 
lómetros ;  dicho  canal,  que  á  su  I.  lleva  altas  barrancas  y  á  la  D. 
tiene  grandes  espacios  casi  planos,  pues  sólo  los  esmaltan  oteros  y 
colinas,  ofrece  pequeño  desnivel  (90  á  10  metros  en  25  leguas),  que 
contrasta  con  el  de  los  ríos  de  la  I.,  en  buena  parte  de  su  curso  gran- 
des torrentes  nada  más.  El  muro  W.  de  la  hoya  se  compone  de  tie- 
rras uniformes,  regadas  por  arroyos,  en  tanto  que  al  E.  el  relieve, 
muy  complejo,  presenta  en  su  centro  y  en  su  lomo  un  largo  surco 
(16  leguas)  que  fracciones  análogas  continúan  al  S.  y  N.  y  al  lado 
del  cual  mide  menos  amplitud  la  falda  de  la  serranía,  quedando,  de 
consiguiente,  dividida  en  dos  porciones  la  hoya:  esta  división  la 
marca  el  curso  del  Jujiadó^  único  de  rumbo  al  NW.  entre  los  gran- 
des afluentes  del  San  Juan,  y  único  también,  con  el  Copomá,  que  no 
nace  en  la  alta  cresta  chocoana.  * 

Así  formado  el  río,  tuerce  al  W.  por  entre  las  últimas  colinas 
del  ramal  de  Baudó,  pero  á  poco  (S  leguas),  en  Cabeceras,  se  abre 
en  dos  brazos  :  Charamlirá  (al  NW.),  Sati  Juan  (al  SW.),  que  luego 
se  subdividen  en  otros  y  forman  delta  que  en  su  centro  guarda  la 
isla  Esteyankoy^xwxe  17  más,  delta  que  delinea  saliente  curva  de 
9  leguas  con  10  bocas:  en  el  centro  Chavica,  al  N.  Charambirá  y 
al  S.  San  Juan,  la  que  lleva  más  agua ;  el  delta  mide  20  leguas 
cuadradas,  pero  sus  tierras  son  muy  bajas  y  se  inundan  con  la  ma- 
rea. Al  contrario,  en  el  valle  propio  nunca  las  aguas  ocupan  mucha 
extensión,  ya  que  el  río  poco  modifica  su  caudal,  pues  puede  decirse 
siempre  va  crecido;  su  cauce  ordinario  mide  200  metros,  que  con 
frecuencia  los  brazos  é  islas  aumentan  á  400  y  aun  á  más,  bien  que 

•  Véanse  afielante  las  cartas  que  ilustran  la  descripción  del  Atrato. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  283 


á  expensas  del  fondo,  que  en  el  primer  caso  en  general  pasa  de  10 
metros. 

El  San  Juan  es  un  río  importante  en  cuanto  á  navegación  :  de 
su  boca  á  San  Pablo  (25  leguas)  soporta  hoy  vapores  pequeños, 
pero  los  admitirá  mayores,  mejorada  la  barra  de  sus  bocas,  donde 
el  fondo  se  reduce  á  i|  y  2  metros  ;  los  brazos  laterales  (alto  San 
Juan,  Tamaña,  Sipí,  Calima)  reciben  barcas  por  6  á  8  leguas,  tér- 
mino medio,  y  canoas  por  3  á  5  más,  aunque  con  dificultades ;  los 
demás  afluentes  lo  hacen  por  i  á  3.  Tenemos,  pues,  una  red  nave- 
gable que  á  lo  menos  mide  100  leguas  y  penetra  por  todas  partes 
esta  importantísima  zona.  En  el  canal  madre  el  accidenie  más  no- 
table es  la  gran  isla  de  Garrapatas  (una  legua),  un  poco  al  N.  de 
Noánama. 

El  Baudó  es  un  río  notable,  no  tanto  por  la  extensión  de 
su  hoya  (75  leguas  cuadradas),  la  longitud  de  su  curso  (30  le- 
guas) ó  lo  majestuoso  de  su  valle,  simple  faja  de  2  á  8  leguas 
entre  cumbres  medianas,  salvo  en  sus  orígenes,  cuanto  por  correr 
paralelo  cerca  de  la  costa  (^  á  4  leguas  ;  8  sólo  al  respaldo  de  la  pe- 
nínsula de  Corrientes)  y  paralelo  (á  unas  5  leguas)  á  la  vez  que 
con  rumbo  opuesto  al  Atrato,  teniendo  rápidas  comunicaciones 
tanto  con  éste  como  con  el  Pacífico.  Nace  el  río  en  la  cuenca  de 
Nacora,  óvalo  entre  cerros  crecidos,  donde  se  reúnen  varias  co- 
rrientes (algunas  de  las  cuales  tienen  su  origen  cerca  del  mar)  que, 
unidas,  toman  al  S.  por  largo  y  angosto  corredor,  donde  el  cauce 
que  recoge  numerosos  arroyos,  se  ensancha  luego  para  dar  campo 
(I.)  al  Btrreherre,  Después  el  valle  se  estrecha  de  nuevo  un  mo- 
mento, y  el  río  cruza  en  curva  al  W.  (6  leguas),  pasa  por  Baudó 
y  va  á  concluir  en  un  pequeño  delta ;  al  girar  al  W.  recibe  (I.)  el 
Pepe  y  el  mayor  de  sus  tributarios  (8  leguas). 

El  Baudó,  que  rueda  200  metros  cúbicos  por  segundo,  recibe 
7  riachuelos  y  35  arroyos  grandes,  soporta  embarcaciones  media- 
nas (12  leguas)  primero  y  pequeñas  después  (10  leguas) ;  cerca  del 
mar,  donde  sus  barrancas  (9  metros)  desaparecen,  el  suelo  aledaño 
es  anegadizo. 

El  Samhú  es  un  río  de  condiciones  muy  análogas  al  Baudó  en 
curso  (25  leguas),  área  de  su  hoya  (70  leguas  cuadradas)  y  caudal, 
sólo  que  corre  de  S.  á  NW.  por  valle  más  y  más  amplio  entre  el 
lomo  costanero  del  Sapo  al  W.  y  el  eje  de  Baudó  al  E.,  el  cual 
lo  sép)ara  del  Tuira.  Buena  parte  de  su  curso  va  sin  más  afluen- 
tes que  arroyos,  pero  luego  recibe  el  Jungurudó  (5  leguas),  que 
le  es  paralelo  á  su  D.,  y  ya  en  su  boca,  en  la  bahía  de  Gara- 
chiné,  el  Pinuguillay  que  tiene  valle  paralelo  á  su  I.  Este  río  ofrece 
menos  curso  navegable  que  Baudó  (16  leguas),  pero  recibe  embar- 
caciones de  mayor  calado  (6  leguas)  por  el  auxilio  de  mareas  más 
altas. 

Así  pues,  en  este  largo  litoral  de  85  leguas  que  median  entre 
las  bahías  de  Garachiné  y  la  Buenaventura,  excepción  hecha  de  los 
tres  ríos  descritos,  sólo  se  hallan  breves  corrientes  (el  máximum  9 
leguas  que  corresponden  al  Docampadóy  al  W.  de  Garrapatas),  que 
las  mareas  hacen  navegables  en  cortoo  trecho  y  que  algunos  arras^ 
iraderos  unen  á  los  mayores  que  corren  á  la  espalda  de  sus  hoyas. 


2^4  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Por  lo  que  hace  á  la  seg'unda  sección  de  esta  vertiente  Pací- 
fica, 6  sea  la  meridional  del  Istmo  de  Panamá,  por  más  que  mide 
considerable  longitud,  carece  de  anchura,  y  sus  ríos,  bien  que  muy 
numerosos,  son  muy  cortos — salvo  en  la  parte  oriental,  donde  se 
halla  el  Tuira,  debido  á  que  allí  corren  paralelas  las  cumbres  de 
Baudó  y  Sandí,  formando  amplio  valle.  Por  lo  demás,  la  vertiente 
ístmica  se  subdivide  netamente  en  dos  mitades  :  al  E.  la  faja  que 
rodea  el  gran  Golfo  de  Panamá,  y  al  W.  (allende  la  península  de 
Azuero)  la  que  abraza  lo  que  puede  llamarse  gran  golfo  de  Coiba 
6  de  David. 

En  la  región  del  golfo  de  Panamá  se  halla  en  primer  lugar  el 
golfo  del  Darién  del  Sur,  ó  sea  el  remate  del  Tuira ;  después,  naci- 
dos en  Cañaza,  se  encuentran  varios  ríos,  entre  ellos  San/a  Bárbara 
(N.  á  S.,  13  leguas),  que  termina  en  la  boca  del  citado  golfo,  y  Cai- 
mán  (Sleguasal  SO.),  de  amplia  boca  y  temporal  navegación  (3  le- 
guas) ;  luego  las  corrientes  disminuyen  para  dar  campo  detrás  de 
ellas  á  la  hoya  del  Bayano,  cuya  boca  dista  22  leguas  en  línea  recta 
de  la  del  Santa  Bárbara  ó  Congo.  En  seguida  aparecen  varías  aguas, 
N.  á  S.,  que  se  agrupan  para  formar  el  Chico,  el  Pacora  (8  leguas) 
y  el  Tocumé;  ríos  á  que  siguen  otros  del  mismo  curso,  pero  mucho 
más  pequeños,  y  son  los  que  bañan  la  faja  importantísima  de  la 
vertiente  de  Yeguas  y  Culebras,  alzada  al  N.  de  la  ciudad  de  Pana- 
má ;  *  distingüese  ante  todo  el  Éiogrande,  que  abre  sus  brazos  en  sur- 
co al  pie  de  la  última,  y  luego  riega  el  valle  que  termina  al  W.  del 
puertode  Panamá,  entre  lo  cerros  Ancón  y  Cabra,  y  recibe  dos  afluen- 
tes que  forman  surco  paralelo  al  primero,  ó  sea  perpendicular  al  va- 
lle ;  el  río  mide  5  leguas,  y  será  en  parte  cortado  por  el  Canal  in- 
teroceánico (?).  Al  W.de  Cabra  está  la  importante  hoya  del  Caimito^ 
conjunto  de  brazos  que  convergen  sobre  el  mar,  siendo  los  principa- 
les Aguacate  al  E.  y  Caimito  al  W.,  fuentes  que  absorben  el  declivio 
de  Ahogayeguas :  el  río,  que  mide  5  leguas  y  que  en  sus  orígenes 
tiene  muchos  saltos,  se  navega  en  pequeño  trecho.  En  fin,  corre 
después  el  Capira,  cuyos  dos  brazos  describen,  antes  de  reunirse, 
violenta  curva  con  que  envuelven  la  mole  del  cerro  Trinidad. 

Hacia  el  W.  el  suelo  se  transforma :  es  faja  eit  que  co- 
rrientes por  lo  general  sueltas  cruzan  las  llanuras  de  Chame  y 
Antón,  divergen  á  partir  del  cerro  del  Picacho,  por  más  que  mu- 
chas no  nazcan  en  él  mismo,  y  aumentan  su  curso  en  el  citado 
rumbo  :  las  primeras  van  de  E.  á  W.,  las  ultimas  de  N.  á  S.,  pri- 
mando el  Antón  (9  leguas),  que  nace  dentro  de  las  montañas,  en 
la  cuenca  de  Vallegrande,  laque  rompe  para  salir  al  mar  por  Antón. 
Las  siguientes  aguas,  de  Vallegrande  á  Cerronegro,  convergen 
oblicuamente  scbre  el  eje  que  de  la  sierra  Coclé  baja  al  S.,  hacia 
el' golfo  deParita,  para  formar  el  Riogrande,  de  magnífica  boca. 

Pequeños  riachuelos  caen  luego  al  citado  golfo  de  Montijo,  an- 
tes del  crecxáo  Santa  María ,  i  que  siguen  los  de  Parita  y  Los  Santos, 
ya  en  la  península  de  Azuero.  En  la  misma  y  en  este  su  declivio 
oriental  hay  otros  varios,  siendo  el  principal  de  ellos  elGuararc,  for- 
mado por  dos  brazos.  El  río  de  Los  Santos  (80  kilómetros),  el  más 
crecido  de  la  península  propiamente  dicha,  tiene  su  hoya  entre  las 


•  Véase  la  ñgura  117  (croquis  del  Istmo}* 


Nueva  Geografía  de  Colombia  285 


cumbres  de  Cerrog^rande  y  Nuco,  en  Guayabal  deja  las  breñas,  y 
sin  recibir  afluentes  cruza  al  E.,  y  por  último  al  N.,  describiendo  lar- 
gos meandros  en  la  baja  llanura,  donde  lo  engrosa  el  Estihano  (D.), 
que  le  es  paralelo  y  nace  al  lado  del  Guararé,  al  pie  del  cerro 
Quema.  El  Pariia  (C.  8  leguas)  ocupa  una  hoya  menos  extensa  : 
lo  forma  un  haz  de  corrientes  que  nacen  al  E.  de  Tijero  y  al  N. 
de  Nuco,  y  juntas  se  dirigen  al  NE.  entre  suelos  realzados.  En  fin,  la 
parte  S.  de  la  península  está  ocupada  principalmente  por  la  hoya 
del  Guere  (50  ks.),  entre  los  macizos  de  Cerrogrande  y  Montuosa. 

Cuanto  al  Santamaría,  que  hace  juego  al  San  Pablo,  que  corre  al 
otro  lado  de  la  península,  es  un  río  complexo,  pues  su  hoya  es  doble  ; 
baja  al  E.  é  intercordillerana  al  NW.,  por  lo  cual  recoge  las  aguas 
de  25  ríos  y  otros  tantos  arroyos  grandes ;  20  leguas  separan  el 
origen  y  la  boca  por  la  corriente  más  larga  :  Mulabá-Santa  Ma- 
ría. Nace  el  río  al  pie  del  cerro  Baltasar,  y  lleva  rumbo  al  SW . 
por  tierra  fragosísima  que  le  da  aguas  por  uno  y  otro  lado,  pero 
en  Santafé  se  apodera  de  un  hermoso  valle  que  lo  lleva  al  S.,  vallé 
en  el  cual  corre  con  numerosos  meandros  entre  Gahm  al  E.,  y  el 
Higui  y  el  Corita  al  W.;  todas  esas  aguas  se  reúnen  hacia  San  Fran- 
cisco, desde  donde  el  río  cruza  al  E.,  rompe  las  alturas  y  tuerce  al 
SE.  por  la  baja  llanura  de  Cocobó,  para  recibir  por  la  I.  aguas  que 
bajan  del  N.  (principal  Guías,  7  leguas),  y  por  la  D.  otras  que  vie- 
nen del  S.  y  forman  el  Cañaza  (W.)  y  el  Escobal  (E.),  de  curso  poco 
mayor,  que  riegan  una  llanura  realzada.  Así  pues,  este  río  ocupa 
una  hoya  de  ico  leguas  cuadradas,  la  primera,  en  el  centro  del  Ist- 
mo, por  su  riqueza,  y  se  navega  por  5  leguas.  Como  se  ve,  la  faja 
de  tierra  que  rodea  el  golfo  de  Parita,  de  Punta  Mala  á  Playa 
Grande,  se  descompone  en  dos  zonas  que  forman  ángulo,  y  en  cada 
una  de  las  cuales  dominan  corrientes  de  un  régimen  dado. 

La  entrada  del  golfo  de  Montijo  es  centro  sobre  el  cual  con- 
vergen las  aguas  de  las  dos  opuestas  vertientes  de  las  penínsulas  de 
Azuero  y  Tambores  ó  Palmas,  mientras  en  su  fondo  caen  las  que 
nacen  en  la  cordillera  misma ;  parece,  pues,  que  dicho  golfo  fuera 
tierra  roída  por  el  mar.  En  el  fondo  del  seno  caen  el  San  Pablo  (D.) 
y  el  San  Pedro  (I.),  que  describe  arco  sobre  el  otro  como  cuerda. 
El  San  Pedro,  navegable  6  leguas  y  cuya  hoya  está  al  W.  de  la  baja 
del  Santamaría  y  en  condiciones  análogas,  nace  en  las  tierras  de 
Cañaza  (loma  San  Juan)  y  |X)r  1 3  leguas  baja  al  S.  describiendo 
arco  de  curvas  de  seno  vuelto  al  W.,  entre  el  Chorros  y  Cavihora  á 
su  I.,  que  le  son  paralelos  y  le  fluyen  cerca  de  su  boca,  y  Vacai, 
Acltta  y  Jesús,  á  la  D.  El  San  Pablo,  curioso  río  de  20  leguas  de 
curso  N.  á  S.  (7  navegables),  y  grandes  curvas,  marca  surco  de 
crecida  hoya  y  se  compone  de  dos  brazos,  el  nombrado  y  el  Cobre, 
que  sólo  se  unen  5  leguas  (navegables)  antes  del  mar ;  ambos 
recorren  primero  cuenca  alta  que  dejan  por  rupturas  próximas  á  la 
loma  de  Baró,  que  los  separa  buen  trecho  con  largo  espolón;  arri- 
ba los  divide  el  cerro  Plata,  pero  en  tanto  que  Cobre  va  sólo  de  N. 
á  S.  desde  el  cerro  de  su  nombre  y  lo  engrosan  aguas  de  Tambo- 
res ó  Palmas,  el  otro  se  compone  de  tres  brazos. 

De  Tambores  á  Burica  las  aguas  aparecen  creando  haces 
convergentes  de  modo  que  los  ríos  no  se  forman  sino  muy  cerca 
del  mar,  y,  como  es  lógico,  los  mayores  quedan  en  Iqs  ejctremos,  ó 


Nueva  Geografía 


sea  donde  los  ramales  de  las  ¡jciínsulas  se  unen  á  la  magistral. 
En  el  ángulo  que  así  se  furnia  al  respaldo  de  Tambores,  se  halla 
el  Tabasará.  río  considerable  (16  leguas),  de  curso  al  SW.;  fór- 
manió  principalmente  dos  brazos  separados  por  Lomavieja  :  el  Vi- 
gui,  que  del  cerro  Cobre  baja  al  SW.  por  agreste  valle  y  luego 
vuelve  al  W.  casi  sin  afluentes,  y  el  Tabasará,  que  empieza  en  la 
alta  cuenca  de  ese  nombre  que  deja  con  el  mismo  rumbo  que 
aquél,  pero  con  grandes  curvas,  y  á  la  inversa  de!  otro,  por  la  D. 
recibe  varios  tributarios,  siendo  el  líltimo  el  Caviíora ;  unidos  los  dos 
brazos  pasan  al  pie  del  Cerro  Bugío  y  giran  al  SW.  por  el  de  Cerro 
Dedo,  y  en  la  boca,  al  S.  del  Vifii"',  reciben  el  tributo  del  Vira  y  el 
Bubí,  que  de  Tambores  van  al  W.  (7  leguas)  por  valles  muy 
próximos. 

De  Bugío  á  Chorcha,  entre  pequeños  riachuelos  N.  á  S.,  todos 
nacidos  fuera  de  la  magistral,  se  hallan  tres  que  vienen  desde 
ella :  el  Sanliago  (g  leguas),  formado  por  brazos  que  surgen  en  la 
sierra  de  ese  nombre  y  se  unen  en  cauce  N.  á  S.  que  por  la  I.  re- 
cibe el  Tole :  la  boca  del  rio  es  amplio  estuario  cerrado  por  islas 
que  tambitín  cubren  la  del  Taljasará ;  el  ¿lin  Fclix  (11  leguas), 
cuyas  primeras  aguas  se  recogen  entre  los  cerros  Barranquito  y 
Culantro,  y  en  la  llanura  se  abre  en  dos  brazos  que  forman  crecida 
isla  ,  y  el  Fonseca  (12  leguas),  que  empieza  en  alta  cuenca  al  W. 
de  Culantro,  formado  por  dos  brazos,  y  abajo  riega  la  llanura  de 
San  Lorenzo.  Al  \V,  de  Chorcha  está  el  río  del  mismo  nombre, 
vecino  del  anterior,  que  describe  arco  y  concluye  frente  al  gran 
archipitílago  de  Sevilla. 


Figura  ii3^CroquÍs  de  la  región  hidrográfica  de  David 
Escal-i;  1:800,000 


Nueva  Geografía  de  Colombia  287 


Encuéntrase  después  el  importante  río  David ^  conjunto  de 
aguas  que  convergen  sobre  surco  NS.  dentro  de  una  herradura 
de  relieves,  de  modo  que  se  forma  muy  cerca  al  mar,  al  cual  tributa 
por  notable  delta ;  el  surco  madre  baja  en  ziszás  desde  la  Playita ; 
por  el  E.  recibe  afluentes  de  rumbo  SW.,  primando  el  Gualaca, 
por  el  W,  una  larga  serie  de  aguas  de  rumbo  SE.,  más  y  más  cre- 
cidas y  paralelas  y  que  en  el  centro  se  unen  para  formar  el  propio 
río  de  David,  que  así  mide  60  kilómetros  y  forma  el  puerto  de 
Pedregal,  próximo  á  la  bahía  de  David.  En  fin,  más  al  W.  y  no 
lejos  de  la  frontera  corre  otro  río  constituido  de  modo  análogo,  el 
Chiriqul  Viejo  (18  leguas),  cuyo  eje  se  inclina  al  SE.  y  empieza  al 
respaldo  del  Changuinaula,  á  la  I.  del  encumbrado  cerro  de  Chíri- 
quí,  de  suerte  que  ocupa  el  ángulo  formado  entre  la  cordillera 
principal  y  el  ramal  de  Burica.  En  su  boca  llamada  Espinos  recibe 
el  Piedras  (I.)  ó  Bugabo,  que  con  rumbo  opuesto  viene  por  el  res- 
paldo de  David. 

Por  lo  que  hace  al  Bayano^  la  segunda  corriente  del  istmo  y 
cuya  hoya  sube  á  200  leguas  cuadradas,  en  las  que  el  río  recorre  30 
leguas,  15  navegables  sin  tropiezo,  con  rumbo  E.  áW.en  su  mayor 
parte  y  luego  N.  á  S.  (5  leguas)  cuando  se  apodera  del  cauce  del  Ma- 
moní,  ocupa  una  amplia  y  rectangular  zona  que  va  de  las  cumbres 
de  Columna  á  las  de  San  Blas  y  Mesa  y  de  las  de  Cañaza  á  las  de 
Chepo.  Forman  el  río  dos  brazos  {Bayano  al  N.  de  E.  á  W. ;  Ca~ 
noza  al  S.,  de  S.  á  NW.),  que  de  los  extremos  de  Cañaza  conver- 
gen sobre  Pirrea,  engrosados  por  numerosos  arroyos.  Desde  allí  el 
río,  lleno  de  islas  y  meandros,  va  1 5  leguas  al  W.  por  extensa  hoya 
muy  baja,  hasta  Las  Ruinas,  recogiendo  varios  anuentes,  de  los  que 
el  más  W.  es  el  Terrable,  cuyo  thalweg  aprovecha  por  girar  en  busca 
del  amplio  valle  del  Mamoní,  que  baja  del  istmo  de  San  Blas,  y  por 
el  cual  vuelve  al  S.  lleno  de  majestad,  en  lecho  de  hasta  10  metros 
de  fondo  y  un  kilómetro  de  anchura,  abierto  en  feraz  llanura. 

El  luirá,  el  magnífico,  el  único  estuario  en  la  red  hidrográfica 
del  país,  semejante  á  un  turbio  lago  en  movimiento  en  su  último 
trozo,  es  el  príncipe  de  los  ríos  panameños.  La  hoya  de  este  gran 
río  abarca  6,000  kilómetros  D ,  que  riegan  numerosos  tributarios, 
pero  su  curso  es  breve  por  componerse  de  dos  brazos  que  avan- 
zan uno  en  busca  de  otro  (Chucunaque-Tuira)  describiendo  un 
arco  en  surco  del  NW.  al  SE.  (50  leguas),  al  que  caen  infinidad  de 
afluentes,  mayores  al  centro ;  surco  que  al  W.  tiene  paralelo  otro 
más  corto,  el  cual  se  divide  en  dos  porciones  (Sabana-Tuira  ma- 
rítimo), y  en  su  fondo  no  es  sino  una  gran  depresión  cuya  mitad 
E.  es  crecida  laguna  entre  pantanos,  en  tanto  que  la  mitad 
W.  es  el  abra  del  Darién,  que  hacia  el  W.  se  confunde  con  el 
golfo  de  San  Miguel. 

El  surco  madre  (Chucunaque-Tuira-Mangle),  que  mide  50 
leguas  y  baja  de  300  ms.  (ambos  extremos)  á  6  ms.  entre  los  relie- 
ves de  Baudó-Cañaza  al  W.  y  los  de  Espíritu  Santo-Toló-Mali 
al  E.,  afecta  forma  de  un  triángulo  cuya  base  ocupan  vastas  bre- 
ñas que  nunca  pasan  de  900  ms. ;  á  los  lados  tiene  el  mar,  al 
SE.  el  Atrato  y  al  NW.  el  Bayano.  Además,  la  húmeda  llanura  que 
al  E.  prolonga  el  seno  de  San  Miguel  y  se  continúa  con  bajo 


288  Nueva  Geografía  de  Colombia 


nivel  hasta  Tapalísa  al  pie  de  Tatarcuma,  divide  transversalmente 
la  hoya  en  dos  mitades,  dejando  al  N.  y  al  S.  relieves  de  muy  di- 
verso aspecto :  al  N.  valles  perpendiculares  al  eje  madre,  al  S.  di- 
vergentes como  radios  que  arrancan  de  un  centro  comün. 

Obsérvese  que  de  las  640  leg"uas  cuadradas  de  esta  hoya,  360 
corresponden  á  la  propia  del  Chucunaque  (ó  brazo  N.  del  Tuira  ma- 
rítimo), nombre  que  debiera  llevar  el  río,  pues  tiene  además  mayor 
caudal  y  curso  que  sube  á  35  leguas  contra  25  que  recorre  aquél 
cuando  se  unen  en  Real  viejo ;  medidas  hasta  la  boca,  aumentan 
estas  últimas  á  35  le^^^uas,  en  tanto  que  sólo  12  la  separan  de  su  orw 
gen,  aumento  debido  á  que  en  su  curso  describe  g-ran  curva  de  que  es 
cuerda  dicha  línea ;  en  el  Chucunaque  el  aumento  se  debe  á  nu- 
merosos meandros,  puesto  que  origen  y  boca  apenas  distan  28  y  el 
cauce  nunca  se  aleja  de  la  línea  ideal  que  marca  el  eje  de  su  valle 

El  Chucunaque^  6  sea  la  corriente  madre  del  sistema,  nace 
al  respaldo  del  Rayano,  recorre  con  rumbo  NW.  á  SE.  una  hoya  de 
forma  triangular  entre  los  relieves  de  Cafíazas  y  Espíritu  Santo, 
que  se  abren  en  ángulo,  enlazados  luego  por  lomo  de  Turgandi  á 
Yavisa  ;  junto  á  este  sitio  el  río,  que  corría  al  SE.,  da  sobre  el  Chico 
(al  SW.  de  Turgandi),  y  con  él  vuelve  al  NW.  para  romper  colinas 
y  luego  cruzar  al  S.  sobre  Real  viejo,  con  lo  cual  se  forma  la  gran 
curva  de  Yavisa,  que  pocas  iguales  halla  en  el  globo  ;  el  río  Z<2- 
gartero  corre  aquí  paralelo  á  Tuira  y  Chucunaque,  entre  ellos  y 
con  rumbo  opuesto  al  primero,  en  plena  llanura,  fenómeno  ünico  en 
su  especie.  Aquí  el  río,  que  ya  sufre  la  acción  de  las  mareas,  mide 
300  ms.  de  anchura;  15  de  las  35  leguas  de  su  curso  son  na- 
vegables, aunque  sólo  10  por  vapor,  y  sus  afluentes  soportan  barca 
por  2  á  6  leguas.  Por  la  I.  recibe  una  larga  serie  de  tributarios  (12) 
cuya  longitud  aumenta  de  2  á  11  leguas,  entre  breñas  ásperas,  y 
si  primero  llevan  rumbo  E.  á  W.,  poco  á  poco  lo  cambian  por  el  de 
NE.  á  SW.,  en  tanto  que  por  la  D.  encuentra  menos,  primero  orien- 
tados S.  á  N.,  después  W.  á  E.,  y  por  último  NW.  á  SE.  En  el  llano 
de  Salto  corre  el  río  á  18  ms.  entre  alturas  que  á  su  D.  sólo 
miden  de  45  á  60  metros. 

Cuanto  al  Tuira^  muy  diverso  es  su  régimen.  Nace  al  pie 
del  monte  Pirrí,  y  se  encorva  desde  luego  hacia  el  S.,  para  atra- 
vesar la  mesa  de  Cana  (400  ms.),  en  que  primero  le  fluyen 
aguas  paralelas,  y  luego  el  Setcifanti  (S.  á  N.),  tras  lo  cual  tuerce 
al  E.,  rompiendo  breñas,  por  la  hermosa  salteria  de  Peñahueca,  y 
alcanza  el  valle  de  Mangle  (S.  á  N.),  nacido  en  Aspave,  el  cual 
aprovecha  para  girar  al  NE.  hasta  la  boca  del  Paya;  antes,  por  la  I. 
sólo  recibe  arroyos,  pero  al  opuesto  lado  le  entran  varios  riachuelos, 
alguno  bajado  del  col  de  Tihulé.  En  la  boca  del  Paya — que  de  Ta- 
tarcuma baja  al  S.  por  agreste  surco  hasta  encontrar  el  llano  de 
su  nombre,  donde  por  amplio  valle  gira  al  W. — el  Tuira  se  diri- 
ge al  NW.  largo  trecho,  para  envolver  las  breñas  de  Cana,  lleno 
de  curvas,  pasando  á  la  vez  de  su  curso  alto,  aún  molestado  por 
raudales,  al  bajo,  ó  sea  á  los  llanos  de  Birmejal  (9  ms.),  en  los  que 
parece  más  crecido  á  causa  de  represarlo  la  marea ;  en  dicho 
trayecto  Cana  le  vierte  con  rumbo  NW.  tres  riachuelos,  en  tanto 
que  la  cordillera  principal  lo  engrosa  primero  con  el  Pucro  y  el 
Paya,  y   luego  con  otros  tres,  de  los  cuales  el   Capeti — que  pro- 


Nueva  Geografía  de  Coloubia 


long-a  el  eje  del  Cup¿— marca  con  su  boca  (12  ms.)  el  principio 
de  la  porción  del  río  siempre  navegable. 

El  llano  de  Bermejal  se  continúa  al  W.  con  el  de  Pinogana  y 
el  Tuira.al  pie  del  citado  ramal  de  Turg;and[,  vuelve  bruscamente 
en  ese  sentido,  para  cruzarlo,  recibiendo  en  su  fin  el  Pini  (S.  á  N.), 
á  la  vez  que  el  Chucunaque  lo  empuja  al  S-,  rumbo  que  pronto  deja 
nuevamente  por  el  deNW.,  con  el  cual  atraviesa  labran  cuenca  del 
Maíusacraníi'6  del  Tuira  marítimo,  de  rara  topri^rrafia  ;  en  ella  tiene 
al  N.  la  célebre  laguna  de  ese  nombre,  dividida  siSlo  por  colinas 
del  Cangldn ;  por  el  S,  recibe  el  Marea,  frente  á  esta  isla,  y  antes 
lo  ha  acrecido  Tiicuíi,  formado  por  un  han  de  bra/os  nacidos  entre 
los  remates  de  Baudd.  En  Marea  principia  el  Abra  del  Darién 
(rumbo  NW.)  sobre  ef  eje  de  Tucutí,  abra  que,  rodeada  por  altij- 
ras,  en  el  otro  extremo  recibe  el  Salmnis   (N.  á  S.),  que  nace  al 


Figura  1 14— Isl.is  del  golfo  ilc  San  Miguel,  según  Boiiapartc  Wysse. 

S.  de  Isqutnti  y  recorre  baja  llanura  al  W.  del  Chucunaque,  en 
la  que  las  marcas  le  dan  grande  apariencia ;  á  su  D.  corre  el 
San  Miguel.  Al  W.  el  Abra  se  une  al  golfo  de  San  Miguel  por 
canales  que  forma  la  isla  de  San  Carlos  al  surgir  entre  los  morros 
de  La  Palma  y  Batatilla,  remates  de  Baudó  y  Cañazas.  El  Tuira, 
que  después  de  la  boca  de  Chucunaque  avanza  majestuoso  con 
\  legua  de  anchura,  entre  crecidos  árboles,  rueda  3,000  metros 
Cilbicos  y  es  navegable  20  leguas,  de  ellas  12  en  vapor :  sus  ¡paisa- 
jes son  grandiosos,  y  al  E.  de  La  Palma  su  estuario  (anchura :  2 
leguas),  que  semeja  i.n  pequeño  mar  donde  se  recogen  las  aguas 
de  63  ríos  y  200  arroyos,  es  célebre  por  sus  tormentas. 

En  resumen,  una  de  las  hoyas  más  importantes  del  país  es 
la  del  Tuira,  y  de  todas  las  tierras  cíSlidas  atín  medio  salvajes,  la 
que  primero  alcanzará  efectiv.i  progr.so. 

En  conclusión,  diremos  que  todos  estos  ríos  de  la  vertiente  oc- 
cidental ofrecen  2,000  kilómetros  de  navegación  costanera,  por  asf 


ago  Nueva  Geografía  de  Colombia 


decir,  pues  no  presentan  en  Panamá  ning-dn  gran  tronco  arterial 
fuera  del  Tuira. 

II.  Vertiente  central  6  de  las  Antillas — Dada  la  actual  agru- 
pación de  los  habitantes  del  país,  la  vertiente  Caribe,  bien  que  la 
segunda  en  cuanto  á  área,  es  la  primera,  histórica,  política  y  co- 
mercal mente  hablando.  Como  la  del  Pacífico,  se  reduce,  en  verdad, 
á  simple  faja  costanera,  de  anchura  varia,  siempre  pequeña,  ten- 
dida de  W.  á  E.,  faja  á  que  se  une  al  mediodía  como  apéndice,  una 
vasta  zona  montañosa,  que  reúne  sus  aguas  para  formar  el  línico 
tributario  importante  que  recibe  aquel  mar  en  su  costa  S.,  el  Mag- 
dalena, cuya  hoya  penetra  así  muy  adentro  en  nuestro  suelo  (ii° 
á  2°  latitud  N.),  y  que  por  tener  su  área  forma  oval  ó  de  cuña, 
separa  durante  220  leguas  las  vertientes  occidental  y  oriental. 

Geográficamente  esta  faja  y  su  apéndice,  que  constituye  una  T 
con  el  brazo  I.  muy  desarrollado  hacia  ese  lado  y  el  D.  muy 
corto,  se  divide  netamente  en  cinco  regiones  muy  diversas  en  área 
é  importancia,  pero  que  unidas  miden  38  millones  de  hectáreas, 
que.  envían  al  mar  unos  12,000  metros  cúbicos  de  agua  por  196  bo- 
cas en  que  se  funden  i  ,20o  ríos  y  unos  6,000  riachuelos  y  torrentes. 
Las  antes  dichas  porciones  son  de  \V.  á  E. :  i.°  La  vertiente  N. 
del  Istmo  de  Panamá,  que  á  pesar  de  medir  150  leguas  de  longi- 
tud, en  su  mital  oriental  se  reduce  á  simple  faja  de  3  leguas  de  an- 
chura, nunca  aumentadas  á  más  de  12  en  la  occidental,  y  por  este 
motivo  casi  no  guarda  ningún  río  que  merezca  el  nombre  de  tal ; 
2.°  La  hoya  ó  cuenca  del  golfo  de  Urabá,  seno  que  recoge  las 
aguas  de  un  gran  valle,  exterior  al  Ande  propio,  encerrado  entre 
éstei  y  relieves  más  bajos,  surcado  por  aguas  de  crecido  caudal, 
simple  prolongación  de  la  faja  Pacífica  de  tierra  firme,  y  cuyas 
corrientes  se  agrupan  para  formar,  además  de  múltiples  arroyos, 
un  río  principal  con  otro  menor  á  su  derecha  (Atrato,  León) ; 
3.°  El  litoral  atlántico  de  tierra  firme,  ó  sea  de  la  Nueva  Andalu- 
cía, compuesto  de  una  faja  de  mediana  anchura  con  aguas  de  poca 
significación,  pero  que  se  rompe  tres  veces  para  dar  paso  á  co- 
rrientes que  vienen  del  interior,  de  primer  orden  (Magdalena) 
para  nosotros  la  que  lo  hace  en  su  centro  y  agrupa  el  tributo  de 
enorme  extensión  de  nuestras  montañas,  mucho  menor  la  que  lo 
hace  al  W.  (Sinú),  y  aun  más  reducida  la  que  se  halla  al  oriente 
(Calancala)  ;  4.°  La  península  goajira,  extensa  lengua  de  tierra 
caracterizada  por  su  casi  absoluta  escasez  de  aguas  corrientes  en 
su  doble  vertiente;  y  5.°  En  fin,  la  hoya  ó  cuenca  del  lago  de 
Maracaibo,  especie  de  U  bien  regada,  que  agrupa  sus  aguas  en 
una  corriente  doble  y  hace  juego  á  la  porción  del  golfo  de  Urabá, 
sólo  que  á  la  inversa  de  ésta,  encierra  más  montaña  que  llanura. 

Así  pues,  excepción  hecha  de  los  pequeños  relieves  del  Ca- 
quetá,  todas  las  demás  montañas  colombianas,  algunas  en  su  tota- 
lidad, dan  aguas  á  esta  vertiente,  aunque  de  un  modo  muy  diverso  : 
las  serranías  Goajiras,  la  del  Valledupar,  la  Sierra  Nevada  de  San- 
tamarta  y  las  serranías  de  Bolívar  lo  hacen  íntegramente  ;  la  se- 
rranía ístmica  envía  las  de  su  declivio  N. ;  la  de  Baudó  las  de  la 
mitad  de  su  flanco  E  ;  la  cordillera  del  Chocó  todas,  á  partir  del 
nudo  de  Arrayanal,  y  las  del  talud  E.  á  contar  del  de  Carpintería; 


Figura|llj—Verlienle  central  Jcl  mar  d¡  lailAnlillis.  Ki-iU,i   I  :  7.500.000 


S93  Nueva  Geografía  de  Coloubia 

la  del  Quind(o  todas  al  N.  del  macizo  Colombia,  y,  en  ñn,  todas  las 
del  talud  £.  y  N.  de  las  montañas  de  Sumapaz,  as(  como  también 
las  de  su  ancho  lomo,  excepcidn  hecha  de  las  que  están  al  £.  de  la 
Sabana  y  de  las  formadas  en  el  Pilar  de  Labateca. 

La  zona  Ístmica,  que  mide  2^  millones  de  hectáreas,  tiene 
i6o  ríos  que  desaguan  por  90  bocas,  en  general  sin  importancia  en 
cuanto  al  caudal  que  ruedan,  tan  solo  acrecido  periódicamente  por 
fuertes  lluvias ;  al  onenie,  como  se  dijo,  ni  uno  solo  alcanza  media- 
no desarrollo  siquiera  :  corren  al  ÑE.  y  NW,  ora  solos,  ora  en 
grupos;  de  ordinario,  tras  nacer  en  valles  ásperos,  surcan  angosta 
y  húmeda  faja  plana  que  á  trechos  desaparece  ;  los  más  crecidos 
(S  leguas)  deben  esa  longitud  á  tener  en  parte  su  hoya  paralela 
á  los  ejes  de  la  cumbre  de  diviso,  salvo  el  Sanganli  (7),  que  la  de- 
riva de  ocupar  el  fondo  de  las  tierras  que  envuelven  el  golfo  de 
San  Blas,  desde  donde  hacia  el  \V.  la  vertiente  se  acrece  sin  cesar, 
en  tanto  que  al  E.,  al  pie  de  Espíritu  Santo,  ofrece  su  mínima  an- 
chura, ó  sea  una  legua. 

El  resto  de  la  faja,  de  San  Bias  á  la  frontera  costarricense, 
presenta  caracteres  totalmente  diversos  y  se  fracciona  en  dos  mi- 
tades debido  á  la  cintura  de  Veragua,  donde  la  montaña  se  aproxi- 
ma mucho  al  mar  j  á  la  D.  queda  un  considerable  niimero  de  hoyas 
extensas  casi  intercordilleranas,  en  especial  la  ultima,  la  del  Cha- 
gres,  con  otras  pequeñas  costaneras  intermedias,  y  á  la  I.  aparecen 
multitud  de  riachuelos  que  primero  se  inclinan  al  NW.  y  luego  al 
NE,  con  mayor  desarrollo, 


:a  de  los  TaUmancas 


En  la  frontera  corre  el  SixaHla,  el  Doraces  6  Culebras  de  los 
antiguos  mapas,  magnífico  río  que  mide  i  as  kilómetros  de  W.  á  E,, 
con  el  nombre  de  Teliri  ó  Tilorio  nace  en  el  cerro  Uren  (Dota), 
marcha  sin  afluentes  por  la  I.,  por  la  D,  recibe  varios  (principales 


Nueva  Geografía  de  Colombia  tgi 


Coefiy  Uren)y  que  bajan  de  la  cordillera  de  Talamanca  y  acaba, 
naveg^able,  con  más  de  lOO  metros  de  anchura,  en  la  llanura  que 
rodea  la  lag^una  de  Sansan,  no  lejos  de  Punta  Carreta  y  de  la 
boca  del  Changuinaula  *.  Este  último  brota  al  N.  del  encumbrado 
pico  de  Chiriquí  y  corre  de  S.  á  N.  al  W.  del  Pico  Robalo  y  de  la 
laguna  de  Chiriquí,  lleno  de  vueltas  caprichosas  cuando  se  acerca 
al  mar.  A  la  mencionada  laguna  fluye  el  Robaloy  en  tanto  que  á  la 
bahía  del  Almirante  sólo  llegan  riachuelos,  notables  hoy  por  las 
ricas  plantaciones  de  bananos  de  sus  márgenes. 

Después  la  vertiente  es  muy  breve  (S  leguas  al  N.  de  Playita) 
por  invadir  la  tierra  la  vasta  laguna  (golfo)  de  Chiriquí,  continua- 
ción de  la  del  Almirante,  como  él  cerrada  por  islas  que  tienen  por 
avanzada  la  del  Escudo,  y  en  cuya  mitad  E.  descargan,  al  través  de 
una  tierra  pantanosa,  media  docena  de  riachuelos  (el  mayor,  S, 
Diego,  1 1  leguas),  de  rumbo  NW.,  el  último  nacido  fuera  de  la  se- 
rranía, muy  corto  el  tercero,  en  tanto  que  la  mitad  W.  sólo  recibe 
dos  que  van  de  SW.  á  NE.,  siendo  uno  de  ellos,  otro  Chiriquí  (lO 
leguas),  que  rueda  entre  tierras  altas,  el  más  caudaloso  de  los  ríos 
de  esta  zona. 

Después,  hasta  Veraguas,  la  vertiente  es  faja  de  7  leguas  en 
que  se  hallan  seis  corrientes — sólo  la  última  no  nace  en  la  cresta — 
que  ofrecen  desarrollo  de  S  á  9  leguas,  curso  general  al  NW.,  dis- 
tan entre  sí  2  á  3  leguas  y  van  á  concluir  en  costa  que  de  cerca 
estrechan  rocas  y  cerrillos ;  el  último,  el  Calabébora  (10  leguas), 
lleva  primero  al  W.  los  dos  brazos  que  lo  forman,  nacidos  entre  la 
Silla  de  Veragua  y  el  Alto  la  Cruz.  Aunque  con  grandes  riesgos,  son 
navegables  regular  trecho  estas  aguas.  El  último  citado  se  navega 
desde  muy  arriba,  no  obstante  no  ser  allí  sino  un  gran  torrente. 

El  resto  de  la  faja  presenta  cuatro  porciones  muy  diversas:  el 
grupo  de  Mineral,  la  hoya  del  Coclé,  el  grupo  de  Donoso  y  la 
hoya  del  Chagres,  que  tiene  por  apéndice  el  grupo  de  Portobelo. 
En  Cerronegro  arrancan  el  Guasaro  (15  leguas)  y  el  Palmea  (12 
leguas) :  aquél,  doble  en  su  origen,  corre  primero  (S  leguas)  de 
E.  á  W.  al  pie  de  la  cresta,  en  valle  agreste,  torrencial,  describien- 
do curvas  hasta  Veragua,  donde  otra  vuelta  lo  lleva  S.  á  N.  al 
mar ;  el  Palmea  riega  valle  menos  áspero,  recto  hacia  el  NE.  (8  le- 
guas), y  cuando  dista  13  leguas  de  la  última  curva  del  anterior,  vio- 
lento codo  lo  lleva  al  NW.  sobre  Belén,  rompiendo  cerrillos  cóni- 
cos. Junto  al  nacimiento  de  los  dos  se  forman  el  Bejuco ,  paralelo 
al  Guasara,  y  el  Veragua  viejo  y  Concepción,  que  corren  al  NW. ; 
entre  Palmea  y  Veragua  viejo  se  hallan  varios  riachuelos  para- 
lelos que,  salvo  uno,  se  juntan  y  forman  el  Belén  ;  entre  Concepción 
y  Bejuco  sólo  hay  arroyos  de  pequeño  curso,  que  van  directamente 
al  mar.  El  grupo  de  Mineral  tiene  pues,  área  triangular  llena  de 
valles  y  cerritos. 

La  hoya  del  Cocle  es  muy  curiosa,  pues  se  compone  de  un 
óvalo  ¡ntercordillerano  tendido  de  E.  á  W.,  que  un  canal  (Tuabre- 
Coclé)  une  al  mar,  canal  que  mide  7  leguas  en  el  fondo  de  hermo- 


•  El  un  río  se  llama  Sixa  ó  Sigsa,  como  el  otro  es  Ckanguina ;  uta  en  Tala- 
manca  es  río.  Véase  la  Memoria  de  \V.  M.  Gabb.  sobre  tribus  y  lenguas  de  esa 
tiquisima  comarca.  Por  lo  tanto,  es  error  volver  o  esa  au  de  los  dos  nombres  tU" 
poniéndola  diptongo  francés. 


¿^ 


Ni'EVA  Geografía  de  Colombia 


so  valle  en  que  el  río,  naveg^able,  se  inclina  al  NW.  y  casi  toca  el 
codo  de  Palmea,  quedando  \yyego  entre  ellos  los  cerrillos  de  Coclé 
con  el  vallecito  del  San  Roque  (S.  á  N.);  á  su  D.  están  cuatro  ria- 
chuelos paralelos,  más  allá  de  los  cuales  corre  el  Indios.  El  eje  del 
óvalo  citado  lo  forma  el  Tuabre  (S.  á  N.  desde  Loma  Escobar), 
sobre  el  cual  por  la  I.  afluye  el  Coclé,  compuesto  de  tres  brazos, 
mientras  por  la  D.  el  rcg^imen  es  muy  distinto  :  allí  se  encuentran 
en  cuenca  que  dista  seis  leguas  del  mar,  media  docena  de  corrien- 
tes que  se  envuelven  con  orpandes  curvas,  pues  en  seg'uida  de  ir  de 
S.  á  N.,  tornan  todas  al  W.  en  busca  del  río  principal.  El  curso 
del  Coclé  mide  20  leguas,  de  ellas  navegables  12. 

En  el  mismo  Cerro  Grande  nace  el  río  de  los  Indios,  que  mar- 
cha al  NE.,  luégfo  al  W.  y  por  último  al  N.,  rompiendo  colinas, 
sobre  Donoso,  entre  dos  grupos  de  riachuelos,  uno  á  la  I.  y  otro  á 
la  D.,  á  que  sigue  ya  el  Chagres;  16  leguas  mide  esta  rara  faja  li- 
toral que  riegan  Coclé  é  Indios.  El  Indios,  que  se  navega  por  8 
leguas,  recibe  (I.)  en  su  último  codo  el  tributo  del  rrastl/o,  forma- 
do por  dos  brazos  que  corren  S.  á  N.  entre  él  y  el  Espolón  de  Mi- 
guel de  la  Borda.  Recorre  el  río  80  kilómetros. 

Cuanto  al  Chagres,  el  más  importante  río  del  N.  de  Panamá, 
tanto  por  su  curso  (30  leguas),  la  extensión  de  su  hoya  (106  leguas 
cuadradas),  el  caudal  que  ruedfí  (80  metros  cúbicos  por  i"),  su 
anchura  (50-60  ms.  antes  de  Trinidad,  60-100  después)  y  profun- 
didad (12  ms.),  como  por  alojar  en  su  cuenca  un  trozo  del  Canal 
Interoceánico,  es  una  corriente  de  régimen  violento,  torrencial,  en 
hoya  compuesta  de  una  porción  alta  (E.),  otra  central  (W.)  y  una 
baja  al  N.  de  la  anterior,  fuera  de  los  montes  que  guardan  á  las 
otras  dos  ;   tiene,  pues,  mucha  similitud  con  la  del  Coclé. 


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Figura  117 — Cuenca  del  Chagres.  Escala:  I:  2.330  ce» 

Nace  el  Chagres  en  el  ángulo  que  forman  Pacora  y  Loma- 
grande,  al  N.  del  crecido  número  de  riachuelos  que  como  hilos 
de  una  borla  forman  á  los  descritos  Pacora-Tocumé,  y  corre  en 
rumbo  W.  por  estrecho  valle  que  al  N.  tiene  paralelo  el  de  su  afluen- 


NuivA  Geografía  de  Colombia  29 j 


te  el  Pequeñí,  pero  á  las  diez  leguas  se  une  (D.)  al  Boquerón^ Pequeñi, 
río  que  de  Llorona  baja  con  afluentes  más  y  más  crecidos,  cruzan- 
do luego  al  SvV.  para  alternativamente  destrozar  breñas  ó  surcar 
pequeñas  cuencas — antes  lagos, — describiendo  bruscas  curvas;  aquí 
recibe  frente  á  frente  dos  notables  afluentes  :  por  la  I.  el  Chilihrey 
conjunto  de  brazos  nacidos  en  Peñongrande ;  por  la  D.  el  GatuncitOy 
que  rueda  entre  brazos  de  Santa  Clara.  Así  engrosado  el  Chagres, 
vuelve  al  S.  y  rompe  entre  Peñongrande  y  Santa  Clara  (Cruces), 
para  salir  á  Matachín,  ó  sea  para  dejar  su  parte  alta.  En  Matachín 
se  apodera  del  valle  del  Obispo,  con  el  cual  gira  al  W.  hasta  San  Pa- 
blo, donde  vuelve  al  NW.  rompiendo  colinas,  lo  que  le  permite  salir 
al  valle  del  Cañoquehradoy  que  lo  lleva  al  NW.  sobre  la  cuenca  de 
Bohío  Soldado,  al  través  de  llanos  y  estrechuras;  el  Obispo  se 
compone  de  dos  brazos  que  abren  surco  al  pie  de  Culebra,  y  corren 
paralelos  y  muy  próximos  buen  trecho  antes  de  fundirse  ;  el  Caño- 
quebrado  se  forma  por  la  reunión  de  corrientes  (S.  á  N.)  nacidas  en 
Ahogayeguas ;  entre  los  dos,  otros  arroyos  engrosan  directamente 
el  Chagres. 

La  cuenca  de  Bohío,  amplia,  baja,  muy  llana  en  su  fondo,  pan- 
tanosa en  invierno,  se  abre  entre  los  ramales  de  Palenquillo  y  La- 
garto, y  en  su  remate  recibe  el  Chagres,  que  va  al  N.,  sus  dos  ma- 
yores afluentes ;  el  Trinidad  (I.,  12  leguas  al  N.),  que  rueda  en 
crecido  valle — entre  Palenquillo  y  el  ramal  de  Capira — engrosado 
por  riachuelos,  y  el  Gaiún  (D.,  10  leguas  al  WSW.),  que  nace  en 
Llorona  y  atraviesa  un  valle  oval  que  termina  entre  Lagarto  y 
Quebranto  y  en  el  cual  recoge  mucho  arroyuelo.  Así  el  Chagres, 
ya  corriente  considerable,  gira  al  NW.  al  través  de  las  lomas  de 
Mindí,  al  W.  de  la  Bahía  Limones  (Colón),  para  morir  junto  á  Cha- 
gres  ;  20  leguas  se  navegan  en  el  Chagres,  10  fácilmente,  el  resto 
con  dificultad.  De  las  fuentes  del  río  que  distan  4  leguas  del  mar, 
á  la  boca,  sólo  hay  40  kilómetros  en  línea  recta.  La  vertiente  ex- 
terna de  este  trozo  se  compone  de  dos  angostas  fajas  que  en  ángulo 
se  unen  al  pie  de  Capira ;  la  W.,  llena  de  cerritos,  guarda  arroyos 
de  E.  á  W.  de  hasta  4  leguas  de  curso;  la  E.  ofrece  sobre  la  costa 
llanos  de  alguna  extensión,  y  la  cruzan  breves  corrientes  (3  leguas) 
que  van  de  S.  N. 

En  la  Punta  de  Acantí  termina  en  verdad  el  litoral  ístmico, 
bien  que  su  curva  continua  al  SE.  y  S.  hasta  el  fondo  del  golfo  de 
Urabá ;  en  el  primer  trayecto,  es  simple  faja  montañosa  con  arro- 
yos de  rumbo  E.  y  NE., salvo  el  último,  el  Táñela,  que  nace  en  Sie- 
rra Ñique  y  va  al  E.,  en  arco,  á  concluir  en  las  bocas  del  Atrato ; 
en  el  segundo  envuelve  el  extraño  delta  de  este  río  paralelo  á  la 
orilla  L  del  golfo,  abierto  en  una  llanura  que  se  ensancha  hacia  el 
S.,  en  tanto  que  la  porción  E.  del  mismo  golfo  se  tiende  de  S.  á  N. 
con  aguas  que  en  su  fin  corren  de  E.  á  W.  y  en  verdad  hacen  par- 
te de  la  región  de  Nueva  Andalucía  ó  litoral  N.  de  tierra  firme. 

Esta  zona  del  golfo  de  Urabá,  que  mide  algo  más  de  i,2(X) 
leguas  cuadradas,  se  compone  de  un  gran  valle  de  65  leguas  de 
longitud  (N.  a  S.),  del  que  es  simple  apéndice  al  S.  la  hoya  del  San 
Juan,  con  varia  anchura,  12  á  32  leguas,  que  al  N.  se  continua  con 
trozo  hoy  ocupado  por  las  aguas  que  antes  avanzaron  más  adentro 
en  su  primitiva  invasión,  que  aquí  lo  reducen  á  dos  fajas  costaneras 


S96  Nueva  Geografía  de  Colombia 


y  convierten  el  todo  en  una  sola  hoya,  por  más  que  lo  surquen  dos 
ríos,  AíraiOf  I^ebn^  éste  pequeñísimo,  comparado  al  otro  ;  si  á  la  1. 
del  valle  no  existe  sino  mediana  serranía  (Baudó-Malí),  á  la  D.  se 
alza  otra  notable  (Choco)  que  ofrece  á  sus  pies  extensa  mesa  rica 
en  tributarios  del  principal ;  dichas  serranías,  tras  alejarse  al  máxi- 
mum (32  leguas)  en  los  7^20'  de  L.  N.,  se  acercan  ( 16)  hacia  los  8°, 
para  separarse  luégfo  en  arco  (25  leguas  á  los  8° 3 5')  y  después 
bruscamente  alejarse  para  siempre,  con  lo  cual  el  área  de  la  zona 
semeja  ánfora  perfecta.  Empero,  antes  de  estudiar  las  aguas  de 
esta  hoya  conviene  analizar  la  vertiente  litoral  propiamente  dicha. 

El  dilatado  litoral  Atlántico  de  tierra  firme,  tendido  sobre  eje 
de  SW.  á  N.,  corre  formando  un  ángulo  entre  dos  golfos,  con  la  sola 
diferencia  de  que  al  oriente  concluye  en  península  crecida  ;  este 
litoral,  casi  en  el  vértice  del  ángulo,  guarda  otro  seno  y  la  boca  del 
Magdalena,con  lo  cual  queda  partido  en  dos  mitades  esencialmen- 
te diversas  en  cuanto  á  estructura  hidr^-gráíica  ;  al  E.  no  se  halla 
río  alguno  importante,  y  las  aguas  llegan  á  correr  á  todo  rumbo;  al 
W.  aparecen  corrientes  en  mayor  numero,  dos  bien  crecidas,  y  co- 
mo rumbo  de  ellas  domina  el  de  S.  á  N. 

De  la  boca  de  Urabá  á  la  boca  del  Magdalena  el  litoral  co- 
rre casi  al  N.,  pero  se  descompone  en  tres  porciones  separadas  por 
el  golfo  de  Marrosquillo  y  el  Canal  del  Dique,  quedando  las  dos 
del  NE.  convertidas  casi  en  islas,  y  en  verdadera  península  monta- 
ñosa la  meridional. 

En  efecto,  esta  ultima  queda  entre  el  Lcón-Urabá  al  W.  y  el 
Sinü  al  E.,  líneas  que,  muy  próximas  en  Paramillo,  se  alejan  luego  y 
van  á  concluir  en  los  extremos  de  una  línea  NE.,  y  por  este  motivo, 
en  pequeño,  dicha  península  es  en  un  todo  igual  en  su  costa  angular 
al  conjunto  íntegro;  su  declive,  á  partir  del  Sinú  (NE.),se  inclina  al 
W.  y  N.  dividido  por  c.»nsiderable  valle  que  empieza  en  Quimarí, 
sube  al  N.  entre  Águila  y  Sabanilla,  y  por  ultimo  cruza  al  NW.  so- 
bre el  cerro  de  Águila  ;  en  ese  estrecho  valle  corre  el  río  Mula- 
tos (25  leguas),  casi  desprovisto  de  afluentes.  A  su  D.,  nacido  un 
poco  más  al  N.  entre  Sabanilla  y  Palomas,  corre  el  San  Juan  (20 
leguas),  que  se  forma  por  la  unión  de  cuatro  brazos  paralelos  S.  á 
N.  y  en  su  fin  se  inclina  un  poco  al  NW. ;  entre  los  dos  hay  varios 
riachuelos.  Sobre  el  golfo  avanzan  una  docena  de  corrientes,  que 
forman  dos  grupos  {Sipi-Turboy  rpí- Ca/mdn)  par2í\e\os,  debido  á 
que  corren  en  arco  envolviendo  unasá  las  otras  ;  todos  acaban  en 
llanuras  con  oteros  y  algunas  ciénagas  hacia  el  centro  del  litoral ;  al 
pie  del  cerro  Águila  está  la  crecida  laguna  de  ese  nombre  (2  x  i 
leguas),  en  saliente  en  la  boca  del  golfo.  A  la  D.  del  San  Juan,  na- 
cidos en  Palomas,  corren  hacia  al  N.  tres  r.'os  (/odo.  Volcan,  Cana- 
le/es,  curso  12  leguas)  que  van  paralelos  y  en  su  origen  se  componen 
de  varios  brazos;  después  se  hallan  varios  riachuelos  hasta  el  Mangle 
(14  leguas),  que  recibe  el  MociéJagOy  vecino  del  Pajarito  (7  leguas), 

aue  casi  toca  en  su  origen,  pero  cuyas  aguas  al  fin  se  separan  para 
ar  campo  á  una  zona  de  colinas  en  que  se  hallan  varios  riachuelos 
(prima  Cedros,  6  leguas  al  NW.) ;  dicha  pareja  va  al  N. ;  el  Paja- 
rito tiene  vecino  al  Sinü  en  llano  sin  relieves  mayores.  Este  litoral 
mide  45  leguas. 


NuKVA  Geografía  dx  Colombia  297 


La  segunda  porción  se  compone  primero  del  lomo  de  Lorica 
(13  leguas  W.  á  E.),  ó  San  An/ero,  que  va  de  la  llanura  del  Sinú  al 
Pichelín,  y  en  ella  sólo  existen  arroyos  (3  leguas)  que  con  rumbo 
N.  descargan  en  el  golfo  de  Morrosquillo;  el  ultimo,  Petaco  (5  le- 
guas), es  el  más  notable,  y  en  su  curso  delinea  una  curva  que  en- 
vuelve á  sus  afluentes.  Después  se  halla  el  río  Ptchelin  (13  leguas), 
de  bastante  caudal  *  ;  nace  entre  breñas  (cuenca  de  Colosó),  con  el 
nombre  At  Jonei,  al  respaldo  del  Mancomoján,  ó  sea  en  la  mesa  de 
Ovejas,  y  corre  al  S.  hasta  Caracol,  donde  cruza  al  W.  en  busca  del 
mar,  por  un  suelo  lleno  de  grandes  tremedales,  al  S.  de  las  Tetas 
de  Tolú  ;  en  su  codo  recibe  unidos  el  Peñaia  y  La  Muerte^  arroyos 
que  van  de  S.  á  N.,  nacen  en  las  breñas  de  esos  nombres  y  al  juntar- 
se cruzan  al  W.  sobre  Caracol. 

De  Morrosquillo  á  los  grandes  cenagales  en  que  termina  el 
Dique,  el  suelo  al  W.  de  María  avanza  como  península  cuya  costa 
también  está  anegada,  y  en  ella  se  encuentra  un  grupo  curioso  de 
riachuelos.  Al  W.  de  San  Jacinto  (respaldo  del  Mancomoján)  y 
ENE.  de  San  Onofre  nacen  en  las  faldas  de  María  los  riachuelos 
Flamenco  (i  I  leguas)  y  Cascajo  (9),  que  en  pequeños  valles  y  reci- 
biendo varios  arroyos  corren  b'jen  trecho  al  W.,  cercanos  y  para- 
lelos, pero  luego  se  apartan  bruscamente  hacia  el  N.  y  S.,  respec- 
tivamente, con  lo  cual  dejan  en  su  centro  una  especie  de  península 
(Tigua)  dentro  de  la  mayor,  con  alto  litoral,  y  en  la  que  hay  aguas 
que  van  al  N.  y  al  S.  El  Cascajo  por  San  Onofre  baja  á  morir  en 
el  golfo  de  Morrosquillo,  entre  pantanos,  recibiendo  antes  (del  E.  y 
N.)  algunos  arroyos  (D.).  Entre  Cascajo  y  Pichelín  el  litoral  (Tolü) 
tiene  varias  ciéiiagas,  siendo  la  principal  Trementinoy  que  una  boca 
une  al  mar  y  á  la  cual  cae  un  haz  de  arroyos  (prima  Macayeco,  al 
respaldo  del  Alférez),  de  curso  al  SE.  y  al  W.  El  Flamemo  alcan- 
za las  ciénagas  de  su  nombre  y  recibe  (D.)  varios  arroyos  (Sin- 
cabeza.  Cedro,  7  leguas  de  E.  á  W.),  paralelamente  á  los  cuales  el  Siete 
Vueltas  cae  en  el  fondo  de  dichas  cie'nagas  ;  más  al  N.  múltiples 
arroyos  tienen  el  mismo  curso,  pero  desaguan  ya  en  el  canal  del  Di- 
que, y  entre  ellos  varios,  todavía  nacidos  al  respaldo  del  Mancomo- 
ján, convergen  en  haz  para  formar  el  San  Cayetano  (6  leguas)  al  N. 
del  de  Zahina.  Tal  es  el  grupo  de  María  que  en  sus  35  leguas  tie- 
ne vertiente  occidental  de  2  á  4  leguas  en  los  extremos,  y  de  6  á  12 
al  centro ;  en  la  parte  N.,  limitada  por  el  Dique,  sus  aguas  corren 
al  E.;  en  el  medio  van  al  mar  con  rumbo  SE.,  que  luego  se  cambia 
otra  vez  por  el  del  E.,  siendo  su  remate  meridional  flanquedo  por 
la  gran  curva  del  Sinú. 

En  fin,  la  porción  N.  de  esta  sección  de  la  vertiente — tierra 
adentro^^on  longitud  mayor  (27  leguas^,  se  tiende  de  las  ciénagas 
de  Flamenco  á  la  boca  del  Magdalena  y  se  descompone  en  dos 
como  islas;  una  al  W.  sobre  el  litoral,  y  otra  al  NE.  que  si  toca  el 


*  Sí  en  las  cordilleras  toda  corriente  pequeña  es  llamada  quebrada  por  los 
naturales,  en  la  costa  se  denomina  arroyo  si  tiene  curso  rápido,  catlo  en  caso 
contrarío,  y  sólo  muy  pocas  reciben  el  calificativo  de  río.  Véase  adelante  la 
carta  bidrográñca  de  la  región  (Figura  125). 

Nueva  Geogra/la  de  Colombia  TOMO  I — 20 


298  Nueva  Geografía  dk  Colombia 


mar,  también  linda  con  el  Magdalena;  débese  esto  en  primer  lugar 
á  la  depresión  del  Dique  (20  leguas  E.  á  \V.),  que  pasa   por  Are- 
nal, y  á  que  de  éste  al  N.,  por  Guájaro  hasta  Galera  Zamba,  corre 
otro  surco  (10  leguas  S.  á  N.)  cenagoso  en  parte  ;  en  Guájaro  este 
surco  dista  3  leguas  del   Magdalena  (E.)  y  10  del  mar,  mientras 
alN.  se  reduce  esta  isla  á  4,  teniendo  10  de  anchura  entre  Zamba 
y  Palmar.  En  esta  porción  la  hoya  principal  es  la  del  Arroyo  chi^ 
quito  6  río  de  Santa  Rosa  (9  leguas  E.  á  W.  al  respaldo  de  Guája- 
ro ;  SO  leguas  D),  que  al  mediodía  abarca  los  llanos  de  Cartagena, 
donde  hay  algunas  ciénagas.  Al  S.  de  este  río  el  litoral  no  ofrece 
ni  arroyos  porque  éstos  se  agrupan  en  haz  para  formar  el  riachue- 
lo de  Caimán  (7  leguas  N.  á  S.),  entre  la  costa  y  el  Dique,  el  cual 
fluye  á  las  ciénagas  de  Flamenco  y  Palotal,  malamente  considera- 
das como  golfo  con  isletas,  cuando  no  es  sino  suelo  bajo  en  que  hay 
pantanos,  lagunas  y  porciones  secas.  Esta  tierra  se  enlaza  por  el 
NW.  al  seno  de  Santana,  al  W.  cerrado  por  la  extraña  isla  de 
Barú,  núcleo   con  larga  flecha  de  15  kilómetros,  seno  que  al  N. 
comunica  con  la  bahía  de  Cartagena,   cerrada   por  las   islas  de 
Tierrabom'ta  y  Popj  ;  al  N.  de  esta  bahía  varios  islotes  paralelos  á 
la  custa  forman  la  ciénaga  de  Tescas,  en  la  que  se  pierde  el  Santa 
Rosa.  Desde  esta  Ciénaga  el  litoral  que  subía  al  N.  cruza  al  NE.  y 
eo  él  se  hallan  pi  ímero  varios  arroyos,  algunos  de  los  cuales  con- 
vergen sobre  ciénagas  pequeñas.  Después  está  el  Amansaguapos 
(5  leguas  eje  de  S.  á  N.),  que  á  últimas  tuerce  al   W.,  recibe  un 
caño  de  la  ciénaga  Toiufno,  en  que  terminan  otros  arroyuelos  en  haz 
convergente,  y  el  desagüe  de  las  de  Luruaco  y  locachaguay  próxi- 
mas á  Guájaro.  Hállanse  luego  el  arroyo  Cascabel  (de  Piojo  al  N.,  4 
leguas),  el  Hondo  (5  leguas  S.  á  N.),  que  en  su  origen  se  compone 
de  brazos  que  envuelven  en  arco  á  Tubará,  y  por  último  el  San 
Luis,  de  análogo  régimen,  nacido  al  N.  de  Galapa  y  que  concluye  en 
las  ciénagas  que  cruza  el  ferrocarril  de  Barranquilla:  tanto  los  brazos 
originales  de  éste  como  los  del  anterior,  por  nacer  en  tierras  altas 
(500  metros  máximo),  forman  numerosas  y  bellas  cascaditas ;  al 
E.  de  Tubará  y  Guájaro  las  aguas  corrientes  forman  el  Grande  (W. 
á  £.),  que  ya  tributa  al  Magdalena,  como  lo  hace  la  Tierra  aden- 
tro hasta  el  Dique,  al  cual,  cuando  la  cruza  oblicuamente,  da  mu- 
chos arroyuelos.  El  Dique  se  une  por  caño  á  Guájaro,  ciénaga  de  4 
leguas  S.  á  N.  por  una  de  anchura,  abierta  al  mediodía  de  Tuba- 
rá, en  su  fondo  N.  recibe  el  arroyo  Molinero  (N.  á  S.  desde  Usía- 
curí),  y  en  tanto  que  por  el  E.  absorbe  cortos  tributarios,  por  el  W. 
recibe  mayor  número,  alguno  de  regular  curso.  Como  se  ve,  en 
este  trozo  el  núcleo  hidrográfíco  principal  son  loscerritos  de  Cibarco» 

Característico  es  de  estos  arroyos  no  resistir  los  grandes  vera- 
nos, si  se  exceptúan  el  Chiquito,  el  Pichelín  y  algún  otro,  los  cua- 
les, por  lo  mismo,  no  son  navegables ;  de  suerte  que  esta  zona  es 
como  una  avanzada  de  la  Goajira,  apenas  interrumpida  y  mejora- 
da por  la  Nevada  de  Santamarta.  Empero,  esto  no  significa  que  las 
aguas  falten,  sino  que,  dada  la  constitución  geológica  del  terreno, 
prefieren  un  régimen  subterráneo ;  los  pozos  artesianos  las  trae- 
rán abundantes  á  la  superficie. 

La  segunda  mitad  de  este  litoral  que  va  de  W.  á  E.  y  retro- 
cede luego  al  SW.  para  rodear  la  península  Goajira,  naturalmente 


Nueva  Giogratia  de  Colombia  299 


se  parte  en  tres  grupos  que  corresponden  á  esta  Península,  á  la 
Sierra  Nevada  y  á  la  Ciénaga  de  Santamarta. 

Entre  el  río  Magdalena  y  la  Sierra  Nevada  de  Santamarta 
se  halla  una  especie  de  cuenca  deprimida  que  tiene  en  su  fondo 
la  por  antonomasia  llamada  Ciénaga  Grande  (6x4  leguas),  que  por 
múltiples  caños  de  rumbo  general  SW.  á  NE.  recibe  aguas  del 
gran  río,  primando  entre  ellos  el  Ciego  (60  kilómetros),  que  hac^ 
juego  al  Dique  en  la  banda  izquierda,  en  tanto  que  al  opuesto  lado 
(D.)  recoge  el  tributo  de  la  Sierra,  que  forma  do?  corrientes  prin- 
cipales :  el  Aracataca  y  el  Riofrío.  El  Aracaiaca  (90  kilómetros) 
nace  con  el  nombre  de  Fundación  en  el  páramo  del  Mamón,  y  corre 
hacia  el  NW.,  recogiendo  al  pasu  el  Cataca  que,  lo  mismo  que  su 
afluente  el  Tucurinca,  se  desprenden  de  las  cimas  nevadas ;  antes 
el  Fundación  corría  á  tributar  al  Caño  Ciego,  y  aun  existe  el  cauce 
que  se  llama  Rioviejo,  El  Rio/río  (80  kilómetros),  que  brota  al  res- 
paldo del  Don  Diego,  describe  en  su  rumbo  al  W.  un  arco,  y  por  la 
I.  recoge  algunos  afluentes,  de  los  que  el  último,  el  Sevilla  y  tam- 
bién desembocaba  antes  directamente  en  la  Ciénaga  Grande. 

Al  N.  del  Riofrío  la  montaña  tiene  el  mar  á  los  pies,  y  de  la 
cima  principal,  el  San  Lorenzo  de  Santamarta,  que  forma  el  Cabo 
Aguja,  se  desprenden  los  riachuelos  Córdoba  (I.)  y  Piedras  (D.), 
quedando  entre  ellos  Papares,  Gaira  y  Aíanzanares,  que  fecundan 
los  valles  aledaños  á  Santamarta. 

Del  Piedras  al  E.  la  costa,  áspera  por  romper  el  remate  4^  los 
estribos  de  la  Nevada,  guarda  la  boca  de  una  veintena  de  ria- 
chuelos :  los  cinco  primeros  {Jordán,  6  leguas  junto  á  Piedras), 
muy  iguales,  corren  de  S.  á  N.  en  agrestes  valles ;  luego  los  cauces 
avanzan  al  S.  hasta  la  misma  cumbre  nevada,  y  allí,  en  alta  cuen- 
ca abierta  á  su  pie,  se  forman  el  Don  Diego  ( 1 1  leguas  S.  á  N.)  y 
el  Ancho  (i2  leguas  SW.  á  NE.  y  luego  S.  á  N.) ;  entre  los  dos 
corren  media  docena  de  arroyos  en  valles  bien  quebrados :  el  An- 
cho tiene  paralelos  á  la  D.  el  Volador  y  el  Didulla,  que  nacen  aden- 
tro en  la  serranía  con  otros  arroyos  intermedios.  A  partir  de  este 
punto  las  breñas,  más  bajas  ya,  aparecen  separadas  del  mar  por 
una  cinta  plana,  y  allí  corren  S.  á  N.  el  £wa  (9  leguas)  y  el  Ca- 
marones  (15),  éste  lleno  de  meandros  y  curso  en  ziszás,  ambos  na^ 
oídos  á  poca  altura  y  sin  afluentes :  el  último  termina  en  la  laguna 
de  Navio  Quebrado. 

Después,  tras  9  leguas  de  seca  llanura,  se  halla  el  Ranchería  6 
Cíi/a»rtf/a,  el  mayor  de  los  afluentes  que  la  Sierra  de  Santamarta  da 
al  Caribe,  importante  por  la  disposición  de  su  valle  y  las  relaciones 
que  guarda  con  el  vecino  del  Cesar  ó  Pampatar.  El  río,  cuyo  curso  es 
de  45  leguas,  nace  en  la  parte  E.  de  la  Nevada,  á  sólo  40  ks.  del  mar,, 
entre  el  Ancho  y  el  Dibulla,  pero  en  vez  de  ganarlo  por  la  vía  más 
breve,  se  marcha  primero  al  E.  y  se  encorva  luego  al  N.,  por  lo  cual 
resulta  con  el  trazo  de  un  ^  que  envuelve  los  remates  E.  de  la  dicha 
Nevada:  entre  montes  lleva  el  rumbo  dicho  para  surcar  la  cuenca 
de  Marocaso,  que  deja  por  medio  de  saltos  que  le  abren  paso  al 
llano  de  Barrancas,  por  el  que  sigue  hasta  el  pie  de  la  fronteriza 
cordillera,  girando  entonces  al  NE.,  entre  la  Nevada  y  los  remates 
de  Pintada  (Valle  Calabacito),  peroal  tocar  el  desierto  se  inclina  en 
hermosa  curva  al  NW. ;  en  su  curso  recibe  el  caudal  de  varios 


300  Nueva  Geocjkafia  de  Colombia 


arroyos  :  por  la  D.  es  más  pobre  ese  tributo  del  suelo,  ^^ero  allí  se 
encuentra  el  riachuelo  Quebrada^  que  al  S.  del  llano  de  Barrancas, 
I>aralelamente  al  río,  es  formado  por  dos  brazos  que  corren  uno  ha- 
cia otro  y  marcan  surco  al  través  del  valle,  al  pie  del  llano  de  San 
Juan-Esperanza-Tablazo  (125  ms.)  que  divide  las  hoyas  del  Ce- 
sar y  el  Ranchería  ;  unidos  esos  dos  brazos  g-iran  al  NW.,  á  morir 
en  el  principal,  el  que  en  su  última  parte,  bien  que  bastante  ancho, 
carece  de  buen  fondo,  por  lo  cual  es  naveg^able  en  20  legfuas,  pero 
con  gran  difícultad. 

Por  lo  que  hace  á  la  península  Goajira,  no  obstante  su  extenso 
litoral  de  80  leguas  y  sus  tres  declivios  al  N.,  al  S.  y  al  E.,  el  ulti- 
mo muy  pequeño,  carece  de  ríos,  por  lo  que  el  más  corto  pozo  ad- 
quiere excepcional  importancia  :  las  altas  breñas  guardan  algunos 
arroyuelos,  salvo  al  R.,  en  Macuira,  donde  á  lo  largo  de  su  valle 
intercordillerano  se  halla  un  ancho  y  poco  profundo  riachuelo  que 
recibe  varios  arroyuelos ;  siempre  tiene  agua,  pero  al  cruzar  al  E. 
para  buscar  el  mar,  lo  absorbe  la  arena  y  sólo  marca  su  cauce  un 
suelo  menos  consistente  ;  también  al  W.,  en  las  llanuras  de  la  Teta, 
numerosos  arroyuelos  serpean  en  líneas  quebradas  que  guardan 
charcas  en  los  recodos,  por  lo  cual  es  centro  vital  y  en  invierno  se 
forma  allí  el  río  San  Juan,  grande  pero  que  sólo  dura  algunas  ho- 
ras; á  su  W.  algunos  arroyos,  afluentes  del  Ranchería,  forman  el 
ultimo  recurso  del  país  en  verano.  En  las  depresiones  que  prome- 
dian entre  las  serranías  y  en  los  sitios  llanos  se  encuentran  hermosos 
cauces  anchos  y  arenosos  (  Ueds),  á  veces  con  las  vueltas  más  raras ; 
en  los  mayores  se  hallan  siempre  algunos  estanques,  y  en  su  boca 
con  frecuencia  penetra  algunos  miles  de  metros  el  mar. 

Atrato — Este  río,  que  forma  el  límite  natural  del  Continente 
Sudamericano  en  su  extremidad  Noroeste,  más  aun  que  las  demás 
corrientes  colombianas,  tiene,  por  su  régimen,  mucho  de  pantano  y 
de  ciénaga,  de  suerte  que  es  más  bien  una  laguna  en  movimiento, 
en  la  parte  septentrional  del  Departamento  del  Cauca,  en  la  cual 
abre  su  hoya  entre  la  serranía  de  Baudó  y  la  cordillera  del  Chocó, 
para  arrojarse  por  varias  l3ocas  en  el  golfo  de  Urabá,  después  de 
correr  con  tal  lentitud  que  su  amplio  y  hondo  lecho  mide  700  ki- 
lómetros cuando  sólo  350  se  cuentan  entre  su  desembocadura  y  el 
istmo  de  San  Pablo,  que  lo  divide  del  San  Juan,  el  río  gemelo  que 
corre  con  opuesto  rumbo. 

De  las  líneas  anteriores  podría  deducirse  que  el  Atrato  es  un 
río  de  escaso  caudal,  en  especial  si  se  atiende  á  que  la  hoya  dentro 
de  la  cual  se  forma  no  mide  sino  poco  más  de  35,000  kilómetros  D  ; 
pero  es  tal  la  abundancia  de  las  lluvias  que  en  ella  caen,  que 
al  mar  llegan  por  su  vaguada  4,800  metros  cúbicos  por  segun- 
do, es  decir,  resulta  el  másci.u<ia¡oso  del  globo,  relativamente  hablan- 
do. Esto  depende  de  que  el  valle  del  majestuoso  río  es  un  corre- 
dor de  fondo  muy  bajo,  entre  serranías,  \yox  el  cual  se  introducen 
las  nubes  que  detenidas  por  los  estribos  de  los  flancos,  devienen 
lluvias  inverosímiles  equivalentes  á  una  capa  líquida  de  más  de  5 
metros  de  espesor  al  año,  la  que  rueda  por  el  lecho  de  150  ríos  y 
350  arroyos  de  curso  bastante  crecido,  que  funden  su  caudal  en  un 
cauce  común,  sinclinal  abierta  no  lejos  de  un  antiguo  litoral  y  que 


NuiVA  Geogiafi'a  di  Colombia 


rebaja  tan  rápidamente 

su  nivel  de  S.  á  N.,  que 
gran  parre  de  la  llanura 
que  (■(jupa  el  fondo  per- 
manece constantemente 

inundada, 

Como  en  esta  hoya 
del  Atrato  el  rebor  Je  oc- 
cidental lo  constituyen 
parte  de  las  serranías 
de  Baudó  y  de  Daritn,  y 
el  oriental  la  cordillera 
del  Chocó,  en  una  parte 
dtf  su  flanco  ensancha- 
S    da  para  formar,  á  modo 

0  de  enorme  ganglio,  la 
so  mesa  de  ese  mísmonom- 
"  bre,  la  hoya  resulta  di- 
Z  vídida  en  cuatro  porcio- 
■2  nes  :  ¡a  alta  6  meridio- 
a    nal,  con  suelo  de  alguna 

1  altitud  y  ¡xir  lo  mismo 
■g  seco, compuesto  de  miíl- 
■a    tiples  aristas  montaño- 

0  sas  y  llanos  con  oteros  y 
^  colinas  ;  la  ceiiiral,  muy 
t  angosta,  sin  grandes  re- 
■^  Heves,  con  afluentes 
¿  transversales  y  parale- 
'%  los   y    vaguada  doble, 

2  pues  en  ella  el  río  forma 
-^  una  grande  isla,  quizás 
g  huella  de  un  antiguo 
(3   delta ;  la  baja  6  septen- 

1  trienal,  en  la  que  la  lla- 
-  nura  del  fondo  adquiere 
n  notable  desarrollo  y 
M  guarda  extensos  panta- 
^    nos  en  que  los  afluentes 

se  parten  en  brazos  y 
casi  se  pierden  bajo  tu- 
pido manto  de  yerbas 
acuáticas,  tan  tupido 
que  sostiene  grandes 
]>esos  sin  romperse,  no 
obstante  la  considerable 
anchura  de  algunos  de 
ellos,  no  quedando  des- 
cubierto sino  el  rio  prin- 
cipal, que  entre  verdes 
orillas  lleva  aguas  tan 
límpidas  como  el  cristal. 


NuKVA  GiografÍa  di  Colombia 


En  fin,  la  cuarta  porción  ó  mesa  del  Chocó,  adosada  al  E.  de  la  cen- 
tral, es  la  que  etig'endra  los  mayores  afluentes  del  río,  pero  de  tal 
manera,  que  la  magnitud  de  ellos  crece  de  S.  á  N.,  siendo  s(  de 
advertir  que  la  ultima  corriente  allí  formada,  pero  no  la  más  impor- 
tante (el  León),  no  se  une  al  Atrato  sino  cerca  al  delta  y  por  un 
brazo,  pues  la  mayor  parte  de  sus  aguas  llegan  directamente  al 
golfo  de  Urabá. 


Figura  IZO— El  Istmo  de  San  Pablo— Escala :  I :  Sooo.oco 

El  rasgo  más  curioso  de  la  hidrografía  de  esta  hoya  es  que 
los  afluentes  del  principal  llegan  pareados,  6  sea  frente  á  frente 
uno  por  cada  banda,  hecho  sin  igual  en  Colombia  y  que  demues- 
tra la  uniCornnidad  con  que  actuaron  las  causas  que  le  dieron  ser. 

Brotan  las  primera  saguas  del  Atrato  al  respaldo  de  la  Raya,  ó 
sea  enlomo  de  la  cordillera  del  Chocó  (fig.  120)  comprendido  entre 
los  farallones  del  Citará  y  Cerro  Plateado,  y  de  allí  se  dirige  al  SW. 
hacia  Lloró,  engrosándose  por  la  !.  con  el  Grande,  que  baja  de  los 
farallones,  y  con  el  Momtá,  y  por  la  D.  con  riachuelos  nacidos  en 
la  escarpa  S.  de  la  mesa  del  Chocó.  En  Lloró,  tras  recc^er  el  An- 
liágueda  (I,),  que  se  forma  al  respaldo  del  Paramillo  de  Andes,  gira 
bruscamente  hacia  el  N.,  rumbo  que  ya  no  dejará  hasta  el  fin, 
porque  algo  más  lejos,  en  Quílidó,  absorbe  el  Quiio,  afluente  1.  de 
alguna  importancia  nacido  al  N.  del  istmo  de  San  Pablo,  por  lo  cual 
marca  el  Ihahveg  de  la  hoya  que  usurpa  el  principal.  Después  del 
Quito,  por  buen  trecho,  aun  cuando  los  afluentes  son  numerosos  no 
tienen  mayor  importancia  hasta  el  Behará,  cuyas  aguas  superiores 
riegan  los  altos  llanos  de  Curazamba,  aledaños  á  la  cuenca  de  Is- 
leta,  donde  se  forma  el  Arquia,  ya  perteneciente  á  la  mesa  del 
Chocó,  de  la  cual  sale  por  una  hoz  de  la  serranía  de  Musinga. 

En  seguida,  aumentando  sus  meandros  hasta  casi  duplicar  su 
longitud,  rueda  el  Atrato  en  la  llanura  de  escasa  altitud,  donde  re- 
coge el  Murrí  y  el  Bojayá,  tras  lo  cual  forma  la  grande  isla  del 
Atrato,  cerrada  al  E.  por  el  bra/.o  Muríndi'  (80  kilómetros),  por 
donde  rueda  el  cuarto  de  las  aguas,  y  que  á  su  D.  tiene  otra  de- 
presión llena  de  grandes  ciénagas,  entre  ellas  la  de  Tadiii  (18  kiló- 
metros), quizás  la  más  extensa  de  la  hoya.  Cuanto  al  Murri  (130 
kilómetros),  que  bien   merece  el  nomijre  de  rio. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


hoya  doble  por  tener  una  parte  ¡ntcrcordillerana  y  otra  (la  menor) 
en  la  llanura,  y  su  curso  en  general  es  de  SE.  á  NW, ;  nace  en  el 
cerro  Plateado  con  el  nombre  de  PutderUco,  riega  la  alta  cuenca 
de  Urrao,  ya  naveg^able,  y  cruza  los  llanos  altos  de  su  nombre  y 
por  la  strrasón  de  lííurrí,  grieta  de  Musinga,  llena  de  peñascos,  se 
precipita  para  salir  á  la  baja  llanura  donde  nuevamente  soport& 
barcos  por  20  kilómetros.  Él  Bojayá,  afluente  de  la  banda  izquier- 
da, es  curioso  por  componerse  de  un  haz  de  brazos  de  rumbo  SN, 
que  cae  á  un  surco  transversal. 


Kigurj  líi  — I^t  cab-ceras  del  Aíralo  (írgún  un  croquis  de  J.  Britsún). 

Kn  su  liltima  sección  el  Atralo,  después  de  la  extraña  vuell^ 
de  Truandó  se  acerca  al  litoral  del  golfo  de  Urabá,  que  lu¿go  ori- 
lla un  buen  trecho  (40  kilómetros)  antes  de  morir,  y  hacia  el  cual 
desgaja  sucesivamente  brazos  ó  caños,  cuyo  conjunto  forma  un 
delta  lateral,  único  en  su  especie:  delta  de  I s  bocas  que  ensan- 
chad )  en  su  centro  por  los   aluviones,  divide  el  golfo  en  dos  mita- 


304  Nueva  Geografía  de  Colombia 


des  y  amenaza  convertir  la  meridional  {la  culata  del  golf  o)  en  sim- 
ple laguna,  pues  el  canal  que  las  une,  incesantemente  disminuye  su 
fondo. 

En  esta  sección  recibe  el  Atrato  por  la  I.  el  tributo  del  Truan^ 
éó,  su  mayor  afluente  de  esta  banda  (8o  kilómetros),  nacido  en 
Aspa  vé,  y  el  Cacarrí,  que  baja  de  la  serranía  del  Darién  con  rumbo 
opuesto  al  del  principal ;  y  por  la  D.  el  Sudo  (200  kilómetros),  el 
principal  tributario  del  Atrato,  tanto  por  atravesar  hoya  de  5,000- 
kilómetros  D,  como  por  llevar  1,000  ms.^  que  corren  majestuosos 
en  cauce  de  300  á  600  metros  de  anchura,  cauce  que  en  la  parte 
baja  se  opone  al  del  Truando,  con  el  cual  traza  así  una  sing'ular 
depresión  transversal  de  la  hoya.  Forman  el  Sucio  dos  brazos  que 
envuelven  por  el  N.  los  llanos  de  Murrí:  el  brazo  I.  se  llama  Am- 
parado ;  el  otro,  el  Sucio  propiamente  dicho,  brota  en  los  ííancos 
del  Horqueta,  al  respaldo  de  la  ciudad  de  Antioquia,  de  S.  á  N. 
cruza  la  cuenca  de  Frontino,  tras  lo  cual  penetra  en  la  serrazón  de 
Dadeiba,  al  pie  del  Paramillo,  una  de  las  hoces  más  notables  de  Co- 
lombia, después  de  lo  cual  recog^e  el  Amparado  é  inclina  poco  á  poco 
su  rumbo  hasta  salir  de  Antioquia  y  correr  de  E.  á  W.  en  la  lla- 
nura baja,  lleno  de  brazos,  entre  ciénag-as,  largo  trecho  navegable 
por  vapor.  En  los  límites  del  De|)artamento  de  Antioquia  tiene  el 
puerto  de  Pavarandocito,  término  del  camino  de  Occidente  que 
arranca  de  Medellín. 

Casi  paralelo  á  éste  corre  el  León  ó  Bacubá  (150  kilómetros), 
que  en  rumbo  SN.  fecunda  hoya  de  2,500  kilómetros  D ,  y  que 
aun  cuando  actualmente  debiera  mirarse  como  río  independiente 
por  tener  boca  separada,  en  realidad  hace  parte  de  la  hoya  del 
Atrato,  al  cual  lo  unen  algunos  brazos  en  su  parte  final;  nace  el 
León  en  el  macizo  de  Paramillo  del  Sinií,  al  lado  de  Rioverde,  y 
entre  montes  corre  algún  trecho  de  S.  á  N.;  pero  al  salir  á  la  cuasi 
inundada  llanura  se  inclina  al  NW.  y  son  tales  Jas  palizadas  que 
arrastra,  que  impiden  ó  tornan  peligrosa  su  navegación.  Pocos 
afluentes  tiene  este  río.  En  fin,  entre  el  León  y  el  Atrato  se  forma 
en  pleno  llano  el  Suriguillay  que  se  enlaza  á  los  dos. 

Tal  es  en  su  conjunto  la  importante  hoya  del  Atrato,  riquísi- 
ma pero  aún  casi  desierta,  salvo  al  S.  y  en  la  mesa  Chocoana, 
donde  hay  alguna  población  civilizada,  y  en  las  montañas  del  N., 
donde  la  componen  indios  medio  salvajes,  y  también,  en  lo  gene- 
ral, insalubre.  Por  esto  quedan  por  hoy  perdidas  las  220  leguas  de 
navegación  que  ofrece  la  madre  y  sus  tributarios,  navegables  to- 
dos en  barca  por  2  á  12  leguas.  El  río  principal,  que  en  su  parte 
baja  mide  20  ms.  de  profundidad,  aunque  con  altos  fondos  de 
solo  4,  tiene  anchura  de  600  á  300  ms.,  que  en  Tebada  se  redu- 
cen á  120;  más  al  S.  esas  cifras  disminuyen  rápidamente.  En  ge- 
neral, 300  ms.  es  la  anchura  del  cauce,  reducida  en  la  boca  de  los 
grandes  afluentes,  y  la  navegación  no  halla  en  él  tropiezo,  salvo  en 
las  barras  de  las  bocas,  que  sólo  en  dos  dan  paso  á  vapores  pequeños 
por  su  fondo  de  2^  á  4  metros  ;  después  el  río  los  admite  más  gran- 
des por  61  leguas,  ó  sea  hasta  Mapipí,  y  por  42  otra  vez  menores 
hasta  Quibdó ;  todavía  con  menor  calado  pueden  subir  13  hasta 
Lloró  y  5  por  el  Quito;  después  las  aguas  del  Atrato  no  resisten  sino 
barcas,  y  eso  por  7  kguas,  lo  ({ue  también  hace  el  Quito,  que  por 


Nueva  Grograf/a  dk  Colombia  305 


lo  mismo  casi  une  esta  hoya  á  la  del  San  Juan.  Por  hoy  el  río  poco 
6  nada  sirve,  apenas  si  algún  vapor  lo  surca  de  tarde  en  tarde,  la 
navegación  á  la  vela  es  muy  difícil  por  el  régimen  de  los  vientos,  y 
peligrosísima  en  barca,  ora  porque  el  río  muestra  casi  siempre 
inundadas  sus  orillas,  ora  por  lo  fuerte  de  las  ventolinas  en  el  lecho 
madre  y  por  los  desplazamientos  invernales  del  fondo  en  los  tribu- 
tarios y  los  cambios  del  mismo  en  las  bocas  del  delta  y  seno  de 
Urabá. 

El  SinÚ — Este  río,  que  recorre  unas  80  leguas  de  S.  á  N.  en 
hoya  que  apenas  mide  unos  60  de  longitud,  por  lo  numeroso  de 
sus  vueltas  ó  senos,  de  suerte  que  bien  pudiera  llamarse  el  Sinuoso, 
por  su  régimen,  |X)r  la  manera  como  se  relaciona  con  sus  vecinos, 
y  por  la  riqueza  y  posicitSn  ventajosísima  de  la  hoya  que  fecunda, 
constituye  una  de  las  perlas  del  territorio  patrio,  y  por  lo  tanto  una 
de  las  comarcas  cuyo  pronto  progreso  interesa  de  modo  decisivo 
al  país. 

La  extensa  hoya  del  Sinü  ( 1 3,000  kilómetros  D )  se  encuentra 
en  el  remate  de  los  Andes,  que  guardan  sus  cabeceras  entre  sus  úl- 
timas estribaciones  que  allí  se  unen  á  los  relieves  caribes  que  ia  en- 
vuelven por  el  septentrión,  quedando  al  medio  como  campo  cerra- 
do extenso  valle  primero  y  dilatada  llanura  después  ;  en  efecto,  el 
suelo  en  cuestión  se  compone  al  Sur  de  altos  montes,  que  rápida- 
mente se  deprimen  para  formar  un  amplio  surco  que  se  abre  so- 
bre un  plano  oval  que  en  su  remate  rodean  en  hemiciclo  cordones 
de  alturitas.  A  la  derecha  de  la  hoya,  que  un  breve  trecho  linda 
con  el  Cauca,  se  extiende  la  muy  análoga  de  San  Jorge ;  al  N.  que- 
dan varios  riachuelos  tributarios  del  Mar  Caribe,  y  á  la  izquierda  y 
sucesivamente  un  haz  de  riachuelos,  el  León  y  el  Sucio,  ó  mejor 
dicho  el  Atrato.  En  una  palabra,  la  hoya  es  importante  por  la  to- 
pK)grafía  de  los  montes  al  S.,  por  las  condiciones  de  la  llanura  al 
N.  y  en  conjunto  por  el  enlace  que  constituye  para  las  tierras  co- 
marcanas. 

Pocos  ríos  como  el  Sinú  marcan  tan  bien  las  tres  porciones  de 
su  curso :  en  la  parte  alia  (Tucura)  es  furioso  torrente  que  se  des- 
peña entre  inmensas  moles  de  granito  ;  en  la  central  (Betancí),  con 
más  calma,  riega  un  valle  perfecto  en  sus  formas,  cuya  parte  in  . 
ferior  es  planicie  húmeda  al  pie  de  pequeñas  colinas  que  cruza  el 
río  ;  en  fin,  en  la  baja  (Cercté),  simple  llanura  aluvial  casi  á  ni- 
vel, el  río  se  divide  y  subdivide  en  brazos  y  brazuelos,  forma  cié- 
nagas é  inunda  sus  riberas  donde  no  lo  contienen  albarradas,  de 
suerte  que  con  lentitud  gira  entre  ricas  praderas,  bien  que  vuelve 
á  reunirse  en  un  solo  cauce  para  salir  al  mar.  (Figura  125). 

Es  el  río  una  corriente  de  bastante  caudal  (320  ms.'  por  i") 
que  si  disminuye  en  verano,  casi  se  triplica  en  invierno,  con  la 
particularidad  de  presentar  una  solución  de  continuidad  por  su  ex- 
tremada división  en  la  parte  baja,  netamente  separada  del  Caribe, 
y  donde  con  frecuencia  se  encuentran  caños  que  llevan  más  agua 
que  el  cauce  principal. 

Nace  el  Sinú  en  las  altas  breñas  de  Paramillo,  al  lado  E.  de 
su  afluente  el  Rioverde,  entre  un  rosetón  de  corrientes  que  buscan 
el  Cauca  y  el  Atrato,  y  j>or  frígido  y  angosto  valle  se  dirige  recto 


Ni'EVA  Geografía  de  Colombia 


hacia  el  N.  en  busca  de  una  angostura  6  sea  grieta  inaccesible 
llena  de  peñascales  entre  muros  de  30oásooms,  de  altura, 
que  remata  en  agreste  hondura  donde  lo  engrosa  (D.)  el  Charudas, 
que,  lo  mismo  que  el  Verde,  baja  de  las  calvas  cimas  por  pintores- 
cas salterias  ;  la  del  Charudas  concluye  en  un  hermoso  salto  de  50 
metros.  Es  á  los  lados  de  estas  breñas  donde  nacen  d  la  I.  el  León 
y  á  la  D.  el  San  Jorge.  El  valle  en  referencia  es  separado  del  de 
La  Gloria  por  la  grieta  de  Batatal,  de  10  kilómetros  de  longitud, 
en  partes  tan  angosta,  que  es  posible  salvarla  de  un  salto,  y  en 
cuyo  fondo,  entre  muros  perpendiculares,  hierve  el  río  formando 
vórtices  y  remolinos.  En  el  valle  de  La  Gloria,  donde  en  verano 
las  palizadas  obstruyen  el  lecho,  el  Sino  recibe  (D.)  el  Mamo,  que 
con  rumbo  opuesto  baja  de  los  flancos  de  Murrucucii,  y  el  Esmeralda, 
que  á  su  1.  corría  paralelo  y  semejante  en  lo  raudo  de  su  curso. 
Etespués  el  río  se  engolfa  en  nueva  angostura,  la  de  Tucura  ó  Mula- 
ta, corta  pero  notable  por  la  belleza  de  las  rotas  cstratas  que  la 
forman,  angostura  que  le  abre  paso  á  otra  p<"queña  cuenca  donde 
por  fin  se  le  reiíne  el  Rioverde  y  también  (I.)  el  JVaín,  que  baja  de 
las  cumbres  de  Quimarf ;  el  Verde  á  la  postre  corre  calmado  en 
valle  más  alto,  pero  para  unirse  al  principal  gira  al  E.  precipitán- 
dose entre  agrios  peñascales  que  lo  llenan  de  saltos  y  remolinos. 
Un  poco  más  abajo  vuelve  el  Sinii  á  penetrar  en  otra  angostura, 
la  de  (jrá,  que  es  la  última  y  la  más  hermosa,  por  cuanto  la  for- 
man altas  y  bruñidas  paredes  de  rocas  dispuestas  en  alternadas 
capas  blancas  y  negras  que  reflejan  de  modo  vario  las  encrespadas 
ondas  que  se  prec  pitan  por  el  fondo,  bajo  verde  dosel. 


En  la  angostura  de  Urá  termina  la  parle  alta  del  SiniS  (24 
leguas),  que  en  seguida  corre  en  ancho  cauce,  lleno  de  islas  y  for- 
mando tal  niimero  de  meandros  y  tan  acentuados  que  casi  triplica 
su  longitud,  de  suerte  que  es  raro  encontrar  un  tro;ío  que  mida  un 
kilómetro  en  línea  recta.  A  medida  que  desciende  el  río  por  este 
valle  que  guardan  las  cumbres  de  Palomas  y  Murrucucií,  el  fondo 
se  ensancha  pero  se  humedece  y  produce  ciénagas,  una  de  las 


Nueva  Geografía  de  Colombia  307 


cuales,  la  considerable  de  Beíancí,  enfrente  de  Palomas,  se  dilata 
fraccionada  hacia  el  E.  y  se  aproxima  á  las  tierras  de  Ayapel  por 
el  N.  de  Murrucucú.  Numerosos  arroyos  riegan  este  valle,  priman- 
do entre  ellos  el  Jaraguqy,  que  con  dos  largos  brazos  en  surco 
S.-N.,  mayor  el  del  S.  (60  kilómetros  desde  Quimarí),  envuelve  la 
base  de  las  Palomas.  Esta  parte  central  mide  35  leguas. 

En  seguida  el  Sinú  por  Callelarga  durante  i  S  kilómetros  cru- 
za encauzado  un  terreno  alto  y  sale  á  la  llanura  inferior,  donde  su 
rasgo  característico  es  la  tendencia  á  desdoblarse  para  correr  al 
pie  de  los  muros  laterales  que  la  enmarcan,  y  crear  una  especie 
de  isla  oval  que  en  el  centro  guarda  dos  grandes  ciénagas  {Charco^ 
grande,  Charco  del  Lean),  al  N.  de  las  colinas  de  Verástegui,  y  que 
diversos  brazos  parten  en  multitud  de  singulares  casillas.  De  Calle- 
larga  á  Cereté,  ó  sea  al  W.  de  las  citadas  colinas,  el  río  aún  conser- 
va un  lecho  principal,  bien  que  á  ambos  lados,  másala  D.,  desgaje 
caños  y  forme  ciénagas  ;  pero  en  dicho  punto  se  abre  en  dos  bra- 
zos :  á  la  I.  el  Aguasblancas,  con  rumbo  N.,  al  W.  de  los  Charcos,  y 
á  la  D.  el  Aguasprietas,  que  tras  correr  al  NE.  hasta  Punta  Yáñez  ó 
Boca  Venados,  vuelve  al  N.,  por  el  E.  de  los  mismos  Charcos,  y  en 
Momil  de  nuevo  cambia  al  W.  para  unirse  al  Aguasblancas  en  Lo- 
rica.  El  Aguasblancas,  aun  cuando  navegable  en  invierno,  se  seca 
en  los  fuertes  veranos,  lo  que  también  sucede  á  muchos  caños  y  cié- 
nagas de  la  llanura,  que  pocas  aguas  recoge  de  la  L,  en  tanto  que 
de  la  D.,  ó  sea  de  las  colinas  y  cerros  que  por  ese  lado  medio  la 
dividen  de  los  llanos  del  San  Jorge,  recibe  numerosos  arroyos,  en- 
tre ellos  el  Venados,  que  corre  de  SE.  á  NW.  y  nace  en  la  relati- 
vamente elevada  planicie  de  Laguneta — donde  también  se  origina 
el  Santiago,  de  opuesto  rumbo, — la  que  en  invierno  se  inunda  hasta 
permitir  el  paso  de  canoas  del  Sinií  al  San  Jorge. 

Reintegrado  el  río  en  Lorica,  se  dirige  breve  trecho  al  W. 
con  más  de  100  metros  de  anchura,  pero  en  seguida  gira  al  N.  al 
través  de  las  tierras  altas  de  Barí,  donde  aún  baña  rocas  peligro- 
sas p)ara  la  navegación,  y  cuando  llega  al  Viento,  á  sólo  kilómetro 
y  medio  del  mar,  en  vez  de  terminar  allí  su  carrera,  revuelve  por 
15  kilómetros  al  NE.,  apenéis  separado  del  Caribe  por  una  lengua 
de  arena,  describiendo  apretadas  curvas,  con  la  margen  D.  llena 
de  caños  y  ciénagas  que  forman  su  delta,  el  que  no  es  sino  una 
parte  colmada  de  la  pequeña  bahía  de  Cispata,  en  la  cual  rinde  su 
jomada  por  varias  bocas.  I^  parte  baja  mide  24  leguas. 

Tal  se  presenta  el  Sinú,  que  sólo  parece  río  en  sus  últimas  12 
leguas,  en  donde  su  anchura  varía  de  65  á  300  ms.,  y  su  fondo 
de  3  á  6  y  12 ;  en  esto  se  asemeja  mucho  á  su  vecino  el  Magdale- 
na. Su  régimen,  antes  más  normal,  por  el  desbosque  de  la  parte 
alta  se  empeora  día  por  día  \  sus  avenidas  arrastran  más  lodo  y 
son  más  violentas,  más  rápidas,  más  frecuentes  y  crecidas  que  an- 
tes, pero  también  sus  sequías  son  más  considerables,  todo  lo  cual 
perturba  más  la  navegación  y  causa  mayores  daños  en  las  tierras 
vecinas ;  en  Corcovado  el  nivel  varía  hasta  7  metros,  cifra  que 
disminuye  hacia  Lorica,  merced  á  la  especie  de  lago  de  que  dis- 
pone para  explayar  sus  aguajes,  que  en  ciertos  puntos  de  su  curso 
central  ocupan  todo  el  valle,  por  lo  cual  oscila  su  caudal  entre  200 
y  900  metros  cúbicos,  lo  mismo  que  su  velocidad,  que  nula  y  ape- 


3o8  Nueva  Orografía  dk  Colombia 


ñas  sensible  en  invierno  en  los  caños  muertos^  en  los  vivos  acentüa 
entonces  su  diferencia ;  en  la  montaña  llega,  cuando  crece,  á  lo 
increíble,  y  arrastra  enormes  palizadas  que  abandotfadas  abajo  son 
un  verdadero  peligro  para  la  comarca  por  los  cambios  que  pro- 
ducen, pues  no  sólo  modifican  el  lecho,  sino  que  ciegan  aquí  ca- 
ños para  abrirlos  más  allá,  y  desecan  ujias  ciénagas  para  crear 
otras,  hasta  el  punto  de  poderse  decir  que  el  mejor  plano,  un  año 
después  de  levantado,  no  es  exacto;  tal  vez  el  río  pretende  darse  un 
solo  lecho,  quizá  dominado  ppr  los  trabajos  de  defensa  de  los  hijos 
de  estos  países  bajos  colombianos,  que  del  perímetro  empujan  las 
aguas  hacia  el  centro,  más  bajo,  en  donde  magníficos  campos  ri- 
bereños resultan  amenazados  de  muerte. 

Empero,  todo  tiene  su  lado  ütil :  tan  grande  numero  de  caños 
y  ciénagas  y  lagunas  hace  el  oficio  de  estanques  que  reciben  el 
exceso  de  la  crecida,  impiden  inundaciones  en  los  campos  cultiva- 
dos, y  en  verano  sostienen  la  navegación  devolviendo  poco  á  poco 
á  la  madre  las  aguas  no  evaporadas,  bien  que  su  mismo  número 
perjudica  entonces  al  cauce  principal  que,  abierto  en  terreno 
más  alto,  lleva  menos  agua  que  algunos  caños  muy  estrechos  para 
poderlo  navegar.  Si  las  ciénagas  son  numerosísimas  y  algunas  de 
grande  extensión,  en  general  son  poco  profundas,  innavegables  y 
difíciles  de  vadear  por  lo  blando  de  su  lecho,  pero  en  verano  se 
secan,  excepción  hecha  de  las  mayores,  y  se  convierten  en  gru- 
pos de  lagunas  y  ofrecen  al  ganadero  riquísimos  pastos  cuando  el 
sol  ha  secado  los  de  la  tierra  alia. 

El  lecho  del  río  y  sus  brazos  está  abierto  en  la  roca  en  la  par- 
te alta,  en  arcilla  luego,  y  por  último  ofrece  fondo  cenagoso  y  rai- 
zambres  peligrosos  para  las  barcas  cuando  disminuyen  las  aguas ; 
á  veces  el  cauce  tiene  barrancas  altas  y  no  inunda  el  terreno,  de 
lo  cual  es  ejemplo  el  Aguasblancas  ;  en  otros  puntos  no  sucede  esto,  y 
la  selva  ocupa  los  pantanos  laterales ;  en  las  partes  bajas  obsérvase 
que  la  concavidad  del  lecho,  en  las  curvas,  está  constituida  por  alta 
barranca,  mientras  la  ribera  opuesta  presenta  extensas  playas. 

Resumiendo  lo  dicho,  tendremos  que  esta  hoya,  que  mide  6o 
leguas  de  S.  á  N.  por  14  de  máxima  anchura,  encierra  aguas  que 
en  su  parte  alta  no  forman  vías  naturales  por  sus  múltiples  rauda- 
les, bien  que  los  indios  las  emplean.  Asombro  y  horror  produce  el 
relato  de  esta  navegación  hecho  por  gentes  civilizadas,  navegación 
que  deja  atrás  la  legendaria  del  Dagua  y  en  la  que  en  dos  horas  de 
vertiginosos  tumbos  se  desciende  lo  remontado  en  ocho  días  con 
mil  tropiezos.  A  partir  de  Tucura  se  puede  ya  navegar  el  Sinú,  en 
barcas,  por  23  leguas  hasta  Callelarga,  aunque  con  peligros  por 
los  raudales  y  lo  fuerte  de  la  corriente  en  la  mitad  de  ese  trayec- 
to, con  gran  demora  en  el  resto  por  lo  exagerado  del  número  de 
vueltas  y  repliegues  que,  como  se  dijo,  triplican  ó  más  la  distancia 
entre  dos  lugares  dados,  inconveniente  que  sube  de  punto  en  el  Istmo 
de  Lx)rica,  donde  lo  que  por  tierra  se  cruza  en  tres  horas,  por  el  río 
exige  tres  dias,  á  lo  cual  se  une  el  peligro  de  los  remolinos  en  las  cur- 
vas y  lo  difícil  de  cruzarlas  en  vapor  cuando  son  fuertes,  amén  de  que 
en  las  bajas  aguas  siempre  surgen  bancos  y  canales  nuevos,  por  lo 
que  es  preciso  constante  exploración  del  lecho.  De  Callelarga  á  Mon- 
tería (8  leguas)  suben  los  vapores  en  invierno  (durante  8  meses); 


Nueva  Orografía  de  Colombia  309 


lo  mismo  sucede  de  Cereté  á  Lorica  (8  leg^uas),  siempre  en  las  4 
leg^uas  que  median  entre  Montería  y  Cereté ;  de  Cereté  á  Ciénara 
de  Oro  (7  legfuas),  es  de  ordinario  conting^encial  la  navegación, 
pero  de  acjuí  á  Lorica  (9  leguas)   no  es  imposible  en   vapores 
pequeños ;  es  la  región  más  rica  de  la  hoya.  De  Lorica  al  mar 
el  río  soporta  (12  leguas)  barcos  de  mayor  calado,  sobre  todo 
en  invierno,  los  cuales  no  hallan  otro  tropiezo  sino  las  rocas  de 
Bari  en  verano  y  las  bocas,  en  las  que  cambia  á  cada  invierno  el 
canal  navegable  ;  la  masa  de  aguas  siempre  da  paso,  pero  es  pre- 
ciso averiguar  por  cuál  de  las  cinco  6  seis  bocas  sale,  quedando 
tan  secas  las  otras,  que  á  veces  no  soportan  ni  canoas.  Cuanto  al 
seno  de  Cispata,  que  se  llena  con  inaudita  rapidez,  sucede  lo  mis- 
mo, pues  en  lo  general  no  recibe  en  su  fondo  sino  barcos  de  poco 
calado  (4  metros),  y  eso  guiados  por  práctico.  Por  lo  dicho  hasta 
hoy,  ha  sido  contigencial  la  navegación  por  vapor,  lenta  y  poco 
provechosa  la  de  vela,  y  el  mayor  uso  del  río  consiste  en  transportar 
á  flote  las  grandes  cantidades  de  madera  que  se  extraen   de   las 
montañas  vecinas,  ya   casi  agotadas  por  el   descuido  con  que  se 
explotan. 

El  Magdalena,  el  monarca  de  los  ríos  colombianos,  la  arte- 
ria aorta  de  la  República,  en  realidad  no  es  río,  sino  meramente 
el  conjunto  de  las  aguas  que  se  originan  en  la  mayor  parte  de  nues- 
tras montañas,  por  lo  cual  ese  nombre  no  debiera  aplicársele  sino  de 
Tacaloa  al  mar  (40  leguas),  cuando  la   magnitud   de  su   caudal 
(7,200  metros  cúbicos  por  i")  lo  convierte  en  verdadero  río,  y  to- 
das las  aguas  de  una  inmensa  hoya  (25  millones  de  hectáreas) 
— triple  y  una — van  por  cauce  de  800  á  1,600 metros  de  anchura,  con 
profundidad  media  de  10,  al  través  de  una  dilatada  planicie,  y  her- 
moseadas sus  riberas  por  40  poblaciones,  la  última  de  las  cuales  es 
el  gran  puerto  del  país.  Lo  dicho  es  tanto  más  evidente  cuanto 
ese  canal  es  el  desagüe  de  inmensa  cuenca  inundada,  ó  poco  me- 
nos, á  donde  convergen  las  aguas  de  la  depresión  central  y  de  las 
dos  mesas  que  la  guardan,  siendo  también  de  allí  de  donde  arran- 
can las  primeras  vías  que  á  esas  montañas  penetran,  dejando  para 
ello  el  barco  por  la  cabalgadura. 

Esto  sentado,  el  Magdalena  es  el  río  que  surca  el  fondo  de  la 
depresión  central  con  rumbo  general  de  S.  á  N.  durante  9°,  y  re- 
cibe el  tributo  de  las  mesas  que  separa,  bien  que  de  un  modo  muy 
diverso ;  la  mesa  occidental  recoge  casi  todas  sus  aguas  en  dila- 
tado cauce  (Cauca),  paralelo  al  Magdalena,  río  que  como  el  prin- 
cipal, no  resulta  formado   sino  cuando  está   próximo  su  fin,  por 
ser  entonces  cuando  lo  acrecen  por  ambas  bandas  sus  dos  grandes 
afluentes  (San  Jorge,  Nechí  ?)  que  le  son  paralelos ;  la  mesa  orien- 
tal presenta  una  red  hidrográfica  profundamente  diversa,  pues  á 
causa  de  las  múltiples  cuencas  en  que  se  fracciona,  agrupa  sus 
aguas  en  seis  grandes  corrientes  que  solas  ó  pareadas  (P'usagasu- 
gá-Bogotá,  Negro-Minero,  Sagamoso-Lebrija)  se  suceden  del  S. 
al  X.,  á  veces  paralelas  al  principal,  ya  que  la  mesa  sólo  en  pe- 
queño trozo — hacia  el  centro — muestra  su  lomo  excavado  por  un 
solo   surco,  pues   más  al   N.  guarda  dos,  bien   que   acaban  por 
no  pertenecer  á  la  hoya  del   Magdalena.  A  estas  característi- 
cas preciso  es  añadir  que  la  mesa  occidental,  allí  donde  es  más 


NuxvA  Geograf/a  de  Colohbu 


ancha,  si  al  W.  vierte  al  Atra- 
tü  y  al  centro  al  Cauca,  al  E. 
lo  hace  directamente  al  Mag- 
dalena, y  que  los  relieves  sep- 
tentrionales 6  de  Nueva  An- 
dalucía, en  vez  de  inclinar  de 
ordinario  sus  aguas  hacia  el 
N.,  lo  hacen  hacia  el  S.,  en  es- 
pecial en  la  banda  E.,  donde 
alcanzan  ¿  formar  uno  de  los 
grandes  tributariosdel  Magda- 
lena (Cesar);  en  ambos  casos 
las  aguas  arrancan  de  alturas 
que  no  pertenecen  á  las  cor- 
dilleras andinas  sino  á  los  re- 
lieves Caribes  que  cruzan  por 
el  N.  del  pafs. 

Así  pues,  el  Cauca  se  pare- 
ce al  Magdalena  por  cuanto  es 
un  río  híbrido  <i  informe,  y  más 
que  éste  ¡rre^pilar  agrupación 
de  aguas  ocasionada  por  los 
ciclos  geol<5gicas,  en  nada  pa- 
recido á  corrientes  como  el 
Atrato ;  muy  análogos  le  son 
los  rfos  de  la  mesa  oriental, 
que  hasta  lo  superan  á  este 


Figun  t)3— El  tío  Magdilena  Mgiíii  la  Cul>  oficiil— Ecctltii  i  :3.300.00o 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


311 


esto  el  carácter  general  del  río  madre  y  de  sus  afluentes,  exagera- 
do en  ellos,  es  el  ser  de  difícil  y  peligrosa  navegación,  cortada  de 
ordinario  en  trozos,  por  lo  que  resulta  con  soluciones  de  continui- 
dad,  de  donde  que  la  red  hidrográfica  en  lahoya  magdalenense, 
no  obstante  medir  1,200  leguas  de  corrientes  cuyos  cauces  tienen 
á  lo  menos  un  metro  de  profundidad,  apenas  ofrece  la  mitad  sus- 
ceptible de  mediana  navegación — buena  sólo  en  200, — cuando  en 
la  red  alemana  por  ejemplo,  que  cuenta  5, 000  leguas  en  superficie 
apenas  doble  de  la  de  la  hoya  de  nuestro  gran  río,  1,400  leguas 
siempre  útiles  varían  entre  80  centímetros  y  i  metro  !I 

De  lo  dicho  resulta  que  por  su  relieve  la  hoya  del  Magdalena 
se  divide  netamente  en  cuatro  porciones  en  manera  alguna  sim- 
ples; porciones  que  se  agrupan  en  tres  zonas  paralelas,  más  corta 
y  ancha  la  de  la  D.,  más  baja  la  del  centro,  y  las  cuales  concluyen 
sobre  la  cuarta,  la  más  plana,  transversal  con  respecto  á  ellas. 
También  su  estudio  forzosamente  se  subdivide  en  cuatro  partes 
imposibles  de  refundir  en  una  sola,  so  pena  de  incurrir  en  errores 
geográficos  de  la  talla  del  que  se  lee  en  los  textos  del  ramo  que 
separan  el  Cauca  del  Magdalena  y  admiten  hay  unidad  entre  la 
cuenca  de  Mompós  y  la  ^bana  de  Bogotá  (?  ¡),  con  lo  cual  se 
viola  hasta  en  su  raíz  la  geognosia  del  terreno  :  ó  el  Cauca  hace 
parte  de  esta  hoya,  ó  hay  que  separarle  las  altas  tierras  orienta- 
les. Tan  craso  error  proviene,  á  lo  que  parece,  de  que  en  estas 
tierras  las  aguas  no  se  agrupan  en  un  solo  cauce.  ¡  Hasta  dónde 
conduce  la  ignorancia  de  la  Geografía  física !  Las  dichas  cuatro 
zonas  que  componen  la  Magdalenia  varían  tanto  en  su  forma  y 
constitución  como  en  su  área  :  en  efecto,  la  occidental  mide  2,600 
leguas  cuadradas;  la  central  2,500;  la  oriental  1,500,  y  la  sep- 
tentrional sube  á  3,000  sin  tierra  adentro. 


SepUfllríoial 

Costa 

Oecideifal 

Cauca 

Depresión 

CeBtnl 

Oriental 

Somapaz 

Figura  124 — Las  cuatro  porciones  de  la  Magdalenia 


i.^  La  depresión  central  (Valle  del  3ftf^ia/^;ia  propiamente  di- 
cho)|  por  su  extensión  y  la  diversidad  de  suelos  que  allí  atraviesa 
el  rio,  impone  necesaria  subdivisión  en  parte  alta  y  baja,  de  carac- 
teres propios:  en  aquélla  corre  el  alto  Magdalena,  en  ésta  el 
Magdalena  central.  En  el  alto  Magdalena  el  río  desciende  de  la 
región  de  los  Páramos  á  suelo  de  200  ms.  de  altura  y  riega 


312  Nueva  Geografía  dk  Colombia 


así  una  tierra  mixta,  valle  y  meseta,  entre  g-randes  moles  monta- 
ñosas al  Ocaso  y  otras  más  humildes  al  Oriente :  eng'rosándose 
con  infínidad  de  afluentes,  todos  los  cuales  (salvo  dos)  desarrollan 
su  curso  dentro  de  la  cuenca  ó  valle  mismo,  en  g'cneral  con  rumbo 
del  W.  y  el  E.  hacia  el  centro,  mayores  y  más  numerosos  á  la  I.  del 
río;  afluentes  poco  importantes,  excepción  hecha  de  uno  considera- 
ble (Saldaña)  que  va  al  NE.,  y  de  cuatro  medianos,  dos  por  cada 
banda  (Páez-Coello  y  P'usagasug-á-Bog-otá),  que  al  W.  recogen  el 
tributo  de  los  nevados  y  ocupan  hoya  de  algxina  extensión,  y  al  E. 
sus  cabeceras  aumentan  su  caudal,  penetrando  en  la  mesa  oriental 
por  medio  de  algunos  brazos,  por  lo  cual  en  esta  sección  no  puede 
incluirse  su  estudio.  El  paso  de  la  parte  alta  á  la  central  se  ve- 
riñca  por  medio  de  rápidos  y  violentas  curvas  entre  peíías,  últimos 
rastros  de  la  zona  torrencial.  En  el  Magdalena  central  (PaturiaJ,  el 
río,  ya  considerable,  dilata  su  curso  en  el  fondo  del  valle  más  perfec- 
to y  crecido  que  ofrece  el  país,  entre  grandes  masas  montañosas, 
rotas  á  trechos  en  ambos  lados,  para  dar  paso  á  afluentes  que  vie- 
nen de  muy  lejos,  mayores  al  E.,  en  donde  tienden  al  paralelismo 
con  la  corriente  madre,  menores  y  á  ésta  perpendiculares  primero, 
luego  también  paralelos  al  W.;  entre  ellos  aparecen  otros  que  nacen 
en  el  valle.  Empero,  ninguno  de  tales  ríos  es  corriente  de  primera 
importancia,  ninguno  permite  larga  navegación,  y  es  característico 
de  los  mayores  mostrarse  llenos  de  rápidos  ó  saltos.  Por  la  D.  se 
suceden  con  admirable  ritmo  el  Negro,  el  Carare,  el  Sogamoso,  el 
Lebrija  ;  en  tanto  que  por  la  I.  sólo  uno  (Nare)  puede  entre  los 
perpendiculares  merecer  atención;  lo  mismo  sucede  (Cimitarra) 
entre  los  otros. 

2.°  Im  porción  occidental  y  ó  sea  la  hoya  del  Cauca,  el  rival  del 
Magdalena,compuestatambiénde  diversísimas  porciones,  en  conjun- 
to se  reduce  á  un  surco  en  el  lomo  de  la  mesa  andina,  con  vario  nivel 
más  varia  forma  y  extensión,  el  cual  mide  1 30  leguas  de  longitud 
por  8  á  2,  5  y  11  leguas  de  anchura,  y  por  ultimo,  se  aumenta  con 
aguas  cuya  región  permanece  independiente,  siendo  más  que  otra 
cosa  una  especie  de  cuña  interpuesta  entre  los  dos  ríos  y  en  la 
que  la  porción  más  PZ.  se  enlaza  directamente  con  el  Magdalena 
En  esta  hoya,  que  abarca  así  una  mesa  angosta  primero,  ancha 
después,  el  río,  que  por  lo  común  corre  cargado  á  la  I.,  presenta 
un  trozo  meridional  (alto  Cauca)  y  otro  septentrional  (Cauca  cen^ 
tral)y  ambos  sin  largos  afluentes,  aunque  varios  de  éstos  presentan 
notable  caudal  y  le  tributan  primero  por  la  D.,  luego  por  la  I.,  te- 
niendo enfrente  fajas  de  suelo  que  sólo  surcan  arroyos  más  ó  menos 
crecidos.  El  b  ijo  Cauca  hace  parte  de  la  zona  septentrional. 

En  resumen,  la  hoya  andina  del  Cauca  se  reduce  á  una  serie 
de  cuencas  escalonadas,  todas  bien  delineadas,  mayores  y  con  fondo 
más  plano  en  el  alto  río,  superiores  en  número  después,  cuando 
constituyen  mero  cañón.  El  alto  Cauca,  con  rumbo  primero  al 
NW.  por  breve  espacio,  luego  al  NNE.  en  mayor  trecho,  surca  la 
altiplanicie  paramosa  de  Paletará,  el  valle  templado  de  Pop>ayán 
y  la  cinta  cálida  denominada  especialmente  7^alle  del  Cauca,  sec- 
ciones cada  vez  más  crecidas,  doble  la  última,  y  en  la  cual  el  río 
se  hace  navegable,  aun  cuando  por  desgracia  á  crecida  altura ;  la 
primera  se  abre  entre  cimas  nevadas  ó  poco  menos,  la  segunda  se 


Nueva  Geografía  de  Colombia  3 1 3 


compone  de  g^randiosos  y  agrestes  valles  que  de  alta  cresta  caen 
i  destrozado  plano  rodeado  enfrente  por  medianos  relieves,  y  la 
tercera  en  forma  de  00 ,  tiene  muros  montañosos  uniformes,  cons- 
tituidos por  series  de  cumbres  paralelas  y  escalonadas,  doblemente 
crecidas  al  Oriente  que  al  Ocaso,  exiguas  al  Sur,  más  altivas  y 
destrozadas  al  Norte  :  característico  del  alto  Cauca  es  tener  decli- 
vio á  su  I.  siempre  breve  (2  á  5  leguas),  mayor  á  su  D.  (6  á  10), 
ambos  con  sostenida  uniformidad  en  cada  trozo.  En  Paletará 
marcha  solitario  el  río ;  en  Popayán  le  fluyen  Palacé,  Piendamó 
y  Ovejas,  éste  en  suelo  de  transición  ;  en  el  valle  propio,  al  prin- 
cipio (Palo)  y  al  fin  (La  Vieja),  recibe  aguas  crecidas  con  otras  in- 
termediasalgo  menores,  bien  que  numerosas,  primando  entre  ellas, 
por  nacer  en  la  cresta  misma  y  no  en  los  estribos,  Amaime,  Tuluá 
y  Paila.  El  Cauca  central,  que  con  rumbo  de  S.  á  N.  delinea  curva 
en  forma  de  hoz,  se  reduce  á  gigantesco  torrente  con  algunos  re- 
mansos al  través  de  las  tierras  de  Arma,  el  cañón  de  Antioquia  pro- 
piamente dicho  y  el  valle  Cáceres,  porciones  abiertas  entre  montes 
que  si  altivos  primero,  decrecen  luego  sin  cesar,  en  la  segunda  mayo- 
res al  Ocaso,  y  al  Oriente  en  las  otras  dos.  Característico  del  Cauca 
central  es  tener,  por  ambas  márgenes,  declivio  más  igual,  primero 
de  alguna  extensión  (7  á  10  leguas),  aunque  con  diversísima  topo- 
grafía, luego  muy  breve  (2  á  6),  y  sólo  surcado  por  arroyos,  y,  por 
ultimo,  otra  vez  crecido.  En  la  tierra  de  Arma  le  fluyen  por  la  I.  Ri- 
saralda  y  San  Juan,  de  curso  inverso,  y  que  forman  cuerda  de  curva 
del  principal  que  al  opuesto  lado  recibe  perpendicularmente  varios 
(priman  (ihinchiná  y  Arma),  todos  de  valle  á  cuál  más  bravio  y 
salvaje  y  que  concluyen  en  destrozada  mesa ;  en  el  cañón,  que 
oprime  terriblemente  el  río,  y  en  el  que  por  trozos  casi  se  reduce  el 
valle  á  simple  hendidura,  los  arroyos  oscilan  del  mis.no  modo,  y, 
por  ultimo,  en  el  trozo  de  Cáceres,  cuyas  faldas,  tras  acrecerse 
primero  bruscamente,  decaen  luego,  tiene  (I.)  paralelo  otro  afluen- 
te (Man)  de  alguna  magnitud. 

Al  terminar  este  valle,  el  Cauca  usurpa  el  del  Nechí,  abierto 
al  pie  de  los  relieves  de  Anorí,  entre  medianas  cumbres  á  los  la- 
dos, y  en  el  cual  se  confunden,  tras  romper  el  suelo,  dos  corrientes 
que  bajan  de  la  mesa  antioqueña  :  el  Nechí,  cuyos  brazos  origi- 
nales excavan  profundamente  la  porción  NW.  tendida  de  áin 
José  á  Anorí,  y  el  Porce,  que  marca  el  Ihalveg  de  la  zona,  sirve  de 
cuerda  á  la  gigantesca  curva  del  cañón  del  Cauca,  colinda  con  el  de 
Arma,  y  bien  que  en  sus  orígenes  surque  un  pequeño  valle,  luego 
rueda  en  una  simple  grieta  que  recoge  por  el  Grande  (I.)  las  aguas 
que  roen  la  curiosa  tierra  de  Santa  Rosa,  al  S.  de  la  de  San  José. 
Unidas  estas  aguas  y  ya  en  el  valle  bajo,  reciben  (D.)  el  tributo  del 
Bagre,  cuyos  brazos  penetran  en  las  breñas  de  Remedios.  Al  SE. 
del  Porce  se  halla  el  Nare,  que  abre  su  curso  superior  (S.  á  N.) 
en  mesa  más  elevada  y  perfecta  (Rionegro),  tras  lo  cual  abandona 
turbulento  la  llanura  en  busca  del  Magdalena. 

3.  La  porción  oriental,  6  sea  la  de  los  grandes  afluentes,  ofrece 
condiciones  análogas  á  la  anterior  en  cuanto  se  compone  de  una 
serie  de  cuencas  sin  más  enlace  que  el  que  producen  las  aguas,  y 

JSÍueva  Geografía  de  C^hmhim  TOMO  I  -21 


314  Nueva  Geografía  de  Colombia 


sólo  se  diferencia  de  aquélla  en  que  éstas  no  se  agrupan  en  un  sola 
cauce  y  es  más  ancha,  bien  que  más  corta  :  su  long^itud  sube  á  88- 
leg^as,  y  su  anchura,  que  es  casi  nula  en  los  extremos,  alcanza  32 
en  el  centro.  Ante  todo,  se  observa  que  sus  aguas,  por  más  que  no 
se  unan,  corren  en  surcos  de  S.  á  N.  que  grietas  transversales  con- 
ducen fuera  de  la  mesa ;  de  esos  surcos  el  central,  que  principia  en 
verdad  más  lejos,  al  E.  de  Neiva,  y  concluye  en  Puerto  Nacional,  es 
tan  dilatado  como  el  del  Cauca  y  sube  más  al  N.  En  él  se  hallan 
primero  múltiples  y  pequeños  ríos  (prima  el  Neiva),  que  se  acreceiv 
luégfo  (Cabrera,  Sumapaz,  Punza,  Saravita,  Lebrija),  y  por  último, 
sale  de  la  hoya,  mientras  en  el  oriental  sólo  uno  (Chicamocha- 
Servitá)  pertenece  á  la  misma,  y  en  el  occidental,  más  corto,  figu- 
ran, después  de  varios  arroyos.  Prado,  Seco,  Apulo,  Negro,  Cu- 
rare, Opón,  Lebrija,  Carmen.  También  es  curioso  sea  frente  á  la 
cuña  del  Nechí  donde  tribute  al  Magdalena  el  citado  trozo  del  surco 
oriental,  por  lo  cual  se  halla  aquí  una  especie  de  núcleo  (Saravita- 
Chicamocha)  envuelto  por  las  aguas,  el  que  al  N.  y  al  S.  tiene 
algo  como  brazos  (Bogotá-Lebrija)  más  angostos  y  largos,  con  lo 
cual  se  marca  ligero  arco  que  tiene  por  cuerda  al  mismo  Magdale- 
na y  deja  fuera,  al  S.,  perteneciendo  al  curso  superior  de  éste,  todas 
las  aguas  que  no  ocupan  el  lomo  de  las  más  altas  y  crecidas  mesas,, 
así  como  también  las  que  le  demoran  en  los  valles  bajos  al  W.  y 
sirven  para  regularizar,  en  globo,  la  figura  de  la  gran  depresión 
central,  tan  revuelta  por  relieves  entrecruzados.  En  fin,  se  observa 
que  á  partir  de  un  eje  que  va  del  Tolima  á  Toquilla,  las  aguas  de 
la  mesa  oriental  corren  con  rumbo  N.  y  S.,  respectivamente,  que- 
dando las  de  menor  importancia  á  este  último  lado. 

De  estos  ríos  el  Lebrija  (45  leguas)  se  forma  en  las  tierras  de 
Soto,  entre  breves  relieves  que  de  S.  á  N.  decrecen  hasta  desapa- 
recer sin  darle  gran  tributo  á  la  I.,  mientras  á  la  D.  orilla  al  pie 
W.  de  la  magistral  una  serie  de  cuencas  variamente  unidas  entre 
sí  para  formarle  ricos  tributarios  (Suratá,  Pescado,  Cáchira,  San 
Alberto)  inclinados  hacia  el  S.,  salvo  el  último,  que  se  vuelve  al  N. 

El  Sogamoso  ( 1 30  kilómetros),  el  mayor  y  más  crecido  de  todos,, 
se  compone  de  dos  brazos,  más  largo  y  caudaloso  el  oriental  (Chi- 
macocha,  50  leguas),  que  describe  arco,  teniendo  como  cuerda  á  1 5 
leguas  á  la  I.  al  segundo  (Saravita,  40  leguas)  :  ambos,  tras  recorrer 
primero  hermosa  aHiplanicüy  caen  luego,  rompiendo  breñas,  á  sur- 
co transversal  (50  leguas)  abierto  de  la  Nevada  de  Chita  al  Mag- 
dalena. El  Saravita^  siempre  con  rumbo  S.  á  N.,  recorre  un  antillano 
y  un  valle  estrecho  (Fúquene-Chiquinquirá,  Puente  Nacional,  Soco- 
rro), que  le  niega  anuentes,  pues  los  que  le  llegan  nacen  fuera  del 
mismo,  pero  en  tanto  que  casi  no  existen  á  su  I.  {Popoa,  cuenca  de 
Jesús  María),  por  la  D.  adquieren  mayor  desarrollo  (cuenca  de  Leí- 
va  :  Mom'guird  ;  tierras  de  Siomo:  Linguaruco;  tierras  de  Chara lá  : 
San  Gil),  por  lo  cual  su  hoya,  primero  doble  (valles  S.  á  N.),  se  en- 
sancha luego  al  E.,  para  ocupar  toda  la  tierra  que  envuelve  el  Chi. 
camocha.  El  Chicamocha ,  que  se  forma  con  dos  brazos  en  la  cuenca 
de  Sogamoso,  después  en  el  cañón  de  Soatá  carece  de  afluentes 
importantes  hasta  enfrentarse  con  la  curva  de  Chita  (Chiíancy. 
Ckiscas),  donde  cruza  al  W.,  y  si  por  la  I.  sigue  del  mismo  modo  la 
margen  S.,  por  la  D.  lo  engrosan  varios  (Servi/d,  Guaca),  que  correa 


Nueva  Gkografia  de  Colombia  3 1 5 


de  N.  á  S.  Reunidos  los  dos  brazos  y  formando  el  Sogamoso,  rompe 
la  mesa  de  Chucurí  para  concluir  hacia  Barranca  Bermeja  ;  como 
se  ve,  la  hoya  de  este  río  (550  leguas  cuadradas)  ocupa  el  centro 
de  la  mesa  oriental  y  colinda  con  todas  las  otras  aguas  importan- 
tes que  allí  nacen  (Carare,  Lebrija,  Sarare,  Bogotá)  y  la  envuelven : 
su  curso  alto  se  desarrolla  en  hermosas  planicies,  el  medio — el  más 
dilatado — entre  profundas  barrancas  lleno  de  raudales,  y  el  bajo 
— muy  corto — entre  húmedas  selvas. 

Él  Bogotá  (45  leguas),  cuya  cuenca  es  más  sencilla,  forma  lige- 
ro ángulo  en  su  rumbo  al  SW.,  y  también  su  curso  alto  lo  desarro- 
lla en  la  mesa  de  su  nombre,  donde  se  le  llama  Funza,  en  tanto  que 
el  bajo  se  abre  al  través  de  barrancas  y  cañones  ;  allá  recibe  afluen- 
tes por  la  I.  con  curso  S.  á  N.  (Siecha,  Tunjueló),  y  por  la  D.  con 
curso  N.  á  S.  {Neusa,  Ser  muela),  rumbo  que  es  también  el  del  mayor 
de  su  parte  inferior  (Apulo),  la  cual  termina  convertida  en  bajo  y 
ardiente  valle.  La  hoya  de  este  río  también  resulta  envuelta  por  la 
de  otras  aguas  importantes. 

El  Carare  (45  leguas),  cuyo  rumbo  es  siempre  al  N.,  desarrolla 
su  curso  alto  en  cerrada  cuenca  (Minero),  en  la  que  va  sin  afluen- 
tes por  la  I.,  sólo  engrosado  en  su  opuesta  margen  por  algunos 
tributarios,  en  tanto  que  en  su  porción  central  por  la  D.  se  complica 
con  aguas  de  las  serranías  orientales  {Haría,  tierra  de  Flores),  y  en 
la  baja,  la  más  crecida,  marcha  entre  húmedas  selvas  con  un  afluen- 
te á  su  D.  (  Guayaba  a). 

En  fin,  el  Negro,  el  Fusagasugá  y  el  Cabrera  guardan  cierta 
analogía  entre  sí.  El  Negro  se  compone  de  aguas  S.  á  N.,  en  par- 
te con  opuesto  rumbo,  que  corren  al  través  de  barrancas  y  cajones, 
primero  con  otras  paralelas  á  su  I.  (  Guaduero)  y  perpendiculares  á  su 
D.  {Tobia,  Ferrería,  ya  complejo),  y  por  último  con  afluentes  parale- 
los sólo  á  este  último  lado  {Toraz)  :  así  su  hoya  resulta  cuenca  per- 
fectamente cerrada.  El  Fusagasugá  se  compone  de  un  haz  {Cuja, 
Subi'a)  que  al  través  de  breñas  converge  al  W.  en  busca  de  grandes 
quiebras,  en  medio  de  las  cuales  recibe  otro  grupo  análogo  que 
corre  de  S.  á  N.  El  Cabrera  resulta  de  la  unión  de  aguas  E.  á  W., 
á  que  se  unen  otras  S.  á  N.  y  N.  á  S.,  todas  entre  salvajes  grietas. 
Rionegro  recorre  40  leguas  y  20  los  otros  dos. 

En  resumen,  carácter  general  de  todas  las  aguas  de  esta  por- 
ción es  correr  íntegramente  ó  en  gran  parte  por  entre  profundos 
cañones,  restos  de  planos  más  ó  menos  extensos  otros  días,  y  por  lo 
mismo  no  ser  sino  simples  torrentes,  á  trozos  con  tranquilo  curso. 
4.  La  porción  septenirional,  6  sea  la  baja  de  esta  hermosa  hoya, 
difiere  profunda  y  esencialmente  de  las  anteriores,  bien  que  guarde 
algo  de  cada  una  de  ellas.  Es — como  el  río  todo — muy  similar  á 
á  la  del  Sinú,  sólo  que  su  área  es  unas  dos  veces  mayor  que  la 
hoya  íntegra  de  ese  río,  casi  una  Bélgica.  Es  un  gran  plano  hú- 
medo (nueve  veces  mayor  que  el  de  Cereté)  rodeado  por  levanta- 
do lomo  de  muy  vario  nivel,  roto  ó  muy  rebajado  á  trechos,  en 
forma  de  losanje,  con  las  mayores  cimas  hacia  los  ángulos  SW. 
(Murrucucú)  y  NÉ.  (Nevada  de  Santamarta),  de  unas  40  leguas 
de  E.  á  W.,  por  poco  menos  de  N.  á  S.,  y  que  hacia  el  N.  se  com- 
pleta con  una  faja  (de  32  x  20  leguas)  á  modo  de  valle,  entre  pe- 
queños relieves,  bien  que  los  del  £.  se  hallen  q1.  pie  de  grandes 
breñas ;  en  este  suelo  se  abre  el  delta  del  gran  río. 


Figura  las— CarW  hidrogrific»  de  la  Cmt» 


NuKVÁ  Geografía  ds  Colombia  3 1 7 


Dicho  losanje  está  cruzado,  perpendicularmente  á  sus  caras, 
por  dos  líneas  que  se  cortan  en  X ;  de  SW.  á  NW.  por  un  lomo 
de  tierra  realzada  (Cristal-San  Pedro,  50  leguas)  que  une  los  re- 
mates N.  del  Quindío  á  los  W.  de  Nevada,  entre  suelos  de  diverso 
nivel,  mayor  primero  á  la  I.  y  luego  á  la  D.  de  dicho  eje  ;  de  SE. 
á  NW.  corre  el  otro  surco  (45  leguas)  tendido  de  la  depresión  de 
Bobalf  á  la  que  se  halla  al  N.  de  la  mefa  de  Ovejas,  la  cual  corta 
el  lomo  citado  y  prolongada  hacia  la  I.  pasa  p«r  las  ciénagas  de 
Flamenco.  Este  surco  al  pie  de  Bobalí  (8  leguas)  y  de  Ovejas  (9 
leguas),  está  marcado  por  aguas  secundarias,  y  en  el  resto  por  el 
lecho  mismo  del  Magdalena  (aquí  doble,  en  verdad),  que  en  su  ex- 
tremo D.,  ó  sea  por  donde  penetra  al  Sur  en  su  última  sección,  re- 
cibe aguas  de  N.  á  S.,  y  en  el  otro,  ó  sea  por  donde  la  deja  al  Norte 
en  busca  del  mar,  se  acrece  con  algunas  más  considerables  pero 
de  rumbo  S.  á  N. 

De  lo  dicho  resulta  que  á  los  lados  del  lomo  de  Cristal  se  ha- 
llan dos  especies  de  valles :  á  la  I.  el  del  Cauca-Magdalena,  al  pie 
de  Murrucucú-María,  con  desnivel  sostenido ;  á  la  D.  el  del  Mag- 
dalena-Cesar, al  pie  de  la'  Sierra  de  Perijá,  con  declivio  doble,  pues 
su  menor  altura  se  halla  hacia  el  centro ;  este  surco  por  el  E.  de 
Nevada  alcanza  también  el  mar,  como  el  otro  por  el  W,  del  Quin- 
dío llega  hasta  el  Buey  en  busca  de  los  orígenes  del  gran  río  ;  clara 
consecuencia  de  lo  dicho  es  que  en  ambos  valles  corrieron  aguas 
independientes  en  otra  edad  geológica.  Hoy  las  concordancias  son 
tales,  que  así  como  á  la  I.  del  Cauca  avanza  el  San  Jorge,  á  la  D. 
.  del  Cesar  se  forma  el  Chimiquicay  extraña  corriente  de  32  leguas, 
próxima  y  paralela  al  Magdalena,  pero  de  rumbo  opuesto  y  sobre 
cuyo  eje  se  abre  más  al  N.  la  gran  ciénaga  de  Santamarta  ;  en 
cuanto  á  extensión,  estos  grupos  son  proporcionados  á  la  de  las 
breñas  á  cuyo  pie  se  forman. 

En  resumen,  hállase  de  San  Lucas  á  Mamón  y  del  Volcán  de 
San  Carlos  á  Bobalí  un  vasto  archipiélago  fluvial,  análogo  al  de 
Cereté,  bien  que  con  diverso  régimen  por  ser  doble;  como  éste,  por 
el  N.  termina  en  el  mismo  paralelo  de  Lorica,  pero  al  S.  se  ex- 
tiende hasta  el  de  Tangas,  sobre  una  línea  de  grandes  ciénagas,  y 
resulta  así  tres  veces  más  largo,  aunque  también  tres  veces  más  bajo 
que  aquél  y  más  hermoso  porque  en  sus  canales  corre  veinticinco 
veces  más  agua,  ó  sea  en  proporción  á  las  hoyas  que  los  nutren.  Me- 
rece anotarse  también  que  así  como  á  la  I.  de  San  Lucas  el  Cauca 
y  el  San  Jorge  producen  extenso  laberinto  de  caños  y  brazuelos,  á 
la  D.  el  Magdalena  y  el  Lebrija  se  comportan  del  mismo  modo ; 
vasto  como  la  Alsacia-Lorena,  este  semisuelo  se  halla  sujeto  á  los 
cambios  y  reglas  indicados  para  el  del  Sinii;  la  única  diferencia  con- 
siste en  los  Playones  6  lagos  que  sólo  se  forman  en  las  fuertes  cre- 
cidas y  por  breve  tiempo.  Cuanto  al  valle  final  del  Magdalena  (Ca- 
lamar), debe  notarse  que  es  hacia  su  mitad  donde  parece  que  se  abre 
para  formar  su  delta  con  aguas  al  NW.  y  NE.,  y  que  antes  recoge  el 
tributo  de  otras  á  éstas  paralelas,  ó  sea  de  curso  al  SE.  y  SW. ;  el 
delta  natural  del  río  es  muy  pequeño,  pero  merced  al  Dique,  abar- 
ca una  mayor  extensión  aparente  ;  el  natural  ocupa  un  seno  colma- 
do por  aluviones,  y  del  cual  no  quedan  sino  los  restos  en  la  gran 
ciénaga  de  Santamarta. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


El  Cesar  no  es  afluente  del  Magdalena,  sino  de  una  extensa  ci¿- 
nag;a  que  sin  el  auxilio  del  gran  rio  acabarla  por  tomarse  en  un 
arenal  como  los  de  Goajira;  y  en  segundo  lugar,  el  San  Jorge  no 
es  tributario  del  Cauca,  como  que  es  varias  leguas  abajo  de  la  boca 
del  Guamal  (Cauca)  donde  se  halla  la  Perico  (San  Jorge),  ambas  en 
un  brazo  (Loba)  del  Magdalena  :  el  error  proviene  de  que  varios  ca- 
ños enlazan  antes  las  dos  corrientes.  Por  liltimo,  tampoco  es  ver- 
dad absoluta  llamar  al  Cauca  tributario  del  Magdalena,  puesto  que 
cuando  se  juntan  en  Guamal  llevan  el  mismo  curso  (cosa  de  260 
leguas)  y  poco  diverso  caudal,  diferenciado  aun  menos  si  como  Cau- 
ca se  clasifica  el  brazo  de  Loba,  por  recibir  entonces  el  San  Jor- 
ge. En  atención  á  lo  que  antecede,  sólo  merecen  el  nombre  de  ver- 
dadero río  estas  aguas  cuando  se  juntan  en  un  solo  cauce  que  mide 


ia6— Selva  viígen  en  I. a 


NuxvA  GsooKAnA  Dc  Colombia  319 


40  leguas:  ¿convendría  diferenciar  hechos  tan  claros?  ¿No  sería 
justo  llamar  á  este  río  de  la  Madera^  como  al  principio  lo  hicieron 
los  españoles,  siguiendo  á  los  indios,  quizá  á  causa  de  las  grandes 
palizadas  que  arrastra  ? 

Cuando  el  Cauca  usurpa  en  Nechí  el  valle  al  río  de  este  nom- 
bre, por  él  influido  se  inclina  al  NE.,  y  rico  con  sus  2,oco  ms.  cbs., 
va  majestuoso  breve  trecho  (12  leguas),  por  suelo  casi  seco  y  en 
canal  no  muy  ancho  (500  ms.),  hasta  frente  á  la  Ciénaga  Raya, 
donde  gira  al  N.,y  á  las  cuatro  leguas  no  más  se  abre  (Algarrobo), 
en  horquilla  cuyos  dos  brazos  tortuosos  dejan  al  medio  una  faja  de 
5  leguas  llena  de  caños  y  brazuelos :  el  brazo  occidental  {Rio  Moja-- 
na,  21  leguas  en  14  rectas),  el  más  pequeño,  recoge  el  San  Jorge 
•en  Tacasuán ;  el  oriental  ó  Cauca  propio  (14  leguas)  se  acompaña 
luego  á  D.  é  I.  con  otros  menores ;  entre  Mojana  y  San  Jorge  queda 
4ina  verdadera  isla  que  baja  ensanchándose  al  S.  hasta  el  caño  San 
Lorenzo  ( 1 5  leguas),  puesto  que  por  la  ciénaga  de  este  nombre  y  la 
de  Ayapel  enlaza  los  dos  citados  ríos,  tocando  al  Cauca  en  la  boca 
del  Nechí  y  al  San  Jorge  en  Ayapel ;  la  isla  está  llena  de  ciénagas 
y  caños,  en  general  de  rumbo  al  N.  La  Mojana  se  une  á  San  Jorge 
4  leguas  antes  de  su  fín. 

Cuanto  al  San  Jorge  (75  leguas),  importante  río,  cuyo  eje 
prolongado  marca  el  curso  del  Chimiquica,  recorre  primero  estre- 
cha zona  montañosa  (S.  á  *N.),  que  deja  luego  por  angosto  valle 
^E.  NE.)  entre  las  serranías  de  Ayapel  y  San  Jerónimo,  alejadas 
luego  hasta  17  leguas  ;  por  la  D.  lo  engrosan  infínidad  de  cortos 
arroyos,  muy  próximos,  y  que  paralelos  primero  al  río,  después  le 
son  perpendiculares ;  pasada  la  ciénaga  de  Ayapel,  faltan  por  com- 
pleto ;  por  la  L  primero  le  fluyen  múltiples  riachuelos  que  luego  for- 
man el  caño  Carate  (25  leguas),  que  termina  en  extraño  rosario  de 
lagunas,  paralelo  y  muy  próximo  al  San  Jorge,  cuando  éste  en  pleno 
llano  gira  al  NE.  y  N.,  y  que  después  continúa  siéndolo  al  Magda- 
lena hasta  Tacaloa,  ó  sea  recibe  las  aguas  de  una  gran  faja  de  tie- 
rra (hasta  Ovejas),  y  á  trechos  comunica  con  la  corriente  principal. 

El  Cesar  ó  Pampatar  (55  leguas),  de  hoya  casi  tan  extensa  co- 
mo la  del  anterior,  corre  primero  N.  á  S.  en  perfecto  valle  entre  la 
Nevada  y  la  Pintada,  el  cual  luego  se  transforma  en  anñteatro  por 
cuyo  fondo  el  río  cruza  al  SW.  en  busca  del  Magdalena,  y  en  su 
centro  crea  gran  isla  entre  playones,  antes  de  lo  cual  y  por  la  D. 
recibe  agxias  considerables  á  él  paralelas  y  nacidas  en  el  corazón 
de  la  Nevada.  Reintegrado  el  río,  vuelve  al  S.  y  cruza  una  vasta  lla- 
nura, lleno  de  curvas,  en  busca  de  la  Ciénaga  de  Zapatosa,  abierta 
^1 W.  de  las  colinas  de  Chiriguaná ;  poco  antes  de  alcanzarla  le  cae 
(L)  el  Ariguaní  (40  leguas),  río  considerable  pai  alelo  al  principal 
y  que  rodea  el  alto  de  las  Minas  por  el  W.  En  Playones  y  hacia  el  S., 
por  ambas  márgenes  se  aumenta  el  Cesar  con  varios  ríos  menores. 
Cuanto  á  la  laguna  de  Zapatosa  (6  x  4),  llena  de  islas,  recibe  alter- 
nativamente (invierno,  verano)  el  tributo  del  Cesar  y  del  Magdale- 
na, al  cual  debe  su  existencia  permanente. 

Por  lo  que  hace  al  Magdalena  mismo,  ya  dijimos  que  en  for- 
ma de  8  cruza  la  gran  cuenca  ú  hovada  de  Mompós.  Su  parte  cen- 
tral termina  en  verdad  en  Mundo  al  Revés,  donde  forma  un  delta  (S. 
Á  N.)  que  abarca  una  gran  isla  partida  en  dos  (Morales  y  Pancoger: 


.1 


320  NuKVA  Geogeafía  db  Cojjoubia 


12x5  leguas),  llena  de  caños  y  ciénagas,  que  al  S.  está  entre  las 
de  Badil  lo  y  Tablar,  á  causa  de  que  allí  el  río  va  entre  sus  afluen- 
tes Lebrija  y  Simití,  que  le  son  paralelos,  se  le  unen  por  brazos  y 
caen  á  las  dos  ramas  de  la  horquilla  de  aquél,  que  después  de  esa 
g-ran  isla  forma  la  de  Papayal  (9  x  2 J),  entre  tierras  cenagosas,  y 
concluye  en  el  Peñón  (Banco),  donde  el  Magdalena  se  transforma : 
un  brazo  (al  E.)  cae  á  Zapatosa,  otro  (L^óa)  gira  al  W.  en  busca 
del  Cauca,  y  el  tercero  y  central,  antes  el  mayor  (Mompós,  22  le- 
guas), toma  al  NW.  sobre  Pinto,  teniendo  á  la  D.  tierra  llena  de 
ciénagas  y  playones  que  forman  casi  un  solo  anegadizo.  £1  brazo 
de  Loba  en  Guamal  endereza  al  NW.  hacia  Pinto,  y  así  se  forma 
la  gran  isla  semioval  de  Süuco  (19  x  7),  que  otros  caños  dividen  en 
cuatro  porciones.  La  zona  de  Morales-Papayal  forma  un  grupo 
de  semitierra  que  al  W.  de  Cristales  hace  juego  la  de  Carate-Tí- 
quiso,  aunque  algo  más  pequeño :  entre  ellos  el  suelo  guarda  ca- 
ños y  ciénagcis,  y  los  dos  resultan  enlazados  por  medio  del  grupo 
de  Sicuco. 

Formado  el  Magdalena  á  partir  de  Tacamocho,  endereza  al 
N.  describiendo  grandes  curvas,  con  márgenes  inundadas  y  cauce 
ensanchado  á  trechos  por  numerosas  islas,  pasa  entre  Calamar 
(W.)  y  la  ciénaga  de  Santamarta  (E.),  se  estrecha  frente  á  Ba- 
rranquilla,  y  á  poco  se  parte  en  dos  brazos  que  rodean  la  isla  de 
su  delta  (Los  Gómez),  que,  como  ellos,  sufre  constantes  modifíca- 
ciones :  el  brazo  D.  se  llama  Río  Viejo,  y  el  L,  Boca  de  Ceniza,  á 
cuyo  W.  surgen  los  bancos  é  islas  (  Verde)  que  formaron  la  bahía 
de  Sabanilla,  cerrada  por  el  colmataje,  lo  cual  acarrea  serios  tro- 
piezos  al  comercio,  ya  que  la  barra  de  las  bocas  dificulta  las  crucen 
los  vapores  de  mar ;  el  Río  viejo  ha  roto  hacia  su  lado  la  isla  de 
los  Gómez  y  unido  trozos  de  ella  á  la  de  Salamanca,  de  extraña 
forma,  y  que  por  el  N.  cierra  la  ciénaga  de  Santamarta,  resto  de  un 
golfo  que  antes  debió  llegar  hasta  Calamar.  A  partir  de  este  ülti- 
mo  sitio  el  río  da  al  NE.  cinco  caños  más  y  más  cortos  (el  primero^ 
12  leguas,  es  el  de  San  Antonio  y  cae  al  fondo  de  la  ciénaga),  que 
entre  pantanos  y  con  tendencias  á  obstruirse,  forman  parte  del  del- 
ta del  río  que  se  desplaza  con  perjuicio  de  los  moradores  de  una 
y  otra  margen;  al  S.  de  San  Antonio,  hasta  Pinto,  recibe  el  río 
varios  arroyos  paralelos  á  los  caños,  pero  con  orientación  inversa. 
También  en  Calamar  y  con  rumbo  NW.  empieza  el  Dique,  en  su 
origen  brazo  natural,  en  parte  obra  artificial,  por  lo  cual  puede  de- 
cirse que  el  actual  delta  del  río  se  extiende  de  Flamenco  á  Pueblo- 
viejo  (43  leguas),  dividido  en  dos  porciones,  mayor  la  occidental^ 
que  da  al  río  arroyos  con  rumbo  SE. ;  al  Sur  del  Dique  el  río  Mag- 
dalena recibe  (L)  primero  arroyos  de  curso  W  á  E.,  y  luego  más  nu- 
merosos y  crecidos  que  van  al  SE.,  entre  los  cuales  se  distingue  el 
Mancomoján  (15  leguas).  Las  tierras  que  no  se  inundan  están  pri- 
mero más  próximas  á  la  margen  D.,  y  luego  á  la  L ;  á  trechos  lle- 
gan hasta  el  río  y  determinan  sus  curvas.  Aun  en  esta  zona  el  Mag- 
dalena tiene  regular  corriente,  y  su  fuerza  es  tal  en  su  boca,  que 
rechaza  por  dos  leguas  el  mar,  lo  cual  produce  á  veces  violentos- 
mascareies. 


Nace  el  Magdalena  en  el  macizo  de  Colombia,  macizo  que  es 
nudo  de  altas  cresterías  y  á  la  vez  notable  centro  de  diramación 


Nueva  Geografía  de  Colombia  32 1 


de  aguas,  como  que  arroyos  y  torrentes  que  allí  brotan  en  cortí- 
sinio  espacio,  huyen  luego  hacia  todos  los  puntos  del  horizonte 
para  formar  el  Caquetá,  uno  de  los  brazos  del  Amazonas  ;  el  Pa- 
tía,  caudaloso  tributario  del  Pacífíco  ;  el  gran  río  colombiano  y  su 
hermano  gemelo  el  Cauca.  Entre  el  ángulo  que  forman  los  topes 
de  los  páramos  del  Buey  y  I^s  Papas,  existen  pantanos  y  lagune- 
tas,  de  una  de  las  cuales,  llamada  del  Buey,  se  desprende  un  arroyo 
para  deslizarse  buen  trecho  al  E.,  por  angosto  valle  que  remata  en 
Peñagrande  y  Peñachiquita,  por  entre  las  cuales  se  despeña  el  fu- 
turo rio  dando  un  salto  de  un  hectómetro  de  altura.  Enseguida 
describe  vasta  curva  al  NE.,  descendiendo  de  cuenca  en  cuenca  por 
un  rosario  de  raudales,  oprimido  por  los  estribos  de  las  cordilleras 
del  Quindío  y  de  Sumapaz,  que  por  cada  valle  le  envían  un  afluen- 
te, hasta  que  Irgra  salir  al  valle  del  Suaza,  el  ihalweg  de  la  gran  de- 
presión central,  que  arranca  del  páramo  de  Suaza,  paralelo  en  cierto 
modo  al  Magdalena,  al  cual  rinde  considerable  tributo,  que  casi  lo 
dobla,  cuando  ya  corre  en  plena  comarca  tropical. 

Así  formado  realmente  el  Magdalena,  endereza  al  NE.  por  el 
pie  de  Sumapaz,  que  apenas  le  ofrece  pequeños  tributarios,  en 
tanto  que  por  la  opuesta  banda  la  cordillera,  desde  el  nevado  Pu- 
racé  hasta  el  fulgente  Huila,  reúne  sus  aguas  para  formarle  el  Páez, 
desde  cuya  boca  puede  decirse  empieza  á  ser  navegable  el  Mag- 
dalena, que  corre  ya  á  menos  de  500  ms.  de  altura  y  en  cauce 
que  á  veces  mide  200  de  amplitud.  Más  abajo,  en  pleno  valle  del 
Tolima,  y  pasadas  las  angosturas  de  Barandillas,  llega  al  río,  por 
la  I.,  el  tributo  del  Saldaña  (250  kilómetros),  que  también  nace  en 
el  Huila,  corre  con  el  mismo  rumbo  del  Suaza  y  aumenta  en  un  ter- 
cio el  caudal  del  Magdalena,  lo  que  mejora  de  modo  muy  notable 
su  navegación,  imposible  sin  ese  auxilio,  por  los  explayaderos  del  río. 

Más  al  N.,  en  el  violento  codo  de  Girardot,  el  río  desplaza  el 
eje  de  su  vaguada  hacia  el  Ocaso  para  recibir  el  tributo  de  los 
grandes  nevados  por  medio  del  Coello^  en  cuya  cuenca  se  abre  el 
camino  del  Quindío,  el  RiorreciOy  el  Lagunilla  y  el  Gualí,  que  rie- 
ga la  ciudad  de  Honda.  En  el  codo  y  por  la  banda  opuesta  le  caen 
próximos  el  Fusagasugá  y  el  Bogotá :  el  primero  no  es  sino  una 
grieta  de  erosión  que  enlaza  diversas  cuencas,  algunas  de  exten- 
so fondo  plano;  de  ellas  es  notable  la  de  Pandi,  por  el  puente  na- 
tural de  Icononzo.  Cuanto  al  Bogotá,  es  notable  porque  después 
de  recorrer  la  Sabana,  en  una  de  cuyas  extremidades  está  la  ca- 
pital, se  precipita  hacia  los  valles  inferiores  por  el  Salto  de  Te- 
quendama,  de  fama  universal  por  su  majestad  y  belleza  ;  abajo  de 
la  catarata,  el  río,  en  decenas  de  kilómetros,  sólo  es  una  cadena  de 
raudales  que  terminan  en  el  valle  de  Tocaima,  por  donde  vuelve 
al  Sur  á  concluir  no  lejos  del  sitio  en  que  un  gran  puente  cruza  el 
Magdalena. 

Llegado  el  gran  río  á  las  cercanías  de  Honda,  después  de  pa- 
sar por  el  cañón  de  Guataquí  y  ofrecer  algunas  rompientes,  pre- 
senta el  más  notable  de  sus  raudales,  llamado  Salto  negro  ó  de 
Honda,  donde  baja  10  ms.  en  unos  dos  hectómetros  de  curso.  La 
zona  de  las  rápidas  corrientes  y  las  vueltas  peligrosas  que  dificul- 
tan la  navegación,  y  que  por  esto  dividen  el  río  en  al/o  y  lajos  con- 
cluye realmente  en  Buenavista,  ó  sea  donde  frente  á  frente  le  tri- 


Nueva  Geogbafía  de  Colombia 


Figurj  ia7— Cria  hidroRráfiea  Jel  Macizo  de  Colombia 

bulan  dos  ríos,  algunas  leguas  navegables  :  |X)r  la  I.  el  Jm  Mu¡ y 
por  la  D.  el  Xtg'c,  de  cuenca  semejante  á  la  del  Fusagasugá. 

Más  abajo,  aun  presenta  el  rÍG  otro  obstáculo  :  la  Angostura 
de  Corare,  no  lejos  de  Naro,  d.indi:  las  aguas  pasan  comprimidas 
por  canal  de  125  ms.  de  anchura  y  30  de  profundidad,  peligroso 
en  invierno,  ¿poca  en  que  por  ella  se  precipitan  cada  segundo 
muchos  millares  de  metros  cúbicos  de  agua,  troncos  y  palizadas. 
Después  de  recoger  el  A'are  (I.),  que  con  alguna  semejanza  al  Bo- 
gotá riega  una  alliplanicü  y  presenta  un  salto  y  un  trozo  torren- 
cial, el  Magdalena  cambia  de  régimen,  pues  se  ensancha  y  poli- 
furca,  y  forma  islas,  pantanos  y  brazuelos :  á  cada  creciente  va- 


Nb'KVA  Geografía  de  Colombia  323 


rían  los  canales  por  donde  pueden  cruzar  los  vapores,  que  hallan 
serios  pelig^ros  en  los  troncos  varados  y  las  palizadas.  Aquí  los 
afluentes  llegan  por  ambas  márgenes,  mayores  por  la  oriental.  En 
la  derecha  están  Carare,  Opón,  Sogamoso  y  Lebrija,  y  en  la  iz- 
quierda Caño  Regla;  Simití  y  Cimitarra.  El  Carare,  Minero  en  su 
parte  alta  6  sea  en  la  cuenca  de  Muzo,  baja  á  la  región  de  las  sel- 
vas vírgenes  por  las  próximas  hoces  de  la  Furatena  (el  hombre  y 
la  mujer)  y  Peñaarmada,  la  más  gigantesca  de  la  cordillera  de 
Sumapaz.  El  Opon  es  célebre  por  haber  dado  paso  al  conquista- 
dor Jiménez  de  Quesada. 

El  Sogamoso,  después  del  Cauca  el  mayor  afluente  del  río  y 
el  más  notable  de  la  banda  derecha,  debe  su  importancia  á  las 
comarcas  que  recorre,  de  las  más  pobladas  é  industriosas  del  país ; 
fórmanlo,  segtín  se  dijo,  dos  brazos,  uno  más  largo  (Chicamocha) 
y  otro  más  caudaloso  (Saravi/a).  Considerado  el  primero  como 
rama  directriz,  nace  en  los  páramos  que  rodean  á  Tunja,  en  el 
corazón  de  la  cordillera  de  Sumapaz,  próximo  á  afluentes  del  se- 
gundo y  á  las  cabeceras  del  Upía,  uno  de  los  brazos  del  Meta,  para 
dirigirse  al  NE.,  con  grandes  curvas,  al  través  de  las  altas  llanu- 
ras de  Tundama,  asiento  de  uno  de  los  Estados  Muiscas,  y  acer- 
carse á  la  ciudad  que  le  ha  dado  nombre  y  á  la  falda  interior  de 
la  línea  de  cumbres  que  domina  los  Llanos  de  Casanare,  por 
cuyo  pie  gira  al  NE.  hasta  que  llega  frente  á  la  Sierra  Nevada 
del  Cocuy,  despeñado  p)or  entre  los  próximos  estribos  de  esa  cres- 
tería y  de  la  de  Guantiva,  que  le  demora  al  W.;  de  suerte  que  en 
seguida  de  fecundar  una  aUiplanicie  se  precipita  turbulento  á  las 
comarcas  inferiores,  como  el  Bogotá,  al  cual  supera  en  mucho ; 
en  este  cañón  del  Chicamocha  recibe  el  río  por  la  I.  el  Suápaga  y 
por  la  D.  el  Chitano  y  el  Chiscasy  no  menos  bravios.  Del  Cocuy  al 
WNW.  el  cañón  es  más  fragoso,  pues  el  río  corta  sucesivamente  di- 
versas cadenas  por  hoces  prodigiosas,  denominándosele  Sube  en  la 
más  hermosa,  entre  las  mesas  de  Jéridas  y  Ara  toca,  pues  en  ella 
la  hendidura  mide  más  de  800  ms.  y  el  lecho  del  río  se  reduce  á 
20  de  anchura,  siendo  al  salir  de  ella  cuando  se  une  al  Sara  vita. 
En  esta  sección  transversal  recoge  por  la  D.,  nacidos  en  los  pára- 
mos del  Pilar  de  Labateca,  el  Servitá,  el  Guaca  y  el  Umpalá, 

El  Saravita,  que  nace  también  en  pleno  corazón  de  la  cordi- 
llera, al  respaldo  de  la  Sabana  (páramos  de  Tausa),  es  todavía 
más  salvaje  que  el  Chicamocha  en  la  parte  subsiguiente  á  la  aliú 
planicie  de  Ubaté,  en  la  cual  forma  el  considerable  lago  de  Fú- 
quene.  De  esa  llanura  sale  p)or  un  corredor  de  breñas,  también 
con  un  salto  inicial,  y  luego  un  violento  descenso  por  garganta  tan 
estrecha  que  por  200  ms.  desaparece  entre  los  pedrejones  y  escar- 
pas. Otras  hoces  y  angosturas  suceden  á  las  primeras  hasta  la  cita- 
da confluencia,  y  cada  tributario  de  la  D.,  que  surca  una  mesa  di- 
latada, presenta  también  gargantas  y  boquerones,  saltos  y  rauda- 
les, como  sucede  en  el  Moniquirá,  el  Ubasá,  el  LinguarucOy  el  Oiha  y 
el  FoncCf  el  mayor  de  todos,  en  tanto  que  en  la  opuesta  banda,  con 
excepción  del  Popoa  (Vélez),  apenas  caben  torrentes,  por  lo  angos- 
to de  la  falda  del  muro. 

Abajo  de  la  reunión  de  los  dos  brazos  el  aspecto  del  río  es 
igual  en  largo  trayecto,  en  que  sube  al  N.  y  vuelve  al  W.  para 


324  Nueva  Geografía  de  G)lombia 


acabar  de  romper  la  cordillera,  lo  cual  hace  en  la  cortadura  del 
cerro  de  La  Paz,  y  salir  á  la  selvosa  llanura,  en  la  que  es  navega- 
ble, rindiendo  á  poco  su  tributo  al  Magdalena,  por  lo  cual  de  poca 
utilidad  resulta  para  el  país  como  vía  comercial. 

El  Ltbrija  es  también  un  anuente  importante  :  nace  al  respal- 
do  del  Pilar  de  Labateca,  y  al  bajar  á  la  mesa  de  Jéridas,  por  el  N. 
de  ella  gira  hacia  el  NE.,  casi  paralelo  al  anterior,  y  tras  una  serie 
de  raudales  y  angosturas  originadas  mientras  rompe  los  estri- 
bos de  la  cordillera  del  E.,  cruza  al  N.  y  sale  á  la  baja  y  húmeda 
llanura,  en  la  cual  corre  muchos  kilómetros  paralelo  al  Magdale- 
na, entre  ciénagas,  pantanos  y  palizadas  que  estorban  su  navega- 
ción. Al  gran  río  se  une  primero  por  un  caño  transversal  y  luego 
por  delta  que  termina  algo  al  N.  de  donde  aquél  ya  principia  su 
extenso  y  cenagoso  delta  interior.  Entre  el  Lebrija  y  el  Sogamoso 
corre  el  Paturiay  que  desemboca  en  una  laguna  que  caños  navega- 
bles unen  al  río  principal. 

Lx)s  anuentes  de  la  I.  {San  Bartolomé ^  Cimüarra^  Si'miii)  re- 
cogen por  medio  de  sus  brazos  superiores  las  aguas  de  las  terra- 
zas de  la  mesa  antioqueña  que  rodean  las  tierras  de  Remedios,  ó 
sea  la  cuenca  de  un  tributario  indirecto  del  Cauca.  El  ultimo,  con 
sus  lagos  y  pantanos  aumenta  el  dédalo  de  esas  venas  y  vénulas  en- 
trelazadas que  constituyen  el  delta  interior  del  Magdalena,  en  el 
que  numerosos  brazos  y  brazuelos  secundarios  traen  y  llevan  las 
aguas  navegables  de  uno  á  otro  lado,  de  acuerdo  con  las  crecientes 
en  el  lecho  principal  ó  en  los  subordinados.  Al  lado  de  las  bocas  del 
Lebrija,  en  valle  á  éste  usurpado,  el  Magdalena  forma  entre  dos 
brazos  principales — mayor  en  la  actualidad  el  del  E. — la  grande 
isla  de  Morales,  á  que  sigue  la  prolongada  de  Papayal,  entre  otras 
de  análogo  origen,  de  suerte  que  aquí  existe  un  verdadero  archi- 
piélago fluvial. 

Hacia  el  Banco,  todo  este  laberinto  acuático  desaparece  un  mo- 
mento y  el  río  corre  en  un  solo  lecho,  pero  en  seguida  tornan  á  rea- 
parecer los  dos  brazos  principales,  ahora  inclinados  al  N  W.  por  entre 
el  pie  de  las  terrazas  de  María  y  Sierra  Nevada;  aquí  el  de  la  dere- 
cha fue  el  más  considerable  hasta  hace  un  siglo,  en  que  la  mayor 
parte  del  caudal  tomó  por  el  izquierdo,  el  de  Loba,  más  estrecho, 
profundo  y  sinuoso,  y  que  recoge  las  entrelazadas  bocas  del  Cauca  y 
el  San  Jorge.  El  otro  brazo,  el  de  Mompbsy  no  lleva  agua- sino  en 
invierno,  pues  en  verano  hay  puntos  en  que  se  reduce  á  chilancos 
infectos.  Las  antiguas  poblaciones  de  este  lado  decaen,  y  las  del 
otro  luchan  difícilmente  con  las  inundaciones  anuales.  Entre  los  dos 
brazos  se  extiende  otra  isla  considerable  que  así  resulta  con  orla 
de  ciénagas  y  playones  y  subdividida  por  brazuelos  ;  al  remate  de 
ella,  en  Pinto-Tacaloa,  el  río  torna  de  nuevo  á  encauzarse  en  un 
solo  lecho,  por  muchos  kilómetros,  ó  sea  casi  hasta  su  fin. 

En  el  Banco  se  abre  á  la  D.  otro  cauce,  resto  quizás  del  anti- 
guo lecho  del  río  cuando  éste  seguía  por  donde  hoy  corre  el  Ce- 
sar, para  terminar  cerca  de  lo  que  es  en  la  actualidad  la  Península 
Goajira.  En  las  crecientes  el  Magdalena,  en  vez  de  recibir  tributo 
por  esa  boca,  por  ella  envía  el  exceso  de  sus  aguas,  que  entra  á  la 
gran  depresión  medio  circular  que  hoy  ocupa  la  extensa  laguna 
de  Zapatosa,  de  6  á  8  ms.  de  profundidad  y  cuya  área   de  i,coo 


Nueva  Geocsaiia  i>e  Gilombia 


Figura  I18—I.J  rcgiiinJi- Zipalosa,  sfgún  Simóos,  Escala;  t :  Soo.OOO 

kilómetrosG,  que  se  duplica  Á  veces  en  esa  estación,  está  rodeada 
por  una  zona  de  llanura  horizontal  en  parte  polvosa  en  verano,  y 
ia^nosa  en  invierno,  ¿poca  en  que  al  través  de  la  capa  líquida 
asoman  las  hierbas  y  en  la  que  siempre  es  insoportable  viajar.  La 
navegación,  con  frecuencia  peligrosa  en  la  laguna,  por  culpa  de 
las  borrascas  que  descienden  de  la  Sierra  Nevada,  á  veces  se  inte- 
rrumpe con  los  /apones  ó  hierbas  flotantes  que  obstruyen  los  cana- 
les entre  el  sinndmero  de  islas  que  hay  en  el  perímetro  y  dentro 
de  la  concha  liquida. 

Al  opuesto  lado  recibe  la  ciénaga  de  Zapatosa  el  tributo  del 
Cesar,  formado  por  la  multitud  de  torrentes  que  descienden  por  los 
flancos  meridionales  y  parte  de  los  orientales  de  la  Sierra  Nevada, 
Nace  al  lado  del  Ranchería,  pero  en  la  llanura  de  la  Esperanza 
vuelve  al  S.  por  el  pie  de  la  Sierra  Pintada,  recoge,  dignos  de  men- 
ción  (D.),  el  BaJUlo  y  el  Gualapurl,  de  atormentadas  cuencas  que 


326  Nueva  Geografía  de  Colombia 


penetran  hasta  el  corazón  de  la  Nevada,  con  lo  que  se  +iace  nave- 
gable en  invierno,  pues  más  abajo  están  los  Playones^  donde  se  abre 
en  brazos,  y  á  los  cuales  sig-ue  reseca  llanura  que  en  la  estación 
contraría  devora  las  aguas  hasta  el  punto  de  que  muchos  afluentes 
no  alcanzan  á  llegar  al  lecho  principal.  Ya  cerca  de  su  término, 
que  comprende  un  pequeño  delta,  el  Cesar  ó  Cesart  (aguas  tranqui- 
las, de  los  indios),  recoge  (I.)  el  Artguaní,  que  baja  del  páramo  de 
Chinchicua,  se  abre  en  los  playones  de  San  Pedro,  y  sin  embargo 
es  más  navegable  que  el  principal,  por  recorrer  suelos  menos  ar- 
dientes y  permeables. 

El  Cauca  ( Caucayaco  de  los  indios),  es  decir,  el  Magdalena  de 
Occidente,  nace  próximo  al  de  Oriente,  y  recorre  valle  paralelo 
pero  de  distinto  nivel.  Tras  correr  en  la  altillanura  de  Paletará,  se 
precipita  por  entre  los  volcanes  de  Puracé  y  Sotará,  para  bajar  al 
valle  de  Popayán,  en  el  cual,  cruzando  raudo  al  W.,  se  aleja  de  la 
cordillera  del  Quindío  y  se  acerca  á  la  del  Chocó,  por  cuyo  pie, 
acrecido  por  bastantes  afluentes,  gira  al  N.  para  salir  á  una  llanu- 
ra ó  fondo  plano  entre  las  dos  cordilleras,  el  Valle  del  Cauca  por 
excelencia,  donde  e  Icaudaloso  río,  desde  el  punto  de  vista  de  la  na- 
vegación, es  simple  lago  intercordillerano,  pues  no  comunica  con  el 
mundo  exterior.  Aquí  recibe  el  río  infinidad  de  torrentes,  mayores 
los  orientales,  que  al  principio  {Palo)  y  fin  del  valle  {La  Vieja),  bien 
merecen  el  nombre  de  ríos,  en  especial  el  último,  que  casi  le  igua- 
la en  caudal. 

No  lejos  de  Cartago,  casi  bajo  el  mismo  paralelo  de  Honda, 
el  Cauca  da  contra  la  serranía  intermedia  de  Belalcázar,  y  á  par- 
tir del  raudal  falsamente  llamado  Sallo  de  Virginia,  lo  mismo  que  el 
fronterizo  Bogotá-Sogamoso,  se  interna  en  un  corredor  montañoso 
abierto  entre  esa  serranía  y  la  cresta  Quindiana,  lleno  de  raudales 
y  remolinos,  acrecentado  también  por  importantes  afluentes  orien- 
tales, entre  los  cuales  está  el  Arma,  que  nace  un  poco  al  N.  del 
Ruiz  y  baja  por  el  cañón  de  Purima,  tan  fragoso,  que  se  hace  no- 
table á  este  respecto  en  el  resquebrajado  suelo  antioqueño. 

Terminada  la  serranía  de  Belalcázar,  el  Cauca,  sin  cambiar  de 
régimen,  cruza  al  W.,  luego  al  N.  y  por  ultimo  al  E.,  esto  es,  des- 
cribe vasta  curva  entre  las  mesas  de  Antioquia  y  Chocó,  por  hon- 
do y  angosto  valle,  el  Cañón  del  Cauca,  compuesto  de  una  serie  de 
cuencas  unidas  por  planos  de  mayor  inclinación,  y  en  el  que  hacia 
el  N.,  es  decir,  entre  el  Páramo  de  Santa  Inés  y  el  Paramillo  del 
Sinil,  se  encuentran  las  máximas  angosturas  (de  30  ms.)  y  los  ma- 
yores remolinos  (Oro  Bajo),  que  impiden  toda  navegación  regular. 

Rebasados  los  ültimos  estribos  de  las  citadas  mesas,  el  valle 
se  amplía,  el  río  deja  de  ser  torrente  y  abajo  de  Cáceres  recibe 
(D.)  el  mayor  de  sus  tributarios,  el  Nechi,  formado  en  el  corazón 
la  mesa  de  Antioquia,  y  que  considerado  en  su  eje  principal,  mar- 
cha casi  rectilíneo  de  SW.  á  NE.,  á  partir  de  la  cuenca  del  Arma, 
como  cuerda  de  la  gran  curva  del  Cauca.  Este  afluente  se  compo- 
ne, como  el  Sogamoso,  de  dos  brazos,  de  los  que  el  principal  (Por^ 
ce),  por  su  longitud,  caudal  y  tributarios,  pierde  el  nombre  ante  el 
otro  {Nechí),  que  recorre  un  surco  lateral. 

El  Porce,  Medellín  en  sus  orígenes,  donde  riega  feraz  valle, 
va  por  un  corredor*  á  trechos  más  oprimido  aun  y  al  cual   por 


Nueva  Geografía  de  Colombia  327 


garg^antas  laterales  llegan  los  afluentes,  entre  los  cuales  merecen 
mención  (I.)  el  Grande,  que  baja  de  Santa  Inés  hacia  el  S.,  formado 
por  dos  brazos,  y  luég"o  en  arco  vuelve  al  NE.  por  el  pie  de  las 
cuasi  parameras  de  Santa  Rosa,  y  el  Guadalupe  y  en  ellas  nacido,  y 
que  antes  de  su  fín  da  un  salto  de  250  ms.  de  altura.  El  Nechí  re- 
sulta  de  la  unión  de  los  numerosos  torrentes  que  nacen  entre  las 
breñas  de  Santa  Rosa  y  Santa  Inés.  Formado  el  río,  ya  en  valle  de 
mínima  altitud  (Zaragoza),  es  un  magnífico  canal  navegable  que 
^r  la  D.  recibe  el  Bagre,  sin  duda  alguna  el  más  notable  de 
nuestros  montes,  por  la  singular  topografía  de  su  cuenca. 

Poco  antes  de  la  confluencia  con  el  tranquilo  Nechí,  el  turbu- 
lento Cauca  se  une  á  su  grande  afluente  de  la  I.,  el  San  Jorge,  por 
un  caño  (los  Barros)  que  cruza  las  ciénagas  de  San  Lorenzo  y  Aya- 
pel ;  y  después  de  dicha  confluencia,  el  Cauca  con  anchura  consi- 
derable corre  en  una  llanura  baja  pero  unida,  que  luego  se  torna 
húmeda,  siendo  allí  donde  el  río  forma  su  delta  final,  aledaño  al  in- 
terior del  Magdalena.  Este  delta  comprende  á  la  derecha  el  lecho 
del  Cauca  propiamente  dicho  que  termina  en  Boca  Guamal,  en  el 
brazo  de  Loba,  y  á  la  izquierda  el  río  Mojana,  que  al  paso  absorbe 
el  San  Joige,  y  concluye  en  Boca  Perico  en  el  mismo  brazo  de 
Loba. 

El  San  Jorge,  el  hermano  del  Sinü,  corre  primero  largo  tre- 
cho hacia  el  NE.  en  valle  quebrado,  abierto  entre  las  serranías  de 
San  Jerónimo  y  de  Ayapel,  con  raudales  y  angosturas  menos  pe- 
ligrosas, pero  al  tocar  el  8.®  paralelo  endereza  más  al  N.,  penetra 
en  la  región  de  las  grandes  ciénagas,  ó  sea  las  llanuras  de  Aya- 
pel, que  forman  una  cuenca  deprimida  bastante  análoga  á  la  de 
Loríca  ya  descrita.  En  seguida  torna  á  inclinarse  al  NE.  al  través 
del  Anegadizo,  y  por  ultimo  vuelve  al  N.  para  terminar  su  carrera. 
El  Anegadizo  es  una  llanura  perfectamente  horizontal,  que  hace 
juego  á  la  de  Zapatosa,  pues  en  invierno  recibe  el  exce^^o  de  aguas 
del  Cauca  y  del  Magdalena,  para  devolverlo  con  lentitud  en  el  ve- 
rano, arrastrando  islas  flotantes  que  dificultan  la  navegación.  En  la 
llanura  se  encuentran  distribuidos  en  andanas  redondos  mogotes  de 
dudoso  origen,  igual  altura  (3  á  4  ms.),  cuya  cima  permanece  fuera 
del  agua  aun  en  los  mayores  inviernos,  y  á  cuyo  pie  en  verano 
crecen  las  zampumas,  especie  de  esponjas  vegetales  que  dan  líquido 
potable  en  abundancia  con  sólo  exprimirlas. 

Reunidas  todas  las  aguas  descritas  en  Tacaloa,  aparece  el 
verdadero  Magdalena  que  en  dos  centenas  de  kilómetros  desarro- 
lla sus  meandros  en  baja  llanura  orlada  de  ciénagas  y  playones 
(lagunas  de  invierno).  En  Calamar  arranca  á  la  izquierda  el  Dique 
en  invierno  verdadero  río,  pero  en  verano  rosario  de  ciénagas 
apenas  unidas  por  caños  de  mínima  profundidad.  Hacia  la  D.  se 
forman  diversos  caños  que  se  dividen  y  subdividen,  llevan  escaso 
caudal  y  se  enlazan  con  la  zona  deprimida  que  guarda  la  Ciénaga 
Grande.  La  mayor  cantidad  de  agua  sigue  por  un  solo  lecho  hasta 
la  triangular  isla  de  los  Gómez,  donde  se  abre  en  dos  brazos  que 
encierran  un  delta  verdadero;  el  oriental,  aun  cuando  muy  ancho, 
apenas  mide  2  metros  de  profundidad ;  en  cambio  el  occidental,  la 
Boca  de  Ceniza,  excede  de  7,  y  sin  la  barra  que  la  obstruye  con 
frecuencia,  daría  siempre  paso  á  los  vapores  de  mar,  que  hasta  Ta- 


NuiVA  Geoghatía  di  Colohbu 


caloa  podrían  subir  sin  ese  inconveniente,  que  hoy  por   hoy  con- 
vierte el  rio  en  simple  lago  ¡nterior. 

Como  v(a  comercial,  este  rio  es  menos  importante  de  lo  que 
i  primera  vista  parece :  la  parte  baja,  de  Pinto  á  Barranquilla,  la 
navegan  sin  tropiezo  grandes  buques,  pero  queda  aislada  del  mar ; 
el  Dique  ofrece  navegación  contingencia!,  y  el  trayecto  que  media 
entre  Pinto  y  la  boca  del  Lebrija,  no  se  recorre  sin  precauciones 
que  naturalmente  demoran  la  marcha  ;  la  parte  central,  llena  de 
palizadas,  con  lecho  variable  y  altos  fondos  numerosos,  se  navega 
con  gravísimos  tropiezos  que  hacia  el  S.  se  complican  con  los  que 
oponen  curvas  violentas;  la  parte  alta  principia  con  salto  que  no 
siempre  pueden  franquear  los  barcos  ;  luego  el  río  es  mejor  un 
buen  trecho,  pero  de  Purificación  á  Neiva  surgen  otra  vez  los  tro- 
piezos. En  resumen,  el  río  tiene  un  curso  de  340  leguas,  de  las 
cuales  40  son  poco  ó  nada  navegables,  90  corresponden  al  alto 
Magdalena  (se  suben  en  4  días,  se  bajan  en  3),  109  al  Magdalena 
central  (se  suben  en  $¡  días,  se  bajan  en  2^)  y  101  al  bajo  Mag- 
dalena (se  suben  en  2  días  y  se  bajan  en  5),  d  sea  300  leguas 
que  se  suben  en  ijS  horas  y  se  bajan  en  80.  Por  lo  dicho,  este 
río,  que  engolfa  las  aguas  de  otros  600  menores  y  de  S,000  arro- 
yos, á  pesar  de  tener  600  pueblos  en  su  hoya,  presta  pocos  servi- 
cios al  mayor  numero  de  éstos,  tanto  á  causa  de  las  dificultades 
para  navegado,  como  por  la  carencia  de  caminos  de  sus  puertos  á 
las  montañas  aledañas ;  á  los  ribereños  perjudica  con  violentas  y 
largas  avenidas. 


Figuia  IÍ9 — laguna  de  Tola. 

Catatumbo — Al  E.  del  bajo  Magdalena  se  dilata  la  gran  cuen- 
ca del  golfo  y  lago  de  Maracaibo,  colosal  depresión  entre  un  dila- 
tado marco  de  montanas  que  rinden  tributo  no  despreciable  al  lago, 
por  desgracia  sólo  unido  al  golfo  por  un  canal  de  escasa  profun- 
didad. Es  en  la  parte  SW.  de  esa  herradura  de  montes  donde  en 
tierra  colombiana  se  forman  los  dos  grupos  de  aguas  corrientes 
que  se  denominan  Catatumbo  (W.)  y  Zulia  (E.)  y  se  unen  en  suelo 
venezolano  para  producir  el  mayor  de  los  tributarios  del  citado 
lago. 


Nueva  Geograf/a  de  Coloubu 


El  Calaiumbo  es  un  río  esencialmente  intercordillerano :  nace 
en  las  breñas  que  domina  el  altivo  Cerropelado,  y  remonta  de  S.  á 
N.  por  el  pie  de  la  ma|fistral  que  lo  divide  del  aledaño  Magdale- 
na, con  curso  apresurado  y  no  pocas  estrechuras,  al  través  de  la 
mesa  de  Ocaña,  hasta  enfrentarse  con  la  masa  del  cerro  Bobalf, 
donde  cruza  al  NE.  por  llanura  más  y  más  baja,  húmeda  y  llena 
de  ciénagas,  por  entre  las  cuales  sale  al  lago  con  caudal  conside- 
rable, acrecido  desde  Encontrados  con  el  tributo  del  Zulia.  Den- 
tro de  la  mesa  le  fluye  el  torrentoso  Tana,  que  baja  á  él  paralelo, 
al  E.  del  cerro  Mina,  desde  los  páramos  de  Guerrero,  y  fuera  el 
considerable  Sardinaia,  de  análogo  rumbo,  pero  cuyo  cauce  pronto 
se  excava  en  la  tierra  baja,  que  le  da  no  pocos  afluentes. 


Figura  130 — San  Faustino  y  el  bajo  Paraplonila 
Nueva  G<agrafla  de  Colombia  TOMO  I- 


3^30  Nueva  Geografía  de  Colombia 


El  Zulia  nace  al  N.  del  Pilar  de  Labateca,  y  de  los  páramos 
se  precipita  hacia  el  NE.  entre  la  cordillera  de  Cachiri  y  los  ce- 
rros del  alto  del  Frío,  recogiendo  al  paso,  por  la  I.,  el  tributo  del 
Arboledas^  el  Salazar  y  el  Per  alón' o  ^  con  lo  cual  reúne  caudal  sufi- 
ciente para  soportar  barcos,  bien  que  no  sea  en  verdad  navegable 
sino  más  abajo,  cuando  (D.)  en  Puerto  Villamizar  recibe  el  Pamplo^ 
nítüy  que  á  él  marchaba  paralelo  en  valle  aledaño,  en  el  que  riega  á 
Pamplona  y  á  Ctícuta,  absorbe  (D.)  no  lejos  de  esta  plaza  el  7*7- 
chiray  que  nace  en  el  páramo  de  Tama  y  parte  límites  con  Vene- 
zuela, y  por  último  el  La  Grita^  fronterizo  en  su  parte  final.  El 
ZuIía  es  ¡a  vía  natural  del  comercio  de  los  valles  de  Cúcuta,  pero 
su  navegación  es  contingencial  en  verano  por  los  troncos  y  paliza- 
das, que  no  desaparecen  sino  en  el  Catatumbo,  ó  sea  de  Encontra- 
dos para  abajo,  donde  el  caudal  del  lecho  alcanza  450  ms.'  por  i". 

La  doble  cuenca  del  Catatumbo-Zulia  es  en  extremo  impor- 
tante para  Colombia,  porque  es  por  sus  valles  por  donde  se  hace 
el  comercio  de  todo  el  N.  del  laborioso  Departamento  de  Santan- 
der. Aun  cuando  la  hoya  del  Catatumbo,  río  d'í  3<X)  kilómetros, 
mide  1,150  leguas  D,  de  éstas  no  pertenecen  á  Colombia  sino  350 
en  el  alto  Catatumbo  (90  kilómetros  navegables)  y  200  en  el  Zulia 
(60  kilómetros  navegables). 

Vertiente  oriental  ó  atlántica — Esta  vertiente,  más  extensa 
por  su  área  (934,600  kilómetros  D)  que  las  otras  dos,  es  también 
la  que  origina  mayor  número  de  caudalosos  ríos  que  llevan  al  Océa- 
no uita  mayor  cantidad  de  aguas  colombianas,  siendo  á  la  vez  la 
que  encierra  menor  espacio  de  suelo  doble  (1,000  leguas  D  de 
tiei  ra  fría),  menor  número  de  habitantes,  y  también,  por  estas 
causas,  la  de  menor  progreso  inmediato,  en  especial  desde  que  per- 
didos el  Ca^iquiare  y  el  Istmo  de  Yavita-Pimichín,  perdióse  con 
ellos  la  fácil  comunicación  del  Meta  y  el  Guaviare  con  el  Amazo- 
nas, quedándonos  por  muchos  años  imposibilitado  el  rápido  acceso 
á  los  demás  grandes  ríos  del  Caquetá,  los  que  por  otros  motivos  es 
imposible  alcanzar  sin  graves  tropiezos,  en  su  zona  navegable,  en- 
trándo)os  por  la  rtrontaña,  siendo  sólo  por  los  caminos  que  ellos  mis- 
mos abren  como  se  puede  señorear  la  vastísima  selva  que  cubre 
nuestro  Oriente  del  Mediodía,  tanto  más  cuanto  allí  habitan  indios 
salvajes  enemigos  de  la  raza  blanca.  En  fin,  el  peor  de  los  malos- 
hados  de  nuestras  llanuras  orientales  es  que  los  ríos  que  las  cruzan 
no  llegan  al  mar  sino  por  canales  cuya  boca  pertenece  á  naciones 
hostiles  á  Colombia. 

La  colosal  vertiente  altántica,  apoyada  en  las  montañas  como 
cuerda,  se  dilata  en  curva  oval  hacia  el  SE.  del  país,  quedando  allí 
nuestra  frontera  (Taboca),  á  240  leguas  de  la  capital,  la  que  hacia 
el  NW:  no  dista  100  de  los  dos  mares  separados  por  el  Istmo  de 
Panamá ;  en  su  área  esta  vertiente  ocupa  604,000  kilómetros  D 
de  la  Amazonia  (selvas)  y  330,000  de  la  Orinoquia  (llanos),  en  que  se 
incluyen  montes  y  llanuras  cuyas  aguas  fluyen  á  Amazonas  y  Ori. 
ñoco,  que  la  bañan  al  S.  y  al  E.,  formando  así  dos  vaguadas  que 
en  nuestra  frontera  ó  cerca  de  ella  resultan  naturalmente  unidas 
por  caños  y  lagunas  abiertos  en  eje  N.  á  S. ;  y  como  al  N.  la  baña 
el  Arauca  y  al  SW.  el  Ñapo,  tenemos  que  casi  todo  su  perímetro 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


331 


Figura  131 — Vertiente  oriental 


está  ó  estuvo  marcado  por  aguas  corrientes.  Débese  la  desigual 
división  de  nuestro  Oriente  á  ser  oblicuo  á  la  montaña  el  lomo  que 
divide  las  únicas  dos  hoyas  que  encierra :  la  del  Orinoco  al  N.  y 
la  del  Amazonas  al  S. ;  lomo  que,  como  ya  vimos,  enlaza  la  mesa 
oriental  al  núcleo  de  Parima,  dejando  á  su  N.  una  verdadera  taza 
y  al  S.  una  serie  de  cordones  oblicuos  al  citado  eje,  los  que  corren 
tanto  en  Colombia  como  fuera  de  ella,  y  aun  alcanzan  á  la  taza 
dicha,  produciendo  en  las  aguas  ora  simples  hoces  y  raudales,  ora 
saltos  más  ó  menos  crecidos,  cuyo  mayor  número  está  en  el  eje  que 
une  los  Andes  á  Parima.  Nótese  que  hacia  los  2°  de  latitud  N.  las 
aguas  tienden  á  correr  de  W.  á  E.  (Inirida,  Guainía),  marcando  cin- 


332  Ni'EVA  Geografía  de  Colombia 


tura,  á  cuyos  lados  se  inclinan  en  abanico  al  NE.  (Guaviare,  Meta) 
y  al  SE.  (Uaupes,  Yari-Yupurá),  de  tal  modo  que  en  nuestra  fron- 
tera oriental  van  á  distancias  iguales  de  unas  40  leguas  ;  el  banco 
que  allá  las  aleja  tiene  la  singular  propiedad  de  teñir  de  negro  las 
aguas  que  lo  surcan,  mientras  á  su  N.  se  vuelven  rojizas,  y  lecho- 
sas á  su  mediodía.  A  los  lados  de  esas  corrientes  tienden  los  ríos  á 
dirigirse  de  nuevo  al  íi.  (Capanaparo,  Arauca,  Apure;  Caquetá, 
lea,  Curarai-Napo),asaz  convergentes,  mientras  que  lasque  á  éstas 
siguen,  más  breves,  se  mclinan  al  SE.  y  al  S.,  respectivamente. 

En  la  hoya  del  Orinoco  marcan  los  extremos  S.  y  N.  de  la  hoya 
las  parejas  Guaviare-Inirida  y  Apure-Arauca,  aquélla  unida  hacia  su 
fin,4^sta  hacia  su  origen ;  y  entre  las  dos,  pero  más  cargado  al  N.,  va 
el  Meta,  separado  de  la  primera  por  el  Vichada,  de  la  segunda  por 
el  Capanaparo,  surcos  todos  que  tienden  á  prolongarse  al  opuesto 
lado  del  cauce  transversal  (S.  á  N.)  que  los  recibe ;  también  el  Gua- 
viare y  el  Upfa-Meta,  los  dos  verdaderos  brazos  madres  del  Orinoco, 
tienen  extraño  paralelismo  en  sus  vaguadas.  En  la  hoya  del  Amazo- 
nas está  al  centro  el  Yupurá,  á  su  N.  la  pareja  Guainía-Uaupes,  y  á  su 
mediodía  la  Ica-Napo,  que  á  decir  verdad,  se  unen  ó  caen  á  surco 
paralelo  al  del  Guaviare-Ventuari.  En  fin,  en  ambas  hoyas  existe 
una  especie  de  arco  de  rompientes  á  que  corresponde  otro  doble  de 
depresiones  que  uncios  diversos  ríos,  sólo  que  en  la  del  Orinoco  son 
más  pequeños  y  próximos  que  en  la  del  Amazonas,  pero  mejor  mar- 
cados. Por  ultimo,  al  pie  de  Parima  el  Orinoco  se  divide  y  sus  bra- 
zos caen  á  surcos  S.  á  N.  y  N.  á  S.,  que  luego  alcanzan  otros  de  W. 
á  E.  que  ganan  el  mar  por  los  lados  de  Parima,  siendo  de  notar 
que  esa  extraña  bifurcación  del  Orinoco-Negro  es  en  cierto  modo 
doble,  pues  al  arco  Orinoco-Casiquiari  se  opone  la  cuerda  Atabapo- 
Guainía  con  el  portaje  de  Yavita,  en  todo  más  valioso  é  impor- 
tante que  la  otra.  Resumiendo,  tenemos  que  Colombia  está  á  ca- 
ballo sobre  las  dos  grandes  hoyas  citadas,  entre  relieves  del  Brasil  y 
Venezuela,  ocupando  en  ambas  suelo  de  la  banda  izquierda,  por  lo 
que  posee  aquí  una  tierra  en  cierto  modo  homologa  al  Istmo,  pero 
surcada  por  centenares  de  ríos,  muchos  de  los  cuales  miden  por 
centenares  de  kilómetros  su  curso  y  en  los  que  hay  sobre  2,5CX) 
leguas  navegfablescon  masó  menos  soluciones  de  continuidad. 

Curioso  es,  por  otra  parte,  el  singular  paralelismo  que  se  ob- 
serva entre  la  vaguada  del  Magdalena,  en  cierto  modo  enlazada 
al  Caquetá,  y  t*  1  surco  Casiquiari-Orinoco,  que  por  el  Manapire  casi 
se  abre  paso  hasta  las  Antillas;  pero  mientras  que  en  la  vertiente 
central  domina  en  las  aguas  el  rumbo  S.  á  N.,  en  ésta,  como  en  la 
occidental,  prima  el  transversal,  ó  sea  el  de  W.  á  E.,  y  en  tanto 
que  en  las  hoyas  del  Magdalena  y  el  Amazonas  abundan  las  con- 
fluencias en  ángulo  agudo,  en  la  del  Orinoco,  exceptuando  los  sub- 
afluentes, aquéllas  prefieren  ángulo  más  cercano  al  recto.  Además, 
en  la  hoya  del  Magdalena  los  tributarios  se  forman  en  reales  cuen- 
cas m^s  ó  menos  amplias,  cuando  en  las  del  Orinoco  y  Amazonas 
— más  ó  menos  paralelos  á  los  principales — se  reducen  á  simples 
fajas  de  poca  anchura  pero  con  desmedida  longitud,  por  lo  cual  sus 
caracteres  tienen  mucho  de  comiin.  En  efecto,  de  ordinario  nacen 
en  la  cordillera  y  pronto  ganan  la  llanura,  con  vertiginosos  tumbos, 
para  cJrrer  un  ella  perezosos,  con  monotonía  sin  igual,  entre  orla 


Nl'eva  Geografía  de  Colombia  333 


de  verdura  y  gjandes  playas,  pocas  veces  bien  encauzados  y 
arrastrando  sus  aguas  en  tan  interminable  serie  de  meandros,  qu^ 
casi  siempre  duplican  por  sus  vaguadas  las  distancias  que  separan 
sus  orígenes  de  sus  bocas ;  pocos  abren  sus  fuentes  en  cuencas  en 
la  intercordillera,  y  éstos  pertenecen  á  la  hoya  del  Orinoco ;  bas- 
tantes nacen  en  la  llanura  misma,  tanto  en  una  como  en  otra  hoya, 
y  por  las  condiciones  del  terreno  son  navegables  casi  desde  su  ori- 
gen, lo  cual  ha  inducido  á  error  á  muchas  personas  acerca  de  la 
longitud  de  sus  cauces. 

Los  ríos  que  nacen  en  la  cordillera  al  entrar  á  la  llanura  alta 
se  encuentran  con  lecho  y  declivio  desproporcionado  á  su  caudal,  el 
que  entonces  se  explaya  y  divide  en  brazos  que  cambian  con  fre- 
cuencia, inundando  constantemente  el  terreno  vecino  en  los  agua- 
jes; pero  en  la  llanura  baja  el  régimen  cambia,  y  si  bien  basta  la 
fuerza  del  viento  para  represarlos,  son,  más  que  ríos,  lagos  en  mar- 
cha, á  causa  de  que  los  aluviones  han  levantado  las  orillas  y  de  que 
mientras  éstas  permanecen  secas  se  inundan  los  cajones  ó  fajas  cón- 
cavas que  los  separan  entre  sí,  sobre  todo  en  la  hoya  del  Orinoco, 
en  la  que  como  los  ríos  cruzan  en  su  origen  zonas  riquísimas  en  sal, 
abunda  ésta  en  sus  aguas,  que  tornan  más  feraz  el  suelo  en  las  ve- 
gas que  cubren  en  creciente,  facilitando  allí  el  desarrollo  del  bosque, 
mientras  el  resto  del  terreno  apenas  produce  ásperas  gramíneas. 

Los  ríos  orientales  de  ordinario  surcan  suelo  flojo  que  no  re- 
siste su  ímpetu,  por  lo  cual  ensanchan  con  exceso  su  lecho,  que  en 
la  parte  inferior  tiene  fondo  de  finísima  arcilla  y  se  llena  de  ban- 
cos que  facilitan  nuevos  cambios.  La  suma  anchura  de  los  cauces 
es,  por  otra  parte,  obstáculo  para  la  navegación,  á  causa  del  poco 
fondo  de  los  álveos,  á  lo  que  se  agrega  lo  numeroso  y  acentuado  de 
las  curvas,  que  limitan  mucho  el  tamaño  de  los  barcos.  En  el  Llano 
los  ríos  de  segundo  ó  tercer  orden  presentan  rico  venaje  en  ciertos 
meses,  por  la  regularidad  de  las  lluvias,  mientras  en  otros  casi  se 
agotan  á  la  postre,  debido  á  la  intensa  evaporación  de  la  comarca, 
por  lo  cual  todos  no  son  realmente  navegables  sino  en  invierno,  y  exi- 
gen además  atención  sostenida  en  los  pilotos,  por  los  cambios  cons- 
tantemente acaecidos  en  esos  lechos.  En  efecto,  los  ríos  al  crecer 
arrancan  árboles  y  destrozan  las  rocas  en  su  zona  torrencial,  pero 
al  llegar  á  la  llanura,  en  especial  á  la  llanura  baja,  depositan  esos 
materiales  que  ya  no  pueden  sostener ;  los  troncos  se  clavan  en 
el  fondo  de  sus  lechos  compuestos  de  finísima  arcilla,  á  ellos  se 
enredan  ramas  y  lianas,  y  la  arena  se  encarga  de  llenar  los  inters- 
ticios, con  lo  cual  resultan  potentes  diques  llamados  Caramas;  diques 
que  también  se  forman  en  los  caños  de  la  selva,  represan  las  aguas 
y  originan,  más  que  lagos,  enormes  pantanos  ó  esteros  que  anegan 
á  veces  vastísimos  espacios:  esos  lagos  buscan  desagüe,  y  ora  lo 
hacen  hacia  un  río  vecino,  ora  hacia  varios,  con  lo  cual  se  produ- 
cen las  más  diversas  y  extrañas  anastomosis  y  cambios  hidrográfi- 
cos que  idearse  pueda.  Cuando  el  lago  es  crecido,  con  algün  fondo 
permanente  y  producto  de  un  río,  se  llama  desparramadero ;  si  es  re- 
sultado de  la  represa  de  un  simple  caño,  rompida;  si  el  fondo  general 
es  poco  y  en  verano  se  seca  en  parte,  reduciéndose  á  simple  grupo 
de  lagunas  ó  pantanos,  se  llama  estero.  Semejantes  condiciones, 
como  se  comprende,  modifican  sin  cesar  las  hoyas  de  los  ríos,  que 


334  Nueva  Geografía  de  Colombia 


con  frecuencia  cambian  su  cauce ;  sólo  en  invierno  y  por  encima  de 
las  caramas  cae  alguna  agua  á  tales  lechos,  que  por  fin  se  convier- 
ten en  morichales^  6  sea  especie  de  turberas  que  levantan  el  suelo  y 
ayudan  á  nuevos  cambios  en  lo  futuro.  La  fisonomía  hidrográfica  del 
Llano  aún  no  se  ha  determinado  definitivamente.  Además,  y  esto  le 
es  peculiar,  como  las  sabanas  altas  son  esencialmente  arenosas,  las 
aguas  de  la  cordillera  se  pierden  allí  en  gran  parte  para  brotar  más 
lejos,  ora  formando  diversos  caños  y  ríos,  ora  engrosando  los  que 
las  surcan,  los  cuales,  á  ojos  vistas,  aumentan  su  caudal  sin  que  se 
vean  afluentes  de  ninguna  especie ;  las  dichas  arenas  forman  tam- 
bién, llano  adentro,  mesas  que  no  se  inundan,  y  en  verano  sólo 
guardan  pajonales,  mientras  el  suelo  que  está  á  su  pie  se  inunda 
en  todo  ó  en  parte,  por  lo  cual  en  verano  conserva  más  humedad 
y  frescura ;  es  en  las  zonas  de  contacto  de  arenas  y  arcillas  donde 
se  presentan  los  morichales,  donde,  en  terreno  blando  y  cenagoso, 
surgen  aguas  claras  y  abundantes.  Suralosas  se  llaman  las  sabanas 
bajas  y  húmedas ;  pero  conviene  recordar  que  este  nombre  se 
aplica  en  las  altas  á  las  porciones  abarrancadas  por  la  erosión. 
En  resumen,  las  sabanas  ora  ofrecen  mesas  y  #  morichales,  ora 
escalones  rocosos,  ora  grandes  glacis  entre  ricas  vegas,  ora  nivel 
perfecto  sin  una  piedra,  ora,  en  fin,  suma  de  todos  los  tipo$,  y 
además  sustentan  líneas  de  médanos  6  montecillos  cónicos,  ó  bien 
muestran  lajas  y  peñascos.  En  invierno  ó  caso  de  fuertes  lluvias, 
cuando  el  Orinoco  crece,  represa  más  ó  menos  sus  tributarios,  á  la 
vez  que  sale  de  madre,  y  el  suelo  ofrece  entonces  lagos  de  hasta 
SO  leguas  de  longitud  por  8  de  anchura  con  i  á  4  metros  de  profun- 
didad, sin  que  falten  islas  más  ó  menos  grandes.  Como  nuestros 
Llanos  tienen  un  realce  al  centro,  resulta  que  la  zona  de  inunda- 
ción, menor  al  pie  de  la  cordillera,  próximos  á  los  ríos,  y  crecida 
en  la  frontera,  es  casi  nula  entre  las  dos,  pues  el  declive  baja  del 
Guaviare,  Sumapaz,  Parima  y  Mérida  hacia  el  Apure  Arauca  y 
Calcara ;  por  eso  en  el  fondo  no  puede  entonces  transitarse  sino 
en  barca,  con  la  ventaja  sí  de  ahorrar  las  vueltas  de  los  ríos, 
mientras  en  otros  lugares  quedan  caminos  utilizables.  En  verano  la 
tierra  se  seca  por  completo,  ya  por  el  desagüe  en  los  cajones 
altos,  ya  por  la  evaporación  en  los  bajos. 

En  la  Amazonia  el  régimen  varía  un  tanto,  pues  á  los  inconve- 
nientes de  las  caramas  se  une  el  de  mayor  humedad,  lo  cual  mo- 
difica aún  más  el  régimen  de  las  aguas  en  las  partes  bajas  ;  los 
aguajes  no  sólo  inundan  la  selva  obligando  á  sus  hijos  á  vivir  en 
canoas  en  las  márgenes  de  los  grandes  ríos,  sino  que  destrozan  las 
orillas,  arrancan  enormes  trozos  que  marchan  como  islas  flotan- 
tes, con  habitantes  forzados,  imposibilitan  la  navegación  en  bar- 
cas, á  la  vez  que  forman,  en  especial  en  el  Amazonas,  lagos,  bra- 
zos y  deltas  con  islas  inmensas,  y  otras  más  pequeñas  en  el  lecho 
mismo  de  los  ríos  :  son  notables  especialmente  ciertos  lagos  (agua 
redonda :  desparramaderos)  en  cuya  tranquila  superficie  se  ve  la 
mayor  de  las  flores,  la  Victoria  Regina,  lagos  que  se  unen  á  los 
ríos  por  un  laberinto  de  canales  en  que  el  agua  corre  en  todas  di- 
recciones, como  sucede  en  el  de  Gandaya  ó  Candaja,  cerca  de  las 
bocas  del  Yupurá ;  también  aquí  el  río  principal  invade  en  invierno 
el  lecho  de  sus  afluentes,  que  represados  obran  sobre  los  suyos  que 


Nueva  Geografía  de  Colombía  335 


inundan  la  selva,  en  centenares  de  leguas  cuadradas,  y  no  dejan 
fuera  sino  las  copas  de  los  grandes  árboles ;  de  ordinario  el  Amazo- 
nas se  derrama  en  sus  afluentes  por  un  grupo  de  brazos,  como  suce- 
de en  el  mismo  Yupurá,  á  que  da  aguas  por  los  canales  Uaranapu, 
Manhahuay  Auatiparana.  Con  todo,  la  navegación  es  mejor  en  esta 
zona,  cuyos  únicos  caminos  son  los  ríos,  pues  si  bien  es  cierto  que  al 
bajar  las  aguas,  el  lodo  estorba  á  los  vapores,  también  lo  es  que 
como  los  aguaceros  son  frecuentes,  los  aguajes  no  se  hacen  esperar 
y  la  vía  queda  compuesta.  En  esta  zona,  Igarape  (sendero  de 
piragua)  es  brazo  sin  salida,  ó  sea  una  especie  de  golfo  de  río  pro- 
longado ;  Paraná  assu  (grande)  ó  mirion  (pequeño)  es  el  brazo  de 
un  río  que  forma  isla  y  furo  (agujero),  el  caño  que  une  dos  ríos 
vecinos. 

Muy  importante  es,  pues,  un  detenido  estudio  de  la  extraña 
red  de  comunicaciones  que  entre  sí  abren  ó  cierran  los  ríos  orien- 
tales, ya  que  ella  enlaza  casi  todas  sus  hoyas  y  permite  evitar 
el  tropiezo  de  saltos  y  raudales,  6  la  pérdida  de  las  aguas  en  ca- 
vernas donde  las  rocas  no  han  cedido  del  todo  ;  pero  ese  reconp- 
cimiento  exacto  no  podrá  estar  concluido  antes  de  dos  siglos,  salvo 
el  caso  de  un  vigoroso  cuanto  necesario  esfuerzo  del  país  para  es- 
tudiar tan  rica  comarca. 

Esto  sentado,  recorramos  las  a^uas  de  nuestro  Oriente,  pri- 
mero en  sus  grandes  arterias,  y  luego  en  las  secundarias,  avan- 
zando del  N.  al  S. 


El  OíaNoco,  que  por  70  leguas  nos  sirve  de  frontera  allá  al  Orien- 
te (fig.  74),  en  el  corazón  mismo  del  continente,  recogiendo  las  aguas 
de  un  quinto  de  la  tierra  colombiana,  ocupa  primer  puesto  entre  los 
ríos  de  segundo  orden  del  globo,  siendo  el  tercero  de  la  América 
del  Sur  y  el  segundo  de  los  que  bañan  la  República.  El  grande 
Orinoco  ocupa  con  sus  afluentes  (450  ríos  y  millares  de  arroyos), 
entre  los  cuales  figuran  corrientes  iguales  al  Danubio,  una  hoya  de 
31,000  leguas  cuadradas  {Orin$quiay  tres  veces  la  del  Magdalena), 
en  que  recoge  caudal  de  14,000  ms.  cúbicos  por  segundo  (6,500 
en  estiaje.  Enero),  con  que  llega  al  mar  á  las  430  leguas  de  cur- 
so (en  1 35  directas),  de  las  cuales  sólo  las  30  no  son  navegables. 
Su  hoya,  inmensa  taza  de  vasto  fondo  é  irregulares  bordes,  com- 
prende el  espacio  que  media  entre  las  mesas  de  Sumapaz  y  Pa- 
rima  por  un  lado,  y  el  lomo  de  Caquetá  y  la  cordillera  costane- 
ra de  Venezuela  por  otro,  incluyendo  buena  parte  de  la  citada 
mesa  de  Parima,  que  guarda  íntegro  su  curso  superior.  Nace  el 
río  {Par agua)  en  cuenca  (1,700  ms.)  que  rodean  severos  mon- 
tes, para  dirigir  su  rumbo  al  NW.  sobre  Ventuari,  y  á  las  25  le- 
guas de  curso  rompe  breñas  que  le  forman  el  salto  de  Guharibos, 
á  poco  del  cual,  en  Esmeralda,  al  pie  del  Duda  (450  ms.),  cae  auna 
depresión  transversal  del  lomo  de  Caquetá,  donde  se  bifurca  para 
envolver  los  cerritos  de  Maroa  ;  á  la  izquierda  sigue  el  Casiquiari 
(al  S.),  á  la  derecha  (al  NW.)  lo  que  se  llama  Orinoco^  paralelo 
al  Atabapo,  á  absorber  el  Ventuari ;  tuerce  entonces  el  Orinoco  al 
W.  para  regar  á  San  Fernando  y  penetrar  en  la  parte  media  dc 
su  curso, 


336  Nueva  Geografía  de  Colombia 


En  San  Femando  se  puede  decir  que  el  Orinoco  y  el  Guaviare 
confluyen  sobre  el  Atabapo — la  mejor  puerta  entre  las  dos  regio- 
nes,— parte  de  un  inmenso  surco  S.  á  N.,  el  cual  los  empuja  hacia 
el  N.,  sobre  la  gran  depresión  de  Caicara.  A  dicha  confluencia 
lleg^a,  pues,  el  Orinoco  con  650  ms.  de  anchura  y  11  de  profundidad, 
duplica  el  volumen  de  sus  aguas  y  quiebra  hacia  el  N.  en  busca  del 
Llano,  al  que  no  alcanza  sino  después  de  romper  una  y  otra  mu- 
ralla de  granito,  formando  grupos  de  célebres  raudales — entre  los 
que  descuellan  Matpures  y  Atures  (figuras  72  y  73), — donde  el  agua 
en  pequeños  saltos  baja  numerosos  escalones  con  fragor  terrible, 
entre  enormes  rocas,  calmándose  sí  de  trecho  en  trecho,  hasta  Ca- 
miseta^ el  último  y  menos  sensible,  que  le  abre  paso  (al  NE.)  á  Cai- 
cara, antes  de  la  famosa  estrechura  de  Banaguán  ;  en  este  tra- 
yecto recibe  por  la  D.  el  mediano  Sipapo  y  por  la  I.  el  Vichada,  el 
majestuoso  Meta  y  otros  menores. 

En  Caicara,  celebérrimo  delta  continental,  el  Orinoco  gira  al 
E.  en  busca  del  mar,  pasando  por  Angostura,  donde  su  cauce  de 
cuatro  kilómetros  se  reduce  á  sólo  700  ms.  En  los  inmensos  pan- 
tanos de  Caicara,  donde  adquiere  enorme  refuerzo  el  Orinoco, 
empieza  su  curso  inferior,  en  el  que  si  por  la  I.  pocos  ríos  le  rin- 
den tributo,  por  la  D.  y  de  S.  á  N.  le  llegan  el  Caura  y  el  Ca- 
roní,  éste  abajo  de  Angostura.  A  poco  de  la  boca  del  último  em- 
pieza su  delta  de  i ,  1 20  leguas  cuadradas,  periódicamente  inunda- 
do, el  cual  en  haz  se  abre  hacia  el  NE.,  encierra  en  su  origen  la 
isla  Tórtola,  y  luego  centenares  de  caños  entre  los  dos  grandes 
brazos  de  Mánamo  (I.)  é  Imataca,  que  terminan  abarcando  60  le- 
guas de  costa,  en  la  que  se  abren  otras  15  bocas  secundarias,  8  de 
ellas  también  navegables.  Del  delta,  Imataca  ó  Canal  de  narjíos  es 
el  mayor  brazo,  el  cual  mide  4  kilómetros  de  anchura,  que  llegan 
á  7  en  la  isla  Nuvia ;  desgraciadamente  por  él  tampoco  pueden  pe- 
netrar, por  causa  de  la  barra,  los  grandes  vapores  trasatlánticos.  El 
río,  cuyas  tempestades  son  terribles,  se  navega  sin  tropiezos  hasta 
Barraguán  y  con  algún  peligro  hasta  Atures  (280  leguas),  y  después 
de  los  raudales,  que  se  presentan  á  trechos,  desde  Maipures  hasta 
Guaharibos  (80  leguas),  aunque  no  sin  tropiezos.  Como  la  hoya  del 
Orinoco  es  esencialmente  lluviosa,  su  crecida  es  extraordinaria,  y  se- 
gún se  dijo,  inunda  la  tierra  aledaña  á  su  cauce  hasta  30  y  40  leguas 
adentro,  con  lo  cual  represa  á  sus  afluentes,  que  hacen  lo  mismo  con 
los  suyos,  convirtiéndose  entonces  el  fondo  de  la  taza  en  verdadero 
mar,  con  uno  que  otro  islote ;  mar  que  fecunda  la  llanura  y  es  símil 
de  lo  que  debieron  ser  en  la  época  posterciaria  las  grandes  aguas 
que  cubrían  el  todo  y  lentamente  realzaron  el  terreno,  produciendo 
la  riquísima  Orinoquia,  de  condiciones  hidrográficas  tan  especiales. 

El  Amazonas  ó  mar  de  los  ríos  (fig.  1 32),  cuyas  mareas  dependen 
del  sol,  si  el  tercero  del  globo  en  longitud,  es  el  pi  imero  en  hoya  y 
caudal,  como  que  lleva  al  Océano  venaje  medio  de  80,000  ms.  cú- 
bicos por  segundo,  recogidos  en  área  de  285,000  leguas  cuadra- 
das {Amazonia,  país  de  la  selva,  30  veces  la  Magdalenia),  al  cabo 
de  1,480  leguas  de  camino,  en  el  que  ha  recogido  tributarios  casi 
tan  grandes  como  él,  sirviéndonos  de  frontera  durante  1,000  kiló- 
metros, por  lo  cual  es  más  colombiano  que  el  anterior.  La  gigantes- 
ca Amazonia  ocupa  la  llanura  sudamericana  desde  los  Llanos  (al 


Nueva  Geografía  de  Colombia  337 


N.)  al  Chaco  (al  S.),  ó  sea  entre  las  gframíneas  y  el  chaparro,  y 
entre  los  Andes,  que  le  forman  espléndida  herradura  al  occidente,  y 
las  vastas  aunque  bajas  mesas  de  Parima  y  Brasil,  que  se  alzan  al 
oriente  y  por  en  medio  de  las  cuales  se  abre  paso  (Obidos)  hacia  el 
mar.  Por  ser  nula  la  división  orohidrográfica  al  N.  y  al  S.,  la  Orí- 
noquia  y  la  Plata  bien  pueden  considerarse  como  simples  depen- 
dencias de  esta  reg^ión  ;  en  efecto,  al  N.  (máxima  altura  240  ms.) 
el  Casiquiari-Rionegro  lleva  los  barcos  al  Orinoco,  y  al  S.  (máxi- 
ma altura  160)  el  Madeira  les  da  paso  al  g-ran  río  de  Buenos 
Aires. 

Nace  el  Amazonas  (Marañan)  en  elevada  mesa  andina  (nudo 
de  Pasco,  Perú),  y  próximo  y  paralelo  á  la  costa  pacífica  remonta 
hacia  el  N.  NW.  por  ang-osto  valle,  hasta  chocar  con  las  breñas 
ecuatorianas,  que  lo  oblig^an  á  girar  al  oriente,  rompiendo  serranías, 
por  lo  cual  sale  despeñado  (Pongo  de  Manseriche)  á  la  llanura  baja 
(157  ms.  á  800  leguas  del  mar),  que  surca  describiendo  grandes 
senos  compuestos  de  infinidad  de  meandros,  á  la  vez  que  se  inclina 
del  S.  al  N.  para  morir  bajo  la  línea  equinoccial,  de  la  cual  ha  sido  así 
verdadero  rival,  si  no  vencedor,  como  que  marca  una  línea  equitro- 
pical  visible.  Es  el  Amazonas  río  de  llanura  pur  excelencia,  y  su  hi- 
lero va  excéntrico  en  la  hoya,  pues  su  vaguada  dista  mucho  menos 
de  su  linde  N.,  muro  de  banda  que  es  faja  de  casi  igual  anchura, 
que  del  linde  S.,  donde  la  banda  es  zona  triangular,  por  lo  cual  los 
afluentes  de  este  lado,  más  ó  menos  perpendiculares  al  Amazonas, 
ofrecen  mayor  curso  que  los  de  la  otra,  que  sólo  lo  alcanzan  crecido 
marchando  más  ó  menos  paralelamente  á  él ;  como  se  ve,  el  Ama- 
zonas es  un  río  meridional  en  primer  término,  y  como  la  verdadera 
vaguada  de  la  hoya  la  marca  el  Guaporé-Madeira,  resulta  en  un 
todo  similar  y  paralelo  al  Orinoco. 

El  Amazonas  en  la  llanura  va  en  amplio  y  profundo  lecho  que 
aumenta  de  2,5CK)á  5,000  mts.,  los  que  en  Obidos  se  reducen  á  1,830 : 
después  casi  es  imposible  distinguir  á  un  tiempo  las  dos  orillas ;  el 
fondo  varía  primero  de  75  á  100  ms.,  llega  en  Obidos  á  550,  y 
luego  alcanza  á  185.  El  gran  río  tiñe  el  mar  12  leguas  adentro 
con  su  onda  lechosa,  hace  derivar  los  buques  hasta  las  16  leguas, 
y  no  pierde  su  dulzura  sino  hasta  las  60 ;  de  Tabatinga  al  Océano, 
hay  en  su  lecho  560  islas  de  todos  tamaños.  Concluye  el  río  en 
vasto  estuario  cuajado  de  islas  que  son  tierras — mayor  Marajos — 
destrozadas  por  el  mar ;  su  delta  no  aumenta  á  pesar  de  la  enorme 
masa  de  aluviones  que  llevan  sus  aguas  ;  al  contrario,  disminuye,  y 
sus  antes  últimos  afluentes  hoy  caen  directamente  al  mar ;  el  mis- 
mo Tocantins  puede  decirse  se  halla  en  este  caso.  El  mar  llena  de 
ordinario  ese  estuario  en  6  horas,  salvo  en  las  grandes  mareas, 
en  que  lo  hace  en  cinco  minutos,  y  la  lucha  de  los  dos  titanes  for- 
ma inmensa  ola  {Proroca)  que  sube  200  leguas  río  arriba  con  rá- 
pida corriente,  aprovechada  por  los  barcos  para  remontarlo.  La 
navegación  por  vapor  cuenta  800  leguas,  ó  sea  hasta  el  pie  mismo> 
de  los  Andes :  16,000  leguas  mide  la  red  que  soporta  barcos  en  la 
Amazonia  (1,500  colombianas),  sin  otro  embarazo  que  el  lodo  que 
queda  en  los  cauces  al  menguar  las  aguas  que  en  crecida  dan  paso 
por  sobre  las  copas  de  la  selva.  Es  sano  el  valle,  á  pesar  de  lo  cual 
la  hoya  está  aún  desierta  :  un  millón  de  habitantes,  ¡  uno  por  cada 
5  leguas  cuadradas  I 


338 


Nueva  Geografía  de  Colomma 


Arauca — Este  impor- 
tante río  de  1,000  kiló- 
metros de  curso  y  hoya 
de  sólo  50,000  kilóme- 
tros D,  en  gran  parte 
venezolana,  en  especial 
hacia  su  fín,  porque  su 
curso  superior  queda  ín- 
tegro en  Colombia  y  en 
su  parte  central  sirve  de 
frontera  á  los  dos  paí- 
ses, es  notable  por  los 
enlaces  que  ofrece  con 
Ir  las  corrientes  aledañas 
c  y  por  la  falta  de  afluen- 

0  tes  en  grandes  trayec- 
g  tos,  en  los  que  su  hü>a 
'&)  se  reduce  á  simple  faja 
\  de  20  á  40  kilómetros 
g"  de  anchura,  lo  que  no 
•¿  obsta  para  que  en  invier. 

1  no  los  vapores  pucdnn 
3  remontarlo  650  kilóme- 
^  tros,  ó  sea  ^hasta  el  pie 

1  de  los  montes  donde 
g  abre  sus  fuentes. 

^      Dentro  de  la  fragosa 

2  cuenca  llamada  Pilar 
I  de  Labateca  se  forman 
ft  los  ríos  Chitagá  y  Vale- 
í  S^^i  Q"^  corren  de  S.  á 
S,  N.  y  caen  al  Caraba  fi^^ 
£  se  mueve  de  W.  á  E., 

resultando  de  su  unión 
el  río  Marguay  que  se 
despeña  entre  las  cum- 
bres de  Ima  y  Tama 
para  salir  á  la  llanura, 
donde,  tras  recoger  el 
Cahtigon  (D.),  se  le  de- 
nomina Sarare,  el  que, 
á  decir  verdad,  termina 
en  una  zona  de  ciéna- 
gas y  lagunas  (los  Des-- 
parramaderos  de  Sarare), 
de  donde  salen  dos  co- 


rrientes, una  que  se  une  al  Nula  y  al  Uribante  para  producir  el 
caudaloso  Apure,  y  otra  que  tributa  al  Arauquita  para  convertirlo 
en  Arauca,  El  Arauquita   resulta  de  la  unión  de  las  aguas  que 


Nueva  Geografía  de  Colombia  339 


nacen  al  N.  y  NE.  de  la  Sierra  Nevada  de  Chita  (entre  las  cuales 
priman  Bojabá,  Cutloitco,  Saíocá^  Banadía),  todas  más  <5  menos  na- 
vegables en  su  parte  final. 

Fórmase,  pues,  el  Arauca  entre  una  tierra  pantanosa ;  y  si  en- 
frente de  los  caseríos  que  constituyen  el  distrito  de  Arauquita, 
corre  en  un  solo  cauce,  en  seguida,  ó  sea  hasta  Arauca,  no  es  sino 
una  red  de  brazos  y  brazuelos  que  por  los  esteros  del  mediodía  se 
enlaza  á  las  hoyas  del  Capanaparo  y  el  Meta ;  un  poco  al  E.  de 
Arauca,  el  río  penetra  íntegramente  en  suelo  venezolano,  cuando 
ya  corre  en  cauce  único  de  600  metros  de  amplitud.  Con  frecuen- 
cia sus  brazos  y  caños  cambian  de  condiciones  por  las  Caramas, 
y  entre  las  selvas  que  surca,  sus  ondas  se  tornan  laberinto  de  aguas, 
quietas  unas,  bulliciosas  otras,  aquí  brillantes  como  cristal,  allá 
ocultas  por  verde  tapiz,  de  suerte  que  esta  es  una  de  las  regiones 
menos  conocidas  en  sus  detalles,  fuera  de  las  vías  terrestres  ó  de 
los  cauces  que  dan  paso  á  los  barcos. 

Entre  el  Arauca  y  el  Meta  corren  de  W.  á  E.,  muy  próximos, 
el  Capafiaparo  y  el  Sinaruco,  ríos  en  su  mayor  parte  venezolanos  y 
que  no  son  sino  desagüe  de  los  pantanos  y  esteros  que  se  hallan 
al  mediodía  de  Arauca,  entre  ese  puerto  y  el  río  Casanare. 

ElMela,  Este  río,  que  mide  i  ,20o  kilómetros  de  curso  y  fecunda 
una  hoya  triangular  de  90,chx)  kilómetros  D ,  cuyas  tres  cuartas  par- 
tes son  llanura,  resulta  de  la  unión  de  todas  las  aguas  que  nacen 
al  respaldo  de  la  gran  mesa  oriental,  del  cerro  nevado  de  Suma- 
paz  á  la  nevada  de  Chita,  por  lo  cual  es  tan  caudaloso  como  el 
Danubio,  cuando  rinde  su  tributo  al  grande  Orinoco.  La  hoya  del 
Meta  se  divide  naturalmente  en  cuatro  porciones :  la  del  alto  río, 
ó  sea  el  triángulo  de  suelo,  en  general  quebrado,  comprendido  en- 
tre los  páramos  de  Sumapaz  y  de  Toquilla  y  el  puente  de  Cabuya- 
ro,  la  Honda  del  Llano;  la  central  ó  de  los  grandes  afluentes ;  la  del 
bajo  río,  donde  el  Meta  carece  de  tributarios,  y  la  hoya  del  Casona^ 
re,  que  comprende  la  tercera  parte  del  todo  y  con  respecto  al  Meta 
es  algo  así  como  la  del  Cauca  en  la  Magdalenia. 

En  la  primera  y  entre  grandes  breñas  se  originan  los  tres  bra- 
zos que  por  su  reunión  forman  el  Meta,  es  decir,  los  ríos  Humadea, 
Negro  y  Upía,  de  magnitud  casi  igual,  que  se  unen  en  un  espacio 
de  6  leguas,  tras  lo  cual  aparece  una  corriente  de  400  ms.  de  an- 
chura por  3  de  profundidad.  Nace  el  Humadea  entre  el  Ariari  y  el 
Blanco,  no  lejos  del  Nevado  de  Sumapaz,  y  se  dirige  al  SE.  hasta 
los  alrededores  de  San  Martín,  donde  obligado  por  la  Macarena 
gira  al  NE.,  rumbo^que  es  el  general  del  Meta,  recogiendo  al  paso 
varios  afluentes,  de  manera  que  cuando  frente  á  Villavicencio  se 
junta  con  el  Negro,  ya  tiene  caudal  suficiente  para  soportar  barcos. 

El  Rionegro  no  es  sino  el  conjunto  de  las  aguas  formadas  en 
la  cuenca  de  Cáqueza,  al  respaldo  de  Bogotá  {Blanco  del  N.,  Rione- 
gro, Cáqueza,  Sáname,  Blanco  del  S.,  Mamanares)^  que  convergen 
hacia  Quetame  para  salir  á  la  región  baja  por  cauce  estrecho  y 
fragosísimo,  ó  sea  una  de  las  hoces  más  bellas  y  prolongadas  de  los 
Andes.  Llegado  el  río  á  la  llanura,  por  falta  de  declive  de  ésta,  se 
anastomosa  ó  divide  en  tres  brazos,  de  los  que  el  meridional  (C/u- 
chimene)  y  el  central  ( Guqyunba),  el  más  caudaloso,  se  dirigen  en 
busca  del  Humadea,  mientras  que  el  otro,  el  Negro,  se  inclina  al 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


NE.  á  unirse  al  GuaÜquia  y  ai  Humea,  que  bajan  de  Chingasa,  para 
formar  un  río  de  considerable  caudal,  que  á  poco  termina  en  el 
Humadea,  ya  denominado  Meta,  con  caudal  superior,  no  obstante 
recog^er  sus  aguas  en  hoya  de  m^nor  extensión. 

El  Upia  abarca  en  su  hoya  todas  las  tierras  quebradas  que 
demoran  al  S.  de  Tunja  y  al  NE.  de  Bogoíd,  ó  sea  los  valles  de  Mi- 
raflores,  de  Tenzay  de  Gacheta,  donde  nacen  los  ríos  Upía  (en  la 
laguna  de  Tota)  y  Garagoa,  que  corren  de  N.  á  S.  á  perderse  en  un 
surco  de  W.  áÉ-,  en  su  porción  alta  ocupado  jwir  el  Guavio.  Todos 
estos  tres  ríos  tienen  cauce  fragoso  en  extremo,  lleno  de  hoces, 
saltos  y  raudales,  principalmente  el  Upi'a,  que  por  la  I.  se  acrece 
con  el  vertiginoso  I^ngupá,  régimen  que  cambia  en  la  llanura,  don- 
de el  Upia  bruscamente  se  torna  naveg"alile  por  vapor  un  medio 
centenar  de  kilómetros. 


Hasta  la  boca  Pajure  la  corriente  del  Meta  atln  es  sensible» 
y  de  esa  boca  hasta  la  del  Upía,  bien  que  el  caudal  del  r(o  no 
es  escaso,  la  navegación  se  torna  contingencial  en  verano,  por  los 


Nueva  Geografía  de  Colombia  341 


bancos  movedizos  de  arena  y  las  palizadas,  y  á  veces  por  lo  ins- 
table del  lecho,  que  en  la  llanura  abre  y  cierra  brazos  á  cada  ave- 
nida considerable. 

Formado  en  realidad  el  Meta  como  queda  dicho,  aun  cuando 
en  toda  su  longitud  conserva  el  rumbo  de  SW.  á  NE.,  de  trecho 
en  trecho  gana  tierra  hacia  el  N.  por  medio  de  escalones.  En  la 
llanura  avanza  en  largas  y  prolongadas  eses,  con  aguas  mansas  y 
transparentes,  á  modo  de  lago  que  agita  la  brisa,  primero  entre 
playas  inundables  pero  vestidas  de  rica  vegetación,  y  luego  encauza- 
do por  barrancas  arenáceas,  siempre  limpias.  Es  aquí  tan  poco  des- 
nivelado el  suelo,  que  las  aguas  no  ruedan  sino  empujadas  por 
las  que  sin  cesar  descienden  de  los  Andes  ;  de  ordinario  el  cauce 
apenas  baja  dos  milímetros  por  kilómetro,  por  lo  cual  los  aguajes 
lo  aumentan  hasta  triplicar  su  anchura.  En  verano  en  las  vueltas  no 
faltan  los  bancos  de  arena,  y  en  Trapkhüo  peligrosos  arrecifes  limi- 
tan el  calado  de  los  vapores.  En  la  parte  baja,  donde  ya  ha  recor 
gido  el  tributo  del  Casanare,  el  fondo  del  lecho  es  más  constante 
(5  ms.),  hay  menos  playones  y  la  anchura  oscila  entre  8cx)  y  2,300 
ras.,  que  se  reducen  á  600  en  la  boca,  abierta  al  través  de  las  coli- 
nas de  Lloreda,  bien  que  entonces  la  profundidad  sube  á  1 7  ms. 
En  verano  se  reduce  á  1,400  ms.^  el  caudal  del  Meta,  los  que  suben 
á  más  de  7,000  en  invierno,  cuando  el  fondo  llega  hasta  14  en  Ma- 
quivor,  y  da  cómodo  paso  á  embarcaciones  de  bastante  capacidad 
hasta  el  pie  de  los  Andes. 

Como  la  vaguada  del  Meta  es  excéntrica  con  respecto  á  la 
hoya  que  fecunda,  por  la  D.  apenas  si  recibe  el  tributo  de  escasas 
corrientes,  de  tal  manera  que  en  180  leguas  que  mide  la  longitud 
de  esta  banda,  sólo  existen  unos  36  caños,  en  lo  general  de  40  á  60 
leguas  de  longitud,  á  excepción  del  Yucaho  y  el  Manacacia,  que 
por  exceder  de  150,  pueden  llamarse  ríos,  los  que  además  son  im- 
portantes por  facilitar  comunicaciones  con  el  Vichada  por  cortos 
arrastraderos. 

La  hidrografía  de  la  banda  izquierda  es,  al  contrario,  en  ex- 
tremo complicada,  y  el  Casanare  la  divide  netamente  en  dos  por- 
ciones :  al  E.  de  ese  río  apenas  se  encuentran  caños  de  breve  cur- 
so como  en  la  derecha ;  pero  al  W.  de  dicha  corriente  el  Meta 
recibe  numerosos  afluentes  que  pueden  agruparse  en  tres  clases : 
los  caños  y  cortos,  análogos  á  los  de  la  otra  banda,  que  nacen  en 
plena  llanura  y  corren  entre  los  ríos ;  los  caños-ríos^  que  surgen  al 
pie  de  la  cordillera,  y  por  lo  mismo  tienen  bastante  longitud,  y  los 
riósy  cuyo  curso  superior  penetra  en  aquélla  por  medio  de  numero-. 
sos  brazos.  De  éstos  merecen  mención  el  Cursiana,  el  Cravo  del 
Sur,  el  Pauto,  el  Ariporo  y  el  Casanare,  6  sea  el  Mejta  del  Norte  : 
entre  los  segundos  priman  el  Guanapalo  y  el  Guachiría, 

El  Cursiana  (300  kilómetros)  resulta  de  la  unión  de  cinco  ríos. 
que  fecundan  la  cuenca  de  Chámeza,  de  la  cual  salen  por  el  salto 
del  Peñol  (80  ms.),  de  grande  hermosura  pero  de  pocos  conocido ; ; 
en  la  llanura  sólo  se  aumenta  con  el  Charle  (I.),  y  es  navegable  150' 
kilómetros.  El  Craiw  del  Sur  (325)  resulta  de  la  unión  del  Labranzas 
grande  y  el  Tocaría,  aumentado  éste  con  el  Paya  ó  Pisi^a,  célebre  en 
nuestra  historia  militar,  y  el  Xunchía,  los  que  también  nacen  en  la 
magistral.  Dicha  unión  se  verifica  en  plena  llanura,  y  á  partir  de 


342 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


ella,  como  el  Cursiana,  se  inclina  al  SE.,  formando  un  canal  na- 
vegable de  125  kilómetros,  que  no  se  aumenta  con  ningún  otro 
afluente.  Termina  pocos  kilómetros  arriba  de  Orocué. 

El  Pauto  es  notable  porque  su  curso  de  325  kilómetros  lo  des- 
arrolla en  una  hoya  que  sólo  mide  90  leguas  D ,  que  casi  no  le  da  nin- 
gún tributario,  no  obstante  principiar  en  plena  magistral,  y  también 
porque  su  lecho,  casi  rectamente  tendido  de  W.  á  E.,  se  abre  entre 
los  caños-ríos  Guanapalo  y  Guachíría,  que  le  son  paralelos.  A  una 
legua  de  su  boca  recibe  (D.)  el  Gandul,  caño  que  le  ha  acompañado 
mientras  surca  la  llanura,  en  la  cual  por  evaporación  disminuye  su 
corriente  sin  cesar,  de  manera  que  en  la  parte  baja,  en  verano,  ape- 
nas soporta  barcas,  cuando  al  salir  de  la  cordillera  mide  de  100  á 
150  ms.  de  anchura  por  más  de  uno  de  profundidad.  El  Guanapalo 
(200  kilómetros)  nace  al  respaldo  de  Nunchía ;  el  GuaMría  (250) 
abre  sus  fuentes  entre  Moreno  y  Pore.  Ninguno  de  los  dos  lleva 
gran  caudal.  El  Ariporo  (450  kilómetros),  bastante  análogo  al  Pau- 
to, hoy  en  realidad  es  afluente  del  Casanare,  bien  que  no  le  rinde 
tributo  sino  una  legua  antes  de  su  fín,  y  en  sus  últimos  25  kilóme- 
tros marcha  entre  él  y  el  Meta,  paralelo  á  ambos.  Nace  al  respaldo 
de  Sácama,  y  ya  en  la  llanura  lo  engrosan  el  Muese  (D.)  y  el  Chire 
(I.),  más  crecido,  y  que  á  su  turno  absorbe  el  Aricaporo,  Este  río 
Aricaporo  es  de  reciente  formación,  porque  en  la  última  centuria 
grandes  oimbios  hidrográficos  han  ocurrido  en  el  corazón  de  Ca- 
sanare. 


*  D.  Rkffu 


o 


2 


jr^ctof 


Figvra  134— Confluencia  del  Casanare  y  cU  Cfavo  de  Norte.   Según  el  ingeniero 

F.  J.  Casas. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  343 


El  Casanare  (6cx)  kilómetros),  que  ha  dado  su  nombre  á  las 
llanuras  que  demoran  entre  el  Meta  y  el  Arauca,  se  compone  en 
verdad  de  tres  brazos  :  al  S.  el  Ariporo,  al  centro  el  Casanare  y  al 
N.  el  Cravo  del  Norte.  El  Casanare  abre  sus  fuentes  en  plena  ma- 
gistral, al  S.  de  la  Sierra  Nevada  de  Chita,  por  lo  cual  mientras 
corre  entre  los  entrecruzados  estribos  de  la  cordillera  no  es  sino  un 
enorme  torrente  que  sale  á  la  llanura  por  las  magníficas  Puertas  de 
Purare,  en  condiciones  muy  análogas  á  las  indicadas  del  Pauto, 
principiando  á  ser  navegable  desde  el  Puerto  de  San  Salvador,  que 
dista  SCO  kilómetros  del  Meta.  En  seguida,  ó  sea  por  dos  tercios  de 
su  longitud,  lo  mismo  que  los  demás  ríos  atrás  mencionados,  á  la  vez 
que  avanza  al  E.,  se  inclina  al  S.,  por  lo  cual  describe  una  curva  de 
enorme  radio,  y  en  tanto  que  por  la  D.,  lo  mismo  que  el  Meta,  no 
recibe  afluentes,  si  se  prescinde  del  Ariporo,  por  la  I.  á  poco  le  tri- 
buta el  San  Ignacio,  que  baja  de  la  Sierra  Nevada,  y  hacia  su  fin  el 
Cravo  del  Sur,  de  real  importancia  en  la  hidrografía  de  la  comar- 
ca. Forman  este  río  aguas  nacidas  en  1  xs  faldas  de  dicha  Sierra 
Nevada,  que  luego  serpean  largo  trecho  en  la  llanura,  sin  otro  afluen- 
te que  el  Totumo  (D.),  hasta  que  da  con  el  Ele,  que  lo  empuja  al 
mediodía  para  unirlo  al  Casanare  en  agudísimo  ángulo,  poco  an- 
tes de  lo  cual  absorbe  el  largo  Caño  Cumare,  al  último  tenazmen- 
te paralelo.  El  Ele,  río  importante,  nace  en  plena  Nevada,  y  al  sa- 
lir á  la  llanura  se  inclina  al  SE.  y  en  ella  recibe  (I.)  el  Lipa,  lla- 
mado Cobabalía  en  su  primer  mitad,  en  la  cual  pasa  al  S.  de  los 
pantanos  de  Salivón,  por  medio  de  los  cuales  se  enlaza  con  el  Sa- 
tocá  y  el  Arauca.  Después,  el  Cravo  del  Norte  por  los  esteros  del 
Buey  y  el  Socorro  vuelve  á  unirse  en  invierno  al  Arauca,  como  en 
seguida  lo  hace  el  Casanare  por  medio  del  Caño  de  los  Laureles. 
A  decir  verdad,  el  Casanare  no  se  muestra  en  toda  su  magnitud 
sino  en  los  últimos  50  kilómetros,  ó  sea  abajo  de  la  boca  del  Cravo, 
cuando  mide  hasta  300  ms.  de  anchura,  con  bastante  profundidad 
que  se  acrecienta  en  los  últimos  kilómetros  por  la  represa  que  le 
impone  el  Meta. 

Cuanto  á  importancia  como  vía  comercial,  la  del  Meta  se  ha 
exagerado  si  se  tiene  en  cuenta  el  actual  estado  de  las  regiones 
que  fecunda,  la  casi  imposibilidad  de  navegarlo  á  la  vela  ó  al 
remo,  por  lo  largo  y  penoso  del  viaje,  y  las  trabas  que  en  el  Ori- 
noco pone  Venezuela  á  las  mercancías  que  van  ó  vienen  para  Co- 
lombia, presentándose  á  este  respecto  un  gravísimo  problema  cuya 
solución  probablemente  será  consecuencia  de  serios  acontecimien- 
tos históricos. 

Entre  el  Meta  y  el  Guaviare  caen  al  Orinoco  varios  caños 
y  algunos  ríos  de  hasta  250  kilómetros  de  longitud,  entre  los  cua- 
les pueden  citarse  las  dos  parejas  lomo,  Tuparo  y  Zama,  Mataveni, 
que  corren  en  la  parte  oriental  de  San  Martín,  separados  por  el 
Vichada,  que  cruza  dicha  llanura  en  toda  su  longitud.  En  efecto, 
el  Vichada  es  un  hermoso  río  de  725  kilómetros,  que  con  hoya  de 
1,600  kilómetros  D  presenta  un  canal  navegable  de  400 ;  nace  en 
las  colinas  de  Turi-Turi,  al  respaldo  del  bajo  Ariari,  50  kilóme- 
tros al  E.  de  San  Martín,  y  marcha  con  sostenido  rumbo  al  NE., 
monótono  por  sus  eses  interminables,  pero  hermoso  por  la  variedad 
de  sus  paisajes.  Por  la  I.  recibe  el  Mucoy  200  kilómetros,  que  casi 


344  Nueva  Geografía  de  Colombia 


lo  enlaza  al  Meta,  y  después  de  reglar  numerosos  caseríos  de  indios 
y  extensos  sarrapiales,  termina  en  Sig^uana,  arriba  de  Maipures,  al 
través  del  cerrito  Mucuriana. 

El  Gucnnare — Este  río,  justamente  llamado  el  Orinoco  occi- 
dental, es  una  de  las  corrientes  más  espléndidas  del  Oriente  colom- 
biano, por  sus  1,200  kilómetros  de  curso,  sus  1 54,000  kilómetros  D 
de  cuenca,  los  3,200  ms.*  que  por  lo  comiin  lleva  en  su  boca,  y 
por  ser  una  especie  de  gigantesco  foso  abierto  entre  los  Andes  y 
los  montes  de  Parima.  La  hoya  del  Guaviare  es  una  larga  faja  de 
uniforme  anchura  (200  kilómetros),  en  lo  general  alta,  seca,  y  ape- 
nas ondulada  por  pequeñas  colinas  que  enmarcan  las  secciones 
baja  y  central  del  río,  porque  la  alta  abarca  las  faldas  de  la  cordi- 
llera de  Suma  paz,  desde  el  cerro  nevado  de  este  nombre  hasta  las 
cumbres  que  se  levantan  al  respaldo  de  Neiva.  Caracteriza  á  esta 
hoya  la  particularidad  de  encerrar  algo  así  como  doble  vaguada 
constituida  por  dos  larguísimos  surcos,  análogos,  próximos  y  pa- 
ralelos, puesto  que  sólo  se  reúnen  á  la  postre,  bien  que  antes  haya 
entre  ellos  comunicaciones  tanto  permanentes  como  temporales ; 
en  uno  de  esos  surcos,  en  el  del  N.,  corre  el  Guaviare,  en  el  otro 
marcha  el  Inirída.  Ambos  ríos  tienen  amplio  lecho  que  no  se  lle- 
na en  verano,  por  lo  cual  no  desbordan  en  invierno,  y  sólo  se  di- 
ferencian en  que  en  el  primero  la  zona  de  los  raudales  está  en  la 
parte  superior,  y  en  el  segundo  aparece  en  la  baja,  lo  que  lo  inuti- 
liza como  vía  comercial. 

Resulta  el  Guaviare  de  la  unión  del  Guayabero  y  del  Ariari. 
El  Guayabero  nace  al  respaldo  de  Fortalecillas,  en  las  bases  del 
Triunfo,  para  surcar  valle  agreste,  abierto  de  S.  á  N.  entre  la  ma- 
gistral de  Sumapaz  y  la  cordillera  de  Los  Picachos,  por  cuyo  re- 
mate N.  vuelve  al  E.  en  el  momento  en  que  recibe  (L)  el  Papa- 
menej  que  baja  en  opuesto  sentido  desde  los  páramos  de  Sumapaz, 
acrecido  por  el  Tigre  (D.)  y  otros  tributarios.  En  seguida  el  río  se 
inclina  al  SE.,  obligado  por  los  estribos  de  la  cordillera,  la  que  del 
N.  le  envía  primero  el  Duáa^  que  se  aumenta  con  el  Guapecito  (D.) 
y  el  Yavia  (I.)  y  tiene  en  Uribe  magnífico  puente  natural  análogo 
al  de  Icononzo,  y  después  el  Güejar,  formado  por  corrientes  naci- 
das al  pie  de  la  cuenca  del  Ariari,  en  tanto  que  por  el  S.  lo  acrece 
con  tributarios  de  W.  á  E.,  nacidos  primero  en  las  faldas  de  Los 
Picachos  y  luego  en  la  cordillera  misma.  Constituido  así  el  río,  co- 
rre en  amplio  lecho  que  ora  lame  ásperas  colinas,  ora  baña  gran- 
des playas,  alborotado  á  trechos,  manso  en  grandes  trayectos,  des- 
pués de  lo  cual  mejora  su  navegación  al  pie  de  las  colinas  de  So- 
rrento,  que  rompe  por  magnífica  angostura  de  2  kilómetros  de 
longitud  y  sólo  de  12  á  25  de  anchura,  cuando  antes  medía  400 
(figura  138).  Adelante  se  engolfa  en  una  segunda  angostura,  la 
Chorrera  de  Maraca,  que  termina  en  un  salto  de  un  metro  de  altitud, 
á  la  que  sigue  una  tercera,  la  de  Turi-Turi,  de  40  de  amplitud, 
tras  lo  cual  el  río,  describiendo  una  gran  curva,  revuelve  al  NE., 
rumbo  que  no  dejará  en  lo  sucesivo,  y  absorbe  (L)  el  Ariari,  para 
trocar  su  nombre  como  queda  dicho. 

Cuanto  al  Arian)  de  caudal  considerable  en  su  parte  baja,  re- 
sulta de  la  unión  de  los  ríos  Grande  y  A^irado,  que  entre  sus  bra- 
zos guardan  el  Cerro  Nevado.  Su  rumbo  general  es  al  SE.,  pasa 


NvivA  SeografÍa  de  Colombu 


e  Samípa;,  según  Coilftiii— Escala:  i:  1.350.01 


muy  cerca  de  San  MartL'i,  después  de  recibir  (D.)  el  Guape,  que  se 
origina  en  el  mismo  cerro,  y  ya  en  la  llanura,  á  la  cual  entra  por  el 
S.  de  la  Macarena,  navegable  apenas,  se  engrosa  con  pequeíkts 
afluentes  y  cruza  espesa  selva,  entre  la  cual  se  derrama  en  invierho. 
Formado  el  Guayabero,  alcanza  la  porción  media  de  la  hoya 
abriendo  su  cauce  entre  interminable  y  rojiza  barranca  de  6  ms., 
rota  aquí  y  allá  por  los  tributarios  de  la  llanura,  ora  selvosa,  ora 
vestida  de  gramíneas,  de  suerte  que  el  paisaje  es  grandioso  por 
su  misma  monotonía,  sin  otra  variación  que  las  dos  angosturas  de 
Maripari  ( loO  ms.),  separadas  por  un  cañón  de  600  ms.,  por  donde 
pasa  á  la  parte  baja,  pero  que  nodiñcultanla  navegación.  En  este 
trayecto  recibe  (I.)  el  Iraca,  que  baja  de  San  Martín,  y  el  Ovejas. 
En  seguida  el  río,  con  sus  aguas  ya  negruzcas,  entra  á  su  porción 
baja,  con  lagunas  á  los  lados  y  vueltas  tan  interminables,  que  qui- 
zás son  linicas  en  el  globo,  pues  se  suceden  unas  á  otras  con  tanta 
igualdad  como  si  se  hubieran  trazado  i  compás,  á  la  vez  que  ^e 
ensancha  hasta  medir  1,500  ms.  En  este  trayecto,  en  el  que  fohtia 

Ntitva  Gttgrofí»  dt  Cíbuáta  t«m«  1^33 


^4^  Ni'KVA  Geografía  de  Coloubia 


Figura  136  -ICI  macizo  ¿e  Suinapai,  según  la  Xiieva  Ceogra/iiJ. 
Escala:  I  :1,350.00o 

la  prolongada  isla  de  Amanaveni,  recoge  por  la  I.  el  'Jíviare,  el 
Vua  y  el  TmUre,  ríos  de  200  kilámetroí»  el  central,  más  cortos  los 
laterales,  y  que  en  su  curso  delinean  arco  al  SE.,  en  tanto  que  por 
la'D.  se  une  al  Inlrida  y  al  ASabape,  i  aqu¿l  muy  cerca  de  su  fin,  y 
casi  en  su  boca  el  segundo.  El  Guaviare  es  una  de  las  esperanzas 
del  Oriente  colombiano,  y  hoy  se  navega  con  frecuencia  por  los 
vecinos  de  San  Martín. 

El  /ffJ/-íyii(  1,000  kilómetros?),  á  creer  las  relaciones  de  los  in- 
dios, seria  el  río  que  nace  con  el  nombre  de  £¡  Pa-dido  al  pie 
de  la  cordillera  de  Los  Picachos ;  pero  su  curso  no  se  conoce  real- 
mente sino  hasta  la  mesa  de  Maiia¡>in,  donde  ya  corre  con  bas- 
tante caudal  formando  un  r.Jsario  de  raudales  que  no  termina  sino 
pocas  leguas  antes  de  su  fin,  cuando  surca  perezoso  arbolada  lla- 
nura CD  la  cual  abre  cauce  de  500  metros  de  amplitud. 

El  Alabapo  (300  kilómetros  S.  á  N.),  en  parte  frontera,  es  no- 
table tanto  por  su  disposición  hidrográfica  como  por  abrir  cómo- 
das comunicaciones  entre  el  Guavia re-Orinoco  y  el  Guainta.  En 
realidad  resulta  de  la  unión  de  tres  brazos,  lodos  de  aguas  negras: 
el  Temi  (E.  á  W.),  que  corre  en  un  llano,  solo  por  alturiías  dividido 
del  Guainfa,  el  Gtiasaon-i  (W.  á  E.),  cuyo  valle  da  paso  fácil  del 
Guaviare  al  Guainfa,  y  el  A/aenri  (E.  á  \V.).  El  primero  gira  luego 
al  N.  y  pasa  por  Ya  vita,  para  recoger  los  otros  dos.  Formado  el  río, 
presenta  algunos  raudales  antes  de  alcanzar  su  porción  baja,  en 
la  que  su  anchura  ordinaria  (150  ms.)  se  cuadruplica  en  invierno, 
¿poca  en  que  inunda  la  selva  aledaña. 


NuBVA  Geograf/a  de  Colohbia  J47 


Figuia  137 — La  fronlera  culombiana  cutre  el  Atabapo  y  el  Guninía,  según  la 
Comisión  ele  Limilc<i. 

£1  Ríonegro. — Este  río  es  uno  de  los  mayores  tributarios  del 
Amazonas,  al  cual  lleg;a  con  el  caudal  recogido  cti  2,000  kilóme- 
tros de  curso  al  través  de  una  hoya  de  750,000  kilómetros  D 
(234,000  colombianas):  termina  en  Ma roto,  y  su  masa  tranquila, 
Kmpida,  color  de  café,  surca  en  la  re^ón  baja  una  llanura  tan 
igual,  y  de  tal  manera  la  represa  el  Amazonas,  que  se  dilata  en 
anchísimo  lago  cuajado  de  islas.  Desgraciadamente  su  parte  media 
está  inutilizada  por  los  raudales,  y  la  exploración  de  la  superior  aun 
deja  qué  desear.  En  verdad,  el  Rioneg  ro  es  la  resultante  de  ¡a  unión 
de  tres  grandes  ríos  :  el  Guainía  y  el  Uaupes,  que  nacen  en  Co- 
loipbia,  corren  de  W.  á  E.  y  se  funden  en  uno  para  juntarse  al 
Blajuo,  que  baja  de  N.  á  S. 

£1  Guainía,  segün  los  indios,  surge  en  la  pantanosa  selva  que 
demora  al  pie  de  las  colinas  de  Padavida  y  Tunahí,  de  la  cual  si- 
gue al  E.  por  una  mesa  donde  recoge  algunos  anuentes  y  tiñe  sus 
aguas  hasta  darles  el  color  del  carbón.  De  aquí  en  adelante 
(300  ms,  de  anchura)  es  mejor  conocido,  y  obligado  por  el  cerro 
Caparro,  remonta  al  NE.  para  rebasarlo  y  acercarse  á  Pimichín, 
tras  lo  cual  se  vuelve  bruscamente  hacia  el  S.,  pasando  por  la  pie- 
dra del  Cucuhy,  en  busca  del  Uaupes,  navegable,  recogiendo  &I 
paso  sus  mayores  afluentes,  como  son  por  la  I.  el   Casi^mari  y  el 


>    I"- 

34Í  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Diniiy  (simples  brazos  de  otros  ríos),  y  por  la  D.  el  Cuyari-Isana^ 
de  extenso  curso  y  gran  caudal,  pero  inexplorado  arriba  de  la 
reunión  de  los  dos  brazos  que  lo  forman,  y  que  según  parece  corren 
de  W.  á  E.  f)or  los  lados  de  la  Sierra  Tunahí. 

El  Uaupes^^egún  los  indios  y  los  brasileros,  es  en  la  llanura  alta 
fel  mismo  Tagua  de  los  colombianos,  y  en  este  caso  lo  forman  los 
ríos  BalsillaSy  Paio  y  Caraguaja,  que  nacen  al  respaldo  de  Neiva,  el 
primero  en  la  cuenca  ó  altiplanicie  de  Balsillas,  donde  corre  de 
N.  á  S.,  y  de  la  cual  sale  despeñado  por  quiebra  de  >W.  á  E.,  á  la 
cjue  caen  los  otros  dos,  que  brotan  en  las  faldas  de  la  cordillera  de 
Los  Picachos.  Formado  el  Tagua,  corre  largo  tiempo  en-  Selvosa  y 
hémeda  llanura,  al  cabo  de  la  cual  se  levantan  los  cerros  de  Yim- 
bi  y  Quiriana,  que  rompe  por  una  larga  serie  de  angosturas  *y 
raudales,  hasta  los  cuales  lo  remontan  los  brasileros,  travesía  en  la 
que  va  acompañado  de  sus  afluentes  Codiari  (al  N.),  que  le  fluye 
(I.)  entre  las  breñas,  y  Papuri,  que  lo  hace  (D.)  más  abajo,  cuando 
después  de  un  trayecto  en  sierra  llana  vuelve  á  enriscarse  en  las 
peñolerías  de  Umari.  A  éstas  sigue  nuevo  curso  navegable;  sin 
dejar  de  serlo,  presenta  las  angosturas  de  Taracua,  recibe  el 
Itqiiie  (D.),  de  larga  carrera,  y  ya  con  enorme  caudal  acaba  por 
úniílse  al  Guainía  en  San  Joaquín  para  convertirse  en  Ríonegro,  bien 
que  tal  volumen  de  aguas  sea  poco  menos  que  intítil,  puesto  que 
adn  necesita  pasar  por  las  rompientes  de  Ctdncuriari,  después  de  las 
cualei^  sale,  deñnitívamente  á  la  llanura  amazónica,  ó  sea  á  la 
parte  baja  de  su  hoya,  en  la  que  como  en  desquite  de  las  anteriores 
prisiones,  más  bien  que  río  es  una  madeja  de  brazos  y  brazuelos, 
con  cuyo  régimen  se  une  al  Blanco  (I.),  que  desciende  de  Parima,  y 
empujado  por  éste  tuerce  al  S.,  á  concluir  como  queda  indicado.  De 
lo  dicho  resulta  que  en  el  Rionegro  hay  verdadera  solución  de  con- 
tinuidad entre  las  tres  partes  de  su  curso,  lo  cual  es  una  de  las 
causas  del  estado  de  atraso  en  que  se  encuentra  el  centro  del  te- 
rritorio del  Caquetá. 

El  Caqtuiá  ó  Yupuráy  que  da  su  nombre  á  las  selvosas  comar- 
cad que  median  entre  el  Inirida  y  el  Ñapo,  es  un  hermoso  río  de 
2,200  kilómetros  de  curso  al  través  de  una  hoya  de  263 ,00o  kilóme- 
tros D  (los  2 16,000  colombianos),  que  le  tributa  5,500  ms.  cübicos 
por  r',  y  de  la  cual  es  real  vaguada,  no  obstante  su  forma  trian- 
gular, pues  en  los  Andes  abraza  una  extensión  de  300  kilómetros, 
ó  sea  de  las  cabeceras  del  Uaupes  á  las  cumbres  de  las  Animas. 
La  hoya  de  este  río,  completa  desde  el  punto  de  vista  hidrográfico, 
presenta  las  tres  secciones  normales,  desgraciadamente  separada 
la  alta  de  la  media  no  por  simples  angosturas  ó  raudales,  sino  por 
verdadero  salto  que  inutiliza  el  canal  de  desagüe  como  vía  nave- 
gable, y  cada  una  de  ellas,  de  arriba  abajo,  es  menos  y  menos 
extensa  y  complicada,  de  suerte  que  en  la  inferior,  baja  y  húme- 
da llanura,  el  río,  ya  con  anchuras  de  1,500  á  3,000  ms.,  bastante 
profundidad  y  cauce  no  siempre  definido,  pocos  afluentes  y  muy 
próximo  al  Amazonas,  se  torna  red  de  brazos,  y  de  tal  modo  antes 
de  su  boca  principal,  por  medio  de  caños  da  y  recibe  aguas  de 
aquél,  que  es  imposible  decir  dónde  se  divide  realmente  entre  los 
dos  ese  extraño  delta  confluencial,  uno  de  cuyos  brazos  (Auatí- 
Pafáná)  marca  nuestra  frontera. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


La  parte  medía  se  extiende  de  las  angosturas  de  'limutniiro  6 
de  Sharé,  donde  el  Caquetá  se  reduce  á  200  tns.  de  anchura,  á 
los  saltos  de  Araracuara  y  Cuemaiii,  poco  importante  éste,  que  se 
reduce  á  una  angostura  de  1  kilómetro  que  remata  en  un  raudal 
análogo  al  del  Magdalena  en  Honda,  pero  cuyo  término  es  una 
caldera  donde  se  forman  enormes  remolinos;  más  serio  el  otro, 
donde  el  cauce  se  estrecha  de  repente  de  SOO  á  40  ms.  durante  i 
kilómetro,  al  cabo  del  cual  el  río  da  un  hermoso  salto  de  30  ms. 


de  altura  que  produce  intenso  fragor.  En  el  resto  de  la  sección,  el 
cauce,  navegable  y  tortuoso  (i.ooo  ms.  de  anchura),  por  la  D. 
sólo  recoge  pequeños  afluentes,  en  tanto  que  por  la  I.,  además  de 
algunos  mal  explorados,  recibe  el  Apaporh,  el  mayor  de  sus  tribu- 
tarios, que  le  fluye  en  el  raudal  de  Siharé,  el  Yari  entre  Araracua- 
ra y  Cuemani,  y  el  Za  Fragua,  junto  á  esta  ultima  hoz. 

El  Apufoiis  (1,200  kilómetros)  nace  en  el  Páramo  de  los 
Fardaos,  con  el  nombre  de  Ajaju,  muy  próximo  al  Uaupes,  y  ora 
manso,  ora  con  reciales,  baja  hasta  dar  con  el  lomo  de  Araracuara, 
que  rompe  por  estrecha  y  prolongada  hoz  {Fiiina)  que  remata  en 
tres  raudales  seguidos  de  largo  trayecto  de  corrientes  aceleradas, 
tras  lo  cual,  sinuoso  hasta  el  exceso,  cruza  al  SSE.,  y,  ancho  y  cau- 
daloso, concluye  entre  las  rocas  de  Temuentiro,  que  cerca  de  su  boca 
le  forman  un  salto  y  tres  raudales.  El  Vari  ó  río  de  los  Engaños, 
y  el  Inia,  nacen  a!  pie  do  la  cordillera  y  concluyen  alborotados 
entre  los  cerros  de  Araracuara,  y  á  su  W,  corre  el  Caguán,  de 
bascante  curso  y  caudal,  pues  es  navegable,  abre  sus  cabeceras 
al  respaldo  de  Garzón,  y  termina  frente  á  las  colinas  de  Maine 
Hanarí. 


3 so  Nueva  Geografía  de  Colombia 


En  fin,  en  la  parte  superior  el  Caquetá,  como  abarca  la  herra- 
dura que  produce  la  articulación  de  las  Cordilleras  del  Quindío  y 
de  Sumapaz,  y  es  cuasi  bisectriz  de  los  numerosos  y  fronteros  es- 
tribos de  ambas,  al  paso  por  entre  ellos  recoge  muchos  afluen- 
tes, ora  aislados,  ora  reunidos  por  haces,  en  lo  general  pequeños. 
Por  la  I.  debe  mencionarse  el  Mocoa,  y  por  la  D.  el  Or/eguasa,  6  La 
Fragua,  notable  no  por  su  longitud  ni  caudal,  bien  que  sea  navega- 
ble, sino  por  el  enorme  número  de  corrientes  que,  á  modo  de  las 
varillas  de  un  abanico,  forman  sus  dos  brazos  (Orteguasa,  Pescado), 
en  el  segundo  de  los  cuales  está  el  valle  que  conduce  á  la  gran  de- 
presión de  la  Ceja,  abierta  al  parecer  ad  hoc  para  enlazar  el  Mag- 
dalena al  Caquetá. 

Por  lo  que  hace  al  río  madre,  nace  en  la  laguneta  de  Santia- 
go, próxima  á  la  en  que  se  origina  el  Magdalena,  y  baja  del  pára- 
mo á  recorrer  de  N.  á  SW.  el  fondo  llano  de  la  elevada  cuenca 
denominada  Valle  de  las  Papas,  donde  recoge  algunos  afluentes  y 
la  cual  deja  por  la  hermosa  hoz  de  Ventanas,  que  le  permite  salir 
á  unirse  al  Riogrande,  originado  en  las  Animas  y  de  opuesto  rum- 
bo, y  cruzar  al  SE.,  por  entre  breñas,  con  régimen  torrencial,  en 
busca  de  la  llanura,  en  la  cual  corre  estrecho,  rápido,  peligroso  de 
navegar  hasta  la  boca  del  Orteguasa,  pues  de  ahí  en  adelante, 
hasta  Maine  Hanari,  avanza  con  creciente  anchura  (500  á  800  ms.), 
sin  uoso,  lleno  de  islas  y  medio  oculto  por  la  selva,  que  aquí,  lo  mis- 
mo :que  en  las  porciones  central  y  baja,  es  malsana  por  excelen- 
cia, otra  de  las  causas  para  que  su  hoya  permanezca  poco  menos 
que  desierta,  de  suerte  que  á  la  fecha  sólo  peligrosas  sendas  para 
peatones  la  enlazan  á  los  poblados  valles  de  los  Andes. 

Puiumayo — El  lea  ó  Putumayo,  cuyo  curso  inferior  nos  dispu- 
ta el  Brasil,  es  una  hermosa  corriente  de  1,600  kilómetros  de  rum- 
bo sostenido  hacia  el  SE.,  que  en  hoya  poco  menor  que  la  del  Me- 
ta sólo  alcanza  á  recoger  tributo  inferior  al  que  de  la  suya  obtiene 
el  Atrato.  En  lo  general  esta  hoya  es  una  angosta  faja  de  100 
kilómetros  de  anchura,  por  cuya  mitad  corre  el  río  casi  sin  recibir 
afluentes,  por  lo  cual  y  por  tener  muy  poco  desnivel  en  la  región 
llana,  el  lea  sufre  en  extremo  el  resultado  de  las  variaciones  atmos- 
féricas, lo  que  es  perjudicial  para  su  navegación  por  vapor  en  la 
parte  alta.  En  verdad,  el  río  se  compone  de  dos  brazos,  el  Putu^ 
mayo  y  el  Sucumhios,  de  unos  350  kilómetros  de  longitud,  que  ¡cuan- 
do se  unen  llevan  ya  muchas  leguas  navegables  ;  éste  nace  en  el 
páramo  de  Angasmayo ;  el  otro  también  es  doble,  pues  le  dan  ori- 
gen dos  crecidas  corrientes  que  nacen  á  los  lados  del  enorme  Pa- 
tascoy,  más  considerable  la  del  N.,  que  es  el  Putumayo  de  los  in'- 
dios,  más  notable  la  segunda,  el  Guarnuesy  que  en  su  hoya  incorpo- 
ra La  Cocha  (laguna)  de  Pasto. 

Formado  el  lea,  avanza  primero  angosto,  con  buen  fondo,  y 
luego  explayado  en  demasía  hasta  Yalmas,  donde  en  una  especie 
de  gran  remanso  se  transforma,  pues  en  seguida,  á  la  vez  que  por 
rareza  se  halla  en  sus  márgenes  una  barranca,  también  es  raro  que 
su  fondo  baje  de  4  metros.  En  la  angostura  de  las  lermópüas  se 
reduce  á  400  ms.  de  anchura,  y  cerca  de  su  término  tornan  á  es- 
trecharlo las  colinas  de  San  Ambrosio,  pasadas  las  cuales,  más  qué 
río  es  un  lago  que  concluye  por  boca  de  2  kilómetros  de  amplitud 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


y  20  de  fondo ;  en  invierno  soporta  vapores  por  i,Soo  kilómetros, 
ó  sea  hasta  las  faldas  mismas  de  los  Andes :  remontarlo  i  remo 
demanda  lao  días  de  continuado  esfuer-co, 


El  ÍViipo.  Este  río  es  el  último  de  nuestro  Caquetá  en  posición, 
que  no  en  caudal,  y  su  selvática  hoya  de  87,000  kilómetros  Q  la 
partimos  con  el  Ecuador.  Compónese  de  cuatro  brazos  que  no  se 
unen  sino  muy  adentro,  en  la  llanura,  y  abarcan  en  la  cordillera  los 
220  kilómetros  que  promedian  entre  los  nudos  de  Huaca  y  Lata- 
cunga.  Estos  brazos  son  el  Curaray,  el  ^'tgro,  el  Coca  (frontera)  y 
el  Aguaríro,  de  unos  700  kilómetros  de  longitud  el  primero  y  el  ill- 
timo,  de  cerca  de  300  los  otros  dos,  interiores  respecto  de  aqué- 
llos. El  río,  si  en  la  boca  del  Coca  apenas  mide  240  ms,  de  anchu- 
ra, luego  se  ensancha  hasta  alcanzar  1,000  en  la  boca,  y  en  lá  lla- 
nura, donde  avanza  sinuosísimo,  con  sus  derrames  forma  niimero- 


35?  NuEYA  Geografía  de  G)lombia 


sas  cochas  (lagunas),  á  veces  de  considerable  extensión,  y  siendo  si^ 
curso  t^n  lento,  que  apenas  una  faja  de  blanca  espuma  marca  el 
hilero  de  sus  límpidas  aguas  que  se  arrastran  bajo  magníñca  selva 
tropical. 

LsiffOS — Colombia  no  posee  lagos,  en  la  acepción  genuina 

de  la  palabra.  En  las  regiones  bajas,  por  dondequiera  se  encuen- 
tran balsas  de  agua,  algunas  de  considerable  extensión,  pero  que 
no  son  sino  lagunajos  formados  por  algún  río,  puesto  que  nunca 
su  profundidad  excede  de  la  del  cauce  de  él.  Otro  tanto  puede 
decirse  de  muchas  balsas  que  se  encuentran  en  el  lomo  mismo  de 
las  montañas,  como  sucede  en  la  Sabana  de  Bogotá,  los  llanos  de 
Tundama  ó  el  valle  del  Cauca,  donde  las  charcas  ó  ciénagas  que 
aún  subsisten  no  son  sino  el  resto  de  mayores  pantanos  de  otros 
días.  Tipo  de  la  especie  es  la  laguna  de  Fúquene^  la  mayor  de  todas 
ellas,  como  que  apenas  mide  de  3  á  s  ms.  de  profundidad,  sin  que 
falte  algdn  ho\o  de  hasta  10,  y  no  es  sino  una  inundación  de  unos 
25  kilómetros  D,  causada  por  los  ríos  cabeceras  del  Saravita. 

Otro  grupo  de  conchas  líquidas  es  el  que  ocupa  cavidades 
entre  las  breñas  de  los  páramos,  muy  numerosas,  pero  en  lo  gene- 
ral de  cortísima  extensión ;  entre  ellas  son  notables  las  de  Suesca, 
Siecha  y  Guatavita,  por  haber  servido  de  adoratorios  á  los  indios, 
y  creerse  por  muchos  que  en  su  fondo  guardan  buen  acopio  de 
ofrendas  de  oro. 

A  decir  verdad,  sólo  dos  receptáculos  de  agua  pueden  mere- 
cer  el  nombre  de  lagos,  pero  forzando  un  poco  el  vocablo,  y  ambos 
son  de  indiscutible  origen  tectónico.  El  más  vasto  es  también  el 
más  meridional :  es  la  laguna  de  Mocoa,  por  los  indios  apellidada 
simplemente  la  Cocha  (laguna).  Este  lago  demora  á  la  cota  de 
2,759  ms.,  al  pie  oriental  del  Bordoncillo,  tiene  profundidades  has- 
ta de  70  ms.,  figura  de  S  irregular,  mide  20  kilómetros  de  longitud 
por  3  á  5  de  anchura,  y  hacia  el  S.  se  derrama  por  el  Guamües, 
afluente  del  Putumayo. 

El  lago  de  Tota^  situado  en  una  cuenca  abierta  al  pie  W.  del 
páramo  de  Toquilla,  á  2,980  ms.  sobre  el  mar,  también  desagua  por 
el  S.  hacia  las  regiones  orientales,  por  medio  del  Upía,  tributario 
del  Meta.  El  lago  mide  12  kilómetros  de  longitud  por  algo  más  de 
uno  de  anchura,  y  máxima  profundidad  de  59  metros.  La  masa 
líquida,  por  causa  de  esas  rupturas  de  equilibrio  de  la  presión  at- 
mosférica, tan  frecuentes  en  los  páramos,  sufre  violentas  tempes- 
tades, en  las  cuales  aparecen  intumescencias  súbitas  del  agua,  de 
unos. 2  ms.  de  altura,  que  engendraron  en  los  indios  la  creencia  de 
queren  la  laguna  habitaba  un  horrible  monstruo. 


'}T. 


^  CliniSttolOfiíSl — S^  P^^  clima  entendemos  el  conjunto  de  las 
condiciones  atmosféricas  que  afectan  los  órganos  de  los  seres  or- 
ganizados, evidente  será  que  depende  de  múltiples  causas  que  pue- 
den reducirse  á  tres  :  temperatura^  vientos^  humedad,  siendo  su  varia- 
da: combinación  la  que  en  cada  zona  ó  región  hace  que  el  clima 
s^  presente  como  una  entidad  distinta  é  importantísima,  por  así 
decir,  Desde  este  punto  de  vista,  es  claro  cjue  el  clima  de  Colonl-* 


Fi¿ttra*i40^Suma  de  la  hidrografía  colombiana 


354  Nueva  Geografía  de  Colombia 


bla,  abarcado  el  país  en  su  conjunto,  es  esencialmente  tropical^  es 
defcir,  cálido,  húmedo  y  batido  por  el  Alisio  ;  pero  si  con  el  con- 
junto se  miran  las  partes,  si  se  opone  la  llanura,  donde  aquellos  tres 
elementos  imperan  sin  contradicción,  á  la  montaña,  que  los  res- 
trinií'e  y  complica,  entonces  la  frase  climatología  colombiana  no  pue- 
de emplearse  sino  en  un  sentido  muy  especial.  En  efecto,  el  occi- 
dente colombiano  por  su  variado  relieve,  por  sus  cadenas  y  maci- 
zos, por  sus  terrazas  y  sus  mesas,  ofrece  tan  g-randes  contrastes, 
que  posee  toda  la  serie  de  los  climas,  los  cuales  entrecruzan  diver- 
samente sus  curvas  del  día  á  la  noche  y  de  una  estación  á  otra  *. 
Cada  valle,  cada  falda,  cada  altiplanicie,  tiene  sus  condiciones  me- 
teorológicas particulares,  debidas  al  calor  solar,  á  los  vientos,  á  la 
humedad  del  aire,  y  por  lo  mismo  las  grandes  leyes  climatéricas 
que  rigen  en  los  relieves  del  país  no  pueden  indicarse  sino  de  un 
modo  general,  prescindiendo  de  las  mil  variaciones  locales;  varia- 
ciones que  se  ven  en  el  flanco  de  cada  cordillera  por  el  escaloña- 
miento  de  la  vegetación  y  la  oposición  de  las  escarpas  desnudas  y 
los  selvosos  pedestales. 

Teóricamente,  el  ecuador  térmico  del  globo  debiera  seguir  al 
ecuador  geográfico,  pero  prácticamente  cruza  por  cerca  de  nuestro 
litoral  atlántico,  que  como  es  refrescado  por  las  brisas,  lo  rechaza 
ufl  poco  al  Sur,  de  suerte  que  si  en  dicho  litoral  la  temperatura 
meaia  anual  oscila  entre  27^  y  28°,  en  las  llanuras  septentrionales 


•  Como  el  calor  del  centro  del  globo,  si  existe,  no  tiene  influencia  sobra 
la  superficie,  el  calor  de  es, la  proviene  de  la  irradiación  solar,  cuya  cantidaa 
para  un  lugar  dado  depende  de  su  latitud  ó  inclinación  de  su  horizonte  con  res- 
pecto al  ecuador,  por  lo  cual  la  temperatura  disminuye  de  la  equinoccial  aacia 
el  .polo  y  del  medio  día  hacia  la  media  noche ;  por  esto  es  la  latitud  media 
(45  )  la  que  ofrece  variaciones  más  r.ipidas  en  el  calórico. 

Mas,  esto  no  es  todo:  la  temperatura  también  baja  á  medida  (^ue  dos  le- 
vantamos sobre  el  nivel  de  los  mares,  por  cuanto  queda  más  y  más  lejano  el  re- 
flector; pero  esta  disminución  es  variable,  ya  que  su  uniformidad  quedara  rota 
por  las  corrientes  de  aire,  frías  ó  calientes,  propias  de  cada  zona.  Con  todo,  y 
como  mera  aproximación,  puede  decirse  que  la  temperatura  disminuye  \^  con 
cada  180  ms.  de  altitud,  lo  cual  explica  por  qué  en  los  trópicos  las  montanas 
pfoducen  como  otro  mundo  superpuesto  al  natural  y  puede  llegarse  en  breve  cs- 
(>acio  hasta  el  clima  mismo  de  la  región  polar. 

En  resumen,  la  temperatura  resulta  de  la  latitud,  de  la  altitud,  de  la  di- 
rección de  los  vientos  y  de  la  configuración  del  suelo ;  el  trazo  de  las  líneas  iso- 
termas, isóteras  é  isoquímenas  resume  la  media  de  las  variaciones  anuales,  bien 
que  el  examen  de  las  producciones  naturales  del  suelo  sea  el  sistema  de  aprecia- 
ción más  exacto.  El  calórico  del  aire,  aunque  no  basta  á  caracterizar  un  clima'i 
foripa  la  base  de  éste  y  resume  las  condiciones  que  ayudan  á  constituirle.  \jq& 
medias  diurnas  y  anuales  son,  por  lo  mismo,  elemento  de  información  indispen- 
sable. . 

Empero,  la  vida  no  es  sólo  calor,  también  es  luz,  y  la  riqueza  de  la  vege- 
tación depende  en  mucho  de  tal  elemento,  por  lo  cual  está  ligada  al  clima  en 
que  vive.  No  sucede  lo  mismo  con  los  animales  que,  puede  decirse,  viven  con  el 
calor  y  la  luz  que  han  almacenado  los  vegetales.  Por  esto,  en  igualdad  de  Caló- 
rico y  demás  condiciones,  los  vegetales  llegan  más  rápidamente  á  la  madurez  y 
viven  mejor  bajo  un  cielo  sereno  y  brillante,  que  bajo  uno  cubierto  ú  opaco; 

Í>rueba,  los  valles  del  alto  Magdalena  y  el  Cauca.  El  calor  es  necesario  para  ^uc 
a  planta*asimile  y  crezca  ;  la  irradiación  solar  es  indispensable  para  la  forma- 
ción del  fruto. 

La  iluminación  de  un  lugar  varía  poco  con  la  latitud  ó  la  altitud,  mientras 
que  la  temperatura  lo  hace  en  sumo  grado  con  ambas  condiciones  ;  mientras  la 
repartición  de  luz  difiere  á  partir  del  ecuador  (donde  es  casi  siempre  la  misma) 


Nueva  Cteografía  de  Colombia  JJS 


déla  Magdalenia  sube  á  31°.  Ambas  cifras  aumentan  ün  poco 
donde  el  suelo  es  arenáceo  y  carece  de  veg^etación.  Además,  esa 
temperatura  normal  de  31°  se  acrecienta  á  32  y  33®,  si  de  lá  zoñá 
litoral  pasamos  á  la  continental,  ó  sea  las  llanuras  de  la  Orinó- 
quia  y  parte  de  la  Amazonia,  porque  hacia  la  vaguada  del  fío  de 
los  ríos,  por  la  facilidad  con  que  lo  baña  el  Alisio,  disminuye  otfá 
vez  á  las  cifras  señaladas  para  el  litoral  atlántico.  En  tesis  gene- 
ral, la  temperatura  es  menos  elevada  en  la  costa  del  Pacífico  y 
desciende  hacia  el  mediodía  (Tumaco  26°),  por  cuanto  allí  aun 
obra  la  corriente  fría  de  Humboldt.  La  línea  que  enlaza  á  Tuma- 
co con  el  Amazonas  es  aun  más  fresca  ;  lo  propio  sucede  con  la 
que  cruza  la  cordillera  de  Talamanca  y  con  la  que  une  el  Ori- 
noco al  Amazonas.  En  cambio,  dentro  de  los  plieg-ues  andinos  Se 
encuentran  valles  donde  el  termómetro  marca  temperaturas  su- 
periores.  En  una  palabra,  prescindiendo  de  las  temperaturas  oca- 
sionales ó  de  ciertos  lugares  en  ciertos  días  y  épocas,  tendremos 
que  Colombia  (con  parte  de  Venezuela)  es  una  especie  de  isla 
climática,  con  perímetro  relativamente  fresco  que  envuelve  un  ex- 
tenso nücleo  más  ardiente,  sobre  todo  al  E.,  dentro  del  cual,  hacia 
el  NW.,  surge  pequeña  mancha  que  lo  es  mucho  menos,  y  que  en  su 
seno  guarda,  á  modo  de  fajas,  porciones  en  que  el  calor  desciencte 
hasta  llegar  á  0°,  y  á  la  vez  encierra  aquí  y  allá,  por  vía  de  con- 
traste, como  puntos,  los  sitios  donde*  sube  más  el  termómetro,  es 
decir,  los  infiernos  colombianos. 


con  la  altitud  y  la  latitud  que  la  hacen  irregular  según  el  mes.  En  ciertos  pun- 
tos crecen  plantas  con  poco  calor,  con  tal  que  no  falte  la  luz;  se  da  la  cebad  1 
en  nuestros  yermos  páramos  cuando  en  el  verano  el  cielo  se  conseiva  limpio,  y  la 
papa  madura  mal  en  zonas  algo  inferiores  pero  nebulosas  de  ordinario;  por  lo 
mismo,  en  climas  muy  cálidos,  pero  á  menudo  opaco<,  no  fructiñca  el  trigo,  que 
por  la  razón  inversa  lo  hace  en  elevadas  y  frías  mesas.  Lo  dicho  acerca  de  los 
vegetales  se  refiere  también  al  animal  y  al  hombre,  aunque  en  menor  grado. 

Las  líneas  isotermas  (igual  temperatura  media)  en  el  trópico  novarían  sino, 
con  la  altitud,  pero  distan  mucho  de  ser  paralelas  entre  sí ;  suben  y  bajan  de 
modo  varío  á  lo  largo  de  las  faldas  de  las  cordillcrüs ;  de  ahí  los  grandes  erro- 
res que  se  han  escrito  sobre  ellas,  consideradas  en  Colombia :  más  dista  el  Per  1 
del  ecuador  y  más  alto  principia  allí  el  nivel  de  las  nieves  perpetuas.  Las  isoqul- 
menas  (igual  temperatura  de  invierno)  y  las  isóteras  (id.  en  estío),  poca  aplicación 
hallan  aquí,  donde  en  cambio  es  preciso  crearlas  para  la  igual  temperatura  dia* 
na  y  nocturna,  por  todos  descuidadas  y  tan  importantes  en  todo.  Bogotá,  por 
ejemplo,  más  frío  que  Tubará  en  el  «lía,  casi  se  le  iguala  en  la  madrugada! 
En  general,  las  costas  occidentales  son  menos  cálidas  que  las  orientales  y  el  cli- 
ma medio  es  más  suave  en  ambas  que  en  el  interior  de  las  montarlas;  los. va- 
lles más  angostos  son  más  cálidos  que  los  más  anchos,  y  las  crestas  ó  cumbfes 
tanto  más  frías  cuanto  más  envueltas  están  por  las  bajas  regiones  cálidas,  debido 
esto  á  la  sola  irradiación. 

El  aire  que  se  calienta  en  el  ecuador  se  eleva  luego  y  se  precipita  s..bre  los 
polos  (corriente  ecuatorial),  á  reemplazar  el  fríi)  que  de  allí  corre  (contracorrien,- 
te  polar)  hacia  á  aquél,  acercándose  en  el  trópico  al  suelo,  por  lo  cual  producé 
los  alisios  (vientos  constantes)  que  se  inclinan  de  E.  á  W.  por  ciüsa  «le  la  rota- 
ción de  la  tierra.  Lis  grandes  corrientes  atnn)sféricas  se  superponen  ó  yuxtapo- 
nen, y  en  su  punto  de  contacto  surgen  remolinos,  causa  de  vientos  accidentales. 
Por  esto  los  lugares  bañados  por  la  primen  tienen  mayor  temperatura  que  los 
cruzados  por  la  otra,  salvo  que  los  montes  se  interpongan,  pues  éstos  hacen  seco 
y  frío  todo  viento  cálido  y  húmedo.  Por  razones  inversas  el  mar  (como  que  las 
varíacionesen  su  temperatura  medií  son  muy  pequeñas)  hace  el  oficio  de  re- 
gulador, y  causa  la  diferencia  eatre  climas  marítimos  ó  constantes  y  contirun- 
tales  6  excesivos.  En  fin,  el  mar  y  las  montañas  producen  vientos  locales  Jx)r  \% 


356  NusvA  Geografía  dz  Colovbu 


\. 


Todo  psLÍs  tiene  una  exposiciin  general  que  no  excluye  las  lo- 
baléis."  Colombia  se  vuelve  al  Oriente,  pero  muchos  de  sus  grandes 
valles'  se.  abren  al  N.  y  otros  lo  hacen  al  S.  6  al  W.  Una  altura 
'expuesta  á  45®  al  medio  día  recibirá  perpendiculares  los  rayos  del 
sol  cuando  éste  se  halle  á  45°  de  altura,  en  tanto  que  expuesta  al 
N.  los  rayos  rasarán  su  superficie  sin  calentarla  ;  estas  diferencias 
sensibles  en  simples  colinas,  se  hacen  enormes  en  las  grandes  mon- 
tañas ;  no  es  raro  hallarse  con  una  falda  cubierta  de  nieve,  mien. 
tras  la  otra,  á  la  misma  altura,  sustenta  jardines.  Toda  altura  ex- 
puesta al  E.  es  menos  cálida  que  la  que  mira  al  Ocaso ;  los  rayos 
de  la  mañana  tienen  que  combatir  el  enfriamiento  de  la  noche  sobre 
la  cima  al  E.,  en  tanto  que  llegan  sobre  el  de  la  exposición  contra- 
ria (S.)  cuando  ella  ha  recibido  largo  tiempo  la  acción  del  aire 
cálido  ambiente  ;  por  esto  en  la  Sabana  es  mayor  la  temperatura 
de  la  falda  en  que  está  Bogotá  que  la  de  aquella  que  sustenta  á 
Facatativá.  En  los  valles  N.  la  temperatura  crece  con  la  sostenida 
reflección  de, los  rayos  de  una  á  otra  banda,  como  lo  testifican  to- 
dos los  de  ese  rumbo  en  los  Andes,  de  clima  superior  á  la  zona  en 
que  desembocan. 

El  clima  ejerce  también  considerable  acción  sobre  el  hombre. 
En  tanto  que  el  habitante  de  suelo  cálido  casi  puede  prescindir  del 
vestido  y  no  necesita  sino  frugal  alimentación  que  adquiere  sin 
tñayor  esfuerzo,  el  de  los  climas  fríos  se  halla  sujeto  á  mayor  fat';;a 
para  procurarse  vestido,  abrigo  y  alimentos.  Nada  incita  al  pri- 


diferencia  de  temperatura  entre  ellas  y  el  llano  ó  costa  en  pl  día  y  la  noche,  Irt 
cual  origina  las  brisas  ó  vientos  de  vaivén ;  de  noche  va  el  viento  de  la  costa  ó 
el  monte  al  mar  ó  al  llano,  y  de  día  sucede  lo  contrario.  £n  ün,  en  cada  lugar 
It  orientación  y  relación  entre  relieves  y  hondonadas  produce  variaciones  en  las 
coi'ritfntes  generales,  variantes  que  no  pueden  fijarse  sino  tras  obser\'aciones  pro 
longadas. 

'  '  La  humedad  es  la  consecuencia  del  régimen  pluvial  unido  i  la  pendiente  j 
permeabilidad  del  terreno  y  á  la  facilidad  de  la  evaporación;  el  estudio  geológi- 
co del  suelo  da  la  primera  idea  en  el  asunto;  el  del  régimen  de  los  vientos  consti- 
tuye la  segunda.  £1  grado  ordinario  de  humedad  ejerce  influencia  decisiva  sobre 
el  hombre  y  su  higiene.  Además,  las  lluvias  establecen  el  régimen  de  los  ríos, 
determinan  su  venaje  y  el  número  y  caudal  de  las  fuentes,  y  en  ciertas  comarcas 
hasta  regulan  la  vida  por  su  cotidiana  periodicidad  :  la  cantidad  de  agua  que 
cae  en  cada  estación  es  dato  indispensable  para  fijar  un  clima.  No  es  extraño 
ver  en  un  río  demorado  el  tráfico  en  sequía  por  falta  de  agua,  v  al  lado  suceder 
la  inversa  en  las  corrientes  salidas  de  madre  ;  los  estudios  pfuviométrícos  son 
difíciles,  y  las  medias  locales  están  sujetas  á  muchas  irregularidades  accidentales. 
Óon  todo,  entre  los  tr^'-picos,  á  lo  menos  en  las  partes  bajas  ó  llanas,  las  llu- 
vias siguen  casi  leyes  matemáticas  en  su  frecuencia  y  periodicidad.  En  la  región 
(le  los  alisios  puede  decirse  no  llueve  jamás :  el  cielo  se  conserva  puro,  y  sólo  de 
tiempo  en  tiempo  ocurren  grandes  tempestades.  En  la  de  las  calmas  ecuatoriales 
llueve  todos  los  días  :  allí  los  mismos  alisios  acumulan  enormes  cantidades  <fé 
vai>ores  aue,  apenas  alzados,  no  tardan  en  convertirse  en  nubes  espesas  que  for- 
man anillo— pues  no  se  resuelven  del  todo  en  lluvia— que  absorbe  parte  del 
cajor  solar  que  intercepta,  se  disuelve,  y  los  vapores,  dejados  libres,  son  arrastra- 
dos por  los  contra-alisios  hacia  las  latitudes  superiores;  una  parte  desciende  de 
nuevo  y  se  crndcnsa  bajo  la  forma  de  otros  dos  anillos  de  nubes  que  se  estacio- 
nan en  la  región  de  las  calmas  tropicales,  en  los  limites  austral  y  boreal  de  los 
alisios  ;  la  otra  parte  es  arrastrada  hacia  las  zonas  templadas  por  las  corrientes 
ecuatoriales.  Esto  con  ritmo  perdurable,  que  según  la  marcha  del  sol  predomina 
hacia  uno  ú  otro  polo. 

'  .  Pero  no  sucede  lo  mismo  en  las  montañas  donde  hay  grandes  irregularida- 
l^es  (}ue  en  general  dependen  del  paso  del  sol  por  el  zenit,  de  la  altura^  de  U  v^- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  357 


mero  á  salir  de  su  inercia ;  todo  obliga  al  segundo  á  desplegar  cons- 
tante actividad  variando  sus  manifestaciones ;  las  necesidades  dé 
aquél  no  cambian,  las  de  éste  aumentan  sin  cesar.  £1  uno  es  im- 
previsor, se  deja  arrastrar  por  las  pasiones  del  momento  ;  el  otro 
aprende  pronto  á  dominarse,  busca  solaces  más  levantados,  se  hace 
prudente  y  calculador,  su  espíritu  adquiere  facultades  mayores  dé 
observación  y  raciocinio.  Análogas  diferencias  hay  entre  el  mon- 
tañés y  el  habitante  del  llano.  £n  efecto,  próximas  están  las  tierras 
frías  y  calientes,  y  en  ellas  difieren  usos,  traje,  acento,  costumbres, 
tipos.  Segtín  Ancízar,  puede  pintarse  así  este  marcadísimo  contras- 
te :  "  crece  el  montañés  b  reinoso  rígido  y  musculoso  como  las  cum- 
bres que  se  oponen  á  su  libre  movimiento  ;  los  caminos  orillan  pre- 
cipicios y  le  vedan  la  carrera,  por  lo  cual  es  grave,  lento  y  acos- 
tumbra marchar  en  fila  india  ;  el  ruido  bramador  de  los  torren- 
tes ahoga  su  voz  desde  la  infancia,  lo  amedrenta  luego  el  solemne 
silencio  de  los  desiertos  páramos,  que  de  ordinario  cruza  sólo,  con 
gran  peligro,  y  se  hace  taciturno  y  reservado  á  la  vez  que  audaz  y 
reflexivo,  por  la  grandeza  de  la  lucha  diaria  que  debe  sostener.  El 
calentanoy  sobre  todo  el  de  las  regiones  llanas,  no  se  afana  ni  medi- 
ta en  el  mañana,  como  que  los  árboles  le  ofrecen  de  sobra  y  espon- 
táneamente ricos  frutos,  los  ríos  fácil  y  variada  pesca,  á  la  par  que 
la  caliente  tierra  le  abruma  con  sus  cosechas  y  le  agobia  con  Su 


cindad  de  las  costas,  de  la  extensión  de  los  bosques  y  del  cruce  de  las  corrientes 
atmosféricas. 

Además,  según  sea  la  temperatura  á  que  se  produce  la  condensación,  el  va- 
por atmosférico  produce  lluvia  ó  nieve.  La  nieve  persiste  todo  el  año  en  las  lati- 
tudes polares  v  en  determinadas  montañas,  en  donde  la  temperatura  media  anual 
tiene  que  ser  a  lo  menos  igual  á  o^.  I^  altitud  del  límite  de  las  nieves  permanen- 
tes depende  de  la  situación  geográfica  de  las  cimas,  de  su  altura,  de  su  exposición 
y  de  la  dirección  general  de  los  vientos :  entre  los  trópicos  se  calcula  es  de  4,800 
■ns.,  pero  en  Colombia  resulta  de  4,56044,650,  según  su  distancia  al  ecuador,  y  en 
la  vertiente  expuesta  á  los  vientos  más  cálidos  siempre  se  conserva  unos  ico  ms. 
más  alta  que  en  la  opuesta,  aunque,  como  se  comprende,  hay  sus  variaciones  lo- 
cales. Puede  también  asegurarse  que  es  tal  lo  cálido  de  nuestro  clima,  que  si  las 
cimas  hoy  nevadas  perdieran  su  nieve  por  algún  cataclismo,  no  volverían  á  adqui- 
rirla :  falta  el  centro  condensador,  y  la  estación  invernal  es  demasiado  breve  para 
que  produzca  hielo,  pues  el  medio  anual  de  la  temperatura  del  aire  en  nuestros 
nevados  no  alcanza  a  o^. 

En  6n,  la  naturaleza  del  suelo  influye  sobre  los  climas  de  diverso  modo.  To- 
dos.los  terrenos  no  se  caldean  con  la  misma  rapidez;  los  arcillosos  é  impregna- 
dc^de  sal  enfrían  la  atmósfera;  la  arena  seca  aumenta  el  calor;  suelo  ligero 
calcáreo  arenoso,  da  en  general  temperatura  seca  y  salubre;  los  pantanos  y  las 
arenas  húmedas,  disminuyen  el  calor ;  las  aguas  estancadas  se  hielan  con  más 
facilidad  v  por  más  tiempo  que  las  vivas ;  si  el  pantano  se  produce  en  clima  cá- 
lido, es  aun  más  funesto  por  los  miasmas  pestilenciales  que  desprende,  salvo  que 
haya  corriente  perenne  aérea,  pues  donde  el  viento  sopla  seguido  no  puede  haber 
atmósfera  impura.  A  su  turno,  aunque  con  lentitud,  el  hombre  actúa  poderosa- 
mente sobre  el  clima,  que  sin  el  cultivo  es  siempre  más  malsano  que  con  él;  su 
mano  consigne  disminuir  el  vigor  del  suelo  y  hace  habitables  zonas  que  no  lo  son 
antes  que  el  aire  y  la  luz  lo  penetren  íntegramente. 

£1  clima  tiene  influencia  considerable  sobre  la  distribución  de  los  ser^  or- 
ganizados, en  especial  sobre  ciertos  animales  que  no  pueden,  como  los  pájaros 
migradores,  cambiar  temporalmente  de  patria.  Por  lo  que  hace  á  las  plantas, 
preciso  es  distinguir  las  anuales  de  las  arborescentes,  y  entre  éstas  los  árboles 
propios  de  las  herbáceas  vivaces  que  resisten  mejor  el  frío.  A  los  cereales,  por 
ejemplo,  importa  poco  éste,  con  tal  que  durante  cierto  período  hallen  calor  )i(, 
sobre  todo,  luz  suficiente. 


358  Nueva  Geografía  de  Colombia 


calor,  que  no  le  obliga  á  mayores  g-astos  en  su  traje  y  le  incita  á  la 
vida  muelle,  perezosa,  y,  por  tanto,  á  la  sociabilidad  y  á  mayor  li- 
bertad en  las  costumbres,  puesto  que  la  noche,  lejos  de  retraerle 
cpn  el  frío  dentro  del  hog^ar,  le  llama  al  aire  libre  á  buscar  la  sua- 
ve, callada  y  refrescante  brisa  y  la  espléndida  iluminación  del  cielo; 
canta  y  se  hace  locuaz  para  formar  ruido  donde  todo  es  silencio,  y 
hasta  las  aguas  murmuran  apenas.  Se  mueve  con  facilidad  de  una 
parte  á  otra,  pero  se  hace  inconstante,  confiado,  imprevisor ;  en 
él  lo  ide^l  domina  sobre  lo  real,  sólo  que  ese  idealismo  con  fre- 
cuencia es  más  que  prosaico."  Quizá  sobre  nada  obran  tanto  los 
dos  climas  como  sobre  el  acento,  el  aseo  y  el  amor  ;  en  tierra  fría 
esta  pasión  de  ordinario  no  echa  hondas  raíces  y  es  más  costum- 
bre* que  otra  cosa  ;  el  aseo,  por  desgracia  es  poco  ó  ninguno,  y  la 
pronunciación  apretada  con  cierto  ritmo  de  agua  que  borbota, 
mientras  el  calentano,  más  ardiente  y  muy  aseado,  habla  con  más 
lentitud  y  con  cierto  ritornelo  agraciadísimo  en  labios   femeniles. 

La  temperatura  del  cuerpo  humano  es  poco  más  ó  menos  la 
nnisma  en  todos  los  climas ;  en  los  fríos  gasta  enormes  cantidades 
de  calor,  y,  para  reponerlas,  busca  alimentos  grasos,  bebidas  al- 
cohólicas, y  la  respiración  es  más  activa,  por  lo  cual  el  calen/ano 
enferma  del  pecho  al  cambiar  de  medio ;  sucede  la  inversa  al 
paramwno,  cuyo  hígado  trabaja  para  separar  el  carbón  incompleta- 
mente quemado  por  el  pulmón.  Verdad  que  en  la  montaña  el  hígado 
sufre  por  otras  causas,  y  por  esto  es  la  viscera  más  enfermiza  en  los 
climas  tropicales,  en  donde  la  anemia  es  endémica  arriba  por  falta 
de  aire,  y  abajo  por  exceso  de  miasmas ;  por  lo  dicho,  también  el 
cerebro  del  primero  funciona  mal  en  la  montaña,  y  el  del  segundo 
se  fatiga  muy  pronto  en  las  tierras  bajas.  La  peor  estación  ó  cli- 
ma en  los  trópicos  es  aquella  en  que  un  excesivo  calor  se  combina 
con  la  humedad  y  estorba  la  transpiración  cutánea,  ó  en  la  montaña 
cuando  el  frío  es  tal  y  tan  rápido  el  viento,  que  se  paraliza  la  san- 
gre en  las  venas.  Por  esto  el  hombre  normal  es  el  de  los  climas 
templados,  no  sujetos  á  influencias  extremas,  y  que  á  la  vez  puede 
plegarse  á  los  dos  ;  suya  es,  por  esto,  la  tierra  entera. 

En  verdad  que  en  general  no  puede  decirse  cuál  es  el  clima 
medio  de  Colombia,  pues  á  más  de  ocupar  12°  de  latitud,  alza 
tierras  á  muy  diversas  altitudes,  tierras  en  que  mil  causas  modifi- 
can el  clima,  hasta  en  zonas  colindantes :  sin  embargo,  atendiendo 
sólo  á  las  áreas  cálidas  y  hiimedas,  conforme  queda  dicho,  puede 
considerarse  la  República  como  cálida  y  húmeda,  con  un  apéndice 
frío  y  húmedo.  La  misma  montaña  no  es  barrera  marcada  por 
abrir  sus  valles  de  S.  á  N.  á  concluir  sobre  diverso  mar  y  por  dar 
libre  acceso  á  los  vientos  de  todo  el  horizonte  por  sus  múltiples 
brechas. 

Esto  sentado,  debemos  pasar  á  consideraciones  de  gtro  ordaí). 
¿Cuál  es  la  temperatura  media  del  trópico  ?  Todo  escrito  sobre 
el  asunto  resultará  errado  si  se  olvida  una  distinción  fundamental, 
la  de  los  climas  marítimos  y  la  de  los  climas  continentales.  Por 
tanto,  tendremos  en  el  país  tres  puntos  capitales  que  considerar : 
i.^, la  zona  marítima;  2.°,  los  grandes  valles  interiores  y  3.% la 
llanura  continental  suddividida  en  selvosa  y  herbácea.  Ahora  bien : 


Nueva  Geografía  de  Colojibia 


el  (¿rmino  medio  de  las  tres  es  29.5  grados ;  pero  si  computa- 
RU»  la  extens¡<5n  ó  área  de  cada  una  de  esas  zonas,  el  guaristiio 
no  es  el  mismo,  resultando  entonces  30°. 5,  mientras  el  de  la  sola 
montaña  es  de  20 ;  la  de  todo  el  país,  por  áreas,  25°.  En  nuestras 
costas,  27°.$  es  la  temperatura  media,  aumentada  á  29°  en  la  Gua- 
jira por  la  refracción  de  la  arena  y  disminuida  á  26  hacia  Tumaco 
ppr  la  mayor  frescura  del  Grande  Occano,  por  lo  cual  también  es 
UD  poco  más  cálida  toda  la  costa  atlántica  que  la  pacíñca.  Los  Lla- 
nos, al  contrario,  á  pesar  de  sus  ríos,  por  falta  de  bosque  y  por  estar 


piídos  por  vientos  que  se  secan  al  cruzar  á  Venezuela,  presentan 
en  el  fondo  de  la  cuenca  y  en  parte  de  las  vajjuadas  del  Meta,  Ga- 
znare, Arauca  y  Apure,  hasta  32°-33°  (la  cola  iSo  ms.),  sólo  dis- 
minuida por  causas  locales;  temperatura  que  hacía  las  faldas  de 
jas  serranías  ó  en  los  relievesdel  ocaso  disminuyen  27°-28''  (la  cota 
éoo  ms.)  i  alg^o  menos  al  pie  de  la  Nevada  de  Chita  y  hacia  el  Ata- 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


bapo:  el  clima  medio  del  llano  es,  pues,  3 1°.  En  el  Caquetá,  la  selva 
refresca  un  poco  la  temperatura,  la  que  oscila  de  31°  á  30°  hasta 
I0S200  ms.,  peroencambionosereduce  á  27°  sino  al  rebasarlos 
600  ms.,debido  á  ser  el  centro  un  saco  sin  salida.  Cuanto  á  los  valles 
interiores,  tenemos  que  el  bajo  Magdalena,  sin  la  Costa,  ofrece 
temperatura  media  de  29°,  salvo  hacia  Sicuco,  frente  á  Valledu- 
par,  donde  sube  á  30°,  calentado  por  el  aire  de  éste  que  llega  á  31° 
por  sus  arenas  desnudas.  Los  mismos  29°   dominan  el  Magdalena 


FifBTa  143 — Paisaje  de  los  píramo;— La  laguna  tie  Guatavita 

central  y  el  alto,  en  faja  eso  sf  más  y  más  estrecha,  basta  Neivá, 
bien  que  las  areniscas  ayuden  á  tal  resultado  en  la  parte  alta.  La 
temperatura  en  cuestión  avanza  por  el  Cauca  hasta  Cáceres,  pero 
en  las  sabanas  de  Bolfvar  y  el  Sind  la  templa  el  aire  del  mar,  como 
sucede  en  los  valles  de  Cücuta,  en  tanto  que  la  cuenca  del  Patfá 
es  refrescada  hasta  27°  por  sólo  los  vientos  de  las  serranías.  E^ 


Nueva  Geografía  de  Colombia  361 


los  demás  valles  bajos  de  nuestras  montañas  el  clima  oscila  entre  23° 
y  26*^,  como  sucede  en  Panamá  y  en  las  faldas  del  Chocó,  mientras 
en  los  medios  es  de  20^  á  18° ;  en  los  altos  y  en  las  altiplanicies  es 
de  10°  á  15,  y  en  las  crestas  culminantes  de  i°á  7°.  Todos  estos  cli- 
mas son  más  sostenidos  en  la  llanura  que  en  la  montaña,  y  de  ahí  la 
infínita  riqueza  y  hermosura  de  ésta  á  cierta  altitud  ;  en  efecto,  como 
Colombia  es  tierra  tropical,  su  temperatura  sólo  varía  con  la  alti- 
tud, bien  que  ésta  se  modifique  de  un  modo  extraordinario  con  la 
exposición,  la  humedad,  la  vegetación,  la  amplitud  de  los  valles,  la 
estación,  los  vientos  y,  sobre  todo,  con  las  depresiones  y  alturas  veci- 
nas, pues  aquéllas  dejan  pasar  aires  de  otros  puntos  diferentes  en 
temperatura,  y  éstas  enfrían  el  suelo  tendido  á  sus  pies. 

Graves  inexactitudes  se  han  escrito  sobre  la  temperatura  de 
Colombia.  Antes  se  calculaba  que  de  o  á  1,000  ms.  la  temperatura 
media  ascendía  á  25°  (máximo,  39°  ;  mínimo,  18°);  de  1,000  á  2,000 
á  21°  (30®  y  12°) ;  de  2,ooo  á  3,000  á  18°  (24°  á  1°) ;  de  3,000  á 
4,000  á  7°  (20°  yo°)  ;  y  de  4,000  á  5,000  á  3^^  (19°  á  0°),  de  donde 
resultaría  que  la  temperatura  variaría  1°  por  cada  190  ms.  de  alti- 
tud ;  más  exactamente  por  cada  160  á  1 50  ms.  en  verano,  ó  145  á  120 
en  invierno,  ya  que  la  línea  de  nieve  perpetua  oscila  400  ms.  en  tor- 
no de  su  nivel  medio ;  por  desgracia  ese  cálculo  es  puramente  ideal : 
aquí  á  800  ms.  de  altitud  hay  tal  temperatura,  y  allá,  á  esa  misma 
altura,  aparece  otra  que  difiere  de  aquélla  hasta  en  5  y  más  grados. 

Como  se  comprende,  el  calor  de  las  partes  bajas  y  el  frío  de 
las  alturas,  haciendo  papel  de  doble  émbolo,  incesantemente  pro- 
ducen en  las  cordilleras  preciso  movimiento  en  el  aire,  por  lo  cual 
la  atmósfera,  como  el  mar,  no  sólo  tiene  sus  corrientes,  sino  tam- 
bién su  flujo  y  reflujo,  y  así  como  del  trópico  parten  las  aguas  que  ca- 
lentarán las  costas  del  Norte,  también  de  la  llanura  cálida  arrancan 
los  tibios  vientos  que  harán  lo  mismo  con  las  heladas  cimas.  Tene- 
mos, pues,  que  de  arriba  y  de  abajo  surge  opuesto  movimiento,  en 
forma  de  vientos,  los  cuales  al  encontrarse,  por  más  que  quieran 
ambos  á  dos  dejarse  libre  el  paso,  no  lo  consiguen  á  causa  del  re- 
lieve, chocan  entre  sí  y,  en  cierto  modo,  se  equilibran  en  una  zona 
dada,  neutra^  por  así  decir,  que  se  prolonga  á  lo  largo  de  las  serra- 
nías, marcando  en  ellas  una  especie  de  ecuador  climático  andino, 
especial,  exclusivo  al  relieve  tropical  colombiano,  la  zona  de  la 
eterna  primavera  entre  el  eterno  estío  y  el  otoño  secular,  éste  en 
ocasiones  muy  trastornado  por  el  invierno  sin  fin,  que,  en  vez  de 
seguirlo  en  el  tiempo,  se  trepa  á  las  ultimas  cimas  para  dominarlo 
permanentemente  con  más  facilidad. 

Del  examen  de  muchos  centenares  de  temperaturas  que  co- 
rren en  los  libros,  por  más  que  no  todas  hayan  sido  tomadas  con 
igual  cuidado,  pueden  deducirse  algunos  conceptos  de  carácter  ge- 
neral, que  hacen  plena  luz  en  el  asunto,  sí  sólo  se  las  mira  como 
elementos  de  estudio  para  fijar  las  grandes  leyes  que  rigen  el  clima 
del  país.  De  dicho  examen  resulta  en  primer  lugar  que  esa  zona, 
andina  por  excelencia,  se  halla  comprendida  entre  1,300  y  2,400 
ms.,  en  los  cuales  se  mezclan  y  entrecruzan  seis  grados  (del  23®  al 
18°),  que  forman  una  especie  de  núcleo  con  doble  orla  arriba  y 

Nueva  Geografía  de  Colombia  T«Me  1—24 


3& 


Nueva  Geografía  de  Colokbu 


abajo ;  el  núcleo  lo  señalan  tos  grados  22  á  20,  cada  uno  de  los 
cuales  abarca  unos  8  h  ce  tome  tros,  y  los  que  se  escalonan  con  dife- 
rencia de  unos  100  metros ;  la  orla  superior  la  marcan  los  gra- 
dos ig  y  18,  y  la  inferior  los  grados  33  y  34,  subiendo  aquélla 
hasta  los  2,400,  en  tanto  que  la  otra  baja  hasta  menos  de  los 
1,000,  y  enlaza  por  lo  mismo  siilídamente  la  zona  andina  templada 


de  los  grados  ilf  lemperlluf»  «i 


i  la  inferior  <5  cálida.  Consecuencia  de  lo  dicho  es  que  la  curva  de 
nivel  de  1,700  ms,,  es  decir,  la  del  límite  superior  del  cultivo 
del  plátano  hartón,  corta  cumbres,  íaldEis  y  valles  donde  la  tempe- 
ratura es  de  23"  á  ig°,  los  dos  últimos  cerca  de  su  principio  y  los 
otros  dos  na  lejos  de  su  fin,  pasando  relativamente  próxima  al  tér- 
mino del  grado  23  y  al  comienzo  del  18,  de  lo  cual  resulta  ser  30°.S 
la  temperatura  media  de  esta  zona,  que  es  por  excelencia  la  del 
caff,  el  algodón  y  el  guineo.  Es  sí  de  observar  que  los  grados  de 
ésta  zona,  como  que  abarcan  menos  y  menos  amplitud  de  a,bajo 
hacia  arriba,  esto  es,  indican  cierto  predominio  del  frío  sobre  el  ca- 
lor desde  los  l  ,00o  ms.  de  altitud,  á  cuya  cota  desaparece  iguaU 
mente  la  verdadera  vegetacldn  tropical. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  363 


Abajo  de  esa  zona,  ó  sea  descendiendo  hasta  el  nivel  del  mar, 
se  escalonan  los  grados  24  á  27,  que  abarcan  todos  poco  más  de 
medio  kilómetro  y  marcan  la  verdadera  tierra  caliente,  puesto  que 
los  siguientes  de  la  serie  (28  á  31°),  son  los  tórridos  por  excelencia, 
como  que  el  grado  3 1  nunca  aparece  á  más  de  200  ms.  de  altitud, 
ni  el  28  pasa  los  500,  ó  sea  el  límite  entre  la  llanura  y  las  monta- 
ñas propiamente  dichas.  Por  lo  demás,  las  brisas  de  las  montañas  y 
del  mar  explican  las  aparentes  anomalías  del  clima  de  esta  zona, 
que  es  la  del  cacao,  el  plátano  y  el  /abaco.  Cuanto  á  las  temperatu- 
ras medias  de  32  á  36°,  son  locales  y  determinan  los  infiernos  colom- 
bianos, siendo  de  advertir  que  ni  aun  en  las  faldas  que  enmarcan 
esos  hornos  sufren  desvío  las  reglas  generales  apuntadas.  En  fin, 
las  temperaturas  de  hasta  40  y  42°  no  son  sino  accidentales,  de 
ciertos  lugares  ó  comarcas  reducidas,  en  determinados  días  y  con- 
diciones atmosféricas,  y  no  se  presentan  á  más  de  500  metros  de 
altitud. 

Al  contrario,  volviendo  la  mente  hacia  las  alturas  superiores, 
tendremos  que  los  grados  1 7  á  1 1,  por  grupos,  abarcan  menos  y  me- 
nos amplitud,  y  en  su  conjunto  señalan  la  /ierra /ría,  es  decir,  la  zona 
del  pino,  dd  roble,  de  la  quina,  de  las  papas,  de  la  cebada  y  de  las  habas. 
Los  cuatro  grados  siguientes  encierran  también  algo  de  anómalo, 
pues  suben  y  bajan  de  un  modo  notable  en  los  Andes  y  marcan  otra 
zona  variable  ó  de  transición,  en  la  cual  aun  más  acentuadamente 
prima  ei  frío  y  abarca  el  páramo  habitable.  En  fin,  los  primeros 
grados  de  la  escala  (6°  á  1°)  se  reparten  los  últimos  1,000  ms.  (has- 
ta 4,000),  guardan  los  postreros  representantes  de  la  vegetación 
arborescente,  y  cubren  el  páramo  bravo,  donde  en  verano  suele 
subir  la  temperatura  hasta  10°  y  bajar  en  invierno  ó  en  días  de  bo- 
rrasca ó  tormenta  hasta  0°,  por  lo  cual  aún  se  encuentra  en  él 
uno  que  otro  lugar  habitado,  en  los  valles  menos  inclementes,  pues- 
to que  hasta  los  4,000  se  cosecha  la  papa  en  los  Andes,  y  se  man- 
tienen ovejas,  bien  que  no  sin  dificultades  y  peligros. 

Si  tomamos  los  medios  concretos  de  lo  expuesto,  puede  decir- 
se que  el  grado  20  es  el  que  abarca  mayor  amplitud  altimétrica ; 
síguenle  los  inferiores  y  superiores  hacia  arriba  y  hacia  abajo, 
que  reducen  la  suya,  pero  con  mayor  dominio  éstos  y  entremezclán- 
dose los  de  los  extremos  de  la  escala  en  reducida  porción  altimétri- 
ca: de  ahí  fe  incomparable  diferencia  superficial  entre  las  tie- 
rras cálidas  y  los  páramos.  Quizás  forma  una  excepción  el  grado 
14,  debido  á  lo  extenso  de  las  al/iplanicies  áe  la  cordillera  oriental. 

De  lo  dicho  resulta  que  la  división  altimétrica  es  la  más  impor- 
tante para  el  país,  y  debe  basarse  tanto  en  la  temperatura  como  en 
las  producciones  naturales,  de  donde  las  tan  conocidas  tierras  ca^ 
lien/es,  templadas,  frías  y  paramosas  del  pueblo,  bien  que  tal  división 
esté  lejos  de  ser  correcta.  Admitiendo  el  calificativo  de  /empladas  para 
las  de  cierta  zona  andina,  la  caliente  comprende  dos  porciones  esen- 
cialmente diversas,  que  llamaremos  ecua/orial  ó  tórrida,  y  /ropical  6 
cálida,  para  marcar  climas  de  33°á29®  y  de  27°  á  24°.  El  término 
tierras  frías  es  correcto,  en  verdad,  pero  la  voz  páramo  está  en  el 
mismo  caso  que  el  penúltimo,  y  en  atención  á  que  los  arbustos  su- 
ben hasta  cerca  de  los  4,000  ms.,  y  luego  ya  cae  nieve,  subdividire- 


364 


Nueva  Geograha  de  Colombia 


mos  la  zona  ^n  frígida  6  páramo  propiamente  dicho  6  puna,  hasta  don- 
de concluyen  los  verdaderos  árboles,  y  polar  ó  páramo  ¿rovo  el  resto. 
Resumiendo,  tendremos  que  las  costas,  las  llanuras,  el  fondo  de 
los  grandes  valles,  el  último  trozo  de  las  faldas  de  las  serranías  y 
los  pequeños  relieves  sueltos,  son  tórridos  y  calientes ;  las  cimas  de 
los  relieves  medios,  las  faldas  de  las  cordilleras  y  los  valles  medios, 
son  templados  ;  las  al/iplanicies,  los  altos  valles,  las  altas  faldas,  son 
fríos  ó  parámosos,  y  polares  las  crestas  y  cimas  culminantes.  En  ge- 
neral, puede  decirse  que  el  país  distribuye  su  territorio  así :  i.ocx),ooo 
de  kilómetros  D   de  tierra  tórrida  ;  145,000  de  tierra  caliente ; 


Zona  tórrida 

a 

Zü  fia  fría 

Páramos  y  nieves 

Zo/ta  cálida 

Zona  templada 

1 

Figura  144 — Diagrama  de  las  áreas  comparadas  de  los  diversos  climas 

colombianos 


135,000  de  tierra  templada  ;  100,000  de  tierra  fría  y  45,000  de  pá- 
ramos, en  los  que  la  nieve  ocupa  100,  á  lo  sumo,  permanente  ó  ac- 
cidentalmente ;  sólo  para  el  Tolima  se  ha  hecho  cálculo  riguroso, 
que  dio  334  hectáreas,  y  en  la  Nevada  de  Chita,  muy  aproximada- 
mente, I  legua  D  ;  el  resto  lo  hemos  deducido  por  comparación  y 
cálculo  de  la  superficie  de  los  segmentos  nevados.  En  fin,  el  país 
puede  consideiarse  como  una  pirámide  puesta  sobre  base  muy  ex- 


Nueva  Geografía  de  Cowmwa 


36S 


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tensa,  en  la  que  sin  contraste  súbito  la  porción  occidental  ó  trans- 
andina es  menos  tórrida  que  la  oriental  ó  cisandina,  y  la  transmag- 
dalenia  más  cálida  que  la  cismag^dalenia,  entre  la  montaña ;  lo  con- 
trario sucede  en  la  llanura  atlántica.  No  hay,  pues,  un  núcleo  de 
donde  como  centro  irradien  los  climas,  y  el  país  carece,  por  lo 
tanto,  de  equilibrio  en  cuanto  á  clima,  á  la  vez  que  el  cruce  de  iso- 
termas, isóteras  é  isoquímenas,  modifica  las  zonas  de  vegetación, 


366  Nueva  Geografía  ds  G)loubia 


casi  imposibles  de  determinar  de  un  modo  preciso,  salvo  para  con- 
tadas plantas,  que  necesitan  clima  muy  estable.  * 

De  estos  diversos  climas  ninguno  forma  zona  continua  en  el 
país :  la  cálida  puede  considerarse  como  un  océano  en  que  se  bañan 
varias  islas,  en  especial  una  de  continente  doble,  dentro  del  cual  la 
templada,  á  su  turno  considerada  de  la  misma  manera,  forma  zona 
continua,  mientras  la  fría  aparece  repartida  en  grandes  y  peque- 
ñas islas,  y  tratada  á  su  turno  del  mismo  modo,  envuelve  los  pá- 
ramos y  nevados  como  á  islotes  y  arrecifes  (figuras  53,  54,  57,  60, 
64,  66  y  80).  Los  nevados  se  tienden  de  SW.  á  NE.;  la  Sierra  de 
Santamarta  desciende  por  todos  sus  flancos  hasta  la  zona  cálida, 
pero  los  demás  sólo  lo  hacen  hasta  las  parameras  vecinas.  Los  pá- 
ramos en  tluaca  (frontera  S.)  forman  una  herradura  en  que  el 
brazo  D.  se  continúa  sin  interrupción  por  zona  igual  (Quindío)  has- 
ta Sonsón,  con  ganglios  y  algunas  nervaduras,  pues  en  seguida 
apenas  asoma  dos  veces;  mientras  el  otro  (I.)  se  suspende  de 
repente,  luego  (Chocó)  levanta  algunas  como  islitas,  y  sólo  muy 
al  N.  crea  tres  grupos  de  mayor  extensión ;  también  un  momen- 
to aparecen  en  la  frontera  de  Costa  Rica.  La  sierra  de  Chita 
es  otro  centro  del  que  al  SW.  siguen  páramos  contiguos  hasta  Ga- 
chaneque,  con  varias  nervaduras  laterales,  sobre  todo  en  Toquilla, 
como  también  al  N.,  hacia  el  Almorzadero ;  de  éste  vuelven  á  San- 
turbán  para  girar  al  N.  por  largo  trecho,  aunque  en  discontinua 
faja,  con  bastantes  nervaduras.  De  Gachaneque  al  NE.  sale  faja 
sostenida  de  alguna  longitud,  y  hacia  el  S.  otra  bifurcada  para  mar- 
car óvalo  que  concluye  en  un  gran  ganglio  ú  óvalo  que  tiene  algu- 
nas nervaduras  que  al  E.  forman  martillo.  De  Gachaneque  al  NW. 
también  va  otro  ramal  discontinuo  que  forma  ganglios,  y  á  su  W. 
tiene  otro  núcleo  aislado.  En  fin,  junto  ala  Sierra  Nevada  hay  otro 
islote  en  la  Sierra  Negra.  La  tierra  caliente  es  continua  en  las  lla- 
nuras orientales,  pero  al  S.  queda  aislada  de  las  occidentales  de 
su  género;  lo  mismo  sucede  hoy  en  Cúcuta  y  Ocaña.  La  llanura 
atlántica  constituye  otro  núcleo  notable;  el  bajo  Sinú  la  une  al 
Chocó,  y  por  el  Magdalena  penetra  hasta  Suaza  y  Timaná,  á  modo 


•  "Por  esto  los  climas  colombianos  dependen  más  de  las  condiciones  del  re- 
lieve, de  la  exposición  del  suelo  y  de  la  dirección  de  los  vientos  que  de  la  lati- 
tud de  los  lugares ;  las  paralelas  que  se  trazan  sobre  la  redondez  del  globo  tie- 
nen poca  importancia  en  un  país  mtegramente  situado  entre  los  trópicos  y  que 
dos  veces  cada  año  presenta  todas  las  partes  de  su  superficie  á  los  rayos  vertica- 
les del  sol.  Cuanto  a  la  altitud,  razón  principal  del  escalonamiento  de  los  diver- 
sos climas  en  lai  faldas  de  las  montañas  y  en  las  terrazas  superiores,  sus  efectos 
resultan  modificados  de  muy  vario  modo  por  todos  los  fenómenos  de  la  vida  pla- 
netaria. De  los  calores  tórridos  de  la  llanura  baja  á  los  fríos  polares  de  la  cima 
nevada,  sucédensc  todos  los  climas,  pero  no  ea  proporción  directa  de  la  rarefac- 
ción atmosférica  :  las  curvas  de  nivel  y  las  de  los  grados  isotérmicos  en  ningún 
punto  van  en  líneas  paralelas  ;  al  contrario,  en  teñas  partes  se  entremezclan  en 
inextricable  red.  Así,  la  división  usual  de  las  comarcas  montañosas  en  tierras 
calientes,  templadas  y  frías,  que  para  mayor  precisión  se  pueden  dividir  en  tie- 
rras  tórridas,  calientes,  templadas,  frías  y  polares,  no  puede  aplicarse  siguiendo 
medidas  uniformes  :  los  límites  varían  de  una  montaña  á  otra,  de  uno  de  sus 
flancos  al  opuesto.  En  su  conjunto  la  zona  templada,  comprendida  entre  los  gra- 
dos 24  y  15  de  la  escala  termométrica,  abraza,  prescindiendo  de  los  llanos,  la 
parte  más  considerable  de  la  superficie  colombiana :  es  la  zona  donde  los  vientos 
fríos  que  bajan  de  las  alturas  y  los  cálidos  que  suben  de  la  llanura  se  mantienen 
en  equilibrio  estable." — E.  Reclus, 


Nueva  Geografía  de  Colombia  367 


de  inmenso  golfo  que  hace  senos  en  el  Sumapaz,  el  Bogotá,  el  Ne- 
gro,  el  Minero^  el  Simitarra  y,  sobre  todo,  en  el  Sogamoso-Lebrija, 
puesto  que  por  allí  se  interna  hasta  Güepsa,  Capitanejo,  Valle,  Flo- 
rida, Girón,  Rionegro ;  también  por  el  Cauca  entra  como  filete  que 
despide  un  brazo  por  el  Nechí  y  luego  avanza  hasta  Quilichao,  sin 
interrupción,  mas  sin  entradas  notables.  £1  Chocó  se  une  al  Darién, 
y  al  S.  penetra  entre  los  Andes  á  formar  un  gran  golfo  por  el  Patía, 
y  al  N.  otros  menores  por  el  Murrí  y  el  Sucio ;  Panamá  es  ínte- 
gramente cálido,  salvo  pequeña  faja  al  W.  La  tierra  templada  se 
presenta  con  caracteres  muy  notables;  es  orla  de  la  caliente  y 
une  sus  partes,  pues  del  valle  del  Magdalena,  por  el  lomo  de  Mi- 
raflores,  pasa  al  Caquetá ;  entra  á  Cáqueza,  Gacheta,  Garagoa, 
Labateca;  pasa  por  el  Uribante  al  Zulia  y  por  Pueblonuevo  al 
bajo  Magdalena ;  sin  tropiezo  une  las  hoyas  del  Prado  al  Mine- 
ro-Charalá;  arropa  á  Guamacó,  sube  á  Medellín  y  pasa  á  Arma, 
así  como  del  valle  del  Cauca  al  del  Patía,  para  llegar  hasta 
Imues,  y  en  dicho  valle  ocupa  con  frecuencia  el  lomo  Chocoano. 
La  tierra  fría  forma  una  mancha  en  Túquerres,  luego  dos  angos- 
tas bandas  seguidas  desde  Pasto  hasta  Sonsón,  y  otro  núcleo  en 
Santa  Rosa ;  también  aparece  de  Paramillo  á  Río  de  Oro  y  Cara- 
manta,  y  forma  algunos  botones  de  aquí  á  Túquerres.  El  gran  do- 
minio de  la  tierra  fría  está  en  Bogotá-Tunja,  de  donde  salen  algu- 
nos ramales  que  forman  arcos  en  tomo  de  los  valles  templados  y 
arrancan  fajas  importantes  seguidas  hasta  Pamplona  y  Tona, 
y  de  aquí  más  reducidas  hasta  la  Mesa  Rica  (Ocaña),  tam- 
bién con  algunos  apéndices.  Lo  que  antecede  es  muy  importan- 
te, pues  demuestra  que  el  verdadero  porvenir  del  país  no  puede 
ser  otro  que  la  explotación  de  las  riquezas  tropicales,  y  por  lo  mis- 
mo serán  mero  lujo  los  ferrocarriles  á  las  regiones  frías,  que  casi 
no  producen  artículos  de  exportación ;  en  no  lejano  futuro  por 
cada  reinoso  habrá  á  lo  menos  diez  calentanos.  Una  de  las  fatali- 
dades del  país  fue  sin  duda  establecer  la  capital  en  tierra  fría  y 
excéntrica  por  añadidura,  y  otra,  que  no  exista  ciudad  importante 
hada  las  fuentes  del  Magdalena,  indisputable  centro  geográfico 
de  Colombia. 

,  Páramo 
_  Fría 
^^  Templada 

Cálida 
Tórrida 


Figura  146 'Diagrama  comparativo  de  las  áreas  habitables  en  los  diversos 

climas  colombianos 

Conforme  de  todos  es  sabido,  los  vientos  dominantes  entre  los 
trópicos  son  los  Alisios,  que  según  teoría  generalmente  aceptada, 
aun  cuando  discutible,  provienen  de  la  desviación  de  las  corrientes 
de  los  polos  al  ecuador,  generadas  por  diferencia  de  temperatu- 
ras y  presiones  y  desviadas  de  Occidente  á  Oriente,  ó  mejor  dicho, 
al  NE.  y  al  SE.,  por  virtud  del  movimiento  de  la  tierra,  Es  claro 


368  Nueva  Geografía  de  Colombia 


que  en  el  fenómeno  también  tiene  parte  la  marcha  anual  del  sol 
de  trópico  á  trópico,  de  acuerdo  con  la  oblicuidad  de  la  eclíptica, 
ya  que  esa  marcha  lleva  y  trae  el  ecuador  térmico,  bien  que  de- 
jando predominar  el  calórico  en  el  hemisferio  Norte,  de  suerte  que 
nunca  baja  á  nuestras  costas  atlánticas  isoquímena  inferior  á  27°, 
por  lo  cual  podemos  afirmar  en  cierto  sentido  que  Colombia  se  tien- 
de entre  dos  ecuadores,  puesto  que  uno  térmico  cruza  casi  perma- 
nentemente el  referido  litoral. 

Empero,  la  disposición  y  altitud  del  relieve  colombiano  no  deja 
soplar  libremente  los  Alisios,  que  tienen  que  estrellarse  sobre  los 
Andes  :  no  dominan  de  una  manera  regular  sino  en  la  Costa  Ca- 
ribe, de  ordinario  con  g^ran  violencia,  pues  su  fuerza  se  acrecienta 
por  los  focos  ardentísimos  que  rodean  el  mar  de  las  Antillas,  conoci- 
do engendrador  de  los  huracanes  de  las  Antillas.  Por  fortuna  esos 
huracanes  jamás  asuelan  á  Colombia  :  apenas  sucede  que  los  vientos 
del  E.  y  del  NE.  llegan  convertidos  en  tempestad  y  hacen  estre- 
llar el  mar  en  las  playas  sin  abrigo.  Los  violentos  Nories  del  golfo 
de  México  tampoco  alcanzan  nuestra  costa  sino  muy  decaídos.  Con 
frecuencia,  cuando  el  sol  está  al  N.  de  la  equinoccial  (Julio  á  No- 
viembre), corren  á  lo  largo  de  la  costa  los  vendavales  (vientos  de 
"aval,"  ó  sea  del  W.),  mas  sin  prevalecer  en  tierra  sobre  el  ali 
sio ;  mientras  el  vendaval  aparece  en  las  altas  regiones  atmosfé- 
ricas, la  corriente  marítima  del  W.  que  baña  la  costa,  marcha  con 
velocidades  de  más  de  7  kilómetros  por  hora. 

Cuanto  al  alisjo,  que  sopla  con  más  fuerza  ep  el  día,  aumenta 
su  velocidad  cuando  se  levanta  el  sol,  y  declina  con  dicho  astro,  de 
manera  que  casi  desaparece  por  la  noche.  En  la  Costa  y  los  Lla- 
nos hasta  lo  reemplaza  la  brisa  de  tierra  (en  el  Llano  brisa  del 
cerro),  causada  por  el  enfriamiento  del  suelo,  lo  cual  hace  espe- 
cialmente gratas  las  primeras  horas  de  la  noche  en  todas  las  tie- 
rras cálidas,  puesto  que  en  todas  se  presenta  entonces  la  brisa,  bien 
que  con  varia  intensidad  *.  En  las  altiplanicies  de  la  cordillera  es  al 
amanecer  cuando  cesa  la  quietud  de  la  atmósfera,  y  corre  brisa 
tan  fresca  como  penetrante,  porque  los  alisios  convergen  de  la 
llanura  hacia  los  páramos  que  se  tienden  de  Chita  á  Sumapaz,  por 
lo  cual,  según  la  estación,  llegan  del  SE.  ó  del  NE.  En  los  valles 
del  Magdalena  y  del  Cauca-Patía,  el  viento  que  transmonta  las 
cordilleras  es  desviado  hacia  el  N.,  en  tanto  que  en  el  bajo  Mag- 
dalena el  rumbo  de  las  corrientes  alterna  del  N.  al  S.  y  del  S.  al 
N.,  con  el  del  NE.  y  el  del  NW. 

Los  alisios  del  hemisferio  norte  corran  con  su  máxima  regula- 
ridad cuando  el  sol  está  al  S.  del  ecuador  (Noviembre,  Marzo),  ti- 
rando entonces  francamente  del  NE.  y  aun  del  N. ;  pero  calman  y 


*  "  Las  noches  claras  y  bellas  transcurren  entonces  deliciosas,  sin  dar  la 
sensación  de  tiempo ;  el  alisio  no  corre  y  las  brisas  contrarias  se  mantienen  en 
equilibrio  sobre  la  selva.  La  luz  difusa  hace  los  objetos  visibles  por  grandes  ma- 
sas hasta  el  lejano  horizonte,  pero  la  mirada  se  dirige  invenciblemente  hacia  la 
bóveda  celeste,  de  un  color  negro  transparente,  salpicada  de  luz  de  los  astros  y 
á  menudo  surcada  por  las  huellas  luminosas  de  las  estrellas  errantes.  Si  á  la  hora 
de  mayor  calor  en  el  día  los  habitantes  se  entregan  á  la  siesta,  es  decir,  se  refu- 
gian en  los  sitios  más  frescos  y  oscuros  de  las  viviendas,  durante  la  fresca  noche, 
al  contrario,  todos  salen  al  aire  libre  para  respirar  con  entera  libertad,  para  go» 
?ar  de  todas  las  dulzuras  de  la  vida  y  de  la  sociedad." — E.  Reclü?. 


Nueva  Geograf  ía  de  Colombia  369 


dejan  campo  á  vientos  instables  del  S.  y  SE.  cuando  el  sol  se  ha 
trasladado  al  N.  de  dicha  línea  equinoccial  (Abril,  Octubre).  En- 
tonces es  cómoda  la  navegación  de  bajada  en  los  ríos  orientales, 
porque  el  viento  del  W.  ayuda  á  las  barcas,  y  es,  al  contrario,  pe- 
nosísima la  operación  inversa.  En  la  época  del  viento  normal  la 
corriente  aérea  y  la  fluvial  avanzan  en  dirección  contraria,  lo  que 
facilita  los  viajes  de  las  barcas  ;  en  los  ríos  de  mínima  pendiente, 
como  el  Arauca,  sucede  que  una  parte  de  las  ag-uas  remonta  con 
el  viento,  mientras  la  otra  sigue  su  curso  normal.  Si  entonces  hay 
cambio  de  tiempo,  acaecen  chubascos  temibles,  que  producen  violen- 
to oleaje. 

El  alisio  poco  se  deja  sentir  arriba  de  los  raudales  del  Orino- 
co, y  los  montes  de  la  Guayana  cierran  el  paso  á  los  vientos  del  E. 
para  las  regiones  intermedias  entre  esos  raudales  y  los  del  Rione- 
gro.  Allí  hay  sitios  donde,  como  en  algunos  del  interior,  es  fama 
que  nunca  hace  viento ;  la  atmósfera  se  mantiene  perfectamente 
tranquila,  el  calor  es  insoportable  y  los  mosquitos  llenan  el  espacio : 
tan  densas  son  sus  nubes.  Allí  los  rayos  de  tempestad  sin  trueno 
son  más  comunes  que  en  otras  partes,  en  especial  al  aproximarse 
la  época  de  las  lluvias  :  "  diríase  que  el  aire  palpita  en  sacudidas 
luminosas."  También  en  la  entrecordillera,  donde  el  calor  es  más 
intenso  y  la  atmósfera  se  renueva  menos,  con  frecuencia  el  aire 
es  completamente  inmóvil. 

En  Panamá  los  alisios  del  hemisferio  N.,  por  la  disposición  del 
terreno,  soplan  más  bien  del  N.  que  del  NE-.,  y  en  la  época  llu- 
viosa (Mayo-Noviembre)  ceden  el  campo  á  los  vendavales  ó  ali- 
sios del  SE.,  transformados  en  una  especie  de  monzón.  En  la  costa 
N.  NW.  del  Istmo,  los  Nortes  suelen  ya  causar  algdn  daño,  lo  mis- 
mo que  los  huracanes,  que  en  más  de  una  ocasión  han  producido 
considerables  naufragios. 

Cuanto  á  la  zona  del  Pacífico  (Chocó),  como  se  perfila  libre- 
mente entre  los  alisios  de  los  dos  hemisferios,  aunque  barrida  re-* 
gularmente  en  verano  por  vientos  del  N.,  por  su  posición,  resulta 
sometida  á  los  remolinos  producidos  por  el  choque  de  los  dos  vien- 
tos mayores,  de  donde  que  allí  domine  una  banda  de  brisas  locas 
y  de  calmas,  esencialmente  molestas  para  los  buques  de  vela.  Las 
corrientes  marítimas,  ayudadas  por  mareas  dp  hasta  12  ms.,  tam- 
bién son  muy  variables  al  N.  de  la  Buenaventura.  Hacia  la  fron- 
tera ecuatoriana  ya  los  vientos  soplan  del  S.  y  del  W.,  lo  que  no 
impide  que  los  cordonazos  de  San  Francisco  se  dejen  sentir  allí  tan 
regularmente  como  en  la  América  Central,  y  causen  inundaciones 
represando  las  bocas  de  los  ríos. 

En  las  regiones  ecuatoriales  las  estaciones  están  reguladas 
por  las  lluvias,  que  á  su  turno  obedecen  á  la  marcha  del  sol.  Llue- 
ve cuando  ese  astro  está  cerca  de  la  equinoccial,  en  tanto  que  el 
cielo  se  conserva  despejado  cuando  se  aproxima  á  una  ü  otra  lí- 
nea tropical.  Por  esta  razón  dos  veces  al  año  las  nubes  lluviosas 
pasan  sobre  el  país,  que  en  tesis  general  debería  tener  dos  estacio- 
nes alternadas  de  lluvia  y  de  sequedad  :  verano  é  invierno.  Esto 
sucede,  en  efecto,  en  los  llanos,  donde  el  invierno  y  el  verano  se 
reparten  por  mitad  el  año  ;  'pero  se  modifica  en  las  cordilleras  y 
^n  las  selvas  amazónicas ;   allá   porque  resultan  dos  períodos  tri« 


37^  Nueva  Geografía  de  Colombu 


mestrales  lluviosos  separados  por  otros  dos  secos^  en  tanto  que  acá 
llueve  nueve  meses,  por  su  proximidad  á  la  equinoccial  y  por  la 
disposición  del  suelo.  Mas  debe  advertirse  que  esas  estaciones  uo 
son  tan  regulares  y  precisas  como  las  de  la  zona  templada. 

Por  causa  de  la  disposición  del  relieve  de  Colombia  las  lluvias 
más  copiosas  caen  sobre  los  dos  frentes  (E.  y  W.J  de  los  Andes  y 
también  sobre  la  Sierra  de  Santamarta.  En  todo  caso,  la  cantidad 
media  de  lluvia  que  en  el  año  recibe  Colombia,  supera  en  mucho  á 
la  que  cae  en  las  reg^iones  templadas  de  Europa,  si  se  exceptúa  la 
Goajira  ;  en  la  Sal/ana  ya  excede  de  un  metro  ;  pasa  de  dos  en  la 
Costa,  rebasa  los  tres  en  la  falda  oriental  de  Sumapaz  y  el  Caque- 
tá  y  la  Costa  W.  de  Panamá,  y  alcanza  las  cuatro  en  la  hoya  del 
Atrato.  Sólo  en  la  Goajira  no  pasa  de  0.50.  En  general,  la  capa 
media  de  lluvia  anual  puede  estimarse  igual  á  2  metros  para  todo 
el  país,  y  su  volumen  disminuye,  como  se  ve,  de  la  periferie  el 
centro. 

Esto  sentado,  Colombia,  por  lo  que  á  lluvias  hace,  divídese  ne- 
tamente en  tres  zonas :  la  en  que  llueve  siempre  ó  poco  menos,  que 
es  la  mayor  y  abarca  las  regiones  llanas  y  selvosas  del  W.  y  me- 
diodía ;  la  en  que  llueve  dos  veces  al  año  y  comprende  la  montaña, 
pero  en  la  que  el  fenómeno  es  más  regular  al  N.  que  al  S. ;  y  en  fin, 
las  llanuras  herbáceas,  en  las  que  con  mucha  exactitud  medio  ano 
llueve  sin  interrupción,  y  medio  año  escampa,  y  que  comprenden  la 
región  atlántica  y  el  Llano.  Como  esas  zonas  están  en  íntimo  contac- 
to y  los  vientos  pasan  á  veces  con  suma  facilidad  de  una  á  otra,pro- 
dúcense  alteraciones,  tanto  más  cuanto  una  simple  colina,  una  faja  de 
bosque,  bastan  para  detener  las  nubes,  de  donde  resulta  que  muchas 
veces  dos  porciones  de  suelo  vecinas  aparecen  distintamente  rega- 
das, y  al  contrario.  En  la  costa,  ó  sea  en  la  llanura  atlántica  y  en  el 
Llano,  llueve  de  Abril  ó  Mayo  á  Octubre  ó  Noviembre,  ó  sea  del 
equinoccio  de  primavera  al  de  otoño ;  en  Panamá  el  fácil  contacto 
^ntre  los  vientos  de  dos  mares  retrasa  la  estación  lluviosa  hasta  un 
mes,  pero  en  cambio  lo  prolonga  luego,  por  lo  cual  resulta  mucho 
más  larga  que  la  de  sequía.  En  las  montañas  las  dos  estaciones  se- 
cas principian  con  los  solsticios,  y  las  lluviosas  con  los  equinoccios, 
ó  sea  duran  90  días  cada  una,  salvo  en  los  valles  bajos  y  selvosos, 
donde  la  lluvia  se  hace  casi  permanente,  sobre  todo  si  se  avecinan 
al  del  Magdalena  central ;  puede  decirse  que  la  estación  aquí  es 
mixta,  pues  dura  nueve  meses,  porque  al  invierno  de  las  costas  se 
agrega  el  segundo  de  las  cordilleras.  Como  se  comprende,  en  tres 
meses  no  alcanza  á  secarse  ese  suelo,  y  de  ahí  lo  pantanoso  y  húme- 
do que  es.  La  estación  lluviosa  en  las  cordilleras  varía  un  poco,  como 
dijimos,  del  N.  al  S.,  pues  aun  cuando  sigue  al  sol  en  su  carrera,  al  S. 
está  entre  zonas  de  perpetua  lluvia,  de  donde  resulta  que  los  páramo^ 
al  N.  están  más  despejados  en  Septiembre  y  al  S.  en  Febrero.  Ad- 
viértase sí  que  con  frecuencia  en  los  páramos  se  invierten  las  esta- 
ciones, pues  durante  la  sequía  de  las  faldas,  las  nubes  que  origina 
el  trópico  son  relegadas  á  las  más  altas  cumbres,  donde  son  en- 
tonces frecuentes  las  tormentas,  granizadas  y  nevadas,  causa  de 
crecientes  de  los  ríos,  singulares  á  primera  vista ;  baja  entonces 
el  nivel  de  la  nieve,  y  es  más  peligroso  cruzar  los  páramos,  tanto 
por  el  frío  como  por  los  huracanes.  Al  contrario,  durante  la  época 


Nueva  Gbogbaf/a  oe  Colombia 


lluviosa  de  las  faldas,  las  mayores  cumbres  están  secas,  no  sufren 
temporales  y  su  frío  es  menos  intenso.  En  los  páramos  no  es  tanto 
el  frío  cuanto  el  influjo  de  un  viento  fuerte  y  destemplado,  y  de 
un  aire  nebuloso,  lo  que  los  hace  inhabitables ;  á  decir  verdad, 
en  estas  regiones  llueve  todo  el  año,  puesto  que  cuando  allí  hace 


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Golfo  de  Urabá 

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Cordillera  Oriental  (parte  N.) 
Cordillera  Oriental  (parte  S.) 
Cordillera  Oriental  (parte  E.) 

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Valles  del  Magdalena  Centra 

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Montañas  de  Antioquia 

... 

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Mesa  de  Tilquerres 

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§ 

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Atrato  (Alto  Chocó) 

t  Uirái— §  PiniMi  (íltTÍiiu) 

■  ■■  TlU|»IH» 

I=¡nviemo;  P=pr¡mavera;  E=est(o;  O=otono. 
Cuadro  linlélico  del  régimen  anual  úe  las  lluvias  en  Colombia 


verano,  no  faltan  lloviznas  causadas  por  los  pocos  vapores  que  hastA 
ellos  alcanzan,  principalmente  en  Enero  y  Febrero,  y  al  cruzarlos  es 
siempre  peligroso  hacer  ruido,  porqueéste  desequilibra  la  atmósfe- 
ra, el  aire  frío  vence  entonces  al  cálido  y  se  precipita  hacia  abajoy 
origina  la  tormenta.  En  general,  pues,  los  mayores  temporales  de  los 
[¿ramos  ocurren  en  Junio  y  Agosto ;  truena  más  en  Febrero,  Marzo 
y  Octubre ;  las  nubes  tempestuosas  corren  de  E.  á  W.,  ó  de  W.  á  E., 


37^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


á  partir  del  Mag^dalena;  los  más  recios  chubascos  caen  después  de 
las  2  p.  m.,  y,  aunque  fuertes,  duran  poco,  dejando  luego  sereno  el 
cielo.  Por  último,  las  cimas  que  sobresalen  mucho  sobre  el  suelo 
aledaño,  resultan  siempre  más  tormentosas,  tanto  más  cuanto  más 
altas  y  más  rodeadas  por  valles  cálidos  están,  á  la  vez  que  desvían 
los  vientos,  se  arrojan  de  unas  á  otras  las  nubes  y  causan  las  más 
singulares  perturbaciones.  En  el  Chccó  y  en  el  Darién  llueve  el 
año  entero,  sobre  todo  en  el  bajo,  á  donde  parece  se  concentrara  la 
humedad  del  Perií ;  pues  al  N.  hay  cambios  por  causa'de  los  alisios 
que  entran  por  el  golfo  de  Urabá.  En  Panamá  la  costa  norte  ex- 
puesta al  alisio  recibe  por  lo  menos  dos  veces  más  agua  que  la  del 
Sur,  que  se  vuelve  hacia  el  monzón.  En  el  Caquetá  sucede  otro  tan- 
to, bien  que  en  unas  zonas  llueve  más  que  en  otras,  ó  bien  el  verano 
y  el  invierno  se  diferencian  un  poco  más  por  la  cantidad  de  lluvia 
caída  en  esas  épocas ;  también  aquí  como  en  el  Magdalena  central 
hay,  pues,  una  combinación  de  las  estaciones,  lo  cual,  por  otra  parte, 
causa  ciertas  perturbaciones  en  el  alto  Magdalena.  En  general,  las 
comarcas  tórridas,  hdmedas,  selvosas,  del  Chocó  hasta  el  Ca- 
quetá, están  situadas  en  lo  que  se  llama  la  zona  de  las  Calmas,  es 
decir,  desprovistas  de  vientos,  por  lo  cual  la  grande  evaporación 
de  un  suelo  tan  hdmedo  no  es  alejada,  sino  que  se  acumula  en 
el  mismo  lugar  en  forma  de  negras  nubes  que  se  deshacen  en  llu- 
via cuando  el  sol  pasa  el  zenit,  la  que  terminada,  deja  campj  á  la 
evaporación  que,  al  ponerse  aquel  astro,  torna  á  caer  en  nuevos 
aguaceros,  casi  siempre  acompañados  por  fuertes  y  numerosas  des- 
cargas eléctricas,  y  sostenidos  muy  á  menudo  hasta  el  amanecer, 
repitiéndose  sin  cesar  el  mismo  si  cío,  que,  como  es  natural,  man- 
tiene atmósfera  hümeda  en  demasía ;  cuando  soplan  algunos  vien- 
tos, llegan  los  días  sin  lluvia,  entre  Noviembre  y  Marzo,  pocos  en 
él  Chocó,  más  numerosos  en  el  Caquetá.  En  los  valles  selvosos  y 
encerrados  pasa  algo  semejante,  por  cuanto  los  vapores  no  al- 
canzan á  salir  del  marco  de  la  cuenca,  caen  fundidos  en  la  misma, 
y  sostienen  excesiva  humedad,  causa  de  mayores  lluvias.  Al  con- 
trario, en  los  Llanos,  por  cuanto  son  regulares  los  vientos,  las  es- 
taciones son  siempre  marcadísimas :  llueve  seguido  de  Abril  á  Oc- 
tubre, ó  sea  con  un  mes  de  diferencia  sobre  la  costa  panameña, 
y  el  verano  real  ó  de  absoluta  sequedad  no  aparece  sino  en  Di- 
ciembre, Enero  y  Marzo,  pues  en  los  otros  meses  no  falta  algün 
aguacero,  así  como  en  el  invierno  alguna  interrupción  ó  veranito. 
En  la  costa  adántica  la  aislada  Sierra  Nevada  de  Santamaría, 
como  es  natural,  causa  ó  produce  condiciones  singulares'en  el  clima 
que  la  envuelve. 

Por  lo  demás,  como  en  todas  partes,  el  invierno  tiene  varia- 
ciones, pues  ora  los  aguaceros  son  torrenciales,  pero  sólo  de  al- 
gunas horas,  ora  menores  y  constantes  hasta  por  treinta  y  aun 
más  horas,  ya  á  modo  de  chaparrones  con  truenos  y  granizo ;  un 
día  llueve  por  la  mañana,  otro  por  la  tarde,  y  aun  hay  días  en 
que  no  cae  una  gota  de  agua.  Al  contrario,  en  el  verano  no  es 
raro  que  caigan  algunos  aguaceros,  aunque  menos  fuertes.  En  el 
máximum  del  invierno  realmente  tropical  6  de  seis  meses,  hay  una 
singular  interrupción  que  se  llama  verano  de  San  Juan  y  dura  al- 
gunos días  hacia  fines  de  Junio,  el  cual  interrumpe  en  las  cordille^ 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


373 


ras  las  gardas,  tan  destempladas  y  molestas  entonces ;  en  Diciem- 
bre, en  los  últimos  días,  hay  en  e'stas  otro  verano  llamado  de  San 
Martín,  y  por  último,  hacia  los  primeros  días  de  Febrero  caen  al- 
gunos aguaceros  que  se  llaman  de  la  Candelaria.  La  causa  de 
estas  anomalías  la  indicaremos  en  su  lugar. 

En  fin,  las  nieves  perpetuas,  contra  lo  que  han  escrito  muchos, 
ofrecen  en  Colombia  una  horizontal  casi  perfecta,  ya  que  en  sus 
extremos  está  á  4,560  ms.,  término  medio,  tanto  en  Chiles  y  Cum- 
bal  como  en  Santa  Marta,  muy  poco  menos  en  Chita  y  muy  poco 


8 


o 


i- 


8  8 

O °  SantatNarta 

o o  Chita 

o o  Ruíz 

o o  Tolima 

^ °  Barragán 


^ 

■^ 

c! 
H 

0 0  Huila 

0 

0 0  p„racé 

°    COCOTIUCOS 

0.0  Cumbal 

0.0  Chiles 

I 

Figura  147 — Diagrama  representativo  de  las  oscilaciones  anuales  del  nivel  infe» 

rior  de  las  nieves  en  los  nevados 


más  en  los  nevados  del  Quindío ;  casi  en  todos  hay  heleras,  las 
que  por  teVmino  medio  bajan  hasta  4,350,  quedando  más  altas  en 
Santamarta  y  más  bajas  en  el  Huila,  donde,  contando  desde  el 
pie  de  ellas,  la  nieve  mide  900  mts,  cuando  en  Chiles  sólo  muestra 
367,  en  Cumbal  339,  en  Puracé  300,  en  los  demás  Coconucos  240,  en 
Santa  Isabel  400,  en  el  Ruiz  740,  en  Herveo  870,  en  el  Tolima 


374  Nueva  Geografía  de  Colombia 


1,240,  en  Chita  900  y  en  Santamarta  800.  En  invierno  la  nieve 
Suele  bajar  hasta  3,goo  y  en  verano  retirarse  hasta  los  4,750,  lo 
cual  significa  que  la  nieve  oscila  unos  650  ms.,  bien  que  esto  es  en- 
teramente accidental ;  de  4,000  á  4,200  la  nieve  sólo  dura  días,  y 
de  4,200  á  4,400  algunas  semanas,  pero  hasta  los  3,800  ms.  los  tem- 
porales suelen  ser  de  nieve  más  que  de  agua.  De  lo  dicho  resulta 
que  en  invierno  nevan  en  Colombia  varias  cimas,  así  como  tam- 
bién que  se  ha  exagerado  mucho  la  altura  de  otras.  Los  ne- 
vados decrecen  sin  cesar,  á  juzgar  por  los  datos  recogidos,  y  con 
esto  ayudan  á  modificar  el  clima  ;  por  ejemplo,  antes  que  el  Puracé 
perdiese  200  ms.  de  nieve  por  hundimientos  de  su  copa,  los  vientos 
helados  dominaban  en  la  llanura  de  Cajibío,  en  la  que  se  cultivaban 
frutos  de  clima  frío  y  no  existían  serpientes  de  tierra  caliente;  pero 
después  de  ese  hundimiento  el  clima  subió  varios  grados,  hoy  allí 
no  se  da  el  laurel  de  cera,  y  pululan  aquellas  serpientes.  También 
á  Cartago  se  daba  temperatura  de  24^.5  al  principio  del  siglo  pa- 
sado, cuando  era  opinión  general  que  en  el  Quindío  había  más  topes 
nevados  y  éstos,  más  enlazados  entre  sí,  formaban  un  solo  todo  ; 
hoy  Cartago  tiene  28°,  y  esos  nevados,  menores  en  número,  es- 
tán perfectamente  separados  entre  sí,  salvo  los  días  de  tormenta, 
en  que  la  pampa  intermedia  se  cubre  con  10  á  20  es.  de  nieve  : 
¿  será  esto  por  derrumbes  de  las  nieves  ó  por  disminución  de  ni- 
vel ?  Lo  ignoramos.  Bueno  es  hacer  notar  que  en  muchos  lugares 
la  temperatura  se  ha  disminuido  á  sabiendas  en  las  publicaciones, 
creyendo  que  con  esto  se  alucina  á  los  extranjeros. 

Otro  elemento  necesario  para  la  perfecta  inteligencia  de  núes- 
tra  climatología  es  la  amplitud  de  la  variación  de  la  temperatura  al 
aire  libre,  pues  en  unos  lugares  es  casi  insensible  y  en  otros  presenta 
intensas  modificaciones.  En  las  altiplanicies^  por  ejemplo,  no  es  raro 
que  baje  á  0°  al  amanecer,  y  alcance  22  á  las  dos  de  la  tarde,  es 
decir,  que  presente  una  variación  de  22°  ;  en  Panamá  cuando  pasa 
de  30^  al  medio  día,  á  22  á  la  entrada  de  la  noche,  todos  se  que- 
jan del  repentino  cambio  del  tiempo  ;  en  Popayán  es  raro  que  la 
oscilación  exceda  de  3°  en  el  día.  A  este  respecto  tenemos,  pues, 
climas  consianiesy  climas  variables  y  climas  exíremos,  tanto  por  lo  que 
hace  al  día,  como  considerado  el  año  entero ;  en  este  último  caso 
suelen  encontrarse  oscilaciones  hasta  de  30°  á  la  sombra  y  de  50^ 
al  rayo  del  sol. 

Por  otra  parte,  la  enorme  diferencia  de  temperatura  entre  las 
cumbres  y  Tos. valles  ardientes,  á  veces  apenas  separados  por  es- 
carpadísimo muro,  hace  que  el  aire  frío  de  aquéllas  y  el  cálido  de 
éstos  baje  y  suba  por  las  estrechas  cañadas  con  violencia  tal,  que 
^cerca  de  la  cresta  adquiere  la  furia  de  huracán  que  imposibilita  el 
paso  en  ciertas  horas  y  quema  la  vegetación ;  en  crestas  más  ba- 
jas entre  dos  valles  ardientes  ó  en  los  corredores  montañosos,  ssn^ 
huracán  destroza  los  edificios  y  desarraiga  los  mayores  árboles. 
En  la  parte  baja  poco  se  siente  el  viento,  pero  el  aire  se  enfría  mu- 
cho y  reduce  de  noche  las  temperaturas,  á  veces  hasta  en  15®,  con 
mucha  frecuencia  en  10^,  lo  cual,  unido  á  las  aguas,  que  también 
Suelen  llegar  frías  ó  poco  menos,  produce  climas  malsanos  en  sumo 
grado.  Ese  cambio  tan  notable  de  temperatura  origina  abundan- 
tes rocíos  que  producen  espesa  neblina  que  ocupa  el  fondo  de  las 


Nueva  Geografía  de  Colombia  375 


depresiones  mientras  los  topes  surgen  limpios,  bañados  por  un  pá- 
lido sol.  A  medida  que  éste  se  levanta  sobre  el  horizonte,  también 
lo  hacen  las  nieblas,  lentamente,  hasta  llegar  antes  de  medio  día  á 
la  zona  templada,  dejando  así  despejado  el  fondo ;  pero  al  llegar 
el  astro  al  zenit,  obra  más  sobre  ellas  y,  ó  las  levanta  en  rápidos 
torbellinos,  ó  las  reúne  para  formar  las  nubes  de  tormenta ;  en 
verano,  cuando  el  sol  las  levanta,  producen  en  la  falda  tenue  lloviz- 
na ó  lluvia  corta,  que  se  llama  alzar  la  niebla  6  pasar  la  nube, 
pero  por  la  tarde  retoman  á  la  falda,  ó  bajan  á  beber  agua,  como 
aquí  se  dice.  Esas  nieblas  en  los  topes  parámosos,  cuando  el  sol 
los  calienta  hasta  los  23°  al  aire  libre,  originan  llovizna  que  hu- 
medece las  cumbres,  produce  ricas  mantas  de  gramíneas  y  fuen- 
tecillas  principio  de  los  ríos,  y  son  causa  de  su  clima  tan  destemplado 
y  variable.  De  lo  dicho  resulta  que  la  hora  mejor  para  cruzar  los 
páramos  es  la  de  la  mañana,  cuando  están  despejados  y  el  equili- 
brio del  aire  es  completo ;  después,  ese  equilibrio  se  hace  instable, 
y  por  las  nubes  que  los  envuelven,  aquí  se  les  llama  rucios.  Como  los 
corredores  montañosos  se  abren  de  N.  á  S.,  allá  hay  más  tierra 
caliente,  acá  forman  los  páramos  masa  más  compacta,  y  el  alisio 
del  NE.  encuentra  amplias  puertas,  por  lo  cual  el  viento  que  do- 
mina en  los  valles  montañosos  no  fríos  es  de  N.  á  S.,  ó  bien  de  E. 
á  W.,  <5  á  la  inversa,  según  sea  la  falda  con  respecto  á  la  vaguada 
ardiente,  de  ordinario  en  calma  al  medio  día. 

Por  lo  hasta  aquí  dicho,  puede  verse  que  el  clima  en  las  di- 
versas partes  del  país  tiene  cierta  igualdad  anua,  bastante  extrema 
en  las  partes  altas  y  bajas,  primaveral  en  la  media  ;  y  á  un  tiem- 
po y  por  sienpre  muestra  superpuestas  las  cuatro  estaciones  que 
el  año  hace  rodar  en  otras  latitudes.  Resumiendo  lo  que  an- 
tecede, tendremos :  las  elevadas  serranías  cubiertas,  en  escala  des- 
cendente, hasta  los  3,cxx),  por  nieves,  pajonales,  arbustos  sueltos  y 
algún  bosque,  constituyen  el  páramo,  en  general  escaso  en  vege- 
tación y  combatido  por  vientos  secos  cuya  influencia  llega  hasta  la 
llanura.  A  su  pie,  la  tierra  fría,  hasta  los  2,400  ms.,  se  compone  en 
general  de  grandes  montes  que  guardan  algunas  planicies,  valles 
selvosos,  aguas  vivas,  terrenos  fértiles,  cielo  á  menudo  claro  y  me- 
lancólico, todo  combatido  por  vientos  tan  impetuosos  como  fríos. 
Más  abajo,  hasta  los  1,000  ms.,  queda  la  región  templada,  fértil,  rica 
en  aguas  y  selvas,  á  veces  fría  á  la  sombra,  con  notables  variacio- 
nes en  la  temperatura  del  día  y  la  noche  y  cielo  con  frecuencia 
nebuloso,  sobre  todo  al  ponerse  el  sol,  cuando  las  nubes  se  aproxi- 
man al  suelo ;  la  temperatura  varía  tanto  menos  con  la  altitud 
cuanto  más  insensiblemente  cambia  ésta  y  menos  bosques  hay.  En 
fin,  la  región  caliente  en  que  la  vegetación  vigorosa  cubre  con 
manto  de  eterna  juventud  un  clima  ardiente,  mientras  el  cielo 
muestra  lejanos,  frecuentes  y  silenciosos  relámpagos,  permanece 
medio  año  cubierta  por  un  velo,  y  entonces,  aun  cuando  no  llueve, 
abundante  rocío  humedece  las  plantas ;  faltan  sí  las  praderas  de 
fresca  y  tierna  yerba  salpicada  de  flores. 

También  nuestros  climas  se  caracterizan  por  los  movimientos 
del  barómetro,  pequeños  pero  siempre  regulares,  horarios  é  imper- 
turbables, cualquiera  que  i>ea  la  altitud  del  lugar,  no  menos  que 
por  los  más  varios  del  termómetro  en  la  montaña;  por  vientos  que 


376  Nueva  Geografía  de  Colombia 


aunque  secos,  en  las  alturas  mantienen  la  frescura  y  el  verdor  de 
las  plantas,  merced  á  precipitaciones  de  la  humedad  que  provocan, 
y  en  la  parte  baja,  saturados  de  humedad  á  pesar  de  su  transpa- 
rencia, sostienen  la  vegetación,  de  otro  modo  imposible  en  regiones 
donde  falta  largo  tiempo  no  sólo  la  lluvia  sino  hasta  el  rocío,  bien 
que  en  éstas  la  sequedad  aumente  día  por  día,  como  en  la  Goajira, 
hoy  por  esto  casi  inhabitable  ;  de  ordinario  las  nubes  más  bajas 
están  á  1,200  ms.  y  causan  las  densas  nieblas  que  envuelven  esa 
zona  parte  del  año,  y  las  más  altas  y  espesas  á  3,300,  bien  que  va- 
pores leves  llamados  carneros  rebasen  la  altura  de  los  nevados, 
en  los  que  el  higrometro  marca  25°  cuando  llega  á  100  en  las 
selvas  húmedas  del  Chocó-Caquetá,  siendo  aquellos  carneros  los 
que  dan  las  partículas  que  reflejan  la  luz  solar  y  orlan  á  media 
noche,  con  pálido  resplandor,  el  tope  de  las  cordilleías,  como  bri- 
lla de  lejos  la  atmósfera  de  una  ciudad  iluminada  por  la  electrici- 
dad. Este  fluido  abunda  en  el  remate  de  la  zona  templada,  como 
es  natural,  por  la  lucha  del  calor  y  el  frío  y  el  roce  de  los  fuertes 
y  encontrados  vientos ;  allí  sus  explosiones  son  más  violentas  y  fre- 
cuentes, sobre  todo  al  pie  de  las  cimas  nevadas  que  surgen  casi  ro- 
deadas por  valles  cálidos ;  en  la  zona  fría  son  menos  frecuentes  y 
periódicas,  pero  se  forma  mucho  granizo,  principalmente  en  los 
páramos,  por  cuanto  allí  hay  casi  siempre  electricidad  negativa, 
la  que  no  se  halla  sino  corto  tiempo  abajo  de  los  1,000.  En  la  re- 
gión polar  ó  de  los  nevados,  el  granizo  cae  sin  tronadas,  con  nie- 
ve, aun  en  mitad  de  la  noche,  pero  los  rayos  son  muy  raros.  En  fin, 
en  los  grandes  valles,  principalmente  en  los  murados  por  altas  cres- 
tas, las  tempestades  son  constantes  y  frecuentemente  ocurren  entre 
el  anochecer  y  la  media  noche,  sobre  todo  en  ésta,  y  las  tormentas, 
de  ordinario  periódicas,  estallan  dos  horas  después  de  culminar  el  sol, 
cuando  el  fluido  se  acumula  en  las  primeras  nubes,  es  mayor  el  ca- 
lor y  casi  mínima  la  marea  barométrica,  por  lo  cual  nuestro  gran 
río  bien  merece  el  dictado  de  padre  de  las  tempestades.  Por  último,  to- 
dos los  demás  fenómenos  meteorológicos  tienen  aquí  cualidades  pro- 
pias, como  sucede  con  el  azul  del  cielo,  más  intenso  en  las  gran- 
des alturas,  á  la  inversa  de  la  refracción  horizontal  y  de  la  luz,  que 
en  ciertas  zonas  bajas  adquiere  brillo  y  transparencia  impondera- 
ble, que  si  auxilia  á  la  vegetación  por  darle  mayor  desarrollo,  fa- 
tiga el  ojo  y  los  nervios,  y  hace  más  simpáticos  los  más  velados 
paisajes  de  las  altiplanicies  frías,  á  pesar  de  su  carácter  melancólico  *. 
Conviene  ahora  tratar  de  la  nosografía  en  general,  antes  de 
precisar  algunos  datos  climatéricos  sobre  cada  una  de  las  porcio- 
nes en  que  hemos  dividido  el  país.  También  en  este  punto  la  alti- 
tud, así  como  agrupa  los  productos  de  los  diversos  climas,  agrupa 
las  enfermedades  de  todas  las  zonas,  con  el  ítem  de  haber  algunas 


•  meteorología  comparada  de  algunas  poblaciones 

Altura    Presión  del  aire  Tero p.  media  Lluvia  media 

Honda    208™'-        74*™-  27O7  im.820 

Ibagoé 1-323              658  2i°8  im.426 

Mcdcllín 1.508              639  20°5  ini.377 

Bogotá 2.645              562  14^5  im.105 

Túqucrres 3.107              529  13°  i™'2io 


Nueva  Geografía  de  Colombia  377 


que  se  hallan  á  todas  las  alturas,  y  otras  que  son  en  cierto  modo  ca- 
racterísticas de  nuestro  suelo,  ora  por  la  ardiente  temperatura  de  la 
reg-ión  baja,  ora  por  las  repentinas  transiciones  del  aire  en  las  altas 
cumbres.  A  este  respecto,  el  país  en  su  patología  ofrece  no  menos 
vicisitudes  que  la  historia  de  sus  hijos,  pero  sin  mejorar  en  definiti- 
va ;  á  las  enfermedades  nativas  del  terreno  se  juntan  hoy  las  exó- 
ticas, tanto  más  aprisa  aclimatadas  y  aun  complicadas  con  otras, 
cuanto  menor  ó  nulo  fue  el  esfuerzo  hecho  para  impedir  esa  inva- 
sión ó  siquiera  retardarla :  precisa  ha  sido  la  bondad  general  del 
clima  para  que  la  población  haya  podido  aumentarse,  más  ó  me- 
nos bien  ó  mal,  en  todas  sus  regiones. 

En  la  tierra  caliente,  á  menos  de  1,000,  sea  costa,  valle  ó  lla- 
nura, cuando  el  suelo  no  es  barrido  por  vientos  continuos,  á  causa 
de  la  humedad  impera  sin  rival  el  paludismo  (ó  anemia  ó  mala- 
ria), que  no  respeta  raza  ni  edad,  es  el  grande  obstáculo  que  se 
opone  á  la  inmigración  y  mejora  de  esas  fértiles  regiones,  y  rige 
no  sólo  la  vida  del  individuo  sino  también  el  modo  de  ser  de  la  lo- 
calidad queiiabita.  A  semejante  azote  se  une  hoy  el  de  enfermeda- 
des venidas  del  viejo  mundo,  y  el  de  la  fiebres  amarillas  y  biliosa 
remitente,  endémica  ésta,  esporádica  aquélla,  lo  mismo  que  otras  de 
tal  clima.  Las  fiebres  intermitentes  son  comunes  al  entrar  el  verano, 
y  las  éticas  hacen  estragos,  no  sólo  á  causa  de  lo  ardiente  del  clima, 
que  agota  al  individuo,  sino  también  por  la  vida  fácil  y  la  sífilis  que 
esto  ocasiona  ó  generaliza  más  y  más ;  en  algunos  lugares  causa  ho- 
rror el  punto  á  que  esto  ha  llegado.  En  los  parajes  cálidos  batidos 
por  el  aire  de  los  nevados  son  muy  frecuentes  la  tisis  y  demás  afec- 
ciones graves  del  pulmón.  Debemos  nombrar  también  la  hiperhe- 
mia  intertropical,  que  tanto  perjudica  á  los  ojos ;  las  diarreas,  la 
hepatitis,  hipertrofia  del  hígado  y  el  bazo ;  los  exantemas  febriles, 
las  epidemias  de  erisipela,  la  hemaluria  chylosa ;  las  mordeduras 
de  animales  ponzoñosos,  la  tenia ;  la  linfangitis  perniciosa,  pro- 
bablemente palustre,  que  ora  se  parece  al  reumatismo  articular, 
ora  á  la  erisipela  ambulante,  y  termina  por  supuración  ;  el  beribe- 
ri,  contagioso,  que  á  veces  alcanza  á  ser  epidemia ;  las  ulceras  re- 
beldes y  escrofulosas ;  las  fiebres  eruptivas,  la  caquexia  palus- 
tre, el  cólera,  por  fortuna  muy  raro,  y  la  común  y  peligrosísima 
insolación.  En  general,  puede  decirse  que  las  enfermedades  de 
esta  zona  son  producto  ó  consecuencia  de  una  intoxicación.  De 
ordinario  parece  que  existe  cierta  atracción  entre  el  paludismo 
y  la  disentería  que  abunda  sí  más  en  las  regiones  altas,  como  si  fue- 
ra el  paludismo  de  la  región  fría.  La  raza  negra  de  la  región  cáli- 
da sufre  especialmente  la  forunculosis,  la  eczema,  la  psoriasis,  que 
es  la  lepra  de  ella,  la  cloasma,  el  beriberi,  la  elefantíasis  de  los 
miembros  inferiores  y  del  escrotum,  especialmente  el  áinhum,  y, 
si  bien  resiste  mejor  el  paludismo,  la  sífilis  la  devora  con  increí- 
ble fuerza.  Hasta  enfermedades  que  al  parecer  sólo  deben  ha- 
llarse en  la  región  fría,  se  presentan  aquí  en  la  cálida,  como  la 
gripa,  la  bronquitis,  la  tuberculosis.  La  viruela,  esporádica,  há- 
llasela en  todas  partes,  pero  si  causa  más  estragos  en  esta  zona, 
de  la  cual  es  exclusivo  el  carate,  contagiosa  cuanto  repugnante 
enfermedad  que  presenta  varios  tipos,  ataca  en  especial  á  la  gente 

Nueva  Geografía  de  Colomhia  tomo  1-25 


37^  Nueva  Geografía  de  Colohbu 


mal  vestida  y  mal  alimentada  y  sujeta  á  rudas  labores,  cuya  piel 
convierte  en  escamas  de  camaleón ;  de  preferencia  se  desarrolla  en 
los  suelos  secos,  silíceos  y  feldespáticos,  y  en  el  Valle  de  Upar  lo 
atribuyen  á  picaduras  de  un  mosquito  especial.  El  tétanos  y  el  cán- 
cer, relativamente  raros  en  tierra  fría,  son  frecuentes  en  tierra  ca- 
liente, por  lo  cual  spn  allí  muy  pelig^rosas  las  más  leves  heridas,  so- 
bre todo  en  el  Valle  del  Cauca,  donde  es  tan  común  el  segundo,  que 
la  g-ente  lo  mira  como  contagioso.  En  el  Llano  figura  además  una 
ulceración  que  empieza  como  botones  de  Biskra,  pequeñas  indu- 
raciones cutáneas,  y  que  repite  después  de  la  curación.  Tanto  de 
la  tierra  caliente  como  de  la  fría  son  el  coto  (bocio),  sobre  todo 
de  la  templada,  terrible  enfermedad  que  embrutece  la  raza  hu- 
mana y  que  proviene  del  uso  de  malas  aguas.  En  fin,  la  más  espan- 
tosa de  las  enfermedades,  la  elefantíasis  de  los  griegos,  extiende  su 
lúgubre  manto  sobre  todo  el  país,  por  falta  de  cuidado  y  de  laza- 
retos ;  le  hemos  observado  marcado  antagonismo  con  el  carate,  se 
desarrolla  principalmente  en  los  suelos  calcáreos,  y  por  error,  el  pue- 
blo cree  la  causa  el  más  ligero  enfriamiento  repentino  del  cuerpo, 
en  especial  si  se  deriva  de  bebidas  agridulces  frescas.  Lo  dicho  pu- 
diera hacer  formar  juicio  desfavorable  de  las  tierras  cálidas,  que 
tanto  se  han  desacreditado  contra  toda  verdad ;  pero  no :  á  la  sin- 
cera enunciación  de  sus  inconvenientes  debe  seguir  lo  que  son  en 
la  práctica :  tiempo  hace  que  ellí  no  hay  grandes  epidemias  de  nin- 
guna especie ;  la  mayor  parte  de  los  colombianos  residen  en  ellas, 
aumentándose  su  número  sin  cesar,  salvo  muy  contados  puntos  en 
los  que  la  población  está  casi  estacionaria,  y  esto  á  pesar  de  la  nin- 
guna higiene  del  pueblo,  de  su  falta  de  recursos  y  auxilios  médi- 
cos, de  los  desmontes  y  de  la  explotación  de  selvas  y  minas.  De  lo 
dicho  se  deduce  que  es  la  gente  pobre  la  que  sufre  más  y  la  que 
por  sus  tareas  está  más  expuesta  á  las  picaduras  de  insectos  y  ali- 
mañas, lo  cual  explica  también  su  costumbre  de  no  recorrer  el 
campo  sino  en  las  horas  de  luz. 

Por  causas  enteramente  geológicas,  algunos  sitios  como  Car- 
tagena, la  hoya  del  Rionegro,  &c.,  presentan  enfermedades  es- 
peciales al  par  que  singulares.  La  tala  del  bosque,  la  desecación 
de  los  pantanos,  el  cultivo  del  terreno,  mejorará  día  por  día  esta 
zona,  como  lo  demuestra  la  experiencia,  ya  que  hasta  en  sitios  mal 
reputados  se  encuentran  personas  octogenarias  y  aun  centenarias. 
Como  en  la  época  del  descubrimiento,  nuestro  suelo,  por  razones 
obvias,  era  más  sano  y  sostenía  una  raza  de  seguro  aclimatada, 
los  mestizos  á  que  ella  dio  origen,  son,  junto  con  los  derivados  de 
k  raza  negra,  la  esperanza  de  la  Patria  para  vencer  los  inconve- 
nientes de  esta  zona,  la  que  ese  día  por  su  aluviones,  únicos  en  fe- 
racidad, sustentará  un  pueblo  de  los  más  opulentos  del  globo.  Re- 
sumiendo, tendremos  que  en  verdad  no  son  malsanos  sino  los  sitios 
privados  de  ventilación,  sobre  todo  si  son  valles  hondos,  á  causa  de 
la  intensidad  de  miasmas  que  produce  la  temperatura  cuando  llega  á 
24°,  por  reflexión  del  calórico  radiante.  También  en  los  valles  sujetos 
á  periódica  inundación  del  bosque,  el  paludismo  alcanza  proporcio- 
nes colosales  ;  en  cambio,  en  las  costas  y  playones  sin  manglares  ni 
mezcla  estancada  de  aguas  dulces  y  saladas  y  batidos  por  la  brisa, 
el  clima  es  sano,  absolutamente  sano.  Por  desgracia,  el  más  eficaz 


Nueva  Geografía  de  Colombia  379 


de  los  medios  para  combatir  la  intoxicación  palúdica,  el  uso  de 
los  sanaiorium,  es  aquí  del  todo  desconocido  ó  desusado  por  el  pue- 
blo, si  no  es  en  pequeña  escala,  ó  sea  en  los  suelos  en  que  la  inun- 
dación periódica  le  obliga  á  ser  trashumante  ó  poco  menos. 


M  («> 


aElefantiasis  griega 


> 
.Sífilis  "     "  \ 

-Tifo 


-Disentería 
-Hepatitis 
Viruela 


■Tuberculosis 

-Bocio 

■Afecciones  cardíacas 

■Neuralgias 

■Reumatismo 

"Afecciones  pulmonares 

Paludismo 

Fiebres  peroiciosai 

Berlberi 

Insolación 

FiCmparamam  lento 

-Baquitismo 

'Oftalmías 


O  H  3  S 

5-.  g  o  p 

§•  -S.  3 

p  O 

o 


Figura  148 — Diagrama  indicativo  del  escalonamiento  altimétrico  de  las  princi- 
pales enfermedades 

I 

En  la  región  fría  la  nosografía  cambia  de  aspecto:  el  paludis-  ' 
mo  y  la  fiebre  amarila,ó  no  existen  ó  no  revisten  gravedad  mayor;  • 
la  viruela  fue  más  perniciosa,  pero  retroceden  sus  estragos  ante  la 
vacunación  cada  día  más  general,  pero  aún,  por  desgracia,  no 
obligatoria.  La  gran  epidemia  de  esta  zona  es  el  tifus  (que  en  la 
cálida  pasa  inadvertido  entre  hermanos  más  crecidos),  y  la  tifoi- 
dea es,  puede  decirse,  endémica.  Hállanse  el  reumatismo  agudo 
y  sobreagudo ;   las  sífilis,   tan  desarrollada  en  las  ciudades  como 
en  la  zona  cálida,  por  falta  de  disposiciones  legales  ;  las  afecciones  . 
agudas,  simples  y  complicadas  del  pulmón  (las  más  mortíferas , en 
el  ejército)  ;  la  bronquitis  y  las  demás  conocidas  de  las  vías  respira-  ' 
lorias,  sobre  todo  las  crónicas,  seguidas  de  complicaciones  cardía- 
cas ;  las  afecciones  del  aparato  digestivo   (diarreas,  disenterías, 
catarros,  &c.)  ;  las  del  corazón  y,  sobre  todo,  las  del  hígado,  prin- 
cipalmente la  supuración.  También  abundan   el  raquitismo  y  la  ' 
sordomudez,  si  el  clima  es  muy  húmedo ;  á  veces  la  caída  de 
los  dientes ;  la  verruga  ó  pirexia,  con  erupción  de  extensión  varia  , 
y  distinta  forma,  contagiosa,  de  mal  carácter  ;  los  epiteliomas  del 
rostro,  lentísimos  en  su  crecimiento,  pero  que  reaparecen  después 
de  cortados ;  las  afecciones  puerperales  y  la  coqueluche,  que  ha« 
cen  estragos  en  madres  y  niños ;  la  dematosis ;  la  fiebre  eruptiva 


38o 


KuEVA  Geograf/a  de  Colombia 


ZONAS 


Casatiire,  Alto 

—  medio 

—  bajo 

San  J^artln  (centro)... 
Coqueta.  Alto 

—  centro 

—  ba|o  (AntzoiiM'.. 
Goajira.  Ba]a 

—  alta 

El  Catatumho  (bajo) 

—  Ocaña.... 

—  Cúcuta..., 

—  Páramos. 

la  Costa 


Valle  de  Upar... 

Tierra  adentro 

Montes  de  María... 

Sabanas 

Sinú...         

MagdaUíta  central. 

El  Tolima  (bajo)... 

^        (aíto)... 


Mesa  oriental 

Cuenca  de  Labateca. 

Páramos 

Ca^ón  del  Sube 

Guanentá-Jeridas 

Tundama. 

Valles  laterales.     ... 

La  Sabana  


TERMüMETRIA 


Mesa  occidental 

Antioquia  (Santa  Rosa) 

—  cZara^rosa)... 

—  mesa 

—  C'iñón     . 

Cauca  (valle) 

Pupayán  (valle     

Palia  tbaju) 

—  (sito) 

Túquclres 

Chocó.  (Alto  valle) 

—  (Alta  mes  i) 

—  bajo 

Pamtíttá  (Norte) 

—  ".  (v^hiriquí)... 

—  (LXirién) 


250 

30 

33 

37 

27 

3' 
27 

31 
27 
32 
24 


31 
29 


28 
31 

2Q 
26 


17 

5 
28 

22 
14-16 
8á3i 

14 


12 

29 

[2-22 
26-18 
22-29 

19 
29 

20 

10 

30 
29 

27 
26 

30 


VERANO 


Tenpentnnii^ 
lócala 


I    I 


I 

s     ja 


62° 

57 

57 
42 
67 


25 


3t° 

31 

37 
30 
35 

38 

32 
5 


50     35 


20 
32 


36 


35 
30 


21 


50 

25 
42 


35 

31 
32 

38 
10 


S 


2(P 

23 
24 

24 
28 

20 

20 


27 


O 
20 


30 
20 
20 

32 

S 


18 


38° 


38 


26 


S8-40 
38-40 


38 


9 
38 


25 


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90 


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Cuadro  sintético  de  la  termometría  colombiana 


Nueva  Geografía  de  G>lombia  381 


y  el  mal  de  San  Antón  (lepra).  En  los  páramos  priman  las  of- 
talmíaSy  las  afecciones  del  pecho  y  el  etnparamnmiento.  En  toda  la 
zona  fría  abundan  las  afecciones  nerviosas,  principalmente  las 
neuralgias ;  y,  por  ultimo,  señalaremos  la  más  grave  de  todds,  Ja 
tisis  mesentérica,  que  junto  con  la  clorosis,  ambas  muy  comunes, 
producto  ésta  de  un  aire  pobre  en  oxígeno,  causan  verdaderos  és- 
tragos.  En  resumen,  la  zona  frfa,  si  es  sana  y  á  la  inmigración 
ofrece  magnífico  lote,  su  aire  pobre,  por  dilatación,  alimenta  uña 
raza  poco  fuerte  para  el  trabajo,  de  donde  que  resulte  mayor  llt 
longevidad  media  en  la  tierra  caliente. 

Ahora,  concluidas  las  premisas,  consideremos  á  la  ligera  las 
diversas  regiones  en  que  climatéricamente  puede  dividirse  el  pafs  : 
al  NW.  tenemos  el  himo^  que  sin  el  Darién,  ofrece  clima  esencial- 
mente marítimo ;  al  W.  el  Chocó  con  el  Darién  ;  á  la  I.  del  Magda- 
lena  la  Mesa  Andina  (central  izquierda),  que  comprende  á  Túque- 
rres.  Pasto,  Almaguer,  Popayán,  Valle  del  Cauca,  caiíón  del  mis- 
mo  y  Mesas  de  Antioquia  y  Chocó ;  á  la  D.  del  mismo  la  Mesa 
Granadina  (central  derecha),  que  comprende  á  Fusagasugá,  Rione^ 
gro.  Muzo,  Cáqueza,  Tenza,  Bogotá,  Tunja,  Socorro,  Chita,  Soto, 
Ocaña,  Pamplona  y  Cdcuta  ;  la  regiim  atlánticay  al  N.,  con  el  Sinú, 
María,  Santamarta,  Valle  de  Upar,  Goajira  y  Maracaibo ;  el  Ca^ 
quetá  al  SE.,  y  el  llano  al  E.  Como  se  comprende,  esta  división  no 
es  absolutamente  precisa,  ya  que  el  clima  á  veces  varía  de  una  á 
otra  sin  transición  repentina,  y  que  en  ellas  mútiples  circunstancias 
locales  engendran  como  climas  particulares,  por  así  decir,  dentro 
de  los  generales. 

i.°  Casanare-San  Martin  (Los  Llanos).  Integramente  pertenecen 
á  la  zona  tórrida,  con  el  año  por  mitad  repartido  en  estaciones  seca 
y  lluviosa.  Al  pie  de  la  serranía  el  clima  es  esencialmente  anor- 
mal, por  refrescarlo  con  exceso,  á  la  madrugada,  los  vientos  fríos 
que  descienden  de  las  cimas  nevadas.  En  el  centro  de  la  llanura 
poco  baja  el  termómetro  á  media  noche ;  pero  en  cambio,  á  medio 
día  en  verano  hasta  se  duplica  la  temperatura  al  rayo  del  sol  (62^), 
lo  que  mata  á  los  extraños  que  afrontan  ese  calor  sin  grandes  pre- 
cauciones. Entonces,  á  la  excesiva  sequedad  del  aire  (56®)  se 
agrega  el  humo  del  incendio  de  los  pajonales,  lo  que  hace  casi 
irrespirable  esa  atmósfera  de  fuego.  En  las  mesas,  menos  húme- 
das y  mejor  ventiladas,  y  por  consiguiente  en  San  Martín,  el  cHma 
es  relativamente  sano  y  fresco.  La  mayor  temperatura  media  en  la 
llanura,  la  de  35^,  está  fuera  de  Colombia,  en  Caicara,  que  es  el 
infíemo  de  la  región. 

La  estación  seca  abarca  de  Diciembre  á  Marzo,  época  en  que 
el  cielo  permanece  despejado,  no  se  oye  un  trueno  y  soplan  las 
brisas  del  NE.  y  ENE.,  violentas  á  medio  día,  nulas  durante  la  no- 
che, y  que  en  vez  de  refrescar,  aumentan  el  bochorno  con  sus 
bocanadas  de  fuego.  Las  lluvias  principian  en  Abril,  tienen  dos 
máximos  en  Julio  y  Noviembre,  y  un  mínimum  hacia  Septiembre. 
La  máxima  inundación,  por'desbiorde  de  los  ríos,  acaece  en  Agos- 
to. Las  sabanas  dan  paso  peligroso  en  Junio  y  Diciembre  j  en  Ene* 
ro  ya  está  enjuta  1^  llanura. 


382  Nueva  Geografía  de  Colombia 


2.®  Caqueid  (Amazonia). — Caracteriza  el  clima  de  esta  zona 
una  excesiva  humedad ;  de  ordinario  el  cielo  se  muestra  nebuloso,  y 
Gon  frecuencia  caen  chaparrones  en  el  verano.  Como  en  el  Llano, 
la  temperatura  del  medio  día,  al  sol,  es  irresistible.  La  porción 
más  fresca  y  sana  es  el  valle  mismo  del  Amazonas,  frecuentemente 
velado  por  densa  bruma  en  la  mañana ;  la  zona  más  ardiente  y 
malsana  está  en  la  parte  central  de  la  hoya  del  río  Caquetá  (37°), 
donde  es  fama  enferma  todo  el  que  en  ella  permanece  algfunos 
días ;  mejor  clima  se  encuentra  sobre  el  Putumayo  y  el  Uaupes. 
Las  lluvias  son  casi  continuas  de  Abril  á  Septiembre,  con  máxi- 
mum  en  Junio ;  en  verano  llueve  con  frecuencia,  especialmente  en 
Diciembre. 

3.°  El  Chocó. — Esta  regfión,  sobre  todo  en  su  parte  alta,  es  única 
4)or  su  clima  en  el  Nuevo  Mundo.  En  la  porción  central  de  la  parte 
alta  se  mantiene  el  termómetro  á  30°,  en  tanto  que  en  la  baja  y 
donde  llegfan  las  brisas  del  mar  sólo  sube  á  27° ;  en  la  mesa,  en  los 
valles  altos  y  en  los  trozos  máximos  de  Baudó,  apenas  alcanza  á  21^. 
De  ordinario  el  clima  se  refresca  á  la  madrugada  con  la  brisa  de 
,1a  montaña.  Lo  característico  del  clima  del  Chocó  (como  en  el  Ca- 
quetá) es  la  humedad,  puesto  que  en  lo  más  fuerte  de  lo  que  pue- 
de llamarse  estación  seca,  el  hidrómetro  marca  90®,  y  por  lo  tanto 
allí  se  vive  en  un  perenne  baño  de  vapor  que  humedece  la  ropa  y 
debilita  el  organismo.  En  invierno,  de  los  ríos,  lagunas  y  pantanos 
se  ven  salir  nubes  de  vapores  que  el  viento  empuja  contra  la  cor- 
dillera, y  luego,  tras  un  momento  de  calma  sufocante,  se  desatan 
en  lluvia  cuando  el  sol  pasa  por  el  cénit,  para  reproducirse  el  fe- 
nómeno en  la  tarde  y  provocar  un  segundo  aguacero,  que  de  or- 
dinario dura  hasta  la  madrugada.  Por  lo  común  llueve  menos  en 
Enero  y  Febrero,  y  más  de  Noviembre  á  Mayo  en  la  cordillera,  y 
de  Marzo  á  Junio  en  las  partes  bajas.  En  los  contornos  del  golfo 
de  Urabá,  merced  á  la  acción  del  alisio,  hay  verano  real  de  Enero 
á  Marzo. 

4.°  La  región  atlántica,  por  su  área  considerable,  comprende 
porciones  en  las  cuales  el  clima  presenta  sus  diferencias.  El  Sinú  se 
asemeja  en  algo  á  la  hoya  del  Atrato,  y  es  zona  de  enlace  entre 
ésta  y  los  Montes  de  María.  Al  otro  extremo  (el  del  E.)  se  tiende 
la  península  Goajira^  árida,  inculta,  donde  el  viento  levanta  remoli- 
nos de  arena  por  ser  en  extremo  seca,  pues  apenas  caen  algunos 
aguaceros  de  Septiembre  á  Noviembre,  y  al  rayo  del  sol  sube 
el  termómetro  á  67°.  En  puridad  de  verdad,  respecto  de  clima 
la  Goajira  es  una  porción  de  las  fronterizas  y  venezolanas  tie- 
rras de  Coro,  con  las  cuales  constituye  un  grupo  especial,  del  todo 
diferente  de  los  circunvecinos.  En  la  cuenca  de  Maracaibo^  que 
demora  al  S.  de  la  anterior,  ya  el  invierno  dura  de  Mayo  á  Octu- 
bre, sin  que  falten  aguaceros  en  el  resto  del  año,  en  especial  hacia 
la  confluencia  del  Zulia  y  el  Catatumbo,  por  lo  húmedo  del  suelo 
y  por  las  grandes  masas  de  vapores  que  produce  el  lago,  verdade- 
ro polo  de  atracción  atmosférica,  y  que  el  alisio  empuja  hacia  las 
selvas  del  mediodía,  en  las  que  por  la  noche  cruza  el  aire  luz  fatua 
á  modo  de  fanal  que  á  intervalos  ilumina  el  paisaje.  A  juzgar  por 
los  datos  recogidos,  es  también  aquí  donde  se  verifica  la  mayor 
precipitación  húmeda  de  América,  como  que  excede  de  5  metros. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  383 


por  lo  cual  la  comarca  es  un  verdadero  sunderbund,  gran  labora- 
torio de  miasmas  y  donde  á  la  vez  se  halla  una  de  las  porciones 
menos  sanas  del  país.  En  los  anchos  valles  que  se  abren  sobre  esa 
selva  (Cücuta,  Ocaña),  hay  puntos  donde  es  común  ver  el  terríió- 
metro  á  38°  á  la  sombra,  y  bajar  hasta  18°  al  amanecer.  Más 
arriba,  en  los  valles  de  la  serranía,  el  clima  es  delicioso  pero  ener- 
vante. En  fin,  en  las  cimas  de  las  cordilleras  del  marco  de  la  cuen- 
ca se  hallan  quizá  los  páramos  más  bravos  del  país,  de  ordinario 
lluviosos  y  eng-endradores  de  frecuentes  y  fortísimas  tormentas. 
Desde  el  punto  de  vista  higrométrico,  Cücuta  es  una  excepción 
inexplicable,  pues  forma  una  mancha  de  aspecto  goajiro  donde  la 
lluvia  no  alcanza  á  2  ms.  en  el  año. 

El  Vahe  de  Upar,  6  sea  el  cañón  abierto  entre  la  Sierra  Neva- 
da de  Santamarta  y  los  Andes,  tiene  un  clima  muy  análogo  al  de 
Casanare,  y  como  al  ardiente  sol  del  medio  día  siguen  las  fres- 
cas brisas  que  en  la  tarde  bajan  de  la  nevada,  el  clima  es  nocivo 
para  el  pecho.  Hacia  el  Sur,  ó  sea  sobre  la  laguna  de  Zapatosa, 
suele  reinar  una  calma  sufocante.  Las  lluvias  caen  de  Abril  á  Octu- 
bre, y  por  la  putrefacción  de  los  vegetales  en  el  plato  de  Zapatosa, 
con  el  principio  del  verano  aparecen,  como  en  todo  el  país,  las  lla- 
madas calenturas  de  Navidad.  En  esta  región  se  producen  igual- 
mente  las  fiebres  de  Chiriguaná,  miradas  como  la  ultramanifesta- 
ción  del  paludismo  en  Colombia. 

En  las  llanuras  de  Bolívar,  por  las  condiciones  geográficas  y 
topográficas  de  la  comarca,  en  realidad,  como  en  el  Llano,  llueve 
seis  meses  en  el  año ;  con  todo,  hacia  fines  de  Junio,  el  veranito 
llamado  de  San  Juan,  á  veces  bastante  prolongado,  separa  mejor 
las  dos  estaciones  lluviosas  trimestrales,  que  en  caso  contrario  se 
confunden  en  una.  En  los  valles  cálidos  y  montuosos  de  la  parte 
alta  de  los  ríos  San  Jorge  y  Sinú,  el  invierno  suele  durar  hasta 
nueve  meses.  En  las  llanuras  bajas,  muy  húmedas,  especialmente 
reinan  las  fiebres  palúdicas  en  Septiembre  y  Octubre.  En  las  lo- 
mas arenáceas  de  la  comarca,  en  verano,  el  calor  suele  hacerse 
insoportable  aun  para  los  naturales  de  ellas.  Hacia  las  costas  del 
Norte  suelen  caer  unas  lluvias  llamadas  nories,  que  no  pasan  del 
litoral,  y  ocurren  particularmente  en  Noviembre  y  Diciembre.  En 
las  lomas  de  María  y  de  Tubará  es  notable  el  frío  de  la  noche,  y 
abundantísima  la  niebla  de  la  madrugada. 

Cuanto  al  valle  mismo  del  bajo  Magdalena,  donde  llueve  en 
los  meses  de  Abril  á  Diciembre,  las  barrancas  altas  del  río  son 
sanas  y  las  refresca  la  brisa  de  éste,  análoga  al  terral  de  la 
Costa ;  no  sucede  lo  mismo  en  las  fajas  pantanosas  que  median  en- 
tre ellas  y  las  sabanas  altas.  El  río  crece  un  poco  en  Mayo-Ju- 
nio, y  mucho  más  en  Septiembre-Diciembre,  tomándose  peligro- 
sa su  navegación  para  las  barcas  cuando  soplan  los  temporales 
huracanados  del  Sinú,  que  se  presentan  en  especial  en  Agosto,  mes 
casi  de  verano  en  Chiriguaná.  En  el  bajo  Cauca  los  vientos  húmedos 
del  Sur  producen  molestísimas  lloviznas.  Aquí,  en  invierno  el  cielo 
se  matiene  bromizo,  lo  que  no  sucede  en  las  sabanas  altas,  y  la 
inundación  remeda  á  Casanare,  con  su  quieta  y  extensísima  lagu- 
na. En  el  Magdalena  central  es  más  largo  y  fuerte  el  invierno, 
como  c|ue  es  una  zona  de  transición  en  la  qjue  no  escampa  sino  d^ 


384  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Diciembre  á  F*ebrero.  Aquí,  en  la  margen  derecha,  no  sólo  existe 
otro  de  los  infiernos  colombianos  (38°),  sino  que,  segdn  todas  las 
apariencias,  se  encuentra  también  el  territorio  más  insalubre  de 
Colombia,  en  las  vecindades  del  bajo  Sogamoso. 

5.°  Valle  del  ToUma  (Alto  Magdalena) — Esta  región,  por  su 
configuración  topográfica,  por  las  arenáceas  llanuras  del  Ihalweg,  las 
altísimas  cordilleras  que  la  rodean  y  las  especies  de  boquetes  que 
la  enlazan  á  la  Costa  y  al  Caquetá,  presenta  la  suma  y  compendio 
de  todos  los  climas  y  estaciones,  por  más  que  en  ella  aparezcan  las 
dos  épocas  de  lluvia  y  las  dos  de  sequía  engendradas  por  la  mar- 
cha anual  dfel  sol.  La  temperatura  del  fondo  decrece  regularmen- 
te de  N.  á  S.,  pero  en  la  mitad  N.,  en  verano,  el  termómetro  sube 
á  34°  y  3^*^  en  los  llanos  áridos,  después  de  medio  día,  y  al  rayó  del 
sol  el  calor  alcanza  proporciones  inauditas.  En  la  mitad  Sur  baja 
á  23®,  pero  á  causa  de  los  nevados  vecinos  hay  allí  lugares,  como 
San  Agustín,  donde  casi  de  repente  varía  la  temperatura  de  23  á  9°. 
Hacia  el  centro,  sobre  la  línea  Saldaña-Bogotá,  el  choque  de  los 
vientos  del  N.  y  del  S.  origina  violentos  temporales,  abundantes 
en  descargas  eléctricas.  La  segunda  estación  lluviosa  de  Septiem- 
bre á  Diciembre  es  más  regular  que  la  primera,  que  en  el  centro 
suele  limitarse  á  los  meses  de  Abril  y  Mayo,  en  tanto  que  en  el  S. 
se  extiende  hasta  Junio,  y  aun  á  Julio  en  la  serranía  de  los  Fardaos. 

6.°  La  Mesa  oriental — Por  lo  extenso  y  complejo  de  su  relieve, 
esta  región  abarca  numerosas  subdivisiones  de  clima,  que  rasgos 
acentuados  diferencian  unas  de  otras.  Al  N.,  en  el  fondo  del  Pilar 
de  Lahaieca,  á  pesar  de  su  escasa  altitud,  la  temperatura  media 
sólo  llega  á  17°,  debido  á  los  yermos  páramos  que  la  envuel- 
ven :  en  la  hoz  de  Margua  el  choque  de  los  vientos  produce  vio- 
lentos temporales  que  duran  hasta  seis  días ;  y  en  la  Mesa  de  Juan 
Rodríguez  el  páramo  de  ordinario  está  envuelto  por  densa  niebla 
ó  batido  por  recios  aguaceros.  La  zona  del  Lehrija  es  algo  así 
como  de  transición  entre  las  vecinas,  aun  cuando  en  ella  prevale- 
cen los  cálidos  vientos  del  Magdalena.  Más  al  Sur,  en  las  tierras  de 
Guaneniá,  es  rasgo  característico  el  cañón  del  Sube — donde  en  ve- 
rano alcanza  el  termómetro  á  38°, — que  crea  dos  como  corrientes  de 
íuego  que  suben  por  los  cañones  del  ChicamocJia  y  el  Saravita  casi 
hasta  su  principio,  puesto  que  allí  marca  entonces  el  termómetro  24®. 
En  el  territorio  envuelto  por  esa  herradura  de  ardientes  grietas,  el 
clima  oscila  en  el  año  entre  20  y  30  grados,  según  las  localidades, 
tiene  dos  épocas  de  lluvia,  y  hacia  el  centro  guarda  una  especie  de 
polo  tempestuoso  (Mogotes),  por  la  convergencia  de  los  vientos 
fríos  de  los  páramos  del  contorno.  En  los  valles  de  Vélez  y  de  Lei- 
va,porla  abundancia  de  vientos  húmedos,  hay  cumbres  (Gámbita) 
donde  apenas  se  suspende  la  lluvia  en  Diciembre-Febrero,  bien 
que  en  Julio  y  Agosto  prevalecen  destempladas  lloviznas  que  en- 
frían bastante  el  fondo  de  las  cuencas,  como  sucede  en  Leiva. 

Al  contrario,  en  las  tierras  intermedias  entre  el  cañón  del 
Chicamocha,  la  Sierra  Nevada  de  Chita  y  la  Mesa  Colorada,  uno 
de  los  páramos  más  fríos  y  tempestuosos  del  país  (4°-o*^),  se  pro- 
ducen complicaciones  singulares,  puesto  que  en  Capitanejo  varía 
el  termómetro  de  14°  á  30°.  Al  pie  de  dicha  Sierra  Nevada  el  in- 
vierno se  prolonga  bastante,  y  de  ahí  hacia  el  Sur,  según  los  valles. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  38S 


su  entrada  se  atrasa  ó  adelanta  hasta  un  mes.  Cuanto  á  la  aUipla" 
nicie  de  Tundama,  en  el  fondo  el  clima  oscila  entre  14°  y  16°  (Mayo, 
Noviembre),  y  entre  19°  y  21°  (Diciembre-Febrero),  cuando  en  las 
terrazas  que  están  al  pie  del  muro  de  la  cuenca  apenas  cambia  de 
12®  á  15®.  Semejantes  son  las  tierras  de  la  cuenca  de  Füquene, 
cuyo  fondo  es  algo  más  tibio. 

En  las  cuencas  que  constituyen  la  banda  oriental  de  la  mesa, 
al  respaldo  de  las  aliiplanicies^  la  temperatura  del  fondo  varía  de 
25°  á  31®,  y  el  invierno  es  mucho  más  largo  en  las  partes  más  bajas. 
En  las  partes  altas  hay  valles,  como  el  de  Boyacá,  donde  el  viento 
de  Junio  y  Julio  es  tan  seco  y  frío,  que  el  termómetro  desciende  á 
8®,  y  en  invierno,  á  par  que  se  duplica  la  temperatura,  se  hace  t^n 
húmeda  la  atmósfera,  que  dentro  de  las  casas  se  revienen  el  azií- 
car  y  la  panela.  En  la  opuesta  banda,  ó  sea  en  los  valles  occiden- 
tales, á  igual  altitud,  la  temperatura  es  mucho  mayor,  debido  á 
las  influencias  del  valle  del  Tolima,  las  épocas  de  lluvia  sufren  re- 
tardos ó  adelantos  de  conformidad  con  la  orientación  de  sus  hoces, 
y  en  los  páramos  del  E.,  en  especial  en  la  cuenca  de  Muzo  (vera- 
no 30^-32°),  hay  boquerones  donde  precisamente  sopla  viento  hu- 
racanado á  medio  día.  En  la  cañada  que  sigue  al  Salto  de  Tequen- 
dama  la  humedad  ambiente  es  más  considerable  y  más  nocivo  el 
clima  por  las  transiciones  consecuenciales  de  tal  desproporción.  El 
tibio  valle  de  Fusagasugá  es  el  que  menos  se  diferencia  en  estacig- 
nes  de  la  Sabana  de  Bogotá,  cuyo  clima,  sin  duda  ninguna,  debe 
tomarse  como  el  típico  de  las  altiplanicies.  En  el  centro  de  la  lla- 
nura la  temperatura  es  algo  menor  que  en  los  abrigados  valles 
que  se  abren  sobre  ella,  y  lo  mismo  sucede  si  se  comparan  sus 
mitades  occidental  y  oriental,  ó  sur  y  norte ;  en  un  grado  supera 
Hatoviejo  á  Soacha,  que  está  á  un  hectómetro  menos  de  altitu4. 
La  humedad  media  no  es  excesiva  (65°),  y  la  temperatura  anual 
no  varía  sino  dentro  de  límites  muy  reducidos,  de  acuerdo  con  las 
épocas  de  lluvia  y  sequía ;  no  sucede  lo  mismo  con  la  diurna, 
que  entraña  una  verdadera  marea  termométrica,  con  10°  en  la 
mañana  y  la  noche,  y  18  y  aun  21  á  medio  día.  Al  amanecer  es 
comün  que  el  termómetro  baje  á  0°  en  Enero  y  Agosto,  lo  que 
produce  fuertes  y  perjudiciales  heladas,  que  algunas  veces  solidifi- 
can la  superficie  de  las  lagunas.  El  alisio  del  SE.  sopla  principal- 
mente de  Junio  á  Agosto  con  gran  fuerza  y  trae  destempladas  llo- 
viznas. En  los  otros  meses  reina  el  del  NE.  (Noviembre),  ó  bien 
soplan  vientos  locales,  en  especial  en  Diciembre  y  Febrero,  en  que 
se  establece  el  del  SW.,  por  la  abra  del  Tequendama.  Las  lluvias 
no  son  uniformes  en  la  Sabana,  puesto  que  en  el  valle  de  Chocon- 
tá  se  asemejan  más  á  las  de  Casanare,  ó  sea  duran  de  Marzo  á 
Noviembre,  con  intensidad  máxima  en  Mayo  y  Junio.  En  el  centro 
de  la  llanura  cae  menor  cantidad  de  agua,  y  son  más  marcadas 
las  dos  épocas  de  invierno  (Marzo-Mayo,  Septiembre-Noviembre) 
y  las  dos  de  verano,  y  de  aquéllas  es  más  regular  la  segunda,  en  la 
cual  cae  por  lo  menos  tanta  agua  como  en  las  dos  estaciones 
secas,  en  las  que  no  faltan  aguaceros.  En  un  período  de  diez  años 
la  cantidad  de  lluvia  caída  varió  de  un  mínimo  de  85  centímetros 
á  I ".40,  ó  sea  casi  de  uno  á  dos,  lo  cual  explica  las  vicisitudes  de 
la  agricultura  en  torno  de  la  capital. 


386  NxmvA  Geografía  de  Colombia 


7.®  El  Macizo  antioqueño — Como  la  Antíoquia  propiamente  di- 
cha levanta  su  maciza  mole  entre  un  grupo  de  nevados  y  dos  ardien- 
tes valles,  semeja  una  especie  de  península  estriada  en  su  centro  por 
cálido  surco.  Por  esto  la  acrópolis  antioqueña,  la  mesa  de  Santa 
Rosa,  resulta  con  clima  que  no  dice  con  su  altitud,  pues  no  siendo 
ésta  sino  de  2,600  á  2,800,  el  termómetro  apenas  sube  de  9  á  12**, 
es  decir,  marca  un  verdadero  páramo.  Allí  la  lluvia  es  inten- 
sa, frecuente  el  granizo  y  el  cielo  nebuloso,  y  en  las  cumbres 
de  Santa  Inés,  que  al  pie  tienen  cañones  de  30°  en  verano,  los 
temporales  alcanzan  inauditas  proporciones.  En  el  valle  bajo 
del  Nechí  (verano  29  á  35°),  muy  fresco  por  la  noche,  reinan 
fiebres  que  poco  desdicen  de  las  de  Chiriguaná.  Al  S.  de  Santa 
Rosa  se  tienden  el  templado  valle  de  Medellín  (20  á  22°)  y  el  más 
extenso  y  frío  de  Rionegro  (18  á  20°) ;  en  aquél  prevalecen  las 
influencias  atmosféricas  del  bajo  Cauca,  y  en  éste  las  del  Magda- 
lena central,  por  lo  cual  es  más  hümedo.  El  cañbn  del  Cauca  se 
distingue  por  lo  intenso  de  la  temperatura  de  su  fondo  y  lo  fuerte 
de  los  vientos  que  lo  azotan.  La  tierra  de  Arma  se  reduce  á  una 
serie  de  cajones  sin  ventilación,  ardientes  y  malsanos  en  su  rema- 
te, hümedos  y  destemplados  en  su  origen.  Las  lluvias  son  conside- 
rables en  estas  hondonadas  que  por  las  tardes  son  bañadas  por 
vientos  fastidiosos  que  bajan  de  las  alturas. 

El  valle  del  Cauca — De  Popayán  á  Cartago  desciende  la  tem- 
peratura que  allá  es  primaveral  (17  a  21*^),  y  acá  es  templada  y 
tórrida  (22  á  29°),  un  poco  más  fresca  hacia  la  cintura  de  Buga, 
y  algo  más  ardiente  en  el  centro  de  las  dos  cuencas  que  separa 
esa  estrechura.  Es  más  cálida  y  seca  la  banda  occidental  (verano 
30  á  32°),  más  húmeda  y  malsana  la  oriental,  y  como  vientos  al- 
ternan los  dos  alisios,  con  variaciones  locales  é  inversas  á  las  que 
se  observan  en  el  valle  del  Tolima.  En  las  cumbres  quindianas  es 
casi  continua  la  llovizna,  y  soplan  violentos  temporales  de  Junio  á 
Septiembre. 

La  región  del  Paita — Esta  comarca,  que  ocupa  todo  el  extre- 
mo Sur  de  la  mesa  occidental,  comprende  una  serie  de  tierras  pa- 
ramosas  estriadas  por  cañones  que  convergen  hacia  la  ardiente  y 
malsana  llanura  del  Patía  (29^),  que  hacia  la  hoz  de  Minamá  en- 
cierra uno  de  los  infiernos  colombianos.  Tal  es  la  acción  que  ejer- 
ce este  receptáculo,  que  hacia  el  N.  y  el  S.  las  temperaturas 
cálidas  y  templadas  avanzan  hasta  el  Roble  y  hasta  Puerres,  ó 
sea  marcan  un  surco  ó  grieta  cálida  que,  incluso  el  valle  del  Cauca, 
puede  decirse  casi  sin  exageración  va  de  la  frontera  ecuatoriana 
al  mar  Caribe  y  une  las  diversas  porciones  que  constituyen  la  gran 
mesa  occidental.  En  el  fondo  de  la  depresión  patiana  el  termóme- 
tro al  medio  día  marca  38°  á  la  sombra  y  50°  al  rayo  del  sol,  cuan- 
do en  Túquerres  indica  3°  y  á  25^,  respectivamente,  por  lo  cual  es 
insoportable  el  clima,  y  los  páramos  circunvecinos  yacen  envueltos 
en  niebla  ó  cubiertos  de  granizo.  Las  lluvias  son  aquí  más  inten- 
sas :  en  Túquerres  se  presentan  primero  de  mitad  de  Enero  á  Ma- 
yo, y  luego  de  Septiembre  á  mitad  de  Diciembre ;  en  la  depresión 
patiana  llueve  más,  pero  en  menos  tiempo. 

8.°  Panamá — El  clima  de  esta  zona  es  esencialmente  marítimo 
y  presenta  marcados  contrastes  entre  sus  dos  vertientes ;  la  tempe- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  387 


ratura  es  más  uniforme  en  el  litoral  Caribe,  y  la  cima  de  la  cordi- 
llera mucho  más  fría  de  lo  que  normalmente  corresponde  á  su  me- 
diana altitud.  La  temperatura  oscila  entre  22°  y  35^,  lo  que  en  mu- 
chos puntos  la  hace  sufocante  en  verano  y  desagradable  en  invier- 
no. En  las  selvas  del  Darién,  sobre  ser  intensa  la  precipitación  hú- 
meda anual,  no  es  raro  que  se  concentre  en  corto  tiempo,  pues  de 
ordinario  la  sexta  parte  cae  en  un  solo  mes  (Noviembre),  y  de  ella, 
un  cuarto  en  un  solo  día !  De  ordinario,  no  hay  sino  un  aguacero 
corto  al  ponerse  el  sol.  En  lugares  como  Portobelo,  truena  todo  el 
año.  En  cambio,  el  Istmo  guarda  sitios  como  Chorrera,  reputado 
conio  el  mejor  sanaiotium  del  país,  y  los  valles  de  David,  tipod^  las 
regiones  tropicales  de  eterna  primavera. 

Floral  y  £5111118» — Cada  región  del  globo  posee  undi/auna 
(conjunto  de  especies  animales)  y  una  flora  (conjunto  de  especies 
vegetales)  determinadas,  es  decir,  que  aparece  caracterizada  por 
una  cierta  asociación  de  especies  animales  y  de  especies  vegeta- 
les. El  número  de  especies  puede  ser  considerable  y  sin  embargo 
no  comprender  cada  una  sino  un  pequeño  número  de  individuos: 
fauna  y  flora  son  entonces  ricas,  pero  la  vegetación  será  poco 
densa  y  los  animales  escasos  ;  y  al  contrario :  la  Amazonia,  por 
ejemplo,  tiene  una  vegetación  riquísima  y  al  mismo  tiempo  una 
ñora  muy  variada ;  no  sucede  lo  mismo  en  los  Llanos,  á  pesar  de 
ser  exubíerante  la  vegetación.  La  humedad,  el  suelo  y  sobre  todo 
el  calor  deciden  de  la  repartición  de  las  floras  y  las  faunas  sobre  el 
globo,  por  lo  cual  los  botánicos  dividen  la  vegetación  en  tres  gru- 
pos :  borealy  tropical  y  austral,  comprendiendo  el  segundo  dos  floras : 
la  paleoiropical  (antiguo  continente)  y  la  neotropicál  (América),  en 
la  cual  se  incluye  Colombia.  Por  su  parte  los  zoólogos  dividen  la 
tierra  en  seis  regiones :  la  paleáriica  (N.  del  antiguo  continente),  la 
neáriica  (América  del  N.),  la  oriental,  la  etiópica,  la  neotropicál 
(América  Central  y  Meridional)  y  la  australiana.  La  región  neo- 
tropical  comprende  los  grupos  mexicano  (América  Central),  anti- 
llano, colombiano  (con  Ecuador),  brasilero  y  argentino  *. 

a)  Flora,  Nacen  los  vegetales  amoldándose  al  medio  am- 
biente, por  lo  cual,  según  sea  la  naturaleza,  altura  y  situación  del 
terreno  y  la  distribución  que  en  él  resulten  del  calor  y  la  humedad, 
así  también  será  la  flora  de  una  comarca  en  cuanto  á  su  aspecto, 
su  savia  y  su  carácter.  Por  esto  y  por  las  condiciones  generales  cli- 
matéricas del  globo,  dominan  en  él  tres  tipos  de  vegetación  carac- 
terísticos :  el  frío  endurece  la  tierra,  á  la  que  sólo  deja  producir 
musgos,  liqúenes,  arbustos  achaparrados  y  pequeñas  gramíneas  ; 
el  calor  la  viste  con  estupenda,  monstruosa  vegetación,  en  que  do- 
mina la  palmera  y  el  baobab ;  el  término  medio  entre  los  dos  fa- 
vorece la  aparición  de  ricas  mieses  y  praderas.  A  lo  dicho  debe 
agregarse  que  en  las  costas  la  onda  salobre  y  las  arenas  producen 
flora  peculiar,  vecina  de  la  varia  y  matizada  del  Océano  y  de  las 


•  Las  cartas  y  croquis  referentes  á  esta  sección,  lo  mismo  que  las  relacio- 
nadas con  el  clima,  los  cultivos  y  los  yacimientos  de  minerales,  se  encontrarán 
en  el  libro  destinado  cspecialmcot*!  al  estudio  de  las  riquezas  naturales  del  país. 


388  Nueva  Geografía  de  Colombia 


yerbas  y  juncales  que  orlan  á  los  ríos.  También  trae  consigo  sus 
diferencias  la  montaña,  cuyo  tinte  y  cuyo  aspecto  difieren  siempre 
del  que  muestra  la  llanura. 

Por  eso  Colombia,  alzada  á  un  tiempo  entre  el  Ecuador  y  el 
Polo  y  entre  el  Ecuador  y  el  Trópico,  guarda  vegetales  de  toda  es- 
pecie ;  mas,  como  la  mayor  parte  de  su  suelo  es  cálido,  es  también 
esta  la  flora  que  domina  en  el  país,  surgiendo  de  entre  ella,  como 
de  entre  gentil  y  aromado  bücaro,  el  varío  ramillete  con  que  se 
engalanan  las  montañas,  en  cuyo  tope,  como  remate  del  maravi- 
lloso ramo,  brillan  perdurables  al  sol  riquísimos  diamantes.  Poco 
es,  sin  duda,  el  campo  que  nuestro  suelo  ofrece  á  la  flora  extratro- 
pical,  la  que  por  lo  mismo,  dada  la  actual  distribución  de  los  habi- 
tantes, reviste  notable  importancia ;  luego  veremos  cómo  ella  se 
escalona  en  las  gigantes  faldas  para  pasar  de  las  palmas  y  musá- 
ceas  al  café  y  el  trigo,  á  la  papa  y  el  maíz  y  la  cebada,  sim[)ática 
gramínea  que  desafía  el  hielo  de  los  páramos,  en  donde  el  fraile- 
jón  ofrece  siempre  calor  al  aterido  viajero.  Como  se  comprende, 
es  flora  de  transición  la  que  cubre  la  falda  media  de  los  montes,  y 
en  la  llanura,  según  sea  la  humedad  de  ésta,  constante  ó  acciden- 
tal, domina  la  selva  ó  la  gramínea. 

También  las  divisiones  naturales  del  territorio  patrio  concuer- 
dan  con  lo  que  hay  que  decir  de  la  flora.  En  efecto,  en  el  Darién,  el 
Chocó,  el  Magdalena  central,  el  bajo  Cauca  y  el  Caquetá,  impera 
la  selva,  la  selva  con  tipo  propio  en  cada  zona,  virgen  de  ordina- 
rio, pues  sólo  como  oasis  naturales  ó  artificiales  varía  allí  la  vege- 
tación ;  en  los  Llanos  y  las  sabanas  de  Bolívar  y  del  alto  Magda- 
lena, dominan  las  gramíneas,  bien  que  con  sus  variantes  en  el  as- 
pecto del  conjunto ;  en  el  Valle  de  Upar  y  la  Goajira  hállase  suelo 
sahárico,  con  cactus,  espinos  y  arenales  ;  los  valles  andinos  se  cu- 
bren con  galanas  flores,  con  jugosa  yerba  las  aUiplamdes,  con  ás- 
pera paja  y  raquíticas  plantas  las  altivas  cumbres.  A  primera  vis- 
ta, entre  la  flora  de  las  dos  grandes  mesas  no  hay  diferencia  al- 
guna ;  pero  bien  estudiado  el  punto,  se  la  halla,  y  notable,  conforme 
lo  veremos  en  su  lugar. 

Una  de  las  magnificencias  de  nuestra  patria  es  la  inmensa 
selva  virgen,  cuya  salvaje  belleza  no  olvida  quien  la  vio  una  vez, 
y  la  que  en  aspecto,  á  primera  vista,  no  se  distingue  de  la  del  N. 
sino  por  la  magnitud  de  los  árboles,  el  verde  más  brillante  de  sus 
hojas  y  la  riqueza  y  variedad  de  sus  bejucos  que  bajo  el  cielo  de 
los  trópicos  tornan  el  paisaje  grave  y  austero.  Sin  embargo,  al  re- 
correrla, no  hay  en  ella  la  monotonía  de  aquélla ;  las  más  diversas 
familias  mezclan  allí  sus  ramas,  cada  árbol  ofrece  aspecto  propio, 
y  las  formas,  pulimento,  color  de  tronco  y  hojas,  por  su  infinita 
variedad,  semejan  singular  kaleidoscopio,  merced  al  diversísimo 
matiz  de  las  hermosas  flores  que,  ora  sueltas,  ora  en  guirnaldas, 
esmaltan  con  su  pedrería  aquel  poético  conjunto  que  perfuman  con 
su  aroma.  En  el  Chocó  predomina  por  el  exceso  de  humedad  la 
vegetación  criptogámica  y  vascular;  en  el  Caquetá  y  el  Magdale- 
na el  bejuco  que  se  enlaza  á  los  árboles,  los  une  con  festones  que 
semejan  elegantes  pórticos,  y  de  tal  modo  traba  la  copa  de  aqué- 
llos, que  á  sus  pies  jamás  llega  el  rayo  del  sol ;  de  ordinario  bajo 
aquella  bóveda,  entre  los  gigantes  que  la  sostienen,  crecen  arbu$- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  389 


tilles  y  orquídeas  que  forman  como  digno  tapiz  de  esos  edificios, 
interrumpido  á  trecho  por  las  aguas  quietas,  las  que  por  su  abun- 
dancia dan  alguna  frescura  al  conjunto  que  bulle  con  los  mil  ruidos 
de  la  más  vigorosa  de  las  manifestaciones  de  la  vida  orgánica  del 
planeta.  En  las  faldas  de  los  montes  hay  selvas  en  que  faltan  los 
bejucos  y  la  vegetación  menuda :  allí  los  árboles  crecen  solos, 
mezclan  sus  copas,  en  el  suelo  tienen  por  tapiz  sus  marchitas  hojas 
que  apagan  todo  ruido,  y  el  bosque  semeja  naves  colosales  y  som- 
brías, negras  en  lontananza,  donde  el  pecho  tiembla  al  recorrer 
tan  sin  igual  paisaje,  dominado  por  algo  misterioso,  imposible  de 

expresar Otra  existe  en  que  los  árboles,  á  modo  de  mangles 

de  tierra  firme,  no  sólo  unen  las  copas,  sino  que  enlazan  las  raíces, 
cuando  no  los  troncos,  resultando  el  más  singular  de  los  tejidos 
que  idearse  puede.  Hacia  las  cumbres  la  selva  se  empequeñece 
sin  dejar  de  ser  vistosa,  rica  en  aromáticos  bejucos  y  elegantes 
heléchos,  su  verde  es  más  negro,  y  por  último  se  transforma  en 
arbolillos  sueltos  y  miserables.  Del  invierno  al  verano,  nuestra 
selva,  que  sólo  varía  con  la  humedad,  apenas  se  diferencia  en  el 
verde  más  ó  menos  claro  de  sus  hojas,  en  la  riqueza  del  follaje, 
en  la  intensidad  del  matiz  de  las  flores,  siempre  maravilloso  en  el 
trópico.  Únicamente  hacia  el  Valle  de  Upar  es  tal  la  sequedad, 
que  ni  la  selva  puede  ser  tupida,  ni  el  verano  la  deja  con  follaje. 
En  fin,  también  se  diferencia  de  la  base  á  la  cumbre  de  las  mon- 
tañas, pues  en  éstas,  antes  de  las  rocas  desnudas  y  las  gramíneas 
amargas  y  fibrosas  unidas  al  frailejón,  ya  los  árboles  son  medía- 
nos ó  pequeños,  con  tronco  corto,  atezado,  retorcido,  muy  dividido 
en  ramas  con  hojas  lustrosas,  duras,  coriáceas,  como  hechas  para 
absorber  y  resistir  la  fría  humedad  de  las  parameras.  En  resumen, 
la  montaña  en  cada  zona  ayuda  á  dar  á  éstas  su  típico  carácter. 

A  par  de  la  selva  con  sus  mil  matices  dominan  también  en 
nuestra  patria  las  zonas  herbáceas,  de  ordinario  planas,  bien  que 
alcancen  igualmente  las  alturas,  aunque  sin  la  majestad  y  autono- 
mía que  en  aquéllas.  En  tesis  general,  su  aspecto  tiene  algo  de 
semejante,  pero  varía  también,  como  la  selva,  de  una  á  otra 
zona.  En  efecto,  en  la  Goajira  dominan  cactus  y  arbustos  espino- 
sos que  á  trechos  dejan  ver  la  desnuda  arena ;  en  Chiriguaná,  á 
las  altas  gramíneas  se  unen  dondequiera  los  agaves,  y  escasean  los 
árboles,  más  abundantes  en  las  sabanas  de  Bolívar ;  en  el  Tolima, 
ora  el  suelo  apenas  se  alcanza  á  cubrir  con  diminutas  gramíneas, 
ora  éstas  son  crecidas,  y  mientras  en  unos  puntos  predominan  los 
arbustos  espinosos,  en  otros,  grandes  matorrales  y  frondosas  ceibas 
forman  setos  naturales ;  similar  es  tanto  la  vistosa  llanura  caucana 
como  la  del  Patía.  Las  llanuras  de  las  altas  montañas  muestran  sus 
verdes  gramíneas  esmaltadas  de  flores,  en  especial  por  las  de  la 
característica  achicoria,  y  los  pantanos  del  litoral  se  adornan  con 
manglares.  En  la  llanura  herbácea  por  excelencia,  en  los  Llanos, 
aquí  y  allá  se  alzan  grupos  de  elegantes  palmeras  ó  surgen  bos- 
quecillos  de  hoja  dura,  sombrío  para  los  ganados,  en  lo  cual  son 
inferiores  al  moriche,  que  guarda  frescura,  y  cuyo  bello  abanico 
contrasta  con  el  siempre  gris  y  polvoriento  de  la  melancólica  Co- 
bija. Esto  al  terminar  el  invierno,  porque  en  verano  los  tintes 
amarillos  de  las  muertas  hojas  imprimen  especialísimo  aspecto  á 
los  paisajes. 


390  Nueva  Geografía  de  G)lombia 


Ahora  cederemos  la  palabra  al  naturalista  Carlos  Cuervo  M., 
nuestro  querido  é  ilustrado  amigo,  quien  ha  bosquejado  para  esta 
obra  lo  que  es  la  flora  colombiana  en  su  régimen  alti métrico ; 
bosquejo  en  que  se  corrigen  varios  de  los  numerosos  errores  en 
que  abundan  las  obras  de  los  botánicos  extranjeros  que  han  escrito 
sobre  Colombia  por  haberla  creído  simple  dependencia  del  Brasil 
y  el  Perú,  como  se  verá  en  seguida : 

"  Teniendo  la  República  de  Colombia  enclavado  su  territorio 
en  el  corazón  de  la  zona  tórrida,  con  extensas  costas  sobre  los  dos 
océanos,  surcado  por  grandes  y  profundos  valles,  entre  los  cuales 
se  levantan  altísimas  cordilleras,  cuyas  majestuosas  cimas  están 
cubiertas  por  eternas  nieves,  y  extendiéndose  al  Oriente  en  las  in- 
mensas pampas  que  riegan  los  grandes  tributarios  del  Orinoco  y 
del  Amazonas,  presenta,  por  consiguiente,  todos  los  climas  imagi- 
nables. La  columna  de  mercurio  del  termómetro,  que  en  las  costas 
y  en  los  valles  ardientes  sube  hasta  marcar  40°,  desciende  insensi- 
blemente á  medida  que  el  observador  se  eleva  sobre  el  nivel  del 
mar,  hasta  quedar  reducida  á  0°,  á  los  4,SCX)  ms.  de  altura.  La 
misma  sorprendente  diversidad  se  observa  en  los  demás  factores 
que  determinan  el  clima  de  esta  región. 

"  Dadas  estas  circunstancias,  se  comprende  que  la  Flora  de  Co- 
lombia no  forma  un  grupo  homogéneo  y  ajustado  á  un  mismo 
plan :  lejos  de  esto,  ella  comprende  la  más  extraordinaria  variedad 
de  formas  y  de  tipos,  no  solamente  según  la  mayor  ó  menor  altura 
sobre  el  nivel  del  mar  á  que  se  la  observe,  sino  también  según  las 
condiciones  especiales  de  cada  región.  En  efecto,  la  Flora  del 
Meta  tiene  muy  poco  de  común  con  la  del  Caquetá,  y  mucho  me- 
nos con  la  del  Atrato  ó  la  del  Sinú ;  la  de  las  alítplamctes  de  Pasto 
tiene  rasgos  especiales  que  la  distinguen  de  la  de  las  grandes  me- 
sas andinas  de  Cundinamarca  ó  de  Boyacá ;  la  del  valle  del  Patía 
tiene  caracteres  especiales  que  la  diferencian  de  la  propia  de  los 
valles  de  Cúcuta.  Él  canelo  sólo  crece  en  las  selvas  de  los  Anda- 
quíes ;  los  barnices  preciosos  no  se  producen  sino  en  la  región  de 
Pasto ;  el  quereme  no  embalsama  el  aire  sino  en  el  reducido  valle 
del  Salado ;  sólo  en  Casanare  y  en  San  Martín  levanta  el  Moriche 
su  estipe  coronado  por  gracioso  capitel. 

"  A  pesar  de  que,  como  se  ve,  cada  región  posee  especies  que 
le  son  propias  y  que  caracterizan  su  Flora,  en  estas  líneas,  para 
presentar  un  ligero  cuadro  de  la  vegetación  de  Colombia,  y  si- 
guiendo el  método  generalmente  admitido  hasta  hoy,  nos  limita- 
remos á  considerarla  en  su  conjunto,  dividida  en  zonas  según  la 
altura  sobre  el  nivel  del  mar. 

"  Al  hacer  la  división  que  hoy  presentamos,  nos  hemos  fíjado 
en  las  especies  más  importantes  y  más  generalmente  conocidas. 
Bien  se  comprende  que  tal  división  no  tiene,  ni  con  mucho,  riguro- 
sa exactitud  matemática.  El  vegetal  que  en  un  punto  determinado 
vive  dentro  de  ciertos  límites,  en  otro  de  la  misma  altitud  los  tras- 
pasa, porque  la  suma  de  las  condiciones  climatéricas  no  es  la  mis- 
ma que  en  el  primero.  En  estas  materias  no  se  pueden  admitir  los 
términos  absolutos.  La  naturaleza  tiene  tan  poderosa  fuerza  dé 
expansión,  que  no  se  la  puede  aprisionar  dentro  de  los  estrechos 
moldes  forjados  por  el  ingenio  humano. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


391 


"  De  o.  ms.  hasta  1,000  ms.  En  los  estuarios  del  lítorial  crecen 
las  Coccolobas,  algunas  de  cuyas  especies  suben  á  lo  largo  del 
Magdalena  hasta  la  altura  de  Honda  (200  ms.). 


Figura  149 — Diagrama  del  escalonamicnto  altimétrico  de  la  flora  colombiana 


"  En  las  costas  húmedas  y  bajas,  el  Mangle  {Rizophora  Man^ 
gle)  ocupa  casi  exclusivamente  grandes  zonas  de  terrenos,  y  sus 
raíces  adventicias  se  mojan  en  las  mismas  aguas  del  Océano.  Junto 
al  Mangle  crecen  en  el  litoral  del  Pacífico  el  Zapotolongo  {Pachira 
acuáiicá)  y  en  la  isla  de  Coiba  el  Calabazuelo  {Pachira  sesstlis).  El 
Castaño  {Maitsia  castaño)  es  propio  del  Chocó,  en  donde  crece  hasta 
los  500  ms.  sobre  el  mar. 

"  En  las  llanuras  ardientes,  secas  y  pedregosas,  tanto  de  las 
hoyas  del  Magdalena  como  del  Cauca  y  de  la  región  oriental,  el 
Chaparro  ó  Peralejo  (Ciírí7/^//a  americana) ^  el  Bejuco  Tomé  {J)olio^ 
carpus  niiidus,  y  Davilla  Ktinihii)  y  otras  Dillemaceas,  junto  con  el  Cr'j- 
sampelos  Caapeba,  Amargoso,  Bejuco  guayacán,  Tostón,  &c.,  predo- 
minan en  la  Flora  pobre  y  desmedrada  de  los  bosquecillos  que  en 


392  Nueva  Geografía  de  Colombia 


todas  las  tierras  calientes  se  conocen  con  el  nombre  de  Chaparra- 
les; allí  mismo  crecen  el  Mombín  y  las  ciruelas  amarillas  {spondias 
lútea  y  spondias  mombín),  y  cerca  de  los  lugares  habitados  el  cardo- 
santo  (argemone  mexicana);  mientras  que  en  los  terrenos  más  hüme- 
dos,  en  las  veg"as  de  los  ríos,  las  ceibas  {bombax  ceiba  y  bombax  sep- 
tenaiuní),  y  los  helicieres,  levantan  en  alto  sus  copas  majestuosas  ;  es 
allí  en  donde  se  cultivan  el  cacao  y  el  tabaco,  y  en  donde  crecen 
el  totumo  {crescemtia  cujeies),  el  tamarindo  y  el  guácimo  (guazuma 
hmeniosa  y  guazuma  ulnu/olia),  de  propiedades  refrescantes.  En  los 
bosques  crecen  el  caracoli  y  el  marañ(5n,  el  palo  de  María  (ccUlo- 
phylium  mariae),  la  vainilla  y  la  ipecacuana  {psichoiria  emética)^  la 
acuapa  {hura  crepitans),  la  otoba  {myristica  cebi/era),  las  piscidias  6 
barbascos,  los  dentrostylis,  el  achiote  (bixa  orallana),  la  coca  (ery- 
troxylum  coca  y  hondense)  ;  y  al  lado  del  cedrón  {simaba  cedrón)  y  del 
árbol  de  leche  {galaciodendron  uiile),  el  manzanillo  {hipomane  manci- 
nella),  de  exhalaciones  acres  y  venenosas. 

"  En  los  lug-ares  abiertos  abundan  las  malváceas  de  propieda- 
des refrescantes,  sobre  todo  la  escoba  babosa  {sida  acu/a),  que 
crece  junto  á  la  estancadera  {krameria  ixina).  Algunas  xylopias 
son  peculiares  á  esta  zona,  principalmente  el  malagunto  {xilopia 
frutescens)  y  el  burilico  del  Cauca  {xilopia  ligusiri/olia),  que  marca 
el  límite  superior  de  ella.  En  los  sitios  áridos  y  pedregosos,  prin- 
cipalmente en  las  cuencas  profundas  de  Santander,  los  cereux,  los 
cactus  y  los  melocactus,  dan  con  sus  extravagantes  formas  un  as- 
j>ecto  especial  al  paisaje. 

"  Característicos  de  las  selvas  del  Caquetá  son  el  palo  de  tela 
{aniiaris  saccidora)  y  el  canelo  {tuctandra  cinnamomoides)  y  el  maíz 
de  agua  (victoria  regia),  en  los  esteros  de  los  grandes  ríos. 

**  Esta  es  la  zona  predilecta  de  los  árboles  frutales  :  el  níspero, 
el  mamey,  el  zapote,  el  naranjo  y  el  limonero,  los  mangos,  el  plá- 
tano y  el  caimito,  la  pina  y  la  pitahaya ;  aun  cuando  algunos  de 
éstos  crecen  también  á  un  nivel  superior.  Otro  tanto  puede  decir- 
se de  la  caña  de  azúcar. 

"  Pero  lo  que  caracteriza,  sobre  todo,  esta  zona,  es  el  predo- 
minio que  en  ella  ejercen  las  palmeras  y  las  escitamíneas.  La  pal- 
ma real,  la  de  coco,  la  de  milpesos,  el  chontaduro,  el  cachipae  y 
la  de  corozo  elevan  sus  graciosos  y  elegantes  capiteles  en  la  costa 
y  en  los  ardientes  valles  del  interior,  mientras  que  el  moriche,  la 
palma  de  noli,  la  palma  de  la  seda  y  el  cumare,  reinan  como  soi 
beranas  en  las  pampas  de  la  región  oriental. 

"  El  límite  superior  de  esta  zona  lo  determinan,  casi  rigurosa- 
mente, el  cultivo  del  cacao  y  la  presencia  de  la  lechuguilla  {nim- 
phea  goudoiiana),  hermosa  planta  acuática  de  los  pantanos  de  nues- 
tros valles  ardientes,  del  madroño  {rhtedia  madroño),  del  palo  de 
María  {callophylum  mariae),  del  ciruelo  cimarrón  {bunchosá  ni/ida)l 
y  del  burilico,  plantas  que  no  viven  á  una  altura  mayor  de  i,ooo 
ms.  sobre  el  mar. 

"  Dentro  de  los  límites  asignados  á  esta  zona  aparecen  las  mi- 
mosas sensitivas,  el  gualanday  {Jacaranda  gualanday),  las  bambusas 
y  los  heléchos  arborescentes ;  pero  es  en  la  zona  inmediatamente 
superior  en  la  que  adquieren  toda  su  importancia ;  las  cinchonas 
también  comienzan  á  mostrarse   más  abajo  de  los  i,ocx)  ms.,  pero 


Nueva  Geografía  de  Colombia  393 


son  pobres  en  álcalis,  estando  su  verdadero  asiento  mucho  más 
alto  sobre  el  nivel  del  mar. 

"  En  la  región  oriental,  en  las  selvas  del  Orinoco,  del  Meta  y 
del  Guayabero,  se  desarrolla  la  vegetación  con  extraordinaria  exu- 
berancia y  adquiere  caracteres  que  le  son  peculiares.  Es  allí  en 
donde  crecen  el  algarrobo  {hymenea  courbarü),  el  palo  santo  (zygo- 
phyllum  arboreum)y  el  cuspare  {honphandia  in/oliaia)  y  la  valiosa  sa- 
rrapia  {dipterix  odor  ata).  El  botuto  (homhax  orinocensis)^  el  cedro 
blanco  (Jsicha  altissima),  el  granad il lo  {lucida  capiíaia)  y  el  veneno- 
so curare  {sirychnos  ioxifera).  El  caruto  {genipa  americana)  y  la  yu- 
quilla  [rnaniot  aipi)  caracterizan  la  flora  especial  y  variadísima  de 
esta  importante  región. 

"  De  1,000  Á  1,800  Ms.  La  vegetación  de  esta  zona,  que  com- 
prende lo  que  generalmente  se  conoce  entre  nosotros  con  el  nom- 
bre de  tierras  templadas,  si  bien  es  cierto  que  no  contiene  los  ve- 
getales de  formas  extremas  y  de  principios  activos,  propios  de 
niveles  más  bajos,  posee  en  cambio  formas  mar  variadas  y  agra- 
dables ;  puede  decirse  que  es  dentro  de  estos  límites  donde  la  ve- 
getación  tropical  ostenta  sus  más  vistosas  galas. 

"Es  en  la  primera  mitad  de  esta  zona  donde  la  guadua  (bambu- 
SA  guadua),  lujo  de  la  vegetación  americana,  adquiere  su  mayor  des- 
arrollo, y  mezclada  con  las  heliconias,  ocupa  grandes  extensiones 
de  terreno.  En  los  lugares  secos,. el  gualanday,  de  formas  esbel- 
tas, ostenta  sus  flores  de  un  hermoso  azul,  agrupadas  en  grandes 
ramilletes.  En  los  bosques  crecen  las  guatterias,  el  dinde.  y  f\  ga- 
que  (V/«j/afl/a/a),  que  vive  hasta  los  1,500  ms.  sobre  el  mar ;  el 
guayabo  (psidium  pommiferum  y  campomanesia  cornifolia),  el  agua- 
cate, las  ingas  ó  g-uamas,  multitud  de  mimosas,  diferentes  especies 
de  erythrinas,  entre  ellos  el  chocho  colorado  {erythrina  corallodeñ- 
dron),  el  cámbulo  y  el  búcare  (erythrina  umbrosa  y  erythrina  veluti^ 
na),  que  prestando  en  la  zona  inferior  el  servicio  de  sombrío  de  las 
plantaciones  de  cacao,  continúan  prestándolo  en  ésta  para  cultivos 
no  menos  importantes.  Los  dolichos  y  mucunas,  ojos  de  venado,  y 
las  ollas  de  mono  {lescytis  ollaria  y  grandifloria),  levantan  sus  flexi- 
bles tallos  hasta  las  copas  de  los  más  altos  árboles.  Puede  decirse 
que  en  esta  zona  las  leguminosas  y  las  myrtáceas. adquieren  su 
mayor  importancia. 

"El  cultivo  del  anís  y  el  del  café  reemplazan  en  esta  zona  á  los 
del  cacao  y  el  tabaco,  siendo  el  café,  sobre  todo,  fuente  de  excep- 
cional riqueza  para  el  país.  El  algodón  es  común  á  ésta  y  á  la  zona 
inferior.  El  plátano  y  la  caña  de  azúcar  producen  bien  hasta  los 
1 ,500  ms.  sobre  el  mar. 

"  Las  palmeras  comienzan  á  escasear  á  los  1,200  metros,  y  su 
principal  representante  es  el  mararay  {martinezia  caryote/olia),  de 
gracioso  porte. 

"  El  laurel  de  cera  {myrica  cerifera)  crece  en  esta  zona,  y  con 
el  tache  {myrospermum  pubescens)  caracteriza  la  flora  de  la  región 
de  Popayán. 

"  El  balso  (pchroma  tomentosa)  y  la  punta  de  lanza  {vismia  lauri- 
formis)  son  generales  á  esta  zona,  cuya  mitad  superior  la  caracte- 

Nuiva  Geografía  de  Colombia  '  TOMO  I — 26. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


riían  tos  heléchos  arborescentes  {cya/heas  y  asptdiums)  y  el  guani- 
mo  {cceropia  pellala),  de  singular  follaje. 

En  los  terrenos  cubiertos  y  en  los  rastrojos,  los  convólvulos 
lucen  por"  doquiera  sus  numerosas  flores,  de  brillantes  y  alegres 
colores,  por  encima  de  la  copa  de  Ijs  arbustos;  mientras  que  las 
f  esnerias,  más  modestas,  ocultan  en  el  bosque  sus  corolas  de  ma- 
tices y  formas  extravagantes. 

"De  i, 800  X  2,400  ms.  La  flora  de  esta  zona  es  casi  de  transi- 
ciíSn  ;  en  ella  se  tocan,  por  decirlo  asi,  la  de  las  tierras  templadas 
y  la  de  la  región  fría ;  y  mis  que  por  las  especies  que  le  son  pro- 
pias, se  caracteriza  por  la  ausencia  de  aquellas  que  viven  fuera 
de  estos  limites.  Así,  por  ejemplo,  dentro  de  ella  ya  no  se  produ- 


á    3E 


i        11 


II 
1 1» 


cen  el  pUtano  ni  la  yuca,  ni  crecen  las  bambusas,  ni  las  erythri- 
nas,  ni  las  anonas,  que  requieren  temperatura  más  alta;  y  las 
molinas,  las  pJymias,  las  daturas  y  las  otras  plantas  de  la  región 
fría,  tampoco  descienden  hasta  este  nivel.  En  cambio,  muchas  de 
las  especies  que  han  principiado  á  mostrarse  en  la  zona  inferior, 
cOntiniían  apareciendo  hasta  mucho  más  arriba  délos  1,800  ms., 
como  el  guarumo,  per  ejemplo,  que  vive  también  en  toda  esta 
zona.  Las^  cinchona^,  qu^Bcomienzan  á  aparecer  á  los  700  ms. 
sobre  el  mar,  adquieren  toda  su  importancia  en  esta  zona  y  en  la 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


inmediatamente  superior.  Sin  embarg-o,  su  flora  no  es  menos  im- 
portante ;  la  sola  presencia  de  las  quinas  bastaría  para  hacerla 
notable;  y  está  caracterizada,  sobre  todo,  por  la  presencia  de  las 
melastomáceas  de  g'randes  flores,  principalmente  el  amarrabollos 
{cheuiogastra  viacrophylld)^  propio  de  la  cordillera  central  y  de  las 
selvas  de  Antioquia,  en  donde  crece  al  lado  del  palmito  \oredoxa 
frígida)^  y  del  murrapo  (carludovica  teírajona) ^c\ut  con  la  palma  de 
cera  {ceroxylon  andícola),  abundante  igualmente  en  la  cordillera 
central,  son  los  principales  representantes  de  la  importante  fami- 
lia de  las  palmeras.  La  palma  de  cera  marca  rigurosamente  el 
Hmíte  inferior  de  esta  zona,  y  por  su  abundancia  y  hermoso  porte 
da  al  paisaje  de  la  gran  cordillera  un  aspecto  singular  de  poesía 
y  de  majestad.  El  Mayo  (chaeiogasira  speciosa),  el  sietecueros  y 
las  otras  melastomáceas  de  esta  zona  son,  por  sus  hermosas  flores, 
ornato  de  nuestros  bosques  y  de  nuestros  jardines. 

"  Al  pie  de  las  passifloras  arborescentes  y  de  los  hermosos 
pinos  que  caracterizan  esta  zona :  pino  común  {podacorpus  densfo^ 
liuns),  y  pino  ayuelo  {podocarpus  comunis),  las  oenotheras,  algunos 
oxalís,  las  fuchsias,  las  calceolarias  y  las  cleomes  del  grupo  gy- 
nandropsis,  mezclan  y  confunden  sus  flores  de  variados  y  brillantes 
matices. 

"  Propio  de  la  cordillera  occidental,  y  eso  con  reducida  circuns- 
cripción en  el  valle  del  Salado,  crece  el  quereme  (Jhyhaudia  quere- 
me),  de  suavísimo  aroma  y  de  mágicas  virtudes  amorosas,  según  la 
creencia  popular. 

"  Peculiar  á  los  bosques  de  Santander  es  el  quiebra-hacha 
(godoya  splendida),  y  á  los  de  Antioquia  el  caunce  (godqya  anltoquen- 
sis),  de  elegantes  flores  amarillas,  y  el  sabroso  dulumoco  (saüraja 
ursina),  que  con  las  otras  saurajas,  entre  ellas  el  moquillo  de  Tú- 
querres  {sauraja  pedunculan's),  marcan  el  límite  superior  de  esta 
zona,  en  el  cual  principia  el  roble  majestuoso  {quercus  granaiensts 
y  quercus  iolimensis)  á  enseñorearse  de  la  flora  andina. 

"  De  2,400  á  3,000  Ms.  A  los  2,400  ms.  sobre  el  nivel  del  mar 
la  vegetación  presenta  un  aspecto  totalmente  distinto  del  que  tiene 
en  los  valles  ardientes  y  en  las  tierras  templadas.  Los  vegetales 
propios  de  esta  altura  no  tienen  las  formas  elegantes  de  la  guadua 
y  de  las  heliconias,  ni  el  porte  esbelto  del  gualanday  ó  de  los  oco- 
teas,  ni  la  majestad  de  las  ceibas  ó  del  caracoli ;  los  bejucos  y  las 
enredaderas  ion  más  pequeños  y  sus  tallos  no  tienen  ni  la  flexibi- 
lidad ni  la  gracifwle  los  trepadores  de  los  climas  cálidos;  el  follaje 
de  los  árboles  de  tierra  fría  reviste  generalmente  matices  oscuros 
que  dan  al  paisaje  un  sello  especial  de  solemnidad  y  de  melancolía. 

"  No  por  esto  se  crea  que  la  flora  de  esta  altura  es  pobre  y 
escasa  de  importancia  ;  muy  al  contrario,  ella  nada  tiene  qué  envi- 
diar á  la  de  otros  climas,  ni  por  la  riqueza  de  formas  específicas,  ni 
por  la  belleza  de  sus  flores,  ni  por  la  variedad  de  valiosos  pro- 
ductos. 

"  Dentro  de  ella  crecen  las  quinas  más  apreciadas  en  el  co- 
mercio {cinchona  lancifoUa,  cinchona  succirnbra  y  cinchona  calisaya), 
disputándose  el  dominio  del  bosque  con  el  cedro  rojo,  de  porte 
majestuoso  y  de  aromática  madera  y  con  el  caucho  blanco,  de  alto 
y  tupido  follaje,  y   cuya  resina,   conocida  en   el  mercado  con  él 


ig6  Nueva  Geografía  de  G)lombia 


nombre  de  Virgen   del  jPara,  es  uno  de  los  más  valiosos  productos 
de  las  selvas  americanas. 

"  Junto  al  roble,  que  predomina  sobre  todo  en  los  suelos  arci- 
llosos, crecen  el  candelero,  el  duraznillo  {abaiia  ver basdf olio) ^  levan- 
tando p>or  sobre  las  ramas  las  largas  espigas  de  sus  ñores  amari- 
llas, y  el  raque  (vallea  s/tpularís),  de  porte  delicado  y  de  flores  teñi- 
das con  los  matices  del  pudor.  En  el  suelo  rastrean  el  guchun- 
chullo,  de  propiedades  antisifílíticas  ;  las  begonias  y  oxalídeas ;  el 
apio  de  monte,  las  piperáceas  y  las  salvias  aromáticas,  que  em- 
balsaman el  ambiente,  junto  con  las  fresas  (fragaria  vezca),  de  fruto 
delicadísimo. 

**  Por  entre  las  nudosas  y  torcidas  ramas  del  aliso,  del  arrayán, 
del  salvio  y  del  mortiño,  cruzan  en  todas  direcciones  sus  flexibles  ^ 
tallos,  formando  impenetrables  bóvedas  de  verdura,  la  gulupa 
(Pact/lora  orna/a),  las  curubas  {/acsom'a  specwsa,  iacsonia  molUsimay 
tacsanta  ígnea),  los  longipes,  las  alstroemerias,  de  brillantes  corolas, 
los  iropeoluniy  vulgo  capuchinas,  y  el  bejuco  clavellino  {mutisia  clematis 
y  mutisia  grandiflora),  de  hermosas  flores  rojas.  La  guadua,  de  cli- 
mas más  ardientes,  es  reemplazada  en  esta  zona  por  el  chusque 
{chusquea  scandens),  gramínea  de  porte  no  menos  singular,  aunque 
más  pequeña,  y  por  el  ñopo,  especie  de  bambusa,  término  medio 
entre  ésta  y  aquélla,  y  que  sólo  hemos  visto  en  las  selvas  del  Huila. 
"En  los  terrenos  abiertos,  la  flora  está  caracterizada  por  la  pre- 
sencia del  borrachero  {datura  arbórea)  ;  del  arboloco  {Polymma 
fyramidalis),  que  por  su  porte  es,  quizás,  la  más  notable  de  las 
synanterias ;  del  chilco  (Molina  bogotensis),  que  produce,  aunque 
en  cantidades  muy  pequeñas,  una  rica  laca  verde  ;  la  uvilla  (ees- 
trum  tinctoreum,  cestrum  buxifolium),  y  la  curtidera  (coriaria  thimifo- 
lia),  con  las  cuales  se  preparan  tintas  de  escribir,  siendo  excelente 
la  déla  coriaria.  El  trompeto  {boconia frutescens),áe  jugo  antipsórí- 
co,  marca  rigurosamente  los  límites  de  esta  zona,  cuyos  terrenos 
menos  feraces  los  caracterizan  los  ranúnculos  y  los  hyppéricum, 
principalmente  el  chite  (hyppéricum  brathys)  y  la  lunaria  {hyppéri- 
cum mutisianum). 

"  En  los  pantanos  de  las  elevadas  altiplanicies  andinas  crecen 
el  junco  común  {juncus  bogotensis),  el  ciperus  prolixus  y  algunos 
scirpus ;  y  en  la  superñcie  de  las  aguas  estancadas  la  marsilia  qua- 
drifolia  y  la  azolla  magellánica  extienden  sus  tallos  en  complicada 
red,  hasta  el  punto  de  ocultarlas  por  completo.  En  los  terrenos  hú- 
medos y  anegadizos  crece  el  esparto  de  estera  (juncus  estonr),  es- 
pecie casi  agotada  hoy,  destruida  por  los  fabricantes  de  la  tela  de 
estera,  con  la  cual  exclusivamente  se  han  cubierto  los  pisos  de  las 
habitaciones  del  interior  de  la  República  en  más  de  tres  siglos. 

"  \jdL  papa,  el  trigo  y  la  cebada  son  los  principales  cultivos  de 
esta  zona,  á  los  cuales  hay  que  agregar  el  de  numerosas  especies 
de  legumbres,  aunque  en  ])equeña  escala ;  y  algunos  árboles  fru- 
tales, como  el  manzano,  el  durazno,  el  cerezo,  el  peral,  todos  de 
origen  extranjero. 

"  El  maíz  (zea  mais),  quizá  la  planta  más  importante  de  la  flora 
americana,  y  que  ya  en  una  forma,  ya  en  otra,  constituye  la  base 
de  la  alimentación  popular,  se  cultiva  en  todas  las  zonas  hasta  los 
2,800  ms.  de  altura,  con  la  única  diferencia  del  tiempo  en  que 


Nueva  Geograha  de  Colombia  397 


se  efectúa  la  cosecha ;  mientras  que  en  los  climas  ardientes  produce 
á  los  80  días,  en  esta  altura  tarda  1 2  meses. 

"  El  ensenillo  {weinmannia  chilomsis  y  weinmannia  htriella),  el  ca- 
nelo ó  palo  ají  {drymis  graenatemis),  el  laurel  del  país  \myr%ca  argur 
/a) y  el  tachuelo  {berberís  glauca)  y  el  uña  de  gato  {berberís  goudotit) 
forman  en  los  lugares  á  propósito,  espeso  aunque  desmedrado  bos- 
que, y  en  las  axilas  de  sus  ramas  se  apoyan  y  viven  numerosas  ti- 
lliándseas,  y  el  coral  {loranthus  amen'canus),  cuyas  largas  flores,  de 
rojo  encendido,  se  mecen  en  el  aire  como  pendientes  de  fuego. 

"En  las  faldas  escarpadas  y  desprovistas  de  bosque,  el  syphocanu 
pylus  y  otras  lobelias,  algunas  melastomáceas,  sobre  todo  los  crae- 
monium  y  el  quiebraollas  {Caiegqstra  mtcrophilla),  crecen  junto  al 
tvsir  rynchium  bogotensis  ;  f>ero  sÓDuJas  ericáceas  las  que  predomi- 
nan en  la  flora  de  esta  región ;  í^rp^egapega  {bejaria  asiuans),  la 
uva  de  monte  (ihybaudtaflonbundia)yAdi  uva  camarona  (thybaudia 
macrophylld)y  la  uva  de  anís  (thybaudia  antsata),  las  andrómedas  y 
las  escallonias,  junto  con  algunas  styracáceas,  entre  ellas  el  té  de 
Bogotá  (symplocos  iheiformes)^  de  dudosa  importancia. 

"  Estas  plantas  y  las  arriba  mencionadas,  el  ensenillo,  el  palo 
ají  y  los  berberís,  principian  á  aparecer  á  los  2,500  ms.  sobre 
el  mar,  y  á  medida  que  la  altura  se  aumenta,  de  3,000  ms.  para 
arriba,  son  los  representantes  de  la  vegetación  arbórea  de  la  re- 
gión de  los  páramos,  la  que  desaparece  á  los  3,600  ms.  El  fraile- 
jón  también  hace  su  aparición  dentro  de  los  límites  de  esta  zona, 
siendo  el  frailejoncito  {ezpeleiia  argéntea)  el  que  desciende  á  nivel 
más  bajo,  encontrándose  excepcionalmente  á  los  2,500  ms.  de  al- 
tura. El  ezpeletia  frailejón  no  adquiere  todo  su  desarrollo  sino  de 
los  2,800  ms.  para  arriba. 

"  De  3,000  á  4,000  MS.  Esta  zona  comprende  dentro  de  sus  lí- 
mites las  solitarias  y  melancólicas  regiones  designadas  con  el  nom- 
bre de  páramos. 

"  Los  drymis,  los  weinmmanias,  los  berberís  y  algunos  otros  ar- 
bustos de  los  enumerados  en  la  sección  anterior,  viven  á  mayor  al- 
tura de  3,oóo  ms.,  pero  de  este  límite  en  adelante  sus  represen- 
tantes son  más  y  más  escasos,  hasta  desaparecer  por  completo  i 
los  3,600  ms. ;  en  cambio  las  gramíneas,  algunas  picamias,  helé- 
chos de  porte  singular  y  el  ezpeletia  frailejón,  adquieren  mayor 
desarrollo.  Este  último,  sobre  todo,  levanta  hasta  más  de  2  ms. 
su  negruzco  tronco  terminado  por  la  corona  de  plateadas  hojas, 
como  reclamando  el  imperio  de  esas  frías  soledades.  Algunas  eri- 
cáceas, una  diminuta  alstroemeria,  algunas  leguminosas  raquíticas 
y  pequeñas,  la  lobelia  enana,  unas  pocas  synanterías,  entre  las 
cuales  descuella  el  árnica  montana,  de  grandes  flores  violadas,  son 
los  últimos  representantes  de  las  plantas  dicotiledóneas. 

"  A  los  4,000  ms.  de  altura  principian  los  pajonales  del  páramo, 
formados  exclusivamente  por  diferentes  especies  de  gramíneas,  en 
especial  de  los  géneros  jara  va,  avena,  panicum,  dáctyles  y  agrostis. 

"  De  4,400  ms.  en  adelante  desaparecen  los  fanerógamas,  y 
sólo  algunos  liqúenes  y  otras  cryptógamas  crecen  en  las  rocas  des- 
nudas y  medio  cubiertas  por  la  nieve." 

b)  Fauna — Bien  que  sujetos  á  la  acción  del  clima,  los  anima- 
les dependen  mucho  menos  de  su  influencia  en  las  áreas  qu^ 


39^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


ocupan,  de  donde  mayor  extensión  y  lindes  menos  precisos  en 
las  provincias  zoológ"¡cas.  Sin  embargo,  como  aquella  influencia 
nunca  desaparece  del  todo,  resulta  que  la  fauna  colombiana  pre- 
senta poco  más  ó  menos  las  mismas  divisiones  que  la  ñora,  en  es- 
pecial marcadas  si  se  trata  de  las  tierras  cálidas  y  frías,  bien  que 
muchas  veces  de  una  á  otra  zona  apenas  se  diferencien  las  espe- 
cies en  la  talla  6  el  matiz  de  la  piel  ó  la  pluma  ;  tenemos,  pues, 
ante  todo,  dos  divisiones  profundas :  la  fauna  andina  y  la  de  las 
tierras  calientes.  La  ultima  pertenece  íntegramente  á  lo  que  los 
zoólogos  llaman  región  neotropical,  caracterizada  por  los  monos* 
de  nariz  lateral,  los  murciélagos  de  compleja  hoja  nasal,  los  gran- 
des roedores  subungulados,  los  marsupiales,  los  felinos  subordina- 
dos y  otros  animales,  que  si  en  general  son  inferiores  á  los  del  Viejo 
Mundo  en  magnitud,  de  ordinario  les  superan  en  gracia,  variedad 
y  hermosura.  La  primera,  que  puede  englobarse  en  la  neártica, 
ofrece  marcada  inferioridad  en  sus  tipos,  salvo  alguna  excepción, 
y  son  varios  los  animales  que  en  ambas  mesas  les  dan  vida  propia. 
Cesa  la  vida  con  la  nieve,  y  sin  embargo  sobre  ella  se  remonta  el 
único  animal  que,  si  bien  vive  en  las  altas  montañas,  busca  su  pre- 
sa lo  mismo  en  la  llanura  ardiente  que  en  la  yerma  paramera,  y  da 
así  enlace  á  toda  la  fauna  del  país :  nos  referimos  al  cóndor,  con 
justicia  elegido  para  figurar  en  las  armas  de  Colombia,  puesto  que 
es  en  la  parte  S.  de  la  cresta  del  Quindío  en  donde  alcanza  su  ma- 
yor bravura  y  desarrollo ;  algo  más  de  6  ms.  de  envergadura  me- 
día la  pareja  que  uno  de  nuestros  Virreyes  envió  á  España.  Por  lo 
demás,  y  esto  se  comprende  bien,  ningún  país  de  América  rivaliza 
con  el  nuestro  en  la  riqueza  de  la  fauna,  como  ninguno  le  iguala 
en  la  flora;  nuestro  grande  Oriente  encierra  á  un  tiempo  losani- 
males  de  Venezuela,  Guayana  y  el  Brasil ;  los  Andes  del  Sur  guar- 
dan los  del  Ecuador  ;  Panamá,  los  de  Centro  América  ;  la  Costa 
Atlántica,  algunos  de  los  de  las  Antillas  y  el  Chocó,  y  las  montañas 
interiores  forman  provincias  completamente  diversas  de  aquéllas 
y,  por  lo  tanto,  propias  *. 

Entre  los  mamíferos^  el  trópico  produce  especialmente  cuadru- 
manos y  carniceros.  De  los  primeros,  en  que  se  comprenden 
aluates,  áteles,  saimires,  callitrex,  sajus,  &c.,  hállanse  numerosos 
simias,  como  son :  araguato  ó  capuchino  (s.  ursina),  mono  miedoso 
ó  marimonda  (s.  beelzehuth),  del  Andaquí  {s.  lagoihrix),  caripelado 
(s,  chiropoies),  colorado  {s,  variegaía),  indio  ó  caranegra  {s,  melano^ 
cephald)y  del  Caquetá  ó  viudita  {s,  lugens),  machín  (j.  albi/rons),  mo- 
no carita  blanca  {cebus  chiropus),  mico  ó  macaco  {c.  robusius),  mono 
chico  (c,  cinerasceus),  tití  verde  {s.  sciurea),  tití  cartagenero  {s.  oedi^ 
pus) y  tití  amarillo  (callitrix  aniomophagus),  mono  mezclilla  (c.  inca- 
nesceus),  mono  dañino  (sa/u),  y  mono  leoncito  (midas  leoninus).  Estos 


•  "  La  subregión  brasilense  es  la  mas  vasta  de  todas  las  neotropicales,  como 
que  se  extiende  del  Atlántico  á  los  Andes,  comprende  las  hoyas  del  Orinoco  y  el 
Amazonas,  y  no  se  detiene  sino  en  el  rio  de  La  Plata.  Abarca  un  territorio  forma- 
do por  llanuras  bajas,  selvosas,  á  menudo  inundadas.  La  fauna  de  esta  región 
está  caracterizada  especialmente  por  los  monos,  las  sarigueyas,  los  cdentados, 
los  tapires  y  las  ratas  espinosas.  Muchos  géneros  de  aves  están  confinados  á  esta 
comarca,  siendo  en  las  riberas  del  Amazonas  donde  esta  fauna  ornitológica  ex- 
hibe to^a  §u  belleza."— A  E.  BrehM- 


Nueva  Geografía  de  Colombu  39^ 


anímales,  notables  por  la  conformación  de  la  cola  que  les  sirve  de 
quinto  brazo,  andan  de  ordinario  en  bandadas  que  alborotan  el 
bosque  con  su  g-ritería,  la  que  entre  dos  luces  da  campo  á  los  ala- 
ridos característicos  de  los  araguatos ;  también  suelen  causar  es- 
tragos en  las  plantaciones  vecinas  á  la  selva  ;  los  hay  nocturnos  y 
diurnos,  medianos  y  muy  pequeños,  torpes  y   muy  despiertos»  y 
son  los  titís  los  más  bellos  y  la  viudita  el  más  raro.  No  poseen  núes- 
tras  montañas  grandes  carniceros :  entre  ellos  prima  el  jaguar 
i^felis  onza),  que  viste  pelaje  de  pantera  y  casi  iguala  al  tigre  por 
su  talla  y  fuerza,  siendo  sí  más  sanguinario  su  congénere  negro 
(/.  nt'gra),  que  no  se  halla  sino  en  las  selvas  del  Atabapo  yGuaya- 
na.  Al  contrario,  abundan  mucho  en  el  alto  Magdalena  el  tigre 
encaramado  y  la  pantera,  siéndoles  inferior  el  león  cuguar  6  pu.nji^ 
(/.  concolor)  y  el  león  negro  (Jclís  discolor),  que  de  león,  no  ti^ni^n 
sino  el  nombre,  no  menos  feroces  que  los  anteriores  y  que  prje- 
ñeren  la  serranía,  en  la  cual  suben  hasta  la  región  de  los  páraipq$, 
como  el  encaramado,  abundante  en  la  tierra  fría,  lo  mismp  quej^í 
ga;o  montes  (/.  pardalis),  y  el  tigrillo  ó  gato  tigre  (/.  iigrtna),  biqn 
que  este  último  baje  hasta  la  llanura.  No  escasean  las  nutrias  {lif^ 
iras),  de  que  hay  las  variedades  pescadora  (¿rastliensís),.  del  Mag- 
dalena (insularís),  y  del  Sur  {peruvünsis),  6  sea  de  todo  clim^;  J.o 
mismo  que  los  osos  (ursus),  pues  el  negro  {arcios)  vive  en  la  re* 
gión  baja,  y  el  frontino  {prnaius)  ocupa  la  montaña,  y  los  perrps 
(canis)  gozque  {americanus),  cazador  {veríagus)  y  lobo  (jnexfc<mus)  ; 
los  zorros  colorado  y  negro  y  el  zorrillo,  aún  no  clasificados,  está^ 
en  análogas  condiciones.  También  hay  cuatí  (nassua  subursus),  pia- 
purito  (mephiiis  americana),  que  arroja  hediondísimo  licor  y  no  vjye 
sino  en  tierra  caliente,  y  dos  musidas;  la  comadreja  {cigogniari)^ 
y  el  hurón  (  huro).  Completan  el  grupo  los  queirópteros  ó  nwirc;^ 
lagos  {phillosiomidae),áQ  (\\XQ  hay  varias  especies  (van^irios,,mpl9f^p 
nociilion,  nyciinonse,  vespiriilion),  frugívoros  unos,  insectívoras  Otrgi; 
de  los  cuales  los  grandes  chupan  la  sangre  á  los  animale^^.y  lo^p^^ 
queños,  también  vampiros,  lo  hacen  al  hombre  dormido,  ^tíXf>  Q^ 
no  existen  en  tierra  fría.  De  los  insectívoros  (?)  no  hay  sino  el  erjz;© 
de  dos  especies ;  de  los  marsupiales,  ]os  didelfos :  runcho  ó  chv>ch^> 
rata   de  monte,  chucha  de  agua   {chironecies),  y  lirón,  clases  .de 
todo  clima.  Los  desdentados,  que  viven  en  tierra  caliente,  mvíi%* 
tran  el  singular  ay  ó  perezoso  ó  perico  ligero  {acheus.  ai),  el  arma- 
dillo {dassjfpus  apar  ¿-¿í^w^/a/íwj),  el  cachicamo  y  los  osos  hormigue- 
ro {myrmecophaga  jubaia  y  ieiradaciyla),  de  dos  especies,  y  nielero 
(m.didaciy la).  Los  paquidermos  hervíboros  comprenden  el, sa(i\o 
{dycoiyles  labiaius),  el  tatabro  ó  cafuche  {d,  iorquaius),  los  váquiras  já 
pécari,  que  se  juntan  por  millares,  y  la  danta  {iapirus  americanus), 
de  que  parece  hay  dos  tipos,  de  tierra  baja,  y  además  en  plei\o 
páramo  otra  especie  (/.  roulinii  pinchaque)  que  no  se  baila. sir>p 
en  la  región  fría;  los  rumiantes  cuentan  con  los  ciervos  {p^rvus^, 
común  Xperonii),  y  el  venado  blanco  (mexicanus),  de  varias  espe- 
cies, todas  de  tierra  caliente ;  el  soche  (colombianus),  el.soc.he  del 
páramo,  el.  venado  cachipelado  (nemoarlis)  y   el  cachienvaina4o 
(capreolus).  Los  roedores  comprenden  los  dañinos  ratones  (mus),  de 
infinita  variedad,  importados  de  Europa,  la  ardilla  {siurus  aesiuans), 
los  llamados  conejo  (lepus  brasielensis)  y  liebre  (/.  capensis),  los^ua- 


400  Nueva  Cteocrafía  de  Colombia 


g'uas  propio  {coelogenus  subni^er)  y  conejo  (c,  fulvjs)¡  la  chucurita 
{maeroxus  variahüis),  el  cui  ó  curí  ó  acurito  {anoemá),  esencialmen- 
te fecundo,  los  lanchas  (hydroecherús  casihurd)^  la  nutria  anfíbia  ó 
perro  de  ag"ua  {myopotamos),  el  puerco  espín  (coendus),  de  dos  cla- 
ses, y,  sobre  todo,  los  grandes  roedores  orientales,  el  cabiai,  el  an- 
fibio chigfüil^e,  que  vive  en  manadas,  el  agutí  ó  acure  del  monte,  el 
sagUtí,  el  paca  (caria  capydara,  agu/í,  sagoiiy  paca  ó  lapa^  sphyggu- 
reconi).  En  fin,  como  cetáceos  se  hallan  en  nuestras  aguas  ballena 
chacálote  {ílaenopiera  gtMar),  manatí  (maná/us  amencanus)  en  los 
grandes' ríos  orientales,  toninas  {deJphinus  tonina),  de  mar  y  agua 
dulce,  y  peje  espada  {monodum  monoceros). 

•  Las  AVES  abundan  de  tal  modo  en  nuestra  patria,  que  no 
hay  error  en  asegurar  es  en  ellas  la  región  más  rica  del  globo 
en  ciertos  órdenes,  pues  existen  aquí  muchos  individuos  que  no  se 
hallan  en  los  países  vecinos.  En  primer  lugar  están  los  buitres  con 
sus  dardnculos  característicos:  es  su  perla  el  cóndor  ó  cuntur  (vuUur 
gryphüs),  del  que  existen  dos  ó  tres  variedades,  y  le  siguen  el  águila 
real  (i/,  barbasus),  de  extraordinaria  fuerza,  el  águila  blanca  {r,  al- 
bus),  el  rey  de  los  gallinazos  {v.  papa),  la  guala  {v.  aura),ye\  galli- 
nazo (v,jo/a);  hermanos  suyos  son  losurubus  (samuros  ó  chulos  6 
galembos  ó  chicoras,  ca/kar/as),  que  si  prefieren  la  tierra  cálida,  no 
rehuyen  subir  á  la  región  fría,  y  en  los  pueblos  de  aquélla  tienen 
protegida  la  vida  merced  á  su  oficio  de  estercoleros.  Junto  están 
Ips  falcónidos,  representados  por  el  águila  comiln  (/.  amencanus), 
el  aguilucho  (/.  brasiliensis),  el  aguilote  de  tierra  fría  (/*.  guayanen^ 
sis);  que  es  el  ave  que  resiste  más  sin  comer,  el  gavilán  (f.  comunis), 
el  al  con  (/.  aeruginosus)  y  el  cernícalo  {/,  gen/iÜs). 

De  noche  salen  lechuzas  y  mochuelos  (s/rix)  de  diversas  cla- 
ses. También  es  nocturno  el  guácharo  ó  guapaco  (s/ea/ormis  caripen- 
j/j),'cj\ie  ien  grande  extensión  puebla  las  cavernas  de  tierra  calien- 
te. Abundan  entre  los  dentirrostros  las  canoras:  el  arrendajo  {iurdus) 
que  Imita  la  voz  de  todos  los  animales,  como  lo  hace  el  cenoto, 
hediondo  y  más  g'rande  ;  la  mirla,  el  pico  de  plata,  la  dorotea,  el 
saufce,  que  en  la  voz  se  parece  al  canario,  la  paraulata,  el  curu- 
ñatá  y  el  cucartichero  (regulus),  rival  del  ruiseñor.  Por  su  plumaje 
campean  la  azomita,  el  azulejo,  la  primavera  ó  siete  colores  (/ana- 
gra  septicolor),  indomable,  el  azomita  (musicapa),e[  verdecito  ó  yer- 
dacKb,  el  cardenal,  él  vinotinto,  el  cotinga,  el  gallito  de  Fusagasu- 
gá  (j>ipra  rupicala)  y,  sobre  todo,  la  sin  igual  cerraja  del  Chocó, 
digna  émula  del  ave  del  paraíso.  Tienen  Voz  más  ó  menos  singular 
el  querrequerre,  ¿1  yacabó  ó  soledad,  el  trompetero  (coracina  scu^ 
/a/a)  y  el  campanero  (ampeliz  carancul/a),  cuyo  grito  penetrante  y 
claro  se  oye  á  un  kilómetro  de  distancia.  Entre  los  íisirrostros  se 
hallan  el  aguaitacamino,  de  vuelo  bajo  y  corto,  siempre  entre  dos 
luces,  y  otras  golondrinas  (hirtindo),  inclusive  el  tijereto,  que  lo  es 
del  mar.  Completan  el  grupo  de  los  gorriones  aves  de  lindo  canto 
ó  bello  plumaje,  como  \os  frochilus,  en  que  se  comprenden  colibríes, 
chupaflores  y  esmeralditas,  imposibles  de  mantener  en  jaula,  y  los 
Tnerdps  '^(tucucito,  tornasol  y  tornasolito),  los  turpiales  ó  trupiales 
(ic/ekus)y  de  varia  clase,  hermosos  sobre  todo  en  Chiriguaná  ;  los 
toches  ó  caciques  ó  chicaos  ó  gonzalitos  (cassicus),  muy  parecidos  á 
los  anteriores,  pero  de  diferente  plumaje  y  hermoso  canto ;  la  viu- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  401 


dita  {viduá)y  el  toldito  6  toldillo  {on'los  niger),  que  en  bandadas  va 
devastando  las  sementeras,  el  canario  ó  chisg-a  {fringilla  granatind) 
y  los  gorriones  ó  copetones  {fringuilld),  que  se  hallan  por  millares 
en  la  Sabana  de  Bogotá. 

Semejando  festones  de  flores  vivas,  se  hallan  las  bandadas 
de  guacamayas  (ara^^  y  loros  (ppiitacus):  aquéllas  verdes,  rosadas, 
azules,  amarillas  y  de  vario  matiz ;  e'stos  comprenden  papagayos, 
loros,  calzoncillos,  pericos,  periquitos,  catarnicas  y  cotorras,  tam- 
bién de  variada  forma,  color  y  canto,  y  cuya  gritería  estridente 
atruena  las  selvas  del  trópico ;  de  este  grupo,  los  especímenes  más 
grandes  pero  más  torpes  viven  en  el  Guainía.  Con  ellos  andan  loi 
chrotophangüy  entre  otros  el  garrapatero  (c,  piririgud)^  tan  ütil  para 
la  limpieza  del  ganado  vacuno,  el  judío  (r.  rumindentata)^  el  mai- 
cero (f.  vagtrosird),  el  chamón  {c,  ?/iayor)  y  el   firigüelo  ó  samurita 
(f.  ani),  eterno  compañero  de  los  ganados  y  comedor  de  los  insec- 
tos que  los  atormentan,  como  el  primero,  así  como  también  el  car- 
pintero (picus  rodus/us),  que  taladra  los  más  robustos  troncos,  y  los 
ramphacius  ó  tucanes  (diostedé,  dos  dares,  coli  ó  pico  de  frasco),  todos 
de  tierra  tropical.  Entre  las  gallináceas  figuran  los  penelopesy  como 
son  la  pava  de  monte  (/>.  cristatd)  el  gigante  de  su  género,  la  pava 
gurri  (/>.  aburrí)  y  la   pava  gallina  {p.  ptpUe);  los  ourax  6  paujíes 
(de  copete,  alector ;  de  piedra,  pauxi),  que  prefieren  clima  menos 
cálido  y  se  distinguen  por  su  indeferencia  al  peligro  ;  las  guacha- 
racas {priálidas),  famosas  por  su  gritería ;  el  chumhipue^  pisco  ó  pavo 
(nuleagris  cynchramus),  exótico  aquí,  y  el  chumbo-guajalote  ó  jua- 
najo  {gallo  pavobries)^  como  los  anteriores,  de  excelente  carne.  Con 
éstas  se  enlazan  las  columbas;  á  saber :  torcazas  (r.  montaná)y  tórto- 
las (f.  turíur),  tortolitas  {c.  rison'a),  abuelitas  (c.  sínica)   y   collare- 
jas {c,  cyanocephalcL),   sabrosas,   varias  en  color  y  costumbres,  y  la 
perdiz  ó  codorniz  {colins)  y  la  siempre  triste  tigana,  que  reempla- 
za al  gato.  Las  zancudas,  huéspedes  de  ríos  y  lagunas,  compren- 
den todas  las  árdeas  6  garzas :  la  blanca  {alba),  á  veces  rosada,  ador- 
no de  la  Sabana,  la  azul  {cerúlea),  la  morena  {agumi),  la  fina  ó  real 
{cyanocephala)y  la  baco  ó  leonada  {slellaris),  de  graznido  lúgubre,  y 
la  atigrada,  de  que  difieren  el  garzón  azul  {cancroma  cancrophaga), 
el  garzón  gaván  {tantalus  suculaíor),  ave  inmigradora,  y  el  garzón 
puro  ó  gigante  {mycieria  americana),  peculiar  de  los   Llanos.   Tam- 
bién hay  pellares  {charadrtus   niíidifrons),  zarsetillas  {vanellu  caya- 
nensis),  grullas   {grus  americana)   vistosísimas,    gallitos   de   monte 
{psoplua  crepiíans),  enemigos  de  los  muchachos  ;  patocuchara  {plata- 
lea  ajaja),  alcaravanes  ó  tentes  ó  cabezones  {carandría),  nocturnos 
centinelas  del  desierto ;  coclís  {scopus),  de  monótono  graznido  ;  aiu- 
cos  {palmeada  cornuta),  gallinetas   {fúlica  martinica),   flamencos   ó 
pájaro  soldado  {phoenicoptenus  rubery  que  alegra  la  orilla  del  mar; 
becasinas  {scolopax),  pellarsitos  {rccurbiroslra),  chorlito-alcaraván 
y  muchos  otros  similares  aún   sin  clasificar.   En  fin,  entre  las  pal- 
mípedas están  ante  todo   las  anas  6  patos,  siendo  los  principales  el 
común,  el  real,  el  pintado,  los  agüires  ó   chilicos  del  Llano,  laá 
zarsetas,  las  notables  iguasas  del  valle  caucano,  y  el  carretero,  in- 
migrador  ;  la  gaviota  {procelhria  puffinus),  huésped  del  mar  ó  los 
grandes  ríos;  el  pájaro  bobo  {sulafusca),  tipo  de  la  estupidez;  el  al- 
catraz ó  tpcoco,  que  lo  es  de  la  ^ula  ;  el  pato  pescador  {plotus  mf^ 


402  Nueva  Geografía  de  Colombia 


lanogasier),  de  agua  dulce  y  salada,  á  la  inversa  de  los  dos  anterio- 
res ;  el  cuervo  {carbo  pigmens),  el  pato  cuervo  {carho  graculus)^  y, 
en  fin,  zambullidor  {podkeps  americamts). 

Los  peces  abundan  en  las  costas  y  ríos.  De  los  cartilaginosos 
merecen  mención  tiburones  {squalcs),  guazas,  tintoreras  y  mantas 
6  lunas,  terribles  en  el  mar,  y  las  no  menos   peligrosas  rayas  de 
agua  dulce  y  salada,  y  el  torprdo.  De  los  óseos  se  pescan  en  la 
costa,  mero  {perca)^  liza  {mujol),  picúa,  lebranche,  hurel  ó  jurel, 
beruzati,  peztierra,  quichavo,  paroo,  casus,  sábalo,  hurello,  corvi- 
na, cominata,  ruejo,  carite,  puerco  espín  marino,  aguja  del  mar  y 
piloto ;  en  agua  dulce  y  salada  hay  en  todo  el  país  dorada  {cryso- 
pharis  dorata)y  bagres  {stlurus  bagre),  boca  chico,  sardinas,  sardina- 
ta,  anguilas  y  voladores.  De  la  región  oriental  son :  chojo,  cacha- 
mo,  tayaro,  cherno,  curbinatas,  chumecas,  yamü,  palometa,  pon- 
ches ó  ronchos,  chubanos,  curitos,  monjanas,  bocones,   alcaldes, 
aguijón,  cuchillos,  amarillo,  yema  de  huevo,  apiri,  guerable,  rayado, 
barbigancho,  mapurito,  doncella,  pejesapo,  barbillas,  aguadulce, 
valentón,  morocote,  boca  sin  hueso,  caribe,  apuya,  peyare,  chume- 
ca,  paletón,  travesía  y  otros.  En  el  Magdalena  y  demás  ríos  de  la 
zona  montañosa  hay:  jetón,  coraguaje,  dentón,  mojana,  peje,  co- 
pas, cuchara,  mohino,  micura,  zapatero,  culoche,  negro,  corunta, 
madre,  caja  vacía,  chato,  zabaletas,  coróte,  cononcorro,  palotón, 
teramo,  pámpano,  guabina,  bayuelo,  lancha,  arenque,  cuchi  rito, 
manamana,  corcovada,  nicolasito,  machetón,  sapo,  doncella,  capi- 
tanejo, bayo,  ronquete,  rampuche,  ciego,  casón,  mojana,  mayupa, 
tetudo,  piendo,  chango,  concoro,  ventón,  mazorca  y  otros.  En  las 
llanuras  de  Bogotá  y  Paipa  existen  dos  peces  raros,  el  capitán  (Jure-- 
mo  phylus  muiisii)  y  el  roncho,  con  cabeza  de  toro,  individuos  raros, 
y  á  lo  que  parece  resto  de  fauna  especial,  pues  no  tienen  semejan- 
za con  los  otros  del  país.  En  el  Llano,  el  caribe  y  el  gymnoto  (pez 
eléctrico)  hacen  peligroso  el  paso  de  los  ríos ;  en  el  Chocó  se  ha- 
llan el  roncador  y  el  tití,  que  es  el  más  pequeño  de  los  peces,  y  en 
la  Sabana  la  curiosa  guapucha  (grundulus  logo/ensis). 

Los  reptiles  abundan  en  Colombia.  Entre  los  quelonídeos  ó 
tortugas  {testudo)  están  la  de  mar,  la  carey  (chelonia  eretmochelis),  el 
galápago  (emis  concéntrica),  el  morrocoy,  la  hicotea,  la  terecay  6 
teraquey,  la  araus  ó  tortuga  de  agua  dulce,  y  sobre  todo  la  podoc- 
nemys  del  Amazonas,  sólo  comparable  á  las  del  mar.  Entre  los  sau- 
rios ó  lagartos  priman  los  cocodrilos  ó  caimanes,  tanto  comunes 
ó  de  hocico  ancho,  como  negros  ó  de  aguja  ú  hocico  largo  y  del- 
gado, que  buscan  las  ciénagas  donde  se  mezclan  aguas  dulces  y 
saladas  {alligator  palpebrosus,  crocodilus  americanas),  cuya  corpulencia 
disminuye  con  el  caudal  de  los  ríos  en  que  viven,  y  que,  junto  con  la 
baba  ó  babilla,  remontan  hasta  los  500  ms.  Entre  los  demás  saurios 
figuran  las  iguanas  {hvsilophus  amblyrineus),  numerosas  sobre  todo 
en  el  Cauca,  de  las  que  hay  varias  especies  (Jiocephalus,  ¡ioloemus, 
proctotretus),  y  los  lagartos  :  azul  (anoüs  edivarsii),  común  {laceria  mOr- 
yor),  dragón,  camaleón  {camaeko  fucxicanus),  basilisco,  tiro  {gecko 
rapicauda),  cotejo,  lagartijas  {lacerta  muralis)  y  salamanquesas  (/«- 
certa  veninosus  /). 

La  hermosa  cuanto  terrible  familia  de  los  ofidios  muestra  en 
Colombia  riquísima  variedad,  pues  á  lo  menos  existe  una  treintensí 


Nueva  Geografía  de  Colombia  403 


de  especies ;  dígase  lo  que  se  quiera,  es  el  Chocó  la  tierra  serpen- 
tífera  por  excelencia,  la  patria  de  los  individuos  más  venenosos, 
mientras  en  el  Caquetá  moran  los  colosos  del  g-énero  {boas  6  pytho^ 
nes),  de  los  que  hay  varias  especies :  es  la  principal  la  culebra  de 
agua  6  boa  constrictor  {ennecies  marinus)^  de  pujanza  sin  igual  y 
muy  superior  á  la  macaurel  (de  Oriente)  y  á  la  alfombra  (de  Oc- 
cidente), como  ella,  anfibias ;  el  guio,  buío  ó  tragavenado  es  el  boa 
de  tierra,  y  se  encuentra  en  todo  el  país.  Muchas  otras  especies 
no  venenosas  {gruos^  sifisonias,  dromex,  corifadony  doyophes,  oxice/álú 
eos)  se  hallan  en  abundancia  ;  las  más  importantes  son  las  caza-^ 
doras,  grandes  destructoras  de  alimañas  en  las  tierras  calientes,  y 
las  pequeñas  sabaneras,  que  asustan  á  los  medrosos  en  las  regiones 
frías  de  la  mesa  oriental.  Entre  las  venenosas  priman  los  crótalos 
6  serpientes  de  cascabel  {dun'ssus  al  W.  y  horridus  al  E.),  que  pre- 
fieren las  llanuras  herbáceas ;  los  elaps,  los  eraspedocephalus.  Hay 
razones  para  creer  que  muchas  de  las  serpientes  colombianas 
exigirán  la  formación  de  nuevos  grupos  en  el  género.  Esto  senta- 
do, vamos  á  enumerar  las  venenosas  conocidas,  de  las  cuales  siem- 
pre hay  crecido  número  de  variedades :  de  todo  el  país  son  cas- 
cabeles, corales  {ellaps  corállinus),  mapanares,  tayas  {boirops),  to- 
ches,  bejucos  {herpetodria,  como  la  voladora),  equis  y  víboras ;  del 
Chocó-Darién-Sinú  la  verrugosa,  la  mapaná  {coluber  venusiissimd), 
la  pudridora  y  la  blanca,  ó  sea  las  más  venenosas  conocidas,  y 
además  las  dormitor,  tamaga,  boquidorada,  carare  y  Zaragoza ;  del 
valle  del  Magdalena  la  rayona,  negro,  tiro,  dormilona,  taya  rabona ; 
del  valle  del  Cauca  la  famosa  pelagatos  (que  llamaremos  lachesis 
caucanensis,  pues  es  nueva  especie)  ;  del  bajo  Cauca  la  corocoí^a, 
con  cuatro  patas  y  cresta,  la  patoquilla,  la  más  pequeña  del  géne- 
ro, ambas  terriblemente  venenosas,  y  también  las  guarda-camino, 
viní  ó  vaní,  arará,  yaruma,  paloma,  yerga,  raboají,  reina,  ciega,  co- 
clí  y  pitora ;  en  Guamacó,  la  pico  de  plata,  y  en  el  mismo  terreno  y 
el  Carare,  la  célebre  lomo  machete,  con  cresta  y  orejas,  escasa  por 
fortuna ;  en  la  llanura  atlántica  la  voladora,  la  patoquilla,  la  paca, 
la  loro  estrella,  la  matiguaja  y  la  notable  cafifí,  de  los  esteros  de 
Barú ;  en  la  mesa  oriental,  petaca,  mola,  tetí,  tabacoa,  verde,  gua- 
ta, voladora  y  la  terrible  huertera ;  y  en  las  llanuras  orientales  la 
veinticuatro,  la  papagayo,  la  cachetona,  la  mapanare  rabo  frito, 
la  sapa,  culebra  verde,  galana,  paja,  viejita  y  tigre,  y  la  surucuqil 
del  Brasil  {lachesis  ó  crotaliis  muíus),  muy  semejante  á  una  especie 
que  vive  en  el  Carare.  Por  fortuna  las  venenosas  no  se  hallan  á 
más  de  1,900  ms.,  y  el  tabaco  marca  el  linde  superior  de  ellas.  En 
Oriente  hay  la  sobadera,  que  ataca  á  golpes  de  cola. 

En  fin,  entre  los  anuras  ó  bactracianos  figuran  sapos  y  ranas 
de  diversos  colores,  especies  y  tamaños  {cerairophis  cornuta,  hyla, 
psendis,  notroteina,  pipa,  bufo  vulgar is,  rana  palusíris),  abundantes 
tanto  en  la  tierra  fría  como  en  la  caliente,  donde  se  hallan  los  gi- 
gantes del  grupo,  siendo  la  especie  más  notable  la  rana  amarilla 
del  Chocó  {phyllobasíes),  que  al  rescoldo  secreta  activísimo  veneno. 

Ningún  país  del  mundo  ofrece  tanta  variedad  de  insectos  como 
Colombia,  merced  á  su  clima  y  disposición  de  su  relieve.  Los  co- 
leópteros muestran  diversos  animalillos  luminosos,  como  cocuyos 
{íyrophorus  noctitiuens),  luciérnagas  y  cucarrones  {carabus)  de  la  má^ 

# 


404  Nueva  Geografía  de  Colombu 


varia  forma,  tamaño  y  color,  siendo  los  principales  el  azul  {cyaneus), 
el  grande  {giganieus),  el  escarlata  (ceccinea)^  los  varios  de  cuernos 
{Júpiter,  hércules^  &c.)  y,  sobre  todo,  el  verde-dorado  de  Muzo,  lo 
mismo  que  las  cucarachas  de  montaña  y  la  vaca  de  San  Antonio. 
Los  ortópteros  comprenden  taras,  grillo,  cucarachas,  saltones,  chi- 
ripas asquerosas  y,  sobre  todo,  langosta  (locusta  vi'ndts)  que  de- 
vasta los  campos,  siendo  la  más  terrible  la  del  Patía,  que  más  de 
una  vez  ha  llevado  el  hambre  al  rico  valle  del  Cauca.  Los  neuróp- 
teros están  representados  por  el  caballito  del  diablo  ó  matapiojos, 
ser  inofensivo,  á  la  inversa  del  caballo  de  palo  {puscopia  scabn'a),  que 
causa  la  muerte  de  los  animales  que  lo  comen  confundido  con  la 
yerba,  y  el  comején  ú  hormiga  blanca  (termes /átate y  morio),  que 
hace  estragos  en  casas,  campos,  mercancías  y  archivos,  principal- 
mente en  las  tierras  calientes  y  templadas  feldespáticas,  y  es 
muy  difícil  de  destruir  ;  curiosos  ron  los  campamentos  que  figuran 
sus  extraños  nidos,  á  veces  aislados,  como  obeliscos  y  capaces  de 
resistir  el  empuje  de  un  toro.  Los  hymenópteros  guardan  diversas 
avispas  (vespa  a'neta,  dorion  ¡obaíun),  abejas  {apis  mellifica),  abejones, 
{combus  moscorum)^  que  aun  cuando  producen  buena  miel,  su  cera  no 
es  blanca ;  con  ella  andan  las  hormigas  (fórmicas,  cuta  cephdtotes,  &c.) 
que  ¡causan  destrozos  en  los  campos,  algunas  de  las  cuales  tienen 
venenoso  aguijón,  y  otras  (culonas)  se  comen  fritas  en  muchas  par- 
tes. De  los  hemípteros  hay  chinches  (cimex)  de  dos  clases,  verda- 
deros demonios  de  los  climas  cálidos,  cigarras  de  insoportable  zum- 
bido,  cínifes,  cochinilla  (cocus  cacti),  productora  de  rico  tinte,  y/uL 
gora,  más  hermosa  que  los  cocuyos.  Los  ápteros  nos  regalan  diver- 
sidad  de  pulgas  (pulex),  niguas  (pukx  penetrans)  y  garrapatas  (re- 
cinus,xxapoda  :  terrible  la  mostacilla,  que  llega  hasta  destruir  el  ga- 
nado vacuno),  á  las  que  en  las  tierras  altas  se  agregan  varias  clases 
de  piojos  (pediculus),  aumentados  con  el  desaseo  de  los  indios.  Los 
dípteros,  ó  infernales,  agrupan  inmensa  falange  de  zancudos  (culex 
pipiens),  moscas  (musca)  y  mosquitos,  á  veces  tan  abundantes  que 
llenan  el  espacio,  los  que  no  sólo  pican,  sino  que  depositan  sus  hue- 
vos en  los  ganados,  ó  en  la  cabeza  humana,  de  ordinario  con  malas 
consecuencias ;  también  tábanos  (tala/ios  vovinus),  que  atormentan  á 
los  ganados  por  chuparles  la  sangre.  En  fin,  los  lepidópteros,  diur- 
nos, nocturnos  y  crepusculares,  comprenden  brujas,  chapolas,  poli- 
llas y  también  las  mariposas  puras,  que  aquí  se  engalanan  con  el  más 
bello  ropaje,  primando  las  del  Minero  (papilio  zapphirus,  p.  spinelus), 
Arma  y  Cabal  y  Caquetá  :  la  ereóus  strix  es  la  gigante  de  las  noc- 
turnas, y  en  el  Chocó  y  los  Llanos  hay  bomhvx,  que  producen  seda 
igual  á  la  oriental. 

Entre  los  arácnidos,  aquí  muy  varios,  mencionaremos  los  ala- 
cranes (scorpio,  buthus,  chelifer),  algunos  de  terrible  aguijón,  y  las 
arañas  (my galos),  esencialmente  grandes  ó  venenosas,  algunas  como 
la  polla  (antipodracia),  la  grande  (gigantea),  la  brava  (avicularia), 
que  caza  avecillas,  y  muchas  otras  inofensivas  pero  incómodas  ; 
también  hay  impertinentes  aradores  (acarus  scabiei).  Por  último,  los 
moluscos  no  son  menos  numerosos  ni  más  conocidos  :  unos,  los  de 
mar,  ora  ofrecen  rico  manjar  como  el  calamar,  la  ostra  verde,  la 
almeja ;  ora  valiosos  productos  como  la  concha  nácar,  que  enri- 
quece con  las  perlas  todas  nuestras  costas,  y  el  caracolillo  de  púr. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


40S 


pura  ;  ora  tan  sólo  causan  daños  como  la  broma.  En  tierra  se  ha- 
llan por  millares  los  caracoles  (Umax)  de  todo  tamaño  y  figura.  Los 
miriápodos  <S  ciempiés  ofrecen  varias  especies,  alguna  venenosa 
(scolopendra  morsitans).  Los  crustáceos  nos  ofrecen  varios  y  ricos 
cangrejos  (Jhelpheusa  fluviaiileSy  pilomnus  spinifer^  dorippa  láñala), 
langosta,  langostines  y  camarones  (aslacus  fluvialilis).  De  los  ané- 
lidos hay  lombrices  de  tierra  y  sanguijuelas,  y  de  los  zoófitos,  lom- 
brices {ascárides)  intestinales  ó  viscerales  y  erizos,  madres  de  agua, 
estrellas  de  mar  y  diversos  corales  ordinarios. 


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Figura  151 — Diagrama  representativo  del  escalonamiento  de  alganos  animales 

en  los  Andes 


Resumiendo  lo  dicho,  desde  otro  punto  de  vista  tenemos  que 
los  páramos  están  caracterizados  por  el  puma,  el  oso  pequeño  de 
frente  blanca ;  la  tierra  fría  por  el  gato  tigre,  el  gran  ciervo  de  los 
Andes^  otros  osos  y  los  piojos  ;  la  tierra  templada,  por  el  gato  sal- 
vaje, los  armadillos,  las  niguas  y  las  pulgas  ;  y  la  tierra  caliente 
por  las  especies  gigantes,  temibles  ó  hermosas  de  aves,  sierpes, 
monos,  &c. 


4o6  NuKVA  Geografía  de  Colombia 


Aspecto  físico — ^"  s"s  grandes  lineamientos,  en  su  con- 
junto, nada  tan  sencillo  y  palpable,  por  así  decir,  como  las  gran- 
des divisiones  naturales  del  territorio  que  hoy  constituye  la  Repúbli- 
ca de  Colombia  :  al  NW.  la  región  isimica,  simple  prolongación  de 
la  América  Central,  que  teimina  en  la  transversal  depresión  por 
donde  corre  el  Atrato  ;  al  centro,  la  región  montañosa  ó  de  los  An- 
des, que  de  la  frontera  ecuatoriana  remonta  abanicada  á  morir 
sobre  el  mar  Caribe  ;  en  fin,  al  SE.  las  grandes  llanuras  orientales, 
que  del  pie  de  los  Andes  dilatan  sus  planicies,  apenas  onduladas 
aquí  y  allá,  hasta  alcanzar  el  Orinoco  y  el  Amazonas. 

Empero,  esta  somera  clasificación  poco  dice  al  espíritu,  por- 
que debido  á  la  estructura  del  suelo  y  á  la  posición  de  la  Repúbli- 
ca sobre  el  globo,  la  variada  combinación  de  los  elementos  cons- 
titutivos de  \difaz  de  la  tierra,  creó  en  ella  zonas  ó  regiones  de  as- 
pecto propio,  que  son  como  los  sillares  fundamentales  del  edificio 
nacional,  y  cuyo  conocimiento  interesa  en  primer  .término,  puesto 
que  sin  él  es  imposible  guardar  en  la  mente  una  representación 
aproximada  de  lo  que  en  realidad  es  la  patria,  y  por  lo  tanto 
amarla  sinceramente,  ya  que  no  se  puede  profesar  afecto  sincero 
á  lo  que  no  se  conoce  bien,  como  no  se  conserva  exacto  recuerdo 
de  un  paisaje  apenas  contemplado  en  lontananza. 

A  este  respecto,  nada  adelantaremos  con  saber  que  aquí 
hay  un  istmo,  allá  unos  montes,  acullá  unas  llanuras,  y  en  cerros 
y  planicies  ríos  de  menor  ó  de  mayor  caudal.  En  una  palabra,  antes 
de  entrar  á  estudiar  detalladamente  el  territorio,  es  preciso  con- 
templarlo á  vista  de  pájaro  para  formarnos  una  especie  de  bosquejo 
donde  luego  la  enumeración  de  los  detalles  encuentren  su  natural 
cabida,  y  las  múltiples  semejanzas  que  hay  en  ellos  no  acaben  por 
formar  una  inmensa  mancha  que  borre  ó  confunda  la  nitidez  del 
diseño  primitivo  y  fundamental. 

En  efecto,  nada  tan  elemental  como  la  verdad  encarnada  en 
las  líneas  anteriores,  y  sin  embargo,  nada  tan  olvidado  en  Colom- 
bia, hasta  el  punto  de  que  hay  como  una  tendencia  á  falsear  á  este 
respecto  el  criterio  de  las  generaciones  que  se  levantan,  nutrién- 
dolo con  apreciaciones  ó  conceptos  que  no  resisten  el  análisis  más 
elemental.  *  Las  páginas  siguientes  tienen  por  objeto  principal 
tratar  de  resolver  asunto  de  tanta  importancia  y  magnitud. 


•  No  exageramos,  y  en  prueba  de  ello,  ahí  va  lo  que  se  lee  en  el  texto  ofi- 
cial de  las  escuelas  y  colegios  de  Colombia : 

**  Por  su  naturaleza  podemos  considerar  a  Colombia  dividida  en  dos  gran- 
des regiones :  la  montañosa  al  W.  y  la  llana  al  E.  La  primera  se  halla  regular- 
mente poblada  y  se  puede  distribuir  en  siete  comarcas  principales,  á  sab.r: 
I.®  La  hoya  del  rfo  Magdalena^  que  ocupa  la  parte  central  [sic]  y  á  la  cual  per- 
tenece también  la  del  no  Cauca;  2.°  La  hoya  dd  Patín  en  la  parte  del  S.;  3.®  La 
del  Atrato^  húmeda  y  selvática,  comprendida  entre  la  cordillera  de  Baudó  y  el 
ramal  del  Citará;  4V  Kl  tiiorat  que  rodea  el  golfo  de  Panamá  y  cuyas  aguas  tri- 
butan á  este  golfo;  5*^  ^l  litoral  del  Daricti,  á  uno  y  otro  lado  del  seno  de  este 
nombre ;  6P  La  hoya  de  Riohacha^  comprendida  de  la  Sierra  Nevada  de  Santa 
Marta  hacia  la  Coa  jira ;  y  7.°  La  comarca  del  Istmo  ^  cuyas  aguas  vierten  por  el 
N.  al  Atlántico  y  por  el  S.  al  Pacífíco.  La  inmensa  región  llana,  desierta  casi 
por  completo,  se  halla  comprendida  entre  la  Cordillera  Oriental,  el  Orinoco  con 
el  Casiquiari,  los  Andes  venezolanos,  que  le  protegen  de  los  vientos  del  Norte 
[sic],  y  el  río  Amazonas.  Esta  región  se  puede  considerar  dividida  en  dos  comar- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  407 


I.  Panamá — Considerada  esta  comarca  como  región  geog^rá- 
fica,  presenta  caracteres  y  contrastes  tan  marcados,  que  es  impo- 
sible escapen  al  ojo  del  viajero  ó  á  la  mente  del  pensador. 

En  efecto,  una  dilatada  serranía  atraviesa  en  toda  su  longitud 
esa  angosta  faja  de  tierra  que  enlaza  las  dos  Américas  y  que  co- 
múnmente se  llama  Istmo  de  Panamá.  Dicha  cordillera  se  aproxima 
unas  veces  al  mar  del  Sur,  otras  al  del  Norte,  y  aunque  es  de  pe- 
queña elevación  al  Oriente,  hacia  el  Darién,  y  aun  más  baja  sobre 
el  golfo  de  Panamá,  luego  va  engrosándose  y  levantándose  á  me- 
dida que  recorre  á  Veragua,  en  Chiriquí  ya  presenta  relieve  con- 
siderable, y  en  Talamanca,  donde  sirve  de  frontera,  adquiere  su 
mayor  altura  media,  tras  lo  cual  penetra  íntegramente  en  Costa- 
rrica,  donde  se  rebaja  más  y  más. 

Es  evidente  que  esta  cordillera  ni  se  formó  de  un  golpe  ni  en 
un  mismo  período  de  tiempo  geológico ;  sus  partes  aparecieron 
sucesivamente,  y  al  actual  istmo  antecedió  un  archipiélago  de  con- 
siderable magnitud.  Las  partes  más  altas  son  las  más  antiguas; 
las  planicies  que  se  extienden  al  pie  de  la  cordillera,  por  la  parte 
del  Pacífico  sobre  todo,  son  terrenos  modernos,  de  acarreo.  En  el 
Darién,  donde  las  lluvias  son  abundantísimas,  la  descomposición 
de  las  rocas  ha  producido  un  dilatado  suelo  aluvial  que  ocupa  las 
partes  bajas,  entre  los  cerros,  y  da  aspecto  propio  á  la  comarca. 
Al  N.  de  este  Darién,  sobre  el  Atlántico,  en  especial  de  Caledonia 
hacia  el  Archipiélago  de  Las  Mulatas  y  la  bahía  de  San  Blas,  se 
encuentra  la  obra  de  los  pólipos  y  las  madréporas,  resultando  de 
ello  esa  enorme  cantidad  de  cayos,  arrecifes  é  islas  que  orlan  la 
costa  y  que  dejan  entre  sí  tanto  canal,  puerto  y  fondeadero,  y 
grandes  bajos  llamados  á  volverse  igualmente  islas  en  el  transcur- 
so de  los  siglos.  Costa  adentro,  donde  el  suelo  es  bajo,  también  es 
madrepórico  el  cimiento,  y  sobre  él  reposan  los  aluviones  moder- 
nos resultantes  de  la  disgregación  de  las  rocas  de  las  cordilleras. 

De  la  serranía  descienden  á  desaguar  al  uno  y  al  otro  mar 
multitud  de  ríos,  unos  por  valles  estrechos  y  prolongados,  otros  por 
quebradas  más  breves,  pocos  por  amplias  hoyas.  Al  W.,  del  lado 
del  Pacífico,  á  partir  de  la  península  de  Burica,  sabanas  y  cejas 


cas  por  medio  del  río  Guaviare;  la  meridional^  inclinada  al  SE.,  y  la  sepienirio- 
naly  que  deja  correr  sus  aguas  al  £."  Y  luego  se  añrma  en  el  mismo  texto  que 
la  Cordillera  Oriental  principia  en  el  nudo  de  las  Papas. 

;  Cómo  explicar  al  niño  que  la  7.*  comarca  abarca  todo  el  Istmo  de  Pana- 
má, cuyas  aguas  vierten  por  el  N.  al  Atlántico  y  por  el  S.  al  Pacíñco ;  que  la  4.* 
comprende  el  litoral  que  rodea  el  golfo  de  Panamá,  que  hace  parte  del  Istmo  de 
ese  nombre,  y  la  5.*  abraza  el  litoral  del  Darién,  parte  del  cual  se  incluye  en  el 
mismo  Istmo,  y  todas  tres  tienen  existencia  propia  ?  ¿  Y  por  qué  la  3.*  se  limita 
al  valle  del  Atrato  y  olvida  el  del  San  Juan  ?  ¿  Por  qué  llamar  hoya  de  Rioha- 
cha  la  península  Goajira  ?  ¿  Cómo  atreverse  á  decir  que  la  hoya  del  Magdalena 
es  central  en  la  región  montañosa,  si  colinda  con  la  llana  ?  ¿  Por  qué  hablar  del 
Patia,  y  prescindir  de  las  tierras  comprendidas  entre  su  boca  y  Buenaventura  7 
4  Por  qué  hacer  caso  omiso  del  Sinú  y  de  las  tierras  de  Cúcuta  y  Ocaña?  La  cía- 
tifícación  mencionada,  que  el  libro  censurado  copia  de  otro  autor  sin  mencio- 
narlo, es  sencillamente,  como  lo  habrá  juzgado  el  lector,  un  dislate,  y  su  adopción 
oficial  no  podría  explicarse  sino  por  cuestiones  de  terruño,  ya  que  le  hacen  dig- 
no complemento  las  cartas  geográñcas  destinadas  para  las  mismas  escuelas  é  in- 
feriores á  las  que  se  encuentran  hoy  en  cualquier  atlas  europeo  moderno.  Proh 
pudor  ! 


4o8  Nueva  Geografía  de  Colombia 


de  monte  se  ven  ir  por  planos  inclinados  de  mayor  á  menor  exten- 
sión, á  terminar  sobre  las  aguas  del  océano  ;  mientras  que  por  el 
lado  del  Atlántico,  primero  se  encuentra  un  amplio  valle  transver- 
sal, y  luego  aparecen  planos  iguales  cubiertos  de  bosque,  que 
mueren  sobre  el  mar.  En  el  centro  y  en  el  meridiano  de  Santiago 
despréndese  de  la  cordillera,  perpendicularmente  á  su  eje,  un  ra- 
mal que  se  dirige  al  mediodía  y  se  pierde  y  confunde  con  las  pla- 
nicies de  la  ciudad  de  aquel  nombre ;  pero  en  seguida  tornan  á 
reaparecer  los  cerritos  y  colinas,  hasta  que  vuelve  á  determinarse 
otro  relieve  que  se  ensancha  y  revienta  en  varios  estribos  después 
de  cruzar  entre  los  golfos  de  Parita  y  de  Montijo,  con  lo  cual  re- 
sulta formada  la  península  de  Azuero.  Al  E.  se  encuentra  una  di- 
latada selva  que  ocupa  todo  el  territorio  de  lo  que  fue  la  antigua 
Provincia  del  Darién.  Y  dondequiera  en  el  Istmo,  ya  se  presente 
el  terreno  cubierto  de  selvas,  ya  de  gramíneas,  se  ostentan  multi- 
tud de  cerritos,  aislados  unos,  apiñados  otros,  los  cuales  contrastan 
con  el  paisaje  semidesierto  de  la  vertiente  del  lado  Norte,  mien- 
tras que  del  lado  Sur  los  pueblos,  los  caseríos  y  las  estancias  de 
los  labradores  y  ganaderos,  llenan  el  cuadro  de  animación  y  de 
hermosura. 

Del  conjunto  pasemos  ahora  á  los  detalles  : 
El  magnífico  Valle  del  Sixaula,  que  en  su  parte  baja  engloba 
el  de  su  hermano  el  Changuinaula,  en  vano  desarrolla  todos  los 
climas  del  globo  y  todas  las  riquezas  del  trópico,  pues  por  falta  de 
habitantes  aun  se  cubre  con  virgen  selva  en  su  mayor  parte ;  el 
mismo  estado  se  encuentra  á  su  lado  en  la  bella  y  cómoda  bahía 
del  Almirante  y  en  la  vasta  laguna  de  Chiriquí,  inmenso  y  abriga- 
do puerto  que  se  abre  al  pie  del  volcánico  gigante  del  Itsmo.  Dig- 
nos de  admiración  se  presentan  aquel  valle  de  aspecto  oriental  y 
esta  laguna,  notable  por  lo  raro  y  hermoso  de  sus  líneas  y  de  sus  pe- 
nínsulas, bsias,  islotes  y  peñascos,  medio  asomados  sobre  la  super- 
ficie de  aguas   mansas,  cubiertas  de  rica  vegetación  las  unas, 
y  formados  de  agria  roca  los  otros ;  pero  el  ánimo  se  contrista  al 
pensar  que  tan  lindos  parajes  permanecen  casi  solitarios,  pues  tan 
solo  los  ocupan  algunos  miles  de  habitantes  civilizados  de  Bocas  del 
Toro  y  caseríos  próximos,  todos  en  la  costa,  y  una  que  otra  tribu 
india  medro  perdida  en  la  exuberante  naturaleza  de  la  región. 
En  efecto,  una  espesa  selva  ocupa  la  falda  de  la  cordillera  y  casi 
toda  la  parte  llana,  sobre  la  cual  se  levantan  en  anfiteatro  los  ce- 
rros que  constituyen  la  vertiente  de  aquélla  hasta  la  cima  diviso- 
ria de  aguas,  sólo  cruzada  en  la  enorme  depresión  de  la  Playita, 
por  un  par  de  malas  trochas,  apenas  transitadas  de  tarde  en  tarde. 
Empero,  al  dejar  atrás  esa  selva  solitaria  y  transmontar  la 
cordillera,  el  país  cambia  completamente,  porque  en  lugar  dtJL, 
bosque,  las  gramíneas  cubren  todo  el  naneo  de  la  serranía,  al  pie 
del  apagado  volcán  de  Barü  ó  de  Chiriquí,  señor  de  una  mesa  de 
aspecto  tan  notable  como  poco  conocida  en  el  país.  De  la  cumbre 
al  mar  se  sucede  un  país  despejado,  con  planicies  suavemente  in- 
clinadas, que  van  á  perderse  en  la  costa  entre  una  infinita  variedad 
de  islas,  bajas  las  unas,  peñascosas  las  otras,  pero  todas  cubiertas 
de  árboles  sombríos,  y  en  donde  por  todas  partes  habita  el  hom- " 
bre  civilizado,  cuyas  chozas  y  vecindarios,  labores  y  ganados  ador-. 


NuBVA  Geografía  de  Colombia 


409: 


n^n  todo  este  territorio,  que  fue  el  de  la  antig^ua  provincia  de  Chiri- 
quí.  Un  vasto  plano  inclinado,  formado  al  caer  por  la  cima  des- 
prendida del  cerro,  baja  del  volcán  á  perderse  en  una  selva  desier- 
ta, que  al  Ocaso  se  prolonga  hasta  confundirse  con  los  bosques 
solitarios  de  Terrabas  (Costarrica),  pero  que  al  S.,  en  la  península 
de  Burica,  da  campo  á  renombrados  cocales.  Otra  selva,  llamada 
Chorcha,  baja  también  de  la  cordillera  hasta  el  mar,  por  el  orien- 
te de  David,  separa  aquellas  planicies  de  las  que  hay  entre  San  Lo- 
renzo y  Remedios,  y  cubre  tanto  los  cerros  como  la  llanura  que  se 
avecina  al  mar.  Numerosos  ríos  salen  al  Pacífíco,  bajando  de  la  cor- 
dillera que  domina  imponente  el  volcán  de  Chiriquí,  y  es  visible  de 
la  ciudad  de  David,  que  está  c£tsi  en  el  centro  de  esta  pintoresca 
región,  y,  rodeada  por  varias  poblaciones,  algunas  importantes 
como  Alange,  ocupa  una  vistosa  planic.e,  á  sólo  tres  leguas  del 
mar.  A  lo  lejos  se  alzan  sobre  las  aguas  del  Pacífico  la  grande  isla 
de  Coiba,  inculta  á  pesar  de  su  valía  ;  la  de  Coibita,  más  concurri- 
da por  la  pesca  de  la  concha  de  perla ;  la  de  Jicarón,  las  Cabre- 
ras y  otras  menores,  cerrando  al  ñn  el  golfo  de  Montijo  la  larga 
isla  de  Sebaco  y  la  Gobernadora.  En  todas  estas  costas  se  encuen- 
tra el  famoso  caracolillo  que,  como  el  múrice,  da  una  purpura  que 
aquí  se  usa  para  teñir  el  hilo  de  algodón. 


\NTICO 

C^^^^'^^ 

. 

N^««/^ 

1      .^^ 

I         Chiriqut 

PACÍFICO  \ 

Figara  152 — Diagrama  de  las  secciones  geográfícas  componentes  de  Panamá 


Si  de  estas  costas  de  Chiriquí  pasamos  á  las  de  Veragua  en 
el  Atlántico,  cerca  del  mar  apenas  hallaremos  pequeños  vecinda- 
rios ó  poblaciones  en  embrión,  habitadas  por  unos  pocos  civili. 
zados  que  trabajan  la  antigua  mina  de  Bele'n,  ó  pescan  la  tortuga 
carey,  abundante  en  estos  parajes.  Esta  tierra  es  baja  en  el  litoral, 
que  rompen  las  bocas  de  numerosos  ríos  de  precipitado  curso ; 
tiene  varios  cerritos  que  se  encumbran  de  cuando  en  cuando,  soh 
dominados  por  la  singular  cima  llamada  el  Pilón,  y  acaban  por 
confundirse  con  los  complejos  estribos  de  la  cordillera,  que  sólo  es 
atravesada  por  un  pésimo  camino.  Algunas  tribus  más  ó  menos 
salvajes  habitan  las  selvas  de  este  país,  vagando  á  orillas  de  los 


Nu£va  Gtografla  de  Colombia 


TOMO  I — 27 


4t6  Nueva  Geografía  de  Colombia 


ríos,  porque  la  tierra  exuberante  les  brinda  fáciles  medios  de  sub- 
sistencia en  la  caza  y  en  la  pesca. 

Mas  si  de  nuevo  retrocedemos  al  mediodía,  á  los  ojos  aparece 
una  tierra  completamente  distinta.  En  primer  término  se  alzan  los 
ásperos  aunque  poco  elevados  cerros  que  forman  la  maciza  y  selvosa 
península  de  Las  Palmas,  con  algunos  pueblos  en  los  valles  laterales, 
y  afamados  cultivos  de  cacao  y  de  tabaco.  Luego  ya  no  aparecen 
bosques  espesos  ó  sin  término :  son  bellas  y  bien  regadas  dehesas, 
tendidas  hasta  la  orilla  espumosa  del  mar,  cuya  ordinaria  monotonía 
interrumpen  frondosas  manchas  de  arbolillos  y  cerritos  aislados, 
junto  con  pueblos,  ganados  y  caseríos  que  las  franjean  en  todas 
direcciones.  Más  al  Sur  se  dilata  la  tierra  de  Azuero :  dos  golfos 
encierran  la  garganta  de  la  península,  que  se  ensancha  después  para 
sostener  en  su  centro  una  ramificada  serranía  que  hacia  el  lado  dé 
Parita  está  habitada,  y  en  lo  demás  del  contorno  se  viste  de  negruz- 
ca selva,  apenas  interrumpida  aquí  y  allá  por  algunos  cultivos.  En 
el  llano  que  separa  la  península  de  la  cordillera  está  la  ciudad  de 
Santiago,  casi  á  igual  distancia  de  los  dos  citados  gol  fes  ;  mas  es 
sólo  el  de  Montijo  el  que  le  sirve  de  puerto  de  comercio,  por^l 
abrigo  que  presta  á  los  buques  y  la  facilidad  de  remontar  en  bar- 
caí  el  río  San  Pedro  hasta  el  pueblo  de  Montijo,  apenas  distante 
15  kilómetros  de  la  ciudad. 

En  seguida,  con  rumbo  al  naciente  y  sobre  el  golfo  de  Panamá, 
continua  desarrollándose  al  pie  de  la  cordillera  una  faja  de  plani- 
cies que  rebasa  un  poco  la  capital  del  Istmo,  también  cubiertas" 
de  gramíneas,  de  poblaciones  y  de  cultivos,  regadas  por  numero- 
sos riachuelos,  y  en  las  cuales  está  Chorrera,  de  clima  tan  sano  y 
agradable,  que  fue  escogida  para  restablecer  las  huestes  colom- 
bianas vencedoras  en  Ayacucho.  Al  pie  de  la  cordillera,  en  un  ri- 
sueño vallecito  y  en  medio  de  grandes  plantíos  está  la  próspera 
ciudad  de  Penonomé,  no  lejos  de  Ocu,  célebre  por  lo  celoso  de  los 
indios  que  la  habitan,  y  de  Nata,  famosa  por  sus  alfarerías  de  fra- 
gante barro,  igual  al  de  Andalucía.  En  el  golfo  de  Panamá  tam- 
bién asoman  numerosas  islas,  montañosas  las  más,  entre  las  cuales 
merecen  mención  las  que  componen  el  espléndido  archipiélago 
de  las  Perlas,  conocido  en  todo  el  orbe  por  la  calidad  del  artículo 
á  que  debe  su  nombre  ;  la  de  Perico,  que  es  el  puerto  de  la  capital, 
y  la  de  Taboga,  productora  de  bananos,  melones  y  pinas  reputados 
como  los  mejores  del  globo,  y  lugar  de  veraneo  para  los  habitan* 
tes  de  aquella  ciudad. 

Al  N.  del  gran  golfo  las  costas  atlánticas  de  lo  que  antes  fue- 
ron provincias  de  Panamá  y  Darién,  en  gran  parte  se  encuentran  hoy 
inhabitadas  por  gentes  civilizadas,  porque  en  las  segundas  existen 
diversas  rancherías  de  indios  que  comercian  en  carey  y  en  cocos 
de  las  islas  de  San  Blas  y  las  Mulatas  (fig.  153),  especialmente  con 
los  que  hablan  inglés,  á  los  que  consideran  amigos  y  prefieren  á  los 
que  se  expresan  en  español.  Aquí  las  cordilleras  se  presentan  ba- 
jas pero  incultas  y  cubiertas  de  bosque,  por  entre  el  cual  asoman 
algunos  picos  desnudos.  Una  que  otra  vereda  india  cruza  las  cum- 
bres de  esta  montaña.  En  las  primeras,  ó  sea  en  las  de  Panamá,  tan 
solo  se  hallan  las  dos  poblaciones  de  Portobelo  y  Chagres,  de  que 
puede  decirse  apenas  subsiste   el   nombre,  pues  están  reducidas  á 


NueVa  Geografía  de  Colohbu 


unas  pocas  chozas  habitadas  por  gentes  de  color,  cuando  antes 
fueron  puertos  obligados  del  comercio  de  media  América,  en  tiem- 
po de  la  dominación  española,  y  en  sus  tiendas  y  plazas  se  cifraban 
por  millones  las  transacciones  mercantiles. 


Figura  153 — Vista  lomada  en  las  islas  de  San  Blas  (según  Bouaparte  Wyse) 

En  cambio,  entre  ellas  y  en  un  punto  casi  desconocido  hace 
medio  siglo,  se  observa  hoy  asombrosa  transformación.  En  la  isla 
de  Manzanillo,  del  puerto  de  Naos,  por  las  necesidades  del  tranco 
universal,  se  cortaron  los  manglares,  se  rellenaron  los  anegadizos, 
y  sobre  un  suelo  artificial,  de  lejos  traído  por  el  espíritu  del  pro- 

Sreso,  se  edificó  una  importante  población,  la  ciudad  de  Colón, 
estínada  á  servir  de  cabeza  al  primero  de  los  ferrocarriles  cons- 
truidos en  Colombia,  y,  por  los  caprichos  del  destino,  también  de 
entrada  del  más  importante  de  los  canales  del  globo.  Por  uno  de 
esos  contrastes  tan  comunes  en  la  vida.  Colón  presenta  al  lado  de 
una  ciudad  verdaderamente  europea,  barrios  que  no  desdicen  de 
los  más  inmundos  gketos,  causa  ésta  que  acrecienta  su  insalubridad. 
El  Ferrocarril  de  Panamá  fue  obra  construida  en  poco  tiem- 
po al  través  de  una  naturaleza  virgen  y  tan  poderosa  que  no  se 
dejó  dominar  sino  mediante  el  incesante  esfuerzo  de  miles  y  miles 
de  obreros,  de  los  que  por  centenares  perecieron  en  la  demanda  j 
pero  esa  obra,  que  no  brilla  por  sus  perfecciones,  muy  poco  contri- 
buyó al  progreso  de  la  tierra  que  cruza,  salvo  la  creación  de  unos 
pocos  pueblecillos  de  cabanas  en  las  estaciones,  y  está  llamada  á 
desaparecer  el  d(a  en  que  se  termine  el  canal  que  se  abre  í  su 
lado  y  que  tampoco  mejorará  el  aledaño  territorio  que  el  atemo- 
rizado extranjero  ansia  cruzar  con  toda  rapidez. 

Sobre  esa  misma  doble  línea  de  cuasi  civilización  principia 
una  dilatada  selva  que  se  extiende  a!  oriente  hasta  Urabá,  para 
arropar  ambos  Darienes,  como  que  en  tan  extenso  territorio  apenas 
existen  unos  pocos  caseríos  á  orillas  del  Tuira  y  el  Chucunaque,  y 


4l2 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


hasta  las  mismas  tribus  de  indios  semisalvajes  que  allí  subsisten, 
moran  en  determinados  puntos.  Y  sin  embargo,  esta  comarca  fue 
de  las  primeras  conquistadas  y  pobladas,  por  sus  ricos  minerales 
auríferos.  El  clima,  sobremanera  húmedo  y  ardiente,  ha  sido  el 
obstáculo  insuperable  para  que  la  raza  blanca  se  apodere  en  fírme 
de  estas  regiones  fértilísimas ;  pero  andando  el  tiempo,  la  inmensa 
llanura  del  ancho  valle  que  termina  en  el  golfo  de  San  Miguel 
sefá,  no  hay  duda,  el  asiento  de  importantes  poblaciones. 

II.  El  Choco — Esta  región  es  una  de  las  comarcas  mejor  carac- 
terizadas del  mundo  entero,  desde  el  punto  de  vista  geográfico,  y 
consiste  en  la  larga  faja  tendida  del  golfo  de  Urabá  á  la  frontera 
ecuatoriana,  por  entre  la  cresta  occidental  de  los  Andes  y  el  mar. 
El  Chocó  se  compone  actualmente  de  cordilleras  y  selvas  desiertas, 
de  riquísimos  aluviones  auríferos,  de  numerosos  y  navegables  ríos  y 
de  un  cielo  siempre  lluvioso^  cargado  de  electricidad.  En  tesis  ge- 


Figura  í 54— Diagrama  de  las  secciones  geográficas  componentes  del  Chocó 


Nueva  Geografía  de  Colombia  413 


neral,  puede  decirse  que  lo  constituye  un  prolongadísimo  vall^ 
con  alto  muro  y  considerables  terrazas  al  Oriente  y  más  humilde 
lomo  al  Ocaso,  lomo  sólo  en  contados  puntos  de  apariencia  cerril, 
y  que  al  mediodía,  destrozado  y  roído  por  el  tiempo,  permite  quo 
allí  el  mar  bañe  las  llanuras  tendidas  al  pie  de  la  elevada  cordi* 
llera,  por  lo  cual  el  vasto  conjunto  se  subdivide  en  cinco  porciones 
de  diversa  mag^nitud:  i.°  Al  centro  y  norte  el  alto  Chocó,  que 
abarca  el  valle  de  doble  y  opuesta  pendiente  por  donde  corren  á 
diverso  mar  el  Atrato  y  el  San  Juan ;  2.°  Al  S.  el  bajo  Chocó,  sur- 
cado por  ríos  que  desembocan  en  el  Pacífico  y  cruzan  primero  una 
zona  montañosa,  luego  una  llanura  húmeda,  y  por  ultimo,  una  faja 
de  caños,  islas  y  esteros,  ó  sea  un  largo  delta  litoral ;  3°  A  la  iz- 
quierda  del  alto  Chocó  las  breñas  de  Baudó  con  el  valle  interior 
del  mismo  nombre  ;  y  4°  Enfrente  del  Atrato  central  las  terra- 
zas que  constituyen  la  mesa  del  Chocó  entre  la  cordillera  y  la  rota 
serranía  de  Musinga. 

En  una  palabra,  los  caracteres  de  la  comarca  son  tales  y  tan 
especiales,  que  á  despecho  de  las  divisiones  políticas  y  de  las  vi- 
cisitudes de  la  historia,  los  habitantes  que  la  pueblan  han  acabado 
siempre  por  adquirir  igualdad  de  tendencias,  usos  y  costumbres.* 
Desgraciadamente,  entre  las  causas  que  han  originado  la  autono- 
mía del  Chocó  como  región  geográfica,  se  encuentra  la  de  tender- 
se bajo  la  región  de  las  calmas  (2°  lat.  S.  á  8°  lat.  N.),  es  decir,  de 
las  lluvias  y  turbonadas  perennes,  sin  vientos  regulares,  creadoras, 
además,  de  una  atmósfera  tan  húmeda  y  ardiente,  que  en  ella  la 
vida  orgánica  alcanza  la  plenitud  de  su  desarrollo,  y  sólo  la  raza 
negra  puede  vivir  en  medio  tan  malsano.  Hemos  dicho  mal :  esa 
raza  no  vive  allí,  sino  que  vegeta,  porque  indolente  y  ociosa  por  na- 
turaleza, como  que  sin  esfuerzo  satisface  sus  necesidades  vegetativas, 
no  emplea  el  vigor  de  su  brazo  en  el  progreso  de  la  tierra  donde 
habita,  por  lo  cual  el  Chocó  no  será  conquistado  para  la  civiliza- 
ción sino  el  día  en  que  la  raza  blanca  se  apodere  de  la  sana  y  ele- 
vada cordillera,  y  de  ella  descienda  poco  á  poco,  talando  la  selva 
y  encauzando  las  aguas,  hasta  llegar  al  curso  navegable  de  los 
ríos  que  por  hoy  en  vano  abren  fáciles  caminos  hasta  el  mar. 

Alio  Chocó — Una  costa  desierta,  con  llanuras  selvosas  en  las 
cuales  se  pierden  los  estribos  de  la  serranía  del  Águila,  cuya  cima 
no  muy  elevada  también  sustenta  bosques  sólo  visitados  por  indios 
salvajes,  es  la  primera  muestra  de  esta  zona  al  entrar  al  golfo 
de  Urabá,  cuya  ancha  boca  de  1 1  leguas  se  abre  entre  la  punta 
Caribana  y  el  Cabo  Tiburón.  Desde  que  se  penetra  en  este  golfo 
inmenso  no  se  puede  menos  de  recordar  que  en  esas  playas  hoy 
desiertas  establecieron  sus  primeros  reales  los  conquistadores, 
quienes  hubieron  de  abandonarlas  ora  por  el  valor  y  unida  resis- 
tencia de  los  indios,  ora  por  lo  malsano  del  clima,  ora,  en  fin,  por 
haberse  descubierto  en  otras  partes  riquezas  de  más  provechosa 
explotación.  En  el  día  sólo  se  encuentra  en  la  Culata  del  golfo  la 
pequeña  aldea  de  Turbo,  sobre  el  puertecito  de  Pisisí  y  la  que- 
brada Casanova,  entre  plantaciones  de  caña,  plátano,  café,  cocos  y 
cacao,  que  se  extienden  sin  cesar;  además,  los  vecinos  de  la  aldea 
extraen  tagua,  caucho  y  otras  resinas  de  las  cercanas  selvas. 
Turbo  tiene  el  inconveniente  de  carecer  de  ag^ua  potable,  que  no 


414  Nueva  Geografía  dx  Colombia 


se  halla  en  la  vasta  llanura  de  su  nombre,  y  se  extiende  por  aU 
gunas  leguas  adentro  de  la  costa,  hasta  elevarse  poco  á  poco,  á 
proporción  que  se  aproxima  á  la  serranía  de  Abibe.  Entre  la  costa 
y  los  cerros  hay  sabanas  que  sólo  esperan  habitantes  para  dar  va- 
riados productos  y  también  ricos  yacimientos  de  hulla  y  petróleo ; 
y  como  el  clima  de  esos  cerros  es  templado,  por  su  posición  son 
uno  de  los  puntos  más  adecuados  para  recibir  inmigración  en  bue- 
nas condiciones. 

Al  frente,  ó  sea  del  otro  lado  del  golfo,  está  el  bajo  y  anega- 
do delta  del  Atrato,  por  cuyas  bocas  pueden  entrar  goletas,  ba- 
landras y  vapores  de  poco  calado.  La  culata  del  golfo  se  compone 
de  una  tierra  baja,  anegada,  cubierta  de  juncos  y  eneas  sobre  los 
cuales  corren  las  aguas  del  río  León,  el  Guacubá  de  los  indios,  que 
sigue  el  declivio  de  la  cordillera  de  Abibe,  como  el  Atrato  el  de 
la  serranía  del  Darién  ó  Togorgona.  Las  cumbres  de  esas  dos  sie- 
rras distan  19  leguas  en  el  extremo  del  golfo,  y  hacia  los  do?  ríos 
tienden  llanuras  poco  inclinadas  en  su  extremo,  ó  sea  por  unas  tres 
leguas,  cubiertas  de  ciénagas  y  anegadizo,  lo  mismo  que  el  llano 
intermedio  entre  las  dos  corrientes,  que  mide  siete  leguas  y  es  de 
origen  aluvial,  es  decir,  formado  por  el  acarreo  secular  de  las  aguas, 
pues  esa  zona  parece  que  en  otra  época  hubiera  hecho  parte  del 
golfo,  esto  es,  que  la  ocupaba  el  mar. 

Desde  que  se  entra  al  río  Atrato,  se  ven  alzarse  las  cordille- 
ras de  Abibe  y  del  Darién,  las  que  dejan  en  el  centro  una  extensa 
llanura  donde  corren  las  ondas  del  río  Sucio,  que  baja  de  la  mesa 
de  Antioquia,  derraman  las  suyas  el  Atrato  y  el  León,  y  se  forman 
multitud  de  ciénagas  que  en  la  estación  lluviosa  recogen  las  aguas 
desparramadas  en  la  llanura.  Esas  balsas  de  agua,  llenas  de  ve- 
getación, son  verdaderos  viveros  donde  los  peces  se  multiplican  de 
un  modo  extraordinario  en  invierno,  y  en  verano,  cuando  disminuye 
el  líquido,  no  pudiendo  soportar  el  calor  solar  dentro  de  las  pocas 
aguas  que  quedan,  emigran  por  los  caños  en  busca  de  las  del  Atra- 
to, cuyas  frescas  corrientes  remontan  hasta  más  arriba  de  Quibdó. 
Este  fenómeno,  llamado  rivazón  por  los  naturales,  da  origen  á  gran- 
des pesquerías,  porque  los  peces  se  reparten  por  todos  los  ríos,  per- 
seguidos por  los  caimanes  ó  por  otros  pescados  de  mayor  mag- 
nitud. 

Las  márgenes  del  Atrato,  no  obstante  la  profundidad  y  an- 
chura del  cauce,  se  encuentran  siempre  inundadas  y  cubiertas  de 
juncos  y  árboles  bajos ;  y  si  las  orillas  del  León  son  en  extremo 
cenagosas,  las  del  Sucio  son  más  altas  y  tienen  algunos  pobladores 
que  en  torno  de  sus  viviendas  plantan  sementeras  de  caña,  plátano 
y  maíz ;  y  si  este  río  es  navegable  en  pequeñas  embarcaciones, 
aquél  no  lo  es  sino  por  poco  trecho,  á  causa  de  las  grandes  palizadas 
q.ue  se  encuentran  en  su  cauce.  Cuanto  al  Atrato,  si  una  parte  puede 
navegarse  á  la  vela  en  verano,  merced  á  los  vientos  del  N.  y  NE., 
en  invierno  esto  no  es  posible,  por  soplar  el  viento  del  S.  Al  tercer 
día  de  estar  remontando  el  río,  esos  barcos  tienen  que  reemplazar 
las  velas  por  largas  palancas  bifurcadas  y  con  ganchos  en  sus  ex- 
tremidades, para  con  ellos  asirse  á  los  troncos  y  empujar  la  em- 
barcación, siempre  que  la  profundidad  del  lecho  hace  imposible 
buscar  apoyo  en  su  fondo,  se^ün  el  uso  comün ;  por  esto,  aun  cuan-» 


Nueva  Geografía  de  Colombu  415 


do  es  poca  la  resistencia  que  opone  la  corriente,  se  gasta  mucho 
tiempo  en  remontar  el  río  hasta  Murindó. 

Además,  en  el  río  León  las  palizadas  que  bajan  de  la  cordillera 
en  las  crecientes,  acumulan  las  tierras  y  arenas  que  el  río  acarrea, 
levantan  el  suelo  y  hacen  desviar  las  aguas  á  derecha  6  izquierda 
de  los  hacinamientos  de  troncos,  produciendo  ciénagas  inmensas 
pero  sin  fondo,  y  por  lo  tanto  generadoras  de  una  evaporación  pe- 
ligrosa para  la  salud  de  los  que  pretenden  habitar  aquí ;  evapora- 
ción que  el  aire  transporta  á  largas  distancias,  como  que  llega  á  ve- 
ces hasta  la  costa  de  Urabá.  Esto  que  sucede  en  el  León,  también 
ocurre  en  parte  en  el  Sucio,  por  lo  que  sus  grandes  islas  y  muchos 
brazos  no  son  otra  cosa  que  el  resultado  de  esos  acarreos  seculares 
que  se  depositan  cuando  las  corrientes  se  aquietan  al  dejar  los  de- 
clives de  una  cordillera  por  una  llanura  horizontal. 

Es  también  enfrente  de  allí  donde  las  cordilleras  laterales 
se  vuelven  la  una  hacia  la  otra,  estrechando  el  valle  hasta  reducir 
la  llanura  del  fondo  á  18  leguas,  cuando  cuatro  más  al  N.  medía 
28,  con  talud  apenas  perceptible,  por  lo  cual  las  aguas  que  bajan 
de  la  cordillera  de  Abibe,  unas  veces  corren  por  el  León  y  otras  por 
el  Sucio,  en  tanto  que  las  que  nacen  en  la  del  Darién  llenan  la  plani- 
cie de  caños,  ciénagas  y  anegadizos.  En  invierno,  cuando  el  Atrato 
sale  de  madre,  con  sus  desbordes  origina  otros  brazos  y  otras  cié- 
nagas, de  donde  que  el  llano,  más  agua  que  tierra,  se  torne  en 
verdadero  laberinto  hidrográfico. 

Si  volvemos  la  vista  á  la  desierta  y  elevada  cordillera  de  Abi- 
be, apenas  la  encontramos  transitada  por  algunos  indios  y  montea- 
dores  que  van  al  Sinü ;  al  contrario,  observando  la  del  Darién  (hacia 
los  altos  de  Aspave),  que  en  altura  decrece  del  golfo  de  Urabá  hacia 
el  Pacífico,  la  hallaremos  en  igualdad  de  condiciones,  bien  que  por 
ella  transiten  mayor  número  de  indios,  ó  sea  los  de  Tarena  y  Caca- 
rrica,  por  sus  relaciones  ora  con  los  del  Darién,  ora  con  los  de  la 
costa  pacífica,  que  navegan  por  ello  el  Truandó,  que  nace  muy  cer- 
ca de  ese  Océano,  y  luego  el  Jurado,  que  'desemboca  en  él,  pues 
apenas  un  pequeño  istmo  divide  esos  dos  ríos.  También  en  estas 
cumbres  hay  sitios  frescos  y  sin  plaga,  es  decir,  adecuados  para 
recibir  una  inmigración. 

Por  otro  punto  de  vista,  teniendo  en  cuenta  que  en  toda  la 
banda  derecha  del  Atrato  los  ríos  son  auríferos,  lo  mismo  que  los 
nacidos  en  la  serranía  del  Darién,  lo  que  no  sucede  con  los  que  se 
originan  en  Baudó,  es  claro  que  el  alto  Chocó  era  antes  igual  al 
bajo,  y  que  ese  último  relieve  se  formó  después  para  interrumpir  la 
comunicación  entre  los  océanos  Pacífico  y  Atlántico,  pero  dejando 
al  N.  un  golfo  que  penetraba  hasta  Murindó  ;  golfo  que  luego  lo 
redujeron  los  acarreos  de  los  ríos  hasta  reducirlo  al  estado  en  que 
hoy  le  vemos,  siendo  de  advertir  que  la  parte  que  resta,  á  lo  menos 
en  la  Culata,  también  está  en  vía  de  desaparecer  de  la  misma  ma- 
nera y  por  idéntica  causal. 

De  la  antigua  vigía  de  Murindó,  es  decir,  de  la  boca  del 
brazo  Murindó,  que  por  40  kilómetros  corre  paralelo  al  thalweg 
hasta  la  boca  de  dicho  río,  el  Atrato  continúa  ancho,  profun- 
do y  entre  márgenes  en  lo  general  anegadas.  Al  brazo  refe- 
rido caen  varios  tributarios  que  forman  ciénagas,  y  al  pie  de  \d^ 


4i6  Nueva  Geografía  de  Colombia 


cordillera  andina^  entre  cerrítos  y  á  cinco  leg'uas  del  Atrato,  está 
el  pueblito  de  Murindó,  sobre  el  río  á  que  da  nombre,  cuyas  vegas 
forman  un  hermosísimo  paisaje.  De  aquí  parte  un  camino  para  el 
Frontino,  casi  abandonado  tanto  por  falta  de  pobladores  como  de 
tráfico,  pues  hoy  todos  prefieren  el  de  Occidente,  que  remata 
más  al  N.  en  Pavarandocito,  sobre  el  Sucio.  Al  lado  opuesto,  al  W., 
se  extiende  una  llanura  desierta  y  desconocida,  porque  los  atasca- 
deros y  anegadizos  que  la  llenan  impiden  recorrerla,  de  manera 
que  los  cazadores  de  saínos  y  tatabros,  allí  abundantísimos,  sólo  la 
frecuentan  en  sus  orillas  y  en  la  de  los  ríos  y  caños  que  la  cruzan. 
Arriba  de  Opogadó  la  llaiiura  es  menos  extensa  por  acercarse  más 
la  serranía  al  Atrato,  en  virtud  de  un  seno  de  la  costa,  pero  en 
cambio  allí  corre  el  Napipí,  navegable  un  trecho,  después  de  lo 
cual  y  con  sólo  atravesar  una  colina  de  poco  más  de  dos  leguas  de 
anchura,  se  llega  á  la  gran  bahía  de  Cupica.  Sobre  dicho  Napipí 
hay  sabanas  secas  donde  se  cría  ganado  como  en  las  de  Murindó. 

En  seguida,  hasta  Quibdó,  el  paisaje  no  se  transforma  sino  con 
lentitud,  peto  aquí  y  allá  avanzan  por  la  selvosa  llanura  cerritos 
aislados,  destacados  ya  de  los  Andes,  ya  de  Baudó,  y  de  uno  y  otro 
lado  desembocan  ríos  navegables  por  más  de  una  jomada,  al  cabo 
de  lo  cual,  pésimas  trochas  conducen  á  Antioquia.  y  senderos  que 
atraviesan  cortos  istmos  guían  al  Pacífico,  en  cuyas  orillas  se  en- 
cuentran bastantes  indios.  Lx>s  negros  que  habitan  esta  tierra,  del  un 
lado  explotan  las  minas,  del  otro  cultivan  la  tierra  como  en  Urabá, 
y  todos  viven  en  casas  edificadas  sobre  eziantillos  de  2  metros, 
siempre  á  orillas  de  los  ríos  cuyas  aguas  corren  mansas  por  de- 
bajo en  los  días  de  creciente  ó  inundación.  En  la  boca  del  Boja- 
yá  estuvo  el  antiguo  fuerte  de  Murrí,  y  en  la  orilla  izquierda  del 
Atrato  y  á  poca  distancia,  en  terreno  alto,  se  encuentra  el  pueblo 
de  Tebada,  con  camino  de  tierra  al  alto  valle  de  Murrí.  Más  arriba 
está  Bebará,  sobre  el  río  de  su  nombre,  á  unas  pocas  leguas  del 
Atrato,  en  tierras  abundantes  en  oro,  y  unido  á  Urrao  (Antioquia) 
por  camino  de  á  pie  que  cruza  por  Isleta,  en  el  valle  alto  del  Ar- 
quia,  pero  que  puede  hacerse  de  herradura  con  facilidad.  La  cor- 
dillera que  aquí  domina  el  Atrato,  permanece  desierta,  no  obstante 
sus  grandes  riquezas  minerales. 

En  Quibdó,  población  de  cierta  importancia,  la  primera  del 
alto  Chocó,  desemboca  por  la  izquierda  el  Quito,  que  corre  de  S. 
á  N.,  desde  el  istmo  de  San  Pablo,  y  el  Atrato,  aún  con  brazos  é 
islas,  se  inclina  hacia  la  gran  cordillera  hasta  Lloró,  donde  cam- 
bia el  aspecto  del  valle,  que  de  ahí  hasta  sus  cabeceras  se  abre 
de  W.  á  E.  en  la  falda  de  aquélla,  entre  estribos  de  alguna  mag- 
nitud y  al  lado  N.  del  considerable  Andágueda,  su  afluente,  que  ter- 
mina no  lejos  del  pueblo  de  Bagado.  De  Quibdó  hay  buen  camino 
á  Bolívar  (Antioquia),  pasando  por  el  Carmen,  reciente  y  prósf)era 
población  sita  en  las  cabeceras  del  Atrato;  de  Bagado  arrancan 
dos,  uno  que  por  el  Andágueda  lleva  á  Andes  (Antioquia),  y  otro 
que  por  el  San  Juan  conduce  al  Valle  del  Cauca,  bifurcándose 
antes  para  alcanzar  al  Arrayanal  por  Chamí  y  á  Apía  por  Pue- 
blorrico,  porque  los  feraces  y  auríferos  valles  que  constituyen  las 
gemelas  cabeceras  del  Atrato  y  el  San  Juan,  al  pie  de  la  cordille- 
ra, que  allí  tiene  notables  depresiones,  se  pueblan  con  alguna 


Nueva  Geografía  de  G)lombia  417 


•rapidez  y   forman  como  la  primera  etapa  en  la  conquista  del 
magnífíco  Chocó  en  esta  su  parte  septentrional. 

Atravesando  el  istmo  de  San  Pablo,  que  sólo  mide  una  legua; 
de  anchura  y  40  ms.  de  altitud  sobre  las  vecinas  cañadas,  se  des- 
ciende á  la  hoya  del  San  Juan,  que  en  este  pumo  precisamente  deja 
el  rumbo  E.  á  W.,  con  el  cual  bajaba  de  la  alta  cordillera,  y  tuerce 
hacia  el  S.,  en  hermosa  inflexión,  para  llevar  sus  aguas  al  Pacífi- 
co por  el  ihalweg  de  magnífico  valle,  aurífero  á  la  izquierda,  don- 
de lo  amuralla  la  poderosa  cordillera,  en  cuyas  quebradas  faldas 
los  cerros  se  yuxtaponen  unos  sobre  otros,  casi  hasta  perderse  en  el 
azul  del  cielo,  dominados  todos  por  el  extraño  Torra,  én  tanto  que 
á  la  derecha,  á  la  vez  que  falta  el  oro,  sólo  se  levantan  colinas  que 
llegan  en  pocos  lugares  á  la  categoría  de  cerros. 

Bajando  el  río,  en  cuyas  orillas  viven  algunas  familias  negras» 
en  casucas  miserables  construidas  sobre  horcones,  se  dejan  á  la 
izquierda  las  Mojarras  de  Tadó,  grupo  de  cerros  de  caprichosas 
forman  con  cumbres  cónicas  y  puntiagudas,  al  opuesto  la  colina 
que  forma  el  citado  istmo,  y  se  llega  al  pueblo  de  Tadó,  situado  en 
la  confluencia  del  río  de  su  nombre,'  por  cuyo  valle  remonta  un 
mal  sendero  que  conduce  á  Bagado,  sobre  el  Andágueda. 

A  medida  que  se  desciende  por  el  exuberante  valle,  si  el.pai- 
saje  se  presenta  siempre  igual  hasta  la  boca  del  Calima,  el  río  se 
ensancha  y  explaya  y  forma  brazos  é  islas,  casi  todas  desiertas. 
En  sus  bordes  y  á  ambos  lados  asoman  de  vez  en  cuando  cerritos 
casi  redondeados  ó  pequeñas  colinas,  algunas  de  las  cuales  llegan 
hasta  la  orilla ;  á  distancia  aparecen  casas  elevadas  sobre  estanti- 
llos^ habitadas  por  familias  negras,  siempre  numerosas,  y  pocos 
sembrados  de  plátano  y  de  caña  de  azücar,  que  se  dan  de  un  gro- 
sor extraordinario ;  por  la  derecha  se  ven  los  remates  de  pequeñas 
quebradas ;  por  la  izquierda  la  desembocadurade  ríos  considerables, 
y  por  toda  población  el  ruinoso  pueblecito  de  Noánama,  sobre  una^, 
elevada  barranca  de  la  margen  occidental.  Entre  esos  ríos,  de 
largo  curso  y  abundantes  aguas,  priman  el  Tamaña,  de  rauda  co- 
rriente, que  riega  á  Nóvita,  situado  sobre  una  explanada  en  un  ce- 
rrito,  centro  político  y  mercantil  de  la  hoya  del  5>an  Juan,  y  que  un 
mal  camino  enlaza  á  Ansermanuevo,  población  del  valle  del  Cauca, 
frente  á  Cartago  ;  el  Sipí,  tortuoso,  lleno  de  brazos  é  islas  desde  el 
pueblo  que  le  da  nombre,  tipo  de  todas  las  poblaciones  de  la  co- 
marca, como  que  está  edificado  sobre  estacones  para  que  las  ave- 
nidas del  río  pasen  por  debajo  de  las  casas  sin  hacerles  daño,  y  que 
malos  caminos  de  tierra  enlazan  á  Nóviía  y  á  Cáceres  y  Rolda- 
nillo,  lugares  del  valle  del  Cauca  :  el  ultimo,  que  es  el  peor,  está 
casi  desierto,  pues  sólo  hay  viviendas  en  Cajamarca,  paso  del  Ga- 
rrapata, y  en  Cajamarquita,  ya  muy  cerca  de  la  cumbre  de  la  cor- 
dillera del  Chocó.  El  pueblo  de  Sipí  queda  al  pie  de  una  colina  que 
forma  el  extremo  de  los  estribos  del  majestuoso  Torra  (ñg.  155), 
que  con  sus  tres  picos  domina  estas  bajísimas  llanuras  desde  la 
enorme  altura  de  3,600  metros ! 

De  las  aguas  que  fluyen  por  la  derecha  sólo  es  bien  conocido 
el  Sumaco,  que  se  remonta  para  luego  atravesar  una  baja  y  estre- 
cha serranía,  á  fin  de  alcanzar  el  río  Pepe,  que  termina  frente  al 
pueblo  de  ^¿ludó, 


4t8  NuKVA  Geografía  de  Coloubia 


En  fin,  por  el  Calima  arriba  se  entra  en  una  quebrada  relati- 
vamente navegfable  hasta  un  corto  istmo,  pasado  el  cual  se  gfana 
otra  que  se  llena  en  el  flujo,  y  en  el  reflujo  lleva  prontamente  al 
extremo  de  la  bahía  de  Buenaventura, 


En  la  boca  del  Calima,  el  valle,  que  al  S.  apenas  tiene  por 
muro  unas  colinas  insignificantes,  tuerce  al  W.  y  pronto  se  con- 
vierte en  una  planicie  extensa,  medio  inundada,  cubierta  de  selvas 
y  manglares,  cruzada  por  los  numerosos  brazos  que  forman  el 
delta  del  San  Juan,  que  de  continuo  represan  mareas  muy  considera- 
bles, las  que  apenas  dejan  correr  el  rio  seis  horas,  es  decir,  entre 
dos  flujos,  y  convierten  esa  zona  en  una  especie  de  Intermediario 
entre  el  agua  y  la  tierra.  En  el  remate  está  Charambirá,  puerto  i 
dpndc  entran  las  embarcaciones  que  hacen  el  comercio  de  cabotaje 


NusvA  Geografía  is  Colombia  419 

desde  Guayaquil.  Entre  el  puerto  y  Nóvita  el  tranco  se  hace  eii 
botes,  pero  el  río  es  navegable  en  lanchas  de  vapor. 

Serranía  de  Baudá^Eí  litoral  pacífico  del  alto  Chocó  está  do- 
minado en  sus  muchas  leguas  por  la  Serranía  de  Baudó,  que  aun 
cuando  orográficamente  se  une  á  la  aurífera  del  Darién,  constituye 
una  entidad  distinta  y  más  nueva,  como  que  en  ella  falta  esa  clase 
de  mineral.  Esta  zona  está  constituida  por  un  relieve  bajo  y  es- 
trecho,  por  lo  que  mirada  desde  el  mar,  más  parece  una  lla- 
nura con  cerritos  y  colinas  que  una  serranía,  salvo  en  el  Cabo 
Corrientes  y  en  los  cerros  de  Baudó,  donde  las  alturas  se  yerguen 
con  puntas  y  flancos  inaccesibles.  Dentro  de  ese  relieve  se  abre 
el  longitudinal  valle  de  Baudó,  río  navegable  hasta  cerca  de 
sus  cabeceras,  donde  los  cerros  de  formas  piramidales  ó  agudas, 
y  como  destrozados,  sumergen  sus  flancos  en  el  mar.  Muy  pocos 
blancos  viven  aquí,  y  el  resto  de  la  población  lo  constituyen  zam- 
bos, negros  é  indios  medio  civilizados,  esto  es,  que  medio  hablan  el 
español  (no  las  mujeres),  y  tienen  un  vestido  para  ir  al  pueblo  los 
días  de  fiesta.  En  las  cabeceras  del  río  viven  los  indios  chocóes,  que 
se  extienden  por  la  serranía  hasta  más  al  N.,  conservan  sus  anti- 
guos usos  y  costumbres  y  cultivan  algunas  sementeras.  Las  aguas 
que  de  esta  serranía  bajan  al  mar,  originan  varios  caños  y  esteros 
que  facilitan  una  navegación  interior,  paralela  y  cercana  á  la  cos- 
ta, y  además  el  paso  á  los  dos  grandes  ríos  del  respaldo,  es  decir, 
al  Atrato  y  al  San  Juan. 

La  Mesa  del  Chocík — Las  tierras  alzadas  en  escalones  entre  )á 
llanura  del  Atrato  y  la  elevada  cresta  de  los  Andes  occidentales, 
constituyen  una  zona  de  transición  que  en  su  parte  baja  presenta 
acentuados  los  caracteres  distintivos  del  Chocó.  De  las  cabeceras 
del  Atrato  hacia  el  N.  la  primera  terraza  la  forman  los  llanos  de 
Curazamba  y  de  Isleta.  £1  valle  de  Curazamba,  templado,  sano^ 
que  parece  haber  sido  asiento  de  un  lago  y  hoy  riega  el  río  que  lé 
da  nombre,  está  en  una  cuenca  que  se  abre  al  SW.  de  Urrao  y  al 
pie  N.  del  Morro  de  Piedragorda.  Más  al  N.  quedan  los  llanos  d^ 
Isleta,  que  ocupan  el  fondo  de  la  cuenca  donde  se  forma  el  Arqufa, 
ó  sea  se  tienden  de  SE.  á  N W.  al  pie  S.  del  alto  Nicasio  y  el  cerro 
Majuandó,  desde  el  respaldo  de  Bebará  al  Morro  de  Ocaidó  :  son 
más  amplios,  están  mejor  regados  y  tienen  más  brillante  porvenir. 

Al  Oriente  de  esa  cuenca,  situado  el  observador  sobre  las  ca- 
beceras del  Atrato,  preséntase  al  punto  un  valle  hermoso  por 
su  altitud,  sus  ricos  pastales  y  los  variados  picos  de  los  muros  que 
lo  rodean,  de  los  cuales  se  desprenden  multitud  de  riachuelos  en 
medio  de  una  vegetación  siempre  primaveral.  Los  cerros  de  la  Hor- 
queta y  del  Plateado  ó  Santana  al  S.,  los  multiformes  picachos  del 
páramo  del  Frontino  al  N.,  los  dos  altos  picos  del  cerro  de  San  José 
al  E.,y  los  diversos  cerros  de  Ocaidó  y  Nicasio  al  W.,  junto  con 
los  de  Sarbatanal,  realzan  la  hermosura  del  ancho,  tibio  y  prolon- 
gado valle  por  donde  corre  mansamente  el  Penderisco,  que  baña 
el  pueblo  de  Urrao  y  sale  de  esta  cuenca  por  una  hoz  abierta  entre 
la  serranía  de  Pavarandó  y  la  Horqueta  de  Abriaqui,  para  entrar 
i  otra  nías  baja  y  más  amplia,  en  cuyo  centro  están  los  cálido^  i 


420  Nueva  Geografía  de  Colombia 


insalubres  llanos  de  Murrí  6  Mandé,  donde  se  torna  navegfable  y 
corre  de  E.  á  W.  en  busca  de  los  triturados  peñascos  de  la  Serra- 
zón  de  su  nombre,  por  entre  los  cuales  se  despeña  para  fluir  al 
grande  Atrato.  Estos  valles-terrazas  apenas  tienen  por  habitantes 
algunos  criollos  y  pocos  indios,  y  sólo  un  malísimo  camino  de  pea- 
tones los  enlaza  á  las  llanuras  inferiores. 

Si  el  viajero  retrocede  al  oriente  y  se  sitúa  sobre  el  alto  pára- 
mo del  Frontino,  que  se  viste  de  ricos  pastales  y  remata  en  mu- 
chos picos  y  grandes  peñas  totalmente  desnudos,  dominará  todo  el 
país  hasta  más  allá  del  Atrato ;  serranía  subordinada  que  encierra 
por  el  W.  las  cuencas  de  Curazamba,  Arquía,  Penderisco  y  Murrí, 
y  con  tristeza  considerará  que  tan  hermoso  cuadro  por  hoy  casi 
es  un  desierto.  Y  no  sólo  dilatará  la  vista  por  donde  serpea  el 
Atrato,  sino  que  distinguirá  ¡jerfectamente  el  bajo  cordón  de  los 
cerros  de  Baudó,  que  corren  á  confundirse  con  el  abierto  horizonte 
del  Pacífico.  Empero,  la  distancia  de  22  leguas  y  la  enorme  eva- 
poración de  las  aguas  marinas,  impide  casi  siempre  divisar  el 
Océano,  bien  que  el  espíritu  comprenda  que  esa  inmensa  llanura 
que  se  une  al  cielo  en  el  borde  del  horizonte,  está  formada  por  las 
ondas  del  mar  del  Sur. 

Si  en  seguida  se  transporta  á  la  serranía  del  Tajo,  prolonga- 
ción del  páramo  del  Frontino,  desde  el  Alto  Alegría  pernbirá  la 
posición  del  antiguo  valle  de  Nore,  primitivo  asiento  de  la  ciudad 
de  Antioquia,  en  el  llano  donde  hoy  está  el  pueblo  de  Frontino,  á 
orillas  del  río  del  mismo  nombre  y  al  pie  de  la  Serranía  de  Riover- 
de,  que  lo  separa  de  los  llanos  de  Murrí.  Desde  el  yermo  alto  del 
Tajo  se  descubre  el  pueblo  de  Cañasgordas  (también  sobre  el  alto 
Riosucio),  más  lejos  el  de  Dabeiba,  al  S.  el  particular  cerro  llama- 
do Morrogacho,  y  al  frente  el  cauce  del  Sucio  hasta  el  cerro  de 
Quiparadó,  alzado  al  N.  de  su  tributario  el  Urama  Grande,  como 
también  la  cordillera  del  Rioverde  y  la  del  Frontino ;  mientras  que 
por  el  opuesto  lado  (al  NW.)  se  ven  levantar  en  lontananza,  y 
por  sobre  los  picos  del  último  nudo  de  los  Andes  occidentales,  los 
enormes  cerros  llamados  León,  Sasafiral,  Tres  Morros  y  Parami- 
11o.  Al  lado  de  esas  moles  aún  alcanza  á  divisarse  un  trozo  de  la 
serranía  de  Abibe  y  de  las  llanuras  del  Sucio,  mucho  más  acá  de 
las  cuales  sospecha  el  espíritu  la  Serrazbn  por  donde  este  río  sale 
de  la  entrecordillera,  junto  á  Dabeiba,  al  E.  del  cerro  Picapica, 
que  se  yergue  en  el  centro  de  una  inmensa  agrupación  de  cerros 
y  colinas  que  se  pierden  en  una  selva  de  color  oscuro  y  tan  exten- 
sa, que  llena  los  ámbitos  del  horizonte ;  ni  aun  se  alcanza  á  des- 
tacar entre  ella  la  faja  de  desmontes  del  nuevo  é  importantísimo 
camino  de  Occidente,  que  conduce  al  puerto  de  Pavarandocito 
(Riosucio).  Con  excepción  de  los  habitantes  de  los  cuatro  pueblos 
nombrados,  á  lo  más  unas  500  familias  de  indios  vagan  por  esos 
desiertos  de  magnífica  verdura. 

El  bajo  Choco,  es  decir,  la  vertiente  occidental  de  los  Andes, 
donde  éstos  tienen  al  pie  llanuras  que  rematan  en  el  mar,  se  ex- 
tiende desde  la  Buenaventura  al  Mira,  comprende  de  W.  á  E.  tres 
zonas  bien  caracterizadas,  según  dijimos,  y  sus  costas  presentan 
una  configuración  tal,  que  se  diferencian  de  todas  las  demás  de  la 
República, 


Nueva  Geografía  de  Colombu  4a ^ 


En  efecto,  al  pasar  las  colinas  que  cierran  por  el  S.  el  Víklléi 
del  San  Juan,  se  cae  á  la  bahía  del  Chocó  (Buenaventura),  forfna- : 
da  allí  donde  el  Pacífíco  se  acerca  más  á  la  cordillera,  haciendo 
que  la  costa  forme  acentuado  escalón  que  divide  los  dos  Chocos.  El,, 
litoral  del  Bajo  Chocó,  á  partir  de  dicho  seno,  se  inclina  al  SW.,í 
de  manera  que  si  primero  tiene  relativamente  cercanos  los  renja- 
tes  de  los  estribos  de  la  cordillera,  luég-o  se  aleja  de  ellos,  lo  que 
permite  que  se  ensanche  la  llanura  litoral.  Al  llegar  frente  á  la 
isla  Gorgona,  cambia  de  ritmo  y  repentinamente  retrocede  hacia  el 
Ocaso  á  deshacer  el  escalón  señalado  en  la  Buenaventura,^con  lo. 
cual  las  planicies  tendidas  al  pie  de  la  cordillera  adquieren  su 
máxima  anchura,  luego  apenas  reducida  un  tanto  por  la  entrada 
que  se  llama  bahía  de  Tumaco. 

En  el  fondo  de  la  bahía  del  Chocó  se  encuentra  la  isla  del 
Cascajal,  en  la  que  está  edifícada  la  población  de  la  Buenaventura. 
Desde  la  isla  se  extiende  la  vista  sobre  toda  la  bahía,  circundada 
de  tierras  bajas  que  las  mareas  anegan  dos  veces  por  día  y  en 
las  cuales  crecen  sin  rival  los  manglares,  que  con  sus  intrincadas 
raíces  se  afianzan  sobre  una  tierra  movediza,  dejando  bajar  de  sus 
ramas  otras  raíces  que  por  atracción  buscan  los  pantanos,  sobre 
los  cuales  se  afírman  como  cuerdas  que  sujetan  por  todas  partes 
el  árbol  generador,  para  dar  después  vida  á  otro  igual,  y  de  este 
modo  formar  un  laberinto  continuado  é  impenetrable  que,  median- 
te el  flujo  y  reflujo,  ora  aparece  al  descubierto  entre  un  lodo  negro 
sin  consistencia  llevado  por  el  mar,  ora  se  sumerge  íntegro  en  el 
océano,  por  lo  cual  desprende  continuamente  miasmas  pestilentes  y 
facilita  la  formación  de  pantanos,  no  menos  nocivos  por  los  despo- 
jos vegetales  y  animales  que  en  ellos  entran  en  putrefacción  ;  por 
estas  razones  son  insalubres  el  pueblo  citado  y  los  campos  vecinos. 

Sobre  las  copas  de  los  tupidos  mangles  se  miran  en  segundo 
término  las  colinas  y  cerros  revestidos  de  una  vegetación  lozana, 
los  que  oscurecidos  á  medida  que  se  alejan,  elévanse  progresiva- 
mente hasta  terminar  en  cumbres  azuladas,  entre  las  que  se  des- 
cubren á  primera  vista,  al  SW.,  los  farallones  de  Cali,  de  grotesca 
forma.  En  la  bahía  termina  el  río  Dagua,  que  no  calma  su  ímpe- 
tu sino  poco  antes  de  su  fín,  no  obstante  lo  cual,  fue  durante  muchos 
años  la  linica  vía  de  acceso  del  Pacíñco  al  Valle  del  Cauca,  siendo 
entonces  notable  la  destreza  con  que  sorteaban  los  peligros  los  ne- 
gros conductores  de  largas  y  pequeñas  canoas,  construidas  de  un 
solo  tronco,  pero  en  las  cuales  el  pasajero  siempre  se  mojaba  con 
bs  olas  de  los  chorros,  algunos  tan  violentos  que  era  preciso  des- 
embarcar para  evitarlos,  arrastrando  por  tierra  la  canoa :  de  esa 
navegación  fue  de  la  que  dijo  el  Barón  deHumboldt,  según  es  fama, 
que  "cada  boga  era  un  ángel  y  cada  paletazo  un  milagro."  Hoy 
la  húmeda  y  pantanosa  llanura  se  cruza  en  ferrocarril,  y  la  cordi- 
llera se  asciende  por  un  buen  camino  de  herradura  abierto  en  las 
rocas  del  valle  del  mencionado  río. 

La  navegación,  que  se  hace  con  el  auxilio  del  flujo  y  reflujo 
del  mar,  por  caños  anchurosos,  por  el  N.  conduce  á  cortos  istmos 
(arrastraderos)  cuya  fácil  travesía  permite  llegar  ya  al  Calima, 
ya  al  San  Juan ;  mientras  que  por  el  S.  lleva  á  los  deltas  de 
varios  ríos  (Anchicayá,  Raposo),  también  navegables  largo'  tre- 


4^1  Nueva  Biografía  ds  Colombia 


chO|  hasta  que  sus  aguas  quedan  encajonadas  por  los  estribos  de 
los  Andes. 

En  efecto,  en  toda  la  costa  de  Buenaventura,  la  tierra  en 
una  faja  de  2  á  4  leguas  de  anchura  está  anegada,  forma  un  con- 
tinuado archipiélago  donde  sólo  puede  prosperar  el  frondoso  man- 
gle, y  las  travesías  son  insoportables,  porque  nubes  de  zancudos, 
jejenes  y  mosquitos  que  también  suben  por  los  ríos,  atormen- 
tan sin  cesar  al  pasajero,  salvo  cuando  sopla  el  viento,  lo  que  suce- 
de rara  vez.  Esta  plaga  es  la  única  mortifícación  de  los  bronceados 
habitantes  de  estas  riquísimas  y  pintorescas  regiones. 

Hacia  el  Sur,  hasta  el  Patía,  la  llanura  litoral  se  ensancha, 
y  por  ella  alcanzan  el  mar  numerosos  ríos,  algunos  de  caudal 
considerable,  como  el  Micay  y  el  Izcuandé,  pero  todos  los  cuales 
terminan  por  varias  bocas,  ó  sea  forman  deltas  cuyos  caños  se 
unen  y  entrelazan  de  tal  manera,  que  en  definitiva  forman  un 
solo  y  prolongado  delta,  paralelo  á  la  costa,  y  por  lo  mismo 
de  inapreciable  valor,  porque  afuera  de  ella  hay  bajos  y  bancos 
de  arena  que  avanzan  en  el  mar,  y  ya  queden  al  descubierto 
cuando  éste  se  retira,  ya  siempre  ocultos  impidan  á  las  olas  su 
libre  movimiento,  producen  una  zona  de  rompientes  temidísimas 
de  los  marinos,  que  torna  peligrosa  y  difícil  la  entrada  de  las  bo- 
cas de  los  ríos. 

Los  bancos  de  arena  mencionados  provienen  del  continuado 
acarreo  de  los  ríos  y  de  la  no  interrumpida  acumulación  de  las 
arenas  del  mar,  combatidas  por  los  impulsos  contrarios  de  las  olas 
y  las  corrientes  fluviales.  Empero,  estos  bancos  de  arena  que  el 
mar  ha  ido  dejando  en  toda  la  costa,  son  los  ünicos  lugares  habi- 
tados del  litoral,  porque  sólo  allí  el  hombre  está  libre  de  la  inun- 
dación diaria,  mas  no  de  la  que  producen  las  más  fuertes  mareas, 
por  k)  cual  las  casas,  aun  cuando  también  se  construyen  sobre  esta- 
cones elevados  dos  metros  sobre  el  suelo  *,  como  se  alzan  entre  co- 
cales y  pequeñas  huertas  de  árboles  frutales  rodeados  de  esta- 
cas, presentan  una  vista  tan  alegre  y  variada  como  pintoresca.  A 
trechos  el  espectáculo  se  realza,  porque  aquí  y  allá  también  se 
crian  algunas  reses  que  prosperan  bien  en  las  gramíneas  salobres 
que  nacen  en  el  terreno  arenoso  y  más  antiguo,  por  desgracia  li- 
mitado por  manglares  y  lodazales  que  se  cubren  y  descubren  cada 
seis  horas,  porque  tupidos  manglares  revisten  todos  los  caños  y  es- 
teros que  por  la  parte  interior  dividen  las  islas  del  gran  delta  litoral. 

En  cada  una  de  estas  islas,  en  general  llamadas  ploj^as^  y 
cada  una  de  las  cuales  tiene  su  nombre,  habitan  de  ordinario  1^ 
personas  de  una  misma  familia,  y  es  tan  salubre  el  clima  por  su 
buena  ventilación,  que  se  cuenta  el  caso  de  que,  en  medio  siglo,  de 
un  matrimonio  hubieran  resultado  más  de  80  individuos  re|>artidos 
en  varias  casas.  En  cada  isla  el  más  antiguo  de  la  familia  es  una 
especie  de  patriarca  que  gobierna  á  los  demás  y  con  el  cual  se  en- 
tienden las  autoridades  de  los  Municipios  del  interior,  que  lo  miran 


*  Es  notable  que  no  sólo  en  el  Chocó,  sino  en  el  Darién,  en  lo$  bosques  de 
las  riberas  del  Amazonas,  en  el  delta  interior  del  Magdalena,  en  el  Llano,  &c., 
sea  siempre  esa  altura  de  2  metros  la  que  se  da  á  lus  estacones  de  análogas  vi* 
Tienda*. 


Nueva  Geografía  de  Colohbu 


como  nato  y  vitalicio  comisario  de  policía  de  la  respectiva  playa. 
Estas  gentes  parecen  cuarterones,  á  sí  mismos  se  llaman  blancos, 
son  activos,  industriosos,  aseados,  inteligentes,  muy  amigaos  de  via- 
jar, los  mejores  marinos  de  estas  costas,  en  las  cuales  pescan  y 
comercian  en  faluchos  y  otras  embarcaciones  construidas  por  ellos 
y  en  lasque  van  hasta  Panamá  y  hasta  Guayaquil.  Por  las  con- 
diciones del  terreno  en  que  viven,  las  sementeras  de  cana,  plá- 
tano, maíz  y  yuca  las  establecen  en  las  fronteras  y  elevadas 
islas  de  Gorg-ona  ó  Gorgonilla,  que  distan  6  leguas  y  quedan  en  el 
camino  del  Istmo,  ó  en  puntos  más  elevados  de  tierra  adentro, 
pero  siempre  á  orillas  de  un  río  navegable. 


Pifun  15^ — Selva  inundada.  Paisaje  del  trópico  americano  {estampa  eoropea) 

El  dnlco  puerto  que,  digno  de  tal  nombre,  se  encuentra  en 
esta  costa  alborotada  por  las  rompientes,  es  el  de  Carrizo,  prímU 
tivo  asiento  de  Izcuande  ;  pueblo  que  por  los  asaltos  de  los  piratas 
fue  retirado  J  leguas  adentro,  por  desgracia  á  terreno  malsano, 
que  ha  retardado  su  desarrollo  y  progreso. 

Si  dejamos  la  costa  para  internarnos  en  la  llanura,  hallare- 
mos paralela  á  ella  una  faja  de  30  á  40  kilómetros  de  anchura, 
cortada  por  dondequiera  por  una  multitud  de  caños,  esteros  y  bra- 
zos, y  en  la  que  domina  sin  rival  el  mangle,  que  vive  donde  las 
aguas  saladas  alternan  con  las  dulces,  y  donde  periódicamente,  por 
virtud  de  las  mareas,  sus  rafees  gozan  de  la  humedad  y  de  los 
ardores  del  sol.  A  la  vez,  donde  tal  planta  vive,  resulta,  como  es 
natural,  un  foco  perenne  de  infección  muy  peligrosa  f)ara  los  que 
viven  entre  esos  singulares  bosques  ó  á  sus  inmediaciones, 

Si  avanza nm os  hacia  el  interior,  encontraremos  otra  faja  de 
10  á  50  kilómetros  de  tierra  llana  y  cubierta  por  árboles  enor- 
mes y  elevadas  palmeras,  enlazados  sus  troncos  por  multitud 
de  bejucos,  hasta  constituirse  una  espesa  selva  rica  en  productos 
de  toda  especie.  El  suelo,  de  aluvión,  es  fértil  y  con  tan  suave 
declive,  que  se  puede  considerar  como  perfectamente  plano,  puej 


^4  Nueva  Geografía  de  Colombia 


splo  en  uno  que  otro  punto  se  alzan  pequeños  cerros  ó  cortas  co-  . 
Unas  de  escasa  altura.  Los  ríos  que  surcan  la  llanura  son  mansos 
y  navegables  en  pequeñas  barcas,  y  en  la  actualidad  los  utilizan 
los  negros  que  viven  en  sus  orillas,  y  no  se  internan  en  el  bosque, 
refugio  de  las  fieras,  sino  en  persecución  del  saíno  y  el  tatabro.  En 
esta  zona  y  en  la  análoga  de  más  al  N.,  hay  algunos  pueblos  pe- 
queños (Naya,  San  Francisco,  Raposo,  Micay,  Timbiqui  Guapí, 
Izcuandé),  á  grandes  distancias  entre  sí,  pero  que  no  progresan 
'por  la  indolencia  de  la  raza  que  los  habita. 

En  fin,  más  adentro  el  suelo  se  levanta  suavemente  al  princi- 
pio, pero  pronto  se  encrespa  y  aparecen  los  estribos  de  la  gran 
cordillera,  que  se  amontonan  unos  subre  otros  hasta  la  región  fría 
en  lo  general,  hasta  la  paramosa  en  el  macizo  de  San  Juan,  en  su 
'mayor  parte  desconocidos,  cubiertos  con  un  manto  verde  oscuro, 
regados  por  aguas  torrenciales  y  apenas  cruzados  por  el  reciente 
cansino  del  Micay,  que  guía  á  Popayán,  y  por  la  trocha  de  Ramos, 
que  conduce  á  la  llanura  intercordillerana  del  Patía. 

Alguna  variación  ofrece  el  terreno  en  las  llanuras  que  ocu- 
pan los  brazos  del  delta  del  Patía,  por  la  enorme  saliente  curva 
que  allí  presenta  el  litoral,  y  que  á  primera  vista  parece  resultado 
de  una  mayor  masa  de  aluviones  transportada  quizás  por  un  cata- 
clismo, pero  que  en  realidad  no  debe  su  origen  sino  á  las  mismas 
causas  que  produjeron  el  ensanche  de  la  vertiente  en  el  Ecuador, 
sólo  que  por  ser  aquí  más  plano  el  suelo,  las  corrientes  marítimas 
pudieron  luego  roerlo  en  el  punto  más  de'bil  para  formar  la  baliía 
de  Tumaco.  Lo  que  sí  parece  probable  es  que  el  Patía,  que  sale 
de  la  entrecordillera  con  gran  caudal,  ha  divagado  en  esta  llanura 
y  no  siempre  ha  mezclado  sus  aguas  á  las  del  Telembí ;  corrió  pri- 
mero por  Lagunabrava  y  el  Tapaje  hacia  el  NW.,  luego  por  el 
Saiíguianga,  después  por  el  largo  cauce  llamado  Patía  viejo,  y  úíti- 
mameiite  por  el  lecho  actual.  Entre  esos  dos  extremos  desplaza- 
mientos se  ven  en  plena  llanura  algunas  alturitas  y  cerritos,  conti- 
nuación de  los  señalados  atrás,  alzados  enfrente  de  donde  la  cordi- 
llera avanza. al  Ocaso  á  modo  de  baluarte  (entre  Cacanegro  y 
Sotomayor),  y  al  pie  W.  de  los  cuales  hay  una  serie  de  lagunas, 
en  arco,  origen  de  varios  ríos  que  cruzan  una  llanura  semejante  á 
la  descrita  anteriormente. 

Al  Sur  del  Patía  se  encuentra  la  ensenada  de  Tumaco  con  el 
puerto  de  ese  nombre,  el  más  frecuentado  del  litoral  chocoano ; 
mas  el  lugar  donde  está  la  población,  en  una  isla,  es  malsano,  y 
los  buques  no  llegan  á  su  frente  sino  con  alguna  dificultad.  Mejor 
habría  quedado  al  pie  del  Morro,  cerrito  en  otra  isla  próxima,  más 
amplia  y  salubre,  de  costa  acantilada  y  de  más  fácil  acceso  á  las 
embarcaciones.  En  fin,  más  al  S.,  sobre  el  río  Mira,  hay  aleunos 
caseríos  de  fundación  reciente,  y  desde  el  punto  en  que  deja  de  ser 
navegable,  un  mal  camino,  que  remonta  el  valle  del  San  Juan, 
conduce  hasta  las  altas  tierras  de  Tiíquerres,  pasando  por  Mayas- 
quer. 

Tierra  adentro  sobre  el  navegable  Telembí  está  Barbacoas, 
que  se  comunica  fácilmente  con  Tumaco,  que  un  buen  camino  enlaza 
hoy  á  Tdquerres,  y  que  por  su  posición  al  pie  de  la  cordillera  y  entre 
formaciones  auríferas,  está  llamado  á  un  gran  porvenir  como  es- 
cala del  comercio  de  los  Andes  del  Sur.  Y  es  por  ese  camino  de  Tú- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  425 


querres,  por  donde  se  goza  de  la  vista  más  perfecta  de  lo  que  es  la 
falda  de  los  Andes  encestas  regiones.  En  efecto,  la  vía  remonta  por 
estribos  y  valles  selvosos  de  la  hoya  del  Telembí,  cruza  á  mediana 
altitud  el  ramal  que  divide  ese  río  del  Cuaiquer,  y  por  el  valle  de 
éste  tuerce  al  E.  para  ganar  la  región  de  los  páramos,  pasando  por 
San  Pablo,  población  edificada  sobre  horcones,  no  obstante  su  al- 
titud de  1,300  ms.,  por  la  humedad  del  terreno,  característica  del 
Chocó.  A  medida  que  se  asciende,  el  valle  se  endereza  y  ensancha, 
elevándose  notablemente  el  terreno  á  modo  de  plano  inclinado  en 
cuyo  centro  corren  presurosas  las  aguas  del  río  por  entre  enormes 
peñas  destacadas  y  caídas  de  las  montañas  vecinas.   Las  quebradcu 
de  la  derecha  llevan  al  río  copiosa  corriente,  al  paso  que  los  estri- 
bos de  la  cordillera  de  Mallama,  que  las  encierran,  parecen  haber 
sufrido  grandes  trastornos,  pues  ora  aparecen  como  despedazados, 
ora  presentan  picos  salientes  y  flancos  desnudo^.  Al  opuesto  lado 
el  páramo  de  Timbaquirá  ofrece,  en  lugar  de  bases  y  estribos,  altas 
murallas  con  entrantes  y  salientes,  á  semejanza  de  los  baluartes  de 
una  desmenuzada  fortaleza.  Vénse  de  vez  en  cuando  en  las  partes 
entrantes  hondas  aberturas,  de  las  cuales  se  deslizan  las  aguas  del 
páramo ;  mientras  que  en  otras  se  lanzan  de  un  golpe  á  precipicios 
horrorosos,  si  no  es  que  van  saltando  de  roca  en  roca  hasta  caer  al 
pie  de  la  colosal  muralla,  la  cual  dista  poco,  horizontalmente,  del 
lecho  del  río.   El  frío  aumenta  á  medida  que  se  eleva  el  terreno, 
los  grandes  árboles  son  reemplazados  paulatinamente  por  una  ve- 
getación mezquina,  y  las  enormes  peñolerías  del  páramo  contrastan 
con  los  cerros  dislocados  que  se  ven  al  lado  opuesto ;  en  tanto  que 
las  agu2is,  los  prados  y  las  casas  regadas  aquí  y  allá,  dan  especial 
tinte  de  poesía  al  pintoresco  paisaje. 

Desde  que  se  pasa  por  última  vez  el  Cuaiquer  (ahora  Guavo), 
preséntase  una  estrecha  y  descarnada  cuchilla  de  roca  viva,  la 
cual  es  también  la  ünica  vía  practicable  para  subir  con  menos  tra- 
bajo á  la  escarpada  cumbre  que,  á  lo  lejos,  se  ve  casi  siempre  cu- 
bierta de  niebla.  Al  subir  por  el  estrecho  lomo  se  descubre  á 
la  I.  el  origen  del  Guavo  y  se  divisa  el  pueblito  de  Mallama  en 
un  vallecito  que  parece  incrustado  en  el  flanco  de  la  cordillera  de 
su  nombre,  que  tiene  á  su  respaldo  el  alto  cerro  de  Mallama  y 
más  hacia  las  cabeceras  del  río  la  masa  enorme  de  las  pirámides 
agudas  y  picos  aislados  de  Guachaves,  á  los  cuales  sobrepuja  una 
especie  de  torre  inclinada  y  circundada  de  multitud  de  cres- 
tas con  puntas  elevadas  que  terminan  en  una  gran  depresión,  pa- 
sada la  cual,  con  formas  menos  agrestes,  se  eleva  el  Azufral 
de  Túquerres.  Al  opuesto  lado,  es  decir,  al  Sur,  alcanzan  á  divisar- 
se por  encima  de  las  breñas  próximas  las  cumbres  brillantes  del 
Cumbal  y  el  Chiles  y  las  negruzcas  paredes  del  cráter  del  Cerro- 
Negro,  todos  como  surgiendo  de  entre  un  cortejo  de  ruinas.  El 
total  del  cuadro  deja  en  el  ánimo  la  impresión  de  tremendos  ca- 
taclismos que  lo  llenan  de  terror,  y  en  este  estado,  de  repente,  al 
coronar  la  altura;  mira  á  los  pies  las  poéticas  explanadas  de  Tü* 
querres  é  ¡piales. 

Y  como  se  comprende,  á  tan  marcados  caracteres  geográficos 
corresponden  otros  no  menos  precisos  sobre  la  manera  de  ser  que 

Nuiva  Geografía  de  Colombia  TOMO  1-2$ 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


en  e^ta  comarca  presenta  el  hombre.  En  realidad  de  verdad,  loS 
únicos  caminos  del  Chocó  soh  los  ríos,  y  por  esto  la  gettte  de  co^ 
lof,  que  foima  la  masa  de  los  habitantes,  ha  adquirido  algo  de  an- 
fibio: las  familias  poseen  tantas  canoas  como  individuos,  canoas 
que  si  son  chicas  se  llaman  j'o/ros,  y  cada  cual,  hombre  ó  mujer, 
viejo  d  niño,  se  traslada  en  la  suya  rápidamente  de  un  punto  á 
otro,  pues  con  la  palanca  remonta  tas  ayuas  y  con  el  canalete  las 
baja  y  atraviesa  con  admirable  destreza.  Enemigo  de  largos  vía- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  427 


jes,  sólo  conoce  un  territorio  reducido,  no  gusta  de  ^caminar  y  se 
desliza  con  agilidad  asombrosa,  puesto  de  pie  sobre  un  pequeño 
madero  hueco,  con  sólo  unas  pulgadas  fuera  del  agua,  porque  des- 
de niño  aprende  á  moverse  solo  en  su  potricoy  que  más  bien  parece 
una  cascara  de  nuez,  y  en  la  que  sube  y  baja  los  caños  y  esteros  con 
una  confianza  admirable. 

Las  necesidades  de  tales  seres  son  pocas :  viven  desnudos, 
iiasta  los  ocho  ó  diez  años,  edad  en  que  se  casan  las  mujeres,  que 
sólo  visten  un  pedazo  de  bayeta  y  son  extraordinariamente  fecun- 
das. Las  nuevas  familias  se  establecen  pronto,  pues  apenas  nece- 
sitan la  canoa,  el  hacha,  el  machete  y  una  olla  ;  con  esos  iStiles  tum- 
ban el  monte  á  orillas  de  una  corriente  para  plantar  sus  sementeras, 
y  fabrican  sobre  horcones  la  casa,  en  la  cual  no  hay  mueble  algu- 
no :  el  totumo  da  los  utensilios  de  mesa  y  cocina,  y  la  cama  se  re- 
duce á  una  damagua  (un  trozo  preparado  de  corteza)  sobre  una  bar- 
bacoa de  madera.  Fácilmente  preparan  el  terreno  para  la  siembra 
(quitar  el  matorral),  tejen  las  redes  para  la  pesca,  con  cabuya  ó  co- 
gollo de  palma,  y  el  arco  y  la  flecha  para  la  caza  los  encuentran  en 
el  bosque  :  en  cuatro  meses  queda  asegurada  la  subsistencia  de  la 
nueva  familia. 

Por  la  excesiva  fecundidad  del  suelo,  los  negros  apenas  cortan 
los  arbustos,  y  bajo  los  grandes  árboles  siembran  el  maíz,  que  pro- 
duce á  los  cuatro  meses,  cuando  no  prefieren  regarlo  en  el  monte  y 
esperar  á  que  nazca  para  cortar  los  arbustos  y  luego  los  árboles, 
pero  entonces,  como  las  matas  crecen  apiñadas,  como  si  fuesen  de 
trigo,  no  produce  sino  grano  diminuto  en  pequeñas  mazorcas.  Fuera 
del  maíz  les  bastan  unas  matas  de  plátano  que  les  sirve  de  pan  y 
duran  15  años;  de  caña  que  dura  siempre  y  principia  á  producir  á 
los  seis  meses,  de  yuca  y  de  cacao,  que  dura  sesenta  y  fructifica 
desde  los  tres  años.  La  caña  es  de  tal  grosor  y  vigor,  que  las  plan- 
tas se  enlazan  hasta  formar  una  especie  de  manglar,  pero  no  dan 
azúcar  ni  panela,  por  la  extrema  abundancia  de  partículas  acuo- 
sas.  A  estos  frutos  se  agregan  el  pescado  abundantísimo  y  los  no 
menos  copiosos  productos  de  la  cacería. 

La  ignorancia  de  estas  gentes  es  extrema,  pasan  la  vida  en 
comer  mal,  beber  aguardiente,  chariar  y  bailar  al  son  de  un  tam- 
bor y  una  marimba  (que  no  faltan  en  ninguna  parte).  La  marimba 
consiste  en  una  fila  de  tubos  de  guadua,  de  mayor  á  menor,  que  se 
amarran  á  unos  listones  de  madera  sonora  y  se  tocan  con  pa- 
lillos con  bolas  de  caucho  en  los  extremos,  lo  que  produce  un  son 
suave  y  armonioso  que  deleita  á  los  negros,  que  á  él  juntan  el  es- 
trepitoso del  tambor  y  lo  agrio  de  sus  monótonos  cantares. 

Es  más  común  que  las  mujeres  laven  oro  en  las  playas,  por 
cuanto  les  gusta  tener  collares,  zarcillos  y  algunas  enaguas  de  za- 
raza con  qué  engalanarse  los  días  de  fiesta  cuando  van  al  pueblo. 
Cuando  zabullen  en  busca  del  oro,  se  ponen  una  gran  piedra  (los 
hombres  en  la  espalda,  las  mujeres  en  la  rabadilla),  sostenida  con 
una  cuerda,  para  llegar  más  pronto  al  fondo,  donde  la  dejan  y 
vuelven  arriba  con  la  batea  llena  de  arena  que  lavan  para  extraer 
el  rico  metal. 

Los  negros  del  Chocó,  criados  en  medio  de  ese  baño  de  cali- 
dos  vapores,  casi  siempre  desnudos  y  que  brillantes  de  sudor  se 


42%  NuivA  Geografía  de  CoLoldilA 


arrojan  al  río  para  refrescarse,  no  sufren  las  impresiones  del  sol  ni 
de  la  lluvia,  viven  fuertes  y  robustos,  y  además  de  que  no  aman  el 
trabajo,  carecen  de  unión,  de  suerte  que  cada  familia  lucha  aislada 
por  la  vida  y  se  limita  á  lo  que  hag'a  con  sus  solos  brazos ;  no  se 
reúnen  sino  para  encenagarse  en  orgias.  Esto  explica  porqué 
cuando  sus  padres  eran  esclavos  se  explotaban  las  minas  obligán- 
doles al  traDajo  con  el  látigo,  y  hoy  que  son  libres,  como  no  hay 
trabajadores,  las  minas  esán  abandonadas,  lo  que  para  la  comarca 
es  lo  mismo.  En  efecto,  el  oro  sacado  antes  se  llevaba  lejos ;  sólo 
volvía  lo  que  en  los  esclavos  se  gastaba,  y  los  negros  lo  obtienen 
hoy  con  ligero  mazamorreo.  Por  esto  el  progreso  de  la  comarca 
será  muy  lento  en  muchos  años. 

Cuanto  á  los  indios  no  sometidos,  pocos  en  número,  viven  re- 
gados en  las  cabeceras  de  los  ríos,  lejos  de  blancos  y  negros,  que 
los  insultan  y  persiguen.  Desnudos  como  sus  antepasados,  provistos 
de  arco,  flecha  y  canalete,  de  un  olfato  sin  igual,  con  un  oído  ma- 
ravilloso y  una  vista  poderosísima,  son  los  verdaderos  habitantes 
de  las  selvas,  que  recorren  con  velocidad  incomparable,  sin  temor 
á  los  reptiles  ni  á  las  ñeras.  En  sus  chozas  viven  en  ocio,  porque 
así  como  se  muestran  sobrios  y  templados  en  los  viajes  y  cacerías, 
al  regreso  se  desquitan  congregando  á  parientes  y  amigos  á  una 
íiesta  que  dura  lo  necesario  para  consumir  los  acopios  hechos  y 
la  chicha,  que  preparan  muy  bien.  Lo  mismo  que  á  los  negros,  el 
bosque  y  los  ríoft  les  dan  con  abundancia  todo  lo  que  necesitan 
para  vivir.  En  sus  largas  correrías  llevan  la  familia ;  respetan 
á  los  ancianos,  y  la  gratitud  los  saca  de  su  inddencia,  pues  sirven 
agradecidos  á  quienes  los  favorecen ;  son  taciturnos  y  desconfíados, 
pero  no  alevosos,  salvo  que  se  les  haya  ofendido  ;  son  estúpidos, 
pero  fabrican  con  gusto  sus  adornos,  canastas  y  esteras,  como 
también  canoas,  canaletes,  chinchorros,  &c. ;  las  indias  son  buenas 
alfareras.  Y  aun  cuando  la  zona  que  habitan  estos  indios  es  aurí- 
fera,  no  la  explotan  en  ninguna  forma,  por  lo  cual  mientras  á  ella 
no  penetre  el  blanco,  serán  inútiles  sus  riquísimos  criaderos. 

Tal  es  q\  Chocó  que  en  la  actualidad  no  encierra  150,000  ha- 
bitantes, cuando  puede  mantener  holgadamente  5.000,000,  y  sólo 
produce  unos  pocos  miles  de  cas/eiianos,  cuando  de  sus  veneros  po- 
drían extraerse  varios  millones  eíi  el  año.  Y  todo  por  una  simple 
cuestión  delatitud,  siendo  por  lo  tanto  esta  comarca  palpable  prue- 
ba de  la  decisiva  influencia  de  la  geografía  física  sobre  el  hombre, 
es  decir,  del  medio,  en  el  desarrollo  de  la  civilización 

III.  El  Sur — El  pedúnculo  meridional  de  los  Andes  colom- 
bianos muestra  su  enorme  masa  excavada  en  el  interior  por  un 
hondo  valle  que  tiene  junto  un  ponillo  del  marco  y  despide  todo 
un  haz  de  quiebras  que  asciende  á  perderse  en  el  muro  del  recin- 
to, por  entre  escalonadas  terrazas.  Esta  región,  cuyas  porciones 
enlaza  el  Patía,  dentro  de  ella  originado,  no  debe  su  autonomía 
geográflca  á  un  mero  rasgo  hidrográfico,  por  cuanto  aquella  co- 
rriente en  verdad  no  se  forma  sino  al  abandonar  la  entrecordille- 
ra,'y  porque  si  la  hoz  por  donde  tal  hace  elevara  su  fondo  á  la  al- 
tura de  aquella  por  la  cual  sale  el  Cauca  de  la  cuenca  de  Popayán 
^i  Valle^  no  sólo  el  relieve  sino  el  clima  y  demás  condiciones  de 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


429 


la  comarca  serían  muy  distintas,  sin  necesidad  de  modifícar  funda^ 
mentalmente  el  actual  régimen  de  las  aguas.  Para  el  viajero  que 
recorre  la  entrecordillera  **del  Sur,"  de  la  frontera  ecuatoriana  á 
la  ciudad  de  Caldas,  el  país  presenta  cuatro  secciones  bien  carac* 
terízadas  :  las  altiplanicies  de  Tüquerres-Ipiales,  con  las  quiebras 
que  las  avecinan  dentro  del  marco  de  páramos  roto  en  Guapus- 
cal ;  las  tierras  de  Pasto  con  su  volcán  y  los  profundos  valles  que 
le  sirven  de  foso ;  las  terrazas  y  breñas  de  Almaguer^  semejantes  á 
los  dedos  de  una  mano,  y  la  llanura  del  fondo,  el  valle  del  Pa/ia, 
abierto  al  pie  de  todas  las  anteriores,  á  las  que  por  lo  mismo  reüne 
en  un  solo  organismo  geográfico. 


I^ig-  1 58-*Di agrama  de  las  secclon'*s  geográficas  que  constituyen  el  Sur. 


Tú^uer res- /piales — Sobre  la  frontera  ecuatoriana  las  dos  cres- 
tas andinas  forman  un  singular  cuadrilátero,  pues  al  Sur  se  enla- 
zan por  medio  del  lomo  transversal  de  Huaca,  y  unas  pocas  le- 
guas más  al  N.  casi  sucede  otro  tanto,  ya  que  el  relieve  transversal 
de  San  Roque-Guapuscal  apenas  está  roto  en  la  gran  quiebra, 
por  donde  el  Guáitara  entra  á  las  tierras  pastusas,  tras  envolver 
por  el  E.  las  altiplanicies  de  Túquerres  é  Ipiales,  porque  en  su 
margen  derecha  el  terreno  se  muestra  hendido  por  multitud  de 
quiebras.  El  viajero  que  del  bajo  Chocó  asciende  á  Túquerres, 
y  en  un  día  despejado  se  coloca  en  un  altozano  que  en  50  ms. 
domina  á  esa  antigua  ciudad,  tendrá  en  tomo  suyo  un  panora- 
ma encantador.  Colinas  cultivadas,  con  algunos  árboles  en  las 
faldas  y  en  la  cima  una  corona  de  arbustos;  colinas  cubiertas 
de  casas  y  frescas  gramíneas  donde  pacen  los  ganados,  deleitan 
en  primero  y  segundo  términos  la  vista.  Hacia  la  izquierda  y  al 
Sur  aparece  el  pueblo  de  Sapuyes  en  una  meseta,  antes  de  la  cual 


430  Nueva  Geografía  ds  Colombia 


se  divisa  la  hondonada  por  donde  corre  el  río  de  su  nombre,  al- 
zándose detrás  del  lugar  una  eminencia  coronada  de  árboles,  en 
forma  de  semicírculo,  la  cual  disminuye  su  altura  hacia  el  me- 
diodía, para  ir  casi  á  perderse  frente  á  Guachucal,  población  que 
dista  15  kilómetros  y  queda  cerca  del  río  Sapuyes,  cuando  óste  con 
largos  gfiros  corre  por  una  tierra  llana  antes  de  precipitarse  á  la 
hondura  mencionada.  Al  N.  se  eleva  el  páramo  de  San  Roque,  que 
se  viste  de  verdes  gramíneas  y  se  enlaza  á  los  picos  del  Volcán  de 
Tüquerres,  en  cuya  encumbrada  cima  duerme  una  laguna  de 
aguas  verdes.  A  lo  lejos,  y  hacia  el  SW.,  á  cuatro  y  cinco  leguas, 
se  presentan  en  toda  su  belleza  los  nevados  volcanes  de  Cumbal  y 
Chiles,  que  bañados  por  los  rayos  del  sol,  hacen  brillar  sus  cenda- 
les de  nieve  y  lanzan  al  espacio  sus  penachos  de  humo  que  devoran 
los  vientos  del  E.  (figura  157) ;  por  entre  esos  dos  grandes  cerros  de 
blancas  cúpulas  y  bases  de  color  pajizo,  sombreadas  por  los  estri- 
bos salientes  eñ  que  se  apoyan  en  la  verde  llanura,  aún  se  alcanza 
á  descubrir  el  cono  negruzco  del  Oreja,  á  cuyos  pies  pasa  el  cami- 
no qvie  conduce  al  pueblo  de  indios  de  Mayasquer,  situado  en  las 
bajas  vertientes  del  Mira.  Mirando  luego  entre  la  llanura  y  los 
cerros,  se  alcanza  á  ver  en  el  horizonte  una  como  mancha  blan- 
quecina con  tonos  oscuros :  es  el  pueblo  de  Cumbal,  situado  pre- 
cisamente en  la  misma  dirección  del  Oreja  y  en  las  faldas  del 
volcán  de  su  nombre;  mas  si  la  vista  se  vuelve  al  S.,  se  distinguirá 
perfectamente  encima  de  la  colina  que  está  al  respaldo  del  pue- 
blo de  Guachucal,  el  importante  nudo  de  Huaca,  sobre  el  cual  se 
eleva  una  enorme  masa  casi  en  forma  de  cono  :  es  el  gran  nevado 
de  Cayambe,  que  parece  estar  ahí  no  más  formando  parte  de  la 
escena,  cuando  en  realidad  dista  20  leguas  y  se  alza  en  otra  re- 
gión, debajo  de  la  línea  equmoccial  (figura  161). 

Subiendo  á  una  altura  de  3,600  ms.  por  el  camino  que  lleva 
al  volcán  de  Túquerres,  y  mirando  al  S.,  los  cerros  de  Huaca  ocul- 
tan la  vista  del  Cayambe,  pero  se  descubre  en  toda  su  extensión 
la  gran  altiplanicie  con  sus  bordes  elevados  suavemente  hacia  los 
altos  cerros  del  contorno,  sombreada  aquí  y  allá  por  los  barrancos 
de  los  ríos  y  quebradas  que  la  cruzan.  Vése  también  la  ciudad  de 
Túquerres  con  sus  calles  y  huertas,  á  un  lado  los  pueblos  de  Sa- 
puyes y  Guachucal  y  el  caserío  de  Muellamues,  y  al  otro  los  de 
Ospina  é  Imues.  Vienen  luego  como  en  anfiteatro  las  tierras  de 
Pasto,  que  ostentan  en  su  centro  el  pueblo  de  Yacuanquer,  al  pie 
del  Volcán  Galera,  á  cuya  espalda  y  á  los  lados  cierra  el  cuadro 
en  lontananza  la  cadena  central  de  los  Andes. 

A  tres  horas  de  camino  al  occidente  de  Túquerres,  en  una  ruta 
que  también  conduce  á  Mallama,  se  descubre  el  volcán  de  aquel 
nombre,  que  presenta  una  sorprendente  variedad  de  colores.  La 
vista  se  detiene,  en  primer  lugar,  sobre  un  lago  cuyas  aguas  son  tan 
verdes,  que  apenas  puede  creerse  que  aquello  sea  realmente  agua: 
es  la  I^gunaverde,  rodeada  de  altas  murallas  que  delinean  un 
circo  y  varían  sus  colores  del  negro  al  blanco  y  de  éste  al  rojo.  En 
la  orilla  oriental  se  levanta  una  cúpula  formada  casi  enteramente 
de  azufre,  rajada  por  todas  partes  y  que  exhala  una  multitud  de 
fumaradas  que  esparcen  fuerte  olor  á  grandes  distancias.  No  lejos 
de  la  Lagunaverde  se  hallan  otras  dos,  la  una  con  aguas  negras 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


como  e|  azabache,  y  como  un  cristal  las  de  la  otra,  que  es  la  ro4s 
pequeña  de  las  tres. 


Figura  159 — 1,1  Laguna  Vctde.  Ucl  álbum  Je  la  CamisiÓD  Corogriñca.  iDédito. 

Recorriendo  la  comarca,  acabaremos  de  formamos  idea  de 
ella. 

En  el  camino  de  Cumbal  se  pasa  por  las  termales  de  Chillan- 
quer,  de  donde  se  goza  de  una  vista  magnífica  sobre  los  tres  voÍ- 
canes  denominados  Azufral,  Cumbal  y  Chiles;  en  Guachucal  lio 
s6\o  se  goza  del  mismo  cuadro,  sino  que  se  ven  salir  como  de  un 
abismo,  al  otro  lado  del  muro  de  la  llanura,  los  picos  dentados  de 
Guachayes  ó  Mallama,  los  cuales  contrastan  singularmente  con 
los  cerros  redondeados  que  avecinan  al  Azufral  y  al  Cumbal,  los 
que  dejan  como  de  propósito  un  ancha  abra  inclinada  para  qué 
se  vean  en  toda  su  belleza  los  descarnados  picos  de  aquel  encum- 
brado cerro.  En  giros  tortuosos  y  casi  sin  barrancas  se  desliza  el 
Sapuyes  por  la  llanura,  que  al  otro  lado  del  insigníñcante  divisó, 
6  sea  entre  Guachucal  y  Cumbal,  es  tan  hdmeda  que  parece  empa. 
pada  en  agua,  á  causa  de  que  á  cada  depresión  del  terreno  se  en- 
cuentran sumideros  y  atascaderos  originados  por  las  infiltraciones 
de  los  vecinos  cerros.  Antes  de  dicho  diviso  está  el  origen  del  Sa- 
puyes, formado  por  la  Quebrada  Comunidad,  que  baja  del  Cumbal 
hada  el  E.  y  en  la  parte  baja  tuerce  al  N.  sobre  Guachucal  y  Tü- 
qu^rres,  en  tanto  que  otra  quebrada  que  d.  la  anterior  desciende  pa- 
ralela, del  mismo  volcán,  sigue  en  su  primitiva  dirección  y  va  á  unirse 
al  río  Blanco,  procedente  de  las  mismas  alturas:  una  pequeña  ele- 
vación de  terreno  sirve  aquí  de  divisoria  de  aguas.  Antes  de  llegar  i 
Cumbal,  pueblo  el  más  elevado  de  Colombia,  se  encuentra  una  hile- 


W 


0  »  A 

^32  Nueva  Geografía  de  Colombia 


-rade  piedras  de  traquita  que  indica  que  por  altibajaba  un  glaciar; 
análogo  origen  se  puede  señalar  á  las  tierras  y  rocas  que  se  en- 
cuentran depositadas  en  la  parte  baja  por  donde  corre  el  río  Blanco, 
que  luego  atraviesa  una  colina  por  una  abertura  estrecha,  en  se- 
guida de  la  cual  acanala  su  cauce  para  afluir  al  Carchi  ó  Rumi- 
chaca. 

El  volcán  de  Chiles,  que  tiene  quince  bocas  humeantes  en  la 
falda  sur  que  pertenece  al  Ecuador,  queda  al  W.  del  pueblo  de 
Cumbal,  del  cual  dista  el  cráter  dos  horas  al  través  de  rocas  es- 
carpadas.  La  cima  la  constituye  una  especie  de  cúpula  rodeada 
de  una  cintura  de  hielo ;  al  W.  y  un  poco  más  abajo  hay  una  hon- 
^dónada  á  manera  de  cráter  donde  se  oyen  ruidos  internos. 
^  El  río  Carchi  que  baja  del  Chiles  y  sirve  unas  leguas  de  fron- 

tera, corre  por  un  lecho  tan  hondo  y  angosto,  que  es  más  bien  una 
simple  grieta  en  la  que  en  muchos  parajes  es  posible  colocar  un  pie 
sobre  territorio  colombiano  y  otro  en  suelo  ecuatoriano,  dejando 
por  medio  el  profundo  cauce  por  donde  corren  espumosas  las  aguas, 
cuyo  lecho  de  rocas  se  alza  en  algunas  partes  en  paredes  espira- 
les con  un  metro  á  lo  más  de  separación.  En  el  camino  de  Tulcán 
una  roca  incrustada  en  la  grieta  forma  el  puente  natural  de  Ru- 
.  michaca,  y  á  derecha  ó  izquierda  de  él  se  puede  bajar  por  las 
peñas  hasta  el  río,  que  corre  unos  cuantos  metros  abajo  de  la  in- 
coherente bóveda.  Siguiendo  este  río,  que  no  es  otro  que  el  Guái- 
tara,  se  encuentra  pegada  á  los  paredones  escarpados  de  su  orilla 
izquierda,  ya  toda  en  Colombia,  la  famosa  capilla  de  la  Laja, 
obra  singular,  puesto  que  el  fondo  lo  constituye  la:  ifiisdia  peña  en 
la  cual  y  en  una  gran  laja  labrada  está  pintada  al  óleo  la  Virgen 
del  Rosario,  tan  afamada  como  milagrosa,  qucr  desde  el  Perú  y  el 
valle  del  Cauca  la  visitan  los  romeros,  de  suerte  que  el  templo  es  el 
Chiquinquirá  del  Sur.  I^  posición  del  Santuario  es  sorprendente  y 
^  pintoresca  por  estar  en  medio  de  unos  peñones  colosales,  como  in- 
crustado en  ellos  y  al  parecer  suspendido  sob(¿  un  precipicio  de 
40  metros,  á  cuyo  pie  se  arrastra  turbulento  el  río,  llamado  aquí 
Males,  atín  por  tierra  fría. 

A  poca  distancia,  bajando  el  río  por  el  camino  que  conduce  á 
Males  y  Potosí,  se  observa  la  bella  cascada  del  Excomulgado,  nom- 
bre que  le  vino  de  haberse  suicidado  en  ella  un  clérigo  sobre  quien 
pesaba  ese  anatema,  según  la  leyenda  popular.  Precipítase  en  forma 
de  cascada  el  agua  que  baja  de  un  alta  explanaida,  á  perderse  en 
un  bosquecillo,  entre  cerros  cubiertos  de  gramíneas,  para  reapare- 
cer luego,  de  repente,  en  el  borde  del  precipicio,  que  mide  80  ms. 
de  altura,  y  sobre  el  cual  se  descuelga  como  una  ancha  faja  crista- 
lina, para  caer  á  una  taza  de  donde  sale  al  río,  que  por  entre  pe- 
ñones pasa  espumoso  y  bramando  á  su  frente.  La  peña  por  donde 
salta  el  agua  es  perpendicular,  y  contrasta  hermosamente  con  los 
disformes  peñascos  del  con  tomo,  amarillentos,  grises  ó  rojizos. 

De  Cumbal  hacia  el  E.  por  el  Rioblanco  se  extiende  el  otro 
brazo  de  la  llanura,  en  la  cual  se  encuentran  la  importante  pobla- 
ción de  Ipiales,  la  principal  de  la  al/iplamcü,  entre  Pastas  y  Pupia- 
les,  todos  tres  al  sur  de  La  Cruz  de  Ecuasán  y  al  N.  del  Carchi. 
En  esta  llanura,  hacia  el  lado  de  Cumbal,  están  las  colinas  del  his. 
tórico  campo  de  Cuaspud. 


Nueva  Geograf/a  de  Colombia  433 


No  lejos  de  Males  el  río  deja  el  rumbo  que  traía  por  el  del 
N.,  y  profundiza  sin  cesar  la  grieta  que  le  sirve  de  cauce,  en  la 
cual  desembocan  por  la  derecha  las  más  salvajes  aun  del  Tescual 
y  el  Angasmayo,  y  por  entre  lies  y  Funes  sale  á  su  valle  inferior. 

Hacia  el  NE.,  antes  de  llegar  al  pueblo  de  lies,  vése  destacar, 
del  lomo  de  Sapuyes,  sobre  el  Guáitara,  otro  relieve  de  ancho 
tope  que  forma  el  alto  de  la  Cruz  de  Ecuasán,  que  al  S.  tiene  las 
planicies  de  Ipiales,  y  al  E.  lleno  de  grandes  barrancos  parece 
como  si  lo  hubiera  cortado  aquel  río,  que  por  allí  se  acanala  en 
un  hermoso  precipicio  que  no  da  paso,  y  donde  las  aguas  estre- 
chadas entre  las  rocas,  se  precipitan  en  borbotones,  percibién- 
dose de  lo  alto  su  confuso  gemir.  Si  se  sigue  hacia  el  N.  este 
lomo  destrozado,  se  ve  su  continuación,  análoga  en  aspecto,  rota  en 
frente  de  la  hacienda  de  Cuarchú,  presentándose  á  ambos  lados  las 
ruinas  y  escombros  del  relieve,  las  que  dejan  al  medio  otro  precipi- 
cio análogo  al  anterior,  con  escarpas  de  300  ms.  de  altura  perpendi- 
cular, á  cuyos  pies  corren  tumultuosas  las  aguas  del  Sapuyes,  con 
desnivel  de  1 3  por  100,  en  busca  del  Guáitara,  al  cual  tributan  cerca 
de  Capulí.  Es  también  en  este  alto  de  Cuarchú  donde  principia  la 
bajada  de  Santa  Rosa,  que  guía  al  puente  del  Guáitafa  en  el  cami- 
no de  Pasto,  muy  áspera  en  su  parte  final. 

En  una  palabra,  la  llanura  de  Túquerres-Ipiales,  dividida  en 
dos  porciones  por  una  ondulación  del  suelo,  forma  una  especie  de 
herradura,  cuyos  extremos  se  abren  sobre  dos  grandes  grietas  que 
avanzan  á  confundirse  en  una  sola,  dejando  en  el  vértice  los  arruina- 
dos cerros  que  continüan  el  relieve  citado,  rodeado  el  conjunto  por 
un  marco  de  más  encumbrados  cerros,  antes  entero  seguramente, 
y  hoy  roto  allí  donde  se  reúnen  las  grietas  del  interior,  porque 
todas  las  aguas  que  recibe  el  Guáitara,  bien  de  la  llanura,  bien  de 
las  arrugadas  serranías  del  contomo,  le  llegan  por  profundos  cau- 
ces, abiertos  unos  en  terreno  de  acarreo,  otros  entre  peñas  y  mu- 
rallas perpendiculares  de  pórfido  ó  traquita. 

Esta  región  de  Túquerres-Ipiales,  á  cuyo  mediodía  las  cres- 
terías andinas  forman  el  nudo  de  Huaca,  constituye  un  macizo  de 
20  leguas  de  anchura,  sostenido  á  cada  lado  por  estribos  de  unas 
16,  que  mueren  entre  la  selva,  por  un  lado  cerca  del  Pacífico,  y 
por  otro  en  las  llanuras  amazónicas.  Masa  tan  enorme  debe  for- 
mar, como  en  efecto  forma,  un  país  muy  variado  en  su  consti- 
tución y  en  sus  relieves,  colinas  y  cerros  redondeados  (acordera- 
dos)  cultivados,  múltiples  volcanes,  páramos  extensos,  grietas  y 
paredones,  selvas  en  |>artes  desconocidas,  y  que  tiene  por  ras- 
go principal  600  kilómetros  de  altiplanicies  más  ó  menos  lla- 
nas, con  una  población  que  excede  de  50,000  almas,  ó  sea  tan  den- 
sa como  en  Europa,  no  obstante  hallarse  tan  altas  como  las  cum- 
bres de  los  Alpes.  La  reciente  aí)ertura  de  un  buen  camino  á 
Barbacoas,  y  la  facilidad  de  comunicación  con  la  ciudad  de  Quito, 
aseguran  el  f>or venir  de  este  pintoresco  y  melancólico  país,  habi- 
tado por  una  raza  que  se  distingue  del  resto  de  las  andinas  por  su 
mayor  talla,  actividad,  laboriosidad  é  inteligencia  y  mejor  confor- 
mación, siendo  apenas  menos  belicosa  y  guerrera  que  sus  vecinos 
los  pastusos. 


434  Nuj^VA  Geografía  db  Cqlqubia 


Pasto — El  rasgo  característico  de  esta  hermosa  región  es  el 
volcán  *de  la  Galera,  extenso  macizo  que  por  una  parte  envuelven 
dilatados  páramos,  y  por  otra,  en  ángulo  recto,  las  grandes  y  cél^r 
bres  quiebras  por  donde  corren  el  Juanambü  y  el  Guáitara,  que 
por  antefosos  tienen  el  Mayo  y  el  Pacual,  lo  que  explica  su  im- 
portancia desde  el  punto  de  vista  militar.  Por  esta  parte,  ó  sea  por 
el  Ocaso,  cuando  se  llega  al  Guáitara  bajando  de  Tüquerres,  $e 
ven  al  frente,  como  saliendo  del  abismo,  colosales  cerros.  Ascen- 
dido el  agrio  camino  que  por  ellos  sube,  se  llega  á  la  alta  explana- 
da de  Yacuanquer,  primer  asiento  de  Pasto  con  el  nombre  de  Villa 
de  Madrigal^  explanada  que  domina  el  volcán  y  se  presenta  en  for- 
ma de  plano  inclinado,  con  pastos  abundantes,  regada  por  guebra- 
das  que  han  excavado  el  suelo,  y  cubierta  de  ganados,  muías  y  ca- 
ballos. AI  S.  se  alza  majestuosa  ja  elevada  mesa  del  páramo  de 
Guapuscal,  con  escarpas  casi  perpendiculares  por  flanco,  á  cuyos 
pies,  á  una  gran  profundidad,  pasa  casi  invisible  el  río  del  mismo 
nombre  <5  Bobo,  por  quiebra  que  principia  desde  el  respaldo  de  Pas- 
to, y  antes  de  la  cual  asoman  los  grandes  trigales  del  moderno  pue- 
blo de  Tangua.  La  población  de  Funes,  que  está  sobre  una  mese- 
ta entre  el  Téllez  y  el  Guáitara,  se  descubre  luego,  á  un  lado  de 
Imues  y  de  las  breñas  de  Cuarchd,  terminando  el  horizonte  hacia  el 
SE.  unos  cerros  peñascosos  de  imposible  acceso,  los  topes  del  pára- 
mo de  Angasmayo,  que  densa  niebla  envuelve  de  ordinario  y  pare- 
cen salir  de  entre  una  espesa  y  extensa  selva. 

El  camino  de  Yacuanquer  á  Pasto  pasa  por  entre  el  volcán  y 
los  páramos  de  Chimbatangua,  y  en  él  se  encuentran  á  cada  paso 
enormes  peñas  que  no  son  sino  materiales  de  los  lanzados  por  aquá 
en  todas  direcciones  hasta  más  de  2  leguas  del  cráter.  Transmon- 
tado el  diviso  de  aguas  del  Bobo,  se  baja  al  lindo  valle  donde  está 
edificado  Pasto,  entre  los  cerros  de  Aranda,  Cebolla  y  el  Monte  al 
frente,  el  volcán  á  la  izquierda  y  los  páramos  que  domina  el  Bor- 
doncillo á  la  derecha.  Si  de  un  punto  elevado  se  domina  este  cua- 
dro, se  verá  el  valle  salpicado  de  aldehuelas  de  indios,  compuestas 
en  su  mayor  parte  de  un  grupo  de  cabanas  dispuestas  en  tomo  de 
una  iglesia  ó  capilla.  El  volcán  eleva  suavemente  su  base  desde  la 
ciudad,  para  encrespar  luego  sus  flancos  y  acabar  en  forma  de 
cono  truncado,  con  algunos  picos  laterales.  En  medio  del  vaHe  ser- 
pea el  río  de  Pasto,  que  recibe  una  multitud  de  arroyos  que  de  un 
lado  bajan  del  volcán,  del  otro  descienden  de  Aranda,  y  al  frente 
caen  de  la  crestería  central  de  los  Andes. 

Saliendo  del  lindo  valle  de  Pasto  hacia  el  Oriente,  se  encuen- 
tran varios  pueblos  de  indios,  de  los  cuales  el  principal  es  el  át 
La  Laguna,  y  cuyos  habitantes  han  ganado  fama  de  valientes  y 
tenaces  en  nuestras  guerras  civiles.  Por  aquí  |>asa  el  camino  que 
guía  á  las  selvas  del  Caquetá,  que  sólo  puede  ser  transitado  á 
pie.  Al  llegar  el  viajero  á  la  cumbre  del  páramo,  ya  las  aguas  de 
la  bajada  que  principia  á  sus  pies  van  al  Amazonas  conducidas  por 
el  Putumayo,  y  á  la  vista  sólo  tendrá  un  país  salvaje  y  solitario.  A 
poca  distancia  se  eleva  el  volcán  de  Bordoncillo  ó  Pdtascoi,  y  más 
abajo  se  dilata  la  Cocha,  cuyo  espejo  aparece  enmarcado  por  ce- 
rros ora  yermos,  ora  cubiertos  de  tupida  vegetación. 


Nueva  Geografía  de  Colohbu 


Figura  i6q— lil  ItorJoncillo  y  I 


Al  contrario,  bajando  el  valle,  es  decir,  hacia  el  Ocaso,  se  ve 
ala  izquierda  y  en  una  hermosa  llanura  la  hacienda  de  Pandiaco, 
que  pwrece  un  pueblo,  con  aguas  termales  que  producen  abundan- 
tes concreciones  calizas  que  se  explotan  para  proveer  de  cal  á  la 
ciudad.  Mirando  de  aquí  hacia  Jenoy,  se  ve  el  lecho  del  rio  Pasto 
dejar  el  llano,  profundizarse  poco  á  poco  hasta  acanalarse  enti^' 
peñas  y  barrancos,  buscando  salida  al  Juanambií.  De  este  mismo 
lado  hay  en  los  ñancos  del  volcán  lindísimas  cascadas  que  se  lan. 
lan  de  entre  enormes  peñones  y  vienen  á  caer  sobre  el  camino 
que  conduce  á  La  Florida.  Fue  en  las  inmediaciones  de  estos  sitios 
amenos  y  pintorescos  donde  libró  Valdés  la  batalla  de  Jenoy  ;  em- 
peñóse en  cruzar  un  horroroso  desfiladero  que  por  más  de  400  ms. 
quedaba  bajo  los  fuegos  de  los  realistas  atrincherados  tras  de 
peñas  cuyas  bases  perpendiculares  descansan  sobre  un  profundo 
arroyo.  Además,  antes  era  preciso  pasar  la  quiebra,  y  ]ííÉgo  subir 
por  una  angostura  de  una  cuadra,  afrontando  á  quemarropa  el 
fuego  del  enemigo,  por  lo  cual  corrió  á  torrentes,  pero  en  vano, 
la  sangre  de  los  republicanos. 

Cuanto  al  volcán,  que  domina  á  un  tiempo  la  ciudad  y  el  gru- 
po de  montañas  traquíticas  y  porfidíiicas  en  cuyo  promedio  está  si- 
tuado,  llamóse  antiguamente  de  la  Galera,  porque  en  su  cumbre 
aparecía  una  nube  bastante  ^ande,  en  forma  de  galera.  El  volcán 
duerme  por  tiempos;  luego  despierta,  y  lanza  á  enormes  distancias 
rocas  incandescentes  y  torrentes  de  lodo  futido;  pero  los  terremotos 
son  raros  en  el  país,  no  obstante  que  los  hramiilos  (ruidos  subterrá- 
neos) del  gigante  se  oyen  casi  todas  las  noches. 

Desde  Jenoy,  lugarcillo  que  está  al  pie,  hasta  el  cráter,  se 
gasta  casi  un  dfa,  siempre  subiendo.  El  terreno  que  rodea  el  volcán 
presenta  barrancas  y  escarpados  notables,  desde  donde  se  arrojan, 
formando  cascadas  muy  hermosas,  aguas  acidas  como  las  del  Pu- 
racé.  El  camino  pasa  por  la  llamada  pampa  de  Rumichaca,  en 
donde  está  la  quiebra  del  Peligro,  y  luego  aparecen  grietas  enor- 
mes, llenas  en  parte  de  piedras,  por  las  cuales  se  exhalan  vapores 


43^  Nueva  Geografía  de  Coloubu 


y  se  oyen  aterradores  ruidos  internos.  Ya  en  la  cima,  se  tiene  á 
los  pies  la  Caldera,  <5  sea  el  antigfuo  y  desportillado  cráter  dentro 
del  cual  está  el  nuevo,  orig^en  de  la  Quebrada  Hedionda,  que  se 
precipita  al  Guáitara  por  la  quiebra  de  Bombona. 

Si  volvemos  á  Jenoy,  y  de  estos  lugares  famosos  en  la  histo. 
ria,  nos  dirigimos  hacia  el  N.,  distinguiremos  las  quebradas  prove- 
nientes de  la  prolongación  de  los  cerros  opuestos  al  del  volcán,  las 
cuales  han  excavado  profundamente  su  cauce  en  la  que  antes  fue 
una  explanada,  para  llevar  á  saltos  sus  aguas  al  río  Pasto,  que 
corre  hacia  el  Juanambú  por  entre  planos  inclinados,  planos  en 
que  no  hay  vegetación  crecida,  pues  sólo  se  cubren  con  pastales 
y  algunas  manchas  de  arbolillos  y  arbustos.  Distínguense,  además, 
varias  aldeas  y  caseríos  sobre  estos  terrenos  que,  mirados  desde 
el  alto  que  domina  al  Tambo,  semejan  una  planicie  muy  parecida 
á  la  que  se  distingue  al  S.  del  paso  principal  del  Juanambü,  arriba 
del  Boquerón,  lo  que  en  realidad  es  así  por  no  ser  aquélla  sino  la 
continuación  de  ésta. 

El  Tambo  y  La  Florida  se  alzan  en  dos  valles  pequeños,  entre 
cerros  de  una  estructura  caprichosa  y  de  no  piucha  altura,  como 
que  no  son  sino  estribos  del  gran  volcán  de  Pasto.  El  del  Tambo 
es  hermoso  y  alegre,  y  el  de  La  Florida  estrecho,  pero  en  ambos 
hay  dehesas  y  cultivos. 

Desde  el  cerro  que  está  al  N.  del  Tambo,,  llamado  Alto  de 
(larcía,  se  ven  las  alturas  como  precipitarse  liaéist  el  abismo  del 
Juanambü,  que  se  abre  á  sus  pies,  ya  casi  don(}e  réinata  en  el  Ta- 
tía,  lo  mismo  que  la  confluencia  de  esos  dos  ríos  y  los  dos  puntos 
inmediatos  por  donde  pasaron  las  huestes  republicanas  en  1821  con 
Valdés,  y  en  1822  á  órdenes  del  Libertador. 

La  perspectiva  es  hermosa  é  imponente.  Descúbrese  también 
el  cufso  del  caudaloso  Patía  por  más  de  diez  leguas,  corriendo  en 
el  fondo  de  un  valle  estrecho  y  prolongado,  de  color  amarillento, 
manchado  de  pintas  verdes,  hasta  el  cerro  piramidal  de  La  Teta  de 
Lerma,  por  cuyo  pie  pasa  el  Guachicono.  Preséntanse  hacia  la  iz- 
quierda, cubiertos  de  gramíneas,  los  grandes  cerros  de  la  cordi- 
llera occidental  dominados  por  el  Cacanegro  y  el  Sotomayor,  aquél 
de  ciíspide  en  forma  de  torre  inclinada,  éste  coronado  por  desnu- 
dos picachos,  restos  de  su  antiguo  cráter  y  en  cuyos  flancos  sólo 
crecen  pajonales.  Alcánzase  á  ver  igualmente  la  depresión  que  en- 
tre esos  dos  cerros  existe  y  que  se  acentúa  tanto  hacia  el  centro, 
que  llega  hasta  la  hondura  del  Patía  que  por  ella  se  precipita  en 
busca  del  mar.  Al  frente  se  alzan  los  cerros  de  Taminango  y  la 
loma  de  Majuandó,  que  oculta  dicha  población,  y  más  al  E.  se  al- 
canzan aún  á  distinguir  las  lejanas  siluetas  de  los  picos  del  tra- 
quítico  páramo  de  Af)onte,  que  se  yergue  como  sierra  en  la  cordi- 
llera del  Quindío. 

Si  del  Alto  de  García  se  pasa  al  de  Guascayurco,  cerca  del 
Peñol,  se  descubre,  además,  á  la  izquierda,  la  hondura  por  donde 
corre  el  Guáitara,  su  unión  con  el  Patía  á  sólo  600  de  altitud,  el 
punto  donde  se  asienta  el  pueblo  del  Castigo  y  el  abra  estrecha  y 
prolongada  del  Patía  entre  los  cerros  Caguasara  y  Blanco,  que 
hacen  parte,  respectivamente,  de  los  mayores  Sotomayor  y  Caca- 
negro,  ya  mencionados.  Mirando  hacia  atrás,  se  descubre  en  toda 


KuEVA  GrEOGRAFIA  DE  CoLOH^lA  437 


SU  grandeza  el  volcán  de  Pcisto  y  las  quebradas  tierras  que  se  ex- 
tienden entre  el  Peñol  y  Tambillo,  á  la  vez  que  se  puede  seguir 
con  la  mirada  la  profunda  quiebra  por  donde  corre  precipitado 
el  Guáitara,  y  en  lontananza  y  medio  perdidos  en  la  atmósfera,  el 
volcán  del  Azufral  de  Túquerres  y  los  agudos  y  raros  picos  de 
Gualcalá  ó  Guachaves,  distantes  1 1  leguas. 

En  fin,  si  se  avanza  al  Sur  |>ara  cruzar  las  faldas  occidentales 
del  volcán  de  Pasto,  se  verá  desprenderse  de  sus  picos  multitud  de 
quebradas  hondas  y  estrechadas  entre  rocas.  Desde  el  pueblo  de 
Consacá,  situado  en  un  alta  planicie,  inclinada  hacia  las  tajadas 
barrancas  del  Guáitara,  se  ve  un  inmenso  derrumbadero  que  arran- 
ca en  el  mismo  volcán  y  por  entre  el  cual  serpean  algunas  aguas 
sucias.  Cerca  de  allí  está  Bombona,  lugar  memorable  por  el  valor 
de  los  republicanos,  empeñados  en  derrotar  á  los  realistas,  acome- 
tiéndoles por  un  callejón  estrecho,  por  lo  cual  el  sacrificio  de  sus 
vidas  no  aprovechó  á  la  República  :  Bolívar  no  entró  á  Pasto  sino 
por  virtud  de  la  victoria  de  Pichincha.  Siguiendo  el  viaje  por  esos 
campos  sangrientos,  se  llega  á  Yacuanquer  en  el  camino  real  de 
Túquerres. 

Para  columbrar  las  tierras  que  forman  el  flanco  de  las  altú 
planicies  á  la  izquierda  del  bajo  Guáitara,  y  que  geográficamente 
hacen  parte  de  las  breñas  pastusas,  preciso  es  transportarnos  al 
páramo  de  San  Roque,  que  domina  á  Túquerres,  se  enlaza  por  un 
lado  con  el  del  Frailejón  y  el  nombrado  alto  de  Cuarchú,  y  por  el 
otro  con  los  páramos  del  Tablón  y  el  Rayo.  De  allí  se  ve  la  cum* 
bre  intermedia  rebajarse  hacia  el  N.  por  entre  la  cordillera  occi- 
dental y  el  volcán  de  Pasto,  ó  sea  entre  el  valle  de  Pacual  y  la 
quiebra  del  Guáitara,  que  recoge  el  tributo  de  ese  río,  para  llevar 
al  Patía  en  un  solo  cuerpo  todas  las  aguas  de  estas  breñas.  Que- 
dan aquí  al  Oriente  los  pueblos  de  Imues  y  Guaitarilla,  y  más  aba- 
jo, ya  en  tierra  templada,  Ancuyá  y  Linares,  cerca  de  las  barran- 
cas escarpadas  del  Guáitara,  que  al  opuesto  lado  alza  terreno  sirni^ 
lar,  y  al  Ocaso  Yascual  y  Guachaves,  más  abajo  Samaniego,  en 
el  bisel  del  Pacual,  y  Panga,  ya  á  orillas  del  Guáitara. 

Desde  el  páramo  de  Alpán,  contiguo  al  del  Frailejón,  se  do- 
mina todo  este  paisaje,  cuyos  cerros  como  en  escalones  van  reba- 
jándose hasta  la  unión  del  Pacual  con  el  Guáitara.  Primero  cu- 
bren las  gramíneas  el  terreno,  luego  los  arbustos  que  caracterizan 
la  vegetación  de  las  grandes  alturas,  y  después  aparecen  los  gran- 
des árboles,  cuyo  tamaño  aumenta  hasta  presentar  su  máximo  vi- 
gor  en  la  hondura  del  Patía.  A  la  izquierda  la  cordillera  occidental 
alza  los  picos  de  Guachaves,  y  disminuye  luego  de  altura  á  medida 
que  avansa  hacia  el  N.,  pero  frente  á  las  juntas  de  Guáitara  y  Pa- 
tía, como  que  hace  otro  esfuerzo,  pues  levanta  el  cerro  Sotomayor, 
á  que  sigue  la  enorme  depresión  por  donde  dicho  río  se  ahocina 
en  busca  del  mar  del  Sur. 

Si  retrocedemos  á  Pasto  y  tomamos  la  vía  de  la  capital  del 
Cauca,  del  valle  se  asciende  al  alto  de  Aranda,  donde  triunfó  Na- 
ríño  en  tremenda  lid,  no  obstante  la  cual  victoria,  por  culpa  de  un 
traidor,  en  vez  de  completar  su  campaña  con  la  toma  de  la  ciudad 
realista,  entró  á  ella  cargado  de  cadenas.  De  ese  alto,  al  mirar 
atrás,  se  descubre  en  toda  su  belleza  el  lindo  valle  donde  está  edi- 


43^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


iicada  la  populosa  metrópoli  del  Sur,  al  pie  del  encumbrado  vol- 
oán  que  le  da  su  nombre.  Caminando  hacia  el  N.  se  pasa  por  Me- 
neses  y  Buesaco,  sitios  célebres  en  nuestra  historia  militar,  para 
llegfar  al  Boquerón,  ó  sea  á  un  prolongado  y  tremendo  desfiladero, 
de  muy  fácil  defensa,  y  donde  murieron  tantos  soldados  cuando 
de  frente  intentó  tomarlo  Nariño  en  su  campaña  del  Sur. 

De  estos  lugares  se  domina  una  serie  de  altiplanicies  que  re- 
matan en  el  Juanambii  y  que  están  divididas  unas  de  otras  por  hon- 
das quiebras  que  forman  precipicios  horrorosos  con  piedras  roda- 
das y  engastadas  entre  las  tierras  y  las  peñas.  En  esos  planos  l^s 
gramíneas  cubren  el  suelo  y  apenas  crecen  algunos  arbustos,  no 
obstante  lo  elevado  de  la  temperatura.  Lo  cierto  es  que  el  terre- 
no parece  como  fracturado  y  dislocado  por  algún  violento  ca- 
taclismo. Al  frente,  ó  sea  del  otro  lado  del  río,  se  alza  un  poderoso 
ramal  que  arranca  en  el  páramo  de  Tanjubina  para  ir  á  perder- 
se sobre  el  Patía,  entre  las  bocas  del  Juanambd  y  el  Mayo.  Ese 
camal  presenta  sus  cumbres  cubiertas  de  arbustos,  á  que  luego, 
cuando  se  rebaja,  suceden  las  gramíneas,  en  tanto  que  el  flaneóse 
compone  de  inmensos  peñones  perpendiculares,  cuyas  escarpas  ba- 
jan hacia  el  río.  A  veces  las  peñas  tocan  las  aguas,  sobre  las  cua- 
les se  alzan  como  murallas  colosales  en  cuya  cima  aparecen  capas 
de  piedras  rodadas,  pero  sobre  esos  derrumbaderos,  observando  un 
poco  más,  se  notan  unas  como  planicies  que  se  inclinan  sobre  el 
río  y  que  son  muy  semejantes  á  las  indicadas  de  la  banda  izquierda. 

Del  Boquerón,  mirando  al  E.,  se  ve  la  prolongada  abra  por 
donde  desciende  el  Juanambd,  abra  cerrada  al  SE.  por  el  pára- 
mo de  Aponte,  que  se  presenta  azulado  en  su  remate,  por  estar 
á  9  leguas  de  distancia,  y  parece  dominada  por  un  conjunto  de 
rocas  cuyas  formas  puntiagudas  ó  caprichosas  semejan  ruinas  de 
gigantescos  edificios,  que  en  el  promedio  dejan  profundas  y  es- 
trechas grietas  por  donde  se  despeñan  espumosos  el  Juanambü  y 
su  afluente  el  Yaco,  que  le  tributa  no  lejos  del  Tablón.  Mirando 
al  poniente,  siguen  las  aguas  por  un  abra  más  ancha,  aunque  á  ve- 
ces también  la  estrechan  los  estribos  de  los  cerros,  que  se  precipitan 
de  repente  y  forman  tremendos  despeñaderos,  ya  en  el  ramal  de 
Taminango,  ya  del  lado  de  las  resquebrajadas  planicies  que  bajan 
de  Aranda  y  las  Coles. 

Transmontado  este  ramal  del  Arenal,  que  guarda  en  su  flanco 
sur  la  población  de  Berruecos,  cuyo  nombre  evoca  recuerdos  do- 
lorosos, se  tiene  á  la  vista  el  cajón  por  donde  corre  presuroso  el 
Mayo,  límite  del  imperio  incásico,  y  en  cierto  modo,  foso  avanzado 
de  la  ciudadela  pastusa.  De  allí,  hacia  cualquiera  parte  que  se  di- 
rijan los  ojos,  no  se  verán  sino  cerros  destrozados,  profundas  quie- 
bras, picos  agudos,  altos  paredones  de  peña  viva,  al  parecer  testi- 
gos de  grandes  convulsiones.  Los  picos  de  los  aislados  y  desnudos 
cerros  de  San  Cristóbal,  Veneno,  Tonto  y  Alpu jarra,  contrastan  con 
esta  cordillera  de  Taminango  y  el  Arenal,  cubierta  de  verdura.  En 
la  misma  falda,  pero  más  al  E.,  se  encuentra  el  pueblo  de  La  Cruz 
en  un  hermoso  llanito,  dominado  al  S.  SW.  por  el  empinado  cerro 
del  Pulpito,  á  cuyos  pies  corre  el  Mayo,  y  mirando  por  el  amplío 
valle  de  éste,  sp  ven  los  páramos  que  le  dan  origen,  dominados  por 
un  pico  de  apariencia  ruinosa. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  439 


A  orílla^  del  Mayo,  cerca  del  San  Pablo,  lo  mismo  qme  más 
abaja,  en  Sombrerillos,  se  encuentran  acumulaciones  de  piedra  pó- 
mez,  y  en  realidad  hoy  sabemos  con  certeza  que  todos  los  cerros  de 
las  cabeceras  del  Mayo,  inclusive  los  de  sus  afluentes  Tanjubina  y 
Salado,  que  corren  en  estrechos  valles,  son  volcánicos,  primando 
tn  la  cumbre  andina  las  Petacas,  las  Animas  y  Tanjubina,  y  más 
abajo  Dona  Juana,  aun  en  plena  actividad,  segdn  lo  indican  sus 
recientes  erupciones. 

En  resumen,  esta  región  tiene  mucho  de  semejante,  topográ- 
ficamente hablando,  con  la  anterior,  y  es  notable  por  sus  formi- 
dables posiciones  militares  y  por  el  genio  guerrero  de  sus  habí- 
tantes,  capaces  de  titánicos  esfuerzos  cuando  una  causa  de  sus  sim- 
-patías  les  pone  en  armas,  por  formarse  allí  entonces  guerrillas  que 
tienen  por  aliados  no  sólo  á  todos  los  moradores,  pues  las  mujeres 
acompañan  á  sus  esposos  en  la  lucha,  sino  hasta  la  misma  natura. 
leza.  Además,  los  pastusos  son  sobrios,  trabajadores,  industriosos 
y  formales.  Si  allí  el  progreso  no  ha  sido  mayor,  débese  á  la  falta 
de  buenas  vias  de  comunicación. 

Almaguer — Entre  el  Mayo  y  los  valles  de  Popayán,  por  un 
lado,  y  entre  la  llanura  del  Patía  y  la  cumbre  de  los  Andes  cen- 
trales, por  otro,  se  desarrolla  una  de  las  secciones  de  territorio  más 
,  notables  en  Colombia,  por  su  singular  topografía,  por  sus  relieves 
encrespados  unos  en  tomo  de  otros,  casi  á  la  manera  de  los  pe- 
los de  un  pincel  cuya  punta  se  oprime  sobre  el  lienzo. 

A  partir  del  Mayo,  los  cerros  aislados  y  en  forma  de  pan  de 
azácar  que  se  alzan  al  S.  de  San  Pablo,  contrastan  pintorescamente 
con  la  aplanada  y  unida  montaña  de  Bateros,  que  hace  pareja  á  la 
del  Arenal :  aquéllos  levantan  sus  encumbrados  peñones  vestidos 
de  gramíneas,  y  ésta  tiende  su  falda  vestida  de  labranzas  y  se  co- 
rona de  selvas.  La  dicha  montaña  se  levanta  además,  suavemente, 
hacia  el  E.  hasta  alcanzar  la  región  de  los  páramos,  donde  el  frai- 
lejón  domina  recios  pajonales,  mientras  que  al  W.  se  atenda  has- 
ta convertirse  en  lomas  bajas  con  pastales  que  desaparecen  sobre 
el  valle  del  Patía  entre  Sombrerillos  y  Mercaderes. 

Pasando  de  este  valle  al  de  su  homólogo  el  Jayo,  se  encuen- 
tra en  la  meseta  de  una  loma  despejada  el  pueblito  de  San  Lo- 
renzo, que  domina  no  sólo  la  hondura  por  donde  corre  ese  río, 
sino  también  las  faldas  opuestas,  en  las  cuales  está  situada  la  flo- 
reciente villa  de  Bolívar,  capital  de  Caldas,  al  pie  del  cerro  Tra- 
piche  y  en  las  cabeceras  de  una  quebrada.  Bolívar  queda,  por  lo 
mismo,  entre  el  valle  abrasador  del  Patía  por  un  lado,  y  los  des- 
templados páramos  de  Achupallas  por  otro :  allá  los  rayos  solares 
son  amarillentos  y  encendidos,  acá  las  nubes  y  las  nieblas  dan  al 
paisaje  un  color  pardo  oscuro.  Subiendo  al  cerro  del  Trapiche, 
tK>r  el  cual  pasa  el  camino  que  conduce  al  pueblo  de  Patía»  se 
descubre  una  parte  del  valle  de  este  nombre  y  otra  del  de  San 
Jorge,  lo  mismo  que  el  cerro  de  la  Teta  de  Lerma,  de  una  figura 
pintoresca,  y  que,  aislado,  se  eleva  cerca  del  Guachicono. 

En  la  falda  N.  del  valle  del  San  Jorge,  que  también  corre  de 
E.  á  W.  en  un  valle  estrechado  por  altas  cordilleras,  está  Almaguer, 
ciudad  de  antiguas  grandeza^  mineras.  Subiendo  al  lomo  que  la  do» 


440  NuivA  (teograWa  ds  Colombia 


mina  al  Oriente^  se  ve  el  orig'en  y  parte  del  curso  del  San  Jorge, 
las  cañadas  por  donde  bajan  los  ríos  Humos,  Pongxiillo,  Ramos  y 
Negro,  sus  tributarios,  apareciendo  en  los  cerros  que  los  separan, 
y  entre  campos  bien  cultivados,  los  pueblos  de  Caquiona,  San  Se- 
bastián, Pongo  y  San  Juan,  tras  los  cuales  se  alzan  los  páramos  de 
Humos,  Yunguilla  y  Santo  Domingo,  de  aplanados  topes,  casi 
siempre  envueltos  en  nubes  negras  y  blanquecinas,  y  de  faldas  don- 
de se  produce  una  de  las  mejores  quinas  del  globo.  Desde  allí  pre- 
sentan, además,  al  SW.,  un  hermoso  contraste  los  picos  aislados 
de  San  Julián,  Cuyurcu  y  Mazamorras,  que  dominan  el  valle  del 
Patía.  Desde  otra  altura  inmediata  se  presenta  á  la  vista  el  valle 
del  Patía  y  el  río,  que  corre  por  él  como  si  lo  hiciera  en  un  profun^ 
do  abismo ;  y  más  allá,  en  lontananza,  la  cordillera  occidental  cie- 
rra el  valle,  revestida  abajo  de  pastos  verdes  y  amarillos,  y  arri- 
ba de  selvas  negras. 

Subiendo  por  el  paramillo  de  Almaguer  al  de  Barbillas,  para 
luego  seguir  las  explanadas  del  páramo  de  los  Humos  hasta  su  cima, 
vense  á  su  lado  los  páramos  de  las  Papas  y  el  Buey,  que  guardan 
los  orígenes  del  Magdalena.  La  vista  se  extiende  aquí  sobre  el 
prolongado  valle  de  las  Papas,  por  donde  serpentea  entre  pantanos 
el  Caquetá.  Si  del  páramo  Barbillas  se  baja  al  valle  por  donde 
corre  el  Gruachicono,  cuyas  primeras  aguas  nacen  también  en  las 
Papas,  se  encuentra  el  pueblecito  de  Riofrío,  que  un  pésimo  cami- 
no enlaza  á  Popayán.  Pasando  el  Guachicono  se  llega  á  Rioblanco, 
en  cuyas  inmediaciones  se  encuentra  un  arroyo  que,  sin  alterar  su 
forma,  convierte  en  piedra  los  despojos  vegetales  que  caen  en  él. 

Atravesando  luego  el  páramo,  se  presenta  majestuoso  y  en 
forma  cilindrica  el  volcán  de  Sotará,  aparentemente  apagado  y 
cuyo  cráter  se  viste  de  albo  cendal  vanos  meses  del  año;  la  dis- 
tancia directa  desde  el  punto  indicado  es  de  lo  kilómetros,  por  lo 
cual  á  la  simple  vista  se  distinguen  sus  flancos  escarpados  é  inac- 
cesibles al  parecer.  Mirando  al  WSW.,  casi  al  opuesto  lado  del 
volcán,  se  ve  sobre  el  páramo  de  Vellones  el  empinado  pico 
Socoboni,  cuya  rara  forma  de  colmillo  llama  la  atención.  Cerca  de 
la  hacienda  de  Sotará  se  ve  en  la  parte  del  N.  una  hermosa  cas- 
cada que  se  lanza  de  las  rocas  del  flanco  del  volcán  para  formar 
después,  al  pie  del  cerro,  el  río  del  mismo  nombre,  lu^o  Quílcacé, 
de  ordinario  mirado  como  la  cabecera  del  Patía.  En  tomo  del 
volcán  y  hasta  distancias  considerables,  están  visibles  las  huellas 
de  su  antigua  y  violenta  actividad. 

'  Siguiendo  la  ruta  del  N.  se  encuentra  sobre  el  Piedras  la  ha- 
cienda Paispamba,  al  pie  del  cerro  de  Tambores,  donde  Caldas 
experimentó  el  hipsómetro  que  inventara,  como  Pascal  el  baró- 
metro en  Púy  du  Dome,  y  donde  fue  aprehendido  en  1816,  con 
otros  patriotas,  para  ser  llevado  al  patíbulo.  £n  otras  breñas  queda 
Chiribío,  y  transmontado  el  lomo  que  más  al  W.  forma  el  alto  del 
Roble,  se  llega  á  los  valles  de  Popayán. 

Volviendo  atrás  para  seguir  por  el  camino  principal  que  de 
Almaguer  conduce  á  aquella  ciudad  por  ¡os  pueblos,  se  pasa  el  valle 
de  Pansitará,  asiento  del  pueblo  de  la  Vega  en  el  remate  de  la  falda 
septentrional  del  elevado  cerro  de  Cuyurcu.  En  el  alto  de  la  Ascen- 
sión, donde  existió  un  pueblecito,  y  que  por  el  N.  lo  envuelve  el  Pu* 


Nueva  GEocsAfÍA  de  Colohbia 


tes,  que  ríega  á  Arbela,  se  presentan  á  la  vista  las  colinas  casi  es- 
tériles que  concluyen  sobre  el  Patía,  viéndose  al  Ocaso  del  gran 
valle,  como  término  del  cuadro,  los  picos  de  los  cerros  Guap(  y  San 
Juan,  que  señorean  la  Cordillera  occidental,  cubierta  de  recia  paja 
y  á  los  cuales  da  un  aspecto  pintoresco  la  línea  de  bosque  que  se 
ve  cerca  de  las  cimas  peñascosas ;  mientras  que  mirando  al  opuesto 
lado,  las  selvas  se  extienden  por  entre  una  rara  acumulación  de 
cerros,  entre  los  que  sobresale  el  Sotará,  y  se  descubre  en  la  di- 
rección det  píramo  de  las  Papas  el  pico  Socoboni,  casi  siempre  en- 
vuelto en  nieblas  espesas. 

Después  en  esta  ruta  se  encuentra  la  bajada  al  Guachicono, 
en  extremo  pendiente  y  peligrosa,  y  la  no  menos  difícil  travesía 
de  las  cuchillas  que  dividen  los  ríos  Esmita,  Quilcacé,  Piedras  y 
Timbío,  en  la  primera  de  las  cuales  se  asienta  La  Sierra,  y  en  la  se- 
gunda queda  Dolores,  antes  gráficamente  llamada  la  Horqueta,  En 
Timbío,  edificado  á  orillas  del  río  de  su  nombre,  arranca  la  subida 
que  remata  en  el  alto  del  Roble,  de  cuya  cima  ya  se  tiene  á  los 
pies  los  valles  de  Popayán. 


-El  Cayambf.  legún  Vülavice 


Paiia— Con  csle  calificativo  se  designan  en  el  Sur  las  tierras 
bajas  y  ardientes  que  fecunda  el  río  de  ese  nombre,  enmarcadas  á 
derecha  é  izquierda  por  altas  cumbres. 

La  estensa  llanura  dül  Patia,  que  de  un  modo  ú  otro  mide  20 
leguas  de  S.  rt  N.  por  sólo  2  á  3  de  anchura,  no  es,  pues,  sino  el 
fondo  de  un  inmenso  y  profundo  surco  entre  fronteras  y  elevadas 
cresterías  de  complicados  flancos,  mayores  al  Oriente,  como  es  na- 
tural. Los  altos  barrancos  y  escarpadas  lomas  á  cuyo  pie  corren  los 
ríos  y  las  ¡jufbiailas,    indican  un  terreno  poco  sólido,  trabajado  por 


A'jí«Hi  Ceotrajia  dt  Cotambia 


442  Nueva  Geografía  de  Colombia 


los  derrumbes.  En  el  fondo,  ó  sea  sobre  el  río  principal,  en  seguida 
de  la  salvaje  hoz  de  Minamá,  esto  es,  entre  la  serranía  del  Castí- 
go  y  los  descompuestos  cerros  y  barrancas  que  se  alzan  entre  Som* 
brerillos  y  el  Mayo,  se  encuentra  la  Mesa  de  Mercaderes,  segura- 
mente de  suelo  de  acarreo  (glaciar),  á  cuyo  pie  W.  corre  el  Patía,. 
en  tanto  que  al  E.  p>asa  el  Hatoviejo,  que  con  rumbo  inverso  cae  al 
Jayo.  La  subida  de  Mojarras,  por  la  cual  se  asciende  á  ella  por 
el  S.,  no  es  sino  un  desmoronamiento  producido  por  la  erosión  en 
el  extremo  del  banco.  Dicha  mesa,  cortada  por  varías  partes^ 
presenta  altas  barrancas,  causadas  por  las  aguas  pluviales  que  in- 
troduciéndose  por  las  ()equeñas  grietas  han  ido  volcando  las  tierras 
hacia  las  partes  más  bajas.  Por  el  pie  N.  de  esta  mesa  de  Merca- 
deres cruza  la  llanura  (para  terminar  frente  al  Mamaconde)  el 
Dos  Ríos,  por  entre  bosques  de  limoneros,  enriquecido  con  las 
aguas  que  nacen  entre  Bateros  y  la  Sierra,  y  desde  cuya  boca  es 
navegable  el  Patía,  quedando  el  pueblo  de  este  nombre  á  algunos 
kilómetros  de  su  banda  derecha  ó  septentrional.  Más  arriba,  hacia 
el  N.,  se  encuentran  los  altos  é  inclinados  terrenos  del  Bordo,  al 
haz  con  las  Mojarras,  á  que  siguen  cerros  y  lomas  derruidos, 
separados  por  agrestes  valles,  y  que  acaban  por  levantarse  y  for- 
mar en  parte  un  dique  transversal  importantísimo,  la  cuchilla  del 
Tambo,  de  donde  al  S.  se  divisa  la  hondonada  del  Patía  en  toda 
su  grandeza,  en  tanto  que  al  N.  ya  se  señorea  el  valle  de  Popayán. 

La  profundidad  á  que  se  encuentra  el  valle  del  Patía  con  res- 
pecto á  las  altas  cordilleras  que  lo  encierran,  la  elevada  tempera- 
tura del  fondo,  los  anegadizos  de  las  orillas  del  río,  los  destempla- 
dos vientos  que  bajan  de  los  páramos  durante  la  noche,  y  en  fin,  la 
enorme  cantidad  de  aguas  frías  que  rápidamente  descienden  de  las 
alturas  para  entrar  á  sitios  donde  el  termómetro  sube  hasta  35°,  es 
decir,  para  evaporarse  en  buena  parte,  todo  esto  hace  malsano  el 
valle  y  habitable  únicamente  por  la  raza  negra  y  sus  derivadas,  que 
son  las  que  en  la  actualidad  lo  ocupan.  En  el  Patía  no  hay  co/o, 
pero  es  muy  común  el  carate.  Aquí  prosperan  admirablemente  la 
caña  de  azúcar,  el  cacao,  el  maíz  y  el  plátano,  que  se  dan  casi  sin 
trabajo ;  abunda  el  pescado,  y  los  jugosos  pastos  mantienen  un  ga- 
nado de  primera  calidad,  á  que  no  entra  el  nuche.  El  patiano  tiene 
algo  del  llanero,  pues  del  caballo  ha  hecho  su  prímera  necesidad : 
en  él  recorre  la  abrasada  llanura,  á  trechos  desierta  y  vestida  de 
cactus  y  espinos,  para  vigilar  sus  rebaños.  Por  desgracia,  como  la 
parte  S.  del  valle  es  la  patria  de  la  langosta,  este  insecto  en  sus 
cuasi  periódicas  emigraciones  causa  destrozos  increíbles. 

Saliendo  del  ardiente  valle  del  Patía  para  trepar  á  la  cumbre 
del  Guavas,  que  se  eleva  3  kilómetros  sobre  el  mar,  el  viajero  verá 
en  sus  grandes  masas  casi  toda  la  antigua  Provincia  de  Popayán,. 
ó  mejor  dicho,  un  círculo  de  25  leguas  de  diámetro,  por  lo  cual  es 
sin  duda  ninguna  uno  de  los  espec^culos  más  hermosos  de  los  An- 
des, cuando  el  sol  ilumina  cerros,  valles  y  llanuras,  el  cielo  se 
muestra  limpio  y  azulado,  y  la  tierra  está  exenta  de  los  vapores 
que  la  envuelven  en  la  mañana.  Hacia  el  Pacífico  se  ve  todo  el 
suelo  cubierto  de  oscuras  selvas  que  con  un  color  blanquecino  se 
pierden  sobre  las  aguas  del  mar,  enteramente  confundidas  con  el 
horizonte.  Los  vapores  de  esa  gran  masa  líquida,  aun  cuando  no 


NusvA  (jiograWa  DE  Colombia  443 


permiten  precisar  su  término  visual,  dejan  ver  un  punto  negro 
azulado,  que  es  la  isla  de  la  Gorg-ona,  distante  26  leguas.  En  los 
ramales  de  la  cordillera  que  terminan  en  los  bosques  opacos  de  la 
tierra  llana,  se  ven  asomar  las  crestas  y  topes  de  los  relieves;  ha- 
cia el  NW.  se  destacan  los  picos  agudos  y  agrupados  de  los  cerros 
de  Napí  y  Timbiquí,  y  á  poca  distancia,  al  S.,  las  cumbres  escarpa- 
das y  desnudas  de  Guachitó,  San  Juan  y  Guapí,  con  sus  numerosas 
peñolerías;  al  N.  se  elevan  la  aguja  de  la  singular  Punta  de  Piedra 
y  el  majestuoso  cono  del  cerro  Naya,  que  es  un  cráter  desconocido 
de  los  antiguos  geógrafos;  al  NE.  surgen  los  cerros  Dojuandó, 
Munchique  y  Mechengue,  cubiertos  de  vegetación. 

Casi  á  los  pies  se  destaca  por  el  lado  oriental  la  cuchilla  del 
Tambo,  marcando  la  separación  de  las  aguas  entre  el  Patía  y  el 
Cauca,  como  un  terreno  ligeramente  combado  que  se  deprime  en 
todas  direcciones.  La  vista  descubre  el  origen  de  los  ríos,  sus  quie- 
bras en  las  cordilleras,  y  el  Patía  y  el  Cauca  que  marchan  en  di- 
rección contraría,  en  busca  de  diverso  mar. 

Al  frente  se  ve  perfectamente  la  ciudad  de  Popayán  y  toda 
su  hermosa  llanura  con  los  pueblos  y  caseríos  esparcidos  en  ella, 
los  cerrítos  aislados  de  1:í  Tetilla,  y  casi  á  los  pies  los  diversos  pue- 
blitos  que  forman  el  cortejo  del  Tambo,  entre  ellos  el  de  Pandi- 
guando,  ünico  que  no  queda  en  la  hoya  del  Cauca ;  al  NE.  los  rayos 
solares  iluminan  la  llanura  de  Popayán  hasta  los  relieves  de  San- 
tander por  un  lado,  y  por  otro  hasta  los  azulados  cerros  de  la 
Chapa  y  la  Teta. 

La  cordillera  central  presenta  formas  gigantescas ;  el  volcán 
del  Puracé  surge  como  dominando  el  páramo  de  Guanacas,  que  con- 
trasta con  los  picos  caprichosos  del  de  Moras.  La  cima,  á  medida 
que  se  aleja,  deja  su  color  pardo  para  tomar  otro,  azul  oscuro, 
sobre  el  cual  resaltan,  en  el  último  plano,  las  nieves  del  Huila. 

Más  al  mediodía  se  yergue  el  volcán  de  Sotará,  que  oculta 
las  llanuras  de  Paletará  y  los  nevados  de  los  Coconucos,  pero  que 
deja  ver,  entre  él  y  el  pico  destacado  y  particular  de  Socoboní,  el 
páramo  de  las  Papas,  de  aplanado  tope,  que  se  une  á  los  de  Al- 
maguer  y  Aponte,  indicado  por  el  encumbrado  pico  de  las  Ani- 
mas ó  Iscancé. 

En  fin,  los  numerosos  y  empinados  cerros  del  territorio  de 
Almaguer  se  presentan  como  cortados  en  sus  bases  sobre  las  coli- 
nas del  Patía.  Las  llanadas  inversamente  inclinadas  del  Bordo  y 
de  Mercaderes  contrastan  con  el  profundo  y  estrecho  valle  por 
donde  serpentea  el  Patía,  cuyas  aguas  heridas  por  el  sol  semejan 
plateada  cinta  al  pie  occidental  de  aquéllas.  Toda  esta  prolongada 
cuenca  se  distingue  nítidamente  hasta  la  boca  del  Mayo,  mirán- 
dose en  seguida  de  este  río  la  cordillera  de  Berruecos  levantarse 
como  en  escalones,  tras  los  cuales  se  reconoce,  por  su  forma  y  al- 
tura, la  silueta  del  volcán  de  Pasto,  que  domina  el  horizonte  por 
ese  lado;  en  tanto  que  por  el  otro,  y  teñidos  de  color  azul  claro, 
cierran  el  cuadro  los  cerros  que  amurallan  por  el  N.  la  aliiplanicie 
de  Túquerres. 

IV.  Las  tierras  caucanas — Caracteriza  estas  comarcas  el  he- 
cho de  ser  en  ellas  donde  las  llamadas  cordilleras  occidental  y 


444 


NuKVA  Geografía  de  Colombia 


central  realmente  merecen  ese  nom- 
bre y  presentan  al  observador  la 
apariencia  de  largos  murallonesde 
flancos  bastante  uniformes,  que  des- 
cansan en  los  extremos  sobre  tie- 
rras dobladas,  y  en  el  centro  sobre 
dilatada  llanura,  alzada  un  kilóme- 
tro sobre  el  mar,  de  suerte  que  el 
conjunto  constituye  una  larga  faja 
de  mediana  anchura,  que  no  excede 
de  1 2  leguas,  por  casi  4  grados  de 
longitud,  6  sea  de  las  ásperas  tie- 
rras del  Patía  á  la  acrópolis  antio- 
queña,  y  del  Chocó  (del  Izcuandé 
al  istmo  de  San  Pablo)  al  valle  del 
Tolima  (alto  Magdalena),  guar- 
dando en  su  interior  el  alto  curso 
del  Cauca,  pero  de  tal  manera,  que 
este  río  se  muestra  en  ella  largo 
trecho  navegable  entre  dos  porcio- 
nes que  no  lo  son  por  el  ímpetu  de 
sus  corrientes. 

De  lo  dicho  resulta  que  estas  tie- 
rras caucanas  se  fraccionan  en  tres 
secciones:  i.°  Al  S.  los  valles  de 
Popayán,  de  suelo  templado,  y  ma- 
jestuoso marco  de  elevadas  cum- 
bres en  torno  de  pintoresca  llanura ; 
2.°  Al  centro,  el  vnlle  del  Cauca  por 
excelencia,  ó  larga  planicie  cálida 
entre  altiva  serranía  al  Oriente  y 
más  humilde  reborde  al  Ocaso,  de 
suerte  que  geográficamente  se  vuel- 
ve hacia  el  Pacífico;  y  3.°  Al  N. 
las  tierras  de  Arma,  conjunto  de 
cuchillas  y  cañones  más  y  más  acen- 
tuados, que  se  extienden  entre  el 
Valle  y  las  mesas  de  Antioquia,  y 
el  Cauca  cruza  por  el  pie  de  sus 
remates  en  busca  del  cañón  de  An- 
tioquia, ó  sea  su  porción  verdadera- 
mente central. 

Popayán — En  la  parte  N\V.  del 
macizo  de  Colombia,  desde  el  ce- 
rro Canelo  (páramo  del  Buey)  ha- 
cia el  N.,  por  el  pie  occidental  del 
páramo  de  Sotará  y  de  la  Sierra  Nevada  de  los  Coconucos,  se  ex- 
tiende una  elevadísima  planicie  que  forma  los  llanos  de  Paletará, 
de  4  leguas  de  largo  por  una  de  ancho,  llena  de  atascaderos,  de 
clima  destemplado,  atravesada  por  una  vereda  que  guía  á  Timaná. 
Por  el  llano  corre  en  tortuosos  giros  el  río  Cauca,  cuyas  aguas  co- 
lor de  canela  se  despeñan  luego  por  entre  las  faldas  del  Puracé  y 


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Nueva  Geografía  de  Colombia  445 


el  Sotará,  para  salir  al  cabo  á  las  llanuras  templadas  de  Popayán, 
que  cruza  de  E.  á  W.,  pasando  al  N.  del  alto  del  Roble  y  de  la 
cuchilla  del  Tambo,  que  constituyen  su  divortio  aquarum  con  el 
Patía.  Desde  este  lomo,  mirando  hacia  el  N.  se  observa  una  llanu- 
ra de  apariencia  uniforme,  pero  en  realidad  cortada  por  barrancos 
en  todas  direcciones,  y  que  en  su  centro  eleva  el  aurífero  cerro  de 
la  Tetilla,  de  desmoronadas  bases.  En  lontananza,  sobre  el  horizon- 
te, asómanse  cercanos  á  la  cordillera  occidental  los  picos  del  cerro 
Chapa  y  el  de  la  Teta,  y  más  á  la  derecha  el  Munchique  de  Quili- 
chao,  que  queda  al  E.  SE.  de  Santander,  viéndose  aquéllos  casi 
como  islas,  y  éste  como  un  punto  avanzado  de  la  cordillera  .central. 

Si  el  observador  se  coloca  en  un  punto  más  elevado,  en  la  cor- 
dillera, verá  claramente  hacia  el  E.  la  ciudad  de  Popayán  con  su 
llanura  salpicada  de  pueblos  y  caseríos,  acá  al  W.  el  grupo  de 
aldeas  que  se  tiende  al  pie  del  crecido  pueblo  del  Tambo,  cuyos 
campos  producen  magnífico  café,  y  por  ultimo,  al  pie  de  la  cordi- 
llera occidental,  la  hondonada  por  donde  el  Cauca  vuelve  al  N.  para 
salir  al  Valle.  Al  frente  y  sobre  ese  cuadro  encantador  se  elevan  en 
anfiteatro  los  cerros  que  guardan  el  pintoresco  valle  de  Popayán, 
con  las  quiebras  profundas  por  donde  corren  los  ríos  y  las  quebra^ 
dasy  y  los  barrancos  por  donde  las  aguas  surcan  la  llanura,  lo 
mismo  que  el  Cerro  Alto  y  los  demás  cerritos  que  la  enmarcan 
por  el  N.,  desde  La  Teta  hasta  el  encumbrado  Peñón  de  Pitayó. 
La  cordillera  occidental  muestra  sus  cumbres  selvosas,  sólo  de  tre- 
cho en  trecho  descarnadas,  y  la  central  se  distingue  desde  las  nie- 
ves del  Huila  hasta  el  Puracé  y  el  Sotará,  con  los  caprichosos  pica- 
chos del  Moras  y  los  topes  redondeados  del  Guanaras  en  el  inter- 
medio. 

La  cordillera  del  Quindío,  en  la  parte  que  domina  estos  va- 
lles de  Popayán,  está  cruzada  por  los  caminos  de  Guanacas,  I^s 
Delicias  y  Moras:  hacia  el  primero,  los  cerros  tienen  explanadas  y 
lomas  redondeadas  ;  en  el  tíltimo  todo  es  pendiente,  escarpado  y 
con  picos  agudos.  El  segundo  es  en  la  actualidad  el  más  frecuen- 
tado para  pasarla  cordillera,  que,  especialmente  en  el  flanco  orien- 
tal (Tierradentro),  está  habitada  por  indios  paeces  reducidos,  que 
hablan  un  poco  de  español,  son  guerreros,  y  viven  agrupados  en 
multitud  de  pueblitos. 

En  el  flanco  de  la  cordillera  se  abren  los  valles  de  Totoró  y 
de  Guambia  (Silvia),  regado  éste  por  el  Piendamó,  el  otro  por  el 
Cofre,  cuyo  aspecto  es  diferente,  pues  aquél  encierra  explanadas 
vistosas  y  bellas,  y  éste  carece  de  perspectiva.  Más  al  S.  se  encuen- 
tra el  del  Palacé,  que  guarda  el  camino  de  Guanacas,  abierto,  se- 
gún el  dicho  de  los  naturales,  "á  casco  de  muía  y  punta  de  baúl." 
En  el  de  Silvia,  cerca  del  pueblo  de  Pitayó,  célebre  un  día  por  la 
calidad  de  sus  quinas,  se  ven  hacia  el  N.  el  alto  Pico  de  Bugío,  el 
aislado  cono  traquítico  llamado  el  Peñón  de  Pitayó,  y  la  Salina  de 
Asnenga,  con  fuerte  dosis  de  yodo.  Al  transmontar  estas  cumbres 
se  encuentra  el  valle  de  Toribío,  que  se  abre  directamente  sobre  el 
máximo  del  Cauca. 

.  Las  alturas  que  cierran  por  el  N.  el  valle  de  Popayán  y  en 
arco  se  extienden  de  Pitayó  á  la  Bolsa,  constituyen  una  rara  zona 
de  colinas  y  cerritos,  excavada  por  multitu  1  de  valles  y  cañadas. 


446  Nueva  Geografía  ds  G>LO]fBu 


forma  los  ríos  Ovejas  y  Quínatnayó,  encierra  algunas  aldeas  y 
caseríos,  y  ahocina  el  Cauca  en  tierras  de  Buenosaires. 

La  cordillera  occidental  en  la  parte  correspondiente  al  valle, 
no  desdice  en  altura  de  la  central,  por  lo  considerable  de  sus  topes 
parámosos,  sus  picos  rocallosos  y  sus  ñancos  ásperos  ;  pero  como 
éstos  son  breves,  sólo  da  orig'en  á  cortos  valles,  por  uno  de  los  cua- 
les corre  el  Ingiiitó,  que  nace  al  S.  del  cráter  del  Naya,  riega  una 
singular  mesa  y  sale  á  tributar  al  Cauca  por  una  quiebra  tan  sal- 
vaje como  pintoresca. 

En  la  llanura,  aun  cuando  son  numerosos  los  centros  de  po- 
blación, salvo  en  los  contomos  de  la  Tetilla,  ninguno  tiene  real  im- 
portancia, como  si  toda  la  vida  social  se  hubiera  concentrado  en 
la  ciudad  capital,  que  se  asienta  al  pie  del  cerro  de  la  Eme,  á  ori- 
llas del  riachuelo  del  Molino,  entre  el  Cauca  y  su  afluente  el  Hon- 
da, en  una  de  las  posiciones  topográficas  más  hermosas  y  rodeada 
de  aldeas  que  apenas,  distan  de  ella  unos  pocos  kilómetros,  siendo 
las  principales  Julumito  y  Jimena,  á  orillas  del  Cauca,  que  junto  á 
la  última  es  atravesado  ^por  un  magnífico  puente  construido  bajo 
el  régimen  colonial.  Popayán,  que  encierra  algunos  edificios  ba!s- 
tante  bien  construidos  y  numerosas  torres,  es  la  población  de  Co- 
lombia que  mayor  número  de  veces  ha  visto  correr  la  sangre  en 
sus  calles  por  causa  de  la  guerra,  y  también  de  las  que  los  terre- 
motos han  castigado  con  más  frecuencia,  por  lo  cual  está  muy  de- 
caída de  su  anterior  grandeza. 

Desde  Popayán  se  divisa  el  volcán  de  Puracé,  con  su  nevada 
cumbre  casi  constantemente  envuelta  en  los  densos  vapores  que 
arroja  de  su  seno.  Antes  de  1849  tenía  la  cima  figura  de  media 
naranja ;  pero  en  ese  año  se  hundió  la  mayor  parte,  causando  una 
espantosa  irrupción  de  lodo  y  ceniza,  especialmente  hacia  el  río 
Magdalena,  por  el  Plata.  El  hundimiento  le  formó  además  un  gran 
cráter,  de  más  de.  100  ms.  de  diámetro,  por  el  cual  despide  una 
enorme  columna  de  humo  denso,  que  por  las  noches  se  toma  roji- 
za, y  la  que  de  ordinario  se  acompaña  de  cenizas  que  el  aire  lleva 
hasta  Popayán.  Las  tremendas  erupciones  de  aquel  citado  año 
destruyeron  todas  las  sementeras  del  contorno,  y  las  cenizas  alcan- 
zaron hasta  diez  leguas  de  distancia. 

Para  ir  al  pueblo  indígena  de  Puracé,  que  del  cráter  sólo  dista 
I  o  kilómetros  en  línea  recta,  hay  dos  caminos :  uno  por  San  Isidro 
y  otro  por  Poblazón.  Por  este  último  hay  que  subir  el  alto  de  Los 
Pesares,  mas  á  nadie  debe  pesarle  de  ese  ascenso,  por  la  bella  pers- 
pectivi  que  se  goza  de  su  cumbre,  una  de  las  más  pintorescas  del 
mundo.  Los  detalles  del  relieve  son  extraordinarios  y  caprichosos, 
y  las  habitaciones  aparecen  como  asomadas  en  los  declives  de  las 
montañas  vecinas.  Desde  allí  se  descubren  por  una  parte  el  valle 
ardiente  del  Cauca,  y  por  otra  las  nieves  del  Puracé  y  el  Huila. 
La  hermosa  cascada  del  río  Vinagre,  una  vegetación  vigorosa  y 
un  clima  suave,  contribuyen  á  porfía  á  hacer  agradable  el  punto. 

En  seguida  se  baja  al  pintoresco  valle  de  Coconuco,  regado 
por  el  Cauca,  donde  está  el  pueblo  de  ese  nombre,  cerca  de  varias 
aguas  termales.  Por  dondequiera  se  hallan  las  huellas  de  las  erup- 
ciones del  volcán,  y  por  todas  partes  las  aguas  se  precipitan  en 
causeadas  bañando  altas  paredes  rocosas  de  aspecto  columnario. 


Nueva  OsoGRArÍA  di  G>lombu  447 


Después  el  camino  pasa  por  el  pueblo  de  Puracé,  no  lejos  del 
mismo  rio,  encontrándose  antes,  en  el  lomo  que  divide  los  valles 
de  Cóconuco  y  Anambío,  una  sabaneta  desde  la  cual  se  ve  dicho 
pueblo  como  en  anñteatro,  junto  con  el  llano  del  Corazón,  as(  lla- 
mado por  su  fígura,  y  cortado  por  barrancos  profundos.  Desde 
allí  se  ve  en  toda  su  belleza  la  serranía  de  Pusná  y  la  cascada  del 
Molino,  ocultándose  entre  tanto  en  el  bosque  la  estupenda  del  río 
Anambío.  5.i>, el  flanco  septentrional  del^volcánjá  la  altura  de  los 
páramos,  salen  de  entre  la  roca  varios  chorros'de'ag^  acida  y 
caliente  que  se  unen  para  correr  por  una  estrecha  y  profunda 
^eta,  de  difícil  acceso,  y  de  más  de  10  kilómetros  de  longitud,  al 
cabo  de  los  cuales  el  torrente — Río  Pusambío  ó  Vinagre-«-ha  per- 
dido su  elevada  temperatura  anterior.  Al  llegar  frente  al  pueblo 
<le  Puracé  se  precipita  de  una  comisa  de  roca,  formandd  la  cas- 
cada que  se  llama  Chorrera  de  San  Antonio,  de  80  ms.  de  altura. 
No  es  difícil  llegar  al  pie  del  salto,  pero  no  es  posible  permane- 
cer allí  mucho  tiempo,  porque  el  agua  acida  ocasiona  eñ  los  ojos 
una  picazón  insoportable. 

Más  abajo  del  salto  el  río  en  cierto  punto  mide  24  metros  de 
anchura,  con  sólo  o"  10  de  fondo  y  velocidad  de  un  metro  por  segun- 
do, y  segdn  Boussingault,  cada  hora  p>asan  por  allí,  disueltos  en  el 
agua,  más  de  i,3CX>  kilogramos  de  ácido  hidroclórico  y  1,600  de 
icido  sulfúrico. 

Por  poco  trecho  corre  el  Vinagre  en  medio  de  altos  p)aredo- 
nes  de  roca  para  precipitarse  de  nuevo,  á  100  metros  de  altura,  en 
un  vasto  anfiteatro  tajado  en  la  peña.  Este  segundo  salto  se  llama 
la  Chorrera  de  las  Monjas  (Fig.  163).  Un  pequeño  trozo  dé  roca  en 
forma  de  escalón  recibe  el  choque  de  las  aguas,  las  que  al  caer 
elevan  una  nube  de  vapores  en  medio  de  las  cuales  se  ven  despren- 
derse por  última  vez  á  20  ms.  de  profundidad  y  precipitarse  por  en- 
tre rocas  de  formas  extravagantes,  las  que  abandona  pronto  para 
recoger  las  ondas  puras  del  San  Francisco,  que  nace  en  la  serranía 
de  Pusná,  y  las  del  Anambío,  y  así  reforzado  arrojarse  al  Cauca,  á 
cuyas  aguas  da  sabor  á  vinagre,  por  12  leguas,  ó  sea  hasta  la  boca 
del  Palacé. 

Para  llegar  al  volcán  hay  que  atravesar  los  campos  bien  cul- 
tivados de  los  indígenas,  alegres,  pintorescos  y  rodeados  de  zarzas 
cuyo  vivo  y  elegante  follaje  contrasta  con  las  negras  y  quebradas 
montañas  que  rodean  al  Puracé  (Fig.  92).  Esas  cumbres,  sobrepues- 
tas como  en  escalones,  terminan  en  una  mancha  de  arbustos  que 
sube  hasta  los  3,500  ms.  de  altitud,  á  la  cual  aparecen  los  pajonales 
donde  los  indios  mantenían  ganados  antes  de  que  los  hubieran  ma- 
leado las  cenizas  y  el  lodo  del  volcán.  En  efecto,  á  medida  que  se 
sube,  se  ve  en  las  plantas  muertas  y  secas  los  destrozos  causados 
por  las  erupciones.  A  S  kilómetros  de  distancia  ya  se  oye  el  ruido 
producido  por  los  gases  al  salir  por  las  bocas  viejas ;  se  percibe  el 
olor  del  ácido  sulfúrico,  y  las  partículas  de  azufre  que  transporta  el 
aire  pican  los  ojos.  A  los  3,800  ms.  la  capa  de  lodo  mide  algo  más 
de  medio  metro  de  espesor;  á  los  4,200  excede  de  un  metro;  á 
los  4,400  desaparece  todo  vestigio  de  vegetación,  y  á  los  4,600 
principia  la  cintura  de  hielos  eternos,  en  parte  también  cubierta  de 
lodo.  La  temperatura  del  suelo  es  casi  insostenible,  lo  mismo  que 


NuivA  Geografía  de  Colombia 


la  fuerza  con  que  salen  los  fluidos  elásticos  aun  por  las  más  pe- 
queñas grietas,  que  se  ensanchan  con  el  tiempo.  £1  viento  no  puede 
inclinar  la  gruesa  y  espesa  columna  de  humo  sino  á  más  de  los  50 
ms.  de  altura ;  el  ruido  es  tan  intenso,  que  dos  personas  próximas  no 


s  lid  Vinagre ;  Chorrera  de    Las  Monjas,   según  el  álbum 
úe  la  Comifión  Corugrática — Inédito 


pueden  conversar,  aun  cuando  lo  hagan  con  toda  la  fuerza  de  sus 
pulmones ;  y  el  silbido  tan  continuo  y  agudo,  que  iguala  el  bramido 
del  viento  en  una  violenta  tempestad,  por  lo  cual  es  aterrador.  Esto, 
las  molestias  físicas  y  el  esfuerzo  necesario  para  evitar  ser  arrastra- 
do por  el  ímpetu  del  viento  hacia  la  boca  del  cráter,  causa  terror  en 
las  personas  tímidas,  A  lo  que  se  agrega  la  lobreguez  del  lugar  por 
la  niebla  que  lo  envuelve  de  ordinario,  por  lo  cual  los  indios  consi- 
deran el  cráter  como  una  boca  del  infierno,  á  la  que  no  se  debe 
mirar.  El  volcán  de  Puracé  se  mantiene  desde  hace  medio  siglo  en 
plena  actividad,  y  sus  erupciones  son  frecuentes. 


Nueva.  Geografía  de  Colombia  449 


El  valle  del  Cauca — Al  contemplar  el  espacioso  valle  del  Cauca, 
en  Colombia  el  valle  por  excelencia,  y  la  configuración  del  suelo 
por  donde  corre  el  río,  lo  primero  que  ocurre  pensar  es  que  allí 
existió  en  otra  edad  un  inmenso  lago  que  desaguó  hacia  el  N.  por 
el  cañón  de  Antioquia  ;  pero  las  pruebas  no  son  concluyentes  para 
mantener  tal  «suposición.  En  todo  caso,  mucho  tiempo  ha  sidí)  nece- 
sario para  que  las  tierras  acarreadas  diariamente  por  las  aguas  de 
las  serranías  hacia  las  partes  llanas,  hayan  podido  levantar  y  for- 
mar esos  planos  inclinados  que,  como  otros  tantos  glacis,  terminan 
sobre  las  en  parte  aún  anegadas  riberas  del  Cauca,  el  cual,  con 
paso  mesurado  y  tortuoso,  corre  hoy  por  las  intersecciones  de  los 
diferentes  declives  que  se  forman  en  las  bases  opuestas  de  las  fron- 
terizas cordilleras,  fértiles  unas,  ingratas  otras. 

El  valle  del  Cauca,  por  su  estructura  y  sus  tierras  mezcladas 
de  pastos  y  de  campiñas,  es  una  de  las  riquezas  de  Colombia.  Allí 
la  vista  presenta  lo  que  hay  de  más  delicioso  en  un  paisaje :  cues- 
tas y  montes,  valles  y  llanos,  campos  cultivados  y  tierras  incultas, 
bosques  y  praderas.  El  suelo  se  presta  maravillosamente  para  la 
cría  y  la  agricultura. 

El  aspecto  del  valle  en  general  es  uniforme  en  su  constititución 
física,  y  mirado  de  S.  á  N.,  desde  una  altura  como  de  30  ms.,  de 
cualquier  punto  que  sea,  presenta  una  planicie  que  forma  hori- 
zonte, encajonada  entre  altas  cresterías.  Los  árboles  frondosos  que 
están  en  primer  término,  en  medio  de  las  tierras  tapizadas  de  gra- 
míneas, cubren  grandes  espacios,  pero  dejando  siempre  ver  la 
prolongación  de  las  sabanas  y  de  los  bosques,  que  se  confunden 
entre  sí,  matizados  de  lindos  colores  y  orlados  de  palmeras,  hasta 
que  la  vista  no  descubre  sino  un  plano  amarillento  ó  verde,  eri- 
zado de  columnas  de  humo  que  indican  las  labranzas  en  donde  se 
están  quemando  las  plantas  abatidas  para  que  las  reemplacen 
otras,  ó  los  pajonales  altos  y  secos,  para  que  den  pastos  más  fres- 
cos á  los  rebaños,  segün  la  errónea  creencia  popular.  El  todo  de 
este  cuadro  encantador  se  descolora  en  los  confines  azules  del  cielo. 

El  ganado  crece  y  se  multiplica  en  estos  privilegiados  para- 
jes  casi  sin  los  cuidados  del  hombre,  y  pasa  los  ardores  del  sol 
bajo  la  sombra  de  hermosos  grupos  de  árboles,  en  especial  del 
guásimo,  cuya  fruta  le  refresca  y  le  sirve  de  alimento.  Tras  los 
pastos  vienen  las  labranzas  y  haciendas  ;  y  si  aquéllas  tienen  por 
centro  una  humilde  cabana,  éstas  se  distinguen  por  sus  bellas  ca- 
sas de  campo.  Allá,  entre  el  plátano  y  la  yuca,  se  encuentra  el  po- 
bre ;  acá,  lindas  alamedes  de  árboles  frutales  conducen  á  las  ha- 
bitaciones del  rico. 

Los  bosques  hacen  que  las  ciénagas  conserven  sus  aguas  todo 
el  año  ;  mas  en  cambio  producen  pastales  verdes,  donde  se  refu- 
gian las  crías  en  el  verano,  y  donde  se  hallan  los  cerdos  en  gran- 
des manadas  que  fácilmente  se  mantienen  con  los  frutos  del  mon- 
te. Las  ciénagas,  en  fin,  dan  lugar  á  las  barrancas  del  río  Cauca, 
revestidas  de  una  vistosa  vegetación  y  cubiertas  de  pobladores, 
á  causa  de  la  fertilidad  de  la  tierra,  la  cantidad  de  animales  silves- 
tres y  la  abundancia  de  pescado.  La  parte  llana  es,  pues,  la  más 
habitada.  La  porción  alta  de  la  serranía  permanece  casi  desierta 
y  es  el  refugio  de  las  fieras. 


450  Nueva  Geografía  de  Colombia 


En  la  especie  de  selva  que  viste  todas  las  orillas  del  Cauca  se 
descubre  siempre  la  guadua,  la  más  colosal  y  majestuosa  de  nues- 
tras gramíneas,  y  de  la  que  sacan  inmenso  provecho  los  mora- 
dores de  estas  comarcas,  pues  la  emplean  tanto  para  la  construc- 
ción de  las  casas,  como  para  las  cercas  de  las  heredades,  entrela- 
zándolas de  varios  modos,  y  para  la  defensa  de  las  plantaciones  de 
cacao,  caña,  maíz,  yuca  y  plátano,  contra  los  ganados  que  pacen 
en  los  prados  vecinos. 

Diferentes  clases  de  enredaderas  de  variadas  ñores  hermo- 
sean los  bosques  caucanos,  que  en  la  época  de  las  lluvias  se  encuen- 
tran en  muchas  partes  inundados  hasta  la  altura  de  2  ms.  Las  aguas 
turbias  de  las  crecientes  dejan  una  marca  notable  en  los  troncos 
de  los  árboles,  á  cuyos  pies  depositan  un  limo  fértil,  que  suministra 
nueva  fuerza  y  vigor  á  la  vegetación.  Ese  mismo  depósito  de  par- 
tículas terreas  acarreadas  por  las  crecientes,  va  luego  paulatina- 
mente levantando  el  suelo  y  preparando  para  las  edades  venideras 
un  terreno  feraz  que  hará  desaparecer  las  ciénagas  y  lagunas  que 
se  encuentran  dentro  de  la  selva  ó  entre  ella  y  las  praderas.  Estas 
reciben  también  periódicamente  el  beneficio  de  los  despojos  de  la 
tierra  vegetal  que  baja  de  la  cordillera  y  se  deposita  en  ellas,  le- 
vantando asimismo  el  plano  inclinado  y  fertilizándolo. 

La  abundancia  de  animales  silvestres  que  hay  en  los  montes 
de  las  orillas  del  Cauca,  suministra  carnes  diversas,  aunque  el  plá- 
tano, que  no  cesa  de  dar  colosales  racimos,  es  por  sí  solo  suficien- 
te para  el  sustento  de  las  familias,  pues  en  esta  comarca  el  hom- 
bre puede  ser  criador  y  agricultor  á  un  mismo  tiempo,  y  no  nece- 
sita de  casas  abrigadas  ni  de  vestidos  costosos,  gracias  á  lo  ele- 
vado del  temperamento.  Además,  tiene  el  recurso  de  la  pesca,  que 
es  muy  ahondante  en  verano  cuando  las  aguas  bajan,  pues  enton- 
ces queda  el  pescado  aprisionado  en  las  ciénagas  y  lagunas,  y  se 
puede  recoger  con  rara  facilidad  y  sin  gastos.  Por  desgracia,  casi 
exclusivamente  de  él  vive  entonces  la  gente  pobre,  y  esto  le  produce 
fiebres  peligrosas,  porque  el  pez  en  esa  época  se  nutre  de  vege- 
tales podridos,  ó  enferma  por  la  impureza  y  estancamiento  de  las 
aguas. 

En  los  fértiles  terrenos  del  valle  el  plátano  dura  un  siglo,  el 
cacao  más  de  medio,  el  maíz  da  en  el  año  dos  abundantes  cose- 
chas, y  la  caña  de  azúcar  produce  por  muchos  años  sin  necesidad 
de  renuevo ;  al  paso  que  bajo  la  espesa  sombra  de  las  ereírinas, 
adornadas  de  ñores  encarnadas,  progresan  las  plantaciones  de  ca- 
cao, ostentando  sus  abundantes  mazorcas,  pegadas  ya  á  las  ramas, 
ya  al  tronco,  ya  á  las  raíces  mismas. 

Anualmei.te  desborda  el  Cauca  á  consecuenc  a  de  la  acumu- 
lación de  las  arenas  en  su  cauce,  las  que  depositándose  en  el  fondo, 
hacen  replegar  el  agua  hacia  las  márgenes.  Cuando  llega  la  épo- 
ca de  las  grandes  crecientes,  el  recipiente  general  no  puede  con- 
tener las  aguas  dentro  de  sus  bordes,  y  entonces  se  derraman  por 
todas  partes  hacia  la  llanura,  pasando  á  veces  la  línea  de  las  sel- 
vas y  penetrando  hasta  en  las  sabanas.  Los  tributarios  que  no 
pueden  descargar  en  el  Cauca,  por  encontrarlo  entonces  perpen- 
dicular á  sus  corrientes,  salen  de  madre,  y  extendiéndose  sobre  las 
praderas  en  las  partes  planas,  forman  algunas  ciénagas,  princí- 


Nueva  Geografía  de  Colombu  45 1 


pálmente  en  los  terrenos  cubiertos  de  bosque.  Al  bajar  las  agxias, 
muchas  de  ellas  quedan  rebalsadas  y  sin  poderse  abrir  paso  al  río 
principal.  Algunas,  expuestas  á  los  grandes  calores  del  sol,  se  eva- 
poran fácilmente ;  mas  no  sucede  lo  mismo  con  las  que  quedan  en 
donde  la  espesura  del  bosque  impide  la  acción  de  los  rayos  sola- 
res. Los  vegetales  que  se  encuentran  en  estas  aguas  estancadas, 
contribuyen  luego  á  descomponerlas  y  á  viciar  la  atmósfera,  con 
lo  cual  se  producen  las  calenturas  llamadas  tercianas^  de  que  se  ven 
atacadas  constantemente  las  gentes  que  viven  en  esos  lugares  ce- 
nagosos. 

Hacía  el  mediodía  pertenecen  al  valle  las  terrazas  y  valle- 
juelos  en  que  sobre  él  mueren  los  relieves  que  lo  dividen  de  las 
tierras  de  Popayán.  Al  pie  de  la  cordillera  central  y  por  consi- 
guiente del  majestuoso  Huila,  donde  la  altiva  cumbre  está  consti- 
tuida por  peñolerías  á  cuál  más  caprichosa,  se  abre  el  valle  de 
Toribío  y  Jámbalo,  que  guarda  una  de  las  cabeceras  del  Palo,  y  al 
opuesto  lado  amurallan  relieves  de  tope  bajo  y  aplanado,  desde 
algunos  de  los  cuales  se  descubren  en  magnífíco  contraste  los  lla- 
nos ardientes  del  Cauca  y  los  hielos  eternos  del  Huila. 

Bajando  de  estas  últimas  cumbres  se  encuentran  los  valleci- 
tos  auríferos  de  Caloto  y  Santander  y  se  ve  dilatarse  hacia  el  N. 
la  llanura  cuyo  horizonte  se  confunde  con  el  lejano  azul  del  cielo, 
mientras  que  al  S.  un  agrupamiento  de  cerros  no  muy  altos,  rami- 
ficaciones del  Munchique  de  Santander,  impiden  la  vista  de  que 
forman  parte  la  Chapa  y  la  Teta  sobre  el  valle  de  Popayán  y  la 
hoz  por  donde  de  éstos  sale  el  Cauca,  no  lejos  de  la  Balsa,  para  en- 
trar á  la  llanura  casi  por  su  centro.  Es  en  este  lado  de  Santander 
donde  la  llanura,  cerca  del  paso  de  la  Balsa,  abajo  de  la  Bolsa, 
encierra  quizá  mayor  numero  de  ciénagas,  entre  ellas  la  de  Taula, 
que  se  convierte  en  un  pequeño  mar  en  invierno,  y  de  casi  todos  los 
rumbos  del  horizonte  convergen  hacia  ella  ríos  de  algún  caudal. 
Empero,  las  bellezas  de  esta  ondulada  zona  se  pierden  absorbidas 
por  la  magnificencia  del  conjunto  de  esta  tierra  caucana  por  exce- 
lencia. 

Caminando  por  el  valle  es  como  se  pueden  apreciar  los  detalles 
pintorescos  que  se  ofrecen  á  cada  paso.  Desde  la  región  de  San- 
tander se  ve  la  gran  llanura  estrechada  frente  á  Buga ;  avanzando 
hacia  el  N.,  los  cerros  azulados  de  aquella  ciudad ;  y  de  Buga, 
mirando  hacia  Cartago  desde  alguna  pequeña  eminencia,  el  cerro 
de  Anserma  Nuevo,  junto  con  la  elevada  mesa  que  queda  entre 
los  ríos  Consota  y  Otún,  la  que  estrecha  el  valle  hasta  formar  la 
garganta  por  donde  al  parecer  se  abrieron  paso  las  aguas.  Al 
Oriente  una  enorme  masa  de  rocas,  cubierta  con  una  vegetación 
densa,  forma  las  crestas  de  la  cordillera  del  Quindío,  cuyos  gruesos 
y  altos  estribos  avanzan  hacia  el  valle,  desnudos  de  montaña,  y 
mostrando  desde  lejos  en  los  declives  los  manantiales  con  sus 
grandes  masas  de  verdura,  y  como  suspendidos  de  las  rocas  que 
descienden  al  valle.  Las  sabanas  se  presentan  con  planos  ligera- 
mente inclinados,  revestidos  de  muchas  reses  y  crías  de  caballos, 
y  con  una  que  otra  choza  adornada  de  árboles  frutales  y  cercada 
de  hermosas  y  colosales  guaduas,  cuyo  ornato  uniforme  da  al 
paisaje  cierto  aspecto  encantador.  Al  Poniente  se  dilatan  las  cum- 
bres de  la  cordillera  del  Chocó,  menos  altivas,  pero  no  menos  pinto- 


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rescas  por  los  pedregosos  estribos  que  avanzan  hasta  cerca  del  río 
para  formar  curiosos  portachuelos,  que  son  verdaderos  miradores, 
por  la  multitud  de  cañadas  y  vallecitos  que  estrían  su  naneo,  y  en 
fin,  por  las  numerosas  depresiones  que  ofrece  su  lomo  de  formas 
más  iguales. 

Al  mediodía,  en  la  banda  izquierda,  entre  el  río  Asnasü  6  Agua- 
blanca  y  el  de  Cali,  están  las  bellas  planicies  de  Jamundí,  las  más  an- 
chas de  este  lado,  al  pie  de  los  cerros  de  Jamundí,  que  se  presen- 
tan llenos  de  gramíneas  y  con  selvas  solitarias  en  sus  crestas.  Los 
habitantes,  esparcidos  en  la  llanura  cubierta  de  pastos  y  de  gana- 
dos, y  cruzados  p)or  varios  ríos,  viven  en  chozas  fabricadas  con 
guadua,  que  tanto  abunda  en  las  orillas  del  Cauca.  Los  ríos  que  ba- 
jan de  la  cordillera  están  revestidos  de  una  faja  de  árboles  frondosos, 
lo  cual  es  propio  también  de  las  cañadas  que  forman  los  pliegues 
de  los  cerros,  donde  filtran  las  aguas  que  caen  sobre  las  lomas.  Es 
admirable  el  contraste  que  forman  estos  bosques  de  fresca  verdura 
con  el  amarillento  color  de  los  pajonales  que  cubren  las  tierras  que- 
bradas, en  los  cuales  se  refugian  los  ganados,  huyendo  de  las  ave- 
nidas de  las  partes  próximas  á  las  riberas,  y  en  busca  de  un  clima 
más  benigno  y  alimentador. 

El  aspecto  imponente  de  los  Farallones  sobre  las  cumbres  de 
la  cordillera  del  Chocó,  en  figura  de  pirámides  agudas,  como  tes- 
tigos elocuentes  de  las  convulsiones  del  terreno,  indica  á  largas 
distancias  el  camino  del  Pacífico  y  la  posición  de  la  ciudad  de  Cali, 
á  la  cual  dominan,  presentándose  á  sus  moradores  en  perspectiva 
caprichosa  y  en  agradable  contraste  con  los  cerros  redondeados 
que  la  avecinan  y  con  la  monótona  llanura  del  pie,  que  sigiie^acia  el 
N.  más  angosta,  como  faja  uniforme  de  verdura,  salpicada  de  her- 
mosas palmas  de  coco.  A  su  frente  y  de  un  color  oscuro,  se  eleva 
la  cordillera  andina  del  Quindío,  que  tiene  por  último  peldaño  el 
dormido  Huila,  que  ceñido  de  fulgente  diadema,  se  destaca  sobre 
un  cielo  azul  que  hace  resaltar  sus  tres  cüpulas  unidas  por  una 
sola  masa  de  nieve,  y  cuyas  quiebras  se  pueden  distinguir  perfec- 
tamente cuando  están  bañadas  por  los  rayos  del  sol  (fig.  164). 

La  posición  de  Cali  es  pintoresca.  Rodeada  de  amenas  huer- 
tas, en  que  los  árboles  más  hermosos  ostentan  su  follaje  junto  á  los 
culminantes  cocoteros  ;  adornada  de  buenos  edificios  y  con  un  her- 
moso río  que  baña  una  parte  de  la  ciudad,  no  hay  duda  que  su  con- 
junto es  uno  de  los  más  hermosos  del  valle,  en  el  cual  será  siempre 
la  escala  del  comercio  con  el  Pacífico,  puesto  que  guarda  la  puer- 
ta que  formó  la  naturaleza,  rebajando  con  tal  fin  la  cordillera  en 
la  ruta  hacia  el  mar. 

Desde  Cali  hasta  cerca  de  Roldanillo,  el  aspecto  del  país  es 
uniforme,  y  solamente  de  esta  villa  y  hacia  Toro  se  ensancha  la 
llanura  un  poco  más.  Los  cerros  casi  á  ¡guales  alturas,  tapizados 
de  gramíneas  con  manchas  de  monte,  cubren  los  altos  valles  donde 
se  originan  el  Dagua,  el  Calima  y  el  Caja  marca,  guardan  fértiles 
tierras  y  por  ellas  atraviesan  diversos  caminos  que  conducen  al 
Chocó,  drj  los  cuales  alguno  para  peatones  simplemente.  Las  bases 
orientales  de  esta  cordillera  descansan,  con  ángulos  entrantes  y  sa- 
lientes, sobre  hermosas  vegas  cubiertas  de  ¡castos  para  crías,  ó 
de  huertas  de  plantas  menores.  Hay  aquí  varios  pueblos,  bastantes 


Nueva  Geogkafi'a  de  Coloubia 


caseríos  y  numerosas  labranzas  de  cacao  y  de  caña,  regladas  á  lo 
largo  ó  en  el  bisel  del  camino,  que  va  constantemente  al  pie  de  la 
serranía,  dominando  la  llanura  que  se  inclina  sobre  las  márge- 
nes del  Cauca,  cubierta  de  árboles  y  gfuaduas,  bajo  cuya  sombra 
crece  espontáneamente  y  en  abundancia  la  aromática  vainilla. 

La  banda  derecha  hasta  Buga  está  llena  de  pueblos,  hacien- 
das, labranzas  y  ganados.  Esta  porción  es  la  más  extensa  de  la  lla- 
nura y  constituye  lo  que  en  el  valle  se  llama  //anc  grande,  en  cuyo 
centro  está  Palmira,  la  rica  ciudad  rival  de  Cali.  Aquí  en  la  serra- 
nía no  es  notable  sino  el  boquerón  por  donde  desciende  el  río  Amai- 
me,  á  causa  de  presentar  una  vista  más  imponente  que  el  resto  de 
la  serranía.  Una  muralla  colosal  de  rocas  se  presenta  á  la  vis- 
ta, distinguiéndose  de  trecho  en  trecho  la  piedra  viva  por  en  me- 
dio del  follaje  oscuro  de  la  vegetación.  Los  ceiTos  cortados  casi 
perpendtcularmente  y  de  una  altura  estupenda,  por  donde  bajan 
las  aguas  que  fecundan  el  desierto  valle  de  Chinche,  dejan  percibir, 
sin  embargo,  las  estrechas  hendiduras  por  donde  brotan  las  íuen- 


454  NuxvA  Geografía  de  Coloxbia 


tes,  cuya  humedad,  difundida  en  contomo,  favorece  el  crecimiento 
de  los  grandes  árboles.  Donde  faltan  las  aguas  y  las  grietas,  los 
cerros  no  tienen  más  que  pajonales,  verdes  en  una  parte  del  año,  y 
en  la  otra  amarillentos  y  agobiados  por  los  ardores  del  sol. 

De  Buga  hasta  Cartago  la  perspectiva  se  modifica,  pues  del 
lado  de  la  cordillera  los  cerros  parecen  sucederse  en  alturas  dife- 
rentes y  como  en  anfiteatro,  dejando  ver  el  pico  llamado  Pan  de 
Azúcar,  que  señala  el  punto  de  la  primitiva  fundación  de  Buga,  que 
estuvo  á  sus  pies,  en  tierra  fría.  La  actual  ciudad  encuentra  pesca 
en  abundancia  en  el  vecino  río  y  en  las  ciénagas  cercanas. 

La  posición  de  Buga  es  bella :  está  situada  á  orillas  del  río  de 
las  Piedras,  y  es  pintoresca  la  vista  de  los  cerros  y  haciendas  de 
los  alrededores.  La  edificación  es  sólida  pero  sin  gusto,  y  el  lugar 
es  muy  frecuentado  por  los  peregrinos  que  atrae  la  fama  de  su 
Santo  Cristo. 

Más  adelante,  desde  Tuluá,  se  ve  la  quiebra  por  donde  sale 
el  río  que  baja  del  valle  del  Espíritu  Santo ;  aquí  se  presentan  los 
cerros  en  primer  término  agudos  y  escarpados,  con  peñascales  y 
precipicios,  y  en  el  segundo  con  peñones  y  riscos  que  cubren  el 
valle  de  Barragán.  Por  aquí  cruza  la  pésima  trocha  que  atraviesa 
los  páramos  de  Cumbarco  y  Miraflores  y  termina  en  el  Chaparral 
(Tolima),  la  cual  mide  75   kilómetros,  pero  no  sirve  para  bestias. 

La  llanura  hasta  el  río  de  la  Paila  se  presenta  bella  y  anima- 
da por  las  cejas  de  monte  y  los  guaduales  que  adornan  las  quehra- 
das  y  los  ríos ;  hermoséanla  los  caseríos  y  pueblos  situados  en  el 
camino  ó  cerca  de  él,  en  su  mayor  número  en  las  orillas  del  Cau- 
ca, algunos  en  la  falda  de  la  cordillera,  la  cual  en  su  remate  no 
presenta  ya  grandes  masas  sino  una  serie  de  colinas  con  quiebras, 
que  se  suceden  cubiertas  de  vegetación.  Desde  el  camino  se  ve 
perfectamente  la  parte  plana,  con  los  ganados,  las  cabanas  y  ca- 
seríos y  los  bosques  que  cubren  el  curso  del  Cauca,  y  termina  la 
perspectiva  la  cordillera  del  Chocó,  en  parte  desnuda  y  en  parte 
cubierta  de  bosques;  al  paso  que  al  Oriente  los  promontorios 
mencionados  impiden  la  vista  de  las  majestuosas  montañas  de  Ba- 
rragán, en  las  que  algunas  veces  cae  nieve  y  donde  tuvo  sus  do- 
minios el  Cacique  Calarcá.  Cuanto  al  río,  de  un  lado  tiene  vistosas 
sabanas,  y  del  otro  una  vegetación  vigorosa  en  que  la  guadua 
desafía  á  las  otras  plantas  por  su  corpulencia,  su  elegancia  y  su 
belleza. 

Del  río  Paila 'á  Cartago  no  es  la  cordillera  propiamente  dicha 
la  que  domina  el  valle,  sino  el  ramal  denominado  Serranía  de  los 
Pijaos  ó  de  Yarumal ;  por  esto  los  cerritos  y  pequeñas  colinas  lle- 
gan hasta  las  orillas  del  Cauca,  y  el  terreno  presenta  partes  llanas 
y  partes  combadas,  en  todas  las  cuales  predominan  lar  gramíneas 
sobre  los  altos  árboles.  Las  labranzas  abundan  más  que  las  ha- 
ciendas, y  ahora  la  parte  propiamente  plana  del  valle  está  en  la 
opuesta  ribera  del  río ;  sin  embargo,  el  paisaje  es  alegre  por  su 
variedad.  Subiendo  sobre  alguno  de  los  cerritos  que  lo  dominan, 
se  presenta  el  cuadro  en  toda  su  extensión,  en  el  cual  sobresalen 
las  llanuras  de  Toro,  Hatillo,  Hato  de  Lemos,  con  sus  ganados,  ca- 
caotales y  numerosos  caseríos  en  las  vegas  del  río,  donde  las  sel- 
Tas  son  inútiles  para  la  agricultura,  por  cuanto  en  ellas  la  inunda- 
ción invernal,  conforme  se  dijo,  sube  dos  metros. 


Nueva  Giogeapía  db  Colokbu 


En  el  valle  s<5lo  se  ven  algunas  pocas  matas  de  algodtín,  y  eso 
mal  cultivadas ;  los  trapiches  de  caña  est^n  en  la  infancia  ;  las 
plantaciones  de  cacao  y  café  son  pequeñas ;  los  riegos  son  desco- 
nocidos, y  las  aguas  navegables  utilizadas  apenas.  ¿  Cuál  es  la  ra- 
zón de  este  atraso?  La  falta  de  caminos  que  permitan  llevarlos 
frutos  del  valle  á  otros  mercados,  y  la  facilidad  con  que  el  hombre 
satisface  sus  más  premiosas  necesidades. 

La  ciudad  de  Cartago,  remate  occidental  del  famoso  camino 
del  Quíndfo,  está  situada  en  una  bella  planicie  á  orillas  del  sin 
igual  río  de  La  Vieja,  dominada  en  lontananza  por  el  Nevado  del 
Quindfo  ó  San  Juan,  que  le  demora  casi  al  £.  Adelante  de  Carta- 
go se  encuentran  algunos  risueños  caseríos,  á  los  que  sigue  la  flo- 
reciente población  dePereíra,  á  orillas  del  Otün,  establecida  sobre 


la  primitiva  fundaci<$n  de  Cartago,  á  la  cual  ha  destronado  como 
centro  comercial  de  la  comarca.  Hace  poco  tiempo  alli  no  habfa 
sino  imas  pocas  viviendas  que  parecían  sumergidas  en  un  oc&no 
de  verdura;  era  allí  la  guadua  tan  abundante,  que  ocupaba  miríá- 
metros  cuadrados  enteros,  sin  permitir  la  vegetación  de  ningiin 


45^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


otro  árbol,  principalmente  sobre  las  orillas  del  Cauca,  en  donde 
aun  los  guaduales  son  casi  impenetrables,  y  donde  nadie  habita 
por  lo  cenag^oso  del  terreno  y  lo  mortífero  del  clima.  Más  allá,  en 
un  llanito  de  clima  templado  y  ambiente  perfumado,  está  la  po- 
blación de  Santa  Rosa  de  Cabal,  al  pie  del  Nevado  Cisne,  que  de 
allí  se  ve  surgir  casi  de  repente  de  entre  verdes  y  aterciopelados 
oteros,  donde  pacen  blancas  reses.  En  adelante,  análogo  cuadro 
se  encuentra  por  San  Francisco  y  la  Villa  de  María,  hasta  el  río 
Chinchiná,  límite  no  sólo  del  Departamento  sino  del  valle,  pues  en 
su  margen  derecha  ya  las  colinas  y  cerritos  se  convierten  en  ver- 
daderos estribos ;  allí  principia  la  tierra  de  Arma. 

Al  otro  lado  del  río  Cauca,  en  la  serranía  de  Belalcázar,  desde 
las  faldas  de  los  cerros  se  domina  el  valle  poco  poblado  por  don- 
de corre  el  río  Risaralda,  y  que  es  como  una  ensenada  del  inmen- 
so de  aquél.  La  vía  que  lo  recorre  es  malísima,  pues  por  la  abun- 
dancia de  las  aguas,  lo  espeso  de  la  selva  y  lo  llano  del  terreno, 
se  reduce  á  un  continuado  lodazal.  Encima  del  cuadro,  con  sus 
formas  desnudas  y  caprichosas  se  alzan  los  cerros  de  Tatamá, 
cuyos  picachos  de  peña  desnuda  parecen  ruinas  colosales  de  un 
mundo  anterior. 

La  serranía  de  Belalcázar  es  baja  y  rica  en  minerales  afama- 
dos como  son  los  de  Riosucio,  Supía  y  Marmato,  llenos  de  impor- 
tantes centros  de  explotación,  por  lo  cual  además  de  esas  pobla- 
ciones hay  numerosos  caseríos  de  mineros,  sin  que  falten  algunas 
cabanas  de  agricultores.  En  estas  regiones  el  paisaje  tiene  un  mar- 
co de  belleza  imponderable  :  al  Ocaso  las  cumbres  salvajes  de  la 
cordillera  del  Chocó,  al  N.  las  del  Oro,  y  al  E.,  después  de  dilata- 
da y  agreste  falda,  las  cimas  heladas  del  Quindío. 

Si  del  valle  ascendemos  á  la  cordillera  del  Quindío  por  el  ca- 
mino que  especialmente  lleva  este  nombre,  la  vegetación  no  mo- 
difica su  lozanía  y  vigor,  pero  sí  cambia  las  plantas  como  conse- 
cuencia de  las  modificaciones  de  la  temperatura  á  medida  que  se 
asciende.  En  el  alto  del  Roble,  al  dirigir  la  vista  hacia  el  Sur,  al 
valle  de  La  Vieja,  es  tal  la  uniformidad  de  los  relieves  que  lo  lle- 
nan y  tan  espesa  la  selva  que  los  cubría,  que  todo  parecía  un  in- 
menso llano  desierto.  Hoy  ese  aspecto  se  ha  modificado  en  parte, 
porque  á  lo  menos  entre  el  camino  y  el  río  se  encuentran  varias 
poblaciones  de  agricultores  antioqueños  que  con  sus  casitas  y  labo- 
res alegran  el  paisaje.  Por  la  ruta  del  Quindío,  ni  aun  en  la 
cumbre  de  la  cordillera  falta  la  vegetación  arborescente. 

Los  cañones  de  Arma — Entre  las  ondulaciones  que  cierran  por 
el  N.  el  valle  del  Cauca  y  las  terrazas  meridionales  de  la  acrópo- 
lis antioqueña,  por  una  parte,  y  por  otra  entre  la  relativamente 
baja  serranía  de  Belalcázar  y  las  empinadas  cumbres  de  la  cordi- 
llera central,  se  dilatan  las  tierras  de  Arma,  caracterizadas  por  el 
enorme  número  de  cuchillas,  estribos  y  cañones,  ó  sea  valles  pro- 
fundos que,  como  los  de  Popayán,  del  Oriente  bajan  á  morir  sobre 
la  grieta  del  Cauca,  que  por  el  pie  de  Belalcázar  corre  impetuoso 
de  S.  á  N.,  es  decir,  á  la  izquierda  de  los  cerros  del  Oro  y  de  sus 
afluentes  Risaralda  y  San  Juan,  de  opuesto  rumbo.  Al  frente  del 
Chinchiná  se  alza  casi  de  repente  una  cuchilla  que  forma  hacia  su 
parte  media  una  especie  de  península  en  cuyo  cuello  se  destaca  Ma- 


NusvA  GeogkafÍa  de  CoLomiA  4j7 


nizaleSy  casi  en  tierra  fría  y  por  lo  mismo  dominando  vastísimo  ho* 
rízonte.  Hace  algo  más  de  medio  siglo  en  esa  comarca  sólo  iqi. 
peraba  la  selva  virgen,  talada  en  corto  tiempo  por  el  vigoroso  bra- 
zo de  los  antioqueños,  para  cubrir  el  suelo  de  sementeras  y  dehe- 
sas donde  pacen  lustrosos  rebaños. 

Dominando  el  conjunto  desde  un  sitio  elevado,  se  dilata  el  hori- 
zonte porque  los  ramales  de  la  Cordillera  Central  se  suceden  unos 
i  otros,  y  casi  todos  alcanzan  una'  misma  altura  y  dejan  entre  sí 
estrechas  y  profundas  quiebras  por  donde  corren  precipitadas  las 
aguas  que  bajan  de  los  páramos.  Se  ven  allí  del  lado  oriental  las 
masas  desprendidas  de  esa  mole  desnuda,  que  constituye  el  grupo 
de  los  nevados  del  Quindío,  cubierta  en  algunos  puntos  por  pajonal, 
y  de  la  que  se  destacan  con  formas  diversas  los  promontorios  agu- 
dos ó  destrozados  que  forman  los  páramos  desiertos  é  inaccesibles 
y  las  cresterías  nevadas  que  hacen  parte  del  Ruiz  y  del  Santa  Isa- 
bel, mientras  que  hacia  el  Ocaso  los  ramales  decrecen  hasta  con- 
vertirse en  llanuras  ceñidas  por  los  recodos  del  Cauca,  en  partes 
aún  cubiertos  de  guaduales,  por  lo  cual  á  distancia  semejan  ame- 
nas y  solitarias  praderías.  Más  allá,  al  otro  lado  del  Cauca,  al  pie 
del  Oro,  la  baja  serranía  de  Belalcázar,  roída  hacia  Marmato  y  pro- 
longada luego  con  el  ramal  de  Caramanta,  no  impide  la  vista  de 
los  topes  culminantes  de  la  Cordillera  Occidental,  como  son  los 
cerros  peñascosos  que  forman  los  farallones  de  Caramanta  y  pa- 
recen torres  aisladas,  así  como  el  Cerro  Amarillo,  que  semeja  una 
fortaleza  feudal  levantada  sobre  una  eminencia.  Ese  terreno  alto 
y  quebrado  contrasta  con  el  tendido  y  casi  llano  del  Cauca,  temi- 
do por  lo  insalubre,  pero  donde  el  hombre  ha  sentado  ya  sus  rea- 
les, y,  á  lo  menos  en  las  faldas  y  lomos  que  lo  dominan  de  cerca, 
aparecen  los  cultivos  y  ganados  y  las  nuevas  poblaciones  de  Val- 
paraíso y  Támesis. 

Siguiendo  de  Manizales  hacia  el  N.  por  Neira  y  Salamiria, 
como  el  camino  cruza  hacia  su  mitad  la  falda  de  la  cordillera,  la 
perspectiva  es  hermosa:  por  dondequiera  cerros  con  subidas  y  ba- 
jadas rápidas,  entre  sí  separados  por  hondas  quiebras ;  jirones  de 
la  antigua  selva  que  cubría  estas  breñas  y  que  adn  subsiste  hacia  la 
enhiesta  crestería;  numerosos  cultivos,  rebaños,  viviendas  y  caseríos, 
alegres  y  aseados.  En  una  palabra,  por  todas  partes  paisajes  que 
causan  el  embeleso  del  asendereado  caminante.  En  las  inmedia- 
ciones de  Salamina  se  modifíca  el  paisaje,  pues  aumentan  los  cul- 
tivos, y  la  población  se  divisa  sobre  una  meseta  despejada  y  como 
aislada  del  resto  por  los  torrentes  vecinos.  En  vez  de  las  antiguas 
selvas  se  ven  lomas  cubiertas  de  pastales  que  se  elevan  hacia  el 
N.  y  van  costeando  el  Cauca,  en  tanto  que  el  río  Pozo  corre  á 
gran  profundidad.  Elevadas  escarpas  peñascosas  con  paredones 
enormes  por  donde  bajan  como  sepultados  los  torrentes,  imponen 
al  mirar  por  esta  parte  la  cordillera ;  mas  á  medida  que  se  avanza 
por  Pacora  hacia  Aguadas,  el  relieve  es  más  variado  y  el  suelo  más 
cultivado  si  cabe.  Desde  un  cerrito  cerca  de  este  último  pueblo,  an- 
tiguo cementerio,  se  goza  de  una  vista  dilatada  y  bella  por  el  con- 
traste del  terreno,  quebrado  de  distintos  modos,  y  en  el  cual  alter- 
nan pastos,  pueblos,  caseríos,  selvas  y  cerros  de  variadas  formzis. 

Nueva  Geografía  de  Cohmlña  ,  TOMO  1-30 


453  Nueva  Geografía  de  Cólombu 


Mirando  hacia  el  Sur  se  ven,  como  en  escalones^  las  cuchillas 
que  se  han  ¡do  atravesando,  y  Pacora  se  presenta  en  un  vallecito  y 
Salamina  en  su  meseta.  El  alto  Alegría  cubre  á  Neira  y  Manizales,, 
pero  no  impide  la  vista  del  Ruiz,  cuyos  nevados  picos  96  destacan 
más  altos  que  las  nubes,  las  que  sentadas  en  el  límite  de  la  veg^e- 
tación,  parecen  detenidas  ahí  por  una  fuerza  superior.  Volvienda 
la  vista  al  SW.,  se  distingue  la  hoya  prolongada  y  profunda  del 
Cauca  y  los  cerros  que  la  cubren,  amarillentos  por  las  3^'erbas  se- 
cas, terminando  repentinamente  en  las  vegas  ora  estrechas,  ora  ex- 
tensas  del  río,  y  además  los  pueblos  de  Támesis,  Caramanta  y  San 
Juan  de  Marmato,  junto  con  los  derrumbes  de  la  pelada  loma  de 
la  afamada  mina  de  este  nombre.  El  horizonte  lo  terminan  y  cie- 
rran los  dientes  que  forman  los  Farallones  del  Zitará  y  los  agudos 
y  particulares  picachos  de  Tatamá,  todos  parte  de  la  cresta  occi- 
dental de  los  Andes  ;  y  algo  más  cercana,  de  este  lado  del  Cauca^ 
la  meseta  rodeada  de  cerros  donde  existió  el  pueblo  de  Arma^ 
antes  floreciente  villa  de  sombríos  recuerdos  históricos. 

Hacia  el  N£.,  por  las  llanadas  de  Caramanta,  se  sigue  el 
curso  del  Cauca  por  más  de  10  leguas,  hasta  que  tuerce  en  arco- 
en  busca  del  Cañón,  y  en  dirección  al  N.  se  ven  las  confluencias  de 
los  ríos  Arma  (en  el  Cauca)  y  Publanco  (en  el  Arma),  el  cerro- 
Bravo,  en  forma  de  pan  de  azúcar,  los  pueblos  de  Fredonia  y  San- 
ta Bárbara,  el  alto  de  Montebravo,  á  cuyos  pies  está  Zabaletas,  á. 
un  lado  de  la  loma  de  Purima,  rica  en  oro,  y  el  picacho  de  San 
Vicente.  Inclinando  la  vista  al  NE.,  se  distinguen  los  picos  agudos 
y  variados  de  las  Palomas  y  el  alto  de  los  Parados,  de  donde  se 
desprende  el  tendido  páramo  de  Sonsón,  de  ordinario  perdido  entre 
las  densas  nubes  que  ciñen  la  cadena. 

En  el  camino  para  Abejorral,  es  decir,  en  la  travesía  del 
enorme  cañón  de  Purima,  que  entre  pendientes  flancos  guarda  el 
correntoso  raudal  del  río  Arma,  el  de  Sonsón  forma  una  cascada 
entre  dos  grandes  peñas  que  cubren  su  remate ;  esto  no  obstante,, 
el  volumen  de  agua  dibuja  muy  bien  la  hermosa  faja  blanca  que 
brilla  á  los  rayos  del  sol.  La  ciudad  de  Sonsón  ocupa  una  llanada 
de  4  leguas  cuadradas,  de  la  cual  sale  el  río  por  una  hoz,  á  preci- 
pitarse en  tres  saltos,  que  juntos  miden  más  de  200  ms.,  para  se- 
guir luego,  turbulento,  por  entre  peñas  enormes,  á  tributar  al  pro- 
fundamente encajonado  Arma.  Aquí,  en  las  faldas  que  ascienden 
á  la  cumbre  para  luego  caer  á  la  llanura  de  Rionegro,  hay  potre- 
ros donde  pacen  numerosos  rebaños,  y  siembras  extensas  y  arbole- 
das, resto  de  la  selva  que  cubría  todo  el  territorio  hace  poco  más 
de  un  siglo. 

Transportándonos  al  páramo  de  Sonsón,  es  posible  observar  á. 
lo  lejos  el  curso  de  este  río  desde  sus  cabeceras,  y  también  las  ex- 
planadas de  los  valles  altos  de  San  Félix,  que  mantienen  rebaños,, 
no  obstante  encontrarse  en  la  región  del  frailejón,  y  cuya^  aguas 
forman  las  cabeceras  del  Arma.  Desde  la  cumbre  del  páramo 
extiéndese  la  vista  por  las  breñas  enumeradas  en  el  cementerio 
de  Aguadas.  Además,  hacia  el  N.  se  alcanzan  á  descubrir  los  U- 
neamientos  meridionales  de  las  cuencas  de  Rionegro  y  de  Mede- 
llín;  y  hacia  el  E.  se  domina  el  territorio  que  fecunda  el  Samaná  ; 
pero  aquí  las  variadas  ramifícaciones  de  la  cordillera  se  confunden 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


por  la  espesura  del  bosque  y  van  ¿  perderse  en  las  ardientes  lla- 
nuras del  Magdalena,  indicado  su  curso  por  una  blanca  faja  de 
vapores  que  contrasta  con  el  color  verdinegro  casi  apagado  del 
bosque  en  las  lejanas  perspectivas. 

En  el  Alto  Chagúalo,  al  cuadro  descrito  se  agrega  hacia  el  N., 
divisado  por  un  abra  del  lomo  de  Pantanillo,  el  cerro  particular  del 
Corcovado,  cercano  á  la  Ceja,  en  el  valle  del  Rionegñ»,  que  se  dis- 
tingue perfectamente  de  una  altura  próxima  llamada  Alto  Pelado. 

V — Las  II0NTAÍ4AS  antioqukñas — Al  N.  de  las  tierras  caucanas 
siguen  las  montanas  antioqueñas,  que  avanzan  á  colindar  con  las 
llanuras  de  Bolívar,  y  por  lo  tanto  surgen  entre  el  Chocó  y  el  Mag- 
dalena central,  ocupando  una  anchura  poco  más  ó  menos  igual  á 
la  de  las  tieras  caucanas;  pero  en  vez  de  ser  como  éstas,  un  cajón 
ó  valle  encerrado  por  dos  serranías,  presentan  un  relieve  profun- 
damente modificado. 

En  efecto,  aun  cuando  al  pie  de  la  cordillera  occidental  con- 
tiniia  corriendo  el  rio  Cauca,  en  vez  de  surcar  un  amplio  valle,  se 
precipita  por  un  angos- 
to y  profundo  surco  que 
suaviza  sus  formas  en  su 
parte  ñnal ;  además,  la 
ribera  derecha  del  rio 
no  presenta  aquf  llanu- 
ras ni  cañones  transver- 
sales que  desemboquen 
en  la  vaguada  principal. 
Débese  transformación 
tal  á  que  al  N.  del  cañón 
de  Arma  el  tope  de  la 
cordillera  central  se  en- 
sancha inesperadamen- 
te hacia  la  izquierda  y 
forma  una  serie  de  te- 
rrazas ó  mesetas  que  se 
abren  ó  inclinan  á  todo 
rumbo,  menos  al  que 
ofrecen  los  cañones  de 
Arma,  salvo  en  la  parte 
septentrional,  donde  á 
la  vez  se  rebaja  enton- 
ces la  cordillera  hasta 
no  ser  sino  mero  con- 
junto de  colinas.  En  vir- 
tud de  semejante  trans- 
formación, el  valle  ó, 
mejor,  hoya  del  Cauca, 
si  continua  abriéndose 
entre  las  dos  cordille- 
ras, lo  hace  donde  am- 
bas se  presentan  con- 
vertidas en   mesas,  la 


^H :  r  4^^ 


460  NutvA  Geografía  di» Colombia 


del  Chocó  á  la  I.,  la  de  Antioquia  á  la  D.,  y  por  lo  tanto  constituye 
realmente  lo  que  en  geografía  física  se  denomina  un  cañón. 

Cuanto  á  la  mesa  antioqueña,  presenta  en  menor  escala  una 
disposición  semejante  á  la  que  acaba  de  indicarse,  ya  que  sus  líneas 
fundamentales  tienen  un  surco  ó  cisura  (Porce-Nechí),  de  rumbo 
casi  paralelo  al  del  Cauca,  abierto  también  entre  dos  mesas,  menos 
bien  marcada  la  de  la  I.,  mejor  delineada  la  de  la  D.  La  primera 
comprende  las  breñas  de  Santa  Rosa  y  los  valles  del  Nechí;  la  se- 
gunda abarca  la  altillanura  de  Rionegro  y  las  derruidas  cuencas 
de  Yolombó,  Remedios  y  Guamacó,  en  general  abiertas  sobre  el 
Magdalena,  y  en  el  origen  del  surco  que  las  divide,  se  abre  el  va- 
lle que  constituye  el  corazón  de  Antioquia,  puesto  que  guarda  á  la 
opulenta  Medellín. 

En  virtud  de  lo  dicho,  las  montañas  antioqueñas  pueden  divi- 
dirse en  tres  porciones  :  i .®,  al  Occidente,  el  cañim  del  Cauca,  con  la 
cuna  histórica  del  grupo  etnográfico  que  ha  dado  nombre  á  estas 
montañas ;  2°,  al  centro,  los  valles  dei  Nechí,  que  por  un  solo  cau- 
ce se  unen  al  citado  cañón,  desde  el  punto  de  vista  hidrográfico ;  y 
3  °,  al  Oriente,  las  mesetas  del  Nare,  cuyas  aguas  vierten  al  Magda- 
lena y,  políticamente  hablando,  forman  en  cierto  modo  un  territo- 
rio rival  del  anterior. 

Z7  cañan  del  Cauca — A  la  vista  parece  patente  que  la  gran 
quiebra  del  Arma  se  prolonga  hacia  el  Ocaso,  y  por  lo  tanto  que 
el  Cauca  la  aprovecha  para  cruzar  por  ella  en  busca  del  cañón, 
que  no  es  otra  cosa  que  una  sinclinal  que  principia  en  el  valle  de 
su  afluente  el  San  Juan,  la  que  aprovecha  para  enderezar  de  nue- 
vo al  N.  en  busca  de  las  regiones  bajas.  En  una^  palabra,  el  Cauca 
envuelve  por  el  SW.  la  acrópolis  antioqueña,  y  de  ahí  las  raras 
formas  de  la  región,  donde  diversos  terrenos  geológicos  se  inter- 
calan unos  entre  otros  y  el  oro  aparece  al  lado  de  la  hulla  y  de 
la  sal. 

Hacia  el  mediodía  del  Cauca  están  los  remates  de  las  breñas 
que  dividen  ese  río  del  San  Juan,  las  que  á  la  derecha,  entre  lar- 
gos estribos,  guardan  el  curso  del  Cártama,  que  pasa  entre  las  altu- 
ras que  sustentan  los  pueblos  de  Valparaíso  y  Támesis,  centros  de 
cultivos,  en  tanto  que  en  el  remate  del  eje  principal  tiene  su  asiento 
la  ciudad  de  Jericó,  de  corta  existencia  y  rápido  progreso,  quedan- 
do dichas  colinas  entre  los  riachuelos  Piedras  y  Mulato. 

Las  peñas  desmoronadas  que  se  ven  cerca  del  camino  de  Ca- 
ramanta  á  Fredonia,  prolongación  de  las  que  dominan  á  esta  últi- 
ma, cerca  de  la  cual  se  levanta  el  cerro  Bravo  en  forma  de  pan 
de  azúcar,  parecen  haber  sufrido  grandes  trastornos.  No  muy  le- 
jos de  allí  y  en  la  misma  línea,  está  el  cerro  del  Sillón,  y  más  ade- 
lante, después  de  una  depresión  notable  de  la  roca  viva,  se  eleva 
como  un  obelisco  el  singular  cerro  de  la  Tusa,  que  se  alza  250  ms. 
sobre  los  que  le  sirven  de  base  y  se  pierden  en  planos  inclinados 
sobre  las  llanadas  de  las  riberas  del  Cauca. 

Mas  si  estos  cerros  son  admirables  por  formar  paisajes  tan  va- 
riados como  pintorescos,  no  lo  son  menos  los  de  la  vuelta,  es  decir, 
los  que  se  encuentran  entre  Titiribí  y  Amaga,  y  entre  éste  y  He- 
liconia,  los  cuales  ya  dominan  el  cañón  propiamente   dicho.  Los 


Nueva  Geografía  de  Colombia  461 


cerros  de  estos  lug'ares  ostentan  diversas  formas :  el  Corcovado 
sus  peñas  inclinadas ;  el  de  la  Candela,  desmoronado  por  la  ero- 
sión, muestra  frag'mentos  de  todos  tamaños,  y  en  la  descompuesta 
cima  ostenta  grandes  trozos  de  roca  removidos  de  su  lugar,  entre 
arenas  auríferas.  Por  la  estructura  del  relieve  y  sus  profundas 
quiebras  dejan  en  el  ánimo  la  idea  de  tremendas  convulsiones. 
Además,  en  esta  comarca,  y  de  ambos  lados  del  Tusa,  se  encuen- 
tran, junto  con  extensas  labores  agrícolas,  notables  explotaciones 
auríferas  y  salinas. 

Si  antes  de  descender  hacia  la  ciudad  de  Antioquia  visitamos 
el  valle  del  San  Juan,  la  perspectiva  es  diversa.  Aquí  preséntanse 
sobre  los  Andes  los  picos  graníticos  de  los  cerros  del  Zitará  y  los 
farallones  del  Chocó,  á  modo  de  ruinas  de  torres  ó  castillos  alme- 
nados, y  de  sus  flancos  se  desprenden  copiosas  corrientes  que  for- 
man quebradas  y  riachuelos  de  varia  magnitud  que  bañan  los  cam- 
pos de  Andes  y  Bolívar  y  tributan  al  aurífero  San  Juan.  Las 
heladas  cimas  de  la  cordillera,  en  sus  grandes  depresiones  cruzada 
por  los  caminos  de  Quibdó  y  Chamí,  á  veces  se  muestran  hechas 
de  roca  viva  de  formas  extrañas,  á  veces  se  tapizan  de  frailejón  y 
de  gramíneas  por  entre  las  cuales  asoma  la  peña,  y  en  pocos  lu- 
gares las  cubre  vigorosa  vegetación.  Al  descender  por  los  estribos 
ó  por  las  quiebras  profundas  que  las  separan,  encuéntranse  frondo- 
sas porciones  de  bosque  que  alternan  con  los  cultivos  y  las  minas. 
De  antemano,  en  los  puntos  equidistantes  entre  la  cima  y  la  vagua- 
da, por  la  composición  del  suelo,  no  podían  crecer  grandes  árboles 
sino  meros  arbustos  y  tupidas  gramíneas,  lo  que  facilitó  el  progre- 
so del  país. 

Al  lado  opuesto,  ó  sea  al  Oriente,  se  alzan  las  enormes  cum- 
bres del  Oro,  que  dominan  por  esta  parte  las  cabeceras  del  San 
Juan ;  pero  el  ramal  que  de  ellas  se  desprende  hacia  el  N.,  tras 
pasar  al  respaldo  de  Jardín,  se  rebaja  rápidamente,  sosteniéndose 
en  seguida  con  mediana  altura  hasta  Jericó. 

Cuando  el  Cauca  en  las  cercanías  de  Titiribí,  ó  mejor  dicho, 
en  la  boca  del  San  Juan,  cruza  al  N.  y  entra  al  cañón,  se  le  ve  con 
escasa  fuerza  en  la  corriente  y  bañando  pequeñas  vegas,  en  las 
cuales  se  pierden  normalmente  los  estribos  de  las  próximas  cordi- 
lleras. De  uno  y  otro  lado  cortan  los  cerros  estrechas  quiebras, 
por  las  cuales  bajan  presurosos  torrentes  á  derramarse  en  sus  on- 
das, revelando  la  rica  vegetación  que  adorna  las  riberas  de  sus 
cauces,  la  feracidad  del  suelo  de  esas  hondonadas.  Las  lomas  que 
las  guardan  están  cubiertas  de  gramíneas,  que  interrumpen  algu- 
nos manchones  de  monte  ;  mas  á  medida  que  yuxtapuestas  se  ele- 
van á  las  regiones  templadas  y  luego  á  las  frías,  tanto  del  uno 
como  del  otro  lado,  se  las  ve  revestirse  de  arbolado  que  embellece 
sus  cimas ;  sólo  los  altos  pico?  de  San  Mateo  y  San  José  á  la  iz- 
quierda, y  de  Canoas  y  Empalizada  á  la  derecha,  se  destacan  des- 
nudos ó  apenas  cubiertos  de  arbustos  y  de  pajonales. 

En  medio  de  esas  extensas  y  variadas  lomas,  donde  se  ven 
pacer  los  ganados  y  las  muías,  se  destacan  las  limpias  y  humildes 
viviendas  de  los  labradores.  En  la  banda  occidental  se  encuentran 
los  pueblos  de  Concordia  y  Ansa,  en  tanto  que  en  la  oriental  se 
muestran  Titiribí,  Heliconia  y  Ebójico,  éste  rodeado  de  cerros  y 


462  Nueva  Geografía  de  Colombia 


por  lo  tanto  en  una  especie  de  valle  que  adornan  numerosas  se- 
menteras. 

Tal  es  el  paisaje  hasta  enfrente  de  la  Quebrada  Seca,  donde 
cambia,  pues  al  parecer  los  cerros  se  abren  para  dar  campo  á 
una  espaciosa  llanada  compuesta  de  planos  inclinados  que  des- 
cienden de  las  alturas  que  la  circundan  casi  por  todas  partes  y 
que  hacen  un  hermoso  contraste  con  las  planicies  que  aquí  y  allá 
se  elevan  en  diversos  sitios  formando  escalonadas  terrazas.  En  los 
terrenos  de  acarreo  se  ven  cerros  con  barrancas,  desmoronados 
por  la  erosión,  y  en  la  llanura  se  encuentran  piedras  rodadas  (can- 
tos erráticos)  por  todas  partes. 

Recorre  la  llanura,  por  un  lado,  el  Tonusco,  cuyas  orillas 
están  decoradas  por  árboles  frutales  y  sementeras  que  destruyen 
la  natural  monotonía  de  las  planicies  limpias  y  de  las  lomas  pela- 
das que  incendia  un  sol  abrasador  que  hace  más  apetecible  al  via- 
jero la  sombra  de  los  árboles  y  la  frescura  de  las  aguas.  La  anti- 
gua ciudad  de  Antioquia  se  muestra  con  sus  torres  y  sus  templos, 
sentada  en  la  planicie,  entre  las  frondosas  vegas  del  Tonusco  y 
una  alta  y  vistosa  meseta ;  al  frente  se  extienden  labranzas  con 
árboles  frutales  y  palmeras  de  coco,  y  á  la  espalda  se  levantan  en 
anfiteatro  lomas  cubiertas  de  gramíneas,  por  entre  las  cuales  se 
dejan  ver  las  elevadas  y  lejanas  cimas  de  los  Andes,  casi  siempre 
coronadas  de  nubes.  Reina  allá  el  frío  con  una  humedad  constante, 
y  acá  el  calor  con  una  perenne  sequedad,  de  donde  proviene  aca- 
so su  salubridad.  Con  sólo  andar  unos  S  kilómetros,  ó  sea  hasta  la 
Casa  de  Teja,  vivienda  sobre  la  cumbre  de  una  loma  desnuda,  se 
goza  de  una  vista  encantadora.  Al  pie  se  ve  distintamente  la  vieja 
ciudad,  y  el  Cauca  serpeando  por  la  llanura,  en  la  que  forma,  cuan- 
do las  aguas  bajan,  islas  y  brazos  que  tornan  ácubrirse  en  las  cre- 
cientes, entre  limpias  orillas,  unas  veces  cubiertas  de  piedras  ro- 
dadas, y  otras  formadas  por  barrancas  tajadas  en  la  peña,  cuando 
no  por  cerritos  peñascosos  que  se  arriman  al  río  vestidos  de  pajo- 
nales salpicados  de  manchas  de  monte. 

El  Tonusco  corre  por  el  pie  de  unos  cerritos  desnudos,  dejan- 
do en  seco  largas  cintas  pedregosas,  cerca  de  las  cuales  se  ele- 
van en  grupos  las  arboledas  que  visten  el  contorno  de  las  casas  de 
campo.  La  opuesta  ribera  la  forman  terrenos  labrados,  que  pre- 
sentan todas  las  gradaciones  del  verde,  descollando  sobre  ellos 
majestuosas  palmeras  de  levantado  tronco  y  elegante  penacho,  á 
par  de  los  altos  cámbulos  que  sombrean  los  tupidos  cacaotales, 
cuyas  flores  rojas  brillan  sobre  el  verde  oscuro  de  sus  hojas.  En 
medio  de  esos  bosques  distínguense  las  viviendas  entre  árboles  fru- 
tales, principalmente  naranjos,  cuyos  dorados  frutos  casi  apagan 
el  tinte  glauco  de  las  ramas.  Además,  como  la  Casa-de-Teja  do- 
mina la  ciudad  en  900  ms.  y  el  terreno  inferior  se  tiende  en  pla- 
nos inclinados,  vénse  también  las  haciendas  de  Sopetrán,  en  la 
hoya  de  Quebradaseca,  al  otro  lado  del  Cauca,  y  los  grandes  gru- 
pos de  palmas  que  se  elevan  entre  los  bosques  de  bücares  y  ca- 
caotales. 

Los  playones  por  donde  corre  la  Quebrada  Seca,  muy  an- 
chos, en  verano  llevan  poca  agua,  comparativamente  con  la  que 
tienen  en  invierno,  y  más  que  de  un  riachuelo,  parecen  el  dominio 
de  un  gran  río.  En  sus  orillas,  cerca  del  Cauca,  se  ve  el  pueblo 


Nueva  Geografía  de  G)lombia  463 


de  Quebradaseca,  y  á  su  frente,  en  el  opuesto  lado,  el  Oratorio  de 
Obregón.  Más  lejos  se  descubren  las  casas  de  Ebéjíco,  y  en  el 
fondo  del  paisaje  el  alto  de  Canoas.  El  pueblo  de  San  Jerónimo 
se  indica  por  el  campanario  que  surge  de  entre  los  tupidos  cacao  - 
tales. 

Sopetnín  se  presenta  circundado  de  cocales  y  bosques  de  bd- 
cares  respaldados  por  lomas  de  gramíneas  amarillentas  ó  verdes, 
sobre  la^s  cuales  la  vegetación  arbórea  cambia  el  color  de  las  tin- 
tas. Por  allí  mismo  se  ve  precipitarse  por  entre  una  cortadura  pe- 
ñascosa el  río  Oveja,  y  después  la  depresión  particular  del  Boque- 
rón, por  donde  pasa  el  camino  de  Medellín.  Los  altos  llanos  del 
Oveja  asoman  sus  bordes  por  entre  las  cumbres  casi  niveladas  de 
la  Empalizada;  al  paso  que  los  pueblos  de  Córdoba  y  Sacaojal  se 
miran  cerca  del  Cauca,  como  posados  entre  las  labranzas,  al  pie 
<le  algunas  lomas  de  variados  tintes.  Más  al  N.,  en  situación  aná- 
loga, están  los  caseríos  de  Guayabito  y  Remolino  y  el  pueblo  de 
Liborina,  éste  al  frente  del  de  Buriticá,  mientras  que  los  diversos 
estribos  que  bajan  hacia  el  Cauca  desde  las  empinadas  cumbres  del 
páramo  de  Santa  Inés,  contrastan  de  una  manera  admirable  con 
la  vanada  configuración  de  los  cónicos  cerros  que  se  alzan  á  va- 
ria altura  entre  Liborina  y  Sabanalarga.  En  cambio,  al  lado  opues- 
to, ó  sea,  ala  izquierda  del.  Cauca,  el  país  es  agreste  y  casi  solita- 
rio, y  se  descubren  en  él  lomas  limpias  y  cerros  de  extraña  estruc- 
tura, que  rematan  en  puntas  agudas,  ó  en  crestas  ruinosas,  para 
•confundirse  con  la  cordillera  Occidental  hacia  el  alto  del  Tajo. 

Al  apartarse  de  este  bello  panorama  para- seguir  hacia  abajo 
la  hoya  del  Cauca,  vése  este  río,  estrechado  por  la  cordillera,  pre- 
<:ipitarse  por  fuertes  declives  en  medio  de  peñas,  á  veces  cubiertas 
por  las  aguas,  á  veces  descubiertas  para  formar  vórtices  y  pe- 
ligrosos remolinos.  Los  cerros  en  que  está  el  pueblo  de  Buriticá 
por  un  lado,  y  por  otro  los  cerros  variados  que  tiene  enfrente,  for- 
mando una  masa  de  aspecto  igual,  anuncian  que  en  épocas  antiguas 
-eran  un  solo  todo,  antes  de  la  causal  que  minó  el  dique,  rompiólas 
cimas  y  abrió  profundo  cauce  á  las  aguas  del  río.  Quebrantados 
-de  esta  suerte  los  cerros,  quedaron  los  flancos  casi  perpendicula- 
res, la  tierra  vegetal  no  pudo  formarse  en  ellos,  y  quedó  al  descu- 
bierto el  esqueleto  de  las  cordilleras  que  allí  muestran  diversos  ce- 
rros empinados  y  cónicos  de  vario  perfil.  En  la  actualidad  contras- 
tan las  cumbres  aplanadas  del  nebuloso  páramo  de  Santa  Inés  con 
los  picos  agudos  de  la  serranía  de  Ituango. 

En  las  terrazas  de  este  suelo  y  hacia  la  derecha  se  encuentra 
el  pequeño  pueblo  de  Sabanalarga,  y  más  adelante  se  ve  el  valle 
de  San  Andrés,  como  una  hondura  circundada  de  cerros,  los  cuales 
terminan  en  el  alto  de  San  Juan,  que  se  apoya  en  estribos  diversa- 
mente ramificados.  Al  frente  se  levantan  unas  lomas  de  pajonales 
<]ue  amurallan  la  hoyada  que  sirve  de  lecho  al  Ituango,  y  en  una 
de  sus  explanadas  está  el  pueblo  así  llamado.  El  nombre  de  una 
de  esas  lomas,  que  es  ancha,  redonda  y  de  bastante  altura,  con 
excelentes  pastos  para  la  cría  de  ganados,  recuerda  al  viajero  la 
antigua  ciudad  de  San  Juan  de  Rodas,  de  la  que  nada  subsiste» 
Tanto  ésta  como  las  otras  lomas  se  muestran  casi  solitarias,  y  sobre 
«ellas  se  levantan  otras  hasta  las  empinadas  cumbres  del  Paramíllo, 


Af^A  NuKVA  Geografía  dx  Colcwbia 


parte  del  ultimo  nudo  de  los  Andes  occidentales,  en  cuyos  flancos 
nacen  el  Ituango  y  el  Tarasá»  Él  Salto  de  Caimancito  indica  el  si- 
tio donde  tei^mina  la  fractura  principal  de  la  cordillera,  porque  en 
segfuida  el  Cauca  corre  con  menos  embarazos  hacia  las  llanuras 
de  Cazares,  pues  sólo  presenta  gran  velocidad  y  agitaciones  decre- 
cientes causadas  por  los  remates  de  la  destrozada  serranía  y  los 
continuos  derrumbes  de  los  cerros  que  se  alzan  en  sus  orillas. 

Aqu{  cambia  ya  la  forma  del  paisaje.  Las  cordilleras  son  más 
compactas  y  más  bajas,  en  especial  en  la  banda  occidental,  y  se 
alejan  un  poco  del  curso  del  río ;  las  selvas  alternan  con  los  pas- 
tales, pero  predominan  los  espacios  desiertos,  y  las  explanadas 
centrales,  por  cuya  intersección  corre  el  Cauca,  están  cubiertas  de 
lozana  vegetación.  Reina  un  calor  abrasador  en  estas  insalubres 
comarcas  no  refrescadas  por  los  vientos  de  altas  serranías,  y  que 
constituyen  otra  cuenca  que  antes  cerraba  una  pequeña  cordillera,, 
al  parecer  rota  en  Angostura,  punto  donde  las  aguas,  circui- 
das por  las  peñas  y  comprimidas  por  la  estrechez  del  cauce,  co- 
rren tumultuosas  y  hacen  peligrosa  la  navegación. 

En  esta  cuenca  existió  la  ciudad  de  Valdivia,  destruida  por 
los  indios  y  cuyo  asiento  preciso  no  se  conoce  hoy ;  frente  á 
la  boca  del  Tarasá  está  Cazares,  á  sólo  140  ms.  de  altitud,  con  po- 
cos centenares  de  habitantes,  de  color  en  su  mayoría,  los  cuales 
por  indolencia  no  han  aprovechado  debidamente  las  ventajas 
de  un  suelo  feraz  y  un  río  navegable,  tributario  del  Magdalena. 
Empero,  la  navegación  por  vapor,  el  desarrollo  de  la  minería,  la 
apertura  del  camino  de  Ayapel  y  la  presencia  de  los  enérgicos  an- 
tioqueños,  principia  á  sacar  de  su  letargo  estas  privilegiadas  regio- 
nes que  el  Cauca  riega  con  curso  más  y  más  calmado,  en  largos 
giros,  próximo  á  las  pequeñas  colinas  de  Ayapel,  hasta  absorber 
el  tributo  del  Nechí,  con  el  cual,  enormemente  aumentado,  cruza 
hacia  el  N.  en  busca  del  turbio  Magdalena. 

» 

Los  valles  del  Nechí — La  comarca  de  Santa  Rosa  de  Osos,  la 
ciudadela  de  la  mesa  antioqueña,  por  así  decir,  y  uno  de  sus  cen- 
tros auríferos,  se  compone  en  su  corazón  de  varias  colinas  á  nivel, 
separadas  por  hondas  quiebras  que  ora  se  ensanchan,  ora  se  pro- 
fundizan hasta  presentar  unos  como  cerros,  quizá  obra  de  la  erosión 
sobre  un  anterior  modelado  glaciar,  puesto  que  por  todas  partes  se 
explotan  aquí  minas  de  aluvión.  El  terreno  mismo  en  que  está  si- 
tuada la  ciudad  es  aurífero  como  el  resto,  y  aparece  cortado  por 
enormes  barrancos  en  que  las  tierras  muestran  cintas  horizontales 
de  diverso  color.  El  frío  es  intenso  en  esta  zona,  la  vegetación  nin- 
guna, y  por  lo  tanto  el  aspecto  del  paisaje  en  extremo  melancólico. 

£1  conjunto  de  las  lomas  y  colinas  mencionadas,  á  causa  de  la 
erosión  ha  formado  al  N.  de  Santa  Rosa  el  alto  de  San  José,  que  aun 
cuando  no  se  alza  sino  unos  150  ms.  sobre  la  ciudad,  resulta  una 
especie  de  nudo  importantísimo,  pues  de  allí  hacia  el  N.  se  des- 
prenden dos  aristas  que  delinean  un  ángulo  que  dentro  guarda  las 
fuentes  del  Nechí  y  por  fuera  es  envuelto  á  la  izquierda  y  al  S.  por 
el  Riogrande,  y  á  la  derecha  por  el  Guadalupe,  ambos  célebres, 
por  sus  bellezas  naturales. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  465 


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5 


En  efecto,  si  á  esta  rcgtón  penetramos  por  el  S\V.,  lo  prime- 
ro que  se  presenta  es  el  pequeño  valle  de  Oveja  ;  cuenca  de  an- 
tiguo lago  que  desaguó  hacia  el  profundo  y  cercano  valle  del  Cau- 
ca por  medio  del  rio  del  mismo  nombre.  Desfie  una  altura  descú- 
brese en  una  llanada  el  pueblo  de  San  Pedro,  y  más  allá  el  de  En- 
trerríos,  cerca  del  cual  y  en  el  camino  que  conduce  á  Santa  Rosa 
se  halla  un  peñón  que  está  como  aislado  entre  las  lomas,  y  que 
por  su  forma  particular  llama  la  atención,  pues  semeja  una  gran- 
de esfinge.  Por  la  izquierda  descienden  suavemente  los  ríos  Gran- 
de y  Chico,  que  bajan  paralelos  del  páramo  de  Santa  Inés,  arras- 
trando oro  en  sus  arenas.  El  pueblo  de  Belmira,  apoyado  en  la  se- 
rranía, con  esplóndido  horizonte  y  varios  establecimientos  mineros, 
pertenece  al  valle  del  Chico,  mientras  que  en  el  del  Grande  no  hay 
sin  3  caseríos. 

Hacia  la  parte  izquierda  está  el  pueblo  de  Don  Matías  ó  Azue- 
ro,  notable  porque  antes  de  llegar  á  él.  se  unen  los  ríos  Grande  y 
Chico  y  corren  apresurados  por  entre  cerros  y  peñascos  enormes, 
llevando  sus  aguas  en  borbollones  y  cubiertas  de  espumas.  Esta  es 
una  magníiica  vista  de  un  raudal,  pues  las  aguis  se  levantan  por 


466  Nueva  Geogkaf/a  de  Colombia 


Figura  l63— El  P.^'o!  d-  Fnlremos.  sccún  i-\  nlbnm  Jt  liCon.isl.'n  Co-ngri6c». 

encima  de  las  [«ñas  ruhriendo  unas  y  batiendo  oirás,  antes  de  pre- 
cipitarse en  un  abismo,  del  cual  surgen  espumosas  de  nuevo  por 
sobre  cordones  ¡(eñasrosos,  para  correr  con  la  velocidad  de  la  luz, 
y  reproducir  de  momento  en  momento,  por  entre  un  torbellino  cons- 
tante de  vapores,  las  cintas  encendidas  del  iris  y  la  transparencia 
del  cristal.  Más  adtflante  de  Don  Matías  su  ve  patentemente  la  hoz 
de  la  cordillera  y  también  el  hondo  surco  [>or  donde  sigfue  presu- 
roso el  Riogrande  Á  tributar  al  Purce,  ^a^i  frente  á  la  gran  quie- 
bra del  Kitr.,  eng;ro^índose  anfs  con  los  torrentes  que  bañan  los 
alrededores  de  Santa  Rosa. 

Es  en  las  colinas  de  San  J.isé  donde  surs'cn  las  aguas  que 
luego  enderezan  al  N.  para  fecundar  el  risueño  valle  de  Guada- 
lupe, en  el  que  á  la.' I.  se  encuentra  Carolina  y  á  la  D.  á  Hojas-an- 
chas, aquélla  etitre  el  Guadíflupe  y  el  Nechf,  la  otra  entre  aquél 
y  el  Porce,  en  clima  primaveral.  Par  el  fundo  del   valle  se  des- 


NuivA  Geografía  dx  Colombia  467 


Fieun  169 — Juntas  ile  Riochico  y  Kioerandí,  ireún  el  álbum  de  1a  Couiiiión 

Cotogrifiei  —  Incilito 

liza  perezosamente  el  Guadalupe,  que  á  pocas  leguas  apresu- 
ra su  curso  más  y  mis,  hasta  meterse  entre  paredones  enormes 
en  la  orilla  de  un  profundo  abismo,  Lleg-ado  alK,  sus  aguas  se  lan- 
zan al  fondo  del  precipicio,  pero  á  los  25  ms.  chocan  con  un  resal- 
to de  la  peña,  y  en  arco  se  levantan  sobre  ella  con  fragor  horríso- 
no, para  rodar  en  seguida  p3r  125,  hasta  dar  sobre  otra  peña; 
donde  del  lado  del  precipicio  se  eleva  una  mole  colosal  con  dos 
grandes  aberturas,  por  las  cuales  se  precipitan  las  aguas  por  ter- 
cera vez,  divididas  en  porciones  iguales  hasta  alcanjar  el  fondo  de 
la  grieta,  distante  too  ms.  En  el  primer  salto  forma  el  rio  una  nu- 
be de  más  de  30  ms.  de  diáfnetro,  y  dos  en  el  ultimo,  la  una  de  SS 
en  el  punto  en  que  se-  divide  en  dos  chorros,  y  la  otra  de  1 10  en  el 
fondo.  El  fragor  de  las  aguas  espumosas,  sus  tres  saltos  seguidos 


468  NuivA  GeogkafÍa  rr  Colomiiia 


Figura  170— Cascida  de  Guadalupe,  según  el  álbum  de  la  Comisii^n  Corográ- 
nca — Inédiio 

por  entre  rocas  desnudas,  entre  las  cuales  hierven  y  se  agitan  los 
iris  que  cruzan  las  brumas  á  manera  de  lazos  de  oro  azul  y  nácar, 
verdura  que  rodea  el  cuadro,  todo  hace  el  espectáculo  pintores- 
en  extremo.  La  cascada  tiene,  pues,  250  ms.de  altura,  y  el  ex- 
remo  inferior  se  aparta  75  del  punto  donde  prircipía.  Masas  con- 
usas  ydesordenadas  de  g;randes  peñas  forman  luéj^o  el  lecho  del 
Guadalupe,  que  baja  aún  á  razón  de5(í  ms.  en  cada  100  de  curso,  y 
empuja  sus  ondas  tumultuosas  por  entre  pedrejones,  formando  vór- 
tices 6  remolinos  hasta  perderse  en  el  Porce,  al  pie  del  pueblilo  del 
Higuerdn.  Durante  las  grandes  crecientes  es  mayor  y  más  impo- 
nente el  espectáculo  de  esta  caída. 

Ahora,  si  nos  transportamos  á  las  tierras  del  Nechl  y  segui- 
mos su  curso  y  el  de  sus  afluentes,  tras  de  algunos  caseríos  sobre  el 
Tenche  se  encuentra  el  pueblo  de  Angostura  en  una  pequeña  ho- 
yada, y  por  liltimo  aparecen  Yarumal  y  Campamento,  á  cuyos  pies 
corre  el  Cañaverales,  que  luego  desaparece  media  luegua  entre 
enormes  yagrupadas  peñas,  sin  que  se  perciba  el  ruidodelasaguas^ 
salvo  que  corran  en  lecho  p'ano,  puesto  que  al  resurgir  apenas 


NuiVA  Geografía  de  CoijOmbia  4^69 


llevan  moderada  velocidad ;  unido  al  Tenche,  resulta  formado  el 
Nechí.  El  pueblo  de  Campamento  está  en  un  cerro,  y  Yarumal,  la 
rica  metrópoli  antioqueña  del  N.,  en  el  declivio  de  otro,  dominada 
al  parecer  por  simples  colinas  que  vistas  del  opuesto  lado,  sobre  el 
valle  del  Cauca,  se  muestran  lo  que  son,  el  tope  de  una  elevada 
cordillera. 

A  medida  que  avanza  el  Nechí  por  agreste  lecho,  sus  arenas 
son  más  auríferas,  por  lo  que  en  todo  su  curso  hay  ricos  lavaderos 
de  ese  metal,  hasta  su  unión  en  Dos  Bocas  con  el  Porce.  Vénse 
por  todas  partes  las  huellas  de  los  trabajos  del  hombre  á  orillas 
de  las  aguas  en  busca  de  los  granos  de  oro,  menudos  unos,  gran- 
des otros,  de  variada  cristalización  los  más.  En  fin,  en  la  especie 
de  península  que  se  alza  entre  la  parte  inferior  de  los  dos  grandes 
ríos  de  las  breñas  antioqueñas,  se  encuentran  las  poblaciones  de 
Anorí  y  Zea,  que  también  deben  su  rápido  progreso  á  las  arenas  au- 
ríferas de  todos  los  arroyos  y  riachuelos  que  fecundan  su  territorio 
ya  en  pleno  clima  tropical.  Otro  tanto  sucede  en  esa  otra  especie  de 
península  alzada  entre  el  Cauca  y  el  bajo  Nechí,  cubierta  de  cen- 
tros mineros,  no  obstante  lo  ardiente  y  malsano  del  clima,  y  en  la 
cual  simples  colinas  como  son  los  Pirineos,  toman  apariencia  de 
grandes  cerros  por  el  contraste  con  los  profundos  valles  que  se 
abren  á  sus  pies. 

Al  mediodía  de  los  cerros  de  Santa  Rosa  se  suceden  el  valle 
de  Medellín  y  las  elevadas  planicies  de  Rionegro,  que  cons- 
tituyen parte  del  tope  de  la  acrópolis  de  Antioquia  y  el  corazón 
de  los  dominios  del  pueblo  antioqueño,  tan  numeroso  en  la  actua- 
lidad. En  efecto,  por  cualquier  punto  que  el  viajero  se  dirija  á  ese 
riñon  del  Departamento,  el  creciente  desarrollo  de  la  industria  y 
los  cultivos  indican  la  aproximación  á  la  capital,  donde  se  encuen- 
tran los  hombres  acaudalados,  cuya  riqueza  anima  el  progreso  de 
esos  lugares  activos  y  trabajadores. 

El  valle  de  Medellín  ó  de  Aburra,  fértil  y  bien  poblado,  es  el 
emporio  de  la  agricultura  y  el  comercio  en  los  Andes  occidentales. 
Desde  cualquier  punto  de  las  cordilleras  que  encierran  este  her- 
mosísimo valle,  se  goza  de  la  vista  de  un  paisaje  pintoresco  y  sor- 
prendente, viéndose  simultáneamente  cinco  ó  seis  pueblos,  varios 
caseríos  y  multitud  de  casas  de  recreo  esparcidas  en  la  llanada  del 
fondo  ó  en  las  faldas  de  los  cerros  que  bajan  á  perderse  en  ella.  El 
contraste  formado  por  los  diversos  colores  de  las  siembras  de  cli- 
ma frío  y  templado,  manchones  de  árboles  frutales,  sauces  en  tomo 
de  amenas  praderas,  es  de  un  efecto  magnífico,  y  completa  la  be- 
lleza del  cuadro  el  río  Medellín,  más  abajo  Porce,  de  arenas  aurí- 
feras. Sentada  sobre  sus  vegas  y  risueña  y  próspera,  mírase  la 
ciudad  capital,  cuyas  calles  aseadas  y  tiradas  á  cordel,  lo  mismo 
que  sus  buenas  casas  y  primorosas  quintas,  anuncian  el  bienestar 
de  sus  hijos.  Las  manzanas  de  la  ciudad  están  decoradas  con  las 
copas  de  grandes  árboles  cuyas  ramas  se  extienden  sobre  las  te- 
chumbres y  se  enlazan  á  los  festones  de  rosa  y  de  jazmín  que  ador- 
nan las  paredes.  Las  casas  tienen  por  lo  comün  bellos  jardines,  y 
esta  costumbre  hace  de  la  ciudad  un  jardín  ameno  y  perfumado. 

El  valle  de  Medellín,  que  mide  unas  1 5  leguas  de  largo  por 
3  á  6  de  anchura,  encierra  once  pueblos,  todos  con  flores,  árboles 


470  Nueva  Geografía  de  Colombia 


frutales  y  ricas  sementeras,  por  lo  que  bien  puede  decirse  que  todo 
él  es  un  extenso  parque  encerrado  por  dos  serranías  de  casi  igual 
altura,  las  cuales  á  veces  muestran  algün  pico  rocalloso  y  visten  sus 
faldas  de  pastos  ó  de  bosques  regados  por  multitud  de  arroyos. 

Al  sur  de  la  ciudad  y  al  pie  delalto  de  San  Miguel  se  agrupan 
en  unos  pocos  kilómetros  cuadrados  Caldas,  Estrella,  ItagüC  y  En- 
vigado, que  son  prósperas  poblaciones ;  como  cortejo  de  Medellín  se 
escalonan  á  la  izquierda  del  rio  Belén,- La  Granja,  Robledo  y  Ana, 
y  algo  más  lejos  San  Cristóbal  y  Hatoviejo,  poblaciones  antes  ca- 
becera de  Municipios  absorbidos  por  la  ciudad  principal ;  en  fin, 
más  abajo,  pero  en  la  opuesta  orilla,  se  escalonan  sobre  la  ca- 
rretera Copacabana,  Girardota  y  Barbosa.  El  valle  termina  unos 
20  kilómetros  al  N.  de  esta  última  población,  y  de  ahí  en  ade- 
lante el  Porce  corre  en  un  valle  tan  angosto  y  agreste,  que  más 
bien  parece  una  fractura  ó  hundimiento  entre  próximas  y  decre- 
cientes cumbres,  á  trechos  rotas  para  dar  paso  á  las  aguas  latera- 
les, por  lo  cual  allí  no  existe  ningün  centro  importante  de  pobla- 
ción. La  conformación  del  valle  del  Porce  no  se  modifíca  sino  unas 
pocas  leguas  antes  de  Dos  Bocas,  ó  sea  el  punto  donde  se  junta 
con  el  Nechí,  ó  mejor,  tributa  á  ese  río,  puesto  que  pierde  su 
nombre. 

En  efecto,  poco  antes  de  la  boca  del  Guadalupe,  en  el  punto 
en  que  el  Porce  tiene  un  puente  á  794  ms.  de  altitud,  se  ve  paten- 
te la  ruptura  del  marco  de  cumbres  que  rodean  el  valle  de  Mede- 
llín, ó  sea  la  hoz  por  donde  las  aguas  se  precipitan  golpeándose 
de  roca  en  roca,  entre  alisadas  peñas,  que  parecen  los  muros  de 
altos  edificios  alzados  entre  los  múltiples  iris  que  forma  la  bruma 
ocasionada  por  el  constante  rompimiento  del  oleaje  sobre  los  ne- 
gros pedrejones.  Esa  lluvia,  herida  por  los  rayos  del  sol,  dibuja 
arco-iris  bellos  y  concéntricos,  cuya  posición  varía  según  se  eleve 
ó  baje  el  sol. 

Después  de  la  confluencia  del  Porce,  á  causa  de  lo  bajo  del 
terreno,  de  los  vecinos  y  dilatados  bosques,  del  calor  abrasador 
que  reina  constantemente,  mitigado  apenas  por  el  fresco  de  las 
noches,  y  de  las  abundantes  lluvias  que  se  descargan  en  estos  pa- 
rajes, el  clima  es  insalubre,  pero  los  tesoros  que  encierra  son  bas- 
tantes para  atraer  al  hombre,  que  allí  se  ha  establecido,  tomando 
como  punto  de  apoyo  á  Zaragoza,  puerto  hasta  donde  sube  la  na- 
vegación por  vapor  en  el  Nechí,  y  que  de  continuo  gana  terreno 
sobre  la  naturaleza  virgen  del  amplio  y  á  veces  pantanoso  valle 
del  bajo  Nechí. 

A  la  derecha  del  cañón  del  Porce,  tres  porciones  que  por  el 
relieve  continúan  la  faja  de  terrazas  de  Rionegro,  se  unen  á  aquel 
río  por  el  régimen  de  las  aguas :  trátase  de  los  vallecitos  de  Amalfí, 
del  haz  de  valles  del  Man  y  de  la  cuenca  del  Bagre.  En  uno  de 
los  primeros  está  la  ciudad  que  les  da  nombre  :  es  una  de  esas  po- 
blaciones antioqueñas  de  reciente  origen,  pero  de  rápidos  progre- 
sos, no  obstante  haberse  fundado  en  plena  selva  virgen.  La  ciu- 
dad de  Amalfí,  situada  en  tierras  feraces,  entre  Medellín  y  Zara- 
goza, por  una  parte,  y  por  otra  entre  los  grupos  mineros  de  San- 
ta Rosa  y  Remedios,  ha  llegado  á  ser  uno  de  los  más  importantes 
mercados  de  Antioquia,  tanto  para  el  oro  como  para  los  ganados 


Nueva  Geografía  de  Colombia  471 


y  las  muías,  que  se  crían  en  las  tierras  apenas  onduladas  del  valle 
y  de  las  faldas  que  al  otro  lado  de  la  deprimida  cordillera  bajan 
por  Cancán  hacia  las  selvas  del  Mag-dalena.  Los  angostos  y  pro- 
longados valles  del  Man,  que  se  agrupan  como  los  dedos  de  una 
mano  extendida,  encierran  una  multitud  de  caseríos,  embriones  de 
futuros  pueblos. 

Cuanto  á  la  cuenca  del  Bagre,  abierta  al  N.  de  Remedios,  es 
una  de  las  regiones  orohidrográfícas  más  notables  de  Antioquia,  y 
aun  cuando  encierra  grandes  riquezas,  aun  se  niuestra  poco  habi- 
tada, por  la  insalubridad  del  clima.  Compónese  de  dos  grupos  de 
valles :  al  N.  los  que  fecundan  el  Tigüí  y  sus  afluentes,  nacidos 
entre  serranías  de  escasa  altura  y  for.nas  agrestes  que  delinean 
un  óvalo  roto  al  SW.,  ó  sea  al  opuesto  lado  de  la  región  Tiinerade 
Guamacó,  que  un  mal  camino  enlaza  al  pueblo  de  Sopí,  situado  en 
las  riberas  del  Magdalena  central.  El  grupo  meridional  lo  consti- 
tuyen el  alto  Bagre  y  sus  tributarios,  y  su  territorio  es  análogo  al 
anterior,  de  suerte  que  el  río,  que  es  navegable,  en  verdad  no  re- 
sulta sino  cuando  se  unen  los  dos  citados  brazos,  lo  que  sucede 
unas  pocas  leguas  al  E.  de  Zaragoza. 

Si  de  la  cuenca  del  alto  Bagre  seguimos  hacia  el  S.,  hallare- 
mos entre  ella  y  Cancán  las  cabeceras  del  Ité,  donde  se  cuenta  Re- 
medios, en  clima  fecundo  é  insalubre  pero  habitado,  por  ser  una  de 
las  regiones  de  Antioquia  más  ricas  en  oro ;  y  si  no  ha  progresado 
más  todavía,  débese  á  que  aun  cuando  naturalmente  se  vuelve  hacia 
el  Magdalena,  por  falta  de  caminos  y  por  estar  desierto  el  Ité,  sus 
moradores  se  han  visto  obligados  á  buscar  hacia  el  Ocaso  sus  vías 
de  comunicación,  en  aguas  navegables. 

Al  Sur  de  la  cuenca  de  Guamocó  están  las  tierras  de  Reme- 
dios, que  se  extienden  hacia  Cancán,  las  cuales  se  componen  de 
valles  que  se  abren  hacía  el  Magdalena  reunidos  en  dos  grupos 
que  en  su  parte  inferior  divide  el  Cerro  Grande.  Pudiera  decirse 
que  aquí  la  hoya  del  gran  río  sube  franca  y  regularmente  á  colin- 
dar con  la  del  Cauca,  como  lo  hace  más  al  mediodía,  de  suerte  que 
entre  esos  dos  ascensos  se  extiende  una  faja  de  terrazas  de  bastante 
altura,  cuyas  aguas  se  distribuyen  á  la  manera  de  las  varillas  de 
un  abanico,  para  formar  un  solo  río,  el  Nare,  á  cuya  derecha  se  re- 
pite el  fenómeno  indicado  allá  sobre  su  izquierda. 

Esta  faja  de  terrazas  constituye  la  cuenca  del  Rionegro,  pues- 
to que  sólo  en  su  extremo  N.  se  muestra  independiente  una  peque- 
ña porción,  bien  que  allí  se  abren  las  cabeceras  del  Ñus,  el  princi- 
pal afluente  del  Nare,  que  fecundan  los  vallecitos  de  Yolombó. 
Cuanto  á  la  cuenca  del  Rionegro,  principia  con  topografía  bastante 
análoga,  pues  los  valles  de  &nto  Domingo  se  abren  hacia  donde 
el  río  principal  deja  la  alHpIarncüy  la  que  se  extiende  hacia  el  me- 
diodía á  morir  sobre  el  principio  del  gran  ensanche  de  la  cordille- 
ra central,  por  lo  cual  para  fijar  sus  detalles  conviene  recorrerla 
de  S.  á  N. 

Cuando  se  penetra  en  la  comarca  de  Rionegro  por  el  cami- 
no de  Manizales  y  Sonsón,  el  viajero,  después  de  haber  recorrido 
un  terreno  tan  quebrado,  se  detiene  embelesado  á  contemplar  de 
repente  una  llanura  que  se  extiende  entre  cerros,  cubierta  de 
mieses  y  de  pastos,  que  aparece  dominada  por  el  caprichoso  Ce- 


47^  NcEVA  Geografía  de  Colombia 


rro  Corcovado,  que  avanza  en  ella  á  modo  de  península,  levantando* 
se  en  su  centro  como  isla. el  cerrb  cdnico  de  Capiro.  La  planicie 
mide  lo  leguas  de  S.  á  N.  por  4  de  E.  á  W.,  penetra  en  amplia  en- 
senada á  Guarne,  á  San  Vicente,  á  Magdalena  y  á  Concepción,  y 
en  callejón  tortuoso  sobre  Guatapé  y  Nudizales,  donde  está  el  salto 
minúsculo  del  Rionegro.  Y  desde  la  altura  que  separa  á  la  Con- 
cepción de  Santo  Domingo  y  que  cruza  el  camino  real,  se  ve  per- 
fectamente el  canal  por  donde  corre  el  río,  entre  breñas,  después 
de  haber  serpeado  lentamente  por  la  llanura,  así  como  también  la 
famosa  peña  del  Peñol,  célebre  por  su  masa  y  por  su  forma,  y  los 
notables  cerros  Corcovado  y  Capiro.  En  la  llanura  están  próximas 
las  rivales,  ricas  y  antiguas  ciudades  de  Rionegro  y  Marinilla, 
y  multitud  de  pueblos  y  caseríos,  viéndose  dondequiera  cultivado 
y  poblado  el  terreno,  porque  esta  es  una  de  las  dos  mitades  del 
corazón  de  Antioquia,  siendo  la  otra  el  aledaño  valle  de  Medellín. 

La  antigua  ciudad  de  Antioquia  es  en  cierto  modo  la  cuna  de 
un  grupK)  importante  de  la  familia  colombiana,  de  un  pueblo  ca- 
racterizado p)or  sus  costumbres,  robustez  y  laboriosidad,  de  genio 
emprendedor  y  comercial,  y  que  ocupa  en  la  República  la  tierra 
del  oro  ]X)r  excelencia.  Los  antioqueños  han  sido  llamados  \os^an~ 
quis  colombianos. 

El  campesino,  agricultor  ó  minero,  procura  siempre  ser  pro- 
pietario, como  condición  indispensable  para  su  independencia.  Los 
varones  se  casan  de  ordinario  antes  de  los  18  años,  y  las  mujeres 
entre  los  1 1  y  los  14,  lo  que  prueba  la  confianza  que  tienen  en  su 
trabajo  para  sostener  las  crecidas  familias  que  constituyen  un  ho- 
gar antioqueño,  debido  á  la  fecundidad  de  la  raza.  En  efecto,  es 
increíble  el  espíritu  de  empresa  de  los  antioqueños,  como  que  á 
diario  se  ven  individuos,  sin  más  recursos  que  su  propio  esfuerzo, 
acometer  empresas  mineras  y  agrícolas,  sin  pararse  por  los  reve- 
ses de  la  suerte,  hasta  llegar  á  un  éxito  feliz,  á  fuerza  de  constan- 
cia. Los  más  acomodados  son,  empero,  los  más  prudentes,  puesto 
que  temen  arriesgar  el  fruto  de  su  trabajo,  llegando  á  veces  hasta 
el  extremo  de  no  consultar  sino  su  propio  interés,  y  á  la  vez  se  en- 
cuentran entre  ellos  muchísimos  que  atraviesan  los  mares  en  píos 
de  negociaciones  mercantiles  en  cualquier  punto  del  globo.  No 
obstante,  el  mayor  número  no  abandona  su  país  natal,  sino  que  á 
lo  sumo  se  establece  en  sus  extremidades  ó  fronteras,  cuando  á 
ello  los  guía  la  busca  de  mejores  tierras  ó  de  un  mercado  mejor. 
En  todo  caso,  es  increíble  el  vigor  de  esta  raza,  que  permite  al  in- 
dividuo solo  internarse  en  la  montaña  desierta  en  persecución  de 
terreno  adecuado  para  establecer  la  roza  y  la  blanca  casita,  de 
donde  esas  enormes  extensiones  de  bosque  descuajadas  en  poco 
tiempo  y  esa  serie  de  poblaciones  importantes  constituidas  en  po- 
cos años. 

Los  antioqueños  tienen  rasgos  de  índole  moral  y  social  tan 
acentuados,  que,  pese  á  las  divisiones  políticas  ó  de  cualquier  orden, 
no  formarán  nunca  sino  un  solo  grupo  con  idénticos  caracteres,  in- 
clinaciones y  costumbres,  diferentes  en  un  todo  de  los  demás  pue- 
blos colombianos  ♦. 


*  Esta  rotunda  aserción  sociológica,  día  por  día  conñrmada  por  los  acoa- 
leclmieatos,  la  escribió  Codaxzi  hace  Cosa  de  sesenta  aftos. 


Nubva'Gkockafi'a  bi  Colohbu 


"  Podria  decirse  que  está  por  todas  partes  incomunicada,  por- 
que los  caminos  que  van  al  Maffdalena  y  al  valle  del  Cauca  son  de 
tal  modo  peligrosos,  que  en  la  estación  de  las  lluvias  es  una  ver- 
dadera temeridad  el  pretender  transitarlos,  habiendo  algfunos  que 
no  pueden  pasarse  en  verano  ni  en  invierno  á  caballo,  y  hay  que 
hacer  uso  de  hombres  que  llevan  las  personas  y  las  cosas  á  espal- 
da, funcionando  como  bestias Si  este  país  no  hubiera  sido  aurt- 

íero  como  lo  es,  los  habitantes  de  Antioquia  serían  los  más  infeli- 
ces de  todo  Colombia,  porque  no  podrían  cultivar  frutos  exporta- 
bles por  la  carencia  de  caminos,  y  estarían  reducidos  í  sembrar 
para  comer  y  vestir  malamente.  El  oro,  pues,  que  se  exporta  de 
cualquier  modo,  hace  prodigios,  porque  es  la  causa  principal  del 
comercio  activo  que  mantienen  estos  habitantes  industriosos,  i  pesar 
de  sus  malas  y  peligrosas  vías." 


En  las  líneas  anteriores  pintó  Codazzi  la  situación  de  las  mon- 
tañas antioqueñas  hacia  mitad  del  siglo  xix  ;  y  los  prodigios  que  él 
preveía  había  de  produciré!  oro  en  aquellas  tierras,  se  han  cum- 
plido á  la  letra  :  no  solamente  se  han  fundado  numerosas  pobla- 
ciones donde  antes  era  el  desierto,  sino  que  en  la  actualidad  estas 
montañas  son  las  que  se  recorren  con  mayor  comodidad,  debido  á 
los  buenos  caminos  que  las  cruzan  en  todas  direcciones.  Conviene 
sí  advertir  que  en  esta  obra  el  oro  ha  sido  ayudado  por  el  carácter 
del  pueblo,  la  existencia  de  la  verdadera  vida  municipal  y  la  ener- 
gía de  las  autoridades. 


—Tipo  de  ciudad  anlioquena  ile  la  cordillcia 


El  genial  espíritu  de  aso''ÍacÍ<5n  que  anima  á  estos  hombres, 
u  dése  >  de   enriquecerse  lo  más  pronto  posible,  la  sobriedad  que 
AWm  Ctepvfla  di  Ctltmbia  tomo  i — 31 


474 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


«os  caracteriza,  sus  costumbres  arreboladas  y  su  valor  y  perseve- 
rancia en  las  empresas,  los  ha  llevado  á  explotar  hasta  las  tierras 
malsanas,  de  suerte  que  es  quizá  el  único  grupo  de  montañeses 
colombianos  que  puede  disputar  á  la  raza  de  color  el  dominio  de 
comarcas  como  el  Chocó.  Por  desgracia,  ese  espíritu  de  asociación 
se  ha  extremado  hasta  convertirse  en  una  especie  de  exclusivismo 
que  lleva  á  los  antioqueños  á  mirarse  como  tales  ante  todo  y  en 
toda  ocasión.  Las  costumbres  domésticas  han  conducido  á  los  hom- 
bres á  tener  como  centros  preferentes  de  reunión  los  casinos,  y  de 
ahí  la  generalización  del  alcoholismo  con  sus  fatales  consecuen- 
cias— ^la  barbera  y  la  baraja, — muy  de  temerse,  dada  la  extraor- 
dinaria fecundidad  de  esta  raza,  que  hoy  comprende  muchos  cien- 
tos de  miles  que  serán  millones  en  un  futuro  no  lejano.  Por  fortuna, 
como  los  antioqueños  son  inteligentes  y  amantísimos  de  la  lectura  y 
de  la  educación,  si  los  prohombres  de  la  raza  resolvieran  en  tiempo 
mejorar  los  defectos  apuntados,  seguramente  los  corregirían  con 
indudables  ventajas  para  el  país. 

VI.  El  SinÚ — Sinónimo  este  nombre  de  grandes  riquezas  au- 
ríferas, allá  en  los  primeros  tiempos  de  la  conquista,  por  no  ha- 
berse  realizado  las  esperanzas  en  el  particular  fundadas,  la  región 
á  que  correspondía  cayó  en  una  especie  de  olvido,  de  tal  manera 
que,  no  obstante  ser  una  de  las  partes  del  suelo  patrio,  llegó  á  ser 
tan  desconocida  de  los  colombianos  de  las  Cordilleras  como  el 
Congo  ó  la  Patagonia.  Y  qué  mucho  que  tal  sucediera,  si  el  Sr. 
Felipe  Pérez  en  la  Geografía  oficial  de  Bolívar  resumió  el  aspecto 
físico  de  la  comarca  en  las  siguientes  líneas :  "  I^  mayor  parte  del 
territorio  de  Bolívar  es  una  inmensa  llanura  anegada.  Las  hoyas 
de  los  ríos  Cauca,  San  Jorge  y  Sind  están  perdidas  completamen- 
te por  los  derrames  de  sus  corrientes."  Y  aun  hoy  mismo  el  Sind 
es  mejor  conocido  de  los  extranjeros  que  de  los  colombianos  del 
interior. 


Figura  1 72 — Diagrama  de  las  secciones  que  componen  el  Sinú 


El  Sind,  geográficamente  considerado,  no  es  sino  el  talud  sep- 
tentrional de  los  Andes  occidentales  que  resulta  del  cruce  de  éstos 


Nueva  Geografía  de  Colombia  475 


con  las  serranías  Caribes,  y  por  esto  es  en  cierto  modo  la  contra- 
parte geográfica  de  "  El  Sur,"  como  que  si  á  éste  caracteriza  una 
de  las  más  hermosas  manifestaciones  del  relieve  montañoso,  el 
Siná  se  nos  presenta  como  uno  de  los  más  bellos  especímenes  de  las 
llanuras  bajas  rodeadas  por  colinas.  Difieren  también  en  su  decli- 
vio general,  puesto  que  en  el  Sinü  éste  es  continuo  desde  el  monte 
hasta  el  mar.  Iguales  son  las  superficies,  y  paralelos  los  ejes  de 
orientación  ;  la  mayor  diferencia  entre  las  dos  regiones  está  en  la 
distribución  de  los  habitantes,  como  que  allá  se  agrupan  entre  las 
ásperas  breñas,  dejando  casi  desierta  la  zona  que  la  enlaza  al  mar, 
en  tanto  que  acá  las  salubres  montañas  apenas  son  un  desierto  ver- 
de y  los  pueblos  y  los  caseríos  se  encuentran  todos  en  la  llanura 
litoral. 

Por  la  distribución  misma  del  relieve  y  de  la  vida  actual,  al 
Sintí  es  preciso  agregar  el  singular  grupo  de  valles  que  se  abren 
entre  las  serranías  de  las  Palomas  y  del  Águila,  y  cuyos  poblados 
remates  designan  los  hijos  de  Lorica  con  el  calificativo  de  cos/a 
abajo,  por  oposición  á  la  cos/a  arriba  que  es  la  que  sigue  hacia  Car- 
tagena, quedando  entre  las  dos  el  Golfo  de  Morrosquillo. 

En  virtud  de  lo  dicho,  esta  región  del  Sinü  comprende  tres 
secciones  principales:  i.®  Al  Sur,  los  Valles  del  Sinú,  ó  sea.  las 
partes  altas  y  central  del  río,  comprendidas  entre  verdaderas  cor- 
dilleras ;  2.®  Al  Norte,  las  planicies  de  Lorica,  junto  con  las  colinas 
y  altozanos  que  las  envuelven ;  y  3.®  A  la  izquierda  la  Costa  abajo. 

Los  Valles  del  Sinü  principian  en  verdad  en  Tres  Morros,  don- 
de brotan  las  aguas  del  río;  y  si  en  las  primeras  leguas  éstas  corren 
por  uno  de  esos  valles  fríos  y  angostos,  tan  comunes  en  nuestras 
parameras,  en  seguida  se  dobla  á  los  costados  con  otros  similares , 
de  suerte  que  cuando  todos  se  han  fundido  en  uno  solo,  para  lo  cual 
las  corrientes  pasan  una  y  otra  cresta  por  hoces  y  salterias  cuya 
hermosura  apenas  si  llama  la  atención  de  los  monteadores,  resulta 
formado  un  gran  valle  entre  las  elevadas  cimas  de  Quimarí  y  Mu- 
rrucucü,  por  tantos  años  centros  de  las  más  singulares  consejas  y 
tradiciones,  debido  á  un  curioso  fenómeno  atmosférico  en  ellas  cum- 
plido :  al  principiar  el  invierno  parece  como  que  el  Murrucucü 
lanzara  repetidas  descargas  de  artillería  que  contesta  con  voz  al- 
go más  sorda  el  Quimarí.  A  veces  fuego  de  fusilería  reemplaza  el 
del  cañón,  y  por  las  noches  se  hace  tan  nutrido  que  es  casi  imposi- 
ble sostener  una  conversación  dentro  de  las  casas.  La  nube  tem- 
pestuosa, de  ordinario  se  eleva  y  disuelve  en  la  mañana  para  dar 
campo  á  un  día  resplandeciente. 

En  Tucura  puede  decirse  que  terminan  los  valles  altos  del 
Sinü,  es  decir,  allí  donde  el  Murrucucü,  aun  inexplorado  científi- 
camente, levanta  su  inmensa  mole  de  verdura,  que  remata  en  una 
corona  de  blancos  peñascales.  En  efecto,  de  aquí  para  el  Sur  se  en- 
cuentra algo  así  como  un  nuevo  cielo  y  nuevo  clima :  las  aguas  se 
precipitan  en  vez  de  correr;  el  río,  ya  no  encajonado,  se  ensancha 
y  pierde  fondo,  puntas  de  negra  peña  asoman  aquí  y  allá  de  entre 
la  espuma,  los  troncos  forman  isletas  en  las  avenidas,  y  una  natu- 
raleza más  áspera  reemplaza  las  brillantes  alfombras  de  la  zona 
tropical. 


476  NuRVA  Grografia  de  Coloubia 


Es  en  el  término  de  esta  zona  donde  se  halla  la  granangiM- 
tura  de  Tucura,  donde  el  rfo  se  oprime  alborotado  entre  altos  pa- 
redones de  rocas  perpendiculares,  que  parecen  tajadas  por  la  mano 
del  hombre.  Un  poco  abajo  de  ella  está  el  pueblo  indio  de  Tucura, 
el  primero  que  se  encuentra  bajando  el  Sinü  y  en  cuyos  alrededo- 
res se  explotan  varias  minas  de  aluvión  y  principian  las  haciendas  y 
las  plantaciones  de  cacao,  fruta  que,  como  todas  las  aquí  produci- 
das, suele  presentar  un  tamaño  tres  veces  mayor  que  el  ordinario. 


(73— riaya  de  Boquerones  é  isla  Gotgo na,  según  elilbumdelaCoinisinn 
Corogrifica — Inéd  ¡t  o 


La  bajada  del  Sinú  en  barca,  en  su  parte  central,  durante  la 
noche  ofrece  un  espectáculo  bien  singular,  porque  no  siendo  ancho 
el  cauce  que  se  abre  entre  hileras  de  árboles  y  bejucos,  semeja  una 
calle  interminable  de  edificios  de  las  más  fantásticas  formas,  á 
trechos  surcados  por  las  diminutas  tuces  del  cocuyo,  pero  todo 
inmdvil  y  silencioso,  al  parecer  dormido  ó  muerto,  para  despertar 
al  toque  del  alba  y  vibrar  con  ta  vida  exuberante  de  los  trópicos. 
En  el  Sinú,  en  los  viajes  de  bajada  se  navega  también  de  noche,  y 
en  tres  horas  se  desciende  lo  que  en  la  subida  ha  sido  la  jornada 
de  todo  un  día. 

Cuandosehan  dejado  atrás  el  Murrucucií,  Las  Palomas  y  la 
boca  de  la  ciénaga  de  Betanct.  de  repente  se  sale  del  desierto  ver- 
de,se  hallan  las  primeras  labranzasde  los  agricultores  de  Montería, 
y  luego  la  albarrada  del  pueblo,  cuya  vista  presenta  un  aspecto 
muy  particular.  En  efecto,  en  esta  y  otras  poblaciones  del  bajo  Sinú 
las  casas  no  se  dejan  ver  del  lado  del  río:  en  la  ribera  se  alza  una 
alta  albarrada  de  tierra  destinada  á  defenderlas  de  las  avenidas 


Nueva  Geografía  de  Colombia  477 


del  invierno,  y  su  proximidad  no  se  adivina  sino  por  las  embarca- 
ciones amarradas  en  el  puerto.  En  todo  caso,  la  vista  de  Montería 
es  más  pintoresca  porque  cada  casa  está  edificada  entre  un  bosque 
de  naranjos,  y  tanta  fruta  de  esta  clase  produce,  que  abastece  de 
ella  hasta  el  mercado  de  Cartagena.  En  los  otros  pueblos  apenas 
se  distingue  por  sobre  la  albarrada  una  aglomeración  confusa  de 
techos  pajizos,  y  ninguna  verdura  alegra  la  mancha  blanquecina  ó 
cenicienta  que  en  conjunto  ofrecen  á  los  ojos  de  los  que  viajan  por 
el  río.  Tam|X)co  se  nota  movimiento  ó  ruido  en  esos  pueblos,  por- 
que de  día  los  hombres  van  á  sus  labranzas  y  majadas,  y  las  muje- 
res y  los  niños  permanecen  dentro  de  sus  casas ;  es  sólo  por  la  no- 
che, en  especial  en  las  de  verano,  cuando  la  vida  social  despierta 
en  esos  lugares  con  todo  su  vigor. 

Mas  si  se  deja  el  río  y  nos  transportamos  á  alguna  de  las  coli- 
nas que  al  SE.  de  Montería  dominan  la  llanura,  y  mejor  aún  á  los 
remates  de  las  de  las  Palomas,  que  le  demoran  al  SW.,  tendremos 
á  la  vista  uno  de  los  cuadros  más  hermosos  que  ofrece  el  variado 
suelo  colombiano. 

Es  la  plácida  llanura  del  bajo  Sinü,  que  en  sus  12  leguas  de 
longitud  por  6  de  anchura,  se  extiende  como  riquísimo  joyel, 
por  todas  partes  envuelta  por  cerritos  y  colinas  de  igual  altura, 
que  por  ser  pequeñas,  apenas  parecen  un  realce  del  fondo,  por  lo 
cual  hacia  el  N.  y  NW.  se  confunde  el  horizonte  con  el  azul  del 
mar,  á  un  lado  mezclado  con  línea  más  sombría  de  las  costas  de 
Cartagena ;  en  tanto  que  al  Oriente  se  enlaza  la  perspectiva  con 
la  de  las  sabanas  con  sus  varias  sombras  y  las  llanuras  donde  las 
aguas  producen  argentados  reflejos  cuando  las  hiere  la  luz,  refle- 
jos que  por  momentos  ocultan  las  brumas  que  de  ellas  se  levantan, 
y  que,  por  lo  mismo,  parecen  palpitaciones  del  sol. 

El  río,  que  entra  á  la  llanura  reducido  á  un  solo  lecho,  pronto 
rompe  sus  prisiones,  y  se  abre  primero  en  dos  brazos,  luego  en 
cuatro,  y  por  ultimo  en  un  centenar,  que  se  unen  y  tornan  á  alejar- 
se de  vario  modo,  hasta  el  punto  de  trazar  en  la  verde  pampa  una 
red  de  líneas  brillantes  de  diversa  anchura,  luciendo  entre  las  ca- 
sillas de  ese  singular  tablero,  lagunas  de  caprichosos  perímetros, 
mieses,  rebaños,  arboledas,  palmares  y  tal  multitud  de  aldeas  y 
caseríos,  que  en  el  ánimo  se  despierta  la  idea  de  una  gigantesca 
y  rústica  Veneciá  tropical,  de  un  cuadro  de  Ticiano,  de  un  en- 
sueño oriental. 

Al  recorrer  la  llanura,  si  los  vastos  horizontes  y  las  vistas 
de  conjunto  desaparecen,  en  cambio  el  paisaje  resulta  hermo- 
so de  diverso  modo:  campos  cultivados,  dehesas  cubiertas  de 
ganados,  cristalinas  corrientes  que  por  dondequiera  serpean  len- 
tamente como  para  dar  la  humedad  apetecida  á  una  vigorosa 
vegetación,  lagunas  pobladas  de  aves,  y  en  cambio  de  la  aparente 
soledad  de  la  campiña,  por  todas  partes  grupos  de  casas,  ora 
tendidas  formando  calles  á  lo  largo  de  las  aguas  navegables,  ora 
con  calles  y  manzanas,  ora  en  pintoresco  desorden,  casi  siempre 
entre  verdes  y  frondosas  praderías.  En  especial,  es  bello  el  cuadro 
de  las  vegas  en  las  poéticas  noches  de  verano,  tan  luminosas  que 
en  ellas  la  bóveda  celeste  parece  formada  por  un  solo  y  magnííico 
lucero.  No  cabe  la  miseria  en  esta  fecunda  tierra,  desgraciada- 


473  Nueva  Geografía  de  Coloubia 


mente  enervadora  y  en  partes  enfermiza,  no  obstante  lo  cual,  des- 
contada la  superficie  de  las  ag'uas,  la  población  alcanza  40  ha- 
bitantes por  kilómetro  cuadrado,  siendo  sí  de  advertir  que  mal  ave- 
nidos con  el  aislamiento  característico  de  los  montañeses,  en  vez 
de  regar  sus  viviendas,  las  agrupan  para  constituir  siete  pueblos, 
veinte  aldeas  y  más  de  un  centenar  de  caseríos,  entre  los  cuales, 
de  ordinario,  no  se  encuentra  sino  la  campiña  desierta. 

Así  están  en  la  llanura  Cereté  con  Mateo  Gómez,  Wilches, 
Cedro  y  Martínez,  de  todos  los  cuales  aún  se  distinguen  algunas 
colinas  que  cierran  el  horizonte  por  el  Ocaso,  y  los  que  dominan  la 
gran  bifurcación  del  Sintí ;  San  Pelayo  con  Carrillo,  Maderas, 
Obligado  y  Guamas,  esta  ultima  con  su  caserío  fraccionado  en  cua- 
tro grupos ;  hacia  la  derecha  Ciénaga  de  Oro,  á  la  sombra  de  dos 
colinas  que  no  la  defienden  de  las  inundaciones,  con  Verástegui, 
Punta  de  Yáñez,  San  Carlos,  que  una  altura  guarda  de  los  huraca- 
nes, y  Colomboy ;  Chima,  en  situación  análoga,  con  Sitioviejo,  Ara- 
che  y  Corozalito ;  Purísima  con  Mómil  y  Sabaneta,  y  por  último, 
Lorica,  la  metrópoli  indiscutible  de  la  región,  por  su  posición  geo- 
gráfica, allí  donde  vuelven  á  reunirse  los  grandes  brazos  del  Sinú, 
río  que  le  sirve  de  vía  navegable  hacia  el  mar,  pero  que  por  una 
singular  paradoja  de  la  geografía  física,  es  camino  que  resulta 
tres  veces  más  largo  que  el  directo  por  tierra.  Débese  esto  á  la 
larga  curva  que  describe  el  río,  que  á  lo  último  gira  á  la  derecha, 
por  muchos  kilómetros  apenas  separado  del  Océano  por  una  sim- 
ple flecha  de  arena.  Por  esto,  cuando  en  barco  se  ha  zarpado  de 
Lorica,  al  caer  la  tarde,  cuando  de  pronto,  ya  extinta  la  luz,  se  oye 
el  rumor  de  las  olas  del  mar,  el  viajero  podría  creer  que  ha  lle- 
gado al  término  de  su  viaje ;  pero  luego  el  ruido  se  aleja  y  el  fenó- 
meno se  repite  varias  veces,  y  no  es  sino  hasta  clarear  el  día  cuan- 
do el  bote  alcanza  al  fin  la  calmada  bahía  donde  termina  el  Sinú. 
En  este  último  trayecto  quedan  sobre  el  río  San  Nicolás  de  Bari  y 
San  Bernardo  del  Viento. 

Si  en  la  llanura  las  colinas  de  la  izquierda  permanecen  desier- 
tas casi  en  toda  la  longitud  de  la  hpya,  los  relieves  de  la  derecha, 
por  ser  intermediarios  entre  ella  y  las  sabanas  del  San  Jorge,  están 
mejor  poblados  y  cultivados.  Al  respaldo  de  Chima  se  alza  San  An- 
drés, sobre  la  vía  de  Corozal,  y  sus  campos  presentan  lindos  paisa- 
jes, porque  hasta  la  más  pequeña  eminencia  del  terreno  aparece 
coronada  por  una  cabana  sombreada  por  árboles  frutales.  Desde 
las  colinas  más  elevadas,  que  suelen  tener  flancos  escarpados,  se  go- 
zan vistas  admirables  sobre  los  cerros  del  fondo,  que  se  envuelven 
en  manto  azul,  y  sobre  las  aguas  plateadas,  que  rielan  entre  el  ver- 
dor de  las  praderas.  Más  al  Norte  se  encuentra  á  Palmito,  con 
campos  y  paisajes  en  partes  semejantes,  en  partes  más  gran- 
diosos, porque  sus  colinas  son  las  que  se  interponen  entre  los  llanos 
de  Lorica  y  el  golfo  de  Morrosquillo,  de  donde  que  la  costa  sea 
aquí  alta  en  lo  general  y  á  trechos  sembrada  de  hermosos  grupos 
de  elegantes  cocoteros.  En  estas  colinas  está  del  lado  del  mar  San 
Antero,  y  por  ellas  cruza  la  senda  de  diez  kilómetros  que  une  á 
Lorica  con  el  Puerto  del  Sinú. 


Nueva  GioobafÍa  de  Colombu 


En  medio  de  ese  cuadro  la  boca  del  Sinü  presenta  un  aspec- 
to extraordinario  de  deso1acÍ«5n  y  de  confusión.  Por  dondequiera  se 
ven  palizadas,  y  yerbas  de  todas  clases  crecen  sobre  esas  islas  ttid- 
viles.  El  río  constituye  entre  !a  citada  flecha  de  arena  y  las  colinas 
que  están  al  respaldo  de  Lorica,  una  especie  de  archipiélago  insta- 
ble y  un  laberinto  de  canales  estrechos  que  se  obstruyen  de  impro- 
viso, de  modo  que  las  embarcaciones  pierden  tiempo  en  buscar 
un  paso,  y  á  veces  tienen  que  abrírselo  con  el  hacha.  El  río  termi- 
na sobre  la  bahía  de  Zapote,  puerto  de  los  más  segaros  pero  de 
poca  profundidad,  y  que  tres  leguas  adelante  se  confunde  con  el 
golfo  de  Morrosquíllo, 

Esta  llanura  del  Sinü,  por  su  mismo  raimen  hidroeráñco, 
sufre  vaivenes  entre  el  verano  y  el  invierno,  no  sólo  los  ordinarios 
í  todos  los  terrenos  semejantes,  sino  otros  más  fundamentales,  de- 
bido á  que  brazos  á  veces  obstruidos  por  las  palizadas,  rompen 
sobre  las  tierras  de  labor,  forman  en  ellas  grandes  lagunas  que 
las  arrebatan  al  cultivo  y  obligan  á  tos  campesinos  á  establecer 


43o  NuKVA  Geografía  dk  Colombia 


sus  labores  en  otra  parte,  bien  que  i  la  larga  casi  siempre  las 
ag^uas  abandonan  las  tierras  así  usurpadas  en  un  momento  dado. 
£n  todo  c¿LSo,  el  actual  régimen  de  vida  que  se  observa  en  esta  co- 
marca,  durará  por  muchos  años,  pues  no  antes  se  verá  obligada 
la  población  á  encauzar  permanentemente  las  aguas. 

Cuanto  á  los  valles  de  la  Cosía  abajo,  poco  habremos  de  decir 
aquí  puesto  que  en  la  mayor  parte  de  ellos  la  población  estable  se 
reduce  al  caserío  que  ocupa  la  boca  del  riachuelo  que  lo  fecunda 
y  por  el  cual  en  el  verano  remontan  los  hombres  hacia  la  monta- 
ña en  busca  de  las  especies  que  en  ella  se  explotan  ó  de  la  cace- 
ría  abundantísima  en  estos  parajes 

VIL  El  valle  del  Tolixa — Esta  región  abarca  el  ancho  valle 
del  alto  Magdalena  y  los  flancos  fronterizos  de  las  cordilleras  cen- 
tral y  oriental^  desde  el  macizo  de  Colombia  hasta  los  nevados  del 
Quindío  y  las  altas  peñolerías  de  Sumangá,  por  lo  cual  escalona 
sus  climas  de  los  hielos- eternos  á  las  llanuras  ardientes,  y  presenta 
inñnita  variedad  de  configuraciones  en  su  relieve,  en  porciones  no 
pequeñas  poco  menos  que  desconocido  aun.  Naturalmente  com- 
prende,  por  lo  tanto,  al  mediodía  las  tierras  de  Ttmaná,  de  dobla- 
do suelo,  íntegramente  compuesto  de  valles  convergentes  :  al  cen- 
tro las  cuencas  de  las  llanuras  de  Neiva,  del  Espinal,  de  Ambalema 
y  de  Mariquita ;  á  la  izquierda  los  flancos  de  la  cordillera,  subdivi- 
didos  en  breñas  de  Tierradentro,  hoya  del  Saldaña,  terrazas  de 
Ibagué  y  flancos  de  los  nevados,  por  excelencia  llamados  aquí  la 
Cordillera ;  á  Ei  derecha  la  falda  de  la  Cordillera  oriental  con  las 
terrazas  de  Fortalecillas,  los  valles  de  Colombia,  Melgar  y  las  cuen- 
cas  de  Fusagasugá,  Tocaima,  Villeta,  Guaduas  y  Muzo,  abiertas 
como  escalón  inferior  al  pie  de  la  Sabana  de  Bogotá. 

Neiva — La  parte  meridional  del  valle  del  Tolima,  aquella  que 
se  muestra  rodeada  por  muro  continuo  de  cumbres,  no  encierra 
tierra  llana  sino  hacia  su  extremo  N.,  pues  en  el  resto  el  suelo  se 
muestra  ocupado  por  los  estribos  de  las  cordilleras  que  se  articu- 
lan en  el  macizo  de  Colombia. 

Vése  aquí  por  una  parte  el  páramo  aplanado  del  Buey,  cuyo* 
nombre  recibe  una  laguna  que  está  á  su  pie ;  y  por  otra  algunas 
crestas  de  altos  cerros  en  cuyas  bases  se  halla  la  laguna  de  San- 
tiago, origen  del  río  Caquetá.  Rodeadas  de  cimas,  peñascosas  las 
unas  y  llenas  de  frailejón  las  otras,  corren  las  primeras  aguas  del 
río  Magdalena,  buscando  la  bicectriz  del  ángulo  que  forman  las 
dos  cordilleras  articuladas  en  los  mencionados  páramos  de  Lasr 
Papas  y  el  Buey. 

La  cordillera  Central  ensancha  su  lomo  en  las  yertas  regio- 
nes de  Paletará,  donde  nace  el  Cauca,  pero  luego  se  levanta  ma- 
jestuosa en  la  Sierra  Nevada  de  los  Coconucos,  y  después,  por 
más  de  4  grados  varías  veces  toma  á  alcanzar  la  altura  de  los 
hielos  eternos,  pero  sin  descender  en  ningún  caso  del  nivel  de  los 
páramos,  ó  sea  del  dominio  del  frailejón  y  de  los  pajonales.  La 
Cordillera  Oriental  pierde  su  altura  en  términos  de  quedar  redu- 
cida casi  á  la  mitad  de  la  que  alcanzaba  sobre  las  fuentes  del 
Magdalena  ;  sólo  en  muy  contados  puntos  vuelve  á  levantarse  al 
nivel  de  los  páramos,  por  lo  cual  casi  en  toda  su  longitud  se  cubre 
de  lozana  vegetación  hasta  su  cima. 


N^jRVA  Geogkafi'a  de  Colombia 


I 


El  rio  Magdalena,  á  poco  de  serpear  en  el  valle  donde  nace, 
se  precipita  entre  Peñagrande  y  Peñachiquita,  por  una  escarpa 
desnuda  de  roca,  formando  un  paisaje  hermosísimo,  desgraciada- 
mente en  comarcas  desiertas.  Al  salir  de  la  montaña  de  Las  Pa- 
pas, ya  en  clima  más  suave  se  encuentra  e!  pintoresco  vallecito 
de  San  Agustín,  en  cuyo  centro,  á  orillas  de  un  arroyo,  está  la 
aldea  del  mismo  nombre.  Las  lomas  de  tendida  falda  y  cubiertas 
de  verdes  gramíneas,  las  numerosas  sementeras  y  las  casitas  del 
vecindario  hacen  tanto  más  pintoresco  el  paisaje  para  el  viajero, 
cuanto  la  selva  que  acaba  de  atravesares  tan  frondosa  que  im- 
pide la  vista  de  la  bóveda  celeste.  Este  risueño  vallecito  fue  en 
remotas  edades  la  Roma  de  algún  pueblo  ó  tribu  desconocido, 
puesto  que  en  él  se  encuentran  ídolos  tallados  en  piedra  dura,  de 
tamaño  colosal  y  aspecto  horrible,  lo  mismo  que  templetes  cu- 


Nueva  GeografÚ  pe  Colombia 


biertos  de  grandes  lajas  lucradas  y  soblenidas  por  pitares  adorna- 
das con  fig^uras  simbólicas. 


Dejando  atrás  este  valle  circundado  en  segundo  término,  por 
todas  partes  menos  por  el  Norte,  por  cerros  verticales,  pelados  y 
rocallosos,  se  presenta  una  larga  y  ancha  planicie,  tan  pareja  que 
parece  nivelada  por  las  aguas,  abierta,  diíspcjada,  cubierta  de  dehe- 
sas y  de  ganados,  la  .jue  principia  con  ti  llamado  llano  de  la  Matan- 
za, se  ensancha  en  Laboyos  y  remata  en  la  ciénaga  Cíineja,  tenien- 
do á  un  lado  en  Criollo  una  ho;;  á  iravi-s  de  la  cuchilla  Guaracallo, 
por  la  cual  sale  el  Magdalena  á  otra  llanada,  la  de  Salado  Blanco, 
de  la  cual  se  descuelga  el  rio  por  entre  la  vistosa  mesa  de  Limas 
y  la  del  Mirador.  Hacia  el  Noroeste  alza  sus  desnudas  cumbres 
el  enorme  Cerro  Pelado,  como  un  túmulo  inmenso,  puesto  que  fue 
i  sus  pies  donde  existió  la  antigua  y  rica  ciudad  de  la  Plata,  que 
contaba  7,000  vecinos  á  los  25  años  de  existencia  y  fue  destruida 
hasta  la  raíz  por  los  indios  Andaquíes  :  lo  más  sensible  de  esta 
destrucción  fue  la  desapariciiin  de  un  centro  importante  de  pobla- 
ción en  los  valles  altos  del  Alto  Magdalena.  Al  Norte  del  Cerro 
Pelado  se  abre  el  valle  del  Plata,  cuyas  primeras  aguas  brotan  al 
pie  del  Puracé ;  y  entre  este  valle  y  las  breñas  que  constituyen  tas 
bases  orientales  del  Huila,  estdn  las  tierras  que  riega  el  Páez  y 
constituyen  el  territorio  llamado  Tifrra  aUniro,  que  políticamente 
pertenece  al  Cauca.  Existen  aqu(  numerosas  aldeas  pobladas  por 


Nueva  Geografía  de  Colombia  4S3 


indios  medio  civilizados  ;  en  San  Andrés  y  Santa  Rosa  también  se 
guardan  algunos  fragmentos  de  obras  que  revelan  la  antigua  civi- 
lización de  sus  moradores,  y  por  entre  los  valles  que  surcan  el  te- 
rritorio ascienden  los  tres  caminos  de  Guanacas,  Moras  y  Delicias, 
más  usados  para  pasar  de  Neiva  á  Popayán.  A  la  derecha  del  Mag- 
dalena está  el  pequeño  valle  de  Timaná  con  una  población  que  fue 
la  primera  erigida  en  aquellas  comarcas,  de  tal  manera  que  en  Po- 
payán tienen  idéntico  significado  los  vocablos  iimanejo  y  calentano. 
También  fue  aquí  donde  se  criaron  las  primeras  reses  y  se  produje- 
ron las  primeras  muías  después  de  la  conquista.  Mas  al  oriente  y 
atravesando  una  pequeña  cordillera  se  encuentra  el  prolongado  valle 
del  Suaza,  que  en  su  extremo  habitado  hacia  el  mediodía,  guarda 
la  aldea  de  la  Ceja,  al  pie  de  una  de  las  máximas  depresiones  de 
la  cordillera,  fundada  por  los  antiguos  misioneros  como  punto  que 
les  sirviera  de  escala  para  internarse  en  las  selvas  dilatadas  del 
Caquetá ;  en  la  boca  de  este  valle  se  encuetran  el  pueblo  de  Santa 
Librada  ó  Suaza,  frecuentado  por  los  compradores  de  sombreros 
de  murrapa,  producto  estimado  y  valioso  de  la  industria  local. 

Situado  el  observador  en  la  Mesa  de  Limas,  desde  donde  se 
domina  y  se  ve  en  todo  su  desarrollo  una  buena  parte  del  curso  del 
Magdalena,  que  se  abre  estrecho  paso  por  entre  cerros  mutilados, 
puede  juzgarse  de  la  porci  'n  de  las  diversas  cuencas  escalonadas 
que  atraviesa  la  vaguada,  pasando  de  una  á  otra  por  hoces  de  va- 
ria magnitud.  De  este  cuadro  hacen  parte  la  bella  meseta  de  Al- 
tamira,  las  tierras  aplanadas  de  Jagua,  Garzón  y  Gigante,  y  la 
cuenca  de  Pital  y  Agrado.  Las  colinas  que  sirven  de  adorno  y  con- 
traste al  paisaje,  parecen  la  obra  de  la  denudación  en  las  areniscas 
que  constituyen  el  suelo,  salvo  quizás  el  elevado  cerro  de  Matam- 
bo, que  por  su  posición  sé  divisa  á  grandes  distancias  y  por  muchas 
jomadas  de  viaje  en  estas  regiones. 

De  la  boca  del  Páez  ó,  mejor,  del  cerro  Matambo  y  las  cum- 
bres vecinas  del  Gigante,*  hacia  elN.,  hasta  los  cerros  de  Baran- 
dillas y  Payandé,  se  extiende  uno  de  los  grandes  llanos  del  valle  del 
alto  del  Tolima,  en  el  cual  tienen  su  asiento  la  ciudad  de  Neiva  y 
los  pueblos  del  Hobo,  Yaguará,  Campoalegre,  Caguán,  Guagua, 
Unión,  Aipe,  Villavieja  y  Colombia,  y  que  penetra,  á  modo  de  re- 
mansos de  un  lago,  por  entre  los  remates  de  los  estribos  de  las  fron- 
teras serranías,  al  pie  de  las  cuales  la  planicie  está  regada  por  pie- 
dras rodadas  de  aspecto  errático. 

Extensas  labores  agrícolas  embellecen  estos  valles  menciona- 
dos desde  Timaná  y  Garzón.  Allí  prospera  el  afamado  cacao  de  ex- 
quisito aroma  y  apetecido  gusto,  ¡)ero  desgraciadamente  su  cultivo 
se  hace  en  muy  corta  cantidad.  Estos  risueños  valles,  hermosos  tanto 
por  sus  variadas  plantaciones  como  por  las  formas  caprichosas  de 
las  colinas  que  los  esmaltan  y  la  mezcla  de  sabanetas  alternadas  por 
mesetas,  tapizadas  de  gramíneas  y  adornadas  de  variadas  palme- 
ras, están  bien  poblcdos  y  con  pueblos  y  caseríos  próximos  entre 
sí.  Hacia  1827,  bien  por  un  terremoto  ó  por  otra  causa  se  desplo- 
maron los  cerros  de  Buenavista  y  de  Paramillo,  provocando  enor- 
me represa  de  aguas  á  que  siguió  tremenda  inundación  que  des- 
truyó 800,000  árboles  de  c^acao,  de  los  cuales  muy  pocos  miles  se 
repusieron  después. 


4S4  Nueva  Geografía  de  Coloubia 


El  gran  valle  de  Neíva  se  halla  poco  cultivado,  comparativa- 
mente á  su  extensión.  Se  siembran  los  frutos  menores  y  menes- 
tras para  el  consumo  de  los  habitantes,  pero  muy  poco  para  la  ex- 
portac¡dn,*bien  que  tiene  ,una  vía  naveg'able  hasta  el  mar.  A  lo  que 
más  se  dedican  sus  habitantes  es  i  la  cría  de  ganados,  contando 
para  ello  más  de  2,250  kilómetros  cuadrados  de  prados  y  dehesas 
naturales,  pobladas  casi  en  el  máximum  del  niimero  de  ganados 
que  pueden  sostener,  pues  no  toda  la  superficie  de  la  llanura 
-es  aprovechable  para  el  pastoreo,  porque  en  muchas  partes  la  in- 
utilizan bancos  de  piedras  rodadas.  Las  faldas  de  los  cerros  y  tos 
pequeños  valles  podrían  también  ser  aprovechados  por  esta  indus. 
tría,  pero  no  sucede  asi  por  la  falta  relativa  de  población,  que  se 
ha  agrupado  en  el  gran  valle  ó  en  los  vallecitos  colaterales,  ó  su- 
bido cuando  más  á  las  primeras  colinas  que  lítnitan  unos  y  otros. 
Los  habitantes,  acostumbrados  al  clima  cálido,  como  que  no  re- 
suelven establecerse  en  las  zonas  templadas  y  frías. 


Nueva  Geografía  de  Colombu  485 


Centro  de  esta  región  es  la  ciudad  de  Neiva,  situada  cerca 
del  Mag"dalena,  en  el  punto  hasta  donde  suben  los  vapores  y  cham- 
panes, y  en  el  camino  de  Bog-otá  al  Ecuador  por  Popayán,  de  don- 
de que  en  ella  se  verifique  un  considerable  movimiento  mercantil. 
La  envuelve 'un  hermoso  panorama,  pues  la  vista  se  tiende  tanto 
hacia  el  N.  como  hacia  el  S.,  sobre  la  llanura  que  recorre  el  Mag- 
dalena ;  al  E.  sobre  cerros  altos,  abajo  vestidos  de  pajonales  y  arri- 
ba coronados  de  espesa  veidura,  en  tanto  que  al  W.  se  elevan  en 
escalones  las  extensas  serranías  que  sirven  de  base  á  la  mole  del 
Huila,  que  se  divisa  altiva  y  blanca,  lo  mismo  de  que  San  Agustín, 
del  Gigante  ó  de  Garzón,  que  con  sus  tres  masas  nevadas  se  mues- 
tra resplandeciente  á  los  habitantes  de  la  ciudad,  produciendo  la 
caída  del  sol  por  detrás  del  dormido  volcán,  uno  de  los  cuadros  más 
bellos  de  la  naturaleza.  Otras  varias  é  importantes  poblaciones  es- 
tán en  la  llanura  6  los  valles  laterales,  y  entre  ellas  son  notables 
Aipe  por  sus  piedras  pintadas,  Órganos,  por  sus  peñolerías;  Yagua- 
rá.  Carnicerías,  por  su  circo  de  Potrerogrande,  que  es  una  llanura 
rodeada  por  alto  muro  rocalloso,  sin  más  entrada  ni  salida  que  la 
del  arroyo  que  lo  atraviesa ;  La  Plata,  Paicol,  por  la  mesa  que  lo 
domina  y  desde  la  cual  se  goza  de  una  de  las  más  bellas  vistas  del 
valle  del  Magdalena;  Campoalegre  por  sus  prados,  Fortalecillas, 
al  pie  de  peñascales  que  imitan  ciclópeas  fortalezas. 

Los  relieves  que  directamente  dominan  por  la  izquierda  el  río 
de  Neiva  hasta  Purificación,  se  d(  «prenden  de  las  bases  del  Huila, 
y  al  avanzar  frente  de  la  cordillera  principal  propiamente  dicha, 
dan  origen  al  prolongado  valle  del  Saldaña,  en  su  parte  alta  tan 
áspero  y  salvaje  como  desierto.  Estas  grandes  serranías  que  por  el 
oriente  envuelven  el  Huila,  constituyen  una  de  las  porciones  menos 
bien  conocidas  del  interior  de  la  República.  Quizá  no  sucedió  lo 
propio  en  los  primeros  tiempos  de  la  conquista,  cuando  por  sus 
faldas  cruzaba  el  camino  real  de  Bogotá  á  la  capital  del  Perú. 

En  toda  esta  región,  á  lo  largo  de  la  ribera  izquierda  del  Mag- 
dalena, se  encuentra  una  prolongada  serie  de  cerros  bajos,  que  mi- 
de 40  leguas  de  longitud :  no  son  el  remate  de  los  estribos  de  la  cor- 
dillera central,  sino  al  contrario,  se  presentan  en  hileras  ó  cordones 
prolongados,  rotos  en  algunas  partes,  destrozados  en  otras,  en  mu- 
chas revolcados  y  confundidos  con  los  remates  de  los  mencionados 
estribos.  Geológicamente,  son  de  la  misma  naturaleza  que  el  flan- 
co de  la  cordillera  oriental,  y  topográficamente  forman  barreras 
perpendiculares  á  la  dirección  de  los  valles  que  estrían  el  flanco  de 
ambas  cordilleras,  i>or  lo  cual  se  presentan  en  la  disposición  en 
que  se  encuentran  las  morrenas  al  pie  de  las  serranías  nevadas  ó 
que  han  estado  cubiertas  por  los  hielos.  En  todo  caso  esos  cerros 
realzan  la  banda  izquierda  y  hacen  que  el  Magdalena  se  arrime  á 
la  cordillera  oriental  más  baja  en  esta  porción  de  la  hoya  del 
gran  río. 

Hacia  el  Norte,  pasada  la  estrechura  que  cierra  el  valle  de 
Neiva,  se  dilatan  las  hermosas  llanuras  de  Purificación,  que  se  en- 
sanchan en  el  Espinal  y  se  internan  hasta  el  Chaparral,  en  las  cua- 
les el  suelo  se  presenta  más  unido,  las  piedras  escasean,  los  pastos 
naturales  son  más  abundantes  y  ricos,  y  por  consiguiente  el  paisa- 
je ostenta  mejor  frescor  y  variedad. 


Nueva  GeogbatÍa  de  Col  oh  bu 


Estas  llanuras  se  extienden  de  Payandé  á  Guataquf,  con  senos 
mayores  y  más  ramificados  entre  los  estribos  de  las  cordilleras,  por 


Figura  178— rurifieacLón  y  el  valle  del  Magdalena 

lo  cual  en  el  cuerpo  del  llano  están  Natagaima,  Prado,  Purificación, 
Santa  Rosa,  Guamo,  Coyaima,  San  l-uis,  Coello,  Espinal,  Ricaur- 
te,  Girardot  y  Nariño,  y  en  los  brazos,  Ataco,  Ortega,  Melgar,  Car- 
men, Cunday,  Tocaima  y  Nilo. 

Al  levante  de  esta  zona  de  Puriñcacidn,  la  cordillera  oriental, 
un  momento  deprimida  en  el  boquerón  que  aprovecha  el  camino  de 
Colombia  á  Uribe,  pronto  recupera  considerable  altura  y  forma  los 
páramos  de  Sumapaz,que  son  como  el  baluarte  donde  principian  las 
eitiplanicm.  Aquí,  hacia  el  Magdalena,  están  las  complicadas  bre- 
ñas que  constituyen  los  valles  donde  se  forman  el  Prado  y  el  Cabre- 
ra, llenos  de  barrancos,  precipicios  y  peñolerlas  que  apenas  se  dis- 
tinguen entre  la  espesa  selva  que  los  cubre,  sólo  talada  en  los  pun. 
tos  más  favorables  para  los  habitantes.  En  la  hoya  del  Cabrera  está 
Colombia,  en  la  confluencia  de  este  río  y  el  Ambicá,  que  remonta 
el  camino  del  Guayabero  y  orilla  las  cornisas  de  la  Providencia. 
En  la  hoya  del  Prado  están  los  singulares  peñascos  de  Corrales, 
que  ocupan  más  de  tres  leguas  con  sus  topes  y  aristas  desnudas. 

Al  Ocaso,  por  el  opuesto  lado  de  la  hoya  del  Saldarla,  la  cordi- 
llera es  más  grotesca  en  sus  formas  caprichosas  que  constituyen  los 
páramos  de  Barragán,  en  su  centro  alzados  hasta  el  nivel  de  las 
nieves  perpetuas,  cerca  de  donde  lo  atraviesa  una  senda  que  parte 
del  Chaparral  y  termina  en  Tuluá  del  Cauca.  Aquí  las  rocas  empi- 
nadas contrastan  con  los  vallecitos  y  mesetas  pintorescas,  como  su- 
cede en  Ataco,  Chaparral,  Ortegaj  pero  más  al  interior  asoman 


48? 


Figura  179-El  6'o  .1 


las  rocas  desnudas  y  sumamente  escarpadas,  6  se  desarrollan  pro- 
longados ramales  y  estriljos  cortos,  cubiertos  de  una  vegetación 
opulenta  y  regajos  por  aguas  que  arrastran  arenas  auríferas.  De 
los  valles  de  la  cordillera,  Ijs  más  notables  por  sus  formas  son  los 
de  Santo  Domingo,  Simarrona  y  las  Hermosas;  los  cerros  de  for- 
mas más  curiosas,  San  Luis,  San  Juan  y  Miradores,  quedando  al 
pie  y  como  en  el  centro  de  todos  éstos  el  llano  del  Chaparral,  casi 
por  todas  partes  e.rcuntlado  de  alturas  bajas  unas,  medianas  otras, 
sumamente  escarpadas  las  del  respaldo,  y  teniendo  á  la  vista  al 
Suroeste  el  gran  Nevado  del  Huila,  donde  nace  el  Saldaña,  que 
ptasa  luégu  á  sus  pii.s.  En  sus  cercanías  se  encuentra  la  cueva  de 
Tulunl,  de  grandes  belle:-as  naturales. 

J^oriyuí/a— Hasta  el  gran  codo  del  Magdalena  en  Girardot, 
puede  decirse  que  el  valle  del  Tuüma  merece  en  verdad  el  nombre 
de  tal ;  de  aquí  hacia  el  Norte  la  topografía  se  modifica,  porque 
por  la  derecha  avanzan  has:a  muy  cerca  del  r.'o  los  grandes  va- 


488 


NUKVA  GlOGRAFIA  DE  G)LOMBIA 


Figura  i8o~-La  Sabana  de  Bogotá,  según  la  carta  del  Virreinato.  Inédita. 

Escala:  1:500.000 


NlKVA  GkuG  RAFIA  DE  CoLOMBIA  4^9 


lies  que  constituyen  el  Occidente  de  Cundinamarca  y  Boyacá^  en 
tanto  que  á  la  izquierda,  si  bien  es  cierto  que  continúa  desarrollán- 
dose la  llanura  como  en  Purificación  y  Neiva,  en  cambio  falta  ese 
relieve  subordinado  que  más  al  Sur  complica  el  remate  de  los  es- 
tribos de  la  cordillera  central.  Esta  porción  es  la  que  designajnos 
con  el  nombre  de  llanos  de  Mariquita,  su  antigua  metrópoli. 

En  las  llanuras  de  Mariquita,  comenzando  desde  Coello  é  Iba- 
gué,  se  nota  una  porción  de  terreno  más  realzado.  Cada  uno  de 
los  ríos  que  baja  de  la  cordillera  tiene  planos  inclinados  más  eleva- 
dos que  el  resto  del  terreno  ;  profundas  quiebras  surcan  todas  es- 
tas llanuras  ;  pero  lo  que  más  llama  la  atención  son  unas  series 
variadas  de  cerritos  y  colinas  elevados  de  lOO  á  130  ms.  sobre  el 
actual  suelo  de  la  planicie,  hechos  de  estratas  horizontales  y  sem- 
brados de  grandes  rocas  erráticas  de  las  llamadas  traquíticas. 

Terminan  las  llanuras  contra  las  bases  de  la  cordillera  cen- 
tral, vestidas  de  gramíneas,  dehesas  y  otros  cultivos ;  á  las  gramí- 
neas siguen  los  bosques  escalonados,  variando  en  especies  según 
la  altitud  ;  después  de  los  bosques  aparecen  los  arbustos  recinosos 
del  páramo,  y  por  último,  más  arriba,  las  rocas  desnudas,  los  are- 
nales y  de  las  nieves.  Esta  región  del  pie  de  los  Nevados,  hacia  el 
N.,  es  la  que  en  el  Tolima  es  denomina  por  excelencia  la  Cordille- 
ra^ que  hace  unos  pocos  años  era  dominio  de  las  selvas  y  las  fieras, 
y  hoy,  talada  por  el  empuje  de  los  montañeses  antioqueños,  encierra 
grandes  cafetales,  algunos  pueblos,  como  son  el  Líbano,  Santo  Do- 
mingo, Murillo,  Soledad,  Fresno,  Manzanares,  Marulanda  y  diver- 
sos caseríos,  y  por  sus  valles  ascienden  á  la  cumbre  tres  caminos 
que  guían  al  Departamento  de  Antioquia.  También  se  explotan 
aquí  bastantes  yacimientos  auríferos. 

Cuanto  á  las  100  leguas  cuadradas  de  llanura  propiamente 
dicha,  si  en  las  partes  altas  se  muestra  desolada,  árida  y  pedre- 
gosa en  demasía,  y  apenas  sustenta  chaparrps  y  ganados  raquíticos, 
en  las  p>artes  bajas  y  en  las  vegas  exhibe  fecundidad  sin  igual,  her- 
mosos paisajes,  produce  excelente  tabaco,  qiie  hizo  la  fortuna  de 
Ambalema,  y  guarda  riquísimas  dehesas  donde  se  ceban  reses  de 
primera  calidad.  No  solamente  la  orilla  izquierda  del  Magdalena, 
sino  también  la  derecha,  está  cultivada  de  artáloga  manera,  bien 
que  ésta  desde  Ricaurte  y  Girardot  hasta  Honda  aparece  de  cerca 
dominada  por  alturas  á  cuyo  respaldo  se  dilatan  los  valles  occi- 
dentales de  Cundinamarca  y  Boyacá,  por  lo  cual  es  en  las  riberas 
del  río  donde  de  preferencia  se  encuentran  las  poblaciones  y  los 
caseríos,  como  Coello,  Venadillo,  Lérida,  Ambalema,  Guayabal, 
Cambao,  Beltrán,  Chaguaní,  Pulí,  Guataquí,  Nariño,  de  los  cuales 
Ambalema  fue  un  tiempo  centro  de  considerable  movimiento  mer- 
cantil, de  que  no  le  resta  sino  un  regular  caserío  de  teja. 

De  las  ciúnbres  de  estas  alturas  orientales  de  la  cuenca,  se 
ve  el  río  franjeado  por  ricas  sementeras  y  pintorescos  caseríos, 
describiendo  eses  por  el  fondo  del  valle  que,  ora  se  estrecha  inva- 
dido por  las  fronterizas  serranías,  ora  se  ensancha,  internándose 
á  lo  lejos,  limitado  por  cerros  que  se  alzan  en  forma  de  anfiteatro, 
y  qpe  tienen  en  cada  escalón  valles  risueños,  que  se  suceden  hasta 

Nueva  Geografía  de  Cohmída  TOMO  I — 32 


.490  Kl'IVA  GlOGKAFlA  DK  CoLOMBIA 


^ 


Figura  181— Diagrama  de  las  secciones  que  componen  el  \i\h  del  Tolitn» 


Nueva  Geograha  de  Colombia  491 


la  región  templada  del  lado  derecho,  y  hasta  la  de  los  páramos  en 
el  occidental. 

Hacia  el  norte  de  la  llanura  está  Mariquita,  ciudad  antigua 
que  debió  su  grandeza  á  las  minas  de  oro  y  plata  que  se  explota- 
ron en  sus  contornos,  y  que  arruinada  luego  por  un  terremoto,  nada 
conserva  de  su  antiguo  esplendor.  También  recuerda  esta  pobla- 
ción los  últimos  días  del  Conquistador  Jiménez  de  Quesada,  que 
allí  falleció,  y  los  grandiosos  trabajos  de  Mutis,  que  en  ella  tuvo  su 
jardín  botápico. 

Algo  más  lejos,  hacia  el  Oriente,  en  la  boca  del  Gualí  en  el 
Magdalena,  en  el  punto  donde  éste  forma  el  Salto  Negro,  ó  sea 
el  punto  divisorio  del  alto  y  bajo  Magdalena,  desde  el  punto  de  vista 
de  la  navegación,  está  la  ciudad  de  Honda  unida  por  un  ferrocarril 
al  puerto  de  La  Dorada,  y  por  un  hermoso  puente  colgante  á  la 
ribera  cundinamarquesa,  por  lo  cual  es  un  centro  comercial  de  im- 
portancia, y  el  depósito  de  las  mercancías  que  se  introducen  por 
el  rio  para  los  valiosos  almacenes  de  Bogotá  y  demás  poblaciones 
de  las  aUiplanicieSy  y  también  escala  para  la  exportación  del  café, 
tabaco,  cueros,  &c.,  que  del  Tolima  y  Cundinamarca  se  destinan  á 
los  mercados  extranjeros.  Honda,  es  decir,  la  profunda^  blanquea 
en  efecto  entre  próximos  y  ásperos  cerros,  pegada  á  la  falda  del 
alto  del  Rosario,  frente  al  llano  de  Pescaderías,  cubierto  de  cha- 
parrales ;  y  si  el  día  es  ardiente  bajo  un  sol  de  fuego,  las  noches 
son  frescas  merced  al  aire  de  los  nevados  que  desciende  por  el 
Gualí.  Más  abajo,  en  la  ribera  del  río,  alternan  los  bosques  y  las 
gramíneas  y  se  alzan  cerritos  sueltos  que  semejan  ruinas  de  casti- 
llos feudales. 

El  trozo  de  la  cordillera  comprendido  entre  el  Coello  y  el 
Guarinó,  es  decir,  durante  veinte  leguas,  es  de  lo  más  imponente 
y  escénico  que  puede  encontrarse  en  los  Andes,  vestido  por  una 
variada  flora  que  prospera  vigorosa  hasta  los  páramos  y  constitu- 
ye, entre  otras  porciones,  la  montaña  del  Quindío,  atravesada  por 
el  camino  de  Ibagué  á  Cartago,  célebre  en  el  mundo  entero  por 
sus  magfiífícos  palmares  de  palma  de  cera.  La  montaña  del  Quin- 
dío, hoy  bastante  poblada,  es  quizá  la  más  bella  porción  de  los  An- 
des colombianos  por  sus  panoramas  grandiosos  y  variados,  y  tiene 
al  mediodía  las  tierras  de  Anaime,  Cucuana  y  Barragán,  no  menos 
pintorescas  por  lo  arrugado  de  su  relieve  y  sus  frondosas  selvas, 
que  contrastan  con  las  áridas  barrancas  que  le  demoran  al  píe  junto 
á  la  llanura.  Hacia  el  Norte  la  vegetación  casi  es  pobre  comparada 
con  la  espléndida  del  Quindío,  pues  entre  rocas  y  por  el  cauce  del 
Guarinó  se  llega  pronto  á  la  región  de  los  pajonales  y  de  los  pára- 
mos, algunos  extensos  y  aplanados,  otros  con  picos  esbeltos  y  par- 
ticulares. Por  allí  cruzan  los  caminos  de  Salamina  y  Manizales. 

En  el  promedio  de  estos  dos  grupos  de  caminos  están  los  vol- 
canes, las  rocas  endogénicas,  los  arenales  y  las  njeves  eternas.  Es 
la  mayor  masa  de  nevados  que  sustentan  los  montañas  colombia- 
nas, dominadas  por  el  majestuoso  y  truncado  cono  del  Tolima,  que 
aun  cuando  aparentemente  apagado,  por  todas  las  grietas  de  las 
rocas  de  su  base  despide  abundantes  vapores,  y  la  temperatura 
elevadísíma  de  esos  lugares  indica  que  en  sus  entrañas  hay  una 
vida  análoga  á  la  de  todos  los  demás  volcanes  del  país. 


492  Nueva  Geografía  de  Coiombia 


El  páramo  del  Ruiz  es  una  sierra  erizada  de  puntas  capricho- 
sas, de  las  cuales,  unas  cónicas,  rebasan  el  nivel  de  las  nieves 
perennes,  otras  apenas  lo  tocan,  y  otras  no  llegan  á  él.  De  esos 
conos  uno  fue  tal  vez  volcán  activo ;  pero  los  hielos  derrumbados 
forman  p)aredones  tan  elevados  y  ocup>an  una  extensión  tan  gran- 
de, que  dificultan  la  ascensión  hasta  estas  enormes  masas  de  hielo, 
que  siglos  atrás  debieron  ser  más  extensas  y  poderosas.  Hacía  el 
costado  oriental  se  encuentran  antiguas  morrenas,  distantes  del  ac- 
tual nevado  y  rotas  casi  en  el  medio,  como  si  en  época  lejana 
hubiese  bajado  por  allí  una  helera  de  grande  extensión,  hacia  los 
valles  del  Magdalena. 

Esta  mole  del  Ruiz,  más  compacta  por  su  respaldo,  se  ha  lla- 
mado también  Mesa  de  Herveo,  y  por  confusión  con  el  páramo  de 
ese  nombre,  situado  más  al  N.,  equivocadamente  separada  del  Ruiz 
y  señalada  como  nevado  distinto,  quizás  porque  las  planicies  de 
su  base  septentrional  se  visten  de  blanco  en  bastante  extensión 
los  días  de  tormenta.  Los  muros  de  hielo  de  la  masa  miden  en  su 
pie  un  espesor  de  i6  á  20  ms.,y  verticales  y  hendidos  no  dan  paso 
para  alcanzar  su  cumbre.  Hacia  el  Ocaso  y  á  300  ms.  más  abajo 
se  encuentran  heleras,  que  tienen  á  su  pie  morrenas  que  forman 
colinas  redondeadas  de  40  á  50  ms.  de  altura. 

A  menos  de  una  legua  hacia  el  Poniente,  surge  un  cráter  que 
las  gentes  denominan  Olleia  y  que  tiene  figura  de  un  cono  truncado, 
cubierto  de  arenas  y  peñas  traquíticas,  y  en  cuya  cima  se  ve  una 
abertura  de  más  de  40  ms.,  revestida,  como  las  faldas  del  cono, 
de  nieve  compacta,  en  partes  negra,  en  partes  cenicienta,  y  en  lo 
demás  amarillenta  como  azufre,  prueba  evidente  de  que  el  cráter 
despide  aúa  vapores  sulfurosos,  y  además,  de  su  actividad  dan  tes- 
timonio los  terremotos  de  Manizales. 

Hacia  el  sur  de  este  cráter  se  levanta  la  sierra  nevada  de 
Santa  Isabel  ó  del  Cisne,  que  se  compone  de  picos  traquíticos  más 
ó  menos  elevados,  más  ó  menos  cubiertos  de  nieve,  y  algunos  de 
los  cuales,  como  en  el  Ruiz,  no  alcanzan  el  de  las  permanentes. 
Por  la  parte  oriental  presentan  lomas  y  colinas  onduladas,  cubier- 
tas de  arenales,  é  inclinadas  hacia  la  especie  de  cuenca  que  se 
abre  entre  los  nevados,  y  encierra  diversas  lagunetas  y  llanadas 
cubiertas  de  gramíneas  donde  pacen  ganados,  á  más  de  4,000  ms. 
de  altitud.  Al  frente  de  esta  sierra,  ó  sea  entre  el  Ruiz  y  el  Toli- 
ma,  se  levanta  el  pico  de  Santa  María,  que  como  éstos  domina  los 
valles  del  Magdalena ;  en  tanto  que  los  ñancos  occidentales  del 
grupo  constituyen  los  páramos  de  Santa  Rosa,  que  al  mediodía  se 
enlazan  con  el  derruido  cráter  del  nevado  de  San  Juan  ó  del 
Quindío. 

Cuanto  al  gigante  del  grupo  y  de  todos  los  Andes  colombia- 
nos, levanta  su  cono  despuntado  de  1,300  ms.  de  altura,  hecho  de 
andesita  y  casi  todo  vestido  de  nieves,  sobre  un  pedestal  de  rocas 
antiguas  de  más  de  4,300  ms.  de  elevación  sobre  el  mar,  situado 
un  poco  al  Oriente  de  la  magistral,  con  numerosos  volcanes  pará- 
sitos en  sus  faldas.  Hace  algunos  años  escalaron  su  cima,  sin  crá- 
ter visible,  unos  mineros  antioqueños,  los  que  bajaron  de  allá  des- 
Itimbrados  por  el  panorama  que  habían  tenido  delante  de  los  ojos, 
como  que  abarcaba  de  las  ondas  azules  del  Pacffíco  á  la  cinta  bri- 
llante de  un  gran  río  que  juzgaron  era  el  Orinoco ! 


NuiVA  GiOdKARA  Ds  CoKquu 


Al  parecer,  en  otros  tiempos  una  sola  masa  de  nieve  cubrfa  esta 
porción  de  tierra  colombiana  desde  ei  San  Juan  y  el  Tolima  al  Ruiz 
y  la  Olleta,  y  del  Santa  Isabel  al  Santa  María.  La  masa  misma  <lel 
conjunto  debió  ser  vencida  en  la  época  en  que  sus  volcanes  estaban 
en  plena  actividad,  conforme  lo  demuestran  las  ruinas  y  escom- 
bros di:  los  contornos  y  los  resultados  de  la  catástrofe  de  1S95, 
perfecta  me ntL-  registrada  en  nuestra  historia. 

Difícil  es  subir  á  los  nevados,  que  por  todas  partes  se  mues- 
tran rodeados  de  heteras,  en  las  que  el  hielo  se  quiebra  y  forma 
laberintos  de  profundas  y  peligrosas  grietas.  Con  todo,  el  cuadro, 
que  se  el  jmina  desde  el  centro  del  extremo  N.  del  grupo,  es  impo- 
nente. En  efecto,  cuando  nada  turba  la  serenidad  del  cielo,  ni  las 
regiones  bajas  están  cubiertas  de  vapores,  los  ojos  del  espectador 
logran  abarcar  un  horizonte  de  30  leguas  ;  hacia  el  N.  se  puede 
seguir  la  dirección  de  los  páramos  .que  se  pierden  sobre  la  mesa 
antioqueña,  distinguiéndose  los  ramales  que  se  desprenden  de  sus 
moles  solitarias  y  descienden  hacia  las  cálidas  tierras  del  Cauca  y 
el  Magdalena,  los  que  tan  luego  como  llegan  al  limite  de  la  veg;e- 
tación  arbórea,  cambian  su  color  ceniciento  ó  amarillo  por  un  ver- 
de vivo  que  se  oscurece  á  medida  que  se  aleja,  y  acaba  por  volver- 
se negro  á  la  vista. 

El  silencio  que  reina  en  esas  yermas  soledades,  la  ausencia  de 
seres  que  los  pueblen  y  de  plantas  que  los  viviñquen,  todo  esto 
imprime  á  estos  sitios  un  aspecto  melancólico,  de  manera  que 
cuando  no  brilla  el  sol,  se  siente  la  impresión  de  estar  en  la 
mansión  de  los  muertos.  Mas  cuando  brilla  el  astro  rey  y  se  vuel- 
re  la  vista  al  S.,  í  la  espalda  queda  el  amarillento  cono  del  Crá- 
ter de  la  Olleta,  notable  por  su  forma,  á  la  izquierda  el  extremo 
meridional  del  Ruiz,  en  su  porción  llamada  Mesa  de  Herveo,  bri- 
llante por  sus  hielos  y  variada  por  sus  grietas  azules;   al  frente,  y 


Kl  Kuii  El  Tolima  U  Ollet 

FiíUra  iSl  bit— L(K  grandes  nevado:  vistos  por  el  Norlr. 


NiiivA  GuKKAriA  DE  Colombia 


como  por  entre  un  oleaje  de  arena,  despuntan  á  manera  de  islas 
las  masas  sombrías  y  los  picos  del  Ruiz  y  de  Santa  Marta;  al  otro 
lado  y  en  multitud  variada  se  ab.an  los  picos  del  Cisne  ó  Santa 
Isabel,  que  cubren  los  del  QjindIo,y  porsobie  todos, en liltimo  tér- 
mino, el  gran  cono  del  Tolima,  resplandeciente  con  los  rayos  del 
sol  que  se  quiebran  en  sus  blancos  hielos,  cubierto  el  cuadro  por  un 
cielo  de  ¡menso  color  azul. 

Valles  ortrníales — A  la  derecha  del  valle  del  Mag;dalena,  por  la 
diversa  topo¿jrafía  de  la  cordillera  oriental,  en  vez  de  estribos  que 
bajen  de  modo  uniforme  desde  una  elevada  crestería  hasta  el  fon- 
do del  valle,  se  encuentran  los  valles  occidentales  de  Cundinamar- 
ca  y  Boyacá,  los  cuales,  aun  cuando  arrancan  desde  el  nivel  de  los 
páramos,  en  vez  de  abrirse  directamente  sobre  el  principal,  apenas 
se  enlazan  á  él  por  hoces  y  estrechuras  abiertas  al  través  de  un  re- 
lieve que  se  alza  frente  de  esos  estribos  de  las  tierras  frías  y  que  por 
ser  mis  alto,  compacto  y  complejo  que  el  mencionado  de  la  banda 
izquierda,  convierte  en  cuencas  verdaderas  dichos  valles,  reunie'n- 
dolos  par  grupos  que  al  viajero  se  presentan  con  varío  aspecto,  y 
que  de  Sur  á  Norte  son  las  de  Fusagasugá,  Tequendama,  Rioseco, 
Rionegro,  la  mis  compleja  de  todas,  y  Muzo,  la  más  perfecta  de. 
ellas. 

La  cuenca  de  Fusagasugá,  cuyas  aguas  forman  el  Sumapaz 
y  que  como  escalón  se  interpone  entre  el  Cabrera-Prado  y  la  Sa- 
bana-Tequendama,  al  pie  de  las  elevadas  cumbres  de  Sumapaz 
propiamente  dichas,  con  bajas  serranías  en  otros  puntos  de  su  bre- 
ñoso marco,  es  una  de  esas  regiones  pintorescas  y  variadas  que  á 
porfía  se  agrupan  en  torno  de  la  Sabana  de  Bogotá. 

Tratemos  de  bosquejar 
lo  que  son  estas  tierras  de 
Fusagafugá  ó  de  Sumapaz 
para  un  observador  que 
las  recorra  á  partir  del  pá- 
ramo que  les  da  nombre, 
accesible  desde  la  orilla 
del  Magdalena  por  una 
senda  que  principia  en  Co- 
lombia y  remata  en  plena 
sabana  de  Bogotá,  después 
de  atravesar  un  hermoso 
valle  que  alimenta  nume- 
rosos ganados,  y  cuyo  fon- 
do plano,  que  está  á  más  de 
3,Soo  ms.  de  altura,  guar- 
da las  cabeceras  del  rio 
Sumapaz.  Al  Oriento  de 
este  valle  se  alza  el  pro- 
longado tope  del  cerro  ne- 
vado de  Sumapaz,  que  du- 
rante muchos  meses  del 
año  se   cubre   de   blanco 


NusvA  Geografía  de  Colombia 


cendal.  Las  empinadas  crestas  de  los  páramos  que  marcan  aquí 
■na  parte  de  las  cuencas  que  por  un  lado  desaguan  hacia  el  Aria-' 
ri  y  por  otro  vierten  al  Mag'dalena,  figuran  fachadas  singulares, 
conos,  torreones  y  edificios  arruinados.  La  porción  occidental  de 
ellas,  rota  y  revolcada  entre  el  río  Pucbloviejo  y  la  boca  del  San 
Juan,  atestigua  las  convulsiones  de  que  ha  sido  teatro  esta  región, 
precipitando  hacia  abajo  bloques  extraordinarios,  algunos  de  lOS 
cuales  quedaron  sobre  Pandi.  En  el  valle  citado,  cuyo  fondo  plano 
excede  de  cuatro  leguas  cuadradas,  examinando  los  murallones  que' 
encajonan  el  río  Sumapaz,  se  notan  bien  marcadas  unas  líneas  pa- 
ralelas que  indican  un  progresivo  descenso  de  su  lecho,  y  lo  mismo 
se  observa  en  Pandi  en  las  paredes  de  la  grieta,  que  allí  sólo  tiene 
un  ancho  de  lO  á  12  ms. 

El  pueblo  de  Pandi  es  célebre  por  tener  inmediato  el  puente 
natural  de  Icononzo,  formado  por  grandes  rocas  accidentalmente 
enclavadas  y  equilibradas  sobre  un  abismo,  quedando  el  río  debajo 
de  esta  bóveda  natural,  á  la  profundidad  de  70  ms.  Una  peña  de 
arenisca  de  25  ms.  de  largo  por  16  de  ancho  y  3  de  espesor,  con 
figura  de  arco  irregular,-íorma  un  segundo  puentt,  sobre  el  cual 
descansan  el  anterior  y  otro  de  madera,  construido  para  segün- 


dad  de  los  transeúntes,  á  85  ms.  de  altura  sobre  el  Sumapaz.  Des- 
de el  segundo  puente  se  percibe  un  trecho  del  soterrado  río  ;  la  es- 
trechez de  la  grieta,  su  altura  y  las  plantas  que  tiene  el  borde,  cu- 
yas ramas  le  forman  una  bóveda  de  verdura,  todo  contribuye  i  la 
oscuridad  de  aquel  abismo  en  que  se  ven  revolotear  pájaros  noc- 
turnos. Hay  cerca  del  puente  inferior  un  agujero  jior  el  que  se 
registra  la  caverna.  Cuando  se  lanza  una  piedra  por  él,  se  oye  un 
ruido  sordo  semejante  al  estampido  lejano  de  un  cañón,  ruido  que 
repiten  los  ecos  remedando  las  descargas  de  un  combate,  cuando 
Sí  oye  á  corta  distancia.  Los  guapacos  ó  guácharos  agregan  á  esos 
ruidos  el  de  su  graznido  desapacible.  La  grieta  se  prolonga  hasta 
cerca  de  un  cuarto  de  legua  más  abajo,  y  su  altura  va  disminu- 
yendo gradualmente  y  acaba  por  presentar  el  aspetto  de  un  to- 
rrente caudaloso,  sembrado  de  grandes  piedras  y  corriendo  por 
entre  <Jn  bosque.  El  largo  total  de  la  quiebra  es  de  una  Irgua,  con 
10  í  12  ms.  de  anchura. 


FÍEuri  184— .^nliguo  puente  del  Cuja,  según  el  álbum  de  la  Comisión  C'orogfi- 
iica.   Inédito. 

El  pueblo  de  Pandi  6  Mercadillo  queda  3  kilómetros  al  NE. 
del  puente,  no  lejos  de  Icononzo,  de  afamados  cafetales,  y  cerca  de 
él  hay  un  grupo  de  peñascos,  notables  tanto  por  su  rara  forma,  como 
pwr  los  jeroglíficos  que  contiene,  pintados  por  los  indios  con  tinta 
roja  indeleble.  El  camino  de  Pandi  á  Fusagasugá,  serie  intermi- 
nable de  altibajos,  pasa  por  el  pueblo  de  Arbeláez,  por  zona  de 
cafetales,  como  lo  es  la  que  cruza  el  de  Fusagasugá  á  Viotá,  pa- 
sando por  el  pueblo  de  Tibacuy. 


NusvA  GiogkafÍa  dk  Colombia  ^7 


Sigutefldo  por  el  camino  de  Sumapuz  á  la  Sabana,  se  ven 
muchas  y  variadas  lagunetas,  frecuentadas  por  pequefíos  patos,  y 
una  cantidad  prodigiosa  de  estiércol,  producida  por  la  inñnidad 
de  conejos  que  viven  en  esas  frías  regfiones.  En  la  medianía  del 
páramo  existe  la  laguna  Chisacá,  notable  no  sólo  por  dar  origen 
á  los  ríos  Tunjuelo  y  Blanco,  de  opuesto  rumbo,  sino  por  las  rocas 
particulares  que  en  ellas  se  encuentran,  perforadas  por  grutas  que 
sirvieron  de  sepulcros  á  ios  indios. 

De  aquí,  tomando  por  la  izquierda  al  través  de  páramos  llanos, 
también  salpicados  de  lagunetas,  se  llega  al  de  Juan  Viejo,  300  ms. 
más  bajo,  y  que  encierra  una  cuenca  de  fondo  plano,  notándose  el 
punto  por  donde  las  aguas  salen  de  ella  por  una  hendedura  pro- 
funda, entre  altos  muros  verticales.  Al  pie  de  este  páramo  queda 
el  pueblo  de  Pasca,  donde  hizo  alto  Fredemán  cuando  subió  la  cor- 
dillera por  los  yermos  páramos  de  Pascóte.  En  dicho  pueblo  se  ven 
las  señales  patentes  de  la  acción  de  los  glaciares,  y  el  observador 
se  explica  perfectamente  la  procedencia  de  las  grandes  rocas  errá- 
ticas de  que  está  sembrado  el  valle  de  Fusagasugá,  distribuidas  en 
hileras  que  marcan  la  dirección  de  aquéllos,  siendo  por  la  parte  más 
baja  del  terreno  llano  por  donde  hoy  pasan  el  Cuja  y  el  Panche,  por 
hondos  lechos  de  erosión,  en  busca  del  boquerón  que  está  en  el  flan- 
co del  cerro  llamado  del  Muerto.  Allí  se  puede  examinar  la  fractura 
de  la  serranía  á  cuyo  pie  está  el  risueño  valle  de  Melgar  y  el  Carmen, 
pueblos  próximos  á  Cunday.  La  vistosa  Mesa  de  Limones  ó  de  Nilo, 
que  demora  á  la  derecha  del  río,  al  lado  del  valle  del  Pagüey,  se 
formó  acaso  entonces  por  la  aglomeración  de  rocas,  barro  y  cas- 
cajo consolidados  por  el  tiempo  en  la  disposición  que  hoy  tienen. 

La  belleza  del  valle  de  P'usagasugá,  que  tiene  un  fondo  plano 
de  más  de  un  miriámetro  cuadrado  de  superficie,  tendido  en  forma 
de  cinta  hacia  el  SW.  entre  los  pintorescos  ríos  Cuja  y  Panche,  y  en- 
tre dos  filas  de  cumbres,  por  su  figura,  lo  cultivado  de  la  tierra,  los 
cerros  particulares  que  lo  circundan,  su  clima  templado  y  sano,  es 
uno  de  los  mejores  puntos  de  recreo  de  los  habitantes  ricos  de 
Bogotá. 

Transmontando  el  marco  occidental  de  la  cuenca  de  Fusaga- 
sugá se  cae  al  valle  del  Bogotá  ó  bajo  Funza,  tierra  de  diverso 
relieve,  como  que  parece  una  inmensa  grieta  de  fondo  áspero  pri- 
mero, suave  después,  cuyo  complicado  conjunto  se  llama  Tequen- 
dama,  por  el  salto  que  el  río  da  para  penetrar  en  ella,  y  debe  su 
importancia  á  guardar  en  su  seno  la  vía  de  Girardot,  ó  sea  parte 
del  camino  más  usual  entre  la  Sabana  y  el  Sur  por  el  alto  valle 
del  Magdalena,  por  lo  cual  su  descripción  es  la  de  la  tierra  á  que 
da  su  ser. 

La  serranía  que  separa  esas  dos  tierras  de  Sumapaz  y  Te- 
quendama,  principia  en  los  ásperos  páramos  de  Subia  y  Tibacuy, 
termina  sobre  la  quiebra  de  aquel  río,  está  llena  de  grutas  y  caver- 
nas repletas  de  huesos  de  los  aborígenes  (fig.  185),  y  en  su  medio  se 
alza  el  alto  de  Viotá,  desde  donde  se  domina  un  paisaje  encantador, 
conslituído  por  un  extenso  terreno  doblado,  de  esos  que  en  los  An- 
des semejan  un  mar  enfurecido  congelado  de  repente.  Desde  allí  se 
vislumbran  en  lontananza  Anapoima,  La  Mesa  y  otros  pueblos  ó 
caserios,  y  más  lejos  adn  la  cinta  brillante  del   gran  río  completa 


49^  Nueva  Geogkafi'a  de  Colombia 


la  sublimidad  det  cuadro.  Vjotá  blanquea  al  píe,  y  el  camino  que 
de  ésta  conduce  á  Portillo  es  encantador,  por  sombrearlo  primero 
palmares  y  lu^o  abrirse  en  un  barranco  entre  fresca  verdura  y 
brillantes  flores. 


is  (le  I'anche  y  el  no  Bogoli,  según  K.  Andréi 


O  principal  de  Tequendama  es  sumamente  quebrado 
pero  pintoresco,  y  abre  á  los  ojos  del  viajero  soberbias  lontananzas 
de  que  no  es  fácil  disfrutar  en  otras  i.>artes.  Todo  el  pintoresco 
valle  del  Bogotá  presenta  bellísimas  vistas :  ya  elevadas  cimas  cu- 
biertas de  bosque  ;  ya  faldas  caprichosamente  arrugadas,  llenas 
de  pastales,  sementeras  y  viviendas ;  ya  plateadas  chorreras  que 
hacen  coro  en  torno  de  la  sublime  del  Tequendama  ;  ya,  en  fin, 
poblaciones  más  ó  menos  importantes,  pero  todas  hermosamente 
situadas,  como  Tena,  La  Mesa,  Anapoima,  Viotá,  El  Colegio,  San 
Antonio,  Anolaima  y  Quipile.  El  río  Bogotá  se  muestra  rápido  y  es- 
pumoso hasta  Portillo,  donde  vuelve  á  correr  perezoso  hasta  per- 
derse en  el  Magdalena. 

La  parte  más  pintoresca  y  también  la  más  quebrada  del  ca- 
mino es  la  que  media  entre  el  boquerdn  de  Barroblanco  y  Juntas. 
Pasado  un  grupo  de  crucesitas  de  madera  que  los  arrieros  dejan 


Nueva  Gsogiíapía  de  Colombia 


al  cruzar  el  páramo  como  es  costumbre  en  Colombia,  se  comienza 
de  repente  á  bajar  una  escabrosa  cuesta ;  por  todas  partes  se  ven  - 
enormes  pedrejones  erráticos  derrumbados  de  la  cordillera  en' 
prodigiosa  cantidad  por  los  antiguos  hielos ;  por  todas  partes  igual- ' 


Figura  186 — El  tío  Uiignlá  en  el  ¡'uenle  del  Colegio,  según  K^eU 


mente  la  selva  tía  ido  cediendo  el  campo  d  las  sementeras  y  dehe- 
sas y  se  ven  aqu(  y  allá  las  casitas  qae  parecen  aferradas  á  las 
rocas  para  no  rodar  hasta  el  abismu.  A  medida  que  se  desciende 
desaparecen  los  riscos  medio  velados  por  el  basque,  las  pendien- 
tes se  suavizan,  las  cimas  se  redondean,  el  clima  se  torna  delicio- 
so. En  Tenasucá  ya  principian  á  aparecer  las  plataneras ;  en  el 
Tambo,  famosa  hospedería,  bellamente  situada  sobre  un  elevado 
penan  del  que  se  desprende  cristalina  chorrera,  el  ojo  se  extasía 
en  el  extenso  panorama  que  se  despliega  ante  él.  Ve,  de  un  lado, 
la  risueña  y  esmaltada  hoya  del  rio  Bog'olá,  coronada  por  altos  y 
verdes  montes  que  prolongan  sus  faldas  hasta  tocar  las  aguas  del 
río,  y  en  partes  muestran  peñascales  inaccesibles ;  y  del  otro,  las 
caprichosas,  verdes  y  corroídas  ondulaciones  de  los  montes  que  en 
sus  hombros  sustentan  la  Sal>ana.  Más  abajo  está  Tena,  que  se  mue- 
re de  marasmo  en  medio  de  feraces  campos  y  de  espléndidos  ho- 
rizontes ;  luego,  en  el  Hospicio,  acaba  la  extensa  bajada  de  la  cor- 
dillera, y  principia  la  corta  subida  que  conduce  á  la  aislada  me- 
seta donde  se  encuentra  la  ijiudad  de  La  Mjsa,  que  ocupa  una 
excelente  posición,  por  desgracia  con  clima  debilitante  y  nebuloso, 
y  que  en  la  actualidad  es  uno  de  los  principales  mercados  de  Cun- 
dina  marca. 


De  la  meseta  de  La  Mesa,  interpuesta  entre  el  Bogoti  y  el 
Apulo,  de  ff^cundo  y  cultivado  valle,  y  que  se  alza  enfrente  de  la 
de  Anolaima  su  casi  rival  topo^ráñca,  se  desciende  por  la  cuesta 
del  Tigre,  y  tras  una  sene  de  altibajos  pintorescos  se  llega  á  la 
planicie  seca  y  pedregosa  de  Anapoima,  escasa  de  aguas.  De  la 
cima  de  donde  aparece  por  primera  vez  el  pueblo,  la  mirada  se 
pierde  en  una  risueña  y  tranquila  y  pintoresca  lontananza ;  al 
frente  la  meseta  con  el  caserío  entre  dehesas  y  enanos  bosqueci- 
Uos ;  á  la  derecha  una  cadena  de  verdes  colinas  con  valiosas  ha- 
ciendas ;  á  ¡a  Í7X]uierda  ia  hondura  por  donde  corre  turbio  el  Bo- 
gfOtá,  allende  la  cual  se  alzan  pintorescos  montes  donde  verde- 
guean los  cafetales  y  se  asienta  risueño  el  pueblo  del  Colegio ; 
por  el  frente  cierra  el  cuadro  el  enhiesto  monte  de  Tocaima,  que 
domina  la  serranía  de  La  Culebra  y  entre  la  arboleda  de  su  cum- 
bre guarda  una  laguneta.  De.  Anapoima  arranca  hada  el  E.  el 
camino  de  Gualaquf,  que  después  de  cruzar  el  Apulo,  sube  por  el 
Volador  al  Alto  de  Copó,  que  domina  paisaje  no  menos  hermoso 
y  baja  por  una  región  pintoresca  y  singular  al  valle  de  Rioseco,  de 
aspecto  singular  por  sus  grandes  barrancas  de  erosión. 

Después,  bajo  un  sol  de  fuego  se  desciende  la  cuesta  de  Só- 
cota,  se  transmonta  el  alto  del  Copial,  magnifico  por  las  grandes 
barrancas  de  erosión  que  aquí  labran  el  terreno,  se  cruzan  otros 
altibajos,  y  en  fin,  por  corto  pero  empinado  descenso  se  llega  á 
Juntas  de  Apulo,  vecindario  cuyas  casitas  aparecen  medio  ocultas 
entre  el  follaje  de  los  árboles.  Por  ese  valle  del  Apulo  remonta  el 
ferrocarril  de  Girardot  hacia  San  Joaquín,  estación  no  distante  de 


FÍBi"»  187— Puenle  Jf  l'urlUIo  sobre  t'  rio  Bogoti,  wgún  Regel. 


NuíVA  Geografía  db  Colombia 


Anapoima.  En  Juntas  el  turbio  y  poco  caudaloso  Apulo,  de  lodosas 
avenidas,  mezcla  sus  aguas  con  las  amaríltentas  y  rápidas  del 
Bo^tá  en  un  romántico  paisaje.  De  Juntas  á  Portillo  el  camtDD 
serpentea  por  entre  feraces  dehesas  de  guinea  y  para  que  tapizan 
el  estrecho  valle  por  donde  ahora  corre  el  Bogotá,  acrecentado  ya 
con  el  Apulo.  Bosques  de  palmeras,  casitas  de  paja,  deliciosos  re- 
mansos, altas  y  caprichosas  serranías,  lontananzas  espléndidas, 
llenan  el  valle,  que  en  Portillo  presenta  largo  puente  de  hierro 
sobre  el  turbio  Bogotá. 

í  De  Portillo  hasta  Girardot  el  camino  y  el  ferrocarril  corren 
al  través  de  fértil  y  extensa  llanura  encerrada  á  la  izquierda  por 
las  verdes  serranías  de   Cumacá  6  Agua  de  Dios  por  el  lazareto 


que  tienen  al  pie,  y  á  la  derecha  por  las  no  menos  pintorescas  co- 
linas de  la  Culebra  ;  y  el  Bogotá  se  desliza  á  poca  distancia  hacia 
el  Sur  de  los  ríeles,  y  de  Tocaima,  otra  poWación  decaída  de  su 
antigua  grandeza,  por  en  medio  de  tupidos  y  lozanas  bosques,  fe- 
races pastales  y  numerosas  haciendas. 


Nueva  GkografÍa  dk  CoLoniA 


Girardot  es  un  puerto  que  ha  crecido  y  mejorado  bastante  en 
los  illtimos  años.  Diez  cuadras  abajo  de  la  población  se  tiende 
sobre  el  ancho  y  undoso  Magdalena  un  hermoso  puente  colgante 
de  hierro,  el  más  largo  de  los  que  hay  en  el  valle  del  Tolima: 
cerca  de  allí  principia  el  ferrocarril  del  Espinal.  Al  Sur  y  al  otro 
lado  del  Bc^otá  se  encuentra  Peñalisa,  hoy  población  de  bastante 
comercio,  fundada  en  terrenos  eriales  hace  medio  siglo. 


Figura  189 — rúcale  de  Gírardol.  (De  lologníía.). 


Después  de  las  tierras  de  Tequendama  se  dilatan  las  del  Rio- 
negro  de  Utica,  verdadero  Occidente  de  la  Sabana,  de  complej* 
y  curiosa  topografía,  atravesadas  al  Sur  por  la  carretera  de  Cam- 
bao,  al  centro  por  el  camino  de  Honda  6  de  Occidente,  y  al  N. 
por  el  del  Noroeste  6  ruta  de  Poncet.  Esto  basla  para  indicar  su 
importancia,  no  obstante  la  cual  su  progreso  no  guarda  relacidu 
ni  con  aquélla  ni  con  la  feracidad  del  suelo. 

El  conjunto  de  sus  aguas  se  dirige  hacia  el  N.  para  formar  el 
Rionegro,  (que  al  S.  tiene  como  dependencia  el  Seco  de  San  Juan), 
debido  i  la  existencia  de  la  serranía  del  Sargento,  que  por  relie- 
ves intermedios  se  une  al  nudo  del  Roble,  constituyéndose  con  esto 
el  suelo  por  donde  sin  pendientes  negativas  se  desarrolla  la  carre- 
tera de  Cambao,  ora  por  el  lomo  de  las  crestas,  ora  por  su  flanco, 
pasando  de  uno  á  otro  valle  por  vistosos  boquerones,  entre  los  cua- 
les prima  el  de  Chumbamuy  :  aquí  hacia  el  SW,  se  divisan  al  pie 
el  pueblo  de  San  Juan,  y  en  lontananza  el  Magdalena ;  y  al  NE. 
Viánf  y  los  cultivados  valles  de  Bituima  y  Guayabal,  con  el  alto 
del  Trigo  de  Cambao  de  un  lado,  y  el  tristemente  célebre  Monte- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  503 


frío  del  otro,  cima  que  al  respaldo  tiene  á  Chaguaní.  Por  esta  ruta 
son  numerosos  los  puntos  de  donde  se  dominan  pintorescos  6  gran- 
diosos panoramas,  y  donde  á  la  vista  se  tiene  mayor  numero  de 
cresterías  cortando  el  horizonte,  hasta  ser  el  tipo  de  su  especie  en 
el  país. 

Al  occidente  mismo  de  Bogotá  se  abren  los  hermosos  valles  de 
VíUeta  y  Guaduas,  donde  se  siembra  en  abundancia  la  caña  de  azú- 
car y  son  cortados  por  el  camino  de  Occidente.  Este  camino,  no 
obstante  ser  el  de  mayor  importancia  para  la  capital,  de  camino 
no  tiene  sino  el  nombre :  es  un  simple  sendero  de  montaña,  que 
sube  y  baja  unas  tras  otras  diversas  aristas  de  los  Andes  y  cruza 
los  valles  intermedios,  ora  rocalloso,  ora  polvoriento  en  verano  y 
lleno  de  fangales  en  invierno,  casi  siempre  pintoresco  por  los  her- 
mosos paisajes  del  tránsito. 

Al  pasar  el  puente  de  Honda  se  remonta  el  curso  del  Mag- 
dalena por  un  camino  que  domina  su  orilla  derecha,  por  entre 
magníficos  paisajes,  hasta  Bodeguitas,  donde  se  aleja  el  río  y  trepa 
el  primer  escalón  ó  terraza  de  la  cordillera  que  conduce  á  los  lla- 
nos del  río  Seco,  que  no  merece  ese  nombre  en  la  estación  lluviosa. 
Poco  á  poco  el  camino  se  encrespa,  y  tras  una  violentísima  pen- 
diente, la  subida  del  Consuelo,  se  corona  el  alto  del  Sargento,  sitio 
pintoresco  si  los  hay ;  por  el  Oeste  se  divisa  el  Magdalena,  que  des- 
pliega su  curso  semejante  á  una  inmensa  y  argentada  faja  de  eses, 
más  allá  de  la  cual  se  dilatan  las  llanuras  de  Mariquita,  que  se  con- 
funden insensiblemente  con  las  bases  de  la  cordillera  central,  que 
yuxtapone  sus  moles  vestidas  de  color  violáceo  hasta  la  región  de 
las  nieves  y  las  nubes ;  en  tanto  que  por  el  oriente,  tras  la  verde 
cuenca  donde  alegremente  blanquea  la  población  de  Guaduas, 
entre  verdes  cafetales  y  dehesas,  surge  la  serranía  del  Trigo  como 
antemuro  de  un  montón  de  alturas  que  se  elevan  gradualmente 
hasta  constituir  los  páramos  que  rodean  la  sabana  de  Bogotá.  Del 
Trigo  hacia  el  Oriente  se  desciende  la  prolongada  cuesta  del  Pe- 
taquero  y  de  Cune,  para  llegar  á  Villeta,  situada  en  medio  de  un 
valle  risueño  y  bien  cultivado,  y  de  allí  al  camino  sigue  un  trecho 
la  orilla  del  río  de  aquel  nombre,  afluente  del  río  Negro,  que  á  su 
tumo  recoge  el  Dulce,  baja  de  los  valles  de  Bituima  y  Guayabal 
y  se  cruza  por  el  conocido  puente  del  Bagazal,  de  donde  se  ascien- 
de al  alto  de  Chimbe,  de  espléndidas  vistas,  y  al  pintoresco  y  nebu- 
loso pueblo  de  Agualarga,  por  tres  vías:  el  camino  viejo,  la  Varian- 
te de  Chimbe,  ó  por  Sa^ima,  todos  por  entre  extensos  y  ricos  ca- 
fetales y  cañaverales,  siguiendo  luego  la  cuesta,  sin  interrupción 
alguna,  hasta  el  Roble,  ó  sea  las  frías  cumbres  que  dominan  la  Sa- 
bana. La  vegetación  cambia  sucesivamente  de  aspecto  hasta  que 
en  lo  alto  parece  que  tirita,  y  el  paisaje  aparece  velado  por  vapo- 
res grises.  Cuelgan  de  la  copa  de  los  árboles  largas  cabelleras 
blancas  y  grises  que  flotan  al  soplo  de  la  brisa,  á  manera  de  pe- 
nachos :  el  carácter  de  la  vegetación  es  tan  particular,  que  en 
nada  absolutamente  se  parece  á  la  de  las  zonas  templadas  del  globo. 

La  parte  de  esta  región  extendida  de  Villeta  á  La  Palma,  es 
un  vasto  conjunto  de  breñas  despedazadas,  con  grietas  ú  hoces, 
allí  llamadas  cajones,  únicas  en  el  país,  por  donde  las  aguas  pasan 
rápidas,  primando  las  del  Encantado,  por  su  lúgubre  grandiosidad, 


504  Nueva  Geografta  de  Colombia 


y  la  del  Esparzo^  por  no  medir  sino  2  ms.  de  anchura,  por  lo  cual 
el  río,  ya  crecido,  como  que  se  ve  oblig^ado  á  suspender  su  mar- 
cha y  pasa  de  momento  en  momento  en  olas  gigantescas  que  no 
pueden  remontar  los  peces.  Es  también  aquí  donde  abundan  las 
tierras  en  que  el  maíz  cosechado  produce  la  enfermedad  llamada 
peladera.  El  valle  transversal  del  alto  Rionegro  es  tierra  de  pinto- 
rescos paisajes,  rocas  tajadas,  hondos  surcos  y  colinas  derruidas. 

Por  esta  depresión  pasa  el  camino  de  Zipaquirá  á  La  Palma, 
aun  con  fuertes  desniveles,  el  cual  después  de  la  larga  bajada  del 
páramo  entra  á  Pacho,  población  importante,  la  Mesa  del  Noro- 
este, en  una  región  bastante  cultivada.  Siguiendo  el  valle,  el  ho- 
rizonte se  ensancha  después  de  cruzar  el  turbulento  río  por  el 
puente  de  Soto,  pero  disminuye  la  población  y  prevalecen  los  bos- 
ques hasta  el  Peñón,  de  ruinoso  caserío.  Después  mejora  la  vía,  se 
abren  los  valles,  se  cruzan  los  sitios  donde  existieron  los  pueblos 
de  Guayabal  y  Murca,  las  aguas  cristalinas  riegan  campos  mejor 
cultivados,  abundan  los  naranjos  y  limoneros,  y  por  ultimo,  se  as- 
ciende el  elevado  alto  de  Juan  Esteban,  en  cuya  cima  se  goza  de 
una  vista  encantadora,  pues  al  respaldo  se  columbran  las  serra- 
nías hasta  los  páramos  que  enmarcan  la  Sabana,  y  á  los  pies,  como 
en  una  concha,  entre  colinas,  se  recuesta  la  ciudad  de  La  Palma, 
que  entre  sementeras,  huertos  y  árboles  frondosos  levanta  sus  al- 
tas torres ;  fue  La  Palma  un  tiempo  rival  de  Muzo  y  Mariquita, 
pero  ha  decaído  menos  que  ellas,  y  aun  es  centro  de  algún  co- 
mercio. 

Al  occidente  de  la  ciudad,  desde  el  alto  de  Minipí,  vestido  de 
árboles,  se  columbran  á  la  izquierda  los  cerros  de  Vergara,  y  á  la 
derecha,  al  otro  lado  de  la  hondura  del  Pata,  el  pueblo  de  Capa- 
rrapí,  emplazado  en  una  altura  á  cuyo  respaldo  tuerce  al  N.  el 
Rionegro,  ya  engrosado  con  las  aguas  de  casi  toda  la  cuenca.  De 
ese  pueblo  hacia  Utica  y  La  Peña  el  camino  sigue  el  lecho  del 
Pata,  por  lo  cual  no  existe  en  invierno,  y  luego  el  del  Zumbe,  de 
fétidas  aguas ;  para  entrar  á  Utica,  situada  no  lejos  de  Quebrada- 
negra,  y  lugar  afamado  para  mudar  temperamento,  se  pasa  el 
Rionegro ;  para  seguir  á  La  Peña  preciso  es  cruzar  grandes  altiba- 
jos hasta  el  cerro  que  sustenta  el  ruinoso  pueblo,  del  cual  se  baja 
luego  al  Rionegro  al  paso  llamado  del  Rejo.  Después,  rumbo  del 
Sur,  por  camino  áspero  se  toca  en  Nimaima,  pintoresca  aldea  de 
clima  quizás  sin  rival  en  el  país ;  en  Vergara,  pueblo  á  cuyo  occi- 
dente se  ha  formado  el  de  Supatá ;  en  La  Vega,  en  un  vallecito, 
al  pie  del  de  San  Francisco,  y  en  Sasaima.  En  fin,  abajo  de  Utica, 
del  Guadero,  de  La  Paz,  trepada  en  la  serranía  fronteriza  de  Hon- 
da, y  del  camino  del  Noroeste,  se  abre  el  valle  del  bajo  Rionegro, 
aún  cubierto  de  selvas,  y  cuyas  riquezas  auríferas,  exuberante  fe- 
cundidad y  caudal  navegable,  se  pierden  á  causa  de  su  extrema 
insalubridad. 

Entre  el  Rionegro  y  la  altiplanicie  de  Ubaté  se  halla  una  ver- 
dadera hondura,  una  depresión  totalmente  murada  de  cerros :  es 
la  cuenca  de  Muzo,  una  de  las  regiones  más  notables  del  país. 

Si  de  los  páramos  solitarios  de  Sumangá  se  dirige  la  vista  ha- 
cia el  N.,  en  dirección  de  Paime,  se  descubre  ala  derecha  el  largo 
páranK)  de  Matarredonda,  cubiertos  sus  flancos  de  tupida  verdura» 
y  sus  cimas,  comparativamente  desnudas,  erizadas  de  crestas  y 


Nueva  Gkografía  de  Colombia 


picachos  sdlo  atravesadas  en  un  punto,  por  la  vereda  de  Paime  á 
Coper.  Más  abajo  del  páramo,  una  larga  hilera  de  cerros  cubier- 
tos de  bosque,  casi  sin  cultivos,  corre  paralela  y  cubre  el  angosto 
y  despoblado  valle  del  Villamizar,  al  paso  que  sus  laderas,  ensan- 
chadas por  largos  estribos,  se  pierden  en  el  del  Rionegro,  donde  se 
ven  algunas  labranzas  y  los  pueblos  de  aquel  nombre  y  San  Ca- 
yetano, circundado  aquél  por  grandes  cerros  de  formas  piramida- 
les. Al  Sur,  entre  ásperos  ramales,  están  los  selváticos  valles  del 
Blanco  y  el  Mencipa,  que  el  páramo  Rabón  separa  de  Pacho,  y 
que  unidos  al  Negro  y  al  Suáraz,  cuyas  aguas  riegan  las  destroza 
das  serranías  de  Yacopí,  que  demoran  al  N.  de  La  Palma,  forman 
el  Minero.  Al  E.  la  serranía  se  presenta  cubierta  con  algunas  la- 
branzas y  ricos  pastos ;  adelante  los  cerros  pierden  su  grande  al- 
tura, se  visten  totalmente  de  vigorosa  vegetación,  y  sólo  cerca  de 
Muzo  exhiben  su  forma  verdadera,  por  estar  en  parte  cultivados, 
en  parte  cubiertos  de  pajonales,  salpicados  de  arbustos  siempre 
veixles.  Es  en  este  valle,  al  W.  del  rfo,  donde  se  encuentran  las 
famosas  minas  de  esmeraldas  que  han  venido  á  ser  una  de  las  me- 
jores propiedades  de  la  Nación.  Aquí  se  tiene  á  la  vista  la  extensa 
hoya  del  Minero,  y  á  lo  lejos  y  á  la  izquierda  surgen  los  cerros  de 
las  Coles,  cuyos  picachos  remedan  el  tronco  de  esa  planta,  y  antes 
de  los  cuales  pasa  la  trocha  del  camino  de  Occidente  que  remata 
sobre  el  Magdalena  en  Puerto  Niño,  un  poco  arriba  de  Nare.  Más 
allá,  en  el  conffn  de  un  océano  de  verdura,  y  recostada  sobre  un 


Kgura  190 — La  Fu ralcna,  según  el  ilbum  de  la  Comísién  CorogrUca.  lD<!dito 

espesísimo  bosque,  se  alzan  las  dos  agujas  de  la  Furatena,  que  se- 
mejan dos  gigantes  de  píe,  por  entre  los  cuales,  encrespado,  se 

Miewa  Gttgra/ía  de  CíUmüa  TOMO  I — 33 


•AS06 


Nt«VA  Gmmkaf/a  db  Colombia 


'  ahocina  él  Minero,  rivalizadas  tan  sólo  por  las  altas  y  macieas 

"  -cumbres  dé  Peñarmada  y  la  serranía  de  Tambrías,  revestidas  por 

robles  seculares,  por  entre  los  cuales  asoman  algunos  blancos  pe- 

-  líaseos. 

'  Desde  que  se  pasa  la  serranía  cuasi  desierta  de  Muzo  y  se  en- 
'  tra  al  valle  de  Cbper,  cambia  el  paisaje.  Hacia  el  Este  y  el  Sur, 
;*  aiin  dominan  las  selvas ;  pero  cerca  de  Coper  los  terrenos  cultiva- 
dos, las  cañadas  y  mesetas  que  se  suceden  unas  á  otras  y  los  ce- 
1  rros  que-  ptefientan  casi  constantemente  un  descenso  suave  hacia  el 
Sur  y  penas  más  ó  menos  verticales  al  opuesto  lado,  cubiertas  de 
'  gramíneas  y^  labranzas,  con  raros  manchones  de  monte,  dan  al  país 
'  un  caráctei^  especial  variado  y  hermoso,  cual  si  la  configuración 
'•éel  suelo  primitivo  hubiera  sufrido  los  trastornos  de  un  extenso 

-  hundimiento.  Una  serranía  intrincada  con  lomas  ora  descamadas, 
'  ora  frondosas,  interrumpe  en  todas  direcciones  el  país  de  Manpí, 

sombreado  por  bosques  hasta  el  Minero  y  cortado  al  Oriente  por 
ios  altivos  cerros  de  Zanatá,  que  se  desarrollan-  al  respaldo  de 
Chiquinquírá. 

'Después  dé'Marípí  ó  Briceño  viene  el  territorio  t)e  Canipauna, 
diverso  de  aquél  en  aspecto  y  disposición.  En  las  grandes  moles  de 
las  serranías  de  Tambrías  quedan  á  la  izquierda  los  extraños  pe- 

^  ñascos  de  la  Furatena  en  primer  término,  en  segundo  la  rotura 
grandiosa  de  Peñarmada,  por  donde  se  esconde  el  Minero,  y  a 

'  k>  lejos  los  cerros  que  rodean  la  hoya  de  este  río,  y  desde  cuyas 
desiertas  cumbres  se  columbra  el  distante  Magdalena  en  el  extre- 
mo de  vastas  planicies  cubiertas  de  bosques  solitarios.  A  la  dere- 
cha se  alza  la  cordillera  de  Chiquinquirá,  que  alcanza  su  mayor 
altura  en  la  peña  de  Saboyá,  se  deprime  en  seguida  y  vuelve  á 
etalutarse  para  formar  el  cerro  de  Tiquisoque,  de  cuya  falda  y 
por  entre  árboles  corpulentos  se  lanzan  á  lo  bajo  dos  gruesos  cho- 
rros que  forman  la  hermosa  cascada  del  mismo  nombre.  El  cen- 
tré del  país  se  ve  surcado  por  cadenas  de  colinas  sin  bosque,  sepa- 
radas por  hondas  cañadas  entapizadas  de  grandes  yerbas  y  dos 
estrechos  valles  cuya  soberbia  arboleda  contrasta  con  la  desnudez 
do  las  próximas  colinas. 

VIII — El  Valle  db  Riogrande — Con  este  nombre,  que  fue 
muy  usado  en  otra  época,  se  designaba  la  hoya  propia  del  Mag- 


Fi£ura  191— Diagrama  del  valle  de  Riogrgtnde 


NiiEv A  G  eografÍa  de  Colombia  507 


•4te.lena  en  su  parte  central,  es  decir,  donde  constituye  el  mayor  y 
más  perfecto  de  los  valles  que  forman  los  Andes  en  Colombia,  en- 
tre cumbres  que  se  rebajan  rumbo  del  N.,  de  manera  que  de*  la 
zona  de  los  páramos  descienden  á  confundirse  con  las  llanuras  at. 
lánticas,  y  en  la  misma  dirección  se  alejan  unas  de  otras  para  dar 
campo  á  que  la  tierra  llana  del  fondo  se  ensanche  más  y  más  ocu- 
pada por  la  selva  magdalénica,  cruzada  por  numerosos  é  impor- 
tantes anuentes  del  gran  río,  de  curso  perpendicular  á  la  izquierda 
en  las  tierras  antioqueñas,  y  casi  paralelo  á  la  derecha,  en  las 
santandereanas. 

Por  el  fondo  del  amplio  valle  circula  majestuoso  el  Magdale- 
na en  busca  del  Caribe,  río  que  hoy  se  surca  en  vapor,  por  lo  cual 
parece  preferible  recorrerlo  en  dirección  inversa,  para  dar  mejor 
idea  de  su  magnífíca  topografía,  puesto  que  así  habrá  de  conocer- 
lo el  extranjero  que  se  dirija  hacia  las  altiplanicies  y  tierras  del 
interior. 

El  Magdalena  central  así  considerado  principia  en  el  Banco, 
allí  donde  cierra  la  gran  bifurcación  de  los  brazos  de  Loba  y  de 
Mompós.  Desde  aquí  hacia  arriba,  en  una  extensión  de  25  leguas, 
el  río  aparece  cubierto  de  un  dédalo  de  islas  tan  intrincado,  que 
sólo  el  ojo  experto  del  boga  puede  discernir  la  vía  que  conviene 
al  vapor,  pues  los  bancos  de  arena  son  muy  temibles,  lo  que 
hace  que  en  ü^e»  parajes  la  sonda  funcione  sin  descanso,  pon|ue 
un  loado  menor  <]e  S  páes  es  peligroso,  y  apenas  se  nota  que  el 
lecho  del  río  se  ^eva,  es  necesario  retroceder  para  encontrar 
paso  seguro,  so  pena  de  que  el  buque  encalle  y  tenga  que  esperar, 
incomunicado  de  la  orilla,  días  y  días,  hasta  que  una  creciente  lo 
levante  á  note  y  le  franquee  el  paso.  Las  islas  más  vastas  son  las 
de  Papayal,  Pancoger,  Morales  y  Tablar,  que  forman  un  vasto 
grupo.  Al  costearlas  y  por  efecto  de  la  corriente  del  río,  que  va 
socavando  sus  orillas,  formadas  de  hermosa  tierra  de  aluvtóiü;  con 
frecuencia  se  ven  caer  trozos  de  bosque  que  vacilan  sobre  sii  base, 
oscilan  un  instante  y  se  abisman  con  estrépito  formidable  dentro 
del  río,  que  se  traga  árboles  enteros.  £n  Puerto  Nacional  arranca 
ai  E.  el^eamino  de  Ocaiía. 

r.£akts  sofedades  ribereñas  abundan  los  representantes  del 
nBmdo  «nímaly  así  como  los  árenles  aparecen  cuajados  de  -cai- 
manes, quizás  los  más  grandes  de  su  especie  eñ  Am^ca«  La  vege- 
tación es  de  una  riqueza  extraordinaria,  y  en  especial  la  herbácea 
alcanza  proporciones  inauditas  :  casi  la  altura  de  árboles  en  otras 
latitudes. 

Después,  á  medida  que  el  valle  del  Magdalena  va  estrechán- 
dose, el  paisaje  de  sus  orillas  aparece  menos  vago  y  más  viviente 
que  nunca;  pásase  por  Santander,  Paturia,  San  Pablo,  la  boca  del 
Ho  Sogamoso,  con  espléndido  atavío  vegetal,  Barranca  Bermeja, 
donde  el  río  se  llena  de  islas  entre  ciénagas  y  lagunas,  y  las  aguas 
se  mueven  lentas  y  silenciosas,  San  Bartolomé  y  Puerto  Berrío,  ca- 
beza del  Ferrocarril  de  Medellín.  Más  arriba  está  la  angostura  de 
Nare  (íig.  70),  donde  el  río  comprime  sus  ondas  en  estrecho  canal; 
soberbias  se  presentan  allí  las  dos  orillas,  enteramente  revestidas  de 
magnífícá  vegetación.  Remontando  el  río  Nare  por  espacio  de  vein- 
te minutos,  se  encuentran  los  islotes  llamados  Islitas,  enfrente  de 


Nueva  Geogkafi'a  db  Colombia 


las  cuales  arrancaba  antes  el  camino  usual  de  Medellín.  Nare  fue 
anteriormente  población  de  más  importancia,  en  especial  aminora- 
da por  su  malsano  clima.  En  estas  comarcas  abundan  los  loros,  co- 
torras y  guacamayas,  que  exhiben  las  tintas  del  pabellón  nacional. 

De  aquí  hacia  Honda  las  sinuosidades  del  rto  se  acentilan  más 
y  mis,  los  ribazos  se  elevan,  la  rapidez  de  la  corriente  se  acentúa,  y 
se  vislumbran  las  azuladas  crestas  de  las  cordilleras  laterales  ;  se 
encuentra  á  Buenavista  cerca  de  la  orilla  S.  del  la  Miel  y  enfrente  de 
la  boca  del  río  Negro.  Dtsde  Guarumo,  no  lejos  de  donde  arran- 
ca el  camino  de  Sietevueltas,  hasta  Conejo,  se  estrecha  aun  más  el 
cauce  del  Magdalena  ;  junto  á  la  Vuelta  de  la  Madre  de  Dios,  cer- 
ca de  donde  principia  el  primer  camino  de  Guaduas,  la  corriente 
rompió  una  g'ran  península  que  alH  existía,  cambiando  en  parte  la 
hídrf^raffa  de  la  región. 

El  río  acelera  su  curso,  hasta  el  punto  de  alcanzar  casi  dos 
legnias  por  hora ;  de  vez  en  cuando  pasan  rápidas  las  balsas  solta- 
das arriba  de  Honda  por  indtiles ;  las  vueltas  y  los  reciales  aumen- 
tan ;  el  cauce  se  reduce  de  modo  extraordinario,  cerca  se  alzan 
cerritos  de  ruinoso  perfil,  y  por  liltimo  aparece  el  plano  inclmado, 
salpicado  de  blanca  espuma,  que  constituye  el  Salto  de  Honda, 


Figur»  191— Anligui  vuelta  de  1^  Madre  de  Dios,  ícgi'in  Regcl 


que  los  buques  no  pueden  subir  sin  grandes  riesgos,  comercialmen- 
te  divide  en  dos  porciones  la  navegación  del  Magdalena,  y  hoy  lo 
evita  el  tráfico  mediante  un  ferrocarril  que  por  la  margen  isquier-. 
da  va  de  un  poco  más  arriba  de  la  ciudad  á  La  María  Dorada, 
algo  más  abajo  de  Conejo. 

En  todo  este  trayecto  del  Magdalena  central,  á  la  vista  del 
viajero  desfilan  las  chozas  de  los  escasos  habitantes,  formadas  in- 
variablemente de  postes,  guadua  y  paja,  sin  puertas  ni  ventanas, 
sin  más  ajuar  que  tres  piedras,  que  sirven  para  poner  la  olla  al 


Nueva  Geografía  de  Colohbia 


fue^o,  algunas  hamacas  y  anzuelos,  una  cerbatana,  una  escopeta 
y  la  indispensable  canoa  para  surcar  el  río.  Guarecidas  en  esas  vi- 
viendas, viven  las  familias  en  perpetua  indolencia.  Algunos  árbo- 
les les  proporcionan  fruta  bastante,  y  el  plátano,  la  yuca,  la  batata. 


la  pesca  y  la  ca/^a  les  suministran  diariamente  barata  alimenta- 
ción, Y  sin  embargo,  el  terreno  es  de  una  riqueza  imponderable  : 
el  cacao,  el  café,  el  caucho,  rinden  opimos  frutos,  pero  tal  cúmulo 
de  riquezas  se  desperdicia  por  la  inercia  de  los  moradores,  per- 
diéndose para  el  comercio  universal  valores  que  pueden  estimarse 
en  muchos  millones  por  año. 

Los  muchachos  andan  desnudos,  y  los  mayores,  por  todo  tra- 
bajo esperan  el  paso  de  los  vapores  para  venderles  algunos  mon- 
tones de  leña,  cuyo  precio  casi  en  su  totalidad  lo  invierten  en 
aguardiente,  con  que  se  embriagan  y  embrutecen  más  y  más  ; 
apenas  si  de  vez  en  cuando  recogen  algiSn  otro  artículo  para  com- 
prar con  su  producto  los  vestidos  más  indispensables.  De  cultivo  ó 
industria  propiamente  dicha,  no  hay  asomo, 'á  pesar  de  ser  este 
uno  de  los  principales  valles  del  globo,  surcado  por  una  ruta  fluvial 
de  primer  orden,  que  puede  mantener  muchos  millones  de  habi- 
tantes, y  hoy  apenas  cuenta  unos  pocos  miles  de  pobladores.  Es 
que  en  estas  comarcas  la  raxa  blanca  sucumbe  dominada  por  la 
malaria,  y  la  de  color  carece  de  esas  necesidades  que  obligan  al 
civilizado  al  trabajo  regular  y  constante. 


5 10  Nueva  Giografía  dx  Colombu 


Recorrido  el  centro  de  la  hoya,  conviene  echar  una  ojeada  á 
las  faldas  que  la  enmarcan,  antitéticas  en  su  forma  y  en  su  estado 
actual,  constituidas  por  las  cordilleras  central  y  oriental,  en  cuyos 
topes  viven  aprisionadas  poblaciones  de  las  más  importantes  del 
país,  pero  que  faltas  de  buenas  vías  de  comunicación  con  el  Mag^- 
dalena,  se  desarrollan  con  desesperante  lentitud. 

De  Honda  hacia  la  angostura  de  Nare  ó  Carare  tampoco 
existe  en  verdad  la  llanura  á  la  derecha  del  río,  por  cuanto  sigue 
acompañándolo  de  cerca  un  relieve  cargado  de  selvas,  elevado 
hacia  las  Coles,  pero  que  luego  se  disuelve  en  colinas  que  desapa- 
recen entre  la  gran  selva  magdaLénica.  A  la  izquierda,  al  contra- 
rio, la  llanura  aluvial  s&  ensancha,  esmaltada  por  colinas  de  ca- 
prichosas formas,  en  parte  entapizada  de  gramíneas,  surcada  por 
grandes  ríos,  en  lo  general  selvosa  y  sólo  en  contados  lugares 
cultivada.  Después,  ya  por  ambas  márgenes  se  extiende  la  planicie 
húmeda,  llena  de  brazos,  caños,  ríos  y  grandes  ciénagas  que  im- 
piden el  libre  acceso  de  la  montaña  á  los  puertos  ribereños,  cons- 
tituyendo un  obstáculo  que  no  puede  vencerse  sin  ingentes  gastos. 

Banda  orUntal — Esta  banda,  constituida  por  el  declive  de  las 
terrazas  y  valles  inferiores  de  Santander,  que  por  este  lado  se 
apoyan  eji  ásperos  y  revolcados  relieves,  comprende  cuatro  zonas, 
caracterizadas  por  los  ríos  Carare,  Opón,  Sogamoso  y  Lebrija,  los 
que,  salvo  el  segundo,  que  integro  le  pertenece,  no  desarrollan  en 
ella  sino  su  parte  baja,  ünica  donde  corren  sin  saltos  ni  estrechiJUi 
ras..  Aquí  no  se  encuentran  huellas  de  progreso,  los  escasos  cen«: 
tros  de  población  en  vez  de  adelantar  retroceden,  y  aun  han  des« 
aparecido  algunos  de  los  antiguos. 

Del  ramal  que  cierra  el  Valle  de  Jesüs  se  ven  al  S.  los  ce- 
rros de  Quitisoque  y  la  peña  de  Saboyá,  enseñoreándose  del  espa- 
cio por  encima  de  todos  los  demás  cerros,  al  W.  de  los  cuales  y 
de  los  de  Peñablanca,  se  dilata  un  extenso  |>aís  inculto  y  no  explo- 
rado, por  cuyas  soledades  corren  el  Carare,  que  es  el  Minero  des- 
pués de  que  pasa  por  la  hoz  de  Peñarmada  y  el  raudal  de  Isacar, 
y  su. anuente  el  Pescadero.  Este  país  se  domina,  desde  la  cum- 
bre de  Peñablanca,  y  el  observador  queda  admirado  de  las  for- 
mas raras  y  caprichosas  de  un  relieve  sembrado  de  rocas  y  ce- 
rros piramidales  escarpadísimos  y  no  obstante  cubiertos  de  una 
lozana  vegetación.  Las  abruptas  laderas  ó  mejor  dicho  las  paredes 
verticales  de  esta  serranía  dificultan  la  comunicación  entre  esos 
valles  tan  vastos  como  opulentos,  ardientes  y  enfermizos. 

Si  de  las  serranías  de  Vélez  se  dirige  la  vista  hacia  el  valle 
del  gran  río,  el  aspecto  del  territorio  cambia  con  la  posición  del 
observador  y  la  hoya  del  anuente  de  que  se  trata.  Inmediatamen- 
te al  N.  de  la  cuenca  de  Muzo,  es  decir,  en  el  valle  del  Carare, 
cuando  se  toma  el  camino  de  este  nombre,  desde  que  se  sube  al 
Alto  del  Roble  se  descubre  una  comarca  de  apariencia  singular, 
sobrecargada  con  la  magnificencia  de  ruinas  colosales :  rocas  des- 
nudas,  revueltas  y  trastornadas,  que  en  grupos  variados  yacen 
amontonadas  por  todas  partes;  paredes  sin  vegetación,  elevadas, 
hechas  de  estratas  calizas  compactas  y  enormes,  coronadas  por 
árboles  corpulentos  que  se  sobreponen  en  anfiteatro,  de  suerte  que 
se  suceden  las  peñas  y  los  bosques ;  cavernas  por  dondequiera  y 


Nueva  Geografía  m.  Colombia  5 1 1 


embudos  naturales  producidos  ]x>r  hundimientos,  algunos  de  los 
cuales  cultivados  y  aun  habitados,  forman  el  fondo  del  cuadro,  ter-^ 
minándolo  á  la  derecha  una  serie  de  crestas,  carg^adas  de  arbole» 
que  descienden  hasta  reflejarse  en  las  aguas  del  Horta ;  y  á  la  iz- 
quierda las  escarpas  deprimidas  que  separan  á  aquel  río  del  Pes- 
cadero. Pasado  el  Horta  y  desde  la  cumbre  de  Sabanalta,  todo 
es  desierto  ya,  no  obstante  algunas  mezquinas  labranzas  perdidas 
á  orillas  del  Guayabito,  que  corre  entre  las  sierras  de  Armas  y 
Buena  vista,  que  concluyen  en  las  selvas  que  circundan  el  puerto . 
de  Carare.  Después  de  esto  siguen  grupos  de  colinas  decrecientes 
destacadas  de  la  serranía,  las  cuales  desaparecen  cerca  del  Mag- 
dalena bajo  un  extenso  manto.de  árboles  gigantescos  que  ocultan 
las  ultimas  desigualdades  del  terreno,  obstruido  con  los  despajos 
vegetales  acumulados  allí  [X)r  los  siglos.  De  trecho  en  trecho  rom-, 
pen  la  monotonía  de  esa  aparente  llanura  las  luci^ites  aguas  de  Jas 
numerosas  ciénagas  de  las  orillas  del  cauce  central  y  de  sus  afluen- 
tes, ó  corren  corándola  en  diferentes  direcciones  ríos  que .  semen, 
jan  hilos  de  plata  sobre  un  tapiz  verdinegro,  cerrando  el  fondo  del 
cuadro  el  Magdalena  como  una  ancha  faja  argentina>  tras  la  cuaU 
en  lontananza,  asoman  sus  puntas  las  serranías  de  Antíoquia,  azula< 
sas  por  la  distancia  y  medio  veladas  por  la  bruma. 

Más  al  N.,  desde  los  cerros  de  Xa  Paz  de  Vélez,  al  dirigir  ia 
vista  en  ese  rumbo,  se  pierde  en  una  especie  de  horrendo  precipicio, 
cuyo  término  es  la  tierra,  ora  ondulante,  ora  llana,  que  por  más  de 
20  leguas  sustenta  el  inmenso  bosque  que  llega  hasta  la  orilla  del 
Magdalena,  morada  de  fieras  aiin  no.  perturbadas  por  el  hombre, 
cuya  presencia  apenas  se  noto  en  dos.  á  manera  de  islas  en  medio 
de  aquel  mar  de  follaje,  que  son  los  vecindarios  de.  Santa  Rita  y 
Cachipay,  en  las  cabeceras  bajas,  .del  Opón^ 

A  la  derecha^  entre. el  Opón  y  el  Sogamoso,  espantan  las  hi-> 
leras  de  cerros  empbados,  destrozados  y  de  iormas  raras  é  impo- 
nentes que  constituyen  una?  cordillera  al  parecer  intransitable  y  con 
los  árboles  pegados  á  las  paredes  verticales  de  sus  moles ;  mientras 
que  á  la  izquierda,  hacia  el  Carare,  se  suceden  otras  hileras  de 
montes  cubiertos  de  selva  virgen,  en  tanto  que  á  lo  lejos  la  masa 
de  Armas,  levanta  su  alta  cumbre  rodeada  de  laderas  que  se  pier- 
den entre. la  selva  del  gran.  río.  Unas  pocas^miltas  d^  indios  sal- . 
vajes  son  los  ünicos  moradores  de  estas  regiones,  vasto  recipiente 
en  que  itodo.  fermenta  bajo  el  influjo  de  una  intensa  humedad  y  de 
un  sol  <Je  {uego. 

Más. al.  Septentrión,;  ó  sea- al .liespaldo  de  la  Serranía  de  los 
Lloríquíes,  entre  el  Opón  y  el  Sogamoso,  se  desprenden  cuatro 
ramales,  estrechos  y  empinados  peiro  vestidos  de  lujosa  vegeta- 
ción; por  .lo  icuaj  sólo  á  trechos  muestran  la  roca  viva;  ramalea 
que  á  medida  que  jse  alejan  ide  su  origen,  abaten  sus  crestas  afila- 
das y  gradualmente  desaparecen  entre  la  espesa  selva  magdaléni- 
ca,  tan  tupida  que.  cierra  el  .paso  á  los  rayos  del  sol,  salvo  en  los 
puntos  donde  relucen  las  aguas  de  las  ciénagas,  y  lag^as.  Si  aquí 
hay  montes  derruidos  y  precipicios,  están  disiniulados  por  la  düñy^ 
leda,  y  por  el  fondo  surcan  ríos  ea«idalosos.ou3ra«  «aguas  corren  pe- 
rezosamente hacia  el  recipiente  oomiínv'Raroshafcnjtanles  moran  en 
estas  soledades  apenas  surcadas  por  dostrochas,:de  dinMi  «ardiente  ^ 


5 1 2  NuKVA  Geografía  ds  Coloxbu 


y  deletéreo,  asilo  de  las  fieras,  y  en  las  que  el  hombre  es  abru- 
mado  por  el  mundo  físico,  puesto  que  hasta  el  aire  que  respira 
le  es  nocivo,  y  su  existencia  es  atormentada  día  y  noche  por  mu- 
chedumbre de  insectos  que  cubren  con  sus  nubes  una  atmósfera 
viciada  por  la  descomposición  de  los  vegetales  y  carroñas  en  las 
aguas  casi  hirvientes  de  los  pantanos. 

En  ñn,  estas  soledades  primitivas,  con  cerros,  llanuras  de 
selva  virgen  y  pantanos,  ocupan  también  el  espacio  triangular  com- 
prendido  entre  el  bajo  Sogamoso,  el  Magdalena  y  el  Lebrija.  Este 
dilatado  territorio  se  domina  desde  el  cerro  del  Cacique,  y  nadie  ha 
podido  visitarlo  materialmente,  porque  no  hay  hombre  que  resista 
la  fatal  acción  del  calor  abrasador  combinado  con  la  constante  hu- 
medad é  impureza  del  ambiente ;  desde  los  ríos  que  lo  circundan 
sólo  se  distinguen  bosques,  pantanos,  grandes  llanuras  de  forma- 
ción aluvial  y  grupos  de  colinas  cubiertas  por  árboles  gigantescos. 

Al  poniente  del  Cacique  se  levanta  la  escarpada  y  agria  y 
también  baja  serranía  de  La  Paz,  que  cubre  el  curso  del  Magda- 
lena, en  su  centro  la  destroza  el  Sogamoso,  y  en  su  extremidad 
NNW.  el  Sucio,  tributario  de  este  río,  mostrándose  por  las  rotu- 
ras y  á  lo  lejos  las  amplias  llanuras  de  la  hoya  del  principal  y  un 
trozo  brillante  de  sus  aguas,  que  parecen  reposar  encima  de  las 
selvas  ribereñas.  Teiidida  la  vista  sobre  las  unidas  copas  de  los 
árboles,  no  se  distingue  sino  un  tupido  manto  de  verdura,  pero  sí 
se  percibe  una  serie  de  ondulaciones  en  que  juegan  la  luz  y  la 
sombra  cuando  el  sol  declina  hacia  el  Ocaso  :  son  los  remates  de 
un  cordón  de  la  serranía  que  se  bifurca  más  adelante  del  Cacique, 
desprendiendo  un  brazo  en  demanda  del  Sogamoso,  para  separar 
los  cauces  del  Sucio  y  el  Payoa,  y  concluir  desparramado  en  coli- 
nas sin  enlace,  en  tanto  que  la  serranía  misma  continua  orillando 
el  Lebrija,  compacta  primero,  hasta  desvanecerse  en  las  llanuras 
de  Torres  y  Puerto  Wilches,  donde  simples  resaltos,  apenas  sen- 
sibles al  nivel,  crean  la  hoya  del  Paturía,  pues  más  al  N.  ya  caños 
transversales  enlazan  los  cauces  del  Magdalena  y  del  Lebrija,  an- 
tes de  que  se  reünan  frente  á  Bodega  Central. 

Este  remate  de  la  serranía  se  distingue  desde  el  cerro  de  la 
Paz,  junto  con  una  porción  considerable  del  Magdalena,  facilitan- 
do la  concepción  de  lo  que  es  el  espacio  intermedio.  Desde  la  Co- 
lonia, se  ha  intentado  más  de  una  vez  abrir  un  camino  al  través  de 
estas  llanuras,  que  sirva  al  comercio  de  Girón  y  Bucaramanga, 
en  lo  que  siempre  se  han  gastado  buenas  sumas  de  dinero  y  se  ha 
sacrifícado  la  vida  de  muchos  trabajadores  que  sucumben  al  rigor 
del  clima,  sin  utilidad  alguna,  pues  al  mediodía  el  trazo  corta  pri- 
mero cerros  que  lo  hacen  incómodo,  y  del  Cacique  en  adelante  va 
por  anegadizos  atravesando  quebradas  considerables ;  al  centro  no 
encuentra  sino  las  extensas  y  pantanosas  llanuras  del  Paturía,  y  más 
lejos,  sin  que  falten  los  pantanos  ribereños,  se  hace  muy  largo  para 
el  tranco  mercantil:  preciso  es  buscar  las  aguas  navegables  del  So- 
gamoso y  del  Lebríja,  que  por  quedar  distantes  tampoco  resuelven 
el  problema  con  facilidad. 

Banda  occidenial — Lo  mismo  que  la  opuesta  está  formada  por 
el^isclivio  de  otras  mesas  y  valles  interiores,  por  la  falda  de  las 
montañas  antioqueñas,  cuyos  hijos  luchan  con  energía  por  descua^ 


Nueva  Gbogkafi'a  de  Colombu 


jar  la  selva  virgen  que  la  cubre,  y,  ya  aclimatados,  han  salpicado 
ese  vasto  territorio  con  sus  trochas,  rozas  y  algiinos  caseríos,  de 
suerte  que  es  posible  esperar  que  en  medio  siglo  la  hayan  cautiva- 
do en  buena  parte  para  la  agricultura  y  el  progreso.  En  esta  ban- 
da desarrollan  su  curso  los  ríos  La  Miel,  Nare,  San  Bartolomé, 
Cimitarra  y  Boque,  todos  compuestos  de  un  abanico  de  brazos  y. 


I  Migdileij,  J:  fulogrifía 


salvo  el  segundo,  íntegramente  formados  en  la  falda  de  la  serra- 
nía, que  apenas  sustenta  las  poblaciones  incipientes  de  Pensilvania, 
San  Agustín,  San  Luis,  San  Carlos,  Remedios  y  Segovia,  en  tanto 
que  en  las  terrazas  superiores  quedan  Cocorná,  Vahos,  San  Ra- 
fael, San  Roque  y  Cancán  :  á  orillas  del  gran  río  sólo  hay  unas  po- 
cas poblaciones  que  apenas  vegetan,  salvo  Puerto  Berrío;  pero  los 
caseríos  aumentan  año  por  año. 

Desde  las  cumbres  del  páramo  de  San  Félix  se  extiende  la 
vista  por  donde  corre  el  Samaná,  en  tanto  que  las  varias  ramifica- 
ciones de  la  cordillera  se  confunden  por  la  espesura  del  bosque 
que  las  cubre,  y  van  á  perderse  sobre  las  ardientes  márgenes  del 
Magdalena,  que  en  los  días  serenos  parece  una  faja  blanca  que 
contrasta  con  el  color  verdinegro  del  bosque  casi  apagado  en  las 
lejanas  perspectivas. 


514'  NvsvA  Gkogbafía  dx  Colombu 


De  las  terrazas  de  Rionegro  haría  el  valle  del  Magdalena,  es 
decir,  hacía  el  oriente,  se  echa  menos  la  belleza  del  paisaje  de  las 
cordilleras  del  respaldo,  disminuyen  la  población  y  la  riqueza,  cesan 
poco  á  poco  los  trabajos  del  campo,  y  predominan  las  selvas,  que 
cubren  un  territorio  casi  desierto. 

Del  alto  del  Cereal  se  goza  de  una  vista  extensa  por  esa  co- 
marca, porque  los  cerros  decrecen  progresivamente,  dejan  domi- 
nar sin  obstáculo  todo  el  espacio  que  media  entre  esa  altura  y  el 
Magdalena,  y  permiten  ver  las  quiebras  por  donde  corren  los  ríos 
que  cruzan  esa  ardiente  región.  Cuando  decrecen  los. ramales  de 
la  cordillera  y  acaban  los  últimos  relieves,  se  puede  señalar  la  línea 
por  donde  cruza  el  gran  río,  pues  cuando  está  despejado  el  día,  se 
forma  siempre  una  ancha  faja  blanquecina  de  vapores  levantada 
por  el  calor  de  la  gran  masa  de  agua  que  ocupa  el  fondo  del  valle 
principal,  percibiéndose  más  allá  las  azuladas  serranías  de  V^ez, 
que  dominan  la  cuenca  del  Minero-Caí  are  ;  distingüese  también  el 
páramo  de  Rabón,  próximo  á  las  altiplanicies  de  Cundinamarca,  y 
antes  las  llanuras  de  Mariquita,  que  iluminadas  por  el  sol,  dejan 
ver  la  población  de  Honda.  Domina  el  espectador  vastísimo  espacio, 
pero  no  ve  en  lo  general  sino  selvas  casi  desiertas  y  apenas  recien- 
temente conocidas.. 

Pocas  vías  cruzan  estas  regiones,  siendo  la  principal  la  de 
Puerto  Berrío,  que  pasa  por  la  pequeña  Parroquia  de  San  Carlos 
y  la  aldea  de  Canoas,  á  la  que  se  reúne  antes  de  este  punto  otra 
que  arranca  de  Guatapé.  El  término  de  este  camino  es  un  ferroca- 
rril á  cuyos  lados  la  población  forma  una  especie  de  mancha  entre 
las  selvas  que  atraviesa.  Más  al  Sur  otros  dos  caminos  enlazan  á 
Antioquia  con  Honda  por  la  hoya  del:  La  Miel. 

Desde  las  alturas  que  enmarcan  á  Yolombó  y  á  Remedios  no 
es  agradable  la  pejrapecti'va,  pues  no  se  ven  $íno  cerros  que  van  de- 
bilitándose más  y  más.  hasta  perderse  en  las  dilatadas  y  extensas 
llanuras  que  fecunda  :el  gri^n  Wo,  cubiertas  iie  ciénagays  y  de  árbo- 
les gigantescos.  I^s  mochas. quiébras.por  donde  corren  las  aguas, 
que  llevan  oro  en  sus-  arenas,--  aún  •  permanecen-  poco-  menos  que 
desiertas  y  desconocidas.  De  Cerrogrande,  del  Alto  de  la  Jetona 
ó  de  la  cumbre  de  la  Ceja,  puede  el  espectador  medir  con  la  vista 
esta  comarca,  semejante  á  un  océano  de  verdura  que  se  confunde 
con  el  horizonte,  pues  sólo  en  los  días  despejados  y  en  perspectiva 
remota  se  alcanzan  á  distinguir  las  cordilleras  de  Ocaña,  que  pa- 
recen diminutas  á  causa  de  la  distancia  á  que  están  del  espectador. 
Aquí  es  fácil  la  comunicación  por  los  lomos  que  se  desprenden  de 
la  serranía  de  la  Ceja  y  terminan  en  la  llanura  que  surca  el  San 
Bartolomé,  tributario  del  gran  río  y  navegable  algunas  leguas.. 
Después  las  tierras  del  Cimitarra  y  el  Boque  son  parte  de  la  gran 
selva,  apenas  recorrida  p>or  los  cazadores,  sin  otro  camino  que  la 
trocha  del  mineral  de  Guamacó,  ni  más  población  que  la  muerta 
Simití,  que  vive  de  los  recuerdos  del  pasado. 

IX — La  Costa — Esta  es  una  de  las  regiones  mas  ricas,  ex- 
tensas y  de  más  porvenir  entre  las  que  componen  la  pordón  moiw 
tañosa  del  país,  como  que  sin  contar  el  Sinú,  que  le  demora  al 
Ocaso,  ni  la  Goa jira,  que  se  extiende  hacia  el'  Nordeste,  no  mide 


NüiVA .Geografía  he  Cqlohbiai' .  SIS 


menos  de  130  legiias  de  máxima  longitud,  por  60  de  anchura,  es 
cruzada  de  S.  á  N.  por  el  Magdalena,  y  encierra  la :  Sierra  Néva-. 
da.de  Santamaría  y  los  montes  de  María,  es  decir,  las  primeras- 
zonas,  donde  hay  esperanza  de  que  se  aclimate  la  inougracidn  eu« 
ropea.  Sin^  contar  el  alto  San  Jorg^e,  que  en  verdad  hace  parte  de 
las  breñas  antioqueñas,  la  Costa  presenta  un  área  g-roseramente 
oval,  que  se  subdivide  en  diversas  porciones,  bien  caracterizadas 
unas,  menos  aparentes  otras,  casi  todas  unidas  por  un  lazo  comiln : 
el  clima  cálido  y  la  humedad  invernal.  Esas  zonas  son:  el  valle 
del  bajo  Magdalena,  con  las  llanuras  y  colinas  adyacentes,  incluso 
el  alto  San  Jorge ;  el  litoral  de  (Cartagena ;  la  Sierra  Nevada,  y  el 
Valle  de  Upar,,  ó  sea  el  formado  entre  la  Nevada  y  los  Andes,  por- 
que la  parte  baja,  del  Cesar,  lo  mismo  que  la  del  Cauca,  natural- 
mente pertenece  á  la  primera. 

En  su  conjunto  y  desde  otro  punto  de  vista,  las  tierras  que. 
componen.esta  región  de  la  Costa,  ó  sea  la  baja  Magdalenia,-  natu- 
ralmente se  dividen  en  tres  clases  bien  distintas,,  notable  cada,  una 
por  sus  caracteres,i  saber:  las  serranías,  las  sabanas  y  lasllanuras  . 
bajas  6  tierras  húmedas. 

La  sección  de  las  sabanas ^  la  tercera  en  magnitud,,  es  toda  ar- 
diente y  propia  para  la  cría  de  ganados.  A  trechos  se  encuentraa 
en; ellas  hermosos  bosques  de  valiosas  especies  vegetales,  á  tre-»- 
chos  también  las  surcan  arroyos  que  cuando  son  permanentes  f e-^ 
cundan  .la  fértil  tierra,  porque  por  desgracia  en  verano  estas  saba- 
nas ^  altas  carecen  de  tan  importante  elemento,  por  lo  cuailos 
habstanles  en  muchos  puntos  tienen  que  mudar  de  residencia  en  ' 
esa.época,  lo  que,: como  se  comprende,  viene  en  perjuicio  del  pro- . 
greso  efectivo  de  la  región»  El.  habitante  de  estas  comarcas  en<^ 
cuentra  riqueza  efectiva  en  la  agricultura  y  en  la  fácil  industria  pe- . 
cuana,  por  Jo  cual  no .  escasean  las  poblaciones,  los  caseríos  y  los 
hatos  llamados  corrales  ó  retiros.  Esta  zona  importante,  que  en 
partes  es  limpia  y  en  partes  se  desata  en  bosques  tupidos  en  las 
cabeceras  y  en  las  márgenes  de  los  grandes  Hos,  presenta  desde 
las.serrankús.  elevadas  el  aspecto  de  una  alfombra  de.irerdura  de 
tinte  Tarío.que  se. pierde  en  el  horizonte  sin  dejar  columbrar  las:: 
ciénagas  y  los  caños  de  la  llanura  baja,  quede  ordmario  se  en^ 
vuelven  en  blancos  vapores  que  cubren  las  arboledas  próximas  y 
se  resuelven- en  frecuentes  lluvias.. 

En  algunas  de  las  sabanas  limpias  se  presenta  un  espectáculo 
especial,  pues  el  comején  de  iierra  ha  levantado  en  ellas  midtitud 
de.  torreones  cónicos  de  hasta  más  de  tres  metros  de  altura,  que., 
semefan  dilatados  oarapamentos  de  ejércitos  crecidos. 

Y  sin  embargo  de  ser  tan  ríeos  estos  parajes,  en  especial  ha;¿ . 
cia'  los  ramales  de  las  .grandes  cordilleras,  enormes  extensiones: 
yacen  en  indtü  reposo,  porque  ni  el  hombre  ni  la  industría  hanjto-i 
mado  completa  posesión  de  ellas. 

La  sección  de  las  llanuras  bajas^  es.  decir,  de  los  anegadizos^., 
las.cíénagasy  los  playones,  abarca  una  enorme  superficie,  en  par>^ 
tes  indtil  y  nociva.  En  lo  general,  se  tiende  paralela  al  Magdale« 
na  y  á  sus  grandes  afluentes,  ensanchándose  de  un  modo  extrai»-; 
dinarío  en  torno  de  jdonde  se  forma  el  deUa  interior  del  gran  río;: 
En  ella  las  partes  constantemente  húmedas,  se  deben  á  los  derraw 


5 16  NuivA  Geografía  ds  Colombu 


mes  de  las  aguas,  que  carecen  de  lecho  profundo  en  esas  plani- 
cies de  perfecta  horizontalidad,  á  veces  interrumpidas  por  algunos^ 
bancos  donde  están  las  poblaciones  y  caseríos  y  por  masas  de  bos- 
que que  se  extienden  á  lo  larg'o  de  las  ag^uas.  Cuanto  á  los  playo- 
neSy  no  son  sino  vegas  que  quedan  en  seco  en  verano,  época  en  que 
se  cubren  de  pastos  tiernos  y  abundantes,  refugfio  de  los  ganados 
que  pacen  en  invierno  en  las  sabanas  altas. 

Mas  si  el  ganadero  aplaude  la  formación  de  esos  prados  que 
le  salvan  sus  reses  cuando  el  sol  agosta  las  dehesas  superiores,  el 
clima  no  puede  menos  que  sufrir  las  consecuencas  de  la  fermen- 
tación de  los  vegetales  podridos  cuando  las  últimas  aguas  se  eva- 
poran, merced  á  una  temperatura  de  35  grados.  Esa  evaporación 
rápida  levanta  nieblas  y  emanaciones  insalubres,  que  arrastradas 
por  los  vientos  cobijan  las  llanuras  y  llevan  por  dondequiera,  en 
ciertas  épocas  del  año,  fiebres  pertinaces  que  por  lo  comün  causan 
la  muerte  al  que  baja  sin  precauciones  de  las  tierras  altas. 

La  región  de  las  serranías^  sin  incluir  el  magnífico  macizo  de 
la  Sierra  Nevada,  se  compone  de  los  remates  de  las  cordilleras 
antioqueñas  que  mueren  sobre  las  llanuras  de  Bolívar,  de  los  mon- 
tes de  María,  que  separan  estas  planicies  del  mac,  y  de  las  últimas 
prolongaciones  de  la  serranía  de  Santander,  que  dominan  las  lla- 
nuras del  Magdalena  y  se  pierden  entre  la  Sierra  Nevada  y  la 
península  Goajira. 

La  mayor  parte  de  las  faldas  y  ramblas  de  estos  montes  es- 
tán cubiertas  de  árboles  frondosos  entrelazados  con  multitud  de 
plantas  tredaporas,  sin  que  falten  porciones  revestidas  de  gramí- 
neas cuyo  color  pálido  contrasta  notablemente  con  el  oscuro  matiz 
de  las  selvas.  El  terreno  presenta  un  perfil  tortuoso,  á  veces  ter- 
minado en  cumbres  casi  niveladas,  y  á  veces  en  cimas  redondas,  ó 
quebrantado  por  depresiones  y  quebradas  profundas.  Al  fin  toda 
esa  masa  de  cerros  se  abate  á  confundirse  con  las  llanuras  inferió, 
res,  ora  mediante  estribos  cortos  y  rápidos,  ora  en  terrazas  esca- 
lonadas, ora  mediante  multitud  de  montecillos  y  colinas  que  pare- 
cen desgranados  de  la  mole  principal,  y  regados  á  sus  pies,  de 
mayor  á  menor,  hasta  desaparecer  en  el  suelo  horizontal.  Sin  em- 
bargo, todo  esto  permanece  inculto  y  abandonado  en  su  mayor 
parte,  excepto  en  las  inmediaciones  de  las  principales  poblaciones 
y  en  uno  que  otro  rastro  de  trabajo  que  se  nota  en  la  vera  de  los 
caminos  ó  en  los  recuestos  de  las  sierras. 

JSl  San  Jorge — Entre  el  Sinú  y  el  Cauca  central  se  abre  el  es- 
pacio triangular  que  constituye  el  valle  del  San  Jorge,  el  cual  se 
pierde  en  la  baja  llanura  de  Ayapel,  hacia  una  de  las  zonas  más 
curiosas  é  importantes  del  suelo  colombiano :  el  canal  de  comuni- 
cación quie  la  naturaleza  abrió  entre  el  golfo  de  Cispata  y  el  Cau- 
ca central,  con  rumbo  NW.  á  SE.,  para  separar  en  parte  los  An- 
des de  los  relieves  Caribes.  Atrás  dijimos  que  en  invierno  es  posible 
pasar  embarcado  del  Sinú  al  San  Jorge ;  de  éste  al  Cauca  puede 
hacerse  lo  mismo  por  la  ciénaga  de  Ayapel,  el  caño  del  Barro,  la 
ciénaga  de  San  Lorenzo  y  el  caño  Pescado,  que  termina  frente  á 
la  boca  del  Nechí.  El  caño  del  Barro  se  abre  á  través  de  los  rema- 
tes de  la  serranía  de  Ayapel  por  una  hoz  que  á  la  vez  sirve  de 
compuerta,  pues  sin  ella,  como  el  Cauca  corre  aquí  más  alto,  se 


Nueva  Geografía  de  G)lombia  517 


habría  precipitado  por  allí  sobre  los  llanos  ayapeleños.  Y  sin  em« 
oargo,  ese  rico  presente  de  la  naturaleza  de  nada  sirve  aún  á  los 
escasos  y  desidiosos  habitantes  de  esas  espléndidas  comarcas. 

Las  cabeceras  del  San  Jorge  se  abren  en  el  ángulo  que  for- 
man el  Sinií  y  el  San  Agustín  (Tarasá),  en  un  escalón  situado  al 
pie  de  los  altos  páramos  y  breñas  donde  nace  aquél,  al  cual  se  ase- 
meja un  tanto  en  las  primeras  leguas  de  su  curso  llenas  de  hoces 
y  reciales.  Entre  los  dos  existe  una  trocha  abierta  por  los  cauche- 
ros, quienes  hablan  de  restos  de  monumentos  y  esculturas  indíge- 
nas existentes  en  esas  apartadas  regiones.  Allí  existen  también  al- 
gxinos  indios  llamados  bravos  porque  no  hablan  español,  quizá  res- 
tos degradados  y  embrutecidos  de  las  antiguas  tribus  habitadoras 
de  la  Zenufana  y  el  Pansenü.  En  el  término  de  su  curso  superior  el 
Sinú  pasa  por  la  hoz  de  Tres-piedras,  punto  sombrío  de  los  que  se 
atreven  á  navegar  sus  aguas,  situado  entre  un  inmenso  caos  de 
breñas,  cual  si  allí  el  terreno  hubiera  sido  dislocado  por  un  gigan- 
tesco terremoto,  vecino  de  otra  hoz  abierta  al  través  de  un  cerro 
carbonífero  que  parece  hendido  en  dos  por  análoga  causa.  Los  in- 
dios navegan  esta  parte  del  río,  de  bajada,  medio  nadando,  medio 
embarcados  en  balsas  de  guadua  que  abandonan  luego,  pues  re- 
gresan siempre  por  tierra. 

Un  poco  más  abajo,  entre  la  selva  virgen  de  la  comarca,  ya 
aparecen  los  primeros  caseríos  de  los  civilizados,  como  son  Soledad, 
San  Ciprián,  Cañasgordas,  San  Pedro  y  Uré,  en  gran  parte  pobla- 
dos por  negros  mineros,  oriundos  de  Antioquia,  que  no  practican 
sino  el  mazamorreo,  6  bien  recogen  algunos  productos  vegetales ; 
estos  negros  son  de  pésima  conducta. 

Cuanto  á  Uré,  es  un  ejemplo  del  modo  singular  como  pasan 
las  cosas  en  esta  región :  antes  ocupaba  un  sitio  sano  y  pintores- 
co á  orillas  de  un  arroyo,  y  las  viviendas,  medio  semejantes  á  las 
del  Chocó,  tenían  el  piso  de  madera  á  un  metro  del  suelo ;  pero  la 
comunicación  con  Ayapel  era  difícil,  pues  hasta  la  Bodega  el  viaje 
se  hacía  en  bueyes,  luego  en  canoas  pequeñas  por  la  quebrada  Uré 
hasta  el  San  Jorge,  y  por  ultimo  en  canoa  por  este  río.  Para  evitar 
dicho  inconveniente  los  negros  mudaron  el  caserío  á  la  Bodega,  lu- 
gar hiSmedo,  y  en  vez  del  piso  de  madera  dejaron  el  natural,  lo 
que  hace  malsanas  las  viviendas.  Los  habitantes  presentan  una  mez- 
cla singular  de  fanatismo  y  depravación,  tienen  costumbres  singu- 
lares, y  es  peligroso  vivir  entre  ellos,  por  su  tendencia  á  apropiarse 
de  los  bienes  ajenos,  en  lo  que  despliegan  grande  habilidad.  Aun 
cuando  Uré  recibe  de  Ayapel  los  artículos  de  consumo,  su  movi- 
miento vital  se  dirige  hacia  Cáceres,  en  Antioquia,  bien  que  no 
esté  sobre  el  camino  que  enlaza  esas  dos  poblaciones,  sino  á  un  lado. 

Esta  región  del  alto  San  Jorge  tiene  una  historia  abundante 
en  peripecias .-  desde  el  tiempo  de  la  Colonia  hasta  nuestros  días, 
primero  peninsulares  y  luego  franceses,  ingleses  y  por  ultimo  nor- 
teamericanos, han  subido  á  gran  costo  máquinas  y  elementos  para 
el  laboreo  de  las  minas,  terminando  siempre,  por  una  causa  ü  otra, 
en  abandonar  el  campo,  de  suerte  que  entre  la  selva  se  hallan, 
cuando  menos  se  piensa,  excavaciones,  socavones,  estacadas,  pie- 
zas de  maquinaria,  restos  de  edifícios,  todo  lo  cual  causa  impre- 
siones singulares  en  el  ánimo  del  viajero  que  recorre  esas  soleda- 


9i8  .  NvBVA  GmoGajmk.mtCoMmtBiA 


des.  Además  de  esas  épocas  de  holganza  que  los  de  Uré;  han.de- 
i>klo  ái  la  minería,  también  tuvieron  la  del  caucho,  que  les  produjo 
ing^entes  sumas,  pero  por  lo  absurdo  de  la  explotación  del  artículo, 
.pronto  lo  agiotaron  en  sus  bosques;  El  suelo  es  de  una  fecundidad 
extraordinaria:  silvestre  es  el  ñame;  casi  igual  cosa  sucede  con  el 
plátano;  abundan  la  pesca,  la  caza  y  las  frutas,  y  los  negros  son 
perezosos:  apenas  mazamorrean  cuando  los  apremia  la  necesidad. 
.  ¿Para  qué  trabajar?  £1  oro  del  San  Jorge  existe  en  masas  de  una 
arcilla  de  color  rojo  tan  intenso  y  puro,que  puede  emplearse  como 
vemSellón,  y  encierra  además  numerosos  peiíascos,  lo  que  da  sin- 
.guiares  tintes  al  paisaje,  pues  forma  en  grandes  extensiones  ote- 
ros y  collados,  en  muchos  lugares  desprovistos  del  manto  vegetal, 
desmoronados  y  aun  partidos  en  dos  por  el  laboreo  de  los  mineros 
á  impulsos  de  las  quebradas  que  los  cruzan. 

Las  ondulaciones  considerables  del  terreno  puede  decirse  que 
*  desaparecen  de  la  boca  de  la  quebrada  de  Uré  á  Marrald,  término 
superior  del  mundo  habitado,  enfrente  de  Ayapel.  El  río  no  es 
sino  una  calle  sin  fin,  cerrada  por  altos  árboles  arropados  por  col- 
gaduras de  bejucos,  y  aun  cuando  navegable,  por  su  poco  declive 
carece  de  estabilidad ;  crece  y  mengua  con  sdbita  rapidez,  y  en 
los  fuertes  veranos  se  convierte  en  playones  que  guardan  un  cauce 
obstruido  por  las  palizadas,  siendo  preciso  entonces  viajar  por  tie- 
rra por  malísimas  trochas.  En  esta  zona  e\  jején,  que  no  existe  más 
abajo,  es  un  tormento  insufrible  para  el  viajero,  cuyo  cuerpo  se 
hincha  y  pone  doloroso  con  las  picaduras  de  semejante  plaga. 

También  en  esta  porción  ya  el  fondo  del  valle  presenta  algu- 
na anchura ;  á  la  izquierda  se  forma  el  lago  de  los  Zambos,  y  á  la 
derecha  el  caño  de  las  Gatas,  que  se  abre  al  lado  del  río :  es  la 
transición  hacia  la  llanura  de  Ayapel  y  del  bajo  San  Jorge,  que  en 
verdad  es  una  con  la  del  bajo  Cauca  (y  la  del  delta  interior  del 
Magdalena),  guardada  al  Ocaso  por  las  sabanas  altas  de  Bolívar 
y  las  bajas  serranías  de  San  Carlos-Corozal,  y  al  Oriente  por  los 
cerros  de  Lucas-Loba.  Conviene  advertir  aquí  que  quien  en  vera- 
no recorra  el  San  Jorge  por  su  lecho  principal,  apenas  verá  orillas 
cubiertas  de  bosque,  con  dos  insignifícantes  caseríos  y  algunas  cho- 
zas miserables,  pues  toda  la  vida  de  la  comarca  está  lejos  de  él,  en 
las  sabanas  y  rincones  de  las  ciénagas ;  porque  si  el  viaje  es  en  in- 
vierno, en  cinco  jomadas  no  verá  un  pedazo  de  tierra  fuera  del 
.agua. 

•  A  la  izquierda  del  río  corre  el  caño  de  Carate,  que  una  y  otra 
vez  se  le  une  antes  de  tributarle  del  todo,  por  medio  de  ciénagas, 
.  quedando  en  una  del  Poniente,  ya  en  el  principio  del  desierto,  el 
caserío  de  Cintura,  notable  por<iue  sus  habitantes  son  todos  crimi- 
nales prófugos,  y  con  ellos  no  se  entromete  la  autoridad ;  á  la  de- 
recha está  Ibl  ciénaga  de  Ayapel,  intermedia  de  los  caños  Sejebe 
y  Barros,  no  lejos  del  de  San  Matías  y  de  otra  porción  desierta 
que  la  divide  del  Cauca.  Ahora  bien :  por  un  capricho  geológico 
la  sabana  de  Ayapel  es  única  en  esta  secciÓHi  pues  todo  el  resto 
son  rastrojos  anegados,  y  esa  planicie,  interpuesta  entre  la  ciénaga 
y  el  río,  es  sobradamente  alta  para  que  pueda  vérsela  del  lado  de 
aquélla. 


NVKVA  GeOGRAFÍADS  COI^MBIA  5^9 


La  ciénQ^a^  ó  mejor  dicho  lago,  que  mide  tres  leguas  de  lon- 
gkud  por  dos  de  anchura,  en  todo  el  resta  del  perknetro  está  ro« 
deada  de  bosques  cuya  línea  parece  azul  por  la  distancia,  y  su  as- 
pecto es  muy  pintoresco,  en  especial  en  las  primeras  horas  de  una 
mañana  despejada,  cuando  tras  ella,  en  el  horizonte,  alcanza  á  verse 
el  extraordinario  grupo  del  cerro  Corcovado,  situado  allende  el 
Cauca.  La  villa  que  da  nombre  al  lago  ocupa  una  península  del 
lado  occidental,  muy  reducida  para  el  extenso  caserío,  algunos.de 
cuyos  patios  se  inundan  en  invierno,  y  que  bajo  su  ruinoso  aspecto 
actual  deja  ver  una  opulencia  que  ya  no  existe ;  en  efecto,  Aya- 
pel,  en  otro  siglo  con  aduana  y  puerto^  tuvo,  al  par  de  Mariquita  y 
Muzo,  días  de  grandeza,  y  si  aún  subsiste,  á  pesar  de  su  mal  cli- 
ma, lo  debe  á  su  privilegiada  situación.  Aun  cuando  la  temperatu- 
ra es  fuerte,  nadie  ha  pensado  en  sembrar  árboles ;  los  ricos  viven 
retirados,  sin  hacer  nada,  pues  sus  ganados  engordan  y  se  multi- 
plican sin  cuidados,  como  que  hasta  saben  mudar  de  pastos  segiin 
la  estación.  £1  pueblo,  no  menos  inactivo,  tiene  por  diversiones 
bailes  nocturnos  en  las  calles,  y  como  alimentos  preñere  la  panela 
y  el  queso,  hasta  el  punto  de  que  en  muchas  casas  se  pasan  días 
y  días  sin  que  se  prenda  fuego  en  la  cocina.  En  resumen,  la  villa  es 
un  nido  de  indolencia,  donde  reinan  como  soberanos  el  aguar- 
diente y  el  anhelo  de  ganar  dinero  sin  trabajar. 

Y  sin  embargo,  los  Ayapeleños  son  hombres  que  en  lo  gene- 
ral difieren  del  tipo  vulgar  de  los  criollos;  por  la  posición  de  su 
cuna  limítrofe  del  desierto  son  un  grupo  de  atrevidos  ^Tentureros. 
Desde  su  infancia  se  recrean  con  su  vasta  ciénaga,  las  selvas  sin 
ñn  del  contorno  y  ese  fantasma  azul  del  horizonte  que  saben  es  un 
cerro,  y  sienten  irresistible  atracción  hacia  esos  objetos  que  los 
convidan  á  lejanas  excursiones,  y  desde  niños  se  lanzan  en  atrevi- 
das correrías.  Son  los  transeúntes  del  mundo  inhaíbítado ;  en  sus 
piraguas  osan  remontar  los  ríos  hasta  sus  espumantes  cabeceras ; 
trepan  audaces  á  los  picos  de  las  lejanas  cordilleras,  y  se  abren 
paso  por  entre  las  desiertas  y  desconocidas  selvas.  El  número  de 
ganaderos  es  tan  considerable  que  sus  corrales  de  ciénaga,  for- 
man varios  grupos  que  de  lejos  parecen  grandes  poblaciones: 
es  que  en  verano  emigran  todos  al  campo,  de  suerte  que  la  pobla- 
ción queda  casi  abandonada.  Los  pobres  que  no  tienen  vacas  pa- 
ridas para  hacer  queso,  toman  las  ajenas,  y  los  ricos  aceptan  esa 
especie  de  comunismo^  porque  la  leche  tiene  poco  valor,  y  porque  se 
amansa  el  ganado,  que  es  lo  que  les  importa.  Además,  allí  la  di- 
ferencia de  razas  á  nadie  preocupa  para  los  enlaces  matrimonia- 
les, ni  tampoco  el  estado  de  las  fortunas,  pues  á  consecuencia  del 
vicio  de  comprar  á  crédito  todo  lo  que  se  puede  conseguir,  el  ma- 
yor número  debe  siempre  más  de  lo  que  está  en  posibilidad  de 
pagar.  Lo  importante  es  vivir,  y  vivir  alegremente  ante  todo%  De 
esta  incliriación  al  placer  resulta  que  los  agricult<^es  del  poblado 
dejan  sus  plantaciones  abandonadas  la  mayor  parte  del  año>  por- 
que teniéndolas  á  gran  distancia,  en  la  montaña,  emplean  oasi  la 
mitad  del  día  en  la  ida,  y  otro  tanto  en  el  regreso,  pues  vienen 
siempre  á  dormir  al  lugar^  para  entregarse  por  la  noche,  aiites  de 
acostarse>  á  sus  titiritainas  y  al  juego  de' naipes. 


530  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Ayapel  carece  en  verdad  de  caminos,  no  obstante  que  la  na- 
turaleza se  los  brinda  casi  hechos ;  el  caño  del  Barro  está  abando- 
nado; la  vía  de  tierra  áMargento,  en  el  Cauca,  al  W.  de  ese 
caño,  es  una  trocha  solitaria  ;  el  camino  de  Cáceres,  de  sabana  en 
las  tres  primeras  leguas,  en  el  resto  es  también  trocha  mal  cuida- 
da al  través  de  la  serranía,  y  si  las  primeras  alturas  y  torrentes  se 
cruzan  con  cierta  facilidad,  luego  las  dificultades  crecen,  y  es  pre- 
ciso pernoctar  cinco,  noches  eñ  despoblado  antes  de  llegar  al  río 
Man.  Recientemente  se  ha  abierto  otra  senda  para  pasar  ganados 
de  las  Sabanas  á  la  gran  región  minera  de  Cacerí.  Hacia  el  N.  el 
camino  usual  no  es  el  río  sino  el  caño  Sejebe,  que  sale  de  la  ciéna- 
ga con  aguas  negras  y  una  fila  de  yerbas  flotantes  á  unirse  á  las 
limpias  y  cristalinas  del  río ;  la  confluencia  de  un  lado  está  cubierta 
de  casas,  y  del  otro  es  una  ciénaga  baja  cubierta  de  altas  yerbas. 
El  caño  en  cuestión  tiene  en  sus  orillas  algunos  caseríos,  y  á  su  de- 
recha presenta  la  boca  de  La  Junta,  ó  sea  de  los  caños  que  al 
oriente  se  ramifican  por  la  selva  y  en  invierno  presentan  singula- 
res comunicaciones  con  el  Cauca  ;  pero  es  tal  el  descuido  de  los 
que  por  allí  viven,  que  no  obstante  pasar  dos  veces  por  día  á  sus 
labranzas,  lo  hacen  por  debajo  de  ramas  llenas  de  espinas,  que 
casi  tocan  el  agua  !  Nadie  trabaja  por  librarse  de  esa  molestia, 
porque  de  su  labor  no  se  aprovechan  los  demás,  y  prefieren  que  á 
ratos  se  les  ensangriente  la  piel.  Y  es  de  advertir  que  son  muchas 
las  piraguas  que  surcan  el  caño  para  llevar  plátanos  á  Magangué, 
cuándo  abajo  escasea  este  artículo  de  primera  necesidad ;  que  en 
la  comarca  se  produce  un  cacao  excelente,  muy  buena  pita  (agave), 
y  se  ha  aclimatado  con  muy  buen  éxito  el  árbol  del  pan.  Empero, 
esta  fertilidad  no  se  extiende  hacia  el  Oeste,  allende  el  caño  de 
Carate,  es  decir,  en  lo  que  pudiera  llamarse  la  tierra  firme  (Cari- 
be), pues  en  los  bosques  de  ésta  no  se  producen  el  caucho,  la  co- 
paiba,  la  zarzaparrilla,  la  pita  ni  el  cacao. 

Este  caño  de  Carate,  que  mide  bastante  longitud,  se  origina 
con  los  arroyos  que  brotan  en  las  últimas  estribaciones  de  la  serra- 
nía de  Murrucuctí,  atraviesa  pantanos  y  ciénagas,  entre  ellas  la 
triple  de  las  Flores,  que  demoran  al  pie  del  extremo  meridional  de 
las  sabanas  de  Corozal-San  Carlos,  corta  los  caminos  de  éstas  á 
Ayapelj  corre  á  la  izquierda  del  San  Jorge  y  le  tributa  sus  aguas 
por  medio  de  la  ciénaga  de  San  Marcos,  bien  puede  considerarse 
como  un  brazo  de  ese  río :  tantos  son  los  enlaces  que  tiene  con  él 
desde  la  ciénaga  de  Arcial,  lo  que  aumenta  la  extensa  y  complica- 
da red  hidrográfica  de  la  comarca.  Aún  es  vía  poco  conocida,  de 
tránsito  arriesgado  por  sus  frecuentes  obstrucciones,  por  las  yerbas 
flotantes;  pero  por  ella  se  anuncian  las  avenidas  del  río,  lo  que 
prueba  que  las  aguas  encuentran  por  su  cauce  más  pendiente  que 
por  el  lecho  principal.  El  caño  tiene  casi  la  anchura  del  río,  y  sus 
vueltas  no  son  inferiores  á  las  de  éste ;  pero  nada  de  pintoresco 
ofrece,  por  orillarlo  selvas,  yerbas  altas,  manglares  y  anegadizales 
hasta  el  paso  de  Carate,  en  el  camino  real  de  Cartagena,  ünica  vía 
existente  en  la  comarca  desde  hace  siglos,  pero  sólo  utilizable  en 
verano,  porque  en  invierno  se  hace  en  barca  el  trayecto  de  San 
Marcos  á  Ayapel.  El  paso  en  referencia  tiene  un  miserable  villo- 
rrio y  carece  de  puente,  por  lo  que,  aun  cuando  en  ciertas  épocas 


iWfev A  Geografía  dé  Colombia  521 


el  caño  apenas  tiene  veinte  centímetros  de  ág-ua,  no  puede  esgfua- 
zarse  á  caballo,  poi*que  á  causa  del  continuado  tránsito  de  millares 
de  animales;  la  de  fango  es  ínfíiiita  y  obliga  al  uso  de  la  canoa ;  al 
pasero,  los  hacendados  de  la  región  le  pagan  su  trabiíjo  en  queso, 

Al  lado  del  Paso  hay  una  sabana  y  una  ciénaga,  la  de  Taca- 
zamboa,  que  es  un  plato  perfecto,  puesto  que  en  Enero  su  inmensa 
superficie  tiene  igual  profundidad  en  todas  partes,  y  como  en  el  Ca- 
rate  no  se  vacia  sino  por  un  cañito,  los  pescadores  lo  cierran  para 
coger  los  peces  que  en  ella  quedan  aprisionados  como  en  un  vive- 
ro que  es  una  mina  de  oro.  En  efecto,  en  sus  orillas  se  establece 
por  uno  ó  dos  meses  una  colonia  ambulante  de  pescadores,  y  cada 
hombre  puede  ganar  hasta  diez  pesos  diarios :  esta  facilidad  para 
conseguir  el  dinero  es  una  de  las  causas  del  atraso  de  la  comarca ; 
nadie  piensa  en  el  trabajo,  y  menos  en  economizar,  porque  la  plata 
se  gasta  con  la  misma  facilidad  con  que  se  gana. 

Al  W.  se  dilata  la  ciénaga  de  Las  Flores,  y  en  su  orilla  está 
la  floreciente  población  de  este  nombre,  cuyo  rápido  progreso  no 
ha  bastado  á  modificar  el  espíritu  de  los  que  vieron  su  estableci- 
miento. Hace  poco  menos  de  un  siglo  los  sabaneros  no  empleaban 
sino  los  pastos  naturales,  por  lo  cual  los  animales  engordados  en 
esos  pastos  veraniegos  de  las  ciénagas,  enflaquecían  al  pasar  á 
los  ásperos  de  las  sabanas  altas,  de  suerte  que  de  Enero  á  Agosto 
no  había  una  res  gorda  en  la  región,  y  las  vacas  no  se  reproducían 
hasta  el  cabo  de  dos  ó  tres  años.  La  necesidad  trajo  los  primeros 
ensayos  de  pastos  artificiales  para  el  invierno,  y  ante  su  buen  re- 
sultado, se  desmontaron  las  selvas  vírgenes  del  contorno  de  las 
ciénagas,  se  sembraron  además  frutos  que  se  exportaban  por  las 
vías  acuáticas,  y  como  los  naturales  preferían  la  cómoda  pesque- 
ría, para  esos  trabajos  se  llevaron  sabaneros  que  se  fijaron  en  el 
acto  en  el  terreno,  porque  á  la  agricultura  pudieron  unir  la  pesca 
y  así  economizar  el  consumo  de  sus  animales  domésticos.  Cuando 
escasean  los  víveres  en  el  Magdalena,  numerosas  embarcaciones 
arriman  al  puerto  de  Las  Flores,  siempre  frecuentado  por  algunas 
y  que  ha  absorbido  los  antiguos  pueblecitos  vecinos.  Por  desgracia, 
ios  tapones  de  yerbas  suelen  obstruir  el  caño  de  la  ciénaga^  y  en- 
tonces sólo  puede  transitarse  á  caballo,  por  caminos  que  se  extien- 
den en  todas  direcciones  por  el  inmenso  llano  vecino,  repleto  de 
hatos,  los  que  cruzan  luego  la  selva,  en  donde  hay  varios  pueblos 
que  tienen  á  Las  Flores  por  puerto ;  los  naturales  conservan  di- 
chos caminos  en  buen  estado,  movidos  por  su  propio  interés. 

La  ciénaga  de  Las  Flores  forma  en  su  parte  Norte  varias  rin- 
conadas, que  son  como  ciénagas  parciales,  pues  sólo  comunican 
con  la  grande  por  medio  de  caños,  que  se  secan  en  verano,  época 
en  que  son  teatro  de  grandes  pesquerías  de  peces  y  de  tortugas 
de  agua  dulce,  que  se  encuentran  en  numero  prodigioso  y  se  acu- 
mulan en  los  charcos  y  chilancos  á  medida  que  se  seca  la  ciénaga, 
y  los  cazadores  las  cogen^  sacándolas  del  fango  con  la  mano,  aun» 
que  no  sin  uno  que  otro  mordisco.  Esta  especie  dé  cacería  es  más 
cómoda  cuando  un  fuerte  verano  cubre  de  paja  seca  los  playones» 
porque  con  incendiar  ésta,  las  tortugas  salen  de  sus  escondites,  co* 
rren  en  todas  direcciones,  y  es  posible  escoger  las  más  grandes* 

Nuna  Geografía  de  Colombia  TOMO  I— 34 


sea  NUBVA  GSOGBAFIA  HB  COUMBU 


En  esta  zona,  en  el  Chi^sal-Algarrobo,  sufre  el  río  Sar  Jorge 
su  seg^unda  transformación :  hacia  abajo  su  anchura  es  uniforme, 
de  70  metros  de  orilla  á  orilla,  y  aun  en  sequía  su  profundidad  no 
baja  de  5  metros,  midiendo  otros  tantos  el  barranco  que  entonces 
queda  fuera  del  agua ;  en  tanto  que  hacia  arriba,  sí  en  el  Algarrobo 
se  han  visto  pasar  los  caballos  sin  perder  pie  sino  un  corto  trecho, 
en  el  Chispa!  (no  lejos  de  Sejebe)  lo  han  atravesado  peatones  con 
el  agxia  s¿lo  á  la  rodilla ;  pero  esto  únicamente  en  Abril,  porque  en 
Mayo,  cuando  se  presentan  las  primeras  punios  ó  avenidas,  [)or  pe- 
queñas que  sean,  elevan  el  nivel  del  agua  por  lo  menos  en  2  metros. 

£n  resumen :  esta  considerable  porción  que  se  extiende  del 
lago  de  los  Zambos,  y  de  la  ciénaga  de  Ayapel  á  la  de  Las  Flores 
y  la  punta  -ñrme  de  San  Marcos,  es  una  especie  de  cuenca,  que 
comprende  la  parte  central  del  curso  del  San  Jorge,  y  en  la  cual 
los  llamados  manglares  por  los  nativos,  no  son  sino  bosques  del  te- 
berinto  ó  cucharo,  de  madera  blanda  y  mala,  casi  el  único  árbol 
que  se  encuentra  en  los  terrenos  pantanosos  y  en  los  no  cultiva- 
bles, por  estar  sujetos  á  inundaciones.  Cuchar  al  ^%  sinónimo  de  tierra 
baja  en  estas  regiones.  Otro  árbol  de  las  ciénagas  es  el  suan,  pa- 
recido al  higo,  muy  frondoso,  y  de  cuyas  ramas  cuelgan  raíces 
que  al  principio  parecen  una  larga  cabellera,  y  con  el  tiempo  se 
convierten  en  corpulentos  troncos. 

Abundan  las  aves,  que  al  menor  ruido  vuelan  en  bandadas  que 
anublan  el  sol  é  inclinan  las  ramas  de  los  árboles  cuando  se  posan 
en  ellas.  En  invierno  desaparecen  los  animales  domésticos  de  las 
.partes  inundables,  y  los  acuáticos  se  reproducen  en  su  elemento 
natural,  sobre  las  islas  flotantes  que  lentamente  mueven  las  brisas 
navegan  las  aves,  y  de  las  casas  de  los  corrales  veraniegos  no  se 
ven  fuera  del  agua  sino  los  techos,  refugio  de  alados  habitantes. 
Los  que  han  nacido  en  esos  despoblados,  viven  enamorados  de  sus 
encantos,  y  cuando  los  acontecimientos  los  llevan  á  otros  lugares, 
sus  esfuerzos  sti  dirigen  á  volver  á  ellos.  Todas  las  maravillas  del 
mundo  civilizado  no  logran  hacerles  olvidar  la  vida  de  que  han 
disfrutado  allí. 

El  Cauca — El  bajo  San  Jorge,  que  á  su  izquierda  se  oria  con 
un  rosario  de  ciénagas  abiertas  al  pie  de  las  Sabanas,  puede  decir- 
se que  no  tiene  existencia  propia,  y  apenas  aparece  como  parte 
del  enorme  delta  final  del  río  Cauca,  que  dilata  sus  entrecruzados 
brazos  y  brazuelos  en  una  llanura  de  14  leguas  de  anchura,  tendi- 
da entre  las  dichas  sabanas  y  los  remates  de  la  serranía  de  San 
Lucas,  y  en  la  que  si  á  la  izquierda  desarrolla  sus  curvas  el  San  Jor- 
ge, á  la  derecha  lo  hace  el  Cauca,  y  por  el  centro  el  río  Mojana, 
brazo  principal  del  último,  que  recibe  las  aguas  del  San  Jorge,  que 
tributan  no  como  antes  al  Cauca,  sino  al  Magdalena,  desde  que 
éste  por  el  brazo  de  Loba  se  apoderó  de  la  porción  extrema  del  le- 
cho de  su  majestuoso  rival. 

Tres  grandes  regiones  auríferas  marcan  el  paso  del  Cauca 
central  al  bajo  :  al  W.  la  de  Ayapel,  al  centro  la  de  Cacerí,  y  al 
E.  la  de  San  Lucas ;  quedando  encerrada  entre  dicho  río  y  su 
afluente  el  Nechí,  la  de  Cacerí,  la  más  importante  de  todas  en  la 
actualidad,  por  el  número  de  labores  que  encierra  en  el  vasto  trian- 


Nueva  GiOG^i^Lrú  m  C^umwiA  593 

gjáo  que  U  constituye,  en  el  cual  muere  revenlA<JB  en  ouílitipjiOT 
colinas  una  de  las  príncipalee  ramas  de  la  Cordill^A  <Pentr«l. 


\i  y  el  lío  Cauca,  según  Regí  I 


Eng;rosado  el  Cauca  con  el  Nechf,  su  último  afluente  impor- 
tante de  la  entrecordillera,  á  sólo  go  ms.  de  altitud,  con  gran  cau- 
dal, lecho  fijo  y  aun  bastante  fuerza  en  su  corriente,  loma  la  direc- 
ción general  del  cauce  de  su  tributario  y  avanza  todavía  algunas 
leguas  entre  selvosas  colinas  y  márgenes  poco  habitadas,  en  busca 
de  la  gran  llanuraatlántica,  antes  déla  cual,  por  la  izquierda,  una 
y  otra  vez  se  enlaza  por  tortuosos  canosa  la  cuenca  central,  recoge 
por  la  derecha  el  San  Matías,  que  tiene  algunos  habitantes  en  su 
selvático  y  ardiente  valle,  abierto  al  lado  del  suyo,  y  cerca  de 
su  fin  recibe  aguas  de  la  Raya,  ciénaga  que  ocupa  entre  colinas  una 
cuenca  en  cuya  parte  norte  se  alza  el  Corcovado,  el  gigante  de  es- 
tas regiones,  dltimo  esfuerzo  de  la  cordillera  central  antes  de  morir, 
y  desde  cuya  cumbre,  dicen  tos  caucheros,  se  columbra  extenso  y 
grandioso  ptanorama,  que  abarca  las  Sabanas,  la  baja  llanura  con 
sus  mil  caños  y  ciénagas,  y  en  lejanía  inmensa  deja  brillar  un  pun- 
to diamantino,  ia  Sierra  Nevada  de  Santamaría  ! 

Al  pie  mismo  del  Corcovado,  corpulento  mojdn  de  la  comar- 
ca, está  la  boca  del  Mojana,  ó  sea  la  bifurcación  del  Cauca,  y  princi- 
pio de  ese  brazo  que  en  largos  giros  y  eses  continuadas,  avanza  por 
el  centro  de  la  húmeda  llanura,  con  aspecto  de  río  considerable,  en 
tanto  que  el  Cauca  propiamente  dicho  sigue  recostado  sobre  las 
últimas  tierras  altas  á  rendir  su  carrera  en  el  Magdalena,  frente  á 
Pinillos,  no  sin  desprender  antes,  también  á  la  izquierda,  el  brazo 
6  caño  de  Panseguita,  que  tributa  al  gran  río  muy  cerca  de  donde 
lo  hace  el  Mojana-San  Jorge.  Sobre  esas  venas  como  armadura 


524  NuirvA  Geografía  de  Colombia 


principal  se  teje  la  intrincada,  indescriptible  y  á  veces  instable 
red  de  canales,  brazos,  ciénagas  y  pantanos  que  hacen  de  esta  lla- 
nura una  región  única  en  Colombia,  donde  los  pueblos,  caseríos  y 
retiros  se  encuentran  todos  á  orillas  de  las  aguas,  y  convierten  el 
conjunto  en  una  especie  de  población  anfibia,  de  caserío  regado  en 
decenas  de  leguas  cuadradas,  á  la  manera  de  las  aldeas  húngaras, 
sólo  qiie  en  vez  de  calles  y  caminos  presenta  canales,  como  Ve- 
necia. 

Majagual  y  Sucre,  ambos  en  la  ribera  derecha  de  la  Mojana, 
son  los  centros  geográficos  y  mercantiles  de  la  llanura.  El  primero 
y  más  al  Sur,  desde  el  río  tiene  hermosa  perspectiva,  como  la  ma- 
yor parte  de  las  poblaciones  de  la  zona,  por  cuanto  dan  á'la  corrien- 
te la  cara  de  su  calle  principal,  pero  en  lo  interior  se  muestran  su- 
cias y  desordenadas  ;  Majagual,  debido  á  su  activo  comercio,  me- 
jora en  todo  :  antes  la  hacían  malsana  los  vientos  húmedos  del  Cor- 
covado, que  se  desatan  en  frecuentes  lloviznas  que  convertían  las 
calles  en  permanente  lodazal,  daño  corregido  merced  á  haber- 
las cubierto  de  arena.  Numerosos  caseríos  dependen  del  pueblo, 
algunos  de  bastante  significación  y  antes  cabeceras  de  distrito, 
como  Boyacá  (Algarrobo),  Achi  y  Palmarito.  Cuanto  á  Sucre,  no 
es  sino  una  aldea  que  incluye  otras  en  su  jurisdicción. 

La  llanura  del  delta  del  Cauca,  perfectamente  nivelada  y  ape- 
nas á  40  ms.  sobre  el  mar,  es  una  serie  de  praderas  naturales  ó 
artificiales  que  hacen  horizonte  con  su  tapiz  verde  esmeralda  y  se 
alegran  con  numerosos  y  lucidos  rebaños  de  ganado  vacuno,  in- 
mensos arrozales  en  Majagual,  extensos  cañaverales  en  Sucre,  pal- 
mares, hermosos  cacaotales,  abundantes  plataneras,  y  cintas  de  flo- 
resta, lo  que  unido  á  las  aguas  vivas  ó  dormidas,  á  los  manchones 
de  bosques  perfumados  y  á  las  viviendas,  forma  pintorescos  pai- 
sajes en  verano,  época  en  que  se  puede  recorrer  la  llanura  por 
todas  partes,  porque  en  invierno  la  mejor  manera  de  transitarla  es 
embarcado;  la  inundación  da  al  país  aspecto  melancólico.  £1  cacao 
de  la  comarca  se  lleva  á  Antioquia ;  el  arroz  produce  cantidades 
enormes,  que  se  venden  en  las  poblaciones  del  litoral  y  que  segura- 
mente no  son  más  abundantes  por  la  manera  rudimentaria  como  se 
prepara.  La  infeliz  mujer  del  campesino,  bañada  en  sudor,  maneja 
todo  el  día  el  pilón,  de  suerte  que  á  un  tiempo  desempeña  los  pape- 
les de  motor  animal,  esposa  y  madre.  Para  desgranar  la  espiga, 
para  trillar,  se  coloca  entre  dos  horcones  de  la  casa  una  cuerda  de 
la  cual  se  ase  el  hombre  que,  apoyándose  en  ella,  se  entrega  á  toda 
clase  de  cabriolas,  para  golpear  con  todo  su  peso  las  gavillas  que 
tiene  debajo  sobre  un  cuero.  £1  arroz  de  Majagual,  no  obstante  lo 
dicho,  es  negocio,  porque  en  calidad  y  tamaño  supera  al  que  de 
otros  países  del  globo  se  introduce  á  la  Costa.  Los  cañaverales  de 
Su  ere  dan  la  materia  prima  con  que  se  fabrican  enormes  cantida- 
des de  aguardiente  y  de  ron,  de  suerte  que  en  ese  municipio  no 
funcionan  menos  de  cien  trapiches,  pero  tan  elementales  como  las 
trilladoras  y  descascaradoras  de  arroz  de  Majagual. 

Los  bosques  de  la  región  oriental  del  Cauca  son  de  los  más 
hermosos  que  encierra  Q)lombia,  y  en  ellos  abunda  el  coral,  sin 
par  por  su  duración  para  fabricar  canoas  que  sirven  á  generacio- 
nes enteras  ;  ama  mol,  que  por  sus  vetas  negras  y  rojas  rivaliza  la 


NUKVA  GEOCKAFÍa  dé  CotOKBU 


caoba;  plantas  medicinales  que  ya  se  exportan ;  caucho,  cedi^ 
rosado,  que  en  grandes  balsas  baja  á  Bairanquílla,  y  palmeras  que 
dan  aceite  sin  igual  para  máquinas,  manteca  para  el  alumbrado  y 


Figura  19S — Habitacióri  en  e'  bsjo  Cauca,  legún  Rcgcl 


sobre  todo  licor,  pues  la  de  vino  es  tan  abundante  en  Majagual, 

3ue  su  savia  fermentada  se  ha  tomado  en  bebida  embriagadora, 
e  buen  sabor,  análoga  al  sinday  de  la  India,  y  al  tumboo  de  Se- 
negambia,  y  hoy  de  uso  tan  popular,  que  en  esa  región  casi  no 
tiene  consumidores  el  aguardiente. 

La  parte  baja  del  San  Jorge,  dependiente  del  delta  del  Cau- 
ca conforme  queda  dicho,  marca  la  depresión  occidental  del  inmen- 
so llano  que  como  cuenca  comiín  recibe  las  aguas  de  grandes  ríos, 
y  debe  su  existencia  á  promontorios  avanzados  de  las  Sabanas  y 
la  Nevada,  los  que  no  dejan  otra  salida  á  aquéllas  que  el  lado  ' 
de  Tenerife.  El  plano  apenas  inclinado  de  Us  Sabanas,  dirige  las 
de  la  parte  izquierda  de  la  gran  llanura  hacia  Retiro  y  Magangué, 
acumulación  que  refluye  sobre  el  San  Jorge,  el  más  arrimado  á  '_ 
la  Sabanas,  por  lo  cual  por  su  cauce  se  observa  á  veces  el  anormal 
fenómeno  de  una  corriente  que  remonta  el  lecho  en  vez  de  des- 
cenderlo. 

El  pueblo  del  Retiro  está  situado  sobre  una  punta  de  tierra  . 
ñrme  de  las  Sabanas,  ilnica  que  llega  hasta  el  Cauca,  y  aunque  á 
su  pie  terminan  dos  brazuelos  del  San  Jorge,  la  boca  propia  del  río 
está  junto  al  pueblo  de  Guaso,  i  cuyo  frente  las  praderas  se  inun- 
dan en  invierno,  lo  mismo  que  más  arriba  las  de  la  opuesta  mar- 
gen, por  cuanto  allí  se  retira  la  tierra  firme  del  río,  y  en  ella  queda 
como  escondido,  á  la  orilla  de  la  ciénaga  de  su  nombre,  el  pueblo 
de  Tacasaluma,  rodeado  de  grandes  piñales  silvestres.  Al  S.  de- 
la  boca  principal,  en  la  del  brazo  de  Perico,  e5tá,«ntre  árboles  fni- 


Síé  NviVA  GvookaWa  os  COtOUBU 


UI>iei»,Saii  ArttdñíOy  aldea  de  pescadores  que  deíienide  una  albarra* 
áá  de  itíñgtMCiís  vislAS  y  á  etfyo  frente  remata  el  Mejana. 

El  est>ack>  efieettádo  erttre  el  San  Jorgfe,  el  Cauca  y  el  Mo. 
jana  es,  pues,  una  isla  extensa,  de  importancia  mayor  de  lo  que 
comunmente  se  cree,  porque  por  todas  partes  sustenta  estableci- 
mientos agrícolas  que  de  continuo  envían  sus  productos  á  Magan- 
g-ué,  bien  que  en  verano  el  Mojana  no  dé  paso  á  las  grandes  em- 
barcaólones  y  en  invierno  paralice  los  trabajos  con  sus  inundacio- 
nes, que  son  de  casi  todos  los  años.  Muchas  casas  hay  sobre  las 
aguas  de  esta  zone ,  y  frente  á  todas  se  ven  tasajeras  guarnecidas 
de  peces,  porque  la  pesquería  es  oficio  que  practican  todos  los  ha- 
bitantes, lo  misAao  que  la  navegación,  bien  quede  subida  apenas 
caminan  seis  horas  en  el  día,  por  cuanto  se  paran  con  frecuencia  á 
refrescarse  bajo  la  sombra  de  los  árboles. 

Por  el  río  San  Jorge  propiamente  dicho,  al  pasar  la  boca,  el 
viajero  penetra  en  una  verdadera  soledad,  en  una  calle  murada 
por  tupidos  bosques ;  el  Mojana,  al  contrario,  por  los  caños  que 
con  él  se  enlazan,  deja  ver  á  lo  lejos  ciénagas  espaciosas.  Cuando 
el  río  está  lleno,  los  patrones  de  las  emt^rcaciones  que  conocen 
los  atajos^  suelen  ahorrar  tiempo  y  camino,  porque  en  el  río  siem- 
pre hay  alguna  corriente,  en  tanto  que  en  las  ciénagas  el  agua  per- 
manece inmóvil ;  pero  estas  travesías  exponen  al  viajero  á  malos 
ratos,  bien  porque  los  bogas  se  pierden  si  no  son  muy  prácticos, 
bien  porque  las  yerbas  flotantes  suelen  obstruir  los  atajos  cuando 
menos  se  piensa. 

A  la  izquierda,  después  de  un  grupo  de  ciénagas  que  incluye  la 
mencionada  de  Tacasaluma,  se  llega  á  Santiago,  pueblecito  tam- 
bién situado  á  orilla  de  las  sabanas  y  más  arriba  del  de  Galeras.  Es* 
tas  éiéhagas  tienen  el  inconveniente  de  cubrirse  de  fuertes  colchones 
de  yerbas  que  hacen  trabajosa  su  navegación.  Después  de  Santiago^ 
el  terreno  alto  se  aleja  mucho  más  del  San  Jorge,  y  las  ciénagas  cre- 
cen en  proporción,  en  tanto  que  el  río  se  tuerce  en  eses  al  través  de 
los  terrenos  bajos,  que  en  sus  bancos  sustentan  algunos  cañaverales, 
mientras  que  del  lado  del  Cauca  hay  corrales  de  ganado  habitados 
|6ñ  verano,  por  4o  óual  la  vida  de  sus  moradores  recuerda  la  de 
0s  pueblos  nómades.  Eri  las  nueve  leguas  de  San  Antonia  á  Jegoa, 
^1  ^sá^  se  halla  animado  con  la  presencia  del  hombre ;  se  oye 
^1  trüjido  de  trapiches  del  género  más  primitivo  que  darse  pueda ; 
^1  ffiugido  de  las  v€k:as  que  se  ordeñan  por  la  mañana,  y  el  ir  y 
^évÁt  de  los  sabaneros ;  pero  en  invierno  todo  queda  desierto,  y 
2U  (tercas  de  los  corrales  sirven  de  leña  á  los  bogas. 

Por  regla  general,  las  estancias  comprenden  varios  ranchos 
de  corta  capacidad,  de  los  cuales  sólo  se  cerca  el  que  sirve  de 
dormitorio  y  habitación ;  en  otro  está  la  hornilla.  El  trapiche,  que 
sé  coloca  en  el  centro  del  patio,  se  compone  de  tres  cilindros  de 
niadera  hechos  á  mano,  de  donde  una  resistencia  al  frote  bien  in- 
dicada por  los  chirridos  de  esa  primitiva  maquinaría,  que  poco 
produciría  si  la  caña  no  fuese  tan  jugosa  como  lo  es.  £1  suelo 
del  patio  no  se  consolida,  y  á  las  pocas  vueltas  los  bueyes  están 
eti  un  fangal  que  les  llega  á  la  barriga,  y  entre  el  cual  se  mue- 
van con  dificultad.  La  molienda  es  siempre  una  operación  que 
atrae  á  todos  los  del  contorno,  que  de  ella  hacen  una  fíesta  en 


NvtYA  Geoorajfía  ftt  CototaiA  527 


que  las  cañas  reventadas  a^  fuego,  mezclan*  sus  detonaciones  á 
cantares  alusivos  á'  la  reunión.  Con  la  miel  se  fabrica  panela,  que 
es  articulo  de  gran  consumo  en  ia  comarca ;  pero  como  en  muchos 
lugares  no  es  posible  esto  por  la  calidad  del  artículo,  se  la  convier- 
te en  ron  ;  azúcar  se  hace  rara  vez,  puesto  que  demanda  el  previo 
florecimiento  d :  la  planta.  En  el  San  Jor^e  son  pocos  los  trapi- 
ches, pero  en  el  Mojana  pasan  de  un  centenar. 

Siguiendo  por  el  r(o  hacia  Jegua,  la  selva  domina  el  paisaje, 
sólo  interrumpida  á  largos  trechos  por  casitas  de  pescadores  que 
casi  ni  aun  plátano  siembran,  porque  la  pesca  les  da  con  qué  ad- 
quirir ese  artículo  en  otros  lugares.  Cerca  de  Jegua  se  encuentra 
la  porción  más  cerrada  de  selva,  la  que  hace  pésima  la  llegada  al 
pueblo,  situado  en  su  margen  oriental,  expuesto  á  las  inundaciones, 
como  que  por  su  esf^alda  y  hasta  San  Antonio  el  suelo  forma  una 
sola  ciénaga,  por  así  decir,  y  en  plena  decadencia,  debido  tanto  á 
la  supresión  de  la  feria  de  Tacasuán,  como  á  la  fama  de  rateros 
que  tienen  sus  habitantes,  por  lo  cual  ninguna  embarcación  duer- 
me en  su  puerto.  Por  allí  pasan  cada  año,  en  el  verano,  miles  de 
animales  á  las  ciénagas  del  respaldo,  y  no  es  raro  encontrar  gran 
número  de  vacas  atolladas  en  el  fango  de  las  orillas,  donde  los 
del  pueblo  las  dejan  morir  sin  compasión,  en  venganza  contra  los 
ganaderos,  á  quienes  califícan  de  usurpadores  de  las  tierras  que 
dicen  les  habían  sido  donadas  por  el  Rey  de  España,  por  lo  que  no 
creen  sea  delito  robar  lo  que  puedan  de  los  animales  que  pacen 
en  la  ciénaga. 

Frente  á  Jegua  se  abre  la  boca  del  caño  de  la  ciénaga  de 
Tacasuán,  tan  extensa  que  hace  horizonte  como  el  mar,  sin  yerbas 
ni  manglares,  y  que  no  obstante  su  extensión,  se  llena  ó  se  vacia 
en  nmy  corto  tiempo.  El  suelo  ñrme  de  las  sabanas  la  toca  por  un 
lado  en  el  puerto  de  Jobo :  nadie  al  mirar  esta  ciénaga  ó  la  de 
Luisa,  en  verano  convertidas  en  dilatada  llanura,  creería  que  por 
Mí  han  pasado  vapores  en  otras  estaciones ! 

El  pueblo  de  Tacasuán  está  en  un  golfo  de  la  gran  ciéna- 
ga, sin  arbolado  y  con  viviendas  pequeñas ;  antes  lo  estuvo  cuatro 
leguas  tierra  adentro,  y  al  principio  del  pasado  siglo  tuvo  grande 
importancia  por  sus  famosas  ferias,  á  donde  concurrían  los  sabane- 
ros á  comprar  las  mercancías  que  se  llevaban  desde  Barranquilla 
hasta  Honda  y  de  Zaragoza  hasta  Ocaña.  Estas  ferias  se  tras- 
ladaron luego  á  Magangué,  tanto  porque  siendo  pajizo  el  caserío,  los 
incendios  frecuentes  hacían  temer  pérdidas,  como  por  la  absoluta 
horizontalidad  del  suelo  que  al  tercer  día  convertía  la  plaza  y  ca- 
lles en  un  mar  de  infecto  fango.  La  feria  subsiste,  pero  reducida  á 
proporciones  que  poco  exceden  de  un  mercado,  habiéndose  trans- 
portado la  grande  al  río  Magdalena. 

Arriba  de  Jegua,  el  caño  Gallina  enlaza  el  San  Jorge  al  Cauca 
durante  una  buena  p>arte  del  año,  aunque  no  de  una  manera  fácil, 
por  abrirse  entre  un  laberinto  de  ciénagas  y  firmales^  ó  sea  puntos 
que  hoy  dan  paso  y  mañana  no,  porque  los  vientos  mueven  ca- 
prichosamente millares  de  islas  flotantes  que,  reforzadas  por  el 
gramalote,  acaban  por  tapar  entradas  y  salidas,  y  obligáis  á  las 
aguas  á  abrirse  nuevos  cauces.  Por  tal  razón  este  cano,  como 
otros,  es  muy  poco  conocido  y  hasta  peligroso  para  la  navegación 


528  Nvsv^r  G^9^í^f/a  PE;  CoiiO|ip^iA  y 


de  bajada,  porque  loS:l¡;>pgas,  fíados  en  la  manf^umhrede  la  cOr: 
rriente,  suelen  dejar  á  yoluntad.de  éstí^  la  canoa,  y  entregarse  aí. . 
sueño,  y  al  venir  el  nuevo  día,  devorada  ppr  una  de  esas  bocas,  re- 
sulta recostada  contra  alg-iín  firmal  de  un^, ciénaga  desconocida^, 
ó  ^transportada  á  un  caño  que  la  llevará,  forzosamente  i  otro  des-  - 
tino,  por  no  saberse  cómo  se  hizo  el  misterioso  viaje  entre  aquella  na- 
turaleza por  todas  partes  igual.  Sólo  en  Jegua  y  la  Gallina  se  en- 
cuentran palmas  de  coco  en  número  ^considerable;  esta  planta 
escasea  éi)  el  resto  del  bajjg  San  Jor^e. 

Adelante  de  boca  Gallina  hay  un  punto — Pedro  Pérez— de 
donde  se  domina  bien  con  la  vista  la  extensa  ciénaga  de  Tacasuán 
la  ^que,  como  todas,  á  veces  es  mar  rodeado  por  una  cinta  azul,  y 
en  otras  llano  cubierto  de  tupida  y  alta  yerba,  repleto.de  ganados 
y  sin  cesar  recorrido  á  caballo  por  los  vaqueros.  De  aquí  en  ade- 
lante el  terreno  se  realza  un  poco  del  lado  del  Cauca,  y, las  vivien- 
das que  allí  existen  no  se  inundan,  sino  con  las  crecientes  extraor-. 
diñarías ;  en  t?into  qu^  del  otro  aparecen  vari^  bocas  de  caño$;^  , 
entre  ellas  la  de  Poja,  tan  ancha  coriVo  el  río  y-, que  se  enlaza  á  la  "• 
ciénaga  de  Doña  Luisa,  íntimamente  unida  á  la  de  Tacasuán,  con 
el  puerto  de  Jobo,  que  unos  inviernos  no  lo  es  por  ;>falta  de  agua,, 
en  otros  veranos  conserva  alguna  y  es  un  fangal  intransitable  para 
hombres  y  caballos.  Esta  ciénaga  es  una  de  las  más  interesantes 
de  su  especie,  ora  llena,  porque  el  menor  viento  levanta  en  ella  ua 
oleaje. bravio  que  impide  el  paso  á  las  ca^noas,  que  allí  naufragan 
con  frecuencia;  ora  seca,  porque  es  una  llanura  escampada,  sia  , 
sombra,  que  nadie  osa  atravesarla  con  |b1  sol  d^  medio  día.  En 
es^e  estado,  por  entre  la  verde  y  menuda  yerba  que  cubre  el  fon- 
do, asoma  la  zampuma,  especie  de  esponja  que  guarda  dentro  gran 
captidad  de  agua  dulce,  y  fuera  se  cubre  de  microscópicas  püaS: 
que  causan  escozor  en  la  pi^l,  y  aquí  es  más  grande  que.  en\ningún 
otro  punto  de  la  conriarrca.  , . 

Continuando  la  remontada  del  río,  e;l  suelo  se  eleva,, «lunque  in-    : 
sensiblemente,  y  del  ladq  del  Cauca  apa<recen  selvas  sobre  terreno 
fírpie  cortado  por  canales  qye  aprovechan  ^i  los  esgasos  habitantes    . 
de.  esas  profun(Jidades.   Ai  lado  del  San  Jorge  está  San  Benita 
Abad,  población  d^  alguna  importancia  entre  una  ciénaga  ribere-,;, 
ña, y, las. Sabanas,  centroi.com(?rc¡al  de  la  zona  y  escala ,ent.re  Ma-  ^ 
jagual  y  Gorozal.  La  selva  oriental  llamada  de  C«/i^a,en  partas   , 
de$monía4a,  colinda  con.  nianchas  d?  ciénagas  .y  caños  qujefor- ,, 
mzyi  i^n  l^berinío,qii^.da  aqceso  ^irecian^ente  hasta  Ayapel  y  por, 
donc}e  el  .soj.  np  njpjesta  porque  se  |\7^ja,.bajo^?ombra  de  tupida 
vege|APÍí5n..  Lps.  habit^ií^tes^  viven . cojnQ,, retirados  del  mundo^  no  •; 
salen  de,  sus.  escpn<íite^  sinp.  |de^;jarde|,e(i  .tardie  4  vender  algunos 
productos  y  comprar  otros,  y  en.^uSi  posesiones  andan  desnudos; 
la  caza  y  la  pQSCa.Jj^íl  i^uiTpÁi^istr^i^pil,  a^injento,  y  la  maypr  parte 
del  tiempo  Ip  p^t^^ni^n.Wínplejtai,  inaq^ión.  ; . 

..    Las  circunvpl^(;¡^pnes,del,'v^íp.s^:,aqrecen,  el  ndmero  de  caños 
no  disminuye,  y  así,s?.  il^ga  al  Mamón,  caserío  no  lejano  de  Solé-,  ' 
ra,  ambos  lugarpsordinaripsiide  paso  para  los  ganaderos,  marca-  .,^ 
dos  por  grandes  barrancos  abiertos  por  el  pisoteo  que  destruye  la- 
capa  superior  de  arcilla,.  AÍ.W.  del  Marpón  está  el  puetilo  de  Cai- 
mito, antiguo  rival  de  San  Benito,  más  grande  en  la  éppca  colo-^. 


NlílWA  GeÓGRA?ÍAc  DE^QOLOM^lA:  1  5^9 


ni^I,  y  que. edificado  .en.  una  hondura  del  remate  de  l^s  Sabanas^  , 
á  orilla^  de  una  ciénaga  y  entre  bosque,  no  se  ve  sinoi-  cuando  se  ' 
ha  llegado  á  él.  De  uno  á  otro  pueblo  se  puede  ir  en  invierno  sin 
tocar  (en  el  rio,  lo  quei^tbrevia  mucho  la  distancia  veraniega.  En 
esta  parte  ya  la  corriente,  en  los  caños  es  fuerte  é  indica  que  el 
río  corre  más  alto  que  las  fajas  aledañas  de  ciénagas :  en  la  occi- 
dei^tal   existe  una  multitud  de  islotes  llamados  los  Mogo/es,  de  . 
cima  ipla^ia  pero  pequeña,  y  que  siempre  queda  de  tres  á  cuatro  . 
metros  filara  del  agua,  por  grande  que  sea  la  inundación,  que  en 
su  máximum  pone  hasta  un  metro  sobre  las  tierras  emergidas- or-  . 
dinaríamente.  En  los  más  grandes  de  esos  mogotes  pasan  el  invier- 
no muchas  vacas  que  á  nado  van  á  pastar  y  vuelven  á  pasar  allí 
la  noche,  las  cuales  se  distinguen  de  las  demás  en  que.  pierd^p  el 
pincel  de  pelos  en  que  termina  la  cola  ;  en  los  más  pequeños  sue- 
len blanquear  las  osamentas  de  las  que  sorprendidas  por  la  inun- 
dación, no  tuvieron  alimento  cercano  como  las  primeras.  En  otras 
ciénagas  se  levantan  mogotes  de  forma  diversa,  puesto  que  afectan 
la  de  medias  naranjas,  son  más  bajas  y  se  componen  de  mate- 
teriales  diferentes  del  suelo  que  las  rodea,  de  suerte  que  son  un 
verdadero  problema  para  el  geólogo.- A  la  izquierda  del  río  ya  se 
encuentran  selvas  inundadas,  y  todo  el  aspecto  del  país  indica  cam- 
bios importantes  en  su  topografía  en  una  época  geológica  reciente. 

Arriba  del  Mamón  el  río  endereza  más  su  rumbo  general  hacia, 
el  Sur,  faltan  los  bosques,  aparecen  cultivos  en  mayor  escala,  la- 
branzas á  la  izquietda,  dehesas  al  Oriente,  y  aun  cuando  el  viajero 
no  ve  casas,  oye  la  voz  humana  por  todas  partes :  los  habitantes 
son  numerosos  y  moran  en  poblaciones  que  no  están  á  la  vista.  La 
tierra  firme  de  las  sabanas  se  acerca,  y  hasta  la  temperatura  sufre 
alguna  modificación.  I^  primera  boca  que  se  halla  aquí  es  la  de 
Mestre,  de  un  caño  de  tumultuosa  corriente,  pero  que  algunos  na- 
vegan, para  bajar  de  ciénaga  en  ciénaga  al  río  Magdalena  ;  des- 
pués en  Chiquero  la  sabana  toca  el  río  :  es  la  punta  de  San  Mar- 
cos, y  desde  el  río  se  divisa  un  espléndido  paisaje :  una  llanura  sin 
árboles  que  hace  horizonte,  y  en  la  cual  á  una  legua  del  San  Jorge 
se  ven  los  blanquizcos  techos  de  San  Marcos,  que  en  invierno  es 
puerto,  porque  la  inundación  llega  á  sus  pies,  y  debe  su  vida  á  ser 
otro  centro  geográfico  y  comercial  de  este  país.  El  paso  de  Chique- 
ros es  quizá  el  más  frecuentado  de  los  sabanei^os  para  trashumar 
sus  ganados,  y  cerca  de  él  arranca  un  caño  que  se  prolonga  tierra 
adentro  por  el  fondo  del  angosto  valle  de  Montegrande,  que  en 
forma  de  depresión  sigue  hasta  encontrar  la  de  Venado,  que  se 
abre  sobre  la  llanura  del  Sinú  y  marca  una  división  natural  entre 
el  remate  de  los  Andes  y  los  relieves  de  Bolívar. 

Liu.iáénaga  de  San  Marcos,  cercana  á  la  boca  del  caño  Cara- 
te,  no  es  circular,  porque  el  arroyo  de  Montegrande,  que  en  ella 
desemboca,  la  penetra  con  una  especie  de  delta,  de  asombrosa 
fertilidad  pero  con  escasos  cultivos.  Esta  ciénaga  es  de  las  más 
profundas  de  la  comarca,  por  lo  cual  en  verano  forma  en  su  cen- 
tro una  especie  de  hondonada  cubierta  de  césped. 

El  territorio  de  San  Marcos  abarca  numerosos  caseríos,  algu- 
nos  de  cierta  importancia,  y  los  habitantes  tienden  más  y  más  á 
internarse  en  las  selvas  desiertas  del  Sur.  Los  nioradores  de  la 


NtnvA  CmootArU  m  Colomu 


comarca  se  dividen  en  ribereñot  y  mmtañeut.  Aqudtoa,  que  viren 
cerca  det  agua,  en  casas  de  la  más  elemental  y  primitiva  constmc- 
cidn,  en  verdad  simples  sombríos,  alternativamente  son  pescadores, 
b<^;«s,  vaqueros  y  agricultores,  y  son  más  sedentarios  aiin  en 
tiempo  de  inundación,  por  cuanto  del  rfo  derivan  su  sustento ;  los 
Otros  viven  principalmente  de  la  agncultunt,  con  mayor  facilidad 
cambian  de  roza,  y  todos  producen  algo  más  de  lo  que  consu- 
men. El  cáncer  de  la  comarca  es  la  especulacidn  del  baldío :  cier- 
tos  ríeos  los  han  adquirido  en  extenHones  enormes,  no  para  culti- 
varlos, sino  para  extorsionar  al  que  en  ellos  va  á  trabajar. 


Fifura  196— El  rio  Amiíme— Villc  del  Ciuca— De  fotogrsfi* 


En  una  palabra,  el  bajo  San  jorg;e  surca  una  tierra  baja  y 
fértil  pero  ancg;adiza,  por  lo  cual  si  su  produccidn  agrícola  es  abun- 
dante en  los  años  comunes,  cuando  la  inundación  es  normal,  por 
asf  decir,porque  si  ésta  llega  á  sus  máximums,  todas  las  plantaciones 
se  destruyen,  fallan  á  tiempo  los  pastos  de  verano,  y  la  miseria  se 
apodera  de  los  ribereños,  que  tardan  en  restablecer  lo  perdido. 

El  río,  de  aguas  turbias  y  perezosas,  se  destiza  por  entre  un 
paisaje  triste,  y  es  de  admirar  la  melancolía  que  la  naturaleza  ha 
impreso  á  sus  riberas  y  bosques  marginales,  en  los  cuales  falta  la 
alegre  nota  de  las  aves  canoras,  el  eñuvio  de  las  auras  embalsa- 
madas ó  la  majestad  del  huracán.  Allí  nada  despierta  al  alma  de 
la  meditación  en  que  la  sumerge  el  melancólico  paisaje,  que  segiín 
los  naturales  proviene  de  antiguos  ó  tremendos  dramas  allí  cum- 
plidos, y  las  supersticiones  abundan  en  las  márgenes  del  río,  de  tal 
manera  que  son  pocos  los  parajes  donde  los  nativos  no  han  visto 
fan^smas,  lo  que  se  explica  por  las  ilusiones  ópticas  de  la  comar- 
ca y  por  los  singulares  fenómenosque  allí  presenta  el  eco.  En  se- 
qu{á  hay  playas  á  donde  el  boga,  ese  ser  tan  hábil  para  hallar  su 


NuftVA  &SOtfRArtA  Bt  CotOHOlA  5}f 


camino  en  el  laberinto  de  las  ciénagas,  tan  valeroso  para  desafiar- 
los peKgjos,  no  arrimará  de  noche  por  todo  el  oro  del  mundo. 

Uno  de  los  rasgeos  característicos  de  la  comarca  son  \^s/erías; 
pero  como  á  ellas  concurren  sabaneros  y  ribereños,  mejor  es  tra- 
tarlas al  describir  el  territorio  de  las  Sabanas. 

jEf  Magdalena — En  estas  líneas  no  hablaremos  sino  de  lo  que 
en  realidad  constituye  el  valle  del  gran  río  en  su  parte  baja  y  ane- 
gadiza, por  cuanto  las  porciones  altas  de  los  lados  mejor  se  inclu- 
ye en  las  zonas  características  que  ellas  constituyen,  como  son  las 
Sabanas  y  Tierradentro  á  la  izquierda,  y  la  Sierra  Nevada  y  Chi- 
miquique,  á  la  derecha ;  pero  en  cambio  incluímos  aquí  lo  relativo 
á  Tamalameque  y  Simití,  que  aun  cuando  pertenecen  al  Valle  del 
Riogrande,  conviene  tratar  ahora  para  mejor  inteligencia  de  la 
Magdalenia  en  su  parte  septentrional. 

a)  Tamalameque — Esta  zona  que  comprende  la  ribera  derecha 
del  Valle  de  Riogrande,  desde  la  boca  del  Lebrija  á  la  del  Cesar 
está  reducida  al  breve  flanco  de  una  serranía  y  á  la  angosta  llanura 
que  se  encuentra  al  pie  de  él,  frente  á  las  colinas  y  cerrífos  de  San 
Lucas. 

Esta  región  de  Tamalameque  por  las  planicies  ribereñas  del 
Magdalena,  es  un  país  de  fíebres,  de  plagas,  de  intenso  *  calor,  de 
llanuras  solitarias,  en  que  el  trueno  retumba  poderoso,  los  árboles 
suben  á  desafiarlo  hasta  las  nubes,  y  las  íieras  y  los  animales  mon- 
taraces son  los  verdaderos  señores  de  la  comarca. 

Esa  llanura  y  las  tierras  de  Ocaña  están  separadas  por  un  ra- 
mal andino,  que  hacia  la  hoya  del  Magdalena  baja  en  escalón  re- 
pentino de  I, SCO  ms.,  que  se  pierde  en  la  planicie,  que  se  desarro- 
lla uniforme  hasta  las  lejanas  alturas  que  la  dividen  del  bajo  Cauca. 

La  llanura  magdalénica  en  esta  parte  del  delta  inferior  del 
gran  río,  es  indudablemente  bien  moderna ;  producto  del  acarreo 
secular  de  mil  y  mil  ríos,  y  sentada  en  capas  movedizas  dé  arena 
y  cantos  rodados,  al  través  de  las  cuales  lleva  el  gigante  su  inde- 
ciso curso,  y  ora  las  corta  en  islas,  ora  las  inunda  y  convierte  en 
ciénagas  y  playones  en  que  deposita  el  Hqio  que,  al  fertilizar  los 
arenales;  contribuye  á  levantar  el  suelo,  ló  que  tal  vez  permita  en 
lo  futuro  que  el  Magdalena  fije  definitivamente  su  lecho. 

Las  llanuras  de  esta  banda  derecha,  en  buena  parte  denomi- 
nadas laderas  de  Tamalameque,  se  extienden,  como  se  dijo,  de  Le- 
brija á  2^patosa,  por  unas  ico  leguas  cuadradas  de  superficie, 
vasta  extensión  en  que  apenas  hay  unas  siete  aldeas  y  algunos  pe- 
queños vecindarios,  separados  por  largas  distancias.  Por  el  cami- 
no que  de  Ocaña  conduce  á  la  llanura,  apenas  se  sube  á  la  cumbre 
andina  mencionada,  se  la  domina  por  muchas  leguas  á  lo  largo  y  á 
lo  ancho.  Cerros  esquistosos  se  hunden  á  la  izquierda  y  á  la  derecha 
det  observador,  presentan  desnudas  las  aristas  de  sus  desquicia-* 
da$  estratas,  y  concluyen  en  lo  bajo  en  colinas  que  van  á  escon- 
derse entre  las  copas  de  los  primeros  árboles  del  llano.  Zonas  de 
bosques,  interrumpidas  por  sabanetas,  se  extienden  hacia  el  hori- 
zonte, cada  vez  más  pálidas  é  indecisas,  brillando  en  lontananza 
las  anchas  ciénagas  que  germinan  en  la  plateada  faja  del  Magda- 
lena, visible  á  trechos,  segün  las  amplias  sinuosidades  de  su  curso; 
después,  nubes  suspendidas  y  en  forma  de  copos  de  algodón, 
proyectan  su  oblicua  sombra  ;  luego  las  brumas  del  horizonte,  y 


53^  '  Nueva  Geografía  de  Colombia 


por  ultimo  la  línea  de  moles  opacas  de  las  cresterías  de  Simítí  y 
San  Lucas,  que  parecen  suspensas  sobre  un  mar  de  humo.  Ni  un 
le-ve  ruido,  ni  un  ligero  movimiento  se  percibe  en  la  extensión  de 
aquel  espacio,  que  á  distancia  se  presenta  como  lienzo  inmóvil,  na 
obstante  que,  como  en  pleno  trópico,  la  vida  despliegue  en  esas 
comarcas  un  lujo  casi  desenfrenado. 

A  las  dos  leguas  de  bajada  se  pisa  el  lindero  superior  del  llano,, 
donde  abruma  la  calor,  pues  el  termómetro  sube  á  32^  á  la  som- 
bra de  los  árboles  corpulentos.  La  vegetación  enredada  y  espino- 
sa ;  las  yerbas  de  aroma  penetrante ;  el  chirrido  continuo  de  las 
chicharras,  y  las  carreras  de  los  reptiles,  todo  contrasta  con  las 
serranías  del  respaldo,  y  da  á  la  llanura  caracteres  análogos  á  los 
que  los  viajeros  refieren  de  las  regiones  ardientes  del  África.  Al 
principiar  el  llano,  el  camino  se  bifurca :  á  la  derecha  sigue  el  de 
Puerto  Nacional  y  La  Gloria,  y  á  la  izquierda  el  del  Lebrija,  que 
pasa  por  los  Angeles,  pueblecito  que  tuvo  antiguamente  el  nom- 
bre estrafalario  de  Crece-noche.  La  llanura  se  compone  de  sabanas 
y  cejas  de  bosque,  alternativamente  ;  aquéllas  cubiertas  de  esparto 
y  algunos  arbolitos  de  áspero  follaje  y  menguado  tronco  que  se 
alzan  sobre  un  suelo  blanquecino  y  cascajoso,  al  parecer  lecho  de 
antiguas  ciénagas  ;  el  bosque  formado  por  ceibas  y  otros  árboles 
crecidos  que  arraigan  en  las  depresiones  por  donde  corren  lenta- 
nxcnte  caños  de  agua  tibia,  á  veces  corrompida.  Bajo  la  sombra 
del  entretejido  ramaje,  lleno  de  plantas  trepadoras  y  de  orquídeas^ 
crecen  la  tagua  y  el  cedrón. 

Los  Angeles  no  son  sino  un  grupo  de  ranchos  en  torno  de  un 
pantano,  y  pocos  lugares  como  éste  tan  desapacibles,  desiertos  y 
enfermizos.  Nadie  cumple  allí  50  años ;  pocas  personas  hay  que  no 
estén  jaspeadas  de  carate,  pero  todas  tienen  tipo  entre  indio  y  ára- 
be, amoldado  al  clima  y  sellado  con  la  indeleble  marca  de  la  in- 
temperie,  que  es  preciso  despreciar.  Siete  y  media  leguas  NW.> 
sobre  una  isla  de  la  desembocadura  del  Lebrija,  está  Corredor, 
también  entre  pantanos,  ciénagas  y  playones,  casi  enfrente  de  Bo- 
dega Central,  que  lo  está  en  la  isla  de  Morales  y  cuenta  con  más 
vida  y  progreso.  Zambos  y  negros  son  casi  todos  los  moradores 
del  bajo  Lebrija :  aquéllos  atléticos  y  altivos,  éstos  pintados  de 
a^ul,  casi  todos  desnudos,  salvo  de  la  cintura  para  abajo,  que  se 
cubren  con  lienzo,  y  habitan  en  ranchos  impregnados  de  fuerte 
olor  de  pescado  y  de  otros  indefinibles  que  marean  al  que  no  ha 
nacido  para  soportarlos.  Bello  es  sin  duda  el  paisajo  de  las  tierras 
inundadas  del  Lebrija ;  pero  lo  ardiente  de  la  temperatura,  la  esca- 
sez de  recursos,  los  rayos  del  sol  y  los  tábanos  que  pueblan  el  aire 
al  caer  el  astro  y  hacen  huir  hasta  á  los  animales  que  pacen  en  esas 
praderas,  no  permiten  apreciar  su  hermosuca  al  fatigado  viajero 
que  las  recor  re  para  estudiarlas.  Cuando  el  sol  desaparece  en  el 
ocaso,  resplandecen  en  lo  alto  las  estrellas,  el  silencio  cobija  la 
solitaria  comarca,  y  al  oriente  se  dibujan  las  negras  moles  de  la 
serranía  de  Ocaña. 

El  camino  de  Puerto  Nacional  en  sus  5  leguas,  al  principio 
gira  por  entre  los  remates  de  la  serranía,  que  termina  en  arruinados 
cerros,  y  luego  sigue  alternativamente  por  sabanas  limpias  y  pe- 
dregosas y  manchones  de  monte,  por  cuyo  centro  deprimido  corren 


Nueva  Geografía  de  Colombia  533 


los  silenciosos  arroyos.  El  Totumal  esparce  su  pajizo  caserío  én 
una  sabaneta  estéril  donde  el  termómetro  marca  al  sol  48^,  tér- 
mino superior  al  calor  de  la  fíebre,  por  lo  cual  la  raza  blanca 
no  puede  soportar  esa  temperatura,  y  vegeta  sin  salud  ni  ener- 
gía ;  pero  cruzada  con  la  negra  produce  una  casta  de  atletas 
que  reciben  sin  impresión  los  quemantes  rayos  del  sol  sobre 
sus  cuerpos  semidesnudos,  lo  mismo  que  los  aguaceros  repen- 
tinos, y  duermen  á  cielo  descubierto,  á  pesar  de  que  la  tempera- 
tura baja  12°  durante  la  noche,  por  lo  cual  es  y  será  perpe- 
tuamente la  señora  de  la  extensa  hoya  del  bajo  Magdalena, 
y  con  ella  las  costumbres  libres,  los  hábitos  de  indolencia,  de  in- 
diferentismo por  los  goces  morales  é  intelectuales.  Nada  de  habi- 
taciones :  un  techo  levantado  sobre  horcones  entre  los  cuales  se 
colocan  algunas  varas  derechas  que  dejen  paso  al  aire  exterior,  la 
muelle  hamaca  suspensa  de  las  vigas;  el  maíz,  el  plátano  y  el  pes- 
cado de  continuo  en  el  fogón,  y  allí  cerca  el  calabazo  con  la  bebi- 
da fermentada.  En  una  palabra,  fácil  vida  que  ahorra  las  penas 
del  trabajo  y  aleja  las  inquietudes  de  la  previsión,  pero  que  tam- 
bién prolonga  indefínidamente  la  barbarie.  Las  instituciones  polí- 
ticas y  las  leyes  apenas  llegan  á  esas  soledades  como  ruido  de 
palabras.  Corto  trecho  adelante,  en  un  llano  despejado,  sano,  fres- 
co, por  excepción,  sin  zancudos  y  jejenes,  está  Aguachica,  pue- 
blo de  algün  progreso  y  aun  población  blanca,  pero  donde,  como 
en  otros  lugares  de  estas  comarcas,  nadie  se  sujeta  al  servi- 
cio doméstico ;  de  suerte  que  cada  cual  se  ve  forzado  á  desempe- 
ñar los  menesteres  de  la  casa.  Los  negros  viven  en  sus  casitas 
entretenidos  en  no  hacer  nada ;  cuando  se  acuerdan  que  algo  les 
falta,  salen  al  monte  á  recoger  algün  artículo  venal,  con  lo  cual 
quedan  provistos  para  varios  días.  En  tomo  de  Aguachica  se 
produce  excelente  tabaco,  pero  la  industria  permanece  esta- 
cionaria. 

Al  ocaso  de  Aguachica  y  á  poco  más  de  dos  leguas  de  dis- 
tancia está  Puerto  Nacional^  que  baña  la  extremidad  de  sus  calles 
en  los  derrames  del  Magdalena  cuando  crece,  por  estar  en  un  pla- 
yón ;  así  es  que  caminando  hacia  el  río,  no  se  le  ve,  pero  se  pre- 
siente su  inmediación  por  un  olor  parecido  al  de  las  cercanías  del 
mar,  y  por  el  resplandor  del  horizonte,  que  indica  la  reflexión  de  la 
luz  sobre  la  ancha  superficie  de  las  aguas.  A  los  grandes  árboles 
se  suceden  los  matorrales  espinosos,  y  el  piso  cruje  como  en  los 
arenales  bajo  el  casco  de  las  cabalgaduras,  y  de  repente  ap>arecen 
las  casas  del  pueblo,  que  es  un  puerto  de  bastante  animación  y 
movimiento  comercial,  y  en  el  cual  nunca  faltan  embarcaciones 
de  diversa  especie  y  van  y  vienen  bogas,  comerciantes  y  emplea- 
dos, lo  que  forma  notable  contraste  con  otros  lugares  de  esta  re- 
gión. No  queda  el  pueblo  precisamente  sobre  el  Magdalena,  sino 
á  un  lado  de  un  brazo  de  éste  é  inmediato  á  una  ciénaga  que  des- 
borda en  las  crecientes  y  aumenta  el  caudal  de  un  caño  cuyo  in- 
cierto cauce  da  paso  entonces  á  las  canoas  hasta  el  poblado,  en  tor- 
no del  cual  produce  los  pantanos  que  han  dado  fama  de  insalubre 
al  puerto.  Esta  vía  hacia  el  gran  río,  no  obstante  su  constante  trá- 
fico, yace  en  pleno  abandono,  de  suerte  que  es  un  verdadero  placer 
la  salida  al  Ma^^dalena,  que  se  muestra  pleno,  majestuoso,  aman- 


A  GwGUfí*  >M  CoLonu 


Bento,- llevando  en  «Ima  sus  donnidiis  ondas  que  "baten  el  alio  y 
Wlitano  bosque  Tibereño. 


Figura  197 — CamíDo  en  el  Talle  del 


Doce  leguas  al  N.  demora  Tamalameque,  al  cual  se  penetra 
desde  el  rto  remontando  un  caño  cenagoso,  sobre  el  cual  apa- 
rece entre  palmeras  de  coco,  en  una  llanura  bastante  alta,  seca 
y  arenosa  :  el  poblado  es  un  villorrio,  resto  de  población  mis  gran- 
de en  otros  tiempos.  La  llanura  es  bella  y  la  riegan  varias  giu- 
hradas  que  bajan  de  los  cerros  del  oriente,  pero  no  es  fértil,  y 
la  obstruyen  los  innumerables  torreoncitlos  levantados  por  el  co> 
mején  de  tierra,  los  que  en  forma  de  pan  de  azúcar  y  distribuf- 
dos  á  manera  de  campamento,  se  extienden  hasta  perderse  de 
vista.  En  las  depresiones  por  donde  corren  las  fueimdas  ͻy 
bellos  bosques  abundantes  en  palmares.  Entre  Tamalameque  y 
Puerto  Nacional  quedan  San  Bernardo,  entre  dos  arroyos  que  ter- 
minan en  una  ciénaga,  y  Simaña,  á  orillas  del  rfo  de  su  nombre,  de 
bastante  caudal  y  que  un  camino  enlaza  á  las  poblaciones  de  la 
cordillera  pasando  por  el  Carmen,  que  ya  hace  parte  del  grupo  de 
estas  ^timas.  Los  pueblos  ribereños  mencionados  están  habitados 
por  negros  que  viven  perezosamente,  mientras  sus  mujeres  tejen 
las  pintadas  esteras  llamadas  de  chíngale  por  el  nombre  de  la 


Nvwvjk  GwwmátU  ob  Gíijombu  ^5 


palnm  con  cuyos  cog;ollos  las  fabríosn,  linica  industría  de  estas 
gent^  poco  arabiciosas  y  contenías  con  pasar  loe  <i(as  á  Ja  sombra 
de  los  cocos  ó  bailando  al  son  de  tamboriles,  Ubres  de  pesares  y 
exentos  del  hambre.  Vegetan  pero  no  viven,  y  las  nuevas  g:enera* 
clones  son  flel  copia  de  las  pasadas,  en  hábitos  de  imprevisión  y 
negligencia. ..... 

b)  San  Zufos — La  región  fronteriza  de  Tamalameque,  la  que 
tiene  por  rasgo  característico  el  relieve  denominado  carros  de  San 
Lucas,  no  obstante  interponerse  entre  el  bajo  Cauca  y  el  Magda- 
lena, no  obstante  ser  una  de  las  más  ricas  y  centrales  de  Colom- 
bia, es  de  las  menos  conocidas  en  la  actualidad,  y  mide  una  trein- 
tena de  leguas  de  S,  á  N.,  por  unas  doce  de  Oriente  á  Ponientje. 

Por  su  costado  occidental  quedó  descrita  al  tratar  del  bajo 
Cauca ;  por  el  en  que  domina  el  valle  de  Ri(^rande  es  más  amplia 
su  falda,  de  suerte  que  las  ultimas  colinas  casi  por  todas  partes 
llegan  hasta  las  ciénagas  ribereñas  de  las  grandes  islas  del  Mag- 
dalena, dejando  en  el  centro  multitud  de  valles  que  riegan  quebra- 
das, de  las  cuales  las  del  medio  día  forman  el  Boque,  y  las  restantes 
desaguan  en  las  ciénagas  mencionadas,  muy  análogas  á  las  del  San 
Jorge,  tras  regar  porciones  planas,  fecundas,  pero  escasamente 
pobladas  y  con  unas  pocas  aldehuelas  dependientes  de  Simit{  y 
Mcales,  centros  municipales  en  plena  decadencia. 

En  jurisdicción  de  Símití  se  explotan  á  la  fecha  bastantes  mi- 
nerales auríferos,  y  dominan  el  cuadro  las  tetas  de  San  L^cas,  pa- 
raje de  elevados  cerros  que  señorean  de  un  modo  acentuado  el 
resto  del  relieve,  aun  oculto  por  extensa  y  tupida  selva,  apenas 
hollada  por  los  mineros  y  los  cazadores.  Esta  selva  «s  una  de  las 
más  hermosas  de  la  Magdalenia.  Los  árboles  se  alzan  apiñados  y 
corpulentos,  en  forma  de  gruesas  columnas  revestidas  de  bejucos 
que  suben  á  enredarse  en  la  alta  copa,  y  toman  á  caer,  envol- 
viendo cuanto  se  halla  á  su  rededor.  A  veces  crecen  aquellos 
colosos  venciendo  los  obstáculos  y  taladrando  la  espesura,  sus- 
tentados en  raíces  voluminosas  que  la  tierra  no  puede  cubrir ;  á 
veces,  no  teniendo  espacio  para  levantarse  libremente  desde  el 
suelo,  escombrado  con  árboles  derribados  por  el  huracán,  pero  vi- 
vos y  retoñando  en  todas  direcciones,  arrancan  en  forma  de  ar- 
querías confusas  por  encima  de  los  estorbos ;  á  unos  dos  metros  de 
altura  comienza  el  tronco  y  sigue  robusto  y  alti\'0,  basta  superar 
con  su  copa  el  ramaje  de  sus  rivales  ;  allí  son  dos  árboles  que  se 
han  encontrado  al  nacer  y  se  enroscan  y  sostienen  como  luchado- 
res de  igual  fuerza ;  aquí  una  palma  se  muestra  rodeada  por 
los  mil  brazos  del  matapalo  que  la  <lob]a  y  abruma,  desplegando 
triunfante  su  copa  entre  el  penacho  perturbado  de  la  víctima ;  por 
todas  partes  la  tagua  lanza  el  torbellino  de  sus  grandes  hojas  en 
figura  de  plumas,  y  brota  en  círculo  al  pie  de  las  cabezas  de  negro, 
cuya  pulpa  devoran  los  zahínos,  dejando  limpias  las  durísimas 
cueras  del  marfil  vegetal,  que  recoge  sin  mayor  trabajo  el  indo- 
lente sitíero ;  tigres,  leones,  serpientes,  cerdos  montaraces,  vena- 
dos inquietos  de  .piel  amarillenta,  y  muchedumbre  de  aves,  tienen 
allí  su  habitación  inexpugnable,  lóbrega  en  las  primeras  y  ultimas 
horas  del  día,  umbrosa  y  fresca  al  medio  día,  en  las  en  que  arde 


526  '  NuKVAs^GhKxmAPiA  de  Cohombia 


el  sol,  majestuoso  cuando  las  tempestades  tropicales,  aquí  frecuéfi- 
tísimas,  descargan  su  furia  y  sus  rayos  sobre  esa  enorme  masa  de 
vegetación  nunca  domada. 

En  Simití  y  Morales  hay  terrenos  incomparables,  en  especial 
para  la  siembra  de  tabaco,  que  se  produce  igxial  al  de  Ambale- 
ma,  6  mejor;  pero  como  la  alimentación  usual  es  el  pescado,  que 
abunda  de  un  modo  extraordinario  y  se  recoge  con  facilidad  suma, 
los  habitantes  no  aceptan  otra  clase  de  ocupaciones. 

Al  N.  de  esas  poblaciones  las  grandes  ciénagas  de  Morrocoy, 
Pajaral  y  Papayal  marginan  el  brazo  de  este  nombre,  que  vuelve 
al  río  obligado  por  un  grupo  de  tierras  relativamente  altas,  por 
cuyo  pie  N.  torna  á  bifurcarse  el  Magdalena,  puesto  que  por  ahí 
pasa  el  brazo  de  Loba,  que  hace  un  siglo  no  era  sino  un  caño 
abierto  entre  pequeñas  ciénagas,  y  hoy,  además  de  dar  paso  á  la 
mayor  parte  de  sus  aguas,  se  complica,  pasadas  las  colinas  de 
Loba,  con  el  brazuelo  Quitasol,  que  á  su  mediodía  forma  la  isla  de 
Corozo,  que  en  ese  mismo  rumbo  tiene  cercana  la  ciénaga  de  Hati- 
llo, y  al  W.  se  aproxima  al  caño  Tiquisio  que  sale  de  la  de  Tron- 
conal  y  corre  á  la  derecha  del  Cauca  á  terminar  frente  á  Pinillos. 
En  fin,  enfrente  de  las  colinas  de  Loba,  pero  al  N.  del  brazo  de  ese 
nombre  están  la  de  Juana  Sánchez,  remate  SW.  de  la  grande  isla 
de  Mompós.  En  la  orilla  S.  del  brazo  de  Loba  están,  cercano  uno 
de  otro,  los  pueblos  de  San  Martín  y  Barranca,  junto  con  algunos 
caseríos.  El  primero  en  suelo  ondulado,  entre  el  hoy  río  Magdalena 
y  un  caño  del  mismo,  es  una  aldea  de  pescadores  y  alfareros,  y  en  la 
arena  de  sus  calles,  plateada,  llamada  por  eso  Juan  Blanco,  cuan- 
do las  aguas  las  arrastran,  se  encuentran  partículas  de  oro  corri- 
do. Barranca  le  es  muy  semejante,  sólo  que  es  en  verdad  ribereño 
del  gran  río.  Las  montañas  que  demoran  al  S.  de  esas  aldeas  con 
ese  rumbo  realzan  su  suelo,  y  á  cierta  distancia  ya  presentan  coli- 
nas de  alguna  altitud.  En  esos  lugares  abunda  la  palma  de  estera 
con  que  las  mujeres  de  Barranco  tejen  las  prendas  de  ese  nombre, 
coloreadas  con  el  jugo  de  la  Vijá. 

Natural  sería  continuar  con  las  islas  del  gran  delta  interior 
del  Magdalena ;  pero  á  fin  de  evitar  repeticiones,  conviene  descri- 
bir primero  las  tierras  aledañas  al  valle  propiamente  dicho,  ó  sea 
las  Sabanas  y  los  llanos  del  Cesar. 

c)  Zas  Sabanas — Al  Ocaso  del  San  Jorge-Magdalena,  desde 
este  lecho  orlado  de  ciénagas  y  playones  hasta  las  alturas  que  sirven 
de  diviso  de  aguas  para  el  Caribe  y  con  anchura  media  de  diez  le- 
guas, se  tiende  una  faja  que  mide  poco  más  de  treinta  de  S.  á  N., 
desde  los  remates  de  Murrucucü  al  canal  del  Dique,  la  cual  cons- 
tituye en  sus  dos  tercios  meridionales  el  territorio  llamado  en  Bo- 
lívar simplemente  las  Sabanas,  por  cuanto  en  el  otro  tercio  que 
aquí  incluímos  por  comodidad  de  la  descripción,  el  suelo  llano  ape- 
nas existe  entre  infinidad  de  pequeños  relieves. 

Por  esta  faja,  de  S.  á  N.,  gira  el  camino  real  de  Ayapel  á  Car- 
tagena, arrimado  hacia  el  dwortio  aquarum  mencionado,  el  que  por 
lo  mismo  pasa  por  casi  todlts  las  poblaciones  de  la  comarca  y  cru- 
za terreno  casi  horizontal,  ^ues  ninguna  de  ellas  e^tá  á  menos  de 
130  ms.  de  altitud  ni  á  más  de  250  sobre  el  nivel  del  mar.  Las  sa- 


NuiV*  GlOGRATÚ  DI  COLOUIIA 


bañas  con  tanta  uniformidad  descienden  á  confundirse  con  los  lla- 
nos ribereños  que  anega  el  gran  río,  que  siendo  30  la  cota  media 
de  ¿stos,  la  de  los  caseríos  situados  entre  unas  y  otros  varía  de  80 
á  100,  en  tanto  que  el  lomo  magistral  del  Ocaso,  si  se  prescinde 
del  Manco,  rara  vez  excede  de  500,  ó  sea  la  de  la  llanura  alta  en 
Casanare  y  San  Martín. 


Figura  19S  -  Va  [¡Dcúa  de  las  Sabanas — De  rutografía 


En  general,  las  sabanas  altas  son  una  serie  de  praderas  de 
variada  superficie,  separadas  unas  de  otras  por  fajas  de  selva  de 
diversa  extensión,  dentro  de  las  cuales  se  encuentran  numerosas 
rozas  6  pequeños  cultivos  ;  hacia  arriba  doblado  su  suelo  por  ra- 
males de  colínas  y  barrancos,  al  centro  sólo  onduladas,  y  abajo  de 
suelo  apenas  inclinado ;  pero  for  desgracia  la  parte  alia,  la  más 
sana  y  fresca,  no  tiene  aguas  corrientes  sino  en  el  invierno,  y  en 
Tcrano  es  preciso  trashumar  los  ganados  á  la  ríhiaga,  como  allí  se 
dice,  porque  hasta  las  poblaciones  del  camino  real  no  disponen 
entonces  de  otro  Ifquido  para  su  consumo  que  del  recogido  en  los 
aljibes  de  las  casas  ó  en  grandes  estanques  excavados  artificial- 
mente en  sus  alrededores,  por  lo  cual  en  las  más  fuertes  sequías 
no  es  raro  que  en  alguna  tengan  que  ir  á  buscar  él  agua  hasta  á  3 
leguas  de  distancia  ;  todo  lo  cual  no  es  por  cierto  adecuado  para  el 
progreso  formal  de  la  región,  que  sin  los  grandes  mares  de  agua 
dulce  y  las  altas  montañas  del  perímetro,  formaría  otra  Goajira, 
por  cuanto  su  arenoso  suelo  sería  entonces  tan  infecundo  como  el 
de  aquélla.  La  parte  central  es  la  más  favorecida  por  la  naturale- 
za, porque  alli  los  arroyos  de  ordinario  conservan  siempre  algiln 
caudal  y  las  tierras  algíin  verdor,  sin  otro  inconveniente  natural 
que  los  íajot  6  porciones  arenosas  aledañas  al  lecho  de  los  arroyos, 
que  en  invierno  se  convierten  en  pantanos  <5  terribles  tremeda- 
les ;  y  si  no  ha  prosperado  como  era  de  esperar,  se  debe  á  que 
Mtna  GtBgra/la  di  Calomlst  tomo  1—35 


538  Nueva  Geografía  de  Colombia 


sobre  ella  obran  con  tremenda  eñcacia  los  miasmas  de  las  maris- 
mas ribereñas  del  gran  río. 

El  camino  de  Ayapel  á  Cartagfena  después  de  cruzar  alg'unos 
sitios  y  caseríos,  la  primera  población  que  encuentra  es  Saha- 
gún,  pueblo  garande,  pajizo  como  todos  los  de  las  Sabanas,  con 
arrabales  extensos  y  desordenados,  entre  colinas  que  hacen  pinto- 
resca su  vista.  Desde  estas  alturitas  que  lo  rodean  al  W.  y  S.,  por- 
que la  llanura  se  dilata  hacia  el  N.  y  el  E.,  divisa  el  observador 
hacia  el  SW.  los  azulados  y  lejanos  perfiles  de  las  últimas  masas  de 
la  cordillera  occidental,  y  al  W.  un  Idmo  en  forma  de  barra,  con 
uno  que  otro  cabezo,  mayores  al  mediodía,  donde  existe  un  volcán 
que  lanza  cenizas  permanentemente.  Ese  lomo,  que  es  el  enlace  de 
los  montes  antioqueños  con  los  de  Bolívar,  domina  las  espléndidas 
tierras  del  Sinú  y  la  vasta  llanura  magdalénica,  se  apoya  en  rama- 
les de  oteros  y  colinas  que  forman  valles  poco  acentuados,  fecun- 
dados por  arroyuelos,  á  trechos  orlados  de  palmeras,  y  puede  de- 
cirse que  sin  labranzas,  porque  los  habitantes  tienen  el  fatal  hábito 
del  cultivo  errante  y  por  lo  mismo  infecundo,  puesto  que  los  disemi- 
na sin  estabilidad  en  una  inmensa  extensión  sin  provecho  para 
ellos  ni  para  el  país. 

Después  está  Chinü,  en  un  llano  extenso,  con  relieves  aun  más 
reducidos  y  bastantes  ganados,  y  cuyos  moradores  tejen  sombreros 
y  trabajan  en  alfarería;  próximo  le  queda  Sampués,  bastante  pa- 
recido en  lo  tocante  á  sus  ocupaciones  y  callejuelas,  dominando  al 
E.  un  llano  extenso  y  parejo,  pero  señoreado  al  W.  por  alturas 
más  destacadas,  que  los  habitantes  de  la  comarca  consideran  por 
contraste  como  elevadas  serranías. 

Cercanos  y  formando  grupo  se  hallan  Sincelejo,  Morroa  y  Co- 
rozal,  en  el  valU  del  Arroyo  Grande  y  en  el  ce7i/ro  de  la  comarca. 
Sinpelejo  ocupa  un  llano  alto,  parejo,  y  aun  cuando  es  una  pobla- 
ción importante,  por  desgracia  carece  de  agua  corriente  en  el  ve- 
rano. Los  ejidos  del  lugar  encierran  muchos  centenares  de  predios 
ó  huertas  ricas  en  arbolado ;  prevalece  el  cultivo  de  la  caña  de 
azúcar,  y  se  produce  aguardiente  en  grandes  cantidades ;  en  la  lla- 
nura los  ganados  sólo  se  apacientan  en  invierno,  porque  en  la  se- 
quía se  bajan  á  la  ciénaga.  El  distrito  comprende  varias  aldeas. 
Los  habitantes  tienen  por  plato  principal  el  sancccho,  y  los  de  la  ca- 
becera, que  permanecen  durante  la  semana  en  sus  cortijos,  vuelven 
al  lugar  el  sábado  por  la  tarde  para  pasar  alegremente  el  doniin- 
go.  Una  carretera  enlaza  el  pueblo  al  puerto  de  Tolú,  la  cual  tiene 
un  buen  puente  sobre  el  Pichelín,  llamado  río  por  su  impetuosidad 
y  caudal  que  lo  hace  sobresalir  entre  los  arroyuelos  aledaños.  Esta 
carretera,  que  fácilmente  pudiera  prolongarse  hasta  Magangué, 
constituyendo  una  arteria  de  importancia  decisiva  para  el  progre- 
so de  la  comarca,  atraviesa  un  terreno  difícil  á  pesar  de  su  casi  mi- 
núsculo relieve,  y  reemplaza  al  antiguo  camino  de  Tolú,  á  trechos 
quebrado  y  al  través  de  cerros  pedregosos,  á  trechos  fangal  in- 
menso por  ser  lecho  de  arroyos,  de  suerte  que  "déla  Muerte" 
se  llamaba  en  una  de  sus  secciones. 

Sincelejo  ocupa  una  posición  realmente  encantadora :  el  vien- 
to del  Norte  le  trae  las  ricas  emanaciones  del  mar  próximo,  el 
horizonte  de  ordinario  es  diáfano  y  puro,   las  tardes  de  poética 


Nueva  Geografía  de  Colombia  539 


belleza,  alegradas  p)or  las  canoras  aves,  y  el  crepúsculo  de  una  me- 
lancolía tal  que  incita  á  la  meditación.  Al  W.  y  á  media  legua  está 
el  lomo  de  la  serranía  divisoria  de  las  aguas,  á  la  cual  se  sube  casi 
sin  sentirlo,  tanto  que  por  su  poco  declive  es  de  bajada  peligrosa 
por  los  barrizales  que  las  lluvias  forman  en  su  falda  y  en  el  valle  de 
la  Muerte,  que  le  demora  al  pie.  De  esa  cumbre,  aquí  llamada  Sie- 
rra Flor,  divisa  el  viajero  un  panorama  espléndido :  al  oriente  la 
vista  se  pierde  en  la  inmensa  llanura  magdalénica,  medio  velada 
por  los  vaf>ores  que  el  calor  levanta  de  la  enorme  masa  de  agua 
dulce  que  yace  en  el  fondo  del  valle,  á  partir  de  diez  leguas  de  dis- 
tancia, y  se  dilata  por  algo  más  hasta  la  ciénaga  de  Zapatosa ;  al 
W.,  tras  seis  leguas  de  una  ondulada  alfombra  de  verdura,  se  dis- 
tinguen nítidos  los  pintorescos  contornos  del  mar,  cuyo  brillante 
espejo  se  funde  en  lejanía  con  la  bóveda  celeste,  y  si  el  día  está 
despejado  se  distingue  el  inquieto  vaivén  de  laS  olas,  y  á  veces  un 
buque  de  vapor  que  cruza  rápido  el  golfo,  ó  la  blanca  vela  de  al- 
gún barco  que  semeja  una  estela  perdida  en  la  inmensidad. 

Morroa,  pueblecito  en  la  falda  de  una  colina,  es  dasi  un  arra- 
bal de  la  capital  de  la  comarca  y  hace  ya  parte  de  la  zona  del 
cultivo  del  tabaco  y  de  la  industria  fabril  de  las  sabanas ;  no  dista 
mucho  de  las  alturitas  selvosas  llamadas  Montañas  de  Vela,  en 
donde  un  arroyo  que  forma  un  salto,  ha  excavado  en  la  peña  una 
inmensa  caldera  llamada  la  Poza  de  los  rayos,  por  la  hermosura 
con  que  refíeja  los  del  sol.  Cuanto  á  Corozal,  es  el  más  importante 
centro  de  las  Sabanas,  que  de  ordinario  se  designan  con  su  nom- 
bre, tiene  buen  caserío  situado  al  pie  de  dos  padrastros  que  le  sir- 
ven de  reductos,  no  lejos  del  arroyo  Santiago  y  de  algunos  panta- 
nos que  producen  fiebres  palúdicas,  y  sus  mujeres  tienen  fama  de 
hermosas  y  de  buenas  tejedoras.  Cerca  existen  varios  caseríos,  y  sus 
sabanas  forman  un  medio  centenar  de  llanos  ó  dehesas  de  verano, 
separados  por  cintas.de  monte  donde  los  habitantes  establecen  sus 
rozas  en  la  malhadada  forma  de  cultivo  errante  que  agota  el  te- 
rreno y  amenaza  dejar  la  comarca  sin  agricultura  de  consumo.  La 
industria  tabaquera  se  ha  desarrollado  aquí  notablemente. 

Más  al  Norte,  situados  entre  relieves  de  mayor  acentuación, 
se  encuentran  Ovejas,  El  Carmen,  San  Jacinto  y  San  Juan,  todos 
en  la  zona  del  cultivo  del  tabaco  y  de  la  ganadería.  Ovejas,  en  el 
lomo  de  un  estribo  no  lejos  de  la  Peñata,  con  buenas  aguas,  es  la 
población  más  elevada  de  las  Sabanas,  ofrece  aspecto  desapaci- 
ble por  lo  abarrancado  del  suelo,  se  rodea  de  varios  caseríos,  y  en 
su  territorio  los  cerros  qué  mueren  en  la  llanura  son  agrios  y  pe- 
dregosos. El  Carmen,'  una  de  las  principales  poblaciones  del  inte- 
rior de  Bolívar,  se  tiende  en  un  llano  entre  pintorescas  lomitas,  á 
8  leguas  del  Magdalena,  pero  sin  buen  camino  á  esta  importante 
vía,  sin  aguas  corrientes  en  verano  y  expuesta  á  los  incendios  por 
lo  pajizo  de  su  caserío  :  al  W.  quedan  suelos  quebrados,  en  tanto 
que  al  E.  los  arroyos  corren  por  entre  playones  de  sujtil  arena  que 
en  partes  constituyen  peligrosos  bajos  en  el  invierno.  La  situación 
de  San  Jacinto  es  análoga,  pero  las  tierras  que  lo  dominan  al  E. 
y  al  W.  adquieren  mayor  altura,  demorándole  al  NW.  el  altísimo 
Manco  ó  San  Martín,  desde  cuya  cumbre  se  domina  un  panorama 
espléndido  que  abarca  á  un  tiempo  el  mar,  la  Sierra  Nevada,  las 


NvivA  GioGBAFÚ  DI  Colombia 


sabanas  y  el  g:ran  rfo ;  en  fin,  en  tierras  de  San  Juan,  edificado  en 
una  hondonada,  príma  el  suelo  quebrado,  y  las  cumbres  principa- 
les rematan  en  inmensos  peñascos :  cerca  le  demoran,  en  posicídn 
semejante.  Guamo  á  la  derecha,  y  San  Cayetano  á  la  izquierda 
de  la  Knea  divisoria,  ó  sea  del  remate  de  estas  montanas  de  Ma- 
ría, dentro  del  ángulo  que  forman  el  Magdalena  y  el  Dique. 

Al  Oriente  de  estas  poblaciones  se  extienden  planicies  ame- 
setadas,  que  apenas  se  alzan  un  medio  centenar  de  metros  sobre 
el  Magdalena ;  á  medida  que  se  acercan  á  é^te  se  toman  menos  y 
menos  abarrancadas,  y  pxjr  tlltimo,  si  al  SE.  se  confunden  con  la 
ribera  anegadiza  de  dicho  rfo,  que  guarda  ciénagas  como  las  del 
San  Jorge,  del  Carmen  á  Calamar  üigan  con  algün  relieve  hasta 
la  misma  orilla,  á  lo  menos  en  muchos  punios,  de  suerte  que  allí 
las  ciénagas  más  bien  semejan  lagos  entre  oteros  cubiertos  de  lu- 
josa vegetación. 


-K  -Si 


Á    í 


NuiVA  Gsograf/a  de  Colombia 


Las  tierras  situadas  al  resitaldo  de  las  Sabanas,  desde  el  Di. 
■que  al  ^folfo  de  Morrosquillo,  las  incluiremos  en  este  mismo  gjupo, 
por  cuanto  su  importancia  actual  no  es  considerable  y  constituyen 
la  vertiente  occidental  de  las  montañas  de  María.  Desde  la  bahía 
■de  Cartagena  hasta  Comisario,  y  luég^o,  aunque  menos,  de  San 
Bernardo  á  Morrosquillo,  los  terrenos  litorales  son  tan  bajos,  que 
■en  su  mayor  parte  los  a'iega  de  ordinario  el  agua  del  mar,  y  espe- 
sos manglares  cubren  esas  ciénagas  y  playas  en  que  cristaliza  la 
sal  marina.  En  el  intermedio  la  costa  se  eleva  y  sustenta  palme- 
ras de  coco,  aun  cuando  las  últimas  alturas  de  María  no  se  alzan 
sino  unas  tres  leguas  tierra  adentro:  en  el  espacio  intermedio 
se  extiende  un  llano  ligeramente  ondulado  ó  con  morros  aislados, 
en  extremo  fértil,  húmedo,  donde  las  plantas  del  trapico  adquieren 
proporciones  extraordinarias  y  hace  un  siglo  existían  buenas  ha- 
•cíendas  abandonadas  después.  En  el  fondo  del  golfo  de  Morros- 
quillo yacen  los  restos  de  la  fundación  de  Tolú,  reducido  á  unas  cho- 
zas, porque  allí  el  oleaje  es  permanente  y  las  ondas  al  estrellarse 
sobre  la  ribera,  despedazan  ¡a  embarcación  que  se  deja  encallar. 
Todas  las  poblaciones  de  esta  zona  se  encuentran  en  el  interior,  en 
las  entradas  i  las  sabanas,  y  por  consiguiente  invisibles  para  los 
barcos,  de  seguro  para  sustraerse  á  la  plaga  que  abunda  en  el  li- 
toral. Al  atravesar  el  golfo  se  observa  allá  sobre  su  fondo  una  de- 
presión notable  del  terreno,  una  especie  de  abra  anchurosa  y  selvá- 
tica, ó  sea  la  línea  que  marca  por  el  Sur  el  término  de  las  mon- 
tañas de  Marta,  comD  al  N.  lo  señala  la  paralela  por  donde  cruza 
el  Dique.  Al  pip  de  las  alturas,  sobre  el  Pichelín,  está  Tolii  viejo, 
no  lejos  de  las  Tetas  de  su  noml>re ;  al  W.  de  San  Bernardo  se  halla 
San  Onofre,  que  un  tiempo  goz3  de  muy  mala  fama,  y  no  lejos  de 
Comisario,  el  caserío  de  este  nombre.  Ya  sobre  el  Dique,  6  en  las 
tierras  hdmedas  y  bajas  que  lo  enmarcan,  se  encuentran  San  An- 
tonio, Flamenco,  Marta  la  Baja,  San  Pablo  y  otros  poblados  que 
en  verdad  ya  hacen  parte  de  las  poblaciones  de  Tierradentro,  de 
Jas  cuales  dependen  en  lo  civil. 


FíeuTj'ioa     Vegetaciiín  tropical :  riberas  del  Arma  {Antioquia)— I>e  fotogran* 


S42  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Cuanto  á  las  montañas  de  María,  forman,  como  se  deduce  de 
lo  antedicho,  una  especie  de  meseta  de  poca  altura,  con  algunos 
relieves  superpuestos,  merced  á  los  cuales,  á  la  denudación  de  las 
aguas,  á  la  sana  y  rica  st-lva  que  las  cubre,  y  á  los  conos  y  morros 
aislados  que  tienen  á  los  ladus,  presentan  dondequiera  hermosas 
perspectivas  y  puntos  adecuados  para  establecer  colonias. 

Las  sabanas  forman  la  principal  fuente  de  rique2ML  del  Depar- 
tamento de  Bolívar,  y  com  j  están  rodeadas  de  centros  de  produc- 
ción muy  vanados,  sólo  les  faltan  vías  de  comunicación  adecuadas 
para  que  en  ellas  abunden  y  se  puedan  llevar  á  sus  numerosos  puer- 
tos todos  los  productos  del  trópico,  puesto  que  al  E.  tienen  el  Mag- 
dalena, al  N.  el  Dique,  al  W.  el  mar  y  el  Sinü,  y  al  Sur  el  San 
Jorge,  por  lo  cual  son  uní  verdadera  Mesopotamia,  superior  en 
todo  á  la  asiática.  Esta  región,  compuesta  en  primer  término  de 
planicies  de  tierras  de  aluvión  ó  arenosas,  sin  que  falten  algunas 
rocas,  presenta,  segiín  se  dijo,  profundos  barrancos  de  erosión,  y 
antes  de  emerger,  seguramente  formaba  dilatados  pantanos  cu- 
biertos de  rica  vegetación,  como  se  deduce  de  los  numerosos  res- 
tos de  mamuths  que  en  ellas  se  encuentran. 

La  prosperidad  y  ri  ]u  va  de  las  Sabanas  provienen  de  su  si- 
tuación tan  cómoda  para  la  ganadería,  puesto  que  á  los  animales 
ofrece  un  refugio  muy  seco  en  la  época  de  lluvias,  y  después,  en  la 
seca,  pastos  abundantes  en  todjs  los  terrenos  bajos  adyacentes  ; 
pero  conviene  observar  que  el  aumento  en  la  producción  del  ar^ 
tículo  no  es  sensible.  En  lo  general,  pocos  son  los  verdaderamente 
ricos,  pues  el  mayor  niím  *ro  no  alcanza  á  poseer  cien  cabezas^ 
pero  engordan  cerdos,  se  ocupan  en  el  comercio  ó  la  agricultura,  la 
vida  es  barata  y  han  hecho  segunda  naturaleza  de  la  frugalidad, 
entendiendo  por  ésta  reducir  la  comida  á  un  simple  sancoché  de 
carne  ó  de  pescado ;  las  tortugas  y  sus  huevos  suplen  á  las  galli- 
nas ;  los  vegetales  los  preparan  sin  el  menor  arte,  pero  viven  sa- 
tisfechos. 

El  amor  al  suelo  natal  es  el  rasgo  característico  del  sabanera 
y  del  ribereño  (abajeño),  y  su  avaricia  es  proverbial  si  no  gene- 
ral ;  consume  poco,  trabaja  de  continuo,  emplea  todo  el  tiempo  en 
ocupaciones  poco  productivas,  pasa  años  adversos  con  sus  crías 
expuestas  á  epizootias  y  sus  plantíos  á  las  malas  cosechas ;  pero 
vive  al  parecer  libre  é  Independiente  en  su  pequeño  dominio,  y  con 
esto  es  feliz.  El  lugar  y  tiempo  adecuado  para  estudiar  la  pobla- 
ción de  esta  comarca  son  \sis  fies/as  y /trías,  según  queda  indicado,, 
siendo  de  notar  en  ellas  que  las  mujeres  ricas,  las  esposas  é  hijas  de 
los  grandes  ganaderos,  no  pierden  ocasión  de  realizar  ninguna  ga- 
nancia, por  insignificante  que  sea,  por  lo  cual  no  vacilan  en  vender 
en  las  calles  aguardiente  ó  algunos  dulces  ó  alimentos,  mientras 
que  la  compañera  del  pobre  rara  vez  se  toma  ese  trabajo,  pues 
concurre  para  gastar,  divertirse  y  pasarlas  noches  l)ailando alum- 
brada por  sinnúmero  de  bujías,  cuando  en  su  casa  no  se  alumbra 
sino  con  una  macilenta  lámpara  de  manteca  de  caimán. 

Estas  fiestas  ó  ferias  son  juego  de  azar  en  que  cada  uno  pien- 
sa ganar  y  ninguno  perder.  Al  principio  no  fueron  sino  corridas  de 
toros,  diversión  favorita  de  los  vaqueros,  y  los  comerciantes  ven- 
dían en  esos  días  algo  más  que  de  ordinario.  Luego  el  negocio  au- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  543 


mentó :  todas  las  piezas  se  alquilan  con  gran  anticipación;  el  puerto 
se  llena  con  las  embarcaciones  que  traen  de  lejos  las  mercancías,  y 
por  la  anuencia  sucede  que  á  veces  es  preciso  suprimir  los  toros,  que 
embarazan  la  circulación.  Siempre  hay  más  vendedores  que  com- 
pradores, y  la  competencia  es  desastrosa ;  pero  el  movimiento  se 
produce,  y  la  fama  del  lugar  se  propaga  en  la  comarca,  que  es  lo 
que  importa  á  los  vecinos,  que  siempre  derivan  utilidad  de  tales 
reuniones. 

De  ordinario  en  los  pueblos  y  caseríos  la  vida  es  en  extremo 
quieta  y  tranquila ;  cada  hacendado  sabe  curtir  el  cuero  necesario 
para  la  clásica  quimba  (abarca),  que  es  el  calzado  más  en  uso,  ó 
fabricar  una  angarilla  con  el  machete,  único  instrumento  que 
emplea ;  ó  hacer  jüones  (sacos  de  cuero)  con  las  pieles  de  las  va- 
cas, y  todo  esto  con  pausa  sin  i^^ual.  Sólo  la  víspera  de  una  fiesta 
se  nota  un  movimiento  anormal :  las  principales  casas  se  transfor- 
man en  tiendas ;  el  puerto  se  llena  de  canoa*;  que  allí  mismo  exhi- 
ben sus  artículos ;  los  sabaneros  acuden  con  sus  familias ;  el  tam- 
bor resuena  en  la  plaza ;  en  la  iglesia  se  celebra  una  Novena ;  el 
Párroco  bautiza  y  casa,  porque  el  sabanero  no  hace  esto  sino  con 
mjtivo  de  alguna  fiesta ;  las  mesas  de  juego  de  baraja  y  expendio 
de  ron  exhiben  sus  atractivos  á  la  luz  de  faroles  de  papel,  y  la  no- 
che entera  se  pasa  en  esas  diversiones  y  baile,  que  son  los  máximos 
placeres  de  estas  pobres  gentes.  Por  la  mañana  llega  el  turno  al 
comercio :  cada  sabanero  compra  lo  que  necesita,  y  por  la  tarde  ya 
principia  á  disolverse  la  concurrencia,  pues  los  más  urgidos  regre- 
san á  sus  casas.  Todos  los  años  se  repite  esto  sin  otra  variación  que 
la  magnitud  del  fenómeno,  pues  en  las  ferias  más  afamadas  la  fies- 
ta dura  varios  días,  y  se  establece  una  lucha  curiosa  entre  vendedo- 
res y  compradores,  quienes  en  los  primeros  momentos  se  mantienen 
firmes,  esperando  cada  cual  que  la  necesidad  obligue  á  pagar  lo 
pedido  ó  bajar  el  precio,  lo  que  origina  perjuicios  para  muchos. 
De  ordinario,  como  el  sabanero  no  se  preocupa  por  lo  pasado  ni 
por  lo  porvenir,  no  tiene  sino  la  víspera  y  la  calenda,  tres  días  des- 
pués nadie  se  acuerda  de  la  fiesta. 

Al  llegar  el  verano,  los  vaqueros  recogen  el  ganado  en  la  Sa- 
bana para  llevarlo  á  las  ciénagas,  y  aun  cuando  haya  que  atrave- 
sar ríos,  las  reses  lo  hacen  voluntariamente,  porque  saben  á  dónde 
van.  Cuando  el  ganado  se  lleva  á  los  pastos  de  verano,  aun  suele 
haber  agua  en  algunos  de  ellos ;  pero  como  ésta  disminuye  día  por 
día,  los  vaqueros  lo  dejan  allí  abandonado  en  sus  lugares  respec- 
tivos, no  sin  que  el  tigre,  que  abunda  en  las  selvas  vecinas,  cause 
algunos  destrozos.  En  Enero  toda  la  familia  del  ganadero  emigra 
á  la  ciénaga,  no  quedando  en  la  casa  de  la  sabanea  sino  cuando  más 
una  cuidandera :  la  ciénaga  es  el  Paraíso  del  sabanero,  y  la  saba- 
na su  Purgatorio.  Apenas  instalada  la  familia,  se  separan  las  vacas 
paridas,  y  empieza  la  fabricación  del  queso ;  entonces  hay  suero 
salado  y  mantequilla  para  sazonar  el  insípido  pescado  y  la  tortuga, 
que  con  la  yuca  y  el  plátano  constituyen  la  alimentación  usual. 
A  primera  vista  causa  pena  ver  á  esas  señoras  blancas,  de  noble 
semblante,  con  hijas  graciosas,  tan  mal  alimentadas,  sentadas  en 
el  suelo  natural,  bajo  un  techo  de  lo  más  tosco,  envueltas  por  las 
nubes  de  moscos  atraídos  por  el  olor  de  la   leche  y  los  quesos ;  y 


Nueva  Gkogkafi'a  di  Colombia 


sin  embargo  esas  gentes  prefieren  la  vida  ile  la  ciénaga,  porque  allí 
abundan  los  alimentos,  que  es  lo  esencial.  El  sabanero  ocupa,  pues, 
alternativamente,  dos  habitaciones :  de  Enero  á  Abril  se  deleita  en 
la  de  ta  ciénaga,  que  no  puede  construirse  ni  siquiera  cdmoda,  por- 
que en  invierno  el  agua  la  inunda  por  lo  menos  hasta  el  teche,  y 
aun  cuando  parece  que  tal  vivienda  sea  malsana,  la  gente  cree  que 
esto  no  es  verdad,  y  la  aparie.-cia  quíMs  les  da  la  razdn,  puesto 
que  en  ninguna  parte  faltan  achaques  y  enfermedades.  En  Abril 
retornan  á  la  sabana,  donde  si  la  vivienda  es  más  cómoda,  la  vida 
es  más  dura,  salvo  para  los  ricos  que  habitan  en  las  cercanías  de 
alguna  de  las  poblaciones  principales,  dnicas  donde  se  encuentra 
en  esa  época  cierta  clase  de  recursos. 

d)  TierTadtntro—h%\  apellidaron  los  conquistadores  la  exten- 
sa comarca  situada  al  Occidente  de  la  desembocadura  del  Mag- 
dalena, al  Oriente  de  Cartagena,  al  Sur  del  encrespado  mar  de 
Galerazamba  y  al  Norte  de  las  extensas  ciénagas  vecinas  de  Ma- 
hates;  es  decir,  que  figura  una  vasta  isla  de  superficie  grosera-  ■ 
mente  romboidal,  en  su  mitad  izquierda  envuelta  por  las  aguas 
saladas,  en  la  derecha  por  las  aguas  dulces,  conada  casi  por  su 
centro  por  una  línea  de  ciénagas,  que  puedo  decirse  pasan  de 
Mahates  á  Gaieraüamba,  y  á  cuyos  lados  sendos  grupos  de  tierras 
altas  llenan  la  comarca  con  sus  valles  y  estribaciones,  con  sus  miíl- 
tiples  arroyuelos  y  fecundas  planicies,  de  suerte  que  sin  lo  ardiente 
del  clima  en  las  porciones  bajas  del   contorno,  y  lo  intenso  de  la 


Figura  ioi  — A  loraiorio  inJigenidi  Sin  Agiiitin  (TjlimU- 
la  Comisi^  Corogriñca— Inédito 


Nueva  Geografía  de  Colombia  545 


humedad,  sería  una  verdadera  Suiza  marítima,  sin  el  adorno,  se 
entiende,  de  las  nieves  y  los  hielos.  De  su  importancia  dará  sufi- 
ciente idea  decir  que  en  ella  están  por  un  lado  Cartagena  y  el  Di- 
que, por  otro  Barranquilia  y  Puerto  Colombia,  y  en  su  interior 
Turbaco,  inmortalizado  por  HumbJdt,  al  declararlo  una  de  las  re- 
giones en  donde  mejor  había  vivido,  siendo  de  advertir  que  en  esta 
/ürra  adentro  son  muchos  los  puntos  que  con  ese  pueden  competir 
en  belleza  y  bondad  de  clima. 

Los  relieves  próximos  á  Barranquilia.  alcanzan  altitudes  de 
800  ms. ;  los  cercanos  á  Cartagena  llegan  á  500,  y  los  interme- 
dios no  ceden  en  elevación,  de  suerte  que  presentan  ancho  campo 
para  recibir  en  buenas  condiciones  las  primeras  corrientes  de  in- 
migrantes. 

Todo  el  litoral  de  Tierradentro  abunda  en  puertos  y  ensena- 
das, y  entre  el  mar  y  las  cordilleras  indicadas  deja  una  faja  de 
tierra  baja  y  llana  de  no  muy  considerable  anchura,  fértil,  pero 
húmeda  y  mortificada  por  la  plaga  del  jején ;  cosa  análoga  sucede 
hacia  donde  colinda  con  las  aguas  dulces,  en  tanto  que  los  cerros 
están  libres  de  esas  molestias  y  se  envuelven  en  aire  más  puro 
y  menos  caluroso,  por  lo  cual  entre  sus  pliegues  se  encuentran 
hermosos  vallejuelos  y  varias  poblaciones  interesantes. 

Al  Norte  del  ferrocarril  de  Cartagena  el  suelo  es  bastante 
quebrado,  pues  los  relieves  forman  dos  zonas  de  alturas  más  ó 
menos  empinadas,  con  precipicios,  gargantas,  cuestas  y  hondo- 
nadas, divisándose  el  mar  en  toda  la  línea  desde  el  flanco  occiden- 
tal, con  aspecto  bello  é  imponente,  y  por  el  flanco  opuesto  las  si- 
milares tierras  que  se  alzan  allende  la  gran  Ciénaga  de  Guájaro, 
entre  ésta  y  el  río  Magdalena.  Al  lado  de  las  porciones  más  levan- 
tadas, el  suelo,  aunque  algo  doble,  no  presenta  sino  suaves  ondula- 
ciones, que  hacía  la  izquierda,  ó  sea  á  la  salida  de  los  valles 
magdalénicos,  se  cubre  de  una  vegetación  robusta  y  exuberante, 
pero  con  poco  riego.  Estos  relives  se  llaman  Conítllera  de  Bario- 
vento. 

Toda  esta  región  de  Tierradentro  está  más  ó  menos  cultivada, 
como  que  hay  pocas  tierras  incultas  y  las  comunicaciones  no  pre- 
sentan dificultades  sino  en  invierno,  cuando  los  arroyos,  salidos  de 
madre,  cortan  el  paso  en  los  caminos  En  las  reducidas  porciones 
de  bosque  virgen  que  adn  subsisten,  compuestas  de  árboles  secu- 
lares, la  vegetación  es  robustísima,  conserva  todo  el  año  su  verdor 
primaveral,  y  encierra  verdaderas  riquezas,  poco  ó  nada  explota- 
das todavía.  En  otras  partes  la  selva  ha  sido  talada  para  con- 
vertirla en  tierras  de  labor,  que  conforme  á  la  fatal  costumbre  del 
cultivo  errante,  abandonadas  luego,  se  toman  bosquecillo,  que  de 
ordinario  vuelve  á  talarse  al  cabo  de  cinco  años.  Al  pie  de  las  al- 
turas el  terreno  es  casi  llano,  y  en  lo  general  bien  regado,  por  lo 
cual  se  cubre  dondequiera  de  vigorosa  vegetación,  sin  que  falte 
aquí  ó  allá  algün  arenal  ó  anegadizo.  Por  desgracia  la  ardiente 
temp>eratura  de  la  comarca,  unida  á  lluvias  casi  incesantes  duran- 
te siete  meses,  produce  en  las  partes  bajas  enormes  lodazales,  es 
decir,  centros  de  putrefacción  y  de  malaria,  que  azotan  á  sus  ha- 
bitantes. 

De  esta  Tierradentro  son  polos  que  se  disputan  su  hegemonía 
Barranquilia,  esencialmente  magdalénica,  y  Cartagena,  hija  del 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Caribe  y  un  tiempo  "  la  reina  de  las  Indias,"  cuando  en  los  maci- 
zos muros  de  sus  baluartes  y  castillos  se  velan  necearlas  bocas 
de  sesenta  cañones.  Cuando  de  S.  á  N,  se  atraviesa  el  golfo  de 
Morrosquíllo  y  en  las  primeras  horas  del  día  se  entra  por  el  Este- 
ro, brazo  bordeado  de  manglares,  que  del  Continente  separa  la 
grande  y  pintoresca  isla  do  Barü,  para  ganar  la  bahía  de  la  amura- 
llada ciudad,  se  goza  de  un  panorama  encantador :  á  la  izquierda 
la  entrada  marítima  del  puerto,  ó  sea  Bocachica,  con  sus  fuertes 
sobre  la  ya  citada  isla  y  la  de  Tierrabomba  ;  á  la  derecha  la  aldea 
de  Pasacaballos,  y  allá  en  el  fondo  la  población  con  sus  almenas, 
sus  miradores  y  sus  torrea,  teniendo  al  E.  el  cerro  de  laPopa  con  su 
convento  y  pabellón  de  vigii  que  domina  el  horizonte  en  todas  di- 
recciones. Cartagena,  con  su  amplio  puerto,  en  que  las  volas  y  los 
gallardetes  de  los  buques  sdlo  se  mueven  á  impulso  de  la  brisa,  y 
recorrido  sin  cesar  por  ligeras  lanchas,  a|>arece  siempre  como 
la  reina  de  las  Antillas,  y  bien  que  su  comercio  ha  decaldo,  aun 
se  observa  bastante  movimiento  en  sus  playas  orladas  de  espesos 
manglares.  Por  todas  partes  la  blancura  de  los  muros  interrumpe 
la  verdura  de  la  vegetación,  y  el  murmullo  de  las  olas  modula  aun 
su  sonoro  ritmo ;  el  soplo  de  brisas  perfumadas  arruga  las  brillan- 
tes aguas  de  la  bahía,  y  el  horizonte  traza  su  línea  azul  sobre  el 
fondo  azul  del  cielo.  Al  otro  lado  del  poblado,  dividido  en  ciudad 
propiamente  dicha,  en  una  isla,  y  arrabal  de  Jetscmaní,  en  la  tie- 
rra firme,  se  dilata  la  ciénaga  de  Tescas,  que  la  flecha  del  poético 
Cabrero  separa  del  mar.  El  conjunto  de  la  ciudad   medio  arrui- 


—  El  Cibrcro  (Cartsgtna) — Pe  (ougjílii 


Nueva  Geografía  de  Colombia  547 


nada  y  dormida  á  la  sombra  de  la  Popa,  constituye  un  cuadro  ad- 
mirable y  doloroso  cuando  á  su  vista  se  recuerdan  sus  pasadas 
grandezas ;  y  el  porvenir  se  le  muestra   sombrío  porque  las  co- 
rrientes comerciales  de  que  fue  centro  se  han  abierto  nuevos  cau- 
ces y^  cambiado  de  dirección  quizá  para  siempre.  Déla  cima  de 
su  padrastro  la  Popa  se  tienen  á  los  pies  en  primer  término  las 
torres,  las  murallas,  las  terrazas  y  las  casas  del  arrabal  al  través 
del  follaje  de  los  cocoteros  que  lo  rodean,  y  luego  las  tranquilas 
aguas  del  puerto  y  sus  canales  y  caseríos,  la  ciudad  como  aprisio- 
nada entre  ¡os  gruesos  muros  tantas  veces  combatidos,  y  sus  torres, 
conventos  y  edificios  que  á  los  rayos  del  sol  poniente  se  destacan  en 
negro  sobre  el  semicírculo  brillante  del  mar.  Entonces  las  islas  y 
la  tierra  firme  contrastan  con  toda  nitidez :  de  un  lado  los  islotes  es- 
parcidos en  medio  de  la  rada  semejan  jardines  notantes  destaca- 
dos de  un  paraíso ;  del  otro  se  prolonga  una  cadena  de  colinas  ro- 
jizas, en  donde  la  vegetación  no  tiene  el  vigor  de  la  naturaleza 
tropical.  Diríase  que  el  dilatado  cordón  de  espumas  que  adorna  la 
ribera   separa  dos  mundos  distintos.  Si  las  viejas  murallas  de  la 
ciudad  no  le  dan  hoy  la  fuerza  militar  de  otros   tiempos,  sirve  en 
cambio  á  sus  habitantes  de  admirable  paseo  que  les  permite  res- 
pirar en  la  tarde  un  aire  más  fresco  y  más  puro,  vigorizado  por 
las  emanaciones  del  mar,  que  con  su  ritmo  al  golpearlas  presta  al 
cuadro  una  singular  poesía.  El  ferrocarril,  que  por  tierra  enlaza 
la  ciudad  al  pueblo  magdalénico  de  Calaniar  y  cruza  y  reemplaza 
el  Dique,  que  antes  desempeñaba  el  mismo  oficio  por  cigua,  no  ha 
mejorado  todavía  de  una  manera  sensible  la  situación  económica 
de  la  comarca.  Los  rieles  de  esta  cinta  de  progreso  pasan  por  Ter- 
nera, Turbaco,  Arjona,  Arenal,  donde  cruza  el  Dique  y  hoy  reem- 
plaza á  Mahates,  punto  en  que  lo  hacía  el  antiguo  camino  de  herra- 
dura, Sjplaviento  y  algün  otro  caserío,  de  suerte  que  tierras  ane- 
gadizas no  atraviesa  sino  al  acercarse  á  Calamar,  no  obstante  cru- 
zar la  depresión   mediana  de  Ti?rradentro  entre  las  grandes  cié- 
nagas de  Guájaro  y  Palenque. 

Al  respaldo  de  Cartagena,  y  al  Norte  de  las  llanuras  ondula- 
das, ora  selváticas,  ora  de  arenas  desnudas  que  marginan  la  de- 
presión que  cruza  el  Dique,  orlado  de  ciénagas  y  pantanos,  se  ex- 
tienden los  terrenos  variados  y  vistosos  de  multitud  de  caseríos,  y 
los  pueblos  de  Turbaco,  Arjona,  Villanueva,  Santa  Rosa,  Santa 
Catalina,  Palmar,  Piojo,  de  vastos  horizontes,  Juan  de  Acosta, 
Usiacurí,  Baranoa,  Galapa  y  Tubará  :  los  cuatro  últimos  forman 
un  hermoso  grupo,  una  especie  de  Suiza  caliente  al  respaldo  de 
Barranquilla  y  Puerto  Colombia,  como  los  dos  primeros  lo  hacen 
al  de  Cartagena,  gozándose  en  ambos  de  espléndidas  vistas  sobre 
la  Sierra  Nevada  de  Santamaría,  que  de  lejos  presta  sus  nieves 
al  paisaje  ;  no  lejos  de  los  últimos  al  S.,  quedan  Pueblonuevo,  Sa- 
banalarga,  de  extenso  caserío  y  llanos  cubiertos  de  reses ;  Manatí 
y  Campo  de  la  Cruz,  pueblos  que  ya  giran  en  la  órbita  directa 
del  gran  rio,  y  Repelón  y  Molinero,  próximos  á  la  brillante  y  di- 
latada concha  de  Guájaro.  Entre  estas  poblaciones  esencialmente 
agrícolas  que  ocupan  la  "  cordillera  de  Barlovento  "  y  su  enmara- 
ñado relieve,  Galapa  queda  en  un  plano  envuelto  de  lejos  por  ce- 
rros de  alguna  altura ;  Tubará  presenta  su  caserío  disperso  sin 


Nueva  GkogkafÍa  de  Coi.oubu 


orden  en  el  flanco  de  un  monte,  su  quebrado  territorio  presenta 
dondequiera  pequeños  saltos  en  los  arroyos  que  le  fecundan,  le 
pertenece  Morro  hermoso,  de  grandes  vistas,  se  sirve  del  puerto  de 
Caimán,  i  donde  suelen  llegar  vapores  y  no  lejos  tiene  una  cueva 
con  signos  pintados  al  estilo  chibcha;  Usiacuri  asienta  sus  vi- 
viendas en  un  terreno  tan  raido  por  la  denudación,  que  parece 
como  enterrada  entre  barrancos.  En  la  vía  de  Barranquilla  á  To- 
bará el  ascenso  del  cerro  de  este  nombre  parece  de  lejos  imposi- 
ble, por  presentarse  como  rocosa  muralla  de  cuya  cima  se  divisa 
al  E.  á  Galapa,  al  NE.  á  Salgar,  al  SE.  el  Magdalena,  lo  cual 
constituye  un  hermoso  panorama  en  los  días  despejados ;  al  opues- 
to lado  semeja  el  cráter  de  un  volcán  en  cuyas  estratas  se  agru- 
pan las  casas  como  en  los  peldaños  de  enorme  escalera,  y  el  uni- 
versal desorden  reviste  caracteres  especiales  de  belleza,  pues  en 
todas  las  alturas  de  la  cuenca  se  asienta  algún  iuj'io  (choza)  dete- 


Figuio    lOJ— raisaje  Je  Tubarí  al  W.  de  liarraii<iuilla— l)c  folc^rüfia 


cho  pajizo  entre  árboles  y  huertas.  Piojo  es  otro  sanalorium  de  cli- 
ma primaveral  y  de  embalsamada  atmósfera  y  lontananiuissinpar  : 
el  mar  como  una  saltana  verdosa  con  surcos  de  rojo  oscuro  y  cejas 
de  blanca  espuma,  deja  oír  su  rumor  eterno  y  grato,  una  tierra 
tan  variada  como  hermosa  se  divisa  al  opuesto  lado,  y  allá  al  SW. 
se  columbra  La  Popa  como  una  paloma  que  tiene  al  pie  la  histórica 
ciudad.  En  lo  general,  llanuras  arenosas  con  alguna  maleza  y  po- 
cas aguas  de  verano  forman  la  ribera  del  Magdalena,  y  playas  de 
la  misma  especie  y  multitud  de  morros  y  frontones,  entre  los  cua- 
les sobresalen  el  cerro  Piojo  y  algunos  morros  de  color  bermejo, 
dominan  el  litoral  del  Caribe,  que  encierra  aquí  los  peligrosos  rom- 
pientesde  Galerazamba-^y  algunos  puertos  de  escasa  importancia 
en  la  actualidad. 


NuKVA  GeograWa  de  Colombia  549 


e)Chifmquica — Las  aristas  montañosas  que  dividen  las  planicies 
de  Tamalameque  de  los  valles  de  Ocaña,  continúan  á  perderse  en 
el  cuello  áer  la  península  goajira ;  las  cordilleras  antioqueñas  se 
desvanecen  en  la  llanura  del  Cauca-San  Jorge ;  los  relieves  de 
Bolívar,  con  rumbo  general  del  S.  al  N.,  avanzan  á  morir  entre 
Barranquilla  y  Cartagena,  no  sin  ofrecer  antes  la  depresión  por 
donde  pasa  el  Dique.  Del  Banco-San  Benito  debería,  pues,  exten- 
derse hacia  el  Atlántico  una  inmensa  llanura  de  setenta  leguas  de 
longitud  por  algo  más  de  treinta  de  anchura,  medio  inundada,  aná- 
loga á  la  descrita  atrás,  y  sin  embargo  el  aspecto  de  ese  extenso 
territorio  es  muy  distinto.  ¿  Por  qué  ?  Porque  á  la  derecha  de  las 
bocas  del  Magdalena,  sobre  el  mar  y  entre  los  remates  de  las  se- 
rranías laterales  mencionadas,  se  alza  el  colosal  macizo  de  la  Sie- 
rra Nevada  de  Santamarta,  que  desplaza  el  eje  del  gran  río  hacia 
el  Ocaso,  levanta  el  suelo  hacia  el  Sur,  crea  un  dilatado  valle  al 
Oriente,  entre  ella  y  los  Andes,  produce  al  Mediodía  una  llanura 
similar  á  la  del  bajo  San  Jorge,  y  proyecta  con  ese  rumbo  un  re- 
lieve apenas  sensible,  pero  interesantísimo,  por  cuanto  se  enfrenta 
al  que  enmarca  las  sabanas,  cierra  por  el  E.  el  valle  propio  del 
Magdalena,  y  obliga  á  muchas  corrientes  importantes  que  de  éste 
son  tributarias,  á  correr  con  inverso  rumbo,  con  al  parecer  inexpli- 
cable hidrografía.  La  existencia  de  la  Sierra  Nevada  sin  este  apén- 
dice, aiín  mal  conocido  en  partes,  decide,  pues,  de  la  topografía  de 
la  baja  Magdalenia  ;  de  manera  que  puede  afirmarse  que  nuestra 
Costa  atlántica  es  la  hija  de  ese  magnífico  macizo  montañoso. 

Este  apéndice,  ó  sea  las  altillanuras  de  Chimiquica,  principia 
en  el  peñón  que  sustenta  la  población  del  Banco,  presenta  primero 
algunas  colinas  sueltas,  se  ensancha  luego  rápidamente  entre  el 
Ariguani  y  los  grandes  playones  de  Plato,  alcanza  su  máximo  re- 
lieve (que  no  excede  de  300  ms.)  y  anchura  en  torno  de  la  cié- 
naga de  Sapayán,  por  medio  de  dos  brazos  que  rodean  esa  ciénaga, 
tocan  el  Magdalena  en  Tenerife  y  Pedraza,  forman  el  alto  valle  del 
Chimiquique  y  déla  Quebrada,  se  enlazan  con  los  estribos  del  pá- 
ramo Chinchicua  (Sierra  Nevada),  y  separan  esos  valles  de  la  cuen- 
ca anegadiza  en  cuyo  fondo  está  la  gran  ciénaga  de  Santamarta. 

La  altillanura  de  Chimiquica  se  enlaza  suavemente  con  los 
llanos  que  le  demoran  á  los  costados ;  pero  en  tanto  que  en  éstos 
la  vegetación  es  lozana,  y  abunda  en  ellos  la  palmera  Para,  de 
corona  terminal  poco  extendida  y  cuyos  troncos  muy  rectos  se 
hallan  á  gran  distancia  unos  de  otros,  en  el  suelo  realzado,  que  en 
verano  es  extremadamente  seco  y  se  encharca  en  invierno,  no  se 
encuentra  sino  una  vegetación  sin  vigor  á  que  falta  la  exuberancia 
de  los  trópicos;  pero  en  ese  bosque  de  escasa  altura,  solitario  ó  poco 
menos,  abunda  el  árbol  que  produce  el  bálsamo  de  concolito,  lla- 
mado tolú  en  el  comercio,  cuya  extracción  es  costosa  por  la  lenti- 
tud con  que  brota  la  resina  de  las  incisiones  que  se  hacen  en  la 
corteza.  Esta  comarca,  enfrente  de  Zambrano,  es  atravesada  por  el 
camino  de  Plato  á  San  Ángel,  la  vía  más  directa  para  ir  á  caballo 
del  río  Magdalena  al  Valle  de  Upar,  por  causa  de  la  topografía 
de  la  Nevada,  porque  del  Banco  á  las  faldas  de  la  Sierra  se  miden 
las  mismas  veinte  leguas  que  de  ese  punto  á  Plato,  con  el  ítem  de 
cruzar  playones  intransitables  en  invierno.  Igual  distancia  hay  de 


5  so  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Santamarta  á  Upar  por  el  Arig-uani  ó  por  Riohacha,  y  en  ambas 
vías  se  encuentran  obstáculos  de  consideración  ;  y  sin  embargo,  el 
mencionado  camino  está  poco  menos  que  abandonado  por  las  au- 
toridades. 

Al  Norte  de  Chimiquica  y  entre  la  Tierra  adentro  de  Carta- 
gena y  la  Sierra  de  Santamarta,  queda  un  vasto  recinto  deprimi- 
do, en  parte  aun  ocupado  por  el  mar  y  por  la  gran  ciénaga  de 
Santamarta,  rodeado  de  tierras  húmedas  y  pantanosas,  á  cuya  iz- 
quierda pasa  el  Magdalena,  y  cuyo  conjunto  en  cierto  modo  hace 
juego,  allá  al  N.,  á  las  tierras  que  al  mediodía  se  pierden  sobre  la 
ciénaga  de  Zapatosa  y  sus  pantanos  aledaños.  En  esta  sección,  en 
su  mitad  occidental  surcada  por  una  multitud  de  canales  que  en~ 
lazan  las  aguas  del  gran  río  á  las  de  la  ciénaga  citada  y  la  con- 
vierten de  hecho  en  una  especie  de  archipiélago  que  se  inunda 
casi  íntegramente  en  las  grandes  avenidas  del  río,  no  faltan  con 
todo  caseríos  y  estancias  de  labor,  y  el  pueblo  de  Pivijai,  á  orillas 
del  Caño  ciego.  Pudiera  repetirse  palabra  por  palabra  lo  dicho 
para  el  aspecto  del  terreno  en  el  delta  del  Cauca,  pues  no  hay  di- 
ferencias sino  en  lo  que  hace  á  la  población  algo  más  abandonada 
en  unas  partes  y  más  dada  al  comercio  en  otras.  Por  las  tierras 
más  elevadas  y  por  consiguiente  secas  de  la  parte  meridional,  es 
decir,  la  porción  N.  de  Chimiquica,  donde  entre  los  pliegues  y  ca- 
ñadas del  terreno  brotan  las  aguas  que  forman  el  riachuelo  de  la 
Quebrada  tributario  de  la  gran  ciénaga  de  Sapayán,  pasa  el  trazo 
del  ferrocarril  proyectado  de  Santamarta  al  cerro  de  San  Antonio. 

La  mitad  oriental,  ó  sea  la  tendida  al  pie  de  la  Sierra  de  San- 
tamarta y  cruzada  por  los  ríos  que  se  desprenden  de  ésta,  el  Se- 
villa, el  Aracataca  y  el  Caraballo,  que  en  parte  enlazan  sus  co- 
rrientes, también  es  llanura  húmeda  ó  pantanosa  en  las  cercanías 
de  la  gran  ciénaga,  pero  en  las  partes  próximas  á  la  serranía  y 
en  la  entrada  de  los  valles  que  ésta  forma,  la  población  aumenta, 
la  agricultura  crece,  y  el  tabaco,  el  café  y  el  banano,  fácilmente  ex- 
portables, aseguran  el  bienestar  y  el  progreso  de  la  comarca.  Para 
evitar  repeticiones,  al  tratarse  de  la  Sierra  Nevada  y  del  valle 
propio  del  río,  se  completan  los  detalles  referentes  á  esta  zona. 

/)  ElCesar — Generalmente  se  denomina  Valle  de  Upar  toda  la 
región  comprendida  entre  los  Andes  y  la  Nevada  y  sus  anexida- 
des, y  aun  se  identifica  ese  nombre  con  el  del  Valle  del  Cesar. 
Ninguna  de  las  dos  cosas  es  absolutamente  cierta ;  en  el  Valle 
propio,  ó  sea  la  porción  guardada  por  relieves  de  alguna  altura,  se 
forman  á  un  tiempo  el  Ranchería  y  el  Cesar,  que  nacen  en  la  Ne- 
vada, avanzan  sobre  los  Andes,  y  al  encontrarlos,  el  primero  vuel- 
ve al  N.  hacia  Riohacha  y  el  segundo  al  S.  sobre  el  Banco,  sin  que 
en  el  sitio  de  la  separación  haya  otra  cosa  que  un  parejo  llano  de 
escasa  altitud  sobre  el  mar.  Cuanto  á  la  segunda  parte,  si  es  ver- 
dad que  el  Cesar  corre  primero,  hasta  donde  principia  á  ser  nave- 
gable, por  un  verdadero  valle,  en  el  resto  de  su  curso,  como  el  San 
Jorge,  surca  una  llanura  baja,  anegadiza,  que  acaba  por  conver- 
tirse en  extensa  laguna  (Zapatosa),  con  caracteres  especiales  en 
su  parte  emergida,  apenas  separada  del  Magdalena  en  una  por- 
ción de  ella,  y  en  verdad  continuación  natural  hacia  el  Nordeste  de 
la  llanura  del  bajo  Cauca  y  de  la  grande  isla  de  MomfxSs.  Al  N.^ 


Nueva  Geografía  de  Colombia  55 1 


cerca  de  Riohacha,  la  hoya  del  Ranchería  se  desvanece  en  los 
arenales  goajiros. 

La  parte  realmente  característica  de  la  región  es  la  que  co- 
rresponde al  Cesar  central,  es  decir,  donde  hay  llanura  entre  la 
Nevada  y  los  Andes,  llanura  que  al  Norte  se  enlaza  al  verdade- 
ro valle,  y  al  Sur  lo  hace  con  la  tierra  de  los  anegadizos  y  pla- 
yones. Aquí  el  río,  ya  navegable,  abre  su  lecho  en  un  terreno 
arenoso,  dejando  en  verano  extensas  y  movedizas  playas  blancas 
que  reverberan  con  la  luz  del  sol,  y  en  el  que  las  aguas  conservan 
la  transparencia  del  cristal  y  se  deslizan  rápidas,  no  obstante  la 
aparente  horizontalidad  del  llano.  El  suelo  de  la  llanura  es  muy 
poroso  y  está  sujeto  á  grandes  variaciones  de  aspecto,  según  la 
estación  :  en  verano  es  tan  seco,  que  las  aguas  que  bajan  de  las 
alturas  laterales  se  pierden  por  absorción,  y  la  parte  de  sus  cau- 
ces vecina  al  río  se  torna  barranco  calcinado  por  el  clima  ;  la 
paja  se  reseca  y  muere  ;  la  selva,  muy  rala,  pierde  su  follaje  ;  el 
paisaje  toma  los  tintes  del  desierto  ;  el  aire  levanta  torbellinos  de 
polvo ;  la  población  desaparece  ;  el  río  mengua,  pero  aún  soporta 
canoas,  y  sólo  en  sus  márgenes  se  conserva  la  vegetación,  cuya 
frescura  y  verdor  resaltan  como  un  oasis,  animado  por  el  bullicio 
de  los  ganaderos.  En  invierno  las  márgenes  del  río  se  inundan, 
desaparecen  de  ellas  los  habitantes,  y  los  ganados  se  extienden  por 
la  llanura  cubierta  de  verde  paja.  Hay  una  trashumancia  análoga 
á  la  señalada  en  las  sabanas  de  Bolívar,  y  cada  familia  tiene  dos 
viviendas  adecuadas  á  esa  vida  nómade.  En  el  trecho  intermedio 
de  esta  su  parte  central,  allí  donde  distan  más  los  ejes  de  la  Ne- 
vada y  de  los  Andes,  el  suelo  ofrece  una  especie  de  cuenca  rellena, 
de  suelo  sin  consistencia,  que  se  empapa  en  agua,  con  exceso  en 
invierno,  hasta  formar  una  ciénaga,  y  es  cruzada  por  tres  brazos 
del  río,  por  cuanto  su  afluente  el  Guaimaral  se  le  une  primero  por 
un  caño  antes  de  hacerlo  definitivamente.  En  verano  esos  pla- 
yones en  parte  quedan  enteramente  secos ;  pero  vista  su  perfecta 
horizontalidad,  fácil  sería  establecer  el  riego  y  convertir  en  un 
jardín  esa  llanura  de  7  leguas  de  amplitud. 

La  región  del  Cesar  en  su  parte  llana  es  conocida  en  la  Costa 
como  tierra  de  cría,  asilo  de  reos  prófugos,  indios  bravos  limítrofes 
y  gentes  de  un  carate  especial,  por  lo  cual  á  sus  moradore^s  los  lla- 
man ballenatos.  Estas  son  en  efecto  características  de  la  comarca, 
que  vale  mucho  más  de  lo  qtre  el  vufgo  s©  imagina.  Estas  llanuras 
tienen,  como  las  del  Patía,  la  inmensa  ventaja  de  no  producir  en  el 
ganado  las  gusaneras  comunes  á  la  generalidad  de  las  tierras  cá- 
lidas, que  obligan  al  ganadería  á  una  continua  vigilancia.  En  cam- 
bio esta  ventaja  produce  la  libertad  absoluta  del  ganado,  lo  que 
engendra  las  cimarroneras.  En  Bolívar  todo  animal  recién  nacido 
se  engusana  en  el  ombligo,  y  el  ganadero  tiene  que  inspeccionar 
de  continuo  sus  rebaños ;  en  el  Valle  esta  precaución  es  innece- 
saria porque  no  hay  mosca  de  ninguna  especie.  Por  esto  los  ani- 
males se  vuelven  casi  salvajes,  se  internan  en  las  selvas  y  los  ce- 
rros, y  allí  se  multiplican  como  en  los  tiempos  primitivos.  Esas  ci- 
marroneras no  pueden  mirarse  como  dométicas,  y  son  propiedad 
del  primero  que  puede  apropiárselas,  de  donde  que  aquí  el  caza- 
dor haya  reemplazado  al  ganadero  en  muchos  puntos  con  los  abu- 


A  GiogkatÍa  dk  Colohha 


sos  que  es  fácil  concebir :  el  derecho  í  la  propiedad  semoviente 
puede  decirse  que  no  existe,  y  cada  cual  se  queda  con  lo  que  pue- 
de coger.  Los  hacendados  no  llenen,  como  antes,  peones  que  les 
cuiden  sus  propiedades ;  los  mayordomos  del  dfa  hacen  lo  que 
quieren,  y  no  se  l»s  puede  reemplasiar  porque  las  llanuras  escasean 


en  población,  y  la  probidad  es  más  ¡escasa  aun.  tn  el  valle,  de 
hecho  impera  el  comunismo  :  los  hacendados  han  quedado  á  dis- 
crecidn  de  sus  peones,  las  grandes  fortunas  han  venido  á  menos, 
el  estado  permanente  de  guerra  con  los  indios  motilones  ha  con- 
vertido el  merodeo  en  costumbre  ;  y  si  á  estas  causales  se  agregan 
las  contiendas  civiles,  nada  de  extraño  tiene  que  en  esa  antes 
por  tanto  tiempo  opulenta  comarca,  haya  casi  desaparecido  toda 
actividad  productora,  hasta  temerse  poseer  algo,  y  el  propietario 
vive  fluctuando  entre  dos  temores,  pasando  constantemente  de  í' 
defensa  al  asalto. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


SSl 


Una  aldehuela  india,  el  Rosario,  ya  en  clima  cálido,  está  pre- 
<:¡samente  en  la  horqueta  donde  se  juntan  los  dos  arroyos  que,  des- 
prendidos del  cerro  de  Ag^uafría,  orig^inan  el  río  Cesar,  que  habrá  • 
^e  llegar  al  Magdalena  con  bastante  caudal ;  en  Corral  de  Pie- 
-dra,  otro  lugarejo,  se  precipita  desde  una  altura  de  7  ms.,  con  lo 
cual  llega  al  pueblo  de  San  Juan,  donde  gira  hacia  el  Mediodía, 
rumbo  que  no  dejará  en  el  curso  de  su  larga  carrera.  San  Juan  de 
Oesar,  antigua  y  aseada  población  en  vía  de  progreso,  situada  en 
4ina  pintoresca  llanura,  entre  varios  caseríos,  comercia  principal- 
mente con  Riohacha,  y  está  á  la  orilla  derecha  del  río,  que  allí  mi- 
<ie  270  ms.  de  anchura,  pero  con  muy  escasa  profundidad  y  le- 
-cho  de  arena  fina,  que  en  parte  bebe  sus  aguas,  las  que  no  se  aumen- 
tan hasta  la  distante  confluencia  del  caudaloso  Badillo,  que  riega 
:á  Atanques  y  brota  del  corazón  de  la  Nevada,  quedando  en  la 
^confluencia  el  pueblo  de  Palmarito,  no  lejos  de  las  ruinas  de  la  ciudad 


Riohacha 


Santamaría 


¡r    /'  Magdalenia  Central 


1 


Figura  205— Diagrama  de  las  secciones  geográñcas   que  constituyen  la  C^sia 


<iel  mismo  nombre,  bien  considerable  en  otra  época,  pero  arrui- 
jaada  luego  por  las  guerras  civiles.  Un  poco  más  abajo,  ya  el  Cesar 
parece  majestuoso  río,  y  en  seguida  recoge  el  Guatapurí,  de  co- 
rrientes impetuosas  y  avenidas  formidables,  que  nace  en  la  misma 
l^íevada  y  riega  la  antigua  ciudad  de  Upar,  que  se  dice  alcanzó  á 
tener  10,000  habitantes,  traficaba  por  agua  con  Mompós  y  era 
^centro  de  ricas  haciendas,  donde  se  contaban  por  miles  las  cabezas 
•de  ganado.  Valledupar,  de  caserío  regular,  bien  ordenado  y  asea- 
-^o,  está  en  el  borde  de  la  llanura,  al  pie  de  un  cerro  tras  el  cual 
«urgen  otros  y  otros,  hasta  cerrar  el  paisaje  miles  de  puntas  dia- 


Nueua  Geografía  de  Colombia 


TOMO  1—36 


5!S4  Nueva  Geograha  de  Colombia 


mantinas  que  se  destacan  sobre  el  azul  del  cíelo.  Aun  existe  el  an* 
cho  camino  carretero  que  la  enlazaba  á  Salguero,  su  puerto  sobre 
el  Cesar,  en  la  actualidad  reducido  á  unas  pocas  chozas.  Con  todo^ 
la  población  de  Valledupar,  que  guarda  los  escudos  y  blasones  del 
tiempo  colonial  y  cuyos  habitantes  viven  retirados  dentro  de  sus» 
casas,  es  una  de  las  más  ricas  localidades  del  valle  á  que  da  nom- 
bre. 

Eh  la  banda  fronteriza  del  río,  al  pie  de  la  Sierra  Pintada,  el 
valle  apenas  está  regado  por  arroyos  de  escaso  caudal  en  el  vera- 
nOy  cuando  algunos  hasta  se  secan  por  completo,  pero  de  peligro- 
sas avenidas  en  invierno.  En  esa  ribera  quedan  Molino  y  Villanue- 
va,  al  pie  de  los  Andes,  cuyas  colinas  más  bajas,  denominadas  Sie- 
rra Negra,  están  cubiertas  por  grandes  plantaciones  de  café,  á  cuyo 
respaldo  se  levanta  aquella  crecida  mole,  que  alcanza  la  altura 
de  los  páramos,  y  probablemente  debe  su  nombre  á  los  varios- 
colores  de  su  vegetación  y  de  sus  rocas.  Un  poco  más  al  Sur  está 
Urumita,  pueblo  graciosamente  situado  entre  colinas,  y  luego,  an- 
tes del  río  Marquesote,  que  riega  el  arruinado  de  San  José,  el  ca- 
serío de  Jagua.  Avanzando  por  el  camino  de  esta  margen  se  llega 
al  pueblo  de  La  Paz. 

De  aquí  hacia  el  mediodía  el  valle  ensancha  su  fondo,  y  como- 
por  el  Occidente  poco  á  poco  desaparecen  los  flancos  de  la  Sierra 
Nevada,  acaba  por  confundirse  con  las  llanuras  magdalénicas. 

Cuanto  al  fondo  mismo  del  valle,  se  encuentra  que  el  río,  des- 
pués de  recibir  el  Guatapurí,  aumenta  su  profundidad,  conservan- 
do la  misma  anchura  que  en  San  Juan,  atraviesa  vasta  floresta,  en. 
la  que  á  cortas  distancias  numerosas  cabanas  marcan  los  lugares- 
donde  hubo  en  esas  orillas  pueblos  y  haciendas  de  que  hoy  sólo  se 
ven  las  ruinas.  Algo  más  abajo  se  encuentra  Toco,  antiguo  puerta 
de  Valencia  de  Jesús,  en  otro  tiempo  tan  importante  como  Salgue- 
ro, y  lugar  ordinario  de  paso  para  el  extinguido  territorio  de  Mo- 
tilones. 

Unos  kilómetros  más  abajo  el  Cesar  se  divide  en  dos  brazos,, 
angosto  y  profundo  el  oriental,  para  formar  isla  de  unas  5  leguas 
de  longitud,  después  de  lo  cual,  si  el  lecho  se  estrecha,  gana  en. 
profundidad,  y  recoge  por  la  derecha  el  Guaimaral,  que  anterior- 
mente también  fue  cauce  del  Cesar,  y  se  le  reiine  después  de  re- 
coger el  tributo  de  media  docena  de  importantes  corrientes  naci- 
das en  la  Nevada,  invadeables  en  invierno,  y  algunas  de  las  cuales 
no  se  secan  jamás.  Estas  aguas  riegan  las  sabanas  de  Valencia  de 
Jesiís,  que  se  prolongan  hasta  el  Ariguaní,  y  donde  los  criadores 
del  valle  mantienen  sus  ganados  la  mayor  parte  del  año,  porque 
en  los  tres  meses  más  fuertes  del  verano,  cuando  la  llanura  se  seca, 
calcinada  por  un  sol  ardiente,  y  se  queman  las  tostadas  gramíneas,, 
se  trasladan  á  las  frescas  orillas  é  islas  del  Cesar,  donde  cada  ga- 
nadero tiene  su  corral  y  su  casa. 

Entre  los  llanos  de  Valencia  de  Jesüs  y  los  de  Ariguaní  se 
encuentra  la  aldehuela  de  Camperucho,  donde  se  divide  el  camina 
real  del  Valle :  al  N.  gira  á  Santamaría,  cruzando  el  alto  de  las  Mi- 
nas, y  al  S.  sigue  hacia  el  Banco,  pasando  por  las  aldeas  de  Ve- 
nado y  El  Paso.  Antes  se  halla  la  encrucijada  del  de  Codazzí. 


NC'IVA  GxOfiBAÍ-M  DE  CoLOHBIA 


El  camino  del  Valle  costea  por  el  pie  de  las  alturas,  pero  por 
un  terreno  donde  la  vegetacidn  es  más  vigorosa,  más  abundantes 
las  aguas  y  mis  numerosas  las  palmas  de  vino.  Después  de  Upar 
está  el  pueblo  de  Valencia  de  Jesús,  de  aspecto  muy  singular, 
tanto  por  el  desorden  con  que  está  edificado,  como  por  ser  de  adobe 
rojo  las  paredes  de  los  edificios  ;  puede  decirse  que  es  una  ruina 
en  terrenos  de  riqueza  fabulosa.  De  aquí  hay  camino  directo  al 
pueblo  de  San  Sebastián,  situado  ya  en  la  Nevada  y  donde  se  culti- 
van todas  las  verduras  y  legumbres  de  Europa. 

El  Cesar,  ya  en  la  llanura  propiamente  dicha,  describe  gran^ 
des  curvas,  y  como  el  suelo  es  completamente  horizontal,  á  la  me- 
nor avenida  inunda  grandes  porciones  de  terreno.  Aquí  recoge  el 
Ariguanf,  nacido  en  la  Nevada,  y  que  un  poco  antes  de  su  término 
forma  el  pequeño  lago  del  Paso,  donde  está  la  aldea  de  pescado- 
res, de  ese  nombre,  en  otro  tiempo  puerto  de  importancia. 

Así  engrosado  el  Cesar,  se  divide  de  nuevo  en  dos  brazos, 
que  rodean  las  colinas  de  Chimichacua  y  caen  á  la  vasta  laguna 
de  Zapatosa,  llena  de  islas,  y  en  cuyas  orillas  están  las  importantes 
poblaciones  de  Chiriguaná,  al  E.,  y  de  Chimíchagua  al  W.  En  la 
confluencia  del  Cesar  y  del  Magdalena  se  encuentra  la  estropea- 
da población  del  Banco,  que  el  gran  río  hubiera  devorado,  á  no 
ser  por  el  peñón  que  la  sustenta. 

El  camino  de  Valledupar  al  Banco  por  la  derecha  del  Ce- 
sar, arranca  en  verdad  del  poblado  de  aquel  nombre  y  por  mitad 


n  el  ChoctS— Srgún  el  álbnM  de  !■  Coaiisión  Cotogii- 
ñeM—laidito. 


S$6  Nueva  Geografía  de  Colombia 


costea  las  iSltimas  estribaciones  meridionales  de  la  Nevada  y  cru- 
za las  dilatadas  planicies  que  median  entre  el  Ariguaní  y  el  Mag*- 
dalena.  A  poco  de  salir  de  Valledupar,  la  llanura,  de  vegetación 
escasa  y  raquítica,  se  ensancha  de  tal  manera,  que  no  se  colum- 
bran las  cimas  de  la  serranía  de  los  Motilones,  y  los  estribos  de 
la  Nevada  se  ven  á  gran  distancia,  precedidos  por  algunas  emi- 
nencias destacadas,  que  i  trechos  ocultan  diversos  manchones  de 
bosque.  A  medida  que  se  aproxima  al  Alto  de  las  Minas,  los  cerros 
se  yerguen  pelados,  las  palmas  de  vino  surgen  por  grupos,  la  ve- 
getación adorna  pero  no  cubre  el  suelo,  dejando  terrear  por 
todas  partes  las  blanquecinas  arenas  que  han  colmado  los  intersti- 
cios de  las  rocas  que  á  trechos  dejan  asomar  sus  crestones :  sin  la 
humedad  que  condensa  la  Nevada,  esta  llanura  sería  un  desierto 
como  los  de  África.  Al  lado  del  camino  que  sigue  por  sabanas  y 
suaves  ondulaciones,  se  encuentra  la  piedra  horadada,  roca  de  IS 
ms.  de  altura  por  3  de  diámetro.  Un  poco  adelante  de  esta  piedra 
se  aparta  el  camino  que  conduce  al  Banco,  pasando  por  los  Vena- 
dos, población  situada  al  oriente  de  las  Minas,  donde  la  llanura  se 
compone  primero  de  arena  blanca,  con  manchas  de  piñuelas  cuyas 
hojas  calcina  el  sol,  y  después  se  convierte  en  dilatado  playón  que 
sin  árboles  se  extiende  hasta  el  Cesar,  rumbo  del  Sur. 

Desde  los  Venados  la  Sierra  Nevada  se  ostenta  en  toda  su 
magnificencia  á  más  de  20  leguas  de  distancia,  pues  se  distinguen 
perfectamente  sus  picos  agudos  resplandecientes  de  blancura  que 
se  destacan  sobre  un  cielo  de  azul  oscuro.  Empero,  este  espectáculo 
no  es  visible  sino  en  las  primeras  horas  de  la  mañana,  porque  des- 
pués con  los  vapores  la  atmósfera  se  torna  opaca.  La  sabana  de 
los  Venados,  que  consiste  en  una  capa  arenosa  con  grupos  de  ár- 
boles, cortada  por  el  Garupal,  carece  de  suficiente  sombrío,  por 
lo  cual  se  caldea  en  extremo  con  el  sol,  y  se  hace  insoportable 
cuando  soplan  las  brisas  que  levantan  nubes  de  polvo.  Entre  el 
Garupal  y  el  Cesar  surge  en  la  llanura  un  collado  formado  por 
conchas  marinas. 

A  los  lados  del  Garupal,  la  llanura  se  eleva  un  poco,  la 
atraviesan  capas  inclinadas  de  rocas  rojizas,  y  á  cierta  distancia 
de  la  cordillera  surgen  aislados  cerritos  de  forma  cónica  perfecta. 
Esta  porción  de  la  llanura,  la  del  Diluvio,  pareja  al  parecer,  es  pe- 
dregosa y  estriada  por  cañadas  secas,  y  entre  los  vegetales  abun- 
dan plantas  de  hojas  tan  rugosas  que  sus  asperezas  gastan  el  vi- 
driado de  la  loza,  como  si  fuesen  una  lima  de  acero ;  y  por  toda 
la  sabana  cruzan  vetas  de  cuarzo  blanco  que  parecen  cimientos 
de  ciclópeas  paredes  derruidas.  Aquí  los  caminos  son  amplios, 
porque  surcan  inmensos  terrenos  escampados,  divididos  por  bos- 
ques de  poca  extensión  y  muy  ralos,  por  cuya  falta  de  sombrío  es 
preferible  viajar  de  noche. 

Uno  de  los  espectáculos  más  notables  de  estas  regiones  es  sin 
duda  alguna  la  quema  anual  de  los  pastos  secos,  porque  si  en  la 
llanura  apenas  vestida  de  vegetación  el  incendio  es  rápido,  no  su- 
cede lo  mismo  en  las  faldas  de  la  serranía :  adquiere  por  la  no- 
che singulares  y  fantásticas  aj)ariencias,  en  especial  porque,  de- 
bido á  la  forma  del  relievje,  mientras  en  unos  puntos  permanece 
tranquila  la  atmósfera,  en  otros  es  barrida  por  vientos  tempestuosos. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Pasado  el  Garupal,  donde  termina  el  área  del  jején,  que  man- 
cha la  piel  con  sus  picaduras,  y  que  cruza  un  hermoso  bosque,  la 
llanura  se  muestra  muy  semejante  á  las  Sabanas  de  Bolívar,  con 
la  sola  diferencia  de  que  aquí  sustenta  cabras,  se  subdivide  en  trozos 
por  cintas  de  arbolado  y  palmeras,  y  i  lo  lejos,  por  los  claros,  deja 
ver  algunos  cerrillos  aislados.  Luego  el  llano,  regado  por  el  caño 
de  las  Muías,  se  torna  parejo,  pelado,  monótono,  sin  mis  vivien- 
tes que  algunas  reses  y  uno  que  otro  corral.  Asi  se  llega  al  Paso, 
pueblajo  sobre  la  ciénaga  donde  aquel  cano  se  une  al  Ariguanf, 
río  que  se  navega  desde  ahí  hasta  su  desembocadura  en  el  Cesar, 
bien  que  también  lo  sea  aguas  arriba  hasta  San  Pablo,  pues  aun 
cuando  mengua  mucho  en  verano,  siempre  conserva  algún  caudal. 


Kiguta  207- la  n'uOlun  en  Perdía  (Ciuca)— De  fulogrífia 

Cerca  del  Paso  estd  la  importante  hacienda  de  Las  Cabezas, 
próxima  á  la  de  Marquesano,  á  orillas  del  río,  que  aquí  corre  por 
un  hondo  barranco  al  través  de  un  llano  que  hace  horizonte  por 
todos  lados,  salvo  hacia  el  N.,  rumbo  en  el  cual  brilla  la  Nevada. 
Después  la  vía  cruza  un  llano  bajo,  los  playones  de  Rubio, 
que  aun  en  verano  conservan  una  capa  de  agua  infecta,  á  trechos 
interrumpida  por  malezas,  árboles  y  palmeras  sará,  de  Incdmoda 
travesía  en  bestia  y  que  en  invierno  exigen  el  uso  de  la  canoa.  A  la 
izquierda  se  columbran  las  alturitas  de  Chimichacua,  que  forman 
una  especie  de  isla  entre  el  delta  del  Cesar,  cuyo  brazo  occidental 
orilla  el  camino.  Aquí  termina  un  mundo  y  principia  otro,  pues 
desde  Rubio,  donde  en  un  suelo  seco  hay  algunos  habitantes,  mom- 
posinos,  como  allí  se  dice,  el  Valle  queda  t>ara  ellos  en  el  con- 
fín del  globo.  El  camino  ondula  por  entre  bosques  y  entra  á  Chi- 
michagua,  que  en  la  estación  de  las  lluvias  surge  como  isla  ro- 


55S  Nueva  Geografía  de  Colombia 


deada  de  labranzas,  cañaverales  y  palmares  á  orillas  de  la  Cié- 
nag'a  de  Zapatosa,  parecida  á  las  poblaciones  de  Bolívar  por  el 
predominio  de  la  guadua  en  la  edificación,  pero  con  casas  y  mue- 
blaje diminutos.  Por  entre  risueña  arboleda  se  baja  al  puerto, 
donde  aparece  la  ciénaga  ancha,  limpia,  con  islotes,  y  allá  á  lo  le- 
jos una  masa  oscura,  redondeada,  altísima :  es  el  cerro  de  Bobalí, 
ó,  como  aquí  dicen,  el  remate  de  las  montañas  del  Carmen.  De  este 
puerto,  lo  mismo  que  de  los  otros  de  la  ciénaga,  salen  cada  año 
para  los  mercados  del  río  Magdalena  grandes  cantidades  de  pes- 
cado y  maíz  y  millares  de  esteras  de  chíngale. 

La  ciénaga  extensa  pero  llena  de  islotes  y  manglares,  y  con 
varios  caseríos  en  su  contorno,  sólo  fuera  de  las  ensenadas  y  ribe- 
ras se  muestra  en  toda  su  belleza,  y  esfuma  en  una  línea  el  plano 
de  su  azulada  superficie  con  el  azul  de  la  bóveda  celeste.  Hacia  el 
N.  de  la  ciénaga  se  abre  el  delta  del  Cesar,  formado  por  dos  bra- 
zos principales,  por  los  cuales  penetran  en  contracorriente  las  yer- 
bas y  arenas  del  gran  río,  las  que  constituyen  tapones  que  todos  los 
años  interrumpen  la  navegación  durante  algunos  meses  y  de  ma- 
nera tan  irregular,  que  hasta  los  hijos  del  país  son  víctimas  de  esas 
sorpresas.  Hacia  el  Sur  y  por  entre  un  archipiélago  en  que  prima 
la  Isla  Grande,  se  abren  los  canales  que  unen  la  ciénaga  al  gran 
río  y  casi  puede  decirse  se  funden  al  cabo  en  uno  solo  que  remata 
al  oriente  del  Banco ;  allí  el  agua,  de  color  negro  y  corriente  in- 
versa, pasa  por  un  cauce  orlado  de  manglares  que  por  trechos 
dejan  ver  á  lo  lejos  algunos  corrales  y  extensos  playones  que  se 
inundan  lo  mismo  que  la  parte  baja  de  la  citada  población,  cuyo 
barranco  ó  peñón  muy  alto,  seco  por  ser  arenáceo  y  cortado  á 
pico,  la  convierte  en  una  especie  de  fortaleza  señoreada  por  una 
hermosa  iglesia.  El  camino  del  Banco  al  Valle  de  Upar  no  es,  pues, 
utilizable  en  invierno,  y  como  entonces  el  de  Plato  también  se  daña 
mucho,  á  lo  menos  en  ciertos  años  aquella  hermosa  comarca 
queda  poco  menos  que  aislada  del  interior,  pues  la  vía  de  Chi- 
riguaná  está  á  merced  de  los  indios  bravos,  lo  que  en  cierto  modo 
explica  el  poco  ó  ningún  conocimiento  que  de  ella  se  tiene  en  el 
interior. 

Al  Oriente  del  Cesarse  levanta  como  prolongado  muro  un 
ramal  de  los  Andes  que  de  la  encumbrada  mole  del  Cerro  Pinta- 
do hacia  el  Sur  describe  un  ligero  arco  que  termina  frente  al  Ban- 
co, forma  la  serranía  de  Perijá,  primero  se  rebaja  un  poco,  luego 
en  la  concavidad  del  arco  levanta  las  ásperas  Tetas  de  los  Moti- 
lones, y  después  reduce  su  altura  hasta  no  medir  sino  kilómetro  y 
medio  de  altitud  entre  la  ciénaga  de  Zapatosa  y  las  inmensas  sel- 
vas del  Catatumbo.  La  falda  que  tiende  esta  serranía  sobre  el 
Cesar  es  mínima  cerca  de  Cerro  Pintado,  se  ensancha  luego  re- 
pentinamente en  las  Tetas,  hasta  medir  diez  leguas,  y  después  por 
largo  trecho,  hasta  su  fin,  la  reduce  á  cosa  de  cinco ;  pero  si  aquí 
disminuye  en  altura  y  amplitud  y  termina  en  llanuras  pantanosas 
que  van  á  enlazarse  con  las  de  Tamalameque,  no  pierde  en  her- 
mosura, debido  á  lo  armonioso  de  sus  formas,  á  sus  bosquecillos, 
sus  quiebras  y  sus  arroyos  de  linfa  de  cristal. 

De  N.  á  S.  por  el  pie  de  la  serranía  gira  el  camino  de  San 
Juan  de  Cesar  á  Tamalameque,  el   cual  después  de  Villanueva 


Nueva  Geografía  de  Colombu 


toca  en  La  Paz,  risueño  y  floreciente  poblado,  centro  de  regular 
producción  azucarera,  y  hoy  cabeza  de  Distrito;  signen  luego  los 
Pueblitos  de  Diego  Pata,  Tupes,  Jobo,  Palmíra  y  Codazzi,  bivio 
¿el  camino  de  [a  margen  derecha  del  Cesar,  habitados  por  agri- 
cultores, lo  mismo  que  varios  caseríos  hacia  el  rto,  dominados 
todos  por  las  cumbres  de  los  Motilones  y  la  Sierra  de  la  Palomft, 
<|ue  es  el  principal  contrafuerte  de  esa  divisoria. 

Las  tres  poblaciones  de  Jobo,  Palmira  y  Codazzi,  todas  á  las 
orillas  de  un  r(o,  constituyeron  el  antiguo  territorio  de  Motilones, 
donde  por  el  mal  trato  dado  por  los  blancos  á  los  indios  de  ese 
nombre,  se  provocií  una  guerra  á  muerte  cuyo  resultado  ha  sido 
colocar  esas  poblaciones  en  tal  situación,  que  para  recoger  agua, 
lavar  ó  cortar  leña,  la  mitad  de  los  hombres  armados  tiene  que 
escoltar  á  los  que  van  á  solicitarlas,  á  pesar  de  lo  cual  siempre 
hacen  victimas  los  salvajes. 

El  citado  camino  transversal,  de  las  faldas  de  la  Nevada  á  Ce- 
dazzi,  cruza  primero  trechos  de  bosque  y  de  ^sabana,  alternados, 
hasta  el  río  Cesar,  en  cuyas  orillas  son  más  frondosos  los  ^árboles. 
El  río  no  es  allí  muy  ancho  en  verano,  pero  su  corriente  es  rápida, 
sus  aguas  límpidas,  y  abre  su  lecho  en  terreno  movedizo  y  entre 
playas  blancas,  donde  le  es  muy  fácil  formar  brazos  y  cambiar  su 
vaguada,  que  en  partes  carece  de  arbolado.  Aquf  los  corrales  son 
de  postes  gruesos  y  torcidos,  plantados  sin  guardar  la  linea  recta, 
distintos  de  los  mis  esmerados  de  Bolívar  ;  y  las  viviendas,  apenas 
Xechos  para  resguardarse  del  agua. 


Figura  auS— Elpaso  Je  Piedra  de  Moler  (ríoLaVÍRJa):Cariigo.  Según  E.  Andrée 


56o  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Los  habitantes  casi  no  se  sienten  por  su  continuo  silencio,  y 
el  aire  carece  de  la  frag^ancia  ordinaria  á  las  tierras  tropicales.  El 
camino  costea  larg^o  trecho  la  ribera  del  río,  en  lo  general  biei> 
poblada  puesto  que  los  corrales  se  suceden  sin  interrupción.  EL 
paso  del  Cesar  no  presenta  entonces  difícultad  alguna,  tanto  por- 
que el  fondo  es  resistente,  como  porque  el  lecho  carece  de  barran- 
cas. También  en  la  opuesta  margen  se  extiende  la  llanura,  á  la 
que  sigue,  sin  que  ninguna  ondulación  del  suelo  la  anuncie,  la  se- 
rranía de  los  Motilones,  de  naneo  áspero,  rodeada  por  bosques- 
más  esp>esos,  á  trechos  excavada  por  las  corrientes.  La  vía   pasa 
por  Porrilla,   población  cuyo  caserío    está  diseminado  bajo  Ios- 
árboles,  y  que  como  la  mayor  parte  de  las  de  la  comarca  en  vera- 
no queda  sola,   porque   los   habitantes   se   trasladan   á  las  casas- 
que  tienen  para  esa  época  en  las  orillas  del  Cesar.  El  camino- 
dobla  en  seguida  hacia  el  Sur  por  el  pie  de  la  cordillera,  ó  mejor 
de  las  colinas  que  la  anteceden,  y  luego  sube,  con  declive  apenas- 
sensible,  hasta  la  explanada  donde  se  encuentra  el  pueblo  de  Co- 
dazzi ;  explanada  en  forma  de  medialuna  y  dominada  por  la  alta 
cordillera,  "que   no   tiene   peñasco  alguno  visible :   tan   tupido  es 
su  manto  de  selva.  El  caserío  es  regular  y  simétrico,  con  pa- 
redes de  tierra  roja  y  casi  sin  abertura  en  las  fachadas :  pare- 
ce un  campamento  de  toldos  de  campaña.  Detrás  de  la  iglesia 
está  la  casa  donde  muiió  Codazzi,  en  cuya  memoria  la  ley  dio  su 
nombre  al  lugar,  llamado  antes  Espíritu  Santo  ó  Pueblito.  En  la 
plaza  del  poblado  tuvo  el  ilustre  geógrafo  su  postrer  día  de  trabajo. 

Aquí  el  llano  se  ve  en  toda  su  extensión  hasta  la  Sierra  Ne- 
vada; la  pequeña  serranía  de  la  Paloma  es  el  único  relieve  que  se 
alza  en  el  parejo  suelo,  que  á  la  derecha  tiene  la  cordillera  cuyo 
nombre,  según  se  dijo,  se  deriva  de  los  indios  motilones  que  la 
habitan.  En  el  llano  alto,  el  suelo  en  ciertas  partes  es  pedregoso,, 
pero  en  todas  se  conserva  limpio  de  matorral,  porque  éste  podría 
servir  de  trinchera  á  los  indios,  que  viven  en  lucha  eterna  con  los 
civilizados ;  donde  hay  selva,  se  destruye  entre  los  troncos,  para 
poder  ver  á  lo  lejos.  Cerca  del  poblado  pasa  el  río  del  Espirita 
Santo,  por  un  cauce  calcáreo  que  forma  un  puente  natural  sin  mé- 
rito mayor. 

Sobre  Porrilla  está  el  cerro  de  la  Paloma,  compuesto  de  te- 
rrazas apenas  inclinadas  con  cantiles  formados  por  peñascos  ro- 
jos :  la  última,  la  de  la  cúspide,  es  una  pequeña  pradería  en 
cuyo  centro  se  destaca  un  grueso  peñasco.  De  esta  cumbre  se  do- 
mina magnífico  horizonte.  Al  poniente,  el  grupo  de  la  Nevada  coa 
sus  picos  bien  marcados ;  al  Oriente,  la  cordillera  de  los  Motilones^ 
vestida  de  tupida  selva  ;  al  X.,  las  dos  líneas  de  alturas,  que  avan- 
zan á  confundirse  en  vaporosa  lontananza,  y  al  S.  la  llanura  más  y 
más  ancha,  que  acaba  por  unirse  en  línea  recta  con  el  azul  del  cielo^ 
A  los  pies  el  panorama  es  esmaltado  por  la  cinta  del  Cesar,  orla- 
da por  un  verde  oscuro  que  contrasta  con  el  descolorido  tinte  de 
la  reseca  planicie.  Una  línea  semejante  indica  el  curso  del  Espíríti» 
Santo,  desde  el  pie  de  la  cordillera  hasta  el  río  principal.  El  llano 
hacia  el  N.,  es  decir,  del  lado  de  Valledupar,  se  presenta  sii> 
ninguna  aspereza,  y  sólo  del  lado  de  los  Motilones  se  apartan  de 
Ji  cordillera  algunas  eminencias  rojizas  que  semejan  ruinas,  y  en^ 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


verano  acaban  por  perderüe  entre  la  humareda  de  las  quemas.  Del 
lado  del  Magdalena  surg-e  una  sene  de  colinas,  la  de  Chimiquica, 
en  cuyo  centro  se  destaca  una  altura  de  mayor  importancia. 

El  paisaje  es   solitario,    nada   animado  se  ve,  no  sedistín- 

re  ninguna  población.  La  regidn  glacial  de  la  Nevada  brilla  en 
mis  alto  de  la  atmósfera,  y  parece  derramar  sobre  la  llanu- 
ra un  suplemento  de  luz.  En  esta  comarca,  aun  con  el  sol  en  el 
zenit,  se  nota  mayor  claridad  de  la  que  hay  en  otras  regiones  á 
esa  misma  hora,  sin  que  de  ello  sepamos  la  causa.  Si  la  subida  á 
las  Palomas  es  relativamente  fácil,  no  sucede  lo  mismo  con  la  ba- 
jada, porque  no  «riéndose  las  grietas  de  bs  graderías  peñas- 
cosas, no  se  sabe  por  dónde  descenderlas.  De  cada  lado  se  des- 
prenden del  cerro  remates  con  declive  suave,  que  dejan  al  medio 
hondas  barrancas,  donde  aparecen  manchas  de  lava  é  incrustacio- 
nes de  cuarzo. 


riipical.  Gtupn  tic  patni' 


De  Codazzí  hacia  el  Sur,  por  la  lucha  con  los  indios  el  suelo  se 
toma  medio  desierto,  sin  cambiar  mucho  de  aspecto,  en  especial  en 
tas  orillas  de!  Sicarare  y  de  su  afluente  el  Casacará ;  después  vuel- 
ven á  aparecer  los  caseríos,  aunque  amenazados  todavía,  y  el  de 


562  Nueva  Geografía  de  Colombia 


más  importancia  es  Becerril,  á  orillas  del  Maraca,  no  lejos  de  Calen- 
turas,  su  puerto  sobre  el  Cesar,  y  con  vía  de  acceso  á  la  cuenca  de 
Maracaibo,  perdida  por  la  hostilidad  de  los  motilones.  Después 
están  Jagua,  Rinconada  y  Santa  Isabel,  productor  éste  de  afamado 
cacao,  y  por  último  Chiriguaná,  población  de  alguna  importancia, 
en  un  llano  hdmedo,  á  orillas  de  una  ciénaga  que  comunica  con  el 
Cesar,  en  territorio  muy  análogo  al  del  bajo  San  Jorge,  y  donde  se 
ocupan  en  la  agricultura  y  la  ganadería  y  trabajan  las  esteras  {peía- 
Íes)  de  palma  como  en  Tamalameque.  De  puerto  sobre  la  ciénaga 
de  Zapatosa  le  sirve  el  caserío  de  Saloa,  y  en  la  comarca  se  usan 
mucho  las  tarabitas  para  pasar  los  ríos  en  invierno ;  contrasta 
especialmente  el  vestido  de  los  habitantes,  cortado  á  la  moda,  con 
las  viviendas,  que  son  ranchos  al  estilo  indio. 

g)  El  rio, — Conforme  ya  lo  dijimos  en  otro  lugar,  la  Cosía 
debe  su  actual  fisonomía  á  la  existencia  de  la  Sierra  Nevada  de 
Santamarta,  que  por  tender  sus  aristas  y  ramales  del  nordeste  al 
sudoeste,  enfrente  de  los  remates  de  la  cordillera  central,  y  entre 
las  cumbres  de  la  occidental  y  de  la  de  Sumapaz,  constituye  ese 
inmeniso  recinto  del  delta  interior  del  gran  río  y  forma  á  este  dlti- 
mo  la  parte  de  su  valle  en  la  cual  se  muestra  con  caracteres  que 
pudiéramos  llamar  marítimos  por  su  fondo  y  su  caudal.  Las  sierras 
de  Tamalameque  rematan  sobre  la  gran  depresión  que  ocupa  la 
ciénaga  de  Zapatosa  y  que  en  cierto  modo  hace  juego  á  la  que  sur- 
can los  brazos  del  Cauca  y  el  San  Jorge  y  termina  contra  la  gran 
isla  que  envuelven  los  brazos  de  Loba  y  de  Mompós,  á  cuyo  orien- 
te, y  al  pie  de  los  altillanos  de  Chimiqurca,  se  dilata  una  faja  con- 
siderable de  ciénagas,  caños  y  playones,  muy  semejantes  á  los  des- 
critos como  aledaños  al  ocaso  del  bajo  San  Jorge,  regularmente  po- 
blados como  ellos,  de  manera  que  estas  dos  tierras  forman  un  ángu- 
lo casi  recto  que  envuelve  á  aquella  isla,  constituyendo  por  lo  mismo 
una  de  las  zonas  más  características  del  suelo  de  la  República. 

Estas  tierras  bajas  de  la  derecha  del  brazo  de  Mompós  prin- 
cipian en  el  peñón  del  Banco,  que  á  manera  de  península  penetra 
tierra  adentro,  limita  por  el  ocaso  la  cuenca  de  Zapatosa  y  decide 
de  la  hidrografía  de  la  comarca,  como  que  sin  dicho  espolón  de 
tierra  firme,  el  Magdalena,  derramándose  libremente  sobre  la  men- 
cionada ciénaga,  habría  formado  allí  un  pequeño  mar  interior,  y 
de  seguro  no  tomaría  hoy  por  el  brazo  de  Loba,  más  largo,  con 
perjuicio  de  Mompós,  que  se  asfixia  entre  pantanos  infectos,  ni  de 
Magangué,  casi  sumergida  en  las  crecientes  periódicas  del  río. 

En  el  viaje  de  subida  en  el  bajo  Magdalena,  desde  la  cubier- 
ta de  los  vaporea  se  divisa  un  paisaje  de  grandeza  imponente,  un 
algo  melancólico  al  caer  el  día,  hora  en  que  es  posible  contem- 
plarlo sin  las  molestias  del  calor.  Entonces  se  aspira  el  aire  que 
el  buque  renueva  en  su  movimiento,  y  puede  el  ánimo  extasiarse 
ante  las  tranquilas  aguas  del  río  que,  mansas,  se  deslizan  entre 
bosques  gigantescos.  Los  bejucos  cubren  los  árboles  formando 
tupidos  cortinajes  de  verdura,  que  caen  sobre  la  corriente,  y  en 
las  ramas  grotescas  iguanas  se  calientan  á  los  moribundos  ra- 
yos del  sol.  Enormes  caimanes  flotan  inmóviles  como  leños  en  la 
superficie  del  ancho  río.  Las  chicharras  dejan  oír  su  monótono 
acento  de  carraca,  los  monos  chilladores  se  quejan  á  lo  lejos;  olea- 


Nueva  Geograt/a  de  Coloubia  S^3 


das  de  fueg'o  cruzan  la  atmósfera ;  los  rumores  se  extinguen  poco  á 
poco;  en  el  barco  los  marineros  entonan  bambucos,  y  de  repente 
el  sol,  sin  dejar  tras  st  crepúsculo  ninguno,  se  hunde  detrás  del 
bosque  y  de  las  colinas  lejanas  de  Bolívar. 

Al  paso  de!  vapor  desfilan  en  una  y  otra  orilla  Soledad,  Sitio 
Nuevo,  Remolino  y  otros  pueblos  no  siempre  visibles  desde  el  bar- 
co, y  se  llega  i  Calamar,  principio  ó  término  del  ferrocarril  de  Car- 
tagena. En  lontananza,  por  ambas  márgenes  se  divisan  extensas 
praderas  y  ciénagas,  de  aspecto  uniforme,  pero  dondequiera  que  el 
terreno  se  eleva  surgen  las  cabanas  rodeadas  de  plataneras  y  pal- 
meras de  coco.  Después  se  pasa  delante  de  Barranca  Nueva,  Ñer- 
vití  y  San  Agustín,  se  costea  el  espolón  de  Tierra  firme  que  divide 
la  zona  litoral  del  interior,  y  se  llega  á  Tenerife,  donde  la  tempe- 
ratura de  los  arenales  ribereños  alcanza  S3°.  y  entre  los  setos  re- 
quemados que  rodean  las  cabanas  abundan  las  aves  y  las  serpien- 
tes. Zambrano,  Tetón,  Tacamocho  son  ctros  pueblos,  sin  contar 
los  caseríos,  que  se  encuentran  antes  de  llegar  al  sitio  donde  el  río 
se  parte  en  los  brazos  de  Loba  (W.)  y  de  Mompós  (E.), 

En  el  fondo  y  centro  de  la  hdmeda  llanura  que  surcan  coa 
sus  caños  y  sus  brazos  los  opuestos  deltas  del  Cauca  y  del  Cesar, 
se  forma  la  grande  isla  de  Mompós,  de  doce  leguas  de  largo 
|»r  seis  de  anchura,  subdividida  en  otras  por  los  caños  Sicuco, 
Lobato  y  Guataca,  especialmente  hdmeda  al  Occidente,  con  las 
<x)linas  de  Juana  Sánchez  en  su  extremo  S.,  los  oteruelos  de  Talai- 
jfua  hacia  el  N,,  y  en  su  interior  casi  íntegramente  cubierta  de  bos- 
ques anegadizos  ó  de  extensos  palmares  ;  pero  sin  habitantes,  salvo 
á  las  orillas  de  los  caños  navegables. 

Sobre  el  brazo  de  Loba  están  enfrente  de  la  ribera  de  San 
Lucas  los  caseríos  de  Juana  Sánchez  y  Hatillo,  y  luego  el  pueblo 
de  Pinillos,  no  muy  crecido  pero  admirablemente  situado  sobre  el 
crucero  que  allí  forman  el  Magdalena,  el  Cauca  (boca  de  Gua- 


-Majiapeué  (el  puerto)— De  rotografía 


564  Nueva  Geografía  de  Colombia 


mal)  y  el  caño  Sicuco.  Después  esta  margen  E.  del  Loba  no  sustentar 
sino  una  que  otra  habitación.  En  cambio,  la  orilla  izquierda  se 
muestra  poblada  y  cultivada  de  un  modo  más  eñcaz  y  sostenido  ; 
en  la  porción  de  San  Lucas  se  encuentran  San  Martín,  Barranca 
y  otros  caseríos  ya  mencionados.  Luego,  si  en  la  del  delta  del  Cau- 
ca, por  la  naturaleza  del  terreno,  escasean  los  centros  poblados, 
toman  á  aumentarse  desde  la  boca  de  Guaso  (remate  del  San  Jor- 
ge) :  aparecen  Retiro,  Madrid,  Yati  y  Algodonal,  que  son  como 
las  avanzadas  de  Magangué,  centro  de  afamadas  y  valiosas  ferias, 
que  entre  ellos  despliega  su  floreciente  caserío  á  la  entrada  del 
principal  camino  para  las  Sabanas  y  con  una  multitud  de  aldeas 
al  respaldo,  de  suerte  que  el  día  en  que  se  la  asegure  contra  las, 
inundaciones  y  se  la  enlace  á  Corozal  por  un  camino  carretero* 
será  no  sólo  uno  de  los  grandes  centros  mercantiles  de  Bolívar, 
sino  una  de  las  llaves  de  la  Costa,  desde  el  punto  de  vista  militar. 

El  brazo  de  Mompós  en  la  isla,  ó  sea  en  su  margen  izquierda 
relativamente  desierto  en  los  extremos,  hacia  el  centro  mues- 
tra una  serie  de  poblaciones  como  son  Doña  Juana,  Chilloa,  San- 
doval,  Margarita,  San  F'ernando,  Minchiquejo,  Guataca,  Mompós, 
la  Rinconada  y  Talaigua,  que  dan  testimonio  de  la  prosperidad  de 
esta  zona  en  otros  siglos,  cuando  el  veleidoso  Magdalena  corría 
frente  á  ellos  y  Mompós  era  la  Honda  del  Norte  y  una  de  las 
grandes  escalas  del  gran  río,  como  lo  comprueban  sus  muelles  y 
albarradas,  sus  plazas,  templos,  edificios  públicos  y  extenso  case- 
río que  apenas  abriga  el  tercio  de  los  habitantes  de  otros  días,  los 
que  parece  han  disminuido  á  la  par  del  caudal  del  Magdalena,  que 
en  este  brazo  ha  llegado  en  los  fuertes  veranos  á  convertirse  en  un 
rosario  de  chilancos  medio  corrompidos.  Al  Sur  de  la  "valerosa"" 
ciudad  están  las  laderas  de  San  Fernando  y  Margarita,  centros  de 
considerable  producción  azucarera,  de  que  se  destila  afamado  ron, 
y  cuyas  sueltas  viviendas  materialmente  desaparecen  entre  un  bos- 
que de  exquisitos  árboles  frutales. 

En  la  ribera  izquierda  ü  occidental  del  río  ya  reconstituido, 
es  decir,  abajo  de  Tacaloa,  se  encuentran  los  pueblos  de  Tetón^ 
Zambrano,  Guamo  y  Calamar.  El  primero,  techado  de  palma 
sará,  casi  incombustible,  es  centro  de  varios  caseríos  que  cultivan 
tabaco  y  maíz  y  crían  ganados,  queda  á  orillas  de  un  caño  del  río, 
al  respaldo  de  algunas  colinas,  próximo  á  un  extenso  llano  que  se 
inunda  en  invierno,  y  en  verano  guarda  ciénagas  de  aguas  infec- 
tas. Cerca  al  Magdalena  la  topografía  es  análoga  á  la  del  San  Jor- 
ge, y  en  los  bosques  solitarios,  en  general  anegadizos,  domina  el 
campano.  Al  Sur  le  demora  San  Andre's,  á  orillas  de  una  extensa  cié- 
^^S^>  y  «il  N.  Tacamocho,  que  es  un  villorio  de  indios  salvajes,  por 
así  decir ;  Zambrano,  defendido  de  las  inundaciones  del  río  por  un 
dique,  pero  no  de  las  del  arroyo  que  lo  riega,  ocupa  un  llano  en 
que  no  faltan  algunas  colinas;  el  pescado  es  ala  vez  industria  y 
fuente  de  alimentación.  Al  Guamo,  que  queda  tierra  adentro,  per- 
tenecen el  Yucal,  antes  de  mayor  importancia,  parte  en  una  altura, 
parte  en  una  vega  anegadiza,  y  Nervití,  en  el  extremo  de  una  gran 
vuelta  entre  el  río  y  una  cidnaga,  y  también  expuesto  á  las  inunda- 
ciones anuales.  Después  del  Yucal,  en  una  faja  de  anegadizos  están 
las  dos  Barrancas  (vieja  y  nueva),  poco  antes  de  Calamar,  que  por 


A  Geografía  de  Colombia 


■«1  oriente  señorea  el  principio  de  la  depresión  que  tiene  por  vagua- 
da al  Dique.  Esta  población  ocupa  un  plano  arenoso,  sujeto  á 
ioundacioneü  invernales,  época  en  que  carece  de  caminos  de  tie- 
rra, salvo  el  ferrocarril,  no  obstante  lo  cual  es  centro  comercial  de 
bastante  importancia  y  de  varios  caseríos.  Campo  de  la  Cruz,  algo 
retirado  del  río,  se  le  parece,  topográficamente  hablando.  Después 
■el  suelo  se  modifica,  la  llanura  arenácea  se  acerca  al  río,  que  ca- 
rece de  habitantes  en  la  orilla,  en  tanto  que  hacia  el  interior  ade- 
más de  Manatí  y  Ponedera  se  halla  Sabanalarga,  una  de  las  pobla- 
-clones  mis  crecidas  de  Bolívar,  centro  agrícola  importante,  á  ori- 
llas del  arroyo  del  Cojo,  y  que  es  con  respecto  á  Barranquilla  alg'o 
.así  como  la  Ciénaga  con  respecto  á  Santamarta.  Después  están  en 
la  ribera  Palmar  y  Santo  Tomás,  abandonados  por  el  voluble  río, 
Sabanagrande,  Malambo  sobre  un  caño  del  Magdalena,  y  Soledad, 
<jue  no  es  en  verdad  sino  un  barrio  de  Barranquilla,  de  la  cual 
dista  apenas  un  miriámetro  por  vía  carretera. 


Cuanto  á  Barranquilla,  el  primer  puerto  del  país  y  quizá  la  ciu- 
<iad  más  importante  por  su  comercio,  como  que  su  población  se  ha 
sextuplicado  en  la  última  centuria,  ocupa  un  llano  á  orillas  de  una 
ciénaga  que  por  un  brazo  se  une  al  Magdalena,  casi  frente  al  prin- 
cipio del  delta  de  éste  y  no  lejos  de  Puerto  Colombia,  á  cuyo  mag- 
nífico muelle  la  une  un  mal  ferrocarril.  Las  calles  del  centro  de 
la  ciudad,  ó  mejor  dicho  la  zona  habitada  por  el  comercio,  aun- 
que anchas,  por  no  estar  soladas  son  un  mar  de  polvo,  ó  de  ba- 
rro, segtin  la  estación,  en  tanto  que  los  barrios  bajos,  desaseados  en 
«.xtremo,  han  convertido  en  estercolero  los  ejidos  vecinos,  causa 
principal  de  la  fiebre,  que  si  no  diezma  á  los  habitantes,  si  mata 
mucho  extranjero,  con  perjuicio  del  crecimiento  de  la  ciudad,  que 


S66  Nueva  Geografía  db  Colombia 


en  parte  se  rodea  de  quintas,  más  alli  de  las  cuales  el  desnudo  y 
moRÓtono  paisaje  carece  de  atractivo  y  de  belleza. 

En  la  ribera  oriental  del  brazo  de  Mompds,  del  Banco  hacia 
el  Noroeste,  se  tiende  una  ancha  faja  de  playones,  ciénagas  y  ane- 
gadizos, cuyo  aspecto  varia  del  invierno  al  verano,  donde  están 
Federación,  Guamal,  de  linda  plaza  y  con  camino  á  Chimicbagua, 
Santa  Ana  y  Pinto  ^  al  interior,  sobre  la  gran  ciénaga  de  Chilloa, 
contigua  í  la  de  Zapatosa  y  de  régimen  igual  al  de  ésta,  queda  el 
caserío  de  Agua  Estrada,  de  industriosos  habitantes  y  reputado  por 
su  salubridad. 

Después,  á  la  derecha  del  río  ya  reintegrado,  en  el  arco  que 
remata  en  la  punta  de  Cuacaré,  se  encuentran  Rato,  Tenerife  y 
multitud  de  caseríos,  algunos  de  regular  importancia.  £1  primero 
es  una  población  grande,  pero  poco  visible  desde  el  rio,  porque  su 
puerto  queda  mucho  más  disimulado  que  el  de  Zambrano,  que  está 


Ugura  aia— Puente  de  Anlioquia    rio  Cauca}— Ant¡oquii—[»e  foti^nifia 

al  frente :  por  un  caño  que  desemboca  en  el  Magdalena,  pocos  pasos 
abajo  del  lugar  se  llega  al  frente  de  las  casas  que  dan  su  espalda 
al  puerto  y  su  fachada  al  oriente,  de  manera  que  es  preciso  sal- 
tar á  tierra  para  descubrir  las  habitaciones,  pajizas  pero  de  buena 
construccidn  y  aseadas.  Es  un  pueblo  de  ricos  hacendados,  á  la 
entrada  del  cammo  del  Valle  de  Upar,  y  cuyas  propiedades  están 
esparcidas  á  lo  lejos  por  el  interior.  Tenerife,  que  se  rodea  de 
varios  caseríos,  demora  al  Ocaso  de  Chimiquica  ó  Chimicuipe,  en 
un  peñón,  y  su  caserío  se  escalona  en  descenso  hacia  la  margen 
del  río:  al  respaldo  tiene  una_angosta  laguna,  y  al  Nordeste  la  ex- 
tensa ciénaga  de  Sapayán. 

En  fin,  más  al  N.  en  la  región  de  las  baja»  llanuras  del  litoral, 
se  encuentran  Cerro  de  San  Antonio,  al  pie  de  los  cernios  Candil 
y  Camacho,  formados  de  lajas,  de  feo  aspecto,  en  suelo  arenoso, 
á  la  entrada  del  caño  Ciego  que  termina  en  la  Ciénaga  de  Santa- 
marta  y  parece  fuera  un  día  cauce  del  Magdalena,  y  con  la  cié- 
naga de  su  nombre  rodeada  de  caseríos  al  respaldo;  K ñon,  en 
un  llano  anegadizo ;  Salamina,  sobre  un  brazo  del  gran  rio,  que 
hoy  se  seca  en  verano ;  y  Remolino  y  Sitionuevo,  cerca  uno  de  otro, 
en  la  especie  de  istmo  que  separa  el  Magdalena  de  la  gran  ciéna- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  567 


ga,  citada  y  del  mar,  carece  de  caminos  de  tierra  en  invierno  y 
sustenta  á  la  par  de  una  que  otra  porción  alta  extensos  y  frondosos 
bosques  de  suelo  anegadizo. 

En  esta  última  sección  el  "  turbio  Magdalena"  mide  ya  cerca 
de  un  kilómetro  de  anchura,  por  diez  metros  de  profundidad  me- 
dia, y  realmente  presenta  hermosos  cuadros  de  naturaleza  tropical, 
no  obstante  el  relativo  atraso  que  se  nota  en  las  poblaciones  y 
cultivos  de  sus  riberas,  bien  que  á  la  fecha  se  ven  aquí  y  allí 
los  comienzos  de  los  diques  y  albarradas  que  habrán  un  día  de  en- 
cauzar sus  iras,  el  bosque  se  aleja  ó  disminuye,  aumentan  rozas  y 
ganados,  y  entre  las  chozas  aparecen  viviendas  de  mejor  aspecto. 
Y  á  la  vez  que  esto  sucede,  los  primores  de  la  tierra  no  men- 
guan, la  vegetación  es  de  pompa  extraordinaria,  hermoso  el  ver- 
dor del  bosque,  del  prado  y  de  los  cultivos,  y  sólo  en  las  últimas 
porciones,  en  los  puntos  donde  los  guijarros  y  arenas  predominan, 
sobre  los  jugosos  aluviones  aparecen  trozos  de  estepa,  de  color 
gris,  plantados  de  espinos  y  de  cactus.  En  especial  son  esplendo- 
rosos los  espectáculos  de  la  salida  y  puesta  de  los  grandes  lumi- 
nares con  sus  juegos  de  luz  que,  ora  ardiente  deslumhra  y  anona- 
da, ora  suave  y  dulce  levanta  el  espíritu  á  las  regiones  del 
ideal,  sin  que  les  falte  en  lontananza  la  majestad  de  los  montes  y 
las  nieves,  ni  en  el  río  á  veces  la  de  las  tormentas  que  amenazan 
acabar  con  la  obra  de  los  hombres.  Verdaderamente  esta  Mag- 
dalenia  por  excelencia  es  digno  vestíbulo  de  las  maravillas  que  en- 
cierran más  adentro  los  Andes  y  las  pampas  colombianas. 

h)  La  Sierra  Nadada — El  grupo  montañoso  que  constituye 
la  Sierra  Nevada  de  Santamaría  forma  un  macizo  aislado  que 
el  mar  baña  por  el  N.,  el  Magdalena  por  el  Occidente,  y  el  Ce- 
sar  y  el  Ranchería  por  el  Oriente,  no  mediando  entre  estos  dos 
últimos  sino  una  baja  llanura  que  separa  la  Sierra  Nevada  de 
los  fronterizos  Andes.  Esta  Sierra,  además  de  estar  aislada  y  ser 
de  distinta  formación  geológica,  exhibe  diversas  propiedades  físi- 
cas, pues  desde  los  1,500  metros  de  altitud  al  E.  es  muy  raro  encon- 
trar vegetación  lucida ;  predominan  las  aristas  escarpadas  y  desier- 
tas, apenas  vestidas  por  yerbas  y  cortadas  por  numerosos  arroyos  3- 
torrentes,  en  tanto  que  en  los  Andes  que  se  yerguen  en  frente,  la 
selva  americana  con  toda  su  frondosidad  asciende  hasta  casi  4,000 
metros  de  altitud.  Este  enorme  macizo  cuyos  últimos  topes  corona- 
dos de  nieves  perpetuas  se  distinguen  desde  40  leguas  mar  afuera, 
es  sin  duda  alguna  el  más  hermoso  florón  de  la  orografía  colom- 
biana y  el  don  más  precioso  que  la  naturaleza  ):a  hecho  á  nuestras 
costas,  por  su  cercanía  al  mar,  la  variedad  de  sus  temperaturas, 
la  abundancia  de  sus  aguas,  la  riqueza  de  sus  veneros,  la  hermo- 
sura de  sus  terrazas  y  valles  y  lo  saludable  de  sus  aires. 

La  vista  más  pintoresca  de  la  Nevada  es  la  que  presenta 
desde  el  lado  del  mar.  En  especial  es  bella  con  el  sol  poniente 
cuando  éste  tiñe  con  delicado  color  de  rosa  la  fantástica  línea  de 
agujas  nevadas,  abajo  de  las  cuales  se  delinean  otras  grandes 
prominencias  como  por  entre  cortinas  de  brillante  púrpura,  des- 
tacándose el  conjunto  sobre  un  fondo  de  azul  oscuro.  En  cambio, 
desde  muchos  puntos  del  interior  la  vista  de  la  Nevada  pierde  en 
¿ran  parte  su  magnificencia,  y  aun  hay  lugares  donde  las  gentes  no 


A  Geogrj(F['a  dr  Colombia 


creen  que  la  nieve  corona  su  cumbre  sino  que  ésta  remata  en  peñas- 
cales de  rocas  blancas.  Al  darle  la  vuelta  al  macizo,  ora  sólo  mues- 
tra una  ancha  cima  nevada,  ora  dos,  de  donde  su  nombre  de  Hor- 
queta, ora  miílliples  picachos  diamantinos,  ora,  en  fin,  parece  un 
león  gigantesco  tendido  en  acecho  hacia  el  mar :  los  indios  llaman 
Schimindúa  í  su  tope  principal.  Las  escenas  que  se  ofrecen  á  la  vista 
cuando  se  asciende  i  la  Sierra  Nevada  son  grandiosas  pero  no  pin- 
torescas, por  cuanto  allí  domina  como  rasgo  característico  el  de  un 
campo  desolado  y  despojado  de  sus  galas  naturales;  en  la  estación 
propicia  ni  aun  llaman  la  atención  las  primorosas  y  abundantes  flo- 


Figuia  213 — Lii  Sicrrn  Ni.vada  de  Sínlamart.i  (vista  de  Tnpiasl,  scgi'in  K.  líe: 


res,  porque  aparecen  como  cosa  insignificante  en  medio  de  aquella 
desolación  general ;  sin  embargo,  en  muchos  puntos  se  encuentran 
verdes  y  alegres  prados  donde  los  indios  mantienen  numerosos 
rebaños  de  ganados,  que  por  no  ser  pastoreados  convenientemente 
se  tornan  cimarrones,  es  decir,  simplemente  aumenta  la  caza,  que 
es  abundante  en  algunos  puntos  de  la  comarca. 

La  ascensión  á  las  cumbres  nevadas  es  difícil,  por  la  aspereza 
del  terreno,  los  cerros  escarpados,  los  pequeños  y  profundos  lagos 
azules,  al  pie  de  rocas  perpendiculares  que  llegan  hasta  el  borde  de 
las  nieves,  las  que  en  esta  Sierra  dominan  pequeñas  eminencias  y 
planicies  de  encantadora  perspectiva,  con  espantosos  precipicios  y 
cavernas  cuajadas  de  brillantes  cristales.  Ya  entre  las  nieves  la 
bruma  oscurece  la  atmósfera  y  los  reflejos  de  aquélla  apenas  per- 
miten descubrir  los  objetos  á  dos  pasos  de  distancia.  Los  grandes 
horizontes  no  se  dominan  sino  desde  cumbres  algo  más  humildes. 


NuKvt  Gbocrafía  dk  CoLOMau  569 


En  tesis  peneral,  puede  decirse  que  la  Sierra  Nevada,  por  des-^ 
gracia  aún  escasa  de  habitantes,  forma  una  especie  de  pirámide, 
anerced  á  Ireí  grandes  brazos  que  se  desprenden  de  un  centro  co- 
mún constituido  por  las  cumbres  nevadas  y  el  páramo  de  Chirugua. 
De  estos  brazos,  uno  se  dírig'e  hacia  el  Oriente,  á  morir  donde  prin- 
cipian las  llanuras  goajiras,  obligando  al  Ranchería  i  describir  una 
«norme  curva ;  otro,  avanza  hacia  el  Mediodía  por  los  páramos  de 
Adurimeina  y  Chinchicua,  á  terminar  en  el  alto  de.  las  Minas  en 
ias  llanuras  del  Cesar,  al  cual  obliga  á  buscar  la  ciénaga  de  Zapa- 
losa,  siendo  este  mismo  ramo  el  que,  enlazándose  con  los  altillano* 
ide  Chimiquica,  impone  al  Aríguanl  idéntico  fin,  y  p>or  ultimo  el 
tercer  brazo,  el  más  corto  de  todos,  se  dirige  al  Occidente,  levanta 
Jas  cumbres  de  San  Lorenzo  y  reventado  en  multitud  de  gajos,  pe- 
netra mar  adentro  para  formar  la  recortada  costa  de  Santamaría 
ó  de  los  Ancones.  Por  esta  disposición  parece  que  el  muro  roca- 
lloso se  extiende  sin  soluciones  de  continuidad  de  Santamaría  ha- 
cia Ríohacha  y  e!  Ranchería,  señoreando  el  mar;  de  esta  ultima 
población  hacia  los  playones  del  Cesar,  dominando  todo  el  valle  de 
Upar;  y  por  sus  conexiones  con  Chimiquica,  que  describe  un  arco 
que  envuelve  la  gran  ciénaga  de  Santamaría. 

La  Nevada,  que  puede  compararse  á  un  castillo  de  difícil  ac- 
ceso, amurallado  por  rocas  y  pantanos,  tiene  una  forma  muy  irre- 
gular, por  cuanto  frente  al  Magdalena  y  al  océano  el  declive  ge- 
neral se  acerca  mucho  á  la  perpendicular,  y  del  lado  del  Cesar 
los  ramales  son  más  largos  y  se  rebajan  con    más    suave  declive. 

Del  lado  del  M-igdalena  los  primeros  relieves  de  la  Nevada 
se  componen  de  faldas  escarpadas  con  inmensos  peñascos  angulo- 


yi{ara  314— Cartagena,  la"  rein»  Je  las  Indias,"  vista  de  La  Popa— De  fotografi» 

sos'que  de  lejos  semejan  edificios  que  amenazan  ruina  :  las  rocas 
inclinadas  sobre  los  declives  parecen  á  punto  de  caer,  y  sin  em- 
bargo en  esa  posición  permanecen  hace  siglos.  Estrechos  valles 
presentan  sus  entradas  como  misterios:>s  pasadizos  ;  paredes  de 
roca  que  de  lejos  se  alzan  como  barrera   compacta,  sin   brech* 


570  NUITA  GsOGRAnA  DI  COLOMBU 


aparente,  abren  pasos  inesperados  á  medida  que  se  avanza,  y  cad& 
•recoveco  presenta  un  nuevo  aspecto.  Todo  parece  en  movimiento' 
en  aquella  perfecta  inmovilidad. 

De  San  Ángel  al  Aríguaní  cambia  de  aspecto  la  vegetación^ 
de,Chimiquica,  reaparecen  las  palmeras  y  se  presenta  un  estada 
de  ñ'escura  muy  diferente  de  el  del  bosque,  casi  despojado  de  hojas,. 
.  que  separa  esa  hoya  de  la  del  Magdalena.  El  Aríguaní  aquí  ape- 
nas es  un  riachuelo  que  corre  en  terreno  horizontal,  pero  en  in> 
Tierno  inunda  los  contomos,  y  á  su  norte  principia  esa  inmensa 
cuenca  de  tierra  anegadiza  del  bajo  Magdalena.  Pasado  el  río  se 
encuentra  el  playón  de  Don  Pedro,  tan  ruinoso  como  San  AngeL 
Después  la  senda  sigue  por  una  selva  alta  y  frondosa,  en  que  frag- 
mentos de  roca  rojiza  aparecen  de  tiempo  en  tiempo  ;  luego  se  en^ 
cu/entran  profundas  cañadas  al  pie  de  collados ;  cesa  el  terreno- 
llano  y  aparecen  los  relieves  meridionales  de  la  Sierra  Nevada. 

Allí,  al  pie  del  alto  de  las  Minas  se  enlaza  el  camino  del  Mag- 
dalena con  el  de  Santamarta.  Desde  la  encrucijada  se  ve  el  cern> 
elevarse  envuelto  en  árboles,  pero  á  los  300  ms.  de  altura  es  nula 
la  vegetación  y  sólo  surgen  enormes  peñascos  singularmente  amon- 
tonados, como  si  todo  estuviera  á  punto  de  desplomarse.  Revuel- 
tos se  hallan  fragmentos  de  rocas  muy  diversas,  y  parece  inex- 
plicable tan  extraña  formación.  De  ese  alto,  que  interrumpe  re- 
pentinamente la  extensa  llanura  ribereña  del  Magdalena,  se  divisa 
dilatado  horizonte :  á  la  izquierda  un  cumulo  de  conos  semejan- 
tes á  enormes  panes  de  azúcar,  especie  de  cabezas  de  gigantes 
que  se  empinan  al  paso  del  viajero ;  atrás  y  por  encima  de  la  sel- 
va el  horizonte  se  confunde  con  el  cielo ;  á  la  derecha  un  inmenso- 
vacío,  una  especie  de  anchuroso  precipicio  en  cuyo  término  los 
montes  de  Ocaña  semejan  nubes,  y  al  frente  una  especie  de  ejér- 
cito de  peñascos  de  todas  formas  y  colores.  En  la  tarde,  el  disco- 
del  sol,  sin  rayos  ya,  se  hunde  en  el  horizonte  oscuro  del  lado  de 
las  llanuras  de  Bolívar,  con  nubes  de  oro  que  juguetean  en  sus  con- 
tornos ;  las  cimas  redondeadas  de  la  izquierda  brillan  con  los  úl- 
timos reflejos  del  día,  y  por  el  otro  se  destacan  como  masas  ne- 
gruzcas. Unos  conos  se  visten  de  amarillo  vivo  eii  el  verano,  y  de 
verde  uniforme  en  el  invierno;  otros  aparecen  de  rojo  intenso,  priva- 
dos de  vegetación,  otros  cubiertos  de  selva  casi  negra  ;  aquellos 
en  la  base  se  visten  de  abrojos,  pero  la  cima  surge  desprovista  de 
toda  planta.  La  cumbre  de\  alto  es  relativamente  plana,  y  aun  en- 
cierra una  pequeña  pradera  refrescada  por  las  aguas  que  allí  brotan^ 

Al  pie  oriental  del  Alto  de  las  Minas  se  despliega  el  llano  del 
Cesar  en  espectáculo  mágico  por  su  monótona  simplicidad ;  en  su 
conjunto  es  una  selva  pareja  de  superficie  terciopelada  donde  la 
vista  puede  extenderse  en  todas  direcciones  hasta  las  azuladas  altu- 
ras de  la  cordillera  de  los  Motilones,  que  con  sus  puntas  recorta- 
das desigualmente  cierra  el  horizonte  á  15  leguas  de  distancia^ 
Del  lado  del  N.  todo  se  pierde  en  vaporosa  lontananza ;  apenas  se 
distinguen  formas  indecisas. 

Sobre  Las  Minas  se  encrespa  el  macizo  hasta  formar  el  elevado 
cerro  Chinchicua,  donde  á  la  vez  que  se  enlaza  con  los  relieves  del 
Chimiquica,  da  origen  al  Ariguaní,  que  en  la  base  de  aquel  cerro- 
orilla  una  singularmeseta  llamada  de  Puebloviejo,  la  cual  se  desta- 
ta la  piedel  padrastro  como  una  enorme  morrena  que  bota  á  un  lado 


NUKVA  GlOGtArÍA  DR  COLOHIh 


lasabas  del  citado  rfóydelotro  las  de  los  arroyos  que  le  tributan 
y  corren  por  cañones  hasta  de  50  metros  de  profundidad,  pues  el 
plano  de  la  mesa  se  levanta  como  soportado  por  una  muralla  per- 
pendicular con  entradas  y  salientes  que  le  dan  el  aspecto  de  una 
fortaleza.  Hacia  el  centro  de  la  explanada  están  las  ruinas  de  un  an- 
ticuo pueblo  amurallado,  cuyos  edifícios  aiin  subsisten,  y  es  fama  fue 
abandonado  por  la  enorme  cantidad  de  jejenes  y  mosquitos  que 
infestan  el  lugar.  A  su  pie  se  extienden  numerosas  plantaciones  de 
caña  de  azdcar  y  café  á  [a.  sombra  de  los  altos  cerros  que  separan  el 
valle  de  las  llanuras  de  Valencia  de  Jesils.  La  Sierra,  vista  del  pie 
de  estos  relieves,  carece  de  ma^^iñcencia,  porque  ellos  impiden  la 
vista  de  las  cimas  nevadas. 

Al  N.  de  Puebloviejo  ya  los  valles  se  abren  sobre  la  cuenca 
de  la  gran  ciénag;a  de  Santamarta,  y  en  el  primero  de  ellos,  en  el 
del  rio  La  Fundacídn,  estrecho  hacia  la  parte  alta,  plano  y  amu- 
rallado por  cerros  en  lo  bajo,  se  encuentra  el  pueblo  de  San  Se- 
bastián, habitado  por  indios  aruacos.  Aquí  la  Sierra  tiene  algo 
de  Suiza  y  el  Tirol :  por  todos  lados  se  ven  techos  pajizos  en  medio 
de  pequeños  jardines  guardados  por  cercos  de  piedra  bruta ;  y  deci- 
mos jardines,  porque  siendo  muy  frío  el  valle  que  al  N.  amurallan  las 
altísimas  breñas  del  Mamdn,  los  indios  tienen  sus  plantaciones  en  lu- 
gares distantes,  de  mayor  temperatura,  en  tanto  que  los  ganados 
pacen  más  arriba,  en  los  prados  próximos  á  la  nieve,  constituidos 
por  explanadas  en  donde  se  encuentran  ciénagas  de  un  agua  tan 
fría,  que  al  tacto  parece  espesa. 

Las  breñas  que  cruza  el  camino  de  San  Sebastián  al  Valle  de 
Upar  son  ásperas  en  extremo,  en  su  lomo  se  denominan  los  espina. 
tos,  tira  mira  cuya  travesía  causa  siempre  temor  á  los  novicios,  y 
desde  la  cual  se  dominan  variados  panoramas ;  en  especial  es  no- 
table la  vista  de  los  valles  selvosos  y  desiertos  que  bajan  hacia  las 


figura  21  S—S«nt» marta  ;  el  puerlo  y  U  eslaciÚn  del  fcrrocanil— De  fologiaíia 


Nueva  Obografía  de  Colombia 


llanuras  que  rodean  la  Ciénaga  de  Santamaría,  porque  ei.  ellos  la 
vegetacidn  forma  líneas  regulares  que  de  lejos  parecen  planta- 
ciones gigantescas.  El  resto  de  la  vertiente  en  los  altos  valles 
del  Cataca  y  La  Fundación  permanece  solitario  y  cubierto  por  di- 
latados bosques  que  no  desaparecen  sino  cerca  de  Sevillano,  Rio- 
frío  y  la  Ciénaga  6  San  Juan  del  Córdoba,  la  principal  poblacitín 
del  Departamento  del  Magdalena,  no  lejos  del  mar,  por  ferroca- 
rril unida  á  la  capital  y  i  Sevillano,  y  centro  de  prdspera  agricul- 
tura, y  de  muchos  florecientes  caseríos,  entre  ellos  el  próximo  de 
Puebloviejo,  en  una  península  que  las  olas  amenazan  devorar,  y 
guarda  por  el  E.  la  entrada  de  la  gran  ciénaga  de  Santamarta. 

Mis  al  N.  la  Sierra  Nevada  forma  la  región  de  San  Lorenzo 
ó  de  los  Ancones,  en  cuya  parle  occidental  se  encuentra,  en  la  boca 
del  riachuelo  Manzanares,  la  ciudad  de  Santamarta,  graciosamen- 
te asentada  al  extremo  de  una  extensa  planicie  circuida  de  eleva- 
das y  pintorescas  colinas,  s^bre  una  de  las  mejores  bahías  de  la 


NüIV^  GiOGBAFÍa  de  CoLONnl 


Costa  atlintica,  profunda,  abrigada,  con  escasa  población  y  ma,^- 
nfficos  ediñcios,  testimonio  de  mejores  d(as.  Las  afueras  son 
otros  tantos  paseos,  y  además  de  la  quinta  de  San  Pedro  Alejan- 
drino, donde  falleció  el  Libertador,  encierran  varias  pequeñas  al- 
deas habitadas  por  raza  india,  como  son  Taganga,  Bonda,  Masin- 
ga,  Mamaloco  y  Gaira,  con  restos  de  caminos  anteriores  á  la  con- 
quista, solados  con  losas  de  g:ranito  bien  trabadas,  á  modo  de 
escalera. 

El  flanco  N.  de  la  Nevada,  aun  cuando  también  dominado 
por  la  selva,  pero  sin  que  le  fallen  algfunos  poblados,  termina 
tan  cerca  del  mar,  que  el  único  camino  que  de  Santamarta  gula  á 
Riohacha  es  la  costa  misma,  y  por  lo  tanto  lleno  de  peligros  y  difi- 
cultades, no  obstante  algunas  mejoras  recientes.  Numerosos  ríos, 
navegables  en  parte  algunos,  y  multitud  de  torrentes,  bajan  al  mar 
por  este  flanco,  todos  con  la  boca  inclinada  hacia  el  NW. 

En  este  litoral  el  camino  de  la  playa,  entre  el  mugiente  mar 
y  la  ribera,  á  lo  menos  de  Maroma  á  Riohacha,  es  utilizable  sin 
tropiezos  en  el  verano,  sólo  que  es  preciso  abandonar  la  playa  y 
recostarse  contra  los  médanos  ó  las  escarpas  cada  vez  que  avanza 
la  ola.  La  selva  se  acerca  hasta  la  orilla,  pero  rala,  formada  prin- 
cipalmente por  plantas  espinosas  y  cactus,  que  constituyen  un  muro 
más  difícil  de  franquear  que  la  más  espesa  selva  amazónica,  y  en- 
tre la  cual  aquí  y  allá  levanta  el  comején  sus  obeliscos  y  pirámides. 

Este  litoral  principia  en  el  cabo  Aguja,  remate  de  un  estribo 
que  llena  la  cosía  de  cantiles,  precipicios,  bahías  y  peñascos,  y  en 
el  cual  terminan  muchos  ríos  como  el   Piedras  y  el  Mendihuaca, 


574  NutvA  GiograWa  di  Colomsiá 


donde  entre  el  bosque  se  hallan  árboles  frutales  y  de  cacao,  res- 
tos de  antiguas  plantaciones ;  el  profundo  y  peligroso  Don  Diego, 
que  nace  en  las  mismas  nieves;  el  Palomino,  en  cuyas  márgenes 
hay  un  caserío  y  sementeras  de  los  indios,  y  desagua  no  lejos  de 
los  terribles  Pasos  de  Maroma;  el  Ancho,  de  origen  cercano  á  los 
anteriores  y  en  cuyos  valles  altos  se  encuentran  los  pueblos  indios 
de  Macotama,  Taquina,  San  Miguel,  Santa  Cruz,  Santa  Rosa,  San 
Antonio  y  Puebloviejo,  este  ultimo  medio  abandonado;  el  Cañas 
ó  Volador,  que  nace  en  el  páramo  de  Chiriía,  y  á  orillas  de  su  par- 
te navegable  tiene  plantíos  de  caña  dulce ;  el  Dibulla,  de  buen 
caudal,  que  acaba  donde  ya  las  serranías  se  alejan  de  la  costa, 
y  tiene  en  su  boca  el  pueblo  miserable  que  le  da  nombre ;  el 
Enea,  de  peligroso  esguace  por  su  caudal  y  corriente  y  por  sus 
caimanes;  el  Camarones,  de  sinuoso  curso,  que  hace  juego  al  Ran- 
chería al  N.  del  estribo  de  San  Pablo,  en  sus  valles  altos  guarda 
los  villorios  de  Treinta  ó  Tomarazón,  Cotoprisy,  Barbacoas  y  algu- 
nos caseríos  con  estancias  de  labor  y  dehesas  donde  descansan  los 
ganados  que  salen  del  Valle  para  las  Antillas :  dicho  río  desagua 
en  la  laguna  de  Navio  Quebrado,  de  inversas  corrientes  en  su  boca 
al  mar,  y  en  cuyas  orillas  tiene  el  pueblo  de  Camarones.  A  este  lito- 
ral lo  infestan  plagas  desconocidas  en  la  vertiente  Sur,  y  todo 
el  espacio  comprendido  entre  los  cerros  y  la  costa  es  malsano  á 
causa  del  cieno  y  de  los  detritus  que  arrastran  los  ríos  y  se  depo- 
sitan en  las  bocas  de  los  pequeños,  cerradas  por  barras  de  arena 
en  el  verano,  por  lo  cual  tienen  que  derramarse  por  la  llanura,  que 
llenan  de  pantanos,  focos  de  miasmas  deletéreos ;  en  el  invierno  el 
terreno  se  inunda  hasta  no  formar  sino  una  sola  laguna.  Y  como 
las  tierras  adecuadas  para  colonias  están  más  altas,  una  de  las 
primeras  necesidades  es  abrir  un  camino  de  los  puertos  de  este 
litoral  á  la  región  templada  y  salubre  de  la  Nevada. 

Por  este  flanco,  á  medida  que  se  penetra  en  el  macizo  por  el 
camino  de  San  Antonio,  mejora  el  clima,  desaparecen  las  plagas, 
y  si  faltan  las  minas  de  oro,  los  paisajes  son  más  y  más  grandio- 
sos ;  las  cuchillas  guardan  cuencas  exuberantes  bien  regadas;  las 
selvas  que  nacen  en  las  gargantas  estrechas  descienden  serpeando 
al  fondo  de  los  valles.,  se  unen  en  otro  mayor,  como  los  torrentes 
que  sombrean,  para  formar  ríos  de  verdura  que  crecen  de  igual 
manera  y  acaban  por  perderse  en  la  llanura  litoral,  que  desapa- 
rece entre  vapores  azulosos.  En  este  flanco,  salvo  el  enorme  cerro 
Plateado,  que  muestra  desnudas  sus  escarpas,  siempre  lucientes 
por  la  humedad  que  satura  las  pizarras  que  lo  forman,  todo  el 
territorio  es  adecuado  para  fundar  colonias.  En  especial  merece 
atención  la  zona  del  pueblo  aruaco  de  San  Antonio,  situado  al  pie  de 
un  monte  que  de  la  cumbre  á  la  base  se  compone  de  escalonadas 
mesetas,  como  las  gradas  de  gigantesca  pirámide  ;  mesetas  que  al 
medio  dejan  un  valle  formado  por  un  rosario  de  cuencas  fértiles. 
Cércale  demoran  las  praderas  naturales  de  Chirüa,  sombreadas  por 
grupos  de  árboles  que  suministrarán  madera  á  los  colonos ;  menos 
á  propósito  son  los  campos  de  San  Miguel,  pueblo  indio  aseado 
como  una  plata,  de  aspecto  singular  durante  el  día.  cuando  lo 
abandonan  sus  habitantes;  que  tiene  cerca  las  breñas  de  Cansama- 
ria,  donde  los  indios  celebran  sus  ritos,  y  domina  el  mar,  donde 


Nueva  Gxografia  de  Colombia  575 


los  vapores  que  suelen  cruzarlo  parecen  insectos  que  patinan  sobre 
un  luciente  cristal. 

En  esta  sección  la  vista  más  hermosa  de  la  Nevada  es  la  que 
se  goza  en  Punta  de' Tapias :  la  Sierra  se  mira  tendida  de  E.  á  W., 
y  se  domina  de  la  cumbre  á  la  base,  entre  el  azul  del  cielo  y  el  azul 
del  mar,  ceñida  por  una  verde  cinta,  de  arbolado  sobre  las  coli- 
nas y  montes,  de  grama  en  las  explanadas  superiores,  con  sus  jue- 
■gos  de  luz  y  sombra,  coronada  por  picos  y  cumbres  resplande- 
cientes, en  tanto  que  á  lo  lejos  las  rocas  de  Maroma  avanzan  en  el 
mar  como  punta  de  lanza  sobre  la  cual  se  rompen  las  olas  y  me- 
dio se  oculta  entre  una  espesa  bruma  formada  por  miríadas  de 
blancas  mariposas.  Un  silencio  solemne  envuelve  el  maravilloso 
cuadro,  en  el  cual  no  hay  otro  movimiento  que  el  de  las  cintas  de 
espuma  que  se  quiebran  en  los  arrecifes. 

El  costado  oriental  del  Macizo  de  la  Nevada  de  Santamarta 
es  el  más  largo  y  su  topografía  la  más  complicada,  porque  aun 
cuando  de  Riohacha  al  Banco  aparentemente  se  tiene  siempre  á 
la  vista  una  serie  continuada  de  alturas,  en  verdad  este  costado 
forma  un  ángulo  acentuadísimo,  dentro  del  cual,  entre  breñas  en 
•donde  hay  un  par  de  aldeas  aruacas,  la  principal  Atanques,  rodea- 
da de  cañaverales,  se  abren  de  N.  á  S.  los  valles  del  Badillo  y  el 
Guatapurí,  ríos  que  luego  doblan  al  E.  para  salir  al  Valle  de  Upar 
por  sendas  hoces,  haciendo  esto  mismo  más  al  N.  el  Ra^nchería, 
no  obstante  abrir  un  curso  superior  de  W.  á  E.,  por  lo  cual  puede 
decirse  que  el  costado  oriental  de  la  Nevada  se  compone,  en  una 
longitud  de  cincuenta  leguas,  de  una  serie  de  colinas  y  cerros  tan 
unidos  que  parecen  una  sola  cordillera,  en  la  que  á  trechos  se  ha- 
llan gargantas  que  dan  salida  á  varios  ríos  y  á  multitud  de  riachue- 
los que  en  el  verano  se  pierden  en  las  arenas  antes  de  llegar  á  la 
vaguada  del  valle.  También  á  trechos  se  elevan  al  lado  del  cuerpo 
del  macizo  cerros  de  forma  cónica,  en  cuya  base  todo  está  trastor- 
nado, volcado,  despedazado,  lo  que  comunica  cierto  aspecto  de 
aridez  cobriza  á  la  llanura  que  tienen  al  pie. 

Debido  á  la  topografía  real  del  macizo  de  la  Nevada,  y  á  que 
es  frente  al  ángulo  que  delinean  sus  ramales  sur  y  oriental  donde 
se  alza  la  masa  del  Cerro  Pintado,  que  también  ocupa  el  vértice 
de  otro  ángulo,  el  Valle  de  Upar  no  es  un  corredor  rectilíneo  entre 
dos  sistemas  de  relieves,  sino  más  bien  un  arco  que  hacia  el  me- 
dio consiste  en  una  gran  cuenca  (San  Juan-Barrancas),  hacia  el 
Sur  en  un  valle  propiamente  dicho  (Upar),  que  se  abre  sobre  una 
extensa  llanura,  la  Magdalénica,  y  hacia  el  Norte,  guardado  por 
cumbres  casi  humildes,  carece  de  tierras  planas  en  su  vaguada,  y 
se  llena  de  colinas  que  por  ambos  lados  del  Ranchería  acaban  casi 
á  un  tiempo  sobre  otra  llanura,  la  de  Riohacha,  es  decir,  la  de  la 
baja  Goajira. 

Hacia  el  vértice  del  ángulo  formado  por  el  litoral  Caribe  de 
la  Sierra  Nevada  y  el  Valle  de  Upar  está  Riohacha,  población  más 
importante  en  otro  tiempo  y  cuyo  comercio  mejora  con  el  desarro- 
llo de  las  comarcas  á  que  sirve  de  puerto :  es  de  advertir  que  á  ella 
convergen  por  sus  negocios  los  goajiros,  los  aruacos,  los  valle- 
natos  y  los  antillanos.  Menos  bien  edifícada  que  Santamarta  y  en 
posición  menos  risueña,  tiene  la  ventaja  de  no  encerrar  ruinas,  y  su 


57^  Nueva  Gkograf/a  dk  Colombia 


caserío,  en  lo  g-eneral  pajizo  y  de  calles  polvorosas,  gana  año  por 
año  sobre  la  llanura  vecina.  Las  antiguas  fortifícaciones  españolas- 
han  desaparecido  destruidas  por  el  tiempo  y  por  una  lenta  depre- 
sión del  suelo,  que  ya  devoró  la  calle  principal  de  sus  días  de 
gloría  (la  de  la  Marina),  y  reemplaza  un  antiguo  movimiento  de^ 
elevación,  porque  en  la  llanura  vecina  se  ven  las  conchas,  los  arre- 
cifes y  las  playas,  como  si  el  mar  las  hubiera  abandonado  ayer. 

La  llanura,  de  unas  ditciséis  leguas  á  todo  rumbo,  es  un» 
zona  de  transición  en  que  prevalece  ya  la  estepa  goajira,  déla 
cual  la  separa  el  río  Ranchería.  Al  pie  de  las  alturas  del  Medio- 
día y  á  orillas  de  las  aguas  es  en  extremo  fértil,  pero  en  el  resto- 
sólo  sustenta  matorrales  y  arbustos  espinosos.  Profundos  y  tortuo- 
sos barrancos  abiertos  por  las  aguas  pluviales  en  la  arcilla  roja  y 
que  se  ensanchan  á  medida  que  se  aproximan  al  mar,  cortan  la 
planicie  en  toda  dirección  y  hacen  penosa  la  marcha.  En  invierno- 
Ios  animales  sucumben  en  los  fangales  y  atolladeros,  y  en  verano 
no  encuentran  agua  á  veces  durante  tres  días.  Por  esto  Riohacha 
depende  de  las  poblaciones  del  contorno  para  su  alimentación,  de 
suerte  que  por  las  lluvias  y  por  los  indios,  más  de  una  vez  ha  care- 
cido de  pan  durante  semanas  enteras;  pero  en  cambio  es  de  los  lu- 
gares menos  insalubres  de  esta  costa  malsana,  y  el  movimiento  de 
supuerto  no  es  nada  despreciable  en  la  actualidad,  no  obstante  que 
los  buques  tienen  que  anclar  á  algunas  millas,  con  perjuicio  del  in- 
cipiente comercio. 

El  río,  que  según  la  estación,  abre  su  boca  á  unos  pocos  hec- 
tómetros  ó  á  dos  kilómetros  del  lugar,  es  el  ünico  punto  donde 
pueden  bañarse  los  habitantes,  mezclados  los  dos  sexos.  El  Ran- 
chería corre  paralelo  á  la  playa  durante  muchos  kilómetros,  se- 
parado del  mar  por  una  simple  cinta  de  arena,  que  las  olas  bañan- 
con  su  espuma,  y  es  el  camino  usado  por  los  goajiros  que  vienen 
á  la  ciudad  á  traerle  víveres  y  á  comprar  mercancías. 

De  Riohacha  hacia  el  Sur  se  tiende  el  lecho  y  valle  del  río 
Ranchería  ó  Calancala,  que  en  su  parte  baja  cruza  la  llanura,  en  la 
central  la  parte  norte  del  Valle  de  Upar,  y  en  la  alta  se  precipita 
por  entre  las  rocas  del  naneo  oriental  de  la  Nevada,  donde  nace  en 
una  crestería  de  picachos  que  no  nievan  sino  de  Diciembre  á  Marzo. 
Origínanlo  también  dos  arroyos  que  principian  no  lejos  del  Badi- 
lio  y  el  Guatapurí  y  se  juntan  en  Marocaso  para  formar  una  co- 
rriente ancha  pero  de  escaso  caudal,  que  tuerce  hacía  el  Sur  hasta 
pasar  por  una  hoz  abierta  en  rocas  de  calcáreo  azul,  tras  lo  cual 
gira  al  Oriente,  para  describir  el  inmenso  arco  que  le  permite  con- 
tornear el  estribo  de  San  Pablo,  roto  arriba  de  Chorrera,  y  regar  e) 
magnífico  valle  de  Fonseca  y  Barrancas,  especie  de  cuenca  llena  de 
riachuelos,  colinas,  cultivos  y  habitaciones,  salido  de  la  cual  se  en- 
corva al  NW.,  no  en  busca  de  la  ciudad  como  antes,  sino  con  ten- 
dencia á  alejarse  de  ella,  con  terror  de  los  moradores,  que  en  ve- 
rano tienen  que  ir  en  busca  del  agua  á  considerable  distancia.  En  el 
valle,  donde  su  caudal  es  uniforme,  corre  por  cauce  de  piedra  con 
raudales  hasta  Corozal,  donde  forma  un  pequeño  salto,  á  partir  del 
cual  es  navegable  por  su  venaje,  pero  iniítil  por  lo  angosto  del  cauce, 
lo  numeroso  y  estrecho  de  sus  curvas  y  por  el  temor  de  los  indios  goa- 
jiros que  infestan  sus  márgenes  y  á  veces  cortan  las  comunicaciones 


Nueva  Geografía  de  Colombia  577 


«ntre  Riohacha  y  "  el  interior  de  la  Provincia,"  á  pesar  de  gastarse 
muchos  miles  de  pesos  en  sostener  una  policía  que  no  ha  dado  re- 
sultados satisfactorios.  En  este  valle  quedan  las  poblaciones  de 
Marocaso,  que  exporta  objetos  de  fique ;  Caracoli  y  Tembladera, 
simples  corrales  de  ganado  ;  Chorrera,  que  negocia  en  palo  brasil, 
pintorescamente  situada  al  pie  de  una  larguísima  escarpa  de  cal- 
cáreo azul  de  casi  200  metros  de  altura,  sirve  de  descanso  á  lo» 
arrieros  y  también  de  depósito  cuando  el  río  no  da  vado  y  cerca 
tiene  la  bifurcación  para  el  Valledupar  ;  Fonseca,  bonita  población, 
la  segunda  de  la  comarca  por  su  riqueza  y  sus  cafetales ;  Corraleja 
y  Cañaboba,  entre  grandes  plantíos  de  caña  de  azúcar  ;  el  Tablazo, 
con  numerosos  ganados  pero  sin  agua  potable ;  Barrancas,  que 
vende  á  los  goajiros  grandes  cantidades  de  ron  y  caballos  superio- 
res á  los  afamados  de  la  península,  por  estar  habituados  á  andar 
sobre  piedra  y  á  sufrir  la  plaga,  y  Soldado,  villorrio  que  no  obs- 
tante su  cortedad  fue  capital  del  antiguo  territorio  goajiro  y  mer- 
cado para  los  indios,  pues  muy  pocos  blancos  se  atreven  á  pasar 
al  otro  lado  del  río.  Entre  las  dos  últimas  poblaciones  citadas  hay 
varias  aldeas  de  ganaderos  en  progreso,  como  Papayal,  Cuacamal, 
Pozo  Hondo,  Hato  Nuevo  y  el  Pozo.  Cuanto  á  las  aldeas  de  More- 
no, Boquerón  y  el  Paso,  aun  cuando  situadas  sobre  el  camino  ca- 
rretero, han  sido  abandonadas  por  temor  á  los  goajiros. 

De  la  cima  de  San  Pablo,  cadena  porñdítica  que  se  destaca  del 
macizo  principa]  de  la  Sierra  Nevada,  para  perderse  al  oriente  ha- 
cia los  líanos  de  la  Goajira,  y  es  cortada  por  el  camino  de  Treinta  á 
Fonseca,  se  ven  por  todas  partes  plantíos,  labranzas  y  palmeras 
que  semejan  jardines  encantados  por  su  contraste  con  las  llanuras 
arenosas  y  áridas  que  se  extienden  hasta  el  mar.  Hacia  el  S.  se 
vislumbra  una  parte  de  la  rica  llanura  de  San  Juan  de  Cesar,  domi- 
nada al  frente  por  las  cimas  azulosas  de  la  Sierra  Negra ;  al  pie 
queda  el  río  Ranchería  que,  amplio  torrente  allí,  se  precipita  por 
entre  grandes  escarpas  antes  de  describir  el  vasto  semicírculo  que 
lo  guía  al  mar.  Todas  las  colinas  que  rodean  esta  hoya  se  mues- 
tran cortadas  por  cantiles  cuya  base  está  á  la  misma  altura,  por  lo 
cual  es  imposible  no  imaginar  que  en  otro  tiempo  las  aguas  lle- 
naban el  espacio  comprendido  entre  la  Sierra  Nevada  y  la  Sierra 
Negra,  y  que  al  retirarse  han  dejado  uno  de  los  valles  más  ade- 
cuados para  recibir  inmigrantes,  por  su  riqueza,  su  salubridad  y 
sus  fáciles  comunicaciones  con  el  Magdalena  y  el  mar.  Entre  los 
pueblos  allí  situados  se  distingue  Villanueva,  por  su  mágico  aspec- 
to y  su  prosperidad.  Las  casas,  pintadas  de  amarillo,  están  som- 
breadas por  árboles  de  una  opulencia  rara  aun  en  la  zona  ecuato- 
rial ;  buenos  caminos  adecuados  para  ruedas  irradian  en  todas  di- 
recciones ;  acequias  que  se  deslizan  murmurando  sobre  las  piedras, 
mantienen  la  frescura  de  las  huertas ;  á  lo  lejos  se  extiende  la  lla- 
nura como  inmenso  río  de  verdura  entre  las  dos  fronterizas  serra- 
nías. Al  Oriente  la  Sierra  Negra,  modesta,  comparada  con  su  rival, 
abre  sus  amplios  valles  selvosos  y  despliega  sus  cimas  redondea- 
das, sobre  las  cuales  se  yergue  Cerro  Pintado,  colocado  allí  como 
inmensa  fortaleza  rectangular  que  proyecta  baluartes  alternati- 
vamente blancos  y  negros,  en  el  flanco  muestra  fajas  irizadas  de 
verde  y  azul,  y  se  continúa  por  una  serie  de  cumbres,  ora  redon- 


NUKVA  GEOGKAriA  DI  CoLOMBlA 


das,  ora  abruptas  y  angulosas.  Al  Occidente  la  Sierra  Nevada  le- 
vanta sus  escarpados,  desnudos  y  rojizos  flancos,  y  corona  su  enor- 
me muro  con  picos  piramidales  cubiertos  de  nieve  que  de  lejos 


semeja  un  revestimiento  de  mármol,  y  presentan  á  los  ojos  del  es- 
pectador, al  nacer  el  sol,  uno  de  los  cuadros  más  bellos  de  la  tie- 
rra americana.  Abajo,  la  vasta  llanura  del  Cesar  que  se  pierde  en 


Nueva  Giogratia  dx  Colombia  579 


lejanía,  nivelada  como  la  superñcie  de  un  lago»  dilata  del  uno  al. 
otro  horizonte  sus  olas  de  verdura,  en  medio  de  las  cuales  se  des- 
tocan algunos  puntos  blancos  ó  rojos  :  las  aldeas  y  caseríos.  Segu- 
ramente en  un  tiempo  no  lejano  esos  puntos,  adn  distantes  unos  de 
otros,  aumentarán  como  islas  que  emergen  lentamente  del  seno  de 
los  mares,  luego  se  unirán  por  líneas,  y  por  último  el  paisaje  será 
europeo,  sin  perder  su  hermosura  tropical.  En  estas  regiones  el 
café  se  produce  con  singular  riqueza,  y  á  la  fecha  varios  millones 
de  plantas  ocupan  la  comarca,  que  por  la  falta  de  un  ferrocarril  y 
de  un  buen  puerto,  no  es,  como  debiera  serlo,  uno  de  los  emporios 
de  la  riqueza  nacional. 

En  una  palabra,  la  Nevada  es  un  mundo  en  compendio,  un 
verdadero  microcosmos,  una  isla  de  clase  sui  géneris,  donde  todos 
los  días,  de  las  2  á  las  4,  estalla  recio  aguacero  acompañado  de 
rayos,  al  lado  del  frailejón  de  los  páramos  del  interior  y  la  palma 
de  cera  del  Quindío,  hay  otras  plantas  especiales,  y  si  en  unos  pun- 
tos la  vegetación  es  frondosa,  en  otros  casi  faltan  los  árboles.  Las 
profundidades  de  la  Nevada  conservan  en  todo  tiempo  un  silencio 
desconocido  en  otras  partes :  nada  se  mueve,  nada  suena  en  sus  gar- 
gantas ;  los  insectos  no  existen,  los  pájaros  son  muy  raros,  las  cima- 
rroneras no  remontan  sus  flancos,  y  sin  embargo  hay  vegetales  sufi- 
cientes para  mantener  toda  clase  de  animales.  Y  por  una  particu- 
laridad inexplicable  todas  las  tentativas  hechas  para  fundar  colo- 
nias, han  sido  infructuosas :  ¿  es  una  hermosa  de  corazón  de  hielo, 
que  nada  siente,  y  sólo  tiene  el  don  de  aniquilar  al  que  la  acaricia  ? 
¿  Ignoran  aún  los  hombres  cómo  es  que  se  puede  cautivar  esa  es- 
finge ?  Lo  cierto  es  que  en  tanto  que  en  sus  falcas  la  población  ha 
aumentado  de  un  modo  normal,  en  la  región  fría  y  templada,  no 
obstante  su  extensión,  no  existen  sino  unos  3,000  habitantes,  que 
faltos  de  caminos  para  exportar  sus  frutos,  se  limitan  á  producirlo 
que  necesitan  para  su  propio  consumo. 

En  torno  de  las  cimas  nevadas  y  en  los  más  agrestes  valles 
del  macizo,  habitan  algunos  miles  de  indios  aruacos,  restos  de  los 
Taironas,  los  que  forman  unos  pocos  pueblos  Je  agricultores,  y,  con- 
tra la  creencia  común,  son  más  pequeños,  más  débiles  y  menos  in- 
teligentes que  sus  cuasi  vecinos  los  goajiros  ó  los  motilones :  son 
supersticiosos,  católicos  de  nombre,  feos,  casi  negros,  pusilánimes  y 
tiemblan  en  presencia  de  los  blancos.  Las  mujeres,  siempre  sucias 
y  hediondas,  aquejadas  de  males  venéreos  y  cubierto  el  rostro  por 
espesa  y  corta  cabellera  en  que  abundan  los  piojos,  visten  una  es- 
pecie de  camisola  de  tela  gruesa  y  blanca  que  les  impide  los  mo- 
vimientos, oculta  las  formas  y  las  obliga  á  caminar  á  pasos  cor- 
tos. C«mo  cargan  los  hijos  en  un  saco  suspendido  á  la  frente  por 
una  cuerda,  tienen  que  andar  encorvadas  para  equilibrar  tal  peso, 
á  la  vez  que  sacan  las  manos  para  tejer  sus  mochilas,  por  lo  que  su 
aspecto  nada  tiene  de  gentil,  no  obstante  lo  cual  hacen  jornadas  de 
muchas  leguas  en  un  día,  por  los  ásperos  senderos  de  la  montaña. 
Los  hombres  visten  de  un  modo  análogo,  y  todos  usan  por  som- 
brero una  especie  de  bonete  de  fique,  y  para  ceremonia  se  tercian 
mochilas  de  lana,  en  vez  de  las  de  cabuya.  Para  dormir  usan  ca- 
mas de  una  paja  muy  suave.  Son  hábiles  en  el  uso  del  riego  para 
fecundizar  sus  labranzas  y  en  la  construcción  de  cercados. 


S8o  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Con  todo,  y  á  p>esar  de  su  pobreza  y  escasa  ¡nteligencia,  los 
aruacos  son  industriosos  y  saben  una  multitud  de  cosas  que  igfno- 
ran  los  libres  goajiros :  para  vivir  en  los  fríos  valles  de  la  Sierra, 
es  preciso  que  siembren,  se  construyan  viviendas  y  se  procuren 
vestidos.  A  los  traficantes  venden  cuerdas,  sacos  y  mochilas  teji- 
das con  la  fibra  del  agave  (cabuya),  que  saben  teñir  de  diversos 
colores.  La  saliva,  por  medio  de  la  masticación,  la  emplean  para 
fabricar  el  aguardiente  y  el  queso.  Los  aruacos  son  hipócritas, 
pero  no  pérfidos ;  y  si  á  veces  tratan  de  vengarse  de  sus  opreso- 
res que  los  esquilman  y  maltratan,  nunca  rehuyen  el  pago  de  las 
deudas  que  han  contraídc*,  por  lo  cual  los  comerciantes  les  fían 
malas  mercancías  y  los  mantienen  así  en  una  especie  de  esclavi- 
tud que  impide  su  progreso.  Los  más  civilizados,  por  cuanto  se 
visten  como  los  naturales  del  Valle,  son  los  de  Atanques,  y  los  más 
laboriosos  los  de  San  Sebastián. 

En  los  pueblos,  las  casas  son  objetos  de  lujo,  pues  no  las  ocu- 
pan sino  en  época  de  fiestas  ;  el  resto  del  tiempo  lo  pasan  en  sus 
labranzas  ó  dehesas,  y  en  ambas  localidades  las  viviendas  com- 
prenden siempre  tres  chocitas:  en  una  habita  el  marido,  en  otra 
la  mujer  con  los  hijos,  y  la  tercera,  más  pequeña,  es  un  templo 
de  Himeneo,  lo  que  no  impide  que  las  mujeres  tengan  costumbres 
disolutas.  Los  ancianos  se  reúnen  con  frecuencia  á  saborear  el 
poporroy  que  para  los  aruacos  en  cierto  modo  reemplaza  al  tabaco 
de  los  civilizados.  En  lo  general,  estos  indios  poco  se  alimentan  en 
el  día^  y  hacen  su  mayor  comida  á  las  nueve  de  la  noche. 

Desarrollo  exagerado  puede  parecer  el  que  hemos  dado  á  la 
descripción  física  de  la  Costay  si  se  compara  con  el  de  las  demás 
secciones  del  país  ;  pero  no  hemos  vacilado  en  hacerlo,  teniendo  en 
cuenta  que  dicha  comarca  es  el  vestíbulo  de  Colombia,  por  así  de- 
cir, y  que  por  la  exactitud  de  lo  referente  á  ella  juzgarán  los  ex- 
tranjeros del  resto  de  nuestra  labor. 

X.  Goajira — En  el  ángulo  Nordeste  de  la  República  y  tam- 
bién del  actual  Departamento  del  Magdalena,  se  encuentra  la 
gran  península  Goajira,  que  se  interna  40  leguas  mar  adentro 
para  formar  á  su  derecha  el  golfo  de  Maracaibo,  alcanzando 
á  18  leguas  su  máxima  anchura.  Topográficamente  considerada, 
la  Goajira  se  divide  en  dos  porciones :  la  baja,  ó  sea  el  gran 
llano  que  se  extiende  desde  Riohacha  hacia  Maracaibo  por  la 
Teta,  y  la  alta,  ó  sea  la  península  propiamente  dicha,  montañosa 
y  estéril.  Esta  es  una  reunión  de  colinas  de  mediana  altura  que  se 
hacen  notables  por  su  número,  por  sus  formas  cónicas,  y  por  agru- 
parse en  tres  zonas  paralelas  que  dejan  al  medio  cintas  llanas  que  se 
extienden  de  un  mar  al  otro.  Hacia  el  remate  de  la  península  se 
levantan  los  cerros  más  compactos,  dominados  por  el  Itujoro,  que 
casi  siempre  se  muestra  encapotado  por  densas  nubes,  por  lo  cual 
no  escasea  la  lluvia,  de  donde  que  éste  sea  el  único  sitio  fértil  de 
toda  la  península  :  allí  se  encuentran  arroyuelos  y  lagunetas.  y  si 
en  la  cumbre  el  huracán  es  incesante  y  el  frío  considerable,  en  las 
faldas  están  las  rocerías  de  los  indios,  variadas  y  algo  extensas. 
Esta  serranía  ofrece  varias  interrupciones  que  los  habitantes  de  la 
comarca  aprovechan  para  establecer  sus  caminos. 


Nueva  GeookafÍ*  di  Colohma 


Los  montes  que  sig^uen  hada  el  Sur  se  componen  de  hileras 
de  cerritos  cubiertos  de  selva  poco  poblada  en  que  abundan  los 
matorrales  espinosos  y  las  barrancas,  y  si  en  la  estacidn  de  lluvias 
se  visten  de  verdura,  en  las  dos  terceras  partes  del  año  presentan  un 
aspecto  desolado.  Desde  sus  cumbres  culminantes  se  domina  la  costa 
en  bello  panorama,  y  aparecen  las  bahías  de  Pórtete,  Bahiahonda 
y  Bahiahondita,  delineadas  como  en  un  mapa.  Los  cerros  de  esta 
cadena  están  entrecortadus  por  los  innumerables  senderos  que  sir- 
ven á  los  indios  para  su5  periCÍdicas  emigraciones. 

En  fin,  la  serranía  meridional  es  más  abultada  que  las  otras 
dos  y  está  flanqueada  por  numerosas  cumbres  aisladas  y  cuchillas 
de  ordinario  paralelas  entre  sí.  Este  relieve  aparece  desnudo  de 
vegetación,  y  dondequiera  muestra  la  roca  viva,  y  regados  enormes 


riglira  2:c)— ll..ja  Gn.ijlra  ;   La  Tcli- Según  S.  CotlíS 

pedrejones.  Certa  de  estas  moles  se  destaca  la  célebre  Teta,  de 
perfil  perfecto,  flancos  cubiertos  de  espinos,  y  desde  su  cumbre  se 
domina  uno  de  lus  paisajes  más  bellos  de  la  península. 

Si  en  invierno  no  escascan  lus  pozos  ni  los  arroyos,  en  verano 
se  encuentran  por  dondequiera  acentuados  cauces  secos,  anchos  y 
arenosos,  que  serpean  por  entre  las  colinas  ó  vagan  por  la  llanura 
con  vueltas  y  revueltas  caprichosas.  En  los  llanos,  abajo  de  la 
Teta,  por  su  topografía,  el  agua  invernal  se  estanca,  en  vez  de 
correr  hacia  el  mar,  por  lo  cual  son  fértiles,  y  cuando  está  seco  y 
abrasado  el  resto,  sirven  de  centro  á  donde  convergen  los  indios  de 
la  Goajira  entera.  En  invierno  en  estos  cauces  se  forma  un  río,  el 
San  Juan,  que  corre  por  algunas  horas  hacia  el  mar  ;  en  los  limites 
occidentales  de  la  península  se  halla  el  Ranchería,  verdadero  río, 
con  afluentes  que  nunca  se  secan,  por  lo  cual  sus  vegas  son  el  ijl- 
timo  refugio  de  los  sedientos  goajiros. 

Por  esto  la  principal  tarea  y  ocupación  de  los  habitantes  es 
abrir  pozos  en  busca  del  precioso  liquido  y  dar  agua  á  las  bestias 


582  Nueva  Giograt/a  di  G)lombu 


y  ganados,  divertida  operación  que  ocupa  á  veces  largas  horas 
del  día.  Diversamente  regados  en  el  territorio,  siempre  cerca  de 
los  pozos  y  las  fuentes,  y  principalmente  en  las  partes  montañosas, 
estin  los  pueblos  indios,  que  no  son  otra  cosa  que  grupos  de  ran- 
chos  que  rara  vez  llegan  á  una  docena  y  son  habitados  por  una 
especie  de  tribu  siempre  reducida,  por  lo  cual  con  frecuencia  va-» 
rían  de  situación.  En  verdad,  los  indios  llevan  una  vida  nómade  y 
ocultan  sus  habitaciones  y  su  numero  cuanto  es  posible. 

En  resumen :  la  Goajira  es  una  tierra  interesante,  de  paisa- 
jes singulares,  de  mirajes  extraños  y  asombrosos,  pero  no  hermo- 
sa ni  adecuada  para  viajes  de  placer,  mientras  los  indios  no  estén 
sometidos  y  haya  seguridades  contra  sus  tropelías. 

De  los  goajiros  hizo  el  historiador  Plaza  una  descripción  un 
tanto  poética,  en  las  siguientes  líneas:  "Valientes  y  arrojados, 
expertos  en  domar  un  potro,  veloces  como  el  viento  en  la  carrera, 
prácticos  en  manejar  las  armas  de  fuego  en  sus  briosos  caballos, 
sufridos  en  las  intemperies,  perspicaces  y  conocedores  de  las  ce- 
ladas y  estratagemas  de  ia  guerra,  por  las  lecciones  que  han  reci- 
bido de  los  extranjeros,  son  casi  inconquistables  por  la  fuerza.  Los 
goajiros  tienen  una  civilización  relativa ;  comercian  en  armas,  mu- 
niciones, herramientas  y  bujerías  por  los  puertos  de  Bahiahonda, 
Pórtete,  Tarva  y  otros,  dando  en  retomo  perlas,  maderas  de  tinte, 
ganados  y  otros  productos  de  su  territorio.  Su  vestido  consiste  ea 
una  media  camisa  de  algodón  que  llaman  chamarreta  ;  llevan  una 
especie  de  manta  de  varios  colores  terciada  sobre  el  hombro,  que 
les  alcanza  á  la  mitad  del  cuerpo,  y  los  calzones  que  usan,  tambiái 
de  algodón,  no  los  abrigan  sino  hasta  media  pierna.  De  un  lado 
llevan  la  mochila  del  hayo,  vegetal  que  mascan  y  comen  como  ali- 
mento nutritivo,  y  conducen  colgado  á  la  cintura  el  poporo  ó  cala- 
bazo donde  guardan  una  cal  finísima,  extraída  de  las  conchas  del 
mar.  Es  muy  natural  ver  á  la  india  goajira  cargada  con  un  haz 
de  leña  á  la  espalda,  y  llevando  en  sus  brazos  una  ó  dos  criaturas, 
mostrando  aquellas  pobres  mujeres  la  sujeción,  el  respeto  y  el  te- 
rror que  tienen  al  varón,  que  en  pos  suya  camina  con  paso  mesu- 
rado, sirviendo  de  escolta,  muy  serio,  grave  y  majestuoso,  siempre 
concentrado  en  un  profundo  silencio  y  desplegando  un  aire  repug- 
nante de  señorío  y  despotismo,  al  lado  de  su  pensativa  compañera, 
ostentando  una  arrogancia  de  libertad  propia  de  su  estado  de  in- 
dependencia y  de  la  honrosa  tradición  que  conservan  de  haber  re- 
sistido por  tanto  tiempo  los  halagos  y  la  seducción  de  los  gober- 
nantes y  el  imperio  de  la  fuerza." 

En  verdad,  las  condiciones  mismas  de  su  territorio  han  con- 
tribuido, antes  que  todo,  para  que  los  goajiros  resistieran  á  los  es- 
pañoles ;  después  de  la  Independencia  nunca  se  ha  pretendido 
sujetarlos  á  la  fuerza,  y  la  acción  del  tiempo,  de  la  civilización  y 
del  comercio  modifican  poco  á  poco  á  estos  indios,  ganándolos  de 
corazón  para  la  República  que  abiertamente  nunca  ha  sido  desco- 
nocida por  ellos.  Por  esto  erraron  los  que  escribieron  que  la  Goa- 
jira es  sana,  bella,  feraz,  con  abundantes  y  exquisitas  aguas,  que  si 
tal  fuera,  los  españoles  la  habrían  dominado,  pues  no  cedieron  en 
su  empresa  sino  cuando  una  expedición  militar  la  recorrió  y  no 
encontró  en  la  península  sino  arenales. 


Nueva  Gsografía  dx  Colombia  583 


Lx>s  goajiros,  cuyo  número  más  bien  ha  disminuido  en  el  dlti- 
mo  siglo,  son  hermosos,  valientes,  de  piel  roja  como  ladrillo,  que 
se  ennegrece  con  la  edad ;  tas  mujeres,  soberbiamente  envuelta.s 
en  amplios  mantos,  llevan  sus  hijos  á  horcajadas  sobre  las  caderas, 
conservan  siempre  una  gran  perfección  de  formas,  pero  desfígu- 
ran  sus  hermosos  rostros  con  pinturas  con  achiote.  Para  este  pue- 
blo la  verdadera  distinción  es  la  de  la  belleza,  la  de  los  cuerpos 
robustos,  ágiles  y  bien  conformados.  Quizá  entre  los  indios  de  Amé^ 
rica  no  hay  otros  de  mirada  más  fiera,  ademán  más  altivo  y  formas 
más  esculturales.  Los  hombres,  como  las  mujeres,  usan  larga  ca- 
bellera, bien  adornada  con  flores  ó  plumas,  y  usan  mantas  de  colo- 
res vistosísimos.  Son  nómades  y  viven  del  comercio,  la  pesca,  la 
cría  de  ganados,  por  lo  cual,  segün  la  estación,  se  ven  obligados  á 
cambiar  de  morada,  recorriendo  ya  los  bosques  para  recoger  el 
dividivi ;  ya  el  litoral,  en  persecución  de  la  tortuga ;  ya  las  saba- 
nas, arriando  los  animales  en  busca  de  mejores  pastos  ó  aguas  más 
abundantes,  que  faltan  en  los  grandes  veranos,  en  los  cuales  no 
les  queda  otro  recurso  que  las  riberas  del  Ranchería  ó  del  Macuira. 
Sus  transitorias  poblaciones  se  construyen  rápidamente ;  el 
rancho  que  ha  de  abrigar  á  cada  familia  se  levanta  en  algunas 
horas :  los  hombres  clavan  cuatro  estacas,  las  mujeres  entrelazan 
las  ramas  que  deben  servir  de  techo,  y  los  muchachos  vuelcan  la 
piragua ;  á  veces  en  invierno  colocan  una  tela  del  lado  del  alisio. 
Cuando  se  decide  nuevo  viaje,  basta  quitar  las  telas  y  enderezar 
las  piraguas,  no  quedando  del  pueblo  sino  algunas  ramas  secas  y 
las  piedras  ennegrecidas  de  las  hogueras. 

El  estudio  de  los  goajiros  deja  aun  qué  desear,  porque  el  esta- 
do de  anarquía  en  que  viven  no  ha  permitido  á  los  viajeros  profun- 
dizar sus  investigaciones  en  la  península  á  que  han  dado  nombre. 
Estos  indios  se  dividen  en  grupos  análogos  á  los  clanes  escoceses,  y 
varios  de  ellos  forman  una  especie  de  tribu,  ninguna  de  las  cuales 
cuenta  4,000  individuos  en  la  actualidad,  al  perecer,  porque  la 
mezcla  en  que  viven  impide  los  cálculos  exactos  :  el  indio  perte- 
nece al  grupo  de  la  madre,  bien  que  no  exista  el  matriarcato.  Ca- 
recen de  leyes,  se  rigen  por  hábitos  y  costumbres  complexos,  pero 
en  la  esencia  están  sujetos  á  una  aristocracia  plutocrática  :  el  po- 
bre, aun  cuando  enriquezca,  nunca  es  mirado  como  noble  ;  pero 
este  ultimo,  si  empobrece,  nada  vale.  Al  dinero  prefieren  los  ga- 
nados de  toda  especie,  pero  ningdn  rico  mantiene  reunidos  los  su- 
yos en  un  solo  grupo  por  temor  á  los  ladrones  (cocinas),  que  son  nu- 
merosos y  forman  partidas  á  órdenes  de  a/amados  jefes. 

Los  goajiros,  adoradores  de  la  fuerza  y  el  dinero,  son  borra- 
chos, fumadores  empedernidos,  pedigüeños  hasta  lo  increíble,  mi- 
serables y  ladrones,  y  asesinos  cuando  creen  que  su  delito  ha  de 
permanecer  oculto ;  miran  como  un  ultraje  que  se  les  llame  por 
su  propio  nombre;  todo  lo  arreglan  con  dinero,  incluso  la  vet/deZ/a, 
que  es  su  gran  ley,  y  cobran  por  todo,  ya  el  precio  de  la  sangre, 
ya  el  de  las  lágrimas  que  han  vertido  por  cualquier  causa. 

Las  tribus  acostumbran  vagar  por  unos  mismos  parajes;  nun- 
ca construyen  viviendas  estables,  ni  ranchan  reunidos  por  temor  de 
caer  todos  en  una  misma  sorpresa,  y  ponen  siempre  vigía  en  sus 
campamentos;  gustan  pasar  el  día  en  una  hamaca  á  la  sombra;  no 


su 


NVEVA  CrSOORAFIA  DE  CoLOMBIA 


nombran  á  los  muertos  ;  el  fallecimiento  de  alguno  es  pretexto 
para  grandes  borracheras,  y  enclaustran  las  doncellas  desde  su  pu- 
bertad hasta  que  se  casan. 

Los  goajiros  han  respetado  á  Riohacha,  ciudad  que  llaman 
Jepera,  porque  la  necesitan  para  su  comercio ;  pero  hasta  dentro 
de  ella  se  gobiernan  conforme  á  sus  costumbres  tradicionales,  y 
por  la  misma  razón,  cuando  han  entrado  en  guerra  con  los  blan- 
cos, satisfechos  en  sus  venganzas,  van  ellos  mismos  á  ofrecer  la 
paz,  que  nunca  les  es  rehusada.  Estos  indios,  entre  quienes  el  ma- 
trimonio no  es  sino  un  contrato  comercial,  son  hospitalarios,  y  como 
los  árabes,  son  leales  y  protegen  al  huésped  que  ha  pisado  su  ho- 
gar ó  han  tomado  bajo  su  protección.  Cuanto  á  sus  demás  costum- 
bres y  sus  prácticas  religiosas,  no  es  este  el  lugar  adecuado  para 
mencionarlas. 

XI.  La  comarca  de  Maracaibo.  Al  Oriente  del  Valle  de  Rio- 
grande  en  su  sección  de  Tamalameque  y  el  bajo  Lebrija,  al  N.  de 
kis  grandes  mesas  que  forman  el  lomo  de  la  cordillera  oriental  y 
al  SW.  del  lago  de  Maracaibo,  se  dilatan  las  tierras  de  Ocaña  y 
Cdcuta,  que  constituyen  la  parte  colombiana  de  esa  gran  cuenca 
que  domina  la  Sierra  Nevada  de  Mérida  y  guarda  en  su  fondo  el 
lago  citado.  Groseramente  el  área  de  esta  zona  del  suelo  patrio  re- 
presenta la  mitad  izquierda  de  una  U  con  altos  relieves  al  Medio- 


Figoia  220— Dia£imina  de  Im  secciones  que  oonstituyen  la  comarca  de^Marasaib» 


NuKVA  Giookafía  db  Colombu  585 


día,  bajas  llanuras  al  Septentrión,  y  está  subdívidida  oblicu^tnente 
en  dos  porciones  montañosas  que  se  funden  en  la  misma  llanura;  al 
-Occidente  se  encuentran  las  mesas  de  Ocaña  ó  del  Catatuiobo^  en 
tanto  que  al  Oriente  se  abren  los  ralles  del  Zulia  ó  de  Cücuta,  am- 
bos notables  por  sus  rasgos  esenciales. 

a)  Ocaña — La  porción  de  serranías  que  media  entre  el  Magda* 
lena  y  el  Zulia,  ó  sea  de  las  cumbres  que  desde  el  páramo  de  Gue- 
rrero empiezan  á  separarse  ensanchando  después  notablemente 
su  conjuntó  de  crestas  y  ramales,  ora  en  la  dirección  del  NNE., 
ora  replegándose  sobre  sí  mismas  en*  forma  de  óvalos  y  semióvalos, 
reúne  tales  caracteres,  que  su  mera  vista  provoca  las  reflexiones  del 
observador,  en  especial  en  los  terrenos  encerrados  entre  el  Cerro 
Pelado  y  el  espinazo  del  páramo,  cerca  de  las  Chiniinecas.  Estos 
cerros,  la  prolongación  del  ramal  donde  nace  el  río  Borra,  que 
llega  á  dicho  alto  de  las  Chiminecas,  y  la  de  un  estribo  que  se  des- 
prende junto  de  Puebloviejo,  pasa  por  detrás  de  Brotaré  y  San  An- 
tonio, y  termina  á  manera  de  martillo  en  el  alto  de  Trampatigre, 
formarían  una  cuenca  cuadrilonga  cerrada,  si  el  río  Catatumbo  no 
la  cortara  á  lo  largo  pasando  entre  las  bases  de  este  ultimo  alto  y 
«1  de  Paramito.  Este  espacio,  que  mide  diez  leguas  de  S.  á  N. 
y  la  mitad  de  E.  á  W.,  comprende   terrenos  margosos  delezna* 
bles  en  extremo,  y  al  parecer  depositados  por  acarreo  dentro  de 
un  líquido.  Además,  inspeccionando  el  ramal  oriental  de  la  serra- 
nía, aquí  paralelo  al  occidental  ó  de  Ocaña,  se  nota  que  más  allá 
del  cerro  de  la  Horqueta  describe  un  semicírculo  en  demanda  de 
aquél,  con  el  cual  se  reüne  y  confunde  hacia  el  punto  que  se  de- 
nomina Bobalí :  el  río  Tarra  sigue  el  pie  S.  de  dicho  ramal  y  cae 
al  Catatumbo  poco  antes  del  paraje  en  que  éste  pasa  al  través  de 
dicho  lomo,  precipitándose  por  una  rotura  producida  por  algún 
movimiento  orográfíco.  Dentro  de  la  cuenca  se  hallan  los  llanos 
de  La  Cruz,  con  las  ensenadas  de  Seca  y  Labranza  y  de  Ocaña, 
que  se  comunican  jX)r  entre  cerros  pedregosos  y  derruidos,  y  en 
los  cuales  se  ven,  á  200  metros  sobre  el  llano,  lechos  de  piedras 
rodadas  extendidas  en  la  dirección  de  los  ríos  que  descienden  de  la 
cordillera.  Esas  planicies  están  hoy  regadas  por  los  riachuelos 
<jrande  y  Oro. 

Los  cerros  que  demarcan  el  cuadrilongo  mencionado  entre  el 
Pelado,  Brotaré  y  los  ramales  de  Ocaña  y  Aspasica,  son  de  natu- 
raleza tal,  que  poco  resisten  á  la  erosión,  y  sus  detritus,  arrastra- 
dos por  las  aguas  á  las  hondonadas  y  quiebras  inferiores,  han  cons- 
tituido un  terreno  árido,  revolcado,  incapaz  de  sostener  vegetación 
vigorosa,  constantemente  movido  por  las  aguas  y  cortado  por  aber- 
turas y  barrancas  profundas,  cuyas  paredes  semejan  ruinas  góti- 
cas tan  caprichosas  como  pintorescas.  De  aquí  proviene  el  aspec- 
to uniforme  y  desolado  de  todo  el  territorio  medianero  entre  las  Ju- 
risdicciones y  Río  de  Oro,  privado  de  árboles,  salvo  en  las  cumbres 
y  cañadas  donde  se  forman  los  manantiales  que  originan  los  ríos  y 
quebradas.  El  resto  de  la  cuenca,  ó  sea  un  espacio  como  de  3,000 
kilómetros  D ,  se  compone  de  montecillos  aglomerados  sin  orden, 
como  el  oleaje  de  un  mar  tempestuoso,  á  trechos  revestidos  de 
«scasa  yerba  ó  de  pajonales  amarillos.  Mirando  estos  cerrillos  des- 

Nueva  Geografía  de  Colombia  TOMO  i — 38 


de  lo  alto  de  la  serranfa,  á  primera  vista  podrfa  suponerse  que  son 
las  ruinas  de  una  cordillera  hundida  en  su  centro  y  de  la  cual  no 
quedaron  sino  las  cumbres,  hoy  reducidas  d  colinas;  pero  un  exa- 


Fipura  aii— Cascada  del  Excnmulfia.Jo  (I[.ial«).srfi¿n  el  álbum  de  U  Comiíión 
<•  Corogrilicí— Incdil" 

men  más  atento  obliga  í  desechar  esa  hiptitesís  y  i  admitir  como 
indudable  origen  de  tales  alluntas  la  (ueria  erosiva  de  las  agitas  y 
los  hielos :  aun  hoy  día  las  corrientes  desbaratan  colinas  en  unos 
puntos  para  formarlas  en  otros.  .    .     ,   j    , 

También  i  lo  largo  de  la  vaguada  principal  de  la  cuenca  se 
hallan  bancos  de  piedras  rodadas,  ora  en  las  cimas  ora  en  los 
flancos  de  los  montecillos  formados  por  la  erosidn  en  las  antigtias 
ramblas  confluentes  sobre  las  planicies  de  Ocana  En  la  hoya  del 
Tarra  hay  anílogas  planicies  en  Presidente  y  Platillos.  En  un.  ^- 
labra  Sah.nalarga,  los  llanos  de  La  Crui,  Gaira,  Guayabal,  AJ- 
íodorál  y  Llanogrande,  y  las  mesetas  que  se  encuentran  en  el 
Sno  de  Puerto  Nacional  y  en  las  cercanías  de  San  Juan  Nep<>- 
muccno  lo  mismo  que  las  planicies  montuosas  t^e  San  Miguel, 
sSa  Cailina,  Presidente,  Presidentico  y  Platillos,  atestiguan 
una  formación  lacustre  ó  glaciar.  ^     .      .  « 

Cuanto  á  los  páramos  del  marco,  en  dondequiera  afloran  por 
entre  las  rotas  estratas  masas  de  roca  que  figuran  pirámides  y  agu- 
E que  se  agrupan  como  las  flautas  de  un  órgano;  por  la  tnisma 
caua  se  encuenMn  extensas  cavidades  subterráneas  cuyas  bóve- 
das se  han  hundido  en  varios  puntos  para  fortnar  aljo  asi  como 
Sudo,  llamados  pail»,  por  donde  las  aguas  llovedizas  connnilan 


A  Ge^-ghafÍa  de  Colombia 


intiltránduse  para  reaparecir  á  raíz  ile  las  verranía*  y  aumentar 
repentinamenti:  el  caudal  <li-  luh  líus. 

En  el  muro  orientül  de  la  rcyiiín  Mjbrcsalen  entre  los  cerros 
de  la  cordillera  dos  bellas  mesas  :  la  una  llamada  Rúa  y  la  otra 
Llana,  cubiertas  lie  pastos  y  nu  destituidas  de  aguas  ;  la  tradición 
local  dice  que  en  la  jjrimera,  que  midí;  15  kilómetros  de  largo 
por  5  de  ancho,  y  que  las  rtocas  amurallan  á  mant-ra  de  fortaleza, 
existió  un  puelilu,  segura menit  abandunadu  ]jor  lo  frío  y  destem- 
plado dj  la  localiJs J.  Dj-.  Ij  esa  mesa  r.-^-istra  la  vista  la  tupida 
selva  que  se  extiende  hasta  lI  lago  de  Maiaraibo  y  las  planicies 
de  Presidente  y  Plaiillus,  que  apenas  LU<nian  unos  pocos  habitan- 
tes. En  las  faldas  de  estas  cresttrLs  í.e  tiende  un  vigoroso  bosque, 
donde  en  vano  crecen  la  nacuma,  la  tagua,  la  quina  y  gomas,  resi- 
nas y  aromas  excelentes,  y  se  da  caíé  de  superior  calidad,  así  como 
en  las  vegas  de  los  ríos  trece  vigoroso  el  árbol  del  cacao :  aún 
falta  población  que  aproveche  esas  regiones.  La  tcmpeíatura  es 
suave  en  lo  general,  y  el  clima  sano,  pues  sólo  en  el  fondo  de  las 
hoyas  de  los  grandes  ríos  es  malsano  por  el  e.vceso  de  humedad, 
por  lo  sufocante  de  la  atmósfera  y  por  lo  alundanle  de  la  plaga. 

El  camino  del  interior  á  Ocaña  al  llegar  á  la  cumbre  de  las 
Jurisdicciones  entra  de  golpe  á  un  mundo  distinto:  en  sus  primeras 
leguas,  ó  sea  hasta  el  pueblo  de  La  Cruí^,  apenas  se  hallan  casi- 
tas y  escasos  cultivos.  Transitase  al  principio  por  callejones  profun- 
dos y  rápidos,  después  por  entre  colinas  y  explanadas,  roídas  por 
barrancos  de  denudación,  en  cuyos  muros  se  ven  agujas  y  pórti- 
cos tan  variados  como  pintortscos.  Las  tierras  flojas  forman  me- 
setas desordenadas,  colinas  y  monleeillos  instables  sin  cañadas  ni 
vegetación,  todo  asentándose  por  escalones  en  pequeños  valles  per- 
petuamente transportados  hacia  las  grandes  vaguadas,  por  lo  cual 
el  paisaje  es  desolado  y  monótono,  pero  grandioso  á  la  vez. 

La  Cruz  está  cerca  de  la  ribera  izquierda  del  Guayabal,  en 
el  extremo  N.  de  un  lindo   valle  de  aluvión,   con  ricas  dehesas  y 


Fifiura  aaa— Ücañ»  (parle  altaj— De  fotografía 


588  NuKVA  Geografía  ds  Colombia 


muchos  granados.  Adelante,  á  la  vera  del  ríachuelo  llamado  por 
antonomasia  Ríogrande,  tributario  del  Catatumbo,  en  un  pequeño 
llano  arenoso  rodeado  de  cerros  áridos  y  desnudos,  se  asienta  Oca- 
ña,  con  clima  suave  pero  no  sano,  con  calles  irreg'ulares,  casas 
bajas  pero  aseadas,  mujeres  hermosas  y  familias  cultas,  aun  cuan- 
do más  amantes  de  vivir  en  sus  casas  que  de  cultivar  relaciones 
sociales.  La  ciudad,  que  ha  progresado  en  los  ültimos  años,  tiene 
en  la  parte  baja  un  barrio  llamado  La  Playa,  á  orillas  del  río,  y 
otro  alto,  de  aspecto  pintoresco  por  la  dispersión  de  las  viviendas 
entre  huertas  perfumadas. 

A  pesar  del  desarrollo  de  la  comarca,  las  soledades  princi- 
pian á  cortas  distancias  de  la  capital,  en  forma  de  bosques  obstruí- 
dos  por  el  amontonamiento  de  vegetales  sobre  vegetales,  de  tron- 
cos sobre  troncos,  creciendo  con  una  fuerza  prodigiosa  y  esta- 
llando por  la  dilatación  de  la  savia  exuberante  que  bajo  un  sol 
abrasador  hierve  y  circula  sin  freno.  No  son  por  esto  raras  las 
escenas  silvestres,  ni  puede  transitarse  mucha  parte  del  territorio : 
las  fiebres,  los  pantanos  é  inundaciones  y  los  animales  defienden  el 
resto.  Para  ir  á  Aspasica,  que  demora  al  Oriente,  se  camina  por 
en  medio  de  colinas  y  pequeños  valles,  cortados  .por  agrias  barran- 
cas, constantemente  agrandadas  y  cambiadas  por  las  lluvias.  El 
pueblo,  situado  en  la  estrecha  falda  de  un  cerro  de  regular  clima, 
es  centro  de  grandes  cultivos,  entre  ellos  café  y  cebollas.  No  lejos, 
al  N.,  le  demora  el  arruinado  caserío  de  La  Palma,  entre  frondosa 
vegetación,  á  orillas  del  rápido  Borra ;  frontera  tiene  la  célebre 
Mesarrica.  Después,  ya  en  los  confines  del  desierto,  está  el  vecin- 
dario de  Presidente,  que  tuvo  su  origen  en  indios  motilones  redu- 
cidos, no  lejano  de  la  hoz  por  donde  im{>etuoso  se  precipita  el  Ca- 
tatumbo  hacia  las  llanuras  bajas ;  más  allá  estala  selva  virgen,  con 
las  fieras  y  las  flechas  de  los  motilones,  aquí  también  en  guerra 
con  los  civilizados  por  causas  idénticas  á  las  que  la  provocaron  en 
el  Valle  de  Upar.  En  la  vía  de  ese  vecindario  á  Ocaña,  por  la 
izquierda  del  Catatumbo,  que  es  un  país  en  extremo  pintoresco, 
se  encuentra  el  incipiente  pueblo  de  San  Calixto,  al  pie  del  altísi- 
mo cerro  de  las  Minas,  de  cuya  cima  se  divisa  uno  de  los  más  be- 
llos panoramas  de  los  Andes,  como  que  abarca  del  Magdalena  al 
Zulia  y  de  las  selvas  de  Tibú  al  páramo  de  Guerrero. 

A  las  inmediaciones  de  Ocaña,  al  Occidente,  quedan  Buena- 
vista  y  Pueblonuevo,  encaramados  sobre  el  filo  de  dos  ramales, 
habitados  por  agricultores  blancos;  y  Río  de  Oro,  en  una  depresión 
circundada  de  cerros  sin  árboles  ni  verdura,  regada  por  el  riachuelo 
de  su  nombre,  en  pleno  progreso  y  superior  en  caserío  á  sus  veci- 
nos. Caminando  luego  al  través  de  tierras  deleznables  cortadas  por 
fosos  profundos,  murallas  con  almenas  y  torrentes  y  bancos  de  pie- 
dras rodadas,  se  llega  á  Teorama,  situado  en  una  meseta,  en  el 
centro  de  feraces  tierras  cultivadas  con  cafetales;  Convención,  en 
el  recuesto  de  cerros  montuosos,  tiene  aspecto  triste  y  descuidado ; 
el  Carmen,  ya  al  otro  lado  de  la  divisoria,  en  una  meseta  ceñida 
por  una  quebrada  al  Oriente,  murada  al  W.  por  un  cerro,  lo  que 
la  convierte  en  una  buena  posición  militar  que  domina  el  camino 
de  Simaña,  tiene  regular  caserío  de  teja  y  se  rodea  de  sementeras 
y  cañaverales,  lo  que  hace  pintoresco  el  paisaje  sobre  loda  pon- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  589 


deración.  Revolviendo  sobre  Ocaña,  se  encuentran  Brotaré  (Boro- 
taré)  y  San  Antonio,  en  dos  cerros  divididos  por  una  quebrada,  el 
primero  con  su  ig^lesia  dispuesta  de  tal  manera  que  el  caballete 
divide  aguas  entre  el  Magdalena  y  el  Catatumbo ;  y  en  ñn,  Gonzá- 
lez, en  un  vallecito,  con  población  tan  laboriosa  como  la  del  Car- 
men, lindas  mujeres,  y,  como  Río  de  Oro,  políticamente  englo- 
bada, en  el  Departamento  del  Magdalena  I 

De  Teorama  hacia  el  N.  hay  una  senda  de  60  kilómetros  que 
sigue  por  la  orilla  izquierda  del  Catatumbo,  al  través  de  frondoso 
bosque  bien  regado  por  aguas  vivas :  conduce  al  puerto  de  Valpa- 
raíso, donde  principia  á  ser  navegable  aquél,  y  donde  lo  corta 
la  trocha  de  Cúcuta  á  Tamalameque  sobre  el  no  Magdalena.  Esta 
senda  pasa  por  frente  á  la  quebrada  Ord,  en  cuyo  angosto  y  ar- 
diente valle  viven  independientes  y  miserables  algunos  indios  mo- 
tilones, en  la  comarca  llamados  patajamenos. 

Tal  es  en  su  aspecto  físico  esta  región  de  Ocaña,  compuesta 
de  cerros  desnudos,  manchones  de  monte  y  cumbres  coronadas  de 
bosque  donde  se  forman  los  cinco  ríos  que  dan  origen  al  Catatum- 
bo, y  los  dos  que  componen  el  Tarra ;  comarca  que  abarca  unos 
pocos  kilómetros  Q  de  sabanas,  1,500  de  cerros  con  pajonales,  y 
200  de  selva,  encierra  una  docena  de  poblaciones  y  multitud  de 
vecindarios  y  estancias  de  labor :  las  tierras,  en  efecto,  en  su  ma- 
yor parte  (1,520  kilómetros  Q)  son  adecuadas  para  la  agricultura  ó 
cría  de  ganados,  por  los  pastos  que  espontáneamente  crecen  en 
ellas,  tanto  en  la  región  cálida  como  en  la  de  los  páramos.  Esta 
región  (al  S.  de  González)  será  siempre  pastoril,  porque  en  ella  la 
agricultura  no  puede  representar  papel  importante,  al  contrario 
de  lo  que  sucederá  más  al  N.  y  al  E.,  donde  en  terreno  de  gran 
fertilidad  no  hay  todavía  gran  número  de  habitantes,  no  obstante 
medir  unos  setecientos  kilómetros  Q  de  fértiles  mesas,  de  llanura 
montuosa,  de  cerros  revestidos  de  gramíneas,  y  de  serranías  selvo- 
sas riquísimas  en  toda  clase  de  maderas  fínas. 

Al  respaldo  de  éstas  regiones  quebradas  y  en  las  faldas  y  pla- 
nicies que  se  dilatan  al  N.  de  ellas  y  de  los  valles  de  Cúcuta  hasta 
el  golfo  de  Maracaibo,  rebasando  en  parte  la  frontera  política  de 
Colombia,  corren  diversos  ríos,  de  los  que  los  principales  son  el  Ca- 
tatumbo, el  Tarra  (falso  Tarra),  el  Sardinata  y  el  Zulia,  que  ruedan 
perezosamente  en  amplios  cauces  entremezclados  de  vario  modo. 
Aquí  posee  la  República  una  zona  plana  de  irregular  perímetro  y 
de  unos  2,500  kilómetros  D  de  superficie,  caracterizada  por  una 
vegetación  profusa  y  gigantesca,  un  clima  ardentísimo  y  una  at- 
mósfera mortífera  para  el  blanco.  Fuera  de  los  caucheros  ó  indivi- 
duos que  en  balsas  se  han  aventurado  á  recorrer  los  ríos,  sólo  tal 
cual  cazador  intrépido  hase  atrevido  á  explorar  estas  selvas,  asilo 
seguro  de  las  fieras,  donde  la  vida  animal  funciona  con  extraordina- 
ria pujanza  y  los  años  acumulan  los  despojos  de  los  seres  que  nacen 
y  mueren  en  esas  pantanosas  soledades.  Allí  todo  concurre  á  pro- 
ducir fiebres  perennes,  que  en  ciertas  épocas  se  tornan  tan  malig- 
nas, que  más  bien  parecen  una  peste  mortífera,  contra  la  cual  no 
valen  precauciones  ni  aprovecha  la  aclimatación.  Raro  es  el  hom- 
bre que  puede  decir  :  "  he  nacido  aquí."  La  espesura  del  bosque, 
la  abundante  evaporación,  promovida  por  un  calor  sufocante  y  las 


59^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


intensas  lluvias  que  de  continuDanieg'an  el  suelo,  la  enorme  varia- 
ción diana  de  la  temperatura  (lO  g-rados  entre  las  2  p.  m.  y  las 
5  a.  m.),  los  fuertes  rocíos,  las  emaraciones  pestilenciales  que  se 
levantan  de  los  pantanos  formados  por  las  crecientes  entre  los  ma- 
torrales y  la  hojarasca,  y  que  fermentan  á  la  sombra,  son  causas  de 
insalubridad  que,  unidas  al  desarreg'lo  en  las  costumbres  de  los 
pocos  que  viven  sumerg^idos  en  ese  piélag"o  de  troncos,  ramaje,  in- 
sectos molestáis  y  animales  ponzoñosos,  han  demorado  la  conquista 
de  esos  suelos,  cuya  asombrosa  feracidad  se  oculta  bajo  la  pérfida 
belleza  de  bosques  admirablement:  vistosos  y  perfumados. 

b)  Cúcuia — D¿  las  selvas  acabadas  de  mencionar,  hacia  el  Sur 
el  terreno  se  dobla  y  encrespa  por  moment  )s  :  á  las  llanuras  suce- 
den los  valles,  á  e'stos  las  breñas  y  quebradas,  y  por  ultimo,  apa- 
recen los  páramos  que  envuelven  la  regalón  por  el  Oeste  y  Medio- 
día y  cortan  su  interior  con  sus  contrapuestas  ramificaciones.  Los 
ramales  long-itudinales  determinan,  abiertos  de  S.  á  N.,  los  valles 
por  donde  corren  el  Pamplonita,  el  Zulia  y  el  Sardinata,  en  lo  alto 
rodeados  de  páiamos,  y  poblados  por  agricultores  que  aprovechan 
todos  los  recuestos  y  llanuritas  para  establecer  labores  que  embe- 
llecen el  país  ;  los  transversales  ó  de  W.  á  E.  forman  los  valles  de 
los  afluentes  principales  del  Zulia. 

El  camino  de  0::aña  á  Ciícuta,  no  obstante  su  importancia,  en 
buena  parte,  6  sea  en  la  travesía  de  las  cordilleras,  llevó  el  nombre 
de  Los  Callejones  (fig^.  61),  por  sus  rápidas  cuestas  y  sus  hondos  ba- 
rrancos de  seis  á  ocho  varas  de  profundidad  y  dos  ó  tres  de  ancho, 
que  exigían  el  auxilio  de  peones  barretoneros,  á  manera  de  van- 
guardia, y  otros  de  custodia  para  desenterrar  los  viajeros  que  por 
los  continuos  d'^rrumbes  quedaban  én  ellos  atascados  ó  cUorados, 
Mucho  ha  mejorado  esa  vía,  que  cruza  primero  el  alto  San  Francis- 
co, de  cu  va  cumbre  se  domina  la  hoya  del  Sardinata  y  se  colum- 
bran las  ciénagas  del  Zulia,  ya  en  tierra  venezolana  :  hacia  el  S., 
en  el  páramo  del  Potrero  Grande,  es  hermoso  el  paisaje  por  las 
agujas  calizas,  las  blancas  pirámides,  pailas  y  aguas  subterráneas 
que  resuenan  dentro,  mientras  el  paisaje  es  callado.  Al  pie  de  aquel 
alto  está  el  pueblo  de  San  Pedro,  entre  cultivos  y  lindos  paisajes, 
antes  del  ascenso  del  ramal  de  Laurel,  lo  peor  del  camino  mencio- 
nado que  remata  en  Salazar  ;  del  pueblo  hay  senda  al  bajo  Sardi- 
nata, cuyas  feraces  vegas  principian  á  llenarse  de  casas  y  cultivos. 

Pasad  3  el  valle  del  Peralonso,  abierto  de  W.  á  E.,  se  encuen- 
tra á  Salazar,  en  la  ribera  izquierda  del  río  de  su  nombre,  en  im 
llano  rodeado  de  cerritus,  al  W.  del  Zulia,  en  una  comarca  fértil, 
alegre  y  de  variada  agricultura,  en  especial  espléndidos  cafetales. 
La  parte  SW.  de  estos  valles  transversales,  aun  cuando  sana,  es  la 
menos  poblada,  puesto  que  allí  no  existe  sino  el  pueblo  de  Arbo- 
ledas, bien  nombrado  por  los  frondosos  árboles  que  sombrean  sus 
pajizas  casas,  dispersas  entre  gruesas  roc:as  salientes  sobre  las  ve- 
gas confluentes  del  río  de  su  nombre  y  del  Zulia,  que  le  demoran 
cerca :  el  primero,  lleno  de  peñascos,  violento  y  antes  cruzado  por 
uno  de  esos  puentes  de  hamaca  (de  bejuco)  que  se  mecían  sobre  las 
espumas  y  que  para  peatones  se  usaron  tanto  en  Santander,  guarda 
en  siS  cuenca  un  camino  á  Cachiri.  Al  NE.  de  Salazar,  sobre  el 


río  Peralonso  se  f  ncuenlra  Santiago,  y  á  al  Orienle  de  éste,  ya  so- 
bre el  Zulia,  San  Cayetano,  en  temperamento  ardiente  y  malsano.   ■ 
El  primero,  mejor  en  otra  época,  se  arruinó,  por  imponer  exce.  . 


Figura  ía,5— El  Valle  d.,-1  Salatar  (Sanlander)  -De  folografí» 


sivos  peajes  que  obligaron  á  los  vecinos  de  los  otros  i  cambiar  el 
camino  antiguo.  En  especial  son  variadas  y  pintorescas  las  laderas ' 
del  Peralonso,  üe  ag-uas  azules,  cruzado  por  los  históricos  puentes 
de  La  Amarilla  (fig.  224)  y  La  Laja,  que  á  la  izquierda  ostentan  los  ' 
campos  de  Gramalote  y  Calderera,  enfrente  de  los  de  Santiago,  no 
menos  fecundos  que  los  de  Salazar. 

Al  Oriente  del  Zulia  siguen  llanos  y  potreros  sombreados  por 
cujíes  de  ancha  y  aplanada  copa,  y  luego,  al  subir  el  espinazo  de 
una  pequeña  serranía,  se  ve  el  solar  de  San  José,  con  sus  casas 
blanqueadas  y  entre  arbolado,  í  la  izquierda  del  Pamplonita,  en  un 
llano  arenoso  rodeado  de  colinas  estériles  y  en  clima  ardiente  y 
malsano.  La  ciudad  de  San  José  de  Cúcuta,  de  humilde  origen  y 
rápidos  progresos,  en  parte  demorados  por  los  terremotos  y  las 
guerras,  es,  á  pesar  de  todo,  la  metrópoli  mercantil  del  Nordeste 
de  Santander.  En  la  población  se  encuentra  gran  niímero  de  fron- 
dosos árboles  que  la  resguardan  de  los  huracanes  y  de  la  rererbe- 
ración  del  suelo.  Antes  su  comercio  con  el  exterior  se  hacfa  por 
.tierra  al  puerto  de  los  Cachos,  y  hoy  por  un  ferrocarril,  que  de  la 
próxima  frontera  lleva  a!  Puerto  Villamizar,  sobre  el  mismo  rfo 
Zulia,  ha  convertido  en  pobladas  regiones  desiertas.y  pasa  por  el  pie 
W.  del  cerro  Tasajero,  formidable  posición  que  por  el  N.  domina 
la  ciudad,  y  desde  cuya  salubre  cima  se  divisa  la  dilatada  llanura 
cubierta  de  selvas  y  de  ciénagas  que  cruza  el  Catatumbo  y  se  pier- 
de sobre  el  lago  de  Maracaibo.  Es  San  José  población  donde  á  la 


NuTVA  Geografía  de  Colombia 


parios  hatútantes  traba}an  j  se  divierten, donde  se  exhiben  en  sus- 
extremos  los  diversos  tipos  sociales  y  las  costumbt^s  pecan  por 
libres,  i  causa  de  lo  cual  gozan  de  mala  fama  en  el  Interior,  y  sin  lo- 
inalsanodel  clima  d  con  un  ferrocarril  hacia  las  tierras  alias,  que 


Figura  3S4 — El  Puente  de  La  AmatilU  (rio  Peralonio) — De  fotografía 


permitiese  evitar  la  dormida  alU,  sería  rival  de  las  mayores  pobla- 
ciones del  país,  y  una  de  las  primeras  el  día  en  que  el  vapor  la 
enlace  al  río  Magdalena,  por  su  considerable  tráfico  con  la  vecina 
República. 

Al  Oriente  de  San  José,  cerca  del  mismo  Pamplonita,  está  el 
pueblo  de  Cúcuta,  decaído  de  su  antigua  opulencia,  absorbida  por 
aquel  que  en  su  origen  fue  de  éste  mera  dependencia,  con  <;l  nom- 
bre de  Guasimal.  En  los  llanos  del  contorno,  poco  fértiles,  abun- 
dan las  fuentes  termales,  lo  mismo  que  en  los  pedregosos  y  desnu- 
dos cerros  que  se  alzan  al  Sur  como  remates  del  ramal  de  Tasa- 
jera. Al  amparo  de  estas  cimas,  junto  al  Táchira,  y  rodeado  por 
frondosas  arboledas  y  cacaotales,  se  encuentra  el  Rosario  de  Cd- 
cuta,  de  regular  caserío  y  notables  recuerdos  históricos.  Hacíala 
parte  alta  del  valle  del  Táchira  la  agricultura  ha  penetrado  poco 
i  poco,  y  en  la  banda  colombiana  existen  á  la  fecha  los  caseríos 
de  Planadas  y  Mundonuevo,  en  tanto  que  hacia  abajo,  en  las  ve- 
gas del  Pamplonita,  que  usurpa  su  valle  al  Táchira  y  riega  el  te- 
rritorio de  San  Faustino,  más  bien  hay  retroceso,  con  respecto  á  la 
opulencia  de  sus  cultivos  en  siglos  anteriores. 

De  la  aldea  de  Zulia,  que  está  en  la  boca  del  Peralonso,  hacia 
el  N,,  varía  el  paisaje,  pues  cesan  las  sublimes  soledades  de  la  cor- 
dillera y  comienzan  las  tierras  onduladas  y  llanas,  en  parte  po- 
blabladas,  pero  en  parte  sombreadas  por  selvas  majestuosas.  Un 
tiempo  las  riberas  del  Zulia  desde  Santiago  hasta  la  boca  del  L» 


NuivA  Geografía  de  Colombia  593 


Grita  y  las  del  Pamplonita,  estaban  cubiertas  de  valiosos  cacaotai- 
les  arruinados  por  la  mancha,  por  lo  cual  han  venido  i  menos  don* 
de  el  café  no  ha  podido  reemplazar  á  aquel  valioso  fruto. 

A  la  inversa,  conforme  se  avanza  de  Cücuta  hacia  el  Sur,  por 
el  camino  real,  el  terreno  se  alza  insensiblemente,  se  modifíca  la 
temperatura,  desaparecen  las  llanuras  de  aluvión,  se  levantan  se- 
rranías con  pequeños  valles  cubiertos  de  gramíneas,  con  mancho- 
nes de  monte  y  resonantes  aguas  cristalinas  que  mueren  en  el  Pam- 
plonita.  Cuando  ya  aparecen  los  altos  cerros,  preludio  de  las  fra- 
gosas tierras  de  Pamplona,  en  una  hermosa  meseta  al  pie  de  una 
pequeña  ceja  de  monte,  está  Chínácota  al  respaldo  de  Planadas 
y  Arboledas,  pueblo  que  ha  mejorado  mucho  en  los  últimos  años, 
y  centro  de  grandes  cafetales.  Al  NW.  le  demora  el  pueblito  de 
Bochalema,  también  entre  los  mismos  valiosos  cultivos. 

La  serranía  del  Pical,  á  cuyos  pies  se  ahocina  el  Pamplonita,  es 
transmontada  por  el  antiguo  camino  real  que  pasa  en  seguida  cerca 
del  pueblo  de  Chopo,  de  clima  suave  por  bañarlo  los  vientos  del  N., 
y  de  fecundo  suelo,  pero  compuesto  de  ranchos.  De  aquí  en  ade- 
lante, hacia  el  Sur,  predomina  la  raza  india,  y  varían  los  trajes  y 
costumbres :  las  «enaguas  y  mantilla  de  bayeta  y  el  sombrero  de 
ramo  reemplazan  los  vestidos  ligeros  y  el  jipijapa  de  las  tierras 
calientes ;  los  hombres  gastan  ruana  de  lana  y  pantalón  corto,  de 
manta,  que  deja  descubierto  el  extremo  de  la  robusta  pierna ;  las 
fisonomías  manifiestan  el  ñrme  colorido  de  los  mestizos  y  blancos 
de  los  Andes,  y  el  acento,  saludo  y  ademán  revelan  que  se  ha  en- 
trado en  tierras  del  Reino,  como  las  gentes  de  los  valles  sub-andí- 
nos  denominan  las  comarcas  del  tope  de  las  serranías.  Aquí,  según 
reza  la  tradición,  encontraron  los  españoles  las  primeras  cabuyas  6 
tarabitas  que  aún  subsisten  en  muchos  ríos  de  nuestras  montañas. 

Del  bivio  de  Chopo  á  Pamplona  se  va  por  entre  grandes  cerros 
de  alegres  y  cultivadas  laderas,  con  casitas  pajizas.  Al  voltear  el 
recodo  de  un  monte,  aparece  de  repente,  en  lo  bajo,  la  unida  super- 
ficie de  una  llanada  que  desagua  hacia  el  N.  por  una  garganta : 
allí  está  Pamplona,  cuyo  golpe  de  vista  es  de  lo  más  pintoresco, 
cuando  no  la  envuelven  las  nieblas,  frecuentes  lo  mismo  que  las 
destempladas  lloviznas  producidas  por  la  vecindad  de  los  páramos, 
dominándose  entonces  el  caserío  de  calles  rectas,  junto  á  un  pere- 
zoso río,  señoreado  por  siete  torres,  entre  huertas  con  raquíticos  ár- 
boles frutales  y  esbeltos  sauces,  y  el  contorno  de  los  caminos  y  ve- 
redas cortando  el  verde  alfombrado  de  gramíneas.  Desciéndese,  y 
la  realidad  es  diversa,  por  cuanto  la  ciudad  ha  decaído  de  los  opu- 
lentos días  de  su  origen,  cuando  el  oro  abundaba  en  sus  cercanías, 
y  por  sus  gastos  y  vanidades  se  la  llamó  "  Pamplonilla  la  loca." 

Al  Ocaso  de  Pamplona,  y  de  S.  á  N.,  se  extiende  una  sección 
de  país  agreste  y  selvático,  regado  por  torrentes  que  bajan  preci- 
pitados con  estrépito  de  lo  alto  de  la  cumbre  divisoria,  constituida 
f)or  enhiestos  páramos ;  las  aguas  se  recogen  dentro  de  dos  pro- 
fundos pliegues,  cauces  de  los  ríos  Sulasquilla  y  Cucutilla,  que  uni- 
dos siguen  para  el  N.  con  el  nombre  de  Zulia.  Multitud  de  sitios 
de  labor  en  las  márgenes  de  esos  ríos,  el  pueblo  de  Mutiscua  en 
una  hoyada  en  las  cabeceras  del  segundo,  y  el  de  Cucutilla  en  su 
confluencia,  señorean  la  comarca,  aún  medio  desierta  en  las  partes 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


mis  altas.  Mutiscua  ocupa  laderas  fértiles  y  bien  regadas  sobre 
el  camino  principal  de  Cúcuta  á  Bucaramanga,  con  suave  tempe- 
ratura y  bellísimas  paisajes  de  frescos  prados,  robledales  majes- 
tuosos y  cascadas  cristalinas  que  cjntrasUn  con  las  enhiestas  cum- 


bres .^Cuc  útil  la  está  a]  extremo  de  un  escarpe  ribereño,  entre  cerros 
cargados  de  frondoso  bosque,  al  píe  de  una  colina  que  por  su  for- 
ma_de  cono  truncado,  en  cuya  cima  está  el  cementerio,  y  por  es- 
tar envuelta  al  E.  por  el  Sulasquilla,  y  al  W  por  el  Cucutilla,  re- 
meda de  lejos  un  bastión. 

Al  W.  y  NW.  de  estos  valles  se  abren  con  rumbo  al  primero 
casi  perpendicular,  los  nombrados  del  Arboledas,  el  Salazar  y  el 
Peralonso,  que  rematan  en  el  slnclinal  del  Zulia,  y  arrancan  de 
una  de  las  rc<riones  montañosas  más  notables  del  país  y  que  tiene 
al  respaldo  la  no  menos  salvaje  de  Cáchira  y  Cachiri.  Los  cinco 
estribos  que  encierran  estos  valles  son  ásperos  y  rocallosos  y  de 
base  muy  reducida,  de  manera  que  las  aguas  que  corren  al  pie 
de  las  empinadas  faldas  no  forman  vegas  y  bajan  á  saltos  batien- 
do grandes   peñascos   hasta  llegar  á  la  llanura.  Espesa  montaña 


Nueva  Geografía  de  G)lombia  595 


cubre  las  laderas  y  aun  oculta  el   curso  de  los  ríos  y  torrentes^/- 
que  se  oyen  bramar  bajo  el  entrelazado  follaje  de  ese  bosque  se- 
cular;  pero  á  medida  que  los  estribos  se  alejan  de  la  magistral, 
disminuyen  de  altura,  suavizan  su  relieve,  y  al  llegar  hacia  el    • 
meridiano  de   Salazar  y  Arboledas,  sus  flancos  ofrecen  ya  planos  . 
inclinados,  á  propósito  para  el  cultivo  y  donde  los  cafetales  ocupan 
grandes  extensiones  en  que  verdeguean  matizados  por  blancas 
flores  y  rojas  cerezas,  de  suerte  que  casi  es  perenne  la  cosecha  qué    . 
ofrecen  al  agricultor. 

En  estas  regiones  y  las  vecinas,  del  Nudo,  de  Guerrero  al  de 
Santurbán  y  luego  hacia  Tama,  por  un  lado,  y  hacia  la  Sierra  Ne- 
vada de  Chita,  por  otro,  las  cumbres  principales  constituyen  una 
extensión  no  interrumpida  de  páramos  desiertos.  En  los  más  altos 
la  soledad  es  completa  :  horrorosos  precipicios  formados  por  cú- 
mulos de  rocas  amontonadas  confusamente,  raídas  6  agujereadas 
y  envueltas  en  nubes  que  se  desatan  en  frecuentes  aguaceros  ú 
ocultas  por  una  densa  cortina  de  nieblas,  llenan  la  extensión  del 
paisaje,  y  cuando  las. ráfagas  de  viento  huracanado  que  allí  sopla 
descorren  el  telón  de  vapores  y  dejan  que  los  rayos  del  sol  iluminen 
el  cuadro,  queda  manifiesto  un  conjunto  de  almenas,  paredones  y 
colosales  cimas  que  más  arriba  del  nivel  de  la  vegetación  semejan 
las  forma3  de  grandes  ruinas  y  restos  de  fortificaciones  dilatadas. 
A  sus  pies  se  extienden  llanurítas  inclinadas,  siempre  verdes  y  . 
vestidas  de  menudo  pasto;  más  abajo  hay  otras  y  otras  dispuestas 
en  escalones.  Hu  r.edecen  el  suelo  multitud  de  lagunetas  que  ora 
están  contenidas  en  recipientes  de  peña  viva,  ora  se  abren  en  el  ' 
centro  de  tremedales  peligrosos  para  el  ser  que  los  pisa,  y  las  cuar 
les  vierten  unas  en  otras  el  sobrante,  de  su  caudal,  ó  lo  envían  di- 
rectamente á  los  valles  profundos,  por  (.horreras  que  á  veces  saltan 
en  un  vacío  de  más  de  mil  metros  y  se  pierden  en  el  espacio  Con- 
vertidas en  menuda  lluvia,  cuando  no  ruedan  de  escalón  en  escalón 
por  las  estratas  que  constituyen  las  trastornadas  faldas  de  los 
cerros. 

El  mugir  de  los  vientos,  frecuentemente  superior  átodos  los 
ruidos ;  el  de  las  cascadas,  que  aumenta  ó  disminuye  segiSn  la  po- 
sición del  espectador ;  lo  yermo  y  agreste  de  la  desolada  comar- 
ca, todo  imprime  á  esas  aliitudes  un  sello  de  grandeza  melancóli- 
ca que  se  graba  en  la  memoria  con  el  recuerdo  de  los  peligros  que 
se  corren  al  cruzar  esos  riscos,  no  siendo  el  menor  la  furia  del 
viento  á  lo  largo  de  los  desfiladeros  y  en  los  angostos  y  prolonga- 
dos boquerones,  debido  á  la  enorme  diferencia  de  temperatura  y 
de  caldeo  entre  los  infiernos  de  las  llanuras  bajas  y  los  hielos  de  los 
picachos  culminantes,  la  que  á  diario  desquicia  el  aire,  le  imprime 
doble  movimiento  y  lo  comprime  entre  las  salvajes  quiebras. 

XII — El  reino — Llamaron  los  conquistadores  "  Nuevo  Reino 
de  Granada  "  á  las  tierras  quebradas  que  habitaban  los  chibchas 
y  estaban  sometidas  á  ellos  ó  á  sus  congéneres,  por  lo  cual  andan- 
do el  tiempo  el  apócope  "Reino"  quedó  entre  los  colonos  para  de- 
signar la  entrecordillera  oriental  en  general,  y  las  tierras  frías  de 
la  misma  en  particular,  desde  los  páramos  de  Sumapaz  hasta  los 
de  Pamplona,  con  inclusión,  en  lo  administrativo,  de  algunos  valles 


59^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


subandinos  como  los  del  Socorro,  Tenza  y  otros.  Considerada  oro- 
hidrográficamente,  esta  región  se  compone  de  dos  cintas  de  tierras, 
fría  la  una,  cálida  la  otra,  que  se  cortan  para  formar  grosera- 
mente un  ocho,  difiriendo  de  un  modo  notable  las  dos  mitades, 
puesto  que  la  de  Hunza  ó  del  Norte  tiene  las  tierras  frias  á  la  de- 
recha, las  cálidas  á  la  izquierda,  y  todas,  salvo  mínima  parte,  en- 
vían sus  aguas  al  Magdalena  casi  por  un  solo  río  (Sogamoso-Le- 
brija) ;  en  tanto  que  en  la  del  Sur  ó  de  Meuquetá  las  tierras  frías 
están  al  W.  y  las  cálidas  al  E.,  perfectamente  separadas,  puesto 
que  las  últimas  fluyen  al  Orinoco  y  las  otras  lo  hacen  al  Magda- 
lena también  por  dos  ríos,  uno  de  los  cuales  és  el  mismo  Sogamoso. 

Esto  sentado,  tendremos  que  el  Reino  comprende  de  N.  á  S. 
la  cuenca  denominada  el  pilar  de  Labateca  al  S.  de  Cúcuta,  la 
del  cañón  del  Sube  al  Mediodía  de  la  anterior,  las  tierras  de 
Soto  al  W.  de  las  dos  mencionadas  y  al  S.  de  Ocaña;  después  se 
encuentran  los  cañones  del  Chicamocha  y  el  Saravita,  que  princi- 
pian ambos  en  una  altiplanicie  (Ubaté,  Tundama),  se  funden  en 
el  del  Sube  y  dejan  al  medio  los  valles  de  Moniquirá  y  Charalá  y 
sus  anexos.  En  fin,  hacia  el  S.  de  Ubaté  está  la  Sabana,  á  cuyo 
Oriente  y  al  Mediodía  de  Tundama  se  abren  las  cuencas  de 
Tenza,  Gachalá  y  Cáqueza.  En  una  palabra,  el  Reino,  á  pesar  de 
su  aparente  variedad,  en  el  fondo  tiene  cierta  unidad,  ó  á*lo  me- 
nos se  reduce  á  dos  tipos  bien  marcados :  las  altiplanicies  frías  y 
los  páramos  ;  los  valles  subandinos  y  las  mesas  cálidas.  Aquí  le 
anexaremos  además  la  vertiente  oriental  de  la  cordillera,  tanto 
por  su  acentuado  contraste  con  los  Llanos,  en  los  cuales  no  puede 
fundirse,  como  porque  los  chibchas  la  dominaban  más  ó  menos,  y 
los- españoles  la  consideraron  como  parte  del  Nuevo  Reino  de 
Granada,  quizá  por  las  mismas  razones. 

a)  lÁbcUeca — Entre  las  tierras  del  Zulia,  el  Lebrija,  el  Chicamo- 
cha y  los  llanos  de  Casanare,  hacia  los  cuales  envía  sus  aguas,  se 
abl^e  esa  gran  cuenca  denominada  pilar  de  Labateca,  que  abriga  las 
fuentes  del  Sarare,  es  decir,  de  los  tres  ríos  que  lo  forman.  Al  W., 
desde  el  picacho  de  Santurbán,  que  domina  en  700  metros  el  suelo 
aledaño  al  E.,  se  ven  las  inmediatas  y  extensas  explanadas  por  dón- 
de cruzan  los  caminos  del  NE.  al  SW.  y  S.  de  Santander  y  que 
cubiertas  de  pastos  se  tienden  de  la  Piñuela  á  Juan  Rodríguez,  La 
Mesa  Colorada  y  Zumbador,  en  las  que  de  S.  á  NW.,  divididos  por 
colinas,  corren  los  ríos  Mataperro,  Aguaclara  y  Vallegrande,  que  al 
caer  á  lecho  trasversal  forman  el  Caraba,  que  abandona  la  cuenca 
por  una  hoz  al  pie  de  Zumbador.  Estas  planicies,  aun  cuando  férti- 
les y  auríferas,  sólo  abrigan  unos  pocos  pastores,  porque  con  fre- 
cuencia las  azotan  las  granizadas  y  las  nevadas.  Al  E.,  fuera  ya  de 
la  herradura  de  páramos,  está  Silos,  cuyas  sementeras  se  extien- 
den por  las  faldas  de  los  cerros  que  rematan  en  el  Caraba,  al  Me- 
diodía de  Mutiscua. 

Este  río  de  la  explanada  superior  cae  á  otra  unos  800  metros 
más  baja,  también  murada  por  altos  riscos  de  faldas  derruidas,  la 
que  al  S.  se  extiende  hasta  el  Almorzadero  y  forma  el  valle  del  Chi- 
tagá,que  imprime  su  nombre  pero  no  su  dirección  al  Caraba,  que  sale 
de  ella  por  otra  quiebra  abierta  en  un  ramal  que  avanza  del  Almor- 
zadero á  enlazarse  con  las  breñas  de  Ventanas,  al  SE.  de  Plamplona. 


Nueva  GiocsAriA  de  Colombia 


Después,  la  depresión  donde  están  |o$  llamados  valles  de  La- 
bateca  y  Toledo  y, la  hoya  del  Valegrá,  que  se  dilata  hacia  el  Sur 
hasta  la  Sierra  Nevada  de  Chita,  aledaña  á  un  tiempo  á  las  del  Chi- 
ta^í  y  del  Serviti,  constituye  el  tercer  escalón  de  este  pilar.  En  la 
quiebra  y  en  tomo  de  las  citadas  poblaciones  las  terrazas  de  los 
valles  aparecen  limpias  y  animadas  con  las  sementeras  y  las  habí- 


Figuri  3l6— Casa  de  labriego  en  la  Cordillera — Según  Regel 


taciones ;  Labateca,  de  clima  desapacible,  asienta  su  corto  caserío 
en  lo  más  plano  de  un  declive  que  abarca  en  cultivos  desde  la 
cebada  hasta  la  caña  de  azilcar,  en  tanto  que  Toledo  ocupa  at 
frente  una  bella  y  fértil  explanada.  Ambas  están  habitadas  por 
labríeg'os  blancos  y  laboriosos  cuya  situación  mejora  con  la  aper- 
tura del  camino  del  Sarare,  que  enlaza  los  valles  de  Cilcuta  con 
los  llanos  de  Arauca  por  el  pie  de  la  corpulenta  masa  erradamen- 
te llamada  páramo  de  Tama,  en  partes  cubierto  de  majestuosos  ro- 
bledales, en  partes  formado  por  desnudos  é  inaccesibles  peñascos. 
Al  SW.  las  vegas  y  laderas  del  Chitagá  ofrecen  campos  cultiva- 
bles y  ricas  praderas  al  pie  de  las  altas  y  montuosas  serranías  la- 
terales, entre  las  cuales  se  distingue  el  cerro  del  Fraile.  Cuanto  al 
Valegrá,  si  brota  en  la  región  de  los  páramos,  apenas  vestidos  de 
triste  frailejón,  luego  recorre  las  altas,  frescas  y  fértiles  aHiplameüt 
de  Nftaga,  que  demoran  al  E.  del  Cerrito  y  sustentan  lustrosos  ga- 
nados ;  después,  en  la  Paja  se  despeña  por  salto  tan  elevado  como 
vistoso,  y  serpea  por  entre  cerros  para  morir  no  lejos  de  Toledo, 
población  que  se  enlaza  por  malos  caminos  tanto  á  la  cuenca  del 
Pamplonita  (por  Iscalá)  como  á  las  del  Táchira  y  del  Uribante. 
Reunidas  en  un  solo  cauce  las  aguas  de  todas  estas  tierras, 
cerca  de  Bata,  se  despeñan  por  un  salto  hacia  la  cuenca  donde  es- 
tuvo el  pueblo  de  Margua,  y  tuercen  al  SE.  para  entrar  á  las  lia- 


59^  NuKVA  Geografía  de  Colombia 


nurás  selvosas  del  alto  Arauca,  bañando^  ya  naveg^able,  tanto  por 
s{  como  por  sus  afluentes,  serranías  cargadas  de  frondosos  bosques 
casi  desiertos,  puesto  que  apenas  los  habitan  algunas  familias  de 
indios  tunebos. 

De  Pamplona  al  Departamento  de  Boyacá  el  camino  real  as- 
ciende primero  al  páramo  del  Comal,  que  domina  en  mil  metros  la 
ciudad,  adorna  sus  laderas  con  profusa  variedad  de  plantas,  y  desde 
cuya  cima  se  descubre  aquélla  como  recostada  en  un  lecho  de  es- 
meralda ;  al  Naciente,  por  entre  los  cerros  se  deja  ver  la  planicie 
de  Fontibón  con  su  laguna  entre  gramales  que  rodean  á  modo  de 
engaste  escarpados  cerros,  en  los  que  alternan  las  manchas  del 
amarillento  frailejón  con  los  verdes  robledales ;  al  Sur  la  azul  la- 
guna de  Cácota,  sin  peces  ni  aves,  entre  peñascos.  El  aire  es  leve, 
profundo  el  silencio,  completa  la  soledad  en  ese  extenso  panorama, 
que  deleita  la  vista  cuando  las  nieblas  no  lo  roban  á  los  ojos  del 
viajero.  Traspuesta  la  cumbre,  al  pie  de  una  cuesta  resbaladiza, 
próximo  y  al  E.  de  Silos,  se  encuentra  á  Cácota,  de  caserío  en 
desorden  y  enyerbado  hasta  los  techos,  rodeado  por  sementeras 
de  clima  frío,  cuyos  variados  matices  se  tienden  como  paños  en 
los  rojizos  cerros,  y  se  hacen  más  tupidos  conforme  descienden  al 
fondo  de  las  depresiones  de  suave  clima  del  pilar  de  Labateca. 

Sigue  el  camino  por  las  faldas  de  los  cerros  próximos  al  to- 
rrentoso río,  que  brama  estrellándose  contra  las  peñas  de  su  angos- 
to cauce  abierto  entre  altas  barrancas,  y  después  de  cruzarlo  por 
el  puente  de  Báluga,  de  tristes  recuerdos  históricos,  se  manifiesta  la 
hermosa  rambla  de  Chitagá,  tendida  de  N.  á  S.  dentro  de  un  cua- 
drilongo de  páramos  y  en  dos  dividida  por  el  río,  que  la  hiende  á 
lo  largo  y  fertiliza  los  cultivos  del  pueblo  de  su  nombre  allí  asen- 
tado. Conforme  es  alegre  y  bella  esta  sección,  rodeada  por  ce- 
rros majestuosos  y  regada  por  multitud  de  arroyos  que  saltan  por 
entre  los  peñascos  y  susurrante  arboleda,  es  mezquino  y  mal  tra- 
zado el  pueblo.  Al  Sur  se  alza  el  páramo  del  Almorzadero,  algo 
más  bajo  que  su  vecina  la  Mesa  Colorada,  que  en  sus  escalones 
sustenta  fajas  de  nieve  algunos  meses,  pero  ancho  y  revolcado  en 
el  paso,  envuelto  en  nubes  y  con  frecuencia  agitado  por  tempes- 
tades funestas  para  los  viajeros. 

b)  Soto — De  Ocaña  hacia  el  Sur,  entre  la  cuenca  del  Zulia  y  el 
thcdweg  del  bajo  Lebrija,  se  dilata  un  amplio  territorio  de  20  miriá- 
metros  cuadrados,  que  erizado  de  breñas  avanza  luego  por  entre  el 
pilar  de  Labateca  y  el  bajo  Sogamoso  á  confundirse  con  las  planicies 
de  Bucaramanga  y  la  mesa  de  Jéridas.  De  las  cumbres  de  las  Ju- 
risdicciones para  el  Sur,  se  desprende  un  cordón  de  cerros  que  se 
dirige  spbre  los  de  Moen,  sigue  al  Poniente  del  caserío  de  los  Ali- 
sos, se  interrunipe  en  el  promontorio  de  Santa  Bárbara,  y  reapare- 
ce del  otro  lado  del  río  Cachiri,  en  Palo  de  Cuento,  para  terminar 
junto  al  Lebrija  entre  las  bocas  del  Cáchira  y  de  Salamagueta, 
creando  un  alto  relieve  en  mitad  del  montuoso  paisaje.  A  la  parte 
del  E.  se  alzan  las  cumbres  azuladas  de  un  largo  cordón  de  pára- 
mos, que  con  diversos  nombres  se  extienden  entre  los  nudos  de 
Guerrero  y  Santurbán,  y  en  los  cuales  descuellan  las  cumbres  azu- 
adas  del  de  Cachiri,  terribles  por  los  ventarrones,  que  sacuden  sus 


NuE^A  Geografía  de  Colombia  599 


descamadas  rocas.  Bajan  de  aquí  al  W.,  sobre  el  río  Escatálá, 
varios  estribos  sombreados  por  roblares  mag^níficos,  interrumpidos 
á  trechos  por  sabanetas,  y  por  encima  de  los  cuales  se  columbra 
el  espinazo  de  las  Jurisdicciones,  que  tendido  de  £.  á  W.  cierra  el 
paisaje  por  el  N.  Toda  esta  comarca  es  de  montuoso  paisaje,  Ca- 
racterizado arriba  por  una  grandiosa  aglomeración  de  páranlos 
eminentes  y  precipicios  terribles,  flanqueados  de  murallones  en  que 
asoman  las  rocais  limpias  rodadas  por  una  parte,  y  suspensas  toda- 
vía en  otras,  y  equilibrándose  en  su  recíproco  peso ;  y  abajo  lade- 
ras revestidas  de  grandes  árboles  ó  alfombradas  de  menuda  yerba, 
y  copiosas  corrientes  de  agua  cristalina,  dirigiéndose  apresuradas 
á  diversos  puntos  de  reunión,  para  formar  numerosos  ríos  que  bajan 
despeñados  á  confundirse  con  el  Lebrija. 

La  porción  central  de  esta  sección  se  domina  desde  las  le- 
vantadas cumbres  del  páramo  Rico,  redondas,  cubiertas  de  gra- 
míneas interpoladas  con  el  melancólico  frailejón.  Mirando  al  Na- 
ciente se  detiene  la  vista  en  el  prolongado  muro  que  forman  los 
páramos  Frío,  Tona  y  Santurbán,  de  análogos  topes,  á  los  que  su- 
ceden los  Dosques  que  descienden  por  cortos  estribos  que  terminan 
en  las  hoyas  de  los  ríos  Tona  y  Vetas.  Los  otros  picachos  de  San- 
turbán y  Frío  sobresalen  por  encima  de  las  moles  que  los  rodean. 
Mirando  al  Poniente  descúbrense  delante  los  valles  de  Suratá  y 
Matanza,  á  la  derecha  de  los  angostos  cauces  del  Vetas  y  el  Baja, 
que  se  unen  en  una  profunda  cuenca  ;  á  la  izquierda  la  inmediata 
llanura  de  Tona,  y  la  distante  de  Rionegro  detrás  de  una  serranía 
voluminosa.  Hileras  de  cerros  descienden  de  los  páramos  Puentes, 
Angostura  y  Lagunas  hasta  el  río  Vetas,  que  los  corta  uno  en  pos 
de  otros,  viéndosele  correr  como  una  cinta  espumosa  900  metros 
más  abajo  de  la  cima  del  Rico,  de  la  cual  parten  hacia  Bucara- 
manga  largas  ramificaciones  decrecientes  hasta  concluir  sobre  la 
confluencia  de  los  ríos  Tona  y  Suratá.  Situado  el  observador  en  lo 
alto  de  estos  relieves,  nota  la  disminución  progresiva  de  los  cerros 
conforme  se  adelantan  hacia  el  W.,  y  descubre  luego  laderas  sua- 
ves en  que  la  mano  del  hombre,  tras  derribar  la  antigua  selva,  ha 
establecido  chozas  de  humilde  apariencia,  bellas  labranzas,  casas 
de  campo  y  ricos  y  extensos  cafetales.  Situado  al  pie  de  los  estri- 
bos, la  vista  engañada  mira  como  escarpes  verticales  aquellas  lade- 
ras de  que  parecen  próximos  á  rodar  los  hombres  y  las  habitacio- 
nes, cuando  en  realidad  son  tierras  tendidas,  estables,  de  singular 
fertilidad  y  donde  la  población  aumenta  sin  cesar. 

En  los  complicados  estribos  de  esta  serranía  quedan  Rione- 
gro, ceñido  y  como  aislado  por  selvas  de  majestuosa  belleza  y  cen- 
tro de  grandes  cafetales,  Matanza  y  Suratá  en  la  hoya  del  río  de 
este  último  nombre.  California  en  la  del  Vetas,  y  Tona  al  pie  del 
páramo  así  llamado.  £1  camino  de  Bucararaanga  á  Matanza  desde 
la  cortadura  del  río  Tona  sigue  las  fragosas  riberas  del  Suratá,  que 
rompe  sus  aguas  sobre  las  peñas  con  ruido  ensordecedor,  en  estre- 
cho valle  de  cerros  revolcados,  á  trechos  vestidos  de  verdura  y  per- 
fumados, á  trechos  descampados,  ardientes,  sin  vegetación,  empo- 
brecida la  tierra  por  el  irracional  sistema  de  incendiar  la  maleza 
para  limpiarlos.  Luego  las  serranías  del  Oriente  se  desparraman 
al  pie  del   páramo  Rico  y  dan  campo  á  los  valles  de  cuatro  ríos 


NUIVA  GlOGKAFf  A  DE  CoLOMBlA 


cuyos  aluviones  confluyentes  han  dado  origen  á  una  extensa  vega, 
en  la  que  á  media  legua  de  distancia  uno  de  otro  se  asientan  )os 
pueblos  de  Matanza  y  Suratá,  habitados  por  laboriosos  agriculto- 
res. De  Suratá  al  Oriente,  costeando  el  río  de  La  Baja  y  trepando 
cerros  fragosos,  se  llega  á  California,  pueblo  de  minas  entre  cerras 
de  rápidas  faldas,  torrentes  ruidosos,  montes  desbastados,  c 


Figuia  317 — Campo  de  Pilonegro.  I.i  l.oiiia  de  Ick  a 


dones  y  peñolerias,  formado  por  ranchos  encaramados  en  tos  riscos, 
sin  sementeras ;  más  al  E.  se  encuentra  el  caserío  de  Vetas,  el  más 
alto  de  los  poblados  de  los  Andes  orientales,  en  un  escalón  reducido 
de  la  falda  occidental  del  páramo  de  Santurbán.  De  Suratá  hacia 
el  N,,  cruzando  otro  río,  Peralonso,  y  el  paramillo  Botijas,  ramal  de 
Santurbán,  se  llega  á  Cachiri,  al  través  de  bosques  de  robles,  dere- 
chos los  troncos  y  limpios  como  pilares,  sosteniendo  una  bdveda 
verde  oscura  que  sombrea  el  suelo  alfombrado  de  hojas  secas  que 
tapizan  todas  las  sinuosidades  del  terreno.  Al  otro  lado  del  paramillo 
aumenta  la  frondosidad  de  la  vegetación,  circulan  torrentes  de 
aguas  cristalinas,  nacen  los  pastos  nutritivos  y  el  agricultor  recoge 
dondequiera  el  fruto  de  su  trabajo.  Cachiri,  en  la  orilla  pedregosa 
de  un  río,  de  triste  recuerdo  por  la  rota  de  Rovira,  es  hoy  un  pueblo 
.  en  progreso,  por  ser  bivio  de  los  caminos  de  Ocaña  por  Cáchira  y 
,  Ciicuta,  por  Arboledas  y  el  acentuado  puerto  del  Escorial,  y  tam- 
bién para  Rionegro  por  Vagaloma,  al  través  de  asperezas  antes 
solitarias  y  hoy  cultivadas. 

Solamente  dos  caminos  atraviesan  á  lo  largo  este  amplio  terri- 
torio  del  Lebrija  nentral :  el  que  sale  de  Rionegro  y  el  de  Cachiri, 


Nueva  GeogkafÍa  de  Coloubu 


siguiendo  el  oriental  por  el  desierto  páramo  de  aquel  nombre,yel 
otro  por  la  hoya  del  Escálala,  llena  de  estribos,  despuás  de  lo  cual 
se  confunden  de  nuevo  en  el  alto  de  Moen,  y  unidos  pasan  por  Cá- 
chira,  pueblo  incipiente  de  agricultores  en  medio  del  bosque,  y  tras- 
montan las  Jurisdicciones  para  dirigirse  á  Ocana,  La  porción  oc- 
cidental hacia  el  Lebrija  es  un  continuado  desierto  de  cerros,  bos- 
ques, valles  y  aguas  abundantes ;  en  lo  bajo  ardiente  y  enfermiza,  y 
-apenas  medio  conocida  en  estos  liltimos  anos,  merced  á  la  trocha 
del  Playón.  Sólo  sobre  la  Knea  del  camino  se  hallan  algunas  casas 
y  labranzas,  y  el  resto  de  esta  fdrtil  comarca  permanece  como 
cuando  por  primera  vez  recibió  los  rayos  del  sol. 

Siguiendo  hacia  el  Sur  se  encuentran  las  llanuras  de  Bucara- 
manga  y  Piedecuesta,  700  metros  más  bajas  que  la  siguiente  alli- 
planicie  ó  mesa  de  Jéridas,  y  en  las  cuales  se  asientan  la  capital 
de  Santander,  dominando  casi  cuatro  leguas  de  un  valle  aluvial  car- 
leado de  arenas  auríferas  y  cantos  rodados;  Florida,  engastado  en 
un  vallecito  embalsamado ;  Piedecuesta,  al  abrigo  de  !a  mesa,  ce- 
nido  de  arboledas  frondosas  y  campos  cultivados ;  y  Girón,  al  W. 
del  río,  entre  rocas  y  arenales,  recostado  contra  una  cadena  de 
cerros  limpios  y  rojizos.  En  estas  llanadas  y  en  las  que  i  ellas  si- 


guen al  N.  hasta  Rionegro  se  hallan  concentradas  la  población 
inteligente  y  las  diversas  industrias  que  constituyen  la  fuerza  y  ri- 
queza de  estas  tierras  de  Soto. 

Al  Occidente  del  alto  del  Lebrija,  que  aquí  cruza  explayado  por 
un  cauce  indeciso,  están  los  cerros  estériles  de  Girón,  celebres  por- 
fÍHtva  Geegrafla  it  Cotondiia  TOWo  I — 39 


6o2  Nueva  Geografía  de  Colombia 


que  en  su  cumbre  se  libró  esa  serie  de  combates  que  constituyen 
]a  batalla  de  Paloneg'ro,  al  respaldo  de  los  cuales  se  dilatan  otras 
serranías  y  valles  que  declinan  para  el  N.  y  forman  la  zona  que 
separa  el  Sogfamoso  y  el  Lebrija,  al  cual  se  dirigen  sus  aguas  por 
hondas  quiebras :  es  una  comarca  poco  habitada,  pero  fértil,  risue- 
ña, vestida  de  pastos  y  bosques  con  el  caserío  de  Cantabria  y  el 
pueblo  de  Lebrija,  y  que  en  estos  tiempos  ha  caído  ya  bajo  la 
mano  de  los  cultivadores  de  café. 

Cuanto  á  la  mesa  de  Jéridas  ó  Jerira,  quizá  la  porción  más 
característica  del  centro  de  Santander,  que  aun  cuando  termina 
al  Mediodía  en  paredones  verticales  de  pie  calzado  por  enormes 
ruinas,  antes  fue  una  con  las  similares  de  Aratoca  y  Curití,  y  cons- 
tituye un  punto  estratégico  de  grande  importancia  en  la  comarca; 
es  una  explanada  casi  horizontal  de  12  leguas  cuadradas,  aislada 
en  contorno  mediante  las  cortaduras  profundas  por  donde  llevan 
precipitadas  sus  aguas  el  Manco  al  E.,  el  Sube  al  S.,  el  Chicamo- 
cha  al  W.,  las  quebradas  Fría,  del  Monte  y  Grande  al  NW.,  que- 
dándole al  N.  la  escarpa  del  Guayabal.  Mide  S  leguas  de  N.  á  S. 
por  3  de  E.  á  W.,  y  la  constituye  una  mole  poderosa  de  estratas 
vestida  en  la  superficie  por  una  capa  de  arcilla  árida.  De  Oriente  á 
Poniente  corren  varios  hilos  de  aguas  mantenidos  por  las  colinas  de 
aquel  lado  que  se  unen  á  los  estribos  de  la  más  alta  de  Juan  Rodrí- 
guez, y  caen  de  repente  al  Sogamoso,  reunidos  en  tres  quebradas 
que  si  fertilizan  las  ondulaciones  por  donde  corren,  son  insuficientes 
para  regar  toda  la  mesa,  la  que  por  esto  y  por  la  escasez  de  llu- 
vias, en  su  mayor  parte  está  condenada  á  una  perpetua  esterilidad 
si  el  hombre  no  modifica  tales  condiciones.  En  la  extremidad  S.  se 
encuentra  el  pueblo  de  Los  Santos,  pequeño  y  desmedrado,  centra 
de  un  corto  distrito  cuyos  habitantes  viven  desparramados  en  es- 
tancias de  labor  mantenidas  á  fuerza  de  abono  en  las  quiebras  del 
terreno ;  del  pueblo  hacia  el  S.  ó  hacia  el  W.  el  camino  de  la  es- 
carpa que  domina  la  cortadura  del  Sube-Sogamoso  no  es  sino  una 
pendientísima  cuesta,  á  trechos  simple  escalera  de  caracol.  En  la 
extremidad  N.  difiere  de  lo  demás  la  naturaleza  del  suelo,  porque 
hacia  el  W.  se  une  á  los  cerros  de  Girón  para  dividir  el  Lebrija 
del  Sogamoso,  y  al  E.,  mediante  una  inflexión  repentina  de  las  es- 
tratas, se  junta  á  la  de  Juan  Rodríguez  para  cerrar  la  hoya  del  Le- 
brija por  este  lado,  y  sustenta  un  hermoso  bosque  en  cuyo  centra 
hay  una  laguna  llamada  del  Monte,  encantada,  segün  el  decir  de 
los  labriegos  de  las  cercanías. 

Al  Oriente  del  alto  Lebrija  se  alzan  relieves  de  diversa  for- 
ma, entre  los  cuales  prima  la  mesa  de  Juan  Rodríguez,  que  á  su 
respaldo  tiene  una  hermosa  y  extensa  llanada  que  ciñen  en  óvalo 
los  páramos  de  Tona,  Frío,  Ollas,  Azogue  y  los  altos  de  Cruz  de 
Piedra  :  en  ella  las  depresiones  llamadas  Hoyas  de  Palencia,  Pa- 
rra y  Coyagua  semejan  ensenadas,  y  el  conjunto  se  inclina  hacia 
el  Boquerón,  por  donde  el  Caraba,  formado  en  esas  alturas,  se  es- 
capa para  correr  al  Orinoco.  Esta  porción  de  nuestras  montañas 
forma  una  especie  de  torreón  en  el  vértice  de  la  unión  de  las  cum- 
bres que  bajan  de  San  turban  y  de  las  que  siguen  hacia  la  mesa 
Colorada  y  el  Almorzadero. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  603 


La  mesa  de  Juan  Rodríj^je/,  es  una  epecie  de  escotadura  bati- 
da por  los  vientos  helados  del  páramo  de  Tona, que  le  demora  hacia 
el  N.  á  cierta  distancia;  y  la  atraviesa  un  camino  fragoso  y  desam- 
parado, que  g^ira  directamente  de  Piedecuesta  á  Mutiscua.  Allí  el 
observador,  al  N.  mira  hundirse  las  quebrantadas  estratas  de  la 
decreciente  serranía  hacia  Vallegrande,  cubierto  en  la  mañana  por 
remolinos  de  niebla  ;  por  el  N.  amuralla  la  mesa  un  conjunto  de 
rocas  que  van  á  rodear  el  próximo  páramo  de  Riofrío  ;  al  Sur  se 
alzan  las  húmedas  crestas  del  de  las  Ollas,  y  al  W.,  y  por 
largo  trecho,  se  dominan  los  innumerables  cerros  que  bajan  esca- 
lonados y  revueltos  hacia  Piedecuesta,  ocultando  entre  sus  pro- 
fundos repliegues  las  corrientes  torrenciales  de  los  ríos  Hato  y 
Oro,  cuyas  cabeceras  están  al  pie  de  la  mesa.  Más  abajo,  de  ordi- 
nario sólo  se  ve  un  mar  de  nubes  densas,  á  trechos  rotas  por  pi- 
cachos de  la  serranía,  y  que  se  extiende  hasta  perderse  en  el  hori- 
zonte. La  mesa,  no  obstante  su  clima  frío  y  destemplado,  encierra 
algunos  habitantes. 

Entre  los  páramos  de  Juan  Rodríguez  y  Riofrío,  en  las  cabe- 
ceras del  Hato,  ó  mejor  en  las  vertientes  rápidas  del  estribo  me- 
dianero, hay  escalones  artificiales  labrados  como  de  propósito  para 
sustentar  casas,  llamados  ahora  las  Antiguas,  y  aprovechados  por 
los  modernos  agricultores.  Los  bosques  del  ramal  parecen  relati- 
vamente nuevos  por  su  escaso  mantillo  y  falta  de  ruinas  de  gran- 
des vegetales.  En  la  cumbre  de  dicho  estribo,  y  entre  márgenes 
pantanosas,  se  encuentra  una  laguna  llamada  La  Encantada,  sitio 
de  consejas,  habitáculo  del  fabuloso  Mancarita,  de  seguro  ideado  á 
causa  de  lo  desamparado  del  lugar,  del  silencio  y  lobreguez  de  los 
montuosos  páramos  circunvecinos  y  del  continuo  gemir  del  viento 
entre  las  rocas.  De  lo  alto  de  la  Calavera  se  divisan  estas  llanuras 
en  los  días  serenos,  y  el  contraste  entre  ellas  y  la  mesa  de  Jéridas 
es  completo :  en  Juan  Rodríguez  corren  varios  ríos  de  algún  caudal, 
en  Jéridas  sólo  se  ven  arroyos  de  poca  agua ;  la  mesa  alta  siem- 
pre está  verde,  en  tanto  que  la  baja  con  frecuencia  terrea  entre 
secas  yerbas ;  allá  son  continuas  las  nieblas  y  los  aguaceros,  el 
frío  es  intenso  y  soplan  vientos  borrascosos ;  acá  es  rara  la  lluvia, 
el  clima  es  templado  y  los  aires  suaves  y  agradables,  pero  en  am- 
bas se  encuentran  habitantes  y  lucidos  ganados. 

Las  llanuras  de  Piedecuesta  y  Florida  se  dominan  bien  por 
el  Mediodía  desde  la  escarpa  de  la  Mesa  de  Jéridas,  que  las  seño- 
rea en  trescientos  ms.;  allí,  á  mano  derecha  se  tienen  los  estribos 
del  páramo  de  las  Ollas,  que  bajan  á  juntarse  con  los  de  la  mesa, 
se  desparraman  hacia  el  Occidente  en  forma  de  colinas  rojizas, 
peladas  en  la  cumbre,  desmoronadas  y  roídas  en  la  falda ;  enfren- 
te se  distingue  el  otro  declivio  que  también  vuelve  al  N.  para  guar- 
dar el  Lebrija  por  el  W.,  velado  por  millares  de  árboles  bajo  cuyo 
frondoso  ramaje  crecen  los  perfumados  cacaotales ;  á  la  izquierda, 
en  contraste,  se  extiende  un  plano  salpicado  de  árboles,  un  vasto 
jardín  en  que  brillan  las  hojas  de  los  cañaverales  al  lado  del  ver- 
de mate  de  los  arrozales  separados  por  setos  de  limoneros.  En 
medio  de  ese  verjel  que  ilumina  un  sol  radiante,  en  clima  delicio- 
so, aparece  el  limpio  y  bien  trazado  caserío  de  la  floreciente  ciu- 
dad de  Piedecuesta,  á  la  sombra  de  un  arbolado  que  dominan  las 


Nueva  GeografIa  de  Coloubia 


torres  de  dos  templos.  Bajando  á  este  valle  por  la  ría  de  Pamplo- 
na  á  Piedecuesta,  apenas  se  desciende  de  la  Mesa  de  Juan  Ro- 
dríguez y  se  sale  del  manto  de  niebla  ordinario  á  esas  yertas  alti- 
tudes, se  ven  las  tierras  bajas  desde  las  azules  cumbres  de  Guada> 
lupe,  en  que  parece  respaldarse  la  Mesa  de  Jéridas,  hasta  las 


iiiplaJas— Según  Regel 


sombrías  montañas  de  Rionegro,  y  las  poblaciones  arriba  mencio- 
nadas, con  sus  labran;tas,  sus  cacaotales  sombreados  por  altivos 
caracolies,  sus  colinas,  sus  llanadas,  sus  calles  y  torres  como  los 
relieves  de  un  tablero  ricamente  mati^do,  y  la  imaginación  se 
exiasfa  soñando  lo  que  será  esa  tierra  privileg'iada  cuando  el  pro- 
greso la  dominfc  por  completo.  No  menos  admirable  es  el  paisaje 
si  se  le  observa  por  el  NE..  desde  el  alto  del  GranadÜlij,  en  la  se- 
rranía de  Juan  Rodrlgfuez,  pues  abarca  i  Florida,  pueblo  pequeño 
sombreado  por  árboles  corpulentos,  refrescado  por  multitud  de 
arroyuelos,  próximo  al  cristalino  Riofrío,  de  márp^enes  embalsama- 
das por  los  cacaotales  ;  á  Bucaramanga,  de  humildísimos  orígenes, 
hoy  ciudad  importante  con  numeroso  caserío,  notable  aseo  y  lim- 
pieza, en  un  llano  aurífero,  seco  y  poroso,  sin  aguas  superficiales, 
en  pleno  progreso  y  centro  de  las  tejedoras  de  sombreros  de  na- 
cuma, industria  hoy  algo  decaída,  que  dio  vida  á  la  ciudad,  y  en 
la  extremidad  SW.  del  mismo  valle  de  Bucaramanga,  á  la  margen 
izquierda  del  Oro,  Girón,  entre  grandes  barrancas  de  arenas  y  can- 
tos rodados,  al  pie  de  una  serranía  de  áridos  flancos  que  irradian 
el  calor  del  sol,  con  caserío  decadente  pero  centro  de  un  munici- 
pio próspero  en  agricultura. 

c)  Guantnlú — Con  este  nombre  abarcaremos  el  conjunto  de 
tierras  comprendidas  entre  las  depresiones  que  forn-an  los  caño- 
nes del  Saravita  y  el  Chicamocha,  por  una  parle,  y  por  otra,  entre 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


los  relieves  parámosos  que  ciñen  por  el  S.  la  cuenca  del  Cáraba- 
Chitagá  y  por  el  N.  las  llanuras  de  Tundama;  miden  algo  más  de 
20  leguas  de  longitud  por  sólo  10  de  anchura ;  en  esa  dirección,  es 
decir,  de  E.  á  W.,  y  casi  por  el  centro,  las  cruza  la  gran  depresión 
del  Sube,  que  la  dividirla  en  dos  venientes  regulares,  sí  en  el  án- 
gulo SW.  no  se  formara  una  cuenca  hidrográficamente  separada 
del  resto,  como  que  por  una  hoz  próxima  á  San  Gil  desagua  en  el 
en  el  Saravita,  no  el  Chicamocha. 

Al  remontar  la  cuenca  del  Chitagá  se  llega  d  la  Mesa  Colo- 
rada, que  levanta  en  escalones  sus  agrias  cimasa  más  de  4,000  me- 
tros sobre  el  mar,  al  poniente  de  las  cumbres  del  páramo  del  AI 
morzadero,  rotas  y  peñascosas,  señoreadas  por  un  picacho  á  veces 
ceñido  por  un  anillo  de  hielo,  á  cuyos  pies,  cortando  al  través  los 
valles,  yacen  los  promontorios  de  antiguas  morrenas,  signos  evi- 
dentes de  que  en  tiempos  remotos  las  nieves  cubrían  estas  elevadas 
cimas  que  más  al  W.  se  enlazan  con  la  ya  citada  Mesa  de  Juan 
Rodríguez.  La  Mesa  Colorada  aun  se  viste  de  blanco  varios  me- 
ses del  año ;  el  Almorzadero,  algunos  centenares  de  metros  más 
bajo,  presenta  dondequiera  el  aspecto  de  grandes  trastornos  y  hun- 
dimientos. 

El  camino  del  Almorzadero,  uno  de  los  que  á  mayor  altitud 
transmonta  los  páramos  de  Santander,  pasa  cerca  de  la  cascada  de 
Comaguate,  que  casi  en  la  mitad  de  la  cruzada  desciende  de  las 
estratas  cortadas  á  pico,  cuya  prolongada  cornisa  encierra  una 
laguna  circular  sobre  la  cual  concluyen  abras  y  ensenadas  que  van 
al  interior  de  las  peladas  cumbres  circunvecinas,  y  según  la  leyen- 
da popular  es  obra  de  encantamiento.  En  los  meses  de  Junio  á 
Aj^to  los  vientos  y  las  lluvias  baten  de  continuo  estas  moles;  una 
densa  niebla  vela  el  triste  paisaje  de  los  solitarios  ce.-ros.  y  losar- 


Fiputa  230— l'ueblo  de  l'ancli- 


6o6  Nueva  Geografía  de  Colombia 


bustos,  enanos  y  rígidos,  suenan  en  las  cañadas  como  endurecidos 
por  un  frío  de  0.°  En  los  páramos  bravos  "  la  tempestad  no  es  ma- 
jestuosa, tronadora,  rápida  como  en  los  valles  ardientes ;  es  calla- 
da y  persistente  cual  la  muerte,  y  como  ella  también  yerta  y  16- 
breg^a,  sin  las  mag'nifícencias  del  rayo,  sin  la  terrible  animación 
del  huracán  que  transporta  veloz  y  arroja  sobre  la  tierra  océanos 
de  ag-ua  ;  morir  en  medio  de  esos  grandes  ruidos  y  conmociones 
de  la  naturaleza  debe  ser  para  el  viajero  un  accidente  sübito, 
casi  no  sentido;  en  los  páramos  se  muere  silenciosamente,  miem- 
bro por  miembro,  oyendo  cómo  se  extinguen  por  grados  las  pul- 
saciones del  corazón  ;  por  eso  es  terrible,  y  terrible  sin  belleza,  una 
tempestad  en  la  cima  de  los  Andes;  el  ánimo  se  abate,  y  la  ener- 
gía queda  reducida  á  los  términos  pasivos  de  la  resignación." 

Al  Sur  de  estas  moles  se  tiende  el  valle  transversal  de  Agua- 
blanca,  notable  por  sus  morrenas,  sus  estrechuras  terminales  y  la 
ccLScada  de  200  ms.,  por  la  cual  lo  deja  el  río,  que  luego  orilla  el 
camino,  por  el  que  á  medida  que  se  baja  hacia  el  Cerrito  aumen- 
tan las  ruinas,  llamando  en  especial  la  atención  las  desencajadas 
cumbres  del  muro  occidental.  Todo  el  estrecho  valle,  entre  el  pá- 
ramo y  el  picacho  de  Servitá,  en  más  de  dos  leguas,  se  halla  sem- 
brado de  piedras  sueltas,  rotas  y  angulosas  que  lo  esterilizan  y 
despean  las  cabalgaduras  y  obstruyen  el  lecho  del  río  que  reci- 
be el  tributo  de  arroyos  de  aguas  negras  que  bajan  de  cerros  den- 
tados sin  bosque  ni  suelo  estable.  De  lo  alto  de  este  mismo  ramal 
y  hacia  su  origen  se  domina  un  grandioso  panorama :  las  monta- 
ñas todas  de  esta  parte  del  Departamento,  la  Sierra  Nevada  de 
Chita  y  las  lejanas  cumbres  de  Antioquia,  divididas  por  un  abismo 
en  el  cual  una  faja  de  vapores  blanquecinos  revela  el  curso  del 
Magdalena,  lo  que  forma  un  cuadro  indescriptible  cuando  lo  ilu- 
minan los  rayos  de  un  sol  poniente  de  verano. 

Al  Sur  de  esta  línea  de  cumbres  que  se  dilata  imponente  del 
Almorzadero  á  Juan  Rodríguez,  se  abre  la  profunda  sima  ó  cañón 
del  Sube,  y  entre  una  y  otro  se  tienden  de  N.  á  S.  diversos  valles, 
entre  los  que  priman  los  del  Servitá  y  el  Guaca,  formado  éste  por 
dos  ramales  de  diversa  importancia,  pues  si  el  occidental  termina 
sobre  el  Ch  i  camocha,  el  otro  ofrece  una  hoz  de  medio  kilómetro 
de  paredes  verticales  que  da  paso  al  río,  más  allá  de  la  cual  se 
levanta  el  Espigón  de  Covarachía,  que  avanza  á  unirse  con  los  pá- 
ramos y  cerros  interpuestos  entre  Mogotes  y  Soatá,  y  en  cuyo  in- 
terior y  de  S.  á  N.  se  abre  el  valle  del  Onzaga,  de  grande  impor- 
tancia por  su  posición  topográfica.  El  valle  del  Servitá,  en  su  parte 
alta  llamado  jurado,  riega  las  explanadas  de  Cerrito,  Servitá, 
Concepción  y  Enciso,  pueblos  que  como  Tequia  y  Málaga,  gozan, 
en  el  orden  en  que  van  nombrados,  de  clima  diverso,  desde  el  frío 
y  casi  paramoso  hasta  el  templado.  En  el  remate  del  valle  aleda- 
ño al  W.,  el  del  Petaquero,  á  orillas  del  Chicamocha,  entre  arena- 
les, está  Capitanejo,  que  por  las  influencias  contrarias  del  calor  que 
remonta  por  el  Sube  y  del  frío  que  baja  de  la  Nevada  de  Chita, 
que  le  demoran  al  W.  y  al  E.,  respectivamente,  es  de  clima  insa- 
lubre y  abunda  en  cotudos,  Enciso  algo  se  parece  en  esto  á  Capi- 
tanejo ;  Tequia  y  Málaga,  que  están  en  una  alta  explanada,  lo  go- 
zan mejor  y  se  rodean  de  abundantes  sementeras. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  607 


El  Cerrito  es  un  bello  y  próspero  pueblo,  situado  en  una  vega 
alegre  y  fértil,  que  el  río  amenaza  en  sus  tremendos  aguajes,  al  pie 
del  elevado  peñón  de  Cuscuta,  de  cima  plana  y  flanco  desnudo,  y 
tajado  á  pico,  en  tanto  que  á  los  otros  rumbos  lo  rodean  pequeñas 
colinas  vestidas  de  verdor,  en  cuyas  faldas  pacen  los  ganados.  A 
medida  que  se  avanza  al  S.  se  hermosea  el  paisaje,  se  multiplican 
los  vecindarios  y  las  torres  de  las  iglesias;  apenas  se  ha  dejado 
atrás  el  Cerrito,  cuando  aparecen  las  casas  de  Servitá,  regadas  en 
la  pendiente  de  un  cerro  coronado  porehemplo.  Siguiendo  el  abra 
del  río,  al  través  de  los  cultivos,  se  corona  lo  alto  de  una  hermosa 
y  abierta  explanada,  en  cuyo  extremo  está  la  Concepción,  de  buen 
caserío,  y  población  robusta  que  no  desperdicia  un  palmo  de  tierra. 
Enciso,  en  un  llanito  á  orillas  del  río,  es  notable  en  los  anales  mi- 
litares del  país,  lo  mismo  que  Capitanejo. 

La  ciudad  de  Málaga,  en  un  hermoso  llano,  es  centro  de  una 
comarca  eminentemente  agricultora,  y  casi  tan  poblada  como  el 
valle  de  Tenza,  por  naturales  notables  por  la  vigorosa  musculatu- 
ra de  los  hombres  y  la  belleza  de  las  mujeres,  que  á  la  gracia  y 
donaire  de  las  calentanas,  unen  el  colorido  fírme  de  las  que  habi- 
tan el  páramo.  Las  tierras  están  todas  apropiadas  y  cultivadas  en 
pequeñas  heredades  divididas  por  plantas  vivas  y  sauces  que  se 
liermanan  pintorescamente  con  las  sementeras.  Málaga,  que  tiene 
muy  cercano  el  pueblo  de  Tequia,  posee  distinguida  sociedad  y 
tiene  un  valioso  mercado  semanal,  como  que  es  centro  de  seis  ca- 
minos que  cruzan  tierras  bien  pobladas  y  de  vario  clima. 

Más  al  Oriente,  ó  sea  entre  el  Servitá  y  la  cordillera  que  ya 
domina  á  Casanare  con  sus  encumbrados  topes,  se  aglomeran  be- 
llos cerros,  campos  labrados  y  frondosos  bosques,  principio  de  la 
comarca  del  Cocuy :  son  las  tierras  de  Carcasí  y  San  Miguel,  que 
riega  el  Petaquero,  pueblos  sanos,  de  temperamento  frío,  el  pri- 
mero en  la  falda  de  un  cerro,  el  otro  en  una  meseta,  y  á  cuyo  me- 
diodía, tras  una  cuesta,  ya  en  la  hoya  del  Chiscas,  se  encuentra 
Macaravita,  también  jardín  de  mieses  variadas.  A  uno  y  otro  lado 
de  la  comarca  suben  hasta  esconderse  en  las  nubes  los  cabe*zos  de 
los  páramos  no  habitados,  pero  donde  los  vecinos  ceban  ganado 
mayor  y  siembran  alguna  cebada,  y  que  al  respaldo  N.  tienen  la 
hoya  del  Valegrá. 

El  ramal  del  poniente  de  Málaga  ayuda  á  cerrar  la  hoya  del 
Guaca,  y  en  un  repliegue  forma  la  del  pequeño  Molagavita.  Este 
pueblo  y  los  de  San  Andrés  y  Guaca,  que  ocupan  el  valle  principal, 
tienen  su  asiento  en  explanadas  cubiertas  de  habitaciones  y  labran- 
zas, y  que  con  sus  barrancos  dominan  el  lecho  del  río  ó,  mejor,  cau- 
daloso torrente.  El  fondo  del  valle  del  Guaca  es  un  verdadero  jardín 
*en  que  se  ven  ondear  las  espigas  del  trigo  junto  á  las  brillantes  flo- 
res de  variadas  leguminosas,  y  en  lo  bajo  las  plataneras  de  verde 
sombrío  y  los  tablones  más  claros  de  la  caña  dulce  y  del  maíz.  Gua- 
ca, en  la  falda  de  un  cerro,  y  punto  de  reunión  de  una  gran  feria 
anual,  está  á  la  entrada  de  uno  de  los  puertos  más  bajos  de  los  pá- 
ramos del  respaldo,  que  encierran  el  caserío  de  Mogorontoque,  no 
lejos  de  la  Mesa  Colorada  ;  San  Andrés,  en  lo  bajo  del  valle,  es 
uno  de  los  Municipios  más  prósperos,  ricos  y  florecientes  de  San- 
tander. 


.6o8  Nueva  Geograf/a  de  Colombia 


Las  serranías  que  g^uardan  este  valle  parecen  destrozadas  por 
cataclismos,  y  de  su  frag^osidad  dará  ¡dea  decir  que  la  vaguada 
baja  casi  tres  mil  metros  en  menos  de  diez  leguas  de  tirantez.  Por 
este  motivo,  mientras  los  recuestos  de  la  serranía  que  miran  á  la 
parte  opuesta  de  la  hoya  del  río  presentan  planos  tendidos  y  sua- 
ves, los  escarpes  ribereños  ofrecen  cavidades  profundas  y  paredo- 
nes de  rocas,  cual  si  la  base  de  las  montañas  hubiera  sido  cortada 
á  cercén  por  el  impetuoso  Chicamocha.  Precipicios  de  un  lado, 
explanadas  de  otro,  cumbres  sombreadas  por  árboles  majestuosos^ 
ó  tapizadas  por  gramíneas  siempre  verdes,  junto  con  los  pueblos, 
sementeras  y  los  raudales  del  Guaca,  constituyen  un  magnífico  cua- 
dro andino. 

En  fin,  más  al  W.  se  desarrollan  las  grietas,  mejor  que  valles,, 
por  donde  bajan  el  Aguasclaras  y  el  Manco,  abrigando  aquél  los 
pueblos  de  Cepita  y  Umpalá,  el  primero  ya  sobre  el  Sube,  el  otro 
en  el  camino  de  Málaga  y  San  Andrés  á  Piedecuesta,  y  que  sirven 
como  de  transición,  pues  se  abren  entre  el  valle  de  Guaca  y  la 
mesa  de  Jéridas  y  planicies  de  Piedecuesta  que  se  tienden  al  pie  del 
baluarte  angular  de  la  orografía  de  estas  comarcas,  formado,  coma 
queda  dicho,  por  los  páramos  que  enmarcan  la  mesa  de  Juan  Ro- 
dríguez. 

A  la  derecha  de  las  explanadas  que  corta  el  Saravita,  hacia 
el  Socorro,  las  serranías  se  complican  orilladas  al  N.  por  el  Chica- 
mocha,  y  entre  ellas  se  encuentra  hacia  el  Sur  el  llano  de  Mogo- 
tes, perfectamente  plano  y  cercado  de  altos  cerros  montuosos.  Al 
N.  de  este  llano,  es  decir,  sobre  el  Chicamocha,  la  tierra  no  se  cubre 
ya  de  vegetación  vigorosa,  y  los  relieves  que  se  pierden  sobre  el 
turbulento  río,  contrastan  con  los  otros  por  su  esterilidad,  y  en  sus 
desnudos  flancos  no  hay  señales  de  industria  ni  de  tráfico  algu- 
no. Allí  baña  el  río,  lo  mismo  que  en  la  fronteriza  orilla,  las  bases 
peinadas  de  los  cerros,  roídas  por  grandes  barrancos  que  surcan 
un  terreno  tan  deleznable  que  con  frecuencia  no  permite  paso  al 
viajero.  Corre  el  gran  torrente  á  raíz  de  esos  precipicios  donde  son 
frecuentes  los  derrumbes  y  sensible  la  labor  de  las  aguas  bravas,, 
únicas  que  los  riegan.  Al  ocaso  esta  especie  de  serranía  se  une  á  la 
Mesa  de  Aratoca,  donde,  como  queda  dicho,  forman  el  paisaje 
grandes  planos  inclinados  vestidos  de  praderías  y  bosquecillos  que 
por  un  lado  se  extienden  hasta  el  llano  de  Mogotes,  y  por  otro 
rematan  en  las  escarpas  del  Sube,  enfrente  de  Jéridas. 

En  su  rumbo  al  N.  la  montaña  de  Corbaraque,  ramal  de  los 
páramos  de  Tundama,  se  deprime  hasta  convertirse  en  un  lomo  de 
mediana  altura  sobre  los  terrenos  aledaños,  y  así  cargado  de  ale- 
gre vegetación  hasta  la  cumbre,  se  interpone  entre  el  Socorro  y 
Charalá.  De  su  cima  en  el  camino  que  une  esas  poblaciones  se  do- 
mina al  oriente  una  gran  cuenca  rodeada  al  S.  de  páramos,  y  en  el 
resto  por  variadas  serranías  :  es  la  hoya  del  Charalá,  en  la  cual  se 
distinguen  al  frente,  á  medida  que  se  baja,  Oca  monte.  Riachuelo, 
Corromoro  y  Cincelada,  en  vegas  ó  mesetas,  pero  todos  en  medio 
de  masas  de  verdura  ;  al  frente,  hacia  el  SE.,  se  divisan  los  altos 
cerros  que  guardan  á  Encino,  en  el  camino  de  Tundama,  y  al  pie,  en 
el  centro  del  paisaje,  la  ciudad  de  Charalá,  de  grandes  vicisitudes 
históricas,  que  asienta  su  regular  caserío,  no  muy  aseado,  en  las 
alegres  vegas  de  la  confluencia  de  los  ríos  Pienta  y  Tíquisa,  cu- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  609 


yos  valles,  como  los  otros  de  la  cuenca,  están  bien  cultivados  de 
caña  de  aziücar.algoddn  y  otros  frutos,  y  con  el  producto  de  éstos 
se  fabrican  en  garande  escala  azücar  y  panela  y  batán,  6  sea 
tejidos  ordinarios.  La  población,  bastante  densa,  se  compone  de 
vigorosos  agricultores  blancos,  que  en  tiempo  de  guerra  son  va- 
lientes y  atrevidos  soldados.  Las  grandes  alturas  del  Mediodía 
del  valle  del  Charalá  se  componen  de  cerros  despedazados,  que 
terminan  en  ángulos  salientes  y  remedan  una  prolongada  y  an- 
cha comisa  dentada,  sobre  la  cual  se  balancea  una  faja  de  ar- 
bolillos  siempre  verdes,  interrumpida  por  las  quiebras  de  los  arro- 
yos que  desde  el  borde  se  despeñan  y  desaparecen  entre  los  derru- 
bios y  matorrales  inferiores,  Al  pie  de  los  cerros  las  ruinas  de  la 
serranía  se  han  acumulado  en  planos  inclinados  irregulares  que 


Figura  Í31  -  Porción  de  la  pe^a  de  Sucica  (Cundí  na  marca) — l)c  fotografía 


mueren  sobre  el  rfo  y  sustentan  chozasy  estancias  de  labor.  El  ruido 
de  los  torrentes  que  en  todas  direcciones  bajan  hacia  el  turbulento 
río,  que  en  lo  más  hondo  del  terreno  los  espera  ;  la  soledad  de  los 
altos  cerros  ;  la  vista  lejana  de  las  casitas  sorjibreadas  por  árboles 
y  coronadas  por  ráfagas  de  humo ;  el  sentimiento  de  la  seguridad 


6lO  Nueva  Geografía  de  Colombia 


con  que  cuenta  el  viajero, — forman  un  cuadro  encantador.  Al  N. 
de  Charalá  están  los  pueblos  de  Páramo  y  el  Valle,  en  pintores- 
cas posiciones,  y  un  poco  más  abajo  se  opone  al  río  un  nudo  de 
serranías  llamado  Alto  de  Paloblanco,  que,  cerca  de  la  hoz  del 
Monas,  le  hace  variar  de  repente  su  curso  echándolo  para  el  W. 
por  un  cañón  en  busca  del  Saravita,  y  en  el  vértice  de  esa  violenta 
inflexión  está  la  ciudad  de  San  Gil,  enlazada  por  un  buen  camino  á 
Charalá. 

Al  E.  de  San  Gil  se  extiende  el  territorio  de  Mogfotcs,  que 
principia  por  una  serie  de  ramblas  y  recuestos  alternados  que  va- 
rían el  paisaje,  ora  cultivado  con  valiosas  sementeras,  ora  solitario 
y  ag'reste,  pero  siempre  verde,  lleno  de  frescura  y  amenidad. 
Pasados  los  ríos  Tubuga,  Cuchicuira  y  Mogólicos,  en  el  punto  en 
que  se  juntan  para  formar  el  Monas,  que  por  una  hoz  busca  el  Cha- 
ralá ó  Fonce,  se  entra  de  repente  en  una  llanura  pareja,  de  unas 
tres  leguas  de  largo  por  una  de  ancho,  ceñida,  á  manera  del  óvalo 
de  un  medallón,  por  dos  ramales  de  cerros  lavados  y  desgastados 
hacía  el  llano,  que  muestran  en  lo  alto  crestas  desiguales  y  aristas 
afiladas,  y  en  medio  de  la  llanura  queda  el  pueblo  de  Mogotes, 
de  caserío  extenso,  decaído  en  parte  de  su  anterior  prosperidad, 
pero  adn  núcleo  de  valiosos  cultivos  y  de  alguna  industria  fa- 
bril. No  lejos,  hacia  el  WNW.,  se  encuentra  el  Hoyo  de  Los 
Pájaros,  hundimiento  circular  de  184  ms.  de  profundidad  por  14  de 
anchura  en  la  boca,  análogo  al  del  Aire  en  Vélez,  y  poblado  por 
guácharos  y  guapacos. 

Al  Poniente  de  esta  cuenca  se  abre  el  valle  del  Onzaga,  nor- 
malmente, ó  sea  de  S.  á  N.,  con  los  pueblos  de  su  nombre  y  San 
Joaquín.  Este  ultimo,  antes  llamado  Petaquero,  con  lindas  mujeres, 
demora  al  respaldo  de  Mogotes  y  al  opuesto  pie  del  Alto  de  aquel 
nombre,  desde  donde  se  le  avista  en  un  estrecho  valle,  al  remate 
de  la  cuesta,  rodeado  de  cerros  revestidos  de  profusa  vegetación  y 
regado  por  seib  abundantes  arroyos  tributarios  del  Chicamocha 
por  medio  del  Onzaga.  El  camino  que  gira  para  este  último,  pasa 
primero  al  través  de  cerros  y  estribos  dislocados  con  quiebras  y 
llanuritas  intermedias,  hasta  el  alto  del  Manco,  de  prolongada  falda 
hacia  la  margen  derecha  del  río,  en  la  cual  se  encuentra  el  pueblo, 
de  regular  extensión,  por  todas  partes  rodeado  de  cerros,  ya 
en  la  región  andina,  según  lo  indican  los  vestidos  de  bayeta,  el  ha- 
blar con  los  dientes  apretados,  sonando  mucho  la  s,  y  los  colores  de 
los  habitantes  y  los  productos  del  suelo.  Tanto  al  S.,  vía  de  Santa 
Rosa,  como  al  E.,  camino  de  Soatá,  tras  cruzar  tierras  fértiles  y 
bien  regadas,  se  asciende  una  prolongada  cuesta  por  entre  bosque 
para  llegar  á  la  cumbre  estrecha  y  breve  del  páramo,  y  á  medida 
que  se  asciende  disminuyen  el  ruido  de  las  fuentes,  el  de  las  aves  y  el 
del  viento,  hasta  hacerse  total  el  silencio,  cuando  se  pisa  el  terreno 
de  los  arbustos  resinosos,  de  lus  musgos  y  de  las  gramíneas.  El  aire, 
leve  y  perfumado,  se  respira  fácilmente,  y  el  viajero  siente  indefi- 
nible bienestar  al  abandonar  las  tierras  calientes  y  pisar  las  ver- 
daderas comarcas  andinas,  tan  profundamente  amadas  por  los  na  - 
turales  de  la  cordillera,  por  los  habitantes  del  campo  y  por  los  de 
las  ciudades. 

Al  Sur  de  las  tierras  de  Charalá  y  Onzaga,  entre  el  prin- 
cipio de  los  cañones  del  Suárez  y  del  Chicamocha,  se  alzan  gran- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  Sil 


des  cerros  que  forman  la  cumbre  6  serranía  que  separa  aquellas 
tierras  de  las  frías  de  Tunja  y  Tundama,  y  ramificadas  de  diver- 
sos modos  y  en  distintas  direcciones,  constituyen  un  país  montuo- 
so, arriba  de  páramos,  donde  el  velludo  frailejón  prospera  en 
medio  de  altas  peñas  y  los  bosques  lozanos  descienden  por  los  es- 
tribos y  escarpas  hasta  las  redondas  colinas  inferiores  alternativa- 
mente cubiertas  de  gramíneas  y  variadas  sementeras.  Abundan- 
tes riachuelos  bajan  de  la  espesura  á  los  collados  y  valles,  re- 
frescando y  fertilizando  los  prados  en  que  pacen  numerosas  mana- 
das de  ovejas  y  muchedumbre  de  reses  mayores,  y  las  laderas  y 
explanadas  enriquecidas  con  sementeras  apropiadas  á  los  diversos 
climas  de  que  allí  se  goza,  y  los  grupos  de  pequeñas  huertas  en 
que  aparecen  enclavadas  las  villas,  pueblos  y  caseríos,  hacen  her- 
moso el  paisaje.  Allí,  junto  á  las  habitaciones  y  tierras  labradas 
están  los  bosques  vírgenes  abrigando  un  suelo  fértil,  aún  no  tocado, 
donde  la  naturaleza  despliega  todas  las  galas  de  la  vegetación  in- 
tertropical ostentando  sus  diversos  tipos,  desde  las  cálidas  vegas  in- 
feriores del  Charalá,  el  Oiba  y  el  Linguaruco,  afluentes  del  Suárez, 
hasta  los  fríos  páramos  que  coronan  el  paisaje.  Las  aguas  vivas 
rompen  por  todas  partes  y  riegan  bulliciosamente  grandes  espa- 
cios solitarios  donde  multitud  de  moradores  podrían  hallar  fácil 
sustento. 

c)  El  Sar avila.  Por  entre  las  tierras  del  Carare  al  W.  y  las  de 
Guanentá  y  Tundama  al  E.,  desde  Soto  hacia  el  Sur  hasta  la  Sa- 
bana de  Bogotá,  ó  sea  por  treinta  leguas,  se  extiende  una  comarca 
singular  por  su  variada  topografía  y  su  marco  en  partes  de  altas 
serranías,  la  que  comienza  con  mesas  análogas  á  la  de  Jéridas, 
guarda  luego  el  cañón  del  Sara  vita  entre  roídas  explanadas,  englo- 
ba después  á  derecha  é  izquierda  las  curiosas  cuencas  de  Vélez  y 
Moniquirá,  y  por  último  absorbe,  bien  que  sólo  hidrográficamen- 
te, la  altiplanicie  de  Ubaté,  en  realidad  simple  continuación  de  la 
Sabana  de  Bogotá. 

En  la  primera  sección  las  cumbres  de  la  izquierda  presentan 
un  aspecto  salvaje  por  sus  crestas  én  forma  de  sierra  ó  terminadas 
en  pirámides  limpias  de  flancos  descarnados  y  desnudos,  puesto  que 
sólo  algunos  árboles  aparecen  entre  las  fracturadas  y  corridas  es- 
tratas de  las  rocas  arenáceas  y  calizas,  quebrantadas  y  hendidas  de 
arriba  abajo.  Las  faldas  que  dominan  el  cañón  del  Suárez  apa- 
recen, ora  escarpadas,  ora  cubiertas  de  bosque  y  á  trechos  derrui- 
das por  la  impetuosidad  de  los  torrentes,  únicas  aguas  que  des- 
cienden de  la  paramosa  cima  de  los  Cobardes.  Sobre  el  cañón 
mismo  del  río,  para  formarlo,  avanzan  algunos  planos  inclinados 
de  terreno  de  acarreo  que  finalizan  en  paredones  que  calzados  por 
peñascos,  terminan  sobre  las  irregulares  vegas  del  Saravita.  En  una 
palabra,  la  cordillera  parece  una  gigantesca  ruina  en  que  las  es- 
tratas forman  ora  anchos  escalones  aprovechados  por  los  agricul- 
tores, ora  murallones  y  escarpas.  Análogo  es  el  suelo  á  la  dere- 
cha del  río,  pero  como  los  relieves  que  lo  guardan  y  dividen  del 
Charalá  por  esta  banda  son  relativamente  humildes,  hay  motivos 
para  suponer  que  la  denudación  se  ha  cumplido  aquí  con  caracteres 
dignos  de  los  Andes.  En  esta  zona  por  todas  partes  aparecen  los 


6l2  Nueva  Geografía  de  Coloiibia 


vecindarios  y  los  pueblos  rodeados  de  labran2as,  haciendas  y  po- 
treros; la  presencia  de  numerosos  habitantes  la  anima  y  vivifica 
con  el  tráfico  incesante  por  la  multitud  de  caminos  que  en  todas 
direcciones  cruzan  la  comarca. 

Esta  sección  de  las  explanadas  y  mesetas  del  Suárez,  asiento 
de  prósperas  poblaciones,  por  Barichara,  San  Gil,  Socorro,  Oiba, 
Suaita  y  Togüí  se  extiende  de  la  cortadura  del  Sube  á  las  breñas 
de  Vélez  y  Moniquirá,  y  en  especial  á  medida  que  se  avanza  del 
Norte  al  Sur  ;  vista  del  Oriente,  parece  un  relieve  en  que  alternan 
los  terraplenes  y  los  escarpes,  pero  vista  desde  el  Occidente,  se 
presenta  como  una  planicie  cortada  por  el  río,  en  unas  partes  ondu- 
lante, en  otras  llana,  á  trechos  interrumpida  por  barrancos  profun- 
dos por  donde  corren  los  afluentes,  á  trechos  surcada  por  arroyos 
copiosos  y  riachuelos  que  se  deslizan  á  flor  del  suelo  por  lechos  de 
piedra,  y  que  con  frecuencia  se  pierden  por  entre  las  grietas  y  ca- 
vidades de  las  peñas  para  brotar  más  abajo  y  precipitarse  sobre  el 
Suárez  en  raudales  y  cascadas. 

El  turbulento  Chicamocha,  en  el  final  de  su  curso  y  desde 
unas  leguas  antes  de  confundirse  con  el  Saravita,  con  rumbo  de 
E.  á  W.,  pasa  por  entre  Soto  y  Guanentá,  denominándosele  Sube 
donde  lo  atraviesa  el  puente  del  camino  real  de  Bogotá  á  Bucara- 
manga,  tendido  en  el  fondo  de  una  cortadura  colosal  de  830  nis.  de 
profundidad,  flanqueada  por  los  paredones  de  las  mesas  de  Jéridas  y 
de  Barichara,  en  cuyas  escarpas  se  han  labrado  ziszás  rápidos  para 
el  descenso  y  ascenso,  tarea  enojosa  en  que  se  gasta  media  jorna- 
da, bajo  un  sol  de  fuego  en  verano,  en  continuado  peligro  en  in- 
vierno, por  cuanto  agua,  viento  y  piedras  baten  las  vueltas  de  la 
espiral.  En  el  fondo  de  la  hondura,  por  el  continuado  tráfico  de  la 
vía  y  la  bondad  del  temperamento  para  "  tomar  sudores,"  se  formó 
el  pueblo  de  Jordán,  habitado  por  trabajadores,  valetudinarios  y 
convalecientes. 

Ascendida  la  escarpa,  rumbo  del  Sur,  se  encuentran:  al  E.  Ara- 
toca,  engastada  como  nido  de  águila  entre  los  picachos  piramidales 
de  la  serranía  que  al  respaldo  corta  el  Sube,  con  excelente  clima  y 
población  robusta  y  laboriosa,  que  vive  de  la  agricultura  y  el  comer- 
cio, y  al  S.,  en  la  vía  de  San  Gil,  el  bello  pueblo  de  Curití,  en  una 
ladera  limpia  y  alegre  y  rodeada  de  estancias  de  labor  bien  cultiva- 
das. Al  poniente  de  este  ultimo  se  dilata  la  extensa  meseta  de  Bari- 
chara, con  la  linda  villa  de  su  nombre,  de  bueii  caserío  y  próspera 
industria,  en  el  borde  occidental  de  ella,  á  cuyo  pie  las  derruidas 
escarpas  forman  un  pequeño  y  prcfundo  valle  ribereño  del  Sara- 
vita.  Esta  explanada,  que  domina  la  confluencia  de  los  dos  enor- 
mes torrentes,  concluye  al  W.,  inmediatamente  después  de  las 
últimas  casas,  en  una  cortadura  repentina  de  300  metros,  á  que 
sigue  el  valle  onduloso  donde  están  Guane  y  Cabrera  en  sus  flancos 
N.  y  S.,  ya  próximos  al  Saravita,  mientras  que  al  N.  cae  en  inmen- 
sas ruinas  sobre  el  Chicamocha,  y  al  S.  termina  sobre  el  Fonce. 
Enfrente,  al  W.,  se  encuentra  la  meseta  de  la  Robada,  fragmen- 
to de  la  grande,  que  hoy  fraccionan  los  cañones  de  estos  ríos  que 
la  han  trocado  en  variada  y  pintoresca,  en  especial  merced  á  nu- 
merosas cascadas,  entre  las  cuales  se  distingue  la  de  Paramosa, 
cerca  de  Barichara,  que  tiene  250  metros  de  caída,  dividida  en  dos 


Nueva  GeoGKAFiA  de  Couihbia 


saltos  y  protegida  por  una  cavidad  se  micircular  que  se  prolonga 
hasu  e!  fondo  del  estanque  labrado  por  las  aguas  al  pie  del  terrible 
precipicio.  La  bajada  á  Guane  es  una  senda  en  extremo  pendiente 
y  rodeada  de  profundos  barrancos,  rectilínea,  capaz  de  desensillar 


las  bestias  por  la  cabera,  en  lo  cual  poco  le  supera  el  camino  de 
Socorro,  como  que  para  alcanzar  el  puente  colgante  de  Galán  sobre 
el  Fonce,  lo  hace  por  un  cerro  continuo  tallado  en  escalones,  ser- 
penteando en  cortos  giros  por  el  filo  de  los  despeñaderos  y  precipi- 
cios, que  se  salvan  gracias  á  la  habilidad  de  las  muías. 

Por  el  otro  lado  de  la  meseta,  ó  sea  de  Curitt  al  Fonce,  tras 
bajar  unas  serranías  sobrado  escarpadas,  se  encuentra  á  San 
Gil,  importante  ciudad,  centro  de  numerosos  caminos,  en  una  es- 
trecha vega  riÍDereña  del  río,  caserío  en  parte  sobre  éste,  en  par- 
te en  la  ladera  del  próximo  cerro,  que  á  considerable  altura  forma 


6 14  Nueva  Geografía  de  Colombia 


una  explanada  donde  está  el  hospital  entre  casitas  de  pobre  apa- 
riencia. San  Gil  ha  sido  de  tiempo  atrás  una  población  amante  de 
la  cultura,  el  trabajo  y  el  progreso,  y  á  la  fecha  es  superior  al  So- 
corro, su  antigua  metrópoli,  á  la  cual  la  une  un  camino  que  pasa 
por  Pinchóte,  edifícado  en  la  meseta  del  otro  lado  del  cañón. 

El  puente  y  caserío  de  Galán,  en  el  antiguo  paso  de  Sardinas, 
se  encuentran  en  un  paisaje  agreste ;  el  Fonce  ó  San  Gil,  ya  en 
tierra  caliente,  Heva  tumultuosamente  sus  aguas,  corriendo  á  saltos 
por  entre  gruesos  peñascos  de  arenisca,  al  pie  de  bancos  desnudos 
que  el  camino  del  Socorro  asciende  por  cuestas  rápidas,  después 
de  lo  cual  gira  por  terreno  quebrado,  ganando  siempre  en  altitud, 
y  que  á  poco  deja  los  matorrales  para  seguir  en  medio  de  casitas 
y  labranzas  que  cubren  totalmente  el  suelo,  ora  siguiendo  sus  on- 
dulaciones en  incesante  alternativa  de  colinas  y  cañadas  profundas, 
ora  dispuestas  en  anñteatro,  recostadas  contra  la  falda  de  los  ce- 
rros mayores  y  cubriéndolos  desde  el  pie  á  la  cima.  Cuando  el  sol 
alumbra  el  paisaje,  reflejado  por  esa  serie  de  planos  inclinados  é 
interrumpido  con  fuertes  sombras  en  las  angostas  quiebras  del  te- 
rreno, produce  una  suave  gradación  de  tintes,  desde  el  vigoroso  co- 
lorido de  los  próximos  maizales,  hasta  el  verde  amarillento  de  los 
lejanos  cañaverales  y  los  arbustos  de  oscuro  follaje  salpicados  de 
flores,  todo  esto  recalzado  por  el  brillo  de  las  aguas  vivas  y  la  pre- 
sencia de  los  cultivadores. 

La  ciudad  del  Socorro,  madre,  por  decirlo  así,  de  la  comarca 
á  que  dio  nombre,  y  habitada  por  ese  tipo  laborioso  y  fuerte  lla- 
mado socorrano,  pero  decaída  de  su  esplendor  por  haberse  fia- 
do demasiado  de  las  prerrogativas  de  capital  que  hoy  están  en 
manos  de  Bucaramanga,  ocupa  un  plano  inclinado  cerca  del  rá- 
pido y  peñascoso  Saravita,  con  clima  templado  pero  no  muy  sano 
por  los  repentinos  cambios  atmosféricos ;  tiene  mercado  semanal 
bastante  concurrido.  La  irregular  explanada  en  que  se  asienta  el 
Socorro  está  cortada  al  W.  por  la  profunda  y  ancha  quiebra  en 
cuyo  fondo  corre  600  ms.  más  abajo  el  torrentoso  río,  al  pie  E.  de 
la  alta  serranía  de  los  Cobardes,  que  en  más  de  16  leguas  corre  de 
S.  á  N.  sin  ramiñcación  ninguna,  en  tanto  que  al  respaldo  está  do- 
minada por  los  cerros  que  dividen  estas  explanadas  de  la  cuenca 
del  Charalá.  El  aspecto  material  del  poblado  es  bueno,  aún  consi- 
derable la  industria  manufacturera  local,  y  bastante  libres  las  cos- 
tumbres del  pueblo.  Del  antiguo  convento  de  Capuchinos,  que  ocu- 
pa la  parte  más  elevada  de  la  ciudad,  se  gozan  bellísimas  vist€is 
sobre  los  pintorescos  cerros  del  Ocaso,  surcados  por  multitud  de 
arroyuelos. 

De  la  ciudad  el  camino  para  Oiba  sigue  por  el  lomo  de  una 
larga  colina,  hasta  la  meseta  en  que  se  asienta  el  poblado,  al  pie 
de  una  grande  explanada,  con  caserío  bastante  regular,  centro  de 
siete  caminos,  entre  tierras  bien  cultivadas,  que  forman  laderas 
abiertas  y  alegres.  Otras  dos  vías  unen  los  mismos  puntos  :  la  del 
E.  pasa  por  Conñnes,  edificado  en  una  meseta  á  cuyo  pie  se  abre 
el  pintoresco  valle  del  Guayacán,  en  tanto  que  la  del  W.  lo  hace 
por  Palmas  y  Guapotá,  ambos  en  un  llano  alto,  inclinado  hacia  el 
próximo  Suárez.  Cerca  de  Oiba  se  cruza  el  torrentoso  río  de  ese 
nombre  por  un  buen  puente,  del  cual   arranca  un   camino  hacia 


Nueva  Geografía  de  CoLomiA 


Cunacua,  que  demora  en  un  plano  inclinado  en  un  vallejuelo  que 
hace  jueg^o  al  del  Guayacán,  al  pie  de  una  serranía  montuosa,  con 
desiertos  al  E.  y  altos  cerros  al  W.,  en  tanto  que  el  real  avanza 
por  Guadalupe  y  Suaita,  en  busca  del  Linguaruco,  que  parte  li- 
mites con  Boyacá,  ocupando  la  primera  de  esas  dos  poblaciones 
una  hermosa  mesa,  cuya  escarpa  occidental  domina  el  lecho  del 
río,  que  en  estas  regiones  ora  corre  por  cauce  lan  estrecho,  que  es 
una  simple  grieta,  ora  desciende  de  un  golpe  bastantes  metros, 
formando  raudales  vistosos  y  aun  verdaderas  cascadas  de  hermosa 
perspectiva  ;  en  tanto  que  la  segunda  se  alza  en  un  plano  inclinado 
hacia  el  Linguaruco,  en  cuyo  hermoso  puente  se  bifurca  el  camino 
en  demanda  de  Chitaraque  y  de  Santa  Ana.  De  Cunacua  á  Gámbi. 
ta  se  esguazan  los  ríos  Huerta  y  Tolosa,  de  rápida  corriente,  se 
empalma  el  camino  con  el  de  Suaita  y  se  cruza  un  territorio  poco 
feraz.  Los  cerros  altos  y  descarnados  y  de  contornos  abruptos  en- 
vían á  lo  bajo  las  aguas  llovedizas  con  rapidez  perjudicial,  porque 
lavan  y  desgarran  el  terreno,  lo  que  produce  emigraciones  entre 
los  labradores  de  este  municipio.  Gámbita,  pueblo  pequeño,  está 
asentado  en  un  vallecito  angosto,  en  que  terminan  las  pendientes 
laderas  de  dos  pequeñas  serranías  paralelas,  de  un  suelo  bastan- 
te ingrato,  como  que  sólo  encierra  algunas  cañadas  fértiles,  que 
como  oasis  rompen  la  esterilidad  general,  provenientes  de  los  alu- 
viones de  los  ríos  Gámbita,  Porqueras  y  Huertas,  tributarios  del 
Linguaruco,  que  lo  es  del  Saravita,  lo  que  no  obsta  para  que  los 
moradores  establezcan  cultivos  dondequiera  que  hallan  un  rincón 


Figura  333— Cascada  del  río  Suárn  6  Saravila— De  fotografía 


6i6  Nueva  Geografía  de  Colombia 


capaz  de  soportarlos.  A  pesar  de  esa  pobreza  del  suelo,  los  alrede- 
dores no  carecen  de  belleza,  por  la  variedad  de  los  cerros  circun- 
vecinos, á  veces  redondeados  y  con  laderas  tendidas  y  cultivadas, 
á  veces  áridos  y  escarpados  y  de  cuyas  cumbres  se  precipitan  con 
ruido  varios  arroyos,  formando  cascadas,  entre  las  cuales  se  dis- 
ting-ue  la  de  Santafé,  grueso  chorro  que  salta  más  de  30  ms.  sobre 
los  arbustos,  para  perderse  luego  en  la  espesura,  y  la  del  Palmar, 
de  100  ms.  de  caída  limpia.  Otra  ^«^¿/Wa  caprichosa,  desdeñando 
correr  por  las  sinuosidades  del  terreno,  ha  ido  á  perforar  una  co- 
lina al  SW.  del  pueblo,  dentro  de  la  cual  forma  una  curiosa  cueva 
de  4  hectómetros  de  largo,  llena  de  numerosas  estalactitas. 

De  Gámbita  á  Moniquirá  el  camino  pasa  por  Togüí,  situado 
en  la  confluencia  del  río  de  su  nombre  y  el  Uvasá,  y  por  Chitara- 
que,  cerca  del  Riesito,  al  pie  de  una  peña,  quedando  cerca  de  éste 
y  al  W.  Santa  Ana,  en  un  plano,  también  cerca  de  una  peña,  so- 
bre el  camino  que  pasa  por  Suaita,  y  Pare,  en  un  llanito  inclinado, 
no  lejos  del  Saravita.  La  vía  cruza  tierras  bastante  quebradas, 
cubiertas  de  sementeras  y  regadas  por  multitud  de  arroyos,  que- 
dando en  el  puente  del  Porqueras  otro  punto  del  límite  entre  San- 
tander y  Boyacá. 

Revolviendo  al  N.,  para  recorrer  la  banda  izquierda  del  río, 
en  primer  término  hallaremos  las  tierras  de  Chucurí,  desiertas  no 
hace  muchos  años,  y  hoy  con  bastantes  moradores  y  dos  pueblos. 
En  las  márgenes  del  río  Chucurí,  entre  cafetales  y  dehesas,  está 
San  Vicente,  unido  á  Zapatoca  por  un  áspero  camino  que  transmon- 
ta la  Cuchilla  de  Ramos  ;  en  los  declives  que  terminan  sobre  el 
ahocinado  Sogamoso,  se  encuentra  Betulia,  en  la  meseta  de  un 
grupo  de  grandes  cerros  y  con  próspera  agricultura  en  contomo 
De  la  eminencia  de  la  última  meseta  que  por  este  lado  presenta- 
la  serranía,  se  descubren  al  N.  los  cerros  de  Girón  y  las  revuelta^ 
colinas  y  montañas  que  dominan  el  cañón  del  río,  antes  cubier- 
tas de  selva  solitaria  y  á  la  fecha  con  bastantes  siembras  y  pasta- 
les. Al  W.  se  hunde  la  tierra  y  oculta  sus  profundidades  bajo  las 
copas  de  extenso  bosque,  de  cuyo  seno,  dos  leguas  más  allá,  surge 
la  ponderosa  mole  de  los  cerros  de  Piedra  Blanca  ó  la  Cruz  de 
Macana,  y  cuando  se  llega  á  esta  cumbre  y  se  mira  al  Poniente  y 
al  Norte,  no  hay  términos  para  la  vista,  que  divaga  por  el  ámbito 
de  un  horizonte  sin  límites.  Enfrente  se  desarrollan  los  vastos 
espacios  regados  por  el  Oponsito  y  el  Opón;  más  allá  brillan  como 
espejos  las  grandes  ciénagas,  y  más  allá  todavía  la  plateada  zona 
del  Magdalena,  recostada  entre  las  indecisas  serranías  de  Antio- 
quia,  que  se  confunden  y  pierden  en  la  niebla  del  espacio.  Las 
selvas  seculares,  los  silenciosos  ríos,  los  cerros  con  sus  elevados 
escarpes  y  sus  cornisas  de  rocas,  todo  desde  tan  alto  parece  pe- 
queño, deprimido,  sin  ruido  ni  agitación ;  y  sin  embargo,  allí  hier- 
ve un  mundo  entero  de  animales,  todo  es  colosal  y  exuberante;  un 
precipicio  tremendo  separa  estas  regiones  del  cerro  de  Peña  Blan- 
ca, fajas  de  viento  pasan  por  encima  del  observador,  haciendo 
crujir  los  árboles  que  lo  rodean,  y  de  repente  el  rumor  cesa  y  en 
el  abismo  apenas  se  ven  remolinear  las  copas  del  bosque  más  cer- 
cano, y  después  nada,  silencio,  quietud  y  sombras.  A  la  derecha, 
en  la  dirección  del  N.  se  dominan  los  ramales  en  que  se  divide  la 


Nueva  GrografÍa  de  Colombia  617 


cordillera,  rotos,  irregulares,  que  corren  como  luchando  por  no  su- 
merg^irse  en  los  montuosos  pantanos  del  W.,  pero  al  fin  caen  revol- 
cados sobre  el  Sogamoso,  que  los  encuentra  de  través  y  parece  que 
los  corta  con  irresistible  curso  por  entre  inmensos  murallones,  hasta 
despedazar  el  cerro  de  I--a  Paz,  ultima  barrera  desde  donde  sigue 
manso  y  majestuoso  en  busca  del  Magdalena.  Casi  al  NE.,  por  una 
ancha  depresión  de  las  serranías,  se  columbra  á  Bucaramanga,  y 
en  seguida,  semejante  á  una  cinta  rojiza,  el  camino  de  Pamplona. 
Detrás,  á  la  izquierda,  cerros  intransitables,  montañas  tupidas,  cas- 
cadas, desiertos  donde  nadie  ha  encendido  todavía  el  fuego  del 
hogar. 

Los  golpes  de  vista  grandiosos,  los  paisajes  maravillosos,  son 
frecuentes  en  los  Andes  ;  pero  los  que  se  observan  en  los  límites 
de  las  dos  regiones  sub-andina  y  super-andina,  es  decir,  cuando 
en  una  cumbre  de  la  tierra  fría  se  tienen  á  los  pies  las  selvas,  ríos 
colinas  y  llanuras  de  la  tierra  caliente,  no  son  comparables  con 
nada,  ni  hay  acaso  manera  de  representar  ese  conjunto  sublime  y 
majestuoso  de  dos  naturalezas  tan  diversas  y  tan  semejantes  por 
la  pujanza  y  la  variedad  de  sus  formas. 

Al  Sur  de  San  Vicente,  Betulia  y  Chocoa,  en  una  explanada 
muy  semejante  á  la  de  Barichara,  que  le  demora  al  SE.,  queda 
Zapatoca,  población  de  extenso  y  buen  caserío,  indiscutible  pro- 
greso, clima  suave  y  sano  y  campos  cuidadosamente  cultivados 
hasta  el  punto  de  que  entre  semana-  el  lugar  queda  poco  menos 
que  solo,  pues  las  mujeres  se  encierran  á  tejer  sombreros,  y  los 
hombres,  de  talla  y  robustez  admirables,  andan  por  sus  labranzas 
6  por  los  mercados  de  los  pueblos  inmediatos.  El  camino  para  Ba- 
richara gira  primero  por  tierra  ondulada,  entre  la  serranía  del  Opón 
y  la  cadena  de  cerros  que  concluyen  á  cercén  sobre  el  profundo  y 
desgarrado  cañón  por  donde  llevan  bramando  sus  aguas  los  ríos 
Saravita  y  Chicamocha,  que  allí  se  reúnen  en  ángulo  casi  recto 
para  formar  el  Sogamoso,  gran  tributario  del  caudaloso  Magdale- 
na; y  luego  hasta  el  primero  de  aquéllos  por  una  larga  cuesta  de 
1,200  ms.  de  altitud,  llamada  del  Comedero,  en  la  que  se  pasa  de 
la  tierra  de  las  rosas  silvestres  y  las  llanuritas  vestidas  de  menuda 
grama,  á  la  de  los  tunos  y  cardones ;  de  la  frescura  del  ambiente 
al  calor  abrasador. 

Sin  bajar  al  Saravita,  sino  siguiendo  al  Sur  por  los  derruidos 
flancos  de  los  Lloriquíes,  se  entra  á  Galán,  situado  frente  á  Bari- 
chara, en  lo  alto  de  una  meseta  igual  á  la  de  esta  ultima ;  luego 
se  alcanza  el  Palmar,  al  W.  del  puente  Ramírez,  en  la  falda  de  un 
monte,  al  pie  de  la  mesa  alta  en  que  frente  al  empinado  cerro  de 
los  Cobardes  está  el  Hato,  y  por  ultimo  se  encuentra  á  Simacota, 
también  en  la  falda  de  una  altura,  en  un  pequeño  valle,  casi  al 
W.  del  Socorro,  bonito  y  aseado  pueblo,  con  caserío  de  blancura 
reluciente  y  cubierto  de  teja,  y  centro  de  variadas  industrias  y  culti- 
vos ;  el  camino  hacia  aquella  antigua  capital  delinea  un  ángulo  de 
opuestos  declivios,  á  trechos  muy  pendientes,  en  cuyo  fondo  brama 
el  Suárez  bajo  un  hermoso  puente  que  reemplaza  la  antigua  tara- 
bita ó  cabuya,  establecida  antes  no  muy  lejos  de  allí,  donde  el 
río  mide  80  ms.  de  anchura,  y  que  consistía  en  un  cable  de  24  rejos 

Nufua  Geografía  de  Colombia  tomo  i 40 


NiT.VA  Geografía  dk  Coi.oubi 


retorcidos,  tendido  en  arco  entre  dos  morror-ta  6  sostenes  laterales. 
Todavía  más  al  S.  se  encuentra  en  esta  bandí,  en  la  explanada  de 


17 — \ 


\  iE>  I»  «34—1-»  hi ;  a  i'el  Sogamoso,  scfii 


t^etrc'.FscaUs  l;l.6co.coo 


Nlf.va  Geografía  dk  Colombia 


un  cerro,  el  mediano  pueb!o  de  Chima,  arríba  del  puente  del 
Cajón,  casi  frente  á  Oiba,del  cual  depende  el  Lazareto  de  Contra- 
tación, y  término  de  la  sección  del  Socorro,  puesto  que  los  lugares 
que  siguen  allende  Las  Escaleras  y  La  Selva  de  los  Cacaos,  que- 
dan á  bastante  distancia  y  geográficamente  pertenecen  á  las  tie- 
rras de  Vélez. 

A  medida  que  se  remonta  el  cañón  del  Suárez  se  acercan  y 
amontonan  los  relieves,  el  paisaje  varia  y  cambia  la  naturaleza  del 
suelo.  El  río  se  precipita  por  en  medio  de  rotos  cerros  que  sostie- 
nen mesetas  anchas  cubiertas  de  yerbas  amarillentas,  de  arbustos 
y  de  tal  cual  sementera  de  mafz  ó  caña  de  azúcar,  y  hace  más  y 
más  torrencial  su  curso  hasta  el  Puente  de  Piedra,  ó  sea  la  hoz 
por  donde  bajan  sus  aguas  de  las  templadas  altiplankia  de  Chiquin- 
quirá.  La  parte  superior  del  cañón,  la  que  separa  las  tierras  de  Vó- 
Icz  y  Moniquirá,  se  descubre  principalmente  de  la  cumbre  que  la 
encajona  por  la  banda  izquierda,  en  cuya  falda  y  entre  verdes 
campiñas  se  asientan,  más  ó  menos  próximas  al  fondo,  las  casas  de 
Güepsa,  Site  y  Puente  Nacional,  de  suerte  que  por  todos  los  can^.i- 
nos  que  la  cruzan  aparece  como  un  jardín  ceñido  en  lo  bajo  por 
la  plateada  cinta  del  Saravita,  que  en  multiplicadas  vueltas  se 
esconde  entre  los  cerros.  Sementeras  de  trigo,  maíz,  cebada,  plá- 
tano, caña,  café,  añil  y  menestras  indican  la  fertilidad  del  terreno, 
en  su  mayor  parte  dividido  entre  pequeños  propietarios  industrio- 
sos y  activos. 

Como  una  legua  adelante  de  Puente  Nacional  está  el  puente 
ie  pitara,  que  es  una  aglomeración  de  rocas  gigantescas,  al   pa- 


Ip*   *3S — El  puente  natural  de  Ruroichaca — Según  el  ílbum  de  la  Comisión 
Cotogti  ñca — Inédilo 


620  Nueva  Geografía  de  Colombia 


recer  rodadas  unas  sobre  otras  en  un  espacio  de  200  ms.,  encla- 
vadas y  trabadas  de  manera  que  constituyen  una  bóveda,  por 
debajo  de  la  cual  pasa  bramando  el  río,  que  sale  á  30  ms.  de  pro- 
fundidad. En  tiempo  de  fuertes  lluvias,  el  Saravita  se  halla  estre- 
cho en  el  socavón  y  desborda  por  encima  de  los  peñascos,  for- 
mando saltos  ruidosos  que  no  quebrantan  la  estupenda  fábrica 
que,  vista  del  pie,  donde  constituye  un  plano  por  el  cual  pasa  el 
camino,  presenta  un  paisaje  admirable:  una  rica  vegetación  cubre 
ambas  orillas,  los  árboles  se  inclinan  sobre  los  peñascos  rojos  y 
parduscos  que  se  encaraman  unos  sobre  otros  hasta  perderse 
en  un  espeso  cortinaje  de  verdura  matizado  por  flores  silvestres 
y  rasgado  á  trechos  por  torrentes  de  espuma,  en  tanto  que  debajo 
se  oye  el  sordo  tronar  del  río.  A  los  lados  se  forma  la  hoz  que 
mide  más  de  mil  metros  de  profundidad,  amurallada  por  cerros 
cercenados  por  lo  menos  hasta  la  mitad,  y  cuyos  derrubios  forman 
por  dondequiera  vallecitos  y  laderas  de  un  terreno  revuelto,  de 
configuración  particular. 

Al  Oriente,  para  dividir  esta  porción  del  valle  de  Leiva,  se 
levanta  como  en  anfiteatro  el  extremo  N.  del  páramo  de  Merchán, 
en  tanto  que  al  opuesto  lado  se  tiende  un  territorio  lleno  de  cerros 
enlazados  por  mesetas  y  pequeños  valles  pabulosos,  á  veces  sepa- 
rados por  cuencas  profundas  que  el  agricultor  aprovecha  para  es- 
tablecer sementeras  de  climas  más  cálidos.  Cerros  numerosos  que 
se  ramifican  de  diversos  modos  y  con  formas  diferentes,  se  extien- 
den sobre  todo  el  país  sin  presentar  ningiín  sistema  distinto  de  en- 
lace, ó  de  ramificaciones,  cual  si  hubieran  sufrido  grandes  trastor- 
nos después  de  formados.  Es  la  tierra  de  Vélez,  en  la  que  de  lo  alto 
del  ramal  del  poniente  se  descubre  al  pie  el  Valle  de  Jesús,  que  de 
valle  no  tiene  sino  el  nombre.  Estas  breñas  se  enlazan  con  las  ya 
mencionadas  de  Quitisoque,  Saboyá,  que  las  domina  á  todas,  Pe- 
ñasblancas  y  Bolívar,  á  jcuyo  respaldo  corre  el  Carare,  y  mues- 
tran cumbres  inaccesibles  talladas  en  forma  de  dientes  de  sierra, 
preludio  de  los  Cobardes,  que  dejan  ver  las  peladas  rocas  prime- 
ro, y  más  abajo  se  visten  con  árboles  corpulentos  hasta  su  pie,  ó  sea 
hasta  el  principio  de  los  campos  labrados  y  las  colinas  y  faldas  ta- 
pizadas de  gramíneas. 

Cuanto  á  Vélez,  situada  en  un  plano  inclinado,  al  pie  de  una 
elevada  peña,  eslabón  de  la  serranía  principal,  queda  á  una  altitud 
tal,  que  desde  ella  se  domina  una  vasta  extensión  de  terreno. 
Hacia  el  S.  y  á  lo  lejos  se  divisan  la  peña  de  Saboyá,  el  alto  de 
Las  Cruces  y  el  cerro  Quitisoque ;  al  N.  y  al  W.,  la  Peña  que 
domina  la  ciudad,  y  al  NE.  la  dilatada  hoya  del  Suárez,  por  la 
cual  alcanza  la  vista  fácilmente  hasta  los  cerros  que  respaldan 
la  ciudad  del  Socorro.  Las  mesas  que  con  declives  suaves  termi- 
nan rápidamente  en  la  hoya  del  Suárez,  sustentan  varios  pueblos 
rodeados  de  labranzas,  después  de  los  cuales  sigue  la  prolongada 
hilera  casi  horizontal  de  las  cumbres,  que  como  el  marco  de  un 
cuadro,  cierran  por  ambos  lados  el  paisaje.  Al  Oriente  y  por  las 
aberturas  de  los  valles  que  dan  paso  hacia  el  Suárez  á  las  aguas 
recogidas  en  las  tierras  de  Leiva  y  Moniquirá,  se  alcanzan  á  ver 
las  cortadas  peñas  inmediatas  á  Togüí,  y  en  el  último  término  la 
distante  perspectiva  del  Boquerón  de  Rovarita;  por  este  Boquerón 


Nueva  Geogr>^ FIA  DE  Colombia  621 


y  entre  peñascos  pasa  el  Uvasa,  al  S.  del  Linguaruco.  Al  respaldo 
de  las  mesas  del  Suárez  cambia  el  aspecto  del  país,  pues  cesa  el 
cultivo  de  la  tierra  y  empiezan  las  montañas  vírgenes  de  la  serra- 
nía que  va  á  culminar  en  la  Rusia,  Ture  y  Guantiva.  Tan  solo 
cerca  de  Togüí,  Chitaraque  y  en  la  orilla  del  Moniquirá  reapare- 
cen los  cerros  limpios,  abundantes  en  pastos  y  cuidadosamente 
cultivados  por  las  numerosas  familias  agricultoras  que  los  habitan. 

De  la  encumbrada  serranía  llamada  Peña  de  Saboyá,  inter- 
puesta entre  el  Suárez  y  su  afluente  el  Valle,  y  que  á  su  pie  W. 
por  el  camino  de  trasmano  tiene  el  vecindario  del  Chuscal  y  el  fa- 
moso Encenillo,  se  domina  completamente  la  hoya  del  Guayabal  y 
Del  Valle,  que  corren  de  S.  á  N.  á  unirse  con  el  Guache  ó  Bolívar, 
que  en  rumbo  inverso  desciende  del  respaldo  de  Vélez,  reunidos  to- 
man el  nombre  de  Popoa  y  cruzan  al  E.  por  una  enorme  hoz  á  ren- 
dir su  tributo  al  Suárez,  entre  el  Puente  de  Piedra  y  el  Puente 
Nacional.  De  esa  cumbre  se  domina  una  serie  de  cerros  y  colinas 
que  al  parecer  se  inclinan  hacia  el  Magdalena,  ilusión  que  á  mu- 
chos engaña,  y  acaban  por  perderse  entre  la  niebla  del  horizonte. 
La  bajada  de  todos  los  senderos  que  cruzan  la  mencionada  serra- 
nía es  sumamente  rápida,  y  por  ellos  se  penetra  á  una  comarca 
estriada  de  valles  y  caminos  separados  por  angostos  relieves,  cuyo 
clima  desciende  hacia  el  N.,  rumbo  con  el  cual  baja  el  suelo;  y  que 
hacen  parte  del  Valle  de  Jesds.  Por  dondequiera  se  ven  allí  casi- 
tas rodeadas  de  sembrados,  gente  entregada  á  las  faenas  del  cam- 
po, y  desde  que  la  temperatura  lo  permite,  cañaverales  y  rústicos 
trapiches.  Hacia  la  grieta  transversal  ya  mencionada  se  encuen- 
tra el  pueblo  del  Valle  de  Jesús  María,  en  una  ladera  ondulante 
que  remata  sobre  la  izquierda  del  1  ío  del  Valle,  con  buen  caserío, 
signos  evidentes  de  progreso  y  habitantes  laboriosos,  robustos  y 
hospitalarios.  Al  W.,  aiín  entre  montañas,  pero  ya  hidrográfica- 
mente en  la  hoya  del  Carare,  está  el  novísimo  pueblo  de  Sucre, 
avanzada  de  la  civilización  en  la  conquista  de  las  riquísimas  co- 
marcas que  fecunda  ese  considerable  afluente  del  Magdalena. 

Pocos  kilómetros  al  E.  del  pueblo  del  Valle  se  encuentra  la  ci- 
tada hoz  del  Popoa,  que  á  la  derecha  guarda  un  camino  estre- 
cho y  pedregoso  que  costea  los  arruinados  cerros  de  esa  margen, 
en  tanto  que  á  la  izquierda  queda  una  hondonada  irregular  ;  más 
adelante  la  ruina  aumenta,  la  cima  de  los  cerros  laterales  se  pre- 
senta cercenada  y  en  partes  cortada  por  cauces  profundos  á  los 
cuales  corresponden  socavones  en  lo  bajo  ;  después  yacen  despa- 
rramados por  dondequiera  peñascos  enormes  que  pertenecen  á  la 
región  del  Puente  de  Piedra. 

Al  norte  del  Valle  de  Jesús,  ó  sea  en  la  hoya  del  Guache,  está 
Bolívar,  en  la  falda  de  una  elevada  serranía,  idéntica  en  estructu- 
ra á  la  que  señorea  á  Vélez,  pero  escasa  en  aguas  vivas,  por  cuan- 
to los  manantiales  se  hunden  en  las  grietas  y  desaparecenpor  las 
cavernas  que  perforan  las  serranías  y  sus  estribos.  Como  abundan 
las  piritas  de  hierro  frecuentemente  incendiadas,  resulta  aquí  y 
allá  una  especie  de  inofensivos  volcanes  que  lanzan  vapores  y  en 
contorno  muestran  inalterada  la  vegetación. 

Rumbo  del  E.,  á  la  entrada  del  nunca  realizado  camino  del 
Carare,  que  será  su  salvación,  está,  como  se  dijo,  Vélez,  á  la  ban- 


622  NuKVA  Geografía  de  Colu^ibia 


da  meridional  de  un  alto  cerro,  con  calles  irregulares,  edifícios  de 
pesado  aspecto,  y  aun  cuando  centro  real  y  político  de  una  región 
extensa  y  rica,  con  aspecto  de  ciudad  decadente  y  aletargada.  El 
camino  al  Magdalena  asciende  á  la  peña  de  Vélez  por  medio  de 
cortes  trabajados  en  una  cuchilla  angosta,  por  una  meseta  estrecha 
y  una  planicie  irregular,  origen  del  Guache,  y  poblada  hasta  la  cima 
del  Roble,  donde  comienza  una  extensa  serie  de  cerros  cuyos  ra- 
males opuestos  se  pierden  abajo  en  las  selvas  del  Carare ;  pero  que 
en  lo  alto  se  muestra  sembrada  de  casitas  desparramadas  en  los  re- 
Heves  y  profundos  vallecitos  intermedios.  Coronan  estos  cerros  árbo- 
les frondosos  que  contrastan  agradablemente  con  las  rocas  descar- 
nadas. La  cumbre  de  las  serranías  permanece  entera,  pero  el  res- 
to ha  sufrido  raros  hundimientos  productores  de  planos  inclinados 
sembrados  de  fragmentos  de  rocas,  de  hoyos  espaciosos  en  figura 
de  embudo ;  por  más  de  una  legua  se  ven  innumerables  peñascos 
desnudos  y  labrados  por  la  intemperie  en  mil  formas  caprichosas; 
murallas  colosales,  torres  almenadas,  ruinas  de  ediñcios,  cuyas  ma- 
sas blanquecinas  interrumpen  el  fondo  de  verdura  sobre  que  se 
alzan.  No  hay  ruido  que  no  sea  devuelto  por  ecos  multiplicados, 
no  hay  recodo  del  camino  que  no  guarde  una  sorpresa  entre  los 
súbitos  pliegue  del  terreno. 

Al  N.  y  al  S.  de  Vélez  están,  respectivamente,  los  pueblos  de 
Chipatá,  en  la  meseta  de  un  cerro,  y  Guavatá,  en  un  llanito,  como 
aquella  ciudad  en  la  hoya  de  la  crecida  quebrada  Ropero,  dividida 
del  Suárez  por  una  serranía  que  termina  en  Juntas,  sustenta  el  pe- 
queño pueblo  de  San  Benito,  pasa  al  respaldo  de  Güepsa  y  parece 
ser  la  continuación  de  la  de  Saboyá,  separados  los  dos  fragmentos 
por  el  Popoa,  quedando  en  el  del  N.  el  Alto  de  Juyamuca,  cuyo 
flanco  meridional  es  el  que  llega  á  dicha  quiebra,  en  tanto  que  su 
respaldo  se  une  á  estribaciones  de  la  peña  de  Vélez,  y  su  largo 
frente  descansa  sobre  el  cañón  del  Suárez,  enfrente  de  las  tierras 
de  Moniquirá.  Al  W.  de  Juntas,  y  encaramados  en  los  flancos  de 
un  valle  que  se  abre  sobre  el  del  Ropero,  se  encuentran  La  Paz  y 
Aguada,  pueblos  eternamente  rivales. 

Aquí,  entre  Vélez  y  La  Paz,  está  el  famoso  Hoyo  del  Aire, 
hundimiento  en  la  falda  de  la  serranía,  pozo  de  figura  elíptica,  que 
mide  300  ms.  de  circunferencia  por  118  de  profundidad  hacia 
la  parte  superior  del  plano  inclinado  de  la  falda,  y  75  hacia  la  in- 
ferior; la  longitud  de  los  dos  diámetros  alcanza  á  112  y  87  ms. 
Las  paredes  del  Hoyo,  verticales,  se  hallan  cubiertas  de  vegeta- 
ción y  habitadas  en  sus  grietas  por  gran  número  de  guacamayos, 
cuyos  brillantes  colores  lucen  en  lo  profundo  al  cortar  oblicua- 
mente en  su  vuelo  espiral  los  rayos  del  sol.  El  fenómeno  no  es 
único  en  la  comarca,  sólo  que  los  otros  hoyos  no  tienen  paredes  tan 
verticales,  y  de  ordinario,  en  la  parte  opuesta  á  los  cerros  en  que 
se  abren,  presentan  una  rambla  que  se  confunde  con  el  resto  de  la 
falda  en  lo  bajo  de  la  ladera,  y  el  fondo  se  halla  cultivado  y  á  ve- 
ces hasta  con  poéticas  viviendas. 

Entre  el  Saravita  y  las  tierras  de  Tunja,  y  dentro  de  un  óvalo 
irregular  formado  por  dos  largos  ramales  que  se  desprenden  del 
alto  páramo  de  Gachaneque,  se  comprende  una  comarca  subdivi- 
dida  en  dos  porciones  que  cruza  en  toda  su  longitud  el   rio  Moni- 


»  Geografía  de  Colombia  623 


quirá  ó  Sjtam  archín.  La  septentrional  encierra  á  Moniquirá,  boni- 
ta poblacidn,  que  casi  rodeada  par  el  río,  se  asienta  en  un  estrecho 
valle,  centro  de  cinco  caminos  y  con  terrenos  y  productosanálog'os 
á  los  de  los  próximas  Togül  y  Pare.  La  meriódional  es  un  espacio 
de  35  leguas  D  de  paíí  árido,  sin  bosques,  sembradb  de  cerros 
desolados,  rocallosos,  desnudos,  á  cuyos  pies  y  en  giros  muy  irre- 
gulares se  encuentra  una  planicie  que  se  extiende  de  S.  á  N.  á 
rematar  en  la  hoz  di  las  Minas,  con  un  recodo  al  SE.,  pues  en  su 
extremí  N.  las  ribtras  del  río  (ahora  Moniquirá)  van  revolcadas 


;  Figura  236— Putnltí  nalural  de  Cunday  ó  Puente  de  lierra— Del  ilbum  de  U 
Comisii^n  Corogiifica — Inédito 

como  las  del  Valle  en  Popoa.  Eíte  país  colinda  por  todas  partes 
con  territorios  fértiles,  bien  regados  por  aguas  vivas  que  contras- 
tan con  lo  árido  y  raído  del  suelo  leivano  ;  salvo  algunas  hondo- 
nadas y  pequeños  valles  vestidos  de  verdura,  el  país  sólo  es  una 
aglomeración  de  tierras  amarillentas  y  rojizas,  cubiertas  de  guija- 
rros en  vez  de  plantas.  La  porción  cultivable  no  es  suficiente  para 
sustentar  á  los  habitantes,  á  quienes  no  queda  otro  recurso  que  emi. 
grar  á  las  regiones  vecinas  menos  ingratas,  como  son  la  montaña 
de  las  Quebradas  al  Esle  y  el  páramo  de  Meichán  al  W.,  donde  el 
territorio  cambia  de  aspecto,  se  cubre  de  bosques  y  ofrece  una  fer- 
tilidad que  contrasta  con  la  pobreza  y  desnudez  de  los  cerros  del 
centro  de  la  cuenca.  El  fondo  sustenta  sementeras  que  serían  me- 
jores y  más  valiosas  si  los  vecinos  lo  aprovecharan  para  cultivos 
industriales.  Allí  está  la  Villa  de  Leiva,  á  orillas  del  Cáchira,  en 
clima  tan  benigno  como  sano,  compuesta  de  casas  de  teja  mal 
construidas,  y  sin  señales  de  progreso  ni  vida  para  lo  por  venir ; 
de  cortejo  le  sirven  Chíquisa,  encaramado  en  una  falda  al  E.,  y 


624  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Sáchica  al  frente,  en  la  misma  llanura.  No  lejos,  en  el  camino  de  las 
minas  de  cobre,  y  en  las  faldas  de  una  fértil  serranía,  está  Las  Que- 
bradas, que  reemplaza  á  Gachantivá,  edificado  á  orillas  del  Gane,, 
en  suelo  improductivo.  Volviendo  al  S.,  y  tras  larga  cuesta  al 
través  de  terrenos  cultivados,  se  encuentra  á  Guatoque,  de  mez- 
quino aspecto,  como  lo  es  el  caserío  de  Ecce-Homo,  y  casi  reduci- 
do á  un  antiguo  convento.  Al  £.  demora,  limitada  por  los  riachue- 
los Sutamarchán  y  Cáchira,  la  porción  de  planicie  llamada  Valle 
del  Infiernito,  donde  existen  unas  ruinas  prehistóricas  de  piedra, 
falsamente  miradas  como  obra  de  los  chibchas. 

Luego,  pasando  por  Sutamerchán,  Tinjacá  y  Ráquira,  pue- 
blos pequeños,  todos  en  algún  llanito,  á  orillas  del  río,  habitados 
j)or  agricultores  y  trabajadores  de  loza  ordinaria  de  barro,  en  que 
prevalece  la  del  ultimo  por  su  calidad  superior,  se  llega  á  Gacha- 
neque,  crestería  que  á  un  tiempo  domina  las  llanuras  de  Ubaté  y 
las  de  Chocontá.  Una  legua  y  media  al  E.  de  Ráquira  está  '*  El 
Desierto  de  la  Candelaria,"  lugar  apacible  y  fresco,  poblado  de 
casitas  que  rodean  un  convento  de  maciza  fábrica,  sobre  el  cami- 
no de  Tunja,  el  que  tras  girar  por  algunos  estribos  y  recuestos  del 
páramo  de  Gachaneque,  guía  á  una  planicie  limpia  é  igual,  donde 
se  asientan  Samacá,  Cucaita  y  Sora,  rodeados  de  ricas  sementeras 
y  hermosos  grupos  de  sauces,  lo  cual  da  al  paisaje  el  aspecto  de 
un  jardín,  confirmado  por  la  fragancia  de  los  rosales  sembrados  á 
orillas  de  los  caminos ;  pero  como  de  costumbre  en  la  cordillera,, 
el  aspecto  y  disposición  material  de  los  poblados  de  ninguna  ma- 
nera corresponde  á  la  belleza  de  los  paisajes.  La  pequeña  pla- 
nicie circuida  de  altos  cerros,  y  que  abandona  el  Chorrera  por  la 
hoz  del  Desaguadero,  comprendió  antes  otros  tres  pueblos :  Sachi- 
quisa,  Chausa,  en  la  cabecera  del  Llano  de  Paiagüí,  y  Juacá,  cer- 
ca de  Samacá,  en  la  vía  de  Cucaita.  Esta  región  es  una  especie  de 
pilar  análogo  al  de  Juan  Rodríguez,  como  que  al  E.  colinda  con 
las  aliiplanicies  de  Tunja,  al  S.  domina  el  Valle  de  Tenza,  y  al  SW. 
señorea  las  hermosas  llanuras  que  sirven  de  taza  para  formar  el 
Suárez. 

En  efecto,  de  la  cumbre  del  boquerón  de  Tierranegra,  pro- 
longación de  Gachaneque,  levantada  entre  las  dos  hoyas  última- 
mente citadas,  se  ve  dilatar  hacia  el  S.,  como  rica  alfombra,  una  lla- 
nura que  termina  contra  la  distante  y  azulada  cordillera  de  Camaos 
y  Tequendama,  enmarcada  á  los  costados  por  series  tumultuosas 
de  cumbres,  en  tanto  que  hacia  el  N.  surgen  otras  múltiples  cres- 
tas, desnudas,  despedazadas,  que  forman  dos  ramales,  á  cuyo  pie 
se  extiende  un  anfiteatro  de  cerros  menores.  De  esa  altura  se  ven 
clara  y  manifiestamente  los  dos  grandes  valles  contrapuestos,  de 
fondo  limpio  y  nivelado.  Bajando  al  N.  un  par  de  leguas  por  la  iz- 
quierda del  pajizo  caserío  de  Tausa,  que  debe  su  existencia  á  una 
salina,  al  través  de  un  suelo  revuelto  y  trastornado,  de  altos  ce- 
rros y  profundas  sinclinales  en  que  descuella  el  gran  peñón  que 
domina  el  boquerón  de  Tausa,  cruzado  poi  estrecho  y  de  sigual  ca- 
mino que  rodea  la  base  de  la  poderosa  escarpa,  se  pasa  por  Suta- 
tausa,  y  luego,  á  otras  tantas  leguas  de  vía  ancha  y  alegre,  por  el 
costado  de  Cucunubá,  queda  Ubaté,  en  un  valle  repleto  de  valio- 
sas haciendas  de  ganado  ;  atraviesan  la  llanura  los  riachuelos  Hato 
de  Subia  y  Ubaté,  que  vienen  de  las  altas  cumbres  del  W.,  donde 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


en  una  mesa  se  asienta  el  Carmen  de  Carupa,  y  el  Lengfuazaque, 
que  to  hace  de  las  del  E.  y  nega  el  valle  donde  está  el  pueblo  que 

le  da  nombre,  cerca  y  al  S,  de  Guachetá,  al  respaldo  de  Chocwiti 
y  no  lejos  del  lindo  Cucunubá.  La  fertilidad  del  suelo,  la  loza- 
nía de  los  ganados,  la  belleza  del  cielo  y  la  hermosura  del  paisa- 
je, no  dicen  con  Ubaté,  villa  de  buena  sociedad  pero  de  caserío 
irregular  y  calles  tortuosas,  no  obstante  el  progreso  que  lo  ha  mo- 
dificado un  tanto  en  los  últimos  años. 

Desde  Ubaté  empiezan  á  verse  al  NE.  los  principios  del  lago 
de  Fiíquene,  que  qui7¿  sin  razón  se  dice  colmó  otro  tiempo  toda  la 
llanura  comprendida  entre  los  altos  de  Sutatausa,  Simijaca  y  Sa- 
boyá,  con  8  leguas  de  longitud  por  dos  de  anchura.  Un  poco  ade- 
lante de  Ubaté  el  camino  deja  el  llano,  y  sin  saber  por  qué,  sigue 
por  encima  de  cerros  escarpados,  uno  de  los  cuales  es  el  alto  de 
Buenavista,  y  otro  el  Volador  de  Fiiquene,  de  cuya  cima  alcanza 
la  vista  una  grande  extensión  hacia  Chiquinquirá  :  es  un  mar  de 
cerros  verdes  que  contrasta  con  el  oleaje  azu!  del  vistoso  lago. 
Entre  esos  relieves  está  el  pueblo  de  Füquene.  y  pasado  el  Vola- 
dor, el  de  Susa,  bellamente  situado  en  una  llanura  limpia,  también 
haciendo  frente  á  la  la^juna,  próximo  á  las  hermosas  alamedas  del 
cercano  Simijaca,  cuyos  sauces  se  mueven  á  impulsos  de  embal- 
samada brisa  y  sombrean  un  riachuelo  de  aspecto  encantador. 

Dejando  atrás  á  Simijaca  y  su  cristalino  río,  que  baja  por  un 
cañón  desde  las  tierras  de  Carupa,  se  entra  á  otro  valle  amentsi- 


Kigura  137— Rocas  pintadas  de  Panli— Scgn.  K  André 


626  Nieva  Geografía  de  Colombia 


mo,  tendido  de  SW.  á  NE.,  ceñido  de  altos  cerros  que  terminan 
hacia  el  llano  en  multitud  de  colinas  redondas,  de  suaves  laderas, 
salpicadas  de  casitas  y  con  variadas  sementeras  que  hacen  el  efec- 
to de  un  mosaico  de  diversos  colores,  desde  ti  negro  de  los  terre- 
nos recién  arados,  hasta  el  amarillo  de  los  trigales  en  sazón  y  el 
verde  de  los  prados.  En  mitad  de  ese  valle  se  alza  el  caserío  de 
Chiquinquirá,  especie  de  apéndice  del  gran  templo  que  lo  domina, 
famoso  en  todos  los  ámbitos  de  la  Repiiblica  y  aun  más  allá,  cen- 
tro de  grandes  romerías  en  los  pasados  siglos,  y  de  valioso  merca- 
do en  la  actualidad.  Al  ^W.  de  la  ciudad  está  Caldas,  en  una  11a- 
nurita,  y  al  N.,  en  el  principio  del  cañón,  '^Saboyá,  célebre  por  su 
piedra  pintada  ó  roca,  que  contiene  figuras  que  se  dice  son  jeroglí- 
ficos chibchas.  De  allí  en  adelante,  ya  próximo  al  Puente  de  Piedra^ 
el  perezoso  río  de  las  alturas  se  alborota  y  se  convierte  en  enorme 
torrente  de  las  tierras  subandinas. 

Esta  comarca,  desde  cualquiera  de  las  altas  cumbres  que  la 
enmarcan,  presenta  al  viajero  una  hfírmosa  perspectiva  :  lomas  que 
suavemente  bajan  á  una  llanura  nivelada,  en  cuya  parte  más  baja 
rielan  las  aguas  de  un  lago,  y  en  el  resto  es  cortada  por  un  río  que 
perezoso  se  desliza  en  mil  giros  y  en  silencio  al  través  de  verdes 
praderas  de  grama,  campos  labrados,  potreros  de  ceba,  casas  de 
campo  y  humildes  cabanas  de  campesinos.  Por  una  parte  se  ex- 
tienden las  ricas  sementeras  de  Saboyá  y  Caldas,  y  el  crecido  ca- 
serío de  Chiquinquirá,  en  medio  de  colinas  redondeadas ;  y  por 
otra,  se  alza  el  dilatado  cerro  llamado  páramo  de  Merchán,  de 
cumbre  al  parecer  plana  y  continua,  limpia  y  descubierta,  pero  de 
la  ciial  bajan  á  la  llanura  multitud  de  arroyos.  Por  dondequiera 
flores,  verdura,  labranzas,  ganados,  el  ruido  del  trabajo  humano,  el 
animado  cuadro  de  una  tierra  poblada,  fértil  y  sana  sobre  toda  pon- 
deración. Al  Sur  del  lago  la  llanura  se  bifurca  para  seguir  en 
brazos  á  lo  largo  de  los  ríos,  constituyendo  valles  que  no  desdicen 
del  peristilo,  como  se  dijo,  son  asiento  de  varios  pueblos,  y  lue- 
go se  tornan  en  cañadas  y  acaban  por  perderse  en  los  páramos 
que  enmarcan  el  recinto,  y  que  si  hacia  el  Sur  apenas  se  destacan 
sobre  las  tierras  de  la  Sabana  de  Bogotá,  al  W.  y  al  E.,  sobre 
Muzo  y  el  valle  de  Tenza  (hoya  del  Meta)  se  muestran  como  mu- 
rallones  gigantescos  é  inaccesibles  al  parecer. 

Si  en  las  altiplanicies  el  tipo  de  los  pobladores  pertenece,  como 
es  natural,  al  grupo  de  las  cordilleras,  ya  en  Vélez  y  Moniqui- 
rá  principia  á  transformarse,  y  en  el  cañón  mismo  se  exhibe  com- 
pleto en  ese  notable  espécimen  llamado  socorrano  en  el  país,  el 
rival  del  antioqueño  en  formalidad  y  laboriosidad,  pero  que  en  vez 
de  minero  es  fabricante,  agricultor  y  comerciante  ;  con  mucho  de 
aragonés  y  catalán  en  su  carácter,  celoso  de  sus  fueros  y  liberta- 
des, valiente  y  sufrido  en  la  guerra,  pero  sin  el  ardor  del  caucano 
ni  la  frialdad  del  indio  boyacense ;  amante  de  su  tierra,  pero  listo  á 
toda  hora  á  trasladarse  al  cabo  del  globo,  si  en  ello  encuentra  pro- 
vecho y  ventaja.  El  socorrano  es  incansable  y  tenaz  en  el  trabajo, 
económico,  callado,  hábil  hasta  para  cultivar  las  tierras  menos  fér- 
tiles ;  trata  siempre  de  ser  propietario,  y  emigra  en  busca  de  ese 
ideal,  si  no  lo  realiza  en  su  tierra. 


Nueva  Geografía  de  G)lombia  627 


d)  Ll  Chicamocha,  Al  Sur  de  la  Mesa  Colorada,  al  E.  de  Ca- 
sanare  y  al  Ocaso  de  las  tierras  de  Onzaga-Charalá,  por  el  pie 
mismo  de  la  Sierra  Nevada  de  Chita,  se  extienden  hacia  el  Me- 
diodía las  que  forman  el  cañóii  del  Chicamocha,  río  que  engloba 
las  altiplanicies  de  Tundama,  que,  caracterizadas  por  la  irregula- 
ridad de  las  barrancas  ribereñas  y  las  ruinas  de  los  cerros  adya- 
centes, presentan  un  aspecto  análogo  á  las  que  cruza  el  Suárez,  y 
revelan,  por  lo  mismo,  comunidad  de  origen  con  éstas ;  otro  tanto 
sucede  con  las  altiplanicies  donde  se  abren  sus  tranquilas  fuentes. 

En  el  vértice  mismo  del  ángulo  que  forma  el  Chicamocha  para 
doblar  al  Ocaso  en  busca  de  la  grieta  del  Sube,  y  no  lejos  del  Chi- 
tano,  desemboca  el  Chiscas,  de  corrientes  no  menos  bravias  y  que 
arriba  de  la  garganta  que  ocupa  en  su  porción  baja,  se  abre  en 
haz  de  brazos  que  penetran  por  las  cañadas  y  vallecitos  de  un 
emiciclo  de  montañas  que,  á  partir  de  la  Sierra  Nevada  de  Chita, 
forma  las  pintorescas  tierras  del  Cocuy,  llenas  de  pueblos,  case- 
ríos y  labranzas,  de  tal  suerte  que  su  aspecto  encanta  la  vista  y 
preludia  lo  que  más  al  Mediodía  constituye  el  valle  de  Tenza.  De 
€stas  poblaciones,  el  Cocuy,  que  es  su  centro,  rivaliza  con  Soatá 
por  su  riqueza  y  desarrollo  en  los  últimos  tiempos.  Desde  el  punto 
de  vista  hidrográfico,  debe  observarse  que  es  en  la  prolongación  de 
la  quiebra  del  Chiscas  que  se  abre  esa  gran  grieta  del  Sube,  por 
la  cual  todas  las  aguas  que  forman  el  Sogamoso  buscan  su  cami- 
no al  Magdalena. 

En  el  centro  de  la  cuenca  y  en  la  confluencia  de  tres  estribos 
que  descienden  de  la  Sierra  Nevada,  está  la  ciudad  del  Cocuy,  en 
un  vallecito,  con  buen  caserío  y  mejor  mercado,  porque  el  terri- 
torio produce  frutos,  ganados  y  tejidos  afamados,  y  tan  fértil  es 
el  suelo  de  la  comarca,  que  hay  caña  y  plátano  con  sólo  20°  de 
temperatura,  y  maíz  de  grano  tan  grande  como  una  haba  ;  desgra- 
ciadamente la  comarca  carece  de  buenos  caminos,  lo  que  unido  á 
lo  doblado  del  terreno,  ha  hecho  á  los  habitantes  especialmente 
aptos  para  moverse  cargados,  al  mismo  andar,  cuesta  arriba  ó 
cuesta  abajo. 

Al  N.  de  la  ciudad  quedan  Guacamayas,  Panqueba,  en  la  con- 
fluencia del  Güicán  y  el  Pantano  Grande,  Espino  en  un  llanito, 
Chiscas  y  Güicán  á  orillas  del  río  de  su  nombre,  todos  con  tal  des- 
igualdad de  terreno,  que  llega  á  más  de  500  metros  la  altitud  por 
legua  de  distancia  horizontal,  lo  que  incita  de  un  modo  extraordi- 
nario á  la  variedad  en  los  cultivos,  pero  mantiene  diseminada  la 
población  en  los  campos  é  influye  en  la  pequenez  de  los  pueblos. 
Los  alrededores  de  Chiscas  se  componen  de  una  sucesión  de  lade- 
ras pendientes,  en  las  que  de  trecho  en  trecho  bosquecillos  de  ver- 
de oscuro  interrumpen  los  cuadros  de  las  sementeras,  á  veces  tan 
descolgadas  sobre  el  lecho  del  cercano  río,  que  admira  cómo  pu- 
dieron establecerse.  La  pequeña  y  alegre  explanada  del  pueblo 
está  cortada  en  trozos  longitudinales  por  barrancas  profundas,  y 
entapizada  de  pastos  hasta  la  próxima  sierra  del  respaldo,  pastos 
tan  suculentos,  que  las  bestias  enferman  en  ellos  de  gordura.  Del 
Cocuy  á  Güicán  se  asciende  el  Alto  de  la  Vega,  y  se  continúa  luego 
por  entre  grandes  cerros  destrozados,  por  laderas  sembradas  de 
gigantescos  peñascos,  y  en  una  altísima  meseta  queda  el  pueblo,  al 
pie  W.  del  extremo  N.  de  la  sierra  á  que  da  su  nombre. 


628  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Al  Septentrión  de  la  cuenca  el  muro  de  montañas  es  un  ra- 
mal de  páramos  elevados  llamados  de  la  Sartaneja,  que  arrancan 
del  remate  N.  de  la  Nevada,  amurallan  por  el  Mediodía  las  alti- 
llanuras de  Nítaga,  y  envían  al  Sur  contrafuertes  por  entre  San 
Mig"uel  y  Macaravita,  á  reventar  en  la  confluencia  del  Chicamocha 
y  el  Chiscas ;  al  Mediodía  del  Cocuy  la  muralla  homologa  se  des- 
prende del  extremo  S.  de  la  Sierra,  y  constituye  el  atín  más  en- 
cumbrado Escobal,  el  alto  del  Cocuy  y  las  peñolerías  que  termi- 
nan en  la  confluencia  del  g^ran  torrente  y  el  Chitano.  Los  altos  pá- 
ramos de  la  comarca  de  cima  tendida  y  regada  por  infinidad  de 
arroyuelos,  guardan  sementeras  y  rebaños  de  ovejas  hasta  altitudes 
que  asombran,  al  W.  se  apoyan  en  colinas  que  por  escalones  bajan 
á  la  profunda  hoya  del  Chiscas,  y  al  E.  se  detienen  de  repente 
en  murallones  de  centenares  de  metros,  á  cuyo  pie  apenas  se  dis- 
tingue la  copa  de  los  árboles.  Hacia  Tecuquita-Escobal  la  vege- 
tación es  enana  y  rastrera  del  lado  del  Chicamocha,  la  cumbre 
irregular,  peñascosa  y  desolada,  en  tanto  que  en  el  opuesto  flanco 
la  vegetación  es  mayor  por  los  aires  húmedos  y  tibios  que  suben  de 
los  ardientes  llanos  de  Casanare  que  se  columbran  sobre  el  remo- 
to horizonte,  como  un  mar  de  azul  y  nieblas,  cortado  á  trechos  por 
las  fajas  negras  del  bosque  prolongado  que  ciñe  las  márgenes  de 
los  ríos,  de  donde  que  el  cuadro  sea  grandioso  y  además  sorpren- 
dente por  el  contraste  de  esa  inmensa  superficie  plana  con  las  tu- 
multuosas serranías  que  de  uno  y  otro  lado  se  alejan  de  los  pies  del 
viajero  como  los  tumbos  de  embravecida  catarata. 

En  medio  de  esos  dos  muros  se  extiende  majestuosa  de  SSE.  á 
NNW.  la  explanada  superior  de  la  Sierra  Nevada  de  Güicán,  por 
tres  leguas  de  longitud  y  una  de  borde  á  borde,  extensión  en  que 
los  hielos  arropan  varias  eminencias  semiesféricas  y  cónicas,  la  más 
alta  de  las  cuales  se  llama  Pan  de  Azúcar,  á  cuyo  pie  surge  desnu- 
do y  escueto  el  peñón  del  Pulpito  ;  al  S.  se  levanta  el  Campanario, 
que  domina  el  altísimo  boquerón  de  Cusiri,  y  al  N.,  á  gran  distan- 
cia, el  tope  de  San  Paulín  señorea  los  páramos  ya  sin  albo  cendal. 
En  los  días  serenos  y  despejados,  desde  tan  elevado  observatorio, 
dispuesto  cual  ningún  otro  en  el  país,  se  columbran  vastísimas  regio- 
nes :  los  Llanos,  las  Sierras  Nevadas  de  Mérida  y  Santamarta,  las 
aguas  de  Maracaibo,  las  sabanas  de  la  Costa,  el  valle  del  gran 
río,  los  topes  del  Quindío,  y  todo  el  oleaje  de  breñas  de  la  cordi- 
llera oriental 

Hacia  el  E.  la  Sierra  termina  én  infranqueable  murallón  de 
casi  un  kilómetro  de  altura,  en  tanto  que  al  W.  descuelga  por  un 
plano  en  declivio  un  inmenso  nevero  que  lleva  á  los  lados  y  al  frente 
muros  de  peñascos  y  despojos,  principiando  el  del  S.  desde  el  bor- 
de mismo  de  los  hielos  eternos.  El  nevero  proviene  de  que  en  esta 
parte  la  sierra  forma  de  repente  un  talud  muy  inclinado  de  media 
legua  de  caída  por  la  mitad  de  anchura,  y  la  nieve  puede  resbalar 
por  la  rambla,  cual  poderoso  arado,  hasta  600  metros  abajo  del 
nivel  de  las  nieves  perpetuas,  presentando  su  parte  superior,  mi- 
rada desde  la  cumbre  de  la  Sierra,  el.aspecto  de  un  montón  de 
nubes  vistas  por  encima,  es  decir,  una  confusa  mezcla  de  pirámides 
y  promontorios  que  de  un  lado  reflejan  vivamente  la  luz,  del  otro 
proyectan  sombras  caprichosas,  y  en  el  cuerpo  suelen  mostrar. 


Nueva  Geockafi'a  de  Colombu  63^ 


asomando  por  entre  el  blanco  ropaje  los  án|^ulos  ennegrecidos  de 
las  rocas  transportadas. 


Figura  338 — I^  Sierra  Nevada  ¿e  Chita  <5  Güicin  y  el  Nevero,  vlsl 
Del  álbum  de  la  Comisit^n  Corogriñca— Inédito 


Al  pie  W.  de  la  Sierra  se  extiende  el  llamado  Llanorredondo, 
de  una  legua,  cubierto  de  gramíneas  y  frailejones,  interrumpido  por 
colinitas  y  sembrado  por  los  restos  de  antiguas  morrenas;  allí  hay 
ganados  y  habitantes  que  hace  algunos  años  eran  los  que  á  ma- 
yor altitud  existían  en  el  país.  Del  lado  del  Cocuy  el  muro  rocoso 
que  rodea  ese  llano  presenta  una  brecha  á  que  sigue  una  falda  lle- 
na de  peñascos  desquiciados,  á  cuyo  pie  se  alza  el  cerro  Gloría  de 
los  Tunebos,  que  al  W.  se  confunde  suavemente  con  las  colinas  y 
faldas  aledañas,  en  tanto  que  al  S.  presenta  un  corte  de  400  me- 
tros, por  cuyo  fondo  corre  precipitado  el  rio  de  la  Nieve,  que  en 
cascada  se  desprende  de  San  PauUn,  y  es  fama  que  por  el  tajo 
se  despeñaron  parte  de  los  Tunebos  para  sustraerse  á  la  servi- 
dumbre, mientras  el  resto  se  retiró  al  otro  lado  de  la  Sierra  y  hoy 
se  comunica  con  los  civilizados  por  un  camino  que  sólo  ellos  pue- 
den transitar,  por  ser  una  altísima  escarp)a  llena  de  agujeros  que 
suben  izándose  con  pies  y  manos,  y  bajan  por  medio  de  bordones, 
con  destreza  sin  igual. 

Remontando  el  curso  del  Chicamocha  hasta  Tópaga,  se  le  en- 
cuentra sin  vegas  propiamente  dichas,  ora  encerrado  entre  pare- 
dones de  rocas  desnudas,  coronadas  i  una  y  otra  banda  por  tierras 
y  vegetación  idénticas ;  ora  limitadas  por  ramblas  y  planos  irregula- 
res que  de  sus  orillas  se  extienden  hasta  el  pie  de  los  altos  muros  en 


630  Nueva  Geografía  de  Colombia 


que  terminan  las  serranías  laterales  cortadas  á  cercén,  y  por  entre 
las  cuales,  por  tener  una  ¡nclinaeión  de  25  °/o,  corre  con  la  furia  de 
un  continuado  raudal.  Los  ríos  y  torrentes  que  le  tributan  en  este 
trayecto,  presentan  análog^o  aspecto  y  riegan  terrenos  fértiles  en 
parte,  en  parte  estériles,  y  que  especialmente  al  Oriente  del  cauce 
principal  se  remontan  hasta  la  región  de  los  páramos  que  por  este 
lado,  después  de  la  Sierra  de  Chita,  son  los  de  Canoas,  Pisva  y 
San  Ignacio,  en  tanto  que  los  de  enfrente  6  de  Onzaga,  un  poco 
más  bajos,  van  á  confundirse  con  el  de  Guantiva,  citado  ya. 

La  porción  alta  de  estas  montañas,  ó  sea  de  los  páramos  de 
la  magistral  de  la  cordillera  oriental,  se  compone  de  cumbres  de 
formas  redondeadas,  unas  chatas,  y  aplanadas  otras,  sin  que  falten 
los  picos  desnudos  ni  las  extensas  hiladas  de  gruesas  estratas  con- 
cordantes,  interrumpidas  por  cuencas  de  tierra  negra,  compacta, 
resbalosa,  entapizada  de  grama  fina  y  regada  por  arroyuelos  lím- 
pidos y  silenciosos.  Donde  los  vientos  cargados  de  niebla  y  escar- 
cha baten  el  suelo,  brota  el  fraile jón  de  ñores  amarillas  y  vellu- 
das  hojas  con  proporciones  de  árbol,  como  que  mide  hasta  10  me- 
tros de  altura,  cual  sucede  en  los  páramos  de  Chita  y  el  Escobal 
y  al  pie  de  la  Nevada,  y  que  agrupan  en  bosquecillos  sus  negruz- 
cos troncos,  á  cuyo  abrigo  los  numerosos  ganados  de  estas  para- 
meras pastan  con  avidez  las  tiernas  gramíneas  del  suelo.  Las  se- 
menteras suben  normalmente  á  más  de  3,000  metros  de  altura, 
aquí  y  allá,  en  los  lugares  más  favorecidos  trepan  hasta  los  3,600, 
y  aun  á  casi  4,000  de  elevación  sobre  el  mar,  todavía  hay  pastores 
que  soportan  con  indiferencia  la  temperatura  ordinaria  con  ser  de 
6  centígrados,  y  tienen  que  defender  sus  ovejas  contra  los  ataques 
de  los  buitres  y  los  condores,  que  las  amenazan  desde  los  inacce- 
sibles peñascos  del  tope  de  la  serranía. 

La  porción  en  que  el  Chicamocha  corre  en  terrenos  de  aspec- 
to más  análogo  á  los  del  cañón  del  Sara  vita,  está  comprendida  por 
los  mismos  paralelos,  hecho  no  considerado  en  toda  su  significa- 
ción, y  sólo  se  diferencia  de  aquélla  en  tener  las  montañas  de  mayor 
altura,  no  á  la  izquierda  sino  á  la  derecha,  como  debe  ser,  puesto 
que  todas  estas  tierras  no  constituyen  sino  el  lomo  de  la  gran  mesa 
oriental.  De  las  cumbres  que  por  el  Ocaso  guardan  la  parte  baja 
del  cañón  del  Chicamocha,  se  domina  un  cuadro  hermosísimo :  los 
cerros  se  hunden  tumultuosamente  hasta  lo  profundo  de  la  corta- 
dura, más  allá  de  la  cual  tornan  á  levantarse  de  la  misma  manera, 
hasta  recostarse  contra  las  cimas  nevadas  de  Güicán,  que  brillan 
sobre  el  azul  del  cielo,  á  diez  leguas  de  distancia ;  el  principio  de 
la  falda  que  desciende  del  páramo  de  Onzaga  á  Soatá  está  som- 
breado por  un  bosque  de  robles  de  abundante  follaje,  limpio  en  su 
interior,  por  lo  cual  la  vista  puede  extenderse  á  distancia  por  entre 
los  troncos,  y  percibe  paisajes  notables  por  su  disposición  y  colori- 
do ;  después  se  encuentran  faldas  tendidas,  laderas  y  colinas  cubier- 
tas de  ricas  mieses,  densamente  pobladas,  en  especial  en  tomo  de 
Soatá,  y  con  viviendas  hasta  en  las  laderas  del  río,  no  obstante  que 
allí  con  frecuencia  camina  la  tierra,  es  decir,  rueda  hacia  la  sima, 
sepultando  casas  y  labranzas,  porque  á  causa  de  la  actual  dis- 
posición de  los  lugares,  el  río  se  precipita  entre  márgenes  hun- 
didas y  revolcadas,  que   por  espacio  de  media   legua  de   lado  y 


632  Nueva  Geografía  de  Colombia 

lado,  carecen  de  consistencia,  son  minadas  y  arrastradas  por  las 
lluvias,  y  permanecen  en  un  estado  de  aridez  que  contrasta  con  la 
fertilidad  de  las  mesetas  superiores. 

Las  alturas  del  lado  oriental  se  levantan  en  forma  de  cerros 
y  explanadas  cortas  y  sucesivas  hasta  el  páramo  del  Escobal,  gi- 
gantesca masa  que  separa  el  cañón  de  la  cuenca  del  Chiscas  y  de 
la  del  Chitano ;  en  esta  falda  se  halla  Boavita,  con  su  caserío 
pajizo,  y  media  legua  adelante  La  Uvita,  de  menor  importancia ; 
al  N.  queda  La  Capilla,  al  S.  Jericó,  encaramado  en  breñas 
que  rompen  por  tres  lados  los  ríos  Chicamocha,  Chitano  y  Canoas, 
y  por  consiguiente  expuesto  á  recibir  de  continuo  vientos  hura- 
canados ;  y  allá  en  el  fondo  del  abra,  recostada  contra  un  cerro, 
Chita,  de  numeroso  vecindario,  clima  en  extremo  frío,  ya  por  la 
altura,  ya  por  estar  al  pie  del  alto  páramo  de  Tecuquita,  que  le 
proporciona  á  veces  heladas  formales  que  destruyen  las  semente- 
ras, por  lo  cual  la  cría  de  ovejas,  que  suministran  excelente  lana, 
supera  en  importancia  á  la  agricultura  en  estos  parajes.  Volviendo 
al  S.  de  Jericó  se  encuentran  Socotá,  Lagunaseca,  Socha,  arrui- 
nado por  un  derrumbe,  en  las  faldas  de  sendos  cerros,  con  algún 
cultivo  ó  industria,  al  pie  del  Páramo  de  Pisva,  cruzado  por  Bolívar 
en  18 19,  y  por  último  Tasco,  en  situación  análoga,  no  lejos  de  Gá- 
meza  y  dominando  por  esta  margen  el  principio  del  cañón.  Los  ha- 
bitantes de  estos  pueblos  viven  de  la  agricultura  en  pequeña  escala. 
Al  respaldo  de  Socha  y  Tasco,  ó  mejor  dicho  al  Oriente  de  esos 
pueblos,  se  encuentra  la  elevada  explanada  de  Mesa  alta,  que  en 
dos  ondulaciones  guarda  lindas  lagunitas  que  tributan  al  Chica- 
mocha  por  las  bulliciosas  quebradas  Ranchería  y  Carbonera,  que 
riegan  á  aquellas  poblaciones. 

A  la  izquierda  del  río  están,  al  principio  del  cañón,  Covara- 
chía,  pueblajo  en  la  hieseta  de  un  cerro,  y  Soatá  en  una  pintores- 
ca y  declivada  planicie,  en  medio  de  labranzas,  sauces  y  palme- 
ras, en  pleno  progreso,  y  centro  de  la  comarca.  De  aquí,  ó  mejor 
dicho  de  Capitanejo  á  las  llanuras  de  Tundama  por  la  margen  iz- 
quierda del  Chicamocha,  hay  dos  caminos  de  rumbo  al  Sur :  al 
W.  el  que  transmonta  el  prolongado  páramo  de  Guantiva,  sin  en- 
contrar población  alguna  en  cosa  de  1 1  leguas  hasta  bajar  á  Tu- 
tasá  ó  Belén  de  Cerinza,  y  el  que  tomando  por  Susacón  atraviesa 
el  alto  de  Ocavita,  pasa  por  las  dos  Sativas,  salva  el  alto  Morti- 
ñal  y  cae  á  La  Paz,  camino  más  corto  y  provisto  de  recursos,  pero 
más  fragoso  y  sin  enlaces  importantes,  como  que  es  el  primero 
el  que  se  conexiona  con  los  que  vienen  de  Onzaga  y  Charalá. 
El  camino  oriental,  tras  una  larga  pero  suave  cuesta,  entra  á 
Susacón,  pueblo  de  corto  vecindario  y  habitantes  laboriosos ;  des- 
pués en  Ocavita  y  Mortiñal,  cruza  apéndices  del  páramo  Guantiva, 
al  través  de  laderas  alegres,  cultivadas  por  numerosos  estancieros 
y  sombreadas  con  altos  sauces  que  forman  setos  naturales.  Sátiva- 
norte,  á  orillas  del  Fragua,  es  pueblo  mediano,  de  agradable  as- 
pecto y  crecido  vecindario,  en  tanto  que  Sátivasur,  situado  enfren- 
te, se  reduce  á  unas  pocas  viviendas.  En  seguida  el  camino,  para 
alcanzar  á  La  Paz,  tiene  que  cruzar  en  Portachuelo  una  altísima 
serranía,  en  su  falda  N.  cubierta  de  sementeras  hasta  la  cumbre, 
mientras  que  en  la  meridional  presenta  acentuados  los  caracteres 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


del  páramo ;  el  pueblo,  que  ocupa  una  meseta,  ya  en  las  tierras 
frías  andinas,  es  centru  de  un  importante  Municipio.  Cinco  leguas 
adelante  queda  Bel^n  de  Cerinza,  transmontándose  en  el  interme- 
dio dos  serranías  que  guardan  la  cortadura  ó  grieta  por  donde  co- 
rre el  Suápaga,  que  absorbe  la  guetirada  Pangua  y  riega  el  case- 
río de  Tutasd,  en  paisaje  de  aspecto  raro,  porque  las  faldas  de 
aquéllas  se  muestran  estriadas  por  barranca-;  de  tierras  listadas 
de  colores,  que  suavizan  la  lu^  al  pie  de  cumbres  vestidas  de  fo- 
llaje verde  esmeralda. 


Las  comarcas  esbozadas  tienen  pobladores  fornidos,  de  aventa- 
jada estatura  y  laboriosos;  visten  el  traje  remóse,  en  que  predomina 
la  lana;  crian  ganados,  tejen  buenos  lienzos  y  mantas  y  comercian 
activamente  con  los  territorios  vei  inos.  En  la  cortadura  misma  del 
río,  donde  ya  el  clima  permite  el  pianito  de  cañaverales,  se  en- 
cuentran palmeras  de  dátil,  que  producen  un  preciado  fruto,  y 
antes  se  cultivd  en  grande  escala  la  coca,  tan  usada  por  los  indios 
del  Peni 

JV^KIM  Gts¡rjfia  it  Colombia  TJMü  I— 41 


634  Ni'EVA  Geografía  de  Colombia 


Las  siguientes  comarcas  de  Gámeza  y  Corrales  y  sus  aleda- 
ños, á  la  vez  que  dividen  el  cañón  de  las  altiplanicies,  sobre  ser 
una  tierra  de  transición  ofrecen  el  aspecto  de  una  ruina  colosal. 
Las  serranías  en  Tópaga  se  ven  destrozadas  y  hendidas  en  la 
dirección  del  NNE. ;  en  el  fondo,  por  profunda  cortadura  se  des- 
peña el  río  ;  su  afluente  el  Gámeza,  formado  por  el  Saza,  el  Mon- 
gua  y  el  Mongfuí,  hace  lo  mismo,  y  la  grieta  parece  abierta  por 
la  erosión,  según  lo  indican  los  grandes  derrubios  que  cercena- 
ron los  cerros  ribereños,  y  los  peñascos  sembrados  en  el  cauce. 
Colocado  el  observador  en  la  bí^ca  del  Gámeza,  ve  patente  al 
SW.  la  quiebra  por  donde  sale  presuroso  el  Sogamoso  y  las  rui- 
nas de  todo  un  ramal  de  la  cordillera,  y  al  E.  el  destrozo  de  los 
colaterales,  cuyos  escombros  yacen  á  uno  y  otro  lado  de)  Gáme- 
za. A  la  espalda  surge  la  mutilada  mole  de  lt)s  cerros  qué  hacen 
desviar  á  derecha  é  izquierda  las  aguas.  En  esa  misma  confluen- 
cia, cerca  del  remate  de  la  hoz,  en  medio  de  una  muchedumbre 
de  rocas  desprendidas  desde  lo  alto  del  cerro  que  domina  la  orilla 
izquierda,  está  la  piedra  pintada  de  Gámeza,  ó  sea  una  roca  de 
arenisca  con  figuras  que  se  han  creído  caracteres  muiscas,  y  sobre 
todo  recuerdo  de  un  diluvio  de  qut  no  Isay  huellas   jn  el  terreno. 

En  esta  porción  de  serranías  interandinas  se  encuentran  Co- 
rrales en  la  vega  del  río  ;  Gámeza  en  la  meseta  de  un  cerro,  grande 
en  tiempo  de  los  muiscas  ;  Mongua,  en  un  plano  entre  cerros,  á  la 
cabeza  del  camino  de  Casanare  por  Labranza  grande,  y  Monguí, 
en  situación  análoga,  también  á  orillas  de  un  río  á  que  da  nombre, 
en  un  país  de  cerros  cortados  por  torrentes,  agreste  y  algo  sólita- 
rio,  con  un  convento  é  iglesia  donde  se  venera  una  imagen  que  se 
dice  fue  pintada  por  Carlos  v  de  Alemania  y  i  de  España  é  Indias. 

Al  Sur  del  amplio  corredor  descrito,  en  cuya  vaguada  está  el  ca- 
ñón del  Chicamocha,  se  encuentran  las  aliiplanicics  de  Tundama  y 
Tunja,  que  ocupan  el  fondo  de  una  cuenca  casi  circular,  de  unas  12 
leguas  de  diámetro,  si  se  cuenta  el  pedazo  correspondiente  á  la  la- 
guna de  Tota,  bien  murada  por  altos  páramos,  de  suerte  que  no 
presenta  otra  depresión  en  su  perímetro  que  la  de  Corrales  ó  Tó- 
paga,  ya  mencionada. 

Considerada  la  llanura  de  Tundama  en  su  contraste  con  los 
cerros,  forma  una  especie  de  >•  extendida  en  la  dirección  del 
NE.  La  pierna  izquierda  empieza  cerca  del  Hatico,  al  W.  de 
Paipa,  y  concluye  enfrente  de  Sogamoso,  donde  se  une  á  la  dere- 
cha, que  baja  desde  más  allá  de  Pesca ;  de  suerte  que  ambas 
miden  unos  28  kilómetros  de  largo  por  10  de  anchura.  El  cuerpo 
de  la  Y,  mucho  más  angosto,  se  extiende  por  1 3  kilómetros  al  E., 
ó  sea  hasta  los  molinos  de  Tópaga.  La  llanura  forma  ensenadas  tan 
repentinas  como  hermosas,  introduciéndose  para  ello  por  las  de- 
presiones y  aoras  de  las  serranías.  Paipa,  Trinidad,  Bonza,  Duita- 
ma,  son  como  golfos  en  que  hacen  de  islitas  redondeadas  colinas; 
y  las  tierras  del  Salitre,  Pantano  de  Vargas,  Marino,  Tibasosa, 
Suescdn,  forman  un  grupo  de  senos  en  los  que  ningún  relieve  in- 
terrumpe la  llanura.  Otra  ensenada  es  el  brazo  donde  hoy  está 
Sogamoso,  rodeado  por  alturas  en  que  afloran  capas  horizontales 
de  arena  y  con  un  cerrito  suelto,  redondeado,  enfrente  de  la  ciudad. 
No  menos  hermosos  son  los  senos  de  Firavitoba,  Vanegas,  Pesca, 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Iza,  Batán,  Nobsa,  Gámcza  y  Belén.  Esla  llanura  mide  i6kil¿me- 
trosQ,  asiento  de  muchos  miles  de  almas  y  mayor  numero  de  ani- 
males. __os  vientos  agüitan  las  sementeras  de  trigo  y  los  sonoros 
maizales,  y  mecen  los  altos  sauces  que  adornan  las  dos  orillas  del 
tortuoso  y  apacible  Sogamoso.  El  enlace  de  las  llanuras  de  Tun- 
dama  y  de  Tunja  está  cerca  de  Palpa,  donde  surge  el  cerro  llama- 
do Lo  mabon  i  ta,  célebre  por  haber  sido  campo  de  Barreiroen  1819; 
es  un  estribo  chato,  casi  separado  de  la  serranía,  y  de  formacidn 
glaciar. 

El  llano  de  Tundama  se  conexiona  por  Duitama  con  el  de 
Santa  Rosa,  vecino  del  en  que  están  entre  cultivos  Floresta,  Bus- 
bansá  y  Toliasia,  dividido  del  Chicamocha  por  una  hilera  de  ce- 
rros peñascosos,  al  través  de  los  cuales  pasa  el  riachuelo  que  lo 
riega,  nace  en  los  cerros  de  Tobasia,  alzados  al  E.  de  aquella  ciu- 
dad, y  muere  juito  á  Corrales.  Este  llano  mide  13  kilómetros  de 
lat^o  por  s  de  ancho,  y  en  los  bordes  ostenta  colinas  peinadas,  de 
formas  suaves,  que  dejan  recodos  pintorescos.  Más  al  N.  demoran 
los  llanos  de  Cerinza  ;  en  fin,  al  W,  de  la  Paz,  en  el  páramo  de 
Guantiva,  hay  otra  planicie  que  surca  mansamente  un  riachuelo. 


Figura   Z41 — Los  nevados  Cumbal,  Chiles  y  Cotacachi,  vistas  ile  Maltama 

Según  StUbe] 

La  elevada  serranía  que  se  alza  al  respaldo  de  estas  poblaciones 
para  dividirlas  de  Guanentá  y  el  Saravita,  es  decir,  de  las  tierras 
de  Onzaga,  Charata,  Oiba,  Gámbita  y  Leiva,  en  general  presenta 
eminente  cüspide  y  formas  derruidas  y  fragosas ;  de  suerte  que  en 
ella  se  encuentran  los  agrestes  picachos  de  Ture,  señoreando  otra 


636  Nueva  Geografía  de  Colombia 


laguna  encantada ;  los  cerros  de  La  Colorada,  que  blanquean  sus 
topes  en  la  estación  fría,  y  el  páramo  de  Chontales  y  la  Cuchilla, 
que  en  00  guarda  dos  altas  cuencas  que  por  sendos  boquerones  en- 
vían sus  aguas  al  Saravita,  tienen  al  Mediodía  las  encantadoras  tie- 
rras de  Sotaquirá  y  el  Siomo,  y  se  dividen  por  la  mole  del  cerro  de 
éste  nombre,  desde  la  cual  en  los  días  despejados  se  columbra  dila- 
tadísimo horizonte,  que  por  el  S.  abarca  hasta  la  Sabana  de  Bogotá. 

Por  el  camino  de  Soatá  al  interior,  una  vez  franqueado  el  pá- 
ramo de  Guantiva  ó  sus  ramales,  y  pasado  el  Suápaga,  la  primera 
porción  plana  que  se  encuentra  es  la  planicie  de  Cerínza,  que  mide 
cuatro  leguas  de  E.  á  W.,  es  cruzada  por  ese  río,  que  nace  en  el 
páramo  de  la  Rusia,  y  la  abandona  pyor  hermosa  hoz,  y  al  pie  de  la 
áspera  falda  del  N.  se  muestra  circundada  de  redondas  colinas,  cu- 
yos peinados  recuestos  mueren  suavemente  sobre  la  verde  alfombra, 
donde  el  camino  faldea  los  cerros,  dejando  al  lado  potreros  y  estan- 
cias separadas  por  tapias  pisadas  á  usanza  del  Reino ;  el  pueblo  de 
Belén  queda  casi  en  el  remate  del  llano,  entre  un  bosque  de  sauces, 
prós[>ero  porque  en  él  desembocan  además  los  caminos  de  Guantiva 
y  de  Ture;  de  suerte  que  ha  absorbido  casi  á  su  predecesor,  Cerín- 
za, edificado  media  legua  adelante.  Transmontada  la  rambla  que  al 
SW.  cierra  el  llano,  se  entra  al  fresco  y  hermoso  valle,  asiento  de 
la  ciudad  de  Santa  Rosa  (de  Viterbo),  próxima  á  la  colina  de  To- 
cavita.  La  población,  de  caserío  regular  aun  cuando  no  muy  ex- 
tenso, es  importante  por  los  productos  de  sus  campos  y  por  su  valio- 
so mercado,  merced  á  la  posición  central  que  ocupa,  y  su  importan- 
cia sería  mayor  si  los  habitantes  fueran  tan  laboriosos  como  los  so- 
corranos.  Próxima  al  W.  está  Duitama,  en  el  poético  valle  del 
Chiticuy,  de  afamados  frutos,  en  vía  de  progreso ;  engloba  en  su 
jurisdicción  á  Bonza,  notable  en  la  campaña  de  18 19,  y  al  S.  tiene 
ya  la  gran  llanura  como  su  vecina  Paipa,  que  á  ese  mismo  rumbo 
se  enfrenta  con  las  planicies  de  Tunja,  en  tanto  que  al  E.  se  en- 
cuentra Nobsa  en  la  confluencia  de  dicha  llanura  con  la  de  Soga- 
moso,  y  entre  esa  herradura  de  tierras  planas  queda  el  páramo  de 
Tibamá  con  sus  estribos  y  vallecitos,  lo  que  explica  la  importancia 
militar  de  Bonza-Salitre,  atestiguada  por  la  batalla  de  Pantano  de 
Vargas  y  por  las  maniobras  que  la  siguieron  hasta  la  jornada  de 
Boyacá. 

Es  en  estas  planicies  unidas  y  horizontales  donde  el  Paipa, 
Riogrande  ó  Sogamoso  corre  perezosamente,  girando  á  derecha 
é  izquierda,  y  como  replegándose  sobre  sí  mismo  por  falta  de  decli- 
ve, desde  arriba  de  Paipa  hasta  los  molinos  de  Tópaga.  En  el  lla- 
no hay  algunas  depresiones  pantanosas,  á  trechos  montecillos  so- 
litarios y  torneados,  y  los  cerros  del  rededor  presentan  derrubios ; 
el  declive  del  río  es  tan  pequeño  que  en  40  kilómetros  apenas  baja 
65  metros. 

Del  Salitre,  famoso  por  sus  abundantes  criaderos  de  sal  de 
Glauber,  volviendo  al  SE.  por  encima  de  los  ramales  del  volcánico 
Tibamá,  que  forman  el  alto  de  Tibasosa,  al  llegar  á  éste  se  ve  al  pie 
la  hermosa  planicie  de  Sogamoso,  toda  de  prados  y  mieses  que 
forman  una  rica  alfombra  cuyos  variados  matices  se  desvanecen 
en  lejanía.  En  primer  término  aparecen  las  torres  y  casas  de  Nob- 
sa y  Tibasosa,  pueblecillos  uno  á  la  izquierda,  otro  á  la  derecha,  en 


Nueva  Geografía  de  Colombia  637 


los  bordes  del  llano,  y  por  el  centro  corre  amarillento  y  tortuoso 
el  Ríogrande,  cuyos  múltiples  replieg'ues  pueden  seguirse  hasta  el 
fondo  del  paisaje,  donde  cruza  al  NE.,  en  busca  del  raudal  de  Tó- 
pag^a  y  Corrales,  que  lo  lleva  al  fondo  de  su  cañón  sin  las  magnifi- 
cencias del  Puente  de  Piedra  del  más  caudaloso  Saravita.  Bella  so- 
bre toda  ponderación  es  la  llanura,  por  las  reses  que  la  animan,  las 
casas  de  campo,  las  sementeras  y  los  arbolados  de  frutales,  ora  en 
lo  llano,  ora  recostadas  en  las  redondas  colinas  del  circuito.  De  re- 
pente, al  rodear  uno  de  esos  montecillos,  se  entra  á  las  alamedas 
de  sauces  que  conducen  á  Sogamoso,  edificado  no  lejos  de  donde 
estuvo  Iraca,  la  ciudad  sagrada  de  los  muiscas,  á  cierta  distancia 
del  río  á  que  da  nombre,  á  orillas  del  riachuelo  Monquirá,  que 
suele  causarle  daños  en  sus  grandes  avenidas,  en  el  fondo  de  un 
vallecito  ceñido  de  cerros  y  sembrado  de  arboledas  simétricas. 
Sogamoso,  de  extenso  caserío,  notable  por  su  comercio  y  desarro- 
llo, es  en  la  actualidad  la  ciudad  más  poblada  é  jfmportante  de 
Boyacá. 

Por  el  camino  del  Alto  se  goza  de  una  admirable  vista  sobre 
Sogamoso.  Queda  la  ciudad  en  primer  término,  á  los  pies  del  ob- 
servador, Tibasosa  en  frente,  Nobsa  y  Belén  á  la  derecha,  dentro 
de  un  radio  de  legua  y  media,  con  la  verde  llanura,  el  perezoso 
río  y  las  múltiples  lagunitas  que  lo  escoltan,  delante  de  los  ojos, 
como  pudiera  estarlo  un  dibujo  sobre  una  mesa,  y  se  distinguen 
claramente  los  vallados,  los  sauces,  los  caballones  y  surcos  de  las 
sementeras,  los  animales,  las  estancias  y  los  huertos :  es  una  minia- 
tura dentro  de  un  marco  de  cerros,  con  toques  de  un  colorido  y 
frescura  incomparables. 

Al  Occidente  de  Sogamoso,  y  de  S.  á  N.,  pasa  el  río  de 
Pesca,  ó  río  Chiquito,  por  contraposición  al  Grande  ó  Sogamoso, 
el  cual  fecunda  espléndida  cinta  de  llanura  enmarcada  por  altos 
cerros.  Allí  están  Firavitoba,  pequeño  pueblo  entre  amenos  cam- 
pos, no  lejos  de  la  confluencia  del  Pesca  y  el  Tota ;  Pesca,  de  ha- 
bitantes indígenas  y  mestizos  y  algunos  blancos,  con  extenso  pero 
desgreñado  caserío  á  la  margen  de  la  cristalina  corriente,  en  el 
extremo  de  la  unida  planicie  que  viene  de  Sogamoso.  Dejando 
á  un  lado  á  Firavitoba,  por  el  otro  camino  de  Sogamoso  al  Sur, 
se  pasa  por  la  antigua  y  famosa  hacienda  de  La  Compañía,  que  no 
es  sino  un  gran  potrero  para  ceba  y  cría  de  ganados,  rodeado  por 
sementeras  y  casitas  que  parecen  como  arrojadas  contra  los  es- 
carpes y  laderas  de  las  serranías  laterales.  Por  esta  vía  se  entra 
al  valle  del  Tota,  donde  al  fin  de  un  recodo  y  entre  sauces  y  la- 
branzas, aparece  Iza  como  en  el  centro  de  un  verde  nido,  con 
casas  alegres  y  aseadas.  Al  Sur,  en  el  Batán,  hay  fuentes  terma- 
les que  pasan  bajo  una  colina,  en  la  que  como  sobre  una  estufa  se 
ha  establecido  una  huerta  de  frutos  de  tierra  cálida  que  prosperan 
muy  bien  y  contrastan  de  un  modo  singular  con  los  vecinos  cam- 
p)os  sembrados  de  plantas  de  tierra  fría. 

Al  Oriente  de  la  depresión  de  Pesca,  en  uno  de  los  ángulos  de 
la  cuenca  y  como  para  hacer  acá  juego  á  las  altas  tierras  de  Tunja, 
se  encuentra  la  extensa  cuenca  de  la  Laguna  de  Tota,  que  de  las 
últimas  sólo  se  diferencia  en  que  desagua  hacia  el  Sur,  pero  que 
abriéndose  al  pie  occidental  del  encumbrado  Toquilla  y  pudiendo 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


desaguarse  hacia  Sog-amoso,  natural  es  englobarla  en  las  tierras 
de  Tundama.  A  partir  del  pequeño  y  triste  pueblo  de  Cultiva,  situa- 
do al  E.  de  Pesca,  en  una  explanada,  por  un  camino  orlado  de  se- 
menteras, se  corona  pronto  una  altura  paramosa,  y  desde  ésta  se 


Figura  24Í— Li  Ligana  Je  T»(» — De  fologrsfía 

dominan  inmediatamente  al  opuesto  lado  el  llano  AUrcón  y  el  río 
del  Hato  á  la  derecha,  y  más  de  la  mitad  del  lago  á  la  izquierda, 
quedando  también  frontero,  á  tres  leguas  de  tirantez,  el  tempestuo- 
so páramo  de  Toquilla,  lo  que  forma  un  cuadro  maravilloso,  ora 
cuando  el  huracán  lanza  la  niebla  en  mangas  sobre  el  lago  y  sdlo 
deja  verlo  por  instantes  como  visión  fantástica,  ora  cuando  la  luz 
inunda  la  cuenca  y  permite  divisar  el  espejo  de  las  aguas  hasta  sus 
lejanas  playas  orientales.  Un  poco  más  abajo  se  distingue  toda  la 
concha  con  sus  dos  penínsulas,  varias  islas  pequeñas  y  las  recorta- 
das riberas  azotadas  por  un  oleaje  que  remeda  el  del  mar.  Las 
costas  ora  se  presentan  llanas  entrándose  en  el  lago,  ora  escarpa- 
das y  peñascosas,  terminando  acantiladas  sobre  la  movible  onda 
azul.  Por  esto  al  rodear  el  lago,  el  viajero  avanza  de  sorpresa  en 
sorpresa  por  tan  pintorescos  lugares  hasta  Puebloviejo,  villorrio 
sucio,  enyerbado  y  estacionario  por  lo  menos.  Enfrente  de  la  po- 
blación se  extiende  una  llanunta  que  surca  el  río  Tobal.  Hacia  el 
S.  se  encuentra  el  Desaguadero,  origen  del  Upía,  consistente  en  un 
canal  ^ue  ocupa  el  fondo  de  una  quiebra  gigantesca  que  hiende  de 
arriba  abajo  el  Páramo  de  las  Cruces,  por  el  cual  sale  con  esca- 
sas aguas  y  dentro  de  la  cuenca  misma  recibe  el  tributo  del  Olar- 
te.  Avanzando  al  W.  se  llega  al  pueblo  de  Tota,  que  dista  del 
lago  una  legua,  y  entre  ellos  media  un  orno  de  cerros  y  colinas 


Nueva  Geografía  de  G)lohbia  639 


paramosas  poco  habitadas ;  este  pueblo  arremolina  sus  numerosos, 
ranchos  en  torno  de  la  iglesia,  y  no  ha  conservado  nada  de  la 
grandeza  que  tuvo  en  tiempo  de  los  muiscas.  Allende  el  lugar,  para 
dividirlo  de  Pesca,  se  alza  un  alto  estribo  que  separa  los  dos  valles 
y  desde  cuya  cumbre  mirando  al  Oriente  se  ve  una  ancha  faja  re- 
luciente, que  á  manera  de  espejo  ciñe  la  cumbre  de  unos  cerros  le- 
janos y  nebulosos,  y  que  tiene  tras  sí,  á  guisa  de  solio,  las  negras 
nubes  que  de  ordmario  coronan  el  Toquilla,  señor  de  una  región 
triste,  fría,  desapacible,  que  en  semicírculo  se  extiende  catorce  le- 
guas en  torno  del  lago,  desde  Cuspaquirá  hasta  las  confusas  cres- 
terías del  Tibamá.  Al  Occidente  se  encuentra  á  los  pies  el  risueño 
valle  de  Pesca,  que  el  claro  río  hiende  de  S.  á  N.  como  cinta  de 
bruñida  plata. 

Al  Occidente  del  valle  de  Pesca,  y  por  lo  tanto  del  páramo  de 
Tibamá,  que  casi  aislado  se  tiende  por  más  de  diez  leguas  de  N.  á 
S.,  desde  las  tierras  de  Paipa  hasta  la  confluencia  del  Turmequé  y 
el  Teatino,  en  pleno  valle  de  Tenza ;  al  Poniente  d  t  ese  vaHe  se 
dilatan  las  tierras  de  Tunja,  conjunto  de  ondulaciones  que  en  haz 
convergen  á  unirse  en  Tuta,  casi  al  pie  del  páramo  de  Chontales 
y  de  Sotaquirá,  son  intermedias,  por  lo  tanto,  entre  las  de  Leiva  y 
de  Pesca,  y  están  muradas  al  S.  por  la  cresta  paramosa  de  Chapa, 
Viracachá  y  Tierranegra,  que  se  apoya  contra  Tibamá  y  las  di- 
vide del  aledaño  valle  de  Tenza. 

Situado  un  observador  en  la  emcumbrada  cima  del  páramo  • . 

de  Peñanegra,  mirando  al  N.  le  queda  á  la  izquierda  la  plani-  .  \ 

cié  horizontal  de  Soracá,  superior  á  la  de  Tunja,  la  cual  se  pro- 
longa hacia  Paipa  para  enlazarse  á  los  llanos  de  Tundama;  al  fren- 
te la  planicie  de  Chivata,  más  baja  que  la  de  Soracá,  pero  más  alta 
que  la  de  Tunja,  á  la  cual  es  paralela  y  envía  sus  aguas  por  una 
estrechura  que  tiene  en  el  extremo  N.,  en  tanto  que  por  otra  que 
guarda  al  S.  recibe  las  aguas  de  la  de  Soracá;  á  la  derecha  descu- 
brirá una  tercera  planicie,  tendida  en  la  misma  dirección  que  las 
anteriores,  la  que  comienza  en  Siachoque,  se  ensancha  en  Toca,  y 
termina  sobre  el  remate  de  la  de  Tunja,  haciendo  antes  un  recodo 
estrecho  enfrente  del  alto  de  la  Leonera.  Estudiadas  estas  plani- 
cies con  el  barómetro  en  la  mano,  se  halla  que  tienen  un  declive  im- 
perceptible á  la  vista,  y  las  guardan  cerros  de  laderas  suavemente 
torneadas,  que  dominan  á  los  ríos  que  las  surcan  mansamente  entre 
pequeñas  barrancas  abiertas  en  capas  horizontales  de  fina  arcilla. 

En  estas  tierras  se  encuentran  los  pueblos  de  Siachoque,  en 
la  confluencia  de  dos  riachuelos,  y  abundante  en  granos  y  ganado 
lanar ;  Toca,  en  un  llano  entre  cerros,  con  iguales  productos  ;  Tuta, 
en  a.náloga  situación  ;  Sotaquirá,  en  la  meseta  de  una  altura,  al 
extremo  del  valle  de  su  nombre,  tan  hermoso  como  fértil  y  valio- 
so ;  Cómbita  y  Motavita,  en  los  llanos  al  W.  de  la  antigua  Corte 
de  los  Zaques  ;  Oicatá,  Chivata  y  Soracá,  en  llanuritas  entre  ce- 
rros, al  E.  de  la  misma  ciudad,  también  fríos  por  su  considerable 
altura ;  y  habitantes  agricultores  y  criadores  de  ovejas,  con  cuya 
lana  fabrican  diferentes  tejidos. 

La  vista  de  Tunja  recuerda  la  antigua  morada  de  los  Zaques, 
un  tiempo  señores  de  todos  los  pueblos  muiscas,  y  que  hoy  con  los 
borrosos  blasones  de  sus  puertas  atestigua  la  nobleza  de  sus  viejos 


640  Nueva  Geogkaf/a  dr  Colombia 


pobladores  castellanos.  En  cambio,  los  barrancos  y  prolundas  quie- 
bras que  envuelven  la  ciudad  testifican  la  labor  de  las  aguas  en 
la  reglan:  los  cerros  recinos  se  alzan  descarnados  y  empobrecidos, 
al  pie  se  extienden  altas  mesetas  con  guijarros  y  cantos  rodados, 
y  mis  abajo  queda  la  agotada  planicie. 


Figura  Z43 — La  peña  de  Suesca — De  rbiof^aria 


Por  el  camino  que  transmonta  la  colina  del  Orierle  y  deja  á  la 
derecha  el  pueblo  de  Chivata,  y  á  la  izquierda  el  de  Soraci,  se  Ue- 
g^  al  punto  en  que  desde  lo  alto  se  ve  la  ciudad  media  legua  dis- 
tante, y  en  el  promedio  el  valle  árido,  desgarrado  al  parecer  por 
la  erosión.  Arrimada  í  los  desnudos  cerros  de  Occidente  alza  Tun- 
ja  las  torres  de  sus  numerosos  templos,  los  ennegrecidos  tejados  de 
sus  casas  seculares,  muchas  de  ellas  adornadas  aiin  con  los  escudos 
de  los  hidalgos  peninsulares  que  las  edificaron,  algunas  con  huellas, 
de  arquitectura  morisca,  y  que  por  lo  elevado  y  estrecho  de  sus 
ventanas  indican  el  carácter  celoso  de  sus  primitivos  moradores. 
El  aspecto  de  la  ciudad  es  hümedo  y  silencioso ;  las  calles  torcidas 
y  en  parte  con  fuertes  declivios  y  poco  aseadas;  no  faltan  algunos 
buenos  edificios,  pero  carece  de  señales  de  progreso  real  6  de 
próspero  comercio.  Empero,  la  antigua  Hunza  chibcha,  la  capi- 
tal del  Hunzahúa  indígena  y  una  de  tas  tres  primeras  ciudades 
fundadas  por  los  conquistadores  en  el  Nuevo  Reino,  goza  del  pri- 
vilegio de  apoderarse  del  ánimo  que  la  contempla  decaída  de  sus 
antiguas  grandezas. 

Más  de  treinta  pueblos  y  muchas  decenas  de  millares  de  ha- 
bitantes encierran  estas  comarcas  de  Tundama  y  Tunja,  y  la  po- 
blación se  compone  de  blancos  y  mestizos,  bier.  conformados,  no 


Nueva  Geografía  de  Gjlohbia 


escasas  de  inteligencia,  de  preferencia  ganaderos  ó  comerciantes, 
y  de  indios  más  ó  menos  puros,  pacientes,  vigorosos,  amantes  de 
las  faenas  agrícolas  y  de  las  reuniones  llamadas  mercados,  y  en 
quienes  la  rutina  es  todo  ;  y  la  humildad,  pero  una  humildad  elás- 
tica, es  la  virtud  característica  de  la  raza. 


e  Honili. — Estampa  extranjera  de  l8gl 


e)  ¿y  Va/U  líe  T^raa — Al  sur  de  las  tierras  ile  Tunja  y  Tunda- 
ma,  entre  la  Sabana  de  Bogotá  y  los  Llanos,  en  la  especie  de  án- 
gulo diedro  que  allt  forma  el  ancho  cuerpo  de  la  gran  cordillera 
de  Sumapaz,  se  encuentra  un  conjunto  singular  de  relieves  y  de- 
presiones impropiamente  llamadas  valles  por  los  moradores,  y  de 
los  cuales  el  principal  es  el  de  Tenza,  por  cuya  vaguada  se  des- 
cuelga el  río  Garagoa. 

En  el  páramo  de  Gachaneque  nace  un  humilde  riachuelo  que 
se  denomina  Tiatino,  \uégo  Boyacá,  y  tras  correr  unas  cuantas  le- 
guasal  E.,  por  una  curiosa  región  de  altibajos,  deja  su  rumbo  y 
nombres  para  dirigirse  al  S.,  apellidándose  por  trechos  Jenesano, 
Tibaná,  Bata,  Garagoa,  á  medida  que  crece  en  su  caudal,  y  termina 
después  de  larga  carrera  en  el  Upfa,  afluente  de!  lejano  y  caudaloso 
Meta.  Marca  este  rio  el  eje  de  dos  grandes  planos  que  de  un  modo 
raro  dividen  las  aguas  vertientes  á  las  aledañas  cuencas  y  á  esta 


642  Nueva  Geografía  de  Colombia 


que  constituye  en  su  conjunto  el  Valle  de  Tenza,  densamente  po- 
blado, en  partes  tanto  como  Bélgica  ú  Holanda.  Complace  el  áni- 
mo ver  esa  tierra  bella  y  pintoresca  con  sus  declivios  convertidos 
en  campos  cuajados  de  variadas  sementeras,  divididas  en  peque- 
ñas estancias,  y  tan  aprovechado  el  suelo,  que  bueyes  y  vacas 
no  tienen  más  espacio  para  pastar  amarrados  que  las  orillas  de 
las  cercas  y  los  lugares  recién  desocupados  por  las  cosechas,  y 
donde  no  hay  ociosos,  pues  si  los  adultos  labran  el  suelo  y  trans- 
fKDrtan  los  frutos  recogidos  á  los  mercados  próximos,  los  muchachos 
hacen  de  pastores  de  ovejas  y  guardadores  vigilantes  del  ganado 
mayor,  casi  siempre  por  parejas,  armados  de  palos  y  sentados  en 
la  yerba,  cuidando  afanosos  que  los  animales  no  traspasen  los  lí- 
mites de  la  reducida  heredad.  En  derredor  de  las  vaguadas  se 
extienden  las  amplias  laderas  de  la  serranía,  salpicadas  de  casitas 
y  alegradas  por  las  blancas  torres  de  los  campanarios  de  risueños 
pueblos  que  el  viajero  divisa  uno  tras  otro  desde  lo  alto  de  los  ca- 
minos. Después  de  las  laderas  siguen  los  cerros  siempre  verdes, 
y  detrás  de  ellos  las  eminencias  mayores,  en  las  que  las  lloviznas 
humedecen  de  continuo  la  negra  tierra  alfombrada  de  grama  y 
adornada  con  bosquecillos  de  arrayanes  y  pequeños  frailejones. 

El  camino  de  Tunja  al  valle  de  Tenza  pasa  por  el  pueblo  de 
Boyacá,  compuesto  de  unas  cuantas  casucas  desparramadas  en 
tomo  de  una  buena  iglesia  de  cal  y  canto,  en  una  falda  con  clima 
tan  húmedo,  que  en  invierno  se  revienen  las  panelas,  y  no  lejos,  al 
W.  tiene  un  puente  que  lleva  su  nombre,  en  el  antijguo  camino  real 
de  Tunja  á  Bogotá,  y  teatro  de  la  inmortal  jornada  que  aseguró  la 
Independencia  del  país.  Los  indios  de  los  contornos  son  de  los  que 
han  conservado  algo  de  las  costumbres  de  sus  antepasados  los  chib- 
chas.  En  la  gran  depresión  que  constituye  la  hoya  del  río,  sigue 
Viracachá,  luego  el  villorrio  de  La  Ciénaga,  en  la  falda  de  un  cerro 
en  el  antiguo  y  renombrado  valle  de  Baganique,  hoy  Ramiriquí, 
por  el  de  esta  población  de  mayor  importancia,  hermosamente  si- 
tuada' en  una  meseta  de  clima  suave,  cerca  de  las  anteriores,  cruce- 
ro de  ocho  caminos,  pero  desaseado  y  compuesto  de  ranchos  en  los 
alrededores.  A  un  lado,  y  en  la  falda  del  Albarracín,  queda  Tur- 
mequé,  de  importancia  antes  de  la  Conquista,  no  lejos  de  Venta- 
quemada,  en  una  hondura,  próximo  al  puente  de  Boyacá, ^sobre  el 
camino  real  citado.  En  esta  región  fría  están  además  Umbita  y 
Chirivi,  situadas  en  suaves  recuestos  á  los  lados  del  Turmequé,  que 
no  lejos  desemboca  en  el  Garagoa. 

Rumbo  del  S.,  y  avanzando  por  la  ribera  izquierda  del  río 
principal,  se  llega  á  este;  la  vía  cruza  un  terreno  singularmente 
bello,  cultivado  intensamente,  lleno  de  casitas  de  labriegos,  cuyas 
techumbres  se  descubren  al  ondular  de  los  sauces,  que  por  donde- 
quiera marcan  los  linderos  de  las  heredades  ó  tratan  de  contener 
las  avenidas  del  explayado  río.  Frontero  al  camino,  y  en  el  final  del 
recuesto  de  una  estribación,  se  ve  próximo  á  Ramiriquí,  en  el  ca- 
mino de  Ventaquemada,  pero  en  la  otra  banda  del  río,  el  pueblo 
de  Jenesano,  cuyas  casas  rodean  la  blanca  iglesia,  bien  construida, 
como  todas  las  de  esta  comarca.  Poco  después,  al  avistarse  á 
Tibaná,  que  al  S.  sigue  al  anterior  en  la  misma  banda  derecha, 
entre  Chirivi  y  Umbita,  se  interrumpe  el  valle  y  comienzan  los  ce- 
rros, que  á  partir  del  alto  de  Chirgua  presentan  sus  cumbres  car- 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


g^das  de  vegetación  siempre  verde  y  florida,  y  á  medida  que  se 
avanza  s:  descubre  variedad  de  risueños  paisajes,  por  lo  quebrado 
de  ta  vía. 

Siguiendo  el  curso  del  Jenesano,  y  pasadas  las  alturas  de  Chir- 
gua  y  Sáquira,  se  entra  al  propio  valle  de  Tenza,  compuesto  de  la- 
deras y  ramblas  que  desde  las  inmediatas  serranías  vienen  á  con- 
cluir en  las  márgenes  del  rio  llamado  TIbaná  y  Garagoa  en  estos 
lugares.  Los  cerros  afectan  formas  jwderosas,  y  sustentan  expla- 
nadas en  que  se  asientan  varios  pueblos  poco  distantes  en  vía  rec- 
ta, pero  separados  por  hondas  cañadas  ó  por  la  profunda  ranura 
que  forman  las  faldas  coincidentes  de  las  serranías  laterales,  estria- 
das por  multitud  de  caudalosos  arroyos  que  bajan  presurosos  des- 
de las  altas  cumbres.  Las  sementeras  y  estancias  de  labor  son  aquí 
menos  numerosas  y  pintorescas  que  hacia  Ramiriquf,  pero  más  ex- 
tensas, llenas  de  frescura  y  belleza,  y  hermosamente  escalonadas 
en  anfiteatro,  cuya  parte  superior  engalanan  los  trigales,  la  inferior 
los  cañaverales  de  tierra  templada,  y  la  intermedia  las  verdinegras 
fajas  de  los  maizales  y  los  cuadros  de  papas  y  otras  menestras. 

En  primer  termino,  en  la  meseta  de  un  cerro,  está  Chinavita, 
poblacidn  un  tanto  atrasada,  tras  la  cual  una  pendiente  cuesta  guía 


si 

ti 
IJ 


644  Nueva  Geografía  de  Colombia 


á  las  márg'enes  del  Tibaná,  que  raudo  y  espumoso  se  precipita  por 
el  fondo  de  la  depresión ;  del  alto,  el  g^olpe  d^  vista  es  magnffíco 
y  abarca  un  óvalo  espacioso,  murado  por  seiVanías  :  la  de  la  iz- 
quierda muestra  sus  retiradas  cumbres,  cuyas  ^imas  realza  el  sol 
de  la  mañana,  y  desde  ellas  hasta  el  río  se  compone  el  suelo  de 
una  serie  de  extendidos  planos  cargados  de  sementeras,  casas  den- 
tro de  setos  vivos,  y  anímales.  En  lo  alto  ondulan  las  mieses  de 
tierra  fría,  resguardadas  del  páramo  por  una  cinta  de  arbolado 
apenas  perceptible,  y  en  lo  bajo  brillan  las  hojas  largas  y  lucien- 
tes de  los  cañaverales  y  humean  las  hornillas  de  los  trapiches. 
Es  un  compendio  de  los  productos  subandinos.  Los  cerros  de  la 
derecha,  menos  suaves,  dejan  ver  el  pueblo  de  Pachavita  encara- 
mado en  una  meseta  entre  cultivos,  al  pie  de  los  páramos  de  Cho- 
contá.  Al  término  de  la  t>ajada  está  Garagoa,  de  historia  llena  de 
vicisitudes,  en  clima  suave,  pleno  progreso  y  centro  político  de 
una  sección  de  la  comarca.  No  lejos,  en  la  otra  banda,  se  encuen- 
tra Tenza,  en  una  bellísima  planicie,  sana,  fértil  y  cultivada  por 
centenares  de  humildes  propietarios,  y  que  tiene  por  cortejo  los 
poblados  de  la  Capilla  al  N.  en  una  planicie  y  Sutatenza  en  un  de- 
clivio al  S.,  ya  dominando  el  valle  del  Guateque.  En  la  banda  iz- 
quierda, en  una  meseta  se  halla  Macanal,  en  territorio  que  con- 
trasta con  el  desierto  y  selvoso  que  sigue  hacia  el  Sur,  y  encierra  en 
primer  término,  sobre  las  montañas  de  Moreno,  la  grande  expla- 
nada de  Mundonuevo,  deshabitada  no  hace  muchos  años. 

Al  SW.  del  valle  de  Tenza  se  encuentra  el  de  Guateque  ó 
Somondoco,  que  merece  aún  menos  el  nombre,  por  componerse 
de  laderas  harto  rápidas,  que  divide  el  río,  pero  no  obstante  cuaja- 
das de  ricas  sementeras  que  dan  vida  á  numerosos  habitantes. 
Más  hacia  el  Ocaso  el  relieve  se  encrespa  y  levanta,  y  entre  los 
ramales  corren  las  aguas  de  las  cabeceras.  Al  contrario,  hacia  el 
S.  el  valle  está  cerrado  por  una  cadena  de  altos  cerros  que  se 
junta  formando  ángulo  con  los  de  Macanal,  más  abajo  de  las  minas 
de  oro  y  esmeraldas  de  Somondoco,  en  el  salto  de  Ñagar,  desde 
las  cuales  se  extiende  hacía  el  SE.  para  los  Llanos  una  región  sel- 
vosa y  desierta,  llena  de  riscos  y  de  ríos  caudalosos  y  turbulentos. 

De  la  divisoria  del  Somondoco,  se  descubre  la  profunda  hoya 
de  ese  río  y  los  alegres  grupos  de  casas  de  ese  pueblo  y  del  de 
Guayatá,  lugar  limpio  y  alegre  allende  la  vaguada,  y  los  de  Suta- 
tenza y  Guateque  de  este  lado.  Ambas  laderas  aparecen  es- 
meradamente cultivadas  del  pie  á  la  cumbre,  dividido  el  suelo  en 
pequeños  predios  en  que  ora  ondulan  los  flexibles  tallos  del  trigo  y 
la  cebada,  ora  levantan  sus  espigas  los  erguidos  maizales,  ó  los  so- 
noros platanales  ocultan  las  humildes  casitas  que  se  rodean  de  ace- 
quias, habas  y  garbanzos,  cuyo  follaje  verde  esmeralda  aumenta  su 
belleza  con  macetas  de  vivísimas  flores.  Siguen  después  las  pequeñas 
cumbres  y  quiebras  que  sucesivamente  se  levantan  unas  tras  otras 
y  se  alejan  hasta  el  remate  de  las  serranías,  todas  labradas  y  sem- 
bradas, semejando  una  alfombra  salpicada  de  varios  matices,  en 
que  la  luz  del  sol  brilla  ó  se  oscurece  por  mtervalos  y  segün  las 
ondulaciones  y  pliegues  repentinos  del  suelo.  Sutatenza  se  extien- 
de por  los  altos  y  bajos  de  un  terreno  que  apenas  ofrece  un  palmo 
plano ;  Guateque  en  una  meseta  inclinada  y  desigual,  de  caserío 


Nueva  Geografía  de  Colombia  64S 


mejor  y  más  extenso,  presenta  muchas  viviendas  sin  ventanas  ó 
poco  menos,  y  la  entrada  por  un  portón  separado,  lo  que  rpcuerda 
las  antig-uas  moradas  chibchas,  sin  vistas  para  la  calle  ni^  ingreso 
directo  á  los  aposentos.  Al  SSE.  y  á  cierta  distancia  se  encuentra 
Somondoco,  notable  por  sus  minas  de  esmeraldas,  al  extremo  de 
un  ramal  áspero  que  domina  ya  las  llanuras  orientales,  no  lejos 
del  bello  salto  de  Nagar,  dado  por  el  Garagoa  para  anuir  al  Gua- 
vio,  cerca  de  donde  éste  se  pierde  en  el  Upía,  rico  también  en 
minerales  auríferos.  Guateque  es  centro  del  valle  que,  como  se 
dijo,  se  desarrolla  sinuosamente  del  NNW.  al  SSE.,  dividido  casi 
de  W.  á  E.  por  el  río  Somondoco,  tributario  del  Garagoa,  riquí- 
simo en  hulla  y  otros  minerales  como  hierro  y  cobre,  cuyos  ñlones 
por  la  parte  alta  avanzan  hasta  el  respaldo  de  Chocontá.  Allí,  en- 
tre la  cordillera  marco  de  la  Sabana,  profundamente  estriada  por 
un  boquerón  no  lejano  del  de  Albarracín,  y  el  páramo  de  Soatama 
que  divide  el  valle  de  Tenza  de  los  de  Guanzaque  y  Tócala,  de 
opuesto  rumbo,  se  abren  las  cabeceras  del  Somondoco,  donde  están 
Tibirita  en  una  falda.  Macheta  en  una  altura  al  pie  del  boquerón 
á  que  da  nombre,  y  Manta  en  una  hoyada,  en  la  tierra  clásica  de 
las  frutas,  dominada  al  E.  por  una  colina  de  cuya  cumbre  se  divi- 
sa el  espléndido  panorama  del  valle  principal. 

^sta  comarca  y  las  vecinas,  de  que  es  centro  orográfico,  por 
la  fecundidad  del  suelo,  su  partición  en  pequeñas  heredades,  los 
variados  climas  de  sus  elevadas  serranías,  están  predestinadas  á 
ser  un  emporio  agrícola  y  minero,  bien  que  por  lo  pronto  cada 
municipio,  amurallado  por  cerros,  encuentra  dificultad  en  llevar 
fu^ra  los  frutos  permutables,  lo  que  les  impide  desarrollar  la  indus- 
tria local. 

Al  Oriente  del  valle  de  Tenza  dos  serranías  agrestes,  cubier- 
tas de  bosques  seculares,  se  desgajan  hacia  el  Sur,  desde  la  Chapa 
y  la  cuenca  de  la  laguna  de  Tota,  para  formar  las  hoyas  de  los 
ríos  Tunjita,  Lengupá  y  Upía  (chiquito)  ;  el  segundo  corre  entre 
los  otros  dos  por  profunda  quiebra  sin  vegas,  estrechado  por  espo- 
lones ásperos  que  apenas  dan  lugar  á  un  mal  camino  que  guía  de 
Mirañores  á  Campohermoso,  y  á  las  fragosas  sendas  que  condu- 
cen á  Chámeza  y  á  Garagoa  y  por  sobre  un  páramo  solitario  á 
Ramiriquí.  A  orillas  de  Lengupá,  y  aprovechando  las  lomas  sin 
bosques,  se  abrió  otro  camino  menos  malo,  que  enlaza  igualmente 
á  Miraflores  y  Campohermoso,  nombre  este  último  impuesto  quizá 
por  ironía  á  una  triste  y  arrinconada  población  que  también  se  co- 
munica con  Macanal  al  través  de  ásperas  serranías.  Del  estado 
de  estas  comarcas  puede  juzgarse  anotando  que  en  unas  cien  le- 
guas cuadradas  de  terreno  no  hay  otros  pueblos  que  Zetaquira  y 
Miraflores  y  los  caseríos  de  la  Frag^ua,  Campohermoso  y  Teguas, 
que  constituyen  el  Municipio  de  Páez. 

Zetaquira,  pueblo  medio  arruinado,  queda  en  una  ladera  pe- 
dregosa, al  pie  de  los  páramos  del  Norte,  unido  á  Pesca  por  un 
camino  que  á  decir  verdad  no  sirve  para  recuas.  Miraflores,  cuyo 
rápido  progreso  lo  ha  convertido  en  una  de  las  principales  pobla- 
ciones de  Boyacá,  ocupa  una  meseta  no  lejos  de  la  confluencia  de 
los  ríos  Fuche,  Mueche  y  Rusa,  que  forman  el  Lengupá,  á  la  ca- 
beza del  valle  de  este  río,  que  mide  una  decena  de  leguas,  hoy 


NusvA  Geograf(a  de  Colombia 


cultivadas  en  especial  con  caña  dulce.  El  poblado  tiene  á  la  visla, 
entre  otros  cerros,  los  del  Abra  al  NE.  y  el  estupendo  de  Buena- 
vista  al  frente,  y  desde  la  cima  de  éste  se  goza  de  magníficas  vistas 
sobre  las  revueltas  y  dilatadas  serranias.de  la  comarca.  Cercanos 


están  además  Fragua  y  Tegua,  éste  prdximo  al  Lengupá,  de  tan 
precipitado  curso  entre  peñones,  que  casi  es  una  cinta  de  espuma,  y 
como  CamiHíhermoso,  rudimentos  de  pueblos  que  no  pueden  luchar 
con  una  naturaleza  exuberante  que  reproduce  las  plantas  silvestres 
apenas  cortadas  en  los  campos  desmontados  para  las  siembras  y 
en  las  trochas  abiertas  en  el  bosque,  y  una  de  cuyas  manifesta- 
ciones más  curiosas  es  un  extenso  piñal  silvestre  cercano  á  Cam- 
pohermoso,  con  hojas  duras  y  espinosas  y  fruto  áspero  y  pequeño, 
diferente,  por  lo  mismo,  del  cultivado  en  los  huertos.  Lo  quebrado 
del  terreno  y  lo  turbulento  de  los  ríos  cerró  por  aquí  el  paso  á  los 
Conquistadores  hacia  los  Llanos,  y  i  la  fecha  esas  selvas  y  to- 
rrentes permanecen  casi  lan  vírgenes  como  en  los  primeros  siglos. 
Los  desiertos  que  se  extienden  al  SE.  de  Miradores  ni  han 
sido  explorados  formalmente,  ni  están  cruzados  por  sendas  trajina- 
das. Del  Alto  de  las  Cruces,  en  el  camino  de  Campohermoso  i 
Macanal,  se  ven  extenderse  al  E.  y  al  S.,  en  confusa  profusión, 
altos  cerros  cargados  de  oscviras  selvas  por  entre  las  cuales  sobre- 
salen algunas  crestas  peladas  que  semejan  islotes  entre  ese  mar 
de  follaje.  Al  bisel  de  ese  cuadro  se  columbra  una  ancha  faja 
amarillenta,  sinuosamente  cortada  por  la  plateada  cinta  del  Upía, 
¿  interrumpida  por  una  superficie  resplandeciente  con  los  rayos 
del  sol :  son  los  llanos  que  siguen  á  la  cordillera  y  se  pierden  en  el 
horizonte. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  647 


f)  El  Valle  de  Gacheta — En  segfuida  de  estos  territorios  se  abre 
el  llamado  valle  del  Guavio  ó  de  Gacheta,  nombre  a]g"o  menos  im- 
propio por  la  amplitud  de  la  cuenca,  bien  que  la  llenen  las  estriba- 
ciones de  los  cerros  de  las  cordilleras  que  lo  enmarcan  al  N.  y  al  S. 
Esta  región  no  es  menos  pintoresca  y  variada  que  la  de  Tenza,  y 
en  parte  presenta  puntos  de  vista  superiores  por  su  belleza  y  ma- 
jestad. La  cuenca  del  Guavio  mide  unas  15  leguas  de  longitud  por 
8  de  anchura ;  la  serranía  que  la  divide  del  valle  de  Tenza  y  mue- 
re en  la  confluencia  del' Guavio  y  el  Garagoa,  en  el  Cerro  Negro, 
se  levanta  de  este  punto  al  reborde  de  la  Sabana  por.  Tengua  y  el 
Cerro  Alcaparro,  quedando  en  dicho  reborde  los  páramos  de  la 
Carbonera  y  Guasca  ó  Juiquín,  de  los  cuales  sale  el  ramal  que 
cierra  la  hoya  por  el  Sur,  se  empina  en  los  agrestes  y  salvajes 
Farallones  de  Gachalá  y  las  Torres  de  Medina,  y  desprende  brazo 
poderoso  al  N.,  que  pasado  el  Salto  del  Diablo,  termina  al  parecer 
frente  á  Cerro  Negro,  no  lejos  de  la  boca  del  Garagoa,  pero  en  rea- 
lidad no  deja  solución  de  continuidad,  pues  apenas  se  deprime  en  la 
hoz  de  Santa  Rosa,  por  donde  el  caudaloso  río  sale  de  la  entre- 
cordillera  dando  un  magnífico  salto  de  80  metros  de  altitud  ;  va- 
rios caminos  unen  la  cuenca  á  las  regiones  aledañas,  todos  en  exr 
tremo  fragosos,  en  especial  los  del  Mediodía,  que  conducen  al  valle 
de  Cáqueza. 

Dobla  el  valle  un  gran  número  de  estribaciones  que  con- 
vergen como  los  radios  de  una  elipse  y  forman  anchas  cañadas 
regadas  por  numerosos  ríos.  Ocupan  la  parte  occidental :  el  Juiquín 
ó  Sueba,  de  aguas  transparentes,  que  cruza  una  hoz  en  cuyo  ex- 
tremo se  une  al  Mojanes,  que  le  tributa  dando  un  hermoso  salto,  y 
luego,  sendas  cuchillas  de  por  medio,  al  Nemegata  y  á  La  Chorre- 
ra, que  al  respaldo  tienen  inaccesibles  murallones  de  rocas  domina- 
das por  elevado  tope  paramoso,  desde  cuya  cima  se  otean  las 
selvas  que  cubren  las  partes  altas  de  la  cuenca ;  el  grupo  del  Chi- 
quito y  el  Zaque,  que  antes  de  confundirse  corren  un  trecho  enfu- 
recidos separados  tan  sólo  por  un  crestón  de  rocas ;  el  Moquenti- 
va,  el  Salinero  y  el^Tengua ;  luego,  en  la  parte  Norte,  ruedan  el  haz 
del  Muchindote  y  el  López,  la  Marmajita,  el  Chivor  y  el  Negro,  y 
la  del  Sur  el  Pauso,  el  Guavio,  el  Murca  y  el  Batatas.  Hasta  aba- 
jo de  Muchindote  el  río  de  la  vaguada  se  llama  Gacheta,  el  que  aun 
cuando  de  mayor  caudal,  pierde  su  nombre  al  unirse  al  Guavio, 
hermosa  corriente  formada  en  tierras  altas  por  los  ríos  Chincho- 
rro, Pedrera,  Negro  y  las  Torres,  nacidos  entre  los  Farallones  y 
los  yermos  páramos  de  Chingasa,  y  que  en  la  grieta  por  donde 
baja  á  buscar  el  Gacheta,  recoge  multitud  de  arroyos  que  dan 
vistosos  saltos  para  alcanzar  el  hondo  cauce.  Tanto  el  Gacheta 
como  el  Guavio,  poco  antes  de  unirse  se  encajonan  entre  altísimas 
murallas  y  dejan  al  medio  un  agudo  peñón  de  doscientos  metros 
de  altura  relativa,  desde  cuya  cima  se  divisa  uno  de  los  cuadros 
más  hermosos  de  la  intercordillera ;  poco  antes  de  esa  vistosa 
confluencia  y  junto  al  camino  está  la  boca  de  La  Marmajita,  que 
arriba  fecunda  hermosa  explanada  y  allí  forma  un  dilatado  y  mag- 
nífico raudal,  tan  inclinado  que  casi  es  un  salto  y  se  convierte  en 
un  cordón  de  nivea  espuma.  El  Guavio  sigue  estrellado  á  rom- 
per el  cerro  de  Malacara,  para  unirse  al  Garagoa  al  pie  del  Ne- 
gro y  salir  á  la  llanura,  que  no  alcanza  por  devorarlo  antes  el  Upía. 


Nueva  Gecmírafi'a  de  Colombia 


Los  paisajes  de  esta  cuenca,  que  en  parte  de  sus  faldas  y  cum- 
breí  intermedias  se  presenta  cultivada  con  tanto  esmero  como 
Tenza  6  Caquen,  se  disiinjuert  recorriendo  los  dos  caminos  que  la 
cruzan  de  W.  á  E.  y  tocan,  respectivamente,  en  Gacheta  y  Ubalá 
yenjunlíi.  Gama  y  Gachalá. 

El  camino  de  Guatavita,  tras  pasar  el  alto  filo  de  la  cordille- 
ra, cruza  extenso  y  ondulado  páramo,  lleno  de  tremedales  y  frai- 
lej<5n,  con  algunos  habitantes,  y  las  cabeceras  del  Chiquito  ó  Amo- 
ladero, para  salir  i  la  ioca  del  monte,  abierta  entre  dos  altas  peñas 
desde  donde  se  divisa  el  risueño  y  cultivado  vaile  de  Gachetl  con 
sus  numerosos  caseríos,  Sus  cañadas  llenas  de  cañaverales  y  maiza- 
les, y  el  pueblo,  á  orillas  del  rio  á  queda  nombre,  en  una  amplia  i 
inclinada  vega,  con  huellas  visibles  de  que  en  otra  época  fue  más 
importante.  Siguiendo  la  v(a,  cuanto  más  se  camina,  mayor  es  el  nú- 
mero de  labranzas,  y  el  suelo  se  ye  formado  por  cañadas,  por  vis- 
tosas mesetas  que  se  alzan  á  uno  y  otro  lado  de  la  vaguada,  y  de 


Figura  347 — L»  Sabana  de  Eo^oti  y  el  cerrito  de  Suba — De  folograría 

trecho  en  trecho  se  abren  las  hoyas  no  menos  pintorescas  de  los  tri- 
butarios del  Ho  principal,  en  donde  están  la  Salina  que  se  explota 
de  un  modo  suigénerü,y  Muchindote,  que  parece  un  rincón  del 
Valle  de  Tenza.  En  el  alto  de  Buenavista  se  tienen  al  pie  las  ca- 
sas de  Ubalá,  edificadas  sobre  un  angosto  lomo,  y  en  seguida  el 
camino  se  bifurca,  pues  si  por  un  lado  continua  por  la  misma  ban- 
da para  llegar  al  caserío  de  Santa  Rosa  y  á  los  Llanos,  por  el  otro 


Nueva  Geografía  de  Colombia  649 


cruza  el  Guavio  por  tarabita  para  alcanzar  á  Gachalá.  El  cami- 
no  de  Guasca  6  de  la  banda  derecha  transmonta  un  páramo  me- 
nos alto  y  extenso  pero  de  bajada  más  pendiente,  atraviesa  las 
riberas  suaves  y  cultivadas  del  Sueba  6  Juiquín,  cruza  el  suelo  sin- 
gularmente abarrancado  de  los  Colorados  y  el  río  Nemegata,  y  as- 
ciende una  larguísima  cuesta  para  llegar  á  Junín,  pueblo  en  ruinas, 
no  obstante  ser  centro  de  un  extenso,  populoso  y  bien  cultivado 
municipio.  La  vía  cruza  luego  hermosas  cañadas  y  ramblas,  alegra- 
das por  rústicos  trapiches  al  aire  libre,  las  vegas  del  Rucio,  don- 
de existió  Pauso,  el  incipiente  caserío  de  Gama,  las  grietas  de  Que- 
bradahonda  y  el  Guavio,  trepa  la  escarpa  de  Miraflores,  una  de  las 
más  ásperas  de  estas  regiones,  por  cuesta  igual  si  no  peor,  bajá  á 
Gachalá,  centro  de  cafetales,  pero  también  pueblo  arruinado,  y  por 
último,  fragoso  en  extremo,  transmonta  la  cuchilla  del  Salto  del 
Diablo  y  el  alto  del  Raizal,  para  caer  á  las  llanuras  de  San  Mar- 
tín, cuyo  mágico  espectáculo  es  inolvidable. 

g)  Los  valles  de  Cáqtieza — Rumbo  del  Sur  se  encuentran  en  se- 
guida las  tierras  de  Cáqueza,  sitas  al  respaldo  mismo  de  la  capi- 
tal, de  la  cual  son  despensa  y  granero.  Constituyen  estas  tierras 
otro  valle  que,  á  la  inversa  del  anterior,  despliega  su  óvalo  de  N.  á 
S.,  pero  en  el  que  también  se  rompe  el  muro  oriental  para  formar 
la  enorme  garganta  de  Servitá,  donde  se  ahocina  el  caudaloso 
Rionegro  en  busca  de  la  llanura,  tras  recoger  las  aguas  que  bro- 
tan de  Buitrago  y  Peñasblancas  á  las  peñolerías  próximas  al  Ne- 
vado de  Sumapaz  y  que  forman  al  N.  el  haz  del  Negro  y  el  Blan- 
co, al  centro,  marcando  la  vaguada  del  terreno,  el  Cáqueza,  y  al 
Sur,  casi  con  idéntico  rumbo,  de  W.  á  E.,  la  pareja  del  Sáname  y 
otro  Rioblanco,  ambos  de  aguas  transparentes  como  el  cristal.  Me- 
dia docena  dé  vías  cruzan  los  topes  occidentales  del  recinto  del  lado 
de  Bogotá,  donde  forman  los  páramos  de  Calera,  Choachí,  Cruz- 
verde,  Chipaque  y  Usme,  ora  por  bajos  boquerones,  ora  por  anchas 
alcarrias,  y  sólo  una,  la  que  orilla  en  cornisa  peligrosa  el  Rione- 
gro, conduce  al  Llano,  cuyos  linderos  toca  en  Villavicencio. 

Descendiendo  por  esta  cuenca  desde  los  páramos  de  Mundo- 
nuevo  y  los  boquerones  de  Treinta  y  Seis  hacia  el  S.,  se  encuentra 
la  explanada  de  este  último  nombre,  con  algún  cultivo,  al  respaldo 
de  la  hermosa  peña  de  Tunjaque,  que  como  la  del  Tablazo  que  le 
demora  al  NW.,  allá  al  respaldo  de  Subachoque,  hacia  la  Sabana 
presenta  suave  declivio,  y  fuera  de  ella  no  es  sino  una  escarpa  al- 
tísima, cuya  peñascosa  pared  domina  dilatado  horizonte.  Al  pie  de 
esa  peña  el  Rioblanco  se  ahocina  en  la  estrechura  del  Ají,  termi- 
nada la  cual,  recoge  por  la  izquierda,  en  el  valle  de  Choachí,  la  que^ 
brada  Torzón,  que  baja  convertida  en  grueso  cordón  de  espuma,  y 
por  la  derecha  el  Tapias,  de  cauce  encañonado  y  cuyo  puente  casi 
es  uno  con  el  del  Blanco ;  aquí  está  el  caserío  de  Planadas.  El  valle 
sigue  más  y  más  cultivado  y  popules  d  hasta  la  boca  del  Negro, 
que  baja  de  Chingasa,  y  aun  cuando  de  escaso  caudal,  con  su  co- 
lor impone  su  nombre  á  la  corriente  de  la  vaguada  que  por  el  W. 
recibe  el  Palmar,  por  el  E.  la  Quebradanegra,  de  cerca  es  estre- 
chada por  las  masas  del  Cogollo  y  de  Santana,  y  en  la  boca  del  Cá- 
queza francamente  y  más  y  más  embravecida,  quiebra  al  SE.  para 

Nueva  Geografía  de  Colombia  tomo  i — 42 


surcar  una  hoz  que  rjuizás  no  encuentra  rival  en  Colombia  sino  en 
la  del  Fatta. 

Pasado  el  Tapias,  ¡Kir  la  misma  banda  termina  la  qudrada  del 
Rajadero,  que  á  decir  verdad  guarda  en  su  hoya  el  camino  de  la 
capital,  nace  en  el  alto  páramo,  de  repente  deja  el  rumbo  del  N. 
y  su  curso  tranquilj  para  despeñarse  hacia  el  Oriente,  pasando  al 


Figura  14B — Alrededores  de  Bogóla — Lado  Notic — De  Totograría 


líido  del  escaldn  de  Sarta  Rcía,  dcnde  á  ccrsidcralle  altitud  sor- 
prende hallar  flores  de  clima  mcrcs  áspero,  at  abrigo  de  una  de 
esas  paredes  rocallofas  qte  csraclerizan  «I  ((tirrtiio  exterior  de 

las  alturas  que  envuelven  la  Sabana.  Deifiís  aparece  Chcachf 
en  una  falda,  entre  una  altura  y  la  tarranca  en  cujo  fcrdo  corre 
el  Blanco.  El  camino  de  esta  banda,  siguiendo  al  Sur,  dcminauno 
de  los  más  bellos  rincones  de  la  ccttiarca,  un  grujo  de  hoyadas 
cuyos  recuestos  y  fondo  parecen  destacados  de  Tenía,  y  iras  cru- 
zar un  pequeño  boquerón  y  campos  amenos,  llega  á  Ubaque,  edifi- 
cado en  una  explanada  á  orillas  del  Palmar,  al  pie  del  Guay^cundo 
y  de  la  pequeña  laguna  de  su  nombre.  Por  la  ho)a  de  esle  rto  re- 
monta el  camino  de  Bogotá  entre  paisajes  encantadores,  cerros  y 
escalonadas  mesetas  y  climas  que  se  transforman  peco  á  peco  hasta 
las  frías  alturas  de  Cruiverde,  quedando  al  pie  del  boquerón  la 
venta  del  Salteador,  célebre  en  nuestra  literatura.  Enfrente  de 
Choachf  está  el  caserío  de  Palestina,  entre  frutales  y  cañaverales, 
no  lejos  del  Negro,  y  pasado  éste,  La  Unión,  pueblecillo  afamado 
como  lugar  de  veraneo  por  sus  baños,  sus  campos  y  su    clnp.a) 


Nueva  Geografía  de  Colombia  65 1 


pie  de  la  falda  que  asciende  á  la  explanada  desigual  que  sirve  de 
asiento  á  Fómeque,  de  caserío  crecido,  pero  mediano,  como  los 
anteriores,  de  partidos  no  menos  poblados,  de  importancia  en  la 
comarca,  pero  menos  frecuentado  por  los  sabaneros  en  los  meses 
de  vacaciones. 

Al  Sur  de  Uteque,  ondulados  planos  de  acentuado  declivio 
conducen  á  la  explanada  de  Santana,  lomo  de  un  ancho  estribo 
interpuesto  entre  el  Palmar  y  el  remate  del  Cáqueza  y  cuyo  as- 
pecto y  suelo  un  tanto  solitario  llevan  cierta  placidez  al  alma.  En- 
frente, después  de  Fómeque  y  de  una  curiosa  zona  de  altibajos  que 
á  sus  pies  tienen  la  vistosa  hoyada  de  San  Lorenzo,  se  cae  á  la  de- 
presión que  riega  la  Negra,  de  tremendos  aguajes,  con  las  cam- 
pinas  pobladísimas  de  Guachavita  en  lo  bajo,  y  una  curiosa  abra 
en  lo  alto,  que  se  extiende  hasta  las  peñas  de  Chingasa,  de  cu- 
yos topes  tempestuosos  á  un  tiempo  se  columbran  los  Llanos,  la 
Sabana  de  Bogotá  y  los  valles  de  Cáqueza  y  del  Guavio,  lo  que, 
como  se  comprende,  constituye  uno  de  esos  cuadros  que  nunca  ol- 
vida quien  los  llega  á  contemplar  en  un  día  sereno  de  verano. 
Los  fronteros  recuestos  de  la  Negra  guían  al  Cogollo,  cuya  cima 
tiene  la  altitud  de  Bogotá  y  que  con  un  brazo  que  dobla  ori- 
llado por  el  Negro,  guarda,  al  pie  de  los  páramos,  la  extensa  y 
ondulante  depresión  de  Tibrote,  cuna  del  Contador,  en  extremo 
pintoresca  y  que  ese  río  deja  por  una  quiebra  en  la  que  lucientes 
de  espuma  le  tributan  diversas  cascaditas,  y  remata  enfrente  de 
Quetame,  lugar  con  fama  de  posición  militar,  y  población  sui  gene- 
ris  por  lo  áspero  de  la  falda  en  que  está  edifícado  en  su  mayor  par- 
te, de  manera  que  encierra  calles  por  donde,  según  se  dice,  no 
trepan  sino  los  que  tienen  alas. 

Merced  á  una  inflexión  de  la  cordillera  que  por  el  Sur  medio 
envuelve  á  la  capital  de  la  República,  de  cerca  oprimida  antes  por 
los  ensanchados  páramos,  se  abre  con  cierta  longitud,  de  W.  á  E., 
el  valle  del  Cáqueza,  de  faldas  más  reducidas  á  la  izquiei-da,  amu- 
rallado á  la  derecha  por  los  páramos  de  la  Mesa,  de  recto  perfil,  el 
áspero  cerro  Negro  y  las  cumbres  de  Ubatoque,  señoras  del  término 
de  la  rauda  corriente  en  el  Rionegro.  En  el  camino  de  Bogotá  á  es- 
tas regiones,  una  vez  coronado  el  alto  del  páramo  en  el  boquerón 
de  Chipaque,  que  apenas  mide  unos  pocos  pasos  de  longitud,  debido 
á  que  allí  la  divisoria  es  una  simple  arista,  ofrécese  al  viajero  un 
cuadro  de  belleza  imponderable,  porque  si  de  la  entrada  á  la  enta- 
lladura ha  visto  al  W.  el  páramo  de  Pasquilla  con  el  profundo  valle 
del  Tunjuelo  y  el  pueblo  de  Usme  á  los  pies,  y  en  lejanía  la  Sabana 
con  sus  mil  detalles,  al  extremo  de  ella  se  detiene,  sobrecogido  el 
ánimo  por  la  majestad  del  panorama  que  forma  el  otro  lado  del 
paisaje.  El  suelo  se  hunde,  se  llena  de  cresterías  y  valles,  varía  en 
su  colorido  con  el  clima,  y  luego  torna  á  levantarse  hasta  los  encum- 
brados topes  del  lejano  Chingasa ;  los  fondos  medio  invisibles  se 
envuelven  en  tintes  misteriosos,  las  cumbres  se  destacan  con  de- 
creciente vigor,  las  cintas  de  plata  de  los  ríos  y  torrentes  cortan  el 
manto  de  verdura,  las  rojas  ó  pajizas  techumbres  se  distinguen  en 
los  primeros  términos,  y  un  velo  azul,  que  en  lejanía  se  torna  violá- 
ceo, cubre  la  inmensidad  de  ese  caos  aparente  que  atrae  la  mirada 
del  sorprendido  observador. 


Nueva  Geograf/a  de  Colombia 


El  camino  baja  primero  en  rápida  espiral,  pronto  deja  la  re- 
gión del  páramo,  aparecen  las  faldas  y  mesetas  divididas  en  pe- 
queñas heredades,  cultivadas  y  regadas  con  esmero,  y  entre  un 
nido  de  verdura  extiende  Chipaque  su  regular  caserío,  en  una  me- 
seta que  termina  en  la  barranca  que  domina  la  vaguada,  de  áspero 
descenso,  allende  la  cual  se  levanta  repentinamente  el  suelo  hasta 
los  páramos  de  La  Mesa,  dejando  en  un  resalto  de  mayor  altitud 
campo  al  frontero  Une,  con  viviendas  de  teja  y  aspecto  simpático, 
aunque  algo  melancólica.  Después  la  vfa  casi  orilla  el  río,  que 
se  precipita  entre  enormes  pedrejones  ;  los  cerros  cercenados  con 
eslratas  en  todas  las  posturas  é  inflexiones,  se  acercan  aquí  y  allá 
hasta  el  cauce,  y  en  las  barrancas  y  hoyadas  se  cultiva  el  agave, 
productor  del  fique,  industria  de  la  comarca,  la  que  con  las  nombe- 
las  del  anís,  da  á  los  paisajes  un  aspecto  singular. 

Luego  se  cru7.a  por  fin  el  río  al  pie  de  la  alta  ensenada  lla- 
mada Rincongrande,  cuyos  habitantes  no  gozan  de  buena  fama, 
y  de  las  alturas  de  Girón,  parle  de  las  explanadas  de  Santana, 
para  ascender  la  cuesta  en  cuyo  remate,  entre  barrancos,  en  la 
base  de  grandes  peñones,  está  Cáqueza,  sin  una  cuarta  de  terreno 
plano,  con  caserío  extenso  pero  descuidado,  centro  político  de  la 
comarca  á  que  da  nombre,  y  crucero  de  miSliiples  caminos.  A  un 
lado  se  extiende  la  prolongada  falda  que  termina  en  el  Alto  de 
lü  Horqueta,  del  otro  las  crestas  cubren  el  horiíonte,  y  al  SE, 
sigue  el  camino  del  Llano,  que  doble  rodea  la  masa  del  Ubato- 


Figura  i49— Arrabales  de  Boeoiá— I.ado  Nurtc— L)«  fütngraria 


Nueva  Geografía  de  Colombia  653 


que,  para  seguir  la  una  rama  por  las  márgenes  del  río  Negro,  la 
otra  por  los  cerros,  desde  donde  se  divisa  la  serie  de  panoramas 
de  esta  interesante  región,  dominada  de  lejos  por  salvajes  los  Fa- 
rallones, y  en  cuyo  fondo,  en  una  angosta  cinta  plana,  desarrolla 
aquel  río  la  serie  interminable  de  sus  apretadas  eses.  Del  relieve 
postrero,  antes  de  lanzarse  por  la  áspera  cuesta,  con  sólo  dar  unos 
pasos  á  la  derecha,  se  corona  la  altura  y  se  tiene  al  pie  el  valle  del 
Sáname,  el  Tempe  colombiano  y  uno  de  los  más  lindos  rincones 
de  los  Andes. 

El  Sáname,  de  los  páramos  de  la  Mesa  y  las  hermosas  mon- 
tañas de  Chuntira,  se  dirige  al  NE.,  en  rumbo  opuesto  al  Conta- 
dor ;  riega  primero,  encajonado,  las  hoyadas  de  Puebloviejo,  pasa 
al  pie  de  la  distante  meseta,  donde  en  la  otra  falda  de  la  Horqueta, 
estriada  por  la  grieta  colosal  de  Quebradahonda,  se  asienta  Fos- 
ca, de  ruinoso  aspecto,  caracterizada  por  un  mercado  dominical  sin 
ventas,  pues  los  campesinos,  si  concurren  á  la  reunión,  no  expenden 
sus  artículos  sino  en  la  plaza  de  la  próxima  cabecera  de  la  Pro- 
vincia. Poco  después  el  río,  que  á  la  derecha  tiene  la  pintoresca 
mesa  del  Herrero,  entra  al  valle,  que  se  abre  en  especial  hacia  la 
izquierda,  donde  se  desarrolla  un  disperso  y  risueño  caserío,  entre 
fértiles  campos,  á  las  orillas  de  la  onda  fresca  y  límpida,  que  deja 
tan  encantadora  cuenca  por  una  hoz  que  remata  sobre  el  río  Ne- 
gro, no  lejos  del  paso  y  de  la  boca  del  Contador. 

Al  Mediodía  del  Sáname  y  entre  los  páramos  de  Taquegran- 
de.  Las  Animas  y  El  Chochal,  se  abren  hacia  el  Oriente  las  ho- 
yas del  Rioblanco  y  del  Manzanares,  estrecha  y  cubierta  de  bos- 
ques solitarios  la  última,  porque  la  otra  en  parte  es  ya  dominio 
de  los  cultivadores.  Las  tierras  de  este  otro  Rioblanco,  que  fluye 
al  Negro  casi  frente  á  Mesagrande,  abarcan  en  la  parte  superior, 
que  colinda  con  el  Cáqueza,  el  Tunjuelo  y  el  Sumapaz,  un  extenso 
haz  de  brazos  que  envuelven  el  pequeño  caserío  de  Nazaret,  situa- 
do al  lado  del  Portón  de  Fosca  y  la  Hoyagrande,  y  convergen  unos 
sobre  otros,  riegan  primero  abiertos  páramos  surcados  por  muros 
rocosos  en  forma  de  crestones,  cor.  depresiones  sin  agua,  y  luego 
se  hunden  en  cuencas  centenares  de  metros  más  bajas,  cuyas  es- 
carpas aquí  y  allá  adornan  vistosas  cascadas.  Todos  esos  brazos 
quedan  pronto  confundidos  en  uno  solo,  y  forman  una  magnífica 
corriente,  que  de  lejos  domina  por  el  N.  el  incipiente  pueblo  de 
Gutiérrez,  cuyas  casas  se  agrupan  en  torno  de  una  muy  buena 
iglesia,  en  las  faldas  meridionales  de  Chuntiva.  Dicha  corriente 
lleva  apresurado  curso  entre  los  cultivados  campos  de  Tunquegran- 
de  y  las  mesas  de  su  nombre,  alzándose  entre  aquéllas,  el  Sáname 
y  el  Negro,  la  serranía  de  los  Farallones  de  Tunque,  el  alto  del 
Volcán  y  el  Altogrande,  desde  cuya  cima,  que  permite  columbrar 
los  Llanos,  allende  el  Pulpito,  es  fama  los  divisó  uno  de  los  Quesa- 
das,  cuando  las  célebres  expediciones  en  busca  del  Dorado. 

El  Rionegro  abajo  de  Queta  me  sigue  por  la  gran  depresión 
que  separa  las  cumbres  del  Volcán  y  de  los  Burros,  y  constituye  en 
su  prolongado  fondo  una  fragosa  quiebra  llena  de  peñascos,  en  la 
cual  se  retuerce  el  embravecido  río.  A  la  izquierda,  por  donde  va  el 
camino  tallado  en  la  roca,  á  manera  de  cornisa,  el  suelo,  estriado  por 
varias  quebradas,  casi  no  da  campo  ni  aun  para  el  establecimiento 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


de  viviendas,  en  tanto  que  al  frente,  sobre  él  cañón,  está  la  cultiva- 
da meseta  de  Qjiña  y  Estaquecá,  donde,  como  en  Treinta  y  Seis, 
aun  quedan  las  huellas  del  primitivo  camino  español  de  Sopó  á  San 
Martin.  Después  la  lopog^rafia  cambia,  pues  el  rio  en  vastas  con- 
tracurvas se  inclina  al  Sur.  para  salir  al  Llano  disidido  en  tres  bra- 
20S;  por  esia  banda  orilla  de  cerca  las  faldas  del  Pulpito,  avanza- 
do á  modo  de  península,  en  tanto  que  á  la  izquierda  se  forma  una 
especie  de  cuenca  semicircular,  la  de  Susumuco,  al  oriente  murada 
por  el  alto  de  Buenavista,  padrastro  de  Villavicencio,  y  en  el  ínte- 


FigTira  250  — Peñolctíaj  de  San  Miguel— 
Según  K  Andréc 


rior  abarrancada  por  quiebras  por  donde  bajan  despeñados  algu- 
,nos  torrentes  que  fecundan  las  mesetas  y  hoyadas  de  Susumuco, 
Pipiral  y  Servitá.  después  de  los  altibajos  de  Monte  Redondo  (que 
■sig^ue  i  las  casáis  de  la  Marcelita),  Chirajara,  San  Miguel  y  Mesa- 
brande,  entre  los  cuales  el  arroyo  Chirajara  cruza  pintorescos  re- 
lieves arriba,  profundamente  encajado  entre  paredones  verticales, 
y  que  se  precipita  en  un  vistoso  salto  de  las  explanadas  superiores 
á  la  hoya  inferior,  adornada  de  rica  veg-etacidn,  para  seguir  pre- 
cipitado en  busca  del  próximo  río. 

El  camino  de  Villavicencio,  que  crispa  los  nervios  del  mayor 
niimero  de  los  que  lo  recorren  por  primera  vez,  y  es  enfadoso 
cuando  el  viajero  se  cruza  allí  con  las  punías  (partidas)  de  gana- 
Jos  que  se  sacan  del  Llano,  présenla  una  interminable  serie  de  es- 
cenas grandiosas  por  la  tajada  peña  que  lo  domina  al  N.  y  el  abis- 
mo que  lo  bordea  al  S.,  tal  que  en  su  fondo  el  caudaloso  río  ape- 
íias  se  distingue,  sin  que  el  oído  perciba  su  atronador  estrépito;  pero 
«US  malos  pasos  quedan  bien  compensados  con  el  espectáculo  de 
que  se  ¿"oza  en  Buenavista.  Allí,  á  una  profundidad  de  quinientos 
metros,  se  mira  la  quieta  llanura  que  se  pierde  en  un  horizonte  cor- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  655 


tado  en  línea  recta,  como  en  el  mar ;  cintas  de  plata  deshechas  en 
hebras  como  una  madeja,  cruzan  ese  océano  verde  oscuro :  son 
los  grandes  ríos;  los  ríos  y  los  caños  (arroyos)  que  nacen  en  la  se- 
rranía ó  á  sus  pies,  y  avanzan  lentamente  orlados  de  una  lujosa 
cinta  de  vegetación  arborescente,  aquí  y  allá  separados  por  las 
placas  amarillentas  de  las  sabanas  6  praderas  naturales.  La  impre- 
sión de  este  cuadro  no  se  borra  jamás  de  la  memoria. 

h)  Las  mesas  del  Ariari — En  fin,  al  S.  de  los  valles  de  Cáque- 
za,  entre  éstos  y  el  camino  de  Colombia  á  Uribe,  por  una  parte, 
y  por  otra  entre  las  tierras  de  Sumapaz  y  los  llanos  de  San  Martín, 
precisamente  dominando  la  importantísima  zona  que  cerca  de  esta 
población  se  alza  entre  los  ríos  Humadea  y  Ariari,  que  distantes 
allí  apenas  media  docena  de  leguas,  los  separa  de  un  modo  violen- 
to y  divide  las  grandes  hoyas  del  Meta  y  el  Guaviare  ;  dentro  de 
esos  límites,  y  ocupando  un  espacio  de  unas  300  leguas  D,  que 
constituye  casi  un  rectángulo  de  unas  20  leguas  de  N.  á  S.,  por  14 
de  W.  á  E.,  se  desarrollan,  aún  desiertas  y  selvosas,  las  aurífera!^ 
tierras  del  Ariari,  una  de  las  zonas  más  importantes  de  la  cordi- 
llera oriental  y  de  las  más  erróneamente  descritas  en  todos  los  tra- 
bajos publicados  sobre  el  país. 

En  efecto,  en  cartas  y  libros  se  supone  que  el  cerro  nevado 
de  Sumapaz  se  levanta  en  la  divisoria  general  del  Magdalena  y 
el  Orinoco,  y  en  la  particular  del  Meta  y  el  Sumapaz,  cuando  ín- 
tegras las  aguas  que  se  desprenden  de  todos  sus  flancos  tributan 
al  Ariari,  y  el  Humadea,  la  rama  madre  del  Meta,  no  nace  en  la 
magistral  sino  á  un  lado  de  ella,  de  suerte  que  la  hoya  del  Suma- 
paz  no  colinda  sino  con  la  del  caudaloso  afluente  del  Guaviare,  y 
son  más  humildes  los  orígenes  del  gran  río  de  las  llanuras  orien- 
tales. 

El  camino  citado  de  Colombia  á  Uribe  marca  de  un  modo 
visible  el  término  meridional  de  la  región  de  las  mesas  de  la  gran 
Cordillera  Oriental  ó  de  Sumapaz,  puesto  que  bajo  él  el  lomo  de 
la  magistral  no  alcanza  el  nivel  de  las  tierras  frías,  y  de  un  lado  y 
otro,  hacia  Purificación  y  San  Martín,  baja  el  suelo  repentinamen- 
te hasta  convertirse  en  mesetas  de  clima  cálido,  surcadas  por  cres- 
terías poco  más  elevadas,  y  antes  de  llegar  á  esas  p)oblaciones,  por 
el  W.  desciende  á  mucho  menos  de  400  ms.,  y  por  el  E.  disminuye 
por  mitad  esa  ya  escasa  altitud. 

De  los  páramos  del  Chochal  y  las  Animas,  al  respaldo  del 
Blanco  de  Gutiérez,  nace  el  Humadea,  que  en  arco  desciende 
al  S.  hacia  San  Martín,  alejándose  más  y  más  del  Manzanares,  por 
angosta  quiebra  que  no  le  da  afluentes ;  pero  ya  en  la  llanura  cam- 
bia su  rumbo  para  juntarse  al  Negro  de  Quetame  y  constituir  el 
Meta.  En  su  carrera  lo  acompaña,  á  la  derecha,  á  corta  distancia 
y  buen  trecho,  el  Grande,  ya  tributario  del  Ariari.  De  esos  mis- 
mos páramos  arranca  la  crestería  que  divide  el  San  Juan  del  Calle 
Real,  es  decir,  amuralla  por  el  E.  la  cuenca  superior  del  Suma- 
paz.  El  Calle  Real,  que  desciende  al  S.  por  el  fondo  poco  acen- 
tuado del  altísimo  valle,  nace  en  las  lagunas  del  Chital,  y  luego  se 
inclina  al  E.,  se  llama  Guape,  deja  la  región  fría  por  una  hoz  abier- 
ta entre  el  Morro  Tres  Canales  y  los  picachos  del  Ariari,  y  con  ese 
mismo  rumbo  divide  las  mesas  de  Yamán  y  de  Fernando,  á  cuyos 


656  Nueva  Geografía  de  Colombia 


lados  corren  el  Ariri  y  el  Güéjar,  ya  envuelto  éste  por  la  hoya  del 
Guayabero :  todos  tres  se  funden  después  en  un  solo  lecho,  á  ello 
obligados  por  el  Mesetón,  ó  sea  los  relieves  que  al  respaldo  de 
San  Martín  botan  el  Humadea  sobre  Jiramena,  y  el  Ariarí  hacia 
la  Concepción.  Es  á  la  izquierda  del  Calle  Real  donde  se  alza  un 
corto  lomo  de  poco  más  de  dos  leguas  de  longitud,  de  naneo  oríen- 
tal  acentuadísimo,  llamado  en  los  antiguos  papeles  Sierra  Leona, 
y  que  en  su  extremo  sur  levanta  un  tope  de  cumbre  prolongada 
que  por  varios  meses  se  viste  de  un  blanco  sucio :  es  el  cerro  Ne- 
vado de  Sumapaz,  ó  mejor  dicho,  el  cerro  de  Santa  Bárbara  de 
Sierra  Leona.  £1  Nevado  remata  al  S.  inesperadamente  en  el  acen- 
tuado boquerón  del  Nevado,  por  donde  pasa  la  trocha  de  San  Mar- 
tín,'al  que  sigue  una  crestería  paramosa  que  va  á  unirse  con  las  bre- 
ñas denominadas  Picachos  del  Ariarí,  ya  nombrados,  que  en  escar- 
pa terminan  sobre  la  mesa  de  Yamán.  Cuanto  al  Ariarí,  nace  al  E. 
del  Nevado,  con  este  nombre ;  rápidamente  deja  la  tierra  fría,  y 
ya  con  algdn  caudal  se  une  al  Grande,  para  con  éste  volver  al  Sur, 
usurpándole  su  cauce,  y  salir  á  la  llanura,  como  queda  dicho.  Tan 
sólo  holladas  estas  comarcas  por  los  quineros  y  caucheros,  sus  be- 
llezas y  perspectivas  quedan  ocultas  por  la  selva  gigantesca  que 
las  cubre,  y  apenas  si  de  alguno  que  otro  alto  alcanzan  á  distin- 
guirse partes  de  las  vastas  ondulaciones  que  cubre  ese  dilatado 
manto  de  verdura,  que  permanece  adn  en  el  estado  en  que  lo  en- 
contraron los  conquistadores. 

t)  La  Sabana  de  Bogotá — Entre  los  valles  ardientes  y  templa- 
dos que  de  las  vegas  calurosas  del  Magdalena  y  de  las  llanuras 
caldeadas  del  Meta  trepan  al  asalto  de  extensos  páramos  que  se 
apoyan  á  trechos  en  estribos  corpulentos,  se  encuentra  murada  por 
esas  yertas  cumbres  una  especie  de  depresión,  una  cuenca  que  ocupa 
el  topemismo  de  la  cordillera  y  constituye  la  Sabana  de  Bogotá,  ó  sea 
una  altiplanicie  rodeada  por  rebordes  que  si  apenas  la  dominan  en 
unos  puntos,  en  otros  se  alzan  sobre  la  laja  como  ásperas  murallas 
de  bastante  altura.  La  llanura  se  tiende  principalmente  de  la  capital 
de  la  República  hacia  el  Ocaso,  sólo  interrumpida  por  los  collados 
de  Suba  y  Serrezuela,  y  en  tanto  que  al  Mediodía  apenas  penetra 
entre  los  cerros  por  las  ensenadas  de  Tunjuelo  y  Sibaté,  hacia  el 
N.  forma  varíos  á  modo  de  golfos  abiertos  de  N.  á  S.  á  la  dere- 
cha del  cuerpo  principal,  que  remata  por  ese  lado  en  la  ensenada 
de  Zipaquirá  y  el  valle  de  Suesca,  contra  los  altos  cerros  del  bo- 
querón de  Tierranegra  y  de  Gachaneque,  en  tanto  que  el  último 
jirón  se  adelanta  por  Chocontá  y  el  pie  de  las  Ovejeras  hasta  el 
Albarracín,  no  lejano  de  aquellos  otros. 

Al  rededor  de  la  llanura  se  encuentran  riquísimos  minerales 
de  sal  gema,  carbón  de  piedra,  yeso,  cal  y  también  aguas  terma- 
les, pero  escasean  las  verdaderas  piedras  de  construcción,  pues  sólo 
se  hallan  ó  duros  guijarros  de  color  sombrío,  pizarras  sin  consisten- 
cia ó  blandas  areniscas  que  mancha  casi  en  el  acto  la  intemperie. 
En  la  taza  y  sus  ensenadas  y  brazos  se  ven  por  dondequiera  se- 
menteras, huertas,  ovejas,  caballos  y  numerosos  rebaños  de  ga- 
nado mayor,  potreros  de  ceba,  chozas,  casas  de  campo,  caseríos 
regados  aquí  y  allá,  junto  con  varios  pueblos,  y  por  todas  partes  es 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


6S7 


cruzada  por  carreteras,  y  por  tres  ferrocarriles  en  que  pasea  la 
estrepitosa  locomotora  al  través  de  estas  poéticas  pero  melancólicas 
campiñas.  Abundan  las  aguas  que  forman  ríos,  charcos  y  lagunas 
llenas  de  aves  acuáticas  que  contrastan  con  las  praderas,  antes  casi 
desprovistas  de  árboles.  Esas  aguas,  que  forman  una  veintena  de 


Figura  251— La  .V 


abana  y  las  hoyas  del  Rionegro,  el   Bogotá  y  el  Fusagasugá. 
Escala  :  i  :  1.600.000 


arroyos  y  riachuelo        .     ,  ,  ^  ,        , 

orlado  de  pantanos  Si ^^  í^náen  en  el  Funza,  que  por  el  centro  y 
caprichosas  vueltas  v\^^  navegable  describiendo  mnumerables  y 

norte  y  de  los  caloras  de*f,''""i*^  ""^  ^'^^'f,  ^^^"^^  "^^  ^?  /^^°'  ^^^ 
cional  cultivo,  aiín  dista  mi  ''^f  ^''^^  ^^"'''  ^^^^''  P^'"''  ^"^.^^^^  ^^  ^*- 


/ 


/• 


6$S  Nueva  Geografía  de  Colombm 


tatívá,  la  Sabana  propiamente  dicha,  con  sus  90,000  hectáreas,  se 
desarrolla  como  unido  tapiz  que  se  dilata  por  40  kilómetros  del 
Majui  á  los  cerros  de  Guadalupe  y  Monserrate,  que  señorean  á  Bo- 
gotá, es  enmarcada  al  Sur  por  un  bajo  relieve  que  casi  desaparece, 
mirado  desde  los  altos  páramos,  y  en  apariencia  forma  una  serie 
continua  de  alturas  con  acentuados  puertos,  en  tanto  que  hacia  el 
N.  penetra  á  modo  de  senos  por  entre  cordones  de  eminencias  que 
ora  suavemente,  ora  de  un  modo  acentuado,  terminan  en  ella,  yen- 
do á  recostarse  el  remate  de  esos  senos  contra  lejanos  montes, 
el  tiltimode  loscuak-sesel  más  crecido  y  el  que  avanza  más,  como 
que  forma  el  brazo  que  llega  a  Zipaquirá.  sólo  aparentemente  ce- 
rrado ala  derecha  por  los  cerrilos  de  TibitrS,  puesto  que  en  torno 
de  ellos  se  une  á  las  dos  cintas  que  forman  las  planicies  de  Sopó  y 
Suesca,  una  en  realidad,  y  la  segunda  es  la  que  en  cierto  modo  se  en- 
laza con  las  menos  anchas  de  Guatavita  y  Chocontá,  que  forman  un 
tercer  surco  al  pie  del  muro  oriental  de  la  cuenca.  Y  como  el  ptn- 
mer  seno  ó  de  Subachoque  penetra  hasta  la  Pradera,  el  segundo,  ó 
deTabio,  avanza  hasta  el  respaldo  de  Zipaquirá  por  el  Riofrfo,  y 
al  Sur  mismo  de  la  capital  se  encuentran  las  ensenadas  de  Tunjuelo 


NüKVA  Geografía  de  Colombia  659 


y  de  Sibaté,  tendremos  que  antes  la  Sabana  fu^  un  haz  de  valles 
que  con  fondo  escalonado  en  mesetas  seguían  hacia  la  región  de  la 
Mesa  y  que  luego  cegó  la  acción  glaciar,  permitiendo  que  se  for- 
mara esa  fértil  planicie  á  la  cual  debe  su  existencia  Bogotá. 

La  Sabana,  que  se  rodea  de  cumbres  en  general  desnudas  y 
compuestas  de  rocas  ennegrecidas  por  diversas  causas,  no  es,  pues, 
sino  una  taza  en  el  lomo  de  la  Cordillera  Oriental,  cubierta  de 
prados  y  de  mieses,  y  con  una  alfombra  de  tupida  y  corta  yerba 
donde  pacen  dispersos  los  rebaños,  aún  en  partes  de  las  razas  in- 
troducidas por  los  conquistadores,  pero  desmejoradas  por  la  falta 
de  cuidadpsj'nteligentes,  mal  que  no  se  remedia  sino  con  lentitud  y 
sólo  desde  hace  medio  siglo.  A  trechos,  en  vez  de  prados  se  extien- 
den los  cultivos,  entre  los  cuales  priman  en  unos  puntos  los  trigales, 
en  otros  la  cebada  ó  el  maíz,  pero  siempre  en  prime»*  término  las 
papas,  y  las  huertas  quedan  en  los  contornos  de  las  poblaciones, 
peí  o  hecho  todo  de  una  manera  asaz  rudimentaria.  En  la  Sabana, 
si  bien  son  numerosas  las  heredades  cercadas  de  tapia,  ¿obre  todo 
en  tomo  de  los  pueblos,  en  lo  general  se  ha  preferido  siempre  di- 
vidirlas con  zanjas  (dobles  de  ordinario,  porque  la  tierra  aun  no  ha 
alcanzado  los  fabulosos  precios  de  otras  regiones),  lo  que  permite 
dilatar  la  vista  por  dondequiera  y  comunica  un  aspecto  especial  á 
las  aisladas  portadas  que  coronadas  por  un  alero  dan  acceso  á  las 
haciendas,  cuyas  casas,  que  mejoran  sin  cesar  y  se  rodean  de  bos- 
cajes en  que  domina  el  eucalipto,  poco  á  poco  rompen  la  antigua 
monotonía  de  la  llanura,  casi  sin  arbolado,  pues  sólo  los  indígenas 
plantaban  algunos  arbolocos,  sauces  ó  cerezos.  Probablemente  la 
prevención  de  los  castellanos  contra  los  árboles  acostumbró  á  sus 
-descendientes  á  la  vista  de  las  planicies  desnudas  y  polvorientas, 
que  ellos  conservaban  así,  so  pretexto  de  no  dejar  á  las  avecillas 
dónde  anidar  y  alejarlas  para  que  no  devoraran  el  grano  recién 
sembrado ! 

Es  lo  cierto  que  los  cultivos  de  otros  días  fueron  más  extensos, 
cuando  prevalecían  en  la  llanura  las  heredades  pequeñas,  los  indí- 
genas conservaban  sus  resguardos,  y  no  habían  sido  arrollados  por 
las  grandes  haciendas  destinadas  á  mantener  ganados,  contrarian- 
do todas  las  leyes  económicas.  Y  hasta  la  naturaleza  como  que 
protesta  de  una  manera  elocuente  contra  tales  procederes,  pues  son 
muchos  los  puntos  en  donde  al  contemplar  desde  una  altura  esas 
verdes  soledades,  se  distinguen  claramente,  bajo  la  tupida  grama, 
á  pesar  de  los  años  transcurridos,  las  huellas  de  las  antiguas  cho- 
zas y  de  las  huertas  que  las  rodeaban,  divididas  por  setos  vivos  de 
cañas,  y  aun  sin  ese  resguardo,  para  aprovechar  íntegro  el  suelo, 
como  todavía  sucede  en  los  campos  de  Gachancipá. 

Altimétricamente  queda  incluida  la  llanura  entre  dos  planos 
que  apenas  distan  unos  300  ms.,  y  abarca  unas  1 50,000  hectáreas 
en  poco  más  de  200,000  que  mide  la  cuenca,  que  encierra  mul- 
titud de  pintorescos  detalles  ó  curiosos  fenómenos  geológicos  que 
pasan  inadvertidos  para  el  común  de  sus  habitantes.  Merecen 
mención  el  risueño  valle  de  La  Pradera  ;  el  valle  del  Riofrío, 
riachuelo  que  en  plena  llanura  cambia  de  ensenada,  cruzando 
el  lomo  de  una  crestería  por  una  hoz  en  la  cual  forma  un  diminuto 
raudal ;  las  peñas  de  Suesca  con  los  reciales  del  Funza  á  sus  pies ; 


las  colinas  acoderadas  de  La  Calera ;  los  g;redales  de  Guatavita  y 
Tiinjuelo ;  los  cerritos  aislados  de  Soacha,  de  Serrezuela,  de  Cór- 
doba, de  Suba  y  de  Tibítá ;  las  cuencas  sin  desagüe  visible  en  tomo 
de  Zipacón ;  el  curso  medio  soterrado  del  río  Facatativá  en  Las 
Cuevas;  las  puaias  en  que  rematan  los  estribos  que  producen  las 
ensenadas ;  los  ríos  de  curso  al  parecer  inverso  por  la  forma  del 
llano;  las  grandes  lagunas  y  pantanos  marginales  del  río  prínci- 
pal  y  los  afluentes;  lo  variado  del  relieve  del   marco  montañoso ; 


Figura  253— El  Salto  áe  Tequendama  vislo  de  costado — De  fotograría 


Ift  aridez  de  la  parte  sur  de  la  llanura,  en  contraposición  con  la 
humedad  de  la  del  norte ;  los  depósitos  glaciares,  y  sobre  todo,  el 
Salto  de  Tequendama,  de  fama  universal  pero  de  origen  relativa- 
mente reciente,  porque  antes  las  ag;uas  de  la  llanura  no  se  confun- 
dían todas,  y  la  arteria  principal  de  entonces  se  despeñaba  por 
otra  hoz  no  lejana  de  Fute  y  el  camino  de  San  Antonio  de  Tena. 
Hoy  el  Funza,  acrecentado  ya  con  todas  las  ag;uas  de  la  Sa- 
bana, se  acerca  perezoso  y  como  replegándose  sobre  sí  mismo  á 
tierras  de  Canoas  (Soacha);  ai  rasar  las  bases  del  reborde  glaciar 
que  allí  tiene  la  llanura,  empieza  á  desnivelar  su  cauce,  recibe  el 
Sibaté,  su  postrer  afluente,  y  entra  en  la  quiebra,  donde  precipita 
mis  y  más  su  curso,  se  rompe  contra  las  peñas  que  colman  la  que- 
brada, cruza  un  terreno  que  parece  revolcado  por  un  cataclismo. 


Nueva  Geogk>fi 


y  aún  sin  estabilidad,  á  trechos  suaviza  sus  ímpetusó  los  acrecien- 
ta, y  por  último,  reducido  á  un  canal  de  i6  metros,  cae  sobre  una 
comisa  firmísima,  y  con  este  primer  empuje  se  prepara  al  segun- 
do, en  el  cual  se  lanza  enarcado  y  roto  en  mil  y  mil  vistosas  plu- 
mas, maravillosamente  hermosas  vistas  á  la  luz  de  la  luna,  i  una 
firofundidad  de  144  metros,  especie  de  cráter  6  caldera,  cuya  sima 
lena  permanentemente  con  sus  nieblas,  y  de  la  cual  sale  conver- 
tido en  el  torrentoso  río  Bogotá. 


Figu»  154~EI  Saín,  úc  Te  (uendama  vUio  Je  frente— De  fotografía 


En  la  Sabana,  dominada  siempre  no  por  la  primavera  de  laS 
zonas  templadas  del  globo,  sino  más  bien  por  el  otoño  de  ellas,  de 
donde  sus  tintas  melancólicas  cuando  no  hay  intensa  luz,  todo  se 
destaca  con  una  limpieza  extraordinaria.  Por  esto,  cuando  se  la 
recorre  de  W.  á  E.,  desde  muy  lejos  se  divisa  la  mancha  rojiza 
de  las  techumbres  de  la  ciudad  y  de  Chapinero,  y  las  capillas  que 


662  Nueva  Geografía  de  Colombia 


coronan  los  cerros  de  su  respaldo,  las  cuales,  en  lejanía  no  se  des- 
tacan sobre  el  azul  del  cielo,  sino  sobre  las  cu  mores  más  altas  de 
la  divisoria,  y  parecen  puestas  en  el  reborde  de  una  meseta  decli- 
vada,  que  de  repente  se  hunde  en  escarpa  sobre  la  capital,  aspec- 
to que  desaparece  al  avanzar,  hasta  no  verse  de  tales  alturas  sino 
un  filo  de  crestería  por  la  abra  del  boquerón  que  separa  los  dos 
cerros  que  erróneamente  se  dice  defienden  la  capital  de  los  vien- 
tos orientales. 

En  esta  cuenca  ó,  mejor,  aliillanura  y  sus  ensenadas,  se  en- 
cuentra poco  más  de  una  treintena  de  poblaciones  de  muy  varia 
importancia,  pero  en  lo  general  reducidas  á  pequeños  caseríos, 
centros  de  municipios  agrícolas  ó  lugares  de  veraneo  para  los  ha- 
bitantes de  la  capital.  Estas  poblaciones,  tomando  en  cuenta  úni- 
camente la  hoya  del  Funza,  se  reparten  por  grupos,  el  mayor  de  los 
cuales  queda  en  la  Sabana  propiamente  dicha,  como  es  natural.  En 
el  alto  Funza  se  hallan  Hatoviejo  y  Chocontá;  en  el  Funza  central, 
Suesca,  Sesquilé,  Gachancipá,  Tocancipá,  Sopó  y  Cajicá ;  en  el 
valle  del  Meusa,  Cogua,  Nemocón  y  Zipaquirá;  en  el  valle  del  Sopó, 
Guasca  y  Guaiaviia;  en  el  valle  [del  Teusacá,  La  Calera  ;  en  el 
del  Tunjuelo,  Usme ;  en  el  del  Roble,  Facatativá;  en  el  del  Pue- 
bloviejo,  Subachoque  y  La  Pradera  (caserío);  en  el  del  Riochico, 
Tabio  y  Tenjo  ;  en  el  bajo  Funza,  Chía,  Cota  y  Suba ;  en  el  del 
Juan  Amarillo,  Usaquén  y  Chapinero  (parte  de  la  capital) ;  en  la 
Sabana,  Bogotá,  Bosa,  Fontibón,  Engativá,  Mosquera,  Funza,  Ma- 
drid y  Bojacá  ;  y  fuera  de  la  hoya  del  Funza,  Zipacójn.  Con  ex- 
cepción de  la  capital.  Mosquera,  Madrid  y  La  Pradera,  todas  las 
demás  tienen  por  antecesor  un  pueblo  muisca  cuyo  nombre  con- 
servan, pero  no  su  grandeza  relativa,  pues  por  ejemplo  Facatativá 
no  era  entonces  sino  una  fortaleza,  y  Engativá  (Ingativa),  el  más 
pequeño  en  el  día,  era  de  los  más  importantes  en  la  época  de  la 
Conquista.  Cuanto  á  Funza,  cabe  observar  que  es  un  gran  yerro 
considerarla  como  existente  en  el  solar  de  la  antigua  corte  de  los 
Zipas :  allí  nunca  el  arado  ha  encontrado  huellas  de  tal  hecho ;  al 
contrario  de  lo  que  sucede  en  Fontibón;  y  los  cronistas  afirman  pe- 
rentoriamente que  esa  corte  estaba  en  la  ribera  izquierda  del  Fun- 
za, confirmando  el  hecho  por  ser  Teusaquillo  (Bogotá)  el  palacio 
de  aquellos  soberanos,  y  porque  el  río,  de  ordinario  invadeable,  y 
contramural  contra  los  Panches,  habría  sido  gravísimo  obstáculo 
en  las  rutas  comerciales  de  Sumapaz  (Fusagasugá)  y  de  Guatavi- 
ta-Chocontá-Tunja,  sirviendo  además  esta  última  para  las  salinas. 
En  el  corazón  de  la  Sabana,  es  decir,  en  la  llanura  baja  allende 
el  Funza,  hacia  Facatativá,  no  hallaron  los  conquistadores  pobla- 
ción ninguna,  lo  cual  en  cierto  modo  aún  subsiste,  ya  que  es  allí 
donde  se  encuentra  el  mayor  espacio  llano  sin  ningiin  poblado. 

De  las  poblaciones  nombradas,  Zipacón  en  una  hoyada,  de  as- 
pecto pintoresco,  y  Bojacá  al  pie  de  un  boquerón  desde  donde  se 
divisa  la  capital,  son  molestadas  por  nieblas  de  una  intensidad  ex- 
traordinaria; Madrid,  al  abrigo  de  la  Serrezuela  que  antes  le  daba 
nombre,  y  á  orillas  del  río  de  la  misma  denominación,  es  por  ahora 
la  estación  de  ferrocarril  en  el  camino  de  La  Mesa,  y  ha  mejorado 
notablemente  en  caserío  por  ser  lugar  de  veraneo  de  los  bogotanos 
ricos ;  Bosa,  que  desempeñó  el  último  papel  en  tiempo  de  los  pri- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  .66^ 


meros  Virreyes,  queda  no  lejos  del  ferrocarril  del  Sur ;  Soacha,de 
extenso  pero  poco  denso  caserío,  hace  el  oficio  de  Madrid  en  la  vía 
de  Fusagasugá  y  el  Salto,  quedándole  cerca  las  risueñas  campiñas 
que  riega  el  Aguasclaras  ;  Usme  no  es  sino  un  villorrio,  centro  de 
un  Municipio  cuyas  extensas  parameras  son  tristemente  célebres  en 
los  anales  de  nuestras  guerras  civiles :  en  las  cercanías  de  Bogotá  la 
hoya  del  Tolosa  guarda  los  g rédales  de  Tunjuelo,  ó  sea  porciones 
donde  la  erosión  ha  labrado  en  la  arcilla  millares  de  agujas  y  pila- 
res, y  las  harranquillas  donde  ese  trabajo*  mina  el  interior  del  suelo 
y  hace  peligroso  su  tránsito ;  Fontibón,  en  la  línea  férrea  de  la  Sa- 
bana, ha  mejorado  un  tanto,  y  en  sus  campos  hay  próspera  agri- 
cultura; Engativá  es  un  grupo  de  viviendas  á  orillas  del  Punza, 
que  allí  desarrolla  curiosos  meandros  en  los  que  corre  á  todos  los 
rumbos  del  horizonte  ;  Mosquera  debe  su  existencia  á  la  línea  de  la 
Sabana  y  es  estación  de  Punza,  extenso  pueblo  de  indígenas  hasta 
no  hace  mucho,  mejorado  bastante  en  los  últimos  anos,  con  una 
torre  elevada  desde  la  cual  se  domina  un  lindo  panorama  :  el  cami- 
no del  N.,  de  los  dos  que  la  unen  á  Madrid,  es  uno  de  los  que  por 
sus  pintorescos  detalles  permiten  formar  mejor  idea  del  corazón 
de  la  altiplanicie  y  que  cerca  de  allí  guarda  también  las  porciones 
de  mayor  monotonía  y  las  punios  que  rematan  en  pintorescos  y  ca- 
prichosos peñones  adornados  por  algún  verdor. 

Pacaiativá,  término  actual  del  ferrocarril  de  Occidente  (la 
Sabana)  en  la  vía  de  Honda,  ha  progresado  y  crecido  de  un  modo 
notable,  y  es  plaza  de  algún  comercio  é  importante  mercado  de  ví- 
veres ;  cerca  tiene  rocas  con  jeroglíficos,  y  en  la  ensenada  cuyo  cen- 
tro ocupa,  el  río  que  la  riega  se  hunde  entre  unas  cuevas  por  algún 
trecho ;  Subachoque  tiene  cierta  importancia  local,  y  en  sus  cer- 
canías, en  el  hermoso  valle  de  Puebloviejo,  está  el  caserío  de  La 
Pradera,  en  torno  de  la  gran  ferrería  del  mismo  nombre,  que  vista 
de  noche  desde  los  solitarios  páramos  vecinos,  cuando  trabaja,  pro- 
duce singulares  impresiones ;  Tenjo  y  Tabio  ocupan  un  lindo  valle, 
y  al  pie  de  una  de  las  cuchillas  que  lo  forman,  se  encuentra  el  risue- 
ño caserío  de  Carrasquilla  ;  Cota  queda  entre  el  cerro  de  su  nom- 
bre y  el  Pqnza,  no  lejos  del  campo  de  Buenavista  ó  La  Culebrera  ; 
Suba  ocupa  situación  análpga  en  la  otra  ribera,  y  Chía,  algo  más 
al  N.  en  la  opuestaa,  próxima  al  Puente  del  Común,  que  hoy  es  un 
caserío,  fue  el  principado  de  Asturias  del  período  Muisca,  produce 
afamadas  (?)  manzanas,  y  sus  campos,  cultivados  con  esmero  en 
pequeñas  heredades  casi  todas  de  forma  regular,  presentan,  vistos 
de  la  próxima  altura,  uno  de  los  cuadros  más  risueños  de  la  comar- 
ca, en  la  cual  se  le  asemeja  mucho  Cajicá,  de  suerte  que  parecen 
un  rincón  de  Tenza  trasplantado  á  la  llanura. 

Zipaquirá,  término  en  la  fecha  del  ferrocarril  del  Norte,  no- 
table por  su  hermosa  iglesia,  campo  de  batalla  nnichas  veces,  por 
su  salina,  la  primera  de  los  Andes,  por  sus  pastos  y  alegres  cam- 
piñas, es  la  segunda  población  de  la  Sabana,  y  merece  el  nombre 
de  ciudad  con  mayor  justicia  que  otras  poblaciones  que  lo  llevan 
como  herencia  colonial ;  Cogua,  vecina  de  la  anterior,  antes  exclu- 
siva productora  de  la  leña  y  loza  consumida  en  las  dos  salinas 
próximas,  con  cuyos  poblados  vive  en  antagonismo,  tiene  cerca 
uno  de  esos  boquerones  en  que  la  fuerza  del  viento  cierra  el  paso  al 


664  NtEVA  Geografía  de  Colombia 


medio  dfa;  N'emocdn  ha  fnejorado  debido  á  su  salina  y  sus  cam- 
piñas; Suesca  no  pasa  de  ser  un  jioblachón  en  decarlencia,  entre 
campos  que  se  tlice  le  dieran  el  nombre  .muisca  que  lleva,  próxi- 
ma tiene  una  hermosa  p  'ña  que  baña  el  Funza,  y  queda  entre  ella 
y  el  pie  de  los  cerros  dunde  se  fnruentra  la  laguna  de  su  misma 
denominación  entre  tierras  que  sustentan  numerosos  rebaños  de 


ovejas.  Cerca  de  este  lugar,  celebre  porque  allí  escribió  Quesada 
su  relato  de  la  Conquista  (perdido),  se  alzan  al  S.  SesrjuiM,  pobla- 
ción que  existe  por  una  cercana  salina,  con  habitan;es  con  fama 
de  inhospitalarios  y  alevosos,  y  al  N.  Sisga,  disperso  y  curioso  ca- 
serío de  algiin  progreso,  cerca  de  los  raudales  del  Funzi,  En  el  va- 
lle superior  de  este,  además  de  Hatoviejo,  bellamente  situado  al  pie 
de  variadas  serranías,  entre  las  cuales  se  cuenta  el  Albarracín, 
divisoria  de  aguas  en  la  via  de  Tunja,  queda  Chocontá,  de  grande 
importancia  en  tiempo  de  la  lucha  de  Zaques  y  Zipas,  sobre  la  ca^ 


Nueva  Giografía  di  Colohbu  665 


rretera  de  Tunja,  antes  centro  fabricante  de  sillas  afamadas  y  no- 
table mercado  agrícola  en  la  actualidad. 

Los  pueblos  g'emelos  de  Gachancipá  y  Tocancipá,  edificados 
en  la  llanura,  son  productores  de  alfarería  y  cultivadores  al  estilo  de 
los  de  Tenita ;  Sopó,  al  pie  de  la  alta  pet^a  de  su  nombre,  aun  per- 
manece dividido  en  población  de  blancos  y  de  indios  (Meusa),  y  se 
rodea  de  notables  dehesas.  Guatavita,  la  rival  de  Bacatá,  la  ciudad 
india  de  los  joyeros,  ocupa  análoga  posición,  tiene  caserío  extenso, 
buen  mercado,  y  es  centro  de  una  crecida  industria  de  tejidos  de 
lana  ordinarios  ó  deia  tierra,  como  antes  se  decía  para  diferenciarlos 
délos  extranjeros  ií  c/í  Ciií////ii;  Guasca,  que  le  demora  cerca  en 
una  explanada  dominada  por  el  páramo,  es  población  de  mal  ca- 
serío, célebre  en  la  historia  de  nuestras  luchas  por  su  guerrilla. 
Cerca  de  estas  poblaciones  se  encuentran  en  las  serranías  las  cono- 
cidas lagunas  de  Guatavita  y  Siecha,  afamadas  por  los  tesoros  que" 
se  dice  encierran,  y  se  ha  tratado  de  desaguarlas  con  el  objeto  de 
recogerlos.  La  Calera  no  es  en  verdad  sino  el  cortejo  de  una  anti- 
gua t;asa  solariega,  y  Usaquen,  lugar  de  hermosos  campos,  debe 
su  reciente  progreso  material  á  los  hijos  de  la  capital. 


Figura  2SÉ — Alrededores  de  Bogóla — Cascada  inferior  en  el  Boquer" 
Fotografía  de  la  /^utva  GfB%rafla  di  Calomhia 

Nutva  Getgrafia  de  Cebmbia  tomo  1—43 


666  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Bogcotá,  que  en  longitud  ocupa  tres  kilómetros,  al  píe  de  Mon- 
serrate  y  Guadalupe,  con  varia  anchura,  es  una  población  en  es- 
tado de  transición :  ya  casi  del  todo  ha  perdido  el  aspecto  mozá- 
rabe, monástico  y  medioeval  que  la  distingfufa  cuando  era  la  tran- 
quila Corte  de  los  Virreyes,  y  aún  no  ha  adquirido  fisonomía  ca- 
racterística dentro  del  giro  de  los  tiempos  modernos.  Todavía  las 
casas  son  sendas  viviendas  de  una  sola  familia,  con  patios,  jardi- 
nes melancólicos  y  aun  sombríos,  rodeados  de  habitaciones  y  con 
huertas  al  respaldo ;  todavía  una  buena  parte  de  la  gente  pobre 
vive  amontonada  en  tiendas,  que  principalmente  son  los  bajos  de- 
lanteros de  las  casas  altas,  focos  de  inmundicia  una  vez  que  se  las 
dejó  subsistir  después  de  suprimir  los  arroyos  de  las  calles  conver- 
tidos en  sui  gkneris  alcantarillas.  En  ella  contrastan  lo  antiguo  y  la 
moderno;  las  huellas  de  antaño  y  los  preludios  de  ogaño  ;  las  calles 
anchas  y  rectas  y  las  callejuelas  y  vericuetos ;  el  lu]o  y  la  mugre ; 
el  aseo  de  unos  lugares  y  los  muladares  que  rodean  el  lugar  y  casi 
lo  atraviesan  por  las  orillas  de  los  cauces  de  los  ños  que  lo  cruza- 
ron en  otros  tiempos ;  de  suerte  que  como  no  ha  alcanzado  y  defi- 
nido su  mayor  edad,  su  aspecto  es  prosaico  y  común. 

Por  otros  puntos  de  vista,  la  ciudad  comprende  un  centro 
ó  núcleo  de  la  riqueza,  el  comercio,  la  banca  y  las  buenas  casas, 
que  se  extiende  de  San  Francisco  á  San  Agustín,  y  de  la  Cande- 
laria á  San  Victorino  y  la  Plaza  de  Mercado,  pero  no  en  área  com- 
pacta, sino  en  cruz,  que  parece  rodeada  por  formidable  muralla, 
pues  la  ola  humana  que  lo  agita  no  traspasa  esas  barreras,  quizá 
por  el  hábito  inquebrantable  del  pueblo  de  hacer  sus  compras  en 
determinados  lugares. 

Al  Sur,  Occidente  y  Norte  ese  centro  está  rodeado  por  la  par- 
te más  prosaica  de  la  ciudad,  con  la  única  diferencia  de  que  al 
Sur  predominan  las  construcciones  antiguas ;  al  W.,  los  edificios 
en  lo  general  son  modernos,  y  el  comercio  y  el  tráfico  se  dejan 
sentir  de  un  modo  creciente,  debido  á  las  estaciones  de  ferrocarril^ 
y  al  Norte  prevalece  un  término  medio,  una  especie  de  barrio  de 
rentistas,  animado  por  la  concurrencia,  que  por  sus  arterias  cen- 
trales pasa  á  los  Cementerios,  al  Parque  de  San  Diego  ó  á  Cha- 
pinero  ;  entre  estos  dos  lugares  hay  una  verdadera  avenida  de 
hermosas  quintas.  Al  contrario,  al  Oriente,  es  decir,  en  la  parte 
alta,  donde  predominan  las  callejuelas  y  encrucijadas,  se  encuen- 
tran mezcladas  las  casas  antiguas  y  modernas,  y  por  último  ter- 
mina en  centenares  de  viviendas  de  pobres  ú  obreros,  ya  sueltas, 
ya  reunidas  en  grupos  ;  ora  aseadas,  ora  inmundas,  pero  forman- 
do vericuetos  cuya  existencia  ni  aun  sospecha  la  gente  de  las  otras 
partes :  tan  poca  es  la  movilidad  de  los  bogotanos,  ó  tan  dominan- 
te en  ellos  el  hábito  de  no  recorrer  sino  unos  mismos  lugares. 

Más  allá  de  la  ciudad  se  extienden  llanuras  monótonas  en  lo 
bajo  y  mesetas  abarrancadas  en  lo  alto,  las  que  sirven  de  pedestal 
á  la  masa  de  los  cerros  nombrados,  de  escarpado  frente,  que  for- 
man el  Boquerón,  para  lo  cual  el  prismático  Monserrate  convierte 
su  flanco  N.  en  una  especie  de  ángulo  diedro  (Pico  de  la  Guaca- 
maya) que  como  cuña  se  introduce  en  el  cóncavo  flanco  del  acam- 
panado Guadalupe,  compuesto  de  ásperas  cuchillas.  Detrás  del 
Boquerón  se  abre  la  cuenca  donde  se  forma  el  río  San  Francisco, 


NvEVA  Geockafia  de  Colombia  667 


entre  la  del  Fucha  al  N.  y  la  del  Arzobispo  al  S. :  débese  esto  i 
que  á  partir  del  Bcx{ueri5n  de  Chipaque.  el  lomo  paramoso  se  en- 
sancha y  estría  con  crestones  y  vallejuelos,  á  la  vez  que  se  dobla 
al  W.  con  un  antemuro  mis  y  más  destacado,  hasta  ser  ramal  dis- 


Figura  157— Kl  Boquerón,  viito  por  ti  Oritiilc— Oc  folografia  Je  h 
Geograjla  dt  Cnlombia 


tinto  que  termina  hacia  el  Puente  del  Común  y  Yerbabuena.  A 
poco  de  su  origen,  este  antemuro  se  une  al  cuerpo  principal  por 
una  especio  de  diques  en  Cruzverde,  Guadalupe,  Monserrate  y 
Chapinero,  con  lo  cual  resultan  las  cuencas  nombradas,  donde  se 


NuKVA  Geografía  de  Colombia 


recog;en  las  aguas  que  abastecen  á  )a  ciudad.  De  estas  hoyas,  la 
más  cercana,  la  del  San  Francisco,  en  la  parte  opuesta  á  los  dos 
cerros,  es  una  amplia  falda  que  ondulada  sube  hasta  las  rocas  del 
alto  del  páramo,  y  no  se  comprende  cómo  las  bellezas  de  estos  lu- 
gares pasan  inadvertidas  á  los  bogotanos  que  van  á  veranear  entre 
el  polvo  6  el  fango  de  la  Sabana,  ni  cómo  no  se  ha  aprovechado 
su  suelo,  ya  para  aumentar  el  caudal  del  agua  potable  que  se  dice 


Figura    25S-Cn>cada  siipcrlot  Uel   Koquei.'m— Do  foHigrafia  de  ]j  Ai/fr.! 

escasea,  ya  para  producir  cafdas  productoras  de  eleciricidad.  El 
Boquerón  encierra  una  serie  de  paisajes  á  cuál  más  pintoresco  6 
ignorado,  y  nada  tan  fácil  como  abrir  alH  un  buen  paseo  que  per- 
mita disfrutarlos ;  la  hoya  del  respaldo,  una  vez  llena  de  quintas, 
sería  un  rincón  de  Suiza,  y  por  ella  se  podría  ascender  en  ruedas 
á  la  cima  de  Monserrate  para  gozar  el  magnífico  espectáculo  de 
la  ciudad  y  de  la  Sabana,  tendidas  500  ms.  más  abajo,  aquélla  con 
sus  torres,  sus  plazas,  su  enrejado  de  calles  y  sus  ríos,  surcada  ésta 
con  largos  giros  por  el  plateado  Funza  y  cerrada  á  distancia  por 
cumbres  vaporosas,  tras  las  cuales  ó  se  forman  ejércitos  de  nubes, 
6  brillan  con  sin  igual  primor  los  topes  del  Ruiz  y  del  Tolima-rey, 
j)  La  sírrania  de  ¡as  llanuras.  Escaladas  las  cumbres  que 
por  el  Oriente  amurallan  las  tierras  que  riegan  el  Chicamocha, 
el  Garagoa  y  el  Negro,  desde  que  se  corona  un  punto  de  donde 
pueda  extenderse  la  vista,  ésta  se  dilatará  por  Los  Llanos  (lla- 
nuras de  Casanare  y  de  San  Martín),  quedando  admirado  el  es- 
pectador de  la  inmensidad  de  esa  superficie  plana  que  parece  sin 


■Nueva  UeogsafÍa  de  Colombia  669 


limites,  como  que  hsce  horizonte  por  t<<da5  partes,  y  semejarfa  mis 
tóen  un  mar  si  tas  sabanas  próximas,  con  su  color  amarillento  y  con 
los  hilos  de  verdura  que  serpentean  por  ellas,  no  diesen  á  conocer 
la  realidad.  A  primera  vista  se  d¡r(a  que  las  dos  regiones  contra- 

r estas  de  la  montana  y  la  llanura  son  las  linicas  en  que  se  divide 
comarca ;  mas  no  es  así,  porque  una  y  otra  presentan  grandes 
sonas  distintas  con  sus  divisiones  particulares. 

La  región  de  la  cordillera  que  domina  á  Casanare  mide  SO  le- 
g:uas  de  longitud,  de  N.  á  S.,  por  unas  16  de  anchura,  y  no  obstante 
componerse  en  lo  general  de  arenisca,  presenta  tres  porciones  di- 
versas marcadas  por  las  quiebras  de  los  ríos  Casanare  y  Charte, 


670  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Entre  los  ríos  Sarare  y  Casanare  la  cordillera  es  en  pri- 
mer término  la  falda  de  la  Sierra  Nevada  de  Chita  ó  de  Güicán. 
Esta  no  se  presenta  por  aquí  con  la  belleza  que  se  observa  en  la 
parte  occidental,  pero  en  cambio  muestra  destrozos  y  ruinas  que 
asombran  el  ánimo  del  espectador.  En  el  centro  mismo  de  la  cum- 
bre hay  una  grande  explanada  debajo  de  cuyos  hielos  se  oye  el 
murmullo  de  los  arroyos  que  forman  el  río  de  la  Nieve,  por  cuan- 
to dicha  explanada  se  inclina  suavemente  hacia  el  Ocaso,  en  tanto 
que  la  caída  oriental,  muy  reducida,  se  presenta  cortada  vertical- 
mente  y  coronando  paredones  de  más  de  800  metros  de  altura,  so- 
bre los  cuales  las  nieves  forman  un  arco  de  30  metros  de  espesor  y 
casi  3  kilómetros  de  long^itud  ;  á  la  vista  parece  como  que  la  mitad 
de  la  Sierra  se  hubiera  desplomado  produciendo  el  inmenso  abismo 
que  en  realidad  no  es  sino  uno  de  esos  circos  característicos  de  la 
época  glacial.  Los  despojos  de  esta  parte  de  la  cordillera  han  mo- 
diñcado  la  forma  de  sus  apoyos  y  de  la  próxima  llanura,  pues  en 
las  montañas  de  Macaguán,  ó  sea  en  las  tierras  bañadas  por  el 
Ele,  el  Arauquita  y  el  Salibón,  rocas  erráticas  de  colosales  dimen- 
siones, forman  un  gigantesco  canchal  que  se  dilata  hasta  más  de 
10  leguas  de  la  esquiciada  cumbre,  y  por  sus  condiciones  y  aspec- 
to es  quizá  único  en  los  Andes.  A  derecha  é  izquierda  de  ese  cir- 
co que  remeda  el  cráter  de  un  inmenso  volcán,  se  yergnen  picos 
nevados  aún  intactos  y  de  cuyas  bases  se  desprenden  contrafuer- 
tes á  manera  de  radios.  El  principal  de  éstos,  que  surge  en  la 
parte  austral,  casi  perpendicularmente  á  la  Sierra,  se  yergue  del 
todo  descarnado,  con  su  flanco  norte  hecho  de  enormes  murallo- 
nes  sobre  los  cuales  se  alzan  agujas  y  picos  caprichosos,  en  tanto 
que  por  el  flanco  derecho  despide  cinco  eslabones  que  originan 
sendos  valles  estrechos  y  fragosos  que  van  á  perderse  en  la  llanu- 
ra, decreciendo  su  longitud,  como  es  natural,  del  N.  al  S.  Los 
demás  estribos  de  la  mitad  meridional  de  la  Sierra  se  presentan 
como  largos  ramales  que  producen  valles  encajonados  y  profun- 
dos, y  en  sus  cimas  muestran  una  multitud  de  cresterías  que  se  ele- 
van y  abaten  de  repente,  para  luego  enderezarse  más  puntiagudas 
ó  más  altas.  En  la  mitad  boreal  la  Sierra  despide  un  poderoso  es- 
tribo que  por  su  rumbo  parece  como  si  se  replegara  sobre  sí  mis- 
mo, pues  se  dirige  hacia  las  breñas  que  corren  por  el  N.  del  Sa- 
rare, con  lo  cual  sierra  por  el  Oriente  la  parte  baja  de  la  hoya  in- 
terandina del  mismo,  conforme  queda  dicho,  y  es  de  tal  estribo 
de  donde  se  desprenden  los  numerosos  contrafuertes  que  van  á 
morir  en  la  llanura.  Empero,  toda  esta  gran  masa,  en  la  cual  corren 
presurosas  las  aguas,  por  entre  quiebras  peñascosas  que  forman 
dilatadas  salterias,  es  poco  conocida,  está  cubierta  por  una  inmensa 
montaña  y  permanece  desierta. 

En  las  18  leguas  que  separan  el  Charte  del  Casanare,  la  falda 
de  la  cordillera  presenta  un  aspecto  distinto  del  anterior.  Los  con- 
trafuertes de  la  Magistral,  donde  levantan  caprichosamente  sus 
descarnadas  cimas  los  páramos  de  Chita,  Canoas,  Pisba  y  Las  La- 
jas, descienden  en  prolongadas  y  bien  separadas  hileras  de  mon- 
tes que  originan  anchos  valles  perpendiculares  á  aquélla,  y  por 
cuyo  fondo  corren  tumultuosas  las  aguas  del  Casanare,  el  Pauto, 
el  Paya  y  el  Libianzagrande  ;  especialmente  el  primero  y  el  últi- 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


mo  reciben  muchos  afluentes  que  acrecientan  su  caudal  antes  de  que 
salf^n  á  la  llanura.  A  los  lados  de  estos  valles  hay  otros  que  no 
■son  sino  quiebras,  parque  los  contrafuertes  van  muy  próximos  en- 
tre sí,  y  en  ellos  se  tlespeñan  los  ríos  por  lechos  profundos.  Estos 
ang'ostos  valler  están  casi  desiertos,  al  paso  que  los  otros  abrigan 
algfunas  poblaciones. 


Figu»  360 — Dia{¡raaui  de  lai 


^ue  conslilnjcn  El  Reino 


673  NvKVA  Geografía  i»  Colcmúiia 


El  valle  del  Casanare  encierra  la  rica  salina  de  Chrta,  situada, 
en  la  confluencia  del  Casanare  y  el  Chinebaque,  y  las  menos  im- 
portantes de  Sácama  y  Muneque,  origen  de  las  poblaciones  á  que 
han  dado  nombre.  Por  este  valle  pasa  el  camino  frecuentado  por 
los  habitantes  de  Santander  y  norte  de  Boyacá,  para  conducir  los 
(ganados  del  llano  á  la  intercordillera,  lo  que  no  se  hace  sin  grandes 
pérdidas,  por  lo  escabroso  de  la  senda.  La  vía  de  Cusirí,  un  poco 
más  septentrional  y  que  del  Cocuy  sale  á  Lope,  transmontando  la 
Sierra  por  el  boquerón  de  Cusirí,  á  veces  obstruido  por  la  nieve,, 
no  ha  dado  resultados  prácticos.  , 

Domina  al  valle  del  Pauto  la  meseta  en  donde  está  el  pueblo 
de  Támara,  de  alguna  importancia,  por  su  altura  exento  de  las  en- 
fermedades inherentes  á  las  sabanas  bajas,  y  cuyos  habitantes  han 
extendido  sus  labores  por  las  orillas  del  río  hasta  donde  principia 
la  tierra  fría.  El  valle  siguiente,  ó  sea  el  del  Paya,  encierra  el 
pueblo  de  este  nombre  en  una  loma,  y  el  de  Pisba,  que  producen 
algodón  y  fabrican  tejidos,  los  cuales  también  extienden  sus  culti- 
vos desde  la  tierra  caliente  hasta  el  pie  de  los  páramos  que  cruza 
una  mala  senda  por  la  cual  pasaron  la  cordillera  en  18 19  las  hues- 
tes republicanas  que  habían  de  vencer  en  Boyacá,  en  otro  valle  cu- 
yas aguas  también  son  tributarias  del  Meta,  después  de  cruzar  las 
altillanuras  de  Tundama  y  Tunja,  que  las  dan  al  Magdalena. 

En  el  valle  de  Labranzagrande  está  el  pueblo  de  Marroquín,. 
al  pie  de  un  cerro  entre  el  río  principal  y  el  Paya,  y  el  de  aquel 
nombre,  en  una  alta  explanada,  no  lejos  de  la  vaguada,  centro  de 
un  fragoso  distrito,  en  tierra  caliente  y  vecinos  de  las  salinas  de 
Mongua,  Sirguasá  y  Sismusa.  Por  este  valle  cruza  un  camino  fre- 
cuentado para  conducii  los  ganados  de  la  llanura  á  las  planicies  de 
la  intercordillera,  en  el  cual  está  el  famoso  paso  de  Ims  Barras^ 
especie  de  galería  artificial  colgada  sobre  un  abismo,  pero  camino 
tan  fragoso,  que  los  ganaderos  se  ven  en  la  necesidad  de  formar  con 
la  paja  de  los  cerros  un  colchón  para  que  los  animales  no  se  des- 
peen con  la  innumerable  cantidad  de  piedras  que  siembran  la  vía. 

A  pesar  de  la  anchura  de  estos  vallts  casi  paralelos  y  distan- 
tes entre  sí  cosa  de  5  leguas,  no  hay  en  ellos  muchos  cultivos,  ni 
sus  habitantes  progresan  lo  bastante,  por  la  calidad  del  terreno, 
compuesto  en  gran  parte  de  cerros  estériles  ó  apenas  tapizados  de 
gramíneas,  y  tan  empinados  que  no  presentan  recuestos  apro- 
piados para  la  agricultura  y  á  veces  ni  aun  para  la  cría.  Y  como 
la  ganadería  será  siempre  la  principal  riqueza  de  estas  comarcas, 
el  mayor  interés  para  los  habitantes  de  estos  valles  debe  ser  el 
abrir  caminos  menos  salvajes,  para  lo  cual  se  presta  muy  bien  el 
terreno,  y  establecer  potreros  para  descanso  de  los  animales  antes 
de  que  emprendan  el  paso  de  las  parameras. 

Las  vegas  de  estos  ríos  presentan  dilatadas  acumulaciones 
de  piedras  rodadas  que  forman  mesetas  que  dominan  el  lecho  de 
las  aguas.  Una  serranía  que  se  extiende  paralela  á  la  magistral, 
domina  directamente  la  llanura  y  cierra  en  cierto  modo  la  boca 
de  los  valles,  está  compuesta  casi  íntegramente  de  cantos  rodados 
que  forman  mesetas  con  cumbres  erguidas  ó  picos  en  medio  de 
los  cuales  hay  roturas  que  dan  paso  á  las  aguas  de  la  cordillera,, 
parece  una  barrera  que  en  otros  tiempos  hubiera  detenido  el  cur- 


NUBVA  GtOGKAPIA  DK  COLOMXIA 


to  (le  ¿stas  obligándolas  i  derramarse  sobre  ella,  y  á  cortarla 
para  abrirse  cauces  más  armónicos  con  los  valles  en  donde  se 
forman,  con  lo  cual  adquirid  este  aspecto  ruinoso  y  confuso  que 
desaparece  desde  puntos  de  vista  convenientes,  porque  las  partes 
mis  elevadas  tienen  una  altura  \gual  y  se  alinean  sobre  un  mismo 
eje.  Entre  los  extremos  de  los  estribos  de  la  cadena  andina  y  la 
serranía  mencionada,  de  diversa  constitución  geológica,  en  las  ve- 
g'as  y  planos  susceptibles  de  cultura,  se  han  formado  los  pueblos 
de  NunchCa,  ya  mencionado ;  Morcóte,  en  un  cerro,  productor  de 
alg^xlón  y  tejidos,  y  de  frutas  tínicas  en  su  especie  y  calidad ;  Ten, 
en  un  Itanito  casi  á  la  puerta  de  las  grandes  llanuras,  y  Manare, 
de  escasa  población,  y  algunos  otros  caseríos  de  ainguna  impor- 
tancia. 


Figura  z6l — La  lafnna  de  Sieche — Del  itbum  de  la  Comisión  Corográñca 
InéJilo 


En  fin,  desde  el  Charte  hasta  el  Upla,  en  una  eittensión  de  14 
leguas,  priman  los  fríos  páramos  de  Toquilla,  que  íÍ  al  Ocaso  do- 
minan la  cuenca  en  que  se  extiende  el  lago  de  Tota,  en  la  tierra 
del  frailejón,  hacia  el  Oriente  presenta  di;cliv-cs  tan  ásperos  y  pre- 
cipitados, que  apenas  permiten  bajar  por  algunos  malos  senderos 
al  valle  de  Chámeza,  donde  se  hallan  las  salinas  de  Cocuacho, 
Recetor  y  Pajarito.  Él  río  Vijúa,  que  nega  esta  liltima,  en  parte 
la  destruyó  con  el  derrumbamiento  de  un  cerro.  Chámeza,  entre 
cerros,  á  orillas  de  Tonce,  tiene  al  Oriente  los  caseríos  citados  de 
Recetor  y  Pajarito,  situados  en  los  lindos  de  la  tierra  caliente,  á 
cuyo  respaldo  se  alzan  páramos  nebulosos  de  cuatro  kilómetros  de 
altura,  cuyos  flancos  escarpados  y  cortados  por  los  cinco  ríos  que 


6^4  Nueva  Geogkafi'a  de  Colombia 


originan  el  Cusiana,  se  ven  cubiertos  de  gramíneas  en  medio  de 
rocas  desnudas ;  tras  las  gramíneas  aparecen  los  grandes  árboles, 

3ue  aumentan  en  especies  y  en  frondosidad  hasta  encontrar,  abajo 
e  Chámeza,  un  estribo  de  la  cordillera  principal,  que  toma  luego 
una  dirección  casi  paralela  á  la  de  e'sta  y  formaría  una  cuenca  ce- 
rrada si  entre  dos  agrestes  farallones  no  dejara  una  hoz  por  don- 
de el  río  penetra,  y  ya  con  algiin  caudal  da  un  hermoso  salto 
de  8o  ms.  de  altura,  que  le  permite  salir  á  las  llanuras  inferiores. 
Ese  estribo,  que  al  Mediodía  termina  sobre  el  Upía,  da  origen  lue- 
go á  una  multitud  de  corrientes  que  bajan  por  entre  grandes  quie- 
bras cubiertas  de  pajonales  y  manchones  de  bosque  y  cuyas  bases 
se  pierden  casi  á  igual  distancia  de  sus  cumbres  en  la  próxima  lia- 


Figura  36a — Altcdeilorcs  de  Bogóla — Parle  Kur^ — lie  fotografía 


De  este  estribo,  que  empieza  en  el  alto  de  Las  Cruces,  se  des- 
taca un  grupo  de  montañas  en  las  cuales  se  encuentra  sobre  un  ce- 
rro el  arruinado  pueblo  de  Zapatosa,  que  produce  los  mejores 
aguacates  conocidos.  I.^s  cerros  montuosos  de  este  grupo  alternan 
con  las  lumas  peladas,  y  á  su  pie  existió  la  antigua  ciudad  de  San- 
tiago de  las  Atalayas.  En  este  trozo  de  la  cordillera  se  ven  juntas 
las  selvas  y  las  gramíneas,  en  una  tiei  ra  cortada  por  profurdos  ba- 
rrancos i  cuyo  pie  corren  los  ríos,  y  luego  empinados  estribos  que 


Nueva  Geografía  de  Colombia  67$ 


con  vegetación  ó  sin  ella  trepan  hasta  la  reg^ión  de  los  páramos. 
Es  allí  donde  se  encuentran  bosques  enteros  de  pinas  silvestres,  que 
con  su  aroms  embalsaman  el  aire,  y  también  árboles  productores  de 
resinas  y  bálsamos  variados ;  pero  la  mayor  parte  del  suelo  aún 
permanece  despoblada  é  inculta  y  sin  caminos  que  den  acceso  á 
quien  quisiera  aprovechar  sus  g-randes  riquezas. 

La  porción  correspondiente  á  San  Martín  mide  40  leguas  y 
se  extiende  del  Upía  al  Guayabero,  no  en  forma  de  un  muro  con- 
tinuo, aun  cuando  tal  parece  de  lejos  á  la  vista,  sino  partida  en 
cinco  trozos  por  las  enormes  grietas  por  donde  salen  las  aguas  de 
la  entrecordillera,  y  cuyo  relieve  en  cierto  modo  disminuye  en 
majestad  y  coherencia  de  Norte  á  Sur,  de  manera  que  pasado  el 
Guayabero,  este  antemuro  desaparece  ó  poco  menos,  siendo  otro 
el  tipo  orográfico  que  señorea  las  selvas  del  Caquetá. 

Los  dos  primeros  trozos,  los  que  dominan  á  Medina  y  Villa- 
vicencio  y  se  dilatan  de  la  hoz  del  Guavio  á  la  del  Riunegro,  se- 
parados por  la  entall^idura  que  da  paso  á  la  pareja  del  Humea  y 
el  Guaitiquía,  se  presentan  como  una  sierra  de  tope  casi  nivelado, 
en  el  cual  descuellan  las  torres  de  Medina,  gruesas  moles  de  base 
corpulenta  y  prolongada,  á  cuyo  respaldo  están  los  rocallosos  Fa- 
rallones dg  los  cien  sacos  de  oro^  y  las  siguen  al  Sur  las  cumbres  no 
menos  fragosas  de  Chingasa.  Hacia  la  llanura  estos  relieves  se  pre- 
sentan rocallosos,  escarpados,  casi  intransitables  por  la  altura  y 
aspereza  de  las  peñas,  por  entre  las  cuales  bajan  los  ríos  y  torren- 
tes, en  especial  al  N.  de  Humea,  donde  no  obstante  lo  dicho,  se 
encuentra  el  camino  de  Gachalá,  único  que  la  ti  ansmonta,  pues  los 
demás  siguen  siempre  los  flancos  de  las  hoces  mencionadas.  En  la 
región  de  Medina,  al  pie  de  la  cordillera  principal  y  como  á  cinco 
leguas  de  ella,  se  alza  desde  el  Upía  al  Guaitiquía  un  pequeño  re- 
lieve llamado  Serranía  de  Limones,  que  es  el  que  domina  por  esta 
parte  la  llanura,  entre  las  dos  se  encuentran  las  mesas  de  Medina,  de 
poco  más  de  medio  kilómetro  de  altitud,  pero  que  vistas  desde  los 
topes  de  la  cordillera  alta,  que  abarca  inmensos  horizontes,  des- 
aparecen á  ios  ojos  y  se  confunden  con  la  inmensidad  de  los  llanos. 

Al  respaldo  de  la  cordillera  alta  y  entre  las  cuencas  llama- 
das valles  de  Gacheta  y  de  Cáqueza  se  interpone  á  manera  de 
cuña  un  espacio  triangular  murado  por  páramos  y  peñascales :  es 
\^  Hoya  grande,  ^^%\i€ío  difícil  de  atravesar  por  sus  tremedales, 
pero  de  grandiosos  panoramas,  y  donde  en  próximas  lagunetas  na- 
cen el  Humea  y  el  Guaitiquía,  que  no  se  confunden,  aun  cuando 
fuera  de  esa  singular  cuenca  tributan  juntos  al  Meta. 

El  resto  de  la  zona  tiene  una  fisonomía  más  uniforme,  como 
que  los  altos  topes  vecinos  del  Nevado  de  Sumapaz  no  se  ven  sino 
de  muy  adentro  de  la  llanura,  porque  la  crestería  principal  tiene 
al  frente  y  al  pie  otras  secundarias  que  se  apoyan  ó  desvanecen 
en  grandes  mesetas  que  son  las  que,  roídas  por  la  erosión,  forman 
al  parecer  estribos  que  terminan  en  la  llanura  de  San  Martín  y 
Arama,  y  de  esta  última  arranca  el  camino  de  Colombia,  que 
pronto  alcanza  colinas  y  altitudes  superiores  á  las  de  los  llanos  pro- 
piamente dichos. 

En  lo  general,  toda  esta  falda  Sanmartínica  de  la  cordillera 
de  las  llanuras  se  muestra  selvosa  y  solitaria,  pues  los  habitantes  y 


'67$  Nueva  Geog&afia  dk  Colombia 


cultivos  son  raros,  y  sólo  se  presentan  aquí  y  allá  á  lo  largo  de  los 
caminos,  siendo  enorme  la  extensión  de  baldíos,  si  no  en  el  hecho 
por  estar  adjudicados,  sí  en  la  práctica  por  no  tener  otros  habi- 
tantes  que  las  fíeras  y  los  animales  montaraces. 

ziii.  Los  Llanos — ^Tan  extensos  como  la  Península  italiana,  los 
Llanos  se  dilatan  de  la  Cordillera  al  Orinoco,  limitados  por  el  Arau- 
ca  y  el  Guaviare,  cortados  oblicuamente  por  el  caudaloso  Meta^ 
formando  una  especie  de  desierto  no  de  arenas  sino  de  yerbas,  con 
Campos  de  palmeras  y  manchones  y  cintas  de  bosque,  poblados  al 
píe  de  los  Andes  y  en  la  orilla  de  algunos  ríos  por  unos  pocos  mi- 
llares de  habitantes,  y  en  lo  demás  por  los  restos  de  unas  doce 
tribus  que  tampoco  componen  gran  cantidad  de  almas.  Esta  es  la 
zona  pastoril  de  Colombia  por  excelencia ;  pero  á  la  fecha  escasa- 
mente mantiene  medio  millón  de  cabezas  de  ganado,  cuando  pu- 
diera sustentar  media  docena  de  millones;  su  grande  inconveniente 
es  la  falta  de  puertos  propios  ó  cercanos  en ,  territorio  amigo  que 
no  pusiera  trabas  al  desarrollo  y  progreso  de  tal  industria.  Ade- 
más, aun  cuando  en  los  Llanos,  en  los  bosques  y  en  las  orillas  de 
los  ríos,  que  son  los  caminos  trazados  por  la  naturaleza,  se  dan  de 
buena  calidad  y  con  profusión  cacao,  algodón,  café,  añil,  tabaco, 
sarrapia,  caucho  y  cacahuete,  estos  no  se  cultivarán  en  grande  es- 
cala sino  cuando  una  raza  aclimatada,  la  llanera,  sea  bastante  en 
número  para  cautivar  (ganar  para  el  cultivo)  las  sabanas  bravas 
(crudas  ó  naturales),  es  decir,  no  sólo  apropiándolas  para  el  tra- 
bajo, sino  modificando  su  clima  por  medio  de  la  cría  de  ganados, 
de  las  siembras,  el  descuaje  de  los  bosques  y  la  canalización  de 
las  aguas.  Entre  tanto  las  inundaciones  invernales  de  los  ríos  si- 
guen fertilizando  las  partes  bajas,  en  espera  de  nuevos  pobladores 
que  las  encuentren  más  habitables  de  lo  que  lo  son  hoy  para  los 
pocos  que  en  el  centro  de  la  llanura  viven  martirizados  por  las 
plagas  y  como  ahogados  en  un  mar  de  yerba. 

a)  Casanare.  Esta  es  voz  con  que  se  designa  la  planicie  baja, 
al  parecer  nivelada  por  las  aguas,  que  se  extiende  de  la  cordillera 
á  la  frontera  venezolana  entre  los  cauces  del  Arauca  y  ti  Meta,  y 
oblicuamente  cruza  el  río  que  le  da  nombre,  contrastando  con  San 
Martín,  porque  en  éste  predominan  tierras  más  altas  con  terromon- 
teros y  colinas,  encierra  á  la  vez  grandes  selvas,  y  en  lo  descubierto 
alternan  palmares  y  gramíneas,  cuando  en  Casanare  prevalecen 
estas  últimas  y  el  arbolado  no  se  halla  sino  á  orillas  de  los  ríos. 

Las  llanurts,  á  pesar  de  su  carácter  general  dominante,  no 
siempre  se  presentan  con  uniformidad  monótona,  pues  tienen  sus 
variaciones  y  aun  perspectivas  agradables  hasta  fuera  de  donde 
contrastan  con  la  altiva  cordillera,  de  manera  que  se  puede  de- 
cir que  cada  gran  porción  tiene  un  tipo  particular  que  en  cier- 
to modo  lo  distingue  de  las  demás.  Pocas  son  mesas  áridas  despro- 
vistas de  grandes  vegetales,  y  donde  falta  el  agua  en  el  verano ; 
aun  cuando  en  muchas  esta  se  rezuma,  no  deja  vestirse  el  suelo  de 
una  paja  peluda,  y  luego  brota  al  pie  de  los  cantiles  en  forma  de 
caudalosas  corrientes  ;  las  más  se  mantienen  siempre  verdes,  y  la 
humedad  perenne  del  suelo  se  revela  en  sus  múltiples  morichales. 


Nueva  Giogkafia  di  Colombia  677 


puntos  de  concentración  de  los  g:anados  en  el  verano.  Porciones 
hay  con  mesetas  y  espacios  limpios,  con  sólo  algunas  palmeras; 
otras  con  colinitas  vestidas  de  paja,  que  de  lejos  parecen  olas  de  un 
agitado  mar,  con  trozos  de  galeras  ó  pretiles,  es  decir,  líneas  de  pe- 
ñascos abiertos  para  dar  paso  A  las  aguas,  con  surales,  pedazos  pe- 
dregosos  y  pocas  extensiones  limpias.  Próximos  á  la  cordillera  no 
faltan  cerrillos  hechos  de  enormes  peñas  ó  de  piedras  unidas  por 
una  fuerte  arcilla.  Aqu(  las  cruza  una  variada  red  de  aguascorríen- 


tes ;  alU  las  surcan  ríos  paralelos  con  igual  declive  y  uniforme  as- 
pecto, ysólo  en  determinados  lugares  son  tan  igualesy  planas, que 
el  viento  hace  retrogradarlas  aguas,  se  inundan  en  invierno,  sin  re- 


678  Nueva  Geografía  de  Colombia 


secarse  en  verano,  se  cubren  de  alta  paja,  simulan  buques  á  la  vela 
en  las  maias  que  los  esmaltan,  y  realizan  el  tipo  clásico  que  los  ha- 
bitantes de  la  cordillera  se  forjan  del  Llano  antes  de  haberlo  visi- 
tado. Recorramos  á  Casanare  de  S.  á  N.  y  de  W.  á  E.  para  des- 
cribir sus  diversas  porciones,  que  se  agrupan  en  dos  :  llano  arriha^ 
cerca  de  la  cordillera,  y  llano  abajo,  próximo  al  Orinoco. 

Del  río  Upía  en  dirección  al  Tua  los  llanos  próximos  á  la  cor- 
dillera son  altos,  con  mesetas  y  bancos  llenos  de  piedra  y  arena 
depositadas  por  las  aguas,  ora  en  sus  crecientes,  ora  en  sus  osci- 
laciones de  cauce,  de  los  que  los  principales  corren  á  distancias 
casi  iguales,  orlados  por  cintas  de  bosque  y  separados  unos  de  otros 
por  fajas  de  sabana  con  matorrales,  las  que  formarían  horizon- 
te sin  algunos  manchones  de  bosque  que  interrumpen  la  vista,  lla- 
mados matas  en  la  comarca,  y  que  de  lejos  parecen  montecitos  azu- 
les que  se  destacan  entre  el  cielo  y  el  océano  de  verdura  que  los 
circunda.  Luego  hasta  el  Ccrsiana  la  tierra  se  comba  hacia  el 
Oriente,  y  este  ultimo  río  se  divide  en  brazos  que  por  buen  trecho 
vagan  sin  cauce  fijo  en  la  llanura,  en  lo  que  se  le  asemejan  otros 
menores,  de  manera  que  las  arenas  y  las  piedras  rodadas  cubren 
las  primeras  sabanas  en  diversas  partes.  Aquí  cerca  del  Chitame- 
ne  está  el  villorrio  de  Barroblanco,  con  sabanas  inmediatas  ondula- 
das y  alegres  pero  expuestas  á  las  emanaciones  malsanas  de  los 
guaduales  que  orlan  el  Cursiana  y  de  lejos  semejan  plantaciones 
de  caña  de  azúcar.  En  la  confluencia  de  éste  con  el  Únete  se  halla 
el  caserío  de  Mararave,  en  iguales  condiciones  climáticas  que  ya 
en  otro  tiempo  arruinaron  á  la  ciudad  de  Santiago  de  las  Atala- 
yas, á  pesar  de  sus  lomas,  capital  que  fue  de  los  Llanos  y  cuyo 
puerto  quedaba  en  la  boca  del  Únete,  pues  el  Cursiana,  afluente 
del  Meta,  era  vía  navegable  que  se  remontaba  á  la  vela. 

El  Meta  corre  en  largos  giros  rumbo  del  NE.,  y  recoge  el 
Cursiana  frente  á  la  antigua  misión  de  Buenavista,  y  en  la  gran  sa- 
bana que  se  extiende  en  su  ribera  hasta  el  Cursiana,  se  encuen- 
tra el  pequeño  pueblo  de  Maquivor,  sobre  el  río,  y  el  de  Maní,  cer- 
ca de  aquella  otra  corriente,  de  manera  que  esas  llanuras  que  for- 
man horizonte  por  todas  partes,  hace  poco  dejaron  de  ser  de- 
sierto, y  en  especial  hacia  la  falda  de  la  cordillera  es  donde  de 
un  modo  sostenido  se  ven  los  rediles  de  ganado  vacuno  y  se  oye 
el  canto  melancólico  de  los  vaqueros  que  guían  diariamente  las 
tardas  reses  á  las  más  frescas  praderas. 

La  llanura  entre  el  Cursiana  y  el  Cravo  fue  una  de  las  más 
pobladas  y  ricas  en  tiempo  de  las  misiones  de  los  Jesuítas ;  los  ga- 
nados en  ella  acumulados  sirvieron  eficazmente  á  los  patriotas  para 
sostener  la  lucha;  pero  actualmente  en  su  mayor  parte  está  de- 
sierta, bien  que  guarda  algunos  caballos  cimarrones  excelentes, 
que  todos  los  años  cazan  en  buen  número  los  dueños  de  los  hatos 
próximos  á  la  cordillera,  donde  se  encuentran  Santiago,  pueblo 
mezquino,  y  Taguana,  varias  veces  mudado  de  asiento,  sin  que 
mejore  en  su  insalubridad. 

Del  Cravo  al  Pauto  se  dilata  anchísima  planicie,  que  á  orillas 
del  Meta  tiene  el  pueblo  de  Guayabal,  el  más  sano  de  la  comarca, 
y  en  las  del  Pauto,  abajo,  el  miserable  pueblo  de  Cafifí,  puerto  de 
Moreno,  y  más  arriba  la  Trininad  ó  la  Parroquia,  en  medio  de  be- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  679 


llísimas  palmeras,  y  Naranjito,  caserío  hasta  donde  suben  los  botes 
en  invierno.  Cerca  estuvieron  las  misiones  de  Mocuco  y  Guana- 
palo,  que  contaron  más  de  60,000  cabezas  y  sirvieron  de  mucho  en 
la  magna  guerra.  Contrastan  las  orillas  del  Cravo,  vestidas  de 
guaduales  y  bosquecillos,  con  las  del  Guanapalo,  sombreadas  por 
árboles  enormes,  y  las  del  Pauto,  fértiles,  productoras  de  excelente 
tabaco,  con  selva  ancha  y  compacta,  señoreada  por  las  altísimas 
palmas  chaguaranas.  Hacia  Duyo  y  Gandul  hay  algunos  cultivos 
y  hatos  numerosos,  y  suelo  de  tal  naturaleza,  que  produce  caña 
sin  riego  y  café  sin  sombrío,  no  obstante  lo  ardiente  del  verano, 
merced  á  las  aguas  subterráneas  que  conservan  la  verdura  cuando 
todo  debería  perecer  devorado  por  un  sol  de  fuego. 

Del  Pauto  al  Casanare  las  sabanas  permanecen  desiertas  á 
dos  días  de  la  cordillera,  por  temor  á  los  indios  que  por  allí,  llano 
adentro,  son  feroces.  En  esta  porción,  al  pie  de  los  Andes,  además 
de  varios  caseríos  están  Pore,  en  un  llano  malsano,  antes  más  cre- 
cido ;  Moreno,  en  la  meseta  pedregosa  de  una  vistosa  sabana,  y  el 
puebla  jo  de  Chire,  próximo  á  la  bifurcación  del  camino  hacia  Árau- 
quita,  Arauca  y  Cravo.  Sobre  el  Casanare  está  no  muy  lejos 
el  puerto  de  San  Salvador,  bastante  frecuentado  en  la  época  de 
las  misiones.  En  la  región  de  Moreno  el  calor  sufocante  de  día  y 
fuerte  en  la  noche,  es  refrescado  repentinamente  en  la  madru- 
gada por  las  brisas  de  la  Nevada,  que  ocasionan  fiebres  á  quienes 
no  la  reciben  bien  abrigados.  Entre  el  camino  y  los  estribos  de 
dicha  sierra  nevada  hay  sabanas  más  altas,  bordeadas  al  E.  por 
un  cordón  de  colinas,  sanas,  con  algdn  ganado,  y  de  las  cuales 
se  gozan  hermosas  perspectivas. 

Entre  el  Pauto  y  el  Casanare  corren  paralelos  y  con  mansas 
aguas  varios  ríos  considerables,  tributarios  del  segundo  de  aqué- 
llos y  aun  del  Meta,  entre  altas  paredes  de  verdura,  en  tanto  que 
entre  río  y  río  sólo  hay  bosquecillos  que  se  pierden  en  un  horizon- 
te de  azul  turquí,  y  las  palmeras  ora  se  alzan  entre  el  bosque,  ora 
se  esparcen  por  la  llanura  para  romper  hermosamente  la  mono- 
tonía del  paisaje.  Allí  los  espacios  que  se  inundan  en  invierno  y  se 
cubren  de  verdes  pastos  en  verano,  sustentan  numerosos  venados, 
como  los  caños  abrigan  millares  de  chigüires,  algunas  dantas  y  mu- 
chas fieras  que  son  los  señores  de  esos  desiertos,  apenas  recorridos 
por  indios  seminómades  que  á  la  caza  unen  la  pesca,  viven  en  ran- 
chos cubiertos  de  palma,  en  canoa  recorren  los  ríos,  y  en  lugares 
recónditos  guardan  los  ganados  y  caballerías  robados  á  los  hlancoSy 
y  establecen  algunos  plantíos  de  plátano,  yuca  ó  maíz. 

Este  espacio  inmenso,  casi  desierto,  pues  los  indios  son  pocos, 
y  apenas  medio  conocido,  allende  el  Casanare  se  extiende  más  y 
más  húmedo  y  montuoso  hasta  cerca  del  Arauca  de  orillas  habi- 
tadas, y  por  el  Oriente  se  prolonga  hasta  las  fronteras,  interrumpi- 
do apenas  por  la  cinta  que  guarda  el  camino  de  Arauca  á  Cravo. 
Al  contrario,  al  W.,  ó  sea  al  pie  de  la  serranía,  en  las  sabanas 
altas,  están  Lope,  Purare,  Tame  y  Macaguáne,  de  pocos  vecinos 
blancos  y  algunos  indios,  sometidos  á  la  vida  civilizada  pero  ami- 
gos de  embriagarse  y  cuyas  mujeres  poco  ó  nada  entienden  el  es- 
pañol. En  estas  partes  altas  las  noches  son  frescas  por  las  brisas 
de  la  nevada,  que  es  preciso  combatir  con  abrigo,  en  tanto  que  del 


68o  Nueva  Geografía  de  Colombia 


lado  de  las  llanuras  inferiores  una  especie  de  cordón  de  colinítas  los 
defiende  de  los  miasmas  de  las  regiones  inferiores. 

En  las  sabanas  bajas  aledañas  está  Betoyes,  al  S.,  de  espesa  y 
casi  desconocida  selva  que  corta  el  camino  de  Arauquita,  que  arran- 
ca de  Macagcuane  hacia  el  N.  y  en  su  parte  fínal  se  desdobla,  una 
rama  conduce  al  puerto  de  Bañad ia  sobre  el  Satocá,  afluente  del 
Arauca,  y  la  otra,  al  través  de  los  pantanos  de  Salivón  guía  direc- 
tamente al  pueblo  que  comprende  tres  g^rupos  distantes  de  vivien- 
das rodeadas  de  valiosos  cultivos.  El  camino  de  Arauca,  que  parte 
de  Betoyes  y  sigue  hacia  el  Oriente,  costea  primero  esa  selva  por 
lo  leguas,  describiendo  eses  en  busca  de  los  bancos  que  como  is- 
las hay  en  aquel  mar  de  yerbas,  pero  que  el  ojo  no  distingue  sino 
en  época  de  inundación.  En  cambio,  esa  topografía,  que  hace  que 
los  cauces  de  los  ríos  sean  más  altos  que  los  centros  intermedios 
de  llanura,  mantiene  en  éstos,  aun  en  la  fuerza  del  verano,  un  ver- 
dor que  sorprende,  pero  aún  faltan  habitantes  que  aprovechen  esos 
tesoros  naturales  donde  existió  años  atrás  la  misión  de  Cuiloto. 

De  la  selva  en  referencia  salen  diversos  ríos  considerables 
que  surcan  vastas  soledades  y  son  otros  tantos  peligros  para  los 
viajeros  y  ganados  que  se  sacan  para  Boyacá,  por  su  anchura  y 
profundidad,  que  impide  vadearlos  de  ordinario,  á  lo  que  se  agre- 
ga su  partición  en  brazos  cubiertos  de  monte,  lugares  donde  los 
indios  suelen  tender  sus  emboscadas,  lo  que  por  fortuna  está  próxi- 
mo á  terminar  por  haber  no  lejos  otras  tribus  cultivadoras  que  con 
su  ejemplo  habrán  de  dominar  á  los  bravos,  ya  que  los  grandes 
palmares,  atascaderos  y  montes  que  les  sirven  de  desconocidos  re- 
ductos, sin  contar  las  vastas  inundaciones  invernales,  los  protegen 
contra  toda  tentativa  de  sujetarlos  por  la  fuerza. 

En  las  regiones  ribereñas  del  Arauca  la  mayor  parte  de  los 
ríos  y  caños  nacen  no  al  pie  de  la  cordillera,  ya  muy  distante,  sino 
en  la  inmensa  selva  citada  que  con  el  nombre  de  Moniañagrande 
penetra  en  Venezuela,  donde  se  llama  de  San  Camilo,  en  tanto  que 
en  Casanare,  al  calificativo  indicado  se  agrega  en  cada  porción  el 
del  río  que  la  surca  (Cravo,  Ele,  Lipa,  Satocá,  Arauquita,  Sarare), 
ríos  que  bañan  y  alimentan  con  sus  periódicas  crecientes  esa  masa 
colosal  de  vegetación  desconocida  hasta  por  los  indios  fuera  del  ca- 
mino del  Sarare,  que  hoy  guía  de  Arauquita  á  Pamplona  y  en  cier- 
to modo  reemplaza  al  sendero  que  aquéllos  tenían  por  el  pie  de 
los  cerros  para  ir  á  las  aldeas  tunebas  de  Royatá,  Sinsiga,  Canci  y 
Cobaría,  situadas  en  la  cuarta  cuenca  ó  escalón  del  Sarare  entre  el 
Velegrá  y  las  llanuras. 

Las  grandes  llanuras  hacia  el  extremo  nordeste,  donde  no  en- 
cierran esteros  son  bajas,  y  debido  á  la  constante  evaporación, 
cuando  no  se  inundan,  presentan  el  aspecto  de  un  lago  que  huye 
ante  el  viajero  y  se  cubre  de  espejismos  superiores  á  los  de  los 
grandes  desiertos  orientales.  Allí,  al  lado  de  la  selva  que  orilla 
el  Arauca  y  surcan  variamente  los  derrames  de  ese  río,  se  for- 
ma  el  gran  estero  Cachicamo,  de  donde  arrancan  los  caños  que 
originan  luego  el  Capsínoparo.  El  camino  de  Arauca  cruza  esa 
co  marca,  por  lo  cual  en  invierno  queda  en  gjan  parte  cubierto  por 
las  aguas,  que  es  preciso  atravesar  en  canoa  ó  i  nado  :  por  allí 
pasó  el  ejército  patriota  en  1819;  los  infantes  llevaban  por  bácu- 


Nueva  GiograWa  de  Colohbia 


lo  las  lanzas  de  la  caballería,  que  transportaba  los  fusiles  y  car. 
tucheras  de  aquéllos ;  cuando  el  agfua  pasaba  de  la  altura  del  pe- 
cho, la  infantería  montaba  á  la  grupa  de  Ips  jinetes ;  y  esta  haza- 
ña, verdaderamente  épica,  es  nada  comparada  con  la  de  los  con- 
quistadores, que  sin  guías  y  á  la  ventura,  atravesaron  el  llano  en 
todas  direcciones,  por  años  enteros,  en  busca  del  Dorado. 

Cuando  ya  ni  aun  la  Sierra  Nevada  de  Chita  aparece  en  el 
horizonte,  se  encuentran  las  llanuras  de  Arauca,  bellas,  espacio- 
sas, cuajadas  de  valiosos  hatos  de  millares  de  cabezas  de  ganado 
bien  /lepado.  A  orillas  del  río,  navegable  á  la  vela  y  en  vapor, 
está  la  ciudad  de  Arauca,  la  mejor  sin  duda  de  todas  las  pobla- 
ciones del  Oriente  colombiano,  pero  desgraciadamente  asilo  de 
los  criminales  de  la  vecina  Repiibltca.  Arauca  se  compone  de  dos 
partes  :  la  ciudad  propiamente  dicha  y  el  puerto,  unidas  por  una 
larga  calle,  lo  cual  se  debe  á  que  ocupa  una  especie  de  archipié- 
lago visible  en  invierno,  cuando  el  lugar  semeja  una  Venecia  pas- 


FigDta  164 — AlftiledoTcs  de  Bojeóla — El   B(M¡iicrrn   *islo  por  el   E. — De  foto- 

giafia  de  la  .Wítj  Gejgra/!.!  ée  Calan'na 

Nueva  Ceegr,i/Ia  de  Cttjmtnn  Tomo  I — 44 


6&2  NUKVA  GlOGRAFf  A  DE  CoLOMBIA 


toril.  Enfrente  de  la  ciudad,  en  la  orilla  venezolana  del  río,  está  la 
población  del  Amparo ;  hacia  el  E.,  en  la  ribera  derecha  la  del  Tér- 
mino, que  ya  no  es  colombiano,  y  al  W.,  en  la  misma,  el  puebla 
de  Todos  Santos,  que  provee  de  carnes  á  Arauca.  Del  río  de  este 
nombre  al  Meta  se  dilata  la  llanura,  con  tirantes  de  cincuenta  le- 
guas que  cruzan  el  ñnal  del  Casanare  y  sus  grandes  afluentes,  cuan- 
do para  morir  se  encorvan  hacia  el  Sur.  En  esta  planicie,  surcada 
por  amplias  depresiones,  el  agua,  que  abunda  con  exceso  en  in- 
vierno, falta  casi  por  completo  en  verano,  salvo  en  los  fondos,  don- 
de los  habitantes  represan  los  caños  con  palizadas  que  se  destruyen 
cada  año  y  no  modifican  su  régimen,  como  lo  hacen  las  carañas  ó 
palizadas  naturales  que  más  arriba,  en  la  selva,  la  convierten  en 
movible  laberinto  de  canales  que  nadie  osa  navegar,  por  no  saber- 
se cuándo  terminan  en  un  río  ó  cuándo  en  un  infecto  p>antano. 

Estas  dehesas  son  en  Casanare  las  más  semejantes  á  las  apu- 
reñas :  allí  no  se  encuentni  ni  un  peñasco,  ni  una  piedra,  ni  un  cas- 
quijo :  arcilla  y  arena  forman  el  suelo,  que  se  desarrolla  uniforme 
hacia  el  E.  y  el  S.  por  centenares  de  kilómetros,  en  grandes  ex- 
teiisiones  limpio,  cubierto  de  paja  siempre  verde  en  las  hondona- 
das. Los  arauqueños,  guiados  por  la  topografía  misma  del  suelo, 
han  avanzado  con  sus  rebaños  hacia  el  Sur,  hasta  encontrar  el 
Meta,  y  bien  que  los  ganados  desmerezcan  mucho  en  el  verano, 
han  formado  en  ese  espacio  una  cinta  de  corrales  y  caseríos,  y  el 
novísimo  pueblajo  de  Gravo,  verdadero  hijo  del  progreso  de  la  in- 
dustria ganadera,  que  á  35  leguas  de  la  cordillera  ocupa  la  len- 
gua de  tierra  intermedia  en  la  confluencia  del  Gravo  y  el  Gasana- 
re,  que  á  las  12  leguas  desemboca  en  el  Meta,  cerca  de  la  l>arran- 
ca  donde  está  la  Aduana  de  San  Rafael. 

Allende  esta  faja  poblada  de  Arauca  á  Gravo,  vuelve  á  reinar 
el  desierto,  y  las  sabanas  son  casi  desconocidas,  pero  en  ellas  vi- 
ven algunas  tribus  indígenas  que  suelen  ir  á  los  pueblos  menciona- 
dos á  vender  pieles,  resinas  y  hamacas,  j)ara  comprar  herramientas, 
sal  y  licores.  En  las  márgenes  mismas  del  Meta,  desde  los  vapores 
se  ven  grandes  palmares  y  manchones  de  monte  á  cuya  sombra 
viven  algunos  aborígenes  que  trafican  con  los  navegantes  del  río. 

De  San  Rafael  hacia  Gabuyaro,  puerto  superior  del  Meta, 
éste,  por  las  primeras  40  leguas,  corre  entre  orillas  bajas,  po- 
bres, que  el  invierno  irunda,  y  donde  más  bien  la  población  ha 
retrocedido,  puesto  que  desaparecieron  los  pueblos  de  las  anti- 
guas misiones,  que  en  los  últimos  años  han  principiado  á  restable- 
cerse, teniendo  como  centro  el  humilde  caserío  de  Barrancopela- 
do.  En  seguida  se  encuentra  en  la  misma  llanura  de  la  izquierda, 
en  una  meseta  que  envuelve  un  caño,  las  casas  de  Orocué,  pobla- 
ción nueva,  de  simpático  aspecto,  bien  situada,  ya  rival  de  Arauca 
en  el  comercio  y  la  ganadería,  en  el  centro  geográfico  de  los  Z/a- 
nos  colombianos,  á  50  leguas  del  importante  puerto  de  Gabuyaro  y 
30  de  los  Andes  por  la  Trmidad,  cuyos  hatos  cuentan  varios 
centenares  dé  miles  de  cabezas  de  ganado,  y'  rto'  dista  mucho  de 
la  cordillera,  ó  sea  el  cerro^  como  la  denominan  los  habitantes  de 
esa  pampa,  que  los  serranos  nombran,  á  su  turno,  y  también  de  un 
modo  no  menos  expresivo  y  á  secas,  el  Uanp. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  683 


Largos  años  pasarán  sin  que  los  Llanos  estén  íntegramente  do- 
minadoSy  es  decir,  cultivados.  En  efecto,  sin  contar  indios,  fieras, 
plagas  é  inundaciones,  es  preciso  luchar  con  lo  bravio  de  la  Saba- 
na, cruda,  según  la  gráfica  expresión  de  los  casanareños,  que  al 
principio  mata  la  mitad  del  ganado  de  toda  nueva  fundación,  y  sólo 
después  de  algiin  tiempo  remunera  los  esfuerzos  del  trabajador, 
bien  que  entonces  lo  hace  con  verdadera  profusión.  Hasta  las  pri- 
meras cosechas  de  frutos  son  perdidas,  porque  perecen  quieres  las 
consuman. 

El  habitante  del  interior  de  estas  planicies,  del  llano  abajo, 
constituye  un  tipo  clásico  en  nuestra  historia  nacional :  es  el  llane- 
ro, acostumbrado  desde  su  infancia  á  domar  el  potro  salvaje,  sin 
más  auxilio  que  el  rejo ;  á  luchar  con  el  toro  bravio,  coleándolo  en 
plena  pampa  ;  á  pasar  á  nado  los  ríos  caudalosos,  infestados  de 
caimanes  ;  á  vencer  en  singular  combate  á  las  fieras.  Los  llaneros, 
robustos,  con  numen  poético  nada  común,  muy  pocas  necesida- 
des, prácticos  en  el  terreno,  y  capaces  de  moverse  con  extraor- 
dinaria rapidez,  fueron  centauros  y  soldados  aguerridos  antes  de 
haber  visto  un  campo  de  batalla,  de  donde  su  importancia  en  la 
guerra  magna,  y  aunque  esto  ha  variado  con  las  armas  modernas, 
son  los  únicos  capaces  de  dominar  en  esas  comarcas.  Hacia  la  se- 
rranía el  tipo  se  transforma  poco  á  poco  por  el  predominio  de  la 
agricultura,  hasta  desaparecer  los  caracteres  indicados  entre  los 
que  ya  moran  en  los  primeros  estribos  de  la  cordillera. 

La  uniformidad  de  las  grandes  llanuras  de  Casanare  es  im- 
ponente, aun  cuando  triste  por  su  aparente  inmovilidad.  Son  una 
tierra  adecuadísima  para  la  ganadería,  de  suerte  que  donde  no 
hay  ganados,  los  reemplazan  los  rebaños  de  venados  y  chigüires. 
Los  ríos  pululan  de  caimanes  que  se  calientan  al  sol  tendidos  en 
las  playas  arenosas  y  que  parecerían  troncos  inertes  si  no  azotaran 
con  frecuencia  las  mandíbulas ;  en  las  aguas  encharcadas  se  en- 
cuentran por  mirladas  las  aves  acuáticas  de  diversas  especies  que 
á  veces  las  cubren,  y  algunas  de  las  cuales  semejan  de  lejos  en  la 
pampa  regimientos  en  batalla.  La  pesca  y  la  caza  ofrecen  platos 
deliciosos.  Con  todo,  la  llanura  no  es  perfectamente  unida :  la  alte- 
ran unas  pequeñas  desigualdades  que  se  llaman  Iukcos  y  medaños  y 
que  no  son  sino  porciones  que  se  levantan  sobre  el  nivel  general, 
aquéllos  de  arcilla  unos  pocos  decímetros,  éstos  de  arena  algunos 
metros,  pero  ninguno  de  los  dos  se  reconoce  en  verano,  como  que- 
da dicho,  porque  sus  bordes  son  imperceptibles,  en  tanto  que  en 
invierno  emergen  como  islas  entre  la  inundación  anual.  En  unos  y 
Otros,  que  de  ordinario  distan  entre  sí  muchos  kilómetrcs,  se  esta- 
blecen los  hatos,  que  en  ellos  encuentran  asilo  y  pasto  fresco  en 
invierno,  estación  penosa  aun  para  el  ganado,  por  la  falta  de  brisas 
y  el  aumento  del  calor  y  de  la  plaga. 

Es  á  fines  de  Marzo  cuando  hacia  el  Sur  se  ilumina  el  hori- 
zonte por  algunos  relámpagos  que  más  bien  parecen  un  resplan- 
dor fosforescente,  luego  la  brisa  cambia  con  frecuencia  y  por 
muchas  horas  hacia  el  W.  y  el  SW.,  y  por  último  se  oyen  true- 
nos, signo  indefectible  de  que  va  á  llover,  estableciéndose  por  fin 
la  estación  lluviosa  al  terminar  Abril.  A  la  vista  de  las  señales 
mencionadas  el  llanero  empieza  á  mover  sus  rebaños  para  retirar- 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


tos  de  los  lug-ares  bajos  expuestos  i  la  inundación,  aunque  también 
es  cierto  que  el  g;anado,  por  instinto  ó  por  costumbre,  emprende 
por  s(  solo  la  retirada  hacia  sus   invernaderos,  tan  luego  como  los 


Figura  2^3— Pa!to  y  el  volc  1 


primeros  truenos  ó  lluvias  indican  el  cambio  de  estación,  y  pro- 
cede á  la  inversa  en  la  contraría,  es  decir,  cuando  el  Orinoco  ya 
no  represa  sus  afluentes  y  la  inundación  puede  desaguarse,  lo  que 
siempre  se  verifica  con  mayor  lentitud ;  en  Noviembre  ya  son  tran- 
sitables las  llanuras,  pero  sólo  de  Enero  á  Marzo  se  enjutan  por 
completo. 

Todos  los  años,  hacia  los  meses  de  Enero  á  Marzo,  multitud 
de  habitantes  del  pie  de  la  cordillera  bajan  i  las  grandes  pesque- 
rías que  por  esa  época  se  verifican  en  los  rtos  caudalosos  de  la  lla- 
nura, quedando  entonces  casi  desiertos  pueblos  como  Nunchía, 
Morcóte  y  Marroqutn  :  la  similitud  de  condiciones  produce  la  se- 
mejanza en  las  costumbres,  con  las  variantes  del  caso,  como  se 
observa  al  comparar  estas  reg;Íones  con  las  sabanas  de  la  Costa. 
Establécense  las  familias  emigradas,  en  las  riberas  de  las  corrien- 
tes, por  encontrar  allí  sombra,  leña,  pasto  y  agua,  al  mismo  tiem- 
po que  caza  y  pesca  abundantes  y  variadas.  Como  es  entonces 
también  la  época  de  la  mayor  fuerza  del  verano,  se  queman  las 
sabanas  para  que  den  nuevos  retoños  en  la  estación  próxima,  y  á 
la  vez  para  facilitar  la  caza  de  venados  y  cachicamos,  destruyendo 
de  paso  las  culebras  y  los  mosquitos.  Es  también  la  época  en  que 
no  habiendo  lluvias  en  la  cordillera,  no  crecen  los  rtos,  que  por  el 
calor  menguan,  hasta  convertirse  en  rosarios  de  chtlancos,  por  ca- 
recer la  corriente  de  fuerza  para  vencer  ni  aun  los  más  pequeños 
tropiezos  que  halla  en  su  cauce.  En  esos  charcos  ponen  los  pes- 
cadores varbasco,  planta  venenosa  para  los  animales  pequeños,  y 
tan  enérgica,  que  i  poco  aparecen  los  pescados  flotando  en  la  su- 
perficie muertos  ó  emborrachados,  y  se  les  recog^e  por  canastadas, 
que  las  mujeres  preparan  para  comer  ó  guardar.  También  por 


NuiVA  GeogupÍa  di  Colombia 


esta  época  las  tortug'as  terccay,  iguanas  y  caimanes  ponen  sus 
huevos  en  las  playas,  y  se  hace  su  recolección,  que  es  tan  abun- 
dante como  diveriida,  pues  es  de  advertir  que  cada  tortuga  pone 
unos  20  huevos,  que  se  necesitan  I0,cxx>  para  una  botija  de  aceite, 
y  éstas  se  preparan  por  centenares. 

No  hay  entonces  peligro  de  que  ní  lluvia  ni  temporal  venga  á 
trastornar  esos  campamentos,  formados  bajo  la  frondosa  copa  de 
hermosos  árboles,  i  cuyos  troncos  se  amarran  las  hamacas,  pren- 
diendo cerca  las  hogueras,  que  á  un  tiempo  sirven  para  ahuyentar. 
fieras  y  mosquitos,  y  para  cocinar  y  ahumar  las  carnes.  De  d(a 
mitigan  los  abrasadores  rayos  del  sol  bajo  la  sombra  de  los  árbo- 
les ó  dentro  del  agua.  Las  noches,  aun  cuando  serenas,  no  bajan  de 
26°,  pero  siempre  es  algo  en  relación  con  los  40°  del  día  ;  los  cuer- 
pos no  se  enfrían  por  irradiación  nocturna,  y  no  cae  una  gota  de 
rocío.  No  faltan  las  bandolas,  flautas  y  tamboriles  para  bailar  por 
la  noche,  al  resplandor  de  las  hogueras  ó  á  la  luz  de  una  hermo- 
sa luna.  Estas  cacerías,  que  duran  poco  más  de  un  mes,  son  una 
verdadera  fiesta  del  desierto,  llena  de  halagos,  que  renuevan  sin 
cesar  la  belleza  de  esa  virgen  naturaleza  ;  de  suerte  que  durante 
ella  viven  felices  hombres  y  mujeres,  ancianos  y  niños,  los  cuales, 


con  sólo  un  \><jca  de  sal,  cazabe,  cafe,  dulce  y  aguardiente,  se  in- 
ternan en  las  sabanas,  pjcs  salion  que  en  ellas  encurntran  frutas 
y  raíces,  vin^  en  las  palmas,  y  un  sol  de  fuego  para  secar  el  pes- 
cado. 

Los  llanos— Casa  na  re  y  San  Martín— cambian,  pues,  á  partir 
del  pie  del  eri-'o,  donde  ni  falta  el  agua  ni  es  anormal,  hacia  el  in- 
terior, dunde  en  el  corazón  se  muestran  con  sus  rasgos  extremos : 
constituyen  una  comarca  de  singular  as])ectü,  puesto  que  en  el  cur- 
so del  año  presenta  una  serie  acentuada  de  cambíus  que  en  cierto 
modo  puedL-n  denominarse  las  cuatro  estaciones  tropicales,  tam- 


686  Nueva  Geografía  de  Colombia 


bien  producidas  por  el  calórico  y  la  humedad,  pero  de  manera  sut 
gémn's,  por  así  dejír. 

Considerada  en  lo  fuerte  del  verano  6  estación  seca,  aparece 
cubierta  por  un  cielo  sin  nubes,  calcinada  por  un  sol  de  fuego ;  la 
veg'etación  menuda  cae  convertida  en  polvo,  los  árboles  pierden  sus 
hojas,  el  suelo  se  agrieta  como  sacudido  por  un  terremoto;  el  aire, 
con  sus  cálidas  hornadas,  mueve  torbellinos  de  polvo,  y  entonces 
parece  que  el  cielo  desciende,  que  se  cierra  el  horizonte  y  se  com- 
prime el  corazón.  Poco  á  poco  desaparecen  hasta  las  lagunas  y 
pantanos  ;  los  animales,  enflaquecidos,  devorados  por  la  sed,  g'alo- 
pan  en  la  estepa  olfateando  las  ultimas  charcas  de  un  ag'ua  casi  en 
estado  de  ebullición,  y  en  cuyo  contorno  las  osamentas  dan  un 
aspecto  tcrrífíco  al  paisaje ;  las  muías  buscan  los  cactus,  cuya 
pulpa  devoran,  á  pesar  de  las  espinas  ;  boas  y  caimanes,  adorme- 
cidos, se  sepultan  entre  el  lodo,  pronto  endurecido;  la  plagia  al- 
canza proporciones  espantosas,  y  el  miraje  enloquece  al  cansado 
viajador. 

Muerta  parece  la  naturaleza,  cuando  de  repente  cambia  su 
aspecto  al  venir  el  invierno.  El  azul  intenso  del  cielo  se  ilumina  con 
fulg"or  extraño ;  poco  á  poco  las  nubes  que  se  alzan  en  el  horizonte 
como  siluetas  de  lejanas  montañas,  invaden  el  espacio ;  caen  las 
primeras  lluvias,  despiertan  las  plantas,  los  animales  se  muestran 
contentos;  á  orillas  de  los  pantanos  se  oyen  raras  detonaciones : 
salta  la  tierra,  y  hambreados  se  lanzan  fuera  los  caimanes  y  los 
boas  ;  el  pez  eléctrico  alcanza  su  mayor  potencia,  y  una  verdadera 
estación  primaveral,  pero  corta,  con  mínima  plag'a,  permite  viajar 
con  comodidad  por  las  llanuras. 

Empero,  el  invierno  arrecia,  poco  á  poco  crecen  charcas  y  es- 
teros ;  desbordan  los  ríos,  y  un  verdadero  mar  con  islas  y  archí- 
piéiag^os  ocupa  el  suelo  hasta  los  lindes  del  horizonte.  A  un  tiempo 
faltan  la  tierra  y  el  pasto ;  los  animales  perecen  cuando  la  inunda- 
ción  los  sorprende  en  las  hoyadas ;  luego  en  los  bancos  mueren  en 
gr¿in  ndmero,  ya  por  lo  reducido  del  espacio  en  que  se  amontonan, 
ya  devorados  por  fieras  y  caimai.es,  ó  ahogados  nadando  entre 
aguas  fermentadas  y  negruzcas,  á  caza  de  los  extremos  de  los  ta- 
llos sumergidos  de  las  gramíneas.  Luego  retrocede  la  inundación, 
las  sabanas,  antes  bajo  el  agua,  dan  pastos  frescos  y  vigorosos; 
tornan  á  engordar  los  rebaños  en  otra  fugaz  primavera,  mien- 
tras llega  el  exceso  de  la  sequedad,  y  se  repite  eternamente  el 
ciclo  anual  descrito.  Y  dondequiera  que  se  ve  tierra,  "  con  excep- 
ción de  los  objetos  inmediatos,  flor  que  se  inclina  sobre  el  camino, 
bestia  ó  alimaña  que  huye  ó  se  oculta  entre  las  yerbas,  ningún  ob- 
jeto se  destaca  en  el  círculo  luminoso  que  el  sol  alumbra ;  á 

cualquier  lado  que  se  mire,  los  detalles  del  paisaje  son  los  mismos, 
bien  que  las  horas  cambian  lentamente  la  fisonomía  del  conjunto, 
cambiando  de  lugar  los  colores  y  las  sombras." 

Por  lo  demás,  el  Ua/io  es  rico  en  espectáculos  de  excej>c¡onal 
belleza,  como  los  incendios  estivales  de  los  pajonales,  que  en  cin- 
tas rojizas  cruzan  movibles  el  suelo  con  inaudita  rapidez  y  gran 
peligro  para  los  viajeros ;  los  huracanes  que  descuajan  las  palme- 
ras, derriban  á  los  hombres,  y  el  ganado  afronta  formando  círculo, 
con  los  cuernos  hacia  afuera,  pero  echado  y  no  de  pie,  como  cuan- 


NvsvA  Geografía  de  Columbia  687 


do  combate  el  tigre ;  y  en  ñn,  la  salida  y  puesta  de  los  astros,  de 
mágica  belleza,  en  especial  la  del  sol,  que  se  alza  como  enorme 
globo  rojo,  y  en  lejanía  salea  y  rebota  como  temerillo  que  ensaya 
sus  fuerzas  en  el  aprisco,  y  de  repente  señorea  el  espacio,  cegan- 
do los  ojos  del  observador  con  sus  deslumbrantes  rayos.  La  de  la 
luna  llena  es  de  una  poes(a  tan  melanciílica  como  indescriptible. 
No  es  el  Llano  para  ei  hombre  de  oíros  horizontes  ;  pero  el  que 
pasa  en  él  algún  tiempo,  no  puede  abandonarlo,  y  queda  dominado 
por  él  de  tal  manera,  que  luego,  cuando  llega  á  ver  el  cerro,  espan- 
tado retrocede  en  el  acto  á  sus  conucos,  temeroso  de  perder  esas 
misteriosas  é  interminables  soledades. 

i)  San  Mar/i».  Con  este  nombre  se  designan  en  Colombia  las 
tierras  llanas  que  se  dilatan  entre  el  Upía-Mela  y  el  Guaviare,  cru- 
zadas por  el  Vichada,  y  en  realidad  algo  diñeren  de  Casanare  en  su 
aspecto  general.  Los  Llanos  de  San  Martfn,  al  pie  de  la  cordille- 
ra, entre  el  LJpía  y  el  Ariari,  se  presentan  con  algunas  mesetas  ba- 
jas y  pequeñas  colinas,  pero  luego  se  dilatan  planos  hacia  el  Meta, 
sombreados  de  trecho  en  trecho  por  grupos  de  árboles  y  palmas 
que  sirven  de  refugio  á  los  ganados  contra  los  ardores  del  sol ;  en 
tanto  que  hacia  Medina  y  el  Umea  empieza  una  selva  que  se  extiende 
rumbo  del  S.  hasta  el  Guaiiquía  y  Viliavicencio,  en  partes  ya  tala- 
da, teniendo  al  costado  sabanas  no  muy  anchas,  paralelas  á  la  selva 
y  á  las  bases  de  los  cerros,  hasta  que  se  confunde  con  la  gran  selva 
que  sigue  hacia  San  Martín.  No  lejos  de  Viliavicencio  se  des- 
arrolla la  sabana  de  Apiay,  estrecha  pero  de  15  leguas  de  W.  á  E. 


Figura  2'i7 — ^La  Salini  de  Upín — Según  E.  .\ndree 


6^8  Nueva  Geografía  de  Colombia 


hasta  el  extinguido  pueblo  de  Pachaquiaro,  y  que  la  selva  del  Rio- 
negro  separa  de  los  llanos  del  municipio  de  San  Martín,  bien  rega- 
dos por  ríos  y  caños,  cubiertos  de  buenos  pastos,  los  cuales  van  hasta 
Jiramena,  pueblo  de  indios  sobre  el  Humadea.  Por  el  S.  estas  saba- 
nas se  extienden  hacia  el  Ariari,  desde  el  pie  de  la  cordillera,  inte- 
rrumpidas hacia  el  oriente  por  morichales,  mesas  y  altos  bancos 
llenos  de  palmeras  y  grupos  de  árboles,  que  obligan  además  al 
Ariari  á  dirigirse  al  SE.,  y  al  Humadea  á  tomar  el  rumbo  del  Nor- 
deste. Análogo  terreno  se  dilata  del  otro  lado  del  Ariari  hasta  el 
Güéjar  ó  Güíjar,  por  Arama  y  el  camino  de  Uribe ;  pero  todas 
cuentan  pocos  habitantes  y  ganados,  estando  el  mayor  número 
de  ellos  cerca  de  San  Martín,  de  pobre  caserío  antes  próspero, 
cuando  se  explotaban  minerales  auríferos  en  sus  cercanías.  Tam- 
poco es  mucho  lo  que  han  prosperado  Villa vicencio  y  Medina,  no 
obstante  encontrarse  en  el  remate  de  las  vías  llamadas  del  Meta, 
que  conducen  de  Bogotá  á  los  Llanos  y  en  éstos  guían  á  los  puer- 
tos de  La  Cruz  y  de  Cabuyaro.  Entre  estas  dos  poblaciones,  edifica- 
das en  lo  llano  al  pie  de  sendos  altos  de  Buenavista,  se  encuentran 
Upín  y  Cumaral,  grupos  de  chozas  en  torno  de  magníficas  cuanto 
mal  explotadas  salinas,  en  tanto  que  al  N.  de  la  segunda,  mejor 
situada,  demoran  Mámbita  y  Upía,  villorrios  á  orillas  del  Guavio. 

Bajando  el  Humadea  hasta  Jiramena,  se  entra  en  la  parte 
desierta  de  San  Martín :  hasta  la  boca  del  Rionegro  se  tienen  á  la 
izquierda  bosques  interrumpidos  por  sabanetas,  y  á  la  derecha  sa- 
banas altas  en  forma  de  colinas  planas,  casi  inhabitadas.  El  Meta 
principia  en  las  juntas  de  Humadea  y  Rionegro,  y  hasta  la  boca 
del  Upía  el  paisaje  es  análogo,  un  poco  más  pintoresco  á  la  iz- 
quierda, en  tanto  que  al  opuesto  lado  se  destacan  mejor  los  ban- 
cos, las  colinas  planas  se  tornan  cerritos  redondos,  y  por  aquí 
cruza  el  camino  por  donde  se  conducen  los  ganados  de  Cabuyaro 
á  Jiramena.  En  las  i8  leguas  siguientes,  es  decir,  hasta  la  boca 
del  Manacacia,  parece  que  el  Meta  corre  entre  dos  mesas ;  pero 
subiendo  esas  escarpas  ribereñas  sólo  se  ven  sabanas  dilatadas  con 
algunos  trechos  salpicados  de  colinas,  á  cuyos  pies  brotan  arroyue- 
los  entre  morichales,  los  que  se  unen  por  haces  para  formar  ca- 
ños que  llegan  al  río  entre  cintas  de  bosque  ;  en  las  partes  bajas  se 
alzan  grupos  de  terromonteros  redondos  vestidos  de  gramíneas,  que 
cñ  algún  trayecto  marcan  un  relieve  continuo,  y  que  dejan  al  res- 
paldo la  hoya  del  Yucabo,  río  que  nace  en  las  altas  sabanas,  al  S. 
de  las  juntas  de  Rionegro-Humadea,  y  en  cuyas  orillas  viven  algu- 
nos indios  medio  civilizados.  Las  travesías  no  son  difíciles  en  estas 
regiones,  pues  se  cita  el  caso  de  haberse  hecho  con  carromatos  de 
Platanales  sobre  el  Meta  al  puerto  del  Muco,  que  desagua  en 
el  Vichada.  En  una  alta  meseta  que  señorea  á  aquel  río,  está  el 
hato  de  Manacacia,  y  desde  allí  la  vista  se  extiende  á  larga  dis- 
tancia, dominando  las  vueltas,  islas  y  playas  del  ya  caudaloso 
Meta ;  de  una  colina  próxima  la  perspectiva  cambia  y  abarca  las 
bellas  sabanas  del  Manacacia,  que  se  elevan  unas  tras  otras  como 
en  gradería,  con  grupos  de  palmeras,  hasta  perderse  envueltas 
por  una  atmósfera  cargada  de  vapores. 

Después,  hasta  la  boca  del  Meta  las  sabanas  ribereñas  no 
exceden  de  cinco  leguas  de  anchura,  tienen  algún  bosque  y  son  el 


Nueva  Geografía  de  Colombia  689 


declivio  de  un  cuadro  de  alturas  que  termina  frente  al  antigfuo 
Apostadero.  En  esta  margen  existió  una  media  docena  de  misio- 
nes, abandonadas  luego  ;  pero  los  indios  que  recorren  la  comarca 
han  perdido  mucho  de  su  anterior  crudeza. 

Si  volvemos  al  hato  de  Manacacia  y  sus  mesas  y  colinas,  ten- 
dremos que  el  terreno  combado  se  extiende  al  E.  á  terminar  cerca 
del  Guaviare,  en  tanto  que  las  mesas  lo  hacen  en  la  espesa  mon- 
taña que  se  extiende  entre  ese  mismo  río  y  el  Vichada  y  que  ocupa 
inmenso  espacio,  asilo  de  fieras  y  en  partes  de  indios  salvajes. 
Gruesos,  multiplicados  y  entretejidos  bejucos  ligan  unos  con  otros 
los  gigantescos  árboles,  oponiendo  al  hombre  una  red  tan  impene- 
trable, que  el  indio  mismo  no  se  atreve  á  emboscarse  en  la  peli- 
grosa espesura,  y  se  reduce  á  orillarla  por  las  sabanas  que  la  ro- 
dean, ó  á  penetrar  por  los  caños  y  ríos  que  la  surcan,  pero  cuya 
navegación  dificultan  frecuentemente  los  árboles  seculares  que  se 
desploman  en  los  cauces.  También  aquí  se  encuentran  ya  esas 
aguas  blancas,  verdes  y  negras,  límpidas,  sin  caimanes  y  diversas 
de  las  turbias  de  los  grandes  ríos,  y  carecen  de  plaga  en  sus 
cercanías,  cuando  en  los  otros  casi  no  puede  respirarse  por  la  incal- 
culable cantidad  de  mosquitos. 

Del  mismo  hato  ya  citado,  hacia  la  boca  del  Ariari,  las  hile- 
ras de  prominencias  y  colinitas  alternadas  con  cerrillos  redondea- 
dos se  ramifican  al  E.,  paralelas  entre  sí,  á  terminar  casi  junto  al 
Guaviare,  las  otras  al  S.  y  las  otras  al  W.  sobre  los  llanos  de  San 
Martín,  guardando  dentro  las  cabeceras  del  Vichada,  la  gran 
laguna  Vua,  y  las  tres  lagunas  del  Manacacia,  abundantísimas 
en  pescados,  y  por  lo  mismo  centros  de  reunión  de  los  indios  en 
ciertas  épocas  del  año.  Abajo,  ó  sea  al  S.,  se  extienden  sabanas 
despejadas,  siempre  secas  y  llenas  de  caza,  las  que  rematan  sobre 
la  segunda  estrechura  del  Guaviare,  y  son  paradero  adonde  concu- 
rren, al  principio  del  año,  los  vecinos  de  San  Fernando  de  Ataba- 
po,  junto  con  los  indios  de  diversas  tribus,  á  recoger  huevos  de  tor- 
tuga terecay  para  extraer  aceite,  que  por  la  cantidad  ordinaria 
de  la  operación,  más  de  500  botellas,  indica  cuál  es  la  abundancia 
de  ese  animal  en  esta  región. 

Entre  el  Meta  y  el  Guaviare  y  al  E.  de  las  tierras  de  Manaca- 
cia, el  suelo  guarda  la  depresión  por  donde  corre  el  Vichada,  her- 
mosa corriente,  que  sin  rumores  desarrolla  sus  eses  navegables 
entre  bosques  perfumados  por  la  sarrapia,  y  sabanas  limpias  y 
alegres,  pero  aun  sin  habitantes  civilizados,  no  obstante  encon- 
trarse en  sus  márgenes  una  docena  de  rancherías  de  indios  ya 
medio  fijadas  al  suelo,  y  si  aun  no  forman  allí  una  faja  de  po- 
blación útil,  tienen  la  culpa  los  blancos  y  por  su  abandono  y  por  sus 
atropellos  contra  esos  infelices.  Hacia  la  mitad  del  curso  del  Vi- 
chada las  aguas  que  surgen  á  su  derecha  é  izquierda,  en  vez  de 
tributarle  ó  de  aumentar  los  dos  grandes  ríos  que  lo  acompañan 
al  N.  y  al  S.,  forman  diversas  corrientes  de  bastante  caudal  que 
riegan  la  porción  más  amplia  de  las  llanuras  de  San  Martín,  la 
que  menos  han  recorrido  los  civilizados,  y  mueren  en  el  Orinoco, 
que  en  esta  zona  |  resenta  sus  grandes  raudales. 

Las  tierras  altas  del  Guaviare,  que  se  dilatan  del  Nevado  de 
Sumapaz  á  la  cumbre  del  Viento,  al  respaldo  de  la  zona  de  Üribe, 


6go  Nueva  Geografía  de  G>loiibia 


encierran  müUiples  vallesaiin  cubiertos  por  la  selva  en  su  mayor  par- 
te,y  regados  por  turbulentas  aguas  que  forman  el  Ariari  y  el  Gua- 
yabero,  los  dos  brazos  del  gran  río  que  al  medio  dejan  las  rocas 
eruptivas  de  la  Macarena  con  sus  pórticos,  torreones  y  almenas 
que  figuran  gigantesca  fortaleza,  y  al  Mediodía  se  enfrenta  á  dis- 
tancia con  las  cumbres  no  menos  derruidas  de  los  Picachos  de  Lei- 
va,  señores  de  una  tierra  dilatada,  nunca  recorrida  por  viajeros 
civilizados. 

Hace  un  siglo  no  se  conocía  el  Guaviare  antes  de  recoger  el 
Ariari,  es  decir,  arriba  de  la  segunda  estrechura  formada  por  ro- 
cas que  stílo  sobresalen  2  ms.  de  las  altas  aguas;  apenas  se  decía 
que  corría  encajonado  entre  peñascos  graníticos,  hasta  un  salto 
que  se  suponía  tener  8  metros  de  altura  é  interrumpía  su  navega- 
ción, cuando  en  realidad  no  es  sino  un  raudal  análogo  al  último 


Figura  16S — Segunda  angostura  tlel  Gua 


citado.  Estas  estrechuras,  que  constituyen  magníficos  paisajes,  son 
formadas  por  la  Sierra  Tunahi;  de  manera  que  entre  ésta  y  loi  ce- 
rros de  los  Picachos  y  de  Guasacavi  hay  unas  colinas  que  forman  la 
divisoria  del  Guaviare  y  el  Rionegro  amazónico,  de  aspecto  graní- 
tico, todas  cubiertas  dt  selvas  desconocidas,  prolongación  de  la 
gran  selva  del  Airico,  que  se  extiende  hasta  los  relieves  de  Tuna- 
hi, y  es  cruzada  por  el  Inirida,  de  aguas  negras  como  su  vecino  el 
Atabapo. 

El  Guaviare,  que  marca  en  cierto  modo  el  límite  entre  las  sel- 
vas amazónicas  y  las  llanuras  de  gramíneas,  tiene  al  N.  á  la  par 
de  bosques,  extensas  porciones  de  sabanas  limpias,  á  cuyo  pie  se 
desliza  silencioso,  entre  altas  barrancas  de  tierra  roja,  de  suerte 


NUKVA  GlOG RAFIA  DE  CoLOlUU 


que  sus  meandros  interminables  al  reflejarlas  adquieren  tinte  sin- 
gular que  fatig^a  al  viajero  con  su  monotonía.  Tras  lai^o  curso  se 
une  el  Guaviare  al  Orinoco,  al  cual  supera  en  caudal,  y  poco  antes 
de  morir  recoge  el  Inirida,  corriente  notable  que  en  su  parte  baja 
se  rompe  entre  peñascos  y  en  la  alta  entre  hermosos  paisajes, 
abriga  diversos  villorrios  indios,  y  lu^go,  junto  á  su  boca,  se  au- 
menta con  el  Atabapo,  que  nos  sirve  en  parte  de  frontera,  y  que 
en  invierno  crece  de  una  manera  extraordinaria  y  por  cortos  arras- 
traderos abre  paso  al  Guainfa  ó  Rionegro  amazónico. 

El  Orinoco,  desde  la  boca  del  Guaviare,  presenta  su  orilla 
colombiana  cubierta  de  selva  de  una  frondosidad  extraordinaria, 
en  la  que  sobresalen  hermosas  palmeras,  cuyo  tronco  mide  has- 
ta cincuenta  de  metros,  y  que  alegran  con  sus  penachos  y  verdes 
plumajes  el  sombrío  aspecto  de  esos  lugares.  El  Orinoco  corre 
aquf  por  un  suelo  granítico,  y  por  dondequiera,  en  medio  de  la 
selva,  se  elevan  rocas  de  5  á  7  ms.,  semejando  monumentos  pre- 
históricos en  esas  soledades,  por  sus  formas  de  pilares,  torres  arrui- 
nadas, túmulos  y  pirámides,  y  cavernas  con  osamentas,  que  unas 
palmas  medio  cubren  elegantemente  con  sus  plumas,  al  par  que 
los  troncos  más  elevados  parecen  como  sembrados  de  propósito 
para  servir  de  adornos  sepulcrales.  En  lo  más  cerrado  del  bosque 
no  faltan  otras  rocas  más  considerables,  de  color  oscuro  y  aun  ne- 
gro, aquí  desnudas,  allá  con  veg^eíación  en  su  cúspide,  muchas  de 
las  cuales  presentan  el  aspecto  de  ruinas  de  antiguas  fortalcí-as,  y 
también  las  hay  de  forma  de  cúpula,  cuya  verde  cabellera  contras- 
ta con  los  árboles  colosales  de  los  contornos,  y  al  W,  dominan  la 
llanura  ya  mencionada. 

Pasada  la  boca  del  Vichada  (en  la  cual  hay  un  pequeño  rau. 
d«l),  en  esta  misma  ribera  continúan  hasta  el  Meta  las  sabanas  con 
multitud  de  cerritos,  y  por  entre  los  pajonales  asoman  grandes  la- 
jas, enormes  peñascos  y  aun  cerros  de  figuras  raras,  que  parecen 


Figur»  269 — Raudal  Je  Maipuics — Según  Cre 


692  Nueva  Geografía  de  G)loxbia 


las  ruinas  de  una  antigua  serranía;  estas  tierras  no  se  inundan,  sal- 
vo una  que  otra  parte  muy  baja,  y  nubes  de  estupendos  murciélagos 
que  viven  en  los  intersticios  de  las  rocas,  las  recorren  al  anochecer. 
En  Maipures  empieza  la  región  de  los  grandes  raudales  con  el 
de  ese  nombre,  donde  el  río  se  precipita  por  enti  e  f>eñascos  graní- 
ticos, que  principian  con  el  chorro  de  Guatubos,  y  se  pasan  con  el 
auxilio  de  algunos  restos  de  tribus  indígenas  establecidas  allí,  pues 
del  antiguo  pueblo  de  Maipures  no  quedan  sino  ruinas  ó  poco  menos. 
Doce  leguas  más  abajo  se  encuentra  el  raudal  de  Atures  (v.fig.  73), 
de  una  legua  de  longitud,  señoreado  en  la  orilla  venezolana  por  un 
pueblajo  cuyos  moradores  ayudan  á  transportar  los  fardos  por  tierra 
y  las  embarcaciones  vacías,  halándolas  con  cables  sobre  la  corrien- 
te del  laberinto  de  canales  formado  por  las  rocas  que  obstruyen  el 
lecho  del  hermoso  río.  En  efecto,  estos  raudales  no  son  ni  salto  ni 
estrechura  que  obligue  á  la  corriente  á  acelerar  su  curso :  son  un 
montón  de  pequeños  chorros  que  se  suceden  unos  á  otros  sobrepo- 
niéndose ó  formando  gradas.  Raudal  llamaron  los  españoles  á  esos 
saltos,  que  son  un  verdadero  archipiélago  de  islotes  y  rocas  que  de 
tal  suerte  llenan  el  cauce,  que  midiendo  éste  2\  kilómetros  de  an- 
chura, á  veces  apenas  dejan  un  paso  utilizable  de  6  ó  7  ms.  A  pe- 
sar del  estrépito  que  allí  produce  el  agua,  la  caída  total  es  mínima, 
y  de  las  peñas  de  Manimí,  vecinas  de  Maipures,  se  descubre  un 
horizonte  maravilloso:  abarca  la  vista  una  superñcie  de  dos  leguas 
cubiertas  de  espumas.  Análogo  es  el  de  Atures,  aun  cuando  más 
corto.  En  ambos,  del  centro  de  las  olas  se  levantan  negras  rocas  que 
parecen  ruinas  de  torreones.  Cada  isla,  cada  piedra  ostenta  gran 
numero  de  árboles  vigorosos ;  espesa  neblina  flota  sobre  el  cristal 
y  las  espumas,  y  al  través  de  ese  vapor  asoman  las  hermosas  copas 
de  las  palmeras.  Por  las  tardes,  los  rayos  del  sol,  que  se  quiebran 
en  la  húmeda  niebla,  producen  mágicos  efectos  de  luz  y  arco-iris  se 
forman  y  deshacen  repentinamente,  y  parece  que  se  mueven  á  im- 
pulsos de  los  vientos  y  contrastan  con  la  alfombra  de  flores  y 
verdura  que  aquí  y  allá  se  destaca  entre  las  desnudas  rocas.  El 
desierto  envuelve  hoy  esos  hermosos  paisajes  antes  recorridos 
por  las  tardas  carretas  de  los  misioneros.  Los  raudales  del  Orinoco 
son  notables  por  más  de  un  concepto:  hasta  allí  alcanzan  los  ali- 
sios,  abundan  los  perros  de  agua,  y  señalan  el  límite  entre  la  selva 
y  la  sabana  con  cerritos  y  peñascos  que  se  extienden  hasta  la  boca 
del  Meta.  Arriba  de  los  raudales  cesa  la  navegación  á  la  vela, 
y  las  nubes  de  zancudos  y  mosquitos  hacen  insoportable  la  vida. 

XIV — El  Caqueta — Si  las  planicies  vestidas  de  gramíneas,  es- 
maltadas de  palmeras  é  inundadas  medio  año,  caracterizan  los  Lla- 
nos, el  Caquetá  no  es  sino  una  inmensa  selva,  apenas  interrumpi- 
da aquí  y  allá  por  colinas  y  manchas  de  gramíneas,  regada  por  ríos 
que  también  desbordan  anualmente,  pero  que  á  la  inversa  de  los 
de  la  llanura,  de  ordinario  ven  interrumpida  la  navegación  de  su 
parte  alta  por  raudales  y  cascadas,  y  en  vez  de  dirigirse  hacia  un 
mismo  rumbo,  se  apartan  como  haz  á  partir  de  la  cordillera,  para 
inclinarse  ya  hacia  el  N.,  ya  hacia  el  S.  de  una  línea  central  com- 
puesta por  porciones  de  suelo  más  elevado  y  escalonado  en  tablas 
ó  mesetas  de  enormes  dimensiones  y  á  veces  acentuadas  escarpas 
terminales. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


693 


Los  grandes  ríos  del  Caquetá  llevan  en  silencio  sus  aguas  al 
través  de  las  selvas  que  se  agrupan  allí  cargadas  de  aves  y  mo- 
nos, tranquilos  poseedores  del  alto  ramaje ;  y  el  jaguar,  el  caguar, 
el  lince,  duermen  descuidados  en  la  ribera.  En  vano  pretende  la 
vista  registrar  aquel  espacio  nunca  transitado :  los  árboles  suceden 
á  los  árboles ;  los  gruesos  bejucos  que  escalan  sus  tupidas  copas 
llevan  enredadas  multitud  de  plantas  que  se  oponen  como  una  cor- 
tina entre  el  explorador  y  los  misterios  de  la  selva  ;  óyense  caídas 
de  agua  sordas  y  constantes,  pasos  de  animales,  aleteo  de  pájaros, 
ruidos  confusos  y  singulares,  multiplicados  por  el  eco ;  pero  ni  se 
ve  más  allá  de  una  corta  distancia,  ni  se  puede  comprender  si  hay 
seguridad  ó  peligro  en  avanzar.  Al  pie  de  aquellos  árboles  la 


Figura  270 — Diagrama  de  las  secciones  que  constituyen  Los  Llanos  y  el  Caquetá 


694  Nueva  Geografía  de  Colombia 


figura  del  hombre  desaparece  ofuscada  por  una  sola  de  sus  raí- 
ces, tendidas  y  fuertes  como  estribos  que  sustentasen  un  torreón  ; 
frecuentemente  las  ramas  tronchadas  y  el  rastro  de  las  fieras,  cuya 
guarida  quizáis  no  está  lejos,  advierten  que  se  pisa  un  terreno  ve- 
dado y  que  se  afrontan  riesgos  superiores  á  la  humana  fuer- 
za, débil  por  cierto  en  medio  de  una  creación  gigante,  á  ratos  si- 
lenciosa y  entonces  más  amenazadora.  Quien  siempre  haya  vivido 
entre  los  hombres  oyendo  la  voz  de  las  ciudades  y  mirando  con 
desdén  el  mundo  físico  humillado  por  el  esfuerzo  de  las  multitudes, 
difícilmente  comprenderá  las  emociones  y  el  anonadamiento  del 
que,  traspasando  los  linderos  de  lo  habitado,  entra  en  los  bosques 
americanos  sin  límites,  sin  sol,  sin  senda  ni  amparo,  y  siente  remo- 
verse á  su  rededor  y  sobre  su  cabeza  seres  de  otra  especie  que 
parecen  congregarse  para  expulsarlo  de  sus  dominios  como  enemi- 
go intruso.  Dios  en  el  cielo,  la  soledad  p)or  todas  partes,  los  hom- 
bres lejos,  lejos  también  sus  pasiones,  y  delante  la  imagen  del  mun- 
do primitivo,  pujante  y  majestuosa.  La  grandeza  de  la  escena  admi- 
ra pero  espanta.  La  naturaleza  virgen  es  hermosa  pero  de  una  tris- 
teza infinita :  es  que  para  hacerla  risueña  se  necesita  cultivarla, 
vestirla  de  prados,  caseríos  y  labradores.  El  hombre  nació  para 
la  sociedad,  y  así  lo  demuestra  el  placer  que  experimenta  cuando 
sale  de  esos  bosques  y  encuentra  el  primer  rancho  habitado  por 
semejantes  suyos :  cerca  de  ellos  llega  con  el  corazón  abierto  y  el 
semblante  benévolo:    no  son  extraños  para  él,  son  sus  hermanos. 

AI  respaldo  de  las  tierras  de  Pasto,  ó  sea  en  la  falda  de  las 
cordilleras  vueltas  hacia  la  Amazonia,  en  clima  frío  y  sano,  se  en- 
cuentran los  pueblecillos  de  Sebondoy,  Santiago  y  Putumayo,  ha- 
bitados por  indios  que  visten  como  los  criollos  y  hablan  el  caste- 
llano, y  aun  cuando  ocupan  un  rico  territorio,  no  han  progresado 
por  falta  de  caminos  que  crucen  las  cresterías  andinas,  pues  la  vía 
de  Pasto  á  Mocoa,  sobre  medir  26  leguas,  es  muy  fragosa  y  no 
permite  el  paso  de  animales,  y  es  algo  peor  la  senda  que  del 
citado  Mocoa  conduce  á  Almaguer  costeando  el  Caquetá,  la  cual 
pasa  por  los  caseríos  de  Descance  y  Yunguilla,  habitados  por  in- 
dios Andaquíes. 

Mocoa,  no  obstante  ser  el  centro  político  de  esta  inmensa  co- 
marca, no  es  sino  un  villorrio  triste,  con  pocos  habitantes  civiliza- 
dos y  algunos  indios  que  no  se  diferencian  de  los  salvajes  sino  en 
que  usan  cusma,  6  sea  una  especie  de  ruana  cuyas  puntas  se  atan 
á  la  cintura  por  medio  de  una  faja  morada,  color  que  le  dan  con 
unas  hojas.  Los  días  festivos  los  hombres  agregan  unos  pantalo- 
nes estrechos,  negros  ó  morados ;  las  mujeres  visten  un  tdnico  sin 
mangas,  morado  ó  azul  oscuro,  que  les  pende  del  pescuezo  y  no 
llega  sino  á  las  rodillas.  Estos  indios,  á  quienes  llaman  ingas  (incas), 
por  cuanto  emplean  el  idioma  de  los  antiguos  peruanos,  apenas  pue- 
den llamarse  civilizados  y  no  hablan  bien  el  español. 

En  el  meridiano  de  Mocoa  los  ríos  Putumayo  y  Caquetá  se 
aproximan  á  sólo  6  leguas  separados  por  colinitas.  El  camino  al 
primero  pasa  por  los  caseríos  de  Uchipayaco  y  Guineo,  donde  se 
toma  la  canoa  para  bajar  por  un  riachuelo  en  cuya  boca  está  el 
pueblo  de  í^an  Diego,  próximo  al  de  San  Juan,  donde  hay  buenos 
lavaderos  de  oro  y  se  goza  de  una  espléndida  vista  sobre  los  Andes, 
que  azulosos  se  alzan  en  lontananza. 


NuEV;)  Geografía  de  Colombia 


El  río  Putumayo,  aun  cuando  inferior  en  aguas  al  Caquetá,  le 
supera  como  vta  comercial,  por  no  tener  raudales  y  permitir  en 
invierno  el  acceso  de  los  vapores  hasta  el  pie  mismo  de  la  cordi- 
llera. Cerca  de  la  boca  del  Guamues  tiene  el  villorrio  de  San  José, 
y  á  las  14  leg-uas  de  navegación  se  encuentra  el  camino  de  San 
Miguel  de  Sucumbios.á  orillas  del  río  de  su  nombre,  navegable, 
que  por  el  Aguarieo  conduce  hacia  su  vecino  el  caudaloso  Ñapo. 
Más  abajo,  donde  ya  es  permanentemente  navegable  el  Putumayo, 
está  Tapacumtf,  con  camino  de  tierra  al  no  muy  distante  Caquetá. 
Las  160  leguas  del  hermoso  Iza,  navegables  por  vapor,  poco,  muy 
poco,  se  aprovechan  en  la  actualidad,  y  apenas  la  trafican  los  in- 
dios nbereñis,  diestros  pescadores  que  hacen  gran  consumo  del 
aceite  de  huevo  de  tortuga,  y  que  se  pintan  y  adornan  con  hojas 
olorosas,  y  los  brasileros,  quienes  nos  disputan  su  parte  inferior. 


171— El   Ñapo— Sfgiín  Wie 


En  las  cabeceras  del  Aguarieo  se  levanta  imponente  la  cor- 
dillera, señoreada  por  el  hermoso  Cayambe,  visible  mojón  de 
nuestra  frontera.  De  ahí  hacía  el  N.  se  extiende  en  lontananza 
una  cadena  no  interrumpida  de  montañas  que  se  pierde  confundi- 
da con  un  cielo  casi  siempre  cubierto  de  nubes.  Delante  de  estas 
masas  se  observan  cimas  escarpadas,  picos  aislados,  relieves  re- 
dondeados ó  fracturados,  pero  en  pocos  lugares  aparece  la  roca 
desnuda.  Por  el  otro  lado  se  elevan  aquí  y  allá  colinas  aisladas  que 
matizan  el  terreno.  Abundantes  aguas  surgen  de  esas  alturas  ves- 
tidas de  vegetación  vigorosa,  las  que  tras  precipitarse  torrenciales, 
forman  luego  esos  ríos  y  lagunas  que  vivifican  la  parte  plana  y 
ardiente. 


696  Nueva  Geografía  de  Colombu 


De  Mocoa  al  Caquetá  el  camino  es  idénticamente  lar^o  y  re- 
mata en  el  pueblecillo  de  Limón,  que  le  sirve  de  puerto.  El  río 
que  da  nombre  á  estas  comarcas  nace  entre  los  páramos  veci- 
nos del  nudo  de  Las  Papas,  y  por  el  valle  de  esta  denominación, 
que  visto  de  las  alturas  presenta  un  hermoso  cuadro,  serpea  por 
un  terreno  plano  pero  pantanoso,  y  cerca  de  las  lagunetas  que  le 
dan  origen  se  levantan  algunos  cerritos  que  contrastan  admirable- 
mente con  la  concha  de  verdura.  De  allí  sale  el  rfo  despeñándose 


Figuri  37Í— Piisaje  del  Alio  Caqueti— De  íotognííí 


por  los  raudales  de  Ventanas,  y  asf  enfurecido  sigue  su  carrera 
aumentando  sin  cesar  el  caudal  de  sus  aguas  hasta  Limón,  y  aun 
cuando  desde  aquí  se  le  navega,  no  es  sino  con  peligro,  por  la 
fuerza  de  la  corriente,  de  suerte  que  hasta  Pacayaco,  6  sea  en  5 
leguas,  es  imposible  hacerlo  en  las  crecientes,  por  los  chorros  y 
raudales.  Luego,  á  medida  que  se  aleja  de  los  últimos  estribos  de 
la  cordillera,  los  chorros  se  aminoran,  pero  son  peligrosos  hasta 
Solano,  y  sin  embargo,  esta  es  la  tínica  vía  de  acceso  por  esta 
parte  á  la  capital  de  la  comarca. 

Tanto  estos  caseríos  como  algunos  otros,  más  miserables  atín, 
son  restos  de  antiguas  misiones  que  una  vez  abandonadas  fueron 
medio  dominados  por  una  exuberante  vegetación  en  la  cual  se  en- 
cuentra silvestre  el  canelo,  plantado  por  el  botánico  Ruiz,  en  me- 
dio de  cacaotales  y  otras  plantas  preciosas  por  su  madera,  goma 
ó  resina  que  los  indios  venden  á  los  pocos  traficantes  que  se  atre- 
ven í  ir  en  su  busca  hasta  esas  apartadas  regiones. 

En  seguida  el  río  se  engrosa  con  el  C^eguasa,  que  recoge  el 
Bodoquera-grande,  que  hacen  parte  del  camino  del  Tolima  i  las 


Nueva  Geografía  de  Colombia  697 


selvas.  Desde  que  se  pasa  la  cumbre  única  y  no  muy  elevada  de  la 
gran  cordillera  oriental  frente  á  la  Ceja,  parece  que  el  viajero  se 
halla  en  un  nuevo  mundo,  separado  de  toda  relación  humana, 
rodeado  de  cerros  cubiertos  de  un  bosque  oscuro  que  desciende 
en  desorden  hacia  una  inmensa  masa  de  vegetación  que  forma 
horizonte,  y  en  la  que  no  se  distingue  rastro  algiino  de  agricultu- 
ra. Los  últimos  cerros  se  presentan  al  espectador  como  islas  en 
medio  de  un  mar  verde  oscuro ;  y  la  selva  es  tan  tupida  y  tan  ho- 
josa, que  no  deja  ver  el  suelo  que  la  alimenta  ni  el  laberinto  de 
ríos  y  lagunas  que  la  riegan  y  fecundan.  Para  llegar  á  la  dilatada 
planicie  que  se  admira  desde  la  cumbre  de  la  cordillera,  se  gastan 
seis  días  de  penoso  viaje,  no  se  encuentran  sino  algunas  chozas  que 
parecen  como  anegadas  en  ese  mar  de  vegetación,  pero  que  con- 
suelan el  ánimo  y  permiten  algún  reposo,  imposible  en  otras  par- 
tes por  las  fieras  y  los  reptiles.  Terminada  la  vía  terrestre,  es  pre- 
ciso embarcarse  en  una  frágil  canoa,  abandonándose  á  la  voluntad 
de  indios  salvajes,  cuyo  idioma  no  se  entiende,  para  surcar  un  río 
correntoso  que  serpentea  en  medio  de  los  últimos  remates  de  la 
cordillera,  un  río  lleno  de  raudales  y  saltos,  que  nadie  osaría  na- 
vegar en  países  civilizados,  y  aquí  lo  es  merced  á  la  incomparable 
agilidad  de  los  indios,  con  el  aditamento  de  un  clima  abrasador, 
de  una  tierra  llena  de  insectos  ponzoñosos,  de  una  atmósfera  hú- 
meda y  cargada  de  miasmas  deletéreos,  por  ante  una  calle  de  ver- 
dura, sin  otros  lugares  para  pernoctar  que  algunas  playas  donde 
el  atormentador  zancudo  reemplaza  á  los  mosquitos  y  jejenes  del 
día.  En  el  Orteguasa  mejora  la  navegación  y  se  hallan  algunas 
rancherías  habitadas  por  indios  sumidos  en  el  mayor  embruteci- 
miento, y  de  su  desembocadura  se  divisan  hacia  el  N.  las  cimas 
del  Caguán  y  el  Ajajú. 

Cuanto  al  Caquetá,  recorre  majestuoso  la  dilatada  planicie, 
ahora  aplanada  como  un  espejo,  rico  con  las  aguas  recogidas  en 
dilatada  superficie,  dejando  ver  en  sus  largos  giros  grandes  exten- 
siones cubiertas  de  agua  y  sembradas  de  islas  de  sin  igual  verdor. 
La  vegetación  es  de  una  riqueza  y  variedad  imponderables,  y 
el  boa  constrictor  es  el  terror  de  los  indios,  que  temen  caer  en  las 
celadas  que  tiende  á  los  animales  montaraces  cerca  de  los  bebe- 
deros, y  creen  además  que  con  su  aliento  puede  atraer  á  quien 
pasa  á  corta  distancia.  Por  fortuna  este  animal  huye  de  las  aguas 
navegables,  exentas  además  de  caimanes  por  los  saltos  que  cortan 
su  carrera. 

Navegando  el  Caqúetá  se  pasa  por  la  boca  del  Micaya,  que 
abre  paso  al  Putumayo,  aquí  distante  20  leguas,  espacio  en  que 
viven  indios  que  se  cubren  el  cuerpo  con  mantas  de  corteza  para 
librarse  de  los  muchos  insectos  que  pueblan  una  atmósfera  abra- 
sada pero  que  refrescan  frecuentes  chaparrones.  No  muy  lejos 
desemboca  el  Caguán,  bajo  la  misma  línea  equinoccial,  río  que 
nace  en  la  cordillera  detrás  del  Gigante,  tiene  larga  navegación, 
tuvo  antes  en  sus  cabeceras  el  pueblo  de  su  nombre,  y  en  los  últi- 
mos años  ha  sido  frecuentado  por  los  caucheros  tolimenses  que 
explotan  es^is  riquísimas  comarcas. 

Nuiv^  Geograjia  dé  C^lombúi  tomo  i — ^45 


698  Nueva  Geogkafi'a  de  Colombia 


Descendiendo  el  Caquetá  se  encuentran  multitud  de  caitos  y 
rfos  que  engruesan  la  arteria  principal,  y  como  salen  de  entre  la 
densa  selva,  se  ignora  su  curso,  excepto  el  de  unos  pocos  que  su- 
ben por  algunos  miriámetros  los  varios  traficantes  psstusos  de  la. 
región,  que  luego  por  las  manchas  de  sabana,  verdaderos  oasis  en- 
tre la  gran  montaña,  alcanza  la  extensa  zona  que  habitan  los  gua- 
guas, quienes  comercian  de  un  modo  singular,  pues  prueban  las 


Figura  173    Salto  de  Cuemany  en  el  \'apur¿ — Según  Ctevaui 


herramientas  contra  los  más  duros  palos  del  bosque,  las  rechazan 
si  no  resisten  á  sus  fuertes  golpes,  y  en  caso  contrario,  principian 
á  preparar  los  artículos  que  habrán  de  dar  en  cambio,  lo  que  de- 
manda larga  estadía  en  un  territorio  malsano  y  lleno  de  peligros. 
Más  abajo  del  río  Imayá  nadie  osa  navegar  el  Caquetá,  asi  por  te- 
mor á  los  indios  güitotos,  como  por  el  gran  salto  de  Araracuara, 
Ariza,  Parida  6  Macígua,  donde  el  ancho  río  se  estrecha  de  repen- 
te entre  blancos  murallones  y  tras  dos  raudales  se  precipita  en 
vistosa  catarata  á  una  caldera  de  40  ms.,  que  forma  un  magnífico 
paisaje,  pero  que  será  un  otstáculo  invencible  á  la  navegación  por 
vapor,  sin  solución  de  continuidad  en  este  gran  río,  lo  que  explica 
que  por  su  cauce  no  haya  subido  la  civilización  hacia  las  faldas  de 
los  Andes. 

Este  vio  Macaya  no  es  otro  que  el  Engaños,  que  recoge  el  Ta- 
raira,  de  donde  por  un  corto  arrastradero  se  pasa  al  Tequia, 
afluente  del  caudaloso  Vaupes,  que  remontan  los  brasileros  hasta 
la  zona  de  sus  raudales,  como  sus  propios  dominios,  á  negociar 
con  los  indios  los  productos  de  la  magnlñca  selva  que  cubre  estas 
dilatadas  llanuras  y  asombra  al  viajero  por  su  frescura,  verdor  y 


Nueva  Gkogkafi'a  de  Colombia 


variedad  de  especies,  y  que  en  la  hoya  de  su  afluente  el  Apaporis 
encierra  esos  relieves  graníticos  que  de  lejos  parecen  las  ruinas 
de  una  gran  ciudaJ.  Los  raudales  cierran  á  las  barcas  el  paso  del 
alto  Vaupes,  que  por  lo  mismo  recibe  en  vano  aguas  navegables 
nacidas  al  respaldo  de  Neiva,  y  ya  con  alg'unos  colonos  y  cultivos. 
Allí  la  cordillera  forma  en  su  ancho  lomo  una  especie  de  valle  frío, 
el  de  Barandillas,  al  N.  de  los  páramos  de  los  Fardaos,  al  S.  de  las 
fuentes  del  Guayabero  y  al  Oriente  de  la  elevada  y  agreste  serra- 
nía de  Leiva  ó  los  Picachos,  cuyos  líltimos  estribos  son  las  hileras 
de  colinas  que  forman  las  angosturas  del  Guayabero,  y  á  la  vez  que 
presentan  tierras  habitables  para  el  europeo  en  pleno  Caquetá,  por 
asi  decir,  inutilizan  como  caminos  de  explotación  los  grandes  ríos 
que  corren  á  sus  pies. 

Si  el  Caquetá  ostenta  todo  el  lujo,  belleza,  vigor  y  lozanía  que 
puede  alcanzar  la  naturaleza  en  el  trópico,  á  pesar  de  lo  variado 
de  su  aspecto,  dondequiera  ofrece  sólo  cuadros  austeros  y  melan- 
cólicos que  dominan  el  ánimo  por  su  sello  de  salvaje  tranquilidad 
que  desafia  el  orgullo  de  los  hombres,  que  no  lo  pueden  dominar. 
En  extremo  tranquilo  y  apacible  es  realmente  el  paisaje  de  la 
Amazonia  superior.  Los  suelos  doblados,  los  terrenos  montañosos, 
en  cierto  modo  tienen  un  aspecto  alarmante  ;  las  crestas  que  recor- 
tan caprichosamente  el  horizonte,  la  tierra  con  sus  desigualdades, 
semejan  olas  enormes  petrificadas.  Aquí  las  lineas  son  armoniosas  ; 
las  inmensas  llanuras,  las  suaves  colinas  vestidas  de  árboles  se  des- 


Figora  a74— S  Amazonas 


tacan  finamente  denticuladas  sobre  el  cielo;  la  tiorrase  ha  aplana- 
do como  la  superíicie  de  un  líquido  que  cesa  de  hervir.  El  país  casi 
no  cambia  de  aspecto,  á  pesar  de  su  esplendor ;  ríos  que  se  dilatan 


700  Nueva  Geografía  de  Colombia 


como  enormes  sábanas^  de  ag'ua  apacible  en  verano,  de  volumen 
triplicado  en  invierno,  orlados  de  magfnffícos  bosques  de  inmensa 
monotonía  para  el  simple  transeúnte,  pero  de  infinita  variedad  para 
el  naturalista. 


Con  estas  líneas  cerramos  las  pág-inas  consagfradas  á  descri- 
bir el  aspecto  físico  de  Colombia,  las  cuales  á  la  vez  constituyen 
una  geografía  pintoresca  y  económica  y  forman  un  cuadro  de 
conjunto  que  por  ser  el  primero  en  su  especie,  de  seguro  adolece- 
rá de  errores  y  omisiones,  pero  que  será  muy  fácil  completar  y 
corregir  en  sus  líneas  y  detalles  secundarios,  quedando  siempre  en 
pie  sus  líneas  fundamentales,  que  por  acomodarse  á  la  obra  de  la 
naturaleza,  no  están  á  merced  de  las  vicisitudes  humanas.  Con 
ellas  ponemos  término  al  estudio  general  de  la  geografía  física  del 
territorio,  6  sea  el  cimiento  y  habitáculo  del  pueblo  colombiano. 


CAPITULO  SEGUNDO 


Capacidad  productora  del  suelo 


Generalidades— La  Geografía  física,  es  decir,  el  conoci- 
miento del  relieve  de  un  territorio,  es  el  fundamento  de  la  Geogra- 
fía económica  6  comercial ;  el  clima  y  la  composición  del  suelo  de- 
ciden de  la  repartición  de  los  cultivos  y  de  su  calidad ;  la  actividad 
industrial  de  un  país,  se  desarrolla  en  proporción  directa  con  las 
riquezas  del  subsuelo,  en  especial  con  la  abundancia  de  hierro  y 
carbón  de  piedra  ó  de  las  caídas  de  agua,  fuentes  irreemplazables 
de  toda  fuerza  motriz,  y  de  la  facilidad  con  que  pueden  adquirirse 
las  materias  primas  que  transforman  las  manufacturas ;  los  cami- 
nos, ferrocarriles  y  canales  que  activan  la  circulación  de  los  pro- 
ductos y  facilitan  su  conducción  á  los  diversos  mercados,  son  los 
principales  agentes  de  la  producción  de  las  riquezas.  Ahora  bien  : 
las  grandes  vías  comerciales,  las  que  aun  se  utilizan,  se  han  amol- 
dado siempre  á  la  configuración  del  suelo,  pues  siguen  los  grandes 
valles,  y  para  franquear  las  montañas  interpuestas,  buscan  los  puer- 
tos más  bajos  ó  más  fácilmente  accesibles.  Por  esto,  en  seguida  del 
estudio  de  la  configuración  del  suelo,  debe  hacerse  el  de  sus  capa, 
cidades  productoras,  para  sentar  sobre  ambos  el  de  la  Geografía 
política,  ó  sea  la  obra  que  han  cumplido  los  hombres  en  ese  suelo, 
ya  para  organizar  la  sociedad,  ya  para  explotar  sus  riquezas. 

Esto  sentado,  estudiaremos  rápidamente  los  cultivos,  ó  sea  la 
producción  agrícola  y  ganadera,  la  mineria,  las  industrias,  las  vías 
de  comunicación,  el  comercio  y  las   instituciones  de  crédito,  suje- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  701 


tándonos  al  método  generalmente  adoptado  en  los  tratados  euro- 
peos sobre  la  materia. 

En  efecto,  sin  riesgo  de  error  pueden  hacerse  las  siguientes 
afirmaciones,  de  las  cuales  se  deduce  lo  que  habrá  de  ser  Colom- 
bia en  lo  por  venir,  y  por  lo  tanto  las  bases  de  todo  plan  de  progre- 
so aplicado  á  nuestro  territorio : 

I .°  Nunca  civilización  digna  de  este  nombre  y  de  larga  dura- 
ción surgió  en  las  regiones  ásperas  ó  montañosas,  sino  en  los 
grandes  valles  de  los  ríos  navegables,  ó  en  las  planicies  y  tierras 
onduladas  próximas  al  océano  ;  cabe  el  progreso  en  los  ardores  del 
trópico,  pero  no  en  las  grandes  altitudes  sobre  el  mar. 

2.°  Jamás  ningún  gran  Estado  ha  visto  formarse  su  centro  y 
nudo  vital  en  espacios  murados  por  altas  serranías,  porque  en 
éstas  las  dificultades  del  tráfico  limitan  la  producción  de  los  artícu- 
los de  consumo  á  las  necesidades  locales,  con  perjuicio  de  su  ba- 
ratura. 

3.°  No  registra  la  historia  que  en  las  altas  montañas  se  haya 
establecido  y  desarrollado  nunca  uno  de  esos  grandes  estableci- 
mientos industriales  que  acaban  por  convertirse  en  reguladores  de 
los  mercados  y  centros  importantes  de  población. 

4.°  Las  regiones  montañosas  se  han  dominado  siempre  con- 
quistándolas de  la  base  hacia  la  cumbre,  porque  así  cada  paso  que 
se  avanza  es  una  conquista  definitiva,  lo  que  no  sucedeen  el  caso 
contrario;  en  el  período  histórico  ningiin  pueblo  montañés  ha  lo- 
grado convertirse  en  un  grande  Estado. 

5.°  Ninguna  gran  ciudad,  de  esas  que  en  un  país  dado  son 
sus  metrópolis  y  los  apoyos  más  seguros  del  progreso,  ha  crecido 
entre  las  montañas,  y  jamás  ninguna  se  ha  desarrollado  rápida- 
mente en  tales  condiciones.  Todas  las  grandes  ciudades  del  globo 
son  marítimas  ó  poco  menos,  y  no  hay  ninguna  producida  natural- 
mente por  el  comercio  á  más  de  100  metros  de  altitud. 

6.°  En  todo  país  hay  una  ley  de  altitudes,  relacionada  con 
la  general  del  mismo  que  rige  su  desarrollo,  y  contra  la  cual  no 
debe  lucharse,  puesto  que  á  la  postre  esos  esfuerzos  acaban  por 
ser  nugatorios  ó  perdidos,  lo  que  es  ruinoso  para  una  nación. 

Situada  Colombia  entre  México  y  la  América  Central  al  NW., 
las  Antillas  y  el  Caribe  al  N.,  Venezuela  y  las  Guayanas  al  E., 
Brasil,  Perú  y  Ecuador  al  S.  y  el  Pacífico  al  W.,  participa  del  cli- 
ma y  condiciones  económicas  de  todos  estos  países,  y  tiene  otras 
que  le  son  especiales,  de  donde  la  imposibilidad  de  incluirla  en  los 
moldes  comunes,  so  pena  de  incurrir  en  gravísimos  errores.  El  pro- 
fesor Deville  la  considera  como  la  comarca  mejor  dotada  en  la 
América  tropical ;  el  viajero  Safíray  la  mira  como  llamada  á  ocu- 
par el  primer  puesto  entre  los  Estados  de  la  América  latina,  y  el 
geógrafo  E.  Reclus  estima  que  "  si  las  naciones  se  asemejan  al 
suelo  que  las  sustenta,  ¿qué  no  debemos  esperar  de  este  país  don- 
de se  aproximan  los  dos  grandes  océanos,  donde  se  encuentran  su- 
perpuestos todos  los  climas,  donde  se  cruzan  todos  los  productos, 
donde  cinco  cadenas  de  montañas  se  ramifican  para  crear  una  ma- 
ravillosa diversidad  de  sitios  ?  "  Por  su  istmo  de  Panamá  servirá 
de  escala  y  punto  de  cita  de  los  pueblos  de  Europa  occidental  y 


NUXVA  GlOGKAnA  DE  CoLOMBU 


de  los  del  extremo  Oriente,  y  sera  aM',  corro  lo  ;  -.ese^tfa  Cristo 
bal  C^lón,  donde  vendrán  á  soldarse  las  extremidades  det  anillo 

que  eicierra  e!  g;lobo. 


Indicadas  las  ventajas  naturales,  señalemos  suü  inconvenien- 
tes. Desde  el  punto  d;  vista  ideográfico,  Colombia  presenta  seis 
clasi;s  dü  dificultades ;  serranías  gigantescas  y  uniformes  que,  fal- 
tas de  acentuados  puertos,  son  un  obstáculo  grave  para  las  comu- 
nicaciones; perímetro  litoral  poco  menos  que  uniforme,  es  decir, 
sin  esa  variedad  de  estructura  y  complicación  de  formas  que  indi- 
can una  tierra  bien  aiiropiada  para  el  desarrollo  de  las  sociedades  ; 
calores  enervantes  y  continuos  en  los  lugares  bajos;  frío  soste- 
nido en  las  montañas,  y  por  lo  mismo  ausencia  de  alternabilidad 
en  las  temperaturas,  elemento  indispensable  para  el  desarrollo  de 
ciertos  ramos  de  cultura ;  extensas  llanuras  ó  partes  bajas,  adn  en 
vía  de  formación,  por  así  decir,  y  sujetas  i  exceso  ó  i  falta  de  hu- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  703 


medad,  cálidas  y  por  consiguiente  de  aplicaciones  obligadas  para 
sus  habitantes ;  ríos  de  ordinario  obstruidos  por  rápidos  y  angostu- 
ras, 6  por  bancos  de  arena  y  palizadas ;  y  en  fín,  extensas  selvas 
casi  impenetrables  que  separan  ciertas  porciones  de  la  misma  ma- 
nera que  las  cordilleras. 

A  estos  inconvenientes  debemos  agregar  la  dificultad  y  cares- 
tía de  los  transportes,  la  falta  de  brazos  y  de  capiíales  y  la  poca  so- 
lidaridad de  los  habitantes,  que  perjudican  el  progreso  de  la  agricul- 
tura y  de  la  industria,  no  obstante  la  diversidad  de  climas,  la  fer- 
tilidad del  suelo,  la  exuberancia  de  la  vegetación  y  los  variados  pro- 
ductos naturales  que  ofrece  al  hombre;  sobre  una  superficie  que 
iguala  á  la  de  Francia,  Suiza  é  Italia  reunidas,  apenas  existen 
seis  (?)  millones  de  habitantes,  cuando  en  aquéllas  vive  un  centenar. 
Por  lo  pronto  el  Viejo  Mundo  no  nos  envía  trabajadores  como  á 
otras  regiones  de  la  tierra,  y  la  mayor  parte  de  las  riquezas  colom- 
bianas yacen  inexplotadas,  perdiéndose  para  el  comercio  del  globo 
valores  que  no  pueden  estimarse  en  menos  de  un  millón  de  pesos 
diarios,  producción  probable  el  día  en  que  Colombia,  en  vez  de  un 
millón  de  trabajadores,  disponga  del  numero  de  los  que  poseen 
Francia  ó  Inglaterra  en  la  actualidad. 

Mirada  en  su  conjunto,  Cofombia  se  divide  en  montes  y  lla- 
nuras, en  tierras  altas  y  bajas,  en  regiones  marítimas  y  continen- 
tales, en  zonas  tropicales  y  subtropicales,  en  comarcas  agrícolas, 
ganaderas,  mineras  é  industriales,  es  decir,  presenta  un  resumen 
del  globo  entero,  lo  que  ha  sido  quizás  una  de  las  causas  de  su 
atraso,  pues  como  lo  ha  obs<?rvado  un  notable  naturalista  sueco, 
esas  variedades  cuando  se  mezclan  y  alternan  en  corto  espacio, 
dificultan  la  explotación  en  grande  escala,  de  donde  la  superiori- 
dad de  los  bosques  escandinavos,  por  ejemplo,  que  no  encierran 
sino  dos  especies  de  árboles,  sobre  los  amazónicos,  donde  hay  un 
millar ;  de  donde  la  superioridad  del  Farwest  americano,  que  no 
puede  producir  sino  un  solo  fruto  en  una  inmensa  extensión,  sobre 
la  intercordillera  andina,  que  produce  todas  las  plantas  utilizadas 
por  la  humanidad.  Consecuencia  de  semejantes  condiciones  es  la 
lentitud  del  progreso;  pero  también  ese  progreso,  una  vez  cumpli- 
do, promete  resultados  de  tal  magnitud,  que  la  imaginación,  des- 
lumbrada, no  puede  calcular. 

Vista  por  su  parte  occidental,  Colombia  como  el  Ecuador  y 
«1  Perú,  comprende  una  Cos/a  6  región  peco  doblada  á  lo  largo 
del  litoral  Pacífico ;  una  sierra  ó  faja  de  altas  mesetas  dominada 
por  los  picos  nevados  de  los  Andes,  con  valles  bajos  caldeados  por 
el  sol,  y  una  montaña  ó  región  trasandina,  ya  en  la  hoya  amazónica, 
rica  en  bosques  y  cubierta  por  un  suelo  vegetal  de  una  fecundidad 
prodigiosa. 

Considerada  por  el  Norte  y  Nordeste,  lo  mismo  que  Venezue* 
la,  presenta  una  zona  de  iierras  bajas  ó  agr .colas,  muchísimo  más 
extensa,  de  extraordinaria  fertilidad  ;  una  zona  de  llanos  y  sabanas 
favorable  para  la  cría  de  ganados  y  capaz  de  mantenerlos  por 
millares  de  cabezas,  y  una  zona  forestal  extensa,  cubierta  de  selvas 
TÍrgenes,  casi  inhabitada  y  suficiente  para  sustentar  muchos  millo- 
nes de  habitantes. 


NuKVA  GeogkafÍa  dk  Colohua 


Las  afamadas  selvas  y  placeres  auríferos  de  Guayana  no 
equivalen  á  los  del  Chocó ;  las  zonas  brasileras  de  la  Amazonia,  del 
café  y  de  los  cereales,  son  inferiores  á  las  análogas  existentes  en  Co- 
lombia ;  los  tesoros  ponderados  de  la  América  Central  se  encuen. 
tran  también  en  Panamá  y  Darién,  partes  integrantes  de  aquélla  ; 


Figura  176 — Paisaje  de  los  aliedetlorct  de  Cali — Según  £.  Andrie 

las  tierras  calientes  templadas  y  fr(as  de  México  apenas  son  débil 
espécimen  de  las  similares  de  nuestros  Andes  ;  los  bancos  de  coral, 
los  calcáreos,  los  montes  y  volcanes  de  las  Antillas,  no  son  supe- 
riores á  los  semejantes  de  la  Costa,  que  en  cambio  encierra  la 
Sierra  Nevada  de  Santa  Marta,  centro  natural  de  las  regalones 
mencionadas,  como  que  sita  i  orillas  del  mar,  dista  igfualmente  de 
Caracas  y  de  Colón,  de  la  boca  del  Orinoco  y  del  lago  de  Nicara- 
gua, de  la  boca  del  Amazonas  y  de  la  del  Mississippi,  de  Ríojaneí- 
r«  y  de  Valparaíso,  de  México  y  de  Nuera  York. 


América  se  tiende  de  N.  á  S.,  como  barrera  destinada  á  ce- 
rrar el  paso  á  los  vientos  y  corrientes  que  vienen  de  Europa,  hacia 
la  cual  vuelve  sus  garandes  llanuras  y  ríos  navegables,  lo  que  á  pti- 
mera  vista  incita  á  suponer  que  ese  sea  el  frente  natural  del  Nue- 
vo Mundo,  y  por  ende  el  rumbo  de  las  grandes  vías  que  se  impo- 
nen á  las  secciones  políticas  en  que  hoy  está  dividido. 


Nueva  Geografía  de  Colokúia  705 


Empero,  en  Colombia  esto  no  es  verdad,  á  pesar  de  que  los 
Andes  se  recargan  contra  el  Pacífico,  porque  por  el  lado  oriental, 
sobre  no  tener  puertos  propios  el  país,  éstos  quedan  en  exti  emo  dis- 
tantes, en  condiciones  aleatorias  para  el  comercio,  separados  del 
interior  por  grandes  espacios  desiertos  ó  poco  menos,  y  los  ríos 
que  pudieran  utilizarse  como  caminos,  están  obstruidos  en  parte  por 
raudales  ó  ang-osturas. 

Las  cordilleras  colombianas  se  tienden  en  abanico  y  van  á 
morir  en  las  costas  del  Caribe,  guardan  con  sus  lomos  grandes 
ríos,  y  por  sus  valles  nos  ha  llegado  la  civilización  :  ¿es  este  el  fren- 
te natural  del  país  ?  N#  lo  creemos,  no  obstante  que  por  ellos  tam- 
bién se  consumó  la  grande  invasión  caribe,  porque  las  vías  que  en- 
cierra son  demasiado  largas,  concluyen  en  un  mar  poco  abierto,  y 
sus  ríos  se  encuentran  cortados  por  obstáculos  casi  insuperables  á 
la  navegación  por  vapor. 

¿  Entonces  será  el  Pacífico  nuestro  frente  natural,  puesto  que 
el  Canal  de  Panamá  habrá  de  suprimir  la  vuelta  del  Cabo  de  Hor- 
nos ;  en  ese  rumbo  se  extiende  la  gran  depresión  media  de  los  An- 
des, y  por  el  Sur  entraron  las  invasiones  chibchas  y  quichuas  ? 
Tampoco  es  admisible  esta  solución,  porque  la  distancia  del  Pacífi- 
co á  ciertas  partes  del  país  es  enorme,  y  casi  insuperables  las  difi- 
cultades intermedias. 

La  verdad  es  que  Colombia,  por  su  posición  y  topografía,  no 
tiene  un  solo  frente  natural,  como  ya  lo  evidenció  la  Conquista, 
cuando  á  pesar  de  ser  su  Costa  Atlántica  una  de  las  primeras  des- 
cubiertas por  Colón,  su  litoral  Pacífico  él  primero  pisado  por  los 
peninsulares,  y  las  bocas  del  Orinoco  y  del  Amazonas  vistas  desde 
buena  hora,  al  interior  no  llegaron  los  Conquistadores  sino  conver- 
giendo simultáneamente  del  Caribe,  del  Pacífico  y  de  los  Llanos. 
Cumplido  este  acontecimiento  decisivo  para  nuestra  Geografía  eco- 
nómica, la  primera  ruta  comercial  de  España  al  Perú  pasó  por  los 
valles  del  Magdalena  y  el  Patía ;  la  navegación  del  Orinoco  pro- 
dujo el  desarrollo  de  las  Misiones  en  esas  comarcas ;  recientemen- 
te se  ha  lanzado  la  idea  de  un  ferrocarril  intercontinental  Norte - 
Sudamericano,  atravesando  el  Chocó  y  el  Patía  con  ramales  á  Ca- 
racas y  Bogotá,  y,  en  fin,  en  el  mismo  país  ha  sido  acentuada  la 
tendencia  á  construir  los  tres  grandes  ferrocarriles  del  Norte,  del 
Meta  y  del  Pacífico. 

Natural  sería  que  esta  verdad  fundamental  para  nuestro  des- 
arrollo económico,  á  la  fecha  estuviera  cristalizada  en  todos  los  ce- 
rebros y  presidiera  los  trabajos  que  se  ejecutan  con  tal  fin  ;  y  sin 
embargo  eso  no  ha  sucedido  aún,  conforme  lo  demuestran  las  fluc- 
tuaciones que  á  diario  se  observan  en  el  particular,  á  pesar  de  las 
decisivas  lecciones  de  la  experiencia.  Desde  tiempo  inmemorial 
los  mencionados  tres  frentes  solicitan  la  atención  especial  del  cen- 
tro, tratando  cada  cual  de  inclinarlo  hacia  él,  y  lo  consigue»  i  ve- 
ces por  breve  tiempo,  mientras  los  otros  reaccionan  volviéndose  en- 
tonces á  una  especie  de  siaíu  quo  enervante,  con  el  aditamento  de 
la  pérdida  de  las  sumas  invertidas  en  la  abandonada  empresa.  Y 
así  marcharemos  como  ebrios  hasta  el  momento  en  que  prevalez- 
ca la  verdad,  y  el  centro  á  un  tiempo  y  de  una  manera  proporcio- 
nal, atienda  al  simultáneo  desarrollo  de  esas  tres  grandes  arterias, 
que  luego  vendrá  el  momento  de  cruzar  el  remate  del  abanico  mon- 


706  Nueva  Geografía  de  Colombia 


tanoso  con  una  g^ran  transversal  que  sirva  de  punto  de  partída  á  la 
vía  long-itudinal  de  los  Andes  occidentales,  y  de  concluir  la  similar 
de  los  Andes  orientales  que  con  la  otra  habrá  de  reunirse  allá  en 
el  Sur. 


Los  números,  á  pesar  de  lo  árido  de  su  lenguaje,  suelen  tener 
una  elocuencia  que  jamás  Mcanzan  los  más  afamados  oradores. 
Por  eso,  para  discutir  con  raztSn  las  cuestiones  de  medio  y  de  raza, 
conriene  presentar  previamente  los  siguientes  cuadros  : 

Cada  millón  de  ingleses  produce  1 1 2  millones  de  pesos  de  co- 
mercio anual. 

Cada  milWn  de  alemanes  produce  50  millones 

—  —   de  franceses  —      47      — 
—    de  italianos  —      20      — 

—  —   de  españoles  —       18      — 

—  —    de  portugueses  —       IJ      — 

—  —    de  norteamericanos      —      30      — 

—  —    de  argentinos  —      30      — 

—  —    de  brasileros  —      20      — 

—  —    de  chilenos  —       20       — 

—  —    de  centroamericanos     —       14      — 

—  —    de  mexicanos  —       10       — 

—  —   de  venezolanos  —       15       — 


NuivA  Geografía  ds  Colombia 


707 


Cada  millón  de  ecuatorianos 

_  _  de  dominicanos 

—  —  de  haitianos 

—  —  de  peruanos 

—  —  de  bolivianos 

—  —  de  colombianos 

—  —  de  hindus 

—  —  de  congole«5es 


produce  12  millones 

—  13  — 

—  19  — 

—  5  — 
-  S  — 

—  5  — 

—  4.5  — 


Y  los  zanzi bedanos,  no  obstante  ser  negros  africanos  del  tró- 
pico, dan  I  millón  por  cada  10,000  personas ;  de  modo  que  relati- 
vamente hablando,  ocupan  el  segundo  lugar  en  el  movimiento  co- 
mercial del  globo. 

Las  cifras  concernientes  á  Colombia  no  se  refieren  á  1900, 
como  se  comprende,  pero  tampoco  son  muy  viejas,  puesto  que  co- 
rresponden á  1896-97,  cuando  era  opinión  común  que  en  el  país  se 
contaban  6  millones  de  habitantes.  Redúzcase  esta  última  cifra  i 
5,  auméntese  la  otra  hasta  en  un  25  por  100,  y  con  todo  no  pasaría 
de  7  la  rata  indicada,  lo  que  muy  poco  modifica  el  lugar  que  nos 
corresponde  en  la  serie  anterior. 


CARACTERÍSTICAS  DEL  COMERCIO  DE  LA  AMERICA  TROPICAL 


PA 


(SES 


tí 

'O 

•3 

IC 

ja 

o 


Guatemala 1.300,000 

Salvador 810,000 

Hooduras 400,000 


Nicaragua 500,000 

Costarrica 310,000 

Haití 1.000,000 

I 
Santo  Domingo  ..|     450,000 

Puertorrico ,  1.000,000 

Cuba I  1.500,000 

Guadalupe-Marti- 
nica       400,000 

Venezuela 2.500,000 

Guayana  inglesa...'      280,000 

—  francesa 30,000 

Brasil .14.000,000 

Ecuador '  1.200,000 

Perú 4.200,000 

Colombia 5.500,000 


4 
6 

33 

9 
102 

13 

150 
3 

1.3 
0.4 

17 

4 
2.6 


4.1 


6 

9 

19 

6 

24 
lio 

18 
36 

'5 

2.5 
280 

25 
26 

30 


a  ^ 

0 

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2-3 

u 

§5 

la 

•■■N 

M  C 

'^ 

»            i 

12 

8 

II 

7.5 

65. 

5 

artículos  exportados 


I 


Cafe. 

Café,  ai^il,  tabaco. 
Metales  ñnos,  bananos,  ma- 
deras, café,  cueros,  caucho 
y  ganado. 
3      Cafe,  oro,  caucho,  madera, 

I     cueros,  ganado. 
5      Café,  bananos,  madera,  oro, 

cueros  caucho. 
12.5  Cacao,  café,  tabaco,  made- 
ra, bananos. 
4.5  Azúcar,  melaza,  café,  tabaco 
1 2      Café,  azúcar,  ganado,  tabaco 
4.5  Azúcar,  tabaco,  café. 


9 
20 

10 

I 

160 

9 
15 


16 


Azúcar,  melaza,  café,  cacao. 

Café,  cacao,  oro,  cueros,  ga- 
nado. 

Azúcar. 

;  Minerales. 

Café,  caucho,  azúcar,  algo- 

I     don,  tabaco. 

Cacao,  azúcar,  café,  caucho. 

Mineral,    azúcar,   algodón, 

I  lana,  cueros,  café,  arroz, 
bórax. 

Café,  metales  preciosos,  ta- 
baco, caucho,  cueros,  ma- 
deras, bananos. 


7o8 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


México,  no  obstante  tener  la  mitad  de  su  territorio  fuera  de 
los  trópicos,  exporta  en  primer  término,  sin  contar  los  metales  pre- 
ciosos, productos  de  aquellos  como  henequén,  café,  tabaco,  vaini- 
lla, &c.  Este  cuadro  dice  con  lóg-ica  irrefutable  cuál  es  nuestro 
verdadero  puesto  en  el  globo,  cuáles  las  causas  para  que  no  lo  ha- 
yamos alcanzado,  y  cuál  el  error  que  amenaza  llevarnos  á  un  abis- 
mo de  que  apenas  hemos  visto  negfrear  la  sima.  Esta  verdad  fun- 
damental se  hace  más  patente,  si  cabe,  cuando  se  considera  que  son 
los  países  de  la  América  tropical  que  tienen  más  porción  de  sus 
habitantes  en  las  tierras  f ñas,  los  que  menor  porcientaje  comercial 
dan  al  año,  y  que  de  esas  altitudes  sólo  minerales  se  envían  á  los 
grandes  mercados  del  globo. 


5     5*5bíU<nki 


-  4  Billones  d«  habitantes 


1780  1800  1850  1900 

.Figura  278 — Diagramas  de  la  distribución  y  desarrollo  de  los  habitantes 

por  zonas  climatológicas 

Cuma — El  clima  conviene  á  los  extranjeros  en  toda  la  amplitud 
del  país,  conforme  lo  demuestran  los  comerciantes,  agricultores  y 


Nueva  Geografía  de  Colombia  709 


obreros  establecidos  con  éxito  en  todos  los  puntos  de  Colombia,  aun 
en  aquellos  reputados  malsanos.  Europeos  y  naturales  están  suje-> 
tos  á  las  fíebres  amarilla  y  palúdica  hasta  los  1,000  ms.  de  altitud. 
De  1,500  á  2,800  se  desarrolla  la  zona  privilegiada  de  los  Andes, 
con  bastante  área  por  fortuna,  como  que  puede  alimentar  diez  mi- 
llones de  habitantes.  En  estas  tierras  altas  el  europeo  conserva 
toda  su  energía,  actividad  y  potencial  de  trabajo,  que  lo  hacen  su- 
perior á  los  perezosos  habitantes  de  los  trópicos ;  el  clima  es  per- 
fectamente sano,  fácil  la  pronta  aclimatación,  y  de  estos  suelos  los 
hay  casi  á  orillas  del  mar  en  Chiriquí,  en  María,  en  la  Nevada  de 
Santamarta  y  en  otras  regiones  de  Colombia.  Sin  embargo,  esto 
no  es  sino  una  apariencia,  una  ilusión. 

En  efecto,  siendo  Colombia  ante  todo  una  tierra  tropical,  lla- 
mada á  producir  artículos  de  esos  que  no  se  encuentran  en  la  zona 
templada  del  globo,  y  por  muchos  años  aiin  tributaría  obligada  de 
otros  países  desde  los  puntos  de  vista  mercantil  é  industríal,  lo  que 
interesa  es  el  cultivo  y  explotación  de  las  tierras  cálidas  y  ardientes, 
de  las  tierras  próximas  al  mar  ó  á  los  ríos  navegables,  en  las  cua- 
les la  higiene  será  poderoso  auxiliar  de  los  colonos,  que  de  ordina- 
rio no  sucumben  sino  por  no  guardar  los  preceptos  de  esa  ciencia 
por  falta  de  autodisciplina  que  los  abstenga  de  cierta  clase  de  ac- 
tos y  excesos  á  que  incita  esa  zona  con  s  1  clima,  producciones  y 
vida  fácil.  Necesaria  es  para  Colombia  la  emigración ;  pero  por  ra- 
zones obvias  no  sólo  se  requiere  la  europea,  que  trae  capitales  y 
cerebros,  sino  la  oriental,  que  del  Japón  y  la  India  procura  brazos 
adecuados  para  secundar  á  los  naturales  en  el  completo  dominio 
de  nuestra  zona  tropical,  donde  es  casi  impotente  el  hombre  aisla- 
do, y  que  no  entregará  sus  tesoros  sino  á  la  asociación  de  los  capita- 
les. La  iniciativa  individual  no  triunfa  sino  en  las  tierras  altas,  es 
decir,  eh  los  tibios  valles  de  las  cordilleras. 

Propiedad  y  colonización — En  Colombia  domina  el  régimen  de 
la  grande  propiedad,  de  manera  que  en  las  cercanías  mismas  de 
la  capital  se  numeran  fundos  de  millares  de  hectáreas.  Los  gran- 
des propietarios  son  los  Mancos  ó  descendientes  de  los  conquistado- 
res, y  por  desgracia,  de  ordinario  no  viven  en  sus  haciendas,  que 
confían  al  cuidado  de  mayordomos,  por  lo  común  ignorantes  y  ruti- 
neros en  achaque  de  explotaciones  agrícolas.  Según  los  cálculos 
que  han  podido  formularse,  existen  en  el  país  unos  3,000  hacenda- 
dos y  cosa  de  1 80,000  estancieros  ó  dueños  de  pequeñas  heredades ; 
en  algunos  puntos  los  propietarios  de  cortas  parcelas  son  numero- 
sos, pero  en  torno  de  los  principales  centros  poblados  sucede  lo 
contrario. 

En  todo  caso,  los  ricos  poco  se  preocupan  de  las  mejoras  agrí- 
colas y  sus  mil  nimiedades,  absorbidos  por  la  política,  y  los  estan- 
cieros ó  carecen  de  capital,  ó  no  gustan  cambiar  de  rutina.  Ape- 
nas se  conocen  en  el  país,  y  eso  en  determinados  centros,  las  má- 
quinas agrícolas  más  generalizadas  y  los  novísimos  sistemas  de 
cultivo  más  empleados  en  Europa  y  Estados  Unidos.  Algunos  natu- 
rales patriotas  y  unos  pocos  extranjeros  han  tratado  de  perfeccionar 
nuestra  agricultura,  pero  sin  éxito,  porque  la  población  indígena 
permanece  apegada  á  sus  rutinas,  y,  por  desgracia,  una  gran  parte 
de  la  masa  de  los  cultivadores  se  compone  de  peones^  es  decir,  de 
gentes  sin  domicilio  ñjo  ni  lazos  regulares  de  familia. 


NuBVA  GiOGKAFfx  DE  Colombia 


Figura  íjg — La  región  hidrogiiñca  del  alto  Meta — Escala :  i  ;  1.600.000 


NusvA  Geografía  de  Colombia  711 


La  población  de  Colombia  hoy,  como  hace  dos  siglos,  señala 
en  el  mapa  una  cinta  oblicua  de  la  Costa  á  la  frontera  ecuatoriana^ 
densa  en  contados  puntos,  muy  rala  en  otros,  y  por  lo  mismo  su  va- 
lor económico  es  escaso.  Los  europeos  afírman  que  los  indios  y  mes- 
tizos americanos  son  rebeldes  al  trabajo,  bribones,  desleales  y  bo- 
rrachos, y  que  con  ellos  no  puede  contarse  para  desarrollar  las  ri- 
quezas naturales  del  terreno,  y  agregan  que  los  blancos  prefieren 
la  vida  ociosa,  aman  ante  todo  la  política  y  las  revueltas,  y  no  edu- 
can convenientemente  la  mujer.  En  parte  tienen  razón ;  pero  la  ex- 
periencia ha  demostrado  que  la  principal  causa  de  tales  hechos  es 
la  falta  de  capitales  para  el  desarrollo  de  vastas  industrias,  y  de  há- 
biles directores  para  que  sean  fecundas  una  vez  establecidas.  Sin 
riesgo  de  equivocación,  puede  afirmarse  que  los  industriales  euro- 
peos hallarán  en  Colombia  brazos  y  cabezas  que  los  secundarán 
eficazmente  en  sus  empresas,  el  día  en  que  se  desprendan  de  las 
preocupaciones  que  abrigan  con  respecto  á  los  suramericanos. 

Lo  que  sí  es  cierto  es  que  las  razas  negra  y  de  color,  las  más 
adecuadas  para  el  trabajo  en  los  climas  ardientes,  por  no  haber- 
las sabido  educar  después  de  su  emancipación,  como  rehusan  tra- 
bajar en  las  plantaciones  de  los  blancos,  es  preciso  reemplazarlas 
con  emigrantes  adecuados,  so  pena  de  que  ese  vacío  no  se  colme 
.  en  siglos,  con  perjuicio  evidente  de  todos. 

Necesidad  premiosa  es,  pues,  alentar  la  emigración  é  imitar 
á  los  países  hispanoamericanos  que  nos  han  tomado  la  delantera 
en  esta  vía  :  en  México  el  Gobierno  exceptúa  á  los  emigrantes,  no 
sólo  del  servicio  militar,  sino  de  toda  especie  de  contribución  di- 
recta, de  derechos  de  exportación  sobre  sus  productos,  y  á  título 
gratuito  les  otorga  fundos  hasta  de  cien  hectáreas,  propiedad  que 
no  es  definitiva  sino  cuando  ya  han  cultivado  una  parte  de  ellos. 
En  Venezuela  el  Gobierno  les  entrega  seis  hectáreas  de  suelo 
cultivable,  una  cabana,  instrumentos  de  labranza,  y  después  del 
primer  año  un  numero  igual  de  hectáreas  á  las  en  ese  período  cul- 
tivadas. El  Brasil,  comprendiendo  que  sin  un  grande  aflujo  de  emi- 
gración libre  no  puede  haber  desarrollo   posible,  dicta  unas  tras 
otras  disposiciones  para  atraer  á  los  emigrantes  europeos,  les  dis- 
tribuye semillas,  les  anticipa  seis  pesos  en  oro,  herramientas  y  al- 
gún ganado.  La  República  Argentina,  que  se  había  adelantado  en 
este  camino  y  con  disposiciones  en  extremo  favorables  llamado  la 
atención  de  los  emigrantes  europeos,  ha  logrado  atraer  buen  nú- 
mero de  éstos,  que  en  la  fecha  ya  se  numeran  por  centenares  de 
miles  al  año,  y  es  consecuencia  natural  de  ese  movimiento  un  ex- 
traordinario desarrollo  comercial. 

Si  países  tan  bien  situados  como  los  Estados  Unidos  y  la  Ar- 
gentina, y  ya  conocidos  de  los  emigrantes,  se  han  visto  obligados  . 
á  establecer  en  los  principales  puertos  edificios  y  servicios  especia- 
les para  la  comodidad  de  los  emigrantes,  es  un  sueño  pensar  que 
á  Colombia  vengan  en  peores  condiciones.  Ya  Venezuela  tiene  unos 
treinta  millares  de  colonos  europeos  que  atraen  otros  escribiendo 
á  sus  familias  que  ese  país  es  de  un  suelo  privilegiado,  donde  pros- 
j)era  todo  cultivo ;  y  bien  sabemos  cuánto  le  supera  á  este  resj)ecto 
el  de  Colombia. 


NiTivA  Geografía  di  Colombia 


I Y  qué  mucho  que  en  el  Extranjero  se  ten^fan  ciertas  ideas  so- 
bre la  colonizacidn  de  las  tierras  calientes,  si  ellas  se  encuentran 
en  los  labios  mismos  de  los  colombianos,  no  obstante  su  inexacti- 
tud !  La  Amazonia  se  ha  pintado  como  un  infierno,  y  de  ella  dice 
el  eminente  Agazis  que  tiene  "  uno  de  los  climas  mis  salubres  y 
m¿s  deliciosos  del  mundo,  con  inmensas  colonias  extranjeras  (en 
el  Brasil)  ricas  y  prósperas."  Los  franceses  miran  su  colonia  de 
Cayena  como  una  de  las  comarcas  más  insalubres  del  globo,  y  la 
tienen  en  el  mayor  abandono,  en  tanto  que  los  ingleses  han  h'  cho 
de  su  porción  de  esa  misma  Guayana  un  centro  agrícola  é  indus- 
trial de  primer  orden,  con  sólo  encauzar  las  aguas,  secar  los  pan- 
tanos infectos  y  drenar  los  terrenos  ;  con  la  vigésima  parte  de 
nuestra  población,  casi  igualan  nuestro  comercio  total  I  ¿  Y  acaso 
en  la  misma  Magdalenia  no  hay  puntos  donde  es  evidente  la  insu- 
ficiencia de  los  productos  alimenticios,  proveniente  tan  solo  de  ¡a 
incapacidad  de  los  naturales  para  utilizar  la  riqueza  del  suelo  ? 
Baste  decir  que  gentes  que  viven  á  orillas  de  ríos  que  abunilan  en 
peces  delicados,  consumen  no  pocas  latas  de  inferior  artículo,  im- 
portadas del  extranjero  I  Esa  y  otras  regiones  ricas  y  fértiles,  pur 
falta  de  energía  y  actividad  fecunda  y  de  las  falsas  ideas  que  pri- 
van en  el  país,  no  alcanzan  á  alimentar  una  población  bien  escasa 


Figura  280 — Sillo  de  Sardinal  (Atures)  ca  el  Otídoco — Según  Crevaux 

y  tienen  que  importar  de  los  Estados  Unidos  y  Europa  harina, 
arroz,  granos,  papas,  manteca,  &c. ! 

Y  es  que  también  falla  i  Colombia  en  nijmero  suficiente  uita 
población  enérgica  de  trabajadores,  de  pequeños  propietarios,  üni- 


Nueva  Gxograpía  nt  Colohbu 


eos  que  saben  cerrar  e!  paso  á  la  revuelta  en  ¡os  territorios  que  ocu- 
pan, conforme  lo  enseñó  la  tremenda  g;'uerra  intestina  de  1899,  cu- 
yos cuadrilleros  se  reclutaron  casi  exclusivamente  entre  los  peones, 
vaqueros  y  concertados  de  las  grandes  haciendas. 

Cuando  tan  visible  es  el  daño,  parece  que  lo  más  natural  se- 
ría aplicarle  el  remedio  eficaz  cuanto  antes,  y  sin  embargo  esto  es 
lo  que  no  sucede,  porque  aqut,  como  en  otros  países  similares,  las 
preocupaciones  de  la  política  se  anteponen  siempre  al  bien  gene- 
ral :  ha  faltado  un  esfuerzo  poderoso  que  cauterice  la  úlcera,  sin 
preocuparse  por  el  resultado  de  unas  elecciones  á  por  la  malque- 
rencia de  alg;unos  gamonales  de  provincia.  En  los  trópicos  la  natura- 
leza, con  la  espontánea  producción  del  maíz  y  el  plálano,  que  per- 
mite «limentar  160  habitantes  al  año  por  hectárea,  ha  escrito  con 
signos  indelebles  cuál  es  su  destino,  y  si  en  ellos  ha  levantado  valles 
y  nnontes  de  clima  frío,  apenas  ha  sido  para  sanaíorium,  y  para  pro- 
ducir brazos  y  sangre  que  vigoricen  la  población  de  las  tierras 
bajas,  donde  la  vida  es  más  corta  y  menor  el  índice  individual  del 
trabajo  material. 

Por  lo  mismo,  gran  desgracia  fue  para  la  República  que 
su  capital  se  fundara  en  uno  de  esos  sanaíorium  y  no  en  zona  de 
producción  tropical,  donde  en  verdad  se  habrían  utilizado  las  fuer- 
zas, los  capitales  y  las  energías  que  se  acumulan  siempre  en  torno 


Fignr*  sSi— Eatrada  Sur  del  Canal  úe  Panami  (de  fotograria) 


de  los  gobiernos,  y  además  se  habría  orientado  el  esfuerzo  general 
hacia  esa  meta,  en  tanto  que  siendo  centro  de  una  extensa  re|^ión 
fría  ó  de  suave  clima  y  bien  poblada,  ésta  vino  á  constituir  el  riñon 

Niitva  CtogrBfia  áe  Ctltnibia  tomo  I — 4S 


714  Nueva  Geografía  de  G>LoifBiA 


del  país,  á  cuyos  intereses  forzosamente  se  subordinaron  los  del 
resto,  que  fuera  de  la  Costa,  se  desarrollaba  en  un  estado  de  re- 
lativo aislamiento,  y,  seguramente  sin  razón,  sus  moradores  atribu- 
yeron á  preferencias  indebidas  lo  que  era  resultado  de  un  error 
inicial,  de  donde  el  crecimiento  del  regionalismo  que,  si  bueno  por 
ciertos  puntos  de  vista,  por  otros,  falto  de  cauce  normal,  ha 
producido  no  pocos  daños  y  tropiezos,  conforme  lo  comprueba 
nuestra  historia.  Por  fortuna,  el  desarrollo  de  la  población  y  la  ri- 
queza en  las  demás  comarcas  del  país  ha  disminuido  el  daño  apun- 
tado, y  es  de  esperar  que  desaparezca  totalmente  dentro  de  algún 
tiempo  si  todos  ponen  en  la  obra  su  parte  de  buena  voluntad,  pues 
de  lo  contrarío  sería  muy  posible  acaeciera  á  Colombia  la  desgra- 
cia de  que  hoy  es  víctima  la  Améríca  Central. 

En  resumen :  Colombia  es  una  tierra  privilegiada  por  lo  que 
hace  á  producciones  naturales ;  su  suelo  es  rico  y  promete  mu- 
cho para  lo  futuro,  cuando  buenos  caminos,  prácticas  científicas 
y  moderno  instrumental  aseguren  su  racional  explotación;  pero  por 
lo  pronto  es  ancho  el  campo  que  ofrece  á  la  actividad  de  los  hom- 
bres enérgicos  y  emprendedores.  Ya  en  otros  países  americanos 
del  trópico,  ricos  extranjeros  explotan  con  éxito  considerables  ex- 
tensiones de  terreno;  en  Colombia  no  faltan  vislumbres  de  aná- 
logos procedimientos ;  pero  es  muy  de  temer  que  si  contíniian 
nuestras  revueltas  intestinas,  los  capitales  extranjeros  nos  abando- 
nen, y  nos  abandonen  para  siempre,  como  que  otros  lugares  del 
globo  les  ofrecen  hoy  á  este  respecto  mejores  campos  de  trabajo. 

Desarrollo  económico — Empero,  antes  de  señalar  someramente 
el  estado  actual  de  la  explotación  del  suelo  de  la  República,  con- 
viene echar  una  rápida  ojeada  á  su  desarrollo  económico,  para 
mejor  inteligencia  del  asunto,  y  comparar  las  diversas  comarcas 
que  constituyen  nuestro  territorio,  en  la  época  de  la  colonia  y  en  la 
de  la  libertad,  bajo  cuyo  régimen  ha  tenido  tantas  vicisitudes  por 
causa  de  la  pugna  de  los  partidos  políticos,  la  que  en  cierto  modo 
continúa  las  rivalidades  de  esa  otra  época,  á  las  que  deben  agre- 
garse los  celos  y  enemistades  de  los  hijos  de  las  varias  regiones  na- 
turales, que  á  veces  también  han  contribuido  á  perturbar  la  mar- 
cha ordenada  de  la  Nación.  Y  aun  cuando  á  primera  vista  parezca 
más  natural  tratar  primero  de  la  población,  optamos  por  el  sistema 
inverso,  por  otras  razones  de  orden  y  de  claridad. 

La  zona  interandina,  del  Ecuador  á  las  llanuras  de  Bolívar, 
sólo  tenía,  á  ñnes  del  siglo  antepasado,  1 30,000  almas,  ó  sea  una 
densidad  aproximada  de  43  habitantes  por  legua  cuadrada.  La  tie- 
rra de  los  Pastos  producía  principalmente  harinas  que  se  consumían 
hasta  en  el  valle  caucano,  donde  tenía  ya  alguna  importancia  el 
cultivo  del  tabaco.  A  pesar  de  la  fertilidad  de  ese  valle,  no  era 
mucho  su  ganado  de  asta,  y  por  eso  para  su  consumo  importaba  del 
Tolima  bastantes  novillos  por  año.  Al  Mediodía  era  vecino  de  estos 
suelos  el  de  Quito,  que  les  daba  lienzos,  bayetas  y  paños  en  él 
trabajados,  y  que,  excepción  hecha  de  Pasto,  nunca  supieron  librar- 
se de  tal  tributo  estableciendo  una  industria  similar.  También  se  co- 
sechaba alguna  calaguala,  canchalagua,  coca  y  paraguay.  Cuanto 
íl  lo  que  hoy  es  Antioquia,  se  hallaba  en  el  mismo  atraso,  bien  que 
en  el  cañón  ya  se  producía  algún  cacao.   En  esta  última  zona  el 


Nueva  Geografía  de  Colombia  715 


oficio  principal  era  la  minería :  en  Antioquia  todos  trabajaban  de 
preferencia  los  depósitos  aluviales^  descuidando  los  filones ;  y  era, 
después  del  Chocó,  la  Provincia  que  daba  más  oro,  tanto  para  en- 
viar á  España  como  para  fabricar  la  moneda  que  circulaba  en  el 
país.  Otro  tanto  sucedía  en  Popayán,  cuyos  vecinos  blancos  explo- 
taban además  las  minas  del  Chocó,  por  medio  de  crecidas  cuadri- 
llas de  negros  esclavos.  Estas  industrias  traían  consigo  un  gran 
consumo  de  tasajo,  lo  cual  explica  por  qué  el  ganado  era  el  princi- 
pal recurso  de  los  llanos  del  Cauca  y  el  Patía,  por  qué  se  compra- 
ba ganado  al  Tolima,  por  qué  en  los  Pastos  prevalecía  la  agricul- 
tura, y  porqué,  andando  el  tiempo,  venida  á  menos  esa  explotación, 
Popayán  decayó  tanto.  El  Chocó,  sin  caminos,  tanto  más  descui- 
dados sus  pocos  senderos,  cuanto  el  agua  formaba  vías  naturales 
dondequiera,  fuera  del  oro  no  producía  sino  cortísimas  cantidades 
de  frutos,  y  llegaba  al  extremo  de  introducir  la  sal  hasta  de  Chi- 
le (!).  A  ultima  hora  comenzaba  á  emplearse  el  Atrato  como  vía  co- 
mercial, pues  antes  desde  Bogotá  y  Quito,  por  tierra,  se  llevaban 
las  mercancías  á  esa  lejana  Provincia  I 

En  el  valle  del  alto  Magdalena,  ó  sea  el  Tolima,  en  la  zona  de 
Neiva,  se  producía  ante  todo  ganado,  del  que  se  vendía  buen  nú- 
mero de  cabezas  cada  año  en  Bogotá  y  Popayán,  y  principiaba  á  to- 
mar incremento  el  cultivo  del  cacao.  Más  al  N.,  en  Mariquita,  el  ca- 
cao abundaba  desde  Honda  á  la  Angostura  de  Carare,  en  amtias 
márgenes  del  río ;  algún  café,  añil  y  algodón  se  cosechaban  tam- 
bién en  esa  comarca,  lo  mismo  que  caña,  de  cuya  miel  en  primer  tér- 
mino se  fabricaba  aguardiente,  y  con  el  resto  panela  y  alfandoque, 
pero  poco  azúcar.  El  tabaco  era  ya  la  riqueza  de  Ambalema,  y  se  le 
consumía  en  Antioquia,  Bogotá  y  Cartagena ;  y  la  quina,  aunque 
abundante,  permanecía  estancada.  A  lo  dicho  agregúese  la  produc- 
ción de  ganado  vacuno  y  de  cerda,  de  bálsamos  y  resinas,  y  una 
considerable  explotación  de  las  minas  de  diversos  metales  que 
tanto  abundan  en  ese  suelo.  Aunque  Honda  era  la  llave  del  comer- 
cio no  sólo  de  Bogotá,  sino  de  Quito  por  el  río  Magdalena,  escasea- 
ban las  embarcaciones  (champanes)  para  el  tráfico. 

Cuanto  á  la  mesa  granadina,  con  alguna  densidad  de  población, 
en  especial  en  las  altiplanicies  y  ofrecía  variedad  en  la  explotación 
del  terreno.  En  los  valles  occidentales,  junto  con  la  caña,  de  que 
ya  se  fabricaba  azúcar  mediano,  se  producía  algún  algodón  (de 
que  en  La  Palma  se  fabricaban  telas  groseras),  bastante  tabaco  y 
café ;  en  los  orientales  se  recogían  exiguas  cosechas  de  frutos  co- 
munes. En  las  altiplanicies  se  explotaban  sus  ricas  salinas,  y  en  no- 
table cantidad  se  producían  la  harina,  la  papa  y  los  ganados  lanar, 
caballar  y  vacuno ;  en  Tunja  se  tejían  géneros  ordinarios  de  lana. 
En  Vélez  se  producían  buenos  dulces,  y  algodón  de  que  se  fabrica- 
ban lienzos  ordinarios,  lo  mismo  que  en  el  Socorro,  donde  se  les 
agregaban  algunos  tejidos  de  lana,  y  no  escaseaba  el  tabaco;  pero 
éste  era  mejor  en  Girón,  también  centro  productor  de  cacao  y  mu- 
cho algodón  que  manufacturado,  se  enviaba  por  entonces  hasta  la 
Costa.  En  los  valles  de  Cúcuta  el  cacao  era  la  base  de  un  gran 
comercio,  sostenido  éste  en  Ocaña  por  el  trigo,  el  dulce  y  algunos 
lienzos.  Los  tejidos  de  algodón  también  se  elaboraban  en  buena  can- 
tidad en  los  Llanos,  y  constituían  artículo  de  notable  comercio,  lo 


Figura  sSz— £1  "  Salto  de  Honda"  legún  U  Nuaia  Gtfgn/la  it  CoUmÜa 


Nueva  Geografía  de  Colombu  717 


mismo  que  el  ganado  vacuno.  £1  corazón  de  esta  zona  estaba  en^ 
decadencia  desde  la  expulsión  de  los  Jesuítas,  quienes  allí,  con  sus 
misiones,  estuvieron  en  vía  de  crear  una  inmensa  fuente  de  riquezas 
para  el  país. 

En  la  Costa  Atlántica,  la  Provincia  de  Cartagena,  que  hacia 
el  S.  no  carecía  de  minerales,  abundaba  en  ganados,  aunque  no 
tantos  como  la  de  Santamarta,  de  donde  extraía  muchas  cabezas 
para  su  consumo,  y  á  la  par  producía  bálsamos,  maderas,  dulces, 
cacao,  café  y  algodón,  del  que  parte  se  labraba  allí  mismo  y  parte 
se  exportaba.  Santamarta,  en  su  suelo  excelente  para  la  ganadería^ 
mantenía  bastantes  cabezas,  tanto  vacunas  como  caballares,  y  tam- 
bién cosechaba  mucho  algodón  y  algún  cacao,  café,  caña,  añil  y  • 
palos  de  tinte,  aunque  los  indios  salvajes  entrababan  su  progreso,, 
y  en  vez  de  mejorar  decaía  á  medida  que  éstos,  no  contenidos,  au- 
mentaban sus  rapiñas.  : 

En  fin,  en  Panamá,  al  W.  por  falta  de  comercio  no  se  produ- 
cían frutos  sino  para  el  consumo  local,  junto  con  algún  tabaco,  ^ 
en  tanto  que  al  E.  sí  había  pequeñas  plantaciones  de  cacao  y  caña ; 
pero  artículos  de  necesidad  diaria,  como  la  harina,  los  recibía  del . 
Perú.  Aunque  en  reducida  escala,  pescaba  perlas  como  Santamar- . 
ta,  y  recogía  múrice  para  teñir  hilo  de  algodón. 

Resumiendo  lo  dicho,  tenemos  que  al  establecerse  el  Virrei- 
nato la  mayor  parte  del  territorio  permanecía  desierta  é  inculta,' 
tanto  por  escasez  de  habitantes  y  falta  de  caminos,  como  porque 
los  indios  salvajes  dominaban  extensas  y  ricas  comarcas  y  dificulta- 
ban ó  impedían  la  explotación  de  otras,  llegando  á  poner  en  peligro 
hasta  la  misma  vía  del  Magdalena.  A  este  gravísimo  obstáculo  se 
unía  otro,  quizá  peor :  la  tendencia  de  \o^  indios  mansos  á  alzarse 
de  nuevo  ó  á  entregarse  al  bandolerismo  disfrazados  de  salvajes, 
en  lo  cual  solían  imitarles  los  libres  de  color,  que  se  retiraban  á  lo 
más  áspero  de  las  breñas  y  formaban  cancheras,  á  veces  peligrosas 
para  el  tráfico.  Por  estas  razones,  el  comercio,  que  un  momento 
floreció  á  principios  del  siglo  xvii,  decayó  después  hasta  casi  extin- 
guirse, debido,  más  que  al  atrasado  régimen  económico  español,  á. 
la  genial  desidia  de  los  americanos,  de  toda  raza,  no  quedan- 
do como  elemento  de  riqueza  sino  la  minería,  cuyos  cuantiosos  pro- 
ductos sin  cesar  salían  del  país  por  mercancías,  de  manera  que 
no  sin  dificultades  apenas  se  conservaba  escaso  numerario  para  las 
transacciones  interiores :  á  veces  faltó  éste  del  todo  en  algunas  Pro- 
vincias, de  donde  grandes  crisis  y  atraso  en  la  población,  que  emi- 
graba en  busca  de  mejor  suerte.  En  vano  pretendieron  los  Virreyes 
desarrollar  el  comercio  y  mejorar  la  minería  :  las  leyes  españolas 
lo  impedían  estancando  el  tráfico;  en  el  Chocó  todos  los  mineros 
vivían  endeudados,  no  podían  aumentar  sus  empresas,  pagaban  un 
esclavo  de  400  á  500  pesos  (en  oro),  el  quintal  de  hierro  á  ^  50  ó  60, 
el  de  acero  á  $  120  ó  150,  la  vara  de  lienzo  á  §  0-50,  la  pieza  de 
bretaña  de  $  10  á  $  20,  y  en  proporción  los  víveres  que  del  inte- 
rior se  conducían  á  espalda  (petaca  de  azúcar  de  $  32  á  72),  algu- 
nas veces  desde  Guayaquil ;  no  era  caso  extraordinario  que  falta- 
ran de  tal  modo  las  subsistencias,  que  el  cuero  se  utilizara  como 
alimento,  de  donde  se  creyera  que  esa  Provincia  tenía  suelo  menos 
fértil  que  hasta  el  de  la  misma  Antioquia  I 


7i8  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Graves  consecuencias  entrañó,  sin  duda,  que  se  llegara  á  creer 
que  Ck>lombia  no  podía  ser  sino  minera,  porque  si  esto  era  verdad 
para  ciertas  zonas,  no  podía  serlo  para  otras,  en  donde  por  lo  mis* 
mo  abandonada  la  agricultura,  la  miseria  llegaba  á  su  colmo,  y  los 
jornaleros  no  comían  el  día  en  que  carecían  de  trabajo.  Como  hoy^ 
la  zona  minera  era  la  feldespática,  y  su  producto  como  renta  aumen* 
tó  regularmente,  para  el  oro,  desde  unos  3,000  marcos  en  1600,  á  9 
ó  10,000  en  1770,  y  á  algo  más  al  principiar  el  siglo  xix;  en  el  si- 
glo XVI  Colombia  produjo  60  millones,  190  en  el  siguiente,  y  215 
en  el  xviii,  todos  los  cuales,  465  millones  (17  de  plata),  con  poca  di- 

'  ferencia  que  quizás  no  llegó  á  20,  salieron  para  España  por  tributos 
y  mercancías,  toda  vez  que  el  -yalor  de  los  situados^  de  sobra  cubrió 
eV costo  de  las  grandes  obras  públicas  hechas  entonces  en  el  país. 
Durante  la  época  colonial,  la  mayor  producción  minera  i)ertenecla 
al  Cauca,  puesto  que  en  el  ultimo  tercio  del  siglo  xviii  su  quinto 
real  alcanzaba  á  24,000  castellanos,  cuando  en  Antioquia,  donde 
era  menor  el  contrabando,  sólo  daba  11, 000 ;  por  esto  hace  son- 
reír cualquiera  estimación  interesada  que  calcule  que  en  defíni- 
tiva  produjo  un  millonciio  más  Antioquia  en  el  total,  sólo  para  po- 

'  nerla  á  la  cabeza  de  la  lista.  De  la  producción  minera  apenas  un 
3  por  100  pertenece  á  la  banda  E.  del  Magdalena,  y  de  esa  suma 

'  dos  unidades  corresponden  á  la  zona  feldespática  de  Santander, 
6,  haciendo  el  cálculo  de  otro  modo,  2.5  por  100  tocan  á  la  mesa 
granadina,  8  por  100  al  valle  del  Magdalena,  1.5  á  la  región  atlán- 
tica, 19.5  á  Panamá,  0.5  por  100  al  Caquetá,  25  por  100  al  Chocó,  y 
43  por  100  á  la  Mesa  Andina  (de  ellos  32  por  100  á  Antioquia).  Du- 
rante  la  conquista,  el  despojo  de  los  indios  (30  millones  por  lo  me- 
nos) dio  holgura  á  los  peninsulares  venidos  á  Colombia ;  después  los 
alimentó  la  plata,  por  lo  cual  hubo  crisis  considerable  así  que  las 
minas  de  este  metal  negaron  su  rico  producto,  mientras  aumentó 
el  laboreo  de  las  de  oro.  A  decir  verdad,  la  minería  ha  decaído, 
pues  hace  un  siglo,  con  menos  de  i  millón  de  habitantes  se  obte- 
nían 3  de  metales  preciosos,  cifra  á  que  escasamente  se  llegaba 
ayer  con  4  millones  de  pobladores.  En  aquella  época  el  producto 
de  la  minería  equivalía  á  más  de  3  pesos  por  cabeza,  y  á  fínes  del 
pasado  siglo  no  alcanzaba  sino  á  %  0-75.  De  lo  dicho  resulta,  dí- 
gase lo  que  se  quiera,  mayor  riqueza  pública  en  la  época  colonial. 
Como  en  todo  el  país  existen  minas,  las  más  variadas  y  ricas,  re- 
sulta que  la  minería  es  asunto  preferente  para  buena  parte  de 
los  colombianos  y  merece  atención  cuidadosa  para  los  gobernan- 
tes. Con  copia  de  datos  y  profundo  conocimiento  de  los  hechos,  los 
Virreyes,  tras  ruda  labor  en  pro  del  desarrollo  de  nuestra  agri- 
cultura, terminaron  por  reconocer  que,  dada  la  índole  de  la  pobla- 
ción, sólo  la  minería,  ó  mejor  dicho  las  industrias  extractivas,  podían 
dar  vida  á  Colombia.  El  asunto  es  grave,  y  por  desgracia  la  his- 
toria económica  concede  á  los  Virreyes  completa  razón  en  ese  se- 
vero juicio. 

Los  informes  de  esos  magistrados  parecen  escritos  hoy :  tan 
arraigados  estaban  los  vicios  que  ellos  censuraron  y  que  existen  aun 
en  el  país ;  la  pintura  que  hacen  de  Bogotá,  por  ejemplo,  salvo 
ligeras  y  modernísimas  variantes,  da  razón  de  nuestro  dicho.  Ellos 
se  quejaban  de  la  desidia  general,  de  la  lentitud  con  que  se  proce- 
día en  todo,  de  la  grita  que   producían  medidas  dictadas  sólo  por 


Nueva  Geografía  de  Colohbu 


el  bien  común  ;  con  poca  labor  ganaba  su  vida  el  pueblo,  cjue  no 
trabajaba  algo  mis  para  ahorrar  ;  los  ricos  preferían  colocar  á 
rédito  sus  capitales,  y  hacían  administrar  sus  ñncas  rurales  por 
mayordomos  ;  los  mestizos  ó  libres  trataban  de  ririr  entre  los  in- 
dios, violando  una  ley  sapientlúma,  i  ñn  de  explotarles  y  usurpar- 
les sus  pequeñas  propiedades. 


Figura  1S3 — El  ría  Cauca  cerca  de  Sopetrín  (de  Totografía) 


La  verdad  obliga  á  que  seamos  justas  con  el  Gobierno  colonial 
y  las  leyes  de  Indias  ;  el  estudio  de  los  hechos,  un  estudio  dete- 
nido y  profundo,  enseña  que  el  país  no  progresó  en  el  siglo  XOE 
como  debiera,  que  reinó  más  holgura  en  la  Colonia,  que  ísta  en* 
traba  en  su  siglo  de  oro  con  el  pasado  siglo,  y  fue,  por  lo  tanto, 
hecho  ruinoso  la  larga  guerra  de  Independencia.  Cierto  que  no  M 
oro  todo  lo  que  brilla,  y  que  grandes  faltas  cometían  los  peninso* 
lares;  pero  el  balance  resulta,  en  deñnitiva,  í  su  favor:  quizis  su 
mayor  delito  consiste  en  haber  coartado  la  acción  de  los  Jesuítas 
como  misioneros,  y  luego  arrojarles  del  país,  con  lo  cual  multitud 
de  predios  cultivados  en  los  desiertos,  tomaron  á  ser  rastrojo. 

Los  regulares,  en  lo  general  profundamente  desmoralizados, 
de  ordinario  no  sirvieron  para  las  misiones,  que  no  progresaron 
en  sus  manos,  no  obstante  los  soldados  y  los  (  35,000  anuales 
con  que  los  auxiliaba  el  Gobierno,  fuera  de  los  gastos  de  nia> 
teríal.  Al  contrario,  su  conducta,  i  veces  escandalosa,  fue  que-' 
bradero  de  cabeza  de  los  superiores,  tanto  civiles  como  eclesíis- 
ticos,  y  ayudd  á  malear  un  pueblo  que,  en  mucho,  de  cristiano 
no  tenía  sino  el  nombre,  pues  lo  señoreaba  el  mis  extraño  fan«> 


730  Nueva  Geografía  de  Colombia 


tísmo.  La  inicua  pretensión  de  apoderarse  de  todos  los  bienes,  pre- 
tensión que  dominó  á  varios  de  esos  hombres,  hasta  en  la  cabecera 
del  moribundo,  y  que  les  trajo  castigos  y  severas  prohibiciones  de 
la  Corte,  produjo  enorme  mano  muerta  que  arruinaba  la  agricultu- 
ra y  el  comercio  en  su  cuna ;  algún  Virrey  quiso  acabar  con  este 
monstruo,  después  causa  de  tantos  males,  pero  el  pueblo  ignorante 
le  tachó  de  hereje,  en  vez  de  estimar  en  lo  que  valía  tan  noble  con- 
ducta. También  batallaron  sin  tregua  muchos  frailes  p>or  mantener 
en  completa  ignorancia  al  pueblo,  y  en  letras  de  oro  debemos  gra- 
bar el  nombre  de  los  Virreyes  que  lucharon  en  contra  de  esa  idea^ 
aun  á  pesar  de  la  falta  de  apoyo  de  la  Corte.  Después  de  los  enco- 
menderos, muchos  de  ellos  contribuyeron  á  la  ruina  de  la  raza  in- 
dígena. A  esta  causal  de  atraso  se  unía  la  falta  de  aranceles  defini- 
dos, por  cuyo  medio  se  explotaba  sin  lástima  á  los  infelices  indios,  y 
en  vano  intervenían  los  Virreyes  para  remediar  tales  abusos,  por 
cuanto  á  ellos  coadyuvaban  los  empleados  criollos.  La  disminución 
de  los  indios  fue  tal,  que  al  establecerse  el  Virreinato  se  estimaba 
^u  número,  en  los  301  pueblos  de  la  mesa  granadina,  en  sólo  18  á. 
20,000,  de  ellos  apenas  3,000  en  los  52  pueblos  de  la  Sabana  y 
los  llanos  de  Ubaté  (?),  y  tan  pobres  que  no  alcanzaban  á  pagar  su 
tributo,  que  apenas  valía  un  real  (?).  La  erección  del  Virreinato  y 
la  expedición  de  ciertas  leyes  algo  mejoraron  ese  angustioso  esta- 
do, causa  de  una  reacción  en  los  indios  mansos,  muchos  miles  de 
los  cuales  se  habían  retirado  al  corazón  de  las  breñas  ó  unido  á 
los  aún  llamados  salvajes.  Los  diezmos,  que  por  los  años  de  1760 
apenas  producían  unos  117,000  pesos,  de  ellos  14,000  en  Cartage- 
na, algo  menos  en  Popayán  y  en  Panamá,  y  el  resto  en  Bogotá, 
en  1790  llegaron  en  esta  última  Diócesis  á  195,000,  elevados  en 
1804  á  305,000,  lo  que  indica  cuan  benéfico  fue  el  Virreinato  para 
la  Colonia.  El  Gobierno  español  había  pactado  con  el  Clero  que 
sería  el  Rey  quien  recogía  una  porción  de  aquel  tributo,  pagando 
en  cambio  una  parte  de  los  gastos  de  los  curatos,  por  lo  que  con 
frecuencia  se  provocaron  discusiones  cuando  el  Gobierno  los  quería 
dividir  ó  refundir. 

Al  terminar  el  siglo  xviii,  cuando  los  frutos  no  valían  sino  del 
tercio  al  cuarto  de  lo  que  hoy  valen,  Colombia  .acercaba  la  expor- 
tación de  ellos  á  un  millón  de  pesos,  ó  sea  á  $  i  por  cabeza,  y  á 
3  millones  la  de  metales  finos.  En  1856,  con  2¿  millones  de  habí- 
tantes,  se  exportaron  7  millones  de  pesos  (algo  menos,  dada  la 
relación  de  las  monedas),  de  ellos  poco  más  de  2  en  metales  finos; 
¿n  1881-82  la  exportación  alcanzó  á  i8|  millones,  con  iguales 
condiciones;  en  1890  sólo  fue  de  16^  millones,  de  ellos  5^  en 
metales  y  minerales ;  y  por  último,  á  fines  del  siglo  pasado,  mer- 
ced al  café,  subió  á  poco  más  de  20.  Ahora  bien  :  como  los  víveres 
aumentaron  de  precio  hacia  1850  (el  20  por  100),  resulta  que  aun 
cuando  en  1790  las  exportaciones  no  llegaban  sino  á  2|  millones, 
eran  superiores,  relativamente  hablando,  á  las  de  1856.  Hoy  se  ex- 
portan 20  en  frutos,  que,  reducidos  en  su  valor  adquisitivo  al  de  la 
moneda  antigua,  no  dan  sino  1 5  á  lo  sumo,  ó  sea  $  3-45  por  cabeza 
que  si  se  equiparan  con  los  precios  de  las  épocas  anteriores,  se  con- 
vierten de  0.85  á  J  1-20.  Aun  á  trueque  de  repetimos,  anotaremos» 
por  ejemplo, que  en  1880  á  81  un  solo  fruto,  la  quina, dio  6  millonea 


NuBVA  Orografía  db  Colombia 


i^la  exportaciíín,  en  1856  el  tabaco  suministnS  3í,  y  en  1890  el  tan 
ponderado  caf¿  s61o  dio  4J  contra  3  que  produjo  en  1879-80.  En 
1890  se  dijo,  con  asombro,  que  la  exportacidn  de  este  artículo  subía 
á  14^  millones  de  kilo^amos ;  pues  bien  r  en  1869-70  fue  de  S  mi- 
llones, y  en  1873-74  de  10  millones  :  es  decir,  apenas  4^  de  aumen- 
to en  lóanos,  y  esa  cifra,  de  1890  á  1897,  escasamente  se  duplicó. 
Las  liltimas  estadísticas  comerciales  dan  plena  razdn  á  los  juicios 
de  los  Virreyes,  pues  para  que  haya  equilibrio  entre  los  15  millo- 
nes (sin  el  contrabando)  que  se  importan  y  los  16  que  se  ex- 
portan, ha  sido  preciso  que  la  minería  suministre  casi  6.  Los  Vi- 
rreyes opinaban  no  era  labor  fácil  gobernar  i  Colombia,  por  el 
carácter  revoltoso  de  sus  hijos,  con  quienes  eran  frecuentes  los  cho. 
ques  de  la  autoridad,  hasta  el  punto  de  que  á  menudo  ésta  se  vio 
obligada  á  plegar,  ó  sea  á  dejar  que  los  criollos  hiciesen  su  volun- 
tad, y  de  ahí  el  origen  de  la  famosa  frase  "  se  obedece  pero  no  se 
cumple,"  aplicada  á  los  mandatos  del  Soberano.  La  razdn  de  lo  di- 
cho era  la  falta  de  fuerzas  para  sujetar  i  los  revoltosos,  el  temor  de 
que  el  ejemplo  de  los  indios  bravos  incitase  á  rebeldía  á  los  man- 
sos, que  los  negros  de  los  reales  se  alzasen  con  la  tierra,  los  obstá- 
culos que  presentaban  nuestras  montañas  sin  caminos,  &c.  Esas  /i- 
ránüas  complacencias  de  los  Virreyes  dieron  fatal  educació-»  á  un 
pueblo  holgazán,  que  andando  el  tiempo,  no  pudo  giistar  ya  otro 
placer  que  el  de  1aszambras,retozosdemocráticos,comosedijocon 
frase  tan  vigorosa  como  expresiva,  causa  principal  de  las  intermi- 
nables revueltas  civiles  que  llenaron  el  siglo  xix  y  no  pueden  des- 
aparecer sino  tras  larga  educación  en  distinta  vía,  dada  por  un 
Gobierno  fuerte  y  central.  Los  Virreyes  cuidaron  los  primeros  de 
conocer  á  fondo  el  país  ;  en  su  ¿poca  funcionó  la  comisión  de  lími- 
tes,  que  absorbía  $44,000  anuales,  y  se  hicieron  los  primeros  tra- 


722  NuKVA  Geografía  de  Colombia 


bajos  estadísticos,  geográfícos  y  cartográfícos,  serios  algfunos  de 
ellos,  así  como  también  se  completaron  los  caminos  nacionales^ 
poco  ensanchados  ó  variados  después ;  se  establecieron  y  comple- 
taron las  cinco  garandes  líneas  de  correos  que  adn  subsisten  (por 
Cartagena — el  rio  Magdalena — Popayán — Quito — se  comunicó  lar- 
go  tiempo  España  con  Lima),  y  por  último,  se  completó  y  mejoró  el 
sistema  económico  y  rentístico,  sabio  á  pesar  de  sus  defectos  y 
errores  hijos  de  la  época  y  de  las  aberraciones  de  la  Corte  espa- 
ñola, que  fueron  enérgicamente  combatidas  por  la  mayor  parte  de 
dichos  mandatarios,  quienes  se  esforzaron,  además,  por  traer  per- 
sonas hábiles  en  las  diversas  industrias  para   mejorar  las  del  país. 

La  mira  de  esos  gobernantes  era  digna  de  aplauso :  recau- 
dar con  celo  las  rentas  nacionales  y  gastar  honradamente  su  pro- 
ducto libre  en  benefício  del  país,  tarea  difícil  por  las  exigencias  de 
la  Corte,  y  sobre  todo  por  la  falta  de  honradez  de  los  empleados 
de  manejo,  quienes,  en  especial  en  Quito,  con  frecuencia  se  alza- 
ban con  los  fondos  públicos,  y  en  general  se  mostraban  rchacios 
á  llevar  cuentas  ordenadas  y  á  rendirlas  con  la  oportunidad  debi- 
da. ]  Y  cuánto  no  censuraron  los  criollos  á  esos  hombres  que  trata- 
ron siempre  de  cumplir  y  hacer  cumplir  á  los  americanos  su  deber  1 
Desde  que  los  Virreyes  pusieron  orden  en  este  ramo,  el  produc- 
to de  las  rentas  aumentó  notablemente  y  cubrió  el  Presupuesto 
de  gastos.  Alguno  de  ellos  dijo  que  el  país  era  pobre  para  resistir 
nuevas  contribuciones,  pero  que  bastaban  las  establecidas  para  go- 
bernarlo, y  muchos  solicitaron  auxilios  del  Tesoro  español,  á  true- 
que de  no  recargar  los  tributos.  Con  frecuencia,  de  sus  sueldos  y 
peculio  dieron  sumas  considerables  para  auxilio  de  empresas  útiles 
ó  para  remedio  de  daños  causados  por  pestes,  terremotos,  &c. 
Ellos  sentaron  la  máxima  de  no  crear  empleados  sin  sueldo  (á  los 
administradores  de  cajas  reales  asignaron  el  6  por  ico  de  su  pro- 
ducto), á  fín  de  evitar  malos  manejos ;  disponían  que  los  Magistra^ 
dos  de  la  Audiencia,  por  tumo,  pasasen  visita  en  el  país,  y  á  tal 
punto  llegó  la  estabilidad  en  todo,  que  por  épocas  se  quejaban  de 
la  lentitud  del  despacho  en  las  ofícinas,  á  causa  de  lo  achacoso  del 
personal  de  éstas ;  ese  cáncer  que  después  se  ha  llamado  emplee^ 
MOfíia,  no  podía  existir. 

Cuanto  al  sistema  rentístico,  se  componía  de  diezmos,  alcaba- 
la, almojarifazgo,  ó  sea  las  mismas  contribuciones  que  se  acostum- 
braban  en  Europa  y  especialmente  en  España,  por  lo  que  no  es 
posible  hacer  cargo  alguno  á  la  madre  Patria  á  este  respecto. 
Nuevo,  y  lo  era  para  toda  América,  no  existía  sino  el  impuesto 
sobre  metales  ñnos — las  minas  eran  del  Estado, — impuesto  que  tar- 
de ó  temprano  restablecerá  Colombia  como  único  medio  de  salva- 
ción, por  las  razones  expuestas,  tanto  para  construir  caminos,  como 
para  valorizar  el  papel  moneda;  impuesto  que  en  buena  parte 
(amonedación)  sostuvieron  los  Virreyes  como  único  medio  para 
conservar  en  el  país  algún  numerario.  Cuanto  á  los  estancos  ó 
monopolios  de  ciertos  artículos,  nada  tan  sabio  como  dicha  medida, 
fuente  hoy  mismo  de  grandes  recursos  en  toda  Europa ;  los  Vi- 
rreyes, ora  administraban,  ora  remataban  estas  rentas,  según  las 
condiciones  de  los  artículos  y  la  manera  de  ser  de  las  distintas  Pro- 
vincias. El  monopolio  del  aguardiente  tenía  otro  objeto,  gravar  el 


Nueva  Geografía  de  Colombia  723 


tícío  más  comün  del  país,  hoy  su  cáncer  terrible,  en  beneficio  de  la 
misma  colectividad,  puesto  que,  decían,  si  se  prohibe  esta  bebida 
quedará  sin  aplicación  remuneradora  la  caña,  y  en  esa  época  el 
cultivo  de  tal  planta  había  alcanzado  ya  extraordinario  desarrollo : 
á  ese  monopolio  deben  Antioquia  y  el  Cauca  la  holgura  de  un  te« 
soro  departamental.  Cuanto  al  tabaco  y  otros  artículos,  tenían  en 
cuenta  con  el  monopolio  dos  grandes  objetos,  por  desgracia  olvi- 
dados por  ciertas  gentes,  á  saber :  impedir  la  existencia  de  los  re- 
vendedores, obligando  á  esta  polilla  del  país  á  que  se  ocupase  en 
trabajos  útiles  al  comün,  y  obtener  frutos  de  primera  calidad  para 
la  exportación,  única  manera  de  que  la  agricultura  colombiana  pu- 
diese competir  ventajosamente  con  los  productos  similares  de  otros 
países ;  calidad,  no  cantidad,  fue  su  máxima,  á  la  inversa  de  lo  que 
piensan  nuestros  productores,  con  raras  excepciones.  Prueba  de 
esto  la  hallamos  palpable  en  el  tabaco,  que  mientras  estuvo  estan- 
cado dio  productos  justamente  estimados ;  pero  que  al  levantarse 
la  veda,  si  al  principio  se  aumentó  la  producción  dando  al  país  la 
mayor  holgura  monetaria  que  ha  conocido,  cuando  las  letras  de 
cambio  estuvieron  con  descuento,  lo  cual  entusiasmó  tanto  al  país 
que  produjo  verdadera  iobac  feber,  como  luego  sucedió  con  las  qui- 
naSy  y  en  Ambalema  llegaron  á  valer  las  tierras  precios  fabulosos, 
trajo  en  seguida  sus  naturales  consecuencias :  las  tierras  sin  abono 
y  explotadas  á  ouirance  se  agotaron,  la  planta  adquirió  terrible  en* 
fermedad,  los  cosecheros  no  preparaban  la  hoja  con  cuidado,  los 
empaques  eran  malos,  se  quería  ganar  una  fortuna  sin  trabajo 
mayor,  y  sucedió  todo  lo  contrarío ;  la  mala  mercancía,  cara  por 
añadidura,  vio  cerrársele  los  mercados  extranjeros,  y  vino  la  ca- 
tástrofe. ¿  Qué  más  diremos  si  nuestro  tabaco  llega  gris  á  Europa  ? 
]  Es  el  único  en  el  mundo  cuyo  color  no  es  el  del  tabaco  I  Con  las 
quinas  llegó  á  enviarse  no  sólo  cascaras  de  cualquier  palo,  en  vez 
de  la  mercancía  legítima,  sino  hasta  piedras,  para  aumentar  el 
peso  de  los  fardos ;  y  como  además  se  agotó  el  producto  talando 
salvajemente  los  bosques  cercanos,  al  negocio  siguió  la  ruina. 
Ningún  suelo  en  el  mundo  compite  con  los  Andes  para  la  produc- 
ción de  esta  planta,  como  que  en  el  Caquetá  es  magnífica  hasta  en 
tierra  templada,  y  sin  embargo,  no  pudimos  competir  con  las  noví- 
simas plantaciones  de  la  India.  En  fin,  se  ha  hecho  preciso  expor- 
tar el  café  sin  pilar  para  que  llegue  venal  á  Europa. 

En  Colombia  basta  que  un  artículo  sea  negocio  para  que  to- 
dos quieran  explotarlo,  haciéndose  ruinosa  competencia,  y  por  úl- 
timo se  obtiene  de  mala  calidad  ó  á  precios  que  no  se  pagan  en 
los  mercados  extranjeros,  aumentándose  á  veces  la  catástrofe  con 
el  abandono  ó  destrucción  de  antiguas  y  útiles  plantaciones.  En 
el  interior  del  país  ha  sido  costumbre  no  buscar  fuente  de  riqueza : 
cuando  alguna  surge  en  otro  punto,  todos  se  dedican  á  ella,  al- 
gunos á  tontas  ó  á  ciegas,  se  invierten  sumas  desproporcionadas 
al  producto  futuro,  suben  y  escasean  las-  tierras  y  los  jornales,  mu^ 
chos  tienen  mal  éxito,  y  más  aún,  abandonan  el  negocio  en  busca 
de  otro  que  adoptan  con  igual  criterio. 

Se  entiende  que  al  escribir  estas  líneas  les  damos  el  alcance 
limitado  del  caso,  porque  en  tratándose  de  los  grandes  cultivos 
industríales,  la  práctica  y  experimentos  de  los  primeros  especula- 


7¿4 


Nueva  Geografía  de  Coloiibu 


dores  guía  á  los  demás  y  les  evita  pérdidas,  con  positivo  beneficio 
de  la  comunidad.  Pero  téngase  también  en  cuenta  que  en  muchoi 
de  nuestros  valles,  por  cuanto  se  produce  toda  clase  de  frutos,  cada 


Fipura  285 — La  Península  Goajira,  según  la  Comisión  de  Límites 


predio  acomete  el  cultivo  de  todos  ellos  en  cantidad  superior  al  del 
consumo  local,  pero  exigua  para  obtenerlos  á  precios  que  permitan 
lejano  transporte;  inconveniente  ó  error  que  persistirá  todavía  lar- 
gos años  con  todas  sus  funestas  consecuencias. 

El  estudio  del  pasado  es  lección  para  el  porvenir,  y  Colom- 
bia está  en  víspera  de  otra  crisis  como  la  del  tabaco,  peor  á  causa 
de  la  falta  de  numerario,  con  el  cultivo  del  café,  por  todos  de- 
clarado segura  panacea :  la  intensidad  de  su  cultivo  ha  encare- 
cido la  producción,  la  falta  de  brazos  hace  perder  gran  cantidad 
de  cereza,  en  muchos  puntos  los  plantadores  de  pocos  recursos  no 
preparan  bien  el  fruto,  y  por  último,  en  todas  partes  se  siembra  el 
café,  sirva  ó  no  el  terreno,  de  ordinario  pagado  á  alto  precio,  y  haya 
ó  no  facilidad  para  exportarlo.  A  esto  se  une  que  el  artículo  pro- 


NUIVA  GBOGR>riA  D£  COLOMBIA  72$ 


ducido  con  exceso  por  todo  el  mundo  tropical,  baja  de  precio,  y 
como  las  dos  causales  dichas  siguen  en  aumento  divergente,  sin  el 
alto  cambio  sobre  el  Extranjero  ya  habría  venido  el  golpe  fatal, 
que  sería  el  segundo  dado  á  este  artículo  en  menos  de  un  siglo. 
¿  Qué  se  hará  entonces  ?  ¿  Con  qué  reemplazará  Colombia  este  ar- 
tículo ?  En  atención  á  que  las  sustancias  textiles  siempre  serán  ne- 
cesarias y  á  que  el  agave  y  el  algodón,  ambos  de  muy  buena  cali- 
dad, se  dan  silvestres  y  con  abundancia  y  lozanía  extraordinaria, 
bien  pudiera  fincarse  en  ellos  un  precioso  recurso  para  el  porvenir ; 
esto  sin  contar  con  otros  frutos,  como  el  cacao,  el  maní,  el  guineo, 
Ac,  pero  sólo  en  los  lugares  donde  cada  uno  de  ellos  se  obtenga  de 
excelente  calidad  y  sea  de  fácil  exportación.  Empero,  nada  se  ha- 
brá adelantado  hasta  el  día  en  que  la  ley  no  prohiba  la  exporta- 
ción de  artículos  de  mala  calidad,  considere  como  contrabando  es- 
tos últimos,  y  castigue  severamente  á  los  que  ayudan  así  á  desacre- 
ditar nuestros  productos.  El  complemento  natural  de  esa  medida 
sería,  no  hay  duda,  la  distribución  de  primas  á  los  agricultores  que 
produzcan  artículos  de  consumo  diario  á  precio  tal  que  hagan 
competencia  á  los  que  hoy  se  importan  y  que  arrastran  en  cambio  lo 
poco  que  aun  queda  de  la  riqueza  nacional ;  al  principiar  el  si- 
glo XVII  las  harinas  de  Santander  y  Boyacá  se  llevaban  á  la  Costa, 
y  fueron  base  del  gran  progreso  que  hubo  entonces  en  dichas  tie- 
rras ;  pero  á  poco,  la  Costa,  por  su  malquerencia  al  interior  y  por 
las  utilidades  que  derivaba  del  contrabando,  no  quiso  ya  recibir  esc 
artículo  sino  del  Extranjero,  para  á  su  sombra  hacer  el  trato  ilícito, 
y  prefería  comprarlo  á  los  extraños,  aun  de  inferior  calidad.  En 
rano  algún  Virrey  quiso  restablecer  el  primitivo  equilibrio,  con 
grandes  ventajas  para  todos,  porque  á  poco  renació  la  mala  si- 
miente, y  decaído  el  cultivo  del  trigo,  hoy  resulta  más  barata  la 
harina  extranjera,  no  sólo  en  la  Costa  sino  en  la  capital  de  la  Re- 
pública !  El  hecho  demuestra  palmariamente,  habida  considera- 
ción á  la  falta  de  caminos,  que  la  agricultura  es  mito  hasta  en  la  mis- 
ma ponderada  Sabana!  Y  cabe  preguntar:  el  día  que  todos  los  frutos 
de  consumo  ordinario  lleguen  á  Bogotá  de  fuera,  ¿en  qué  se  ocuparán 
los  moradores  de  las  tierras  frías,  si  no  pueden  vender  sus  artícu- 
los á  los  de  las  tierras  cálidas  ?  Lo  ignoramos.  Pero  esto  sucederá, 
y  creemos  triste  empleo  de  tan  rico  y  valioso  suelo  el  de  incipiente 
ganadería  para  producir  algunos  cueros,  puesto  que  á  los  precios 
á  que  hoy  se  paga  la  carne  y  la  papa,  con  sólo  mejorar  los  cami- 
nos, será  preferible  introducir  la  primera  de  Australia  ó  la  Argen- 
tina, y  la  segunda  de  Alemania  y  los  Estados  Unidos.  En  la  Saba- 
na ya  pocos  negocios  igualan  al  de  la  producción  de  forrajes 
(J  72  al  año  por  hectárea),  exigidos  por  el  gran  tráfico  de  ella, 
que  emplea  á  lo  menos  i(X),ooo  animales  para  silla,  tiro  y  carga; 
pero  esto,  que  será  tal  vez  su  salvación,  no  puede  aplicarse  á  otras 
tierras  frías  circunvecinas. 

Y  el  asunto  es  más  grave  de  lo  que  parece  á  primera  vista  :  el 
azúcar  que  de  Centro  América  se  lleva  á  Inglaterra,  cruzando  el 
Océano,  puede  comprarse  allí  y  transportarse  á  Bogotá  con  ganan- 
cia de  alguna  significación  :  desde  principios  del  pasado  siglo  Car- 
tagena consumía  azúcar  fabricado  en  Cuba  I  Si  lo  dicho  no  da  ple- 
na razón  á  los  juicios  de  nuestros  Virreyes,  preciso  será  negar  que 


726 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


el  sol  alumbra.  A  las  malas  condiciones  generales  que  han  traí- 
do al  palsídonde  hoy  lo  vemos,  se  une  otra  mayor,  deque  es  res- 
ponsable la  Repiiblica :  el  Gobierno  español  prohibía  la  venta  de 
los  resguardos  de  indígenas,  los  cuales  tenían  trabajo  propio  y  pro- 
ducían frutos  á  mínimo  precio ;  pero  desde  que  pudieron  vender  sus 
tierras,  fueron  asediados  por  los  ricos,  quienes  lograron  comprar  la 
mayor  parte  de  ese  suelo  para  formar  grandes  haciendas,  destina- 
das á  la  ganadería,  lo  cuat  hizo  subir  mucho  el  precio  de  los  víve- 
res, aún  aumentado  después  de  las  crisis  económicas  de  t886  y  1900. 


n».  * 


A  esto  debemos  agregar  la  desamortización  dei86i,  que  si  facili- 
tó el  progreso  material  de  Bogotá,  perjudicó  en  cambio  la  agricul- 
tura, puesto  que  tierras  que  se  arrendaban  barato  i  los  campesinos 
pobres,  fueron  absorbidas  por  las  grandes  haciendas,  las  que  mal  ex- 
plotadas, no  producen  loque  debieran,  y  facilitan  alzas  singulares  en 
los  artículos  de  consumo,  y  por  ende  producen  grandes  pero  pocas 
fortunas,cuyos  dueños  continúan  con  ellas  la  obra  de  absorción,  mor- 
tal para  el  país,  que  no  prc^esa  en  verdad  sino  donde  la  propiedad 


Nueva  Geografía  de  Colombia  727 


está  repartida,  puesto  que  allí  no  hay  miseria.  En  otros  puntos  la  px). 
sesión  del  territorio  en  comiin  ó  sin  títulos  claros,  produce  iguales 
y  desastrosos  resultados,  sin  contar  las  riñas  y  pleitos  que  dividen 
á  los  labríegfos  y  absorben  sus  ganancias.  Males  son  estos  que 
crecen  día  por  día  y  exigen  efícaz  remedio.  La  misma  Sabana  re- 
trocede, como  se  dijo,  puesto  que  en  ella  de  continuo  prevalece  la 
industria  pecuaria,  pero  sin  mejora  efectiva  ni  aun  en  este  ramo,  de 
lo  cual  es  prueba  Bogotá,  que  por  término  medio  consume  1,500 
reses  por  mes,  de  ellas  1,100  á  1,400  calentanas,  y  sólo  100  á 
400  sabaneras ;  los  números  son  elocuentes,  y  ninguna  ventaja  ob- 
tenemos con  que  tan  fértiles  campos  mantengan  famosos  ganados, 
si,  por  su  precio,  no  pueden  servir  para  el  consumo  ordinario, 
cuando  hasta  1830  no  sólo  no  sucedía  esto,  sino  que  se  le  vendían 
ganados  á  la  zona  cálida  circunvecina.  Estos  guarismos  nos  de- 
muestran, además,  que  el  verdadero  asiento  de  nuestra  industria 
pecuaria  está  en  la  zona  cálida,  cuyas  llanuras  no  tienen  otra  fuente 
más  positiva  de  riqueza  para  el  porvenir. 

A  título  de  comprobante  daremos  ligera  idea  de  la  oscilación 
en  los  precios  de  los  víveres  usuales ;  los  precios  son  en  oro  hasta 
1880  y  en  papel  moneda  en  1890,  cuando  el  cambio  subía  al  lOO 
por  100. 

Víveres  1790 

Carga  de  papas... $  ...  80 

Id.     id.  maíz i  ... 

Id.     id.  trigo I  60 

Id.     id.  arroz  ....     2  40 

Id.     id.  azücar...     2  40 

Id.     id.  panela...     i  40 

Id.     id.  miel i   10 

Id.     id.  cacao....   18 

Id.    id.  tabaco...   15 

Id.    id.  café 6 

Arroba  de  carne 40 

Vacas  con  cria 6 

Ganado  cebado 15 

Muías  buenas 20 

Caballos  buenos 25 


•  •  • 


•  •  • 


•  •  • 


a  •  • 


•  •  • 


•  •  • 


1830 

zSSo 

1890 

I 

6á    7 

8á    9 

I  60 

6á    7 

12 

2  40 

8á  13 

9á  18 

4á6 

14  a  16 

15  a  18 

7 

14  a  23 

i6á33 

3 

5á    7 

6á  10 

2 

4 

6á    8 

24 

100 

100 

20 

14  aso 

^0 

8á  12 

40 

40 

...  80 

2  20 

2  6oá  3  40 

9  ... 

20  ... 

60 

20  ... 

60  ... 

80 

35  ... 

150  ... 

200 

50  ... 

200  ... 

400 

El  aumento  de  precios  ha  sido  enorme,  por  grande  que  se  su- 
ponga la  disminución  del  índice  adquisitivo  del  dinero.  En  el  Lla- 
no, hacia  1832,  valía  de  $  3  á  4  la  cabeza  de  ganado  mayor,  á 
pesar  de  los  destrozos  de  la  guerra  de  Independencia,  y  de  $  6  á  8 
en  el  Tolíma.  Cuanto  á  los  jornales,  han  variado  de  un  real  á  real 
y  medio  en  el  siglo  xviii,  á  dos  reales  al  principio  del  pasado  y  á 
cuatro  y  medio  á  que  se  pagaban  hace  diez  años,  en  el  campo,  se 
entiende,  pues  en  la  capital  siempre  son  mayores.  Cambio  análago 
ofrecen  los  fletes,  que  en  1830  valían,  por  ejemplo,  ^  2  á  La  Mesa, 
$  4  á  Tunja,  $  8á  Honda,  á  pesar  de  lo  pésimo  de  los  caminos.  Para 
el  tráfíco  había  unas  2,000  muías,  y  los  fardos  pesados  eran  transpor- 
tados á  hombros  por  los  indios  (!),  no  pasando  de  8,000  á  10,000 


73S 


NuxvA  Geografía  de  Colombia 


los  bultos  que  se  tratan  para  surtir  de  mercancías  á  casi  toda  la  Re- 
pública, puesto  que  los  mercados  del  interior  se  proveían  entonces 
len  Bogfotáy  comeantes  en  Cartag^ena.  Hasta  el  año  de  1865,  en  las 
tierras  cálidas,  en  especial  en  el  valle  del  Cauca,  un  peso  bastaba 


30  nillonet 

/ 

i 

BO  milloiiM 

i 

1 

10  millones 

j/ 

/ 

1 

r 

T 

I         1          r 

1 

1 

r 

1 

1       .     «            í 

1800 

18^0 

igoo 

fi£vra  187— Desarrollo  comparado  del  comercio  de  exportación  y  de  la  poblacióa 

en  el  siglo^xix. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


7*9 


para  alimentar  una  familia  en  la  semana,  y  en  Bogotá  esa  suma 
apenas  se  elevaba  á  tres  ó  cuatro.  Aun  hoy  mismo  la  vida  es  tres 
ó  cuatro  veces  más  barata  en  las  tierras  cálidas  del  Cauca,  Tolima 
y  llanura  atlántica,  como  que  el  precio  de  las  tierras  también  ha 
subido  menos  que  en  la  Sabana,  donde  de  $  30  á  50  la  hectárea,  ha 
llegado  á  $  300  y  400,  y  aun  á  700  y  1,000  en  ciertos  puntos;  valor 
que  en  la  actualidad  sufre  la  depreciación  inherente  á  la  fuerte 
emisión  del  papel  moneda.  Estos  cambios  profundos  han  influido 
de  un  modo  notable  en  la  alimentación  de  las  masas,  como  lo  in- 
dica el  siguiente  cuadro  del  consumo  ordinario  de  carne  en  1890, 
calculando  había  320,000  niños  que  no  hacían  uso  de  ella. 


Depa  rt  amentos 


Panamá 

Bolívar 

Magdalena, 
Santander.. 


Boyaci  

Condinamarca...! 

Bogotá ' 

ToTima I 

Antioquia \ 


20,000 
41,000 
12,000 
52,000 


19,000 
36,000 
19,000 
58,000 1 
55»ooo 


Cauca I     65,000 

Contrabando 3,000 


60 

120 

92 

83 


Regiones 


83 


380,000  83 


!La  Costa 

Montes  orientales... 
—    occidentales. 


»7    ¡  

70  'Tierra  caliente.. 

140 

160  —    templada. 

93         —    fría 


I 


a 


76,000 
126,000 
178,000 


380,000 


170,000 

140,000 
70,000 


HabiiaatM 


380,000 


800,000 
1.800,000 
1.900,000 


4.500,000, 


1.800,000 

1.470,000 
1.230,000 


4.500,000 


Como  se  ve  por  este  cuadro,  nuestros  obreros  no  consumen 
fos  400  gramos  diarios  de  carne  que  un  hombre  necesita  para  dar 
su  máxima  labor  ni  aun  los  240  que  de  ordinario  come  el  obre- 
ro de  Europa ;  ¿  se  extrañará  ahora  que  tres  hombres  nuestros 
apenas  hagan  labor  igual  á  la  de  un  americano  ó  europeo,  ó  que 
un  antioqueño  supere  en  el  trabajo  á  un  boyacense  ?  Del  cua- 
dro anterior  resulta  que  la  cantidad  de  carne  ingerida  disminuye 
con  la  altura,  ó  sea  con  el  clima,  precisamente  al  contrario  de  lo 
que  demanda  la  naturaleza :  en  tierra  caliente  el  pueblo,  de  ordi- 
nario, consume  cosa  de  cuatro  onzas  diarias  de  pura  carne,  cerca  de 
una  en  menudencias  y  mucho  pescado,  mientras  en  tierra  fría  por 
todo  no  llega  á  dos.  La  cifra  aparentemente  menor  consumida  en  las 
regiones  costaneras,  débese  á  la  introducción  de  conservas  extranje- 
ras. Además,  en  Boyacá  y  otras  tierras  frías  donde  se  come  menos 
carne  de  res,  algo  se  reemplaza  ésta  con  la  de  cordero,  y  en  An- 
tioquia y  otros  lugares  se  consume  también  gran  numero  de  cerdos. 
En  fin,  la  inferioridad  de  la  alimentación  en  tierra  fría  se  aumenta 
con  la  diferencia  de  precio  ó  calidad,  escasez  ó  falta  de  ciertos  artí- 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


TOMO  I — ^47 


A  GlOGRAPtA  DK  CoLOHBIA 


culos  abundantes  en  las  cálidas,  como  el  plátano,  la  yuca,  el  maíz^ 
el  pescado,  el  dulce,  &c.  &r.  En  la  Sabana,  Ubaté,  Sogamoso,  por 
ejemplo,  pan,  chicha,  papas  y  mafz  constituyen  el  fondo  de  la  ali- 
mentación diaria,  tanto  peor  en  calidad  cuanto  estas  tierras  se  ex- 
plotan hace  siglos  sin  abonarlas;  en  Tüquerres  la  oca  reemplaza  i 
la  papa ;  en  el  Toltma,  en  el  valle  del  Cauca  y  en  especial  en  Antío- 
quia,  el  maíz,  que  prevalece  sobre  el  trigo,  poco  usado,  se  come  pre- 
parado de  mi!  maneras  diferentes,  y  en  muchos  lugares  reemplaza 
al  pan  ;  en  la  Costa  es  notable  el  uso  del  arroz,  y  en  toda  tierra  ca- 
liente, grande  el  del  dulce  (sobre  todo  panela),  la  yuca  y  el  pláta- 
no; sin  embargo,  esta  mejor  alimentación  de  los  calentanos  en 
parle  es  anulada  por  lo  enervante  de  su  clima.  El  café  y  el  choco- 
late tienden  á  hacerse  de  uso  común,  mientras  huevos  y  leche,  ú 
entre  campesinos  son  frecuentes  en  ciertos  puntos  de  todo  clima,  en 
muchos  otros,  sobre  iodo  en  tierra  fría,  no  lo  son,  y  únicamente 
en  los  poblados  de  importancia  su  uso  tiende  á  generalizarse  más  y 
más.  Cuanto  á  bebidas,  forma  su  base  la  miel,  de  donde  la  actual 
importancia  del  cultivo  de  la  caña,pueten  todo  clima  se  consumen 
grandes  cantidades  de  aguardiente  (anisado)  y  de  ron,  en  tierra 
caliente  de  guarafo,  y  en  tierra  fría  de  chühú,  que  implica  un  gran 
consumo  de  mafz.  ' 


j  2SS— I  loiida  y  los  puentes  del  Guali— De  fütogtafia 


A)  Agricultura — Sin  el  trabajo  del  hombre,  los  minerales  más- 
valiosos  dormirían  en  las  entrañas  de  la  tierra,  las  plantas  más  pre- 
ciosas permanecerían  salvajes  en  las  selvas,  y  no  habría  ni  cann- 


Nl'£va  GeourafÍa  de  Colohbia 


nos,  ni  fábricas,  ni  buques.  El  trabajo  humanoes,  pues,  la  verdade- 
ra fuente  de  toda  riquewi.  Por  esta  razón  la  Geografía  económica 
estudia  los  producios  creados  por  la  fecunda  colaboración  de  las 
fuerzas  de  la  naturaleza  y  del  trabajo  humano ;  ó  en  otros  térmi- 
nos :  la  agricultura,  la  industria  y  el  comercio. 

La  agricultura  provee  á  nuestra  alimentación,  por  lo  cual  es 
en  realidad  la  primera  de  las  industrias  ;  depende  del  suelo  y  del 
clima,  y  se  aplica  al  cultivo  de  las  plantas  y  á  la  crianza  de  los 
animales.  En  Colombia  no  hay  en  realidad  tierras  estériles,  salvo 
las  cimas  cubiertas  de  nieve,  las  escarpas  rocallosas  de  las  altas 
montañas  6  las  porciones  de  llanura  permanentemente  inundadas 
por  los  grandes  tÍvi;  pero  sí  las  hay  medianas,  y  aun  malas  para 
la  agricultura. 


KIgun  189  -Kl  Alto  Cuayabsro, seglii  Crevaux 

Todas  las  porciones  de  Colombia  no  tienen  una  misma  tempe- 
ratura, n¡  ésta  es  igual  dentro  de  una  misma  estación.  En  este  fe- 
nómeno nú  tiene  influencia  alguna  la  latitud,  por  estar  Integro  el 
país  dentro  de  los  trópicos ;  y  se  debe,  en  cambio,  i  la  altitud,  la 


732  Nueva  Geografía  de  Colombia 


vecindad  de  los  mares,  la  exposición,  los  vientos  y  la  veg^etación. 
Por  la  altitud,  las  reg-iones  elevadas  tienen  un  clima  más  áspero 
que  los  valles  ;  las  costas  uno  más  suave  que  las  llanuras  interiores; 
la  falda  norte  de  las  serranías  es  más  fría  que  la  meridional ;  y  en 
fin,  los  vientos  y  las  lluvias  acaban  de  íijar  las  condiciones  climato- 
lógicas de  cada  localidad. 

Las  diferencias  que  acaban  de  señalarse  permiten  dist¡ng"uir 
en  Colombia  seis  regiones  climatológicas  principales : 

I .°  Panamá.  En  el  Istmo  de  ordinario  difieren  las  dos  vertien- 
tes :  la  cima  de  las  cordilleras  es  más  fría  y  tempestuosa  de  lo  que 
corresponde  normalmente  á  su  altitud,  y  es  más  seca  la  vertiente 
Pacífica  hacia  el  Ocaso. 

2.°  Chocó.  Caracteriza  el  clima  de  '^ísta  comarca  su  excesiva 
humedad,  tanto  en  las  partes  bajas  y  ardientes  como  en  las  altas  y 
frías. 

3.°  La  Costa.  I^s  llanuras  del  litoral  Atlántico,  contra  lo  que 
parece  á  primera  vista,  son  un  verdadero  mosaico  de  climas,  por 
las  múltiples  causas  de  variación  que  encierran  ;  pero  de  una  ma- 
nera general  comportan  una  zona  costanera  más  fresca,  y  otra 
interior  marcadamente  continental. 

4.°  Los  Llanos.  Clima  esencialmente  continental,  caracteriza- 
do por  sus  extremos  anuales  de  sequía  y  humedad. 

5.°  Caquetá.  Se  diferencia  del  anterior  por  su  excesiva  vege- 
tación, que  lo  hace  permanentemente  húmedo. 

6.°  Los  Andes.  A  pesar  de  la  inmensa  variedad  de  climas  lo- 
cales que  estas  montañas  encierran,  pueden  señalarse  dos  divisio- 
nes de  verdadera  importancia :  los  valles  y  los  cerros.  Desde  otro 
punto  de  vista,  comprenden  los  subclimasde  Pasto,  Patía,  Popayán, 
Cauca,  mesas  antioqueñas,  Tolima  (Sur  y  Norte),  aUiplam'cüs  orien- 
tales, valles  orientales  de  Sumapaz,  valles  occidentales  de  Suma- 
paz,  Guanentá,  montes  de  Pamplona,  valles  de  Soto,  mesas  de 
Ocaña,  valles  de  Cúcuta  y  Magdalena  central. 

La  inmensa  extensión  superficial  de  Colombia  permanece 
baldía,  ó  poco  menos,  pues  no  llegan  á  doscientos  millones  de  hec- 
táreas las  que  realmente  constituyen  el  dominio  de  la  agricultura  en 
la  actualidad.  Por  lo  que  hace  á  cultivos,  la  división  de  Colombia  en 
regiones  agrícolas  es  mucho  más  sencilla,  como  que  está  sujeta  á  la 
de  los  grandes  climas  térmicos,  es  decir,  á  los  cultivos  tropicales, 
supertropicales  y  andinos ;  de  manera  que  no  hay,  como  en  los 
países  de  la  zona  templada,  regiones  de  cultivo  determinado.  Todas 
las  tierras  calientes  producen  los  mismos  artículos,  y  apenas,  y  eso 
desde  el  punto  de  vista  industrial,  cabrían  las  diferencias  que  en- 
traña la  calidad  del  artículo  producido  en  las  diferentes  formaciones 
geológicas  del  país. 

Las  naciones  europeas,  debido  al  progreso  en  ellas  cumplido, 
pueden  á  la  fecha  presentar  con  mínimo  error  la  estadística  de  sus 
territorios,  que  dividen  en  seis  grupos  principales,  á  saber:  tie- 
rras labrantías,  prados  y  pastos,  cultivos  industriales  y  arborescentes, 
bosques  y  selvas,  aguas  navegables,  caminos  y  construcciones,  eria- 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


les  ó  tierras  incultas,  subdividiéndose  alguno  de  ellos  donde  la  vid 
es  articulo  de  gran  producción. 

En  Francia,  por  ejemplo,  el  territorio  no  cultivado,  es  decir, 
los  matorrales,  pantanos,  rocas,  nieves,  &c.,  comprende  cerca  de 
12°I^  de  la  superficie  total ;  en  Inglaterra  esa  cifra  es  menor,  por- 
que en  ninguna  parte  se  ha  cuidado  tanto  de  explotar  el  suelo  ¡  pero 
no  sucede  lo  mismo  en  Escocia  é  Irlanda  ;  en  Holanda  ese  porcien- 
taje  es  mayor  que  en  Francia,  y  en  Bélgica  y  Alemania  baja  al  S°¡^, 
y  sube  al  20°/^  en  España;  en  esta  última  comarca  las  tierras  labran- 
tías comprenden  el  33°/(,  de  la  superficie  total,  y  de  ellas  1 1  millo- 
nes de  hectáreas  se  consagran  á  los  cereales,  produciendo  una  can- 
tidad de  grano  que  excede  las  necesidades  del  consumo. 

Estadística  análoga  no  puede  presentarse  de  Colombia  por  fal- 
ta de  datos,  pero  en  defecto  de  ella  no  estarán  de  más  algunas  con- 
sideraciones que  ilustran  el  punto.  Desde  luego,  aquí,  como  en  cual- 
quier parte  del  mundo,  el  suelo  puede  dividirse  en  fértil  y  no  fírtü, 
comprendiendo  en  esta  última  denominación  todo  lo  que  no  es  sus- 
ceptible de  mantener  habitantes;  pero  por  las  condiciones  de  atraso 
en  que  aún  se  halla,  como  varios  otros  países  similares,  es  preciso 
dividir  además  el  suelo  en  cultivable  é  inculto,  no  ya  por  sus  con- 


Fi(¡ura  250 — Alteilcdores  de  Cali  — De  fologrofia 

diciones  intrínsecas,  sino  por  la  falta  de  habitantes  ó  de  medios  para 
explotarlo.  Desde  e!  primer  punto  de  vista,  aunque  en  apariencia 
no  hay  en  Colombia  muchas  tierras  estériles,  si  se  profundiza  el 
asunto,  forzoso  es  reconocer  que, alo  menos  para  este  siglo  xx,  aun 
suponiéndole  de  eficaz  progreso,  el  50  por  1 00  de  la  extensión  oficial 
de  la  República  debe  mirarse  como  incapaz  de  cultivo  6  producción 


Nueva  Geografía  de  Culumuia 


real.  La  otra  mitad,  la  relativamente  poblada,  aiin  encierra  i  su  tur- 
no el  50  por  100  de  suelo  sin  utilizar,  cifra  que  se  eleva  en  algfunos 
puntos  si  s;  toman  en  cuéntalos  cerros  estiíriles  ó  poco  menos,  los 
pantanos,  *c.,de  las  zonas  regularmente  explotadas ;  de  manera  que 
por  lo  pronto  apenas  si  puede  estimarse  en  300,000  kilómetros  D 
la  porción  de  territorio  qu;  alimenta  á  todos  los  colombianos,  que  en 
ella  viven  con  densidad  media  de  20  habitantes  por  kilómetro  D, 
queseg-iin  las  regiones  aumenta  en  contados  lugares  hasta  80,  y  baja 


á  1  en  otros ;  de  suerte  que  el  pa(s  se  aproxima  muchísimo  al  tipo 
que  en  Europa  presenta  la  Madre  patria,  si  en  ésta  se  prescinde  de 
sus  tres  provincias  mis  pobladas,  y  en  Colombia  de  las  grandes 
selvas  orientales  y  occidentales.  Por  otra  parte,  bueno  es  recordar 
que  en  la  mlsmi  FraT::ii  h\y  d'pirtamentjs  donde  las  tierras  in- 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


735 


cultas  ocupan  del  28  al  40  por  100 ;  de  suerte  que  en  cuanto  á  l«t 
apropiación  del  suelo,  hasta  las  grandes  naciones  que  cuentan  más 
de  1 5  siglos  de  existencia,  tienen  por  delante  progresos  que  reali- 
zar y  que  cumplen  con  tanta  lentitud  no  obstante  su  industria  y 
riqueza,  que  la  conquista  de  esos  suelos  no  excede  de  1,500  kilóme- 
tros D  por  año,  ni  de  10  por  cada  250,000  almas.  Por  este  motivo, 
bien  podemos  no  desesperar  del  progreso  del  país,  progreso  que  aun 
cuando  lento,  se  ha  cumplido  de  una  manera  continua  á  pesar  de  sus 
revueltas  y  vicisitudes  políticas.  Bélgica,  Inglaterra  y  Alemania  su- 


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^ 


A  A 


Figura  292 — La  hoya  del  alto  Saravita,  según  la  Nueva  Geografía  de  Colombia 

Escala :  i :  8oo,«oo. 


peran  á  Francia  por  la  intensidad  de  la  producción  agrícola.  En  una 
palabra,  doble  es  el  problema  que  á  este  respecto  se  presenta  al 
país :  restringir  la  extensión  de  las  tierras  incultas  y  aumentar  el 
producto  de  la  propiedad  rural,  que  apenas  llega  al  3  por  100. 

La  propiedad  no  está  bien  dividida  en  todas  las  comarcas  de 
Colombia,  y  las  hay  donde  no  existe,  pues  no  á  otra  cosa  equivale* 


736 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


su  comunidad,  es  decir,  cuando  pertenece  á  los  Municipios,  quienes 
la  arriendan  por  lotes  á  los  vecinos.  A  este  respecto  Colombia  se 
asemeja  más  bien  á  Rusia  6  Hungría.  Con  todo,  como  el  ma- 
yor número  de  los  colombianos  vive  del  trabajo  de  los  campos^ 
tenemos  que  la  industria  agrícola,  por  el  número  de  brazos  que 
emplea  y  de  bocas  que  sustenta,  no  menos  que  por  el  valor  y  va- 
riedad de  sus  productos,  es  nuestra  principal  fuente  de  riqueza  y 
la  más  importante  de  nuestras  industrias. 

Atrás  vimos  que  la  superñcie  habitada  apenas  alcanza  á  unas 
10,000  leguas  cuadradas,  la  cual  aproximadamente  puede  distri- 
buirse así : 


2,ooo  Igs. 
2,ooo  Igs. 
2,500  Igs. 

1,500  Igs. 

1,500  Igs. 

500  Igs. 


cds.  incapaces  de  producción  por  abarcar  caminos^ 
aguas,  rocas,  arenales,  íc. 

cds.  incultas,  ó  en  su  mayor  parte  cubiertas  de  bos- 
que ó  rastrojo. 

cds.  con  escaso  y  aun  absurdo  cultivo  (errante). 

cds.  sometidas  á  cultivo  regular  y  continuo. 

cds.  de  pastos  naturales,  no  todas  limpias. 

cds.  de  prados  artificiales  ó  naturales  bien  cuidados. 


10,000  Igs.  cds. 

De  donde  resulta  que  no  obstante  ser  la  superficie  no  Jiabiiada 
apenas  la  quinta  parte  del  país,  sólo  la  mitad  de  esa  pequeña  frac- 
ción produce  casi  todo  lo  que  la  agricultura  extrae  á  nuestro 
suelo ;  y  como  vale  el  50  por  100  de  la  suma  en  que  puede  apre- 
ciarse el  país,  con  cifras  de  fuego  proclama  ante  el  mundo  nuestra 
pereza  y  abandono. 

Cuanto  á  la  riqueza  pública,  sus  elementos  componentes,  su 
distribución  en  el  país  y  sus  relaciones  con  la  población,  alguna 
idea  darán  los  cuadros  siguientes  (1895): 

Regiones  Riqueza 

La  Costa  (Panamá,  Bolívar,  Magdalena) 57.000,000  (en  oro) 

Mesa  oriental  (granadina) 175000,000 

Valle  del  Magdalena  (alto  y  central) 26.000,000 

Mesa  occidental  (andina) 170.000^000 

Chocó 3.000,000 

Oriente 5.000,000 

Hoya  de  Maracaibo 10.000,000 


CUMAS  TERIICOS 


Tierra  caliente.... 
Tierra  templada .. 

Tierra  fría 

Tierra  paramosa... 


1 

1 

1 

1 

Id 

1- 

RIquesm  |ni 
llones] 

350 

15 

165 

232 

17 

lio 

180 

23 

160 

12 

15 

5 

774 

70 

440 

1 

o 


1,768 
1.234 

1,012 
229 

4,243 


POBLACIÓN,  MILLARES 

•2 

P 

1 

ii 

¿ 

P4 

410 

700 

658 

310 

380 

544 

260 

320 

43^ 

50 

65 

"4 

1,030 


1,465 


1.74» 


Nueva  Geografía  de  G>lombia 


737 


ig 


eo 


DIP1RTAIIK70S 


63     Panamá... 

I 

65     Bolívar 

I 

24     Magdalena 

96     Santander 

I 

I 

124     Boyacá 

1 

III      Cundinamarca 

64,     Tolima 

I 

86     Antioquia 

141      Cauca 

774¡  Totales  y  promedios. 


DIXSIDAD 
k.  D 


5 

a 

"c 

Ja 


4 

5 

2 

8 

3 
6 

I 

10 


& 


13 
II 

5 
26 

20 

24 
16 

23 
15 


POBUGION 

(Millans) 


I 


90 
20 
170 
125 
200 
lio 

115 
160 


4    !    17     1050 


•e 

9 

a 


a 


60       85I    170 


1 701      90 

55  i    50 


I 


145 
120 

95 
180 

190 

310 


285 
400 
300 

63 
255 
230 


POBLÁCM 

(Millares) 


2 


300 
340 

"5 
220 

60 

90 

263 

130 
250 


1350*^43' 1 768 


•o 

m 

-s. 
a 


14 

8 

7 
340 
150 

135 

65 

315 
200 


m 

t: 


S 

o 


I 

2 

3 

37 
360 

315 

24 

iioi 


1234  1012 


3 

75 

55 
I 

5 


160!    90 


229 


16 
30 

5 
70 

15 
lio 

20 

98 

76 

440 


Como  población  urbana  contamos  la  que  vive  en  las  ciudades 
y  cabeceras  de  Municipio ;  como  semiurbana,  la  que  está  reunida 
en  los  caseríos,  empresas  industriales,  &c. ;  y  como  rural  la  que 
vive  dispersa  en  los  bosques  y  campos.  Como  se  ve,  en  las  llanu- 
ras, sobre  todo  en  las  cálidas,  y  en  las  orillas  de  los  ríos,  el  pueblo 
gusta  reunirse  en  cortijos  y  caseríos,  á  la  inversa  de  lo  que  sucede 
en  los  páramos  ;  verdadera  atracción  de  la  ciudad  sobre  el  cam- 
po no  existe  aún.  De  ordinario  la  población  de  los  Municipios  está 
igualmente  repartida  entre  sus  varias  fracciones,  la  central  de  las 
cuales  forma  la  cabecera;  pero  los  hay  en  que  ésta  tiene  caserío 
agrupado  inferior  al  de  alguna  de  las  otras. 

Lx)s  cuadros  anteriores  demuestran  además  cuan  grande  es  el 
error  de  los  escritores  europeos  cuando  suponen  que  la  población 
sólo  se  agrupa  en  la  Costa  y  de  800  metros  para  arriba,  puesto 
que  entre  esos  dos  términos  está  la  de  las  llanuras  atlántica  y  orien- 
tal y  parte  considerable  de  la  de  Antioquia,  Cauca,  Santander,  Bo- 
yacá, Cundinamarca  y  Tolima. 

Por  otros  puntos  de  vista,  los  elementos  de  nuestra  riqueza 
agrícola  pueden  descomponerse  así : 


73^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Tirretios 

23,000  Igs.  cds.  inútiles  por  muchos  años 

1,000  Igs.  cds.  de  particulares,  inútiles 

25,000  Igs.  cds.  de  baldíos  y  despoblados,  á  $  80  cada  una. 2.000,000 

3,000  Igs.  cds.  casi  incultas,  á  $  2,000  cada  una 6.000,000 

2,000  Igs.  cds.  ap)enas  cultivadas,  á  $  5,000  cada  una 10.000,000 

2,000  Igs.  cds.  bien  cultivadas,  á  $  25,000  cada  una 50.000,000 

ifSoo  Igs.  C'ls.  de  pastos  naturales,  á  10,000  cada  una 15.000,000 

500  Igs.  cds.  de  pastos  artiñciales  y  huertas,  9  $  250,000  cada 

una 12,500,000 


58,000  95.500,000 


Ganados 


Vacuno  (3.000,000  de  cabezas),  &  $  20  cada  una 60.000,000 

Caballar  y  asnal  (380,000  cabezas),  á  25  cada  una 9,500,000 

Mular  (300,000  cabezas),  á  $  30  cada  una 9.000,000 

Cabras  y  ovejas  (1.200,000  cabezas),  á  $  i  cada  una 1.200,000 

Cerdos  (3.000,000  de  cabezas),  á  $  2  cada  una 6.000,000 

Aves  de  corral  (15.000,000)  á  $  0.22J  cada  una 3.325,000 

89.025,000 

Habitaciones 

100,000    chozas  sin  valor  apreciable .* 

240,000    casas  pajizas  (bahareque),  á  $  5  cada  una 1.200,000 

160,000      id.        id.     (tapia),  á  $  25  cada  una 4.000,000 

120,000      id.    de  teja  (comunes),  á  $  200  cada  una 24.000,000 

35,000       id.     de  id.   (buenas),  á  $  800  cada  una 28.000,000 

20,000       id.     de  id.   (altas,  buenas),  á  $  4,000  cada  una 80.000,000 

1,000      id.     de  id.  (altas,  de  i.*  clase),  á  $  20,000  cada  una 20.000,000 

6  76,000  157. 200^000 

3,000    edificios  públicos  (iglesias,  teatros,  cuarteles,  &c.) 22.000.000 

679,000  179.200,000 

Afateriai 

Empresas  agrícolas 5.000,000 

Id.       industriales 10.000,000 

Id.       mineras 12.000,000 

Id.       marítimas  y  fluviales 8000,000 

Mobiliario 6.000,000 

Mercancías 20.000,000 

Dinero  y  joyas 16.000,000 

77.000,000 

BESUMEN 

Terrenos 95.500,000 

Ganados 89.025,000 

Habitaciones 179.200,000 

Material 77.000,000 

440.725,000 
Riqueza  media  por  cabeza,  $  90. 
Valor  medio  del  kilómetro  cuadrado,  %  30. 
Relación  de  la  riqueza  y  el  movimiento  comercial :  6  á  i. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  739 


El  número  de  las  heredades  y  su  clase  se  calcula  así: 

lOOfQOO  estancias  de  3/  clase,  á  $  100  cada  una 10.000,000 

^,000  estancias  de  2.*  clase,  á  $  500  cada  una 40.000,000 

30,000  estancias  de  i.*  clase,  á  $  2,000  cadi  una 60.000,000 

6,000  haciendas  de  3.*  clase,  á  $  4,000  cada  una 24.000,000 

3,000  haciendas  de  2/  clase,  á  $  12,000  cada  una 36.000,000 

1,000  haciendas  de  i.*  clase,  á  $  25,000  cada  una 25.000,000 

220,000  195.000,000 

Estas  propiedades  también  pueden  distribuirse  de  li  siguiente  manera  : 
120,000  fundos  de  menos  de  10  hectáreas  (Cauca,  Antioquia,  Santander). 
75,000  fundos  de  10  á  100  hectáreas  (Antioquia,  .Santander,  Cundinamarca). 
15,000  fundos  de  más  de  1,000  hectáreas  (Cundinamarca,  Boyacá). 

220,000  con  extensión  media  de  500  hectáreas  y  $  900  de  precio,  que  á  todas 
luces  es  en  extremo  reducido,  puesto  que  no  llega  a  (  2  la  hectárea,  y  los  cono- 
cedores han  estimado  en  $  4  el  precio  medio  déla  fanegada,  con  ediñcios  y  ani- 
males, en  todo  el  país.  En  este  caso  el  dominio  de  la  agricultura  colombiana 
raldría  por  sí  solo  400  millones  en  oro,  y  la  riqueza  total  se  elevaría  á  más  de 
600,  lo  que  parece  muy  fundado  en  razón. 

El  cultivo  de  la  tierra  todavía  presenta  un  estado  lamentable, 
por  diversas  causas :  todos  los  cultivos  del  globo  pueden  acome- 
terse con  ventaja  en  nuestra  Patria  ;  pero  la  falta  de  población  en 
unos  puntos,  la  excesiva  fertilidad  del  suelo  en  otros,  la  pobreza  de 
los  habitantes,  la  falta  de  caminos,  sus  extensas  y  fragosas  mon- 
tañas, sus  peligrosos  ríos,  las  rivalidades  de  sus  hijos,  y  sobre  todo 
las  constantes  guerras,  han  llevado  tal  ramo  de  riqueza  á  un  estado 
increíble  de  decaimiento.  La  paz  estable  le  dará  vuelo,  pero  aiSn 
pasarán  años  antes  de  que,  relativamente  hablando,  vuelva  á  ser  lo 
que  fue  hace  un  siglo.  Agreguemos  á  lo  dicho  que  con  frecuencia 
ha  sido  aquí  despreciada  la  agricultura,  posponiéndola  al  comercio; 
los  labriegos,  llamados  antes  orejones  y  pa/anes,  vivían  encerrados  en 
sus  predios,  eran  gente  demasiado  tímida,  no  tomaban  parte  volun- 
taria en  las  contiendas  políticas,  y  por  lo  mismo  no  pesaban  en  los 
Congresos.  Hoy  no  sucede  eso  ;  pero  en  cambio  impera  el  ausentis- 
mo; los  dueños  arriendan  sus  predios  6  los  hacen  explotar  por  agen- 
tes de  ordinario  poco  aptos,  y  el  resultado  final  es  el  mismo;  en  la 
Sabana,  las  tierras,  á  pesar  de  su  alto  precio,  no  producen  sino  el  3 
por  100  anual,  y  los  arrendatarios  no  obtienen  ganancias  seguras. 
También  es  rutinero  y  deficiente  el  cultivo  hasta  lo  sumo,  en  partes 
todavía  se  hace  á  lo  chibcha,  y  faltan  máquinas  y  herramientas 
adecuadas ;  pocas  haciendas  han  dejado  el  tradicional  arado  de 
Adán ;  tampoco  tienen  segadoras,  trilladoras,  &c. ;  los  ingenios 
de  aziícar  están  en  el  mismo  caso,  y  sólo  las  grandes  plantaciones 
de  café  están  montadas  de  un  modo  más  civilizado,  aunque  no  per- 
fecto. La  norma  de  nuestros  agricultores  es  de  ordinario  producir 
á  iodo  ahorro,  lo  que  con  frecuencia  resulta  á  toda  pérdida  ;  por 
falta  de  constancia  y  labor,  muchos  hallan  la  ruina,  entonces  me- 
recida ;  en  años  anteriores,  á  la  más  ligera  baja  de  un  artículo  de 
exportación,  se  abandonaba  ;  muchas  plantaciones  de  café,  antes 
cañaverales,  fueron  rozadas  para  establecer  pastales,  y  si  ese  cul- 
tivo tiene  alguna  importancia  en  el  interior,  débese  al  régimen  del 
papel  moneda.  Prueba  nuestro  aserto  que  en  Santander  el  cultivo 
del  café  ha  marchado  con  intensidad  creciente  desde  1830,  dupli- 
cándose el  producto  casi  cada  década,  de  seguro  por  la  influencia 


NuiVA  Geogkafi'a  de  Colombia 


d«l  mercado  venezolano ;  en  1856  exportaba  ya  dos  millones  de 
kiI(^^mos,  y  en  Cundinamarca  no  figura  como  tal  sino  desde  1863; 
en  Santander  nunca  han  cejado  sus  hijos  en  ese  camino,  y  en  Cun- 
dinamarca, al  menor  tropiezo  6  baja,  muchos  han  abondonado  el 
negocio.  En  1880,  por  ejemplo,  había  en  Santander  cerca  de  50 
millones  de  árboles  (como  40,000  hectáreas),  cuando  en  Cundina- 
marca apenas  llegaban  i  ]  (unas  2,úOO  hectireasl).  ¿Yquéde- 
cir  del  cacao,  el  añil,  Jtc,  que  fueron  para  ciertos  Departamentos 
limpies  meteoros  ? 


Se  agrava  lo  dicho  con  lo  incierto  de  las  lluvias  y  la  costum- 
bre general  de  confiar  el  riego  á  la  madre  naturaleza,  por  lo  cual 
si  el  tiempo  es  bueno  abundan  los  frutos,  los  que  se  abaratan  hasta 
el  punto  de  no  hallar  quien  los  recoja  ni  aun  regalados ;  baja  de 
precios  que  refluye  sobre  los  jornales,  entonces  altos  y  escasos. 
La  inversa  sucede  si  el  tiempo  es  malo,  lo  más  común  aquf,  de 
donde  se  sigue  son  preferibles  las  medianas  cosechas,  bien  que 
tales  alternativas  no  obren  directamente  sobre  los  artículos  de  ex- 
portación como  café,  tabaco,  cacao,  &c.  Así  pues,  en  Colombia 
no  es  cierto,  en  la  agricultura,  el  principio  de  que  todo  cultivo  deja 
utilidad  y  compensa  con  su  cosecha  los  gastos  de  producción,  por  lo 
cual  el  trabajo  del  terreno,  más  aún  que  el  comercio,  es  mero  juego 
de  suerte  y  azar.  Son  tan  extrañas  las  condiciones  del  pats  á  este 


NuECA  GeograWa  de  Colombia 


respecto,  que  hemos  visto  la  carga  de  miel  en  un  pueblo  á  (  3,  y 
en  otro,  distante  6  leguas,  á  $  24,  valiendo  $  22  el  flete  entre  los 
dos  I  En  ciertas  zonas,  emprendido  por  todos  el  cultivo  de  la  caña, 
por  ejemplo,  su  valor  se  hace  nulo,  muchos  se  arruinan,  la  mayor 
parte  lo  abandonan  ;  pero  esto  trae  la  carestía  del  artículo  y  la 
{ganancia  de  los  perseverantes,  con  lo  cual  vuelve  el  entusiasmo 
general,  que  toma  á  dar  idéntico  resultado,  estableciéndose  ciclos 
por  extremo  perniciosos ;  hace  pocos  años  en  Chiriquí  el  gfaldn  de 


anisado  valía  %  0-40  y  en  Antioquia  $  4,  y  mientras  allá  los  pro- 
ductores se  arruinaban,  acá,  merced  al  monopolio,  todos  realizaron 
pingües  ganancias.  También  es  consecuencia  de  tan  extraño  mtdU 
que  la  grita  general  sea,  en  épocas  de  carestía,  contra  la  escasez 
de  dinero  ó  medio  circulante  ;  lo  que  falta  entonces  es  en  qué  ne- 
gociar, y  como  cada  cual  se  halla  con  pocas  entradas,  debe  limitar 
sus  gastos,  resultando  mala  situación  para  todos ;  es  curioso  que 
cuando  en  una  zona  escasean  ciertas  artículos,  se  formen  sindica- 
dos para  llevarlos  á  ella  sin  mejorar  en  precio,  <S  bien  para  com- 
prar toda  la  cosecha  con  el  objeto  de  levantar  los  precios,  y  nunca 
cuando  hay  una  suma  abundancia  en  un  punto  para  llevar  esos  ar- 
tículos adonde  escasean  y  están  caros.  En  las  tierras  cálidas  el 
maíz,  por  ejemplo,  baja  á  precios  irrisorios  el  día  de  la  cosecha, 
porque  ésta  excede  al  consumo,  no  puede  almacenarse  porque  el 


74^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


gorg-ojo  lo  daña,  y  no  hay  manera  de  llevarlo  á  la  tierra  fría  y 
mantenerlo  allí  para  devolverlo  á  aquéllas  luego,  cuando  su  precio 
es,  á  la  inversa,  exagerado. 

También  faltan  en  Colombia  los  bancos  hipotecarios  agrícolas 
á  semejanza  de  los  de  Australia;  faltan  disposiciones  como  la  del 
Act  Torrens  ;  la  rata  comün  del  interés  del  dinero  es  altísima  (i\ 
á  2  por  100  mensual)  en  plazos  largos,  las  herramientas  malas  y  ca- 
ras, y  considerable  el  número  de  revendedores,  los  que  si  se  conci- 
ben en  las  grandes  ciudades  donde  son  intermediario  natural  entre 
el  productor  en  grande  y  el  comprador  al  detal,  son  polilla  en  los 
pequeños  pueblos,  donde  ninguna  razón  justifica  sus  manejos.  Otras 
veces  resultan  caros  los  víveres  por  los  gravámenes  inconsul- 
tos ó  numerosos  á  que  se  les  somete,  y  cuyo  producto  no  se  destina 
siempre  á  mejorar  los  caminos,  que  es  el  pretexto  con  que  se  les 
recauda.  En  fin,  perjudican  á  la  agricultura  las  rivalidades  de  Mu- 
nicipio á  Municipio  ó  de  Provincia  á  Provincia ;  lo  caro  de  los 
arrendamientos  en  unos  puntos,  y  lo  bajo  en  otros;  la  falta  de  bra- 
zos en  unos  lugares,  y  el  exceso  y  la  dificultad  de  cambiar  de  do- 
micilio en  otros  ;  la  falta  de  escuelas  rurales,  la  ignorancia  del  va- 
lor de  ciertos  frutos,  de  los  sistemas  racionales  de  cultivo  y  aun  de 
semillas  mejoradas,  lo  cual  mantiene  los  malos  productos.  Citemos, 
para  concluir,  el  ¡)erjuicio  enorme  que  causan  las  tierras  comuna- 
les, además  de  provocar  riñas  y  dar  escasos  rendimientos,  con  la 
influencia  desmedida  que  allí  alcanza  la  industria  pecuaria  sobre  la 
agrícola,  que  entonces  resulta  volante  y  perniciosa  en  vez  de  útil. 
El  cuadro  no  es  halagüeño,  pero  desgraciadamente  es  cierto. 

Como  se  deduce  de  lo  atrás  dicho  sobre  relieve,  clima  y  flora, 
el  país  tiene  que  dividirse  y  se  divide  en  marcadas  regiones  culti- 
vables que  se  suceden  6  escalonan  de  un  extremo  al  otro  de  las 
serranías,  imponiendo  á  los  que  en  ellos  moran,  determinados  culti- 
vos y  alimentos  y  cierto  género  de  vida,  según  el  elemento  de 
que  pueden  derivar  la  subsistencia  :  en  los  páramos  vaga  el  pastor 
con  las  ovejas  ;  en  las  planicies  y  relieves  fríos  mora  el  labriego 
entre  maizales,  trigales  y  sementeras  de  papa  ;  en  la  zona  templada 
se  desarrollan  las  grandes  plantaciones  de  café ;  en  los  grandes  va- 
lles y  llanuras  ardientes  las  chozas  surgen  entre  cañadulzales,  plata- 
nales, cacaotales  y  árboles  de  exquisita  fruta.  Y  no  se  crea  que  un 
mismo  artículo  es  igual  en  todo  el  país  :  el  arroz  de  Chiriquí  ó  Ma- 
jagual no  tiene  rival ;  el  maíz  de  la  mesa  andina  tiene  diverso  sabor 
que  el  producido  en  la  mesa  granadina,  y  lo  mismo  podríamos  decir 
de  casi  todos  los  productos  :  por  ejemplo,  la  caña  dulce  en  el  Cho- 
có casi  no  encierra  partículas  zacarinas,  á  pesar  de  su  grosor.  En 
este  último  suelo  no  es  posible  derribar  la  selva  para  hacer  la 
siembra,  so  pena  de  perder  ésta ;  en  otros  poco  dará  la  tierra  sin 
tenaz  cultivo  ;  en  la  Sabana  hay  campos  que  sin  abono  dan  co- 
secha todos  los  años  desde  hace  unos  seis  siglos. 

Y  como  es  el  maíz  el  vegetal  que  abarca  mayor  zona  altimé- 
trica,  desde  la  cálida,  donde  rinde  hasta  cuatro  cosechas  al  año, 
hasta  el  páramo,  donde  madura  trabajosamente  en  doce  meses,  es 
por  lo  mismo  base  de  la  alimentación  general  en  forma  de  holksy 
arepas^  conque^  mazamorra,  pesada,  clarito  y  chicha.  El  tasajo,  ef  gua- 
rapo, el  plátano,  el  arroz,  el  ñame  y  el  cazabe  señorean  Ea  tierra 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


743 


cálida  ;  la  papa,  el  ulluco,  la  cebada  y  las  verduras  priman  en  la 
tierra  fría  en  platos  como  la  pollada,  la  sema,  el  molleíe.  Generales 
son  el  ajiaco  y  el  sancocho  6  viudo,  lo  mismo  que  el  anisado;  algfo  menos 
lo  es  el  dulce  consumido  como  tal.  Los  unos  beben  chocolate,  café  los 
otros,  agua  de  panela  el  resto.  Tienden  á  ser  de  universal  consumo 
el  cerdo  y  el  tabaco  ;  y  aumenta  el  uso  de  la  cerveza.  Según  sea 
la  alimentación,  así  resulta  el  obrero,  cuya  vida,  sin  ninguna  duda, 
es  más  fácil  y  barata  en  la  región  cálida. 


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Las  plantas  cultivadas  varían  mucho  en  la  importancia  y  va- 
lor de  sus  productos.  El  algodón,  de  excelente  calidad  y  tan  vivaz 
que  brota  naturalmente  en  los  barbechos,  debiera  ser  cultivo  in- 
dustrial de  la  zona  cálida,  pero  se  le  ha  mirado  con  gran  desdén : 
año  ha  habido  en  que  la  exportación  rebasó  el  millón  de  kilogra- 
mos^ y  creemos  ha  entrado  en  período  de  progreso  definitivo,  tanto 


744  Nueva  Geografía  de  Colombia 


para  sí  como  para  su  semilla,  sobre  todo  en  Bolívar.  Poseemos 
riquísimos  agaves  que  tampoco  se  atienden  como  debiera  para  la 
exportación,  y  que  serían  riqueza  segura  en  las  zonas  áridas  de 
tierra  caliente,   bien  que  más  que  el  algodón  sirvan  hoy  en  forma 
de  cabuya  á  la  industria  nacional,  sobre  todo  en  Pasto  y  Cücuta ; 
en  muchos  lugares  se  le  cultiva  por  su  fibra  como  setos  de  las  he- 
redades. El  café  es  en  la  fecha  el  principal  cultivo  industrial,  pues- 
to que  en  producción  no  hay  menos  de  300  millones  de  cafetos  (como 
doscientas  mil  hectáreas  sembradas);  de  ellos  120  en  Santander, 
15  en  Antioquia,  10  en  el  Cauca  y  en  Oriente,  i  en  Panamá,  i  en 
Bolívar  y  Magdalena,  20  en  el  Tolima  y  35  en  Cundinamarca ;  la 
cosecha  (50,000  toneladas  contra  75,000  en  Venezuela)  se  exporta 
casi  íntegra,  y  no  vale  menos  de  20  millones  de  pesos  (en  oro).  El 
tabaco,  antes  la  principal  fuente  de  riqueza  agrícola,  como  que  su 
cultivo  alcanzó  verdadera  importancia  en  todos  los  Departamen- 
tos, tras  verse   postrado  por  culpa  nuestra,  tiende  á  levantarse  un 
tanto,  merced  al  papel :  en   1874  salieron  8  millones  de  kilogra- 
mos, aun  cuando  con  menos  valor  que  en  1856;  pero  en  1890  ape- 
nas se  envió  la  mitad  de  aquella  cantidad ;  antes  fue  el  Tolima  el 
centro  de  su  cultivo;  hoy  lo  es  Bolívar,  que  da  la  mitad  del  que  se 
exporta ;  en  todos  los  Departamentos  hay  algunos  cosecheros,  y  el 
consumido  en  el  interior  es  el  doble  del  exportado :  el  de  mejor 
calidad,  superior  al  habano,  se  da  en  Viguí  (Panamá).  La  siembra 
actual  es  de  2^  á  3  millones  de  matas. 

El  cacao  ha  sido  el  más  extraño  cultivo  entre  nosotros  :  con- 
siderable al  finar  la  colonia,  después  casi  desapareció,  como  que 
muchos  cientos  de  miles  de  árboles  se  destruyeron  por  diversas 
causas :  hoy  no  cuenta  el  país  sino  unos  tres  millones  cultivados  en 
Arauquita,  Uribe,  Tolima,  Cauca,  Santander,  Antioquia,  la  Costa  y 
Panamá,  alguno  de  estos  últimos  sin  rival  en  el  mundo.  Los  demás 
cultivos  industriales  no  tienen  importancia  ninguna,  y  la  explotación 
de  las  selvas  es  aún  rudimentaria,  salvaje  en  extremo.  Entre  los  ar- 
tículos de  consumo  prima,  como  dijimos,  el  maíz,  pero  no  podemos 
hacer  cálculo  alguno  de  las  hectáreas  que  con  él  se  siembran,  por 
cuanto  en  muchas  partes  el  cultivo  es  errante,  y  mezclado  en  otras; 
el  de  la  caña  ocupa  á  lo  sumo  20,000  (Guayana  inglesa  200,000), 
y  es  por  hoy  un  gran  negocio,  merced  al  casi  general  monopolio 
del  aguardiente  en  el  país.  El  coco  y  el  guineo  son  un  tesoro  en 
las  costas.  En  resumen,  Colombia  es  un  país  virgen,  desde  el  punto 
de  vista  de  la  explotación  agrícola. 

Anticipando  la  cuestión,  y  para  completar  lo  relacionado  con 
nuestra  agricultura,  insertamos  en  seguida  un  cuadro  de  la  mar- 
cha de  la  exportación  de  los  principales  artículos  en  las  últimas 
décadas.  La  cantidad  total  exportada  por  nuestros  puertos  desde 
1830  á  1898,  se  resume  así  aproximadamente,  en  toneladas,  pues 
carecemos  de  datos  completos  sobre  el  particular. 

Café 500,000  (el  producto  de  Venezuela  en  un  quinquenio 

ó  el  del  Brasil  en  un  año). 
Palos  de  tinte.  700,000  (con  escaso  valor). 

Tabaco 475,000  (los  Estados  Unidos  en  tres  años). 

Cueros 1 10,000  (Argentina  en  un  año). 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


745 


Algfodón 30,000 

Caucho 20,000 

Cacao 18,000 

Quina 65,000 

Tagfua 120,000 

Azúcar 20,000 

Cocos 16,000 

Guineos 300,000 


(el  Brasil  en  seis  meses), 
(el  Brasil  en  un  año), 
(el  Ecuador  en  un  año), 
(hoy  nada). 
(pK>co  valor). 
(Cuba  en  una  semana). 
(Polinesia  en  un  año), 
(poco  valor). 


PRODUCTOS  DEL  TERRENO  PARA  LA  EXPORTACIÓN  EN  EL  SIGLO  XIX    * 


(En  millones  de  pesos  y  de  kilogramos) 


1835-36  1845-46 


Peso  Talor,Peflo  Valor 


1856.57  1866.67  i879.8o'i887 


Peso 


Valor  Peto  Valor,  P«io 


\ 


Algodón I  0.5  I  o.i 

Semillas ' 

Brasil  (palo)...    2.6    o  i  '  6.1 

Cacao     o.i  i  0.4       i 

Café 0.2  I  o.J     0.2 

V^aOUa   •■•■•••■•■•      ■»•     I     •••  -■« 

^^SLuCQO  •••«■      •••       ■■■  -•• 

v^cciro*  «•■  ■•>■•••    •••        •■      OíO 

Dividivi 

Guayacán o.i     0.0    0.0 

Madera 

Miiz '   1. 1 


•      I      •  •  • 

.   I   1. 1 


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6.2 
1.3 


j^ora '0.4    0.0     1.8 

J^SLIliC**  •  •  •  ■••■••■   >••    ••■    ••• 
v^UluA»  •  ■  •  •  •  •  ••••   •••  1  ••   f 

Tabaco '  0.3 'o.i^'  0.2 

Tagua '  ..•  !    ..      o.i 

Tolu ■••• 

Cueros..   — -•  0.8  ¡ci^ 

XvCSCS  ..•.■••••..  ... 

Netaleí  preciosM....   ... 

Minerales 

Oro,  moneda 1.2 

Id.  barras..  ..|  ...      o.^ 

Id.  otro ' 

Plata,  moneda, 

Id    otros    . . 
Almidón  •  .... 


Azúcar 0.3 

Panela  ...     .  ••    0.5 
Sombreros '  0.0 


0.1 


0.1 
0.0  ¡  o. 
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o.  I 

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O.I 

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0.1 


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0.0 

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0.4 


0.6 
0.1 

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1.2 

5.1 
0.1 


0.0 
0.0 

*  ■  • 

O.S 
3.1 
o  o 


4.4 

0.8 ;  0.1 
I. 

0.7 
4.1 
0.1 


0.7 
I. 

0-3 

•  • 

04 

•  ■  • 

2.2 

•  •  ■ 

06 


0.4 
0.8 


0.3 

04 

0.9 

O.I 

0.6 

10.4 

0.1 

0.2 

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•  •  • 

04 

o.it 

0.8 

0.2 

0.8 

•  •  • 

1.2 

•  •  • 

0.7 

0.1 

... 

Valor 


0.31  «5 


0.2| 
0.0 
0.0 

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3.3 


0.6    0.2i 


8       4.2 

6.  I  20  I  3.6 :  1.3 

••        S-2  '   0.3 


0.3 

02 


O.I 


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... 

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1887 

1890 

Feto 

Peeo 

O.I 

O.I 

O.I 

1.5 

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0.2 

1.5 

0.3 

12. 

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1.7 

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4. 

0.5 

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0.4 

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0.4 

3.0 

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6. 

6.3 

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3.3 

4. 

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■  ■• 

0.0 

•  •  • 

0.2 

fuera 


*    Aun  cuando  en  las  estadísticas  ñgura  un  par  de  centenares  de  artículos^ 
a  de  los  de  este  cuadro,  ni  uno  ni  todos  representan  valor  apreciable. 


Nueva  Giografía  de  Cehmbia 


TOMO  1—48 


Nueva  Geogbafi'a  de  Colombia 


PANAMÁ 


'     1869       1891  . 1 

I  Peio   I  Vilai  I  Peio  |  Valor 


Caoba 

Cedro 

Cocobolo 

Niear 

M«ra '.'.."^ 

Oro,  SBoneda.... 
Plata,  id 


,    o.ii  '     o.i    ■     oi 


B)  Ganadería. — Esta  industria  data  en  verdad  de  la  Conquista, 
pues  aun  cuando  existían  en  el  país  unos  pocos  atiimalcs  que  es 
fácil  reducir  á  la  domestícidad,  los  indios  nunca  lo  hicieron. 

Los  peninsulares  trajeron  desde  sus  primeras  expediciones  al 
interior  los  cerdos  y  las  gallinas,  y  luego  las  ovejas,  las  cabras  y 
el  ganado  vacuno,  todos  los  cuales  se  han  modificado  ligeramente 
para  acomodarse  á  las  condiciones  climatológicas  de  su  nueva  pa- 
tria, y  í  decir  verdad,  degenerado,  puesto  que  ninguno  de  los  grupos 
de  ellos  descendientes  puede  mirarse  como  raza  ñna,  en  la  mo- 


396— -Las  cabweraidel  Sinú,  según  la  CtrU  «£««1 
Escala  :  I  iSo^aoo— (Víase  U  dgan  jai} 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


747 


derna  acf  pci'^n  de  la  palabra ;  y  la  introducción  de  reproductores 
de  éstas  es  tan  nueva,  que  apenas  principia  á  hacerse  sentir  en  las 
regiones  más  ricas  y  pobladas  del  país. 

Además,  los  g^anados,  que  en  los  primeros  años  de  la  Conquis- 
ta se  multiplicaron  hasta  el  punto  de  formar  rebaños  salvajes,  tanto 
en  los  páramos  como  en  las  llanuras,  y  cuyo  numero  alcanzó  á  me- 
dio millón  de  cabezas  en  Casanare  á  principios  del  sig^lo  pasado,  su- 
frieron tan  rudo  golpe  con  nuestras  luchas  civiles  de  la  misma  cen- 
turia, que  en  1890  apenas  se  encontraban  en  el  país  unos  siete  mi- 
llones de  animales,  al  tenor  del  siguiente  cuadro,  cantidad  que  la  úl- 
tima guerra  ha  disminuido  de  un  modo  notabilísimo,  por  lo  menos 
en  un  millón,  produciendo  así  un  vacío  que  demandará  algunos 
años  para  su  reposición. 


estadística  ganadera  (en  millares  di  cabezas) 


DepartaMentos 

1 
Vacuno 

250 
340 
100 
300 
480 
280 
350 
300 
400 

Caballar 

Malar 

1 

ASDOS 

Cabras 

Ovejai 

Cerdos 

Volatería 

Panamá 

50 
10 
11 
50 
40 
70 
30 
50 
30 

341 

5 

2 

1      12 

80 

15 

'     60 

8 

i     35 

40 

1 

15 

10 

3 

1 
2 
2 
1 
2 

3 

8 

200 

70 

20 

20 

30 

3 

15 

1 

1 

90 

100 

280 

100 

15 

10 

150 

280 
95 
15 
350 
130 
260 
150 
500 
600 

300 

Bolívar 

410 

Magdalena 

Santander 

100 
2,700 

Boyará 

3,000 

Cundinamarca... 
Tolima 

2,200 
1,000 

AntioQuia 

2,400 

Cauca , 

700 

Total 

2,800 

í  257 

37 

361 

746 

2,380 

12,810 

Este  cuadro  es  desconsolador,  puesto  que  indica  que  la  indus- 
tria pecuaria  marcha  en  retroceso;  retroceso  sólo  explicable  por 
los  destrozos  de  las  guerras  civiles,  por  la  falta  de  brazos  y  por  la 
pereza.  Hace  un  siglo,  por  ejemplo,  Panamá  contaba  160,000  ca- 
bezas vacunas  y  35,000  caballares;  el  Magdalena  25,000 muías,  y 
en  la  región  oriental  pastan  apenas  420,000  animales,  menos  que 
antes  de  la  guerra  de  Independencia,  mientras  Venezuela  cuenta 
por  millones  sus  ganados  en  la  llanura.  Enfermedades  que  no  se 
estudian,  parásitos  que  dan  aspecto  repugnante  al  animal,  incon- 
venientes que  nadie  trata  de  vencer,  todo  se  conjura  aquí  contra 
tal  industria,  á  pesar  de  lo  magnífico  de  los  terrenos ;  en  la  misma 
Sabana  de  Bogotá,  donde  no  existe  ganado  suficiente  para  abas- 
tecer la  capital,  hace  medio  siglo  se  mantenían  algo  más  de  200,000 
cabezas  I  En  las  llanuras  cálidas  colombianas  no  puede  contarse 
con  aumento  de  más  del  15  por  100,  ó  á  lo  más  del  40  por  100  en 
algunos  lugares  privilegiados,  y  en  los  hatos  de  tierra  fría,  don- 
de debe  y  puede  obtenerse  á  lo  menos  el  90  por  100,  apenas 
se  consigue  el  50  al  60  por  100.  Las  razas  en  lo  general  son  ma- 
las  y  pequeñas;  sólo  en  la  Sabana  se  cuenta  un  numero  considera- 
ble de  cabezas  de  razas  finas  europeas  de  toda  casta;  en  Boyacá 
hay  buenos  yegüerizos,  como  en  el  Cauca,  cuyas  muías  importadas 


74^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


á  otros  Departamentos,  sin  plan  ni  sistema,  gozan  merecida  fama. 
Los  mejores  caballos  son  los  goajiros.  Los  salvajes  han  cuidado  más 
estos  animales  que  los  civilizados  !  Lo  dicho  explica  por  qué  jinetes 
y  artilleros  han  hecho  tan  desairado  papel  en  las  guerras  del  último 
medio  siglo.  Bueno  es  anotar  que  las  cifras  del  cuadro  anterior 
se  pueden  comprobar ;  la  exportación  de  ganado  en  pie  alcanzaba 
en  ese  año  á  70,000  cabezas  por  año  (Ipiales  4,000  Chiriquí  6,coo  la 
Costa  40,000,  Arauca  16,000  y  Orocué  4,000),  y  la  de  cueros  á  cosa 
de  860,000,  de  donde  que  si  se  toma  un  simple  aumento  general  del 
40  por  100,  que  no  es  exagerado,  resulta  existen  en  el  país  dos  y  me- 
dio millones  de  cabezas.  Salvo  en  el  Llano  y  Panamá,  en  el  resto  del 
país  se  sacrificaban  por  miles  las  hembras,  con  perjuicio  de  la  ga- 
nadería, por  tener  menor  derecho  de  degüello ;  y  si  los  números  no 
mienten,  los  animales  muertos  en  el  año  son  en  mayor  número  de 
lo  que  dice  la  estadística  oficial.  Cuanto  á  las  ovejas,  el  fuerte  de 
la  cría  está  en  los  páramos;  el  de  las  cabras  en  los  eriales  cálidos. 
Por  excepción  salen  al  mercado  reses  de  gran  tamaño ;  de 
ordinario,  un  vacuno  cebado  en  buen  potrero  da  1 30  á  1 50  kilo- 
gramos de  carne,  40  de  sebo  y  100  de  huesos,  sin  contar  el  cuero, 
las  visceras  y  extremidades.  Los  cerdos  cebados  producen  40  kilo- 
gramos de  carne,  30  de  grasa  y  20  de  huesos.  El  negocio  en  gran- 
de de  cerdos,  corderos,  &c.,  es  considerable  entre  las  regiones  pro- 
ductoras y  las  que  escasean  de  ellos,  tanto  en  animales  en  pie  como 
con  carnes  saladas.  A  las  Antillas,  Centro-América,  Ecuador  y 
Venezuela  se  envían  cada  año  algunos  miles  de  cabezas.  En  el  in- 
terior se  pierden  muchos  de  los  productos  del  ganado,  y  con  otros 
se  fabrican  las  infectas  velas  de  sebo  (unos  200  millones)  que  cons- 
tituyen el  alumbrado  del  común,  salvo  en  la  Costa,  donde  se  con- 
sume bastante  esperma  ó  velas  mejor  elaboradas  (esteáricas) ;  tam- 
bién se  usan  para  tal  fin  varios  aceites,  cera  de  laurel  en  ciertas 
zonas  y  algún  petróleo.  Otro  de  los  artículos  derivados  del  ganado 
es  el  jabón  común  (25  millones  de  barras  al  año),  algo  más  fino  en 
la  Costa  Atlántica,  y  casi  el  único  que  se  emplea  para  el  lavado  de 
la  ropa.  Es  considerable  el  producto  en  leche,  mantequilla  y  queso, 
artículos  de  algún  precio  y  buena  calidad  en  ciertas  regiones.  Los 
productos  de  la  volatería  apenas  satisfacen  las  necesidades  ordina- 
rias. En  fin,  cuál  sea  el  estado  de  esta  industria,  se  manifiesta  por 
la  cantidad  de  mantequilla  y  manteca  consumidas,  provenientes  del 
Extranjero,  pues  en  Bogotá  resultan  más  baratas  que  la  misma 
criolla,  no  obstante  lo  costcso  de  su  transporte.  La  mayor  parte  de 
los  cueros  se  exportan,  y  con  el  resto  se  fabrican  algunas  badanas, 
cordobanes,  suelas  y  vaquetas  malas  y  que  no  satisfacen  el  consu- 
mo del  país,  siendo  por  lo  mismo  enorme  la  cantidad  de  calzado  y 
otros  productos  del  cuero  (arneses)  que  necesitamos  traer  de  Ul- 
tramar. El  estado  de  la  industria  pecuaria  no  es  próspero,  ni  su 
porvenir  del  todo  halagüeño,  si  en  el  país  no  se  cambia  el  rumbo 
que  hasta  aquí  se  ha  venido  observando.  Cuanto  á  la  pesca,  yace 
abandonada  como  industria :  millones  puede  producir,  y  hoy  no 
vale  sino  unos  pocos  miles;  sitios  hay  en  que  por  la  pereza  sólo  se 
recoge  la  que  queda  en  las  ciénagas  al  bajar  las  aguas,  casi  siem- 
pre enferma. 

♦♦♦ 


Nueva  Geografía  de  Colombia  749 


C)  En  la  actualidad  (1898)  la  agricultura  colombiana  produce  aproxima- 
damente los  lifuientes  artículos,  tanto  para  la  alimentación  de  sus  habitantes 
como  para  el  comercio  interior  y  exterior  en  millones  de  kilogramos. 

I.®  Forrajes  (diversas  clases),  7,500. 

2.0  Cerealts.  Maíz,  300 ;  arroz,  50;  cebada,  28;  trigo,  15. 

3.°  Frutos  y  tubirculos.  Plátano,  280 ;  yuca,  100;  papas,  18;  fíame,  5; 
arracacha,  i ;  otros,  i. 

4.^  Dulce  (caña  de  azúcar),  200 ;  frutas,  3*;  otros  productos,  i. 

5.®  Hortalitas  j  otros  granos.  Verduras,  20 ;  arvejas  y  habas,  lO;  gar- 
banzos y  lentejas,  5 ;  fríjoles,  25. 

6.^  Cultivos  industriales.  Guineos,  50;  café,  50;  tabaco,  20;  algodón,  5; 
cacao,  6 ;  cocos,  5. 

7.°  Maderas.  Madera  de  tinte,  5;  íd.  de  construcción,  8;  lefSa  y  carbón,  25. 

8.®   Manufacturas.  Almidón,  6;  tejidos,  3;  ñquey  cabuya,  18;  lana,  i. 

9.°  Productos  animales.  Huevos,  ii ;  leche  y  queso,  12;  aves  ^de  corral, 
8 ;  cerdos,  8 ;  pescados,  25;  cordero,  8 ;  carne  de  res,  45  ;  grasas,  22 ;  cueros,  6 ; 
otros  productos,  i. 

10.  Bebidas.  Chicha,  8;  alcoholes,  6;  guarapo,  15. 

11.  Minerales.  Hulla,  i;   metales  finos  y  piedras  preciosas,  0.60;   sal,  55. 

¿  Qué  exactitud  tienen  estos  cálculos  ?  Son  la  suma  de  los  he- 
chos en  las  diversas  regiones  del  país  por  personas  que  han  estu- 
diado con  cuidado  este  punto.  Si  son  siquiera  aproximados,  tendre- 
mos que,  descontando  los  forrajes,  en  su  mayor  parte  se  consumen  in 
silu,  y  el  resto  compensa  artículos  que  no  dan  tráfico  por  su  cercana 
producción  al  mar  ;  tendríamos,  pues,  una  masa  de  i  .250,000  to- 
neladas para  el  tráfico  interior :  y  suponiendo  que  la  cuarta  parte 
no  se  movilice,  sino  que  se  consuma  in  siiUy  siempre  resultará  peso 
suficiente  para  un  movimiento  diario  de  25,000  cargas,  una  por 
cada  1 70  habitantes,  y  computando  i  .250,000  toneladas  y  restando 
58,000  de  la  exportación  y  los  productos  de  tráfico  interior  no  ali- 
menticios, representan  para  éstos  un  consumo  diario  de  i¿  libra 
por  cabeza,  cálculo  que  todos  saben  es  bastante  aproximado.  En  las 
poblaciones  importantes  este  tráfico  sube  á  una  carga  por  cada  60-70 
habitantes,  y  en  las  pequeñas  baja  á  una  por  cada  200-250,  como 
lo  indica  el  movimiento  de  los  mercados. 

£1  sumario  anterior  merece  algunas  aclaraciones. 

60/2^— Contra  lo  que  algunos  han  escrito  y  afirmado,  este  grano  se  cultiva 
en  Colombia  desde  la  época  colonial ;  á  raíz  de  la  Independencia,  ya  le  exporta- 
ban algunos  millares  de  cargas ;  conforme  queda  dicho,  ha  sufrido  grandes  fluc- 
tuaciones, y  sin  la  concurrencia  de  otros  países  mejor  acondicionados,  desde 
el  punto  de  vista  económico,  sería  el  gran  cultivo  de  nuestras  regiones  tropicales  y 
subtropicales  andinas,  tanto  por  su  calidad  en  muchas  de  ellas,  como  por  la  fa- 
cilidad de  su  cultivo.  Probablemente  éste  aumentará  sobre  lo  que  es  en  la  actua- 
lidad; pero  es  dudoso,  dadas  las  condiciones  del  mercado  uniírersal,  que  su  pro- 
ducto en  este  siglo  llegue  á  exceder  de  100.000,000  de  kilos,  y  en  manera  alguna 
que  pueda  rivalizar  con  Java  y  el  Brasil. 

Tabaco — Este  artículo,  cuya  producción  registra  aún  mayores  vicisitudes,  si  se 
tiene  en  cuenta  que  en  calidad  quizá  no  lo  supera  sino  el  de  Cuba,  y  que  pue- 
de producirse  en  grandes  cantidades  y  en  muy  buenas  condiciones,  si  se  trabaja 
con  cuidado,  alcanzará  grandes  proporciones  y  aún  podrá  competir  con  el  de  las 
Filipinas. 

Caucho — Esta  importantísima  planta,  tan  salvajemente  destrozada  en  nues- 
tros Vosques,  de  manera  que  ya  no  abunda  sino  rn  las  regiones  más  desiertas,  de- 
bido á  su  creciente  empleo  por  la  industria  moderna,  á  que  el  país  lo  produce  de 
muy  buena  calidad  y  á  que  se  cultiva  fácilmente,  será  una  de  las  grandes  indus- 
trias del  porvenir;  de  manera  que  es  inexplicable  c^mo  á  la  fecha  no  hay  plantíos 
considerables  de  ese  vegetal  en  nuestras  tierras  calientes.  El  castillónque  el  Go- 
bierno inglés  introdujo  en  la  India  es  originario  de  Panamá  y  el  Sinú ;  el  kivea  es 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


nalifo  de  Siq  Mirtin  ;  el  pirÁ  T¡*e  en  el  Caqarti  coa  otras  especie)  isii  ñoM 
pero  meai»  conocidas ;  el  tolimense  habita  en  el  alto  Magdalena,  j  baila  la 
ratapercba  ei  cultivable  en  el  Cboci  Una  de  las  grande)  preocu pacióse)  del 
Gabierito  d;bc  ser,  pjes,  el  d  riirrollo  de  esle   imporuntisimo  cultivo  indusiríal, 

Jue,  si  es  verdad  lardi  en  producir  diec  aiios,  en  cambio,  después,  por  mucboi 
eceüios,  cadi  plantario.)  d:  to  hectárea)  equivale  á  una  mina  de  oro. 

Cacaa—Eitr  irbjl,  qu;  crece  silvestre  en  lodJS  las  selvas  de  Colombia.  buU 
cubrir  miliares  de  hectáreas,  indica  de  sobra  con  tal  hecho,que  es  otro  de  los  ar- 
tícfilo)  qne  debei  cultivarle  en  primer  término ;  como  el  caucho,  dará  espléndidos 
proventoi,  ;  tiene  aicgurjdo  contuui:)  crecient'!  entre  U  especie  humana.  Ucíde 
la  época  de  U  Colonia  su  priHl^cción  y  exportacifín  alcanzaba  bastante  impor- 
tancia j  lit  vei  el  primar  pu'-itQ,  ü  juigir  p  ir  los  dato)  estadíslicoi  de  la  época  ; 
dnpué)  vino  i  m:nos.  y  aunque  en  la  actualidad  le  exporta  alguna  cantidad,  el 
producto,  con  ser  considerable,  no  alcanza  para  el  consumo  interno,  que  se  esli- 
ma en  otro  tanto;  de  don  le  ). -a  precito  cubrir  el  déñcit  con  importaciones  que 
prntlpoi).!n  un  d:«embo1so  verdadera  «en  le  inexplicable)-  ruinoso.  En  el  Sin  j  va- 
rios ciuJidjnos  franceses  traían  de  establecer  su  cultivo  engrande  escala;  y 
muchoi  fabricantes  de  chocolate  de  la  mi)mi  Nación,  han  comprado  extensos  tt- 
rti:nos  en  N.caragut,  con  ideática  objeto,  todo  lo  cual  comprueba  nuestro  aierto. 
Quina — [£)  niiy  da  loso  que  esle  articulo  vuelva  á  tener  iniportJn:ia  pira 
Colo.ubia  T  que  pueda  coiop-tir  con  las  plantaciones  de  la  India. 


ngura  297— El  pueblo  de  Puracé— Del  álbum  de  la  ComisWn  CorogtJfica. 
(Inédito) 

Cuf*— Ella  planta  es  otra  de  las  pjsitivas  riqaeías  del  país,  ya  por  la  facili- 
dad de  tu  cultivo  y  lu  calidad  de  él  en  Colombia;  ya  p;ir  ser  el  legundo  del 
mercada  universal,  despué)  del  maíz  ;  ya  porque,  merced  á  los  progresos  de  ln 
agricultura,  se  le  hace  producir  i  lo»  tres  arios;  ya,  en  fin,  porque  en  nuestras 
regionet  litorales  dirá  rendimientos  verdaderamente  increíbles,  con  la  ventaja  de 
tener  asegurado  un  creciente  cuniumo  en  la  industria  moderna,  para  fabricar  ja- 
bone), bujias,  &c.  Y  no  se  olvide  cuánto  mayor  distancia  tiene  que  recorrer  este 
artículo  producido  en  la  Polinesia,  que,  conforme  queda  dicho,  lo  exporta  en 
cantidad  considerable. 

^ftw/Jx— Esta  planta,  en  varias  de  sus  especies  nativa  de  los  Andes,  si  no 
llega  i  competir  con  lo»  producios  americanos,  si  puede  constituir    una   positiva 


Nueva  GeogkafÍa  di  Colombia  751 


riqueza  para  el  país,  7  de  su  cultivo  depende  evideatemente  el  deiarroUo  de  nues- 
tra industria  fabril. 

Maní — Esta  planta,  en  español  llamada  más  comunmente  cacahuete,  y  que 
en  Colombia  s6Io  se  cultiva  como  condimento,  es  artículo  importantísimo  de 
comercio;  de  manera  que  de  África  se  exporta  por  valor  de  ocho  á  diez  millo- 
nes de  pesos,  porque  la  India  no  alcanza  á  producir  todo  el  que  consume  Ingla- 
térra.  Sabido  es  que  este  artículo  se  destina  principalmente  á  la  producción  de 
aceite,  que  jamás  se  enrancia. 

Otras  palmeras —QmzdíS  no  hay  sobre  la  tierra  un  país  tan  predilecto  para 
estos  hermosos  vegetales  como  Colombia,  puesto  que  hasta  en  las  regiones  frías 
crece  el  magnífíco  cericolón  andino,  y  en  las  cálidas  se  cuentan  sus  especies  por 
decenas.  Tampoco  estos  vegetales  son  artículo  de  comercio  en  Colombia,  cuan- 
do sucede  lo  contrario  en  otras  comarcas.  En  África  la  nuez  de  cola  y  los  aceites 
de  palma  producen  grandes  sumas  á  sus  habitantes.  Pero  qué  de  raro  tiene  esto 
si  importamos  aceite  de  higuerilla,  planta  que  se  produce  dondequiera  en  canti* 
dad  extraordinaria ! 

Plantas  textiles — Desde  tiempo  inmemorial,  en  Colombia  el  fique  es  artículo 
de  gran  consumo,  puesto  que  con  él  se  fabrican  costales,  mochilas,  lazos,  cabuya, 
alpargatas,  &c.;  y  sin  embargo,  los  agaves  no  han  entrado  á  figurar  como  artícu- 
los de  comercio  extranjero,  no  obstante  el  número  de  sus  variedades,  las  finísimas 
fibras  que  dan  algunos  de  ellos,  lo  barato  de  su  cultivo  y  lo  adecuado  del  terre- 
no, que  los  produce  en  todos  los  climas,  y  los  millones  á  que  alcanza  su  producto 
en  otros  países  tropicales. 

Pldiant — Este  fruto,  de  importancia  capital  para  la  población  y  desarrollo 
de  nuestras  tierras  calientes,  y  que  en  algunas  de  sus  especies  es  nativo  en  Co- 
lombia, ha  contribuido  no  poco  á  la  desidia  y  abandono  de  los  habitantes  de 
aquéllas,  por  la  facilidad  con  que  se  produce  y  reproduce,  de  manera  que  hay 
puntos  donde  ha  llegado  á  formar  verdaderos  bosques,  que  los  habitantes  cir- 
cunvecinos explotan  como  propiedad  comunal.  En  el  interior  bien  pudiera  en  t#- 
dos  los  cafetales  prepararse  la  harina  del  hartón  verde,  artículo  alimenticio  de 
primer  orden,  y  que  sería  de  grandísimo  auxilio  para  los  moradores  de  las  tie- 
rras frías.  Cuanto  al  cultivo  del  guineo,  ó  sea  del  plátano  fruta,  que  constituye 
hoy  artículo  valiosísimo  de  exportación,  no  es  posible  sino  en  las  regiones  litora- 
les. Por  Bocas  del  Toro  se  exportan  ya  más  de  ochenta  millones  de  kilogramos; 
Santa  Marta  y  Panamá  lo  producen  también  en  buena  cantidad,  y  es  de  espe- 
rar que  esta  industria  continúe  desarrollándose  en  el  país.  En  todo  caso,  lo 
fácil  y  económico  del  cultivo  de  este  vegetal,  lo  seguro  de  sus  rendimientos  y  la 
comodidad  que  hay  para  asociarlo  á  las  plantaciones  de  cacao,  de  café,  de  cau. 
cho,  y  de  las  palmeras,  le  aseguran  el  porvenir,  y  tiempo  es  ya  de  que  nuestro^ 
agricultores  se  preocupen  por  obtener  variedades  que  los  hagan  dueños  del  mer  _ 
cado  de  este  artículo. 

Cafla  de  azúcar — Aparentemente  la  cana  de  azúcar  se  produce  en  bastante 
cantidad  en  Colombia;  pero  cuando  el  asunto  se  examina  de  cerca  y  se  toma  en 
cuenta  lo  que  vale  el  comercio  del  dulce  en  el  mercado  universal,  es  preciso  re- 
conocer que  el  cultivo  de  la  cafia  de  azúcar  apenas  existe  entre  nosotros.  No  sóIq 
para  la  producción  de  alcoholes,  sioo  como  sustancia  alimenticia,  la  caña  es  uno 
de  los  vegetales  más  importantes  para  el  hombre ;  por  millones  de  toneladas  se 
vende  en  los  grandes  mercados,  y  á  pesar  de  lo  adecuado  de  nuestro  suelo  para  su 
cultivo,  el  azúcar,  que  nosotros  no  sabemos  refinar,  se  importa  en  esta  forma  en 
fuertes  cantidades  para  el  consumo  interior. 

Té — Extraño  parecerá  á  primera  vista  que  esta  planta  nos  merezca  atención. 
Y  sin  embargo,  no  se  trata  del  té  de  Bogotá,  sino  del  legitimo  té  asiático,  porque 
el  cultivo  de  esta  planta,  si  bien  costoso  en  grande  escala,  no  lo  es  en  pequeño  : 
tiene  la  inmensa  ventaja  de  ser  en  extremo  remunerador,  de  ser  indiferente  al 
clima,  y  de  poderse  asociar  al  del  café.  El  cultivo  de  la  coca  y  el  del  mate  tam- 
bién pueden  figurar,  en  las  mismas  condiciones,  como  valioso  recurso  para  nues- 
tros campesinos. 

Cereales — Indudablemente  los  cereales  son  el  nervio  y  la  base  de  toda  agri- 
cultura bien  entendida ;  por  lo  cual,  como  es  natural  tratándose  de  Colombia,  se 
CDcaentra  en  la  infancia.  El  cultivo  del  trigo,  introducido  por  los  peninsulares, 
por  obvias  razones  está  casi  condenado  á  desaparecer ;  el  de  la  cebada  tiene  la 
inmensa  ventaja  de  ser  posible  en  todos  los  páramos ;  el  del  centeno  ;  es  por  des- 
gracia totalmente  desconocido,  no  obstante  llamársele  con  justicia  el  pan  de  los 
pobres.  Otra  cosa  sucede  con  respecto  al  arroz  y  al  maíz. 


NuEvi  GeogkafÚ  de  Colombia 


Todu  nuestru  regioDcs  cilidu  y  en  exliemo  humedal  producen  >m>i  de 
excelente  calidid  ;  y  dada  la  impoctancta  del  comercí*  universal  de  este  grano, 
■penas  li  le  coDcibc  cúmo  no  ügura  ya  de  un  modo  considerable  en  nue&trai  ei- 
ponaciones.  For  lo  que  hace  al  maii,  [a  planta  bendita  del  Irdpico,  aún  se  ignora 
ea  Colombia  ta  valia  de  su  comercio  y  sus  aplicaciones  industríales,  no  obstante 
producir  haíU  cuatro  cosechai  anuales  en  nuestraj  regiones  del  litoral  y  em- 
plearse i  la  fecba  en  el  Extranjero  paia  producir  alcohol. 

7ubÍratUi~~-'Enüc  éslos  figuran  la  papa,  el  vcidadcro  pan  de  lis  (ierras 
frías,  pero  cuyas  aplicaciones  industriales  ignoran  nuestros  campesinos;  la  yuca, 
la  bátala,  el  ñame,  la  arracacha,  &c  ,  ademís  de  ser  artículos  alimenticios,  lo 
SOD  industriales,  ya  para  la  producción  de  almidón,  ya  para  la  del  alcohol. 

Eupiíj—lAs  selvas  colombianas  son  de  una  riqueza  imponderable,  ya  por 
el  DÚmeio  y  variedad  de  las  especies,  ya  por  la  calitlad  de  éitas;  de  manera  que 
en  el  Caqueti  las  maderas,  de  colores  más  bellos  que  los  del  mármol  y  de  suaW- 
■imo  perfume,  podrían  dai  en  una  hectárea  ledos  los  elementos  de  un  grandioso 
mosaico ;  blanco  de  leche,  negro  de  azabache,  amarillo  claro  y  de  oro,  aiul  de 
cobalto  y  de  cielo,  verde  esmeralda,  jaspes  de  diversos  matices ;  todos  los  colores 
de  la  paleta  se  encuentran  reunidos  allí  por  la  naturaleza.  Casi  otro  lanío  sucede 
en  las  regiones  litorales,  donde  las  maderas  de  tinte,  de  constiuccír-n  y  de  eba- 
nistería producen  y  han  producido  positivos  beneficios  i.  los  habilanles.  Desgra- 
ciadamente, aquí  los  bosques  se  han  explotado  de  una  manera  irracional  Que,  si  no 
M  corrige,  los  destruirá  poi  completo  en  «poca  no  lejana.  En  todo  caso,  buen  ne- 
gocio será  el  establecimiento  de  aserraderos  bien  montados,  cerca  de  Its  ríos  y  de 
M  ferrocarriles. 


-El  Rio  Negro  y  el  Minero,  según  la  Carta  Oficial 
Escala:  i:3oo,ooo 


NuKVA  GiogkafÍa  di  Colombu 


Los  bosque*  producen  ademis  gomai,  coiteíai,  ñbias  y  multitud  de  medica- 
meolos,  como  ipecacuana,  larzapaniUa,  que  no  esperan  sino  uoa  eiplolacida  bien 
entendida  para  dar  piogfleí  producios.  Nos  falta,  además,  bacer  un  estudio  ra- 
cional del  sin  número  de  productos  que  baj  en  ellos,  desconocidos  aún  para  el 
iDundo  civilizado. 

Las  frutal  son  en  Colombia  en  número  casi  infinito  j  notables  por  su  tama- 
Do,  fragancia  y  calidad  \  y  lai  hay  que  son  únicas  en  el  {¡lobo,  de  manera  que 
pueden  consliluir  una  eran  fuente  de  riqueza  que  todavía  no  hemos  uliliíado: 
por  millones  compran  los  Estados  Unidos  fruías  en  las  Antillas,  y  si  las  nuestras 
fuesen  mejor  conocidas  harían  formidable  competencia  i  los  de  esas  Islas. 

Ln  vid,  dígase  lo  que  se  quiera,  puede  ser  un  artículo  de  gran  valia,  como 
ya  lo  es  en  México  ;  y  la  objeción  de  que  no  puede  uliliiarse  porque  sus  granos 
no  maduran  en  el  Iri^pico  simultáneamente,  hoy  oo  merece  los  honores  de  una 


Figura  399 — El  Rio  Negro  y  el  Minero,  según  la  Nueva  Gcógrajía  Jt  Cohmin 
Escala:  i:Soo,o-<o 


754  Nueva  Geografía  de  Colombia 


refutación.  £n  igual  caso  está  el  olivo,  que  dondequiera  que  se  le  cultiva  produce 
ingentes  sumas,  y  cuya  explotación  en  el  país  trataron  de  aclimatar  en  vano  los 
peninsulares,  quienes  no  pudieron  vencer  el  abandono   de  nuestros  antepasados. 

El  suelo  en  multitud  de  paites  es  de  naturaleza  volcánica,  lo  que  bien  se 
sabe  es  ventajosísimo  para  ciertos  cultivos  ;  las  tierras  bajas,  llanuras  aluviales, 
no  son  menos  ricas  y  benéñcas  para  otros  ;  praderas  excelentes  cubren  las  altas 
regiones  ;  calor  y  humedad  en  abundancia  los  hay  para  determinados  productos, 
que  por  desgracia  jamás  se  ha  intentado  aclimatar  en  el  país;  asunto  importan- 
tísimo, puesto  que  la  depreciación  de  los  principales  artículos  coloniales  en  !os 
mercados  europeos  hace  precario  ó  poco  remunerador  su  cultivo,  y  es  preciso 
ayudarlos  con  otros  que  se  encuentren  en  mejores  condiciones. 

Ganadería — La  cría  de  ganado  es  industria  de  todo  el  país,  pero  muy  es- 
pecialmente de  las  llanuras  de  la  Costa,  de  las  del  alto  Magdalena,  de  las  del 
Cauca  y  el  Patía,  de  las  de  Casanare  y  San  Martín,  y  de  las  verdes  praderas  de 
las  altiplanicies.  No  obstante  la  idoneidad  del  territorio  para  esta  industria,  y 
las  ventajas  que  produce  la  exportación  en  las  comarcas  litorales  y  limítrofes  con 
Venezuela,  aún  deja  mucho  que  desear  su  producto;  de  manera  que  un  pequeño 
número  de  millares  de  cabezas  vendido  á  las  Antillas,  produjo  un  verdadero  vacio 
en  la  Costa  y  un  aumento  notable  en  el  precio  del  artículo  en  los  mercados  del 
interior.  No  tiene,  pues,  explicación  racional  el  hecho  de  que  en  las  llanuras 
orientales  no  se  haya  desarrollado  la  ganadería  en  las  mismas  condiciones  y  pro- 
porciones que  en  los  vecinos  Üanos  de  Venezuela. 

La  crianza  de  cerdos  y  volatería  es  general,  principalmente  en  Panamá» 
Santander,  Antioquia  y  Cauca;  la  de  los  asnos,  en  la  Costa;  la  de  muías,  en  las 
dos  mesas  que  constituyen  nuestro  relieve;  la  de  la  oveja,  en  las  tierras  frías, 
principalmente  en  Boyacá,  pero  su  número  es  aún  reducido,  de  manera  que  la 
cantidad  de  lana  que  producen  no  alcanza  para  las  necesidades  del  consumo  in- 
terior, lo  cual  se  explica,  pues  en  todo  el  país  no  hay  más  de  un  millón  de  esos 
animales.  La  cabra  es  más  común  en  las  tierras  calientes,  áridas  y  pedregosas ; 
pero  tampoco  su  crianza  ha  alcanzado  el  desarrollo  que  permiten  las  condiciones 
del  territorio  y  la  importancia  del  artículo. 

Es  de  observar  que,  no  obstante  poseer  en  las  regiones  orientales  espe- 
cies de  marranos  que  con  gran  facilidad  se  crían  en  las  márgenes  pantanosas  de 
los  ríos,  todavía  no  se  haya  establecido  con  ellos  una  fuente  de  riqueza  en  el 
valle  del  Magdalena  y  en  las  llanuras  pantanosas  del  litoral. 

La  pesca  es  todavía  una  industria  esencialmente  local,  por  así  decir,  no  obs- 
tante el  enorme  consumo  que  de  este  articulo  se  hace  en  el  país.  En  su  mayor 
parte  se  consume  in  situ;  es  poco  el  pescado  que  salado  se  transporta  á  lugares 
del  interior  durante  la  Cuaresma;  de  suerte  que  la  importación  de  latas  es  consi- 
derable, y  lo  será  durante  muchos  afios. 

Céttclusión — De  lo  dicho  se  desprende  con  claridad  irresistible  la  necesidad 
de  la  enseñanza  de  la  agricultura  en  el  país  ;  pero  una  enseñanza  racional  y  prác- 
tica, enteramente  desprendida  de  nuestros  antiguos  errores,  ó  sea  de  su  estable- 
cimiento en  las  tierras  frías.  Granjas  modelo  en  los  grandes  centros  agrícolas  de 
las  tierras  calientes,  son  la  necesidad  imperiosa  del  país,  para  que  propaguen 
la  buena  simiente  y  ensayen  y  templen  las  armas  con  que  debemos  luchar  por  la 
existencia,  pues  de  lo  contrario  jamás  se  levantará  la  Nación  de  su  actual  estado 
de  postración  y  atraso. 

Desgraciadamente,  salvo  los  páramos  bravos  y  las  llanuras 
inundadas,  sólo  en  contados  lugares  la  inclemencia  del  cielo,  la 
avaricia  del  terruño  ó  la  aglomeración  de  los  habitantes  obligan 
al  labrador  á  un  continuado  trabajo.  De  ordinario  la  agricultura 
practicada  en  las  mejores  tierras,  da  cosechas  asombrosas  que 
llegan  hasta  el  mil  y  el  mil  quinientos  por  uno  i^ra  el  maíz  y  el 
arroz  en  las  tierras  cálidas,  lo  que  unido  á  otros  frutos  casi  es- 
pontáneos del  terreno,  y  á  la  ninguna  necesidad  de  vestido  y  vi- 
vienda abrigada  inherentes  á  los  climas  tropicales,  hace  que  los 
labriegos  de  esas  zonas  descansen  la  mayor  parte  del  año,  fácil- 
mente consigan  alimentos  y  bebida,  y  exentos  de  inquietudes  para 


Nueva  Geografía  de  Colombia  755 


el  presente  y  sin  preocupaciones  para  lo  porvenir,  se  dejen  domi- 
nar por  la  pereza,  la  imprevisión  y  el  placer  material  de  vivir,  cau- 
sales que  son,  aun  más  que  la  malaria  y  la  fiebre,  el  verdadero  obs- 
táculo para  el  progreso  y  racional  explotación  de  nuestras  tierras 
tropicales. 

D)  Minería — Como  fácilmente  se  comprende,  fueron  las  minas 
y  los  productos  que  de  ellas  habían  derivado  los  naturales,  el  gran- 
de aliciente  de  los  conquistadores,  que  en  persecución  del  oro,  la 
plata  y  las  piedras  preciosas,  cruzaron  selvas  y  pantanos,  esg^uaza- 
ron  ríos,  escalaron  montes,  es  decir,  descubrieron  y  dominaron  el 
país,  estimaron  sus  demás  riquezas  y  se  establecieron  en  él  fun- 
dando lo  que  realmente  puede  llamarse  una  colonia. 

Por  esas  mismas  razones  la  minería  fue  la  garande  industria  de 
los  primeros  tiempos ;  durante  décadas  enteras  la  población  era 
sobradamente  escasa  para  que  pueda  tomarse  en  cuenta  el  valor 
de  lo  que  consumió  en  otra  clase  de  productos  del  país;  y  aún  al 
proclamarse  la  Independencia,  el  numero  de  los  habitantes  era  tan 
reducido,  y  tan  escasa  su  agricultura  y  su  comercio,  que  no  se  modi- 
fica mucho  la  aserción  mencionada.  Ya  en  la  segunda  mitad  del  siglo 
XVI,  las  minas  producían  sumas  iguales  si  no  superiores  á  la  recogi- 
da como  botín  en  la  Conquista;  muchísimos  habitantes  adquirieron 
con  esa  industria  fortunas  realmente  colosales,  que  en  manera  algu- 
na podían  derivar  de  otra  clase  de  trabajos,  lo  que  motivó  las  deduc- 
ciones erróneas  que  atrás  quedan  censuradas.  Durante  el  siglo  xvii 
ya  la  minería  produjo  cosa  de  doscientos  millones ;  y  bien  que  el 
promedio  anual  resulte  pequeño,  fue  suficiente  para  atraer  de  Es- 
paña muchos  centenares  de  individuos  que  contribuían  de  un  modo 
ó  de  otro  al  progreso  y  desarrollo  de  la  Colonia.  En  el  siglo  xviii, 
tras  seguir  al  principio  la  minería  su  marcha  ascendente,  sufrió  un 
verdadero  retroceso  en  algunas  Provincias,  como  consecuencia  del 
mandato  real  que  prohibió  el  trabajo  obligatorio  de  los  indios  en 
las  minas,  en  especial  en  aquellos  lugares  donde  escaseaban  los 
esclavos,  como  en  Pamplona  y  Mariquita  ;  á  lo  dicho  se  agrega 
que  las  sublevaciones  de  indios  no  bien  sometidos  hicieron  imposi- 
ble el  trabajo  en  otras,  como  sucedió  en  el  Darién.  A  pesar  de  es- 
tas causales  el  producto  del  siglo  no  fue  inferior  al  del  anteceden- 
te, lo  que  indica  la  intensidad  del  trabajo  en  la  materia  y  justifica 
á  los  que  hacia  fines  de  ese  siglo  afirmaban  que  el  oro  de  las  minas 
era  el  todo  en  el  Virreinato,  la  savia  que  alimentaba  y  sostenía  el 
país,  y  que  por  lo  mismo  éste  sufriría  un  verdadero  desastre  si 
aquél  llegaba  á  faltar.  Por  esto  la  guerra  de  Independencia,  que 
al  destrozo  natural  de  toda  guerra  acarreó  la  disminución  de  casi 
un  SO°/q  en  el  producto  de  las  minas  durante  muchos  años,  abrió 
tan  honda  brecha  en  la  riqueza  pública,  la  que  no  bien  cicatrizada 
todavía,  sufrió  nuevo  contragolpe  con  la  abolición  de  la  esclavitud, 
medida  sapientísima  pero  que  redujo  en  un  75°/©  el  producto  de 
las  minas  de  todas  las  regiones  malsanas.  Las  guerras  subsiguien- 
tes también  afectaron  hondamente  esta  industria,  que  sólo  debido 
al  papel  moneda  ha  tomado  grande  incremento  en  los  últimos 
años.  Puede  decirse,  sin  riesgo  de  error,  que  en  el  siglo  xix  la  mi- 
nería produjo  tanto  como  en  cada  uno  de  los  dos  anteriores. 


75^  Nueva  Geografía  de  Colombu 


Conviene  aquí  anotar  que  en  las  estadísticas  de  la  materia  na 
siempre  se  toma  en  cuenta  la  existencia  del  papel  moneda  y  el  alta 
cambio  que  le  es  inherente.  Así,  por  ejemplo,  los  documentos  ofi- 
ciales de  1 891  señalaron  el  guarismo  de  seis  millones  y  medio  de 
pesos  para  la  exportación  de  los  minerales,  cuando  en  realidad  ese 
guarismo  debió  reducirse  á  la  mitad,  por  ser  entonces  la  rata  del 
cambio  igual  al  100  °/q. 

Sea  de  ello  lo  que  fuere,  Colombia  ocupa  hoy  el  primer  lugar 
entre  los  países  productores  de  oro  en  Sur-América,  puesto  que 
de  sus  minas  se  extraen  en  la  actualidad  cuatro  millones  de  pesos^ 
en  ndmeros  redondos,  que  equivalen  á  unos  ciento  setenta  en  papel. 

Esta  suma  se  recoge  en  unas  cinco  mil  minas,  casi  por  mitad 
distribuidas  entre  vetas  y  aluviones,  por  lo  cual  cada  una  de  ellas 
aparentemente  sólo  produce  mínima  cantidad,  lo  que  no  es  cierto, 
puest#  que  la  mayor  parte  de  aquel  producto  emana  de  las  gran- 
des explotaciones,  que  quizá  no  alcanzan  á  diez  en  el  país.  De  las 
otras  se  cuentan  por  centenares,  las  que  por  su  exiguo  rendimienta 
ni  aun  merecen  el  nombre  de  tales. 

El  oro  y  la  plata  abundan,  pues,  en  Colombia,  en  especial  en 
Antioquia,  el  Norte  del  Cauca,  el  Chocó,  el  Darién,  &c.,  por  lo  cual 
esta  industria  será  siempre,  y  mucho  más  en  la  actualidad,  factor 
decisivo  en  la  prosperidad  de  la  Patria,  puesto  que  sus  produc- 
tos no  están  sujetos  á  las  fluctuaciones  que  perturban  la  indus- 
tria y  la  agricultura  tropical.  En  la  actualidad,  de  los  cinco  mil  ki- 
logramos de  oro  que  se  extraen  en  nuestro  suelo,  la  mitad  corres- 
ponde á  Antioquia,  una  cuarta  parte  al  Tolima  y  otra  al  Cauca. 
En  Antioquia  la  mitad  del  producto  lo  dan  tres  minas,  y  en  el  To- 
lima una;  lo  que  demuestra  sobradamente  á  cuánto  podrá  elevarse 
el  producto'anual  de  la  industria  minera  el  día  en  que  alcance  dcs- 
arrollo^análogo  al  de  Australia  ó  California  :  las  tres  cuartas  par- 
tes de  nuestras  montañas  están  formadas  de   valiosísimos  metales. 

C^bre — Lo  hay  en  Panamá,  y  en  cantidad  no  despreciable,  en  las  serranías  de 
las  Provincias  de  Chiriquíy  Azuero;  en  el  Magdalena  es  abundantísimo  en  la  Sie- 
ira  Nevada  y  sus  cercanías ;  en  Santander  aparece  desde  Ocana  hasta  Vélez,  por 
la  Baja  y  Vetas;  en  Boyacá,  en  la  zona  que  continúa  á  la  anterior  hacia  el  Sur, 
en  Tundama  y  en  el  Valle  de  Tenza;  en  Cundinaraarca,  tanto  en  los  valles  occi- 
dentales como  en  los  orientales  con  respecto  á  las  altiplanicies ;  en  el  Tolima  lo 
hay  en  toda  la  falda  del  Quindío  y  del  Huila;  en  Antioquia  en  todo  el  cañón  del 
Cauca,  y  en  el  Departamento  de  este  nombre,  en  toda  la  cordillera  del  Chocó. 

En  una  palabra,  el  cobre  abunda  tanto  en  Colombia  como  en  Chile,  su  ex- 
plotación será  fácil  el  día  en  que  haya  caminos,  y  constituye,  por  lo  mismo,  una 
reserva  para  lo  por  venir. 

Hierro— \ji  dicho  del  cobre  se  'aplica  á  este  metal,  abundantísimo  sobre 
todo  en  la  gran  cordillera  de  Sumapaz,  donde  en  algunos  puntos  es  de  tan  buena 
calidad  y  tan  fácil  explotación,  que  no  puede  menos  de  causar  sorpresa  la  falta 
de  grandes  ferrerías  y  la  consiguiente  importación  de  buena  cantidad  de  este 
metal,  lo  que  puede  servir  de  padrón  para  medir  el  estado  actual  del  país. 

Plomo — También  es  abundante  en  el  país, principalmente  en  la  cordillera  de 
Sumapaz. 

Sal — Esta  sustancia,  que  constituye  una  valiosa  renta  para  el  Estado,  se  en- 
cuentra en  todo  el  país,  diversamente  asociada  á  las  grandes  rocas  que  la  consti- 
tuyen ;  pero  solamente  en  la  mesa  granadina  forma  á  su  turno  roca  y  se  presen- 
ta en  colosales  yacimientos  que  son  un  tesoro  para  lo  por  venir. 

Hulla — Esta  sustancia  y  todos  sus  congéneres  son  abundantísimos  en  las 
ordilleras,  y  de  primera  calidad  en  muchos  puntos.  Ocupan  el  primer  puesto 


NuKVA  Geografía  di  Colohbu 


los  que  rodean  la  Sabana  de  Bogotá;  pern  desde  el  punto  de  vista  comercial,  los 
superan  los  del  litoral  Atlántico,  por  la  facilidad  de  su  explotación  y  porque 
algún  día  habrán  de  reemplaiai  la  le'^a  que  aún  mueve  los  vapores  del  río  Ma£- 

Ot'*s  miniralís — Cristal  de  roca,  ocres,  mármoles,  lapiílázulis,  aiabache 
alumbre,  laico,  piedra  de  jispe,  alcaparrosa,  nitro  y  cien  otras  sustancias  dtiles 
para  las  artes  ó  la  induslria,  abundan  en  el  país  pero  descuidados  por  los  habi- 

Ktdmi  preriesaí~~'ETi  csla  materia  no  merecen  menciiín  especial  sino  las  es- 
meraldas, que  de  diversas  clases  las  har  en  (oda  la  República,  aunque  en  verdad 
no  son  dignas  del  nombre  de  tales  sino  las  de  Muzo,  las  mejores  del'globo  entero. 
En  pequr'''as  cantidades  se  han  descubierto  granates,  rubiej,  y  aun  es  fama  que 
existen  diamantes  de  buena  calidad. 


—Las  hay  en  Iodo  el  país,  de  muy  diversa  especie  y  clase' 
■\\í)%  las  que  pnr  su  excepcional  líqueía  en  ácido  sulfúrico  í 
itgiin  día  base  de  una  industria  importantísima. 


-Un  rio  del  Chocó— De  folografi» 


Hase  calculado,  según  se  dijo,  que  en  medio  sig;lo  ivi  u  expor- 
taron 60  millones,  en  el  sijlo  xvii  190,  en  el  xviii  205  y  en  el  xix  más 
de  350  en  metales  preciosos,  lo  cual  daría  promedio  de  i  .200,000, 
de  l.goo,000,  de  2.000,000  y  de  2.500,000  por  año,  sin  contar  los  30 
6  poco  menos  que  produjo  la  conquista.  E.stas  cantidades  son  evú 
dentemente  bajas,  puesto  que  no  incluyen  el  contrabando,  y  á  tres 
milloTies  ascendía  á  fines  del  antepasado  siglo  la  CKportaciíJn  anual, 
como  también  en  los  10  primeros  anos  del  pasado,  en  los  cuales  sa. 
Heron  30  millones,  disminuidos  á  1*  mitad  6  menos  de  1816  i 
1820,  puesto  que  el  promedio  anual  da  1.800,000.  De  1S31  á  1832 
et  guarismo  subiá  á  2,390,000;  llega  á  2,540  en  los  años  si- 
guientes hasta  51,  para  caer  á  2.225,000  de  51  i  60,  y  á  1,950 
de  61  á  64,  Pasada  la  guerra,  toma  á  subir  á  2.345,000  (65-69),  á 


753  Nueva  Geografía  de  Colombia 


2.806,000  (70-81),  á  3.522,000  (81-84),  cuando  nuevo  trastorno  la 
reduce  (85-87)  á  2.416,000 ;  tras  lo  cual  torna  á  alcanzar  2.800,000, 
luego  3.3  y  por  ultimo  4.000,000  y  mds,  por  lo  cual  se  estima  en  225 
millones  el  solo  oro  exportado  de  181 1  á  1900,  ó  sea  un  producto 
anual  de  2.500,000,  muy  inferior  al  de  los  diez  primeros  años  del 
siglo  XIX,  pero  superior  al  del  siglo  anterior.  Cuanto  á  la  plata,  no  ha 
vuelto  á  figurar  sino  después  de  1870,  pero  sólo  con  1.000,000  (1883) 
i  1. 250,000  (1884),  á  700,000  (1890),  á  1.000,000  (1898),  por  lo 
cual  se  la  estima  por  todo  en  unos  veinte  millones,  también  en  de- 
definitiva  con  sus  alternativas  como  el  oro  mismo,  puesto  que  en 
ambos  metales  salieron  3^  millones  en  1878,  cuando  en  el  anterior, 
de  guerra,  no  alcanzaron  á  720,000.  Resumiendo,  tendremos  que 
en  el  siglo  ha  exportado  Colombia  265  millones  (2.610,000  al  año), 
y  en  casi  cuatro  siglos  750.000,000,  redondeando  cifras,  ó  sea  unos 
seis  mil  pesos  diarios  (hoy  el  doble  de  la  primitiva  producción). 

De  esta  cantidad  producida  por  nuestras  minas,  algo  quedaba 
en  el  p)aís,  puesto  que  en  las  tres  casas  de  Moneda  que  tuvo  la 
Repdblica  se  amonedaron,  á  partir  de  su  fundación,  183^  millones 
de  pesos,  de  ellos  75  en  la  segunda  mitad  del  pasado  siglo  (60  en  oro 
y  15  en  plata)  y  108  en  ocho  décadas  del  presente  {90.5  en  oro,  17.5 
en  plata),  los  cuales  en  un  siglo  dejaron  al  Tesoro  utilidad  líquida 
de  unos  15  millones,  cuando  las  sumas  introducidas  en  esas  casas 
valían  2.3  y  aun  más  al  año,  pero  que  después,  reducidas  á  unos  po- 
cos cientos  de  miles,  llegaron  á  ser  gravamen  para  el  erario,  que 
hubo  de  suspender  la  amonedación.  Ya  los  Virreyes  desde  el  siglo 
antepasado  hallaban  en  nuestra  creciente  exportación  de  numeraria 
un  grave  problema,  puesto  que  estimaban  crecía  día  por  día  y  ame- 
nazaba dejar  sin  moneda  al  p)aís ;  poco  antes  de  la  Independencia 
disminuyó  algo  el  mal,  pero  en  la  época  de  la  gran  guerra  alcanzó 
máxima  intensidad,  hasta  el  punto  de  absorber  casi  íntegra  la  exis- 
tencia anterior,  por  más  que  las  estadísticas  oficiales  no  lo  mencio- 
nen así.  Después  ha  oscilado  mucho ;  más  de  un  millón  fue  la  me- 
dia anual  exportada  hasta  el  año  de  45,  en  que  disminuyó  muchísi- 
mo, merced  al  tabaco  y  otros  frutos,  siendo  nula  en  47-59,  cuando 
vino  al  país  bastante  cantidad  de  moneda  extranjera.  Con  la  re- 
vuelta de  1860  tornó  á  cambiar  esto,  y  la  exportación  de  numera- 
rio volvió  á  rebasar  el  millón,  para  alcanzar  su  máximo  en  68 
(2  millones),  suspendida  por  la  quina  hasta  72,  de  nuevo  asciende 
á  i^,  y  llega  á  2  en  76.  Entra  luego  el  país  en  relativa  prosperidad  : 
de  79  á  81  es  poca  la  salida  de  numerario,  nula  en  82,  pero  ya  en 
83  volvió  á  superar  el  millón  con  la  caída  de  las  quinas,  y  su  esca- 
ces trajo  el  curso  forzoso  del  papel.  Aunque  las  estadísticas  ofi- 
ciales apunten  en  los  últimos  años  del  siglo  xix  poco  numerario  ex- 
portado, esto  es  evidentemente  erróneo,  y  el  f)oco  dinero  que  en 
el  país  queda,  se  agotará  en  plazo  no  muy  lejano  si  alguna  causa 
extraña  no  viene  en  socorro  del  país.  A  juzgar  por  las  estadísticas 
publicadas,  en  el  siglo  pasado  apenas  se  habrían  exportado  50 
millones  amonedados  como  máximum,  lo  cual  es  un  absurdo,  pues- 
to que  hasta  la  plata  y  el  oro  de  vajillas  y  joyas  antiguas  ha  to- 
mado camino  del  Extranjero,  y  hoy  se  calcula  que  á  lo  sumo  que- 
dan en  el  país  3  millones;  por  lo  cual,  suponiendo  exageradamen- 
te que  la  introducción  de  moneda  extranjera  haya  sido  de  unos  10^ 


Nueva  Geogr/fia  dk  Colombia  759 


resulta  que  de  la  amonedada  aquí,  ha  exportado  la  Repdblica  no 
sólo  toda  la  sellada  en  el  ultimo  siglo,  sino  buena  parte  de  la  que 
nos  legó  el  antepasado.  Tan  curiosas  son  nuestras  estadísticas,  que 
en  alguna  que  se  ha  publicado  en  el  periódico  oficial,  el  autor,  sin 
duda  alguna  perdido  en  sus  curiosos  cálculos,  zanja  la  dificultad  di- 
ciendo que  en  el  siglo  pasado  debieron  exportarse  los  90  millo- 
nes de  oro  amonedado,  cuando  sólo  se  amonedaron  en  esa  época 
60;  pero  de  seguro  que  30  milones  de  error  no  hacen  aquí  mella. 
l!*sa  misma  estadística  llega  á  absurdas  conclusiones,  por  cuanto  ye- 
rra en  los  datos  en  que  se  apoya,  pues  que  en  1868  supone  se  ex- 
portó un  millón  en  monedas,  cuando  los  datos  aduaneros  dan 
2.200,üOO,  y  así  en  casi  todas  sus  partidas,  las  que  á  reces  da  como 
completas  para  ciertos  años,  cuando  olvida  incluir  la  exportación 
de  la  mitad  de  las  aduanas  de  la  República,  ó  bien  no  las  reduce  á 
pesos  fuertes  en  la  época  en  que  los  datos  se  publicaban  en  pesos 
de  ocho  décimos. 

De  otras  producciones  minerales  ha  sido  vergonzante  nues- 
tra exportación,  algunos  cientos  de  miles  á  lo  sumo,  como  ha  su- 
cedido con  las  perlas  y  casi  también  con  las  piedras  preciosas,  que 
hace  un  decenio  apenas  habían  rebasado  el  millón  desde  la  Con- 
quista :  en  los  ültimosaños  han  subido  mucho,  por  estar  en  Europa 
de  moda  las  esmeraldas  (piedras  verdes).  En  fin,  por  lo  que  hace  al 
platino,  despreciado  hasta  el  siglo  pasado,  su  valor  escasamente 
toca  el  millón,  y  por  lo  mismo  que  hoy  es  poca  su  producción  y 
jCrande  su  valor  industrial,  creemos  debiera  el  Gobierno  apropiar- 
se las  minas  de  ese  metal,  explotarlas  por  su  cuenta,  y  con  tal  sus» 
tancia  constituir  la  moneda  nacional,  como  se  pensó  un  momen- 
to á  raíz  de  la  división  de  la  Gran  Colombia.  Las  perlas  dieron 
$90,000,  y  las  esmeraldas  $45,000  en  1 844-45  ($  170,000  en 
1856),  y  el  platino  $  40,000  en  1855-56. 

Fuera  de  la  plata  y  el  platino,  que  el  alto  precio  del  cambio 
permitirá  explotar  de  nuevo  con  algunas  ventajas,  de  los  demás 
metales  poco  ó  nada  producimos,  no  obstante  la  fuerte  cantidad 
que  de  ellos  se  importa  del  Extranjero,  que  un  año  con  otro  al- 
canza á  setecientas  toneladas  de  hierro  en  bruto,  doscientas  de 
plomo,  ochenta  de  cobre,  cuarenta  de  acero  y  diez  de  estaño  y  de 
zinc. 

Las  Salinas  tampoco  producen  grandes  cantidades ;  apenas 
unos  treinta  y  cinco  millones  de  toneladas  :  de  éstos,  diez  las  ma- 
rítimas. De  suerte  que  el  promedio  del  consumo  individual  no  lle- 
ga á  diez  kilogramos  en  el  año,  y  lo  más  extraño  es  que  en  mu- 
chos lugares  se  consume  sal  traída  del  Extranjero. 

Resumiendo  lo  dicho,  tendremos  que  Colombia,  hoy  sin  mo- 
neda metálica,  hadado  al  mundo  800.000,000  de  oro  y  plata  por  lo 
menos,  suma  á  que  debe  agregarst  la  de  3oo.ooo,(XX)  producidos 
por  la  exportación  de  frutos,  y  la  de  500.000,000  como  precio  de 
los  jornales  en  los  mismos  siglos,  sin  que  en  cambio  guarde  el  país 
valores  tquivalentcs.  O  en  otros  términos  :  los  500.000,000  que  va- 
len los  artículos  importados,  los  hemos  consumido  sin  mayor  pro- 
vecho ;  y  como  la  riqueza  del  país  no  se  estima  sino  en  500.000,000, 
agregándole  lo  consumido  por  los  habitantes,  siempre  resulta  que 
por  lo  menos  en  otros  500.000,000  de  pesos  y  en  1.000,000  de  ha- 


76o  Nueva  Geografía  de  Colombia 


hitantes,  debemos  justipreciar  lo  que  nos  cuesta  en  un  sigilo  la  afi- 
ción á  las  guerras  civiles,  sin  las  cuales  indudablemente  estaría  hoy 
Colombia  á  la  cabeza  de  las  Repúblicas  latinas  de  Sur  América. 

E)  Indusiria — A  decir  verdad,  la  industria  actual  de  la  Repú- 
blica, en  su  mayor  parte  es  la  simple  continuación  de  la  que  existía 
antes  de  la  Conquista,  completada  y  mejorada  por  los  peninsula- 
res, y  á  la  cual  falta,  f)or  consiguiente,  el  soplo  vivificador  del  pro- 
greso moderno  :  en  los  mismos  lugares  y  poblaciones  se  ejecutan 
los  mismos  trabajos,  y  donde  pudiera  decirse  que  ha  venido  á  me- 
nos, al  examinar  más  de  cerca  los  hechos,  resulta,  ó  que  la  pobla- 
ción ha  disminuido,  ó  que  la  antigua  labor  ha  sido  devorada  y  ab- 
sorbida por  la  extranjera  en  forma  de  importación,  aunque  ésta  no 
siempre  sea  de  mejor  calidad  ;  la  potencia  de  la  maquinaria  mo- 
derna establecida  allende  el  Océano,  arrolla  á  nuestros  pobres  tra- 
bajadores, faltos  de  apoyo  y  de  luces  para  semejante  lucha.  Y  sin 
embargo,  lo  que  aún  nos  resta  da  testimonio  de  que  los  naturales 
poseen  habilidad  de  manos  y  el  gusto  de  los  colores  y  las  formas. 
A  este  respecto.  Pasto  ocupa  altísimo  lugar,  pues  no  hay  allí  una 
cabana  donde  se  encuentre  un  solo  objeto  que  no  sea  original,  por 
el  dibujo,  la  forma  y  el  color. 

En  una  p)alabra,  por  lo  que  hace  á  la  industria  el  cuadro  no 
es  halagüeño,  bien  que  este  ramo  tenga  en  su  contra  la  falta  de 
caminos  para  importar  máquinas  y  exportar  sus  productos,  no  obs- 
tante lo  cual  se  hace  bastante  tráfico  interior  con  lo  que  produce 
esa  rudimentaria  producción.  Prevalece,  como  es  natural,  el  grupo 
extractivo.  Son  numerosos  los  artesanos,  y  en  muchas  partes  exce- 
lentes sus  productos ;  pocos  son  los  Municipios  donde  no  hay  algu- 
nos, y  bastantes  los  que  cuentan  de  ellos  cifras  considerables.  En 
todos  los  lugares  se  destila  aguardiente  en  grandes  cantidades ; 
en  la  Costa  se  produce  buen  ron,  y  las  cervecerías  aumentan  de  un 
modo  notable.  Los  carpinteros  construyen  en  la  capital  y  en  Me- 
dellín  muebles  iguales  á  los  que  se  traen  de  París,  y  en  el  mismo 
caso  se  hallan  herreros,  zapateros,  canteros,  sastres,  &c.;  pero  todo 
esto,  en  verdad,  no  constituye  industria  propiamente  dicha,  como 
sucede  con  la  alfarería,  que  produce  cada  año  y  por  millones  vasi- 
jas de  clase  ordinaria,  pues  aún  no  existe  en  el  país  una  fábrica  de 
porcelana.  Lo  que  podemos  llamar  industria  verdadera,  se  refie- 
re á  la  elaboración  de  la  paja,  el  fique,  el  algodón  y  la  lana.  De 
esta  última  no  se  fabrica  hoy  al  año  menos  de  medio  millón  de 
metros  de  bayeta,  junto  con  muchos  miles  de  frazadas,  principal- 
mente en  Santander  y  Sur  del  Cauca  las  primeras,  y  en  Boyacá 
las  segundas,  y  no  es  inferior  la  cifra  para  las  monteras,  cami- 
setas, ponchos,  &c.  Del  algodón  se  fabrican  más  de  3.000,000  de 
metros  de  lienzo  crudo  y  otro  tanto  de  mantas  y  ruanas,  á  que  se 
mezcla  parte  de  hilo  extranjero,  y  tampoco  es  despreciable  la 
cantidad  que  corresponde  á  las  sobrecamas,  hamacas,  &c.  Sin 
embargo,  la  prelación  toca  al  fique  con  su  millón  de  pares  de 
costales  (sacos),  sus  cinco  millones  de  lazos  (cuerdas),  sus  diez  mi- 
llones de  pares  de  alpargatas — el  calzado  nacional  junto  con  las 
quimbas, — sus  millares  de  mochilas,  &c.  Con  la  paja  y  el  espar. 
to  se  fabrican  esteras  y  sombreros,  tanto  finos  (jipijapas  i  millón) 


Nu£VA  Geografía  dx  Colombia  761 


como  ordinarios  (corroscas  y  trenza:  2|  millones),  bien  que  esta  in- 
dustria haya  decaído  sobremanera,  lo  mismo  que  la  de  tejidos : 
en  1857  exportó  Ciícuta  jipijapas  por  más  de  un  millón  de  pesos,  y 
el  año  de  90  no  figura  ya  en  este  artículo  en  su  comercio,  que  aún 
se  fabrica  en  grande  escala  en  Zapatoca  (Santander),  Suaza  (To- 
lima)  y  Antioquia,  y  se  exporta  para  las  Antillas  en  cantidades  que 
han  aumentado  con  lo  alto  del  cambio.  La  corrosca  es  sombrero  de 
paja  ordinaria.  La  mayor  parte  de  los  productos  de  nuestra  peque- 
ña industria  se  consumen  en  el  país,  disminuyendo  en  unos  diez  mi- 
llones la  importación,  á  la  cual  cantidad  se  debe  agregar  algo  así 
como  medio  millón  que  vale  lo  que  de  tales  productos  nos  compran 
los  países  vecinos.  Débese  este  ahorro  á  que  el  pueblo  colombiano 
viste  corrosca^  jipijapa  (id.  fino),  camisa  de  algodón  ó  lienzo,  pan- 
talón de  manía  (tela  gruesa  de  algodón),  alpargata  ó  quimba  y  rua- 
na de  hilo  (en  tierra  caliente)  ó  lana  ó  macana  (en  tierra  fría).  Las 
mujeres  visten  enaguas  y  mantillas  de  frisa  (bayeta,  en  tierra  fría), 
<5  enaguas  de  zaraza  y  pañolón  de  hilo  (en  tierra  caliente);  bien  que 
por  desgracia  son  no  pocos  los  colombianos,  calentanos  en  primer 
término,  que  usan  exclusivamente  productos  extranjeros. 

A  pesar  de  las  enormes  dificultades  con  que  ha  tropezado  la 
industria,  avanza  todos  los  años,  y  aun  cuando  muy  lentamente, 
mejora  sus  productos;  las  fábricas  de  tejidos  habrían  podido  tomar 
vuelo  serio,  pues  tienen  importancia  en  la  Costa,  con  alguna  ayu- 
da oficial,  como  la  de  no  vestir  ejército,  policía,  &c.,  sino  con  telas 
trabajadas  en  el  país ;  y  con  pequeños  privilegios  adelantarían 
las  fábricas  de  papel,  loza,  cristalería,  herramientas  de  cierta  es- 
pecie, &c.,  que  es  vergonzoso  no  existan  en  el  país. 

Un  bien  entendido  proteccionismo  se  impone,  pues  sobre  re- 
sultar hoy  al  pueblo  carísimas  las  telas  extranjeras,  son  de  una  ca- 
lidad tan  mala  (la  mitad  de  las  blancas  son  tierra),  que  en  definiti- 
va gasta  más  que  si  consumiera  artículos  mejores,  aunque  de  ma- 
yor precio:  á  este  respecto  carece  de  educación  racional.  Y  es  tan 
raro  nuestro  modo  de  ser,  que  una  fábrica  de  papel  ordinario  es- 
tablecida por  extranjeros  en  el  Sind,  con  buen  éxito,  no  ha  tenido 
imitadores  en  el  interior,  no  obstante  que  antes  de  la  Conquista  ya 
los  indios  mexicanos,  sin  máquina  ninguna,  fabricaban  papel  con  el 
agave,  tan  abundante  en  Colombia,  donde  antes  fue  mejor  explota- 
da, conforme  se  deduce  de  la  importancia  que  tuvo  su  comercio 
en  Timaná.  ¿  Hoy  mismo  del  agave  no  se  extrae,  sin  mayor  traba- 
jo, el  pulque,  es  decir,  la  bebida  de  los  indios  mexicanos  ? 

También  mejora  mucho  lo  que  á  la  industria  minera  se  re- 
fiere ;  pero  por  lo  mismo  que  la  creemos  de  gran  valor  para  el 
progreso  del  país,  es  de  desear  cambie  rumbo  en  ciertos  puntos,  el 
cual/  andando  el  tiempo,  puede  atraerle  seria  oposición  entre  los 
habitantes:  nos  referimos  al  laboreo  de  minas  de  aluvión  con  mo- 
nitores, por  la  cantidad  de  detritus  que  arrojan  á  los  lechos  de  los 
ríos,  en  los  cuales  causan  perturbaciones ;  el  solo  Gualí,  por  ejem- 
plo, recibe  hoy  cosa  de  cinco  mil  metros  ciSbicos  de  detritus  dia- 
rios, cantidad  que  ya  ha  realzado  el  lecho  y  causado  á  la  agricul- 
tura daños  que  valen  tanto  como  los  productos  del  oro,  esto  sin 

Nkiva  Geograflñ  de  CoUmbia  tomo  1—49 


762  Nueva  Geografía  de  Colombia 


contar  los  perjuicios  á  la  navegación  en  el  río  Mag^dalena :  por  im- 
puesto de  minas,  al  año  apenas  se  recaudaban  ayer  ^  ^Ofioo  en 
Antioquia,  7,000  en  el  Cauca,  4,500  en  el  Tolima,  500  en  Bolívar, 
y  de  300  á  100  en  los  otros  Departamentos  ! 

Desde  el  punto  de  vista  industrial,  clasificaremos  los  Departa- 
mentos en  el  orden  siguiente : 

Santander:  tejidos  (algodón,  fique,  &c.),  sombreros,  minas, 
dulces,  &c. 

Cundinamarca :  herrerías  y  fundiciones,  mueblaje,  tejidos,  ves- 
tidos, alfarería,  destilación,  cerveza,  &c. 

.  Cauca:  tejidos,  barnices,  talla,  alfarería. 

Antioquia:  minería,  sombreros,  forjas,  alfarería. 

Boyacá :  tejidos,  alfarería. 

Bolívar:  tejidos,  sombreros,  productos  alimenticios,  jabones, 
bujías,  licores,  loza,  navegación. 

Tolima :  minería,  sombreros,  tejidos. 

Panamá:  tejidos,  alfarería,  navegación. 

Magdalena :  destilación,  esteras,  navegación,  licores.  * 

En  resumen,  desde  el  punto  de  vista  industrial,  todo,  ó  casi 
todo,  está  por  hacer,  y  sin  embargo  todas  las  industrias  posibles 
en  los  trópicos  son  realizables  en  Colombia  en  condiciones  espe- 
cialmente ventajosas.  El  balance  es  nulo  á  este  respecto,  no  obs- 
tante ser  grandes  las  riquezas  naturales,  barata  la  materia  prima, 
que  es  variadísima,  y  reconocida  la  buena  voluntad  con  que  los  na- 
turales acogen  á  los  extranjeros.  ¿Cuál  es  entonces  la  causa  de  se- 
mejante atraso?  Las  guerras  civiles. 

/)  Caminos — Pasemos  ahora  al  asunto  capital  para  el  pro- 
greso del  país:  \9íS  vías  de  comunicación. 

En  vista  del  relieve,  geognóstica,  régimen  de  las  aguas,  clima 
y  anterior  ocupación  del  territorio  por  los  indios,  nadie  extrañará  que 
Colombia  carezca  de  caminos :  en  efecto,  para  salvar  las  altas  cum- 
bres, los  caminos  cruzan  deleznables  rocas  siempre  húmedas  y  al- 
gunas azotadas  por  frío  que  mata ;  dondequiera  abundan  torren- 
tes de  grandes  avenidas,  difíciles  de  salvar  con  puentes  fijos,  y  que 
de  otro  modo  detienen  horas  y  aun  días  al  viajero ;  las  faldas  de  las 


•  Del  único  Departamento  que  poseemos  datos  bastante  exactos  es  de  Sam- 
tander,  en  donde  en  1892  había  5,800  hilanderías,  i,64oy^¿nV<jj  de  tejidos  de  lana 
y  algodón,  5,000  id.  de  fique,  10  de  alpargatas,  1,300  de  sombreros,  3  fábricas  de 
fósforos,  3  de  peines,  8  de  objetos  de  caucho,  3  de  velas  esteáricas,  700  de  velas 
comunes.  300  de  cigarros,  4  de  cigarrillos,  570  de  jabón,  18  de  cer\'eza,  112  de 
loza,  290  de  licores,  5  de  azúcar,  35  de  dulces,  200  trapiches,  470  tejares,  22  mo- 
linos, 155  panaderías,  200  herrerías,  2  fundiciones,  i  maquinaria  para  beneficiar 
minerales,  410  carpinterías,  150  talabarterías,  105  zapaterías,  160  sastreiias,  150 
modisterías,  55  latonerías,  66  casas  de  comercio  importadoras,  480  de  menor 


grafía,  13  fotografías,  47  bandas  de  música,  14  escultores,  9  pintores,  31  polvo- 
rerías,  I  librería  (!),  i  encuademación  7  3  teatros,  ó  sea  por  todo  como  36,000 
establecimientos  industriales,  uno  por  cada  17  habitantes.  Lástima,  y  graade, 
es  que  no  se  hayan  recogido  análogos  datos  para  todo  el  país. 


NuifVA  Geografía  de  Colombia  763 


o  de  caiKtera  «u  los  Andes  colomtñanos. 


764  NuiVA  Gbogeafú  de  Colombia 


serranías  son  abruptas  y  su  selva  es  bravia ;  en  las  llanuras  son 
frecuentes  ó  periódicas  las  inundaciones  y  anchurosos  los  ríos,  con 
frecuencia  innavegfables  por  los  bancos  y  los  rápidos;  la  selva  de 
la  zona  tropical  crece  pujante  é  indomable  ;  poca  es  aún  la  pobla- 
ción, grandes  las  zonas  desiertas,  y  hasta  en  las  mesas  donde  mejor 
se  ha  establecido  el  hombre,  los  cañones  han  recortado  el  suelo  de 
un  modo  tal,  que  con  frecuencia  es  jornada  de  un  día  franquearlos, 
bien  que  los  barrancos  superiores  no  disten  un  tiro  de  cañón.  Úna- 
se á  lo  dicho  que  el  suelo,  doble  casi  en  su  totalidad,  consiste  en 
cuencas  orográficas  perfectamente  cerradas  y  escalonadas,  por  lo 
cual  es  imposible  construir  caminos  que  no  sean  una  serie  intermi- 
nable de  subidas  ó  bajadas,  salvo  darles  desarrollo  extraordinario 
6  llevarlos  por  las  cumbres  aún  solitarias,  ya  que  las  poblaciones  se 
han  aglomerado  en  el  fondo  de  los  valles.  Con  frecuencia  esas 
sendas  de  subidas  y  bajadas  existen  al  lado  de  otras  que  surcan 
llanuras  ó  suelo  apenas  ondulado  :  ¿por  qué?  por  evitar  el  clima 
mortífero  de  ciertos  lugares  bajos,  que  yacen  casi  solos  á  pesar  de 
su  feracidad  y  que  están  al  lado  de  otros  menos  ricos  pero  llenos 
de  habitantes  por  su  salubridad. 

Por  ignorancia  se  ha  censurado  á  los  conquistadores  el  trazo 
de  sus  rutas  ;  ellos  siguieron  las  huellas  de  los  senderos  indios,  bus- 
cando los  centros  algo  cultivados,  y  tan  así  es,  que  cuando  abrie- 
ron camino  en  la  selva  virgen,  ni  el  rastro  de  su  paso  quedó,  como 
aconteció  al  de  Opón,  por  donde  penetró  Quesada ;  además,  tanto 
los  indios  como  los  conquistadores  establecieron  sus  vías  por  cum- 
bres elevadas,  no  por  tener  de  donde  otear  el  suelo,  como  es  común 
lo  repitan  los  ignorantes,  sino  porque  en  las  amplias  faldas  de  esas 
cumbres  era  mucho  más  fácil  abrir  caminos  sin  grandes  obras 
de  arte,  que  pretender  hacerlo,  sin  brazos  ni  herramientas,  por  cres- 
tas más  bajas,  pero  cuyas  paredes  surgen  entonces  como  terribles 
murallones,  sin  sitio  en  donde  posar  el  pie ;  hoy  mismo  es  difícil 
resolver  estos  problemas,  y  eso  que  las  condiciones  del  país  son  tan 
diversas,  según  se  dice.  No  se  olvide  tampoco  que  la  selva  cubría 
más  tierra  en  la  época  indígena  que  al  presente,  y  que  los  españo- 
les no  poseían  mapas  del  territorio,  por  lo  cual  al  ocuparlo  funda- 
ron las  poblaciones  donde  mejor  les  parecía ;  y  no  siendo  posi- 
ble abandonar  luego  esos  centros  por  la  riqueza  allí  acumulada, 
los  caminos  se  imponían,  y  eran  los  criollos  los  más  interesados  en 
no  variarlos.  Tan  evidente  es  lo  dicho,  y  tan  hábil  fue  la  elección 
4e  los  asientos  de  los  poblados,  que  hasta  la  fecha  pocos  cambios 
se  han  podido  verificar  en  la  materia,  aun  por  las  mismas  corrien- 
tes comerciales,  cada  día  más  intensas  y  deseosas  de  abrirse  ade- 
cuados cauces.  Y  esto  es  lógico  si  se  recuerda  que  ya  al  principiar 
el  siglo  XVII  conocían  los  conquistadores,  con  notable  exactitud,  la 
topografía  del  suelo  colombiano.  Entonces,  á  zonas  tan  importan- 
tes como  el  Chocó,  se  iba  desde  Cartago  en  bestia,  cuando  hoy  no 
pasan  sino  peatones,  pues  dejamos  destruir  ese  camino;  el  trazo 
que  ellos  hicieron  en  el  Quindío  es  un  prodigio  en  su  género;  de 
Bogotá  á  Honda  era  mejor  el  camino  hace  un  siglo,  que  después 
de  ingentes  gastos ;  ríos  al  presente  desiertos,  se  navegaban  en  esa 
época;  y  por  último,  hemos  malgastado  quince  millones  en  oro  ha- 
ciendo ferrocarriles  para  no  tener  ninguno,  pues  tal  nombre  no  me- 


Nueva  Geografía  t)E  ColomiíÁ  765 


recen  trozos  sueltos,  y  en  su  mayor  parte  sitos  en  las  regiones  ba- 
jas, con  el  Uem  de  que  aún  no  se  ha  podido  vencer  la  ascensión  á  nin- 
gfuna  comarca  interior,  ni  en  sitios  donde  no  llegfa  á  2,000  metros  la 
altura  total,  cuando  en  el  Perú  y  Bolivia  hay  rieles  colocados  á  do- 
ble altura.  Y  lo  dicho  de  los  ferrocarriles,  casi  se  aplica  á  las  carre- 
teras, puesto  que  la  de  Cambao  no  es  sino  un  proyecto,  tanta  es  su 
estrechez ;  y  que  de  Bogotá  á  Sogamoso  no  existe  todavía  verda- 
dero camino  para  carruajes  I  Quiera  Dios  que  los  colombianos 
abran  los  ojos  y  se  convenzan  que  van  por  vía  errada  en  preten- 
der imitar  á  los  Estados  Unidos,  6  sea  en  hacer  grandes  ferroca- 
rriles antes  de  construir  caminos ;  si  los  quince  millones  arrojados 
al  viento  se  hubiesen  empleado  en  carreteras,  hoy  tendríamos  más 
de  250  leguas  de  ellas,  ó  sea  de  Bogotá  á  la  Buenaventura,  de 
Bogotá  al  Sogamoso  y  al  Lebrija,  y  de  Medellín  al  Magdalena,  lo 
cual  equivaldría  á  asegurar  los  ferrocarriles  para  lo  futuro  y  á  re- 
ducir los  fletes,  puesto  que  en  ese  caso  de  Guarumo  á  Bogotá  val- 
dría $  S  la  carga,  que  hoy  cuesta  %  25  (en  oro).  En  nuestras  abrup^ 
tas  montañas  la  conservación  de  ferrocarriles  á  media  ladera,  es, 
por  los  derñimbes  y  el  clima,  asunto  tan  difícil  como  construirlos, 
por  lo  cual  serán  fuertes  sus  tarifas,  y  nunca  hemos  podido  enten- 
der las  ventajas  que  traerá  al  p)aís  gastar  7  millones  para  subir  á 
Bogotá  carga  á  $  2  en  un  día,  en  vez  de  emplear  i\  para  traerla 
por  $  6  en  tres  días ;  el  comercio  de  la  capital  no  puede  aún  sos- 
tener obra  de  tanto  precio,  y  que  poco  ó  casi  nada  recibirá  para  la 
exportación.  En  Antioquia  y  Santander,  60,000  cargas  por  año  tam- 
jjoco  resuelven  el  problema,  y  mucho  menos  en  el  Cauca  40,000. 
La  era  de  los  ferrocarriles  de  vía  ancha  no  ha  llegado  aún,  por 
lo  costoso  de  su  establecimiento,  en  las  grandes  montañas  de  Asia 
y  América  del  Sur,  habitadas  por  pueblos  pobres  y  pequeños ;  no 
sucede  lo  mismo  con  los  económicos  de  vía  angosta  y  con  los  mo- 
norieles,  que  cuestan  lo  mismo  que  una  carretera,  ó  sea  de  $  35 
á  40,000  la  legua,  en  vez  de  200,000.  Za  gran  necesidad  del  presente 
es  no  gravar  el  porvenir.  Estos  conceptos  los  escribíamos  en  1890. 
El  lector  dirá  si  el  tiempo  nos  ha  dado  la  razón. 

El  punto  capital  de  nuestros  caminos  consiste  en  carecer  de 
centro  ó  siquiera  de  eje  natural,  cual  sucede  en  países  más  fa- 
vorecidos por  la  naturaleza,  de  suerte  que  en  cada  una  de  las  zonas 
geográficas  en  que  se  divide  el  patrio  suelo,  presentan  sendos  nú- 
cleos los  caminos  ;  pero  núcleos  que  tienen  varios  centros  y  de  or- 
dinario no  ofrecen  sólido  enlace  entre  sí,  á  lo  cual  se  agrega  que 
dominando  en  nuestros  relieves  el  rumbo  NS.,  se  entiende  en  el 
centro  ó  sea  en  la  parte  donde  se  agrupa  la  población,  éste  viene 
á  ser  también  el  de  las  grandes  vías  comerciales.  Estas  vías  for- 
man como  una  cruz  con  dobles  brazos,  en  la  cual  el  árbol  sería  el 
Magdalena  y  las  dos  traviesas  las  líneas  oblicuas  que  de  Túque- 
rres-Pasto  y  Antioquia  pasan  hacia  Bogotá-Cúcuta- Venezuela  la 
primera,  y  hacia  Magangué-Riohachala  segunda.  Sobre  esta  cruz 
se  adosan  otras  líneas  no  menos  importantes,  como  son  las  que 
surcan  las  dos  grandes  mesas,  casi  paralelamente  al  Magdalena, 
y  también  la  del  Chocó,  ya  marítima  en  la  parte  S.,  como  lo  es 
la  que  corresponde  al  litoral  caribe  de  tierra  firme.  Panamá  y  la 
región  oriental  constituyen  zonas  en  que  las  principales  vías  se  di- 


766  NuxvÁ  Geografía  de  Colombia 


rigen  de  E.  á  W.,  aunque  sin  faltar  las  del  rumbo  dominante  en 
Colombia.  Empero,  esto  no  es  todo>  puesto  que  las  dos  mesas  se 
unen  entre  sí  por  vías  transversales,  poco  numerosas  en  donde  el 
relieve  de  ellas  es  más  dilatado,  lo  cual  da  por  resultado  que  el 
extenso  valle  del  Magdalena — no  la  hoya  del  gran  río — resulte 
rico  en  caminos  en  sus  partes  alta  y  baja,  y  casi  carezca  de  ellos 
en  la  central,  la  que  así  viene  á  ser  el  polo  negativo  de  nuestra 
red  caminera^  que  en  la  zona  poblada  y  sin  contar  á  Panamá  re- 
sulta, por  lo  mismo,  formando  corona  en  torno  de  esos  casi  desier- 
los  pantanos;  corona  que  al  S.  se  prolonga  con  un  apéndice  y  al  N. 
se  ensancha  amoldándose  al  terreno.  JDe  lo  dicho  se  desprende 
que  así  como  en  nuestra  orografía  é  hidrografía  tiene  grande  im- 
portancia el  Macizo  de  Colombia,  desde  el  punto  de  vista  de  los 
caminos  puede  considerársele  como  el  gran  centro  natural  de  éstos 
en  la  República.  ¿  Cuál  es  el  estado  actual  de  la  red  caminera  del 
país  ?  La  capital,  trepada  en  la  cumbre  de  escarpada  mesa,  dista 
1 8o  leguas  de  Ipiales,  215  de  Tumaco,  120  de  Buenaventura, 
90  de  Quibdó,  205  de  Lorica,  228  de  Cartagena  6  Barranquilla, 
234  de  Santa  Marta,  213  de  Riohacha,  105  de  Cúcuta,  140  de 
Arauca,  120  de  Orocué  y  200  del  Putumayo  navegable,  guarismos 
por  cierto  desconsoladores  por  su  enormidad.  De  Ipiales  á  Carta- 
gena hay  340  leguas ;  de  Ceja  á  Riohacha,  por  Bogotá  y  el  Cesar, 
3 10;  de  Turbo  á  CiScuta,  por  Magangué,  260,  y  por  elrestilo  son 
las  demás  cifras  de  distancias.  Luego  tenemos  que  hace  frente  á 
la  conservación  de  muchos  millares  de  leguas  de  caminos,  lo  cual 
exige  grandes  sumas,  de  que  no  disponemos,  y  por  lo  mismo,  certe- 
ro juicio  para  resolver  qué  vías  han  de  preferirse  en  la  actualidad, 
á  ñn  de  mantenerlas  en  buen  estado,  ocurriendo  al  sistema  de  ca- 
minos de  privilegio,  como  único  medio  de  resolver  en  normales 
condiciones  tan  urgente  problema. 

En  la  actualidad,  Panamá  y  el  Chocó  carecen  de  caminos, 
como  que  sus  hijos  prefieren  las  vías  acuáticas  más  cómodas  y  eco- 
nómicas, y  olvidan  las  de  tierra,  hasta  el  punto  de  no  tener  sino 
una  ó  dos,  que  en  cada  una  de  esas  zonas  crucen  la  respectiva  ma- 
gistral y  sirvan  para  caballerías.  Panamá  es  superior  al  Chocó 
por  su  ferrocarril  de  16  leguas  y  por  la  vía  longitudinal  de  la  ver- 
tiente pacífica,  que  no  mide  menos  de  160  leguas  de  las  llanuras 
de  David  al  Darién ;  el  Chocó  supera  á  Panamá  en  la  cantidad  de 
leguas  de  ríos  navegables  en  vapor  y  en  barca,  con  el  ítem  de  que 
allí  es  posible  hacerlo  hasta  el  corazón  mismo  de  las  serranías  y 
en  toda  estación.  El  corredor  interandino,  de  Ipiales  al  bajo  Cauca, 
ó  sea  en  250  leguas  de  S.  á  N.,  divididas  en  secciones  por  obstácu- 
los transversales,  es  sin  duda  la  zona  desheredada  en  caminos  úti- 
les, y  la  que  cuenta  menos  vías  de  continuo  uso  en  todo  el  año ;  el 
problema  más  interesante  para  esta  faja  puede  decirse  está  aún  sin 
resolver ;  la  cuenca  del  alto  Patía,  tanto  al  E.,  sobre  los  grandes 
tributarios  del  Amazonas,  como  al  W.  hacia  el  Pacífico,  no  cuenta 
con  caminos  para  bestias  fuera  del  de  Túquerres ;  el  tráfico  se  hace 
allá  con  hombres  (I),  y  hasta  hace  poco  estaba  sujeta  á  ser  tribu- 
taria del  Ecuador,  por  cuyos  caminos  comerciaba  con  el  Extran- 
jero ;  Popayán- Valle  del  Cauca,  si  bien  posee  caminos  de  herra- 
dura en  ambos  lados  del  río,  son  largos :  al  E.  todos  van  al 


NuiVA  GiOGrAFiA  DE  Colombia  767 


alto  Magdalena,  de  contingencia  I  navegación,  y  al  W.,  hacía  el. 
PacfRco,  pero  bastante  malos  para  hacer  carísimo  el  transporte,  con 

el  Ítem  de  que  se  concentran  hacia  el  S.,  pues  los  otros  sólo  sirven 
para  de  í  pie,  y  van  al  rio  San  Juan,  que  tampoco  es  TÍa  utilizada  á 
la  fecha ;  las  tierras  de  Arma  y  Cabal  y  de  Antioquia  están  poco 
más  ó  menos  en  el  caso  del  trozo  anterior,  puesto  que  al  W.  las 


Figura  30!^Los  fasloi  y  ei  Galera.  (De  fulografia) 


breñas  caen  al  Atratu,  río  que  apenas  se  navcg;a,  y  las  sendas  que 
deben  cruzar  el  cañón  de  Antioquia  no  dan,  en  lo  general,  paso  sino 
á  cargueros,  y  al  E.  llevan  al  Magdalena  en  zona  de  difícil  nave- 
gación, iin  que  falte  alguna  que  no  es  de  herradura;  al  NE,  los 
caminos  pasan  por  la  tierra  de  Remedios-Guamacó  y  salen  á  aguas 
verdaderamente  útiles,  lo  mismo  que  algunos  de  los  que  giran  al  N. 
y  llevan  al  bajo  Cauca,  pues  los  otros,  que  van  al  San  Jorge  y  al 
Sinii,  no  sirven  para  el  tráfico  de  recuas.  En  resumen,  la  cresta  del 
Quindfo  al  S.  y  la  del  Chocó  en  gran  parte  de  su  longitud,  carecen 
hasta  de  caminos  de  herradura  ;  en  el  cañón  andino  las  zonas  más 
favorecidas  son  las  llanuras,  por  su  suelo  y  sus  ríos  navegables.  E) 
valle  del  alto  Magdalena,  si  bien  en  lo  general  se  sirve  del  rfo  y 
de  caminos  regulares,  que  á  éste  son  paralelos,  carece  de  enlace 
útil  con  los  ríos  navegables  del  Caquetá  y  con  la  cuenca  del  alto 


768 


Nueva  Geografía  de  G)lombia 


Patía  ;  al  W.,  en  su  centro,  no  hay  camino  de  herradura  al  Cauca» 
y  al  E.,  salvo  hacia  el  N.,  sucede  lo  mismo  para  el  Caquetá.  El 
Magdalena  central  cuenta  algunas  malas  ó  peligrosas  vías,  que  de 
su  orilla  conducen  tanto  hacia  Antioquia  como  hacia  Santander, 
pero  no  á  Boyacá,  Departamento  que  por  lo  mismo  se  encuentra 
en  peores  condiciones  comerciales. 

El  bajo  Magdalena,  ó  sea  la  llanura  atlántica,  carece  de  vías 
de  herradura  tanto  hacia  el  W.,  al  Atrato-Urabá,  como  al  E.  ha- 
cia Cúcuta-Maracaibo,  y  lo  mismo  acaece  en  la  Sierra  Nevada  de 
Santamarta  y  en  algún  trecho  de  las  montañas  de  María  ;  reciente 
es  la  carretera  de  Garozal  á  Told,  casi  prolongada  hasta  el  Mag- 
dalena, pero  falta  camino  bueno  por  tierra  del  Banco  á  Rioha- 
cha,  no  obstante  ser  todos  estos  suelos  casi  llanos :  en  invierno  las 
aguas  ofrecen  por  dondequiera  buenos  caminos,  pero  en  verano  no 
sólo  no  sucede  esto,  sino  que  cerca  de  los  ríos  desaparecen  los  ya 
abiertos  con  las  palizadas  y  detritus  que  acarrean  las  aguas :  este 
vacío  en  nuestra  red  caminera  es  tanto  más  extraño  cuanto  allí  la 
ganadería  es  trashumante. 


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Figura  303 — El  Alto  Patía,  según  la  Nveva  Gfgrafia  de  Colomlña 

Escala :  i :  800,000 


Nueva  Geografía  dz  Colombia  769 


La  mesa  oriental  está  mejor  dotada  que  el  resto  del  país,  pues 
í  pesar  de  sus  páramos,  selvas  y  cañones,  guarda  caminos  de  he- 
rradura por  todas  partes,  aun  cuando  algunos  son  malísimos  ;  ca- 
minos que  lo  mismo  la  cruzan  de  S.  á  N.  que  de  E.  á  W.,  y  no  exis- 
tiendo lagfunas  sino  de  Bogotá  al  Aríari  por  Sumapaz,  de  Tenza 
al  Llano,  de  Cocuy  y  Málaga  al  río  Ele,  de  Muzo  al  Magdalena  y 
al  bajo  Carare,  del  Socorro  al  Opón  y  de  Cúcuta  al  Magdalena, 
aunque  en  varios  de  estos  sitios  no  es  del  todo  imposible  pasar  bes- 
tias por  las  trochas.  Los  peores  caminos  son  los  de  Tundama  al 
Llano,  en  los  que  para  conducir  ganados,  con  frecuencia  hay  que 
cubrir  de  paja  los  pedriscos  del  suelo,  so  pena  de  perder  despea- 
dos del  20  al  30  por  100  de  aquellos  animales ;  en  estamesa  los 
caminos  principales  siguen  ios  valles  del  Saravita  (para  caer  al 
Magdalena  por  el  Sogamosoó  Lebrija),  el  Chlcam'ocha  (buscando 
á  Cücu^  ó  el  Sarare)  y  el  Punza.  Las  cuencas  de  Cdcuta  y  Oca- 


Figura  3C<— El  Alio  Ifltia,  segCn  la  Carla  Ofidal 
Escala  ;   1 ;  800,000 


770  Nueva  Geografía  de  Colombia 


ña,  si  bien  están  fácilmente  unidas  á  sus  ríos  (Zulia,  Catatumbo), 
éstos,  que  son  poco  naveg-ables,  acaban  en  suelo  extranjero,  y  aun- 
que Ocaña  posee  buena  comunicación  con  el  Magdalena — ^la  más 
b  rata  de  todas — no  se  enlaza  sino  difícilmente  con  los  valles  del 
Zulia,  y  esto  sólo  al  Mediodía,  faltándole  el  camino  más  importan- 
te, 6  sea  al  través  del  valle  del  Sardinata.  Ciicuta  tiene,  aunque 
malísimo,  enlace  con  Arauca  por  la  terrible  selva  venezolana  de 
San  Camilo,  y  Pamplona  con  Arauquita  por  el  Sarare. 

En  fin,  en  la  región  oriental  no  hay  más  caminos  que  los  ríos, 
poco  naveg"ables  en  verano,  época  en  que  el  Llano  da  paso  casi  por 
todas  partes,  pero  no  sucede  lo  mismo  en  el  Caquetá  por  lo  bravio 
de  su  bosque.  La  pérdida  del  portaje  de  Yavita-Pimichín,  vía  na- 
tural de  Bogotá  al  Guainía  por  el  Guaviare,  ha  sido  puñal  clavado 
en  el  corazón  del  país,  que  para  muchos  años  perdió  todo  medio  de 
ejercer  real  soberanía  en  esta  hoya  del  Negro,  de  tan  fácil  acceso 
á  los  invasores  brasileros.  No  está  lejano  el  día  en  que  todos  com- 
prendan cuan  perjudicial  será  en  el  porvenir  para  Colombia  el 
trazo  definitivo  de  su  frontera  oriental,  y  cuánto  allí  perdimos,  que 
las  tierras  no  valen  por  su  cantidad  sino  por  su  calidad  ó  situación. 

Empero,  antes  de  hablar  con  algún  detenimiento  acerca  de 
estas  zonas,  serán  útiles  ciertas  consideraciones  generales  sobre  las 
principales  vías  del  país,  tomando  á  Bogotá  como  centro,  bien  que, 
como  se  comprende,  en  todos  lus  caminos  haya  tráfico,  que  varía 
con  la  importancia  de  la  ruta. 

a)  Hacia  el  SW.  y  SSW.  se  dilatan  lo  que  llamamos  vías  del 
Pací/ico  y  de  Sur,  las  que  tras  separarse  en  su  mitad,  puede  decirse 
vuelven  á  unirse  en  su  remate:  ambos  haces  cruzan  el  Magdalena 
y  trasmontan  íntegramente  la  mesa  andina  para  acabar  en  la  cos- 
ta del  Pacífico;  pero  en  tanto  que  las  del  primero  sólo  cortan  los 
caminos  interandinos,  las  del  segundo  se  confunden  con  ellos  en 
buena  parte  de  su  longitud,  repitiéndose  allí  lo  que  antes  ha  pasa- 
do en  el  alto  Magdalena :  el  haz  del  Sur  abarca  todas  las  vías  que 
de  Bogotá  bajan  á  este  último  valle  por  las  hoyas  del  Bogotá  y  del 
Fusagasugá,  y  luego  comprende  las  que  corren  á  los  lados  del 
gran  río  hasta  la  confluencia  del  Páez,  donde  cruza  al  W.  y  se  abre 
en  varios  ramales  que  trasmontan  la  cresta  Quindiana,  desde  el 
Huila  á  las  Papas,  para  caer  unos  al  valle  de  Popayán — siguiendo 
alguno  hasta  el  Pacífico, — y  otros  á  la  cuenca  del  alto  Patía  (donde 
sucede  lo  mismo).  Llegados  al  Magdalena,  los  caminos  que  giran 
por  el  Fusagasugá,  hallan  acceso  á  San  Martín,  y  al  ganar  la  con- 
fluencia del  Suaza,  otro  que  penetra  hacia  el  Caquetá.  Inútil  es  in- 
dicar que  de  los  caminos  que  van  paralelos  al  gran  río,  en  mayor 
número  á  la  I.,  unos  siguen  el  llano,  otros  se  trepan  á  las  faldas  de 
la  serranía,  y  todos  se  unen  á  cada  paso  entre  sí  por  transversales ; 
exactamente  se  repite  esto  en  la  cuenca  del  alto  Patía,  sólo  que 
allí  los  caminos  no  pueden  ganar  la  altiplanicie  tuquerreña  sino  por 
la  hoya  del  Guáitara,  y  el  principal  grupo  de  los  longitudinales  (el 
de  la  L)  tiene  que  trasmontar  los  estribos  mayores  de  la  misma 
cordillera  Quindiana:  en  Túquerres,  donde  el  haz  gira  hacia  Tu- 
maco,  se  desprende  un  ramal  que  penetra  en  el  Ecuador. 

El  del  Pacífico  abarca  las  vías  que  de  la  capital  bajan  al  alto 
Magdalena  por  las  hoyas  de  Bogotá-Negro  y  cruzan  la  cresta 


NuE^A  Geografía  de  G)lombia  771 


Quindiana  en  Barrag-án  y  el  Quindío:  esta  última  es  hoy  la  mejor, 
por  lo  cual  al  salir  al  valle  caucano,  como  la  prolong-ación  de  su 
anterior  eje  cae  al  San  Juan,  dobla  al  S.,  confundido  con  los  inter- 
andinos, buscando  á  Cali  y  la  Buenaventura.  Como  se  comprende, 
la  vía  más  natural  no  es  ésta,  sino  la  que  de  Bogotá  g-uía  á  ese 
puerto  por  Tocaima,  Chaparral  y  Tuluá,  vía  que  un  día,  abierto 
el  Canal  de  Panamá,  seg-uirá  el  comercio  de  Bog"otá,  para  el  que 
resulta  g'ravoso  el  Mag-dalena,  por  lo  cual  creemos  muy  importante 
su  apertura,  pues  por  allí  ha  de  pasar  el  gran  ferrocarril  del  inte- 
rior, el  de  mayor  tráfico  y  menores  fletes;  así  como  el  camino  na- 
tural de  Bog'otá  á  Tüquerres  pasará  por  el  macizo  de  Colombia.  ♦ 

b)  Hacia  Cabal  y  Antioquia  guían  nuestros  caminos  de  Oc- 
cidente,  con  análogas  condiciones  á  las  de  los  anteriores :  bajan  al 
valle  del  Magdalena  por  las  hoyas  del  Bogotá-Negro,  y  lo  cruzan 
para  trasmontar  más  al  N.  la  cresta  Quindiana,  <5  bien  descienden  con 
el  río  hasta  Nare,  para  allí  girar  al  W.,  obligados  los  primeros  á 
remontar  luego  al  N.,  buscando  á  Medellín,  gran  nudo  de  caminos, 
aunque  algo  excéntrico :  en  Cabal-Antioquia  los  caminos  longitudi- 
nales van  por  ambos  lados  de  la  vaguada  y  cortan  los  transversales 
de  S.  á  N. ;  en  vez  de  fundirse  en  uno,  como  en  Tüquerres,  se  abren 
hacia  Urabá,  Sinú,  Uré,  Ayapel,  Guamacó :  como  se  comprende, 
en  la  mesa  antioqueña  los  caminos  constituyen  dos  haces  por  sus  dos 
cuencas,  de  Medellín-Rionegro,  y  al  franquear  la  cresta  del  Chocó, 
ó  bien  cambian  de  rumbo  para  seguir  el  Atrato-San  Juan,  ó  bien 
cruzan  la  cresta  de  Baudó,  á  cuyo  respaldo  no  hay  aún  en  el  Pací- 
fico puertos  de  importancia,  f 

c)  Ailántico  X :  este  nombre  recibe  la  vía  del  Magdalena  que, 


*  De  Bogotá  á  Neiva  hay  de  9  á  10  días,  según  el  camino  que  se  elija,  pues 
aunque  los  mas  cortos  sólo  miden  54  leguas,  su  mala  calidad  compensa  jornadas 
con  los  que  miden  61 :  sólo  se  abrevia  el  viaje  si  hay  vapor  en  el  no.  De  Neiva  á 
Popayán  se  gastan  7^9  días,  con  las  mismas  condiciones ;  de  Popayán  á  Pasto  9 
á  7,  y  al  Pacíñco  5  por  Micay  y  9  por  Cali ;  de  Pasto  á  Ipiales  3  días,  á  Barbacoas 
9f  y  3  de  aquí  á  Tumaco.  De  Neiva  á  Ibagué  7 días;  de  Ibagué  á  Manizales  6  7 
á  Cartago  3;  de  Popayán  á  Buga  8,  de  Buga  á  Jericó  18,  y  á  Manizales  por  Car- 
t^go  8 ;  de  Buga  á  Cali  3,  y  de  aquí  á  la  Buenaventura  4. 

t  De  Bogotá  á  Ambalema  3  días,  y  á  Honda  3;  de  Ambalema  á  Manizales 
4  días;  de  Honda  á  Manizales,  Salamina  ó  Sonsón  4,  á  Rionegro  5  y  á  Nare  3 ; 
de  Manizales  á  Salamina  i,  de  aquí  á  Salamina  2,  de  aquí  á  Sonsón  3,  de  aquí 
á  Rionegro  2,  de  Salamina  á  Medellín  4;  de  Jericó  á  Medellín  5,  y  á  Antioquia  4 ; 
de  Rionegro  á  Medellín  i,  de  aquí  á  Antioquia  2,  al  río  Sucio  8,  ¿  Yarumal  3,  á 
Guamacó  10  y  á  Ayapel  13 ;  de  Nare  á  Medellín  4 ;  de  Jericó  á  Quibdó  6  días,  &c. 

X  £n  el  río  Magdalena,  de  Honda  á  Barranquilla  se  cuentan  201  leguas  que 
se  bajan  en  50  horas  y  se  remontan  en  104,  término  medio;  de  Honda  (Yeguas) 
á  Nare  hay  30  leguas,  de  Nare  á  Puerto  Berrío  lo,  de  aquí  á  Carare  1$,  de  aquí 
á  Paturia  25,  de  aquí  á  Bodega  Central  15,  y  6  más  á  Puerto  Nacional;  de  aquí 
al  Banco  19,  y  29  mas  á  Magangué;  de  aquí  a  Zambrano  15,  de  aquí  á  Río  de 
Jesús  2,  de  aquí  á  Calamar  14,  y  15  más  á  Sitionuevo,  y  de  aquí  6  á  Barranquilla. 
Del  Banco  á  Valle  Dupar,  por  tierra,  7  jornadas,  2  más  á  San  ^uan  de  Cesar,  y 
otras  4  á  Riohacha  ;  9  de  Zambrano  á  Santamaría,  y  8  de  acjuí  á  Valle  Dupar^ 
20  horas  de  Sitionuevo  á  Santamaría,  por  agua.  De  Magangué  á  Corozal  y  Chinu 

3  días,  y  otro  tanto  m;is  á  Lorica  y  Cereté;  2  de  Zambrano  al  Carmen ;  4  de  Ba- 
rranquilla á  Cartagena,  por  tierra,  15  horas  de  Cartagena  á  Calamar,  por  agua  ; 

4  días  de  Ayapel  á  Sahagún,  2  de  aquí  á  Corozal,  2  de  Corozal  al  Carmen,  3  de 
aquí  á  Mahates,  de  donde  hay  2  á  Cartagena  y  5  á  Barranquilla ;  3  de  Corozal  á 
San  Onofre ;  I  de  Cereté  á  Montería,  y  6  más  á  Tucura.  De  Cartagena  á  Colón 
hay  87  leguas  por  mar;  de  Colón  á  Barranquilla  115,  y  122  á  Santamaría. 


jy2  Nueva  Geografía  de  G)loiibia 


según  dijimos,  va  soltando  ramales  en  todo  su  trayecto  hasta  Ba- 
rranquilla :  á  la  I.,  primero  penetran  hacia  Antioquia  (Nare,  Puerto 
Berrío,  San  Bartolomé),  y  luego  en  Bolívar  (Simití,  Magangué, 
San  Juan,  Calamar),  aunque  en  muy  diversas  condiciones ;  en  Ma- 
gangué  se  unen  á  los  que  de  Antioquia  descienden  por  el  bajo  Cauca 
y  el  San  Jorge,  y  en  San  Juan  entran  á  las  sabanas  de  Corozal,  que 
con  bastante  facilidad  dan  paso  tanto  hacia  el  Sinii  como  hacia 
Morrosquillo,  bien  que  más  al  N.  la  sierra  de  María  sea  obstáculo  á 
los  caminos  transversales,  aunque  varios  la  surcan  de  S.  á  N.  para 
ir  á  concluir,  como  los  que  orillan  sus  faldas,  en  el  Dique  6  canal 
que  conduce  de  Calamar  á  Flamenco ;  en  fin,  abajo  de  Calamar  hay 
caminos  de  S.  á  N.  por  las  depresiones  de  Tierra-adentro,  cortados 
por  otros  de  E.  á  W.,  toda  la  cual  red,  con  obstáculos  en  Guájaro 
y  Tubará.  une  á  Cartagena  con  Barranquilla.  La  red  del  Sintí,  en  lo 
general  se  reduce  á  vías  próximas  al  río,  salvo  en  la  llanura  de 
Cereté,  donde  su  numero  y  extensión  aumenta,  y  dicho  queda  cómo 
escasean  los  enlaces  entre  ella  y  el  Chocó.  A  la  D.  del  Magdalena 
los  caminos  guían  hacia  Santander  (Carare,  Opón,  Sogamoso,  Le- 
brija,  Gloria),  y  en  seguida  penetran  en  las  amplias  llanadas  del 
Cesar:  en  primer  término,  y  por  los  lados  de  Zapatosa,  giran  hacia 
el  Valle  de  Upar,  por  ambas  márgenes  del  Cesar,  para  bifurcarse 
allí  y  crear  hermosa  red  que  en  doble  haz  (Guerrero,  Ranchería) 
alcanza  á  Riohacha  :  de  éstos,  la  que  sigue  con  el  Ranchería  irradia 
senderos  hacia  Maracaibo  y  la  Goajira,  así  como  de  los  extremos 
de  la  otra,  la  de  Valle  de  Upar-Riohacha,  arrancan  los  que  envuel- 
ven á  la  Nevada — cruzada  por  senda  en  su  f)arte  E. — y  van  de 
Banco-Riohacha  á  concluir  en  Santamarta,  uniéndose  dos  veces  al 
haz  que  orilla  al  gran  río  desde  el  dicho  Banco  hasta  Sitionucvo. 
d)  Norte  y  Noroeste,  De  Bogotá  hacia  Ciícuta  y  Ocaña  giran 
las  vías  que  se  designan  con  estos  nombres,  unidas  primero  y  aleja- 
das luego  hasta  distar  muchas  leguas,  causa  esto  de  que  en  el  re- 
mate no  se  fundan  como  las  del  Sur  y  Pacífico  en  Tiíquerres,  y 
adquieran  importancia  las  transversales,  tanto  más  cuanto  dan 
paso  del  bajo  Magdalena  á  Venezuela.  L-a  vía  Norte  remonta  el 
valle  del  Funza,  corta  las  cabeceras  del  valle  de  Tenza,  hacia  el 
cual  suelta  ramas,  entra  á  la  cuenca  de  Hunza,  que  cruza  en  todas 
direcciones,  y  en  su  extremo  NE.  se  divide  en  dos  haces,  uno  por 
cada  banda  del  Chicamocha,  los  cuales,  después  de  cortar  centena- 
res de  estribos,  van  á  fundirse  en  el  Almorzadero,  tras  soltar  desde 
Gachaneque  hasta  aquí  ramales  á  Lciva,  Charalá,  Onzaga  y  Gua- 
ca por  una  parte,  y  por  otra  á  Recetor,  Labranzagrande,  Paya  y 
Salina  de  Chita.  Después  del  Almorzadero  la  vía  Norte  se  ensan- 
cha en  red  en  la  cuenca  de  Chitagá  (origen  de  caminos  al  Sarare, 
al  Táchira,  al  Zulia  y  al  Lebrija),  y  de  nuevo  reducida  en  la  hoya 
del  Pamplonita,  llega  á  Cücuta,  gran  centro  de  caminos,  todos  de 
grande  importancia:  al  N.,  ferrocarril  y  carainoal  Zulia  navegable; 
al  E.,  á  Venezuela,  al  W.,  á  Ocaña  y  Soto.  La  vía  del  Noroeste 
por  la  hoya  del  Neusa  gana  los  llanos  de  Ubaté,  y  luego  el  cañón 
del  Saravita,  que  surca  también  en  doble  haz  para  ganar  lo  mis- 
mo la  mesa  de  Bucaramanga  y  la  hoya  del  Lebrija,  los  que  fun- 
didos en  uno  solo  entran  á  la  mesa  de  Ocaña,  llena  de  vías  longi- 
tudinales y  transversales ;  en  el  trayecto  de  Moniquirá  á  la  mesa 


Nueva  Geografía  de  Coloubia 


de  Caraba  se  desgaja  i  la  D.  la  gran  red  que  se  dilata  de  aquella 
mesa  hasta  el  tomo  de  la  Rusia.  Recordando  que  en  estas  zonas 
predominan  los  cañones  calcáreos  como  lecho  de  los  r(os,  se  ten- 
drá idea  de  las  dificultades  de  tales  caminos  •. 

e)  OrirnU.  Es  la  red  más  compleja  por  su  rumbo  y  enlaces ; 
lleva  especialmente  tal  nombre  la  vía  que  de  Bogotá  guía  hacia 


^Figura  305— Valle  ile  P^nsltará,  según  un  dibujo  ile  ta  Comiii 

Inédito 


Villavicencio-Cabuyaro,  atravesando  las  cuencas  de  Cáqueza-Ga- 
chetá  (que  surca  de  N.  á  S.  la  que  viene  de  Tenza);  vías  que  en 
la  llanura  bajan  al  S.  hasta  Arama  y  remontan  luego  al  N.,  por 

*  De  Bogóla  á  Zipaquirá  1  día,  de  aquí  á  Chiquinquirá  z,  de  aquí  al  Puente 
NacioDal  i.  de  aquí  al  Socorro  3,  de  aquí  á  Bucaramanga  3,  de  aquí  al  Magda- 
lena 4,  y  7  i  Ocana ;  de  Üca'la  al  Magdalena  2  díai,  y  5  á  CúcuU ;  1  de  aquí  i 
Pamplona,  4  de  aquí  á  Suata,  1  de  aquí  k  SanU  Rosa,  1  más  á  Tunja,  y  3  de 
aquí  k  Bogotá.  Hay  s  días  de  Bucaramanga  i  Cúcuta,  3  de  la  misma  á  Charalá, 
y  3  mis  de  ahí  á  Santa  Rosa  ;  z  días  de  Tunja  á  Sogamoso,  4  mái  de  aquí  al  Co- 
dj'i  y  po'  ultimo  I  de  Tunja  á  Leiva,  y  otrode  aquí  á  Moniquirá.  que  dista  |dcl 
PacDleNacional.^islantel  de  Vélei.  Del  .Socono  i  Chucuríhay  3  diu,  y  l  mis 
al  Sagamttto. 


774  Nueva  Geografía  de  Colombu 


el  pie  de  la  mesa  oriental,  hasta  Arauca,  desgajando  ramales  á  los 
puertos  de  los  ríos,  á  la  vez  que  se  enlazan  con  los  remates  de  los 
que  originó  la  importante  red  del  Norte  f. 

Tal  es  en  conjunto  la  red  caminera  del  país,  y  vamos  ahora  á 
ver,  por  regiones  geográficas,  la  manera  como  en  ellos  se  agrupa 
y  comunica  la  población. 

I.  La  Mesa  Andina.  Los  caminos  que  en  el  Ecuador  surcan  la 
intercordillera  se  reúnen  al  N.,  hacia  Susa,  para  franquear  el  paso 
de  Huaca  y  descender  á  Tulcán,  primera  población  de  la  mesa  Tu- 
querreña,  pero  aun  tierra  extranjera ;  á  los  lados  de  esc  camino 
simples  sendas  cruzan  la  cresta  en  Chiles  y  Los  Ricos.  De  Tulcán 
hacia  el  N.  vuelven  á  multiplicarse  los  caminos  que,  fuera  de  los 
transversales,  toman  como  direcciones  principales  las  de  las  hoyas 
del  Males  y  del  Sapuyes,  para  reunirse  luego,  cuando  estas  aguas 
forman  el  Guáitara,  bien  que  allí  vuelvan  á  separarse  para  envol- 
ver la  masa  del  volcán  de  Pasto.  Del  grupo  de  Sapuyes  se  despren- 
den las  vías  que  descienden  á  las  hoyas  del  Mira,  bajo  Patía  (Bar- 
bacoas) y  Pacual,  aquí  paralelas  á  las  que  bajan  por  el  Guáitara, 
con  las  cuales  se  unen  para  surcar  la  llanura  Patiana  y  terminar  en 
el  Tambo,  no  sin  dar  algunas  trochas  hacia  el  bajo  Chocó.  El  otro 
grupo,  el  que  pasa  por  Pasto,  cruza  allí  al  N.,  y  franquendo  ríos  y 
altos  estribos,  avanza  hacia  Popayán  :  en  $u  trayecto  suelta  trochas 
al  Caquetá  y  hacia  el  alto  Magdalena,  y  se  une  á  cada  momento  al 
primer  grupo  por  medio  de  transversales.  En  el  valle  de  Popayán 
no  cambia  el  régimen  de  los  caminos,  como  no  cambia  mucho  la 
topografía  del  suelo  :  un  grupo  sigue  por  el  llano  ribereño  del  Cau- 
ca, próximo  á  la  cresta  Chocoana,  el  otro  corta  estribos  al  pie  de 
la  Quindiana,  y  juntos  salen  por  fin  al  valle  caucano,  donde  se  pre». 
senta  un  cambio  :  por  la  L  del  río  van  cercanos  dos  caminos — el 
inferior  de  los  cuales  se  pierde  ó  poco  menos  en  invierno — que  á 
últimas  se  abren,  pues  uno  sigue  al  valle  del  Risaralda  y  otro  tre- 
pa á  la  cumbre  de  Belalcázar,  por  no  dar  ya  paso  las  márgenes 
del  río  principal ;  por  la  D.  hállase  en  primer  término  una  red  im- 
portante, la  cual  hacia  Buga  se  funde  en  una  sola,  que  sigue  hasta 
Cartago,  nudo  importante  donde  se  desdobla  para  llegar  ala  tierra 
de  Arma,  aunque  estas  vías  confluyen  en  verdad  sobre  Manizales. 

En  tan  largo  trayecto  y  hacia  la  L  arrancan  vías  al  Chocó 
por  las  hoyas  del  Micay,  el  Dagua  y  el  Garrapata,  y  á  la  D.  hacia 
el  alto  Magdalena  por  las  del  Páez,  Saldaña  y  Coello.  De  Mani- 
zales  á  la  mesa  antioqueña  puede  decirse  que  la  vía  es  única^ 
mientras  se  hace  doble  á  la  L  del  Cauca,  pues  la  del  Risaralda 
sigue  hacia  el  San  Juan  y  la  de  Belalcázar  pasa  á  Caramanta :  las 
transversales  son  pocas. 

En  esta  zona  hay  una  gran  transformación  en  la  red,  exigida 
por  el  relieve:  el  cañón  del  Cauca  es  recorrido  longitudinalmente  por 


^'t.  t  I^e  Bogotá  á  Cáqueza  li  días,  2  más  &  Villavicencio,  y  de  aquí  15  á  Arair- 
ca  y  6  á  Cabuyaro,  de  donde  4  por  agua  á  Orocué.  De  Cáqueza  á  Gacheta  3  días, 
de  aquí  á  Medina  3,  de  Gacheta  á  Tenza  x^,  y  de  aquí  á  Tunja  2.  De  Medina  á 
Labranzagrande  7,  de  aquí  á  Nunchía  2,  de  aquí  á  Moreno  2,  y  de  aquí  á  Arauca 
7.  De  Labranzagrande  3  á  Sogamoso,  de  Moreno  3  á  la  Salina,  i  de  aquí  á  Co- 
cuy, y  7  de  Nunchía  á  Cravo,  que  dista  3  de  Arauca  y  4  de  Orocué. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  775 


malas  sendas,  mientras  la  mesa  guarda  á  la  D.  el  haz  de  Ríonegro, 
que  guía  á  Remedios  y  Guamacó,  y  á  la  I.  el  de  Medellín,  que  pasa 
también  por  Santa  Rosa,  donde  se  desdobla :  una  vía  va  á  terminar 
en  el  Nechí ;  otra  en  la  zona  atlántica,  tras  cortar  el  Cauca  y  di- 
vidirse en  dos  para  ganar  al  San  Jorge  y  al  Sinü :  en  la  mesa  y  el 
cañón  hay  numerosas  transversales.  En  el  trayecto  indicado,  del 
haz  de  la  D.  parten  caminos  á  la  vaguada  del  Magdalena  por  las 
hoyas  del  Lagunilla,  Gualí,  Guarinó,  La  Miel,  Nare,  San  Bartolo- 
mé, Simití,  y  del  de  la  I.  á  la  del  Atrato,  por  las  del  Andágueda, 
Murrí,  Sucio  y  León. 

De  la  frontera  ecuatoriana  á  Popayán  tenemos,  pues,  que  los 
caminos  surcan  la  intercordillera  por  la  cuenca  del  alto  Patía,  y 
si  todos  entran  á  Colombia  en  la  mesa  tuquerreña,  al  descender  de 
ésta,  unos  toman  por  el  Pacual  hacia  la  llanura,  otros  pasan  por 
Pasto  hacia  la  misma,  y  otros  por  ese  volcán  ganan  á  Popayán, 
cortando  breñas  y  ríos,  para  formar  lo  que  s«  llama  el  camino  de 
los  Pueblos,  en  su  fin  al  casi  unido  á  los  dos  anteriores  que  entran 
por  el  Tambo  al  valle  de  la  capital  de  la  antigua  Cauca :  sin  duda 
que  el  de  los  pueblos  es  más  duro  y  prolongado  *,  pero  en  cam- 
bio no  cruza  zonas  malsanas  como  los  del  llano,  sobre  todo  del 
que  baja  por  el  valle  del  Pacual.  Lo  mejor  es,  por  lo  mismo,  combi- 


*  Lame&atuquerretía  está  ocupada  por  16  Municipios  cuyas  cabeceras  son 
pequeños  pueblos,  con  excepción  de  Ipiales  y  Túquerrcs  y  varios  caseríos.  Los  Mu- 
nicipios están  repartidos  asi :  Túquerres  occidental  :  TÍ'QUERRES,  12  millares  de 
habitantes  (en  1890);  í?jr//>/a,  3;  .Sa/í/^«,  4;  Contadero^  3;  Pastas  y  2;  Car/osa^ 
mOf  2;  Cumbal^  5  ;  y  Guachucal^  5»  Túquerres  oriental :  Ipiales,  15  millares  de 
habitantes;  Potosí^  l ;  PuerreSy  6;  Funcs^  3;  Imues,  2;  lies,  3;  Gualmatán^  2  y 
Pupiales  5,  de  donde  resulta  que  en  esta  mesa  hay  más  de  70  millares  de  habi- 
tantes que  viven  principalmente  en  una  zona  de  50  leguas  cuadradas,  en  las  que 
hay  puntos  en  donde  es  tan  densa  como  en  las  más  pobladas  campiñas  de  Euro- 
pa ;  población  que  casi  por  mitad  se  reparte  entre  las  dos  mitades  de  la  mesa, 
variando  sólo  la  posición  de  su  principal  núcleo,  pues  en  la  I.  se  halla  al  N.  (Tú- 
querres) y  en  la  1).  al  S.  (Ipiales)  y  muy  próximo  á  Tulcán.  Las  cabeceras  de 
estos  Municipios  están  á  considérale  altura;  ninguna  de  las  de  la  mitad  I.  á  me- 
nos de  3,000  ni  á  más  de  3,300  sobre  el  mar,  mientras  lis  de  la  D.  varían  más, 
pues  si  entre  los  mismos  límites  se  hallan  las  situadas  á  la  I.  del  núcleo,  salvo 
Imues  (2,500  metros),  las  de  la  opuesta  banda  rebajan  pronto  su  nivel  (Funes, 
fronterizo  de  Imues,  1,850)  á  causa  del  cañón  del  Guáitara,  en  cuyo  flanco  están 
ediñcadas  mientras  los  otros  ocupan  las  altas  llanuras  ó  las  colinas  que  en  ellas 
surgen.  Como  en  esta  cuenca  la  mayor  anchura  no  pasa  de  8  leguas  y  de  12  la  ma- 
yor longitud,  resulta  que  de  pueblo  á  pueblo  las  distancias  son  cortas.  Concluire- 
mos lo  que  á  Túquerres  serenere,  con  algunos  datos  comerciales:  en  estos  últimos 
tiempos  anualmente  pasan  de  Ipiales  á  Tulcán  150  mil  kilogramos  de  azúcar,  zo 
mil  de  panela,  15  de  maíz,  2  mil  de  harina,  7  á  8  mil  de  manufacturas,  muchos 
miles  de  kilogramos  de  frutas,  en  especial  limones (2,000),  naranjas  (1,500)  jco- 
cos;  13  á  14  mil  cueros,  3  á  4  mil  reses,  bastante  madera,  &c.,  por  lo  cual  ya  no 
es  posible  mirarla  con  tanto  descuido  como  hasta  hoy.  En  los  primeros  meses  de 
1892  se  vendían  en  esa  tierra  :  arroba  de  azúcar  á  $  i,  de  panela,  á  0-65,  de 
ullucos  ó  maíz  á  0-20,  de  papas  á  0-40,  de  trigo  á  0-25,  de  plátano  áo-30,  y  ca- 
beza de  ganado  vacuno  á  9  S.  La  mesa  tuquerreña  vale  hoy  12  millones. 

Al  N.  de  la  mesa  tuquerreña  la  topografía  se  modiñca  hondamente  y  con 
ella  la  dirección  y  condiciones  de  las  vías.  La  población  en  la  zona  en  referen- 
cia se  agrupa  así :  en  la  hoya  de  Pacual  están  los  municipios  de  Yascual^  2  mi- 
llares de  habitantes;  GuachaveSy  i,  y  SamaniegOy^\  que  comprende  la  aldea  de 
Panga  y  de  consiguiente  toda  la  mitad  baja  de  la  hoya,  que  así  resulta  poco  po- 
blada, puesto  que  en  núcleo  de  40  leguas  cuadradas  apenas  cuenta  poco  más  de  8 
mil  habitantes.  £n  la  segunda  mitad  de  la  hoya  del  Guáitara  están  Yacuanquer^ 
3  mil  habitantes;  Tangua^  5;  Guaiiarillay  4 ;  Consacáy  2 ;  Ancuyá^  2;  Sandoná,  5, 


776 


Nueva  Geografía  de  Colomiu 


nar  los  dos,  no  empleando  el  del  llano  sino  en  su  parte  alta  y  al 
parecer  más  sana.  De  sobra  está  advertir  que  el  invierno  es  época 
en  que  de  ordinario  casi  se  acaban  esos  caminos,  lo  cual  disminuye 
mucho  el  tráfico,  en  especial  si  la  estación  lluviosa  se  prolonga  en 
demasía. 


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Figura  306 — El  alto  Ouáitara,  según  la  N'ucva  Geografía  de  Colombia  (A)  y  según 

la  carta  oñcial  (B) — Escala:  z :800,00o 


y  Uñares^  3,  cuyos  25  mil  habitantes  ocupan  un  núcleo  de  50  leguas  cuadradas. 
£n  la  pequeña  hoya  de  Pasto  se  encuentran  Tambo,  5  millares  de  habitantes. 
Florida^  5,  y  Pasto  30,  6  sea  40  mil  habitantes,  en  poco  más  de  10  leguas  cua- 
dradas, y  en  el  resto  de  la  del  Juanambú,  Buesaco  2  y  Berruecos,  3,  ó  sea  unos 
10,000  á  lo  más,  en  un  núcleo  de  más  de  90  leguas  cuadradas.  En  la  del  Mayo^ 
en  núcleo  de  15  leguas  cuadradas,  hallamos  29  millares  en  los  Municipios  de  La 
Cru%,  4 ;  San  Pablo,  3 ;  La  Unión,  5,  y  Taminango,  3.  El  resto  de  la  cuenca  no 
está  ya  bajo  la  inmediata  influencia  de  Pasto.  Ix)s  indicados  21  municipios 


Nueva  Geografía  de  Colombia  777 


Veamos  cuál  es  la  vida  de  esta  zona.  En  la  llanura  del  Patía, 
salvo  reducido  cultivo  de  frutos  para  el  comercio  local,  prevalece 
la  ganadería,  que  deja  buen  provecho,  pues  vive  exenta  de  toda 
plaga,  y  envía  sus  productos,  excelentes  siempre,  hasta  Antio- 
quia.  Las  breñas  de  Al  maguer  producen  víveres  que  negocian  con 
las  vecinas.  La  región  pastusa  hacia  el  Guáitara-Juanambtí  pro- 
duce algdn  café  y  mucho  henequén,  base  de  activo  comercio,  así 
como  en  el  resto  trigo  en  abundancia,  de  primera  calidad,  el  que 
se  lleva  tanto  al  N.  como  al  Ecuador,  y  bastante  achiote.  Las  tie- 
rras cálidas  del  Guáitara  dan  frutos  y  gran  cantidad  de  dulce  en 
sus  plantaciones  de  caña.  La  región  llana  de  Ttíquerres  alimenta 
ricas  vacadas  y  cosecha  papas  y  ocas.  El  maíz  y  el  plátano  son 
de  general  cultivo  como  base  de  la  alimentación  del  pueblo. 

En  Pasto  y  Tdquerres  la  industria  es  activa :  se  fabrican  pe- 
llones, ponchos  (ruanas),  capisayos,  fajas,  lienzos,  mantas,  bayetas, 
frazadas,  tapetes,  sombreros  de  lana  (monteras)  y  paja,  esteras, 
canastos,  ollas,  zapatos,  monturas,  alpargatas,  cabuya,  costales, 
hules,  aceite,  juguetes,  mochilas,  totumas,  y  sobre  todo  multitud  de 
objetos  de  madera,  cubiertos  con  el  renombrado  barniz  de  Pasto 
(traído  de  Mocoa).  Los  tejidos  son  buenos,  durables,  de  gusto  y 
gozan  merecida  fama.  De  ordinario  casi  todas  las  casas  son  fábri- 
cas de  tejidos,  y  hoy,  aunque  en  pequeño,  se  produce  ácido  sulfúrico 
para  las  necesidades  de  la  industria,  bien  que  ésta  sea  aún  rudi- 
mentaria. 


<l  10,000  habitantes)  ocupan,  pues,  todo  el  país  de  los  Pastos  (300  leguas  cua- 
dradas), en  lo  general  bastante  bien  poblado  y  cultivado  en  la  zona  montañosa 
de  tierra  fría ;  las  cabeceras  de  esos  municipios  están  situadas  á  la  más  varia  al- 
tura, entre  600  y  3,000  metros. 

I.as  cifras  de  altitudes  insertas  en  la  altimetría  demuestran  cuan  quebra- 
dos son  los  caminos  de  este  país  de  los  Pastos,  donde  en  un  día  de  jornada,  con 
frecuencia  hay  que  salvar  hasta  2,600  metros  de  altura,  y  sin  embargo  tal  relie- 
ve no  ha  sido  obstáculo  al  progreso  de  esta  zona,  que  en  abundancia  produce 
cafe,  agave,  cacao,  excelente  trigo,  &c.,  y  hoy  vale  10  millones;  ¿cuánto  au- 
mentará esta  suma  el  día  que  Pasto  tenga  buen  camino  de  herradura  á  Barba- 
coas? £1  resto  de  la  cuenca  del  alto  Patíalo  constituyen  la  llanura  del  mismo 
nombre  y  Jas  breñas  de  Almaguer. 

Todos  los  caminos  franquean  obstáculos  serios,  anchos  ríos  6  ásperas  cu- 
chillas, por  lo  cual  los  longitudinales  resultan  con  positivo  valor  militar,  como  que 
cruzan  múltiples  y  excelentes  líneas  de  defensa,  un  tanto  débiles,  es  cierto,  en  la 
llanura ;  Bolívar-Almaguer  viene  á  ser  el  centro  de  la  zona,  pero  verdadera  base 
de  operaciones  no  puede  establecerse  sino  en  la  línea  Tambo-Popayán.  La  po- 
blación no  es  densa  en  esta  cuenca ;  en  la  llanura  apenas  se  cuentan  5  mil  habi- 
tantes, que  ocupan  núcleo  de  50  leguas  cuadradas,   formando  tres   municipios ; 
Rosario^  I  millar  habitantes ;  Mercaderes^  2,000  y  Patia  3  mil ;  en  la  montafia  hay 
más  de  36,000  distribuidos  de  vario  modo.  En  las  breñas  de  Timbío,  10,000  en 
núcleo  de  20  leguas  cuadradas  y  repartidas  en  los  Municipios  de  Timbio^  3;  Do- 
lores 2 ;  y  la  Sierra  3 ;  en  la  hoya  del  Guachicono  5,000  en  30  leguas  cuadradas, 
donde  forman  los  municipios  de  Arbela,  2,000;  La  Vega^  1,600,  y  Rioblanco^  2,000 ; 
en  la  hoya  del  San  Jorge,  21,000  en  30  leguas  cuadradas  que  encierran  los  muni- 
cipios de  Almaguer^  8,000  habitantes;  Bolhar^  6,000;  San  Lorenzo^  2,700,  y  San 
Sebastián^  3>ooo.  Las  distancias  entre  estos  pueblos  son  bastante  crecidas  por  lo 
extenso  del  área  que  ocupan,  y  porque  están  á  las  alturas  más  varias,  desde  600  á 
2,500  metros,  y  de  ordinario  en  espesas  breñas. 

Carecemos  de  datos  sobre  la  producción   detallada  de  esta  zona,  que  sólo 
vale  4  millones  y  cuenta  200  leguas  de  caminos  usados. 

Nuera  Geografía  de  Colombia  tomo  i — 50 


77S  Nueva  Geografía  de  Colombia 


La  región  del  alto  Patía  sufre  con  la  falta  de  buenos  cami- 
nos, pues  aun  cuando  explota  más  de  300  leguas,  por  las  que  pasan 
bestias  cargadas,  éstas  no  pueden  ir  á  Mocoa,  ni  del  llano  patiano 
á  la  Costa,  por  lo  cual  la  zona  está  sometida  á  las  influencias  de 
Popayán  y  Quito :  de  Popayán  hasta  el  Mayo  por  su  relativa  proxi- 
midad; á  Quito  desde  el  Mayo  á  Ipiales;  porque  además  de  hallar- 
se  esta  porción  en  la  misma  mesa  de  Popayán  á  Ipiales,  median  68 
leguas,  en  tanto  que  de  Ipiales  á  Quito  no  se  cuentan  sino  43  de  me- 
jor piso.  Las  aguas  poco  neutralizan  esta  situación,  pues  dicho  que- 
da en  otro  lugar  que  el  gran  río  Patía  no  es  camino  ütil,  y  sólo  se 
le  navega  13  leguas,  y  eso  en  la  llanura  baja.  Todas  estas  consi- 
deraciones indican  cuan  necesario  es  que  unamos  nuestro  extremo 
Mediodía,  el  Sur,  al  interior  del  país  por  buenos  caminos  que  á  lo 
menos  permitan  ir  de  Popayán  á  Ipiales  en  los  mismos  cinco  á  seis 
días  que  hay  de  allí  á  Quito,  y  mejorar  el  camino  de  Tüquerres  á 
Moca  por  Pasto,  como  el  medio  más  eficaz  de  redimir  estas  riquí- 
simas comarcas,  en  donde  la  población  se  ha  agrupado,  siguiendo 
las  influencias  indicadas,  con  detrimento  del  progreso  y  equilibrio 
del  conjunto,  lo  que  no  podía  suceder  de  otra  manera,  merced  al 
descuido  con  que  hasta  hoy  hemos  visto  ese  valioso  rincón  del  país^ 
tan  lejano  aún  de  los  antioqueños,  muy  superiores  como  auxiliares 
á  los  hijos  del  valle  caucano,  quienes  presos  entre  montes,  no  están 
en  condición  de  ayudar  con  sus  brazos  á  los  vecinos  de  Almaguer, 
para  llenar  el  vacío  que  existe  entre  Popayán  y  Pasto,  tierra  esta 
ultima  donde  la  población  aumenta,  por  fortuna,  con  bastante  ra- 
pidez. 

La  proximidad  de  las  ricas  tierras  de  Pasto  y  Túquerres  á 
una  provincia  extranjera  bien  poblada  pero  de  suelo  menos  feraz, 
ha  hecho  á  ésta  tributaria,  desde  el  punto  de  vista  agrícola,  y  á  su 
turno  la  mayor  cercanía  de  Quito  ha  invertido  este  orden,  en  ma- 
teria comercial,  como  era  lógico,  de  donde  la  importancia  cre- 
ciente de  Tulcán,  antes  permanente  depósito  de  mercancías  por 
valor  de  medio  á  un  millón  de  pesos,  suma  en  que  valorábamos  el 
contrabando  anual  de  nuestras  provincias  del  Sur,  antes  de  abrir  el 
camino  de  Barbacoas  y  rebajar  los  derechos  de  importación  de 
los  artículos  de  lujo  en  Tumaco,  invirtiéndose  el  fenómeno  después 
de  realizadas  esas  medidas. 

Y  no  concluiremos  con  esta  cuenca  del  alto  Patía  sin  indicar 
que  allí  es  en  extremo  barata  la  vida,  lo  cual  la  hace  tierra  de 
promisión  para  los  extranjeros,  circunstancia  que  depende,  es  cier- 
to, de  la  dificultad  de  exportar  sus  frutos,  que  en  lo  general  se 
consumen  allí  mismo ;  pero  no  se  olvide  que  por  esta  zona  cruza  el 
camino  del  Caquetá  al  Pacífico,  y  que  en  las  costas  de  este  Océa- 
no nuestros  hermanos  pagan  ciertos  víveres  á  precios  fabulosos. 

Al  N.  de  la  cuenca  intercordillerana  del  Patía  se  encuentra 
agreste  país,  en  cuyo  seno  se  dilata  el  llamado  valle  de  Popayán, 
casi  unido  al  del  Cauca,  lo  mismo  que  al  del  Patía.  La  zona  de 
que  vamos  á  tratar  carece  de  unidad  y  abarca  porciones  bastan- 
te  diferentes  entre  sí :  el  macizo  Colombia,  que  sabemos  guar- 
da los  orígenes  de  los  mayores  ríos,  íntegramente  colombianos,  y 
por  lo  tanto,  los  pasos  y  caminos  que  reúnen  las  cabeceras  de  sus 
hoyas ;  la  llanura  de  Calibío,  paso  obligado  entre  la  del  Patía  y 


Nueva  Geografía  de  Colombia  779 


la  del  Cauca ;  las  breñas  de  Silvia,  adosadas  á  las  de  Tierraden- 
tro  ;  y  las  de  Toribío  y  Tunia,  que  unen  éstas  á  los  flancos  de  la 
cresta  Chocoana,  que  aquí  da  paso  fácil  hacia  el  Pacífico  *.  De  lo 
dicho  resulta  que  naturalmente  esta  zona  se  parte  en  dos  mitades 
bastante  análogas  á  la  de  la  anterior,  ó  sea  á  la  I.  llanura  y  ba- 
jas montañuelas,  y  á  la  D.  crecidas  breñas  á  que  uniremos  el  ma- 
cizo Colombia,  y  que  resulta  tripartida  á  causa  de  la  diversa  direc- 
ción de  los  valles  principales,  como  que  son  perpendiculares  entre 
sí,  siendo  á  la  vez  de  los  dos  la  más  extensa,  pero  no  la  más  rica  ni 
la  más  productiva.  En  época  anterior  fue  g"rande  el  progreso  de 
esta  comarca,  que  hoy  se  mira  arruinada  y  en  decadencia ;  pero 
son  tantas  sus  fuentes  de  riqueza  y  tan  magnífica  su  posición  geo- 
gráfica, que  es  imposible  abrigar  dudas  sobre  su  futuro.  Mili- 
tarmente considerada  la  vieja  metrópoli  caucana,  resulta  que  ocu- 
pa sitio  de  importancia  suma  en  el  país  (sobre  todo  hoy  que  las 
actuales  armas  la  enlazan  mejor  al  Tambo),  de  lo  cual  dan  buena 
prueba  las  cuarenta  veces  que  en  ella  y  por  ella  se  han  librado 
reñidos  combates  en  sus  calles,  pues  no  sólo  es  estratégica  sino 
también  táctica  su  importancia,  como  es  hermoso  su  paisaje. 

En  lo  referente  ¿comunicaciones,  Popayán-Tambo  es  un  cen- 
tro no  menos  importante,  puesto  que  la  llanura  de  Calibío  permite 
fácil  construcción  de  carretercS  y  las  montañas  dan  paso  fácil  tanto 
hacia  el  Tolima  como  hacia  el  bajo  Chocó.  Hoy  convergen  á  esta 
zona  cinco  vías  del  valle  del  Cauca,  tres  de  la  cuenca  patiana  y 
seis  del  alto  Magdalena,  sin  contar  las  sendas  de  á  pie  ni  el  camino 
que  se  construye  hacia  el  Micay,  por  lo  cual  no  puede  estimarse 
en  menos  de  120  las  leguas  de  caminos  que  allí  tienen  algún  tráfi- 
co y  sirven  á  50,000  moradores  fijos. 

El  feraz  y  hermoso  valle  del  Cauca  J  agrupa  en  las  dos  por- 
ciones en  que  lo  divide  el  relieve  del  terreno,  más  de  1 70,000  al- 
mas, variamente  repartidas  en   tan  extensa  tierra,  que  no  guarda 


*  La  pequeña  extensión  que  hemos  llamado  breñas  de  Popayán,  igual  en 
valor  á  la  anterior,  cuenta  56  mil  habitantes,  de  ellos  24  mil  en  las  serranías  y 
32  mil  en  la  llanura  y  zona  menos  poblada,  les  cuales  distribuiremos. así :  Valle 
de  Jámbalo  (núcleo  de  10  leguas),  5  mil  habitantes  en  los  Municipios  de  Jamba- 
lóf  1, 200,  y  Toribío,  2  mil;  Valle  del  Ovejas  (15  leguas)  6  mil  en  los  de  Tunia, 
3  mil ;  Pescador,  12  mil,  y  Caldono,  3  mil;  Valle  del  alto  Piendamó,  10  mil  (6  le- 
guas) en  el  de  Silvia;  Valle  del  Cofre,  6  mil  (8  leguas)  en  los  de  Totora,  2  mil, 
y  Patiiquitá,  4  mil ;  altos  valles  del  Cauca,  3,000  (12  leguas)  en  los  de  Puracé, 
2  mil,  y  Coconuco,  2  mil ;  llanos  del  mismo,  24  mil  (30  leguas)  en  los  de  Po payan, 
12  mil;  Calibio,  3  mil ;  Cajibh,  5  mil  y  Tambo,  5  mil,  y  bajos  valles  del  mismo 
2  mil  (10  leguas)  en  el  de  Morales,  Como  la  zona  no  es  grande  y  en  su  fondo 
se  aglomera  la  población,  los  pueblos  y  aldeas  están  relativamente  próximos  en- 
tre sí  y  se  agrupan  por  zonas  de  altitud.  Aunque  muy  quebrado  el  sucio,  las 
diferencias  de  alturas  no  son  sensibles  dentro  de  la  cuenca  y  no  alcanzan  eleva- 
da cifra  en  las  crestas  laterales.  Barata  es  la  vida  en  esta  zona,  pero  sobre  su 
producción  faltan  detalles  de  cierta  especie,  necesarios  para  consideraciones  de 
otro  orden. 

X  Entremos  en  algunos  pormenores  sobre  este  rico  valle :  puéblanlo  1 75  mil 
habitantes,  de  los  que  54  mil  moran  en  la  banda  I.  y  121  mil  en  la  D.,  ó  haciendo 
otra  partición  :  108  mil  al  S.  en  la  gran  llanura,  37  mil  en  la  cintura  y  30  mil 
en  la  sección  N.,  sin  comprender  la  hoya  del  río  La  Vieja.  En  la  gran  llanura  y 
en  un  núcleo  de  100  leguas  cuadradas  los  loS  mil  habitantes  forman  los  Muni- 
cipios de  JamufuUj  6  mil  habitantes ;  Cali,  25  mil ;  Yumbo,  2  mil ;  Vijes,  2  mil 
y  Yotoco,  2  mil,  en  la  banda  I.,  y  Buettosaires,  5  mil ;  Santander,  6  mil;  Calato,  5 
mil ;  Corinto,  2  mil ;  Zelandia,  3  mil ;  Florida,  5  mil ;  Candelaria,  8  mil ;  Pradera^ 


78o 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


hoya  secundaria  de  importancia.  Varias  veces  hemos  dicho  que 
el  valle,  encerrado  por  montañas,  carece  de  fáciles  salidas  para  sus 
ricos  productos,  por  lo  cual  resulta  poco  menos  que  inútil  la  natural 

y  buena  vía  interior  que  le  ofre- 
ce el  río  para  vapores,  dobla- 
do su  valor  con  el  hecho  de  ser 
flotables  muchos  de  sus  afluen- 
tes :  la  abundancia  de  aguas 
en  invierno,  si  perjudica  el  mo- 
vimiento de  las  recuas,  en 
cambio  establece  múltiples 
vías  para  barcas,  lo  cual  aba- 
rataría mucho  los  transportes 
si  con  un  esfuerzo  se  las  arre- 
glase convenientemente.  Co- 
mo en  el  valle  todas  las  po- 
blaciones están  situadas  en  la 
llanura,  resulta  que  las  vías 
que  surcan  ésta  son  numerosí- 
simas, tanto  transversales  co- 
mo longitudinales  (250  leguas 
de  tráfico  seguido),  sin  otro 
,,.  -    T.      •  1  .'        1    /«  1-  obstáculo  que  ciénaeras  y  ríos, 

tigura  307 — Posiciones  relativas  de   Cali   ^»^'^"'  y*    ,  o,      ■'.  ' 

y  Palmira.  según  la  Xiuia   Ceof^rafia   muchOS    de    los    CualCS  tienen 
de  Colombia  (B)  y  según  la  Carta  ofi-   hoy    puente,    y    por  lo   mismO 

cial  (A)— Escala:  1.800,000.  que  el  suelo  da  paso  por  todas 

partes,   la   cintura    indicada, 

por  reunirías  en  grupo  compacto,  adquiere  gran  valor,  y  allí  se  ha 
decidido  siempre  la  suerte  del  valle  cuando  ha  sido  teatro  de  opera- 


5  mil;  Palmira,  20  mil ;  Cenito,  7  mil,  y  Guacari^  7  mil,  en  la  D.  En  la  cintura 
(40  leguas  cuadradas)  están  los  de  Bolívar^  2  mil,  y  líuasaná,  2  mil,  á  la  I.,  y 
Bug  A,  18  mil,  San  Pedro,  3  mil ;    TtduA,  5  mil ;  San  Vicente,  3  mil,  y  Bugaia- 

f'rande,  4  mil,  en  la  I).  En  tin,  en  la  parte  N.  (40  leguas  cuadradas)  y  á  la  I.,  há- 
lanse  Roldanillo,  6  mil  habitantes ;  Hato  de  lentos,  2  mil ;  Toro,  4  mil,  y  Anser- 
manun'o,  2  mil,  y  en  la  1).  Zarzal,  3  mil ;  Victoria,  2  mil;  Obando,  2  mil,  Car- 
TAGO,  16  mil,  los  6  mil  en  el  valle  de  La  Vieja.  Todos  estos  Municipios  están 
en  la  llanura,  6  poco  menos,  por  lo  cual  la  altura  de  las  cabeceras  se  halla  com- 
prendida entre  la  del  paso  de  La  Balsa,  930,  y  la  del  raudal  del  Virginia  (900), 
salvo  Buenosaires  y  Santander,  que  ocupan  el  extremo  meridional,  y  Anserma- 
nuevo,  que  está  en  el  septentrional,  todos  éstos  en  la  falda  del  marco :  la  altura 
media  resulta  ser  960. 

Es  este  un  suelo  que  vale  28  millones  de  pesos,  y  cuya  principal  riqueza 
consiste  en  ganados,  tabaco  (sobre  todo  en  Palmira),  cacao,  café  y  algunas 
minas,  fuera,  se  entiende,  de  los  frutos  que  constituyen  la  alimentación  de  los 
habitantes;  en  el  primer  trimestre  de  1890  produjo  para  la  exportación:  275,000 
kilogramos  de  cacao,  con  valor  de  $  100,000;  40,000  id.  de  café  en  $  24,000 ; 
100,000  id.  de  cueros  en  $  25,000;  60,000  de  tabaco  en  $  16,000.  La  producción 
anual  de  café  excede  ya  al  millón  de  kilogramos,  la  de  cacao  no  es  inferior,  la 
de  tabaco  aún  es  pequeña.  También  produce  bastante  azúcar,  cigarros,  &c.  £1  co- 
mercio con  Antioquia  está  representado  por  el  envió  de  un  millón  de  kilogramos 
de  cacao,  diez  mil  de  tabaco,  doscientos  mil  de  anís  (cuyo  principal  cultive  está 
en  el  Mayo),  y  numerosas  bestias ;  en  retorno  entran  unos  250,000  kgs.  de  mer- 
cancías extranjeras,  á  que  se  unen  los  50,000  de  mercancías  y  sal  qne  llegan  por  el 
Quindio,  vía  por  la  cual  pasa  al  Tolima  bastante  ganado,  algún  anís,  cacao,  &c. 
Pequeño  es,  como  se  ve,  el  producto  del  valle,  en  el  cual  las  distancias  son  ya 
considerables,  no  á  lo  ancho,  puesto  que  la  vía  más  extensa  no  excede  de  6  leguas, 
sino  en  las  de  S.  á  N. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  781 


cienes  militares :  de  Tuluá  á  Cerríto  se  han  librado  importantísimas 
batallas  en  todo  tiempo,  realzada  esta  característica  con  la  opuesta 
dirección  de  los  grandes  caminos  y  los  ríos  caudalosos  del  valle, 
de  ordinario  apoyados  por  uno  ó  más  pueblos  y  caseríos.  La  mis- 
ma riqueza  del  valle  atrae  los  ejércitos,  pero  es  una  riqueza  singu- 
lar, ya  que  el  producto  de  su  suelo  figura  muyen  segundo  lugar  en 
lo  que  á  exportaciones  se  refiere ;  hasta  la  harina  la  recibe  del 
Extranjero,  no  obstante  lo  adecuado  del  terreno  para  la  siembra 
de  toda  especie  de  vegetales. 

La  tierra  de  Arma  y  Cabal ^  tan  importante  en  la  economía  de 
la  mesa  andina  por  ser  la  natural  transición  y  enlace  entre  Antio- 
quia  y  Cauca,  propiamente  dichos,  era,  hasta  hace  poco,  un  desier- 
to en  la  segunda  de  sus  porciones  ;  desierto  que  separaba  los  dos 
pueblos  con  una  especie  de  Marca  que  contribuía  á  evitar  se  fun- 
diesen en  la  frontera  esos  diversos  hombres,  los  cuales  poniéndose 
en  contacto  repentinamente,  tendían,  como  era  natural,  á  mirarse 
con  malevolencia,  á  pesar  del  lazo  que  la  naturaleza  había  dado  á 
las  zonas  que  ellos  habitan.  Hoy  tal  estado  de  cosas  cambia  *,  y  ya 
domado  el  suelo  en  Cabal,  como  lo  estaba  hacía  algún  tiempo  en 
Arma,  los  dos  pueblos  se  enlazan  por  medio  de  un  grupo  mixto 
que  evita  aquel  brusco  contraste  y  cada  día  hace  desaparecer  algo 
del  antiguo  odio  de  razas,  con  inmenso  beneficio  para  el  país,  pues- 
to que  los  habitantes  de  la  mesa  andina  deben  formar  una  suya, 
homogénea  si  se  quiere,  que  produzca  todo  lo  que  es  posible  ex- 
traer á  su  privilegiado  suelo ;  esto  por  una  parte,  que  por  la  otra, 
la  vía  natural  del  comercio,  de  esa  mesa  pasa  por  entre  las  crestas 
que  la  enmarcan  y  liene  su  centro  en  la  llanura  caucana  :  Pasto, 
Cali,  Palmira,  Cartago,  Pereira,  Manizales,  Medellín,  Zaragoza, 
no  pueden  hacer  casa  aparte  ;  y  creemos  que  hoy  nadie  negará  lo 
atrás  dicho,  sobre  todo  si  se  atiende  á  la  creciente  producción  agrí- 

•  La  tierra  de  Arma  y  Cabal,  que  progresa  con  rapidez  merced  á  la  inmi- 
gración antioquefia,  vale  hoy  15  millones  en  la  sección  caucana  y  18  en  la  an- 
tioquefia;  en  la  primera,  en  buena  parte  debido  á  las  minas  que  se  explotan  en 
Belalcázar.  Esta  zona,  que  pronto  tendrá  200  mil  habitantes,  cuenta  hoy  con  135 
mil  en  la  D.  del  Cauca  y  57  mil  en  la  I.,  que  es  muy  pequef^a,  inclusive  los  que 
moran  en  el  alto  Risaralda,  poco  menos  qae  incomunicado  con  el  valle  :  cerca  de 
120  mil  del  total  viven  en  Antioquia,  y  sólo  72  mil  en  el  Cauca.  Las  anteriores 
cifras  son  tanto  más  halagadoras  cuanto  Arma  es  uno  de  los  suelos  más  fra- 
gosos del  país,  y  Cabal  hasta  no  hace  mucho  tiempo  casi  no  sustentaba  sino  selva 
virgen.  La  población  de  la  banda  I.,  en  núcleo  de  40  leguas  cuadradas,  encierra 
los  Municipios  de  Ansermavieja^  13  mil  habitantes;  líiosudo,  8  mil;  Supfa,  8  mil; 
Marmoto,  5  mil;  iVuci'aCararf tanta f';^vci\\;  ValparalsOy  3  mil;  Támesis,  o  mil,  y^- 
ricó,  10  mil;  la  1).,  en  núcleo  de  poco  más  de  100  legs.  cds.,  los  de  Saleitto,  7  ™il  9 
Cartago,  6  mil ;  Pereira,  22  mil ;  Santa  JRosa,  7  mil ;  San  Francisco,  7  mil ;  Villa 
María,  5  mil ;  Manizales,  16  mil  ;  Neira,  8  mil;  Aranzazu,  4  mil ;  Filadelfia,  3 
mil ;  ¿alamina,  9  mil ;  Pacora,  7  mil ;  Aguadas,  12  mil ;  SoNSON,  10  mil ;  Atejo- 
rral,  10  mil ;  Santa  Bárbara,  7  mil  y  Fredonia,  10  mil.  De  Cartago  (10),  Sonsón 
(4),  Jcricó  (3)  y  Fredonia  (3)  no  se  incluye  la  población  que  vive  fuera  de  la  zona, 
y  en  millares  la  indican  los  números  entre  paréntesis.  Si  tomamos  en  cuenta  las 
hoyas  secundarias,  en  la  del  Arma  hay  30  mil  habitantes,  en  la  del  Guacaica  la 
mil,  en  la  del  Chinchiná  30  mil,  &c.,  cifras  que  indican  cuan  densa  es  aquí  la 
población.  Las  cabeceras  indicadas  están  por  grupos  á  una  misma  altura  ó  poco 
menos,  pues  el  suelo  actual  no  es  sino  resto  de  mesas  erodadas,  y  los  caminos 
en  Arma  no  son  sino  interminables  series  de  subidas  y  bajadas,  y  su  nudo  hacia 
el  S.  está  en  Carta go-Ansermanuevo. 


7S2  Nueva  Geografía  de  Colomiia 


cola  y  minera  de  Arma-Cabal,  al  tráfico  en  sus  caminos,  á  la  di- 
ferencia de  elementos  de  riqueza  que  hay  en  las  dos  bandas  del 
Cauca,  y  á  la  pasmosa  converg-encia  de  caminos  que  se  verifica  en 
esta  privilegiada  zona,  desde  el  Chocó  y  Antioquia  y  el  Tolima  y 
el  Cauca.  I^  fusión  de  antioqueños,  tolimenses  y  caucanos,  en  tor- 
no de  los  garandes  nevados,  es  una  de  nuestras  necesidades  para  el 
prog-reso  de  Colombia. 

Con  el  corazón  de  Antioquia,  con  la  mesa  y  el  cañón  de  su  nom- 
bre, concluiremos  lo  que  á  la  mesa  andina  se  refiere  ;  y  cosa  rara, 
los  extremos  de  esas  breñas  son  los  que  han  prog-resado  más,  no 
obstante  las  mejores  condiciones  del  relieve  en  la  zona  intermedia: 
Pasto-Tüquerres  y  Medellín-Yarumal  *  llevan  la  primacía  en  el 
progfreso  de  los  Andes  colombianos.  Sobre  la  Carta  oficial  bastan 
y  sobran  tres  dedos  para  cubrir  las  aledañas  cuencas  que  señorean 
MedelHn  y  Rionegro,  tierra  donde  viven  cerca  de  doscientas  vein- 
te mil  almas,  y  no  alcanzan  las  dos  manos  para  hacer  lo  mismo  con 
el  valle  del  Cauca,  donde  hay  treinta  mil  habitantes  menosl  ¿Y  qué 
decir  con  relaciona  la  riqueza?  Aquel  pedacito  de  suelo  vale  hoya 


*  Esta  es  sin  duda  la  zona  mis  rica  y  poblada  de  la  mesa  andina,  á  lo  me- 
nos en  ciertas  porciones,  como  que  aún  guarda  otras  desiertas  todavía,  y  en  ella 
englobaremos  no  sólo  la  mesa  .antioqueña  propiamente  dicha,  sino  también  el 
cañón  del  Cauca  y  la  falda  de  aquélla  hacia  el  Nechí.  Los  400  millares  de  habí- 
tantes  de  la  zona  se  distribuyen  así :  cañón  del  Cauca,  100 ;  (I.  55,  D.  62) :  en  el 
San  Juan,  21);  valle  de  Medellin,  138  (núcleo,  22  leguas);  mesa  de  Santa  Rosa, 
36  (32  leguas);  alta  Nechí,  hasta  el  Indio,  26  (30  leguas);  cuenca  de  Rionegro, 
72  (50  leguas) ;  mesa  de  Yolombó,  14  (30  leguas) ;  bajo  Porce,  2  1  50  leguas)  ; 
Remedios,  4  (20  leguas);  bajo  Cauca,  5  (30  leguas),  y  bajo  Nechí,  3  (40  leguas). 
En  el  cañón  del  Cauca  (80  leguas  cuadradas)  están  los  siguientes  Municipios : 
Jardín^  5  mil  habitantes;  Artdes^  6;  Bolhar^  7  ;  Salgar^  3 ;  Jericó^  parte,  3;  Fredo- 
nia^  parte,  3  ;  Amagi,  5  ;  Aitgelópolis^  2;  Tttirihly  il ;  Concordiayd;  Beiulia^  2;  Ar^ 
ffuniay  3;  Heliconia^  7;  Anzá^  5 ;  Ezéjico^  5;  San  yerónimo,  4;  Sofeírán.S;  AntiO' 
fuia^g;  Sucrí^  2;  Betulia^  3;  IJhoñna,^\  Buriíicá^  Sabanaíarga^  i  ;  Giralda,  8; 
Ituangü,  5 ;  San  Andrés,  3.  En  el  valle  de  MedcUín  :  Caldas,  3 ;  Estrella,  4 ;  En- 
vigado, T ;  ltagü{,'j\  MedkllÍn,  50;  Copacahana,  <^  \  Girardota,  d  \  Barbosa,  J, 
En  la  cuenca  de  Rionegro:  Ceja,  7  ;  Retiro,  6  ;  Rione(;ro,  12  ;  Carnfen,  5  ;  San- 
tuario, 4 ;  Marinilla,  6 ;  Guarne,  6 ;  San  Vicente,  6  ;  Peñol,  4 ;  Guatapi,  2  ;  Concep- 
ción, 5  ;  Santo  Domingo,  7.  En  la  mesa  de  Yolombó:  Yolombó,  3;  Amalji,  8y  Sp- 
gffvia,  3.  En  la  mesa  de  Santa  Rosa :  San  Pedro  3  ;  Don  Matías,  4 ;  Entrerríos,  3  ; 
Belmira,  2;  Santa  Rosa,  12;  Carolina^  7, y  Gómet  Plata,  3.  En  alto  Nechí :  Angos- 
tura, 6 ;  Yarumal,  1 1 ;  Campamento,  3  ;  Anori,  6.  En  el  bajo  Porce  :  Zea,  2.  En  el 
bajo  Nechí :  Zaragoza,  3.  En  el  bajo  Cauca  :  Cácetes,  5,  y  en  Remedios  el  de  este 
nombre,  4.  Esta  crecida  población,  que  se  distingue  por  su  amor  al  trabajo,  extrae 
de  un  suelo  ingrato  en  buena  parte,  además  de  una  gran  suma  de  minerales 
(300,000  kilogramos)  y  los  frutos  para  su  subsistencia,  bastantes  productos  desti- 
nados á  la  exportación,  como  cueros  (400,000  kgs.),  café  (1.200,000),  provisio- 
nes (150,000),  sombreros  (9,000),  &c  ,  y  estos  guarismos  sólo  se  reñ;ren  al  centro 
de  la  comarca. 

Esta  zona,  que  no  puede  valuarse  en  menos  de  (  75.000,000  (33  el  cañón, 
42  la  mesa),  cuenta  cosa  de  600  leguas  de  caminos  de  buen  servicio  ordinario,  de 
las  cuales  200  en  el  cañón,  100  en  Rionegro- Yolombó,  200  en  Medellín-Santa 
Rosa-Nechí,  y  el  resto  en  los  bajos  valles  del  Norte. 

Como  el  suelo  de  esta  zona  es  muy  quebrado,  los  caminos  ofrecen  gran- 
des variaciones  en  sus  cotas,  pero  sin  alcanzar  las  cifras  que  vimos  en  el  Patía  y 
Arma,  por  la  menor  altitud  del  suelo;  pero  en  cambio  son  más  largos  por  la  ma- 
yor extensión  del  territorio.  Por  lo  que  hace  á  alturas,  bueno  es  ot¿er\'ar  que  mu- 
chos pueblos  antioqueños,  aunque  distantes  y  separados  por  quiebras,  tienen  la 
misma  altura  con  poca  diferencia,  lo  cual  depende  de  que  ocupan  topes-restos  de 
antigua  mesa. 


Nueva  GeograWa  de  Colombia  7^3 


lo  menos  tanto  como  el  valle,  si  no  más,  y  qué  diferencia  de  valo- 
res !  Por  esto  será  muy  litil  la  mejora  de  las  vías  que  unen  esas  dos 
t  erras,  porque  así  como  la  población  ha  desbordado  en  enorme 
dorriente  de  la  mesa  hacia  el  valle,  así  también  desbordarán  tanto 
los  capitales,  que  faltan  en  el  valle  caucano,  como  prácticas  ad- 
ministrativas más  enérgicas  y  racionales.  Grande  es  el  movimiento 
comercial  de  Antioquia,  garande  el  tráfico  en  sus  caminos,  que  for- 
man espesa  red  en  todo  el  suelo,  y  grande  también  el  producto  de 
un  terreno  en  general  muy  inferior  al  de  otras  zonas  del  país,  pero 
que  el  esfuerzo  de  sus  hijos  convierte  cada  vez  más  en  un  jardín, 
y,  como  atrás  lo  vimos,  ya  supera  en  ganadería  á  Cundinamarca, 
y  pronto  sucederá  lo  mismo  con  el  café ;  el  cacao,  perdido  en  la 
hoya  del  Tonusco,  se  levanta  en  la  del  Nechí.  ¡  Cuánta  diferencia 
hay  entre  el  valle  de  Medellín  y  la  Sabana  de  Bogotá !  Antes  el 
descuido  de  la  agricultura  llegó  hasta  producir  hambres ;  ayer  fue 
Antioquia  el  Departamento  donde  era  más  barata  la  vida,  sin  que 
esto  hiciera  difícil  el  ganar  dinero :  en  la  fecha  no  ha  sucedido  lo 
mismo,  porque  por  extraer  oro  se  han  descuidado  las  sementeras, 
lo  que  ha  ocasianado  verdadera  crisis  alimenticia.  Antioquia  co- 
mercia activamente  con  el  Extranjero  y  con  los  Departamentos 
limítrofes,  y  el  movimiento  industrial  crece  en  ella  de  un  modo  no- 
tabilísimo ;  en  tesis  general,  disputa  el  primer  puesto  á  Santander  en 
lo  que  á  movimiento  mercantil  se  refiere,  habiendo  dejado  muy  atrás 
á  zonas  que  la  superaban :  toda  proporción  guardada,  si  compara- 
mos población  y  condiciones  generales,  Medellín  comercia  tres  ve- 
ces más  que  Bogotá,  valiendo  dos  veces  lo  que  la  capital  de  la  Re-' 
pública,  que  sin  esta  categoría  queda  muy  atrás  de  la  capital  antio- 
queña.  Si  antes  los  caminos  estaban  abandonados,  no  sucede  lo 
mismo  en  la  actualidad,  merced  á  los  privilegios  y  á  haberse  confia- 
do ese  ramo,  antes  que  todo,  al  interés  particular:  últimamente  se 
han  abierto  caminos  en  breñas  tales  que  asombra  la  labor  cumplida, 
cuando  Bogotá  carece  de  buena  vía  á  Honda;  los  antioqueños  no  se 
quejan  del  impuesto  llamado  trabajo  personal,  y  no  se  quejan,  porque 
su  Gobierno  invierte  religiosamente  su  producto  en  la  composición 
de  los  caminos.  Por  desgracia  Antioquia  ha  fluctuado  mucho  en  la 
erección  de  vía  principal  para  comunicarse  con  el  Extranjero,  y 
por  desgracia  mayor  se  ha  decidido  por  la  menos  conveniente,  la 
del  Magdalena  central,  olvidando  que  es  hija  del  Cauca,  que  rom- 
pe sus  montañas ;  30  leguas  hay  del  extremo  Norte  del  valle  de 
Medellín  á  buen  puerto  sobre  el  Nechí,  y  70  de  excelente  vía  acuá- 
tica hasta  donde  el  Magdalena  es  gran  río ;  36  leguas  hay  del  mis* 
mo  valle  á  Puerto  Berrío,  y  1 16  por  río  hasta  Tacamocho;  luego  es 
imposible  que  ninguna  otra  vía  supere  á  aquélla,  que  surca  además 
el  Departamento  á  lo  largo,  por  la  zona  más  poblada  y  sana  y  me- 
nos fragosa,  á  la  cual  consideración  debe  agregarse  que  sólo  hay 
SO  leguas  de  Medellín  á  la  Virginia,  ó  sea  el  alto  Cauca  navega- 
ble, por  lo  cual  un  simple  camino  de  70  leguas,  ya  bastante  bueno 
en  gran  parte  de  su  longitud,  dará  á  Antioquia  positiva  preemi- 
nencia mercantil  en  la  mesa  andina ;  buscar  salida  al  Atrato  ó 
«1  León  ha  sido  otro  error :  la  vía  del  NW.  será  útil  si  por  las  fal- 
das de  la  serranía  llega  á  Turbo,  por  cuanto  aquellos  ríos  cruzan 
climas  en  extremo  deletéreos.  Por  fortuna  el  sentido  práctico  es 


7S4  Nueva  Geografía  de  Colombia 


glande  entre  los  antioqueños,  y  no  dudábamos  que  en  brere  tiempo 
repararían  el  error  apuntado.  Esto  lo  escribíamos  hace  una  década; 
no  se  varió  de  rumbo,  y  el  ferrocarril  de  Puerto  Berrío  continua 
siendo  un  tonel  de  las  Danaides,  que  devora  el  trabajo  de  los  an- 
tioqueños. 

II.  Im  depresión  central.  Dadas    las  actuales  condiciones  del 
país,  creemos  será  preferible  incluir  en  la  región  atlántica  lo  que 
al  Magdalena  central  se  refíere,  y  hablar  ahora  sólo  del  valle 
alto  de  este  río,  ó  sea  del  Tolima.  En  efecto,  la  dicha  depresión  es 
paso  obligado  de  una  á  otra  mesa,  salvo  largas  ó  inadmisibles 
vueltas;  pero  en  la  porción  central  faltan  casi  en  absoluto  los  re- 
cursos, y  quienes  allí  dejan  el  río  es  para  ganar  inmediatamente 
algunas  de  las  tierras  altas  laterales,  lo  que  no  sucede  en  el  alto 
valle  separado  del  resto  de  la  depresión  del  río  por  los  peligrosos 
raudales  y  vueltas  de  Honda  á  Guarinó.  De  lo  expuesto  resulta 
que  por  hoy  el  paso  obligado  entre  las  dos  mesas  está  en  el  Toli- 
ma, cuya  situación  se  hace  importantísima  por  lo  mismo,  tanto 
más  cuanto  desde  él  no  es  difícil  entrar  á  la  región  oriental.  Esta 
parte  de  la  gran  depresión  central  queda  al  lado  de  la  mesa  andi- 
na, desde  el  macizo  Colombia  hasta  el  río  La  Miel,  ó  sea  es  aleda- 
ña á  las  breñas  de  Popayán,  el  valle  del  Cauca  y  la  tierra  de  Arma 
y  Cabal,  con  población  y  caminos  poco  inferiores  á  los  que  se  en- 
cuentran en  esas  tres  zonas,  que  valen  dos  veces  más  que  el  alto 
valle  del  Magdalena,  no  obstante  que  éste  los  supera  en  área — casi 
el  doble. — por  lo  cual  encierra  más  baldíos  ó  porciones  desiertas  y 
presenta  más  dificultades  y  obstáculos  que  vencer  en  caso  de  ope- 
raciones militares  ♦.  Al  lado  de  Popayán  encontramos  el  país  de 
Timaná,  con  breñas  muy  fragosas  al  principio,  puesto  que  á  la  la- 
titud del  Calibío  el  suelo  tiene  3CX)  metros  menos  de  altura,  pero 
luego  se  suaviza  en  parte,  hacia  el  fondo,  pero  no  en  los  francos 
de  las  serranías,  que  en  general  deben  descender  medio  kilómetro 
más  hacia  el  Tolima.  Después  este  valle,  ya  al  lado  del  Cauca,  aun 
cuando  encierra  bastante  suelo  llano,  es  llano  que  no  alcanza  la 


•  El  valle  del  Magdalena  en  su  parte  superior  constituye  zona  importante 
por  muchos  puntos  de  vista,  por  sus  380,000  habitantes,  sus  700  leguas  de  ca- 
minos y  los  26  millones  que  vale  su  suelo,  difícil  de  subdividir  en  fracciones 
bien  distintas :  tan  íntimo  es  el  enlace  de  sus  partes,  merced  al  gran  río.  En  tesis 
general,  comprende  tres  zonas  cuanto  á  densidad  de  población,  condiciones  mili- 
tares y  relieves  de  los  caminos.  La  meridional  alcanza  hasta  Neiva,  donde  ade- 
más de  reducirse  el  fondo,  resultando  cintura  de  pocas  leguas,  hay  convergencia 
notable  de  caminos,  y  á  los  lados  ninguno  cruza  las  cordilleras  laterales.  Los 
114,000  habitantes  de  esta  zona  ocupan  núcleo  de  100  leguas  cuadradas  en  ge- 
neral, situado  en  el  fondo  del  valle  y  en  faja  cerca  á  los  caminos  que  á  éste  con- 
ducen desde  Popayán-Almaguer,  formando  los  siguientes  24  municipios :  Pitali- 
io^  4,800  habitantes;  Timaná  5;  Elia%  i ;  Naranjal^  i ;  Sania  Librada^  5  ;  Guada- 
lupe^  2 ;  JÜamira,  l ;  //aio,  5 ;  fagua,  i ;  Garzón^  9 ;  Agrado,  4 ;  Pital^  3 ;  La  Plata^ 
4;  Fáe%^  10;  Paicol^  I ;  CamiceHas^  3;  Gigante,  7;  Hobo,  1;  Yaguarú  3;  Iquira^ 
3;  Retiro,  2;  Campoalegre,  9;  Neiva,  18  y  Guagua,  3;  quedando  si  mucho  más 
poblada  la  banda  E.  del  Magdalena  (8l,o«o  habitantes),  que  la  O.  (33,000), 
bien  que  al  S.  del  Páez  hay  una  porción  donde  sucede  la  inversa. 

I^a  porción  central  de  límites  menos  precisos  la  llevaremos  hasta  la  línea 
Coello-Sumapaz,  por  razones  tanto  comerciales  como  militares :  aquí,  134,000 
habitantes  forman  22  municipios,  &  saber  :  Unión,  4  millares  de  habitantes ;  Vi- 
iUwiej^  4 ;  Aife,  6  ;  Baraya,  3  ;   Alfujarra,  2  ;   Cohmbia,  3 ;  Dolores,  5 ;  ííata^ 


Nueva  Geografía  de  Colombia  785 


extensión  del  que  hay  en  aquél,  y  además  está  muy  fraccionado 
por  relieves  secundarios  ;  esto  hasta  la  latitud  de  la  cintura  de  Buga, 
pues  más  al  N.  la  disposición  cambia,  y  son  más  extensas  las  llanu- 
ras en  el  Tolima  que  en  el  Cauca ;  casi  frente  á  Buga  y  Cartag^o 
se  hallan  en  el  alto  Magdalena  las  cinturas  de  Barandillas  y  Gua- 
taquí,  y  en  el  Tolima  extensas  planicies  vienen  á  quedar  al  lado  de 
las  breñas  de  Arma  y  Cabal.  De  lo  expuesto  resulta  palenque  más 
cerrado  el  valle  del  Cauca,  con  población  más  densa  y  por  lo  mis- 
mo teatro  de  operaciones  militares  más  buscado,  de  donde  el  mayor 
espíritu  guerrero  de  sus  hijos,  no  obstante  la  superioridad  militar 
de  los  tolimenses,  desde  ciertos  puntos  de  vista  (escrito  en  1890). 
Sin  duda  que  la  importancia  del  Tolima  crece  día  por  día  y  será 
extraordinaria  así  que  también  cuente  un  millón  de  habitantes,  día 
en  que  se  acentuará  debidamente  el  valor  propio  de  cada  una  de 
las  porciones  en  que  lo  ha  dividido  la  naturaleza,  por  lo  cual  hoy 
lo  estudiamos  sólo  en  su  conjunto,  ya  que  en  la  fecha  todas  hacen 
vida  común. 

III.  Las  mottiañas  de  Sumapaz,  No  existe  en  estas  montañas  la 
regularidad  de  formas  y  subdivisiones  que  hallamos  en  la  mesa  an- 
dina, por  lo  cual  es  mucho  más  difícil  el  estudio  de  conjunto  sobre 
esta  mesa,  que  netamente  resulta  dividida  en  cinco  secciones.  En 
primera  línea  están  los  valles  del  Zulia,  topográficamente  más  unidos 
¿Venezuela  que  á  Colombia,  de  la  cual  los  divide  arco  de  agrestes 
breñas,  arco  en  cuyo  centro  matemático  está  Cúcuta..  lo  cual  de  so- 
bra indica  su  valor,  tanto  más  si  se  atiende  á  la  posición  misma  de 
la  ciudad.  Al  lado  de  esta  cuenca  singular  se  desarrolla,  también 
en  arco,  otra  zona  de  suelo  quebrado,  que  se  divide  en  tres  partes: 
Ocaña  y  Soto  más  unida  al  Magdalena  central  que  á  los  valles  del 
Zulia,  y  el  pilar  de  Labateca,  que  resulta  tan  aislado  y  como  divi- 
dido de  todos  los  suelos  vecinos,  de  donde  su  especial  importancia. 
Al  Sur  de  Soto  y  Labateca  hallamos  la  compleja  tierra  de  Guanen- 
tá,  oblicua  herradura  con  centro  ocupado  por  altas  montañas  y  cu- 
yos dos  brazos  se  unen  á  los  dos  septentrionales  de  la  antigua  tierra 
de  los  muiscas  que,  ensanchándose,  concluye  en  Sumapaz  cerca  al 


gaima,  lO;  Prado^  3;  ruRlFlCAClON,  I2;  Simta  Rosa,  5;  Cunday,  3  ;  Melgar^  5  ; 
Carmen^  4;  Espinal,  12;  Afirqflores,  4;  San  Luis,  4;  Guamo,  15  ;  Ortiga,  9;  Co- 
yaima,  7;  Ck  APAR  RAL,  II,  y  Ataco,  i,  sucediendo  ahora  la  inversa  del  caso  an- 
terior, pues  en  la  banda  I.  del  río,  además  de  vivir  95,000   habitantes,  se  hallan 
situadas  todas  las  poblaciones   importantes,  aunque  la  diferencia  sea  menos  no- 
table que  aquélla;  la  zona  ocupada  como   núcleo  alcanza  aquí  á  120  leguas  cua- 
dradas. En  fin,  la  última   sección  de  Coello-Sumapaz  á  Honda,  y  mejor  á  Bue- 
navista,  importantísima  por  los  caminos  que  encierra  y  porque  en  ella  concluye 
la  navegación  normal  del  Magdalena,  contiene,  en  núcleo  de  140  leguas  cuadra- 
das, cosa  de  108,000  habitantes,  que  constituyen  los  32  siguientes  Municipios: 
RUaurte,  4  millares;  Girardot,  2;  Aariflo,  2 ;   Niio,  3  ;    Tocaima,  6 ;  Guataqui,  2  ; 
Cotilo,  5;  lBAGU¿,  17;    Piedras,  4;  Caldas,  8;  Vtnadillo,  6;  Ambalema,  6;  Beltrán^ 
2;  Lérida,  7;  Líbano,  3;   Guayabal,  8;  Santa  Ana,  2;  Mariquita,  4;  Honda,  6;  Vic- 
loria,  3;  Puerto  de  Bogotá,  I;  Im  Pa%,  6;  O parrnpl,  8;   Gu  \l)UAS,  il;  Chaguani, 
2;  San  Juan,  6;  Pulí,  y,  Soledad,  3;  Fresno,  4;  Aía manares,  (i  \  Marulanda,  3;  y 
Villahermosa,  5,  de  los  cuales  48,0*0  en  la  banda  D.,  que  como  la  anterior,  re- 
sulta menos  poblada  que  la  I.,  siendo  á  la  vez  bastante  fragoso  su  suelo.  Los  ca- 
minos de  estas  zonns   alcanzan  á  700  leguas,  de  ellas  200  en  la  primera,  360  en 
la  segunda  y  i5o  en  la  tercera,  la  mayor  parte  en  la  llanura  que  ocuj-a  el  fondo 
del  gran  valle. 


786  Nueva  Geografía  de  Colombu 


sitio  por  donde  el  Tolima  y  San  Martín  se  enlazan  sin  tropiezo.  Así, 
pues,  de  Cücuta  al  Mag^dalena  ó  el  corazón  de  la  mesa  granadina, 
todos  los  caminos  cruzan  ese  arco  Ocaña-Soto-Labateca,  que  está 
en  su  centro  ó  poco  menos  recorrido  por  una  6  varias  vías — á  que 
sirven  de  cuerda  las  transversales  de  la  cuenca  de  (úcuta, — que 
en  sus  extremos  penetran  á  distintísima  llanura,  y  en  la  mitad  W. 
con  g^ran  facilidad  alcanzan  al  Mag^dalena  á  la  vez  que  bajan  al 
S.,  lo  mismo  que  los  que  de  Cücuta  entran  á  Guanentá,  6  sea  to- 
dos cortan  el  transversal  del  gran  río  al  Sarare.  La  porción  norte 
de  la  mesa  está  cubierta  por  vasta  red  que  se  convierte  en  corona 
en  torno  ét  las  breñas  de  Siomo-Rusia,  donde  escasean  un  tanto 
los  caminos,  los  que  así,  á  partir  de  Gachaneque,  se  cargan  sobre 
las  vaguadas  del  Saravita  y  Chicamocha,  de  las  que  al  O.  y  E.  sa- 
len caminos  á  los  suelos  bajos  vecinos  por  todos  los  valles  de  algu- 
na importancia.  En  fín,  al  S.  de  esa  corona  hállase  la  Sal>ana  de  Bo- 
gotá, también  cruzada  en  toda  dirección  por  caminos  regulares  en 
invierno,  como  los  bajos  valles  que  le  demoran  á  sus  costados  y  le 
sirven  de  antemural,  tanto  comercial  como  militarmente  hablando. 
De  lo  dicho  resulta  que  en  estas  montañas  de  Sumapaz  hay  por- 
ciones sin  grandes  obstáculos,  y  otras  donde  no  son  inferiores  á  los 
vistos  en  Pasto  y  Arma,  lo  cual  ha  influido  mucho  en  la  agrupa- 
ción de  los  habitantes  y  direcciones  seguidas  por  el  comercio  y 
desarrollo  de  las  operaciones  militares.  Bien  que  en  estas  monta- 
ñas haya  gran  tráfico,  densa  población  é  importantes  centros  mer- 
cantiles, estos  últimos  están  muy  diseminados,  las  zonas  producto- 
ras no  son  continuas,  y  los  caminos  son  indignos  de  un  país  civiliza- 
do, y  es  incomprensible  cómo  aún  no  existen  en  ellas  siquiera  re- 
gulares carreteras  :  con  vías  de  ruedas  áOcaña  y  Cúcuta,  muy  di- 
versa sería  la  situación  económica  de  estas  tierras,  y  bien  que  las 
distancias  sean  grandes,  de  sobra  estarían  ya  concluidas  si  en  ellas 
se  hubiese  trabajado  desde  que  se  construyeron  las  que  cruzan  la 
Sabana  que  riega  el  Funza. 

Aunque  atrás  se  ha  indicado  cuan  grande  es  la  diferencia  que 
existe  entre  las  principales  porciones  en  que  se  di^'iden  estas  mon- 
tañas, en  que  tienen  parte  tres  Departamentos,  aquí  haremos  tres 
agrupaciones  más  extensas,  para  el  mejor  estudio  de  las  vías  de 
comunicación. 

En  primer  lugar  tenemos  la  Sabana  con  la  importancia  que 
le  dan  Bogotá,  las  Salinas  y  su  crecida  población,  por  lo  cual  en 
torno  suyo  gravitan  como  simples  dependencias  los  valles  orienta- 
les y  los  occidentales,  y  aún  puede  extenderse  tal  dependencia  mu- 
chas más  leguas  al  Norte  hasta  Hunza  *,  reproduciéndose  así  lo  que 
pasaba  en  la  época  del  Imperio  muisca;  pero  el  valor  de  la  Sabana 


•  La  región  de  que  vamos  á  tratar  presenta  grande  interés  ,  tanto  por  su 
valor  real  como  por  los  problemas  que  su  estudio  plantea,  algunos  de  difícil  si  no 
imposible  solución.  En  el  centro  de  ella  está  la  Sabana  de  Bogotá,  cuyo  suelo 
plano  en  la  gran  llanura  se  estima  en  40  leguas  cuadradas,  bien  que  alcance  á 
160  toda  la  cuenca  (casi  íntegramente  cultivada)  que  arroja  sus  aguas  por  el  Te- 
quendama  y  en  la  que  viven  300,000  habitantes,  de  los  que  algo  más  del  cuarto 
en  Bogotá.  En  los  valles  de  la  derecha,  que  se  abren  frente  á  Zipaquirá,  y  en 
el  de  Lcnguazaque,  todos  los  cuales  constituyen  tan  notable  grupo  orográfico, 
en  ellos  y  en  núcleo  de  75  leguas  cuadradas,  hay  unos  50,000  habitantes  que  se 


Nueva  Geografía  de  Colombia  787 


es  relativo :  hoy  no  puede  estimarse  en  menos  de  25  millones,  que 
con  el  de  la  capital  sube  á  60,  es  decir,  apenas  rebasa  el  de  Rione- 
g-ro-Medellín  ;  y  ese  valor  es  en  buena  parte  artificial :  quítese  de 
Bog'otá  la  capital,  y  un  año  después  no  valdrán  las  tierras  más  de  lo 
que  valen  en  Hunza,  y  la  gfran  ciudad  vendrá  á  ser  una  Buga  con 
mayor  numero  de  casas,  nada  más.  Sin  tal  cambio,  supóngase  el 
ferrocarril  de  Barroblanco  á  Zipaquirá  por  Cuatroesquinas,  y  el 
movimiento  mercantil  de  la  ciudad  de  la  sal  igualará  presto  al  de  la 
dudad  de  los  empleados.  De  la  Sabana  arrancan  caminos  para  todos 
los  rumbos  del  horizonte,  más  ó  menos  malos,  salvo  con  todas  le- 
guas de  medianas  carreteras,  y  aun  en  ellas  no  es  mejor  la  red,  red 
en  que  ocupan  el  primer  puesto  las  carreteras  del  Norte  y  Occi- 
dente, reemplazadas  hoy  en  parte  por  se  mi-ferrocarriles  de  8  y 
JO  leguas,  en  que  se  pagaba  J  1-20  en  oro,  ida  y  vuelta,  en  un  mal 
vagón,  cuando  ese  viaje  de  París  á  Saint-Nazaire  vale  %  13-20 1: 


disponen  en  tres  líneas  de  W.  á  S.  (11  Municipios),  mayor  la  central,  con  las 
cabeceras  de  ordinario  en  el  fondo  de  las  vaguadas,  á  saber:  Haicviejo^  6,900 
habitantes ;  Choc0ftid^  i  ;  Lenguazaque,  5 ;  Suesca,  3  ;  Sesquili^  7 ;  Guatavita^  7 ; 
Guasca^  5  ;  Gachaticipá^  2 ;   Tocancipáy  2 ;  Sapó^  3,  y  LaCaleray  4. 

£n  los  valles  de  la  izquierda  (núcleo  35  leguas)  y  también  en  tres  lí- 
neas análogas,  mayor  la  del  E.,  hay  más  de  40,000  habitantes  distribuidos  en  los 
mismos  1 1  Municipios :  Nemocón,  4  ;  Cogua,  4;  ZipaquirA,  10 ;  Cajícdyi;  CAÍa, 
«;  Coía,2;  Suda,  2;  Tabio,^-,  Tenjo^b-^  Subdchoque,  7;  FacatativÁ,  U.  En 
los  valles  del  Sur  (16  leguas  cuadradas)  hay  sólo  8,000  habitantes  y  los  Munici- 
pios de  Usme^  2,  y  Soacha,  4.  En  la  gran  llanura  (30  leguíis  cuadradas)  106,000 
habitantes  forman  9  entre  las  líneas  de  E.  á  W. :  Usaquétt^  1  ;  En^atwá,  1 ;  BO- 
GOTÁ, 80,000 ;  Foniibón,  2  ;  Afosquera,  2 ;  Funta,  3  ;  Madrid,  2 ;  Bosa,  1,  y  Boja^ 
cd,  3.  Complemento  natural  de  estas  tierras  es  el  valle  de  Ubaté,  donde  hay  6' 
Municipios  (33,000  habitantes  en  núcleo  de  20  leguas  cuadradas),  que  son  Gua* 
chetd,  7,000  habitantes;  Ubaté,  8 ;  Carmen,  5  ;  Cucunubd,  6  ;  Sutatausa,  3  ;  Tausa^ 
2 ;  Al  SW.  de  la  Sabana,  en  escalón  partido  en  dos  grupos,  hay  cosa  de  40,000. 
habitantes,  así :  cuenca  de  Fusagasugá  ■  30  leguas  y  19,000  habitantes):  Pasca^ 
2,000 ;  Fusagasugá,  7 ;  Arbeláez,  4 ;  Patidi,  3 ;  Ttbaquy,  3 ;  cuenca  de  la  Mesa  (4o 
leguas  y  45,000  habitantes) :  San  Antonio,  3,000  habitantes  ;  leiM,  4  ;  Zifacón^ 
2  \\Anolaima,  9;  QuipiU,  5:  La  Mesa,  12;  Colegio,  4;  Anapoima,  3;  Viotd,  3.  Al 
N.  de  la  Sabana  hay  también  dos  grupos  de  pueblos  en  sendos  valles :  en  el  de 
La  Balsa  (30  leguas  y  45,000  habitantes) :  Fuquene,  2  ;  Susa,  5 ;  Simijaca,  5 ;  CaU 
'das,  6;  ChiqüinquirÁ,  18  y  Saboyd,  7  ;  y  once  en  el  de  Le". va  (30  leguas  y 
34,000  habitantes) :  Samacá,  5  ;  Rdquira,  6  ;  Tinjacd,  4  ;  Sntamarchán,^  \  Sdchica, 
1 ;  Cucaita,  1  ;  Sora,  3  ;  Chiquisa,  2  ;  Gackantivá,  5  ;  Leii'a,  3,  y  Guateque  4.  Al 
Occidente  de  la  Sabana  se  hallan  dos  cuencas  importantes  aunque  en  condiciones 
-muy  diversas.  La  del  Minem  (40  leguas  y  24,000  habitantes)  con  los  8  Municipios : 
Paime,  2  millares  ;  San  Cayetatio,  3 ;  Muzo,  2;  Pautia,  3;  Briceño,  5 ;  Maripi,  2 ; 
Coper,  'i,y  Buettavista,  3.  La  del  Rionegro  (70  leguas  cuadradas  y  81,000  habitan- 
tes) con  los  17  de  6^«<7yrt^rf/, 4  millares  ;  Bituima,  6;  Viani,  4;  VilUta,!  ;  Sasaima^ 
7  ;  ÍM  Vega,  5 ;  San  Francisco,  2  ;  Supatd,  2 ;  Vergara,  3  ;  Ntmaima,  1 ;  Ñocaima,  3 ; 
•Quebraddnegra,  3;  (Jtica,  3  ;  La  Palma,  12;  Caparrap{,6;  Yacopi,  2;  la  Peña, 
4,  y  Pacho,  13.  Al  E.  del  mismo  centro  hallamos  larga  faja  con  las  cuencas 
de  Cáqueza,  Gacheta  y  Tenza,  con  población  cuya  densidad  aumenta  de  S. 
Á  N.  En  la  de  Cáqueza  (35  leguas  y  48,000  habitantes)  h-iy  9  Municipios,  cuyas 
cabeceras  están  en  la  vaguada  principal,  salvo  al  W.,  en  donde  forman  otro  gru- 
po análogo  en  la  del  río  Cáqueza  :  Guíiérret,  1 ;  Chipaque,  6;  Une,  3  ;  Fosca,  3* 
Cdquesa,  9 ;  UÍHique,  5  ;  Choachi,  5  ;  Fómeque,  9,  y  Quetame,  4.  En  la  de  Gacheta 
;28  leguas  y  25,000  habitantes)  4,  dos  á  cada  lado  de  la  vaguada :  Junin,  8  ;  Ga* 
€hald,  4  ;  Ulnild,  3,  y  Gacheta,  10.  La  de  Tenza,  de  mayor  área,  {60  leguas  cua- 
dradas y  140,000  habitantes,  pr'^senta  sus  30  Municipios  en  tres  grupos:  en  la 
hondonada  del  Somon  loco  (57,000  habitantes  en  25  leguas),  casi  igualmente  re- 
partidos como  en  la  anterior :  Manta,  8  millares  ;  Guayatd,  8  ;  Somondoco,  8,  j 
podemos  agregar  á  Miican.ii,  5,  y  Sutatenta,  7  ;   Guateque,  7  ;   Ttbirita,  6,  y  M  A  - 


788  Nueva  Geografía  de  Colombia 


son  ferrocarriles  donde  no  hay  3.',  es  decir,  n¡ng"dn  auxilio  prestan 
á  la  clase  pobre,  y  el  Gerente  que  la  suprimió  en  la  de  Occidente, 
alegaba  que  con  ella  era  excesivo  el  movimiento  de  pasajeros ! 
Pero  en  la  capital,  que  hasta  de  servicio  de  carruajes  carece  en 
sus  calles,  se  ven  cosas  más  extrañas,  que  es  lo  que  se  ha  dado  en 
llamar  viceversas  de  Bogotá.  Los  valles  que  rodean  la  Sabana  na 
gozan  de  caminos  adecuados  á  su  tranco,  en  especial  los  orienta- 
les, no  obstante  el  ya  considerable  movimiento  que  en  ellos  se  notar 
ni  al  Magdalena  ni  al  Llano  guían  caminos  racionales,  á  pesar  de 
las  grandes  sumas  invertidas,  por  el  pésimo  sistema  de  variar  los 
trazos  cada  rato,  suspender  las  obras  cuando  aiin  no  se  han  con- 
cluído,  y  querer  á  un  tiempo  hacerlo  todo  :  ha  hecho  notable  falta 
en  el  país  un  hombre  enérgico  y  capaz,  al  frente  de  ese  ramo 
por  tiempo  considerable,  dnico  medio  de  obtener  algún  fruto  de  los 


CHEtÍ,  12  ;  en  la  de  Garagoa  (30  leguas  y  84,000  habitantes)  sucede  casi  lo 
mismo  con  12  ;  Tema^  8;  Capilla  de  fenta^  4;  Pachavita^  7;  UmUta^  6;  TibanÁ,. 
12  ;  JemsanOy  8 ;  Boyacá^  7  ;  Viracocha^  3  ;  Ciétiaga,  3  ;  Ramiriqui,  10  ;  Ckinavi* 
tOy  2,  y  Garagoa,  14 ;  y  en  la  mesa  de  Guanzoque  el  grupo  de  Ventaqttemaday 
6  ;  Turmequiy  10,  y  Chirii/l^  4.  Tíxiavía  al  K.  de  la  cuenca  de  Tenza  está  la  poco 
poblada  del  Lengupi  (24,000  habitantes  en  30  leguas)  con  los  de  Zetaquira^  4,  y 
MlRAFLORES,  20. 

En  ñn,  al  O.  de  Leí  va  y  N.  de  Tenza  hallamos  la  gran  región  de  Suga- 
niuxi  ó  llunza,  rica  en  Municipios  y  habitantes  (125  leguas  cuadradas  y  140,000 
habitantes),  que  se  distribuyen  de  varios  modos  en  sus  diversas  partes  :  en  el 
valle  del  Pesca  (30,000  y  20  leguas) :    Tota,  5,000  habitantes ;  Cultiva,  3 ;  Izoy 

2  ;  Firaiñtoba,  4,  y  Pesca,  16;  en  la  cuenca  de  Tota,  Pueblcviejo,  6,000  ;  en  la  del 
Tuta  ( 10  leguas  y  1 1,000  habitantes) :  Siachoque,  3 ;  Toca,  2  ;  Tuta,  5 ;  en  el  de 
Tunja  (15  leguas  y  32,000  habitantes) :  Soracá,  2,500  habitantes ;  TUNJA,  8;  Chi- 
vatá,  3  ;  Motavita,  1 ;  Oicatd,  3  ;  Cómbita,  4  ;  Sotaquira,  10 ;  en  la  llanura  mayor 
y  sus  ensenadas  (20  leguas  y  40,000  habitantes) :  Paipa,  12  ;  DuitamOy  10;  Tiba- 
sosa,  2;  Nobsa,  4,  y  Soc;amoso,  13,  á  cuyo  respaldo  entre  montes  están  Mongul^ 
12,000 ;  Afongua,  4,  y  Tópaya,  2.  Frente  áeste  suelo,  en  llanuras  y  vallecitos  (12 
leguas  y  30,067  habitantes)  quedan  Busbatizá,  i  ;  Floresta,  5 ;  Bctiiltiva,  4 ; 
Santa  Rosa,  8  ;  Ceririza,  4  ;  Belén,  7,  y  Tutasd,  i.  Mezcladas  con  estas  tierras  em- 
piezan las  del  cañdn  de  Chicamocha  (125,000  habitantes  en  100  leguas)  que  va- 
mos  á  seguir  ahora  hasta  Covarachía :  en  la  banda  D.  (56,000  habitantes  en  60 
leguas)  están  1 1 :  Gdmeta,  6  ;  Tasco,  5  ;  Socha,  5  ;  SocotÁ,  1 1 ;  Jericó,  7  ;  UvitOy 
6  ;  Boavita,  9  ;  Capilla  del  Cocuy,  6  ;  Afaracaiñta,  4  ;  y  Capitanejo,  3,  y  á  su 
respaldo  Chita  (12,000)  en  pequeña  cuenca  (10  leguas)  y  en  otra  mayor  (25,000 
en  15  leguas)  y  principalmente  en  su  vaguada,  Cocuy,  10  ;  Güicdn,  1  ;  Panqueba^ 

3  ;  Espino,  3  ;  Guacamayas,  4,  y  Chiscas,  10,  mientras  en  la  I.  (36,050  habitantes 
y  35  leguas)  sólo  se  hallan  6  :  corrales,  3  ;  La  Pas,  4  ;  Sdtiva  Sur,  3  ;  Sdlñv 
Norte,  5  ;  Susacón,  3  ;  SoatÁ,  18,  y  ton*arachla,  1.  Por  último,  en  el  valle  de  Pe- 
taquero  (10  leguas)  están  i^an  Miguel,  4,  y  Carcasl,  6,  y  en  el  del  Ser\ilá  (16  le- 
guas y  25,000  habitantes) :  Málaga,  7  ;  Tequia,  5  ;  Enciso,  5  ;  Concepción,  5,  y  Ce- 
rrito,  3. 

Como  se  comprende,  Bogotá  es  un  gran  mercado  consumidor,  nada  más ;. 
pero  las  condiciones  de  la  Sabana  provocan  un  gran  movimiento  mercantil,  pues- 
to que  sin  contar  vías  férreas,  en  ella,  y  desde  ella  á  Cambao  y  Tunja,  funcionan 
2,500  carros  y  150  carruajes.  £1  ferrocarril  de  Facatativá  en  1891  movilizó  300 
mil  pasajeros  y  30  mil  toneladas  (294,000  cargas),  los  del  Norte  y  Sur  tienen 
(189S)  movimiento  considerable,  en  especial  aquél,  y  en  el  bienio  de  88- 89  entra- 
ron á  la  Oñcina  de  encomiendas  3,612  ídem  y  %  4.500,000  en  diversas  moneda» 
traídas  por  los  siguientes  correos  :  1.770,000,  Atlántico ;  Occidente,  1.245,000  ; 
Norte,  297,000 ;  Noroeste,  270,000 ;  Sur,  254,000 ;  y  Pacífico  140,000,  lo  cual 
puede  dar  alguna  idea  del  mercado  de  la  capital,  donde  de  1884  á  1890  se  cons- 
tituyeron 8  millones  de  hipotecas  y  se  cancelaron  9,  ó  lo  que  es  lo  mismo,  hubo 
un  movimiento  anual  de  2^  millones  en  este  ramo.  £n  1858  se  estimaba  el  mo- 
vimiento mercantil  anual  de  Bogotá  en  20  millones  (?),  de  los  cuales  \\  por  con- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  7S9 


caudales  que  hoy  no  se  gastan  sino  que  se  despilfarran,  que  no 
otro  nombre  merece  la  falta  de  sistema  que  reina  en  el  particular. 
Para  tratar  con  mejor  sistema  el  punto  que  nos  ocupa,  incluiremos 
además  en  esta  zona  lo  que  á  Hunza  y  Valles  de  Tenza  y  Minero 
se  refiere,  y  á  los  cuales  territorios  se  aplica  lo  antes  dicho  sobre 
caminos,  agravándose  quizá  con  la  carencia  de  grandes  centros 
consumidores  y  la  lejanía  á  puertos  fluviales  conocidos,  por  lo  cual 
se  hace  imposible  no  solo  exportar  los  frutos  que  allí  se  dan  de 
calidad  excelente,  sino  á  veces  hasta  el  transporte  de  los  víveres  á 
sus  mejores  mercados. 

Al  Norte  de  las  tierras  comprendidas  en  el  punto  anterior  ha- 
llamos la  extensa  cuenca  de  Guanentá,  con  sus  grupos  de  breñas  y 
suelos  ondulados,  en  la  que  hay  bastante  población  laboriosa  que 
tanto  cuida  de  la  agricultura  como  de  la  industria,  en  especial  de 
la  de  tejidos,  cuyos  productos  van  hasta  Antioquia,  no  obstante  los 
malos  caminos  que  de  ella  salen ;  pero  sus  habitantes  trabajan  con 
brío  creciente  para  mejorar  éstos,  y  no  creemos  lejano  el  día  en  que 
resuelvan  el  gran  problema  * :   hoy  esa  tierra  no  vale  menos  de 


sumo  de  ropas  y  4  por  consumo  de  víveres,  y  creemos  que  sin  exageración  puede 
considerarse  hoy  como  no  inferior  á  8o  millones  (en  oro),  puesto  que  hipotecas  y 
entradas  de  correos  dan  8,  mucho  más  las  ventas  de  mercancías  extranjeras,  y 
doce  el  consumo  de  víveres,  á  lo  que  falta  agregar  Bancos,  arrendamientos, 
movimiento  de  la  propiedad  raíz,  negocios  de  sus  ricos  comerciantes,  &c.,  ó 
sea  un  movimiento  diario  de  unos  %  250  mil,  ó  sea  cosa  de  {  3  por  cabeza, 
cifra  nada  exagerada.  Cuanto  á  los  mercados  vecinos,  difícil  es  dar  detalles  se« 
guros:  del  solo  Municipio  de  Anolaima  salen  por  lo  menos  800  cargas  de  miel 
por  semana ;  en  1888  por  Fusagasugá  pasaron  31,500  cargas  de  víveres  y  otros  ar- 
tículos  para  Bogotá,  y  en  1874  se  movieron  por  el  camino  de  Occidente,  en  25,000 
viajes  de  carro,  160,000  cargas  de  artículos  del  país,  casi  14,000  de  mercancías  ex- 
tranjeras, y  además  7,000  animales;  y  el  tranco  total  de  la  cuenca  del  Funza,  que 
pasaba  de  un  millón  de  cargas,  hoy  es  quizás  triple.  Hace  35  años,  con  la  mitad 
de  la  población  actual,  y  con  tranco  á  lo  menos  cuatro  veces  inferior  al  del  día, 
los  mercados  de  esta  zona  se  valuaban  así,  al  aflo :  La  Mesa,  %  750,000 ;  Gua- 
duas, 650,000;  Zipaquirá  (sin  la  sal),  5oo,ooo;  Facatativá,  800,000;  Chocontá, 
570,000 ;  Ubté,  380,000  ;  Guatavita  y  Fusagasugá,  á  360,000 ;  Gacheta  y  Cáqueza 
á  i5o,ooo ;  Chiquinquirá,  800,000;  Tunja,  260,000  ;  Sogamoso,  300,000;  Cocuy, 
35o,ooo  y  Soatá  200,000  pesos,  ó  sea  unos  cuatro  millones,  en  que  no  se  inclu- 
yen los  municipios  de  menor  cuaatía  ;  luego  hoy,  contando  éstos  y  consideración 
habida  á  lo  que  es  el  café,  no  puede  estimarse  el  movimiento  mercantil  de  los 
pueblos  de  esta  dilatada  zona  en  menos  de  %  200,000  diarios,  de  donde  que  el 
de  la  República  no  valga  menos  de  dos  millones  al  día,  con  la  sola  mínima  cifra 
de  %  0.50  por  cabeza ;  y  es  un  mínimo  que  quizás  puede  hasta  triplicarse  sin  gra- 
ve error,  puesto  que  pasan  de  50  los  millones  que  al  año  mueven  las  solas  rentas 
públicas.  Quizás  en  esta  comarca  donde  el  suelo  está  más  cultivado  y  es  más 
densa  la  población,  es  en  el  valle  de  Tenza.  En  los  valles  occidentales  hacia  La 
Mesa  se  produce  mucha  caña  de  azúcar,  y  en  Fusagasugá,  Viotá,  Sasaima  y  Muzo 
se  cultiva  hoy  en  grande  el  café,  existiendo  muchas  plantaciones  que  cuentan 
los  cafetos  pdr  cientos  de  miles.  Hacia  el  Cocuy  la  industria  fabril  es  importan- 
tísima. 

*  La  tierra  de  Guanentá,  que  debemos  considerar  ahora,  encierra  más  de 
340  mil  habitantes,  que  ocupan  núcleo  de  190  leguas  cuadradas,  población  que 
día  por  día  reduce  los  baldíos  que  existían  en  su  hermosa  cuenca,  de  cuyo  suelo, 
ann  cuando  ingrato  en  muchos  puntos,  arranca  crecidas  cosechas,  merced  á  te- 
naz trabajo.  Diversas  secciones  forman  naturalmente  en  ella  los  55  Municipios 
que  la  ocupan.  Al  £.  hallamos  el  valle  de  Onzaga  (núcleo  de  10  leguas  cuadradas) 
con  los  Municipios  de  Ortzaga,  8  millares  de  habitantes,  y  San  Joaquín,  3,  y  tam- 
bién el  de  Guaca  (20  leguas),  de  grande  importancia,  con  los  de  Guaca^  5,  y  San 


jgo  Nueva  Geografía  de  Colombia 


30  millones,  y  su  producto  en  frutos  de  exportación  crece  cada  año^ 
bien  que  adn  no  sea  lo  que  pudiera  ser,  siendo  de  notar  que  en 
Colombia  crece  la  industria  de  las  poblaciones  precisamente  en 
razón  inversa  de  su  proximidad  á  Bogotá  I  ¿  Qué  explicación  tiene 
fenómeno  tan  extraño  ?  Por  lo  que  á  caminos  hace,  bueno  es  no  ol- 
vidar que  esta  zona  está  partida  en  dos  porciones  por  el  cañón-he- 
rradura del  Saravita-Chicamocha,  en  toda  ella  obstáculo  serio  en 
los  caminos,  bien  que  hoy  está  cruzado  por  buenos  puentes  en  gran 
numero  de  puntos,  como  sucede  con  los  cañones  secundarios  que 
en  el  principal  terminan. 

En  fin.  Soto,  Ocaña,  Cúcuta,  Labateca,  forman  grupo  aparte, 
tanto  por  la  dirección  y  condiciones  de  sus  caminos,  como  por  su 
vida  industrial  y  agrícola  y  los  rumbos  que  en  ellos  sigue  el  tra- 
nco; en  la  actualidad  constituyen  lo  que  puede  llamarse  la  zona  del 
café,  como  la  anterior  es  la  de  los  tejidos,  y  sus  porciones  tienen 
entre  sí,  y  con  Guanentá,  grandes  relaciones  mercantiles ;  además, 
todas  cuatro  están  cruzadas  por  río  navegable  cuando  de  ellas  sale,, 
ríos  que  puede  decirse  nacen  en  el  mismo  grupo  de  montañas, 
pero  que  aún  encierran  en  sus  hoyas  grandes  porciones  desiertas  *, 


[DRKS,  12.  En  la  sección  del  Fonce(56  mil  habitantes  en  55  leguas)  están  £ft- 
(F,  5  millares  ;  Chara  la,  ii  ;  Cinceiaday  7 ;  Ocamonte^  2 ;  ValU^  7  ;  Páramo^  3; 


An] 

MoüüTES,  O;  Curiti^  4;  San  Gil,  14;  y  Pinchóte^  3.  En  las  breñas  que  prome- 
dian entre  I>eiva  y  Foncc  (23  mil  habitantes)  quedan  Arcabuco,  3  millares ;  Gám- 
bita^  3;  Togüíy  3  ;  C hitar aque^  4;  Olh'aiy  fracción  de  Suatta,  2  ;  Otlni,  6,  y  Confi- 
n€s,  3 ;  en  la  pobladísima  cuenca  del  Pómeca-Ropero  (en  25  leguas  69  habitan- 
tes), JksÚs  Mar(a,  20  millares  ;  Bolívar,  i  i  (sin  los  mil  del  Carare  Landázuri); 
Guavaídf  8 ;  Vklkz,  16;  Chipatd^  8;  Aguada,  4,  y  La  Paz,  3;  y  en  la  del  Chucu- 
rí  (6  leguas  cuadradas)  Beiulia,  3,  y  San  Vicente,  3.  En  el  cañón  del  Saravita  se 
aglomera  la  población  (en  60  leguas  146  mil  habitantes),  pues  en  la  banda  I. 
(26  leguas,  58  mil  habitantes)  están  Puente  Nacional,  12  millares  ;  Sttr,  3  ; 
Güepsa,  6 ;  San  Benito,  2  ;  Chima,  4 ;  Simacota,  7  ;  Palmar,  2  ;  Hato,  3 ;  Gaián,  8, 
7  ¿apatocA,  9 ;  y  en  la  I),  ^en  35  leguas  88  mil  habitantes)  MoniquirÁ,  17  mi- 
llares ;  Pare,  4 ;  Santa  Ana,  5  ;  Suaita,  13  (sin  Olival) ;  Guadalupe,  4  ;  Guapctá^ 
2  ;  Palma,  2  ;  Socorro,  20 ;  Cabrera,  4  ;  Barichara,  i  i,  y  Guane,  3. 

En  el  cañón  de  Chicamocha  sucede  lo  contrario,  pues  en  la  banda  I.  (en  S 
leguas)  apenas  están  Aratoca  6,  y  Jordán,  2;  y  en  la  D.  (en  13  leguas^.  Cepita,  1,. 
y  L9S  Santos,  2,  frente  á  frente ;  en  esta  misma  y  en  dos  vallecitos  laterales  quedan 
Jholagaiñta,  5,  y  Umpalá,  2 ;  Después  en  el  alto  Lebrija  fSoto)  revive  el  movi- 
miento ;  en  los  orígenes  de  ese  río  y  unos  junto  á  otros  (en  30  leguas  y  63,000 
habitantes)  están  Piedecuesta,  12  mil;  Florida,  4;BüCARAMANGA,  25,  y  GirÓHy. 
9;  no  lejos  Tona,  3,  y  Rionegro,  10  ;  más  distantes  Wilches,  2  ;  Líbrija,  6 ;  Botijas^ 
2 ;  Cáchira,  2  (éstos  en  el  Lebrija  central ;  14,000  habitantes  en  30  leguas),  y  antes 
en  pequeña  cuenca  (lo  leguas)  California,  2;  Suraiá,  3,  y  Matanza,  5.  En  fin,  en 
el  pilar  de  Labateca  (en  35  leguas  15,000  habitantes)  fórmanse  dos  grupos:  Cki' 
tagá,  3;  Silos,  3,  y  Cácota,  2;  y  Labateca,  3,  y  Toledo,  3. 

En  el  núcleo  de  la  zona,  de  Onzaga  á  Betulia  y  de  Encino  al  Chicamocha 
es  abundante  la  producción  de  tabaco  (50,000  cargas),  algodón  (3,000),  café^ 
(3,000)  y  azúcar  (11,000) ;  sin  que  escaseen  las  munufacturas  ;  en  Soto  se  recogen, 
panela  (19,000),  tabaco  (4,000),  café  (25,000)  y  millares  de  sombreros.  Y  para, 
otros  datos  véase  la  siguiente. 

*  Esta  zona  oriental,  Ocafía  y  e!  Zulia,  que  con  Soto  y  Guanentá  consti- 
tuyen la  perla  de  Sumapaz  por  su  gran  riqueza  y  el  trabajo  de  los  santanderea- 
nos,  es  desgraciadamente  la  menos  abundante  en  caminos ;  pero  hoy  sus  hijos 
tratan  de  llenar  este  vacío  en  su  fecundo  suelo.  En  Ocana,  si  la  población  es  den- 
sa en  la  mitad  occidental  (42,000  habitantes  en  30  leguas),  aún  escasea  en  1& 
otra  ;  en  la  primera  y  á  la  L   del  Catatumbo  están  los  Municipios  de  La  Cnm^ 


Nueva  Geografía  de  Colombia  791 


En  el  día,  las  dos  del  W.  tienen  salida  al  Magdalena,  las  dos  del  E. 
hacia  Venezuela,  de  cuyo  comercio  son  tríbutarias,  por  lo  cual  es  de 
absoluta  necesidad,  si  no  queremos  acontezca  en  la  frontera  del  Tá- 
chira  lo  que  en  la  del  Carchi :  ante  todo,  abrirles  cómoda  vía  al 
mismo  Mag'dalena.  Cuál  es  la  importancia  de  esta  zona,  lo  dicen  las 
tres  plazas  de  Ocaña,  Bucaramanga  y  Ciícuta,  en  especial  la  ültirr.a, 
que  es  la  primera,  no  obstante  su  mal  clima,  que  sin  él  ya  supera- 
ría en  comercio  á  Bog'otá:  tan  admirable  es  su  posición  geográfica. 
Y  lo  dice  también  el  hecho  de  que  por  la  pésima  vía  del  Sarare  se 
lleva  cacao  de  Arauca  á  Bucaramanga,  donde  ha  hecho  bajar  el 
precio  al  que  allí  iba  desde  el  Sur  del  Tolima.  Este  transporte  en 
cientos  y  cientos  de  kilómetros,  ¿  no  dice  muy  claro  cuánto  sería 
hoy  el  tráfico  interior  si  tuviésemos  mejores  caminos  ? 

IV.  La  región  atlántica — A  pesar  de  su  vasta  superficie  y  sin- 
gularísimas ventajas  de  posición  y  relieve,  esta  zona,  merced  á  la 
abundancia  de  los  caminos  que  se  mueven,  pocos  cuenta  de  otra 
especie,  y  ni  aun  la  navegación  ha  tenido  allí  el  vuelo  que  era  de 
esperar  ♦.  Como   tantas  veces  lo  hemos   repetido,  forma  un  solo 


10,000  ;  Ocaña,  10  ;  Kio  de  Or»,  3  ;    González^  3  ;  TeoramOy  3  ;  y  Convención,  6,  y 

Í>artc  de  los  habitantes  de  los  dos  últimos  vive  en  la  banda  I).  (San  Calixto),  en 
a  cual  no  hay  otro  municipio  que  Aspasica  (que  en  la  hoya  del  Tarra  tiene  á  La 
Patma)  6,000  habitantes.  Én  la  hoya  del  Sardinata,  aún  casi  desierta,  está  Sati 
Pedfo  con  2  (4  leguas'.  Ix)s  ricos  valles  del  Zulia  (í<6,000  habitantes  en  80  le- 
guas) reúnen  sus  14  Municipios  en  3  grupos;  en  la  mesa  de  Pamplona  (33,000 
habitantes  en  25  leguas)  Pamplona,  14,000;  Chopo,  3;  Chinácoia,  6,  y  Bóchale- 
nía,  10;  en  TáchiraPamplonita  (24,000  habitantes  en  25  leguas),  I^/anadas,  2;  Ro' 
sano,  2,  y  San  JcsÉ  (que  al  N.  comprende  á  San  Faustino,  »San  Buenaventura  y 
Limoncito),  18,000  ;  y  en  el  alto  Zulia  (2t*,000  en  26  leguas),  San  Cayetano,  4,000 
habitantes;  Gramalotes,  6,  y  Salazar,  8,  muy  próximos;  y  Arboledas,  4;  Cucutilla, 
4,  y  Mutiscua,  2,  algo  más  distantes. 

Los  valles  del  Zulia  producen  al  año  1,700  cargas  de  cacao,  1,000  de  arroz, 
65,000  de  café  y  10,OtO  de  trigo  (con  el  Pilar) ;  Ocaña  recoge  10,000  de  café. 
Empero,  el  total  de  Santander  sube  á  16,000  de  azúcar,  180,000  de  panela,  55,000 
de  tabaco,  4,000  de  cacao,  50,000  de  trigo,  16,000  de  algodón,  100,000  de  arroz  y 
100,000  de  cafe,  á  que  debemos  unir  la  enorme  producción  fabril  (un  millón  de 
sombreros,  cien  mil  sobrecamas  y  hamacas,  300,000  piezas  de  manta,  &c.),  lo  cual 
demuestra  cuánta  es  la  laboriosidad  de  sus  hijos ;  la  mesa  oriental,  en  lo  que 
corresponde  áj  Boyacá,  cosecha,  40,000  de  papa,  25,000  de  trigo  y  200,000  de 
maíz,  y  la  Sabana  sólo  60,0li0  de  trigo  y  200,000  de  papa.  La  exportación  de 
Cúcuta,  que  en  1835  valía  g  200,000,  en  1856  subió  á  3.000,000,  y  hoy  alcanza 
ya  los  ocho:  el  ferrocarril  (11  leguas)  mueve  al  afio  52,000  pasajeros  y  25,000  to- 
neladas, dejando  á  sus  dueños  cuantiosas  utilidades. 

•  La  población  tampoco  es  aún  densa  en  lo  general,  como  vamos  á  verlo. 
En  el  Sinú,  en  la  parte  baja  (35,000  habitantes  en  50  leguas),  están  los  Municipios 
de  Montería  4,000,  Ciénaga  de  Or§  10,  Cereti  5,  San  Pelayo  2,  Chima  3,  San  An- 
dris  7,  Purísima  4  y  Loriga  12  :  en  todo  el  alto  Sinú  viven  como  2,000  habi- 
tantes que  hacen  parte  de  Montería.  En  el  litoral,  de  Cispata  al  Dique  (20,000 
habitantes  en  20  leguas),  están  Palmito,  2,000;  Tolú-viejo,  5;  Tolú,  4;  San  Onofre^ 
10,  mientras  del  Dique  á  las  bocas  del  Magdalena  (38,000  habitantes  en  20  le- 
guas) se  hallan  Arjona,  5,000;  Cartagena,  19;  Turbaco,  5;  Santa  Rosa,  1;  Ki- 
llanueva,  3,  y  Tubará,  5.  En  la  Tierradentro  (8,000  habitantes  en  12  leguas)  con- 
tamos á  Usiacurl,  8,400;  San  Estanislao,  2,  y  Mahates,  3. 

En  las  sabanas  de  Bolívar  (75  millares  de  habitantes  en  90  leguas)  está  el 
núcleo  principal:  San  Juan,  5;  San  Jacinto,  3;  El  Carmen,  9,  y  Ovejas^  6,  en  las 
del  Norte.  Corotal,  7;  Sincelfjo,  10;  Sinc¿,  8;  Sampués,  5;  Chinü^  9,  y  Sahagún, 
8,  en  las  del  Sur.  Hacia  el  San  Jorge  (10  millares  de  habitantes  en  16  leguas), 
hallamos  á  Ayapel  cod  2;    Caimito^  4,  7  San  Benito,  4.  En  el  alto  San  Jorge  no 


792  Nueva  Geografía  de  Colombia 


todo  con  sus  partes  bien  enlazadas  entre  sí,  y  debido  á  los  ríos  su 
influencia  penetra  ó  puede  penetrar  hasta  el  corazón  de  la  Repú- 
blica, á  la  vez  que  el  mar  y  los  mismos  ríos  facilitan  grandes  vías  de 
comunicaci<5n  transversal.  En  efecto,  de  Morrosquillo  y  el  Golfo  de 
Maracaibo,  merced  á  suelos  planos,  pueden  converg-er  los  caminos 
hacia  el  Banco  para  unirse  allí  tanto  á  la  gran  vía  que  constituye  el 
Magdalena  de  N.  á  S.,  como  á  las  que  completando  la  X  llegan  de 
Ocaña  á  Antioquia,  aumentado  el  valor  de  los  últimos  por  el  hecho 


llegan  i  i,ooú  los  habitantes,  los  que  hacen   parte  de  Ayapel.  En  el  delta  del 
Cauca  ( 15  millares  en  20  leguas)  no  están   sino   Majmgual^  i*,  y  Sucre^  6.  En  la 
célebre  isla  de  Mompós  y  comarcas  frente  &  ella  ribereñas  (6o  millares  en  6o 
leguas)  la  población  tampoco  es  escasa:  en  la  isla  est¿n  San  Martín^  i;  PimUos, 
5;  MompÓs,  12;  Margatita^  3,  y  San  FetnafidOy  i  :  al  S.  Barranca  de  Loba^  3;  al 
W.    Magangue,  21,  y  al  E.  Banco^  3;    Guárnala  3,  y  Santa  Ana,^  2.  En  el  bajo 
Magdalena,  en  la  banda  I.  (82  millares  de  habitantes  en  60  leguas)  tienen  asien- 
to Zambranoy  2;  Guamo ^  3;  Calamar^  2;  Manatí,  4;  Saban alarga,  15;   Palmar 
de  Várela.  3;  Baranaa,  6;  Galopa,  i;  Sabattagrande,  I  ;  Santo  Tomás,  3;  Campo  de 
la  Cruz,  4;  Soledad,  5,  y  Barranquilla,  30;  y  en  la  D.  (28  milUresMe  habitan- 
tes en  30  leguas):  Plato,  4;  Tenerife,  2  ;  Cerro  de  San  Aniottio,  6  ;  Peñón,  3  ;  Safa- 
mina,  4  ;  Remolino,  4,  y  Sitionucvo,  4,  aglomerándose  especialmente  la  población 
de  Calamar  á  Sabanilla  (90  mil  habitantes  en  40  leguas).  En  la  costa  de  Santa 
Marta  (21  mil  habitantes  en  14  leguas)  quedan  Santamarta,  7  millares,  y  San 
Juan  de  Córdoba,  14,  que  forman  núcleo  aislado  de  los  demás  por  tierras  de- 
siertas. Después,  en  el  litoral   de   Riohacha   principia  la  notable  zona  del  Ran- 
cheria-Ccsar,  que  lle^^a  hasta  el  Banco:  en  el  primer  trozo  (21  mil  habitantes  en 
85  leguas)  están  Riohacha,  7  millares;  Fonseca,  5  ;  Villanueva,  4,  y  Sin  Juan  d^ 
Cesar  5  ;  y  en  el  segundo  Valle  de  Upar,  6  ;  Codatzi,  4,  y  Chiriguand,  6  :  hay  15 
mil  habitantes  en  40  leguas  (en  donde  se  pone  en  contacto  Valle  de  '  Upar  á 
Fonseca),  siendo  algo  más  densa  la  población.  En  ñn,  en  el  Magdalena  central 
tenemos  que  distinguir  dos  porciones:  la  zona  de  vegas  relativamente   pobladas, 
ó  sea  del  Banco  al  Lebrija,  donde  en  la  banda  I.  (6  leguas)  está  Simití,  2  ;   en  la 
D.  (15  mil  habitantes  en  30  legas):  Tamalaméque,  2  millares;  La  Gloria,  i;  Agua- 
chica,  6,  y  El  Carmen,  4,  y  las  islas  con  Afotales,  1  (5  leguas);  las  vegas  casi  de- 
siertas desde  el  Lebrija  hasta  Honda,  en  las  que  no  hay  otros  que  Puerto  Berrío, 
I,  y  Nare,  i  (15  leguas);  y  en  ñn,  las  altas  tierras  laterales,  donde  á  la  D.,  al  pie 
de  la  serranía,  vive  i  millar  de  Bolívar  en  el  antiguo  Landázuri  (10  leguas),  pues 
en  la  L  &u  número  es  mayor  (23  mil  en  45  leguas),  donde  se  hallan  Pensilvatúa, 
4;  parte  de  Sonsón,  3;  Cocorfid,  2;  Vahos,  4;  San  Luis,  i ;  San  Carlos,  2  ;  San  Ra- 
fael, 1,  y  San  Roque,  3.  No  hay  duda  que  si  algún  día  el  Magdalena  central  deja 
de  ser  tierra  de  maldición,  esto  no  podrá  esperarlo  Colombia  sino  de  los  enérgi- 
cos campesinos  antioqueilos,  que  á  la  fecha  están  ya  en  buen  número  junto  al 
gran  río.  Por  lo  que  hace  á  distancias,  se  las  halla   enormes,  como  lo  es  la  zona 
misma  ;  ]>ero  dejando  á  un  lado  las  que  se  reñeren  al  río  principal,  vamos  sólo  á 
tratar  de  las  de  la  gran  llanura  atlántica. 

En  la  Costa,  bien  que  las  llanuras  den  en  verano  paso  por  todas  partes, 
se  cuentan  como  caminos  más  ó  menos  abiertos  550  leguas  en  Bolívar  y  620  en 
Magdalena,  siendo  carretera  entre  los  de  aquél  la  vía  oue  de  Magaagué  conduce 
á  Tolú  por  Corozal,  hoy  animada  por  considerable  tranco  y  algunas  deceaas  de 
carros  y  carretas :  no  es  tan  plano  el  suelo  de  Transvaal-Orange,  por  los  Boers 
recorrido  en  toda  dirección  con  carromatos,  y  sin  embargo,  en  la  llanura  de  la  Cos- 
ta nunca  se  recurre  á  tan  cómodo  sistema  de  transportes.  La  zona  de  que  trata- 
mos, comerciante  por  su  admirable  posición,  pudiera  aún  serlo  más  con  pequeño 
esfuerzo ;  por  Barranquilla  se  exportan  artículos  de  todo  el  país ;  por  Cartagena, 
en  parte,  sucede  lo  mismo ;  y  el  resto  de  la  carga  se  compone  de  los  productos 
de  las  riquísimas  sabanas  de  Bolívar,  en  especial  tabaco,  cueros,  café,  algodón  7 
muchas  especies  de  valiosas  maderas,  artículo  éste  que  prima  en  Riohacha ;  los 
cuadros  anteriores  dan  bastante  luz  á  este  respecto.  Tampoco  la  industria  es  es- 
casa en  Bolívar,  y  pudiera  adquirir  mucho  desarrollo  con  mayor  trabajo  de  sus 
hijos.  £1  Magdalena  central  es  hoy  uno  de  los  polos  repulsivos  del   país.  En  Isis 
islas  de  San  Afidris  hay  8,200  habitantes. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  793 


de  haberse  unido  antes  á  los  del  Sinií :  esta  convergencia  de  vías 
hacia  el  Banco,  similar  con  la  que  tenemos  en  Honda,  convierte  á 
estos  dos  puntos  en  llaves  del  Magdalena,  puntos  de  gran  valor 
no  obstante  sus  flancos,  mayores  en  la  primera.  En  parte  tal  si- 
tuación se  debe  á  que  el  tráfico  de  la  región  se  reduce  en  primer 
término  al  uso  del  río  Magdalena  y  los  puertos  marítimos  que  á  él 
conducen,  y  en  segundo  lugar  al  de  algunos  caminos  de  poca  ex- 
tensión. 

En  la  región  atlántica  tenemos,  pues,  que  tratar  de  diversos 
grupos  de  tierra.  En  la  parte  occidental  está  el  Sinúf  aun  poco  po- 
blado, y  reducido,  puede  decirse,  á  la  baja  llanura  de  Cereté, 
con  frecuencia  maltratada  por  las  inundaciones  del  río  ;  la  pobla- 
ción y  el  tráfico  aumentan  por  esto  con  suma  lentitud,  y  aun  las  re- 
laciones comerciales  de  la  hoya  son  escasas  con  el  resto  de  Bolívar, 
salvo  en  lo  que  se  refiere  á  la  llevada  de  los  víveres  á  Cartagena 
y  al  paso  de  algunas  vacadas  á  los  potreros  del  San  Jorge,  en  el 
rerano,  por  ser  éstos  los  mejores  de  la  Costa  atlántica ;  los  caminos 
casi  desaparecen  en  invierno,  cuando  las  aguas  dan  paso  á  los  bar- 
cos entre  esos  dos  ríos  que  á  la  navegación  presentan  tropiezos  se- 
rios en  verano. 

La  hoya  del  San  Jorge  forma  un  solo  todo  con  la  del  bajo 
Cauca  ;  todo  que  entre  tierras  altas,  ricas,  útiles,  guarda  dos  zo- 
nas bajas,  húmedas,  en  parte  inundadas  en  invierno,  cortadas  en 
toda  direccción  por  aguas  navegables,  separadas  por  otra  faja  de 
suelo  seco  y  admirablemente  unidas  á  las  breñas  antioqueñas,  tan- 
to por  agua  como  por  tierra.  A  este  todo  hay  que  agregar  la  pan- 
tanosa isla  de  Mompós.  Pocos  caminos  se  hallan  en  esta  privile- 
giada comarca,  cuyos  frutos  son  de  calidad  única;  pero  por  fortu- 
na la  población  aumenta,  el  descuaje  de  la  selva  se  hace  con  rapi- 
dez, y  los  antioqueños  bajan  ya  con  su  ordinario  brío  por  el  Nechí, 

El  Magdalena  central  y  el  bajo,  en  la  zona  vaguada  del  va- 
lle progresa  menos,  tanto  por  el  mal  clima  como  por  los  pantanos 
que  avecinan  el  río,  sobre  todo  en  la  parte  central,  por  lo  cual 
donde  á  él  se  aproxima  la  tierra  firme,  aumentan  poblaciones  y 
habtantes  y  se  abren  caminos  hacia  el  interior.  De  ordinario  los 
pueblos,  ó  no  pueden  situarse  á  la  orilla  de  las  bajas  aguas,  para 
dar  campo  á  los  aguajes,  ó  se  inundan  en  parte  en  éstos,  resultán- 
doles  en  ambos  casos  serios  inconvenientes,  á  los  que  deben  agre- 
garse otros  no  menos  graves  producidos  por  la  instabilidad  del  le- 
cho, que  ora  abandona  unos  puertos,  ora  destruye  otros,  y  en  ambos 
desplaza  los  centros  comerciales  y  aun  obliga  á  los  poblados  á  cam- 
biar de  posición,  so  pena  de  ruina  ó  decadencia.  En  la  parte  baja 
del  río  difieren  bastante  las  condiciones  de  las  dos  márgenes,  sien- 
do tan  superiores  las  de  la  oriental,  que  aun  con  la  escasa  pobla- 
ción que  hay  en  el  Departamento  del  Magdalena,  en  esa  banda 
•existe  mayor  número  de  poblados  de  alguna  importancia. 

La  región  costanera  propiamente  dicha,  que  abarca  desde  el 
Sinú  al  Ranchería,  ofrece  sucesión  de  núcleos  de  alguna  importan- 
cia, separados  por  tierras  poco  menos  que  desiertas,  como  son  la 
costa  de  la  Sierra  Nevada,  entre  Riohacha  y  Santa  Marta,  el  Del- 

Nueva  Geografía  de  Colombia  tomo  i — 51 


794  NuxvA  Geografía  de  Colombia 


ta  del  río  entre  esta  última  y  Barranquilla,  y  la  costa  de  Galera 
Zamba  entre  Barranquilla  y  Cartagena,  á  partir  del  cual  punto  si- 
gue poblada  en  grande  extensión  hasta  Cispata,  donde  torna  á  rei- 
nar la  soledad,  que  no  cesa  sino  en  Turbo.  La  privilegiada  situación 
de  la  Mesopotamia  colombiana — San  Carlos  á  Barranquilla — me- 
jorada, si  cabe,  en  Tierra-adentro  de  Cartagena,  no  ha  sido  capaz 
de  provocar  el  progreso  que  era  natural :  allí  ningün  punto  dista 
más  de  lo  leguas  del  mar  ó  de  aguas  navegables,  y  sin  embargo, 
qué  diferencia,  proporción  guardada,  hasta  ccn  el  valle  del  Cauca 
y  el  Tolima  I  Apenas  240,000  habitantes  se  hallan  en  ese  suelo 
(iiOjOco  al  N.  del  Dique,  inclusive  Cartagenay  Barranquilla),  que 
no  valen  más  de  35  millones,  y  eso  comprendidas  las  valiosas  em- 
presas ferrocarrileras  y  de  navegación  que  están  radicadas  en  esos 
puertos !  Luego  es  preciso  culpar  de  ese  atraso  á  los  habitantes, 
productores  sólo  en  las  Sabanas,  pues  en  la  Costa  misma  no  viven 
sino  del  tráfico  con  el  interior.  Cuanto  al  resto  del  litoral,  que  cuen- 
ta poca  población  y  detrás  tiene  áspera  montaña,  el  relativo  atraso 
en  que  se  encuentra  es  de  fácil  explicación.  Aquí  pedemos  agre- 
gar la  Península  Goajira,  por  hoy  más  gravamen  para  el  país  que 
otra  cosa,  y  mancha  de  la  Repdblica  :  se  comprende  que  haya  in- 
dios no  sometidos  en  las  selvas  orientales,  pero  no  en  aquella  Penín- 
sula, y  menos  que  gocen  de  las  ventajas  mercantiles  que  se  les 
otorgan  sin  estar  sometidos :  por  hoy  vive  mejor  á  este  respecto  el 
goajiro  que  el  pastuso ! 

Sin  duda  que  múltiples  causas,  en  especial  la  falla  de  cercano 
y  buen  puerto,  ccncurren  á  entorpecer  las  explotaciones  de  la  fa- 
mosa llanura  del  Cesar-Ranchería  ;  pero  ninguna  explica  el  letar- 
go en  que  permanece,  salvo  la  vecindad  de  los  Motilones,  cada  día 
más  insolentes  y  temidos  por  los  civilizados,  los  que  por  esto  no 
aumentan  sino  con  lentitud  suma,  á  lo  cual  debemos  agregar  el 
casi  absoluto  aislamiento  del  interior  en  que  se  les  había  dejado, 
pues  sólo  hace  un  decenio  entró  allí  el  telégrafo :  la  zona  es  rica, 
pero  no  será  importante  como  organismo  en  el  país,  sino  cuando 
cuente  ico,cco  habitantes,  y  está  lejano  ese  día  ! 

En  fin,  desde  el  punto  de  vista  militar,  es  grande  la  impor- 
tancia de  todos  esos  territorios ;  su  pérdida  en  todo  ó  en  parte,  en 
caso  de  guerra  extranjera,  traerá  gravísimas  consecuencias  al 
país ;  sin  embargo,  jamás  se  toma  eso  en  cuenta,  y  lejos  de  forta- 
lecer la  zona,  se  la  ha  debilitado  con  multitud  de  actos,  á  cuál  más 
inexplicable. 

V — Las  zofias  desiertas.  Damos  este  nombre  al  Chocó,  al  Lla- 
no y  al  Caquetá,  por  lo  pequeño  de  la  población,  comparada  con 
el  área  que  ellos  abarcan  *,  en  especial  en  la  última.  En  todos 


*  Bien  que  su  importancia  sea  grande,  sobre  estas  tierras,  aún  poco  po. 
bladas,  entraremos  en  menos  detalles.  £1  riquísimo  Chocó  en  la  paite  baja  com- 
prende  los  Municipios  de  Cabo  Mangles^  6;  Ivmaco^  5;  SalahoniOy  i;  I%cuand¿,  5; 
Guapf^  51  7imbiqtíi^  I;  Micay^  6;  Centro^  3;  Anchicayá,  2,  y  Buenaventura,  4,  en  cí 
litoral;  y  Salado,  2; Pavas,  i;  Barbacoas,  6;  Maguí, ^  Afos fuera,  2;  San  yosé,  3 ;  San 
Pablo,  i,  y  Mallama,  2,  más  ó  menos  retirado  de  la  Costa.  En  el  extenso  litoral  de 
Baudñ  no  hay  sino  el  de  ese  nombre,  9,000.  £n  el  valle  del  San  Juan  se  hallan 
Tadó,  3;  Nóvita,  8;  San  Pablo,  3;  Sipi,  4;  Condoto,  2,  y  Cuéllar,  2.  En  el  valle  del 


Nueva  Geografía  de  Colombia  79^ 


ellos  el  producto  del  suelo  y  el  movimiento  mercantil  es  enorme  si, 
proporción  g^uardada,  lo  comparamos  con  muchas  de  las  regiones 
del  interior,  inclusive  la  Sabana,  que  consume  millones  y  nada  su- 
ministra á  la  exportación.  En  efecto,  en  el  Chocó  faltan  los  cami^ 
nos,  y  en  Oriente  todo  el  tráfico  se  hace  por  aguas  que  terminan 
en  tierra  extranjera  ;  sujeto,  por  lo  mismo,  á  multitud  de  tropiezos, 
gravámenes  y  peligros  en  producciones  y  género  de  comercio,  el 
Llano  difiere  del  Chocó  y  del  Caquetá,  que  se  igualan  entre  sí;  y 
mientras  el  litoral  Pacífico  junta  el  mar  á  los  ríos,  las  otras  dos 
secciones  no  cuentan  más  caminos  que  estos  ültimos,  salvo,  se  en- 
tiende, al  pie  mismo  de  la  mesa  oriental,  donde  existen  numerosas 
vías  de  S.  á  N.  desde  Arama  hasta  el  Sarare,  es  decir,  que  allí  y 
á  orillas  del  Arauca  y  el  Meta  se  concentra  la  población  ;  en  el 
Caquetá  lo  está  también  al  pie  de  la  Serranía,  y  en  el  Chocó,  ora 
en  la  Costa,  hacia  el  Mediodía,  ora  á  lo  largo  del  San  Juan  y  el 
Atrato. 

6.°  Panamá,  El  Istmo,  por  su  situación,  tiene  un  gran  comer- 
cio de  tránsito,  y  pudiera  hacerlo  propio  considerable  si  se  explota- 
ra mejor  el  territorio  ;  pero  como  queda  dicho,  éste,  por  el  régimen 
de  la  propiedad,  apenas  si  produce  algunos  frutos  que  alimentan 
ante  todo  el  tráfico  marítimo  ó  el  del  ferrocarril,  uno  de  los  más  pro- 
ductivos por  su  elevada  tarifa.  Además,  con  excepción  de  la  hoya 
del  Chagres  y  los  pequeños  núcleos  de  Bocas  del  Toro  y  San  Blas, 
la  vertiente  Norte  está  poco  menos  que  desierta,  hecho  que  se  re- 
pite en  el  Darién  en  la  del  Sur :  tan  exigua  es  la  población,  que  en 
esta  vertiente  se  concentra  especialmente  de  Panamá  á  Chiriquí  ♦. 


Atrato  Bagada,  i;  Lloró,  i;  Quitdé,  8;  Bebará,  i;  Murindó,  i;  Pavarandó  3C0,  y 
Riosucio,  I  ;  y  en  la  mesa  de  este  nombre  (21,000),  El  Carmen,  4;  ürrao,  6;  Ca- 
ñasgordas,  ^\l'rontino,  4;  Dabeiba,  i.  Cuanto  á  los  Llanos,  en  San  Martín  quedan 
Uribe,  3,000;  San  Martin,  2;  Villavicencio,  2;  Medina,  2;  Cabuyaro,  500,  y  en  Casa- 
nare,  aún  en  la  cordillera,  Chámela,  2,oco;  Pajarito,  \\Zafatosa,  i;  Labtamagran' 
de,  6;  Paya,  2;  Marroquln  Nunchla,  4;  Támara,  3;  Tat,  \\  Salina,  i;  San  Lope,  700; 
y  en  la  llanura  Arauca,  4,100;  Arauquita,  800;  Todos  Santos,  700;  Cravo,  i;  Oro- 
cui,  i;  Im  Trinidad,  I,  El  Viento,  400;  Santa  Elena,  4CO;  Barroblaneo,  800;  Pore, 
I;  Aloreno,  x;  Chire,  600,  y  Tame,  7C0.  En  el  inmenso  Caquetá  no  se  cuentan 
sino  cuatro:  Mocoa,  i;  Aguarico,  i;  Alto  Caquetá,  3;  Bajo  Caquetá,  500.  Todos 
los  diches  Municipios  tienen  su  cabecera  á  escasa  altura  sobre  el  mar.  Las  zonas 
ocupadas  por  estos  habitantes  son  tan  extensas  y  están  á  veces  separadas  por  ta- 
les distancias,  que  ladensidad  del  suelo  habitado  es  muy  reducida,  salvo  en  con- 
tados puntos  del  litoral  pacíñco  ó  del  pie  de  la  cordillera  en  la  llanura  orien- 
tal, que  no  merece  otros  detalles. 

Y  lo  mismo  sucede  con  las  distancias,  pues  aun  cuando  son  enormes,  en 
el  Choc6,  fuera  de  los  caminos  enumerados,  no  se  suelen  emplear  sino  los  ríos  ó 
el  mar.  No  es  posible  hacer  cálculos  sobre  la  existencia  de  las  vías  usadas,  que 
en  el  llano  en  verano  todo  el  suelo  da  paso,  y  en  el  Caquetá  no  hay  caminos. 
Cuanto  á  producciones,  dicho  queda  atrás  lo  más  importante:  ganado  ante  todo, 
y  luego  algún  tabaco,  café  y  cacao  en  el  Llano ;  oro,  tagua,  cocos  y  maderas  en 
el  Chocé. 

*  Panamá  encierra  hoy  alguna  población  y  comprende  zonas  en  que  la 
densidad  es  considerable,  como  vamos  á  verlo.  £n  Chiriquí  y  en  la  vertiente  del 
Pacíñco,  en  núcleo  de  30  leguas  hay  29,000  habitantes  distribuidos  en  los  Muni- 
cipios de  Bugaba  2,  Boquetón  3,  Atan  je  6,  San  Pablo  2,  David  10,  Delega  4,  Gua- 
laca  3.  Al  £.,  en  la  faja  de  Remedios  (10,000  habitantes  en  i5  leguas),  San  Lo- 
rents  5,  San  Félix  2,  Bemedios  2,  y  Tole  3.  Después,  en  la  hoya  de  Montijo 
25,000  habitantes  en  25  leguas),  están  Cañazas  6,  La  Mesa  4,  Palmas  7,  Soné  4, 


79^  Nueva  Geografía  oe  Colombia 


La  misma  conformación  del  Istmo  ha  sido  causa  efícaz  de  su  atraso, 
pues  en  él — como  en  el  Chocó — domina  con  exceso  la  longitud  sobre 
la  anchura,  y  ha  faltado  centro  geográfico  que  le  imprima  movi- 
miento y  regule  la  marcha  del  conjunto.  Además  la  capital,  si  bien 
está  en  buena  posición  por  el  comercio  de  tránsito,  no  lo  está  con 
respecto  al  Departamento,  en  el  cual  el  centro  g-eográfico  y  de 
equilibrio  es  el  territorio  de  Veragfuas,  donde  también  la  población 
es  más  densa  ;  resulta  de  ahí  que  el  interior ^  como  se  llama  el  sue- 
lo de  Azuero  hacia  el  W.,  se  abandona  ó  poco  menos  á  su  propia 
suerte.  Este  defecto  de  forma  y  excentricidad  también  se  nota  en 
otros  Departamentos  y  explica  muchos  fenómenos  de  la  anómala 
vida  del  país.  Las  capitales  no  deben  establecerse  en  las  ciudades 
porque  son  populosas,  sino  porque  estén  bien  situadas  con  respecto 
al  conjunto  :  el  cerebro  está  en  el  cráneo,  el  corazón  en  el  pecho,  y 
los  intestinos  en  el  vientre,  y  merced  á  tal  distribución  el  cuerpo 
humano  es  lo  que  es  :  Panamá,  como  Bolívar  y  Mag^dalena,  tarde 
ó  temprano  corregirá  este  error :  ¿  cuánto  prog^resarían  los  dos  úl- 
timos con  la  capital  en  Corozal  y  Valle  de  Upar  ?  Los  puertos  tie- 
nen vida  propia  con  el  movimiento  mercantil.  Otro  es  el  caso 
cuando  se  trata  de  divisiones  políticas,  más  conformes  con  la  rea- 
lidad de  las  cosas,  en  lo  cual  es  modelo  la  República  francesa. 

7.®  En  ^x\y  ferrocarriles  y  /e¡t'gra/ás  serán  complemento  natural 
de  lo  que  á  caminos  se  refiere,  aun  cuando  poco  tenemos  que  decir 
sobre  ellos.  A  la  fecha  (1898)  cosa  de  3,cxx)  leguas  de  alambre  te- 
leg'ráfico  surcan  el  país  y  pasan  por  5 20  estaciones,  12  de  las  cuales 
no  son  Municipios,  de  donde  que  aún  existan  unos  250  poblados  sin 


Jíifi  de  Jesús^  3;  Moníijo,  i;  Pouuga,  2.  Luéjo  en  torno  de  Parita  se  encuentra  el 
principal  núcleo  de  la  vida  del  Istmo  (i34,9«o  habitantes  en  i25  leguas)  en  fer- 
ina de  medialuna  de  mínima  anchura  en  los  extremos  y  hasta  con  8  en  el  centro  ; 
al  S.  de  Santa  María,  ó  sea  en  la  mitad  £.  de  la  península  de  Azuero,  hállase 
Touosi,  2;  Pedasí,  2;  PorH,  4;  labias,  8;  Guara ré,  3;  Chitré,  4;  Afacaracas,  5;  Mú 
na,  3;  Ocú,  5;  Pesé,  J;  Los  Santos,  8;  Parita.  2;  Atalaya,  3;  Santiago,  8;  Santa  Ma- 
ría, 3,  y  San  Francisco,  5.  Al  N.  de  ese  río,  6  sea  en  la  porción  continental,  que- 
das '.Santa  Fe,  4;  Cahbre,  h\  Aguadulce,  7;  Nata,  lO;  Ola,  5;  Ciniadm,  6;  Peno- 
NOME,  20;  Antón,  5;  San  Carlos,  2,  y  Chame,  8.  En  la  faja  montuosa  del  fondo 
del  golfo  de  Panamá,  inclusive  las  islas  próximas  (41,000  habitantes  en  30  le- 
guas), tienen  asiento  Capira,2;  Chorrera,  2;  Arraiján,  2;  PanamÁ,  25;  Chepo,  4; 
Cacora,  2,  y  Taboga-Sahaga,2.1ÍJíc\  inmenso  Darién  existe  una  comarca  cuja  ca- 
becera es  Ptnogana^  bien  que  el  más  importante  poblado  sea  La  Palma,  comarca 
que,  sin  incluir  los  indios  no  sometidos,  apenas  cuenta  1,300  habitantes ;  y  otra 
hay  en  las  islas  de  Las  Perlas  con  centro  en  San  Miguel  y  3,300.  La  vertiente 
atlántica  encierra  aún  menos  población.  Al  W.,  en  otra  grande  extensión  de  te- 
rreno, se  halla  la  comarca  de  Bocas  del  Toro,  con  centro  en  el  lugar  de  su  nom- 
bre y  sólo  5,«oo  habitantes  :  al  E  de  ella  y  casi  perdidos  entre  la  selva  están  Mi- 
fieral,  5oo,  y  Donoso,  3,5oo.  En  la  región  de  Chagres  (34,000  habitantes  en  40  le- 
guas) contaremos  á  Colon,  12  ;  Emperador,  5  ;  Catán,  3 ;  Gorgona,  4  ;  Buenavis- 
ia,  5 ;  Chagres,  3 ;  y  PortoMo,  2  Todos  e«tos  Municipios  tienen  su  cabecera  á  pe- 
queña altura  sobre  el  mar,  como  que  en  general  no  llegan  á  100  metros,  altura 
no  rebasada  sino  por  |5,  la  mayor  parte  de  ellos  en  Azuero,  y  ninguno  pasa  de 
los  500.  Cuanto  á  vías  de  comunicación,  prevalece  en  el  Istno  la  marítima,  como 
es  natural,  y  las  terrestres  carecen  de  acentuado  perfíl,  salvo  cuando  cruzan  la 
magistral,  donde  ésta  es  verdadera  montana. 

De  la  producción  del  Istmo  nada  tenemos  que  agregar  á  lo  atrás  dicho» 
tiendo  de  advertir  que  entre  las  diversas  secciones  hay  algún  comercio  de  pro- 
ductos locales. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  797 


tan  precioso  auxilio :  no  hace  aún  40  años  se  tendió  el  primer  hilo 
de  Bogfotá  hacia  Ambalema  (1865)  por  vía  de  ensayo,  y  hoy  existen 
10  líneas  *  que  parten  de  la  capital  y  llegan  á  Villavicencio,  Ituan- 
go,  la  Buenaventura,  (donde  se  enlaza  al  cable  del  Pacífico  que 
cruza  de  Panamá  á  Colón  y  allí  se  reúne  al  de  Norte  América  y 
Europa,  Ipliales  (siguiendo  á  Quito,  y  con  ramal  á  Barbacoas) 
Cúcuta  (para  entrar  á  Venezuela)  y  la^Costa,  con  términos  en  Rio- 
hacha,  Santamaría,  Barranquilla,  Cartagena  y  Lorica.  Grandes 
sacrificios  cuesta  mantener  y  servir  esa  red  al  país  (más  de 
$  800,000  al  año),  á  pesar  de  lo  cual  aún  existen  zonas  valiosísi- 
mas sin  tal  elemento  de  progreso,  como  Chocó,  Casanare,  &c.,  y 
aun  en  zonas  que  cruza  una  línea,  muchos  pueblos  importantes 


*  £n  la  actualidad  existen  algo  mfis  de  14,000  kilómetros  de  alambre  de 
telégrafos  y  teléfonos :  de  aquéllos  3,000  de  Bogotá  á  Ocaf^a  y  Cúcuta,  300  de  Bo- 
gotá al  Llano,  l,ooo  de  Bogotá  al  S.  del  Tolima,  1,400  de  Bogotá  al  N.  de  Axi- 
tioquia,  22,00  en  la  Costa,  2,100  de  Manizales  al  Ecuador  y  700  en  Panamá.  £1 
producto  de  las  líneas  es,  por  término  medio  al  afio,  así  en  millares :  Bolívar,  10 ; 
Magdalena,  25  ;  Santander,  25;  Boyacá,  14;  Cundinamarca,  96;  Tolima,  2S,  y 
Cauca,  33.  Además  las  oficinas  se  distribuyen  así  en  producto :  más  de  30,000 
Bogotá,  más  de  9  Medellín,  más  de  6  Cali,  más  de  4  Popayán,  Honda,  Tunja  y 
Bucaramanga;  más  de  3  San  José  de  Cúcuta,  Manizales,  Buenaventura,  Palmira 
c  Ibagué  ;  más  de  2  Cartagena,  Ocafía,  Zipaquirá,  Pamplona,  Neiva,  Bugay  Car- 
tago :  más  de  $  100,000  producen  25  oñcinas,  más  de  $  800  unas  20,  más  de 
400  unas  27,  unas  46  menos  de  100  y  unas  SO  menos  de  50,  quedando  las  otras 
entre  100  y  400,  cifras  bien  significativas  para  el  movimiento  social  en  el 
país.  En  resumen,  los  correos  producen  al  año$  140,000  y  los  telégrafos  250,000. 
£n  todos  los  Departamentos  es  superior  el  producto  de  los  telégrafos  al  de  los 
correos  (en  Cundinamarca  el  doble),  salvo  en  el  Magdalena,  donde  es  igual,  y 
en  Bolívar,  donde  apenas  supera  á  la  mitad  del  de  aquélla. 

Oficialmente  las  lineas  se  clasifican  así :  A^  3«330  ks.  (Bogotá,  Bucara- 
manga,  Ocafia,  Mompós,  Corozal,  Cartagena,  Sinú,  Barranquilla,  Santamarta, 
Riohacha  y  Valledupar,  y  Zipaquirá  á  Paime !) ;  B^  1,056  ks.  (Bogotá,  Cartago, 
Buenaventura,  Manisales  y  Popayán) ;  C,  1,866  ks.  (Bogotá,  Neiva,  Chaparral, 
La  Plata,  Popayán,  Barbacoas  é  Ipialcs) ;  />,  2,205  ^s.  (Bogotá,  Manizales,  Me- 
dellín, Varumal,  Puerto  Berrfo,  Antioquia,  Remedios,  Supía  y  La  Palma  I ) ; 
£t  2,006  ks.  (Bogttá,  Zipaquirá,  Tunja,  Soatá,  Pamplona,  Cúcuta,  Ocana  y  du- 
plicaciones á  Cartagena  y  Barranquilla) ;  J%  275  ks.  Bf)gotá,  Villavicencio  y  San 
Martin) ;  G,  2o6  ks.  (Bogotá,  Fusagasugá  y  Cunday) ;  //,  141  ks.  (Bogotá,  Honda, 
Puente  del  Común  y  Nocaima);  /,  764  ks.  (Duplicaciones  á  la  Buenaventura  y 
de  Palmira  á  Popayán) ;  %  719  ks.  (Bogotá,  Chiquinquirá,  Tunji,  Santa  Rosa, 
Charalá  y  Bucaramanga)  ;  A',  572  k^.  (Bogotá,  Garagoa,  Tunja,  Gachalá,  Cabu- 
yaro  y  Chámeza) ;  Z,  30  ks.  (El  Común  á  Cogua  ! ) ;  ZZ,  85  ks.  (  Bogotá  á 
Facatativá!^. 

Como  se  ve,  estos  ramos  tienen  á  la  fecha  grande  importancia,  y  por  lo 
mismo  exigen  que  su  dirección  no  se  mire  como  cosa  secundaria,  confiada  á  ca- 
bezas de  segundo  orden  desde  el  punto  de  vista  de  inteligencia  é  instrucción,  sino 
al  contrario,  que  se  ponga  á  órdenes  de  individuos  notables  por  su  saber  y  capaci- 
dad. Es  seguro  que  al  haberse  obrado  de  ese  modo,  muchas  de  las  líneas  construi- 
das no  existirían,  pero  en  cambio  lo  estarían  otras  más  importantes  ;  no  existiría 
la  actual  absurda  clasificación  de  líneas  que  se  mezclan  y  cortan,  siendo  unas  de 
un  solo  alambre  de  pocos  kilómetros,  y  otras  de  varios  alambres  de  muchas 
leguas,  sino  que  se  habría  dividido  el  conjunto  en  sectores,  y  por  consiguiente 
de  un  modo  más  racional.  Además,  telégrafo  y  correo  estarían  sirviendo  con  po- 
deroso empuje  á  la  estadística  y  climatología  del  país,  puesto  que  todos  los  días 
podría  obtenerse  boletín  del  estado  general  de  caminos,  cosechas  y  aspecto  de  la 
atmósfera,  para  indicar  la  probable  marcha  de  las  tempestades,  lluvias  &c.  &c., 
como  se  usa  en  todo  país  civilizado.  Grandes  serán,  pues,  las  ventajas  derivadas 
del  cuantioso  gasto  que  demandan  estos  ramos,  el  día  que  los  veamos  dirigidos 
por  hombres  que  conozcan  á  fondo  las  condiciones  y  necesidades  del  país  y  po- 
sean la  ciencia  necesaria  para  tan  alto  puesto. 


79^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


carecen  de  oficina  telegráfica,  mientras  en  otras  regiones  hasta  el 
más  insignificante  municipio  g'oza  de  tal  merced.  Las  citadas  líneas 
se  confunden,  pues,  con  las  divisiones  que  hicimos  en  la  red  cami- 
nera del  país,  y  bien  que  haya  mejorado  bastante  el  ramo  como  el 
de  correos,  á  que  está  íntimamente  unido,  aun  falta  mucho  que  ha- 
cer para  darle  los  caracteres  que  presenta  en  las  naciones  civili- 
zadas. 

*  Duele  al  patriotismo  de  todo  colombiano  tener  que  ocuparse 
en  el  ^%\in\.o  ferroviario^  por  cuanto  el  cuadro  que  se  trace  es  negjo 


•  Por  hoy  cuenta  el  país  con  90  leguas  de  ferrocarril,  sin  incluir  las  15 
que  mide  el  de  Panamá,  extensión  que  $e  reparte  entre  doce  empresas  comprome- 
tidas unas  á  construir  200  más,  como  se  expresa  en  seguida,  indicando  entre  parén- 
tesis el  número  de  leguas  que  aún  faltan  en  cada  línea,  i.*  Qúcuta  (á  Puerto  Vi- 
Uamizar  por  un  lado  y  á  San  Antonio  por  otro:  14  leguas). — 2^  Santamaría:  de 
Santamarta  á  Cerro  de  San  Antonio,  puerto  en  el  Magdalena  (32  leguas),  cons- 
truidas S,  ó  sea  de  la  primera  á  Riofrío. — -j.*  Sabanilla :  de  Barranquiíla,  en  el  río 
Magdalena,  al  puerto  Colombia  (5^  leguas). — ^.*  Cartagen'i :  de  Cartagena  á 
Puerto  Nártez  íGoenaga),  sobre  el  Magdalena  (21  leguas),  por  Mahates. — J.*" 
Cauca:  de  la  Buenaventura  a  Cali  (20  leguas),  habiendo  en  servicio  apenas  7, 
¿  partir  del  puerto. — 6.*"  Girardot :  de  ese  lugar  á  Sabana  de  Bogotá  (25  leguas) 
por  el  Apulo,  aunque  sólo  hay  12,  es  decir,  del  Magdalena  á  San  Joaquín. — 7.* 
Li  Salhina^  que  mide  8  leguas  de  Facatativá  á  Bogotá,  faltando  4  en  ramales  á 
Los  Manzanos  y  Barroblanco.— á*.*  Zipaquirá  :  de  la  capital  á  ese  lugar  (11  le- 
guas).—9.*  /^  Dorada^  en  Honda,  para  silvar  los  rápidos  y  vueltas  peligrosas 
del  rio,  pero  no  extisten  en  servicio  sino  5|  hasta  la  María — /o.*  Antioqnia^  de 
Puerto  Birrio,  en  el  río,  á  Medellin  (40),  bien  que  no  están  hechas  sino  ii^,  in- 
mediatas al  primer  lugar. — z/".*  Sur\  de  Bogotá  á  Fusagasugí,  pero  no  hay  sino 
3,  ó  sea  hasta  Tequendama.  Y  en  fin,  /-í.*  El  Tolima:  de  Girardot  á  Ibagué,  pero 
sólo  está  construida  una  legua  hasta  el  Espinal.  Lis  líneas  de  Bogotá  á  Guaduas 
y  de  Puerto  Wilches  á  Bucar^imanga,  yacen  abandonas  y  en  ruinas  los  kilómetros 
construidos.  En  cambio  en  Nipipi,  entre  los  pantanos  del  Chocó,  una  Compañía 
minera  alemana  acaba  de  construir  pira  su  servicio  una  línea  de  casi  diez  leguas 
de  longitud. 

En  proyecto  existen  las  líneas  de  Cúcuta  al  Magdalena  por  Arrepentidos 
y  Babali,  ó  sea  pjr  zona  que  íntegramínle  puede  dar  migníficos  produ:tos  para 
li  exportación  ;  de  BucaramingA  al  Magdalena  por  el  Lebrija;  de  Birbacoas  á 
Pasto;  de  Bjgotá  al  Miglalena  pir  el  Rionegro;  y,  sobre  todo,  el  intercontinen- 
tal, que  surca  á  l^auam'i,  cruza  el  Atrato  y  el  Sinii,  atraviesa  á  Antioquia  y  por 
el  valle  del  Cauca  sigue  á  Pasto  y  al  Ecuador,  con  ramal  que  del  valle  del  Cau- 
ca pasa  á  Cúcuta,  Bogotá  y  Venezuela:  esta  vía,  la  más  útil,  q-iedaria  luego  con 
los  ramales  de  Cúcuta  al  Siní,  de  BDgotá  al  Llano  y  de  Honda  á  Garzón :  esto 
es  por  ahora  un  sueño,  pero  si  se  realizara,  instantáneamente  transformaría  la 
faz  del  país.  Coma  se  ve,  m  es  escaso  el  entusiasmo  por  los  ferrocarriles,  sólo  que 
las  corrientes  no  se  hin  encauzado  bien.  En  vano  distinguidos  ingenieros  han  de- 
mostrado que  Colombia  no  puede  construir  ferrocarriles  verdaderos,  por  cuanto  el 
tráfico  que  permite  el  estado  actual  del  país  no  remuneraría* debidamente  los  ca- 
pitales invertidos  en  esas  empresas,  innecesarias  además  ya  que  ferrocarrlies  eco- 
nómicos bastan  y  sobran  á  nuestro  incipiente  comercio,  con  la  ventaja  de  poderlos 
construir  á  $4o,ooo  por  legua,  en  vez  de  %  203,000  que  exige  el  otro  sistemí,  y 
aun  á  menos  en  cierta  zona  si  el  material  de  la  vía  se  fabrica  en  La  Pradera  :  en 
la  rica  Sabana  de  B:)gotá  apenas  hay  al  año  5  pasajeros  por  i  habitante  t !),  y  el 
Ferrocarril  de  la  Sabana  ha  probado  perentoriamente  que  si  las  vías  férreas  au- 
mentan el  tráfico  local  donde  ya  existe  alguao,  son  impotentes  para  crear  comer- 
cio don  le  él  no  existe.  En  este  ferrocarril.a  1  terminar  el  siglo  pasado  se  trans- 
portaban en  el  año  630,000  pasajeros,  iS,ooo  cabezas  mayores  y  72o,ooo  bultos  (de 
exportación  apenas  20,000,  que  no  producían  sino  $  330,000  y  exigían  $  220,000 
de  gastos  ! )  La  guerra  hixo  aumentra  las  tarifas,  pero  el  tráfico,  lo  mismo  que  en 
el  Ferrocarril  del  Norte,  ha  disminuido  muchísimo,  y  no  se  recoge  lo  suficiente 
para  reponer  el  material  deteriorado. 

Razón  es  esta  poderosísima  para  afirmar  que  los  ferrocarriles  que  el  país 
necesita  para  su  ulterior  progreso,  es  decir,  para  crear  vida  que  no  existe,  sean  de 


Nueva  Geografía  de  Colombia  799 


en  demasía  si  se  respeta  la  verdad.  En  la  actualidad  existen  cons« 
tru(das  cinco  líneas  que  pueden  mirarse  como  completas,  y  ocho  más 
que  miden  220  kilómetros  de  los  760  que  deben  tener;  en  las  prime- 
ras hay  que  observar,  sin  embarg^o,  que,  exceptuando  la  de  Panamá, 
las  otras,  en  rigurosa  verdad,  tampoco  son  bien  completas,  aun  cuan- 
do las  de  Cartagena,  Barranquilla,  Cúcuta,  Honda  y  la  Sabana 
llenen  más  ó  menos  el  fin  que  se  buscaba  al  construirlas ;  deesas 
vías,  Panamá  mueve  al  año  casi  300,000  toneladas,  y  las  otras, 
que  tienen  extensión  cuatro  veces  mayor,  apenas  alcanzan  con  su 
tráfico  amover  un  millón  de  pasajeros  y  otro  de  toneladas.  Tene- 
mos en  construcción  12  líneas,  sin  contar  á  Panamá;  y  ocurre  pre- 
guntar :  ¿  Esos  kilómetros  de  ferrocarril  son  verdaderamente  útiles 
al  país  ?  No,  por  cuanto  jamás  se  ha  pensado  aquí  en  establecer 
un  sistema  racional  de  red  ferroviaria  del  que  hagan  parte  los  tro- 
zos que  se  construyan  buscando  la  mayor  utilidad  general  y  no 
la  local,  que  es  ahora  el  elemento  que  prevalece  en  tales  asuntos. 
Esto  en  primer  lugar,  que  en  segundo  viene  el  gravísimo  error  de 
no  escogerse  nunca  tipos  adecuados  al  país,  y  aun  en  los  elegidos 
no  imponer  un  sólo  sistema  y  patrón,  de  suerte  que  concluidos 
puedan  convertirse  en  red  continua  para  el  tráfico,  sin  trasbordos 
ni  tropiezos.  Completa  ^^1  cuadro  un  hecho  por  demás  significativo: 


vía  angosta,  que  no  presupone  el  sacriñcio  de  tan  grandes  sumas  de  dinero.  Locura 
económica  y  ñasco  comercial  son  las  vías  de  la  Costa  al  río  Magdalena,  puesto 
que  el  comercio  del  interior  lo  único  que  necesita  es  la  apertura  de  las  bocas 
del  río,  obra  fácil,  y  que  no  se  ha  realizado  por  celos  de  las  localidades  vecinas, 
que  arguyen  peligros  militares  que  no  existen  sino  en  el  bolsillo  de  ciertos  ne« 
gociantcs ;  lo  cual  permitirá  la  entrada  de  buques  de  gran  calado  hasta  Taca« 
mocho.  Atrás  queda  dicho  lo  que  hay  cuanto  á  los  ferrocarriles  de  Puerto  Be« 
rrío  y  la  Buenaventura.  Por  lo  que  hace  al  de  Girardot,  es  sin  duda  la  gran 
vía  para  el  país,  porque  en  seguida  sin  tropiezos  puede  acercarse  al  Chaparral  y 
luego  unirse  al  de  la  Buenaventuta  y  prolongarse  á  Cabuyaro :  la  República  tie- 
ne dos  costas,  pero  necesita  tres  frentes,  y  ese  ferrocarril,  además  de  ser  el  pri- 
mero desde  el  punto  de  vista  comercial,  por  las  regiones  que  cruza  y  las  relacio- 
nes en  que  ellas  están  con  las  vecinas,  por  los  saltos  de  Honda  y  Virginia,  &c., 
«s  indispensable  para  conservar  la  integridad  nacional  y  constituye  la  verdade- 
ra base  de  la  red  ferroviaria  del  país,  base  claramente  marcada  por  la  natura- 
leza :  hecho  á  la  Decauville,  no  costará  más  de  5  millones,  jamás  podrá  hacerle 
competencia  ni  aun  el  río  Magdalena,  y  con  él  será  posible  la  inmigración  sin 
gravámenes  para  el  Tesoro  publico,  por  cuanto  en  breves  horas  los  recién  veni- 
dos estarán  en  climas  tan  sanos  como  feraces,  y  de  Bogotá  al  mar  el  viaje  se  ha- 
rá en  dos  días. 

Si  de  los  ferrocarriles  pasamos  á  los  caminos  (7,rKx>  Igs  ),  lo  primero  que 
llama  la  atención  es  el  modo  absurdo  como  se  invertía  la  renta  que  ellos  pro- 
ducían :  el  de  Bogotá  á  Honda  daba  cada  año  más  de  $  200,000  con  peajes 
enormes  ;  pues  bien,  de  esa  suma  apenas  $  25,000  se  gastaban  en  la  vía  (menos 
de  $  1,000  p  r  legua!),  y  Cundinamarca  pretendía  con  80,000  atender  á  todossus 
caminos  !  ¿Qué  de  extraño  tiene  que  hoy  nos  encontremos  sin  vías  de  comunica- 
ción, pues  tal  nombre  no  merecen  las  sendas  donde  en  invierno  se  expone  la  vida 
á  cada  paso?  liase  recargado  la  importación  con  un  fuerte  derecho  (25  °/q)  que 
de  sobra  comp  nsa  el  producto  de  los  antiguos  peajes,  y  como  éstos  tenían  como 
principal  propósito  la  composición  de  los  caminos,  en  ellos  debiera  gastarse,  si 
no  todo,  sí  en  cantidad  suficiente,  el  i5  por  100  á  lo  menos,  debiendo  disponer  la 
ley  se  invirtiese  en  los  caminos,  con  obligación  los  Departamentos  de  publicar 
la  cuenta  de  tal  inversión,  como  que  los  dueños  de  arrias  con  frecuencia  exageran 
el  mal  estado  d¿  los  caminos  para  aumentar  los  fletes,  que  son  enormes  en  cier- 
tas vías  (Facatativá  á  Honda  $  14  por  18  leguas! — en  1S90;  hasta  40  en  oro  en 
la  actualidad) ;  y  con  esos  datos  sabría  el  público  á  qué  atenerse. 


8oo  Nueva  Geografía  de  Colombia 


no  se  ha  elegido  la  vía  ancha  por  ser  demasiado  costosa,  ni  la  angfos- 
'  ta  diz  que  porque  no  sirve  al  tráfico  (!)  en  grande,  y  se  ha  optado  por 
'  un  término  medio  absurdo  que  resulta  tan  caro  de  construir  como 
el  primero,  y  tan  incompleto  como  el  segundo,  puesto  que  ni  la  ve- 
locidad normal  se  estipula  en  más  de  1 5  kilómetros  por  hora,  ni  las 
vías  pueden  soportar  objetos  que  excedan  de  cierto  peso.  Nos  lla- 
mamos civilizados,  el  tesoro  publico  presta  auxilio  cuantioso  á  todas 
estas  empresas,  y  aun  carecemos  de  legislación  completa  y  racio- 
nal sobre  tan  importante  asunto,  en  el  cual  todos  los  días  se  incurre 
en  inmensos  desaciertos,  en  especial  en  contratos  ruinosos  con  ex- 
tranjeros de  indusMa,  celebrados  de  seguro  con  toda  la  buena  vo- 
luntad posible,  pero  indisculpables  por  cuanto  tampoco  se  han  consti- 
tuido cuerpos  consultivos  que,  si  se  estiman  convenientes  en  Europa, 
aquí  son  de  absoluta  necesidad  ;  pero  cuerpos  formados  por  hom- 
bres que  entiendan  el  asunto,  que  conozcan  el  país,  que  tengan  in- 
dependencia de  carácter  y  no  lleven  parte  en  los  contratos. 

Debe  reflexionarse  en  que  nuestra  topografía  tiene  caracte- 
res tan  sui  génei  i's,  que  el  ascenso  de  cada  cien  metros  ha  costada 
algo  más  de  medio  millón  de  pesos  en  nuestras  carrileras,  y  que 
aún  no  existe  ninguna  que  haya  podido  salvar  una  de  nuestras  cresterías, 
¿  Por  qué  no  imitar  á  la  Argentina  y  Chile,  que  en  su  línea  trans- 
continental  han  cruzado  la  cordillera  con  un  simple  decauville  ? 


Ante  todo  interesa,  al  revés  de  lo  que  opina  el  mayor  número,  centralizar 
con  mano  vigorosa  los  caminos,  aunque  partiéndolos  en  secciones  administradas 
bajo  su  responsabilidad  por  juntas  ó  contratistas,  ya  que  los  municipios,  ó  son 
los  que  menos  se  interesan  en  la  conservación  de  sus  caminos,  ó  pretenden  aten- 
derlos todos  á  un  tiempo,  para  lo  cual  cada  año  gastan,  en  la  buena  estación, 
cuanto  tienen  en  llenar  los  hoyos  que  al  próximo  invierno  serán  más  peligro- 
sos lodazales.  Así  centralizados,  en  cada  zona  convendría  un  ingeniero  en  cons- 
tante movimiento,  con  obligación  de  ordenar  reparos  y  varíenles  y  de  levan- 
tar el  plano  de  las  vías  y  amojonarlas  con  postes  kilométricos,  y  una  sección  de 
buenos  montañeses  antioquefios  ó  santandereanos,  jornaleros  bien  pagados,  tam- 
bién movibles  y  destinados  á  construir  los  puentes  y  hacer  las  reparaciones  más 
'difíciles,  á  partir  de  las  vías  madres,  con  lo  cual  se  obtendrían  grandes  eco- 
nomías, puesto  que  uno  de  esos  obreros  equivale  á  tres  ó  cuatro  peones  ordina- 
rios. Y  esas  juntas  dispondrían  el  modo  como  los  Municipios  apliquen  sus  pro- 
pios recursos,  empezando  por  la  vía  que  más  interesase  al  común  y  no  á  los  mag- 
nates, como  es  uso  entre  nosotros.  Y  aun  seria  útil  que  las  refecciones  no  se 
hiciesen  sino  á  contar  del  segundo  kilómetro,  trabajando  porque  el  primero  fuese 
compuesto  por  todos  los  vecinos  en  una  ó  dos  horas  de  labor  el  día  festivo,  des- 
pués de  misa,  animados  por  el  párroco,  y  que  durante  ese  rato  de  trabajo  los 
maestros  diesen  lecciones  agrícolas  á  niños  y  mujeres.  Quiera  Dios,  en  beneficio 
del  porvenir,  que  el  asunto  caminos  sea  atendido  como  lo  merece,  ya  que  sólo 
él  puede  salvar  á  Colombia  del  abismo  que  de  otro  modo  le  traerá  la  competen- 
cia de  los  demás  países  tropicales 

Réstanos  hablar  del  Catial  interoceánico.  Esta  obra,  que  se  ha  querido 
equiparar  malamente  en  importancia  al  de  Suez,  no  tiene  sino  un  interés  ame- 
ricano, y  el  Nuevo  Mundo  dista  mucho  de  ser  lo  que  es  el  Viejo  Continente. 
Con  el  andar  del  tiempo  las  cosas  habrán  mejorado,  pero  por  lo  pronto  (1S98), 
nos  explicamos  perfectamente  que  Europa  no  quiera  gastar  más  sumas  en  abrir 
ese  foso,  que  en  verdad  no  interesa  sino  á  los  Estados  Unidos.  Por  esta  razón  de- 
searíamos que  la  República  del  Norte  optara  por  la  vía  de  Nicaragua,  pues  si  á 
ésta  toca  abrir  el  de  Panamá,  nuestra  autonomía  sufrirá  rudísimo  golpe  sin  ven- 
taja ninguna:  el  oro  que  nos  lleguen  á  dar,  si  es  que  lo  vemos,  volverá  á  esca- 
pársenos á  cambio  de  algunas  lajadas  de  fnelónqn^  tan  fácil  les  será  procurarse  en 
el  Istmo.  Y  si  luego,  por  desgracia,  á  algún  yanqui  toca  descubrir  el  rincón  de 
Jos  placeres  auríferos  del  Chocó,  puede  juzgarse  lo  que  sucederá  á  Colombia..-.. 


NUBVA  (iEOGRAf/a  de  COLOMIU 


¿  Por  que  no  iplicar  este   sistema  á  Colombia  ?  ¿  Por  qué  pensar 
todavía  en  ferrocarriles  costosos  de  Bogotí  al  Llano,  6  de  Bogotá 


8o2  Nueva  Geografía  de  Colombia 


al  Norte,  atravesando á  Santander?  ¿  Acaso  las  naciones  más  civu 
lizrdas  no  han  construido  ferrocarriles  económicos  para  sus  zonas 
pobres  ?  ¿  Se  ha  meditado  en  los  pclig^ros  que  aparejaría  para  la 
salud  pasar  en  pocas  horas  de  Bogotá  á  Honda,  y  viceversa? 

Y  lo  dicho  de  los  ferrocarriles  se  aplica  en  g^eneral  á  los,  cami- 
nos ;  aun  no  hay  un  plan  general  acerca  de  ellos,  no  están  clasifi- 
cados por  la  ley  con  entera  precisión,  y  sin  embargo  todos  los  Con- 
gresos votan  cuantiosas  sumas  para  la  apertura  de  trozos  de  cami- 
nos sin  enlace  conocido,  de  suerte  que  jamás  se  obtiene  resultado 
satisfactorio ;  mientras  los  colombianos  no  se  convenzan  de  que  en 
estos  ramos  se  necesita,  como  en  ningún  otro,  calma  y  método,  no 
saldrá  el  país  de  la  postración  en  que  ha  vivido ;  la  ciencia  y  la  ex- 
periencia enseñan  que  primero  se  construyen  los  caminos  más  impor- 
tantes, y  no  empezando  por  lo  difícil  sino  por  lo  más  sencillo  y  ba- 
rato ;  si,  por  ejemplo,  los  miles  gastados  en  la  casi  inútil  carretera 
de  Facatativá  á  Agualarga,  se  hubiesen  empleado  en  la  de  Honda  á 
Villcta,  pronto  se  habría  construido  ésta,  facilitando  la  exportación 
á  valiosa  zona,  y  con  sus  mismos  productos  ya  estaría  terminada, 
con  dos  ventajas :  la  primera,  haber  obtenido  á  hueh  precio  mate- 
rial resistente  para  hacer  la  zona  de  la  alta  montaña,  más  larga  y 
donde  éste  no  se  consigue ;  y  la  segunda  que  cada  legua  de  carre- 
tera habría  aprovechado  á  muchos  y  mejorado  el  flete  para  todos. 
Bien  sabemos  que  quien  combate  los  grandes  ferrocarriles  ad  hoc 
y  en  general  las  falsas  bases  que  en  punto  de  caminos  se  han  dado 
en  Colombia,  por  los  unos  es  llamado  loco  ó  mentecato,  ignorante  y 
aun  algo  más  por  los  otros;  pero  la  verdad  surgirá  algún  día,  y  en- 
tonces se  hará  justicia  al  necio,  que  para  todo  lo  en  este  mundo  lla- 
mado injusto,  llega  al  cabo  el  día  de  la  reparación,  por  lo  cual  ha- 
cemos constar  cuánto  hemos  combatido  desde  hace  20  años  eso  que 
ya  se  considera  camino  trillado  por  tantos  y  tantos  colombianos. 
Un  grueso  volumen  no  alcanzaría  á  contener  todo  lo  que  puede  de- 
cirse sobre  la  materia. 

G.  Comercio — Estudiado  el  país,  sus  productos  y  medios  de  lo- 
comoción, posible  es  analizar  el  comercio,  que  es  respecto  de  las 
naciones  lo  que  la  circulación  sanguínea  al  organismo  humano. 

A  raíz  de  la  Conquista,  poco  ó  nada  era  el  movimiento  mer- 
cantil, limitado  al  envío  de  lo  quitado  á  los  indios  y  á  la  introduc- 
ción de  artículos  de  absoluta  necesidad,  y  en  primer  término  clavos, 
barriles  de  aceitunas,  algunos  vinos  y  terciopelo  rojo,  según  lo  in- 
dican los  escasos  documentos  de  aquel  tiempo ;  pero  al  establecerse 
la  Audiencia  las  cosas  cambiaron,  y  bien  que  faltan  datos  para  cál- 
culos que  no  sean  aventuradísimos,  alguna  idea  permite  formar  del 
asunto  el  que  en  1620  ya  subía  á  27,000  en  oro  el  remate  sexenal  de 
los  derechos  de  puerto  en  el  río  Magdalena,  verdadera  aduana  de 
Bogotá  en  esa  época,  así  como  también  la  consideración  de  que  si 
bien  eran  pocos  los  españoles  venidos,  los  indios  y  mestizos  sentían 
ya  las  necesidades  de  la  civilización  superior  importada  por  aqué- 
llos, y  que,  por  lo  mismo,  señoreaba  rápidamente  el  país. 

El  comercio  colombiano  debiera  valer  hoy  45  millones  por  sólo 
producciones  agrícolas,  y  éstas  apenas  alcanzan  á  13,  ó  sea  algo 
más  del  tercio  de  ese  guarismo,  el  cuarto  completo  si  prescindimos 


Nueva  Geografía  de  Colombia  803 


de  los  productos  naturales  de  nuestros  bosques  y  de  los  de  la  ga- 
nadería, que  en  verdad  no  deben  entrar  en  el  cálculo. 

Ahora  volvamos  los  ojos  al  pasado  :  á  fines  del  siglo  xviii  y 
principios  del  xix,  cuando  España  permitió  el  libre  comercio,  las  ex- 
portaciones de  Colombia,  entonces  poblada  por  menos  de  un  millón 
de  almas,  ascendían  á  2|  millones  ($  2-50  por  cabeza),  de  ellos 
800  mil  en  frutos  nacionales  (carey,  algodón,  cueros,  ganados,  ma- 
dera, &c.),  que  correspondían  á  $  0-80  por  cabeza,  ó  algo  más  si 
se  descuenta  la  población  minera,  que  ascendía  á  unas  50,000  per- 
sonas. Ahora  bien  :  la  guerra  de  Independencia  arruinó  ese  flore- 
ciente comercio,  puesto  que  de  1830  á  1840  disminuyó  hasta 
1.100,000  sin  pasar  de  2.500,000,  guarismos  en  que  unas  veces,  la 
mayor  parte,  otras  casi  el  total  íntegro,  correspondía  á  los  produc- 
tos de  la  minería.  Más  adn  :  de  1840  á  1850  la  exportación  de  fru- 
tos no  e.xcedía  de  600  á  700,000  con  población  dupla  de  la  de 
principios  del  siglo  xix.  En  1873,  cuando  había  3  millones  de  co- 
lombianos y  por  vez  primera  pasó  de  10  millones  la  exportación,  el 
valor  de  los  frutos  naturales  no  fue  sino  de  y\  (de  los  que  5|  co- 
rrespondían al  café,  la  quina  y  el  tabaco,  cuya  explotación  princi- 
pió en  la  Colonia),  que  corresponden  á  $  2-40  por  cabeza.  En 
1890,  á  5.4  millones  de  la  minería  se  unen  15  de  frutos,  y  de  ellos 
sólo  6  representados  por  el  café,  el  tabaco  y  los  cueros  ;  estos  15 
millones,  repartidos  entre  3.4  de  habitantes,  dan  promedio  de  $  3.5 
por  cabeza.  Los  Virreyes  calculaban  en  3  millones  el  aumento 
anual  de  la  riqueza  del  país,  ó  sea  á  razón  de  $  3  por  individuo. 
¿  Aumenta  hoy  en  quince,  como  era  natural  ?  Ni  aun  la  mitad  de 
esta  cifra  alcanzamos,  y  el  precio  de  los  víveres  no  es  cinco  veces, 
sino  de  8  á  10  mayor  que  en  esa  época  :  al  decir  5,  incluímos  20  por 
100  como  disminución  del  valor  adquisitivo  del  dinero,  bien  que  no 
llegue  ni  con  mucho  á  ese  índice.  Todos  reconocen  que  progreso 
y  civilización  deben  ser  sinónimos  de  mejoramiento  en  las  condi- 
ciones de  la  vida,  sobre  todo  para  la  masa  comdn,  y  como  éstas 
eran  superiores  en  otras  épocas,  es  claro  que  el  régimen  económi- 
co implantado  después,  no  ha  correspondido  en  la  práctica  á  lo  que 
supusieron  sus  adeptos. 

Veamos  esto  con  algunas  cifras.  Por  períodos  y  en  millones 
se  hallan  en  seguida  resumidos  los  valores  de  la  importación  y 
exportación,  con  su  promedio  anual,  después  de  la  división  de  la 
Gran  Colombia,  tal  como  resultan  de  los  datos  oficiales. 


Época» 

Importación, 

Promedio. 

Exportación. 

Promedio. 

Comercio  graL 

30  á  40  (1 

[O  añoj) 

24 

2.4 

19 

'•9 

43 

40  á  50 

(id.) 

25 

2.5 

20 

2 

45 

50  á  60 

(id.) 

31 

3.1 

36 

36 

67 

60  á  70 

(id.) 

48 

4.8 

49 

4.9 

97 

60  á  80 

(id.) 

90 

9.0 

lio 

II.O 

200 

80  á  86 

I6i) 

66 

10.4 

95 

15.0 

161 

87  á  91 

(5) 

60 

12.0 

79 

15.8 

139 

92  á  98 

(^J) 

102 

17 

"5 

19.1 

217 

Total 

446 

56 

523 

6.6 

869 

So4  NuxvA  Geografía  de  Colombia 


Es  entendido  que  á  partir  de  1886  hemos  hecho  la  reducción 
de  los  valores  exportados,  computando  la  rata  del  cambio  del  pa- 
pel moneda  al  oro. 

£1  anterior  cuadro,  halagador  á  primera  vista,  en  el  fondo 
no  es  realmente  exacto.  ¿  Por  qué  ?  Porque  los  documentos  oficia- 
les que  han  servido  para  formarlo,  además  de  incompletos  é  inco- 
rrectos á  veces,  olvidan  siempre  el  cambio  con  el  Extranjero,  ele- 
mento ó  factor  imprescindible,  y  sin  embarg-o  jamás  tomado  en 
cuenta  por  nuestra  estadística.  En  efecto,  supongamos  un  cambio  6 
premio  de  letras  al  20  ^/^  y  la  importación  de  una  suma  A  en 
mercancías :  claro  está  que  las  fábricas  que  la  despachan  no  po- 
drán cargarle  otro  valor  que  el  de  sus  tarifas  y  en  la  moneda  de 
su  país,  única  en  que  harán  la  venta,  y  esa  será  la  cifra  que  decla- 
ran las  facturas  y  figura  como  importada.  Ahora  bien  :  á  la  vista 
salta  que  en  esta  cifra  habrá  error  si  la  moneda  del  país  que  com- 
pra tiene  menos  precio  que  la  de  aquel  donde  se  compra,  ó  bien  si 
el  envío  de  esa  moneda  presupone  grandes  gastos,  porque  en  am- 
bos casos  el  país  que  paga,  si  bien  al  extranjero  no  paga  sino  la 
suma  A,  esa  suma  le  cuesta  A-l-20  ^/q,  y  por  consiguiente  en  ese 
20  °/jj  será  preciso  aumentar  el  valor  de  la  importación,  ya  que  el 
comercio  no  puede  prescindir  de  él :  lo  paga  el  consumidor,  y  no  es 
otra  cosa  que  el  tributo  ó  interés  que  los  países  pobres  ó  deudores 
pagan  á  los  ricos  ó  acreedores.  Con  este  dato,  que  nunca  hemos 
comprendido  cómo  pudo  olvidarlo  nuestra  estadística,  el  cuadro 
anterior  se  transforma,  la  supuesta  superioridad  de  la  exportación 
se  anula  y  queda  muy  por  debajo  de  la  importación  :  este  crédito 
en  contra  del  país  ¿  cómo  se  ha  saldado  ?  :  con  el  envío  de  nues- 
tro metálico  en  condiciones  que  no  siempre  figuran  en  los  docu- 
mentos  oficiales,  que  tampoco  registran  las  fuertes  sumas  remitidas 
al  Extranjero  para  el  pago  de  la  deuda  exterior,  y  que  algunos 
años  alcanzaron  hasta  un  millón  ó  más,  sin  contar  las  llevadas  por 
los  extranjeros,  &c. 

Lo  antes  dicho  hace  luz  en  el  asunto  y  aclara  el  porqué  del 
agotamiento  de  nuestro  numerario,  ó  sea  del  nugatorio  progreso 
del  país.  Este  fue  el  grito  incesante  de  los  Virreyes  y  primeros 
Ministros  de  Hacienda  :  en  184S  Lino  de  Pombo  estimaba  á  lo  me- 
nos en  $  500,000  la  exportación  clandestina  de  numerario ;  y  la 
holgura  que  se  notó  de  1850  á  1865  no  se  debió  á  las  libertades  de 
cierta  escuela,  como  es  comiín  suponerlo,  sino  á  medidas  anterio- 
res que  permitieron  en  1848-49  la  introducción  de  fuertes  sumas 
en  monedas  extranjeras  (2|  millones  en  4  años),  que  surtieron  el 
mercado  y  permitieron  eficaz  progreso  en  el  país,  á  lo  cual  sin  duda 
contribuyó  el  arreglo  del  comercio  libre  de  metales  (1846),  de  los 
derechos  de  aduana,  y  transitoriamente  la  libertad  del  cultivo  del 
tabaco,  el  que  en  1857  produjo  5  millones  de  kilogramos,  ó  sea 
aumentó  en  unos  3  sobre  la  anterior  cosecha  anual,  manteniéndose 
como  buen  artículo  de  negocio  hasta  1880,  en  que  lo  reemplazó  la 
quina  por  algunos  días ;  la  desaparición  de  los  dos  dejó  el  campo 
al  café,  sin  aumentar  su  producto  de  un  modo  notable.  En  virtud 
de  lo  dicho,  calculamos  el  9°/^  de  premio  para  el  cambio  de  1830 
á  1840,  el  i2®/o  de  1840  á  1850,  el  4°/^  de  descuento  de  1850  á 
1860,  el  10*^/0  de  premio  de  1860  á  1870,  el  15°/^  de  1870  á  1880, 


Nueva  Geografía  de  Colomiia  805 


-el  30°/o  de  80  á  86,  y  el  6o°/o  hasta  1893,  y  luego  cifras  fabulo- 
sas,  signo  de  época  anormal,  puesto  que  llegó  á  pasar  del  5,000  en 
190 1,  y  no  bajará  del  2,000  en  muchos  años,  cifras  en  que  incluí- 
mos tanto  el  cambio  respectivo  como  los  crecidos  derechos  anti- 
guos del  transporte  de  la  moneda. 

A5Í0S  1S30,40-1840,50-1860,60-18(K),70-1870,80. 1830,86-1887,91 

Importación 24        25        31        48  90        66        60 

Id.  corregida 26        2S        30        53         104        86        96 

En  vista  de  esos  niímeros,  tenemos  que  hasta  1898  realmen 
te  no  se  han  importado  446  sino  525  millones,  que  con  el  contra- 
bando (7°/o) — enorme  en  ciertas  costas  y  fronteras — y  un  cálculo 
moderado  para  suplir  las  deficiencias  de  la  estadística  oficial,  as- 
cenderán á  570,  dejando  así  un  déficit  de  muchos  millones  que  no 
ha  podido  cubrirse  en  gran  parte  smo  con  metálico,  á  lo  cual  hay 
que  agregar  que  en  los  30  últimos  años  las  exportaciones  que  indi- 
can las  estadísticas,  vienen  siendo  menos  y  menos  exactas  cuanto  á 
valor,  á  causa  de  la  generalización  creciente  del  aseguro,  para  el 
que  se  acostumbra,  como  es  natural,  suponer  precio  bastante  alto  á 
los  artículos,  uso  que  suponemos  también  existe  en  cierto  género 
de  importación,  por  lo  cual  pensamos  puede  compensarse.  Ahora 
bien  :  para  que  no  haya  exageración  en  ningún  caso,  rebajemos 
hasta  1890  el  déficit  apuntado  á  55  millones,  y  á  esto  agreguemos : 
50  á  que  sube  la  moneda  exportada  como  tal  de  1830  a  1890,  36 
por  exportación  del  siglo  pasado  á  sólo  1.8  por  año,  18  en  idénti- 
cos términos  para  los  10  primeros  años  del  siglo  xio,  y  50  para  los 
20  siguientes,  en  que  la  prohibición  de  exportar  víveres,  la  dificul- 
tad de  negociar  otros  artículos,  y  la  salida  de  capitales  debió  au- 
mentar el  promedio  anual  (sólo  suponemos  ^millón  más),  y  tendre- 
mos un  total  de  200  millones  en  números  redondos,  los  cuales  he- 
mos de  restar  de  183  amonedados  en  el  país  y  aumentados  con  25 
en  que  puede  estimarse  la  introducción  de  monedas  extranjeras  y 
el  superávit  del  siglo  xviii,  resta  que  nos  da  8  millones  de  saldo. 
El  comercio  estimaba  en  1890  en  8  á  10  millones  la  cantidad  que 
en  metálico  existía  en  el  país,  suma  que  en  su  mayor  parte  tomó 
el  camino  del  Extranjero,  antes  de  la  última  guerra. 

Hace  iS  años  importábamos  15  millones,  que  con  elóo^j^  de 
cambio  de  letras,  dan  unos  24,  y  exportábamos  29,  que  se  reducían 
á  unos  24  á  25,  quedando  siempre  saldo,  pequeño  por  fortuna,  en 
contra  nuestra ;  de  esos  29  millones,  más  de  los  4  eran  metales  que 
•on  el  cambio  dan  cosa  de  6  millones,  y  los  25  eran  frutos  que  por 
la  misma  causa  (cambio  de  papel  por  oro)  se  reducen  á  19.  Más 
aún:  las  importaciones,  merced  á  la  facilidad  de  hacerlas  por  correo, 
aumentan  sin  cesar  de  un  modo  notable,  lo  cual  no  sucede  con  la 
exportación  (en  1897  pasó  la  importación  de  18  millones,  por  me- 
nos de  17  de  exportación).  Resumiendo,  tendremos  que  nuestro  co- 
mercio extranjero  vale  en  números  redondos  55  millones  de  pesos 
(en  oro)  al  año,  computando  á  Panamá  y  el  contrabando,  ó  sea  unos 
^  12  por  cabeza  anuales,  á  $  i  mensual,  ó  lo  que  es  lo  mismo  á  2 
millones  por  mes  (hace  70  años,  valor  total  de  las  exportaciones), 


NinvA  Geografía  de  Colombia 


y  (  70,000  diarios  (casi  20  centavos  por  cabeza),  lo  cual  es  justa- 
mente la  décima  parte  del  tráfico  interior.  Podemos,  pues,  sin  exa- 
geración ning-una,  suponeren  i  millón  (en  oro)  diario  el  movimiento 
mercantil  absoluto  del  país  (zS  centavos  por  cabeza);  con  todo, 
no  estimamos  haya  progreso  efectivo,  puesto  que  en  las  naciones 
ricas  la  existencia  en  metiltco  sube  i  $  20-$  25  por  cabeza,  y  aquí 
no  pasa  de  i ;  por  el  alto  premio  del  cambio,  de  que  no  es  respon- 


Fignni  I09— El  Ruiz  visto  del  lado  de  Manitales— De  rot<^rafía 


NincvA  Geografía  de  Colombia  807 


sable  el  papel  moneda  sino  en  pequeña  par*e,  y  data  ya  de  tiempo 
atrás,  y  por  la  reducida  cifra  de  nuestra  exportación  agrícola.  En 
efecto,  ésta  en  70  años  no  alcanza  sino  á  200  millones  del  total  de 
la  exportación,  de  ellos  60  suministrados  por  la  selva  virgen,  por 
lo  cual  los  agricultores  colombianos  no  han  producido  sino  140;  y 
como  según  fórmulas  usuales,  de  1830  á  1899  han  vivido  en  el  suelo 
patrio  algo  más  de  45  millones  de  colombianos,  tenemos  que  no 
resultan  sino  $  3  por  cabeza  como  producción  media,  en  tanto  que 
el  consumo  en  idéntica  forma  sube  á  $  10  como  mínimum,  cifra 
mucho  menor  antes  de  1850  y  casi  doble  la  ultima  década.  Ahora 
bien  :  imagínese  cuál  sería  la  situación  del  país  sin  los  productos 
de  las  minas,  y  dígase  si  los  Virreyes  fueron  ó  no  hombres  de  no- 
table visión  económica,  >  si  el  Gobierno  español  era  buen  ó  mal 
administrador.  A  lo  dicho  agregúese  que  Venezuela,  antes  de  18 10, 
con  menor  población,'exportaba  4  millones  en  productos  agrícolas, 
contra  $  6oo,ocx)  Colombia;  que  de  1832  á  1833  la  renta  de  adua- 
ñas  de  aquel  país  pasaba  de  i  millón,  y  apenas  llegaba  á  la  mitad 
en  Colombia,  cuyo  movimiento  mercantil  era  inferieren  una  mitad, 
no  obstante  sus  minas  y  sus  500,000  habitantes  más.  En  la  actua- 
lidad esa  diferencia  no  ha  desaparecido  del  todo.  ¿  Abrirán  al  fin 
los  ojos  los  colombianos?  ¿Proporción  guardada,  no  nos  era  supe- 
rior entone  s  aun  el  mismo  Ecuador?  ¿  Fue  ó  no  racional  y  lógica 
la  división  de  la  Gran  Colombia,  y  estúpida  la  de  la  deuda  exterior? 

Otros  detalles  son  necesarios  á  este  respecto,  para  que  se  en- 
tienda mejor  el  punto;  pero  por  desgracia  son  pocos  los  datos  pu- 
blicados, y  á  ellos  vamos  á  referirnos.  En  la  época  del  Virreinato 
la  introducción  comprendía  especialmente  géneros  de  lujo,  vinos, 
muebles,  herramientas,  objetos  de  adorno,  &c.,  en  cantidad  de 
once  millones  en  1 784-88,  de  ocho  millones  en  1 789-93,  y  de  me- 
dio millón  en  la  mitad  de  1802,  esto  por  el  sólo  puerto  de  Carta- 
gena; de  donde  puede  deducirse  un  promedio  anual  de  %  i  .800,000, 
bien  que  á  juzgar  por  los  relatos  de  los  Virreyes,  hubo  en  ese  puer- 
to disminución  gradual  de  la  importación  desde  1 784  en  adelante,  á 
la  vez  que  aumentaba  por  otros ;  si  hacemos  una  proporción,  ten- 
dremos que  al  finar  el  siglo  xviii  la  importación  por  Santamarta 
era  el  tercio  de  la  de  Cartagena.  De  modo  que  si  á  estas  cifras  se 
agregan  los  escasos  datos  recogidos  para  el  comercio  de  Panamá, 
el  Chocó  y  Cücuta,  tendremos  una  importación  anual  de  2.03  mi- 
llones, de  cuyos  pormenores  hay  datos  numerosos  en  los  archivos. 
Declarada  la  Independencia,  el  desorden  producido  por  la  guerra 
fue  increíble,  aunque  su  magnitud  no  puede  valuarse  con  seguri- 
dad ;  pero  cuál  sería  ese  desastre,  nos  lo  dice  el  hecho  de  que  su- 
puestas las  rentas  públicas  en  3  millones,  al  separarse  la  Nueva 
Granada,  de  acuerdo  con  el  movimiento  mercantil  de  la  Colonia, 
y  rebajado  bastante  por  las  pérdidas  de  la  guerra,  todavía  resultó 
exagerado  ese  cálculo  en  cerca  de  un  millón  de  pesos,  ó  sea  había 
disminuido  el  comercio  mitad  por  mitad  de  lo  que  era  el  de  la  Co- 
lonia en  18 10;  hecho  plenamente  comprobado  por  otros  datos  que 
suministran  las  Repúblicas  vecinas  y  los  archivos  de  la  época. 

Reorganizado  el  país  en  1830,  los  datos  oficiales  son  incomple- 
tos por  la  libertad  de  importación  concedida  al  Cauca,  entonces 
completamente  arruinado  por  la  guerra,  puesto  que  fue,  junto  con  la 


3o8  NUBVA  GlOGRATIA  DI  COLOMBIA 


C«sta  Atlántica,  la  regalón  á  que  cupo  la  peor  parte,  con  la  sola  di- 
ferencia de  hallarse,  á  la  inversa  de  aquélla,  encerrada  entre  mon- 
tañas. En  largo  período  los  datos  precisos  escasean. 

La  década  de  1830  á  1840,  como  atrás  queda  dicho,  principia 
con  importaciones  de  2.65  y  2.3  millones,  los  cuales  repentinamente 
bajan  á  1.45  y  1.32  hacia  1832-34,  debido  á  la  separación  de  las 
tres  Repúblicas  y  á  las  guerras  civiles  que  entonces  asolaron  el  país. 
En  el  resto  de  la* década  hallamos  terminales  (34-35,  30-40),  de 
2.63  y  2.72,  lo  cual  acusa  aumento  de  comercio,  tanto  más  cuanto 
sube  á  3.31  en  35-36,  y  aunque  en  los  tres  años  siguientes  baja 
á  2.17,  torna  luego  á  ser  de  2.53  y  2.60.  Con  la  azarosa  época  de 
1840-41  vuelve  á  disminuir  la  importación  á  $  500,000;  pero  este 
dato  estadístico  oficial  es  inaceptable,  por  cuanto  los  rebeldes  en- 
tonces mantuvieron  algün  tiempo  importantes  aduanas  en  su  poder; 
y  tan  cierto  es  lo  dicho,  que  los  períodos  siguientes  dan  3.50,  3.42 
y  3,28.  Sintióse  entonces  el  resultado  de  la  lucha,  y  la  importación 
descendió  á  2.7,  y  paulatinamente  hasta  2. 10  (48-49),  mínimum  su- 
perior, con  todo,  al  de  la  década  anterior,  y  del  cual  sube  á  2.6  en 
1849-50.  En  el  tiempo  transcurrido  de  40  á  50  tenemos  por  tér- 
minos 3.1  y  2.4,  y  por  intermedios  3.3,  4,  3,  9,  2.30  (guerra  civil), 
4'i>  3'25,  1.98  (edad  de  oro  de  nuestro  comercio),  2.44  y  2.10;  es 
de  observar  que  desde  1855  las  importaciones  fueron  notablemente 
inferiores  á  las  exportaciones,  y  el  comercio  europeo  se  mostró  tri- 
butario del  nuestro.  Tal  fue  la  riqueza  acumulada  entonces,  que  sin 
gran  detrimento  sufrió  Colombia  la  larga  lucha  civil  de  61 ;  en 
1860-61  las  estadísticas  rezan  un  millón  como  importado,  cifra  erró- 
nea por  las  mismas  razones  dadas  para   1840-41 ;  de  1861-62,  á 
juzgar  por  los  datos  oficiales  y  otros,  fue  de  3.1,  y  de  3.5  en  62-63, 
y  de  3.2  en  63-64;  aunque  todas  estas  cifras  parecen  bajas,  tanto 
por  el  mucho  contrabando  de  la  época,  como  por  el  hecho  de  su- 
bir á  6.72  en  64-65  y  á  7.89,  5.52,  6.39,  7.25  y  5.84  en  el  resto  de 
la  década,  la  que  así  en  definitiva  acusa  aumento  de  2  millones 
para  las  importaciones  anuales.  Con  iguales  valores  principia  la 
siguiente  década,  para  acabar  masque  duplicándolos  (10.38  mi- 
llones), pues  en  ella  vemos  en  los  otros  años  8,  12.51  (en  72-73) 
II,  6.48,  7.32,  6.70,  8.70  y  I0.7r.'  En  fin,  de  80  á  fines  de  86  las 
importaciones  fueron  12.07,  12.35, 11.52, 9.92, 9.30  y  10.82,  siendo 
de  advertir  que  oficialmente  sólo  se  reconocen  2.96  en  84-85,  por 
la  ocupación  de  la  aduana  de  Barranquilla  algün  tiempo  por  los 
revolucionarios.  Hemos  hecho  el  cálculo  de  lo  entonces  importado, 
merced  á  informes  recogidos  en  aquella  ciudad.  De  1887  hasta 
91,  las  importaciones  son  8.71,  10.65,   ii-8i,  13.22  y  14.88,  ó  sea 
crecieron  sin  cesar,  y  como  en  estos  años  el  cambio  al  60  por  100 
los  aumenta  tanto,  tendremos  que  la  importación  de  91  costó  al 
país  24  millones,  pero  inferior  á  las  de  72-74  en  objetos  adquirí- 
dos,  á  la  vez  que  vale  casi  tanto  como  el  total  de  cada  una  de  las 
dos  primeras  décadas,  la  mitad  de  la  de  la  tercera,  el  cuarto  de  la 
de  la  cuarta,  el  tercio  de  la  del  período  80-86,  y  el  tercio  de  la  del 
transcurrido  de  87  á  90.  En  fin,  de  92  á  98  esas  cifras  son  12.4, 
13.4,  10.7,  1 1.5,  16.9,  18.3,  17.2. 

De  tan  fastidiosa  serie  de  números  podemos  deducir,  habida 
consideración  á  la  clase  de  objetos  que  más  se  importan,  que  las 


NuivA  Geografía  di  Colombia  809 


mercancías  extranjeras  entran  ante  todo  para  sostener  lujo  absur-. 
do,  lujo  que  arruina  el  país  y  que  por  lo  mismo  debiera  ser  con- 
vertido en  beneficio  del  común,  gravando  todo  aquello  que  no  es 
necesario  6  no  sirve  para  el  progfreso  industrial  y  agrícola,  con  im- 
puesto igual  á  su  valor,  con  lo  cual  una  renta  que  hoy  apenas  vale 
el  quíntuplo  de  lo  que  producía  en  1830  y  poco  más  de  lo  que  dio 
en  1881-82  en  plata,  daría  un  producto  seguro  de  muchos  millonts 
en  papel. 

De  cuál  ha  sido  nuestro  movimiento  mercantil  de  importación 
y  cómo  penetra  en  el  país,  alguna  idea  darán  los  siguientes  esta- 
dos sobre  naciones  con  quienes  negociamos,  grupos  de  mercancías 
introducidas  y  puertos  buscados  por  el  comercio. 

MIRCADOS   QUE   NOS    SURTEN 

Fatie$  1930-87        1856-57        1869-70       1878-79  1887 

Alemania 0.03  0.16  0.62  1.35 

Antillas 0.06  0.20  0.21  0.20  037 

Bélgica 0.02 

Estados  Unidos 0.16  0.30  040  1.04  1.50 

Ecuador ('.05  o.oi  «.08  0.20 

España o.oi  0.02  0.12 

Francia 0.19  0.67  1.47  2.10  2.86 

Inglaterra i  16  1.75  2.89  4.75  4.57 

Perú 0.06  0.02  0.08  

Venezuela..     0.17  0.21  o.2i  1.98  1.39 

Puertos  franceses 0.01         0.65  o.  10 

Varios 0.21  0.02  0.41  o.oi  oo.i 


Total 2.10         3.24         5.76        10.53        12-49 

Habitantes 1. 7  2.3  3  3.4  4 

Este  cuadro  presenta  como  unidad  el  millón  y  como  fraccio- 
nes suyas  las  centenas  y  decenas  de  millar,  á  fin  de  hacer  así  más 
sensible  la  marcha  de  las  importaciones.  En  varios  se  comprenden 
naciones  que  envían  hoy  menos  de  $  10,000,  como  Italia,  ó  con 
quienes  el  comercio  ha  decaído,  como  Costarrica.  Las  cifras  de 
Vemzuela  se  refieren  á  la  importación  de  Ciícuta  por  Maracaibo, 
la  cual  en  su  mayor  parte  viene  de  los  Estados  Unidos  y  luego  de 
Inglaterra,  Francia  y  Alemania ;  puertos  francos  son  los  del  Istmo 
de  Panamá.  Así  pues,  en  1869-70  una  importación  de  14.5  millo- 
nes costó  6  de  pesos  (4 kilogramos  por  J  i) ;  en  1879,  otra  de  kilo- 
gramos 24.5  importó  10.7  (2.4  kilogramos  por  %  i),  y  los  kilogra- 
mos 21.6  de  1887  valieron  14.1  (kilogramos  1.5  por  $  i),  compu- 
tando en  esta  cifra  el  cambio  al  60  por  100  sobre  los  8.7  millones 
de  pesos  en  nuestra  estadística;  es  de  notar  que  en  1879,  mientras 
kilogramos  7.4  de  los  Estados  Unidos  valían  %  i,  kilogramos  2  de 
Alemania  valían  $  i,  y  kilogramos  2.1  de  Inglaterra  y  Francia 
valían  $  i.  Hacia  1836-39  la  ¡mporUción  se  hacía  en  141,000  bul- 
tos, en  1879  comprendía  i. 881,000,  en  1887  sólo  566,400,  y  en 
1S97  ascendió  á  2.222,000,  lo  cual  demuestra  mayor  facilidad  en 
el  tráfico  interior,  pues  los  de  1879  (deducidos  828,000  de  Tiima- 

Nueva  Ceografia  de  Colombia  TOMO  I-^*J2'        J 


8io  Nueva  Geografía  de  Colombia 


co,  sal  con  peto  de  2  kilog^ramos)  resultan  con  peso  medio  de  kilo- 
g^ramo24.5,  y  en  1887  llegan  á  390  kilogramos,  lo  cual  presupone 
al  comercio  ahorro  como  de  3  á  4  en  los  fletes  terrestres.  Mas  es- 
tos pesos  no  son  verdaderos,  y  el  promedio  de  los  importados  sube 
á  52  kilogramos. 

Cuanto  á  la  clase  de  mercancías  importadas,  puede  juzgarse 
por  los  siguientes  datos: 

En  1852-53 :  algodones,  un  millón  de  libras;  quincalla,!  i8,ooo; 
hierro,  129,700  ;  plomo,  3,600 ;  cobre,  5,ooo;  otros  metales,!  i,000; 
carnes,  2,000;  sal,  242,000;  harina,  !00,ooo,  y  licores  199,000; 
esto  entre  un  total  de  2.860,000  libras.  En  1855-57:  alimentos, 
{  235,000;  drogas,  56,000;  tejidos,  2.411,000;  peletería.  Joyas  y. 
muebles,  223,000;  productos  de  aplicación  científica,  25,000;  pro- 
ductos de  aplicación  industrial,!  14,000;  licores,  123,000;  sal,  49,000 
y  miscelánea  $  190,000.  En  1869:  alimentos,  kgs.  2.475,000;  drogas 
y  medicinas,  k.  315,000  ;  metales  en  bruto  y  manufacturados,  k. 
1.590,000;  herramientas  y  máquinas,  k.  290,000;  telas,  k.  2.504,000; 
ropa  hecha,  k.  164,000;  sal,  k.  1.574,000;  perfumería,  k.  62,000; 
cristalería,  k.  130,000;  licores,  k.  !. 363,000.  En  1879:  alimentes,  k. 
2.5  millones  ;  telas,  k.  4.3  millones  ;  materiales  de  construcción,  k. 
2.48 ;  metales,  k.  0.60  ;  drogas  y  medicinas,  k.  0.32;  alumbrado,  k. 
I ;  máquinas,  k.  0.32  ;  vestidos,  k.  O  60 ;  materiales  para  puentes  y 
caminos,  k.  0.65;  condimentos,  k.  0.34  ;  loza,  k.  0.34;  objetos  para  el 
aseo,  k.  0.52  ;  licores,  k.  0.55.  En  1887  :  alimentos,  k.  3.57  ;  algo- 
dón, k.  3.88;  cáñamo  y  lino,  k.  0.73  ;  lana,  k.  0.56;  seda,  k.  o.oi; 
pieles,  k.  O.iO;  loza,  k.  0.34 ;  cristal,  k.  0.31  ;  alumbrado,  k.  0.76; 
drogas  y  medicinas,  k.  0.47  ;  perfumería,  k.  0.19  ;  papel  y  cartón, 
k.  0.73;  hierro  y  acero,  k.  2.8 1;  otros  metales,  k.  00.3;  miscelánea, ' 
k.  0.43  ;  sal,  1.09,  y  licores,  1.57.  En  79  y  87  quedan  excluidas  las 
importaciones  por  Cücuta,  por  falta  de  detalles;  pero  como  por  allí 
entraron  en  87  k.  i.i6de  sal,  sumada  á  la  otra  partida,  da  para 
este  artículo  introducción  de  2^  millones  de  kilogramos.  Y  nos  lla- 
mamos país  de  la  sal  I  Todos  los  artículos  han  aumentado  su  can- 
tidad de  un  período  á  otro:  los  licores  registran  uno  de  210,000  k. 
en  22  años.  Muy  útil  y  conveniente  sería  que  la  ley  fíjase  las  clasi- 
ficaciones generales,  á  efecto  de  que  fuesen  uniformes  las  estadísti- 
cas de  todos  los  bienios  y  facilitasen  los  estudios  sobre  la  materia. 
En  lo  general,  la  importación  es  más  ó  menos  igual  todos  los  me- 
ses, pero  suele  alcanzar  su  máximum  en  Agosto  y  Diciembre  y  su 
mínimum  en  Febrero. 

El  comercio  con  las  principales  naciones  ha  seguido  progre- 
sión creciente,  y  hace  poco  se  distribuía  así,  computando  la  im- 
portación de  1892  en  25  millones:  Inglaterra,  42  ^/^ ;  Estados 
Unidos,  19 ^L  ;  Alemania,  19^/0  ;  Francia,  ii^loi  Antillas,  3  ^f^i 
España,  i  °/o,  y  diversas  naciones  6  °/q.  Empero,  tal  situación  no 
ha  sido  siempre  la  misma,  porque  si  bien  es  cierto  que  de  tiempo 
atrás  Inglaterra  lleva  la  primacía,  seguida  por  los  Estados  Unidos, 
Francia  ha  sido  dominada  por  Alemania,  que  hace  30  años  tomaba 
el  I  ®/o,  cuando  á  aquélla  correspondía  el  6  ®/^  Los  cambios  más 
notables  los  registramos  en  el  comercio  con  los  Estados  Unidos,  que 
tn  80  nos  enviaban  5}  millones,  6|  en  83,  y  sólo  2j  en  90 ;  y  bien 


NUKVA  GsOGKAriA  DX  CoLOMBIA  8 1  I 


que  estos  2^  en  realidad  representan  4,  siempre  acusan  disminu- 
ción que  no  sigfuió  por  haberse  levantado  trabas  á  nuestra  expor- 
tación ;  y  si  Francia  no  lucha  por  conservar  su  puesto,  Alemania  é 
Ing^laterra  y  los  Estados  Unidos  acabarán  por  ser  nuestros  únicos 
proveedores.  También  es  causa  de  victoria  para  aquellas  dos  na- 
ciones la  superioridad  de  sus  marinas  mercantes  y  las  numerosas 
líneas  que  unen  sus  costas  y  las  nuestras.  Con  Italia  por  fortuna  no 
tenemos  relaciones  oficiales. 

La  importación  colombiana  ha  vanado  también  mucho  en  los 
sitios  por  donde  penetra  hacia  el  interior,  como  lo  indica  el  si- 
¿"uiente  cuadro  de  las  principales  aduanas  existentes  en  el  país,  en 
millares,  desde  1834-35  ^  1891. 

Aduanas        Zi-Sk      87-St       42-4S       5f-67       66-67        75-9        87  8t  fl 

Cartagena....  2,127  1,012  615  238  360  752  2,244  3,425  2,94» 

larranquilla S37  760  7,932  8,822  11,408  15,931 

Santamarta...  819  1,340  2,233  2,046  3,535  144  123  74  |124 

Riohacha 76  57  119  80  58  114  123  198  193 

Cúcuta 280  162  236  212  360  831  872  1,205  1,784 

Tumaco 4  17  26  iig  111  221  234  294  309 

Buenaventura  50  79  106  131  264  433  696  1,032  1,590 

Este  cuadro  marca,  además,  el  excesivo  aumento  de  los  con- 
sumos, desproporcionado  con  la  población,  é  indica  las  vías  princi- 
pales del  comercio  ;  pero  antes  de  proseguir  se  hace  necesario  in- 
dicar las  cifras  relativas  á  las  demás  aduanas  que  hay  ó  ha  ha- 
bido en  el  país. 

84-5  87-8         42-8  56-7  66-7  78-1    89       99 

ranamá 53  233  164  590    a  2300        455^ 

David a  á  5  6    a  

Montijo.. a  á  7  10    a  

Chagres a  a  a  9    a  

Fortobelo a  a  a  7    a  

Bocas  de  Toro a  a  a  3    a  140 

Turbo a  103  a  8  16  

Izcuandé a  a  a  4    a  

Ipsa/es a  a  a  3  13  36       59 

Orocué^ a  a  a  11     5  55      99 

Arauca a  56  a  97  68     io5 

Las  aduanas  del  Istmo  no  existen  hoy,  como  tampoco  las  de 
Turbó  é  Izcuandé,  cuyo  comercio  actual  está  englobado  en  las  de 
Cartagfena  y  Buenaventura ;  la  de  Turbó  estuvo  algún  tiempo  en 
Quibdó  y  Nóvita.  La  aduana  de  Ipiales  estuvo  antes  en  Carlosama 
y  Túquerres ;  la  de  Orocué  en  Guanapalo  y  Cafif í,  y  la  de  Chagres 
se  trasladó  á  Colón.  Las  que  tienen  valores  en  89  y  91  son  las  que 
hoy  existen,  pero  Panamá,  el  Toro  y  Colón  son  puertos  francos;  y 
las  que  tienen  su  nombre  de  bastardilla  son  puertos  secos  ó  fluvia- 
les lo  mismo  que  CiScuta  ;  en  fín,  Barranquilla,  que  engloba  á  la 
antigua  Sabanilla,  resulta  á  la  vez,  por  su  ferrocarril,  puerto  marí- 
timo y  fluvial,  pero  hasta  1850  no  se  hicieron  importaciones  por 
ella.  En  el  anterior  cuadro  la  letra  a  significa  que  carecemos  de 


NviVA  Giogbafi'a  di  Colombia 


datos  para  ñjar  valores.  El  estudio  de  los  dos  cuadros  nos  da  los 
siguientes  notables  resultados :  en  Panamá,  á  los  4.700,000  importa- 
dos en  1891  hay  que  agregar  ij  229,000  por  comercio  con  los  de- 
más puertos  colombianos,  pero  de  ese  total  J  180,000  son  mone- 
das, J  30,000  madera,  y  J  158,000  carbón  de  piedra  para  vapores 
y  ferrocarril  ;  mas  no  siendo  posible  que  sus  315,000  habitantes 
consuman  los  4.5  millones  restante^,  hay  que  suponer  que  á  lo  me- 
nos 2  j  son  para  la  reexportación  á  los  puertos  del  Pacilico.  Al  Cau- 
ca entraron  en  l8gi  cosa  de  2  millones  por  sus  tres  aduanas  ;  pero 


artAgrafos  ale  inanes 


Nueva  Geografía  de  Colombia  813 


teniendo  en  cuenta  lo  enorme  del  contrabando  en  la  de  Ipiales,  el 
comercio  del  Chocó  por  Cartagena,  el  del  Valle  con  Antioquia  y  el 
del  Caquetá,  muy  reducido,  la  cifra  primera  sube  á  3  millones,  sin 
la  más  ligera  exageración,  lo  cual  da  una  importación  anual  de  $  4 
á  5  por  cabeza,  en  verdad  pequeña.  La  importación  de  Riohacha 
es  comercio  local,  como  la  de  Santamarta,  por  lo  cual  resulta  tam- 
bién descontada  la  población  de  la  mesa  de  Ocaña  y  Magdalena 
central,  una  importación  análoga  á  la  del  Cauca.  La  importación 
de  Cücuta,  que  como  la  de  Ipiales  y  Tumaco  figura  en  la  exporta- 
ción en  plata,  penetra  al  interior  en  crecido  radio,  como  algo  de 
lo  que  llega  á  la  llanura  oriental.  En  fín,  el  grueso  de  la  importa- 
ción, los  19  millones  de  Barranquilla-Cartagena,  se  distribuía  en 
el  resto  del  país  poco  más  ó  menos  así:  4^  para  Antioquia,  3^  para 
Bolívar  y  el  Tolima,  i  para  Boyacá,  2  para  Santander  y  7  para 
Cundinamarca,  que  reexporta  i  para  el  Tolima  y  Boyacá,  que- 
dándole siempre  en  defínitiva  mayor  consumo  por  el  lujo  de  la  ca- 
pital, donde  no  puede  estimársele  en  menos  de  4,  á  razón  de  {  20 
por  cabeza. 

Resumiendo,  tendremos  que  la  importación  propia  del  país 
sube  actualmenste  (1898),  computando  el  contrabando,  á  unos  25 
millone  al  año,  en  oro,  ó  sea  un  promedio  de  5  por  cabeza,  pro- 
medio muy  racional,  á  {  40  por  familia  en  general ;  ó  computando 
50,000  acomodadas,  100,000  con  algdn  pasar  y  450,000  pobres, 
puede  suponérseles  consumo  de  $250, 100  y  5  respectivamente,  pro- 
medios muy  justos  y  que  nos  daban  75  millones  en  papel  al  año,  ó 
sea  $  16  por  cabeza  antes  de  la  última  guerra.  De  las  variaciones 
que  produzca  en  el  mercado  el  alza  del  cambio  no  es  posible  decir 
nada  en  la  actualidad. 

Tócanos  ahora  tratar  de  las  exportaciones,  cuyos  artículos 
atrás  quedan  enumerados.  En  la  década  de  1830  á  1840,  los  docu- 
mentos oficiales  marcan  como  términos  $  1.480,000  y  1.917,000; 
pero  del  segundo  al  noveno  año  los  millares  varían  á  1,000  á  1,236, 
á  1,100,  á  2,052,  á  2,262,  á  2,050,  á  1,723  y  2,457;  en  la  siguiente 
década,  que  por  razones  antes  dichas  principia  con  sólo  %  230,000 
y  acaba  con  1.900,000,  el  año  oscila  en  3,200,  en  2,386,  en  2,100, 
en  1,870,  en  1,900,  en  1,650,  en  1,826  y  en  1,741 ;  en  la  década  de 
1850  á  1860  los  términos  son  $  2.2 1 3,000  y  3.226,000,  pero  los  años 
intermedios  varían  á  1,179,  ^  2,610,  á  3,000,  á  3,393,  á  5,296,  á 
7,065  (1856-57),  á  5,513  y  á  3,320  millares;  para  la  década  de 
1860-70,  entre  términos  de  $  i  .000,000  y  8.077,000,  las  cifras  varían 
á  4,000,  á  1,000,  á  2,000,  á  5,042,  á  6,772,  á  5,494,  á  7,377  y  á 
8, 1 37;  en  la  década  de  1 870-80,  los  términos  resultan  8,247  y  1 3,804, 
mientras  los  otros  años  alcanzan  á  8,253,  á  10,477,  á  10,049,  á 
1 1,1 1 1,  á  13,711;  en  fin,  de  1880  á  1890  los  términos  resultan 
15,737  y  20,968,  y  los  intermedios  varían  á  18,515,  á  14,965»  ^ 
13,51 1,  á  13,000,  á  8,714.  á  14,128,  á  17,607  y  á  16,241,  mientras 
sube  á  cerca  de  $  27,000  millares  la  relativa  í  1891 ;  de  85  en  ade- 
lante las  cifras  comprenden  algunas  cantidades  en  papel. 

Las  anteriores  sumas  han  variado  también  muchísimo  cuanto 
á  los  mercados  consumidores,  como  lo  indica  muy  claro  el  cuadro 
que  va  en  seguida,  expresándose  los  valores  en  millares. 


8 14  Nueva  GkografÍa  dk  G)Lo]fBiA 


MERCADOS  DONDE  VENDEMOS 


1838-39 

18Í6-57 

1866-6T 

1879-80 

1887 

6d0 

3,362 

959 

4,938 

3,456 

1,440 

2,979 

1,528 

1,411 

287 

494 

375 

2.857 

3,029 

160 

124 

339 

2,659 

1,373 

1,000 

343 

114 

1,079 

194 

115 

955 

523 

1,549 

2,910 

1 

20 

91 

109 

18 

35 

40 

•  •  •   «•  • 

'**48 

"17 

1 

427 

I85 

100 

1,769 

2 

20 

20 

10 

2 

2,457 

7,065 

5,494 

13,804 

14,196 

PaiMCM 

In^laterfa. 

Alemainia 

Estados  Unidos... 

Francia 

Antillas 

Venezuela, 

Centro  América... 

España 

Ecuador 

Italia 

Perú 

Puertos  franceses . 
Varios 

Totales 


Sobre  este  cuadro  pueden  hacerse  consideraciones  analogías 
á  las  ya  consignadas  sobre  su  similar  de  la  importación,  con  el 
cual  conviene  compararle ;  se  verá  entonces  que  antes,  mientras 
Alemania  recibía  fuertes  sumas  en  nuestros  productos,  pocos  artí- 
culos enviaba  á  Colombia,  á  la  inversa  de  Francia,  pero  que  este 
hecho  ha  sufrido  radical  y  profunda  inversión.  Por  lo  que  hace  á 
los.Estados  Unidos,  nuestro  comercio  de  exportación  había  decaído, 
puesto  que  en  1880  nos  recibieron  8^  millones,  en  1885  sólo  2|,  y 
aunque  en  88  aumentó  á  4^,  en  1890  se  redujo  á  3|  para  aumen- 
tar algo,  con  la  suspensión  de  ciertos  gravámenes  á  nuestros  fru- 
tos :  en  la  década  de  1 880  á  1 890,  Colombia  envió  á  los  Estados 
Unidos  SI  millones  (en  oro)  de  frutos,  en  especial  cueros,  café,  cau- 
cho y  quina,  más  10  en  metales  y  numerario,  recibiendo  en  cambio 
58  en  mercancías  y  6  en  numerario  (?),  de  donde  déficit  de  3,  que 
ha  debido  cubrirse  con  metálico.  En  efecto,  mientras  en  el  período 
de  80  á  87  los  frutos  de  Colombia  compensaban  la  importación 
americana,  y  muchas  de  las  barras  metálicas  tomaban  convertidas 
en  monedas,  de  1888  para  acá  ha  sido  preciso  remitir  i^  al  año  en 
numerario  para  igualar  las  dos  partidas. 

Del  comercio  con  otros  países  no  poseemos  datos  tan  comple- 
tos, pero  los  anteriores  bastan  para  juzgar  lo  que  ha  sido  el  veri- 
ficado con  los  demás,  y  abona  lo  atrás  dicho  sobre  exportación  de 
monedas.  Cuanto  á  Inglaterra,  á  juzgar  por  datos  muy  incomple- 
tos, el  déficit  cubierto  en  numerario  á  su  comercio  no  bajaba  de 
2^  millones  de  libras.  En  fin,  las  cifras  relativas  á  Venezuela  no  re- 
presentan comercio  con  esa  Nación  sino  con  el  Extranjero,  y  lo 
mismo  sucede  en  los  puertos  francos  (Panamá),  que  son  siempre 
escala  antes  de  seguir  los  frutos  para  su  destino  final.  Como  se 
comprende,  en  los  años  posteriores  á  1856  no  figuran  en  las  parti- 
das las  exportaciones  del  Istmo,  que  en  1835,  por  ejemplo,  ascen- 
dieron á  $  310,000  en  numerario  y  54,000  en  frutos;  en  1870  á 
1.500,000  en  conjunto,  y  en  1891  á  §  824,000  en  metálico  (plata) 
y  sólo  un  millón  en  frutos,  pero  ignoramos  su  destino. 

El  camino  que  toman  las  exportaciones  para  salir  del  país  lo 
dará  el  siguiente  cuadro  de  las  aduanas  existentes  hoy,  con  los  va- 
lores que  les  corresponden,  indicados  en  millares. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Sis 


Aduanas 

Cartagena 

Barranquilla  .... 
Santa  Marta.  ... 

■Riohacha 

Cúcuta 

Arauca  

Orocué 

Ipiales  

Tumaco 

Buenaventura.... 


1830-81    1839-10  1857-8    1860-7 

1,020    937  1,365 

15  186  759 
213  124  2,108 
If.O    130  368 

65    200  415 

«    ......  Iv 

2 

4 

1   97 

16  340  381 


1879-!0   1888-4 


759 

2,624 

1,422 

59 

521 


2 

4 
103 


1,117 

9,955 

1 

379 

1,680 


16 
181 
465 


1,777 

9,127 

23 

227 

1.673 


11 

79 

275 

396 


1991 

257* 

13000 

35 

250 

592* 
3 

31 

69 

413 

438 


Fuera  de  esas  aduanas  han  existido  las  hoy  francas  del  Istmo, 
como  eran  Panamá,  David,  Montijo,  Chagres  y  Portobelo ;  salvo 
la  primera,  sólo  exig-uas  sumas  exportaban  las  otras.  También  las 
hubo  en  Turbo-Quibdó,  en  Nóvita,  en  Izcuandé,  en  Tolú,  en  Za- 
pote, y  hasta  en  Quetame  y  Sácama,  luég'o  refundidas  en  otras,  y, 
lo  mismo  que  las  anteriores,  de  escaso  movimiento  cuanto  á  la  ex- 
portación. En  fin,  debemos  mencionar  las  oficinas  comerciales  de 
Bog-otá,  Cali  y  Medellín,  que  en  1853  movieron  570,  185  y  180 
mil  pesos,  respectivamente.  De  estas  aduanas,  según  se  dijo  atrás, 
algunas  han  cambiado  varias  veces  de  centro,  por  así  decir,  como 
Barranquilla,  Ipiales,  Orocué,  Arauca. 

Nuestro  comercio  de  exportación  queda  bien  detallado  en  el 
siguiente  cuadro,  sobre  cuyas  clasificaciones  quedan  hechas  algu- 
nas observaciones. 


EXPORTACIONES  (PESO)  EN  MILLONES  DI  KILOGRAMOS 


P.  anima- 
les 


1879-80 4.3 

1880-81 7.2 

1881-82 i  8.5 

1882-83 ■  8.7 

188Í-84  ;  6.4 


35.3 


lo87 0.0 

1888 8.6 

aOOv-a.  ...  a...  O. 

1890 6.2 

1  o  V  1 0,1 


mWJi  ■••..«       ••• 

I8V3 

1894  

1895     

1896 


F.  minera- P.  vegeta- 
les      les 


0.6 
0.5 
0.3 
0.0 
1.5 


36.4 
34.7 
44.1 
47.<í 
38.7 


4.0 


201.8 


F.  manu- 

facturados 

Total 

0.4 

41.7 

0.4 

42.7 

0.3 

53.3 

0.7 

58.1 

t       0.5 

47.1 

2.3      • 

1 

242 

Animales 
viyoa 

millares 


3.6 

2.4 

3.6 

3.3 

5. 

3. 

35 

1.9 

3.7 

2.4 

I9.4 

13.0 

53.5 
49.4 
47.1 
46.1 
59.3 

5.4 


0.3 

í 
59.8 

0.4 

56.8 

1.2 

56.4 

0.6 

52.2 

0.6 

66.2 
291.4 

3.1 

16 
29 
26 
24 
30 


125 


15. 

I7.5 
30.5 

12. 

7.5 

t2.5 


8i6 


NuivA  Geografía  de  G>lombia 


VALORES  EN  MILLARES 


1879-80 

1880-81 

1881-82 

1882-83 

138 

15.8 

18.5 

15. 

13.5 

1887 
1888 
1889 
1890 

1883-84 

1891 

76.6 

Promedio  anual  de  la  exportación,  58.000,000  ks.=$  17.000,000. 
Importación  $  16.000,000  (sin  el  contrabando  ni  correcciones),  68,ooo,oc»  ks. 

Kilogramo  de  exportación :  $0.30;  kilogramo  de  importación  :   $  0.28. 

Ahora  bien :  si  suponemos  haya  proporción  entre  pesos  y  va- 
lores en  los  dos  primeros  quinquenios,  resultará  que  los  95  del  se- 
cundo se  convierten  en  80  en  oro  ($  16  por  año),  el  período  de  du- 
plicación subirá  á  2i|  años  y  podría  tomarse  el  17  ^¡^  como  rata 
para  convertir  las  cifras  de  la  exportación  de  papel  á  oro.  Mas  no 
creemos  sea  esto  verdad  absoluta :  en  el  segundo  quinquenio,  á  juz- 
gar por  los  datos  que  recogidos,  se  exportaron  14  millones  en  oro, 
3  en  plata  y  24  cuyo  valor  estaba  calculado  en  plata,  por  lo  cual 
reduciendo  á  ésta  55  en  papel,  hallamos  90  para  el  total  del  quin- 
quenio  (18  por  año,  el  período  de  duplicación  bajará  á  12^  años  y 
la  rata  de  conversión  sería  el  6°/^,  lo  cual  concuerda  con  los  ante- 
riores períodos  de  duplicación,  que  á  partir  de  1830  resultan  de  13^^ 
años:  quizás  la  verdad  se  halle  entre  esos  dos  valores,  ó  sea  85  mi- 
llones en  el  quinquenio,  duplicándose  el  comercio  cada  1 7  años  y 
pudiendo  entonces  estimarse  la  exportación  de  1891  en  20  millones 
de  pesos  en  oro,  incluyendo  á  Panamá,  y  descompuesta  así :  pro- 
ductos animales,  2.5  millones  de  kilogramos ;  productos  vegetales, 
80;  productos  minerales,  i .8,  y  manufacturados  i,de  donde  un  pre- 
cio medio  de  0.30  centavos  por  kilogramo.  Los  datos  del  tercer 
quinquenio  corrigen  lo  dicho  y  alargan  el  período  de  duplicación. 

Sea  de  ello  lo  que  fuere,  Colombia  exportaba  (en  1898)  una 
suma  de  20  millones,  que  equivale  á  la  15.* parte  del  producto  gene- 
ral de  su  territorio,  el  que  puede,  en  términos  generales,  estimarse 
así :  forrajes,  10  millones ;  consumo  interior  de  víveres  no  importa- 
dos, 180 ;  producto  de  las  industrias  de  toda  especie,  20 ;  costo  de  la 
administración  total  del  país,  16 ;  valores  de  vegetales  naturales 
para  la  exportación,  2  millones;  y  valor  del  trabajo  de  los  colom- 
bianos no  empleados,  deducción  hecha  del  consumo  y  agregando 
la  administración  doméstica,  80  millones,  ó  sea  300  millones  al  año, 
en  suelo  que  se  estima  en  450  por  propiedad  raíz  y  mueble  é  in- 
mueble, de  donde  $  3  como  producto  medio  absoluto  al  año  por 
hectárea,  el  que  se  eleva  á  12  sise  prescinde  de  baldíos.  Este  pro- 
ducto es  mezquino  si  se  tiene  en  cuenta  que  incluímos  minas  y  trá- 
fico, y  que  en  la  Sabana  el  producto  de  la  hectárea  pasa  de  $  30  al 
año ;  por  lo  que,  deduciendo  un  millón  de  hectáreas  á  que  puede 
cargarse  tal  rendimiento  en  todo  el  país  (los  centros  comerciales), 
el  producto  de  la  selva  virgen,  el  de  las  minas  é  industrias  de  los 
grandes  centros  y  lo  que  á  ellos  corresponde  por  su  trabajo,  ó  sea 
150  millones  á  lo  menos,  el  resto  de  la   producción  en  la  zona  no- 


Nueva  Gsogí^tÍa  de  Colombia  S17 


baldía  baja  muchísimo,  por  lo  cual  á  las  tierras  más  retiradas  no 
puede  ponérseles  producto  absoluto  superior  i  %  i  por  año,  siendo 
casi  nulo  el  relativo.  De  otro  modo,  podemos  decir  que  cada  colom- 
biano produce  al  año  {  60,  exporta  poco  más  de  4  (!),  importa 
otro  tanto,  pag'a  5  en  contribuciones,  gasta  50  en  su  subsistencia, 
i  lo  sumo  ahorra  i,  y  4  i  lo  menos  desaparecen  en  garitos  y  ta- 
bernas !  A  quien  asombre  esta  cifra,  que  consulte  la  estadística  so- 
bre cuánto  licor  se  introduce,  cuánto  se  fabrica  aquí  y  cuántas  ca- 
sas de  juego  existen,  y  verá  que  hemos  quedado  cortos  al  calcular 
el  desperdicio  de  la  intemperancia  igual  á  la  suma  de  nuestras  ex- 
portaciones! A  esto  agregaremos  que  en  esas  exportaciones  toca 
la  mayor  parte  á  las  regiones  cálidas  y  la  Costa,  ó  sea  las  hoyas 
de  ríos  fácilmente  navegables,  y  que  es  mínima  la  de  la  zona  mon- 
tañosa, como  en  su  tugar  lo  vimos,  por  lo  cual  el  resultado  que 
indican  aquellas  cifras  es  necesario  extremarlo  aun  más.  Quítese 
i  la  montaña  media  y  alta  el  oro,  el  café  y  los  cueros,  y  su  contin- 
gente para  el  comercio  exterior  sería  nulo. 


Figur»  311— El  GuWiquia,  cerca  Je  Villavicencio,  según  AniJríe 

Es  de  notar  la  oscilación  del  movimiento  mercantil  en  tomo 
de  las  bocas  del  Magdalena  :  primero  hallamos  á  Cartagena  como 
centro  dnico  de  comercio,  luego  las  importaciones  van  prefiriendo 
i  Santamarta  y  las  exportaciones  á  Sabanilla,  hasta  que  la  cons- 
trucción del  ferrocarril  lo  concentra  íntegramente  en  el  gran  río. 
Santamarta,  sin  terreno  cultivado  detrás,  se  arruina  ;  Cartagena 
no,  por  la  razón  contraria,  y  porque  aún  tiene  por  la  fuerza  en  sus 
manos  el  comercio  del  Tolú,  el  Sinú  y  el  Chocó,  que  alcanza  i  la 
mitad  de  su  movimiento  ordinario,  á  veces  secundado  por  el  Di- 
que. A  la  fecha  los  tres  indicados  centros  se  d'sputan  el  futuro. 


8i8  Nueva  Geografía  de  Colombia 


como  que  ninguno  al  presente  satisface  por  entero  las  necesida- 
des comerciales  del  interior :  las  dos  ciudades  laterales  buscan 
construir  ferrocarriles  al  río,  ya  que  los  caños  que  las  unen  á  él 
nunca  pueden  recibir  mejora  absoluta,  y  Barranquilla  trata  de  re- 
solver el  paso  de  las  bocas,  solución  la  más  racional  y  perfecta, 
puesto  que  permitiría  á  los  buques  marítimos  remontar  muchas  le- 
guas el  Magdalena,  con  positiva  ventaja  de  todos.  Es  de  sentir 
que  los  celos  de  aquellas  otras  dos  ciudades  se  opongan  á  la  aper- 
tura de  la  barra,  cosa  fácil  en  extremo,  con  el  ítem  que  confiando 
esa  empresa  á  una  compañía  extranjera,  y  con  un  pequeño  im- 
puesto,  no  sólo  se  abriría  la  barra,  sino  que  se  mejoraría  todo  el 
canal  del  río  hasta  Guarumo,  lo  cual  no  está  hoy  al  alcance  del 
país.  Podemos,  pues,  augurar  que  aquellos  ferrocarriles  terán  gas- 
to inútil  (escrito  en  1890),  que  las  dos  citadas  plazas  morirán  sin 
remedio  como  aduanas,  y  que  el  Magdalena  mismo  será,  tarde  ó 
temprano,  el  gran  puerto  de  la  República,  como  lo  fue  al  principio 
de  la  Colonia,  quedando  en  sus  márgenes  las  principales  aduanas 
del  país.  Cuanto  á  Cúcuta  y  Túquerres,  supeditadas  por  las  vecinas 
Repúblicas,  claman  por  librarse  de  esa  tutela,  y  es  una  de  las  em- 
presas más  necesarias  al  país  obtener  tal  resultado :  comunicar  la 
primera  al  Magdalena  y  la  segunda  al  Pacífico,  equivale  á  cua- 
druplicar nuestro  movimiento  mercantil ;  enlazar  del  mismo  modo 
la  región  oriental  al  Pacífico  y  al  Magdalena,  dará  idéntica  victo- 
ria ;  abrir  paso  cómodo  del  valle  caucano  al  Pacífico,  mejorar  el  alto 
Magdalena,  y  comunicar  á  Antioquia  y  Bogotá-Guanentá  con  el 
gran  río,  será  convertir  á  Colombia  en  gran  nación.  Estas  son  las 
empresas  que  es  preciso  acometer,  y  el  mayor  pecado  del  Gobier- 
no del  país  será  siempre  haber  malgastado  en  sueldos  el  millón  ob- 
tenido para  hacer  la  carretera  de  la  Buenaventura  á  Cali ;  cente- 
nares de  millones  y  millares  de  vidas  habríanse  ahorrado  con  la 
realización  de  tal  obra ;  pecado  que  tiene  por  gemelo  el  de  la  farsa 
del  Ferrocarril  del  Norte,  simple  escabel  eleccionario,  que  des- 
acreditó tales  empresas  iniciadas  por  los  Gobiernos,  nos  atrajo  el 
desprecio  del  Extranjero,  y  destruyó  grandes  esperanzas  en  el  país: 
si  con  los  fondos  recogidos  se  hubiera  emprendido  en  verdad  la 
obra,  la  carrilera  habría  llegado  entonces  á  Zipaquirá,  hoy  estaría 
concluida,  y  Colombia  salvada  de  las  crisis  terribles  que  le  espe- 
ran (1890).  Colombia  maldice  con  justísima  razón  á  quienes  tal 
daño  le  causaron  cometiendo  pecado  inexpiable. 

Completaremos  lo  relativo  á  importaciones  y  exportaciones 
con  los  datos  sobre  movimiento  marítimo,  para  en  seguida  hablar 
del  tráfico  interior.  Pocos  datos  nos  quedan  á  este  respecto,  de 
tiempos  anteriores  al  Virreinato :  en  lo  general  sólo  dos  barcos 
hacían  las  importaciones,  los  del  Registro  de  Cádiz;  con  tal  me- 
dida al  principio,  es  decir,  antes  de  su  caída,  buscaba  España  dos 
cosas  :  limitar  la  importación  de  mercaderías,  y  hacer  que  sólo 
viniesen  de  excelente  calidad  :  santa  idea,  por  más  que  repugne  á 
los  ultra-libre-cambistas.  El  sistema  sin  duda  necesitaba  mejoras, 
pues  con  frecuencia  quienes  remataban  el  derecho  en  Cádiz,  car- 
gaban mercancías  en  exceso,  al  llegar  á  Cartagena  faltaban  com- 
pradores, los  introductores  se  veían  obligados  á  vender  mal  los  ar- 
tículos, los  pobres  compraban  más  de  lo  que  necesitaban^  el  rema- 
tador quebraba,  al  período  siguiente  no  había  quien  tomase  el  re- 


NuivA  Geografía  de  Colohbu 


819 


mate,  se  a^ouban  las  existencias  en  la  Colonia  y  venía  la  carestía 
de  ciertos  artículos,  repitiéndose  el  ciclo  sin  cesar.  Los  altos  pre- 
cios de  la  mercancía  española  provocaban  el  contrabando  inglés  de 


Figura  31Í— L«  Hoya  del  Ciuca,  según  White  y  Simondí 


820  Nueva  Geografía  de  Colombia 


artículos  malos  aunque  más  baratos,  y  desde  entonces  éste  fue  e? 
jjan  negocio  de  las  Costas,  en  especial  á  fines  del  siglo  xvi.  Para 
las  exportaciones  venía  mayor  número  de  barcos,  y  aun  se  ha- 
cían las  principales  por  cuenta  del  Gobierno,  que  tuvo  luego  es- 
tancada la  quina  y  ciertas  maderas,  y  en  factorías  compraba  los 
palos  de  tinte  y  el  cacao.  En  el  Archivo  del  Virreinato  existen  nu- 
merosas cuentas  sobre  tales  materias,  lo  mismo  que  sobre  el  siste- 
ma económico  general  de  la  época,  todas  las  cuales  son  de  grande 
importancia  por  la  nueva  luz  que  han  arrojado  sobre  tal  período.  En 
el  último  tercio  del  siglo  xviii,  cuando  el  puerto  de  Honda  producía 
casi  mil  pesos  por  bienio,  y  á  Cartagena  arribaban  de  ordinario  50 
barcos,  que  al  fin  de  ése  y  principios  del  xvm  aumentaron  á  100  con 
el  comercio  libre,  cifra  que  hallamos  aún  en  18 17,  cuando  esa 
aduana  produjo  $  207,000,  como  en  1809;  en  1822  á  Santamarta 
entraron  22  barcos,  ó  sea  40  menos  que  en  1801. 

La  guerra  de  Independencia  produjo  un  gran  movimiento  en 
nuestros  puertos,  abundó  la  mercancía  inglesa,  que  desde  entonces 
prima  en  el  mercado,  llevando  en  torno  cueros,  muías,  quina,  pa- 
los de  tinte,  &c. ;  pero  carecemos  de  datos  sobre  el  tonelaje  de  los 
barcos  que  hacían  tal  comercio,  por  no  llevarse  de  él  registro  en 
ese  tiempo.  La  observación  más  importante  que  ocurre  hacer  es 
la  disminución  de  la  exportación  del  algodón,  la  que  alcanzaba  in- 
creíble guarismo  (30,000  ks.  la  carga  de  un  barco),  como  lo  prue- 
ban las  cuentas  de  los  comisionistas  ingleses  y  americanos ;  de  la 
quina,  que  en  1822  nada  salió  del  país,  en  el  siglo  xviii  hubo  años 
(1787-8)  en  que  se  enviaron  220,000  arrobas ;  y  si  el  tabaco  no  se 
exportaba,  era  sólo  por  haber  decaído  su  reputación,  y  fue  el  Go- 
bierno general  el  que  en  1833  envió  al  Extranjero,  por  cuenta  del 
Tesoro,  los  primeros  300  ks.  que  de  ese  artículo  se  exportaron,  á 
fin  de  hacerlo  conocer  de  nuevo  :  hecho  injustamente  olvidado  por 
los  historiadores. 

Nunca  se  hace  el  debido  hincapié  en  la  profunda  perturbación 
que  en  nuestra  producción  ocasionó  la  guerra  de  Independencia, 
lanzando  á  campaña  la  masa  de  habitantes  explotadores  del  suelo, 
ni  qué  rumbo  le  imprimió  luego  por  olvido  de  los  documentos  de  la 
época,  I05  que  asombran  y  contristan,  puesto  que  engendró  una  es- 
cuela— por  inmensa  fortuna  no  regentada  por  los  colombianos  sino 
por  los  venezolanos — que  educó  el  pueblo  para  la  revuelta  y  el  cri- 
men. El  odio  á  España  ha  hecho  errar  á  todos  los  escritores  de  cierta 
época,  y  es  preciso  restablecer  la  verdad:  el  General  Ricaurte  dijo 
en  informe  oficial  que  cuantos  horrores  y  crímenes  caben  en  la 
naturaleza,  eran  cometidos  por  los  jefes  venezolanos ;  que  el  latro- 
cinio resultó  erigido  en  sistema,  hasta  el  punto  de  asemejar  la  mar- 
cha de  las  tropas  á  invasión  de  bárbaros,  con  el  más  liberal  desgo- 
bierno,  y  que  el  pueblo  en  masa  se  vio  obligado  á  ponerse  de  parte 
de  los  peninsulares,  antes  que  someterse  á  jefes  que  permitían  á  su 
soldadesca  todos  los  crímenes,  soldadesca  que  hacía  el  vacío  por 
donde  pasaba,  reduciendo  por  centenares  los  pueblos  á  cenizas ;  lo 
cual  está  confirmado  por  el  acto  del  General  venezolano  que  en  la 
revuelta  civil  de  18 14  amenazaba  á  Bogotá  con  el  incendio  y  el  sa- 
queo, y  aun  empezó  á  poner  en  práctica  este  último,  so  pretexto  de 
haberla  ocupado  con  la  fuerza  de  las  armas,  y  como  castigo  al  cri- 
men de  no  recibirle  en  paz  siendo  libertador(  ?)  su  ejército:  el  mismo 


NUKTA  GlOGRATIA  DS  CoLOKBU  8S^ 


jefe,  en  1 815,  sin  embarazo  decía  al  G)ngfreso  Granadino  que  esti- 
maba título  de  g^loria  matar  españoles,  y  se  refería  á  todos,  aunque 
fuesen  presos  que  marchaban  al  destierro  (v.  Memorias  de  O'Leary), 
y  esto  contra  las  repetidas  órdenes  de  ese  Congfreso,  órdenes  que 
son  timbre  de  orgullo  para  los  granadinos.  ¿Con  qué  derecho  se  lla- 
maba sanguinario  á  Morillo,  que  arcabuceaba  en  represalia  y  en 
yirtud  de  las  leyes  políticas  españolas  de  entonces  ?  El  sistema  del 
Jefe  que  en  Ocumare  parodió  á  Antonio  en  Accio,  era  decomisar  la 
propiedad  de  los  españoles  como  botín  de  guerra,  y  si  éstos  habían 
sido  tiranos,  él  disponía  se  fusilase  en  el  acto  á  quien  se  probara  la 
más  pequeña  ilegítima  (?)  venta  de  tabaco,  artículo  cuyos  depósitos, 
que  representaban  el  ahorro  y  la  fortuna  del  pueblo,  sirvieron 
para  enriquecer  á  unos  pocos  que  sólo  ansiaban  ostentar  cruces  y 
veneras.  En  Nueva  Granada  estas  medidas  mataron  casi  por  com- 
pleto el  cultivo  del  tabaco,  el  único  que  entonces  tenía  valor  real, 
y  la  guerra  anuló  en  especial  los  cacaotales  del  Magdalena,  los 
algodonales  de  Santa'nder  y  las  vacadas  de  las  llanuras  atlántica 
y  oriental.  Algunos  años  después  todavía  produjo  grandes  entradas 
al  tesoro  público  la  exportación  del  azogue  que  en  la  Casa  de  Mo- 
neda almacenó  el  Gobierno  español.  De  aquella  catástrofe  no  era 
posible  salvar  íntegramente  al  país ;  pero  nuestros  mandatarios,  que 
consideraban  de  mayor  valor  el  tabaco,  supieron  levantarlo  auxilian- 
do su  cultivo  con  el  dinero  que  producían  los  diezmos,  de  modo  que 
ellos  prepararon  la  salvación  del  país,  puesto  que  sin  ellos  no  ha- 
bría llegado  en  lo  económico  la  edad  de  oro  de  5 1-68,  sin  la  cual 
nunca  Colombia  habría  podido  mejorar  como  mejoró  después  :  la 
existencia  de  los  maldecidos  diezmos  mantuvo  floreciente  nuestra 
agricultura,  como  que  ellos  eran  el  arca  con  que  los  Párrocos  auxi- 
liaban al  pueblo  en  los  años  malos  ó  contra  la  mala  suerte,  é  im- 
pedían hubiese  tantos  mendigos  como  hoy. 

Del  comercio  de  esos  siglos  pasados  dan  idea  los  siguientes 
cuadros : 


mercancías  llevadas  a  ESPAÑA  DI  LA  FERIA  DE  PORTOBILO  EN   1 72  I 

Dinero $12,319,549     Vainilla 37  bultos 

Tabaco  enrama...  3,334  bultos     Lana  Vicuña i4    — 

Tabaco  en  polvo...  4,937  —        Carey 5    — 

Cacao  Guayaquil.  2,859  —        Algodón 2    — 

Grana  ñna 954  —         Liquidámbar i     — 

Grana  silvestre....  4^  —         Copal 25     — 

Añil 708  —         Guayaco 2     — 

Quina 1,100  —        Zarzaparrilla 3     — 

Azúcar..... 936  —        Cortrayerba 3    — 

Jalapa *98  —        Brasilete 2,781  quintales 

Dulces 156  —        Guayacán 354        — 

Tolú 17  —        Cueros 17,6 1 1  n.^ 

Chocolate 14  —  Planchas  de  cobre..  1,0B2  — 

Como  del  numerario  lo  millones  eran  para  particulares,  ya 
puede  juzgarse  la  importancia  del  comercio  anual  del  Perú  y  Nue- 
va Granada  con  España,  comercio  que  crecía  cada  año :  en  1 739, 
en  un  solo  día  entraron  22  barcos  á  Cartagena,  á  cuyo  puerto  desde 
1784  arribaban  ya  90  por  término  medio  al  año,  con  10,000  tone- 
ladas (?),  SO  á  Sántamarta;  y-  muchos  más  á  Panamá.  En  esta  ül 


822 


NUKVA  GlOGKAriA  DX  CoLOMBlA 


tima  época,  por  la  sola  bodega  de  Sogamoso,  por  ejemplo,  salían 
$  30,000  al  Magdalena,  y  mucho  del  algodón  que  se  exportaba 
provenía  de  Girón.  Los  siguientes  datos  comprobarán  lo  dicho. 


IXPORT ACIÓN  POR  SANTAMARTA  EN   18OI 
Entraron  61  barcos,  salieron  57 

Algodón kgs.       l75,467     $        4i,liz 

Dinero 912  79,419 

Cacao.....   12,353  3,707- 

Ajos 2,000  2oo 

Brasil  (palo) i,629  69 

Almidón l,ooo  80 

Azúcar 1,100  82 

Harina I,oo0  144 

Cueros 72o  54 

Esteras 2i0  22 

Cera 150  24 

Arroz 4oo  20 

Cazabe n5  7 

Conservas 87  9 

Ajos 48  2 

N«mes 80  I 

Total  kgs.     198,945     $     122,942 

Del  dinero:  2,300  doblones  y  36,4i9  pesos  plata. 


EXPORTACIÓN   DE   CARTAGENA    EN    18O4    (siN    REDUCIR) 
Entraron  101  barcos,  salieron  79. 


Alfajías 

Algodón 

Alquitrán 

Ajos 

Anisado 

Arroz 

Asnos,  n° 

Azúcar  blanca.... 

Id.      parda-... 

Bateas 

Brasil  (palo) 

Id.    extracto... 

Caballos,  n.® 

Cabuya 

Cacao  

Caoba 

Carne 

Cazabe 

Cera  blanca 

Id  de  ceiba 

Cocos 

Cordobanes 

Cueros  n.* 

Esteras  varías 

Fideos 

Garbanzos 

Hamacas  n.^ 


6  dnas. 

239 

fiq.  3  @ 

3 

qq. 

I 

@ 

3 
35 

bijas, 
btjas. 

3 

126 

@ 

28q 

id. 

27 

3688 

qq.  i^  @ 

18  id.  2  fd. 

2 

600  ovillos. 

1895 

millares. 

4  tablones. 

ti 

@. 

8^  tercios. 

33 1 

@.  i9  Ib. 

5 

id. 

2000 

26  dnas. 

63o 

67  dnas. 

7 

qq.  n  @. 

I 

lid. 

6 

iiariRa.. ■•>  

Henequén,  licor... 

Jabón 

Lana  de  ceiba.... 

Maíz. 

Malambo 

Maní 

Manteca     

Id.  de  cacao. 

Mora  (palo) 

Moralete  (id) 

Morteros 

Oro,  libritos  de... 
Piedras  de  moler. 

pita '. 

plata  (pesos) 


Quesos 

Quina 

Sal 

Silletas. , 

Suelas 

Tablas 

Taburetes 

Tejas 

Tolú,  balsamo. 
Velas  de  sebo.. 


I  barril. 
84  »). 

3  ^• 

2 

261 
2oo 

4  almds. 

55  hijuelas. 

1700  qq. 

3459  (id.)  \\  g. 

5  dnas. 
loo  nP 

18  n.o 
90  Ib. 
1000 
60  @. 

1004  qq     it  ®. 
180  fngs. 
I  dna^ 

56  ft. 
35  dnas. 

I  id. 
25oo'n.<> 
5o:fl>. 
5o' ft. 


Produjo  la  Aduana  en  el  año  %  98,000  libres. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  823 


CARTAGENA,    AGOSTO    DE     I818 


Algodón  , 

Arroz 

kgs. 

6,450 

50 

1,100 

60 

150 

126 

17,964 

94 

950 

15,600 

218,000 

500 

224 
6,400 

150 
8,200 

$ 

1,548 
6 

^\  lili ••••■••     •     ••■             .•>•     •■■) 

Cacao 

Cerdos 

Cobre 

Cueros , 

••*••           ••     ••• 

880 

18 

20 

19 

9,876 

Kncerados 

17 

I  larina 

95 

Maíz 

Mora 

Muías , 

3,200 

4,350 

45 

Oro  amonedado 

Plata  amonedada 

• 

2,042 
1,132 

Pita 

90 

Quina 

3,200 

Stngredrago 

Sebo , 

10 
52 

Total 

kgs. 

321,148 

$ 

27,621 

Valor  del  kilogramo  de  frutos  $  6-70  cvs. 

En  18 14  entraron  á  Santamaría  63  barcos. 

En  i8i8  la  Aduana  de  Cartagena  produjo  $  i4i,0CK),  y  50,000 
la  de  Panamá. 

En  1822  la  Aduana  de  Santamaría  produjo  $  160,000,  de 
ellos  8,500  por  la  exportación. 

Los  datos  anteriores  comprenden  sólo  la  exportación  de  artí- 
culos producidos  en  el  país,  y  atrás  queda  dicho  cuánto  había  de- 
caído desde  1 800  el  comercio,  por  la  guerra  que  durante  30  años 
asoló  nuestras  costas. 

Queda,  pues,  demostrado  que  para  el  período  del  Virreinato  y 
de  la  Independencia  sí  hay  papeles  suficientes  en  los  archivos  para 
formar  juicio  ;  y  demostrado  también  que  aquí  se  ha  escrito  mucho 
sin  buscar  los  datos  fehacientes  :  ¿  qué  autor  ha  hablado  nunca  del 
célebre  impuesto  de  convoyaje,  que  el  Rey  cobraba  á  trueque  de 
hacerse  responsable  de  la  seguridad  de  las  mercaderías  en  el  Ist- 
mo, dándoles  la  escolta  conveniente  ?  ¿  No  es  este  impuesto  el  ver- 
dadero aseguro  que  el  resto  del  globo  no  conoció  sino  siglos  des- 
pues  ?  El  establecimiento  de  puertos  interiores  ó  Aduanas  como 
las  de  Bogotá  y  tantos  otros  lugares  hasta  los  cuales  llegaban  las 
mercancías  sin  ser  abiertas,  ¿  no  ahorraba  á  los  interesados  gastos 
de  comisionistas  y  otros,  y  no  superaba  al  actual  sistema  de  los 
colíes  postales  ?  ¿  No  se  trató  entonces  de  establecer  en  los  cami- 
nos comerciales  relevos  de  muías  que  en  lo  posible  reemplazaran 
las  diligencias  europeas  ?  Pero  si  han  sido  descuidadas  las  investí- 
gaciones  serias,  los  insultos  reemplazan  en  mucho  al  trabajo:  en 
una  cierta  historia  de  la  Hacienda  nacional  se  dice,  por  ejemplo, 
hablando  del  diezmo,  que  era  "ominosa  y  bárbara  contribución; " 
cuánto  más  ominoso  es  hablar  por  hablar,  sólo  por  espíritu  antirre- 
ligioso :  ya  sabemos  lo  que  fueron  en  realidad  ese  denigrado  diezmo 
y  los  demás  ti-ibutos  españoles,  por  cuyo  restablecimiento  por  Bolí- 
var, á  raíz  de  la  Independencia,  le  llama  dictador  el  autor  de 


S24  Nueva  Geografía  de  G)lombia 


esa  celebérrima  historia,  olvidando  en  absoluto  la  distancia  enorme 
que  hay  de  lo  vivo  ¿  lo  pintado,  pues  ese  autor  hizo  luég"o  su  propio 
proceso  en  su  desairada  dirección  de  la  Hacienda  nacional ;  la  Me- 
moria que  entonces  elaboró  es  una  de  las  más  inútiles,  como  lo  son 
las  de  sus  copartidarios  en  1850-53  :  mera  palabrería,  sin  un  dato 
serio,  nada  más  ¿Qué  otra  cosa  podía  hacer  entonces  Bolívar  para 
recaudar  los  fondos  públicos,  sino  ocurrir  al  sistema  de  todos  cono- 
cido ?  Todo  un  régimen  económico  no  se  cambia  de  un  golpe  sin 
terribles  consecuencias  fiscales.  Y,  por  otra  parte,  el  dicho  novel 
economista  censura,  por  ejemplo,  el  tributo  de  indios,  llama  me- 
morable la  ley  que  lo  abolió,  y  no  tiene  una  palabra  de  censura 
contra  el  impuesto  del  trabajo  persor\al  subsidiario,  que  convierte 
de  hecho  en  alg-o  como  paria  ó  esclavo  á  nuestro  campesino,  y  que 
debió  combatir  cuando  estuvo  al  frente  del  Ramo  ;  en  efecto,  el  in- 
feliz labriego  se  ve  llamado  á  trabajos  públicos  el  día  que  más  ne- 
cesita permanecer  en  su  estancia  ;  todos  los  años,  con  ese  pretexto, 
se  desperdician  en  el  país  millares  de  pesos,  y  ese  impuesto  se  pres- 
ta, cual  ninguno,  á  los  abusos  de  los  gamonales  de  parroquia,  y  para 
nada  aprovecha  á  la  Nación ;  el  de  indios  producía  dinero,  y  aunque 
poco,  bastaba  para  mantener  los  caminos  por  medio  de  contratos 
ó  jornaleros  remunerados  que  trabajaban  con  brío  y  eran  vigilados 
por  gente  interesada  en  el  asunto ;  basta  comparar  el  estado  de  los 
caminos  vecinales  en  los  Departamentos  donde  existe  esa  contri- 
bución y  donde  la  reemplazan  otras,  para  convencerse  de  lo  dicho. 
En  su  día,  Bolívar  restableció  el  antiguo  impuesto  por  pietición  de 
los  mismos  indígenas,  y  hoy  el  nuevo  es  una  de  las  más  duras  tra- 
bas á  la  buena  explotación  de  nuestro  territorio. 

Pero  volvamos  al  estudio  de  nuestro  movimiento  marítimo, 
cuyo  hecho  más  notable  es,  no  hay  duda,  la  disminución  del  tone- 
laje cubierto  por  la  bandera  nacional,  que  tras  ser  el  segundo  al- 
gún día,  pasó  luego  á  tercero  y  después  á  nivel  aún  inferior :  antes 
se  nacionalizaba  cada  año  mayor  número  de  buques  y  con  mayor 
tonelaje,  reducidos  al  presente  á  barquichuelos  de  unas  pocas  tone- 
ladas: en  1 89 1  sólo  7  con  70  toneladas.  Preciso  es  prestar  aten- 
ción á  este  punto  y  otorgar  algunas  concesiones  á  la  marina  co- 
lombiana. 

MOVIMIENTO      marítimo 

1836  Á  1837 — Barcos  de  vela 

Total 
PÜXKT08  Entrados  Toneladas  Salidos  Toneladas  Barcos     Tonelajs 

David 25  862  28  1,025  53  1,887 

Panamá 84  2,615  30  2,510  94  5,125 

Portobelo 47  1,056  39  833  86  1,889 

Chagres 21  944  17  596  58  1,540 

Cartagena 116  9,334  109  8,325  225  17,959 

Barranquilla 25  816  24  762  49  1,578 

Zapote 10  386  9  349  19  735 

Santa  Marta 115  10,139  114  10,139  229  20,278 

Riohacha 102  8,187  102  8,187  204  16,374 

Tumaco 42  862  42  862  84  1,724 

Buenaventura 27  966  27  966  54  1,932 

Total 564     36,167       541      35,355      1,135    71,021 


Nueva  Geografía  de  Colohbu 


835 


De  los  barcos  entrados,  3 16  eran  nacionales  ( 14,943  toneladas), 
y  de  los  salidos  303  (14,560  toneladas),  siendo  de  notar  que  las 
dos  clases  se  equilibraban  en  Cartagena  y  en  los  demás  variaban, 
prevaleciendo  los  extranjeros  en  Buenaventura,  Chagres  y  princi- 
palmente en  Santa  María  y  Riohacha  :  de  14  a  15,000  puede  esti- 
marse el  número  de  bultos  de  ese  movimiento  mercantil :  8  á  9,000 
importados,  5  á  6,ooo  exportados.  La  capacidad  media  de  los 
barcos  era  de  unas  70  toneladas,  y  á  partir  de   1800  apenas  se 
nota  aumento  de  10  á  15  por  100  en  el   movimiento  marítimo  del 
país.  En  este  año  en  Panamá  el  comercio  de  tránsito  alcanzaba  á 
12,000  bultos  por  año,  habiendo  de   ordinario  una  existencia  de 
3,000  en  depósito,  á  causa  del   exiguo  tonelaje  y  corto  numero  de 
los  barcos  del  Pacífico. 


1866-67 


ENTRADAS 


De  vela  \  De  vapor 


1 

ADUANAS 

V 

g 

S 

■«? 

^ 

« 

^^ 

E 

a 

s 

,  ^ 

c 

•3 

0 

1  Í5 

i 

_H 

^ 

H 

Cartagena 

Xl^quilla 

Stamarta.. 


Total 


I         ! 


68   4 


8i'i2; 

I    i 
76 131 


Riohacha.'  124 


iTumaco  .. 
I^ventura. 
Quibdó.-.. 


83 

6 
85 


o 


1^ 


O 
H 


SALIDAS 


De'vela 


33 
36 
28 


100 

4 
106 


446 


9 
I 

2 

I 

42 


26 
3 


203 


151 

87 
161 

124 

33 
19Í    62 

31 


2 


De  vapor 


Total 


104  62 

1 

»5;  69 

"9Í  143 


229 


649 


I 

22 

I 


271 


23 
10 

19 
8 


829 


•2.    8 

2'    S 


9 

■y 

e 
o 

H 


73 


74:  i2 


41 

107 

32 

33 

28 


308 


6! 
j 

7" 

I 
I 

I 

I 

35 


81 

4 
7S 


g 


Si- 


9 

'S 

I 


91 

4 

100 


154 
78 


98 
16 


27 
3 


2o 


193    2i5 


119'  106 
107 
32 


60 
3' 


581 


7 
I 
21 
I 


25o 


o 

H 

P 


1 02 
103 

45 
10 
86 

5 
353 


PUERTOS  FLUVIALES— BARCOS  DE  REMO 


Cúcuta....^....    IW  bes.  con  4,167  ts.        149  bes.  con  4,032  tons.  y  66,892 
y  35,2^3  bts.  bultos. 

Cafífí  (1864-65) :  entraron  6  barcas  con  64  toneladas  y  1,230  bultos,  y  salieron  4 

con  48  toneladas  y  I,4i4  bultos. 
'Arauca  (id) :  entraron  9  barcos  con  97  toneladas  y  if970  bultos,  y  salieron  8  con 
,  86  toneladas  y  2,100  bultos. 

'"*  tpiales  (66-67);  Bultos  introducidos,  1,195;  exportados  474:  total,  1,669. 

En  estos  años  los  760  barcos  (incluyendo  los  de  San  Buena- 
*    ventura  ó  CiScuta)  que  como  promedio  llegaron  al  país,  se  distri* 
buyen  cuánto  á  nacionalidades  así : 


'TTueva  dografia  ae  Colomiibia 


TOMO  I — 53 


NUKVA   GlOGKATÍA   PK  CoLOHSU 


Inelaleria I74  con  124,9^6  I: 

Colombia 147  27,3|3 

Francia ¡8  47,000 

Estados   Unidos....     S9  I4r43l 

Eipafla >5  !\394 

Variai i8  í,97* 

Alemania S7  lO.QOO 

Anlillu   Hduu 9a  6,í25 

Veneiuela 15O  4,160 

76O  262,493 


(104 

apores  ce 

n  .18,175  t* 

( 1» 

iJ. 

f  ai 

id. 

u,93l) 

t  "3 

i<]. 

1S.Í0O) 

19* 

id.  Total.  2l4,25S) 

Cuanto  í  la  especie  de  embarcaciones,  resulta,  término  medto : 


Supouemos  200  vapores,  por  cuanto  este  año  fue  excepcional 
no  arrimase  ninguno  á  Tumaco,  siendo  de  advertir  que  las  89,000 
.  toneladas  no  pueden  considerarse  sino  como  comercio  de  cabo- 
taje. También  es  preciso  advertir  que  154  naves  con  98,000  tone- 
ladas entraron  en  lastre,  y  salieron  lo  mismo  118  con  57,000  to- 
neladas. 

Si  examinamosel  movimiento  marítimo  una  década  despu¿s,ba- 
Itamos  queda  un  promedio  de  350  vapores  con  440,000  toneladas ; 
400  barcos  de  vela  con  so,oco,  y  450  de  remo  con  10,000,  á  la  vez 
que  ha  cambiado  bastante  la  bandera  que  las  cubre,  que  es  como 
sigue;  colombiana,  5,000  toneladas;  inglesa,  23z,ooo;  francesa, 
54,000;  alemana,  41,000;  de  los  Estados  Unidos,  I2,000;  espa- 
ñola, 10,000  ;  holandesa,  7,000,  y  varias,  7,000.  El  hecho  mis  no- 
table es,  como  se  ve,  el  creciente  aumento  de  la  marina  inglesa  y 
en  parte  el  de  la  alemana,  y  la  inversa  sucede  al  resto;  1870 
marca  fecha  notabilísima  en  los  anales  de  las  marínac  mercantes 
francesa  y  alemana,  por  lo  que  á  Colombia  hace. 


189, 

1      "               ■       .  íii;wi 
Il.T.:i|    D.t.pcr   ¡      leu;      1 

..,.,».. 

IXMíír 

irtii 

llItB 

1 

It 

S 

1 

i 

g  1  Sta.Marta 
,  LRi'*«''a. 
ig  {  Tumaco... 
SUventur.. 

so    5    ílO    28*    230l  26B 
2ü    7     22Í,   354,    2*9,  382 
73    3,     *7      47,    122      4S 

142    8       17Í       2    1.U      ,0 
fl3    3       BS'     34,'     g2      S4 
9B   4|     65     34,   153     36 

lÚ  \í  1 

14    79    3 
50  ,40l  9 
300   35 i  I 

510    98    3 

126 

!71 

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34 
» 

107 
Sí 

4S 

m'iJ  6íi|  73.-ÍJ1O051  760    I85SJ375Jas!618J  73O 

993 

'S5 

869 

NuivA  Geografía  de  Colombia  827 


I89I — ADUANAS    FLUVIALES — BARCOS  DE  VAPOR,  DE  VELA  Y  REMOS 

Entradas :  Sa/idas : 

Número       Tonelaje  BaltoB  Kúfnero  Tonel^e         Bultos 

Cúcuta 725  11,8S7         149,484  716  11,823        209,21^ 

Aranca 10  70  6,219  3  20  2,554 

Orocué 11  79  7,520  6  118  5,531 

Total 746  12,006         162,223  725  11,961        217,804 

ADUANA   TERRESTRE 

Ipiales Bultos  entrados     1,434  Bultos  salidos 14,19*- 

Toia/  de  bultos  de  i8gr 
Entrados 2.017,026  (1.217,026?)  Salidos 1.101,001 


MOVIMIENTO   MAr(tIMO   GENERAL   DE   1887   k    189I 

Entradas  Saliaas 

Barcos..  6,615  ton/je.  3,642  btos.  8,832  I  Barcos..  6,516  too/je.  8,522  btos.  5,29* 
Prmdío.  1.325      id.         724  btos.  1,065  |      Id.        1,303     id.  706   id.    1.25» 

MOVIMIENTO   marítimo   GENERAL    DE    1892  k   1896 

Entradas  Salidas 

8^407 barcos  con  4,127  ton.  y  13,070  btos.    8,279  barcos  con  4,694  ton.  y  9,028  btos» 

Promedios  anuales 
1,681     —    con  825    —  y  2,614  btos.     1,655     —    con  938    —  y  1,805  btos 

£stM  cuadros  son  bastante  expresivos  :  en  el  Paciñco  apenas  toca  en  nues- 
tros puertos  el  cuarto  del  número  total  de  barcos,  con  poco  más  de  la  undécima 
parte  del  tonelaje.  £1  movimiento  en  el  Pacífico  ha  duplicado  desde  1836;  en  el 
Atlántico  el  aumento  es  algo  mayor  del  undécuplo.  En  ambos  mares  guarda 
proporción  ^  número  de  barcos  de  vela  y  de  vapor :  éstos  son  el  60  ^/^  con  el 
70  ^/q  del  tonelaje.  £1  mayor  comercio  á  la  vela  se  hace  entre  Buenaventura  y  el 
Ecuador  y  entre  Riohacha  y  las  Antillas.  Creemos  no  sólo  que  se  eauilibran 
sino  que  hasta  son  inferiores  las  importaciones  á  las  exportaciones  en  numero  de 
bultos,  si  se  deducen  la  sal,  ladrillos,  &c.,  que  6guran  como  tales  á  pesar  de  su 
exiguo  peso.  Del  contrabando  en  Ipiales  da  la  medida  la  diferencia  entre  bultos 
importados  y  exportados.  En  Cúcuta  no  hay  puerto ;  los  bongos,  &c.,  anclan  en 
San  Buenaventura,  unido  á  esta  ciudad  por  1 1  leguas  de  ferrocarril. 

MOVIMIENTO   marítimo    DE    PANAMÁ  KN  1 875 

Entradas 

Barcos,  188  con  256,815  toneladas  y  1.153,845  bultos. 
Bultos  para  el  Istmo,  84,113. 

Salidas 

Barcos,  169  con  346,100  toneladas. 

De  estos  barcos  entraron  156  vapores  y  salieron  147,  de  los  entrados  7t 
(139,231  toneladas)  americanos,  64  (73,000)  ingleses;  20  (38,8C0)  chilenos  y  ua 
peruano ;  de  los  salidos,  66  americanos,  62  ingleses  y  19  chilenos. 

movimiento  DE  COLÓN  EN  189I 

EtUradas  Salidas 

De  vela...     56  con    14,557  toneladas.        De  vela...     59  con    13,360  toneladas» 
De  vapor.  289  con  502,764        —  De  vapor.  289  con  516,406        — 

ToUles....  845         617,321  348        529,766 

qoe,  como  se  ve,  iguala  á  los  dos  tercios  del  del  resto  del  país,  y  al  que  hay  qua 
agregar  el  costanero,  como  sigue: 


S28 


Nueva  Geografía  de  G>lohbia 


Entraron  174  barcos  con  2,582  toneladas  y  54,474  bultos. 
Salieron    177  barcos  con  2,329  toneladas  y  24,389  bultos. 

á  que  deben  añadirse  otros  8,321  bultos  que  no  tocaron  en  Colón. 

PUERTO  DE  BOCAf  DEL  TORO  (1891) 

Entra¿as:     25,721  bultos.  Salidas:     433,944  bultos. 


BUQUES 

0e  vela 60  con    3,077  tonela'Jas.     Devela     ...     59  con    2,794  toneladas. 

De  vapor....     54  con  24,435         —  De  vapor....     55  con  25,703        — 


Totales 114  27,512 


214  28,497 


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¿  Qué  valor  tienen  las  cifras  de  las  anteriores  páginas?  La 
respuesta  es  larga,  por  cuanto  las  fuentes  de  donde  se  derivan  son 


Nueva  Geografía  de  Colombia  829 


varías.  En  tesis  general,  diremos  que  las  tomadas  de  publicaciones 
oñciales  adolecen  de  los  errores  de  éstas,  considerables  de  ordina- 
rio, y  que  no  hemos  querido  intencionalmente  rectificar  por  ahora, 
porque  afectando  tanto  el  débito  como  el  crédito,  no  varían  sensible- 
mente el  resultado  del  balance.  Por  ejemplo,  en  las  cifras  sobre 
importación  y  exportación  de  1840  á  1850,  en  alguna  Memoria  ofi- 
cial se  incurrió  en  el  gravísimo  error  de  reducirlas  á  pesos  de  ley, 
como  si  los  documentos  originales  estuviesen  en  pesos  de  ocho  dé- 
cimos ;  y  decimos  gravísimo  error,  ya  que  en  1839,  P^^  ejemplo, 
ese  peso  no  valía  sino  $  0.68,  mientras  que  en  1836  valía  $  1.08, 
como  el  peso  del  Virreinato,  y  que  el  precio  de  las  importaciones 
está  en  monedas  extranjeras ;  en  nuestros  cuadros  de  exportación,  de 
1801  en  adelante,  están  computados  los  pesos  de  ocho  décimos  con- 
forme á  su  valor  real,  según  la  época.  Esto  en  primer  término;  en 
segundo  lugar  viene  el  error  no  menos  serio  de  olvidar  que  las  ci- 
fras en  las  Memorias  de  Hacienda  son  incompletas  por  faltarles  de 
ordinario  los  datos  de  una  ó  más  Aduanas  y  no  haber  habido  en 
el  país  la  .costumbre  de  incluir  esas  cifras  en  las  Memorias  siguien- 
tes, cuando  se  han  recibido  ya  los  documentos  complementarios. 
Por  ejemplo:  la  importación  de  1864-65  ha  figurado  siempre  por 
$  6.833,000,  siendo  en  verdad  de  S\  millones,  como  que  en  el  cua- 
dro oficial  falta  el  valor  de  artículos  con  peso  de  S  millones  de  kilo- 
gramos.. Lo  mismo  sucede  en  casi  iodos  los  años,  siendo  de  adver- 
tir que  la  corrección  aproximada  de  esos  errores  aumenta  en  cosa 
de  diez  millones  el  saldo  contra  las  exportaciones.  Por  lo  que  hace 
á  estas  últimas,  el  error  más  común,  fuera  de  la  falta  de  los  da- 
tos de  alguna  ó  algunas  Aduanas,  lo  hallamos  en  la  calificación  de 
los  productos;  por  ejemplo,  las  monedas  metálicas,  de  ordinario  ex- 
tranjeras, como  manufacturas  (!)  y  otras  por  el  estilo  en  los  valo- 
res del  mineral  y  en  el  cómputo  de  la  misma  exportación.  En  al- 
gún año  hemos  hallado  que  se  exportaron,  por  ejemplo,  400  bul- 
tos, con  peso  de  150  kilogramos,  ó  bien  10  bultos,  con  peso  de 
50,000  kilogramos  (!).  Al  revisar  los  documentos  originales  resul- 
ta para  el  segundo  caso  que  el  peso  es  valor,  y  para  el  primero 
que  es  peso  de  13  bultos,  faltando  así  incluir  el  de  los  otros  38-7 
bultos  (I).  ¿Qué  valor  queda  entonces  á  nuestra  estadística  oficial? 
Aquí  hemos  reducido  los  bultos  á  kilogramos  por  el  promedio  de 
los  que  lo  tienen  en  cada  época  en  los  documentos  de  las  Aduanas. 
Esta  crítica  se  escribió  hace  muchos  años,  y  el  mal  apuntado  poco 
ha  disminuido  después. 

Cuanto  al  cómputo  mismo  de  la  exportación,  resulta  que  de 
ordinario  sumas  y  pesos  considerables  que  figuran  como  tales,  no 
son  en  verdad  sino  comercio  de  cabotaje,  y  aun  se  cayó  en  la  manía 
de  computar  como  real  exportación  la  de  los  víveres  que  van  al 
Istmo,  que  así  resulta  nación  extranjera.  Años  hay,  sobre  todo 
de  87  á  90,  que  de  la  exportación  deben  restarse  muchos  millo- 
nes de  kilogramos  y  varias  decenas  de  miles  de  pesos,  por  no  per- 
tenecer sino  al  tráfico  interno  del  país ;  y  años  hay  en  que  es  pre- 
ciso aumentar  la  cifra,  por  cuanto  resulta  que  los  objetos  exporta- 
dos, 6  tienen  mayor  valor  del  declarado,  ó  bien  los  bultos  contienen 
indudablemente  mayor  número  de  ellos,  según  lo  indica  la  expe- 
riencia, ó  bien  porque  al  comparar  nuestras  introducciones  en  los 


S30  Nueva  Geografía  de  Colombia 


{[^randes  mercados  extranjeros  con  lo  salido  por  nuestros  puertos^ 
resultan  g-randes  diferencias  en  menos,  si  es  que  aquéllos  no  están 
errados  por  atribuímos  remesas  que  pertenecen  á  Repúblicas  her- 
manas, ó  á  la  inversa,  salvo  que  se  trate  de  diferencias  por  con- 
trabando, que  es  lo  más  probable,  por  el  cuidado  con  que  se  lleva 
la  estadística  en  esas  naciones.  Por  ejemplo,  del  café  que  exporta 
Cücuta,  mucho,  quizá  la  mitad,  del  salido  en  1890  es  de  proceden- 
cia venezolana,  y  hoy  por  Tumaco  hace  bastante  comercio  el  Ecua- 
dor. En  los  cuadros,  muchas  cifras  de  las  que  marcan  disminución 
de  la  ex^iortación  de  ciertos  artículos  en  determinados  años,  le- 
vantándose repentinamente  en  seguida,  sólo  provienen  de  faltar 
los  datos  de  alguna  ó  algunas  Aduanas ;  el  ejemplo  más  notable  lo 
dan  el  café,  la  tagua,  ciertos  palos  de  tinte  y  el  dulce,  cuando  faltan 
los  de  Cücuta,  Tumaco,  Riohacha  ó  Ipiales,  centros  principales  de 
esa  exportación.  Y  lo  que  también  es  notable,  y  se  habrá  notado, 
al  hablar  de  las  naciones  con  que  comerciamos,  ciertas  cifras  ex- 
trañas para  Inglaterra,  provienen  de  que  la  estadística  oficial  reunía 
á  ésta  el  comercio  con  Jamaica,  que  nosotros  separamos  donde  he- 
mos tenido  el  dato,  y  que  en  1840  subía,  por  ejemplo,  á  más  de  un 
millón  de  pesos.  Como  cosa  curiosa  debemos  indicar  que  en  época 
anterior  algiin  comercio  tuvimos  con  Rusia. 

En  fin,  en  lo  que  á  tráfico  se  refiere,  bueno  es  notar  que  el  nú- 
mero de  cargas  que  se  calcule  en  los  diversos  años  no  es  sino 
aproximado,  por  cuanto  gran  número  de  bultos  unas  veces  son  más 
que  carga,  como  máquinas,  pianos,  &c.,  y  otras  dos  no  hacen  car- 
ga, como  la  sal,  el  brandy,  &c.  El  movimiento  marítimo  es  el  más 
incorrecto  de  todos  en  sus  cifras,  y  la  razón  es  clara :  en  los  puer- 
tos quedan  computadas  las  barcas  y  otras  de  su  laya,  que  no  se  ocu- 
pan sino  en  el  cabotaje ;  en  los  barcos  de  vela  la  estadística  oficial 
incluyó  algún  tiempo  fragatas-vapores,  bergantines- vapores,  &c, 
(para  66-67  se  corrige  aquí  el  error),  y,  sobre  todo,  porque  no  te- 
niendo ninguno  de  nuestros  puertos  de  tierra  firme  línea  directa  de 
barcos,  resulta  que  los  vapores  extranjeros  van  tocando  sucesiva- 
mente en  ellos  á  dejar  unas  pocas  cargas,  y  en  cada  uno  se  les  com- 
puta dos  veces  íntegramente,  de  suerte  que  el  tonelaje  que  hace  el 
tráfico  con  nuestras  dichas  costas,  es  en  verdad  muy  inferior  al  in- 
dicado :  los  vapores  que  tocan  en  Tumaco  y  Buenaventura  forman 
un  solo  grupo  con  Panamá,  y  otro  los  que  arriban  á  Santa  marta 
Puerto  Colombia,  Barranquilla  y  Colón,  á  lo  cual  hay  que  añadir 
que  en  cada  puerto  se  les  cuenta,  tanto  á  la  ida  al  Istmo  como  al 
regreso.  Según  esto,  en  el  Pacífico  no  pueden  computarse,  á  lo 
sumo,  sino  en  30,  y  en  el  Atlántico  en  poco  más  de  100  :  el  todo, 
unas  350,000  toneladas.  A  este  respecto  la  práctica  de  la  estadísti- 
ca oficial  tiene  que  cambiarse  en  absoluto. 

En  todo  caso,  el  tonelaje  en  nuestros  puertos  ha  aumenta- 
do sin  cesar  :  de  10,000  al  principiar  el  siglo  xix,  sube  á  30,000  (en- 
tradas) al  dividirse  la  gran  Colombia,  á  40,000  en  1840  (540  bar- 
cos entrados),  á  50,000  en  1850,  época  en  que  arribó  á  nuestras 
costas  el  primer  vapor.  Entonces  el  movimiento  se  duplicó  repenti- 
namente, puesto  que  alcanzó  á  122,000  en  1856-57  (vapores  90 ; 
ingleses  84  con  70,000  toneladas!),  aunque  para  disminuir  luego  un 
10  °/o;  en  1866  poco  supera  á  1856-57,  pero  al  año  siguiente  en- 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


831 


traron  803  barcos  con  275,000  toneladas,  y  salieron  730  con  252,000 
toneladas;  en  1873  (más  de  1,000  barcos  entrados),  los  vapores 
ya  pasan  de  300,  y  el  tonelaje  entrado  rebasa  el  medio  millón  cin- 
co años  después.  En  la  actualidad,  como  se  ve,  entran  ó  salen 
más  de  1,000  barcos  de  vela  (40,000  toneladas)  y  más  de  600  va- 
pores (735, ODD  toneladas),  por  lo  cual,  sumando  también  el  tráfi- 
co de  Panamá,  que  no  figura  en  los  g'uarismos  anteriores  desde 
1845,  y  el  cabotaje,  tendremos  un  total  de  1,500  naves  de  vela  y 
1,200  de  vapor,  que  dan  vida  á  nuestras  costas.  También  es  creci- 
do el  tráfico  en  los  ríos,  como  veremos  en  su  lugar.  Prescindiendo 
<ie  Panamá,  puede  estimarse  que  en  nuestras  costas  ha  habido  un 
movimiento  de  3^  millones  de  toneladas,  entradas  6  salidas  desde 
1830  á  1898,  ó  sea  en  67  años,  apenas  más  de  las  que  se  mueven 
en  un  año  en  el  puerto  de  Londres.  La  cantidad  de  bultos  traídos 
-en  ese  tiempo  pasa  de  79  millones,  con  peso  de  1,200  millones  de 
kilogramos,  y  la  de  los  llevados  sólo  de  70,  con  peso  de  1,700  mi- 
llones de  kilogramos,  lo  cual  no  es  grande  sin  duda,  pero  tampoco 
despreciable  por  cierto. 

Cuanto  al  comercio  de  cabotaje,  es  más  trabajoso  hablar  si- 
quiera sea  aproximadamente :  hoy  mismo  no  se  lleva  de  él  ni  me- 
diana estadística,  puesto  que  faltan  sus  datos  en  los  puertos  impor- 
tantes. De  alguna  consideración  en  los  últimos  años  de  la  Colonia 
y  primeros  de  la  República,  en  1867-68  presenta  las  siguientes 
cantidades  en  millares  de  pesos  y  kilogramos : 


PUERTOS  traídos  LLEVADOS 

kgs.         $         kgs.         $ 

Bu<*na ventura 2.2        2.3      (De  Tumaco). 

Quibdó 18.5      34.3      (De  Cartagena). 

Riohacha 271.O     697     26O.7     32.4    (De  Cartagena  y  Santa. 

Marta  para  Goajira). 

Santa  Marta 3^1-9    2i.2     2io.i     i20.i     (De  Cartagena  y  Santa* 

Marta  para  Goajira). 

Tamaco 94.7  33.3  94.7  33.3  (De  Panamá  para  Bue- 
naventura). 

768.3  i60,8    565.5     i85.8 


Ocho  años  más  tarde  tenemos  : 


PUKRTOS                     traídos  LLEVADOS 

kgs.          $  kgs.         $ 

Tolú 258      80  687          75     (De  y  para  Cartagena). 

Cartagena 1-377     199  1.200       329 

Sabanilla 11        3    

Santa  Marta 1.358      53  1.747       643 

Riohacha 2.163     194  1.624         76 

Buenaventura 77      22  27          19 

Tumaco 16         18 

5.244    561  5.2O1     1.16O 


Sl2  Nueva  Geografía  de  Colombia 


En  1887  el  total  de  artículos  llevados  de  unos  á  otros  puer- 
tos nacionales  pasó  ya  de  8  |  millones  de  kilogramos.  En  1890 
de  Santamarta  á  Riohacha  se  llevaron  376  mil  kilogramos  con 
valor  de  %  013,000,  y  de  Riohacha  á  Santamarta  1.700,000  kilo- 
gramos, con  valor  de  %  71,000,  de  ellos  1.640,000  kilogramos  de 
sal  marina.  En  1891  de  Cartagena  á  Quibdó  pasaron  300,000  ki- 
logramos, y  de  Quibdó  á  Cartagena  600,000;  de  Toltí  á  Cartagena 
722,000  kilogramos  con  valor  de  %  255,000,  y  de  Cartagena  á 
Tolil  300,000  kilogramos,  con  valor  de  $  200,000,  de  ellos  250,000 
de  marina,  pero  en  su  mayor  parte  lo  que  del  Atrato,  Sinú  y  Tolú 
sigue  á  Cartagena  son  artículos  de  exportación,  pues,  por  ejemplo, 
de  Tolií  á  Cartagena  en  91  fueron  500  cargas  de  cueros  y  6,300 
de  tabaco,  y  del  Atrato  200  kilogramos  de  oro  en  polvo,  medio 
millón  de  palo  mora,  100,000  de  tagua  y  40,000  de  caucho,  y  del 
Sinú  un  millón  de  kilogramos  de  cedro. 

Y  como  el  Magdalena  es  elemento  de  tanta  importancia  en  la 
vida  económica  del  país,  creemos  será  menester  consagrarle  algu- 
nas líneas,  bien  que  nos  parezca  infantil,  por  no  darle  otro  nombre, 
la  opinión  de  algunos  escritores  que  valúan  los  ríos  comparándoles 
con  los  caminos  construidos  por  la  mano  del  hombre.  Nuestro  gran 
río  se  ha  valorado  por  ellos  en  100  millones,  precio  de  una  carre- 
tera de  200  leguas  en  suelo  pantanoso,  olvidando  que  si  el  río  no 
existiera,  Bogotá  habría  tenido  que  abrirse  paso  hacia  el  Pacífico, 
y  esa  distancia  reducida  á  la  mitad,  reduce  también  á  la  mitad  aque- 
lla cifra ;  esto  en  teoría,  que  en  la  práctica  el  resultado  -sería  muy 
diverso,  porque  ese  camino  habría  dado  vida  á  millares  de  legiias 
cuadradas,  y  todos  saben  cuan  poco  valen  hoy  las  márgenes  del 
Magdalena  central  y  cuánto  será  preciso  gastar  para  mejorarlo. 

Nuestro  gran  río  en  la  época  colonial  tuvo  mayor  valor,  no 
hay  duda,  tanto  por  el  número  de  barcas  que  lo  cruzaban  entre 
Honda  y  Mompós  (1,000  en  1626),  como  porque  hasta  este  último 
lugar  lo  remontaban  sin  miedo  los  grandes  barcos  marítimos  de 
esos  tiempos.  A  raíz  de  la  Independencia  (1824)  ya  se  trató  de  na- 
vegado por  vapor,  pero  no  se  aseguró  esto  sino  en  1850,  antes  de 
lo  cual  valía  hasta  $  1 1  condiicir  una  carga  á  Barranquilla:  hoy  na- 
vega en  su  amarillenta  linfa  una  flotilla  de  30  vapores,  en  su  mayor 
parte  de  casco  de  acero,  con  4,000  toneladas  de  capacidad  efectiva, 
17  de  una  sola  Compañía.  Esta  flotilla,  que  no  excluye  las  barcas 
de  remo  y  aun  vela  en  la  parte  baja,  sólo  cuenta  5  vapores  de  más 
de  200  toneladas,  7  de  más  de  100,  y  desciende  á  uno  para  sólo  20 : 
varios  no  son  en  verdad  sino  meras  lanchas  de  vapor,  3  navegan 
en  el  Alto  Magdalena,  4  entran  al  Lebrija,  3  al  Cauca  y  varios  al 
Dique  y  aun  á  la  Ciénaga  de  Santamarta.  La  dicha  flotilla,  que 
se  ha  duplicado  en  los  últimos  diez  años,  algo  artificialmente  por  la 
competencia,  está  valorada  en  dos  millones  de  pesos  (en  oro),  deja 
pingües  utilidades  á  sus  dueños  por  lo  crecido  de  los  fletes  (¿  3  oro 
carga  de  Honda  á  Barranquilla),  y  emplea  cosa  de  500  marinos. 
En  el  bajo  río  y  el  Dique  es  considerable  la  flotilla  de  remo  ó  vela, 
que  ocupa  más  de  1,000  personas. 

Útiles  serán  algunas  cifras  sobre  el  tráfico  que  se  hace  en  el 
/urbío  Magdalena,  como  lo  llaman  los  poetas.  En  1880-81  cruzaron 
el  alto  río,  de  Neiva  á  Honda,  8,553  cargas  de  quina,  estimadas 


Nueva  Geogkafi'a  di  Colqubia 


i  (  200,  con  aseguro  de  6  "/„ ;  en  esa  época  y  entre  los  mismos  puer- 
tos, bajftban  mensualmente  60  balsas  caigadas,  las  que,  no  sirvien- 
do sino  para  un  solo  viaje,  presuponían  pérdida  anual  de  {  36,000 
y  gravaban  con  J  6  el  flete  de  cada  carga,  el  doble  de  lo  que  co- 
braba un  vapor.  Aun  hoy  mismo  no  es  un  problema  resuelto  la  na- 
vegación del  alto  Magdalena  por  vapor  :  en  1 88 1  subieron  de  Hon- 
da 1,971  cargas  en  barcas,  1,494  con  destino  á  puertos  del  Tolíma, 
y477  para  los  de  Cundinamarca.  Ese  mismo  año  llegaron  á  Honda 
mil  pasajeros  y  cosa  de  59,000  cargas,  desde  2,000  á  8,000  al  mes 
(17,000  i  Caracoli  y  41,000  á  Bodega  de  Bogotí).  De  las  8,000 


Figura  313 — Kl  bajo  CNocó  y  el 


834  Nueva  Geografía  de  Colombia 


cargas  llegadas  en  i6  vapores  en  Diciembre,  por  ejemplo,  las 
6,000  venían  de  Barranquilla,  350  de  Santander,  otro  tanto  de  An- 
tioquia  y  i,3CX)  de  las  bodegas  de  Conejo;  mientras  que  en  nueve 
meses  de  ese  año  un  sólo  vapor  de  500  cargas,  en  cinco  viajes  en 
el  alto  río,  subió  1,935  cargas  (913  para  Neiva,  1,022  para  Purifi- 
cación) y  bajó  1,194  (538  de  Neiva  y  656  de  Puriñcación). 

En  1 88 1  bajaron  de  Honda  800  pasajeros  y  S 3,000  cargas  así, 
en  millares  y  décimos  de  millar :  quina  21,8,  café  8,7,  cueros  10.6, 
tabacos  3.4,  cigarros  o.i,  caucho  0.3,  mineral  3.3,  plantas  0.8,  pá- 
jaros disecados  o.i,  la  mitad  de  esta  cifra  en  añil  y  el  resto  en  va- 
rios artículos  ;  cargas  que  se  aumentaron  en  el  tránsito  hasta  1 15 
al  llegar  á  Barranquilla,  esto  sin  contar  las  que  siguieron  por  el 
Dique,  ó  eran  de  tráfico  intermedio :  con  estos  dos  aumentos  el  gua- 
rismo sube  á  130  mil  contra  1 12  mil  de  subida.  En  el  tráfico  de  su- 
bida, ya  dijimos  que  á  Honda  entraron  59  mil  cargas  y  salieron  S3 
mil,  y  ahora  completaremos  el  cuadro  del  río  así : 

Honda       Aatínquia     Santander      Bolívar     Magdalena 

Subida 59,000        22,000         14,300         14,000  900 

Bajada 53,000         20,000         16,000        28,000        3,000 

Como  se  ve,  240,000  cargas  usaron  el  vapor  en  188 1,  de  las 
exportadas  la  mitad  en  sólo  quina,  cuando  en  1879  apenas  lo  hi- 
cieron 90,000  entre  subidas  y  bajadas.  Antes  de  1860  formó  el  ta- 
baco el  fuerte  de  la  carga  de  los  vapores  ;  en  188 1  lo  constituían 
los  cueros  (80,000  cargas),  la  quina  (60,000)  y  el  café  (25,000), 
pues  el  tabaco  solo  dio  4,500,  el  mineral  3,500,  otro  tanto  el  dulce, 
y  el  resto  diversos  artículos.  Como  entonces  la  carga  equivalía  á 
140  kilogramos,  resulta  que  por  el  río  subieron  y  bajaron  en  vapor 
unos  34  millones  de  kilogramos,  100  menos  que  los  importados  y 
exportados  por  Barranquilla. 

Después,  en  1887,  el  tráfico  del  ferrocarril  de  la  Dorada  mon- 
tó á  15  millones  de  kilogramos  que  subieron  á  24I  en  1890,  y  poco 
más  ó  menos  á  lo  mismo  en  91,  año  éste  en  que  á  la  subida  tocan 
13  y  sólo  8  á  la  bajada.  De  la  cantidad  subida,  casi  íntegramente 
importada,  el  50  ^/^  está  formado  por  bebidas  espirituosas,  harina, 
conservas  alimenticias  y  cigarrillos,  y  el  10  ^/^  por  artículos  elabo- 
rados en  la  Costa  Atlántica,  como  ron,  jabones,  fideos,  &c.  La  enor- 
me diferencia  de  peso  entre  ella  y  la  bajada,  en  mucho  depende  de 
las  máquinas  y  materiales  para  ferrocarril  traídos  del  Extranjero. 
La  bajada  comprende  en  primer  término  unos  cien  mil  kilogramos 
de  artículos  de  consumo  para  la  Costa,  como  dulce,  cigarros,  &c.,. 
y  el  resto  artículos  de  exportación  en  que  figuran  4^  millones  de 
kilogramos  de  café,  i¿  de  minerales  en  bruto,  i  J  de  cueros  de  res 
y  i^  de  caucho,  plantas,  tabaco,  &c.  En  el  primer  semestre  de 
1892  entraron  á  Yeguas  (Honda)  90  vapores  con  750  pasajeros  y 
4.100,000  kgs.  de  carga,  y  salieron  90  con  530  pasajeros  y  3^  mi- 
llones de  kgs.  de  carga.  Esta  carga  se  transforma  al  descender  el 
río,  debido  á  la  que  recibe  y  deja  en  sus  puertos  :  en  189 1,  por 
ejemplo,  á  Puerto  Berrío  llegaron  89,000  bultos,  y  salieron  de  allí 
5  3,000,  lo  cual  representa  gran  parte  del  movimiento  mercantil  de 
Antioquia.  El  ferrocarril  de  Bolívar  movió  de  Junio  de  91  á  Mayo 


Nueva  Geografía  de  Colombia  835 


92,  37,500  pasajeros,  21  millones  de  kgs.  por  exportación  y 
ai  I  por  importación,  ó  sea  casi  medio  millón  de  cargas  por  todo  ; 
en  el  seg-undo  semestre  de  90  entraron  1 1,000  toneladas  y  17,000 
pasajeros,  y  salieron  6,800  y  1,400,  respectivamente  ;  el  aumen- 
to ha  sido,  pues,  notabilísimo.  Las  25,714  toneladas  que  el  fe- 
rrocarril importó  en  1891  valían  9^  millones  de  pesos  en  oro,  y  se 
4listribuían  así :  Inglaterra,  8,776  (á  $  2  kg);  Francia,  3,176(1.30); 
Alemania,  3,599  (0.30);  Estados  Unidos,  7,616  (o.  10);  España, 
'»S03  (0.60) ;  Antillas,  214  (0.50),  y  varios,  830  (o.  10).  En  la  expor- 
tación de  91  por  Barranquilla,  por  lo  que  hace  al  café,  anotamos 
lo  siguiente :  Cundinamarca-Tolima  4,500  toneladas,  Santander 
3,500,  Magdalena  250,  Antioquia  500,  Bolívar-Antioquia  250,  de 
^onde  resulta  que  Santander  (con  Cúcuta)  daba  la  mitad  del  pro- 
-ducto  de  este  grano  en  toda  la  República. 

No  es,  sin  embargo,  la  Ixíca  del  Magdalena  el  único  sitio  por 
donde  el  tráfico  del  río  gana  el  mar :  alguna  parte  de  la  carga 
<iue  baja  por  su  cauce  lo  abandona  en  Calamar  para  seguir  en 
busca  de  Cartagena  en  ferrocarril  ó  en  vapor  ;  parte  crecida  en 
invierno,  cuando  el  Dique  puede  navegarse  sin  grandes  tropiezos : 
la  causa  de  esa  desviación  proviene  de  ser  más  barato  el  puerto  de 
Cartagena  que  el  de  Barranquilla,  por  culpa  de  su  obligado  ferro- 
carril, mientras  no  se  abran  las  bocas  de  Ceniza.  El  tráfico  del  río 
también  ha  disminuido  en  su  última  sección  con  la  carretera  de 
Tolú,  puesto  que  mucha  carga  que  antes  no  tenía  otra  salida  que 
d  Magdalena,  hoy  va  á  Cartagena  por  mar.  En  189 1  llegaron  por 
€\  río  al  Dique  para  remontar  éste  22  vapores  (90  viajes)  con  9,041 
toneladas  de  registro,  22,000  cargas,  315  pasajeros  y  1,136  tripu- 
lantes :  la  carga  iba  de  los  siguientes  puertos :  Yeguas  1 7>700> 
Puerto  Berrío  715,  Bodega  Central  550,  Banco  5,  Magangué  940, 
Jesús  del  Río  80,  Calamar  2,000  y  Mahates  10,  á  lo  cual  deben  agre- 
^rse  3,700  que  pasaban  por  esa  vía  á  Cartagena  desde  Barranqui- 
lla^ por  lo  atrás  dicho.  Por  el  Dique  apenas  llegaron  al  río  ese  año 
I  ifOOO  cargas  para  los  siguientes  puertos  :  Yeguas  4,400,  Puerto 
Berrío  170,  Bodega  Central  160,  Bodega  San  Juan  600,  Magangué 
700,  Zaragoza  210,  Jesús  del  Río  500,  Calamar,  500,  Arenal  200, 
Mahates  150,  Soplavientos  100,  Zapayán  210  y  3,100  que  pasaban 
por  el  Dique  de  Barranquilla  á  Cartagena  (en  su  mayor  parte  sardi- 
nas), evitando  así,  como  en  el  caso  contrario,  bien  el  ferrocarril, 
bien  la  peligrosa  costa  de  Galera  Zamba.  En  el  primer  semestre  de 
.1892  subió  por  el  Dique  i^  millones  de  kilogramos,  que  compren- 
dían 862,000  de  mercancías,  36,000  de  licores  ,  31,000  de  tabaco 
extranjero,  13,000  de  arroz  y  fideos,  25,000  de  hierro,  76,060  de 
plomo,  8,000  de  sal,  4,000  de  petróleo,  15,000  de  jabón  y  392,000 
con  el  calificativo  de  varios.  En  el  mismo  período  sólo  bajaron  por 
el  Dique  767,000  kilogramos  así:  145,000  café.  25,000  caucho, 
240,000  tabaco,  300,000  cueros,  42,000  madera,  20,000  tagua, 
2/xx>  canime,  1,800  tolú,  35,000  batán,  5,000  cigarros,  licores 
«O/XX)  y  105,000  de  varios  (?).  El  transporte  lo  hacen  22  barfos, 
^  los  que  2  pasan  de  mil  toneladas,  3  de  quinientas  toneladas,  1 1 
de  doscientas  toneladas,  4  de  cien  y  2  de  cincuenta,  los  que,  como 
-se  ha  visto,  á  la  subida  lo  hacen  apenas  con  la  mitad  de  su  tone- 
laje utilizado.  Es  seguro  que  sin  la  carretera  de  Tolú,  por  el  Dique 
habrían  pasado  en  1891  los  735,000  kilogramos  de  tabaco  y  los 


836  Nueva  Geografía  de  Colombia 


10,000  de  cueros  producidos  por  las  Sabanas.  La  habilitación  del 
puerto  de  ToliS  y  la  apertura  de  las  bocas  del  Mag^dalena,  hechos 
que  sucederán  tarde  ó  temprano,  acabarán,  pues,  con  el  Dique^ 
cuya  vida  es  por  hoy  del  todo  artificial,  lo  cual  sin  duda  aprovecha- 
rá al  país  que  cruza  é  infesta  con  sus  miasmas. 

Hacia  fines  del  siglo  pasado  el  tráfico  en  el  río  Magdalena 
ascendía  á  34,000  toneladas  de  subida  y  40,000  de  bajada,  que  se 
distribuían  así :  Alio  Magdalena,  subida,  2,800 ;  bajada,  2,800  ;  Hon- 
da, 15,000  y  10,000 ;  puertos  de  Antioquia,  8,000  y  14,000;  id.  de 
Santander,  6,000  y  1 1,000 ;  puertos  de  la  Costa,  2,500  y  3,000.  En 
Barranquilla,  40,000  y  25,000;  en  Cartagena,  20,000  y  20,000.  El 
café  movido  por  el  río  ascendía  á  275,000  ks. ;  los  cueros  á  190,000 ;. 
el  tabaco  á  5,000,  y  á  la  misma  cantidad  el  mineral. 

De  los  demás  ríos  poco  tenemos  que  decir :  el  movimiento 
del  puerto  de  Ciícuta  indica  el  d(íl  Zulia-Catatumbo,  el  movimien- 
to de  Arauca  y  Orocué  el  de  los  ríos  Arauca  y  Meta.  Antes  todo 
el  tráfico  de  la  Buenaventura  se  hacía  por  el  Dagua,  con  grandes 
peligros,  por  lo  cual  casi  ha  desaparecido  á  la  fecha.  El  bajo  Pa- 
tía,  el  San  Juan  de  Chocó,  el  Atrato,  el  Sinü,  el  Cauca,  el  San  Jor- 
ge, el  Cesar,  el  Lebrija,  el  Sogamoso,  mueven  algunos  miles  de 
cargas  entre  todos :  la  que  baja  por  el  Sinü  pasa  de  un  millón  de 
kilogramos,  de  600  mil  la  que  utiliza  así  el  Atrato,  y  consiste  prin- 
cipalmente en  palo  mora,  tagua  y  caucho ;  de  2\  millones  la  que 
desciende  el  Lebrija  (café  ante  todo),  de  i\  millones  la  que  usa  el 
bajo  Sogamoso,  y  de  i\iá.  la  que  surca  el  bajo  Cauca. 

Resulta  de  lo  dicho  que  la  vía  de  más  tráfico  en  el  país  es  el 
Magdalena,  en  la  cual  se  estimaba  en  %  0.02  por  legua  el  flete  de 
cada  carga,  ó  sea  producía  á  los  dueños  de  barcas  casi  dos  millonet 
anuales,  debido  á  que  cada  vapor  hace  hasta  veinte  viajes  al  año 
de  La  María  á  la  Costa,  empleando  7  á  10  días  en  la  subida  y  3  á 
5  en  la  bajada,  tanto  por  el  número  de  puertos  en  que  se  demoran 
á  dejar  ó  recibir  carga,  como  por  no  poder  viajar  de  noche  sino  de 
Puerto  Nacional  ó  Tacamocho  al  mar ;  causas  especiales  pueden 
acortar  ó  retardar  esos  períodos,  pues  aun  es  contingencial  el  uso 
de  una  vía  que  tanto  produce  al  comercio  y  á  los  dueños  de  vapores 
pero  que  ellos  no  cuidan  de  mejorar.  Al  contrario,  desde  que  hay 
vapores  como  éstos,  no  usan  koke  sino  leña  :  en  las  orillas  del  río 
existen  unos  100  leñateos,  que  cuando  la  estación   no  lo   impide, 
suministran  á  los  vapores  á  lo  menos  15,000  toneladas  de  leña  por 
año,  por  valor  de  40,000  pesos,  cuyo  corte,  que  se  hace  sobre  todo 
en  las  orillas  del  río  y  sus  afluentes,  ayuda  eficazmente,  por  el  modo 
de  hacerlo,  á  que  sean  peores  las  crecientes  y  más  los  bancos  que 
obstruyen  el  lecho  cada  día.  A  esto  se  une  que  en  ciertos  lugares 
la  hélice  de  los  barcos  remueve  sin  cesar  el  fondo,  lo  cual  obstruye 
los  pasos  ó  canalizos  y  los  hace  buscar  otros  en  que  sucede  lo  mis 
mo,  ayudando  al  río  á  que  invada  más  tierra  y  en  breve  tiempo  sea 
inútil  en  zonas  como  Carare,  antes  navegables  con  menos  tropie- 
zos. Pueden  los  extranjeros  valorar  sus  ríos  porque  en  ellos  han 
gastado  sumas  crecidas  para  facititar  su  navegación ;  pero  no  po- 
demos hacer  nosotros  lo   mismo,  por  cuanto  son  insignificantes  los 
esfuerzos  que  acerca  de  esto  se  han  hecho,  de  donde  la  necesidad 
de  tanto  vapor  con  tan  pequeño  calado.  Para  que  pueda  juzgarse 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


«37 


<csto  mejor,  diremos  que  hoy  baja  en  champán  la  carga  de  Girar- 
dot  á  Honda,  pues  aunque  cuesta  á  $2.60,  resulta  flete  más  barato 
que  en  vapor  (!).  Traer  una  carga  del  puerto  de  Barranquilla  á 
Bogotá  valía  $  36,  y  en  el  solo  río,  de  Honda  á  ese  puerto  costaba 
en  total  la  llevada  $  5.75  (!).  ¿Cómo  puede  progresar  el  país? 

Casi  sin  exageración  puede  decirse  que  todo  el  río  es  un  solo 
puerto ;  pero  como  el  tráfico  llega  á  él  por  los  caminos  que  unen 
los  grandes  mercados  laterales  á  su  orilla,  los  puertos  de  importa- 
-ción  son  pocos.  En  primer  término  está  Barranquilla,  como  es  ló- 
gico, por  representar  puerto  marítimo ;  viene  luego  Yeguas,  lugar 
de  paso  obligado  para  el  comercio  del  Tolima  y  Cundinamarca ; 
después  Puerto  Berrío  con  Nare,  que  lo  es  para  gran  p)arte  del  de 
Antioquia  por  su  ferrocarril  (en  1891 :  kilogramos  exportados 
3.250,000;  kilogramos  importados  5.021,000).  Más  abajo  está  el 
^upo  de  Bodegas  que  usa  el  comercio  de  Santander  (Bodega 
Sur,  Bodega  Central,  Gloria,  Puerto  Nacional,  Bodega  Ocaña), 
que  juntas  igualan  ó  poco  menos  el  tráfico  de  Puerto  Berrío,  con 
menor  cantidad  de  importaciones  pero  con  mayor  peso  en  las  ex. 
portaciones.  Luego  las  orillas  mejor  pobladas  ofrecen,  como  en  el 
Alto  Magdalena,  varios  centros  pequeños  de  tráfico,  entre  los  cua- 
les priman  Mompós,  Banco  y  Tenerife  para  el  Magdalena,  y  Ma- 
gangué,  Calamar,  Jesús  del  Río,  San  Juan  y  Zambrano  para  Bolí- 
var ;  el  tráfico  de  todos  es  considerable,  iguala  en  peso  á  las  ex- 
portaciones de  las  partes  de  Antioquia  ó  Santander  citadas,  y  com- 
prende en  Magangué  muchos  miles  de  kilogramos  de  origen  an- 
tioqueño ;  la  parte  del  Magdalena  no  es  pequeña.  Cuanto  al  Alto 
río,  tiene  por  centros  principales  Neiva,  como  cabeza  de  la  nave- 
gación continua  del  río,  Purificación,  Girardot  y  sitios  vecinos  por 
«1  ferrocarril,  Ambalema,  Cambao  por  su  carretera,  y  Bodegas  de 
Bogotá  (Yeguas)  por  el  Ferrocarril  de  La  Dorada.  En  todo  el  río 
Á  este  tráfico  hay  que  unir  el  de  víveres  y  cabotaje  fluvial — pefmí- 
tase  la  expresión, — el  cual,  hecho  principalmente  en  canoas  y  bal- 
sas, oscila  en  torno  de  25  mil  cargas  por  año. 

En  fin,  por  lo  que  hace  al  comercio  seccional,  cuya  ¿"rande  ar- 
tería es  el  Magdalena,  las  siguientes  cifras  indican  lo  que  era  hace 
<liez  años  con  los  valores  calculados  en  plata. 


CARGAS   de    ( L4O)    KILOGRAMOS 

Departmmentat       Cargas  importadas         Valor       Cargaá  exportadas       Valor 

Panamá. 38,000             2.400,000          25,000  2.400,000 

Bolívar 40,000            2.500,000      •    90,000  2.800,000 

Magdalena 14,000                500,000          38,000  1.000,000 

Santander 50,000            3.500,000          75tOOO  -  6.000,000 

Boyacá 30,000             1.900,000          10,000  300,000 

Cundinamarca 90,000             6.500,000          32,000  2.600,000 

Tolima 30,000            2.200,000          25,000  2.300^000 

Antioquia 5^<^<^            4.000,000          28,000  4.900^000 

Cauca 45>ooo            2.500,000          32,000  2.800,000 

Totales 387.a»    $    26.000,000        355>ooo  $    25.100,000 


838 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Barranquilla 


Aduanas 


existentes 


1898 


fCirtAgen:     \  Cnuiii 
La  República 


Tumijo       Bneniventuri 

D  D 

Ami2i  Rioftaelii 


Valor  relativo 

y  comercio  absoluta  > 

comparado 


000 

Saniamarta     Ipiales     Orceui 

Figura  314— Comercio  general  y  local  de  la  República  (sin  Panamá>> 

Diagrama 


Prescindiendo  de  Panamá,  el  equilibrio  se  hace  entre  los  de- 
más Departamentos,  merced  al  tráfico  interior,  en  especial  con  la 
sal ;  pero  Cundinamarca,  si  no  fuese  por  la  enorme  suma  que  dia* 
riamente  sale  de  la  Tesorería  para  pagaos  de  empleados,  militares^ 
contratistas,  &c.,  no  podría  cubrir  el  crecido  pasivo  que  contra  ella 
resulta,  pues,  dignase  lo  que  se  quiera,  es  por  hoy  Bog'otá  el  g^ra» 
parásito  de  la  familia  colombiana.  Boyacá  cubre  sus  saldos  coi» 
sus  menestras,  cueros,  lanas,  d:c.,  que  vende  sobre  todo  á  San- 
tander. El  valle  del  Cauca  cada  día  encuentra  menos  facilidad 
para  cubrir  el  suyo,  aumentado  por  el  tráfico  de  mercancía  ex^ 
tranjera  con  Antioquia.  De  los  g^uarismos  dados  para  la  importa- 
ción, estimamos  que  9.cxx>,ooo  representan  el  mayor  consumo  de 
las  clases  acomodadas,  á  millón  en  Antiquia  y  Santander,  á  medio- 
millón  en  Boyacá,  Tolima  y  Cauca,  y  á  tres  cuartos  de  millón  ei» 
Bolívar  y  Panamá,  á  siete  octavos  de  millón  en  el  Mag^dalena  y  á 
tres  millones  en  Cundinamarca.  Tanto  las  cargfas  importadas  conx^ 
las  exportadas  deben  aumentarse  en  10  ^/^  [)ara  el  tráfico  interior 
ó  á  lomo  de  bestia,  por  no  ser  el  peso  de  estas  sino  de  ocho  á  dtcs. 
arrobas. 

En  fin,  del  movimiento  de  nuestras  principales  poblaciones 
mercantiles  ó  centros  de  reg;"iones  geog;"ráficas,  dará  idea  el 
gfuiete  cuadro : 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


839 


^R« 


PanaTiá-Colón     ") 

Bocas  del  Toro     >  Panamá. 

David  J 


"1 


Barranquilla 
Cartagena 
Sinü 
Sabanas 

Santamaría 

Riohacha 

Valledupar 

Cücuta 

Bucaramanga 
Ocaña 
San  Gil 
Pamplona 

Tunja 
Sogamoso 
Soatá-Cocuy 
Chiquinquirá 


V  Bolívar. 
>  Magdalena. 


^ 


r 


Santander. 


y 


\ 


Boy  acá. 


. Bogotá 

Zipaquirá-Facatativá 
La  Mesa 
Girardot 

Honda 

Neiva 

Ibague-Chapaml 


CiidÍBamira. 


) 
i 


Tolima. 


Medellín  ) 

Manizales  >  Antioquia. 

Yarumal-Zanf«a   j 


Buenaventura 

Cali 

Pereira 

Palmira 

Tumaco 

Pasto-Ipiales 

Arauca 
Orocué 
Mocoa 


Cauca. 


I  Orí 


Oriente, 


O 

> 

X 


B   H 
2.  o 

B 


B 


M 

o 

> 

8 

en 


De  las  cargas  importadas,  el  5  **/o  «<>"  mercancías  extranjeras, 
el  10  •/o  licores,  el  15  ""1.  artículos  metálicos,  el  S  ""U  ^nmtíútm,  y 


840 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


varios  el  resto,  acostumbrándose  de  ordinario  valorar  en  %  200 
cada  bulto  de  las  primeras.  En  las  de  exportación  casi  la  mitad  la 
da  el  café,  el  1 1^¡^  la  madera,  &c.,  siendo  de  notar  lo  enorme  de  los 
volümenes  y  su  escaso  valor:  un  barco  entero  cargado,  por  ejemplo, 
con  500  toneladas  de  tag^ua,  apenas  produce  en  Ing'laterra  %  i  S,poo 
en  oro,  y  alg'oasíla  madera  y  otros  artículos,  por  lo  cual  es  grande 
la  ventaja  que  á  este  respecto  lleva  la  importación,  haciéndose  pre- 
ciso se  dicte  alguna  medida  que  compense  en  algo  á  la  primera  tal 
desigualdad,  la  cual  puede  referirse  al  tonelaje  ;  esa  misma  canti- 
dad  de  café  no  valdría  en  landres  sino  ^  48,000,  de  cacao  55,000, 
de  cueros  poco  más  ó  menos  lo  mismo,  de  c  aucho  tanto  como  de 
café,  de  quina  doble  que  de  tagua,  de  tabaco  ^  45,000,  de  astas 
9,000,  de  copaiba  seis  veces  más  que  de  tagua,  de  caucho  cinco  ve- 
1  ees  más  que  de  tagua,  de  caucho  cinco  veces  más  que  de  tabaco, 
y  de  carey  excedería  de  I5  millones. 

Demografi\ — En  la  actualidad  poco  menos  de  cinco  millones 
de  habitantes  constituyen  la  nación  colombiana,  producto  de  la 
.  yuxtaposición  y  mezcla  de  las  razas  blanca,  americana  y  negra,  de 
'  suerte  que  en  su  mayor  parte  se  compone  de  mestizos,  pues  no 
;  existe  á  la  fecha  un  millón  de  lo  que  pudiera  llamarse  razas 
.  puras.  En  una  palabra :  los  elementos  etnográficos  que  la  Conquis- 
V  ta  acumuló  en  el  territorio  patrio,  tienden  á  fundirse  más  y  más, 
X  con  positiva  ventaja  para  el  conjunto,  que  un  día  tendrá  perfecta 
<  unidad,  habiéndose  suprimido  para  siempre  el  gravísimo  peligro  de 
'  una  lucha  de  razas,  puesto  que  éstas  han  acabado  por  mirarse  como 
hermanas,  en  el  sentido  cristiano  de  la  [)alabra. 

Geográficamente  la  población  de  Colombia  se  ha  repartido  así : 


REGIONES 


1778 


Istmo  de  Panamá  (3,cxx>  leguas  cds.).. 

Chocó  (4,500  id  id.) 

Mesa  andina  (id.  id.) 

Valle  del  alto  Magdalena  (2,o«o  id.  id.) 

Magdalena  central  (1,200  id.  id.) 

Llanura  atlántica  (5,000  id.  id.)    

Cuenca  de  Maracaibo  (750  id.  id.).... 

Mesa  oriental  (2,500  id.  id.) 

Llanos  (7,750  id.  id.) 

Caqueti  (30,000  id.  id.) 


60 

21 

130 

58 

3 

157 
10 

366 

22 

I 


Sumas  (millares) 1     828 


1843 

1850 

1890 

119 

138 

300 

60 

80 

125 

392 

480 

1,030 

178 

290 

360 

15 

20 

40 

225 

244 

450 

44 

55 

112 

874 

995 

1,525 

32 

25 

50 

2 

6 

8 

i»93i 

2,243 

4,000 

Porcientaje 


7.5o 
3.10 

25.75 

9 
I 

».25 

2.80 

38.15 
1.25 

0.20 


100 


Si  consideramos  las  divisiones  civiles  y  el  aumento  qué  en 
ellas  se  ha  cumplido  en  el  mismo  tiempo,  tendremos  las  cifras  del 
siguiente  cuadro : 


NuivA  Geografía  de  Colombia 


84 1 


AUMENTO  DE    LA  FOBLACIÓN  (EN  MILLARES) 


Departametitos  ,1778;  1810      1825 


1843      1S50      1869 


Panamá 60 

Bolívar 119 

Magdalena |     40 

Santander !   139 

Boyacá \h^ 

Candinamarca..  {   122 
Tolima M 


Antioquia 

Cauca 85 


Totales 


829 


1887  ¡  1898 


2951 

340 

336 

375 

iisl 

132 

565 

640 

6i5 

685 

550 

630 

330! 

380 

5201 

620 

635 1 

800 

4,602 


Por  lo  que  hace  á  una  desmembración  de  los  elementos  etno- 

fráfícos  que  constituyen  la  nacionalidad,  la  ünica  luz  positiva  se 
alia  en  el  padrón  de  1778,  puesto  que  después  de  la  Independen- 
cia los  censos  no  registran  las  diferencias  de  color,  como  es  natu- 
ral, tratándose  de  una  República  democrática. 


PADRÓN   DE    1778 


I 

38 

60 

48 

1286 

4 

121 

24 


REGIONES 


Vi 


Panamá 

Chocó 

Mesa  andina | 

Valle  del  Tolima. 
Mesa  granadina...' 

Hoya  de  Maraoaibo.i 

La  Costa 

Los  Llanos 

Totales 


9,064 

876 

21,363 

16,249 
143*663 

898 

16,584 

1,284 


13*469 

6,817 

28,212 

7,653 
71,120 

196 

29,067 

14,627 


5 


33,377 
4,562 

5i,3«7 
32,023 

166,094 
1,452 

103,317 
6,309 


204,081  162,461  398,721 


Bogotá ,      7,298 


7,278      7,350 


I 


69,044 

21,375 

112,877 

80,552 

385,355 
2,677 

163.535 

.  22,359 

828,775 
17,965 


De  este  padrón,  bastante  aproximado  por  cierto,  puede  dedu- 
cirse que  al  estallar  la  g^ucrra  de  Independencia,  las  casi€s^  como 
entonces  se  decía  en  el  Virreinato,  estaban  compuestas  poco  más 
6  menos  así : 


Nueva  Giograjta  di  Coiombid 


TOMO  I — 54 


NuxvA  GbockafÍa  di  Colomxu 

CASTAS   EN    1810   (en   UILLARRS) 


I'«nan¡.... 
Bolívar.... 
Magdílcni 

Cauca 

Tolim!. 

Santander. 


I 


Dt  lo  que  se  deduce  ;  i.'Que  en  esos  momentos  decisivos  se 

equilibraban  blancos  e  indios,  no  eran  numerosos  los  negros,  y  los 
meztizos  no  alcanzaban  i  igualar  á  los  dos  primeros  grupos  reuni- 
dos ;  2."  Que  en  Boyacá-Santarder  blancos  y  meitizos  casi  se  equi- 
libraban y  eran  más  del  duplo  de  los  indios  de  esa  zona,  á  la  vez 
que  tampoco  era  despreciable  el  elemento  negro;  3,°  Que  en  el 
Cauca  se  igualaban  ó  poco  menos  indios,  negros  y  meztizos,  y  que 
los  blancos  no  eran  sino  la  mitad  de  cada  uno  de  esos  grupos ;  en 
el  Chocó  eran  elemento  casi  insignificante ;  4."  Que  en  el  Tolfma 
predominaban  los  mr stízos  y  los  blancos,  y  casi  se  equilibraban  los 
indios  y  los  negros;  S.*"  Que  en  Panamá  sucedía  cosa  aniloga  ;  en 
la  Cusía  casi  se  igualaban  blancos  y  negros,  cada  nno  de  los  cuates 
grupos  apenas  era  ta  mitad  del  de  los  indios:  reunidos  esos  tres 


Figura  3U— Kl  Valle  del  Cubilara  en  Pnerrea  (Ipialeí}— De  fotcgiafia 


NuKVA  Geografía  di  Colombia 


¿43 


elementos,  no  alcanzaban  sinoá  la  mitad  de  los  mestizos ;  y  6.®  Que 
en  Antioquia,  como  en  la  Costa,  se  ig^ualaban  blancos  y  negros,  los 
indios  eran  en  mínimo  numero,  y  los  mestizos  llegaban  casi  al  du- 
plo de  las  razas  puras. 

Desde  el  punto  de  vista  de  estado  y  condiciones  y  las  relacio- 
nes entre  los  dos  sexos,  idea  darán  al  lector  los  dos  cuadros  que 
siguen,  que  se  refieren  ál  a  segunda  mitad  del  pasado  siglo,  por  no 
haber  censos  de  fecha  posterior. 

estado  y  condiciones  (en  millares) 


1850 
Defartamenlos 


General  en  1825 

Panamá 

Bolívar 

Magdalena 

Saitander 

Boyacá 

Cundinamarca  .  ... 

Tolima 

Antioquia 

Cauca 

Total.... 
General  eniSBg.... 


1869 


Antioquia 

Boyacá 

Bolívar... 

Cauca 

Cundinamarca . 

Magdalena 

Panamá 

Santander 

Tolima , 


Los  Llanos. 


¿66 


51 
70 

30 
116 
96 
98 
54 
55 
94 


«o 


394 


••♦    S    I/] 


^ 


SiS 


24 

28 
10 
88 
111 
90 
40 
67 
68 


66  7 


62 

76 
30 

160 

171 

161 

87 

120 

157 


^^S^4 


"^ 


390 


97 
35 

82 

174 
214 

250 

96 

124 

491 


530 


2,106        663 


1,027 


146 


1,666 


l,5i3 


4 
18 

•  ■  ■ 

18 

•  •  • 

58 

2Í 
II9 


5^ 


4,6826 


Total 


Iy22S 


406 
1,541 

898 

557 

95 

92 

347 

783 
10,522 


138 
177 

72 
366 
376 
350 
182 
244 
331 


238   15,535 
767 


2,243 


2,916 


ESTADOS 


Solteroi  ICaaadoi        Casadoi    I    Viados 


a 

o 


oumas. ... 


117 
164 

97 

I52 

144 
35 
35 

151 
33 


1,041 


•  r— » 

9 


135 

157 

101 

155 

151 

37 

76 

157 

91 


M 

O 


1,065 


48 
75 
17 
51 
48 
5 
15 
49 
19 


Vi 


9 


10 


332 
3 


48 
76 
17| 
50 
48 
5' 
16 
49 
19 

331 

3 


o; 
u 

£ 
O 


3 
4 
3 
7 
5 
1 
4 
5 
2 


totales 


36 


0.5 


12, 
13' 

7' 
17 
.16 

3 

i 
17 

8 


V) 

*C/) 

0 

'0 

4.^ 

es 

1/) 

0 

rt 

C/5 

U 

252 

96 

323 

151 

199 

34 

o 

9 


16 
23 
10 
24 


109 


308 
295 
72 
161 
310 
379 


1021:  20 
96  ,  4 


10 
32 
98 
39 


2,106 


663 


12 

23 

1 


146 


844 


NVEYA  GfOGRArÍA  DX  COLQMBU 


O 
X 

w 

8 

Q       ^ 


o 

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Por  lo  que  hace  á  las  ocupaciones  y  profesiones  de  los  cc^om- 
bianos,  el  cuadro  que  sigue,  referente  á  la  misma  fecha,  hace  alpí- 
na  luz,  ya  que  por  no  haber  censo  general  posterior,  no  hay  hom<5« 
logo  con  qué  compararlo. 


NUITA  GiOORAFÍa  di  COLOKlIA 


84S 


M 

( 

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5 

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•4 

1 

Infastea  sin  oficio.... 

100 

72 

144 

124 

106 

27 

47 

lOt 

69 

787 

Admon.  y  serv,  domes. 

114 

86 

92 

66 

143 

24 

45 

109 

78 

757 

Agrlcultovts 

97 

61 

137 

143 

100 

17 

80 

112 

59 

806 

ArtesaDOB 

18 
15 

9 

•  •  •  • 

2 

104 

68 

22 

6 

80 

•  •  •  • 

8 

14 

«•  • . 
1 

16 

■  a  •  • 

5 

80 

•  •  •  • 

8 

24 
2 
8 

858 

Mineros 

89 

Comerciantes 

43 

Bmpleados 

•  •  •  • 

1 

1 

i 

•  •  •  • 

1 

1 

•  •  •  • 

7 

Ganaderos 

•  •  •  • 

2 

2 

4 

1 

2 

1 

1 

17 

Arrieros 

•  ■  •  • 

•  •  •  « 

4 

1 
4 

3 

•  •  0  • 

•  •  •  • 

2 

•  •  •  • 

3 

2 
.... 

•  •  •  • 
■  •  •  ■ 

t 

Pescadores  7  Marinos 

13 

estudiantes. 

14 

1 

•  •  «  • 

8 

•  •  •  • 

•  •  •  ■ 

•  •  ■  ■ 

9 

B   ■     ■     • 

11 

1 
1 

8 

•  •  •  • 

•  ■  «  • 

8 

1 
1 

6 

«  •  •  « 

•  •  •  • 

8 

•  •  ■  • 

•  •  ■  • 

60] 

4 

Letrados %.... 

Religiosas 

2 

Vagos 

1 

•  •  •  • 

6 

•  •    ■    • 

4 

•  ■  •  • 

1 

6 

2 

29 

Beos 

•  •  •  • 

•  ■  •  • 

•   •    •    • 

■  •  •  ■ 

•  •  •  • 

■  •  •  « 

1 

•  •  •  a 

1 

Total 

S66 

246 

419 

1 

4S5 

418 

89 

205 

433 

231 

2,916 

A  todos  estos  cuadros  debemos  hacerles  algunos  comentarios : 

I .°  Buena  parte  del  aumento  de  población  de  Panamá  se  debe 
al  Extranjero ;  Boyacá  aumenta  más  de  lo  que  dice  el  cuadro,  pero 
sus  hijos  emigran  mucho  á  Santander.  El  aumento  del  Tolima  y  el 
Cauca,  en  parte  depende  de  la  inmigración  antioqueña  ;  en  el  se- 
gundo aumenta  mucho  el  Sur,  pero  buen  número  de  los  allí  nacidos 
pasan  al  Ecuador.  En  Cundinamarca  la  principal  causa  de  aumen- 
to es  Bogotá,  que  absorbe  sin  cesar  hijos  de  todos  los  Departamen- 
tos. Antioquia  es  el  Departamento  que  aumenta  con  más  rapidez: 
datos  cuidadosamente  recogidos  indican  que  á  lo  menos  hay  en  el 
país  850,000  antioqueños,  ósea  casi  la  quinta  parte  del  total,  cuan- 
do no  eran  sino  la  décimaséptima  hace  un  siglo.  Cuanto  á  Bolírar 
y  Magdalena,  aun  se  resienten  del  profundo  cambio  producido  por 
la  Independencia,  ya  que  ésta  desplazó  los  centros  comerciales.  La 
raza  indígena  pura  pierde  á  lo  menos  el  5  ^/^  anual  por  la  viruela. 

De  guerra  general  hubo  en  el  siglo  pasado :  1 8 10-21,  1839-42, 
185 1,  1854,  1859-63,  1866,  1876-77,  1885-86,  1895  y  1899-900, 
fuera  de  trastornos  locales,  por  cuya  causa  el  país  tiene  hoy  tres 
millones  menos  de  hijos,  que  sin  ella  bien  contaría  los  ocho  millo- 
nes de  almas. 

2.°  Como  se  ve,  en  1768  había  132,000  hogares ;  sólo  10,000 
más  en  1825  ;  pero  suben  á  265,000  en  185 1,  á  40,000  en  1869,  y 
no  pueden  estimarse  hoy  en  menos  600,000.  En  1-867  la  población 
comprendía  el  24  por  100  del  total  como  de  i  á  7  años  (720,000),  el 
33  por  roo  como  de  7  a  21  (757,000),  el  36  por  100  como  de  21  á  50 
(1.022,000),  el  6  por  100  como  de  50  a  70  (177,000),  y  el  i  por  100 
como  de  70  á  100  años  (39,000).  El  8  por  1,000  eran  los  octoge- 
narios, y  había  un  centenario  por  cada  4,000  habitantes  :  en  An- 
tioquia, Bolívar,  Boyacá  y  Santander  ese  medio  baja  á  I  por  i,000; 
en  Magdalena  y  Tolima,  á  i  por  10,000,  y  en  Cundinamarca  á  i 
por  5>500;  pero  en  el  Cauca  sube  á  i  por  3,000,  y  en  Panamá  á 
I  por  2,000;  en  Casanare  hay  5  centenarios  por  cada  1,000  habi- 
t^intes.  Movilizable  en  caso  de  guerra  resulta  el  20  por  100,  pero 
en  la  práctica  esa  cifra  no  pasa  del  8  por  100. 


846  NUXVA  GEOGRAFÍA  DX  COLOMBIA 


Salvo  Panamá,  donde  había  más  hombres  que  mujeres  de  i 
á  7  años,  los  hombres  exceden  en  2  por  100  á  las  mujeres  al  O. 
del  gfran  río,  pero  al  E.  son  iguales,  cuando  no  inferiores ;  de¡7  á 
21  el  equilibrio  es  completo,  menos  en  Boyacá,  donde  hay  más 
hombres ;  de  21  á  50  hay  12  por  106  más  de  mujeres,  cifra  que 
sube  á  15  por  100  de  50  á  70  años,  y  á  29  por  100  en  adelante. 

3.°  En  1778  había  en  la  República  cosa  de  12,010  mujeres 
más  que  hombres,  diferencia  elevada  á  75,000  en  1869,  por  haber 
seguido  cierta  proporción  creciente,  por  lo  cual  hoy  no  puede  es- 
timarse ese  exceso  en  menos  de  100,000  mujeres.  Esta  cifra  es 
enorme — huelgan  comentarios, — y  ya  puede  juzgarse  lo  que  suce- 
derá si  en  el  futuro  sigue  la  misma  marcha.  Por  ahora  hace  perder 
50,000  hogares,  ó  sea  á  lo  menos  50,000  hijos  legítimos  por  año, 
de  donde  disminución  neta  de  unos  150,000  habitantes  por  siglo. 

En  Panamá,  en  1778,  había  1,300  mujeres  más,  cifra  que  lle- 
gó á  10,000  en  185 1,  y  sin  que  sepamos  la  causa,  cambió  repentina- 
'mente,  puesto  que  en  1869  había  5,000  hombres  de  exceso ;  en 
Bolívar  el  exceso  de  mujeres  ha  aumentado  regularmente  desde 
3,000  en  1 778  a  9,500  en  69;  en  Cubdinamarca,  de  4,500  á  15,800; 
en  el  Tolima,  de  2,600  á  9,400  ;  en  el  Cauca,  de  3,000  á  12,400; 
y  en  Antioquia,  donde  hubo  en  78  casi  6,000  hombres  más,  en  69 
había  5,00c  menos,  sin  que  conozcamos  la  causa  de  tan  extraña 
inversión. 

4.°  La  proporción  de  la  condición  social  se  mantiene  poco 
más  ó  menos  idéntica,  salvo  cuanto  á  los  empleados,  por  haber  hoy 
más  mujeres  y  soldados ;  los  estudiantes  son  menores  en  numero, 
toda  proporción  guardada ;  y  el  personal  productor  aumenta,  por- 
que muchos  niños  y  mujeres  trabajan  en  los  cafetales,  á  lo  menos 
un  25  por  100  de  ellos. 

Como  se  ve,  los  infantes  forman  el  26.5  por  100  de  los  habitan, 
tes;  la  administración  doméstica  el  25.5  por  100 ;  los  agricultores 
el  27.5  por  100,  y  los  artesanos  el  11.5  por  lOO;  para  los  demás 
grupos  no  queda  sino  el  9  por  100. 

Entre  los  empleados  se  contaban  (1869)  2,625  militares  ;  entre 
los  agricultores  137,000  mujeres,  250,000  éntrelos  artesanos,  y 
396,000  éntrelos  infantes,  y  101,000  hombres  pertenecían  ala 
administración  doméstica  ;  la  casi  totalidad  de  los  mineros  está  al 
W.  del  río  Magdalena  ;  los  dos  tercios  de  los  artesanos  y  gana- 
deros, al  E.  de  ese  río ;  en  la  misma  zona  la  mitad  de  los  comer- 
ciantes, sólo  un  tercio  de  los  estudiantes,  los  cuatro  quintos  de  los 
vagos,  &c. 


En  esta  sección  debiéramos  tratar  todas  las  demás  cuestiones 
que  usualmente  abarca  la  demografía  en  los  países  civilizados ;  pero 
la  materia  está  tan  atrasada  en  la  República,  que  faltan  los  materia- 
les para  estudio  tan  importante  como  descuidado :  tablas  de  naci- 
mientos, defunciones  y  aumento  de  la  población,  censos  periódicos  y 
bien  formulados,  &c.  &c.,  nunca  han  llamado  la  atención  de  un  pue- 
blo como  el  colombiano,  netamente  dividido  en  dos  porciones  de 
importancia  muy  diversa ;  una  enorme  masa  que  trabaja,  sufre  y 
calla,  y  es  arrastrada  por  corrientes  que  no  le  interesan,  que  no  com- 


NvivA  GiocaArÍA  di  Colouu  847 


prende,  que  quebrantan  sus  fuerzas,  y  s6\o  aspira  á  granar  la  vida  en 
paz;  y  una  pequeña  porción,  que  quizá  no  llega  i  200,000  indivi- 
duos, que  con  la  mente  vive  en  el  E\lranjero,  ante  todo  se  preocu- 
pa por  cuestiones  teóricas  y  especulativas,  políticas  en  primer 
término,  que  desconoce  ii  olvida  lo  que  es  el  rebano  humano 
que  maneja  y,  tal  vez  sin  quererlo,  perturba  su  marcha  y  lo 
hace  desíjraciado.  La  escala  ó  graduación  que  en  Repúblicas  como 
Francia  ó  Suiza  se  encuentra  entre  los  liltimos  ipfnorantes  labriegos 
y  la  flor  de  los  ¡ng'eníos,  no  existe  en  Colombia,  por  lo  cual  no  es 
de  extrañar  to  que  acabamos  de  decir. 

Los  estudios  sociológicos  aplicados  que  hacen  parte  de  la  de- 
mc^rafia,  tampoco  han  sido  cultivados  siguiendo  las  sendas  ya  tri- 
lladas en  el  Extranjero,  no  obstante  la  importancia  que  revisten 
para  la  inteligencia  de  la  historia  y  para  el  carácter  de  un  pueblo, 
ya  (perdure  éste,  ya  se  transforme  :  corta  es  aún  nuestra  vida, 
y  cuan  hondos  son  los  cambios  que  habría  que  registrar  en  tres 
centurias!  Superan  á  los  que  nos  ofrecen  naciones  como  Fran- 
cia ó  Inglaterra,  no  obstante  haberlas  agitado  más  poderosas  con- 
vulsiones. 


Figura  316— A I  reí  cd  Ore*  de  Pasto— De  fotografí» 


Apasionados  creyentes  eran  los  conquistadores,  la  mediaiión 
de  un  humilde  fraile  envainaba  las  tizonas  de  huestes  enteras  i 
punto  de  agredirse  con  tanto  empuje  como  si  fueran  tropas  de  dis- 
tinta raza,  y  sin  embargo  en  loi  primeros  templos  no  sabían  dar 
el  ejemplo  de  decoro  y  respeto  que  en  el  mundo  usaban  para  impo- 
nerse á  los  indígenas  :  con  sombrero  y  fumando  sentábanse  los  hom- 
bres en  los  escaños  de  la  iglesia  mientras  salía  el  sacerdote  al  al- 
iar ;  las  mujeres,  tan  piad  sas  siempre,  no  tenían  inconveniente,  eti 


84S  Nueva  Gioghafia  di  Coloidu 


las  tierras  calientes,  para  introducir  el  desorden  en  la  iglesia,  ha- 
ciéndose llevar  refrescos,  ó  mejor  dicho  chocolate,  durante  el  servi- 
cio religioso,  so  pretexto  de  debilidad,  y  á  lo  que  parece  fueron  las 
que  inventaron  é[jicaraz0y  cual  si  hubieran  sido  italianas  de  plena 
Edad  Media.  Y  unos  y  otras,  tan  celosos  del  fuero  religioso  que  mu- 
chas  veces  atacaron  á  las  autoridades  civiles  por  simples  diferencias 
de  ésta  con  la  eclesiástica,  no  vacilaban  en  profanar  templos,  violar 
la  clausura  conventual  y  reñir  furiosamente  por  cuestiones  haladles 
de  jurisdicción  entre  frailes  y  monjas.  Por  su  parte,  los  indios  se 
dividían  á  este  respecto  en  dos  grupos  característicos  :  los  Chib- 
chas,  de  sentimiento  religioso  tan  profundo,  que  bien  pudiera  lla- 
márseles pueblo  sacerdotal  ó  de  videntes,  sin  que  esto  excluyera 
la  pasión  por  las  orgías  ;  y  los  Caribes  y  otros  de  las  tierras  cáli- 
das, que  eran  el  polo  opuesto,  como  que  hacían  burla  de  las  prác- 
ticas religiosas,  siendo  á  la  vez,  por  modo  singular,  profundamen- 
te supersticiosos.  Los  peninsulares  del  Centro  y  Sur,  forjados  en 
siglos  de  siglos  de  lucha  religiosa,  y  los  indios  por  siglos  de  siglos 
matándose  unos  con  otros,  al  mezclarse  tenían  que  producir  un  gru- 
po con  los  caracteres  típicos  de  ambos,  extremados,  y  en  el  cual, 
por  lo  mismo,  acciones  y  reacciones  no  encuentran  fácilmente  los 
términos  del  equilibrio  estable.  Y  la  educación  pública  nunca  cuida 
de  corregir  estos  defectos.  Recientemente  en  ciertos  territorios 
de  Colombia  aun  se  han  cumplido  hechos  análogos,  que  revelan 
una  superstición  tan  honda  como  arraigada  y  disimulada  á  la  par. 
¿Quepáis  podría  presentar,  en  pleno  siglo  xix,  el  caso  de  una  re- 
vuelta local  levantando  por  bandera  un  San  Francisco  de  Asís  sin 
programa  religioso? 

Agrégase  á  lo  dicho  que  desde  el  tiempo  de  Carlos  v  se  esta- 
bleció y  mantuvo  la  prohibición  de  traer  á  América  novelas  y  li- 
bros de  caballerías,  lo  cual  guió  los  espíritus  hacia  horizontes  más 
levantados,  sobre  todo  en  el  Nuevo  Reino,  donde  los  estudios  de 
Derecho,  de  Ciencias  Naturales  y  de  Matemáticas  alcanzaron  des- 
arrollo no  visto  en  las  demás  colonias,  y  los  ingenios  se  acostum- 
braron á  buscar  en  todo  la  raíz  de  las  cosas,  lo  que  tenía  que  pro- 
ducir esa  clase  de  frutos  que  justifican  la  opinión  de  aquel  emplea- 
do español  que  hacía  presente,  medio  siglo  antes  de  la  Indepen- 
dencia, la  probabilidad  que  había  para  que  esta  sección  se  separase 
de  la  madre  patria  en  época  no  lejana,  si  las  cosas  no  cambiaban 
de  rumbo.  Como  ejemplo  de  lo  dicho  recordaremos  el  caso  de  un 
autor  que  escribió  un  libro  para  demostrar  que  los  párrocos  no  te- 
nían facultad  de  prohibir  el  uso  de  los  cohetes  en  las  solemnidades 
religiosas,  con  ocasión  de  que  alguno  de  ellos  lo  hizo  en  su  parro- 
quia por  causa  de  un  incendio  por  los  tales  causados ;  y  también 
que  los  Derechos  del  Hombre,  donde  primero  se  publicaron  en  idio- 
ma español,  fue  en  Bogotá. 

Conviene  recordar  también  que  aquí  se  aflojaron  mucho  los 
lazos  con  España  por  la  falta  de  renovación  de  la  sangre  peninsu- 
lar, que  prefería  á  México  y  el  Perú,  donde  echó  más  hondas  raí- 
ces, acrecentado  el  hecho  por  consideraciones  nunca  tenidas  en 
cuenta  por  los  historiadores.  Es  la  primera  que  la  masa  de  los 
conquistadores,  por  la  época  en  que  abandonaron  á  España,  traía 
aún  despierto  el  espiritu  de  la  Edad  Media,  el  culto  respetuoso 
por  la  mujer,  de  donde  que  sus  familias  fueran  la  escuela  del 


NuivA  GiogiafÍa  di  CoLomu  849 


buen  tono,  y  el  pueblo  se  acostumbrara  á  cierta  cultura  social,  á 
cierta  moderación  de  lenguaje  en  el  trato  común  que  aún  se  con- 
serva y  contrasta  de  modo  marcadísimo  con  lo  que  es  usual  en 
la  madre  patria,  donde  al  hablar  se  levanta  muchísimo  la  voz  y 
los  votos  se  sueltan  delante  de  los  demás,  lo  mismo  en  los  palacios 
que  en  las  cabanas.  Esta  transformación  de  los  antiguos  castella- 
nos se  consumó  el  siglo  antepasado,  y  de  allí  que  cuando  venían 
empleados  y  tropas,  nuestro  pueblo  no  atribuyera  su  manera  de 
ser  á  costumbres  generales,  sino  á  desdén  y  desprecio  por  los  crio- 
llos ó  americanos,  como  entonces  se  decía ;  de  donde  antipatía  más 
y  más  acentuada  de  los  granadinos  por  los  españoles,  y  que  no  ha 
desaparecido  del  todo,  porque  la  colonia  española  es  en  el  particu- 
lar inferior  á  la  de  otros  países.  Por  estas  mismas  razones  hubo 
más  españolismo  en  las  colonias  antes  citadas. 

Es  la  segunda  causal,  que  los  conquistadores  traían  además 
fresco  el  amor  á  los  fueros  municipales,  dominantes  entonces  en 
España,  amor  que  les  hizo  dar  á  los  municipios  que  aquí  fundaban, 
una  organización  relativamente  democrática  y  que,  á  decir  verdad, 
se  conservó  durante  todo  el  coloniaje,  pues  aquí  fueron  rarísimos 
los  títulos  nobiliarios  arraigados,  todos  los  blancos  se  miraban  como 
de  sangre  azul,  y  los  criollos  formaban  los  Cabildos,  que  con  fre- 
cuencia hacían  sentir  su  fuerza  á  la  autoridad  central ;  uno  de  los 
cargos  más  serios  que  se  hicieron  al  Virrey  Amar  y  Borbón  fue  el 
de  haber  nombrado  un  número  de  Regidores  para  el  Cabildo  de 
Bogotá  para  poner  mayoría  adicta  á  la  reyedad  española. 

Empero,  ya  que  no  es  posible  presentar  los  datos  en  referen- 
cia como  es  de  rigor,  anotaremos  en  seguida  los  pocos  que  pue- 
den recogerse  en  las  escasas  y  deficientes  publicaciones  oficiales. 
Nunca  se  han  trabajado  en  el  país  estadísticas  completas  so- 
bre nacimientos,  defunciones  y  matrimonios.    De  los  datos  recogi- 
dos en  diferentes  épocas,  resulta  que  en  el  año  (1898)  nacen  próxi- 
mamente 221,000  personas  y  mueren  98,000,  dejando  un  exceden- 
te de  123,000  almas,  muy  desigualmente  repartido  en  el  territorio, 
con  máximum  en   el  Cauca   y   Antioquia,  y  mínimum  en  la  mesa 
andina,  correspondiendo  el  término  medio  á  la  Costa  ;  pero  la  uti- 
lidad neta  no  excede  del  2  por  100  anual,  exceptuando  á  Antioquia, 
donde  es  superior  por  lo  menos  en  una  unidad.  El  número  de  naci- 
mientos ilegítimos  es  considerable,  pero  no  arguye   contra  la  mo- 
ralidad general  del  país  ni  abona  la  común  idea  de   maridar  las 
costumbres  libres  con  el  clima  tropical,  porque  ese  número  depen- 
de de  la  falta  de  párrocos  ó  de  la  extensión  de  los  Municipios. 
Cuanto  á  matrimonios,  por  término  medio  se  celebran  45,000,  que 
dan  en  Antioquia  i  por  cada  6  habitantes,  en  Boyacá  y  Cundina- 
marca  uno  por  cada  7,  y  en  las  tierras  calientes  uno  por  cada  14, 
menos  al  Magdalena,  donde  es  algo  mayor  la  proporción.  Los  ma- 
trimonios disminuyen  con  el  clima,  alcanzando  su  mínimum  en  los 
más  ardientes :  pudiera  parecer,  por  lo  dicho,  que  allí  la  relajación 
de  costumbres  es  grande,  puesto  que  los  nacimientos  son  muchos ; 
pero  como  las  relaciones  ilícitas  allí  formadas  duran  de  por  vida  y 
los  párrocos  son  rara-avisy  atribuímos  la  causa  del  fenómeno  á  esta 
falta  :  es  mucho  mayor  la  corrupción  en  la  mesa  granadina  que  en 
el  resto  del  país. 


850  NuxvA  GioGRArÍA  de  Colombia 


Aun  cuando  nacen  unos  pocos  varones  más  que  mujeres,  esta 
diferencia  cambia  por  razón  de  la  mortalidad,  que  se  lleva  cerca 
de  3,000  individuos  más  del  sexo  fuerte.  En  la  Costa  es  común 
haya  más  hombres  solteros  que  mujeres  en  el  mismo  estado.  Pue- 
de computarse  que  en  Colombia  hay  un  casado  por  tres  solteros 
y  un  viudo  por  cuatro  casados.  En  lo  general  los  hog^ares  se  com- 
ponen de  seis  personas,  menos  en  Antioquia,  donde  ese  numero 
sube  á  diez,  y  los  partos  múltiplos  son  comunísimos. 

La  gran  mayoría  de  los  colombianos  ignora  los  rudimentos 
de  la  ciencia,  y  á  este  respecto  el  Magdalena  y  Panamá  son  los 
Departamentos  más  atrasados  de  la  República.  Unos  126,000  ni- 
ños, ó  sea  el  cuarto  de  su  número  en  el  país,  frecuentan  de  ordi- 
nario las  escuelas  ;  pero  la  proporción  de  los  que  saben  leer  y  es- 
cribir excede  en  mucho  á  la  de  los  que  han  asistido  á  aquellos  es- 
tablecimientos, porque  es  en  extremo  raro  que  cuando  la  madre 
sabe  leer  no  enseñe  á  sus  hijos;  en  las  poblaciones  importantes 
los  iletrados  no  son  más  de  la  mitad  ó  de  los  dos  tercios  de  los  ha- 
bitantes. 

En  las  Escuelas  superiores  (Normales,  Institutos,  Universida- 
des) cursan  cerca  de  2,000  jóvenes.  Con  todo,  la  marcha  de  la 
instrucción  pública  no  es  satisfactoria,  porque  en  1843  se  educa- 
ban 28,000  alumnos  ((  por  68);  en  1874  la  cifra  ascendía  á  83,000 
(i  por  36)  :  y  en  la  actualidad  (1898)  ha  descendido  la  proporción 
á  I  por  40 ;  de  donde  puede  decirse  que  apenas  medio  millón  de 
colombianos  de  ambos  sexos  sabe  leer  y  escribir,  y  que  sólo  se 
educa  el  10  por  100  de  la  juventud  que  se  encuentra  en  estado  de 
ir  á  la  escuela. 

El  movimiento  postal  crece  de  año  en  año  con  los  progresos 
del  comercio  y  de  la  instrucción  pública.  Los  correos  del  Extran- 
jero transportan  450,000  cartas  y  tarjetas  postales;  210,000  im- 
presos y  14,000  diversos.  Dentro  de  la  República  circulan  2  mi- 
llones de  cartas  y  tarjetas,  medio  millón  de  impresos,  160,000  di- 
versos ;  800,000  telegramas,  8,000  cablegramas  y  por  el  correo 
unos  3  millones  en  billetes.  Este  movimiento  es  sin  duda  pequeño, 
pero  hace  treinta  años  apenas  circulaban  270,000  cartas  y  360,000 
impresos. 

Por  lo  que  hace  á  la  criminalidad,  doloroso  es  decirlo,  au- 
menta de  un  modo  lento  pero  constante,  y  no  disminuía  antes  de 
la  guerra  sino  en  los  delitos  atroces.  Sin  contar  lo  que  pudiéramos 
llamar  faltas,  en  el  país  se  perpetran  sobre  18,000  crímenes  y  de- 
litos por  año,  entre  los  cuales  prevalecen  las  heridas  y  maltrata- 
mientos de  obra ;  el  hurto,  el  homicidio  y  asesinato;  los  atentados  á 
las  buenas  costumbres,  &c.  La  criminalidad  atroz  apenas  presenta 
un  caso  por  cada  medio  millón  de  habitantes  ;  de  manera  que  no 
llevamos  la  peor  parte  comparados  con  las  demás  naciones  hispa- 
noamericanas. En  el  país  la  criminalidad  es  de  i  por  cada  140  ha- 
bitantes en  Antioquia  ;  por  180  en  Boyacá  y  Tolima  ;  por  200  en 
Cundinamarca  ;  por  250  en  el  Cauca ;  por  375  en  Santander ;  por 
600  en  el  Magdalena ;  por  700  en  Bolívar,  y  por  790  en  Panamá. 
La  navaja  (barbera)  explica  la  primacía  de  Antioquia  por  las  heri- 
das, en  la  que  sigue  Cundinamarca.  El  amancebamiento  da  sus  ma- 
yores cifras  en  Cundinamarca  y  Cauca;  los  maltratamientos,  en  Bo- 
yacá y  Santander  (típico  de  la  raza  indígena);  el  robo  y  el  hurto,  en 


NuErA  Geografía  di  Colombia  85 1 


«1  Cauca  y  Antioquia;  los  delitos  contra  la  honestidad,  en  el  Cauca, 
Bolívar,  Cundinamarca  y  Tolima.  En  el  año  se  fallan  unos  8,000 
sumarios  y  unas  4,500  causas  (un  tercio  absoluciones) ;  se  inician 
12,000  juicios  civiles,  y  un  millar  sube  á  la  Corte  Suprema  de  Jus- 
ticia. En  las  Penitenciarías  del  país  cumplen  condenas  unos  1,700 
individuos,  y  las  autoridades  persigfuen  unos  5,000  reos  prófugos. 

Sentdao  lo  anterior,  trataremos  otros  puntos  en  el  particular. 

¿Cuál  era  la  población  indígena  de  Colombia  en  la  época  del 
descubrimiento  de  América  ?  Imposible  será  siempre  contestar  de 
un  modo  seguro  tal  pregunta ;  pero  sí  pueden  hacerse  cálculos 
aceptables,  basados  en  las  narraciones  de  cronistas,  en  la  impor- 
tancia de  los  cementerios  indígenas,  en  las  fuerzas  presentadas 
por  éstos  en  sus  combates  y  en  otras  varias  fuentes,  de  donde  es  fá- 
cil llegar  á  la  conclusión  que  todos  los  historiadores,  impresiona- 
dos por  los  datos  de  conjunto  y  sin  someterlos  á  seria  crítica,  ha- 
cen valuaciones  absurdas  por  lo  exageradas,  aunque  no  faltan  otros 
que  pecan  por  el  lado  contrario. 

Cuidadoso  examen  indica  que  esa  población  nunca  pudo  exce- 
der de  unos  dos  millones  de  naturales,  que  parece  se  distribuían  del 
modo  siguiente ;  Panamá,  80,000;  Chocó,  50,000;  llanura  atlántica, 
250,000  ;  valle  del  Magdalena,  200,000 ;  mesa  andina,  300,000 ; 
cuenca  de  Maracaibo,  15,000;  Llanos,  35,000 ;  Caquetá,  60,000 ; 
y  mesa  Granadina,  1.000,000,  repartido  así;  100,000  en  Guanentá, 
500,000  en  Hunza,  300,000  en  Muequetá,  y  50,000  entre  Panches, 
Colimas,  &c.  No  estará  de  más  advertir  que  el  comiín  error  de 
atribuir  crecida  población  á  los  vecindarios  indígenas  en  la  época  de 
la  Conquista,  proviene,  ante  todo,  de  pura  ignorancia  :  las  crónicas 
manuscritas  de  entonces  usan  signos  especiales  para  indicar  millar 
y  decena  de  millar  (el  mismo  que  para  las  cuentas  de  marave- 
díes), y  donde  alguna  de  ellas  da  á  un  pueblo  (más  propiamente 
un  cantón)  20,000  indios  ;  falso  geógrafo  hay  que  leyó  dos  millo^ 
tus  y  dejando  en  su  tintero  hasta  el  sentido  común :  de  ese  modo  la 
nación  muisca  contaba  á  lo  menos  cien  millones  de  subditos ! 

Que  la  población  indígena  no  podía  ser  mayor  de  la  indicada, 
lo  confirma  lo  que  era  el  aspecto  físico  del  país  al  tiempo  de  la  Con- 
quista :  con  insistencia  sorprendente  hablan  los  conquistadores  de 
que  los  Chibchas  ocupaban  tierra  rasa,  y  señalan  en  lo  demás,  por 
dondequiera,  intrincados  bosques  sin  caminos,  con  los  indígenas  por 
millares,  morando  en  la  copa  de  los  árboles,  viviendo  de  cultivos  re- 
ducidos en  lo  más  internado  de  la  selva,  y  ocurriendo  al  sistema  de 
suprimirlos  para  producir  hambre  y  así  arrojar  de  su  territrorio  i 
los  extaños.  Y  como  no  conocían  el  hierro,  ni  los  instrumentos  de 
labranza,  ni  el  horno,  ni  el  molino,  ni  la  caña  de  azdcar,  ni  el  tri- 
go, ni  el  arroz,  ni  el  plátano  hartón,  ni  los  riegos,  &c.,  &c.,  igno- 
raban lo  que  es  la  propiedad,  dondequiera  la  agricultura  estaba 
á  cargo  de  las  mujeres,  y  las  cosechas  no  alcanzaban  en  muchos 
lugares  para  mantener  un  par  de  cientos  de  europeos  con  unos 
pocos  caballos,  puede  juzgarse  cuan  exigua  población  podía  man- 
tener el  territorio :  todos  los  documentos  de  la  época,  al  mencio- 
nar la  aclimatación  de   ciertos  cultivos  europeos,  agregan,  con 


8S2  NuivA  Geografía  di  Colombia 


espíritu  de  alegre  descanso^  que  ya  estaba  suprimido  el  peligro  de 
las  hambres  en  la  Colonia.  En  fín,  si  se  recuerda  qué  número  de 
soldados  llevó  Cortés  á  México,  y  sin  embargo  fueron  vencidos  ; 
qué  resistencia  opusieron  las  tribus  medianamente  compactas  de 
nuestro  litoral,  y  cuántos  años  de  lucha  costó  reducir  á  ciertos  pue- 
blos del  interior ;  y  si  se  recuerda  también  que  tres  columnas  de  á 
ciento  sesenta  hombres  recorrieron  la  República,  preciso  es  conve- 
nir en  que  la  densidad  de  la  población  indígena  no  era  entonces 
considerable. 

Esta  cifra,  por  causa  de  la  Conquista,  aunque  hubiesen  sido  muy 
humanos  los  españoles,  se  redujo,  sin  duda  alguna,  sin  contar  las 
víctimas  de  la  guerra,  en  dos  terceras  partes,  debido  á  la  sífilis,  la 
viruela,  la  fiebre  tifoidea,  las  emigraciones,  los  cambios  de  clima  y 
costumbres,  sobre  todo  en  las  tierras  cálidas,  donde  esas  causas  al- 
canzaron su  máxima  intensidad,  sucediendo  que  en  ciertos  sitios, 
como  en  el  valle  del  Cauca  y  en  Santander  al  N.  del  Sube,  casi 
desaparecieron  los  indios,  algo  menos  acaeció  en  Panamá,  Chocó,, 
Antioquia,  Tolima,  y  menos  aún  en  la  mesa  granadina.  Esta  pobla- 
ción, repentinamente  contenida  en  su  desarrollo  por  la  Conquista,  re- 
cobró después  su  movimiento  ascensional,  pero  con  el  cambio  más 
extraño  que  imaginarse  puede.  En  efecto,  antes  de  la  Conquista  más 
de  la  mitad  de  la  población  indígena  estaba  en  las  montañas  de  Su- 
mapaz,  y  sólo  había  un  séptimo  en  la  mesa  andina  y  otro  tanto  en  la 
llanura  atlántica,  mientras  hoy  en  la  primera  zona  no  está  sino  algo 
más  del  tercio,  en  la  segunda  casi  el  cuarto,  y  en  la  tercera  el  déci- 
mo;  y  lo  que  es  más  raro,  en  esta  última  (aluvial)  sólo  se  ha  tripli- 
cado la  población  á  partir  de  1778,  en  tanto  que  en  la  primera  (are- 
nisca calcáreo)  se  ha  cuadruplicado,  y  en  la  segunda  (feldespática) 
aumenta  con  inaudita  rapidez:  5^  veces  en  Panamá.  6^  en  el  Tolima, 
8  en  el  Cauca,  y  1 1 J  en  Antioquia,  siendo  en  el  Cauca  en  su  gran 
valle  aluvial  donde  menos  avanza  :  ¿  se  negará  aún  la  influencia 
del  terruño  ?  Dondequiera  que  domina  el  subsuelo  feldespática- 
eruptivo,  los  naturales  aumentan  á  ojos  vistas,  salvo  en  las  zonas 
aluviales,  donde  el  crecimiento  es  proporcional  á  la  antigüedad  de 
la  roca  madre.  Con  estas  consecuencias  geológicas  se  relacionan 
otras  muchas,  como  puede  verse  en  los  cuadros  atrás  insertos,  ta- 
les como  son  ocupaciones  de  los  individuos,  proporción  de  los  dos 
sexos,  longevidad,  instrucción  de  la  masa,  criminalidad,  riqueza, 
número  de  personas  por  familia,  diferencia  entre  muertos  y  naci- 
dos, proporción  entre  solteros  y  casados,  Ac. 

Inútil  parecerá  advertir  que  nuestros  padrones  son  deficientes, 
siempre  por  defecto,  debido  al  modo  de  levantarlos,  por  lo  cual  re- 
sultan inferiores  á  los  españoles  á  pesar  de  los  errores  de  éstos.  En 
efecto,  comisionados  recorren  sendas  zonas  con  la  orden  de  ir  casa 
por  casa  á  fin  de  empadronar  á  sus  moradores  ;  pero  esto,  si  es  fácil 
en  los  pueblos  y  campos  muy  cultivados,  resulta  difícil  en  la  monta- 
ña, y  más  de  una  vez  sus  habitantes  se  anotan  por  indicaciones  de 
sus  vecinos,  con  frecuencia  incorrectas ;  á  este  inconveniente  se  une 
otro  no  menos  grave  :  la  tendencia  instintiva  en  nuestro  pueblo  á 
evitar  el  padrón,  temeroso  de  que  la  inclusión  de  su  nombre  y  el  de 
los  suyos  en  esa  lista  le  acarree  nuevos  gravámenes  y  cargas,  cons- 
cripción militar,  recargo  del  trabajo  personal  subdiario,  servicios 


Nueva  Giogeafia  de  Colombia 


de  policía,  &c.  En  fin,  ei  mayor  de  los  defectos  de  nuestros  censos 
«s  que  no  son  simultáneos,  ni  en  el  país,  ni  aun  en  los  Departamen- 
tos, resultando  crecidas  deñciencias  cuanto  i  transeiíntes  y  mercade- 
res. Por  último,  se  publican  mucho  tiempo  después  de  formados,  y 
por  lo  miímo  con  fecha  errada;  el  censo  llamado  de  5 1  es  de  50,  el 
de  70  de  69,  y  en  alguna  ocasión,  en  varios  Distritos  no  se  ha  le- 
vantado censo,  sino  que  se  han  limitado  sus  autoridades  á  hacer 
cálculos  sobre  el  padrán  anterior,  especialmente  donde  la  población 
está  muy  dispersa,  lo  cual  sucedió  sobre  todo  en  la  rana  atlántica 
en  iSjO,  como  resulla  de  comparaciones  hechas  con  el  de  1843. 


Figura  317— ül  valle  üel  Mayo  en  San  Pohb  (Sur)— He  fulografia 


iimparaciíSn  de  nuestros  cuadros  con  los  demás 
trabajos  del  género,  tanto  oficiales  como  particulares,  dará  gran- 
des diferencias,  y  no  puede  ser  de  otro  modo,  por  la  manera  como 
trabajan  los  falsos  estadistas.  Por  ejemplo,  en  el  Anuario  ofi- 
cial de  1875,  en  cada  una  de  cuyas  páginas  su  autor  habla  de 
ciencia  y  conciencia,  apareció  por  primera  vez  el  dato  de  que  la 
población  de  Bolívar  y  del  Magdalena  habla  disminuido  de  1843  á 
1851,  lo  cual  ha  sido  copiado  después  por  autores  que  se  dicen 
serios;  pues  bien,  este  es  un  error  de  pura  ignorancia  ;  en  1843  el 
guarismo  de  191.000  almas  que  á  Bolívar  da  ese  cuadro,  tiene  de 
más  los  20,000  habitantes  del  Cantón  de  Ocai>a:  el  famoso  esta- 
dista, que  ignoraba  nuestra  geografía  en  absoluto,  sumó  las  ci- 
fras que  el  censo  daba  á  las  Provincias  de  Cartagena  (¡42,800)  y 
Uompds  (48,800),  sin  descontar  en  ellas  la  de  Ocaña,  que  luego  se 
agregó  á Santander.  Ese  mismoescrítorda  ¿Panamá,  en  1869,  una 
población  de  224,000  almas,  porque  en  ella  incluyó  los  indios  salva- 
jes fio  cual  no  hizo  con  tos  demás  Estados),  y  también  la  del  Te- 
rritorio de  San  Andrés,  que  hasta  los  niños  de  pecho  saben  no  hizo 


$54  NusvA  Geografía  de  Colojibia 


parte  entonces  de  Panamá  sino  de  Bolívar,  que  por  lo  mismo  re- 
sulta defraudada  en  ella ;  en  el  Tolima  aparece,  para  los  cálculos 
de  1843,  error  semejante,  por  cuanto  al  Cantón  de  La  Palma  pasó 
á  Cundinamarca,  y  parte  del  de  La  Plata  al  Cauca.  Larg^a  sería 
la  lista  si  quisiésemos  anotar  todos  los  errores  de  ese  Jefe  de  la  es- 
tadística nacional,  cuya  ignorancia  en  la  geografía  del  país  fue- 
luego  tan  funesta  á  la  Nación  en  el  asunto  límites  con  Venezuela, 
por  equivocar  el  Nula  con  el  Oirá;  pero  no  podemos  callar  uno  que 
haría  avergonzar  á  quienquiera  que  tuviese  sentido  comün :  al 
comparar  los  censos  de  50  y  69  (que  él  llama  de  5 1  y  70),  no  pone 
en  el  primero  población  ninguna  á  la  ciudad  de  Panamá  (!),  y  de- 
clara es  aumento  absoluto  la  del  padrón  de  69,  como  si  la  dicha 
ciudad  se  hubiera  fundado  entre  esas  dos  fechas  1  Semejantes  dis- 
lates se  hallan  en  otro  trabajo  de  esa  época,  sobre  la  Hacienda 
nacional  (^1874),  en  la  Geografía  oficial  de  1883,  &c 

Un  libro  publicado  en  1891  y  que  se  hombrea  con  los  anterio- 
res, amén  de  diferenciar  el  territorio  de  Casanare  de  la  hoya  del 
Meta  (!)  y  de  usar  medidas  no  legales,  supone  á  Boyacá  700,00a 
habitantes,  lo  cual  demuestra  que  su  autor  no  sabía  que  la  viruela 
causa  estragos  en  ese  Departamento,  por  una  parte,  y  por  otra  que 
los  nacidos  en  ese  suelo  emigran  sin  cesar  para  otros  Departamen- 
tos, en  especial  para  Santander.  Así  se  ha  hecho  aquí  la  esta- 
dística siempre,  y  por  eso  la  censuramos  con  tanta  acritud,  á  fin  de 
evitar  se  continúe  por  vía  tan  errónea,  lo  que  es  una  vergüenza 
para  el  país. 

Un  hecho  característico  demuestra  lo  que  hemos  afirmado.  En 
cierta  época  se  publicó  un  censo  de  Bogotá  que  daba  á  ésta  96,00a 
habitantes,  y  pronto  se  formó  una  corriente  de  opinión  que  sin  cesar 
aumentaba  la  cantidad  de  tales  moradores.  Después  tratamos  de 
levantar  un  censo  por  papeletas,  y  aunque  incompleto  el  resultado,, 
adquirimos  la  certidumbre  de  que  la  ciudad  no  podía  contener  más 
de  80,000  almas  en  sus  S,ooo  casas  y  6,000  tiendas  y  ranchos  de 
extramuros  (con  Chapinero)  ;  pero  esta  opinón  fue  vivamente  cen- 
surada por  la  prensa  como  depresiva  para  la  capital.  Por  fortuna, 
en  1898  hizo  el  Gobierno  un  censo  correcto,  *lel  cual  resultó  que  la 
ciudad  no  tenía  sino  78,000  habitantes.  Lo  mismo  puede  decirse 
de  Medellín,  que  hoy  engloba  varias  poblaciones  vecinas,  antes 
cabeceras  de  Municipio,  de  Pasto,  &c.  Es  un  hecho  fuera  de  duda 
que  los  colombianos  no  gustan  de  reunirse  en  gran  numero  en  los 
poblados,  y  que  entre  ellos  prevalece  á  este  respecto  espíritu  aná- 
logo al  que  se  observa  en  Hungría. 

En  las  cifras  de  población  que  dan- os  para  1887  están  refun- 
didos los  datos  recogidos  cuidadosamente  ese  año  en  cada  una  de 
las  800  poblaciones  del  país,  por  sus  respectivas  autoridades,  y  las 
que  señalamos  á  los  Departamentos  en  diversos  períodos,  son  el 
resultado  de  la  reunión  de  los  habitantes  de  los  Distritos  que  hoy 
los  componen  según  los  censos  de  cada  época,  de  donde  puede 
deducirse  qué  suma  de  labor  ha  exigido  la  formación  de  ese  dimi- 
nuto cuadro :  en  su  lugar  insertamos  en  esta  obra  la  lista  de  los 
Distritos  con  su  población  en  diez  períodos  distintos,  para  que  pueda 
juzgarse  cuáles  son  las  zonas  en  que  aumenta  y  cuáles  en  las  que 
disminuye  la  población :    Casanare,    por  ejemplo,  que  aparece 


NusvA  GeogkafÍa  de  Colombia  855 


en  1843  con  i8,5C'0  habitantes  y  con  26,00»  en  1869,  induce  á  cál- 
culos erróneos,  si  no  se  tiene  en  cuenta  que  en  esa  última  época  se 
le  habían  segregado  los  cantones  de  Nunchía  y  Taguana,  que 
contaban  8,500  habitantes  en  1843.  Lo  mismo  sucede  con  muchos 
Distritos,  por  las  desmembraciones  que  ha  sufrido  su  territorio. 

Los  cuadros  insertos  atrás  dan  todas  las  luces  que  hemos  po- 
dido recoger,  en  especial  sobrt  densidad  real  de  las  zonas  y  sobre 
profesiones,  y  del  último  resulta  que  hay  pocos  vagos  y  crecido 
número  de  brazos  absorbidos  por  las  faenas  domésticas,  con  per- 
juicio de  la  agricultura,  que  sólo  ocupa  el  3.6  del  total,  un  poco 
más  en  Cauca-Magdalena-Panamá  y  un  poco  menos  en  el  resto 
del  país.  Por  desgracia  los  censos  no  dan  luz  sobre  el  número  de 
extranjeros,  que  es  pequeño  en  la  generalidad  del  país  pero  cre- 
cido en  ciertos  puntos  ;  sobre  nacimientos  y  defunciones,  los  que 
en  unas  partes  absorben  la  mitad  de  aquéllas  y  en  otras  algo  me- 
nos ó  mucho  más,  mientras  los  primeros  varían  del  t  al  10  por 
100,  aunque  en  varias  ciudades,  sobre  todo  en  Bogotá,  la  población 
crece  no  por  exceso  de  nacimientos  sino  por  absorción  de  pobla- 
ción rural ;  sobre  número  de  personas  por  familias  y  viviendas, 
que  en  tesis  general  puede  fijarse  como  se  dijo,  pero  que  en  algu- 
nas ciudades,  á  causa  del  uso  de  tiendas  como  casas,  sufre  serias 
modificaciones ;  sobre  la  población  rural  y  urbana,  sobre  profe- 
siones, pues  por  ridículo  orgullo,  nuestros  artesanos  y  menestrales 
resultan  artistas  y  fabricantes,  como  por  ejemplo  el  zapatero,  fa- 
bricante de  calzado,  el  tapicero,  de  muebles,  el  organista  de  pue- 
blo, artista,  el  buhonero,  comerciante,  y  hasta  el  carretero  se  apelli- 
da carrero!  &c. ;  sobre  industriales ;  sobre  propietarios,  que  según 
el  censo  de  69  apenas  serían  14,000  (I),  cuando  no  bajan  de 
250,000,  ya  que  millares  de  indígenas  y  pobladores  de  nuevos  Dis- 
tritos conservan  sus  resguardos  y  ejidos,  son  muchas  las  personas 
ricas  y  hay  puntos  en  que  casi  todos  los  padres  de  familia  poseen 
tierra  (Cauca-Antioquia),  ó  bien  al  común  pertenecen  grandes  ex- 
tensiones, como  en  Panamá,  ó  la  han  adquirido  como  cultivadores, 
como  sucede  en  los  baldíos;  sobre  los  cambios  de  domicilio,  por  lo 
cual  no  puede  juzgarse  el  aumento  real  y  el  artificial  de  las  diver- 
sas zonas  del  país,  y  mucho  menos  las  oscilaciones  que  consigo 
traen  el  alza  y  la  baja  de  ciertos  artículos  de  comercio  como  café, 
cacao,  &c.;  sobre  la  producción  agrícola  de  los  Municipios,  comer- 
cio entre  ellos,  precio  medio  de  terrenos,  &c.  &c. 

£n  una  palabra,  la  estadística  nacional  no  ha  existido,  y  si 
han  sobrado  recursos  para  inútiles  empresas  y  trabajos,  han  falta- 
do para  organizar  este  ramo  como  se  debe  en  un  pueblo  civiliza- 
do, y  sobre  todo,  desconocido  en  gran  parte  por  sus  mismos  hijos : 
cíen  mil  pesos  por  año  permitirán  (1890)  mantener  en  cada  Depar- 
tamento una  comisión  científica  permanente,  compuesta  de  tres 
miembros  y  siquiera  dos  nacionales,  destinada  á  recorrer  el  país 
con  fines  determinados  ;  y  ¿qué  son  %  100,000  cuando  se  gastan  en 
cualquier  obra  sin  provecho  para  el  común? 

Intencionalmente  dejamos  para  el  próximo  capítulo  otros  datos 
que  de  ordinario  se  incluyen  en  la  demografía,  entre  ellos  los 
relativos  á  los  indios  bravos  ó  salvajes  existentes  aún,  bien  que 


856  NvsvA  GbograWa  dk  CoLomiA 


muchos  de  ellos  sean  tan  civilizados  como  alg^unos  de  los  sometidos, 
si  no  más:  sin  cometer  error  se  puede  llamar  civilizados  á  los  indios 
del  Darién,  de  la  Nevada  de  Santamarta,  del  alto  Casanare,  &c., 
no  sólo  por  su  comercio  con  los  otros  colombianos,  sino  por  cuanto 
reconocen  al  Gobierno  de  la  República  como  suprema  autoridad. 
Es  muy  difícil  calcular  aproximadamente  la  población  indí- 
gena que  llamamos  salvaje,  sobre  todo  en  ciertos  puntos  del  Ca- 
quetá,  ya  por  la  escasez  de  noticias,  ya  por  lo  móvil  de  las  tri- 
bus que  se  desplazan  con   facilidad  suma,  induciendo  á  graves 
errores  á  los  exploradores,  á  lo  cual  debe  unirse  el  estrago  cons- 
tante que  en   ellos  causan  las   epidemias  de  viruela  y  sarampión, 
contra  las  cuales  no  tienen  defensa  alguna,  antes  las  agravan  con 
sus  absurdos  métodos  curativos,  y  de  la  noche  á  la  mañana  redu- 
cen  una  tribu  á  unos  pocos  individuos.  A  lo  sumo  puede  estimar- 
se  en   250,000  el   número  de  salvajes,  repartidos  principalmente 
en  tres  zonas  :  Darién,  Goajira,  los  Llanos-Caquetá,  en  general  de 
raza  Caribe,  y  comcf  en  la  actualidad  no  influyen  en  la  marcha  del 
país,  en  vez  de  tratar  aquí  de  ellos,  los  incluiremos  en  la  sección 
siguiente,  donde  tales  datos  ayudarán  á  esclarecer  lo  que  fue  el 
hombre  americano,  concluyendo  la  presente  con  la  indicación  de 
lo  que  es  la  organización  civil  y  política  del  pueblo  colombiano  en 
la  actualidad. 

Organización  política — Después  de  haber  sido  largo  tiempo  Re- 
pública federal,  á  semejanza  de  los  Estados  Unidos  de  la  Améri- 
ca del  Norte,  Colombia  se  ha  reconstituido  en  forma  de  República 
unitaria,  restableciendo  el  Gobierno  central  que  tuvo  en  época  an- 
terior. 

Vencida  la  rebelión  armada  de  1885,  el  Consejo  Nacional  Le- 
gislativo expidió  el  7  de  Agosto  de  1886  la  Constitución  hoy  vi- 
gente, que  extinguió  los  nueve  antiguos  Estados  Soberanos  y  los 
convirtió  en  Departamentos. 

El  derecho  de  sufragio  corresponde  á  los  ciudadanos,  enten- 
diéndose por  tales  los  colombianos  varones  mayores  de  veintiún 
años  que  ejerzan  profesión,  arte  ú  oficio,  ó  tengan  ocupación  lícita 
ü  otro  medio  legítimo  y  conocido  de  subsistencia. 

Se  reconoce  la  elección  directa  para  Concejales,  Diputados  á 
las  Asambleas  Departamentales,  Electores  y  Representantes,  y  la 
indirecta  de  dos  grados  para  Presidente  y  Vicepresidente  de  la 
República  y  para  Senadores,  con  la  diferencia  de  que  todos  los 
ciudadanos  eligen  directamente  los  Concejeros  y  los  Diputados, 
mientras  que  para  votar  por  Electores  y  Representantes  se  requie- 
re, además  de  la  calidad  de  ciudadano,  saber  leer  y  escribir  y 
tener  una  renta  anual  de  %  500,  ó  propiedad  inmueble  de  %  i,5CK>. 
El  voto  es  secreto  y  el  escrutinio  se  hace  por  circunscripciones. 

El  Congreso,  que  se  reúne  cada  dos  años  en  la  capital  de  la 
República,  consta  de  dos  Cámaras :  la  de  Representantes  y  la  del 
Senado.  Los  Representantes  son  elegidos  popularmente,  á  razón 
üe  uno  por  cada  50,000  habitantes,  y  para  obtener  esta  calidad  se 
requiere  en  el  candidato  una  edad  de  veinticinco  años,  pero  no 
condiciones  de  renta,  al  paso  que  para  ser  Senador,  además  de  la 


NuiVA  Giooiafía  di  Colombia  S57 


condición  de  tener  treinta  años  de  edad,  se  exige  en  los  candidatos 
poseer  una  renta  anual  de  J  i  ,2CX).  Los  Senadores  son  elegidos  por 
Asambleas  Departamentales,  á  razón  de  tres  por  cada  Departa- 
mento, y  el  Senado  se  renueva  por  terceras  partes  cada  dos  años : 
el  período  de  los  Representantes  es  de  cuatro  años,  y  tanto  ésto» 
como  los  Senadores  tienen  dos  suplentes,  elegidos  de  igual  manera 
que  los  principales,  con  el  objeto  de  llenar  las  faltas  temporales  ó 
absolutas  de  éstos. 

El  Congreso  elige  cada  dos  años  un  Designado  para  ejercer 
el  Poder  Ejecutivo,  en  caso  de  que  falten  el  Presidente  y  el  Vice- 
presidente. 

El  Consejo  de  Estado  consta  de  seis  miembros,  nombrados 
•dos  por  el  Presidente,  dos  por  el  Senado  y  dos  por  la  Cámara  de 
Representantes,  y  es  presidido  por  el  Vicepresidente  de  la  Repú- 
blica. En  las  deliberaciones  del  Consejo  tienen  voz  pero  no  voto  los 
Ministros  del  Despacho  Ejecutivo.  Las  principales  atribuciones  de 
esta  entidad  son :  actuar  como  Cuerpo  Supremo  Consultivo  del 
Gobierno  en  asuntos  de  Administración,  debiendo  ser  necesaria- 
mente oído  en  todos  aquellos  que  la  Constitución  y  las  leyes  deter- 
minen. Los  dictámenes  del  Consejo  no  son  obligatorios  para  el 
Gobierno,  excepto  cuando  vote  la  conmutación  de  la  pena  de 
muerte ;  preparar  los  proyectos  de  leyes  y  Códigos  que  deban 
presentarse  á  las  Cámaras,  y  proponer  las  reformas  que  juzgue 
convenientes  en  todos  los  ramos  de  legislación,  y  determinar  el 
orden  en  que,  llegado  el  caso,  deben  entrar  á  ejercer  la  Presiden- 
cia los  Ministros. 

El  período  presidencial  es  de  seis  años,  y  el  Presidente  es  re- 
clegible  siempre  que  no  haya  estado  en  ejercicio  de  sus  funciones 
durante  cierto  tiempo  fijado  (18  meses)  con  anterioridad  al  día  de 
la  nueva  elección. 

El  Presidente  tiene  responsabilidad  legal  solamente  en  tres 
casos,  determinados  en  la  Constitución:  en  todos  los  demás  és  res- 
ponsable el  Ministro  respectivo,  y  esta  responsabilidad  se  hace 
efectiva  por  las  Cámaras  Legislativas,  mediante  acusación  inten- 
tada por  la  de  Representantes  ante  el  Senado. 

Para  el  despacho  de  los  asuntos  administrativos  el  Presidente 
tiene  seis  Ministros  de  su  libre  nombramiento,  y  son  los  de  Gobier- 
no, Relaciones  Exteriores,  Hacienda,  Guerra,  Instrucción  Pública 
y  Tesoro. 

Igualmente  nombra  el  Presidente  los  Gobernadores  de  De- 
partamento, dos  Consejeros  de  Estado,  los  Magistrados  de  la 
Corte  Suprema  de  Justicia,  con  la  ratificación  del  Senado,  los  Ma- 
gistrados de  los  Tribunales  Superiores  de  temas  presentadas  por 
la  Corte,  los  Agentes  diplomáticos  y  consulares,  los  Jefes  militares 
y  la  mayor  parte  de  los  funcionarios  públicos. 

El  Poder  Judicial  se  ejerce  por  la  Corte  Suprema  de  Justicia, 
compuesta  de  siete  Magistrados  nombrados  de  por  vida,  por  los 
Tribunales  Superiores  de  Distrito,  por  los  Jueces  Superiores  de 
Distrito  Judicial,  los  Jueces  de  Circuito,  los  Jueces  municipales  y 
los  Tribunales  militares. 

Nuevm^  Gt^grafía  de  C^Umbia  tomo  1—5$ 


46o  NvBTA  GbogkafÍa  db  Colombia 


Magdalena  comprende  29  Municipios  con  20  Correg'imientos 
y  4  Provincias  :  Saniamarta  (Id.),  13;  áir  (Río  de  Oro),  7  ;  ValUdu^ 
iPar  (Id.)  4 ;  y  Padilla  (Riohacha),  5.  Capital,  Santamarta. 

Panamá  comprende  58  Municipios  con  54  Corregimientos  dis- 
tribuidos en  6  Provincias:  Colón  (Id.),  7 ;  Chiriqui  (David),  9 ;  Ve- 
raguas  (Santiag'o),  10 ;  Los  Sanios  (Pesé),  9;  Coclé  (Penonomé),  6; 
y  Panamá  (Id.),  13.  Capital,  Panamá. 

Santander  comprende  95  Municipios  con  32  Corregimientos  en 

no  Provincias:    Ocaña  (Id.),  8;  .SJj/í?  (Bucaramang^a),  12;    Galán 

r(Zapatoca),  10 ;  Socorro  (Id.),  9;    Vélez  (Id.),  1 1 ;    Charalá  (Id.),  S  ; 

Guanentá  (San  Gil),  9;   García   Rovira  (Málaga),  13;    Pamplona 

<Id.),  8  ;  y  Ciicuia  (San  José),  10.  Capital,  Bucaramanga. 

ToLiMA  comprende  64  Municipios  con  19  Corregimientos  en  4 
•Provincias :  Norte  (Ambalema),  16  ;  Ceníro  (Guamo),  20 ;  Neiva 
^!d.),  13  ;  y  Sur  (Garzón),  15.  Capital,  I  bagué. 

Intendencia  de  Casanare  (desmembrada  de  Boyacá),  compren- 
de 20  Municipios  con  7  Corregimientos  divididos  en  3  Provincias : 
Arauca,  Orocué  y  Támara. 

Intedencia  de  San  Martin  (desmembrada  de  Cundinamarca), 
comprende  7  Municipios  con  4  Corregimientos  que  se  dividen  en 
las  2  Provincias  de  ¿V/'A?  y  Vtllavtcencio. 

Intendencia  de  la  Goajira  (desmembrada  del  Magdalena)^ 
comprende  la  Península  de  su  nombre,  en  la  que  no  hay  población 
ninguna  estable,  sino  rancherías  de  indios. 

Intendencia  Oriental,  teóricamente  organizada  en  la  región 
limítrofe  con  Venezuela,  que  baña  el  Atabapo. 

Desde  el  punto  de  vista  religioso,  Colombia  se  divide  en  13 
Diócesis :  Panamá,  Cartagena,  Santamarta,  Pamplona,  Socorro, 
Tunja,  Bogotá,  Neiva,  Medellín,  Antioquia,  Popayán,  Pasto  y  Vi- 
cariato de  Casanare. 

En  lo  judicial  comprende  los  Tribunales  de  Panamá,  Bolívar, 
Magdalena,  Bucaramanga,  Socorro,  Santa  Rosa  de  Viterbo,  Tun- 
ja, Bogotá,  Ibagué,  Neiva,  Medellín,  Manizales,  Buga,  Cali,  Popa- 
yán y  Pasto. 

Por  lo  que  hace  á  circunscripciones  militares,  universitarias, 
«marítimas,  &c.,  no  se  han  establecido  en  el  país  f. 

Desde  el  punto  de  vista  meramente  geográfico,  los  dichos  De- 
partamentos se  distribuyen  el  territorio  de  la  República  de  la  ma- 
nera siguiente : 

Panamá — El  istmo,  con  tantos  montes  como  llanuras  y  colinas, 
pero  aún  con  grandes  selvas  y  regiones  desiertas.  Su  clima,  aunque 


t  En  Colombia  en  verdad  no  hay  instituciones  militares  de  ninguna 
^pccie,  falta  todo  centro  de  instrucción  militar,  y  bien  que  la  tropa  sea  suboidi- 
inada,  valerosa,  excelente  para  la  guerra,  ignora  en  absoluto  su  oñcio,  no  forma 
en  verdad  sino  cuerpos  de  infantería,  y  carece  de  los  elementos  necesarios  pan 
"hacer  una  campaña.  Esto  se  debe  á  que  en  el  país  se  mira  mal  la  institución  mi- 
litar por  confundirla  con  el  militarismo,  lo  cual  produce  una  iniquidad  enorme; 
4ÓI0  los  infelices  pagan  la  contribución  de  sangre.  Hasta  1804  existían  verdade- 
ras milicias  que  contaban  entonces  47,ocx>  hombres  perfectamente  organizados,  y 
justo  es  observar  que  las  milicias  contribuyeron  poderosamente  al  éxito  de  la 
guerra  de  Independencia.  Confíamos  en  que  los  últimos  acontecimientos  modiñ- 
*^uen  la  opinión  ¿  este  respecto. 


NuivA  GkmskafÍa  di  G>lo]cbu  86  r 


muy  cálido  por  la  poca  altura  de  la  cordillera,  es  mitigado  en  la 
Costa  por  las  brisas  de  los  dos  mares,  las  que  al  encontrarse  en  la 
cima  de  la  sierra,  la  enfrían  en  grado  sumo.  Tanto  la  agricultura, 
como  lo  ganadería  están  muy  atrasadas. 

Bolívar — La  mitad  occidental  de  la  llanura  atlántica  :  com» 
prende  grandes  sabanas,  extensas  porciones  que  se  inundan  en  el 
invierno,  dilatadas  ciénagas  y  pocos  valles  y  montañas.  En  las  par- 
tes un  tanto  dobles  (María  y  Sinú)  se  cultiva  en  vasta  escala  la 
caña  y  el  tabaco,  el  cacao,  guineo,  etc. :  en  la  costa  hay  alguna 
industria.  Las  llanuras  abundan  en  excelentes  pastos,  ora  de  in- 
TÍemo,  ora  de  verano  (gramaio/ales),  por  lo  cual  prevalece  la  gana^ 
dería,  que  por  desgracia  es  trashumante. 

Magdalena — Ocupa  la  otra  mitad  de  la  llanura,  por  lo  cuaT^ 
en  lo  general,  es  idéntico  su  aspecto,  salvo  en  la  Sierra  de  Santa 
Marta  y  en  la  Goajira :  en  aquélla  por  sus  nevados,  en  ésta  por  su» 
secos  breñales.  Aún  escasea  la  población,  la  que  por  hoy  se  acu- 
mula en  las  cabeceras  del  Valle  de  Upar,  en  donde  existe  alguna 
agricultura :  la  parte  baja  de  este  Valle — un  tiempo  lecho  del 
l£igdalena— encierra  las  ciénagas  más  notables  del  país.  La  tie^ 
rra  caliente  no  domina  en  absoluto,  como  sucede  en  Bolívar. 

Cauca — Su  área  se  divide  en  dos  partes,  y  de  ella  la  occiden- 
tal se  subdivide  en  otras  dos,  como  son  el  Chocó,  que  pertencce^ 
casi  íntegro  á  este  Departamento,  y  la  mesa  andina,  desde  el  Ecua- 
dor hasta  el  pie  del  Ruiz.  La  oriental  comprende  toda  la  región  de 
las  selvas  ó  Caquetá,  notable  por  sus  grandes  ríos,  riquísima  pero 
adn  selvosa  y  desierta.  La  población  tampoco  es  numerosa  en 
el  Chocó,  país  por  excelencia  minero.  En  la  mesa  andina  hay  re- 
gulares cultivos,  sobre  todo  en  las  tierras  de  Pasto,  Tüquerre» 
(café,  anís,  papas)  y  el  Valle  del  Cauca  (cacao);  en  las  primeras 
hay  bastante  industria.  La  ganadería  prevalece  en  las  partes  lla- 
nas, sobre  todo  en  el  Patía.  Si  el  Caquetá  y  el  Chocó  son  en  extrc* 
mo  cálidos  y  malsanos,  la  mesa  presenta  una  faja  de  tierra  que- 
guarda  todos  los  climas,  amurallada  por  dos  zonas  de  tierra  fría.. 

Antioquia — Comprende  ante  todo  el  remate  da  la  mesa  andi- 
na, por  lo  cual  su  suelo  es  muy  arrugado ;  se  distribuye  entre  las 
mesas  de  Dabeiba  y  Aburra  y  el  cañón  del  Cauca.  También  abar- 
ca zonas  planas  al  principiar  la  llanura  atlántica  y  en  el  valle  del 
Magdalena  central.  Salvo  pequeñas  zonas  de  altas  montañas,  que 
son  frías,  el  resto  del  territorio  es  templado  ó  caliente,  siendo  éste 
malscno.  Bien  que  á  la  minería  se  atiende  en  vasta  escala,  la  agri- 
cultura no  es  menos  considerada  (café),  y  los  ganados  de  Antioquia 
surten  ya  hasta  Bogotá.  Por  desgracia  este  laborioso  Departa- 
mento adn  está  rodeado  casi  íntegramente  por  una  gran  faja  de^ 
tierra  virgen  y  le  faltan  vías  al  mar. 

ToLiMA — Comprende  la  casi  totalidad  del  valle  del  alto  Magda- 
lena, la  cual,  hacia  el  Sur,  encierra  una  porción  tan  hermosa  coma- 
rica  y  próspera  :  allí  el  cacao  se  cultiva  en  grande  y  hay  climas 
de  toda  clase.  En  el  centro  se  hallan  grandes  sabanas  y  prevale- 
cen la  ganadería  y  los  extensos  tabacales,  los  que  también  alcanzan 
la  zona  del  Norte ;  ésta  dltima  es  ante  todo  minera  y  agricultora» 
En  el  alto  Saldaña  hay  valiosos  cafetales.  El  valle,  muy  cálido  f 
sano  en  donde  es  seco,  está  rodeado  por  una  herradura  de  tierras 
frescas,  sobre  todo  en  la  parte  occidental. 


S62  NuivA  Geografía  dk  Colombia 


CuNDiNAMARCA — Su  territorio  se  divide  en  dos  porciones,  en  ab- 
soluto diferentes.  Al  Oeste,  la  más  pequeña,  es  montañosa.  Al  Orien- 
te se  dilatan  llanuras  sin  límites,  ora  selvosas,  ora  cubiertas  de 
g^ramíneas,  ricas  en  ríos  navegables,  pero  aún  casi  desiertas.  La 
porción  más  pequeña  y  más  poblada  ocupa  la  parte  Sur  de  la  mesa 
oriental  y  una  faja  del  valle  del  alto  Magdalena  :  consiste,  pues,  en 
un  lomo  de  tierra  fría  á  que  se  unen  á  los  lados  tierras  templadas, 
de  ordinario  separadas  de  la  región  cálida  por  crestas  á  veces  pa- 
ramosas  como  las  del  núcleo.  El  café  y  la  caña  de  azúcar  ocupan 
muchos  brazos.  Las  siembras  de  menestras  y  la  g-anadería  preva- 
lecen en  la  zona  fría. 

BoYAcÁ — Es,  en  tesis  general,  la  misma  cosa  que  Cundinamar- 
ca:  al  Magdalena  llega  en  un  punto  en  su  parte  occidental ;  la  llanu- 
ra del  E.  está  más  poblada  y  alimenta  bastantes  ganados.  La  parte 
alta  es  aún  más  fragosa.  La  agricultura  y  la  cría  de  ovejas  tienen 
grande  importancia,  lo  mismo  que  la  fabricación  de  batán.  La 
masa  social  es  en  extremo  pobre. 

Santander — Se  identifica  con  los  anteriores  cuanto  á  ocupar 
tierra  en  el  valle  del  Magdalena  y  en  la  mesa  oriental ;  pero  ca- 
rece de  llanuras.  En  cambio  abarca  la  parte  de  la  cuenca  de  Ma- 
racaibo  que  nos  pertenece.  Su  suelo  es  muy  fragoso,  y  sus  hijos 
se  distinguen  por  su  amor  al  trabajo.  Compónese  de  una  serie 
de  herraduras  de  tierra  fría  y  de  varias  cuencas  en  extremo  cáli- 
das. El  café  se  cultiva  en  vasta  escala,  y  la  industria  es  la  primera 
del  interior  del  país.  Tampoco  es  desatendida  la  minería. 


Por  lo  que  hace  á  la  población  de  los  Municipios,  se  cuentan 
17  que  no  alcanzan  á  1,000  habitantes;  362  que  no  exceden  de 
S,ooo;  242  que  no  pasan  de  1,000 ;  64  que  no  alcanzan  á  20,000; 
y  apenas  4  que  exceden  de  esta  suma.  En  el  Cauca,  Cundinamar- 
ca,  Boyacá  y  Santander  predominan  marcadamente  los  Municipios 
de  menos  de  5,000  almas ;  los  más  populosos  se  concentran  en 
Santander,  Antioquia  y  Cundinamarca.  Descontando  la  media  do- 
cena de  poblaciones  mayores,  los  demás  Municipios  tienen  una  f>o- 
blaci^n  media  de  6,000  almas  y  una  superficie  de  320  ks.  D,  sin 
incluir  los  baldíos ;  pero  en  realidad  esa  extensión  varía  no  me- 
nos que  los  habitantes,  desde  un  pequeño  espacio  hasta  una  enor- 
me extensión. 


Las  ^o  poblaciones  más  notables  del  país  por  el  número  de  sus 

habitantes  aglomerados  son : 

Santander   (8) 

Ocaña 10,000    Piedecuesta 8,000 

San  José  de  Cúcuta 12,000    San  Gil 10,000 

Pamplona 8,000    Socorro 10,000 

Bucaramanga 20,000     Zapatoca 7>6oo 


NmvA  Giograf/a  di  G)LO]fBXA  863 


BOYACÁ  (5) 

Soatá 4,000     Tunja S,000 

Sogamoso 10,000    Chiquinquirá 6,000 

Santa  Rosa 4,000 

CUNDINAMARCA  (4) 

2ipaquirá 8,000    La  Mesa 7,000 

Bogotá 78,000    Guatavita 5,000 

ToLIMA  (4) 

Honda 5,000     Chaparral 4,000 

Ibaguk 5,000     Neiva 8,000 

Cauca  (9) 

ípíales 8,000    Palmira 14,000 

Ttíquerres 6,000    Buga 6,000 

Pasto 20,000    Cartago 4,000 

Popayán 5,000     Pereira 6,000 

Cali./ 18,000 

Antioquia  (7) 

Manizales 6,500    Santa  Rosa  de  Osos. . .  4,000- 

Medellín 30,000     Yarumal 5,500 

Sonsón 5,500    Jericó 5,000 

RionegTo 4,000 

Bolívar  (7) 

Magangué 4,000     Cartagena 12,00 

Mompós 6,000     Barranquilla 25,000 

^''"^6" 7,500    Sabanalarga 10,000 

Sincelejo 9,000 

Magdalena  (3) 

San  Juan  de  Córdoba.. . .      7,200     Santamarta 5,00O 

Riohacha 4,000 

Panamá  (4) 

Colón 7,000    Penonomé S,QOO 

Panamá 8,ooo     David 7,000 

El  Presupuesto  de  Colombia  *  parece  poco  importante  com- 
parándolo con  el  de  los  demás  países.  Aun  cuando  la  población 


*  Ea  1 893-94  el  Presupuesto  nacional  fue  de  $  3O.5S0,ooo  (papel),  sin  déñcit 
aparente,  pues  los  gastos  decretados  se  han  limitado  á  la  suma  de  que  se  puede 
•disponer.  En  las  rentas  las  Aduanas  figuran  con  20  millones;  las  salinas  y  el  taba- 
co con  3  cada  una;  el  degüello  con  2;  el  timbre,  los  correos  y  telégrafos  con  poco 
jdís  de  $  600,000,  y  el  impuesto  fluvial  con  $  260,000.  En  cuanto  á  los  gastos,  el 


n 


864  NUXVA  GrlOGRArÍA  DI  CoLOMBIA 


haya  por  lo  menos  cuadruplicado  después  de  la  proclamación  de  la 
Independencia  nacional,  á  la  vez  que  la  fortuna  piSblica  ha  decu- 
plicadoy  el  conjunto  de  los  impuestos  está  lejos  de  haber  crecido  en 
la  misma  proporción.  Bajo  el  régfimen  español  las  contribuciones 
personales  impuestas  á  los  indios,  la  venta  de  cargos,  las  patentes, 
los  diversos  monopolios,  el  doble  diezmo  de  las  minas  y  los  de- 
rechos comerciales,  producían  una  suma  anual  como  de  3  millo- 
nes de  pesos.  La  mayor  parte  de  esos  impuestos  se  ha  abolido;, 
sin  embargo,  el  monopolio  de  la  sal  existe  todavía,  aun  cuando 
bajo  una  forma  mitigada,  puesto  que  la  elaboración  de  la  sal  se 
permite  á  los  particulares  bajo  ciertas  condiciones.  Los  derechos 
de  Aduana  constituyen  la  fuente  principal  de  las  rentas  nacionales; 
pesan  sobre  casi  todos  los  objetos  importados,  salvo  las  máquinas 
agrícolas,  los  aparatos  científícos,  los  libros  y  otros  objetos  útiles 
para  la  instrucción.  El  Presupuesto  bienal  para  los  años  de  189 1 
y  1892  se  cerró  con  défícit,  lo  mismo  que  la  mayor  parte  de  los  que 
lo  habían  precedido.  Al  terminar  el  siglo  descendía  á  30  millones 
papel  (unos  7  en  oro).  También  los  presupuestos  especiales  de 
los  Departamentos  f  presentan  de  ordinario  un  exceso  considera- 
ble en  los  gastos,  excepto  en  el  Cauca,  Antioquia  y  Panamá. 

H)  Etnografía — Los  hombres  de  los  prihieros  siglos,  más  so- 
metidos á  las  influencias  extrañas  y  también  más  aislados  entre  sí^ 
adquirieron,  andando  el  tiempo,  determinadas  tendencias,  aptitudes 
y  disposiciones,  que  forman  en  ellos  como  un  sello  que  sirve  para 


Departamento  de  Hacienda  consume  6.5  millones ;  el  de  la  Deuda  pública,  6.2  i- 
el  de  Guerra,  4.6;  el  de  Justicia,  3.2;  el  de  Fomento,  2.5;  el  de  Correos  7  Telé- 
rrafos,  2.1 ;  el  de  Política  interior,  1.4;  el  de  Instrucción  pública,  1.6;  7  entre 
los  restantes,  la  agricultura  sólo  figura  con  %  4,600! 

£1  actual  Presupuesto  anual  puede  valorarse  (i8$8)  con  toda  verdad  en  36 
millones  de  francos  en  oro;  en  1832  apenas  era  de  9;  en  1849,  ^^  ^7\  ^^^  i851, 
ipoca  de  descentralización,  bajó  á  8  ¡^en  1862,  de  7;  en  i87o,  de  21,  7  en  1880  de 
29.  Hasta  1849  hubo  superávit  anual ;  en  1881  el  déficit  subió  á  28  millones !  £1 
total  de  las  rentas  del  país  de  1832  ¿1898  monta á  i.2co  millones  de  francos,  que 
poco  han  aprovechado  al  progreso  de  la  República. 

Las  rentas  nacionales  ascienden  al  (año  á  7  millones  en  oro,  las  departa- 
mentales ¿  3  7  las  municipales  á  i,  lo  cual  da  un  total  de  25  millones  en  oro,  ó 
tea  gravan  con  $  2-5o  á  cada  colombiano,  con  $  i5  computando  sólo  los  trabaja- 
dores.  La  colonia  gravaba  á  cada  individuo  con  %  2. 

Justo  es  observar  para  la  deuda  exterior,  que  al  hacerse  la  distribución 
después  de  la  Independencia,  Colombia  resultó  gravada  con  exceso.  H07  esa 
deuda  vale  60  millones  de  francos  de  principal. 

£n  fin,  desde  el  punto  de  vista  del  crédito,  la  situación  del  p<iís  nada  tiene 
de  brillante.  Sea  por  lo  que  fuere,  las  rentas  públicas  son  escasas,  la  deuda  qne 
grava  el  Tesoro  es  enoime,  7  no  existe  ninguna  de  esas  grandes  instituciones  de 
crédito  que  se  encuentran  en  otras  comarcas  :  la  iniciativa  particular  ha  fundado 
muchas  empresas  bancarias  7  de  capital  por  acciones,  pero  todas  juntas  no  dis* 
ponen  sino  de  un  haber  insignificante,  si  se  computa  en  oro,  no  obstante  lo  cual 
prestan  algún  servicio  k  nuestro  comercio.  Es  una  verdad  indiscutible  que  en  el 
Extranjero  tanto  el  crédito  del  Estado  como  el  de  los  particulares  es  mu7  limi- 
tado. 

Legal  mente  nos  rige  el  sistema  métrico,  pero  en  la  práctica  lo  que  se  ha- 
lla es  una  verdadera  violación  del  métrico,  del  inglés,  del  alemán,  del  antigua 
español,  &c.,  ain  que  nadie  se  preocupe  por  semejante  anomalíi. 

t  £1  Presupuesto  bienal  de  los  Departamentos  alcaniaba  en  1898  á  9 
millones  (papel)  de  rentas  7  11  de  gastos. 


866  NuxvA  Geografía  dk  Colombia 


diferenciarles,  y  las  cuales,  en  cada  comarca,  importa  conocer,  á 
lo  menos  en  sus  grandes  líneas,  á  fin  de  saber  cuáles  conviene  ro- 
bustecer, y  cuáles  combatir  ó  modificar,  según  el  fin  que  se  bus- 
que. Hallar  esos  caracteres  fundamentales  constituye  el  objeto  de 
la  etnografía,  sin  olvidar,  se  entiende,  la  influencia  postenor  de 
un  segundo  medio  ambiente,  si  lo  hay,  como  cuando  se  trata  de 
hombres  llevados  á  otros  lugares,  pues  suele  ser  difícil  distin- 
guir en  un  país,  teatro  de  invasiones  é  inmigraciones,  qué  es  aquello 
que  se  recibe  por  herencia,  que  se  deriva  del  medio  en  que  ahora 
se  vive,  y  qué  se  ha  adquirido  por  mezcla  con  otros  grupos  de 
hombres  distintos  del  propio,  no  en  su  origen,  sino  en  los  cauces 
seguidos  al  dispersarse  la  humanidad  allá  en  Oriente. 

En  efecto,  por  lo  mismo  que  á  pesar  de  la  diversidad  de  tiem- 
pos, sitios  y  cruzamientos,  determinados  caracteres  físicos  perseve- 
ran, y  los  caracteres  morales  resisten  á  las  más  violentas  revolucio- 
nes sociales,  de  manera  que  á  lo  sumo  pueden  modificarse  pero  no 
borrarsfc  jamás  ni  con  el  rigor  de  las  instituciones,  ni  con  el  desarro- 
llo progresivo  de  la  inteligencia,  puede  juzgarse  qué  papel  re- 
presentará en  los  acontecimientos  históricos  cada  una  de  esas 
individualidades  permanentes  en  las  grandes  masas  de  la  especie 
humana ;  masas  que,  como  todos  saben,  no  piensan  ni  raciocinan 
del  mismo  modo,  ya  que  la  forma  del  entendimiento  varía  no  menos 
que  la  del  rostro :  cada  raza  tiene  una  disposición  comün  que  le 
da  su  carácter  nacional  y  es  causa  de  la  dificultad  extrema  que  hay 
para  hacer  penetrar  una  idea  en  pueblos  distintos  sin  modificarla 
convenientemente,  de  tal  suerte  que,  en  los  últimos,  en  nada  se  pa- 
recerá á  la  primitiva.  Por  esto  la  misma  forma  de  gobierno,  de  pro- 
cedimiento administrativo,  &c.,  da  resultado  muy  distinto  en  pueblos 
diversos ;  en  tesis  general,  puede  decirse  que  la  civilización  de  un 
pueWo  es  incomunicable  á  otro,  y  cuando  razas  de  energía  des- 
igual se  mezclan,  la  más  enérgica,  en  virtud  de  su  mayor  expansión 
ó  destruye  ó  absorbe  la  más  débil,  ó  la  rechaza  hasta  confinarla 
en  las  montañas  más  fragosas,  salvo  que  habite  suelos  de  más  difí- 
cil acceso  á  la  primera  :  testigos  la  Goajira,  el  Darién,  el  Opón, 
&c.  &c. ;  y  el  problema  es  más  difícil  de  dilucidar  si  son  varias  las 
razas  que  entran  en  lid,  bien  que  entonces  se  acentúe  mejor  la  ac- 
ción del  medio  ambiente  :  los  diversos  tipos  europeos  ú  otros  que 
en  algún  número  vinieron  al  país,  lo  demuestran :  fuera  de  los  ma- 
trimonios mixtos,  el  negro  permanece  negro,  el  semita,  semita,  &c. 

A  pesar  de  numerosos  cruzamientos,  la  mezcla  de  las  razas 
no  es  perfecta  ni  aun  al  cabo  de  mucho  tiempo,  y  siempre  puede  ha- 
llarse la  huella  de  las  diversas  razas  superpuestas,  aumentado  esto 
á  veces,  ora  porque  el  conquistador  trata  de  conservar  la  pureza 
de  su  origen,  ora  porque  el  vencido  rehusa  mezclarse  con  el  amo. 
I  Será,  pues,  raro  que  en  Colombia  no  exista  aún  pueblo  colombia- 
no, ni  lo  haya  todavía  en  muchos  años  si  no  se  combaten  las  ¡deas 
sep)aratistas  y  el  lugareñismo  que  domina  en  las  varias  zonas  na- 
turales del  país  ?  ¿  Cuándo  no  sucederá  que  la  mezcla  de  las  razas 
fuertes  produzca  tipo  poderoso  por  la  inteligencia,  las  aptitudes,  la 
belleza  física,  como  el  caucano  ?  Por  esto,  cuando  se  examina  la  po- 
blación de  una  comarca,  fácilmente  se  reconoce,  en  medio  de  la  in> 
finita  diversidad  de  las  fisonomías,  uno  ó  más  tipos  principales  que 


NuivA  Geografía  di  Colombia  867 


•dan  á  los  habitantes  marcado  aire  de  parentesco ;  tipo  que  resulta 
de  uno  original  modificado  por  los  cruzamientos,  el  clima,  el  ali- 
mento y  ocupación  comdn.  En  cada  nación  ya  formada  hay,  pues, 
una  dominante fisic a  y  una  dominan/e  moral  caracterizadísima,  por  lo 
cual  se  puede  definir  en  pocas  palabras  el  carácter  de  una  nación. 
En  Colombia,  salvo  el  barniz  de  la  característica  española,  ardiente 
é  impresionable,  cxag"erada  á  veces  por  el  clima,  ó  la  de  indios  y 
negros,  no  hay  tipo  en  verdad  nacional ;  pero  sí  existen  tipos  lo- 
cales que  tienden  á  acentuarse  divergiendo  más  y  más,  y  ay  de 
la  patria  si  todos  los  hombres  entendidos  no  ayudan  á  combatir 
sin  tregfua  y  con  esfuerzo  grande  tales  tendencias  sólidamente  apo- 
yadas en  nuestra  actual  división  territorial !  ¿La  sombra  de  Centro 
América  despedazada  no  abrirá  los  ojos  á  Colombia  ?  El  más  su- 
perficial estudio  muestra  que  entre  nosotros  existen  varios  tipos, 
caucano,  antioqueño,  pastuso,  costeño,  &c.,  con  aptitudes  físicas  é 
intelectuales  muy  diversas 

Si  interrogamos  nuestra  historia,  que  data  de  ayer,  hallamos 
que  en  Colombia  vivían  hace  cuatro  siglos  hombres  pertenecien- 
tes á  la  raza  roja  ó  americana,  y  que  en  esos  cuatro  siglos  vinie- 
ron al  país  hombres  blancos  y  negros.  Hasta  aquí  el  hecho  es  muy 
claro  y  muy  cierto,  y  queda  explicado  el  mesticismo  que  tiende  á 
señorear  exclusivamente  el  país ;  pero  desde  el  momento  en  que 
queremos  averiguar  los  orígenes  y  variedades  del  primero  de  esos 
dos  grupos  de  la  humanidad,  se  hace  el  silencio  en  el  campo  cien- 
tífico, la  historia  cierra  las  puertas  de  su  templo,  y  la  crítica  arma 
sus  cañones  para  demoler  toda  teoría,  sin  presentar  ninguna  más 
sólida  en  cambio.  Si  la  protohistoria  es  tan  difícil  en  Europa,  ¿  qué 
será  posible  establecer  de  un  modo  correcto  entre  nosotros?  Sin 
-embarg-o,  expondremos  nuestras  ideas  en  el  particular. 

En  el  momento  que  los  españoles  arribaron  á  la  costa  colom- 
biana, hombres  rojos  fraccionados  en  centenares  de  grupos  ocu- 
paban el  país :  ¿  pertenecían  á  una  misma  nacionalidad  ?  No  lo  cree- 
mos; antes  bien,  nos  parece  que  en  América,  como  en  Europa,  hubo 
superposición  de  pueblos,  y  que  estos  movimientos  fueron  semejantes 
á  los  que  registra  la  historia  del  Viejo  Mundo,  de  lo  cual  da  palpa- 
ble testimonio  la  diferencia  en  los  índices  craneanos,  en  el  modo 
de  sepultar  los  muertos  y  en  las  reglas  seguidas  cuanto  á  matrimo- 
nios y  herencias,  dato  más  valioso,  sin  duda,  que  el  diverso  grado 
de  civilización  alcanzado  por  tales  grupos.  A  primera  vista  parece 
había  tres  grupos  ó  familias  diversas  entre  sí :  los  más  civilizados, 
de  las  grandes  altiplanicies;  los  más  guerreros  y  menos  bien  organi- 
zados, de  los  valles  interiores  ;  los  enteramente  salvajes  y  cuasi  nó- 
mades, de  las  llanuras  y  selvas  orientales ;  pero  tal  diferencia  no  es 
sino  aparente.  En  efecto,  más  detenido  examen' enseña  que  el  pue- 
blo aborigen  de  Colombia  había  desaparecido  ó  poco  menos  en  el 
siglo  XV,  reemplazado  ó  absorbido  por  una  primera  inmigración 
Tenida  del  S.,  pero  que  se  modificó  con  influencias  venidas  del  NW. 
ó  existentes  en  la  localidad  por  lo  que  á  costumbres  hace,  y  la  que 
á  su-  turno  fue  destrozada  por  un  segundo  y  mayor  movimiento  de 
hombres  venidos  del  N.,  aún  no  terminado  en  aquella  época,  á  la 
par  que  se  iniciaba  nuevo  avance  en  los  pueblos  meridionales.  Esto 


S68  NuiVA  GiografÍa  di  Columbia 


se  oscurece  con  la  apariencia  de  un  movimiento  de  E.  á  W.,  difícil 
por  cierto  de  explicar,  y  más  aún  de  asig^narle  punto  de  partida^ 

Los  aborígenes,  hombres  de  diminuta  talla  y  oscura  piel»  1 
juzgar  por  tradiciones  y  cráneos,  sin  duda  cazadores  y  nómades^ 
sucumbieron  ante  la  invasión  meridional,  que  en  su  éxodo  siguió  de 
preferencia  por  las  tierras  altas,  ó  avanzó  en  busca  de  medio  am- 
biente más  semejante  al  que  de  seguro  abrigó  su  cuna.  Con  este 
movimiento,  que  parece  no  fue  uniforme  sino  sucesivo,  los  aborí- 
genes no  destruidos  ó  esclavizados  debieron  ser  repelidos  á  los 
valles  bajos  y  llanuras  tórridas,  lo  que  dio  origen  á  cuasi  naciona- 
lidades que  sin  duda  mejoraron  al  contacto  de  los  pueblos  apode, 
rados  de  las  cordilleras,  y  de  seguro  en  muchos  puntos  por  éstos 
fueron  empleados  en  explotar  el  terruño.  Nos  parece  que  en  aquel 
éxodo  del  Sur,  la  primera  y  menor  perfecta  rama  torció  al  NW.  y 
la  segunda,  y  más  adelantada,  siguió  directamente  al  Norte;  de 
aquélla  resultaron  los  Chibchas  (mesa  oriental),  de  ésta  los  Quim- 
bayas,  Zenues  y  algún  otro  (mesa  occidental).  Andando  el  tiempo^ 
cuando  las  llanuras  del  Mississippi  rebosaron  en  pobación,  ésta,  viril 
y  emprendedora  (Caribes),  ocupó  primero  las  Antillas,  y  por  su 
ofício  de  navegantes  y  piratas  llegaron  á  las  costas  y  aun  penetra- 
ron por  los  grandes  ríos,  de  seguro  como  lo  hacían  los  normandos, 
hasta  el  momento  en  que,  fuertes  por  su  número,  y  seducidos  por 
la  fama  de  las  riquezas  de  los  pueblos  de  la  cordillera,  se  lanzaron 
como  torrente  sobre  Colombia,  remontaron  los  valles  y  casi  ocu- 
paron el  país,  de  muy  diversa  manera,  se  entiende.  Por  el  Orino- 
co penetraron  los  (Caribes  al  Llano,  que  por  las  condiciones  de  su 
clima  y  falta  de  población  autóctona  civilizada,  los  conservó  cua» 
les  eran,  y  luego  los  redujo  á  tribus  que  vivían  de  la  caza  y  pesca, 
poco  de  la  agricultura,  y  que,  como  los  beduinos,  emprendían  co- 
rrerías al  Sur  en  busca  de  carne  humana,  ó  sea  de  indios  másatra- 
sados  y  débiles,  de  los  que  vivían  en  los  árboles  de  la  selva  amazó- 
nica: los  Botocudos,  Dolicocéphalos,  profundamente  salvajes  y  de- 
gradados, sin  duda  resto  de  los  aborígenes  de  que  hablamos  antes^ 

Los  Caribes  ó  Guaraníes,  Mesaticéphalos,  mejor  conformados,, 
de  piel  más  clara,  parece  que  como  los  invasores  europeos  forma- 
ron corrientes  sucesivas ;  las  primeras  ocuparon  el  Llano  y  quizás 
la  llanura  atlántica  ;  las  segundas  y  más  fuertes  pasaron  sobre  las 
primeras  en  busca  de  las  cordilleras  y  grandes  valles.  Por  el  Mag- 
dalena subieron  hasta  su  origen  y  ocuparon  el  valle  propio  del  graa 
río,  remontaron  más  ó  menos  por  sus  afluentes,  y  acorralaron  en 
la  montaña,  tanto  á  los  Chibchas  como  á  sus  meztizos,  dividiendo 
con  muro  de  hierro  los  pueblos  de  la  falda  del  Quindío  y  los  de  lea- 
topes  de  Sumapaz ;  por  esto  se  hallan  Caribes  (Panches,  Colimas, 
&c.)  en  Muequetá  occidental  y  no  en  Muequetá  oriental,  de  acce- 
so más  difícil  y  cuyos  moradores  siempre  fueron  partes  de  grupos 
muiscas.  Quizás  algún  grupo  caribe  ocupó  á  Guanentá,  á  lo  menos 
en  la  parte  más  baja.  También  la  misma  raza  penetró  hacia  el  N.. 
de  Antioquia,  por  el  Cauca  y  sus  afluentes,  mas  sin  ganar  los  altos 
topes,  á  lo  que  parece.  Otro  grupo  remontó  el  Atrato,  quizás  se 
reunió  al  que  cruzó  el  Istmo  ;  pero  con  seguridad  los  Caribes.por 
el  Dagua  alcanzaron  el  valle  del  Cauca,  donde  barrieron  el  pueblo 
que  lo  ocupaba  antes  y  lo  hicieron  replegarse  hacia  el  N.  y  el  Su 


NuKVA  Geografía  di  Colombia  S69 


ú  zonas  de  más  fácil  defensa.  Un  g^rupo  especial,  los  Fijaos,  tal  vez 
los  últimos  llegfados,  se  repartieron  por  el  alto  Magdalena,  el  valle 
del  Cauca,  Almaguer  y  Uribe,  vivían  en  los  árboles  y  expoliaban 
Á  los  otros,  que  los  temían  y  odiaban  á  la  vez,  y  de  los  que  sólo  uno 
(Pantág-oros)  les  resistía  con  éxito.  Dueños  de  los  pasos  de  las 
^cordilleras,  iban  de  un  lado  á  otro  en  expediciones  de  rapiña ; 
andando  el  tiempo  destruyeron  hasta  el  último  de  los  Quimbayas, 
que  moraban  en  Arma  y  Cabal,  y  mezclados  con  los  anteriores 
habitantes  de  la  montaña  adquirieron  mayor  grado  de  civiliza- 
ción, conforme  lo  prueban  sus  grandes  aptitudes  guerreras;  los  in- 
dios de  Antioquia  parece  también  eran  mestizos  Caribes  como  los 
<juanentaes.  En  el  S.  del  valle  caucano  los  anteriores  habitantes, 
^1  verse  acorralados,  se  abrieron  de  seguro  paso  hacia  Barbacoas, 
donde  hallamos  un  pueblo  decaído  en  la  industria,  por  las  condi- 
ciones del  terreno,  pero  levantado  en  organización  civil ;  parece 
<|ue  los  Caribes  alcanzaron  hasta  el  Patía,  pero  no  hasta  Túque- 
rres,  donde  pu  iblo  mejor  constituido,  el  Quitus,  ocupaba  ya  la  ai/i- 
flanicüy  de  la  que  arrojara  al  W.  á  los  moradores  primitivos,  había 
llevado  sus  armas  hasta  el  Mayo  y  de  seguro  trataba  de  continuar 
sus  conquistas  cuando  llegaron  los  españoles.  Como  argumento  po- 
deroso en  pro  de  nuestra  hipótesis,  recordaremos  que  en  Silvia 
inoran  aún  los  Guambias,  comerciantes  y  labriegos,  pequeños,  pa- 
<ífícos,  rodeados  por  Páeces,  altos,  belicosos,  difiriendo  completa- 
meitte  entre  sí  esos  dos  pueblos  en  usos  y  costumbres,  pues,  por 
ejemplo,  los  Guambianas  se  cubren  la  cabeza  y  llevan  la  caracte- 
rística capul  de  cerquillo  de  los  Quichuas,  y  los  Páeces  la  llevan 
descubierta  y  usan  la  apretada  trenza  de  los  Caribes ;  parece  que 
•^tos  hubieran  dejado  á  aquéllos  para  que  explotaran  el  territorio. 

De  lo  dicho  se  deduce  creemos  uno  en  su  origen  á  Quichuas 
d  Aimaras  (tal  vez  estos  últimos)  y  Chibchas,  pues  éstos  como 
aquéllos  hablaban  lengua  de  idéntica  raíz,  y  son  pequeños  (ta- 
lla media,  i  m.  50  cent.),  macizos,  robustos,  ancho  el  pecho, 
^^esa  la  cabeza,  angosta  la  frente  y  la  nariz  baja,  con  anchas  ven- 
tanas. Los  mestizos  Caribes,  al  contrario,  son  más  esbeltos,  su  ta- 
lla es  mayor  (i  m.  70  cent.),  su  cutis  más  clara,  su  frente  más  alta, 
su  nariz  aguileña,  su  ojo  más  vivo,  su  aire  más  resuelto  y  tranqui- 
lo. En  los  valles  del  Zulia,  cruzados  luego  con  los  blancos,  produ- 
jeron hombres  hermosos,  con  luenga  y  rizada  barba. 

Los  movimientos  indígenas — á  nuestro  juicio  relacionados  por 
la  causa  productora  con  las  migraciones  de  Arios  y  Tártaros  en 
Asia — se  proseguían,  pues,  al  terminar  el  siglo  xv;  pero  no  ya 
como  migración  de  nuevos  pueblos,  sino  como  luchas  de  conquista, 
y  si  fueron  suspendidos  en  cierto  modo  por  los  conquistadores,  en 
realidad  continuaron  por  otro,  pues  ellos  no  sólo  cambiaron  el  asiento 
Á  muchas  tribus,  sino  que  viajaban  con  gran  séquito  de  indios  ó  los 
llevaban  á  millares  como  peones  y  ejércitos  auxiliares.  Estos  indíge- 
jias^que  en  los  caminos  dejaban  siempre  á  muchos  de  los  suyos,  donde 
se  detenía  su  jefe  formaban  de  ordinario  la  base  de  mezcla  seria 
entre  diversos  pueblos,  y  de  ahí  las  singulares  reuniones  de  tipos 
<ltte  se  observan  en  ciertos  puntos  al  recorrer  el  territorio.  Si  á  esto 
se  agrega  lo  dicho  sobre  invasiones  indias,  captura  de  mujeres  y 
Iccalizacibn  de  grupos  por  cuencas,  cesará  toda  extrañeza  ante  la 


870  NuxvA  Geogravia  de  Colombia 


aparente  variedad  de  los  tipos  locales  :  es  esa  variedad  de  raíces  la 
causa  no  sólo  de  los  diversos  tipos  que  ofrecen  los  actuales  mesti- 
zos propiamente  dichos  (mestizos  pálidos)^  6  sea  inaividuos  produci- 
dos por  el  cruzamiento  de  las  razas  blanca  é  india,  sino  también  de 
la  incontestable  superioridad  intelectual  del  hijo  de  blanco  y  mesti- 
zo caribe  sobre  el  descendiente  del  blanco  y  Chibcha  ó  Quichua,  ■ 
Nombres  de  tribus,  rula  de  los  conquistadores,  &c.,  hallan  mejor 
cabida  en  el  capítulo  que  trata  de  la  historia ;  pero  no  podemos 
olvidar  otra  observación  relativa  á  los  Chibchas. 

En  efecto,  desde  el  Ecuador  hasta  Sog^amoso,  y  más  al  N. 
por  un  lado,  por  otro  hacia  Antioquia,  se  halla  una  serie  de  ce- 
rros denominados  Iraca,  como  si  hubiesen  sido  etapas  de  un  pue- 
blo, confirmado  esto  por  los  cráneos  que  se  hallan  en  su  vecindad. 
El  pueblo  que  marcó  tal  éxodo  debió  llegar  á  las  altas  planicies 
orientales  en  uno  de  esos  momentos  en  que  los  pantanos  y  lagunas 
alcanzaban  á  un  máximum,  estableciéndose  en  la  periferie  de  ellos 
y  siendo  testigos  de  su  menguante.  De  seguro  fue  él  valle  ya  total- 
mente desecado  de  Zaquenzipa  el  centro  principal  de  su  asiento. 
Tal  pueblo  en  su  gigantesco  éxodo  debió  perder  mucha  de  su  pri- 
mera civilización,  y  en  efecto,  recordaba  haber  recibido  maestros 
del  lado  del  Oriente.  Ahora  bien :  desde  el  Atabapo  á  Leiva  por 
el  Caquetá  hay  otro  grupo  de  circos  pequeños  llamados  Aíon^utrd, 
lo  cual  confirma  esc  relato:  ¿el  ó  los  civilizadores  de  dónde  ve- 
nían? ¿Eran  tribus  empujadas  por  las  conquistas  de  los  Peruanos? 
¿  Eran  porciones  de  éstos,  en  sus  guerras  extraviados  en  la  selva 
amazónica  ?  Lo  ignoramos. 

Sea  lo  que  fuere,  parece  que  ese  misterioso  maestro  llegó  á 
Leiva,  y  allí  intentaba  construir  el  primer  edificio  de  piedra,  si  las 
columnas  que  restan  no  eran  anteriores,  cuando  se  desecó  el  pantano 
del  Sogamoso,  y  llevó  el  pueblo  á  la  gran  llanura,  estableciéndose 
él  en  otro  Moniquirá,  al  N.  de  la  línea  de  su  ruta  primera,  después 
también  llamado  Sugamuxi  (el  desaparecido) :  allí  es  seguro  no  al- 
canzó á  construir  obra  de  piedra,  y  el  pueblo  se  conformó  con  san- 
tuario de  madera,  enriquecido  en  años  posteriores ;  confirma  nues- 
tro dicho  haberse  quedado  el  Zaque  en  tierras  altas  y  ser  Caciques 
del  llano  los  que  elegían  al  pontífice  de  Iraca. 

Sin  duda  fue  posterior  el  último  desecamiento  del  pantano  de 
Muequetá,  y  los  indios  que  allí  se  establecieron,  andando  el  tiempo,, 
quisieron  formar  casa  aparte,  y  luego,  multiplicados  en  la  gran  lla- 
nura, ejercer  la  primacía  en  su  nación,  de  donde  larga  serie  de  gue- 
rras civiles.  Creemos,  pues,  que  á  las  altiplanicies  llegaron  dos  pue- 
blos hermanos  que  luego  se  dividieron,  viniendo  el  más  joven  (zipa)^ 
con  menos  recuerdos  del  sur,  á  Muequetá,  pues  el  estudio  antropo- 
lógico indica  no  son  absolutamente  iguales  los  indios  de  las  dos  zo- 
nas ;  sea  lo  que  fuere,  ese  pueblo  fue  acorralado  luego  por  los  Cari- 
bes, pero  ese  imperio  abarcó  mucho  mayor  área  de  la  que  suelen 
asignarle  los  historiadores :  no  sólo  ocupó  á  Muequetá-Fúquene- 
Leiva-Hunza,  sino  también  á  Muequetá  oriental,  trozos  del  occi- 
dental, del  alto  Magdalena,  del  Carare,  del  alto  Guanentá  y  de 
Chita,  de  Pamplona,  de  Mérida,  es  decir,  á  lo  menos  i,ocx>  leguas 
cuadradas.  La  diferencia  de  los  dos  pueblos  la  indican  también  los 
nombres  indígenas  conservados,  de  esencia  ó  espíritu  diverso,  los 


NuzvA  GeogratÍa  dk  Colombia  871 


nombres  de  á  aguda  y  de  ¿i  grave.  De  las  crónicas  de  la  conquista 
resulta  que  en  Muequetá-Hunza  había  señores  y  siervos,  lo  cual 
hace  creer,  junto  con  los  diversos  tipos  hallados  en  los  cementerios, 
que  hubo  en  esta  zona  superposición  de  hombres  analogía  á  la  que 
la  historia  reg^istra  en  el  Peloponeso. 

También  en  otros  puntos  del  país  se  presentan  fenómenos 
análogfos,  como  en  el  alto  Chocó-Darién,  donde  los  Cunas  se  divi- 
den en  indios  de  dá  (agua)  y  //  (agua),  separados  por  la  serranía, 
aunque  son  un  mismo  pueblo;  nombres  conservados  indican  las 
áreas  ocupadas  antes,  como  el  ima  (mina)  de  los  Panches  (Tocai- 
ma,  Nimaima,  Anaima,  Combeima,  &c.),  el  er  (río)  de  los  Cuai- 
queres,  el  oi  áe  Pasto,  el  aico  de  Almaguer-Putumayo,  el  i  agudo 
del  bajo  Chocó,  el  d  agudo  de  los  Quimbayas,  el  gua  de  los  Gua- 
nentaes,  el  ro  de  los  Caribes  del  Llano,  &c.  &c. ;  estudio  importan- 
tísimo que  daría  luz  en  el  asunto,  pero  que  está  aún  por  hacer. 

Dejando  á  un  lado  este  punto,  preciso  es  observar  igualmente 
que  aun  cuando  los  españoles  conquistadores  venían  del  mismo 
país,  tenían  tipo  diverso  según  sus  fuentes  etnográficas,  también 
varias,  de  donde  la  diferencia  entre  gallegos,  castellanos,  andalu- 
ces, ricos  éstos  en  sangre  africana  y,  por  lo  mismo,  más  adecuados 
para  colonizar  tierra  tropical.  Estos  blancos  siguieron  principal- 
mente la  dirección  de  las  dos  grandes  migraciones  indias,  y  por  lo 
tanto  se  concentraron  ora  en  los  puntos  comerciales  (puertos),  ora 
sobre  las  zonas  auríferas,  ora  en  los  terrenos  fríos,  sanos,  ya  bien 
explotados  por  los  indios  :  la  sangre  blanca  se  distribuyó  poco  más 
ó  menos  así :  IS^/^  en  las  provincias  de  la  costa  atlántica,  20^1^ en 
la  mesa  andina,  ó  mejor  al  W.  del  Magdalena,  y  ós^/^  al  E.  del  gran 
río,  ó  sea  de  acuerdo  con  la  densidad  de  la  población  india,  con  la 
cual  se  mezcló  rápidamente,  tanto  por  el  gran  exceso  de  hombres, 
como  por  lo  fácil  y  depravado  de  la  vida  de  los  conquistadores,  pues 
los  encomenderos  nada  tenían  que  envidiar  á  los  bajas  turcos,  y 
por  ser  las  eminencias  de  aquellos  tiempos,  todos  sus  hijos  naturales 
pasaron  como  blancos  hasta  1540 Jo  cual  es  muy  importante  no 
oividar ;  la  introducción  de  los  negros  en  1501,  y  el  haberse  csti- 
mado  al  fin  como  de  positiva  valía  esta  colonia,  cambió  las  co- 
sas, haciendo  se  prestase  gran  atención  á  la  cuna,  sobre  jtodo  por 
los  primeros  mestizos  pálidos,  hijos  de  indias  nobles  españolizadas 
al  bautizarse.  Esto  no  agradará  á  muchos,  pero  es  la  pura  verdad. 
Pocos  eran  los  españoles  venidos  á  Colombia  hasta  1550:  no  llega- 
ban á  10,000,  muertos  por  mitad  en  la  conquista,  y  por  lo  menos  á 
otro  tanto  alcanzaron  los  primeros  mestizos,  considerados  luego 
como  criollos ;  tal  fue  el  origen  de  los  220,000  criollos  blancos  que 
existían  en  Colombia  á  la  época  de  la  Independencia.  De  1600  á 
1 8 10  faltan  datos  oficiales  sobre  el  número  de  españoles  venidos 
al  país;  pero  diversas  noticias  recogidas  no  permiten  estimarlo 
sino  en  otro  tanto.  Así  pues,  á  lo  sumo  20,000  blancos  pisaron 
suelo  colombiano  para  quedarse  en  él  definitivamente,  ó  por  algún 
tiempo  á  lo  menos,  lo  que  explica  los  casi  ningunos  lazos  que  se  for- 
marón  entre  esta  colonia  á  la  metrópoli,  conforme  queda  dicho. 

Cuanto  á  los  negros,  se  introdujeron  avanzado  ya  el  siglo  xvi, 
por  lo  menos  al  interior  del  país,  introducción  que  alcanzó  su 
máximum  (^500-800  anuales)  en  la  segunda  mitad  del  siglo  xviii : 


tyi  NuivA  Geografía  di  Colombia 


pero  ni  hay  estadísticas  exactas  de  la  cantidad  á  que  ascendió  tal 
forzada  inmig-ración,  ni  los  padrones  dan  luz  completa,  por  cuanto 
muchos  esclavos  morían  recién  venidos,  á  causa  de  la  mala  tra- 
vesía, y  muchos  lograban  rescatarse  con  su  propio  trabajo,  entran- 
do á  ñg'urar  en  lo  que  los  españoles  llamaban  castas  libres  $  pero 
el  estudio  comparativo  de  numerosos  datos  permite  concluir  que  el 
niSmero  de  neg-ros  importados  no  excedió  al  de  españoles,  ni  bajó 
de  10,000;  sólo  que  como  fue  lenta  su  entrada,  á  la  época  de  la 
Independencia  los  individuos  de  esa  raza  no  alcanzaban  ni  aun  á  la 
mitad  de  la  llamada  blanca.  Esta  inmigración  fue  repartida  poco 
más  ó  menos  así :  i  S^U  á  la  mesa  oriental,  29^/^  á  la  costa  atlán- 
tica, y  S&'lo  al  W.  del  Magdalena"  (18°/^  al  Chocó  y  6*^/^  al  Toli- 
ma)  ;  pero  después  de  la  libertad  de  los  esclavos,  los  negros  de 
aquella  mesa  y  los  del  Tolima  pasaron  en  gran  mayoría  al  bajo 
Magdalena.  Aunque  los  negros  fuesen  todos  africanos,  como  se  les 
extraía  tanto  de  la  costa  oriental  como  de  la  costa  occidental  de 
aquel  continente,  resulta  que  á  lo  menos  predominaron  en  ellos  dos 
tipos  (guinea  y  cafrería),  los  que  á  veces  por  grupos,  á  veces  mez- 
ciados,  se  encuentran  en  las  diversas  zonas  donde  en  el  país  abunda 
la  gente  de  color. 

Conforme  lo  indicamos  en  la  demografía,  la  población  india 
estaba  muy  desigualmente  repartida  en  el  país ;  eran  las  zonas 
más  pobladas,  Túquerres,  Guanentá  y  Hunza-Muequetá ;  dos  ve- 
ces menos  lo  estaba  la  Costa  atlántica,  tres  menos  el  Cauca-Antio- 
quia,  y  seis  menos  el  Panamá-Tolima  y  el  Zulia.  Al  terminarse  el 
siglo  XVI  no  quedaban  en  Colombia  más  de  doscientos  mil  indios  (!), 
la  mitad  sometidos,  y  de  éstos  8,000  en  la  llanura  atlántica,  4,000 
en  Panamá,  5,000  en  el  Tolima,  5,000  en  el  Llano,  8,000  en  la 
mesa  andina,  50,000  en  la  granadina,  y  unos  20,000  repartidos  en 
diversas  montañas,  y  aun  casi  independientes,  mientras  los  no  so- 
metidos  guardaban  las  zonas  en  que  adn  habitan.  Como  las  ra- 
zas conquistadas  cuando  se  someten  tienen  á  honra  aligarse  con 
el  vencedor,  ei  seguro  que  los  primeros  mestizos,  pálidos  mu- 
chos, ni  aun  gotas  de  sangre  azul  tuviesen  en  la  suya,  lo  cual  hace 
aleatorios  los  cálculos ;  pero  á  juzgar  por  los  padrones,  al  esta- 
blecerse la  Audiencia,  ya  existían  por  lo  menos  50,000  mestizos, 
de  ellos  unos  15,000  de  color,  principalmente  en  la  costa  y  mesa 
andina,  y  el  resto,  pálidos,  distribuidos  entre  la  costa  (5,000),  la 
mesa  andina  (20,000),  y  la  mesa  oriental  (40,000). 

Las  cifras  anteriores  permiten  comprender  bien  el  por  qué  de 
los  tipos  que  dominan  en  cada  zona  geográfíca,  y  el  por  qué  de  su 
misma  distribución,  pues,  por  ejemplo,  como  no  quedó  elemento  in- 
dígena en  la  mesa  andina  (excepto  al  Sur),  sino  los  pocos  indios 
allí  llevados  por  los  conquistadores  como  séquito,  ese  vacío  se  llenó 
luego  con  los  negros,  como  sucedió  en  Antioquia- Valle  del  Cauca- 
Chocó,  y  de  ahí  la  preponderancia  de  la  gente  de  color  en  las  re- 
giones cálidas  y  húmedas,  sobre  todo  en  el  Chocó,  donde  desde  un 
principio  dominó  la  raza  negra,  así  como  también  lo  exótico  de  los 
tipos  de  mestizos  indios  que  aquí  y  allá  se  encuentran.  La  raza  de 
color  prepondera,  pues,  en  la  llanura  patiana,  en  el  Chocó,  Pana- 
má (en  la  mitad  oriental  del  Istmo),  en  el  litoral  atlántico  y  en  las 
vaguadas  de  San  Jorge,  Cesar,  Dique,  Magdalena,  Cauca-Ne- 


NUIVA  GlOGKAFIA  DI  COLOMBU 


«73 


chí,  en  las  porciones  central  y  baja,  y  en  el  Cauca-San  Jorgfe  has- 
ta en  buen  trozo  de  la  misma  porción  alta.  La  raza  indíg^ena  domi- 
na  en  la  región  oriental,  trozos  del  Chocó,  la  parte  alta  déla  hoya 
intercordillerana  del  Patía,  el  valle  de  Popayán,  ciertos  sitios  del 
Tolima,  Antioquia  y  el  valle  central  del  Mag-dalena — como  en  el 
Opón, — la  Sierra  de  SantaJMarta,  Goajira,  Sind,  Panamá  occiden- 
tal y  litoral  del  Darién,  bocas  del  Atrato,  muchos  puntos  de  Suma- 
paz  y  el  Llano.  Los  mestizos  pálidos  prevalecen  en  la  mesa  orien- 
tal, el  Tolima,  las  llanuras  altas  de  Bolívar  y  Mag-dalena.  La  raza 
blanca  sólo  por  manchones  tiene  la  supremacía  en  ciertas  poblacio- 
nes del  interior.  De  lo  dicho  se  .deduce  que  la  población  colombia- 
na es  hoy  esencialmente  mestiza :  de  cada  cien  habitantes,  75  son 
de  raza  mixta  13  ^¡^  de  color,  62  ^/^  pálidos  y  sólo  25  pertenecen 
aún  á  razas  puras  (?),  así :  5  ^/^  neg-ros,  12  ^1^  blancos  y  8  ^¡^  in- 
dios ;  se  entiende  en  la  población  sometida. 


100,000 


i5oo 


I600 


ANOS 

l7oo 


1800 


1900 


Fi^ra  318— Diagráima  del  desarrollo  de  la  población  en  las  tres  principales 

ciudades  de  Colombia. 


Esta  abígi-arrada  población  presenta  varios  grupos  caracterís- 
ticos, que  ora  abarcan  grandes  extensiones,  ora  se  reducen  á  pe- 
queñas zonas,  como  sucede  con  la  talla,  de  donde  resulta  que  nada 
hay  tan  erróneo  como  tomar  por  base  las  divisiones  políticas  para 
tratar  de  establecer  los  caracteres  de  esos  grupos,  de  que  con 
más  detalles  se  habló  en  la  parte  descriptiva.  Al  Sur  del  país  está 
el  pos/uso,  que  por  usos,  costumbres,  acento  de  cantinela,  tenden- 
cias é  ideas,  es  esencialmente  ecuatoriano,  lo  cual  es  lógico  si  se 
recuerda  que  fue  el  Mayo  el  límite  del  imperio  de  Tahuansituyo : 
el  pastuso  cultiva  la  agricultura  y  las  artes,  pues  á  la  par  de  la- 


Nutva  Gtpgrafia  áe  Cclonüñm 


TOMO 


•56 


^74  Nueva  Geografía  de  Colombia 

briego  se  muestra  fabricante  y  pintor  y  con  garandes  disposiciones 
para  los  oficios  manuales;  de  él  difiere  el  iuquerreño,  simple  cam- 
pesino como  su  vecino  el  indio  de  Almag-uer,  timbioy  más  belicoso 
y  sin  duda  el  mejor  infante  del  país  ;  mientras  el  tercer  colindan- 
te, el  patiano,  es  pastor,  gran  jinete,  holg-azin,  quisquilloso  en  de- 
masía, y  un  tanto  calabrés  y  amigo  de  diversiones  y  aventuras.  Es 
el  pastuso  dado  á  cosas  de  iglesia,  insigne  guerrillero  en  sus  mon- 
tañas, mal  soldado  fuera  de  ellas,  d\?saseado  como  sus  vecinos,  y 
muy  económico.  Popayán,  cuna  de  grandes  familias,  fue  notable, 
pues  ha  decaído  mucho,  pero  no  así  el  tipo  que  engendró  en  mejores 
días,  caballeresco,  aquijotado  sin  duda,  pero  grande  y  el  primero  de 
Colombia  en  el  fondo.  Los  moradores  de  este  suelo  son,  en  el  pueblo 
bajo  se  entiende,  el  grupo  más  despierto  é  inteligente  de  los  cau- 
canos,  que  en  el  manejo  del  idioma  tienen  el  cetro  en  el  país.  Es 
grave',  reconcentrado  y  altanero  el  popayanejo,  apto  para  las  letras 
y  las  armas,  en  las  cuales  busca  siempre  el  título  más  alto,  trata 
con  desdén  á  todos  los  compatriotas,  cree  nació  para  mandarles,. 
y  conserva  como  ninguno  el  acento  y  el  lenguaje  de  Castilla.  En  el 
valle  caucano  existe  el  mismo  tipo  en  las  poblaciones  importantes, 
sobre  todo  en  Buga,  que  también  vegeta  sobre  las  ruinas  de  mejor 
pasado;  pero  tipo  modificado  por  el  clima  y  simple  traii  d" unión 
con  el  verdadero  caucano,  belicoso,  altivo,  ardiente,  inteligente,  lle- 
no de  ambición,  perezoso  y  apasionadísimo  por  la  política :  aunque 
de  color,  se  iguala  al  blanco,  y  si  es  superior  al  negro^  como  éste 
es  rencoroso,  enemigo  del  blanco  y  bastante  parecido  al  patiano  : 
de  los  mestizos,  la  perla  es,  sin  duda,  la  ñapanga,  apasionada,  leal, 
hermosa  y  vengati^'a  y  arrojada  como  las  manólas  espa  ñolas,  pero 

manóla  sin  majo. 

El  antioqueño,  en  buena  parte  de  su  territorio  constituye  ya  un 
grupo  bien  homogéneo,  con  acento  é  idiotismos  tan  sui  génens,  que 
es  imposible  confundirle  con  ningún  otro :  es  quizá  el  más  bello  tipo 
de  la  República,  en  lo  físico,  por  su  robusta  y  bien  proporcionada 
estatura  sobre  todo  en  las  mujeres,  hermosísimas,  adornadas  con 
ojos  negros,  tez  ligeramente  morena  y  pie  bien  formado :  el  tipo 
gana  cuando  se  mezcla  con  el  calentano.  La  especial  importancia 
de  este  grupo  se  deriva  de  ser  hoy  el  más  numeroso  en  el  país  y 
de  que  por  lo  prolífico  habrá  de  influir  de  modo  decisivo  en  las 
futuras  condiciones  etnográficas  del  pueblo  colombiano. 

En  el  Tolima,  aun  cuando  hay  blancos  é  indios,  domina  un 
tipo  mestizo  {iolimmse)  bien  formado,  valeroso,  pero  enemigo  del 
cuartel,  agricultor,  formalote,  amigo  de  cantarcillos  y  diversiones, 
más  inteligente  al  N.  que  al  S.,  donde  {íimanejo)  goza  fama  de  bon- 
homía  y  candidez  á  la  par  que  de  laborioso,  y  al  cual  se  hace  res- 
ponsable de  todas  las  simplezas  que  corren  en  el  país,  como  también 
sucede  con  pastusos  y  con  antioqueños  de  Marinilla ;  las  cálmtanas 
suelen  ser  hermosas,  y  es  común  en  el  Tolima  la  costumbre  de  hacer 
guacas  (enterrar  dinero).  Cuanto  al  contrabandista  del  tabaco  y  el 
boga  del  Magdalena,  puede  decirse  no  existen  ya,  y  eran  en  el 
gran  río  lo  que  el  llanero  en  la  región  oriental,  y  en  cierto  modo  lo 
han  remplazado  los  ribeñeros  de  color,  por  su  continua  lucha  con  el 
río  y  los  caimanes.  Cuanto  al  costeño^  también  por  lo  común  de  color, 
es  hablador,  petulante,  activo,  fanfarrón,  más  valeroso  en  el  Mag- 


NuxvA  Gkografia  dk  Colombia  S75 


dalena  que  en  Bolívar  y  Panamá,  y  distinto,  por  lo  tanto,  de  los 
blancos  y  mestizos  de  la  zona,  con  los  cuales  tiene  de  comtín  la  in- 
dolencia, el  g^enio  alegre  y  amigo  de  diversiones  y  un  acento  espe- 
cial, precipitado,  en  que  suprimen  la  /  y  la  í  y  las  reemplazan  con 
la  r.  Semejantes  en  unos  puntos,  distintos  en  otros,  es  el  mestizo 
pálido  del  Valle  de  Upar  y  las  sabanas  y  tierras  altas  de  Bolívar, 
más  amigo  de  diversiones,  si  cabe,  á  causa  de  su  vida  semi-nóma- 
de  en  unos  puntos,  campesina  y  laboriosa  en  otros,  de  donde  su 
bastante  parecido  al  tolimense  y  hasta  al  goajiro,  el  que  se  distin» 
g"ue  por  su  afición  al  pastoreo,  á  la  vida  del  jinete,  y,  por  lo  mismo^ 
puede  llamarse  el  llanero  del  litoral.  Los  costeños  en  Panamá  tie- 
nen acento  más  pausado  y  especial,  y  en  Chiriquí-Azuero  son  poco 
más  ó  menos  como  en  las  sabanas  de  Bolívar;  en  el  Sinü  domina 
el  indio  bajo  de  cuerpo,  fornido,  de  gran  fuerza  muscular,  parecido 
al  indio  chocoano,  éste  de  tez  más  oscura;  es  curioso  que  entre 
estos  últimos  casi  ningún  rasgo  físico  diferencie  el  rostro  de  hom- 
bres y  mujeres. 

En  la  mesa  oriental  el  mestizo  de  la  cuenca  de  Maracaibo  se 
asemeja  al  tolimense,  pero  es  más  blanco  y  hermoso,  salvo  hacia 
Cúcuta,  donde  en  unos  puntos  predominan  los  indios  y  en  otros  la 
gente  de  color,  menos  valiente  y  laboriosa.  En  el  corazón  de  San- 
tander (Guanentá)  está  el  verdadero  saniandereano,  pálido,  robusto, 
gallardo,  formal,  laborioso,  inteligente,  con  fábricas  de  tejidos 
como  el  pastuso,  y  que  aun  cuando  cultiva  con  esmero  sus  campos 
y  comercia  y  ahorra  como  el  antioqueño,  no  es,  como  éste,  egoísta 
ni  adorador  del  dinero,  y  sí  le  ¡guala  en  el  amor  al  trabajo  y  la 
familia,  le  supera  en  su  noble  altivez  y  su  valor  á  toda  prueba ; 
hacia  Gámbita  se  produce  un  cambio  y  la  población  es  malévola  y 
amiga  de  riñas.  No  hace  mucho  en  Santander  no  se  cerraban  las 
puertas  por  la  noche  ni  se  usaban  pagarés  en  el  comercio,  tan  acri- 
solada era  la  honradez  de  ese  pueblo,  hoy  bastante  maleado  por 
los  inmigrantes  extranjeros,  en  especial  en  lo  que  á  moralidad  se 
refiere.  El  indio  de  Boyacá-Cundinamarca,  aún  puro  en  algunos 
puntos,  sobre  todo  en  Boyacá,  es  pequeño,  triste,  resignado,  mori- 
gerado en  sus  costumbres,  salvo  el  día  fes^vo,  en  el  que  gusta  de 
embriagarse ;  es  constante  para  el  trabajo  y  la  fatiga,  sumiso,  de  un 
valor  sin  igual,  pero  obtuso,  terco,  malicioso,  desconfiado,  sin  entu- 
siasmo ni  siquiera  ímpetus  ni  aun  en  la  guerra :  es  máquina,  pues 
con  la  misma  frialdad  y  valor  sirve  á  todas  las  causas,  ó  sea  á  los 
blancos  que  lo  mandan  y  á  los  cuales  profesa  marcada  mala  vo- 
luntad, á  la  vez  que  les  teme  y  respeta  ;  no  cambia  ni  deja  su  mi- 
rada oblicua,  aun  cuando  llegue  á  elevado  puesto  ;  las  indias  aman 
con  verdadera  pasión  á  los  blancos,  de  los  cuales  se  muestran  ce- 
losísimos sus  hombres.  Los  mestizos  pálidos  de  la  misma  región 
aparecen  muy  inferiores  á  los  santandereanos ;  son  pacatos,  dóciles 
unas  veces,  insolentes  otras,  en  especial  cuando  están  reunidos  y 
creen  el  número  á  su  favor ;  este  mestizo,  tan  abyecto  como  el  de 
color,  no  es  hermoso  ni  decidor  é  inteligente  como  él,  pero  le  su- 
pera en  laboriosidad  y  resignación :  en  los  poblados  es  común  que 
los  menestrales  trabajen  más  bien  el  domingo  que  el  lunes,  día 
que  consagran  al  culto  de  Baco.  Los  blancos  de  las  alüplantcies 
formaron  antes  grupo  característico  por  su  origen  andaluz  y  cas- 


S76  NvivA  GbogkuÍa  de  Colombia 


tellano,  por  su  valor,  su  ¡ntelig;encia  y  su  pereza  ;  pero  luego  Is 
mezcla  con  los  demás  tipos  del  país  lo  han  trasformado,  aunque 
desmejorándole ;  hoy  no  existe  el  anliguofarAaí-o  bogfolano,  deci- 
dor, generoso,  humorista,  un  tanto  aquijotado,  y  en  cambio  la  ju- 
ventud de  la  capital  es  mis  y  más  superficial  é  inconstante  y  ami- 
ga del  dinero  y  de  la  buena  vida,  pero  no  del  trabajo  ni  de  la 
instrucción  seria  ;  quizás  en  ningún  punto  del  mundo  se  ven,  pro- 
porción guardada,  tantas  novelas  como  en  Bogotá,  y  en  ningu- 
no se  cultiva  con  más  agradóla  chismografía  política  ó  escandalo- 
sa. La  ansíacráiica  socieJad  de  antaño  murió  sin  dejar  herede- 
ros, y  los  salones  de  la  capital,  que  tratan  de  imitar  á  los  pari- 
sienses, caen  con  frecuencia  en  el  ridiculo.  Hasta  en  las  letras  va 
para  menos  la  que  hace  tres  décadas  con  justicia  se  llamaba  Ate- 
nas hispano-americana.  Cuando  Bugotá  era  Santafé,  su  influjo  se 
extendía  á  la  próxima  Salana,  en  donde  moraban  los  «rejones  (cam- 
pesinos), formales,  honrados,  rutineros,  satisfechos  de  sí  mismos  y 
excelentes  jinetes  por  su  vida  un  tanto  pastoril  y  activa,  no  menos 
que  por  su  odio  al  movimiento  á  pie,  como  aiin  sucede  al  hombre 
de  color,  listo  para  todo  si  tiene  á  su  disposición  la  canoa  ó  la  po- 
tranca (yegua).  Al  E.  de  Bogotá  abundan  indios  y  mestizos  vulga- 
res, al  W.  predominan  mestizos  ya  semejantes  á  los  tolimenses. 
Las  gentes  de  la  tierra  fría  de  la  mesa  oriental,  los  antiguos  rtirto- 
101,  de  quienes  los  santandereanos  decían  "  ni  viejo  ni  mozo,  ni  pat^a 
amante  ni  para  esposo,"  y  los  calentanos  "  gente  muisca,  gente 
mosca,  ni  hecha  chipa  ni  hecha  rosca,"  han  adulterado  mucho  el 
idioma  castellano,  y  te  distinguen  p^r  su  voz  apretada,  su  odio  á  los 
agudos,  su  amorá  las  alteraciones  ortográficas  y  el  abuso  que  ha- 
cen de  la  t. 

En  fín,  en  las  plani- 
cies orientales  vive  el 
llanero,  también  ya  un 
tanto  modificado,  pro- 
ducto de  una  vida  ca- 
si nómade  y  de  cons- 
tante lucha  en  pleno 
desierto,  en  una  patria 
sin  horizontes  defini- 
dos: ama  con  delirio  el 
baile,  el  canto  y  la  mú- 
sica,  pero  un  canto  y 
una  miisica  sui  gi/ien's, 
y  á  la  par  las  mujeres 
hermosas,  los  buenos 
caballos,  la  lidia  del 
Figura  319— El  bijo  Tuira,  en  S»nla  MarU.  ganado  bravío,   la  lu- 

l>e  foiograría  cha  con  las  fieras,  de 

donde  su  despreciopor 
las  gentes  cortesanas 
incapaces   de  colear 
(echar  á  tierra)  un  loro  como  él.  De  un  valor  á  toda  prueba,  impe- 
tuoso á  la  vez  que  sufrido,  el  llanero  debe  ser  tanto  más  simpático 
i  los  demás  colombianos  cuanto  es  profundamente  original,  y  fue 


NuivA  Geografía  di  Coloioia  ZfJ 


con  la  punta  de  su  cuchara  (lanza  corta)  que  granamos  la  Indepen^ 
dencia :  donde  su  bridón  no  arrolló  las  huestes  españolas,  éstas  se- 
jfaron  yictoria,  y  del  Orinoco  al  Perú  él  aseguró  el  triunfo  en  to- 
das las  batallas,  cuando  flaqueaban  los  demás  soldados,  mientras 
se  formó  esa  invencible  infantería  indíg-ena  de  las  altiplcmiaes , 
Cuanto  á  variantes  de  usos  y  costumbres  del  pueblo  colombiano, 
se  encuentran  mencionadas  en  el  estudio  detallado  de  las  diversas 
regiones  geográficas. 

Diseñados  en  sus  caracteres  generales  los  tipos  de  los  habi- 
tantes civilizados  de  las  diversas  regiones  geográficas,  natural  pa- 
rece entrar  en  algunos  detalles  sobre  los  salvajes  aún  existentes  en 
nuestros  bosques  y  llanuras,  como  proemio  á  un  rápido  estudio  de 
los  que  desaparecieron  en  la  Conquista  y  fueron  un  día  los  señores 
del  suelo  patrio.  En  el  Istmo  existen  á  lo  menoj  30,000  indios :  los 
Guaimíes,  en  torno  de  la  laguna  de  Chiriquí,  en  especial  en  el  va- 
lle de  Mirando,  reducidos  á  algo  menos  que  4,000,  y  ya  estrecha- 
dos por  la  población  de  Bocas  del  Toro  *.  Algunos  pocos  hay  en  Las 
Cruces  y  también  en  las  cabeceras  del  Calabébora-Coclé,  1,000  á 
lo  sumo,  en  parte  ya  medio  sometidos,  por  lo  cual  no  son  peligrosos 
como  antes,  cuando  destruían  los  pueblos  de  las  faldas  S.  de  Ve- 
ragua. Al  E.  del  ferrocarril,  desde  el  Chagres  á  la  serranía  de 
Darién,  está  el  grupo  principal,  llamado  Cunacunas ;  los  más  fero- 
ces é  independientes  moran,  en  número  de  unos  1,500,  en  la  parte 
alta  de  los  ríos  Cañazas,  Bayano  y  Chucunaque,  mientras  en  el 


i 


*  Guaimíes,  Estos  indios,  cuyo  nombre  significa  "  los  hombres,"  antes  de 
la  Conquista  hacían  parte  del  mundo  mexicano,  y  los  que  restan  viven  agiupa* 
dos  en  su  mayor  parte  en  el  alto  valle  de  Miranda,  circo  de  montañas  que  no  se  co- 
munica con  las  llanuras  litorales  de  la  laguna  de  Chiriquí  sino  por  un  desñladero 
de  difícil  acceso ;  es  á  esa  cuenca,  de  unos  400  metros  de  altura,  á  donde  se  han 
retirado  para  evitar  todo  contacto  con  los  espaflolcs  y  conservar  su  independen- 
cia;  allí  ni  negros  ni  blancos  pueden  penetrar  sino  mediante  el  favor  de  algún 
'efe  poderoso.  La  tribu  principal  es  la  de  los  Valientes,  asi  llamada  por  los  due- 
os  encarnizados  que  empeñaban  á  la  menor  ofensa  de  palabra  malsonante ; 
antes  era  raro  ver  un  Valiente  cuyo  cuerpo  no  estuviese  cubierto  de  cicatrices. 
Estos  indios  pertenecen  á  la  misma  familia  que  los  Talamancas  de  Costarrica,  y 
descienden,  al  parecer,  de  los  que  antes  de  la^  llegada  de  los  españoles  grababan 
figuras  simbólicas  en  las  rocas  de  las  montanas  y  ponían  adornos  de  oro  en  las 
tumbas  ó  guacas.  En  otra  época  eran  sin  duda  más  civilizados,  pero  el  co- 
mercio con  los  blancos  acabó  con  sus  industrias;  como  se  visten  á  la  euro- 
pea, compran  vestidos  hechos,  no  saben  tejer  ni  teñir  las  telas,  y  el  algodonero 
que  aún  siembran  junto  á  sus  cabanas,  suelta  al  viento  las  ñbras  de  su  vaina ; 
como  poseen  marmitas  de  hierro,  ignoran  al  presente  el  arte  del  alfarero,  y  com- 

Í>ran  armas  y  herramientas  que  ya  no  pueden  ellos  fabricar.  Cuanto  á  la  or- 
ebrería,  probablemente  desapareció  desde  los  primeros  tiempos  de  la  conquis- 
ta española.  El  régimen  político  de  los  Guamíes  también  ha  variado,  puesto 
que  obedecen  á  poderosos  jefes  que  han  centralizado  el  poder ;  uno  de  ellos  hasta 
pretende  descender  de  Motezuma,  nombre  que  con  evidencia  han  aprendido  los 
indios  de  los  blancos,  y  del  cual  se  sirven  para  indicar  su  derecho  a  la  posesión 
del  suelo  como  primeros  ocupantes. 

El  Guaimí  es  pequeño,  macizo,  robusto,  de  cabeza  grande  y  rostro  apla- 
nado, caminador  y  caiguero  infatigable,  se  asemeja  al  otomi  de  México ;  y  como 
el  quiche  y  al  caícchiquel  de  Guatemala,  tiene  su  tótem  ó  animal  tutelar,  en  es- 
pecial, según  Pinart,  una  especie  de  lorito.  Cuando  se  hace  adolescente  se  le  so- 
mete á  rudas  pruebas  junto  con  sus  camaradas,  y  pasa  en  el  bosque,  lejos  de  sus 
padres,  un  período  de  noviciado ;  ancianos  con  el  cuerpo  pintarrajeado,  una  más- 
cara en  el  rostro  y  una  corona  de  hojas  en  la  cabeza  le  enseñan  las  tradiciones, 
los  cánticos  compuestos  en  el  dialecto  misterioso  y  sagrado;  después,  cuando 


878 


Nueva  Giografia  dc  Colombia 


f^tí^:  :v;^--¿'7ii:sc^^/-\  c-v^í  i-:s  v?i."  7. 


alto  Tuira  y  Sambú  llegan  á  1,000,  y  son  algo  más  accesibles  ;  es 
en  la  costa  atlántica,  de  San  Blas  á  Urabá,  donde  hay  más  indíge- 
nas, de  8,000  á  10,000,  los  que  ocupan  también  las  islas  del  litoral, 
donde  tienen  regulares  plantaciones  de  bananos  y  palmeras. 

Según  informes  de 
uno  de  sus  principales 
jefes,  en  esas  montañas 
existían  hace  diez  años 
restos  de  una  población 
aborigen,  de  reducida 
talla, negra  la  piel,  muy 
escasa  en  mí  mero  (100 
á  200)  y  enteramente 
salvaje  :  refería  que  los 
Cunacunas  quitaron  áese 
pueblo  el  terreno  que 
hoy  ocupan,  después  de 
una  gran  matanza,  y 
temen  encontrar  á  al- 
guno de  los  que  que- 
daron, por  creerlos  he- 
chiceros y  hasta  demo- 

tiios.  Según  el  mismo  jefe,  los  Cunacunas  que  viven  en  la  mitad  E. 
del  Istmo  no  serían  menos  de  25  á  30,000  todos.  Nada  tan  singular 
como  las  creencias  religiosas  de  estos  salvajes:  nosotros  tuvimos 


Figura  320 — Las  islas  del  Golfo  de  San  Miguel. 


De  fotografía. 


está  bastante  endurecido,  de  suerte  que  puede  sufrir  sin  quejarse,  le  admiten  en 
el  número  de  los  hombres  y  le  dan  un  nombre  definitivo.  Por  lo  que  hacs:  á  las 
jóvenes,  limítanse  á  celebrar  su  pubertad  casándolas  ó  más  bien  vendiéndolas 
inmediatamente.  La  fiesta  principal,  llamada  balzeria  por  los  españoles,  se  veri- 
fica de  ordinario  al  principiar  el  verano,  el  día  indicado  por  los  nudos  que  han 
hecho  en  sendos  bejucos  enviados  á  las  familias.  Después  de  un  baño  general, 
las  mujeres  emplean  algunas  horas  en  pintar  el  cuerpo  de  los  hombres  de  rojo  ó 
azul,  y  en  adornar  sus  caras  con  arabescos  y  figuras  extravagantes,  análogos  á 
las  de  sus  antiguas  vasijas,  tras  lo  cual  visten  el  histórico  traje:  la  pampianilla 
de  corteza  y  la  piel  de  un  animal.  Entonces  principia  la  orga,  á  que  sigue  la 
danza  de  los  hombres  y  el  juego  á^Xhaho^  trozo  de  madera  liviana  que  les 
bailarines  S2  arrojin  sucesivamente  tratando  de  derribarse,  con  lo  que  no  po- 
cos resultan  gravemente  heridos.  \a  religión  del  Guaimí  es  la  del  terror:  todo 
ruido  le  espanta,  pues  s?gún  sus  creencias  es  producido  por  un  espirita  malévo- 
lo, que  ora  se  hace  conjurar  por  el  hechicero,  ora  se  congracia  con  ofrendas. 
Cuando  se  cree  segura  la  muerte  de  un  enfermo,  los  deudos  le  llevan  al  bosque 
j  allí  le  abandonan,  sin  dejarle  otra  cosa  que  algunos  plátanos  (bananos)  y  una 
calabaza  con  agua.  Después  de  la  muerte  se  extiende  el  cadáver  sobre  un  tingla- 
do  de  madera,  y  un  año  después  se  recogen  los  restos,  se  limpiín  los  huesos  t 
con  ellos  se  forma  un  ata<Io,  que  se  enticrra  en  el  cementerio  de  la  familia. 

Según  Pinart,  el  historiador  de  los  Guaimíes,  aún  existen  cosa  de  4,000; 
.pero  en  i883  una  de  las  tribus,  la  Mudi,  apenas  contaba  7oo  individuos.  En  la 
vertiente  meridional  de  la  serranía  otra  tribu  distinta,  que  tiene  su  lengua  espe- 
cial, los  Doraces,  está  reducida  á  1.300  ó  1,400  personas,  que  son  de  sangre  pura 
y  que  usan  el  antiguo  dialecto.  Cuanto  álos  indios  Teguas,  voz  que  en  lengua 
terraba  signiñcabí  extranjero,  fueron  también  llamados  mexicanos  6  chichime* 
cos  por  los  espartóles.  Eran  Nahuas  más  6  menos  bárbaros,  hallados  por  Vásqaea 
de  Coronado  en  un  valle  tributario  de  la  laguna  de  Chiriquí,  y  con  los  cuales  no 
pudo  entenderse  sino  con  el  auxilio  de  un  intérprete  mexicano. 

En  los  valles  del  Rovalo,  Changuinaulay  Sixaula  viven  otros  grupos  de 
indios  semejantes  á  los  Guaimíes,  como  los  Changuines,  Tere  vis,  pero  son  más 
accesibles  al  trato  de  los  blancos. 


Nueva  GiogkafÍá  db  Colombia  879 


la  suerte  de  prestar  al  Cacique  Nanaquiña  servicio  que  él  estimó 
de  garande  importancia,  y  en  cambio,  por  ser  además  el  agforero  ó 
■sacerdote  de  su  tribu,  nos  hizo  relatos  que  de  ser  ciertos  arrojarían 
inmensa  luz  sobre  estos  indios.  Halló  además  justa  la  división  geo- 
gfráfica  de  los  Cunacunas  entre  indios  de  do  y  //,  bien  que  desconoci- 
da entre  ellos,  pues  nos  diio  que  aun  cuando  los  suyos  son  de  la  mis- 
ma raza  que  los  del  bajo  Chocó,difieren  en  puntos  bastante  importan- 
tes :  comparaba  los  dos  g-rupos,  con  gráfica  expresión,  no  á  dos  her- 
manos sino  á  dos  primos  ó  parientes  por  madre.  Muchos  de  los  Cu- 
nacunas del  Darién  tienen  ya  sang-re  negra  en  sus  venas  *. 


•  Oi/tas,  Como  en  la  costa  de  San  Blas  las  tribus  indígenas  algo  se  han 
civilizado  con  el  trato  de  los  blancos,  se  han  mantenido  en  cuerpo  de  nación  que 
conserva,  junto  con  su  independencia,  sus  tradiciones  históricas  y  la  memoria  de 
sus  antepasados ;  no  recuerdan  ya  la  soberanía  de  los  antiguos  Paparos  ó  Darie- 
nes,  cuyo  nombre  se  transmitió  á  la  parte  oriental  del  Istmo  americano,  y  que 
probdbleraente  pertenecían  á  la  misma  raza  que  los  Queva  ó  Cuevas, 

Con  excepción  de  los  Chocoes,  que  viven  en  los  macizos  del  Sur  y  se  rela- 
cionan con  los  indígenas  colombianos  del  Chocó,  los  varios  pueblos  indios  del 
Darién,  á  pssar  de  la  diversidad  de  dialectos,  pertenecen  á  una  sola  y  misma  na- 
ción, U  délos  Cunas  ó  Cunacuna,  llamados  también  Ti  ó  "gentes  de  los  ríos," 
porque  sus  cabanas  aisladas  y  sus  pueblos  se  alzm  siempre  á  orillas  de  las  aguas; 
por  esto  mismo  en  la  hoya  del  Atrato  los  indios  Chocoes  se  designan  con  el 
nombre  de  Do,  palabra  que  en  su  lengua  tiene  precisamente  igual  significación. 
Los  Cunas,  al  igual  de  otras  naciones,  se  llaman  Tule,  es  decir,  "  los  hombres  " 
por  excelencia.  Se  les  cree  de  raza  caribe,  y  los  mis  altivos  de  entre  ellos,  los 
que  han  mantenido  con  más  energía  su  independencia — hacia  los  fuertes  del  Chu- 
cunaque  y  el  Cañaza,  anuente  del  Biyano, — se  consideran  por  algunos  como  in- 
migrantes goajiros  venidos  de  la  península  que  media  entre  Colombia  y  Vene- 
zuela ;  pero  esta  asimilación  gratuita  entre  dos  tribus  distantes  una  de  otra  ¿  no 
provendrá  tan  sólo  de  que  los  Cunas  del  Chucunaque  han  sabido,  como  los  in- 
dios de  la  Goajira,  perm  mecer  libres  y  conquistar  el  respeto  de  sus  enemiges  ? 

En  general,  los  Cunas  son  pequeños,  macizos,  con  gran  tendencia  á  la 
obesidad;  aseméjanse  mucho  á  los  Guaimíes,  salvo  en  !que  de  ordinario  mues- 
tran piel  más  atezada.  Entre  ellos  los  albinos  noson  raros,  y  algunos  hombres  de 
piel  blanca  y  cabello  rojo  dan  testimonio  del  paso  frecuente  y  la  larga  perma- 
nencia  de  lo;  piratas  en  el  país  de  los  Cunas.  El  cabello  es  comúnmente  muy 
negro,  abundante  y  recio  entre  esos  indios,  y  jamás  cae,  ni  en  la  vejez,  y  pocas 
veces  encanece  ;  fáltales  la  barba,  y  los  ojos  se  presentan  ligeramente  obli- 
cuos. En  otra  época  se  pintaban,  pero  á  la  fecha  se  limitan  á  untarse  el  cuerpo 
con  el  jugo  negruzco  de  \dijagua  {gjcipa  americana),  que  les  conserva  fresca  la 
piel ;  en  las  grandes  fiestas  se  pintan  en  el  rostro  Imeas  rojas  por  medio  del 
achiote  (bixa  orellana).  Su  lenguaje  puede  decirse  es  una  cantinela:  á  cada  frase 
sucede  una  pausa  que  los  interlocutores  aprovechan  para  aprobar  lo  dicho.  En- 
tre los  Cunas  el  sistema  de  numeración  es  vigesimal,  como  entre  los  Aztecas ; 
tal  hecho  puede  considerarse  como  indicio  de  que  la  civilización  nahua  penetró 
en  la  región  terminal  de  los  istmos ;  pero  también  usan  el  duodecimal. 

Los  usos  y  costumbres  de  los  Cunas  diticren  poco  de  los  vistos  entre  los 
Guaimíes,  y  hasta  los  que  no  se  hallan  en  contacto  inmediato  con  los  "espa- 
ñoles" se  hispanifican ;  todos  toman  parte  en  el  comercio  como  exportadores  ó 
mercaderes  de  cacao  silvestre,  cocos,  caucho,  tagua,  y  ese  tráfico  lleva  más  y  más 
los  objetos  extranjeros  á  su  comarca.  Traje,  armas,  instrumentos,  todo  cambia 
poco  a  poco.  Cada  grupo  de  casas  tiene  un  Cacique  ó  Capitán,  todos  los  cuales 
reconocen  al  Gobierno  y  solicitan  de  la  autoridad  el  despacho  del  caso,  porque 
gustan  mucho  de  los  arreos  militares.  £1  segundo  personaje  es  Leli,  á  la  vez  sa- 
cerdote y  mí^dico,  y  el  tercero  el  Camotaro,  músico  oficial  y  maestro  de  ceremo- 
nias. Antes  existía  el  urunía,  especie  de  jefe  policial. 

Codazzi  dice  que  estos  indios  en  sus  viajes  no  llevan  víveres,  los  cuales  to- 
man en  las  labranzas  del  tránsito,  Sin  pagarlos,  por  creer  que  á  ello  tienen  de- 
recho. De  los  matrimonios  indica  la  costumbre  de  que  á  poco  de  principiado  el 
festín,  les  cónyuges  se  alejan  en  una  barca,  y  no  vuelven  hasta  la  noche.  Tampo- 
co suelen  reunirse  para  formar  pueblos,  bien  que  den  tal  nombre  al  conjunto  de 


88o  NUSVA  GlOGKAFIA  DX  CoLGMBlÁ 


En  el  Chocó  la  población  indígena  está  muy  diseminada.  Ha- 
cia el  Yalambí  ó  Nulpe  están  los  Cuaiqueres,  afables,  tímidos,  bas. 
tante  bien  formados  y  en  numero  de  2  á  3,000,  aun  cuando  las  tribus 
del  alto  Cambumbí,  más  hurañas,  se  consideran  como  peligrosas 
y  no  dejan  á  los  extraños  pisar  su  territorio.  Luego,  al  N.  del  Pa- 
tía,  desde  ahí  al  Dagua,  hay  algunos  indígenas,  unos  1,000,  de  los 
cuales  unos  viven  retirados  en  la  montaña  y  otros  en  la  llanura : 
muchos  de  éstos  se  han  mezclado  ya  con  la  gente  de  color  del  li- 
toral. En  ñn,  en  el  alto  Chocó  está  el  mayor  numero  de  indígenas  : 
pocos  hay  en  el  San  Juan,  en  Baudó  y  en  la  mesa  chocoana  ;  no 
gustan  ser  visitados,  pero  sí  salen  á  los  pueblos  á  comerciar  con  la 
gente  civilizada:  en  el  San  Juan  no  llegan  á  1,000,  son  el  doble 
en  la  mesa  chocoana,  y  á  lo  menos  3,000  en  Baudó,  éstos  los  más 
valientes  y  temibles,  aunque  sin  provocación  no  molestan  á  quie* 
nes  los  tratan  f.  Los  de  la  mesa  chocoana  en  buena  parte  se  han 
transformado  con  el  contacto  de  los  montañeses  antioqueños,  y  no 
llegan  á  1,000  los  enteramente  salvajes  del  Murri  y  el  León.  Es 
de  Paramillo  para  el  N.,  ocupando  sobre  todo  el  Damaquiel,  don- 
de mora  la  porción  más  compacta  y  salvaje  de  los  indios  Cunacu- 
ñas  de  do,  la  que  según  uno  de  los  compañeros  del  Cacique  cita- 
do, que  había  vivido  bastante  con  ellos,  no  consta  de  menos  de 


las  casas  situadas  á  orillas  de  un  mismo  río,  aunque  disten  entre  sí  dos  ó  más 
leguas.  Codazzi  distinguió  en  esta  zona  siete  grupos  de  indios,  todos  de  raza  ca- 
ribe. Según  £.  Restrepo,  nunca  se  casan  los  hermanos,  como  alguno  lo  afirma,  j 
aunque  de  costumbres  severas,  en  sus  borracheras  no  respetan  vmculo  ninguno  ; 
en  las  casas  colocan  picos  de  Tucán  por  adorno  ó  amuleto  según  unos,  como  re- 
cuerdo según  otros.  Acostumbran  quemar  las  habitaciones  donde  mueren  varios 
individuos;  hoy  no  sufren  escasez  de  alimentos  ni  practican  ya  Wfcllatán.  Creen 
que  los  muertos  van  á  otras  regiones,  por  lo  que  los  entierran  con  provisiones,  y 
algunas  tribus  los  ponían  en  una  hamaca  y  decían  que  mientras  no  se  rompie- 
ran sus  hilos,  el  difunto  vagaba  hambriento  en  un  país  de  sombras,  sin  alcanzar 
el  reposo  final.  La  gran  fiesta  es  la  de  la  llegada  de  las  niñas  á  la  pubertad,  en 
la  que  éstas  reciben  nombre  público  por  primera  vez,  j  al  año  siguiente  ya  pue- 
den casarse  con  quien  sea  de  su  a^ado ;  los  indios  tejen  sus  tfelas,  aun  cuando 
también  las  compran  k  los  extranjeros ;  tienen  tr;idiciones,.Ieyelidas.  Dan  muerte 
al  hijo  ilegítimo,  enterrándolo  vivo  6  arrojándolo  á  un  río,  lo  mismo  que  al  ex- 
tranjero que  presencie  un  alumbramiento.  £1  nacimiento  se  realiza  en  una  ca- 
bana aislada,  bajo  la  vigilancia  de  una  vieja,  que  después  de  bañar  á  la  madre 
y  al  hijo  en  el  río,  los  conduce  á  donde  está  el  Lele,  para  que  los  fumigue  con 
tabaco  y  así  combata  la  mala  suerte. 

t  La  nación  de  los  Chocoes,  dividida  en  tribus  numerosas,  Baudó,  Citará» 
Koánama,  Tadó,  ocupa  toda  la  parte  occidental  de  Colombia  en  los  valles  del 
Atrato  y  el  San  Juan,  y  más  al  Sur  hasta  el  Patía  ;  también  señorea  los  con- 
trafuertes septentrionales  de  la  cordillera  del  lado  del  Atlántico,  la  base  de  las 
breñas  de  Antioquia,  y  aun  pequeños  grupos  de  ella  lo  representan  en  el  Istmo 
de  la  América  Central.  Las  diversas  tribus  de  los  Catíos,  entre  el  Atrato  y  el 
Cauca,  pertenecían  á  esta  raza  étnica.  Entre  los  pueblos  salvajes  de  Colombia 
son  quizás  éstos  los  que  representan  estado  social^menos  avanzado,  y  aun  se  dice 
que  en  los  pantanos  del  bajo  Atrato  esos  indios  viven  en  el  ramaje  de  los  árbo- 
les como  los  antiguos  Guarumos.  Antes  andaban  enteramente  desnudos  ó  apenas 
con  una  angosta  pampanilla  de  corteza,  y  se  ha  afirmado,  sin  probarlo,  que  se 
comían  sus  prisioneros  después  de  engordarlos.  A  la  fecha,  reducidos  á  algunos 
miserables  restos,  huyen  ante  los  españoles,  bien  que  su  lenguaje  se  mezcle  día 
por  día  con  voces  castellanas,  y  quizás  no  está  lejana  la  época  en  que,  lo  mis- 
mo que  los  Quichuas  de  Popayán  y  los  Muiscas  de  Cundinamarca,  hablen  el 
idioma  de  sus  conquistadores.  Todos  los  idiomas  chocoes  muestran  grande  ana- 
logía. 


NuKVA  GiografÍa  di  Colqmbu  881 


io,ocx>  indios :  antes  eran  más,  pero  muchos  de  los  del  alto  Sinú  se 
han  cuasi  civilizado  y  hoy  forman  el  pueblo  de  Tucura.  También 
en  el  alto  Chocó  crece  día  por  día  la  mezcla  entre  indios  y  negros. 

En  el  NE.  del  Departamento  del  Magfdalena  existe  otro  gru- 
po importante  de  salvajes  dividido  en  tres  porciones.  En  la  Neva- 
da de  Santamarta  'están  en  niímero  de  unos  5,000  los  Arhuacos  y 
Chimilas,  que  pueden  considerarse  como  sometidos  *.  En  la  Sierra 
de  Perijá  se  hallan  los  Motilones,  que  alcanzan  tal  vez  á  10,000, 


•  Los  Arnacos.  Respecto  á  los  indígenas  que  pueblan  algunas  aldeas  de  la 
Sierra  Nevada  de  Santamarta,  los  Arhuacos  (Aruacos,  Aurahouacos)  hace  largo 
tiempo  que  viven  en  paz  con  sus  vecinos  de  lengua  española,  y  ya  principió  su 
mesticismo.  La  mayor  parte  comprende  el  idioma  de  los  conquistadores,  y  los  ni- 
ños basta  lo  hablan  y  lo  escriben;  sin  embargo,  las  lenguas  nativas  se  conservan; 
el  Coggaba  en  la  vertiente  septentrional  de  la  Sierra,  el  Bintruna  hacia  la  extre- 
midad meridional  del  macizo,  el  guamoca  al  Este  y  al  Sudeste.  ;  Cuál  es  el  ori- 
fen  de  estos  Arhuacos,  cuyo  nombre  coincide  con  el  de  una  gran  familia  de  tri- 
us  indígenas  en  las  Guayanas,  Venezuela  y  el  Brasil  ?  i  Pertenecen  á  la  misma 
raza  y  descienden  de  fugitivos  arrojados  de  las  llanuras  por  lo  invasores  españo- 
les, como  lo  piensa  Simons?  ¿Son  refugiados  de  otra  procedencia,  que  recibieron 
el  nombre  genérico  de  Arhuacos,  aplicado  al  acaso  por  los  conquistadores,  como 
tantos  otros  apelativos  malignos  ?  Lo  cierto  es  que  los  tales  indios  no  se  desig- 
nan á  sí  mismos  con  ese  nombre,  y  aun  lo  rechazan  como  injurioso.  Se  llaman 
Coggaba,  es  decir,  "  hombres."  Por  poco  numerosos  que  sean,  tres  mil  apenas, 
se  n^uran  que  antes  representaron  la  humanidad  por  excelencia,  al  igual  de  los 
demás  pueblos;  Sievers  los  creyó  parientes  de  los  Muiscas,  otra  nación  que  tam- 
bién se  gloriaba  de  formar  el  conjunto  de  los  "hombres";  pero  esto  no  es  verdad. 
Los  Arhuacos  no  guardan  tradiciones  relativas  á  su  llegada  al  país ;  se  dicen  ori- 
ginarios del  suelo,  y  muestran  unas  rocas  de  donde  creen  haber  salido  ;  todos  sus 
relatos  místicos  están  relacionados  con  las  montañas  circunvecinas.  Venidos  de 
otro  punto,  transportaron  sus  leyendas  aplicándolas  á  distintos  sitios,  puesto  que 
no  es  posible  considerarlos  como  descendientes  de  los  Taironas  que  venció  Fer- 
nández de  Lugo,  y  aun  recuerdan  ser  pueblo  de  Magos,  hábiles  en  modelar  el  oro 
con  los  dedos.  Los  Arhuacos  no  heredaron  esa  civilización,  toda  vez  que  no  saben 
forjar  los  metales,  pero  ni  aun  conservan  los  caminos  embaldosados  que  existían 
aquí  y  allí  en  las  montañas;  á  lo  menos  son  hábiles  constructores  de  puentes;  cq 
pocos  días  tienden  de  ribazo  á  ribazo  un  emplanchado  oscilante,  sostenido  por  es- 
tacones y  líneas  entrelazados.  Los  Arhuacos,  diferentes  de  los  Taironas  en  civiliza- 
ción, se  distinguen  aún  más  de  ellos  por  su  carácter:  muy  tímidos,  no  se  enfren- 
tan con  un  blanco,  le  huyen,  y  no  se  miden  con  él  sino  en  palabras  y  bajo  la 
influencia  de  la  chicha. 

Los  indios  civilizados  que  antes  habitaban  la  Sierra  Nevada  no  eran  an- 
tropófagos ni  formaban  un  solo  pueblo  :  en  la  montaña  los  padres  solían  casarse 
con  los  hijos,  mientras  en  la  costa  se  encontraban  usos  singulares,  como  castigar 
á  los  delincuentes  encerrándolos  en  un  templo,  tejer  mantas,  mantenían  el  fuego 
sagrado,  practicaban  la  gimnasia,  ayudaban  á  los  pobres  y  mendigos,  y  sus  sa- 
cerdotes o  mohanes  practicaban  larguísimos  ayunos,  en  tanto  que  el  pueblo  sólo 
lo  hacía  de  día  para  despertarse  de  noche. 

Aunque  oficialmente  convertidos  al  Catolicismo,  los  Arhuacos  no  se  toman 
la  pena  de  ocultar  sus  supersticiones  paganas ;  después  del  bautismo  cristiano  los 
padres  llevan  al  niño  al  río  para  lavarle  en  agua  pura ;  el  matrimonio  de  una 
pareja  santificado  por  un  sacerdote  no  les  basta :  lo  complementan  con  una  cere- 
monia de  los  antiguos  ritos :  las  danzas,  una  de  las  cuales  lleva  el  singular  nom- 
bre de  "subir  al  cielo,"  acompai^adas  de  gritos  y  silbidos  que  imitan  voces  de 
animales.  Tienen  sacerdotes,  los  mancos^  quienes  dirigen  sus  preces  á  los  sitios  y 
á  las  montafías  y  saben  cambiar  el  destino  por  medio  de  palabras  mágicas;  tam- 
bién curan  las  enfermedades,  y  el  pueblo  cree  que  igualmente  pueden  producir- 
las introduciendo  en  el  cuerpo  arañas,  escorpiones,  lagartos  ;  atribúyenles  ade- 
más la  ciencia  de  los  tesoros,  y  todos  dicen  que  de  ellos  estriba  el  que  no  se  hayan 
descubierto  aún  por  los  colombianos  los  montones  de  oro  y  piedras  preciosas  es- 
condidos por  los  Taironas  en  la  montaña.  A   la  vez  se  It  s  honra  y  se  les  teme,  j 


S8i  Nueva  Geografía  de  Colombia 


los  más  perjudiciales  de  todos  por  la  g^uerra  á  muerte  que  tienen 
jurada  á  los  del  Valle  de  Upar,  quizás  con  razón,  lo  que  motiva  el 
atraso  de  esta  importante  zona,  á  la  vez  que  cierran  el  camino  de 
Maracaibo  por  ese  lado  f. 

En  la  Goajira  están  los  indios  de  este  nombre,  de  todos  los 
más  peí  ¡garosos  por  su  numero,  valor  y  armas  de  que  disponen  y 
pocas  necesidades  materiales :  pueden  ser  unos  20,000  y,  por  for- 
tuna, permanecen  casi  estacionarios  por  lo  ingrato  del  suelo  en  que 

sobre  sus  sepulturas  se  colocan  pcdruscos  de  granito  análogos  á  los  "dolmen *• 
bretones.  Los  Arhuacos  celebran  sus  fiestas  en  lugares  sagrados,  cuyo  acceso  im- 
piden a  los  curiosos,  á  los  traficantes  blancos  y  negros.  Uno  de  sus  usos  ha  ad- 
quirilo  fuerza  religiosa  :  el  esposo  nunca  vive  en  la  misma  cabana  que  su  espo- 
sa y  sus  hijos ;  cada  grupo  de  familia  tiene  dos  habitaciones  distintas,  y  cuando 
el  hombre  apetece  comer,  va  á  sentarse  ante  una  piedra  colocada  en  medio  de 
los  dos  tugurios,  y  á  ese  punto  le  lleva  la  mujer  los  alimentos,  llueva  ó  haga  sol. 

Los  Arhuacos  cultivan  el  suelo :  en  torno  de  cada  choza,  que  de  lejos  con 
su  pajizo  y  cónico  techo  semeja  estupenda  colmena,  las  mujeres  siembran  cebo- 
llas, urracachas,  papas,  y  no  lejos  queda  un  cercado  con  bananos,  caña  de  azjcar 
y  algunas  otras  plantas  alimenticias.  También  poseen  ganados,  pero  no  se  toman 
el  trabajo  de  llevarlos  i  potrero,  por  lo  cual  los  animales  se  alzan  y  se  tornan 
bravios,  salvo  que  los  cazadores  colombianos  domiciliados  temporalmente  en  el 
paí^,  acaben  por  apropiárselos.  Los  productos  de  la  industria  local,  debidos  á  las 
mujeres  arhuacas,  como  sacos  (costaUs)y  cuerdas  (lazos)  de  fibra  de  maguey,  per- 
tenecen de  antemano  á  los  traficantes,  quienes,  según  su  tradicional  costumbre 
se  apoderan  del  futuro  trabajo  de  las  obreras,  sosteniendo  con  créditos  hábilmente 
calculadc  s  una  deuda  que  no  se  cancela  jamás.  Consuélanse  los  Arhuacos  de  esa 
esclavitud  mascando  las  hojas  de  la  coca  (hayo),  mezcladas  con  cal  quemada,  con 
lo  cual  se  frota  el  interior  át\  poporo  ó  calabazo  que  usan  en  la  mano. 

Bien  que  toJos  estos  indios  pertenezcan  á  una  misma  familia,  se  dividen 
en  cuatro  tribus  que  se  diferencian  en  su  ioioma,  siendo  el  principal  el  coggaba; 
todos  gustan  del  baile  y  la  música.  En  lo  general  no  revelan  buena  salud,  y  entre 
ellos  son  comunes  las  enfermedades  del  pecho,  de  seguro  porque  están  siempre 
junto  al  fogón  y  se  dan  ba'^os  fríos  por  lo  menos  cuatro  veces  por  día:  los  enfer- 
mos se  suicidan  con  frecuencia.  Los  Arhuacos  son  pequeños,  de  tez  oscura,  pere- 
zosos, en  parte  inhospitalarios,  pero  aseados,  pacíficos,  abyectos  y  en  vez  de  au- 
mentar disminuyen  ó  poco  menos. 

t  Los  Goajiros. — La  Península  Goajira  colombiana  en  casi  sü  totalidad, 
ofrece  sitio  favorable  de  refugio  á  la  nación  Caribe,  por  más  que  la  rodee  el 
agua  y  en  su  costa  se  hallan  excelentes  puertos  sobre  el  mar  de  las  Antillas. 
En  ella  los  pastores  nómades  pueden  trasladarse  fácilmente  de  un  lugar  á  otro 
con  su  rebano,  siéndoles  fácil  ocultarse  en  el  laberinto  de  colinas  que  ocupan  la 
parte  oriental ;  en  tanto  que  los  invasores  vagan  en  la  llanura,  buscando  agua 
en  vano,  los  Goajiros,  que  conocen  los  sitios  en  donde  hay  pozos,  pueden,  á  su 
turno,  refocilarse  y  preparar  sus  emboscadas.  En  las  condiciones  actuales  de  la 
Península,  la  sumisión  de  los  Goajiros  á  la  fuerza  no  sería  difícil,  y  ha  habido 
l^ravc  descuido  en  no  obligarlos  á  reconocer  la  soberanía  colombiana.  Los  Goa- 
jiros conservaron  su  independencia  durante  el  régimen  colonial;  pero  los  ma- 
pas publicados  á  fines  del  siglo  xviii  prueban  que  el  interior  de  la  Península 
era  bien  conocido  de  los  tratantes,  quienes  allí  fundaron  numerosos  pueblos.  £1 
período  de  guerras  y  revoluciones  que  en  América  corresponde  á  las  luchas  na- 
cionales é  intestinas  de  España,  produjo  muchos  conflictos  entre  colombianos  7 
goajiros,  logrando  éstas  tanto  expulsar  á  los  extranjeros  como  dar  á  su  territo* 
rio  límites  infranqueables  á  blancos  y  negros;  del  Isido  de  Colombia  el  río  Ran- 
chería, inmediatamente  al  £.  de  Riohacha,  constituía  la  frontera,  que  sólo  fran- 
queaban los  mismos  Goajiros  en  los  días  festivos.  Como  el  suelo  de  la  Penín- 
sula se  deseca,  algunos  afios  há  que  los  Goajiros  en  los  fuertes  veranos  se  ven 
obligados  á  llevar  sus  ganados  al  Calancalá,  circunstancia  ésta  que  facilitaría 
aún  más  su  sometimiento. 

Hace  tiempo  se  dice  que  **  la  civilización  se  mide  por  el  respeto  que  el 
kombre  tiene  por  la  mujer."  En  este  punto  de  vista  los  Goajiros  son   una  de 


Nueva  Geografía  de  Colombia  83 


▼iven  y  se  colombianizan  poco  á  poco.  Algunos  de  ellos,  los  arroja- 
dos de  las  tribus  á  causa  de  sus  desmanes,  se  han  reunido  en  Coxoro 
y  convertido  en  ladrones  del  peculio  de  sus  hermanos,  quienes  los 
desigfnan  con  ese  calificativo,  que  no  otra  cosa  sig-nifica  la  palabra 
cocina.  Si  alg'una  empresa  es  necesaria  hoy,  es  sin  duda  la  de  con- 
tener indios  Goajiros  y  reducir  los  Motilones,  que  privan  á  los  civi- 
lizados de  riquísimas  tierras  que  ellos  no  explotan  ni  pueden  ex- 
plotar :  con  mínimo  gasto  y  un  cuerpo  de  1,000  hombres  la  empre- 


las  naciones  mis  adelantadas;  tienen  las  mayores  consideraciones  por  sus  espo- 
sas, consultan  coi  ellas  todos  los  asuntos,  y  nunca  cierran  un  negocio  sin  su  con- 
sentimiento. Empero,  este  respeto  no  es  sino  interés,  pues  en  la  Goajira  la  espo- 
sa trabaja  para  mantener  al  marido  holgazán;  y  si  este  cuida  á  su  mujer,  es  por 
evitar  el  riesgo  de  tener  que  pagarla  dos  veces,  si  muere  por  culpa  suya.  En  caso 
de  riña,  la  esposa  puede  poner  paz  á  los  combatientes,  quitarles  las  armas,  rom- 
perlas y  arrojar  lejos  sus  pedazos.  Si  un  viajero  recorre  el  país  bajo  lu  guarda 
de  una  mujer,  sera  respetado  de  todos  y  nadie  le  negará  h<  spedaje.  Acerca  de  la 
hospitalidad  que  dispensan  los  Goajiros,  hay  que  advertir  que  no  es  desinteresa- 
da :  la  otorgan  cuando  de  ello  les  resultan  ventajas. 

No  obstante  lo  que  qu:?da  dicho  acerca  del  respeto  que  los  Goajiros  guar- 
dan á  la  mujer,  el  matrimonio  es  una  especie  de  compra  :  después  del  período  de 
claistración  que  sufren  todas  la  doncellas  en  la  época  de  su  pubertad,  el  padre 
fija  el  precio  de  la  desposada  en  ganados  que  reparte  en  el  acto  entre  su  propia 
familia  y  la  de  su  mujv.'r,  aunque  no  en  proporción  equitativa,  pues  poco  daá  la 
de  la  última.  El  periodo  de  claustración  de  la  doncella  goajira  es  á  la  vez  el  de 
su  educación,  circunstancia  que  hace  que  este  sea  corto  en  las  familias  pobres  y 
largo  en  las  rica«,  de  donde  el  mayor  precio  de  las  jóvenes  acomodadas.  Por  lo 
dicho  se  ve  que  estos  indios  son  aristocráticos^  pues  entre  ellos  siempre  se  echa 
en  rostro  al  pobre  la  humildad  de  su  origen,  por  más  riquezas  que  adquiera. 
Como  el  dirorcio  entraña  la  devolución  del  precio  de  compra — por  lo  gene- 
ral en  ganados — con  su  aumento,  los  judíos  de  las  Antillas  han  hecho  gran 
negocio  en  la  Goajira  con  el  matrimonio,  como  los  indios  lo  hací:in  antes  con 
los  bautismos  de  sus  hijos  Costumbre  es  también  que  el  marido  pague  por  se- 
gunda vez  el  precio  de  su  esposa  si  ésta  muere  de  parto  ;  pero  cuando  el  muerto 
es  él,  la  mujer,  por  vía  de  herencia,  queda  con  la  familia  del  comprador,  pasan- 
do á  poder  de  un  hermano  ó  un  primo  del  difunto.  Era  antes  el  matrimonio 
siempre  exogemático;  pero  esto,  como  toda^  laá  antiguas  costumbres,  cae  en  des- 
aso, y  al  presente  el  hombre  puede  casarse  dentro  de  su  propia  tribu.  En  caso  de 
adulterio,  despide  á  la  culpable  y  se  hace  reembolsar  los  gastos  de  compra,  de 
acuerdo  con  la  pena  del  talión,  que  es  la  ley  suprema  de  la  comarca.  Las  heridas 
y  muertes  deben  pagarse  con  la  sangre  ó  con  rescate;  en  manera  alguna  pueden 
intervenir  los  ancianos  parA  evitar  la  justicia  retributiva.  Hasta  se  dice  que  los 
Goajiros  vecinos  del  lago  de  Maracaibo  han  conservado  en  todo  su  vigor  la  prác- 
tica de  la  "  vindicta  de  la  sangre  y  de  las  lágrimas,"  llevando  el  escrúpulo  hasta 
exigir  compensación  al  hombre  que  se  hiere  por  casualidad  ;  en  este  caso  debe 

f»agar  daños  y  perjuicios  á  la  familia  materna,  ccmo  "precio  de  la  sangre,"  y  á 
a  paterna  como  "precio  de  las  lágrimas,"  porque  la  sangre  uae  el  hijo  á  la  ma- 
dre, en  tanto  que  al  padre  sólo  se  une  |.-or  el  afecto.  Hasta  los  que  presencian 
ana  des^TAcia  deben  pagar  la  respectiva  indemnización  ;  si  se  pronuncia  delante 
de  los  deudos  el  nombre  de  uno  de  sus  miembros  ya  difunto,  se  comete  delito, 
qne  es  castigado  con  la  muerte  si  no  se  paga  con  fuerte  cuota ;  quien  vende  ó 
presta  oa  ciballo  vicioso  ó  cualquier  otro  objeto  que  viene  á  ser  causa  de  un  ac- 
cidente, es  responsable  de  éste.  El  talión  no  se  aplica  á  los  ladrones  pobres,  por 
temor  d  :  nuevo  daño  en  los  intereses.  Si  muere  un  hijo  estando  ausente  uno  de 
h»  pidres,  el  presente  paga  al  otro  la  multa  de  las  lágrimas.  Generalmente  estos 
pagos  se  hacen  en  dos  contidos,  con  seis  meses  de  intervalo;  y  mientras  esté  vi- 
gente una  deuda  de  éstas,  los  indios  al  verse  se  vuelven  la  espalda.  El  derecha 
goajiro  no  admite  prescripción  en  los  efectos  de  la  vindicta. 

Ix>s  Goajiros-Guahivos-contrastan  con  los  Arhuacos  por  su  aspecto,  ca- 
rácter, costumbres  y  género  de  vida.  Habitantes  de  las  llanuias  que  se  dilatan  al 
E.  del  Ram^hería  entre  Kiohacha  y  Maracaibo,  los  Goajiros  moran  en  un  suelo 
absolutamente  diverso  de  las  montañas  en  donde  viven  los  Arhuacos,  quedando  se» 


IS4  NvivA  Gioa&Af ía  di  Colouu 


sa  de  reducir  á  los  Motilones  sería  asunto  de  unas  pocas  semanasr 
sometidos  los  indios,  se  les  desarmaría  y|quedaba  resuelto  un  gran 
problema  cuya  gravedad  no  puede  menos  de  aumentar  con  el  tiem- 
po. La  Patria  nada  puede  esperar  de  esos  indios,  y  la  verdadera 
humanidad  para  con  ellos  consiste  en  obligarles  por  fuerza,  ya  que 
no  lo  quieren  de  grado,  á  entrar  en  otras  vías.  Sin  tal  medida  el 
Departamento  del  Magdalena,  que  puede  ser  una  perla  y  fue  em- 
porio de  riqueza,  no  será  nunca  más  de  lo  que  es  hoy. 


parados  en  grupos  distintos  por  páramos  difíciles  de  franquear.  Físicamente  son 
más  grandes,  más  fuertes,  más  ágiles,  y  se  distinguen  sobre  todo  por  el  tinte 
macho  más  claro  de  la  piel,  lo  que  puede  atribuirse  á  su  alimentación,  casi  ex- 
clusivamente animal.  £n  tanto  que  los  Arhuacos,  prácticamente  vegetarios,  no 
comen  carne  de  res  ó  de  cerdo  sino  en  los  días  festivos,  los  Goajiros,  poseedores 
de  rebafios,  grandes  pescadores  de  tortugas  y  faltos  de  todo  producto  agrícola 
por  la  aridez  de  su  patria,  no  mezclan  á  sus  alimentos  sino  muy  pocos  granos  ó 
legumbres,  salvo  el  maíz,  que  es  alimento  usual.  Hasta  una  edad  avanzada  los 
Goajiros,  hombres  y  mujeres,  guardan  el  vigor  de  los  músculos  y  la  belleza  de 
las  formas :  los  jefes,  al  contrario,  tratan  de  engordar,  pues  creen  que  con  esto 
ganan  en  majestad.  De  ordinario  estos  indios  andan  casi  desnudos;  menos  cuando 
visitan  álos  blancos  de  los  pueblos  mercantes  de  la  frontera,  pues  entonces  usan 
el  guayuco,  el  she^  especie  de  ruana  y  manta  de  tela  azul  (en  Venezuela  blanca),  y 
la  tishira^  que  es  una  faja  ancha  y  larga ;  también  las  mujeres  de  esta  zona,  que 
coronan  su  cabellera  con  plumas  ó  con  una  guirnalda  de  convólvulos,  se  pintarra- 
jean figuras  en  el  rostro  con  achiote. 

Puede  ser  que  el  nombre  español  de  los  Goajiros  venga  de  la  nomina- 
ción '*  Guayu"  que  ellos  mismos  se  dan.  Estos  indios  parece  que  no  tienen  le- 
yendas históricas  sobre  su  origen ;  sus  relatos  son  de  orden  místico,  entre  otros 
el  que  los  hace  descender  de  la  Luna ;  pero  su  aspecto  físico,  su  carácter  audaz 
y  activo,  lo  mismo  que  su  lenguaje,  indican  que  pertenecen  á  la  familia 
caribe.  Su  lengua  armoniosa,  en  la  cual  dominan  las  vocales,  tiene  condiciones 
gramaticales  idénticas  á  las  de  los  dialectos  caribes  y  galibis  del  Este,  y  aunque 
en  menor  proporción,  también  se  les  asemeja  por  su  vocabulario.  Al  presente,  y 
lo  mismo  que  sus  hermanos  los  Motilsnes,  se  hallan  muy  alejados  del  grueso  de 
su  raza,  cuyos  hijos  ocupan  principalmente  las  regiones  centrales  y  orientales 
del  continente,  bien  que  algunos  indicios  permitan  creer  que  antes  vivían  más  al 
Este.  Los  Goajiros,  dice  Dauxum  Lavaysse,  que  en  nuestros  días  viven  orgullo- 
sámente  alejados  de  los  venezolanos  y  granadinos,  blancos  ó  mestizos,  fueron 
antes  amigos  de  los  españoles;  sus  diversas  tribus  poblaban  la  península  y  con- 
tornos del  lago  de  Maracaibo  hasta  las  montañas  de  Mérida  y  Trujillo,  recibían 
las  enseñanzas  de  los  misioneros  y  se  llamaban  "  cristianos."  Más  inteligentes  é 
industriosos  que  la  mayor  parte  de  los  indios,  prometían  ser  los  colaboradores 
más  útiles  de  la  gente  española,  cuando  la  avidez,  y  sobre  todo  la  lujuria  de  los 
"  civilizadores,"  los  precipitaron  á  la  revuelta.  Con  motivo  del  rapto  de  unas 
mujeres  goajiras,  las  tribus  se  sublevan,  saquean  los  campos  y  destruyen  las  mo- 
radas de  los  blancos,  y  logran  entrar  hasta  la  ciudad  de  Trujillo,  en  la  cual  ase- 
sinan á  muchos  vecinos.  YjsXo  ocurrió  á  fines  del  siglo  xvi,  y  desde  entonces  los 
Goajiros  se  replegaron  á  las  sabanas,  dondeViven  libres,  bien  que  la  civilización 
les  gana  poco  á  poco,  como  que  comprenden  que  hoy  no  seria  difícil  sujetarlos. 

Como  todas  las  demás  poblaciones  indias  no  españolizadas,  los  Goajiros 
tienen  piaches^  es  decir,  sacerdotes  curanderos  y  adivinos  que  adoran  al  Sol,  á  la 
Lana  y  á  la  Rana,  símbolo  de  la  lluvia,  no  menos  que  de  las  revoluciones 
terrestres,  y  que  también  reverencian  como  antepasado  del  hombre  (?).  En 
época  anterior  los  Goajiros  se  dividían  en  tribus,  cada  una  de  las  cuales  tenía  su 
#//f>f,  como  los  Pieles  Rojas  de  la  América  Septentrional,  considerándose  ade- 
inás  como  descendientes  de  un  animal  sagrado,  tal  como  el  mosco,  la  gallina,  la 
perdiz.  Es  el  Goajiro  ceremonioso,  hospitalario,  poco  desinteresado,  pedigüeña 
nasta  exigir  se  le  regale  lo  que  acaba  de  vender,  y  respeta  ante  todo  la  riqueza; 
los  jefes,  hombres  o  mujeres,  mandan  no  por  derecho  de  cuna  ó  de  conquista^ 
tino  por  su  opulencia  en  ganados.  Sólo  al  sepultarlos  celebran  las  ceremo- 
nias fúnebres  de  los  antiguos.  Se  les  entierra  dos  veces.  La  primera  se  lleva  el 
cadáver  al  lugar  del   nacimiento,  cualquiera  que  sea  la  distancia,  y  allí,  duran  • 


NutVA  GaoenAwli  ni  CoLoiau 


SB6  NuiVA  GioGRAriA  DK  Colombia 


En  el  Magdalena  central,  en  el  Carare  y  el  Opón,  en  medio 
de  la  tupida  selva  viven  unos  pocos  indios  descendientes  de  los 
Yaregfuíes  y  los  Achapus,  unos  ya  medio  civilizados,  otros  salvajes 
en  extremo.  En  las  montañas  de  Perijá  viven  los  Tupes,  que  com- 
primen el  cráneo  de  los  niños,  los  Patajemenos  (motilones  de  Oca^ 
ña)  y  los  Motilones  propiamente  dichos  *.  En  el  alto  Magdalena^ 
en  las  montañas  del  Huila,  en  el  Valle  Hermoso,  por  nadie  ex- 
plorado, viven  algcunos  Fijaos,  según  el  decir  de  los  Páeces,  que 
íes  temen  por  creerlos  antropófagos.  Estos  Páeces,  que  han  olvida- 
do son  Pijaos,  conservan  su  idioma,  como  muchos  otros  de  los  indios 
de  Popayán,  Almaguer,  Carnicerías,  por  todos  unos  20,000,  que 
hasta  cierto  punto  conservan  su  independencia,  puesto  que  se  rigen 
en  parte  por  autoridades  por  ellos  elegidas,  sujetos  á  Caciques  p>or 
ellos  obedecidos,  como  si  fueran  Reyes,  y  que  mis  de  una  vez  haa 
sido  causa  de  grandes  perturbaciones  para  el  Cauca. 

Cuanto  á  la  región  oriental,  comprende  los  indios  que  moran 
en  Casanare,  San  Martín  y  Caquetá,  todos  caribes  ó  á  lo  menos 
ya  mezclados  con  éstos,  y  los  cuales  revisten  cierto  carácter  de 
uniformidad,  por  una  parte  en  la  llanura,  por  otra  en  la  selva. 

Pueblan  la  primera  de  35  á  40,000  indios,  de  ellos  sólo  un 
tercio  en  Casanare,  pues  por  las  crueldades  de  los  civilizados,  en 
gran  número  han  pasado  los  d^  allí  á  San  Martín,  donde  están  más 
exentos  de  semejante  vecindad,  pues  si  estos  indios  son  feroces  á. 
Teces  y  no  están  reducidos,  á  los  mismos  llaneros  se  debe,  como  que 


te  un  mes  y  hasta  por  uno  y  aun  por  dos  afios,  una  mujer  mantiene  junto  á  la 
tumba  un  fuego  sagrado  que  se  enciende  todas  las  noches,  desde  que  oscurece 
hasta  que  sale  el  sol.  Cuando  se  han  consumido  así  enormes  cantidades  de  leña,. 
se  llevan  los  huesos  al  sitio  del  último  descanso,  elegido  en  campo  retirado»  al 
cual  se  cubre  con  piedras.  Grandes  sacrificios  de  terneros  y  repetidas  libaciones 
de  chicha  acompafian  ¿  la  ceremonia;  y  después  de  la  defunción,  cuando  un  ami- 
go halla  por  primera  vez  á  uno  de  los  deudos,  ambos  se  ponen  en  cuclillas  y  por 
largo  rato  dan  alaridos  destemplados. 

Los  Goajiros  tienen  siervos,  que  son  mirados  con  desprecio ;  éstos  guardao 
los  rebaños  de  los  amos,  construyen  \osraffcAos  6  cobertizos,  preparan  el  veneno  de 
lasñechas,  extraen  de  las  rocas  las  cornalinas  6  turmas  para  fabricar  collares,  y 
cultivan  las  legumbres  en  los  valles  fértiles  de  los  montes  orientales;  el  cultivo  de 
la  coca  ó  trigo,  planta  muy  estimada,  como  lo  es  entre  los  Arhuacos,  se  hace 
por  jardineros  especiales.  La  principal  riqueza  de  los  Goajiros  consiste  en  Ios- 
ganados  vacunos  y  caballar,  animales  muy  apreciados  éstos  si  no  por  la  belleza 
de  las  formas,  si  por  su  resistencia  y  seguridad  en  la  marcha.  Con  sus  crías  hace 
el  Goajiro  un  gran  comercio  en  los  mercados  de  Riohacha,  Sinamaica  y  Mara> 
caibo;  pero,  salvo  el  caso  de  una  quiebra,  no  venden  su  cabalgadura.  £ls,  con 
todo,  de  temer  que  al  Goajiro,  como  su  vecino  el  Arhuaco,  venga  á  ser  el  deudor 
insolvente  de  los  trancantes.  Varios  rebaños  de  la  Goajira  pertenecen  ya  á  los 
comerciantes  de  Riohacha,  y  el  dividivi,  las  ñbras  del  maguey,  las  hamacas  j 
telas  que  tejen  las  mujeres,  por  lo  regular  están  pagados  de  antemano.  Poco  k 
poco  el  comercio  reconquista  políticamente  ¿  los  indomables  goajiros,  antes  ta» 
orgullosos  de  su  independencia.  Muchos  Caciques  se  han  hecho  ya  construir  casa» 
á  la  europea.  £n  ñn,  con  frecuencia  y  á  pesar  de  la  ley,  niños,  mancebos,  jóveacs^ 
son  comprados  como  criados  por  los  traficantes. 

*  Los  Motilones,  Caribes,  son  .hermosos,  valientes,  muy  afines  de  los  Goa- 
jiros, saben  producir,  ayudados  de  la  mano,  sonidos  que  se  oyen  más  lejos  qoe 
una  campana  y  que  les  sirven  para  comunicarse  á  grandes  distancias.  Por  su  gue- 
rraá  muerte  con  los  blancos,  cierran  el  camino  del  Valle  de  Upar  al  lago  de- 
Maracaibo.  Se  les  acusa  de  antropofagia,  y  nadie  ha  ido  á  recoger  sus  tradiciones' 
y  estudiar  sus  costumbres. 


NUIVA   GlMtAFÍA   DI  COLOM»!*^ 


en  lo  general  persiguen  i  muerte  á  esos  infelices.  Al  pie  de  la  Ne- 
vada de  Chita  y  en  las  selvas  del  Cubugón  y  Calafila  se  encuentran 
los  Tunebos  •,  Betoyes,  Royataes,  Tames  y  Stnsigas— á  lo  sumo 


•  Les  Tunibot.  Lm  Tunebo»  ó  Tamcs,  que  vivían  en  Us  mcMs,  se  has 
lelirado  i  las  llaniras  paca  coniervar  lu  libertad  ;  al  YsXk  de  la  Sierra  del  Cociy 
■n  pupo  de  Tunebos  ha  llegado  i  atrincherarse  tras  un  muro  natural  f ornad» 
por  TOCOS  verlicalrs,  que  parece  impasible  escalar.  Sin  embarca,  tos  indígeDaí  lo 
franquean  por  medio  de  encalladuras  praclicsdu  en  la  roca,  y  en  las  cualet 
•poran  pies  y  manos  ;  asombro  caá»  verlea  subir  7  bajar  al  mado  que  antes  lo 
kaoaD  los  tk^ Divtlltrt  i<  "trepadores"  de  la  Arizooa.  Ejtos  indios,  para  aira- 
Tnar  desnudoi  la  secrania,  usan  el  nsni  (polvo  del  grano  de  una  miurosa),  coie* 
mMdio  eñcu  contra  el  cbaure  d  soroche.  No  conaervan  su  indepcndeDcis  sin* 


S88  NuBVA  6bográvÍa  db  Colombia 


unos  3, OCX), — que  aunque  mantienen  algtín  trato  con  los  blancos  y 
son  muy  trabajadores,  en  lo  gfeneral  son  feroces,  como  los  del  Ele 
y  el  Lipa,  ó  sea  Eles  y  Chiricoas  ó  Goahibos  altos,  también  unos 
3,000,  pero  feroces,  ladrones,  y  obstáculo  grave  en  el  camino  del 
interior  á  Arauca ;  en  el  Arauca  están  otros  Cuibas,  los  más  de- 
girada  dos  de  todos ;  en  el  Capanaparo-Meta  habitan  unos  1,000 
Yaruros  divididos  en  dos  familias,  vecinos  de  los  feroces  Otoma- 
cos  t  y  de  los  Guahibos  propiamente  dichos,  los  que  en  número  de 
2,000  están  junto  al  Meta,  desde  el  Casanare  hacia  el  Orinoco, 
pues  al  S.  de  Arauca  y  sobre  el  Gravo  viven  unos  1,000  Cuilotos, 
del  Casanare  al  Guachirfa  hay  doble  número  Achag^uas,  Salivas, 
Goahibos  y  Chiricoas,  y  del  Cusiana  á  la  Cordillera  del  Zapatosa 
unos  1,000  Goahibos  casi  reducidos,  como  los  Achaguas  y  aun 
parte  de  los  Cuilotos :  hoy  de  Arauca  al  Meta  no  hay  pelig^ro  en 
viaje,  y  en  el  Gravo  existe  un  pueblo  de  alguna  importancia :  los 
indios  de  la  zona  cultivan  el  suelo  y  están  en  trato  continuo  con  los 
blancos,  lo  cual  también  sucede  en  el  Cusiana.  En  general,  los  in- 
dios próximos  á  la  serranía  se  llaman  Goahibos-piapocos,  y  Goahi- 
hos-cuibas  los  de  la  llanura  :  todos  son  bien  formados  y  muscula- 
dos, con  abdomen  abultado,  hablan  idioma  muy  semejante,  tienen 


á  trueque  de  vivir  ocultos  en  algún  escarpado  del  fondo  de  la  selva,  ó  de  llevar 
existencia  de  fugitivos,  porque  todo  centro  de  cultivos  se  convertiría  en  el  acto 
en  centro  administrativo,  como  es  natural.  Cuando  se  encuentran  con  un  blanco, 
huyen  exclamando :  "¡  Compadie,  hermano,  no  me  haga  dafíol  "  Por  estas  razo- 
nes, ese  caos  de  poblaciones  errantes  carece  en  absoluto  de  importancia  política 
en  el  conjunto  de  la  nacionalidad  colombiana.  Aun  desde  el  punto  de  vista  del 
número,  no  representan  sino  una  mínima  parte  de  los  habitantes,  unos  40,000  en 
los  Llanos  y  3o,ooo  en  el  Caquctá;  es  decir,  que  esas  comarcas  tan  extensas  per- 
manecen aún  casi  desiertas.  Sin  haber  sufrido  con  la  conquista  ó  la  opresión  di- 
recta, esos  indios  se  han  acabado,  y  es  digno  de  observar  que  las  tribus  an- 
tropófagas  han  sido  las  primeras  en  desaparecer.  Las  enfermedades  importadas 
por  los  europeos  y  las  bajadas  de  las  mesas  con  los  traficantes  han  destruido 
tribus  enteras;  el  sarampión  y  la  viruela  han  sido  obra  de  muerte  más  segura 
que  las  balas. 

Por  lo  general  los  indios  de  los  Llanos  se  miran  como  Goahibos,  llamán- 
dose pMpiofos  los  próximos  ¿  la  cordillera,  y  Cuidos  los  de  la  llanura  ;  pero  todos 
pertenecen,  salvo  toda  excepción,  al  mismo  grupo  étnico, 

t  Los  Oíomacos  —EstB.  tribu,  algo  más  conocida  gracias  á  la  descripción  de 
Humboldt,  es  la  del  Orinoco  medio,  que  vivía  entre  las  bocas  del  Arauca  y  el 
Meta,  en  especial  en  las  cercanías  de  las  rocas  de  Barraguán,  en  donde  mostrabsm 

frandes  piedras  que  decía  eran  los  progenitores  de  su  raza ;  todos  sus  muertos 
ebían  enterrarse  en  alguna  grieta  de  esta  garganta  del  Orinoco.  Los  Otomacos 
eran  jugadores  de  pelota  más  hábiles  aún  que  los  Béseos,  puesto  que  no  podían 
recibir  y  devolver  la  pelota  de  caucho  sino  con  el  hombro  derecho,  llegando  ¿ 
veces  á  tal  punto  la  excitación  producida  por  el  juego,  que,  arrastrados  por  una 
alegría  frenética,  se  tasajeaban  el  cuerpo.  Durante  los  dos  ó  tres  meses  de  la 
inundación,  cuando  el  pescado  llegaba  á  faltarles,  comían  tierra  de  un  modo  re- 
gular, engullendo  diariamente  cosa  de  una  libra  de  una  arcilla  muy  fina,  en  for- 
ma de  balas  lifi[eramente  tostadas ;  hase  dicho  que  esa  arcilla  se  compone  de  un 
número  infinito  de  animalículos,  porque  los  que  lo  comían  no  contraían  enferme- 
dades análogas  á  las  de  otros  indios  y  negros,  que  una  geofagía  exagerada  lle- 
va al  aniquilamiento  y  &  la  mutrte;  sin  embargo,  Vauquelín,  que  analizó  esaar- 
cilla,  la  encontró  pura  de  toda  mezcla.  Entre  estos  indios  la  dicha  arcilla  se  de- 
signa con  el  nombre  de  poya.  Después  de  Humboldt,  ninguno  ha  .hecho  investi- 
S ación  sobre  los  alimentos  de  los  Otomacos  por  iaternarse  en  la  llanura,  en 
onde  se  dispersan  m&s  y  más.  Entre  estos  indios  es  costumbre  casar  una  joven 
con  un  viejo,  y  viceversa,  diz  que  para  que  el  hogar  marche  bien. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  889 


análogos  usos  y  costumbres,  sólo  se  diferencian  un  tanto  los  Ya- 
ruros, y  todos  se  pintan  de  rojo  con  la  planta  llamada  chiraviri. 
La  población  de  Casanare,  con  pequeño  esfuerzo  y  castigos  seve- 
ros á  los  blancos  que  provocan  conflictos,  sería  pronto  reducida, 
con  inmensas  ventajas  para  el  país  *. 

En  San  Martín,   puede  decirse   moran   indios   semejantes : 
unos  5,000  Goahibos  entre  el  Meta  y  el  Vichada,  en  parte  agri- 
cultores. Un  millar  de  Salivas  hacia  el  Muco,  otros  tantos  Catairos 
sedentarios  en  el  Yucabo,  Cabres  en  el  Matavení,   Achaguas  po- 
liándricos  en  el  Muco,  Enaguas  de  malos  instintos   en  el  Agua- 
blanca,  Amonios  en  el  Vichada,  Chucunas  de  éste  al  Manacacía, 
vecinos  de  los  Airicos,  y  Tamas  situados  sobre  éste  último,  los  cua- 
les colindan  con    1,200  Amarizanos  del  Vua,   á  que  siguen    otros 
tantos   Choroyes  y  la  mitad  menos  de  Guaques  establecidos  del 
Ari-Ari  al  Guaviare :  en  las  riberas  de  éste  moran  2,000  Mitúas, 
Amorilas,  Piaroas  y  Goahibos  ó  Goajibos,  los  que  en  Canda  se  to- 
can con  un  puñado  de  Mariquitares,  y  al  S.  tienen  á  los  Guaipuna- 
bis  ó  Puainabis.  Los  indios  del  Vichada  son  los  que  más  aumentan 
y   progresan,  y  tienden  á  convertirse   en   agricultores  estables. 
Cuanto  á  los  Guaipunabis,  bastante  numerosos,  se  diferencian  pro- 
fundamente de  todos  los  demás  de  la  región  oriental,  pues  no 
sólo  varían  de  talla  y  formas,  sino  que   mientras   los   Caribes  se 
pintan  sólo  de  rojo,  ellos  lo  hacen  de  azul  intenso :  su  posición  en 
la  zona  divisoria  geográfica  y  geológica  del  Llano  y  del  Caque tá, 
explica  perfectamente  la  existencia  de  este   extraño  pueblo  que  al 
E.  tiene  á  los  Piapocos. 


*  AI  terminar  el  régimen  colonial,  la  mayor  parte  de  las  antiguas  "misio- 
nes," especialmente  las  que  habían  regentado  los  Jesuítas,  fueron  abandonadas 
por  sus  residentes  para  volver  al  salvajismo.  Los  viajeros  que  recorren  la  zona 
del  Orinoco  central  no  hablan  ya  de  los  Caberres  ni  de  otras  tribus  enumeradas 
por  Gumilla  en  la  primera  mitad  del  siglo  xviii;  desaparecieron,  como  los  indios 
Atures  lo  habían  hecho  ya  en  tiempo  de  Ilumboldt ;  el  tesoro  de  esa  lengua  no 
tenía  otro  guardián  que  un  solitario  loro.  Las  tribus  que  entonces  vivían  bajo 
la  tutela  de  los  misioneros,  han  disminuido  notablemente  al  volver  á  la  vida  sal- 
vaje, en  tanto  que  han  triplicado  los  indios  que  viven  entre  los  blancos.  La  guerra 
de  Independencia  y  luego  las  luchas  intestinas  han  contribuido  áreducirsu  núme- 
ro, porque  se  les  capturaba  para  enrolarlos  á  la  fuerza,  armándoles  primero  con 
arcos  y  flechas  y  luego  con  fusiles  y  bayonetas.  Y  hasta  en  tiempo  de  paz  esos 
desgraciados  se  veían  condenados  á  trabajos  forzados  por  los  trancantes,  quienes 
les  imponían  el  oficio  de  remeros  ó  cargueros,  y  no  les  daban  sino  iirisorios  jornales, 
pagados  principalmente  en  aguardientes  averiados  y  meiclados  con  drogas  sopo- 
ríferas, cosa  que  aún  sucede.  Las  epidemias  segaron  los  indios  á  millares ;  cuan- 
do un  salvaje  oye  que  un  extranjero  tose  ó  estornuda,  huye  en  el  acto. 

A  pesar  de  la  mortandad  causada  por  la  guerra,  el  mal  trato,  la  mise- 
ria y  la  emigracién,  los  indios  del  bosque  y  la  sabana  que  no  se  cuentan  en 
el  número  de  los  racionales  ó  gentes  de  razón^  como  queda  dicho,  comprenden 
aún  tribus  por  decenas ;  bien  que  no  se  citen  sino  los  grupos  principales  estable» 
oídos  en  las  rutas  ordinarias  de  los  viajeros,  como  los  ñeros  Guacaicas  y  sus  vc" 
cines  los  Guaharibos,  que  dan  nombre  á  uno  de  los  raudales  superiores  del  Ori- 
noco; los  Banivas,  que  van  á  recoger  caucho  en  las  selvas  del  Atabapo  y  el  bajo 
Guaviare ;  los  Goahibos  del  Vichada,  á  quienes  se  teme  mucho  pero  á  los  cuales 
se  lisonjea  llamándolos  cuñados ;  los  Piaroas,  como  los  anteriores,  bogas  de  los 
raudales.  En  tesis  general  puede  decirse  que  loe  indios  que  viven  al  Norte  j 
Oeste  del  Orinoco  son  agricultores  pacíficos ;  sin  embargo,  en  el  Meta  los  nóma* 

HutvM  Gé^irsJU  de  Cohmbi^  TOMO  1—57 


Sgo  NuKVA  Geografía  de  Colombia 


Ya  en  la  hoya  del  Guainía  se  encuentran  los  Airicos  (4,000), 
fraccionados  en  dos  grupos,  y  los  Manivas ;  en  el  Uaupes  los 
Uaupes  (1,000),  los  Goaiguas,  los  Enaguas  (1,700)  y  los  Guaques 
(5,000),  que  llegan  hasta  el  Caquetá ;  en  el  Apaporis  están  los 
Mucos,  Yocunas  y  Kueretus  (2,000) ;  de  éste  al  Caquetá  los  Ore- 
lludos  y  los  Cabacabas  en  grupos  de  á  millar,  y  en  el  Caquetá- 
Putumayo  los  Güitotos  (1,500),  los  Macaguajes  (8co)  y  los  Ama- 
guajes  (400) ;  mientras  en  el  Yarí-Orteguaza  tienen  asiento  los 
Correguajes  y  Tamas  (2,600),  y  al  W.  de  éstos,  en  el  Caquetá,  es- 
tán los  Carrijonas  ;  en  el  Fragua  viven  los  Andaquíes  (1,000),  que 
suelen  dar  nombre  al  alto  Caquetá  ;  en  el  Putumayo  se  encuen- 
tran también  los  Orejones  (1,000),  los  Picunas,  los  Agustinillos 
(1,000)  y  otras  tribus  poco  conocidas;  en  el  bajo  Caquetá  los 
Cafuanas  (i,oooJ,  los  Moroquenis  (i,coo)  y  los  Morüas:  es  de 
advertir  que  sólo  vaguísimas  noticias  se  tienen  de  muchos  de  estos 
indios,  los  que  no  serán  bien  conocidos  antes  de  algún  tiempo,  si 
para  entonces  existen,  no  sólo  por  las  condiciones   en  que  viven. 


des  Goajibos  son  enemigos  del  blanco  y  atacan  los  barcos  siempre  que  pueden 
Muchas  de  estas  tribus  tienen  razón  en  la  guerra  que  hacen  á  les  civilizados; 
algunos  a»* os  hace  que  en  Cravo  fueron  invitados  varios  indios  principales  á  un 
gran  banquete,  y  en  el  se  les  apuñaleó  \illancmente  ;  de  este  modo  las  repre- 
salias no  dejan  terminar  el  lamentable  e&tado  de  la  región  oriental,  donde  cier- 
tos blancos  no  valen  más  que  los  indi(  s.  Las  tribus  comprendidas  en  la  gran 
curva  del  río  son  salvajes.  Todos  estos  indios  tienen  fiathes  ó  adivinos  semejan- 
tes á  los  sacerdotes  fetiquistas  de  Guinea,  los  cuales,  como  aquéllos,  curan  ó 
hacen  sortilegios  por  medio  de  la  música  y  los  encantamientos.  Kn  esas  comar 
cas  la  grande  iniciación  es  la  del  botuto^  nombre  derivado  del  de  una  trompa  de 
sonidos  terribles.  ¡  Ay  de  la  mujer  que  por  casualidad  asistiese  á  una  de  esas  ce- 
remonias !  Moriría  en  el  acto  sin  piedad. 

t'or  decenas  cítansc  los  nombres  de  las  tribus  diezmadas  que  ro  compren- 
dían sino  centenares  ó  á  lo  más  algunos  millares  de  individuos  cada  una  Entre 
las  principales  familias  se  cuentan  los  Sálivss,  emparentados  con  los  Betoyes  y 
los  Vichadas,  que  aquí  y  allá  cultivan  tierras  sobre  el  Meta,  el  Casanare  y  otros 
afluentes  de  éste.  Anteriormente  la  circuncisión  era  una  de  sus  prácticas.  Los 
Salivas,  que  viven  entre  el  Vichada  y  el  Guaviare,  acostumbran  arrojar  sus 
muertos  al  río  en  un  féretro,  después  de  llorarles  tres  días  con  baile.  Sus  mujeres 
carecen  de  pudor.  Al  Oriente  su  territorio  confína  con  el  de  los  Qu  i  vas,  que,  según 
se  dice,  huyeron  de  las  mesas  para  librarse  del  contacto  con  los  blancos.  Los  Sali- 
vas aman  con  entusiasmo  la  música  ;  y,  según  dice  Codazzi,  tocan  violín  y  han  in- 
ventado una  especie  de  trompeta  de  tiena  cedida,  de  metro  y  medio  de  longitud, 
cuyas  diversas  cavidades  globulosas  comunican  por  medio  de  tubos  pequeíos, 
hábilmente  dispuestos ;  con  ese  instrumento  producen  sonidos  lúgubres  que  se 
oyen  á  gran  distancia. 

Los  Mitúas  del  Guaviare,  tribu  de  los  Llanos,  importante  por  su  número, 
ocupan,  no  obstante,  último  puesto  por  &u  industria  y  estado  social;  antes  fue- 
ron los  más  cultos  del  alto  Orinoco,  y  en» el  siglo  xviii  figuraron  por  su  guerra 
con  los  Caribes  y  por  el  extenso  reino  que  fundaron.  Hacen  parte  del  grupo  Guai- 
punabis  (Guarani),  que  se  dice  era  antropófago,  y  que  ocupa  principalmente  el 
valle  dellnírida;  se  pintan  de  azul  intenso,  mientras  los  Caribes  emplean  el  rojo; 
su  principal  alimento  lo  derivan  de  la  palmera  pirijao;  preparan  el  paraman, 
que  cura  toda  rotura  de  huesos  y  sirve  para  calafetear  barcos.  Sus  mujeiet 
tejen  telas  que  no  son  sino  ñeltros  con  aspecto  de  yesca  y  muy  groseras  para  for- 
mar pliegues  al  caer  á  lo  largo  del  cuerpo.  Sobre  el  bajo  Guaviare  le»  ribeieoos 
pertenecen  á  la  tribu  de  los  Papiocos  ó  Tucanes;  ésta  es  una  de  las  numeró- 
las trubus  entre  las  cuales  se  ha  conservado  la  costumbre  dt  la/^/Arz^. 

LosMocoas  del  alto  Caquetá,  al  Este  de  Pasto,  viven  en  las  plazuelas  de  la 
selva,  y  se  consideran  como  civilizados  porque  hablan  quichua  mezclado  con  algu- 
nas voces  españolas,  y  siempre  se  presentan  en  los  pueblos  vestidos  con  telas  teñi- 
das de  violeU.  Después,  6  sea  más  abajo,  á  lo  largo  de  los  ríos  Vapuri  y  Putuma- 


NuKVA  Geografía  di  Colombia  891 


sino  por  el  g"enial  descuido  de  los  colombianos  á  este  respecto  j 
algunos  son  antropófagos,  y  en  general  no  se  diferencian  de  los 
que  ocupan  la  Guayana.  *  En  fin,  al  W.,  en  las  cabeceras  del  Putu— 
mayo-Caquctá,  moran  unos  pocos  millares  de  indios  diferentes 
de  los  anteriores  :  son  los  Sebundoyes,  línico  resto  puro  (?)  de  los 
Chibchas,  cuyo  idioma  conservan,  aunque  muy  alterado,  como  que 
son  los  hijos  de  una  colonia  allí  llevada  por  los  conquistadores,  f- 
Cuanto  á  los  Andaquíes,  antes  vivían  en  el  alto  Magdalena,  del 
Suaza  al  Plata,  y  emigraron  después  de  una  lucha  sangrienta,  per- 
diendo la  regular  civilización  que  los  distinguía,  si  es  cierto  que  cons- 
truían templos  y  esculturas  de  piedra,  usaban  jeroglíficos  y  ado- 
raban el  sol :  en  esto  les  imitaron  los  Tunebos,  que  de  los  valles 
occidentales  al  pie  de  la  Nevada  de  Güicán  pasaron  á  los  orienta- 
les para  sustraerse  al  dominio  de  los  blancos :  muchas  de  las  tri- 
bus hoy  salvajes  del  Llano  antes  no  lo  fueron  tanto,  por  haber  sidc^ 
ya  en  parte  reducidas  por  las  misiones  de  los  jesuítas,  cuya  su-- 
presión  y  expulsión  produjo  entonces  al  país  tantos  desastres  como^ 
las  posteriores  guerras  civiles. 


yo,  que  en  esta  zona  corren  en  valles  muy  próximos,  se  suceden  numerosas  tribuS' 
que  aún  guardan  su  desnudez  primitiva  y  hablan  lenguas  propias. 

Todos  estos  grupos  de  indios  pacíñcos  se  distinguen  por  sus  adornos,  el 
corte  de  los  cabellos  y  aun  por  mutilaciones  que  les  parece  los  embellecen.  Los^ 
Mataquajes  ó  Fiajes  se  rapan  cejas  y  pcstaflas  y  se  horadan  el  tabique  de  la  na* 
riz ;  los  Orejones  se  desgarran  en  fleco  el  lóbulo  inferior  de  las  orejas ;  los  Eln- 
cabellados  peinan  su  cabello  formando  enormes  cimeras,  &c. 

*  Los  indios  del  alto  Putumayo  están  crvilitados ;  las  tribus  del  alto  Caquet» 
no  son  paciñcas.  Entre  los  Achaguas  los  hermanos  tienen  una  misma  mujer.  Los 
Enaguas  viven  por  grupos  de  60  á  100  en  un  mismo  caney,  y  preparan  un  vene» 
no  en  polvo  que  por  contacto  mata  ¿  una  persona  dormida.  Los  Cuaques  son 
antropófagos  que  viven  en  cacerías  de  hombres.  Los  Goahibos  usan  aceite  de  seje^ 
que  preserva  de  la  tisis.  Los  Macagua  jes  andan  vestidos  de  la  cabeza  á  los  pies. 
En  general  todos  estos  indios  usan  el  nor^j  aspirándolo  por  la  nariz.  En  el  Ca> 
quetá  es  común  el  respeto  y  cariño  por  la  mujer. 

t  En  una  palabra,  en  la  vertiente  Amazónica  de  los  Andes  colombianos  las- 
tribui  salvajes  se  cuentan  aún  por  decenas,  y  hasta  se  contarían  por  centenares  sii 
se  mencionasen  todos  los  nombres  étnicos  recogidos  en  diversas  épocas  por  viaje- 
ros, misioneros  y  empleados  ;   nombres  que  casi  siempre  se  reñeren  á  un  mismo 
pueblo,  siendo  ora  el  que  se  da  la  tribu  misma,  ora  el  que  le  aplican  las  tribus 
vecinas,   ora  un   apodo   derivado  de  la  ñgura  ó  el  traje,    ora  un  epíteto   indica- 
tivo del  río,  monte  ó  selva  donde  viven.  Todos  estos   indios,  escasos  en  número 
á  pesar  de  su  interminable  nomenclatura,  viven  en  el  territorio  que  disputan  Co- 
lombia, Ecuador,  Perú  y  Brasil.  Los  indios  del  bajo  Ñapo,  que  han  conservada 
su  independencia,  bien  que  comercian  pacíñcamente  con  los  blancos  ó  viracochas, 
pertenecen  en  su  mayor  parte  á  las  tribus  de  Záparos  y  Piojés.  I^s  Záparos  ó^ 
Canastos,  así  llamados  por  los  cestos  impermeables  que  saben  fabricar  con  beja^ 
eos  trenzados,  hablan  una  lengua  especial,  de  sonidos  roncos  y  difíciles  de  pronun- 
ciar. Divídense  en  muchísimos  grupos  enemigos  que  se  roban  entre  sí  las  mujeres- 
y  los  niños,  atacándose  unos  á  otros  como  si  fuesen  bestias  feroces.   "Derramar 
sangre  es  su  mayor  placer,"  dice  Simpson;  la  idea  de  una  batalla  jos  enloquece» 
A  menudo  matan  sus  enfermos,   ya  para  librarse  de  las  bocas  i  ni' tiles,  ya  por 
aversión  al  sufrimiento,  ó  por  crueldad  natural.  En  ninguna  parte  son  tan  libres 
las  mujeres;  monogamia,  poligamia,  poliandria,  promiscuidad,  todas  las  formas 
del  matrimonio  se  encuentran  entre  ellos.  Más  abajo,  sobre  el  mismo  Nape,  vi- 
ven los  indios  Piojés,  es  decir,  los  "nada  tengo,"  parientes  de  los  Piojés  del  Pu- 
tumayo, menos  belicosos  que  los  anteriores  y  mis  amantes  del  trabajo  y  de  1» 
industria.   Son  buenos  agricultores,  consagran  el  día  á  las  labores  del  campo,  h 
menudo  tejen  telas,  y  en  especial  hamacas,  en  tanto  que  por  la  noche  velan^ 
manteniéndose  despiertos  con  una  decocción  de  YocOj  planta  muy  rica  en  cafeí- 
na. Todos  estos  pueblos  independientes  contrastan  por  la  altivez  de  su  porte  coi^ 
la  actitud  servil  de  los  indios  que  viven  bajo  la  opresión  de  los  blancos. 


Nueva  Geografía  db  Colombia 


Todos  estos  indios  son  amigfos  de  colores  brillantes  y  ostentosas 
prendas  de  vestidos ;  pasión  conservada  por  algunos  de  los  civili- 
zados, como  sucede  en  Túquerres,  donde  en  las  ferias  los  trajes 
remedan  un  calei  Joscopio.como  también  lo  son  las  de  los  calentanos, 
mientras  los  ¡ndít;enas  de  la  mesa  granadina  han  acabado  por  adop- 
tar los  colores  oscuros,  que  tan  sombrío  hacen  el  aspecto  de  los 
pueblos  ruinosos. 

Así  ligeramente  pasados  en  revista  los  indígenas  que  atSn  subsis- 
ten en  el  país  y  que  representan  á  los  exclusivos  moradores  de  otros 


Figura  313— La  comarca  de  Cbila,  legún  U  Nueva  Gttgm/la  dt  CtUmÜa, 
EsciU:  i;8oo,ooo.  Compime  con  la  Carta  oñcial. 


Nueva  GkmkafÍa  ds  Colombia  S93 


días,  natural  parece  cerrar  esta  enumeración  con  algunas  líneas 
referentes  á  los  que  ya  no  existen  por  haber  sucumbido  en  la  con- 
quista, y  entre  los  cuales  figuraban  los  Chibchas,  que  habían 
logrado  organizar  sobre  los  Andes  el  tercero  en  importancia  entre 
los  Estados  que  encontraron  los  españoles  en  América  al  terminar 
el  siglo  XV. 

Los  Muiscas,  es  decir,  "  los  hombres, "  que  á  sí  propios  se  de- 
nominaban  chihchas^  eran  el  conjunto  de  tribus  que  ocupaban  la  re- 
gión mis  quebrada  de  la  gran  cordillera  de  Sumapaz,  entre  los 
Llanos  y  los  valles  cálidos  ribereños  del  Magdalena,  desde  el  río 
Cabrera  hasta  la  Sierra  Nevada  de  Mérida  en  Venezuela  ;  tribus 
cuya  lengua  carecía  de  las  letras  d  y  r  y  abundaba  en  silbantes. 

La  historia  primitiva  de  estas  tribus  desaparece  en  la  noche 
de  los  siglos  ;  pero  puede  afirmarse  rotundamente  que  en  el  mo- 
mento de  la  conquista  estaban  ya  en  decadencia,  ó  mejor  dicho, 
que  tras  entrar  en  la  vía  de  una  cierta  civilización,  retrocedían  en 
ella  sin  haberla  conocido,  debido  á  múltiples  causas.  Es  lo  mis 
probable  que  algunos  años  atrás  formaron  un  cuerpo  más  homogé- 
neo, que  luego  se  disgregó  y  trabajaba  en  vano  por  reconstituirse 
de  nuevo,  agotando  sus  fuerzas  en  discordias  intestinas,  mientras 
las  tribus  más  salvajes  y  aguerridas  que  envolvían  sus  montañas 
los  estrechaban  en  un  círculo  de  esforzado  salvajismo  que  lenta-i 
mente  cerraba  sus  anillos. 

Pueblo  sin  anales,  en  la  verdadera  acepción  de  la  palabra,  re» 
ducido  á  las  tradiciones,  que  se  pervertían  de  generación  en  gene- 
ración, y  en  gran  parte  no  fueron  comprendidas  por  los  peninsula- 
res, como  no  lo  fue  su  raquítica  civilización,  su  historia  no  es  sino 
una  conjetura,  pues  hasta  la  parte  referente  á  sus  usos  y  costumbres 
la  recibimos  á  través  de  la  pluma  de  cronistas  que  no  sabemos  si 
tomaron  hechos  locales  por  generales,  ó  al  contrario. 

Hechas  estas  salvedades,  podemos  agregar  que  los  Chibchas 
no  se  derivan  de  emigraciones  cumplidas  de  Norte  á  Sur  en  el  Con- 
tinente Americano,  sino  que  vinieron  del  Mediodía,  tal  vez  empu- 
jados por  el  crecimiento  del  Imperio  Inca,  tal  vez  por  el  pie  de 
las  cordilleras  que  dominan  las  grandes  llanuras,  marcada  la  ruta 
por  una  serie  de  estaciones  denominadas  Monquirá,  por  cuanto 
esta  serie  de  nombres  cruza  el  Amazonas  y  se  detiene  no  lejos  de* 
la  actual  villa  de  Leiva,  donde  yacen  entre  las  malezas  columnas 
de  piedra  que  no  se  concluyeron  y  cuyo  destino  ignoraban  los  Vi- 
vientes del  tiempo  de  la  Conquista. 

Y  es  de  notar  que  en  Sogamoso  y  Tunja  vivían  sendas  au- 
toridades  que  á  la  llegada  de  los  españoles  decían  todos  eran  más 
antiguas  que  las  establecidas  en  la  Sabana  de  Bogotá,  que  demora 
al  Sur  de  aquellos  lugares,  y  según  las  leyendas  recogidas,  eran 
antes  pantano  y  laguna  inhabitable.  Además,  los  Chibchas  tenían, 
un  culto  solar  inexplicable  donde  este  astro  cruza  todos  los  días  por 
el  centro  del  cielo,  y  miraban  con  avidez  hacia  el  Oriente,  y  las  lla- 
nuras sin  fin,  como  evocando  recuerdos  del  pasado.  Y  sus  relatos  de 
monstruos  de  figura  extraña  hacen  pensar  en  las  pampas  argenti- 
nas y  en  el  Chaco  y  en  los  gigantescos  restos  paleontológicos  que 
allí  han  encontrado  los  sabios. 


^94  Nueva  Geografía  di  Colombu 


Y  la  civilización  de  estos  pueblos  Ua- 
tna  tanto  más  la  atención  cuanto  que  sin 
Testig-ios  de  una  edad  de  piedra,  y  mucho 
cnenos  de  la  del  bronce  6  del  hierro,  tenía 
alg^o  de  todas  ellas  y  mezclaba  prácticas 
que  en  otr«s  países  separan  netamente  un 
valladar  de  sig-los.  ¿  Acaso  las  montañas 
en  que  sentaron  sus  reales,  divididas  en 
cien  cuencas  de  difícil  comunicación  entre 
sí,  allá  como  en  Grecia,  rompieron  su  pri- 
mitiva unidad  muisca  rehecha,  falta  del 
mar  que  en  la  Península  de  Minerva  unió 
en  estrecho  abrazo  lo  que  los  montes  in-     v    ^^    /,         i    -     lu 

^      *.   u        j-   -j-  •  A  !*»&  324  Arqueología  chib- 

tentaban  dividir  para  siempre  ?  cha— Vaso  de  barro. 

Sea  de  ello  lo  que  fuere,  seg^dn  las  leyendas  que  cuentan  los 
cronistas,  los  Chibchas  yacían  en  la  barbarie,  sin  ropas  ni  cultivos, 
y  vivían  en  tierra  fría  y  en  extremo  fértil,  cuando  un  hombre  de 
mayor  edad  y  muy  crecida  barba  llegó  á  donde  estaban,  por  Orien- 
te, á  explicarles  las  artes,  los  oficios  y  la  naturaleza.  El  civiliza- 
dor de  los  Muiscas,  de  ordinario  confundido  con  el  dios  Bochica 
y  desig-nado  con  multitud  de  nombres,  como  Nenqueteba,  Nentc- 
Tcqueteba,  Zue,  Chimisapag-ua,  Sadigua,  Sugunsua,  Sugumonse, 
residió  y  reinó  en  Iraca,  donde  era  cacique  Nompanen,  que  á  la 
•muerte  del  apóstol  heredó  su  santidad  y  en  cierto  modo  vino  á  ser 
la  raíz  de  una  serie  de  jefes  espirituales  de  la  Nación  entera,  por 
así  decir,  puesto  que  dicho  Pontífice  era  nombrado  por  elección 
sucesivamente  entre  dos  familias  por  cuatro  caciques  comarcanos, 
y  su  prestigio  llegaba  hasta  poder  establecer  la  tregua  de  la  divi- 
nidad entre  huestes  poderosas  ya  enfrentadas.  También  nos  dicen 
los  cronistas  que  á  ese  predicador  se  opuso  una  mujer  mala,  varia- 
mente llamada  Chie,  Guitaca,  Xubchasgagua,  Bachue,  Yubeicai- 
-g-uaya,  Huitaca,  que  otros  miraban  como  la  madre  del  niño  pro- 
g'enitor  del  pueblo  entero  ;  todo  lo  cual  demuestra  que  el  estudio 
mitológico  de  sus  creencias  está  por  hacer. 

Colocaban  entre  sus  dioses  el  sol  y  la  luna,  por  unos  mirados 
•como  marido  y  mujer,  por  otros  considerados  como  dos  caciques ; 
pero  eran  indiferentes  á  los  demás  cuerpos  celestes,  entre  los  que 
no  distinguían  los  planetas  de  las  estrellas  ;  respetaban  ó  adora- 
ban las  fuerzas  de  la  naturaleza,  y  levantaban  altares  á  sus  dioses 
'tanto  al  aire  libre  en  los  sitios  grandiosos,  como  en  edificios  sagra- 
dlos, llevándoles  en  ofrenda  oro,  esmeraldas,  telas  finas  y  aun  víc- 
timas humanas,  principalmente  al  sol.  A  este  ultimo  astro  decían 
muchos  no  convenía  edificar  templos  porque  su  majestad  no  cabía 
en  ellos.  Veneraban  en  especial  las  aguas  estancadas  y  lagunas, 
por  el  mito  de  Bachue ;  tenían  bosques  sagrados  é  inviolables,  y 
cuando  un  muisca,  al  pasar  por  cerca  de  una  roca  ó  planta,  creía 
verlos  estremecer,  se  postraba  para  adorar  la  vida  secreta  que  así 
•se  manifestaba,  y  en  lo  sucesivo  aquél  era  un  lugar  sagrado. 

Los  ídolos  de  los  templos,  muy  numerosos,  eran  dobles — hom- 
l>re  y  mujer — y  á  veces  triples,  pero  siempre  las  cabezas  sobre 
'iin   solo  cuerpo.    En   los  templos,   para  depositar  las   ofrendas 


NusvA  Geografía  os  Colombu  895 


había  siempre  dos  vasijas :  una  para  el  cacique  y  los  nobles,  otra 
para  el  pueblo,  las  que  se  enterraban  así  que  estaban  llenas. 

Aun  cuando  al  parecer  los  Chibchas  creían  en  un  ser  superior 
que  dominaba  toda  la  naturaleza,  ese  ser,  llamado  Chinimig-ag-ua  ó 
Chimisag'ag'ua,  era,  con  todo,  algo  así  como  un  ente  impasible  que 
permitía  que  los  otros  dioses  hiciesen  su  voluntad  sin  preocuparse 
por  tal  superior.  Tenía  por  mensajero  á  Bochica,  especie  de  prín- 
cipe misericordioso  á  cuyo  cargo  estaba  la  custodia  de  la  tierra, 
en  especial  la  de  los  Chibchas,  y  el  que,  en  un  combate  con  Chib- 
chacun,  el  ser  malo  ó  vengativo,  después  de  vencerlo,  le  obligó  á 
llevar  en  lo  sucesivo  la  tierra  en  sus  hombros,  porque  antes  la  so- 
portaban unos  guayacanes,  por  lo  cual  desde  entonces  hay  tem- 
blores, debido  á  que  cuando  se  fatiga,  cambia  de  postura  bajo  el 
enorme  fardo.  El  nombre  de  Chibchacun  quiere  decir  apoyo  de 
los  Chibchas,  y  la  veneración  singular  que  los  indios  recién  con- 
vertidos tuvieron  tanto  tiempo  por  San  Cristóbal  con  estatura  de 
^ig'ante  con  Jesús  en  los  hombros,  de  seguro  dependió  de  que  un 
niño  era  el  símbolo  del  pueblo  chibcha,  y  por  lo  tanto  identifica- 
ban á  aquel  santo  con  su  dios,  que  era,  además,  patrono  de  los  la- 
bradores. Y  por  agradar  á  los  indígenas  probablemente  se  formó 
la  costumbre  de  poner  un  retablo  de  San  Cristóbal  en  el  zagfuán  ó 
en  la  escalera  de  las  casas  de  los  peninsulares. 

En  la  época  de  la  Conquista  predominaba  entre  los  Muiscas 
un  verdadero  régimen  feudal,  en  el  que  descollaban  los  Estados 
de  Bog^otá,  Guancntá  y  Tunja,  éste  el  más  rico,  religioso  y  an- 
tig'uo,  y  en  los  que  no  eran  idénticas  las  tradiciones  prehistóricas. 
De  los  Estados  secundarios  eran*  los  principales  Iraca,  el  Delfos 
chibcha,  y  Tundama.  El  Zaque  y  el  Zipa,  6  sea  los  señores  del  Nor- 
te, Hunza  (hoy  Tunja),  y  del  Sur,  Muequetá  (hoy  Fontibón),  por 
la  conquista  habían  extendido  sus  territorios,  dominando  los  Esta- 
dos vecinos  más  pequeños,  y  por  los  celos  de  g'randeza  varias  veces 
guerreado  entre  sí,  librándose  formidables  batallas  indecisas,  y 
cuando  arribaron  los  españoles  los  encontraron  apenas  dentro  de 
una  treg-ua  que  parecía  debía  ser  la  postrera. 

Uno  y  otro  soberano  gozaban  de  absoluto  poder  sobre  sus  va- 
sallos, poder  que  no  adquirían  por  simple  derecho  de  herencia ;  y 
como  entre  los  Chibchas  prevalecía  el  matriarcado,  el  futuro  here- 
dero del  trono  era  el  mayor  de  los  hijos  de  la  hermana  del  mo- 
narca, ó  el  más  próximo  sobrino  materno,  el  cual,  desde  su  infan- 
cia, era  educado  en  un  templo  por  maestros  que  le  impedían  trans- 
gredir las  reglas,  cuya  violación  le  habría  hecho  perder  el  trono ; 
no  le  permitían  ver  el  sol,  comer  sal  ni  tratar  con  mujeres.  Llega- 
do á  la  mayor  edad,  se  le  hacía  príncipe,  pero  no  subía  al  trono  sin 
prestar  previamente,  ante  sus  grandes  vasallos,  el  juramento  de 
gobernar  con  justicia. 

En  Muequetá  el  heredero  del  2ípa,  en  la  paz,  gobernaba  el 
señorío  de  Chía,  que  parece  fue  la  cLna  del  zípazgo,  y  en  guerra, 
el  ejército;  pero  si  estaba  presente  él  soberano,  mandaba  la  van- 
guardia. Es  de  advertir  que  los  hij^^  de  los  esclavos  eran  los  úni- 
cos que  heredaban  directamente  m  padre,  como  entre  los  Guarau- 
nos  (v.),  lo  que  entraña,  como  se  comprende,  un  oscuro  problema 
-sociológico. 


896  NuxvA  Geografía  ds  Colombia 


Los  soberanos — y  también  los  caciques — no  podían  desposar, 
se  sino  con  una  sola  mujer,  pero  sí  tomar  cuantas  concubinas  les 
fuese  dable  mantener.  La  esposa,  al  morir,  podía  exigir  á  su  ma- 
rido la  promesa  de  guardarle  fidelidad  hasta  por  cinco  años. 

Cuando  un  señor  salía  de  su  palacio  para  asistir  al  templo,  dis- 
tante "tres  tiros  de  arcabuz"  y  enlazado  i  aquél  por  verdaderas  ca- 
rreteras, lo  hacía  con  tanta  pompa,  que  en  ello  empleaban  todo 
el  día  solar,  tiempo  que  era  mayor  en  las  fiestas  de  Goranchacha,. 
un  monarca  á  quien  habían  deificado  por  atribuirle  origen  sobre- 
natural. Una  vez  jurado  el  soberano,  el  respeto  que  le  tributaban 
los  vasallos  equivalía  á  una  adoración,  puesto  que  ninguno  podía 
mirarle  al  rostro,  las  ofrendas  se  le  presentaban  de  rodillas,  y  para 
hablarle — sabia  disposición — se  le  volvía  la  espalda.  El  supremo 
castigo  para  un  culpable  era  ponerlo  de  frente  ante  el  soberano,, 
quien  lo  fulminaba  con  los  rayos  de  sus  ojos :  en  adelante  nadie 
hablaba  al  castigado.  En  ningún  otro  pueblo  existía  esta  excomu- 
nión, que  extinguía  hasta  los  linajes,  y  muy  alto  hablaría  esa  clase 
de  castigos  morales  de  las  virtudes  del  pueblo  muisca,  si  nada  su- 
piéramos de  sus  orgías  y  sacrificios  humanos.  Los  conquistadores 
hallaron  aquí  más  horcas  que  en  España. 

A  la  muerte  del  soberano  los  Muiscas  vestían  luto,  pintarra- 
jeándose con  ocre  rojo ;  el  difunto,  después  de  embalsamado  con 
resinas,  era  colocado  en  un  tronco  de  palmera  enchapado  de  oro^ 
junto  con  sus  joyas  y  sus  armas ;  á  algunas  de  sus  mujeres  y  es- 
clavos se  les  narcotizaba  para  enterrarlos  con  su  dueño. 

Los  Uzaques  ó  Jefes  de  segunda  categoría  poseían  sobre  su» 
subditos  análogas  prerrogativas  y  derechos,  y  se  les  honraba  con 
ceremonial  semejante.  Tanto  hombres  como  mujeres  podían  ejer- 
cer estos  cargos ;  pero  todos  se  sometían  previamente  á  un  severa 
noviciado  de  siete  años,  y  con  ocasión  de  las  fiestas  de  su  adveni- 
miento se  les  ceñía  coronas  de  plumas,  se  les  cubría  el  cuerpo  con 
placas  de  oro,  y  en  la  mano  derecha  se  les  colocaba  el  simbólico 
cetro  ó  bordón  de  guayacán.  Cuanto  á  los  Caciques  ó  Jefes  de  pue- 
blo, el  acto  de  la  investidura  se  reducía  á  aspergearles  en  una  co- 
rriente de  agua.  El  Cacique  de  Guatavita,  anteriormente  soberana 
independiente,  en  tal  función  se  cubría  el  cuerpo  cpn  polvo  de 
oro  y  se  bañaba  luego  en  la  laguna  del  mismo  nombre,  lo  que  día 
origen  á  la  célebre  y  costosa  fábula  del  Dorado. 

A  virtud  del  matriarcado,  que  antes  fue  la  norma  entre  los 
Chibchas,  las  esposas  de  los  jefes  tenían  derecho  de  castigar  á  su 
marido,  inviolable  para  todos  los  d^nás.  Los  castigos  de  los  no- 
bles, que  no  estaban  sujetos  á  la  pena  de  muerte,  eran,  pues,  de 
carácter  moral,  y  á  veces  se  les  aplicaban  aun  por  leves  faltas. 

Cuanto  al  gran  pontífice  de  Iraca  ó  Sugamuxi,  "  el  que  se 
toma  invisible,"  residía  cerca  de  Suamox  (hoy  Sogamoso),  en  un 
sitio  retirado  á  donde  no  penetraban  los  simples  mortales.  Era  el 
ünico  sacerdote  en  quien  la  dignidad  no  era  hereditaria ;  debía  su 
poder  á  la  elección  en  una  especie  de  conclave  que  le  escogía  al- 
ternativamente en  dos  familias  nobilísimas. 

Cuanto  á  los  xeques,  cuando  el  individuo  llegaba  á  la  puber- 
tad se  le  enviaba  á  una  cuca  ó  seminario,  dirigido  por  un  anciano 
sacerdote  encargado  de  instruirle,  y  donde  permanecía  doce  años,. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  89 


durante  los  cuales  apenas  se  le  suministraban  los  alimentos  nece- 
sarios para  que  no  muriese  de  hambre.  Terminado  el  noviciado, 
se  le  conducía  á  casa  del  soberano  ó  del  uzaque,  quien  It  confería 
la  investidura  entregándole  un  paquete  de  coca,  la  planta  sagrada 
con  la  cual  incensaba  á  los  ídolos,  y  la  que,  como  fortificante,  mas- 
caba durante  la  mayor  parte  de  la  noche,  que  parmanecía  en  vela 
en  su  respectivo  adoratorio.  Con  borrachero  ó  tabaco  se  producían 
los  vértigos  ó  convulsiones  de  los  actos  adivinatorios.  Los  xeques 
ú  ogques  debían  permanecer  vírgenes,  so  pena  de  muerte ;  la  vida 
entera  la  pasaban  en  el  más  profundo  retiro,  y  como  no  debían 
trabajar,  el  pueblo  le  suministraba  los  alimentos  necesarios.  Estas 
similitudes  con  los  conventos  católicos  influyeron  no  poco  en  la  rá- 
pida fusión  del  pueblo  muisca  con  sus  conquistadores.  En  las  gra- 
ves circunstancias  nacionales  los  xeques  del  Estado  ó  cacicazgo 
iban  antes  del  alba  en  procesión  á  un  elevado  monte,  seguidos  por 
el  pueblo,  y  allí,  volviendo  el  rostro  al  Oriente  en  el  momento  en 
que  aparecía  el  sol,  le  sacrificaban  sobre  una  manta  un  niño  cogi- 
do al  enemigo,  abriéndole  las  entrañas  ó  degollándole  con  un  cu- 
chillo de  piedra  ó  de  chonta ;  la  sangre  de  la  víctima  se  recogía 
en  un  calabazo,  y  con  ella  pintaban  las  rocas  que  herían  los  prime- 
ros rayos  del  astro,  para  que  éste  la  absorbiese.  Cuanto  al  cadá- 
ver, le  dejaban  sobre  la  cima  para  que  le  comiese  el  sol. 

Al  igual  de  tantos  otros  pueblos,  los  Muiscas  en  ciertos  perío- 
dos ó  circunstancias  hacían  un  sacrificio  humano  que  se  diferencia- 
ba del  anterior  en  que  la  víctima  escogida  no  era  un  iiiño  sino  un 
moxa,  "el  vagabundo,  el  sin  hogar,"  que  debía  ser  un  joven  nativo 
de  cualquier  punto  del  Llano,  que  los  Muiscas  llamaban  la  Casa  del 
Sol.  Si  entre  tanto  crecía  el  moxa  esperando  el  día  de  su  sacrificio, 
que  era  particular  de  los  caciques,  por  lo  costoso,  perdía  su  pureza, 
se  le  ponía  en  libertad,  por  cuanto  había  dejado  de  ser  víctima 
agradable  á  la  divinidad.  Los  detalles  de  este  sacrificio  variaban 
con  los  diversos  lugares.  También  sacrificaban  los  xeques  regan- 
do sangre  de  aves,  agua  ó  cenizas,  éstas  para  atraer  la  lluvia ;  y 
las  ofrendas  de  los  particulares  solamente  ellos  podían  presentar- 
las á  los  ídolos,  y  eso  en  el  silencio  de  la  noche. 

Los  Chibchas  estaban  divididos  en  castas  ó  gremios  sociales, 
por  obstáculos  que  no  por  ser  infranqueables  dejaban  de  contri- 
buir á  la  decadencia  de  la  nación,  la  que,  como  en  los  pueblos 
pervertidos  por  la  molicie,  no  podía  defender  las  fronteras  sino 
por  medio  de  un  ejército  formado  por  hombres  especiales,  puesto 
que  el  comün  de  los  ciudadanos  no  podía  medirse  con  los  bárbaros 
vecinos.  Era  la  superior  de  esas  castas,  como  en  la  India,  la  de  los 
sacerdotes,  á  la  vez  médicos,  hechiceros,  jueces  y  verdugos.  Cons- 
tituían la  segunda  los  guerreros,  verdadera  aristocracia  militar,  en- 
cargada, durante  la  paz,  de  la  policía  y  el  cobro  de  los  impuestos. 
Entre  los  guechas  ó  guerreros  más  valientes,  escogía  el  Zipa  á  los 
caciques,  cuando  alguno  de  éstos  moría  sin  dejar  heredero,  previa 
la  prueba  de  sujetarlo  á  una  gran  tentación  de  incontinencia.  Los 
comerciantes  y  artesanos  constituían  la  tercera  clase ;  y  los  agri- 
cultores la  última,  que  en  tiempo  de  guerra  prestaba  servicio  mi- 
litar, pero  sin  poder  ascender  nunca  al  rango  de  jefes.  Una  quinta 
clase,  más  caracterizada,  la  formaban  los  esclavos  y  los  prísione- 


898  NuKVA  Geografía  di  Colombia 


ros  de  guerra,  que  diferían  de  los  Muiscas  en  usos  y  costumbres, 
pues  parece  probable  que  los  Chibchas,  al  ocupar  el  territorio,  en- 
contraron aborígenes  con  quienes  no  se  fundieron.  En  todos  los  ca- 
cicazgos el  segundo  personaje  del  Estado  era  el  pregonero  y  maes- 
tro de  ceremonias  ;  privilegio  exclusivo  de  los  nobles,  comer  car- 
ne d.?  venado  y  usar  joyas  de  oro,  y  de  los  soberanos,  hacerse  llevar 
en  andas,  lo  que  por  distinción  otorgaba   á  los  grandes  señores. 

Dícese  que  la  propiedad  privada  se  había  constituido  sólida- 
mente; pero  no  hay  pruebas  de  ello,  y  es  natural  sucediera  lo  que 
en  otros  puntos,  que  la  tierra  era  del  común,  ó  mejor,  del  se- 
ñor, y  que  los  campesinos  eran  en  cierto  modo  siervos  de  la  gleba 
Al  deudor  moroso  condenábasele  á  pagar  el  doble  de  su  deuda,  por 
cada  dos  meses  de  demora ;  y  si  ésta  provenía  de  tributos,  el  caci- 
que podía  enviar  un  heraldo  con  un  oso  ó  jaguar  domesticado  á 
casa  del  infeliz,  quien  tenía  obligación  de  alimentarlos  mientras  pa- 
gaba, en  el  cual  tiempo  se  le  extinguía,  además,  el  fuego  del  ho  • 
gar :  perdía  la  libertad  si  no  se  ponía  á  salvo  con  el  fisco.  Los  mer- 
caderes tenían  por  patrón  á  Chibchacum ;  los  labradores  á  Bachue; 
los  artistas,  tejedores  y  borrachos,  á  Nencatoa,  que  no  exigía  sa- 
crificios ;  los  militares  á  Chaquen ;  y  la  nobleza  y  los  sacerdotes,  i 
Bochica. 

La  justicia  era  severa  y  asentada  sobre  bases  sorprendentes. 
Con  sumo  rigor  se  castigaban  los  pecados  contra  la  honestidad, 
por  más  que  en  las  borracheras  se  permitiera  todo,  absolutamen- 
te todo,  y  que  antes  del  matrimonio  las  mujeres  soliesen  llevar 
vida  de  cortesanas.  Al  ladrón  se  le  castigaba  quemándole  las  pu- 
pilas con  una  placa  de  metal  enrojecida  al  fuego ;  pero  si  el  robo 
era  considerable,  le  arrancaban  los  ojos  con  espinas ;  al  incestuoso 
se  le  enterraba  vivo  entre  alimañas  y  sabandijas;  al  sacrilego  se  le 
excomulgaba.  Los  castigos  diferían  para  las  clases  superiores,  pues 
considerados  como  gentes  de  honor,  se  les  suponía  más  sensibles 
al  ultraje  que  al  martirio :  consistían  en  la  simple  degradación,  en 
darles  nombres  reservados  para  los  esclavos,  en  ser  fustigados  por 
sus  mujeres,  en  cortarles  el  cabello  ó  el  manto,  en  desgarrarles  los 
vestidos  ó  en  condenarlos  á  vestir  traje  de  mujer  y  hacer  oficios  de 
tal,  si  mostraban  cobardía  ante  el  enemigo. 

La  industria  apenas  existía  entre  los  Muiscas,  quienes  no  co- 
nocían el  hierro,  y  fabricaban  sus  herramientas  de  madera  ó 
piedra,  por  lo  cual  no  podían  roturar  el  suelo  sino  donde  era 
blando,  ó  en  los  años  muy  lluviosos,  lo  que  forzosamente  limitaba 
los  cultivos,  é  ignoraban  por  completo  el  arte  del  riego.  En  las 
altiplanicies  cultivaban  maíz,  papas,  quina  y  algunas  otras  yerbas 
y  raíces ;  en  las  tierras  templadas  obtenían  el  maniré,  la  arraca- 
cha, el  algodón  (quihisa)  y  algunas  frutas.  A  la  llegada  de  ios 
españoles,  con  excepción  de  los  Guanentáes,  ninguno  de  los  gran- 
des Estados  muiscas  ejercía  verdadera  soberanía  sobre  porción 
alguna  de  tierra  realmente  cálida. 

Merced  á  sus  abundantes  salinas  y  minas  de  esmeraldas,  po- 
seían artículos  de  comercio  que  les  permitían  traficar  hasta  gran 
distancia  entre  sí  y  con  los  habitantes  de  las  regiones  bajas,  y  por 
este  medio  adquirían  el  oro  y  otra  clase  de  artículos  que  les  eran 
necesarios.   En  tierra  muisca  propiamente  dicha,   los   principales 


NuiVA  Geografía  de  Colombia  899 


•mercados  eran  Turmequé  y  Sorocotá  ;  y  fuera  de  ellas,  Ai  pe,  en 
las  riberas  del  Mag-dalena,  en  tierras  de  los  Poincos  ó  Yaporojos. 
Estas  transacciones  lejanas  llevaron  hasta  centenares  de  leguas  el 
nombre  y  la  fama  de  los  Chibchas,  y  g-uiaron  á  los  conquistadores, 
puesto  que  fueron  los  panes  de  sal  encontrados  en  el  Opón  los  que 
animaron  á  Quesada  á  continuar  su  ruta  en  los  momentos  en  que, 
vencidos  por  la  estupenda  seWa  magdalénica,  aquéllos  querían  re- 
troceder. En  sus  transacciones  comerciales  los  Muiscas  usaban 
medidas  y  monedas  de  distinta  clase  y  reglas  para  fijar  su  valor, 
-de  lo  cual  no  hay  otro  ejemplo  en  América.  Esa  moneda,  consis- 
tente en  tejuelos  de  oro,  fue  aceptada  por  los  españoles,  quienes 
la  usaron  durante  los  primeros  años  de  la  Conquista.  Los  Muiscas 
dejaron  fama  de  sutiles  y  listos  comerciantes. 

Los  artífices  muiscas  eran  hábiles  para  trabajar  el  oro,  metal 
que  mezclaban  con  una  pequeña  cantidad  de  cobre,  y  con  el  cual 
fabricaban  joyas  y  figuras  á  veces  de  formas  extravagantes,  hoy 
llamadas  tunjos,  y  los  cuales  se  conservan  aún  por  centenares,  á 
pesar  de  los  autos  de  fe  que  al  principio  se  hicieron  con  ellos  como 
objetos  consagrados  al  demonio,  y  de  su  destrucción  posterior  para 
convertirlos  en  oro.  De  los  metales  que  existían  en  ese  territorio, 
-apenas  conocían  y  trabajaban  el  cobre  nativo  de  Moniquirá.  Tam- 
bién construían  idolillos  de  piedra  y  esculpían  en  relieve  placas  cua- 
drangulares  y  pentagonales  de  basalto  y  otras  rocas  duras,  con 
üguras  simbólicas,  en  las  cuales  erradamente  se  creyó  encontrar 
Jos  signos  de  un  calendario,  y  que  de  seguro  no  tenían  que  ver  sino 
con  las  ceremonias  del  culto  y  de  los  sacrificios. 

Una  de  sus  industrias  más  adelantadas  era  la  de  los  tejidos  : 
<lecían  les  había  sido  enseñada  por  su  misterioso  civilizador,  quien 
al  salir  de  cada  pueblo  dejaba  los  telares  pintados  en  una  piedra. 
Los  artesanos  producían  telas  de  algodón  muy  durables  y  orna- 
mentadas con  dibujos  brillantes  ;  pero  los  vestidos  que  usaban  se 
reducían  á  una  manta  prendida  al  pecho  y  una  camiseta,  agregan- 
do las  mujeres  un  chircate  ó  tela  envuelta  á  la  cintura  y  sujeta 
por  una  faja.  Eran  amantísimos  de  las  joyas  y  de  los  afeites. 

Construían  las  viviendas  con  madera  y  barro,  y  abrigadas  por 
4in  techo  cónico  ;  pero  el  mueblaje  que  encerraban  era  en  extremo 
sencillo,  puesto  que  no  conocían  camas,  mesas  ni  asientos,  y  para 
•evitar  los  incendios  el  bogarse  instalaba  de  ordinario  en  un  recinto 
separado  y  muy  pequeño.  Los  señores  se  fabricaban  con  arte  gran- 
■des  viviendas  redondas,  guardadas  por  una  ó  dos  palizadas,  á  tre- 
chos apoyadas  en  vigas,  y  que  los  españoles  llamaron  alcázares  ó 
cercados.  Cada  uno  de  estos  cercados  tenía  varios  departamentos 
•destinados  á  diferentes  usos,  como  habitaciones  de  las  mujeres,  de 
los  guardias,  sirvientes,  (fec,  unos  de  otros  separados  por  estacadas 
interiores.  En  ciertos  lugares  había  algunos  alcázares,  de  construc- 
ción más  fuerte,  destinados  para  parques  y  cuarteles  de  guarnición. 
I-as  casas  se  aseguraban  con  curiosas  cerraduras  de  madera  que 
llamaron  la  atención  de  los  españoles.  Los  templos  de  los  dioses, 
los  palacios  de  los  señores  y  de  los  sacerdotes,  contenían  objetos 
trabajados  con  esmero.  En  salas  especiales,  cuyo  suelo  se  cubría 
de  esparto,  se  sentaban  por  orden  de  categoría,  cuando  tenían 
reuniones  ó  asambleas,  á  que  se  convocaba  por  medio  de  heraldos. 


900  Nueva  Geografía  de  Colombia 


La  alimentación  usual  consistía  en  chicha,  diversos  tubérculos 
y  raíces  cocidas  y  condimentadas  con  yerbas;  mazamorra  y  tortas, 
bollos  de  maíz  de  diversas  clases,  carnes  de  venado  y  aves;  de  ma- 
nera que  la  cocina  de  los  señores  no  era  despreciable. 

Cuando  se  convocaba  al  pueblo  á  la  gfuerra,  cada  individuo 
debía  llevar  bastimentos  para  cierto  número  de  días,  porque  la 
autoridad  no  los  suministraba  sino  á  las  tropas  permanentes. 

Las  armas  usadas  eran  en  extremo  rudimentarias,  puesto  que 
ni  aun  conocían  la  lanza  ni  el  verdadero  arco  de  los  Caribes, 
quienes  por  este  motivo  y  por  usar  venenos  desconocidos  de  los 
Muiscas,  les  llevaban  ventajas  en  los  combates.  A  las  propias  fle- 
chas lanzadas  con  tiraderas,  oponían  petos  y  corazas  de  algodón. 
En  campaña  marchaban  por  g^rupos  constituidos  por  los  hombres 
de  cada  pueblo  y  Señorío,  á  los  que  acompañaban  las  mujeres  que 
llevaban  los  bastimentos,  en  especial  la  chicha,  y  que  son  todavía 
elemento  indispensable  en  nuestras  campañas.  Conocían  el  uso  de  la 
vanguardia  y  los  exploradores,  pero  ignoraban  el  arte  de  las  posi- 
ciones ;  para  evitar  sorpresas,  de  ordinario  no  ejecutaban  sus  ope- 
raciones sino  en  tiempo  de  luna;  y  para  combatir  lo  hacían  en  or- 
den delgado,  sin  reservas,  de  manera  que  la  lucha  era  en  verdad 
una  gran  pelotera.  A  espalda  de  esas  largas  líneas  circulaban  en 
andas  l«s  Jefes  y  Señores,  acompañados  por  sus  banderas  é  insig- 
nias, y  con  frecuencia  pagaban  con  la  vida  el  aliento  que  trataban  de 
infundir  á  sus  soldados.  Costumbre  asaz  curiosa  era  la  de  llevar  al 
combate  las  momias  de  valientes  Capitanes,  y  los  soldados  creían 
precaverse  del  peligro  con  amuletos  ó  idolillos  (dioses  y  aves)  lle- 
vados á  veces  en  tal  número,  que  les  impedían  el  uso  libre  de  las 
armas.  Tenían  ciertas  nociones  generales  de  estrategia  y  geogra- 
fía militar,  conforme  lo  prueban  sus  campañas  de  conquista  hechas 
con  cierto  orden  y  sistema. 

La  familia  estaba  medianamente  constituida,  y  el  matrimonio, 
como  en  tantas  otras  tribus,  se  verificaba  en  el  pueblo  por  medio 
de  compra :  el  pretendiente  enviaba  al  padre  de  la  joven  una  man- 
ta de  valor  proporcionado  á  su  fortuna,  y  algunas  ceremonias 
acompañaban  el  acto,  que  el  sacerdote  no  declaraba  concluido  sino 
después  de  preguntar  á  la  mujer :  "  ¿  Amarás  á  Bochica  más  que 
á  tu  marido,  á  tu  marido  más  que  á  tus  hijos,  y  á  éstos  más  que  á 
ti  misma  ?  "  Mucho  se  ha  discutido  sobre  la  existencia  de  verda- 
dero matrimonio  entre  los  Chibchas  ;  pero  el  asunto  parece  fuera 
de  duda,  y  justifícalo  Piedrahita  (que  fue  cura  de  indios  Chibchas), 
si  se  tiene  en  cuenta  la  legislación  sobre  alumbramientos ;  que  los 
soberanos  y  señores  no  se  casaban  legítimamente  sino  con  una  sola 
mujer,  que  ejercía  sus  derechos  hasta  después  de  muerta  ;  que  al 
hombre  también  se  interrogaba  en  el  acto  de  enlace;  y  que,  dada 
la  constante  intervención  de  los  jeques  en  la  vida  humana,  el  ca- 
rácter profundamente  religioso  de  estos  indios  y  el  cuidado  de  la 
sangre  femenina  para  la  sucesión,  el  dicho  de  que  no  había  cere- 
monias para  el  matrimonio,  y  éste  se  reducía  á  un  simple  negocio, 
sólo  puede  referirse  á  la  adquisición  de  las  concubinas.  Añade  la 
tradición  que  el  pretendiente  enviaba  hasta  por  tres  veces  la  man- 
ta simbólica,  y  si  todas  tres  la  rechazaba  la  doncella,  el  hombre 
se  expatriaba  hasta  por  tres  meses,  para  luego  repetir  su  deman- 


Nueva  Gkografia  de  Coloubia  901 


da,  que  si  entonces  tampoco  se  atendía,  motivaba  definitivo  cam- 
bio de  domicilio  para  el  varón  (si  era  dueño  de  su  persona)  ;  los 
padres  averiguaban  si  el  novio  podría  ser  buen  esposo,  y  tomaban 
consentimiento  á  la  hija,  que,  ya  esposa,  siempre  era  bien  tratada, 
salvo  en  las  borracheras ;  y  aun  ciertos  maltratos  todavía  los  miran 
los  indios  como  prueba  de  cariño,  según  su  conocida  máxima  *'  por- 
que te  quiero  te  golpeo."  El  infeliz  que  perdía  su  esposa  en  el  par- 
to era  tenido  por  criminal,  la  familia  de  aquélla  le  tomaba  la  mi- 
tad de  su  fortuna,  salvo  que  viviera  el  hijo,  caso  en  que  apenas 
daba  lo  necesario  para  la  crianza  de  éste  ;  si  no  tenía  nada,  los 
parientes  de  la  difunta  podían  darle  muerte ;  las  mujeres  daban  á 
luz  solas,  en  sitios  apartados,  á  orillas  de  un  agua  corriente,  en  la 
cual  se  bañaban  en  el  acto  con  su  hijo.  Los  Muiscas  buscaban  el 
horóscopo  de  los  recién  nacidos.  Por  causal  de  honestidad,  de  dos 
mellizos  sólo  uno  podía  vivir. 

Los  Chibchas  curaban  con  esmero  á  los  enfermos,  cuyo  abo- 
gado era  Cuchavira,  el  dios  Arco  Iris ;  mostraban  sumo  respeto 
p«r  los  cadáveres,  pero  abandonaban  á  los  viejos,  que  de  ordina- 
rio no  tenían  otro  recurso  que  la  hechicería,  y  en  especial  la  adi- 
vinación de  los  hurtos. 

Creían  que  en  el  centro  de  la  tierra  había  un  país  de  las  som- 
bras, y  que  el  espíritu  de  los  muertos,  representado  por  una  som- 
bra liviana,  llegaba  á  él  después  de  cruzar  un  ancho  río  en  un 
esquife  hecho  de  hilos  de  araña,  insecto  que  por  lo  mismo  era  sa- 
grado ;  el  alisio  traía  á  la  Sabana  grandes  hilos  de  araña  arran- 
cados en  el  Llano,  y  quizás  ese  fenómeno  produjo  tal  idea  ;  creían 
que  en  ese  país  de  las  sombras  cada  cual  encontraba  una  labran- 
za, pues  no  concebían  el  ocio  ni  aun  en  ultratumba. 

Las  ceremonias  de  inhumación,  muy  largas  y  muy  costosas, 
diferían  según  las  regiones  y  las  castas :  en  unos  puntos  se  extraían 
las  visceras  para  rellenar  el  cuerpo  con  objetos  preciosos ;  en 
otros  se  exponían  al  viento  los  cadáveres,  para  que  éste  los  momi- 
ficara, en  catafalcos  construidos  en  torno  de  los  templos ;  otros  se 
secaban  al  fuego,  y  aun  algunos  se  echaban  al  agua ;  pero  á  los 
pobres  se  les  enterraba  en  el  acto  en  el  suelo,  y  encima  se  plantaba 
un  árbol  para  evitar  profanaciones.  Ciertas  grutas  sagradas  ence- 
rraban multitud  de  muertos  sentados  en  círculos  y  con  las  manos 
juntas.  Los  grandes  personajes  se  enterraban  en  guacas  ó  tumbas 
aisladas,  con  objetos  de  oro  de  gran  valor.  Los  cadáveres  de  los 
adúlteros  se  corrompían  sin  entierro,  para  mayor  escarmiento. 
Marcaban  de  manera  especial  las  tumbas  de  los  muertos  por  la 
patria,  porque  creían  que  tal  género  de  muerte  purgaba  toda  cul- 
pa ;  y  con  una  especie  de  cruz,  tal  vez  indicativa  del  veneno,  se- 
ñalaban el  túmulo  de  quienes  sucumbían  de  mordedura  de  culebra. 
Con  el  cadáver  se  ponían  siempre  alimentos  para  el  viaje  de  ul- 
tratumba, y  los  dioses  lares  á  quienes  el  muerto  rendía  culto  en  su 
hogar,  consistían  en  figurillas  de  oro  ó  de  barro  de  caprichosa  for- 
ma, y  el  indio  los  llevaba  colgados  al  brazo  en  una  expuerta  siempre 
que  salía  de  casa. 

Aunque  unos  caciques  habían  sujetado  á  otros,  cada  poblado 
muisca  recuerda  en  muchos  detalles  la  Ciudad  antigua  de  los  Arias. 


902  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Lo  mismo  que  otros  pueblos  de  relig^iones  sangrientas,  los- 
Muiscas  creían  atraer  por  medio  de  la  sangre  la  protección  de  los 
dioses  para  sus  templos  y  palacios :  con  este  objeto  cada  poste  de 
esos  edificios  se  hundía  en  el  cuerpo  de  una  niña  noble,  y  á  veces- 
en  el  de  un  valereso  enemigo. 

Construían  los  Chibchas  caminos  empedrados  y  camellones,  al 
través  de  pantanos,  rocas  y  precipicios,  para  unir  entre  sí  los  tem- 
plos y  los  santuarios;  pero  los  caminos  comerciales  se  reducían  á 
simples  veredas,  y  no  conocían  animal  ninguno  de  carga.  Ningúi> 
conquistador  vio  en  estas   comarcas  calzadas  como  las  peruanas^ 

Dividían  los  Muiscas  el  tiempo  en  lunas,  partidas  en  grupos 
de  diez  días,  dicen  unos  cronistas  ;  en  cuatro,  de  acuerdo  con  las 
fases  de  la  lunación,  que  es  lo  más  probable,  afirman  otros.  La 
primera  parte  del  mes,  la  del  plenilunio,  se  consagraba  á  los  de- 
beres religiosos  y  á  la  "práctica  de  las  virtudes  ";  la  segunda,  6- 
sea  la  menguante,  al  trabajo ;  el  resto  de  la  lunación  se  destinaba 
al  descanso  y  al  placer.  Dícese  también  que  en  los  primeros  días 
comían  los  indios  hayo  para  purificar  de  humores  el  cuerpo.  Los 
Muiscas  contaban  los  días  por  soles,  partiendo  cada  uno  en  tres  par- 
tes. El  año  concluía  en  Diciembre,  ó  mejor  dicho,  después  de  la 
época  de  las  fuertes  lluvias.  Empleaban  para  cuentas  mayores  una. 
edad  (Bxogono)  de  setenta  años. 

Precedían  las  grandes  épocas  agrícolas,  como  siembras  y  co- 
sechas de  año  grande  y  de  travesía,  con  rogaciones,  durante  las 
cuales  los  indios  se  disfrazaban  de  bestias  salvajes,  ora  porque  és- 
tas se  consideraban  como  protectoras  de  los  campos,  ora  en  son  de 
conjuro  p)ara  evitar  sus  daños.  En  todo  caso  las  fiestas  por  exce- 
lencia se  consagraban  al  sol,  no  periódicamente,  sino  por  moti- 
vo de  grandes  acontecimientos.  Entre  los  homenajes  que  rendían  á- 
la  luna  en  las  grandes  solemnidades,  se  encuentra  el  singular  de 
enviarle  como  mensajeros  loros,  á  los  cuales  degollaban  después  de- 
haberles  enseñado  á  repetir  la  deprecación. 

Eran  los  Muiscas  aficionadísimos  al  baile  y  al  canto,  por  ío 
cual  todo  leí  servía  de  pretexto  para  celebrar  reuniones  en  que  la 
chicha  se  consumía  en  abundancia,  pues  les  importaba  más  beber 
que  comer.  En  sus  fiestas  solía  haber  apuestas  de  carrera,  en  las 
que  el  vencedor  recibía  cierto  distintivo  de  nobleza.  Una  grai> 
fiesta  se  celebraba  dos  veces  al  año,  al  quemar  la  basura  y  arro- 
jar al  campo  las  cenizas.  En  todas  sus  diversiones  representaban 
los  Muiscas  la  muerte,  y  la  música  alegre  alternaba  con  la  triste, 
para  que  nunca  se  olvidase  el  fin  del  hombre,  motivado  esto  sii> 
duda  por  las  condiciones  del  clima  en  que  vivió.  Antes  y  despu^ 
de  la  guerra  hacían  preces  un  mes  seguido,  sin  otra  interrupciói» 
que  para  comer. 

Los  indios  llamaron  á  los  españoles  uchies  y  guagucu,  perc> 
después  los  denominaron  sucguagua,  es  decir,  demonios  luminosos^ 

Los  Chibchas  eran  pequeños  de  estatura,  gruesos  y  bien  for- 
mados, del  color  rojizo  peculiar  de  la  raza,  djos  horizontales  y  narir 
ancha )  la  frente  pequeña  y  deprimida,  los  huesos  .de  las  mejillas 
(los  molares)  prominentes,  y  labios  gruesos ;  sin  barba  hasta  uxu^ 
edad  avanzada.  Más  hermoso  y  de  más  robusta  estatura  era  el 
.grupo  de  los  Guanentáes,  ora  porque  vivían  en  tierras  cálidas  pro- 
ductoras de  víveres  más  jugosos,  ora  porque  — más  aguerridos — 


NuiVA  GlOGKAFIA  DI  COLOMBIA  9O3 


habían  podida  mezclar  un  algo  su  sang^re  con  la  de  los  Caribes,  á 
quienes  habían  tenido  siempre  á  raya. 

Desde  el  punto  de  vista  meramente  histórico,  las  tradiciones 
de  este  pueblo  no  remontaban  á  muchos  años  atrás,  y  ni  aun  alcan- 
zan á  media  docena  de  soberanos ;  y  eran  tan  confusas  y  variadas, 
que  no  pueden  mirarse  sino  como  simples  leyendas,  pero  cuyo  lu- 
gar no  éste,  por  lo  cual  los  encontrará  el  lector  en  el  capítulo  con- 
sagrado á  la  historia.  Los  conquistadores  no  conocieron  siquiera 
al  Zipa  á  quien  arrebataron  sus  estados,  y  el  Zaque,  que  apresaron, 
á  los  pocos  días  murió  de  tristeza. 

Además  de  estos  dos  Estados  principales,  la  familia  Muisca 
abarcaba  otros  c!e  inferior  categoría,  desde  ciertos  puntos  de  vista, 
entre  los  cuales  figuraba  el  más  importante  por  sus  cualidades  et- 
nográficas, como  era  el  de  los  Guanes,  que  ocupaban  la  comarca 
donde  confluyen  el  Chicamocha  y  el  Saravita,  y  que  se  distinguían 
por  la  hermosura  y  gracia  de  sus  mujeres.  Estos  indios  se  some- 
tieron íntegramente  á  los  españoles,  y  fueron  los  que  con  más  faci- 
lidad aprendieron  su  lengua.  No  eran  inferiores  en  civilización  á 
los  Chibchas,  y  les  aventajaban  en  valor,  resistencia  y  honra- 
dez, bien  que  de  la  virtud  de  sus  mujeres  los  cronistas  hablan  mal. 
Los  Guanes  fueron  los  antepasados  de  los  Socórranos  y  los  Pamplo- 
neses actuales,  y  dejaron  algunos  descendientes  que  han  vuelto  al 
estado  salvaje.  Acostumbraban  los  Guanes  criar  como  mujer  el 
quinto  hijo  nacido  en  toda  pareja  familiar. 

Los  Laches,  que  confinaban  con  el  Tundama,  eran  esencial- 
mente guerreros,  gustaban  en  extremo  de  la  lucha,  lo  cual  prac- 
ticaban por  parcialidades  que,  vestidas  de  gala,  sin  más  armas  que 
la  mano,  salían  á  batallar  unas  con  otras,  hasta  que  el  cansancio 
las  separaba;  estas  fiestas,  que  los  españoles  llamaban  momaz,  eran 
afamadas  entre  los  mismos  conquistadores,  y  á  veces  en  ellas  to- 
maban parte  las  mujeres.  Estas  ultimas  llevaban  todo  el  peso  del 
trabajo  entre  los  Laches,  por  lo  cual  imitaban  á  los  Guanes  en  lo 
de  criar  como  hembra,  cusmos,  el  quinto  hijo  varón  ;  y  como  eran 
preferidos  á  los  verdaderos,  la  inmoralidad  tomó  creces  extraor- 
dinarias entre  tales  indios.  Creían  que  los  hombres  habían  salido 
de  las  piedras ;  que  al  morir,  en  éstas  se  convertían,  y  que  había 
de  llegar  el  día  en  que  todos  resucitasen.  Adoraban  especialmen- 
te el  sol,  y  consideraban  la  sombra  como  una  especie  de  divinidad 
tutelar  que  aquél  enviaba  á  cada  ser. 

Al  Norte  de  estos  indios  moraban  los  Chitaeros,  de  quienes 
dicen  los  cronistas  era  imposible  ponderar  suficientemente  la  bru- 
talidad de  sus  costumbres.  En  fin,  al  Oriente  de  los  Guanes,  los 
Agataes,  Yareguíes,  Achaguas,  Aripíes  y  otros,  ocupaban  la  cor- 
dillera que  domina  el  Magdalena  ;  y  eran  Chibchas,  mas  se  ase- 
mejaban á  los  Caribes  en  muchísimos  puntos. 

Al  Sur,  en  la  hoya  del  Sumapaz,  estaban  los  Sutagaos,  de 
pronunciación  meliflua  y  cuya  principal  ocupación  era,  en  cuadri- 
llas, robar  en  los  caminos;  y  tan  pervertidos  en  lo  moral,  que  te- 
nían por  sacrificio  más  acepto  á  sus  divinidades  el  de  una  parte  de 
lo  robado,  y  suponían  que  con  esto  ya  podían  mirar  como  bienes 
legítimos  el  resto  de  lo  así  adquirido.  Eran  afamados  en  el  uso  de 
los  venenos ;  y  lo  mismo  que  sus  similares  los  Doas  y  Cundayes, 


904  NuKVA  Geografía  de  Colombia 


**  dominaban  más  con  el  espanto  de  sus  hechizos  y  yerbas  que  con 
el  valor  de  sus  armas." 

El  segundo  foco  de  la  civilización  en  el  territorio  que  abarca 
hoy  Colombia,  dependía  del  mundo  Quichua,  del  cual  tanto  el 
Ecuador  como  el  Perd  constituyen  el  principal  heredero,  desde  el 
punto  de  vista  étnico.  Los  habitantes  de  las  mesas  de  Túquerres  y 
Pasto  y  los  del  alto  valle  del  Cauca,  en  torno  de  Popayán  vivían 
bajo  la  influencia  de  la  nación  culta  que  moraba  más  al  Sur,  en  las 
altas  tierras  andinas.  Estas  tribus,  de  índole  muy  suave,  residían 
en  grandes  y  hermosas  aldeas,  en  varias  de  las  cuales  encontrá- 
banse casas  de  longitud  capaz  para  albergar  bajo  su  techo  un  cen- 
tenar de  personas.  Estos  indios,  los  más  tímidos  entre  todos  los  de 
la  primitiva  Colombia,  resistieron  poco,  excepto  los  Quillasingas, 
que  disputaron  el  terreno  á  Belalcázar  en  reñidos  combates  ;  y, 
según  Cieza  de  León,  después  de  conquistados  por  los  españoles 
se  dejaban  morir  de  hambre  6  se  devoraban  por  millares  los  unos 
á  los  otros,  por  no  sujetarse  á  aquéllos.  En  los  idiomas  de  las  tribus 
retornadas  al  salvajismo  en  el  valle  del  Cauca,  en  especial  los  Co- 
conucos  de  Popayán,  reconócense  multitud  de  palabras  de  origen 
quichua  ;  lo  que  prueba  que  aunque  el  dominio  de  Tahuantisuyo 
no  pasara  del  Mayo,  tribus  emparentadas  con  los  Quichuas,  como 
los  Guambias,  se  encuentran  al  Norte  de  Popayán ;  ndcleo  que  fue 
roto  por  las  inmigraciones  caribes  que  establecieron  al  Norte  del 
Mayo  pueblos  feroces  y  antropófagos  que  impidiéronlas  relaciones 
entre  los  Peruanos  y  las  dichas  tribus. 

Los  Nutabés  y  los  Tahamíes  de  Antioquia,  de  los  que  los  pri- 
meros ocupaban  el  territorio  entre  el  Cauca  y  el  Porce,  y  los  se- 
gundos la  región  montañosa  entre  este  río  y  el  Magdalena,  se  ase- 
mejaban á  los  Muiscas  por  sus  costumbres  y  estado  social,  pero  han 
dejado  menos  nombre,  seguramente  porque  no  formaban  estados 
poderosos ;  ejercían  también  una  agricultura  rudimentaria,  fabri- 
caban vasijas  de  barro,  tejían  y  teñían  telas  de  algodón,  y  trabaja- 
ban el  oro  modelando  figurillas  de  hombres  y  animales ;  aventa- 
jaban á  los  Chibchas  en  orfebrería  y  en  el  arte  de  construir  puen- 
tes de  bejucos  y  de  excavar  sus  tumbas.  Cuentan  los  cronistas  que 
los  indios  del  valle  de  Aburra,  por  no  sujetarse  al  dominio  de 
los  españoles,  se  ahorcaron  con  sus  propias  mantas,  en  gran  núme- 
ro. Como  las  regiones  de  Antioquia  eran  más  ricas  que  Cundina- 
marca  en  yacimientos  auríferos,  las  tumbas  de  los  Nutabés  y  de 
lot  Tahamíes  han  dado  á  los  buscadores  cantidades  de  oro  más 
considerables  que  las  de  los  Muiscas,  aun  cuando  se  hallan  más 
dispersas. 

Según  el  Padre  Simón,  en  el  W.  de  Antioquia  vivían  los 
Guaraunos,  y  constituían  la  Nación  más  culta  é  inteligente  de  ese 
Departamento ;  les  atribuye  el  uso  de  jeroglíficos,  de  pesas  y  me- 
didas ;  eran  de  extraordinaria  ligereza  en  la  carrera;  cuando  moría 
alguno,  quien  heredaba  á  su  esposa  y  bienes  era  el  más  viejo  de 
sus  esclavos  ;  eran  metempsicósicos,  y  á  la  par  de  avützados,  an- 
tropófagos ¿Eran  descendientes  del  pueblo  que  construyó  esas 
calzadas  que  en  Antioquia  llamaron  la  atención  de  los  conquista- 
dores ?   ¿Eran  Muiscas? 


Nueva  Geografía  dk  Colombia  905 


En  la  hoya  de  La  Vieja,  rodeados  por  grupos  Caribes  que 
acabaron  por  destruirlos,  después  de  terminada  la  conquista,  mora- 
ban los  Quimbayas,  muy  tímidos,  mis  ricos  en  oro,  y  que  si  descui- 
daban laconstrucción  de  las  viviendas,  no  así  la  de  las  tumbas,  que 
excavaban  en  la  roca  con  tanto  cuidado  como  los  egipcios,  y  al  igual 
de  los  Zendes,  colocaban  en  ellas  grandes  riquezas  ¿  Eran  Muiscas? 
¿Eran  Quichuas?  ¿  En  Antioquia  también  existió  otro  grande  esta- 
do roto  en  pedazos  por  tribus  más  salvajes  pero  más  guerreras  ? 

De  los  Gorrones  ó  indios  de  Anserma,  que  vivían  cerca  de  los 
Fijaos,  cuéntase  que  llenaban  de  ceniza  los  pellejos  de  los  prisione- 
ros devorados,  y  ponían  las  cabezas  en  postes  de  guadua,  de  modo 
que  el  aire  produjera  melancólicos  sonidos. 

Los  Fijaos  ocupaban  la  cordillera  del  Tolima  al  Huila.  Entre 
estos  indios  halláronse  ídolos  de  piedra  y  un  reloj  de  sol,  y  entre 
las  tumbas  de  los  jefes  una  especie  de  plano  de  su  correspondiente 
dominio,  labrado  en  piedra.  Creían  en  la  metem psicosis;  sacrifica- 
ban de  continuo  víctimas  inocentes  como  la  mujer,  el  niño,  el  ex- 
tranjero inofensivo,  porque  cuanto  más  pura  fuera  la  víctima,  mejor 
acogida  era  por  las  divinidades  ávidas  de  sangre,  pero  sólo  por  un 
mes(!).  En  caso  de  guerra,  si Jperdían,  el  Mohán  indemnizaba  á 
las  familias  de  los  que  morían  en  la  lucha. 

Empero,  en  esto  puede  haber  una  confusión,  puesto  que  Fie- 
drahita  enumera  Jos  Fijaos  como  los  más  numerosos  de  los  Bár- 
baros y  los  más  extendidos ;  advierte  no  construían  casas,  sino  que 
moraban  en  los  árboles,  los  identifica  con  Natagaimas  y  Coyai- 
mas,  y  los  apellida  los  más  aguerridos  y  valientes  de  todos  ellos, 
inclusive  los  Fantágoros,  y  á  todos  supone  costumbres  análogas  á 
las  de  los  Fanches,  de  donde  puede  inferirse  que  un  mismo  grupo 
etnográfico  ocupaba  todo  el  alto  Magdalena,  siendo  restos  de  él 
los  actuales  Fieces  ó  Tierraadentros. 

Las  tribus  que  vivían  al  Sur  y  al  Occidente  de  la  Sabana,  ó 
sea  en  el  valle  del  alto  Magdalena,  genéricamente  denominados 
Fanches,  hacían  ya  parte  del  pueblo  Caribe,  y  eran  los  más  pode- 
rosos enemigos  de  los  Ch  bchas.  Los  Fanches  andaban  desnudos, 
edificaban  sus  casas  en  las  alturas;  de  comer  carne  humana  hacían 
su  delicia,  hasta  el  punto  de  devorar  en  un  banquete  familial  el 
primogénito ;  jamás  casaban  con  una  doncella  del  mismo  pueblo, 
pero  no  miraban  como  incestuoso  hacerlo  con  la  propia  hermana, 
si  había  nacido  en  otro  lugar.  Eran  tan  valientes  como  esforzados. 
Sangrientas  luchas  sostuvieron  con  los  conquistadores,  tanto  en 
agua  como  en  tierra  ;  nunca  pedían  la  paz,  de  lo  cual  encargaban 
á  sus  mujeres ;  pero  una  vez  sometidos,  fueron  leales  subditos  del 
Gobierno  colonial.  Aun  quedan  restos  de  ellos  en  Coyaima  y  Na- 
tagaima  (?),  pero  olvidaron  su  idioma  por  hablar  el  español. 

En  los  valles  del  río  Negro  y  del  Minero  moraban  los  Coli- 
mas, "crueles,"  y  los  Muzos,  que  no  aceptaban  Jueces  ni  Jefes,  sal- 
yo  en  tiempo  de  guerra ;  por  ünica  ley  tenían  la  del  talión  ;  coloca- 
ban su  cielo  en  los  nevados  que  veían  al  frente ;  tenían  diversas 
costumbres  para  celebrar  el  matrimonio ;  se  suicidaban  por  el  me- 
nor contratiempo,  y  prefirieron  morir  despeñándose,  antes  que  so- 
meterse á  los  conquistadores. 

Nueva  Geografía  de  Cohmbia  TOMO  I— 58 


906 


Nueva  Geografía  di  Colombia 


Cuanto  á  los  Caribes  que  habitaban  el  Mag-dalena  central,  su 
estado  de  salvajismo  era  aun  mayor,  si  cabe,  y  su  miseria  tal,  que 
muchos  no  tenfan  otro  alimento  que  las  hormigas. 


CAPITULO  TERCERO 


Historia 
TABLA  SINTÉTICA  DE  LA  HISTORIA  DE  COLOMBIA 


I.'  ÉPOCA 

{Edades  media  y  m0dema) 

IL  GÉNESIS  DE  COLOMBIA 

(Siglos  X  i  XIV) 

(EL  NUEVO  MUNDO). 

a)    Ix)s  conquistadores  —  Kspaña  ílo 

siglos  ? 
V)  Ix>s  conquistadores — Ix)s  indios  5 

siglos  ? 
€)  El  descubrimiento  :  el  contacto  de 

dos  mundos. 


MONARCAS  ESPAÑOLES 

(Régimen  Colonia  i). 

•)  Casa  de  Ausihar—lAis  reyes  Cató- 
licos, 1479— Carlos  I  (V)  1 516  — 
Felipe  II,  i556- Felipe  iii,  I598 
—Felipe  IV,  i621— Carlos  n, 
i665 — Decadencia  de  España. 

i)  Casa  de  Borlfán— Felipe  y,  i  Too- 
Fernando  VI,  1 746 -Carlos  111, 
1759 — Carlos  IV,  i788— Las  Jun- 
tas  de  Regencia,  1808 — Feman- 
do VII,  1813. 


2.*  ÉPOCA 
(Edad  moderna) 

LA    COLONIA    (310   ANOS) 

(1a  formacir'n  de  un  pueblo  hispano* 
indio). 


(Siglos  XV  á  XIX) 

Casa  de  Autiria. 

a)  La  Conquista  —  5o  aflos  ( 1499  ^ 

1550).' 

b)  La   Audiencia — 14   afos   (i55o  á 

1564). 
El  desorden  y  la  anarquía. 
Fuentes  :  Los  cronistas. 

c)  La  Presidencia — 170  afios  (1564  á 

1740. — I.0S   piratas — La  organi- 
zación. 

Casa  de  BorMn. 

d)  El   Virreinato:   75  afos  (i74o  á 

18 10). 

Desarrollo  del  país— Los  Comuneros 

3.'  ÉPOCA 

{Edad  Contemporánea) 
(Siglo  XIX) 

LA  NACIONALIDAD 

El  pueblo  colombiano — Las   gufltrts 
civiles. 

a)  La  Independencia- 9  afos  (ISloá 

1819). 
h)  La  Gran  Colombia— 13  af.os  (1819 

á  1832). 
Grandeza  y  disolución. 

e)  La  República  :  Nueva  Granada— 

28  aiíos  (1832  á  1860). 
Centralismo  y  Federación — ProTÍn- 

cias. 
d)  Colombia — 40  aflos  (1860  ¿  19OO). 
Federación  y   Centralismo — EtUdos 


Por  razones  de  diversa  índole,  no  tedas  de  buena  ley,  se  ha 
tttablecido  en  Colombia  la  costumbre  de  arrancar  su  historia  del 
.Descubrimiento  de  América,  y  de  hacer  caso  cmiso  de  la  de  la 
Madre  Patria,  como  si  durante  tres  siglos  los  vaivenes  y  modifica- 
ciones de  ésta  no  hubieran  influido  de  una  manera  sustancial  sobre 


Nueva  GeocxatÍa  di  Coloubu 


la  nuestra  por  medio  de  gobernantes,  empleados,  colonoi  y  leyes; 
y  como  si  de  las  relaciones  entre  una  y  otra  no  hubiera  emanado- 
la  causa  que  produjo  la  Independencia ;  y  en  ñn,  como  si  en  la  His- 
toria de  Colombia  independiente  y  de  Eipaña,  no  hubieran  in- 
fluido de  una  manera  decisÍTa,  en  el  siglo  xix,  idénticas  ó  seme- 
jantes causas,  que  obraban  de  tiempo  atrás  hasta  el  punto  de 
no  producir  en  ambos  países  sino  un  solo  fruto  :  la  guerra  civil^ 
el  amor  á  la  revuelta,  la  noción  del  regionalismo  y  del  partido  sóbre- 
la de  patria  y  bien  comdn,  con  idéntico  resultado  :  la  ruina  de  Ib 
nación,  el  alto  cambio  sobre  el  Extranjero,  la  intransigencia  y  el 
odio  entre  los  circuios  políticos  y  el  desprecio  de  las  potencias  ci- 
vilizadas. 

Tiempo  es,  pues,  de  abandonar  esos  senderos  errados  é  incor- 
porar como  capítulo  de  la  prehistoria  patria  tanto  el  estudio  gene- 
ral de  las  tribus  indígenas  que  poblaban  el  país,  como  el  de  la  raz&. 
conquistadora,  uña  vez  que  de  la  fusión  de  los  dos  grupos  resultd  lar 
Nacióncolombiana. 

Antes  la  historia  era  tema  para 
escribir  páginas  elocuentes ;  hoy  se 
limita  á  buscar  la  verdad  en  los 
tiemposylosdetalles  para  represen- 
tar fielmente  una  sociedad;  por  este 
camino  no  se  llega  á  profetizar  los 
acontecimientos,  porque  los  hechos 
no  se  repiten  aun  cuando  se  repro- 
duzcan :  no  dice  lo  que  será  el  maña- 
na, pero  en  el  depósito  de  la  expe- 
riencia, incita  á  los  políticos á  que  Fig.  3J5-AtquedoRl>  colombU».. 
aprendan  á  gobernar  y  muestra  el  V«)o  de  »rcill«  dt  l<»  Armai. 
lazo  que  une  el  presente  al  pasado, 
el  castigo  al  pecado,  de  tal  manera 

que  si  la  justicia  mundanal  á  veces  no  hiere  al  culpable  y  salta, 
generaciones  enteras,  jamás  deja  de  alcanzar  i  los  pueblos :  por- 
esto  "  sabiduría  y  grandeza,  impericia  y  decadencia,  son  los  tér- 
minos de  la  .ecuación  que  toca  resolver  al  historiador." 


PRIMERA  ¿POCA  — LOS  ORÍGENES 

a)  I/)s  Conquisiado'es — Los  primitivos  habitantes  de  España  fue- 
ron los  Iberos,  cuyo  origen  se  ignora,  y  los  Celtas,  que  i  ella  pa- 
saron desde  la  Galia  (Francia).  Los  Iberos  moraban  principalmen- 
te al  Mediodía  y  al  E.;  los  Celtas  le  establecieron  al  N.  y  al  W  ; 
de  la  fusión  de  los  dos  resultaron  los  Olliberos,  que  ocuparon  el  cen- 
tro. Luego  á  la  Península  arribaron  en  lorma  de  Colonias  grupos 
mis  ó  menos  grandes  de  otros  pueblos :  primero  los  Fenicios,  que 
fueron  i  la  vez  los  maestros  de  los  aborígenes ;  luego  los  Griegos,, 
después,  por  el  Mediodía,  los  Cartagineses,  que  sometieron  caií 
toio  el  país  y  fundaron  una  segunda  Cartago  (Cartago  menor, 
Cartagena),  y  de  pronto  se  vieron  detenidos  en  su  avance  por  los- 


908  Nueva  Giografia  di  Colombia 


Romanos,  que  penetrando  por  el  Norte  habían  llegfado  hasta  el 
Ebro.  Este  nuevo  contacto  de  dos  grandes  pueblos  rivales  dio  pá- 
bulo á  la  lucha  que  los  dividía  de  años  atrás,  y  provocó  en  Sagun- 
to  la  2/  Guerra  Pünica,  en  la  cual  acaudilló  á  los  Cartag'ineses 
Aníbal,  el  más  grande  Capitán  de  la  Historia,  en  la  que  la  Ciudad 
Eterna  estuvo  á  punto  de  ser  vencida,  y  decidió  la  soberanía  del 
mundo  en  favor  de  los  Romanos.  En  esta  g'uerra  (2 19-204  a.  c.)  los 
Cartagmeses  perdieron  de  un  g^olpe  casi  todas  sus  conquistas  en  Es- 
paña, de  suerte  que  los  Romanos,  después  de  la  toma  de  Numancia 
(233,  3.*  Guerra  Pdnica),  fueron  los  dueños  absolutos  de  la  Penín- 
sula y  la  poseyeron  hasta  el  siglo  v  de  nuestra  era  :  durante  este 
tiempo,  se  rej^istran  en  España  las  luchas  de  Viriato  y  de  Sertorio 
contra  Roma,  y  las  g'uerras  civiles  que  acabaron  con  la  República 
y  establecieron  el  Imperio. 

En  410  los  primeros  Bárbaros,  los  Vándalos,  los  Suevos  y  los 
Alanos,  que  llegaban  por  el  N.,  devastaron  la  Península  y  aun  se 
establecieron  en  ella ;  pero  en  428  llegaron  los  Visigfodos,  que  muy 
pronto  se  apoderaron  de  todo  el  país,  menos  el  pequeño  reino  de 
los  Suevos  (al  N\V.),  no  conquistado  sino  un  siglo  después.  En  61  r 
los  visigodos,  tras  arrojar  á  los  Griegos  del  bajo  imperio,  que  en  el 
reinado  de  Justiniano  habían  sentado  el  pie  en  la  parte  Sur  de  Es- 
paña, quedaron  dueños  absolutos  del  territorio,  y  entonces  fue- 
ron los  grandes  tiempos  de  la  Monarquía  visigoda,  que  promulg^ó 
Códigos  y  se  agitó  en  discusiones  religiosas  hasta  que  el  Catolicis- 
mo venció  al  arrianismo. 

A  su  turno  en  710  llegaron  por  el  Sur  los  Árabes,  que  en  una 
tola  batalla  (Guadalcte)  acabaron  con  la  monarquía  y  rechazaron 
hacia  el  N.  á  los  Visigodos,  de  los  cuales  no  mantuvo  su  indepen- 
dencia sino  un  pequeño  grupo  acorralado  en  las  montañas  de  As- 
turias, cuna  del  pequeño  reino  de  León.  Entonces  fue  España  pro- 
vincia del  grande  Imperio  ó  Califato  de  Damasco;  pero  en  756  se 
separó  para  formar  un  Estado  aparte,  llamado  Califato  de  Córdo- 
ba ó  Califato  Ommiada,  que  duró  275  años,  y  tuvo  días  de  verda- 
dera grandeza,  en  los  que  la  ciudad  de  Córdoba  fue  el  París  de  la 
época ;  este  imperio  terminó  desmembrado  en  una  veintena  de  rei- 
nos de  escasa  magnitud,  entre  los  cuales  descollaron  Toledo,  Cór- 
doba, Sevilla,  &c. 

Durante  los  tres  siglos  del  poderío  muslímico,  el  minúsculo 
reino  cristiano  del  Norte  ó  de  León  había  crecido  sin  cesar  á 
expensas  del  Califato;  en  el  siglo  xiii  se  extendía  hasta  el  Duero, 
y  condes  cristianos  vasallos  habían  reconquistado  á  Castilla  la  Vie- 
ja. Por  otra  parte,  por  el  NE.  Pepino  y  Carlomagno,  soberanos 
de  los  Francos,  habían  ganado  á  los  Musulmanes  el  territorio  entre 
los  Pirineos  y  el  Ebro,  con  el  que  constituyeron  la  Marca  de  Espa- 
ña;  en  83 1 ,  Agar  se  hizo  independiente  en  la  parte  occidental  de 
«sa  Marca  y  fundó  el  reino  de  Navarra,  á  la  vez  que  en  la  orien- 
tal se  constituía  el  Condado  de  Barcelona,  que  permaneció  feuda- 
tario de  Francia  hasta  1258.  La  Casa  de  Navarra  acabó  por  abar- 
car todos  los  Estados  cristianos  de  la  Península,  pero  so  dividió  en 
tres  líneas,  cada  una  de  las  cuales  tuvo  su  reino :  Castilla  (Castilla 
y  León),  Aragón,  Navarra,  que  se  extinguieron  sucesivamente  ea 
1 109,  1 1 34,  1234,  siendo  reemplazadas  por  tres  dinastías  france- 


Nueva  Geografía  de  Colohbu 


sas  llamadas  de  Borj^ona,  de  Barcelona  y  de  Champaña,  bien  que 
Arag;i5n  y  Barcelona  quedaron  en  las  mismas  manos.  Además,  de 
109S  á  1 1 39  se  habfa  formado  otro  reino  cr\s  tiano  en  la  parte  oc- 
cidental de  la  Península,  el  de  Portugal,  regvdo  por  una  línea  bas- 
tarda  de  la  Casa  de  Borgoña. 

Lo*  cuatro  reinos  cristianos,  con  frecuen- 
cia en  lucha  ci»¡l  entre  sí,  estaban  sin  cesar  en 


s  Moros,  herederos  del  poderío 


.2  a 

I  la  España  Meridional  fue  in-  i  3 

vadida  por  los  Almorávides,  oriundos  de  Ma-  "g  -g 

rruecos,  los  quese  apoderaron  de  la  comarca  ,«  ^ 

con  la   victoria  de  Zallaca,  rechazaron  á  los  ^  M 

cristianos,  ¿guiados  por  ei  célebre  Almanzor,  |  ^ 

y  conservaron  su   preeminencia  hasta  114S:  S"  S 

en  seg;uida  pasaron  de  África  los  Almohades  "í  ¿ 

(114^1129),  y  lu^^o  los  Mermitas  (1267-  ^MH^^  '^  -8 
1344).  En  medio  de  esas  seguidas  revoluciones  ^^^VW  '^  *> 
intestinas  los  Musulmanes  perdían  terreno  sin  ^^^^^7  i  s 
cesar:  vencidos  por  los  Cristianos  en  cien  com-  ^^^^^  3 
bates,  principalmente  en  los  decisivos  de  las 
Navas  de  To!  osa  (1212)  y  de  Tarifa  (ij40),muyen  bre^e  habrían 
sido  arrojados  del  todo  en  España  sin  las  continuas  "disensione» 
entre  ios  Príncipes  cristianos,"  pues  í  fines  del  siglo  iiii  el  único 
estado  musulmán  que  aiSn  subsistía  era  el  de  Granada,  que  no  su- 
cumbió sino  en  1492. 

Entre  tanto  los  dos  reinos  de  Castilla  y  de  Aragdn  se  hacían 
más  y  más  poderosos,  el  primero  por  sus  conquistas  en  España,  el 
segundo  por  la  anexión  de  las  Baleares  y  de  Cerdeña,  y  en  1469 
quedaron  reunidos  por  el  matrimonio  de  los  Reyes  Católicos,  ei 
decir,  de  Fernando  de  Aragón  y  de  Isabel  de  Castilla,  lo  que  per- 
mitió al  fin  la  toma  de  Granada  y  la  definitiva  expulsión  de  loi 
Moros.  En  1512  se  anexó  la  Navarra  española  á  esas  porciones,  de 
manera  que  cuando  Carlos  v  de  Alemania  y  i  de  España,  nieto  de 
los  Reyes  Católicos,  subió  al  trono  en  1516,  la  Península  no  forma- 
ba sino  un  solo  Estado,  que  por  englobar  i  Sicilia,  Cerdeña,  el 
Reino  de  Ñapóles,  el  Franco.  Condado,  los  Países  Bajos,  el  Mila. 
nesado ;  por  el  Descubrimiento  y  Conquista  de  una  gran  parte  de 
América  (Antillas,  México,  Nueva  Granada,  Perii,  Chile,  Bueno» 
Aires),  y  últimamente  por  la  adquisición  de  Portugal  (1580)  con 
sus  colonias  (Brasil,  África,  India,  Oceanía),  hicieron  de  España  en 
el  siglo  XVI  la  potencia  preponderante  de  Europa,  precursora  de 
la  Inglaterra  del  siglo  xu,  ó  sea  donde  "  nunca  se  ocultaba  el  sol." 

Empero,  tanta  grandeza  no  fue  duradera,  pues  errores  polí- 
ticos de  diversa  clase,  guerras  costosas  y  la  falta  de  unidad  del 
conjunto  lo  disgregaron  en  el  breve  espacio  de  tiempo  en  que  rei- 
nó la  Caj«  i/f  .títtj/ríii¡(Carlos  i,  1516  ;  Felipe  II,  iSS6;Felipe  iii, 
IÍ98,  Felipe  IV,  1631  y  Carlos  11,  i&5s)i  que  se  extinguió  con  un 
monarca  demente.  En  efecto,  la  expulsión  inconsulta  de  los  judtos 
(1492)  y  de  Ios^oros(i6o9^,  los  rigores  de  la  Inquisición,  la  emi- 
gración de  multitud  de  peninsulares  que  iban  i  buscar  fortuna  i 
América  y  á  las  otras  Colonias,  la  lucha  religiosa  con  el  protes. 
tantismo,  y  la   corrupción  que  engendró  el  oro  del  Nuevo  Mundo, 


^O  NuivA  GedokafÍa  »I  G)LUMBIA 


Ilicieron  perder  sucesivamente  á  España  la  mitad  de  los  Países  Ba- 
jos (1609),  Portugal  y  sus  colonias  (1640),  Rosellon  y  Artois  (1659) 
y  el  Franco-Condado  ( 1679),  á  la  vez  que  la  mitad  de  su  población, 
su  vig-or,  su  industria  y  su  prestigfio. 

La  extinción  de  la  línea  austríaca  trajo  la  sang-rienta  guerra 
de  la  Sucesión  de  España  (i  701-17 14),  que  colocó  en  el  trono  de 
Castilla  un  nieto  de  Luis  xiv,  pero  que  dio  á  las  demás  potencias  ce- 
losas del  poderío  de  Francia,  la  ocasión  y  el  pretexto  para  arrebatar 
Á  España  todas  sus  posesiones  europeas  fuera  de  la  península.  Fue- 
ronmonarcas  de  la  Casa  de  Borbón  Felipe  v,  1700;  Luis  i,  1724; 
Felipe  V  (otra  vez)  1724;  Fernando  vi,  1746;  Carlos  iii,  1759;  Car- 
ios  IV,  1788;  y  Fernando  vii,  18 13.  Cuanto  á  la  Nueva  Granada,  el 
advenimiento  de  esa  Casa  le  produjo  la  erección  del  Virreinato 
(1718),  prueba  palmaria  de  la  labor  cumplida  en  estas  regiones 
«n  dos  siglos,  y  la  cual,  siempre  olvidada  por  los  historiadores, 
fue  la  causa  que  más  influyó  en  la  Independencia,  según  se  dijo  en 
su  lugar;  nos  referimos  á  que  en  América  y  principalmente  en 
Colombia,  se  arraigaron  las  tradiciones  de  cultura  y  etiqueta  del 
tiempo  de  los  Felipes,  en  tanto  que  en  España,  bajo  la  Casa  de 
Borbón  se  transformó  el  carácter  español,  de  suerte  que  en  cierto 
modo  quedaron  en  frente  dos  nacionalidades  diversas,  irritada  más 
y  más  la^americana  con  el  acento  y  modales  de  los  otros,  que  se 
•tomaba  por  despotismo,  grosería  y  desprecio,  cuando  no  era  sino 
la  esencia  de  lo  que  sucedía  en  la  península  y  no  podía  conce- 
birlo la  mayoría  de  los  criollos.  Como  se  comprende,  esta  causal 
decisiva  fue  hábilmente  explotada  por  los  jefes  de  la  revolución. 

En  1808  Napoleón,  aprovechándose  de  las  disensiones  de  la 
familia  real  de  España,  colocó  en  el  trono  de  ésta  á  su  hermano  José 
^1808-1814),  ío  que  provocó  una  guerra  encarnizada  con  Fran- 
cia y  fue  una  de  las  causas  de  la  caída  del  Emperador.  Durante 
esa  guerra  de  independencia  las  Cortes  dieron  al  país  (18 12)  una 
Constitución  liberal  que  fue  acogida  con  entusiasmo.  En  18 14  vol- 
vieron los  Borbones  al  trono  ;  Fernando  vii  restableció  el  poder 
absoluto,  lo  que  exacerbó  la  guerra  que  á  la  sazón  ardía  en  Amé- 
rica; en  1820  estalló  una  revuelta  en  la  isla  de  León,  entre  el 
ejército  que  venía  á  sujetar  á  América,  lo  que  dio  por  resultado  el 
establecimiento  de  un  Gobierno  constitucional,  derribado  tres  años 
después  por  un  ejército  francés  llamado  por  Fernando,  todo  lo  cual 
contribuyó  no  poco  al  triunfo  de  la  Independencia  americana. 

Fue,  pues,  bajo  el  reinado  de  Femando  vii  cuando  se  iniciaron 
esas  series  de  revueltas  que  llenan  la  historia  de  España  en  el  si- 
filo  XIX  y  sucesivamente  arrebataron  á  la  Madre  patria  todas  las 
colonias  que  poseía  en  el  globo,  dejándola  reducida  á  lo  que  era 
en  la  época  del  descubrimiento  de  América.  ¡Cuatro  siglos  de  gi- 
£a.ntcscos  esfuerzos  sin  resultado  real ! 

En  la  época  del  descubrimiento  de  América  y  en  los  años  si- 
•jl'úientes  España  sobresalía  por  su  agricultura,  sus  industrias  y  sus 
«rtes ;  los  viajeros  de  la  época  la  pintan  de  manera  que  resulta 
superior  en  cierto  modo  á  la  España  del  día,  y  pgr  lo  tanto  estaba 
-•cá  capacidad  de  llevar  á  los  países  recién  descubiertos  la  simiente 
•  de  esa  civilización,  que  por  causas  complejas  no  prosperó  como 
debiera  en  su  nueva  patria. 


KVIVA  GlOClATIÁ  DB  COLOHIIA  9 1 1 


Dos  sigilos  después,  por  culpa  del  Descubrimiento  del  Nuevo 
Mundo,  todo  había  cambiado :  ya  no  hay  hombres  de  Estado,  Ge- 
nerales ni  escritores ;  los  grandes  dejan  entrar  la  miseria  en  sus 
palacios,  para  mal  comer  tienen  que  vender  al  extranjero  hasta 
muebles,  de  manera  que  al  ver  los  convoyes  de  carretas  que  lle- 
van los  despojos  de  su  antigua  opulencia,  Madrid  parecía  ciudad 
tomada  por  asalto.  Todos  quieren  ser  empleados,  turban  el  Go- 
bierno con  sus  cabalas,  viven  en  el  desprecio  del  mérito  y  la  ley 
^'destruyendo  la  reyedad  que  los  había  destruido."  El  desierto  in- 
vade los  campos ;  las  fábricas  se  cierran;  obreros  extranjeros  aca- 
paran los  oficios  y  los  jornales ;  el  comercio  decae ;  la  exportación 
se  reduce  á  unos  pocos  cientos  de  miles ;  el  hambre,  la  peste  y  la 
emigración  reducen  la  población  de  8  á  4  millones  de  infelices  cuyo 
aspecto  excita  la  piedad.  Y  sin  embargo,  en  esa  masa  estoica,  pero 
aún  capaz  de  abnegaciones  heroicas,  se  guardaba  la  reserva  del 
porvenir.  ¿  Semejante  estado  no  debió  influir  por  contragolpe  so- 
bre América?  Evidentemente  sí.  Al  advenimiento  de  laCasadeBor- 
bón  principia  la  tarea  de  restañar  tanto  daño :  el  Gobierno  tra- 
baja con  celo  no  siempre  cuerdo,  y  poco  á  poco  el  país  se  regene- 
ra de  manera  que  en  tiempo  de  Carlos  iii  ya  el  cuadro  ha  cambia- 
do por  completo,  pero  dominado  por  la  influencia  francesa  y  el  espí- 
ritu de  los  Enciclopedistas.  En  el  nuevo  progreso  hay,  sin  embargo, 
gérmenes  de  decadencia  que  asoman  en  tiempos  de  Carlos  iv, 
provocan  la  revuelta  de  las  Colonias,  traen  el  Gobierno  de  José 
Bonaparte  y  de  Fernando  vii,  y  por  ende  la  Independencia  de 
América. 

b)  Los  conquistados.  Ante  todo  es  preciso  advertir  que  en  la  épo- 
ca de  la  conquista  la  población  indígena  no  era  en  Colombia  tan 
densa  como  lo  es  en  la  actualidad,  á  pesar  de  que  así  lo  hayan  afir- 
mado varios  autores,  y  que  esa  población,  según  los  principios  de  la 
Etnografía,  se  dividía  en  dos  grupos  principales,  Caribes  y  Andinos^ 
que  en  donde  llegaron  á  mezclarse  produjeron  mestizos  al  modo 
de  los  Guanes.  El  tinte  de  todos  los  indios  variaba  del  moreno  os- 
curo al  amarillo  marrón,  según  la  altura  y  el  medio.  Ciertos  ca- 
racteres eran  comunes  á  casi  todos :  cabello  negro  y  espeso, 
barba  rala  y  corta,  pómulos  salientes,  ojos  pequeños  y  hundidos, 
y  fuertes  mandíbulas.  Hasta  hoy  ni  la  ciencia  ni  los  escritores 
americanistas  han  podido  precisar  las  migraciones  que  distribuye- 
ron los  indios  sobre  el  suelo  de  América,  y  los  naturales  tampoco 
tenían  tradiciones  importantes  sobre  sus  orígenes.  Apenas  sabe- 
mos que  los  Andinos  venían  del  Sur  y  los  Caribes  del  Norte,  y  son 
numerosas  las  analogías  entre  los  indios  y  los  mongoles.  Empero, 
sea  de  ello  lo  que  fuere,  todos  los  americanistas  convienen  en  que 
los  aborígenes  pertenecen  á  varios  grupos  ctnográficeos,  sin  poder 
establecer  relaciones  precisas  entre  los  diversos  pueblos  semicivi- 
lizados  del  Continente  y  los  habitantes  que  aún  subsisten,  con  los 
que  edificaron  las  ciudades  y  monumentos  cuyas  ruinas  hoy  asom- 
bran, y  muchas  de  las  cuales  yacían  bajo  el  bosque  desde  antes 
de  la  conquista. 

En  una  palabra,  diversos  grados  de  civilización  se  habían  su- 
cedido ó  coexistían  en  Colombia,  cotno  en  todo  el  Continente  ame- 
ricano, á  fines  del  siglo  xv:  en  lo  más  bajo  de  la  encala  estaban  los 


912  NuxvA  Geografía  dx  Colombia 


pueblos  arrollados  al  Caquetá  por  los  Caribes,  ó  sea  los  salvajes 
nómades;  más  arriba  esos  invasores,  algo  menos  salvajes,  pK)r  ser 
agricultores,  y  por  ultimo  los  Chibchas  de  Bogotá  y  Tunja,  dividido» 
en  grupos,  desde  ese  mismo  punto  de  vista.  Fuera  del  país  eran  á 
éstos  superiores  los  Quichuas,  los  Aztecas  y  los  Mayas.  En  el  caso 
de  admitir  la  hipótesis  de  las  migraciones  asiáticas,  la  rama  mon- 
gólica que  penetró  en  América  sufrió  transformaciones  sucesivas 
bajo  la  acción  de  nuevos  climas,  y  para  esto  no  es  necesario  supo- 
nerlas en  remota  antigüedad.  La  acción  del  medio  es  rápida :  los 
yanquis,  por  ejemplo,  en  el  Este  se  parecen  ya  á  los  Iroqueses  y 
en  el  Occidente  á  los  Siux.  Por  lo  que  hace  á  idiomas,  que  se 
contaban  por  centenares,  todos  eran  aglutinantes,  y  si  tenían  en- 
tre sí  grandes  analogías  gramaticales,  en  el  vocabulario  diferían 
hasta  lo  infínito.  Los  grupos  ó  naciones  organizadas  con  una  forma 
de  gobierno  y  una  jerarquía  sacerdotal  por  el  estilo  de  los  impe- 
rios asiáticos,  se  habían  instalado  en  las  alítplamlles  y  valles  supe- 
riores de  los  Andes  ;  los  salvajes  erraban  al  Oriente  de  esas  mon- 
tañas. Las  civilizaciones  permanecían  aisladas  y  se  ignoraban  en- 
tre sí  ó  poco  menos,  salvo  quizás  Peruanos  y  Chibchas,  lo  que  in- 
dica más  próximo  parentesco.  Los  civilizados  tampoco  sabían  gran 
cosa  sobre  los  pueblos  salvajes  que  los  rodeaban,  pero  tenían, 
como  se  ha  dicho,  la  misma  constitución  física,  instituciones  y  usos 
análogos  y  hasta  afínidades  de  lenguaje. 

Los  deM:ubridores,  Colón  y  sus  inmediatos  sucesores,  no  vie- 
ron sino  tribus  salvajes,  mansas  ó  feroces ;  fueron  los  grandes  con- 
quistadores, los  que  realizaron  sus  hazañas  de  1520  á  1550,  los 
que  vinieron  á  las  manos  con  las  naciones  civilizadas.  Según 
sus  relatos,  hallaron  sobre  lob  Andes  grandes  ciudades,  palacios  y 
jardines  magníficos,  templos,  calzadas  y  acueductos,  telafe  y  rique- 
zas en  profusión,  organización  política  social,  variando  desde  el 
patriarcado  hasta  la  soberanía  absoluta,  instituciones,  cortes,  tri- 
bunales, administración  fiscal,  leyes,  comercio,  escuelas,  prácticas 
religiosas,  monedas,  calendarios,  &c. 

¿Vieron  realmente  esas  maravillas  los  conquistadores?  ¿  O  lo 
que  vieron  lo  agrandaban  á  impulsos  de  una  imaginación  meri- 
dional caldeada  por  fatigas  y  peligros  increíbles  y  renovados  sin 
cesar  ?  Hoy  toda  una  escuela  de  historiadores  sostiene  que  no 
puede  ponerse  confianza  en  ninguno  de  los  relatos  de  los  con- 
quistadores, reproducidos  luego  sin  criterio  por  los  cronistas.  Se 
gún  esa  escuela,  no  hubo  civilización  maya,  ni  civilización  muisca, 
sino  un  estado  general  mixto  entre  la  barbarie  y  una  cierta  civi- 
lización ;  en  la  imaginación  de  los  españoles,  salvajf  s  mal  vestidos 
con  telas  mal  pintadas,  plumas  y  láminas  de  oro,  se  cambiaron  en 
pueblos  de  ricas  y  suntuosas  vestiduras;  jefes  de  caseríos  se  trans- 
formaron en  soberanos  rodeados  de  pompa  europea ;  ranchos  don- 
de se  albergaban  familias  enteras,  se  convirtieron  engrandes  pa- 
lacios. Otros  autores,  conviniendo  en  que  no  debe  tomarse  á  la  letra 
todo  lo  que  dicen  los  cronistas,  sostienen  que  ese  tejido  de  errores 
y  de  exageraciones  cubre  un  fondo  indiscutible  de  verdad.  Des- 
graciadamente la  cvüilizadbn  muisca,  aún  más  que  la  mexicana 
y  la  peruana,  era  una  creación  efímera  que  se  disolvió  al  pri- 
mer contacto  con  los  europeos,  quienes  apenas  tuvieron  tiempo  de 


NusvA  Gkograf/a  di  Colombu 


913 


entreverla  como  á  la  luz  de  un  relámpago  antes  de  su  repentina 
destrucción.  En  especial  dio  superioridad  á  los  blancos  el  que  ésto» 
conocían  el  hierro,  la  pólvora,  el  caballo  y  la  imprenta,  de  mane- 
ra que  los  indios  se  encontraban,  desde  el  punto  de  vista  intelec- 
tual, en  una  especie  de  infancia,  y  no  se  tomaron  pérfidos,  traidores, 
sino  cuando  los  blancos,  á  quienes  recibían  como  hombres  de  una 
raza  superior,  exhibieron  sus  vicios  y  crueldades.  El  indio  ameri- 
cano era  abominablemente  cruel,  pero  los  conquistadores,  á  su 
modo,  no  lo  eran  menos :  los  pueblos  que  iban  á  ponerse  en  con- 
tacto, educados  por  centurias  de  g^uerra  continua,  tenían  que  legfar 
sus  tendencias  á  sus  sucesores. 


m 


Figura  327 — El  río  Bogotá,  según  la  Nurva  Geografía  de  Colombia  y  según  1» 

Carta  oficial. 


En  la  época  del  descubrimiento,  los  gfrupos  indígenas  vivían 
en  estado  salvaje  en  su  mayor  parte,  errantes  ó  poco  menos  en  Ios- 
bosques  y  praderas ;  pero  otros,  de  los  establecidos  en  las  tierras 
elevadas,  constituían  nacionalidades  y  habían  alcanzado  cierto  gra- 
do de  civilización,  conforme  lo  demuestran,  entre  otros  hechos,  Lis 
ruinas  de  construcciones  monumentales,  que  se  encuentran  en  todas 
las  cordilleras  del  Occidente  del  Nuevo  Mundo. 

La  conquista  y  colonización  detuvo  ó  aniquiló  los  progresos  de 
esa  raza,  que  decreció  rapidísimamente  al  contacto  de  otra  supe- 
rior, y  hoy  quedan  de  ella  pocos  individuos,  en  lo  general  salvajes^ 
algunos  del  todo  independientes,  aislados  ó  confederados. 

Las  razas  indígenas  que  existían  en  Colombia  comprenden  cua- 
tro grandes  grupos :  I. °  Mexicanos,  cuyas  ramas  llegaron  i  Chiri- 
quí;  3.°  Ando-peruano,  que  abarca  á  los  Chibchas,  para  nosotro6^ 


914  NuivA  GiockáfÍa  dk  Colombia 


en  primer  término,  los  Quichuas  y  Aimaras  del  Ecuador-Perú,  y 
también  otros  grupos  no  bien  determinados  que  moraban  en  las 
Cordilleras,  hasta  Mérida ;  3.°  La  Caribe  6  Brasilero  guaraní,  con 
ndcleo  en  el  gran  triángulo  de  Maracaibo,  la  boca  del  Plata  y  el 
Cabo  San  Roque :  los  Caribes  en  la  cuenca  inferior  del  Orinoco, 
los  Guaraníes  en  Los  Llanos  y  las  Selvas ;  y  4.°  Los  Botocudos  de 
las  selvas  del  Caquetá.  También  habitaban  los  caribes  en  la  Costa 
y  el  Chocó. 

El  hombre  existió  en  América  desde  t¡empK)s  remotísimos,  y 
su  industria  primitiva  se  asemeja  casi  perfectamente  á  la  del  eu- 
ropeo de  la  edad  de  piedra,  sólo  que  en  vez  del  sílex,  escaso  en 
el  Nuevo  Mundo,  empleó  otras  rocas,  en  especial  la  obsidiana, 
cuyos  fragmentos  partidos  por  percusión,  le  suministraban  cuchi- 
llos, lanzas,  cinceles,  puntas  de  flecha,  &c.  Los  estudios  modernos 
establecen  que  si  no  es  posible  en  América  dividir  los  tiempos 
histórios  de  los  prehistóricos,  sí  se  puede  afirmar  que  la  raza  roja 
no  es  oriunda  del  Nuevo  Mundo,  sino  venida  de  otros  continentes, 
y  qui  los  grandes  pueblos  que  civilizaron  los  montes  se  forma- 
ron en  América  y  absorbieron  á  los  que  luego  llegaron  casual  ó 
deliberadamente  á  esas  regiones.  Cuanto  á  las  inmigraciones  de 
los  tiempos  prehistóricos,  no  sólo  las  hubo  de  Asia  sino  de  África, 
según  lo  indican  los  tipos  negroides  de  ciertas  esculturas,  como  las 
de  San  Agustín :  amarillos  y  negros,  fundidos  bajo  las  condiciones 
que  produjeron  una  flora  y  fauna  especial,  originaron  el  tipo  rojizo 
más  ó  menos  claro  ú  oscuro  de  los  americanos  indígenas. 

Creen  hoy  todos  los  americanistas  que  las  ruinas  monumenta- 
les de  construcciones  gigantescas  que  se  encuentran  en  diversos 
lugares  de  América,  son  antiquísimas,  de  origen  exclusivamente 
american  >,  contempDráneas  por  lo  menos  de  las  Pirámides  y  pala- 
cios de  E^'ipto  y  de  Asiria,  y  producto  de  una  civilización  destruida; 
y  que  las  monarquías  azteca,  peruana  y  muisca  eran  relativamente 
modernas,  formadas  con  los  restos  salvados  de  aquella- civilización 
no  sólo  más  antigua,  sino  lo  que  es  más  notable,  mucho  más  adelan- 
tada. En  la  Aménca  del  Norte  la  raza  más  civilizada  fue  la  de  los 
Nahuas  ;  en  la  central  la  de  los  Mayas,  que  formó  en  edades  remo- 
tas el  imperio  Xibalba,  y  en  la  del  Sur  los  Aymarás;  algunos  creen 
que  los  Nahuas  bajaron  hasta  Solivia,  pero  estas  son  opinione&erró* 
neas,  pues  todo  indica  no  pasaron  de  los  Andes  septentrionales.  En 
tal  caso,  lo  repetimos,  lo  que  existía  en  el  siglo  xv  era  moderno,  y 
muchos  suponen  que  en  América  ocurrieron  hechos  semejantes  á  los 
que  en  Europa  ocasionaron  la  destrucción  del  Imperio  romano  por 
los  Bárbaros.  Y  así  como  éstos  formaron  luego  nuevas  nacionalida- 
des sobre  las  ruinas  de  aquél,  así  también  en  América,  destruida 
la  antigua  cultura,  tras  algunos  siglos  de  perturbación  y  anarquía 
aparecieron  los  nuevos  Estados  hallados  por  los  conquistadores 
europeos,  y  cuya  historia  no  nos  es  conocida  sino  en  parte  apenas, 
porque  no  tenían  archivos  ni  escritura ;  la  tradición  era  todo,  y  ésta 
confusa  y  variable  en  detalles  de  una  localidad  á  otra.  Y  la  conquis- 
ta se  realizó  en  época  en  que  la  humanidad  carecía  de  luces  y  hábi- 
tos f>ara  cierta  clase  de  trabajos. 

De  lo  dicho  resulta  que  es  imposible  resumir  la  historia  del 
Nuevo  Mundo  anterior  al  siglo  xv,  tal  como  puede  presentarse  en 
conjunto  la  de  Europa.  Cabe  únicamente,  teniendo  en  cuenta  indi- 


NuiTA  Geobrafia  de  CoLota 


cios,  tradiciones,  mitos,  costumbres,  formas  sociales,  políticas,  ic, 
«sbozar  a!g:unas  ideas  sobre  lo  que  era  el  indio  antes  de  la  con- 
quista. En  el  momento  del  arribo  de  los  peninsulares  á  nuestras 
costas,  las  nueve  dícimas  partes  del  territorio  estaban  ocupadas  por 
indios  salvajes  nómades  ó  seminómades,  mansos  unos  pocos,  bravos 
loi  mis,  sin  formas  sociales  ó  apenas  rudimentarias,  por  cientos  de 
miles  viviendo  en  los  árboles,  en  guerra  perpetua  enlre  si ;  y  una 
diícima  pane  habitada  por  hombres  de  otra  nía,  con  incipiente 
civili/acj'Sn  y  organización  social  mis  adelantada,  peto  no  en  zona 
continua  sino  en  grupos  aislados  en  los  valles  y  montes  de  los  An- 
des, repartidos  en  dos  niícleos  principales ;  uno  Quichua  al  Sur ; 
otro  mixto  al  Centro  (Chibchas),  y  en  multitud  de  partes  restos  y 
huellas  de  civilización  más  perfecta  y  perdida. 


FiguDL  318 — £1  Valle  de  Burilicii  (Antioquíal,  según  un  dibujo  de  la  Cerní 
Corogrífic»— Inédjlcí 


A  seguir  las  indicaciones  de  la  geografía  físic»,  podría  decir- 
se que  migraciones  del  Sur,  venidas  en  un  solo  tronco,  se  abrieron, 
amoldándose  al  abanico  de  los  Andes,  y  en  f  1  remate  de  e'stos  se 
cruzaron  con  migraciones  del  N\V.,  se  modificaron  mutuamente  y 
rompieron  en  grupos  por  las  formas  del  terreno,  lo  que  no  los  dejó 
progresar  como  en  el  Perií  y  Centro  América,  donde  había  uni- 
<lad  geográfica  en  el  territorio.  Luego  esa  civilización  se  destruyó 
ante  invasiones  ó  movimientos  de  pueblos,  dejando  huellas  aquí  y 
allá,  y  después,  al  reorganizarse  el  Perií,  nuevo  movimiento  de 
hombres  por  el  Mediodía  y  las  llanuras  orientales  :  quizás  un  pue- 
blo dividido  en  tribus  que  del  Caqueti  y  sucesivamente  entraron  i 
los  valles  y  mesetas  de  la  cordillera  oriental,  tocando  al  grupo  sa- 
«rdotal  la  zona  de  Sogamoso-Tunja-Chiquinquirá  especialmente. 


9i6  NuivA  Gioghaf/a  de  Colombia 


pueblo  que  á  la  org^anización  socialista  del  Perd  unió  las  costum- 
brcs  mexicanas  que  sejfuramente  existían  en  los  terrenos  que  ocu- 
paba 

Empero,  este  pueblo,  cuando  empezaba  á  fundar  un  imperio  y 
desarrollarse,  fue  sorprendido  por  la  última  inmig-ración  Caribe 
(los  Fijaos?),  perdió  una  gran  batalla  en  ti  Norte,  según  el  relato  de 
Piedrahita,  se  fraccionó  en  estados  ó  se  aflojó  la  federación  de  los 
grupos  que  lo  componían,  y  en  la  Sabana,  como  mejor  centro,  se 
reorg-anizó  uno  nuevo  que  ambicionaba  dominar  á  los  demás  y  g"ue- 
rreaba  para  ello,  tal  vez  sin  darse  cuenta  del  peligro  Caribe.  Los  he- 
chos de  los  dos  últimos  soberanos  de  Tunja  y  de  4  de  los  de  Bogotá^ 
confusos  y  mezclados,  era  lo  único  que  vivía  en  la  memoria  del 
pueblo  y  lo  que  recogieron  Jos  cronistas  de  la  ¿poca.  Empero,  si 
no  es  posible  escribir  la  historia  de  los  indios,  sí  es  posible  esbozar 
lo  que  era  el  individuo  americano  antes  del  primer  viaje  de  Cris- 
tóbal Colón. 

En  América  el  hombre  veía  la  luz  sin  ocasionar  á  la  madre 
largas  molestias:  al  sentir  la  mujer  los  primeros  dolores,  se  retiraba 
á  las  orillas  de  un  río,  bailaba  á  su  hijo  apenas  nacía,  y  regresaba 
por  sus  pies  al  hogar.  En  las  razas  cultas  estaba  vedado  el  infanti- 
cidio  y  el  aborto,  y  al  niño  se  ponía  nombre  en  una  ceremonia  reli- 
giosa. No  así  procedían  las  razas  salvajes,  que  solían  matar  las  hijas 
para  que  no  hubiera  más  mujeres  que  hombres,  y  á  todos  deforma- 
ban artificialmente  la  cabeza.  Llegada  la  niña  á  la  pubertad,  tenía 
que  cumplir  diversas  ceremonias,  después  de  las  cuales,  si  en  unos 
pueblos  se  le  exigía  buena  conducta,  en  otros  nadie  se  preocupaba 
de  sus  costumbres.  Cuanto  á  los  jóvenes,  al  llegar  á  esa  misma 
edad,  con  ejercicios  violentos  se  les  educaba  para  la  caza  y  la 
guerra.  El  matrimonio  en  las  razas  salvajes  no  se  diferenciaba  del 
concubinato,  no  sucediendo  lo  mismo  en  las  cultas  ;  la  pK)ligamia 
era  costumbre  dominante  :  monógamos  no  eran  en  Colombia  sino 
los  Otomacoi.  Por  lo  general  se  prohibía  el  matrimonio  entre  pa- 
rientes, ó  á  lo  menos  entre  individuos  nacidos  en  el  mismo  pueblo. 
En  ciertas  tribus  había  promiscuidad  de  mujeres,  y  ni  aun  se  res- 
petaban los  lazos  de  la  sangre.  El  adulterio  por  regla  general 
se  castigaba  con  la  muerte  en  ciertos  lugares,  pero  en  verdad 
más  bien  se  le  miraba  como  ataque  á  la  propiedad  que  al  honor. 
El  divorcio  era  fácil  y  frecuente  entre  los  salvajes,  pero  en  las 
razas  cultas  no  se  le  admitía  sin  gravísiras  causales.  En  la  fami- 
lia el  padre  gozaba  de  autoridad  absoluta ;  la  mujer  era  más  bien 
esclava  que  compañera  del  marido,  la  bestia  de  carga  de  la  fami- 
lia. Según  la  cultura  de  las  razas,  vivía  la  familia :  unos  en  los 
bosques,  otros  en  las  cuevas,  otros  en  chozas,  &c.  &c.  De  igual 
manera  variaba  la  alimentación  ;  todos  eran  aficionados  á  los  lico- 
res embriagantes,  y  casi  todos  comían  carne  humana,  unos  por 
glotonería  y  otros  por  sed  de  venganza.  Dondequiera  la  muerte 
inspira  respeto  y  temor,  y  aunque  variables,  son  efectivas  las  preo- 
cupaciones por  el  entierro  en  determinadas  condiciones  que  crecen 
con  la  civilización  de  los  estados. 

Eran  ocupaciones  habituales  de  los  indios  la  caza,  la  pesca  y 
la  guerra,  y  menos  la  agricultura,  la  industria  y  la  navegación.  La 
guerra  era  el  estado  habitual  de  estos  pueblos,  aunque  más  bien 
tenían   peloteras  que  campañas :  en  este  arte  sobresalieron  los 


NusvA  Geografía  ds  Colombia  91 


indígfcnas  del  Sur  del  Tolima.  De  ordinario  las  campañas  eran 
cortas  y  las  decidía  un  solo  combate.  Casi  todos  los  salvajes  mata- 
ban á  sus  prisioneros  con  refinados  tormentos  y  los  devoraban 
después.  Los  Muiscas  sabían  dividir  sus  ejércitos  en  alas  y  centro 
y  hacerlos  marchar  con  alguna  ordenación.  La  ag^ricultura  ni  era 
común  ni  hizo  grandes  progresos  en  ninguna  parte,  ni  se  practica- 
ba en  grande  escala  por  las  trabas  que  tenía  el  comercio.  La  ga- 
nadería puede  decirse  no  existía.  Las  industrias  más  generalizadas 
eran  el  aprovechamiento  de  pieles,  los  tejidos  de  algodón,  de  lana 
y  aun  de  pelo,  las  obras  de  plumas  y  de  madera,  la$  vajillas  de  ba- 
rro, la  fabricación  de  joyas  y  las  armas  de  piedra.  Todos  eran  más 
6  menos  mineros :  beneficiaban  el  oro,  la  plata,  el  cobre,  &c.,  pero 
no  conocían  el  hierro  ni  el  bronce. 

Los  trajes  parece  que  no  se  modificaron  en  la  serie  del  tiem- 
po :  en  las  tribus  salvajes  y  en  las  tierras  muy  cálidas  puede  de- 
cirse que  los  naturales  andaban  desnudos,  ó  cuando  más  cubrían 
las  partes  pudendas.  En  los  civilizados  y  en  las  tierras  frías,  trozos 
de  tela,  envueltos,  prtndidos  ó  colocados  sobre  los  hombros  me- 
diante un  agujero,  constituían  el  traje,  siempre  más  complicado  y 
vistoso  en  las  mujeres,  habiendo  diferencias  entre  los  usados  de 
ordinario  y  los  de  los  días  festivos.  Los  ricos  usaban  prendas  más 
finas  y  vistosas.  Collares,  brazaletes,  zarcillos,  adornos  de  plumas, 
ác,  eran  de  uso  general,  y  las  mujeres  muy  aficionadas  á  afeites  y 
perÍFumes.  Las  piedras  preciosas  eran  muy  apreciadas  y  se  labra- 
ban con  cierto  primor.  El  calzado  era  asaz  rudimentario  ó  no  exis- 
tía. En  las  tierras  calientes  era  muy  general  la  costumbre  de  pin- 
tarse y  ungirse  el  cuerpo,  ora  por  hacer  viso,  ora  por  otras  razones. 

Cuanto  á  la  mitología  indígena,  de  tanta  importancia  como 
que  á  ella  van  unidos  recuerdos  y  tradiciones,  deja  aun  mucho  que 
desear  su  conocimiento  en  Colombia ;  y  es  de  advertir  que  por  vir- 
tud de  las  migraciones  ya  señaladas,  para  emprenderlo  con  acierto 
debe  ser  comparado,  sin  lo  cual  no  conducirá  á  resultado  práctico 
ninguno. 

Todos  los  indios  creían  en  que  la  muerte  no  era  el  término  de 
la  vida,  por  lo  cual  sepultaban  los  cadáveres  con  alimentos,  armas 
y  aun  esclavos  y  mujeres ;  todos  suponían  trabajoso  ese  viaje  de 
ultratumba,  pero  en  ninguna  parte  se  precisaba  bien  dónde  y 
cómo  terminaba :  los  Chibchas  suponían  que  en  unas  fértiles  labran- 
zas de  suave  clima.  En  todas  partes  se  tenían  ideas  más  ó  menos 
precisas  del  pecado,  la  expiación  y  el  sacrificio  propiciatorio :  en  to- 
das partes  se  adoraron  los  astros,  y  principalmente  el  Sol  y  la  Luna, 
pero  á  ese  saheísmo  se  unió  dondequiera  un  grosero  feítqutsmo  y  los 
mismos  mitos  ora  representaban  una  divinidad,  ora  un  personaje 
divinizado ;  por  dondequiera  se  habla  de  civilizadores  misteriosos 
que  llegan  del  Oriente,  educan  á  los  naturales,  les  enseñan  las  ar- 
tes y  desaparecen  de  una  manera  no  menos  misteriosa,  tras  llevar 
una  vida  colmada  de  hechos  singulares,  dejando  sucesores  herede- 
ros d  el  poder  religioso,  y  con  frecuencia  después  de  su  desapari- 
ción á  un  tiempo  se  les  diferencia  y  se  les  identifica  con  la  divini- 
dad. En  fin,  la  religión,  su  culto  y  ceremonias,  penetraban  de  un 
modo  extraordinario  tanto  la  vida  pública  como  la  individual,  sobre 
odo  en   los  pueblos  civilizados. 


91 3  KuivA  GsoeRAFÍA  ds  Colombia 


Desde  el  punto  de  vista  artístico,  es  posible  asegurar  que  el 
indio  americano  vivió  en  mayor  atraso  que  el  hombre  prehistórica 
de  Europa,  y  fue  menos  sensible  á  la  emoción  estética.  En  gene- 
ral los  restos  de  esos  tiempos  sólo  revelan  un  arte  escaso  y  rudi- 
mentario, y  no  se  puede  precisar  la  época  á  que  deben  atribuirse 
las  pictografías,  ó  sea  las  figuras  pintadas,  grabadas,  esculpida» 
en  las  rocas,  en  las  grutas,  en  los  cantos  erráticos,  algunas  á  ex- 
traordinaria altura,  sin  otros  colores  que  el  ocre  y  el  rojo:  sólo  pa- 
rece que  no  son  de  la  misma  época  ni  hechos  con  un  mismo  objeto- 
Y  es  de  advtrtir  que  muchas  de  las  tribus  que  adn  subsisten,  no 
distinguen  la  gama  de  los  colores,  y  confunden  el  verde  y  el  azul* 
El  arte  se  muestra  siempre  empírico,  infantil,  ora  acentuado  coi» 
Tigor  plástico,  ora  caricaturesco,  por  la  exageración  no  siempre 
intencionada  de  proporciones  y  de  formas.  En  suma,  es  un  arte 
decorativo,  y  es  de  sorprender  ^el  ímprobo  trabajo  que  presupone 
esculpir  durísimas  rocas  sin  instrumentos  adecuados. 

La  alfarería,  no  obstante  el  inmenso  desarrollo  que  alcanzó' 
en  América,  y  sus  múltiples  destinos,  tampoco  llegó  a  mayor  altu- 
ra;  y  á  pesar  de  la  fineza  y  regularidad  de  algunas  piezas,  casi 
todos  los  americanistas  creen  que  la  rueda  del  alfarero  era  desco- 
nocida en  América.  En  todo  caso,  la  fabricación  varía  según  los» 
tiempos  y  las  regiones,  con  pinturas  en  que  domina  el  negro  y  el 
gris,  adornados  con  dibujos  de  colores,  á  veces  barnizados  y  pu- 
lidos. 

Muchos  pueblos  conocían  la  fundición  y  el  trabajo  del  oro,  ef 
cobre  y  la  plata ;  y  todos  los  conquistadores  hablan  con  encareci- 
miento del  lujo  que  usaban  en  sus  vestidos,  de  sus  adornos  y  de  la 
profusión  de  joyas  de  metales  nobles  y  piedras  finas.  Los  joyeros^ 
sobresalían  en  obras  de  repujado  y  cincelado,  y,  sobre  todo,  sabían 
engañar,  ó  mejor  dicho,  producir  joyas  falsas  dando  á  la  tumbaga 
el  brillo  y  el  aspecto  del  oro. 

El  armamento  había  sufrido  pocas  modificaciones  á  partir  de 
los  tiempos  prehistóricos,  como  que  conservaban  el  arco,  la  lanza^ 
la  maza,  las  armas  de  piedra  cortante  ;  tal  vez  el  único  progreso 
consistió  en  el  descubrimiento  de  venenos  para  emponzoñar  las. 
ñechas.  En  todo  caso,  los  pueblos  cultos  no  fueron  realmente  gue- 
rreros sino  que  los  obligaron  á  serlo  las  circunstancias  ó  la  necesi- 
dad. Los  grados  se  reservaban  á  la  nobleza,  y  sus  distintivos  con- 
sistíau  en  plumas,  cascos  y  armaduras  especiales.  El  ejército  tenía, 
alguna  semejanza  con  el  feudal  de  Europa,  por  cuanto  los  señores 
presentaban  un  contingente  de  hombres  armados,  pero  en  algunos 
lugares  existían  ya  verdaderos  cuerpos  permanentes  al  servicio 
exclusivo  de  los  soberanos.  Entre  las  razas  salvajes  progresó  más 
el  arte  militar,  como  se  deduce  del  hecho  de  que  numerosos  ejér- 
citos de  los  civilizados  eran  fácilmente  arrollados  por  pelotones  de 
peninsulares,  en  tanto  que  cuerpos  de  los  segundos,  con  igual  nií- 
mero,  resistían  y  aun  vencían  á  otros  de  conquistadores. 

Poco  habían  adelantado  las  instituciones  civiles.  La  tierra  no 
era  propiedad  del  individuo,  y  el  comunismo  latía  hasta  en  el  fon- 
do de  las  instituciones  de  los  pueblos  cultos.  Verdadera  propiedad 
no  la  había  sino  para  el  soberano.  En  algunos  puntos  se  conocía^ 
la  sucesión  y  la  adopción.  La  esclavitud  era  general  y  provenía 


NvKVA  GioosAm  db  Colombi 


<3e  la  guerra,  allí  donde  no  se  mataba  á  los  pris 
penales  eran  escasas  en  las  ra;^as  salvajes,  dond 
lÍ45n,  y  más  numerosas  en  los  civilizados.   Guante 


J  I 


920  NuiVA  Geograf/a  di  Colokbu 


tivAs,  tal  vez  eran  de  las  más  notables  las  de  los  Chibchas,  que  co- 
nocían la  moneda. 

Al  iniciarse  la  conquista,  las  razas  cultas  y  unas  pocas  de  las 
salvajes  constituían  naciones ;  las  demás,  apenas  pueblos  6  tribus, 
es  decir,  conjuntos  de  familias  enlazadas  por  los  vínculos  de  la 
sangre.  Unos  y  otros  ó  carecían  de  gobierno,  6  vivían  bajo  insti- 
tuciones políticas  que  constituían  todo  un  sistema.  Entre  los  sal- 
vajes cada  tribu  y  aun  cada  familia  era  libre  é  independiente ; 
sólo  reconocían  jefes  en  la  caza  y  en  la  gfuerra.  En  algunas  tri- 
bus el  respeto  á  los  ancianos  suplía  la  falta  de  poder  público ; 
algunos  tenían  jefes  hereditarios  y  asambleas  de  ancianos.  En 
algunos  lugares  aparecía  ya  el  gobierno  embrionario,  pues  los 
Caciques  cobraban  tributos,  perseguían  á  los  delincuentes  y  hacían 
trabajar  á  sus  subditos  en  obras  publicas.  En  las  razas  cultas  pre- 
valeció la  monarquía,  y  aun  existieron  confederaciones  de  reyes,  ó 
bien  asomaba  la  organización  feudal,  siendo  hereditarios  los  feu- 
dos. En  muchos  lugares  se  prefería  la  línea  de  hembra  á  la  de 
varón  para  las  herencias,  porque  la  paternidad  puede  ser  dudosa 
y  la  maternidad  es  siempre  cierta.  Los  Chibchas  constituían  un 
pueblo  con  organización  política  y  civil  un  tanto  complicada. 

Tribus — Sin  contar  á  los  Muiscas,  el  territorio  patrio  estaba 
ocupado  por  multitud  de  tribus,  que  algunos  han  hecho  ascender  á 
un  millar,  de  seguro  con  exageración,  pero  que  no  eran  menos  de 
quinientas,  lo  que  les  daría  por  término  medio  unos  dos  mil  indivi. 
dúos,  bien  que  las  había  más  pequeñas  y  mucho  más  crecidas. 

Las  principales  de  esas  tribus  estaban  repartidas  en  nuestra* 
regiones  geográficas  de  la  manera  siguiente : 

L  El  Istmo.  En  esta  sección  y  sobre  la  costa  atlántica,  de  W. 
á  E.,  se  encontraban  los  Napas  y  Terevis,  en  la  hoya  del  Sixaula  ; 
los  GuaynUs,  en  torno  de  la  laguna  de  Chiriquí ;  los  Veraguas,  al 
pie  de  la  sierra  de  su  nombre  ;  los  Cunas,  Ánachuras  y  Mandingas, 
del  Chagres  hacia  el  golfo  de  Urabá.  En  la  costa  S.,  y  de  la  mis- 
ma manera,  los  Burtcas  y  Tunacas,  en  la  región  de  David  ;  los  Pa~ 
vitas  y  Chacomasy  en  la  Península  de  Azuero ;  los  Nataes,  del  g'olfo* 
de  Parita  hacia  Panamá ;  los  Chucunaques,  en  la  hoya  del  río  de  su 
nombre  ;  y  los  Paparras  y  Tules,  en  la  del  Tuira. 

n.  Chocó.  En  torno  del  golfo  de  Urabá  moraban  parte  de  los 
Cunas,  los  Darienes  y  los  Urabaes  ;  entre  el  Atrato  y  el  mar,  y  sobre 
la  serranía  de  Baudó,  los  Chocots,  los  Citanos  y  los  Noanamaes  ;  en 
el  bajo  Chocó  estaban  los  Izcuandés,  los  lelembíes,  organizados  en 
República,  los  Barbacoas  y  los  Tumacus. 

III.  La  Costa.  En  esta  dilatada  comarca  se  numeraban  de  W. 
á  E. :  los  SintUs  y  IWuraes,  en  la  hoya  del  río  de  aquel  nombre ; 
los  Balsillas,  en  la  costa  de  Marrosquillo  y  la  sierra  de  María  ;  los 
Mcmposes,  en  las  Sabanas  y  el  bajo  San  Jorge ;  los  lurbacos,  en  Tie- 
rradentro  de  Cartagena;  los  Taironas,  divididos  en  varios  grupos,  en 
tomo  de  la  Ciénaga  de  Santamarta,  entre  la  sierra  de  este  nombre 
y  el  Magdalena ;  los  Maleiuyes,*en  las  tierras  de  Chimiquique ;  los 
Tamalameques,  en  tomo  de  la  laguna  de  Zapatosa ;  los  Cendaguas, 
Guanaos  y  otros  del  grupo  de  los  Motilones,  en  Valledupar  y  la  se- 
rranía dePerijá;  los  Aruacos  y  Chimilas,  en  la  Sierra  Nevada  de  San- 


NUIVA  GxOGRAf/a  DX  CoLOMBIi 


tainarta;  los  Buriiacas,  en  la  costa  de  Dibuila ;  ; 
la  Península  de  su  nombre. 

IV.  Mesa  andina.  De  N.  á  S.,  en  los  quebn 
dilatada  regalón  se  contaban  los  JuangoSy  en  la  h 
los  Yanuncies,  en  la  del  Nechí ;  los  Nonscos^  en  1. 
los  Garrapas  y  en  el  valle  del  Aburra  (Medellín)  ; 
cañón  del  Cauca ;  los  Armas^  sobre  el  río  de  su  r 
bayasy  en  la  hoya  del  río  de  la  Vieja ;  los  Gon 
Anserma,  Roldanillo  y  Cali,  divididos  en  varios       i 
los   PijaoSy  en   la  región  oriental  del  valle  del  C 
GuanacaSj  al  pie  del  Huila  ;  el  cacicazg-o  de  Paj      , 
este  nombre  ;  parte  de  los  Fijaos,  al  pie  del  Sota 
Almag"uer;  los  Pañas ,  en  el  valle  de  su  nombre 
en  el  Mayo  y  el  Juanambü  ;   los  RegenáinaSy  en 
Tacures  6  /píales  en  la  alli planicie  tuquerreña. 

V.  Valle  del  Mag^daJena.  En  las  cabeceras 
hoya  de  su  primer  afluente  el  Suaza,   estaban 
YalconeSy  los  Apir  amas  y  los  Timanaes;    los  Pantá^ 
varios  grupos,  ocupaban  todas  las  llanuras  ardiei     \ 
y  Natagaimas  moraban  en  las  tierras  altas  que  se 
cipal  del  Saldaña;  los  Fijaos,  que  no  tenían  casas,  í 
los  otros  como  un  velo  por  todo  el   gran  valle  1 
Ruiz ;  los  Panches  moraban  en  la  hoya  del  Bog    ; 
en  la  del  Negro  ;  los  Muzos  en  la  del  Minero  ;  \    \ 
del  bajo  Nare  ;    los  Agataes,  Cocones  y  Opones,  en 
Sogamoso;  y  los  Balules,  hacia  las  bocas  del  Leí 

VI.  Mesa  oriental.  En  estas   montañas  des    i 
Neiva  hasta  Venezuela  se  encontraban  indios  d< 
ora  en  pequeñas  tribus,  ora  en  estados  de  verdac   : 
sobre  las  altiplanicies  y  grandes   cuencas   del    int 
mencionaremos  los  Guaneros,  en  el  alto  Cabrera     i 
la  hoya  del  :r  umapaz ;   los  Pascas,  al  Norte  de  és  i 
Gu€tavitas,  Ubatks,  Caquecios,  Hunzas,    Tames,    Tu 
constituían  los  Estados  de  Muequetá  y  Hunza ;   1  : 
el  corazón  ds  Santander ;  los  Laches^  Chiricoas  y 
gión  de  Chita  ;  y  los  Chiiareros,  en  la  de  Pamplor  i 

VIL  Hoya  de  Maracaibo.  En  ésta,  poco  pol  1 
los  Chinácotas,  que  ocupaban  los  valles  de  Ciícuta 

VIII.  Llanos.  En  Casanare   vagaban    los   L 
Betoyes,  Otomacos,  Salivas,  Achagual  y  otros  ;    en  1<  ; 
estaban  los  Chincoas,  Macos,  Miíúas,  Choroyes,  Ai 
IrvcLs,  Goahibos  y  otros  varios. 

IX.  Caquetá.  En  fin,  en  esta  dilatada  coma 
mos  los  Uaupeses,  Cor  reguajes,  Orejudos,  Orejones 
Ac,  pues  era  en  estas  selvas  donde  moraba  maye 
bus,  bien  que  menos  importantes  desde  todos  pui 

Contrayéndonos  á  los  relatos  históricos  de  los 
fiistas  refieren  lo  siguiente  : 

El  más  antiguo  Zipa  recordado  era  Zaguaní; 
metió  á  rasallaje  á  los  Sutagaos,  sostuvo  una  lar^ 
Panches,  y  con  sus  conquistas  despertó  los  teme- 
Cacique  de  Guatavita,  quien  se  concertó  con  <! 

Nusv  Ge0grafla  áe  C$lQtiibia 


NuiVA  GeogkafÍa  di  Colmdu 


para  romper  con  el  Zipa,  lo  que  no  sucedió  porque  ai|uél  dejó 
compromelido  í  su  alíadü.  Zaj^uan máchica,  como  hübil  político, 
ajustó  la  paz  con  los  Panches,  conquistó  la  alianva  de  los  Caciques 
de  Guaiavita  y  de  Sopó,  y  declaró  la  ¡guerra  al  Zaque.  Las  doi 
huestes,  candorosamente  exageradas  por  los  cronistas,  se  encon- 
traron cerca  de  Choconti,  y  rn  el  campo  quedaron  ambos  mo- 
narcas. 


Figura  330— Arquea! og] a  muit:a.  La  picdca  piíit  u¡>  de  Aipe. 

Al  zip^zgo  subió  Nemequcne,  mirado  como  el  gran  legislador 
y  organizador  del  pueblo  muisca.  Al  comenzar  su  reinado,  los 
Caciques  recién  sometidos,  loi  Panches,  el  de  GuataTita,  todos  se 
declararon  contra  t^l,  pensando  era  cosa  fácil  repartirse  sus  domi- 
nios. Sin  vacilar  llamó  al  pueblo  í  las  armas,  dividió  su  ejército  en 
dos  cuerpos,  y  sin  hacer  caso  de  los  enemigos  que  dejaba  í  la  et- 


NUIVA  GlOGlAriA  DI  COLOMBU  923 


ilda,  en  persona  marchó  contra  los  Panches,  á  la  par  que  envía- 
i  i  su  sobrino  Tisquesusha  contra  los  Sutag'aos.  Ambas  huestes 
iunfaron,  y  cuando  regresaron  á  la  corte  para  proseguir  la  g^ue- 
a,  en  el  Norte  y  Oriente,  la  sola  fama  de  sus  victorias  redujo  á 
s  demás  contrarios.  Reinó  veinticuatro  años,  que  consagró  al  cn- 
andecimiento  del  Estado ;  parte  por  las  armas,  parte  por  as- 
cia,  conquistó  los  señoríos  del  Guatavita  y  Ubaté ;  y  á  tal  punto 
mieron  su  ambición  el  Zaque  y  sus  aliados,  que  le  declararon  la 
ierra  para  detenerlo  en  su  carrera.  Los  dos  Ejércitos,  verdadera 
nfederación  de  pueblos,  los  más  numerosos  que  hasta  entonces 
hieran  levantado  los  muiscas,  unos  veinte  mil  hombres  por  ban- 
,  volvieron  á  medirse  en  las  tierras  fronterizas  en  el  arroyo  de 
;  Vueltas,  quedando  indecisa  la  batalla  ;  porqut  si  los  de  Tunja 
varen  la  peor  parte,  los  de  Bogotá  perdieron  su  señor. 

El  nuevo  Zipa  Tisquesusha,  deseoso  de  continuar  la  guerra, 
»rió  otra  campaña  contra  el  Zaque  ;  pero  el  sumo  sacerdote  de 
amos,  temeroso  por  las  fatales  consecuencias  de  este  hecho, 
ervino  en  la  contienda  y  obtuvo  que  los  dos  Estados  ajustasen 
a  tregua  por  algunas  lunas.  Pocos  días  después  tuvo  Tisquesusha 
noticia  de  la  llegada  de  los  peninsulares,  que  en  vano  intentó 
>istir,  ora  con  la  fuerza,  ora  con  la  astucia,  pues  pereció  en  la 
manda,  lo  mismo  que  su  rival  el  Zaque  Quimuinchatecha,  y  que 
quesazipa,  que,  merced  á  una  revuelta  intestina,  pretendió  ape- 
rarse del  Zipazgo  captándose  la  amistad  de  los  conquistadores, 
n  ellos  se  hundió  el  Estado  Chibcha,  que  en  un  tiempo  relativa- 
inte  corto,  desapareció  como  nación,  fundido  en  la  raza  hispa- 
-colombiana,  en  lo  cual  se  diferenció  también  de  los  mexicanos  y 
ruanos. 

c)  El  contacto  de  dos  mundos.  El  dtscuhnmiento — Noche  profunda 
i^olvía  el  recuerdo  de  los  viajes  de  Fenicios  y  Normandos  en  el 
¡ano  Atlántico,  pues  de  ellos  apenas  quedaron  algunas  fábulas 
)re  las  lejanas  islas  de  Occidente,  revividas  en  el  ánimo  del  piS- 
:o  con  los  primeros  descubrimientos  de  los  Portugueses ;  y  bien 
;  muchos  pretendían  haber  puesto  el  pie  sobre  el  suelo  ameri- 
10  antes  de  1491, deesas  afirmaciones  no  queda  prueba  auténti- 
y  la  gloria  del  descubrimiento  del  Nuevo  Mundo  pertenece  ín- 
ra  á  Cristóbal  Colón. 

Colón,  nacido  en  Genova  ó  en  sus  alrededores  hacia  1446,  hijo 
un  pobre  tejedor,  no  recibió  en  sus  mocedades  sino  una  instruc- 
1  elemental,  que  no  completó  sino  más  tarde  en  largos  viajes  en 
costas  occidentales  de  Europa.  En  estas  excursiones  adquirió  la 
a  de  buscar  las  riberas  de  Asia,  atravesando  el  Atlántico,  viaje 
i  había  salido  de  la  región  de  las  quimeras  con  la  invención  de 
Driijula,  y  por  lo  tanto  podría  intentarlo  un  hombre  convencido 
2naz.  Debe  observarse  que  la  idea  de  Colón  fue  secundada  por 
error  enorme  con  respecto  á  la  distancia  que  era  preciso  reco- 
r,  puesto  que  Colón  creía  que  de  las  Canarias  á  la  costa  asiática 
había  sino  una  tercera  parte  de  la  circunferencia  terrestre. 

Pablo  Toscaneli,  florentino,  expuso  públicamente,  desde  I474> 
eoría  de  que,  siendo  redonda  la  tierra,  bastaba  navegar  recta- 
nte  hacia  el  Ocaso  para  encontrar  las  playas  en  donde  crecen 


924  KVBTA  GbOGRAPIA  DI  COLOMBU 


las  especies.  Colón  tuvo  noticia  de  las  cartas  de  Toscaneli,  que  ha- 
bía sido  consejero  de  los  monarcas  portug^ueses,  y  mantuvo  corres- 
pondencia con  él.  Colón,  pues,  nada  inventó ;  pero  si  no  fue  el  pri- 
mero en  concebir  realizable  la  travesía  del  Atlántico,  sí  lo  fue  en 
intentar  su  realización.  Cien  años  hacía  que  lus  sabios  indicaban  la 
vía  de  Asia  por  el  Ojcidente :  él,  naveg^ando  en  esa  ruta,  alcanzó 
lo  que  creía  era  Asia,  probando  así  lo  bien  fundado  de  la  teoría : 
esa  es  su  g-Joria  ;  y  lo  es  también  el  acaso  de  que,  buscando  la  ex- 
tremidad de  un  mundo  conocido,  tropezara  al  paso  con  otro  com- 
pletamente ig'norado. 

Li  historia  ha  deshecho  la  leyenda  de  un  Cristóbal  Colón  in- 
digcente  y  mendigando  el  pan  de  puerta  en  puerta ;  de  una  especie 
de  visionario  desconocido  entre  una  sociedad  malévola  é  ig^norante, 
y  consiguiendo  como  por  müa  jro  el  apoyo  de  los  Reyes  españoles. 
Ciertamente  conoció  horas  difíciles,  y  en  España,  como  en  Portu- 
gal, debió  vivir  con  el  trabajo  de  sus  manos.  En  Córdoba,  donde  no 
es  citírto  se  casara  con  una  doncella  de  alto  rango,  pudo  relacionar- 
se con  personas  qje  le  consiguieron  una  audiencia  de  los  Reyes,  en 
la  cual  Isabel  la  Católica  se  declaró  inmediatamente  en  su  favor ; 
y  aun  cuan  Jo  por  el  memento  naia  se  resolvió  sobre  sus  proyec- 
tos, sí  se  le  suministraron  regularmente  del  tesoro  real  los  fondos 
necesarios  para  su  subsistencia  ;  y  cuando  después  de  su  estada  en 
Salamanca,  llegó  á  Santaté,  á  raíz  de  la  toma  de  Granada,  obtuvo 
formalmente  el  apoyo  real,  y  se  procedió  á  celebrar  el  contrato  del 
caso,  en  cuya  discusión  se  mostró  Colón  tan  ambicio«:o  y  exigente, 
que  los  comisionados  de  la  Corte  pidieron  se  rechazaran  sus  peticio- 
nes por  excesivas.  Colón  abandonó  el  campo  y  se  preparaba  á  pasar 
á  otra  Corte,  cuando  los  Reyes  mudaron  de  opinión,  enviaron  un 
correo  en  su  alcance,  y,  vuelto  á  Granada,  accedieron  á  todas  sus 
exigencias.  El  tratado  definitivo  se  firmó  en  Abril  de  1492. 

Los  soberanos  habían  prometido  tres  carabelas;  pero  tantas 
fueron  las  dificultades  y  falta  de  fondos  para  conseguirlas  y  equi- 
parlas, que  la  empresa  habría  fracasado  si  Martín  Alonso  Pinzón, 
armador  de  Palos,  no  hubiera  entrado  en  ella  con  sus  recur- 
sos y  capitales.  Amirica  fue,  pues,  descubierta  por  una  empre- 
sa en  comandita :  de  los  cuatro  millones  de  maravedís  que  costó 
la  expedición,  el  Tesoro  de  Castilla  suministró  un  millón  doscien- 
tos mil ;  Colón  contribuyó  con  quinientos  mil,  que  parece  le  fueron 
prestados  por  el  Duque  de  Medinaceli ;  y  el  resto,  ó  sea  más  de  la 
mitad,  era  de  los  Pinzones. 

£1  7  de  Agosto  de  1492  la  flotilla,  compuesta  de  las  carabe- 
las Sania  María,  que  montaba  Colón  como  Almirante,  la  Pínía  y 
la  NiHa,  tripuladas  por  un  centenar  de  marineros,  descendió  el  río 
de  Palos,  pero  diversos  tropiezos  lo  demoraron  en  las  Canarias,  y 
410  fue  sino  el  9  de  Septiembre  cuando  en  realidad  singlaron  las 
naves  hacía  el  misterioso  Ocaso. 

Después  de  treinta  y  tres  días  de  navegación,  que  la  fábula  ha 
llenado  de  episodios  dramáticos  *,  el   11  de  Octubre  se  descubrió 


'^  *  Los  nodernos  trabajos  historíeos  enseñan  que  los  Pinzones  fueron  el  alma 
del  descubrimiento,  que  sin  él  no  habría  podido  reali  zarse,  vencidos  los  marine- 
ros por  el  temor  á  lo  desconocido,  y  aun  se  agrega  que  cuando  después  de  navegar 
900  leguas  todavía  no  sehalUba  vestigio  de  tierra,  la  tripulación  se  altcrí,  y  aua 


NuivA  Gbografia  di  CoLOicBu  925 


la  tierra  y  Colón  sentó  el  pie  sobre  una  isla  del  g'rupo  de  las  Ba- 
hamas.  En  segfuida  descubrió  á  Cuba  y  á  Santo  Doming^o,  y  en  rez 
de  monarcas  orientales  y  gandes  poblaciones,  encontraba  don- 
dequiera salvajes  y  chozas  miserables.  El  18  de  Febrero  de  1493 
retornó  á  Palos,  y  su  descubrimiento  se  celebró  en  España  como 
un  prodig^io. 

En  Septiembre  del  mismo  año  salía  de  nuevo  para  su  segun- 
do viaje,  de  Cádiz,  pero  no  ya  con  cxig-uos  recursos,  sino  con  una 
flota  de  diecisiete  embarcaciones  y  mil  doscientos  hombres,  entre 
ellos  hidalgos,  artesanos,  mineros,  agricultores,  pues  se  trataba  no 
sólo  de  descubrir,  sino  de  ocupar  y  colonizar  el  territorio  y  de 
convertir  á  Dios  sus  habitantes  paganos. 

Este  segundo  viaje  no  fue  feliz  para  el  Almirante  genov^s. 
Las  colonias  fundadas  cayeron  en  el  desorden,  por  lo  cual  regresó 
i  España  dos  años  después,  y,  contra  lo  que  esperaba,  los  Reyes  le 
dispensaron  benévola  acogida.  En  la  Península  permaneció  dos  años, 
preparando  su  tercer  viaje,  que  emprendió  en  1498,  en  el  cual  ya 
dio  con  la  Tierra  firme,  y  en  el  que,  por  su  indudable  incompetencia 
y  crueldad  con  los  indígenas,  resolvieron  los  Reyes  removerlo  de  sus 
cargos.  El  reemplazo,  Francisco  de  Bobadilla,  excediendo  sus 
mandatos  lo  remitió  á  España  cargado  de  cadenas,  lo  que  apenó 
sinceramente  á  los  Reyes,  quienes  en  desagravio  le  facilitaron  los 
auxilios  para  un  cuarto  viaje,  en  el  que,  si  descubrió  costas  de  la 
América  Central  ( 1 502),  no  fue  más  dichoso  que  en  los  anteriores, 
viéndose  obligado  á  volver  á  España  en  1504,  para  morir  en  Va- 
lladolid  (1506),  olvidado  de  esa  Corte  que  tanto  lo  acataba  unos 
años  antes. 

La  Convención  de  1492  estipuló  para  Cristóbal  Colón  y  sus 
descendientes  el  derecho  exclusivo  de  explotar  la  ruta  marítima 
del  Occidente  ;  sin  embargo,  á  solicitud  de  los  hermanos  Pinzón  y 
otros  navegantes,  en  1495  se  concedió  á  todo  español  licencia  para 
efectuar  viajes  de  descubrimiento  y  comercio,  partiendo  de  Cádiz, 
con  la  condición  de  llevar  á  bordo  un  empleado  que  asegurase  el 
pago  de  las  sumas  correspondientes  á  la  Corona.  Colón,  al  regreso 
de  su  segundo  viaje,  protestó  centra  esa  licencia,  que  en  parte  siem- 
pre subsistió,  y  que  luego  fue  definitivamente  restablecida  cuando 
los  soberanos  de  Castilla  decidieren  quitar  á  Colón  el  gobierno  de 
las  Indias.  El  primero  de  esos  viajes  ie  exploración  fue  ejecutado 
por  Rodrigo  Bastidas  y  el  piloto  de  La  Cosa,  quienes  avistaron  el 
litoral  de  Paria  á  la  Gcajira  y  trajeren  al  regreso  oro,  perlas  y 
otras  riquezas  tropicales. 

Las  necesidades  numerosas  creadas  por  el  descubrimiento  de 
América  obligaren  á  España  á  fundar  un  centro  administrativo^ 
para  las  Colonias,  y  en  la  Metrópoli  se  puso  á  cargo  del  Canónigo 
sevillano  Rodríguez  de  Fcnseca,  lan  n-altratado  per  les  bic'grafos  de 


el  mismo  Colón  pensó  si  no  sería  m^jor  retrc  ceder,  fue  Alon&o  quien  con  frases 
arrogantes  se  opuso,  diciéndole,  según  testigos  de  la  época  :  "volveos  en  buena 
hora,  que  yo  solo  sabré  cumplir  el  mandato  de  los  Reyes  basta  descubrir  U  nueva 
tierra,  ó  morir  en  su  demanda"  ;  y  por  final,  dijo  de  nave  i  nave,  de maneía  qu« 
le  oyeran  todos:  "Adelante!  Adelante! 


926  NuivA  GiografÍa  di  Colombia 


los  Conquistadores,  porque  en  los  treinta  añosque  ejerció  su  carg-o 
se  opuso  á  sus  demasías.  La  principal  oficina  del  neg'ociado  de  Indias 
fue  la  célebre  casa  de  Contratación  (Cámara  de  Comercio)  de  St- 
Tilla,  cuya  influencia  fue  decisiva  en  el  g-obierno  del  Nuevo  Mun- 
do en  los  primeros  tiempos,  porque  más  tarde  se  subordinó  á  una 
entidad  superior  al  Consejo  de  Indias. 

El  Consejo  Supremo  de  Indias,  que  en  verdad  no  existió  sino 
á  partir  de  1524,  era  semejante  al  Consejo  de  Castilla,  es  decir, 
constituía  un  Cuerpo  tn  sesión  permanente  en  Madrid,  con  pode- 
res ejecutivos  y  judiciales  sobre  las  Colonias  de  América  y  juris- 
dicción en  todos  los  neg-ocios  civiles,  militares,  eclesiásticos  y  co- 
merciales de  las  Indias.  Con  aprobación  del  Rey  nombraba  y  re- 
vocaba Virreyes,  Presidentes,  Oidores,  Gobernadores,  Arzobispos 
y  Obispos.  Adn  existía  en  18 10. 

La  Casa  de  Contratación  (1503)  estaba  encargada  de  des- 
arrollar el  comercio  entre  la  Madre  Patria  y  la  América ;  definiti- 
vamente quedó  org^anizada  en  1543.  Esa  Casa  despachaba  las 
naves,  recibía  las  mercancías,  conocía  los  pleitos  que  se  relacio- 
naban con  el  tráfico  con  las  Colonias.  En  una  palabra,  por  esa 
Casa  pasaron  todas  las  fabulosas  riquezas  de  la  América  españo- 
la, inclusa  la  parte  del  Rey,  siendo  ella  quien  la  repartía  á  los  inte- 
resados. 

Desde  los  comienzos  de  la  Conquista  se  esbozaron  en  las  Anti- 
llas los  lineamientos  de  la  organización  colonial.  En  efecto,  tanto  los 
españoles  como  los  naturales  aborrecían  en  esa  época  el  trabajo 
manual:  grave  problema  era  para  los  peninsulares  encontrar  quien 
explotara  las  minas  y  cultivara  el  suelo.  Quisieron  obligar  á  los  in- 
dígenais,  y  éstos  perecieron  por  millares,  y  fue  entonces  cuando  la 
Reina  Isabel,  por  mejorar  la  suerte  de  los  naturales,  consintió 
(  1 50 1  )  que  se  estableciera  en  América  la  raza  negra  somc- 
iída  á  la  esclavitud,  ó  mejor  dicho,  convertida  en  bestia  de  carga 
en  las  Colonias.  Cuanto  á  los  indios,  se  imaginó  repartirhs  entre  los 
principales  colonos  con  el  carácter  de  encomiendas,  á  fin  de  que  lei 
enseñasen  la  religión  y  defendieran  sus  bienes,  á  cambio  de  lo  cual 
tenían  derecho  á  cobrarles  un  tributo  ó  comisión.  El  beneficiario 
del  repartimiento  ó  encomienda,  es  decir,  el  encomendero,  era  una 
especie  de  patrono  y  patrón.  El  sistema  se  generalizó  y  extendió 
á  todas  las  nuevas  tierras  pacificadas  (conquistadas)  en  lo  sucesivo. 
En  realidad  de  verdad,  los  indios  eran  siervos  en  la  encomienda, 
pero  el  sistema  no  produjo  los  desastres  que  se  dice  de  ordinario, 
por  no  reflexionar  en  la  realidad  de  las  cosas;  la  encomienda  com- 
prendió siempre  millares  de  indígenas,  y  por  lo  tanto  podían  éstos, 
sin  gran  esfuerzo,  atender  á  las  necesidades  del  patrón.  A  lo  me- 
nos en  el  Nuevo  Reino  de  Granada  pasaron  así  las  cosas,  confor- 
me se  deduce  de  los  documentos  de  la  época.  Además,  los  sobera- 
nos españoles  hicieron  constantemente  loables  esfuerzos  para  me- 
jorar la  suerte  de  los  naturales. 

Fue  también  en  las  Antillas  donde  con  motivo  de  variaciones 
en  los  repartimientos,  del  mal  trato  á  los  indios  y  de  las  quejas  de 
los  colonos,  el  Rey  de  España  resolvió  establecer  (1509)  un  Tri- 
bunal Supremo  ante  el  cual  se  pudiera  apelar  de  los  fallos  del 
Gobernador ;  este  fue  el  germen  de  la  i.'  Real  Audiencia  estable- 


i 


MviT*    GsOtlArÚ    DI  COLCVIIA 


cida  en  América  que  gobernó  por  entonces  la  mayor  parte  de  las 
Indias  Occidentales,  y  cuya  función  esencial,  bien  definida  en  1S40, 
era  velar  por  el  bienestar  de  los  indios,  fiscalizar  la  conducta  de 
los  empleados  pilUicos  y  reprimir  sus  abusos.  De  sus  decisiones 
se  apelaba  ante  el  Consejo  de  Indias.  En  realidad  de  verdad,  este 
Tribunal  fue  el  prim.ero  de  los  nuestros,  precediendo  unas  pocas 
décadas  al  que  luego  se  estableció  en  Santafe'. 


o  de  Ciu«I  Vifi>s,  !egún  E 


SEGUNDA  ÉPOCA— LA  COLONIA  (310  ANOS) 

/.  La  Conquisla — Descubierto  el  Nuevo  Mundo,  avistadas  nues- 
tras costas  al  principiar  el  siglo  xvi,  y  resuelta  por  España  la  toma 
de  posesión  de  los  territorios  arrebatados  al  mar,  principió  la  se- 
gunda época  de  la  historia  de  Colombia ;  es  decir,  la  en  que  hará 
parte  de  aquella  Corona,  en  condiciones  de  Colonia  mientras  se 
forma  el  pueblo  hispano-colombiano  y  alcanza  su  mayor  edad. 

La  época  de  que  tratamos,  aunque  cronológicamente  se  sub- 
divide  en  varios  períodos,  en  realidad  no  comprende  sino  dos  r  la 
Conquista  y  el  desarrollo  de  la  Colonia  ;  y  de  ellos  el  primero,  con 
$er  en  extremo  corto,  pues  apenas  alcanza  á  media  centuria,  es  el 
más  rico  en  peripecias  y  acontecimientos  trágicos  y  sublimes,  inhe- 
rentes á  las  expediciones  y  correrías  que  fueron  necesarias  para 


9^8  NuivA  GiooKAf /a  db  Colombia 


ocuparlo  real  y  materialmente  é  imponer  á  los  naturales  la  obe* 
diencia  á  sus  nuevos  señores.  Y  á  su  tumo  la  conquista  se  desdo*, 
bló  en  dos  subperfodos,  correspondiente  el  primero  á  la  obra  de 
los  marinos  en  el  litoral,  que  ocupa  el  primer  cuarto  de  siglo,  y  el 
segando  á  la  de  los  verdaderos  conquistadores,  es  decir,  á  la  de 
esos  caudillos  que  con  columnas  siempre  escasas  en  numero,  se 
lanzan  de  casi  todos  los  puntos  del  perímetro  al  asalto  del  interior, 
como  si  fuesen  las  puntas  de  las  vanguardias  de  colosal  ejército^ 
para  cruzarse  en  el  corazón  de  nuestros  montes,  y  en  otro  cuarto  de 
siglo  cumplen  la  maravillosa  obra  de  esbozar  en  todos  sus  lincamien- 
tos lo  que  había  de  ser  la  futura  nación,  puesto  que  dejaban  seña- 
lados los  límites  de  las  grandes  entidades  administrativas,  los  em- 
plazamientos de  las  futuras  capitales,  y  por  desgracia  también  los 
gérmenes  de  las  rivalidades  regionales,  que  tanto  daño  han  cau- 
sado al  país. 

Las  costas  de  Colombia,  desde  la  laguna  de  Chiriquí  hasta 
la  Península  de  la  Goajira,  principiaron  á  ser  exploradas  en  1S49; 
quince  años  después  ya  estaba  regularmente  establecida  la  comu- 
nicación normal  entre  los  dos  océanos  por  los  dos  puertos  de  Por- 
tobelo  y  Panamá.  De  1522  a  1527  se  exploró  la  costa  Pacífica, 
quedando  determinada  la  configuración  marítima  de  la  Repúbli- 
ca. El  interior  no  tardó  en  ser  explorado  á  su  turno;  en  1525  se 
fundó  la  ciudad  de  Santamarta,  y  los  pobladores  allí  establecidos 
visitaron  la  Sierra  Nevada  y  los  valles  aledaños. 

Carlos  V  (1528),  apurado  de  dinero  un  día,  vendió  á  los  Wel- 
sers,  banqueros  de  Ausburgo,  el  territorio  cuya  costa  corresponde 
á  la  actual  República  de  Venezuela,  como  feudo  hereditario  de  la 
Corona,  y  autorizados  los  concesionarios  para  reducir  á  la  esclavi- 
tud á  los  indígenas  que  se  opusiesen  á  la  conquista  ó  no  quisiesen 
someterse  al  catolicismo.  Los  Welsers  enviaron  á  Venezuela  sol- 
dados de  fortuna  y  establecieron  en  Coro  un  mercado  de  esclavos. 
£1  jefe  de  aquellos  desalmados  fue  Ambrosio  Alfínger,  que  asoló 
completamente  la  comarca  con  sus  exacciones  y  crueldades,  hecho 
lo  cual  los  alemanes  la  abandonaron  á  los  españoles  (1540).  El 
gran  teatro  de  las  rapiñas  de  Alfinger  fue  ^1  Departamento  del 
Magdalena,  en  las  hoyas  del  Ranchería,  el  Cesar  y  el  Lebrija,  y 
el  de  Santander,  en  las  del  Catatumbo  y  el  Zulia ;  mientras  que 
sus  sucesores  las  ejercieron  en  las  montañas  de  Mérida  y  los  Lla- 
nos de  Casanare  y  San  Martín. 

Pedro  de  Heredia,  Gobernador  de  Santamarta  (  fundada  en 
1525),  obtuvo  la  Gobernación  vacante  de  la  Nueva  Andalucía,  y 
fundó  en  1533  ^  Cartagena,  al  W.  de  las  bocas  del  Magdalena. 
De  ese  lugar,  puesto  al  abrigo  de  un  golpe  de  mano,  avanzaron 
frecuentemente  hacia  el  interior  expediciones  que  penetraron  hasta 
Antioquia,  produjeron  á  los  españoles  enorme  cantidad  de  oro  y 
excitaron  la  codicia  y  la  ambición  de  los  demás  peninsulares. 

Por  no  ser  menos  los  de  Santamarta,  cuando  Lugo  recibió  esa 
Gobernación,  organizó  lucida  y  numerosa  hueste,  que  por  la  mar* 
gen  derecha  del  río  alcanzó  al  cabo  las  aüiplamctes  de  Cundina* 
marca  y  Boyacá,  donde  tenía  su  asiento  el  pueblo  Muisca,  de  cos- 
tumbres análogas  á  las  de  los  mexicanos  y  de  instituciones  sociales 
semejantes  á  las  de  los  peruanos,  y  que  quedan  descritas  en  su 
lugar.  Vencedor  Quesada  de  los  Muiscas,  fundó  entre  ellos  la  ciu- 


NuxvA  GiockafÍa  »i  CoLoniA  929 


dad  de  Santafé,  que,  encaramada  sobre  la  Acrópolis  andina, 
había  de  ser  la  capital  de  Colombia. 

Acababa  Quesada  de  establecer  el  centro  de  su  presunto  Go- 
bierno, cuando  por  el  Oriente  y  el  Sur  llegaron  sendas  expediciones 
de  conquistadores.  Por  el  Oriente  arribó  Fredermán,  Teniente  de 
Jorge  Yon  Spier,  Gobernador  de  Coro,  por  cuenta  de  losWelsers; 
por  el  mediodía  apareció  Belalcázar,  Teniente  de  Pizarro  y  Gober- 
nador de  Quito.  Las  tres  grandes  rutas  de  Colombia  quedaban  se- 
ñaladas por  tres  columnas  que  se  componían  del  mismo  número 
de  soldados  (166  hombres,  un  clérigo  y  un  fraile),  distintos  en  su 
aspecto,  porque  los  orientales  llevaban  sobre  sí  pieles  de  animales 
bravios,  los  meridionales  ricos  vestidos  y  los  septentrionales  telas 
de  las  fabricadas  en  el  país.  Las  tres  expediciones,  por  una  ú 
otra  causa  no  pudieron  ó  no  quisieron  venir  á  las  manos,  en  rea- 
lidad se  fundieron  en  una  sola  masa  estableciendo  la  unidad  de 
la  República  en  obedecimiento  á  la  conformación  geográfica  del 
suelo,  que  explica  la  historia  cuando  no  la  determina.  ¿  Habría 
sido  la  misma  la  agrupación  política  de  estos  territorios,  si  esas 
huestes  llegan  á  las  manos  y  triunfan  los  del  Oriente  ó  los  del  Sur  ? 
Sea^de  ello  lo  que  fuere,  con  la  fundación  de  Bogotá  y  su  recono- 
cimiento por  los  tres  caudillos  nombrados,  puede  darse  por  termi- 
nada la  exploración  y  conquista  de  Colombia,  puesto  que  compañe- 
ros ó  Tenientes  de  ellos  surcaban  ó  iban  á  surcar  en  esos  momen- 
tos las  demás  porciones  del  país.  Y  siguiendo  las  leyes  geográficas, 
fueron  los  peninsulares  establecidos  en  las  alíiplanides  los  que  re- 
corrieren las  llanuras  orientales  hasta  el  Orinoco  y  las  breñas  del 
Caque tá ;  en  tanto  que  los  de  la  Costa  y  Popayán  se  cruzaban 
hacía  el  río  de  La  Vieja,  y  lanzaron  las  puntas  visitadoras  del  Cho- 
có en  prueba  de  la  unidad  de  las   cordilleras  transmagdalénicas. 

Estas  gigantescas  correrías,  sin  par  en  el  resto  del  Nuevo 
Mundo,  debiéronse  en  primer  término  á  que  Colombia  suministró 
más  oro  que  México  y  el  Perú,  pero  no  tanto  en  manos  de  los  na- 
turales cuanto  en  las  minas  y  en  las  guacas  ó  sepulcros  indígenas 
que  las  hacían  fructuosas  para  los  que  con  la  atención  debida  re- 
corrían el  terreno  buscando   las   Necrópolis  que   convenía  violar. 

Jautas  de  los  conquisi aderes — Natural  parece  colocar  á  la  cabeza 
de  todo  estudio  de  la  Conquista  un  resumen  de  los  trabajos  de 
cada  uno  de  los  conquistadores,  que  fueron  á  la  vez  los  explorado- 
res del  territorio  colombiano,  el  cual  recorrieron  íntegramente  en 
la  primera  mitad  del  siglo  xv. 

Costas — i4gg-j¿oo,  Ojeda — Alonso  de  Ojeda,  que  estuvo  en  el 
2.°  viaje  de  Colón,  acompañado  por  el  piloto  Juan  de  la  Cosa  y  el 
italiano  Américo  Vespucio  *,  destinado  por  la  suerte  á  imponer  su 


•  Aun  cuando  es  opinión  muy  admitida  que  el  nombre  de  America  provie- 
ne del  de  Vespucio,  muchos  lo  ponen  en  duda  y  lo  derivan  de  Ametic  ó  América 
nombre  de  una  de  las  mis  altas  montañas  de  Nicaragua,  dobladas  por  Colón  en 
su  postrer  viaje,  y  ricas  en  oro.  Arguyese  que  el  primer  nombre  empleado  por 
el  librero  de  Saint  Dio  fue  Americio  y  el  de  Vcs¡  ucio  era  Albcricoó  Aroerigo,  y 
que  en  E?par'a  se  aceptó  la  caita  de  Basilea  (1522),  donde  ?e  leía :  América  pro-* 
viñeta,  porque  se  la  conocía  y  aun  era  popular  en  los  puertos,  que  de  lo  con» 
trario  no  se  habría  admitido  ese  nombre  desde  el  primer  momento  y  sin  di»* 
ón. 


930  NvwA  Gio«ftAriA  »i  Colombia 


nombre  al  Nuevo  Mundo,  recorrió  la  costa  Norte  de  Venezuela, 
lleg'an:lo  hasta  el  Cabo  de  la  Vela  en  la  Goa jira,  primera  porción 
conocida  de  nuestro  litoral  Atlántico,  repitió  el  viaje  en  1502. 

i^OD-iSor.  R§:iri^ro  Bjsíidds — Bastidas,  acompañado  por  el 
mis:Ti3  pilotj  Ds  la  C^sa,  continui  la  exploración  del  litoral, desde 
elCabíde  la  Vela  hasta  cerca  de  Portobelo,  descubriéndolas 
bocas  del  Mag^dalena  y  la  bahía  de  Cartag-ena,  donde  pereció  De 
la  Cosa. 

1^02-1^03,  Colón — Cristóbal  Colón,  recorriendo  la  costa  de 
Centro  America,  exploró  el  litoral  panamefío  de  Occidente  á  Orien- 
te, hasta  Portobelo. 

i^ri-ijrj.  Balboa — Vasco  Ndñez  de  Balboa  en  15 11  remon- 
tó el  A  trato  hasta  Murindó,  y  luég^o,  cruzando  la  serranía  del  Da- 
rién,  tuvo  la  íf loria  de  descubrir,  el  25  de  Septiembre  de  1813,  el 
Océano  Pacífico. 

75*22.  Ajidagoya — Pascual  de  Andag"oya,  partiendo  de  Pana- 
má, cruxó  el  Pacífico  y  lleg"ó  hasta  las  bocas  del  río  San  Juan. 

1^24-1^26 — Pizarra  y  Almagro — Francisco  Pizarro  y  Dieg'o 
de  Almaj;;"ro,  después  de  segfuir  la  misma  ruta  de  Andag'oya,  con- 
tinuaron hacia  el  Sur,  explorando  el  resto  de  la  Costa  colombiana. 
Pizarro  descubrió  después  el  Perd. 

Interior — i^jo-j^ji,  Álfinger — El  alemán  Ambrosio  Anfinger, 
saliendo  de  Coro,  cruzó  el  golfo  de  Maracaibo  y  los  Montes  de  Oca, 
descendió  al  valle  de  Cesar,  tornó  á  cruzar  la  cordillera  para  entrar 
á  Ocaña,  de  donde  descendió  á  Girón.  Da  aquí,  revolviendo  por  las 
cumbres  de  Santurbán,  llegó  á  Silos,  y  luego  á  Chinácota,  donde 
pereció.  Su  Teniente  Juan  de  San  Martín  condujo  la  expedición 
otra  vez  á  Coro  por  Cdcuta  y  el  Zulia. 

Tjj/.  Herrera — Juan  de  Herrera,  entrando  por  las  bocas  del 
Orinoco,  remontó  dicho  río  y  descubrió  el  Meta. 

IS33'  Hendia — Pedro  de  Heredia,  el  fundador  de  Cartagena, 
exploró  la  llanura  atlántica  hasta  el  río  San  Jorge. 

1535-1^39'  Espiray  Federmán. — Jorge  Espira  (Speier)  salió  de 
Coro,  rumbo  del  Sur,  cruzó  la  serranía  de  Mérida  y  entró  á  los  Lla- 
nos de  Casanare  y  luego  al  de  San  Martín,  llegando  hasta  el  límite 
meridional  de  éstos  en  el  río  Ariari.  Regresó  por  la  misma  ruta.  Su 
Teniente,  Nicolás  de  Fredermán.que  tenía  orden  de  alcanzarlo  lle- 
vándole recursos,  por  explorar  terrenos  por  cuenta  prooia,  de  Coro 
pasó  á  la  Goajira,  donde  volvió  al  Sur,  para  salir  á  Casanare  por 
el  Sarare ;  avanzó  por  los  Llanos  hasta  donde  lo  hizo  Espira,  pero, 
más  afortunado  que  éste,  tuvo  noticias  de  los  Muiscas,  y  dobló 
al  Occidente,  entró  á  la  Sabana  de  Bogotá  después  pe  cruzar  la 
cordillera  por  Pascay  Usme. 

/jjj'-Tfjp.  Belalcázar — Sebastián  de  Belalcázar,  conquistador 
de  Quito,  como  Teniente  de  Pizarro,  salió  de  esc  lugar  con  Añas- 
00  y  Ampudia,  y  tomando  rumbo  del  Norte,  cruzó  la  tierra  de  los 
Pastos  y  los  valles  del  Patía,  Popayán  y  Cauca,  hasta  Cali.  De 
aquí  regresó  á  Popayán,  y  buscando  principalmente  salida  al  mar, 
dobló  al  Oriente,  trasmontó  el  Guanacas,  llegó  al  valle  de  Neiva, 
bajó  por  la  izquierda  del  Magdalena  hasta  Méndez,  y  sabedor  del 
arribo  de  Frcdcrmán  á  la  Sabana,  ascendió  á  ésta  por  el  valle  del 
Rionegro. 


NuxvA  Gedokatia  dk  G)lombu  93 1 


153^1540.  Quesada. — Gonzalo  Jiménez  de  Quesada,  Teniente 
de  Lug'o  el  Gobernador  de  Santamaría,  fue  enviado  por  éste,  con 
lucida  expedición,  á  remontar  el  Mag-dalena  por  su  orilla  derecha, 
y  en  su  marcha  realizó  una  de  las  más  difíciles  correrías  verifica- 
das en  América.  Recorrió  las  tierrar  de  Chimiquica,  Chirig-uaná, 
Tamalameque  y  Paturia ;  cruzó  los  ríos  Cesar,  Lebrija  y  Sogamo- 
so;  en  Barrancabermeja  remontó  el  Opón,  y,  transmontándola 
áspera  serrania  de  los  Lloriquíes,  alcanzóla  hoya  del  Saravita,  por 
la  cual  enderezó  rumbo  al  Sur ;  pasó  por  Moniquirá,  Tinjacá,  már- 
gfenes  de  la  Lag"una  de  Fdquene,  Guachetá  y  Leng^uazaque ;  de 
aquí  por  el  páramo  de  las  Ovejeras  entró  á  la  hoya  del  Funza  ; 
pasó  por  Suesca,  Nemocón,  Cajica  y  Chía  ;  esg^uazó  el  río  en  Suba, 
y  cruzando  los  pantanos  de  Eng^ativá  (Ingativa)  lleg^ó  á  Bacatá,  la 
capital  de  Muequetá,  que  todos  los  historiadores  erradamente  han 
identificado  con  Funza,  pues  tenía  su  solar  donde  hoy  está  Fontibón. 
Después  de  recorrer  la  Sabana  de  Bogotá,  que  llamó  Valle  de  los 
Alcázares,  tomó  la  vuelta  del  Norte,  hacia  Tunja,  por  Guasca, 
Guatavita,  Chocontá  y  Turmequé.  De  Tunja  pasó  á  Sogamoso,  de 
donde  regresó  á  la  Sabana  para  fundar  la  ciudad  de  Santafé  de 
Bog"otá,  dos  leguas  al  E.  de  Fontibón,  y  encontrarse  con  los  con- 
quistadores Belalcázar  y  Fredermán,  con  los  cuales  bajó  á  Guáta- 
quí  para  descender  el  Magdalena  y  regresar  á  España. 

1537.  César. — Francisco  César  salió  de  San  Sebastián  de  Ura- 
bá,  y  por  la  costa  oriental  del  Golfo  de  este  nombre  y  la  Serranía 
de  Abibe  alcanzó  los  valles  del  alto  Riosucio,  de  donde  regresó  á  su 
punto  de  partida. 

1538.  El  mismo  César,  acompañado  por  Badillo,  tornó  á  re- 
correr la  ruta  indicada  ;  de  los  valles  del  Sucio  ascendió  á  trans- 
montar  la  cordillera  del  Chocó  para  caer  al  cañón  del  río  Cauca, 
<jue  cruzó  para  remontarlo  por  su  derecha.  Muerto  César  en  Corí, 
Badillo  siguió  la  exploración  hacia  el  Sur,  y  llegó  hasta  Cali  (Lili), 
•donde  se  encontró  en  dominios  de  Belalcázar. 

1539.  Rolledo. — Jorge  Robledo,  saliendo  de  Cali  se  dirigió  al 
Norte,  por  la  derecha  del  Cauca  ;  cruzó  loi  ríos  La  Vieja  y  Arma, 
pasó  por  el  Valle  de  Aburra  y  en  el  Valle  de  Evéjico  fundó  la  ciu- 
dad de  Antioquia. 

1540.  Andagoya, — ^Este  conquistador,  con  nuevos  recursos,  cru- 
zp  el  Pacífico,  llegó  á  la  Buenaventura,  remontó  el  Dagua,  trans- 
montó la  cresta  del  Chocó  y  llegó  á  Cali,  aconteciéndole  lo  mismo 
que  á  Badillo. 

1 541.  Urre. — Felipe  de  Urrc,  partiendo  de  Coro,  recorrió  una 
ruta  paralela  á  la  de  Espira  y  Fredermán,  avanzó  un  poco  más  al 
Sur,  hasta  Uribe,  y  de  allí  volvió  á  Coro. 

1542.  Quesada. — Hernán  Pérez  de  Quesada,  hermano  del  Con- 
quistador, salió  de  Bogotá  por  Tunja  y  Santa  Rosa,  fue  á  trans- 
montar la  cordillera,  y  por  Labranzagrande  salió  á  los  Llanos  de 
Casanare.  Una  vez  en  éstos,  dobló  el  Mediodía  por  el  pie  de  los 
Andes,  y  con  dificultades  sin  cuento  costeó  el  actual  Departa- 
mento del  Tolima,  pasó  el  Caquetá,  llegó  á  Sebundoy,  donde  fun- 
dó un  pueblo  con  los  indios  Muiscas  que  le  acompañaban ;  aquí 
cruzó  al  Occidente,  transmontó  la  cordillera,  entró  á  Pasto,  y  de 
esta  ciudad  regresó  á  Bogotá  por  Popayán  y  Neiva. 


93^  NUKVA  GkOGKAFIA  DK  COLOMIIA 


1 54 1.  OrelUna. — Francisco  de  OrcUana,  Teniente  de  Pizarro^ 
descendió  el  Marañón  (Amazonas),  por  el  cual  salió  al  mar. 

íS7i-  Quesada,  Gonzalo  Jiménez  de  Quesada,  de  regreso  de 
España,  salió  de  Bogotá  con  lucida  expedición,  transmontó  la  cor- 
dillera y  entró  á  los  Llanos  de  San  Martín,  que  recorrió  costeando 
el  Guaviare  hasta  San  Fernando  de  Atabapo. 

Resumen :  Bastaron,  pues,  dos  generaciones  para  consumar 
la  exploración  del  territorio  patrio,  conocido  con  bastante  exacti- 
tud antes  de  que  terminara  el  siglo ;  y  si  los  conquistadores  hubie- 
ran tenido  á  su  disposición  medios  menos  groseros  para  calcu- 
lar rumbos,  distancias  y  posiciones  astronómicas,  desde  esa  época 
las  cartas  geográfícas  de  la  Colonia  hubieran  merecido  el  nom- 
bre de  tales. 

I.**)  La  Tierr afirme :  Ojeda  y  Nicuesa-Balboa.  La  exploración  y 
ocupación  de  las  Antillas  entretuvo  álos  peninsulares  cerca  de  veinte 
años.  Ningún  punto  de  la  Tierrafírme  había  sido  ocupado  de  una 
manera  formal,  por  lo  cual  el  monarca  español,  deseoso  de  sacar 
partido  de  las  exploraciones  realizadas  desde  la  boca  del  Orinoco 
hasta  el  Cabo  Gracias  á  Dios,  dividió  en  1509  todo  este  litoral  en 
dos  Gobiernos  separados  del  de  la  Española.  El  oriental  (costas  de 
Magdalena  y  Bolívar),  denominado  Nueva  Andalucía,  fue  confía- 
do  á  Alonso  de  Ojeda,  que  muchas  veces  había  explorado  esos 
parajes.  El  occidental  (Cauca  y  Panamá),  con  el  nombre  de  Gm- 
fiüa  del  Oro,  tocó  Á  Diego  Nicuesa.  Ojeda  salió  inmediatamente 
con  su  expedición,  en  tanto  que  Nicuesa  preparó  la  suya  con 
gran  boato.  Ambos  encallaron  miserablemente  en  sus  esfuer- 
zos para  fundar  una  colonia,  por  los  obstáculos  del  terreno,  el  cli- 
ma abominable  y  la  resistencia  de  los  indios  más  guerreros  que 
hasta  entonces  habían  encontrado  los  conquistadores.  Ojeda  des- 
embarcó en  Calamar  (Cartagena),  pero  los  Turbacos  lo  vencieron 
completamente.  Por  fortuna  en  ese  momento  llegó  Nicuesa,  y  con 
su  auxilio  vengó  su  derrota ;  pero  no  considerándose  seguro,  se  co- 
rrió al  Golfo  de  Urabá,  donde  se  fundó  la  ciudad  de  San  Sebas- 
tián, que  pronto  estuvo  sitiada  por  los  indios.  Ojeda,  gravemente 
herido  en  un  encuentro,  resolvió  pasar  á  Santo  Domingo  en  busca 
de  nuevos  recursos,  dejando  intertanto  como  Jefe  á  Francisco  Piza- 
rro.  Este,  como  se  tardara  Ojeda  y  no  pudiera  resistir  á  los  indios, 
te  embarcó  con  los  colonos  en  dos  buques  que  le  quedaban :  en  el 
camino  encontró  los  auxilios  enviados  por  Ojeda  al  mando  de  Enci- 
so.  Regresaron  juntos  á  San  Sebastián,  que  hallaron  destruida  ;  y 
temerosos  de  los  indios,  y  por  consejo  de  Balboa,  trasladaron  el  lu- 
gar á  la  costa  occidental  del  golfo,  donde  fundaron  á  Santa  María 
la  Antigua  del  Darién,  después  de  vencer  á  los  naturales. 

Nicuesa,  después  de  auxiliar  á  Ojeda,  siguió  á  su  gobernación 
á  buscar  punto  para  fundar  la  capital ;  pero  una  tempestad  disper- 
só la  flota :  Nicuesa,  con  la  Capitana^  fue  arrojado  á  la  laguna  de 
Chiriquí,  donde  se  perdió  el  buque.  Las  otras  naves  arribaron  á 
Chagres  con  López  de  Olano,  quien  en  vez  de  auxiliar  á  Nicuesa, 
se  dirigió  á  Belén  en  busca  de  los  minerales  de  Veragua.  A  este 
punto  llegaron  cuatro  marineros  que  habían  abondonado  á  Nicue- 
sa, lo  que  obligó  á  Olano  á  prestar  socorro  á  su  Jefe.  Nicuesa  pasó 


NutVA  GlOMAriA  DK  COLQHBU 


i  Btlén,  allí  hubiera  dado  muerte  i  Olano  sin  la  intervención  de 
algunos  amigos,  y  en  seguida  marchó  á  Nombre  de  Dios,  donde 
pretendía  fundar  su  colonia.  De  este  punto  envió  una  embarca- 
eiiSn  i  traer  i  los  que  habían  quedado  en  Chiriquí  y  Belén,  nave 
que  se  encontró  con  los  auxilias  que  traía  Colmenares,  quien  se 
dirigió  cti  el  acto  á  Nombre  de  Dios,  encontrando  i  Nicuesa  en  la 
situación  más  deplorable.  Los  colonos  de  Santa  María,  apenas  es- 
tablecidos, se  dividieron  en  dos  parcialidades,  que  proclamnban 
Jefes  i  Enciso  y  á  Nicuesa:  Balboa  se  declaró  por  este  último,  y 
depuesto  Enciso,  se  nombraron  autoridades  del  respectivo  laudo. 
En  estos  momentos  llegó  Rodrigo  Colmenares  con  refuerzos  para 
Nicuesa ;  auxilió  i  los  colonos  y  siguió  en  busca  de  su  Jefe,  como 
queda  dicho.  Merced  á  Colmenares,  Nicuesa  pudo  trasladarse  i 
Santa  María,  fundada  en  tierras  de  su  jurisdicción,  pero  como  im- 
probara  los  repartimientos  del  oro,  los  colonos  lo  desconocieron  y 
arrojaron  del  lugar:  emprendió  viaje  con  diez  compañeros  que  le 
quedaron  fieles,  y  con  ellos  pereció  en  San  Andrés  de  Providencia. 


riguí*  332— El  Ciine  (nevado  de  S«nt«  kíM)  y  loi  Hanoi  del  Placer 
De  lotogiaíií 

Los  colonos  de  Santa  Mar(a  proclamaron  jefe á  Balboa, quien 
«nvió  un  comisionado  á  España  i  llevar  los  quintos  reales,  otro  i 
Santo  Domingo   en  consecución  de  auxilios,  y  se  g-and  á  muchos 


934  NuivA  GioGKArú  di  Colombia 


naturales,  dándoles  buen  ¡trato.  Por  boca  del  Cacique  Comagre- 
supo  que  al  otro  lado  de  la  cordillera  que  tenían  á  la  vista  halla- 
rían un  mar  en  cuyas  riberas  babitaban  hombres  blancos  y  era 
abundantísimo  el  oro  que  tanto  anhelaban. 

Balboa  no  podía  por  lo  pronto  expedicionar  sobre  ese  mar  de  I 
Sur,  y  entre  tanto  exploró  el  valle  del  Atrato,  castig-ando  terrible- 
mente á  los  naturales  que  después  de  sometidos  trataban  de  suble- 
varse á  sus  espaldas. 

Tan  lueg-o  como  llegaron  los  auxilios  pedidos  á  Santo  Domin- 
go, Balboa,  que  había  asumido  el  carácter  de  Gobernador,  mar- 
chó con  ciento  noventa  españoles  y  mil  indios  en  busca  del  mar 
del  Sur,  que  divisó  por  primera  vez  de  lo  alto  de  un  monte,  el  35 
de  Septiembre  de  1513  :  allí  puso  Balboa  una  cruz  y  la  bandera 
de  Castilla.  Los  expedicionarios,  divididos  tres  tercias  al  mando 
de  Alonso  Martín,  Francisco  Pizarro  y  el  Gobernador,  descendie- 
ron sucesivamente  á  la  ribera  del  golfo  del  Daric'n  del  Sur,  y  Bal- 
boa, entrando  en  las  aguas  hasta  el  pecho,  tomó  posesión  del  Océa- 
no Pacífico  en  nombre  de  los  monarcas  españoles.  La  hueste  re- 
gresó por  otra  vía,  y  en  la  colonia  el  Gobernador  fue  recibido  en 
triunfo,  tanto  por  el  oro  que  traía,  como  por  la  importancia  del 
descubrimiento  realizado,  que  al  saberse  en  la  Corte,  le  valió  el 
título  de  Adelantado. 

Entretanto,  Pedro  Arias  Dávila,  de  ilustre  cuna,  nombrado 
Gobernador  de  Castilla  del  Oro,  zarpó  de  España  con  1 5  barcos  y 
mil  quinientos  hombres,  muchos  nobles,  lujosamante  equipados ; 
fuera  de  colonos  y  marineros  traía  dos  oficiales  consejeros,  al  cro- 
nista Fernández  de  Oviedo  y  á  Fray  Juan  de  Quevedo,  primer 
Obispo  de  Tierrafirme.  En  Mayo  de  15 14  arribó  á  Santamaría^ 
é  hizo  gran  carnicería  entre  los  naturales,  que  le  opusieron  re- 
sistencia ;  después  intentó  arribar  á  Cartagei.a,  pero  los  vientos 
lo  llevaron  al  golfo  de  Urabá,  donde,  á  pesar  de  que  Balboa  salió 
á  la  playa  á  recibirlo,  desoyendo  el  consejo  de  quienes  le  deeían 
opusiese  resistencia,  por  envidia  en  el  acto  le  hizo  residenciar, 
temiendo  el  disgusto  de  verlo  absuelto  por  sus  jueces.  Pedrarias, 
irritado,  aparentó  que  se  olvidaba  de  él,  no  obstante  que  en  dos 
meses  había  perdido  setecientos  de  sus  compañeros  por  mala  ad- 
ministración, y  el  descubridor  del  mar  Pacífico  le  habría  sido  de 
grande  utilidad. 

Pedrarias,  en  su  afán  de  recoger  oro,  cambió  de  rumbo  y  co- 
menzó á  esquilmar  á  los  naturales,  lo  que  provocó  continuas  su- 
blevaciones de  los  Caciques.  A  Balboa,  por  exigerxias  de  los  colo- 
nos, tomó  á  llamarlo  al  servicio,  pero  únicamente  para  enviarlo  con 
pocos  soldados  en  busca  del  tesoro  de  Dabaibe,  en  cuya  empresa 
fue  derrotado  y  herido  por  losi  ndios.  A  Vallejo  lo  despachó  por  la 
banda  oriental  [del  golfo,  donde  pereció  con  toda  su  gente ;  lo 
mismo  sucedió  á  Becerra,  á  quien  envió  luego  á  vengar  esa  afren- 
ta con  más  tropa.  Despreciando  los  derechos  de  Balboa  sobre  el 
mar  del  Sur,  envió  á  Morales  á  explorar  las  islas  de  las  Perlas. 
Este  jefe,  aunque  obtuvo  algunas  ventajas,  por  sus  depredaciones 
irritó  de  tal  manera  á  los  indios,  que  se  vio  en  aprietos ;  para  salir 
de  ellos  les  ofreció  la  paz ;  pero  cuando  los  Caciques  se  presenta- 
ron con  sus  tropas  á  pactarla,  los  atacó  traidoramente  y  los  mató 
jdnto  con  setecientos  de  sus  compañeros.  Este  acto  enfureció  á  los 


NUIVA  GXOGKAFIA  DI  COLOMBIÁ  935 


indios,  quienes  atacaron  á  Morales  con  tal  brío,  que  tuvo  que  aban- 
donar lo  robado  y  huir  con  los  pocos  compañeros  que  le  quedaban. 
En  seguida  dispuso  Pedrarias  que  Guzmán  y  Albites  marcharan  á 
la  costa  del  Sur,  lo  que  hicieron  logrando  vencer  en  el  camino  á 
los  indios,  y  así  pudieron  avanzar  por  Chepo  hasta  Pantrná  {lugar 
alundanie  en  mariscos). 

Otras  expediciones  despachó  Pedrarias  á  la  Costa  atlántica 
del  Istmo.  Badajoz  condujo  una  á  Nombre  de  Dios,  donde  halló 
pirámides  hechas  con  los  huesos  de  los  compañeros  de  Nicuesa. 
De  allí  pasó  á  Veraguas,  donde  los  naturales  se  le  sometieron ; 
pero  como  uno  de  los  caciques  le  regaló  una  fuerte  suma  en  oro, 
lo  atacó  creyéndolo  riquísimo,  pero  el  indio  lo  venció  y  sitió,  de 
suerte  que  de  los  españoles  no  se  salvaren  sino  unos  pocos  por  ca- 
sualidad, los  que  tuvieron  que  repasar  á  la  Colonia  sin  un  real. 

Pedrarias  acrecentaba  sin  cesar  su  malquerencia  á  Balboa,  y 
el  Obispo,  creyendo  era  necesaria  su  reconciliación  á  la  Colonia, 
medió  en  el  asunto  y  consiguió  ajustar  esponsales  entre  una  hija 
del  Gobernador  y  Balboa,  y  que  á  éste  le  fuera  permitido  cxpedi- 
cionar  en  el  mar  del  Sur.  Acompañado  por  8o  voluntarios,  en  dos 
bergantines  que  pudo  construir,  recorrió  el  mar  que  aún  lleva  su 
nombre,  recogiendo  oro  y  ganándose  á  los  naturales.  Pedrarias, 
acrecidos  sus  celos  ccn  este  éxito,  llamó  á  Balboa,  so  pretexto  de 
darle  instrucciones,  y  cuando  estuvo  en  Acia  lo  hizo  encadenar,  con- 
denar á  muerte  y  ajusticiar  por  el  Alcalde  Espinosa,  porque  le  su- 
ponía intención  de  apoderarse  de  las  tierras  que  iba  á  descubrir, no 
obstante  las  protestas  del  calumniado  y  las  súplicas  de  los  colonos. 

Con  motivo  de  este  odioso  crimen  y  de  que  maltrataba  á  los 
indios  y  los  vendía  como  esclavos,  contra  los  mandatos  del  Rey, 
las  autoridades  de  la  Española  prohibieron  á  Pedrarias  que  en  lo 
sucesivo  tomara  disposición  alguna  sin  previa  consulta  al  Cabildo 
del  Darién.  Deseoso  el  Gobernador  de  sustraerse  á  tan  incómodas 
autoridades,  partió  á  recorrer  el  Mar  del  Sur  en  las  mismas  bar- 
cas de  Balboa,  nada  hizo  de  provecho,  pero  consiguió  de  la  Corte 
el  permiso  para  fundar  una  ciudad,  que  lo  fue  Parama,  á  donde 
trasladó  el  Gobierno  civil,  el  eclesiástico  y  los  colonos,  y  es  la  única 
que  subsiste  de  las  que  se  fundaron  entonces  en  el  Istmo.  En  Pana- 
má fue  además  donde  Francisco  Pizarro  concibió  el  proyecto  de 
descubrir  las  tierras  auríferas  del  Sur,  comunicó  su  pensamiento  á 
Diego  de  Almagro  y  al  Conónigo  Hernando  Luque  í  éste  dio  los 
fondos  {%  20,000),  y  los  dos  Capitanes  partieron  á  su  empresa  en 
Noviembre  de  1525,  y  arrostrando  peligros  descubrieron  y  con- 
quistaron el  Perú,  lo  que  tal  vez  hubiera  hecho  Balboa ;  cuya  ri- 
quezo  lo  hizo  erigir  en  Virreinato  desde  183 1  y  también  ser  teatro 
de  luchas  y  crímenes  horribles  entre  los  conquistadores. 

Pedrarias,  á  pesar  de  estos  crímenes  y  de  otros  mayores  co- 
metidos después,  por  su  cuna  é  influjos  en  la  Corte,  pasó  luego  á 
regir  á  Nicaragua,  donde  murió  de  viejo,  lleno  de  honores  y  ri- 
quezas, reemplazándole  por  lo  pronto  en  Panamá  un  pariente  suyo» 

Colón,  aunque  ya  anciano  y  enfermo,  en  1502,  estimulado  por 
las  noticias  de  los  descubrimientos  de  Vasco  de  Gama  en  las  In- 


936  NvBVA  GiOGRArÍÁ  bi  Colombu 


dias,  consig"uió  auxilios  para  un  cuarto  viaje  en  busca  de  la  vía  de 
Oriente.  Después  de  una  naveg'ación  de  muchos  días,  descubrió 
Colón  el  cabo  de  Gracias  á  Dios,  de  donde  singló  al  S.  hasta  el 
archipiélag"o  que  cierra  la  entrada  de  la  g'ran  laguna  de  Chiriquí ; 
allí  vio  muestras  de  oro  fino,  que  se  le  dijo  era  extraído  de  Vera- 
gua. Por  lo  pronto  el  mal  tiempo  le  impidió  ir  á  ese  punto,  y  no  lo 
consiguió  luego  sino  con  mil  penalidades. 

Alcanzado  Veragua,  Bartolomé  exploró  el  río  de  ese  nombre, 
y  los  dos  hermanos  acordaron  la  fundación  de  una  colonia  y  que  el 
Almirante  regresara  á  conseguir  más  recursos,  lo  que  se  hizo  que- 
dando en  tierra,  como  Adelantado,  Bartolomé  con  8o  hombres  esco- 
gidos, en  un  villorrio  de  lO  ranchos  y  un  cercado  que  se  llamó 
Trinidad  de  Belén,  y  que  fue  la  primera  de  nuestras  poblaciones, 
pero  que  no  duró  sino  días.  E)n  efecto,  el  Adelantado  creyó  que  era 
conveniente  inspirar  temor  á  los  naturales,  y  traidoramente  apresó 
y  transportó  á  los  buques  al  Cacique  con  su  familia.  El  jefe  se  salvó 
arrojándose  un  día  al  mar,  y  sus  compañeros  se  ahorcaron  por  es- 
capar á  la  esclavitud.  Estos  incidentes  precipitaron  la  marcha  de 
Colón,  quien  antes  de  zarpar  envió  al  Capitán  Tristán  á  avisarlo  al 
Adelantado. 

Los  naturales,  indignados  con  la  prisión  de  su  Jefe,  atacaron 
el  fuerte,  llegando  en  esos  momentos  Trutan,  que  ayudó  á  los  sol- 
dados á  replegarse  á  la  playa,  á  embarcarse  en  las  naves,  porque 
no  podían  resistir  la  lucha.  Colón  llegó  á  Santo  Domingo  al  cabo  de 
varios  meses  de  padecimientos  y  peligros,  y  siguió  á  España,  cu- 
yas playas  pisó  el  7  de  Noviembre  de  1504. 

A  principios  de  1533  llegó  á  las  playas  de  Calamar  una  cre- 
cida expedición  al  mando  de  Pedro  de  Heredia,  quien,  en  21  de 
Enero,  dio  principio  sobre  la  bahía  á  la  fundación  de  una  ciuiad 
que  se  llamó  Cartagena,  porque  casi  todos  los  soldados  procedían 
de  la  cuidad  española  de  ese  nombre,  que  fue  la  tercera  erigida 
por  los  conquistadores  en  nuestro  territorio  y  la  primera  que  sub- 
sistió. Antes  de  dicha  fundación  tuvo  Heredia  que  derrotar  á  los 
Turbacos,  los  vencedores  de  Ojcda,  en  larga  y  reñidísima  batalla, 
y  luego  al  Cacique  de  Bocachica,  con  lo  cual  los  demás  jefes  in- 
dios de  las  inmediaciones  pidieron  la  paz  y  entregaron  cuantiosas 
sumas  en  oro.  Botín  enorme  recogió  Heredia  en  seguida  en  una 
expedición  hasta  la  orilla  del  Magdalena ;  de  manera  que  al  re- 
gresar y  repartir  la  presa,  cada  soldado  recibió  6,000  ducados 
($  48,000  en  oro),  que  fue  el  mayor  repartimiento  hecho  en  la  Con* 
quista. 

Como  se  comprende,  Cartagena  prosperó  rápidamente,  y  He- 
redia emprendió  expedición  al  Finsenü  (territorio  del  San  Jorg^e,  no 
del  Sinii),  en  busca  de  los  abundantes  veneros  de  donde  los  indios 
extraían  su  oro,  y  allí  encontró  ricos  cementerios  y  un  santuario  con 
ídolos  adornados  de  planchas  de  oro.  Continuó  su  marcha  á  Zenu- 
fana  (Nechí),  porque  esa  comarca  tenía  fama  de  ser  muy  rica ;  pero 
por  los  obstáculos  que  encontró  y  por  la  muerte  de  muchos  de  sus 
compañeros,  regresó  no  sin  haber  recogido  400,000  ducados. 

Intertanto  habían  llegado  á  la  ciudad  Fray  Tomás  Moro,  su 
primer  Obispo,  con  el  hermano  del  Conquistador,  Alonso,  que  fue 
nombrado  su  segundo.  Alonso,  acompañado  por  Francisco  César, 
etíiprendió  nueva  expedición,  que  se  dirigió  al  Sinü,  fundó  á  San- 


NUKVA   GlOGRÁFIA  DX  CoLOMBIA  937 


tiago  de  Tolií,  reedificó  á  San  Sebastián,  pero  no  encontró  el  oro 
que  esperaba,  porque  los  naturales  lo  habían  ocultado.  Como  Cé- 
sar fuese  enviado  á  la  Costa  en  busca  de  víveres,  y  allí  recogiera 
una  cantidad  de  oro,  Alonso  pretendió  que  se  lo  entregara,  á  lo 
cual  se  denegó  aquél,  sosteniendo  era  botín  de  todos  los  expedicio- 
narios, el  Jefe  montó  en  cólera  y  lo  condenó  á  muerte ;  pero  no 
hubo  quien  se  prestase  á  ejecutar  tan  injusta  sentencia.  Luego 
Alonso  regresó  hacia  el  Oriente  (iS3S),  llevándose  encadenado  á 
César,  pasó  por  Ayapel,  cuyos  habitantes  huyeron  abandonando 
sus  riquezas,  y  llegó  hasta  las  orillas  del  río  Magdalena,  donde 
fundó  la  villa  de  Santa  Cruz  de  Mompós,  pero  hubo  de  regresar 
i  Cartagena  falto  de  víveres. 

D.  Alonso,  deseoso  de  ganar  el  famoso  tesoro  de  Dabaibe, 
volvió  á  expedicionar  hacia  el  golfo  de  Urabá,  en  una  de  cuyas 
costas  vivía  en  paz  con  los  naturales  Julián  Gutiérrez,  que  había 
reedificado  el  caserío  de  Acia  y  moraba  allí  con  su  esposa,  her- 
mana del  Cacique,  y  César,  á  quien  había  detenido  cuando  irrita- 
do por  los  maltratos  de  Heredia,  pretendía  pasar  al  Perií.  Alonso 
intimó  á  Gutiérrez  que  abandonara  el  golfo,  y  como  no  se  le  obe- 
deciera inmediatamente,  saqueó  la  población.  César  y  la  hermana 
del  Cacique  se  fugaron  á  los  montes  con  intención  de  sublevar  los 
indios  y  volver  á  tomar  venganza.  Heredia,  obligado  por  la  situa- 
ción, capituló  con  César,  y  regresó  á  Cartagena  llevando  preso  á 
Gutiérrez,  que  allí  fue  puesto  en  libertad.  A  pocos  días  volvió  á  ex- 
pedicionar en  busca  del  mencionado  tesoro,  pero  sin  éxito  ninguno. 

Heredia,  después  de  la  residencia  que  le  siguió  Badillo,  reasu- 
mió su  puesto,  y  su  hermano  Alonso  estaba  en  San  Sebastián  cuan- 
do  á  ese  lugar  llegó  Robledo  con  algún  caudal,  buscando  paso  al 
Océano  para  escapar  á  la  dependencia  de  Belalcázar,  y  creyendo 
que  el  oro  había  sido  recogido  en  la  jurisdicción  de  D.  Pedro,  se  lo 
arrebató  y  lo  envió  preso  á  España.  Este  acontecimiento  despertó 
en  Heredia  el  anhelo  de  hacerse  al  tesoro  de  Dabaibe,  para  lo 
cual  emprendió  una  exploración  que  resultó  desgraciada.  Con  ese 
motivo  pasó  á  Antioquia,  sosteniendo  qu*:  tal  territorio  era  de  su 
jurisdicción:  de  los  pobladores,  unos  le  reconocieron,  pero  otros, 
encabezados  por  Cabrera,  le  resistieran,  lo  apresaron  y  remitieron 
á  Belalcázar,  quien  le  permitió  compareciese  ante  la  Audiencia  de 
Panamá,  pero  ésta  lo  absolvió  y  le  permitió  regresar  á  su  Gobierno. 

Después  del  taqueo  de  Acia,  César  quedó  en  San  Sebastián, 
aclamado  jefe  por  sus  compaiíeros,  que  también  codiciaban  el  te- 
soro tantas  veces  nombrado.  En  demanda  de  esa  quimera  partió  ha- 
cia el  Sur,  atravesó  la  sierra  de  Abibe  y  penetró  al  valle  de  Gua- 
ca, gobernado  por  el  cacique  Nutivara,  quien  en  un  reñido  com- 
bate  estuvo  á  punto  de  vencer  á  los  conquistadores.  César  continuó 
su  marcha,  y  por  dos  indios  aprehendidos  supo  la  existencia  de 
40,000  ducados  en  una  sepultura,  y  que  todos  los  naturales  de  la 
comarca  se  movían  para  asaltarlo,  por  lo  cual  determinó  regre- 
sar á  San  Sebastián,  en  consecución  de  nuevos  refuerzos.  En  San 
Sebastián  tuvo  noticia  de  que  los  dos  Heredias  estaban  encarcela- 
dos como  defraudadores  del  tesoro  real,  por  orden  del  Oidor  Ba- 

Nuiva  Gtografh  de  C^kmlna  tomo  i— ^ 


93^  Nueva  Gkograpia  de  Colombia 


dillo,  á  quien  la  Audiencia  de  Santo  Doming-o  había  mandado  á  re- 
sidenciarlos. En  el  acto  marchó  César  para  Cartagena,  y  olvidan- 
do la  injusticia  con  que  lo  habían  tratado,  no  sólo  les  llevó  la  parte 
del  oro  recogido  en  tu  correría,  sino  que  les  ofreció  sus  servicios  é 
intercedió  por  ellos  ante  el  Visitador. 

En  efecto,  las  violencias  de  los  Heredias  provocaron  quejan 
ante  la  Audiencia  de  Santo  Domingo,  la  que,  en  vista  de  ellas  y  del 
cargo  que  se  hacía  al  Gobernador  de  Cartagena  de  defraudar  la 
parte  que  á  la  Corona  correspondía  en  un  botín  por  la  fama  au- 
mentado considerablemente,  nombró  Visitador  al  Oidor  Juan  Ba^ 
dillo,  para  que  pasara  á  la  Tierrafirme  á  residenciarlos. 

Badillo,  sobre  excederse  en  su  mandato  en  cuanto  á  los  He- 
redias, les  sobrepujó  en  exacciones  y  atropellos ;  y  como  tuviera 
noticia  de  que  venía  otro  Juez  á  seguirle  causa,  para  salvarse  de 
ella  organizó  una  expedición  al  Dabaibe,  llevando  como  Teniente 
á  César.  La  hueste  salió  de  San  Sebastián  en  1538,  por  la  misma 
ría  de  Abibe,  y  atacada  por  el  valiente  Nutivara  en  el  valle  de  los 
Pitos,  habría  perecido  sin  la  habilidad  y  el  valor  de  César.  La  ex- 
pedición continuó  con  menos  tropiezos  por  el  valle  de  Norí,  trans- 
montó la  cordillera  del  Chocó  y  llegó  á  las  tierras  de  Buriticá,  en 
las  márgenes  del  Cauca :  el  Cacique  resistió,  pero  fue  vencido ; 
para  salvar  á  su  familia  prisionera  ofreció  á  los  españoles  condu- 
cirlos á  una  rica  mina ;  en  el  camino  se  precipitó  con  sus  guardia- 
nes á  una  sima,  y  como  no  muriese  del  golpe,  Badillo  le  hizo  que- 
mar vivo. 

La  expedición  continuó  su  marcha  al  Sur  por  la  margen  iz- 
quierda del  Cauca  ;  con  grandes  penalidades  atravesó  la  montaña 
del  Oro  y  llegó  al  valle  de  Anserma,  habitado  por  los  valentísimos 
Gorrones,  donde  murieron  Fernández  y  César.  Empero,  Badillo 
estaba  resuelto  á  no  echar  pie  atrás,  y  continuó  su  trabajosa  ruta, 
llegando  al  cabo  á  Cali  al  año  de  haber  salido  de  San  Sebastián. 
Huía  de  la  justicia,  y  sin  embargo  la  encontró:  Aldana,  nuevo  Go- 
bernador de  Popayán,  al  saber  su  llegada,  le  llamó  á  dar  cuenta 
de  porqué  había  entrado  en  armas  en  jurisdicción  ajena,  y  de  allí 
lo  remitió  preso  á  Panamá.  Absuelto,  regresó  á  España,  donde  mu- 
rió pobre  y  despreciado  de  todos. 

De  nuevo  volvió  Heredia  á  su  Gobierno,  y  entonces  Cartage- 
na fue  atacada  por  el  francés  Baal  (27  de  Julio  de  15S4),  quien  diex 
días  antes  había  incendiado  á  Santamarta  :  saqueó  á  los  habitan- 
tes, y  si  no  destruyó  la  ciudad,  debióse  al  fuerte  rescate  que  por 
ella  pagaron  las  autoridades.  Pasado  este  contratiempo,  Heredia 
retomó  á  Antioquia,  donde  esta  vez  fue  reconocido,  y  nombró  las 
autoridades  del  caso.  Vuelto  á  la  capital,  aun  sufrió  residencia 
otras  dos  veces,  pero  en  ejercicio  de  la  Gobernación  murió  ahogado 
en  1556. 


*••» 


Rodrigo  Bastidas  emprendió  su  primer, viaje  e;i.isoo,y  n;co* 
rrió  la  costa  colombiana  de  la  Goajira  á  Panamá,  logrando  dónde» 
^ui^a  ser  bjen  recibido  por  los  naturajfts^  y  regresó  á  España  con 


Nueva  Geografía  de  Colombia  939 


intención  de  volver,  lo  que  no  consiguió  hasta  1525,  con  el  carác- 
ter de  Gobernador  de  lo  que  iba  á  ser  Provincia  de   Santamaría. 

En  Julio  de  1525  arribó  con  cuatro  buques  regularmente  tri- 
pulados á  las  inmediaciones  de  las  bocas  del  Magdalena,  á  una 
bahía  donde  desagua  el  Manzanares,  y  como  ya  era  conocido  de 
los  naturales,  acordó  la  paz  con  ellos  y  echó  los  cimientos  de  la 
ciudad  de  Santamaría.  Empero,  la  conducta  del  jefe  no  satisfízo  á 
muchos  de  sus  rapaces  compañeros,  quienes  en  una  conjuración 
le  dieron  de  puñaladas.  Rodrigo  Palomino  auxilió  á  su  jefe,  que 
le  confío  el  mando  y  fue  á  morir  á  Cuba,  en  tanto  que  sus  asesinos 
eran  ajusticiados  en  Santo  Domingo.  Palomino  permitió  á  los  sol- 
dados ir  á  saquear  tribus  distantes,  en  lo  que  no  fueron  afortu- 
nados. 

La  Audiencia  de  Santo  Domingo,  al  saber  la  muerte  de  Bas- 
tidas, envió  como  Gobernador  de  Santamarta  á  Pedro  Badillo,  á 
cuyas  órdenes  puso  una  columna  de  doscientos  hombres.  Palomino 
rehusó  entregar  el  mando,  mientras  se  decidía  el  punto  en  Espa- 
ña. Acampaban  cerca  las  dos  fuerzas,  y  Pedro  de  Heredia,  Te- 
niente de  Badillo,  intentó  seducir  la  tropa  de  Palomino ;  mas  éste 
descubrió  tales  manejos,  castigó  á  los  que  habían  convenido  en 
ellos,  y  marchó  á  atacar  á  su  contrario.  Intervinieron  entonces  los 
capellanes,  y  consiguieron  que  los  dos  jefes  reunieran  sus  tropas  y 
mandasen  juntos,  ínterin  decidía  la  Corte.  Resuelto  así  el  punto, 
marcharon  á  sojuzgar  á  los  Taironas,  pero  fueron  rechazados  con 
grandes  pérdidas,  y  al  regreso  se  ahogó  Palomino  en  el  río  que 
lleva  su  nombre. 

Badillo,  dueño  exclusivo  del  mando,  dio  rienda  suelta  á  sus 
pasiones  y  organizó  una  expedición  hacia  el  Valle  de  Upar,  de  la 
cual  regresó  al  cabo  de  un  año,  con  no  pocas  riquezas.  La  mala 
conducta  de  Badillo  hizo  que  la  Corte  nombrara  Gobernador  de 
Santamarta  á  García  de  Lerma,  y  que  á  éste  se  adelantara  Graje- 
da  para  residenciar  á  Badillo,  quien  fue  remitido  preso  á  España 
por  Lerma,  sin  cuya  oportuna  llegada  Grajeda  le  habría  hecho 
ajusticiar. 

García  de  Lerma  traía  instrucciones  de  la  Corte  para  tratar 
bien  á  los  indios  é  impedir  terminantemente  que  se  les  hiciera  es- 
clavos :  con  él  venía  como  primer  Obispo  Fray  Tomás  Ortiz,  nom- 
brado además  Protector  oficial  de  los  indígenas,  pero  que  en  vano 
trabajó  porque  se  cumplieran  las  órdenes  de  los  soberanos. 

En  1529  desembarcó  García  de  Lerma  con  una  lujosa  expedi- 
ción: los  Oficiales  se  desconsolaron  al  ver  desiertas  aquellas  ribe- 
ras que  soñaban  cubiertas  de  riquezasi,  por  lo  cual  el  Gobernador 
repartió  entre  ellos  todo  el  Valle  de  Upar,  disponiendo  que  los  in- 
dios les  pagaran  tributo.  Para  sí  se  reservó  las  tierras  de  Poci- 
güeica,  por  ser  las  más  valiosas,  aunque  las  de  más  peligro ;  y  ea 
efecto,  cuando  ya  había  esquilmado  á  los  indios,  éstos  lo  atacaron  y 
vencieron,  y  le  obligaron  á  huir  abandonando  sus  riquezas.  Auxilia- 
do por  los  Hondas,  intentó  Lerma  recobrar  lo  perdido,  pero  de 
nuevo  fue  rechazado  con  grandes  pérdidas.  Ocupóse  entonces  en 
despachar  expediciones  á  distintos. lugares,  como  fueron  la  de  Pé-^ 


^94^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


•dro  de  Lerma,  que  llegó  á  Tamalameque,  de  donde  Lebrija  se 
adelantó,  sin  provecho,  hasta  el  río  que  hoy  lleva  su  nombre ;  y  la 
que  dirig-ida  por  el  ObispK),  se  trasladó  con  fines  pacíficos  á  la  feria 
que  los  naturales  celebraban  donde  hoy  está  San  Juan  del  Córdoba. 

Por  este  tiempo  llegaban  á  Santamarta  deslumbradoras  noti- 
cias del  Perú,  que  tentaron  á  no  pocos,  por  lo  cual  Lerma,  para 
evitar  ese  peligro,  ideó  una  expedición  á  los  sepulcros  del  Sinú, 
que,  segiSn  la  fama,  encerraban  riquezas  fabulosas.  Además,  en  esa 
misma  época  el  portugués  Jerónimo  de  Meló,  afrontando  las  temi- 
das bocas  del  Magdalena,  penetró  por  ellas,  remontó  el  río  trein- 
ta y  cinco  leguas,  y  habría  continuado  la  exploración  de  éste  si  no 
hubiese  muerto  de  fiebre. 

El  Bachiller  Viana,  con  ciento  diez  hombres,  constituyó  la  ex- 
pedición al  Sinú:  remontando  el  Magdalena  llegó  á  Tacaloa,  de 
allí  siguió  por  el  Cauca,  aguas  arriba,  y  luego  hizo  lo  propio  por  el 
San  Jorge;  y  aunque  los  indios  abandonaron  sus  hogares  sin  hacer 
resistencia,  fueron  tantas  las  penalidades,  que  de  ellas  murió  Via- 
na á  los  ocho  meses  de  inútil  expedición,  por  lo  cual  sus  compañe- 
ros regresaron  á  Santamarta,  en  lo  que  hicieron  muy  bien,  porque 
por  la  vía  que  llevaban  habrían  salido  al  Atrato. 

Intertanto  también  había  fallecido  García  de  Lerma.  Lo  reem- 
plazó Infante,  que  se  ocupó  en  extorsionar  á  los  indios.  En  la  Corte 
obtuvo  el  cargo  vacante  Pedro  Fernández  de  Lugo,  con  la  facul- 
tad de  continuar  conquistas  hacia  el  interior.  En  Diciembre  de 
1535  ll^gf^^  á  Santamarta  con  numerosa  y  bien  equipada  exp>ed¡- 
ción,  entre  la  cual  figuraban  Gonzalo  Jiménez  de  Quesada  y  Gonzalo 
Suárez  Rondón.  Al  presentarse  Lugo,  huyó  Infante,  temeroso  de 
una  residencia,  dejando  el  mando  en  poder  de  Bezos,  que  lo  entre- 
gó al  adelantado  Lugo. 

Este  halló  la  colonia  en  muy  mal  estado,  á  causa  de  las  riva- 
lidades y  odios  entre  varios  oficiales  españoles ;  pero  á  todo  se  so- 
brepuso, y  reorganizó  el  Gobierno.  En  seguida  atacó  y  venció  á 
los  Bondas,  después  envió  á  Suárez  Rondón  con  una  columna  á 
donde  hoy  está  Riohacha,  cruzando  por  el  Sur  la  Sierra  Nevada, 
y  á  su  hijo  con  otra  hacia  el  mismo  punto,  por  el  litoral.  Ambas 
expediciones  arrollaron  á  los  naturales  y  les  tomaron  buena  canti . 
dad  de  oro,  y  una  vez  reunidas,  penetraron  en  la  Goajira ;  como 
allí  no  encontraran  riquezas,  Lugo  dispuso  el  regreso,  pero  en  la 
costa  encontró  un  buque,  y  abandonando  á  sus  compañeros,  se  fugó 
para  España,  llevándose  el  oro  que  correspondía  á  su  padre. 

El  Adelantado  Lugo,  cuya  jurisdicción  en  la  costa  no  se  ex- 
tendía sino  del  cabo  de  la  Vela  á  las  bocas  del  Magdalena,  previo 
Contejo  de  Capitanes,  dispuso  expedicionar  hacia  el  interior,  re- 
montando el  Magdalena,  y  para  jefe  de  la  empresa  eligió  al  Li- 
cenciado Gonzalo  Jiménez  de  Quesada,  creyendo  que  por  su  ju- 
ventud y  poca  experiencia  en  las  armas,  no  sería  capaz  de  domi- 
nar á  compañeros  como  Suárez  Rondón,  Lebrija,  San  Martín,  &c., 
para  alzarse  con  el  mando  en  las  tierras  que  iba  á  descubrir. 

La  expedición  de  Quesada  se  compuso  de  ochocientos  veinte 
peones,  ochenta  y  cinco  jinetes  y  bastante  número  de  servidores 
indios :  dividida  en  dos  grupos,  el  uno  debía  remontar  el  río,  y  el 


Nueva  Geogragia  de  Colombia  941 


otro,  con  Quesada,  seguir  por  tierra  á  Tamalameque.  La  marcha 
por  tierra  tuvo  difícultades,  pero  mayores  las  encontró  la  flotilla, 
que  perdió  tres  buques  en  el  paso  de  las  bocas.  Lugo  reorganizó 
la  expedición  fluvial,  y  volvió  á  despacharla  á  órdenes  de  otro  Li- 
cenciado.  Gallegos.  Quesada,  ignorante  de  lo  sucedido,  envió 
comisión  en  busca  de  la  flotilla,  que  tardaba :  la  encontraron  en 
Sampollón,  y  no  sin  graves  contratiempos  se  reunió  toda  la  expe- 
dición erca  de  Tamalameque.  Allí  Quesada  pudo  aparejar  tres 
bergantines,  en  ellos  embarcó  algunos  compañeros,  y  dispuso 
que  los  enfermos  regresaran  á  Santamarta ;  pero  atacados  en  el 
viaje  por  los  indios,  casi  todos  perecieron.  A  poco  avistaron  los 
españoles  el  peñón  que  hoy  se  llama  Barranca  Bermeja,  donde 
encontraron  algunos  víveres,  por  lo  cual  se  estableció  allí  el  cam- 
po y  la  base  para  ulteriores  correrías. 

Aquí  en  verdad  termina  la  expedición  de  Lugo,  pues  el  pe- 
ríodo siguiente  de  ella,  dígase  lo  que  se  quiera,  es  decir,  la  con- 
quista del  Estado  Chibcha,  fue  la  obra  de  la  energía,  la  diploma- 
cia y  el  talento  del  joven  Licenciado. 

••• 

2P  El  ccrazbn  del  país — Descubierto  el  Perú  y  conquistado  el 
extenso  Imperio  Inca  por  Francisco  Pizarro,  ese  caudillo  des- 
pachó hacia  el  Norte  á  Sebastián  de  Belal cazar  para  que  se  apode- 
rase del  Reino  de  Quito  (hoy  Ecuador),  con  buen  golpe  de  gente. 
Realizada  la  empresa,  uno  de  los  Oficiales  de  Belalcázar  aprehen- 
dió á  un  indio  extranjero  que  se  decía  enviado  por  su  señor  derro- 
tado en  un  combate,  en  demanda  de  socorros.  Interrogado  el  indio, 
refirió  á  los  españoles,  entre  otras  cosas,  para  ponderar  las  grande  - 
zas  de  su  país,  que  los  señores  celebraban  grandes  fiestas  religiosas 
en  las  cuales  se  cubrían  de  oro  en  polvo  y  luego  se  bañaban  en  la- 
gunas consagradas  á  sus  dioses ;  relato  que  fue  origen  de  la  fábula 
del  Dorado,  que  tanto  costó  á  los  conquistadores,  pero  fue  fecunda 
cuanto  la  exploración  del  país. 

La  noticia  de  un  nuevo  y  rico  Estado  inspiró  á  Belalcázar  el 
doble  pensamiento  de  ganarlo  para  sí  y  de  abrirse  paso  al  mar  por 
otra  vía  para  emanciparse  de  Pizarro.  Con  tal  objeto  envió  pri- 
mero á  Pedro  de  Añasco,  quien  sometió  las  tierras  llamadas  de 
los  Pastos,  y  luego  en  su  auxilio  á  Juan  de  Ampudia.  La  Columna 
expedicionaria  atravesó  en  seguida  el  valle  del  Patía,  ganando  á 
los  naturales  una  reñida  batalla,  y  arribó  á  tierras  de  Popayán, 
cuyo  poderoso  señ©r  también  les  opuso  valerosa  resistencia. 

Añasco  continuó  rumbo  del  Norte,  en  Jamundí  construyó  una 
estacada  para  defenderse  de  los  indios,  y  envió  á  Cieza  de  León 
con  una  partida  á  correr  la  tierra,  la  que  avanzó  hasta  Cartago 
por  el  valle  del  Cauca,  venciendo  con  facilidad  las  numerosas  tri- 
bus que  lo  ocupaban,  porque  vivían  en  guerra  entre  sí.  Cieza  no 
se  atrevió,  con  tan  poca  gente,  á  penetrar  en  las  montañas  del  Nor- 
te, y  regresó  á  Jamundí. 

A  pocos  días  Belalcázar  con  nuevos  auxilios  llegó  al  Cercado, 
dispuso  que  Miguel  Muñoz  fundara  una  ciudad  en  el  valle,  lo  cua  i 
hizo  en  tierras  de  Lili  (hoy  Cali)  el  25  de  Julio  de   1536,  y  él  en 


942  NukVA  Geograf/a  de  Colombia 


persona  regresó  á  Popayán,  donde  fundó  la  ciudad  que  pensaba 
había  de  ser  capital  de  su  Grobernación,  en  Diciembre  siguiente. 
En  Popayán  dejó  sus  tropas,  y  volvió  á  Quito  á  recoger  refuerzos 
para  su  proyectada  expedición  á  Cundinamarca.  Retornó  al  cabo 
de  un  año,  confió  la  ciudad  al  cuidado  de  Tobar,  y  emprendió 
marcha  hacia  el  valle  de  Neiva  :  cuatro  meses,  llenos  de  penali- 
dades, gastó  en  la  travesía  de  la  cordillera. 

Después  de  dar  algün  descanso  á  sus  tropas,  continuó  por  la 
margen  izquierda  del  Magdalena  hasta  la  boca  del  Sabandija : 
allí  á  un  tiempo  supo  con  certeza  dónde  quedaba  el  imperio  que 
buscaba  y  que  éste  ya  era  ajeno,  por  cuanto  se  le  presentó  inesp^e- 
radamente  Hernán  Pérez  á  interrogarlo  de  parte  del  Conquistador 
Jiménez  de  Quesada.  Belalcázar  dijo  al  enviado  que  su  intento  no 
era  otro  que  buscar  el  Dorado  y  abrirse  paso  al  mar.  Empero, 
noticiado  luego  del  reducido  ndmero  de  los  soldados  de  Quesada  y 
de  la  llegada  de  F'edermán  á  tierras  de  Pasca,  faltando  á  lo  ofre- 
cido avanzó  hasta  Tena,  donde  supo  la  capitulación  de  aquél,  por 
lo  cual  convino  también  en  que  sus  soldados  se  incorporaran  á  la 
tropa  de  Quesada,  pero  sin  venderlos,  y  en  partir  para  España, 
con  la  sola  condición  de  que  el  Capitán  Cabrera  pudiera  regresar 
con  una  tropa  á  fundar  la  ciudad  de  Neiva  y  que  ésta  perteneciera 
al  Gobierno  de  Popayán,  que  iba  á  pedir. 

Indicado  queda  el  negocio  celebrado  entre  Carlos  v  y  los  Wel- 
sers,  y  ahora  sólo  añadiremos  que  estos  últimos  tenían  obligación 
de  enviar  cincuenta  mineralogistas  para  el  estudio  de  las  minas,  y 
trescientos  hombres  para  fundar  poblaciones.  La  primera  expedi- 
ción por  ellos  despachada  salió  al  mando  de  Ambrosio  Alfingcr, 
quien  estableció  el  asiento  de  su  gobierno  en  Coro  ;  y  aunque  su 
jurisdicción  no  llegaba  sino  al  Cabo  de  La  Vela,  en  la  primera 
correría  penetró  al  Valle  de  Upar  y  del  Cesar;  en  Tamalameque, 
donde  recogió  grueso  botín,  permaneció  un  año,  al  cabo  del  cual 
resolvió  regresar,  adoptando  para  ello  la  vía  donde  hoy  están 
Ocaña,  Cáchira,  Girón,  Vetas,  Silos,  Pamplona  y  Chinácota,  don- 
de murió  en  un  combate  con  los  naturales.  En  esta  correría  Alfin- 
ger  dejó  tras  sí  huella  de  sangre,  y  su  tropa  sufrió  indeciblemente 
por  lo  fragoso  de  las  tierras  recorridas.  El  resto  de  la  expedición, 
al  mando  de  San  Martín,  no  pensó  sino  en  llegar  á  Coro,  pero 
no  lo  consiguió  sino  al  cabo  de  tres  años,  después  de  sufrir  gran- 
des penalidades  y  en  la  mayor  miseria.  Hizo  ruta  por  Cúcuta,  Mé- 
rida  y  Trujillo.  Fue  la  más  desgraciada  de  las  expediciones  de  la 
Conquista. 

El  nuevo  Gobernador  de  Coro,  Jorge  Spira  (Spéier)  suges- 
tionado por  las  noticias  de  ricos  estados  indígenas  establecidos  al 
Mediodía,  organizó  otra  expedición  destinada  á  explorar  las  grandes 
llanuras  orientales,  donde  imaginaba  había  de  encontrar  otro  Perú. 
En  persona  se  movió  rigiendo  cuatrocientos  hombres,  y  detrás  de- 
bían seguir  en  su  auxilio  doscientos,  á  órdenes  de  Federmán. 

Spira  entró  á  los  Llanos  en  la  época  de  la  inundación,  por  lo 
cual  las  dificultades  del  terreno,  las  enfermedades,  las  plagas  y. los 
combates  con  los  indios  lo  quebrantaron  de  tal  manera,  que  aun 
cuando  por  el   pie  de  la  cordillera  llegó  hasta  las  barrancas  del 


NiTBVA  Geografía  ds  Colombia  943 


Upía,  casi  en  las  fronteras  de  los  Chibchas,  y  tuvo  noticia  de  ellos, 
desconfió  de  la  veracidad  de  tales  datos,  no  se  atrevió  á  escalar  la 
altísima  cordillera,  y  continuó  rumbo  del  Sur,  alcanzando  el  15  de 
•Ag^osto  de  1536  un  adoratorio  indio  en  las  cercanías  del  actual  Vi- 
llaviccncio.  Tras  otro  alto,  todavía  continuó  un  poco  más  al  Me- 
diodía, hasta  el  río  Papaneme  (Guaviare),  donde  su  vanguardia 
fue  batida  por  los  naturales,  y  el  terreno  se  hacía  doblado,  por  lo 
cual  resolvió  reg-resar  por  la  misma  ruta  que  había  llevado,  con  la 
esperanza  de  encontrar  á  Federmán,  lo  que  no  sucedió  por  razo- 
nes que  se  verán  en  seg^uida,  y  tras  sufrir  indecibles  penalidades, 
perder  la  mayor  parte  de  su  gfente,  y  sin  haber  encontrado  el  oro 
que  buscaba,  entró  de  nuevo  á  Coro  á  los  tres  años  de  su  partida, 
para  morir  poco  después.  La  fortuna  no  acompañaba  á  los  alema- 
nes en  América. 

Federmán,  el  Teniente  de  Spira,  en  vez  de  seguirlo,  como 
se  lo  había  ordenado,  se  dirigió  al  Cabo  de  La  Vela,  y  de  allí  em- 
prendió camino  del  Sur,  costeando  el  lago  de  Maracaibo,  remon- 
tó el  Zulia,  y  por  el  Sarare  salió  á  los  Llanos,  que  también  busca- 
ba, después  de  sufrir  penalidades  no  inferiores  á  las  de  sus  com- 
pañeros. 

Federmán,  continuando  su  marcha,  se  acercó  mucho  más  al 
pie  de  la  cordillera  y  llegó  tambié»  á  las  cercanías  de  Villavicen- 
cio;  y  menos  incrédulo,  ó  resuelto  á  alejarse  en  todo  caso  de  su  Ca- 
pitán, decidió  el  ascenso  de  la  cordillera,  que  verificó  por  una  de 
Isus  partes  más  agrestes,  pues  salió  al  páramo  de  Sumapaz,  no 
ejo>  del  Nevado,  ó  sea  á  la  ruta  que  de  esas  cumbres  guía  á 
Usme,  cerca  de  Bogotá. 

Por  fortuna  para  Quesada,  el  Capitán  Fonte,  á  quien  había 
desterrado  á  Pasca  con  aviesas  intenciones,  se  ganó  la  confian- 
za de  los  indios,  y  por  éstos  supo  la  aproximación  y  ruta  de  la 
hueste  de  F'edermán,  de  lo  cual  dio  oportuno  aviso  á  su  superior, 
Quesada  despachó  en  el  acto  al  Padre  de  las  Casas  como  enviado , 
quien  pudo  avistarse  con  el  alemán  en  Usme  y  conseguir,  mediante 
la  oferta  de  darle  diez  mil  pesos,  que  él  partiría  para  España  y  per- 
mitiría que  Quesada  incorporara  su  tropa  entre  los  conquistadores 
del  Nuevo  Reino.  Federmán,  lo  mismo  que  Spira  y  que  Alfinger, 
tampoco  pudo  uncir  la  victoria  á  las  banderas  alemanas. 

•♦• 

Acampado  Quesada  en  Barrancabermeja,  despachó  las  na- 
res á  explorar  el  río,  que  miraban  correr  entre  selvas  seculares. 
Regresaron  sin  haber  encontrado  variación  en  el  paisaje,  y  con 
un  desconsuelo  que  comunicaron  á  los  demás  soldados,  que  que- 
rían, de  grado  ó  por  fuerza,  volver  á  Santamarta,  pues  y*  no 
eran  sino  unos  doscientos.  Quesada,  con  energía  y  diplomacia  no 
esperadas  de  él,  dominó  el  conflicto  y  envió  otras  dos  partidas  de 
exploración  al  próximo  valle  del  Opón,  una  por  tierra  y  otra  por 
agua.  Esta  última  al  segundo  día  apresó  un  indio  y  un  poco  de  sal, 
y  así  supo  que  algunas  leguas  más  arriba  había  un  depósito  de  esa 
sustancia,  que  se  traía  de  un  país  rico  y  poblado.  Animados  con  tal 
noticia,  los  exploradores  continuaron  hasta  donde  divisaron  valles 
extensos  y  cultivados,  y  sin  demora  regresaron  con  la  buena  nu^ 
▼a.  Quesada  había  triunfado. 


944  NuxvA  Geografía  de  Colombu 


La  marcha  de  la  fuerza  se  emprendió  sin  demora ;  pero  como 
del  puerto  de  ia  sal  no  pudieron  pasar  los  barcos,  Quesada  dispu- 
so reg'resar  á  Santamaría  los  inválidos,  en  número  de  ciento  se- 
senta, que  luego  perecieron  casi  todos  en  un  ataque  de  los  indios. 
A  partir  de  dicho  puerto,  la  columna  continuó  por  tierra,  librando 
combates,  sufriendo  penalidades  inmensas  y  afrontando  miserias 
increíbles,  para  salvar  los  caballos :  en  efecto,  ignorantes  del  te- 
rreno, en  vez  de  transmontar  directamente  la  serranía  de  los  Co- 
bardes y  caer  á  Guanentá,  doblaron  hacia  el  Sur  con  el  río  para 
escalar  la  peña  de  Vélez,  donde  no  había  ni  senderos  ;  pero  esa 
vuelta  los  llevó  derecho  á  tierras  de  los  Chibchas.  Reducidos  á  sólo 
ciento  sesenta  hombres,  coronaron  al  fin  la  serranía  indicada,  y 
de  su  tope  divisaron  las  pobladas  tierras  de  Vélez  y  el  Saravita, 
bajando  sin  demora  á  Chipa tá,  donde  un  mes  de  descanso  apenas 
bastó  á  restaurar  sus  agotadas  fuerzas. 

Quesada,  así  restablecido,  descendió  al  río,  que  atravesó  para 
entrar  á  Moniquirá  y  Tinjacá,  cruzar  el  páramo  de  Marchan  y  des- 
cender á  Guachetá,  entonces  crecida  población :  los  caballos,  la 
detonación  de  los  arcabuces  y  las  luengas  barbas,  les  rendían  á  los 
espantados  indios.  En  la  dicha  población,  los  naturales,  aterrados, 
se  refugiaban  en  un  peñón;  pero  Quesada  logró,  con  sus  actos,  ins- 
pirarleí  confianza  y  atraerlos  á  su  servicio.  Conseguido  esto,  por 
Lenguazaque  dejó  la  hoya  de  la  laguna  de  Fiiquene  y  salió  á  Sues- 
ca,  donde  hizo  ajusticiar  á  Juan  Gordo,  soldado  suyo,  que  había 
robado  unas  mantas  á  un  indio,  hecho  que  indicó  á  los  habitantes 
no  eran  inmortales  los  recién  venidos. 

El  Cacique  de  Suesca  se  apresuró  á  noticiar  al  Zipa  lo  que 
ocurría,  y  éste  envió  seiscientos  hombres  de  su  guardia,  creyendo 
bastaban  para  vencer  á  ese  puñado  de  extranjeros.  Tal  fuerza  en- 
contró en  Nemocón  la  escolta  de  los  bagajes,  y  ésta  atacó  con  tan- 
to brío  á  los  soldados  indios,  que  cuando  Quesada  lo  supo  y  le  en- 
vió un  refuerzo,  ya  había  derrotado  al  enemigo.  La  persecución 
continuó  hasta  Busongote  (fortaleza  junto  á  Cajicá),  donde  los  del 
Zipa  trataron  de  resistir,  y  fueron  todos  hechos  prisioneros ;  luego 
la  hueste  adelantó  hasta  Chía,  la  corte  del  príncipe  heredero,  que 
huyó,  dejando  abandonados  sus  tesoros.  En  ese  lugar  pasaron  Ios- 
conquistadores  la  Semana  Santa  de  1537. 

Esguazó  en  seguida  Quesada  el  próximo  Funza  i>ara  entrar 
á  Suba,  cuyo  señor  lo  recibió  muy  bien  y  le  sirvió  de  intermedia- 
rio i>ara  entenderse  con  el  Zipa  Tisquesusha,  que  temeroso,  se  de- 
negaba á  ir  al  campo  español.  Desgraciadamente  en  esos  momen- 
tos  murió  el  Suba,  á  quien  la  hueste  tributó  honores  reales,  y  Que- 
sada no  tuvo  otro  remedio  que  avanzar  sobre  Bacatá  (hoy  Fonti- 
bón),  la  capital  del  zipazgo  ;  por  estar  crecidos  los  pantanos  de  En- 
gativá,  los  naturales  trataron  de  resistir  allí,  pero  la  caballería 
forzó  el  paso  del  Juan  Amarillo,  y  el  Zipa  y  los  Bacataes  abando- 
naron la  población,  que  sin  éxito  pretendieron  incendiar  antes  de 
que  llegaran  los  españoles. 

De  Bacatá  Quesada  despachó  á  San  Martín  y  á  Céspedes  con 
sendas  partidas  á  explorar  la  tierra.  Céspedes  por  Sibaté  bajó  á 
Fusagasugá,  donde  los  Sutagaos  lo  recibieron  de  paz ;  en  Tibacuy 
se  le  reunió  San  Martín,  que,  detenido  por  los  Panches  abajo  de 


NuxvA  Geografía  ds  Colombia  945 


Viotá,  retrocedía  en  busca  de  refuerzos.  Juntos  revolvieron  sobre 
aquella  tierra^  libraron  un  reñido  combate  á  los  naturales,  y  aun 
cuando  quedaron  dueños  del  campo,  creyeron  no  poderlo  mante- 
ner, y  reg-resaron  á  Muequetá. 

Convencido  Quesada  de  que  hacia  el  Sur  no  había  riquezas 
que  explotar,  y  deseoso  de  hallar  las  minas  de  donde  se  extraían 
las  esmeraldas  de  Somondoco,  de  que  ya  conocía  muestras,  de« 
jando  á  Bacati,  se  movió  hacia  el  Norte,  pasó  por  la  opulenta 
Guatavita,  que  no  debió  llamarle  la  atención,  pues  fue  á  sentar  sus 
reales  en  el  gran  mercado  de  Turmequé,  de  donde  envió  comisión 
á  Somondoco,  la  cual  regresó  con  muestras  muy  valiosas  de  las 
ansiadas  esmeraldas.  Allí  mismo  supo  Quesada  la  existencia  de  los 
Llanos,  y  despachó  á  San  Martín  á  explorarlos,  pero  este  no  pudo 
pasar  del  Lengupá,  por  lo  cual  remontó  su  valle,  cruzó  el  páramo 
y  salió  á  Iza.  En  este  punto  tuvo  noticia  de  la  existencia  del  Tun- 
dama,  pero  los  g"uías  indíg-enas  lo  hicieron  revolver  hacia  Siacho- 
que,  temerosos  de  que  si  adelantaba  diera  con  Suamos  (Sog^amo- 
so)  ó  con  Hunza  (Tunja). 

Intertanto  un  indio  mutilado  por  orden  del  Zaque  Quimuicha- 
techa,  por  venganza  descubrió  á  Quesada  la  existencia  de  este  se- 
ñor. Lof  españoles  no  perdieron  un  momento,  y  al  caer  la  tarde 
del  20  de  Agosto  se  presentaron  frente  á  Punza.  En  vano  el  Zaque 
les  hizo  rogar  demoraran  su  entrada  hasta  el  siguiente  día  ;  for- 
zaron las  puertas  del  cercado,  cuyas  salidas  cubrió  Suárez  Rondón 
con  la  caballería;  Quesada  penetró  al  aposento  donde  estaba  el 
soberano,  y  para  acallar  el  tumulto  que  ya  se  notaba  entre  sus  ser- 
vidores, lo  hizo  aprehender  por  Antón  de  Olaya,  y  que  se  proce- 
diera á  recoger  las  muchas  riquezas  que  había  en  el  palacio. 

A  poco  de  estos  acontecimientos  supieron  los  españoles  la 
existencia  de  Suamos,  para  donde  enderezaron  su  marcha,  burlados 
al  paso  por  el  Tundama,  que  los  entretuvo  mientras  escondía  sus 
bienes,  y  vencieron  un  ejército  que  intentaba  detenerlos  á  la  entrada 
del  lugar.  Cuando  Quesada  llegó  frente  al  templo  era  de  noche, 
por  lo  cual  resolvió  dejar  su  registro  para  el  siguiente  día;  pero  dos 
soldados,  deslumhrados  por  la  fama  de  sus  riquezas,  lograron  in- 
troducirse al  edifício,  por  una  ventana,  provistos  de  un  hachón.  En- 
cendido éste,  sorprendiéronse  al  encontrar  al  sumo  sacerdote  que  no 
había  querido  huir,  deslumhráronse  con  el  brillo  de  las  láminas  de 
oro,  dejaron  caer  la  tea  sobre  menudo  esparto  que  cubría  el  suelo, 
ó  la  pusieron  en  él  sin  advertir  el  peligro,  y  se  prendió  un  fuego  vo- 
raz que  pronto  redujo  el  templo  á  cenizas:  los  dos  soldados  afir- 
maban que  el  fuego  lo  había  prendido  el  mismo  Pontífice.  Dicen 
algunos  que  en  ese  templo  se  encerraban  los  monumentos  que  con- 
tenían la  historia  de  los  Chibchas,  pero  esto  no  pasa  de  mera  supo- 
sición negada  por  los  cronistas  testigos  del  hecho,  y  que  afirman 
duró  cinco  años  el  fuego  :  tanta  era  la  madera  que  componía  la 
armazón  del  edificio. 

Quesada,  temeroso  de  que  el  hecho  narrado  provocase  una 
sublevación  entre  los  indios,  regresó  á  Tunja,  pero  de  aquí  tuvo 
que  marchar  sobre  el  Tundama,  que  se  había  alzado  en  armas  y 
al  cual  venció  en  una  reñida  batalla  en  los  pantanos  de  Bonza.  Para 
acercarse  á  la  Sabana  trasladó  su  cuartel  general  á  Suesca,  don- 


'94^  NuKVA  Geografía  de  Colombia 


de  dio  libertad  al  Zaque,  quien  de  tristeza  murió  á  los  pocos  días. 
Aquí  Quesada,  confiando  el  mando  á  su  hermano  Hernán,  empren- 
dió expedición  al  Valle  de  Neiva,  seducido  por  la  esperanza  de  en- 
contrar allí  garandes  riquezas,  puesto  que  los  indios  conseguían  la 
mayor  parte  de  su  oro  en  el  mercado  de  Aipe.  En  la  marcha  su- 
frió garandes  perdidas,  y  aunque  llegó  al  lugar  deseado,  por  falta 
de  víveres  tuvo  que  retroceder  en  un  estado  tan  lamentable,  que 
estuvo  á  punto  de  abandonar  el  oro  conseguido,  porque  no  había 
quien  quisiera  cargarlo. 

Quesada,  después  de  su  regreso  á  Muequetá,  procedió  á  re- 
partir las  riquezas  adquiridas,  las  que  ascendían  á  cerca  de  un  mi- 
llón, y  unas  dos  mil  esmeraldas. 

Las  hostilidades  con  los  naturales  continuaban,  y  por  un  pri- 
sionero se  supo  que  el  Zipa  estaba  refugiado  en  un  cercado  próxi- 
mo á  Facatativá.  Quesada  anduvo  toda  la  noche,  y  aunque  logró 
sorprender  el  puesto,  no  encontró  lo  que  buscaba,  porque  el  Zipa, 
que  murió  esa  noche  en  la  confusión  del  ataque,  había  ocultado 
sus  trsoros. 

Por  lo  pronto  los  conquistadores  ignoraron  la  muerte  de  Tis- 
quesusha,  á  quien  debía  suceder  el  Señor  de  Chía ;  pero  los  vasa- 
llos proclamaron  á  Zaquesazipa  ó  Zajipa,  provocando  así  una  di- 
visión de  fuerzas  que  debía  ser  fatal  á  los  Chibchas.  En  efecto, 
Zajipa,  para  contener  una  invasión  de  los  Panches,  necesitó  de  los 
españoles,  y  con  valiosos  presentes  se  dirigió  á  visitarlos  á  Bosa, 
donde  á  la  sazón  tenían  su  campo.  Quesada  recibió  bien  á  Zajipa 
y  le  prestó  el  auxilio  deseado ;  pero  pronto  supo  que  el  peticiona- 
rio era  usurpador,  y  ordenó  reducirlo  á  prisión  para  aprovechar 
tan  oportuna  coyuntura,  que  le  salió  mal,  pues  no  pudo  obtener  de 
él  la  entrega  de  los  tesoros  de  su  antecesor,  ni  aun  sujetándolo  al 
tormento ;  para  salir  del  apuro  lo  sometió  á  un  simulacro  de  juicio 
y  le  hizo  dar  garrote. 

En  este  estado  las  cosas,  resolvió  Quesada  ir  á  la  Corte  para 
obtener  la  Gobernación  de  las  tierras  conquistadas,  y  hacerlo  por 
la  vía  de  Cartagena,  porque  ¡g^noraba  la  muerte  de  Lugo;  pero 
antes  de  marchar  quiso  fundar  la  capital  de  su  gobierno,  y  elig'ió 
para  ello  á  Teusaquillo,  sitio  de  recreo  del  Zipa  y  muy  próximo  á 
Bacatá  y  á  Bosa.  La  fundación  oficial  se  verificó  el  6  de  Ag'osto  de 
1538,  en  que  Fray  Domingo  de  Las  Casas  dijo  la  primera  misa  en 
una  iglesia  pajiza  que  ocupaba  el  lugar  donde  hoy  están  Las  Nie- 
ves, y  en  torno  de  la  cual  se  habían  construido  doce  cabanas,  en  me- 
moria de  los  doce  Apóstoles.  Terminada  la  ceremonia,  se  procedió 
'  á  distribuir  solares  sin  nombrar  entonces  autoridades  locales,  sien- 
do designado  Hernán  Pérez  como  Teniente  del  Conquistador. 

Mientras  se  ocupaba  Quesada  en  estas  diligencias,  recibió 
casi  simultáneamente  la  noticia  del  arribo  de  las  dos  expediciones 
de  Feredmán  y  Belalcázar,  expediciones  que,  conforme  queda  di- 
cho, se  incorporaron  en  su  mayor  parte  en  sus  tropas  y  aumentaron 
la  población  del  Nuevo  Reino.  Antes  de  partir  comisionó  á  Gon- 
zalo Suárez  Rondón  para  que  fundara  la  ciudad  de  Tunja,  que  por 
lo  pronto  creció  más  que  la  capital,  y  á  Martín  Galiano  para  qxit 
hiciera  lo  propio  con  la  de  Vélez,  nombró  Gobernador  de  la  Colo- 
nia á  su  hermano  Hernán,  y  en  seguida,  en  unión  de  Belalcázar  7 


Nueva  GkografÍa  ds  Colombu 


947 


Figura  325.-^  Los  valles  de  Cúcuta,  segúnria  Núiva  Geografía  de  CoUmhia. 
Escala:  i:Soo;#oo.  Compárese  con  la  Carta  oficial.  (Véanse las  demás  Cartaft 

seccionales  en  el  rest»  dt  la  obra). 


94^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Fcrdnmán,  marchó  á  Guataquf,  donde   todos  se  embarcaron  en  un 
bergantín  previamente  construido. 

A  su  llegfada  i  Europa,  Fredermán  sufrió  el  embarg^o  de  sus 
bienes  por  demanda  de  los  Welsers,  Quesada  cayó  en  desgracia 
por  haberse  presentado  en  la  Corte  luciendo  ricas  galas  en  mo- 
mentos en  que  allí  se  vestía  luto  por  la  Reina  Isabel,  y  sólo  Belal- 
cázar  consiguió  lo  que  buscaba :  el  Gobierno  de  Popayán. 

Suárez  Rondón  cumplió  su  cometido  fundando  á  Tunja  sobre 
la  Corte  de  los  Zaques,  el  6  de  Agosto  de  1539;  y  Galiano  el  suyo 
fundando  á  Vélez  en  la  boca  del  Ubasa,  pero  por  lo  malo  del  cli- 
ma hubo  de  trasladarla  al  sitio  que  hoy  ocupa,  el  4  de  Septiem- 
bre del  mismo  año.  Los  naturales  de  esta  comarca  lo  recibieron  de 
paz,  y  aunque  luego  estuvieron  i,  punto  de  romperse  esas  relacio- 
nes, lo  impidió  el  hábil  manejo  de  Galiano. 

Fundado  Vélez,  lo  convirtieron  los  es[>año1es  en  escala  para 
emprender  la  conquista  de  tierras  que  demoraban  hacia  el  Norte 
y  tenían  fama  de  fértiles  y  bien  pobladas,  en  especial  el  valle  de 
Guane,  donde  después  se  fundó  el  Socorro.  Algunos  naturales  re- 
cibieron de  paz  á  Galiano,  mas  no  los  de  Charalá  y  de  Macaregua' 
á  quienes  venció  en  dos  reñidos  combates.  En  el  poblado  de  los 
últimos,  á  falta  de  hierro,  herró  los  caballos  con  oro  de  baja  ley,  y 
en  seguida  marchó  sobre  la  populosa  Guanentá  (hoy  San  Gil),  cu- 
yos habitantes  lo  abandonaron  á  su  llegada.  Galiano  en  seguida  se 
movió  sobre  Biirtaregua  (Girón),  que  no  ganó  sin  combate,  y  cuyos 
moradores  le  ayudaron  en  seguida  á  rendir  las  voluntades  de  los 
pueblos  de  la  comarca,  incluso  la  del  valiente  Chianchón. 

Se  aprestaba  Galiano  á  continuar  sus  conquistas,  cuando  supo 
que  los  Caciques  del  respaldo  se  habían  sublevado  encabezados 
por  el  de  Saboyá,  por  lo  cual  hubo  de  regresar  á  Vélez,  donde  su 
tropa,  unida  á  un  refuerzo  que  había  enviado  Hernán  Pérez,  pudo 
dominar  prontamente  la  insurrección. 

Entre  tanto  Jerónimo  Lebrón,  nombrado  Gobernador  de  San- 
tamarta,  cuando  supo  la  partida  de  Quesada,  organizó  una  expedi- 
ción bastante  fuerte  y  se  dirigió  á  las  tierras  por  aquél  descubier- 
tas, trayendo  consigo  las  primeras  mujeres  españolas,  los  primeros 
cereales  y  los  primeros  ganados  que  pisaron  el  territorio  de  los 
Muiscas.  En  Vélez  (1547)  Lebrón  fue  reconocido  sin  dificultad,  pero 
Hernán  Pérez,  cuando  supo  su  arribo,  le  mandó  notificar  no  ade- 
lantara un  paso  más  mientras  no  le  remitiese  los  despachos  corres- 
pondientes, después  de  lo  cual  debían  tener  una  entrevista  en 
Tunja.  A  esta  cita  acudieron  los  dos  caudillos  con  cerca  de  tres- 
cientos hombres  cada  uno,  y  por  no  entenderse  se  hubieran  ido  á 
las  manos  sin  la  prudencia  de  Suárez  Rondón,  que  los  convenció 
debían  someter  su  disputa  al  fallo  de  los  Cabildos  de  Tunja  y  San- 
tafé.  Así  se  hizo,  y  como  el  fallo  fue  adverso  á  Lebrón,  éste  re- 
gresó á  Santo  Domingo. 

Hernán  Pérez  proyectó  entonces  una  expedición  en  busca  del 
Dorado,  pero  antes  quiso  aterrar  á  los  naturales  para  evitar  una 
sublevación,  y  para  ello,  aprovechando  la  reunión  de  varios  Caci- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  949 


es  en  Tunja,  con  ocasión  de  las  bodas  de  Aquimenzaque,  les 
hacó  que  conspiraban,  y  les  hizo  dar  muerte  á  todos.  En  seg^ui- 
se  puso  en  marcha  hacia  los  Llanos  de  Casanare,  de  donde 
so  á  los  de  San  Martín,  y  luego  atravesó  el  alto  Caquetá,  y  cru- 
ido  los  Andes  entró  á  Pasto.  Aquí  descansó  unos  días,  y  al  cabo 
un  año  volvió  á  Santafé  por  la  vía  de  Popayán,  sin  las  riquezas 
íadas  y  con  su  g^ente  muy  mermada.  Y  como  al  llegar  supiese 
t  el  nuevo  Gobernador  Lugo  le  había  quitado  sus  encomiendas, 
irritó  y  se  expresó  mal  de  é\,  lo  que  sabido  por  el  interesado,  lo 

0  apresar  lo  mismo  que  á  su  hermano  Francisco,  recién  llegado 
!  Perd,  con  pretexto  de  seguirle  juicio  por  la  muerte  de  Aquimen- 
\ue,  conforme  queda  dicho. 

Durante  la  ausencia  de  Hernán  Pérez  gobernó  el  nuevo  rei- 
Suárex  Rondón.  En  este  tiempo  muchos  Caciques,  irritados  con 
atropellos  de  los  encomenderos,  se  sublevaron,  entre  ellos  el 
ndama,  quien  se  fortificó  en  un  islote  de  la  laguna  de  Bonza, 
-o  fue  vencido,  y  á  poco  murió  asesinado  por  su  encomendero 
tldonado.  La  rebelión  estalló  principalmente  en  Tausa,  Suta, 
cunubá  y  Simijaca,  poblaciones  no  lejanas  de  Saboyá,  y  aunque 
indios  se  fortificaron  en  los  peñones  de  la  serranía,  fueron  ven- 
os  y  sacrificados. 

En  I S42  llegó  Alonso  Lugo  al  Cabo  de  la  Vela,  y  luego  empren- 
remontar  por  el  río  Magdalena.  A  pesar  de  las  hostilidades  de 
unas  tribus  y  de  lo  mucho  que  tuvo  que  sufrir,  llegó  á  Vélez, 
ide  fue  reconocido  por  Gobernador  del  Nuevo  Reino.  Como  era 
nbre  tan  codicioso,  declaró  nulos  los  repartimientos  de  enco- 
;ndas  hechos  en  la  Provincia  de  Guane  por  Galiano,  y  cargó  de 
mtos  á  los  naturales.  Los  Conquistadores  se  le  hicieron  enemi- 
;,  y  de  los  naturales  unos  abandonaron  sus  caseríos  y  otros  pre- 
taron  resistencia,  principalmente  Chianchón,  quien  dio  muerte  á 
que  iban  á  esquilmarlo.  Lugo  pasó  de  Vélez  á  Tunja  y  de  aquí 
antafé.  Pretendió  que  los  Qtbildos  declarasen  nulos  los  repar- 
ientos  en  toda  la  Colonia ;  mas  como  los  de  Santafé  y  Málaga 
resistieran  á  ello,  hizo  la  declaratoria  por  sí  y  ante  sí.  Viendo 
Icscontento  general,  creyó  que  lo  promovía  Suárez  Rondón,  por 
:ual  le  hizo  poner  preso  y  le  quitó  todos  sus  bienes.  De  igual  ma- 
a  procedía  con  otros  Oficíales  importantes.  No  contento  Lugo 

1  haber  embargado  los  bienes  á  Suárez  Rondón,  dio  tormento  á 
squez  de  Loaiza  para  obligarlo  á  decir  dónde  había  ocultado 
lél  su  oro.  Además  quiso  poner  presos  á  vario  empleados  para 
igarlos  á  entregarle  las  sumas  correspondientes  á  la  Corona,  que 
ían  en  su  poder.  Algunos  se  fueron  para  Santo  Domingo  y  acu- 
on  ante  la  Audiencia  i  Lugo. 

Deseoso  éste  de  descubrir  minas  de  oro,  preparó  una  ex- 
lición al  Occidente,  y  la  encargó  al  Capitán  Vanegas,  quien  de- 
atravesar  el  territorio  de  los  Panches.  El  Cacique  de  Síquima 
sentó  iMitalla,  y  hubieran  vencido  á  Vargas  si  los  perros  de 
sa  no  hubieran  aterrado  á  los  naturales.  Vanegas  obtuvo 
miso  para  pasar  por  el  territorio  Panche,  y  llegó  hasta  el  río 
>andija.  Con  buenas  muestras  de  oro,  volvió  á  dar  cuenta  de  su 
lisión  á  Lugo,  y  éste  resolvió  someter  á  los  Panches  y  fundar 
.  ciudad  en  su  territorio.  Partió  Vanegas,  y  después  de  algunos 


950  Nueva  Geografía  dx  Colombu 


combates,  pudo  llegar  al  territorio  del  Cacique  Guacana.  Hecha  la 
paz  con  éste,  fundó  á  Tocaima  á  orillas  del  Bogfotá  (Patí),  que  la 
arruinó  luég-o  por  lo  que  en  162 1  fue  ésta  trasladada  al  lugar  que 
hoy  ocupa. 

Temeroso  déla  llegada  de  un  juez  de  residencia,  Lugo  se  fue 
para  Santamarta  llevándose  presos  á  Rondón,  Galiano  y  los  Que- 
sadas.  En  la  Ranchería  fue  detenido  por  algunos  Ofíciales  de  la 
Audiencia,  quienes  le  obligaron  á  devolver  los  valores  que  había 
extraído  de  las  cajas  reales,  y  pusieron  en  libertad  á  los  presos. 
En  España  no  se  le  exigió  sino  que  devolviera  á  Suárez  Ronddn 
sus  bienes^  y  fue  á  morir  á  Milán. 

Pizarro,  noticioso  de-  las  conquistas  de  Belalcázar,  temió  qui- 
siera emanciparse,  y  con  un  pretexto  baladí  envió  en  busca  suya 
á  Lorenzo  de  Aldana,  quien  reservada  llevaba  la  orden  de  apren- 
der á  aquél  y  conducirlo  á  Lima.  Empero,  como  cuando  llegó á  Po- 
payán  ya  Belalcázar  se  había  venido  para  Cundinamarca,  hizo  pú- 
blica su  verdadera  misión,  y  asumió  sin  dificultad  el  Gobierno  de 
la  Provincia.  Su  primer  acto  fue  apresar  á  Badillo,  que  acababa 
de  llegar  á  Cali,  desde  Cartagena,  por  Antioquia,  y  enviarlo  á 
Panamá. 

Aldana  comisionó  en  seguida  á  Jorge  Robledo  para  que  fun- 
dara algunas  poblaciones  en  el  valle  del  Cauca ;  lo  que  hizo  des- 
pués de  incorporar  á  casi  todos  los  compañeros  de  Badillo  en  su  tro- 
pa y  de  granjearse  la  voluntad  d^  los  naturales.  Robledo,  al  darse 
cuenta  de  la  riqueza  del  territorio  de  Anserma  y  Arma,  y  al  igual 
de  tantos  otros,  concibió  la  idea  de  alzarse  con  el  Gobierno  de  la 
comarca,  buscándose  paso  al  mar  por  la  ruta  de  Badillo.  Entre 
tanto  se  ganó  á  unos  caciques  y  derrotó  á  otros,  quedando  dueño 
del  país ;  por  lo  cual  retrocedió  un  poco  al  Sur,  á  fundar  á  Carta- 
go,  ciudad  que  pensaba  hacer  el  centro  de  sus  correrías. 

Por  ese  tiempo  Andagoya,  el  explorador  de  la  costa  de  Bau- 
dó,  obtuvo  de  la  Corte  la  gobernación  de  este  territorio  (1546), 
remontó  el  Dagua,  llegó  á  Cali  y  fue  reconocido  en  esta  ciudad 
lo  mismo  que  en  Popayán,  aunque  por  poco  tiempo,  pues  Belalcá- 
zar estaba  á  punto  de  llegar. 

En  dichas  circunstancias,  supo  Robledo  que  en  Cali  estaba 
un  nuevo  Gobernador — Andagoya, — marchó  en  su  busca,  llevándo- 
le el  oro  que  correspondía  á  Pizarro,  le  reconoció,  y  con  nuevo 
nombramiento  retornó  á  su  capital  á  contener  una  sublevación,  de 
los  indios,  después  de  la  cual  envió  á  Mendoza  á  explorar  la  cordi- 
llera, pero  éste,  falto  de  recursos,  no  pudo  pasar  al  Tolima. 

De  nuevo  supo  Robledo  el  arribo  de  nuevo  Gobemador¿  Be- 
lalcázar>  y  le  reconoció  con  la  misma  facilidad  queá  los  anteriores, 
lo  que  despertó  sus  sospechas,  á  pesar  de  lo  cual  le  renovó  el  car^o 
y  le  permitió  que  adelantara  sus  conquistas.  En  tal  virtud,  Robledo 
avanzó  al  N.  por  la  derecha  del  Cauca  hasta  el  valle  de  Aburra 
(Medellín),  y  sabedor  allí  de  que  al  Occidente  había  tierras  ricas 
en  oro>  se  movió  en  esa  dirección,  disponiendo  que  Frades  siguie- 
ra hacia  el  N.  con. un  piquete,  pero  éste  no  se  atrevió  i  pasar  del 
bajo  Porce,  y  regresó  al  campamento. 


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953  NuiVA  Geografía  dk  Colombia 


Robledo  en  su  marcha  se  vio  detenido  muchos  días  por  el 
Cauca,  que  al  fin  logró  esguazar,  y  después  de  vencer  á  los  natura- 
les, fundó  á  Santafé  de  Antioquia,  que  un  año  después  se  trasla- 
dó al  sitio  que  hoy  ocupa.  Robledo  no  pacificó  la  comarca  sino 
después  de  larga  lucha;  pero  conseguido  esto,  partió  sigilosamente 
para  España  con  doce  compañeros,  en  demanda  de  los  despachos 
que  ansiaba ;  más  en  San  Sebastián  lo  detuvo  Alonso  de  Hercdia, 
creyéndolo  defraudador  de  las  propiedades  de  su  hermano,  le 
arrebató  el  oro  que  llevaba,  y  lo  remitió  preso  á  España.  Roble- 
do consiguió  en  Urabá  que  uno  de  sus  compañeros,  el  cronista  Cie- 
za  de  León,  pasara  á  Panamá  á  dar  cuenta  de  lo  ocurrido,  mas 
como  nada  consiguiera  allí,  con  candor  inexplicable  se  trasladó 
entonces  á  Popayán  á  dar  la  queja  á  Belalcázar,  y  halló  que  éste 
al  saber  la  fuga  de  Robledo,  le  había  declarado  rebelde  y  traidor. 

En  España  Robledo  obtuvo  absolución  de  los  cargos  que  se 
le  hacían  y  el  grado  de  Mariscal  de  Campo,  después  de  lo  cual  se 
vino  con  Armendáriz,  é  informándolo  mal  de  los  sucesos  ocurridos, 
logró  que  lo  nombrara  Gobernador  de  la  tierra  de  Antioquia,  pero 
dependiente  del  de  Cartagena,  y  se  encargó  de  llevar  á  Belalcázar 
los  pliegos  en  que  aquél  le  notificaba  lo  hecho  y  su  residencia  y  lo 
arraigaba  en  Cali.  Pdsose  en  marcha  sin  demora.  La  ciudad 
de  Antioquia  lo  reconoció  sin  dificultad,  pero  tuvo  que  hacer  uso 
de  la  fuerza  para  imponerse  en  Arma,  Anserma  y  Cartago. 

De  esta  población,  cuando  ya  se  creyó  fuerte,  envió  á  Belalcá- 
zar los  despachos  de  Armendáriz  ;  pero  el  conquistador  de  Quito 
le  contestó  notificándole  que  desocupara  el  territorio  de  que  era 
Gobernador  por  el  Rey  ó  se  apercibiera  á  la  defensa;  y  sip  demo- 
ra marchó  á  cumplir  su  prevención  al  frente  de  150  soldados.  Ro- 
bledo, que  no  contaba  sino  con  70,  al  saber  la  aproximación  de  Be- 
lalcázar, procediendo  como  de  costumbre,  y  demostrando  una  vez 
más  su  ignorancia  del  corazón  humano,  le  envió  comisionados  en  so- 
licitud de  un  arreglo  pacífico,  comisionados  que  Belalcázar  apresó 
para  que  no  le  dieran  aviso  de  su  resolución,  y  marchando  sin  de- 
tenerse, lo  sorprendió  en  Arma ;  Robledo  quiso  resistir,  pero  sus 
compañeros  lo  abandonaron,  por  lo  cual  resolvió  presentarse  al 
Gobernador  de  Popayán,  fiado  en  su  antigua  amistad,  para  justifi. 
car  con  este  último  acto  su  escaso  talento^  lo  que  le  costó  la  vida, 
pues  un  Consejo  de  Guerra  lo  condenó,  y  la  sentencia  se  ejecutó  el 
5  de  Octubre  de  1546.  Robledo  fue  un  soldado  valiente,  y  tal  vez 
generoso,  pero  nada  más,  dígase  lo  que  se  quiera  en  contrario. 

• 

Belalcázar,  segdn  se  indicó,  obtuvo  en  la  Corte  el  nombramien- 
to de  Gobernador  de  Popayán,  Provincia  en  que  se  englobaba  la 
de  Antioquia,  llegando  á  Cali  en  155 1,  donde  inmediatamente  fue 
reconocido  por  Adelantado.  Andagoya  quiso  resistir,  pero  abando- 
nado por  los  suyos,  fue  remitido  preso  á  Panamá,  donde  se  le  puso 
en  libertad  por  intercesión  de  Vaca  de  Castro,  llegado  en  busca  de 
recursos  para  castigar  las  rebeldías  y  crímenes  de  los  Conquis- 
tadores en  el  Perú.  Por  esta  misma  causa  á  Popayán  vino  enton- 
ces el  Virrey  del  Perú,  Blasco  Núñei  Vela,  en  solicitud  de  auxi- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  953 


lios  (  1546),  y  perseguido  de  cerca  por  Gonzalo  Pizarro.  En  su 
auxilio  salió  á  campaña  Belalcázar,  quien  en  la  batalla  de  Añaqui- 
to  cayó  herido,  y  hubiera  muerto  si  Alvarado  no  le  hubiese  salva- 
do y  conseguido  del  vencedor  Pizarro  licencia  para  volver  á  Po- 
payán.  A  raíz  del  vencimiento  de  Andagfoya,  Robledo,  que  estaba 
en  Cartazo,  prestó  juramento  de  obediencia  á  Belalcázar,  quien  le 
permitió  continuar  sus  expediciones,  aunque  tratándolo  con  descon- 
íianza,como  se  comprende,  por  la  fácil idadjcon  que  reconocía  á  todo 
los  Gobernadores  que  se  presentaban.  De  regreso  á  su  Gobierno  in- 
tentó someter  á  los  Páeces,  pero  no  pudo  expugnarlos  en  el  peñón 
que  ocuparon,  por  lo  cual  hubo  de  ordenar  la  retirada  á  Cali.  A  este 
lugar  llegó  á  poco,  en  calidad  de  preso,  D.  Pedro  de  Heredia,  Go- 
bernador de  Cartagena,  que  había  intentado  ejecutar  jurisdicción 
en  Antioquia,  pero  Belalcázar  le  permitió  pasar  á  Panamá  á  con- 
testar los  cargos  que  se  le  hacían. 

Por  entonces  dispuso  Belalcázar  que  Pedro  de  Añasco  funda- 
se á  Timaná  (1540),  pero  los  españoles  trataron  con  tal  crueldad  á 
los  indios,  que  la  Cacica  Gaetana,  cuyo  hijo  había  sido  quemado 
vivo  por  aquéllos,  logró  reunir  seis  mil  indios,  con  los  que  sor- 
prendió á  Añasco,  que  pereció  con  casi  toda  su  tropa.  Al  saber- 
se esta  noticia  en  Popayán,  Ampudia  marchó  con  cien  soldados 
en  auxilio  de  sus  compañeros;  pero  sorprendido  por  los  indios,  pe- 
reció con  la  mayor  parte  de  su  fuerza.  Alentados  los  naturales  con 
este  nuevo  triunfo,  reunieron  diez  mil  hombres  y  asaltaron  á  Ti- 
maná, que  Juan  del  Río  cubría  con  escasa  guarnición  :  la  defensa 
fue  larga  y  heroica,  y  la  victoria  quedó  por  las  armas  españolas. 

A  pesar  de  este  triunfo,  los  habitantes  resolvieron  abandonar 
el  territorio ;  mas  como  se  presentasen  desavenencias  sobre  el 
punto  á  que  debían  trasladarse,  resolvieron  quedarse  y  dar  el 
mando  á  Cabrera,  el  fundador  de  Neiva.  Este,  que  se  manejó  bien 
al  principio,  logró  calmar  ó  los  naturales,  y  aun  reducirlos  á  que 
construyesen  viviendas^  estables  ;  pero  cuando  estaban  más  despre- 
venidos los  que  se  habían  sometido.  Cabrera  los  atacó  y  mató  gran 
numero  de  ellos.  Desde  entonces  la  guerra  se  hizo  inextinguible : 
los  naturales,  refugiados  en  sus  breñas,  derrotaron  á  Tobar,  que 
había  reemplazado  á  Cabrera,  y  como  no  salían  á  parajes  donde 
pudiera  maniobrar  la  caballería,  mantenían  á  los  conquistadores 
en  continuo  alarma. 

A  la  sazón  Armendáriz  se  encargaba  de  la  Gobernación  de 
bantafe'  y  publicaba  las  nuevas  leyes  sobre  los  indios,  contra  las 
cuales  apeló  el  Gobernador  de  Popayán ;  y  al  mismo  tiempo  el  Li- 
cenciado Gasea,  nombrado  Virrey  del  Perú,  solicitaba  auxilios  para 
nueva  campaña  contra  Gonzalo  Pizarro.  Belalcázar  acudió  á  tal 
llamamiento,  le  tocó  mandar  la  caballería  en  la  batalla  de  Xaqui- 
xaguana,  tn  que  Pizarro  fue  vencido  y  muerto,  y  volvió  á  Popayán 
cargado  de  glorias  y  laureles. 

Al  llegar  á  esta  ciudad  supo  el  nuevo  regreso  de  Robledo,  y 
que  ejercía  actos  de  jurisdicción  en  Antioquia,  y  además  recibió 
de  él  la  orden  de  Armendáriz  en  que  le  prevenía  no  saliese  de 
Cali  antes  de  que  se  le  siguiera  el   juicio  de   residencia.  Irritado 

Nueva  Geografía  de  Colombia  TOMO  i— 61 


954  Hueva  Geografía  de  Colombu 


Belalcázar,  mandó  notificar  á  Robledo  que  si  no  abandonaba  inme- 
diatamente el  territorio,  se  lo  haría  desocupar  por  la  fuerza ;  y 
para  cumplir  su  prevensión  emprendió  marcha  hacia  el  Norte  con 
ciento  cincuenta  soldados.  En  el  camino  encontró  comisionados  de 
Robledo  en  solicitud  de  un  tratado  de  paz ;  como  era  natural,  no 
les  dio  oídos,  los  redujo  á  prisión  para  que  no  pudiesen  informar  sus 
movimientos,  y  en  Arma  sorprendió  al  intruso,  que  no  disponía 
sino  de  setenta  hombres.  Robledo  quiso  resistir,  pero  los  suyos  le 
abandonaron;  resolvió  entonces  presentarse  á  Belalcázar,  confiado 
en  la  amisdad  que  les  unía  ;  pero  el  vencedor  lo  sometió  á  Consejo 
de  Guerra,  que  le  condenó  á  muerte  con  sus  principales  compañe- 
ros, y  la  sentencia  se  ejecutó  el  5  de  Octubre  de  1546.  En  virtud 
de  las  quejas  de  la  viuda  de  Robledo,  la  Corte,  á  la  vez  que  resol- 
vía el  restablecimiento  de  la  Audiencia,  disponía  que  uno  de  los 
Oidores  nombrados,  Briceño,  pasase  á  residenciar  al  Conquistador, 
como  en  efecto  lo  hizo,  pero  con  visible  parcialidad.  Surtido  el  jui- 
cio, Briceño,  dictó  sentencia  de  muerte :  el  condenado  apeló  de  ella, 
por  lo  cual,  en  calidad  de  preso,  siguió  para  España,  á  donde  no 
alcanzó  allegar,  pues  falleció  en  Cartagena  (155 1).  A  pesar  de  sus 
defectos,  Belalcázar  fue  uno  de  los  personajes  más  distinguidos  y 
meritorios  entre  los  Conquistadores. 

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«  * 

Las  continuas  quejas  que  á  la  Corte  llegaban  contra  los  go- 
bernantes de  las  varias  Provincias  que  existían  en  el  territorio  de 
Colombia,  movieron  al  Soberano  á  nombrar  á  Miguel  Díaz  de 
Armendáriz  Visitador  de  las  cuatro  Gobernaciones  de  Tierrafir- 
me,  lo  que  preludiaba  la  unidad  de  mando  que  en  ellas  se  impo- 
nía. El  nombrado  se  puso  en  marcha  para  su  destino,  y  al  llegar  á 
Santo  Domingo  la  Audiencia  le  remitió  las  causas  de  los  Quesadas 
y  de  Suárez  Rondón,  quienes  se  acogieron  á  su  jurisdicción  ;  poco 
después,  encontrándose  los  presos  en  el  cabo  de  La  Vela,  un  rayo 
les  dio  muerte  é  hirió  al  fundador  de  Tunja. 

Armendáriz  sometió  á  juicio  á  D.  Pedro  de  Heredia,  y  lo  re* 
mitió  á  España.  Al  propio  tiempo  comunicó  á  los  demás  Goberna- 
dores las  nuevas  órdenes  dictadas  por  el  soberano  en  favor  de  los 
naturales.  Al  dictar  estas  leyes,  el  Monarca  daba  cumplimiento  al 
testamento  de  Isabel  la  Católica,  en  una  de  cuyas  cláusulas  "roga- 
ba i  su  esposo  y  ordenaba  y  mandaba  á  sus  herederos  y  sucesores 
que  los  indios  fueran  tratados  al  igual  de  sus  subditos,  como  que 
al  emprender  el  descubrimiento  se  había  tenido  en  mira  ganar  al- 
mas para  el  cielo  pero  no  esclavos  para  la  tierra."  Fray  Bartolo^ 
mé  de  las  Casas  de  continuo  se  había  quejado  al  Rey  por  el  mal 
trato  que  se  daba  á  los  indios;  quejas  reforzadas  por  otras  muchas 
que  obligaron  á  Carlos  v  á  dictar  nuevas  leyes  sobre  el  particular, 
nombrando  Visitador  que  las  hiciese  cumplir.  Justo  es  advertir 
que,  pasado  el  primer  entusiasmo  del  Descubrimiento,  tan   pocos 
peninsulares  querían  venir  á  América,  que  hubo  necesidad  de  tri- 
pular las  naves  con  reos  rematados,  lo  que,  como  se  comprende, 
fue  fatal  para  los  indígenas.  Las  nuevas  leyes,  que  favorecían  mu- 
cho á  los  indios,  escandalizaron  á  los  conquistadores,  accstumbra- 
^QS  á  devastar  el  territorio.  Belalcázar  suspendió   su   ejecucidn 


i 


NuzvA  Geografía  de  Colombu  955 


mientras  los  Cabildos  enriaban  apoderados  á  reclamar  contra  ellas. 
Entonces  nació  aquella  fórmula  de  "  se  obedece  pero  no  se  cuni- 
ple,"  con  que  se  burlaban  las  reales  órdenes  en  América.  La  pu- 
blicación de  las  nuevas  leyesen  Santafé  produjo  las  mismas  conse- 
cuencias que  en  Popayán. 

El  reclamo  de  los  Cabildos  fue  atendido  en  la  Corte,  la  qxip. 
en  parte  reformó  dichas  nuevas  leyes. 

Armendáriz  envió  adelante  á  Urzda,  á  quien  reconocieron  en 
Vélez,  Tunja  y  Santafé.  El  primer  acto  de  Urzúa  fue  reducir  tf 
prisión  al  Gobernador,  y  dos  días  después  fue  incendiada  la  casa 
que  aquél  habitaba. 

Armendáriz  tomó  oficialmente  posesión  de  su  cargo  en  Santa- 
fé, en  los  primeros  días  de  1547;  P^''^  ^^^^o  de  tino,  sus  ^ctos 
causaron  terror,  pues  el  primero  de  ellos  fue  dar  tormento  á  un 
inocente  para  que  descubriera  los  autores  del  incendio  de  la  casa 
de  Urzüa. 

Armendáriz  se  ocupó  luego  en  las  reclamaciones  referentes 
á  encomiendas,  y  resolvió  declarar  válidas  las  primeras  reparticio- 
nes hechas  por  los  Quesadas,  lo  que  produjo  un  semillero  de  plei- 
tos y  disturbios.  En  seguida  comisionó  á  Núñez  Pedrosa  y  á  Urzúa 
para  que  practicasen  exploraciones  ;  el  ultimo  se  dirigió  hacia  el 
Norte,  y  en  el  valle  del  Espíritu  Santo  fundó  la  ciudad  de  Pam- 
plona, afamada  un  tiempo  por  sus  riquezas,  y  que  gobernó  poco, 
dejando  el  mando  á  Hortúa  de  Velasco,  quien  fundó  á  San  Cris-^ 
tóbal  (1560)  y  á  Ocaña  (1561). 

Núñez  Pedrosa  se  dirigió  hacia  las  cabeceras  del  río  de  la 
Miel,  y  allí  terminó  su  correría,  porque  encontró  á  Cepeda,  agente 
de  Belalcázar,  quien  lo  redujo  á  prisión  por  haber  invadido  juris-' 
dicción  ajena. 

Por  este  tiempo,  como  se  dijo,  el  Licenciado  Gasea,  Gober-^ 
nador  del  Perú,  solicitó  auxilios  para  someter  á  Gonzalo  Pizarro, 
que  se  había  alzado  contra  el  Rey;  y  Armendáriz  le  envió  100 
hombres  de  refuerzo,  mandados  por  Venegas  Carrillo.  En  fin,  en 
este  período  se  trasladó  la  población  de  Riohacha  al  sitio  que  hoy 
ocupa,  y  se  fundó  la  ciudad  de  los  Reyes  en  el   Valle  de  Upar  *. 


*  Muy  rápidamente  se  cubrió  Nueva  Granada  de  poblaciones  más  ó  menos 
importantes,  conforme  lo  indica  la  siguiente  relación : 

La  Conquista.  Panamá  (1519),  Santamaría  (25),  Cartagena  (33),  la  María 
Baja  y  Tolú  (35),  Cali  (36),  Popayan,  Bogotá,  Mompós,Neiva,  La  Plata  (1538),- 
Pasto,  Tunja,  Vélez,  Ansermanuevo  y  Barrancavieja  (39),  Cartago  y  Málaga^ 
(40)  Antioquia  (4i),  Arma  (42),  Caloto  y  Quilichao  (43),  Tamalameque  y  To- 
caima  (44),  Rionegro  y  Riohacha  (45),  Pamplona  (49),  Ibagué,  Mariquita  y  Va- 
lle de  Upar  (50). 

La  Audiencia.  Almagucr  y  Villeta  (1551),  Caguán  y  Salazar(53),  Muzo  (59), 
La  Palma,  Remedios,  San  Cristóbal  (60)  y  Ocaí^a  (61). 

La  Presidencia.  Buga  (1070),  Leiva  (72),  Cáccres  (76 \  Zaragoza  (81  \  Gua- 

Í'abal  (83),  San  Martín  (84),  Chiquinquirá  (86),  Barbacoas,  Izcuandé  y  Roldani- 
lo  (x6oo),  San  Gil  (1620),  Barranquilla  (29),  Girón  (31),  Soledad  (40),  Quibdó 
(54),  Purificación  (64),  Medina  (70),  Mellín  (74),  Socorro  (81),  Chire  (89),  Lérida 
(90),  Paime  (96),  La  Concepción  (1702),  Nóvita  (1707),  y  Palmito  (30). 

El  Virreinato.  De  1740  al  fin  del  siglo  xviii  se  fundaron  Coello,  Fortaleci- 
Uas,  Payandé,  Chaguaní,  Subachoque,  Servitá,  San  Onofre,  San  Carlos,  y  varios 
otrot  en  Bolívar,  Santa  Rosa,  Ataco,  Coyaima,  Natagaima,  La  Mesa^  Santa  Li* 


9^6  NuxvA  Geografía  de  Colombu 


lí.  La  Audiencia.  (14  años:  1550-1564) — El  Consejo  de  Indias, 
movido  por  las  continuas  quejas  que  llegaban  contra  los  Gobernado- 
res  de  estas  Provincias  y  los  Visitadores  que  se  enviaban  de  tiem- 
po en  tiempo  á  fiscalizarlos,  resolvió,  imperando  aun  Carlos  v, 
crear  la  Audiencia  de  Santafé,  y  al  efecto  se  expidió  el  decreto  del 
caso  el  1 7  de  Julio  de  1549.  P^***  primer  Presidente  se  nombró  al 
Oidor  Briceño,  quien  traía  además  el  encargo  de  residenciará  Be- 
ialcázar,  lo  que  hizo  en  Popayán,  como  queda  dicho,  pero  casándo- 
se en  seguida  con  la  viuda  de  Robledo.  Por  este  tiempo  regresó 
también  al  país,  después  de  diez  años  de  ausencia,  Jiménez  de  Que- 
sada,  con  el  título  de  Mariscal  y  cuatro  mil  ducados  de  sueldo 
anual,  como  alcaide  perpetuo  de  una  fortaleza  que  debía  fundar  en 
la  capital.  Cuando  cayó  en  desgracia,  diose  á  dilapidar  su  fortuna 
y  no  se  cuidó  de  hacer  competencia  á  Luis  de  Lugo,  que  reclama- 
ba el  gobierno  del  territorio  descubierto  por  Quesada,  como  conce- 
dido á  su  padre  por  dos  vidas,  de  suerte  que  culpa  de  él  fue  si  la 
Corte  no  lo  atendió  como  lo  requerían  su  mérito  y  sus  servicios. 

El  7  de  Abril  de  1550  se  celebró  en  Santafé  el  recibimiento 
del  sello  real,  con  lo  cual  quedó  instalada  la  Audiencia,  por  lo 
pronto  compuesta  únicamente  de  los  Oidores  Galarza  y  Góngora, 
quienes  constituyeron  las  Salas  de  gobierno,  de  lo  civil  y  de  lo  cri- 
minal; nombraron  Fiscal,  Escribano  de  Cámara,  Canciller,  Relator, 
Receptor  de  impuestos  y  Alguacil  mayor.  Era  la  Audiencia  un  Tri- 
bunal Superior  de  justicia,  compuesto  de  Magistrados  togados 
llamados  Oidores,  que  de  ordinario  conocían  en  segunda  instancia 
los  negocios  de  un  cierto  territorio,  que  por  lo  que  hacía  al  de 
Santafé  comprendía  el  actual  de  la  República,  con  excepción  de 
Panamá  y  Popoyán.  La  instalación  de  un  Tribunal,  superior  en 
autoridad  á  la  de  los  conquistadores,  independientes  unos  de  otros, 
y  en  la  realidad  de  los  hechos  señores  absolutos  de  sus  Provincias, 
creó  en  verdad  un  Estado,  estableció  en  él  el  Gobierno  civil,  y,  á 
lo  menos  teóricamente,  cerró  el  período  de  la  conquista  ó  del  pilla- 
je en  vasta  escala  y  sin  método,  que  no  podía  menos  de  arruinar 
los  territorios  en  que  se  verificaba.  De  los  fallos  de  la  Audiencia, 
que  cuando  se  dictaban  en  común  se  llamaban  Real  Acuerdo,  no  po- 
día apelarse  ante  el  Consejo  de  Indias  sino  en  asuntos  de  mayor 
cuantía.   Los  Oidores  no  podían  casarse  en  su  territorio,  ni  tener 
en  él  propiedades,  ni  recibir  regalos. 

Establecida  la  Audiencia,  su  primer  cuidado  fue  organizar 
expediciones  destinadas  á  sujetar  á  los  indios  que  se  habían  suble- 
vado ó  más  daños  causaban  á  los  colonos,  y  á  fundar  poblaciones 
en  las  vías  que  enlazaban  las  Provincias  de  su  jurisdicción.  Por  en- 
tonces se  fundó  á  Ibagué,  Neiva,  La  Plata  y  Mariquita.  El  Capí- 
tan  Urzúa,  encargado  de  sujetar  á  los  Muzos,  tras  recio  batallar 
logró  que  éstos  le   ofrecieran   la  paz ;   pero  en  la  Junta  en  que 


brada,  Espinal,  Santa  Rosa  de  Osos,  Ambalcma  y  San  Luis. 

La  Repüblica,  Durante  este  período  apenas  se  ha  aumentado  el  número  de 
pobltciones  en  una  veintena,  de  las  cuales  son  los  más  notables  Manizales,  Jerí« 
có,  Pereira,  Pal  mira,  La  Pradera,  Salento,  &c. 

En  resumen :  de  los  setecientos  sesenta  y  ocho  pueblos  que  hay  en  la  Repú- 
blica,  seiscientos  cinco  eran  cabeceras  de  Municipio  á  ñnes  del  siglo  xviii ;  y 
de  léftos,  con  una  ú  otra  categoría,  existían  cuatrocientos  veinte  al  establecerse 
|«  Presidencia,  (S  sea  hl  terminar  la  Conquista. 


Nueva  Geografía  de  G)LOifBiA  957 


tal  asunto  debía  tratarse,  hizo  asesinar  cobardemente  á  los  comi- 
sionados, lo  que  enfureció  de  tal  manera  á  los  indios,  que  el  español 
tuvo  que  abandonar  el  campo. 

Briceño,  después  de  hacer  fundar  á  Almag^uer,  vino  á  ocupar 
su  puesto  en  la  Audiencia,  lo  que  favoreció  á  Armendáriz,  que  lue- 
go fue  absuelto  en  España  por  la  residencia  que  le  abrió  Zurítai 
quien  por  tal  motivo  se  retiró  á  Panamá  para  ejercer  allí  su  auto- 
ridad.  Por  entonces  (iSS3),  en  virtud  de  bula  del  Papa  Pío  iv,  s6 
trasladó  á  Santafé,  erig^ida  en  Metropolitana,  con  dos  sufragáneos, 
la  Sede  episcopal  de  Santamarta. 

La  Audiencia  no  satisfizo  las  esperanzas  de  los  colonos,  quie* 
nes  elevaron  repetidas  quejas  contra  ella,  y  por  este  motivo  la  Corte 
resolvió  enviar  un  Visitador ;  pero  desgraciadamente  eligió  para 
tal  á  Montano,  hombre  perverso  que  dejó  en  el  país  fama  tan  exe- 
crable, que  hizo  olvidar  todos  los  atropellos  de  los  conquistadores. 
Como  Montano  debía  gobernar  de  acuerdo  con  el  Oidor  Briceño, 
empezó  por  atemorizarlo,  en  seguida  suspendió  á  los  demás  Oido-» 
res,  y  como  Briceño  en  nada  se  le  oponía,  de  hecho  quedó  tínico 
dueño  del  poder,  en  cuyo  ejercicio  cometió  toda  clase  de  crí- 
menes :  vendía  la  justicia,  permitía  que  sus  criados  y  secuaces  se 
apoderasen  de  las  propiedades  ajenas  y  robasen  en  los  caminos  pú- 
blicos, y  por  último,  mandó  degollar  al  juez  Pedro  Salcedo  porque 
no  se  prestaba  á  sus  infamias.  Para  distraer  la  atención  pública 
envió  una  expedición  contra  los  Pijaos,  que,  vencidos,  no  volvieron 
á  presentar  batalla  formal. 

Por  este  tiempo  tuvo  lugar  la  sublevación  de  D.  Alvaro  de 
Oyón,  Jefe  de  aventureros  que  en  La  Plata  asesinó  á  las  autorida- 
des, tornó  á  Neiva  y  revolvió  sobre  Popayán,  donde  el  Gobernador 
Delgado  lo  derrotó :  la  mayor  parte  de  los  rebeldes  pagaron  con  la. 
v/da  su  delito.  Este  acontecimiento  sirve  de  tema  al  poema  ¿pico 
de  Julio  Arboleda. 

Alguna  esperanza  de  alivio  tuvieron  los  santafereños  con  la 
noticia  de  que  Maldonado  venía  como  Fiscal  de  la  Audiencia,  pero 
desgraciadamente  éste  se  detuvo  en  Cartagena  mientras  residen- 
ciaba al  conquistador  Heredia  ;  así  fue  que  la  sublevación  de  Oyón 
les  sirvió  de  respiro,  puesto  que  obligó  á  Montano  á  partir  á  cam- 
paña contra  él,  y  aunque  en  Tocaima  supo  que  todo  había  con- 
cluido, siguió  hasta  el  Cauca,  dejando  tras  sí  sangrienta  huella.  A 
su  regreso  no  se  detuvo,  porque  marchó  en  el  actofpara  la  Costa 
en  persecución  de  enemigos  suyos  que  intertanto  habían  partido 
para  España ;  y  aunque  en  aquel  territorio  no  tenía  jurísdicción, 
cometió  los  mismos  crímenes  que  en  el  interior.  A  su  regreso 
anuló  las  medidas  de  Briceño  en  favor  de  los  indios  y  la  fundación, 
que  había  ordenado  de  San  Juan  de  los  Llanos,  y  siguió  juicio  á  los 
Oidores  suspendidos ;  pero  como  ellos  apelaron  de  lo  resuelto  por 
Montano,  marcharon  para  la  Costa,  y  quiso  la  suerte  del  tiranuelo 
que  en  Cartagena,  reunidos  con  Heredia  y  sus  demás  víctimas,  se 
embarcaran  en  un  solo  buque  y  perecieran  todos  en  un  naufragio. 
El  Fiscal  Maldonado  llegó  al  cabo  á  Santafé,  pero  como  ál 
mismo  tiempo  se  presentó  á  acusarlo  el  hijo  de  Heredia  por  los 
perjuicios  que  había  sufrido  con  motivo  de  la  residencia  abierta  á 
su  padre,  Montano  tomó  la  ocasión  por  los  cabellos,  dispuso  que 


^S  NusvA  GiogratÍa  DK  G)L0MBIA 


Maldonado  volviese  á  Cartagena  á  contestar  la  demanda,  y  nom- 
bró á  Quesada  Gobernador  de  esa  plaza,  puesto  que  aceptó  el  Ma- 
riscal, probablemente  por  no  ver  los  atropellos  que  se  cometían 
en  su  cara  Santafé. 

Por  fin  llejj^aron  á  España  las  noticias  de  los  crímenes  de  Mon- 
tano, y  para  residenciarlo  nombró  la  Corte  dos  Oidores,  de  los  cua- 
les López  lleg^ó  á  Santafé  en  1587,  cuando  acababan  de  reg^resar 
Quesada  y  Maldonado.  Montano  y  sus  parciales,  para  salvarse 
pusieron  en  jueg'o  todas  sus  malas  artes ;  pero  López  no  le  dio 
tiempo  de  jugarlas,  porque  apremiado  por  los  vecinos,  lo  redujo  á 
prisión.  La  causa  se  activó  cuanto  fue  posible,  el  criminal  manda- 
tario fue  remitido  á  España,  aherrojado  con  parte  de  una  de  las 
pesadísimas  cadenas  que  había  hecho  forjar  para  sus  víctimas,  y 
allí  en  justicia  sufrió  muerte  infamante  en  Valladolid. 

Por  estos  tiempos  el  Arzobispo  Barrios  reunió  en  Bogotá  el 
primer  Sínodo  diocesano,  el  cual  arregló  la  disciplina  eclesiástica 
en  la  Colonia ;  y  el  Capitán  Lancheros,  después  de  reñidas  bata- 
llas, venció  tan  completamente  á  los  Muzos,  de  nuevo  sublevados, 
que  sus  restos  se  retiraron  á  las  selvas  del  Carare,  y  cerca  de  las 
célebres  minas  de  esmeraldas  pudo  fundar  la  ciudad  de  Muzo,  y 
más  al  Sur  la  de  La  Palma,  porque  otra  expedición  había  sujeta- 
do definitivamente  á  los  Colimas. 

En  el  seno  de  la  Audiencia  continuaban  las  discordias  y  riva- 
lidades; Briceño  fue  residenciado  por  Grajeda,  pero  absuelto 
por  el  Consejo  de  Indias ;  y  tan  continuos  eran  los  escándalos,  que 
la  Corte  se  vio  obligada  á  renovar  íntegramente  el  personal  de 
los  Oidores,  como  si  en  esto,  y  no  en  los  defectos  de  la  organiza- 
ción del  Gobierno,  hubiese  consistido  el  mal. 

Los  nuevos  Oidores  vinieron  con  buenas  intenciones :  Ángulo 
disminuyó  el  tributo  de  los  indios  y  les  hizo  otros  bienes  en  una 
visita  á  las  Provincias  del  Norte ;  sus  tres  compañeros  se  apresta- 
ban á  hacer  lo  mismo  en  el  resto  del  país,  cuando  la  insurrección 
de  Aguirre  vino  á  embargar  toda  su  atención. 

El  a  Aguirre  uno  de  esos  soldados  de  fortuna,  por  el  estilo  de 
Oyóh,  por  desgracia  entonces  muy  numerosos  en  América,  y  es- 
pecialmente en  el  Perií.  En  este  Virreinato  el  Virrey  Cañate,  para 
libertarse  de  ellos,  pretextó  una  expedición  al  Amazonas,  la  que 
puso  á  órdenes  de  Urzüa,el  victimario  de  los  Muzos.  Llegada  la  tropa 
á  dicho  río,  Lope  de  Aguirre  y  Fernando  de  Guzmán  asesinaron 
á  su  jefe ;  en  seguida  hizo  lo  mismo  Aguirre  con  su  compañero ; 
se  proclamó  jefe  de  los  revoltosos ;  por  el  Amazonas  ganó  á  Tri- 
nidad y  luego  á  Margarita,  y  en  esa  isla,  que  aterró  con  sus  crí- 
menes, concibió  él  plan  de  conquistar  para  sí  los  dominios  españo- 
les en  América,  y  al  efecto  invadió  á  Venezuela,  acercándose  á 
nuestras  fronteras.  El  alarma  fue  inmenso,  las  ciudades  se  apres- 
taron á  luchar  con  el  tirano,  pero  no  hubo  necesidad  de  hacer 
campaña,  porque  Aguirre,  abandonado  por  muchos,  fue  apuñalea- 
do^ en  Tocuyo  por  uno  de  sus  compañeros. 

\J  La  Audiencia  se  ocupó  en  perseguir  y  castigarlos  restos  del 
ba^ndo  de  Aguirre  (1561-63),  y  luego  en  juicios  de  unos  Oidores 
contra  otros,  por  lo  cual,  al  cabo  hecha  la  luz,  Felipe  n,  deseoso 
de  remediar  esos  males,  creó  con  el  nombre  de  Presidente,  toma- 


NuxvA  GiografÍa  de  Colombia  $59 


(lo  de  los  romanos,  una  autoridad  suprema  que  asumiese  el  mando, 
y  así  concluyó  el  gobierno  plural  de  la  Audiencia. 

Pocos  fueron  los  prog^resos  materiales  de  la  Colonia  en  estos 
primeros  años,  porque  al  interior  no  lleg^aron  personas  versadas  en 
artes  y  oficios,  ó  se  encontraron  grandes  diñcultades  para  plantear- 
los, como  lo  indica  la  edificaci<3n  de  la  primera  Catedral,  que  se  des- 
plomó en  vísperas  de  consag:rarla(i555),  la  mezquina  arquitectura 
de  Las  Nieves  y  Santa  Bárbara,  edificadas  unos  50  años  después  de 
la  fundación,  y  sobre  todo  el  hecho  de  que  aun  cuando  las  g-randes 
iglesias  se  iniciaron  antes  de  terminar  el  siglo  xvi,  no  fue  sino  hasta 
el  siguiente  y  aun  en  el  xviii  cuando  se  concluyeron,  como  las  cono- 
cemos, en  especial  en  su  ornamentación,  siendo  en  el  apogeo  de  esa 
edad  constructora  y  ornamentadora  cuando  floreció  el  pintor  Vás- 
quez  Ceballos  (f  171 1).  Y  por  lo  que  hace  á  las  grandes  obras  pú- 
blicas, murallas,  puentes,  caminos,  su  edad  de  oro  corresponde  con 
el  Virreinato,  no  superada  luego  si  en  cuenta  no  se  toman  las  obras 
apenas  montadas  en  el  país  con  elementos  extranjeros. 

III.  La  Presidencia,  *  (176  años:  1564-1740) — Con  los  monar- 
cas de  la  Casa  de  Austria  está  ligada  la  Presidencia  como  forma  * 
de  Gobierno  de  la  Colonia,  ya  realmente  organizada.  Creóla  Feli- 
pe II  á  raíz  de  la  terminación  del  Concilio  de  Trento,  en  vista  de 
los  malos  resultados  inherentes  al  Gobierno  plural  de  la  Audiencia, 
y  para  que  hubiese  una  autoridad  suprema  que  ejerciera  el  mando 
con  ciertas  facultades  en  estas  apartadas  regiones.  Los  Presidentes 


*  Al  principio  dependió  Colombia  del  Virreinato  del  Perú  (establecido  en 
1542),  y  como  el  Presidente  de  Quito,  las  Audiencias  de  Santafé  y  de  Panamá,  y 
los  Gobernadores  de  las  Provincias  se  disputaban  la  primacía,  y  Lima  quedaba 
á  enorme  distancia,  era  urgente  el  establecimiento  de  un  Gobierno  propio  en  el 
Nuevo  Reino.  Los  Visitadores  y  Jueces  de  residencia,  en  vez  de  restablecer  el 
orden,  aumentaban  la  confusión,  y  de  ordinario  eran  peores  que  los  que  venían  á 
castigar.  Por  estas  razones  fue  tan  eñcaz  el  Gobierno  de  Venero  de  Leiva,  quien 
vino  con  facultades  tan  extensas  como  las  del  Virrey  del  Perú. 

En  esta  época  Colombia  comprendía  las  Provincias  de  Panamá  y  Vera- 
gua en  la  Audiencia  de  Panamá,  y  las  de  Santamarta,  Cartagena,  Nuevo  Reino 
y  Fopayán  en  la  de  Santafé,  y  las  ciudades  de  Panamá,  Nombre  de  Dios,  Nata, 
La  Concepción,  Santafé  de  Bogotá,  Tocaima,  La  Plata,  La  Trinidad,  Santiago, 
La  Palma,  Tunja,  Pamplona,  San  Cristóbal,  Mérida,  Vélez,  Mariquita,  Ibagué, 
La  Victoria,  Remedios,  Santamarta,  Tenerife,  Tamalameque,  Valledupar,  Rió- 
hacha,  Cartagena,  Tolú,  María,  Mompós,  Antioquia,  Arma,  Cartago,  Buga,  Cali, 
Popayán,  Calcto,  Al  maguer  y  Pasto. 

Entonces  los  Alcaldes  parroquiales  y  los  Cabildos   (cuyos  cargos  se  com- 
praban de  por  vida)  ej  .'reían  funciones  importantes  ;  había  Tribunales  eclesiás- 
ticos, militares  y  comerciales  (Consulados),  estos  con  miembros  elegidos  por  los 
comerciantes  y  encargados  de  propender  al  desarrollo  de  la  Agricultura  y  el  Co- 
mercio. En  todo  caso,  la  principal  causa  de  la  mala  administración  era  la  ig- 
norancia de  los  colonos,  la  idea  del  poder  divino  de  los  Reyes,  lo  heterogéneo 
de  los  habitantes  y  lo  absoluto  de  las  autoridades,  de  donde  el  influjo  que  ad- 
quirió el  clero,  que  era  del  país  ;  pero  la  causa   principal  de  la  despoblación  no 
fue  el  mal  rét¡imen,  pues  los  indios  seguían  gobernados  por  sus  Caciques,  fino 
la  facilidad   con   que  se  suicidaban  por  el   menor  contratiempo,  y  las  nuevas 
epidemias  (las  de  1555  y  15  76  en  México  devoraron  tres  millones  de  indios). 
Causa  de  error  grave  á  e>te  respecto  es  la  opinión  de   célebres  escritos  que  le 
aceptan  sin  crítica  :  en  1760  Robertson  valuó  la  población  del  Perú  en  2  millo- 
nes, y  en  el  censo  hecho  poco  después  no  resultó  sino  uno,  lo  mismo  en  que  «e 
la  estimó  en  1S43.  Yerran  por  entero  los  que  suponen  que  la  población  asdina 
H  duplica  ea  peri*do«  menores  de  49  anos. 


960  Nueva  Geografía  de  Colombia 


debían  durar  siete  años  en  ejerció ;  pero,  como  se  comprende,  en  el 
particular  hubo  no  pocas  variaciones.  Duró  la  Presidencia  ciento 
setenta  y  cinco  años,  durante  los  cuales  se  desarrolló  la  Colonia  con 
relativa  calma  y  lentitud  y  tuvo  á  su  frente  una  treintena  de  ma- 
gcistrados,  de  los  que  algfunos  no  gfobernaron  sino  muy  poco  tiempo, 
otros  se  limitaron  á  vivir  y  disfrutar  su  sueldo  en  paz  y  tranquil¡> 
dad,  y  pocos  dejaron  huella  sensible  de  su  estada  como  manda- 
tarios. 

Tocóle  á  D.  Andrés  Venero  de  Leiva  (1564-1574),  hombre 
realmente  superior,  establecer  la  Presidencia,  con  facultades  ex- 
traordinarias ;  y  lo  hizo  con  tal  acierto,  que  por  largos  años  el  de- 
cenio de  su  cargo  se  llamó  en  Santafé  el  sigh  de  oro.  Consagró 
todos  sus  cuidados  á  mejorar  la  suerte  de  los  naturales,  cumplien- 
do y  haciendo  cumplir  las  nuevas  leyes  sobre  el  particular;  los 
obligó  á  que  viviesen  en  poblaciones  fijas,  pero  prohibió  se  les 
empleara  como  acémilas ;  hizo  construir  templos  y  cárceles  en 
centenares  de  pueblos  ;  estableció  numerosas  escuelas  primarias ; 
impulsó  el  laboreo  de  las  minas  ;  abrió  y  mejoró  caminos ;  fomen- 
tó el  comercio  y  la  navegación  en  el  río  Magdalena,  haciendo 
practicable  la  vía  de  Honda  y  estableciendo  champanes  en  aquél ; 
reglamentó  lo  relativo  á  monedas,  que  por  no  pagar  derechos  que- 
ría reemplazar  el  publico  con  el  comercio  de  oro  en  polvo ;  hizo 
fundar  varias  poblaciones,  de  las  que  aiín  subsisten  Ocaña,  Leiva  y 
Toro ;  arregló  la  marcha  normal  de  la  justicia,  haciendo  que  fuese 
igual  para  nobles  y  plebeyos ;  puso  la  primera  piedra  de  la  Cate- 
dral de  Bogotá;  inauguró  los  estudios  filosóficos  en  el  claustro  de 
Santo  Domingo  ;  y,  por  último,  alivió  eficazmente  á  los  indígenas, 
diezmados  por  la  viruela,  importada  de  Europa  en  1566.  Fue  du- 
rante esta  Presidencia  cuando  el  conquistador  Quesada  gastó  in- 
útilmente doscientos  cincuenta  mil  pesos  y  centenares  de  vidas  en 
tan  larga  como  inútil  expedición  por  las  llanuras  de  San  Martin, 
en  busca  del  Dorado. 

Por  renuncia  de  Venero  de  Leiva  y  excusa  de  Hinojosa  lo 
reemplazó  Francisco  Briceño,  que  había  sido  antes  Oidor  en  esta 
ciudad.  Murió  á  los  ocho  meses,  por  lo  cual  el  gobierno  volvió  á 
caer  en  manos  de  la  Audiencia  por  más  de  dos  años,  que  fueron 
época  de  retroceso  y  de  nuevos  disturbios  y  escándalos  entre  las 
autoridades.  El  Oidor  Anuncibay  hizo  construir  las  alcantarillas 
entre  Fontibón  y  el  río  Funza,  para  poder  visitar  cómodamente  á  la 
dama  de  quien  estaba  prendado.  En  1576  los  indios  Chimilas  in- 
cendiaron á  Santamaría,  y  por  esto  el  Gobernador  ejerció  en  ellos 
tremenda  venganza. 

En  1578  se  posesionó  de  la  Presidencia  Lope  Diez  Aux  de  Ar- 
mendáriz,  muerto  dos  años  después  en  prisión  á  que  lo  redujo  el  Visi- 
tador Monzón,  hombre  funesto  para  la  Colonia.  Por  este  tiempo  fue 
ajusticiado  el  Oidor  Cortés  de  Mesa,  reo  de  grandes  crímenes,  y 
murieron  Gonzalo  Jiménez  de  Quesada  y  Gonzalo  Suárez  Rondón. 
Los  Visitadores  Monzón  y  Prieto  de  Orellana  y  la  Audiencia  en- 
traron en  competencias  que  produjeron  multitud  de  escándalos  que 
no  se  convirtieron  en  crímenes  por  la  oportuna  intervención  del 
Prelado  ;  quísose  hacer  morir  á  Diego  Torres,  Cacique  de  Tur« 
meque,  quien  logró   fugarse  y  pasar  á  España,  donde   Felipe  11  lo 


Nueva  Geografía  de  Colombia  961 


nombró  su  caballerizo  mayor.  El  Oidor  Salazar  persig^uiócon  éxi- 
to á  los  ladrones,  que  se  habían  levantado  en  gran  numero,  pero 
con  tanta  crueldad  que  á  más  de  dus  mil  les  hizo  cortar  las  orejas; 
y  luég^o,  por  haber  fallado  contra  Felipe  11  un  valioso  pleito,  con- 
forme á  derecho,  el  monarca  lo  premió  nombrándolo  Fiscal  del 
Consejo  de  Indias.  La  viruela  tornó  á  devastar  la  Colonia  ;  la  ma- 
yor parte  de  las  auturidades  ci-  iles  ayudaban  á  la  opresión  de  los 
indíg-enas ;  y  el  corsario  inglés  Drake,  en  1583,  saqueó  las  ciudades 
de  Riohacha,  Santamarta  y  Cartagena,  e'sta  después  de  heroica 
resistencia,  lo  que  le  sirvió  de  pretexto  para  robarse  allí  más  de 
quinientos  mil  pesos. 

En  1590  llegó  el  nuevo  Presidente,  Antonio  González,  con 
orden  de  promulgar  otra  vez  las  reales  cédulas  en  favor  de  los  in- 
dios y  establecer  el  derecho  de  Alcabala.  Este  Presidente  declaró 
realeng-as  todas  las  tierras  y  volvió  á  venderlas  en  favor  del  Erario, 
datando  de  entonces  los  primeros  títulos  correctos  de  propiedad 
raíz  en  la  Nación  ;  pero  entorpeció  la  marcha  del  comercio  y  de 
la  minería,  prohibiendo  la  circulación  de  los  tejuelos  de  oro  que 
servían  de  moneda.  Estableció  el  puerto  de  Honda  y  reedificó  á 
Ibagué,  arruinado  por  los  Pijaos.  En  1596-97  el  pirata  Roberto 
Baal  saqueó  á  Cartagena  ;  Drake  hizo  lo  propio  en  Santamarta  y 
Riohacha,  pero  fue  rechazado  en  Panamá;  y  Cordell  acabó  en  San- 
tamarta con  lo  poco  que  quedaba. 

En  1597  se  posesionó  de  Presidente  PVancisco  Sande,  llamado 
Doctor  Sangre^  por  el  rigor  con  4ue  gobernó.  Por  disgustos  con  la 
Audiencia  vino  á  residenciarlo  D.  Andrés  Salierna,  quien  falleció  de 
pena  al  saber  que  el  Presidente  decía  le  había  comprado  dándo- 
le unas  barras  de  oro  :  murió  emplazando  á  su  calumniador  para 
dentro  de  seis  días,  y  al  término  de  ellos  falleció  Sande.  Por  en- 
tonces varias  tribus  salvajes  intentaron  sublevarse,  pero  fueron  du- 
ramente  castigadas. 

Luego  gobernó  como  Visitador  D.  Ñuño  Núñcz  de  Villavicen- 
cio,  y  en  su  período  no  hubo  otro  acontecimiento  que  la  guerra 
con  los  Pijaos,  en  la  cual  fue  varia  la  fortuna  para  las  tropas  pe- 
ninsulares. 

En  1605  tomó  posesión  de  la  Presidencia  D.  Juan  de  Borja, 
muerto  al  cabo  de  veintidós  años  de  desempeñar  tal  empleo,  de  ma- 
nera que  ha  siio  el  hombre  que  por  más  largo  tiempo  ha  ejercido 
la  autoridad  en  nuestro  territorio.  Desde  luego  consagró  su  aten- 
ción á  la  guerra  con  los  Pijaos,  trasladándose  al  Chaparral  para  di- 
rigirla en  persona,  guerra  que  terminó  con  una  reñidísima  batalla 
en  que  pereció  Calarcá,  el  valeroso  jtfe  de  aquellos  indios,  cuyos 
restos  tuvieron  que  abandonar  las  montañas  del  Quindío  y  fundir- 
se entre  los  Páeces  de  Tierradentro.  El  Presidente  Borja  atendió 
con  esmero  al  desarrollo  de  la  instrucción  pública  y  ordenó  que  se 
compusiese  una  gramática  de  la  lengua  chibcha  para  uso  de  los 
Párrocos,  lo  que  prueba  que  en  su  tiempo  aún  no  había  desapare- 
cido este  idioma  en  el  Nuevo  Reino,  hecho  nunca  tenido  en  cuenta 
por  los  historiadores. 

Después  de  dos  años  de  gobierno  de  la  Audiencia,  vino  de 
Presidente  en  1630  D.  Sancho  Girón,  Marqués  de  Sofraga,  que 
con  su  carácter  altanero   se   granjeó   pronto  la  antipatía  general ; 


<^  NviTA  Giogiatía  di  Colombu 


de  acuerdo  con  el  Visitador  Antonio  de  San  Isidro,  persiguió  al 
Arzobispo  Al  mansa,  que  los  reprendía  por  sus  costumbres  licen- 
ciosas, motivo  por  el  cual  se  atribuyó  á  castig^o  una  peste  tífica  que 
\e  llamó  San/os  Gil  (1635)  y  que  asoló  la  capital.  Por  esta  época 
se  principió  á  fortificar  á  Cartagena,  se  fundó  el  hospital  de  San 
Juan  de  Dios  y  adquirieron  fama  las  minas  de  Antioquia.  El  Pre- 
sidente Girón  fue  residenciado  y  condenado  á  pagar  ochenta  mil 
pesos  por  deudas  á  particulares. 

D.  Martín  de  Saavedra  y  Guzmán,  nombrado  Presidente  en 
1637,  tenía  aspecto  de  imbécil,  y  nada  hizo  de  particular,  salvo  ad- 
quirir fortuna  en  pocos  meses.  En  su  época,  Panamá  y  Pamplona 
fueron  arruinadas  por  los  terremotos,  y  tuvo  lugar  un  ruidoso  plei- 
to entre  jesuítas  y  dominicanos  sobre  privilegio  para  fundar  uni- 
versidad y  manejar  cien  mil  pesos  que  con  este  objeto  había  lega- 
do Gaspar  Niíñez :  lo  perdieron  los  primeros,  pero  se  les  autorizó 
para  fundar  otra  universidad,  la  de  San  Javier,  con  fondos  del 
Fisco. 

D.  Juan  Fernández  Córdoba  y  Coello,  encargado  de  la  Presi- 
dencia en  164S,  fue  un  buen  Magistrado  que  gobernó  en  paz  y 
justicia,  de  tal  manera  que  cuando  presentó  la  renuncia  de  su  car- 
go, el  Cabildo  de  la  capital  ofreció  al  Rey  cuantioso  donativo  si  no 
se  la  aceptaba.  En  su  tiempo  el  Arzobispo  Fray  Cristóbal  de  To- 
rres fundó  el  Colegio  de  Nuestra  Señora  del  Rosario,  cuyas  cons- 
tituciones entrañaban  la  idea  de  un  gobierno  republicano.  A  la 
vez,  Diego  de  Ortega,  López  Ortiz  y  Calderón  de  Agüero  impo- 
nían caudales  para  dotar  niñas  pobres. 

En  1654  se  posesionó  Dionisio  Pérez  Manrique,  que  hubo  de 
consagrar  toda  su  atención  á  la  defensa  de  la  Costa  contra  los 
ataques  de  los  piratas,  que  si  no  pudieron  dañar  á  Cartagena,  en 
cambio  saquearon  dos  veces  á  Santamarta.  Por  choques  con  el 
Visitador  Cornejo  fue  depuesto  Pérez  Manrique,  y  arraigado  por 
la  Corte  en  la  ciudad,  donde  murió  años  después. 

Don  Diego  Egiies  y  Beaumont,  que  murió  en  1664,  á  los  dos 
años  de  posesionado  de  la  Presidencia,  prometía  ser  un  buen  go- 
bernante: fomentó  las  misiones,  mejoró  las  calles  déla  ciudad  y 
construyó  el  "  puente  grande  "  sobre  el  río  Funza.  En  seguida  go- 
bernó un  año  Diego  Corro  Carrascal,  y  luego  cuatro  Diego  de  Vi- 
llalba  y  Toledo,  que  construyó  el  puente  sobre  el  Gualí,  y  fue  sus- 
pendido y  reemplazado  por  Melchor  Liñán  y  Cisneros,  Obispo  de 
Popayán,  quien  á  su  turno,  promovido  á  otro  empleo  tres  años  des- 
pués, dejó  el  Gobierno  en  manos  de  los  Oidores  de  la  Audiencia, 
que  gobernaron  cuatro  años  (1674-78),  en  medio  de  peculado  y  de 
los  mayores  crímenes  é  injusticias,  sin  que  esto  fuera  de  extrañar, 
puesto  que  á  la  sazón  imperaba  Carlos  11  el  Hechizado. 

Fue  ésta  la  época  más  sombría  para  nuestras  Costas,  puesto 
que  en  ella  alcanzaron  los  piratas  su  mayor  poderío  y  cometieron 
sus  más  grandes  crímenes:  Morgan  saqueó  á  Riohacha  y  Portol^elo, 
su  Teniente  Brodley  hizo  lo  mismo  con  Chagres,  á  pesar  del  he- 
roísmo de  la  guarnición,  que  sucumbió  íntegra  en  la  lucha,  y  con 
Panamá  (1671),  que  redujo  á  cenizas,  vendiendo,  además,  seiscien- 
tos de  sus  hijos  como  esclavos.  Reedificó  la  ciudad  el  Obispo  D. 
Lucas  Fernández  Piedrahita,  notable  historiador  de  la  Conquista, 


NUIVA  GlOOSAFÍ A  DX  CotOVBU  ^fy 


santafereño  que  había  sido  cura  de  indios  chibchas.  Tantos  crí- 
menes  conmovieron  por  fin  á  Europa,  é  Inglaterra,  en  cuyo  pro- 
vecho se  cometían,  se  vio  obligada  á  cerrar  á  esos  forajidos  los 
puertos  de  sus  posesiones  antillanas. 

Para  juzgar  á  los  Oidores  delincuentes  vino  en  1638  D.  Fran- 
cisco  Castillo  de  la  Concha,  quien  suspendió  además  por  malos  ma- 
nejos á  los  Gobernadores  de.  Panamá  y  Popayán,  tasó  en  justicia 
los  tributos  que  los  indios  pagaban  á  los  encomenderos,  riñó  por 
temporalidades  con  el  Arzobispo,  diciendo  á  la  Corte  al  darle 
cuenta  del  hecho,  que  aquí  había  "  mucha  iglesia  j/  poco  rey  ¡  "  cuando 
debió  decir  que  había  "  mucho  amor  á  la  tierra  y  poco  rey," 
En  su  {)eríodo  hubo  en  Cartagena  graves  escándalos  entre  las  au- 
toridades civiles  y  eclesiásticas,  motivados  por  cuestiones  de  depen- 
dencia del  convento  de  Clarisas. 

Muerto  en  Bogotá  el  Sr.  Castillo,  en  1685,  lo  reemplazó,  por  * 
un  año,  D.  Sebastián  Velasco,  que  no  dejó  huella  de  su  gobierno, 
en  lo  cual  le  igualó  D.  Gil  Cabrera  y  Dávalos,  que  desempeñó  el 
cargo  hasta  1703.  Lo  mismo  hay  que  decir  de  D.  Diego  Córdoba 
Lazo  de  la  Vega  (1707-10),  y  del  Arzobispo  Cosió  y  Otero,  que 
gobernó  un  año.  En  1687  (9  de  Marzo)  se  sintió  en  Bogotá  un  fuer- 
te ruido  subterráneo,  de  donde  el  refrán  el  tiempo  del  ruido,  para  sig- 
nificar cosa  extraña  ó  muy  antigua.  En  1697  la  escuadra  francesa 
mandada  por  el  Barón  de  Pointis,  auxiliada  por  el  Pirata  Ducasse, 
tomó  á  Cartagena,  de  donde  se  robó  ocho  millones  de  pesos.  Parte 
de  éstos  hacía  el  sepulcro  de  plata  de  la  Catedral,  devuelto  luego 
por  Luis  XIV,  acuñado  en  18 15  para  racionar  á  los  soldados  de  la 
Independencia. 

En  este  ataque  si  el  Gobernador  se  mostró  inepto  ó  traidor, 
D.  Sancho  Jimeno,  Comandante  del  Castillo  de  Bocachica,  se  cu- 
brió de  gloria,  resistiendo  con  setenta  hombres  el  empuje  de  cinco 
mil  enemigos.  Lo  acompañaba  su  joven  esposa,  y  no  entregó  el 
puesto  sino  cuando  todos  sus  compañeros  estaban  fuera  de  com- 
bate. Su  conducta  impuso  de  tal  manera  á  Pointis,  que  éste  le  ciñó 
su  propia  espada,  diciéndole  :  "  Un  caballero  como  usted  no  puede 
estar  desarmado." 

De  1 7 1 1  á  1 7 1 3  mandaron  los  Oidores  con  los  escándalos  de 
antaño,  y  aun  se  cree  envenenaron  al  nuevo  Presidente  Francisco 
Meneses  Bravo  de  Sarabia,  que  gobernó  dos  años,  porque  quiso  co- 
rregirlos, aunque  otros  dicen  se  limitaron  á  enviarlo  preso  á  España. 
Por  unos  meses  gobernó  luego  Fray  Francisco  del  Rincón,  Arzo- 
bispo de  Bogotá,  y  luego  por  dos  años  D.  Nicolás  Infante  de  Va- 
negas,  quien  patrocinó  la  idea  de  suprimir  la  Audiencia  de  Pana- 
má, origen  de  continuas  discordias. 

Ya  en  el  trono  de  España  la  casa  de  Borbón,  Felipe  v,  que 
trabajaba  por  devolver  su  esplendor  á  la  monarquía,  resolvió  erigir 
la  Nueva  Granada  en  Virreinato,  y  para  establecer  éste  envió  á  D. 
Antonio  de  la  Pedrosa  y  Guerrero,  que  en  17 19  posesionó  del  car- 
go á  D.  Jorge  de  Villalonga,  hombre  de  cortísimos  alcances,  que 
sólo  se  ocupó  en  informar  contra  el  establecimiento  del  Virreinato, 
entidad  que  fue  suprimida  en  1724.  En  su  tiempo  el  Visitador  Quin- 
tana vino  á  revisar  los  títulos  de  las  tierras,  lo  que  produjo  gruesas 
sumas  al  erario. 


964  Nueva  Geografía  de  G>lohbu 


Restablecida  la  Presidencia,  la  ejerció  D.  Antonio  Manso 
Maldonado  (1724-30),  sin  hacer  nada  de  provecho;  dejó  el  man- 
do á  la  Audiencia,  que  lo  ejerció  tres  años,  como  de  costumbre. 
^^  1733^  1737  vi"o  ^-  Rafael  Eslava,  que  murió  en  Bogotá; 
reemplazólo  D.  Antonio  González  Manrique,  á  quien  acaeció  lo 
mismo  á  los  pocos  días,  por  cuyo  motivo  le  sucedió  su  her- 
mano D.  Francisco  hasta  1740,  año  en  que  se  restableció  deñní- 
tivamente  el  Virreinato.  En  tiempo  del  Sr.  Eslava  tocaron.cn 
nuestras  Costas  Lacondamine,  Boug-er,  Jorg-e  y  Juan  Antonio 
UUoa,  que  venían  á  medir  un  g^rado  del  meridiano  en  el  Ecuador; 
los  Jesuítas  introdujeron  la  imprenta  (1740);  un  incendio  casi  des- 
truyó á  Panamá,  y  un  terremoto  arruinó  á  Popayán. 

IV.  £i  Virreina/o.*  (70  años  :  1 740-18 lo). — La  Casa  de  Bor 
bón,  instalada  en  el  trono  de  lüspaña  con  Felipe  v  el  Animoso,  tra- 
bajó con  celo  é  interés  por  restablecer  á  España  de  la  ruina  á  que 
la  había  conducido  la  dinastía  austriaca  ;  y  convencido  de  la  nece- 
sidad de  erigir  en  Virreinato  á  la  Nueva  Granada,  así  lo  hizo  con- 
forme queda  indicado,  aunque  desgraciadamente  el  Rey  revocó  su 
resolución  por  los  motivos  apuntados.  Mas  al  fin  de  su  Gobierno, 
reafirmado  en  sus  primeras  ideas  por  el  ningún  resultado  que  daba 
la  Presidencia  en  Santa  fe'  y  en  Quito,  y  también  para  hacer  frente 
á  la  guerra  que  se  había  suscitado  con  Inglaterra,  por  el  apresa- 
miento en  nuestras  Costas  de  buques  contrabandistas  de  aquella 
Nación,  restableció  en  firme  el  Virreinato  en  1740*,  nombrando 
para  desempeñarlo  al  Teniente  General  D.  Sebastián  de  Eslava, 
quien  durante  los  ocho  años  de  su  mando  permaneció  en  Cartage- 
na, plaza  que  tenía  por  Gobernador  militar  á  D.  Blas  de  Leso. 

Inglaterra  preparó  una  fortísma  escuadra  tripulada  por  más 
de  veinticinco  mil  hombres,  y  á  órdenes  de  Vernón  la  envió  á  ata- 
car nuestras  Costas.  El  Almirante  inglés  hizo  celebrar  como  vic- 
toria la  toma  de  Portobelo,  defen^iida  por  treinta  hombres,  y  luego 
singló  sobre  Cartagena,  que  apenas  contaba  tres  mil  defensores, 
con  tanta  seguridad  del  triunfo,  que  traía  ya  preparadas  medallas 
conmemorativas  de  él.  El  asedio  fue  largo  y  penoso;  sangrientos 
los  combates  en  las  fortificaciones ;  y  al  cabo,  vencido  y  humillado 
Vernón,  se  replegó  hacia  Jamaica  después  de  haber  perdido  su 
parque,  nueve  mil  hombres  y  seis  buques.  Es  fama  que  los  prisio- 
neros ingleses  en  este  desastre  fueron  condenados  á  trabajos  pú- 
blicos en  el  interior  del  Virreinato. 

Como  se  temiese  un  nuevo  ataque  á  Cartagena,  la  Corte 
dispuso  la  reparación  de  las  murallas  y  el  abastecimiento  de  la 
ciudad ;  mas  la  lección  había  sido  sobrado  dura  para  que  Inglate- 
rra quisiera  repetirla.  En  el  interior,  durante  este  tiempo,  causó 
grandes  males  un  larguísimo  verano. 

En  seguida,  y  por  tres  años,  desempeñó  el  Virreinato  D.  José 
Antonio  Pizarro,  quien  estableció  el  estanco  de  aguardiente,  contl- 


•  Los  Virreyes  reunían  el  poder  civil,  militar  y  judicial ;  nombraban  em« 
pleados,  presidían  los  Tribunales,  trn'an  una  Corte  á  semejanza  de  la  de  Madrid, 

fuardias  de  á  pie  y  de  á  cab. lio  ;  «u  poder  no  tenía  más  limite   que  el  derecho 
e  la  Audiencia  de  fTesenti* ríes  observaciones,  y  en  caso  de  absoluto  desacuerdo^ 
debía  apelarse  á  Madrid.  Se  entendían  directamente  con  los  Ministros  de  fistado. 


NuKVA  GeocrafÍa  di  Colombia  g65 


nuó  el  camellón  de  Occidente,  fundó  alg^unas  poblaciones  á  orillas 
del  Magdalena  para  reducir  á  los  Chimilas  de  la  Sierra  Nevada, 
y  sin  éxito  trabajó  en  las  misiones  de  la  Goajira.  También  ayudó 
al  Obispo  de  Panamá  en  la  empresa  de  fundar  allí  una  universidad, 
é  hizo  suprimir  la  Audiencia  de  aquella  Plaza,  fuente  de  continuas 
discordias. 

En  1 753  Femando  vi  nombró  por  Virrey  á  su  amigo  el  noble  D. 
José  Solís  Folch  de  Cardona,  quien  con  todo  celo  se  contrajo  á  im- 
pulsar el  progreso  de  la  Colonia.  Construyó  el  Acueducto  del  Agua- 
nueva  para  surtir  de  aguas  á  la  capital ;  el  Puente  de  Bosa  en  el  ca- 
mino de  este  lugarejo,  que  puso  de  moda  para  veranear.  Sin  éxito 
trabajó  muchísimo  por  abrir  definitivamente  los  caminos  del  Ca- 
fare, el  Quindío  y  Antioquía.  Trabajó  en  las  misiones  de  los  Da- 
rienes,  Chimilas  y  Motilones.  En  ñn,  estableció  la  Oficina  de  Esta- 
dística en  Santafé.  Bajo  su  administración  dieron  principio  á  sus 
trabajos  las  comisiones  española  y  portuguesa,  que  debían  delimi- 
tar en  la  Amazonia  las  posesiones  de  las  dos  Coronas,  las  que  des- 
graciadamente no  dieron  resultado.  Para  enviar  víveres  á  los  co- 
misionados se  abrió  un  cammo  á  San  Martín,  perdido  hoy,  y  se 
navegó  el  Gu aviare. 

La  conducta  del  Sr.  Solís  fue  un  tanto  escandalosa  en  la  ciu- 
dad,  lo  que  le  ocasionó  disgustos  con  los  Oidores,  una  reconvención 
del  Rey  y  una  satisfacción  del  amigo ;  mas  de  repente  renunció  al 
mando,  y  apenas  llegó  su  sucesor  en  1761,  donó  sus  bienes  á  los 
pobres  y  tomó  el  hábito  de  San  Francisco  en  los  recoletos  de  San 
Diego,  donde  murió  al  cabo  de  nueve  años  de  una  vida  ejemplar. 

El  Virrey  D.  Pedro  Messía  de  la  Zerda,  uno  de  nuestros  más 
notables  mandatarios,  nombrado  por  Carlos  iii,  cuyo  advenimiento 
seguramente  influyó  en  la  renuncia  del  Sr.  Solís,  recordó  en  los  doce 
años  de  su  mandato,  los  tiempos  de  Venero  de  Leiva.  El  Sr.  Zerda 
reorganizó  los  estancos  de  aguardiente  y  de  tabaco;  fundó  la  fábri- 
ca de  pólvora  en  Bogotá,  que  se  surtía  con  el  salitre  de  Paipa ; 
hizo  construir  sendos  puentes  en  los  ríos  Sopó  y  Bosa  ;  inició  la 
obra  de  cerrar  la  entrada  de  Bocagrande  en  la  Bahía  de  Carta- 
gena, para  fortalecer  la  plaza ;  arregló  las  rentas  publicas ;  hizo 
la  estadística  del  Virreinato,  y  para  impulsar  nuestro  incipiente  co- 
mercio,  solicitó  de  la  Corte,  aunque  en  vano,  la  franquicia  de  nues- 
tros puertos. 

Trabajó  con  ahinco  el  Sr.  Zerda  por  arreglar  el  servicio  de 
los  curatos  y  por  la  reforma  de  los  regulares,  disponiendo  hubiera 
un  Coadjutor  en  cada  caserío  distante  más  de  cuatro  leguas  de  la 
iglesia  parroquial,  pagado  por  )a  real  Hacienda  si  no  alcanzaban 
las  rentas  del  Curato  :  esta  medida  produjo  buenos  efectos  en  la 
Diócesis  de  Popayán,  pero  no  pudo  aplicarse  en  la  de  Bogotá,  por 
estar  vacante  el  Arzobispado.  La  reforma  de  los  regulares,  tan  ne- 
cesaria, no  pudo  realizarse  por  no  haber  venido  de  España  los  sa- 
cerdotes que  debían  aplicarla. 

Tocó  al  Sr.  Zerda  hacer  cumplir  una  orden  del  Rey,  funestí- 
sima parala  colonia:  la  expulsión  de  los  Jesuítas, cuyos  bienes  fue- 
ron confiscados,  y  quienes  al  partir  para  el  destierro  dejaron  aban- 
donadas las  florecientes  misiones  de  Oriente,  donde  los  indios  re- 
ducidos Tolvieron  á  la  vida  salvaje ;  cerraron  los  tres  colegios  en 


^86  Nueva  GtoGRAFÍA  di  Colombu 


que  instruían  á  la  juventud,  y  entregaron  al  abandono  más  de  cien 
fundos  que  habían  conquistado  á  la  naturaleza. 

Durante  el  Gobierno  del  Sr.  Zerda  hubo  en  Neiva  alg^unos  co- 
natos de  revuelta,  ó  mejor  dicho,  simples  irrespetos  á  la  autoridad, 
los  que  tuvieron  causas  locales,  y  que  el  Virrey  reprimió  con  pru- 
dencia. Es  error  de  los  historiadores  suponerlos  relacionados  con 
la  guerra  de  Independencia  que  i.  la  sazón  sostenían  los  Estados 
Unidos  del  Norte. 

De  1773  i  1776  rigió  el  Virreinato  D.  Manuel  de  Guirior, 
que  en  un  todo  siguió  las  huellas  del  Sr.  Zerda,  preocupándose  es- 
pecialmente de  la  relajación  del  clero  y  de  las  Ordenes  religiosas, 
que  daban  no  poco  que  hacer  á  sus  superiores.  De  acuerdo  con  el 
Prelado,  trabajó  por  el  establecimiento  de  un  Colegio  de  Ordenan- 
dos, y  por  la  convocación  de  un  Concilio  Provmcial,  que  aun  cuando 
se  reunió  presidido  por  el  Obispo  de  Cartagena,  dejó  pendientes, 
por  enfermedad  de  éste,  los  delicados  puntos  que  en  él  se  trataron. 
Para  fomentar  la  agricultura  otorgó  exenciones  á  la  explotación 
de  los  productos  del  país,  llamó  la  atención  de  la  Corte  á  la  nece- 
sidad urgente  de  desamortizar  algunas  de  las  muchas  ñncas  que 
estaban  secuestradas  de  la  riqueza  publica,  y  en  vano  pidió  la  li- 
bre navegación  del  Atrato.  Preocupado  también  con  las  misiones, 
se  ocupó  con  éxito  en  la  reducción  de  los  Motilones,  de  los  Chimi- 
las, de  los  Darienes  y  de  los  Goajiros,  para  contener  á  los  cuales 
obtuvo  se  mandara  fortificar  á  Bahiahonda.  En  su  tiempo  se  re- 
glamentó definitivamente  y  á  satisfacción  general  el  estanco  del 
tabaco.  En  fin,  intentó  fundar  una  Universidad,  y  en  el  proyecto 
de  estatutos  que  envió  á  la  Corte  se  contenían  ideas  tan  adelanta- 
das para  aquella  época,  que  fueron  improbadas,  pero  que  dejaron 
semilla  que  no  se  perdió  para  la  Nación.  Con  las  librerías  -de  los 
Jesuítas  fundó  una  biblioteca  pdblica  que  se  abrió  en  Enero  de 

1777. 

El  sucesor  de  Messía  de  la  Zerda  y  de  Guirior  fue  el  reverso 

de  ellos  como  mandatario,  y  su  conducta  como  Virrey  en  los  ocho 
años  de  su  gobierno,  tuvo  no  poca  influencia  en  la  ruptura  definiti- 
va de  los  criollos  con  la  madre  patria :  baste  saber  que  en  su  pe- 
ríodo acaeció  la  famosa  insurrección  de  los  Comuneros,  y  no  le 
cabe  la  excusa  de  que  en  todo  lo  económico  estaba  bajo  la  juris- 
dicción del  Visitador  Gutiérrez  de  Piñeres,  puesto  que  por  no  re- 
nunciar el  cargo  aceptó  la  responsabilidad  de  las  disposiciones  de 
dicho  Visitador. 

El  Sr.  Flórez  hizo  su  viaje  á  la  capital  por  el  Opón,  con  el  fin 
de  estudiar  esta  vía,  que  encontró  era  imposible  mejorar ;  á  su  lle- 
gada tomó  diversas  medidas  para  construir  ó  refeccionar  los  ca- 
minos de  Antioquia  y  el  Chocó,  en  beneficio  de  la  industria  mine- 
ra ;  para  fomentar  la  manufacturera  dio  impulso  á  los  gremios  de 
artesanos  existentes  en  el  país,  y  para  desarrollar  el  comercio, 
aprovech  ando  un  permiso  de  la  Corte,  lo  permitió  por  Riohacha  y 
Santama  rta.  Atendió  á  los  trabajos  de  fortificación  de  Cartagena, 
y  de  acuerdo  con  el  Prelado  fundó  un  Hospicio  y  casas  de  asilo.  La 
escuadra  surta  en  Cartagena  la  envió  ala  Costa  Mosquitia  para  man- 
tener  á  raya  á  los  ingleses,  que  querían  apoderarse  de  ella;  y  como 
^U^se  noticia  de  que  la  guerra  se  había  declarado  formalmen- 


NviVA  Geografía  di  Colokbu  967 


te  entre  España  y  la  Gran  Bretaña,  se  trasladó  á  Cartagena  para 
atender  mejor  á  la  defensa  del  litoral. 

La  Corte,  tanto  porque  creyó  nocivas  los  medidas  del  Virrey, 
que  daban  cierta  libertad  al  comercio,  y  quiso  revocarlas,  como 
para  conseguir  fondos  para  la  guerra  con  Inglaterra,  envió  un  Re- 
gente Visitador  con  facultades  superiores  á  las  del  Sr.  Flórez. 

A  su  llegada,  el  Visitador  Piñeres  aumentó  el  valor  de  los  ar- 
tículos estancados,  estableció  nuevos  impuestos,  que  abarcaron  la 
sal  y  el  algodón  hilado,  gravó  industrias  que  antes  eran  libres,  y 
sobre  todo,  cometió  el  yerro  de  dividir  á  todos  los  habitantes  en 
dos  clases,  á  las  que  impuso  una  capitación  de  uno  y  dos  pesos,  sin 
preocuparse  con  la  injusticia  que  tal  clasificación  entrañaba  para  las 
gentes  menesterosas.  Tales  medidas  produjeron  desagrado,  como 
se  comprende,  que  se  tomó  en  descontento,  por  los  abusos  de  los 
guardas  y  recaudadores,  que  nada  respetaban  y  que  cometían  toda 
clase  de  crímenes,  tolerados  por  los  superiores.  El  impuesto  sobre 
la  sal  fue  uno  de  los  más  criticados,  pero  el  del  algodón  hilado,  en- 
tonces la  gran  industria  de  las  poblaciones  del  Norte,  causó  ver- 
dadera exacerbación.  Los  vecinos  de  Simacota,  Mogotes  y  Chara- 
lá  rechazaron  á  los  guardas  por  la  fuerza,  y  la  Audiencia  no  supo 
6  no  pudo  contener  tales  tumultos,  que  erradamente  se  ha  supues- 
to después  obedecían  á  tendencias  de  emancipación.  En  el  Socorro 
Manuela  Beltrán  quitó  el  edicto  que  decretaba  los  nuevos  impues- 
tos, arrancó  del  estanco  y  pisoteó  el  escudo  real.,  y  consiguió  amo- 
tinar la  gente  que  estaba  en  el  mercado,  sin  que  las  autoridades 
osaran  impedirlo.  Al  dispersarse  la  concurrencia,  cada  cual  llevó 
la  chispa  á  su  pueblo,  y  pronto  todas  las  parroquias  del  Norte  es- 
tuvieron en  plena  insurrección,  reconociendo  por  Jefe  á  D.  Juan 
Francisco  Berbeo,  que  había  sido  el  alma  de  acontecimiento  tan 
extraño  en  la  Colonia.   Tanto  las  autoridades  de  aquella  comarca 
como  los  Jefes  de  la  revuelta,  pidieron  respetuosamente  á  la  Au- 
diencia que  moderase  los  nuevos  impuestos ;  pero  este  Tribunal 
no  contestó  sino  con  la  orden  de  someter  por  la  fuerza  á  los  suble- 
yados. 

La  insurección  ganaba  terreno  sin  cesar,  y  muchas  pobla- 
ciones no  esperaban  sino  la  aproximación  de  los  socórranos   para 
unírseles :  con  tal  objeto  los  artesanos  de  Bogotá  les  enviaban  de 
continuo  noticias  tendientes  á  irritarlos  más  y  más,  y  consiguieron 
así  que  los  amotinados,  que  se  llamaban  comuneros  á  sí  mismos,  y 
que  recuerdan  punto  por  punto  á  las  Comunidades  de  Castilla,  como 
que  los  Municipios  del  Virreinato  conservaban  ciertos  privilegios  de 
tiempos  más  libres,  resolvieran  marchar  sobre  Bogotá.  En  Puente 
Nacional  encontraron  una  columna  que  el  Visitador  envió  á  ba- 
tirlos, la  que  á  su  vista  se  dispersó  sin  dar  un  tiro.  La   noticia  de 
esta  derrota  aterró  á  las  autoridades  ;   la  Audiencia  resolvió  que 
el  Visitador  marchara  inmediatamente  para  Honda,  y  desp)achó 
al  encuentro  de  los  rebeldes  una  comisión  de  paz,  presidida  por  el 
Arzobispo.  Unos  y  otros  se  encontraron  en  Zipaquirá,  y  los  comi- 
sionados, para  salvar  la  capital,  tuvieren  que  convenir  en  todo  lo 
que  pidieron  los  Comuneros,  entre  los  cuales  figuraba  D.  Antonio 
Pisco,  último  descendiente  de  los  Zipas. 


968  Nueva  Geografía  de  Colombu 


Las  capitulaciones  firmadas  en  Zipaquirá  establecían  la  amnis- 
tía g^eneral  por  lo  sucedido,  la  disminución  de  los  impuestos,  el 
derecho  de  los  hijos  del  país  á  ocupar  los  destinos  públicos,  y  la 
facultad  de  los  Comuneros  de  disciplinarse  y  estar  siempre  aperci- 
bidos á  la  defensa  de  sus  derechos  :  no  otra  cosa  j-e  Jían  los  com- 
pañeros de  D.  Juan  Padilla  en  la  lucha  de  las  Comunidades.  La 
Audiencia  aprobó  tales  capitulaciones  por  lo  apremiante  de  las 
circunstancias,  después  de  extender  un  acta  secreta  en  que  hacía 
constar  que  abdicaba  bajo  el  imperio  de  la  fuerza  ;  y  tal  aproba- 
ción, ó  mejor  la  jura  de  las  capitulaciones,  se  hizo  en  los  llanos  del 
Mortiño,  ante  los  treinta  mil  (?)  sublevados  y  en  los  momentos  en  que 
alzaba  la  hostia  el  Arzobispo  en  una  misa  solemne  celebrada  en  un 
altar  portátil,  y  terminada  la  cual  se  disolvió  la  multitud,  guiada 
por  sus  respectivos  capitanes,  con  lo  cual  poco  á  poco  se  extinguió 
el  incendio. 

Tan  pronto  como  el  Virrey  supo  lo  acaecido,  improbó  las  ca- 
pitulaciones y  envió  á  la  capital  quinientos  veteranos,  con  cuyo  am- 
paro, la  Audiencia,  faltando  á  sus  juramentos,  se  declaró  Jibrc  de 
éstos  y  puso  las  cosas  en  el  estado  en  que  antes  se  encontraban. 

Antes  de  la  jura  de  Zipaquirá,  Berbeo  dispuso  que  José  Anto- 
nio Galán  marchase  de  ese  lug^ar  al  Roble  con  un  piquete  para  im- 
pedir la  fuga  del  Visitador;  pero  cuando  llegó  á  su  destino,  ya  éste 
había  pasado.  Con  las  armas  que  quitó  á  un  piquete  de  tropas  allí 
apostado,  armó  su  fuerza  y  marchó  sobre  Honda,  porque  no  acep- 
taba las  capitulaciones.  Sucesivamente  ocupó  las  poblaciones  del 
Norte  del  Tolima,  y  su  presencia  entusiasmó  á  las  del  Sur,  que  se 
sublevaron  y  dieron  muerte  al  Gobernador.  Galán,  al  saber  lo  ocurri- 
do después  de  la  jura  de  las  capitulaciones,  dejó  parte  de  sus  tro- 
pas en  el  Tolima,  y  marchó  rápidamente  para  el  Norte,  donde  en- 
contró ya  muy  decaídos  los  ánimos :  fueron  vanos  sus  esfuerzos  para 
revivir  el  entusiasmo,  y  aun  algunos  de  sus  antiguos  comp>añeros 
le  hicieron  traición.  Desalentado  con  esto,  intentó  pasar  á  Casanare 
con  unos  pocos  hombres  ;  pero  al  cruzar  la  cordillera  fue  sorpren- 
dido y  apresado  por  tropas  del  Gobierno.  Conducido  á  la  cárcel 
de  Bogotá  con  algunos  de  sus  compañeros,  fue  con  éstos  con- 
denado (1782)  á  la  horca,  luego  quemado  el  tronco  y  repartidos 
los  miembros  en  diversas  poblaciones,  para  escarmiento  de  los  ha- 
bitantes. Además,  la  descendencia  de  las  víctimas  fue  declarada 
infame,  y  sus  casas  arrasadas  y  sembradas  de  sal. 

La  rebelión  de  los  Comuneros  excitó  los  ánimos  en  muchos 
otros  lugares  del  resto  del  país,  pero  en  ninguno  pasó  de  intentos 
fácilmente  contenidos.  Lugares  hubo  donde  si  hubiera  estallado, 
se  habría  convertido  en  guerras  de  razas. 

El  indulto  del  Virrey  fue  confirmado  por  la  Corte,  lo  que  no 
obstó  para  que  se  castigara  con  prisión  á  algunos  de  los  promoto- 
res de  la  revuelta;  y  si  las  persecuciones  no  fueron  mayores,  debic-i 
se  á  las  instancias  del  Arzobispo  de  Bogotá,  que  quiso  borrar  con  esto 
su  conducta  anterior  con  los  Comuneros.  Las  cosas  volvieron,  pues, 
á  su  estado  anterior  :  los  impuestos  siguieron  cobrándose,  y  los  ve- 
jámenes continuaron,  aunque  muy  disminuidos. 

La  revolución,  si  hubiera  podido  surgir  del  conflicto  por  los 
impuestos,  había  muerto  en   su  cuna,  pero  dejaba  exacerbado  el 


Nueva  Geografía  de  Colombia  969 


antagonismo  entre  criollos  y  peninsulares,  que  en  su  día  debió  dar 
naturales  frutos.  Yerran  los  que  afirman  que  la  idea  de  los  Comu- 
neros era  la  de  la  emancipación  del  país,  porque  esta  afirmación 
tiene  en  su  contra  los  documentos  de  la  época.  Yerran  igfualmente 
los  que  hacen  de  Galán  ora  un  jefe  de  ladrones,  ora  el  precursor 
de  la  Independencia :  no  fue  una  ni  otra  cosa,  y  la  Historia  no 
puede  considerarlo  sino  como  el  más  enardecido  adversario  de  im- 
puestos que  creía  indebidos  y  de  autoridades  que  permitían  atro- 
pellos que  habían  manchado  su  tierra  natal. 

* 

A  mediados  del  siglo  xviii  las  Colonias  españolas  de  America, 
y  principalmente  el  Nuevo  Reino,  era  poco  menos  que  desconocido 
para  los  extranjeros.  En  1720  Cádiz  sucedió  á  Sevilla  en  el  goce 
del  monopolio  del  comercio  con  América,  y  de  ese  puerto  zarpaban 
cada  año  dos  convoyes  de  mercancías,  los  galeones  y  la  ^o/a,  con 
27,000  toneladas  de  carga  como  máximum,  aquéllos,  encargados 
de  llevar  provisiones  á  Caracas,  Nuevo  Reino,  Perií  y  Chile,  descar- 
gaban en  Cartagena,  en  tanto  que  la  otra  se  dirigía  á  México :  to- 
dos, con  la  mercancía  de  retorno,  se  reunían  en  la  Habana  para 
regresar  i  Cádiz.  El  régimen  procuraba  grandes  beneficios  á  algu- 
nos comerciantes  españoles  y  mantenía  altos  precios  en  los  artícu- 
los importados,  lo  cual  provocó  la  organización  de  un  formidable 
comercio  de  contrabando,  que  unido  á  las  dificultades  de  España  en 
el  siglo  xviii.  acabó  con  esea  bsurdo  sistema  colonial  fundado  en  el 
exclusivismo.  Entonces  comerciantes  españoles  y  otros  lograron  ex- 
pedir naves  directamente  :  en  1 750  cesó  el  envío  de  los  galeones, 
lo  que  arruinó  á  Panamá  y  Portobelo  ;  en  1764  cayó  definitivamen- 
te el  monopolio  de  Cádiz  con  el  establecimiento  de  uri  servicio  re- 
gular entre  la  Coruña  y  América,  y  en  1774  las  colonias  fueron  au- 
torizadas para  comerciar  entre  sí  y  con  la  Madre  Patria,  pero  no 
con  mercancías  extranjeras.  Calcúlase  que  de  1750  a  1800  la  mitad 
del  producto  de  las  minas  (3  millones)  quedaba  en  América  para 
gastos  de  administración. 

Aun  cuando  se  ha  dicho  que  en  esa  época^no  existía  ninguna 
industria  por  no  permitirlo  el  Gobierno,  esto  es  fa^lso,  pues  ya  se  fa- 
bricaba en  buena  cantidad  el  batán  y  diversos  artículos  de  la  tierra; 
si  la  agricultura  no  prosperó  aquí  como  en  México,  fue  porque  la  mi- 
nería era  la  principal  ocupación  de  los  naturales.  Grandes  riquezas 
no  se  acumulaban  en  ninguno  ;  el  Clero  era  pobre,  pero  influyente. 
Del  Istmo  de  Tehuantepec  á  las  bocas  del  Amazonas,  y  de  Trini- 
dad á  Paita,  Nueva  Granada  era  la  primera  de  las  colonias  por  el 
ndmero  de  habitantes  y  pueblos  y  por  el  estado  general  del  país, 
que  no  por  los  productos  de  su  suelo. 

* 

Al  Virrey  Flórez  sucedió  en  1782  D.  Juan  de  Torresal  Díaz 
Pimienta,  que  por  muerte  dejó  vacante  el  puesto  á  los  pocos  días, 
por  lo  cual  lo  ocupó  el  Arzobispo  Sr.  Caballero  y  Góngora,  desig- 
nado para  tal  evento  en  los  pliegos  áe/u/ura  *. 

*  Pliego  cerrado  enviado  de  España  con  el  nombre  de  quien  debía  reern* 
plazar  al  superior  en  caso  de  muerte. 

Nueua  Geografía  áe  Colonéia  tomo  1—62 


970  Nueva  Geografía  de  Colombia 


El  nuevo  Arzobispo  trabajó  en  primer  término  por  conseguir 
que  la  demarcación  de  los  Obispados  coincidiese  con  la  civil  de  los 
territorios,  y  auque  sin  éxito,  porque  se  crease  la  Diócesis  de  An- 
tioquia ;  fomentó  las  misiones  entre  los  indios  salvajes  ;  impulsó  la 
industria  minera  haciendo  que  la  Corte  enviase  un  mineralogista 
(D'Elhuyart)  que  le  diera  nueva  vida  ;  trabajó  por  disminuir  el  pau- 
perismo ;  puso  especial  interés  en  la  educación  de  la  juventud,  para 
lo  cual  fundó  en  el  Colegio  del  Rosario  una  cátedra  de  matemáti- 
cas ;  trató  de  realizar  la  idea  de  fundar  una  universidad  pública  y 
de  separar  el  Seminario  de  San  Bartolomé ;  dictó  un  nuevo  plan 
de  estudios,  en  que  reemplazó  los  meramente  especulativos  por  los 
de  ciencias  naturales,  á  fin  de  explotar  las  riquezas  del  territorio; 
y,  lo  que  constituye  su  verdade  a  gloria,  obtuvo  de  la  Corte  la 
creación  de  la  Expedición  Británica,  que  tuvo  por  primer  Director 
al  sabio  Celestino  Mutis,  venido  al  país  como  médico  del  Virrey 
Messía  de  la  Zerda,  y  recorrió  y  estudió  el  país  en  varias  direccio- 
nes, y  formó  á  muchos  hijos  de  éste,  que  dieron  honra  y  prez  á  su 
patria,  y  que  por  ella  se  sacrificaron  en  la  magna  guerra 

Por  estos  tiempos  los  ingleses  pret^índieron  apoderarse  del  Da- 
rién,  por  lo  cual  dispuso  la  Corte  que  dicho  territorio  se  ocupase 
inmediatamente,  y  al  efecto  el  Arzobispo-Virrey  se  trasladó  en 
1785  á  Cartagena,  de  donde  despachó  una  expedición  que  sujetó 
á  los  naturales  que  desobedecían  las  autoridades  españolas,  debien- 
do, además,  explorar  científicamente  el  territorio  para  buscar  un 
camino  mejor  entre  los  dos  mares,  lo  que  desgraciadamente  no  se 
llevó  á  cabo. 

De  nuevo  también  volvió  á  agitarse  la  cuestión  de  límites  con 
el  Brasil ;  y  aunque  los  trabajos  de  demarcación  duraron  hasta  la 
partida  del  Arzobispo  para  la  Costa,  nada  se  logró  en  definitiva, 
porque  el  ccmisionado  español  Requena  tropezó  siempre  ccn  la 
mala  fe  de  los  agentes  de  Portugal. 

En  1 789  por  renuncia  se  separó  de  su  doble  cargo  el  Arzo- 
bispo-Virrey, dejando  grato  recuerdo  de  su  persona,  y  el  mando 
en  poder  de  D.  Francisco  Gil  y  Lemus,  quien  por  promoción  al  Vi- 
rreinato del  Perú,  no  lo  ejerció  sino  siete  meses,  durante  los  cuales 
se  contrajo  á  reducir  los  gastos  del  Gobierno  colonial  y  abandonó 
los  novísimos  establecimientos  del  Darién. 

De  1789  á  1797  rigió  la  Colonia  D.  José  de  Ezpeleta,  el  más 
liberal  de  los  Virreyes,  de  espíritu  progresista  y  tan  hábil  en  el  ma- 
nejo de  los  negocios  públicos,  que  habiendo  recibido  la  colonia  con 
una  deuda  de  dos  millones,  enorme  para  la  época,  sin  recargar  los 
tributos  logró  en  su  período  pagarla  y  aumentar  en  cuatrocientos 
mil  anuales  las  rentas  públicas,  y  mantener  un  ejército  de  7,000 
hombres,  exigido  por  las  circunstancias.  Trabajó  en  vano  por  regu- 
larizar y  revivir  las  misiones,  y  atendió  con  celo  bien  entendido  á  la 
caridad  pública.  Fundó  la  Escuela  de  Medicina,  y  Escuelas  públi- 
cas  en  muchas  poblaciones  importantes  que  carecían  de  ellas ;  fo- 
mentó diversos  colegios  ;  separó  el  Seminario  de  San  Bartolomé; 
hizo  todo  esfuerzo  para  fundar  una  Universidad ;  mandó  construir 
el  puente  del  Común  y  buena  parte  de  la  Carretera  del  Noite; 
mejoró  diversos  caminos ;  concluyó  de  cerrar  á  Bocagrande ;  ter- 
minó las  murallas  de  Cartagena,  y  dio  principio  á  la  canalización 
del  Dique. 


NuKVA  Geografía  m  Colombia 


Hombre  de  ideas  levantadas,  batalló  porque  se  concedieran 
franquicias  á  la  industria  y  al  comercio,  y  en  la  única  imprenta  que 
existía  por  entonces,  hizo  aparecer  el  primer  periódico  que  vela  la 
colonia,  El  Paptl  Periódico  de  Santtfé  de  Etogotá  (9  de  Febrero  de 
1791). 

Por  entonces  conmovía  á  Euro- 
pa la  Revolución  Francesa,  y  aun 
cuando  se  había  prohibido  la  entra- 
da á  las  colonias  de  todo  libro  que 
tratase  tales  sucesos,  D.  Antonio 

Narino  consiguió  una  historia  de  la  U 

Asamblea  Constituyente,  que  le  fa-  g 

cilitd  un  Capitán  de  la  guardia  del  ,■<, 

Virrey,  y  de  ella  tradujo  los  Dere-  _5 

chas  dfl  hombre,  que  hizo  imprimir  y  ^ 

circular  subrepticiamente.  ^ 

Descubierto  e!  hecho,  alarma-  § 

ronse  las  autoridades,  que  por  ello  3 

y  por  haber  aparecido  pasquines  | 

contra   los   gobernantes,   iniciaron  | 

sendos  sumarios  contra  multitud  de  J 

personas  por  conatos  de  sedición,  § 

por  la  impresión  del  folkto  y  por  la  *g 

fijación  de  los  pasquines.  A  pesar  .9 

de  la  brillante  defensa  presentada  S 

por  Nariño,  fue  condenado  i  diez  | 

anos  de  presidio  en   África,  pero  & 

pudo  fugarse. al  llegar  á  Cádiz,  á  T 

donde  arribó  con  los  demás  suma-  »j 

riados  que  se  remitían  i  España  á  ^ 

disposición  del  Consejo  de  Indias.  a 

D.  Pedro  Mendinue  ta  y  Musquls  g 

(1797-1803)  reemplazó  al  Sr.  Ez- 
peleía,  y  ante  todo  se  propuso  gran- 
jearse la  voluntad  de  los  colonos  ; 
de  «cuerdo  con  el  Prelado  trató  de 
arreglar  las  cuestiones  eclcsiísticas, 
de  mejorar  el  Hospital  y  de  revivir 

las  misiones,  que  habían  decaído  para  siempre.  Trabajó  tambión, 
aunque  en  vano,  por  mejorarla  administración  de  la  justicia,  sobre 
todo  en  lo  relatívoá  los  asuntos  criminales;  fomentó  la  instrucción 
pública,  y  sin  éxito,  como  sus  antecesores,  solicitó  la  fundación  de 
una  universidad;  dio  impulso  i  la  industria  minera  y  mejoró  las 
rentas  públicas;  hizo  levantare!  censo  de  la  colonia,  pero  no  se 
principió  por  las  mejoras  materiales.  En  cambio  prestó  eficaz  auxilio 
á  la  Eipedción  Botánica,  en  la  cual  ocupa  lugar  eminente  Francis- 
co José  de  Caldas,  é  hizo  construir  el  Observatorio  astronómico  de 
la  ciudad,  uno  de  los  mejor  situados  del  globo.  Los  estudioi  de  la 
naturaleza  que  se  hicieron  entonces,  abrieron  horizontes  al  es- 
píritu, y  contribuyeron  no  poco  al  movimiento  de  1810.  Tocóle  en 
suerte  al  Sr.  Mendinueta  recibir  al  sabio  Humboldt  (1801)  cuan- 
do vino  á  estudiar  nuestro  suelo,  y  se  vio  afligido  por  la  reaparición 


972  Nueva  Geografía  de  Colombia 


de  la  viruela,  para  prevenir  la  cual  inútil ir.ente  se  esforzó  pbr  con- 
seg"uir  el  virus  vacuno. 

Súpose  entonces  la  fuga  de  Nariño,  y  que  regfresaba  al  país  ; 
pero  cuando  se  dieron  órdenes  para  su  aprehensión,  ya  estaba  en 
Bog^otá.  Temeroso  de  ser  descubierto,  se  presentó  al  Arzobispo, 
quien  le  facilitó  una  conferencia  con  el  Virrey,  en  la  cual  le  refirió 
sus  trabajos  en  Europa  en  pro  de  la  Independencia,  y  denunció 
como  cómplices  á  Tallien,  á  Pitt  y  á  seis  clérigos  que  le  habían 
parecido  demasiado  realistas  en  su  viaje  de  Venezuela  á  Bogotá. 
Nariño  estuvo  preso  unos  días  en  el  cuartel  de  caballería,  y  luego 
fce  puesto  en  libertad. 

En  1803  se  posesionó  D.  Antonio  Amar  y  Borbón,  destinado 
á  ser  el  último  de  los  Virreyes  de  Nueva  Granada,  como  que  bajo 
su  gobierno  estalló  la  revolución  de  1810;  de  manera  que  para 
las  conmociones  políticas  tuvo  la  misma  estrella  que  el  monarca 
imbécil  que  por  lazos  de  sangre  le  confería  tan  alto  puesto.  En 
efecto,  si  Amar  y  Borbón  hubiese  tenido  las  dotes  de  alguno  de 
sus  inmediatos  antecesores,  en  vez  de  proceder  como  los  de  su  raza 
en  Francia  y  en  España,  se  habría  puesto  á  la  cabeza  de  la  revo- 
lución en  Nueva  Granada,  encauzándola,  y  así  con  muchas  proba- 
bilidades dirigido  el  país  por  la  ruta  que  siguió  el  Brasil  y  que  lo 
salvó  de  un  siglo  de  revueltas  intestinas. 

Por  este  tiempo  llegó  por  fin  á  la  Nueva  Granada  el  virus  va- 
cuno, tan  ansiado,  y  el  movimiento  científico  tomaba  cada  día  ma- 
yores proporciones ;  se  estudiaba  el  país  especialmente  por  Cal- 
das ;  la  prensa  periódica  alcanzó  vuelo  inusitado,  contándose  entre 
ella  el  inolvidable  Semanano  de  aquel  mismo  sabio ;  y  las  ideas 
políticas  se  desarrollaban  á  impulsos  de  la  tormenta  que  tenía  en 
París  su  cerebro  y  su  corazón.  Todo  se  transformaba  en  la  Colo- 
nia ;  viento  de  nuevos  tiempos  llegaba  sobre  los  flancos  de  los  An- 
des, y  sólo  el  Virrey  y  sus  apaniaguados  no  sentían  las  voces  del 
Gran  Pan. 

Con  más  ó  menos  lentitud  y  dificultades  los  granadinos  se 
iban  imponiendo  de  los  sucesos  de  Europa,  del  mal  estado  de  la 
monarquía,  del  desgobierno  de  la  Metrópoli — donde  un  favorito 
disponía  á  su  antojo  de  los  dineros  y  del  honor  del  Estado — de  la 
absorción  de  los  bienes  de  las  fundaciones  piadosas  por  el  Tesoro 
real,  de  la  abortada  tentativa  de  Miranda  sobre  las  costas  de  Ve- 
nezuela en  1806  *,  de  los  manejos  de  Napoleón  en  España,  y  por 
último,  de  la  abdicación  del  Rey;  del  entronizamiento  de  José  Bo- 
naparte  en  la  silla  de  los  Reyes  Católicos ;  del  asesinato  del  pue- 
blo de  Madrid  el  memorable  2  de  Mayo,  y,  en  fin,  del  estableci- 


*  Miranda,  hijo  de  Caracas,  convencido  republicano  7  valiente  soldado,  se 
distinguió  en  las  guerras  de  la  Revolución  francesa,  y  prevalido  de  las  influen- 
cias  que  adquirió  entonces,  quiso  libertar  á  Venezuela,  para  lo  cual  desembarcó 
en  Ocumare  con  200  compañeros  reunidos  en  los  Estados  Unidos ;  pero  fue  ven- 
cido, y  aun  cuando  luego  ocupó  á  Coro,  convencido  de  que  la  población  €uin  nc 
eta  partidafia  de  la  Independencia,  regresó  á  Europa.  En  su  expedición  enarboló 
la  bandera  azul,  roja  y  amarilla  que  todavía  conservan  las  Repúblicas  hijas  de  la 
gran  Colombia.  Mas  tarde,  en  la  campaña  de  181 1,  demostró  su  absoluta  imperi- 
cia como  militar,  causa  de  la  derrota  que  entonces  sufrió  la  causa  de  la  emanci- 
pación. 


Nueva  Gemrafía  de  Colqjibu 


miento  de  Juntas  de  Regencia  en  las  principales  ciudades  de  Es- 
paña, con  el  fin  de  organizar  la  i^uerra  contra  el  invasor  y  defender 
ios  derechos  del  soberano  leg;ítimo. 
Y  á  todo  e»to  agregúese  que 
después  de  la  derrota  de  los  fran- 
ceses en  Bailen,  la  Junta  de  Sevilla 
envió  comisionados  á  las  colonias 

de  América  en  solicitud  de  apoyo  ' 

físico  y  moral,  de  Diputados  que  re- 
presentaran sus  derechos,  y  de  gran 
numero  de  ejemplares  de  los  perió- 
dicos que  en  España  combatían  á 
los  franceses,  pero  que  por  reflejo 

natural  se  caldeaban  en  los  senti-    f'E""  3*8— A nueologia  Colombia- 
mientos  de  libertad,  justicia  y  de-  """  '  ^^ ''^  "fc'"*' 

recho. 

Al  Nuevo  Reino  vino  de  comisionado  D.  Jos¿  Llórente,  y  como 
se  convocase  una  Junta  de  notables  para  estudiar  sus  credenciales, 
comprendieron  en  el  acto  los  granadinos  con  cuánta  injusticia  se 
les  trataba  al  no  concederles  sino  un  Diputado,  y  eso  en  reali- 
dad nombrado  por  el  Virrey,  á  pesar  de  lo  cual  generosamente 
entregaron  medio  millón  de  pesos,  con  el  cual  regresó  Llórente  i 
los  pocos  días. 

En  semejante  emergencia,  el  Virrey,  en  vez  de  estimular  loi 
sentimientos  de  las  colonias  hacia  la  Metrópoli,  como  se  le  había 
mandado,  por  desconfianza  con  los  criollos,  hacía  y  deshacía  nom- 
bramientos que  desagradaban  al  pueblo.  En  Diciembre  de  1S08 
los  quiteños  quisieron  organizar  una  Junta  i  semejanza  de  las  de 
España,  y  aunque  los  principales  factores  del  movimiento  fueron 
descubiertos  y  apresados,  los  otros,  encabezados  por  el  Marqués 
de  Selvaalegre,  depusieron  al  Presidente  Conde  Rui?,  de  Castilla, 
(10  de  Agosto  de  1809)  y  í  las  demás  autoridades  de  la  ciudad, 
sin  efusión  de  sangre.  La  Junta  revolucionaria  de  Quito  llamó  á  las 
Provincias  para  que  la  secundaran  en  la  tarea  de  defender  los  de- 
rechos del  Rey,  y  si  algunas  le  oyeron  y  obedecieron,  Cuenca  y 
Guayaquil,  Pasto  v  Popayán,  se  pusieron  en  armas  para  atacar  á 
los  quiteños. 

El  Virrey,  al  saber  lo  ocurrido  en  Quilo,  convocó  de  nuevo  la 
Junta  de  notables,  que  se  disolvió  sin  dar  resultado,  pero  en  la  cual 
los  americanos  declararon  lisa  y  llanamente  que  en  Bogotá  debía 
hacerse  otro  tanto.  Irritados  los  patriotas  con  la  conducta  del  Vi- 
rrey, hicieron  que  el  Cabildo  elevase  al  Monarca  un  elocuente  me- 
morial para  pedirle  la  igua'dad  en  la  Diputación,  y  derecho  para 
organizar  la  defensa  del  país,  dejándole  entrever  que  una  denega- 
ción de  justicia  sería  causa  de  ruptura,  como  en  efecto  lo  fue. 

Ei  Virrey  envió  tropas  contra  los  quiteños,  y  á  la  vez  que  des- 
guarnecía á  la  capital  aumentaba  la  efervescencia  pdblica  con  sus 
imprudencias  y  vacilaciones,  pues  apresaba  i  quienes  en  las  Juntas 
por  ¿1  convocadas  emitían  su  opinión  con  franqueza,  y  nombraba 
regidores  á  su  amaño  y  contra  la  ley,  para  tener  mayoría  en  el 
Cabildo.  Con  todo,  á  mediados  de  1809  se  hizo  el  soneo  de  Dipu- 


974  Nueva  Geografía  de  Colombia 


tados  para  la  Junta  Central  de  España,  prescindiéndose  de  D.  Ca- 
milo Torres,  candidato  de  todos  los  Cabildos  del  Nuevo  Reino,  por 
lo  cual,  y  por  la  injusta  desigualdad  en  la  representación  concedi- 
da á  los  americanos,  el  eleg^ido,  Mariscal  D.  Antonio  de  Narváez, 
no  quiso  aceptar  el  cargo. 

El  Virrey,  continuando  con  sus  medidas  inconsultas,  hacía  re- 
ducir á  prisión  á  muchos  granadinos  notables,  sólo  por  sus  opinio- 
nes políticas :  al  inmortal  Nariño  lo  envió  á  las  bóvedas  de  Boca- 
chica  ;  y  á  la  par  rompía  con  la  Audiencia,  que  proyectó  deponerlo 
y  enviarlo  preso  á  España,  pero  con  la  cual  se  reconcilió  luego  en 
vista  del  peligro  común. 

El  Consejo  de  Regencia  español,  que  necesitaba  del  auxilio  de 
las  Colonias  por  sentir  muy  debilitado  su  poder,  resolvió  acrecen- 
tar el  número  de  Diputados  americanos,  y  al  efecto  expidió  un 
manifiesto  en  que,  sin  quererlo,  reconoció  la  justicia  de  los  parti- 
dos de  la  emancipación.  Entre  otras  cosas  dijo :  "  Americanos  :  ya 
no  sois  los  mismos  que  antes,  encorvados  bajo  un  yugo  tanto  mis 
duro  cuanto  más  distantes  estabais  del  centro  del  poder ;  ya  no  se- 
réis mirados  con  indiferencia,  vejados  por  la  codicia  y  destruidos 
por  la  ignorancia :  en  lo  sucesivo  ya  no  dependeréis  ni  de  los  Mi- 
nistros, ni  de  los  Virreyes,  puesto  que  vuestros  destinos  quedan  en 
vuestras  manos."  Ya  antes  de  estos  acontecimientos  Godoy,  el  fa- 
vorito de  Carlos  iv,  había  dicho  al  Monarca  que  para  no  perderlo 
todo,  era  preciso  erigir  las  colonias  de  América  en  Estados  inde- 
pendientes, con  Príncipes  de  la  familia  real  por  soberanos.  * 

Los  vientos  de  tempestad  conmovían  ya  todo  el  país ;  por 
dondequiera  Cabildos  y  Gobernadores  estaban  en  pugna;  Pamplo- 
na y  el  Socorro  deponían  á  sus  Corregidores,  no  sin  sangre  en  este 
último  lugar ;  Caracas  se  había  sublevado,  y  el  Comisario  regio, 
D.  Antonio  Villavicencio,  i  su  llegada  á  Cartagena  apoyó  al  Ca- 
bildo contra  el  Gobernador,  que  fue  depuesto. 


•  Los  americaaos  llegaron  á  considerar  entonces  la  insurrección  como  cl 
mis  sagrario  de  los  deberes,  porque  no  la  hacían  contra  Espai'^a  sino  para  no  se- 
guir la  suerte  de  ésta,  ocupada  por  los  franceses.  Además,  ;á  quién  obedecer? 
Ordenes,  proclamas  y  mandamientos  llegaban  á  la  vez,  emanados  de  Carlos  iv, 
de  Fernando  vil,  de  Jusc  el  Rey  intruso,  de  la  Junta  de  Cádiz,  de  la  de  Sevilla, 
&c.,  autoridades  todas  que  pretendían  ser  legítimas  y  reclamaban  la  obediencia. 
Era  la  anarquía  en  la  má*:  cruda  de  sus  manifestaciones. 

Y  si  esta  singular  situación  no  produjo  más  pronto  determinados  reitultados, 
dependió  de  que  los  habitantes  eran  una  mezcla  heterc^énea  de  españoles,  crio 
líos,  indios,  negros,  mestizos,  que,  ó  no  se  estimaban  ó  se  miraban  con  descon- 
fianza, y  aun  como  enemigos  en  ciertos  lugares. 

Pero  estaba  escrito  que  en  España  debía  atizarse  la  hoguera  que  prendió  en 
América,  porque  si  la  Junta  Central  decretó  en  1809  la  libertad  de  comercio  en 
América,  la  de  Cádiz,  que  la  sustituyó,  anuló  tal  decreto,  y  este  acto  hizo  esta- 
llar en  Caracas  la  tormenta  apenas  fue  conocido,  porque  de  todas  las  colonias, 
Venezuela,  por  haber  sido  Miranda,  hijo  de  ella.  General  de  la  Revolución  fran- 
cesa era  donde  ésta  había  ganado  mayor  número  de  prosélitos  Allí  la  Junta  ins- 
talada entonces,  á  un  tiempo  reconocía  á  Fernando  vil  y  rehusaba  obedecer  ala 
Regencia.  Entonces,  á  los  gritos  de  "Viva  Fernando  vil,"  se  recibía  á  los  en- 
viados que  venían  á  trabajar  por  el  Rey  José,  y  la  opinión  era  unánime  conira 
los  afrancesados. 

En  Nueva  Granada  ayudó  al  movimiento  la  noticia  de  que  tropas  francesas 
la  amenazaban ;  y  uno  de  los  pretextos  con  que  se  desterró  al  Virrey,  fue  acusar- 
o  de  haber  vendido  la  Colonia  á  Napoleón. 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


975 


En  Bogotá  sólo  se  esperaba  la  llegada 
de  Villavicencio  para  organizar  la  anhelada 
Junta,  pues  se  suponía  que  procedería  como 
lo  había  hecho  en  Cartagena ;  pero  un  inci- 
dente, al  parecer  insignificante,  precipitó  los 
acontecimientos.  Preparaban  los  patriotas 
un  banquete  para  recibir  el  Comisario  regio, 
y  uno  de  ellos,  D.  Francisco  Morales,  solici- 
tó del  español  José  Llórente  le  prestase  el 
ramilleie  de  su  uso  para  adornar  la  mesa. 
Llórente,  que  acababa  de  tener  un  disgusto 
con  un  criollo,  recibió  mal  á  Morales,  lo  que 
produjo  ofensas  de  palabra  que  atrajeron  la 
gente  y  terminaron  en  un  bofetón  dado  por 
Morales  al  español ;  era  la  tarde  del  20  de 
Julio  de  1 8 10. 

Al  punto  empezó  el  tumulto ;  los  principales  americanos  reco- 
rrían las  calles  gritando  mueras  á  los  chapetones  y  convocando  al 
pueblo  á  la  pieza  pública  con  el  fin  de  obtener  del  Virrey  un  Ca- 
bildo abierto,  ó  mejor  dicho,  de  establecer  la  Junta  revolucionaria, 
porque  la  represión  inconsulta  y  á  medias  había  dado  sus  naturales 
frutos.  En  Colombia  á  lo  menos  lo  que  acababa  de  suceder  no  era 
guerra  de  razas  ni  lucha  plutocrática :  fue  simplemente  la  primera 
de  nuestras  contiendas  civiles,  de  nuestras  luchas  de  partido,  en  las 
que  se  han  estrellado  sin  cesar  el  empirismo  político  y  la  autoridad. 


Figura  329 — Orfebre- 
ría muisca 


TERCERA  ÉPOCA— LA  NACIONALIDAD 


a).  La  Independencia. — El  motín  provocado  por  la  desavenencia 
de  Morales  y  Llórente,  hizo  estallar  el  desagrado  que  germinaba 
en  los  ánimos,  y  del  cual  surgió,  como  acabamos  de  decir,  una  gue- 
rra que  á  un  tiempo  fue  de  independencia  contra  España,  y  la  pri- 
mera de  nuestras  guerras  civiles  por  teóricas  constituciones  que  han 
muerto  casi  siempre,  aun  cuando  su  duración  haya  sido  larga,  sin 
verse  practicadas  ni  un  día. 

Mientras  las  gentes  recorrían  las  calles  lanzando  mueras  á  los 
españoles,  los  Jefes  que  habían  preparado  el  movimiento  se  distri- 
buyeron en  comisiones  para  dirigirlo  y  encauzarlo :  Morales  acu- 
dió al  cuartel  del  Batallón  Auxiliar  á  tratar  con  su  Jefe,  quien  se 
reunió  á  los  patriotas  en  prueba  de  que  permanecería  neutral ; 
Carbonell  hizo  reunir  á  los  artesanos  en  la  plaza  mayor;  otros,  in- 
fluidos por  la  historia  romana,  se  declararon  tribunos  del  pue- 
blo y  enviaron  una  comisión  al  Virrey  en  solicitud  del  permiso  de 
reunir  Cabildo  abierto.  Amar  negó  lo  pedido,  sin  atreverse  á  to- 
mar medida  alguna  para  contener  el  tumulto,  pues  á  Sámano,  que 
quiso  mantener  el  orden  por  la  fuerza,  le  mandó  permanecer  en  el 
cuartel. 


97^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Los  regidores  resolvieron  reunirse  aun  sin  el  permiso  del  Vi- 
rrey, quien,  sabedor  de  esto,  se  apresuró  á  acceder  á  lo  que  antes 
había  negado,  y  nombró  comisionado  que  lo  representara  en 
la  sesión. 

A  las  seis  de  la  tarde  las  campanas  tocaban  á  rebato,  aumen- 
taba el  tumulto  y  se  reunió  el  Cabildo  abierto:  el  pueblo  que  lle- 
naba las  barras  designó  por  su  tribuno  á  Acebedo  Gómez,  el  que 
en  el  acto  propuso  se  aprobara  la  formación  de  una  Junta  que  go- 
bernara la  Colonia  en  nombre  del  Rey  legitimo,  y  cuyos  Vocales 
debían  ser  designados  por  el  pueblo.  El  Virrey,  para  prevenir  tal 
suceso,  hizo  anunciar  al  Cabildo  que  iba  inmediatamente  á  presi- 
dirlo ;  pero  Herrera  contestó  al  enviado:  **  Ya  es  tarde."  Entonces 
los  Vocales  nombrados  anteriormente  por  el  Virrey,  para  impedir 
la  deliberación  quisieron  abandonar  su  puesto ;  pero  Herrera  y 
Acebedo  les  cerraron  el  paso,  apellidando  traidores  á  los  que  se 
opusieran  á  la  voluntad  del  pueblo.  Resuelta  la  instalación  de  la 
Junta,  Acebedo  proponía  los  que  debían  componerla  como  Voca- 
les, y  el  pueblo  los  nombraba  por  aclamación. 

Intertanto,  la  multitud  desarmaba  á  la  guardia  de  la  cárcel, 
que  intentó  resistir,  y  Ayala  y  Vergara,  cor.  un  numero  de  ciuda- 
danos, ocupó  el  cuartel  del  parque  para  impedir  que  la  fuerza  que 
lo  guardaba  atacara  al  Cabildo.  También  la  multitud  puso  en  liber- 
tad al  Canónigo  Rosillo,  que  había  sido  nombrado  Vocal  de  la  Jun- 
ta ;  apresó  á  los  Oidores,  y  al  pasar  ante  el  Palacio  virreinal,  de 
un  golpe  impuso  la  scUrafita  del  fuelloy  haciendo  que  la  guardia 
presentara  las  armas. 

A  las  tres  de  la  mañana  del  2 1  se  firmó  en  el  Cabildo  abierto 
el  acta  de  la  sesión,  que  se  ha  llamado  en  nuestra  historia  "  Acta 
de  la  Independencia,"  *  y  se  instaló  la  Junta  defensora  de  los  dere- 
chos de  Fernando  vii,  que  fue  jurada  por  el  Virrey,  el  pueblo  y  la 
tropa :  por  el  pronto  nadie  pensaba  en  la  independencia,  en  la 
acepción  genuina  de  la  palabra. 


•  En  esta  Junta  los  patriotas,  demostrando  habilidad  política,  nombraron 
Presidente  honorario  al  Virrey;  pero  el  acta  mencionada  apenas  declaró  que  la 
Junta  asumiera  el  carácter  de  gobierno  para  velar  por  la  seguridad  de  la  Nueva 
Cvranada  y  formar  la  Constitución  mientras  se  pedían  Diputados  á  las  Provincias 
sobre  la  base  de  libertad  respectiva  de  ellas,  ligadas  únicamente  por  un  vínculo 
federativo,  cuya  representación  debía  residir  en  la  capital,  y  protestando  no  ab- 
dicar los  derechos  imprescriptibles  de  la  soberanía  del  pueblo  "áotra  persona 
que  ¿  la  de  su  augusto  y  desgraciado  monarca  D.  Fernando  vil,  siempre  que 
venga  á  reinar  entre  nosotros,"  pero  reconociéndose  sujeta  á  la  Junta  de  Regen- 
cia mientras  exista  en  la  Península.  La  Junta  ejerció  el  gobierno  con  mano  in- 
cierta, su  situación  era  equivoca,  y  en  los  primeros  días  no  fue  sino  el  instru- 
mento pasivo  de  las  exigencias  de  lo  que  se  llamaba  el  pueblo  soberano,  que  mo- 
vido por  demagogos  exaltados,  continuaba  gobernando  á  gritos  desde  la  Plaza 
pública.  El  22  de  Julio  llegaron  los  Comisarios  regios,  que  tácitamente  sanciona- 
ron lo  hecho.  La  anarquía  y  la  reacción  no  se  hicieron  esperar.  Ix>s  antagonis- 
mos comprimidos  por  el  centralismo  de  un  gobierno  fuerte ;  las  autonomías  loca- 
les exageradas  por  la  misma  Junta;  las  profundas  disidencias  teóricas  y  prácticas 
de  los  Jefes  del  movimiento ;  los  intereses  encontrados  de  las  diversas  clases  so- 
ciales; los  instintos  de  los  pueblos  que  tienden  á  agruparse  ;  según  su  distribución 
geográfica,  bajo  banderas  que  con  frecuencia  resultan  opuestas — todo  esto  apare- 
ció en  la  escena,  complicando  desde  el  primer  momento  la  política,  engendró 
guerras  civiles  en  que  el  país  gastó  sus  fuerzas,  y  preparó  la  reconquista  y  el  te- 
nor. 


i 


Nueva  GeogkaWa  dr  Colombia 


Como  se  temiera  una  reacción,  el  25  se  redujo  á  prisión  al  Vi- 
rrey, se  desconoció  el  Consejo  español  de  Regencia,  y  se  previno  á 
Cartagena  se  detuviera  á  D.  Francisco  J.  Venegas,  que  con  el  ca- 
rácter de  Virrey  venía  i  reemplazar  al  Sr.  Amar.  Pocos  días  des- 
pués la  Junta  resolvió  la  expulsión  de  los  Oidores  (1.°  de  Agosto)  y 
de  los  Virreyes  (15  del  mismo):  cuando  la  Virreina  fue  sacada  del 
convento  de  ia  Enseñanza,  se  la  insultó  groseramente  por  las  tur- 
bas. Como  la  Juma  no  podía  enfrenar  la  multitud,  esas  medidas 
fueron  prudentes,  porque  la  exarcerbación  llegó  á  su  colmo  en  la 
semana  siguiente,  al  saberse  que  en  Quito  hablan  perecido  asesi- 
nados los  autores  de  la  revolución  en  esa  ciudad. 

La  primer  medida  que  tomó  la  Junta  fue  la  de  provocar  la 
reunión  de  una  corporación  más  autorizada,  la  de  un  Congreso  que 
asumiera  el  mando  de  la  Colonia. 

Conforme  acaba  de  decirse,  por  el  pronto  no  se  .| 

pensaba  en  una  ruptura  completa  con  la  Madre  Pa-  t  K 

tria:  queríase  ünicamento  que  la  metrópoli  tratara  á  1  ^ 

la  Colonia  sobre  pie  de  igualdad,  en  vez  de  explotar-  O 

la  en  su  provecho.  La  Junta  dirigió  á  las    Provin-  o 

cias  del  Virreinato  un  manitiesio  en  que  las  invitaba  á  i  .2 

que  enviaran  diputados  á  Bogotí  para  reunir  un  Con-  '  a 

greso*:  las  más  importantes  (Cartagena,  Socorro,  •§ 

&c.)  se  adhirieron  á  lo  hecho  en  la  capital, otras  (Pa- 
namá, Santamaría,  Pasto)  continuaron  obedeciendo  -^ 
á  los  peninsulares,  y  sólo  siete  enviaron  diputados  que  -f 
se  instalaron  en  Congreso  el  25  de  Diciembre,  Esta  " 
Corporación  acordó  disposicionesincongruentes:  creó  J* 
la  Repiiblica  de  Cundinamarca  (eshumando  un  nom-  1 
bre  indíg':na),  cuyo  Presidente  debía  gobernarla  en  ft 
nombre  de  Fernando  vn,  iSnico  monarca  reconocido,  „ 
y  nombró  para  tal  cargo  á  Jorge  ladeo  Lozano,  quien  ^ 
no  logró  hacer  extensiva  su  autoridad  á  todo  el  país.                    E 

En  efecto,  por  celo  con  Bjgotá,  ó  por  espíritu  regionalista,  6 
por  haberse  dividido  los  ánimos  entre  regentisias  y  patriotas,  Jun- 
tas autonómicas  se  instalaron  en  diversas  Provincias,  en  especial  en 
Cartagena,  Antioquia  y  Cauca,  al  mismo  tiempo  que  lugares  como 
Santamarta  y  Pasto  se  declaraban  abiertamente  por  el  Rey;  de 
suerte  que  en  los  momentos  en  que  era  más  necesaria  la  unión,  en 
el  horizonte  asomó  el  conflicto  que  desde  entonces  agita  el  país  :  cen- 
tralismo y  federación,  ó  mejor  dicho,  la  lucha  entre  los  partidarios 
del  Gobierno  central  con  fuerza  suficiente  para  mantener  el  orden, 
y  los  adeptos  déla  medida  contraria,  para  tener  en  las  Provincias 
verdaderas  Ínsulas  Baratarías,  Jefe  de  los  centralistas  era  el  bo- 
gotano Antonio  Nariño,  y  de  los  federalistas,  comí  Presidente  del 
Congreso,  había  de  serlo  Camilo  Torres. 

*  L:i  Juma  también  ii]\  lili  á  Caracas  á  que  hicicn  causa  cumún  con  rlU; 
pero  la  da  esa  ciudad  dcclanS  que  los  Kc  prest  nía  mes  Je  las  l'rovincia!  de  Vene. 
luela  it)in  i  con^Iiluir  un  gobierno  libie  ;  y  cu  efecto,  el  5  de  Julio  de  181 1  di- 
cho Conercso  conslituyó  la  Kcpúblicn  de  Veneiuula  y  proclamó  su  independen- 
cia alKofula  de  b^spaña.  La  formación  de  la  gran  Colombia  no  podía  ser  obni 
duradera. 


978  Nueva  Geografía  de  G>lombia 


Una  vez  que  en  Bogotá  se  reconoció  la  imposibilidad  de  ag^ru- 
par  todo  el  país  bajo  un  mismo  Gobierno,  se  org^anizó  el  del  Estado 
de  Cundinamarca,  reg-ido  por  D.  Jorge  Tadeo  Lozano,  el  que  se 
instal<5|en  los  d^as  en  que  se  tuvo  noticia  del  primer  triunfo  republi- 
cano gañido  en  Palacé  por  las  tropas  que  se  habían  enviado  de  la 
capital  al  mando  de  Baraya,  Jefe  que  desgraciadamente  no  supo 
sacar  partido  ds  su  victoria,  lo  que  dio  por  resultado  que  á  pocas 
vueltas  patianos  y  pastusos  quedaran  dueños  del  Sur.  Por  enton- 
ces en  R)gotá  hizo  Nariño  publicaciones  contra  el  sistema  federal, 
las  que  produjeron  su  efecto,  pues  el  pueblo  hizo  graves  cargos  á 
los  mandatarios  y  proclamó  Presidente  á  su  Jefe,  designación 
confirmada  por  el  Congreso,  que  en  seguida  se  trasladó  á  Ibagué, 
so  pretexto  de  carecer  de  garantías  en  la  capital;  y  en  efecto  Na- 
riño cometió  el  desacierto  de  enviar  al  Norte,  á  órdenes  de  Baraya 
y  de  Ricaurte,  tropas  en  apoyo  de  los  cantones  que  pretendían  se- 
pararse de  sus  Provincias  para  anexarse  á  Cundinamarca.  Las 
tropas  mencionadas  hicieron  defección ;  y  como  la  guerra  con 
Tunja  era  inminente,  marchó  con  otras  sobre  aquella  ciudad,  que 
fue  ocupada  por  él ;  pero  como  no  supo  sostener  á  sus  Tenien- 
tes, éstos  fueron  batidos  por  Baraya  y  Ricaurte,  y  la  contienda 
terminó  por  un  Tratado  que  no  se  cumplió  (1812). 

Terminadas  al  parecer  las  disputas  entre  Bogotá  y  Tunja,  Na- 
riño renunció  el  puesto;  pero  á  poco  la  noticia  de  que  Baraya  había 
invadido  la  Provincia,  amotinó  al  pueblo  y  lo  obligó  á  reasumir  el 
mando.  El  Congreso  reunido  entonces,  violando  el  tratado  vigente, 
ordenó  á  Nariño  constituyera  á  Cundinamarca  conforme  al  pacto 
federal,  lo  que  produjo  una  revuelta  que  obligó  al  Congreso  á 
trasladarse  á  Tunja,  no  sin  declarar  antes  traidor  al  que  no  obede- 
cía sus  órdenes.  Prendida  la  guerra,  Nariño  avanzó  sobre  Tunja  ; 
pero  sus  tropas  fueron  maltratadas  cerca  de  Ventaquemada,y  aun- 
que en  seguida  hizo  esfuerzos  por  terminar  la  guerra  civil,  el 
Congreso  rechazó  todo  avenimiento,  y  á  sujetar  á  Bogotá  envió  un 
Ejército  de  tres  mil  hombres,  que  en  Enero  de  181 3  resistió  Nariño 
en  la  ciudad  con  mil,  que  lo  pusieron  en  derrota.  La  conducta  del 
Presidente  de  Cundinamarca  fue  generosa;  pero  los  partidos  no  pu- 
dieron entenderse,  porque  aun  cuando  el  enemigo  común  estaba 
encima,  los  patriotas  no  pensaban  sino  en  redactar  Constituciones  y 
discutir  sistemas  políticos.  En  esos  días  ambos  bandos  auxiliaron  á 
Bolívar,  para  la  expedición  que  proyectaban  á  Venezuela,  con  unos 
pocos  soldados,  verdad,  pero  de  tal  clase,  que  aun  cuando  no  re- 
gresaron sino  siete,  eran  Generales  de  la  Gran  Colombia. 

Cartagena,  que  tuvo  no  poca  culpa  en  los  disturbios  internos  por 
su  exagerado  federalismo,  estuvo  á  punto  de  ser  víctima  de  una  con- 
trarrevolución en  la  tropa,  después  de  lo  cual  se  inició  una  desastro- 
so guerra  entre  Santa  Marta  y  dicha  ciudad,  divididas  no  tanto 
por  opiniones  políticas  cuanto  por  rivalidades  comerciales;  guerra 
que  gastó  las  fuerzas  de  los  patriotas,  convirtió  á  Santa  Marta  en 
centro  del  realismo,  y  suspendiendo,  ó  poco  menos,  el  tráfico  en 
el  río  Magdalena,  perjudicó  mucho  al  comercio  interior.  El  1 1 
de  Noviembre  Cartagena  declaró  su  independencia  absoluta  y 
convocó  un  Congreso  en  donde  se  encararon  dos  partidos  que  dis- 
cutían Constituciones,  mientras  sus  tropas  eran  derrotadas  por  las 


Nueva  Geografía  de  Colombia  979 


de  su  rival,  y  caía  en  descrédito  el  papel  moneda  con  que  se  hacían 
los  gastos.  Parecía  próxima  la  ruina  de  la  heroica  ciudad,  cuando 
acalladas  las  pasiones  ante  el  peligro  común,  se  unificó  el  Gobier- 
no y  empezó  una  reacción  en  la  fortuna,  pues  la  ciudad  de  Mom- 
pós  derrotó  á  los  realistas  que  la  atacaban,  las  fuerzas  de  Carta- 
gena mandadas  por  Labatut  tomaron  á  Santamarta,  y  Bolívar, 
que  después  de  la  derrota  de  Miranda  en  Venezuela,  había  veni- 
do á  servir  en  la  Costa,  triunfaba  en  Tenerife,  Ocaña  y  Cücuta,  y 
se  preparaba  para  libertar  á  su  tierra  natal.  Labatut,  con  su  mala 
conducta,  amotinó  al  pueblo  de  Santamarta,  y  tuvo  que  huir,  y  en 
seguida  los  dos  ejércitos  que  envió  Cartagena  para  vengar  el  agra- 
vio, fueron  uno  tras  otro  completamente  derrotados,  lo  que  permi- 
tió que  en  esa  ciudad  el  Gobernador  nombrado  por  la  Regencia 
pudiera  constituir  un  sólido  punto  de  apoyo  para  sus  copartidarios. 
Cartagena  pidió  auxilios  al  Congreso  general,  pero  éste  no  pudo 
dárselos,  precisamente  por  culpa  de  ella,  que  le  había  regateado 
los  elementos  de  guerra  de  que  disponía,  por  lo  cual  quedó  sola 
en  la  hora  del  peligro,  en  la  que,  es  verdad,  se  sacrificó  con  tanta 
entereza  que  asombró  á  sus  mismos  vencedores. 

Conforme  queda  dicho,  en  el  Sur  los  realistas  llevaban  la  me- 
jor parte  :  los  patriotas  quiteños  fueron  derrotados  en  Verdeloma 
por  Aimerich,  y  los  vencedores  lograron  al  cabo  ocupar  la  ciudad, 
donde  fusilaron  á  los  más  distinguidos  de  los  prisioneros.  Encarga- 
do Montes  de  la  Presidencia  por  cuenta  de  España,  apoyó  resuel- 
tamente á  los  realistas  del  Sur,  que  pudieron  entonces  ocupar  á 
Popayán,  vencer  á  los  patriotas  y  aun  ocupar  el  valle  del  Cauca, 
donde  cometieron  toda  clase  de  depredaciones.  Montes  excitó  á 
Nariño  á  que  depusiera  las  armas,  pero  éste  le  contestó  que  prefe- 
ría ver  el  país  reducido  á  cenizas,  antes  que  sometido  otra  vez  al 
yugo  peninsular. 

Amenazadas  Antioquia,  donde  Caldas  ayudaba  eficazmente  á 
fortificar  el  territorio,  y  Cundinamarca,  ambas  Provincias  declara- 
ron su  independencia  absoluta  (Bogotá  16  de  Julio,  Antioquia  1 1 
de  Agosto  de  1813),  y  se  entendieron  para  una  acción  común.  La 
suerte  estaba  echada :  los  patriotas  asumían  el  carácter  de  insur^ 
gentes^  y  la  guerra  de  Independencia  comenzaba  realmente  en  Co- 
lombia. 

Nariño,  que  desgraciadamente  no  era  un  talento  militar,  dejó 
el  Gobierno  de  Cundinamarca  en  manos  de  D.  Manuel  Bernardo 
Alvarez,  y  con  las  tropas  de  esta  Provincia  se  movió  por  la  vía  de 
La  Plata,  mientras  los  de  Antioquia,  mandadas  por  Gutiérrez, 
avanzaban  por  la  del  valle  del  Cauca.  Los  patriotas  derrotaron 
una  columna  enemiga  en  Palacé  y  entraron  á  Popayán,  mientras 
Sámano  se  replegaba  al  Tambo  en  espera  de  los  refuerzos  que 
le  traía  Asín,  con  los  cuales  avanzó  á  atrincherarse  en  Calibío. 
Allí  triunfó  Nariño,  pero  perdió  dos  meses  antes  de  seguir  sobre 
Pasto,  donde  en  la  línea  del  Juanambú  lo  esperaba  Aimerich.  El 
jefe  patriota  se  estrelló  de  frente  en  esas  trincheras,  en  vez  de 
flanquearlas  como  lo  hizo  á  los  pocos  días.  En  seguida  ganó  una 
batalla  en  Tacines  ;  pero  en  vez  de  entrar  á  Pasto  con  su  ejército 
reunido,  lo  dividió.  Al  anochecer,  los  pastusos  atacaron  la  vanguar- 
dia en  los  ejidos  de  la  ciudad,  la  que  fue  derrotada ;  y  cuando 


98o  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Nariño  llegó  al  campo  del  grueso  en  busca  de  refuerzos,  encontró 
que  un  traidor  (Rodríguez)  había  clavado  la  artillería  y  dado  la 
orden  de  retirada.  Los  900  hombres  que  esto  hicieron  no  pararon 
hasta  Popayán,  y  Nariño,  después  de  vagar  tres  días  en  la  monta- 
ña, se  presentó  en  Pasto;  los  realistas  le  tuvieron  preso  tres  anos 
en  América,  y  luego  cuatro  en  España,  atado  á  un  poste  en  el  ar- 
senal de  la  Carraca. 

Aun  cuando  en  el  Norte  algunas  ventajas  obtenían  los  patrio- 
tas, las  compensaban  de  sobra  los  reveses  de  los  cartageneros  y 
el  triunfo  de  los  realistas  en  Venezuela,  á  lo  que  se  agrega  que  el 
Congreso  y  el  Dictador  Alvarez  tampoco  se  entendían,  y  aquél 
para  someterá  éste  dispuso  que  Bolívar,  de  nuevo  asilado  en  el  país, 
con  una  columna  marchase  sobre  Bogotá,  ciudad  que  tomó  por 
asalto  el  10  de  Diciembre  de  18 14.  Entonces  el  Congreso  pensó 
seriamente  en  la  guerra  con  España,  y  dispuso  enviar  tres  expedi- 
ciones :  una  al  Sur,  otra  al  Norte  y  la  tercera  á  la  Costa.  La  pri- 
mera no  se  llevó  á  cabo  ;  los  realistas  ocuparon  el  valle  de  Popa- 
yán, y  en  Antioquia  estallaron  las  discordias  civiles,  que  hasta  en- 
tonces no  habían  penetrado  en  aquella  región  ;  la  del  Norte,  aun- 
que al  principio  tuvo  mejor  fortuna,  después  sucumbió  en  Cachiri. 
La  de  la  Costa,  puesta  á  órdenes  de  Bolívar  para  someter  á  San- 
tamarta,  encontró,  al  llegar  á  Mompós,  que  el  partido  á  la  sazón 
triunfante  en  Cartagena,  había  resuelto  entrabarlo  de  todas  las 
maneras  que  le  fuera  posible  ;  de  donde  una  nueva  guerra  civil, 
porque  Bolívar,  por  injustificable  error,  acabó  por  resolver  marchar 
sobre  esa  plaza,  lo  que  produjo  una  serie  de  combates  entre  los  re- 
publicanos, aprovechados  por  los  realistas  para  ocupar  á  Barran- 
quilla  y  á  Mompós.  Al  fin,  comprendiendo  Bolívar  que  se  había 
comprometido  en  un  terreno  falso,  y  no  pudiendo  arreglar  nada 
por  causa  de  la  animadversión  que  reinaba  entre  granadinos  y  ve- 
nezolanos, se  embarcó  para  el  Extranjero.  El  ejército  del  Gobierno, 
mandada  por  el  venezolano  Palacios,  resolvió  regresar  á  Santafé ; 
pero  derrotado  en  Mompós,  sus  restos  fueron  á  consumirse  en  Ma- 
gangué.  Eran  los  momentos  en  que  España,  ya  libre  de  la  invasión 
napoleónica,  había  podido  despachar  fuerzas  considerables  pyara 
recobrar  sus  posesiones  en  América. 

Intertanto  en  Venezuela  se  habían  cumplido  acontecimientos 
no  menos  graves.  A  raíz  de  la  proclamación  de  la  Independencia  la 
impericia  de  los  jefes  republicanos  (Toro  y  Miranda)  y  un  espan- 
toso terremoto  que  conmovió  el  país  y  arruinó  á  Caracas,  y  que  el 
pueblo  consideró  como  castigo  para  los  republicanos,  permitieron 
á  Monteverde  reconquistar  el  territorio  para  el  Rey.  Este  jefe  es- 
pantó á  Venezuela  con  su  barbarie  :  erigió  el  asesinato  y  el  robo 
en  sistema  de  gobierno,  lo  que  produjo  una  reacción  en  el  espíritu, 
publico  ;  y  como  al  mismo  tiempo  en  Oriente  se  prenunciaban  con 
éxito  Marino,  Sucre  y  Piar,  y  por  el  Occidente  invadía  Bolívar, 
los  republicanos  lograron  vencer  de  nuevo  á  sus  enemigos,  aun- 
que desgraciadamente  planteaban  á  la  vez  la  guerra  á  muerte 
que   fue  el  terror  de  13  y  14,  y  que  en   vez  de  asegurar  la  victo- 


Nueva  Geografía  de  Colombia  981 


ría,  trajo  la  derrota  y  estampó  una  mancha  de  lodo  y  sangre  en 
nuestra  historia.  A  esta  desgracia  debe  añadirse  que  Venezuela 
tuvo  entonces  dos  gobiernos  de  hecho,  tan  legítimo  el  uno  como  el 
otro,  verdad,  pero  sin  razón  política  el  de  Oriente,  lo  que  unido  á 
la  tardanza  de  Bolívar  en  atacar  á  Puerto  Cabello,  donde  pereció 
Girardot,  permitió  que  volviera  á  levantar  su  cabeza  la  reacción 
realista. 

Fue  entonces  cuando  en  las  llanuras  se  levantaron  por  prime- 
ra vez,  encabezadas  por  Boves,  esas  huestes  de  hombres  medio 
salvajes  que  siempre  á  caballo  eran  jinetes  incomparables,  y  ten . 
didos  sobre  sus  monturas  caían  sobre  el  enemig'o  con  la  rapidez  del 
rayo:  eran  los  cosacos  de  América,  que  ning"una  caballería  regular 
podía  resistir  en  campo  abierto,  y  dondequiera  dejaban  huella  san- 
grienta de  su  paso.  Se  les  había  entusiasmado  con  el  cebo  del  pi- 
llaje; y  aunque  derrotados  varías  veces,  luego,  casi  en  el  mismo  día 
y  en  el  mismo  sitio, vencieron  los  ejércitos  de  Bolívar  y  de  Marino, 
quienes  tarde  se  pusieron  de  acuerdo  para  resistir  al  enemigo  co- 
mún. En  seg"uida  fue  inútil  el  heroísmo  de  Bolívar  y  el  sacrificio 
de  Ricaurte  en  San  Mateo,  la  defensa  de  la  Victoria,  el  triunfo  de 
Bocachica,  porque  la  falta  de  talentos  militares  entre  los  patriotas 
los  movió  á  dispersarse,  después  de  reunidos,  de  suerte  que  tras 
triunfar  en  Carabobo  i.*^,  sin  perder  más  que  cincuenta  hombres, 
en  los  campos  funestos  de  La  Puerta  fueron  derrotados  de  tal  ma- 
nera, que  allí  dejaron  los  mejores  dos  mil  soldados  de  la  Patria. 

Después  de  la  derrota,  Bolívar  retrocedió  á  Caracas, y  sin  cui- 
darse de  las  fuerzas  que  dispersas  tenía  en  Occidente,  se  retiró  ha- 
cia Oriente,  seguido  por  una  numreosa  emig-ración,  pero  alcanza- 
do en  Aragua,  fue  completamente  derrotado,  con  pérdidas  inmen- 
sas, bien  que  pagaron  muy  caro  su  triunfo  los  vencedores.  Allí  en- 
tre éstos  sucumbió  el  batallón  que  formaba  la  juventud  de  Caracas, 
porque  es  hecho  singular  que  mientras  el  pueblo  no  iba  al  cuartel 
sino  reclutado,  los  jóvenes  de  las  principales  familias  se  sometían  á 
la  conscripción  sin  murmurar,  loque  explica  en  cierto  modo  la  for- 
mación del  partido  mantuano. 

En  Cumaná  se  reunieron  todos  los  jefes  patriotas,  inclusos  los 
dos  Dictadores,  que  tan  singular  papel  habían  de  representar  en 
esta  ocasión,  puesto  que  embarcado  el  tesoro  de  guerra  á  bordo  de 
un  corsario,  como  éste  pretendiera  alzarse  con  los  fondos,  para  res- 
catarlo ambos  siguieron  viaje  á  Margarita,abandonando  á  sus  solda- 
dos. Cuando  volvieron  á  Carúpano,  la  población  se  amotinó  contra 
ellos  :  estaban  proscritos  y  declarados  desertores.  Rivas  y  Piar,  des- 
pués de  degradar  á  Marino,  querían  hacer  con  Bolívar  lo  que  éste 
con  Miranda  en  1822 :  entregarlo  á  los  realistas.  Felizmente  el 
corsario  se  presentó  entonces  á  reclamar  á  los  que  tan  desvergon- 
zadamente había  despojado,  y  Bolívar  se  retiró  á  Curazao,  aun- 
que humillado  con  la  conciencia  de  su  futuro  destino.  Los  jefes  pa- 
triotas aún  resistieron  algunos  días,  pero  Boves  acabó  con  ellos, 
bien  que  comprando  la  victoria  con  su  vida,  y  sólo  guerrillas  con- 
servaron el  fuego  sagrado  en  las  llanuras  (18 14). 

La  situación  no  podía  ser  más  grave  para  los  patriotas  de 
Bogotá,  que  en  vano   nombraron  un  triunvirato  cuyos   miembros 


982  Nueva  Geografía  de  Colombia 


cambiaban  con  frecuencia  ;  de  suerte  que  en  vez  de  robustecer  la 
autoridad  para  afrontar  la  lucha,  la  dividían  y  la  debilitaban  á  la 
par.  En  vano,  y  á  la  postrera  hora,  se  nombró  Dictador  á  Camilo 
Torres,  y  luego  Presidente  á  Fernández  Madrid,  que  si  no  fue 
traidor,  sí  reveló  debilidad  de  carácter  cuando  al  acercarse  los  pe- 
ninsulares, se  humilló  ante  ellos,  y  se  dijo  leal  subdito  de  Fernan- 
do vil  para  salvar  la  vida.  En  efecto,  mientras  los  patriotas  libra- 
ban batallas  por  el  triunfo  de  esta  ó  la  otra  Constitución,  por  la 
primacía  de  esta  ó  aquella  ciudad,  se  tuvo  noticia  del  regreso  de 
Fernando  vii  á  España  y  del  Decreto  por  el  cual  abrogaba  la 
Constitución  que  se  había  dado  en  prenda  de  concordia  entre  His- 
pana y  An- erica,  y  también  de  la  caída  de  Napoleón,  que  dejaba  la 
Península  en  posibilidad  de  emplear  sus  armas  y  recursos  para  so- 
meter á  sus  Colonias.  Y  éstas,  por  espíritu  de  innovación,  habían  su- 
primido los  impuestos  á  que  estaba  acostumbrado  el  pueblo,  reem- 
plazándolos con  empréstitos  forzosos  que  exasperaban  á  las  gentes. 
La  Nueva  Granada  anhelaba  un  Gobierno  serio,  y  en  cierto  modo 
se  había  arrepentido  de  lo  hasta  entonces  hecho.  Era  fácil  presa 
para  un  ejército  veterano,  y  ese  ejército  tocaba  ya  á  sus  puertas  *. 

Por  este  tiempo  España  organizaba  un  ejército  de  10,000  ve- 
teranos y  56  navios,  y  á  órdenes  del  General  Pablo  Morillo  lo  envia- 
ba á  reconquistar  el  Norte  de  la  América  del  Sur.  Ese  ejército, 
después  de  pacificar  ó  poco  menos  á  Venezuela,  vino  á  poner  cer- 
co á  la  ciudad  de  Cartagena,  que  renovó  los  sacrificios  y  el  he- 
roísmo de  los  días  en  que  luchaba  con  Vernón ;  la  fortuna  le 
fue  infiel,  y  al  cabo  de  108  días,  medio  muertos  de  hambre,  los 
restantes  de  sus  3,0(X)  defensores  intentaron  escapar  por  mar, 
pero  apenas  se  salvaron  4(X).  La  caída  de  la  ciudadela  de  los  re- 
publicanos era  funesto  presagio,  y  Morillo,  dividiendo  su  ejército 
en  columnas,  desbordó  sobre  todo  el  país  :  sus  tropas  vencieron  á 
los  republicanos  en  Cachiri  (Santander),  el  Gobierno  huyó  al  Cau- 
ca, Serviez  y  Santander  se  retiraron  á  Casanare,  y  el  Pacificador 
entró  á  la  capital  el  16  de  Mayo  de  18 16.  Poco  después  los  re- 
publicanos confiaban  el  Gobierno  en  Popayán  á  García  Rovi- 
ra,  pero  en  las  cercanías  de  esa  ciudad,  en  la  cuchilla  del  Tam- 
bo, el  último  ejército  patriota  mandado  por  Mejía,  sucumbió  ante 
el  realista  á  órdenes  de  Sámano,  y  sus  restos  se  perdían  en  el  acia- 
go combate  de  La  Plata,  donde   García   Rovira  escribía  el  epita- 


•  En  efecto,  en  los  a^os  de  insufreccicn  esta  se  había  debilitado  y  perdido 
mucho  terreno,  debido  á  varias  causas :  i.*  La  política  particularista  de  los  pa- 
triotas de  las  diversas  localidades,  á  quienes  por  otra  parte  las  distancias  y  los 
malos  caminos  hacía  muy  difíciles  las  combinaciones  políticas  ó  militares;  2.*  La 
indiferencia  relativa  del  pueblo,  en  especial  de  los  indios  puros,  que  no  habían 
tomado  sino  mínima  parte  en  la  contienda;  3.*  La  desunión  de  los  criollos  insur- 
gentes, partidarios  unos  de  la  oligarquía  (unitarios),  y  los  otros  de  la  democracia 
(federalistas);  y  4.*  La  restauración  de  Fernando  vil,  cuyo  nombre  y  derecho  no 
podía  ser  ya  pretexto  para  continuar  la  guerra,  é  hizo  que  depusieran  las  armas 
muchos  patriotas  alzados  contra  Bonaparte  por  intruso.  Si  Femando  vil  hubiese 
acordado  á  los  americanos  la  libertad  de  comercio  y  la  autonomía  política,  sin 
trabajo  habría  reconstituido  el  imperio  colonial  español;  pero  quería  reinar  como 
sus  antecesores,  y  esto  equivalía  á  la  necesidad  de  someter  á  América  en  una 
segunda  conquista,  para  lo  cual  no  tenía  la  fuerza  suñciente,  puesto  que  cu  sei» 
meses  de  preparativos  apenas  pudo  reunir  diez  mil  hombres. 


NuxvA  Geografía  ds  Colombu  9S3 


ño  de  la  lucha  con  sus  románticas  esponsales,  y  ''  la  paz  iba  á  reU 
nar  en  Varsovía." 

En  efecto,  salvo  los  pocos  patriotas  asilados  en  los  Llanos  y 
que  se  daban  la  mano  con  los  insurgentes  venezolanos  del  Apure 
y  el  Orinoco,  el  país  había  doblado  la  cabeza  ante  los  invasores. 
La  represión  fue  en  extremo  dura.  Morillo,  que  no  era  sino  un  sol- 
dado, y  que  en  medio  de  sus  triunfos  comprendió  su  derrota  final, 
se  decidió  por  las  medidas  violentas,  porque  no  creyó  en  los  resul- 
tados de  la  magnanimidad,  y  no  supo  suavizar  la  aplicación  de  las 
leyes  españolas,  como  en  su  día  lo  hizo  el  Arzobispo  Virrey ;  en  los 
cadalsos  murió  un  millar  de  personas,  sin  distinción  de  sexos  ni 
edades,  la  flor  de  Colombia,  y  varios  millares  fueron  condenados 
al  presidio,  el  destierro,  á  servir  como  reclutas  en  las  filas  realistas. 
Y  peor  fue  la  conducta  del  Virrey  Sámano,  el  sucesor  que  dejó 
cuando  marchó  á  Venezuela  por  los  Llanos,  á  experimentar  en  las 
Mucuritas  lo  que  eran  los  invencibles  llaneros  de  Páez.  Con  todo, 
el  restablecimiento  de  la  Audiencia  y  del  orden  en  el  interior,  pudo 
hacer  creer  á  los  peninsulares  que  el  drama  había  concluido  para 
siempre  en  el  Virreinato,  y  habría  concluido  sin  el  riego  de  la  san- 
gre torpemente  vertida,  porque  el  país  estaba  cansado  con  la  anar- 
quía  federalista  que  recordaba  la  del  tiempo  de  la  Conquista  y  de 
los  primeros  Oidores. 

Empero,  allá  en  las  regiones  primeras  descubiertas  del  Conti- 
nente; en  las  c^  rcanías  del  delta  del  Orinoco,  iba  á  encauzarse  la 
idea  estratégica  que  debía  cambiar  la  faz  militar  de  los  aconteci- 
mientos de  la  América  del  Sur.  En  Venezuela  los  patriotas,  en  es- 
pecial en  el  Apure  con  Páez,  en  los  Llanos  con  diversos  jefes,  y 
en  Oriente  con  Piar,  mantenían  el  campo  ;  los  llaneros,  que  rea- 
listas con  Boves,  arrollaron  la  República  en  18 14,  eran  ahora,  con- 
vertidos por  el  desprecio  con  que  los  trataron  los  peninsulares,  á  la 
causa  de  la  Independencia,  los  mejores  mantenedores  de  ébta,  pero 
carecían  de  recursos  para  formar  ejércitos  capaces  de  luchar  con 
los  invasores,  y  los  esfuerzos  que  se  hacían  sobre  la  costa  por  los 
refugiados  en  las  Antillas,  si  producían  cosecha  de  actos  heroicos, 
resultaban  inútiles  en  el  campo  militar  por  la  falta  de  unidad  en  la 
acción  entre  los  diversos  jefes. 

Entonces  un  negro  (?),el  inolvidable  Piar,  el  vencedor  en  el  Jun- 
cal, comprendió  la  situación,  vio  que  era  inútil  luchar  sin  base  sólida 
de  operaciones,  y  contra  la  opinión  de  los  demás  caudillos  y  aun 
contra  el  mandato  de  Bolívar,  á  la  sazón  en  Barcelona,  reorganizó 
las  tropas  de  su  mando,  dijo  adiós  á  la  Costa,  cruzó  la  llanura  y  el 
Orinoco,  y  en  habilísima  campaña,  cuya  perla  fue  la  batalla  de  San 
Félix,  conquistó  la  Guayana,  que  encerraba  cuantiosísimos  recur- 
sos, á  la  espalda  tenía  una  colonia  inglesa,  á  la  derecha  el  mar  y 
al  frente  y  á  la  izquierda  el  grande  Orinoco,  que  dominó  con  una 
flotilla  de  guerra.  La  República  encontraba  una  cuna  donde  tran- 
quila podía  recobrar  y  aumentar  sus  fuerzas.  Pero  Piar  era  negro, 
y  los  mantuanos  (nobles),  celosos  de  su  gloria,  aunque  le  condena- 
ron á  muerte  por  supuesta  desobediencia,  en  realidad  por  los  acon- 
tecimientos de  Carúpano,  y  por  su  mayor  visión  estratégica,  se 
apresuraron  á  recoger  su  herencia.  Si  él  hubiera  mandado  en  18 18, 
ese  año  habría  terminado  la  guerra  en  Tierrafirme. 


984  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Bolívar  ♦,  después  de  retirarse  de  Cartagena,  vivió  en  Ja- 
maica en  la  mayor  necesidad,  y  estuvo  á  punto  de  perecer  por 
el  puñal  de  un  asesino  pag^ado  por  los  realistas ;  de  esta  isla 
pasó  á  Santo  Domingfo,  donde  Petion  le  facilitó  recursos  para 
organizar  una  expedición,  por  cuyo  motivo  tuvieron  que  recono- 
cerlo como  jefe  los  demás  patriotas.  La  expedición  desembarcó  en 
Cariípano,  perdiendo  el  tiempo  mientras  Piar  y  Marino  levantaban 
sendas  columnas  en  Oriente  ;  de  allí  pasó  Bolívar  á  Ocumare,  don- 
de se  repitió  el  singular  viaje  de  Cumaná,  agravado  por  causas  de 
amor,  yendo  á  desembarcar  en  Bonaire,  mientras  Mac  Gregor, 
abandonado  en  la  playa,  se  revolvía  hacia  el  Sur,  rompía  por  en- 
tre el  enemigo  é  iba  á  reunirse  á  las  guerrillas  de  las  llanuras.  De 
Bonaire  Bolívar  pasó  á  Güiría,  pero  fue  desconocido  por  todos  ; 
desprestigiado,  retornó  á  Haití,  y  sin  embargo  era  el  único  hom- 
bre que  podía  ser  jefe  de  la  Revolución  en  Colombia  :  la  adversi- 
dad fue  su  gran  escuela. 

Intertanto  Páez,  Piar  y  Marino  levantaban  fuerzas  y  vencían  á 
los  realistas  en  diversos  campos  de  batalla  ;  pero  todos  compren- 
dían faltaba  una  dirección  que  diera  enlace  á  las  operaciones,  por  lo 
cual  los  de  Barcelona  llamaron  á  Bolívar,  que  no  tenía  otra  preo- 
cupación que  libertar  á  Caracas,  lo  que  era  imposible,  por  enton- 
ces, y  por  culpa  de  esa  errada  idea  se  perdió  la  jornada  de  Cla- 
míres.  Después  de  esta  desgracia  pasó  á  Guaya  na  para  persuadir 
á  Piar  á  que  abandonara  la  campaña  emprendida  y  marchara  tam- 
bién sobre  Caracas;  pero  allí  el  General  negro,  que  se  puso  en  el 
acto  á  sus  órdenes,  le  hizo  ver  claro  en  el  teatro  de  la  guerra,  y  en 
lo  sucesivo  procedió  en  consonancia  con  ese  plan.  Muerto  Piar,  aun 
cuando  quedó  sin  émulos,  su  autoridad  no  resultó  bien  consolidada, 
porque  la  subordinación  de  Páez  no  era  sino  nominal. 

Ambos  bandos  habían  acrecentado  sus  fuerzas  ;  ambos  ocupa- 
ban una  sólida  base,  y  ambos  en  18 18  se  movieron  con  intención 
de  ganar  la  del  contrario,  de  donde  la  campaña  más  fuerte  de  la 
guerra,  la  más  activa  y  llena  de  episodios  y  grandes  batallas,  pero 
que  resultó  indecisa  por  dos  causas :  primera,  que  ninguno  de  los 
contendores  disponía  de  fuerzas  adecuadas  para  guerrear  en  el  te- 
rritorio enemigo:  los  republicanos  carecían  de  infantería  para  obrar 
en  la  cordillera  litoral;  y  los  realistas,  de  caballería  capaz  de  domi- 
nar en  las  grandes  llanuras;  y  segunda,  que  entre  los  libres  abunda- 
ban los  hombres  de  gran  corazón,  pero  faltaba  una  cabeza  militar; 
por  lo  que  en  vez  de  preocuparse  de  las  tropas  enemigas,  atendían  á 


•  Simón  Bolívar  nació  en  Caracas  en  1783.  Era  el  más  joven  de  los  cua- 
tro hijos  de  D.  Juan  Vicente  Bolívar  y  Ponte,  Coronel  de  milicias  de  los  valles 
de  Aragaa,  y  hombre  rico  y  considerado.  Huérfano  á  los  seis  afíos,  y  dueño  de 
una  gran  fortuna,  se  le  envió  á  Madrid,  donde  tuvo  por  condiscípulo  al  que  ha- 
bía de  ser  Fernando  vir,  y  al  que  en  una  riña  de  muchachos  le  dio  un  tremendo 
bofetón.  Casado  á  los  dieciocho  afios  con  la  hija  del  Marqués  de  Toro,  enviudó 
k  los  cincos  meses,  acontecimiento  que  tal  vez  decidió  de  su  vida,  puesto  que  en- 
tonces se  embarcó  para  Europa,  estuvo  en  Francia  en  la  coronación  de  Bonap&r- 
te,  en  los  Estados  Unidos,  y  en  i8o9  regresó  á  sus  propiedades  de  Aragua,  donde 
lo  encontró  la  Revolución,  á  la  cual  consagró  todos  sus  recursos  y  talentos;  y 
aun  cuando  fue  quien  llamó  á  Miranda  para  que  se  encargara  del  mando^  una 
vez  derrotado  se  contó  entre  sus  enemigos,  tal  vez  porque  creyó  que  era  cierto 
que  ese  infortunado  General  trabajaba  en  provecho  de  Inglaterra. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  985 


entrar  á  las  poblaciones  como  libertadores,  pues  hasta  Bolívar  pa- 
decía la  obsesión  de  tomar  á  Caracas,  y  por  lo  tanto  daban  á  aqué- 
llos campo  de  rehacerse  :  ignoraban  el  arte  de  la  persecución  te- 
naz después  de  la  batalla. 

En  An*j-ostura,  capital  de  Gua3'ana,  existía  un  Gobierno  repu- 
blicano re<i^ido  por  Bolívar,  en  cuyo  espíritu  se  encarnaba  la  reso- 
lución absoluta  de  conquistar  la  Independencia,  y  era  á  la  sazón  el 
único  hombre  que  podía  ser  el  Jefe  supremo  de  los  republicanos ; 
Santander,  principal  cabeza  de  los  granadinos  asilados  en  Casana- 
re,  se  entendió  con  el  Libertador,  obtuvo  armas  para  organizar  tro- 
pas, y  agregó,  por  el  pronto,  Casanare  á  Venezuela:  todos  se  habían 
convencido  de  que  sin  la  unión  era  imposible  triunfar. 

El  año  de  18 19  fue  fecundo  en  grandes  acontecimientos :  Mo- 
rillo tomó  la  ofensiva,  pero  no  logró  apoderarse  del  Apure-Orinoco, 
y  en  las  Queseras  del  Medio  permitió  á  Páez  escribir  una  página 
inmortal.  Suspendida  la  campaña  en  los  Llanos  por  las  lluvias  y  la 
inundación,  Bolívar  prescindió  de  Caracas,  y  cediendo  á  las  instan- 
cias de  Santander  y  de  su  Capellán  el  Padre  Blanco,  adoptó  una 
resolución  que,  envolviendo  una  gran  concepción  estratégica,  iba  á 
cambiar  la  faz  de  la  guerra  y  á  producir  resultados  no  inferiores  á 
los  conseguidos  en  1816-17.  En  efecto,  dejando  á  Páez  en  el  Apure, 
movió  el  mayor  número  que  pudo  de  soldados,  cruzó  la  llanura 
inundada,  renovando  los  tiempos  legendarios  de  la  Conquista,  y  al 
pie  oriental  de  la  Sierra  de  Chita  se  reunió  con  Santander,  que  allí 
lo  esperaba  con  otros  tantos  hombres  *. 

Tras  algunas  vacilaciones  sobre  la  mejor  vía  para  invadir  las 
altiplanicies,  se  optó  por  la  de  Paya  y  Pisva  :  la  tropa  sufrió  mu- 
chas penalidades  en  la  travesía  del  páramo,  pero  es  grave  error 
compararlas  con  las  del  paso  de  los  Alpes  por  Aníbal  y  Napoleón, 
ni  con  la  de  los  Andes  chilenos  por  San  Martín,  porque  en  Pisva 
ni  hay  nieve,  ni  la  altura  llega  á  la  de  muchos  puertos  frecuen- 
tados en  nuestras  cordilleras  :  la  expedición,  sin  tener  lo  romántico 
de  aquellas  otras,  les  iguala  en  los  resultados  por  la  misma  razón  : 
por  la  ineptitud  de  los  enemigos. 

En  los  primeros  días  de  Julio  el  Ejército  patriota  franqueó  la 
cordillera,  sorprendió  las  avanzadas  realistas,  y  aunque  fue  dete- 
nido en  Gámeza,  con  una  marcha  de  flanco  gana  el  valle  de  Ce- 
rinza  ;  de  nuevo  lo  detiene  la  sangrienta  jornada  de  Pantano  de 
Vargas,  que  no  resultó  sino  indecisa  por  el  inaudito  arrojo  de 
los  llaneros ;  pero  con  otro  movimiento  análogo,  logra  entrar  á 
Tunja,  á  los  doscientos  setenta  años  de  su  fundación.  El  General 
Barreiro,  Jefe  de  los  realistas,  trató  de  restablecer  sus  cortadas  co- 
municaciones con  Bogotá,  ocurriendo  también  á  una  marcha  de  flan- 
co :  pero  los  patriotas,  que  no  dormían,  le  alcanzaron  á  cerrar  el 
paso  en  el  puente  de  Boyacá,  dividiéndolo  en  dos  porciones  que 
tuvieron  que  librar  aislada  batalla  á  la  hueste  compacta  de  Bolívar, 
en  la  cual  quedaron  totalmente  vencidos  y  en  su  mayor  parte  pri- 


*  Hase  añrmado  que  unos  10,000  extranjeros,  franceses  é  ingleses,  vinieron 
al  país  á  servir  en  las  ñlas  republicanas,  pero  ese  número  es  sin  duda  exagerado. 

Nueva  Geografía  de  Colombia  tomo  1—63 


986 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


sioneros:  eran  las  seis  de  la  Urde  del  7  de  Ágeoste  de  1819.  Tres 
días  después  Bolívar  entró  á  Bogfotá  :  terminaba  el  terror,  y  la  Nue- 
va Grananada  había  conquistado  para  siempre  su  autonomía  na- 
cional. 


Figuri  331 — Batalla  dk  BoyacÁ 
Republicanos  :  derecha  j  ccr.tro,  Anzoátegui ;  izquierda,  Santander.    Realistas: 
grueso  y  reservas,  rarreiro ;   vanguardia,  Jiménez 


Santander,  que  ludgo  fusiló  áBarrciro  sin  necesidad,  quedó  en- 
cargado de  regir  el  país  como  Vicepresidente,  mientras  Bolívar 
marchaba  á  combatir  á  Morillo  en  Venezuela,  pasando  antes  por 
Angostura,  donde  estaba  reunido  el  Congreso,  ó  mejor  dicho,  la 
reunión  ce  los  principales  Jefes  patriotas  de  la  comarca,  en  su  casi 
totalidad  venezolanos,  como  era  natural,  los  que  el  17  de  Diciem- 
bre  proclamaron  la  unión  de  Nueva  Granada  y  de  Venezuela,  con 
el  nombre  de  República  de  Colombia. 

Así  como  la  unidad  de  la  colonización  no  pudo  establecerse 
sin  rudo  batallar  y  dramas  trágicos  ó  sangrientos,  que  duraron 


Nueva  Geografía  de  Colombia  987 


larg'os  años,  de  la  misma  manera  la  unidad  de  la  Independencia 
no  se  logró  sino  después  de  acontecimientos  que  aunque  sea  dolo- 
roso referir,  no  hay  por  qué  callar,  como  lo  acostumbran  de  ordi- 
nario muchas  plumas,  pues  deben  ser  conocidos,  para  que  recuer- 
den al  común  de  los  mortales  que  si  los  hombres  superiores  yerran 
y  aun  delinquen,  á  tales  caídas  están  ellos  más  expuestos  y  podo 
mismo  necesitan  mayor  cordura  en  susprocedimientos. 

Lleg^ados  á  este  punto,  no  estará  de  más  que  recordemos 
el  hecho  de  que  así  como  los  conquistadores  en  su  mayor  parte 
procedían  del  mediodía  de  España,  los  grandes  caudillos  liberta- 
dores eran  de  familias  del  Norte  de  la  Península,  de  esa  comarca 
que  resistió  -á  los  romanos  y  nunca  dobló  el  yugo  á  la  invasión  mu- 
sulmana. 

Por  lo  que  hace  á  los  extranjeros,  en  aquellos  momentos  de 
nuestra  magna  guerra,  los  Estados  Unidos  apoyaban  abiertamen- 
te la  insurrección  porque  tenían  querella  pendiente  con  España,  y 
fueron  los  primeros  que  reconocieron  la  Independencia  de  la  Gran 
Colombia  (1820).  Cuanto  á  Inglaterra,  aunque  aliada  á  España  con- 
tra Napoleón,  tanto  por  necesidades  comerciales  como  por  la  trata 
de  negros  que  quería  se  suprimiese,  miraba  con  simpatía  la  eman- 
cipación de  la  América  del  Sur,  cerraba  los  ojos  á  las  complicida- 
des de  sus  colonias  antillanas  con  los  patriotas,  y  aun  se  afirma  que 
fue  la  que  indicó  á  Morillo  para  Jefe  de  la  expedición  á  Tierrafir- 
me,  en  la  seguridad  de  que  había  de  suceder  lo  que  sucedió.  Sólo 
España,  inconsciente  de  su  impotencia,  en  nada  cedía,  esperaba 
vencer  á  los  rebeldes,  y  con  sus  medidas  impolíticas  provocaba  en 
la  Península  la  insurrección  del  segundo  ejército  expedicionario, 
la  cual  no  sólo  daba  un  respiro  á  los  insurgentes,  sino  que  los  ani- 
maba á  continuar  su  lucha  para  conquistar  la  libertad  política. 

b)  La  Gran  Colombia, — La  Asamblea  de  Angostura,  com- 
puesta de  Jefes  militares,  falta  de  criterio  político,  dictó  medidas 
que  más  tarde  ocasionaron  graves  dificultades,  y  preparó  la  crea- 
ción de  una  aristocracia  militar  que  llegó  á  creer  que  la  revolución 
hecha  por  ellos  debía  resultar  en  su  provecho  y  procurarles  una 
situación  privilegiada;  de  un  militarismo  que  tanta  sangre  hizo  co- 
rrer luego  en  estos  países,  y  que  tuvo  en  Santander  su  principal 
adversario.  Sacrificaron  al  Negro  Piar  porque  no  siendo  mantua- 
no,  sus  grandes  talentos  estratégicos  les  hacían  sombra ;  se  distri- 
buyeron los  mayores  honores  y  los  bienes  de  los  realistas  ;  y  para 
distinguirse  crearon  la  Orden  de  "Los  Libertadores."  Después  de 
vencedor  Bolívar,  á  quien  no  querían,  lo  nombraron  Presidente,  con 
Zea  por  segundo,  á  la  vez  que  designaban  á  Santander  para  regir 
á  la  Nueva  Granada,  y  á  Rosio  para  hacer  lo  propio  en  Venezuela, 
y  pusieron  la  República  bajo  la  protección  del  Salvador.  El  último 
acto  del  Congreso  de  Angostura  fue  la  convocación  de  un  Congre- 
so general  de  Colombia,  que  debía  reunirse  en  el  Rosario  de  Cú- 
cuta,  y  por  lo  tanto  ser  el  primero  que  legalmente  merecía  ese 
nombre. 

La  suerte  favoreció  entonces  la  organización  de  los  patriotas, 
porque  en  esta  época,  como  queda  dicho,  en  el  momento  en  que 


988  Nueva  Geografía  de  Colombia 


una  nueva  y  fortísima  expedición  española  iba  á  embarcarse  con 
dirección  á  Venezuela,  fue  detenida  por  la  revolución  que  en  Espa- 
ña provocaron  Riejifo  y  Quiroga,  la  cual  puso  en  libertad  á  todos 
los  presos  políticos  que  se  encontraban  en  Cádiz,  entre  los  que 
fig^uraba  el  General  Nariño,  Jefe  indiscutidode  los  patriotas  santa- 
fereños. 

Entre  tanto,  el  Vicepresidente  Santander,  fig^ura  de  indiscuti- 
ble mérito,  á  pesar  de  sus  defectos  de  rayano,  había  reorg-anizado 
lo  que  se  llamaba  el  Reino  y  formado  un  ejército  que  libertó  el 
ralle  del  Magdalena  y  las  montañas  de  Antioquia,  al  mando  de  Cór- 
doba y  Maza,  después  de  lo  cual  unió  sus  esfuerzos  á  los  de  los  pa- 
triotas de  la  Costa  que  allí  se  ponían  en  armas  al  saber  ¡o  ocurri- 
do en  el  interior,  batían  las  guarniciones  realistas  y  marchaban  á 
reconquistar  á  Cartagena,  defendida  por  Torres;  mas  las  opera- 
ciones se  suspendieron  con  motivo  del  armisticio  de  Trujillo,  y  no 
se  pudieron  nanudar  hasta  el  28  de  Abril,  continuándose  el  cerco 
hasta  el  i.°  de  Octubre,  en  que  capituló  la  plaza,  suceso  impor- 
tantísimo que  aseguraba  los  resultados  de  Hoyacá,  ponía  en  manos 
de  los  libres  cnantiosos  elementos  de  guerra,  y  producía  en  el  Ex- 
terior grandísimo  efecto  moral.  En  seguida  Padilla,  que  había  de- 
rrotado á  los  realistas  de  Santa  Marta  y  Riohacha,  forzó  la  barra 
de  Maracaibo,  y  con  sus  jinetes  conquistó  los  barcos  españoles. 

En  Noviembre  del  mismo  año  estalló  y  triunfó  en  Panamá  la 
revolución  republicana.  Este  hecho  facilitó  á  los  patriotas  su  pos- 
terior acción  contra  las  comarcas  del  Sur,  aun  ocupadas  por  los 
realistas. 

También  á  raíz  de  la  batalla  de  Boyacá  diversas  tropas  mar- 
charon tanto  en  pesecución  de  Calzada,  que  se  retiraba  hacia  Po- 
payán  como  hacia  el  Norte,  regidas  éstas  por  Soublette,  en  previ- 
sión de  posibles  auxilios  de  Morillo  á  Barreiro,  lo  que  sucedió  en 
efecto,  pues  á  fines  de  Septiembre  llegó  á  Cücuta  el  español  Lato- 
rre  con  una  lucida  División. 

El  6  de  Mayo  de  1 821  se  instaló,  presidido  por  Nariño,  el 
Congreso  del  Rosario  de  Ciícuta,  donde  se  sental>an  juntos  los  so- 
brevivientes de  la  primera  insurrección  y  los  vencedores  de  la  vís- 
pera. Este  Congreso  sancionó  la  unión  de  las  dos  Repúblicas,  con 
la  expresa  condición  de  que  serían  regidas  por  un  Gobierno  repre- 
sentativo popular;  decretó  la  libertad  de  los  hijos  de  esclavos  que 
nacieran  en  lo  futuro ;  abolió  el  Tribunal  de  la  Inquisición ;  otorgó 
á  los  extranjeros  la  libertad  religiosa;  suprimié  los  impuestos  más 
impopulares ;  mandó  establecer  escuelas  primarias  en  todas  las  po- 
blaciones; organizó  la  administración  política  y  judicial,  y  su  obra^ 
que  se  inspiró  en  los  principios  de  la  Revolución  francesa,  por  su 
importancia  fundamental,  puede  compararse  á  la  de  la  Asamblea 
Constituyente  de  aquella  Nación. 

Entre  tanto,  el  Libertador,  después  de  haber  visitado  la  Costa, 
mientras  el  asedio  de  Cartagena,  regresó  á  San  Cristóbal  para  ce- 
lebrar con  Morillo  el  Tratado  de  Trujillo,  que  puso  término  á  la 
guerra  á  muerte,  reconociendo  en  verdad  la  existencia  de  Colom- 
bia, y  luego,  en  la  célebre  entrevista  de  Santa  Ana,  donde  los  dos 
caudillos  pasaron  un  día  juntos,  firmaron  un  armisticio,  pues  Bolívar 


Nueva  Geografía  de  Colombia  989 


quería  ganar  tiempo  mientras  reorg^anizaba  el  ejército,  lo  cual 
le  permitió  visitar  la  capital,  activar  la  marcha  de  las  operacio- 
nes en  el  Sur  y  regresar  al  Norte,  donde,  denunciado  el  armis- 
ticio y  rotas  de  nuevo  las  hostilidades,  se  libró  el  24  de  Junio,  en 
el  ya  histórico  campo  de  Caralobo,  una  segunda  y  sangrienta  ba- 
talla, de  las  más  importantes  de  la  Independencia,  puesto  que 
fue  para  Venezuela  lo  que  la  de  Boyacá  había  sido  para  la  Nueva 
Granada.  En  esa  jornada  mandaba  los  españoles  el  Brigadier  Lato- 
rre,  porque  la  Corte  había  retirado  á  Morillo  por  haber  reconoci- 
do á  Colombia,  y  en  ella  el  Batallón  Valencey,  con  su  heroica  re- 
tirada, salvó  para  siempre  el  honor  de  los  vencidos. 

A  la  sombra  de  estas  auras  de  victoria  se  verificaron  las  nue- 
vas elecciones  (7  de  Septiembre),  en  las  que  Bolívar  y  Santander 
fueron  nombrados  Presidente  y  Vicepresidente,  de  cuyos  cargos 
tomaron  posesión  el  3  de  Octubre.  El  Congreso  designó  á  Bogotá 
por  capital  de  la  República,  lo  que  hirió,  aunque  sin  razón,  el  amor 
propio  de  los  venezolanos.  El  Gobierno  había  nombrado  antes  á 
Zea  Ministro  Plenipotenciario  y  Enviado  Extraordinario  de  Colom- 
bia cerca  de  las  Cortes  de  Inglaterra,  Francia  y  España  :  de  Ma- 
drid fue  expulsado  (Agosto),  porque  la  metrópoli  rehusaba  reco- 
nocer la  independencia  de  Colombia,  y  lo  que  no  hizo  entonces  lo 
hizo  60  años  más  tarde,  después  de  inútiles  gastos  y  de  sacrificar 
á  millares  de  sus  mejores  hijos.  Vicepresidente  general  fue  nom- 
brado Nariño,  el  gran  patriota,  el  mártir  de  la  causa  republicana. 

Quedaban  por  libertar  las  Provincias  del  Sur,  las  que  en  18 14 
derrotaron  las  huestes  de  los  libres,  en  las  que  todo  estaba  por  ha- 
cer y  que  tenían  la  espalda  cubierta  por  el  Ecuador  y  por  el  Perú, 
donde  las  tropas  españolas  habían  sido  favorecidas  por  la  victoria. 
Además,  los  realistas  déla  capital  se  replegaron  hacia  el  Sur  des- 
pués de  Boyacá,  y  obtuvieron  al  paso  algunas  ventajas,  con  lo  que 
se  fortalecieron  un  tanto;  pero  aun  cuando  luego  los  libres  enviados 
por  el  Gobierno,  triunfaron  en  Pitayó  y  avanzaron  sobre  Pasto,  su- 
frieron revés  de  importancia  en  Genoy.  Para  remediar  el  daño  y 
someter  esas  regiones,  Sucre,  el  joven  Capitán,  fue  enviado  por  mar 
contra  el  Ecuador,  y  en  lucida  y  viva  campaña,  que  terminó  en  la 
batalla^de  Pichincha  (1822),  no  sclo  libertó  ese  territorio,  sino  que 
abrió  paso  á  Bolívar,  que  después  de  ocupar  el  Cauca  avanzó  sobre 
el  Sur  con  un  ejército  que  diezmaron  el  clima  y  las  enfermedades,  y 
fue  derrotado  en  Bomlx)ná  por  los  aguerridos  y  fanáticos  pastusos, 
á  quienes  otorgó  amplia  capitulación,  por  ignorar  lo  ocurrido  en  el 
Ecuador ;  pero  apenas  avanzaron  las  tropas  á  unirse  á  las  de  Su- 
cre, los  pastusos  se  sublevaron  dos  veces  seguidas,  encabezados 
por  Boves  y  Agualongo,  con  violencia  tal,  que  Sucre  tuvo  que  re- 
trogradar y  batir  al  primero  en  Taindala  y  Bolívar,  y  hacer  lo 
propio  con  el  segundo  en  Ibarra,  de  lo  que  resultó  una  lucha  en  que 
revivieron  todos  los  horrores  de  la  guerra  á  muerte.  Poco  después, 
en  Guayaquil  tuvo  lugar  la  entrevista  de  Bolívar,  Libertador  de 
Colombia,  y  de  San  Martín,  Libertador  de  la  Argentina  ;  en  esta 
entrevista  se  entendieron  para  arrojar  á  los  españoles  del  Perú, 
donde  los  patriotas  llevaban  la  peor  parte. 

En  efecto,  mientras  Santander  organizaba  la  República,  aten- 
día á  la  justicia,  las  finanzas  y  la  Instrucción  pública,  y  preparaba 


990  Nueva  Gsograpia  de  Colombia 


recursos  para  la  gran  campaña  del  Perü,  comarca  perdida  para  la 
libertad,  Bolívar  y  Sucre  se  habían  trasladado  allá  con  4,000  solda- 
dos, y  abierto  la  campaña  que  principió  bajo  malos  auspicios,  pero 
qae  en  Junín(i824)  volvió  á  uncir  la  victoria  á  las  banderas  colom- 
bianas. Intertanto  el  Congreso  de  Colombia,  por  temor  á  la  dicta- 
dura militar,  expidió  la  ley  que  prohibía  al  Libertador  mandar  en 
persona  el  ejército  expedicionario,  por  lo  cual  lo  puso  á  órdenes  de 
bucre,  con  él  podía  entenderse,  porque  aun  cuando  le  era  superior 
como  General,  estaba  identificado  con  su  destino  y  con  su  gloria. 

Encargado  Sucre  del  ejército,  si  por  el  pronto  y  contra  la 
opinión  de  Bolívar  lo  diseminó  en  una  extensión  de  veintiséis  le- 
fuas,  y  así  se  encontraba  cuando  el  enemigo  en  masa  avanzó  sobre 
él,  de  su  mismo  error  supo  sacar  partido :  maniobró  con  la  ha- 
bilidad y  la  precisión  de  un  Bonaparte,  durante  un  mes,  en  que  se 
registran  operaciones  de  las  más  notables  en  la  historia  militar,  para 
librar  al  cabo  la  prevista  batalla  de  Ayacucho  (9  de  Diciembre), 
el  Waterloo  del  régimen  colonial,  donde  poco  más  de  seis  mil  sol- 
dados obligaron  á  rendirse  á  diez  mil  realistas  hasta  entonces  siem- 
pre vencedores.  Después  de  esta  sin  igual  victoria,  el  antiguo  Vi- 
rreinato se  dividió  en  Perií  y  Boliria :  de  ésta  fue  nombrado  Pre- 
sidente Sucre,  de  aquélla  y  de  por  vida  el  Libertador. 

Al  principiar  el  año  de  1826  se  reunió  normalmente  el  Con- 
freso, y  la  República  marchaba  con  regularidad.  Esa  Asamblea 
ratifícó  el  decreto  de  alistamiento,  expedido  por  el  Vicepresidente 
Santander,  que  no  había  querido  cumplir  Páez,  por  lo  cual  fue  acu- 
sado ;  pero  como  desconociera  la  autoridad  del  Senado,  en  realidad 
se  declaró  en  completa  rebelión.  La  situación  era  alarmante,  y 
grande  la  penuria  del  tesoro  publico.  En  Venezuela  varios  jefes  pro- 
clamaron la  federación,  lo  que  produjo  desórdenes  y  abrió  nuevo 
capítulo  en  la  era  de  nuestras  guerras  civiles,  á  lo  cual  se  agrega 
que  los  enemigos  de  Bolívar,  mostrando  la  Constitución  que  había 
elaborado  para  Bolivia,  le  acusaron  de  aspirar  á  proclamarse  Em- 
perador de  los  Andes ;  su  ausencia  prolongada  había  sido  fatal  para 
la  Gran  Colombia,  y  la  desconfianza  cundió  entre  los  republicanos. 
Por  fin  pudo  arrancarse  Bolívar  á  los  halagos  de  Lima,  que  había 
sido  Capua  para  él,  pero  su  prestigio  había  descendido  mucho ;  se 
le  esperaba  con  más  temor  que  entusiasmo,  en  especial  después  de 
que  algunos  de  sus  partidarios  atropelladamente  se  insurrecciona- 
ban en  el  Sur,  proclamándolo  Dictador,  para  que  reformara  las 
leyes  nacionales.  Su  entrada  á  Bogotá  acabó  de  matar  el  poco 
entusiasmo  que  había,  por  la  grosería  con  que  dejó  con  la  pala- 
bra en  los  labios  al  Intendente  de  Cundinamarca,  cuando  en  el 
discurso  con  que  lo  recibió  en  Fontibón,  habló  de  Constitución  y 
leyes. 

El  23  de  Noviembre  se  encargó  del  Poder  Ejecutivo,  obsesio- 
nado con  la  idea  de  una  vasta  confederación  americana,  no  obs- 
tante el  fracaso  ruidoso  del  Congreso  de  Panamá  por  él  convoca- 
do para  plantearla ;  pero  casi  en  el  acto  marchó  para  Venezuela 
á  sujetar  á  Páez,  que  se  disponía  á  rechazarlo  con  las  armas  en  la 
mano ;  pero  la  opinión  no  fue  propicia  á  éste,  y  el  Libertador  pudo 
por  el  pronto  conjurar  la  tormenta. 


Nueva  Geografía  ds  Colombia  991. 


Mientras  Bolívar  estaba  en  Venezuela,  la  situación  política  se 
agravó  en  la  Nueva  Granada,  donde  asomó  la  cabeza  la  insurrec- 
ción federalista  ;  y  el  Cong-reso,  que  por  enfermedad  de  un  Dipu- 
tado tuvo  que  reunirse  en  Tunja,  en  realidad  de  verdad  se  ponía 
5n  lucha  con  el  Presidente,  y  contra  el  querer  de  sus  amigos  expe- 
día ley  que  convocaba  una  Convención  que  debía  reunirse  en  Oca- 
la.  Reunida  ésta  el  9  de  Abril  de  1828,  la  lucha  política  lleg-ó  á  su 
:olmj  sin  resultado  ning^uno,  porque  la  retirada  de  los  miembros 
Je  la  minoría  produjo  su  disolución. 

Como  consecuencia  de  estos  sucesos  y  de  la  petición  de  más 
le  la  mitad  de  las  poblaciones  de  la  República,  Bolívar  se  declaró 
íl  27  de  Ag-osto  en  ejercicio  de  la  Dictadura,  por  el  querer  nacio- 
lal.  Alg-unos  jóvenes  republicanos  á  quienes  se  había  hecho  creer 
jue  Bolívar  pretendía  coronarse  Emperador,  intentaron  asesinarlo, 
isaltando  el  Palacio  la  noche  del  25  de  Septiembre.  Bolívar  pudo 
;alvarse,  pero  por  un  fatal  error  optó  por  sangrientas  represalias 
jue  mantuvieron  el  orden  pero  no  mejoraron  la  situación  del  país, 
igfravada  por  la  ingratitud  de  los  peruanos,  que  nos  declararon  la 
fuerra,  en  la  creencia  de  que  la  ocasión  era  propicia  para  conquis- 
ar  las  Provincias  del  Sur,  lo  que  hizo  preciso  que  Sucre,  derrocado 
le  la  Presidencia  de  Bolivia,  fuera  á  castigarlos,  derrotándolos  en 
íl  inmortal  campo  de  Tarqui  (29  de  Febrero  de  1829),  con  un  ejér- 
:ito  la  mitad  inferior  en  número,  pero  muy  superior  en  calidad, 
'or  desgracia  para  el  país,  hubo  entonces  traidores  que  hicieron 
ausa  común  con  los  peruanos,  confundiendo  á  la  Patria  con  un  ré- 
gimen dado  de  Gobierno. 

Después  de  todos  estos  gravísimos  acontecimientos,  el  Conse- 

0  de  Ministros  realmente  pensó  en  el  establecimiento  de  una  mo- 
larquía,  pero  sin  comprometer  el  nombre  del  Libertador  * ;  y  aun- 
[ue  el  proyecto  tuvo  prosélitos,  la  mayoría  lo  rechazó.  Todos 
[uerían  un  gobierno  fuerte  que  evitara  la  anarquía,  pero  se  ate- 
raban  ante  la  perspectiva  de  una  dinastía  tal  vez  peor  que  la  an- 
igua,  y  más  aún  con  la  de  una  aristocracia  militar,  que  tanto  era 
le  temerse.  Bolívar  fue  enemigo  de  la  monarquía,  no  menos  que 
e  la  federación,  que  miraba  como  la  anarquía  sistematizada;  sin 
mbart^o,  para  conjurar  peligros  quiso  que  se  desmembrara  la 
iran  Colombia  de  una  manera  pacífica,  pero  los  Secretarios  se 
pusieron  á  tan  salvadora  medida.  Y  íenía  razón,  porque  entonces 
iórdoba,  el  bravo  de  Ayacucho,  se  insurreccionaba  en  Antioquia 
omo  paladín  del  régimen  legal ;  pero  vencido  en  el  Santuario,  fue 
sesinado  por  un  soldado  irlandés,  por  orden  superior,  según  se  dijo; 

en  Venezuela  las   principales  ciudades  no  sólo  se  alzaron  contra 

1  Gobierno,  sino  que  hasta  pidieron  el  ostracismo  del  Liberta- 
or,  y  en   1830  Páez  convocó  en  esa   República  una  Convención 


•  Es  innegable  que  Bolívar  deseó  la  Dictadura  de  por  vid  i,  por  creef  que 
>Io  de  esa  manera  podía  asegurar  la  grandeza  de  Colombia;  es  posible  que 
inzado  en  esa  pendiente,  hubiera  llegado  hasta  el  despotismo;  pudo  pensar  en 
I  establecimiento  de  una  monarquía  con  un  príncipe  extranjero  por  soberano, 
ígún  lo  dijo  á  Constant,  pero  no  pensó  jamás  en  coronarse,  y  á  este  respecto  su 
nceridad,  su  desinterés,  su  patriotismo  y  su  buena  fe,  han  sido  plenamente  com- 


robados. 


992  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Constituyente  de  aquella  nacionalidad.  La  disoluci5n  de  Colombia 
era  un  hecho  inevitable. 

Reunido  el  Congreso  general,  como  Bolívar,  desengañado  de 
la  vida  pública,  estaba  resuelto  á  separarse  del  poder,  lo  hizo  en- 
cargando del  Poder  Ejecutivo  al  General  Doming-o  Caicedo ;  esa 
Corporación,  en  sus  días  llamada  "  Admirable,"  expidió  una  Cons- 
titución y  nombró  Presidente  y  Vicepresidente  á  D.  Joaquín  Mos- 
quera y  al  General  Caicedo,  no  obstante  que  Venezuela  de  hecho 
estuviera  separada  ya,  y  lo  mismo  proyectara  Flórez  con  el  Ecua- 
dor, de  tal  manera  que  á  este  General  se  achacó  el  asesinato  de 
Sucre,  que  marchaba  á  encargarse  del  mando  de  esas  Provmcias. 

El  Libertador,  después  de  renunciar  á  la  Dictadura,  había 
marchado  para  la  Costa  á  preparar  su  viaje  para  Europa,  y  desde 
allí  presenció  la  agonía  de  la  Gran  Colombia;  allí  se  le  comunicó 
el  decreto  del  Congreso  de  Venezuela  en  que  se  exij^ía  su  destierro 
al  Gobierno  de  Nueva  Granada,  y  allí  falleció  (17  de  Diciembre  de 
1830),  cerca  de  Santamarta,  á  los  once  años,  día  i)or  día  y  hora 
por  hora,  de  la  proclamación  de  la  Gran  Colombia  en  Ang^ostura, 
salvándose  de  reasumir  un  poder  que  habría  provocado  una  san- 
grienta guerra  entre  Nueva  Granada  y  Venezuela. 

Era  natural  la  disolución  de  la  Gran  Colombia,  porque,  como 
dice  Mitre,  "  fue  una  máquina  de  guerra  montada  para  libertar  á 
Venezuela  con  Nueva  Granada,  á  Nueva  Granada  con  Venezuela, 
á  Quito  con  ambas,  y  asegurar  el  triunfo  definitivo  de  la  Indepen- 
dencia Sudamericana  ;  pero  era  un  absurdo  como  Nación,  porque 
por  razones  geográficas  aquéllas  aspiraban  á  vida  independiente  y 
carecían  de  un  patriotismo  colectivo  que  las  identificase.  Sus  intere- 
ses opuestos,  sus  antagonismos  invencibles  y  la  organización  militar 
que  les  dio  su  fundador,  contribuyeron  á  activar  los  gérmenes  de  su 
disolución.  Tal  vez  Bolívar  pudiera  haber  consolidado  su  obra,  si  en 
vez  de  cambiar  su  papel  de  Libertador  por  el  de  Conquistador,  y  en- 
tregarse á  delirios  ambiciosos  en  países  extraños,  mientras  su  patria 
se  disolvía,  se  hubiera  consagrado  á  regularizar  su  administración, 
promover  su  prosperidad  interna,  desarmar  el  militarismo,  perfec- 
cionar sus  instituciones  republicanas  y  satisfacer  las  legítimas  as- 
piraciones del  patriotismo  ilustrado  y  conservador,  con  el  prestigio 
de  su  poder  y  de  su  gloria,  retirándose  en  tiempo  para  dejar  una 
Nación  organizada,  á  lo  menos  bajo  la  forma  federal  que  concilia- 
ba  todo.  Habría  sido  moralmente  tan  grande  como  Washing- 
ton, y  legado  á  su  posteridad  una  nación  organizada  y  un  alto 
ejemplo  de  virtud  cívica  que  realzaría  su  gloria,  inmortal  de  todos 
modos. 

"La  posteridad  ha  pronunciado  su  juicio  definitivo  sobre  Bolí- 
var y  Sanmartín,  los  dos  libertadores  de  la  América  Meridional, 
cuya  vida  pública  se  envuelve  en  el  movimiento  revolucionario  de 
su  tiempo.  Los  dos  fueron  grandes  en  su  medida,  los  más  grandes 
hombres  que  después  de  Washington  la  América  haya  producido, 
dignos  de  figurar  en  el  panteón  universal  como  colaboradores  del 
progreso  humano.  Los  dos  cumplieron  su  misión  redentora  en  el 
orden  de  los  hechos,  dando  el  uno  la  primera  señal  de  la  guerra 
continental,  cuyo  plan  concibió, ^y  terminándola  gloriosamente  el 
otro.  Sin  Sanmartín  en  el  Sud  del  Continente,  y  sin  Bolívar  en  el 


Nueva  Geografía  de  Colombia  993 


Norte,  no  se  concibe  cómo  pudo  haberse  efectuado  la  condensación 
de  las  fuerzas  revolucionarias,  que  dio  el  triunfo  final,  ni  cómo  el 
lino  sin  el  otro  hubiese  podido  llenar  su  tarea  libertadora.  Los  dos 
erraron,  empero, como  políticos,  y  quedaron  más  abajo  de  la  razón 
pública  y  aun  de  los  instintos  de  las  masas  que  removían,  y  no  pu- 
dieron ó  no  supieron  dirig^ir  en  sus  desarrollos  orgánicos  la  revolu- 
ción que  acaudillaron  militarmente.  El  tiempo,  que  disipa  las  falsas 
glorias  y  acrecienta  las  verdaderas,  ha  borrado  las  sombras  que 
oscurecieron  parcialmente  en  vida  estas  personalidades  típicas, 
símbolos  de  una  época,  que  señalan  la  aparición  de  un  nuevo 
mundo  republicano,  que  es  el  fenómeno  político  más  considerable 
que  haya  presenciado  el  siglo  xix.  Sus  contornos  se  destacan  ne- 
tamente en  el  horizonte  de  la  historia,  y  han  merecido  ambos  la 
apoteosis  de  su  posteridad,  después  de  alcanzar  su  centenario,  so- 
metidos á  la  prueba  del  tiempo  en  presencia  de  su  obra." 

El  destino  de  los  emancipadores  de  la  Patria  fue  trágico.  Jorge 
Tadeo  Lozano  y  Camilo  Torres,  los  que  imprimieron  su  carácter 
á  la  revolución,  murieron  en  el  patíbulo ;  Nariño  sufrió  el  marti- 
rio ;  Piar,  la  muerte  por  enseíiar  el  camino  de  la  victoria  ;  Sucre, 
asesinado  por  los  suyos;  Bolívar,  en  el  ostracismo  :  elocuente  lec- 
ción sobre  lo  que  valen  las  grandezas  humanas  ! 

El  13  de  Junio  se  posesionó  el  Presidente  Mos(iucra,y  la  suble- 
vación de  dos  Batallones  consumó  una  revolución  i)or  cuya  causa 
se  separaron  el  Presidente  y  el  General  Caicedo  y  se  encargó  del 
mando  el  General  Urdaneta,  combatido  á  su  turno  por  López  y 
Obando ;  y  quien,  en  vista  de  que  su  política  conciliadora  no  podía 
contenor  la  anarquía,  se  retiró  del  mando  y  partió  para  el  Extran- 
jero. El  General  Caicedo  reasumió  el  poder,apoyadopor  el  General 
Lóp<}z,  y  merced  á  una  prudencia  censurada  por  los  enemigos  de 
Bolívar,  r[ue  ganaban  terreno  día  por  día,  logró  contener  la  anar- 
quía, y  do  ebta  manera  pu  lo  reunirse  la  ansiada  Convención  (20  de 
Octubre  de  1831).  El  Sr.  Caicedo  renunció  el  puesto;  por  el  pronto 
lo  reemplazó  el  General  José  María  Obando,  y  aquel  Cuerpo  dictó 
un  decreto  que  desterraba  á  doscientos  treinta  militares  partidarios 
del  Libertador. 

El  resultado  final  de  tanto  desorden  y  anarquía  militar,  heren- 
cia legítima  de  la  Junta  de  Angostura,  fue  la  definitiva  separación, 
ya  de  hecho  realizada,  de  las  Provincias  que  formaron  la  Gran  Co- 
lombia, lo  que  por  fortuna  se  hizo  pacíficamente.  Los  Departa- 
mentos del  Sur  (Ecuador,  Azuay,  Guayas)  formaron  la  República 
Jel  Ecuador.  Las  del  Centro  (Cauca,  Cundinamarca,  Boyacá,  Mag- 
dalena y  Panamá),  la  de  Nueva  Granada  ;  y  las  de  Oriente  (Zulia, 
Caracas,  Orinoco  y  Apure),  la  de  Venezuela  (183 1). 

Las  tres  Repúblicas  reconocieron  su  independencia  recíproca, 
se  comprometieron  á  sostenerla,  y  pactaron  la  repartición  de  las 
deudas  que  habían  contraído  en  común. 

Im  República — Por  lo  que  hace  á  la  Nueva  Granada,  organiza- 
da por  la  Constitución  expedida  el  29  de  Febrero  de  1832,  quedó 
:onst¡tuída  como  República  dentro  de  los  límites  del  antiguo  Virrei- 


994  Nueva  Geografía  de  G)lombia 


nato,  dividido  el  territorio   en  veinte  Provincias*,  subdivididas   en 
ciento  catorce  cantones. 

c)  Centralismo  y  Federación — Constituida  la  República,  el  voto 
popular  nombró  Presidente  al  General  Santander,  ausente  del 
país  pjrel  momento,  por  lo  que  se  encarg-ó  el  Vicepresidente  Dr. 
José  I.  de  Márquez,  hasta  el  9  de  Octubre,  en  que  regresó  aquél. 
Esta  administración  se  interesó  por  la  instrucción  pdblica,  arregló 
los  asuntos  de  fronteras,  hizo  la  partición  de  la  deuda  y  atendió 
al  desarrollo  del  país.  Santander,  olvidando  que  había  sido  de  los 
conspiradores  del  25  de  Septiembre,  hizo  aplicar  la  pena  capital  á 
los  actores  de  la  de  Sarda  en  1833.  Terminado  su  período,  lo 
reemplazó  el  Dr.  Márquez,  elegfido  con  los  votos  del  partido  con- 
servador. Hondas  causas  trabajaban  el  país,  y  acontecimientos  en 
apariencia  baladíes,  bastaron  para  lanzarlo  en  una  de  las  guerras 
más  singulares  y  largas  de  nuestra  historia,  la  revolucim  de  los  su- 
premos, porque  muchos  Gobernadores  federalistas  quisieron  alzar- 
se con  el  mando.  Triunfó  el  Gobierno  y  con  él  el  Partido  Con- 
servador, que  en  el  siguiente  período  eligió  al  General  Pedro  Al- 
cántara Herrán,  bajo  cuyo  Gobierno  terminó  la  revuelta,  se  expidió 
la  Constitución  netamente  conservadora  de  1843,  y  se  estableció  en 
el  país  la  Compañía  de  Jesús  ;  y  luego  al  General  Tomás  Cipriano 
de  Mosquera  (1845-49),  mandatario  progresista  y  tolerante,  cuyo 
período  fue  de  calma  y  vio  prosperar  muchísimo  al  país :  organizó 
la  primera  escuela  militar,  preparó  la  obra  de  la  Comisión  Coro- 
gráfica  (Codazzi),  organizó  la  navegación  por  vapor  en  el  Magda- 
lena, hizo  construir  el  trazo  de  una  carretera  al  Magdalena,  pus« 
la  primera  piedra  del  Capitolio,  dio  impulso  á  la  instrucción  públi- 
ca,  &c. 

Dividido  el  Partido  Conservador,  lo  que  ha  sido  siempre  la 
causa  de  sus  derrotas,  ninguno  de  sus  grupos  podía  obtener  mayo- 
ría ;  y  el  Congreso,  influido  por  los  acontecimientos  de  1848  en 
Francia,  eligió  Presidente  al  General  José  Hilario  López  (7  de 
Marzo  de  1849).  ^^^  administración  exacerbó  la  lucha  política, 
mezclándola  con  la  religiosa,  pues  persiguió  al  Clero,  desterró  á  los 
Jesuítas  y  al  Arzobispo  Sr.  Mosquera,  y  propagó  el  socialismo  y 
la  anarquía  por  medio  de  clubs.  La  Constitución  se  revisó  en  1851, 
descentralizó  la  administración  y  reorganizó  íntegramente  el  país, 
no  siempre  con  provecho  ó  acierto.  Los  conservadores  se  pronun- 
ciaron en  1 85 1,  pero  fueron  vencidos.  A  López  sucedió  el  General 
José  María  Obando ;  pero  el  Partido  Liberal  se  dividió  en  draconia- 
nos y  gólgctas^  que  dominaban  en  el  Congreso.  El  Presidente,  falto 
de  entereza,  para  resolver  la  dificultad  hizo  que  se  pronunciara 
Meló,  el  Jefe  del  Ejército,  y  se  declarara  Dictador.  Los  conserva- 
dores se  alzaron  contra  semejante  tiranuelo,  fueron  apoyados  por 
la  otra  fracción  liberal,  y  pronto  se  restableció  el  orden.  Depuesto 
Obando,  lo  reemplazó  el  Dr.  Manuel  María  Mallarino,  hombre 
conciliador  y  de  buena  voluntad,  conservador  que  gobernó  en  paz 


*  Estas  Provincias  fueron  :  Veraguas,  Panamfi,  Cartagena,  Santamarta, 
Riobacha,  Mompós,  Pamplona,  Socorro,  Vélcz,  Tunja,  Bogotá,  Mariquita,  Nei- 
va,  Antioquia,  Buenaventura,  Cauca,  Popayán,  Pasto,  Chocó  7  Casanare. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  995 


^  con  gran  economía.  Durante  su  período  se  inició  de  modo  sin- 
g^ular  la  federación,  pues  principiaba  erig^iendo  un  Estado  (Pana- 
má) y  dejando  el  resto  como  estaba.  En  las  elecciones  triunfó  con 
3fran  mayoría  el  Jefe  del  Partido  Conservador,  Mariano  Ospina, 
:uyo  período  fue  tan  agitado  y  lleno  de  peripecias,  porque  si  el 
bombre  era  honrado  y  el  mandatario  cumplidor  de  la  ley,  el  polf- 
:ico  carecía  de  habilidad. 

A  partir  de  la  segunda  mitad  del  pasado  siglo,  las  ideas  des- 
:entralizadoras  y  federalistas  ganaron  más  y  más  terreno  y  vinie- 
ron á  prevalecer,  por  el  pronto,  merced  á  la  educación  de  1851, 
ie  manera  que  en  1858  y  ejerciendo  la  Presidencia  Ospina  Rodrf- 
^wez  (57-61),  se  expidió  la  nueva  Constitución  que  establecióla 
[Confederación  granadina.  Organizados  apenas  los  Estados  So- 
Deranos,  hiciéronse  tirantes  las  relaciones  entre  el  Congreso  libe- 
ral y  el  Gobierno  conservador,  y  principiaron  las  revueltas  sec- 
cionales (en  Santander  y  Bolívar),  de  donde  un  conflicto  entre  el 
jobierno  general  y  el  de  Santander,  y  aunque  por  el  pronto  salió 
iste  vencido,  casi  en  seguida  la  revolución  abarcó  todo  el  país,  po- 
liéndose  en  armas  los  liberales  mandados  por  Mosquera,  Presidente 
leí  Cauca,  y  por  Nieto,  que  lo  era  de  hecho  de  Bolívar,  contra  el 
Residente  nacional,  que  terminó  su  período  en  guerra,  por  lo  cual 
10  hubo  elecciones.  La  lucha  fue  larga  y  sangrienta,  pues  en  ella 
e  contaron  jornadas  como  la  de  Subachoque,  donde  quedó  en  el 
ampo  la  mitad  de  los  combatientes,  y  la  de  La  Concepción,  en  la 
[ue  toJos  fueron  muertos  óheridos.  Mosquera  ocupó  á  Bogotá  el 
8  de  Julio  (i 86 i)  y  los  conservadores  fueron  vencidos  sucesiva- 
lente  en  el  resto  del  país.  Por  este  tiempo  el  Ecuador  pretendió 
¿^regarse  á  Pasto,  pero  el  Ejército  invasor  fue  completamente 
lerrotado  en  Tulcán  (31  de  Julio)  por  Julio  Arboleda,  Jefe  de  los 
onservadores  caucanos. 

d)  Federación  y  Centralismo. — Mosquera  manchó  su  triunfo  con 
lútiles  patíbulos,  y  revivió  la  cuestión  religiosa  abriendo  persecu- 
iones  contra  la  Iglesia,  á  la  que  quitó  todos  sus  bienes  (desamor- 
ización),  que  valían  muchos  millones  y  fueron  presa  del  partido 
encedor,  que  en  virtud  de  un  pacto  de  unión  nombró  Presidente 
aquel  Jefe,  como  era  natural,  y  llamó  al  país  Estados  Unidos  de 
Colombia.  Convocada  la  Convención  nacional  de  los  triunfadores, 
e  reunió  en  Rionegro  (Antioquia),  y  expidió  en  1863  otra  Consti- 
ición  que  reconocía  libertades  políticas  ilimitadas,  haciendo  caso 
miso  de  los  derechos  individuales,  tenía  marcado  tinte  socialista  y 
inzó  al  país  en  una  larga  serie  de  revueltas  civiles,  por  lo  cual  en 
erdad  puede  decirse  que  nunca  rigió.  En  cambio,  los  que  se 
ecían  sus  mantenedores,  pervirtieron  el  criterio,  enseñando  prác- 
camente  máximas  de  Gobierno,  como  la  de  "el  que  escruta  eli- 
e  "  ;  "no  se  pierde  con  papelitos  (votos)  lo  que  se  ganó  con  ba- 
onetas  "  ;  "  gobernar  con  los  propios,  con  razón  ó  sin  ella."  La 
lonvención  eligió  Presidente  provisional  á  Mosquera,  quien  tuvo 
ue  rechazar  una  segunda  agresión  de  los  ecuatorianos,  resultado 
e  cuestiones  internacionales,  engendradas  en  la  guerra  civil  que 
cababa  de  terminar.  FIórez,  al  frente  de  6,000  hombres  invadió 
i  región  de  Pasto:  Mosquera,  á  marchas  forzadas,  acudió  á  recha- 


996  Nueva  Geografía  de  Colombia 


zarlo  con  4,000  soldados,  y  en  breve  y  lucida  campaña,  que  ter- 
minó  en  Cuaspud  (6  de  Diciembre  de  1863),  infligió  desastre  com- 
pleto á  los  invasores,  pero  tuvo  el  buen  juicio  de  celebrar  la  paz 
sin  imponer  condición  humillante  á  los  vencidos. 

A  Mosquera  sucedió  Manuel  Murillo  Toro,  en  cuyo  período 
fueron  hondas  las  agitaciones  políticas,  sociales  y  religiosas,  y  muy 
difícil  la  situación  del  Tesoro.  En  1864  lo  reemplazó  el  vencedor 
de  Cuaspud,  que  un  tanto  arrepentido  de  su  anterior  obra,  quiso 
en  parte  corregirla,  de  donde  un  conflicto  con  el  Congrego,  que 
lanzó  al  Presidente  á  la  dictadura  :  el  ejército  dio  un  golpe  de  Es- 
tado el  23  de  Mayo  de  1867,  encabezado  por  su  jefe  Santos  Acos- 
ta,  quien  ejerció  transitoriamente  el  mando  é  hizo  ingentes  gas- 
tos en  pocos  meses.  En  seguida  fueron  elegidos  Santos  Gutiérrez, 
que  con  la  fuerza  depuso  al  Gobernador  electo  de  Cundinamarca, 
Ignacio  Gutiérrez  Vergara,  porque  era  conservador ;  Eustorgio 
Salgar,  que  procedió  con  acierto  y  se  captó  la  simpatía  de  los  go- 
bernados, y  por  segunda  vez  Murillo  Toro,  en  cuyo  tiempo  hubo 
relativa  calma  y  el  país  progresó  bastante.  No  sucedió  lo  mismo 
en  el  período  de  su  sucesor,  Santiago  Pérez,  que  con  sus  violencias 
y  la  imposición  de  Aquileo  Parra  para  la  Presidencia,  provocó  la  su- 
blevación de  los  conservadores  apoyados  por  el  perseguido  Clero, 
de  donde  una  guerra  corta  (1876-77)  pero  sangrienta.  En  la  con- 
tienda, en  apariencia  triunfo  el  Partido  Liberal  y  fueron  desterra- 
dos varios  Obispos,  pero  las  instituciones  anárquicas  resultaron  he- 
ridas de  muerte. 

En  efecto,  la  elección  favoreció  á  Julián  Trujillo,  el  mejor  Ge- 
neral del  Gobierno  en  la  lucha  del  76,  y  antiguo  compañero  de  Mos- 
quera, que  no  pertenecía  á  la  fracción  liberal  intransigente.  Por  esto, 
al  terminar  su  período,  respetado  el  sufragio,  ascendió  al  solio  Ra- 
fael Núñez,  el  candidato  popular  opuesto  en  76  á  Parra,  quien  fir- 
mó con  España  la  paz  oñcial,  por  así  decir,  y  organizó  el  Banco 
Nacional.  Lo  reemplazó  Francisco  Javier  Zaldüa,  muerto  en  los 
momentos  en  que  pretendía  reaccionar  contra  la  obra  de  la  trans- 
formación política  iniciada  por  Nüñez,  en  lo  cual  quiso  imitarlo  el 
designado  José  Eusebio  Otálora,  enjuiciado  por  el  Congreso,pero  que 
falleció  mientras  se  surtía  el  juicio.  El  voto  popular  volvió  á  favo- 
recer á  Nüñez,  el  político  más  notable  de  la  época,  y  el  liberalismo, 
viendo  que  no  podía  evolucionar,  se  alzó  en  armas  contra  el  Gobier- 
no, pero  fue  vencido  en  recia  lucha  ( 1 885-86),  y  con  él  el  federa- 
lismo y  la  Constitución  de  1863,  que  fue  reemplazada  por  la  que 
aún  rige  en  el  país.  Niiñez.  que  pudo  ser  grande,  no  quiso  ó  no  se 
atrevió  á  cortar  ciertos  abusos  introducidos  en  la  administración 
pública,  y  se  conformó  con  ser  notable. 

Reelegido  Núñez  en  1886  y  en  1892,  pronto  se  retiró  á  Car- 
tagena, y  se  encargó  del  mando,  como  Designado,  Carlos  Holguín, 
Jefe  del  Partido  Conservador,  una  vez  depuesto  el  Vicepresidente 
Payan,  antiguo  liberal,  por  tentativa  de  contrarrevolución.  En  el 
segundo  período,  en  el  que  falleció  Núñez,  gobernó  el  Vicepresi- 
dente Miguel  Antonio  Caro,  quien  tuvo  que  sostener  guerra  contra 
los  liberales  pronunciados  en  1895,  después  de  lo  cual  grandes 
agitaciones  políticas  conmovieron  el  Partido  Conservador,  que  se 
dividió  en  varías  fracciones  para  la  lucha  electoral.    Para  el  si- 


Nueva  Geogragia  de  CoLOBifi] 


g"uiente  período  el  Congreso  declaró  elegidos 
presidente  á  Manuel  Antonio  Sanclemente  y  J< 
quín  ;  desencadenada  otra  rebelión  de  la  parte  < 
tido  Liberal,  poderosísima  con  el  auxilio  que  le  f 
la,  Ecuador  y  Nicaragua,  y  vencedores  los  ce 
gran  batalla  de  Palonegro,  como  el  Presidente, 
zada  y  falta  de  salud  (murió  en  1809),  no  podía 
tal,  por  voluntad  expresa  de  los  conservador 
mando  el  Sr.  Marroquín,  quien  por  el  pronto  ti 
se  exclusivamente  á  concluir  con  esa  incalificabl 
gendró  en  Colombia  un  vandalismo  nunca  visto 
tenores. 

Para  concluir  este  resumen,  nada  tan  lógic 
algunos  párrafos  de  la  Alocución  que  el  Jefe  del ' 
dirigir  á  los  colombianos  en  el  día  de  la  Patria 


"  Los  insignes  varones  que  con  heroico  valoi 
el  movimiento  del  20  de  Julio  de  1810,  se  dividi* 
líticos,  y  lo  propio  hicieron  los  que  en  las  dif< 
del  que  era  Nuevo  Reino  de  Granada,  se  pusic 
la  gran  Revolución.  Cuáles  pretendieron  formar 
independientes ;  cuáles  quisieron  la  reunión  de 
en  uno  solo ;  éstos  se  decidieron  por  un  gobiern 
por  uno  federativo ;  diferentes  ciudades  se  disp 
y  el  honor  de  ser  cabeza,  ya  se  adoptase  la  una 
tase  la  otra.  Formáronse  partidos  que  se  apodal 
te  y  se  combatían,  y  se  levantaron  caudillos,  po 
y  detestados  por  otros. 

Natural  fue  que  en  un  país  no  educado  ni  p 
se  un  Gobierno  ni  para  organizado,  nacieran  o{ 
das  sobre  el  modo  de  constituirlo ;  y  hasta  nc 
abriese  campo  á  la  discusión  para  descubrir  el  ca 
guirse.  Mas  por  desgracia  la  discusión  no  siem 
de  donde  brota  luz,  sino  de  las  que  engendran  dis 
dillo  y  cada  partido  quiso  sostener  su  dictamen 
por  la  fuerza,  y  así  se  agotaron  la  actividad,  1< 
cursos  que  hubieran  debido  emplearse  para  cor 
potente,  capaz  de  resistir  al  esfuerzo  que  la  Metí 
tentar  para  someter  á  la  que  miraba  como  color 
Ejércitos  españoles  sorprendieron  á  nuestros  pac 
reyertas  políticas,  divididos,  y  por  consiguiente 
se  mostró  héroe,  y  al  mostrarse  héroe,  hizo  patí 
alcanzado  unido  con  los  demás. 

Grandes  lecciones  nos  dejaron  nuestros  maye 
con  su  ejemplo  á  amar  la  Patria  y  á  arriesgarla 
por  ella ;  y  también  con  su  ejemplo,  y  de  manera 
sima,  nos  enseñaron  que  el  apego  al  mando,  las 
das,  la  poca  deferencia  por  la  opinión  ajena,  la  i 


99^  Nueva  Geografía  de  Colombia 


toridad  reconocida,  y  la  guerra  entre  hermanos,  son  obstáculos  en 
que  se  estrellan  cuantos  esfuerzos  emplee  el  patriotismo  para  en- 
grandecer y  hacer  prosperar  á  la  Nación,  y  para  producir  el  bien- 
estar'de  los  que  la  componen. 

En  extravíos  semejantes  á  aquellos  en  que  incurrieron  nues- 
tros antepasados  después  del  20  de  Julio  de  1810,  incurrieron  los 
que  después  de  la  victoria  de  Boyacá  tuvieron  en  sus  manos  la 
suerte  de  la  Patria  ;  y  estos  extravíos,  igual  que  los  primeros,  han 
dado  lugar  á  que  nuestra  Historia  señale  fechas  sin  cuento,  tan 
nefastas  como  fausta  es  la  que  hoy  conmemoramos. 

Nuestra  Historia  nos  patentiza  que  si  hemos  sabido  imitar  la 
conducta  de  nuestros  gloriosos  antepasados  en  determinadas  oca- 
siones en  que  el  bien  de  la  Patria  ha  exigido  heroicos  esfuerza  s  y 
sacrificios,  cuando  se  ha  tratado  de  exponer  y  discutir  doctrinas  y 
principios  y  de  implantar  sistemas,  no  hemos  acertado,  como  no 
acertaron  ellos,  á  fundar  nada  estable,  nada  de  loque  hubiera  po- 
dido servir  de  asiento  ó  de  principio  á  un  sistema  político  que  no 
se  alterase  sino  para  perfeccionarse. 

Nuestra  política  ha  empezado  á  ser,  no  el  arte  de  gobernar  á 
los  pueblos  para  hacerlos  felices,  sino  cúmulo  de  intrigas,  cabalas 
y  mezquinas  maniobras  encaminadas  á  favorecer  intereses  parti- 
culares ó  á  dar  preponderancia  á  determinados  círculos. 

No  es  en  la  historia  de  pueblos  extraños  donde  hemos  de  es- 
tudiar lo  que  puede  hacer  feliz  y  engrandecer  al  nuestro.  En  cada 
país  hay  diferente  combinación  de  costumbres,  de  condiciones  de 
raza  y  de  clima,  de  antecedentes  históricos  que  le  dan  carácter 
peculiar. 

Nuestra  propia  historia  nos  ofrece  las  enseñanzas  que  han  de 
guiarnos.  De  éstas,  la  que  hoy  debemos  aprovechar  de  preferen- 
cia, es  la  de  que  la  desunión  y  las  discordias  nos  debilitan,  y  ponen 
trabas  á  la  marcha  á  que,  del  mismo  modo  que  á  todas  las  naciones 
nuevas,  impulsa  el  ejemplo  de  las  que  ya  han  llegado  al  ápice  de 
la  cultura  y  de  la  grandeza. 

Los  desaciertos  en  que  incurrieron  nuestros  proceres  tuvieron 
por  excusa  la  inexperiencia ;  los  de  nuestros  políticos  de  épocas 
más  cercanas  no  tienen  ninguna ;  los  de  los  que  después  del  escar- 
miento que  hoy  está  más  reciente  vuelvan  á  caer  en  ellos,  serán 
crímenes  imperdonables." 


CAPITULO  CUARTO 

Geografía  Militar 

Esta  parte  de  la  Geografía  abarca  el  estudio  de  las  condicio- 
nes estratégicas  ile  cada  una  de  las  zonas  en  que  se  divide  el  terrí- 
torío,  considerado  como  teatro  de  guerra,  y  de  sus  respectivas  lí- 
neas orográfícas  é  hidrográfícas  que  abren  camino  á  la  invasión  ó 
sirven  de  obstáculo  natural  contra  ella ;  en  otros  términos :  de  las 
comarcas  que  necesariamente  han  de  ser  lugar  de  operaciones 


Nueva  Geografía  de  Colombu  999 


entre  las  costas  ó  fronteras  y  la  capital^  que  es  el  intento  principal 
de  toda  inTasión,  á  la  vez  que  centro  de  ataque  y  de  defensa,  sobre 
todo  cuando,  como  la  de  Colombia,  es  el  asiento  de  un  fueite  ré- 
gimen central  y  ocupa  lo  que  pudiéramos  llamar  la  ciudadela  na- 
tural del  país  y  el  último  reducto  de  su  resistencia. 

Colombia  tiene  fronteras  con  Venezuela,  el  Brasil,  el  Perd,  el 
Ecuador,  Costa  Rica  y  Nicaragua;  y  costas  en  el  Pacífico  y  en  el 
Atlántico. 

I.  La  Costa  Atlántica  se  divide  naturalmente  tn  trozos  de 
imortancia  diversa  pero  siempre  considerable,  y  en  lo  general  de 
difícil  defensa  por  su  misma  extensión,  por  la  falta  de  caminos 
que  los  enlace,  y  por  lo  despoblado  de  muchos  He  sus  punios. 

El  de  Panamá,  aunque  es[)erialmv3ntc  se  engloba  en  el  teatro 
de  operaciones  ístmico,  al  W.  se  enlaza  con  el  de  la  frontera  cos- 
tarricense V  al  E.  con  el  del  irran  valle  del  Atrato.  La  costa  de 
éste  lüiimo  por  su  configuración  es  importantísima,  toda  vez  que  el 
menci'  na' lo  valle  en  verdad  sigue  hacia  el  Pacífico  por  el  del  San 
Juan,  y  en  cierto  modo  flanquea  el  DariJn  y  el  Sinú.  El  litoral  de 
este  último,  valle  presenta  Cv)n(liciones  análogas  por  recibir  un  río 
naveg-able  é  interponerse  entre  el  g^olfo  de  Urabá  y  las  costas  de 
Cartagena.  La  porción  sig^uiente  en  realidad  abarca  desde  el  golfo 
de  Morrosquillo  hasta  la  Sierra  Nevada  de  Santamaría,  como  que 
sobre  toda  ella  se  abre  el  valle  del  Magdalena.  En  fin,  la  costa  de 
Riohacha  y  de  la  Península  Goajira  es  el  término  de  la  dei)resión 
que  constituye  el  valle  de  Upar,  lo  que  indica  su  importancia,  au- 
mentada, si  cabe,  por  sus  relaciones  con  la  frontera  venezolana. 

No  debe  olvidarse  que  el  punto  débil  de  este  teatro  es  la  falta 
de  fortificaciones  en  Tolú,  porque  como  de  allí  hay  carretera  á 
Mag"ang;ué,  un  desembarque  rápido  que  logre  introducir  artillería  á 
los  montes  de  María,  á  Magang-ué  y  al  Banco,  sería  decisivo,  pues 
quebraría  en  dos  mitades  el  país  é  impondría,  la  paz  por  no  estar 
Colombia  en  capacidad  de  tomar  desde  el  interior  una  ofensiva 
ventajosa  contra  un  enemig'o  así  señoreado  de  la  Costa.  Los  espa- 
ñoles pusieron  baterías  en  Tolú,  y  no  permitieron  abrir  camino  de 
ahí  al  río  Magdalena,  por  las  citadas  razones  militares. 

En  resumen :  prescindiendo  de  Panamá,  que  militarmente  hay 
que  considerarlo  como  territorio  aparte,  el  resto  del  litoral  atlán- 
tico no  es  otra  cosa  que  un  grupo  de  segmentos  á  la  entrada  de 
grandes  valles  que  convergen  sobre  el  interior  hacia  una  línea  que 
se  extiende  de  los  montes  de  Paramillo  en  Antioquia  á  los  de  Bobalí 
en  Santander,  costeando  los  de  Guamacó,  todos  los  cuales  delimitan 
netamente  el  teatro  de  guerra  de  la  Costa.  En  la  actualidad  esa 
convergencia  de  valles,  ó  sea  de  líi.eas  de  invasión,  favorece  ex- 
traordinariamente un  ataque  por  el  lado  del  mar,  porque  si  el  in- 
vasor es  numeroso,  cuenta  con  grandes  facilidades  para  rebasar  y 
envolver  las  tropas  nacionales  que  obren  allí ;  lo  contrario  su- 
cede si  el  agresor  no  dispone  de  fuertes  efectivos.  La  dicha  con- 
vergencia ó  divergencia  de  valles  será  ventajosísima  para  la  Repú- 
blica el  día  en  que  esté  cruzada  de  ferrocarriles,  por  la  facilidad 
con  que  del  interior  pueden  llevarse  las  tropas  á  la  Costa,  por  di- 
versas líneas  de  operaciones  que  permitirán  gran  juego  estratégi- 


lOOO  Nueva  Geografía  de  Colombia 


co,  mantendrán  al  enemigfo  en  duda  sobre  cuál  es  la  que  lleva  la 
masa  principal,  y  le  impondrán  mucha  cautela  para  avanzar,  por 
el  peligro  de  ver  envuelta  y  cortada  alg"una  de  las  jDorciones  en 
que  tendrá  que  dividirse  para  hacerlo. 

Por  las  condiciones  mencionadas,  de  temer  sería  en  ese  caso 
que  el  ataque  sobre  el  litoral  atlántico  fuera  combina  do  con  otro 
por  el  del  Pacífico,  porque  si  éste  se  log-raba  de  hecho,  quedaba 
casi  imposibilitada  una  acción  enérgica  en  el  teatro  de  guerra  de 
la  Costa. 

En  la  actualidad,  y  suponiendo  que  el  enemigo  no  sea  ex- 
traordinariamente superior  en  número  al  ejército  nacional,  las  con- 
diciones del  terreno,  los  ríos,  que  si  son  líneas  de  invasión,  también 
lo  son  de  comunicaciones  para  nosotros,  aislarían  ó  poco  menos  las 
tropas  enemigas  que  se  aventurasen  por  las  diversos  sectores  ;  la 
existencia  de  las  serranías  de  Santamarta  y  de  María  y  la  de  Car- 
tagena, suponiendo  esta  plaza  fuerte  al  abrigo  de  un  golpe  de  mano 
y  capaz  de  resistir  algún  tiempo ;  todo  esto,  decimos,  hace  que  el 
teatro  de  la  Costa  sea  favorable  á  nuestras  operaciones  defensivas, 
y  permite  dirigir  con  probabilidades  de  éxito  el  contraataque  á  un 
invasor  que  hubiera  podido  desembarcar  en  alguno  ó  algunos  de 
los  puertos  de  ese  litoral. 

II.  Por  lo  que  hace  al  litoral  Pacífico,  también  se  subdivide 
netamente  en  ístmico  y  de  tierrafirme,  aquél  relacionado  con  la 
frontera  de  Costa  Rica  y  el  Darién,  y  éste  conexionado  con  el  mis- 
mo Darién  y  la  frontera  ecuatoriana.  Pero  hasta  aquí  llegan  las 
semejanzas,  pues  por  la  configuración  del  terreno  el  teatro  de  la 
guerra  en  el  litoral  de  tierrafirme,  es  decir,  en  el  Chocó,  difiere  ¡x>r 
completo  del  de  la  Costa.  En  efecto,  por  alzarse  detrás  de  él  y  muy 
próxima  la  empinada  cordillera  de  su  nombre,  las  líneas  de  invasión 
se  reducen  á  multitud  de  angostos  valles  que,  arrancando  de  tierras 
húmedas  y  casi  desiertas,  pronto  se  tornan  muy  agrestes,  carecen 
de  enlace  entre  sí,  y  al  transmontar  la  cordillera  desembocan  so- 
bre amplio  surco,  á  ellos  perpendiculares ;  surco  que  por  esta  dispK>- 
sición,  por  su  mayor  amplitud,  su  riqueza  y  población,  sus  caminos 
y  la  línea  de  comunicación  y  defensa  de  su  vaguada,  da  á  las 
tropas  nacionales  considerables  ventajas  para  rechazar  al  invasor, 
aunque  sea  relativamente  numeroso,  en  especial  si  su  acción  se  di- 
rige sobre  el  Patía  ó  el  Cañón  de  Antioquia,  pues  caso  de  que  en 
ellos  penetrara,  vendría  á  quedar  dentro  de  una  verdadera  raionera. 

Otra  cosa  sería  la  invasión  lograda  del  valle  del  Cauca,  por- 
que ésta  aislaría  el  Sur  del  interior,  se  apoderaría  de  grandes  re- 
cursos y  flanquería  las  montañas  de  Antioquia.  Es  decir,  fácilmen- 
te podría  entonces  hacerse  dueña  de  toda  la  mesa  andina,  desde  la 
cual  amenazaría,  con  ventajas,  todos  los  demás  puntos  del  país, 
quedando  ese  invasor  en  condiciones  admirables  para  resistir  todo 
contraataque  intentado  con  el  objeto  de  arrojarlo  de  esa  especie 
de  fortificación  natural. 

III.  Las  fronteras  del  Brasil  y  del  Perú,  por  correr  en  el  Ama- 
zonas y  al  través  de  las  selvas  desiertas  del  Caquetá,  no  pueden  ser 
consideradas  militarmente,  porque  sería  imposible  que  la  Repú- 
blica enviara  á  esas  regiones  ejércitos  numerosos ;  y  en  todo  caso. 


Nueva  Geografía  de  Colombia  i  001 


una  agresión  de  las  dos  Repúblicas  limítrofes,  si  les  era  fácil  rea- 
lizarla en  la  parte  inferior  y  navegable  de  los  ríos,  forzosas  líneas 
de  operaciones  y  de  comunicación  en  estas  soledades,  no  sería  lo 
mismo  arriba  de  la  zona  de  los  raudales.  Por  lo  pronto  hay  allí 
una  especie  de  Marca  que  impide  todo  choque  entre  los  Estados  li- 
mítrofes. 

IV.  La  frontera  de  Costarrica  es  muy  excéntrica,  corre  al  tra- 
vés de  regiones  desiertas  partidas  en  dos  por  una  elevada  cordi- 
llera que  carece  de  caminos ;  y  por  las  condiciones  topográficas  de 
Panamá,  se  subdivide  en  dos  mitades  contrapuestas  de  un  modo 
bien  singular.  En  la  meridional,  nuestra  rica  Provincia  de  Chiri- 
quí  colinda  con  dilatados  bosques  desiertos  de  Costarrica ;  en  la  sep- 
tentrional, la  incipiente  comarca  de  Bocas  del  Toro  lleva  sus  ex- 
tensas selvas  hasta  las  cercanías  de  las  ricas  y  pobladas  tierras  de 
Cartago  en  aquella  República.  Por  el  pronto  nada  hay  que  temer 
en  esa  frontera ;  mas  no  sucederá  lo  mismo  en  el  caso  de  que  se 
reintegre  Centroamérica,  y  por  cuerda  medida,  maridada  con 
las  necesidades  económicas,  se  impone  la  pronta  apertura  del  ca- 
mino de  Chiriquí  á  Bocas  del  Toro,  como  con  previsión  imponde- 
rable quiso  establecerlo  el  General  Cuervo. 

v.  La  frontera  ecuatoriana,  por  estar  sobre  los  Andes,  se 
divide  en  tres  segmentos  de  muy  diversa  importancia;  el  oriéntalo 
del  Ñapo,  corre  parejas  con  la  del  Perú-Brasil ;  el  occidental  ó  de 
la  costa,  secundario  en  la  actualidad  por  la  falta  de  caminos  y  es- 
casa población  de  esas  comarcas, 'se  relaciona  íntimamente  con  el 
Chocó,  no  guarda  interés  de  importancia  para  una  ofensiva  colom- 
biana, y  en  todo  caso,  sin  ser  difícil  ésta,  en  caso  necesario,  por  su 
disposición  topográfica  permite  cubrirla  sólidamente  con  reducidos 
efectivos. 

La  porción  central  y  más  pequeña,  la  que  atraviesa  el  lomo 
ie  los  Andes,  es  la  única  que  tiene  importancia  verdadera  en  caso 
de  guerra  con  el  Ecuador.  Natural  habría  sido  que  aquí  el  trazo 
siguiera  la  cresta  de  las  cordilleras  que  se  enlazan  en  el  nudo  de 
Huaca  ;  pero  por  un  hecho  inexplicable,  ese  nudo  es,  por  así  de- 
cir, ecuatoriano,  y  como  la  vecina  República  tiene  aquende  el  puer- 
:o  la  población  de  Tulcán,  ésta  le  viene  á  servir  de  avanzada  Pla- 
ca de  Armas,  dándole  marcada  superioridad  para  el  principio  de 
la  lucha.  Hoy  el  asunto  no  tiene  importancia  por  la  debilidad  re- 
lativa del  Ecuador ;  mañana  no  sabemos  si  las  cosas  se  conserven 
sn  el  mismo  estado. 

En  todo  caso,  en  el  supuesto  de  una  guerra  en  esa  frontera, 
5S  indispensable  ocupar  desde  luego  á  Tulcán  y  el  nudo  de  Hua- 
:a,  so  pena  de  que  nuestro  territorio  sea  el  que  mantenga  al  ene- 
migo, conforme  ya  lo  demostraron  las  campañas  de  Tulcán  y  de 
Cuaspud.  Un  ejército  reunido  en  Tulcán,  de  hecho  domina  á  Tú* 
juerres  é  Ipiales,  y  si  logra  apoderarse  de  la  línea  del  Guáitara  y 
>us  alas  del  Angasmayo  y  el  Pacual,  empresa  difícil  y  sangrien^ 
a  sería  arrebatársela  ;  y  aun  conseguido  esto,  al  replegarse  en- 
contraría en  el  nudo  de  Huaca  no  menos  formidable  zona  de  re^ 
listencia. 

Pfuma  Geografía  dé  Céhmhia  TOlio  l^^^ 


Í0Ó2  hluEVA  (jEOGRAFIA  DE  CoLOMBIA 


En  cambio,  rápidamente  ocupados  Tulcán  y  el  nudo  de  Hua- 
ca,  á  un  tiempo  se  asegura,  la  defensiva  mientras  se  concentran 
nuestras  fuerzas,  y  en  seguida  la  ofensiva  para  dominar  fácil- 
mente la  región  de  Ibarra,  que  es  donde  puede  prepararse  la 
agresión  contra  Quito,  el  punto  de  mira  de  toda  guerra  con  el  Ecua- 
dor. A  este  respecto  hay  mucha  desventaja  para  la  vecina  Repií- 
blica,  que  por  causa  del  abanico  de  los  Andes  no  puede  tomar 
como  objetivo  ni  á  Bogotá  ni  á  Medellín,  ha  de  reducir  su  impulso 
á  Pasto,  ó  á  lo  sumo  extenderlo  á  Popayán,  es  decir,  que  con  una 
serie  de  victorias  no  pondría  término  á  la  guerra  sino  en  el  caso 
muy  remoto  de  que  todos  los  ejércitos  de  la  República  hubieran  su- 
cumbido en  la  región  del  Sur,  pues  de  lo  contrario,  los  dos  objetu 
vos  secundarios  señalados  pueden  ser  envueltos  por  las  aledañas 
cordilleras. 

VI.  Frontera  venezolana — Indudablemente  desde  el  punto  de  vis- 
ta militar  esta  frontera  tiene  verdadera  importancia,  y  su  confi- 
guración general,  en  herradura,  que  dará  al  país  ventaja  decisiva 
el  día  en  que  todo  el  territorio  esté  poblado  y  cruzado  de  caminos, 
por  el  pronto  es  un  inconveniente,  puesto  que  el  cuerpo  mismo  de 
Venezuela  penetra  á  modo  de  cuña  dentro  de  esa  herradura,  lo 
que  unido  á  la  configuración  general  del  territorio,  la  parte  en  dos 
porciones  tan  distintas  como  quizá  no  hay  otro  caso  en  geografía 
militar,  creando  dos  teatros  de  guerra  esencialmente  diversos  y 
lejanos,  y  en  uno  de  los  cuales  por  lo  menos,  será  preciso  adoptar 
la  defensiva,  ya  que  por  ahora  los  recursos  del  país  no  le  permiti- 
rían tentar  la  ofensiva  en  ambos  á  la  vez.  Esos  dos  teatros  son  la 
Cordillera  y  los  Llanos. 

El  teatro  de  la  guerra  de  los  Llanos,  clásico  en  nuestra  his- 
toria militar,  aun  cuando  dividido  de  Venezuela  por  el  caudaloso 
Arauca,  ya  por  la  íntima  unión  de  todas  las  partes  del  Llano,  ya 
por  envolver  allí  á  nuestra  frontera  la  de  Venezuela,  ya  por  haber 
solución  de  continuidad  en  la  población,  presenta  tales  caracteres 
de  debilidad,  que  en  caso  de  guerra  no  solamente  sería  difícil  sos- 
tenerlo, sino  que,  á  lo  menos  hasta  el  pie  de  la  G^rdillera,  será  pre- 
ciso abandonarlo ;  lo  que,  por  otra  parte,  no  debe  preocupamos, 
pues  aiin  cuando  allí  penetre  un  ejército  enemigo,  ni  éste  será  nu- 
meroso, ni  podrá  causarnos  grave  daño,  y  si  triunfamos  en  el  tea- 
tro de  guerra  de  la  montaña,  de  hecho  también  habremos  vencido 
en  la  llanura :  en  ésta  el  triunfo  de  Veneuzuela  no  le  daría  la  pose- 
sión de  aquélla.  Desde  luego,  si  el  efectivo  de  nuestro  ejército  lo 
permitiere,  convendría  obrar  en  este  teatro  para  amenazar  la  mon- 
taña  por  Harinas,  ó  á  lo  menos  distraer  fuerzas  al .  enemigo,  pero 
esto  sólo  en  la  época  de  sequía.  Aun  suponiendo  que  el  enemigo 
comprometiera  en  la  llanura  el  grueso  de  su  ejército,  lo  dicho  no 
se  modifica,  porque  nosotros,  con  menores  efectivos  y  cortas  líneas 
de  operaciones  y  comunicaciones,  podemos  defender  la  cordillera 
mientras  se  da  el  golpe  en  el  corazón,  es  decir,  en  tierras  deMérida. 
El  teatro  de  la  montaña,  ó  andino,  por  la  configuración  del 
territorio  y  de  la  frontera  y  por  sus  enlaces  con  el  litoral  es  tan  com- 
plejo, que  su  análisis  no  puede  hacerse  con  la  misma  senciíJez.  En 
todo  caso,  en  el  actual  estado  de  distribución  de  los  habitantes  no 
fólo  es  posible  mirarlo  como  partido  en  dos,  sino  que  de  éstos  el 


Nueva  Geograf/a  de  Colomb 


septentrional  se  confunde  de  hecho  con  el  de  1 
en  caso  de  guerra  los  dos  no  pueden  tener  á  un 
portañola :  uno  de  los  dos  forzosamente  tiene  q 
otro  secundario ;  y  aun  cuando  Venezuela  q 
principal  el  de  la  Goajira,  como  su  población  r 
tar  dos  ejércitos  de  cierto  efectivo,  tendría  que 
principal  i  los  Andes,  so  pena  de  ver  cortado  c 
hubiera  enviado  hacia  el  litoral. 

Sin  embargo,  considerando  como  princij 
Goajira,  preciso  es  reconocer  que  la  frontera  q 
Laudo,  desde  el  punto  de  vista  militar  favorec 
¡  nezuela  que  á  nosotros,  porque  Maracaibo  es  j 

I  como  base  de  operaciones,  porque  el  lindero 

ésta,  y  porque  entre  los  Montes  de  Oca  y  la  Sie 
verdadero  boquete  con  terreno  accesible  á  rué 
natural  de  invasión  sobre  el  Banco,  uno  de 
país.  Esto  indica  la  verdadera  necesidad  que  1 
boquete  para  asegurar  á  la  misma  Riohacha  ] 
invasión  tanto  más  peligrosa  cuanto  en  todo  el 
venezolanos  tendrán,  en  caso  de  necesidad, 
se  á  la  serranía  y  aun  transmontarla,  y  si  se  le 
dar  por  tierras  de  Ocaña  las  operaciones  incia< 
Maracaibo. 

La  parte  baja  de  los  valles  de  Cúcuta  de  s 
teatro  de  un  esfuerzo  importante,  por  cuanto 
una  cómoda  línea  de  operaciones,  y  los  ferroca 
San  Buenaventura  se  apoyan  en  él.  Como  lín 
es  natural  suponer  que  se  trataría  de  utilizarla 
go  litoral  venezolano  elementos  de  guerra  á  la: 
taña,  se  entiende  en  el  caso  de  que  éstas  hayan 
primero  de  aquellos  ferrocarriles,  que  tiene  el 
niente  de  desembocar  sobre  uno  de  los  flanco: 
raciones. 

En  una  palabra,  el  verdadero  teatro  de  gu 
está  en  las  montañas  que  de  Cúcuta  y  Pamplon; 
racas,  ya  por  las  similitudes  topográficas  que  g 
Santander  y  Boyacá,  ya  porque  se  alzan  como 
zonas  bajas  laterales  más  ricas  de  Venezuela,  p 
es  relativamente  escasa,  y  siendo  el  nervio  del 
Nación  los  habitantes  de  las  llanuras  cálidas, 
mucho  en  los  páramos  y  breñas.  Estas  ventajas 
la  topografía  misma  del  terreno,  compuesto  d 
estrechos  donde  son  numerosas  las  posiciones  fi 
envolver,  por  el  apoyo  que  se  prestan  unas  á  ot 
Aun  en  el  supuesto  de  haber  ganado  este 
ofensiva  no  podría  tener  por  objetivo  á  Caracas 
simo  caso  de  que  las  tropas  de  aquella  Repübli< 
bido  en  una  batalla  como  la  de  Sedán ;  porqi 
siendo  excesivamente  larga  la  línea  de  operac 
los  lados  ricos  territorios,  á  pesar  de  cubrir  sus  1 
ñas,  quedaría  expuesta,  si  no  á  ser  cortada,  sí  p 
tinuos  y  graves  insultos.  Además,  no  parece  po 


1004  Nueva  Geografía  de  Colombia 


se  prolongue  después  de  ocupada  la  comarca  deMérida  y  Trujillo, 
porque  allí  sería  dable  resistir  toda  contraag^resión,  y  en  este  caso, 
para  salvarla  de  una  ocupación  indefinida,  el  vencido  tendría  que 
firmar  la  paz. 

Lo  dicho  presupone  que  en  caso  de  guerra,  así  como  nos  in- 
teresa no  tomar  la  ofensiva  diplomática,  nos  urge  tomar  la  es- 
tratégica, para  ocupar  cuanto  antes  á  San  Cristóbal  y  convertir  las 
serranías  de  Rubio  y  los  Capachos  en  fortísima  base  de  opera- 
ciones, porque  de  lo  contrario  es  muy  factible  que  no  estando  for- 
tificada nuestra  débil  frontera  del  Táchira,  tan  descuidada  militar- 
mente, el  enemigo  ocupe  los  valles  bajos  de  Cdcuta  para  vivir  en 
ellos,  y  quedando  en  el  centro  de  un  haz  de  valles  convergentes, 
resistir  mejor  el  choque  y  preparar,  en  caso  de  una  victoria,  la 
ofensiva,  ya  sobre  el  corazón  de  Santander,  ya  sobre  el  Magdalena. 

En  fin,  perdida  por  nosotros  la  cuenca  de  Maracaibo,  es  casi 
seguro  que  en  la  línea  del  Chicamocha  podríamos  contener  al  in- 
vasor ;  pero  si  en  un  contraataque  no  logramos  desalojarlo  de  las 
serranías  de  Soto  y  Pamplona,  como  no  es  posible  dejar  estas  Pro- 
vincias indefinidamente  en  poder  del  enemigo,  sería  preciso  firmar 
la  paz. 

VIL  Por  lo  que  hace  al  interior  del  país,  por  su  complicado  re- 
lieve, por  la  varia  orientación  de  sus  quiebras,  por  la  existencia  de 
grandes  valles  longitudinales,  se  subdivide  en  múltiples  teatros  de 
guerra  que  á  la  vez  une  y  separa  el  del  alto  Magdalena,  agrupán- 
dolos en  dos  haces  concordantes  con  la  orografía  y  mucho  más 
fuertes  desde  el  punto  de  vista  táctico  en  caso  de  invasiones  de 
Norte  á  Sur,  ó  viceversa,  que  en  el  contrario,  de  E.  á  W.,  en  el 
cual  secundan  mejor  las  combinaciones  estratégicas. 

En  todo  caso,  como  por  dondequiera  la  existencia  de  com- 
plicado relieve  produce  en  casi  todos  los  caminos  gran  numero  de 
fuertes  posiciones,  ya  para  cubrir  una  retirada,  ya  para  sostener 
un  ataque,  y  las  grandes  cuencas  y  valles  se  enlazan  variamente, 
el  estudio  detallado  de  nuestro  suelo,  desde  el  punto  de  vista  militar, 
conviene  confundirlo  con  el  topográfico  de  los  mismos,  tanto  para 
hacerlo  más  claro  como  para  evitar  inútiles  repeticiones.  Por  aho- 
ra bastará  recordar  que  lugares  como  Pasto,  Popayán,  Buga,  Car- 
tago,  Manizales,  Garrapata,  Honda,  Bogotá,  Boyacá,  Susacón, 
Pamplona,  Cúcuta,  &c.,  que  han  sido  teatros  de  múltiples  comba- 
tes en  la  magna  guerra  ó  en  nuestras  luchas  civiles,  señalan  ¿>¿/>- 
iivos  primarios  ó  secundarios  y  ejes  de  operaciones  bien  conocidos, 
que  se  imponen  para  su  ataque  ó  defensa,  según  y  como  se  haya 
extendido  la  lucha  en  los  grandes  teatros  de  guerra  ya  indicados. 


AL    LECTOR 


Concluímos  la  primera  edición  de  este  Libro  dando 
los  nombres  de  Carlos  Holguín,  Miguel  Antonio  Caro, 
Felipe  Ángulo,  Antonio  B.  Cuervo,  Olegario  Rivera  y 
Primitivo  Crespo,  Presidentes  de  la  República  los  dos 
primeros,  Ministros  de  Guerra  los  demás,  y  diciendo 
que  á  ellos  debería  toda  gratitud  la  Patria  si  la  obra  re- 
sultaba de  alguna  utilidad,  porque  con  su  eficaz  apoyo 
la  Nueva  Geografía  de  Colombia  pudo  llevarse  á  cabo,, 
pues  lo  menos  en  la  tarca  fue  el  costo  de  la  impresión. 

En  esta  segunda  edición,  completamente  refundi- 
da, nos  complace  terminar  el  volumen  registrando  los 
nombres  de  José  Manuel  Marroquín,  Jefe  de  la  Nación, 
y  de  Domingo  Ospina  Camacho,  Ramón  González  Va- 
lencia, Pedro  Nel  Ospina,  José  Vicente  Concha  y  Aris- 
tides  Fernández,  quienes  como  Ministros  de  Guerra 
han  prestado  á  la  Nueva  Geografía  de  Colombia  apoyo 
no  menos  eficaz,  secundando  los  deseos  del  primer  Ma- 
gistrado de  la  República  ;  de  suerte  que  á  ellos  corres- 
ponde lo  bueno  que  encierre  la  obra,  siendo  de  cargo 
nuestro  sus  imperfecciones,  A  los  nombres  citados  de- 
bemos agregar  los  de  Belisario  Cuervo  Ángel  y  Rafael 
Lombana  F.,  por  cuanto  á  ellos  pertenece  la  limpieza 
de  la  corrección  y  la  elegancia  tipográfica  de  la  Obra,  á 
la  que  durante  un  año  han  consagrado  su  idoneidad  y 
su  esfuerzo,  cual  si  de  cosa  propia  se  hubiese  tratado. 

Dios  mediante,  y  con  el  apoyo  del  Gobierno,  con- 
fiamos publicar  el  segundo  volumen,  consagrado  á  la 
Geografía  Física,  es  decir,  al  estudio  analítico  del  lito- 
ral, los  montes  y  los  ríos  ;  y  el  tercero,  que  compren- 
derá el  detalle^de  los  Municipios,  esas  células  (jüe  consF 
^ituyen  el  organismo  nacional^ 


Y  como  la  Geografía  no  es  ni  puede  ser  la  obra 
de  un  solo  individuo,  sin  temor  dejaremos  que  este  Li- 
bro entre  al  dominio  de  la  crítica,  no  de  tos  Aristarcos, 
siempre  infecunda  y  baladí,  sino  de  los  buenos  hi- 
jos de  la  Patria,  á  fin  de  que  señalen  con  todo  cuidado 
cuantas  inexactitudes,  incorrecciones  y  vacíos  le  encuen- . 
tren,  única  manera  de  que  en  un  plazo  relativamente 
corto,  pueda  otra  persona  más  afortunada  presentar  un 
trabajo  perfecto  sobre  este  querido  país,  que  á  tan  ru- 
das pruebas  lia  sido  sometido  por  la  Providencia. 

La  Geografía  no  puede  prescindir  de  la  obra  cum* 
plida  en  el  suelo  patrio  por  los  que  antes  fueron,  "Nos 
han  dado  la  vida  á  costa  de  la  suya,  y  nos  han  dado  una 
herencia.  Hijos  por  quienes  han  rendido  la  vida  r.ucs- 
tros  padres,  bien  ingratos  y  despreciables  seríamos  si 
no  mirásemos  con  piedad  filial  sus  errores,  cuando  has- 
ta esos  errores  que  fueron  su  desgracia,  han  hecho  nues- 
tra fortuna."  Pero  esta  verdad,  elocuentemente  expre- 
sada por  un  escritor  italiano,  no  presupone  que  en  nin- 
gún caso  hayamos  de  ocultar  nuestras  convicciones,  ó 
que  nos  reduzcamos  á  defenderlas  con  tan  poco  celo, 
que  parezca  abdicamos  de  ellas  :  las  ideas  lionradas  ne- 
cesitan ser  sometidas  á  la  prueba  de  la  contradicción. 
"Error  sería  pensar,  dice  otro  escritor,  que  todo  está 
hecho  con  sólo  procurarnos  los  medios  de  progreso : 
esto  equivale  á  querer  la  virtud  sin  trabajos  ó  la  reli- 
gión sin  abnegaciones.  En  el  conflicto  de  lo  real  con  lo 
falso,  de  lo  ordenado  con  lo  informe,  á  la  invasión  del 
materialismo,  al  olvido  de  la  Patria,  al  culto  de  la  fuer- 
za, á  la  arrogancia  de  los  necios,  es  preciso  oponer  el 
valor  de  todos  los  instantes,  el  afán  de  ganar  corazones 
para  la  República,  y,  transmitiendo  á  otros  la  cansada 
tarea,  poder  decir:  también  yo  he  sido  algo." 

Por  estas  razones  no  hemos  querido  ocultar  el  cri- 
terio con  que  hemos  escrito  nuestro  trabajo;  criterio 
de  católico  sometido  á  las  enseñanzas  de  la  Iglesia, 
por  una  parte,  y  por  otra,  de  conservador  democrático, 


NOTA  BIBLIOGRÁFICA 


Por  razones  que  no  necesitamos  consig-nar  aquí,  la  bibliogra- 
fía detallada  de  las  fuentes  en  que  se  apoya  este  trabajo,  la  encon- 
trará el  lector  en  el  último  volumen  de  la  Obra,  y  tan  detallada, 
que  en  ella  figurarán  hasta  artículos  de  periódicos  nacionales  y  ex- 
tranjeros, documentos  aun  inéditos,  existentes  en  las  ofícinas  públi- 
cas ó  en  poder  de  particulares,  planos  en  las  mismas  condiciones, 
&c. ;  pero  no  podemos  prescindir  de  indicar  ahora  las  principales, 
advirtiendo  que  íntegramente  quedan  insertas  en  este  Libro. 

• 

Codazzi, — De  este  ilustre  geógrafo  hemos  utilizado  las  cartas 
originales  existentes  en  la  Biblioteca  Nacional,  cuidadosamente  co- 
piadas y  rectificadas  mediante  estudio  de  borradores  que  posee  la 
familia,  la  que  tuvo  la  bondad  de  permitirnos  su  consulta. 

Cuanto  al  texto,  tuvimos  presente  la  Geografía  de  las  Provin- 
cias del  Norte  y  de  Antioquia,  inserta  en  la  Gaceta  Oficial  de  1851 
á  1854;  los  informes  sobre  caminos,  publicados  en  el  mismo  periódi- 
co, las  partes  aún  inéditas  que  se  conservan  en  la  citada  Biblioteca 
Nacional  y  que  no  se  incluyeron  íntegramente  en  la  Geografía  que 
se  publicó  en  1862,  suprimiendo  el  nombre  del  autor. 

Humboldi, — Del  ilustre  viajero  utilizamos  el  texto  y  atlas  del 
Viaje  á  las  regiones  equinocciales ;  el  cosmos,  los  yacimientos  de 
las  rocas  y  los  ensayos  sobre  Cuba  y  Nueva  España. 

Caldas. — De  este  sabio  mártir,  además  del  Semanario  de  Nue^ 
va  Granada^  aprovechamos  diversas  comunicaciones  inéditas  y  car- 
tas referentes  á  sus  viajes  en  el  país. 

BoussingauU, — Los  viajes  á  los  Andes,  publicados  por  Acosta. 

Ancízar, — La  Peregrinación  de  Alpha,  en  muchas  de  sus  pági- 
nas textualmente  inserta. 

Sirifleur, — Los  Viajes  al  Sinúy  al  San  forge,  el  Cesar  y  la 
Sierra  Nevada  de  Santamaría,  en  las  mismas  condiciones  que  la 
anterior. 

Hettner. — Los  Viajes  en  Colombia  y  los  Estudios  sobre  la  Cordim 
llera  oriental, 

Sievers, — Los  Viajes  á  la  Sierra  Nevada  de  Santamaría  y  á  la 
Sierra  Nevada  de  Mérida, 


NuíVA  Geografía  dí  CoLOitBtA 


jRéissy  SlüM.~  Los  diversos  voliimenes  publicados  sobre  su 
viaje  en  Suramérica,  y  la  Carta  de  altitudes  formada  sobre  ellos 
por  la  Oficina  Geográfica  de  Gotha. 

Ferrocarril  inUrconlintntaL — El  texto  y  las  Cartas  relativas  á 
i.  Colombia. 

E.  Recluí.  —La  parte  referente  á  Colombia,  inserta  en  la  Nueva 
Geografía  universal. 

Saint  Marlitt. — Dicn'onatio  de  Geografía  uruversal,  que  contiene 
trabajos  de  viajeros  y  exploradores  europeos  que  por  el  idioma  en 
que  hablan  visto  la  luz,  no  podíamos  consultar  directamente. 

Crevemux. — Sus  viajes  y  cartas  en  grande  escala  relativas  í 
nuestras  regiones  orientales. 

Aftdrée. — Sus  l'iajts  á  las  regiones  eguinoeeiales. 

Canal  de  Panamii. — Los  diversos  voliimenes  de  informes  y  me- 
morias referentes  al  Atrato,  al  Darién  y  al  Istmo  propiamente 
dicho. 

\Vhiie. — La  descripción  de  las  Provincias  occidentales  de  Co- 
lombia, y  sus  memorias  (algunas  inéditas)  sobre  diversas  zonas 
mineras  de  la  misma. 

Ferrocarriles  y  carreteras. — Los  trazos  ¿  informes  sobre  los  va- 
ríos  que  se  han  construido  ó  proyectado  construir  en  el  pa(s. 


Firin  333— Arqueología  colombiana.  Orfebrciia  in(%«nt. 


J 


Apéndice 


¡ 


Para  concluir  este  volumen  nada  nos  parece  tan  natural  como 
la  reproducción  de  las  págfínas  del  geógraío  Monteneg^ro,  en  que 
«ste  autor,  hoy  poco  conocido,  expuso  la  situación  material  y  mo- 
ral de  la  República  á  raíz  de  la  guerra  de  Independencia,  compa- 
rándola con  el  estado  á  que  había  llegado  como  Colonia  en  1810. 
Está  reproducción  abarca,  pues,  la  pintura  del  país  precisamente 
jin  sig-lo 'antes  de  nuestro  escrito,  y  por  lo  mismo  permite  al  lector 
darse  cuenta  exacta  y  cabal  de  la  marcha  del  país  durante  un 
largo  período  de  tiempo,  así  como  también  de  los  acontecimien- 
tos geográficos,  por  así  decir,  ocurridos  en  esos  años. 


a)  PRODUCCIONES 

Los  ramos  agrícolas  de  la  Nueva  Granada  son  tan  varios,  como  distintas 
las  temperaturas  y  apto  el  suelo  para  toda  clase  de  producciones  ;  excepto  en  las 
provincias  marítimas  y  en  Casanare,  en  donde  con  generalidad  es  el  clima  abra- 
sador, no  hay  una,  inclusa  la  de  Santamarta  y  las  del  centro,  que  carezca  de  lu- 
gares templados  y  fríos,  según  la  elevación  del  terreno  y  la  proximidad  de  las 
mesas  y  de  los  valles  á  las  cimas  de  los  nevados  j  páramos,  según  la  dirección 
de  los  vientos  que  bajan  de  los  mismos  y  dulcifican  la  atmósfera,  durante  una 
parte  del  día,  ó  en  varios  meses  del  año;  el  cacao  se  cultiva  en  las  tierras  bajas 
.y  cálidas,  siendo  muy  apreciado  el  llamado  del  Magdalena,  que  algunos  colocan 
en  tercer  lugar,  después  del  Soconusco  y  del  de  Caracas  ;  el  de  Cucuta  se  repu- 
ta por  de  calidad  subalterna;  la  zona  del  cacao  la  sitúan  á  muy  corto  nivel  so- 
bre el  mar,  y  lo  mismo  la  del  añil,  azúcar  y  plátanos  ;  el  café  y  el  algodón  pros- 
peran mejor  en  los  parajes  que  no  son  muy  ardientes  ;  el  límite  superior  del  ca- 
cao no  pasa  de  652  varas  ;  desde  2,333  arriba,  ya  no  hay  café  ni  azúcar ;  aun- 
que el  café  suele  darse  2,725  y  la  azúcar  á  2,408  :  el  terreno  mejor  para  la  caña 
se  reputa  aquel  que  se  halla  entre  las  20  y  las  1,198  varas ;  pero  la  mayor  parte 
del  üzúcar  de  la  Nueva  Granada  se  fabrica  á  las  faldas  de  las  cordilleras,  en 
el  valle  de  Guaduas,  y  el  camino  de  Honda  á  Bogotá,  entre  1,319  y  1,692  varas 
sobre  el  mar ;  los  platanales  dan  frutos  abundantes  en  Popayán  y  Fusagasugá 
hasta  la  elevación  de  2,210  varas ;  bien  que  otras  variedades  del  miísa  fructifi- 
can á  2,800  y  aun  más  arriba  ;  el  añil  no  da  buena  tinta  en  pasando  de  1,800 
vara$.  « 


IV  Nueva  Geografía  de  Colombia 


El  trigo  se  cosecha  bien  entre  1,333  y  3,5^0  varas  sobre  el  mar ;  no  dejan- 
do  de  dar  buenas  cosechas  mucho  más  abajo  de  aquel  nivel,  en  algunos  parajes. 
La  zona  verdadera  de  las  papas,  llamadas  turmas^  se  considera  entre  los  3,500  y 
4,666 ;  pero  se  extiende  con  buen  suceso  mucho  más  abajo :  el  limonero  de  flores, 
y  fruto  muy  agrio,  hasta  las  3,406  varas.  La  llanura  de  Bogotá  es  la  parte  me- 
jor cultivada  de  la  República,  y  abundantes  sus  cosechas  de  trigo  y  cebada :  sa 
extensión  de  K  á  O.  es  de  8  leguis  y  16  de  N.  á  S.  entre  Sibate  y  Checua ;  se 
producen  en  ella  ricas  hortalizas  y  cultivan  la  quinua  {ckettopadium  quinao);  di- 
cha llanura,  en  que  se  hallan  situados  muchos  pueblos  que  conservan  sus  primi- 
tivos nombres,  está  regada  por  el  Bogotá  y  rodeada  en  todas  di reccioms  por 
aguas  saludables;  las  papas  que  se  cogen  en  ella  son  harinosas,  algo  dulces  y  de 
nn  sabor  agradable ;  se  cultivaban  por  los  muiscas  al  tiempo  de  la  conquista ;  y 
como  los  incas  no  habían  extendido  hasta  allí  su  imperio,  se  juzga  que  la  planta 
era  indígena  y  no  llevada  de  Chile,  que  se  considera  generalmente  su  primer  ori- 
gen ;  el  resto  de  la  provincia,  situada  á  la  parte  occidental  de  la  cordillera  de  Su- 
mapaz,  es  montuoso,  interceptado  por  pequeñas  cañadas  y  diferentes  riachuelos, 
de  curso  pendiente  y  precipitado ;  con  clima  sumamente  frío  en  unas  partes,  tem« 
piado  en  muchas  y  caliente  hacia  el  Magdalena,  á  cuyo  rumbo  quedan  los  can- 
tones de  Guaduas,  Mesa,  Tocaima  y  parte  del  Fusagasugá ;  abundante  por  esto 
en  flores  preciosas  y  en  frutas  de  todas  clases ;  y  apto  para  cualquier  clase  de 
producciones. 

La  Pfovinciadi  Tunja  al  NE.  de  Bogotá  y  al  S.  de  las  del  Socorro  y  Vélez, 
es  de  terreno  elevido,  y  con  valles  extensos  y  fríos,  bien  regados  y  de  una  ferti- 
lidad extraordinaria;  se  cultiva  trigo,  cebada,  maíz  y  menestras;  todo  género 
de  legumbres  y  frutas  delicadas,  y  tabaco  de  superior  calidad  ;  se  hace  alguna 
panehí  y  se  fabrica  miel,  cogiéndose  muy  poco  algodón  ;  lo  mismo  sucede  en  la 
de  Vélez^  que  á  la  vez  participa  de  los  ramos  agrícolas  del  Socorro^  extendida  ha- 
cia el  S\V.  de  la  de  Pamplona,  y  de  suelo  desigual  y  clima  cálido  por  lo  co- 
mún ;  la  del  Socorro  es  una  de  las  mis  pobladas  de  la  República,  y  sus  habitan- 
tes activos,  industriosos  y  agricultores ;  produce  todos  los  frutos  de  tierra  calien- 
te, en  especial  tabaco,  algodón  y  añil ;  bastante  maíz,  arroz  y  menestras,  poco 
trigo  y  menos  cacao,  por  no  aplicarse  á  este  ramo :  y  miel,  panela  y  azúcar,  la 
cual  te  vende  á  precio  muy  bajo;  el  terreno  de  Pamplotia  es  frío,  montañoso  y 
desigual  hacia  el  NO.,  pero  con  algunos  valles  frescos  y  amenos ;  hacia  el  NE. 
tiene  valles  cálidos  y  feraces ;  le  pertenecen  los  cacaos  de  Girón  y  de  Cúcuta 
y  también  los  añiles  de  este  distrito,  donde  se  da  la  primacía  á  los  del  Táchira ; 
eitos  son  los  dos  ramos  más  productivos  y  lo  mismo  el  tabaco;  cosecha  además 
bastante  trigo  y  maíz,  cebada,  arroz  y  menestras,  café  y  algodón  ;  panela  y  poca 
azúcar  y  miel ;  la  mayor  cantidad  de  algodón  sale  de  Girón,  y  se  paga  en  el  co- 
mercio un  25  ó  30  por  ciento  más  que  el  de  Cartagena  ;  cuanto  á  los  tñgos  de 
Suratá,  generalmente  producen  un  14  por  ciento,  y  en  cosechas  mejores,  un 
18  ó  20. 

En  las  cercanías  de  Pamplona,  generalmente  de  terreno  áspero  y  desigual, 
y  no  apto  por  esto  para  ganados,  se  conocen  distintas  especies  de  gramas  y  otras 

{>lantas  que  sirven  de  pasto,  como  el  carretón  {medicago)  y  la  yerba  del  rocío  y 
a  plegadera  {alck€millas)\  también  abundan  las  útiles  para  tintes,  y  además  de 
la  chilca,  de  que  sacan  el  verde,  y  de  la  rubia,  que  lo  da  de  bello  encarnado  de 
mucha  consistencia,  lo  extraen  también  amarillo  de  varias  especies  de  mei4st^ 
tus,  vulgarmente  tunos,  y  del  espino  berveris ;  el  aliso  {bétula)  y  el  gamón  (««- 
tJüricum),  lo  dan  amarillo  rojo  de  mucho  mérito.  El  palo  brasil  abunda  en  Sepi- 
tá  sobre  el  río  Sogamoso,  y  su  extracto  era  en  otro  tiempo  un  ramo  lucrativo  de 
comercio;  sólo  aprovechan  del  pino  {pinus  sihestris)^  la  trementina  y  los  cogollos 
para  remedio;  es  común  el  olivo,  pero  no  aderezan  bien  las  aceitunas  ;  se  cría 
cochinilla  en  el  valle  de  Tutela,  y  se  hace  uso  de  ella  para  teñir  lanas,  pero  no 
€s  fina  como  la  de  México  ;  producen  sus  bosques  el  árbol  que  da  el  bálsamo  de 
copaiba  y  diferentes  maderas  de  construcción. 

Cultivan  el  cacao  hacia  el  Sogamoso  y  el  Suratá,  ó  Cañaverales,  y  se  hacían 
antes  considerables  extracciones  por  los  mismos  ríos ;  eran  de  mucho  valor  los 
algodones  del  Distrito  de  Girón,  especialmente  los  de  la  parroquia  de  Rionegro, 
y  se  exportaban  anualmente  para  Mompós  y  Cartagena  100,000  arrobas,  consu- 
miéndose mucho  en  lienzos  ordinarios  de  los  que  fabrican  en  el  país;  es  de  mu- 
cho crédito  el  tabaco  del  mismo  Distrito ;  forma  un  ramo  principal  agrícola  el 
cultivo  de  trigo  candeal,  que  siembran  en  los  lugares  templados  y  llaman  trigú 
menudo^  de  cuya  calidad  es  el  del  valle  de  Suratá,  en  donde  por  el  año  de  1809 
se  hacían  10,000  cargas  de  harina;  en  semejantes  lagares  sedan  dos  cosechas; 


A  P  É  H  D  I  C  R 


pero  en  los  más  elevados,  en  que  se  cultiva  el  trigo  nthion,  ó  de  invierno,  como 
en  Pamplona,  Silos,  Cácota  de  Velasco,  Servitá  y  Cerrito,  las  cosechas  son  más 
tardías  y  el  grano  es  menos  crecido,  sacándose  pan  de  buen  gusto,  aunque  more- 
no ;  en  los  sitios  que  se  acercan  al  Sogamoso,  como  Tequia,  la  Concepción,  Llá- 
no>Enciso,  Macaravita,  Malae[avita  y  Carcasí,  cultivan  el  trigo  y  también  la  caña 
de  azúcar  y  el  arroz ;  generalmente  toda  la  Provincia,  en  la  parte  elevada,  tiene 
on  suelo  apto  para  trigo,  cebada,  papas,  apio,  maíz,  habas,  fríjoles,  coles  y  dife- 
rentes clases  de  verdura.  No  obstante,  ningún  pueblo  del  Distrito  de  Pamplona 
tiene  frutos  de  considerable  exportación,  excepto  las  parroquias  de  la  Matanza  y 
el  Santo  Ecce-Homo,  en  el  valle  dicho  de  Suratá. 

En  el  Distrito  de  Salazar  de  las  Palmas  se  cultiva  cacao  y  se  da  buen  trigo, 
aunque  se  siembra  poco ;  en  las  parroquias  de  San  Cayetano  y  Santiago,  especial- 
mente en  la  primera,  ha  habido  siempre  algunos  cacaotales  :  en  todo  el  territo- 
rio abundan  las  palmas  y  entre  ellas  la  Tt?X {cocos  butyracea\  de  que  se  saca  vino 
y  manteca;  la  llamada  cabeza  de  negro  [phytelephas  macrocafpa)^  cuyo  fruto  se 
labra  como  el  marñl ;  palma  noli,  de  que  se  saca  yesca ;  y  palmiche,  ó  palma 
murrapo,  con  que  cobijan  las  casas  y  cuyos  renuevos  se  comen. 

Se  ha  considerado  siempre  como  lo  más  floreciente  de  la  provincia  el  Dis- 
trito de  Cúcuta,  cuyo  terreno  está  cortado  en  valles,  por  donde  corren  el  Táchi- 
ra.  Pamplona,  Zulia  y  otros  ríos,  y  cuyos  cacaos  se  embarcan  en  el  puerto  de  los 
Cachos,  pueblo  del  Limoncito,  para  conducirlos  por  el  Zulia  á  la  laguna  de  Ma- 
racaibo;  este  ramo  ha  decaído  de  una  manera  extraordinaria,  con  respecto  al  es* 
tado  que  tenía  antes  de  la  guerra  de  independencia,  pues  entonces  se  exportaban 
80,000  arrobas,  las  cuales  se  regulaban  en  valor  de  240,000  pesos,  ascendiendo  á 
otro  tanto  el  producto  de  café  y  de  añil  que  se  cosechaba  en  el  mismo  Distrito  ; 
también  hay  buenos  pastos  para  ganados,  y  abunda  en  las  tierras  abiertas  t\  oré- 
gano (lantana  odorata)^  que  da  muy  buen  gusto  á  las  carnes ;  pero  aun  antes  de 
ahora,  recibían  de  Barinas,  por  la  vía  de  San  Cristóbal,  más  de  10,000  cabezas 
del  vacuno  y  además  el  mular  que  necesitaban  para  transportes  y  para  el  servicio 
de  las  haciendas. 

La  Prffiñncia  de  Casanare  ocupa  al  E  de  las  Provincias  anteriores  un  in- 
menso país  compuesto  de  grandes  llanuras,  de  clima  ardiente,  despoblado,  cu- 
bierto en  mucha  parte  de  bosques  pantanosos  ;  interceptado  de  ríos  y  de  gran 
fertilidad  ;  pero  en  donde  se  llevan  la  preferencia  las  crías  de  ganados;  cosechan 
sin  embargo  algún  algodón,  maíz,  arroz  y  menestras;  elaboran  muy  poca  panela 
y  miel,  y  principian  á  cosechar  café ;  la  Provincia  de  Neivay  situada  al  E.  de  la 
de  Popayan,  al  S.  de  la  de  Mariouita,  al  SW.  de  la  de  Bogotá  y  al  W.  de  Casa- 
nare, es  de  clima  cálido  en  el  valle  que  atraviesa  el  Magdalena;  al  £.  y  al  W.  se 
disfruta  de  todas  las  temperaturas,  que  le  proporcionan  las  cordilleras  de  Suma- 
paz  y  Guanacas :  el  cacao,  maíz,  coca,  tabaco  y  azúcar  son  sus  producciones 
principales ;  la  yuca,  las  batatas  y  plátanos  abundan  mucho ;  de  otros  frutos  se 
dará  noticia  al  describir  los  pueblos. 

Hasta  los  3^30'  de  latitud  N.  todas  las  vegas  del  Magdalena  están  ocu- 
padas con  plantaciones  de  cacao,  coca  y  algunos  ganados ;  desde  dicha  latitud 
hasta  los  5^  al  sur  de  Honda,  se  prefiere  la  cría  de  ganados,  habiéndose  sacado 
siempre  de  sus  orillas,  en  el  último  tercio  de  este  espacio,  algún  oro  de  23  quila- 
tes; desde  Honda  abajo  todas  sus  orillas  están  cubiertas  de  bosques,  y  de  largas 
á  largas  distancias  poblaciones  miserables  y  habitantes  desidiosos,  reputados  en 
el  país  por  más  inmorales  que  los  de  la  parte  S.,  subiendo  de  Honda  hacia  su 
nacimiento. 

En  la  Provincia  de  Mariquita,  de  clima  cálido  y  húmedo  en  la  parte  más 
poblada,  y  situada  al  N.  de  la  de  Neiva,  se  cosecha  cacao,  arroz,  tabaco,  maíz, 
yuca,  plátanos  y  batatas ;  también  se  cultiva  la  caña ;  el  terreno  de  las  de  Mom- 
pos  y  Cartagena  puede  comprenderse  bajo  una  sección  ;  bien  que  el  de  la  primera, 
aunque  bajo  un  clima  abrasador,  húmedo  y  con  muchos  pantanos,  no  es  tan  en- 
fermizo como  el  de  la  segunda;  sus  principales  producciones  son  excelente  ca- 
cao, algodón,  añil,  azúcar,  yuca,  y  en  Mompós  buen  tabaco;  el  algodón  de  Car- 
tagena ha  formado  siempre  un  ramo  considerable  de  exportación  ;  pero  ha  de- 
caído mucho  por  consecuencia  de  la  guerra,  y  es  inferior  al  de  San  Andrés ;  en 
los  bosques  de  la  misma  provincia  se  encuentra  mucho  silvestre ;  en  la  de  San- 
tamarta  se  cultiva  añil,  algodón,  cacao,  azúcar,  anís  y  algún  trigo;  también  sa- 
can miel  y  hay  frutas  exquisitas ;  esta  provincia,  favorecida  por  el  Magdalena 
y  por  las  vertientes  de  la  Nevada,  tiene  terrenos  aptos  para  todo. 

En  1809  las  selvas  cubrían  la  mayor  parte  de  la  Provincia  de  Antioquia, 
pues  de  2,200  leguas  cuadradas  de  superbcie,  apenas  se  cultivaban  de  continvp' 


VI  Nueva  Geografía  de  Colombia 


j6o  y  se  estimaban  en  250  las  pobladas  de  gramíneas ;  atendido  al  atraso  que  ha 
causado  la  guerra,  se  puede  asegurar  que  en  el  dia  no  hay  mucha  diferencia,  á 
pesar  del  interés  con  que  vuelven  á  fomentarse  todos  los  ramos  de  agricultura ; 
el  suelo  de  toda  la  provincia  es  en  extremo  fértil,  y  en  los  bosques  se  notan  ár- 
boles corpulentos,  pocas  palmas  y  monte  bajo  muy  espeso  ;  en  los  mismos  abun- 
dan, especialmente,  la  quina  roja  y  amarilla ;  el  laurel  {minea  cerfera),  que  se 
cría  en  tierra  fría  y  de  que  sólo  en  Rionegro  sacaban  anualmente  por  valor  de 
12,000  pesos  de  cera  bastante  blanca;  cedros,  laurel  amarillo,  diomates,  huesito 
y  granadillo,  que  son  maderas  muy  apreciadas  y  de  que  se  hacen  obras  primoro- 
sas :  también  irboles  de  los  que  dan  el  bálsamo,  el  anime  y  el  estoraque,  con  otros 
de  que  sacan  diferentes  resinas  v  gomas  aromáticas;  varias  plantos  de  tinte,  como 
la  bruxita  {gallíum\  de  cuya  raíz  extraen  los  naturales  el  color  amarillo ;  salvia 
amarga  (eupatorium\  cuya  hoja  lo  da  encamado;  verde,  de  la  hoja  de  chilca 
(moiina);  y  negroide  la  corteza  del  noro  ( malpigia)  ;  hay  añil  silvestre  y  azafrán 
romi ;  abunda  la  raíz  de  china  y  la  aristoloquia ;  sacan  aceite  medicinal  de  un  ár- 
bol llamado  fresno,  y  se  enumeran  además  otras  muchas  plantas  preciosas,  nuevas 
y  no  clasificadas,  que  hacen  considerar  la  vegetación  del  país  como  diferente  de 
La  de  otras  provincias;  en  la  misma  de  Antioquia  se  hacen  notar  por  su  fertilidad 
ías  riberas  del  Cauca,  del  Nechí,  del  Torce  y  del  Buey,  propias  para  plantíos  de 
cacao;  el  valle  de  Medellín,  donde  prosperan  mucho  el  café  y  el  algodón ;  las  deli- 
ciosas márgenes  del  Pendensco>  sus  campos  inmediatos  cubiertos  de  g¿.uuú«ja;  les 
que  circuyen  á  Antioquia  empleados  también  en  el  cultivo  del  cacao,  caña,  maíz 
y  plátanos,  y  además  las  fértiles  tierras  que  riegan  los  ríos  Nare,  Guatapé,  Nuz  y 
Samaná ;  al  rededor  del  estéril,  fresco  y  agradable  valle  de  Osos,  formado  entre 
colinas  iguales  de  1,300  toezas  ó  3,031  varas  sobre  el  mar,  por  donde  corren  los 
ríos  Chico,  Crande  y  Guadalupe,  con  multitud  de  arroyos,  sólo  se  %'en  robles 
(quercus  gratiatensii) ,  belillos  (spermaeoce  spinosa),  chites  (bratr'.s)^  c.inplns 
(drimis  granatettsis)^  carrumios  [  tcrstromia) ^  mortiños  (andromeda),  pocas  gra- 
míneas y  varías  plantas  aterradas :  el  ardiente  valle  de  Antioquia  se  halla  &214 
toezas  ó  498  varas  sobre  el  mar,  y  sólo  tiene  de  seis  á  ocho  leguas  de  ancho,  por 
donde  corre  el  Cauca  de  Sur  á  Norte,  dominándolo  por  ambos  lados  dos  altas 
cordilleras,  en  cuyas  faldas  se  ven  algunas  selvas,  muchas  gramíneas,  precipi- 
cios, torrentes  profundos  y  terrenos  áridos  y  estériles. 

De  la  de  Auiioquia  queda  dicho  lo  bastante  ;  la  de  Popayán^  que  le  demora 
al  S.,  es  de  clima  muy  variado,  y  excepto  los  valles  bajos  y  calientes  que  ríega  el 
Cauca,  se  puede  decir  que  casi  todo  el  resto  es  delicioso,  especialmente  hacia  la 
capital ;  es  una  de  las  provincias  más  importantes  de  la  República ,  está  entrecor- 
tada por  colinas  y  valles  extremamente  amenos,  por  donde  corren  multitud  de 
riachuelos,  se  cosecha  mucho  arroz,  maíz,  plátanos,  legumbres,  frutas  delicadas, 
tabaco,  algún  azúcar  y  mucho  algodón  ;  su  terreno  está  considerado  como  agríco- 
la y  criador,  pero  no  sacan  sus  habitantes  todas  las  ventajas  que  pudieran,  por 
las  diñcultades  que  oponen  los  caminos  hacia  las  costas  y  Bogotá ;  la  PrtnHucia 
de  Pasto  produce  trigo  de  superior  calidad,  semillas  y  cana  dulce;  en  los  llanos 
altos  de  la  vega^de  San  Lorenzo,  Pancitará  y  Almaguer,  da  el  trigo  comúnmente 
25  por  I,  y  enanos  muy  fértiles  35  ;  en  años  fríos  y  secos,  sólo  se  cogen  10  por  i ; 
los  llanos  montuosos  de  Pasto,  Leiva,  Bogotá,  Tunja  y  Vélez,  y  el  valle  de  Suratá 
en  Pamplona,  son  los  más  productivos  de  trigo. 

En  el  Chocó  son  por  lo  común  cenagost>s  los  valles  y  sumamente  feraces; 
una  parte  de  su  litoral,  desde  el  puerto  de  Pinas  hasta  el  Cabo  Corrientes,  perte- 
necía á  la  provincia  llamada  antiguamente  de  Biruqude ;  entre  dicho  cabo  y  el 
seno  del  Chocó  corría  la  costa  de  Xóvita,  cuya  parte  septentrional  corresponde 
ahora  al  Chocó ;  la  meridional  situada  al  S.  de  la  embocadura  del  Noanama  y 
sucesivamente  la  del  partido  del  Raposo  hasta  el  río  de  los  Cedros,  y  la  del  par- 
tido de  Barbacoas  hasta  el  río  Mira,  pertenecen  á  la  Proiñncia  de  Buenaventura, 
de  temperatura  más  ardiente  que  la  del  Chocó,  y  también  más  feraz;  en  ambas 
es  muy  rica  la  vegetación,  pero  carece  el  suelo  de  cultivo;  se  cogen  todos  los 
frutos  de  los  trópicos,  en  especial  maíz  y  plátanos ;  también  se  cosecha  algún  ca- 
cao, estando  reputado  el  de  Buenaventura  como  de  excelente  calidad;  los  parti- 
dos del  Raposo  y  Barbacoas,  y  la  Provincia  de  Pasto,  eran  antes  parte  del  Go- 
bierno y  Provincia  de  Popayán,  y  Buenaventura,  su  puerto  principal ;  la  pro- 
vincia propia  del  Chocó  se  extendía  desde  las  cabeceras  del  Atrato  hacia  el  Gol- 
fo deliraba,  limitada  al  E.  por  la  de  Antioquia,  al  XE.  por  una  parte  del  Da- 
riéndel  Norte  agregada  á  Cartagena,  al  W.  por  la  Provincia  del  Biruquete  en  el 
Chocó,  y  al  NW.  por  el  resto  del  Darlén,  comprendido  en  la  Provincia  de  Pa- 
namá* 


i 


Apéndice  vil 


Dicha  Prai'iticia  de  Panamá  es  de  suelo  montuoso,  como  compuesto  casi 
tocio  de  serranías,  que  aunque  poco  elevadas,  son  ásperas  y  escarpadas,  con  cimas 
estériles  y  desiertas  ;  hay  valles  que  tienen  una  vegetación  asombrosa,  y  algunos 
tan  bajos,  especialmente  hacia  el  litoral  septentrional,  que  están  convertidos  en 
extensos  pantanos,  por  la  rebalsa  de  los  ríos  que  los  atraviesan,  y  de  lo  cual  re- 
sulta que  dicho  país  sea  por  aquel  rumbo  más  insalubre  que  por  el  meridionaf, 
notándose  en  ambas  partes  los  extremos  de  una  temperatura  excesivamente  ar- 
diente, húmeda  ó  seca,  según  la  proximidad  á  los  mismos  lugares ;  este  Distrito 
era  gobernado,  bajo  el  dominio  español,  por  un  Comandante  General,  residente 
en  Panamá;  se  halla  atrasada  la  agricultura;  hay  algunos  ingenios  de  que  se 
saca  buen  azúcar  y  aguardiente  ;  se  coge  poco  maíz,  algún  algodón  y  tabaco,  y 
mayor  cantidad  de  arroz  y  fríjoles ;  el  plátano  es  excelente,  y  muy  crecida 
\a  yuca :  esto  es  muy  común  á  varias  islitas  del  Archipiélago,  en  donde  se  sacan 
de  un  grandor  extraordinario ;  el  terreno  de  la  Provincia  de  Veraguas  es  seme- 
jante al  de  Panamá,  pero  más  impracticable  cuando  menudean  los  aguaceros, 
por  la  multitud  de  arroyos  que  descienden  á  sus  ríos,  cruzándolo  en  todas  direc- 
ciones; la  agricultura  se  halla  más  atrasada  que  en  Panamá,  no  aprovechando 
los  habitantes  la  fertilidad  del  suelo  sino  para  siembras  de  maíz,  yuca,  plá- 
tanos y  alguna  cana;  á  la  misma  Provincia  pertenece  el  volcán  de  Barú,  situado 
en  el  centro  de  la  cordillera,  al  introducirse  en  Centro  América,  y  el  cual  pare- 
ce extinguido ;  la  pequeña  Prcrviucia  de  Riohacha  tiene  terrenos  fértiles,  pero  sin 
cultivo.  Al  describir  las  poblaciones  se  hará  mención  más  detallada  de  sus  pro- 
ducciones agrícolas. 

Las  frutas  más  comunes  y  abundantes,  en  relación  con  la  temperatura 
^diversa  de  las  tierras,  son  sandías,  ricos  melones,  fresas  y  fresones,  ó  frutilla  de 
Chile ;  chirimoyas,  celebrándose  las  de  Popayán  como  las  mejores  de  América ; 
•guanábanas,  membrillos,  curas  ó  aguacates,  limas,  naranjas,  limones,  dátiles, 
mameyes,  cocos,  papayas,  plátanos  de  varias  clases,  nísperos,  zapotes,  cambures 
de  diferentes  especies,  y  muy  celebrados  los  de  Morcóte ;  melocotones,  granadas, 
pinas,  higos,  granadillas,  piñuelas,  tamarindos,  guayabas  de  huerta  y  de  bos- 
que, también  de  muchas  clases ;  manzanas,  marañones  ó  mereyes,  anones,  ríño- 
nes, cacolies  ó  cerezas,  pomarrosas,  icacos,  y  otras  muchas.  Cultivan  coliflores, 
repollos,  espárragos,  lechugas,  acelgas  y  brocoles;  nabos,  pimientos,  remolachas, 
cebollas,  ajos,  ajonjolí  y  anís ;  llaman  papas  de  seis  meses  á  las  más  tardías,  y 
de  ogaño  á  hs  más  prontas,  reputándose  por  mejores  las  primeras  :  nada  falta 
en  las  mesas  para  hacerlas  agradables,  así  con  las  producciones  de  nuestro  país, 
como  con  la  mayor  parte  de  las  que  se  consiguen  en  los  climas  de  la  Europa  me- 
ridional ;  las  uvas  se  dan  lo  mismo  en  el  interior  y  tierras  altas  que  en  el  litoral,  y 
hace  pocos  años  que  se  cultivaba  la  viña  en  Tocaima,  habiéndose  arrancado  en 
l6i6  las  que  había,  por  orden  del  Gobierno  español. 

Los  bosques  frondosos  de  Panamá^  en  donde  se  han  encontrado  á  las  orillas 
de  los  ríos  árboles  tan  corpulentos  que  dan  canoas  de  cerca  de  cuatro  varas  de 
ancho,  y  que,  con  especialidad  hacia  el  Darién,  son  impenetr&bles,  están  infes- 
tados de  jaguares,  tan  voraces  coa'.o  los  de  Venezuela,  monos  y  cuantas  ñeras  y 
animales  de  bosque  se  conocen  en  la  zona  tórrida,  abundando  los  pavones  y  otras 
aves  extrañas  de  canto  y  hermoso  plumaje,  y  multitud  'indecible  y  varíada  de 
zopilotes ;  entre  los  pájaros  del  Istmo  se  teme  mucho  al  chángame^  porque  des- 
truye las  siembras  de  maíz:  es  semejante  á  un  tordo  y  de  color  pardo ;  lo  mismo 
sucede  con  respecto  á  culebras,  sumamente  venenosas :  alacranes,  cienpiés,  mos- 
quitos, garrapatas,  niguas  y  todos  los  insectos  que  pueden  molestar  á  los  demás 
animales,  comprobándose  su  exceso  con  el  que  hay  de  ranas  y  sapos,  por  lo  cual 
se  dice  vulgarmente  en  el  país  que  cada  gota  de  agua  se  convierte  en  una  de  estas 
sabandijas ;  hay  buenos  pastos  y  muchas  crías  de  ganado  vacuno  y  de  cerda.  En 
Veraguas^  donde  son  mejores  y  más  abundantes  los  pastos,  se  cría  gran  número 
de  ganado  vacuno,  de  cerda,  mular  y  cabrío ;  siendo  también  considerable  en 
sus  bosques  los  jaguares  y  coguares,  jabalíes,  chunzos,  erizos,  saínos,  ciervos,  mo- 
nos y  otros  animales ;  titíes  con  piel  de  bello  color  de  ante,  aves  de  canto  y  de 
plurpa  semejantes  á  las  de  Panamá,  y  muchedumbre  inagotable  de  reptiles  é  in- 
sectos. 

Los  mosquitos,  zancudos,  jejenes  y  tempraneros  abundan  en  todo  lo  ^lie 
riega  el  Magdalena,  y  más  aún  en  el  Chocó ;  entre  Mompós  y  Honda,  que  es  K) 
llamado  en  el  país  valle  de  Río  Grande,  es  tan  inmenso  el  numero  de  zancudos, 
que  desde  las  8  de  la  noche  hasta  las  12,  en  que  se  retiran,  forman  nube;  hacia 
las  4  de  la  madrugada  vuelven  á  aparecer  con  un  apetito  furioso,  y  lo  conservan 
todo  el  día,  excepto  entre  las  12  y  2  de  la  tarde;  en  la  misma  Provincia  de  Car- 


V)ii  Nueva  Geografía  de  Colombia 


taheña  es  muy  común  en  los  esteros  de  Barú  una  mosca  blanquizca,  casi  imper- 
ceptible y  muy  dañina,  llamada  ca/afl^  la  cual  se  encuentra  algunas  veces  en 
Enero,  remontando  por  el  Dique  Viejo  basta  Morales.  Los  habitantes  del  Mag. 
dalena  dicen  que  la  plaga  es  un  beneñcio,  porque  las  pcqueítat  sangrías  que 
hace  con  su  aguijan,  los  liberta  del  tabardillo  y  otras  enfermedades  inflama- 
torias. 

Abunda  en  la  Provincia  de  Cartagena  el  ganado  vacuno  y  el  de  cerda ;  y 
tanto  del  sebo,  como  de  las  salazones,  se  formaba  en  otro  tiempo  un  artículo  muy 
importante  de  comercio.  A  la  Provincia  de  Saiitamatta  son  comunes  los  mismos 
animales  de  bosque,  aunque  en  número  menor ;  en  sus  hermosos  pastos  se  cría 
mucho  y  excelente  ganado  caballar,  y  también  vacuno,  de  carne  muy  gustosa,  y 
de  cuyo  sebo  y  pieles  sacan  gran  utilidad  los  habitantes ;  las  Provincias  del  Cho- 
te y  Buenaventura  participan  de  los  animales  expresados  en  todas  las  Provincias 
anteriores,  y  también  de  zorras  mochileras,  guacamayos,  loros  y  paletones,  pro- 
pios de  las  mismas;  pero  las  víboras,  las  culebras  llamadas  equis,  y  las  cascabe- 
les en  especial,  parece  que  son  de  veneno  mis  activo;  la  cria  de  ganados  domés- 
ticos es  insignificante,  aun  para  el  consumo.  £n  la  Provincia  de  Antioquia  hay 
jaguares  que  destruyen  los  ganados,  osos  feroces,  leones  pequeños  y  tímidos, 
dantas,  venados,  saínos  y  tatabros,  especies  de  puercos  silvestres ;  osos  hormigue- 
ros, zorras,  perezosos,  conejos,  armadillos  y  erizos ;  muchas  especies  de  monos  y 
perros  de  monte,  y  además,  en  todas  las  tierras  calientes  de  la  Provincia,  las 
jMbandijas  é  insectos  del  Magdalena  y  del  Chocó,  y  con  especialidad  culebras, 
alacranes  y  cienpiés  venenosos;  lagartos  y  escuerzos;  suele  dañar  mucho  la 
langosta,  de  que  se  conocen  en  Nueva  Granada  varias  clases,  y  entre  ellas  las 
llamadas  saltagatos  y  caballitos  del  diablo  i  de  estos  animales,  muchos  son  comu- 
nes á  los  valles  calientes  de  Fopayán^  lo  mismo  que  las  pavas,  patos  y  guachara- 
cas, el  gurrí^  la  tórtola,  águilas  y  garzas,  yátaros,  soledades  y  toches:  este  últi- 
mo es  un  páiaro  de  color  gualdo  y  negro,  con  visos  de  oro,  y  tiene  un  canto  muy 
agradable.  Las  crías  de  ganados  domésticos  en  Antioquia  son  de  corta  entidad, 
necesitando  introducir  ganado  vacuno,  mular  y  aun  de  cerda,  del  valle  de  Buga\ 
la  cría  de  caballos  y  asnos  es  la  más  adelantada;  y  más  reducidas  que  todas,  las 
de  ovejas  y  cabras.  £n  los  lozanos  pastos  de  Popayán  y  de  la  Provincia  de  Pasto^ 
se  ven  numerosos  ganados  vacuno,  caballar,  mular  y  laiar;  esta  última  Provin- 
cia debe  su  nombre  á  la  bondad  y  abundancia  de  grama  y  otras  yerbas  que  cu- 
bren sus  amenos  campos. 

A  Neiva  se  reputa  como  una  de  las  provincias  mis  ricas  en  ganado  vacu- 
no y  caballar;  del  mular  sacan  mucha  utilidad,  por  emplearlo  en  arrias  ;  en  sus 
bosques  hay  muchos  animales  dañinos  y  culebras  de  veneno  sumamente  activo, 
como  cascabeles,  corales,  de  que  se  cuentan  en  la  Nueva  Granada  cinco  clases ; 
disformes  buíos,  cazadoras  y  tayas  ;  todas  ellas  abundan  en  las  tierras  cálidas  de 
la  República,  pero  más  particularmente  en  esta  Provincia,  en  el  Chocó,  en  los 
cantones  occidentales  de  las  que  ocupan  la  pendiente  de  la  cordillera  de  Suma- 
paz,  que  mira  al  Magdalena,  y  en  la  Provincia  de  Mariquita;  en  dicha  provin- 
cia y  en  la  nombrada  de  Mariquita,  en  cuyos  abundantes  pastos  se  cría  también 
bastante  ganado  vacuno  y  caballar,  se  pasa  una  vida  molesta,  porque  hay  que 
defenderse  de  gran  muchedumbre  de  mosquitos,  zancudos,  jejenes,  rodadores, 
moscas,  avispas  y  hormigas ;  en  las  dos  abunda  el  insecto  coya^  sumamente  te- 
mible, pues  envenena  al  hombre  si  se  revienta  y  su  sangre  lo  toca  en  cualquier 
parte  del  cuerpo. 

£n  toda  la  parte  VV.  de  Pamplona,  caminando  hacia  el  Magdalena,  ó  por  el 
SW.  hacia  el  Sogpmoso  por  más  abajo  de  Girón,  hay  bosques  impenetrables  ha- 
bitados por  jaguares  y  otros  animales  de  los  del  Magdalena ;  en  la  misma  Pro- 
vincia era  corta  en  otro  tiempo  la  cría  de  ganado  vacuno,  y  para  su  consumo 
necesitaban  del  que  se  introducía  de  Barinas  por  San  Cristóbal  y  de  Casanare 
por  Cocuy ;  para  dicha  cría  aprovechan  los  pastos  de  los  páramos,  cuyo  suelo  es 
inútil  para  siembras ;  también  hay  crianza  de  caballos  y  de  muías  para  transpor- 
tes, y  de  ovejas  y  cabras,  pero  no  en  gran  número,  de  esta  última  especie,  paia  lo 
cual  es  muy  apto  el  terreno:  se  contaban  16,965  hace  ocho  años,  y  es  presumible 
se  hayan  aumentado,  por  la  utilidad  que  les  produce  la  curtí mbre  de  su  piel ;  el 
númeVo  de  burros  es  corto,  y  también  lo  es  el  de  cerdos,  que  crían  y  ceban  den- 
tro de  los  poblados. 

La  Provincia  de  Tunja  abunda  en  ganados  de  todas  clases,  y  se  comen 
carnes  delicadas ;  en  1825  se  contaban  87,857  ovejas,  28,149  ^^ses,  11,187  ca- 
bras,  10,626  yeguas,  6,726  caballos,  3,426  muías  y  787  burros ;  en  la  del  Socorro 
había  19,161  reses,  5,643  yeguas,  3420  caballos,  5,018  muías,  3,321  ovejas,  2,133 


\ 


"Apéndice  lit 


cabras  y  319  burros.  En  la  Provincia  de  Casanare  se  habían  principiado  á  xO 
poner  de  los  males  de  la  guerra,  y  sus  ganados  mayores  alcanzaron  en  aquel  ano ' 
a  8,246 yeguas,  3,160  caballos,  61,166 reses y 471  muías;  á  esta  fecha  debe  existir 
un  número  mucho  más  crecido ;  el  de  burros,  cabras  y  cerdos  era  muy  reducido. 
I^  Provincia  de  Bogotá  abunda  en  ganados  de  todas  clases,  exportándose 
mucho  caballar  y  mular  para  otras  Provincias  ;  el  vacuno,  en  especial,  se  atrasa 
mucho  en  algunas  Parroquias,  y  aun  perece,  si  es  atacado  por  el  gusano  nuche, 
que  se  cría  en  los  pastos  de  Fusagasugá,  Mesa  y  Guaduas,  y  en  casi  todos  los 
lugares  calientes  de  la  Nueva  Granada;  este  insecto  anida  en  la  piel  del  ani- 
mal y  Se  multiplica  en  ella,  causándole  la  muerte  si  oportunamente  ño  se  ocu^ 
rrc  con  los  remedios  conocidos  para  matarlo ;  las  carnes  del  ganado  vacuno  y  las 
del  lanar  y  de  cerda  de  Bogotá  son,  en  concepto  de  todos,  las  más  exquisitas  de 
la  República.  £n  la  parte  elevada  de  la  misma  Provincia  y  en  la  de  Tunja,  se 
encuentran  en  sus  matorrales  muchos  osos  y  otras  ñeras,  y  abundan  los  venados, 
dantas  y  conejos,  comunes  á  Vélez  y  al  Socorro  ;  el  cantón  de  Tocaima,  uno  de 
los  de  Bogotá  hacia  el  Magdalena,  es  de  los  más  infestados  de  toda  especie  de 
animales  y  sabandijas  venenosas.  Los  más  comunes  en  los  bosques  y  sabanjis  dbl 
Casanare  son  los  jaguares,  venados,  osos,  gatos  monteses,  mapurites  y  dantas, 
culebras  disformes,  el  insecto  coya  y  todas  las  especies  de  plaga  que  se  han 
nombrado,  y  además  mosquitos  verdes,  temibles  por  los  gusanos  que  depositan 
en  la  piel.  Uno  de  los  insectos  más  perjudiciales  que  se  conocen  en  dicha  Re¿ 
pública  es  la  palometa  {tinca  falsa),  pues  destruye  el  grano  del  cacao,  constitu- 
yendo una  verdadera  plaga  contra  los  propietarios  de  Cúcuta  y  los  que  cultivan 
el  trigo  en  Suratá  y  otros  lugares,  en  donde  daña  este  grano  y  las  harinas. 


b)  POBLACIONES 


I.  Bogotá:  capital  de  la  República,  llamada  Santafc  por  los  españoles  y 
fundada  el  6  de  Agosto  de  1538  al  pie  de  un  estribo  occidental  de  la  gran  cordi- 
llera  de  Sumapaz,  y  á  la  elevación  de  3,153  varas  sobre  el  mar,  dominando  la 
hermosa  llanura  de  que  se  hizo  mención  atrás,  y  en  la  cual  se  ven  pequeñas 
cuestas,  que  debían  figurar  isletas  en  tiempo  en  que  según  tradición  la  cubría 
un  lago;  le  dio  su  fundador  Quesada  el  nombre  de  Sanlafé  por  la  semejanza 
de  sus  campos  con  los  de  la  hermosa  vega  de  Granada  en  España,  de  donde 
era  natural;  fue  capital  del  Virreinato  de  la  Nueva  Granada,  y  luego  de  la  Re- 
pública de  Colombia;  se  halla  dividida  en  más  de  200  manzanas,  con  una  plaza 
y  seis  plazuelas  y  calles  rectas  por  lo  general,  pero  mal  empedradas  y  no  mi/ 
anchas,  siendo  por  esto  estrechas  las  aceras  enlosadas  de  tres  de  ellas ;  los  edin- 
cios  son  de  adobes;  bajos  ó  de  un  solo  alto  por  temor  á  los  temblores  que  se  e:v- 
perimentan ;  cubiertos  de  teja  y  blanqueados  extericrmente,  de  mala  arquitectu- 
ra por  lo  común,  y  una  gran  parte  con  puertas  y  ventanas  muy  pequeñas,  y  éstas 
con  rejas  de  madera,  lo  cual  se  va  corrigiendo  por  haberse  introducido  el  buen 
gusto  para  edificar  y  también  para  el  mueblaje  de  casa,  que  antes  era  muy  sen- 
cillo. Hay  una  buena  catedral  con  dos  torres  elevadas,  proporcionada  distribu- 
ción interior  y  mucha  riqueza;  30  templos,  inclusos  los  de  4  parroquias  y  los  de 
9  conventos  de  frailes  y  5  de  monjas,  todos  de  arquitectura  sólida,  siendo  ios 
más  ricos  los  de  Dominicos  y  San  Juan  de  Dios;  se  cuentan  varios  cstablecimier. 
tos  de  Beneficencia,  y  entre  ellos  un  Hospital  general,  casa  dc'refugio  y  Plospital 
Militar;  dos  cuarteles  y  buenos  paseos  adornados  de  sauces  y  rosales,  pero  poco 
concurridos  por  el  uso  de  pasearse  en  algunas  calles;  nada  tienen  de  bueno  el 
Teatro  y  la  Casa  de  Moneda,  que  es  la  principal  de  la  República;  corren  por  ía 
ciudad  los  riachuelos  nombrados  San  Francisco  y  San  Agustín,  que  se  unen  á 
corta  distancia  con  el  de  Funza  y  sobre  los  cuales  hay  varios  puentes,  aprove- 
chándose sus  aguas  para  el  lavado  de  lopa  y  limpieza  de  la  ciudad;  beben  Jos 
habitantes  de  otras  que  se  distribuyen  por  un  gran  número  de  fuentes  públicas  y 
particulares;  hay  un  bello  Observatorio  de  figura  octágona  y  de  tres  cuerpos,  prin- 

Nueva  Geografía  de  Colombia  tomo  l-^-B  ^ 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


CipUdo  en  i8oi  y  concluido  en  1803  á  costa  del  Dr.  D.  José  Celestino  Mutis,  «n 
el  cual  había  buenos  instrumentos  y  una  lápida  formada  en  el  siglo  pasado  por 
\o%  académicos  que  hicieron  el  viaje  al  Ecuador;  data  la  erección  de  su  uni\-er- 
$tdad  desde  16 10,  y  se  cuentan  otros  diferentes  establecimientos  de  educación  de 
que  se  dará  noticia  más  adelante;  fue  establecida  su  biblioteca  pública  en  177^  í 
se  disfruta  un  mercado  barato  y  muy  provisto  de  carnes  delicadas,  y  de  cuantas 
frutaf,  legumbres  y  ensaladas  pueden  desearse ;  véndense  también  muchas  plan- 
tas medicinales  y  flores  vanad'«s;  son  muy  caros  los  vinos ;  abundan  los  por- 
dioseros, aunque  menos  que  en  tiempos  pasados;  llueve  la  mayor  parte  del  aoo. 
viéndose  el  cielo  cubierto  casi  siempre  de  nubes  y  produciendo  los  vientos  del 
NKO.  fuertes  tempestades  qut*  duran  muchos  días;  esto  produce  gran  humedad 
en  las  casas ;  pero  no  las  hace  insalubres,  aunque  no  dejan  de  padecerse  reuma- 
tismos y  otras  dolencias,  atribuyéndose  los  males  de  estómago  al  excesivo  uso 
qu^  se  hace  del  tabaco  y  de  alguncs  alimentos  y  condimentos  nocivos.  La  tem- 
peratura media  de  Bogotá  es  de  11.5  grados  de  Keaumur,  experimentándose  me- 
nos frío  del  que  debiera  esperarse,  atendida  la  elevación  del  suelo  y  el  que  se  ex- 
perimenta en  la  mayor  parte  de  la  llanura,  por  defenderla  por  el  Oriente  de  los 
vientos  helados  de  la  gran  cordillera  las  montañas  á  cuyo  pie  se  encuentra ;  la 
mas  elevada  de  éstas  tiene  787  varas  sobre  el  Observatorio  y  la  llaman  de  Gua- 
dalupe; el  mismo  termómetro  suele  subir  á  16  grados.  A  la  atmósfera  caraada 
de  vapores  en  casi  todo  el  ai^o  se  atribuye  la  temperatura  desagradable  de  la 
llanura;  así,  sucede  que  á  la  sombra  se  siente  un  frío  penetrante,  y  en  pasando 
de  improviso  á  sufrir  la  acción  de  los  rayos  del  sol,  se  experimenta  un  calor  ex- 
cesivo en  ciertos  días  del  ano. 

Dicha  ciudad  est&  situada  á  los  4^  36' 6"  de  latitud  N.  y  73^  56' de  longitud 
W. ;  en  las  montai^as  de  sus  inmediaciones  hay  minas  de  carbón  de  tierra,  coa 
cuyo  uso  se  suple  la  falta  de  leña  que  se  sufre  en  la  misma  llanura,  desprovista  de 
árboles  y  con  algunos  matorrales;  también  corren  por  ella  manantiales  de  aguas 
termales  como  las  de  Tabio^  situadas  al  pie  de  una  colina  al  N\V.  de  la  pobla- 
ci'n,  y  las  de  Suba^  pueblo  más  inmediato;  el  principal  manantial  de  las  pri- 
meras, cargadas  de  sal,  es  muy  celebrado,  y  su  temperatura  de  36!^  de  Reau- 
mur;  al  N.  de  las  mismas  se  hallan  otras  dos  de  la  misma  clase;  pero  la  una  es 
de  45^  y  la  otra  de  50;  á  distancia  de  300  varas  N.  de  las  fuentes  termales  haj 
una  mina  de  excelente  ^'^j<7  cristalizado  en  agujas,  que  denominan  los  habitantes 
mina  del  salitre;  en  toda  la  llanura  alternan  los  frutos  del  otoño  con  las  flores 
de  la  primavera.  La  fundación  de  Bogotá  se  hizo  con  doce  casas  en  memoria  de 
loi  doce  Apóstoles  ;  y  en  el  día  de  la  Transfiguración  del  Señor  se  celebró  la  pri- 
mera misa,  rigiéndose  la  ciudad  bajo  un  gobierno  puramente  militar  hasta  Abril 
de  1539}  ci^  <iue  se  solemnizó  su  fundación,  formándose  un  Cabildo  compuesto  de 
dís  Alcaldes,  de  siete  Regidores,  un  alguacil  mayor  y  escribano ;  en  27  de  Julio 
ce  1540  se  le  dio  el  título  de  ciudad,  y  en  1550  se  estableció  la  Real  Audiencia. 

Bogotá,  además  de  ser  la  residencia  de  las  primeras  autoridades  y  corpo- 
raciones de  la  República,  lo  es  del  Gobierno  de  la  Provincia,  cuyos  cantones 
se  mencionan  en  otro  lugar,  habitándose  estimado  en  1832  que  el  valor  de  4,463 
casas  de  teja,  que  se  contaban  en  ella,  alcanzaba  á  i3.389,ocx>  pesos,  regulándo- 
las á  3,000  pesos ;  que  el  de  37,890  de  paja,  á  raz'^n  de  100  cada  una,  era  de 
;5.789,ooo;  el  de  142,689  cabezas  de  ganado  vacuno,  de  1.141,512,  reguladas  á  ocho 
pesc>s;  el  de  70,396  del  lanar,  á  seis  reales,  52,797;  el  de  5,618  cabras,  á  cuatro 
reales,  2,809;  el  de  9,126  caballos,  á  12  pesos,  109,512;  cl  de  14,046  yeguas,  á 
ocho  pesos,  112,368;  el  de  8.294  muías,  a  veinte  pesos,  165,880;  y  el  de  1,212 
burros,  á  raz'^n  de  ocho  p;sos,  9,696 ;  cl  total  de  todas  estas  cantidades  alcanza  k 
i8.77S»574  pesos. 

£n  los  campos  del  cantón  de  Bogotá  se  cosecha  trigo,  cebada,  maíz  y  mu- 
chas frut  *s  y  legumbres ;  además  de  la  ciudad  cabecera,  le  pertenecen  las  parro- 
quias principales  de  Fontibóti^  Soacha^  Bosa  y  Usme,  todas  con  escuelas  para 
niños  y  en  la  cabecera  dos ;  en  todo  el  cantón  se  contaban,  según  el  censo  de 
aquel  año,  4,053  ca<>as  de  tej  i,  352  de  paja  y  bastante  ganado  vacuno  y  la- 
-^an;  el  total  de  la  población  ascendía  á  37,859  almas.  Bosa  era  pueblo  cabecera 
de  corregí mienti^,  y  aunque  de  temperatura  fría,  abunda  en  frutos  del  mismo 
clima,  y  era  considerado  en  otro  tiemp*)  como  lugar  de  recreo.  £n  Fontibón,  si- 
tuado en  el  camino  que  «ale  de  la  c  ipital  para  Honda  y  Popayán,  y  á  distancia 
de  dos  leguas,  poco  antes  del  puente  de  cinco  ojos  por  donde  se  pasa  el  Bogotá 
ó  Riogrande,  en  la  misma  dirección,  se  halla  el  caserío  disperso,  y  sus  campos 
producen  buenas  legumbres,  siendo  muy  grandes  las  cebollas.  Pasado  este  puente 
y  andadas  otras  dos  leguas  hasta  la  venta  de  las  CuAtroesquina%  se  divide  dicho 


Apéndice  xi 


camino  en  tres  ramales  principales,  de  los  cuales  el  de  la  derecha  va  á  ^untd, 
el  del  centro  á  Honda  y  el  de  la  izquierda  á  Neiva  y  Popayán;  éh  todo  este  tá- 
mino  hasta  Bogotá  hay  mucho  caserío  de  paja  disperso. 

Zipaquirá:  villa  cabecera  de  otro  cantón  y  antes  del  corregimiento  de  sU 
nombre,  situada  en  la  misma  llanura  al  pie  de  la  salina  que  se  forma  en  las  fal* 
das  del  cerro  de  Zipa,  con  temperamento  fresco  y  terreno  abundante  én  trigo, 
cebada,  maíz  y  legumbres;  su  principal  riqueza  la  constituyen  las  salinas  dichas; 
se  cuentan  en  el  cantón  31,056  almas  y  además  253  casas  de  teja  y  5,697  de  paja  ; 
el  número  de  sus  ganados  vacuno  y  lanar  es  semejante  al  de  l^gotá.  Cogua  es 
de  temperamento  muy  frío,  pero  abundante  en  frutos  del  mismo  clima  y  en  léM, 
de  que  abastece  á  Zipaquirá  y  Nemocón:  el  pueblo  de  este  nombre,  también  con 
ricas  salinas;  Suesca^  pueblo  que  era  antes  del  corregimiento  dé  Ubaté  y  en  tiem- 
po de  los  Zipas  ciudad  grande  y  rica,  situada  en  una  llanura  ;  Gachancipá^  situa- 
do en  un  ameno  llano,  abundante  en  frutos  de  tierra  fría  y  con  habitantes  que 
fabrican  vasijas  de  todas  clases,  deque  abastece  á  las  mismas  salinas;  Tocáncipá^ 
próximo  al  anterior  y  semejante  en  producciones  é  industria,  situado  en  el  ctttul- 
no  paraTunja;  Sopó^  con  iguales  frutos;  Chía,  en  un  hermoso  llano  y  de  clima 
frío,  con  caserío  de  paja  y  dentro  del  pueblo  arboledas  de  manzanos  y  otros  fru- 
tales, y  i  una  legua  Cajicá^  ambos  en  el  camino  para  Chiquinquirá;  Cota^  con 
temperamento  muy  frío,  y  en  ñn  Tabio^  antes  nombrado  por  sus  aguas  termales, 
son  las  parroquias  principales  del  cantón  y  todas  con  escuelas  para  niflos.  £n 
Tabio  tenían  baños  los  Zipas,  y  á  los  mismos  se  daba  con  la  mayor  solemnidad 
la  investidura  en  Chía.  Sobre  las  alturas  de  las  salinas  de  Zipaquirá  hay  mticfao 
caserío  de  paja  de  poca  importancia ;  pero  el  de  la  villa  es  mejor  y  todas  las 
casas  de  bastante  capacidad.  En  tiempo  de  Colombia  estuvieron  arrendadas  & 
una  compañía,  en  228,000  pesos  anuales,  las  expresadas  salinas  y  las  de  Nemo- 
con  y  Tausa;  los  campos  de  Zipaquirá  están  cubiertos  de  hermosos  pastos. 

Cáqueza :  cabecera  del  cantón  de  su  nombre  y  antes  pueblo  del  corregimien- 
to de  Ubaté,  en  terreno  cálido,  pero  sano  y  agradable,  en  el  camino  de  Bogotá 
hacia  los  llanos  del  Meta,  abundante  en  arroz  y  en  frutos  de  aquella  temperatu- 
ra, infestado  de  culebras,  en  especial  tayas,  como  todo  el  cantón,  donde  se  cuen- 
tan 31,306  almas,  y  al  cual  pertenecen  las  parroquias  principales  de  Píííca  ó 
Fosba,  Ckipaque  y  Fómequé;  el  número  de  casas  de  teja  asciende  á  15  y  el  de 
paja  á  4,907;  es  escaso  en  ganados;  las  dos  últimas  parroquias  son  las  dé  tém* 
pératura  más  agradable,  y  en  todas  hay  escuelas. 

Chocontá:  villa  cabecera  de  su  cantón  y  antes  pueblo  del  corregimiento  de 
Guatavita,  situada  en  una  llanura  en  dirección  á  Tnnja  á  la  parte  O.  del  páranto 
de  Gachaneque,  con  temperatura  fría  y  terreno'  abundante  en  trigo,  maíz,  píapas, 
cebada  y  ajos ;  era  en  tiempo  de  los  Zipas  ciudad  populosa,  y  pertenecen  al  can. 
ton  las  parroquias  principales  de  Sesquiié,  Chipasaque^  Pauso^  Gachalá^  Gacheta^ 
MantOy  Macheta  y  Guatavita^  contándose  en  todo  el  distrito  cantonal -36,092  al- 
mas, 22  casas  de  teja,  6,887  de  paja,  y  mucho  ganado  vacuno,  lanar  y  caballar. 
£1  pueblo  de  Sesquiliy  con  buenas  salinas,  está  situado  en  la  falda  de  una  mon- 
tañuela  que  se  halla  en  el  centro  de  un  hermoso  y  dilatado  valle,  con  tempera- 
tura fría  y  abundancia  en  trigo,  maíz,  cebada  y  papas ;  sus  habitantes  fabrican 
varias  piezas  de  barro  y  de  loza,  que  exportan  para  otros  pueblos.  En  Gachefá 
se  labra  azúcar  y  se  cogen  plátanos  y  yuca.  En  Macheta  se  cosechan  frutos  dé 
tierra  caliente  y  fría,  de  los  dichos,  y  también  anís  y  garbanzos.  En  Gtiatavita, 
bellamente  situado  en  un  llano  de  temperatura  fría,  se  cultiva  mucho  trigo, 
maíz,  papa  y  otros  frutos ;  este  pueblo  era  en  otro  tiempo  cabecera  del  corregi- 
miento de  su  nombre  y  en  el  de  los  Zipas  la  plaza  más  importante  de  so  reino, 
ocupada  por  Quesada  en  1537,  en  cuya  ocasión  la  denominó  del  Espíritu  Santo; 
el  saqueo  que  hicieron  entonces  los  españoles  en  dicha  población,  les  produjo 
mucha  utilidad,  porque  contenía  un  vecindario  numeroso  y  rico.  En  todas  las 
parroquias  nombradas  hay  escuelas,  y  además  de  las  cosechas  anotadas,  cogen 
también  mucho  arroz ;  el  número  de  ganados  es  corto. 

Funta :  á  orillas  del  Bogotá,  pueblo  cabecera  de  cantón  y  antes  de  corregi- 
miento, á  dos  leguas  (sic)  de  la  capital,  con  temperamento  frío,  v  abundante,  como 
todo  el  Distrito,  en  trigo,  cebada,  maíz  y  otros  granos,  y  además  con  gran  número 
de  ganado  vacuno;  consta  el  cantón  de  las  parroquias  principales  denominadas: 
Serrezuela^  de  temperamento  muy  frío,  pero  con  suelo  delicioso  y  aguas  muy  ce- 
lebradas; Zipacón^  át  igM^l  temperatura  y  terreno  áspero  y  montuoso,  cubierto 
de  nieblas;  Bojacd^  con  clima  semejante;  Tenjo^  lugar  de  recreo  y  baños  en 
tiempo  de  los  Zipas,  y  de  temperatura  agradable ;  yfacatativdf  pueblo  situado 
en  un  llano  frío  y  en  aquella  época  lugar  de  una  fortaleza,  de  la  cual  sólo  queda 


?ii  Nueva  Geografía  ok  ^Colombia 


,su  ai^iQpria^-tfl  fiúmero  de  almas  del  cantón  es  de  20,315,  y  se  cuentan  27  casas 
de  teja  y  2,752  de  paja:  todas  las  parroquias  dichas  tienen  escuelas. 

Mesa :  villa  s.tuada  á  la  parte  occidental  del  río  Bogotá,  en  una  elevación 
de  1,540  varas  sobre  el  mar  y  en  el  camino  de  Bogotá  para  Xeiva  y  Popayán, 
pon  caserío  de  pnja  bastante  unido  y  cabecera  de  cantón,  al  cual  pertenecen  las 
parroquias  principales  de  Anolaima,  SiquimOy  Bittiima  y  San  jínau^  contándc^c 
en  todo  el  Dislriio  cantonal  14,419  almas,  33  casas  de  teja,  3,761  de  paja  y  al- 
gunos  ganador  en  corto  número,  y  ademán  muchas  haciendas  de  caña,  especial, 
mente  en  Anolaima  y  Síqulma,  cogiéndose  en  todo  el  cantón  mucho  arroz,  maíz, 
plátanos,  yuca  y  poco  trigo.  En  Mesa  se  disfruta  una  temperatura  agradable,  y 
todas  las  parroquias  tienen  escuelas;  dicha  villa  dista  al  O.  de  Bogotá  24  millas 
por  elevación  y  39  de  camino. 

Guaduas :  villa  situada  en  el  camino  de  Bogotá  á  Honda  y  con  tempera- 
mento benigno ;  cabecera  del  cantón  de  su  nombre,  el  cual  comprende  las  pa> 
^rroquias"  principales  de  Villeta^  Sasaima^  La  l'ega^  Á'ocaittiay    Vergara,  Quebrada' 
jfcgra  y  Otaguani;  se  cuentan  en  el  cantón  18,805  almas,  3^  casas  de  teja  y  3,807 
idc  paja;   bastante   número  de   muías  y  corto  délos   otros  ganados;   se  cultiva 
.mucho  la  cana  y  se  coge  gran  cantidad  de  maíz;  y  además,  plátanos,  cafe,  na- 
ranjas  y  arroz,  abundando  en  todas  las  parroquias  los  frutos  de  tierra  caliente; 
pero  especialmente  en  La  Vega,  Sasaima  y  Nocaima,  en  donde  se  coge  además 
algodón  y  tabaco ;  en  las  mismas  parroquias  hay  escuelas,  y  todo  el  cantón  está 
.infestado  de  culebras,  aranas,  mosquitos  y  otros  insectos.  La  precitada  villa  tiene 
algunas  calles  empcdrad.)s  y  con  aceras  y  una  plaza,  en  que  se  halla  la  iglesia 
parroquial,  adornada  con  una  fuente  en  el  centro;  sus  habitantes  son  de  carácter 
bondadoso  y  hospitalario,  y  sus  maneras  se  hacen  muy  notables,  para  los  que 
dejan  el  Magdalena  y  tienen  reciente  la  memoria  de   un  viaje  tan  molesto,  en 
que  se  sufre  mucho  de  la  perversa  intención  y  grosería  de  los  bogas;   el  valle  de 
Guaduas,  atravesado  de  riachuelos  cristalinos  y  abundante  en  todos  los  dones  de 
.la  naturaleza,  contribuye  mucho  á  duplicar  el  placer  de  haberse  alejado  de  luga- 
res que  siempre  recuerdan  algo  triste  y  azaroso. 

Ubat¿\  villa  cabecera  del  cantón  de  su  nombre  y  antes  de  corregimiento: 
^3  millas  por  elevación  al  N.  de  Bogotá  y  42  de  camino,  con  temperamento 
fresco  y  suelo. abundante,  como  todo  el  de  su  cantón,  en  ganado  vacuno,  lanar  y 
.caballar,  y  bastante  productivo  en  trigo,  cebada,  maíz,  papas  y  manzanas ;  le 
pertenecen  las  parroquias  principales  de  Simijaca^  Cucuuubá^  Susa  y  Guacheiá^ 
^nteniendo  todo  el  Distrito  cantonal  22,439  almas,  27  casas  de  teja  y  4,424 
tde  paja.  Simijaca  es  de  clima  frío  y  sano.  Susa  está  situado  en  un  ameno  valle  y 
^n  el  camino  de  Chiquinquirá  á  Bogotá,  y  es  abundante  en  frutos  de  tierra  fría  y 
-caliente;  también  tiene  á  su  inmediación  una  mina  de  cristal  de  excelente  cali- 
dad. En  Cucunubá  se  producen  frutos  de  tierra  fría;  y  en  Guachetá,  pueblo  si- 
tuado en  un  llano,  mucho  trigo,  maíz,  papas  y  demás  de  aquella  temperatura. 
Ubaté  se  halla  situado  en  un  llano  cerca  del  río  de  su  nombre,  y  además  de  la 
parroquia  tiene  otro  templo  correspondiente  á  un  convento  de  franciscanos  su- 
primido por  la  ley;  de  Ubaté  á  Susa  hay  tres  leguas;  entre  ambas  poblaciones 
corre  una  cuchilla  llamada  Alto  de  Fuquc^  desde  la  cual  se  registran  los  campos 
de  Susa  y  Fuque,  cubiertos  de  verdes  pastos  al  rededor  de  tres  lagos.  En  todas 
las  parroquias  nombradas  hay  escuelas. 

Tocaima:  ciudad  cabecera  de  cantón  y  en  otro  tiempo  población  pertene- 
ciente al  Gobierno  de  Mariquita  y  en  una  llanura  próxima  al  río  Pati,  mas  abajo 
de  las  Juntas  de  Apulo,  á  34  millas  por  elevación  de  Bogotá  y  58  de  camino,  en 
el  que  sale  de  i  sta  ciudad  para  Nciva  y  Popayán,  con  caserío  de  paja  y  clima 
«sumamente  cálido ;  sus  habitantes  padecen  las  terribles  enfermedades  del  carate, 
cJ9to  y  bubas;  y  cultivan,  aunque  en  corta  cantidad,  cacao,  maíz,  plátanos,  caña, 
tabaco,  yuca,  batatas,  auyamas,  sandías  y  otros  frutos  de  su  clima;  se  halla  in- 
festado su  distrito  con  todas  las  plagas  del  Magdalena;  y  además  el  insecto  coya 
y  culebras  de  muchas  clases,  especialmente  cascabeles,  tayas,  víboras  y  corales; 
el  cedro,  nogal,  granadillo,  taray  y  guayacán,  abundan  en  aus  bosques;  fue  fun- 
dAda  dicha  ciudad  en  1544a  orillas  del  Pati;  pero  de  resultas  de  haberla  asolado 
la  inundación  que  sufrió  en  1673,  se  la  trasladó  al  lugar  que  ahora  ocupa.  Le 
pertenecen,  entre  otras,  las  parroquias  de  Puliy  Guataqut\  Melgar^  ¿Vt/o  y  Sattta 
Jíosaj  cuya,  temperatura  y  producciones  son  semejantes;  supera  sin  embargo  á 
todas  en  zancudos,  jejenes  y  rodadores  la  de  Guataquí,  cuyo  pueblo  está  situado 
sobre  el  Magdalena  y  fue  el  lugar  en  donde  Quesada  fabricó  las  embarcaciones 
en  que  bajó  á  Cartagena  para  trasladarse  á  España,  después  de  sus  triunfos  en 
Cundiaamatca.  En  todas  las  parroquias  expresadas  hay  escuelas  para  niños  ;  se 


A  P  ¿  N  D  I  C  K  XIII 


cuentan  en  todo  el  cantón  dos  casas  de  teja  y  2,470  de  paja,  con  13,712  aimaá; 
sólo  abunda  en  ganado  vacuno;  y  sus  principales  cosechas  son  las  de  cacao,  añil^ 
algodón,  panela,  maíz,  arroz,  menestras  y  los  demás  frutos  anotados.  Tocaima 
se  halla  á  578  varas  sobre  el  mar  y  á  los  4°  16'  de  latitud  N.  y  74°  59'  de  longi- 
tud O.,  cerca  de  la  confluencia  del  Pati  con  el  Magdalena. 

Fusagcuugá i  pueblo  situado  23^  millas  al  SO.  de  Bog;otá  y  al  principio 
del  curso  del  río  de  su  nombre;  cabecera  de  su  cantón,  el  cual  es  reducido  y  con 
solo  7i737  almas,  una  casa  de  teja  y  925  de  paja;  le  pertenece  el  distrito  parro- 
quial de  Cunday,  y  en  su  terreno  áspero  y  montuoso  y  con  diversas  temperaturas, 
se  cosecha  cacao,  café,  algodón,  maíz,  arroz,  menestras  y  coca,  todo  en  corta 
cantidad,  y  lo  mismo  azúcar  y  tabaco;  abunda  en  miel  y  cera  silvestre,  pita,  plá- 
tanos y  otros  frutos  de  tierra  caliente,  y  hay  una  escuela;  su  distrito  formaba  en 
otro  tiempo  una  pequeña  provincia  dependiente  del  corregimiento  de  Pasca,  y 
hacia  Mercadillo  y  Pandi  tiene  bosques  impenetrables,  que  se  extienden  en  di- 
rección al  Magdalena  y  están  infestados  de  jaguares,  coguares  y  osos. 

San  Martin:  ciudad  cabecera  del  cantón  de  su  nombre,  situada  en  una  lla- 
nura á  la  parte  oriental  de  la  cordillera  de  Sumapaz  y  hacia  las  cabeceras  del 
Guaviare,  cerca  de  la  ciudad  de  San  Juan  de  los  Llanos^  que  era  antes  la  princi- 
pal de  la  Provincia  y  gobierno  del  mismo  nombre,  y  una  de  las  mis  extensas 
del  Virreinato;  ambas  son  poblaciones  de  poca  importancia,  no  contándose  en 
el  cantón  sino  1,530  almas  y  421  casas  de  paja;  la  crianza  de  ganado  vacuno, 
caballar  y  mular,  es  la  principal  ocupación  de  los  habitantes;  pero  en  1832  no 
pasaban  de  10,000  las  c  ibezas  que  había  de  todas  clases ;  principiaban,  con  todo, 
a  cosechar  cacao,  café,  algodón,  maíz,  arroz  y  menestras,  y  fabricaban  alguna 
panela.  Esta  provincia  fue  descubierta  por  Gonzalo  Quesada  en  1541,  cuando 
salió  en  demanda  del  Dorado,  y  su  territorio  es  semejante  al  de  Casanare,  á  cuya 
provincia  pertenecen  sus  inmensos  y  no  conocidos  llanos. 

II.  Vélez :  ciudad  capital  de  la  provincia  de  su  nombre,  situada  á  los  5^5^' 
de  latitud  N.  v  73®  16*  de  longitud  O.,  en  el  entrellano  de  una  loma,  con  malas 
calles  y  caserío  de  pésimo  gusto;  es  do  temperatura  cálida  y  está  sujeta  á  fre- 
cuentes tempestades,  acompañadas  de  truenos  y  rayos;  beben  en  la  población 
aguas  poco  saludables;  data  su  fundación  desde  1539;  es  su  término  muy  abun- 
dante  en  yuca,  plátanos,  granadas,  naranjas,  pinas,  curas,  melones,  higos  y  otras 
frutas;  elaboran  azúcar  y  cosechan  algodón  de  buena  calidad;  y  tinen  de  azul, 
sacado  de  añil  silvestre,  los  lienzos  blancos  que  fabrican  ó  negocian  del  Socorro 
y  otros  pueblos;  en  el  camino  que  sigue  para  la  misma  ciudad  del  Socorro,  pa- 
sando por  las  quebradas  del  Egio  y  del  Ropero  y  por  el  alto  del  Petaquero,  se 
ven  muchas  labranzas;  del  mismo  tránsito  se  hablará  al  describir  al  Socorro. 
Vélez  tiene  en  sus  cercanías  minas  de  oro  que  no  se  benefician;  cerca  de  la  ciu- 
dad corre  el  río  Suárez. 

Chiquinquird :  villa  cabecera  de  cantón,  l)ellamente  situada  en  una  llanura 
rodeada  de  colinas  y  en  el  camino  de  Vélez  á  Bogotá,  con  campos  y  sabanas  en 
sus  cercanías  cubiertas  de  ganados  y  sementeras,  y  célebre  por  la  imagen  de 
Chiquinquirá  que  se  venera  en  el  Convento  de  Dominicos,  adonde  concurren  mu- 
chos peregrinos  á  adorarla,  dejando  cuantiosas  limosnas  que  se  estiman  por  va- 
lor de  ^0,000  pesos  anuales,  que  sirven  de  renta  al  mismo  Convento;  tiene  case- 
río mejor  oue  el  de  Vélez,  pero  generalmente  de  mala  arquitectura  y  la  mayor 
parte  de  alto;  el  Convento  tampoco  corresponde  ala  hermosura  de  su  templo, 
cjue  es  de  tres  naves,  con  una  elegante  fachada  y  reputado  como  uno  de  los  me- 
jores de  la  Nueva  Granada;  los  altares  son  de  estuco  y  los  adornos  sencillos; 
hay  algunas  lámparas  de  plata,  y  se  consume  gran  porción  de  perfumes ;  otra 
iglesia  sirve  de  parroquia,  y  debe  estar  concluido  un  templo  que  levantaban  á 
Santa  Bárbara  en  una  colina  próxima  á  la  villa;  ésta  tieie  calles  rectas,  pero  de 
poco  ancho  y  con  un  empedrado  molesto;  su  temperatura  es  fiía;  cultivan  sus 
habitantes  trigo,  maíz  y  otros  granos;  y  nc  dedican  ade'más  á  la  cría  de  ganado 
lanar,  vacuno  y  caballar.  Antes  pertenecía  al  corregimiento  de  Tunja,  de  quien 
compuso  un  cantón,  y  dista  de  Vclez  siete  l-^guas,  pasando  por  el  pueblo  de  Saiw- 
ydy  que  es  de  cono  caserío,  y  por  el  del  Piter.ie  Nacional^  que  lo  tiene  un  poco 
mayor  que  la  misma  Vélez.  También  se  atraviesa  el  Suárez  en  este  tránsito,  pa- 
sándose su  profundo  cauce  por  un  puente  de  madera. 

Moniquirá'.  cabecera  de  otro  cantón  y  de  temperatura  cálida,  pero  sana  y 
con  aguas  delicadas;  la  mina  de  cobre  de  Moniquirá  es  de  mucha  importancia, 
aunque  su  explotación  no  rendía  casi  nada  en  tiempos  pasados;  en  sus  cercanías 
todo  está  seco,  y  se  ven  cubiertas  de  óxido  de  cobre  la  mayor  parte  de  las  rocas 
cuarzosas  que  se  hallan  por  todas  partes  en  la  misma  dirección ;  en  el  cantón. 


IIV  Nueva  Geograf/a  de  Colombia 


tdlechah  frutos  de  tierra  caliente  en  bastante  abundancia,  y  elaboran  mucha  aid- 
car,  haciéndose  dulces  y  conservas  delicadas  qjc  exportan  para  otras  partes. 

AÍUÉO:  ciudad  cabecera  de  cantón,  fundada  en  1559,  tiempo  en  que  lo 
fue  de  un  gobierno  que  se  extinguió  agregándolo  al  corregimiento  de  Tun]a;  si- 
tuada sobre  el  río  Negro,  ó  Zarbe,  y  con  parroquia  y  otros  tres  templos  de  con- 
ventos ;  abunda  su  término  en  frutas  de  tierra  caliente;  cultivan  cacao,  arroz,  ta- 
baco, algodón  y  cana;  es  muy  corto  su  vecindario,  y  en  los  anos  primeros  del 
descubrimiento  tuvo  mucha  celebridad  por  sus  minas  de  esmeraldas;  es  escasa 
de  ganados,  y  abundan  sus  bosques  en  maderas  preciosas.  Este  país  era  habitado 
por  los  indios  muzos,  cuyo  valor  experimentaron  los  españoles  desde  que  los  in- 
vadieron en  1539,  retirándose  con  gran  descalabro;  en  1544  se  volvió  á  intentar 
su  reducción,  y  sucedió  lo  mismo;  en  1551  repitieron  la  invasión  y  fundaron  la 
ciudad  de  Tudela,  pero  la  desampararon  huyendo  de  la  ferocidad  de  los  muzos, 
que  al  ñn  principiaron  á  ser  dominados  en  1559.    ^ 

III.  Socorro :  ciudad  situada  en  un  plano  inclinado,  á  la  falda  de  un  cerro 
y  rodeada  de  otros,  á  los  6°  31'  30"  de  latitud  N.  y  72°  4'  de  longitud  O.,  depen- 
diente antes  del  corregimiento  de  Tunja,  como  pueblo  de  la  jurisdicción  de  San 
Gil,  y  más  recientemente  capital  de  la  Provincia  y  Gobierno  del  Socorro;  coa 
malas  aguas  á  que  se  abribuye  el  coto,  de  que  adolecen  los  vecinos ;  mal  caserío, 
aunque  cómodo  y  cubierto  de  teja  y  alguno  de  paja,  y  malas  calles  ;  una  parro- 
quia y  cuatro  capillas,  dominándola  el  ediñciu  del  convento  de  CapuCiiiMoa ;  el 
calor  es  muy  fuerte,  y  rara  vez  desciende  el  termómetro  deReaumur  abajo  de  20^ 
á  la  sombra  ;  caen  copiosas  lluvias  con  truenos  y  rayos,  durando  muy  común- 
mente desde  una  hora  después  del  medio  día  hasta  ponerse  el  sol ;  soplan  los 
vientos  del  N. ;  elaboran  mucha  azúcar  y  cosechan  tabaco,  algodón  y  arroz; 
abundan  el  maíz,  yuca,  plátanos  y  muchas  especies  de  fruta ;  seis  libras  de  pa* 
nela  valen  un  real ;  cinco  una  arroba  de  azúcar,  y  cuando  más  seis  ó  sictp.  si  n 
de  la  más  superior ;  una  arroba  de  arroz  cuatro  reales,  y  otro  tanto  la  de  algodón; 
estos  bajos  precios  son  el  mayor  obstáculo  que  puede  oponerse  á  la  agricultura  y 
efecto  de  los  malos  caminos  ;  pero  no  obstante,  la  industria  y  el  umor  al  tra- 
bajo lo  vencen  todo,  según  lo  comprueban  los  socórranos,  que  además  fabrican 
mistelas  y  aguardiente  anisado,  viéndose  en  cada  choza  y  en  cada  casa,  que  todo 
el  resto  de  la  población  se  ocupa  en  tejidos  de  algodón  y  de  lana,  que  se  expor- 
tan á  toda  la  República,  sin  utilidad  para  los  fabricantes,  los  cuales  viven  pobre- 
mente, porque  el  negociante  es  quien  reporta  la  ganancia,  llevándolos  i  Girón, 
de  donde  lecibe  oro  y  tabaco ;  á  Cúcuta,  de  donde  retorna  cacao  ;  y  á  Zipaqutrá, 
en  que  lo  cambia  por  sal  y  tejidos  ingleses 

Entre  esta  ciudad  y  San  Gil  se  cuentan  4  leguas  de  camino,  y  I  antes  de 
la  misma  parroquia  se  halla  la  de  Pitichote^  bien  situada  en  una  alta  meseta  y  con 
casas  de  teja  y  Je  paja,  de  que  se  ven  también  muchas  en  el  camino,  poblado  de 
labranzas  y  de  piso  regular.  Entre  el  Socorro  y  Vélez  hay  17  leguas  drl  país  por 
el  camino  del  alto  del  Petaquero,  en  cuya  di'ecctón  se  pasa  por  la  bonita  pobla- 
ción de  las  Palmas  y  las  de  Confinen  y  Guapotd^  de  igual  temperatura  y  produc- 
ciones que  el  Socorro ;  por  el  puente  de  Vargas  Sobre  el  Oikiy  pueblo  de  Guada- 
lupe,  canoa  ó  balsa  del  Suárez,  que  lleva  un  cauce  profundo  y  cuarenta  varas  de 
ancho;  auebradaÚQ  Va  Laja,  que  forma  una  bonita  cascada  de  sesenta  varas  per- 
pendiculares y  entra  en  el  Suárez  con  el  nombre  de  Chorrera  ¡  pueblo  de  San 
Benito^  situado  en  riscos,  y  alto  del  Petaquero  y  demás  pasos  mencionados  atrás. 
En  San  Iknito,  cuya  temperatura  es  de  14^  Reaumur,  cultivan  caña,  arroz, 
maíz  y  yuca;  en  Guadalupe  se  ocupan  en  lo  mismo  y  en  el  cultivo  del  algodón, 
siendo  su  bella  temperatura  de  15^  de  Reaumur,  á  loque  se  atribuye  que  no  haya 
cotos  en  ninguno  de  estos  dos  pueblos,  entre  los  cuales  principia  un  banco  de 
fósiles  que  se  extiende  muchas  millas  hacia  Moniquirá,  encontrándose  algunas 
capas  esparcidas  en  Tunja;  inmediata  á  San  Benito  hay  una  mina  de  plomo. 

San  Gilí  villa  situada  en  medio  de  pequeñas  montañas  y  ea  una  angosta 
vega  del  río  del  mismo  nombre,  con  caserío  de  mal  gusto  y  por  lo  general  de 
paja,  y  una  parroquia  buena,  de  piedra  ;  aguas  excelentes,  y  temperatura  benig- 
na y  saludable  ;   fue  fundada  en  1690  ;  se  reputa  á  sus  habitantes  por  laboriosos 


*  El  (vmtón  de  Maxo  pertenecía  á  Tunjn,  7  dado  si  ett4  refundido  en  loa  que  te  1« 
anotan,  6  ti  ett&  iigregrndo,  como  roe  informan  algunos,  k  la  Provincia  de  Véleí ;  eoalqalona 
inexactitud  que  huya  en  esto  debe  disimulárseme,  porque  no  he  hallado  anteoedentea  aobrt 
qué  fijarme  ;  lo  m  ismo  Hucede  en  cuanto  ñ  tilgunus  purroquias  que  antes  correspondían  4 
an  distrito  6  cantón,  y  abora  ft  otros,  por  haberse  alterado  alimañas  veces  la  diviaián  terif- 
toriaL 


i 


Apéndice  xv 


y  honrados,  pero  de  maneras  agrestes;  cultivan  tabaco,  y  algodón  de  buena  cali- 
dad, de  que  fabrican  lienzos  ordinarios  y  sobrecamas;  hay  abundancia  de  cana, 
maíz  y  plátanos,  y  además  variedad  de  frutas.  De  San  Gil  hay  cinco  leguas  al 
pueblito  de  Los  Santos  en  Pamplona  y  otras  cinco  á  Piedecue sta ;  una  legua  antes 
de  Los  Santos  forma  la  línea  divisoria  entre  las  dos  provincias  el  río  Sube,  que 
se  pasa  por  tarabita,  si  es  que  no  han  concluido  un  puente  de  mampostería,  que 
se  principió  hace  años;  en  la  orilla  de  este  río  hny  caserío  y  un  alcalde,  y  sirve 
de  lugar  de  convalecencia  para  los  que  padecen  de  gálico  y  concurren  á  bañarse 
en  SU4  aguas  saludables;  la  temperatura  es  cálida  y  seca;  y  antes  del  mismo 
lugar  se  pasa  la  quebrada  de  Macaregua,  que  forma  una  cascada ;  en  toda  esta 
dirección  se  ven  ganados  y  sementeras. 

Baricham:  cabecera  de  cantón  y  pueblo  que  fue  de  la  jurisdicción  de  San 
Gil,  corregimiento  de  Tunja,  y  su  anexo  hasta  1751 ;  dista  tres  leguas  al  NO. 
de  la  misma  y  se  halla  próximo  al  río  del  Mochuelo,  que  desemboca  en  el  Suá- 
rez,  con  mal  caserío  y  temperatura  cálida  y  sana,  pero  sujeto  á  vientos  fuertes ; 
produce  su  cantón  azúcar,  algodón,  plátanos,  tabaco  y  arroz,  y  fabrican  sus  ve- 
cinos tejidos  de  algodón  ordinarios. 

Zapatoca :  pueblo  cabecera  de  otro  cantón,  á  ocho  leguas  NO.  de  San  Gil, 
está  mejor  situado  cerca  de  la  orilla  izquierda  del  Sogamoso  y  confluencia  del 
Suárez,  con  temperatura  cálida  agradable,  y  en  terreno  ameno  y  fértil  en  caña, 
tabaco  y  maíz,  y  con  hermosas  dehesas  propias  para  crías  de  ganados ;  es  cantón 
pobre,  con  elementos  para  ser  rico,  especialmente  por  la  navegación  del  Soga- 
moso,  cuyo  puerto  de  Botijas  en  la  orilla  opuesta  le  queda  á  corta  distancia. 

Charalái  siete  leguas  al  SE.  i  S.  de  San  Gil  y  cinco  SE.  del  Socorro,  co- 
nocida en  otro  tiempo  por  Moitgui  de  Ckaralá^  es  también  cabecera  de  cantón  y 
población  considerable,  con  buenas  calles  y  regular  caserío;  está  bellamente  si- 
tuada entre  dos  ríos  de  bastante  caudal  y  buenas  aguas  que  descienden  al  de 
San  Gil ;  es  de  temperatura  cálida  moderada,  y  de  terreno  ameno  y  fértil,  aun- 
que lluvioso,  como  todo  el  valle  de  su  nombre;  produce  mucho  algodón,  maíz  y 
papas,  de  que  proveen  al  Socorro;  abunda  en  plátanos  y  frutas  de  todas  clases; 
fabrican  algunos  lienzos,  y  son  sus  habitantes  hoj^pitalarios  y  de  carácter  festivo. 
IV.  Tunja :  ciudad  capital  de  provincia  y  antes  del  Departamento  de  Boya- 
cá,  fundada  en  6  de  Agosto  de  1539  por  Gonzalo  Suárez  Rondón  á  los  4^45'  de  la- 
titud N.  y  73°  36'  de  longitud  O.,  situada  á  3,477  varas  sobre  el  mar,  en  piso  muy 
desigual,  á  30  leguas  de  camino  de  Bogotá,  con  caserío  de  comodidad,  pero  de 
triste  perspectiva  y  m^la  arquitectura,  bajo  temperatura  muy  fría  y  cielo  casi 
siempre  nebuloso:  sus  calles  son  estrechas  y  malas;  es  escasa  de  lena  y  de  agua, 
pero  abundante  en  mantenimientos  de  toda  clase;  ha^r  tres  parroquias,  seis  tem- 
plos de  conventos,  de  los  cuales  son  la  mitad  de  monjas;  tres  ermitas;  y  en  su 
cantón  muchos  ganados,  excelente  tabaco,   cebada,  trigo  y  avena,  y  frutas  y  le- 

fiimbres  delicadas;  se  padece  de  cotos;  era  corte  de  los  reyes  Zaques,  enemigos 
e  los  Zipasde  Bogotá;  estaba  dividido  su  corregimiento,  á  fines  del  siglo  pasado, 
en  ocho  corregimientos  de  indios,  denominados  Turmequé,  Tenza,  Duitama,  Chi- 
vata, Paipa,  Sogamoso,  Chita  y  Gámeza,  y  en  ellos  cuatro  ciudades,  dos  villas  y 
69  pueblos,  que  más  recientemente  componían  un  gobierno;  una  gran  parte  de 
su  suelo  al  rededor  de  dicha  ciudad  es  muy  árido,  erizado  de  rocas  y  con  profun- 
das hendeduras  y  barrancos,  producidos  por  las  aguas ;  son  los  habitantes  acti- 
vos y  laboriosos,  y  fabrican  tejidos  de  lana  y  de  algodón ;  hay  en  la  ciudad  fá- 
brica de  pólvora,  para  la  cual  aprovechan  el  mucho  salitre  que  se  recoge  en  W 
misma  provincia;  se  proveen  de  azúcar,  arroz  y  café  de  Muzo;  y  en  las  cerca- 
nías de  la  población  son  sumamente  curiosos  unos  manantiales  muy  fríos  duran- 
te el  día,  y  muy  calientes  por  la  noche,  y  visitados  por  los  que  concurren  á  to- 
marlos, para  lo  cual  han  formado  un  estanque.  También  son  notables  en  esta 
provincia  las  fuentes  termales  y  sulfurosas  de  Paipa^  con  49^  de  Reaumur,  cuyos 
vapores  se  condensan  en  tiempo  seco  y  cubren  los  pastos  de  las  inmediaciones, 
de  sulfato  de  soda,  cuya  sal  se  recoge  con  mucho  cuidado  para  darla  á  las  bes- 
tias, llevándola  á  ¡os  llai  os  de  San  Martín,  donde  se  vende  á  buen  precio ;  cerca 
de  las  fuentes  hay  una  mina  de  azufre.  Entre  Tunja  y  Bogotá,  y  á  cuatro  leguas 
de  camino  de  la  primera  ciudad,  se  halla  el  Campo  de  Boyacá^  célebre  por  la  ba- 
talla que  allí  ganaron  los  patriotas  á  los  peninsulares. 

Sogamoso:  cabecera  de  su  cantón  y  pueblo  célebre  en  la  historia  del  país, 
como  residencia  de  un  sumo  sacerdote  y  lugar  de  romería  para  adorar  al  Sol,  k 
quien  tenían  erigido  un  magnifico  templo;  bellamente  situado  á  siete  leguas  N£. 
de  Tunja  sobre  el  río  Grande,  que  corre  luego  con  el  nombre  de  Sogamoso,  en 
un  hermoso  llano  y  sombreado  de  sauces;  con  temperatura  fría  y  saludable;  y 


Vvi  Nueva  Geografía  de  Colombia 


abundante  en  trigo,  cebada,  maíz,  papas  y  hortalizas ;  sus  habitantes  fabrican 
mantas,  bayetas  y  sombreros,  que  exportan  para  los  líanos,  y  también  algunos 
tejidos  de  algodón,  cuyo  retomo  es  de  algodón,  añil,  sal  y  ganados,  que  intro- 
ducen al  través  de  la  cordillera  oriental  por  e\  páramo  peligroso  df  ToquiUla^  en- 
treoíos de  Gachancque  y  Zoracá,  próximo  al  lago  de  Tota.  Pasado  el  río  Grande 
se  encuentra  el  pueblo  de  Tthasosa^  y  á  sus  inmediaciones  la  rica  mina  de  plomo 
llamada  de  Sogamoso.  En  el  llano  de  este  nombre  hacia  Tunja  se  halla  el  pueblo 
de  /r<j,  con  fuentes  termales ;  y  dirigiéndose  al  precitado  lago  por  Cultiva,  hay 
muchos  nopales  cargados  de  cochinilla,  y  en  el  camino  mucha  piedra  de  chispa. 

Líwa :  villa  fundada  en  1572  á  cinco  leguas  O.  i  NO.  de  Tunja;  bien  si- 
tuada á  una  legua  del  Gane,  en  un  ameno  llano  y  al  pie  de  unos  cerros  en  que 
hay  minas  «le  plata ;  con  temperatura  fría,  sin  exceso,  y  buenas  aguas ;  cabecera 
de  su  cantón  con  caserío  regular,  una  hermosa  parroquia,  tres  templos  de  con- 
ventos, incluso  el  del  Hospital  de  San  Juan  de  Dios,  y  uno  de  monjas ;  en  todo 
su  término  se  coge  mucho  trigo,  teniendo  crédito  sus  harinas,  maíz,  cebada, 
papas,  arracachas,  cebollas,  ricas  aceitunas  y  excelente  fruta  de  su  temperatura ; 
abunda  también  en  ganados  de  todas  clases. 

Guateque:  pueblo  cabecera  del  cantón  de  Tenza,  i8millasalSE.de 
Tunja,  en  terreno  agradablemente  cálido  y  abundante  en  plátanos,  maíz,  caña  de 
azúcar,  papas,  arracachas,  yuca  y  batatas,  á  cuya  agricultura  se  aplican  mucho 
lo«  habitantes.  En  el  rico  va/'e  de  Tenta^  á  que  pertenece  el  pueblo  del  mismo 
nombre,  es  admirable  la  vegetación,  y  como  situado  al  E.  de  la  gran  cima  de  la 
cordillera  y  en  menor  elevación  que  Tunja,  se  experimentan  las  estaciones  según 
el  orden  que  se  observa  en  los  Llanos,  sembrándose  las  semillas  en  diferentes 
épocas  que  en  la  parte  elevada,  y  gozándose  el  placer  de  ver  á  un  mismo  tiempo 
el  cultivo  de  diferentes  producciones.  En  la  parte  alta  se  siembra  en  Marzo ; 
hacia  la  mitad  de  la  cordillera  en  Mayo,  y  en  lo  bajo  del  valle  en  Julio;  desde 
Septiembre  hasta  Marzo,  en  especial,  la  temperatura  es  bellísima  y  comúnmente 
de  15^  á  16^  de  Reaumur;  hay  muchas  personas  de  edad  muy  avanzada;  pero 
también  muchos  pobres,  porque  á  pesar  de  su  laboriosidad  y  de  las  ventajas 
del  suelo,  se  carece  de  proporción  para  el  expendio  de  los  frutos ;  el  valle  está 
atravesado  de  multitud  de  riachuelos  que  descargan  el  Soncondoco,  brazo  prin- 
cipal del  Upía,  el  cual  desciende  al  Meta  con  un  curso  muy  tortuoso.  Próximas 
al  pueblo  de  Tenza  se  hallan  las  minas  de  esmeraldas  de  Somondoco  y  ade- 
más un  pueblito  situado  entre  cerros  y  abundante  en  frutos  de  tierra  caliente  y 
templada,  como  plátanos,  ca?a,  maíz,  yuca,  anís  y  garbanzos;  dichas  minas  fue- 
ron descubiertas  por  los  españoles  en  1537. 

Santa  Rosa:  á  12  leguas  del  camino  de  Tunja,  en  dirección  N.,  y  pobla- 
ción considerable  de  buen  caserso;  cabecera  de  su  cantón,  situada  en  un  delicioso 
llano,  con  calles  regulares  y  temperatura  fría  ;  padecen  los  habitantes  de  cotos  ; 
hay  bastantes  ganados,  pero  pocas  producciones  vegetales  en  sus  cercanías  y  re- 
ducidas á  trigo,  papas  y  cebollas  y  algunas  otras,  en  corta  cantidad,  de  las  de 
tierra  fría;  se  dedican  los  habitantes  á  tejidos  de  algodón  y  sombreros  muy 
apreciados  en  el  Socorro,  y  esta  industria  constituye  su  principal  riqueza.  El  ca- 
mino entre  Tunja  y  Santa  Rosa  es  quebrado  y  con  varios  llanos  pantanosos,  y  lo 
mismo  son  las  dos  leguas  y  media  que  siguen  por  el  pueblo  de  Cerinza  al  pára- 
mo del  mismo  nombre,  que  se  pasa  en  dirección  á  Pamplona  ó  al  Socorro.  El 
pueblo  de  Cerinza^  situado  en  llano  á  orillas  de  un  río,  tiene  bastante  caserío  y 
temperatura  fría ;  en  todo  aquel  transitóse  hace  sentir  ésta  mucho,  y  más  al  atra- 
vesar  el  páramo,  en  donde  sólo  se  encuentran  algunas  cañadas  abrigadas  en  que 
cultivan  papas,  habas  y  cebollas ;  el  paso  del  paramo  ofrece  una  vista  desagra- 
dable por  las  cruces,  que  demuestran  haber  perecido  en  él  muchos  viajeros;  eú 
los  mismos  lugares  la  sola  planta  que  resiste  á  los  huracanes  es  el  frailejón  (^x- 
teletia  fraiUxon\  cuyo  aspecto  negruzco,  esmaltado  de  flores  amarillas,  aumenta 
lo  lúgubre  del  sitio.  Siguiendo  hacia  el  Socorro  por  el  camino  de  Guacha  y  en 
dirección  á  Venta  Gorda,  se  encuentra  la  gran  roca  de  Guacha^  que  es  de  consi- 
derable extensión  y  peligrosa  de  pasarse  a  caballo;  toda  ella  está  llena  de  agu- 
1'eros  y  grietas ;  en  algunas  partes  hay  saltos  penosos,  y  también  es  otro  tránsito 
leño  de  cruces,  y  de  huesos  de  los  animales  que  perecen. 

Cocuy  :  pueblo  cabecera  de  otro  cantón,  se  halla  situado  al  pie  de  la  cor- 
dillera nevada  de  Ghita,  y  su  cantón  produce  trigo,  maíz  y  cebada.  Soata^  cabe- 
cera de  otro,  vecindario  considerable  y  con  mejor  caserío,  próximo  al  Sogamoso; 
es  de  clima  cálido  con  moderación,  y  abundante  en  frutos  de  toda  temperatura, 
•specialmente  cañas,  dátiles  y  granadas ;  el  azúcar  es  su  principal  artículo,  y  muy 
estimadas  las-conservas  que  se  hacen ;  este  pueblo  se  halla  en  el  camino  de  Tanja 


J 


Apéndice  xvrt 


á  Pamplona,  distante  de  aquella  ciudad  28  leguas  por  Susacón  y  Sátwa  6  salir 
por  Cciinza  á  Santa  Rosa,  y  31  á  la  otra  por  Capitanejo,  llano  Enciso,  La  Con- 
cepción,  Cerrito,  páramo  del  Almorzadero,  Chitagá  y  Cácota  de  Velasco.  Entre 
Soatá  y  Capitanejo  hay  una  plaga  llamada  pito^  cuya  picada  produce  gran  hin- 
chazón y  úlceras,  si  no  se^ocurre  con  limón  agrio  asado  para  quitarla.  Susacón  y 
Sativa  son  pueblos  pi'qucnos  con  caserío  de  paja. 

Turmequé :  cabecera  de  cantón  y  pueblo  de  considerable  vecindario,  5  le- 
guas al  SSW.  de  Tunja,  residencia  que  fue  de  un  Cacique  poderoso,  y  ocupado 
por  Quesada  en  1537  ;  está  situado  á  la  parte  occidental  del  páramo  Guachane- 
que,  con  clima  moderadamente  frío  y  suelo  abundante  en  trigo,  maíz,  cebada  y 
hortaliza.  6Vir<r7^M7,  pueblo  de  bastante  vecindario,  dependiente  en  otro  tiempo  del 
corregimiento  de  Tenza  y  bien  situado  á  orillas  del  río  de  su  nombre,  que  des- 
ciende al  Meta  ;  es  de  clima  templado  ;  tenía  bastante  riqueza  cuando  lo  ocupó 
Quesada  en  1537;  produce  caña,  maíz,  plátanos,  yuca,   batata,  anís  y  garbanzos. 

V.  Paviplofia :  ciudad  capital  de  su  provincia,  fundada  en  1549  en  el  peque- 
ño valle  del  Espíritu  Santo,  rodeado  de  elevadas  montañas  bajo  un  cielo  lluvioso, 
á  los  7°  40*  de  latitud  N.  y  72°  22'  de  longitud  W.,  á  2,926  varas  sobre  el  mar; 
con  temperatura  fría  de  12^  á  14^  de  Reaumur,  y  desapacible  por  los  vapores 
de  que  está  cargada  su  atmósfera  la  mayor  parte  del  año ;  fue  residencia  de  uní 
Gobernador  en  los  últimos  anos  del  Gobierno  español,  habiendo  dependido  antes 
del  corregimiento  de  Tunja;  es  ciudad  de  calles  regulares  y  caserío  cómodo,  aun- 
que de  mala  arquitectura,  lo  cual  contribuye  á  aumentar  su  triste  aspecto;  tiene 
una  hermosa  iglesia  parroquial  reputada  por  de  las  mejores  de  la  República,  y 
es  regular  que  sirve  alo  menos  de  catedral  provisional;  hay  tres  templos  de  con- 
ventos de  frailes  y  uno  de  monjas,  y  una  viceparroquia  con  una  efigie  del  Cruci- 
ficado, efigie  que  se  dice  ser  de  mérito;  había  en  tiempo  de  la  dominación  espa- 
ñola un  Alcalde  mayor  de  minas;  producen  sus  cercanías  ricas  frutas,  y  es  su 
mercado  bastante  provisto  de  toda  especie  de  mantenimientos. 

Rosario  de  Ctícuta :  villa  cabecera  de  cantón,  situada  en  la  izquierda  del 
Táchira  antes  de  su  reunión  al  Zulia,  en  un  valle  despejado,  con  caserío  y  calles 
que  tienen  bastante  regularidad,  y  muchas  haciendas  á  sus  inmediaciones;  es  de 
temperatura  muy  cálida;  hace  su  comercio  exterior  por  el  puerto  de  los  Cachos, 
y  se  necesita  de  muchas  precauciones,  y  aún  no  bastan,  para  libertarse  de  las  ca- 
lenturas que  se  padecen  bajando  por  el  Zulia  á  Maracaibo ;  dista  esta  ciudad  de 
su  capital  14  leguas  de  camino  por  las  Vueltas  del  Itifiento^  y  se  pasa  dos  veces 
el  abundante  y  peligroso  rio  de  Pamplonita :  una,  por  el  puente  de  madera  de 
Batatas,  y  otra  por  un  vado  pedregoso  en  que  suelen  ser  detenidos  los  pasajeros 
cuando  baja  muy  lleno,  lo  que  sucede  con  frecuencia.  En  el  mismo  tránsito  ba- 
jando de  Pamplona,  por  donde  corre  dicho  río  y  antes  del  puente,  se  pasa  por 
el  pueblecito  del  Chopo  y  el  sitio  de  Los  Apartaderos^  encontrándose  más  ade- 
lante las  entradas  á  los  de  Bochalema  y  Chiuácota^  que  son  pueblos  semejantes. 
Al  cantón  del  Rosario  pertenecen  la  ciudad  de  San  Faustino^  fundada  en  1662  á 
la  derecha  del  Táchira,  más  abajo  del  Rosario  y  antes  del  puerto  de  los  Cachos, 
en  lugar  cálido  y  enfermizo,  aunque  con  terreno  fértil  en  cacao,  tabaco,  maíz  y 
caña;  al  principio  fue  capital  y  cabeza  de  gobierno;  pero  se  arruinó  por  las  in- 
vasiones de  los  indios  motilones,  y  luego  su  insalubridad  ha  sido  motivo  para 
que  no  prospere. 

San  José  de  Ctícuta :  cabecera  de  cantón,  situada  &  la  izquierda  del  Pam- 
plonita, antes  de  descargar  en  el  Zulia;  es  villa  mejor  trazada  y  de  mejor  caserío 
que  el  Rosario,  de  clima  cálido  y  con  producciones  semejantes.  Los  falles  de 
Ctícuta  fueron  descubiertos  en  1534  por  Juan  San  Martín,  y  su  importancia  no 
será  conocida  hasta  que  lo  sea,  como  corresponde,  la  laguna  de  Maracaibo  para 
escala  de  comercio  con  toda  la  parte  elevada  de  la  cordillera  oriental.  El  cami- 
no de  los  mismos  valles  hacia  Ocana,  saliendo  de  San  José,  se  dirige  á  San  Ca- 
yetano, que  es  pueblo  situado  en  un  valle  calenturiento  de  la  ribera  izquierda 
del  Zulia,  con  caserío  generalmente  de  teja  y  abundancia  de  frutos  de  tierra  cá- 
lida; desde  este  pueblo  continúa  á  Salazar  délas  Palmas,  por  un  espacio  de 
nueve  leguas  de  subidas  y  bajadas  llenas  de  peñascos ;  Salazar  de  las  Palwas  fue 
fundada  en  1553  para  seguridad  de  las  minss  de  plata  de  San  Pedro;  pero  hubo 
que  abandonarla  poco  después  de  su  fundación,  por  temor  de  los  indígenas,  que 
al  fin  la  destruyeron;  en  1555  volvió  á  reedificarse  con  el  nombre  de  Alrtía,  y 
tampoco  progresó;  en  1583  se  levantó  de  nuevo  á  la  orilla  derecha  del  río  Sala- 
zar,  y  es  una  bonita  ciudad  que  en  aquel  tiempo  se  erigió  por  un  Alcalde  mayor, 

Nueva  Geografía  de  Colombia  tomo  i— C 


iVUl  KlEVA    GeoGRABIA    DE   CoLOMBIA 


y  que  tanto  (>or  »u  siluacicui  como  por  lu  agradable  ilc  su  temperatura,  es  de  las 
primeras  poblaciones  de  la  provincia  y  cabecera  de  cantón  ;  de  su  suelo  y  de  al- 
gunas de  sus  producción "s  sj  ha  hablado  ya;  pero  no  del  tri^o  que  cosechan  y  de 
que  se  saca  harina  superior. 

Desde  Salazar  á  Ocaña  se  cuentan  32  leguas  de  camino,  conocido  con  el 
nombre  de  los  CalUjotws  de  Ocaila^  reputado  por  uno  de  los  peores  que  hay  en 
los  tres  Estados  que  componían  la  República  de  Colombia,  y  ea  el  cual  se  tran- 
sita por  los  canjilones  de  Qu ^i> rada -J /onda;  paso  peligroso  del  caudaloso /Vra- 
lonso^  lleno  de  peñascos;  sitios  del  Gallmazo  y  del  luiurel ;  canillones  profundos 
entre  éste  y  el  AUo  de  la  Cun-a^  en  donde  hay  una  gran  roca  concava;  quebrada 
de  la  Sardinaia,  límite  con  la  jurisdicción  de  Ocaña,  y  sitio  de  San  Pedro,  pueblo 
de  caserío  disperso  y  en  cuyo  intermedio  se  pasan  otras  quebradas  abundantes  y 
pedregosas;  mautaña  de  Bocarachicüy  parte  de  la  cordillera  que  sip[ue  á  Perijá,  y 
la  más  elevada  entre  Cúcuta  y  Ocaña,  de  tránsito  pantanoso  y  fno,  con  canjilo- 
nes  profundos  y  molestos,  y  mucha  niebla ;  alto  de  San  Francisco,  en  donde  hace 
frío  de  páramo,  y  desde  el  cual  se  baja  por  una  larga  cuesta,  precipitada  y  de 
saltos,  hacia  el  río  Tarra,  que  es  de  bastante  caudal.  Kn  tcxio  este  tránsito  hace 
mucho  viento,  y  desde  el  río  continúa  mejor  el  camino;  pero  siempre  penoso 
hasta  el  pueblo  de  la  Cruz,  que  tiene  caserío  de  teja  y  de  paja,  y  está  situado  en 
una  llanura  de  temperatura  agradable.  I.uégo,  y  por  camino  quebrado  y  cntrc- 
llano,  y  pasando  11  veces  la  quebrada  del  León,  se  llega  á  Ocana. 

Concepción  :  pueblo  cabecera  de  cantón ;  es  de  bastante  caserío ;  situado, 
según  queda  dicho,  en  el  camino  hacia  Tunja,  á  distancia  de  17  leguas  de  Pam- 
plona, y  de  clima  templado.  Bucara  manga,  villa  situada  en  un  llano  espacioso, 
es  también  cabecera  de  cantón,  y  fue  en  tiempos  pasados  real  de  minas  de  oro  de 
Vetas  y  Montuosa,  con  un  Alcalde  mayor  inaependiente  del  Gobierno  de  Pam- 
plona; sus  calles  son  mal  delineadas  y  sus  ediiicios  poco  cómodos,  de  teja  y  de 
paja,  y  con  solares  á  la  calle  cercados  de  paredes  bajas;  su  vecindario  es  consi- 
derable; explotan  en  su  cantón  orp;  cultivan  cacao  y  especialmente  tabaco  mu}- 
bueno,  y  además  caña,  algodón  y  otros  frutos ;  el  clima  de  Bucaraman^a  es  cá- 
lido; dista  Peis  ó  siete  leguas  de  los  embarcaderos  de  Sogamoso  y  Botijas;  y  á 
legua  y  media  se  halla  la  nueva  población  de  Florida  Blanca,  bellamente  situa- 
da en  una  llanura  en  que  cultivan  caña,  cacao,  café  y  frutos  menores;  su  tempe- 
ratura es  cálida  y  agradable;  y  tiene  bastantes  casas  de  teja,  generalmente  más 
cómodas  que  las  de  Bucaramanga. 

Piedecuesta :  á  legua  y  media  de  Florida  Blanca  y  próxima  al  río  Frío, 
que  desciende  al  Lebrija ;  villa  cabecera  de  cantón,  con  caserío  de  mal  aspecto, 
aunque  la  mayor  parte  de  teja  y  mejor  que  el  de  Bucaramanga;  es  de  clima  cá- 
lido, que  se  aumenta  por  hallarse  situada  en  un  llano  entre  dos  cerros;  sus  ha- 
bitantes y  los  del  cantón  sacan  su^ principal  utilidad  del  cultivo  del  tabaco; 
también  cultivan  cacao,  algodón,  añil,  cafe  y  trigo,  pero  en  cortas  porciones. 

Girón :  ciudad  cabecera  de  cantón  y  bien  situada  sobre  el  Lebrija ;  es  po- 
blación atrasada,  pero  de  grandes  recursos,  como  todo  su  cantón,  y  abundante  en 
excelente  tabaco  y  algodón ;  se  ha  dicho  también  lo  bastante  para  conocer  su 
importancia.  El  pueblo  de  Rioncgro,  con  alrededores  bien  cultivados,  está  próxi- 
mo al  río  caudaloso  de  su  nombre,  que  descarga  en  el  Suratá,  pasándose  ambos 
por  puentes  de  madera  en  dirección  á  Bucaramanga;  distan  entre  sí  cuatro  le- 
guas de  buen  camino,  lleno  de  vecindario,  labranzas  y  arboledas  de  cacao  y 
café.  Málaga,  ciudad  fundada  en  1541  cerca  del  río  Tequia,  que  desciende  al 
Sogamoso,  es  población  pobre  y  cabecera  de  cantón. 

VI.  Mompós:  ciudad  capital  de  su  provincia,  á  la  izquierda  del  Magdale- 
na, con  el  nombre  de  Sinta  Cruz,  que  le  dio  su  fundador  en  1 540,  y  perteneciente 
bajo  el  dominio  espar^ol  á  la  provincia  y  gobierno  de  Cartagena,  de  la  cual  se 
desmembró  con  varios  distritos  y  otros  de  Santamarta  para  componer  la  provin- 
cia de  su  nombre;  sólo  tiene  tres  calles  de  bastante  extensión  y  aceras  levanta- 
das en  algunas  partes;  caserío  de  un  solo  piso,  pero  elevado  y  de  buena  cons- 
trucción, con  rejas  de  hierro  y  galerías  interiores  bien  dispuestas,  para  que  no 
penetre  el  sol ;  está  situada  en  una  isla  formada  por  el  Magdalena,  el  caño 
Ijoba,  el  de  Sicuco  y  el  Cauca,  á  lo>  9°  14'  30"  de  latitud  N.  y  74®  ii'  de  longi- 
tud \V.,  cerca  de  la  confluencia  de  este  último  río ;  era  la  ciudad  más  importante 
de  Cartagena  después  de  su  capital,  y  la  más  rica  del  Magdalena,  por  haber  sido 
des^e  el  principio  de  su  fundación  el  lugar  de  la  aduana  en  donde  se  pagaban 
los  derechos  délas  mercancías  que  se  introducían  en  la  Nueva  Granada;  ha 
padecido  diferentes  inundaciones,  habiéndose  salvado  los  habitantes  en  canoas 
en  la  de  1762;   tiene  una  albarrada  ó  muelle  muy  alto  que  la  defiende  de  las 


Apéndice  xix 


aguas  del  río,  cuando  sube  en  Diciembre  cuatro  ó  más  varas  de  su  nivel  natu- 
ral ;  se  cuentan,  con  su  buena  parroquia,  cuatro  templos,  pertenecientes  tres  á 
conventos;  es  de  temperatura  cálida  y  húmeda  por  estar  rodeada  de  pantanos, 
elevándose  el  termómetro  de  25°  á  30*^  de  Reaumur,  por  cuyo  motivo  es  necesa- 
rio estarse  dentro  de  casa  durante  el  día,  en  cuyas  horas  casi  siempre  hay  calma 
y  se  ve  el  cielo  cubierto  de  nubes;  por  la  noche  es  al  contrario,  pues  todo  se 
despeja,  las  estrellas  se  muestran  con  un  brillo  extraordinario  y  las  gentes  salen 
á  disfrutar  el  fresco  y  libertarse  así  de  la  plaga,  formándose  tertulias  placente- 
ras en  las  puertas  de  las  casas.  Los  habitantes  adolecen  de  cotos ;  pero  se  con- 
viene en  que  su  ñgura  no  deja  de  ser  agradable  y  que  á  un  cutis  algo  parecido 
al  blanco-rojo  de  Bogotá,  añaden  la  expresión  viva  é  insinuante  de  Cartage- 
na. En  el  día  ha  decaído  mucho  de  su  esplendor  pasado ;  por  Ocaña  recibe  ta- 
baco, azúcar  y  harinas,  cacao  y  lienzos,  que  bajan  de  Girón  y  otros  pueblos  de 
Pamplona ;  Antioquia  le  envía  oro;  Mariquita,  Xeiva  y  Bogotá,  los  productos 
del  Alto  Magdalena  y  los  de  los  cantones  de  la  capital.  Una  gran  parte  de  los 
zmcudos  que  infestan  á  Mompós  puede  atribuirse  al  descuido  que  hay  en  desher- 
bar las  calles,  en  las  cuales  crecen  muchas  yerbas  de  varias  clases.  En  las  cerca- 
nías de  la  misma  ciudad  y  á  lo  largo  de  la  isla  en  que  está  fundada,  se  ve  una 
multitud  de  pequeí^as  plantaciones  ó  conucos  que  embellecen  aquel  tránsito. 

Ocaña:  ciudad  cabecera  de  cantón,  fundada  en  1572,  y  trasladada  en  1576 
al  sitio  en  que  se  halla,  entre  serran  as  y  con  mal  piso  :  pertenecía  á  la  provin- 
cia y  gobierno  de  Santamarta;  son  sus  ediñcios  antiguos  y  de  poca  comodidad; 
hace  mucho  viento,  y  su  temperatura  es  fría  sin  exceso;  la  riega  el  río  del  Oro,  que 
descarga  en  el  Lebrija  (sic),  donde  tiene  el  embarcadero  para  bajar  al  Magdale- 
na; cultivan  la  caña  y  algunos  granos  para  el  consumo  interior,  y  hay  también 
algunas  crías  de  ganados.  £1  camino  de  Ocaña  hacia  Bucaramanga  y  otros  pue- 
blos de  Pamplona,  en  dirección  á  Vélez  y  Bogotá,  es  pésimo  siguiéndolo  por  el 
Xaó/e  hasta  el  AÜo  de  las  Cruces^  que  es  tan  elevado  como  la  montaña  de  Boca- 
rachica,  mencionada;  en  el  alto  termina  su  jurisdicción  por  el  S. con  la  Provin- 
cia de  Pamplona ;  desde  el  mismo  se  baja  al  sitio  de  Cáchira,  y  luego  vuelve 
á  subirse  al  páramo  de  Guates,  de  donde  se  desciende  al  sitio  de  la  Carrera, 
hasta  donde  se  cuentan  2S  leguas  de  camino ;  más  adelante  por  el  sitio  de  Esca« 
tala,  en  dirección  al  pueblo  de  Rionegro,  se  pasa  el  páramo  del  Carbón,  dejando 
á  la  izquierda  el  páramo  de  Cachiri;  este  tránsito  de  22  leguas  hasta  dicha 
población,  aún  es  más  ponoso  y  de  peligro  por  las  muchas  quebradas  que  se  pa- 
san, y  por  los  desbarrancaderos  por  donde  corre  el  camino ;  á  poca  distancia  de 
la  Carrera  se  encuentra  el  Alto  del  Fraile,  donde  hay  un  lago  y  tierras  panta- 
nosas y  de  bosque  hasta  el  páramo  del  Carbón ;  en  seguida,  es  muy  molesto  el 
paso  que  se  hace  27  veces  de  la  quebrada  pedregosa  del  Muan,  que  corre  entre 
dos  grandes  cerros. 

Aíagangué :  es  pueblo  cabecera  de  cantón,  de  poca  importancia,  y  lo  mis- 
mo Majagual.  Simiti  la  tuvo  cuando  se  beneñciaba  una  rica  mina  de  oro  que 
había  á  su  inmediación.  Subiendo  de  Mompós  á  Simiti  por  el  Magdalena,  es  no- 
table el  pueblo  de  Morales,  situado  en  la  isla  del  mismo  nombre,  que  se  forma 
por  el  brazo  de  Ocaña,  y  de  bastante  caserío  rodeado  de  palmeras ;  desde  este 
pueblo  se  ven  las  sierras  de  Simiti  ó  de  Santa  Lucía,  ramal  de  la  cordillera  de 
Herveo ;  el  pueblo  de  BadillOy  perteneciente  al  cantón  de  Upar,  queda  más  arri- 
ba de  Simiti,  y  en  todo  el  espacio  predicho  se  ven  encías  riberas  casas  aisladas 
de  caña  y  un  corto  espacio  rn  donde  cultivan  sus  dueños  plátanos,  caña  de  azú- 
car, maíz,  papayas  y  otros  frutales,  y  flores  para  adorno  de  las  mujeres,  viviendo 
unos  y  otros  en  la  mayor  pobreza.  Unas  cuantas  aves  caseras,  cerdos  y  alguna 
vaca,  constituyen  su  fortuna,  manteniéndose  de  plátanos,  pescado  y  algunas  oca- 
siones de  caza ;  atormentados  por  la  plaga,  y  expuestos  de  continuo  á  ñebres; 
poco  más  arriba  de  Badillo  desemboca  el  Sogamoso.  y  se  sube  por  el  Magdalena 
que  corre  entre  otras  provincias. 

VIL  Safíiantarta :  ciudad  capital  de  la  provincia  de  su  nombre,  á  los  1 1^ 
16*  de  latitud  N.  y  74°  4'  30"  de  longitud  W.,  fundada  en  1525  á  orillas  del  pe- 
queño río  de  Manzanares  ó  de  Mamatoco,  en  una  playa  salitrosa  y  con  buen  puer- 
to, defendido  por  tres  fuertes  denominados  Morro,  Betín  y  Santa  Bárbara,  y  la 
ciudad  cubierta  por  algunas  baterías  ;  es  de  clima  muy  cálido  y  aun  enfermizo, 
excepto  cuando  soplan  las  brisas  fuertes,  que  principian  en  Diciembre ;  fue  la 
plaza  de  armas  de  donde  partieron  los  españoles  á  la  conquista  de  la  Nueva  Gra- 
nada ;  es  de  calles  estrechas  y  arenosas,  pero  rectas,  con  algunas  casas  regula- 
res cubiertas  casi  todas  de  teja  y  el  resto  de  paja ;  es  ediñcio  bastante  bueno  su 
catedral;  hay  dos  parroquias  y  dos  templos  de  conventos,  habiendo  habitado  en 


XX  Ni'FA'A  Geografía  de  Colombia 


el  de  Dominicos  San  Luis  Beltrán  ;  seminario  y  aduana,  plaza  de  armas  y  de  la 
carnicería,  fundada  para  mercado  sobre  un  lago  cegado  recientemente  ;  era  la 
residencia  de  un  gobernador  intendente  en  tiempo  de  la  dominación  española,  y 
•coree  á  sus  inmediaciones  el  río  Gaira,  de  excelente  agua ;  su  puerto  es  concu. 
rrido  de  buques  de  las  Antillas.  De  resultas  del  terremoto  de  22  de  Mayo  de  este 
año  se  arruinaron  algunos  ediñcios;  extendiéndose  el  sacudimiento  hacia  Car- 
tagena y  Mompós,  en  donde  fue  sentido  á  la  misma  hora,  cuarteándose  en  Car- 
tagena  algunas  iglesias. 

Las  cebeccras  de  este  cantón  denominadas  Plato  v  Tenerife  se  hallan  si* 
tdadas  á  la  parte  oriental  del  Magdalena,  siguiendo  su  curso.  P/aío  es  un  pue- 
blo regular,  con  caserío  de  paja,  situado  en  la  ribera  del  río  y  muy  importante 
por  las  crías  que  hay  de  ganado  vacuno  y  caballar,  y  por  la  abundancia  de  man* 
tenimientos  que  sacan  de  los  muchos  conucos,  labrados  en  sus  inmediaciones ; 
igual  ocupación  hay  en  Stuita  Ana,  San  Fernando  y  BancOy  parroquias  de  su  per- 
tenencia, y  todas,  lo  mismo  que  la  cabecera,  con  escuelas  públicas.  Tenerife,  vi- 
Ha  fundada  también  sobre  la  misma  ribera  desde  1536,  rica  y  de  mucho  comer- 
cio en  tiempos  pasados,  fue  incendiada  en  la  guerra  pasada,  y  está  reducida  á 
un  pequeño  pueblo  de  casas  de  paja,  con  escuela  pública. 

El  cantón  conocido  antes  con  el  nombre  de  Tamalameque,  lleva  en  el 
día  el  de  Chiriguaná,  comprendiéndose  en  él  los  distritos  parroquiales  de  Chiri- 
guanáy  Becerril,  Ja^a  y  Tamalameque,  todos  con  escuelas  de  primera  educación 
y  los  dos  primeros  para  niños  y  niilas.  Cftiriguaná,  actual  cabecera  de  cantón, 
con  parroquia,  un  templo  de  convento  y  caserío  de  paja,  tiene  numerosas  crías 
y  terrenos  llanos  muy  fértiles.  Tamalameque  es  villa  fundada  en  1544  á  dos  le- 
guas del  Magdalena,  en  el  sitio  en  que  estuvo  el  pueblo  del  Barbudo,  fundado  en 
1539;  p?ro  no  ha  progresado,  y  antes  bien  se  halla  reducida  á  ruinas,  com|x>- 
niendo  un  pueblo  miserable,  cuyos  habitantes  padecen  de  llagas  en  las  piernas  ; 
dicha  población  ocupa  un  alto  rodeado  de  abundantes  pastos  ;  hay  en  el  cantón 
otros  pueblos  pequeños. 

Valencia  de  Jesús  y  el  Valle  de  Upar  com^jonían  dos  cantones,  según  la 
antigua  división,  y  parece  que  ahora  componen  uno  solo  con  la  denominación 
de  Valle  de  Upar  y  los  distritos  parroquiales  de  Badillo^  Atanquez,  Espíritu  San- 
to, Tupez  y  Paz,  todos  con  escuelas  públicas,  y  además  otras  poblaciones  situa- 
das hacia  el  río  Cesar,  y  como  las  dos  antiguas  cabeceras,  á  la  paite  meridional 
de  las  Sierras  Nevadas.  Vpar,  cabecera  del  cantón,  fundada  en  1550  áori- 
lias  del  Guatapori,  que  descarga  en  el  Cesar,  es  ciudad  mal  trazada,  con 
algunas  calles  empedradas  y  algunas  buenas  casas  ;  es  de  clima  cálido  y  húme- 
do; cosechan  algunos  granos,  y  hay  en  su  distrito  minas  de  plata,  cobre  y 
plomo ;  la  riqueza  principal  del  cantón  consiste  en  grandes  crías  de  ganado  va- 
cuno y  mular,  y  caballos  de  paso;  Valencia  de  Jesiis  es  pequeña  ciudad,  de 
calles  rectas  y  bien  ordenadas,  con  caserío  de  teja  y  de  paja,  territorio  muy  fér- 
til, pero  no  bien  cultivado  y  sí  con  numerosas  crías  de  ganados,  cuya  oaipacióu 
prefieren  los  habitantes. 

San  Juan  de  la  Cictuiga  fue  erigida  en  villa  y  cabecera  de  oiro  nuevo 
cantón  en  28  de  Mayo  de  este  año,  dándole  los  distritos  parnx^uiales  de  Fuehlo- 
Viejo,  que  es  su  puerto,  situado  á  un  cuarto  de  legua  en  dirección  á  Sabanilla  y 
Barranquilla,  Fundación,  Pri'ijay  y  Medialuna  :  San  Juan  está  situada  en  llano, 
con  calles  anchas  é  irregulares  y  caserío  de  paja  ;  pero  con  bastante  vecindario 
y  próxima  al  río  Córdoba  ;  su  distrito  es  llamado  el  granero  de  Santamarta.  La 
Ciénega  surte  de  pescado  á  la  misma  ciudad  y  á  todos  los  pueblos  inmediatos,  y 
en  ciertas  estaciones  hay  tanta  abundancia  de  camarones,  que  venden  un  almud 
por  un  real.  A  muy  cotta  distancia  de  Santamarta  se  encuentran  pueblos  de  di- 
ferente temperatura  que  la  ciudad  y  por  lo  general  bien  situados,  como  Gaira^ 
sobre  la  costa  de  la  ensenada  de  la  ciénaga,  y  Taganga,  hacia  Riohacha,  de  tem- 
peraturas más  tolerables  ;  y  Mamatoco,  Nacinga  y  Bonda  hacia  las  sierras,  con 
temperaturas  agradables. 

Vin.  Riohacha:  ciudad  capital  de  su  provincia  y  cabecera  de  un  cantón  á  la 
embocadura  del  río  de  su  nombre  y  á  los  n"  30'  de  latitud  N.  y  72^  46'  de  longi- 
tud  \V.,  fue  fundada  en  1545  con  la  advocación  de  Nuestra  Señora  de  las  Nie 
ves,  que  se  mudó  luego  en  el  de  los  Remedios  de  Riohacha,  y  ha  sido  siempre 
nombrada  por  su  pesquería  de  perlas  y  de  carey ;  sufrió  mucho  en  aquel  tiempo 
por  las  invasiones  de  los  goajiros,  cuya  vecindad  era  un  obstáculo  para  que  pro> 
gresara;  también  la  incendió  Drake  en  1596,  de  manera  que  siempre  fue  pobla- 
ción de  corto  vecindario  y  caserío  cubierto  casi  todo  de  paja,  con  una  parroquia 
y  dos  tem|jl<»s  de  conventos :  acabtl  de  arruinarla  rl  fuego  que  le  dietion  en  iSao 


A  P  K  N  D  I  C  E  XXI 


las  tropas  sublevadas  de  la  legión  irlandesa,  y  actualmente  se  vuelve  á  reedificar,, 
y  podrá  progresar  con  la  paciñcación  de  los  goajiros. 

Sau  Juan  de  Cesar  es  la  cabecera  del  otro  cantón  de  la  provincia  y  pue- 
blo pequeño  situado  en  llano,  con  temperatura  bellísima,  á  las  inmediaciones 
del  no  de  su  nombre. 

IX.  Cartagena  >  ciudad  capital  de  su  provincia,  y  en  tiempo  de  Colombia 
de  uno  de  los  DepartamentOi  marítimos ;  fundada  en  1532  en  el  sitio  llamado  Ca- 
ramariy  por  los  indígenas ;  depósito  que  fue  de  las  riquezas  que  España  sacaba 
del  Virreinato ;  plaza  fuerte  de  primer  orden,  pero  que  necesita  de  una  guarni- 
ción numerosa  ;  con  hermoso  puerto  en  el  mar  de  las  Antillas,  á  los  10^  25^  5*' 
de  latitud  N.  y  75°  26'  45"  de  longitud  \V.,  está  situada  en  una  islita  arenosa, 
que  se  une  á  otras  y  al  Continente  por  istmos  de  tierra  artificial,  de  los  cuales  el 
más  amplio  tiene  70  varas  de  ancho.  El  arrabal  llamado  Xexemani^  ó  Jemaní, 
tan  grande  como  la  ciudad,  se  halla  en  otra  isleta  próxima  que  se  comunica  por 
un  puente  sobre  foso  revestido  de  estacadas,  que  unen  las  murallas  de  ambas  po- 
blaciones, dándose  á  las  del  arrabal  la  denominación  de  Media  Luttay  por  ser  está 
sa  figura.  Tiene  la  ciudad  calles  rectas  con  ancho  desigual,  siendo  las  más  am- 
plias de  nueve  á  diez  varas,  con  aceras  enlosadas  ó  empedradas  y  el  centro  de 
tierra  formando  camellón  ;  regular  catedral  con  hermoso  pavimento  y  un  bello 
pulpito  de  mármol ;  dos  parroquias,  inclusa  la  del  sagrario  ;  convento  de  S^n 
Juan  de  Dios,  que  sirve  de  hospital,  y  su  templo,  el  mrjor  de  la  ciudad  ;  otro  de 
San  Agustín,  que  es  edificio  de  mucho  mérito  y  sirve  de  colegio ;  dos  de  Domini- 
cos y  d^  Merccdarios,  ambos  arruinados;  y  el  de  San  Diego,  aplicado  á  cárcel  ¡ 
una  plaza  pequeña  llamada  de  la  Verdura,  en  donde  se  tiene  el  mercado  á  la  par 
que  en  el  muelle  ;  buen  alumbrado ;  caserío  de  piedra  de  cómoda  distribución, 
comúnmente  de  un  alto  y  alguno  hasta  de  cuatro  pisos,  pero  muchas  casas  con 
ventanas  y  balconaje  de  madera  ;  ninguna  policía  en  el  interior  de  las  mismas, 
pero  sí  en  las  calles  ;  otras  tres  plazuelas ;  y  un  comercio  que  vuelve  á  tomar  ac- 
tividad, reponiéndose  de  la  guerra  pasada.  Las  calles  principales  del  atrabal  son 
tres  y  de  buen  ancho,  habiendo  otras  angostas  transversales :  hay  mayor  número 
de  casas  bajas,  una  parroquia  y  una  ermita  arruinada  :  en  ambas  se  bebe  agua 
de  aljibes* 

Cubren  la  circunferencia  de  la  población  27  baluartes,  que  atienden  tam- 
bién á  la  defensa  de  una  gran  parte  de  la  bahía  ;  y  resguardan  más  la  plaza  el 
castillo  de  San  Felipe  de  Barajas,  situado  al  E  sobre  una  montañuela  á  distan- 
cia de  150  varas  de  Xexemaní,  y  el  de  San  Lázaro,  sobre  otra  que  se  eleva  50  y 
se  da  la  mano  con  las  baterías  del  cerro,  en  cuyo  remate  se  encuentra,  dominan* 
do  un  extenso  terreno,  el  santuario  de  Ñ'uestra  Señora  de  la  Popa.  Su  tempera- 
tura es  excesivamente  ardiente,  con  especialidad  en  el  tiempo  lluvioso,  que  dura 
desde  Mayo  hasta  Diciembre,  y  á  este  calory  la  humedad  que  reina  siempre,  se 
atribuye  el  color  pálido  y  la  languidez  de  los  habitantes,  sujetos  además  á  la  le^ 
pra,  para  lo  cual  hay  un  buen  hospital ;  en  aquella  estación  asciende  el  termos 
metro  de  Reaumur  de  30  á  32  grados  ;  el  agua  cae  á  torrentes ;  y  se  puede  de- 
cir que  se  experimenta  una  sucesión  continua  de  tempestades,  rayos  y  truenos ; 
también  causa  el  vómito  grandes  estragos ;  y  sólo  se  modera  la  temperatura 
desde  Diciembre  hasta  Abril,  que  es  el  tiempo  de  seca  y  cuando  reinan  las  bri- 
sas del  NE.  Antes  de  1729  y  1730  se  dice  que  no  seconocía  el  vómito  en  Santa- 
marta  y  en  Cartagena  ;  pero  es  muy  antiguo  en  los  hombres  de  esta  última  pa- 
decer de  orquitis,  11  imadas  allí  batemarcha^  y  en  las  mujeres  hincharse  un  pie,  á 
lo  que  denominan  contradanza. 

La  mitad  de  la  población  se  compone  de  gente  de  color,  aplicada  á  la  ma- 
rinería y  pesca  ;  á  pequeñas  tiendas  de  mercería  ó  de  comestibles,  y  al  ejercicio 
de  varías  artes  que  ejecutan  con  bastante  maestría,  sacando  obras  bien  acabadas 
de  carey,  de  oro  y  de  plata,  de  carpintería  y  cordonería  ;  son  muy  apasionados  por 
la  música,  como  los  descendientes  de  europeos  ;  tienen  unos  y  otros  suma  viva- 
cidad ;  se  sufre  en  las  casas  gran  molestia  por  la  abundancia  de  mosquitos  ó  zan- 
cudos, no  bastando  muchas  veces  las  co1g<iduras  ó  pabellones  de  gasa  con  que  se 
cubren  las  camas,  para  libertarse  del  insecto  llamado  matablancas  ;  el  comején 
hace  también  mucho  daño,  destruyendo  en  uní  noche  fardos  enteros  de  panos, 
lienzos  7  sedas. 

La  descripción  de  la  bahía  no  es  de  este  lugar ;  al  cantón  de  Cartagena 
pertenecen  varias  parroquias,  y  entre  ellas  las  de  Barú  y  Santa  Ana^  Caño  de 
Loro,  Ternera,  Santa  /íosa,  Víllanneva^  Santa  Catalina  y  Turbaco ;  este  pueblo, 
á  328  varas  sobre  el  mar  y  situado  á  la  entrada  de  un  extenso  bosque,  es  un  gran 
refugio  eu  tiempo  Je  culor,  y  lugjar  Je  recreo  <|uc  ha  mcrecidu  -ílt  linilado,  y  con 


ncii  Nueva  Geografía  de  Colombu 


razón,  el  Paraíso  de  Cartagena^  abundante  en  ricas  aguas  minerales  y  con  buenas 
huertas;  el  caserío  es  por  lo  común  de  guasguas,  cubierto  de  palma. 

Barranquilla :  á  orillas  del  hermoso  cano  de  su  nombre,  que  le  sirve  de 
puerto,  por  donde  se  comunica  por  bongos  con  Sabanilla,  distante  cinco  ó  seis  le- 
guas, es  una  hermosa  villa  cabecera  de  cantón,  con  calles  bien  trazadas  pero  are> 
hosas ;  ediñcios  cubiertos  con  teja  ó  con  paja,  y  entre  ellos  algunos  muy  buenos 
de  material  y  con  azoteas ;  hay  mucha  plaga  y  calor ;  son  sus  habitantes  de  buen 
carácter,  y  en  las  cercanías  se  ven  bosques  pequeños  y  cocales.  San  Juan  de  Acos- 
ta,  Galapa^  Tubará  y  Baranoa  son  sus  parroquias.  Soledad  es  villa  algo  menor  y 
cabecera  de  otro  cantón,  situada  á  una  legua  de  Barranquilla  y  con  caserío  seme- 
jante, notándose  como  hermosa  y  bien  acabada,  la  casa  de  un  particular  apelli- 
dado Visba!.  Atalamboy  Sabana  grande,  Santo  Tomás  y  Pueblonuevo  son  sus  pa- 
rroquias. 

Sabanalarga:  lo  leguas  antes  de  la  Soledad  y  24  de  Cartagena,  es  cabece- 
ra de  cantón  y  villa  mal  trazada,  con  caserío  de  paja ;  pero  la  población  más 
sana  de  toda  la  parte  de  Cartagena  que  aisla  el  Magdalena  entre  sus  dos  brazos, 
habiéndose  elegido  siempre  por  semejante  circunstancia  para  lugar  de  los  hos- 
pitales de  campana ;  el  calor  no  es  tan  fuerte  como  en  otros  pueblos,  y  las  noches 
son  bellísimas;  beben  agua  llovediza,  recogida  en  pozos  sm  precaución,  y  esto 
prueba  más  su  salubridad.  Piojo,  Usiacurf,  Ponedera,  Candelaria,  Afanatl,  CampO' 
Cruz  y  Palmar  de  Candelaria  son  sus  parroquias.  Mahates  es  también  villa  cabe* 
cera  d^  cantón,  de  clima  enfermizo  y  caserío  malo  y  desordenado,  situada  sobre 
el  brazo  del  Dique  y  con  corta  población,  infestada  de  plaga ;  Arjona,  San  Es* 
tauislao,  San  Benito  de  las  Pa tomas.  Arroyo  Hondo,  Banancanueva,  Barrünca» 
tñeja,  Yucal,  San  Basilio,  San  Cayetano,  María  Baja  y  Flamenco  son  sus  parro- 
quias :  Barrancanueva  ó  Barrancas,  situada  sobre  el  Magdalena  antes  de  formar- 
se aquel  brazo,  es  población  de  mal  caserío,  clima  ardiente,  húmedo  y  malsano, 
infestada  de  zancudos  y  punto  muy  importante  para  la  navegación  del  río:  tiene 
algunas  salinas,  y  en  el  tránsito  de  la  misma  á  Cartagena  hay  muchw»  pL.ta  l»s 
de  algodón,  siendo  intolerable  al  pasar  los  bosques  del  cantón  la  algazara  de  los 
monos  y  el  graznido  de  los  loros. 

Cofozal,  villa  cabecera  de  cantón  y  población  de  mejor  caserío  que  Maha- 
tes y  Sabanalarga ;  sus  habitantes  se  dedican  á  las  crías,  y  esto  es  común  en  to- 
dos los  pueblos  de  la  provincia  situados  en  los  hermosos  llanos  de  Barrancas, 
Chimí,  Zamba  y  Tolú ;  el  Corozal  es  muy  sano ;  Aforroa,  Sincelcjo,  Caracol,  Colo^ 
sé.  Oveja,  Tetón,  Tacamocho,  Tucaloa,  Cascajal,  Bnenavista,  Situé,  El  Carmen, 
San  jacinto,  San  Juan  Nepomnceno,  San  Agustín  y  Zambrano,  son  sus  parroquias. 
Chiftú  es  villa  poblada  de  indios  y  cabecera  de  cantón,  en  que  se  comprenden  las 
parroquias  de  Sahagün,  San  Afidtés,  Sampués,  San  Benito  Abad,  Santiago,  Jegua, 
Caimito  y  Ayapel,  todas  de  mal  caserío.  Lorica  es  villa  bien  poblada  sobre  el 
Sinú,  con  propietarios  muy  acomodados  y  terreno  fértilísimo  de  que  se  ha  habla- 
do antes;  su  caserío  es  regular  y  sus  parroquias  son:  San  Sebastian  de  Orvba,San 
Juan  de  las  Palmas,  La  Purísima,  Momil,  Salmneta,  Chima,  Ciénaga  de  Oro,  San 
Carlos,  Colosina,  Montería,  Serete,  San  Pe  layo,  San  Nicolás,  San  Bernardo,  San 
Antera,  Tolii  Viejo  y  Tolú  Nucido  \  esta  última  es  una  villa  pequeña,  fundada  en 
1 534  con  el  nombre  átSantiago,y  lleva  el  sobrenombre  de  Tolú  por  la  abundancia 
que  hay  en  sus  bosques  del  precioso  árbol  que  da  el  bálsamo  así  llamado :  su  te- 
rritorio abunda  en  maíz  y  ganados,  y  su  temperatura  es  cálida  y  saludable  como 
la  de  Lorica,  con  laque  comunica  por  el  golfo  de  Morrosquiílo,  á  cuyas  inme- 
diación se  halla  £1  cantón  de  Vieja  Providencia  lo  componen  San  Andrés,  anti- 
gua cabecera.  Sania  Catalina,  las  Mangles  y  el  grupo  de  las  otras  islas  conocidas 
por  de  Vieja  Providencia,  que  es  ahora  la  cabecera,  situadas  todas  á  360  millas 
de  Cartagena,  y  entre  los  12°  27'  y  13^30*  de  latitud  X.,  á  135  millas  de  la  costa 
oriental  de  Centro  América  la  Vieja  Providencia,  y  á  1 16  San  Andrés. 

X.  Panamá:  ciudad  capital  de  su  provincia  y  antes  del  departamento  del 
Istmo,  sobre  el  Pacífico,  á  los  8*^  58'  50"  de  latitud  N.  y  79°  19'  de  longitud  \V., 
fue  fundada  por  Pedrarias  Dávila  en  151 8  en  el  lugar  llamado  en  el  día  Pana- 
má Vieja,  que  está  próxima  á  la  nueva,  levantada  en  1661,  de  resultas  de  haber 
sido  incendiada  aquélla  en  el  aflo  precedente  por  un  pirata  inglés ;  se  halla  di- 
vidida en  dos  por  un  foso  de  cuatro  varas  de  profundidad  y  ocho  de  ancho,  atra- 
vesándose por  un  camellón  en  la  puerta  de  tierra,  que  es  la  única  comunicación 
directa  de  la  ciudad  con  el  arrabal ;  la  rodean  regulares  murallas  coronadas  de 
artillería  de  bronce,  en  donde  hay  otras  dos  puertas  denominadas  del  Muelle  y 
de  1as  Monjas,  las  cuales  dan  al  mar ;  es  de  calles  estrechas  y  empedradas,  con- 
tándose tres  de  £.  á  W.  y  cinco  de  N.  á  S.,  con  dos  parroquias,  ^ue  son  las  de 


Apéndice  xvil 


la  catedral  y  San  Felipe,  un  convento  de  monjas  y  cuatro .  templos  de  frailes 
suprimidos,  y  además  el  convento  de  San  Juan  de  Dios,  que  ha  servido  siem- 
pre de  hospital ;  el  caserío  es  regular,  alguno  de  tres  cuerpos  y  casi  todo  de  alto 
y  bajo,  especialmente  en  la  calle  de  La  Merced,  y  la  mayor  parte  de  mamposte- 
ría  en  toda  la  ciudad,  aunque  hay  otras  de  lo  mismo  en  el  cuerpo  inferior,  y  el 
resto  de  madera ;  todas  sin  desahogo  interior  ni  lugares  comunes,  por  cuya  razón 
se  hace  la  limpieza  luego  que  anochece,  arrojando  las  inmundicias  al  mar  por 
la  muralla;  se  cierra  la  puerta  de  tierra  á  las  nueve  de  la  noche,  quedando  in- 
comunicada con  el  arrabal ;  es  su  paseo  principal  la  grande  explanada  de  las 
bóvedas  de  la  muralla ;  necesita  ésta  de  frecuentes  reparos  en  la  parte  que  la 
combate  el  mar,  cuyas  mareas  suben  más  de  cuatro  varas ;  no  hay  cuarteles ;  es 
un  buen  ediBcio  la  casa  de  gobierno,  cuyos  salones  bajos  sirven  de  aduana ;  es 
regular  la  arquitectura  de  la  catedral,  compuesta  de  tres  naves  y  con  torre  y  fa- 
chada  muy  vistosas  cuando  les  da  el  sol,  por  hallarse  con  embutidos  de  conchas 
de  nácar ;  es  buena  la  casa  municipal  y  regular  la  cárcel. 

El  arrabal,  con  una  parroquia,  es  de  calles  tortuosas,  angostas  y  mal  em- 
pedradas, con  caserío  de  madera  por  lo  general  y  población  de  gente  de  color, 
triple  á  la  de  toda  la  ciudad  ;  ha  syfrido  grandes  incendios  durante  la  domina- 
ción española  y  en  tiempo  del  Virrey  Sámano;  por  el  ano  de  1821  se  experimen- 
tó uno  que  destruyó  toda  la  calle  del  Saladillo ;  de  1822  á  1827,  en  que  mandó 
el  General  colombiano  Carreño,  sólo  hubo  dos,  que  se  cortaron  prontamente  por 
su  vigilancia;  no  h^  más  industria  en  ambas  poblaciones  que  el  comercio,  pero 
muy  inferior  al  del  tiempo  de  los  galeones  y  ferias,  en  que  prosperó  mucho ;  la 
mayor  parte  del  pueblo  se  emplea  en  pescar,  hacer  pequeños  conuc^^s  y  carbo- 
nerías ;  no  hay  otra  agua  para  el  servicio  doméstico,  que  la  de  unos  pozos  próxi- 
mos al  arrabal,  bebiéndose  la  de  un  manantial  llamado  £¿  Chorrilhj  situado  al 
pie  del  cerro  del  Ancón,  á  un  cuarto  de  legua  de  la  ciudad  ;  se  proveen  de  fru- 
tos de  la  isla  Taboga,  en  donde  se  producen  pinas  de  las  más  exquisitas  que  se 
conocen,  y  de  plátanos,  yuca,  ñames  y  otras  raíces,  del  pueblo  de  Chepo  y  de  la 
isla  Chepillo;  se  venden  buenas  perlas  de  las  que  sacan  de  las  islas  del  Rey,  lla- 
madas ahora  de  Colofiibia ;  se  experimenta  una  temperatura  ardiente  y  húmeda, 
siendo  endémico  el  vómito  y  sufriéndose  en  la  salud  todos  los  efectos  pernicio- 
sos de  los  materiales  corrompidos  que  deja  el  mar  en  las  playas  cuando  baja, 
llegando,  no  obstante,  muchos  á  una  edad  muy  avanzada ;  se  nota  en  los  habi- 
tantes un  modo  de  hablar  muy  pausado,  y  fue  la  misma  ciudad  residencia  de  la 
primera  audiencia  real  que  se  estableció  en  este  Continente  al  principio  de  la  con- 
quista. 

Portobelo  es  ciudad  cabecera  de  cantón,  y  su  vecindario  es  apenas  de  1,000 
habitantes  de  color,  con  casas  de  madera,  levantadas  sobre  mampostería,  en  ge- 
neral ;  se  halla  situada  sobre  la  costa  septentrional  al  lado  de  una  montaña,  y  en 
los  9°  33'  de  latitud  N.  y  79°  26'  de  longitud  W.,  á  16  leguas  de  Panamá,  con 
clima  ardiente,  húmedo  y  excesivamente  insalubre ;  las  noches  son  sufocantes 
como  el  día,  copiosas  las  lluvias  y  siempre  acompañadas  de  truenos  terribles  y 
rayos  :  reinan  las  calenturas  biliosas  intermitentes,  que  se  atribuyen  .á  emanacio- 
nes pútridas  producidas  por  la  fuerza  de  la  vegetación,  y  es,  con  Omoa  y  Ve- 
racruz,  reputada  como  uno  de  los  lugares  más  temibles  para  los  europeos.  En 
Portobelo  se  conserva  el  gran  ediñcio  de  la  aduana  levantada  en  el  tiempo  de 
los  galeones. 

Yauiza:  pueblo  cabecera  del  cantón  de  Yaviza,  ó  del  Darién  del  Sur,  y  po- 
blación de  400  almas,  con  caserío  de  palma  y  un  pequeño  fuerte  á  inmediacio- 
nes del  Tuira ;  en  tiempo  de  los  españoles  era  residencia  de  un  Gobernador  de 
provincia,  que,  como  el  de  Portobelo,  disfrutaba  de  $  3,000  de  sueldo,  en  aten- 
ción á  lo  miserable  del  lugar  y  á  los  gastos  que  tenia  que  hacer  para  agradar  á 
los  indios  no  reducidos  que  habitan  en  sus  cercanías  ;  con  cuyo  objeto  había  ade- 
más una  compañía  üe  guarnición,  que  se  retiró  cuando  mandaba  en  Panamá  el 
General  Carreño,  quien  celebró  con  aquéllos  un  convenio  de  amistad  :  no  hay 
producción  alguna  de  importancia,  y  sus  habitantes  viven  de  la  pesca  y  algunos 
cortos  conucos ;  tampoco  tienen  camino  por  tierra  para  comunicarse  con  Panamá, 
y  en  sus  bosques  se  encuentra  el  árbol  de  sangre^  llamado  así  porque  contiene  la 
sangre  de  las  narices  ó  de  cualquiera  herida  en  el  momento  que  se  aplica  á  la 
parte  por  donde  sale. 

Chorrera  es  pueblo  situado  10  leguas  al  W.  de  Panamá  y  cabecera  de 
cantón,  con  4,000  almas  y  caserío  de  paja,  aunque  en  el  centro  hay  alguno  de 
teja;  regular  plaza  y  buena  parroquia,  y  temperatura  tan  saludable,  que  se  con- 
sidera por  los  panameños  como  lugar  de  convalecencia,  y  fue  elegido  para  acan- 


xxTV-  Nueva  Gecígrafia  de  Colombia 


tonamiento  de  las  tropas  colombianas,  cuando  regresaron  del  Perú  en  1826,  con- 
sigruiéndose  asi  que  hubiera  pocas  bajas ;  el  suelo  del  cantón  es  muy  fértil,  y  en 
el  pueblo  hay  muy  buenas  aguas ;  casi  todos  los  habitantes  son  de  color  y  se  de- 
dican á  la  agricultura,  haciendo  un  continuo  tráfico  con  Panamá  por  mar  y  por 
tierra. 

Xatd:  ciudad  cabecera  de  £antón,  con  5,000  almas,  está  bien  situada  en 
una  llanura  y  á  orillas  de  un  pequeño  rio,  cerca  de  su  embocadura  en  el  golfo  de 
Parita,  á  24  leguas  SW.  de  Panamá ;  con  calles  anchas  pero  no  rectas,  y  algunas 
mal  empedradas ;  dos  tercios  del  caserío  de  paja  y  el  resto  de  teja ;  y  plaza  ca- 
paz y  lo  mismo  su  parroquia  ;  todos  los  habitantes  del  cantón  se  dedican  á  la 
cría  de  ganado  vacuno  y  caballar,  para  lo  cual  hay  excelentes  pastos,  como  to- 
dos los  del  Istmo,  y  playones  salitrosos  en  que  prosperan  mucho,  aunque  crecen 
poco ;  los  caballos  son  muy  fogosos,  y  se  carece  de  muías ;  en  el  verano  escasea 
el  pasto.  A  dichas  crías  las  ataca  una  peste  llamada  morriña^  la  cual  curan  con 
sangrías  y  alguna  vez  cortando  al  animal  el  rabo  y  orejas,  para  aue  desangren 
más.  Nata  lleva  este  nombre  por  el  de  su  cacique  al  tiempo  de  su  descubrimien- 
to en  1 51 5,  y  se  pobló  por  los  españoles  en  151 7;  siendo  destruida  á  los  doce 
anos  V  reedincada  en  1531  con  la  advocación  de  Satitiago  de  los  caballeros  y  el  tí- 
tulo de  ciudad  que  aún  conserva ;  su  temperatura  es  cálida  y  seca,  y  regulares 
sus  aguas ;  experimentándose  con  todo  algunas  calenturas  cuando  soplan  los 
vientos  del  Sur ;  el  Inrn'o  de  SaUi  es  encarnado  y  fragante,  y  un  ramo  de  indus- 
tria de  los  habitantes,  los  cuales  hacen  alcarrazas  y  otras  vasijas,  que  exportaban 
para  el  Perú  y  otros  puntos  durante  la  dominación  española. 

Cerca  de  la  ciudad  está  Peuonomé^  al  pie  de  la  sierra,  con  5,000  almas  de 
población  dedicada  á  la  agricultura  y  cun  terreno  fértil,  en  donde  se  produce 
todo  menos  trigo ;  conserva  el  nombre  de  su  cacique,  y  hace  fértiles  y  deliciosas 
sus  cercanías  el  río  Saratí ;  llevándose  á  Panamá  maíz,  plátanos,  legumbres,  cer. 
dos  y  aves  en  que  abunda  dicho  pueblo;  siguiendo  hacia  el  Pacífico,  tiene  una 
sabana  de  cinco  ó  seis  leguas,  y  caminando  hacia  el  N.,  apenas  se  sube  una  pe- 
queipa  altura,  cuando  se  embarcan  en  él  río  Coclé,  bajando  al  mar  de  Colón  en 
10  horas.  Al  mismo  cantón  pertenece  el  pequerlo  pueblo  de  Olá^  cuyos  habitan- 
tes son  indios,  y  tan  celosos  de  sus  mujeres  é  hijas,  que  no  consienten  se  avecin- 
de ningún  extraño,  aunque  sea  criollo ;  de  manera  que  sólo  puede  visitarse  el 
pueblo  en  las  fiestas  de  su  patrono ;  tampoco  se  casan  con  indios  ó  indias  de  otra 
jurisdicción,  á  lo  cual  se  atribuye  su  corto  vecindario  de  200  almas  ;  se  ocupan 
en  hacer  loza. 

Los  Sanios  es  también  cabecera  de  cantón,  con  6,000  almas,  caserío  por  lo 
común  de  teja  y  sin  nada  de  particular,  si  se  exceptúa  la  iglesia  parroquia),  que 
es  buena ;  es  de  temperatura  cálida  y  malsana  ;  era  villa  en  la  dominación  espa- 
fiola,  situada  en  el  golfo  de  Parita,  ocho  leguas  al  S.  \  SW.  de  Nata,  á  la  em- 
bocadura de  un  río  que  la  surte  de  agua,  y  por  haber  sido  la  prímera  que  dio  el 
grito  de  independencia,  se  le  dio  el  título  de  heroica  ciudad;  tiene  su  cantón  un 
terreno  muy  fértil  en  toda  clase  de  frutos,  y  surte  de  provisiones  á  casi  toda  la 
Provincia ;  se  crían  ganados  como  en  Nata,  y  hay  á  inmediacianes  de  la  ciudad 
una  salina  pequefia,  de  que  se  abastece  su  vecindario.  En  toda  la  Provincia  de 
Panamá  se  nota  que  los  pueblos  del  interior  están  rodeados  de  cocales,  para  li- 
bertarse de  los  rayos  que  caen  con  frecuencia  y  contra  los  cuales  les  sir\'en  de  pa- 
rarrayos ;  también  se  advierte  que  los  cantones  en  donde  hay  habitantes  de  color 
son  Portobelo,  Panamá  y  algunos  en  I>os  Santos.  Esta  ciudad  dista  por  mar  de 
su  capital  ICO  millas. 

XI.  Santiago  de  Veraguas:  ciudad  capital  de  la  provincia  de  Veraguas,  bien 
situada  á  los  8^  12'  de  latitud  N.  y  81°  12'  de  longitud  W.,  pero  con  temperatu- 
ra húmeda  y  más  ardiente  que  Panamá;  tiene  caserío  de  teja,  ningún  ediñcio  im- 
portante y  aguas  regulares ;  caen  muchos  rayos  en  el  invierno,  y  lo  atribuyen  los 
naturales  á  las  cercanías  del  mineral  del  Escudo  de  Veraguas ;  fue  provincia 
erígida  en  ducado  á  favor  de  la  familia  de  Colón  en  1537  ;  pero  se  incorporó  lue- 
go a  la  corona,  dándosele  el  equivalente  que  producía  su  renta  por  el  real  tesoro. 
A  cinco  leguas  está  Mesa,  pueblo  cabecera  de  un  pequeño  cantón,  situado  en 
una  alta  explanada  y  con  caserío  de  paja ;  clima  ardiente  y  algo  húmedo ;  y  nm- 
chas  crías  de  ganado  vacuno,  caballar  y  de  cerda.  Alange,  ciudad  pequena,*<a^ 
6,000  almas,  con  el  nombre  de  Santiago  de  Alange,  á  su  fundación  y  cabecera  del 
cantón  así  llamado  ó  del  partido  que  era  de  Chiriquí,  se  gobernaba  bajo  el  do- 
minio español  por  un  Teniente  Gobernador  de  Veraguas,  y  tiene  min(*rales  de 
oro  y  abundantes  crías  de  ganado  de  cerda  y  vacuno,  haciéndose  buenos  quesos. 
La  ciudad  de  los  Remedios^  situada  al  S.  de  la  cordillera  y  al  W.  de  Bahíahonda 


I 


Apéndice  xJcv* 


cerca  del  Pacifico  sobre  el  río  Santa  Lucía,  cabecera  del  cantón  de  Gaimi,  era  '' 
bajo  la  dominación  española  la  residencia  de  los  Gobernadores  de  la  Provincia,  "^ 
y  fueron  muy  productivas  sus  minas  de  oro  de  Lobaina  ;  en  el  cantón  hay  mu-  ^ 
chas  crías  de  ganado  vacuno  y  caballar ;  haciéndose  del  primero  grandes  sala- 
zones, que  remiten  á  los  Chocoes  en  Centroamérica,  para  evitar  el  costo  de  llevar 
las  reses  á  Panamá,  en  donde  por  lo  bajo  de  los  precios  no  sacarían  utilidad ; 
también  se  establecieron  crías  de  muías  en  1824,  tomando  la  iniciativa  el  Sr.  ' 
Gallegos,  y  á  esta  empresa  deberán  en  Panamá  que  no  salga  de  su  territorio  el  -' 
dinero  que  invertían  para  adquirirlas  de  Piura  y  de  Paita.  En  el  mismo  cantón  ' 
hay  abundancia  de  maderas  exquisitas  para  construir  buques  en  el  Pacifico,  y/, 
también  son  muchos  los  lugares  fértiles  en  que  se  produce  gran  cantidad  de  - 
tabaco. 

Las  poblaciones  del  Chocó  y  Buenaventura  son  todas  nacientes  y  con  case- 
río generalmente  de  paja.  Buenaveniura,  capital  de  la  segunda  Provincia,  es  la 
ne  está  llamada,  por  su  posición  bella  é  importante,  á  ser  la  más  considerable 
Je  ambos  litorales,  luego  que  se  ponga  expedita  la  peligrosa  navegación  del  Da-  ' 
gua,  y  se  franquee  el  camino  que  sube  á  los  valles  del  Cauca  :  dicha  población 
se  compone  de  unas  cuantas  casas  miserables  habitadas  por  descendientes  de 
África,  un  cuartel  con  una  corta  guarnición,  que  cubre  una  pequeña  batería,  y 
además  la  casa  del  Grobernador  y  la  Aduana,  formadas  de  guasguas ;  está  situada 
en  una  pequeña  isla  cubierta  de  yerba,  espinas,  fango,  serpientes  y  sapos ;  se 
exporta  por  su  puerto  aguardiente,  azúcar  y  tabaco ;  y  reciben  sal  de  Paita,  ce-. ' 
bollas,  Sombreros  de  paja,  hamacas  de  jipijapa  y  otros  artículos,  y  carne  salada'  ^ 
de  Costa  Rica  en  Centroamérica ;  las  provisiones  son  escasas,  las  aves  lo  mismo,  ', 
y  caras;  el  pescado  no  es  abundante,  y  se  dice  que  es  nocivo;  se  padecen  disen- ' 
tenas ;  admite  su  bahía  buques  de  todas  clases,  que  pueden  entrar  y  salir  á  cual-  , 
quiera  hora  sin  peligro. 

XIL  Pasto:  situada  á  3,018  varas  sobre  el  mar,  en  un  pequeño  valle  rodeada 
de  montañas,  á  los  i®  13'  latitud  N.  y  76°  46'  de  longitud  W. ;  fundada  en  1539  á" 
92  millas  SSW.  de  Popayán,  con  la  advocación  de  San  Juan  y  el  sobrenombre'! 
de  Villaviciosa,  á  la  falda  de  un  volcán  que  ha  cesado  de  arder  desde  1 727,  es  )a' 
capital  de  la  Provincia,  y  toda  ella,  inclusas  las  cabeceras  de  sus  cantones,  se' 
compone  de  poblaciones  de  mal  caserío  y  poca  importancia ;  la  temperatura  me-, 
dia  de  la  ciudad  es  11,5  de  Reaumur  como  la  de  Bogotá ;  su  caserío  era  de  teja/^ 
pero  de  mal  aspecto,  y  buena  su  iglesia  parroquial ;  cinco  templos  de  conventos"' 
de  frailes  y  uno  de  monjas,  dos  ermitas  y  calles  regulares ; Jtodos  sus  edificios ' 
parece  que  se  han  arruinado  en  los  terremotos  del  presente  ano. 

XIIL  Pofayán :  ciudad  capital  que  fue  del  Departamento  del  Cauca  y  ahora  í 
déla  Provincia  de  su  nombre,  la  cual  bajo  la  dominación  española  componía  con' 
Pasto  el  Gobierno  de  Popayán,  fue  fundada  por  Belalcázar  el  año  de  1536  eñ* 
una  dilatada  y  espaciosa  llanura;  á  los  2°  28'  38"  de  latitud  N.,  y  76°  31'  30"  dcf* 
longitud  W.,  bajo  clima  delicioso,  cuya  temperatura  media  es  de  15  grados  d^; 
Reaumur,  y  á  900  varas  sobre  el  mar;  tiene  calles  anchas  y  rectas,  aunque  mal' 
empedradas ;  casas  bonitas  fabricadas  de  adobes  con  un  solo  cuerpo  y  muchas  de 
alto,  como  son  todas  las  de  la  calle  de  Belén  ;  con  buenas  aceras  enlosadas ;  di- 
ferentes edificios  capaces  de  competir  con  los  de  las  ciudades  europeas ;  variad 
plazas ;  catedral  buena ;  dos   concentos  de   monjas ;  un  convento  de  franciscos^ 
misioneros,  con  un  hermoso  templo;  y  además  otros  tres  de  conventos  de  otras- 
órdenes ;  hospital  de  betlemitas ;  varias  iglesias  y  ermitas  y  diferentes  estableci- 
mientos de  educación  ;  era  ciudad  muy  rica,  y  se  ha  atrasado  de  resultas  de  la 
guerra ;  la  rodea  el  río  del  Molino,  para  cuyo  paso  hay  puentes  que  comunican 
con  los  barrios  del  Callejón  y  del  Arrabal ;  hay  casa  de  moneda  fundada  en 
1749 ;  se  venden  las  provisiones  en  un  gran  número  de  tiendas,  y  se  disfruta  de 
excelentes  frutas  y  verduras  de  todas  temperaturas,  de  carnes  delicadas  y  de  pan 
exquisito  de  harinas  de  Pasto  y  de  su  mismo  distrito;  fabrican  algunos  tejidos 
dé  lana  y  reciben  bayetas  de  Europa,  sal  de  Bogotá  y  azúcar  de  .Cali ;  son  hom- 
bres y  mujeres  de  bella  fisonomía  y  buenas  costumbres;  es  país  propenso  á  llu- 
vias y  tempestades,  excepto  en  Junio,  Julio  y  Agosto,  que  llueve  poco  y  se  expe- 
rimenta más  fresco ;  se  halla  á  corta  distancia  de  los  volcanes  de  Puracé  y  2^-, 
tara,  y  más  inmediata  al  cerro  poblado  de  árboles  llamado  de  la  M,  por  ser  esta' 
su  figura. 

Almaguer:  ciudad  cabecera  de  cantón,  fundada  en  1543,  á  38  millas  S.  i 
SW.  de  Popayán,  en  la  cumbre  de  un  montecillo  situado  en  el  llano  de  Guachi- 

Nueva  Gtografia  de  Colombia  tomo  I— P  ^ 


xyvi  Nueva  GecxjRafia  de  Colombia 


cono,  formando  aa  triángulo  con  los  páramos  de  Iscansé  y  de  las  Papas ;  es  de 
clima  fresco  y  territorio  abundante  en  trigo,  maíz,  cebada,  frutas  y  algún  ganado. 

Descendiendo  de  Popayán  al  gran  valle  que  riega  el  Cauca,  se  pasan  50  6 
60  millas  en  dirección  á  Caloto,  en  cuyo  espacio  se  atraviesan  el  Paniquitá, 
Ovejas  y  otros  ríos  que  descienden  al  Cauca  y  se  pasan  por  puentes,  y  hasta  lle- 
gar a  Quilichao,  pueblo  del  cantón  de  Caloto,  se  encuentran  muchos  cortos  case- 
ríos y  casas  de  campo,  ó  cortijos  espaciosos ;  lugares  fértiles  y  bastante  bien 
coltivados,  y  sitios  mineros  que  se  han  reputado  siempre  por  de  grande  impor- 
tancia :  el  principal  de  éstos  es  el  de  las  minas  de  Alegría^  en  cuyas  cercanías  se 
hallan  las  ae  San  Vicente,  Dominguillo,  Campo,  Cerrogordo,  Santa  Marta,  San 
Miguel,  Portugalete,  Honduras  y  otras  varias,  de  donde  se  saca  oro  y  á  cuyas 
icmediaciones  se  ven  cabanas  rodeadas  de  platanales  y  otros  mantenimientos, 
d(  que  viven  los  negros  que  las  benefician.  Quilichao^  pueblo  de  caserío  de  paja. 
e$tá  muy  bien  situado  y  reúne  las  producciones  de  todos  los  climas.  Caloto^  con 
ricos  minerales  de  oro  y  cabecera  de  cantón,  es  pequeña  ciudad  fundada  en  1 543 
á  la  parte  occidental  del  Nevado  del  Huila,  con  caserío  de  paja  y  de  teja,  y  tem- 
peratura y  producciones  de  tierra  cálida.  Pitayóy  situado  hacia  la  cordillera,  es 
poeblopjquefto,  y  en  sus  cercanías  se  coge  quina,  reputada  p^r  algunos  como 
saperíor  á  la  de  Loxa. 

CaU:  esotra  cabscera  de  cantón  y  ciudad  fundada  en  1537  i  22  millas 
NW.  de  Caloto,  V  34  ó  36  de  camino,  atravesando  el  Cauca;  su  situaciones 
pintoresca,  y  en  la  falda  oriental  de  la  cordillera  occidental,  con  temperatura 
cálida  y  saludable,  y  rodeida  de  huertas  que  la  hacen  muy  amena;  sus  calles 
son  rectas,  y  sus  edificios,  de  ladrillo  ó  de  mampostería,  bastante  bien  concluidos; 
hay  dos  bellas  parroquias  y  varios  templos  de  conventos  extinguidos,  conser\'án- 
dgse  el  de  San  Francisco ;  la  habitan  muchas  personas  ricas,  y  la  parte  de  co- 
lor, que  es  bastante  numerosa,  se  distingue  por  sus  modales  y  disfruta  entre  los 
blancos  de  una  igualdad  y  armonía  loables.  Entre  Caloto  y  Cali  se  pasa  el  Cau- 
ca en  canoa,  y  se  ofrecen  á  la  vista,  en  todo  el  tránsito,  bosques  de  bambúes,  de 
guayabos  y  de  otros  árboles,  hermoseados  con  diferentes  clases  de  enredaderas; 
en  el  mismo  cantón  se  cultiva  mucho  y  hay  bueñas  haciendas  de  caQa.  Cali  es 
el  lugar  por  donde  trancan  los  de  Popayán  con  el  puerto  de  Buenaventura. 

Siguiendo  el  curso  del  Cauca  y  en  la  bauda  de  Caloto,  se  halla  la  ciudad 
de  BugOy  cabecera  de  cantón,  fundada  en  1588  á  corta  distancia  del  Cauca,  con 
calles  y  caserío  regulares,  y  temperatura  cálida  y  húmeda ;  su  valle  lo  riegan 
varios  riachuelos  que  descienden  al  precitado  río.  £n  el  intermedio  con  Caloto 
se  produce  todo  genero  de  frutos  y  es  muy  estimado  el  tabaco  de  Llano  Grande, 
pueblo  situado  á  20  ó  25  millas  de  Cali.  A  menor  distancia  de  Buga,  y  en  la 
confluencia  del  Tului  y  el  Cauca,  se  halla  Tuluá,  pueblo  regular  y  cabecera  de 
cantón  con  iguales  producciones,  pero  de  temperatura  más  cálida  y  húmeda  j 
caserío  de  te]a  y  de  paja. 

A  la  parte  opuesta  del  Cauca  y  30  millas  más  abajo  de  Tuluá  se  encuentra 
RoldaniüOy  y  á  una  legua,  en  la  misma  dirección,  Toro^  próxima  al  mismo  rio,  y 
ambas  pequeñas  ciudades  cabeceras  de  cantón.  Siguiendo  el  curso  del  Cauca  se 
halla  cerca  de  su  margen  derecha  la  ciudad  de  Cartago^  fundada  en  1540  entre  los 
ríos  Otúny  Quindío,  y  trasladada  á  fín  del  mismo  siglo  al  lugar  en  que  se  encuen- 
tra, á  los  4^  45'  de  latitud  N.  antes  de  la  embocadura  del  río  de  la  Vieja,  nave- 
sable  en  canoas  y  balsas ;  dicha  ciudad  cabecera  de  cantón,  ocupa  un  llano  algo 
elevado  sobre  el  Cauca  y  á  1141  y  dos  tercias  de  vara  sobre  el  mar,  con  caites 
axKhas  y  rectas,  una  espaciosa  plaza,  buenos  ediñcios,  y  cercanías  alegres  y  bien 
cultivadas ;  siendo  considerada  por  algunos  como  mejor  que  Cali,  aunque  su  cli- 
ma es  más  cálido  ;  era  residencia  de  un  Teniente  Gobernador  de  Popayán,  y  en 
su  territorio  S2  coge  excelente  tabaco;  buen  cacao,  que  diferencian  por  de  vaina 
amarilla  y  vaina  morada  ;  café  superior,  cultivado  hace  muchos  años  ;  muchas 
clases  de  plátanos,  cocos  y  otras  frutas  exquisitas ;  variedad  de  flores  y  muchas 
plantas  medicinales.  Su  distrito  ha  solido  ser  acosado  de  la  langosta  ;  dista  134 
millas  al  N.  i  NE.  de  Popayán  y  54  de  Buga,  en  cuya  segunda  distancia  sólo 
tiene  el  Cauca  un  descenso  de  poco  mis  de  20  varas,  pues  esta  ciudad  se  halla  á 
1^161  varas  sobre  el  Océano.  Más  abajo  de  Cartago,  antes  de  entrar  el  río  ea 
la  Provincia  de  Antioquia,  se  halla  sobre  su  orilla  izquierda  Anserma  la  I>Tutva^ 
ciudad  fundada  en  1532  sobre  una  colina;  pequeAa,  con  salinas  y  minerales  de 
oro  en  sus  cercanías  ;  sujeta  á  fuertes  tronadas  y  rayos;  y  de  territorio  estériL 
Más  abajo  aún,  corre  el  río  entre  los  pueblos  de  Anserma  la  Vieja  á  la  izquieida^ 
y  Caftago  la  Vieja  á  la  derecha,  recibiendo  luego  al  Supía,  cerca  de  cuya  embo- 
cadura está  el  pueblo  del  mismo  nombre,  cabecera  del  cantón  más  septentrional 


Apéndice  xxvU 


do  Popayán  y  comprendido  antes  en  la  Provincia  de  Antioquia ;  el  río  Otún,  del 
cual  se  ha  hablado,  es  muy  rico  en  oro. 

XIV.  Antioquia :  ciudad  capital  de  su  provincia,  es  cabecera  de  cantón  fun- 
dada en  1 541  en  terreno  igual  y  á  la  orilla  del  Tonuzco,  tres  cuartos  de  legui  del 
Cauca,  y  á  los  6°  36' de  latitud  N.  y  74°  36'  de  longitud  W.,  en  una  elevación  d€ 
650  varas  sobre  el  mar,  y  con  clima  cálido,  seco  y  sano,  sin  plaga;  regulándose 
de  20^  de  Reaumur  su  temperatura  media;  fue  lugar  de  un  Gol^rnadoren  tierki- 
po  de  la  dominación  española,  en  que  constaba  la  provincia  de  cuatro  cabildos 
y  cuatro  capitanías  á  guerra ;  es  de  buenas  calles  y  caserío  bajo  por  lo  general ; 
reside  en  ella  el  Obispo;  tiene  dos  regulares  templos  y  varias  capillas ;  hayhuef- 
tas  en  sus  inmediaciones ;  y  son  sus  habitantes  de  carácter  bondadoso  y  buena 
moral,  de  constitución  robusta  y  con  aptitud  para  ciencias  y  artes,  lo  cual  es  ex- 
tensivo á  toda  la  provincia,  en  donde  no  obstante  se  nota  mucha  desidia  y  atra- 
so, aunque  menos  que  en  tiempo  de  la  dominación  española.  Sopttrán^  San  Je- 
rónimOf  Sacaojaly  Sabanalarga^  Buriticá^  Valle  de  SanAttdrés^  Cañasgordas^  Urrao^ 
Ocaidó,  Ansáy  Anutgd  y  TUiribi^  pertenecen  á  su  jurisdicción,  y  son  poblacióués 
dedicadas  al  ramo  de  minas,  a  crías,  y  al  cultivo,  pero  más  al  primer  ramo. 

MedelUn  :  rival  de  Antioquia,  y  residencia  de  las  autoridades  y  tribunal 
de  apelaciones,  es  una  bella  ciudad  a  31  millas  S£.  de  Antioquia  y  situada,  coli 
20,000  almas,  á  6^  16'  de  latitud  N.  en  un  valle  elevado  1768  varas  sobre  el  mar 
y  bañada  por  el  río  de  San  Bartolomé,  que  descarga  en  el  Cauca ;  su  tempera- 
tura media  es  de  16  grados  de  Reaumur;  tiene  buenas  calles  y  buen  caserío,  eie¿ 
lo  agradable  y  cercanías  amenas  y  pintorescas ;  se  dedican  bastante  sus  habitan- 
tes á  la  agricultura,  y  es  la  principal  cabecera  de  cantón  de  la  provincia  £1  valle 
de  Medellín  es  el  más  lindo,  el  más  poblado,  el  de  temperatura  más  benigna  y 
el  mejor  cultivado  de  la  provincia,  abundando  en  provisiones  y  frutas  de  todas 
clases;  Estrella^  á  2,558  varas  sobre  el  mar  y  14.5  grados  de  temperatura  media; 
Envigado^  á  1,856  varas  y  15-5  grados ;  San  Cristóbal^  á  2152  varas  y  14  grados ; 
Hatauiejo^  á  1,734  varas  y  17  grados;  Copacahatia,  á  1,702  varas  y  17.2  grados,  y 
Barbosa^  á  1,553  y  ^^-3  gi^^dos  de  Reaumur,  demuestran  por  su  elevación  y  esta 
temperatura  media  lo  agradable  de  su  situación.  Rionegro^  ciudad  pequeila  de 
16,000  almas  y  cabecera  de  cantón,  está  situada  á  2,506  varas  sobre  el  mar,  con 
calles  tortuosas  y  caserío  de  teja,  á  40  millas  SE.  de  Antioquia  y  10  de  Medellín, 
hacia  las  cabeceras  del  Rionegro  ó  Nuz,  con  temperatura  media  de  12  grados  de 
Reaumur ;  San  AnioniOy  pueblo  situado  á  igual  elevación  y  con  la  misma  tempe- 
ratura; San  Vicentey  CouccpciÓHy  Sanio  Domingo ^  Zabaleta^  Santa  Bdrbara^  Arma  y 
S^nsón^  pertenecen  á  su  jurisdicción ;  Rionegro  se  halla  á  los  6^  13'  de  latitud  N. 

Marinilla :  villa  cabecera  de  cantón,  a  2,467  varas  sobre  el  mar,  en  los  6^ 
14'  de  latitud  N.  y  con  la  temperatura  media  de  12.2  grados  de  Reaumur,  está 
situada  en  llano  y  es  población  de  6,000  almas,  con  calles  desiguales  y  caserío 
de  teja  y  de  paja ;  el  Peñol^  á  2,186  varas  sobre  el  mar  y  13  grados  de  temperatu- 
ra media ;  el  Carmen^  San  Carlos  y  Canoas^  son  sus  poblaciones  principales,  y  en 
todas  ellas,  lo  mismo  que  en  la  de  Rionegro,  se  dedican  con  preferencia  á  la  ex- 
plotación de  minas,  aunque  no  dejan  de  aplicarse  á  las  crías  y  poco  á  la  agricul- 
tura, teniendo  para  ambos  ramos  fértiles  campiñas.  De  Marinilla  á  Rionegro  hay 
tres  cuartos  de  legua. 

Santa  Rosa,  cerca  del  Porce,  á  (P  36'  de  latitud  N  y  á  2,737  varas  sobre  el 
mar  y  con  11.5  grados  de  temperatura  media,  es  cabecera  de  cantón  y  villa  de 
5,000  almas ;  su  distrito  es  minero  y  comprende  el  valle  de  los  Osos  y  las  po* 
biaciones  de  Yolombó  y  Catuán  \  el  Yarnmaly  á  2,618  varas  sobre  el  mar  y  tem- 
peratura media  de  12  grados ;  Don  Matias,  á  2,555  varas  y  de  igual  temperatura ; 
Carolina  ó  Claras,  á 2,169  varas  y  13  grados;  y  San  Pedro,  á  2,737  varas  y  1 1.5 
grados  de  Reaumur.  Remedios,  ciudad  antigua,  de  calles  angostas  y  caserío  de 
paja,  á  75  millas  ENE.  de  Antioquia  y  álos  7^  10' de  latitud  N.,  fundada  en  15.59 
en  terreno  cálido  y  malsano,  es  cabecera  de  cantón,  y  en  su  jurisdicción  abundan 
las  culebras,  sapos  y  zancudos,  cultivándose  poco  el  cacao,  para  el  cual  hay  ex- 
celentes tierras  y  alguna  caña  y  algodón,  de  que  fabrican  tejidos  ordinarios,  pero 
prefiriéndose  la  explotación  de  oro ;  la  riega  el  río  Pacuna,  anuente  del  Necní,  y 
se  comprenden  en  su  cantón  la  ciudad  de  Cáceres,  fundada  en  I57^  7  trasladada 
de  diferentes  sitios,  hasta  que  se  estableció  en  1588  en  el  lugar  en  que  se  ha- 
lla, á  los  7*^  48'  de  latitud  N.,  enfermiza  y  con  mal  caserío  y  peor  piso,  á  una 
legua  del  Cauca ;  Zaragoza  es  otra  ciudad  fundada  en  1581  á  la  derecha  delNe- 
chí,  con  clima  cálido  también  y  malsano,  calles  irregulares  y  caserío  de  paja,  á 
los  7^  54'  de  latitud  N.,  y  célebre  por  sus  muchos  lavaderos  de  oro.  Todo  el  can- 
tón se  compone  de  habitantes  desidiosos,  y  son  caras  y  escasas  las  provisiones, 


xxvjii  Nueva  Geograf/a  pe  Colombia 


XV,  Neiva  :  ciudad  capital  de  su  provincia,  fue  fundada  en  1550^  con  la  ad- 
vocación de  la  Cotuepción  del  Valle  de  Nema^  en  el  lugar  donde  existe  la  Villa- 
. vieja,  adonde  permaneció  hasta  1569  en  que  la  destruyeron  los  indios  pijaos; 
;má!s  adelante,  en  161 2  se  pobló  en  la  llanura  en  que  se  halla,  sobre  la  orilla  de- 
jecha  del  Magdalena,  á  o|  leguas  de  su  primitivo  lugar,  y  tiene  calles  anchas, 
^rectas  y  desempedradas  y  caserío  de  teja  y  de  paja ;  una  parroquia  y  una  capilla ; 
.y  temperatura  ardiente,  pero  que  no  impide  que  las  aguas  del  Magdalena  sean 
muy  frías,  como  procedentes  de  los  páramos  que  hay  á  corta  distancia;  se  pre- 
fieren para  beber  las  cristalinas  de  dos  arroyuelos  que  atraviesan  la  ciudad,  pues 
aquéllas  llevan  un  color  verdoso,  aunque  no  son  desagradables.  Neiva  es  esca- 
sa 4e  víveres,  aunque  bastante  provista  de  maíz  y  plátanos ;  las  harinas  que  con* 
¿ume  son  de  Bogotá ;  y  el  azúcar,  del  cantón  de  la  Mesa  en  la  misma  provincia, 
j6  de  la  Plata ;  los  habitantes  padecen  el  mal  de  San  Lázaro,  lepra  y  cotos ;  se 
Jes  r^uta  como  desidiosos,  y  tienen  por  Timaná  relaciones  de  comercio  con  los 
indios  andaquíes,  á  quienes  llevan  cuchillos,  espejos,  abalorios  y  otras  cosas  de 

Soco  valor ;  recibiendo  en  cambio  cera  de  una  blancura  extraordinaria  y  barniz 
el  que  antes  se  ha  hablado. 

Neiva  es  ciudad  pobre,  y  lo  mismo  su  provincia,  aunque  tienen  elementos 
para  enriquecerse;  el  principal  atraso  de  una  parte  de  la  misma  ha  provenido 
del  terremoto  ocurrido  en  x6  de  Noviembre  de  1827,  en  cuya  ocasión  se  unieron 
los  cerros  de  Guapotón  y  del  Grifo,  que  represaron  el  río  Suaza,  formando  un 
lago  de  dos  leguas  y  media  de  largo  y  una  de  ancho,  con  100  varas  de  profundi- 
dad  en  algunas  partes ;  en  esta  ocasión  se  inundó  el  pueblo  de  Guadalupe  ó 
Viciosa,  perdiéndose  en  la  provincia  1.000,000  de  árboles  de  cacao ;  el  cultivo  del 
café  se  halla  en  su  infancia.  La  ciudad  de  Neiva  está  á  622  varas  sobre  el  mar 
y  á  los  3°  7'  30"  de  latitud  N.  y  75°  28'  de  longitud  W.,  siendo  su  temperatura 
media  de  21.5  grados  de  Reaumur ;  se  nota  que  en  las  cercanías  de  la  misma 
ciudad  no  aparecen  cocodrilos. 

A  cuatro  leguas  de  Neiva,  y  en  una  llanura  al  pie  de  la  cordillera  y  ca- 
mino para  Popayán,  se  halla  la  Villa  de  Guagua^  con  caserío  de  paja  y  abundan- 
cia de  mantenimientos;  sus  producciones  principales  son  maíz,  plátanos  y  gana- 
dos;  á  seis  leguas  de  la  anterior  y  en  el  mismo  camino  se  halla  el  pueblo  del 
Retiro^  bien  situado  en  una  mesa  alta,  con  caserío  de  la  misma  clase  y  terreno 
productivo  en  maíz,  cada,  arroz  y  plátanos,  pero  sólo  para  el  consumo  de  su  cor- 
to  vecindario;  ambos  pueblos  son  de  temperatura  cálida.  A  dos  leguas  y  media 
está  el  pequeño  de  Iquira,  de  mejor  temperatura,  y  á  tres  más  el  de  Yaguaráy  en 
donde  los  vecinos  se  mantienen  escarbando  la  tierra  para  sacar  algún  oro ;  vi- 
viendo en  la  mayor  holgazanería  en  este  y  otros  lugares,  en  que  disfrutarían  co- 
modidad si  se  aplicaran  á  labrar  la  tierra.  Frente  á  Neiva  hay  otro  lugarcillo 
llamado  San  Attdtés,  en  donde  también  recogen  oro,  y  cerca  del  de  San  Antonio^ 
situado  en  las  tierras  frías  de  la  cordillera  oriental,  se  cogen  muchas  legumbres. 
Antes  de  Neiva  y  después  que  se  deja  el  cantón  de  Fusagasugá  caminan- 
do de  Bogotá  á  aquella  ciudad,  se  pasa  el  Ñfagdalenaen  canoa  cerca  del  sitio  de 
la  Arenosa,  en  donde  lleva  250  varas  de  ancho  y  seis  ú  ocho  de  profundidad : 
desde  este  paso  hay  media  legua  &  la  villa  de  Puñficaciótiy  cabecera  de  cantón  y 
situada  en  una  mesa  alta,  á  la  izquierda  del  mismo  río,  con  calles  arregladas  y 
caserío  de  paja ;  esta  población  es  la  mejor  de  la  provincia,  aunque  de  tempe- 
ratura muy  calida;  se  halla  á  los  ^  2'  de  latitud  N.,  y  es  abundante  en  caña, 
maíz,  plátanos  y  otras  frutas,  y  crias  de  ganado  vacuno  y  de  cerda,  que  expor- 
tan  para  otras  provincias ;  también  se  produce  cacao  y  se  recoge  oro  cerca  del 
Magdalena.  Al  W.  de  Purificación  se  encuentra  el  pueblo  del  Chaparral^  sitaado 
á  las  faldas  de  la  cordillera  de  Quindío,  en  una  extensa  llanura  y  con  mucha  ce- 
lebridad por  sus  minerales  de  oro  y  por  las  tempestades  que  se  experimentan  en 
sus  alrededores,  especialmente  cuando  soplan  los  vientos  del  NE.  en  la  estaci6n 
lluviosa ;  la  atmósfera  siempre  está  cargada  de  vapores  en  la  misma  dirección. 

Descendiendo  del  Chaparral  á  buscar  por  Coyaima  el  camino  que  sale  de 
la  Purificación  á  Neiva,  se  pasa  el  Saldafia  en  canoa  ;  este  río,  sombreado  de 

Í>almeras  en  sus  orillas,  arrastra  mucho  oro  que  recogen  los  habitantes  en  vanos 
avaderos.  Coyaima  es  un  pequeño  pueblo  situado  en  la  pendiente  de  las  mismas 
montanas,  y  en  tiempo  de  la  dominación  española  estaban  los  indígenas  obliga- 
dos á  satisfacer  el  tributo  con  oro  en  polvo  del  que  sacan  lavando  la  tierra ;  en 
el  Chaparral  hay  una  mina  de  petróleo.  El  camino  dicho  de  la  Purificación  corre 
seis  leguas  hasta  el  pueblo  de  Anatagaima^  pasándose  los  ríos  Ilarco  y  Guaguar- 
eo ;  tcdo  el  tránsito  es  llano,  y  el  pueblo  está  situado  en  sabana,  con  corto  nume- 
ro de  casas  de  paja,  temperatura  cálida  y  producciones  de  tierra  caliente  en  cor* 


Apéndice  xxix 


ta  cantidad;  el  terreno  de  Anatagaíma  es  muy  auríferoi  aunque  menos  que  el 
de  Coyaima,  y  los  indígenas  estaban  sujetos  á  las  mismas  reglas  para  el  pa£[Q 
del  tributo.  A  la  parte  opuesta  en  la  cordillera  oriental  se  hallan  los  pueblos  de 
Páramo  y  Alpujarra,  y  en  la  misma  los  Uafios  de  Tafur^  de  donde  baja  el  Rio- 
negro  á  formar  el  de  Prado. 

A  una  legua  de  camino  de  Anatagaima  se  pasa  el  Anchique,  i  otra  el 
Guaguarquito,  á  otra  el  Yaco  y  á  dos  el  Pata  ;  entre  las  embocaduras  del  prime- 
ro y  del  cuarto  en  el  Magdalena  se  avanz  i  un  estribo  de  la  cordillera  del  pára- 
mo de  Iraca,  y  estrecha  á  dicho  río  contra  otro,  que  desciende  de  la  cordillera 
oriental ;  desde  este  punto  principian  unos  bosques  muy  espesos ;  y  á  media  legua 
se  vuelve  á  pasar  el  Magdalena,  para  seguir  por  Villavieja  á  Neiva.  Villavieja^ 
perteneciente  á  este  útlimo  cantón  y  en  una  llanura  á  corta  distancia  de  la  ribe- 
ra derecha  del  mismo  río,  es  un  pueblo  miserable,  con  casas  de  paja,  clima  ai- 
diente  y  producciones  poco  abundantes ;  á  la  parte  opuesta  del  no  se  halla  el 
pueblito  de  Aipe  y  siguiendo  de  Villavieja  á  Neiva  se  pasa  el  Fortalecillas,  que 
baja  de  la  cordillera  oriental  y  corre  al  Magdalena  entre  bosques  y  márgenes 
deliciosas,  en  donde  se  respira  un  aire  embalsamado  por  las  flores  olorosas  que 
hay  en  todos  aquellos  lugares. 

Desde  Yaguará  continúa  el  camino  de  Neiva  hacia  la  ciudad  de  la  Plata 
y  Popayán,  atravesando  por  el  pueblo  de  la  Carnicería  y  el  paso  del  Páez ;  di- 
cho pueblo  está  situado  en  una  llanura  de  clima  agradable,  con  caserío  de  paja 
y  cortas  producciones  de  maíz  y  plátanos.  La  Plata^  á  los  2^  23'  de  latitud  N.  y 
05^  28*  de  longitud  W.,  á  51  millas  SSW.  de  Neiva,  es  ciudad  cabecera  de  can* 
ton,  también  con  caserío  de  paja  desordenado ;  situada  á  1,255  varas  sobre  el  mar, 
en  el  terreno  quebrado  de  un  angosto  valle,  por  donde  continúa  el  mismo  cami* 
no  hacia  el  páramo  de  Guanacas ;  con  clima  templado  de  19^  de  Reaumur ;  abun- 
dante en  caña,  maíz  y  plátanos,  y  con  varios  tambos  y  pueblos  miserables  en 
aquella  dirección,  contándose  entre  éstos  los  del  Pedregal  é  Intá.  En  la  misma 

Ü endiente  de  la  cordillera  se  ve  el  pueblito  de  Saiita  Rosa^  y  sobre  las  orillas  del 
1  lucos  se  saca  sal  de  la  mina  de  Segovia^  pero  en  corta  cantidad ;  Naime^  Ya- 
quiva  y  Ceja^  más  arriba  del  Pedregal,  y  Paicol,  Piial^  Itaibe  y  San  Attdrét^  más 
abajo  de  éstos  y  de  la  Plata,  son  pueblos  de  poca  importancia.  Más  al  S.  de  la 
Plata  y  hacia  al  Magdalena  se  hallan  San  Antonio^  Naranjal^  Boquerón  y  Yagua, 
TÜmand,  villa  fundada  en  1538  entre  la  corriente  del  Magdalena  y  del 
Suaza,  pero  más  próxima  á  la  margen  derecha  del  primero,  es  cabecera  de  can- 
tón, y  después  de  Purificación  y  Neiva,  la  población  más  importante  de  la  pro- 
vincia por  sus  ricas  producciones,  en  especial  algodón,  cera  y  ganados  ;  ha  esta- 
do siempre  sujeta  á  incursiones  de  indios  infieles,  siendo  bastante  numerosos  los. 
andaquíes.  Timaná  en  el  i®  58'  de  latitud  N.  y  75°  30*  de  longitud  W.,  dista  74 
millas  al  S.  i  SW.  de  Neiva. 

XVI.  Mariquita :  ciudad  capital  de  provincia  y  cabecera  de  cantón,  funda- 
da en  1 550 con  la  denominación  de  San  Sebastián  del  Oro,  en  el  país  del  Cacique 
Marqueta,  y  trasladadaluégoála  llanura  ei  que  se  halla,  á  la  falda  de  un  monte 
y  orillas  del  río  Gualí,  á  8  millas  W.  de  Honda,  por  donde  descarga  el  mismo  en 
el  Magdalena,  es  de  temperatura  ardiente,  á  los  5^  13'  de  latitud  N.  y  74°  6*  de 
longitud  W.,  y  fue  el  paraje  donde  falleció  en  1597  el  conquistador  de  la  Nue- 
va Granada,  cuyos  restos  se  trasladaron  á  Bogotá ;  tuvo  mucha  riqueza  y  esplen- 
dor en  aquel  tiempo,  era  considerada  como  la  ciudad  más  opulenta  por  la  abun- 
dancia de  sus  minas  de  oro,  para  lo  cual  había  casa  de  fundición ;  tenía  una  bue- 
na parroquia,  tres  templos  de  conventos  y  tres  ermitas,  con  buenas  calles  y  ca- 
serío regular ;  pero  se  dice  que  est4  reducida  á  un  caserío  miserable  ;  todos  los 
habitantes  padecen  de  cotos. 

J/onda,  cabecera  de  cantón,  situada  á  la  orilla  occidental  del  Magdalena, 
á  278  varas  sobre  el  mar,  es  el  puerto  de  Mariquita  y  tuvo  principio  de  una  cor- 
ta  población  establecida  para  el  comercio,  habiéndosele  dado  el  título  de  villa 
en  1643 ;  su  posición  es  a  los  5°  12'  de  latitud  N.  y  73°  58'  de  longitud  W.,  y  su 
temperatura  media  de  24  grados  de  Reaumur ;  pero  no  obstante  lo  cálido  de  su 
clima,  es  salubre  aunque  sujeta  á  mucha  plaga  de  zancudos  ;  es  población  cre- 
cida, y  residía  en  ella  un  Juez  de  puertos,  para  el  embarco  y  desembarco  de  las 
mercancías  que  pasaban  por  la  aduana;  fue  arruinada  en  el  terremoto  de  1805» 
época  en  que  tenía  buenos  edificios,  parroquia,  tres  conventos,  un  colegio,  un 
hospital  y  una  ermita;  le  han  quedado  algunas  casas  buenas;  y  se  han  edifica- 
do otras  en  sus  calles  empedradas  y  sacadas  á  cordel ;  la  divide  en  dos  el  Guali, 
que  es  un  torrente  impetuoso,  el  cual  se  pasa  por  un  puente  de  madera ;  y  hay 
CQ  RiosecQt  no  lejos  de  la  ciudad,  minas  de  petróleo.  El  calor  sofocante  de  Hoq- 


XXX  Nueva  Geografía  de  Colombia 


da  se  debe  en  gran  parte  á  la  poca  ventilación  del  valle  en  que  se  halla,  rodea- 
do de  montañas. 

Al  mismo  cantón  pertenece  Ambalentay  pueblo  que  era  de  la  jurisdicción 
de  Tocaima,  comprendida  antes  en  el  gobierno  de  Mariquita  ;  situado  en  la  con- 
fluencia del  Recio  con  el  Magdalena,  á  24  millas  por  elevación  más  arriba  de 
Honda ;  de  mal  caserío,  y  cuyas  plantaciones  de  tabaco  son  considerables  ;  esta 
producción  se  coge  en  todo  el  cantón,  y  además  cacao,  maíz,  cafia  y  toda  espe- 
cie de  frutos  de  tierra  caliente,  siendo  también  general  la  plaga  dicha  de  zancu- 
dos y  la  de  garrapatas,  y  venenosas  y  grandes  culebras.  Bajando  de  Bogotá  y 
Guaduas,  directamente  á  Ambalema,  se  encuentra  dominando  al  Magdalena  el 
pueblo  de  San  Juan,  bellamente  situado  y  con  regular  caserío. 

La  Palma^  cabecera  de  otro  cantón,  á  18  muías  N£  \  E.  de  Honda,  sobre 
el  Rionegro  y  á  la  parte  oriental  del  Magdalena,  es  ciudad  antigua,  de  tempera- 
tura menos  fuerte  que  Honda  ;  abundante  en  todo  su  territorio  de  las  produccio- 
nes anotadas,  pero  en  especial  de  caña,  de  que  fabrican  buen  azúcar  y  hacen 
buenas  conservas ;  y  además  de  algodón,  cuya  cosecha  constituía  antes  su  princi- 
pal riqueza,  empleándolo  en  tejidos  de  varias  clases  :  dicha  población  es  de  ca- 
serío regular. 

Raguéy  fundada  en  1550  á  49  millas  S.  \  SW.  de  Mariquita,  entre  el  río 
Chipalo  y  el  Combeima,  afluente  del  Cuello,  y  en  una  elevación  de  702  tocsas  ó 
'1^37  varas  sobre  el  mar  y  en  la  pendiente  oriental  del  pasaje  de  Quindío,  es  ciu- 
dad de  clima  cálido  y  salubre  y  cabecera  de  cantón,  muy  importante  por  sus  la- 
vaderos de  oro  en  los  mismos  ríos,  por  la  abundancia  de  sus  ganados  vacuno  y 
caballar,  y  por  la  variedad  de  sus  producciones  vegetales,  como  cacao,  arroz,  caña, 
maíz,  yuca,  batatas  y  muchas  frutas  ;  dicha  población,  llamada  cuando  se  fundó, 
San  Bonifacio  de  Ihaguéy  tuvo  su  primer  asiento  en  el  valle  de  las  I.inz^s,  de 
donde  se  trasladó  el  año  de  1551  al  lugar  que  ocupa  ;  su  caserío  es  regu.uf  y  lo 
mismo  sus  calles  ;  hay  una  parroquia  y  dos  templos  de  convento»,  y  se  reputa  á 
sus  naturales  como  de  buen  carácter  é  ingenio. 

Dirigiéndose  de  Ibaguc  á  entrar  en  la  Provincia  de  Neiva,  y  siguiendo  por 
el  sitio  llamado  la  Puerta  de  San  Francisco^  se  atraviesa  antes  el  Cuello,  cuyas 
cristalinas  aguas  corren  por  una  cañada  profunda  y  deliciosa,  donde  se  nota  una 
admirable  vegetación  que  ss  aunoienta  á  proporción  de  su  descenso,  viajándose  á 
la  sombra  de  palmeras  y  otros  árboles  colosales,  por  tierras  cubiertas  de  yerbas 
siempre  verdes  y  lozanas.  Cerca  de  la  Puerta  principia  Xa  planicie  de  LlanograU" 
de,  en  cuyos  pastos  se  ven  numerosas  crías ;  en  la  misma  Puerta  está  la  entrada 
al  camino  de  Espinal^  pueblo  situado  sobre  el  Magdalena;  ^  del  que  se  dirige  al 
Guarno^  y  la  del  que  sale  para  Mira  flores  y  San  Luis :  estos  tres  pueblos  están  si- 
tuados al  principio,  á  la  mitad  y  cerca  de  la  embocadura  del  río  Luisa  en  el 
Magdalena,  ocupando  b2llas  posiciones  en  su  orilla  derecha.  Guamo  es  de  cli- 
ma cálido  y  abundante  en  frutos  de  su  tempzratura;  Miraflores  es  de  clima  deli- 
cioso y  en  terreno  más  elevado  que  San  Luis,  en  la  pendiente  oriental  déla  mis- 
ma cordillora  &e  Quindío  ;  para  llegar  á  los  tres  puebles  hay  que  pasar  el  Luisa, 
cuyo  curso  se  dirige  por  una  cañada  de  suma  aridez  y  de  tránsito  muy  peligroso 
en  la  travesía  á  San  Luis,  pues  desciende  entre  concavidades  profundas,  que  pa- 
rece haberse  formado  de  resultas  de  algún  terremoto.  En  las  cañadas  del  Cuello 
se  cosecha  excelente  tabaco,  y  en  las  cercanías  de  San  Luis  mucha  azúcar ;  este 
pueblo  se  halla  bellamente  situado,  y  las  brisas  refrescan  constantemc.te  su  tem- 
peratura ;  su  caserío  vuelve  á  reponerse  dt;l  grande  incendio  que  consumió  la  mi- 
tad hace  doce  años ;  casi  todos  sus  habitantes  tienen  coto  ;  además  se  les  ve  cu- 
biertos de  lepra  negra  si  son  blancos,  y  de  lepra  blanca  si  son  negros.  También 
hay  minerales  de  plata  en  las  montañas  vecinas  al  mismo  pueblo,  desde  el  cual 
salen  caminos  para  la  Purificación,  Coyaima  y  Chaparral. 

XVIL  Pore:  ciudad  capital  de  la  provincia  de  Casanare  y  cabecera  de  can- 
tón, á  orilla  del  río  de  su  nombre,  el  cual  sigue  con  el  de  Ariporo  hasta  descargar 
en  el  Meta;  situada  en  llano  álos  5°  34'  de  latitud  N.  y  72°  20'  de  longitud  \V., 
con  temperatura  cálida  y  malsana,  y  caserío  de  poca  importancia,  tiene  territorio 
abundante  en  producciones  de  tierra  cálida;  y  sus  habitantes,  además  délas 
crías,  se  dedican  á  la  curtimbrc  de  pieles,  de  que  hacen  algún  tráfico  ;  los  de- 
más lugares  de  la  provincia  se  componen  de  miserables  caseríos  y  de  varias  mi- 
siones, en  cuyo  fomento  se  toma  mucho  interés;  toda  ella  principiará  á  tomar 
importancia  con  la  siembra  del  tabaco  curaseca^  que  por  decreto  de  3  de  Junio 
de  este  ano  se  permite  sembrar  á  las  márgenes  del  Pauto ;  pero  con  el  solo  objeto 
de  exportarlo  fuera  de  la  Nueva  Granada,  con  el  cuatro  por  ciento  de  alcabala, 
y  según  parece  para  proveer  á  Guayana,  aprovechándose  del  descuido   que  ha^ 


Apéndice  xxit 


en  fomentar  este  cultivo  dentro  de  dicho  territorioVenezolano.  Casanare  adelan- 
tará más,  si  llega  á  plantearse  el  beneficio  del  gusano  de  seda  descubierto  y  reco- 
nocido en  este  año,  y  cuyos  capullos  son  más  grandes  que  los  de  ultramar.  Las 
aduanas  de  Casanare  están  situadas  en  Arauca  y  en  Guanapalo^  cerca  aquélla  del 
Arauca,  y  ésta  en  la  confluencia  del  río  de  su  nombre  y  el  Meta,  hacia  los  lími- 
tes con  Venezuela. 


•'s' 


C)    CAMINOS 


Los  caminos  de  la  Nueva  Granada  son  malos  por  lo  común,  y  algu- 
nos de  mucho  peligro  y  con  rodeos  de  gran  extensión  ;  bien  q^ue  entre  las  aten- 
ciones de  la  actual  administración  se  propende  mucho  á  su  meiora,  ya  admitien- 
do empresarios  que  han  tomado  de  su  cuenta  y  con  varios  privilegios  la  apertura 
ó  rectificación  de  algunos  ;  ó  ya  invitando  á  otros,  según  ha  practicado  en  estos 
últimos  días,  para  establecer  uno  carretero  al  través  del  Istmo  de  Panamá,  cuyo 
tráfico  se  hace  subiendo  el  río  Chagres ;  los  que  remontan  p^r  dicho  río  llegan 
con  canoas  hasta  el  pueblo  de  Cruces,  y  este  es  el  punto  donde  se  depositan  los 
cargamentos  ;  desde  allí  los  transportan  en  bestias  hasta  Panamá,  bajando  por  un 
camino  de  seis  ó  siete  leguas  sin  atravesar  ningún  río  ni  cerro  alguno  elevado, 
pues  se  compone  de  cortos  declives,  pero  con  bastante  penalidad,  si  no  se  han 
repuesto  los  empedrados  y  subsisten  los  profundos  fangales  formados  por  su  dete- 
rioro ;  las  caballerías  llevan  herraduras,  y  cuando  los  cargamentos  son  en  tanta 
cantidad  que  las  recuas  no  bastan,  hay  peones  que  los  conducen  distribuidos  en 
agajes,  denominados  motetes  y  los  conductores  motcteros :  éstos  cargan  como  bes- 
tias, pues  uno  solo  lleva  á  cuestas  un  barril  de  harina  de  ocho  arrobas  ó  más. 

Otra  travesía  que  merecería  desecharse,  si  fuera  posible,  ó  que  exige  mu- 
cha composición,  porque  es,  sobre  penosa,  temible,  es  la  del  páramo  de  Guana- 
cas,  por  donde  croza  el  camino  principal  de  Bogotá  á  Popayán  y  Quito  :  desde 
/futra.  Provincia  de  Neiva,  en  especial,  principia  su  fragosidad  por  espacio  de 
II  leguas  hasta  la  Plata :  hasta  el  Pedregal  ^ox  otras  seis  se  mejora  algo,  y  debe 
estar  adelantado  el  puente  de  mampostería  principiado  para  sustituir  al  de  guas* 
guas  ;  desde  el  Pedregal  por  cuatro  leguas  á  Inzá  es  peor  ;  y  más  aun  por  otras 
seis  hasta  el  sitio  de  Corrales^  donde  hace  gran  frío  por  hallarse  al  pie  de  lo  más 
crudo  del  páramo,  adonde  se  llega  caminando  por  entre  piedras  y  mucha  agua  de 
la  qué  brota  la  cordillera  por  todas  partes,  bajándose  luégo|por  grandes  atascade- 
ros hasta  el  tambo  de  Gabriel  IJpez,  distante  seis  leguas  de  aquél  y  en  cuyo  tránsito 
se  respira  un  aire  pestilente,  causado  por  las  muchas  caballerías  que  perecen  de 
frío  y  de  cansancio  ;  siguiendo  otras  cinco  leguas  hasta  el  pueblo  de  Totoró,  ju- 
risdicción de  Popayán,  el  frío  es  menor  y  el  camino  resbaladizo  y  pantanoso; 
la  estación  de  los  fuertes  temporales  del  paramo  se  experimenta  en  Junio,  Julio 
y  Agosto ;  desde  las  alturas  que  dominan  á  Totoró  se  ve  la  ciudad  de  Popayán. 
y  caminando  legua  y  media  desde  dicho  pueblo  se  llega  al  de  Paniquitá,  de  mal 
caserío  pero  de  calles  bien  alineadas  y  con  una  bonita  parroquia ;  á  cuatro  leguas 
se  pasa  el  Cauca  por  un  puente  de  cuatro  ojos,  y  se  anda  otra  hasta  Popayán,  dis- 
frutando la  vista  de  muchas  casas  de  campo  y  tierras  bien  cultivadas ;  desde  Iqui- 
ra  á  Popayán  se  gastan  siete  ú  ocho  días;  la  travesía  de  la  misma  cordillera  pa- 
sándola por  el  camino  que  sale  á  los  4^  de  latitud  N.  desde  el  Chaparral  ha- 
cia Tulua,  conocido  por  sendero  de  Barragán,  se  ha  mejorado  recientemente  por 
una  empresa. 

YX  camino  de  Cali  para  Buenaventura  buscando  el  embarcadero  del  Da- 
gua  al  través  de  la  cordillera  occidental,  es  penosísimo,  y  tal  su  estrechez,  que 
puede  reputarse  como  una  senda  resbaladiza,  en  que  se  pasa  un  mismo  torrente 
muchas  veces  y  se  viaja  por  bosques  impenetrables  y  canjilones  atascosos,  tar* 
dándose  cinco  días  hasta  las  Juntas,  pueblito  bellamente  situado  en  la  confluen- 
cia del  Pepita  y  del  Dagua  y  concurrido  por  los  traficantes  de  Cali,  pero  escaso 
de  provisiones;  desde  las  Juntas  se  baja  el  Dagua  en  canoas  largas  y  estrechas 
que  los  negros  conducen  con  suma  destreza,  salvando  los  peligros  de  su  corrien- 
te impetuosa  por  entre  rocas  y  remolinos,  hasta  el  Salto,  en  donde  es  necesario 


txxtt 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


pasar  las  canoas  por  tierra  hasta  las  Bodtgas^  ó  tomar  otras  con  que  se  llega  al 
Saltico^  cuyo  espacio  no  es  menos  peligroso ;  desde  el  caserío  situado  en  este  pun- 
o,  la  corriente  del  río  pierde  la  violencia  con  que  desciende ;  pero  continúa  sien- 
do fuerte  hasta  el  pueblito  de  la  Crut^  en  donde  ya  es  navegable  sin  peligro,  y 
de  mucho  ancho  "y* profundidad  hasta  Buenaventura,  en  cuyas  cercanías  corre 
con  suma  lentitud,  sin  notarse  en  sus  orillas  ningún  cocodrilo,  excepto  á  su  em- 
bocadura; todo  este  litoral  está  cortado  por  canales  naturales  que  facilitan  las 
comunicaciones  del  Pacífico  con  el  mar  de  las  Antillas  por  el  San  Juan  y  el  Atra» 
to ;  regulándose  por  algunos,  que  saliendo  desde  Buenaventura  á  tomar  el  Calima 
para  descender  al  San  Tuan,  y  subiendo  luego  al  río  San  Pablo,  se  llega  por  éste 
en  un  día  al  istmo  del  mismo  nombre,  el  cual  se  atraviesa  en  cuatro  horas ;  se 
vuelve  á  tomar  embarcación  en  el  Quibdó  ó  Quitó,  se  desciende  al  Atrato,  y  se 
continúa  por  éste  hacia  su  embocadura.  Desde  Buenaventura  se  gastan,  pues,  por 
esta  vía  aos  días  al  Calima  y  al  San  Juan ;  seis  subiendo  por  éste  al  San  Pa- 
blo; uno  al  istmo  predicho,  y  ocho  al  mar  de  Colón. 

Hecha  descripción  en  las  provincias  de  otros  caminos,  se  tomará  más  co- 
nocimiento de  todas  las  distancias  y  de  sus  rodeos  por  el  cuadro  siguiente  : 


poblaciones  prin- 

CIVALSS 


Antioquia 

"Buenaventura 
Mariquita...  . 

'Cartagena 

Porc 

Neiva 

Panamá 

Pamplona 

Pasto 

Popayán 

Riohacha 

Santamarta... 

Socorro 

Tunja 

Vélcz 

Veraguas 

Quibdó 

Mompós 


da  distiincia  en 

milloa  á  Bo^tá 

por  eleriidón 


169 

184 

60 

359 
86 

114 
302 
202 

277 

194 

425 
405 

% 

105 

474 
156 
280 


Rumbo  á  que 
demoran 


N.  W. 

W.  i  S.  w. 

N.  W.  i  \V. 

N.  N.  W. 

N.  E.  i  E. 

S.  W. 

N.  W. 

N.  E. 

S.  W. 

s.w. 

N.  i  N.  E. 

N. 

N.N.  E. 

N.  \  N.  E. 

N.  i  N.  E. 

N.  W.  i  W. 

N.  W.  i  \V. 

N.  i  N  W. 


Le^as  de  camino  que  ae  abo- 
nan á  los  Representantes  y 
Senadores  decadn  provincia,  7 
cantidad  aaignadn  de  viátioo 
por  cada  una 


rJu 


60 
140 

22 
220 

60 

65 

ICO 

186 
134 

270 
240 

60 

30 

42 

340 

140 

189 


Reales  (velMa) 
poruña 


16 
16 
12 
16 
16 
16 
16 
16 
16 
16 
16 
16 
16 
12 
12 
f6 
16 
16 


Las  leguas  de  camino  entre  las  poblaciones  no  están  mensuradas,  y  es  ar- 
bitrario señalarlas;  graduándolas  de  20  al  grado  entre  Bogotá  y  Quito,  y  ntrela 
misma  capital  y  San  Antonio  de  Táchira  en  dircxión  á  Caracas,  se  regulan  de 
la  manera  siguiente  ; 


Apéndice 


XXXIII 


POBLACIONES 


LEGUAS 


Quito 

Guayabamba 

Tupigachi 

San  Pablo 

Ibarra 

Tucará 

Tusa 

Rinconada  

Pastos  (Ipiales) 

Malave 

Cuarchu 

Yanquer  (Yacnaoqacr)... 

Pasto 

Menescs  |(hacicnda).. 
Ortega  (hacienda).... 

Berruecos  (sitio) 

Ventaquemada 

Total  de  Quito  á 


l'OllLACIONES 


LEGUAS 


POBLACIONES 


LEGUAS 


Sombrerillo 

Venta  del  Alto 

Patía.... 

Quilcasé 

Timbio 

Popayán 

Malvasa 

Alto  de  Guanacos.. 

Rionegro  (río) 

La  Plata  (río) 

Paicol 

Domingo  Arias 

Tambo 

Nciva 


4 
4 
7 
9 

2 

4 

10 


Villavieja.. 
Mercad  illo. 
Prado 


Batatas  (sitio) 7 

Cangrejo  (sitio) 5 

Tocaima lo 

Guayabal  (sitio) 6 

Boca  del  Monte 3 

Bogotá lo 

Zipaquirá 12 

lo  •  Chocontá lo 

4  I   Tunja- 8 

Cerinza lo 

Sativa 8 

Tipaqueque 9 

Tequia 9 

Chitagá 12 

Pamplona 8 

9  I   S.  José  de  Cúcuta...  II 

7  I  S.  Ant9deTáchira...  3 


000 

5 
7 
3 
5 
4 
5 

5 

2 

4 

5 

4 

4 

4 
2 

4 
4 

Bogotá,  219 ;  de  Bogotá  á  San  Antonio  de  Táchira,  ico. 


9 

5 

7 
6 

8 

6 


El  mismo  camino,  jvariando  algunos  tránsitos  y  en  leguas  arbitrarías  para 
marcha  de  tropas,  es  el  siguiente  : 


Bogotá 

Usaquén 

Puente  del  Común.. 
Caserío  de  S.  Vicente 

Chocontá 

Hatoviejo 

Ventaquemada. 

Boyaca 

Tunja 

Paipa... 

Duitama 


b«  •  •        •■• 


co 

2\ 

Z\ 
9 

3 

2 

5 
4 
4 

7 

2 


Bogotá 

Fontibón 

Cuatroesquinas 

Venta  de  Bojacá — 
Id.  de  Tenasucá — 

Tena 

Mesa 

Anapoima 

Juntas  de  Apulo.... 

Tocaima 

Dos-Caminos 

Río  Fusagasugá.... 
Cangrejo  (sitio)  — 

Quebradahonda 

Santa  Rosa 

Arenosa  (sitio) 

Purífícación 

Anatagaima 

Tambo  de  Pata 

Villavieja 

Nerita 

Guagua,  dejando  el 
camino  de  Domin- 


00 
2 

2 

3 

2 

2 
2 

2^ 
2 

2 

oi ! 

2  . 
3 

6     ' 

6 

5    ' 

6i 


Santa  Rosa 

Cerinza 

Sativa 

Susacón 

Soatá 

Capitanejo 

Llano-Enciso 

Concepción...; 

Cerrito 

Hato  del  Jurao 

Paso  del  páramo 


3 

2i 

6 

4 

3 
6 

5 
6 

2 
i^ 


go  Arias,  que  es 
más  llano  pero  des- 
poblado  

Retiro 

Iquira 

Carnicería 

Río  Páez  (canoa). . 
Ciudad  de  la  Plata 
Chapetón  (venta) . 
Cuevas  (tambo).... 

Pedregal 

Sitio  del  Viboral... 

Inza 

Ceja  (tambo) 

Corrales  (sitio)..  ■• 
Gab.  López  (tam  ). 

Totoró 

Paniquitá 

Popayán 

Timbio 

Quilcasé 

Arboles  (sitio) 

Bordo  (pueblo) 


4 
6 

2i 
6 

oi 

4i 
I 

2 

3 
2 

2 

3 

3 

6 

5 

5 

4 

2 

5 
4 


Almorzadero  y  Chi- 
tagá   Si 

Cácota 4Í 

Pamplona 3 

Chopo 2 

Apartaderos.  3 

Chinácota  al  Rosario 

de  Cúcuta 9 


Total 107 


Patía 


Río  (iuachicono 

Mercaderes 

Puente  del  Mayo... 

Berruecos  (sitio) 

Ortega  (hacienda).. 
Meneses  (hacienda). 
Pastt 


Vanquer 

Guaitará  (puente)... 

Túquerres 

Pastos 

Tulcán 

Guaca. 

Tusa 

Puntal.... 

Ibarra 

San  Antonio 

Otábalo 

Tabacundo..  ..... 

Guayabamba 

Ouito 


2i 

4 
6 

4^ 

7 

5i 

2i 

5i 
4i 

2i 

5 

7 
2 

31 

3 

3 
10 

2 

3 
6 


5 

5 
Total  desde  Bogotá.  23-1 


Nueva  Gtografla  de  Colombia 


TOMO  I — E 


kxxiV  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Después  del  trabajo  del  geógraío  Montenegro,  natural  es  in- 
sertar la  Memoria  del  célebre  ingeniero  granadino  Francisco  José 
de  Caldas,  escrita  para  servir  de  editorial  del  primer  número  de 
JE7  Semanario  de  la  Nurja  Granada^  por  cuanto  en  ella  condensó  con 
mano  maestra  el  estado  de  los  conocimientos  geográficos  en  los 
momentos  mismos  en  que  la  antigua  colonia  iba  á  separarse  de  la 
madre  Patria  para  constituirse  en  nación  independiente. 


ESTADO  de  la  geografía  del  Virreinato  de  Santa f¿  de  Bogotá,  con  relación  á  la 
economía  y  al  comercio,  por  D.  Francisco  José  de  Caldas,  individuo  meritorio  de 
la  Expedición  Botánica  del  Reino,  y  encargado  del  Observatorio  Astronómico  de 
esta  capital. 

....  La  Geografía  —  tt tan  necesaria  al 

Estado,  como  lo  puede  ser  á  un  propietario  el 
conocimiento  perfecto  de  sus  heredades. 

Arbiquibab,  Cari.  4,  n.  15,  pég,  90 

El  Sematiario  del  ¿Xuevo  Reino  de  Granada  va  á  comenzar  por  el  estado  en 
que  se  halla  su  Geografía.  Los  conocimientos  geográficos  son  el  termómetro  con 
que  se  mide  la  ilustración,  el  comercio,  la  agricultura  y  la  prosperidad  de  un 
pueblo.  Su  estupidez  y  su  barbarie  siempre  es  proporcionada  á  su  ignorancia  en 
este  punto.  La  Geografía  es  la  base  fundamental  de  toda  especulación  política ; 
ella  da  la  extensión  del  país  sobre  que  se  quiere  obrar,  enseña  las  relaciones  que 
tiene  con  los  demás  pueblos  de  la  tierra,  la  bondad  de  sus  costas,  los  ríos  nave- 
gables, las  montañas  que  le  atraviesan,  los  valles  que  éstas  forman,  las  distan- 
cias recíprocas  de  las  poblaciones,  los  caminos  establecidos,  los  que  se  pueden 
establecer,  el  clim?,  la  temperatura,  la  elevación  sobre  el  mar  de  todos  los  pun- 
tos>  el  genio  y  las  costumbres  de  sus  habitantes,  las  producciones  espontáneas  y 
las  que  pueden  domiciliarse  con  el  arte.  Este  es  el  grande  objeto  de  la  Geogra- 
fía económica,  tan  antigua  como  nuestras  necesidades  ;  y  el  Semanario,  consa- 
grado principalmente  á  la  felicidad  de  esta  Colonia,  no  puede  abrirse  de  una 
manera  más  digna,  que  presentando  el  cuadro  de  nuestros  conocimientos  geo- 
gráñcos.  Aquí  veremos  los  pasos  que  hemos  dado,  lo  que  sabemos,  lo  que  igno- 
ramos, y  mediremos  la  distancia  á  que  nos  hallamos  de  la  prosperidad  :  aquí 
aprenderemos  á  dirigir  nuestros  esfuerzos  hacia  aquel  punto  que  más  nos  intere- 
sa, y  nos  desnudaremos  de  las  preocupaciones  que  nos  oprimen  y  que  retardan 
la  felicidad  del  Reino.  Si  alguna  ve^^.  se  censuran  los  usos  establecidos,  no  es  la 
maledicencia,  no  es  la  crítica  amarga  la  que  nos  mueve :  es,  sí,  el  amor  que 
profesamos  al  país  en  que  hemos  visto  la  luz. 

Para  evitar  confusión  y  simplificar  nuestras  ideas,  llamo  Nueva  Granada  á 
todos  los  países  sujetos  al  Virreinato  de  Santafé,  y  bajo  esta  denominación  com- 
prendo el  Nuevo  Reino,  la  Tierra  Firme  y  la  Provincia  de  Quito.  Esle  bello  y 
rico  país  está  situado  en  el  corazón  de  la  zona  tórrida  en  la  América  Meridional. 
Se  extiende,  de  N.  á  S.,  desde  los  I2°  de  latitud  boreal  hasta  los  5^  30'  de  la- 
titud austral,  y  de  Oriente  á  Poniente,  desde  los  60^  hasta  los  76®  50'  al  Occi- 
dente del  Observatorio  Real  de  Cádiz.  Sobre  el  mar  del  Sur  tiene  cerca  de  500 
leguas  de  costa,  desde  el  Golfo  Dulce  hasta  la  ensenada  de  Tumbez :  aquél  lo 
separa  de  la  Costa  Rica  en  Guatemala,  y  esta  del  Virreinato  del  Perú.  Desde 
Tumbez,  por  un  arco  no  bien  determinado,  va  al  Amazonas,  más  arriba  de  Jaén 
de  Bracamoros,  sigue  por  la  orilla  meridional  de  este  río  hasta  Loreto;  aquí  se 
cambia  á  la  del  Norte,  y  en  la  embocadura  del  Iza,  separándose  del  Mará  non, 
se  interna  en  el  continente  hasta  el  Orinoco  por  países  desconocidos  hasta  la 
embocadura  del  Apure.  Subiendo  éste  y  el  Sararc,  toca  en  la  cordillera  de  Cu- 
enta, busca  las  cabeceras  del  Táchira,  sigue  su  curso  hasta  su  embocadura  en 
San  Faustino,  atraviesa  hasta  las  montafias  de  los  Motilones  y  Goajiros,  y  si- 
guiendo éstas,  va  á  terminar  en  el  Cabo  de  la  Vela.  En  el  mar  Atlántico  posee 
350  leguas,  desde  este  punto  hasta  el  río  de  las  Culebras,  que  lo  separa  de  Gua- 
temala. 


A  P  ¿  N  P  í  C  E  XXXV 


Este  inmenso  recinto  de  ñgura  irregular  ocupa  sobre  la  superñcie  del  globo 
67,200  leguas  cuadradas,  de  á  6,610  varas  castellanas  cada  una.  Un  plano  hori- 
zontal y  dilatado  al  Oriente  (los  ílancs  de  San  Juan,  Casanare,  &c.)»  otro  á  Oc- 
cidente, aunque  menor  (Chocó,  costa  propiamente  tal.  Barbacoas,  Esmeraldas  y 
Guayaquil),  terminan  el  territorio  de  la  Nueva  Granada.  El  primero  continúa 
hasta  la  Guayana,  y  el  segundo  hasta  el  Pacíñco  :  éste,  poblado  de  bosques  ele- 
vados  tan  antiguos  como  la  tierra  que  los  produce;  aquél  tiene  espacios  inmen- 
sos cubiertos  de  gramíneas ;  y  ambos  cortados  en  diferentes  direcciones  por  ríos 
caudalosos  que  llevan  sus  aguas,  los  unos  al  Este  y  los  otros  al  Poniente  del 
Nuevo  Mundo.  En  medio  de  estas  llanuras  se  eleva  la  famosa  cadena  de  mon« 
tañas  llamada  de  los  Artdís^  que  después  de  tomar  su  origen  en  las  tierras  Ma- 
gallánicas,  atraviesa  á  Chile,  Perú,   la  Nueva  Granada,  México,  y  va  á  ter- 
minar al  Norte  de  la  América.  La  parte  que  nos  toca  de  esta  inmensa  cordille- 
ra comienza  en  Ix)ja.  A  esta  latitud  (4^  30'  S.)  su  elevación  es  mediana,  y  forma 
un  solo  cuerpo.  Así  continúa  hasta  el  Asuay  por  2^  23'  de  latitud  austral.  Tiene 
este  nombre  un  grupo  de  rocas  cuyas  cimas  casi  tocan   el  término  de  la  nieve 
permanente  (2,480  toesas,  ó  5,786  varas).  Aquí  se  divide  en  dos  ramos  bien  ca- 
racterizados, paralelos  entre  sí  en  la  dirección  del  meridiano,  y  dejan  en  medio  un 
valle  angosto,  muy  elevado  (1,460  toesas)  y  largo,  en  que  están  fas  poblaciones 
de  Riobamba  (1,424  toesas),  Ambato  (1,334  toesas),  Latacunga  (1,425  toesas)  y 
Quito  (1,440).  A  la  derecha  se  levantan  las  cimas  majestuosas  de  Capacurcu 
(2,730  toesas),  Tunguragua  (2,620  toesas),  Cotopaxi  (2,950   toesas)  y   Cayambur 
(3»030  toesas) ;  á  la  izquierda  el  Chimborazo  (3,220  toesas),  Ylinisa  (2,717),   Pi* 
chincha  (2,430)  y  otras,  todas  cubiertas  de  una  nieve  eterna,  y  de  cuyo  seno  se 
ha  elevado  muchas  veces  la  llama  desoladora.  En  este  trozo  los  Andes  llegan  al 
máximum  de  su  altura  (3,220  toesas) ;  Mojanda  (1,916  toesas),  Imbabura  (2,333), 
volcanes  apagados,  Cotacache  (2,567  toesas),  Yanaurcu  (2,000  toesas)  y  las  mon- 
tañas de  Guaca  presentan  un  recinto  desigual,   cortado  por  muchos  ríos   que 
reunidos  forman  el  Mira.  Aquí  están  los  corregimientos  de  Otábalo  y  de  Ibarra. 
En  Tulcán  (por  o^  48'  latitud  boreal)  vuelven  a  renacer  los  dos  ramos  paralelos 
de  los  Andes  con  dirección  al  Norte,  y  abrazan  el  valle  de  los  Pastos,  quizá  el 
más  elevado  del  Universo.  Tres  cimas  ardiendo  (el  Azufral,  Cumbal  y  Pasto),  y 
otra  tranquila  (Chiles)  terminan  su  horizonte.  Un  corte  profundo,  lecho  del  cau- 
daloso Guáitara,  lo  separa  de  la  ciudad  de  Pasto.  Esta  ocupa  el  centro  de  un 
pequeño  valle  circular  coronado  al  Occidente  por  su  volcán  (2,300  toesas) :  mil 
arroyos  forman  dos  ríos  que  se  reúnen  dentro  de  la  misma  población,  y  unos  hom- 
bres tan  sencillos  como  laboriosos  habitan  la  parte  más  bella  de  los  Andes.  Desde 
estfi  paralelo  (i^  15'  latitud  boreal)  la  cordillera  pierde  un  tercio  de  su  altura, 
sus  ramos  se  reúnen  y  no  presenta  sino   un  país  montañoso  y  desigual.  De  re- 
pente se  precipita  hacia  el  medio  en  Mercaderes  (i^  50'  latitud  boreal),  y  forma 
en  su  centro  un  valle  profundo,  angosto,  abrasador,  y  regado  de  tres  ríos  princi- 
pales (Quilcasé,  Guachicono  y  San  Jorge)  que  van  á  formar  el  Patías.  Desde 
este  bajo  nivel  (349  toesas),  que  tiene  apariencias  de  abismo,  se  descubren  las 
cimas  de  las  montañas  vecinas,  y  aun  los  velos  eternos  de  los  Andes,  á  una  dis- 
tancia prodigiosa.  Aquí  se  separan  otra  vez  los  dos  ramos  para  no  volver  á  con- 
fundirse jamás.  El  fondo  de  los  Patías  se  levanta  á  2°   10'  de  latitud  boreal,  y 
queda  establecido  el  valle  espacioso  y  desigual  de  Popayán  á  una  elevación  (900 
toesas)  y  a  una  temperatura  (de  10  á  18^,  y  casi  siempre  15^  de  Reaumur)  que 
parece  inventada  por  los-  poetas.  La  cadena  oriental  recobra  toda  su  altura  y 
presenta  las  puntas  nevadas  del  Zotará  (2,300  toesas),  Coconuco  (2,500  toesas), 
Huila  (2,800  toesas)  y  Tolima  (2,819  toesas),  y  exactamente  en  la  dirección  del 
meridiano,  va  á  terminar  en  las  cercanías  de  Mompós.  La  Occidental,  siempre 
paralela  á  la  primera  y  á  8  ó  10  leguas  de  distancia,  pasa  al  Oeste  de  Cali,   Car- 
tago,  Antioquia ;  arroja  un  ramo  al  Norte,  y  vuelve  al  Noroeste  á  formar  el  Ist- 
mo de  Panamá.  Cerca  de  Popayán  (1°  50'  latitud  boreal)  se  desprende  un  ramo 
principal  con  dirección  al  Nordeste  *,  pasa  por  Santafé  de  Bogotá  y  Mérida,  y 
va  á  terminar  hacia  Caracas.  Al  Norte  de  Pamplona  se  ramiñca  de  diversos  mo- 
dos en  la  Goajira,  y  termina  en  la  soberbia  sierra  de  Santamarta. 

Todas  las  aguas  de  Loja,  Cuenca,  Quito,  Ibarra,  Pastos,  Pasto  y  Patías,  en 
una  palabra,  todos  los  ríos  de  la  parte  meridional  del  Virreinato  rompen  la  cor- 
dillera, y  se  abren  paso  los  unos  al  Este  (las  Juntas  en  Loja,   Paute  en  Cuenca, 


•  Este  ramo  es  conocido  hoy  con  el  nombre  de  Cordillera  oriental ;  y  el  <jue  divide  Ifi 
boya  del  ICagdalena  de  las  llanuras  orientales.- A, 


XXXVI  Nueva  Geogilvfia  de  Colombia 


y  Patate  cerca  de  Ambato),  y  los  otros  al  Oeste  (Catamayo,  Le6n,  Mira  y  Pa- 
lias). En  Popayán,  á  los  2°  20'  Je  la  línea,  las  cosas  mudan  de  aspecto.  Los  ties 
ramos  de  la  cordillera,  semejantes  á  un  muro  impenetrable,  no  presentan  ya  nin- 
guna brecha,  y  los  ríos  toman  su  curso  hacia  el  Norte.  Tales  son  el  Atrato,  Cau- 
ca y  Magdalena.  El  primero  baña  un  país  bajo  y  cubierto  de  selvas  intermina- 
bles;  el  segundo  el  valle  nivelado  y  fecundo  de  Buga  y  el  suelo  desigual  de  la 
Provincia  de  Antioquia ;  en  fin,  el  tercero  riega  el  Timaná,  Neiva,  Honda,  Mom- 
pós,  y  descarga  en  el  Océano  entre  Cartagena  y  Santamaría. 

Clima — Un  calor  abrasador  y  constante  (de  27  á  30*^  Rcaumur)  reina  en  las 
llanuras  que  hacen  basa  á  esta  soberbia  cadena  de  montañas.  El  hombre  que 
habita  estas  regiones  se  desarrolla  con  velocidad,  y  adquiere  una  estatura  gigan- 
tesca ;  pero  sus  movimientos  son  lentos,  y  una  voz  lánguida  y  pausada,  unida  á 
un  rostro  descarnado  y  pálido,  anuncian  que  estas  regiones  no  son  las  mí'is  ven- 
tajosas para  el  aumento  de  la  espacie  humana.  Palmeras  colosales,  maderas  pre- 
ciosas, resinas,  bálsamo;,  frutos  deliciosos,  son  los  productos  de  los  bosques  in- 
terminables qu2  cubren  est  )s  países  ardientes.  Aquí  habita  el  tigre  (Felis  onza,  L.) 
el  mono,  el  perezoso;  aquí  se  arrastran  serpientes  venenosas;  y  aquí  el  crótalo 
horroroso  (la  Cascabel)  amenaza  á  todo  viviente  en  estas  soledades.  Esta  es  la 
patria  del  mosquito  insoportable,  y  de  esos  ejércitos  numerosos  de  insectos,  entre 
los  cuales  unos  son  molestos,  otros  inocentes,  éstos  brillantes,  aquéllos  temibles. 
Las  aguas  cálidas  de  los  ríos  anchurosos  están  pobladas  de  peces,  y  en  sus  orillas 
viven  la  rana,  la  tortuga,  mil  lagartos  de  escalas  diferentes;  y  el  enorme  coco- 
drilo (caimán)  ejerce  sin  rival  un  imperio  tan  ilimitado  como  cruel. 

La  región  mcJia  de  los  Andes  (desde  900  hasta  1,500  toesas),  con  un  clima 
dulce  y  moderado  (de  10  á  19°  Reaumur),  produce  árboles  de  alguna  elevación, 
legumbres,  hortalizas  saludables,  mieses,  todos  los  dones  de  Ceres ;  hombres  ro- 
bustos, mujeres  hermosas  de  bellos  colores,  son  el  patrimonio  de  este  suelo  feliz. 
Lejos  del  veneno  mortal  de  las  serpientes,  libres  del  molesto  aguijón  de  los  in- 
sectos, pasean  sus  moradores  los  campos  y  las  selvas  con  entera  libertad.  El  buey, 
la  cabra,  la  oveja,  le  ofrecen  sus  despojos  y  le  acompañan  en  sus  fatigas.  El 
ciervo,  la  danta  (Tapirus,  L.),  el  oso,  el  conejo,  &c.,  pueblan  los  lugares  a  donde 
no  ha  llegado  el  imperio  del  hombre. 

La  parte  superior  (desde  1,500  hasta  2,300  toesas),  bajo  de  un  cielo  nebuloso 
y  frío,  no  produce  sino  matas,  pequeños  arbustos  y  gramíneas.  Los  musgos,  las 
algas  y  demás  criptógamos  ponen  término  á  toda  vegetación  á  2,2So  toesas  so- 
bre el  mar.  Los  seres  vivientes  huyen  de  estos  climas  rigurosos,  y  muy  pocos  se 
atreven  á  escalar  estas  espantosas  montañas.  De  este  nivel  hacia  arriba  ya  no  se 
descubren  sino  arenas  estériles,  rocas  desnudas,  hielos  eternos,  soledad  y  nieblas. 

Clima^  productos — Esta  pintura  de  los  Andes  ecuatoriales  nos  manifiesta  que^ 
basta  descender  2,400  toesas  para  pasar  rápidamente  de  las  nieves  polares  alo 
calores  del  Senegal;  que  aquí  se  acercan  las  extremidades  de  nuestro  globo,  y 
se  tocan  y  confunden  la  zona  tórrida  y  la  glacial.  Nosotros  vemos  encerradas  en 
el  pequeño  espacio  de  10  á  14  leguas  todas  las  temperaturas  de  la  tierra,  y  todas 
las  presiones  atmosféricas  bajo  las  cuales  puede  respirar  el  hombre.  Mientras  que 
en  los  países  situados  fuera  de  los  trópicos  el  calor  y  el  frío,  la  verdura  y  los 
frutos  se  suceden  con  relación  al  lugar  que  ocupa  el  sol  en  la  eclíptica,  en  nues- 
tros Andes  todo  es  permanente.  Nieves  tan  antiguas  como  el  mundo  siempre  han 
cubierto  la  frente  majestuosa  de  nuestras  montañas;  las  selvas  nunca  han  de- 
puesto su  follaje;  las  flores  y  los  frutos  jamás  han  faltado  en  nuestros  campos,  y 
los  calores  del  estío  siempre^han  abrasado  nuestras  costas  y  nuestros  valles.  Cuan- 
do unas  noches  dilatadas  siguen  á  unas  días  rápidos,  cuando  días  largos  prece- 
den á  noches  momentáneas  en  los  países  septentrionales  y  antarticos,  aquí  un 
equinoccio  eterno,  una  igualdad  inalterable  ha  existido  desde  la  creación.  Los 
astros  siempre  han  subido  perpendiculares  al  horizonte,  y  el  sol  siempie  nos  ha 
vivificado  doce  horas  con  su  presencia,  y  otras  tantas  nos  ha  dejado  para  el  des- 
canso y  para  el  sueño. 

Esta  asombrosa  variedad  de  producciones,  de  temperaturas  y  de  presión,  en 
lugares  tan  poco  distantes,  es  preciso  que  haya  influido  sobre  el  carácter  y  las 
costumbres  de  los  pueblos  que  habitan  la  basa  de  la  cordillera,  ó  sobre  ella.  En 
efecto,  ¡qué  rasgos  tan  diferentes  y  decisivos  no  se  advierten  entre  el  hombre  de 
la  costa  y  el  de  la  cima  de  los  Andes!  El  ojo  menos  penetrante  y  observador 
distingue  al  momposino  del  pamplonés,  al  que  respira  el  aire  abrasador  de  Gua- 
yaquil del  que  vive  en  la  dulce  temperatura  de  Cuenca;  y  el  salvaje  del  Orinoco 
en  nada  se  parece  al  rústico  de  Quito.  Hay  pocos  puntos  sobre  la  superficie  del 


Apéndice  xxxvii 


globo  más  ventajosos  para  observar,  y  se  puede  decir  para  tocar,  el  influjo  del 
clima  y  de  los  alimentos  sobre  la  constitución  física  del  hombre,  sobre  su  ca- 
rácter, sus  virtudes  y  sus  vicios. 

Razas — ToJos  los  habitantes  (cerca  de  tres  millones,  inclusos  los  bárbaros) 
de  esta  bella  porción  de  la  América  se  pueden  dividir  en  sahajes  y  en  hombres 
chnlizados.  Los  primeros  son  aquellas  tribus  errantes  sin  más  arte  que  la  caza  y 
la  pesca,  sin  otras  leyes  que  sus  usos,  que  mantienen  su  independencia  con  su 
barbarie,  y  en  quienes  no  se  hallan  otras  virtudes  que  carecer  de  algunos  vicios 
de  los  pueblos  civilizados.  Tales  son  las  hordas  del  Darién,  Chocó,  Mainas,  Su- 
cumbios,  Orinoco,  Andaquíes  y  Goajira.  Los  segundos  son  los  que  unidos  en 
sociedad  viven  bajo  las  leyes  suaves  y  humanas  del  Monarca  españ  il.  Entre 
éstos  se  distinguen  tres  razas  de  origen  diferente:  el  indio  indígena  del  país,  el 
europeo  su  conquistador,  y  el  africano  introducido  después  del  descubrimiento 
del  Nuevo  Mundo.  Entiendo  por  europeos  no  sólo  los  que  han  nacido  en  esa 
parte  de  la  tierra,  sino  también  sus  hijos  que,  conservando  la  pureza  de  su  ori- 
gen, jamás  se  han  mezclado  con  las  demás  castas.  A  éstos  se  conoce  en  la  Amé- 
rica con  el  nombre  de  criollos^  y  constituyen  la  nobleza  del  nuevo  continente 
cuando  sus  padres  la  han  tenido  en  su  país  natal.  De  la  mezcla  del  indio,  del 
europeo  y  del  negro,  cruzados  de  todos  modos  y  en  proporciones  diferentes,  pro- 
viene el  mestizo,  el  cuarterón,  el  mulato,  &c.,  y  forman  el  pueblo  bajo  de  esta 
Colonia. 

La  posición  geográñca  de  la  Nueva  Granada  parece  que  la  destina  al  co* 
mercio  del  Universo.  Situada  bajo  de  la  línea,  á  iguales  distancias  de  México  y 
de  California  por  el  Norte,  como  de  Chile  y  Patagonia  por  el  Sur,  ocupa  el  cen- 
tro del  nuevo  continente.  A  la  derecha  tiene  todas  las  riquezas  septentrionales,  ¿ 
la  izquierda  todas  las  producciones  del  Mediodía  de  la  América.  Con  puertos 
sobre  el  Pacífico  y  puertos  sobre  el  Atlántico,  en  medio  de  la  inmensa  extensión 
de  los  mares,  lejos  de  los  huracanes  y  de  los  carámbanos  de  las  extremidades 
polares  de  los  continentes,  puede  llií\jr  sus  especulaciones  mercantiles  desde 
donde  nace  el  sol  hasta  el  ocaso.  Mejor  situada  que  Tiro  y  que  Alejandría,  pue- 
de acumular  en  su  seno  los  perfumes  del  Asia,  el  marfil  africano,  la  industria 
europea,  las  pieles  del  Norte,  la  ballena  del  Mediodía,  y  cuanto  produce  la  su- 
perficie de  nuestro  globo.  Ya  me  parece  que  esta  Colonia  afortunada  recoge  con 
una  mano  las  producciones  del  hemisferio  en  que  domina  la  Osa,  y  con  la  otra 
la  del  opuesto;  me  parece  que  se  liga  con  todas  las  naciones,  y  que  lleva  al  polo 
los  frutos  de  la  línea,  y  á  la  línea  las  producciones  del  polo.  Convengamos :  nada 
hay  mejor  situado  en  el  Viejo  ni  en  el  Nuevo  Mundo  que  la  Nueva  Granada.  No 
nos  deslumhremos  con  las  riquezas  dií  México,  ni  con  la  plata  del  Potosí.  Nada 
tenemos  qué  envidiar  á  estas  regiones  tan  ponderadas.  Nuestros  Andes  son  tan 
ricos  como  aquéllos,  y  el  lugar  que  ocupamos  es  el  primero.  El  Perú  arrincona- 
do allá  sobre  una  zona  estéril  en  las  costas  del  Pacínco ;  México,  con  una  situa- 
ción más  feliz  en  los  confines  de  la  zona  tórrida  y  templada,  ;  pueden  contar 
como  nosotros  con  el  prodigioso  número  de  ríos,  de  estos  canales  cavados  por  las 
manos  de  la  naturaleza,  por  donde  algún  díi  deben  correr  nuestras  riquezas  des- 
de el  centro  hasta  las  extremidades  t  Buenosaires,  el  Brasil,  la  Guayana,  Cara- 
cas, las  Provincias  independientes  del  Norte,  el  Canadá,  &c.,  no  pueden  venir  al 
Sur  sin  correr  los  peligros  de  Magallanes,  y  no  pueden  pasar  al  Oriente  sin  visi- 
tar el  cabo  más  meridional  del  África,  tan  temido  de  los  navegantes.  La  Nueva 
Granada  tiene  en  su  arbitrio  mandar  sus  buques  á  la  China  y  á  la  Europa,  á  la 
Groenlandia  y  á  Kamtschatka,  sin  contar  con  aquellas  puntas  borrascosas  que 
tanto  retardan  el  comercio  de  las  naciones.  Esta  es  nuestra  situación,  y  estas  son 
las  relaciones  que  tenemos  con  todos  los  pueblos  de  la  tierri.  Volvamos  ahora 
nuestros  ojos  sobre  nosotros  mismos,  registremos  los  Departamentos  de  nuestra 
propia  casa,  y  veamos  si  la  disposición  interna  de  esta  Colonia  corresponde  al  lu- 
gar afortunado  que  ocupa  sobre  el  globo. 

La  extremidad  septentrional  del  Virreinato,  la  parte  más  estrecha  del  nuevo 
continente,  la  que  constituye  el  Istmo  de  Panamá,  el  más  célebre  del  Universo, 
debió  llamar  la  atención  de  todos  los  ]>olíticos  desde  la  época  de  su  descubri- 
miento. Una  lengua  de  tierra  de  15  leguas  de  ancho,  cortada  en  todos  sentidos 
por  ríos  que  van  á  desembocar  directamente  á  los  dos  mares,  cuyas  montanas 
apenas  merecen  este  nombre,  llamaba  á  su  reconocimiento  á  todos  los  geógrafos 
y  á  todos  los  estadista*.  No  se  puede  oír  sin  humillación  que  hayan  corrido  300 
años  desde  aquella  época,  y  que  hasta  hoy  no  tengamos  un  plano  que  nos  dé 
idea  del  interior  del  país,  de  las  proporciones  ó  de  las  dificultades  de  la  navega- 


xxxviu  Nueva  Geografía  de  Colombia 


ción  de  csós  ríos,  de  su  origen  y  de  la  posibilidad  de  unirlos.  Há  mucho  tiempo 
que  se  habla  del  A  trato,  de  su  inmediación  á  San  Juan,  del  Arrastradero  de 
San  Pablo,  y  que  se  ha  mirado  como  fácil  la  unión  del  Pacíñco  con  el  Atlántico. 
Pero  ;  qué  hemos  hecho  con  estas  esperanzas  lisonjeras  ?  No  hemos  dado  un 
solo  paso  en  esta  materia  importante  y  capaz  de  hacer  mudar  de  aspecto  las 
ideas  mercantiles  de  la  América  * 

La  inmensa  extensión  de  terreno  que  ocupan  nuestras  costas  en  el  Pacífico 
(500  leguas)  desde  Veraguas  hasta  Tumbez,  los  ríos  caudalosos  que  bajan  de  los 
Andes  occidentales,  y  la  forma  de  esta  cadena  de  montañas,  apenas  nos  son  co- 
nocidos. Cartas  miserables,  cartas  sin  detalles,  cartas  contradictorias,  más  pro* 
pias  para  inspirar  dudas  que  para  dar  luces,  son  las  que  forman  el  Atlas  maríti- 
mo y  terrestre  de  la  parte  accidental  de  psta  Colonia.  Los  académicos  del  Ecua- 
dor levantaron  una  pequeña  parte  de  esta  costa  en  1736»  y  hasta  1790  nada  ha- 
bíamos adelantado  scbre  este  objeto  interesante.  Las  corbetas  de  S.  M.  Descu- 
bierta y  Atrevida  derramaron  algunas  luces  sobre  estas  regiones  tenebrosas ;  pero 
han  dejado  mucho  qué  desear  á  los  sabios,  y  creo  que  la  mies  está  todavía  in- 
tacta y  reservada  á  la  Expedición  de  costas  que  actualmente  trabaja  en  el  Sur. 
Aun  cuando  estos  marinos  nos  hagan  conocer  la  hidrografía  de  nuestras  costas, 
el  interior  del  país  nos  será  por  mucho  tiempo  desconocido.  Las  pocas  noticias 
que  tenemos  de  estas  regiones  nos  hacen  desear  vivamente  que  se  acerque  el 
tiempo  de  su  reconocimiento.  En  efecto,  el  Chocó,  Barbacoas,  y  todo  lo  com- 
prendido dentro  de  la  cordilleía  y  las  costas,  tienen  caracteres  que  deben  inte- 
resar al  botánico,  al  geologista,  al  político,  al  litólogo,  al  geógrafo  y  alfisico. 

Paisaje — I^a  parte  baja  y  marítima  de  estos  países  la  constituye  una  zona 
horizontal  de  12  á  15  leguas  de  anchura,  baja,  anegadiza  en  gran  parte,  cruzada 
por  mil  ríos  caudalosos,  que  ya  se  separan,  ya  se  reúnen,  que  forman  un  archi- 
piélago continuo  en  sus  embocaduras,  y  que  lentos  y  perezosos  se  dej^n  balan- 
cear de  Oriente  á  Occidente  por  las  fuerzas  de  la  luna  á  muchas  leguas  dentro 
del  continente.  Después  el  terreno  va  elevándose  por  grados  insensibles,  se  co- 
mienzan á  ver  pequeñas  colinas,  y  las  aguas  corren  con  alguna  velocidad.  Más 
adentro  el  país  se  escarpa,  y  levantan  su  frente  soberbia  los  Andes.  Diez  mil 
arroyos  se  precipitan  de  su  cima :  aquí  forman  cascadas  vistosas,  allá  torrentes 
acelerados;  reunidos  á  grupos,  forman  rí'^.s  enormes,  en  que  vórtices  terri- 
bles, pasos  peligrosos  detienen  al  navegante,  y  en  ñn,  en  un  plano  menos  incli- 
nado, se  acercan  al  Océano  con  paso  majestuoso  y  tranquilo.  Todo  este  país  está 
enteramente  cubierto  de  selvas  colosales,  en  donde  una  vegetación  vigorosa  no 
deja  otros  vacíos  que  los  que  les  disputan  las  ondas.  Aromas,  bálsamos,  maderas 
preciosas,  palmeras  diferentes,  yerbas  medicinales,  flores  desconocidas,  aves  vis- 
tosas, bandadas  de  zahinos  (Sus  tajassu,  I^.\  familias  numerosas  de  monos,  anfi- 
bios diferentes,  insectos  útiles,  reptiles  venenosos,  llaman  á  los  naturalistas.  Po- 
cas poblaciones,  algunos  grupos  de  chozas  pajizas  sembradas  á  largas  distancias 
y  siempre  en  las  orillas  de  los  ríos,  es  lo  único  habitado  de  este  inmenso  país. 
Algunos  indios  á  medio  civilizar,  pocas  castas,  muchos  negros  (25,000),  constitu- 
yen su  población.  Este,  robusto,  sano,  bien  constituido  y  desnudo,  unas  veces 
recorre  con  alegría  y  con  intrepidez  los  peligros  de  sus  ríos,  ó  atraviesa  los  bos- 
ques despreciando  el  veneno  mortal  de  las  serpientes,  contra  quienes  tiene  reme- 
dios victoriosos,  que  oculta,  como  el  Bracman  los  dogmas  de  su  religión ;  otras 
cubierto  de  sudor,  sumergido  hasta  la  rodilla  en  el  agua,  y  armado  de  una  ro- 
'  busta  barra,  agota  todas  sus  fuerzas  para  arrancar  de  las  entrañas  de  la  tierra  el 
oro  y  el  platino.  El  maíz,  la  yuca  y  el  plátano,  unidos  á  la  pesca  abundante  de 
sus  anchurosos  ríos,  forman  su  subsistencia.  Acostumbrados  á  la  servidumbre,  se 
sujetan  con  facilidad  á  la  voz  imperiosa  de  un  solo  hombre,  á  quien  pudieran 
despreciar  impunemente.  Confinados  en  un  rincón  de  estos  bosques  inmensos, 
entregados  sin  reserva  á  enriquecer  á  su  dueño,  separados  del  resto  de  los  hom- 
bres, ignoran  como  el  trapista  todas  las  vicisitudes  y  todas  las  revoluciones  del 
género  humano.  Todos  los  días  de  su  vida  son  iguales,  y  á  sus  ojos  parece  que 
el  tiempo  ha  perdido  su  imperio,  y  que  todas  las  cosas  se  han  fijado  para  siem- 
pre. Su  ambición  se  limita  á  merecer  el  mando  de  su  tribu,  y  su  codicia  á  reco- 
ger el  valor  de  su  persona  y  de  sus  hijos. 


*  Bs  de  desear  que  se  publique  la  excelente  Repreaentaoión  que  D,  Joeó  Ignacio 
Pombo  diri^rid  al  Consulado  de  Cartaf^ena,  en  14  de  Mayo  de  1807,  sobro  el  reconocimiento 
del  Atrato,  Siuú  y  San  Juan,  Aquí  se  hallan  noticiiis  interesantes  y  mira.1  vastas  sobre  un 
canal  de  comuDicaclón  entre  el  Océano  Atl&ntico  7  el  Pacifico,  con  otras  relati%'a«  k  nuestr* 
oavegación  internen. 


Apéndice  xxkíx 


Sin  ideas,  sin  otros  conocimientos  que  los  de  sus  bosques  y  de  sus  ríos, 
nada  desea,  y  vive  contento  en  el  centro  de  una  barraca  miserable.  Con  un  poco 
más  de  humanidad  en  sus   sefiores,  con   más  cuidado   en  su  parte  moral,  estos 
hombres  serian,  en  el  seno  mismo  de  la  ignorancia  y  de  la  esclavitud,  unos  seres 
dichosos.  Los  animales  domésticos,  que  hacen  las  riquezas  verdaderas  y  las  co- 
modidades de  la  vida,  son  desconocidos  de  estos  moradores :  el  buey,  la  oveja,  la 
cabra  no  pueden  existir  en  medio  de  bosques  elevados  y  sombríos  en  donde  faltan 
las  gramas  y  los  alegres  pastos  ;  y  el  caballo,  el  asno  y  el  mulo  les  son   absolu- 
tamente inútiles.  £n  efecto,  en  un  suelo  cortado  por  todas  partes  de  ríos  nave- 
gables no  puede  hacer  papel  el  más  bello  y  el  más  noble  de  los  cuadrúpedos. 
De  aquí  la  falta  de  los  productos  de  estos  seres  vivientes,  y  la  necesidad  de  men- 
digarlos de  sus  vecinos  (Antioquia,  Cali,  Pastos,  Quito,  &c.).   Aquí  no  existe  ni 
aun  la  sombra  de  la  industria,  y  las  pocas  telas  que   consumen  nuestras  costas 
occidentales  van  de  Quito  ó  de  Europa  por  diferentes  puntos.  Llueve  la  mayor 
parte  del  afio.  Ejércitos  inmensos  de  nubes  se  lanzan  en  la  atmósfera  del  seno 
del  Océano  Pacífico :   el  viento  Oeste,  que  reina  constantemente  en  estos  mares, 
las  arroja  dentro  del  continente  ;  los  Andes  las  detienen  en  la  mitad  de  la  carre- 
ra ;  aquí  se  acumulan  y  dan  á  esas  montafías  un  aspecto  sombrío  y  amenazador ; 
el  cielo  desaparece ;  por  todas  partes  no  se  ven  sino  nubes  pesadas  y  negras  que 
amenazan  á  todo  viviente  ;  una  calma  sufocante  sobreviene ;  este  es  el  momento 
terrible :  ráfagas  de  viento  dislocadas  arracan  árboles  enormes  ;  explosiones  eléc- 
tricas, truenos  espantosos ;  los  ríos  salen  de  su  lecho,  el  mar  se  enfurece,  olas  in- 
mensas vienen  á  estrellarse  sobre  las  costas ;  el  cielo  se  confunde  con  la  tierra,  y 
todo  parece  que  anuncia  la  ruina  del  universo.   En   medio  de   este  conñicto  el 
viajero  empalidece,  cuando  el  habitante  del  Chocó  duerme  tranquilo  en  el  seno 
de  su  familia.  Una  larga  experiencia  le  ha  enseñado  que  las  resultas  de  estas 
convulsiones  de  la  naturaleza  son  pocas  veces  funestas,  que  todo  se  reduce  á  luz, 
agua,  ruido,  y  que  dentro  de  pocas  horas  se  restablece  el  equilibrio  y  la  serenidad. 
En  medio  de  este  país  hay  una  zona  ó  capa  de  cascajo,  de  arenas,  de  pie- 
dras, de  arcillas  diferentes,  paralela  al  horizonte,  y  encerrada  entre  límites  bien 
estrechos.  El  término  inferior  comienza  á  8o  ó  cuando  más  á  lOo  varas,  y  el  su- 
perior acaba  á  800  ú  820  sobre  el  nivel  del  Océano,  y  su  grueso,  como  se  ve,  es 
de  unas  720  varas  poco  más  ó  menos.  Dentro  de  estos  límites  se  halla  la  región 
del  oro,  y  ellos  constituyen,  por  decirlo  así,  los  confines  de  la  patria  de  este  pre- 
cioso metal,  mezclado  siempre  con  el  platino  indomable  por  tantos  años.  Enci- 
ma ó  bajo  del  nivel  de  esta  famosa  capa  nunca  se  ha  hallado  un  grano  de  oro, 
y  jamás  se  ha  visto  un  átomo  de  platino.  De  ella  es  de  donde  han  salido  las  ma- 
sas asombrosas  de  estos  metales  ;  aquí  en  donde  se  han  formado  fortunas  extra- 
ordinarias; y  aquí  están  encerradas  las  esperanzas  y  la  codicia  del  propietario 
del  Chocó.  La  zona  del  oro ^  paralela  al  horizonte,  corre  sobre  toda  la   arca  de 
estos  países,  y  sobre  ella  descansan   los   Andes  occidentales.  Por  consiguiente, 
á  proporción  que  se  retira  del  mar,  se  hunde  más  y  más  en  la  masa  de  la  cordi- 
llera, y  se  hace  más  difícil  la  extracción  del  oro  y  el  platino.  El  terreno  est&  de 
tal  modo  dispuesto,  que  esta  capa  se  presenta  á  la  superficie  en  un  espacio  de 
10  á  12  leguas  de  ancho.  I^s  esfuerzos  de  muchos  millares  de  negros  nohan  bas- 
tado para  agotar  esta  parte  desde  el  descubrimiento  de  este  fico  país.  La  rique- 
za de  esta  zona  no  es  constante :  en  unas  partes  se  acumula  el  oro  ;  en  otras  está 
diseminado :  aquello  se  llama  tope^  y  esto  pobreta  de  la  mina.   Pero  lo  más  sin- 
gular, y  lo  que  debe  fijar  la  atención  del  filósofo,  es  que  en  el  Chocó,  en  la  costa 
propiamente  tal,  y  en  Barbacoas,    los   productos  corresponden  á  las  esperanzas. 
Desde  este  paralelo  (i°  30'  latitud  boreal)  comienza  á  disminuir  poco  á  poco  la 
bondad  de  la  mina ;  á  un  grado,  apenas  recompensa  los  gastos  y  las  fatigas  del 
minero,  y  desaparece  enteramente   bajo  del  ecuador.  Al  otro  lado  de  la  línea 
todo  muda  de  aspecto.  No  se  oyen  ya  los  nombres  de  venero,  mina,  oro, platino; 
la  industria,  el  cacao,  el   algodón,   sales,  maderas,  cambio,   comercio,  son  las 
riquezas,  á  la  verdad  más  sólidas,  de  la  parte  meridional  de  nuestras  costas.  Nu- 
merosas vacadas  y  los  más  bellos  caballos  son  los  frutos  de  1-as  pampas  dilata- 
das de  Guayaquil. 

¡  Cuántas  miras,  cuántos  proyectos  importantes  haría  nacer  en  la  cabeza 
de  un  político  una  buena  corografía  del  Chocó,  Costa,  Barbacoas,  Esmeraldas  y 
Guayaquil !  Minas  excelentes,  animales  raros,  medicamentos  desconocidos,  ca- 
minos fáciles,  ramos  nuevos  de  comercio  y  de  industria  serían  los  frutos  de  una 
expedición  que  se  mandase  á  los  países  occidentales  de  esta  Colonia. 

El  trozo  del  Virreinato  encerrado  entre  los  dos  ramos  de  la  cordillera  que 
hemos  descrito,  desde  4°  30'  de  latitud  austral  hasta  2°  30'  de  latitud  boreal,  es 


XL  Nueva  Geografía  de  Colombia 


decir,  desde  Loja  hasta  Popayán,  es  un  país  alto,  volcánico, erizado  de  montañas 
las  más  elevadas  del  universo :  precipicios  canales  profundos  por  donde  corren 
con  velocidad  las  aguas  de  los  ríos,  valles  pequeños,  algunos  ardientes  y  malsanos, 
otros  altos  y  deliciosos,  caracterizan  esta  porción  de  la  Nueva  (iranada.  Los  pue- 
blos que  la  habitan  son  agricultores,  industriosos  y  sagaces.  Apenas  tienen  idea  del 
arte  de  explotarlas  minas,  á  pesar  de  tenerlas  tan  ricas  como  el  Perú;  pero  en  re- 
compensa tienen  países  cultivados,  micscs,  frutos,  artes,  rebafios  y  todo  cuanto 
puede  hacer  cómoda  la  vida.  Lo 3  producios  de  su  agricultura  y  de  su  industria 
arrastran  á  estos  países  elevados,  con  el  oro  del  Chocó  y  la  plata  del  Perú,  el  lujo 
y  la  voluptuosidad.  Aquí  el  hombre,  bajo  de  un  clima  sereno  y  con  ocupaciones 
más  análogas  á  su  constitución,  se  ha  multiplicado  maravillosamente.  Cuando  en 
otros  puntos  de  esta  Colonia  apenas  quedan  algunos  indios,  tristes  reliquias  de  una 
nación  que  agoniza,  aquí  el  grueso  de  la  población  lo  constituyen  los  iadigenas 
de  estos  países.  Su  azote  son  los  volcanes.  Estas  montañas  temibles  arden  tranqui- 
lamente loo  ó  más  anos,  y  se  borraría  hasta  la  memoria  de  sus  desastres,  si  de 
cuando  en  cuando  no  amenazasen  á  estos  moradores  con  bramidos  sordos  y  con 
temblores.  Cuando  se  hallan  más  tranquilos,  cuando  su  industria  se  ha  multipli- 
cado, cuando  se  juzgan  más  felices,  de  repente  se  inflama  el  Tunguragua,  el  Co- 
topaxi  ú  otro.  Columnas,  vórtices  de  humo  negro  y  espeso  mezclado  con  las  lla- 
mas oscurecen  la  atmósfera.  Nubes  de  arena,  piedras  enormes  se  lanzan  en  los 
aires  ;  ruidos  subterráneos,  bramidos,  sacudimientos  terribles,  avenidas  de  agua 
y  de  lodo  llevan  á  todas  partes  la  desolación  y  la  muerte.  Aquí  se  abre  la  tierra, 
allí  se  hunde  una  montaña,  más  allá  perece  una  población.  Los  ríos  mudan  de 
curso,  los  edificios  se  desploman,  y  una  gran  parte  de  su  población  desaparece  en 
un  momento.  Tales  han  sido  las  catástrofes  horrorosas  que  ha  padecido  esta  pre- 
ciosa porción  del  Virreinato,  y  tal  (\i¿  la  famosa  de  Febrero  de  1797.  Vo  he  vis- 
to con  asombro  los  vestigios  de  esti  erupción  para  siempre  memorable  ;  pero  la 
calma  y  la  serenidad  ha  sucedido  en  los  ánimos  de  esos  moradores.  Olvidados 
de  las  calamidades  pasadas,  reedifican  con  alegría  sus  poblaciones,  y  el  hijo  eri- 
ge su  casa  sobre  el  sepulcro  de  sus  padres.  Kl  hombre  se  acostumbra  á  todo :  este 
ser  miserable  y  mortal  se  familiariza  con  todos  los  horrores. 

Estos  pueblos,  separados  del  resto  de  los  hombres  por  los  Andas,  no  tie- 
nen otro  recurso  para  llevar  con  velocidad  y  con  ventajas  su  industria  y  los  pro- 
ductos de  sus  campos  á  las  provincias  marítimas,  que  atravesar  la  cordillera. 
Por  fortuna  para  estos  pueblos  industriosos  todos  sus  ríos  rompen  esta  formida- 
ble cadena  de  montañas.  Los  unos  van  á  desembocar  en  el  Pacifico,  y  los  otros  á 
engrosar  el  Amazonas.  Aquéllos  abren  paso  cómodo  á  las  costas  del  Sur  y  evi- 
tan la  subida  y  la  bajada  de  la  cordillera,  empresa  difícil  y  capaz  por  sí  sola  de 
hacer  encallar  los  proyectos  más  lisonjeros  ;  y  éstos  los  ligan  con  el  interior  del 
continente.  Si  estos  pueblos  quieren  prosperar,  si  desean  que  su  agricultura  no 
se  limite  á  su  consumo,  y  que  su  industria  dé  ocupación  á  muchas  manos,  es  pre- 
ciso que  comiencen  esta  grande  obra  con  conocer  bien  sus  ríos  y  su  cordillera. 
Es  verdad  que  esta  es  la  parte  más  conocida  y  la  única  que  puede  gloriarse  de 
tener  una  carta  geográfica  que  merezca  este  nombre.  Ix)s  académicos  del  Ecua- 
dor y  sus  compaileros  hicieron  muchas  observaciones,  y  nos  dejaron  trabajos  in- 
mortales, tan  útiles  al  sistema  del  universo  como  á  la  economía  de  estas  provin- 
cias. Maldonado,  este  ilustre  quiteño,  después  de  abrirse  paso  por  los  Andes  al 
Océano,  después  de  haber  puesto  los  fundamentos  al  Gobierno  de  Esmeraldas^ 
de  haber  recorrido  los  Canelos,  Bombonaza,  Pastaza  y  Marañen,  levantó  la  car- 
ta de  la  Provincia  de  Quito,  y  el  más  bello  monumento  de  su  ilustración  y  pa- 
triotismo. La  muerte  le  detuvo  en  la  mitad  de  su  carrera.  Ah  !  jamás  llcraremos 
dignamente  la  pérdida  de  este  hombre  grande  que  proyectaba  nuestra  felicidad. 
Si  conocemos  una  parte  de  sus  acciones,  la  debemos  á  una  pluma  extranjera  (de 
la  Condamine).  ¡  Ingratos,  casi  hemos  olvidado  su  memoria !  Las  más  célebres 
academias  de  la  Europa  han  pronunciado  sus  elogios,  y  sus  compatriotas  apenas 
le  conocen.  El  quiteño  se  afana  por  pasar  á  la  posteridad  el  nombre  de  un  Juez 
que  le  compuso  una  calle,  y  ha  olvidado  erigir  un  monumento  al  hombre  más 
grande  que  ha  producido  ese  suelo.  El  elogio  histórico  de  este  geógrafo  debía 
muy  bien  ocupar  los  talentos  de  sus  conciudadanos. 


Del  valle  de  Pasto  y  sus  cercanías  descienden  ríos  considerables  (Guáitara, 
Juanambú  y  Mayo)  que  se  reúnen  al  Patías,  de  que  vamos  á  tratar  inmediatamen- 
te, y  dudo  que  hasta  hoy  se  haya  hecho  alguna  tentativa  para  reconocerlos.  Al 
Este  tiene  la  ciudad  de  Pa.slo  una  senda  a  Sebondoy,  cabecera  del  Putumayo 


Apéndice  xlI 


que  va  al  Orinoco  y  al  Marañen  igualmente.  Los  Pastos  tienen  además  el  pésimo 
camino  de  Barbacoas,  y  no  se  ha  pensado  en  mejorarlo  en  300  años  de  existen- 
cia. Se  cree  que  el  terreno  no  permite  otro  mejor ;   pero   ;  se  ha  buscado  por  al- 
jrún  inteligente?  ; Sobre  qué  hechos  se  funda  esta  aserción  voluntaria?  En  fin, 
Popayán,  que  parece  el  país  más  encerrado  de  la  Nueva  Granada,  tiene  el  recurso 
ciel  Patía,  río   caudaloso  y  del  más   bien  situado  de  toda  la  cordillera  para  esta- 
blecer una  pronta  comunicación  con  todas  las  provincias  marítimas  del  Sur.  Los 
habitantes  de  esta  ciudad  hasta  hoy  no  han  fijado  su  atención   sino  sobre  la  cor- 
dillera. Todos  sus  esfuerzos  se  han  dirigido  &  montar  este  soberbio  muro,  á  diri- 
gir sus  rutas  al  acaso,  sin  principios  y  sin  luces.  Si  en  lugar  de  vaguear  sobre  las 
cimas  de  sus  Andes  hubieran  reconocido  el  curso  del  Patías,  tal  vez  se  hallarían 
hoy  en  posesión  de  un  camino  expedito  y  cómodo,  que  llevase  sus  frutos  á  Barba- 
coas, á  Tumaco  y  á  todos  los  puntos  de  la  Costa.  £1  valle  de  los  Patías  es  de  los 
más  bajos,  y  en  él  se  reúnen  las  aguas  de  más  40  leguas  de  la  cordillera.  Los  ríos 
de  Timbío  y  Quilcasé  lo  bañan   por  el  Norte  y  lo  atraviesan  de  Norte  á  Sur  ; 
por  aquí  se  descargan  en  su  fondo  Guachicono  y  Saa  Jorge,  y  van  á  unirse  con 
los  primeros  en  la  parte  más  austral  de  este  valle   abrasador.  Pocas   leguas  más 
abajo  recibe  por  el  Sudeste  á  Mayo,  Juanambú  y  Guáitara,  ríos  caudalosos  y  que 
no  se  vadean  en   ningún   tiempo  del  año.  Hasta  hoy  .ignoramos  los  que  recibe 
por  el  Poniente,  que  bajan  de  las  montañas  de  Sindagua. 

Cuando  vi  en  1801  el  caudal  de  todos  estos  ríos,  cuando  el  barómetro  me 
enseñó  su  nivel,  cuando  he  reflexionado  sobre  todo  el  curso  del  Patía,  no  he  po- 
dido dejar  de  concebir  fundadas   esperanzas  de  que  algún  día  los  moradores  de 
Popayán,  y  principalmente  los  propietarios  de  este  fecundo   valle,  hagan  esfuer- 
zos para  salir  de  la  cordillera  que  los  mantiene  confinados.  La  navegación  del 
Palta  es  muy  interesante,  no  sólo  á  Popayán,  sino  también  á  Pasto,  á  los  Pastos, 
á  Barbacoas  y  á  la  Costa,  y  merece  que  entremos  en  algunos  pormenores.  En  la 
embocadura  del   Guáitara  (por  i^  28'  latitud  boreal)   ha  recogido  el  Patía  las 
aguas  de  75  leguas  de  Norte  á  Sur,  y  25  de  Oriente  á  Poniente,  es  decir,  las 
aguas  de  un  área  de  1875  leguas  cuadradas.  Este  es  justamente  el  punto  en  que 
comienza  á  cortar  la  cordillera  para  salir  á  bañar  las  llanuras  de  Barbacoas. 
¡  Qué  caudal  de  aguas  tan  asombroso  no  se  habrá  reunido  en  este  lugar  !  Pregun- 
to: ;será  navegable  en  esta  latitud  el  Patía?  El   barómetro  se  suspendió  en  las 
orillas  de  Guachicono,  cinco  leguas  antes  de  su   embocadura  en  Quilcasé,  en 
313.3  líneas  cuando  el  termómetro  indicaba  20°  de  Reaumur.  Esta  presión  at- 
mosférica con  esta  temperatura  nos  dice  que  el  valle  de  los  Patías  y  las  aguas 
del  Guachicono  están  sobre  el  nivel  del  Océano  Pacífico  816  varas   castellanas 
solamente.  ¿  Cuánto  habrán   bajado  de  este  nivel   hasta  la  reunión  de  tod js  los 
ríos  del  valle  ?  El   curso   del    Patía,   contado   desde  el  lugar  de  mi  observación 
hasta  su  embocadura  en  el  Océano,    tiene  65   leguas  de  20  al  grado.  De  aquí  se 
infiere  legítimamente  que  las  aguas  de  este  río  caudaloso  corren  sobre  un  plano 
inclinado  que   tiene  429,650  varas  de  largo  y  sólo  816  de  altura.  Las  más  senci- 
llas nociones  de  la  hidráulica  bastan  para  conocer  que  el  Patía  no  puede  correr 
con  una  velocidad  que  se  oponga  á  la  navegación,  ni  puede  presentar  ya  saltos 
ni  cataratas  que  la  interrumpan  sin  recurso.  Puede  ser  que  tenga  algunos  lugares 
estrechos  y  que  allí  acelere  su  velocidad;  puede  ser  que  algunas  piedras  en  su 
lecho,  y  que  el  arte  puede  remover,  dificulten  el  paso  en  algunos  puntos  *.  Yo 
termino  este  particular  ya  demasiado  largo   aconsejando  á  los  moradores  de  Po- 
payán que  reunidos  formen  una  expedición  para  reconocer  el  curso  del    Patía 
desde  la  confluencia  de  Guachicono  y  Quilcasé  hasta   Barbacoas ;  que   esta  em- 
presa debe  confiarse  á  unas  manos  inteligentes ;  que  se  ha  de  temer   mucho  de 
los  charlatanes,  que  la  harían  abortar  en  su  cuna;  que  cierren  los  oídos  á  las  de- 
clamaciones de  los  que   prefieren  sus  intereses  á  los  del  público;   y  en  fin,  que 

•  D.  Gregorio  Ángulo,  vecino  distinguido  de  Popayán,  que  ho  navegado  la  mayor  par» 
te  del  Futía,  me  ha  comunicado  con  fecha  6  do  Diciembre  de  18()7,  his  noticias  HÍguientcs : 
••Bl  río  de  loe  Patín»  es  niiveguble  desde  Ins  juntas  de  (¿uih-nsó  y  Tiinbio  hasta  el  sitio  de 
Cumbitard ;  en  14  horas  so  navega  en  balsa  este  troKO,  y  se  haría  má«  pronto  en  barca.  Por 
tierra  se  gastan  cuatro  días  en  recorrer  el  mismo  camino.  Dende  CumOitará  comienza  á  estre- 
charse el  río  entre  las  rocas  de  la  coi-dillera,  y  presenta  angosturas  y  raudales  hasta  el  sitio 
del  Gundual.  Desde  aquí  es  navegable  hasta  el  Océano.^' 

Por  esta  relación  se  viene  en  conocimiento  que  el  Patía  es  navegable  en  toda  la  ex- 
tensión de  su  curso,  excepto  las  pocas  leguas  en  que  atraviesa  la  cordillera,  v  también  que 
carece  de  cataratas.  Todo  esto  confirma  lo  q^ue  hemos  dicho  sobre  la  posibilidad  de  una  na- 
vegación expedita  ];>or  el  Patía,  y  debe  animar  á  loa  habitantes  de  Popayán  y  Poato  para 
Terificar  su  reconocimiento, 

líueva  Gfúgrafía  de  Colombia  tomo  i — Y 


kui  Nueva  Geografía  de  Colombia 


animados  con  las  graiuk's  esperanzas  de  hacer  variar  el  aspecto  y  los  intereses  de 
su  patria,  sostengan  el  proyecto  con  la  fírmeza  y  la  constancia  que  hacen  el  fon- 
do de  su  carácter. 

El  Cauca  nace  al  Mediodía  del  volcán  de  los  Coconucos  por  2*^  de  latitud 
boreal,  serpentea  sobre  las  llanuras  heladas  de  Paletará,  se  precipita  en  medio 
de  rocas  escarpadas,  y  sale  majestuoso  á  regar  las  campiñas  pintorescas  de  las 
cercanías  de  Popayán;  después  vuelve  su  curso  al  Norte,  riega  el  valle  espacioso 
de  Cali,  pasa  por  Arma,  Antioquia,  y  se  une  al  Magdalena  en  Tacaloa  por  9° 
26*  latitud  boreal.  En  Gelimí,  i)or  3^  de  latitud,  marcha  ya  con  paso  mesurado 
y  comienza  á  ser  navegable.  Se  dice  que  cerca  de  Cartago  y  en  Antioquia  hay 
dos  cataratas  [i]  que  interrumpen  la  navegación  de  este  río  caudaloso,  y  que  arrui- 
nan las  esperanzas  de  los  pueblos  que  habitan  sus  orillas.  En  1805  describí  el 
curso  de  la  parte  alta  de  este  río,  y  le  consideré  con  la  más  atenta  reflexión.  Sólo 
llegué  á  las  cercanías  de  Cali,  y  aquí  por  3^  11'  latitud  boreal  se  sostuvo  mi  ba- 
rómetro en  304.0  líneas,  y  el  termómetro  de  Reaumur  en  22°,  es  decir,  que  las 
aguas  del  Cauca  á  170  leguas  de  su  embocadura  están  480,6  toesas  (1,121.4  varas 
castellanas)  sobre  el  Atlántico,  cuando  las  del  Magdalena,  á  la  misma  distancia 
del  mar,  sólo  se  hallan  á  285  tccsas  (665  varas)  sobre  el  mismo  nivel  [2).  De  aquí 


(1)  Acaho  de  recibir  udh  enrtade  Medeliin,  de  14  de  Noviembre  de  1807,  en  que  D.  Joc^é 
Manuel  de  Kestrepo,  joven  ilustrado  v  laborioso,  me  comunica  noticias  bien  interesantes 
■obre  la  navegación  del  Chuca  en  las  rix>vincius  de  Antioquia,  su  patnn,  y  creo  las  recibirá 
el  público  con  agrado. 

"  SI  Cauca,  dice,  aunque  lleno  de  peligros,  se  navega  hasta  las  terribles  angostaras 
de  Carawianla^  ccrcii  de  Bupia  :  pequeñas, barcas  hacen  esta  navegación  río  arriba  en  cinco 
dias ;  pero  es  tal  su  rapidez,  que  cuando  crece  se  baja  en  ocho  horas,  cuando  sus  aguas  son 
medias  en  doce,  y  cuando  muy  bajo  en  die2  y  ocho.  Su  cauce  es  uiny  estrecho  (de  JOO  ¿  20C 
varas),  porque  siempre  corre  sinlhacer  vegns  entre  dos  altas  cordilleras  cuya  dirección  es  de 
Sur  á  Norte.  De  estáis  mismas  cordilleras  caen  grandes  piedras  que  llenan  su  cauce  de  t  .1 


rade  Oaramania^  y  no  sé  si  se  podrá  hacer  navegable.  £n  este  espacio  sólo  tiene  la  pobla- 
ción de  Anza  al  Oeste,  y  á  alguna  dit^tanoia  de  la  de  Titiribí,  al  Este  del  rio.  AI  poniente  le 
entra  el  rio  caudaloso  de  San  Juan  por  los  5  '  56*  de  latitud  lioreal ;  pero  su  curso  es  desco- 
nocido hasta  hoy,  y  bus  orillas  están  habitadas  do  indios  bárbaros.  Desde  Antioquia  se 
pne<le  navegar  como  una  y  media  legua  ;  á  esta  distancia  se  encuentra  el  salto  de  Jttan  fiar- 
ctf.  No  es  una  catarata,  como  algunos  mo  han  figurado ;  es  sí  el  conjunto  de  una  infinidad 
de  piedras  enormes,  en  medio  y  á  criiias  del  río,  contra  las  que  se  estrella ;  hace  esi>anlosn9 
remolinos  T  saltos  de  poca  elevación,  pero  de  tremendo  ruido  i)or  el  inmenso  cúmulo  de 
aguas  que  lleva.  Kt  ongen  de  este  Halto  son  Jas  grandes  piedras  que  caen  de  la  cordillera 
cerca  de  la  embocadura  de  la  quebrada  de  Juan  Garda.  Aunque  se  quiten  las  que  hoy  al 
presente,  dentro  de  poco  tiempo  se  volverá  &  llenar  de  iguales  ó  mayores  peñascos.  Este  mal 
paso  tiene  como  seis  cuadras  de  extensión. 

"Después  sigue  el  Cauca  navega\ile  olrn  legua  y  media,  en  donde  se  encuentra  la 
angostura  del  Tesorero;  aquí  corre  el  rio  dentro  de  peñones,  por  el  espacio  de  12  cuadras,  con 
estupenda  rapidez.  A  la  entrada  de  este  mal  ])aso  se  hallan  las  tres  grandes  piedras  llama- 
das de  La  Fortuna.  DespucH  continúa  navegable  haBta  el  pueblo  de  Sabanalarga,  donde  hay 
12  cuadras  de  pedreros,  remolinos  y  corrientes  prccipiti^as.  Tiene  otra  legua  navegable 
hasta  el  chorro  y  remolino  de  A'aga*^  de  12  varas  de  largo.  Be  navega  sin  dificultad  hasta  la 
embocadura  de  JiemarUn,  en  donde  íiay  gruesiia  piedras.  A  una  y  media  l^ua  más  abojo 
estA  el  L'vilal.  en  donde  to<la  la  matta  del  rio  se  estrella  contra  un  gran  peñasco  y  fonna  te- 
rribles remolinos.  A  poca  distancia  e^tá  la  angostura  de  Oro  bajo,  la  mfts  peligrosa  del  Cau- 
ca. Aqui  su  cauce  se  estrecha  de  modo  que  se  reduce  d  10  varas  de  ancho ;  forma  inmensas 
olas,  un  ruido  espantoso  y  unas  corrientes  precipitadas,  por  el  espacio  de  legua  y  media,  y 
se  termina  con  el  remolino  de  li«  mango.  De  aqui  nada  &ale  de  cuanto  cae:  todos  los  ahogados 
todos  los  árboles  que  arrastra  el  Cauca  se  encuentran  en  este  vórUce  terrible.  En  la  boca 
el  río  de  San  Andrés  hay  otra  angontuva  de  12  varas  de  ancho.  Dos  leguas  más  aboio  se 


I 

halla  el  estrecho  de  Ticuita,  semejante  al  de  Oro  bajo.,  en  que  las  aguas  se  reducen  á  diez  va- 
ras de  ancho,  é  igual  al  di-l  Esptritu  Hanto.  Desde  este  pimto  á  los  7"  28*  de  latitud  boreal  es 
navegable  el  Cauca  basta  Tacaloa,  dundo  desemboca  en  el  Magdalena.  Según  loa  inteligentes, 
sólo  el  arrojo  lia  podido  navotrar  la  angostnra  que  hay  desde  las  bodegas  del  Ktptritu  ¿sanio 
hasta  la  ciudad  de  Cáci-res,  á  los  7-  58'  o()"  de  latitud  boreal.  Kl  Cauca  corre  todavía  oprimido 
entre  dos  cordilleras  en  donde  están  los  ries^j^a  del  Tracal,  el  Raudal^  donde  ha  habido  tan- 
tos naufragios,  el  chorro  de  Santa  Bárbara^  el  de  Maldonado,  y  las  Tres  piedras.  De  Cácerea 
hacia  abajo  hasta  la  boca  del  río  Nechí  por  8  •  10 'de  latitud  corre  toda-^ia  muv  precipitado  y 
tiene  algunos  peligros ;  pero  finalizando  aqui  la  cordillera  comienzan  las  hermosas  vegas 
que  continúan  hasta  su  ccnfiui>ncia  con  el  Magdalena,  pierde  gran  parte  de  su  velocidad,  y 
se  deja  navegir  con  seguridad.  Desde  ías  bodé^is  del  JCtj  iritu  JSanto  hasta  Tacaloa  ee  ha^^ 
en  dos  días  y  medio,  >  se  sube  en  quince  ó  dieciséis." 

(2)  Las  observaciones  hechas  en  la  Piovincia  de  Antioquia  por  D.  Manuel  José  d*  Bes- 
trepo  confirman  mis  conjeturas  sobre  vi  Cauca.  I^a  capital  de  esta  Provincia,  situada  A  &>38* 
20"  de  latitud  boreal,  ▼  en  que  el  barómetro  se  sostuvo  en  317,4  cuando  el  termómetro  indi* 
caba  20 '  de  Ileauniur,  nace  ver  lo  poco  mu>  ha  bajado  este  río  en  el  largo  curso  de  70  legu  as 
que  median  entre  Gelima  y  Autio(iuia.  l'ur  otra  parte,  est^i  ciudad,  que  dista  solaraent-c  de 
la  embocadura  común  en  el  aar  50  leguas,  está  casi  á  la  misma  elevación  que  Keiva,  que  se 
^alla  á  \ñ5  del  mismo  punto.  Por  consiguiente,  es  preciso  que  el  Cauca  ee  pr^ipite,  y  que 


Apéndice  xliii 


inñere  que  el  Cauca  tiene  que  descender  456  varas  más  que  el  Magdalena 
para  llegar  al  Océano,  que  sus  saltos  y  sus  cataratas  deben  ser  mayores,  y  en  ñn, 
que  su  navegación  debe  ser  más  interrumpida  y  más  difícil.  Pero  ¿serán  inven- 
cibles estos  obstáculos  ?  ¿  £1  arte  no  tendrá  medios  para  superarlos  ?  Esto  es  lo 
que  ignoramos,  y  esto  lo  que  nos  interesa  saber.  Hasta  hoy  carecemos  de  una 
carta  circunstanciada  del  curso  de  este  río,  y  ninguno  ha  medido  los  chorros  y 
angosturas  que  tanto  se  ponderan  [i].  Quién  sabe  si  al  aspecto  de  un  hombre  sa- 
bio y  experimentado  desaparecen  enteramente,  y  se  da  la  actividad  y  la  vida  á 
unos  países  feraces  y  arrinconados.  Cali,  Buga,  Cartago,  Supía  y  toda  la  Pro- 
vincia de  Antioquia  deben  reunir  sus  fuerzas  y  agolar  sus  recursos  para  poner 
corriente  la  navegación  del  Cauca,  que  deben  mirar  como  la  fuente  de  su  felici- 
dad. Que  sus  campos  sean  fecundos,  que  sus  ganados  sean  numerosos,  que  todas 
sus  producciones  sean  preciosas,  si  no  las  pueden  transportar  con  velocidad,  si 
no  pueden  recibir  lo  que  les  falta,  verán  que  su  labranza  se  disminuye,  que  la 

f)obl ación  no  se  aumenta,  y  que  las  familias  empobrecen  en  el  seno  mismo  de 
a  abundancia  Todo  el  comercio  de  estas  provincias  con  las  costas  se  ha  hecho 
hasta  hoy  cortando  el  ramo  más  occidental  de  la  cordillera  por  diferentes  puntos. 
En  Cbisquio  [2],  en  Anchicayá  [3],  en  las  Juntas  cerca  de  Cali,  en  San  Agustín 
frente  á  Cartago,  en  Chami  y  en  Urrao  existen  caminos  que  ha  abierto  la  necesi- 
dad ó  el  acaso. 

Son  los  más  malos  de  toda  la  Colonia  :  no  pueden  entrar  caballerías,  excep- 
to por  Urrao,  y  todo  se  transporta  en  las  espaldas  de  los  hombres.  Convengo  en 
que  los  Andes  son  escarpados ;  pero  la  aspereza  de  los  caminos  más  se  debe  á  la 
ignorancia  y  á  la  preocupación  que  á  la  desigualdad  del  terreno.  Un  negro  es- 
túpido, pero  atrevido,  se  hunde  en  los  bosques;  sigue  primero  el  curso  de  los 
ríos;  cuando  éstos  ya  no  permiten  barca,  camina  á  sus  orillas  hasta  su  origen, 
que  está  bien  cerca  de  la  cima  de  la  cordillera  ;  le  abandona  entonces,  y  escala 
con  trabajo  este  gran  muro  ;  busca  otro' arroyo  que  corre  en  dirección  contraria ; 
baja,  y  ya  tenemos  un  nuevo  camino  que  ha  formado  la  ignorancia  y  el  arrojo 
sin  elección  ni  conocimientos.  Estoy  persuadido  que  si  en  lugar  de  conñar  las 
empresas  á  estos  miserables  aventureros,  se  encargase  de  ella  un  hombre  que 
tuviese  algunas  nociones  del  país,  que  supiese  las  latitudes  de  los  puntos  de  las 
costas  del  Sur  y  del  lugar  de  partida ;  que  en  vez  de  buscar  el  lecho  de  los  ríos, 
tomase  uno  de  aquellos  cordones  de  montanas  perpendiculares  al  cuerpo  de  la 
cordillera,  que  la  sostienen  y  estriban  ;  que  lo  siguiese  hasta  el  ñn,  ó  á  lo  menos 
hasta  que  el  barómetro  se  sostuviese  dentro  de  313  y  325  líneas;  qu€  en  este 
nivel  buscase  á  la  derecha  ó  á  la  izquierda  uno  de  los  ríos  innumerables  que 
atraviesan  estos  países;  y  en  fín,  que  examinase  su  curso  hasta  su  embocadura, 
tendríamos  caminos  más  cómodos  y  más  comunicaciones  con  los  países  marí- 
timos. 

El  Magdalena  es  el  río  más  ventajosamente  situado  en  toda  la  extensión  del 
Virreinato.  Nace  de  un  pequefío  lago  llamado  del  Buey^  al  Norte  del  páramo  de 


presente  raudales  v  pasos  peligrosos  desde  los  G  y  mtídio  prrados  en  adelante.  Por  una  des- 
gracia pant  todos  los  pueblos  que  habitan  sus  orillas,  desciende  por  grados  insensibles  desde 
Gelima  hasta  Caramanta,  arrastrando  pcrezosjimente  sus  aguas  por  todo  el  valle  de  Buga, 
cuando  el  Magdalena  baja  regularmente  y  siempre  proporcionado  &  su  distancia  del  mar 
Atlántico. 

[1]  So  hablaba  antes  do  recibir  la  carta  de  la  nota  antecedente. 

Í2]  Existen  i)or  nquí  dos  senderos  que  conducen  &  las  minas  de  las  orillas  del  rio  San 
e  Micay,  que  han  establecido  las  casas  de  Arboleda  y  Torres,  de  Poi>ayán  ;  pero  igno- 
ramos el  estado  en  que  se  hallan. 

[3]  "He  recibido  noticias  más  circunsUmciadas  sobre  esto  camino.  D.  Mnnuel  Caycedo 
y  Tenorio,  Alférez  real  de  la  ciudad  de  Cali,  lo  proyectó  al  Sur  del  de  las  Junlat,  Ck>raunica, 
con  mucha  brevedad  (3  dias)  y  libre  de  los  neligros  del  Dagua,  el  vallo  de  Cali  con  la  bahia 
de  San  Buenaventura.  8e  abrieron  dos  senufros  que  presentaban  glandes  dificultades,  y  se 
consumió  en  ellos  infructuosamente  mucho  dinero.  J£sto  habría  bastado  para  desanimar  al 
empresario ;  pero,  constante  en  sus  resoluciones  y  animado  por  el  espíritu  de  beneficencia 

Súolica  que  le  caracteriza,  hizo  romper  un  tercer  camino  por  encima  de  uno  de  aquellos  cor- 
ones de  montañas  siempre  perpendiculares  al  cuerpo  principal,  y  llegó,  como  era  natural, 
con  felicidad  á  las  costas  del  I?acifico.  Este  homlire  genei-oso  y  bcncíico  merece  todo  nuestro 
reconocimiento  por  haber  sostenido  y  llevado  á  efecto  una  empi-csa  costosa  y  difícil  sin  pen- 
sionar al  público  y  haciendo  todos  los  gastos  de  su  propio  fondo.  Jnmás  se  ha  empleado  con 
más  utilidad  ul  dinero.  Las  Provincias  del  Baposo,  y  en  general  todas  las  costas  occidenta- 
les del  Roino,  el  valle  entero  de  Cali  y  Popayán  tienen  que  reconocer  á  la  mano  benéfica  que 
los  va  á  libert«nr  paní  siempre  de  los  vórtices  y  raudales  del  Dagua,  en  que  hnn  perecido  tan- 
tas fortunas.  lié  aquí  el  más  bello  ejemplo  de  patriotismo  que  podemos  |)resentar  á  nuestros 
compatriotas. 


xLiv  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Las  Papas,  á  i°58*  ^^  latitud  borcal,'corre  por  los  desiertos  de  T-aboyos,  riega  el 
Timaná,  atraviesa  las  espaciosas  llanuras  de  Neiva,  las  selvas  de  Nare,  Opón,  y 
reunido  con  el  Cauca  entra  en  el  Atlántico  á  200  leguas  de  su  origen.  En  toda 
la  extensión  de  su  curo  jamás  deja  la  dirección  del  meridiano.  Cuando  el  Cau- 
ca nace  sobre  las  nieves  del  Coconuco  á  2,300  toesas  sobre  el  Océano,  éste  tiene 
su  cuna  á  900  toesas  solamente,  bajo  un  clima  dulce  y  moderado;  aquél  se 
precipita  de  la  cima  de  los  Andes,  y  éste  corre  con  tranquilidad:  el  primero  so- 
bre planos  caprichosamente  inclinados,  unas  veces  s?  acelera  y  otras  se  arrastra 
con  lentitud,  y  el  segundo,  más  uniforme  en  su  curso,  se  presta  con  facilidad  á 
todas  nuestras  necesidades  mercantiles.  El  Magdalena  es  navegable  desde  la 
Jíofida^  en  la  jurisdicción  de  Timaná,  por  2°  24'  de  latitud,  en  pequeras  balsas 
y  con  algún  trabajo.  Desde  Neiva  lo  es  sin  interrupción  en  buques  mayores  has- 
ta Honda,  en  donde  tiene  un  pequeño  chorro  que  llaman  Salto.  Desde  esta  villa 
hacia  abajo  es  demasiado  conocido  para  que  nos  detengamos  en  su  descripción. 
Recibe  por  ambos  lados  un  número  prodigioso  de  ríos  caudalosos,  navegables 
muchas  leguas  sobre  su  embocadura,  y  que  facilitan  la  comunicación  y  el  co- 
mercio con  los  países  interiores.  San  Agustín,  el  primer  pueblo  que  baña,  está 
habitado  de  pocas  familias  de  indios,  y  en  sus  cercanías  se  hallan  vestigios  de 
una  nación  artista  y  laboriosa  que  ya  no  existe.  Estatuas,  columnas,  adoratorios, 
mesas,  animales,  y  una  imagen  del  sol  desmesurada,  todo  de  piedra,  en  número 
prodigioso,  nos  indican  el  carácter  y  las  fuerzas  del  gran  pueblo  que  habitó  las 
cabeceras  del  Magdalena. 

En  1797  visité  estos  lugares,  y  vi  con;admiractón  los  productos  de  las  artes 
de  esta  nación  sedentaria,  de  que  nuestros  historiadores  no  nos  han  transmitido 
la  menor  noticia.  Sería  bien  interesante  recoger  y  diseñar  todas  las  piezas  que 
se  hallan  esparcidas  en  los  alrededores  de  San  Agustín.  Ellas  nos  harían  conocer 
el  punto  á  que  llevaron  la  escultura  los  habitantes  de  estas  regiones,  y  nos  ma- 
nifestarían algunos  rasgos  de  su  culto  y  de  su  policía.  En  los  bosques  de  Laboyos 
y  de  Timaná  no  se  puede  dar  paso  sin  hallar  reliquias  de  otra  inmensa  pobla- 
ción que  ha  desaparecido  [i].  Todavía  se  ven  las  acequias  y  socavones  de  las  mi- 
nas de  Plata  que  trabajaron  sus  moradores.  Hasta  los  2^3*^'  de  latitud  todas  las 
vegas  del  Magdalena  están  llenas  de  plantaciones  de  cacao,  de  coca,  y  de  algu- 
nos ganados.  La  cría  es  el  fuerte  desde  los  2°  30'  hasta  los  5*^  de  latitud,  y  pare- 
ce qye  aquí  el  hombre  cede  el  lugar  á  las  vacadas.  A  esta  elevación  se  extrae  de 
las  orillas  del  Magdalena  alguna  cantidad  de  oro  que  es  de  la  mejor  calidad 
(de  23  y  medio  quilates  poco  más  ó  menos).  £1  hombre,  en  estas  regiones,  bajo 
un  clima  abrasador,  casi  se  desnuda;  una  red,  una  hamaca,  algunas  platane- 
ras que  no  exigen  cultivo,  forman  sus  riquezas.  Sus  ideas  son  tan  limitadas  como 

sus  bienes.  El  reposo  y  el  sueño  hacen  sus  delicias.  Su  moral bien  ^e  dejí 

ver  que  no  puede  ser  la  más  pura  Desde  Honda  el  Magdalena  no  riega  sino  bos- 
ques. Algunas  poblaciones  cortas  hay  en  sus  orillas,  y  sus  moradores  son  más 
viciosos  que  los  de  la  parte  media.  Parece  que  la  inmoralidad  y  la  desidia  se 
aumentan  con  las  aguas  del  Magdalena. 

De  todos  los  ríos  de  esta  Colonia  este  es  el  más  conocido,  y  merecía  serlo. 
Los  trabajos  de  Bouguer,  que  lo  bajó  en  1742  ;  los  de  Humboldt,  que  lo  subió  en 
1 801,  los  de  nuestros  españoles  Talledo  y  Alvarez,  y  los  de  la  expedición  de 
costas  del  Norte,  han  dado  mucha  luz  sobre  la  parte  baja  del  Magdalena.  En 
1797  levanté  la  carta  desde  su  origen  hasta  Neiva,  y  en  1805  desde  Neiva  hasta 
la  embocadura  del  Bogotá.  Las  cartas  que  se  han  formado  sobre  estas  observa- 
ciones no  llenan  todavía  nuestros  deseos;  necesitamos  de  mayores  detalles  sobre 
la  velocidad,  crecientes,  bajas,  estrechos,  chorros,  vueltas,  &c.,  de  este  canal  in- 
teresante. Apenas  cénocemos  los  ríos  que  descargan  en  él,  y  no  tenemos  idea  de 
su  curso,  dincultades,  y  punto  hasta  donde  son  navegables.  Una  carta  juiciosa 
que  entrase  en  todos  los  pormenores  que  hemos  indicado,  una  topografía  de  los 
pasos  difíciles,  sería  un  servicio  se'^alado  y  un  tesoro  inestimable  para  la  Nueva 
Granada. 

La  comunicación  y  comercio  de  los  pueblos  que  baí^ael  Magdalena  con  los 
que  habitan  las  orillas  del  Cauca,  se  hace  por  algunos  senderos  que  cortan  el 
ramo  medio  de  los  Andes.  De  los  ardores  de  Neiva  y  de  Tocaima  es  preciso 
subir  á  los  fríos  rigurosos  de  Guanacas  y  de  Quindío  para  volver  á  descender  á 
Cartago  y  á  Popayán.  Este  ramo  prodigiosamente  elevado  separa  las  Provincias 
íle  Neiva,  Santafé,  Mariquita,  Socorro,  &c.,  de  las   de  Popnyán,  Quilo  y  Antio- 


pj  Ln  Plata  luitisfiin, 


J 


Apéndice  xiv 


qaia;  en  una  palabra,  todo  el  comercio  de  la  parte  septentrional  del  Virreinato 
con  la  del  Sur  se  hace  montando  esta  cadena  erizada  y  formidable.  Merece, 
pues,  toda  nuestra  atención  desde  i^  de  latitud  boreal  hasta  los  9®.  Registré- 
mosla rápidamente. 

Es  tradición  constante,  y  aún  nos  quedan  vestigios,  que  existió  un  camino 
en  las  cabeceras  del  Magdalena,  que  comunicaba  directamente  á  Timaná  con 
Almaguer,  Fasto  y  Provincia  de  Quito,  sin  tocar  con  Popayán.  La  brevedad  y 
existencia  de  este  camino  que  se  llama  de  Las  Papas^  por  tener  que  montar  el 
páramo  de  este  nombre,  se  demostró  en  1795.  En  esta  época  visitaba  la  jurisdic- 
ción de  Timaná  el  limo.  Sr.  D.  Ángel  Velarde  y  Bustamante,  digno  Prelado  de 
Popayán,  y  necesitando  pasar  á  la  de  Almaguer  con  el  mismo  objeto,  no  quiso 
volver  á  su  capital,  y  se  abrió  un  paso  acelerado  por  Las  Papas,  venciendo  todos 
los  obstáculos  y  todas  las  contradicciones.  Por  2^  de  latitud  boreal  existe  otro 
sendero  que  se  llama  de  los  Laboyos  :  comienza  en  Timaná  y  termina  en  Popa- 
yán. Es  admirable  la  brevedad  de  este  camino  (3  días).  Un  vecino  generoso  y 
de  las  primeras  familias  de  aquella  ciudad  (D.  Jerónimo  de  Torres),  gastó  su- 
mas considerables  en  anos  pasados  pira  ponerlo  corriente ;  pero  los  fangos  di- 
latados de  las  faldas  orientales  del  Coconuco  hicieron  encallar  el  proyecto.  Por 
los  2^  30'  de  latitud  boreal  está  el  de  Guanacas,  el  único  que  permite  caballerías 
en  todas  las  estaciones  del  ano  :  comienza  en  la  ciudad  de  La  Plata ;  su  direc- 
ción es  al  Oeste ;  tiene  solamente  18  leguas  y  se  gastan  7  días  en  atravesarlas :  hay 
que  pasar  ríos  caudalosos  y  rápidos  (La  Plata,  Rionegro  y  Ullucos);  se  suben  y 
bajan  montafías  escarpadas,  y  se  toca  casi  con  el  término  de  la  vegetación  ha- 
cia el  medio.  En  1805  acababa  de  salir  délos  desiertos  de  esta  cordillera  un  veci- 
no de  La  Plata  (D.  N.  Triana),  que  se  había  internado  en  solicitud  de  un  camino 
más  cóm  ido  que  el  que  acabamos  de  describir.  Las  noticias  que  me  dio,  com- 
binadas con  las  nociones  que  me  han  proporcionado  las  siete  veces  que  he  atra- 
vesado el  Guanacas,  y  mis  largas  residencias  en  Timaná,  Neiva  y  La  Plata,  me 
hacen  creer  la  posibilidad  de  un  tránsito  mis  breve  y  más  cómodo  que  el  eriza- 
do de  Guanacas.  Este  sería  el  lugar  propio  para  indicar  las  razones  sobre  que 
fundo  mis  conjeturas  ;  pero  esto  me  arrastraría  á  pormenores  dilatados  que  no 
permite  la  brevedad  de  este  papel.  Al  Norte  del  de  Guanacas  hay  otro  por  la 
Provincia  de  los  Paeces  y  páramo  de  Huila,  que  va  á  salir  á  Guambia  ó  á  Caló- 
lo, pero  lleno  de  peligros  y  poco  frecuentado.  Por  los  4°  de  latitud  se  halla  otro 
sendero  que  comienza  en  el  Chaparral  y  termina  en  Tuluá,  conocido  con  al 
nombre  de  Barragán.  A  los  4°  30'  está  el  de  Quindío:  es  malo,  y  el  hombre  ne- 
cesita hacer  el  oñcio  de  las  bestias ;  tiene  20  leguas  desde  Ibagué  hasta  Carta- 
go  [i]  :  su  composición  se  ha  acalorado  en  diferentes  épocas,  y  ahora  trabaja  en 
su  mejoramiento  el  Dr.  D.  Ignacio  Duran.  ¡  Ojalá  que  los  amigos  de  la  felici- 
dad pública  siguiesen  este  bello  ejemplo,  ó  contribuyesen  á  sostener  las  miras 
patrióticas  de  este  hombre  benéñco  [2].  La  cordillera  pierde  rápidamente  su  ele- 
vación desde  los  5^  30'  de  latitud  boreal,  y  sólo  hay  en  este  espacio  dilatado  el 
camino  de  Mtre  que  comunica  con  la  Provincia  de  Antioquia  [3].  Es  de  desear 
que  se  reconozca  este  ramo  de  los  Andes  desde  i^  hasta  8^  de  latitud,  y  no  dudo 
que  se  hallarían  muchos  caminos  más  cómodos  que  los  en  que  hoy  traficamos. 
Como  los  valles  de  Cali  y  de  Neiva  sólo  se  hallan  separados  por  la  cordillera ; 
como  ésta  corre  de  Norte  á  Sur  con  la  más  grande  exactitud,  basta  determinar 
astronómicamente  las  latitudes  de  todos  los  puntos  principales  de  ambos  valles 
para  poder  compararlos  entre  sí  y  dirigir  rutas  seguras  y  breves  de  comunica- 
ción. En  1805,  por  ejemplo,  determiné  á  Neiva.  y  Quilichao,  y  hallé  que  estos 
dos  lugares  tenían  la  misma  latitud.  Si  se  internase  desde  aquélla  con  dirección 
al  Oeste  ;  si  se  conservase  en  lo  posible  la  misma  latitud ;  si  en  los  desvíos  in- 
evitables se  cuidase  de  llevar  mucha  cuenta  con  el  rumbo  para  reponer  la  altura 
de  polo  siempre  que  se  presentase  ocasión  oportuna,  en  pocos  días  se  tocaría  in- 


[IJ  En  1778  D.  Irnacio  Buennventuní  midió  á  cordel  desde  la  plaza  de  Ibagué  hasta  la 
de  Cartago,  y  halló  20T^ua8  y  1,531  varas. 

(2)  D.  Sebastián  de  Mamanoena,  vecino  de  Ctirtago,  ha  impendido  machos  miles,  j 
hecho  grandes  esfuerzos  para  el  mejoramiento  del  camino  de  Quindio.  Tiene  abierta  una 
porte  de  él,  y  sobre  todo  hu  establecido  la  población  de  la  Balsa,  en  que  hay  más  de  60  casas, 
una  buena  capilla,  y  un  párroco  á  quien  ha  diido  una  congrua  de  400  pesos  para  que  admi 
nistre  á  los  vecinos.  Este  hombre  activo  y  generoso  merece  todo  nuestro  reconocí  miento  y 
que  se  apoyen  sus  intenciones  benéficas  por  todos  aquellos  que  se  hallen  en  entado  de 
hacerlo. 

[8J  Ix>b  caminos  de  Hurvó  y  de  Sonso n  no  eran  todavía  fh^cucntados  en  aquella  ópo- 
C».— ACOBTA, 


XLví  Nueva  Geograf/a  de  Colombia 


faliblemente  con  Quilichao  [i].  La  dirección  de  los  tres  ramos  principales  de  los 
Andes  es,  como  hemos  visto,  de  Norte  á  Sur:  su  grueso  no  es  ni  menos  de  i8, 
ni  más  de  20  leguas  ;  ellos  separan  las  llanuras  del  Orinoco  y  Caquetá,  las  del 
Magdalena,  las  del  Cauca  y  las  del  Chocó.  Todos  nuestros  caminos  de  comuni* 
cación  interna  cortan  perpendicularmeute  estas  grandes  cadenas  de  montanas,  y 
su  dirección  jamás  se  separa  considerablemente  de  su  paralelo.  Yo  probaría  esta 
observación  general  numerando  todos  los  caminos  que  tenemos  dentro  del  Vi- 
rreinato ;  pero  basta  indicarla  para  que  los  que  tienen  nociones  de  nuestra  geo- 
grafía, sientan  esta  verdad  importante.  Podemos  sacar  grandes  ventajas  de  este 
principio,  que  yo  llamaría  fundamental,  en  la  apertura  de' los  nuevos  caminos 
que  atraviesen  la  cordillera.  Las  latitudes  de  los  lugares  consideradas  bajo 
este  aspecto,  son  unos  elementos  precisos  que  debemos  recoger  con  el  mayor  cui- 
dado ;  y  debemos  procuramos  las  que  nos  faltan,  por  todos  los  modos  posibles. 
Este  género  de  observaciones  es  fácil  de  ejecutar  y  no  necesita  instrumentos  pre- 
ciosos ni  grandes  conocimientos. 

Los  países  situados  al  Norte  de  la  capit^  1  (Tunja,  Pamplona,  Socorro)  son 
feraces,  y  varios  en  temperaturas  y  producciones.  I^  población  es  numerosa,  y 
su  industria,  aunque  más  grosera,  puede  compararse  á  la  de  Quito.  Los  ríos  de 
Sogamoso,  Suárez,  Opón  y  Carare  les  facilitan  el  transporte  de  sus  frrt'*«;  ^1  río 
de  la  Magdalena;  y  el  Meta,  Sarare  y  Apure  les  abren  las  puertas  del  Oriente,  v 
les  convidan  á  llevar  sus  miras  y  su  comercio  al  Orinoco,  Guayana  y  Trinidad. 
En  manos  de  los  curiosos  se  hallan  muchas  cartas  manuscritas  de  estos  países; 
pero,  si  exceptuamos  la  que  en  1 779  formó  1).  Francisco  Javier  Caro,  y  la  que 
acaba  de  levantar  D.  Vicente  Talledo,  todas  las  demás  no  se  han  erigido  sino 
según  el  antojo  y  el  capricho  de  los  ignorantes  que  se  han  arrogado  el  título  de 
geógrafos. 

Há  muchos  affos  que  se  habla  de  las  navegaciones  de  Opón,  Carare  y  So- 
gamoso; en  diferentes  épocas  se  ha  acalorado  este  asunto  interesante ;  se  han  con- 
samido  caudales,  se  h'^n  arruinado  muchos  particulares,  y  el  problema  aún  no 
ha  tenido  solución. 

De  la  navcgacif'tn  de  San  Faustino  y  carrino  de  Uru  al  Apure  sólo  pode- 
mos decir  que  nada  sabemos.  Nuestras  tinieblas  se  condensan  á  proporción  que 
nos  acercamos  á  Maracaibo. 

Si  nuestras  costas  occidentales  nos  son  en  gran  parte  desconocidas,  si  nues- 
tros buques  no  pueden  acercarse  á  ellas  sin  zozobra,  las  del  Atlántico,  aquellas 
que  más  nos  inttresan  para  la  comunicación  con  la  metrópoli  y  con  los  demás 
pueblos  marítimos  y  comerciantes,  las  vamos  á  recibir  de  manos  de  Fidalgo  [2]. 
Este  sabio  marino  y  sus  celosos  companeros  (I).  Manuel  del  Castillo  y  D.  Fer- 
nando María  Noguera,  Capitanes  de  fragata)  y  otros  han  hecho  trabajos  inmor- 
tales sobre  las  costas  de  la  Nueva  Granada;  trabajos  que  han  asegurado  para 
siempre  la  fortuna  y  la  vida  de  todos  los  que  surquen  nuestros  mares;  trabajos 
que  los  cubren  de  gloria,  y  que  les  van  a  merecer  la  gratitud  y  los  elogios  de 
todas  las  naciones.  Las  presentes  y  todas  las  generaciones  se  acordarán  con  re- 
conocimiento del  augusto  monarca  que  sostuvo  la  Expedición  de  costas  septcntriC' 
naUs  y  de  los  astrónomos  que  la  ejecuta  ron  .^Sc  ha  dicho  [3]  que  el  Atlas  maríti- 
mo de  España^  levantado  por  el  célebre  Tofíno,  es  una  respuesta  sin  réplica  á  la 
infame  pregunta  de  Masson, ;  qué  ha  hecho  España  por  la  humanidad?  Nosotros 
podemos  añadir  que  las  Cartas  hidrográficas  de  Fidalgo  humillarán  el  orgullo 
de  este  geógrafo  atrevido  que  ha  insultado  á  una  nación  ilustrada  y  generosa ; 
y  la  patria  de  Juan,  Ulloa,  Mazarredo,  Toñf.o,  Mendoza^  Doz,  Chaix,  Galiano, 
Churruca,  Ciscar  y  un  ejército  numeroso  de  hombres  ilustres  en  las  ciencias,  los 
opondrá  como  una  prueba  sin  réplica  de  sus  progresos  y  de  su  ilustración  [4]. 


[U  Esta  indicación  de  Caldas  es  tanto  más  importante,  cnanto  todo  el  espado  oua 
aquí  ocupa  la  cordillera  no  es  despoblado,  existe  el  valle  longitudinal  en  que  están  sitnaaoa 
los  pueblos  de  Jámbalo,  8an  Francif^co  y  Toribio.- Acosta. 

S  D.  Joaquín  Francisco  Fidulgo,  Capitán  de  Navio  y  Jefe  de  la  Expedición  de  castas 
en  el  Océano  Atlántico. 

[3]  Diario  db  Francia 

[i]  El  bnrón  do  Hiimboldt,  buen  juez  en  estas  muterios,  ha  escrito  en  carta  de  Mésdo^ 
de  8  de  Noviembre  de  1R03,  lo  Riguiente:  '*  Dig-a  Mr.  Fkniríeu  y  la  envidia  de  otras  nacionaa 
lo  que  quieran,  la  posteridad  mas  remota  ngradecorA  á  los  mnrínos  erpimoles  les  inmensoaé 
importantes  trabafos  que  han  sabido  neopiíir  en  los  úitimos  veinte  años :  yo  a  lo  menos  na 
conozco  oti a  nación  que  haya  adeluntado  más  la  astronomíu  niutica,  publicando  mis  mapas 
exactos  en  tuu  corto  tiempo."  Gcog.  modcm.  del  V,  Lacroix^  trad.  por  de  Clemente  y  JTñiaL 
pág.  4  de  la  prefac.  Madnd,  180$. 


Apéndice  xlvU 


Volvamos  ahora  nuestra  atención  hacia  las  llanuras  que  terminan  al  Este 
el  Virreinato,  y  echemos  una  ojeada  rápida  sobre  este  inmenso  país.  Desde  la 
linea  hasta  los  ii^  de  latitud,  vemos  que  parten  de  la  cordillera  más  oriental  de 
los  Andes  un  número  incalculable  de  ríos  enormes,  que  después  de  haber  corri- 
do espacios  dilatados,  se  unen  al  Orinoco  ó  al  Caquetá,  que  algunos  sueltan  un 
ramo  al  Amazonas ;  que  este  coloso  de  los  ríos  atraviesa  todo  el  continente ;  que 
en  él  descargan  las  aguas  del  alto  Perú  por  el  Guallaga  y  Ucayali ;  que  de  las 
extremidades  antarticas  de  la  América  Meridional  vienen  el  Punís,  Madera,  To- 
payos,  Jingú  y  otros;  y  en  fin,  que  el  Orinoco  recibe  por  el  Este  otros  muchos, 
todos  navegables.  Cuando  se  considera  la  carta  de  estos  países  dilatados,  cuando 
se  siguen  las  ramificaciones  y  los  laberintos  que  forman  los  ríos  por  todas  par- 
tes, se  presentan  al  espíritu  grandes  ideas  y  miras  dilatadas.  Nuestros  frutos 
pueden  ir  al  Perú,  á  la  Guayana,  al  Para,  y  á  las  regiones  más  remotas  de  la 
América  Meridional:  nosotros  podemos  reunir  en  un  punto  los  intereses  y  las 
riquezas  de  cuantos  habitan  este  vasto  continente  [i].  Convengo  en  que  nuestra 
población,  nuestras  artes,  nuestra  agricultura  y  nuestro  comercio  no  se  hallan  en 
estado  de  llevar  sus  especulaciones  tan  lejos  ;  pero  tal  vez  vendrá  un  día  en  que, 
más  poderosa  y  bien  poblada  esta  colonia,  tenga  necesidad  de  recorrer  desde  el 
centro  hasta  las  extremidades,  y  que  se  vea  precisada  á  levantar  la  carta  de  unos 
países  que  hoy  mira  distantes  y  con  indiferencia. 

Lo  que  más  nos  interesa  en  el  día  es  el  conocimiento  del  ramo  oriental  de 
nuestra  cordillera  y  de  los  ríos  á  que  da  nacimiento.  Apenas  conocemos  estas 
montañas  en  los  pocos  puntos  por  donde  las  hemos  atravesado;  en  todo  lo  demás 
nos  son  desconocidas  absolutamente.  ¿Quién  creyera  que  todavía  no  tenemos  ni 
aun  una  carta  miserable  de  los  países  que  están  al  Este  de  la  capital?  [¿Quién 
puede  decir  con  precisión  el  ancho,  altura,  proporciones  ú  obstáculos  que  pre- 
sentan los  montes  cuyo  principio  tenemos  á  la  vista  en  Guadalupe  y  Monserrate  ? 
¿Qué  ríos  los  atraviesan?  ¿Cuál  es  su  curso?  Pero,  qué!  cuando  todavía  no  tene- 
mos un  plan  corográfico  de  esta  explanada  encantadora  sobre  que  vivimos  y  de 
que  sacamos  la  mejor  parte  de  nuestra  subsistencia  I  [2]  Una  vergonzosa  ignoran- 
cia nos  cubre  por  todas  partes  en  las  cosas  que  más  nos  interesan  y  que  nos  tocan 
más  de  cerca. 

Que  llevemos  nuestras  miradas  al  Norte,  que  las  llevemos  al  Mediodía,  que 
registremos  lo  más  poblado,  ó  los  desiertos  de  esta  Colonia,  en  todas  partes  no 
hallamos  sino  el  sello  de  la  desidia  y  de  la  ignorancia.  Nuestros  ríos  y  nuestras 
montañas  nos  son  desconocidos,  no  sabemos  la  extensión  del  país  en  que  hemos 
nacido,  y  nuestra  geografía  está  en  la  cuna.  Esta  verdad  capital  aue  nos  humilla 
debe  sacarnos  del  letargo  en  que  vivimos;  ella  debe  hacernos  más  atentos  sobre 
nuestros  intereses;  llevarnos  á  todos  los  ángulos  de  la  Nueva  Granada  para  me- 
dirlos, considerarlos  y  describirlos;  esta  es  la  que,  grabada  en  el  corazón  de 
todos  los  buenos  ciudadanos,  los  reunirá  para  recoger  luces,  hacer  fondos,  llamar 
inteligentes,  y  no  perdonar  trabajos  ni  gastos  para  el  escrupuloso  reconocimien- 
to de  nuestras  provincias.  No  se  trata  ya  de  una  carta  común ;  escalas  reducidas 
y  todo  lo  que  tenga  apariencias  de  pequenez  y  economía  debe  desaparecer  del 
espíritu  de  nuestros  compatriotas.  Dos  pulgadas  cuadradas  por  lo  menos  deben 
representar  una  legua  de  terreno.  Aquí  se  han  de  notar  las  colinas,  las  montañas, 
los  pastos,  las  selvas,  los  rastrojos,  lagos,  pantanos,  valles,  ríos,  sus  vueltas  y 
velocidad,  estrechos,  cataratas,  pesca,  todas  las  poblaciones,  todos  los  estableci- 
mientos de  agricultura,  minerales,  canteras,  en  fin,  cuanto  presenta  la  superficie 
de  nuestro  suelo.  Reunidos  estos  cuadrados,  producirán  una  carta  soberbia  y 
digna  de  la  Nueva  Granada.  Aquí  vendrán  el  político,  el  magistrado,  el  filósofo, 
el  negociante,  á  beber  luces  para  el  desempeño  de  sus  oficios ;  aquí  el  viajero,  el 
botánico,  el  mineralogista,  el  que  se  ocupa  con  los  seres  vivientes,  el  militar  y 


1^1]  Uno  éc  nuestros  compatriota e,  que  Im  recorrido  el  Orinoco  y  hecho  excelentes  ob- 
servactones  económicas  y  politicns  sobi'e  el  comeitiio  y  agricultura  de  ios  regiones  que  baña 
este  rio  caudaloso,  piensa  del  minmo  modo.  "  Este  canal  (el  Orinoco),  dice,  será  con  el  trans- 
curso do  los  tiempos  el  que  unirá  las  partes  más  remotas  de  nuestra  América  oon  la  capital 
de  este  Reino,  y  sus  orillas  so  verán  seguramente  algún  día  pobladas  de  ricas  factorías  y 
ciudades  comercianttís,  en  donde  las  producciones  del  Asia  y  de  la  Europa  se  reunirán  con 
las  que  de  todo  este  Keino  pueden  ir  por  el  Mamo,  el  Apure,  el  Meta  y  el  Guaviari  al  Ori* 
ñoco;  y  las  del  Perú,  Brasil  y  Paraguay  por  las  distintas  ramas  que  forman  el  Amazonas, 
Quizas  aquí  se  saludarán  por  la  primera  vez  los  habitantes  del  Darlcn  con  los  Fulehes, 
Araucanos  y  Patagones." 

(2)  Esta  carta  no  existe.' aún ;  pero  ha  principiado  k  trabajarse,  merced  al  ilustrado  apo* 
yo  que  presta  á  esta  ciase  de  laborvs  el  Ezcmo.  Sr.  Harroquín.— Y.  j  Y. 


XLViii  Nueva  Geografía  de  Colombia 


el  agricultor  verán  con  rasgos  majestuosos  pintados  sus  intereses.  Todas  las  cla- 
ses del  estado  vendrán  á  tomar  aquí  la  parte  que  les  toca.  Elste  es  un  cuadro  má- 
gico que  toma  todas  las  formas,  y  se  acomoda  á  todos  los  caracteres.  Cada  pro- 
vincia copiará  su  departamento  y  le  guardará  religiosamente.  En  estos  troios  se 
formará  la  juventud,  y  á  la  vuelta  de  pocos  años  tendremos  hombres  capaces  de 
concebir  y  de  ejecutar  grandes  cosas.  Por  todas  partes  no  se  oirán  sino  proyec- 
tos, caminos,  navegaciones,  canales,  nuevos  ramos  de  industria,  plantis  exóticas 
connaturalizadas;  la  llama  patriótica  se  encenderá  en  todos  los  corazones,  y  el 
último  resultado  será  la  gloria  del  Monarca  y  la  prosperidad  de  esta  Colonia. 

Si  se  formase  una  expedición  geogrd/íca  ecaftámiíra  destinada  á  recorrer  el 
Virreinato ;  si  ésta  se  compusiese  de  un  astrónomo,  de  un  botánico,  de  un  mine- 
ralogista, de  un  encargado  de  la  parte  zoológica  y  de  un  economista,  con  dos  ó 
más  diseñadores;  si  todas  las  provincias  contribuyesen  con  un  fondo  formado 
por  los  pudientes  y  principalmente  por  los  propietarios  ;  si  el  comercio  hiciese 
lo  mismo  por  el  grande  interés  que  le  resulta;  si  el  consulado  de  Cartagena  ani- 
mase esta  empresa  con  el  celo  y  la  actividad  con  que  promueve  otras  de  la  mis- 
ma naturaleza ;  si  los  jefes  de  concierto  la  apoyasen  con  toda  su  autoridad,  no 
hay  duda  que  dentro  de  pocos  a'^os  tcndtiamos  la  gloria  de  poseer  una  obra 
maestra  en  la  geografía  y  en  la  política,  y  de  haber  puesto  los  fundamentos  de 
nuestra  prosperidad. 

Si  este  proyecto  presenta  dificultades,  no  nos  queda  otro  recurso  para  cono- 
cer nuestra  patria  que  mejorar  nuestros  estudios.  Si  en  lugar  de  enseñar  á  núes* 
tros  jóvenes  tantas  bagatelas ;  si  mientras  se  les  acalora  la  ima£inación  con  la 
divisibilidad  de  la  materia,  se  les  diese  noticia  de  los  elementos  de  astronomía  y 
de  geografía,  se  les  enselvase  el  uso  de  alguno^  instrumentos  fáciles  de  manejar; 
si  la  geometría  práctica  y  la  geodesia  ocupasen  el  lugar  de  ciertas  cuestiones  tan 
metafísicas  como  inútiles ;  si  al  concluir  sus  cursos  supiesen  medir  el  terreno,  le 
vantar  un  plano,  determinar  una  latitud,  usar  bien  de  la  aguja, — entonces  tendría- 
mos esperanzas  de  que,  repartidos  por  las  provincias,  se  dedicasen  á  poner  en  eje- 
cución los  principios  que  habrían  recibido  en  los  colegios  y  á  formar  la  carta  de 
su  patria.  Seis  meses  consagrados  á  unos  estudios  tan  interesantes  bastarían  para 
poner  á  un  joven  en  estado  de  trabajar  en  la  grande  obra  de  la  geografía  de  esta 
colonia.  Yo  ruego  á  los  encargados  de  la  educación  pública  mediten  y  pesen  si 
es  más  ventajoso  al  Estado  y  á  la  Religión  gastar  muchas  semanais  en  sostener 
sist'mas  aéreos,  y  ese  montón  de  materias  fútiles  ó  meramente  curiosas,  que  de- 
dicar este  tiempo  á  conocer  nuestro  globo  y  el  país  que  habitamos.  ¿Qué  nos  im- 
portan los  habitantes  de  la  luna?  ;N^o  nos  estaría  mejor  conocer  los  moradores- 
de  las  fértiles  orillas  del  Magdalena. 

Los  cuerpos  religiosos  que  tienen  á  su  cargo  las  misiones  de  Orinoco,  Ca- 
quetá,  Andaquíes,  Mocoa  y  Maynas,  debían  educar  á  los  jóvenes  misioneros  en 
estos  importantes  objetos.  í^lstos  hombres  apostólicos  llevarían  alas  naciones  bár- 
baras con  la  luz  del  Evangelio  la  de  las  ciencias  útiles.  Imitadores  celosos  de  los 
RP.  Fritz,  Coleti,  Magnio  y  Gumilla,  nos  dejarían  monumentos  preciosos  de  su 
actividad  é  ilustración.  Cartas  exactas,  determinaciones  geográficas,  descripcio- 
nes de  plantas  y  de  animales,  noticias  importantes  sobre  los  usos  y  costumbres 
de  los  salvajes  que  van  á  civilizar,  serían  los  frutos  de  estos  estudios.  Ellos  les 
servirían  de  recurso  contra  el  tedio  y  las  fatigas  inseparables  de  su  alto  niinis- 
teño. 

Los  rudimentos  de  aritméttca,  geometría  y  trigonometría  plana,  de  que  te 
nemos  buenos  compendios,  el  conocimiento  de  los  círculos  de  la  esfera  y  de  las 
constelaciones  más  notables ;  el  uso  del  grafómetro,  del  gnomon,  ó  de  un  cuarto 
de  círculo,  con  pocas  más  nociones  sobre  los  métodos  de  tirar  una  meridiana,  y 
el  del  barómetro  y  termómetro,  bastan  para  que  un  joven  pueda  concurrir  con 
utilidad  á  ilustrar  nuestra  geografía. 

Tenemos  dos  cátedras  de  matemáticas,  y  en  la  de  ñlosofia  se  dan  también 
nociones  de  estas  ciencias ;  tenemos  ya,  gracias  al  sabio  y  generoso  Mutis,  un  ob- 
servatorio astronómico  en  donde  se  pueden  tomarno  clones  prácticas  sobre  el  uso 
de  algunos  instrumentos  ;  tenemos  libros,  y  nada  nos  falta  para  poder  trabajar 
en  utilidad  de  la  patria.  £1  amor  de  ésta  me  ha  dictado  estos  pensamientos.  Si 


Apéndice  xuyt 


ellos  son  útiles  á  mis  compatriotas,  ya  estoy  recompensado  de  los  trabajos  que 
me  han  costado  ;  si  no,  ellos  me  perdonarán  atendiendo  á  la  pureza  de  mis  in- 
tenciones. * 

Sanlafé,  Diciembre  8  de  1807. 

Francisco  Jos  i:  dk  Caldas 


-^48)»^ 


Natural  parece  terminar  este  apéndice  con  la  descripción  que 
del  Nuevo  Reino  presentó  en  un  informe  al  Monarca  español,  Fran- 
cisco Silvestre,  quien  vivió  largo  tiempo  en  el  país  ejerciendo  altos 
cargos,  entre  ellos  los  de  Secretario  del  Virrey  Mesia  de  la  Cerda 
(i 761-1773),  Gobernador  de  Antioquia  y  Protector  de  los  indíge- 
nas, por  cuanto  ella  complementa  el  conocimiento  geográfico  que 
se  tenía  del  territorio  á  fines  del  antepasado  siglo. 


DESCklPCIOiV  DEL  REINO  DE  SANTAFE  DE  BOGOTÁ 

ESCRITA  EN  1789 


CAPÍTULO    IV — AUDIENCIA    DE    QUITO 

12.  Popayán — Tiene  Gobernador  que  provee  al  Rey,  y  un  Teniente  Asesor, 
Auditor  de  Guerra ;  Obispo  sufragáneo  de  Santafé  ;  Cajas  Reales ;  Casa  de  mo- 
neda; un  Seminario  Conciliar,  y  es  del  Distrito  de  la  Gran  Audiencia  de  Quito, 
á  excepción  de  las  ciudades  de  Cartago,  que  tiene  Caja  Real,  con  un  Oñcial 
Real,  creada  en  tiempo  del  Sr.  Zerda  ;  y  Anserma,  Caloto  y  Toro,  que  apenas 
existen  y  son  de  la  Santafé.  Comprende  las  Provincias  de  Izcuande,  Raposo  y 
Barbacoas,  y  la  de  Pasto.  Su  temperamento  es  caliente  y  húmedo,  aunque  algo 
templado ;  pero  los  hay  de  todos  climas  en  su  grande  extensión.  De  su  jurisdic- 
ción  salen  los  cuatro  grandes  y  famosos  ríos  de  Cauca  y  Magdalena,  que  se 
unen  en  la  boca  de  Tacaloa  ;  el  Orinoco,  que  desemboca  en  el  mar  del  Norte, 
cerca^el  gofo  de  Paría  é  isla  Trinidad ;  el  Rionegro,  que  entra  en  el  río  del 
Maranón,  y  también  el  Putumayo,  aunque  más  alto.  Tiene  una  Compafiía  vete- 
rana, dependiente  de  Quito,  y  milicias  disciplinadas  establecidas.  La  primera, 
desde  el  tiempo  del  Sr.  Zerda,  y  las  segundas  desde  el  Sr.  Flores.  Se  cosechan 
en  ella  todos  los  frutos  de  tierra  caliente,  y  pudieran  cosecharse  todos  los  que 
facilitan  sus  respectivos  temperamentos.  Se  da  muy  buen  tabaco  de  hoja  en 
Buga  ó  su  jurisdicción,  de  cuya  Factoría  se  proveen  los  estancos  de  aquella  Pro- 

*  Aun<^ue  la  mayor  parte  de  las  noticias  que  contiene  este  papel  hayan  pasado  por 
mis  propios  ojos  en  los  diferentes  viajes  que  he  verifícndo  dentro  del  Virreinato,  no  obstan* 
te,  como  no  lo  he  recorrido  todo,  hay  miichns  de  qnc  no  soy  tebtigo  7  que  se  me  nan  commii- 
cado  por  diferentes  sujetos.  I'or  tanto,  suplico  á  nuestros  compatriotas  que  comparen  lo  que 
ahora  publico  con  loque  tienen  presente  en  los  lu^nrcs  de  su  residencia,  y  me  adviertan  por 
cartas  los  errores  y  equirocnciones  en  que  he  incurrido.  De  este  modo  podemos  recoger  den- 
tro de  poco  tiempo  los  materiales  n^ce^nrios  pnra  un  cuadro  acabado  do  nuestra  geografía,  y 
pensar  en  una  s^^inda  edición  exacta  y^  corregida.  En  ésta  haremos  mención  honrosa  de  los 

Satriotas  que  se  hayan  tomado  el  trabajo  de  comunicarnos  luces,  y  A  ninguno  defhíudaremos 
el  honor  que  debe  resultarle  por  haber  concutrido  á  perfeccionar  este  objeto  importante. 
8i  no  hacemos  mención  de  algunos  empresarios  acreedores  á  nuestra  gratitud,  si  ha- 
blamos con  rapidez  de  sus  caminos,  no  se  debe  atribuir  &7parcialidad,  ó  á  desafecto  &  sus  per* 
sonas,  sino  4  las  pocas  noticias  que  hemos  podido  conseguir,  á  pesar  de  todos  nuestros  es- 
fuerzos. Esperamos  que  se  nos  comuniquen  para  llenar  las  lagunas  que  se  descubren  en  eete 
papel,  para  perpetuar  la  memoria  de  unos  hombres  que  merecen  ser  ''onocidos  por  su  celo 
y  por  su  amor  á  la  felicidad  pública. 

Nueva  Geografía  de  Colombia  TOlio  I<^G 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


vincia  y  las  del  Chocó,  con  las  demás  de  su  jurisdicción.  De  harinas  se  provee 
de  la  jurisdicción  de  Pasto.  Se  coge  buena  calaguala,  canchalagua,  paraguay  y 
coca,  y  en  tiempo  del  Sr.  Zctúsl  se  condujo  mucho  exquisito  azufre  para  la  fá- 
brica de  pólvora.  Aunque  no  le  faltan  ganados  de  asta,  no  deja  de  proveerse  de 
l)astante  porción  de  novillos,  que  se  introducen  de  Neiva,  y  sirven  acaso  sus  car- 
nes saladas  para  proveer  los  muchos  minerales  de  oro  de  sus  Provincias.  No 
obstante  que  tiene  algún  comercio  con  ellas  y  las  del  Chocó,  de  los  lienzos  de 
algodón,  bayetas,  pai'^os  y  otros  efectos  que  se  trabajan  en  Quito,  su  principal 
fondo  consiste  en  las  minas  de  oro  corrido,  que  se  labran  por  vecinos  de  Popayán 
en  las  referidas  Provincias  y  las  del  Chocó  con  crecidas  partidas  de  esc1av(^  el 
cual  se  amonedaba  en  esta  casa  de  Santafé  y  ahora  en  aquélla.  Linda  con  las 
Provincias  del  Chocó,  con  la  de  Aniioquia,  con  el  mar  del  Sur,  con  la  de  Ata- 
carnes,  con  la  de  Ibarra  de  la  de  Quito,  con  los  indios  Andaquíes  y  con  las  de 
Neiva  y  Mariquita.  Tiene  catorce  poblaciones  ó  partidos,  que  comprenden,  como 
los  Pastos,  vanos  pueblos  de  indios  y  sitios  ó  parroquias  de  libres,  y  entre  aqué- 
llas diez  ciudades,  de  que  algunas  sólo  tienen  el  nombre.  Hay  en  su  Distrito 
17,665  matrimonios  :  los  3,603  de  blancos,  los  6,022  de  indios,  1054,793  ^^  Hbres, 
y  los  3i247  de  esclavos.  Componen  almas  64,463,  á  que  deberán  agregarse  6,000^ 
más  órnenos,  que  habrá  en  la  Provincia  de  Barbacoas,  cuyo  padrón  me  falta.  Son 
blancos  13,351  :  de  ellos  6.076  varones  y  7,275  mujeres,  en  que  se  comprenden 
'570  eclesiásticos,  seculares  y  regulares;  de  éstos  son  clérigos  297;  frailes,  157,  y 
monjas  116.  Hay  15*692  indios:  7>I72  varones  y  8,520  mujeres.  Libres  existen 
22,979  :  10,615  varones  y  12,364  mujeres.  Son  esclavos  12,441 :  5,726  varones  y 
6,715  mujeres.  Hay  por  todos  :  34,874  mujeres  y  29,569  varones.  Es  del  Distrito 
de  la  Audiencia  de  Quito. 

13.  Atacames Le  peitenece  la  isla  de  Tumaco,  donde  hay  algunos 

mestizos  y  mulatos  que  componen  una  muy  corta  población,  que  no  tiene  otro 
comercio  que  alguna  pita  para  cordaje,  brea  y  madera  de  construcción.  En  Tur- 
baco  se  nombra  un  Teniente  que  provee  el  Virrey.  Su   temperatura  es  caliente.. 


CAPÍTULO   VI audiencia   DE   SANTAFE 

27.  El  distrito  de  la  Audiencia  de  Santafé,  que  se  extiende  por  más  de  300 
leguas  á  lo  largo,  aunque  por  otras  parles  y  á  lo  ancho  son  desconocidos  sus 
límites,  comprende  trece  gobiernos,  incluso  el  particular  de  la  Provincia  de  San- 
tafé y  tres  corregimientos,  con  dos  alcaldías  mayores,  de  que  se  hará  mención 
cuando  se  trate  de  las  provincias  en  que  se  incluyen,  además  otras  de  minas 
subalternas  que  provee  el  Virrey. 

28.  No  se  cuenta  el  de  los  llanos  de  San  Juan  y  San  Martín,  para  donde  no 
se  nombra  Gobernador  particular  ni  hay  Padrón ;  sólo  subsiste  la  ciudad  de  San 
Martín  á  cinco  ó  seis  días  de  la  capital  de  Santafé,  que  se  gobierna  por  los  AlcaL 
des  ordinarios,  y  hay  dos  ó  tres  cortos  pueblos  de  indios  reducidos  como  el  de 
Apiay  y  Xiramena,  que  compondrán  todos,  entrando  blancos  y  todas  las  demáscas- 
tas,  algunas  mil  almas.  Ix)  demás  son  misiones  de  los  Franciscanos  de  Santafé, que 
tienen  unas  dos  ó  tres  nuevas  reducciones  que  considero  de  poco  momento,  auxi- 
liados con  una  escolta.  Su  tempeíamento  es  caliente.  Abunda  en  ganados  de  asta, 
de  que  sacan  algunos  para  Santafé.  Se  da  muy  buen  tabaco,  que  podria  con  otros 
frutos,  si  hubiera  pobladores  bastantes  que  lo  cultivaran,  sacarse  por  el  rio  Meta 
para  la  nueva  Guayana  y  para  España.  No  faltan  minas  aunque  no  se  trabajan, 
como  tampoco  faltarán  árboles  de  canela  y  otras  materias  preciosas,  aunque  sin 
poder  aprovecharse  por  ahora  Lindan  estos  llanos  con  los  de  .Santiago  de  las 
Atalayas,  con  Santafé  y  se  extienden  y  dilatan  por  los  Andaquíes  hasta  el  nací' 
miento  del  Orinoco,  Rionegro,  y  por  otra  parte  hasta  la  laguna  Parime  y  Mara- 
ñón,  por  una  inmensa  extensiim  de  terreno  en  que  no  faltan  indios  gentiles,  ni 
tampoco  despoblados.  Fue  por  los  llanos  por  donde  se  hizo  é  intentó  varías  ve- 
ces el  descubrimiento  dfl  Dorado ;  más  producción  del  engaño  y  de  los  deseos  de 
la  avaricia,  que  de  la  existencia,  cuyo^crédito  saborea  todavía  á  los  codiciosos, 
k  pesar  de  los  tristes  y  trágicos  desengaños  de  los  primeros  que  lo  intentaron.  Si 
se  sacara  el  oro  y  plata  que  cubren  sus  ricas  minas,  y  mejor,  si  se  pudiera  apro- 
vechar las  ricas  y  abundantes  prcduccicnes  de  la  naturaleza  en  su  terreno,  no  hay 
dada  que  pudiera  haber  no  sólo  un  dorado  sino  muchos  montes  de  ore.  Pero  eo- 


Apéndice  lz 


mo  es  delirio  auQ  pensarlo  como  se  pintó  y  creyó  en  los  principios  de  la  Con- 
quista,  en  las  circunstancias  actuales,  es  menester  dejar  estas  ideas  para  los  poe* 
tas  que  fingen  como  quieren. 

29.  Antes  comprendía  también  las  de  Maracaibo,  Cumaná  y  Guayana,  que 
se  agregaron  á  la  Capitanía  general  de  Caracas,  separándolas  de  este  Virreinato 
en  el  tiempo  del  Sr.  Flores,  y  todas  corresponden  en  el  día  á  la  nueva  Audien- 
cia  creada  en  Caracas. 

30.  Se  contienen  en  su  distrito  (aunque  con  la  diferencia  de  más  ó  menos 
por  faltar  algunos  padrones  y  algunos  de  ellos  no  estar  exactos)  55^  poblacio- 
nes en  ciudades,  villas,  pueblos  de  indios  y  sitios  ó  parroquias.  Cuéntansc  en 
ellas  120,040  matrimonios,  los  30,499  de  blancos,  los  26,121  de  indios,  los  57f^3^ 
de  libres,  y  los  5,582  de  esclavos.  Hay  almas  826,550,  autes  más  que  menos  :  los 
456,347  hombres  y  las  370,203  mujeres.  Hay  blancos  277,068,  los  184,689  va. 
roñes  y  las  69,205  mujeres.  Indios  hay  136,753, 10567,548  varones  y  las  69,205 
mujeres.  Libres  hay  388,093,  los  181,369  hombres  y  las  186,724  mujeres.  I^cla- 
vos  hay  44,636,  los  22,471  hombres  y  las  21,895  mujeres. 

31.  £1  estado  eclesiástico  se  compone  en  este  distrito  de  2,041  personas. 
Los  1,084  clérigos,  820  frailes  y  las  479  monjas. 

32.  Los  gobiernos  son  13  y  un  Corregimiento.  £1  primero  y  principal  es 
Santafe.  £n  su  origen  y  desde  el  establecimiento  de  la  Real  Audiencia,  fue  Go- 
bierno y  Capitanía  á  que  estaba  anexo  el  empleo  de  presidente,  como  cabeza  del 
Nuevo  Reino  de  Granada,  y  como  tal,  tenía  el  gobierno  superior  de  él  ¿más  del 
particular  de  la  Provincia ;  pero  débil  y  sin  vigor  por  ser  los  demás  Gobernado- 
res también  Capitanes  generales  é  independientes  ó  que  á  lo  menos  se  portaban 
como  tales,  aunque  sujeto  en  cierto  modo  al  Virrey  del  Perú.  Compónese  de  seis 
partidos  ó  Corregimientos  pequeños,  aunque  en  realidad  son  siete,  compren- 
dido el  de  Guaduas,  que  ha  sido  desde  su  fundación  del  distrito  de  su  Cabil- 
do, aunque  hace  mucho  tiempo  que  se  observa  como  independiente.  He  oído  que 
el  mismo  Cabildo,  aunque  sin  facultad,  le  concedió  la  segregación  con  la  calidad 
de  que  compusiese  el  camino  desde  el  alto  del  Sargento  hasta  el  Aserradero.  Pero 
sea  lo  que  fuere,  aunque  me  han]  dicho  que  consta  en  documento  del  Cabildo, 
lo  cierto  es  que  aquel  partido  corresponde  á  la  Provincia  de  Santafé,  que  sin 
embargo  está  sin  subordinación  conocida;  y  que  aunque  hasta  ahora  nadie  ha 
cuidado  de  esta  indagación,  corresponde  averiguarse  y  que  se  reintegre  á  su  ma- 
triz para  que  conozca  la  dependencia  y  demás  providencias  relativas.  Este  partí* 
do  comprende  ocho  poblaciones  ó  parroquias  ;  y  comprendiendo  las  demás  cua- 
renta y  ocho,  según  los  padrones,  inclusa  la  capital,  hacen  en  todo  56,  aunque  creo 
sean  algunas  más  por  echar  menos  los  nombres  de  algunas  que  son  conocidas,  sin 
embargo  de  expresarlo  también  con  generalidad  y  no  con  distinción,  como  se 
mandó  cuando  la  formación  de  los  padrones ;  defecto  que  se  nota  igualmente  en 
les  de  la  Provincia  de  Quito. 

33.  Para  el  partido  de  Zipaquirá  y  Ubaté,  que  dista  de  siete  á  ocho  leguas 
de  la  capital  y  es  comprendido  en  su  cabildo,  nombra  el  rey  el  corregidor  que 
antes  nombraba  el  Virrey,  como  todos  los  demás  subalternos  que  no  tenían  suel- 
do alguno  ;  aunque  al  de  Zipaquirá,  desde  que  se  arregló  la  administración  de  la 
salina,  se  le  señalaron  $  400.  Sucedió  con 'esto  lo  mismo  que  con  el  de  Sogamo- 
so  en  la  Provincia  de  Tunja,  y  fue  que  el  primero  á  quienjse!  le  puso  (que  creo 
fue  D.  Pedro  Brito)  acudió  á  solicitar  del  Rey  la  confirmación :  y  allá  sin  otro 
conocimiento  se  le  dio,  y  se  ha  continuado  en  los  demás  que  lo  han  obtenido. 
Arreglando  aquella  salina  como  corresponde,  limpiando  aquella  población  de 
mucha  gente  abandonada  y  ociosa  con  que  podrían  jfundarse  otras  nuevas,' merece 
que  se  erija  en  villa. 

34.  En  todos  estos  partidos,  incluso  el  de  Guaduas,  hay*i7»335  matrimo- 
nios, los  4,244  de  blancos,  los  5,831  de  indios,  los  7,055  de  libres  y  los  205  de 
esclavos.  Hay  almas  101,613,  antes  más  que  menos,  por  la  falta  que  se  observa 
de  algunos  padrones  ;  los  48,799  varones  y  las  52,819  n^ujeres  •  de  ellos  hay  blan- 
cos 25,970;  los  13,660  hoiibres,  inclusos  215  eclesiásticos  seculares  y  534  regu- 
lares ;  y  las  12,310  mujerts,' inclusas  234  monjas.  Hay  indios  32,670,  los  15*35^ 
hombres  y  las  17,318  mujeres.  Hay  libres  39,076,  los  19,429  hombres  y  las 
19,647  mujeres.  Hay  esclavos  1,468,  los  668  hombres  y  las  800  mujeres.  Su  tem- 
peramento por  lo  común  es  frío,  templado,  aunque  los'tiene  varios  y  de  los  más 
cálidos.  Produce  todos  los  frutos  y  frutas  de  sus  respectivos  climas,  y  produciría 
todos  los  de  Europa  y  América  si  plantasen  ó  sembrasen  respectivamente  sus  te- 
rritorios, acomodando  los  tempei'amentos  á  las  estaciones,  y  habiendo  en  sus  ha- 
bitantes y  labradores  un  poco  de  aplicación  y  conocimientos,  nada  podría  ser 


Lii  Nueva  Geografía  dk  Colombia 


mis  regalado,  varío  y  abundante  como  cl  mercado  y  mesa  de  su  capital,  á  excep- 
ción del  pescado.  No  faltan  minas  de  oro  y  de  plata  en  su  territorio,  aunque  nin- 
guTüL  se  trabaja.  De  cobre  se  está  emprendiendo  la  labor  de  una  en  Villcta,  que 
si  el  Rey  la  auxiliara  produciría  mucho,  y  según  se  me  ha  asegurado  saldría  el 
quintal  por  tres  pesos  y  un  real  y  en  proporción  de  poderse  conducir  por  agua 
desde  Honda  hasta  Cartagena,  Santimarta  y  España.  Las  haciendas  de  tierra 
caliente  abundan  en  miel  que  se  consume  en  los  estancos  de  aguardiente  y  para 
la  fábrica  de  cAscAa,  que  consume  la  mayor  parte,  á  excepción  de  algunos  alfan- 
doques, raspaduras  ó  panelas  en  que  se  convierte  otra.  En  la  juñsdicción  de 
Guaduas  se  hace  porción  de  azúcar  que  s'jcle  venderse  á  tres  y  medio  ó  cuatro 
reales  la  arroba,  y  aunque  no  es  de  la  más  blanca,  iguala  á  la  ordinaria  de  la 
Habana,  y  si  hubiera  comercio  activo  en  el  inteñor  y  con  el  proporcionado  nú- 
mero de  embarcaciones  en  qué  conducirse  á  Cartagena,  podría  comprarse  allí 
para  llevar  á  Elspaña  á  más  bajo  precio  que  el  que  se  compra  en  la  Habana ;  y 
nabiendo  salida  podría  abundar  y  adelantarse  las  siembras  en  otros  trapiches 
que  ahora  se  omiten.  En  Tena,  que  fue  donde  primero  se  descubrió  por  el  Sr. 
Santisteban,  abunda  la  quina  ó  cascarilla,  que  después  se  ha  descubierto  en  Fu- 
sagasugá  y  otras  muchas  partes.  También  se  coge  en  ésta  muy  buen  tabaco  por 
haberse  permitido  Us  siembras  para  abastecer  este  estanco,  y  abundaría  en  todos 
■los  temperamentos,  y  sus  calidades  serán  también  varias,  si  pudiera  comerciarse 
libremente.  También  el  algodón  abundaría  allí  y  en  otros  terrenos  calientes,  si 
se  fomentase  su  cosecha  y  fuera  fácil  la  exportación  por  agua,  á  causa  de  su  vo- 
lumen, que  hace  aquélla  cara  por  tierra.  El  café  se  daría  muy  bien,  como  se  da 
en  Muzo ;  no  faltan  tampoco  la  zarzaparrilla,  el  guayacán  y  otras  drogas  medi- 
cinales de  tierra  caliente,  fría,  templada  y  de  páramo,  igualmente  que  la  gra- 
ma silvestre  en  Bosay  Soacha,  aunque  poca.  Detrás  de  los  de  esta  cordillera 
de  los  Andes  y  en  tierras  de  la  hacienda  de  Siecha  de  D.  Luis  D.  Tobar,  que  co- 
rresponden sin  duda  á  los  Llanos  de  San  Martín  ó  San  Juan,  y  distan  de  San- 
tafé  como  un  día  de  camino,  hay  árboles  de  canela  de  que  he  tenido  en  mi  po- 
der hojas  y  rama  fresca.  Respecto  de  la  inmediación,  pudiera  descubrirse  formal- 
mente y  promover  su  beneficio  y  cultivo,  trasplantando  ó  ingiriendo  el  árbol  por 
ver  si  á  la  puerta  de  casa  se  conseguía  un  tan  útil  ramo  de  comercio  sin  recu- 
rrir á  la  provincia  de  los  canelos  en  la  inmediación  de  Quito,  ni  á  los  indios  an- 
daquíes, con  quienes  los  llanos  tienen  sin  duda  correspondencia,  ni  esperar  la  de 
Ceilán  y  China,  que  nos  vienen  del  Asia. 

Aunque  cl  autor  de  la  Perla  de  América  dice  que  ha^  en  la  Provincia  de 
Antioquia  este  célebre  árbol,  y  me  hice  llevar  la  rama  y  hojas  de  él,  en  nada  se 
le  parecían,  ni  tenían  fragancia  alguna,  aunque  en  la  verdadera  canela  sobresale 
ésta  más  en  las  hojas  que  en  la  flor.  Lo  que  sí  hay  en  aquella  Provincia,  aunque 
conocida  y  descubierta  en  mi  tiempo,  es  la  pepita  de  toda  especie.  El  cárcamo  y 
lino,  si  se  supiera  beneficiar,  se  daría  con  abundancia  en  las  tierras  frías  de 
San  tafé,  que  hilado  ó  en  rama  podría  conducirse  á  Cartagena  ó  á  Santamarta, 
donde,  como  en  esta  capital,  son  los  jornales  más  baratos,  podría  establecer- 
se una  fábrica  de  lona  y  cordaje  para  la  marina,  y  aun  servir  aquí  para  otros 
usos  mecánicos  con  mayor  duración  y  comodidad,  que  de  la  pita,  cabuya  ó  fique. 
Del  lino  hay  semilla,  del  cáñamo  falta,  porque  aun  cuando  trajo  alguna  porción 
el  Director  de  pólvora  I).  Carlos  Espada,  para  hacer  carbón  de  su  caña,  salió 
pasada,  como  lo  será  siempre  que  no  venga  bien  acondicionada.  Pero  tampoco 
se  logrará  el  fruto  de  su  siembra  si  no  viene  labrador  inteligente  que  sepa  bene- 
ficiaruno  y  otro  género,  desde  el  estado  de  sembrarse  hasta  ponerlo  en  el  de  hi- 
larse. No  falta  la  lana  y  ganado  de  cría,  hasta  la  de  caballos  y  muías  y  otras 
bestias  útiles  que  tienen  consumo  en  el  reino,  aunque  pudieran  abundar  más  las 
ovejas  y  las  cabras.  Pero  á  lo  que  se  dedican  en  la  mayor  parte  es  á  la  siembra 
de  trigo,  turmas  ó  papas  y  otras  legumbres,  y  las  harinas  que  se  cogen  en  el 
Distrito  de  esta  Provincia  y  la  de  Tunja,  sobran  para  proveer  el  reino  y  todas 
las  plazas  de  él,  comprendida  la  jurisdicción  de  Tunja,  y  aun  para  conducir 
afuera,  con  tal  que  no  se  permitan  las  extranjeras  que  suelen  atrasar  su  agricul- 
tura. Si  los  caminos  s?  componen,  enderezan,  se  descubren  ó  abren  de  nuevo, 
como  conviene,  y  52  aumentan  las  embarcaciones  para  su  salida  y  transporte, 
introduciendo  un  comercio  activo  con  el  interi  >r  del  reino  por  Honda,  ó  por  otra 
parte  más  inmediata  al  río  de  la  Magdalena,  podría  abaratarse  mucho  más  con- 
ducida á  Cartagena  y  Santamarta,  y  se  consumirá  mucha  más  á  beneficio  del 
fomento  del  reino.  Tiene  abundantes  y  copiosas  salinas  en  Zipaquirá,  Nemocóo 
y  Tausa,  y  otras  partes,  que  convendría  se  administrasen  todas  de  cuenta  de  la 
real  hacienda,  bajo  ciertos  conocimientos  y  prevenciones,  y  siempre  que  se  trate 


A  f  K  N  D  I  C  E  LHI 


de  arreglar  y  reformar  la  administración  de  la  real  hacienda,  conciliando  el  be* 
neñcio  del  erario  con  el  bien  de  los  vasallos,  tomando  las  cosas  en  su  r^íz»  que 
es  lo  que  saben  pocos,  por  falta  de  reflexiones  y  combinaciones  prudentes. 

35.  La  ciudad  de  Santaté  de  Bogotá,  capital  del  Virreinato,  situada  en  su 
mediación  :  reside  en  ella  el  Virrey  y  un  Asesor  general  del  Virreinato.  La  Au- 
diencia pretorial  ó  Cancillería,  compuesta  del  Virrey-Presidente,  un  Regente,  sus 
Oidores,  que  son  al  mismo  tiempo  Alcaldes  de  corte,  dos  Fiscales  y  el  Alguacil 
mayor;  Cajas  y  Oñciales  reales  que  son  las  matrices,  aunque   por  lo  común  en 
sólo  el  nombre.  Hay  una  Casa  de  moneda,  una  Dirección  general  para  las  ren- 
tas estancadas,  otra  para  la  fábrica  de  tabaco  en  polvo,  que  si  ha  de  subsistir  la  de 
Sevilla  convendría  extinguirse,  y  otra  para  la  de  salitres  y  pólvora,  mandada  ex- 
tinguir y  vuelta  luego  á  restablecer  por  falta  de  conocimientos  y  sobra  de  incon- 
secuencias. Hay  además  una  Administración  de  aduana  con  sus  dependientes.  Un 
parque  provisional  de  artillería  ;  un  regimiento  fijo  con  el  nombre  de  auxiliar, 
dos  de  milicias  disciplinadas  de  infantería  y   caballería ;  una   Universidad  ó 
Academia  con  facultad  de  dar  grados,  mientras   se  establece  pública  á  cargo  de 
los  religiosos  de  Santo  Domingo ;  otra  igual  había  con  el  nombre  de  San  Ja- 
vier, cuando  había  Jesuítas,  que  quedó  extinguida  con  ellos,  y  una  Biblioteca  pú- 
blica. Reside  el  Arzobispo,  de  cuya  metrópoli  son  sufragáneos  los  Obispos  de  l*o- 
payán,  Santamarta,  Cartagena  y  el  de  Mérida  de  Maracaibo,  nuevamente  creado 
y  desmembrado  de  este  Arzobispado  y  del  Obispado  de  Caracas.  Hay  en  ella  cin- 
co parroquias  con  la  matriz  de  la  Catedral   y  una  castrense ;  siete  conventos  de 
frailes,  incluso  el  de  San  Juan  de  Dios,  que  es  el  Hospital  general  y  deque  gene- 
ralmente oigo  quejarse  por  su  asistencia,  y  cuatro  de  monjas.  Tiene  almas  iS,x6i, 
aunque  en  el  día  son  muchas  mas;  los  7,415  hombres  y  las  10,746  mujeres.  Hay 
blancos  8,122,  los  3,407  hombres,  inclusos  170 eclesiásticos  seculares  j  444  regu- 
lares y  las  4,715  mujeres,  inclusas  230  religiosas.  Indios  hay  1,721,  los  650  hom- 
bres y  las  1,071  mujeres.  Esclavos  hay  762,  los  257  varones  y  las  505   mujeres. 
Libres  hay  7,350,  los  2,895  hombres,  y  las  4,455.  Componen  en  todo  2,157  ma- 
trimonios, los  915  de  blancos,  los  170  de  iii  li  »s,  los  1,033 de  libres  y  39  de  es- 
clavos. Su  temperamento  es  frío  y  abunda  de  todas  las  semillas  y  frutos  que  le 
son  propios.  Tiene  las  mejores  proporciones  para  ser  una  ciudad  la  más  pulida 
y  aseada,  porque  tiene  abundantes  aguas  altas;  está  situada  en  la  pendiente  de 
la  cordillera  grande  de  los  Andes,  junto  á  dos  empinados  cerros  nombrados  de 
Guadalupe  y  Monserrate ;  sus  calles  son  tiradas  &  cordel  y  con  dos  pequeños  ríos 
que  la  atraviesan,  sobre  que  tienen  puentes  en  tres  ó  cuatro  partes,  aunque  pu- 
diera y  debiera  en  muchas.  Pero  no  hay  policía  ni  quien  vele  sobre  ella,  aunque 
en  el  día  tienen  un  cabildo  completo  y  se  eligen  todos  los  años  dos  Alcaldes  or- 
dinarios ;  bien  que  tampoco  sus  rentas  de  propios  parece  que   alcanzan  para  las 
pensiones  y  gastos ;  y  más  con  los  que  se  hin  aumentado  con  el  establecimiento 
de  la  tropa.  Conviniera  pensar  otros  arbitrios  (que  no  serían  difíciles  de  hallar) 
que  las  aumentase,  y  que  se  aplicasen  á  empedrados,  alumbrado,  formar  arreglo 
de  cañerías  ó  acueductos,  cementerios,  molinos  y  fuentes  públicas,  que  faltan  en 
muchas  partes,  y  en  la  limpieza  de  plaza  y  calles,  y  formar  paseos  y  alamedas 
y  obras  públicas,  porque  aunque  el  ramo,  que  se  llama  de  camellón,  después  de 
la  composición  de  caminos  y  puentes,  está  aplicado  para  obras  públicas,  después 
de  hechas  las  principales  obras,  sin  que  se  pueda  en  manera  alguna  aplicarse  á 
otra  cosa,  se  ha  hecho  tan  al  contrario,  que  sólo  ahora  se  cst  i  fabricando  el 
puente  de  Chía,  que  hace  muchos  años  debiera  estar  acabado,  y  otras  obras  como 
el  puente  de  Las  Aguas,  caído  hace  algunos  años ;  el  limpiar  la  anna  d'  I  Puen- 
te Grande,  componer  las  entradas  y  salidas  del  lugar,  y  otras  mil  co^as    precisas 
y  que  debieran  costear  los  propios,  no  se  piensa  en  ellas,  hasta  que  es  menester 
hacerlo  de  nuevo,  y  lo  que  pudiera  hacerse  y  repararse  en  el  principio   con  cua- 
tro, viene  á  costar  ciento  ó  mil.  De  algunos  días  á  esta  parte  se  ha    pensado  en 
algo  y  se  ha  mandado  á  lo  menos  la  limpieza  ilc  ca'les  y  empedrados,  aunque 
desde  el  Gobierno  del  Sr.  Zerda  que  estaba  en    lodo,  tudo  se  ha  olvidado,  si  no 
es  un  camellón  de  tierra  que  se  hizo  en  el  callejón  «le   Füntibon,^tn  tiempo  del 
Sr.  Guiri  or,  y  que  para  mantenerlo  habría  que  rehacerlo   cada  aiío  ó  cada  dos; 
las  alcantarillas  del  Sr.  Flores,  que  si  no  se  hace  un  camellón  formal  de  piedra, 
en  breve  será  menester  gastar  lo  mismo  que  costiron,  y  una  alameda  ó  paseo 
para  que  contribuyeron  algunos  amantes  del   bien  público,  que  si   no  vuelve  á 
terraplenarse,  en  breve  será  intransitable  si  no  hace  verano.  En   tiempo  del  Sr. 
Zerda,  y  á  consecuencia  de  Real  cédula,  se  mandó  dividir  en  barrios  y  cuarteles 
la  ciudad,  nombrándose  Alcaldes  de  barrio,  que  en  el  día  importa  aumentar, 
para  cuya  dirección  se  formaron  prolijas  instrucciones,  pero  aunque  se  nombran 


Liv  Nueva  Geografía  de  Colombu 


loi  Alcaldes,  nada  ó  muy  poco  cumplen  de  lo  que  se  mandó ;  porque  hasta  las 
instrucciones  que  se  les  dieron  dicen  que  se  han  pcrJido,  o  no  las  hay  en  el  Ca- 
bildo, pero  se  hallarán  en  el  Gobierno,  como  los  bastones  con  que  se  distinguían, 
y  gasta  cada  cual  de  los  nombrados  el  que  les  parece  y  acomoda,  pues  aunque 
no  hay  cosa  que  no  sea  mandada,  como  no  hay  cuidado  y  constancia  en  velar 
sobre  los  (]ue  lo  han  de  cumplir,  en  breve  se  abandona  todo,  se  olvida  y  es  causa 
de  la  relajación.  Hay  tanta  por  estas  causas  en  tantos  ramos  solos  de  la  admi- 
nistración de  la  capital,  y  aun  pudiera  añadirse  que  la  general  del  reiao,  que 
para  individualizarlos  es  menester  mucho  tiempo.  £1  principal  de  todos  y  más 
importante  es  el  de  los  Hospicios.  Se  establecieron  desde  tiempo  del  Dr.  Zerda. 
Desde  su  principio  tomaron  auge,  y  comenzaron  á  caer  desde  cl  tiempo  en  que 
parecía  debían  tomar  mayor  vuelo  á  favor  de  la  verdadera  necesidad  y  para  co- 
rrección y  contención  de  la  .ociosidad  y  vagamundería.  Dicen  que  resulta  de  la 
decadencia  de  la  principal  de  las  rentas.  Cuando  no  puedan  restablecerse  deben 
proponerse  nuevas  y  mayores  al  Rey;  pues  no  dudo  que  las  conceda,  para  que  ya 
que  no  pudieran  mantenerse  estas  casas  públicas  en  otra  parte,  fuesen  á  lo  menos 
para  ambos  sexos  las  de  esta  capital,  como  la  casa  y  caja  general  de  corrección  del 
reino.  Por  este  y  otros  defectos  de  policía  resulta  que  es  por  el  contrario  esta  ca- 
pital el  receptáculo  donde  se  hallan  á  cubierto  todos  los  viciosos  de  otras  partes 
a  mis  de  los  propios,  aunque  aplicados  los  remedios  convenientes  podría  em- 
plearte mucha  gente  ociosa,  quitándola  de  ellos,  y  aun  sacarse  varias  finiili-^s 
para  otras  nuevas  poblaciones,  donde  convenga,  y  hacer  retirar  muchos  indios  á 
sus  pueblos,  ó  hacerlos  trabajar,  igualmente  que  á  otros  que  no  lo  son.  Aunque  al 
Virrey,  como  Gobernador  particular  de  la  Provincia,  corresponde  velar  inmedia- 
tamente sobre  estas  materias,  como  las  muchas  atenciones  y  cuidados  de  la  ma- 
yor monta  y  gravedad  que  tiene  sobre  sí,  no  es  posible  que  le  den  tiempo  para 
dedicarse  particularmente  á  ellas,  importaría  que  se  nombrase  un  Corregidor 
por  el  Rey,  que  presidiese  al  Ayuntamiento  de  la  ciudad,  á  ejemplo  tL  I  .1;.' 
México  y  Quito,  aunque  recientemente  extinguido,  y  no  lo  fuese  de  indios  como 
antes  se  propuso  (cuando  insistiré  siempre  en  lo  mucho  que  conviene  que  se  deje 
á  éstos  en  la  calidad  de  libres),  ni  menos  que  lo  fuese  un  Oidor  por  turno  como 
también  se  pretendió  por  los  de  esta  audiencia,  sino  Letrado  militar  ó  político, 
con  tal  que  tenga  instrucción  y  don  de  gobierno,  para  que  á  más  de  la  adminis- 
tración de  justicia,  que  sería  acumulativa  con  los  Alcaldes  ordinarios,  según  está 
ya  determinado  por  Real  cédula,  pudiera  particularmente  providenciar  y  velar 
sobre  todos  los  asuntos  de  policía,  y  demás  que  en  esta  parte  se  ordenare  por  los 
Virreyes  y  se  creyere  oportuno :  bajo  el  concepto  que  no  hay  cosa,  por  oportuna 
y  conveniente  que  sea  al  bien  común,  que  no  se  la  censure  el  público;  pero  cu- 
yas habladurías  y  especies  importa  despreciar  siempre  que  se  haya  meditado  y  re- 
flexionado bien  lo  que  se  manda,  y  su  utilidad  pública  antes  de  mandarlo;  bien 
que  si  fuere  resultando  mayor  mal  efectivo  del  bien  que  se  espera,  deberá  sus- 
penderse y  procurar  enmendarlo  para  que  no  se  aumente  el  daño  y  el  error.  £1 
fomentar  en  ella  algunos  tejidos  de  algodón  y  lana  ocuparía  muchos  ociosos,  y 
la  adelantaría  no  poco,  sin  perjudicar  á  las  fábricas  ni  al  comercio  de  £spaña. 

36.  Veragua  y  Alange  tienen  Gobernador  que  provee  el  Rey;  su  tempe- 
ramento es  caliente.  Su  población  consiste  (con  tal  diferencia,  poco  más  ó  menos) 
en  21,061  almas:  hombres  10,158,  mujeres  10,873.  Blancos  de  ambos  sexos  1,174, 
y  de  ellos  varones  638,  inclusos  51  eclesiásticos  seculares  y  regulares.  Indios 
7,954,  y  de  ellos  varones  los  3,897.  Libres  11,522,  y  de  ellos  varones  los  5,854.  Es- 
clavos 411,  y  de  ellos  varones  199.  Componen  matrimonios  3,089  y  hay  poblacio- 
nes 22.  Sus  frutos  son  los  que  se  cosechan  en  todas  las  tierras  calientes,  pero  sin 
salida  por  falta  de  comercio,  si  no  es  los  que  se  cosechan  para  su  consumo  y  el  de 
Panamá,  el  Darién  y  algunos  otros  puertos  de  Guatemala.  £1  tabaco  se  da  exce- 
lente (como  pudiera  darse  el  añil,  algodón,  azúcar  y  otros  muchos,  de  los  cuales 
últimos  se  coge  algo),  y  se  extendieron  sus  siembras  para  proveer  aquel  estanco, 
pero  se  prohibieron  después  para  que  se  consumiese  el  de  Cuba,  con  perjuicio  de 
los  habitantes  de  aquel  reino  de  Tierrafirme  y  su  fomento  con  el  valor  principal. 
Tiene  minas  de  oro  que  apenas  se  trabajan  en  Santa  Rita  y  otros  parajes.  Hay 
establecidas  milicias  disciplinadas  dependientes  de  batallones  establecidos  en  Pa- 
namá, de  donde  pasa  también  un  destacamento.  Es  del  distrito  de  ía  Audiencia 
deSantafé  ;  de  provisión  del  Rey  y  del  Obispado  de  Panamá.  Sus  límites  son  : 
Costa  Rica  del  Gobierno  de  Guatemala,  Panamá  y  Port obelo  y  los  dos  mares  del 
Sur  y  del  Norte. 

37.  Panamá,  capital  del  reino  de  Tierrafirme.  En  otro  tiempo  tuvo  Au- 
diencia, que  también,  como  la  de  Santafé,  se  excedió  á  prehender  por  deudas  á 


i 

J 


Apéndice  .  lv 


su  Presidente  el  marqués  de  Villa-Rocha.  Es  plaza  de  armas  á  la  orilla  del  mar 
del  Sur,  y  Gobierno  y  Comandancia  general  en  el  día,  que  comprende  los  Go- 
biernos de  Veragua,  Darién  y  Portobelo  con  la  Alcaldía  mayor  de  Nata,  de  don- 
de son  las  tinajas  y  famcbos  barres  y  búcaros  de  su  nombre.  Tiene  Obispo  su- 
fragáneo de  Lima.  Un  batallón  ñjo  de  tropa  veterana  con  que  provee  los  desta- 
camentos del  Darién,  Portobelo  y  Veragua.  Una  compafiía  de  artillería  con  su 
Comandante  y  dos  ingenieros  ;  y  milicias  disciplinadas  que  no  alcanzan  para  lo 
que  hay  que  guardar.  Tiene  un  Teniente  del  Rey  y  otro  Asesor  de  Gobierno  y 
Auditor  de  Guerra,  Cajas  reales  :  le  viene  situado  de  Lima  para  la  guarnición  y 
obras  de  fortificación,  hasta  $  300,000.  Lo  provee  el  Rey  y  es  del  distrito  de  la 
Audiencia  de  Santafé.  £s  la  llave  del  Istmo.  Su  temperamento  caliente  aunque 
limpio  y  suave.  Cosecha  todos  los  frutos  de  tierra  caliente,  pero  sólo  aquellos  que 
le  sirven  para  el  consumo,  por  no  tener  comercio  activo  alguno.  Hacia  la  parte 
del  Darién  tiene  algunas  haciendas  de  cacao  y  caí^a  de  azúcar,  que  acometen  ó 
insultan  á  cada  paso  á  aquellos  crueles  indios.  £n  el  mar  del  Sur  están  también 
las  islas  que  llaman  de  Perlas,  donde  los  particulares  suelen  tener  sus  negros  que 
buscan  perlas  en  tiempos  oportunos.  Son  demasiado  menudas  ó  lo  que  llaman 
mostacilla,  aunque  tales  cuales  se  sacan  grandes  que  nunca  llegan  á  las  del  Río 
del  Hacha.  Su  puerto,  que  está  distante,  sirve  de  escala  ó  recalada  á  las  embar- 
caciones que  de  Guayaquil  comercian  en  cacaos  con  Sonsonate,  Realejo  y  Acá- 
pulco,  puertos  de  Guatemala  y  Nueva  España,  y  conducen  algunas  harinas,  vi- 
nos, pasas,  aceitunas  y  otras  frutas  de  Chile. 

En  aquellas  orillas  del  mar  hay  caracoles  y  conchas  exquisitas,  y  entre 
ellas  el  múrice  ó  caracol  que  produce  la  tinta  de  grana  de  tiro  con  que  tifien  hilo 
de  algodón,  como  sucede  en  Santamarta,  aunque  beneficiado  en  corta  porción.  Se 
provee  de  las  harinas  del  Perú  ó  Chile,  aunque  con  escasez  por  falta  de  embar- 
caciones de  comercio,  y  pudiera  con  mayor  comodidad  proveerse  de  las  del  reino, 
como  sucedía  ya  en  tiempo  del  Sr.  Flores,  en  que  se  conducían  muchas  de  Car- 
tagena para  Portobelo  y  aquella  plaza ;  pero  en  el  día  se  hará  de  las  extranjeras 
por  el  abuso  de  las  licencias  á  las  colonias  é  introducción  de  éstas.  En  otros 
tiempos  y  mientras  duraron  las  armadas  y  galeones,  fue  célebre  porque  por  ella 
y  Portobelo,  su  dependiente  en  el  mar  del  Norte,  se  hacía  todo  el  comercio  de  los 
géneros  que  venían  de  España  y  de  la  plata  del  Perú.  Desde  que  cesó  aquél  y  se 
entablaron  los  registros,  fue  decayendo  hasta  el  estado  miserable  en  que  se  halla; 
y  más  desde  que  se  extinguió  aquella  Audiencia  por  el  Sr.  Pizarro  con  sobrados 
fundamentos  y  con  facultades  de  la  Corte,  después  de  averiguados  los  desórde- 
nes que  allí  había,  especialmente  en  orden  á  trato  clandestino  con  los  extranje- 
ros que  trascendía  hasta  Guayaquil,  Quito  y  el  Perú.  Lo  mismo  sucedería  hoy 
si  no  fuese  por  la  continuación  de  registro  que  va  en  derechura  á  Lima  por  cabo 
de  Hornos,  que  abarata  las  ropas  y  hace  caro  é  incómodo  este  otro.  El  tabaco, 
añil,  azúcar,  cacao  y  otros  frutos  pudiera  aumentarse,  sujetados  los  indios  del 
Darién  y  siendo  mayor  su  población  ;  porque  lo  que  ahora  produce  alcanza  ape- 
nas para  mantener  sus  habitantes  y  ocupadas  las  milicias  en  tiempo  de  guerra, 
ni  aun  para  esto,  porque  se  quitan  á  la  labranza.  Prohibidas  las  harinas  extran- 
jeras se  consumirán  las  del  reino,  que  hace  caras  el  transporte  y  la  abarataría  la 
abundancia.  Su  población  consiste  en  35,924  almas  comprendidas  en  siete  po- 
blaciones y  partidos  ;  hombres  17,278,  mujeres  18,646.  Blancos  de  ambos  sexos 
7,910,  de  ellos  varones  3,991,  incluscs  151  eclesiásticos  seculares  y  regulares, 
3,999,  inclusas  36  religiosas,  y  matrimonios  1,054.  Indios  5,470,  de  ellos  varones 
2,619,  mujeres  2,851,  que  se  comprenden  en  908  matrimonios,  libres  19,702,  de 
ellos  varones  9,163,  mujeres  10.539  y  matrimonios  2,741.  Esclavos  2,793,  ^^  ellos 
varones  1,539  V  mujeres  1,254  y  310  martrimonios. 

38.  Portobelo:  era  dependiente  antes  de  Panamá,  cuyo  Gobernador  nom- 
braba allí  un  Teniente,  y  cuando  los  Galeones  ó  Armadas,  pasaba  también  uno 
de  los  oficiales  reales.  Es  la  puerta  del  Istmo  en  el  mar  del  Norte,  donde  des- 
emboca el  río  Chagres,  y  algo  más  arriba  de  su  boca  hay  un  castillo  de  este 
nombre  y  dos  á  los  lados  del  puerto.  Desde  el  tiempo  del  Sr.  Zerda  lo  nombra 
el  Rey,  aunque  tiene  alguna  dependencia  de  Panamá  para  el  arribo  ó  salida  de 
las  embarcaciones,  que  no  dejó  de  causar  desavenencias  y  contestaciones  mien- 
tras se  fueron  aclarando  las  respectivas  jurisdicciones.  Tiene  Oficial  y  Cajas  rea- 
les. Del  batallón  de  Panamá  se  provee  su  guarnición  por  grandes  destacamen- 
tos para  castillo  y  demás  puestos  de  Chipo,  Tcrable,  &c.  Su  jurisdicción  es  muy 
limitada;  tiene  solas  sus  poblaciones,  inclusa  la  ciudad  ó  puerto,  que  es  hasta 
donde  se  extiende  con  parte  de  la  de  Panamá.  Por  el  puerto  de  Garrote  es  por 
donde  se  hace  la  mayor  parte  de  las  introducciones  del  trato  clandestino,  y  tam- 


LVi  Nueva  Geografía  de  Colombia 


bien  por  el  pueblo  de  Palenque,  que  está  al  lado  opuesto  de  la  punta  de  San 
Blas,  cuando  no  se  hace  por  el  mismo  puerto  que  suelen  frecuentar  los  ingleses  de 
Curazao  y  Jamaica,  aunque  más  los  primeros,  hasta  llegare!  caso  de  hacer  tomar 
por  fuerza  los  géneros  á  nuestras  embarcaciones  mercantes  y  tomarles  en  cambio 
los  frutos  ó  plata  que  llevaban.  Su  temperamento  es  cálido  y  húmedo  y  muy 
'  enfermo  para  su  situación,  aunque  más  adecuado  para  la  gente  de  color,  porque 
los  blancos  no  prevalecen  en  él.  No  tiene  comercio  alguno,  y  de  ordinario  se 
provee  de  algunos  víveres  y  harinas  de  Cartagena,  conducidos  por  algunas  em- 
barcaciones menores,  que  a  su  retorno  suelen  traer  cocos  de  aquella  costa,  y  al- 
gunos caudales  del  comercio  de  Panamá.  £n  las  minas  de  Santa  Rita  parece  se 
saca  algún  poco  de  oro  corrido.  Su  pobl&ción  consiste,  sin  contar  la  tropa,  en 
1,662  almas,  los  772  hombres  y  las  820  mujeres.  Se  componen  de  185  matrimo- 
nios. Hay  121  blancos,  de  ellos  65  varones  y  16  eclesiásticos  seculares  y  regula* 
res,  y  24  matrimonios.  Hay  45  indios,  32  varones  y  13  mujeres,  que  componen 
8  matrimonios.  Libres,  1. 411,  los  588  varones  y  149  matrimonios.  Esclavos  185, 
varones  89  y  cuatro  matrimonios  que  declaran  la  libertad  de  conciencia  con  que 
se  vive.  Es  del  Distrito  de  la  audiencia  de  Santafc  y  del  Obispado  de  Panamá. 

39.  Darién  :  este  Gobierno  fue  el  primero  que  hubo  en  la  Tierrañrme  que 
conquistó  el  famoso  Capitán  Vasco  Xúñcz  de  Balboa,  descubridor  del  mar  del 
Sur  y  que  después  fue  degollado  en  Panamá  por  su  Gobernador  y  suegro  Pe- 
émrias  Dávila.  Tuvo  Obispo  y  fue  el  primero  que  hubo  en  este  reino  ó  América 
Meridional,  que  sin  duda  se  trasladó  después  a  Panamá  por  ser  aquella  ciudad 
con  Portobelo  el  puerto  y  la  puerta  para  la  correspondencia,  trato  y  conquista 
del  Perú.  Después  pendió  directamente  de  Panamá,  cuyo  Gobernador  nombraba 
un  Oficial  de  Comandante,  hasta  que  en  tiempo  del  Sr.  Zerda  se  nombró  Gober- 
nador independiente.  La  ferocidad  y  valor  de  sus  indios  dieron  mucho  que  ha- 
cer para  sujetarlos,  como  que  no  ha  podido  lograrse  hasta  ahora  por  haberse  re- 
belado algunas  veces  algunos  de  sus  pueblos  y  ser  una  nación  cruel  y  pérfida,  que 
en  los  principios  tenían  sus  gasas  fabricadas  en  las  copas  de  los  árboles,  desde 
donde  solían  herir  sin  ser  vistos.  Aunque  estaba  situada  su  principal  población 
en  la  costa  del  mar  del  Norte,  después  ha  quedado  reducida  al  Real  de  Santamaría, 
cerca  del  golfo  de  San  Miguel  y  costa  del  mar  del  Sur,  cuyos  vecinos  mantienen 
algunas  haciendas  de  cacao,  que  insultan  Los  indios  rebeldes  á  menudo,  con  siete 
pueblos  más  de  los  reducidos,  que  componen  en  todo  400,  y  que  si  fueren  verda- 
deramente fieles,  podrían  servir  mucho  para  contener  y  arredrar  á  los  otros.  La 
fertilidad  de  su  terreno  es  grande  en  40  leguas  ó  más  que  se  extiende  á  lo  largo, 
y  en  14  ó  16  que  ocupa  á  lo  ancho,  aunque  en  algunas  partes  más  y  en  otras  me- 
nos. Mas  los  indios  rebeldes  que  corren  por  todas  ellas  impiden  en  lo  interior  su 
poblrción  y  labranzas.  Su  temperamento  en  lo  general  es  caliente,  aunque  tiene 
sitios  templador.  El  Gobernador  actual.  I).  Andrés  de  Ariza,  pidió  al  Sr.  Girior 
semilla  de  trigo  y  de  otras  especies  y  frutos  que  ignoro  si  produjeron.  £1  cacao 
es  de  un  crecido  grano.  El  algodón,  el  azúcar,  el  café,  el  añil  y  todos  los  demás 
frutos  y  frutas  de  tierra  caliente  se  darían  allí  con  abundancia,  con  fácil  embar- 
cación y  exportación  por  ambos  mares,  igualmente  que  las  maderas  de  construc- 
ción de  que  abundan  sus  montes.  Tiene  minas  de  ero  que  la  hicieron  famosa  en 
'  su  descubrimiento,  hasta  fingir  que  se  pescaba  con  redes.  Pero  se  trabajaron  muy 
poco,  y  en  el  día  se  trabaja  solo  una  sin  duda  por  su  despoblación  y  los  repelidos  asal- 
tos de  los  indios.  Su  situación  es  de  las  más  ventajosas,  y  es  fortuna  que  los  enemiv 
gos  de  la  corona,  particularmente  los  ingleses,  no  hayan  pensado  en  establecer- 
se con  empeño  en  ella,  pues  con  su  posesión  se  habrían  hecho  desde  luego  due- 
ños de  ambos  mares  ;  y  después,  sin  mucha  dificultad,  de  las  minas  del  Chocó 
y  Antioquia,  y  con  el  comercio  clandestino  de  todo  el  niño  de  Tierrafirme. 
Acuerdóme  por  esto  de  que  informó  al  Sr.  Zerda  un  inglés  cogido  en  Panamá, 
nombrado  D.  Pedro  Alejandro  de  Velasco,  que  la  comunicación  que  los  ingle- 
ses tenían  con  estos  indios  rebeldes,  con  los  Mosquitos  en  el  río  de  Nicaragua 
(ó  de  las  Bocas  del  Toro,  ó  bahía  del  Almirante,  que  parece  más  regular)  y  la 
posesión  de  la  Florida,  eran  tres  espinas  que  aquella  nación  iba  introducien- 
do en  el  corazón  de  España,  con  las  cuales  pretendía  en  su  tiempo  hacerse 
duefio  del  seno  mexicano,  del  río  de  San  Juan  y  laguna  de  Nicaragua,  y  de  los 
mares  del  Norte  y  del  Sur  por  aquella  parte,  y  de  los  mismos  por  la  del  Darién. 
£n  la  costa  de  este  mar  está  la  bahía  de  Caledonia,  que  es  de  las  mejores  que 
se  conocen  por  su  seguridad  y  amplitud.  En  ella  estuvieron  establecidos  los  es- 
coceses, que  se  logro  arrojar  de  aquel  establecimiento,  como  le  es  también  la 
bahía  de  Candelaria.  En  el  río  Caimán  de  la  misma  costa  estuvieron  también 
fundados  los  franceses,  que  sin  embargo  de  haberse  casado  con  las  indias  y  he- 


P  E  N  D  I  C  £  LV1$ 


cho  abundantes  cacaotales,  fueron  asesinados  todos  por  los  indios  en  tiempo  del 
Sr.  Solís,  ó  algunos  años  antes,  acaso  porque  habían  ofrecido  someterse  á  los 
españoles.  Con  la  recuperación  de  la  Florida  y  agregación  del  Mississippi  se  ha 
sacado  la  una  espina.  Si  se  vela  sobre  que  los  ingleses  cumplan  el  último  trata- 
do de  paz,  y  que  no  tengan  más  que  factorías  ó  almacenes  de  madera  para  el 
corte  de  palo  de  campeche,  y  que  no  tengan  el  trato  é  influencia  que  antes  con 
los  indios  mosquitos  y  los  de  aquella  costa  basta  Portobelo,  podrá  no  penetrar 
más  la  segunda  espina,  aunque  no  faltará  por  aquella  parte  el  trato  ilícito  con 
el  reino  de  Guatemala.  Y  así  se  procura  poblar  y  asegurar  el  Daríén  por  parte 
del  Norte  y  del  Sur,  estrechando  los  indios ;  tampoco  debe  dar  cuidado  la  terce- 
ra, sobre  que  se  hablará  más  en  su  lugar.  £1  Gobernador  Ariza  descubrió  y  abrió 
varios  caminos,  construyendo  unas  cuatro  casas  fuertes  sostenidas  con  pequeños 
destacamentos,  con  que  fue  conteniendo  y  estrechando  á  los  indios,  aunque  por  la 
cuenta  de  sus  gastos  tuvo  que  sostener  un  pleito  en  tiempo  del  Sr.  Piñeres,  que  no 
dejaría  de  resfriarlo  en  llevar  adelante  sus  empresas,  que  verdaderamente  eran 
celosas.  Descubrió  camino  para  el  Chocó,  y  por  todas  partes  convendría  apro- 
vechar este  arbitrio  junto  á  las  poblaciones  que  se  fueran  formando.  Por  el  mar 
del  Sur  tiene  la  bahía  de  San  Miguel,  que  es  de  las  mejores  y  más  seguras  que 
se  conocen  en  el  mar  del  Sur.  Un  destacamento  que  va  de  Panamá  es  el  oue 
guarnece  esta  Provincia,  que  sirve  también  de  presidio.  Los  presidiarios,  los 
pocos  vecinos  que  allí  residen  y  la  tropa  destacada,  todos  hacen  de  soldados  y 
tienen  que  estar  siempre  alerta  para  defenderse  de  las  frecuentes  emboscadas  de 
los  indios,  que  importa  sojuzgar  sin  miramiento  alguno,  aunque  poco  á  poco  y 
con  prudencia;  pero  con  mayor  fuerza  que  el  destacamento  que  va  de  Panamá. 
Linda  esta  Provincia  con  la  de  Portobelo,  con  los  mares  del  Norte  y  Sur  en  toda 
su  longitud,  y  con  las  del  Chocó.  Su  población  es  tan  tenue  y  limitada  que,  aun- 
que contiene  ocho  poblaciones  de  cortísimos  pueblos  de  indios,  sólo  comprende 
1,266  almas,  en  215  matrimonios,  5  de  blancos,  91  de  indios,  y  119  de  libres,  sin 
alguno  de  los  esclavos.  Los  blancos,  inclusos  los  eclesiásticos,  son  39,  y  de  ellos 
sólo  tres  mujeres.  Los  indios  son  400 :  208  varones  y  192  mujeres.  Los  libres 
son  742  :  415  varones  y  327  mujeres.  Los  esclavos  son  85  :  42  varones  y  43  mu- 
jeres. Unidos  componen  701  hombres  y  565  mujeres,  que  es  una  miserable  po- 
blación, pues  basta  la  carne  de  cerdo  y  otros  víveres,  es  preciso  llevarlos  de  Pa- 
namá, cuando  pudiera  abundar  allí.  Es  del  Distrito  de  la  Audiencia  de  Santafé 
y  del  Obispado  de  Panamá. 

40.  Chocó  :  esta  Provincia  comprende  dos  bajo  este  nombre,  que  son  Nó- 
vita  y  Zitará,  en  las  cuales  se  incluyen  quince  pueblos  de  indios  en  que  viven 
muchos  libres  de  todas  clases  y  hay  muchos  minerales  de  oro  corrido.  Linda 
con  las  del  Darién,  Antioquia,  Popayán  y  mar  del  Sur.  Su  temperamento  es 
cálido  y  húmedo,  pero  sano.  Hasta  el  aflo  de  1736  ó  1740  dependió  de  Popayán, 
servida  por  un  Teniente  que  se  nombra  Superintendente.  Después  se  erigió  en 
Gobierno  que  subsiste  y  prosee  el  Rey.  Su  terreno  es  montuoso  y  muy  quebrado. 
Por  esta  razón  su  mayor  tranco  y  comercio  es  por  agua  ;  y  por  tierra  malos  sus 
caminos,  ó  se  andan  poco.  Los  únicos  frutos  que  allí  se  cosechan,  fuera  de  otras 
legumbres  ó  raíces,  son  el  maíz  y  los  plátanos,  á  que  se  dedican  los  indios,  por- 
que el  principal  fuerte  es  el  de  las  minas  de  oro  corrido,  que  se  trabajan  con 
cuadrillas  de  esclavos.  Para  mantener  éstos,  las  carnes  y  demás  víveres  y  géne- 
ros le  entran  de  las  Provincias  de  fuera.  La  sal  con  el  vino  de  Chile,  carne  y 
algunas  frutas  de  la  Punta  de  Santa  Elena  y  Guayaquil.  Las  carnes  de  res  y  cer- 
do de  Cali  y  Cartago,  de  la  Provincia  de  Popayán,  y  también  algunos  de  An- 
tioquia por  Urrao  y  Murrí.  En  el  día  que  esta  abierta  la  comunicación  de  Car- 
tagena por  el  río  Atrato,  prohibida  antes  con  pena  de  la  vida,  se  conducen  éstos 
con  el  hierro,  acero  y  demás  géneros  de  Castilla,  á  mucho  más  bajo  precio  de 
aquella  plaza  y  el  Sinú,  que  se  conducían  antes  de  Santafé  y  Popayán  por  Car- 
tago y  Cali,  con  los  géneros  de  Quito  y  el  reino,  que  ya  no  se  llevan  de  aquí. 
Aunque  por  esta  razón  es  muy  útil  la  navegación  del  Atrato,  hasta  para  el  co- 
mercio con  Quito,  pues  D.  Miguel  Gijón  llegó  á  aquella  ciudad  con  sus  cargas 
en  30  ó  32  días,  desde  la  plaza  de  Cartagena,  mientras  no  esté  asegurado  el  Da- 
ñé» y  resguardadas  las  bocas  del  Atrato,  en  cuyo  golfo  desemboca,  tampoco  lo 
estarán  las  Provincias  del  Chocó  de  los  insultos  de  los  enemigos  de  la  Corona; 
ni  dejarán  de  extraerse  la  mayor  parte  de  los  oros  que  produzcan  aquellas  Pro- 
vincias. En  ellas  se  han  encontrado  con  mayor  abundancia  que  en  alguna  otra 
parte  del  mundo,  el  platino,  metal  que  se  ha  hecho  famoso  y  apreciable  de  al- 

hu€va  Gtografia  ie  CéUmhm,  TOMO  I— H  . 


tviii  Nueva  Geografía  de  Colombia 


¿unos  días  á  esta  parte,  que  se  ha  dcscubicrtu  el  mo<lo  de  fundirlo,  que  se  tenia 
antes  por  imposible,  y  obligaba  á  arrojarlo,  y  aun  añadía  el  trabajo  de  separarlo 
del  oro,  con  que  se  saca  mezclado.  Sin  embargo,  síVo  se  paga  á  dos  pesos  libra, 
de  cuenta  del  Rey.  Para  fomentar  su  saca  y  la  de  las  minas,  se  formó  un  pro- 
yecto  en  el  actual  (jobicrno,  de  introducir  ncgro>  de  cuenta  de  la  Real  Hacienda 
para  venderlos  á  los  minero^',  en  que  se  gastará  mucho  y  adelantará  nada,  por 
^haberse  procedido  en  él  con  falta  de  inteligencia  y  de  conocimiento.  Para  su  eje- 
cución fue  comisionado  el  Sr.  Fiscal  Váíicz.  También  providenció  sobre  que  se 
rescatase  el  oro  en  polvo  por  cuenta  de  la  Real  Hacienda,  pagando  el  castellano 
i  17  reales  en  lugar  de  16,  á  como  corre,  y  j^arecc  no  falta  quien  piense  que  se 
mande  y  haga  lo  mismo  en  tt)das  las  cajas  minerales.  Si  se  reduce  á  efecto  este 
pensamiento,  serviría  para  atrasar,  en  lugar  de  fomentar,  las  minas  y  mineros  ; 
para  minorar  los  derechos  de  (Quintos  y  moncdación;  para  quitar  este  ramo  de 
comercio  para  la  extracción  de  oros,  y  para  otros  mil  daños  que  sólo  comprende 

3uien  tiene  de  este  rescate  verdadero  conocimiento.  Apenas  tiene  tal  cual  ganado 
e  asta.  El  maíz  lo  cosechan  los  indios  habilitados  del  Corregidor,  en  cuyo  tra- 
bajo les  cobran  los  tributos,  vendiendo  aquél  á  los  mineros;  en  el  de  los  arras- 
tres y  carguíos  de  tercios  por  tierra,  que  logran  según  su  situación  algunos  pue- 
blos, y  en  hacer  unas  pequeñas  canoas  (]ue  allí  llaman  potricos,  para  conducirse 
por  agua,  porque  nunca  se  dedican  á  sacar  oro,  aunque  sí  á  pescaren  los  ríos.  La 
religión  está  muy  atrasada  en  estos  indirs,  ó  no  tienen  alguna,  porque  ordinaria- 
mente viven  en  el  monte,  y  aprenden  de  muchachos  la  doctrina,  que  olvidan 
luego.  Ia>s  Corregidores  sólo  cuidan  de  emplear  á  los  indios  para  cobrarles  el 
tributo  y  hacer  su  negocio  ;  y  los  Curas  de  hacer  su  negocio  también,  cobrándoles 
sq  estipendio.  Son  pocos  los  indios  que  hablan  el  castellano,  y  muchos  los  que 
5C  huyen  á  los  montes,  que  hacen  sacar  los  Corregidores  para  que  les  trabajen. 
Aunque  tiene  la  Provincia  porción  de  ríos  que  se  navegan,  es  falta  de  aguas 
para  trabajar  las  minas  en  lo  interior,  aunque  ricas  y  abundantes.  Xo  se  sabe 

3ue  haya  en  ellas  descubiertas  minas  de  oro  ó  de  plata.  Pero  no  puede  menos 
e  haberlas  como  las  hay  en  la  Provincia  de  Antioquia,  con  la  cual  linda,  y  las 
debe  haber,  donde  las  haya,  de  oros  coiridos.  Su  poÍ)lación  consta  de  15  pueblos 
de  indios  y  reales  de  minas,  sin  ninguna  ciudad  ó  villa.  Son  15,286  almas  y 
2,724  matrimonios :  de  ellos  son  los  65  de  blancos,  los  1,319  de  indios,  los  531  de 
libres  y  los  809  de  esclavos.  Hay  blancos  335,  inclusos  en  ellos  16  eclesiásticos  se- 
culares y  tres  regulares :  los  204  varones  y  las  131  mujeres.  Los  indios  son  52,687: 
los  2,906  varones  y  las  2,781  mujeres.  Los  libres  son  3,342:  los  1,787  varones  y 
las  1,561  mujeres.  Los  escla\üs  son  5,916:  los  3,145  varones  y  las  2,771  muje- 
res. Y  hacen  varones  de  todas  clases  y  castas,  8,036,  y  mujeres  7,250.  Población 
toda  ella  muy  corta  para  la  grande  extensión  de  terreno  que  comprenden  las 
Provincias.  Aunque  para  fomentar  las  minas  comunes,  aumentar  el  número  de 
esclavos  sería  falta  de  política,  atendiendo  el  corto  número  de  blancos.  Porque 
si  se  levantaban  los  indios,  se  les  unirían  tal  vez  los  esclavos,  para  no  serlo,  sin 
poderlos  contrarrestar  los  otros  libres  y  blancos,  que  no  alcanzan  á  la  tercera 
parte,  y  si  los  negros,  no  habrá  que  contar  con  los  indios  que  se  irían  á  los  mon- 
tes. Es  del  Distrito  de  la  Audiencia  de  Santafé  y  del  Obispado  de  Popayán. 
Hay  milicias  para  sostener  cualesquiera  turbaciones  de  los  negros  y  contener  los 
indios  del  Darién  p)r  el  Atrato.  Por  el  (lobernador  Kntrena  parece  que  se  unie- 
ron á  este  Cuerpo  los  indios.  Ks  mal  pensamiento  el  enseñarlos  y  adiestrarlos  en 
el  manejo  de  las  armas,  y  lo  único  que  hay  de  bueno  es  que  no  tienen  otras  que 
sus  ñechas. 

41.  Neiva  :  Gobierno  (jue  provee  el  Virrey.  Ks  del  Distrito  de  la  Audien- 
cia de  Santafé  y  de  su  Arzoi)is])ado.  Linda  con  ías  Provincias  de  Popayán,  Ma- 
riquita, Santafé  y  los  indios  andaquíes,  que  se  extiende  hasta  el  Marafión,  alto 
Orinoco  y  Rionegro.  Su  temperatura  es  caliente,  y  produce  todos  los  fiutos  que 
le  so:i  propios,  aunque  en  corta  cantidad  por  la  corta  población.  Abunda  en  mi. 
ñas  de  oro,  que  por  lo  mismo  se  trabajan  i)oco.  Su  principal  comercio  de  froto;» 

líos  para 


es  el  ganado  vacuno,  de  que  se  sacan  porciones  considerables  de  noviJ 
Santafé  y  para  la  Provincia  de  Popayán.  A- su  jurisdicción  de  Timaná correspon- 
de la  entrada  á  las  misiones  de  los  andaquíes,  que  con\endría  fomentar  para 
aprovechar  la  canela  y  cera  do  abLjas  que  de  ellas  se  extrae,  y  que  pudiera  me- 
jorarse la  primera  trasplantando  los  árboles  »  Timanáó  Xeiva,  ó  injertándolos 
después.  Sus  poblaciones,  inclusa  la  villa  ele  Timaná  y  li  de  la  Purificación,  con 
la  ciudad  de  la  Plata  (d'j  cjue  no  hay  ¡jadrón  ó  noticisi),  son  15,  y  contendrán  de 
12  á  14,000 almas:  los  8,000  hombres  y  las  ^,000  mujeres;  de  ellos  blancos  los 
4,000,  inclusos  16  clérigos;  \aroncs  los  2,000  y  las  otras  2,000  hembras.  Indios 


Apéndice  ux 


1,247  :  los  569.varoncs  y  las  668  mujeres.  Libres  5,703 :  los  3,000  varones  y  las 
2,703  mujeres.  Esclavos  450 :  de  éstos  los  240  varones,  y  hembras  las  210. 

42.  Santiago  de  las  Atalayas  (>  Gobierno  de  los  Llanos :  lo  provee  el  Vi- 
rrey. Es  del  Distrito  de  la  Audiencia  de  Santafé  y  de  su  Arzobispado.  Su  tempera- 
mento es  caliente.  Abunda  en  algodón,  de  que  se  tejen  los  lienzos,  morcotes, 
manteles  y  servilletas,  que  tienen  mucha  salida  para  Santafé  y  otras  partes.  Pro- 
duce todos  los  frutos  propios  de  su  temperamento,  vainilla  exquisita,  los  gusanos 
ó  araf^as  que  producen  la  seda,  distinta  de  la  del  capullo,  y  produciría  el  tabaco 
con  abundancia,  el  arroz,  el  añil,  el  café  (á  más  de  lo  que  produce  silvestre)  y 
cuanto  se  plantase  propio  de  aquel  terreno,  que  fertiliza  con  exceso  el  calor  y 
humedad  que  mantiene,  aunque  para  nada  parece  más  á  propósito  que  para  la 
cría  de  ganados.  Tiene  también  salinas.  Atraviesan  e^tos  llanos  los  ríos  de  Meta, 
Casanare,  Apure  y  otros  muchos  que  desaguan  en  ellos,  y  por  ñn  aquéllos  en  el 
río  de  Orinoco,  hasta  donde  son  navegables,  y  el  Meta  lo  es  desde  465  días  de 
distancia  de  Santafé,  en  los  llanos  San  Martín  y  San  Juan.  Comprende  tres  ciu- 
dades, deque  Santiago  de  las  Atalayas  es  la  capital,  y  otras  21  poblaciones.  En 
todo  ó  la  mayor  parte  de  éstos  son  pueblos  de  indios  de  las  misiones  que  estu* 
vieron  á  cargo  de  los  Jesuítas,  y  en  el  día  de  las  religiones  de  la  Candelaria,  San 
Francisco,  San  Agustín  y  Santo  Domingo,  aunque  estos  últimos  hacia  la  parte 
del  río  Apure,  en  Barinas,  y  correspondiente  á  Caracas.  Estas  misiones  se  ade- 
lantan poco  ó  nada  desde  que  los  ex  jesuítas  las  dejaron,  por  faltarles  á  las  otras 
religiones,  en  lo  general,  el  método  y  medios  de  adelantarlas,  atrayendo  á  los 
indios  y  costeando  los  establos  en  el  fondo,  que  sacaban  de  los  hatos,  de  las  otras 
inmediatas,  y  sobre  el  cual  tengo  noticia  de  haber  informado  al  Gobierno  D.  Fran- 
cisco Domínguez,  Gobernador  que  fue  de  los  Llanos.  Los  indios  que  hay  que  re- 
ducir son  muy  pocos,  en  su  comprensión,  porque  en  la  mayor  parte  se  halla  des- 
poblada, á  causa  de  haberse  acabado  los  indios  unos  á  otros.  Han  quedado  tal 
cual  que  andan  dispersos,  aunque  no  faltan  hacia  la  parte  de  Barinas,  Curoaná 
y  Caracas,  y  donde  hay  más  es  hacia  los  llanos  de  San  Martín  y  alto  Orinoco, 
que  están  muy  distantes,  porque  desde  los  llanos  de  Santiago  por  todas  las  ori- 
llas del  Orinoco  hasta  la  nueva  Guayana,  apenas  ha  quedado  tal  cual  pueblo  de 
indios'^reducido.  Siendo  navegable  el  Orinoco  y  alguno  de  los  ríos  que  entran 
en  él  hasta  las  inmediaciones  de  Santafé,  como  el  Meta  y  otros,  como  el  Casa- 
nare y  el  Apure,  hasta  los  llanos  de  Barinas  y  Santiago,  no  es  dudable  que  vi- 
niendo registros  de  España  á  la  nueva  (luayana,  podría  por  aquella  nueva  puerta, 
más  inmediata  á  la  Península  para  la  venida  y  vuelta  de  las  embarcaciones,  y 
con  menos  riesgo  en  tiempo  de  paz  y  guerra  para  conducir  los  géneros  de  Euro- 

Í>a  y  extraer  los  frutos  de  este  Reino,  que  por  Cartagena,  que  sin  embargo  de  ser 
a  navegación  dilatada,  mayormente  estando  guarnecidas  y  pertrechadas  las  islas 
de  Margarita  y  Trinidad,  que  están  en  sus  bocas,  y  en  la  cual  última  pudiera 
fundarse  un  astillero  con  las  maderas  de  construcción  de  que  abunda,  y  que  po- 
dría conducirse  para  los  de  España. 

Por  estos  caminos  podrían  sacarse  muchos  frutos  del  reino,  que  ahora  no 
tienen  salida,  como  las  quinas,  arroz  y  otras  legumbres,  y  semillas,  sebo  y  al- 
gunas carnes  saladas,  para  Guavana,Cumaná  y  otros  territorios  nuestros,  el  taba- 
co, el  algodón,  los  cueros,  el  añil,  que  pudiera  promoverse,  el  cacao  de  Cúcuta, 
que  podría  salir  por  la  proyectada  navegación  del  río  Urivante,  los  lienzos  del 
Socorro,  la  cascarilla,  el  té  de  Bnjrotá  y  otros  mil  frutos  ó  cosas  de  industria, 
que  podrían  fomentarse  y  adelantarse  en  el  reino,  que  por  ahora  no  pueden  por 
la  falta  y  proporción  de  salida,  porque  aunque  la  hay  por  Cartagena,  el  costoso 
transporte  la  hace  demasiado  cara  y  difícil,  además  que  quedan  otros  muchos 
que  puedan  extraerse  por  el  río  de  la  Magdalena.  Dirase  acaso  que  Ih  inmedia- 
ción de  las  colonias  de  Ksequivo,  Surirán,  Cayena  y  otras  islas  extranjeras  que 
hay  inmediatas,  abriría  más  puertos  al  trato  clandestino.  Pero  suponiendo  que 
siempre  debe  contarse  con  el  resguardo  y  celo  conveniente  y  providenciarse  aun 
cuando  sea  para  las  colonias  amigas  la  subida  á  las  muías,  caballos  y  otras  es- 
pecies, que  sólo  pueden  tenerlo  para  ellas  y  que  siempre  conviene  se  saquen  con 
licencia  y  no  clandestinamente  como  ha  sucedido,  aunque  sea  á  cambio  de  es- 
clavos, de  moneda  nuestra  y  de  otros  efectos,  que  menos  perjudiquen  á  nuestro 
comercio  de  Espaila,  más  abierta  queda  la  puerta  al  contrabando,  mientras  más 
libre  y  sin  testigos  se  mantiene  la  entrada.  La  población,  según  el  padrón  del 
año  de  79,  aunque  después  se  ha  aumentado  notablemente,  era  de  21,931  almas: 
los  10,977  varones  y  las  10,962  mujeres.  De  ellos  hay  blancos,  inclusos  9  ecle- 
siásticos seculares  y  12  regulares,  1,305,  los  659  varones  y  las  646  mujeres;  in- 
dios hay  14,627:  los  7,578  varones  y  las  7,049   mujeres;  libres  hay  6,109:   lof 


tx  Nueva  (Geografía  de  Colombia 


3,506  varones  y  las  2,803  mujeres;  esclavos  hay  118,  los  64  varones  y  las  54 
mujeres.  Linda  con  jurisdicción  de  los  llanos  de  San  Martín  y  San  Juan,  con  los 
bosques  que  van  al  Rionegro  y  alto  Orinoco,  con  las  orillas  occidentales  de  este 
último  río,  con  la  cordillera  ó  páramo  que  le  separa  de  Santafé,  con  la  provin- 
cia de  Tunja  y  con  la  de  Harinas,  que  en  el  día  pertenece  á  Caracas. 

43  San  Juan  de  Girón — Gobierno  que  provee  el  Virrey;  es  de  la  Audiencia 
de  Santafé  y  de  su  Arzobispado ;  su  temperamento  es  caliente;  en  él  y  su  juris* 
dicción  se  cosecha  cacao,  se  coge  abundante  algodón,  de  que  se  tejen  lienzos  or- 
dinarios, que  se  extraen  para  la  Provincia  de  Cartagena  por  los  ríos  de  Cañavera- 
les ó  Sogamoso,  que  desembocan  en  el  río  de  la  Magdalena.  Pero  lo  en  que  más 
abunda  y  que  es  de  una  calidad  excelente  es  en  tabaco,  que  sirve  principalmen- 
te á  proveer  la  Administración  principal  de  Santafé.  Si  arreglado  este  ramo  se 
permitiese  su  extracción,  podría  ser  muy  útil  para  la  Real  Fábrica  de  Sevilla,  y 
barato  en  su  compra  y  transporte,  con  la  que  podría  irse  fomentando  y  poblando 
la  Provincia.  Tiene  minas  de  oro,  que  apenas  se  trabajan  por  mazamorreros. 
Contiene  sólo  cuatro  poblaciones,  inclusa  la  ciudad  capital.  Y  en  1,1 11  matri- 
monios, se  compone  su  población  de  7,073  almas:  las  3,944  de  hombres,  las 
3,129  de  mujeres.  Hay  blancos  1,72  :  de  ellos  788  varones,  inclusos  7  eclesiásti- 
cos seculares,  y  las  784  hembras.  Indios  hay  298 :  los  122  hombres  y  las  176  mu- 
jeres. Libres  hay  5,193  :  los  2,617  hombres  y  las  2,576  mujeres.  Sus  límites  son, 
por  una  parte,  el  río  de  la  Mag[dalena  ;  por  otras  con  la  Provincia  de  Tunja  y 
tos  indios  yariquíes,  y  con  la  Provincia  de  Santamaría  hacia  la  parte  de  Ocaña. 
44.  Santamarta:  Gobierno  y  puerto  de  mar  en  las  bocas  del  río  de  la 
Magdalena.  Fue  el  primero  que  hubo  en  la  Tierrañrme.  Está  guarnecido  con 
tres  fortines  á  la  entrada  de  su  bahía,  y  200  hombres  de  tropa  veterana.  Hay  es- 
tablecidas milicias  disciplinadas.  Comprende  la  Provincia  del  río  del  Hacha, 
para  la  que  nombraba  el  Virrey  Comandante  de  los  Capitanes  del  batallón  fíjo 
de  Cartagena  desde  el  tiempo  del  Sr.  Eslava  con  un  destacamento. 

£n  tiempo  del  Sr.  Zer<ia  se  hizo  una  Comandancia  separada,  que  se  volvió 
á  unir  en  el  Ministerio  del  Sr.  Gálvez.  Es  de  la  Comandancia  general  de  Carta- 
gena, aunque  sin  uso  de  sus  Gobernadores.  Lo  provee  el  Rey.  Es  del  distrito  de 
la  Audiencia  de  Santafé.  Tiene  cajas  y  ofíciales  reales  y  su  Teniente  auditor  de 
guerra,  y  además  un  juez  de  las  poblaciones  hechas  por  D.  José  Fernández  de 
Mier  á  orillas  de  la  Magdalena,  con  jurisdicción  ordinaria  y  que  se  la  toma  en 
otras,  restablecida  por  el  Sr  Góngora,  y  que  reside  en  Mompós,  de  la  Provincia 
de  Cartagena,  aunque  quitado  y  suprimido  desde  el  Sr.  Guirior,  por  los  multi- 
plicados perjuicios  é  inconvenientes  que  se  siguen  á  los  respectivos  vecindarios, 
y  á  las  justicias  propias  y  naturales  de  ambos  domicilios.  Tiene  Obispo  que  fue 
el  primero  de  Tierrafirme,  sufragáneo  en  el  día  del  Arzobispado  de  Santafé.  Se 
extiende  en  hrgo  por  más  de  cien  leguas  de  ancho  desde  la  Sierra  Nevada  has- 
ta las  orillas  de  la  Magdalena,  aunque  tiene  otras  tantas  de  costa  desde  M  ra- 
caibo.  Su  temperatura  en  lo  general  es  caliente,  pero  frío  ó  templado,  según  la 
mayor  ó  menor  inmediación  á  la  Sierra  Nevada  que  la  divide  de  aquella  pro- 
vincia. Abunda  en  ganado  vacuno  que  se  extrae  para  la  Provincia  de  Cartagena, 
con  carnes  saladas,  quesos  y  velas  de  sebo  que  se  llevan  á  las  tierras  de  oro. 
Podría  abundar  también  en  ganado  lanar  y  trigo  que  proporcionarían  sus  varios 
temperamentos  y  de  que  hay  experiencia.  Se  cosecha  mucho  algodón,  y  po- 
dría cosecharse  mucho  más  si  abundase  la  población,  igualmente  que  el  cacao, 
café,  azúcar  y  atlil,  aguardiente  de  caña  y  otras  materias  para  que  es  á  propósi- 
to su  terreno,  como  el  hayo  ó  coca  si  se  introduce  en  España  su  consumo.  La 
concha  de  carey  y  tortugas  abunda  en  sus  costas,  y  aunque  ya  se  pescan  algu- 
nas más  que  antes,  y  aprovecha  aquél  para  conducir  á  España,  todavía  pudiera 
aumentarse  mucho ;  igualmente  que  la  pesca  del  salmón  ó  bonito  y  la  de  ca- 
marones con  otros  pescados  de  mar,  que  tendrían  consumo  en  lo  interior  del 
reino.  También  hay  en  su  costa  el  múrice  ó  caracol  de  que  se  extrac  la  tinta  ó 
púrpura  de  tiro,  aunque  en  poca  cantidad,  y  con  que  se  tiñe  algún  poco  de  hilo 
que  llaman  de  caracol,  como  sucede  en  Panamá,  aunque  también  parece  aue  ya 
se  ha  descubierto  en  la  costa  del  Tolú.  En  el  pueblo  de  la  Ciénaga,  junte  a  San- 
tamarta, se  hace  mucha  sal  de  la. mar,  de  que  se  provee  toda  la  provincia  de 
Cartagena,  la  misma  de  Santamarta  y  Portobelo.  Podría  abundar  el  cáñamo  y 
lino  para  fábrica  de  lonas  y  cordaje  para  nuestras  escuadras,  ó  para  su  transpor- 
te á  España  en  rama,  habiendo  quien  lo  sepa  beneñciar  y  cultivar,  ó  enviando 
semilla  y  quien  lo  entienda.  Abunda  en  gomas  y  reciñas  y  otras  drogas  medi- 
cínales. No  le  faltan  minas  de  oro  y  otros  metales,  ni  tampoco  pórfidos  y  jas- 
pes y  otras  piedras  exquisitas,  se^ún  la  constante   tradición  desde  el  tiempo  de 


AfENDICE  hXÍ 


su  conquista  y  otras  noticias  particulares  de  la  Sierra  Nevada.  Fh  Ocafía,  que 
es  de  su  jurisdicción,  se  tejen  algunos  li  -nzos,  se  hace  algún  azúcar,  panela,  que 
es  m  nos  que  aquélla,  se  coge  cacao  y  siembra  algún  trigo  que  se  extrae  para 
Mompós,  y  minerales  de  ti-  rras  de  oro.  Pero  mucha  parte  de  la  harina  y  cacao 
que  sale  para  allí,  para  Mompns  y  Cartagena,  le  entra  de  Cácota  y  otros  luga- 
res de  la  Provincia  de  Tunja.  Abunda  mucho  la  cascarilla  n  quina,  aunque  sin 
poder  extraerse  por  el  estanco  de  ella.  Se  trabajan  también  minas  de  cobre,  que 
allí  y  en  las  demás  partes  de  la  provincia  convendría  fomentar  para  los  ñne^ 
que  en  otra  parte  se  tocan.  En  aquella  ciudad,  que  cae  detrás  de  la  Sierra  Ne^ 
vada,  hay  cajas  reales.  Abunda  la  provincia  en  maderas  de  construccir^n  y  ríos 
navegables  por  donde  conducirlas  hásta  Santamaita,  Cartagena  ó  Elsoaña.Tiene 
cría  de  algunas  muías  y  caballos.  Pero  sobre  todo  abunda  en  palo  de  brasil  y 
moradito,  de  que  ya  se  extraen  porciones  para  Pisparía,  aunque  con  la  desgracia 
de  que  se  ha  pretendido  reducirlo  á  estanro. 

Aunque  esta  Provincia,  unida  la  del  río  del  Hacha,  es  de  las  primeras 
descubiertas  y  conquistadas  en  este  reino  y  la  puerta  desde  alende  por  todas  par- 
tes se  penetro  á  él,  creyendo  sin  duda  hallar  mayores  riquezas,  no  es  dudable 
que  por  su  situación,  fertilidad  y  producciones,  merecería  haberse  mirado  con 
particular  inclinación  para  promover  su  seguridad,  población  y  fomento,  y  no 
con  el  descuido  ó  abandono  con  que  se  ha  mirado.  Mas,  pues  ha  llegado  el  caso 
de  que  se  conozca  lo  que  vale,  importa  no  perder  tiempo  en  aprovecharlo  ;  ma- 
yormente hallándose  ya  reducidos  aunque  no  como  conviene,  los  indios  chimi- 
las, que  mtes  lo  embarazaban  no  poco.  Un  autor  moderno  hace  particular  des- 
cripción de  esta  Provincia,  á  que  da  el  nombre  de  Perla.  Muchas  de  sus  noticias 
pueden  ser  útiles  al  intento,  aunque  otras  son  equivocadas  ó  las  han  hecho  vanas 
las  circunstancias.  Pero  otras  hay  en  una  relación  formada  de  aquella  Provincia 
por  su  Gobernador,  D.  Antonio  Narváez  y  Latorre,  que  debe  parar  en  la  Secre- 
taría, hecha  con  mejores  cálculos  y  conocimientos  políticos,  que  puede  servir  de 
mucho,  con  las  n  odifícacicnes  que  exigen  las  circunstancias,  especialmente  en 
cuanto  á  los  arbitrios  y  medios  de  poblnrl.i.  Su  población  consiste  en  cinco  ciu- 
dades, inclusa  la  capital,  una  villa  y  53  sitios  y  pueblos  de  indios,  de  los  cuales 
sólo  se  cuentan  28,  aunque  de  corto  número.  Contiene  en  ellos  6,075  matrimo- 
nios, I  )s  742  de  blancos,  los  1,581  de  indios,  los  3,449  de  libres  y  los  303  de  es- 
clavos. Componen  almas  39,942:  los  19,641  hombres  y  las  20,301  mujeres.  Hay 
blancos  4,566^:  los  2,337  hombres  y  entre  ellos  128  eclesiásticos,  los  91  clérigos  y 
los  37  frailes,  y  las  2,229  mujeres.  Hay  indios  8,506,  los  4,120  varones  y  las 
4^386  mujeres.  Hay  libres  22,882  :  los  11,289  varones  y  las  xi,593  mujeres.  Hay 
esclavos  3,988  :  los  1,895  hombres  y  las  2,093  mujeres. 

45.  Aunque  la  Provincia  del  río  de  la  Hacha  es  parte  de  la  de  Santamar- 
ta,  como  comprendida  en  su  Gobierno,  y  su  población  debe  mirarse  como  parte 
también  y  aumento  de  aquélla,  su  situación  y  circunstancias  requieren  que  se 
haga  de  ella  particular  narrac  ón,  por  comprenderse  en  su  distrito  de  más  de  40 
leguas  la  celebrada  Nación  Goajira,  que  se  mantiene  sin  conquistar;  y  que  se 
calcula  compondrá  en  más  de  17  capitanías  ó  parcialidades  distintas,  como 
40.000  almas  de  todos  sexos  y  de  10  á  12,000  indios  de  armas,  que  ha  habido 
quien  crea  alcanzan  á  14,000,  aunque  tampoco  faltan  pr.ícticos  que  lo  reduzcan 
a  6,000,  pero  que  nunca  se  juntan  por  estar  divividos  entre  sí. 

La  ciudad  del  río  de  la  Hacha  comprende  en  su  jurisdicción  10  poblacio» 
nes,  inclusa  la  capital,  donde  hay  Cajas  reales,  que  sirve  un  Oficial  real.  Entre 
ellas  tres  ciudades  y  dos  villas.  Mas  una  de  éstas  y  dos  de  aquéllas,  que  eran 
fundaciones  nuevas  para  contener  á  los  indios  de  la  parte  del  inar  y  quitarles  el 
trato  y  correspondí  ncia  con  los  extranjeros  y  en  que  se  mantenían  destacamen- 
tos de  tropa,  como  eran  Bihiahoiida,  Sinamiica  y  Sabana  del  Valle,  parece 
haberse  aniquilado  y  extinguido  por  los  incultos  de  los  indios  que  las  rodeaban 
por  tierra,  y  porque  las  distancias  de  unas  á  otras  de  la  capital  impedían  su  so- 
corro; bien  que  tampoco  los  pobladores  eran  á  propósito  para  su  fomento,  y 
menos  no  teniendo  terreno  seguro  donde  mantener  ganado  de  cría  y  hacer  sus  la- 
branzas. De  las  otras  poblaciones,  las  que  merecen  alguna  atención  son  la  villa  de 
Pedraza,  la  parroquia  de  Moreno  y  el  pueblo  de  Horonata.  La  capital  tiene  unas 
dos  baterías  ó  fortines,  con  su  destacamento  corto,  de  la  tropa  de  Santamaría, 
para  contener  á  los  in  'ios ;  porque  aunque  antes  las  había  d2  Cartagena  y  Mara- 
caib>,  á  más  de  las  milicias  del  país,  que  son  las  que  m'.s  sirven,  acostumbradas 
al  modo  de  guerrear  de  los  indios,  era  pira  sostener  las  nuevas  poblaciones. 
Aquel  territorio  es  excelente  para  cría  de  ginados  y  caballos,  y  abunda  el  palo 
de   Brasil,  como  podría  abundar  el  tabaco,  añil,  algodón  y  otros  frutos  de  su 


xui  Nueva  Geografía  de  Colombia 


temperamento  caliente.  Pero  lo  que  hace  tener  algún  nombre  á  aquella  ciudad 
es  su  pesca  de  perlas,  que  se  estiman  tener  por  su  hermosura  el  segundo  lugar 
después  de  las  de  Oriente.  En  lo  antiguo  había  particulares  que  tenían  canoas 
con  negros  buzos,  que  sacaban  licencia  como  para  minas,  y  eran  útiles  sus  quin- 
tos. Después  con  las  rebeliones  de  los  indios  ha  quedado  reducida  á  una  sola 
parcialidad  de  estos  gentiles,  que  compondrá  de  400  á  600,  que  pasan  á  hacer  la 
pesca  en  dos  ó  tres  meses  del  ano,  que  han  abandonado  de  algunos  años  acá,  la 
cual  ejecutan,  si  quieren,  á  poco  fondo  y  pasando  á  su  rescate  ó  permuta  los  es- 
pañoles, formando  real  en  la  playa  con  una  escolta  y  no  pocas  precauciones  para 
precaver  algún  alboroto  de  los  indios.  Importaría  restablecer  el  buceo  con  nc- 
gres  ó  libres  como  antes ;  y  más  aumentada  la  población  de  Santamaría,  adop- 
tando, aunque  prudentemente,  y  acomodándolo  á  las  circunstancias  locales  y  te- 
rritoriales, el  pensamiento  de  Narv«ícz.  Su  población,  inclusa  la  tropa,  consistía, 
en  el  año  de  1778,  en  3,966  almas,  que  es  regular  sean  menos  en  el  día :  las  1,920 
hombres,  y  mujeres  las  2,046,  que  se  comprenden  en  517  matrimonios.  Hay 
blancos  351,  inclusos  11  eclesiáslicoN  seculares  y  7  regulares:  188 hombres  y  163 
mujeres,  que  en  el  día  serán  menos.  Hay  indios  633 :  los  304  varones,  y  mujeres 
las  329.  Hay  libres  2,513  :  los  1,176  varones  y  las  1,337  hennbras.  Hay  esclavos 
469:  los  334  hombres  y  las  135  mujeres.  Aquella  costa  es  baja,  de  modo  que  una 
fragata  de  regular  porte  tiene  que  dar  fondo  á  dos  ó  tres  leguas  de  la  ciudad,  á 
donde  sólo  arriban  embarcaciones  menores,  que  podrían  cargar  como  '.:.s»ír;:,  pa  a 
conducirla  á  EspaHa,  las  embarcaciones  que  salieren  de  Santamaría  ó  Cartagena, 
la  abundancia  de  nácar,  concha  ó  madre  perla  que  queda  abandonada  en  aque- 
llas playas  después  del  buceo.  La  mayor  parte  de  la  Provincia  la  ocupan  las  va- 
rias parcialidades  de  los  bárbaros  indios  goajiros  con  considerables  porciones  de 
ganados  de  asta  y  caballos,  copiosas  salinas  y  otros  útiles  frutos  que  comercian 
-con  los  extranjeros,  especialmente  con  los  holandeses  de  Curazao,  en  n'^nella  di- 
latada cosía,  y  además  de  los  cueros,  muías  y  caballos,  el  palo  ce  Llr.;s*l,  en 
cuyo  cambio  los  proveen  de  armas  de  fuego,  pólvora  y  otros  pertrechos ;  de  ma- 
nera que  cada  una  de  aquellas  parcialidades  inmediatas  á  la  costa  suele  tener  su 
puerto  propio,  á  donde  vienen  los  extranjeros  á  tratar  con  ellos.  Esta  concu- 
rrencia facilita  también  por  ellos  y  el  mismo  río  del  Hacha  el  trato  clandestino 
con  los  nuestros  y  la  internación  de  efectos  en  el  interior  de  Santamarta  hasta 
Mompós,  &c.  La  pacificación  y  reducción  de  estos  indios  es  muy  importante, 
aunque  los  medios  deben  ser  prudentes  y  lentos.  Linda  la  Provincia  de  Santa- 
marta,  incluso  el  río  del  Hacha,  con  el  mar  del  Norte  por  una  parte;  con  el  río 
de  la  Magdalena,  que  la  separa  de  la  de  Cartagena,  por  otra;  con  la  de  Mara- 
caibo,  con  la  Sierra  Nevada,  que  la  divide  de  ésta  y  de  los  indios  motilones,  y 
con  la  Alcaldía  mayor  de  Salazar  de  las  Palmas  y  la  Provincia  de  Tunja  por 
Ocaña. 

46.  Cartagena — (Jobierno  y  Comandancia  general  que  provee  el  Rey.  Com- 
prendía en  su  origen  al  Gobierno  de  Santamarta,  aunque  sin  uso  ni  ejercicio 
por  parte  de  sus  gobernadores.  Es  plaza  de  armas  y  como  llave  de  la  tierra  fir- 
me. Es  la  más  fortificada  del  Virreinato.  Tiene  inmediato  el  castillo  de  San 
Felipe  de  Barajas  ó  San  Lázaro,  que  reducido  antes  á  un  fuerte  ó  caballero 
que  estaba  bien  defendido  con  sólo  50  hombres,  como  lo  experimentó  Vernon 
con  vergonzoso  escarmiento  en  el  tiempo  del  Sr.  Eslava,  se  ha  extendido  des- 
pués haciendo  un  revestimiento  de  ladrillos  al  terreno,  que  necesita  más  de  1,500 
hombres  para  su  defensa,  y  de  tan  poca  consistencia,  que  las  aguas  lo  desmoro- 
nan todos  los  años  y  obliga  á  nuevos  gastos.  Un  castillo  ó  fortaleza  de  su  ex- 
tensión, no  siendo  una  buena  ciudadela,  con  tanta  inmediación  á  la  plaza  como 
lo  está  éste,  parece  que  no  puede  menos  que  ser  perjudicial,  y  por  lo  tanto  con- 
vendría allanarlo  y  dejarlo  en  su  estado  primitivo.  Cuando  el  ingeniero  Dr. 
Agustín  Crame  pasó  en  la  última  guerra  con  los  ingleses  á  recorrer  las  plazas  de 
América,  entendí  que  fue  de  este  dictamen,  que  bien  meditado  y  reflexionado 
antes,  deberán  después  decidir  los  inteligentes,  aunque  particulares  respetos  pa- 
rece que  lo  suspendieron  ó  hicieron  variar  entonces.  Siendo  la  entrada  para  su 
segura  bahía  desde  la  fundación  de  Cartagena  un  canal  que  se  llama  I3oca- 
grande,  según  tengo  noticia  (aunque  otros  aseguran  que  lo  fue  el  canal  de  Boca- 
chica,  y  que  fue  otra  la  causa  de  la  abertura  del  Bocagrande)  con  motivo  de  ha- 
ber  naufragado  en  él,  según  he  oído,  un  navio  portugués  venido  con  permiso  de 
ropas  por  los  aros  de  1,720  más  ó  menos,  se  fue  cerrando  aquél  y  obligó  á  descu- 
brir nueva  entrada,  que  se  encontró  por  el  canal  de  Bocachica,  donde  última- 
mente se  construyeron  dos  buenos  castillos  que  defienden  su  entrada,  pero  que 
estando  á  cinco  leguas  de  la  plaza  y  ocupando  alguna  gente  para  su  custodia  eq 


Apéndice  i<xiii 


tiempo  de  guerra,  y  sin  puestos  inmediatos  para  sostenerlos  desde  aquélla,  causa 
y  debe  causar  mucho  cui<lado  en  un  asedio.  Lo  peor  es  que  d  más  de  ser  muy  en- 
fermizo aquel  terreno,  es  menester  limpiar  muy  á  menudo  aquel  canal,  porque 
llen&ndose  de  arenas,  falta  fondo  para  entrar  las  embarcaciones,  y  tal  vez  pueda 
llegar  el  caso  de  que  las  defensas  de  aquellos  castillos  vengan  á  quedar  inútiles. 
De  resultas  de  haberse  ido  cerrando  el  canal  de  Bocagrande  con  las  arenas  que 
las  corrientes  de  las  aguas  arrojaban  hacia  aquella  boca  y  se  detenían  en  el  bu- 
que ido  á  pique,  que  les  servia  de  escollo,  se  fue  abriendo  una  tan  grande,  que 
yéndose  introduciendo  toda  la  mar  á  la  bahía,  en  breve  se  habría  tragado  á  Carta- 
gena, dejando  inútiles  de  una  vez  las  defensas  de  Uocachica.  Para  detener  estos 
inconvenientes  se  proyectó  el  cerrar  á  Üucagrande  con  un  dique  de  1,500  varas, 
por  el  ingeniero  Director  I).  Antonio  Arévalo,  en  tiempo  del  Sr.  Zerda,  que  pro- 
puesto á  la  Corte  y  aprobado  se  redujo  á  efecto  á  costa  de  un  millón  y  medio  ó 
dos  de  pesos;  importa  mucho  dejar  esta  salida  y  entrada  á  las  aguasdel  mar,  que 
se  desahoga  en  sus  mareas,  extendiéndose  á  la  bahía  y  otras  lagunas  inmediatas 
ó  playas  anegadizas,  porque  estrechada  ó  cerrada  de  una  vez  por  allí,  podría 
abrir  puerta  por  otra  parte,  como  iba  sucediendo  en  la  última  guerra  por  el  pa- 
raje llamado  la  Boquilla  (donde  fue  preciso  hacer  dos  baterías  provisionales),  que 
se  desagua  en  la  laguna  de  Tcsca,  que  está  al  pie  de  la  Popa,  y  continuado  ce- 
rraría muy  luego  la  plaza,  uniéndose  con  la  bahía.  Mas  sobre  esto  debe  preva- 
lecer siempre  el  dictamen  de  los  inteligentes,  después  de  reconocidos  los  terre- 
nos y  pesadas  y  combinadas  sus  circunstancias.  Tiene  de  guarnición  un  batallón 
fijo,  como  en  lo  antiguo,  porque  aunque  en  tiempo  del  Sr.  Flórez  se  había  aju- 
mentado  un  regimiento,  que  nunca  estuvo  completo,  ni  le  basta,  aunque  hay  mi- 
licias disciplinadas  establecidas  en  la  Provincia,  de  blancos  y  pardos  (cuyo  prest 
diario  debiera  reformarse).  Con  motivo  de  establecer  el  regimiento  auxiliar  de 
Santafé  se  suprimió  el  segundo  batallón  por  miras  é  intereses  particulares,  y  con 
perjuicio  y  riesgo  de  la  seguridad  del  Reino.  Tiene  un  Comandante  y  200  hom- 
bres de  artillería  con  su  parque,  ingeniero,  una  machina  ó  carenero  en  manga 
para  carenar  los  navios,  con  la  correspondiente  maestranza.  Un  Teniente  del 
Rey  y  otro  del  Gobernador  y  su  Asesor  y  Auditor  de  Guerra,  Administrador  de 
Aduana,  que  es  la  primera  del  Reino,  por  ser  aquel  puerto  del  general  comercio 
que  se  hace  con  España  y  sus  islas.  Cajas  y  Oficiales  reales.  Es  del  Distrito  de 
la  Audiencia  de  Santafé.  Tiene  Obispo  sufragáneo  de  su  Arzobispado,  un  Semi- 
nario Conciliar  y  un  Tribunal  de  Inquisición,  que  comprende  el  Nuevo  Reino, 
Panamá,  Caracas  y  todas  las  islas  de  Barlovento.  Su  temperamento  es  muy  ca- 
liente y  húmedo,  por  estar  fun  lada  la  capital  entre  una  porción  de  lagunas,  cié- 
nagas y  anegadizos  á  las  orillas  del  mar,  en  cuya  tierra  llana  se  detienen  todas 
las  aguas  que  bajan  á  él  de  las  altas  montañas  de  las  Provincias  de  Antioquia  y 
el  Chocó.  Produce  todos  los  frutos  que  son  propios  de  los  temperamentos  calien- 
tes. Se  cosecha  porción  de  algodón,  de  que  se  saca  alguna  pura  España  y  se  labra 
otro  poco  en  las  sabanas  del  Tolú.  en  algunos  efectos  que  se  consumen  en  la 
Provincia.  Si  su  población  fuese  mayor  ó  se  fomentase  con  negros  esclavos,  para 
que  es  tierra  á  propósito,  podría  abundar  este  género,  el  añil,  de  que  se  beneficia 
algún  poco  en  Soledad  y  Barranquilla,  el  azúcar,  el  aguardiente  de  caña  (cuyü 
extracción  debería  permitirse),  el  café,  la  escobilla  (que  aunque  algunos  han 
creído  ser  el  té  asiático,  los  botánicos  más  hábiles,  como  Linneo  y  otro  sabio,  el 
Dr.  Mutis,  dicen  ser  muy  diversa,  pero  que  sus  virtudes,  que  aquí  no  ignoran  para 
su  aplicación  en  algunas  enfermedades  los  más  rústicos,  exceden  a  las  que  se 
ponderan  en  aquél),  como  los  bálsamos  y  raíces  medicinales  de  que  abunda  el 
partido  de  Ayapel  y  sabanas  de  Tolú,  igualmente  que  el  Simití,  la  madera  de 
construcción  y  otras  exquisitas,  el  cacao,  aunque  bastante  se  cosecha  en  las  jur 
risdicciones  de  Momp(')s,  Morales  y  el  Retiro,  y  otras  muchas  producciones  que 
podrían  fomentarse,  como  la  cría  de  cabras  y  los  cueros  curtidos  ó  al  pelo,  igual- 
mente que  otras  pieles,  y  descubrirse  y  aprovecharse  para  conducción  á  España, 
como  la  zarzaparrilla,  la  ipecacuana,  el  aceite  de  palo,  &c.  Acaso  convendrán 
cuando  no  pareciese  mejor  en  Santamaría  establecer  allí  un  astillero  para  emr 
barcaciones  de  menor  porte  con  que  se  aumentaría  la  maestranza  y  marina  de 
América  para  su  comercio  con  los  demás  establecimientos  de  ella  y  los  de  la 
Península,  que  aumentaría  por  consecuencia  los  marineros  con  utilidad  propia 
en  tiempo  de  paz  y  de  guerra.  Abunda  también  esta  Provincia  en  minerales  de 
oro  en  las  jurisdicciones  do  Monipós,  Simití,  Cabeceras  del  Sinú  y  Ayapel,  que 
son  de  su  jurisdicción,  jumque  se  trabajín  poco  ror  poco  poblados  aquellos  te» 
rritorios.  No  se  duda  de  que  en  los  mismos  parajes  las  habrá  también  de  plata, 
cobre  y  otros  metales. 


LXTV  Nueva  Geografía  de  Colombia 


Pero  donde  ciertamente  las  hay  muy  ricas  de  oro  y  sin  trabajane  es  bacía 
las  cabeceras  ó  nacimiento  de  los  ríos  San  Jorge,  Sinú,  de  León  y  de  otros  que 
se  descuelgan  de  la  cordillera  de  Urabáen  las  Provincias  de  Antioquia  y  el  Cho- 
có que  desaguan  en  los  ríos  del  Cauca,  Sinú  y  golfo  del  Darién,  en  la  costa  de 
Urabá.  Abunda  también  esta  Provincia  en'ganndosde  asta  y  de  cerda,  aunque  para 
subsistencia  de  la  plaza  se  saca  más  bien  de  las  haciendas  mayor  porción,  de  la 
provincia  de  San  Martín,  donde  las  tienen  considerables  vecinos  de  la  misma  Car- 
tagena y  de  la  villa  de  Mompós.  Esta  villa,  donde  hay  Cajas  y  Oficiales  reales,  es 
el  puerto  ó  escala,  como  situado  á  orillas  del  río  de  la  Magdalena,  poco  más  arri- 
ba de  donde  se  le  introduce  el  Cauca  en  la  boca  de  Tacaloa,  por  donde  gira  al 
interior  de  las  Provincias  del  Virreinato  (á  excepción  del  Chocó  á  poco  tiempo 
acá,  quejiace  por  el  Atrato)  todo  el  comercio  de  los  frutos  y  géncrus  que  vienen 
de  España  por  Cartagena  y  Santamaría,  asi  como  los  extranjeros  introducidos 
clandestinamente;  porque  en  ella  y  villa  de  Tenerife,  de  la  Provincia  de  Santa 
marta,  es  donde  se  proporcionan  las  embarcaciones  para  navegar  los  ríos  Mag- 
dalena  y  Cauca,  aunque  se  hace  ya  también  con  canoas  y  botes  de  mar  que  hay 
en  Cartagena,  Barranquilla  y  Soledad.  Aunque  esta  Provincia  fue  de  las  prime- 
ras que  se  poblaron  y  no  es  menor  en  extensión  que  la  Provincia  de  Tunja,  ape- 
nas alcanza  su  población  ni  aun  á  la  mitad  de  é^^ta  Comprende  en  su  extensión 
86  poblaciones;  en  elUs  dos  ciudades,  tres  villas,  y  las  demá«  son  parroquias  y 
pueblos  de  indios  divididos  en  cinco  partidos,  á  más  de  la  capital.  Hay  en  todos 
17,754  matrimonios:  los  1,945  de  blancos,  los  3,335  de  indios,  los  11,384  de  li- 
bres y  los  1,090  de  esclavo*;.  Componen  tod(  s  119,647  almas,  las  581428  de  hom- 
bres y  las  61,219  nnujeres.  Blancos  hay  12,656:  los  6,085  hombres,  y  entre  ellos 
180  eclesiásticos  seculares  y  164  regulares,  y  las  5,971  mujeres,  y  entre  ellas  64 
monjas.  Hay  indios  20,928:  los  10,069  varones  y  las  10,859  mujeres.  Hay  libres 
97,920:  los  37,760  hombres  y  las  40,160  mujeres.  Esclavos  hay  8,725:  los  4,294 
hombres  y  las  4,429  mujeres.  Linda  con  el  mar  del  Norte  y  por  una  grande  ex- 
tensión desde  las  bocas  de  la  Magdalena  y  sus  orillas,  hasta  donde  concluye  la 
jurisdicción  de  Simití  y  Guamocó  con  la  Provincia  de  Antioquia,  con  la  cual  lin- 
da también  por  la  parte  de  tierra,  siguiendo  desde  Norosi  y  Tiquisio  por  Aya- 
pel  y  cabeceras  del  Sinú  hasta  la  costa  de  Ur;ibá  en  el  Golfo  del  Darién,  sepa- 
rándola de  los  de  Santimarta  el  río  de  la  Magdalena. 

47.  Antioquia  :  Gobierno  que  provee  el  Rey.  Es  de  la  Audiencia  de  San- 
tafé  y  del  Obispado  de  Popayán.  Tiene  Oficidles  y  Cajas  reales,  y  otra  pequefta 
é  independiente,  que  se  administra  por  un  particular  Administrador  en  la  ciudad 
de  los  Remedios.  Su  temperamento  es  caliente  y  seco ;  pero  en  la  extensión  de 
su  Gobierno  los  hay  varios  y  de  corta  alternativa.  Produce  todos  los  frutos  que 
son  propios  de  ellos  y  otros  particulares,  y  produciría  con  abundancia  cuantos  se 
sembrasen  de  Europa  y  América.  Pero  lo  que  más  sobresale  en  ella  y  se  trabaja, 
son  los  minerales  de  oro  corrido  ó  en  polvo,  y  es  la  de  donde  sale  la  mayor  por- 
ción de  este  metal,  que  reducido  á  moneda  c  rre  en  el  Reino  y  sale  para  Espa- 
f^a.  Las  minas  de  veta  de  oro,  aunque  abundan,  no  se  trabajan.  Lo  mismo  suce- 
de á  las  de  plata,  despreciándose  las  de  los  otros  metales  y  se  mi -mineral  es,  en 
que  no  faltan  los  del  cinabrio  ó  azogue,  ni  tampoco  algunas  piedras  preciosas. 
Sobre  esta  Provincia,  como  la  he  reconocido  y  corrido  por  mí  mismo,  tengo  for- 
mados dos  papeles,  de  los  cuales  el  prim-'ro  se  halla  en  la  Secretaria,  y  el  segun- 
do, aunque  lo  principié  á  impulso  del  Gobierno  Superior,  no  lo  he  concluido, 
viendo  que  en  lugar  de  premio,  al  propio  tiempo  que  se  aprovechan  otros demis 
desvelos,  celo  y  trabajo,  me  llenan  d*'  injurias,  agravios  é  injusticias.  En  ellos 
consta  por  menor  cuanto  conviene  al  Estado,  su  fomento  (siendo  entre  muchos 
uno  de  Ir»s  medios  que  promoví  ante  el  Virrey,  antes  de  posesionarme  de  su  Go- 
bierno, la  introducción  de  moneda  sellada,  que  no  corría,  y  otro  el  que  se  erigie- 
se en  ella  Obispado),  aunque  era  una  Provincia  de  que  no  se  hacía  caso  ni  cuyo 
valor  se  conocía,  hasta  que  en  tiempo  del  Sr.  Guirior  ser\"i  su  Gobierno  interina- 
mente. Entonces  producía  á  la  Real  Hacienda  de  50  á  60,000  pesos,  y  ahora  en 
el  día  le  produce  cerca  de  200,000,  fuera  de  más  de  500,000  que  en  cada  año  sa- 
len de  ella  para  el  comercio.  Consta  de  70  leguas  de  largo  y  otras  tantas  de  an- 
cho. Sus  poblaciones  son  26,  entre  ellas  cinco  ciudades,  dos  villas,  con  la  de  Ma- 
rinilla,  que  espera  el  real  título.  Las  demás  son  Parroquias  y  pueblos  de  indios, 
aunque  las  cuatro  poblaciones  son  de  consideración.  Hay  en  ella  6,719  matri- 
monios: los  1,150  de  blancos,  los  279  de  indios,  los  4,115  de  libres  y  los  1,175  de 
esclavos  Se  cuentan  48.604  almas:  los  27.17?  hombre<  y  las  21,431  mujeres. 
Blancos  hay  8,893  t  de  ellos  4,091  hombre«,  inclusos  1 1 1  eclesiásticos  seculares, 
y  4,43a  mujeres.  Indios  hay  2,514 1  los  1,278  hombres  y  las  1,242  mujeres. 


Apéndice  lxv 


hay  28,406:  los  16,826  hombres  y  las  11,582  mujeres.  Esclavos  hay  8,791:  los 
4,756  hombres  y  las  4,035  mujeres.  Linda  con  la  Provincia  de  Cartagena  en  la 
mayor  parte,  desde  el  golfo  y  costa  de  Urabá  en  el  Darién,  por  Ayapel,  Mom- 
pos  y  Guamacó  hasta  el  río  de  la  Magdalena  en  la  jurisdicción  de  los  Remedios, 
en  el  sitio  de  San  Bartolomé,  con  la  de  Mariquita,  Popayán  y  Chocó,  donde  en 
los  ríos  Sucio  y  Atrato  cierran  el  cuadro  de  su  jurisdicción. 

48.  Mariquita :  este  fue  corregimiento  desde  su  principio,  hasta  que  en 
tiempo  del  Sr.  Zerda  se  erigió  en  Gobierno  que  provee  el  Rey,  Es  del  Arzobis- 
pado de  Santafé.  Tiene  Caja  Real,  con  sólo  un  Oñcial  Real,  que  es  al  propio 
tiempo  Juez  de  puerto,  residente  en  la  villa  de  Honda,  que  lo  es  en  el  Reino  de 
la  Magdalena,  del  comercio  de  todo  aquel  Reino  y  el  de  Quito.  Su  temperamen- 
to es  templado,  pero  j'en  la  mayor  parte  es  caliente,  aunque  los  hay  varios. 
Produce  todos  los  frutos  que  son  propios  de  ellos,  pero  á  lo  que  más  se  dedican 
y  abunda  es  á  la  siembra  del  cacao,  que  es  el  mejor  que  se  coge  en  las  haciendas, 
que  desde  que  se  pasa  la  angostura  de  Carare  ocupan  ambas  orillas  del  río  de  la 
Magdalena  hasta  la  villa  de  Plooda;  pues  el  que  se  coge  en  su  prisdicción,  más 
arríba,  es  agrio.  Se  siembra  y  coge  algún  algodón,  de  que  se  tejen  lienzos  ordi- 
narios en  la  ciudad  de  la  Palma.  Pudiera  sembrarse  mucho  más,  tanto  en  lo  in- 
terior de  su  jurisdicción,  cuanto  en  las  haciendas  de  cacao  de  las  orillas  de  la 
Magdalena,  con  facilidad  de  la  conducción  y  transporte  por  él  para  el  comercio 
de  España,  hasta  Cartagena  ó  Santamarta.  £1  café  abundaría  tanto,  que  á  los 
dos  ó  tres  años  serían  pingües  sus  cosechas.  Lo  mismo  sucedería  con  el  añil, 
pues  produciéndole  silvestre,  la  naturaleza  avisa  que  cultivado  podría  producir 
muchas  ventajas.  No  obstai:te,  D.  José  Mutis  cstá'actualmente  haciendo  algunos 
ensayos  para  su  cultivo  y  promoviéndolo  en  Mariquita.  Si  en  esta  Provincia 
como  en  las  de  Santa  Marta,  Cartagena  y  otras  de  temperamento  caliente  en 
que  abunda,  se  cogiesen  las  hojas  de  lo  que  se  llama  escobilla,  de  que  hay  tres 
o  cinco  especies  que  abundan  en  todas  las  tierras  calientes,  ó  en  la  mayor  parte, 
y  mejor  si  se  cultivase,  no  hay  duda  que  en  ellas  se  hallaría,  aunque  no  el  mis* 
mo  te  asiático,  que  tanto  nos  ponderan  los  extranjeros,  una  hoja  con  las  mismas 
virtudes  que  se  atribulen  á  aquél,  ó  mayores,  y  acaso  más  eñcaces,  por  más  fres* 
00  en  su  conducción  a  España  y  sin  adulterio;  pudicndo  su  cogida  y  beneñcio 
ocupar  mucha  gente  inútil,  como  muchachos,  viejos  y  mujeres.  En  el  día  cual« 
quier  campesino  sabe  que  cortada  una  rama  y  bebida  el  agua,  quita  los  fríos  y 
las  calenturas  como  la  más  excelente  quina.  Produce  esta  Provincia  mucha  miel 
de  caña,  cuya  mayor  parte  sirve  á  proveer  los  estancos  de  aguardiente  de  Honda 
y  Santafé.  La  demás  se  convierte  en  alfandoque  y  panela,  que  les  tiene  más  cuen- 
ta que  el  azúcar.   Si  ésta  la  fabricasen,  podría  tener  salida  para  Cartagena  y  el 
comercio  de  Elspaña,  si  abundaran  las  embarcaciones  que  faltan  para  bajar,  por 
no  haber  por  falta  de  comercio  activo  cuantas  se  necesitaba  que  subiesen.  Abun- 
da igualmente  el  tabaco  en  el  partido  de  Ambalema,  que  sirve  para  proveer  las 
administraciones  de  Plonda,  Antioquia  y  Mompí^'s,  y  parte  de  las  de  Santa  Mar- 
ta y  Cartagena.  Si  tomando  otros  arbitrios  se  permitiese  la  siembra  y  comercio 
de  este  género,  se  podrían  cargar  muchas  embarcaciones  para  las  fábricas  6  co- 
mercio en  España  de  cuenta  de  la  Real  hacienda  ó  con  los  extranjeros.  La  cas- 
carilla ó  quinsL  se  coge  en  muchas  partes  de  ella,  que  ha  comprado  el  Rey,  y  se 
comerciaría  mucha  para  España  si  no  estuviese  estancada.  En  fin,  el  ganado  de 
asta,  de  cerda,  los  bálsamos  y  muchas  otras  drogas  preciosas,  como  la  zarzapa- 
rrilla, el  aceite  de  María  y  otros.  Mas  en  lo  que  igualmente  abunda  y  sobresale 
es  en  minas  de  oro  y  plata,  cobre  y  cinabrio,  de  que  se  extrae  el  azogue,  piedra 
imán  y  otras  especies.  De  las  primeras  de  oro  corrido,  donde  más  se  trabajan  es 
en  el  sitio  de  Chaparral,  Ibagué  y  otros  sitios  á  orillas  de  la  Magdalena  ó  ríos 
que  desaguan  á  él,  como  el  Saldan  a,  &c. 

De  las  de  cobre  se  trabajan  algunas  en  Ibagué,  auaquc  no  en  tanta  can- 
tidad ^uc  este  género  abunde  y  abarate  para  su  conducción  á  España,  porque 
de  ordinario  los  emprendedores  no  tienen  facultades  para  adelantar  las  labores. 
Las  de  plata  abundan  y  han  sido  famosas  desde  su  conquista.  Pero  se  abandonó 
su  labor  luego  que  fueron  enriqueciendo  los  que  las  principiaron,  y  traslandán- 
dose  á  otra  parte  y  haciéndose  más  dificultosas  las  empresas  para  que  no  alcan- 
zaban los  fondos  de  los  que  quedaron,  con  cuyo  motivo  se  fue  olvidando  el  be- 
neficio de  metales.  Últimamente,  á  influjos  de  D.  José  Mutis  y  á  propuesta  del  Sr. 
Góngora,  se  ha  emprendido  su  labor  por  cuenta  de  la  Real  hacienda  (único  me- 
dio por  ahora  de  llevarlas  á  efecto),  viniendo  1).  Juan  José  Dcluyar  de  Director 
y  varios  alemanes.  Por  el  primero  se  aseguran   buenas  y  muchas  ventajas  por 

Au€V€  Gtografla  de  C9l$mbia  tom©  i— I 


Lxvi  Nueva  Geografía  de  Colombia 


el  método  del  nuevo  beDcñcio.  Si  corresponden  las  esperanzas,  será  medio  para 
que  se  formen  corapai^ías  de  particulares  conque  se  emprendan  nuevos  trabajos, 
y  se  hará  conocer  fomentando  cuan  rico  es  un  reino  que  hasta  ahora  ha  hecho 
el  papel  del  más  misero  y  pobre  de  las  Américas;  especialmente  si  el  Rey  en 
iguales  términos  emprende  el  trabajo  de  su  cuenta  en  las  famosas  vetas  y  minas 
de  oro  de  que  abunda  la  Provincia  de  Antioquia,  en  Buriticá,  Titiribíes  y  otras 
muchas  partes  de  ella.  Sin  embargo  de  que  su  extensión  es  dilatada  y  de  que  lo 
efá  más  antes  que  en  el  tiemixj  del  Sr.  Zcrda  se  agregasen  á  la  Provincia  de 
Antioquia  las  jurisdicciones  de  Remedios  que  le  correspondían,  su  población  es 
corta,  pues  sólo  contiene  33,  entre  ellas  4  ciudades  y  i  villa,  siendo  las  demás 
parroquias  y  pueblos  de  indios.  Comprénden.se  en  ella  7,650  matrimonios:  los 
3,031  de  blancos,  los  513  de  indios,  los  4,484  de  libres  y  los  629  de  esclavos; 
coiuponen  47>I3S  almas:  los  23,219  varones  y  las  23,919  mujeres.  Hay  blancos 
12,326:  los  6,240  hombres,  inclusos  78  eclesiásticos  seculares,  y  las  6,086  mujeres. 
Hay  indios  4,416  :  los  2,119  hombres  y  las  2,297  mujeres.  Hay  libres  26,313:  los 
12,791  hombres,  y  las  13,529  mujeres.  Hay  esclavos  4,083 :  los  2,069  hombres,  y 
las  2,014  mujeres.  Linda  con  las  Provincias  de  Cartagena,  Antioquia,  Popayán, 
Neiva,  Santafé  y  Tunja. 


CAPITULO  VIII TINJA.  CORREGIMIENTO 

49.  £1  corregimiento  único  es  (omitiendo  hablar  de  los  de  Zipaquirá 
y  Sogamoso,  de  que  se  habla  en  las  respectivas  Provincias  de  Tunja  y  San- 
tafé, en  que  están  enclavados)  el  de  Tunja,  que  provee  el  Rey.  Su  tempe- 
ramento es  frío,  aunque  los  hay  de  varias  clases  en  su  dilatada  extensión, 
que  pasa  de  cien  leguas.  Incluye  dentro  de  ella  y  á  sólo  un  día  de  camino  el 
corregimiento  de  Sogamoso  y  Duitamn,  que  hace  como  un  lunar  y  que  provee 
el  Rey,  y  por  estose  considera  como  independiente  de  Tunja.  No  hay  otro  mo- 
tivo ó  principo  que  haberse  pretendido  en  España  y  sin  otro  conocimiento  ha- 
berse expedido  real  título,  aunque  sin  sueldo  alguno,  siguiéndose  de  aquí  que  le 
sea  preciso  al  Corregidor  comer  de  los  pleitos  ú  otros  arbitrios ;  no  comer  ó 
hurtar  para  ello,  pues  aunque  administrara  los  tributos  de  aquel  partido,  no  po- 
drán darle  para  ello.  Incluye  también  el  corregimiento  de  Chita,  que  aunque  lo 
f>rovee  el  Virrey,  no  se  comprende  en  su  padrón,  y  hay  en^él  una  abundante  sa- 
ina que  está  arrendada.  Comprende  asimismo  otros  pequeños  corregimientos  de 
indios  de  que  se  ha  tratado  largamente  en  el  informe  sobre  la  visita  del  protec- 
tor ñscal  Moreno,  verificada  de  real  cédula.  Conviene  arreglar  la  jurisdicción  de 
este  corregimiento,  crear  otro  en  Pamplona  y  aumentar  lugares  al  Gobierno  de 
Girón,  arreglándolo  al  estado  actual  de  las  cosas.  £n  este  corregimiento  se 
comprende  la  ciudad  de  Muzo,  donde  se  sacan  las  esmeraldas,  aunque  en  corta 
porción,  desde  que  de  orden  de  S.  M.  se  ha  reducido  á  que  sólo  se  trabajen  las 
minas  de  cuenta  de  la  Real  hacienda.  Las  hay  también  en  Somondoco  y  en  el 
territorio  de  Guateque,  aunque  no  se  trabajan.  En  la  ciudad  de  Vélez  y  su  ju- 
risdicción se  cosecha  mucho  algodón,  de  que  se  tejen  lienzos  bastos  y  otros  efec- 
tos. Se  labra  abundante  y  buena  azúcar  y  otros  varios  dulces  que  se  comercian 
en  Santafé  y  otros  parajes  de  la  misma  Provincia  y  del  Reino.  Está  la  villa  del 
Socorro,  que  se  ha  hecho  notable  por  haberse  hecho  cabeza  de  los  disturbios 
pasados.  Es  población  considerable,  y  en  ella  y  su  territorio  se  fabrican  muchos 
tejidos  bastos  y  lienzos  de  algodón,  que  tienen  expendio  en  todo  el  Reino  y  fue- 
ra de  él,  cuyo  género  se  coge  con  abundancia,  igualmente  que  el  azúcar,  tabaco 
y  otros  útiles  frutos.  En  Cúcula  y  Pamplona,  entre  otros  frutos,  se  coge  mucho 
cacao  que  se  saca  para  el  interior  del  Reino,  Cartagena  y  Maracaibo,  aunque  en 
ésta,  por  falta  de  embarcaciones,  está  hecho  un  monopolio  entre  dos  ó  tres  que 
perjudica  y  atrasa  á  los  cosecheros;  y  por  lo  mismo  le  será  muy  útil  la  salida  por 
el  río  Uribante,  y  Apure  hasta  Guayana,  así  como  el  tabaco,  añil  y  otros  frutos  y 
efectos  que  pueden  fomentarse  y  cosecharse.  Abunda  también  en  lanas,  de  que 
se  hacen  varios  géneros  ordinarios  en  varios  pueblos  y  parroquias,  y  se  coge 
también  mucho  trigo  y  alguna  grana  silvestre,  aunque  en  corta  cantidad,  porque 
no  se  beneficia  ni  tiene  cuenta  en  Espaila,  que  proporcionándole  salida  no  sólo 
alcanzará  á  mantener  de  pan  con  sus  harinas  todas  las  plazas  y  provincias  del 
Reino,  sino  para  sacarlo  fuera.  El  comercio  de  sus  efectos  y  frutos  es  el  más 
considerable  del  reino  de  Santafé,  y  como  esta  Provincia  es  la  más  poblada  de 
él  y  lus  temperamentos  varios  y  fértiles,  aunque  no  falta  pereza  é  indolencia  en 


Apéndice  lxvii 


sus  habitantes  indios,  con  todo,  es  la  que  más  contribuye  á  su  conservación.  En 
su  jurisdicción  no  faltan  minas  de  oro  y  plata,  aunque  ninguna  se  trabaja,  así 
como  las  hay  de  cobre  y  plomo,  aunque  medio  abandonadas  por  falta  de  fomen- 
to en  los  que  las  trabajan.  Hay  en  su  distrito  4  ciudades  y  3  villas  y  más  de  200 
poblaciones  entre  pueblos  de  indios  y  parroquias.  Se  comprenden  en  ellas 
44,317  matrimonios:  los  7>544  ^^  blancos,  los  7>o77  ^^  indios,  los  18,824  de  li- 
bres y  los  872  de  esclavos.  Hay  almas  258,617 :  las  126,305  de  hombres  y  las 
132,312  de  mujeres.  Blancos  de  ambos  sexos  hay  103,915 :  los  51,392  hombres, 
inclusos  197  clérigos  y  179  frailes.  Indios  hay  36,186,  los  16,993  hombres  y  las 
19,393  niujeres.  Libres  hay  112,469:  los  55,213  hombres  y  las  57,256  mujeres, 
íiclavos  hay  6,047  •  los  2,906  varones  y  las  3,141  mujeres.  Linda  con  la  juris- 
dicción del  Gobierno  de  Santafé,  con  el  de  los  Llnnos,  con  el  río  de  la  Magda- 
lena, por  Vélez  con  el  Gobierno  de  Girón,  con  la  Alcaldía  Mayor  de  Salazar  de 
las  Palmas,  con  la  de  Ocaña,  que  es  de  Santamarta,  y  con  la  de  Maracaibo, 
que  es  en  el  día  de  la  jurisdicción  de  Caracas. 

50.  En  su  jurisdicción  se  comprende  la  Alcaldía  Mayor  de  las  Vetas  de 
Pamplona  y  Bucaramanga.  Estas  Velas,  que  eran  de  oro  y  plata,  y  en  que  hay 
también  minas  de  oro  corrido  ó  en  polvo,  fueron  célebres  en  otro  tiempo,  en  que 
se  trabajaron  ;  pero  hace  mucho  que  están  abandonadas.  En  el  Gobierno  del  Sr. 
Zerda  se  formó  una  Compaiíía,  en  que  tomó  parte  con  otros  de  los  de  su  casa 
para  trabajarlas,  y  se  hicieron  venir  mineros  de  Lima,  costeados  de  cueita  de  la 
Real  hacienda,  que  salieron  maulas.  Se  gastaron  más  de  §  22,oco,  y  se  abandonó 
luego  la  empresa.  Salida  bien  la  de  Mariquita,  convendría  fomentar  también 
éstas  de  cuenta  del  Rey,  pues  experimentándose  los  buenos  efectos  podrían  los 
vecinos  de  Pamplona  y  otras  partes  inmediatas,  donde  hay  algunos  acomodados, 
promoverse  y  fomentarse  Compañías  que  emprendiesen  otras  labores,  lo  que  por 
falta  de  caudales  no  podría  conseguirse  de  otro  modo.  Su  población,  que  debe 
contarse  como  aumento  de  la  de  Tunja,  se  compone  de  cuatro  pueblos  ó  parro- 
quias dej2,446  almas,  en  que  se  comprenden  5  eclesiásticos  secular^  y  200  blan- 
cos, inclusos  en  ellas  141  mujeres;  39  indios  de  ambos  sexos,  2,006  libres,  y  ellos 
mujeres  las  977 ;  66  esclavos  de  ambos  sexos,  casi  por  mitad, 

51.  A  más  de  esta  Alcaldía  Mayor,  había  otra,  que  por  su  cortedad  no  se 
nombra  Alcalde  Mayor,  y  se  gobierna  como  independiente  por  los  Alcaldes  or- 
dinarios, que  es  la  de  la  ciudad  de  Salazar  de  las  Palmas  y  su  jurisdicción  que, 
creado  un  Corregidor  en  Pamplona,  convendría  agregar  á  él.  Su  población  se 
reduce,  inclusa  la  ciudad,  á  tres  parroquias  y  un  pueblo  de  indios  recién  conver- 
tidos, que  son  sin  duda  de  los  motilones,  con  quien  linda  por  una  parte  su  juris- 
dicción, con  la  de  Pamp]()na,  con  la  del  Gobierno  de  San  Faustino,  que  es  de 
Maracaibo,  y  con  la  de  Ocana,  que  es  de  Santamarta.  El  número  de  sus  habi- 
tantes es  2,677  almas  en  506  matrimonios :  los  blancos  son  903,  de  ellos  5  ecle- 
siásticos, comprendido  un  regular;  438  hombres  y  463  mujeres;  los  indios  196, 
recién  convertidos,  de  los  cuales  91  mujeres  y  los  varones  105.  Los  libres  son 
1,452:  varones  los  756  y  mujjrcs  696.  Los  esclavos  126  :  la  mitad  hombres  y  la 
mitad  mujeres,  y  en  todo  componen  éstas  1,315  y  los  varones  1,362.  Su  tempe- 
ramento es  caliente,  aunque  por  la  inmediación  á  la  Sierra  Nevada  los  hay  va- 
rios. Es  territorio  fértil,  pero  pobre  por  falta  de  comercio  y  población.  Es  de  la 
jurisdicción  de  Santafé  y  de  su  Arzobispado. 


CAPITULO   IX — RESUMEN 


71.  Veintidós  Gobiernos  y  ocho  corregimientos  que  provee  el  Rey,  á  excep- 
ción de  tres  de  los  primeros  que  proveen  los  Virreyes,  y  son  :  Neiva,  Girón  y 
los  Llanos;  y  tres  Alcaldías  Mayores,  que  no  merecen  el  nombre,  y  convendna 
extinguirlas  agregándolas  á  alguna  Provincia.  Los  22  Gobiernos  y  los  corregi- 
mientos son  otras  tantas  Provincias  que  si  estuvieran  pobladas  podrían  ser,  por 
su  extensión,  cada  una  un  Reino  ó  Estado  separado,  pues  la  que  menos  com- 
prende de  70  á  80  leguas  de  Lírico,  y  otras  tantas  ó  más  de  ancho.  Hay  otra 
porc'.ón  considerable  de  tenencias  y  empleos  subalternos,  que  proveen  los  Virre- 
yes, aunque  interinamente  ;  cuando  hay  vacante  los  puede  proveer  todos,  menos 
los  Gobiernos  de  Cartagena  y  Panamá,  donde  hay  Teniente  del  Rey,  ni  la  Pre. 
sidencia  de  Quito,  las  plazas  togadas  y  los  Contadores  de  Cuentas. 


Lxvm  NuzvA  Geografía  de  Colombia 


72.  Población  total  del  Virreinato.  Por  un  cálculo  prudente,  porque  se  han 
tenido  á  la  vista  sus  padrones,  faltan  algunos  y  otros  no  están  exactos,  pero  en 
que  la  diferencia  será  muy  corta,  resulta  comprenderse  en  su  Distrito  776  pobla- 
ciones, en  ciudades,  villas,  lugares,  sitios  ó  Parroquias  y  pueblos  de  indios ;  y 
234,244  matrimonios :  los  56,014  de  blancos,  los  100,677  de  indios,  los  67,725  de 
libres  de  varios  colores  y  castas  y  los  9,828  de  esclavos. 

73.  Hay  1.412,010  almas,  y  aun  pueden  extenderse  hasta  un  millón  y  me> 
dio.  Los  783,373  hombres  y  las  628,637  mujeres  (sin  la  audiencia  de  Quito 
832,000). 

74.  Hay  blancos  de  todas  edades  y  sexos  474,443 :  los  319,909  varones  y 
las  157,534  hembras. 

75.  Hay  indios  430,910  :  los  213,498  varones  y  las  217,412  mujeres. 

76.  Hay  libres  419,685  :  los  206,040  varones  y  las  2x3,685  hembras. 

77.  Hay  esclavos  83,972 :  10543,926  varones  y  las  40,046  hembras. 

78.  Y  se  compone  el  estado  eclesiástico  de  4,132  personas:  los  1,669  clé- 
rigos, los  1,798  frailes  de  misa  y  legos,  y  las  665  monjas. 


CAPITULO  X — TOTAL  DE  SU  POBLACIÓN  Y  REFLEXIONES  SOBRE  ELLA 


79.  Esta  población  se  extiende  en  más  de  500  leguas,  desde  Cartagena  6 
Costa  Rica  hasta  llegar  á  los  confínes  del  Virreinato  en  Jaén  de  Bracamoros  por 
lo  largo,  y  tomada  á  lo  ancho  sólo  tiene  hacia  el  Occidente  sus  límites  en  el  mar 
del  Sur,  y  hacia  el  Oriente  y  parte  del  Sur  se  ignoran,  por  atravesarse  los  pára- 
mos que  van  á  los  llanos  de  San  Martín,  alto  Orinoco  y  rio  Negro  y  los  ^ue 
siguen  por  los  Andaquíes  hasta  el  río  Maraüón,  y  por  Quito  hasta  la  línea  diTi- 
soria  con  Portugal,  y  por  Jaén  de  Bracamoros  y  Mainas,  con  los  indios  gentiles 
y  los  corregimientos  de  Piura  y  Chachapayas,  pertenecientes  á  Lima. 

80.  Atendida  la  extensión  del  terreno,  se  ve  cuan  reducida  es  la  pobla- 
ción ;  y  fígurada  en  el  mapa,  señala  una  como  faja  ó  zona,  que  no  es  otra  cosa 
que  el  camino  real  por  donde  se  tranca  hasta  el  Perú  entre  las  dos  cordilleras  de 
los  Andes. 

81.  La  descripción  hecha  de  su  población  maniñesta  con  evidencia  que 
desde  los  principios  de  su  conquista  se  encontró  este  reino  muy  poco  poblado,  y 
que  donde  lo  estaba  más,  se  ha  mantenido  también  mayor  población,  que  se  ha 
ido  extendiendo  aun  á  lo  antes  desierto. 

82.  Los  indios  parecían  entonces  más,  porque  estaban  desparramados  en 
pequeñas  familias  y  pueblos,  y  como  no  tenían  bagaje  ni  gastaban  mucho  para 
viaiar,  fácilmente  se  mudaban  y  aparecían  de  una  parte  en  otra,  y  aun  parecían 
multiplicarse ;  y  mayormente  acostumbrados  á  vivir  encubiertos  y  emboscados. 

83.  £1  decir  que  el  trabajo  de  las  minas  y  otros  en  que  los  empleaban  los 
españoles  los  ha  consumido,  es  un  delirio  para  el  que  tiene  conocimiento  de  lo 
que  es  aquel  exagerado  trabajo,  lo  poco  que  en  él  se  apura  el  indio,  por  más  que 
lo  apuren;  y  que  más  trabajaban  y  sacaban  de  ellas  los  mismos  españoles  tra- 
bajando por  si,  y  los  negros  que  fueron  en  aquel  tiempo  introduciendo,  en  un 
año,  que  los  indios  en  ciento,  aunque  en  centuplicado  número. 

84.  Lo  que  hay  en  esto,  y  es  la  verdad,  es  (yie  los  indios  no  se  han  mino- 
rado donde  los  había,  sino  que  se  han  ido  españolizando  y  pasando  á  otras  cas- 
tas. Y  ojalá  que  sucediera  lo  mismo  con  todos  los  que  han  quedado  de  los  re- 
ducidos, que  es  el  mcdio^único  de  que  la  España  conserve  siempre  sus  Américas. 

85.  La  prueba  de  esto  es  que  Santafe  ó  Llano  de  Bogotá,  que  estaba  un 
poco  poblado,  se  ha  mantenido  é  ido  en  aumento  la  población,  sobresaliendo  los 
blancos,  porque  en  él  desde  el  principio  se  establecieron  más  españoles,  y  mez- 
clándose con  los  indios,  ayudados  del  terreno,  se  han  ido  éstos  blanqueando  y 
minorándose  aquéllos,  y  sus  pueblos,  que  han  abandonado  pasándose  á  otras 
partes  para  ahorrarse  de  la  matrícula,  doctrina  y  tributo.  Que  la  Provincia  de 
Tunja,  donde  hibía  mayor  número  de  indios,  es  por  lo  mismo  la  más  poblada 
(comprendiendo  todo  el  Virreinato),  donde  hubo  mayores  y  más  ricas  encomien, 
das  que  la  mantuvieron  con  lustre  hasta  que  se  fueron  incorporando  en  la  Coro- 
na, donde  subsiste  todavía  mayoi  porción  de  pueblos  é  indios  y  doiide  ha  creci- 
do el  número  de  blancos,  mestizos,  mulatos,  &c.,  y  componen,  á  mi  juicio,  más 
de  los  que  en  el  principio  de  la  conquista  había  de  solo  indios;  sin  que  esto 
pueda  defraudar  el  valor  de  los  primeros  españoles  que  los  descubrieron  y  redu  - 


Apxndici  uam 


jeron,  púas  para  contrastar  40  ó  50  hombres  solos  (aunqae  mejorados  en  arma« 
y  esfuerzos)  que  solían  presentarse,  aunque  algunas  veces  más  y  otras  mucho 
menos,  de  mil,  dos  mil  o  más  indios,  que  reñían  con  la  ventaja  de  los  montes  j 
del  conocimiento  de  los  terrenos  y  debiendo  también  despreciarse  la  barbarie  y 
crueldad  con  que  nos  motejan  los  extranjeros  á  cada  paso  por  los  hechos  y  rela- 
ciones de  cuatro  particulares  perversos  é  ignorantes,  ó  de  un  celo  descompasado  y 
poco  prudente ;  pues  á  más  de  lo  mucho  que  en  estos  tiempos  se  les  ha  echado  en 
cara,  se  les  podna  decir  mucho  más,  con  que  tendrían  que  confesar  que  más  bár- 
barosy  crueles  habrán  sido  y  están  siendo  ellos  que  los  españoles,  respectivamente. 
86.  Que  en  Cartagena  y  Santamaría,  donde  había  algunos  indios  menos 
qu^  en  Tunja,  se  ha  mantenido  y  aumentado  respectivamente  la  población  de 
las  otras  castas,  aunque  minorándose  la  de  los  indios,  como  igualmente  ha  su- 
cedido en  otras ;  pero  con  esta  diferencia,  que  en  estas  últimas  provincias  no  se 
ha  aumentado  tanto  el  número  de  blancos,  como  en  Tunja  y  Santafé,  sino  el  de 
Morenos,  Pardos,  &c.;  y  la  causa,  porque  hallándose  inmediatas  á  la  mar,  y  la- 
brándose sus  haciendas  con  esclavos,  ha  quedado  allí  y  en  donde  se  trabajan 
las  minas,  como  es  Antioquia,  Popayán  y  Chocó,  mayor  porción  de  éstos  que, 
mezclados  con  los  indios  y  medias  castas,  han  hecho  sobresalir  su  color  negro, 
y  los  demás  que  de  él  se  derivan;  ó  ido  blanqueándose  cuando  no  ha  habido  in- 
termisión ó  retrogrado.  Y  que  en  la  Provincia  de  Quito,  y  las  demás  de  su  com- 
prehensión, como  siempre  hubo  muchos  más  indios,  no  se  han  introducido  tan- 
tos espafloles,  ni  negros,  las  mezclas  de  libres,  que  se  originan  de  éstos,  soA 
muchísimas  menos,  y  que  en  su  lugar  lo  que  abunda  más  son  los  indios. 


CAPÍTULO  XI — INDIOS  GENTILES  INMEDIATOS  QUE  HAY  QUE  REDUCIR,  Y 

TERRENOS  QUE  OCUPAN 

S7.  Queda  una  vasta  extensión  de  tierra  llena  de  bosques  y  fieras  en  que 
todavía  subsisten  sin  reducirse  algunos  indios.  Tales  son  en  la  Provincia  de  San- 
tamarta  y  Riohacha,  la  nación  de  los  goajiros,  compuestos  de  varias  parcialida- 
des discordes  entre  sí,  como  lo  están  de  ordinario  con  los  Cocinas,  pertenecien- 
tes é  inmediatos  á  la  Provincia  de  Maracaibo.  Se  regulan  con  poner  de  tqdo  sexo 
y  edades,  como  40,000  almas,  que  ocupan  una  extensión  de  más  de  cuarenta  le- 
guas. Había  algunos  pueblos  reducidos,  que  cuidaban  los  Padres  Capuchinos  de 
Valencia.  Se  han  levantado  varias  veces  y  cometido  mil  sacrilegios,  de' que  ha 
quedado  apenas  uno  ó  dos  pueblos  de  los  reducidos ;  y  en  tiempo  del  Sr.  Zerda 
pretendieron  apoderarse  de  Riohacha.  Se  envió  un  pequeño  ejército  de  cerca  de 
2,000  hombres,  bien  pertrechados  y  municionados  en  Cartagena,  al  mando  del 
Coronel  de  Saboya,  D.  José  Benito  de  Encio,  que,  cuando  no  para  sujetarlos  ab- 
solutamente, sirviese  por  lo  menos  á  contenerlos  y  escarmentarlos.  Pero  no  pudo 
lograrse,  por  más  urgentes  que  eran  las  órdenes,  que  entrase  á  sus  terrenos  y  los 
castigase,  sin  duda  por  la  gran  distancia  del  que  mandaba.  Bastaron  sí  los  pre- 
parativos y  resultas  que  teman,  para  que  se  sosegaran  y  mantuvieran  en  quietud, 
aunque  se  gastaron  muchos  miles  de  pesos,  que  por  varios  medios  procuraban 
recoger  los  que  mandaban.  En  el  mando  del  Sr.  Guirior,  se  propuso  la  fundación 
de  muchos  pueblos  de  libres,  entre  ellos  hacia  el  Hacha,  y  costa  del  mar  en  Ba- 
hiahonda,  Sinamaica,  Sabana  del  Valle  (estaba  mucho  antes  propuesta  por  el 
Sr.  Zerda,  para  los  Chimilas  en  Santan^arta,  y  no  tuvo  efecto  por  las  lentitudes 
y  providencias  inoportunas  del  Consejo,  y  acá  procuradas  dicha  fundación  y  para 
el  Darién,  y  que  vinieron  catalanes  y  canarios),  se  supusieron  hechas  cincuenta 
poblaciones,  y  se  redujeron  á  tres  ó  cuatro  en  los  parajes  nombrados,  que  creo  se 
han  acabado  ya ;  mas  nunca  podrían  subsistir  con  los  pobladores,  que  se  condu- 
jeron propios  mis  para  despoblar.  Sin  embargo,  después  acá  no  se  ha  oído  que 
hayan  cometido  hostilidades,  porque  en  tiempo  del  Sr.  Flórez  se  trató  de  qui- 
tarles las  armas  amenazándoles  que  se  les  (|uitarían  y  arrasarían  todos  los  gana- 
dos. Un  moderno  autor  trata  de  su  reducción  y  conquista.  Conviene  mucho,  y  lo 
principal,  quitarles  el  trato  con  extranjeros;  mas  los  medios,  aunque  lentos,  piden 
muchas  combinaciones  y  larga  explicación.  Algo  de  ello  se  insinuó  al  Goberna- 
dor de  Santamarta,  D.  Antonio  Narvácz,  en  el  tiempo  del  Sr.  Flórez. 

88.  Los  Chimilas,  que  se  regulan  como  unos  seis  mil,  en  la  misma  Pro- 
vincia de  Santamarta,  aunque  otros  creen  que  son  muchos  menos  y  yo  también, 
están  ya  reducidos,  y  á  cargo  de  los  Padres  Capuchinos  de  Valencia  y  Catala- 
nes, desde  el  tiempo  del  Sr.  Guirior.  Tiene  varios  pueblos,  que  se  van  y  vienco 


léXX  NuivA  Seografia  de  Colombia 


al  monte  cuando  les  parece;  pero  no  cometen  ya  las  hostilidades  que  "antes  de 
fundar  poblaciones  entre  ellos.  Sería  el  m^do  de  asegurarlos,  reducirlos  á  la 
religión  y  sujetarlos. 

89.  Los  Motilones,  que  tocan  á  Maracaibo  y  solían  trascender  á  esta  Pro- 
vincial aunque  principalmente  hacían  sus  incursiones  en  aquélla,  Mérida,  Sala- 
zar  de  las  Palmas  y  camino  de  Pamplona,  y  Cúcuta,  hasta  San  Faustino,  desde 
el  mismo  tiempo  del  Sr.  Guirior  comenzaron  á  reducirse,  y  están  á  cargo  de  los 
Capuchinos  de  Navarra. 

90.  Hay  otros  hacia  los  ñnes  de  la  Provincia  é  inmediación  al  río  Opón, 
que  suelen  salir  á  las  márgenes  de  la  Magdalena  y  flechar  á  algunos.  Créese 
que  son  reliquias  de  los  Yariquíes,  que  pertenecen  á  la  Provincia  de  Girón,  cuyo 
Gobierno  se  erigió  con  calidad  de  conquistarlos.  Creen  otros,  y  yo  con  ellos,  que 
son  forajidos  de  varias  castas  y  colores,  que  salen  á  orillas  de  la  Magdalena,  j 
orillas  inmediatas,  de  tiempo  en  tiempo,  á  hacer  estos  insultos.  Se  trata  de  hacer 
una  entrada  contra  ellos,  conducida  por  el  famoso  Plata,  para  exterminar  y  abrir 
camino,  que  desde  la  Magdalena  salga  al  Socorro.  Son  pocos,  y  el  formar  dos  ó 
tres  poblaciones  con  escolta,  y  que  supiesen  manejar  las  armas  de  fuego,  á  ori- 
llas de  la  Magdalena,  los  reduciría  y  escarmentaría  más  breve  y  mejor.  Hay  an- 
tecedentes desde  el  tiempo  del  Sr  Zerda,  y  expediente  en  el  día. 

91.  La  Provincia  de  Cartagena  tiene  hacia  el  Sur  por  Ayapel  y  el  río 
del  Sinú,  unos  pocos  indios,  re-^to  de  los  nombrados  Carautas,  confinantes  con  la 
Provincia  de  Antioquia.  Parte  de  ellos  se  recogió  á  Ayapel  en  pu;.  jIj  L»*^^  ;.1- 
gunos  atlos.  Estos  y  los  que  en  lo  antiguo  solían  salir  á  Antioquia,  y  de  los  cua- 
les algunos  en  el  día  suelen  andar  ésta  toda  hacia  la  Provincia  del  Paramillo  y 
puerto  del  Kspíritu  Santo,  todo  despoblado,  son  también  fugitivos  del  Chocó, 
pueblos  de  que  desertan  lodos  los  años,  y  se  ha  formado  en  Antioquia  el  de  Ca- 
ñasgordas.  Las  poblaciones  propuestas  por  1).  Antonio  de  la  Torre  en  la  costa 
de  Urabá  y  Sinú,  los  contendrían  y  reducirían  muy  breve,  y  servirían  para  conte- 
ner y  sujetar  [también  á  los  de  la  costa  del  Darién,  que  están  enfrente  hacia  las 
bocas  del  Atrato  y  río  Caimán,  con  otras  providencias  que  debían  ser  acordes  y 
consiguientes. 

92.  La  Provincia  del  Darién,  que  se  ha  hecho  famosa  en  el  día  por  lo 
que  ha  sonado  su  pacificación,  por  algunos  millones  de  pesos  que  en  ella  se  han 
gastado,  por  algunos  miles  de  almas  qu:  han  muerto  en  ella,  y  por  una  porción 
de  accidentes  que  han  hecho  abominable  hasta  su  nombre,  siendo  su  población 
sumamente  reducida  en  cuanto  á  católicos,  y  éstos  hacia  las  márgenes  del  mar 
del  Sur  y  (iolfo  de  San  Miguel,  la  tienen  sojii/gada  los  indios  Gentiles,  que,  se- 
gún los  más  prudentes  ctnnputos,  no  llegan  á  1,500  almas,  divididas  en  varias 
familias,  pueblos  ó  parcialidades,  que,  extendiéndose  en  más  de  treinta  ó  cua- 
renta leguas  de  terreno  que  hay  hasta  las  inmediaciones  de  Portobelo,  por  la 
parte  de  la  costa  del  Norte,  y  en  lo  interior  h^sta  las  Casas  fuertes  formadas 
para  contenerlos  por  la  parte  de  Panamá,  y  capital  de  Darién,  suelen  hacer 
crueles  incursiones  en  las  haciendas  de  una  y  otra,  y  en  la  cosía  del  Sinú,  en 
que  dejan  siempre  señales  funestas  de  su  bárbara  crueldad.  Han  mantenido  mu- 
chos ai^os  comercio  con  los  ingleses,  de  que  no  faltarán  algunos  entre  ellos;  y 
aun  se  dice  que  tienen  un  Ministro  en  esta  nación,  así  como  se  encontró  en  tiem- 
po del  Sr.  Zerda,  uno  con  el  título  de  Capitán,  despachado  por  el  Gobernador 
de  Jamaica,  y  también  su  informe.  Para  del?ner  sus  correrías  se  establecieron 
en  aquel  tiempo  unas  piraguas  armadas  con  que  se  contuvieron.  Después  de  su 
Gobierno  se  fueron  alterando  las  providencias  por  sus  sucesores;  y  los  indios 
volvieron  á  engañarlos  y  á  sus  correrías.  Se  informó  á  la  Corte  de  lo  que  conve- 
nía para  irlos  sujetando,  y  se  han  ido  respectivamente  valiendo  de  arbitrios, 
que  no  han  surtido,  ni  pueden  surtir  efecto,  atendido  su  carácter  pérfido  y  nin- 
guna religión.  El  medio  único  es  ir  formando  poblaciones  por  la  parte  de  la 
costa  del  Norte,  Darién  y  Panamá,  con  destacamentos  á  corta  distancia,  y  que 
puedan  en  cualquier  caso  repentino  auxiliarse  unas  á  otras  para  irlos  cercando  y 
estrechando,  y  aun  escarmentando,  y  acometiéndolos  sin  atención  ni  miramiento 
alguno,  8  cualquier  leve  daño  que  cometan,  como  ap<')statas  de  la  Religión  y  del 
Estado,  como  enemigos  crueles  y  malo5  vecinos  ;  y  en  inteligencia  deque  por  re- 
galos ó  motivos  de  religión,  jamás  abrazaran  ést.i,  á  que  tampoco  se  les  debe  for- 
zar, sino  cuando  sin  arbitrio  se  vean  rodcaíU)s  y  perseguidos  por  todas  partes,  sin 
darles  lugar  al  auxilio  ni  trato  con  los  inj^lcsc<,  ni  cualesquiera  otros  extranjeros; 
lo  que  puede  irse  logrando  con  el  tiempo,  y  que  los  hijos  ó  nietos  de  éstos  vayan 
entrando  en  el  gremio  de  nuestra  Religión,  estableciéndolos  en  las  mismas  po- 
blaciones de  españoles.  En  el  presente  Gobierno  del  Sr.   Góngora  se  ha  intenta- 


A  P  ¿  N  D  I  c  ir  LXtí 


do  abrir  un  camino  de  Norte  á  Sur,  y  poblar  con  ingleses,  colonos  y  otros  ex- 
tranjeros. Dios  ha  permitido  que  no  tenga  efecto  ;  porque  era  lo  mismo  que  po- 
ner aquel  terreno  en  manos  de  nuestros  enemigos,  y  hacerlos  dueilos  de  ambos 
mares. 

93.  Hacia  los  confines  de  Veragua  y  Alanje  con  Costarrica,  del  reino  de 
Guatemala,  se  hallan  los  indios  Guaimíes,  misiones  de  los  franciscanos  de  este 
último,  que  se  extienden  por  una  inmensidad  de  terreno,  pero  que  no  causan  da- 
taos algunos. 

94.  En  el  Mar  del  Norte  y  costa  de  San  Juan  de  Nicaragua  se  hallan  los 
indios  Mosquitos,  que  todos  los  años  por  Abril  y  Mayo  hacían  sus  correrías  por 
la  costa  de  Veragua,  hasta  más  acá  de  Portobelo,  y  se  llevaban  y  vendían  por 
esclavos  á  cuantos  podían  coger.  En  el  gobierno  del  Sr.  Zerda  se  armaron  tam- 
bién unas  piraguas,  con  que  se  escarmentaron  y  contuvieron.  Eran  aliados  y 
auxiliados  por  los  ingleses,  pero  después  se  han  hecho  paces  con  ellos  y  quitádose 
los  establecimientos  de  éstos  entre  ellos  en  la  costa  de  Campeche ;  y  aun  última- 
mente ha  bautizádose  (creo  que  con  poca  reflexión)  en  Cartagena  uno  que  se  de- 
cía rey  de  ellos. 

95.  Los  indios  del  Chocó,  aunque  reducidos  á  pueblo,  se  mantienen  tan 
gentiles  como  antes,  por  falta  de  doctrina  y  del  cumplimiento  de  sus  obligacio- 
nes en  Curas  y  Corregidores,  pero  se  logra  que  no  hagan  danos. 

96.  En  la  Provincia  del  Raposo,  hacia  el  Sur,  se  descubrieron  en  tiempo 
del  Sr.  Zerda  otros  indios  por  las  montañas  que  van  á  las  minas  de  Juramangui, 
de  D.  Pedro  Agustín  de  Valencia,  de  cuya  reducción  se  encargaron  los  misione- 
ros de  propaganda  del  colegio  de  Cali.  Son  pocos  y  de  índole  muy  pacífica. 

97.  Entre  la  Provincia  de  Neiva  y  la  de  Popayán  se  hallan  los  famosos 
And^uies,  cuya  reducción  es  á  cargo  de  los  Padres  Franciscanos  de  Propaganda 
fide  de  Popayán.  Se  entra  á  ellos  por  Ti  maná,  que  es  de  Neiva.  Estos  gentiles 
son  muchos  y  de  varias  naciones,  y  se  exienden  hasta  el  Marañón,  entre  la  ciu- 
dad de  Pasto,  por  el  río  Putumayo,  río  Negro,  Caquetá  y  Canelos,  y  ocupan  todo 
el  terreno  que  hay  despoblado  por  la  parte  del  Sur  de  Santafé,  desde  la  ciudad 
de  Sumapaz  ya  acabada,  hasta  la  de  Al  maguer,  cercana  á  la  de  Pasto.  De  todo 
este  terreno  hay  una  relación  en  la  Secretaría,  remitida  por  el  Sr.  Bo.  Arriaga, 
en  tiempo  del  Sr.  Zerda,  entregada  al  Conde  de  Aranda  por  un  Misionero  que 

•  abandonó  las  Misiones  y  recorrió  aquellos  dilatados  territorios,  y  sobre  que  se 
informó.  Se  han  fundado  unos  dos  ó  tres  pueblos,  que  hasta  ahora  no  han  ido 
adelante.  Convendría  poblarse  hacia  aquel  terreno,  que  abunda  en  frutos  exqui- 
sitos, especialmente  la  canela  y  cera.  ;  Pero  de  dónde  se  saca  la  gente?  No  obs- 
tante, pudiera  hacerse  un  par  de  poblaciones,  aunque  fueran  de  cincuenta  fa- 
milias cada  una,  en  pueblos  de  las  mismas  misiones,  para  que  sirvieran  de  escol- 
ta á  los  mismos  Misioneros  (aunque  de  ordinario  por  principios  mal  entendidos 
suelen  oponerse  á  ellas,  ó  por  privados  fines);  fueran  acostumbrándose  los  indios 
á  su  trato,  proveyéndose  de  algunas  herramientas  y  otras  cosas  que  aprecian,  en 
cambio  de  los  frutos  de  su  terreno,  é  introduciendo  ganados,  que  podrían  multi- 
plicarse mucho  para  los  sucesivos  tiempos,  en  que  fuera  adelantándose  la  pobla- 
ción del  reino,  sin  pensar  en  nuevas  conquistas  y  descubrimientos. 

98.  Por  la  parte  de  los  Llanos  de  San  Martín  hay  también  algunos  in- 
dios, é  inmenso  terreno  despoblado  por  la  del  alto  Orinoco  y  Rionegro,  hasta 
encontrarse  con  los  llanos  de  San  Juan,  donde  hay  varias  misiones  a  cargo  de 
los  Candelarios,  Franciscanos  y  otras  religiones,  que  estuvieron  al  cuidado  de 
los  ex-Jesuítas.  En  este  inmenso  espacio  de  terreno  que  corre  entre  Apure  y  las 
orillasoccidentaUs  del  Orinoco,  hay  porción  de  parcialidades  de  indios  despa- 
rramadas, que  según  van  aproximándose  las  poblaciones  de  españoles,  suelen 
irse  atrayendo,  aunque  con  el  riesgo  de  que  desamparen  el  pueblo  cuando  les 
parece ;  porque  otra  de  las  calidades  que  constituyen  el  carácter  de  los  indios  es 
la  inconstancia.  En  la  jurisdicción  de  Barinas  por  donde  corre  el  Apure  hay  al- 
gunos pueblos  de  misiones  de  los  Dominicanos  de  Santafé.  Hace  más  de  cien 
años  que  están  encargados  de  ellas,  pero  todavía  no  han  dado  un  pueblo  reduci- 
do, y  nunca  será  mientras  no  se  agreguen  y  funden  junto  á  españoles,  ó  entre  ellos 
y  con  ellos. 

99.  Sábese  que  en  los  Gobiernos  de  Maynas,  Canelos,  Quijos  y  Jaén  de 
Bracamoros,  y  desde  Santafé  hacia  el  Sur,  apenas  hay  más  que  indios,  y  que  lin- 
dan con  los  gentiles  del  Maranón,  Gran  Para  y  las  innumerables  naciones  que 
se  comprenden  entre  el  Perú,  Brasil  y  Buenosaires  desde  la  Provincia  de  Cha- 
chapoyas, y  con  quien  linda  la  última  de  este  Virreinato,  Jaén  de  Bracamoros. 
£n  estos  últimos  ^e  ha  hecho  una  entrada  desde  la  última  hasta  la  perdida  ciu- 


txxn  Nueva  Geograha  de  Colombu 


dad  de  6a«za,  que  era  de  ella,  y  en  donde  se  trató  con  algunos  pocos  indios  de 
sus  inmediaciones.  Estos  y  cualesquiera  otros  de  los  confínes  del  Virreinato, 
deben  irse  procurando  atraer  con  el  trato,  y  poco  á  poco,  sin  empeñarse  en  nue- 
vas conquistas  y  descubrimientos  en  que  se  gasta  inñnito,  y  nada  se  adelanta  la 
Religión  ni  el  £stado;  arreglando  las  providencias  en  términos  que  las  ?«lisiones 
sir\'an  útilmente  en  el  ñn  para  que  están  establecidas.  Debe  sí  ponerse  todo  el 
cuidado  en  el  fomento  de  lo  poblado,  tratando  de  españolizar  á  todos  los  indios 
reducidos,  y  reduciéndolos  á  la  clase  de  los  demás  vasallos  libres  del  tributo 
personal,  aunque  con  él  son  mejorados  y  más  privilegiados,  que  todos  los  demás 
(sobre  cuyo  importante  asunto  pudiera  formarse  un  separado  discurso  que  acre- 
ditase esta  indispensable  necesidad)  hasta  que,  si  es  posible,  olviden  este  nom- 
bre; y  con  este  y  otros  arbitrios  se  conserven  las  Américas  á  la  España,  procu- 
rando poner  en  acción  los  habitantes,  para  que  venzan  la  pereza  que  los  domina 
y  ei  fácil,  proporcionándoles  un  comercio  activa  para  que  sobran  frutos  y  pro- 
porciones en  sus  provincias,  en  cujinto  lo  corto  de  su  población  lo  permite. 


Capítulo  xni-  remedios  oportunos  que  necesitan  para  sanar  de  sus 

MALES  políticos 

191.  £1  Virreinato  de  Santafé  es  de  los  más  pobres  de  América,  al  mismo 
tiempo  que  es  el  más  rico.  Falta  población  respecto  de  su  extensión.  Pero  arre- 
glada y  naciendo  aplicada  la  que  tiene,  con  oportunidad  y  prudencia,  puede  ha- 
cerlo sobresalir  entre  los  más  poderosos,  si  se  le  fomenta.  Las  minas  abundantes 
de  oro  y  plata,  las  de  cobre,  las  de  esmeraldas,  la  pesca  ó  buceo  de  perlas,  el  ca- 
rey, la  concha  de  nácar,  el  cacao,  el  tabaco,  el  aguardiente  de  caña,  el  café,  el 
añil,  el  palo  de  tinte,  el  algodón,  los  cueros,  los  bálsamos,  la  cascarilla,  el  te  de 
Bogotá,  la  zarzaparrilla,  la  ipecacuana,  la  calaguela,  el  paraguay,  la  vainilla, 
la  cera  de  olivo,  el  azúcar,  las  harinas  y  los  maderos  y  otros  innumerables  fru- 
tos, abundan  unos  en  varias  provincias,  y  pueden  hacerse  abundar  otros,  desde 
la  ciudad  de  Mariquita  y  por  todas  las  orillas  de  la  Magdalena  y  las  provin- 
cias de  Santamarta  y  Cartagena,  con  facilidad  de  transportarse  por  agua  hasta 
España,  ó  á  otras  provincias,  y  también  desde  lo  interior  del  Reino  por  el  Meta 
y  Llanos  de  Santiago,  y  los  ríos  Apure  y -Orinocot  Con  impulso,  fomento  y  tiem- 
po, y  constancia  en  el  movimiento  de  la  máquina,  todo  lo  puede  lograr  un  jefe 
superior  y  celoso ;  pues  el  carácter  de  los  habitantes  es  dócil,  sabido  manejar, 
pero  perezoso  y  dejado ;  y  aunque  descontentos  ahora,  no  ofrecen  recelo  contra 
la  tranquilidad,  pues  el  pasado  fue  más  impulso  de  la  falta  de  Justicia,  y  de  ver 
estar  ajadas  y  despreciadas  sus  quejas  y  representaciones,  del  despecho,  del  mie- 
do manifestado  por  los  que  debieron  contener  aquél,  y  del  mal  ejemplo,  que  de 
otra  alguna  causa. 

192.  Para  facilitar  el  trabajo  se  necesita  arreglar  las  poblaciones  y  saber 
en  cada  paraje  de  qué  y  cómo  vive  cada  uno,  formar  padrones  exactos  de  todos 
los  lugares,  especialmente  en  las  poblaciones  grandes  llenas  de  indios,  y  de 
otros  libres  viciosos  y  vagamundos,  cuyo  medio,  aunque  en  lo  general  parece 
difícil,  no  lo  es  en  particular- 

193.  £1  dejar  á  los  indios  en  la  clase  de  libres  y  sujetos  á  sus  cargas,  re- 
partiéndoles las  tierras  de  siis  resguardos  con  títulos  de  propiedad  á  cada  uno, 
seria  de  los  primeros  medios  con  que  se  irían  quitando  muchos  abusos. 

194.  £1  ir  sacando  los  ociosos  y  familias  abandonadas  á  la  miseria,  para 
formar  poblaciones  formales  en  las  partes  que  conviniese  en  lo  interior  del  reino, 
de  cualquiera  clase  que  sean,  pero  especialmente  á  las  orillas  del  rio  Magdale- 
na, de  las  minas  de  Mariquita,  de  Antioquia,  &c.,  sería  de  los  más  oportunos. 

195.  £1  hacer  reparar  y- componer  los  caminos,  y  el  descubrir  y  abrir  otros 
más  cómodos  y  cercanos,  de  modo  que  puedan  andarse  con  ruedas,  desde  Carta- 

f^ena  por  tierra,  hasta  la  Barranca,  y  desde  Honda  hasta  Santafé,  &c.,  y  facilitar 
a  navegación  de  los  ríos  que  lo  permitan,  valiéndose  de  varios  arbitrios  que  no 
•on  difíciles  de  hallar,  para  la  exportación  y  conducción  de  los  frutos,  es  uno  de 
los  principales. 

196.  El  arreglar  y  poner  en  estado  de  mantenerse  los  hospicios  y  casas  de 
corrección,  fundándolas  donde  no  las  haya  en  las  cabezas  de  provincia,  6  sos 


A  P  ¿  N  D  I  C  I  LXZUX 


frandes  poblaciones,  es  uno  de  los  fundamentales,  porque  de  él  debe  dimanar 
acer  aplicados  á  los  que  no  lo  son,  ó  no  les  dan  oñcio  los  que  deben ;  pues 
cuanto  toca  á  Gobierno  y  Policía,  está  perdido  generalmente  en  América,  ó  á  lo 
aienos  en  este  Reino. 

197.  £1  trabajar  algunas  minas  de  oro  y  plata  de  cuenta  del  Rey,  es  Ter- 
daderamente  útil,  como  el  fomentar  las  de  cobre  y  permitir  que  como  mazamo- 
rreros,  se  trabajen  también  por  particulares  en  Muzo  y  otras  partes,  las  de  esme- 
raldas. 

198.  £1  quitar  las  muchas  trabas  ó  grillos  que  con  el  nombre  de  la  Real 
Hacienda  se  han  puesto  en  el  comercio  de  géneros  y  frutos,  reducidos  muchos  á 
estanco,  se  hace  indispensable  para  que  el  reino  prospere,  y  la  Real  Hacienda  se 
aumente  legítimamente,  alcance  á  sus  cargas  y  produzca  ventajas  á  £spafla. 

199.  £1  simplificar  la  administración  de  ésta  cuanto  sea  posible,  supri- 
miendo algunos  ramos,  ó  modificando  y  mejorando  otros,  excusando  empleados 
inútiles,  es  uno  de  los  aumentos  más  ciertos  y  seguros  y  de  los  más  fáciles. 

200.  £1  tener  una  prudente  economía  en  su  distribución  é  inversión,  y 
una  razón  exacta  en  cada  ano  de  lo  que  produce  y  puede  producir  para  arreglar 
los  gastos,  ámenos  que  ocurran  algunos  extraordinarios,  por  quien  no  falta  quien 
supla,  guardándose  buena  fe,  y  prontitud  en  los  pagos,  es  el  norte  y  la  aguja 
de  marear  del  que  gobierna. 

201.  £1  encargar  aquélla  á  personas  hábiles  y  fieles,  con  salarios  compe- 
tentes, y  escarmentar  públicamente  al  que  faltare  en  la  fidelidad  de  su  manejo, 
en  lo  más  leve,  es  el  arbitrio  más  sencillo  para  conservarla,  y  que  naturalmente 
se  vaya  aumentando.  Son  raras  las  Cajas  y  Administraciones  de  Rentas  del 
Reino  en  que  no  haya  habido  quiebras  en  mi  tiempo,  ó  que  sus  cuentas  no  estén 
atrasadas 

202.  £1  poner  una  cierta  relación  de  necesidad  de  este  reino  con  los  de 
España  para  mantener  su  dependencia,  es  sumamente  preciso ;  y  por  tanto  no 
conviene  permitir  fábricas  de  tejidos  finos  de  lana,  algodón  ó  seda,  como  se 
pretende  en  Quito,  y  pudiera  hacerse  aquí,  á  excepción  de  aquellas  de  algodón, 
<jue  sólo  tienen  consumo  en  el  país,  como  ruanas,  &c.,  y  por  caras  no  pueden 
conducirse  fuera;  y  las  otras  de  géneros  bastos,  por  la  razón  misma  porque  no 
se  permiten  las  viñas  y  olivares,  aunque  pueden  permitirse  las  parras,  olivos  y 
otras  especies  para  comerlas  como  fruta. 

203.  £1  estrechar  y  hacer  más  íntima  la  relación  de  los  habitantes  de  la 
América  española  con  los  de  la  Península,  aunque  pende  de  las  providencias 
del  Soberano,  debe  ser  una  de  las  primeras  miras  de  nuestro  Gobierno,  si  se 
quiere  conservar  su  unión,  nacionalidad  y  propios  sentimientos  perpetuamente 
en  orden  á  religión  y  Gobierno.  Los  medios  son  muy  fáciles  si  el  Rey  quiere 
adoptarlos  y  hacerlos  ejecutar  sin  reserva,  y  sin  que  quede  en  mero  mandato, 
como  suelen  los  más,  por  más  benéficos  que  sean  y  por  más  que  se  dirijan  á  estos 
fines  sus  piadosas  reales   intenciones. 

204.  El  desterrar  la  rivalidad  en  los  espafioles  europeos  y  españoles  ame- 
ricanos se  hace  tan  preciso,  que  sin  esto,  siempre  deben  temerse  inquietudes, 
que  algún  día  pueden  arrastrar  su  pérdida.  La  colocación  recíproca  de  unos  y 
otros  en  los  empleos  políticos,  militares  y  eclesiásticos,  es  el  medio  más  regular 
y*sencillo,  y  el  que  tiene  por  base  el  derecho  natural,  racional  y  político;  y  lo 
contrario  mantendrá  constante  la  envidia,  la  desunión  y  rivalidad,  y  causará 
malos  efectos  al  Estado,  de  que  Dios  no  permita  que  el  tiempo  sea  testigo. 

205.  £1  establecer  universidad  pública  y  estudios  generales  en  Santafé, 
el  llenar  las  prebendas  de  las  catedrales,  que  lo  permitan  por  aumentados  sus 
diezmos  y  rentas,  conforme  á  los  señalados  en  sus  erecciones ;  el  crear  algunos 
empleos  civiles,  que  son  precisos;  y  el  aumentar  el  estado  militar  del  reino,  se- 
gún lo  permitan  sus  rentas,  que  arregladas  según  mi  ideado  plan,  podrían  alcan- 
zar y  sobrar  para  todo,  serviría  para  ocupar  a  muchos,  arraigar  el  amor  nacio- 
nal, é  introducir  1^  emulación  y  aplicación  al  trabajo  de  agricultura,  artes  y 
ciencias,  y  también  para  fomentare!  reino,  donde  se  refundía  lo  mismo  ó  mayor 
parte  de  lo  que  se  pagaba,  ó  contribuía,  facilitándose  también  los  matrimonios, 
con  que  crecería  la  población,  auxiliada  por  otros  arbitrios. 

206.  El  procurar  por  medio  de  los  respectivos  Prelados  el  buen  ejemplo 
y  arreglo  de  costumbres  en  los  eclesiásticos  y  regulares,  especialmente  en  los 
que  sirven  curatos;  y  el  que  instruyan  y  prediquen  constantemente  á  sus  feligre- 
ses la  obligación  al  trabajo,  y  lo  que  peca  el  ocioso,  con  otras  advertencias 
oportunas  sobre  otros  vicios  de  costumbre,  como  el  robo,  borrachera,  juego  r 

Nueva  Giografia  de  Colom^na  tomo  i-  j 


LXXlV  NUKVA   GeOGKAVÍA  DS  CoiXMfBIA 


Otros  generales  y  comunes,  que  declinan  á  la  codicia  (y  de  que  pueden  formarse 
particulares  capítulos),  reformaría  la  de  los  seglares,  y  pondría  mucho  fruto  es- 
piritual y  temporal  en  poco  tiempo;  y  más  providenciando  lo  que  conviene  á 
las  Misiones  de  los  indios  y  atracción  de  los  demás  que  á  ellas  están  inmediatos 
para  c\  útil  logro  de  sus  fines,  y  en  que  se  pierde  sin  utilidad  mucho  tiempo  y 
dinero. 

207.  El  no  permitir  tanto  número  de  abogados,  y  fijar  aquél  según  las 
poblaciones;  v  el  p^gar  de  las  rentas  públicas  los  que  debieran  permitirse,  para 
que  no  faltarían ^rbi tríos;  desterrando  todos  los  comentadores  de  las  leyes,  y 
sus  opiniones,  ciñiéndose  al  Código  legal  en  los  casos  claros,  y  según  su  sentico 
literal,  y  en  los  dudo<os,  consultando  al  Príncipe  en  los  negocios  graves,  para 
que  la  natural  y  sencilla  razón  tuviese  más  parte  en  la  defensa  y  en  los  juicios, 
y  éstos  fuesen  más  prontos,  y  con  menor  dispendio  de  las  partes,  sobre  que  po- 
drían proponerse  algunas  reglas  oportunas,  sería  la  felicidad  de  los  pueblos,  aun- 
que parezca  empeño  de  la  mayor  consecuencia ;  igualmente  que  la  supresión  de 
todos  los  fueros  privilegiados,  que  sólo  sirven  de  multiplicar  pleitos  y  tribuna- 
les, y  de  dificultar  la  administración  de  justicia,  en  perjuicio  general  de  los  va- 
sallos y  de  la  jurisdicción  real,  que  en  lo  temporal  y  civil  es  la  única  que  debe 
gobernar  en  un  Estado ;  como  que  las  leyes  son  unas  y  á  todos  igualmente  de- 
ben comprender,  aunque  modificadas  en  algunos  casos  y  circunstancias. 

208.  Y  finalmente,  el  velar  cuidadosa  é  incesantemente  sobre  que  en  todos 
los  tribunales  se  administre  pronta  y  recta  justicia,  escarmentando  ejemplarmen- 
te á  los  que  á  ello  faltaren  por  disimulos  ú  otros  respetos  humanos,  es  sobre  todo 
lo  qoe  principalmente  ha  de  conservar  el  reino  á  la  España,  sin  permitir  otra 
religión  que  la  Católica  Apostólica  Romana;  y  hacer  honor  al  Gobierno  Supe- 
rior de  él,  y  mucho  más  al  Supremo;  pues,  como  dice  Dios  (por  quien  reinan  los 
Reyes)  por  beca  de  la  sabiduría  :  por  tas  injusticias  se  transferirán  los  reinos  de 
«ñas  naciones  á  otras,  y  por  la  justicia  se  conservarán. 

Santa  Fe,  9  de  Diciembre  Oe  1789. 

Francisco  Silvkstre 


Coordenadas  Gküqbaficas 


DE  COLOMBIA 


] 


COORDENADAS  GEOGRÁFICAS 


DE  COLOMBIA 


No  obstante  ser  más  natural  presentar  las  coordenadas  planas 
al  fin  de  una  obra  sobre  geografía,  en  cuadros  de  varías  entradas, 
con  su  discusión  y  motivos  que  se  toman  en  cuenta  para  preferir 
una  dada  cuando  hay  varias ;  á  fin  de  facilitar  al  lector  la  forma- 
ción de  croquis  que  reemplacen  el  atlas  de  geografía  patria,  que 
por  desgracia  no  existe  todavía,  nos  ha  parecido  conveniente  in- 
sertar aquí  las  principales  conocidas,  por  autoridades,  y  ordena- 
das en  series  geográficas,  y  no  en  lista  alfabética,  procedimiento 
absurdo  en  la  materia,  como  fácilmente  se  comprendé.  A  la  vez 
las  presentamos  reducidas  todas,  en  arco,  á  un  solo  meridiano  (el 
de  Greenwich),  no  sólo  para  que  sea  fácil  su  pronta  comparación, 
sino  para  que  enlazadas  con  la  kilometría  y  la  altimetría,  permitan 
al  lector  formarse  cabal  idea  del  suelo  de  las  regiones  que  no  co- 
nozca personalmente.  Hemos  considerado  á  Bogotá  á  74^14'  al 
W.  de  aquel  meridiano,  y  á  76^34'  del  de  París  para  efecto  de  las 
reducciones  indicadas  cuando  se  trata  de  coordenadas  calculadas 
sobre  el  meridiano  de  la  capital. 

Destinado  principalmente  este  libro  para  las  personas  que  no 
hacen  una  especialidad  de  los  estudios  matemáticos,  no  deben  ex- 
trañar estas  hallar  aquí  las  líneas  que  siguen,  destinadas  á  oríen- 
tar  á  las  primeras  sobre  el  uso  provechoso  que  pueden  hacer  de 
tales  series  de  coordenadas. 

Es  bien  sabido  que  en  Geometría  analítica  se  llaman  coordena^ 
das  de  un  punto  los  valores  por  medio  de  los  cuales  se  puede  fijar 
su  posición,  ya  en  una  superficie  dada  (plana  ó  esférica),  ya  en  el 
espacio.  En  Geografía,  las  coordenadas  que  se  denominan  longt^ 
iud  (\)  y  latitud  (^)  de  un  punto  ó  lugar,  determinan  la  posición 
del  mismo  en  un  plano,  requiriéndose  además  una  tercera,  la  alti- 
tud (a)  para  que  lo  sea  también  con  su  relieve  sobre  el  mar.  La 
longitud  (\)  fija  el  meridiano  sobre  el  cual  debe  encontrarse  el 
punto,  y  la  latitud  (f)  señala  el  paralelo  que  lo  contiene,  de  suerte 
que  el  punto  se  halla  en  la  intersección  de  ese  meridiano  y  ese  pa- 
ralelo. Esto  sentado,  tendremos,  por  ejemplo,  que  si  en  un  papel 
cuadriculado  ó  rayado  con  líneas  horizontales  y  verticales,  se  toma 
una  longitud  dada  como  lado  del  cuadrado  que  aproximadamente 
representa  un  grado  en  los  trópicos,  60  es.,  v.  g.,  lo  subdividimos  en 
60  partes,  que  corresponderán  á  los  minutos,  y  éstos  en  60  indicati- 
vos de  los  segundos,  tendremos  un  armazón  ó  esqueleto  sobre  el 
cual  podremos  fijar  uno  ó  varios  puntos,  por  medio  de  las  coorde- 
nadas, tomando  las  verticales  como  meridianos  y  las  horizontales 
como  paralelos,  y  de  esta  suerte  indicar  su  posición  relativa  en  dis- 


Nueva  Gjsoohapía  9e  Coloniha 


tancias  directas,  puesto  que  las  curvas  de  los  caminos  y  sus  ascen- 
sos y  descensos,  de  ordinario  aumentan  de  un  modo  considerable 
la  distancia  real  ó  que  hay  que  caminar  para  ir  de  uno  á  otro.  La 
existencia  del  relieve  produce,  además,  la  en  apariencia  absurda 
circunstancia  de  que  á  veces  también  la  distancia  directa  entre  dos 
puntos,  es  decir,  una  línea  recta,  sea  en  verdad  más  larga  que  una 
línea  curva  ó  quebrada,  si  ésta,  por  ejemplo,  contornea  un  ernpi^ 
nado  monte  y  aquélla  es  la  proyección  de  una  vía  que  lo  asciende 
y  desciende  salvando  la  cumbre. 

Dígase  lo  que  se  quiera,  el  correcto  cálculo  de  las  coordena- 
das de  un  lugar  terrestre  es  más  difícil  de  lo  que  se  supone  de  or- 
dinario, conforme  lo  indica  el  hecho  de  no  existir  carta  geográfica 
alguna  intachable,  y  que  las  más  afamadas  hayan  necesitado  si- 
glos con  gasto  de  millones  para  su  confección.  Además,  como  no 
es  posible  calcular  directamente  las  coordenadas  de  todos  los  pun- 
tos de  un  país,  resulta  que  muchísimas  de  ellas  se  han  deducido  por 
cálculo  sobre  los  itinerarios  ó  planos  6  trazos  de  las  vías  que  los 
unen,  lo  que  no  deja  de  producir  errores,  gravísimos  á  las  veces, 
sobre  todo  en  territorios  poco  poblados  ó  cubiertos  de  selvas  exten- 
sas, conforme  lo  enseña  la  experiencia  en  estos  países  tropicales. 

No  estará  de  más  consignar  aquí  algunas  ligeras  observacio- 
nes sobre  el  valor  que  en  nuestro  juicio  tienen  las  series  en  cues- 
tión, dejando  para  después  agregar  algunas  palabras  sobre  las  va- 
riantes que  resultan  para  un  mismo  lugar. 

Nuestra  colección  más  copiosa  de  coordenadas  geográficas  es, 
sin  duda  alguna,  el  Diccionario  Geográfico  del  General  T.  C,  de  Mos- 
quera, publicado  en  1868,  es  decir,  cuatro  años  después  de  lito- 
grafiadas en  París  las  cartas  corográficas  arregladas  por  Ponce  y 
Paz,  de  las  cuales  se  dedujeron  los  elementos  que  lo  componen ;  de 
suerte  que  entre  dichas  coordenadas,  las  de  las  poblaciones  no  tie- 
nen sino  el  valor  que  tengan  aquéllas,  y  las  restantes,  ó  sea  el  ma- 
yor ndmero,  como  simplemente  señalan  los  grados  que  contienen  el 
punto,  sobre  ser  un  dato  mucho  más  vago  que  mencionar  la  regt^ 
geográfica  á  que  pertenece  el  accidente,  ya  que  un  i°D  equivale 
á  unos  12.388  kilómetros  D,  en  muchos  casos  lo  corta  de  un  modo 
singular,  por  ejemplo  cuando  se  trata  de  ríos  de  alguna  longitud. 

Del  mismo  autor  insertamos  la  serie  que  corre  impresa  al 
final  de  su  Geografía  General  de  Colombia  y  que  resulta  de  cálculos  ó 
estimaciones  suyas  en  un  terreno  que  conocía  en  realidad  á  pal- 
mos. Cuanto  á  las  coordenadas  inclusas  en  la  Geografía  Gefural  de 
Colombia  por  F.  Pérez,  no  pueden  tomarse  aquí  en  cuenta  porque 
el  autor  les  antepone  la  siguiente  nota  :  "  por  la  estrechez  del  pre- 
sente cuadro  han  sido  suprimidos  los  segundos  correspondientes  á 
las  latitudes  y  longitudes,"  lo  que  equivale  á  hacer  caso  omiso  de 
las  ''posiciones  astronómicas,"  puesto  que  admite  una  longitud 
enorme  como  radio  del  círculo  de  incertidumbre  de  tales  posiciones. 
De  paso  indicaremos  que  por  la  razón  inversa  nosotros  hemos  su- 
primido las  fracciones  de  segundo  (centesimos)  cuando  las  hemos 
encontrado  en  algán  autor ;  en  efecto,  equivaliendo  un  centesimo 
de  segundo  á  unos  tres  metros,  sobre  recargar  inútilmente  los  cua- 
dros, sobre  no  ser  admisible  tan  grande  exactitud  en  trabajos  reali- 
zados en  condiciones  difíciles,  resulta  menor  que  la  oscilación  anual 
de  las  longitudes,  recientemente  estudiada  por  los  astrónomos. 


Apéndice 


Las  cartas  de  Pone  e  de  León  y  Paz  son,  para  siete  de  los  ac- 
tuales Departamentos,  una  reducción  de  la  obra  de  Codazzi ;  y  para 
Bolívar  y  el  Magfdalena  la  fusión  de  documentos  antiguos,  sin  gran 
mérito  científico,  amoldados ,  por  lo  que  hace  al  litoral,  á  los  trabajos 
del  almiraiHazgo  inglés,  de  suerte  que  apenas  tienen  ün  valor  his- 
tórico, ya  que  posteriores  á  ellas  son  las  de  Simons,  construidas  re- 
cientemente en  mejores  condiciones.  Las  partes  de  las  otras  cartas 
fundadas  en  los  trabajos  de  Codazzi  en  lo  referente  á  Casanare, 
San  Martín  y  Caquetá,  están  poco  más  ó  menos  en  las  mismas  con- 
diciones, puesto  que  el  ilustre  geógrafo  no  recorrió  esos  territorios, 
y  en  sus  originales  advierte  categóricamente  en  cada  zona  hasta 
dónde  llegó,  y  para  el  resto  indica  de  qué  fuente  toma  los  datos 
utilizados,  ó  si  los  basa  en  meras  relaciones  de  individuos  conoce- 
dores de  la  localidad,  acto  de  honradez  científica  de  que  se  pres- 
cindió al  litografiar  dichos  originales  suprime  el  nombre  del  autor. 

Cuanto  á  la  obra  de  Codazzi,  cuyo  estudio  completo  no  puede 
hacerse  en  unas  pocas  páginas,  se  basa  para  las  costas  en  los  tra- 
bajos de  la  marina  inglesa,  y  para  el  interior  en  triangulaciones  de 
varia  magnitud,  levantamiento  de  itinerarios  y  cálculo  ó  adopción 
de  posiciones  astronómicas  sobre  las  cuales  se  apoyan  aquellos  otros 
para  deducir  por  estima  las  coordenadas  de  los  puntos  intermedios, 
lo  que  explica  de  sobra  los  errores  que  encierra,  pero  que  no  amen- 
guan en  lo  más  mínimo  el  mérito  intrínseco  de  tan  brillante  labor. 
Por  las  mismas  razones,  los  errores  en  referencia  son  pequeños  en 
las  partes  entonces  pobladas  y  cruzadas  por  caminos,  y  considera- 
bles en  las  desiertas  ó  cubiertas  de  selvas  vírgenes  adonde  no 
pudo  penetrar  y  tuvo  que  limitarse  á  observar  de  lejos.  Solamente 
en  tres  de  las  primeras  regiones  hemos  hallado  un  error  inexplica- 
ble, que  cambió  íntegramente  su  fisonomía  local,  á  saber :  la  comar- 
ca de  Charalá,  donde  se  varió  el  rumbo  verdadero  del  conjunto  de  los 
valles ;  la  de  Leiva,  donde  se  invirtió  el  curso  de  unos  ríos,  y  la  de 
Muzo — La  Palma,— donde  se  alteró  de  un  modo  sustancial  la  posi- 
ción relativa  de  ^algunos  lugares,  bien  que  este  yerro  pudo  prove- 
nir de  un  error  de  pluma  al  calcular  su  latitud,  pues  en  los  cuadros 
y  en  las  cartas  ésta  se  escribió  5°  9'  20"  y  nosotros,  por  estima  y 
visuales  de  puntos  bien  fijados,  creemos  es  de  S°  19'  30",  6  sea 
unas  4  leguas  más  al  N.  de  donde  la  coloca  la  carta.  Y  esta  ex]>]ica- 
ción  puede  ser  correcta  por  cuanto  el  dibujante  incurrió  en  nume- 
rosos errores  de  la  misma  especie,  según  se  deduce  de  comparar 
el  dibujo  con  las  estimaciones  de  distancias  señaladas  en  les  Itine- 
rarios. Por  lo  demás,  ya  lo  hemos  dicho  en  otro  lugar,  la  obra  de 
Codazzi  no  pudo  ser  revisada,  corregida  y  compaginada  por  su  au- 
tor después  de  terminadas  sus  partes,  ó  cuyas  porciones  limítrofes 
no  se  arreglaron  bien  por  el  momento,  segiSn  lo  rezan  los  origina- 
les, y  además  fueron  levantadas  en  diversas  épocas  y  varias  condi- 
ciones que  pudieron  modificar  los  errores  constantes  de  observación, 
6  sea  los  naturales  del  observador  y  de  los  instrumentos,  notándose 
uno  muy  singular  de  unos  3'  más  bien  en  las  latitudes  que  en  las 
longitudes,  y  que  tal  vez  proviene  de  la  manera  como  se  estima- 
ron las  distancias  en  los  Itinerarios. 

Por  lo  dicho,  y  para  vindicación  suya,  deseamos  vivcmien 
te  que  se  publiquen  los  cálculos  de  Codazzi  sobre  la  materia,  pero 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


tomados  directamente  de  sus  borradores  y  carteras  de  viaje,  por- 
que los  cuadros  que  corren  impresos  adolecen  de  numerosos 
errores  tipográficos,  y  los  originales  anexados  á  las  cartas  de  las 
provincias,  ya  lo  hemos  dicho  también,  encierran  cifras  que  no 
compaginan  con  las  de  los  Itinerarios,  tanto  para  poner  mejor  de 
relieve,  si  cabe,  el  saqueo  de  que  fue  víctima  el  ilustre  geógrafo, 
como  para  que  el  público  estime  debidamente  su  obra.  En  efecto,. 
Codazzi,  para  levantar  la  Carta  de  una  provincia,  medía  una  base 
en  un  lugar  conveniente  y  calculaba  las  posiciones  astronómicas 
de  sus  extremos ;  calculaba  ó  revisaba  la  posición  de  los  demás 
lugares  importantes  de  la  misma  ;  enlazaba  por  medio  de  grandes 
triángulos  sus  puntos  culminantes ;  levantaba  á  rumbo  y  distan- 
cia la  vía  recorrida  en  el  día ;  conexionaba  con  esta  las  porcio- 
nes laterales  del  terreno,  de  diverso  modo  según  su  importancia  \ 
interrogaba  sin  cesar  á  los  conocedores,  y  por  la  noche,  preci- 
samente, dibujaba  el  croquis  de  la  labor  del  día  en  una  carta  en 
esqueleto  ó  borrador  que  llevaba  prevenida,  sobre  el  suelo,  cuan- 
do no  encontraba  otro  modo  de  hacerlo  mejor.  Y  como  así  recorrió 
más  de  15,000  kilómetros  al  través  de  Colombia,  se  explica  esa  es- 
pecie de  intuición  del  terreno,  que  llegó  á  adquirir,  laque  si  la  geo- 
grafía física  hubiera  estado  más  adelantada  en  su  tiempo,  lo  ha- 
bría salvado  de  ciertas  equivocaciones  provenientes  de  ignorar 
que  las  hoces  son  una  regla  general  del  relieve  andino,  por  lo  cual 
se  le  escapaban  cuando  sólo  divisaba  de  lejos  las  crestas  selvosas ;. 
pero  basados  en  su  mismo  trabajo  hemos  encontrado  no  pocas  le- 
yes de  la  topografía  de  nuestros  montes  que  nos  han  sido  útiles  en 
extremo  para  estudiar  su  geografía  con  alguna  precisión. 

Por  estos  motivos,  y  sin  pretender  que  el  trabajo  de  los  via- 
jeros alemanes  Reiss  y  Stübel  sea  perfecto,  lo  hemos  considerado 
como  base  fundamental  de  la  geografía  astronómica  de  nuestros 
Andes.  Militan  en  favor  de  tal  hecho  las  siguientes  razones :  fue 
cumplido  por  los  mismos  individuos,  con  un  mismo  instrumental,, 
en  un  período  relativamente  corto,  sin  ser  angustiado  (dos  años)  y 
sin  azares  de  ninguna  especie ;  enlaza  la  Costa  atlántica  con  la  capi- 
tal de  la  República  y  ésta  con  los  territorios  aledaños  á  la  frontera 
ecuatoriana,  es  decir,  con  una  comarca  clásica  por  los  estudios  eje- 
cutados en  ella  por  esos  mismos  viajeros,  por  Wolf,  por  Whym- 
phen,  &c. ;  el  trabajo  se  publicó,  con  todos  los  elementos  de  los  cál- 
culos, más  de  20  años  después  de  ejecutado,  corregido  y  revisado* 
por  astrónomos  distinguidísimos,  y  cotejado  con  otros  semejantes 
llevados  á  cabo  en  el  intervalo  en  las  mismas  comarcas ;  los  instru- 
mentos empleados,  sobre  ser  excelentes,  volvieron  en  buen  estado 
á  su  punto  de  partida,  donde  los  verificaron  peritos  competentes. 

Como  se  comprende,  el  trabajo  de  Reiss  y  Stübel  se  enlaza 
admirablemente  con  las  cartas  de  nuestras  costas  levantadas  hace 
medio  siglo  por  el  Almirantazgo  inglés,  corregidas  desde  entonces 
sin  cesar,  adoptadas  por  el  Almirantazgo  americano  después  de 
revisadas,  y  de  las  cuales  hay  edición  de  1900.  Esta  obra  tiene  la 
ventaja  de  que  á  diario  la  ponen  á  prueba  los  buques  que  navegan 
en  esos  sitios ;  y  como  hasta  hoy  ninguno  la  ha  objetado  sería* 
mente  ni  en  su  conjunto  ni  en  sus  detalles,  puede  suponerse  que 
está  exenta  de  errores  sensibles. 


Apéndice 


Por  lo  que  hace  á  las  coordenadas  de  Bolívar  y  el  Magdale- 
na, resultantes  de  los  trabajos  de  Simons,  si  bien  es  cierto  que 
pueden  deducirse  de  las  cartas  con  20"  de  aproximación,  hemos 
preferido  tomarlas  de  los  cuadros  trabajados  por  el  autor,  aun- 
que no  comprenden  sino  grados  y  minutos,  6  sea  dejan  para  cada 
punto  un  círculo  de  incertidumbre  de  unos  1,850  ms.  de  radio. 
Como  no  conocemos  los  elementos  de  los  cálculos  de  Simons,  ni 
sabemos  qué  instrumentos  empleó  en  sus  trabajos,  nada  podemos 
decir  sobre  su  valía,  aun  cuando  sí  nos  parece  que  cualesquiera 
que  fueran  los  resultados  de  sus  observaciones,  se  amoldaron  á 
posieriori  á  las  cartas  inglesas  del  litoral.  Además,  la  porción  fron- 
teriza de  los  dos  Departamentos  no  se  corresponde,  ni  mucho  me- 
nos, pues  en  el  dibujo  se  encuentran  diferencias,  ó  sea  errores  de 
hasta  tres  leguas,  lo  que  hace  imposible  compaginar  tanto  dichas 
cartas  como  las  coordenadas  de  los  cuadros  citados,  que  natural- 
mente adolecen  del  mismo  defecto;  y  errores  de  10'  en  cálculos 
de  longitudes  ó  latitudes,  son  inaceptables  en  la  actualidad. 

Las  coordenadas  de  Brettes  sobre  el  Departamento  del  Mag- 
dalena, las  de  Locke  sobre  el  Sinú  y  el  Atrato,  y  algunas  otras,  no 
merecen  atención  alguna,  porque  en  vez  de  calcularlas  se  toma- 
ron de  las  cartas  de  Simons  y  de  Codazzi  ad  pédem  liíterae. 

Los  notables  trabajos  de  White  han  servido  para  rectificar 
las  coordenadas  del  Chocó,  como  los  de  los  ingenieros  del  Canal 
de  Panamá  para  el  Darién  y  Chiriquí ;  los  de  Greiff  y  algún  otro 
para  Antioquia ;  los  de  Hettner  y  de  Sievers  para  el  Magdalena, 
Santander,  Boyacá,  Cundinamarca  y  la  frontera  del  Táchira  ;  los 
de  los  marinos  brasileros  para  la  Amazonia;  los  de  Coudrean  para 
la  Orinoquia,  &c.  Otra  multitud  de  puntos  quedan  determinados 
por  estimación  bastante  aceptable  deducida  de  los  planos  de  cami- 
nos, ferrocarriles,  ríos  navegables,  &c.  &c.,  según  se  indica  en  su 
lugar.  En  fin,  las  coordenadas  que  se  encuentran  en  muchos  pla- 
nos de  baldíos  no  nos  inspiran  la  confianza  suficiente  para  incluir- 
las en  estas  series,  sin  que  esto  signifique  duda  de  la  buena  fe  cien- 
tífica de  quienes  las  calcularon. 


ALMIRANTAZGOS  INGLES  Y  AMERICANO 

A)  C08ta  Atlántica 


Lagaña  Longitadea    L«ititadea  (N) 

W  de  Oieanwich 

I  ^Panamá 

Uren  (cerro) 83028*45"  9°49' ^5" 

Blanco  (pico)....  83    2    o  9  x6  30 
Chiriquí   (v  o  1  - 

can) 82  33  30  8  49  o 

Carreta  (punta)  82  38*45  9  38  30 

Sixaula  (casar)..  88  32  45  9  32  20 
Changuin  aula 

(boca) 82  28    o  9  27  10 

Nueva  Geografía  de  Colombia 


\  9 

Lagares  Longitades     LaUtades  (N) 

W.  de  Greenwicb 

Tirbi  (punta) ...  82^21'  50"  9^26'  o" 

Sarabeta  (id.)...  82  21     5  9  25  40 

Tristán  (id.) 82  21  15  9  18  15 

Ambrosio  (ba- 
hía)   82  25  9  17  20 

Iguana  (punta)..  82  22  9  15    o 

Mesa  del  Árbol 

(cerro) 82  21  lo  9  lo 

Bermúdez  (pun- 
ta)   82  18    o  9  14 

TOMO  I — K 


s 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Logares  Longitudes     Latltodes  (N) 

W.  de  Greenwioh 

Península     d  e 

Toro(MiUW)  82O16'   o"  qOio'SO" 

—  (íí.) 82  13  50  9  13  45 

—  (S.) 82  II  45  9    9    5 

Currasov  (punta)  82  15  30  9    5  50 

Rovalo  (boca)..  82  16  15  9    i  45 

Cbiríqui  (id.)....  82    9    5  9015 

Biarra(íd.) 82     i  8  58    o 

Chiriquima  u  1  a 

<íd.) 81  55  30  8  59  50 

CatabcUo  (id  )..  81  48  45  8  56    5 

Mangrove  (id.)  81  49  45  91  35 
Blueneld  (p  u  n- 

ta) 81  57  98  50 

—  (golfo,  E.)  81  52  35  98  45 
Valiente  (cabo).  81  55  30  9  11  40 
Tobólo  (punta).  81  49  30  980 
01dBess(íd.)....  81  45  40  94  30 
Watercay    (isla 

-E) 82    o  40  9    8  50 

—  (íd.-N.)...  82  3  30  9  II  15 
Popa(isla-S.)...  82    6  30  980 

—  (id.  N.)...  82  8  45  9  14  25 
Patino    (id.    de 

Provisión-E.)  82     5  30  9  17  50 

Toro  (id.-N) 82  12  40  9  21  40 

Crawl  (íd.-S.)...  82  9  10  9  15  10 
Diego   Sola  r  t  e 

(casar  é  isla)..  82  14  9  20 

Carening  (id. )...  82  14  45  9  20  30 
Mangrove   (isla 

de  Colón:  S.)  82  15  50  9  19  50 
Boca    del   Toro 

(id.),  villa 82  15  10  9  20  30 

Long  Bay   (íd- 

E) 82  14  45  9  23  35 

Norte,  punta  (id.)  82  18  9  26  15 
Litlc    (id.)  (id.: 

W.) 82  20  30  9  24  45 

Cristóbal  (isla 

de,    punta 

NW.) 82  18  15  9  18  15 

—  ( — E.>...  82  14  50  9  15  15 

—  ( —  S  )  ...  82  16  40  9  13    o 
Escudo  de  Vera- 
gua (isla  C.N.)  81  33  15  9    6  35 

Santiago  (cerro)  81  52  15  8  38  40 
Castillodel  Cho- 
có [id.] 80  52  30  8  37  20 

Silla  de    Vera- 
guas [id.] 80  38  45  8  42  30 

Buppan  (punta).  81  29    o  8  48  45 

Coaita  (punta) ..  81  17  10  8  48  10 

Zapatero  [id.]...  81  i  o  8  50  50 
San   Cristo  bal 

(bahía) 80  54  15  8  52  10 

Rincón  (punta).  80  42  45  9     i  10 
Gicacal  (casar)..  80  23  10  97  50 
El  Pilón  (cerro).  80  16  45  8  55  15 
Chagres    (casti- 
llo)   80    2  22  9  19  27 


Lugares  Longitudes     Latí  todas  (N) 

W.  de  Qreenwich 

Colón  (faroE.)..  79^^54' 45"  9^22' 8»* 

—  [id.    del 

Toro) 79  56  50  9  22  40 

—  (Estación)  79  55  10  9  21     o 
Limón  (punta de 

la  bahía  de  id.)  79  56  45  9  20    o 
Mindi      (boca 

de  id.) 79  56     o  9  18  50 

Gatún  [pueblo],  79  55  40  9  15  40 
Palenquillo  [id.]  79  49  25  99  30 
San  Pablo  [id  ].  79  47  40  9  6  15 
Gorgona  [id.]....  79  44  9  6  30 
Cruces  [id.]  ...  79  40  50  9  8  15 
Chilibre  [id.]....  79  38  20  9  lo  40 
Gatun  [id.]  [otro]  79  40  25  9  13  50 
San  Juan  [id.]...  79  36  40  9  17  lO 
Culebra  [Diviso- 
ria]   79  37  SO  92  10 

Puntagorda 79  45     o  9  30 

Portobelo  (casti- 
llo)   79  39  40  9  33  30 

Isla  Grande  (fa- 
ro)    79  35  35  9  39    o 

Cerro  Llorona.    79  36     o  9  30  40 

—  Gordo 79  19    o  9    3  20 

San   Crist  ó  b  a  1 

(bahía) 79  3"  5°  9  34  50 

Pescador  (punta)  79  28  45  9  36  40 
Escribanos 

(bahía) 79  ^3  45  9  33  3° 

San  Blas  (punta)  79    o    o  9  35    o 

Mandinga  (id.).  79    3  47  9  «9  5* 

Puyadas  <punta)  78  35     o  9  27    o 

Brava   (id.) 78     5  10  9  16  20 

Mosquitos  (pun- 
ta)   77*^54'^©  9    8  ao 

Carti  [pico] 78  49  9  20  40 

Putrigandi  [id.].  78     i  9    3  20 
Caledonia  (cayo 

Dobbin) 77  40  53  8  53  52 

Carrete  (puerto)  77  33  36  8  47 

Tiburón  (cabo)..  77  23    o  8  42 
Escondido 

(puerto) 77    6  20  8  24  20 

Revesa  (punta)..  76  55  50  8  16  20 
Candelaria 

(punta  Sandy)  76  55     5  8915 
Observación  (is- 
la)   76  49  26  8    S  27 

Suruquilla    (bo- 
ca)   76  52    o  7  56    o 


II— La  Costa 

Turbo  (puerto)...  76  43  30 
Caimán  (punta)  76  46    o 

Arenas  (id.) 76  55  40 

Caribana  (id.)...  76  52  50 
Sabanilla  (id)...  76  38  30 


8  6  50 
8  18  ao 
8  33  o 
8  38  ao 
8  44  50 


A  f»  K  N  D  I  C  K 


948 
9  42  40 

52  40 

7  40 
14  20 

13  10 
15 


Lugares  LoogitudeB     Latitudes  (N) 

W.  de  Greenwich 

Arboletes  (id.)...  76O25'  o"  8^55'    o" 
Puerto  Escondi- 
do (casar) 76  17  10  8  59  45 

Broqueles  (pun- 
ta*   76  II     o  9  14  50 

Piedras  (id.) 76    6    o  9  20  20 

Mestizos  (id.)....   75  50  lo  9  26  10 

Zapote  (id.) 75  53  9  20    o 

San  Bernardo 

(pueblo) 76  ...  9  21  40 

San  Nicolás  (id.)  75  53  50  9  15  30 

Lorica  (id.) 75  49  20  9  15    o 

Santero  (id.) 75  48    o  9  22  50 

Pesquero      (cié- 
naga)    75  37  10  9  25  10 

Tolú  (pueblo)...  75  36    o  9  31     o 

—  (tetas)...  75  24  30  9  31   10 
San   Bernardo 

[isla   princi- 
pal: W.] 75  50  10 

—  (punta)...  75  42  10 

Tigua  (id.) 75  38  10 

Barbacoas  (id.  \.  75  30  20 
—  (bahia-NE.)  75  31  40 

Barú  (punta  .   .  75  42  30 

Gigantes  (id.)...  75  37  20 

Rosario  [isla: 
W.] 75  48  10     10  10 

Bocachica  (estre- 
cho)   75  35  10     10  19 

Bocagrande  (id.)  75  34  10     10  23  30 

Buena  vista  (pue- 
blo)   75  29  40 

Manzanilla 
(punta) 75  32  10 

Cartagena     (£1 

Pastelillo)  ....  75  32  25 

—  (faro  San- 
todomingo) 75  33    o 

—  La  Popa..  75  3»  30 
Tescas  (punta)..  75  30  20 
Canoas  (punta)..  75  31 
Morro   de    la 

Venta  (faro)..  75  20  40 

San  Martin  [id.]  75  10 

Piojo  (cerro).,...  75     7 

Galera     Zamba 

(punta) '...  75  21  10  47  20 

Playa  de  Damas 

(bahía) 75  3  50    10  53  40 

Isla  Verde:  Puer- 
to Belillo  (faro)  75  05  11     2  24 

Puerto     Colom- 
bia (id.) 75    2  II  cx) 

Sabanilla  (id.)...  74  57  55     ii     o  15 

Augusta  (punta)  74  52  40     ii     8 

Barranquilla 

(ciudad) 74  48     o     10  59 

Salamanca  (isla: 

punta  W.) 74  44  2o     II     5  50 

—     (id.  E.)...  74  18  30    II     o 


o  18  30 
o  23  50 
o  25     5 


0 

26 

0 

24 

0 

31 

30 

0 

33  40 

0 

40 

10 

9  52  40 

0 

44 

10 

^  ip 

Lu§rares  Longitudes    Latitudes  (N) 

W.  de  Oreenwich 

San  Juan  (pue- 
blo)   74®i6'  II»  i' 

Gaira  (id.) 74  14  11   13 

Santamarta  (fa- 
ro del  Morro)  74  14  33  II  15  28 
—  (catedral;.  74  13  30  11   15  30 
San    Lorenzo 

(cerro» 74    3     5  n     8  10 

Nevada  (id.  ma- 
yor)   73  43  20  10  51     5 

[id.  sin  nieve]  73  35  10  59 

Taipiip  (pueblo).  74  12  45  11  17 

Aguja  (cabo)....  74  13  11  20  40 
San   Juan   de 

Guia  (id.)...  .    74    o  II  21  55 

San  Agustín  (id.)  73  35  35  u  17  20 
Laguna  Quebra. 

da  «pueblo)...  73    4  ii  24  10 

Rioluehi  (id  faro)    72  55  11  33  20 

Manare  (punta).  72  33  40  1 1  45  20 

Carrizal  (id.)..  ..  72  11  30  ii  48  20 

Vela  (cabo) 72  11  40  12  13 

Bahiahonda 

[punta  £.]....  71  45  42  12  23  90 
Gallina  (punta)  71  39  10  12  27  50 
Chichibacoa  (ca- 
bo)   71  45  12  18  15 

Espada   (puntn)  71     8  X2    4  20 

Aceite  [pico]. ...  71  33  12     3  20 

La  Teta  [cerro].  72  i  1 1  40  40 

Castilletes  (id.).  71  24  11  41  40 

Cojoro  (pueblo).  71  41  50  11  31  30 

Teta  (punta)  ...  71  53  o  ii  24  30 
Calabozo  (fondo 

ensenada) 72     3  40  11     3  40 

Maracaibo 71  42  40  10  39  50 

Punta   Palizada 

[boca   C  a  t  a- 

tumbo] 71  51   10  9  15  50 

ni— Islas 

Providencia  (is- 
la, pico) 81  21  50  13  21  30 

San   Andrés 

(id.,  puerto)..    81  41  30     12  32 

Lille  Corn   (id.)  82  58  30  12  17  20 

Great  Corn  [id.]  83  i  121015 

Alburq  uerqu  e 

(cayo:  N.K...  81  50  30     12  11   10 

Courtown    ( id. : 

£ 81  27  20  12  24  20 

Qui  tasue  ño 

banco:  N.)...  81     7  30  14  30 

Serrana  ([id.:  S.)  80  23  40  14  16  40 

Roncador  (  id. : 

N.) 80    4  10  13  35  20 

Gracias  á  Dios 

(Faro) 83  10  15 

Greytown  (id.)..  83  42  15  10  56  15 


lO 


Nueva  Gecxsrafia  de  G)lombia 


B)  Costa  Pacííica 


Lugares  Longitudes    Latitudes  (N) 

W.  de  Qreenwich 

/ — PanamA 

Burica  (punta)...  82O53'  25"  S^i'  45" 
San    Bartolomé 

(boca  y  casar;  82  50  40  818  45 

Piedra  [id.] 82  41  35  8  20  45 

Pedregal  [casar]  82  25  45  8  23  10 

David  (ciudad)..  82  26     7  8  27  20 

Caba  [casar] 82  24    7  8  23  28 

San  Lorenzo  [bo- 
ca]   82  13    5  8  13  45 

Juco  (punta) 82    9  35  8  10 

San  Juan  (boca).  82    o  8  12  30 

—    seca  id.)...  81  52  25  8  10  30 

Santiago  [id]....  81  40  45  84  45 

Entrada  [punta].  81  43  35  84  30 

Muertos  [punta].  81  36  20  7  52  45 

Jabalí  [id] 81  31  50  7  43  15 

Brava  [id.] 81  13  7  35  >o 

Leones  [id.]  ....  81     7  10  7  44  55 

Arena  [id.] 81     o  15  7  36  50 

Duarte  [id.] 80  57  45  7  28  45 

Manato  [punta].  80  52  50  712 

Puercos  [id.] 80  25  20  7  «3  55 

Mala  [id.] 79  59  «o  7  27  3.'^ 

Lisa  [id.] 80  21  35  7  58    5 

Nata  [boca] 80  29  30  8    8  30 

Antonio  [punta]  80  14  30  8  16  15 

Pueblonuevo  ...  79  57  15  8  27  20 

Chamé  [punta]..  79  41  45  8  39 
San    Juanito 

[punta] 79  45  8  42  40 

Capira  [cerro]... 

Cabra  [cerro]....  79  38  25  8  54  10 

Bruja  [punta]....  79  35  8  52    2 
Panamá     (cate- 
dral, entre  los 

2  faros) 79  32  12  8  57    6 

Perico  [muelle].  79  3<  3©  ^  54  45 
Petillo  [punta]..  79  6  45  8  59 
Chepo  [boca]...  79  7  55  8  5^  5^ 
Chiman  [casar]..  78  38  8  42  45 
Columna  [pico],  78  40  15  8  55  5 
Santa  Cruz  [ca- 
sar]   79    3  4'»  9    7  30 

Brava  [punta]...  78  25  45  8  21  10 

Virago  [id.] 78    8     5  8  26 

Coralrs  [id.  y  ca- 
sar]   .  ...  78  13  10  8  18  25 

Patena  [id.] 78  I7  3©  8  16  25 

Garachiné  [id.].  78  22  10  8    6  ... 

—    [pueblo]  78  19  15  8     I  45 

Palma  [casar]...  78     7  20  8  25 

Delicio  [id.] 78    3  30  8  34  10 

Chepigana  [id.].  78    i  8  16  10 


X  9 

Lugares  Longitudes     Latitudes  [N] 

W.  de  Oreenwieh 

Islas 

Parida:   punta 

Santa  Cruz...  82<'2i'  50"     7° 
Jicarón :  Úrsula  81  46  35       7  I3     S 

Coiba 

Baltasar  [punta]  81  45  7  37  5o 

Job  [id.] 8t  40  50  7  31  45 

San  Juan  [id.]...  81  43  15  7  26  30 

Negada  [id.] 81  35  20  7  18  50 

Brígida  [id.].  ...  81  46  30  7  20  50 

Hermosa  [id.]...  81  53  15  7  3°  25 

Cebaco 

—  extremo  NK  8125       7  33  3° 
Zurrón  [id.  SW.]  8i  15  7  28  45 

Taboga.^^ 79  3»   '5       8  46  15 

San  José 

Iguana  [punta]...  79    7  20      8  18  25 
—  punta  S....  79    7  35      8    8  la 

Pedro  Gontdlez 

[punta  N.]....  79    7  20      8  18    35 
[punta  S.] 79    6  45       8  25 

Pacheca  [isla: 
N.] 79    3  30      8  39  30 

Viveros  [id.:  W.]  78  58  55      8  26  50 

Bayoneta  [id.: 
WJ 79    4  35      8  29  15 

Caflas  [id.:  K]..  78  48  50      8  22  30 

Saboga  [id.  y  ca- 
sar]   79    4    5      9  37  10 

San  Miguel: 

Cocos  [puntas.]  78  54  40      8  12  30 

Chángame  [i  d. 
E.] 78  50  30      8  23  40 

San  Miguel  [ca- 
sar :N.] 78  55  20      8  27 

Gallinazo  [punta 

W.] 78  58  40      8  21  40 

Taboguilla  [is- 
la: N-] 79  30  40      8  48  40 

Taboga   [id.  y 

casar]... 79  33  40      8  47  45 

Otoque  [id.:  W.]  79  55    5      8  35  2a 


A  f  K  N  D  I  C  E 


II 


Logares  Longitudes 

"W.  de  Greenwich 


9 
Latitudes  [N] 


//— ^/  CA4fcá 

Escarpado  [ca- 
bo]   78^24'    5" 

Caracoles  [pun- 
ta]   78  17 

Pinas  [punta]...  78  ii  20 

Cocalita  [punta]  78  10 

Marzo  [bahía 

Octavia] 77  41  50 

Chirichiri  [id.]..  77  19  47 

Cupica  (bahía: 

N.) 77  3o    o 

Solano  [punta]..  77  29 

Utria  (punta)....  77  2o  20 

Corrientes     [ca- 

^] 77  30  30 

Chira  m  birá 

[punta  y  b  oca 

San  Juan 77  28  49 

Pun  ta  Basan 

[casar] 77  u  45 

Buenaventura 

(muelle) 77    5  44 

Chucha  (punta).  77  12 


8*25»  5" 


7  40  25 
7  30  50 
7  17  55 

6  53 
6  33  57 

6  42  19 
6  18 

5  5830 

5  27  30 

4  17    6 

3  49  27 

352  35 
3  44  50 


X  9 

Logares  Longitudes    Latitudes  (N) 

"W.  de  Greenwich 

Guayabal  (id.)...  770i9'2o"  3*^3i'ao" 

Ají  (id.) 77  32  10  3  13  30 

Coco  (id.) 77  42  30  2  57  55 

Guapí  [id.] 77  53    o  2  42    o 

Reyes  [id.] 78    8  50  2  41  2$ 

Mulato  (punta)..  78  19  17  2  39  32 

Guascama  (id.) .  78  24  50  2  36  25 

Caballos  (boca).  78  34    o  2  26  50 

San  Ignacio  (id.)  78  41  45  2  10  40 

Cascajal  (punta)  78  40  20  l  59    o 

Usmal  [isfita]...  78  33  15  i  49  30 
Tumaco  (Morro 

chico; pueblo)  78  45  29  I  49  36 

Bocagrande 78  50  50  I  49  30 

Mangles  (punta)  79    3    o  1  36  50 

Casavieja  (boca)  78  53  i  28  30 

Mataje  [id.]  ....  78  47  i  22  20 


Gorgona  [isla: 

[punta  S.] 78  12  30 

[id.:  N.] 78  10  40 


2  56  30 
3^ 


,0  ,» 


Cocos  isla  (pico^  86  59  17      5  32  5 
Malpelo  Cisla :  E)  81  34  27      3  58 


W.  REISS  Y  A.  STUBEL 
(Enero  de  1868  á  Diciembre  de  1869) 


Santamaría...  ..  74°  9*  o" 
Barranquilla  ....  74  45    o 

La  Boca 75  16  45 

Tubará 75     5  45 

Cartagena 75  31  45 

Honda 74  42  15 

Bogotá 74     I  45 

Pacho 74    4  40 

Id.  (hacienda)...  74    5  45 

Muzo 74    3    o 

Chiquinquirá....  73  4^  45 

Santa  Rosa 72  54  55 

Sogamoso 72  53  30 

« 

Quetame 73  46  15 

Villa vicencio....  73  15%.. 
Pachaqui  aro 
(Boca) 72  59  ... 


,,0,5»  3» 

10  58  42 
10  44  55 

10  51  43 
10  25  23 


5  II    6 
4  36  II 


5 
5 


8 
9 


o 
10 


5  32 

5 

5 


9 
37  o 
53  17 


5  38  35 


4  23    o 

4    8  55 

4  14  ... 


Guatiquía  (id.)..  72  52  45  4  16  ... 

Cabuyaro 72  41  30  4  22  25 

Medina 73  14  30  4  30  ... 

Gacheta 73  33  45  4  47  20 

Tocaima 74  43  45      4 

Ibaguó 75     6  ...       4 

Guamo. 74  50  15      4 

Purificación 74  46  30      3 

Neiva 74  58  30      2 

Pital 75  42  30      2 

Cerro  Pelado 

(cima).... 75  51  45 

San  Agustín 76     7    o 

Timana 75  41  30 

Platavieja 76    o    o 

La  Plata 75  55  45- 

Pueblito 75  55  30 

Huila  (pueblo).  75  58  30 

La  Mesa.... 74  29  15      4  37  41 

Ambalema 74*42  15      4  46  26 


27  27 

24  17 
2    o 

55  30 
55  44 
32    5 


3  29 
53  10 

57  51 
2  II  12 

2  23  17 

3848 
46  10 


2 
2 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


56 

2S 

4 

14 

45 

12 

5 

•  •  • 

54 

5 

33 

10 

27 

10 

58 

8 

47  55 

26 

35 

36 

21 

58 

30 

57 

II 

I 

10 

23 

12 

13 

H 

18 

30 

15 

0 

LuguTM  liOngitudM    Latitudes  [N] 

W.  de  Oxeenwiob 

Sabanalaiga...  .  75®  2'     o"     4°53'30" 
Cueva  de  Nieto 

(Rui*) 75  13  15  4 

Manizales 75  27  30  5 

Cartago 75  52  30  4 

Tului. 76    6  15  4 

Buf^a 76  10  45  3 

Palmira 7^    9  45  3 

Cali 76  23  3D  3 

Santander 76  20  15  2 

Pescador 76  22  30  2 

Popayán 76  24  45  2 


Silvia 76  10  30 

Tacuyó  (páramo)  75  45  45 

Páez   (divisoria)  75  58  45 

Tacuyó  (pueblo)  76  10  30 

Puracc  (pueblo).  76  15  30 

Paletarl 76  17  15 

Paispamba 76  29  15 

Sotará  (caserío).  76  29  15 

Id.  (pie  volcán).  76  26  15 


Iluacbique 7^  50  45 

Patía    (pueblo).  76  58  ... 

Dolores 76  34  45 

Los  Arboles 76  39  30 

Lerma 76  50  30 

Bolívar. 76  53  15 

La  Cruz    76  56  15 

El  Tambo  (del 


2 
2 
2 

3 

2 

2 
2 
2 
2  15 


2 
2 
2 
2 
I 
I 
I 


29  24 
4  V¡ 
17  40 
II  9 
58   12 

49  59 
34  20 


Lugarea  Longitadea    Latitudea  [N] 

W.  de  Qreea^rich 


Vado) 

Pasto 

Moechiza 

Chapacual 

Chaves    (para- 

Consacá 

La  Florida 

Juanambú  ( bo- 
ca)  

Peñol      

Jeooi 

Carizo  (Cocha) .  * 

Santa  Lucia  (id) 

Sebondoy 

Putumayo  (ca- 
sar)  

Santiago 


770  4»x5" 

77  15  15 

77  20  45 
77  21  25 

77  18  30 

77  29  30 
77  25    o 

77  28  15 
77  25  30 
77  20  30 
77    6  45 

77  9  30 
76  56  45 


77 
77 


I  45 
I  15 


Ales 

Túqucrres 

Laguna  verde 

(Azufral) 

Cumbal   <  p  u  e- 

DIO  J«  •••••■    •    **• 

LomaGuapala. 

Llano  del  San- 
tísimo  

Hondón  de  Chi- 
les  

Chiles  (pueblo). 

La  Laja  (Capi- 

lia) 


77  29    o 

"n  33  o 


77  33  15 

77  46    o 


77  55  15 
77  47  30 


i023'45" 

12  59 

13  o 
9  ^3 

7  16 
12  24 

17  53 

35  39 

...  •  •• 

16  24 

7  34 
o  18 

II  28 

7  34 
7  59 


II  26 
5  20 


77  45  15      16  38 


o  54    4 
o  54    8 


77  47  45      o  54    4 


o  50  17 
o  49  12 


77  22  45      •  30    o 


T.  WOLF 


(Adoptadas  en  su  carta  del  Ecuador) 


Paso  del  nudo 
de  Huaca  (Bo« 
licbe) 

Puente  R  u  m  i- 
chaca» % 

Tulcán 

Males. 

Ipiates 

Pupialei 

lies, 

Carlosama. 

Chiles  (pujtfblo) 

Cuaspud 

Cnmbal  (pue- 
blo)  

Chiles  (volcán). 

Ccrwnf|prQ(íd]^ 

Cvinb4  (id.)-* 


77^4?  Q*44'3o" 


77  4*  30 
77  40 
77  33  20 

77  zr  30 

77  35t  10 
77  3*  í5 
77  43  20 
77;  47  40 
77:  4S 

77  46  40 
77  50  50 
77.  53  25 
77  49. 25 


o 
o 
o 
o 
o 
o 
o 
o 
o 


52  30 

50 

51  55 
S3  30 
5S40 
S94S 
S3  iS 
5í  t5 
53  $5 


o  54  30 
o  52  20 

o  5530 

QS5« 


77  45  50     o  59 


Colimba  (para 

Azufral     ( v  o  1 

can) 77  41 

Táquerres 77  39  20 

Consacá. 77  24  15 

Galera  (volcán).  77  20  lO 
Pasto 77  18  10 

Bordonci  Lio 

(volcán) 77  10    5 

La  Cocha    (ex- 
tremo Norte)  77    5  30 
—    (id.  Sur).  77    5  30 


Sa»ta  Rosa 

YuogiiilU 


76  34 
75  58 


I 
I 
I 
I 
I 


I 

o 


4  15 

3  40 

10  so 

10  3P 

13  w 


I  iJ3^ 

7  20 
59  20 


I  4Ct 
I  15 


Apéndice- 


13 


Lugares 


X  9 

Longitudes     Latitudes  [N] 


W,  de  Greenwich 


U    Fri^   (cerro)  78*  8 

Mocoa 7^    o 

Santiago 7^  5^ 

Putumayo 78  54 

Scbondoy 78  42 

Solano 77  5^ 

San  Miguel 76  20 

San  Rafael 76  20 

San  Pedro 78  18 

Cayambe  (mtiuIo)  78  2P 


o 
I 
I 
I 
o 
o 
o 
I 

2 
O 


53" 

55 

7 

3 

4 
37 

9 
14 

4  (sur) 
10  (sur) 


Lugares 


Longitudes     Latitudes  [NJ 
W.  de  Greenwich 


San  Pablo  (del 

•    Sur) 77O57' 

Barbacoas 78    8 

San  José 78  1$  30 

Mangles  (punta)  79    3 

Casas  viejas 78  $2  50 

Mataje  (boca)...  78  47 
San  Juan  (boca)  78  21 


I  45  30 
I  48  55 

I  37  20 

i  27  50 
I  22  30 
I    IQ 


W>/\/>''>/\/V>/>/W\/W>/W  ^ 


COMISIÓN  DE  LÍMITES  COLOMBO-VENEZOLANA 


Siman  dt  la  Goajira 

Ix)s  Castilletes..  71  27  50  II  50    8 

Juyachi 71  31  56  11  48  33 

Las  Calaveras...  71  31     4  ii  48    o 
Guasacapa    '  ce- 
rro)   71  55  27  II  40  51 

Mojón  de  la  En- 
senada   72    639  II  3830 

—    del  cami- 
no   72  16  26  II  21     2 

£1  Pájaro  (lagu- 

na) 72    6  34  II  24  33 

El  Cedro  (alto)..  72  23  24  11     8  30 

Cojoro 71  59  47  "  37  33 

La  Teta  (cerro^.  72    7  57  ii  41  30 

Cuarero. 72  11  44  11  21  16 

Sección  del  Meta 


Boca  del  Meta..  67<>2a'33" 
Meta  (punto  A)  67  58    o 

Buen  avista 68  26    9 

Nutrias^....,..  ..  69  9  30 
Paso  del  Viento  69  21  11 
Meta  (p.unto  B).  69  21-  ii 
La%MQqtaftitas  69  53  24 

Mojón..   6^  54  18 

Araucaj 'iglesia)  70  31  58 

—    (puerto)..  70  31  58 

SanUl^osa 7(  26  5^ 

BuenavHta ,  7r  2^    9 

Puerto  Bagres...  7»  37  5 
Isla  Giii^lises....  71.  37  36 
Río  lüOa  r  g  u  a 

(boca) 7í  50  55 

Cobari^, 71        47 


6011^40" 
6  14  21 
10  20 

4  ^ 
3,43 
4    o 

59 

58 

5 

5 
I 

2 


6 
8 

7 
6 

6 

6 

7 

7 

7 

7 
6 

7 


9 
44 
26 

19 


7 
7 


5833 
4  49 

a  57 


Sectión  del  Atabapo 

Zamuro 67  33  45  5  38  40 

Cataniapo 67  32  2i  5  35  57 

Salbajito 67  33    3  5  34  37 

Maipures 67  57  19  5  12  43 

Munduapo 67  56  14  4  50  49 

San  Fernando  .  67  48  32  4    2  50 

Guarinuma 3  35  31 

Baltasar     67  26  28  3  27     i 

Corona 67  26  53  3  18  47 

Santa  Cruz 67  26  53  3  15  30 

Atacaví  (boca).  67  26  53  3  14    7 

Laja  de  Cuya 37^ 

—     -     Chi- 

quichical 67  30    9  3^    4  22 

Yavita 67  3r    o  s  55  3r 

Pimichín 67  37    i  2  5a    o 

Teodoro 67  38  27  2  48  29 

Maroa 67  39    3  a  43  IP 

Damúcuohi     %  4$,  59 

Victorino 67  54  43  2  48, 41. 

Sejal 6$    o  49  2  43  vj 

San  José, 68:    5  39  2  4?  55 

oausiuc '    •••«.••.^  •«•   •>.   ..■  2  3/  4^ 

Sant*  Rosa *  3i     S 

Tigre , 63^  19  16  £  28.4^ 

Santa  Ana, 2  20  35 

Santa  Rita ,  2  18  30 

Cafio  Colojrado.  68*  26    7  2i  Ií7    3, 

Sabina 68  55  10  *  ^\9 

San  Cstflos 67-    9  14  i   55,    x, 

Pied)ra  del  Co- 
cuy   6^  55  19  I  14,5^ 

Cocuy 64  57.  3¿.  X  13.  ji 

Bogotác, .......  74  141   8  4  35  5St 


^4 


Nueva  Geoorafia  dk  Colombia 


1 


TOMAS  C.  DE  MOSQUERA 


Lagares  Longltadet     Latitades  [N] 

W.  de  Grecnwich 


Puente     Rumi- 

chaca 77^4o' 

Chiles  (nevado)  77  58 

Ipiales 77  28 

Cumba)    (nev  a- 

do) 77  53 

Carlosama 77  45 

Pastas 77  44 

Pupiales 77  41 

Guachucal 77  39 

Sapuyes 77  39 

Guáitara  (paso)  77  22 

Chillanquer 77  40 

Cuarchú 77  ^^ 

Túqucrres  .......  77  32 

Taindala 77  23 

Yacuanquer..  ..  77  22 

Tambores 77  20 

Los  Ajos 77  24 

Anganoi 77  25 

Pasto 77 

Aranda  (alto)  ..  77  I5 

Meneses 77  18 

Buesaco 77  10 

Juanambú  (pa- 
so)   77  12 

Tablón.. 77    3 

Íanacatú  77    4 
,a  Erre 77    6 

Puruguay 76  45 

La  Cruz 76  40 

Las  Papas 76  20 

Almaguer 76  54  45 

—    (páramo)  76  50 

Pansitará 7^  4^ 

La  Vega 76  51 

La  Ascensión...  76  45 

Guacfaicono 7^  45 

Timbio 76  35 

Poblazón 76  33 

Coconuco 7^  28 

Popayán 76  39  45 

Puracé 7^  25 

Paletará 76  22 

Cobaló 76  23 

Chiliglo 76  23 

Hatoviejo 76  28  30 

El  Vinagre 76  29 

Carpintero 76  29 

San    Isidro 76  31 

El  Placer., 76  34 

Puracé  (nevado)  76  22  30 

Totoró 76  33 

Guanacas  [paso]  76  10  2 

Inz¿ 76    4  17 

Pático 75  48  42 


o°45' 
o  47 

o  46  3<> 


o 
o 
o 
o 
o 
o 


30 
30 

50 


54  30 
50 

49  32 

50  30 

55 

58 
I 

2 

2 

3 

3 
6 

8 

9 
II 
12  30 

14 

16  • 

17  30 

24 
21 

23 
24  30 

27 

40 

30 

54 


2 
2 
2 
2 
2 

2 
2 
2 
2 
2 
2 
2 
2 
2 
2 


Logares 


Longitudea    Latitudes  [N] 


W.  de  Gieenwielí 


12 

15 

18 

19 
24 

25  30 
26 

26  17 

27  17 

25 
26 

25 

25  30 

25  3» 
25  32 

2  27  ■ 

2  27 

26 

28 

32 

28 

25 


2 
2 
2 
2 

2 


La  Plata 75**33' 5i" 

Carnicerías 75  21  33 

Iquira     75  24 

—  (río) 75    4 

Retiro 75  ... 

Almorzadero  ...  75  ... 

Neiva 75  30 

Pata 75  15 

Natagaima 75  15 

Guaguareo 75  22 

llarco 75     5 

Chirilo 75 

Batatas 54  50 

Limonal 74  45 

Río  Fusagasugá  74  40 
Agua  de  Dios...  74  4^ 
Peñón  de  Tocai- 

ma 74  40 

Juntas 74  35 

Anapoima 74  32 

La  Mesa 74  30 

Barroblanco 74  20 

Bogotá 74  14  15 

Monserrate 74  14  10 

Facatativá 74  29 

Muchal 74  30 

Escobal 74  33 

Villeta 74  40 

El  Trigo 74  40 

Guaduas 74  47  45 

El  Sargento.  ...  74  50 
Bodega   de   Bo- 
gotá   74  52  38 

Honda 74  52  45 

Conejo 74  50 

Guarumo 74  50 

Buenavista 74  45 

Nare 74  40 

Carare 74  39 

San  Bartolomé  .  74  18 

Chucurí 74  15 

San  Pablo 74    8 

Badillo 75     9 

Puerto  Nacional  74    o 

Mompós 74  30 

Plato 74  40 

Remolino 74  40 

Barran  Quilla 74  50 

Sabanilla 75    o  30 

Cartagena 75  29  45 

Cbagres 79  48 

Buenaventura...  77  12 

La  Cruz 77  11 

La  Bodega 77 

Saltico 76  50 

Juntas 76  48 


22O3» 

2  30  18 

38 
40 

45 
10 

23 
24 
25 
30 

35 
10 

15 

23 

25 
28 


2 
2 
2 

3 
3 
3 
3 
3 
3 
4 
4 
4 
4 
4 


4  32 

4 
4 
4 
4 


4 
4 
4 

4 
4 
4 
5 
5 
5 


38 

37 

30 

38 

35  30 

35 

39 
40 

40 

40 

4 
7 


5 

5 

5 
6 

6 


5  12 

5  II 

25 

30 
40 

12 

13 

6  42 

6  54 

7  32 

8  O 

8  21 

9  14 
948 

10  41 
10  59 
10  56  30 
10  25 

9  20 
348 
3  50 

3  56 
3  55 


Apéndice 


IS 


Lugares        Longitudes  LAtitudes  (N) 

W.  de  Grecnwicb 

I 

La  Puerta 76O48'  3°54' 58"  i 

C  a  T^  a  s  gordas  ! 

(alto! 76  47  3  54 

Jiménez    (que- 
brada)   76  46  3  54 

Naranjo 76  45  3  53 

Las  Hoyas  (al- 
to)    Id  44  3  52 

Dagua 76  44  3  50 

Id.  (río) 76  43  3  4» 

Platanales  (al- 
to)   76  43  3  40 

Tocotá 76  40  3  2i) 

Cruces  (alto)...  76  41  3  28 

San  Antonio...   76  41  40  3  26 

Id.  (2.*^  alto)  76  41   30  3  26  50 

Id.  (i  oralto)   76  41  3  26 

Santa  Rosa 76  39  3  24 

Cali 76  39  45  3  25 

Cañaverales...   76  38  50  3  24 

Mclcndez 7^  38  3  23 

Canasgordas.  .   76  38  3  I7 

1.a  Viga  (alto)  76  37  3  21  40 

Jamundí 76  37  10  3  20 

Rioclaro 76  37  50  3  18 

Cañaverales...   76  38  3  17 

Las  Cañas  (río)  76  39  3  16  50 

Id.  (alto) 76  39  3  16  40 

Cauca  (paso)...  76  38  3   16 

San  Miguel 7^  38  3  I4 

La  Teta  ( río). .  76  38  311 

Id 76  3^  3    9 

Izquierdo  (alto)  76  37  3     7 

Piendamó(alto)  76  ...  3    ^  ' 


X  f 

LugureB         Longitudes    Latitudes  (N) 
W.  de  Grcenwich 

Knsolvado 760...'  3^  5* 

La  Teta  (río)...   76  38  34 

San  Ignacio....   76  37  3     3 
San     Ciregorio 

^  (alto) 76  37  32 

S'an    I  g  n  a  ció 

'id.) 76  37  50       3     I 

Ovejis  (paso)..   76  38  3 

Agauche  (id. )..   76  3S  2  55 

Alinorzadero.  .   76  37  2  50 

Matarrcdonda.   76  36  2  48 

Corral  s 'jti  37  2  40 

Paz  (cas:i) 76  36  2   36 

Picndamó   (al- 
to)   76  35  2  36 

Id.  jríu) 76  35  2  35 

Cajibío   ( q  u  e- 

brada) 76  35  2  34  30 

Id.  (pueblo).   76  35  2  34 

Palacé  (río).  ..   76  36  2  30 

Rioblanco 76  34  2  28 

Popayán 7^  38  2  26  30 

Puga 7^>  10  3  55 

Ll  Palo  (río)...   7^^  35  3  H 

LaHolsaípaso)  76  35  3  li 

Alatarrcdonda.   76  36  36  29 


I>erru'-cos 77  ••• 

Mercaderes 77  lo  30 


I  29  20 
I  45 


BOUGUER 


Ipiales 77°i5'45" 

Cumbal 77  27  45 

Pasto 76  56  45 


0O45' 

0  49 

1  13  30 


Popayán.. 
Guanacas. 


76  34 
76  10 


2  27 
2  34 


LE  WY  (1848) 


Santamaría..  ..  74^15'  ii®i8' 

Morales 74    2  8  23 

Bi|enavista 74  45  5  40 

Honda 74  52  45  511 

Nuofa  Geografía  de  Colotnbta 


La  Esperanza..  76     5  45 

Guaduas 74  47  45 

Mave 74  40 

Bo|;otá 74  14 


4  44 

5  4 

6  12 

4  36 


TOMO  I — L    '  K 


i6 


NUIYA  GtOGKAVÍA  DE   COLOMBU 


ALMIRANTAZGO  ESPAÑOL  (1793-1805) 


X  9 

Lngartl         LoxLgitadea    Latltades  (N) 
W  do  Oreenwich 

Atlas  de  Puertos 


B  a  h  i  a  h  onda 
(punta  K.)... 

Santa  Marta 
(catedral) 

Cartagena  (pla- 
za)  

Zapote  (punta) 

Candelaria  (ba- 
hía^ punta  K.) 

Carrcto(  id:  bo- 
ca, río) 

Escocés  (id.:  is- 

la) 

Portobelo  (ba- 
tería)  

Colón  (bahía : 
punta  W.)... 

Chagres  (casti- 
llo)  

Provi  d  e  n  c  i  a 
(N.  de  Snta. 
Catalina).... 


71^41' 25"    I2020'38" 

74  12     I     II   15    4 


75  32  26 
75  46  II 

10  26  7 
9  24  19 

76  52  25 

8  8  47 

77  34  36 

8  47  15 

77  40  3" 

8  54  45 

79  38  30 

9  34  29 

79  56  28 

9  23  45 

79  59  18 

9  20  57 

80  34  25     13  26    o 


DERROTERO  DE  FIDALGO 

Espada  (punta)  71  7  32  12  4  54 
Chichi  b  a  coa 

(cabo) 71  56  42  12  51  22 

Bahiahonda....   71  45  34     12  20  32 
Riohacha  (cas- 
tillo)   72  54  22     II  33  36 

San  A  g  u  s  t  ín 

(cabo) 73  35  II     II   15  49 

Sierra  Nevada 

(pico  mayor)  73  43  lo     lO  50  28 
San  Juan  (xuia 

(cabo) 73  59  32     II  20  52 

San    Lorenzo 

(cerro) 74    2  11     ii     7  14 

Aguja  (cabo)...  74  ii  38     il  18  41 
Santa  Marta 

(catedral)...  74  12  40     II    15     4 
Oómez   ( i  s  la : 


Lofartt        liMiffitudM     Latitudes  fNj 
W.  de  Greenwieh 


NW.) 

Barranqu  illa 

(poblado).... 
Barrancanueva 

(id.) 

Mahates 

Nisperal 

Galerazamba... 

Cartagena  (pla- 
za)  

Palma  (isla:  £) 

Tolú  (pueblo).. 

Zapote  (punta). 

Ix}rica  (pueblo) 

Fuerte  (isla:  S) 

Caribana  (pun- 
ta) 

Suriquilla  (bo- 
ca)  

Candelaria 

Tiburón  (cabo) 

Puyadas  (isla). 

Holandés  (Ca- 
yo Mulatas). 

Portobelo 

Chagres  (casti- 
llo)   


74°5o'  55" 
74  46  50 

74  56  10 

75  15  33 

74  57  22 

75  14  42 

75  3J  I 
75  44  41 
75  35  18 
75  46  50 

75  49  34 

76  10  55 


II»  5'    6" 

10  58    o 

11  II  45 

10  12  13 

11  o  38 
10  47    o 

ID  26    10 

9  42  20 
9  30  56 
9  24  19 

9  14  30 
9  22  41 


76  52  55      8  37  50 


76  51  34 

76  52  56 

77  21  33 

78  30  44 

78  46  25 

79  39  15 


7  55  24 

8  847 

8  4i     2 

9   29    IT 

9  36  3'; 

9  34  2i 


79  59  57      9  20  57 


OTROS 


Carolina 

Cartagena 

Portobelo 

Punta  Mangla- 
res íE.)....... 

Panamá 

Cartagena(pro- 
medio  de  10 
observa  c  i  o- 

nes) 

(máximum)., 
(mínimum).. 

Panamá  (p  r  o- 
iQcdio) 


77  50 
75  24  20 

79  49  25 

51  25 
79  3»     2 


75  30  33 
75  32 
75  26 

79  44  a8 


I  36  20 


*  Conviene  advertir  que  para  transportar  estas  postcionos  se  ha  corre- 
gido la  diferencia  antigua  entre  los  observatorios  de  Cádiz  y  de  París,  que  se 
estimaba  en  8°  37'  45"  y  hoy  no  se  considera  sino  como  de  8°  32'  35" ;  la  del 
fuerte  San  Andrés  (Puerto  España)  se  miraba,  con  respecto  á  Greenwieh^  com« 
igual  á  60^  46'  20*\  7  los  modernos  trabajos  ]«  sitúan  en  61^  30*  20".  Con  esti^ 
correcciones  se  Te  claro  qoe  los  cálculos  del  antiguo  Almirantazgo  español  son 
bastante  aproximados  á  la  rerdad. 


ApÍkbicx 


CANAL  DE  PANAW 

(Ingtniirés  demmrcad^ns  de  h, 
Loares        Longitades    Latitudes  [K] 


W.  de  Oreenwleb 

Sixaula  (boca)  S2O32'    3" 
—     ( Punta 
León) 82  46  15 

Jurquín  (boca)  82  49  45 

Blanco  (pico)...  82  59  ... 

Changuina  (bo- 
ca)   82  28  22 

Punta  Marolle 

(Jurquín) 82  45  45 

Tiribí  (río)  .....  82  26  30 

Rovalo    (río: 

boca) 82  16     o 

—  (id.  trocha)  82  24  15 

John's  Creek 

(boca) 82  23     o 

Cafío  Varal... .   81  43  IS 

Punto  E 77  50 

Pozo  Ñipa 77  50 

Pascuala  (pun- 
ta)   77  15 

Yape  (boca)...  77  34  17 

Real  de  Santa 
María 77  ^5 

Capeti  (boca)..  77  33     7 


^032»    3" 

9  33 
9  28 

9    9    5 

9  27  15 

9  22    7 
9  16    7 

920 
950 

9  14    o 
9    o  18 


8  14  42 
8  14  33 

8  II  51 
8    7  12 

8     5  28 
8    5  52 


Lugan 


Candelari 

sa) 

Joyo  (id,) 
Paya  (pa 

Id.  (boc 
Ta  t  a  r  c 

(punta) 
Ñeca  Pirr 
Hambre  ( 
Turgantí 

ta)...... 

Gavilán  (1 
Puntagrai 
Calle  (bo 
Curgantí  1 
Almendra 
Maningan 
Tusarganl 
Cue  (isla : 

Pedro).. 
Pumusita 

ta) 

Lagarto  (1 
Puero  ( id. 
Necro  Piri 
Mangle  (b 


CONNAISSANCE  DES  1 


Colón  (faro)...   79  54  59       9  22     9 
Darién  ( punta 
Graham) 78    4  54      8  28  50 


Cartageni. 
telillo).. 
—  (far.; 


*  De  estas  posiciones  el  grupo  correspondieatí 
ñanza  que  el  referente  al  Chucunaque,  cuyos  cálcu  \ 

t  Este  conocidísimo  libro  apenas  inseita  unas 
la  América  del  Sur,  y  de  ellas  sólo  30  de  Colombir 
tas  en  su  mayor  parte  tomadas  de  Oltman,  por  lo  en 
sino  en  la  de  los  respectivos   calculadores  (Humbol 
paf\ol>.  Apenas  se  concibe  esta  omisión  y  la  especir 
unos  pocos  cálculos  de  esos  autores,  como  halUitio^ 
obstante  que  la  marina  francesa  ha  calcado  sus  car 
glesas  y  españolas,  según  lo  indican  ellas  expresan 
rancia  de  fuentes  se  hace  menos  increíble  y  «(^  halla 
geógrafos  de  Gothn,  ante  el  hecho  de  que  los  Minis 
de  Francia  difieran  nada  menos  que  en  8,000  kilnnni 
la  superficie  del  país.  £st4  incuria  explica  muchos  c  I 
la  especie,  como  que  poseyendo  el  Depósito  hidro¡! 
ginalcs  de  West  sobr;:  la  ciénaga  de  Santamaría,  si  - 
tas  con  las  anteriores  erradas  formas  (véase  la  cari; 
rrocarril  intercontinental  en   su  publicación  de  C( 
gran  mérito,  desde  otros  puntos  de  vista,  no  inserta  1 
y  dibuje  sus  trazos  en  las  cartas  geográficas  coloni  I 
nay  otras  modernas  mái  exactas  y  completas.  ¡iSTo  1 
«I  moralista  ingles  :  tod«  el  mundo  es  Popayán  ? 


] 


i8 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Lugares        liOngitudeB     Latitudes  [N] 
W.  de  Greenwich 

Sabanilla  (id.)  74^58'  3"  "^o'is" 
Gómez    ( i  sla  • 

N.W) 74  50  5  10     7    o 

Santa  Marta 

Cfaro  Morro)..  74  I4  53  "15  38 

—  (fortín)...  74  14  3  II   15  27 

Vela  (calKjJ....   72  10  i  12  12  34 


Lugares         Longitiide*     Lutlttideft  [NI 
"W,  de  üreenwich 

Panamá  (cate- 
dral)   79032-26"    S°57'   6- 

—   f  baluarte 

N.K) 79  32  19      8  57  12 


r,eiva  (villa)...   73  54  2g       5  3»    o 


/■wN/W%y\^N/"WNi*'W%/N^\ 


A.  CODAZZI(i85i-S9) 


/)   /\i fiama 

a)  Vertiente  Paiífica 

Divalá S2  43  20  8  25 

Tullica 82  41  40  8  24  30 

Los  Angeles...  82  40  50  8  26  40 

íiugaba 82  38  8  30  12 

Boquerón 82  35  45  8  30 

Alang" 82  34  50  8  25  lo 

San  Tablo 82  31   55  8  27  20 

CaUicra 82  21   45  8  41   20 

David 82  26  30  8  27  20 

Polcan 82  26  35  8  34  57 

LíuaLica 82  22  40  8  35  15 

Church.i 82  18  40  8  25  30 

San  Lorenzo  ..82     7  20  8  21  40 

San  Félix...       81   53  35  8  19  40 

Kemciliüs 81   51     3  8  16     5 

Tole 81  31  37  S  iS  50 

Los  Chorros...  81   15  10  89 

Palmas 81   12     o  845 

Cañazas 80  57     2  8  14     2 

San  Pablo 81     o  8  20 

Penas 80  54  8  24 

San  Pedro 80  48  30  8    6  40 

La  Mesa 80  54  35  8    6  15 

Soná 81     7  25  7  56  20 

Río  de  Jesús...  80  56    o  7  56  35 

Montijo 80  49  18  7  56    2 

Ponuga 80  55     5  7  48  32 

Pedasí 80    3    o  7  35  35 

Pocrí 80     9     o  7  42  25 

Tablas. 80  16  35  7  44  45 

Guararé 80  19  7  46  50 

Macaracas 80  28     2  7  40    2 

Cerro  Quemado  80  24  40  7  36 

Mina 80  36     o  7  43    2 

Ocú 80  39  20  7  50  35 

Pesé 80  32  20  7  53  55 

I^s  Santos... .  So  22  14  7  55    5 

Parita 80  28  45  7  57    o 


Atalaya 

Santiago 

Santa  Rosa 

Hatoviejo 

Canelos 

Santamaría.... 

La  Estrella 

San  Francisco. 

Santafé 

Calobrc 

Airuadulcc.  ... 

ISata 

Ola...- 

Pintada 

Pcnonomé 

Antón 

San  Carlos 

Chame 

^cipirsL. .  •  ••    •  •  • 

Chorrera 

Arraiján 

Miranores 

Panamá 

Chepo 

Pacora 

Taboga 

Saboga 

San  Miguel  ... 
Chapigana.  ... 

Yavisa 

Santa  María... 
I  Pinogana 


80  41  32 
80  45  12 
80  37  50 
80  34 
80  33 
80  32  25 
80  30  20 
80  42  20 
80  50  50 
80  39  10 
80  30  25 
80  24  10 
80  31  20 
80  24  10 
So  18  o 
80  13  35 
79  5<>  35 
79  52  25 
79  49  o 
79  44  35 ■ 
79  40  o 
79  35 
79  31  16 
79  5  40 

79  15  32 
79  32  20 

79  3  35 
78  56  20 

77  54  25 

77  48  27 
77  46  40 
77  44  50 


8 
S 
8 


7  58  35 

8  I  45 

8  5 

5  45 

4 

5  35 
8  II  30 

8  II  o 

8  28 

S  19  40 

8  16  55 

8  21  35 

S  26  40 

8  28  15 

8  30  55 
S  22  30 

8  27  40 

8  34  25 

8  43  « 
8  52  o 

8  58  o 

9  o 

8  56  40 

9  10 

9  4  20 

8  47  30 
8  37  33 
S  27  20 
8  18  20 
8  10  40 
8  10  20 
8  8  30 


h)    Vertiente  atlántua 


Volcán  de Barú  82  30 
La  Horqueta...  81  26  30 

La  Plavita 82  15  30 

Culebra 79  38  30 

Bocas  del  Toro  82  16    o 

Mineral 80  51     o 

Belén 80  43  .-.o 


8  50 

8  51 

849 

9  4  20 

8  19    o 

8  47    o 
8  58    o 


*  Véanse  las  tablas  de  reducción  al  fin  de  estos  cuadros. 


A  P  ¿  N  D  I  C  I 


\  9 

Lagares        Longjtiidet    Latitudes  [N] 
W,  de  Oreenwich 


Donoso So  lo  20 

Chagres 79  59    i 

Co\(m 79  53    o 

Gatún 79  54  10 

Gorgona 79  42  20 

Cruces 79  39  4© 

Portobelo 79  3^  40 

Palenque 79  22     i 

II)  El  Ch0c6 

Tumaco 78  47  40 

Salahonda 78  40 

Izcuandé 77  59  25 

Guapí 77  50 

Timbiquí 77  45 

Micay 77  34  25 

San  Francisco.  77  14 

Raposo 78    5  25 

Anchicayá.....  77     5 
Buenaventura.  77    4 

Salado 76     i  17 

Juntas 76  44 

Calima 76  32  50 

Barbacoas 78  11  40 

San    José 78  54 

Altaquer 78    6  30 

San  Pablo 78    i 

Mallama 77  53 

Mallasquer  ....  78    i  20 
Cerro  Cuesbi...  77  57 


9 
9 
9 
9 
9 
9 
9 
9 


10  30 
19    o 


22 
15 


o 
50 


80  56 
9  40 

33  40 

34  20 


X 

2 
2 
2 
2 

3 
3 
3 
3 
3 
3 


49  15 

3 

31  35 
35  30 
41 

o  5 
14  20 
38  20 

45 

53 

45 
3  45 
3  56  30 
I  44  45 
I  38 
I  17  40 
I  10 
X     I  25 

0  54 

1  21 


Baudó 77  «3  5  10  20 

Tad6 77  47  25  5  "  40 

Nóviu....: 76  47  36  4  36  30 

Juntas  de  Ta- 
maña   76  34  40  4  54  30 

San  Pablo 76  56  30  57 

-  (istmo)...  76  58  59 

Sipí 76  48  45  4  56  25 

Noanamá 77    5  3°  4  43  3© 

Garrapatas.  ...  76  31  4  29 

Cerro  Torra...  76  43  20  4  50  30 

Cajamarca 76  24  20  4  25  30 

Bagado 76  38  40  5  22 

Lloró 76  48  20  3  23 

Certeguí 7^  54  3°  5  ^9 

Cerro  Mombú  76  37  5  20 

Quibdó 76  53  30  5  37 

Bebará 76  49  55  63  30 

Tebada 76  59  6  31  30 

Murri 76  16  39  6  32 

Murindó 76  46  40  75  10 

Pa varando 76  36  40  7  23 

Turbo 76  52  7  56 

Isleta 76  38  30  64 

y™? 76 17  ^45 


Lufai 


Cafiasgo 
Frontino 
Dabciba. 
Morro  P 
gorda- 
Cerro  Ta 

///;  Ei 


Ipiales... 
Puerres... 

Funes 

Imúes 

Ilés 

Putes..... 

Gualmatá 

Pupiales. 

Túquerrej 

Ospina  .  . 

Sapuyes . 

Pastáis  .... 

Carlosam: 

Cumbal  .. 

Guachuca 

Espino.... 

Yascual.. 

Guachave 

Samanieg 

Panga 

Yacuanqu 
Cebadal... 
Catambuc 

Pasto 

La  Lagun 
Rosal 


Guaitarílli 

Ales 

Consacá... 
Ancuyá.... 
Sandoná  . 
Tambo... . 
Florida.... 

Peñol 

Meneses... 
Bucstco  ... 

Ortega 

Santa  Mar: 

Aponte 

Tablón 

Las  Mesas. 
Berruecos.. 
La  Cruz... 
San  Pablo 
Veinticuati 
La  Unión. 
Taminang( 
Castigo.... 


20 


Nueva  Gkografia  de  Colombia 


Lugarea        Ix>Dg!tndefl     Latitudes  IN] 


W.  de  Greenwich 

Rosario 77  35 

Sombrerillos...  77  13 
Mercaderes....  77  13  55 
San   Marcos...  77    9  20 

Mamascato 77     7  20 

Patía 77    6  36 

Bordo 77    4 

Lerm^L 77     2 

Quilcasé 76  56 

Timbío 76  45  35 

Dolores 76  ^8  15 

Sierra 76  18 

Arbela 76  47  20 

La  Vega 76  51 

Rioblanco  •  ...  76  38  30 
GBachicono....  76  40 
Almaguer...    >   76  54  46 

Bolívar 77     i 

San  Lorenzo...  77    3 
San  Sebastián.  76  48 

Rosal 76    6  25 

Caquiona 76  49  30 

Pongo 76  49 

Milagros 76  56  20 


Chiles  (cerro)..  77  54  50 
Cumbal(id.)...  53  30 
Azufral  (id.)  ..  77  47 
Mailaina(id.)..  77  54 

Sotomayor 77  44 

Cacanegro(íd.)  77  40 

San  Juan 77  11 

Socoboni 76  47  30 

Iscansé 7^  5' 

Bordoncillo....  77  10 

Galera 77  24  50 

San  Francisco.  77  28 
Troya 77  42  30 

IV)  PopayÁn 

Tocuayó 76  19  20 

Jámbalo. 76  26    2 

Toribío 76  23  10 

Tunia 76  35  20 

Pescador 76  19  45 

Caldono 76  31  24 

Silvia 76  30    2 

Totoró 76  26 

Paniquitá   ....  76  31  25 

Puracé 76  29  20 

Coconuco 76  20 

Popayán 76  30 

Julumito 76  43 

Jimena 76  37  30 

Calibío 76  30  30 

Cajibío 76  38  20 

Tambo 76  53 


34 
40 

44  3 
50  30 
I  44  30 
X  59  45 
3 
56 

27  40 
22  15 

17    4 
36 

II  40 
I 

4 
o 

54 

49  10 

45 

50 
52  25 

I  53  30 


2 
I 
2 
2 
2 
2 
2 
2 
2 
2 
I 
I 
I 
1 
I 


47 
43 


5>  30 

56 

3  30 

4  20 

33 

51 
19  20 

7 

30 

II  50 

14 
o  48 
o  51  30 


o 
o 
I 
I 
I 
I 

2 
2 
I 
I 
I 


2 

2 
2 
2 

4 

2 

2 
2 
2 

2 
2 

2 
2 
2 
2 
2 
2 


58 
46 

53 

39 

16 

46 

37 
31 
30 

23 
18 

26 

28 

27 

27 

37 
26 


40 

30 

35 
26 

24 

5 

5 

50 

18 
50 
SO 


( 


Logares        Longitudes  Laütudes  [Kl 
W.  de  Oreenwich 

Pandieuando. .  76  59  10  2  24  30 

Duende 76  43  2  40  30 

Hatico 76  40  30  2  45 

Morales 7^  47  2  44 

Aganche....    ..  76  39  30  2  58 

Buenosaires....  76  41  2  59  ?o 

Sotará  (cerro)..  76  34  2  13 

Puracé  (id.)....  76  28  20  2  18 

Guanacas  (id.).  76  13  30  2  32  80 

Huila(íd.) 76  13  2  55  50 

Buitre  (id.) 76  51  32 

Carpintería  (id)  77     5  2  29 

Roble  (id.) 76  44  30  2  23  30 

V)  El  Valle  del  Cauca 

Jamundí 7^  37     i  3  20 

Cali 76  39  46  3  25 

Yumbo 76  29  40  3  31  35 

Vijcs 76  3X  23  3  39  40 

Yotoco 76  27  26  3  53  32 

Riofrío 76  25  4  II  30 

Pescador 76  20  20  4  16 

Bolívar    ( H  i  - 

guerón) 76  21  40  4  ii  25 

Roldanillo 76  18  25  4  23  30 

Hato  deLemos  76  17  25  4  30  20 

Toro 76  16  40  4  35    6 

Hatillo 76  II  30  4  42 

Ansermanucvo  76  10  30  4  47  25 

Santander 7^  3»  iS  2  5^  30 

Calote 76  29    o  3    4  3a 

Zelandia 76  18  26  3  16  45 

Florida 76  17  25  3  21  35 

Candelaria  ....  79  22  3  25  30 

Palmira 76  21  45  3  33  11 

Ccrrito 76  21  3  43 

Guacarí 76  23  3  48  35 

Buga 76  21  3  56 

San  Pedro 76  18  28  4     i  26 

Tuluá 76  20  34  44  24 

San  Vicente...  76  18  49 
Bu$[a  la  Gran- 
de   76   17  25  4  II     6 

Zarzal     76  ii  4  22  21 

Victoria 76  10  35  4  29 

Obando 76    8  20  4  33  45 

Cartago 76    6  31  4  45 

Pavas 75  56  4  41 

Sálente 75  44  4  40 

Naya  (cerro)...  76  46  3  11  20 

Farallones 76  41  3  26 

Colorados  (id.)  76  32  40  3  51  30 

Palogordo 76  17  4  47 

VI)  Las  tierras  de  Arma 

Ansermaviejo.  76    6  10  5  '2  32. 

Arrayanal     ...  76  la  30  5  15 


A  P  E  N  D  I  C  ft 


Lugares        Longitudes     Latitudes  íN]l  Lugarb 

"VI.  lio  r^vAAnwtnii  r 


W,  de  Greenwich 


Quinchía 

Kiosucio 

Supía 

San  Juan 

Nueva  Cara 

manta 

Pcrcira 

Santa  Rosa 

Villa  María... 

Manixales 

Neira 

Salarnina 

Pacora 

Arma 

Aguadas 

Sonsón 

Abejorral 

SabaUta 

Santa  Bárbara 
Los  Parados... 
San  Félix 


75  58 
75  56  22 
75  ^2  25 
75  50  26 

75  33  10 

75  52 

75  50  25 

75  46 

75  47  10 

75  46  52 

75  40  40 

75  41     2 

75  46  45 

75  41  10 

75  34  50 

75  43    5 
75  49  20 

75  49  35 

75  3»  30 
75  28  20 


5  16 

5  19  40 

5  23 
5  23  16 


5 
4 
4 
5. 
5 
5 


28  50 
50 
55  25 

5 

6  15 

IX     5 


5  23  20 


5 

5 

5 
5 


30  I 
35  10 
3545 
43  20 
5  45  10 

5  5i  50 
5  49  xo 

5  47  04 
5  17  20 


VII)  Cañáff  de  Aniiofuia 


Fredonia 

Amaga 

Titiribí 

Concordia 

Hcliconia 

Anzá 

Evéjico 

San  Jerónimo. 
Quebradaseca . 

Sopetrán 

Ajitioquia 

Córdoba. 

Sucre 

Liborina 

Buriticá 

Sabanalarga... 

Ituango 

San  Andrés  ... 

Valdivia 

Cáceres 

Farallones   de 

Citará 

£1   Frontino... 

ElToyo 

Paramillo 


75  54  25 

75  55  26 

76  o 
76     5 


35 
30 


4 
o 


o 
30 


75  56  50 
76 

76 

75  59  40 
76 

76 

76 

76 

76 

76 

76 

76 

76 
76 


4  45 
I  42 

5  40 
o 

20 
40 


3 
4 
4 
II  ... 

8  15 


20 
o 


5 
o 

75  45 
75  42  27 


5 

5 

5 

5 
6 

6 

6 

6 

6 

6 

6 

6 

6 

6 

6 

6 

6 

6 

7 


50  40 
56  45 
56  15 
55  40 
5  20 
8  15 
13 


18 
18 


5 
5 


76  17 
76  17 

76  14 
76  17 


22  10 
24   25 

23  25 

28  40 

31    52 

31  45 

41    22 

59  26 
52    o 
8  30 
7  30  40 

5  32 

6  14  30 

6  33 

6  52 


VIII)  Mesas  antioqueñas 


Caldas 

Estrella 

Envigado 

Itagüi.H 

Medellín 

Belén 

San  Cristóbal. 
Hatoyiejo 


75  52  45 
75  52  40 
75  49  35 
75  50  40 
75  4«  30 

75  50  15 

76  52    2 

75  48  35 


5  58  50 

6  2  56 

3  40 

4  10 

8  16 

7    2 

10  20 

13    o 


6 
6 
6 
6 
6 
6 


Copacaba 

Girardota 

Barbosa... 

San  Pedrc 

Don  Matí 

Entremos 

Santa  Rdj 

Belmira... 

Carolina.. 

Angostura 

Yarumal 

Campame 

Anorí...  .. 


Ceja 

Retiro 

Rionegro 

Carmen... 

Santuario 

Marinilla. 

Guarne.... 

San  Vicei; 

Peñol.... 

Guatapé... 

Concepcici 

Santo    Dci 

go 

Yolombó. 
Amalñ..... 

Atf\.A  •  •  ■      •     a  •  ti 

Zaragoza' 

Remedios. 

Guamacó. 

Nechí , 

Pereira  (í. 
Romeral . 
San  Migí: 
Delgadita 
Santa  Isa): 
Santa  Bar  I 
Malabrigo 
La  Quiebr 


San  Agust 
Pitalito  . 
I    Timaná.. 
\    Naranjal 
I    La  Ceja.. 
Santa  Lil< 
Guadalupi 
Altamira 

Hato 

Jagua...... 

Garzón... 
Agrado.. 
Pital 


IJ 


Nueva  GeoGHAPiA  de  Colombia 


Lugaret         LongltadeB    Lutüades  [N] 


W.  de  Greenirich 


La   Plata     ... 

xnZtt  «•••■■•■••■•• 

Paicol 

Carnicerías  ... 

Nátaga 

Huila 

Pueblito 

Gigante 

Hobo 

Yaguará 

Iquira     ... 

Retiro 

Campoalegre.. 

Caguán 

Neiva 

Guagua 

Fortalecillas 

Unión 

Villavieja 

Aipe 

Órganos 

Alpujarra 

Colombia 

Santa  Ana 

Dolores 

Natagaima.... 

Prado 

Puriñcación.... 

Santa  Rosa 

Cunday 

Espinal 

Miraflores 

Valle 

San  Luis 

Guamo 

Ortega 

Coyaima 

Chaparral 

Ataco 

Cucuana 


75  44  40 
75  38  2 
75  39  32 

75  38  25 

75  44   15 

76  8  3o 
75  59 

75  26  30 

75  22  26 

75  27    5 

75  33  20 

75  30  40 

75  14  40 
75  12 

75  14  36 
75  22  45 
75     5  3ü 

75  12 
75  16  10 

75  17  16 
75  29  SO 

75    3  15 

74  52  30 

74  44  40 

75  3  25 
75    3 

3  51 
3  50 
74  59  35 

74  49  30 

75  o  25 
75  19  40 
75  13  25 
75  »i    o 

74  54  50 

75  18  33 
75  16  20 

75  30  55 
75  27  O 
75  45 


75 
75 


Ricaurte 74  43    o 

Girardot 74  59     5 

Nariño 74  57  3© 

Tocaima 74  43  55 

Guataquí 74  56  26 

Jerusalén 74  51 

Coello 75     2    o 

Payandc 75  10  30 

Toche 75  32 

Ibagué 75  19    4 

Cuatroesquinas  75    9  30 

Piedras 75     3    o 

Venadillo 75    4  10 

Ambalema.  ...  75    o  15 

Pulí 74  51  15 

Beltrán 74  59    o 

g|i9rrillw 75    1  30 


2  35  6 
2  25     3 

2  42  35 
2  |6  15 
'i  4«  25 

2  SI  30 
2  45  10 
2  40  28 

2  52 

2  56  50 
2   56 

3  I  40 

2  57 

3  4 

3    658 

3  845 
3  12 

3  17  42 
3  21  50 
3  22 
30  20' 

3  33  55 
3  3^  22 
3  37 

3  40 

3  42  40 

3  50 
55  24 

4  20 

5  20 

10  30 
14  40 

11  40 

7  15 
2  10 

2  15 
3  54  35 
3  51  10 

3  43  40 

4  6  30 


3 
4 
4 
4 
I 

4 
4 

4 
4 


4  16 

0 

4  16 

40 

4  21 
4  26 
4  28 

15 
5 
5 

4  30 
4  16 
4  15 

56 

20 

4  32 

4  27  25 

4  27 

4  29 

20 

4  41 
4  45 

26 

4  39  40 
4  46  20 

4  49 

Lugares        Longitudes  Latitudes  [N] 
W.  de  Greenvich 

Lérida 75    5  35  4  52  10 

Sabanalarga...  75  23  4  53  30 

Guayabal 75  3  40  S     \  10 

Pavón 74  55  15  4  58  30 

Méndez 74  57  15  5  1  25 

Santa  Ana 75  5  55  5  7  o 

Mariqíita 75     3    o  5  "  3© 

Fresno 74  5»  20  5  11  30 

Honda 74  53  »5  5  "  4^ 

Victoria 74  59  40  5  >8  50 

Puerto  de  Bo- 
gotá   74  51  35  5  13  10 

La  Par 74  47    «  5  12  50 

Cerro  Cacique  76     5  20  2  10 

—  Pelado....  76    6  2  24  30 
Cerro  Matam- 
bo   75  81  2  42 

—  Pan   de 

Azúcar.  ..   75  40  39 

—  Mendarco.  75  41  30  3  39  40 
Puerto  La  Ceja  7.S  39  40  1  59 
Miraflores  (ce- 
rro)    75  13  2  35  28 

Puerto  Riofrío.  74  59  10  37  30 
Cerro  Venta  del 

Viento 74  47  3°  3  21  30 

La  Fragua  (pi- 
co)   76     1  30  1  45  10 

Santa  Catalina  76    3  10  3  49  30 

Tolima 75  3O  4  41  30 

Santa  Isabel...  75  37  4  27 

El  Ruiz 75  32  4  55  30 

X)  Magdaletia  Central 

Buenavista     ■•  74  43  55  5  43  25 

Nare 74  41     o  6  10    o 

Simití 74    3  7  58    o 

Cocorná 75  24  45  5  59  ^ 

Sanearlos 75  i5  20  6    6  10 

Catare  (angos- 
tura   74  39  30  6  «2  30 

Morales... 73  5^  8  16 

Puerto    Nacio- 
nal   73  49  8  14 

Aguachica 73  49  8  14 

Carmen 73  37  lo  8  16  30 

Tamalameque.  73  49  8  41 

Banco 74  4  8  52 

San  Bernardo..  73  46  8  30 

Simaña 73  47  8  27 

Chiri guana...  .  73  43  9  10 

Chimichagua. .  73  57  9  12 

Codazzi 73  "  9  55 

XI)  Valles  occidentales  del  reino 

Pasca 74  25  4  ^9  4© 

Fusagasugá  ...  74  29  20  4  21  30 

ArbcíAez 74  33    ^  4  18    9 


Apéndice 


ÉS 


5 
5 


5 

25 
5 

o 

10 

o 
o 


X  9 

Longitudes  Latitudes  [N] 
W.  de  Greenwich 

ndi 74  35  35  4  13  35 

bacuy 74  35  25  4  22  25 

lo 74  44  30  4  17  40 

ota 74  38  20  4  27  15 

>legio 74  32  58  4  33  10 

Ln  Antonio...  74  26    o  4  35    o 

ena 74  30  30  4  37  40 

a  Mesa 74  33  40  4  36  40 

napolma 74  37  25  4  32  20 

'ocaima 74  43  55  4  26 

^uipile 74  40  40  4  46 

Lnolairaa 74  37  49  4  44  25 

vuayabal 74  3^    5  4  49 

iituima 74  44  10  4  51 

/iani 74  46  20  4  52 

san   Juan 74  50  45  4  50 

3haguani 74  48  25  4  56 

Gruaduas ,  74  47  40  51 

Quebraáanegra  74  38  45  53 

Villeta 74  38  30  4  56  30 

Sasaima 74  35  30  4  53  10 

La  Vega 74  29  55  4  55  20 

San  Francisco.  74  26    o  3  55    o 

Vcrgara 74  30  30  50  40 

Nocaima 74  33  25  4  59  40 

Nimaima 74  32  35  5 

Pacho 74  19    o  5 

El  Peñón 74  25  35  5 

La  Peña 74  32  55  5 

La  Palma 74  32  55  5 

Caparrapi 74  40  10  5 

Yacopí 74  32  35  5 

Topaipí 74  29  35  5 

Paim: 74  27  40  5 

Muzo 74  26  20  5 

Coper 74  22    2  5 

Pauna 74  18  57  5 

Maripi... 74  21  10  5 

Boenavista 74  16  15  5 

XII)  L9S  valles  orientales 


Chipaque 74  ii  10  4 

Une 74    9  25  4 

Fosca 74    4  45  4 

Cáqueza 74    6  20  4 

Ubaque 74    6    o  4 

Choachi 74    6    o  4 

Fómeque 74    2  40  4 

Quetame 74    o  40  4 

Junio 73  52  50  4 

Gacheta 73  51  15  4 

Ubalá 73  40  45  4 

Gachalá 73  38  30  4 

Manta 73  53    o  5 

Guayatá 73  49    4  4 

Somondoco 73  45  30  4 

Tibirita 73  37  45  4 

Guateque 73  47  10  5 

Mftca&il 73  49  59  5 


I 

2 

7 
4 
9 


45 
5 

32 
20 
20 


15  40 

13  0 

9  0 

17  30 

25  32 

24  0 

24  56 

27  58 

26  30 

2645 

24  40 

20  35 

25  15 

30  22 

32  55 

30  40 

23  10 

44  50 

47  20 

46  25 

44  25 

59  35 
39  30 
59  40 

3  16 


Lugares 


X  9 

Longitudes    Latitudes  N] 


W.  de  OreeiiTich 


Macheta 

Sutatenza 

Tenza 

Capilla 

l^achavlta 

Umbita...... ... 

Tibaná 

Jenezano 

Boyacá 

Viracachá 

Ciénaga 

Ramiriquí 

Chinavita 

Garagoa 

Ventaquemada 

Turmequé 

Chi'iví 

Zetaquirá 

Miranores 

Campoherm  o 


73  56  27 
73  45  40 
73  42  40 
73  42  54 
73  40  30 
73  43  20 
73  40  40 
^^  42  18 
73  43  20 
73  39  28 
73  39  55 
73  21  50 
73  30  o 
73  38  33 
73  48  20 
73  46  30 
73  24  o 
73  42 
73  30    o 


5 

3 
6 

7 
8 

15 


25 

o 

12 

15 

5 
o 


1940 
23  32 
27  o 
26  30 

25 15 

24  40 

10  16 

7    o 

32  O 
20  30 
20  20 

44  46 
14    o 


so 73  26    o      526 


XIII)  Las  altiplanicies 


Soacha 

Bosa 

Usme 

Bogotá 

Usaquén  

Engativá 

Fontibón 

Mosquera 

P'unza 

Madrid 

Bojacti 

Zipacón 

Eacatativá 

Subachoque.... 

Tenio 

Tabio 

Suba 

Cota 

Cajicá 

Zipaquirá 

Cogua 

Nemocón 

Hatoviejo 

Chocontá...  ... 

Suesca 

Sesquilé... 

Guatavita 

Guasca 

Gachancipá. ... 

Tocancipa 

Sopó 

La  Calera 


74  6  35 

4 

74  19  30 

4 

74  15  35 

4 

74  14 

4 

74  12  40 

4 

74  18  20 

4 

74  17  30 

4 

74  23  0 

4 

74  21  30 

4 

74  25  0 

4 

74  28  25 

4 

74  31  55 

4 

74  29  0 

4 

74  20  20 

4 

74  20  35 

4 

74  x8  0 

4 

74  16  55 

4 

74  17  30 

4 

74  14  30 

4 

74  i^  40 

4 

74  16  55 

4 

74  20  50 

5 

73  55  40 

5 

73  58  45 

5 

74  3  0 

5 

74  2  45 

4 

74  2  10 

4 

74  4  35 

4 

74  5  25 

4 

74  8  10 

4 

74  8  0 

4 

74  8  0 

4 

34  40 

35  45 
28  20 
35     6 


40 

41 
38 
39 
39 
41 
41 
44 
45 
52 
48 
50 
43 
47 

56 

58 

I 

12 

8 

2 

58 

51 
29 

29 

54 
50 
42 


55 
35 
32 
o 
40 

55 

35 
25 
25 
55 
34 
50 
o 
20 

5 

35 
40 

o 

20 

56 

25 
o 

50 
25 
25 

5 

55 

20 


Tausa 74  13  40      5    8  30 

Sutansa 74  to  20     5  la  IP 


H 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


5  14  35 

5  13  45 

5  |6  3 

5  i8  25 

5  15  32 

5  21  so 

5  24  35 

5  26  40 

5  29  40 

5  32  20 

5  37  0 

5  29  30 

5  26  5 

5  29  20 

5  31  35 

5  36  35 

5  33  30 

5  53  40 

5  35  40 

5  34  15 

5  39  35 

5  41  20 

5  31  5 

5  32  45 

5  34  30 

5  37  0 

5  37  0 

5  39  25 

5  44  46 

5  28  so 

5  32  25 

5  41  26 

5  47  5 

5  47  35 

5  40  0 

5  41  20 

5  38  35 

5  29  45 

5  34  0 

5  26  s 

5  27  45 

5  26  5 

5  24  40 

5  39  0 

5  40  57 

5  42  5 

5  46  20 

5  47  0 

548  35 

5  19  6 

5  51  12 

5  52  30 

5  53  30 

I 

Lngant         Longitudei    Latitudes  [NJ ' 
W.  de  Greenwich 


Carmeo 74  14  50 

Cucnnubá 74    8    o 

Ubaté 74    9  5° 

Guachetá 75    5    o 

Lenguazaque. ..  74    4  15 

Fúquene 74    9  25 

Susa. 74    9  ^5 

Simiiaca 74  11     ^ 

Caldas 74  12  20 

Cbiquinquirá...  74    8  15 
Saboyá 74    8  54 

Samacá 73  49    o 

Ráauira 73  58    o 

Tinjacá 73  57  55 

Sutamarcbán. .  73  57  40 

Sáchica 73  54  55 

Cucaita 73  47  45 

Sota 73  47  30 

Cbiquisa 73  49    5 

Lciva 73  53  3© 

Guateque 73  57  30 

Gachantivá...  .  73  54  15 


Soracá 73  43  45 

Tunja 73  41  15 

Cbivatá 73  4»  20 

Motavita 73  45    o 

Oicatá 73  41     o 

Cómbita 73  43  45 

Sotaquirá 73  42    o 

Siachoque 73  37  3® 

Toca 73  34  i5 

Tuta 73  39  35 

Paipa 73  35  35 

Duitama 73  30  35 

Tibasosa 73  28    o 

Nobsa 73  24  4S 

So^amoso 73  24  30 

Iza 73  25  30 

Firavitoba 73  26  so 

Petca 73  28  30 

Cultiva 73  23  S5 

Tota 73  24    I 

Puebloviejo....  73  37  30 

Mon¿ai 73  18  50 

Mongua 73  14  15 

Tópaga 73  17  40 

Busbanzá 73  20 

Floresta 73  22  40 

Betéitiva 73  18  40 

Santa  Rosa  ....  73  27    o 

Cerinza 73  25    o 

Belén 73  22  30 

Tutasá 73  21  30 


Lugares         Longiitndee    Latitudes  (N 
W.  de  Greenwich 

XIV)  Los  cañofus  del  Reino 


Gámeza. 
Tasco... 
Socha... 


Socotá 

Jericó...     .    ... 

Chita 

Uvita 

Boavita 

Corrales 

La  Paz 

Sativa  Sur 

—  Norte  .  .. 

Susacón 

Soatá   ....    . 
Covarachía...  . 

Capilla 

Cocuy 

Ouican 

Panqueva 

Elspino 

Guacamaya 

Chiscas 

Macaravita 

San   Miguel... 

Carcasí 

Capitanejo 

Enciso 

Tequia 

Málaga 

Concepción.  ... 

Scrvita 

CcFrito 


Onzaga 

I  San  Joaquín... 
¡    Malagavita  ..  . 

i    San  Andrés 

I    Guaca 

j    Cepita 

.    Aratoca 

:    Sube 

'    Encino 

Charata 

Cincelada 

Coromoro 

Riachuelo 

Ocamonte 

Valle 

Páramo 

Mogotes 

San  Gil 

Curití 

Pinchóte 

Jesús  Me  ría.... 

Bolívar 

Guavatá 

Vélez 

Chipatá... 


73  15  15 

5  44  32 

73  15  8 

5  48  15 

73  9  40 

5  5425 

73  5  20 

5  57  35 

72  3  34 

6  635 
6  7  26 

72  57  Z^ 

73  7  60 

6  8 

73  7  28 

6  8  20 

73  18  30 

5  45  30 

71   14  30 

5  54  25 

73  í2  40 

5  5635 

73  12  25 

5  57  40 

73  12  20 

6  3  20 

73  12  38 

6  841 

73  17  40 

6  17  0 

73  5  15 

6  13  0 

73  0  40 

6  16  0 

72  59  55 

6  1835 

73  »  20 

6  17  30 

72  2  S5 

7  19  5 

73  4  40 

6  17  40 

73  3  30 

6  42  45 

73  9  20 

6  21  0 

73  7  40 

6  26  25 

73  5  25 

6  30  30 

73  14  0 

6  18  40 

73  II  20 

6  29  56 

73  13  35 

6  30  30 

73  14  0 

9  3*  20 

73  II  20 

6  35  15 

73  9  0 

6  38  20 

83  8  15 

6  39  28 

73  23  32 

6  7  18 

73  24  58 

6  14  0 

73  19  40 

7  32  0 

73  21  20 

6  39  45 

73  19  3« 

6  44  29 

73  30  40 

6  32  45 

73  49  15 

6  29  44 

73  37  SO 

6  31  20 

73  Zl    0 

6  0  30 

73  38  42 

6  7  26 

73  35  5 

6  4  45 

73  32  55 

9  7  45 

73  35  14 

6  855 

73  38  25 

6  9  45 

73  38  25 

6  14  15 

73  41  10 

6  14  15 

73  3í  20 

6  16  0 

73  38  45 

6  20  45 

73  35  20 

6  23  25 

73  40  15 

6  19  25 

74  10  25 

5  46  i^ 

74  II  13 

5  51  35 

74  5  45 

5  51  15 

74  6  0 

5  54  15 

74  S  0 

5  5i  15 

A  F  ¿  N  o  I  C  X 


^ 


Lncana        Longitudes     Latitudes  (N) 
W.  de  Greenwich 

Aguada 74    O  30  5  58 

La  Paz 74    4  «4 

Puente  Nacio- 
nal   74     4  15  5  36  45 

Site 74     3  5  52 

Gücpsa 74     O  45  5  54  50 

San  Benito  ....  73  59  32  5  59  55 

Moniquirá 74     O  10  5  47  40 

Pare 73  58  50  5  54  40 

Santa  Ana 73  56     7  5  55 

Toguí 73  58  30  5  50  25 

Gámbita 73  50  5  50  30 

Chitaraque 73  55  24  5  54 

Olival 73  49  6     0 

Conñnes 73  44  15  6     9  45 

Suaita 73  54  30  5  58 

Oiba 73  47  30  6     5  15 

Guadalupe  ....    73  53  18  6     2  80 

Guapotá 73  48  50  6     7  45 

Palmas 73  46  45  6  13  15 

Socorro 73  45  50  6   13  22 

Cabrera 73  45     5  6  22  55 

Barichara 73  43  30  6  24  55 

Guane 73  44  55  6  26  30 

Chima 73  52  6     9 

Simacota 73  49  6  14 

Palmar 73  47  33  6  20 

Hato 73  49  55  6  20     3 

Galán 73  47  6  24  50 

Zapatoca 73  46  15  6  35 

Bctulia 73  47  6  40 

San  Vicente...  73  54  6  40 

XV)  Soto 

Los  Santos 73  38  20  6  33  15 

Piedecuesta 73  33  20  6  43  10 

Florida 73  34  25  6     4     5 

Girdn 73  38  30  6  47  50 

Bucaramanga..  73  33  20  6  50  25 

Tona 73  27     5  6  59  40 

Rionegro 73  37  30  8  58  35 

Botijas 73  45  10  7  13 

Cáchira 73  30  7  29 

Cachiri 73  31  7  14 

Matanza 73  31  40  7  40  30 

Suratá 73  31  7     7 

Baja 73  26  30  7     6 

Vetas 73  23  7     4 

XVI)  Lahateca 

Silos 73     7  40  7     4  i5 

CácoU 73     O  44  7     5  10 

Chitagá 73     3  i5  6  56  30 

Labateca 72  39  15  7     7  30 

Toledo 72  48  7     7  40 

XVII )  Cuenca  de  Maracaibo 

Pamplona 73     O  30  7  12 

Chopo 72  57  40  7  15  55 


Lugaxes       LongüudM   Latltodef  (N ) 


W.  de  Oreenwich 

Chinácota 72  51  45 

Bocha  lema 72  54  30 

Rosario 72  42  30 

Cúcuta 72  43 

San  José 72  45  15 

San  Faustino...  72  41  52 

Limoncito 72  51  45 

Zulia 72  54 

San  Cayetano.  72  52  30 

Santiago 72  58  30 

Gramalote 73    2  10 

Salazar 73     3  20 

Arboledas 73     5  45 

Cucutilla 78     5  20 

Chopo     72  57  40 

Mtttiscua 73     7  30 

San  Pedro 73  18 

La  Cruz 73  26 

Ocaña 73  30  30 

Aspasica 73  20     5 

La  Palm» 78  17  40 

San  Calixto.  ..  73  22  30 
Convención....  73  3O  45 

Teoraraa 73  27  45 

González 73  32 

Río  de  Oro 73  32 

Brotaré 73  35 

San  Antonio...  73  33     2 

El  Carmen 73  36  10 

Pueblo  Nuevo.  73  33 
Buenavista 73  31  28 


7 

7 
7 
7 
7 
7 
7 


23  28 
26  45 
34  30 

38 
38 

51  8 
54  30 
42  20 
38  50 


7 

7 
7 

7 

7 

7 

7 

7 

7 

7 

8 

8 

8 

8  11  30 

8  12  58 

8  lO  40 

8 

3 

8  10  30 
8  8  26 
8  16  30 
8  O  25 
7  57  30 


35  25 

O 
83 
27 
21 
15  55 

7  57 
40 
58 

2 

4 

6  32 


8 
8 


CerroNcvado.,.  74  21  4     1 

El  Roble 74  32  40  4  47  30 

Higuerón 73  51  50  5  18 

Alto  Curaucha.  74  36  5  13  50 

AltoSarbel 74  23  40  5  42  30 

Alto  Bermejal.  74  12  30  5  31  50 

Cara  de  perro  .  74    O  5  50  80 
Cerro  d  e   la 

güera 73  52  6  15  30 

El  Pulpito     ...  72  55  30  6  25 
Almorzadero 

(puerto) 74     4  10  6  46  20 

Alto  Siná 72  41  50  7     3 

Páramo  de  Gue- 
rrero   73  25  7  33  30 

Cerro  Negro  ..   73  34  7  50  30 
Cerro  Bobalí       73  29  8  36  30 
Cerro  La  Hor- 
queta    73     5  20  8     7 

Puerto  Villami- 

zar 72  42  8     8  20 

XVIII)  Casatuxte 

Arauca 70  50  54  6  32 

Macaguane 72     3  10  6  19  20 

Bctuyes 72     7  20  6  \b  30 


26 


NVIVA  GtOORAFÍA   DK  CoLOMBIA 


X  9 

LugwM        Longitndet     Latitudes  (N) 


W.  de  Oreenwich 

Tame 

....   72  13  84 

5  15 

Furaré 

....  73  21  10 

6     0    4 

Chirc. 

....  72     6  28 

5  52 

Ten 

....  62  19 

6  46 

Támara 

....  72  23  15 

5  39  10 

Salina 

....  72  .'VO  25 

6    4  40 

Muneque ... 

...  72  39  35 

5   19  4b 

Moreno 

....  72  30  25 

5  43  25 

Nunchia 

....  72  21  55 

5  28 

Maquiros.... 

....   72     5  40 

4  43  45 

Santiago..... 
Barroblanco 

....  72  44  35 

5     4  45 

...  72  57  40 

4  58 

Trinidad 

....  71  42  30 

5  32 

Guayabal  .. 

....  71  23  30 

4  54  33 

Cafifi 

....  71     2  45 

5  20 

Guanapalo.. 

....  70  55 

5  12 

XIX)  San  Martín 

Upía 73     7     O  4 

Medina 73  26  20  4 

Cabuyaro 72  46  20  4 

Cumaral 73  34  35  4 

Jiramena 73  28  30  3 

Villavicencio...  78  44  4 


35 
32 

22  30 
22 

51  50 
15  10 


X  r 

LagAiw        Longftudee  Latitndea(V) 
W.  de  Greenwlch 

San  Martín 78  52  40  3  43  20 

Arama 73  58  30  3  25 

XX)  Caquítá 

Santiago..., 77    2  30  1  10  10 

Sebondoy 76  57  33  I     8  36 

Putumayo 76  54  30  18  58 

Mocoa 76  10  10  O  56  15 

Yunguilk 76  18  25  1  15  25 

Descanse 76  22  46  1  28  26 

Solano 75  10    5  O  30 

Juvayaco 75  25  35  O  47  2S 

Pacayaco 75  55  80  o  46  25 

Limón 76    O  O  50  32 

Itucayaco 75  44  O  40 

San  José 76    4  30  O  34  .^.0 

San  Diego 76     7  40  O  36  35 

Uchipayaco..       77  10  O  46 

Montepa 75  24  35  S  O    2  5S 

Tapacuntí 75    8  O  13  40 

San  Miguel 76  28  30  0    8 

Aguarico 76  38  23  S  O    4  10 

Mesaya 73    8  ü  J8 

Jonacuru 73  19  1 

Tacumenc 73  23    5  I  11 


HUMBOLDT 


Cartagena 75  30  10  25  20 

Tttrbaco 74  18  15  10  18    & 

Mompós 74  27  45  9  14  II 

Morales 74     i  15  8  15  30 

Boca  de  Nare..  74  41     3  6    9  49 

Honda 74  ^3  4^  ^  ix  4**^ 

El  Roble 74  30  4  36 

Bogotá 74  13  45  4  35 

Guadalupe 74  14  17  4  35 

Monserrate.. ...  74  14  10  4  35 

Mariquita 75     i  45  5  12 

Ibagué 75  19  45  4  27  23 

Cartago 76    6  30  4  45    5 

Buga 76  21  45  3  55  21 

Cali 76  30  45 

Santander 3    2 

Piendamó 2  26 

Popayán 76  39  45  2  26  17 

Vinagre  (casca- 
da)   76  25  2  27  17 


Puracé  (pueblo)  76  34  13 

—  (volcán)  76  27  30 

Socoboní 76  46 

Pilatumba  (pá- 
ramo)   76  50 

Al  maguer  (pá- 
ramo)   76  50 

—  (ciudad).  76  54  45 

Pansitará 76  48 

La  Vega 76  51 

La  Ascensión..  76  45 
Guachicono  ...  76  45 

Timbío 76  35 

Achupallas 76  20 

layo 76  20 

Juanambú 77  12 

Paito 77  20  45 

Carichana 67  55    o 

Atures 67  56  21 

Maipures 68  17  23 

Boca  Atabapo.  68  10  40 


2  i5  18 
2  18  5o 

a  3 

2  10 

2 

1  54 

2  12 
2  15 
2  18 
2  19 
2  23 
I  54 
I  50 
I 
t 
6 
5 
5 

4 


24 

13  6 
34  5 
37  34 
13  32 
2  48 


A  P  É  N  D  I  C  K 


CALDAS 


X  <p 

Logaren        Longitudes     Latitudes  (N] 
W.  de  Gieenwich 

Ipiales...., o  48 

Pasto.. 76  56  45  I   13  30 

Ouachicono 

Poblazón 76  33    o  2  25  30 

Popayán 76  29  2  26  30 

Puracé 76  25  2  27  17 

Purac¿(nevado)  76  22  30  2  26 

Guanacas(paso)  76  16  2  32 


Lugan 


La  Plata. 

Carnicerí) 

Pital 

Timaná.. 

San  Agus 

Tolima... 

Tocaima. 

Gusdalup 


F.  A.  A.  SIMONS 

La  Costa  (Bolívar  y  Magda 


a)  El  Sinú 

Fuentes  del  Si- 
nú 76  17  30  73  30 

Cerro    Murru. 

cucú 75  54  8 

—  Quimari..  76  34  7  54 

—  Las  Palo- 
mas   76    9  8  25  30 

Tucura 76    6  7  56 

Hato  Chico 75  57  8  32 

Montería 75  53  8  46 

San  Carlos 75  42  8  47 

Ciénaga  de  Oro  75  39  8  54 

Verástegui 75  4^  8  53 

Mateo  Gómez .  75  53  8  52 

Cereté 75  5-^  8  53 

San  Pelayo..  ..  75  54  8  57 

Punta  Yáóez...  75  43  91 

Corozalito 75  45  9    3 

Arache 75  45  9    4 

Sitio  Viejo 75  45  .96 

Chima 75  45  9    9 

San  Andrés 75  3^  99 

Sabaneta 75  42  9  18 

Momil 75  45  9  14 

Purísima 75  48  9  14 

San  Sebastián  75  51  9  14 

Lorica 75  52  30      9  14 

San  Nicolás  ..  75  58  9  14 

San  Bernardo..  76    2  9  21 

San  Antero 75  48  9  22 

Palmito 75  38  9  20 

Puerto    Escon- 
dido   76  17  9    O 

b)  María  y  Tierradentro 

Tolú 75  36  9  30 

Toluviejo 75  27  9  2^ 

Nueva  Geografía  de  Colombia 


Caracol... 
Colosó... 
San  Onofi 
Higuerón 
Comisario 
San  Anto 
Flamenco 
María  la  I 
San  Cayel 
San  Basili 


Rocha 

Sincerín.. 
Mahates.. 
Arjona.. .. 
Turbaco  . 
Turbana.. 
Ballestas. 

Barú 

Bocachics 
Santa  An; 
Pasacaba! 
Ternera.. 
Cartageni 
Santa  Re 
Villanue\ 
Santa  Ca 
Arroyogr 
Palmar  d 
delaría 
Luruaco. 
Molinero 
Arroyo  d 

dras.v 
Aguada  < 

blo — 
Rotiné... 
Repelón 


28 


NvxvA  Geografía  dk  Colombia 


Lagttxet 


Longitudes    Latitades  [NJ 
W.  de  Oreenwich 


Arenal 75    9  lo  23 

Soplaviento 75    ^  ^o  23 

Manatí 74  59  10  28 

Sabanalarga...  74  56  10  39 

Usiacurí 75    o  10  45 

Baranoa 74  56  10  47  30 

Juan  de  Acosla  75    3  10  49 

Tubará 75     1  10  51 

Jalapa 74  54  10  53 

Puerto  Colom- 
bia    74  57  II     2 


c)  Ijis  Saltanas  y  el  San  Jorge 


(}uamo 74  58  10     2 

San  Juan 75     5  9  57 

San  Jacinto 75     8  9  50 

El  Carmen  ....   75     7  9  43 
Jesús  del  Mon- 
te   74  58  9 

Ovejas 75  12  9 

Flor  del  Monte  7.»     7  9 

San  Antonio...   75     5  9 

Morroa 75  20  9 

Corozal 75  20  9 

Sabaneta 75     8  9 

Juan  Gordo 75    4  9 

Buenavista 74  59  9 

(ialeras 75     3  9 

Sincc 75     9  9 

Llanadas 75  18  9 

Sincelejo 75  25  9 

Sampues 75  25  9 

Chinú 75  24  9 

Sahagún 75  23  8  66 

Colombay 75  24  8  44 

Morrocoy 75  21  8  45 

Las  Flores...     76  11  8  34 

Soledad 75  58  7  44 

Fuentes  del  S. 

Jorge 76  16  T    3 

San  Pedro 75  47  7  46 

Urc 75  39  7  5o 

Ayapel 75  13  8  19 

Santa  Rosa 75  16  8  23 

Sehebe 75    6  8  30 

San  Marcos 74  59  8  40 

Caimito 74  59  8  47  40 

San  Benito 74  58  8  56 

Santiago 74  54  92 

Gegua 74  55  8  5^ 

Sucre 74  44  8  49 

Majagual 74  42  8  35 

Bocamojana. ..  74  4i  8  24 

Achí 74  35  W  33 

Mantequera....  74  82  8  58 

Otero 74  43  8  59 


45 
32 
32 

24 
19 
19 
19 
18 

í9 
I 

M 

9 
18 
II 

6 


Lugares         Loogitndes     Latitudes  pf 
W.  de  Oreenwich 

d)  El  Magdalena 


Barranquilla.  .  74  47  30 

Soledad 74  47 

Malambo 74  47 

Carmona 74  4.'» 

Siiionmvo 74  42 

Remolino "4  41 

Cuáiniaro "4  39 

Sabanagrandc.  74  46 
Sanio  Tomás .  74  46 

Salamina 74  42 

PÍTon 74  42 

Suán 74  53 

Cerro    de    San 

Antonio 74  44 

Calamar       ...   74  54 
Barrancanue- 

va 74  54 

Ptdraza 7*  •*7 

Bar  ranea  vieja..  74  h\ 

Yucal 74  54 

Buenavisla 7*  ^^ 

KoMes 74  48 

Hercdia 74  4i 

Nervití 74  45 

San  Agustín...   74  49 
Jesús  del   Río..  74  48 

Tetón 74  45 

Santam^rtica  .  74  38 
Real  del  Obis- 
po     74  38 

Tenerife 74  4 1 

Plato 74  38 

Vijagual 74  38 

Tacamocho 74  46 

Cascajal 74  47 

Tacaloa 74  45 

Pinto 74  4o 

Pijinio 74  29 

Santana....?....  74  84 

Mompós 74  28 

San  Femando.  74  22 

Margarita 74  21 

Guamal 74  \*J 

Palomino 74  3o 

Yati 74  44 

Magangué 74  45 

MadHd 74  45 

Retiro 74  44 

Pinillos 74  31 

Barranco  de  Lo- 
ba   74  i5 

San  Martín.  ...  74  18 

Kl  Banco 7*    * 

Tamalameque..  78  49 
San  Bernardo...  73  46 

La  Gloría 73  5i 

Simafia 73  4? 


10  59 
lo  56 
10  52 
lo  5o 
10  47 
lO  44 
lo  3 » 
10  48 
10  45 
10  30 
10  26 
10  21 

10  22 
10  15 

lo  10 
lo  i3 


10 
10 
10 
10 
10 

9 
9 
9 
9 


7 
6 

5 

4 
6 

59 
57 

47 

38 


Jo  3 

10  2 

9  -^5 


9 
9 
9 
9 
9 
9 
9 
9 
9 
9 
9 
9 


48 
43 
81 

17 
26 

27 
20 
20 
l4 
10 
8 
6 


8  58 

9  18 
9l4 
9  11 
9  lo 
8  56 

8  5o 
8  48 
8  5i 
8  4i 
8  So 
8  28 
6  s6 


ApÉvoick 


'9 


Lugares 


Longitudes    Latitudes  (N) 
W.  de  Groenwich 


Dviejo 73  57  8  27 

>rales 74    2  8  17 

nití 74    4  7  57 

exto     Nacio- 

lal 73  5o  8  i5 

ma  Corredor  73  51  8    8 
que  de  Patu- 

ria 73  54  3o       7  36 

ertoWilches  78  58  7  21  3o 

ruachica 73  46  8  i3 

igeles 73  89  7 

o  de  Oro 78  33  8 

mzález 73  33  8 

irbura 73  3i  8 


56 
3 

8 
lO 


9 

9 
II 

9 
9 
9 


8  59 

9  1 
II 

li 

29 
24 

32 
55 


fj  El  César 

ílén 74    2 

loa 73  49 

liriguaná..  ...  73  43 
limichagua  ..  73  57 

i  Paso 73  47 

Lgua 73  25 

?cerril 73  23 

Ddazzi 73  18 

alencia  de  Je- 
sús   73  34  10  12 

iegopata 73  19  10  ii 

upes 73  23  lo  !?• 

a  Paz 73  19  10  16 

alledupar....  73  12  10  £2 

tanques 73  3 1  10  32 

adiUo 73  18  10  32 

rumita 73  \\  lo  3o 

illanueva 73  10  10  33 

lolino 73  5i  10  38 


Lagares        Longitudes  Latitudes  (N) 
W.  de  Greoiwioh 

San  Juan  de  Ce- 
sar   73  II  10  43 

Rosario 73  22  lo  42 

Esperanza 73    4  10  45 

Fonseca 73    4  10  5o 

Marocaso T3  17  11     1 

Barrancas 72  59  10  5o 

Barbacoas 73    2  11  i2 

Treinta 72  58  ii     7 

Riohacha 72  55  11  33 

Camarones....  »  73     5  11  24 

Dibulla 73  19  n   i7 

f)  Santa  Marta 

San  Antonio...  73  30  10  58 

San  Miguel....  73  36  11     1 

Mamatoco 74  11  11  16 

Santamarta.  ...  74  14  11  16 

Gaira 74  i4  ii   ii 

San     Juan    de 

Córdoba 74  i4  11     2 

Puebloviejo. ...  74  16  ii     1 

Riofrfo 74  I3  10  57 

Aracataca 74     4  10  40 

Fundación 74    7  lo  35 

San  Sebastián..  73  46  lo  28 

Medialuna 73  28  10  36 

Pivijay 73  32  lo  31 

Hacha 73  23  10  22 

San  Ángel 73  12  10    4 

Apure 74  29  9  50 

Chirolo 74  30  10    o 

Punta  de   Pie- 
dra   74  38  10  10 

Chengue 74  42  10  18 

Malabrigo 74  41  lO  18 


A.  HETTNER 


'ucrto     Villa. 

mizar 72  48 

an  José  de 

Cuenta 72  51 

ian  Antonio...  72  47 

^amplona 72  56 

^entanagrande  73    o 

luratá 73  14 

iucaramanga...  73  23 

Hedecuesta 78  19  20 

Jncoln 73  34 

^pateca. 78  85  30 

oidán 73  21  30 

>an  Gil 73  28 

)an  Andrés....  78    7 

Cogotes 78  15  80 

socorre 78  81  80 


8  16 


7  47 

6  42 

30 

7  19 

3  30 

7  i9 

7  1 

50 

6  54 

10 

6  59  30 

6  44  50 

5  39  40 

6  81 

6  46  SO 

5  26 

SO 

6  28 

Vélez .  73  53 

Jesús   María...  74  40 

Moniquirá 73  40  30 

Leiva 73  42 

Chiquinquirá...  74     2  30 

Ráquira 73  49  50 

Albarracín 73  46 

Guachetá 73  52 

Ubaté 74    o  30 

Chocontá 73  52  30 

Zipaquirá 74  11  80 

Guatavita  .....  74    1  SO 

£1  Común 74  12 

Bogotá 74  14 

Mflaga 78  67  30 

CapiUnejo 73  52  50 

El  Cocuy 73  42 


6  4 

5  54  30 

5  55  10 

5  38  20 

5  36  50 

5  34  30 

5  18  30 

524 

5  17  10 

5  8  30 

5  1 

4  54  30 

4  51  80 

4  86 

6  40  50 

6  31 

6  24  4a 

SP 


Nueva  Geografía  di  G)lombu 


Ltigaret 


Longitudes    Latitudes  [  N 1 


W.  de  Qreeowlch 


Soatá 73  48  30 

Onzaga 74     5 

La  Palma 73  57  40 

Santa  Rosa 74  16 

Sogamoso 74    8 

Paipa 74  20 

Tunja 74  32  50 

San  I  g  n  a  ci  o 

(alto) 73  55 

Puebloviejo....  74    5  30 
Labranzagran« 

de 73  46 

Medina  74  2g  30 

Apiai  (sitio)...  74  24 
Villavicencio..  73 
San  Miguel....  73  54 

Cáqueza 74     5  10 

Choachí 74     3 

Gachalá 73  39  30 

Subachoque...  74  20  10 

Pacho 74  19  30 

Coper  74  17  10 


6  20 
6  17  10 
6  O 

5  53 

6  42 
5  47 

5  32  50 

5  45 
5  32  10 

{>  30  50 

4  28  so 

3 

O 

12 
25 

32  50 
42 
54   10 

'^     7 

5  27  50 


4 
4o 

4 
4 
4 

4 
4 


Lugares 


Longitudes    Latiludes  NI 


W.  de  Green'<vicb 


Muzo 74  22 


Fusagasugá  ...   74  27 

Icononzo 74  38  3O 

Melgar 74  45 

Girardot   74  56  30 

Tocaima 74  46   10 

Viotá 74  39  30 

La  Mesa 74  36  5o 

Ambalema.  ...  74  56 

Líbano 76  I4 

La  Línea  (cum- 
bre)  :.  75  81 

Manizales 75  36 

Ansermavíejo .   75  66  40 

Marmato     75  45  '^0 

Salamina 75  36  10 

Manzanares  ....  75  19  60 

Santana 75  10 

Honda 74  54 

Viileta 7*  37 

Facatativá 74  30 


5  32  30 


4 

4 

4 
4 

4 
4 

4 


20  5O 

10  30 

13 

17  30 

27 

26  30 

38  10 
4  46 
4  54 


4  57  30 

5  4. 

5  i4  30 

5  29  30 

6  25  10 
5  18  40 
5     7 

5  12 
5  O 
4  47  30 


GREIFF  Y  SCHENCK 


Cáceres 75  40  10 

Zaragoza 76     7 

Yarumal 75  46  30 

Amalñ 76  27  30 

Remedios 75    2 

Puerto   Berrío.  74  27  30 
La  Cruz  (F)....  74  42  15 

San  Roque 75  i7 

San  Rafael 75  2i   10 

Santa  Rosa 75  45 

Medellín 75  49 

San  Miguel 

(tito) 75  5i 

Antioquia 76    5  30 

Concordia 76    7 


725 

7  21  40 

6  50  40 

6  45  30 

Too 

6  29  10 

6  22  4o 

6  25  4o 

6  16    0 

6  30  30 

6    9 

5  55 

6  25 

5  56 

Ituango 76    6  10  7    o 

Urrao 76  i7  6    5 

Quibdó 76  58  5  37  4o 

Bolívar 76  i3  5  45 

Carmen 76  2o  5  46 

Andes 76    5  3o  5  29  3o 

Jericó 75  69  5  44  2o 

Valparaíso....  75  5i  5  38  10 

Manizales 76  47  2o  5    6  10 

Salamina 75  4o  íio  5  23  4o 

Pensilvania  ...  75  1 4  So  5  23    o 

Sonsón  75  2o  :to  5  43  ?o 

San  Luis 75  11  3o  6    2o 

Marinilla 75  36    o  6    5  3o 


NOTA  SOBRE  LAS  COORDENADAS 

Atrás  señalamos  lo  que  ocurre  con  respecto  á  la  posición  de  La  Palma, 
capital  para  la  topografía  de  la  parte  occidental  de  Cundinamarca. 

De  Ocafia,  con  que  sucede  lo  mismo  para  el  NW.  de  Santander,  según  los 
datos  por  nosotros  recogidos,  es  preciso  aumentar  su  latitud  en  io\  En  la  Carta 
de  Codazzi  ñgura  con  8°  de  latitud  N. ;  pero  suponemos  que  este  geógrafo  no  la 
calculó  directamente,  porque  de  otra  manera  no  habría  incurrido  en  el  error  de 
acortar  en  cuatro  leguas  la  distancia  que  hay  entre  ella  y  Bucaramanga.  Mas  como 
en  la  Carta  del  mismo  geógrafo  hay  otro  error  de  cuatro  leguas  entre  Bogotá  y 
Bucaramanga,  imaginamos  que  la  causa  de  todo  esto  dependió  de  un  extremado 
respeto  á  los  cálculos  de  Humboldt  y  de  una  lectura  equivocada  del  atlas  de  este 
viajero.  En  efecto,  ya  en  las  Cartas  de  la  época  colonial  ñgura  Ocaña  con  S9  L. 
N.,  y  así  se  incorporó  en  la  Carta  general  de  Humboldt,  pero  poniéndole  equi- 
vocadamente el  signo  indicativo  de  haber  sido  punto  de  observación  del  mismo, 
que  no  estuvo  allí. 


Apéndice 


NoioIiM,  tomanJo  por  base  las  Cartas  d«Í  Aliiiitanlai{^  inglés,  la  del  rio 
Magdalena  haiIaSimaña  j  el  trazo  del  ferrocarril  de  OEaÜa,  faicimos  una  prímna 
coireccién,  rectificada  lu^go  coa  los  planos  de  los  caraínos  de  Cuenta  al  Magda- 
lena y  de  Buramaoga  i  Ocaila,  enlazando  previa  m  en  le  esas  dos  bases  á  Bogoti^J' 
á  Maracaibo;  ésta  con  el  plano  del  reirocairii  á  San  Buenaventura  •}  el  del  no 
Zulia,y  aquélla  con  loscütudios  del  ferrocarril  del  Norte  jr  los  iliacraríos  d«  Het> 
Iner.  Asi  resu«lto  el  punto,  lodos  los  demás  detalles  geograücos  de  estas  comarcal 
cuhdran  perfectamente  y  abonan  la  solución  que  hemos  dado  al  problema. 

Otro  punto  capital  en  nuestra  cartogiafíi  lo  encontramos  en  Cictrcs  y  Za- 
ragoía,  lo  que  no  es  de  cxtraflar,  por  cuanto  Codazzi  por  csla  vía  no  salió  al  mar. 

Nosotros  prí  mera  mente  rectificamos  el  punto  valiéndonos  de  Us  caita* 
marinas,  los  planos  de  los  nos  Atrato,  Sinú,  Magdalena  y  Cauca- Nechi,  y  de 
los  de  los  trazos  de  ferrocarril  de  Puerto  Berrio  y  del  Porce,  y  en  seguida  coa  los 
estudios  para  ci  trazo  del  fciiocarríl  Intercontinental,  que  apenas  modificaron  en 
unos  pocos  hcctómctros  la  posición  adoptada  para  esos  lugares.  Para  Cáceres  he- 
mos adaptado  75°  42'  W.  y  7°  ai'  N. 

UrS}í  y  el  C<rn!  llevado  de  Sumafat.  La  fijación  de  eslos  puntos,  intere- 
santísima para  la  Caita  de  Cundinamarca,  la  hicimos  de  acuerdo  con  los  trabajo* 
de  los  Ingenieros  que  midieron  los  baldíos  de  la  Compattía  de  Colombia,  el  plano 
del  Magdalena,  el  trabajo  del  ferrocarril  de  Girardot  y  el  Meta  y  de  la  carretel* 
del  Muerto  y  algunos  oíros  esludios,  de  los  cuales  se^desprenden  ademis  las  modi> 
licacioncs  de  las  coordenadas  de  San  Martín,  que  resultan  las  que  aquí  hemo* 
adoptado.  Para  Uribe  adoptamos  74°  17'  ^V.  y  3"  as'. 

í4muía.  Este  punto,  tan  interesante  para  la  cartografía  del  Llano,  fue  por 
fortuna  corregido  en  paite  con  los  enlaces  i  Cravo  y  i.  la  cordillera  oriental,  por 
F.  J.  Casis,  quien  nos  suminislró  tales  datos  aún  inéditos.  Luego  se  publicaroa 
las  trabajos  de  la  Comisión  de  Limites. 

En  realidad  de  verdad,  y  no  tratiadose  sino  de  los  grandes  lincamientos, 
vacíos  y  dudas  no  quedan  sino  respecto  de  algunos  de  nuestros  grande»  neva- 
dos, de  las  fuentes  del  Suaza,  de  La  Ceja  y  Garzón,  del  Paramillo  de!  Sioi'i,  de 
San  Juan  de  Cuaiqucr  y  de  las  faldas  orientalesdel  Huila.  Ue  lodos  estos  punios, 
los  más  importantes  son  el  Suaza  y  La  Ceja,  porque  no  tienen  al  respaldo  otro* 
que  á  lo  menos  limiten  el  error  ;  al  conlraiio,  los  esludios  de  las  comarcas  mis 
próximas  indican  que  allí  hay  muy  serias  rectificaciones  que  hacer.  A  falta  de 
otra  clase  de  trabajos,  hemos  utilizadolos  itinerarios  de  los  misioneros,  ya  que  de 
todas  maneras  hay  que  transformar  la  Carla  de  Codazzi  sobre  esa  región,  que  en 
tu  punto  capital  él  no  pudo  visilar  penonalmente. 

Los  cuadros  de  coordenadas  comparados  se  encuentran  en  el  segundo  vo- 
lumen, especialmente  consagrado  al  estudio  de  los  detalles  de  nuestra  topografía. 


Figura  331 — Arqueología  colombiana.  Orfebrería  indígena. 


3» 


NUZVA  GSOORAFÍA  DK  CoLOMBU 


ADICIÓN  ALTIMETRICA 


I  -  COMISIÓN  DEL  FERROCARRIL  INTERCONTINENTAL 


é)  De  Cartagefia  al  nudo  di  Huaca 

Kmts.              Lufareí  Cotaa 

O  Cartagena O 

10  Ternera 13 

21  Colón I2S 

26  Turbaco 175 

39  Arjona 38 

54  La  Ceja 3 

58  Mohates 2 

75  San  Cayetano....  100 

83  La  Paloma 300 

87  Quebradaseca...  80 
95  San  Juan  Nepo- 

muceno 140 

ICO  Palmar 220 

III  San  Jacinto 390 

125  Carmen 360 

137  Alto  del  Carmen  510 

152  Ovejas 430 

170  Los  Palmitos....  330 

178  Corozal 300 

193  Sampué» 280 

200  Chimí 270 

213  Sahagün 220 

226  Trementino 210 

223  Morrocoy 180 

228  San  Francisco...  190 

240  San  Diego 160 

225  Aguaclara 140 

266  Cintura 120 

278  Río  San  Jorge. . .  110 

282  Santa  Rosa 115 

294  Ayapel 140 

307  Sabana  Palotal..  120 

318  Quebradaclara...  140 
325  Límite  de  Bolí- 

var  y  Antioquia  120 

396  Cucharal 90 

377  Cáceres 100 

400  Río  Neri 120 

409  Raudal 690 

430  Turbaco 1080 

447  Quebrada  Rosa^ 

rio 1500 

453  Alto 2460 


KmU.  LugavM  Ootaa 

458  Yarumal 2220 

472  Cam(>amento 1680 

Río  Nechí 460 

4^4  Anori ^540 

377  Cáceres 100 

417  Bejuquillo 137 

430  La  Cruzada 558 

444  Cruces  (Cáceres)  40a 
464  Támara  (Nechí).       120 

483  Zea 720 

491  Alto 930 

496  Cruces  (Anorí)...  780 

516  Anorí 1540 

494  Anorí 1540 

Santa  Bárbara...  750 

520  Alto  Higuerdn...  1710 

S3S  Carolina 1800 

544  Pavón 1800 

556  Río  Porce 1050 

580.  Barbosa 1300 

595  Girardota 1380 

603  Copacabana 14 10 

617  Medellin 1500 

627  Itagüí..... 1560 

631  Estrella 17 10 

638  Caldas 1760 

750  Alto  San  Miguel.  2640 

664  Santa  Bárbara...  1800 

674  Puebloviejo 11 10 

681  Paso  Caramanta 

(Cauca) 600 

697  Valparaíso 1350 

705  Caramanta 1950 

Alto 2160 

716  Marmato 1300 

719  Río  C^uca 810 

Alto 1800 

732  Salamina 800 

Alto 2250 

747  Aranzazu 1920 

Alto 2160 

Quebrada  chillo- 

na 1590 


ApÉndick 


Lafifares  Cotai 

760  Neira 1920 

Río  Guacaica....  1530 

774  Manizales 2100 

78S   San  Francisco...  1380 

8cx>  Santa  Rosa 1650 

810  Pereira I140 

836  Cartago 900 

857  Naranjo 930 

880  Zarzal 930 

905   Bug"alagrande...  970 

922  Tuluá 1000 

933  San   Pedro 1020 

947  Bug-a 1020 

972  Cerrito 1040 

991   Palmira 1070 

Río  Cauca 1025 

1026  Cali 1090 

Í049  Jamundí 1045 

1071   Paso  La  Bolsa...  1080 

1091   Ovejas 1050 

nos  Aganche 1060 

1123  Morales 1660 

1 145  Piendamó 1800 

Alto 1980 

1162  Cajibío 1900 

1130  Palacé 1610 

1184  Popayán 1710 

1194  El  Roble 1950 

1199  Timbío 1800 

12 1 1  Dolores 1640 

1221  La  Sierra 1500 

1231  Lorica 1050 

1240  Aguasblancas 990 

I2SS  Patía 565 

1172  Dos  ríos 535 

1 287  Tablin  de  Paniagoa. ...  7^0 

1305  Sombrerillos 1230 

1214  Veinticuatro 1650 

1322  San   Pablo 1800 

1328  Mamendoy 2070 

Cerro  Pulpito....  2670 

Cerro  Quina 2820 

1347  San  Bernardo....  2100 

1353  Tikliode  Gimei 1650 

1364  Buesaco 

1384  Cerro  Convento.  2870 

1391  Pasto 2570 

1 399  Calambuco 2880 

1406  Santa  Gertrudis..  3250 

141 3  Yacuanquer 2760 

1417  Tangua 2460 


Kmts,               Lugareg  Cotai 

1431  Funes 2400 

1440  Asturcos 2450 

1446  Puerres 2600 

1456  Potosí 264S 

1463  Ipiales 3000 

1474  Tulcán 3050 

1484  Huaca 3480 

o  Tulcán 3050 

6  Carlosama 3030 

9  Pastas 3060 

19  Guachucal 3210 

28  San  Joaquín 3060 

36  Tüquerres 3070 

65  Funes 2400 

b)  Di  Medellin  al  Airáis 

O  Medellin 1470 

20  Caldas 1740 

Lejía  (alto) 1880 

31  Amaga 1320 

45  Fredoitía J770 

67  Paso  Caramanta.  600 

90  Jericó 19S0 

96  Pueblorrico 1740 

108  San  Joaquín 1020 

120  Bolívar 1200 

128  La  quiebra 1980 

148  S»  JaaiiSiigv X080 

162  Concordia 800 

170  Los  Pobres 570 

192  Anzá 665 

203  Noque S40 

221  Antioquia 600 

244  Giraldo 2240 

248  El  Toyo 2160 

258  Cañasg^ordas  ....  1290 

286  Uramita 600 

300  Dabeiba 390 

321  Pavarandocito.  ..  65 

346  Los  Indios 40 

380  Riosucio 8 

c)  De  Costa  Rica  á  Panamá 

O  Cañasgfordas  (al- 
to) Costa  Rica..  1 150 
20  La  Vuelta  (que- 
brada)   840 

30    —    (alto) 850 

SO  Mamey  (alto)....  900 


34 


Nueva  Geografía  dx  Colombia 


Kmts.               Logares  Cotas 

?i^  Chiriquí    viejo 

(vía) 200 

105  Jacd  (quebrada)  210 

125  Gariché  (río) 130 

150  Divalá  (casar  y 

río) 160 

157  Bugabíta  (casar)  125 

159  Bugfaba  (pueblo)  135 

169  La  Raya  (casar)  85 

181  Cristóbal  (río)...  10 

184  David  (ciudad)..  15 

194  Hatoviejo  (casar)  25 

199  Capellanía  (id.)..  15 
204  Chorcha   ( id.  y 

río) 5 

221  Corrales  (río)....  5 
228  Boca  del  Monte 

(casar) 70 

230  Cañafístola  (id.).  60 
234  San   Lorenzo 

(pueblo) 35 

241  Fonseca  (río) 30 

253  San  Juan  (río)...  10 

260  Tupí  (río) 10 

266  San   Félix  (pue- 
blo)   85 

271  Las  Lajas  (casar)  70 
277  Remedios  (pue- 
blo)   30 

289  San  Dieg-o  (río).  10 
297  Tole  (pueblo)....  300 
301  El  Callejón  (ca- 
sas)   280 

314  Big^uí  (río) 80 

321  Big-uí  (alto) 450 

239  Armafalsa  (que- 
brada)   140 

332  Armafalsa    (al- 
to)   270  420 

346  San  Pablo  (casar 

y  río) 60 

350  Bibay  (casar)....  80 
356  La  Mesa  (alto)...  230 
358  La  Mesa  (pueblo)  200 
369  San  Pedro  (ca- 
sar)   70 

374  Marañón  (casar)  75 
377  La  Peña  (casar)  1 10 
384  Santiag"o    (  pue- 
blo)   90 

404  El  Espino  (casar)  65 


Kmts.  Lagares  Cotas 

417  Los  Canelos 55 

425  La  Estrella  (ca- 
sar)   60 

441  Aguadulce  (pue- 
blo)   30 

451  Nata  (pueblo)....  25 

471  Hondo  (pueblo).  10 
48 1  Antón  (pueblo  y 

río) IS 

491  Riato  (id.) 25 

318  San  Carlos  (id.)..  15 

534  Chamé  (id.) 15 

536  Bejuco  (casar)...  20 

546  Sajalisa  (id.) 5 

555  Capira  (pueblo).  iio 

565  Espino  (río) 30 

575  Chorrera   (pue- 
blo^   70 

587  Aguacate  (id.)...  S 

598  Arrayán  (id.) 12a 

609  Miraflores 10 

621  Panamá  (ciudad)  o 

d)  De  Panamá  al  Aíralo 

O  Panamá O 

30  Pacora 30 

55  Chepe 30 

130  Chiman O 

265  Yavisa 5 

330  Paya 9a 

390  Riosucio 5 


De    Medellín    á 
Panamá,  770  ks. 

// — Comisión  de  Umites 
(Región  oiiental) 

Cobaría 316 

Los  Gualices 218 

Arauca 131 

El  Viento 104 

San  Fernando....  186 

Yavita 204 

Pimichín 207 

Mocoa 204 

Victoria 216 

Santa  Rosa 222 

Tigre 232 

Sabana 247 


Apéndice 


SS 


LISTA  ALFABÉTICA 


I>E  LAS  1375  POBLACIONES  Y  CASERÍOS  DE  COLOMBIA* 


A    (100) 

Abcjorral 
Abirama 
Abrí  aquí 

Agrado 

Aguacatal 

Aguadora 

Agua  Padilla 

Aguada 

Aguada  de  Pablo 

Aguadas 

Agua  de  Dios 

Aguachica 

Agualarga 

Aguadulce 

Aguarico 

Aguasblancas 

Aguasuegras 

AhorcaUígarto 
i   Ahumada 
'  Aipe 
'  Alanje 
\    Aldea 

\  Aldea  de  María  (Pules) 
\  Ales 
2  Algarrobo 
^  Alejandría 
^  AI  maguer 
^  AÜaquer 
^  Almorzadero 
4   Alpud 
^  Alpujarra 
^  Altamira 
7  AÜo  Obispo 
^  Alto  Caquetá 
I  Amaceri 
I  Amaga 

*  Amaime 
^  Amalñ 

^  Ambalema 
I  América 

*  Amporá 

*  Anacoftas 
^  Anaime 
6  Anaime 

5  Anapoima 
4  Ancuyá 

*  Anchicayá 
I  Andes 

4  Anganoy 

6  Angeles 

1  Angelópolis 
3  Angola 
1  Angostura 


6  Angostura 
8  Ángulo 
1  Anocotca 

5  Anolaima 
I    1  Anori 

¡    4  Ansemianuevo 
j    4  Ansermaviejo 
I    1    Antadó 
I    1  Antioquia 
!    7  Antón 
I    4  Antón  Moreno 

1  Anzá 

4  Anzoátegui 

4  y^^/i 

1    Aspave 
4  Aponte 

1  Aquitania 

6  Aracataca 

2  Arenas 
2  Arachi 

,  1  Aranzazu 

;  3  Arauca 

I  3  Arauquita 

I  8  Aratoca 

I  4  /ír¿^/tf 

!  5  Arbeláez 

8  Arboledas 
I  3  Arcabuco 

I    4  Arenales 
I    2  Arjona 
I    1  Arma 
I    1  Armenia 
j    4  Armenia 

7  Arraiján 

¡    4  Arrayanal 
4  Arrayaría 
2  Arroyogrande 
2  Arroyohottdo 
2  Arroyo  de  Piedras 

8  Aspasica 
4  Asturcos 

9  Ataco 
7  Atalaya 

6  Atanquer 
2  Ayapel 

B  (89) 

4  Bagado 

4  Bajo  Caquetá 

2  Bajogrande 

7  Bajo  Obispo 
7  Balboa 
6  Banco 
2  Baranoa 

9  Baraya 
4  Barbacoas 


1  Barbacoas 
6  Barbcuoaj 

1  Barbosa 

8  Barichara 

6  Barrancas 

8  Barrafuabermtja 

2  Barrancanueva 
2  Barrancavieja 

2  Barranca  de  Loba 
2  Barranquilla 

2  ^art/ 

7  Bastimento 
4  Baudó 

4  Bebará 
4  Bebaramd 

4  Belalcázar 

6  Becerril 

7  Bejuco 

1    Bejuquillo 

3  Belén 

3  ^¿'///f 

6  i9^//« 

1  Bel  mira 

1  ^í/¿? 

5  Beltrán 

2  Bcrástegui 

8  i9^r¿^<? 

4  Berruecos 
1  Betania 

3  Betéitiva 

1  Betulia 

8  Betulia 

7  i5í/w^ 

5  Bituima   * 

9  Bladero 

3  Boavita 

2  Bocachica 

4  Bocagrande 

8  Bocas  de  Carart 
7  i5í?¿-¿w  </^/  Drago 

2  Bocas  de  San  Antonio 
4  Bocas  de  Tamaña 

7  Bocas  del  Toro 

8  Bochalema 

4  Bochisa 

0  Bogotá 

5  Boiacá 

1  Bolívar 

4  Bolívar  de  Caldas 

8»  Bolívar 

4  Bolívar  de  Arboledas 

4  Bolo 

2  Boquillas 

5  Bosa 

3  Boyacá 
3  Bricerto 


*  Véase  la  nota  al  fin  de  la  lista. 


NUIVA   GlOGltAFÍA   DK  CoLOMBIA 


I 


4 
4 
4 
4 
7 
7 
4 


4  ^nV-^^ 
4  Briciño 

1  Brkeño 
8   ^n/<r 

8  BUCARAMANGA 

4  BuckUolo 

4  Buenaventura 

2  Buenavista 

7  Buenavista 

5  Buenavista 

6  Buenavista 

7  Buenavista 

8  Buenavista 

0  Buenavista 
Buenosaires 
Baesaco 
Buesaquillo 

BUGA 

Bugaba 

Bugabita 

Bo^alagiande 

6  Búrbura 

1  Buríticá 

8  Busbanzi 

C  (144) 

4  CoAtf  Manglares 
8  Cabrera 

2  Cabrero 

4  Cabuyal 

5  Cabuyat» 
1  Ciceres 

1  Cflr/r/ 
8  Cácota 

8  Cáckira 

9  Capián 
4  Cajibío 

1  taicedo 
8  Caimán 

2  Caimito 

7  Caimito- Muíate 
4  Cajamatca 

4  Co/'J/f 

5  Cajicá 

8  Calamar 

4  Caldas 

9  Caldas 

5  Caldas 
4  Calarci 
4  Caldono 
4  Cali 

4  Calicanto 
4  Ca//i»'tf 

4  Calima 

5  Calera 

8  Califoraia 
•  California 

7  Calobre 
4  Caloto 

8  Camarones 

1  Campamento 

9  Campoalegre 

8  Campoalegre 

9  Campo  de  La  Crui 


7 
1 

4 


8  Campobemoso 
4  Campuerán 
7  Cana 

1  Candebá 

4  Candelaria 

2  Candelaria 

1  Canoas 
CafULflstola 
Cañasgordas 
Cafíasgordas 

7  Cañazos 

4  Cahaveral 

5  Caparrapi 

7  Capellanía 
4  Capellanía 

8  Capilla  del  Cocuy 

3  Capilla  de  Tenza 

7  Capira 

8  Capitanejo 

4  Caielhnías 

5  Caqueza 
4  Caquiofta 
8  Carcasí 

i  Carlosama 

2  Carmen 

4  Carmen 

8  Carmen 

5  Carmen 

9  Carmen  de  Apicalá 
1  Carmen 

9  Carnicerías 

1  Carolina 
4  Cartago 

7  Cascadas 
4  Castigo 

2  Cartagena 
4  Catupe 

9  Casabianca 
4  Calambuco 
4  Cauca 
4  Cauccueco 

8  Cepita 

2  Cereté 

3  Cerinza 

4  Cerrito 
8  Cerrito 

1  Cerro 

6  Cerro  de  San  Antonio 
4  Certegul 

3  Ciénaga 

2  Ciénaga  Vean 

2  Ciénaga  de  Oro 

8  Cincelada 

2  Cintura 

4  ^irr^jM-Salento 
Cite  (véase  Site) 

7  Coclé 
7  Cí^r^/i 

1  Cocamá 

3  Cocuy 

6  Codazzi 

9  Coello 

5  Cogua 

7  Coibiia 

9  Colombia 


2  6Vf¿^ 

4  Colimba 

7  Colón 

3  Cómbita 

8  Concepción 
1  Concepción 
1  Concordia 
8  Concordia 

4  Condoto 
8  Conñnes 
4  Consacá 

4  Contadero 
8  Convención 
8  Contratación 
1  Copacabana 

3  Coper 

1  Córdoba 

4  Córdoba 
4  Corinto 

8  Coromoro 

4  Coronado 

2  COROZAL 

7  Coroxal 

3  Corrales 

5  Cota 

3  Covarachía 

9  Coyaima 
3  Cravo 

1  Cruces  de  Cáceret 
1  Cruces  de  Anoti 

3  Cucaita 

4  Cuatroesguinat 
1  Cucharal 

5  Cucunubi 

8  Cucutilla 
4  Cuéllar 

8  Cultiva 

7  Culebra 

4  Cumbal 

5  Cumaral 

9  Cunday 

8  Curiti 

CH  (41) 

4  Chachagüi 

4  Chami 

3  Chámeza 

5  Chaguan! 
7  Chagres 

7  Chame 

9  Chaparral 

1  Chamuscados 

8  Charalá 

7  Chepigana 

7  Chepo 
5  Chía 

4  Chickarronal 
4  ChiUs 

8  Chima 

2  Chima 

7  Chim¿n 

8  Chimichaguft 
8  Cbinácotft 

3  ^hinavita 


A  P  ¿  N  D  I  C  1 


ü 
5 
8 
3 
6 
3 
7 
3 
3 
3 
3 


hinú 

hipaque 

hipatá 

hire 

hirigiian& 
Chiriví 

Chiriquigrande 
Chíquba 
Chtscas 

ChiquinquirÍ 
Chita 
3  Chitaraque 

8  Chitagá 
7  Chitre 

3  Chivata 
5  Choachí 
«  Chocó 

7  Chorcha 
í»  Chocontá 
7  Chorrera 
€  Chorrera 

D(14) 

1  Dabeiba 

4  Dagua 

1  Damasco 
7  David 

7  /?jv¿i/i 
4  Docampadó 
4  Dolores 

0  Dolores 
7  Dolej[a 

1  Don  Matías 
7  Donoso 

^  Dubase 
•3  Duitama 

E(27) 

1  Ebéjico 

4  El  Bordo 

5  £1  Colegio 
t  £1  Espinal 

9  Elias 

4  El  Espejuelo 
7  El  Espino 
7  El  Llano 

6  El  Molino 
4  ^/  Or/jr¿a/ 
4  ^/  /Vrrí? 

7  ^/  ^^a/  ^(T  Santamaría 

6  -£/  7íi¿¿z*<? 

4  £1  Tambo  de  Popayán 
4  —     —     de  Pasto 
4  ^/  Rosario 

4  £1  Rosario 
I  El  Tigre 

7  Emperador 
I  Encauchada 

5  Engativá 

8  Encino 
8  Enciso 

I  Entrerríot 


I  Envigado 

3  Espino 
1  Estrella 

F(24) 

5  FacatativA 

7  Farfán 

I  Perrería 

1  Filadelfía 

4  Finlandia 

3  Firavitoba 

2  Flamenco 
1  Florencia 

3  Floresta 

4  Florida  de  Palmira 

8  —        de  Soto 

4  —        de  Pasto 

5  Fómeque 

6  Fonseca 
5  Fontibón 
I  Fredonia 

9  Fresno 
9  Fricu 

7  FHjol 

1  Frontino 

4  Funes 
h  Funza 

5  Fúquene 

5  Fusagasugá 

a  (65) 

5  Gachalá 
5  Gachancipá 
3  Gachantivá 

5  Gacheta 

6  Caira 

8  Galán 

2  Galapa 

8  Galindo— Santandei 

8  Gámbita 

3  Gámeza 

7  Garachiné 

3  Garagoa 

4  García 

9  Garzón 

4  Garrapatas 
y  Gatún 

I  Giraldo 

5  Girardot 

I  Girardota 

8  Girón 

I  Gómez  Plata 

6  González 

7  Gorgona 

8  Gramalote  —  (V.   C 

lindo) 
8  Guaca 

3  Guacamayas 

4  Guachaves 

5  Guachetá 
4  Guachicono 
4  Guachucal 
8  Guadalupe 


38 


Nueva  Qeografia  de  Colombu 


9  Iquira 
4  Ingenio 
4  Ipiales 

2  Isabel  Lópen 
4  Iscuandé 

4  Isleta 
4  liaibe 
I  Itagüí 
I  Itaango 

3  la 

J(25) 

7  Jamaiquiia 

8  Jagua 

4  Jamanaya 
4  Jámbalo 

6  Jamingald 
4  yamachü 
4  Jamundí 

7  %^i/<f 
I  Jardín 

4  Jaramal 

3  Jenesano 

4  Janoy 

1  JERICÓ 

3  Jericó 

5  Jenisalén 

8  Jesús  María 
5  Jiramena 

8  Jordán 

7  Tiítffi  Dios 

2  Juan  de  Acosta 
5  Junín 

5  yuntas  de  Apulo 

4  juftias  de  Tamaña 
4  Jurado 

4  Jumbirá 

L(ioo) 

4  Za  Acequia 
i  La  Baja 
4  Ztf  Barra 

8  Labateca 
7  Za  ^¿^¿'tf 
4  La  Balsa 

7  Ztf  Blanca 

3  Labranzagrande 

4  Ztf  Caldera 

5  La  Calera 

1  La  Ceja 
Q  Z<2  6V;a 

2  La  Ceja 

4  Z^i  CAa/a 
I  La  Cortada 
1  Zü  Cruzada 

8  La  Cruz 
4  La  Cruz 

4  Ztf  Cr»>  i/^  Tangtta 
7  Zfl  Estrella 
4  La  Erre 

6  Zii  Gloria 
4  Zü  Granja 

i  Laguna  de  Ortices 


4  Za  Herradura 
4  Ixinu 
4  Za  Z^FMtf 

4  Z/i  Laguna 

5  La  Mesa 

7  La  Mesa 

8  Landdzuri 
1  Za  Partida 

4  Ztf  /'¿//¿I 

5  La  Palma 

7  La  Palma 
5  La  Paz 

8  La  Paz 

3  La  Paz 

4  LaPat 

5  La  Peña 
7  Z<i  /'^/Jfl 

7  La  Pintada 

9  La  Plata 
I  La  Plata 
4  Z<M  Botas 
7  lujs  Lajas 

4  Las  Mercedes 

4  Z^iJ  Mesas 
7  Ztfj  Mesas 

7  Z<i  il/f  Ja 

8  Las  Palmas 
7  Las  Palmas 

5  La  Pradera 
4   La  Quebrada 
I    Ztf  Sinebra 

7  Z¿i  ^¿r>'a 
4   La  Sierra 

7  l^s  Tablas 
4   La  Torre 

3  La  Trinidad 

4  La  Tupia 

4   La  Unión  de  Arboleda 
4   La  Unión  de  Pasto 

4  La  Unión  del  Quindío 
1   La  Unión 

9  La  Unión 

5  La  Uniófi  de  Choachl 
^   Laura 

3  LaUvita 

9    La  Vega  de  los  Padres 
5   La  Vega 

4  La  Vega 

1    La  Vetilla 

4  /<j  Yunga 

3  I^iva 

5  Lenguazaque 

4  Lerma 
9  Lérida 
9   Líbano 

1  Liborina 
4  Limonar 
4   Linares 

8  Lincoln 
4   Lindero 

6  Loma  de  Corredor 
4   Lonuí  de  Piedras 
3   Lope 

1  Lo  feto 

2  Loríca 


4  Lorica 

6  Los  Angelen 
2  Las  Palmas 

7  Los  Canelos 
4  Z<»x  Iitdios 

4  Zíí  J  MilagroF 

4  Z<?J  Arboles 

2  Zox  Palmitos 

7  Los  Pozos 

8  Los  Santos 
7  Los  Santos 

LL(2> 

1  Llanadas 

4  Lloró 

M  (96> 

•^  Macanal 

7  Macaracas 

8  Macaravita 

5  Macheta 

4  Madrevieja 

'>  Madnd 

2  Madrid 

2  Magangü¿ 

4  Maguí 

2  Mahates 

2  Majagual 

7  Majagual 

8  Málaga 

4  Malagatia 

2  Malambo 
4  .5/tf/pj 

4  Mallama 

6  Malabrigo 
4  Mamascaio 

6  Mamatoco 

7  Aíamey 

4  Mamamendoy 

3  Manare 

2  Manatí 

3  Maní 

2  Manga 

1  Manizales 

5  Manta 

9  Manzanares 

7  Marañón 

4  María 

2  Margarita 
1  Margetito 

1  Marinilla 

3  Maripí 

4  Mar  mato 

2  Marlalabaja 
9  Mariquita 

6  Maroceuo 

8  Marta 

9  Marulanda 

3  Marroquín 

2  J/a/d  cT^  Gj^ 

7  Matachín 

2  il/a//tf  C7dm/s 

8  Matanza 


Apkndicx 


39 


fatiiuy 

Tech£ngu€ 

feáialufta 

fediacanoa 

Iedell(n 

ledina 

Mejor 

lelgar 

\f¿tuíe% 

liercaderes 

Mesopotamia 

\iicay 

filagros 

iríiraflores 

^firaflores 

liraflores 

Víocoa 

\focondino 

Mogotes 

Molagavita 

Momil 

Mongua 

Monguí 

MOMPÓS 

Moniquirá 

Monkey-kill 

Montebello 

Aíontebonit» 

Montería 

Montijo 

Morales 

Morales 

Morcóte 

Moreno 

Monroa 

Morro 

Morrocoy 

Mosquera 

Mosquera 

Mota  vita 

Morirás 

Muellamuís 

Murtchü 

Mulaió 

Mwtdonuevo 

Mwuque 

Murillo 

Murillo 

Murindó 

Muzo 

N(32) 

Nacederos 

Nacopay 
'  Naos 
t  Napi 
:  Nare 
\  Naranjal 
\  Naranjo 
)  Nariño 
)  Nariño 
1  Nariño 
i  Nariño 
I  Nariño 


\    7   Nata 
i    9   Nátaga 

9   Natagaima 

4   Navareo 

4  Naya 

:     1    Nechi 
I    1   Neira 

5  Nemocón 

2  Nerviti 
5    Nilo 

4  Nima 

i    5   Nimaima 
<    4   Noátiama 

3  Nobsa 

5  Nocaima 

7  Nombre  de  Dios 

1  Noque 

2  Norosi 
I    Nueva  Caramanta 

3  Nunchía 

0(19) 

4  Obando 

8  Clmal 
8   Ocamonte 

8    OCANA 

7  Ocú 

8  Oiba 

3  Oicatá 

7  Olá 

8  Onzaga 

6  Oncerreses 

9  Órganos 

4  Orientes 

1  Orobazo 

3  Orocué 
9    Ortega 

4  Ortigal 

4  Ospina 

2  Otero 

2  Ovejas 

P  (126) 

1  Pavón 

7  Pacora 

1  Pacora 

3  Pacha  vita 

5  Pacho 

4  Páez 

3   Páez 
9   Paicol 

5  Paime 

3  Paipa 
9  Pajiji 
7  Palenque 

2  Palenquito 

4  Palestina 

7  Palma 
2  Palmar 

8  Palmas 

2  Palmar  de  Várela 
2   Palma  de  Candelaria 
2   Palnuirito 


8  Palma 

4  Palmir'a 

2  Palmito 

2  Paloma 

2  Pctlomino 

4  Palomocho 

7  Paloverde 

8  Pamplona 

7  Panamá 

5  Pandi 

4  Pandíguand0 

3  Pajarito 

4  Panga 

4  Paniquiiá 

3  Panqueba 

4  Pansitará 

8  Papayal 

7  Paraíso 

8  Páramo 

3  Pare 

7  Parita 

7  Paritilla 

5  Pasca 

4  Pastas 
4  Pasto 

2  Pasaeaballos 
4  Patía 

8  Paturra 

3  Pauna 

1  Pavarandocito 

4  Pavas 
1  Pavas 

3  Paya 
7  /Viytf 

7  Pedací 

8  /'^¿/ni/ 

6  Pedra&a 

1  Pensilvania 

1  Peñol 

4  Z'/^í»/ 

7  PenonomÉ 

5  /V^ííw 

1  /'íT^IAT 

3  Pesca 

4  Pescador 

7  Pesé 

4  Pereira 

8  Piedecuesta 

2  Pie  de  la  Popa 

9  Piedras 

1  Piedrasblancas 

6  Piedra  de  Moler 

8  Pinchóte 

6  Pijinio 

2  P;¿r/a 

7  Pinogana 
6  Pw/í; 

6  Piñón 

2  /^VyJ 

3  Pisva 

9  Pital 

9  Pitalito 

4  Pitayó 
6  Pivijay 
6  Plato 


] 


40 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


4   Playas 

4 

Rejoya 

1 

SaÜillo 

4   Plagas 

I 

Remedios 

4 

Samaniego 

7   Pocrí 

7 

Remedios 

2 

Sampués 

4   Poliítdara 

6 

RemolifM 

3 

Samaci 

2   Polonuevo 

4 

Remolino 

I 

San  Andrés 

4   PopayAn 

5 

Repelón 

9 

San  Agustín 

8   Porc 

I 

Retiro 

1 

San  Agustín 

4  Porquera 

2 

Retiro 

2 

San  Agustín  de  Playas^ 

7   Portobelo 

9 

Retiro 

blancas 

4   Potosí 

5 

Ricaurte 

1 

San  Andrés 

9   Prado 

4 

Ricaurte 

3 

San  Andrés 

1    Prado 

4 

Ricaurte 

2 

San  Andrés  de  Sota- 

4 Pradera 

4  Rioblanco 

vento 

4  Presidente 

9 

Rioblanco 

2 

San  Antero 

2   Providencia 

1    7 

Río  de  Jesús 

5 

San  Antonio 

4   PueblUo 

6 

Río  de  Oro 

I 

San  Antonio 

7   Pueblonuevo 

6 

Rhfrío 

1    2 

San  Antonio 

I    Pueblorrico 

4 

Rio/Ho 

2 

San  Antonio 

3   Puebloviejo 

7 

Riúgrande 

'    6 

San  Antonio 

I    P%ebloviejo 

6 

RiOHACHA 

6 

San  Antonio  de  la  Ne- 

6  Puebloviejo 

5   Puente  del  Común 

2 

Rioloro 

vada 

9 

Rioloro 

6 

Sin  Antonio  de  Pereira 

8   Puente  Nacional 

I 

RlONEGRO 

1 

Sm  Bartolomé 

1   Puerto  Berrío 

3 

Rionegro 

2 

San  Basilio 

6   Puerto  Nacional 

4 

Riosucio  de  Atrato 

8 

San  Benito 

7   Puerto  del  Caimito 

7 

Rio  Pina 

■    2 

San  Benito  Abad 

4   Puertorrico 

4 

Riosucio 

'    2 

San  Bernardo 

2   Puerioescondido 

1 

Rioi'erde 

6 

San  Bert$ardo 

8   Puerto  Santos 

2 

Rioziejo 

4 

San  Bernardo 

6   Puertoviejo 

I 

Robles 

8 

San  Calixto 

8   Puerto  WiUamizar 

I 

Robledo 

7 

San  Carlos 

4   Pucrres 

2 

Rocha 

1 

San  Carlos 

5   Pulí 

4 

Roldanillo 

2 

San  Carlos 

2  Pi/z/tó  </^  yj^í 

4 

Rosal  del  Afofite 

5 

San  Cayetano 

8   /'«///a  </^  P/></r<i 

4 

Rosario 

8 

San  Cayetano 

4   Pupialcs 

6 

Rosafio 

8 

San  Cayetano 

4   Puracé 

6 

Rosario 

2 

San  Cayetano 

4  Pureto 

8 

Rosario  de  Cdcuta 

1 

San  Cristóbal 

8  Purificación 

I 

Rumazón 

2 

San  Diego 

2  Purísima 

4 

Sandoná 

4   Putumayo 

2 

San  Estanislao 

S(235) 

8 

San  Faustitw 

Q(I2) 

7 
2 

San  Félix 

San  Fernando  de  Oc» 

5  Quebradanegra 

2 

Sabanalarca 

cidente 

4    Quebrada 

I 

Sabanalarga 

6 

San  Femando 

1    Quebrada  seca 

I 

Sabaletas 

4 

San  Francisco 

4    Quebrada  seca 

2 

Sabaneta 

5 

San  Francisco 

I    Quebraditas 

7 

Saboyá 

7 

San  Francisco 

5  Quetame 

3 

Saboyá 

2 

San  Francisco 

4  Quibdó 

1 

Sacaojal 

8 

San  Gil 

4   Quichaya 

3 

Sácama 

4 

San  Isidro 

4    Qumchia 

2 

Sahagún 

3 

San  IsidfO 

4    ^iVítfr/ 

3 

Sáchica 

2 

San  Jacinto 

4    Quintero 

4 

Salahonda 

2 

San  Jerónimo 

5   Quipile 

4 

Salado 

8 

San  Joaquín 

4 

Salado 

4 

San  Joaquín 

R(4S) 

I 

Salamina 

I 

San  Joaquín 

6 

Salamina 

4 

San  Joaquín 
San  José 

8   Ramiríqui 

4 

Salaqul 

4 

2  Ranchería 

8 

Salazar  de  las  Pelmas 

4 

San  José 

4   Raposo 

I 

Salgar 

4 

San  José  de  labÜn 

3  Ráquira 

4 

Saleato 

8 

San  Josk  db  Cucvta 

I    Raudal 

3 

Salina 

4 

San  Juan 

3  Recetor 

6 

Saloa 

4 

San  Juan 

i 


A  P  K  K  P  I  C  I 


4  Sa»  Juan 

5  San  yuan  de  Arama 

6  San  Juan  del  Cór- 
doba 

6  San  Juan  de  Cesar 

2  San  Juan  Nepomuceno 

5  San  Juan  de  Rioseco 

2  San  Juan  de  Salgar 

4  San  Juanita 

1  San  Julián 

7  San  Lorenzo 
4  San  Lorenzo 

4  San  Lorenzo 

1  San  Luis 
9  San  Luis 

2  San  Luis  de  Providen- 
cia 

2  San 

5  San 

1  San 

2  San 

1  San 

8  San 
7  San 

6  ^// 

2  ^// 
2  San 
4  San 
4  eian 


Marcos 

Martín 

Martin 

Martín  de   Loba 

A/ateo 

Miguel 

Miguel 

Miguel 

Nicolás 

Onofre 

Pablo  de  Caldas 

Pablo  de  Barba- 
coas 
4   San    Pablo    de     San 
Juan 

2  San  Pablo 

7  San  Pablo 

1  San  Pedro  i 
4   San  Pedro                      \ 

8  San  Pedro 

3  San  Pedro 

7  San  Pedro  ' 

4  San  Pedro  de  Arimena 

2  San  Pues  ! 
1   San  Rafael 

5  San  Rafael  ¡ 

1  San  Roque 

2  San  Sebastián 

1  San  Sebastián  \ 
4   San  Sebastián 

6  San  Sebastián  del  Rá- 
bago 

6   San  Sebastián 

3  Santa  Ana 

4  Santa  Ana 

6  Santa  Ana 

9  Santa  Ana 
4  Sania  Ana 

2  Santa  Ana 

1  Santa  Bárbara 

8  Santa  Bárbara 

2  Santa  Catalina 

3  Santa  Elena 

7  Santafé 
1   Santa  Isabel 

9  Santa  Librada 

6  Santamarta 

7  Santa  María 


4   Santander 
4    Santa  Rita 

1  Santa  Rosa  de 

3  Santa  Rosa  de  Vi 

4  Santa  Rosa  de  O 

2  Santa  Rosa  de  C 
gena 

9  Santa  Rosa  de  A^ 
4  Santa  Rosa  de  3 
4  Santa  Rosa  de  Hoi 
4  Santa  Rosa  de  Coi 
2   Santa  Rosa  de  Ck 

2  Santa  Rosa  de  Sit 

1  Sania  Rosa  de  Itu 
4  Santa  Rosa  de  Cun^ 

7  Santiago 
4  Santiago 

3  Santiago 

8  Santiago 

2  Santiago 

1  Santo  Domingo 

2  Santo  Tomás 
1    Santuario 

9  Santuario 

4  Sintuario 

I    San  Vicente 
4   San  Vicente 

3  San  Vicente 
^  San  Zenón 

4  Sapuyes 
3   Sardinas 

5  Sasaima 

3   Sativa  Norte 

3  Sativa  Sur 

4  Satétatá 
4   Sebundoy 
I   Segovia 

4  Segovta 

1  Sepulturas 

5  Sesquilé 

3  Siachoque 
g   Silos 

4  Silvia 

g   Simacota 
Q   Simaíla 

2  Simití 

5  Simijaca 
2   Sincé 

2    SlNCELEJO 

2  Sincerin 

4  Sipí 

5  SitioDuevo 
^  Sitioviejo 
I  Sitioviejo 
g  Sitioviejo 

5  Soacha 

5  SoatÁ 

g  Socorro 

j  Socorro 

3  Socotá 
3  Socha 

3    SOGAMOiO 
9  Salarte 
^  Soledad 
Z.  Soledad 


4^ 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


2  Ternera 

2  Tetón 

3  Tibaná 

3  Tibasosa 
5   Tibacuy 
5  Tibiríta 
9  Tímaná 

4  Timbio 

4  Timbiqui 
3  Tinjacá 

3  Titiribí 
8  Toca 

5  Tocaima 

5  Tocancipá 

3  Todos  los  Santos 

4  Todos  Santos 
8  Togüi 

1  Toldas 

7  Tole 

8  Toledo 

2  Tolú 

2  Tolú  viejo 

6  Tomarratán 
8  Tona 

7  Tonosí 

3  Tópaga 

4  Toribio 
4  Toro 

3  Tota 

4  Totoró 

2  Jrementtno 
7    Tuadre 

2  Tubará 
7    Tueníí 
4  Tuluá 
7  Tn/üca 
4  Tumaco 
4  Tunia 

3  TUNJA 

ó    Tupes 

4  TÚQUERRES 
2  Turbaco 

1    Turbaco 
i   Turbana 
4  Turbo 


4  Turco 
3   Turmequé 
3   Tuta 
3   Tutasá 


U(i8) 

5  Ubalá 

5  Ubaque 

5  Ubatc 

3  Umbita 
8  Umpalá 

5  Une 

I    1    Ufamagrande 

1  Uramita 
i    2    Uri 
;    5   Uribe 

6  Urumsia 

1  Urrao 
5   Usaquén 

4  Usenda 

2  Usiacuri 
h  Usme 

5  Utica 

3  Uvita 


Y  (27) 

1  Vahos 

1  Valdivia 

6  Valencia  de  Jesús 

8  Valle  de  Jesús 

1  Valparaíso 
6  Valledupar 

3  Vásquez 

6  Villanueva 

2  Villanueva 

4  Veiniicuairo 

8  Vélez 

9  Venadillo 

3  Ventaquemada 

5  Vergara 

4  Versalles 


5  Vianí 

9  Victoria 

4  Victoria 

4  Vipa  del  Fuerte 
9  Vijes 

2  VillaJurmosa 
9  Villahermosa 

5  Villaviccncio 
9  ViUavieja 

5  Villeta 

8  Viotá 

3  Viracacbá 


Y  (13) 

4  Yacuanquer 

9  Yaguará 

1  YaU 

2  Yati 

7   Yavisa 
4  Yarumai^ 
1    Yarumal 

1  Yolombó 
9    Yopol 

4   Yotoco 

2  Yucal 
4  Yumbo 

4    Yurumangui 


Z(i2) 

2  Zambrano 

2  Zapata 

8  Zapatoca 

3  Zapatosa 
1  Zaragoza 

4  Zaragota 
4  Zarzal 

4  Zarzal 
1  Zea 

3  Zetaquira 

5  Zipacón 

5  ZipaquirÁ 


NOTA 

En  esta  lista  las  cifras  arábi^ras  (i  ¿  9)  representan  los  Departamentos,  ea 
orden  alfabético  (Antioquia,  Bolívar,  Boyacá,  Cauca,  Cundinamarca,  Magda- 
lena, Panamá,  Santander,  Tolima),  sin  separarles  las  Intendencias  respectivas. 
De  versalilla  se  han  puesto  las  poblaciones  principales,  y  de  bastardilla  los  po- 
blados que  no  son  cabecera  de  Municipio. 


FIN  DEL  TOMO  PRIMERO 


Apendkíe 


NUEVA  geografía  DI 

MEMORIAL 
Sr.  Ministro  de  Guerra 

En  1888,  y  con  recursos  propios,  en 
una  Nueva  Geografía  de  Colombia,  por  el  d 
que  fue  bien  recibida  por  el  publico.  Por 
del  Ministerio  de  Guerra  el  General  Ante 
seoso  de  que  aquel  trabajo  se  publicara 
completa,  dispuso  que  la  publicací<)n  se  hi 
bierno,  como  en  efecto  se  hizo  en  la  Imp 
manos,  y  en  1892  apareció  el  primer  ve 
grafía. 

En  Agosto  de  1892  celebré  un  conti 
Guerra,  que  fue  aprobado  por  el  Sr.  M.  I 
gado  del  Poder  Ejecutivo  Nacional,  y  con 
Gobierno  se  comprometía  á  continuar  la  i 
nombrada,  y  también  la  obra  extensa  pr 
materia,  en  cuanto  lo  permitieran  los  recu 
zones  de  diversa  índole  no  hice  por  entone 
to,  y  la  impresión  de  la  obra  se  suspendió 

En  190 1  ocurrí  de  nuevo  al  Minister 
de  que  en  la  Imprenta  donde  se  imprimíe 
de  dicho  Ministerio,  y  donde  antes  se  hab 
lumen  de  la  Geografía,  ya  mencionado,  < 
del  trabajo  conforme  al  compromiso  del  G 
desempeñado  entonces  por  el  Dr.  Ospiní 
tado. 

Mas  teniéndose  en  cuenta  que  era  gi 
ríales  nuevos  recogidos  entre  tanto  por  m 
en  el  Extranjero,  y  que  era  de  absoluta 
bajo  geográfico  como  el  de  que  se  trata, 
que  tuviera  todo  su  valor,  el  Excmo.  Sr. ' 
do  del  Poder  Ejecutivo,  estimó  preferible 
va  edición,  cuidadosamente  refundida  y 
del  ramo  en  los  últimos  diez  años,  ilustrái 
posible  en  el  país.  Convine  en  lo  resuel 
comprometí  no  sólo  á  rehacer  el  texto,  sii 
dibujar  las  figuras  que  debían  ilustrarlo, 
en  esta  clase  de  trabajos,  á  condición  de  • 
de  la  edición,  por  la  clase  de  labor  que  ibí 
al  dominio  publico. 

El  Ministerio  de  Guerra  accedió  á  le 
mi  disposición  todos  los  elementos  materi< 
para  hacer  la  citada  publicación  (^papel, 
que  los  trabajadores  necesarios,  y  resolvió 
de  2,250  ejemplares,  de  éstos  500  extrafin« 
dé  además  comprometido  á  enviar  por  mi 
obra  á  las  principales  Bibliotecas  é  Institu 

//tapa  Geü^rtjfía  d$  Célótnkia 


^  Nueva  GEqGRApfA  de  Colombia 


Por  entonces  no  se  celebró  el  nuevo  contrato  del  caso,  por  dos 
razones:  primera,  por  la  clase  de  destino  que  á  la  sazón  desempe- 
ñaba yo  en  el  Ministerio,  y  segunda,  porque  quise  que  el  publico 
juzgara  el  nuevo  trabajo,  antes  de  que  el  Gobierno  adquiriera  com- 
promiso alguno  en  el  asunto,  por  lo  cual  la  publicación  debería 
ver  la  luz  pública  por  entregas ;  pero  del  contrato  verbal  mencio- 
nado hay  constancia  en  la  nota  ofícial  que  ese  Ministerio  me  dirigió 
el  6  de  Diciembre  último,  firmada  por  el  Dr.  José  Vicente  G)ncha- 

Por  las  necesidades  mismas  de  la  guerra,  ese  Ministerio  se  vio 
obligado  en  Enero  pasado  á  entregar  á  la  Litografía  Nacional  la 
mejor  parte  del  papel  adquirido  para  la  impresión  de  mi  obra,  que 
debía  comprender  tres  volúmenes,  y  por  lo  tanto  si  dicha  impre- 
sión sufría  un  golpe,  en  cambio  la  iniciación  de  ella  misma  y  la 
oportuna  adquisición  del  papel  para  editarla,  único  que  en  la  plaza 
pudo  utilizar  la  Litografía  Nacional,  vino  á  prestar  grande  y  opor- 
tuno servicio  á  la  República. 

Ahora  bien  :  como  está  para  terminar  el  primer  volumen  de 
mi  obra  sobre  la  Geografía  de  G)lombia,  de  que  ya  el  público  co- 
noce seis  entregas,  que  han  sido  elogiadas  por  todas  las  personas 
doctas,  ocurro  á  S.  S.  suplicándole  muy  respetuosamente  se  sirva 
ordenar  se  extienda  el  contrato  definitivo  del  caso,  para  acabar  de 
arreglar  este  asunto,  y  para  que  dicho  contrato,  que  llevará  la  firma 
de  S.  S.,  pueda  insertarse  en  ese  primer  volumen,  y  en  el  cual  con- 
trato aceptaré  el  compromiso  de  publicar  de  análoga  manera  mi 
nueva  Carta  Geográfica  de  Colombia,  si  el  Gobierno  así  lo  qui- 
siere, en  prueba  de  mi  deseo  de  servir  á  la  República. 

A  las  razones  antedichas,  que  justifican  lo  pedido  en  este  me- 
morial, puedo  agregar,  para  mayor  satisfacción  de  S.  S.,  las  de 
que  hace  cuatro  años  dirijo  el  Boletín  Militar  de  Colombia  sin  re- 
muneración del  Tesoro,  y  haciendo  los  gastos  para  adquirir  perió- 
dicos en  el  Extranjero,  porque  ellos  fueron  suprimidos  por  eco- 
nomía cuando  se  me  confió  tal  publicación,  que  no  ha  dejado  de 
aparecer  una  sola  vez  en  el  tiempo  citado ;  y  también  la  de  que 
aun  cuando  la  propiedad  literaria  de  la  obra  sea  mía,  el  público 
queda  dueño  del  provecho  de  un  trabajo  cartográfico  á  que  he 
consagrado  la  mitad  de  mi  vida. 

Siendo  la  justicia  y  el  patriotismo  la  norma  de  S.  S.,  no  dudo 
que  esta  mi  petición  será  oportuna  y  favorablemente  resuelta. 

Con  sentimientos  de  consideración  me  suscribo  de  S.  S.  aten- 
to, seguro  servidor  y  subalterno, 

Francisco  Javier  Vergara  y  V. 


CONTRATO  celebrado  con  el  Sr.  Francisco  J.  Vergara  y  V.,  sobre  impresión 

de  la  Nua'a  Gtografla  de  Colombia 

Aristides  Fernández,  Ministro  de  Guerra,  autorizado  conve- 
nientemente por  el  Excmo.  Sr.  Vicepresidente  de  la  República  en* 
cargado  del  Poder  Ejecutivo,  por  una  pane,  y  Francisco  J.  Verga- 
ra y  V.,  por  otra,  han  celebrado  el  siguiente  contrato  : 

I  .•  El  Minif  tro  de  Guerra  promete  á  Vergara  y  V.  terminar 
la  impresión  d$  la  obra  titulada  Nurca   Geografía  de  ColombiayprU 


A  P  ¿  N  D  I  <J 


mera  edición  ilustrada,  cuyo  primer  volur 
primir  en  la  imprenta  donde  se  publica 
ta  del  Gobierno,  en  los  términos  en  que 
del  Tesoro,  y  en  las  mismas  condicioi 
para  el  primer  volumen. 

2rf^  El  Ministro  de  Guerra,  en  ater 
ha  ejecutado  Vergara  y  V. ;  á  que  ha 
jero  para  adquirir  materiales  para  su  o 
dibujado  los  gfrabados  y  cartas  que  ilusí 
su  cargo  corrección  de  pruebas,  &c.;  á  q 
to  verbal  sobre  la  materia,  y  también  á 
hace  cuatro  años,  la  Dirección  del  Boh 
ta  hecha  por  su  antecesor,  de  ceder  á 
la  edición  de  dicha  Nueva  Geografía  de 
do  Vergara  y  V.  á  remitir,  por  su  cuer 
á  las  principales  Bibliotecas  é  Institutos 
La  Nueva  Geografía  de  Colombia  nc 
volúmenes,  ni  se  aumentará  la  edición  c 
sido  de  dos  mil  doscientos  cincuenta  ej 
tos  extrafínos,  mil  doscientos  cincuenta 
ríos. 

3.®  Si  por  cualquier  motivo  el  Go 
suspender  la  publicación  de  la  Nueva  G 
nistro  de  Guerra  se  compromete  á  de 
neral  los  elementos  que  se  han  adquirí 
mientras  ésta  puede  continuarse.  En  e: 
lasco  pudiere  seguir  la  publicación 
podrá  hacerlo  sino  previo  arreglo  c 
caso,  Vergara  y  V.  se  reserva  la  pro¡ 
y  la  de  los  grabados  que  la  ilustran,  mi 
cación. 

4.°  Vergara  y  V.  se  compromete 
sufrirá  demoras  la  publicación  de  los  de 
entregar  encuadernados,  al  empleado 
de  Guerra,  los  ejemplares  que  á  éste  c 
originales  de  la  Nueva  Caria  geográfica 
parada,  si  el  Gobierno  quiere  publicar 
caso  no  recibirá  por  ellos  otro  pago  qu( 
de  dicho  trabajo  ya  impreso. 

Este  contrato  necesita,  para  su  v, 
Excmo.  Sr.  Vicepresidente  de  la  Repii 
efecto  alguno. 

En  constancia,  firman  los  contratar 
á  diecisiete  de  Junio  de  mil  novecientos 

Aristides  FernÁndez- 


Poder  Ejecutivo  Nacional — Bogotá 

Aprobado. 

JOSÉ 

ELMinistro  de  Guerra,  Aristides  ] 


Figura  número  333— Perfil  del  trazo  del  ferrocarril¡intcrcontinental— Eicala 
1 :  2.<oo,ooo— Los  horizontales  distan  1,000  pies.  Exagencióft  I  i  JS» 


índice  alfab 


DEL    TOMO  PRIK 


A 


Ab¡be,serranía,cord¡llera,i4i . 

415. 
Abra,  cerro,  646. 

AborígeneSy  868, 

Acevedo  Gómez,  gyó» 

Acosia  (Sanios),  ppó. 

Acia  de  ¡a  Independencia,  gyó. 

Aduanas,  8 1 1 . 

Adurimeina,  cumbre,  169. 

Advertencia  prelimi- 

Ag-rado,  cuenca,  483. 
Agriculiura,  '/jo. 
Ag-uablanca,  valle,  606. 
Aguacate,  brazo  del  Caimito, 

284. 
Ag-uaclara,  río,  280,  596. 
Aguacbica,  pueblo,  533. 
Ag-uada,  pueblo,  622. 
Agfua  Estrada,  caserío,  566. 
Agualarga,  pueblo,  503. 
Ag-uarico,  río,  149,  170,  695. 
Aguasblancas,  brazo,  307. 
Ag^uasprietas,  brazo,  307. 
jjguas  iermales,  y^y, 
Ag-uila,  cerros,  141. 
Aguilar  (K    C),   Presbítero. 

Conceptos  geológ^icos,  245. 
Aguirre  {Lope),  g^8. 
Aguja,  cabo,  117,  573. 
Ahogayeguas,  colina,  163. 
Aimerich  (Pascual),  gyg. 
Aipe,  pueblo,  483,  485,  922. 
Albarracín,  páramo  156. 


*  Véanse  las  coordenadas  j  la  lista 
lementao  ^it  índice. 


Aldaí 
Aleg 
Alfin, 
AlgOi 
Algo 
Alisii 
Almí 
Alma^ 
Alm2 
Alme 
Alm£ 
Almi 
Almo 
Altar 

Alti 

Aliipl 

Alto 

Altog 

Alvar 

Amai 

Ama! 

Amai 

Amar 

9; 

Amai 

Amai 
Ama: 
Ahaz 
Ama: 
Ambi 
Amér 
ar 
Ampi 
Ana, 
Anair 
Anan 

alfabé 


Nueva  Giografía  de  G>lombia 


Anapoima,  pueblo,  500. 
Ancones,  costa,  572. 
Ancuyá,  pueblo,  437. 
Anchicayá,  río,  280. 
Ancho,  río,  299,  574. 
Afidajrqya  (Pascual),  g^o. 
Andág-ueda,  río,  302. 
Andes  (Los),  137,732. 
Andes,  pueblo,  192 
Andina,  región,  130,  150. 
Anegadizo,  llanura,  327. 
Angasmayo,  río,  278. 
Angeles  (Los),  pueblo,  532. 
Angostura,  pueblo,  468. 
Angostura  de  Carare,  322. 
Angostura,    Junta,    985,    987, 

.993. 
Animas  (Las),  cerro,  páramo, 

148,  156,  157,655. 
Anolaima,  pueblo,  500. 
Anorí,  pueblo,  469. 
Ansa,  pueblo,  461. 
Antillas/vertiente,  290. 
Antioquia,  ciudad, 462, 472,  566 
Antioquia,  Departamento,  861, 

45?. 
Antioqueñas  montañas,  459. 
Antón,  río,  284. 
Anundbñy  (Oidor),  960. 
-'Añasco  {Pedro),  ^41,  g^j, 
Apaporis,  río,  171,  349,  699. 

Apéndice,  i" 

Apiay,  sabana,  687, 
Aponte,  páramo,  436. 
Apure,  río,  179,  270,  338. 
Aquimenzaque,  g4g. 
Aracacuara,  Ariza,  Pariza  ó 

Macigua,  salto,  698. 
Aracataca,  rio,  2^,  550. 
Aracuara,  peñas,  349. 
Aracuri,  relieve,  171. 
Arache,  pueblo,  478. 
Aragua  (batalla),  981. 
Áiar.da,  aito,  437. 
Araracuára,  sierra,  170. 
Arasi,  cerro,  164. 
Araxcr- .  rucsa,  608. 
Araíoc.í?,  pueblo, 612. 
Araura .  tierras,  186. 
Arauca.río,  270,  338, 598,680. 
Ara  .'^fi.  c  adad,  681. 
A^auQuiía,  rio,pueblo,338,68Q. 


Arboleda  (Julio),  957,  99S. 
Arboledas,  pueblo,  590,  594. 
Arboledas,  río,  590,  5  94. 
Arboledas,  valle,  594. 
Archipiélago  colombiano,  134. 
Azufral,  volcán,  144,431. 
Archipiélago  de  Las  Mulatas, 

,    407. 

Áreas  comparcuias  de  las  ver- 
tientes marítimas  de  Co- 
lombia, 263. 

Áreas  de  los  climas,  132. 

Áreas  de  las  llanuras,  132. 

Áreas  del  relieve,  132. 

Áreas  de  las  serranías,  132. 

Arhuacos,  indios,  881. 

Ariari,  río,  cuenca,  159,  197, 
344,  656. 

Ariari,  sabanas,  181. 

Arias  (Dávila),  gj4. 

Aricaporo,  río,  342. 

Ariguaní,  río,  319,  326,  555, 

557. 
Ariporo,  río,  342. 

Arjona,  pueblo,  547. 

Arma,  río,  313,  326,  386,  541. 

Arma,  tierras,  456. 

Arma  y  Cabal,  tierra,  781. 

Armada,  peña,  157. 

Armas  indígenas,  gi8 

Armendáriz  (Miguel  Diez),  gS3y 

954' 
Armenddnz  {Lope),  goo. 

Arquelogía  indígena.  V.  Fi- 
guras. 

Arquía,  río,  302. 

Aries  indígenas,  gi8. 

Arroyo  Chiquito  ó  río  de  San- 
ta Rosa,  298. 

Asnega,  salina,  445. 

Aspasica,  pueblo,  588. 

Aspa  ve,  altos,  164. 

Aspectolfisieo,  406. 

Atabapo,  río,  346,  691. 
Atabapo-Orinoco  -  Manapire, 

línea.  179. 
Ataco,  pueblo,  486. 
Atanques,  aldea,  575. 
Atlántica,  llanura,  172. 
Atlántica,  vertiente,  330,  382. 
Atlántico,  vía,  771. 
Atrato,  valle,  204,  26Q. 


Íkdkm  AlfabÍtioo 


.trato,  río,  270,  300,  414. 

.tures,  raudal,  8 1 , 1 84, 692, 7 1 2 

Ludiencia  (La),  956. 

Lves,  400. 

yalay  Vergara,  gjó. 

Lyapel,  serranía,  141. 

iyapel,  ciénaga,  518. 

Lyapel,  villa,  519. 

lyapel,  reg-ión,  522,  858,865. 

^zuero,  península,    119,  162, 

408. 
^zuero,  llanos,  171. 
^zuero  (Tierra  de),  410. 
azufra!,  volcán,  144,  431. 


I 


Baal  {Roberto),  938. 
Badillo,  río,  553. 
Badülo,  V.  V adulo, 
Bagre,  río,  cuenca,  3 1 3»  47 1  • 
Bahía,  río,  281. 
Bahiahonda,  581. 
Bahiahondita,  581. 
Bajo  Chocó,  171,  420. 
Bajo  Magdalena,  383. 
Bajo  Rionegro,  valle,  504. 
Balboa  (  Vasco  Núñez),  932. 
Balsillas,  alto,  160. 
Balsillas,  río,  348. 
Banco,  pueblo,  325, 555. 
Banda  occidental ,  572. 
Banda  oriental ,  570. 
Bandera,  v.  Pabellón. 
Barandillas,  valle,  699. 
Baranoa,  pueblo,  547. 
Baraya  (Antonio),  977. 
Barbacoas,  pueblo,  424. 
Barbacoas,  villorrio,  574. 
Barbosa,  pueblo,  470. 
Barlovento,  cordillera,  545. 
Barichara,  villa,  612. 
Barragán,  páramos,  montañas, 

454,  486. 
Barragán,  tierras,  491. 
Barranca,  pueblo,  536. 
Barrancanueva,  pueblo,  564. 
Barrancas,  pueblo,  577. 
Barrancavieja,  pueblo,  564. 
Barrancopelado,  caserío,  682. 
Barranquilla,  ciudad,  545, 565. 
Barras  (Las),  paso,  6^9. 


Barreiro  (Sen^ral), 
Barrios  (Arzobispo),  958. 
Barro,  caño,  516. 
Bard,  isla,  117,  167,  298. 
Barú  ó  Chiriquí,  volcán,  408. 
Bastidas  (Rodrigo),  938. 
Bata,  río,  641. 
Batán,  pueblo,  637. 
Batatal,  grieta,  306. 
Batatas,  río,  647. 
Bateros,  montaña,  439. 
Baudó,  picacho,  164. 
Baudó,río,276,28i,  283,  419. 
Baudó,  serranía,  160, 200, 275. 
Bayano,  río,  163,  275,  287. 
Bebará,  río,  302. 
Bebidas,  /^p. 
Becerril,  caserío,  562. 
Bejuco,  río,  293. 
Belalcázar,  montaña,  serranía, 

142,  456. 
Belalcázar  (Sebastián),  94 1,  952. 
Belén,  pueblo,  636. 
Belén  de  Cerinza,  pueblo,  633. 
Bel  mira,  pueblo,  465. 
Beltrán  (^Manuela),  967. 
Beltrán,  pueblo,  489. 
Berbeo  (Francisco),  967. 
Betancí,  ciénaga,  307. 
Betoyes,  pueblo,  680. 
Betulia,  pueblo,  616. 
Bituima,  valle,  pueblo,  502. 
Blanco,  cerro,  436. 
Blanco,  río,  649. 
Boavita,  pueblo,  631. 
Bobadilla  (Francisco),  925. 
Bobalí,  cerro,  149,  153. 
Boca,  isla,  1 19. 
Bocachica,  puerto,  546. 
Bochalema,  pueblo,  593. 
Bodoquera-grande,  río,  696. 
Bogotá,  capital  de  la  Repübli* 

ca,  643, 646,  648,  650,  652, 

664,  666. 
Bogotá,  como  centro  del  país,  7. 
Bogotá  (serranías  del  respaldo 

de),  740. 
Bogotá  ó  Bajo  Funza,  valle,  497, 

913. 
Bogotá,  río,  271,  3 15,  331,  499, 

657. 
Bogotá,  valle,  20^. 


KirivA  Geografía  de  Coloubia 


\ 


Bohío,  cuenca,  295. 

Bojacá,  pueblo,  G!')2. 

Bojayá,  río,  303. 

Bolívar,  Departamento,  S61. 

Bolívar,  llanuras,  383. 

Bolívar,  pueblo,  621. 

Bolívar,  sabanas,  174. 

Bolívar  (Simón) ^  984  y  sigtes. 

Bolívar,  villa,  439. 

Bombona,  sitio,  437. 

Bonaparie  {/osé)j  972. 

Bonda,  aldea,  573. 

Bonza,  pueblo,  636. 

Boque,  río,  513. 

Boquerón,  aldea,  577. 

Boquerón  de  Bogotá,  665,  668, 
681.       . 

Boquerón-Pequen  í,  río,  295. 

Bordoncillo  ó  Patascoy,  vol- 
cán, 145,  434. 

Sorja  {Ftancisco)y  961. 

Borotaré,  pueblo,  589. 

Bosa,  pueblo,  662. 

Boussifigauli.  Conceptos  sobre 
la  g"eología  en  Colombia, 
242. 

Boves  (Jefe  de  llaneros),  981, 

983. 

Boyacá  (batalla),  158, 245, 986. 

Boyacá,  Departamento,  861. 

Boyacá,  pueblo,  642. 

Boyacá,  río,  641. 

Boyacá,  valle,  385. 

Boyacá,  valle  occidental,  494. 

Bravo,  cerro,  458. 

Briceño  (Francisco),  956. 

Bucaramanga,ciudad,6o  i  ,604. 

Bucaramanga,  llanura,  601. 

Buenaventura,  bahía,  1 19. 

Buenaventura,  costa,  422. 

Buena  vista,  alto,  625,654. 

Buenavista,  cerro,  483,  646. 
;  Buenavista,  pueblo,  588. 
'   Buesaco,  sitio,  438. 
.  Buey,  depresión,  183. 
'   Buey,  lag^una,  480. 

Buey,  páramo,  148, 322,440,480. 

Buey,  picacho,  164. 
'   ÍBuga,  ciudad,  454. 

Bujío,  pico,  445. 
' -Burica,  cordillera,  162. 

3urica,  península,  408. 


Burica,  punta,  119. 
Buriticá,  pueblo,  463,915. 
Busbansá,  pueblo,  635. 

CJ 

Caballos,  ciénaga,  279. 

Caballero  y  Gángora,  969. 

Cabeceras  del  Atrato,  303. 

Cabeceras  del  Sind,  306. 

Cabra,  cerro,  163. 

Cabrera,  pueblo,  612. 

Cabrera,  río,  315,  486. 

Cabreras,  isla,  409. 

Cabrero  (El),  sitio,  546. 

(Dabuyaro,  puerto,  682. 

Cacanegro,  cerro,  143,  436. 

CacaOy  750. 

Cáceres,  población,  523. 

Cacique,  cerro,  512. 

Cacerí,  región,  522. 

Cácota,  laguna,  598. 

Cácota,  pueblo,  598. 

Cachicamo,  estero,  680. 

Cachipay,  caserío,  511. 

Cáchira,  pueblo,  601. 

Cáchira,  río,  314, 812,  919 

Cachiri,  cumbres,  598. 

Cachiri,  pueblo,  600. 

Cajt,  74g, 

Cafifí,  pueblo,  678. 

Cafuche,  cerros,  164. 

Caguán,  pueblo,  483. 

Caguán,  río,  349,  697. 

Caguasara,  cerro,  436. 

Caicedo  {Domingo) ^  pg2. 

Caimán,  riachuelo,  298. 

Caimán,  río,  284. 

Caimancito,  salto,  464. 

Caimito  (brazo  del  id.),  284, 

Caimito,  hoya,  216,  284. 

Caimito,  pueblo,  528. 

Cajambre,  río,  280. 

Cajicá,  pueblo,  662. 

Calabébora,  río,  293. 

Calamar,  pueblo,  564,  801. 

Calarcá,  paso,  146. 

Calarcá  (  Cacique)^  g6l. 

Caldas  (  Francisco  José),  Des- 
cripción de  la  región  an- 
dina del  Pacífíco,  240. 

Caldas  (Francisco  Josí)^  969, 


ÍkDICX  ALfAÉh 


Caldas  (Francisco  José  de).  Hi- 
tado de  la  Geografía  del 
Virreinato  de  Santafé  de 
Bog-otá,  xxxiv. 

Caldas,  pueblo,  470,  626. 

Caledonia,  407. 

Calera,  páramo,  649. 

Calera  (La),  pueblo,  662. 

Cali,  ciudad,  452, 704, 733,  780 

Caiibío,  llanura,  778. 

California,  pueblo,  600. 

Calima,  río,  282,  417. 

Calima,  valle,  418. 

Caloto,  valle,  45 1 . 

Calle  Real,  río,  655. 

Camarones,  pueblo,  574. 

Camarones,  río,  299,  574. 

Cambao,  pueblo,  489. 

Cambao,  carretera,  763. 

Caminos,  37, 39,  loi,  152,  156, 
555,641. 

Campamento,  pueblo,  468. 

Campanario,  cerro,  628. 

Camperucho,  aldea,  554. 

Campoalegre,  pueblo,  483, 485. 

Campo  de  la  Cruz,  pueblo,  547, 

565. 
Campohermoso,  caserío,  645. 
Canajagua,  cerro,  162. 
Canaletes,  río,  296. 
Cancán,  pueblo,  513. 
Canci,  aldea,  680. 
Candela,  cerro,  461. 
Canelo,  ramal,  148. 
Canipauna,  territorio,  pueblo, 

506. 
Canoas,  pico,  461. 
Canoas,  río,  630. 
Cansamaría,  breñas,  574. 
Cañaboba,  pueblo,  577. 
Caña  de  azúcar,  y^i, 
Cañasgordas,  caserío,  517. 
Cañas  ó  Volador,  río,  574. 
Cañazas,  sierra,  163. 
CañoCieg^o,  174. 
Canon  del  Cattca,  460, 
Cañones  de  Arma  y  4^6, 
Cañoquebrado,  río,  295. 

Capacidad    productora 
del  suelo-  Generali- 
^  dades,  7op. 

Capanaparo,  no,  339. 


Capa 

Capa 
Cape 
Capil 
Capil 
Capil 
Capil 
Capil 
Capit 
Caqui 
Caquj 
Caqu 
Caqu 

6c 
Caqu* 
Cáqu< 
Cáqu< 
Caque 
Cáral 
Carat 
Carat 
Carac 
CaraCé 

la 
Carag 
Carar 
Carai 
Carar 
Carat 
Carat 
Cardo 
Carbc 
Carca 
Carct 
Carib 
Carib 
Carm 
Carm 
Carm 

53 
Carni 

Caro 

Carol 

Carpi 

Carpi 

Carre 

A 
Carre 
Carta 

Úi 


NVSVA  GlOQKáYÍA  DI  CoLOMBU 


Larta  de  la  vertiente  central 
del  mar  de  las  Antillas,29 1 . 

Caria  hidro^ráñca  de  la  Cos- 
ta, 316. 

Carta  hidrográfíca  del  Alto 
Chocó,  301. 

Caria  hidrográfica  del  Macizo 
de  Colombia,  322. 

Cartagena,  bahía,  117. 

Cartagena,  ciudad,  545,  569. 

Cartagena,  ferrocarril,  801. 

Cartagena,  sitios,  964, 982, 988. 

Cartago,  ciudad,  455,  569. 

Carrasquilla  (J,  de  2?J,  natu- 
ralista y  médico  Colombia- 
biano.  Conceptos  geológi- 
cos, 247. 

Carrillo,  pueblo,  478. 

Carrizo,  puerto,  413. 

Casanare,  región,  181,  183, 

Casanare,  río,  343,  670. 

Cojj^ar^,  paisaje,  676. 

Casanare-San  Mariin  (Los  Lla- 
nos), 381. 

Casanare  y  San  Martín  (Ori- 
noquia  colombiana),  185. 

Cascabel,  arroyo,  298. 

Cascajal,  isla,  421. 

Cascajo,  riachuelo,  297. 

Casiquiarí,  brazo,  1 79. 

Castillo  déla  Concha,  963, 

Cataca,  río,  299. 

Catatumbo,  hoya,  328. 

Catatumbo,  río,  204,  589. 

Cauca,  cañón,  204,  326,  386. 

Cauca,  Departamento,  86 1. 

Cauca  (El),  522. 

Cauca,  hoya,  312,  819. 

jCauca,  río,  148, 172, 269,  319, 
322,  326,  444,  459,  719- 

Cauca,  valle,  177, 4S9,  S34, 704, 

733,  779- 
Cauca-Magdalena,  valle,  317. 

Caucho,  J4g, 

Cayambe,  nevado,  430, 44 1 ,695 . 

Cayambe,  nudo,  271. 

Cazares,  pueblo,  464. 

Cebaco,  isla,  1 19. 

Cedro,  pueblo,  478. 

Cedros,  río,  296. 

Ceja  (La),  aldea,  483. 

(lensps;  840, 853. 


Cepita,  pueblo,  608. 
Cereales,  T4g,  ^SI^ 
Cereté,  pueblo,  478. 
Cerinza,  planicie,  636. 
Orinza,  pueblo,  636. 
Cerrito,  pueblo,  606. 
Cerro  de  San  Antonio,  pueblo, 

S66. 
Cerropintado,  149. 

Cesar  {El), S50. 
Cesar  (Francisco),  937. 

(3esar,  llano,  174,  570. 
Cesar,  llanura,  578. 
Osar  ó  Pampatar,  río,  3 19. 
Cesar-Ranchería,  canal,  204. 
Cesar,  río,  172,  325. 
Osar,  valle,  151. 
Ciego,  caño,  299. 
Ciénaga  (La),  villorrio,  642. 
Ciénaga  de  Oro,  canal,  165. 
Ciénaga  de  Oro,  pueblo,  478. 
Ciénaga  ó  San  Juan  del  Cór- 
doba, pueblo,  572. 

Cienagjande,  299,  743. 

Cimitarra,  río,  324,  513. 

Cincelada,  pueblo,  608. 

Cintura,  caserío,  518. 

Cisne,  nevado,  146,  456,933- 

asneros  (F,  /.),  ingeniero  cu- 
bano. Cx)nceptos  sobre  la 
geología  de  Antioquia,23S. 

Cispata,  bahía,  117. 

Civilización  indígena,  gj2 

Citará  ó  Chocó,  farallones,  142. 

Clima,  708. 

Climatología,  352. 

Cobardes,  serranías,  614. 

Cobaría,  aldea,  680. 

Cobre,  ¡rjfó. 

Cobre,  río,  285. 

Coca,  río,  149. 

Coclé,  hoya,  río,  293,  294. 

Coco,  ys^' 

Coconuco,  valle,  446. 
Coconucos,  cumbres,  148. 
Cocorná,  pueblo,  513. 
Cocuacho,  salina,  673. 
Cocuy,  alto,  628. 
Cocuy,  ciudad,  627. 
Cocuy,  tierras,  627,  887, 892, 
Cocha,  la^na,  145, 149;  434. 


ísDicn  AlfabÍti 


Codazzi,  pueblo,  559. 
Coello,  pueblo,  486,  489. 
Cofre,  río,  445. 
Cog^ollo,  cima,  65 1 . 
Cogua,  pueblo,  662. 
Coiba,  isla,  1 19,  409. 
Coibita,  isla,  409. 
Colegio,  pueblo,  500. 
Coles,  cima,  157. 
Colón  (Cns/óbal),  g2^,  gis, 
Colonia  (La),  926. 
Colimas  (indios),  905. 
Colombia,  macizo  central,  146, 

323,778. 
Colombia,  pueblo,  483. 
Colombia,  República,  995. 
Colomboy,  pueblo,  478. 
Colón  ciudad,  411. 
Colorada,  mesa,  153,  605. 
Colorada  (La),  cerros,  636. 
Colorados,  depresión,  142. 
Comarca  de  Maracaibo,  584. 
Comarca  del  Chicamocha,  63 1 . 
Cómbita,  pueblo,  639. 
Comedero,  cuesta,  617. 
Comercio,  802.  < 

Comisario,  caserío,  541. 
Complementos,  189. 
Comuneros  (Los),  967. 
Concepción,  pueblo,  606. 
Concepción,  batalla,  995. 
Concepción,  río,  293. 
Concordia,  pueblo,  461. 
Confines,  pueblo,  614. 
Consejo  de  Indias,  926. 
Contratación  (Casa),  926. 
Conquista  (I--a),  927. 
Conquistados  (Los),  911. 
Conquistadores  (Los),  907. 
Constituciones,  V.  Historia. 
Contreras,  islas,  119. 
Convención,  pueblo,  588. 

Coordenadas   geográfi- 
^  cas,J- 

Copacabana,  pueblo,  470. 
Cope,  cascada,  88. 
Copial,  alto,  500. 
Copomá,  río,  282. 
Coquí,  bahía,  1 19. 
Corbaraque,  montaña,  608. 
Corcovado,  cerro,  46 1 ,  472, 523. 
Cordillera  Cjentral,  480. 


Ccrdú 
tüi 
Cordií 
Cordií 
tri 
Córdo 
Córdc 
Córdc 
Coma 
Coro, 
Coroz 
Coroz 
Coroz 
Cortes 
se] 
Corte 

de 
Corra 
Corra 
Corra 
Corre 
Corra 
Corrií 
Corro 
Cortés 
Costa 
Costa 
Costa 
Costa 
Cota, 
Cotop 
Covar 
Coxor 
Coyai 
Cravo 
Cravo 
Cresta 

an 
CroqUi 

Cronis 
CroqUk 

fie. 
Croqui 

na 
Croqm 

co 
Cruce 
Cruz  ( 
Cruz  ( 
Cruz  c 


Nueva  GxografÍa  ds  Colombu 


Cruzverde,  páramo,  156, 649. 
Cuacamal,  aldea,  577. 
Cuadro  sinUitcoáe  la  termomc- 

tría  colombiana,  380. 
Cuadro  sintético  del  régimen 

anual  de  las  lluvias  en  Co. 

lombia,  371. 
CuarchiS,  alto,  433. 
Cuaspud,  colinas,  432. 
Cuaspud,  batalla  996. 
Cucaita,  pueblo,  624. 
Cucuana,  tierra,  491. 

Cücuta,  valles,  383,  534,  590, 

912,  947. 
Cúcuta,  pueblo,  592. 
Cucutilla,  pueblo,  593. 
Cucutilla,  río,  593. 
Cuchy,  169. 
Cuemani,  salto,  349, 698. 

Cuervo M,  [Carlos).  Conceptos 
sobre  la  Flora  colombiana 
en  su  régimen  altimétrico, 

390. 
Cuiba,  selva,  528. 
Cuítiva,  pueblo,  638. 
Culebra,  depresión,  161. 
Culebrón,  remolino,  278. 
Cultivos  industriales,  y4p. 

Cumaral,  salina,  688. 

Cumbal,  volcán,  nevado,  144, 
426,  430,  635- 

Cumbal,  pueblo,  431. 

Cumbres  paramosas  del  Occi- 
dente de  Panamá,  161. 

Cunacua,  pueblo,  615. 

Cunas,  indios,  879. 

Cunday,  pueblo,  486,  623. 

Cundinamarca,  Departamen- 
to, 861. 

Cundinamarca,  valles  occiden- 
tales, 494. 

Cupica,  bahía,  1 19. 

Cupica,  río,  281. 

Cupino,  cerro,  167. 

Curazamba,  419. 

Curití,  pueblo,  612. 

Cursiana,  río,  341,  678. 

Curva  hipsbgrafa  de  Colombia, 
201. 

Cuyare-Isana,  río,  348. 

Cu^urcu;  picOi  440. 


Chía,  pueblo,  662. 
Chagres,  río,  294. 
Chagres,  pueblo,  410. 
Chaguaní,  pueblo,  489,  503. 
Chame,  cerro,  163. 
Chámeza,  pueblo,  673. 
Changuinaula,  río,  115,293. 
Chapa,  cerro,  445. 
Chaparral,  llano,  487. 
Chaparral,  ciudad,  487. 
Chapinero,  barrio,  662. 
Cháquira,  nudo,  271. 
Charalá,  ciudad,  608. 
Charalá,  hoya,  608. 
Charambirá,  puerto,  418. 
Charudas,  río,  306. 
Chausa,  pueblo,  624. 
Chibchas.  V.  Muiscas. 
Chicamocha,  río,  153,155,271, 

314,323,384,612,618,627, 

630. 
Chicamocha,  valle,  197,  204. 
Chica,  bahía,  117. 
^Chico,  río,  284,  465. 
*Chiles,    volcán,  nevado,  144, 

426,430,432,635. 
Chilibre,  río,  295. 
Chilloa,  pueblo,  564. 
Chilloa,  ciénaga,  566. 
Chima,  pueblo,  478,  619. 
Chimichagua,pueblo,555,SS7. 
Chimiquica,  río,  317,  549. 
Chimiquique,  tierras,  217. 
Chinácota,  pueblo,  593. 
Chinavita,  pueblo,  643, 
Chinchiná,  río,  313,  456. 
Chinchorro,  río,  647. 
Chingasa,  cima,  157, 65 1, 675. 
Chinú,  pueblo,  538. 
Chipaque,  páramo,  147,  649, 

651. 
Chipaque,  pueblo,  652. 
Chipatá,  pueblo,  622. 
Chiquero,  paso,  529. 
Chiquinquirá,  cordillera,  506. 
Chiquinquirá,  ciudad,  626. 
Chuíquisa,  pueblo,  623. 
Chiquito,  río,  647. 
Chirajara,  arroyo,  654. 
Cbire,  pueblo,  67^. 


Índice  Alfabético 


Ghirig-uaná,  pueblo,  SSS*  5^2. 
Chiriquí,  laguna,  ii  5,293,408. 
Chiriquí,  cordillera,  214. 
Chiriquí  del  Sur,  río,  275. 
Chiriquí  Viejo,  río,  275, 287. 

Chinquíy  porción  occidental  de  la 

cordilleray  161, 
Chiríví,  pueblo,  642. 
Chisacá,  laguna,  497. 
Chiscas,  pueblo,  627. 
Chiscas,  río,  627. 
Chita,  nudo,  271,  887,  892. 
Chita,  pueblo,  632. 
Chita,  salina,  672. 
Chitaresos,  indios,  703. 

Chita  ó  Güicán,  sierra  nevada, 
629,  179,  198,  669,  887, 
892. 

Chitagá,  río,  204,  338. 

Chitagá,  valle,  596. 

Chitagá,  pueblo,  598. 

Chitaraque,  pueblo,  616. 

Chivata,  planicie,  639. 

Chivata,  pueblo,  639. 

Chivor,  río,  647. 

Choachí,  páramo,  649. 

Choachí,  pueblo,  650. 

Chocó,  llanura,  171,  757. 

Chocó,  mesa,  142. 

Chocó,  cordillera,  275,451. 

Chocó,  farallones,  461. 

Chocó,  región,  732,  766. 

Chocó  y  382, 

Chocó  (El),  412. 

Chocó,  bahía,  42 1 . 

Chocoes,  indios,  880. 

Chocontá,  pueblo,  662. 

Chontales  y  La  Cuchilla,  pá- 
ramo, 636. 

Chopo,  pueblo,  593. 

Chorcha,  río,  286. 

Chorcha,  selva,  409. 

Chorrera,  pueblo,  410,  577. 

Chorrera  de  las  Monjas,  cas- 
cada, 447. 

Chorrera  de  San  Antonio,  cas- 
cada, 447. 

Chorrosblancos,  cumbre,  145. 

Chucunaque,  río,  288. 

Chucurí,  tierras,  616. 

Chumbamuy,  157. 


Dabaiví 
Dagua,  I 
Damas, 
Darién,  1 
David,  1 1 
David,  ] 
David,  i : 
D'Elhuy  i 

Demo(  ¡ 

Departfl 
Depresió  \ 
Desaguii 
Desarroi  1 

bia,:^ 
Desarroi  i 

mere 

lape 

728. 
Descanc 
Descubrí 
Desiertc 

tio,  6 
Diagran\ 

lomb' 
Diagram 

geog 

cioncí 
Diagram 

terril: 

Depíi 
Diagram 

116. 
Diagram 

118. 
Diagram. 

toriai 
Diagram 

el  Pe 
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Diagram 

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Diagram 

regio 
Diagram 

áreas 

taños 
Diagram 

áreas 

lomb 


írt 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Diagrama  comparativo  de  las 
áreas  del  relieve  colombia- 
no, 132. 

Diagrama  comparativo  de  las 
áreas  de  las  llanuras  co- 
lombianas, 132. 

Diagrama  comparativo  de  las 
áreas  de  los  climas  colom- 
bianos, 132. 

Diagrama  del  tope  de  la  Mesa 
oriental,  151. 

Diagrama  de  las  culminaciones 
y  de  las  depresiones  de  la 
región  Caribe,  173. 

Diagrama  de  las  reg^iones  geo- 
lógicas de  Colombia,  211. 

Diagrama  de  la  formación  de 
la  región  andina  de  Colom- 
bia, 223. 

Diagrama  de  la  hidrografía 
colombiana,  263. 

Diagrama  de  las  comarcas  hi- 
drográficas de  Colombia, 
269. 

Diagrama  comparativo  de  la 
magnitud  de  los  principa- 
les ríos  de  Colombia,  272. 

Diagrama  del  escalonamiento 
de  los  grados  de  tempera- 
tura en  las  montañas  co- 
lombianas, 362. 

Diagrama  de  las  áreas  com- 

.  paradas  de  los  diversos  cli- 
mas colombianos,  364. 

Diagrama  de  la  distribución 
altimétrica  de   los  climas 

»     colombianos,  365. 

Diagrama  comparativo  de  las 
áreas  habitables  en  los  di- 
versos climas  colombianos, 

-     367. 

Diagrama  representativo    de 

las  oscilaciones  anuales  del 

nivel  inferior  de  las  nieves 

en  los  nevados  y  373. 

Diagrama  indicativo  del  esca- 
lonamiento altimétríco  de 
las  principales  enfermeda- 
des, 379. 

Diagrama  del  escalonamiento 
altimétríco  de  la  Flora  co- 
lombiana, 391. 


Diagrama  del  escalonamiento 
de  los  principales  vegeta- 
les en  los  Andes,  394. 

Diagrama  del  escalonamiento 
de  algunos  animales  en  los 
Andes,  405. 

Diagrama  de  las  secciones 
geográficas  componentes 
de  Panamá,  409. 

Diagrama  délas  secciones  geo- 
gráficas que  componen  el 
Chocó,  412. 

Diagrama  de  las  secciones  geo- 
gráficas que  constituyen  el 
Sur,  429. 

Diagrama  de  las  secciones  que 
componen  las  tierras  cau- 
canas,  444. 

Diagrama  de  las  secciones  com- 
ponentes de  las  montañas 
antioqueñas,  459. 

Diagrama  de  las  secciones  que 
componen  el  Sinú,  474. 

Diagrama  del  valle  de  Rio- 
grande,  506. 

Diagrama  de  las  secciones  geo- 
gráficas que  constituyen  la 
Cosía,  SS3. 

Diagrama  de  las  secciones  que 
constituyen  la  comarca  de 
Maracaibo,  584. 

Diagrama  de  las  secciones  que 
constituyen  El  Reino,  671. 

Diagrama  de  las  secciones  que 
constituyen  Los  Llanos  y 
el  Caquetá,  693. 

Diagrama  de  la  distribución 
y  desarrollo  de  los  habi- 
tantes por  zonas  climatoló- 
gicas, 708. 

Diagrama  del  comercio  gene- 
ral y  local,  838. 

Diagrama  del  desarrollo  de  la 
población  en  las  tres  prin- 
cipales ciudades,  873. 

Díaz  (Pimienta),  969. 

Dibulla,  río,  299,  574. 

Dibulla,  pueblo,  574- 

Diego  Pata,  pueblo,  559. 

Diluvio,  llanura,  556. 

Diócesis,  860. 
Dique  (El),  165,  174. 


I 

Índice  Alfabético 


liramaciones  del  Sinü  Central, 

88S. 
división  política,  859. 
)on  Diego,  río,  299,  574. 
)on  Matías  6  Azuero,  pueblo, 

465. 
>oña  Luisa,  ciénaga,  528. 

)oña  Juana,  pueblo,  564. 

)os  Ríos,  277, 442. 

)rago,  península,  162. 

!>uida,  cerro,  171. 

!)uitama,  pueblo,  636. 

Dulce,  T4g, 


ibéjico,  pueblo,  461. 

Egüesy  Beaumoniy  962. 

Ejes  de  cumbres  en  la  región 
central  de  la  cordillera  de 
Sumapaz,  154. 

Ejes  montañosos  en  el  Depar- 
tamento de  Panamá,  160. 

Ele,  río,  343,  680. 

El  Coqueta,  187, 

El  Istmo  de  San  Pablo,  302. 

El  macizo  de  Sumapaz,  según 
Codazzi,  345. 

El  macizo  de  Sumapaz,  según 
la  Nueva  Geografía,  346. 

El  Occidente  y  el  Oriente  co- 
lombianos, 178. 

El  río  Magdalena,  según  la 
Carta  Oficial,  310. 

Empalizada,  pico,  461. 

Encantada,  laguna,  603. 

Encenillo,  pueblo,  621. 

Enciso,  pueblo,  606. 

Encomiendas,  926. 

Enea,  río,  299,  5  74. 

Engativá,  pueblo,  662. 

Entrerríos,  peñol,  466. 

Entrerríos,  pueblo,  465. 

Envigado,  pueblo,  470. 

Escobal,  cerro,  628. 

Escobal,  páramo,  632. 

Escocés,  puerto,  115. 

Eslava  (Sabastian),  964. 

esmeralda,  río,  306. 

España,  (historia),  907. 

Esperanza,  planicie,  169. 


Espinal,  pueblo,  486. 
Espino,  pueblo,  627. 
Espíritu  Santo,  sierra,  163. 
Espíritu  Santo,  nudo,  271. 
Estero,  brazo,  546. 
Estibano,  río,  285. 
Estrella,  pueblo,  470. 
Etnografía,  864. 
Excomulgado,  cascada,  432, 

586. 
Exportación,  803,  813. 

Exploración,  9- 

Extiemidad  N.  de  la  frontera 
Venezo-Colombiana,  726. 
Ezpeleta  {José),  969. 


Facatativá,  ciudad,  662. 
Familia  (La)  indígena,  916. 
Farallones  (Los),  cima,  157, 
Farallones  de  los  cien  sacos 

de  oro,  675. 
Fauna,  jp/. 

Federación,  pueblo,  566. 
Fr edema n  {Nicolás). 
Fernández  de  Córdoba,  962. 
Fernández  de  Lugo,  940. 
Fernández  Madrid,  98 1. 
Fernando  vii,  974,  77* 
Ferrocarriles,  798. 
Ferrocarril  de  Cartagena,  801 
Ferrocarril  de  Cúcuta,  947. 
Ferrocarril  de  Calamar,  801. 
Ferrocarril  de  Bolívar,  565. 
Finzenú,  936. 
Flamenco,  isla,  119. 
Flamenco,  riachuelo,  297. 
Flamenco,  pueblo,  S41. 
Flor,  sierra,  166. 

Flora  y  Fauna,  387. 

Flora,  J87. 

Flores  (Las),  ciénaga  y  pue- 
blo, 521. 
Floresta,  pueblo,  635. 
Flórez  {Antonio),  966,  969. 
Florida,  pueblo,  436, 601, 604, 
Fical,  serranía,  593. 
Firavitoba,  pueblo,  637.  t 

Fómeque,  pueblo,  6c  i. 


- 1 


} 


Nueva  GxogkatÍa  dx  Colombia 


Fonce  (San  Gil),  río,  155,614. 
Fonseca,  río,  286. 
Fonseca,  pueblo,  577. 
Fonseca  y  Barrancas,  ralle, 

576. 
Fontibón,  planicie  y  lag^una, 

sgs. 

Fontibón,  pueblo,  662. 
Fóftalecillas,  pueblo,  485. 
Forrajes,  14^. 
Fosca,  pueblo,  653. 
Fragfua,  caserío,  645. 
Frailes,  cerro,  597. 
fredtrmán  (Nicolás),  943,  948. 
Fresno,  pueblo,  489. 
Frío,  páramo,  599. 

Frontera»,  122. 

Frontera  ecuatoriana,  122. 

Frontera  brasilera,  12 j. 

Frontera  peruana,  I2J. 

Frontera  venezolana,  I2j,  34^, 
726, 

Frontera  costarricense,  126. 

Frontera  colombiana  entre  el 
Ataba po  y  el  Guainía,  se- 
giin  la  Comisión  de  Lími- 
tes, 347. 

Frontino,  páramo,  142,  420. 

Frutos  y  tubérculos,  74^, 

Funei,  pueblo,  434. 

Funza,  altiplanicie,  777. 

Funza,  río,  660. 

Funza,  pueblo,  662. 

Fáquene,  altiplanicie,  /p/. 

Fúquene,  cuenca,  385. 

Fdquene,  lago,  625. 

Fdquene,  pueblo,  625. 

Füquene,  volador,  625. 

F'uratena,  agujas,  505. 

Fusagasugá,  cuenca,  197,  494. 

Fusagasugá,  pueblo,  315. 

Fusagasugá,  río,  321,657. 

Fusagasugá,  valle,  385,497*633, 

C3- 

Gachalá,  pueblo,  649. 
Gachancipá,  pueblo,  662. 
Gachaneque,  páramo  de  Tun- 

ia,  155. 
Gachaneque,  nudo,  270. 
Gachaneque,  crestería,  624. 


Gacheta,  cuenca,  197. 
Gacheta,  río,  647. 
Gacheta,  pueblo,  648. 
Gaira,  riachuelo,  299. 
Gaira,  aldea,  573. 
Galán  (Antonio),  969. 
Galán,  caserío  y  puente,  614. 
Galán,  pueblo,  617. 
Galapa,  pueblo,  547. 
Galera,  macizo,  ó  Volcán  de 
Pasto,  149,  434,  684,  767, 
Galerazamba,  punta,  1 1 7. 
Galiano  Martin,  946. 
Gallina,  caño,  527. 
Gallinas,  punta,  117,  169. 
Gámeza,  pueblo,  634. 
Gámbita,  cumbres,  384. 
Gámbita,  pueblo,  615. 
Gámbita,  río,  615. 

Ganadería,  746,  7/^. 

Ganados,  jjS, 
Gandí,  pico,  163. 
Garachiné,  punta,  1 19. 
Garagoa,  valle,  157. 
Garagoa,  río,  340,641. 
Garagoa,  pueblo,  644. 

Garcés  y  Gutiérrez  Arango.  Re- 
seña geológica  de  la  co- 
marca del  Patía,  237. 

García  de  Lerma,  939. 

García  Rovira,  982. 

Garzón,  tierras,  483. 

Garrapatas,  río,  282. 

Gatiin,  río,  295. 

Gatuncito,  río,  295. 

Geografía  militar,  998. 

Geografía  pintoresca,  406. 

Geología,  208. 

Gigante,  tierras,  483. 

Gil  y  Lemus,  pop, 

Girardot  (AJanasio),  p8i. 

Girardot,  pueblo,  1 57, 470, 486, 
502. 

Girón,  cerros,  601. 

Girón,  pueblo,  601,  604. 

Girón  {Sancho),  p6i, 

Gloria  de  los  Tunebos,  cerro, 
629. 

Goajira,  montañas,  200. 
!    Goajira,  península,    149,  169^ 
!  290,382,581,724. 

i    G0AJIAA,  580. 


Índice  Alfabeti 


Goajiros,  indios,  882. 
Gobernadora,  isla,  409. 
González,  pueblo,  589. 
Gordo  (Juan)  y  944- 
Gorgfona,  isla,  120,476. 
Gorg^onita,  isla,  120. 
Gorrones,  indios,  905. 
Grande, río, 298,  302, 327, 465, 

637,655. 
Grande,  hoya,  675. 

Granja  (I^),  pueblo,  470. 
Guaca,  río,  323. 
Guaca,  valle,  606, 607. 
Guacamayas,  pueblo,  627. 
Guacha  ves,  pueblo,  437. 
Guache  ó  Bolívar,  río,  621. 
Guachicono,  río,  277. 
Guachito,  río,  280. 
Guachucal,  pueblo,  430. 
Guadalupe,  río,  145,  327, 467. 
Guadalupe,  cascada,  468. 
Guadalupe,  pueblo,  615. 
Guadalupe,  cerro,  666. 
Guaduas,  pueblo,  503. 
Guaduas,  valle,  503. 
Guag-ua,  pueblo,  483. 
Guaimaral,  río,  554. 
Guaimíes,  indios ^  877. 
Guainía,  río,  347. 
Guaipunabis,  indios,  889. 
Guairapungfo,  cerro,  148. 
Guáitara,   río,   278,   432,  776. 

842. 
Guaitarilla,  pueblo,  437. 
Guájaro,  ciénag^a,  167. 
Guaju,  río,  279. 
Guamacó,  cuenca,  460. 
Guamal,  pueblo,  566. 
Guamas,  pueblo,  478. 
Guambia  (Silvia),  valle,  445. 
Guamo,  pueblo,  486,  540,  564. 
Guanapalo,  río,  342. 
Guane,  pueblo,  612. 
Guanentá,  tierras,  384, 604, 789. 
GuaneSy  indios,  903. 
Guantiva,  páramo,  155. 
Guapí,  río,  276,  279. 
Guapí,  pueblo,  424. 
Guapí,  cerro,  441. 
Guapotá,  pueblo,  614. 
Guapuscal,  mesa,  434. 
Guaracavi,  relieve,  171. 

Nufva  Geografía  de  Colombia 


Guan 
Guan 
Guari 
Guasí 
Guas( 
Guas< 
Guas( 
Guau 
Guatí 
Guate 
Guate 
Guat£ 
Guate 
Guat( 
6. 
Guatí 
Guati 
Guate 
Guav, 
Guav; 

Guav 
Guav: 
Guay 
Guay 
Guay 
Guay 
Guay 
Guay 
Guay 
Guay 
Guay 
Guay 
Gueja 
Güici 
Güic^ 
ta 
Guiri 
Güiza 
Guiié 
Gutié 
Gutié 
Guiié 


Hahit 

5\ 
Hatil 

Hatil 

Hato 


zx 


NuxvA  Geografía  di  Colombia 


Hato,  pueblo,  617. 

Hatonuevo,  aldea,  577. 

Hatoviejo,  pueblo,  470,  662. 

Heliconia,  pueblo,  461. 

Hcrtdia  (Pedro),  pjó. 

Hermosas  (I-^s),  valle,  487. 

Herrón  (Pedro  A.),  Qf^, 

Herrera  (Francisco),  gyó. 

Heneo,  mesa, 492. 

Hidrografía,  261,  352. 

Hierro,  j^ó. 

Historia,  go6, 

Hobo,  pueblo,  483. 

Hojas-anchas,  pueblo,  466, 

Honda,  bahía,  117. 

Honda,  ciudad,  491,  717,630. 

Honda,  salto,  175,  508,  716. 

Hondo,  arroyo,  298. 

Horqueta,  pico,  168. 

Hortalizas,  7^p. 

Hospicio,  lugar,  499. 

Hoya  del  alto  Saravita,  según 
la  Carta  Ofícial,  734. 

Hoya  del  alto  Saravita,  según 
la  Nueva  Geografía  de  Co- 
lombia, 7J/. 

Hoyo  del  Aire,  622. 

Hoyo  de  los  Pájaros,  610. 

Huaca,  nudo,  144,430,  1,002. 

Huertas,  río,  615. 

Huila  (El),  nevado,  146,  205, 
271,453,484,487. 

Hulla,  7S7' 

Humadea,  río,  339,655. 

Humboldt  (Alejandro),  pop. 

Humea,  río,  675. 

Humos  (Los),  páramo,  148, 
440. 

Hunza,  895,922. 


lea,  río.  V.  Putumayo. 
Icononzo,  puente,  495. 
Indios  salvajes,  Sjy. 
Industria  indígena,  916. 
Imataca  ó  (^naí  de  navios, 

brazo,  336. 
Imues,  pueblo,  437. 
Importación.  805. 
Indios,  río,  294. 


Infiernito,  valle,  624. 
Inia,  río,  349. 
Inírida,  río,  344,  346,  691. 
Intendencias,  860. 
Ipapula,  cima,  169. 
Ipiales,  ciudad,  432. 
Iraca,  896. 
Isleta,  llanos,  419. 
Itagüí,  pueblo,  470. 
Ité,  río,  471. 
Itinerarios,  774. 
Ituango,  río,  464. 
Itujoro,  cerro,  580. 
Iza,  pueblo,  637. 
Iza,  río,  695. 
Izcuandé,  pueblo,  423. 
Izcuandé,  río,  276,  279, 
Izcuandecito,  río,  279. 


I 


agua,  tierras,  483. 

agua,  caserío,  554, 

agua,  pueblo,  562. 

amundí,  cerros,  452. 

amundí,  planicies,  452. 

áraguay,  arroyo,  307  ► 

egua,  pueblo,  527. 

enesano,  pueblo,  642. 

enesano,  río,  641. 

ericó,  ciudad,  460,  632. 

éridas,  mesa,  155,  602. 

icarón,  isla,  1 19,  409. 
Jimeno  (Sancho),  pdj. 

iramena,  pueblo,  688. 

obo,  puerto,  528. 

obo,  pueblo,  559. 

obo,  río,  296. 

olí,  río,  280. 

ordán,  riachuelo,  299. 

ordán.  pueblo,  612. 

uacá,  pueblo,  624. 

uan  de  Acosta,  cima,  167. 

uan  de  Acosta,  pueblo,  547. 

uan  Esteban,  alto,  504. 

uan  Rodríguez,  mesa,    384, 
602. 

Juan  Viejo,  páramo,  497. 
Juana  Sánchez,  ciénaga,  53€w 
Juana  Sánchez,  caserío,  563. 
Juanambú,  río,  238,  278,  979* 


Índice  Alfabei 


uayamuca,  alto,  622. 

ujiadó,  río,  282. 

uiquín  ó  Sueba,  río,  647. 

ungurudó,  río,  283. 
Junín,  batalla,  990. 
Junín,  pueblo,  649. 
Juntas  de  Apulo,  caserío,  500. 
Juntas  de  Riochico  y  Riogran- 

de,  467. 
Jurado,  ríoy  415. 
Jurisdicciones,  nudo  y  cumbre, 
271,  599- 


Kilometría,  95  y  Apéndice. 


Labateca,  pilar,  153,  197,  384, 

59^,  785. 
Lábatut  {Pedro) y  p/g. 

Labranza,  ensenada,  585. 
Labranzagrande,río,  341,670. 
Labranzag-rande,  pueblo,  672. 
Laches^  indios,  903. 
Lagartero,  río,  288. 

Lagos,  352. 

Laguna  (La),  pueblo,  434. 

Lagunaseca,  pueblo,  632. 

La  Laja,  capilla,  57. 

Lambero,  cima,  167. 

La  regibn  de  Zapatosa,  325. 

La  Sabana  y  las  hoyas  del  Rio- 
negro,  el  Bogotá  y  el  Fu- 
sagasugá,  657. 

Las  Cordilleras  del  alto  Mag- 
dalena, 194. 

Las  cordilleras  del  Magdalena 
central,  196.  , 

Las  cuatro  porciones  de  la  Mag-    |    ^^^ 
dalenia,  311. 

Laiorre,  989. 

Lebrija,  río,  270, 314, 324, 5 10, 
532,812,919. 

Lebrón  (Jerónimo),  g48. 

Leí  va,  valle,  155. 

Leiva,  picachos,  690,  699. 

Lenguazaque,  pueblo,  625. 

Lenguazaque,  río,  625. 


Lenj 
Leói 
Leói 
Leor 
Lér¡( 
Liba 
Libe 
Limj 
Lim< 
Limt 
Limt 
Lim< 
Limí 
Ling 
Lipa 

Lit( 

Litoi 
r 
Lobí 
Lom 
Lope 
Lbpe 
L<5p< 
I^ri 
Lori 
Lori 
2 

LjOS  . 

Los  ^ 
c 
Ijoza 
Lugi 
Luqt 


Llai 
Llar 
Llai 
Llar 
Llar 


Mac 
Mac 
Mac 
Mac 
Mac 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Macaya  ó  Engranes,  río,  698. 
Mac-Gregor,  Q84. 
Macizo  antUqueñOf  386. 
Macizo  de  Colombia,  269. 
Macotama,  pueblo,  S74- 
Macuira,  serranía,  169. 
Macheta,  pueblo,  645. 
Maderas,  pueblo,  478. 
Maderas  y  74^. 

Madre  de  Dios  (Vuelta),  508. 
Madrid,  pueblo,  564,  662. 
Magdalena,  río,  1 17, 148, 175, 

204,   269,  309,  319,  232, 

481,507,531,832. 
Magdalena,  bahía,  1 19. 
Magdalena,     Departamento, 

861. 
Magdalena,  depresión  central, 

311- 
Magdalenia,  porción  occidental, 

312. 
Magdalenia,  porción  oriental, 

313. 
Magdalena-Cesar,  valle,  317. 

Magdalena  central,  383. 
Magdalena,  valle,  767. 
Magdalenia  y  territorios  subor- 
dinados, 270. 
Maine  Hanari,  sierra,  170. 
Maipures,  raudal,  692. 
Majagual,  pueblo,  524. 
Majuandó,  cerro,  436. 
Mala,  punta,  1 19. 
Málaga,  ciudad,  607. 
Malambo,  pueblo,  565. 
Maldonadoy  Fiscal,  gST- 
Mallama,  breñas,  144. 
Mallarino  (Manuel  María),  gg^ 
Matniferos,  398. 
Mamatoco,  aldea,  573. 
Márabita,  villorrio,  688. 
Mamón,  cumbre,  169. 
Mamón,  caserío,  528. 
Man,  valle,  471. 
Manacacía,  cañón  ó  surco,  182. 
Manacacía,  sabanas,  688. 
Manare,  pueblo,  673. 
Manatí,  pueblo,  547,  565. 
Manco  ó  Cerro  San  Martín,  1 67. 
Manglares,  punta,  120. 
Mangle,  río,  296. 
Mani,  pueblo,  678. 


Maní,  750. 

Manízales,  ciudad,  457. 
Manso  Mal  donado,  264. 
Manso,  río,  306. 
Manta,  pueblo,  645. 
Manufacturas,  749. 
Manzanares,  riachuelo,  299. 
Manzanares,  pueblo,  489. 
Manzanares,  hoya  653. 
Maquivor,  pueblo,  678. 
Maracaibo,  lago,  hoya  ó  cuen- 
ca, 174,  290,  328,  3B2. 
Mararave,  caserío,  678. 
Margarita,  ladera,  564. 
Margarita,  pueblo,  564. 
Margua,  hoz,  384. 
Margua,  río,  338. 
María,  montañas,  167,  199,217, 

542. 

María,  lomas,  383. 

María  Enríquez,  colinas,  163. 

María  la  Baja,  pueblo,  541. 

Manato,  punta,  1 19. 

Marinilla,  ciudad,  472. 

Maripí  (país  de),  506. 

Marino  (General),  980,  984. 

Maripiri,  mesa,  171. 

Mariquita,  487, 

Mariquita,  llanuras,  489,  503. 

Mariquita,  ciudad,  491. 

Marmajita,  río,  647. 

Marmato,  pueblo,  456. 

Marocaso,  pueblo,  577. 

Maroma,  rocas,  575. 

Márquez  {José  /.),  994- 

Martínez,  pueblo,  478. 

Marulanda",  pueblo,  489. 

Mar  roquín  (José  Manuel),  ggy. 

Marroquín,  pueblo,  672. 

Masinga,  aldea,  573. 

Mataje,  río,  120. 

Matambo,  cerro,  483. 

Matanza,  valle,  599. 

Matanza,  pueblo,  6c». 

Mataperro,  río,  596. 

Matarredonda,  páramo,  504. 

Mataveni,  río,  343. 

Mateo  Gómez,  pueblo,  478. 

Material,  738. 

Matusacranti  ó  Tuira  maríti- 
mo, cuenca,  289,  853. 

Mayo,  río,  278,  438. 


Índice  Alfabético 


N 


Maza  (Hermógenes),  g88. 
Mazamorras,  pico,  440. 
Mechengue,  río  280. 
Medellín,  llanos,  177. 
Medellín,  valle,  386. 
Medellín,  ciudad  y  valle,  469. 
Medina,  moles,  675. 
Medina,  mesas,  675. 
Medina,  pueblo,  688. 
Melgar,  pueblo,  486,  497. 
Mendinueiay  MusqutSy  pop. 
Meló  (Jermhnd)^  ^40, 
Meló  (General),  gg4. 
Meneses,  sitio,  438. 
Metieses  Bravo,  pój. 
Mercaderes,  mesa,  442. 
Mercados,  839. 
Merchán,  páramo,  620, 626. 
Mérida,  mesa,  195. 
Mesa  Alta,  explanada,  632. 
Mesa  Andina,  vía,  774. 
Mesa  Antioqueña,  146,  193. 
Mesa  Colorada,  páramo,  384. 

Mesas  del  Ariari,  ÓJS- 

Mesas  del  Chocó,  4IQ. 

Mesa  (La),  cuenca,  197. 

Mesa  (La),  ciudad,  499. 

Mesa  (La),  páramo,  651. 

Mesallana,  macizo,  270. 

Mesa  Oriental,  384,  '¡68. 

Mesarrica,  587. 

Mesa  Tuquerreña,  191. 

Messia  de  la  Zerda,  g^S- 

Mcsticismo,  871. 

Mestizos,  península,  117. 

Meslre,  boca  de  caño,  529. 

M€ta,r\o,  183,  339,  340,359, 
678,688,  710. 

Meteorología  comparada  de  al- 
gunas poblaciones,  376. 

Micay,  rio,  276,  280. 

Micay,  pueblo,  424. 

Micaya,  río,  697. 

Miel  (La),  río,  513. 

Michua  (Zaque),  <)22. 

Migraciones  indígenas,  869. 

Minamá,  angostura,  143,  278. 

Minas,  cerro,  588. 

Minas  (Las),  alto,  169,  570. 

Minchiquejo,  pueblo,  564. 

Minerales,  749. 
'   Minería,  755- 


Minero,  río,  197, 204,  753- 
Mira,  delta,  1 19. 
Mira,  río,  276. 
Miraflores,  cerro,  487. 
Miraflorcs,  pueblo,  645. 

Miranda  Francisco,  gT2,  ^74, 

Mitología  india,  894,  9^7- 

Mituas,  indios,  890. 

Mociélago,  río,  296. 

Mocoa,  villorrio,  694. 

Mocoas,  indios,  890. 

Mogotes,  islotes,  529. 

Mogotes,  llano,  608. 

Mogotes,  territorio,  610. 

Mogotes,  pueblo,  610. 

Mojana,  río,  523. 

Mojarras  de  Tadó,  417. 

Molagavita,  pueblo,  607. 

Molinero,  arroyo,  298. 

Molinero,  pueblo,  547. 

Molino,  pueblo,  554- 

Mómil,  pueblo,  478- 

Mompós,  isla,  172,  563. 

Mompós,  brazo  del  Magdale- 
na, 324- 

Mompós,  ciudad,  564. 

Monarcas  españoles,  909. 

Mongua,  pueblo,  634. 

Mongua,  salina,  672. 

Monguí,  pueblo,  634. 

Moniquirá,  pueblo,  623. 

Monjas  (Las),  cascada,  448. 

Monserrate,  cerro,  666. 

Montañagrande,  selva,  186. 

Montañas  antioqueñas,  459- 

Montañas  de  María,   165,    1 60. 

Montañas  de  Sumapáz,  785. 

Montano,  Visitador,  957- 

Montebravo,  alto,  458. 

Montefrío,  cima,  502. 

Montenegro.  Situación  material 
y  moral  de  la  República  á 
raíz  de  la  guerra  de  Inde- 
pendencia (apéndice),  "!• 

Montería,  pueblo,  476. 
Montes  Caribes,  160. 
Montes,  979. 

Monteverde,  jefe  realista,  980. 
Montijo,  golfo,  1 19,  409. 
Moquentiva,  río,  647. 
Morales  {Francisco),  975» 


NuKVA  Geografía  de  Colohbu 


Morales^  isla,  324,  507. 
Morales,  pueblo,  535. 
Morcóte,  pueblo,  673. 
Moreno,  aldea,  577,  679. 
Moriche,  palmera,  561. 
Morillo  {Pablo  \  982  á  989. 
Morrosquillo,  g'olfo,    117,  167, 

172,  541- 

Morroa,  pueblo,  538. 

Mosquera  {Joaquín) y  g^2. 

Mosquera  ( Tomás  C),  994, 996. 

Mosquera  {T.  C.  de),  geógrafo 
colombiano.  Conceptos  so- 
bre la  geología  de  Colom- 
bia, 244. 

Mosquera,  pueblo,  662. 

Motavita,  pueblo,  639. 

Motilones,  indios,  887.    h'  6 

Motilones,  serranía,  560. 

Muchindote,  rio,  647. 

Muchindote,  pueblo,  648. 

Mueque/d,S^S. 

Muerte  (La),  arroyo,  297. 

Muiscas,  893,  922. 

Mulatas    (Las),    archipiélago, 

Mulatas,  río,  204,  296. 
Munchique,  cerro,  142. 
Munchique,  río,  143,  279. 
Munchique  de  Quilichao,  ce- 
rro, 445 . 
Mundonuevo,  caserío,  592. 
Mundonuevo,  explanada,  644. 
Muneque,  salina,  672. 
Municipios,  859,  62. 
Murca,  río,  647. 
Murillo  Toro,  996. 
Muríllo,  pueblo,  489. 
Murrucucú,  cumbre,  172,  475. 
Muits  (Celesfino),  969. 
Mutiscua,  pueblo,  593. 
Murindó,  pueblo,  416. 
Murrí,  llanos,  177. 
Murrí,  río,  204,  302. 
Muzo,  cuenca,  385,  494,  S04. 
Muzos  indios,  905. 


jsr 


Naín,  río,  306. 
Naos,  puerto,  115, 


Napípí,  río,  416. 
Ñapo,  río,  169,  351,695. 
Napoleón,  972. 
Naranjito,  caserío,  679. 
Nare,  río,  313,  513- 
Nare,  mesetas,  460. 
Nare,  angostura,  196,  507. 
Nare,  pueblo,  508. 
Acariño  (An/om'o),  969,  80. 
Nariño,  pueblo,  486,  489. 
Narváez  {Antonio),  974. 
Nati,  ciudad,  410. 
Natagaima,  peñascos,  147. 
Natagaima,  pueblo,  486. 
Navegación,  513,  702. 
Naya,  cerro,  142. 
Naya,  río,  280. 
Naya,  pueblo,  424. 
Nazaret,  caserío,  653. 
Nechí,  hoya,  144. 
Nechí,  rio,  145, 204,  313,  326, 

327,  469. 
Nechí,  valle,  386,  460. 

Negro,  rio  (Magdalena),  315, 

504,  657,  753. 
Negro,  río  (Meta),  339»65i> 

710. 
Negro,  río  (Amazonas),  347. 
Negro,  cerro,  65 1 . 
Neiva,  ciudad,  480,  483,  485, 
Nemegata,  río,  647. 

Nemequene,  Zipa,  922. 

Nemocón,  pueblo,  662. 

Nervití,  pueblo,  564. 

Nevada,  cerro,  159. 

Nevado,  271. 

Nevados,  205,  492,  950,  951. 

Nicuesa  (Diego),  932. 

Nieve  (La),  río,  629. 

Nieves  perpetuas,   oscilacio- 
nes, 373. 

Nilo,  pueblo,  486. 

Nimaima,  aldea,  504. 

Nivel  comparado  de  las  altipla- 
nicies interandinas,  206. 

Noánama,  pueblo,  417. 

Nobsa,  pueblo,  636. 

Nombre.  ^^  «^«^"de  lo  tomó 

la   República  de  Colom- 
bia), I. 

Nore,  valle,  420. 

Norte  y  Noroeste,  vías,  772. 


1 


Nosografía,  376. 
Nóvita,  pueblo,  417. 
Nueva  Granada,  993. 
Nunchla,  pueblo,  673. 
Nunchfa,  río,  341. 
'  Núñe^  {Ra/ad),  996. 
Nuíavés,  indios,  9O4. 
Nuz  (Quiebra  del),  144. 


Obamio  {[osé  Mario),  994. 
Obispo,  río,  29S. 
Obligado,  pueblo,  478. 
Oca,  montes,  149. 
Ocamonte,  pueblo,  608. 
Ocaña,  mesa,  153,  19S- 
Ocaña,  tierras,  584,  812,  919. 
Ocaña,  ciudad,  585,  588. 
Ocaña  y  Soto,  zona,  785. 
Occidente,  vía,  771. 
Oieda  {Alomo),  932. 
Oicatá,  pueblo,  639. 
Olleta,  cumbre,  146. 
Olleta,  cráter,  244,492. 
Onzaga,  valle,  156,  606. 
Onzaga,  pueblo,  610. 
Opón,  r(o,  SIO. 
Oreja,  volcán,  144. 
Orfehreria.  V.  Figuras. 
Organizofión  polUica,  856. 
Órganos  (Los),  cima,  147. 
Órganos,  pueblo,  485. 
Oriente,  vía,  773. 
Orígenes  de  Colombia,  907. 
Orinoco,  hoya,  220. 
Orinoco,  río,   182,  219,   335, 

691. 
Oro  (Montaña  del),  142. 
Orocué,  pueblo,  340,  682. 
Ortega,  pueblo,  486. 
Orteguasa  ó  La  Fragua,  río, 

3  SO,  96. 
Oreras  (Las),  159. 
Orií,  quebrada,  589. 
Otálora  (/osé  EusebÍo),f^. 
Oíomacos,  indios,  888. 
Otiin,  río,  SS7- 
Oveja,  valle,  465. 
Ovejas,  meseta,  166. 
Ovejas,  río,  182, 


Ovejas,  pueblo,  S39- 
Ovejeras,  páramo,  iSS- 

Oyón  {Alvaro),  957. 


Pabellón  nacional,  972. 
Pacandé,  cerro,  109. 
Pacifico,  Descubrimiento,  934. 
Pacífico,  vía,  769. 
Pacora,  colinas,  i6j. 
Pacora,  río,  2 84. 
Pacora,  pueblo,  458. 
Pacual,  río,  278. 
Pachavita,  pueblo,  644. 
Padilla,  988. 
Páez,  hoya,  146. 
Páez  {Josi  Antonio),  f^"^. 
Paicol,  pueblo,  485. 
Paipa,  pueblo,  636. 
Pafs  de  los  Pastos,   191. 
Pajarito,  río,  296. 
Palacé,  valle,  445. 
Palestina,  caserío,  650. 
Paletará,   planicie,    148,    ]22, 

444- 
Paletará,  regiones,  480. 
Palma  (La),  ciudad,  504. 
Palmar,  pueblo,  547,565,617. 
Palmar,  cascada,  616. 
Palmarito,  pueblo,  SS3- 
Palmas,  picachos,  162. 
Palmas  (Las),  península,  162, 

410. 
Palmas,  pueblo,  614. 
Palmea,  río,  293. 
Palmiras,  TS¡. 

Palmira,  ciudad,  453,  559,  7S0. 
Palmito,  pueblo,  478. 
Palo,  valle,  147. 
Paloma,  sierra,  166,  559. 
Palomas,  cerro,  141, 146,458. 
Palomino  {Rodrigo),  jjjp. 
Palomino,  rio,  S74- 
Falonegro,  601. 
Pamplona,  meseta,    195,  Sis, 

947- 
Pamplona,  ciudad,  593. 
Pamplonita,  río,  204,  329,  S90, 

8  i  2,  947. 
Panamá,  canal,  713,  800. 


} 


Ci 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Panamá,  Departamento,  86 1. 
Panamá,  golfo,  1 19. 
Panamá,  llanura,  171. 
Panamá,  región,  732,  766. 
Panamá,  serranías,  201,  275. 
Panamá  y  Daricn :  porción  orien- 

tály  162, 
Pancoger,  isla,  507. 
Panche,  rocas,  498,  707. 
Pan  de  Azúcar,  cerro,  454,  628. 
Pandi,  pueblo,  605,  625. 
Pandiaco,  hacienda,  435. 
Pandig-uando,  pueblo,  443. 
Pandi   ó  Mercadillo,  pueblo, 

496. 
Panga,  pueblo,  437. 
Pansitará,  valle,  440,  773. 
Panqucba,  pueblo,  627. 
Papamcne,  río,  344. 
Papares,  riachuelo,  299. 
PancheSy  indios,  905. 
Papas,  planicie,  322,  148. 
Papas,  páramo,  322,  440. 
Papayal,  isla,  324,  507. 
Papayal,  aldea,  577. 
Parados,  alto,  146,458. 
Paraguaná,  península,  169, 216. 

Parameras  del  Guáitara-Pasto 

y  nudo  de  Huaca,  143. 
Parameras  y  cresterías  de  la 

parte  central  de  la  región 

andina,  150. 
Paramillo,  macizo,  270. 
Paramillo,  cerro,  420,  483. 
Páramo,  pueblo,  610. 
Paramosa,  cascada,  612. 
Parashi  -  Tallarure  (Guajare- 

pa),  serranía,  169. 
Pare,  pueblo,  616. 
Parida,  isla,  1 19. 
Parita,  golfo,  1 19. 
Parita,  río,  285. 
Parra  {Aquileo),  996. 
Pasacaballos,  aldea,  546. 
Pasca,  pueblo,  497. 
PasiOy  434. 

Pasto,  ciudad,  434,  684,  847. 
Pasto,  Historia,  905. 
Pasto,  breñas,  191. 
Paso,  pueblo,  557. 
Paso,  aldea,  577. 
Patía,  hoya,  143. 


Patía,  cordillera,  176. 
Patfa,  valle,  191,  441,  552. 
Patía,  surco,  204. 
Patía,  río,    148,  269,  276,  277^ 
424,436438,41,768,  833. 
Patía,  región,  441,  777. 
Pato,  río,  348. 
Paturia,  llanura,  175. 
Paturia,  río,  324. 
Paturia,  hoya,  512. 
Pauso,  río,  647. 
Pauto,  río,  342,  670,  679. 
Paz  (La),  pueblo,  504,    554. 

SS9»  622. 
Paz  (La),  serranía,  155,  512. 
Paz  de  Vélez  (La),  cerros,  5 1 1^ 
Paya  ó  Pisva,  río,  341,  670. 
Paya,  pueblo,  672. 

Payan,  Vicepresidente,  996. 

Peces,  402. 

Pedrera,  río,  647. 

Pedregal,  puerto,  1 19. 

Pedro  González,  isla,  119. 

Pedrosa  y  Guerrero,  963. 

Pelado,  cerro,  482. 

Penderisco,  río,  419. 

Pensilvania,  pueblo,  513. 

Penonomé,  sierra,  161. 

Penonomé,  ciudad,  410. 

Peñablanca,  cumbre,  510. 

Peñagrande,  cascada,  482. 

Peñalisa,  pueblo,  502. 

Peñanegra,  páramo,  639. 

Peñarmada,  cumbre,  506. 

Peñata,  sierra,  166. 

Peñata,  arroyo,  297. 

Pepe,  río,  283,417. 

Peralonso,  río,  591. 

Peralonso,  valle,  594. 

Pereira,  alto,  144. 

Pereira,  pueblo,  455. 

Pérez  de  Quesada,  945. 

Pérez  Manrique,  962. 

Pérez  Santiago,  996. 

Perfil  áe  los  dos  princifDales  gru- 
pos de  ríos  andinos,  271. 

Perfiles  de  las  cordilleras  andi- 
nas, 140. 

Perico,  isla,  410. 

Perijá,  cordillera,  149,  216. 

Perlas  (Las),  archipiélago,  1 19. 

Pesares,  alto,  446. 


Poh 

Poi 
Pol 

Pol 


Índice  Alfabet 


Pesca  ó  Chiquito,  río,  637.  Pío 

Pesca,  pueblo,  637.  Poh 

Pescado,  río,  314.  Poh 

Petacas  (Las),  cerro,  148. 
Petaco,  río,  297. 
Piar  (Manuel)^  981, 983. 
Picachos  (Los),  crestería,  160. 
Picapica,  cerro,  420. 
Piche,  sierra,  166. 
Pichincha,  batalla,  989. 
Pichelín,  río,  297.  ,    p^^ 

Piedecuesta,  ciudad,  601,603.    I    p^. 
Piedecuesta,  llanura,  601.  1    p^j 

Piedrablanca  ó  Cruz  de  Ma- 
cana, cerros,  616. 
Piedra  de  Moler,  sitio,  559. 
Piedra  horadada^  roca,  556. 
Piedras,  riachuelo,  299. 

Piedras  preciosas,  757. 
Piedra  pintada  de  Gámeza,  ro- 
ca, 634. 
Piedras  pintadas,  93,  625,  922. 
Piendamó,  río,  445. 
Pijaos  ó  Yarumal,  serranía,  454. 
PijaoSy  indios,  905. 
Pinillos,  pueblo,  563. 
Pintíido,  cerro,  577. 
Pinto,  pueblo,  566. 
Pinuguilla,  río,  283. 
Piñón,  pueblo,  566. 
Pinzones  (Los),  924.  p 

Piojés,  indios,  igi.  j    ^^ 

Piojo,  pueblo,  547.  ;    p'' 

Piratas,  962.  |    t^^ 

Pirri,  altos,  164.  \!^^ 

Pisva,  río,  630. 

Pisva  (paso  del),  985. 

Pisva,  pueblo,  672. 

Pital,  cuenca,  483. 

Pitayó,  breñas,  147,  445. 

Pitayó,  batalla,  989. 

Pizarro  {Francisco),  935,  50. 

Pizarro  (  Gonzalo),  95  3. 

Pizarro  {Alfonso),  964. 

Planadas,  caserío,  592,  649.       i    Pn 

Plañías  textiles,  751. 

Plata,  valle,  482. 

Plátano,  751. 

Plata  (La),  ciudad,  482,  485. 

Platillos,  planicie,  587. 

Plateado,  cerro,  574. 

Plato,  pueblo,  566. 


P0| 
P0| 

Po| 
Poi 
Poi 
Poi 
Poi 
Poi 
Poi 

Poi 
Poi 
Pos 

Po 

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Pn 

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Prc 
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Pn 

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Pn 
Pn 
Prc 
Prc 
Pu( 
Pu( 


UL 


Nueva  Gxogkafia  dk  Colombia 


Puente  de  Piedra,  619.  ¡ 

Puerto  Nacional,   pueblo,  533. 
Pulí,  pueblo,  489. 
Pulpito,  peñón,  628,  654. 
Punta  de  Piedra,  142. 
Punta  de  Yáñez,  pueblo,  478.  ) 
Puntanillo,  loma,  144.  \ 

Puracé,  volcán,  147,  205,  243,    1 

322,  446. 
Puracé,  pueblo,  446,  679,  750. 
Purificación,  llanuras,  485. 
Purificación,  pueblo,  486. 
Purima,  cañón,  326. 
Purima,  loma,  458. 
Purísima,  pueblo,  478. 
Pusambíoó  Vinagre,  río,  447. 
Putumayo,  río,  149,  350,  694, 

697. 

Quebrada,  riachuelo,  300.  ' 

Quebradas  (Las),  pueblo,  624.  ' 
Quebradaseca,  pueblo,  463.  ' 
Quesada  (Gonzalo  Jiménez)^  940,  ! 

43,  56. 
Quetame,  pueblo,  65 1 . 
Quibdó,  pueblo,  416.  I 

Quibdó  del  Toro,  cima,  142. 
Quichuas,  indios,  904. 
Quimarí,  cima,  172,  475.  1 

QuimhayaSy  indios,  905.  ' 

Quimuinchaiecha,ZdíC{\xe,  (^22,  45. ' 
Quina,  yso.  \ 

Quinchas  (Las),  cima,  157. 
Quindío,  146,195,275,445,455,  ' 

457,491- 
Quina  y  Estaquecá,  meseta,  654  , 

Quiroga,  español,  988.  | 

Quitasol,  brazo,  536. 

Quitisoque,  cerro,  5 10. 

Quito,  río,  302. 


Rabón,  páramo,  157. 
Rajadero,  quebrada,  650. 
Ramiriquí,  pueblo,  642. 
Ranchería,  valle,  151. 
Ranchería,  río,  204,  299,  550, ' 
576,581.  í 


Randolph  {John  C.  F,),  ing^e- 
niero  americano.  Conceptos 
sobre  la  geología  del  Cen- 
tro de  Colombia,  232, 233. 

Raposo,  río,  280. 

Raposo,  pueblo,  424. 

Ráquira,  pueblo,  624. 

Raya  (La),  ciénaga,  523 

Razas,  866. 

Razas  indígenas,  913. 

Recetor,  salina,  673. 

Redondo,  llano,  629. 

Región  oriental :  los  llanos  y  las 
selvas;  Casanare,  San  Mar^ 
tíny  Coqueta,  lyj. 

Región  antillana  ó  caribe  (Pa* 
namá  y  La  Costa),  211. 

Región  oriental,  218. 

Región  andina,  222. 

Región  (La)  de  los  grandes 
Nevados,  95 1 . 

Región  del  Patia,  386. 

Región  montañosa  6  de  los 
Andes,  406. 

Región  ístmica,  406. 

Región  Atlántica,  382,  7p2. 

Regiones  geográficas,  130. 

Región  hidrográfica  del  Alto 
Meta,  710. 

Regiones  marítima  y  continen- 
tal comparadas,  120. 

Regiones  naturales  de  Colom- 
bia, 130. 

Relieve:  Montes  y  lla- 
nuras^ Í26. 

Reliroe  de  la  América  del  Sur. 
Llanuras,  mesas  y  cordi* 
lleras,  127. 

Relieves  del  Caquetá  (Amazo- 
nia), 170. 

Relieve  del  terreno,  131. 

Religiones  indica,  917. 

Reino  (El),  595. 

Remedios,  isla,  1 19. 

Remedios,  cuenca,  460. 

Remedios,  pueblo,  471,  513. 

Remolino,  caserío,  463. 

Remolino,  pueblo,  563,  566. 

Rentas  y  gastos,  863. 

Rentas  de  los  Conquistadores, 
930. 

Repelón,  pueblo,  .547 . 


Índice  Alfabetic 


Repules^  402.                                    '  Ruiz 

Requena  {Francisco),  966.              ;  Rum 

Retiro,  pueblo,  564.                    i  6 
Riachuelo,  pueblo,  608. 
Ricaurie  {Antonio),  978,  981. 
Ricaurte,  pueblo,  486. 
Rico,  páramo,  599. 

Ridley  (¡V.),   ing-eniero  inglés.  Saan 

Conceptos  sobre  la  geolo-  g^ba 

g^ía  de  Bogotá  al  Carare,  y  ^ 

de  Boyacá  y  Santander,  227.  g^ba 

Riego,  español,  988.  Saba 

Rinconada,  pueblo,  562,  564.  ^ 

Rinconada,  ensenada,  652.  Sabe 

Rioblanco,  hoya,  653.  Saba 

Río  de  Oro,  pueblo,  588.            !  gaba 

Riofrío,  299.                                  !  Sada. 

Riogrande,  río,   145,  275,  284.  Saba 

Riohacha,  ciudad,  575.  Sabc 

Rioneg-ro,  llanos,  177.  Sabc 

Rionegro,  cuenca,  197, 494, 47 1  sáca 

Rionegro,  valle,  386.  Saca 

Rionegro,  altillanura,  144,  460,  Sách 

469.  Sach 

Rionegro,  ciudad,  472,  505, 599  Sacn 

Rionegro  de  Utica,  tierras,  502,  Saija 

.  753.  Sal,  ' 

Rioseco,  cuenca,  494.  Salai 

Riosucio,  pueblo,  456.  Salai 

RÍOS  colombianos :  ^k^'  Sala: 

men  hidrográfico,  26 1 .  Sala: 

Ríos  Andinos,  271.  Salai 

Ríos  de  la  llanura,  27J.  Salce 

Risaralda,  río,  270,  313.             ■  Sald 

Rivas  {Antonio),  981,  Sald 

Robada,  meseta,  612.                  ,  Salg< 

Robledo  {Jorge),  950.                     \  Salir 

Robledo,  pueblo,  470.                  ¡  Sáliz 

Rodríguez  de  Fonsec a,  cyi^.  Salo. 

•Roldanillo,  pueblo,  417.              1  Sam 

Roraima,  cumbre,  220.               !  Sam 

Rosario,  islas,  117.  Sam 

Rosario,  aldea,  553.  Sámi 

Rosario  de  Cúcuta,  pueblo,  592.  San 

Rosario,  Congreso,  988.  San 

Rosillo  { Jorge),  976.  San 

Rosio,  987.  5 

Rubio,  playones,  557.  San 

Ruiz,  picos,  146.  Sana 

Ruiz   (Herveo),  mesa  nevada,  San 

146,  207,  493,  540,  806.  San 

Ruiz,  páramo,  492.  San 


T 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


San  Andrés,  pueblo,  478,  564, 

607. 
San  Antero,  pueblo,  478. 
San  Antonio,  pueblo,  541,  574, 

589- 
San  Bartolomé,  río,  324,  513. 

San  Blas,  golfo,  115. 

San  Blas  ó  Chepo,  cordillera, 
163. 

San  Blas,  nudo,  163. 

San  Blas,  bahía,  407,  411. 

San  Benito  Abad,  pueblo,  528. 

San  Bernardo,  islas,  1 17. 

San  Bernardo  del  Viento,  pue- 
blo, 478. 

San  Bernardo,  pueblo,  534. 

San  Calixto,  pueblo,  589. 

San  Carlos,  pueblo,  478,  513. 

San  Cayetano,  río,  297. 

San  Cayetano,  pueblo,  505, 540, 

591. 
San  Ciprián,  caserío,  517. 

Sanclemente  (M,  ^4.),  997. 

San  Cristóbal,  isla,  115. 

San  Cristóbal,  pueblo,  470. 

San  Diego,  río,  293. 

San  Diego,  pueblo,  694. 

Sonde  {Francisco),  961. 

San  Faustino,  territorio,  329. 

Sandoval,  pueblo,  564. 

San  Félix,  valles,  146. 

San  Félix,  río,  286. 

San  Fernando,  pueblo,  1 80, 564. 

San  Francisco,  pueblo,  424. 

Sanganti,  río,  292. 

San  Gil  (Región  de),  156. 

San  Gil,  ciudad,  610,  613. 

San  Ignacio,  río,  630. 

San  Jacinto,  pueblo,  539. 

San  Jerónimo,  serranía,  141. 

San  Jerónimo,  pueblo,  463. 

San  Joaquín,  río,  280. 

San  Joaquín,  pueblo,  610. 

San  Jorge,  río,  165,  172,  204, 

270,278,319,327,522,858, 

864. 
San  Jorge,  valle,  383. 
San  José,  isla,  1 19. 
San  José,  cerro,  145,  461,  464. 
San  José,  río,  278. 
San  José  de  Cücuta,  ciudad, 

ferrocarril,  591, 947. 


San  José,  villorrio,  695. 
San  Juan,  macizo,  142. 
San  Juan,  río,  270,  276,  280,. 

281,296,417. 
San  Juan,  río  (Cauca),  313. 
San  Juan,  río  (Goajira),  581. 
San  Juan,  cerro,  441,  487. 
San  Juan,  pueblo,  502,  539,, 

694. 
San  Juan   de  Cesar,  pueblo^ 

SS3. 
San  Juan,  valle,  204,  461. 

San  Julián,  pico,  440. 

San  Lorenzo,  pueblo,  439. 

San  Lorenzo  ó  Los  Ancones^ 

región,  572. 

San  Lucas,  serranía,  144. 
San  Lucas,  región,  522,  535. 
San  Luis,  arroyo,  298. 
San  Luis,  cerro,  487. 
San  Luis,  pueblo,  486,  513. 
Sampués,  pueblo,  538. 
San  Mateo,  pico,  461. 
San  Matías,  río,  523. 
San  Marcos,  ciénaga,  529. 
San  Marcos,  territorio,  529. 
San  Martín,  pueblo,  536. 
Sanmartín  {/ose),  989. 
San  Miguel,  cima,  145. 
San  Miguel  ó  Darién  del  Sur^ 

golfo,  1 19,  878. 
San  Miguel,  nudo,  271. 
San  Miguel,  peñolerías,  654. 
San  Miguel,  pueblo,  574,607. 
San  Miguel  de  Sucumbios,  río,. 

695. 
San  Nicolás  de  Bari,  pueblo,. 

478. 
San  Onofre,  pueblo,  541.        ^ 
San  Pablo,  cima,  577- 
San  Pablo,  istmo,  142,165, 417. 
San  Pablo,  pueblos,  541. 
San  Pablo,  río,  275,  278,  285. 
San  Paulín,  tope,  628. 
San  Pedro,  río,  285. 
San  Pedro,  pueblo,   517,  4^5^ 

590. 
San  Pelayo,  pueblo,  478. 
Sanquianga,  riachuelo,  279. 
San  Rafael,  pueblo,  513. 
San  Roque,  páramo,  430,  437. 
San  Roque,  pueblo,  513. 


Índice  Alfabetk 


Sant 
Santi 


San  Salvador,  puerto,  679.         ]  Sant 

Santa  Ana,  pueblo,  566,  616.  Sant 
Santa  Ana,  explanada,  65 1 . 
Santa  Ana  (Entrevista  de),  988. 

Santa  Bárbara,  río,  284.  |  Sant 

Santa  Catalina  (Ojo  de),  146.  Sant 

Santa  Catalina,  pueblo,  547.      |  Sant 

Santa  Cruz,  pueblo,  574.  San! 

Santafé,  cascada,  616.  San 

Santa  Isabel  ó  El  Cisne,  mole  y  \  San 

sierra  nevada  volcánica,  1 46,  '  San 

492.  I  Sapa 

Santa  Isabel,  pueblo,  562.  Sapc 

Santa  Inés,  cumbre,  145,  386.    '  Sapi 

Santa  Librada  ó  Suaza,  pue-    1  Sara 

483-  Sara 

Santa  María,  pico,  146,  162,    |  Sara 

492.  I  6 

Santa  María,  río,  275,  285.         :    Sara 
Santamarta,  ciénaga,  1 1 7,  549.    ',    Sara 
Santamarta,  bahía,  117. 
Santamarta,  Sierra   Nevada. 

V.  Sierra  Nevada   de. 

Santamarta,  ciudad,  572. 
Santander,  Departamento,  861. 
Santander   (Norte   de)    812, 

919*947. 

Santander  {Francisco  de  P.),  982, 
989. 

Santander,  valle,  451. 

Santa  Rita,  vecindario,  511. 

Santa  Rosa,  paramera,  145. 

Santa  Rosa,  mesa,  386. 

Santa  Rosa  de  Cabal,  pueblo, 
456. 

Santa  Rosa,  breñas,  460. 

Santa  Rosa  de  Osos,  comar- 
ca, 464. 

Santa  Rosa,  páramos,  492. 

Santa  Rosa,  pueblo,  486,  547, 

574. 
Santa  Rosa  de  Viterbo,  pueblo, 

636. 
Santiago,  cerro,  163. 
Santiago,  río,  286,  307. 
Santiago,  laguna,  480. 
Santiago,  408. 

Santiago,  pueblo,  526,  591,678, 
694. 

Santodomingo,    páramo,    148, 

440. 
Santodomingo,  pueblo,  489. 


Sard 
Sard 
Sarg 
Sart 
Sasa 
Sáti^ 
Sáti^ 
Sato 
Sebs 
Sebí 
Seca 
Seca 
Seca 
Segc 
Sejel 
Selva 
Seivi 
Serví 
Serv 
Serv 
Serv 

Serr 
Serrt 
I 
Sern 
Sern 
Sern 

% 

g 
Sern 

g 
7 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Sesquilé,  pueblo,  662. 

Sevilla,  isla,  1 19. 

Sevilla,  río,  299,  550. 

Shunk  (F,),  ingeniero.  —  Afir- 
mación acerca  del  terreno 
que  media  entre  Tulcán  y 
Cáceres  por  la  entrecordi- 
llera,  240. 

Siachoque,  pueblo,  639. 

Sibaté,  río,  660. 

Sierra  Negra,  554,  577- 

Sierra  Nevada  de  Chita,  384. 

Sierra  Nevada  de  Saniamaria, 
167. 

Sierra  Nevada  de  Santamarta 
y  serranías  goajiras,  168. 

Sierra  Nevada  de  Santamarta, 
2CX),  267,  568 

Sierras  Goajiras,  169. 

Siguí,  río,  280. 

Silos,  pueblo,  596. 

Silvestre  {Francisco),  Descripción 
del  Reino  de  Santafé  de 
Bogotá  (apéndice),  xlix. 

Silvia,  valle,  445. 

Silvia,  breñas,  779. 

Sillón,  cerro,  460. 

Simacota,  pueblo,  44,  617. 

Simaña,  pueblo,  534. 

Simarrona,  valle,  487. 

Simijaca,  pueblo,  625. 

Simijaca,  río,  265. 

Simití,  río,  324. 

Simití,  pueblo,  535. 

Sinaruco,  río,  339. 

Sincelejo,  pueblo,  538. 

Sinsiga,  aldea,  680. 

Sinú,  172,  382,  470. 

Sinü,  mesa,  193. 

Sind,  canal,  204. 

Sintí,  río,  165,  270,  305,  477, 
479,  746,  885. 

Sinü  (Valle  del),  383. 

SinÚ  (El),  474. 

Siomo,  cerro,  636. 

Sipí,  río,  282,  296,  417. 

Sipí,  pueblo,  417. 

Sismusa,  salina,  672. 

Sirguará,  salina,  673. 

Sistemas  montañosos ^  130. 

Sitioviejo,  pueblo,  478. 

Sitionuevo,  pueblo,  563,  566. 


I 


Sixaula-Changuinaula,     hoya^ 

171. 
Sixaula,  valle,  408. 
Sixaula,  río,  115,-  292. 
Soacha,  pueblo,  663. 
Soatá,  pueblo,  632. 
Soatama,  páramo,  645; 
Socoboní,  pico,  páramo,    148, 

440. 
Socorro,  ciudad,  614. 
Socola,  pueblo,  632. 
Socha,  pueblo,  632. 
Sogamoso    (  Altiplanicie    del  ), 

177. 
Sogamoso,  llanura,  177. 
Sogamoso,  mesa,  197. 
Sogamoso,  río,  314,  323,  •  510, 

617. 
Sogamoso,  hoya,  618. 
Sogamoso,  ciudad,  637, 
Solano,  painta,  1 19. 
Soldado,  villorrio,  577. 
Soledad,  pueblo,  489. 
Soledad,  caserío,  5 1 7. 
Soledad,  pueblo,  563,  565. 
Solera,  caserío,  528. 
Solís,  llanos,  165. 

Solis  {José),  965. 
Somondoco,  pueblo,  645. 
Somondoco,  río,  645. 
Sonsón,  páramo,  146,  458. 
Sonsón,  río,  458. 
Sonsón,  ciudad,  458. 
Sopetrán,  pueblo,  73,  463. 
Sopó,  pueblo,  471,  662. 
Sora,  pueblo,  624. 
Soracá,  planicie,  639. 
Soracá,  pueblo,  639. 
Sotaquirá,  pueblo,  639. 
Sotará,  volcán,  148,  322,  440. 
Soto,  región,  598. 
Sotomayor,  cerro,  143,  436. 
Spira  {  Torge),  942. 
Suaita,  pueblo,  615. 
Suamis,  896. 
Suárez,  río,  617. 
Suárez  Rondón,  948. 
Suaza,  pico,  148. 
Suaza,  valle,  483. 
Suba,  pueblo,  662. 
Subachoque,  pueblo,  662. 
Subachoque,  batalla,  995. 


Indicjc  Alfabei 


Sube,  cañón,  197,  606.  Ta 

Subia,  pendería,  157.  Ta 

Sucio,  río,  204,  304,  414.  Ta 

Sucre,  aldea,  524.  Ta 

Sucre,  pueblo,  621.  Ta 

Sucre  {Aníonio  José),  g2)g^  igo.  Ta 

Suesca,  pueblo,  662.  Ta 

Suesca,  pefias,  609,  640.  Ta 

Sulasquilla,  río,  593.  Tá 

Suma  de  la  hidíografía  colom-  Tá 

biana,  353.  Ta 

Sumaco,  río,  417.  Ta 

Sumangá,  peña,  155.  Ta 

Sumapaz,  zona  meridional  de  Ta 

la  cordillera,  159.                  i  2'a 

Sumapaz,  cordillera,  177.           1  Ta 

Sumapaz,   páramos,  158,  345,  Ta 

346, 486.  'p3 
Sumapaz,   nevado,     159,    494, 

655.  Ta 

Supatá,  pueblo,  504.  ^a 

Superficie,  4.  'p^ 

Superficie  comparada  de  los  paí-  fa 

ses  suramericanos,  6.  y^ 

Superficies  comparadas  de  los  di-  y^ 

versos  terrenos  geológicos  ^^ 

en  Colombia,  258.  'p^ 

Supía,  pueblo,  456.                      j  y^ 

Sur  (El),  428.                             ,  ^a 

Sur,  vía,  769.  T¿ 

Suratá,  cuenca,  197.  'pg 

Suriguilla,  río,  304.  q-^ 

Susa,  pueblo,  625.  q-^ 

Susacón,  pueblo,  632.  q^a 

Susumuco,  cuenca,  654.  q-^ 

Sutamerchán,  pueblo,  624.  y^ 

Sutatausa,  pueblo,  624.  q-^ 

Sutatenza,  pueblo,  644.  ^a 

Suratá,  río,  314.  q-^ 
Suratá,  valle,  599. 
Suratá,  pueblo,  600. 
Suíagaos,  indios,  903. 


T 

ladaco,  749,  723. 
Tabasará,  río,  286. 
Tabatinga,  río,  699. 
Tabio,  pueblo,  662. 
Tai¡a  histórica,  906. 
Tablar,  isla,  507. 


Ta 
Ta 
ta 
Ta 
Ta 
Ta 
Ta 
Te 
Te 
Te 
Tei 
Te 
Te 


Nueva  Geografía  de  Colombia 


Ten,  pueblo,  673. 
Tena,  pueblo,  499. 
Tenasucá,  lugar,  499. 
Tenerife,  pueblo,  563,  566. 
Tengua,  río,  647. 
Ten  jo,  pueblo,  662. 
Tenza,  pueblo,  644. 
Tenza,  cuenca,  197. 
Tenza  (Valle  de),  155,  710. 
Teorama,  pueblo,  588. 
Tequendama,  cuenca,  494. 
Tequendama,  salto,  230,  660. 
Tequia,  río,  698. 
Tequia,  pueblo,  606. 
Término,  pueblo,  682. 
Terrable,  río,  287. 
Terrenos    modernos    y   terrenos 
antig-uos  de  Colombia,  210. 
Terrenos,  738. 
Tescas,  ciénaga,  546. 
Tescas,  isla,  298. 
Teta,  cerro,  445. 
Teta  goajira,  169,  581. 
Tetilla,  cerro,  445. 
Tetón,  pueblo,  564. 
Tiatino,  río,  641. 
Tibacuy,  peñolería,  157. 
Tibamá,  páramo,  1 56,  636. 
Tibaná,  pueblo,  642. 
Tibaná,  río,  641. 
Tibasosa,  pueblo,  636. 
Tibirita,  pueblo,  645. 
Tibrote,  depresión,  651. 
Tiburón,  cabo,  115. 
Tierrabomba,  isla,  1^7. 
Tierradentro,  482. 
Tierradentro,  breñas,  167. 

Tierradentro,  544. 
Tierrafirme  (La),  932. 
Tierranegra,  boquerón,  624. 
lierras  altas,  páramos  y  crestas 

de  los  Andes  antioqueños, 

141. 
Tierras  altas  y  tierras  bajas  de 

Colombia,  137. 
Tierras  caucanas,  443. 
Tigua,  morro,  167. 
Tigüí,  río,  47 1 .  - 
Tihule,  boquerón,  160. 
Timaná,  tierras,  480. 
Timaná,  valle,  483,  784. 
Timaná,  pueblo,  483. 


Timba,  río,  280. 
Timbaquirá,  páramo,  425. 
Timbiquí,  río,  279. 
Timbiquí,  pueblo,  424. 
Tinaji,  relieve,  171. 
Tinjacá,  pueblo,  624. 
Tipos  nacionales,  873. 
Tiquisio,  caño,  536. 
Tiquisoque,  cascada,  506. 
Tiquisoque,  cerro,  506. 
Tisquesusha,  922. 
Titiribí,  pueblo,  461. 
Tobasia,  pueblo  635. 
Tobólo,  península,  115,  162. 
Toca,  pueblo,  639. 
Tocachagua,  valle,  167. 
Tocaima,  pueblo,  486,  501. 
Tocancipá,  pueblo,  662. 
Tocaría,  río,  341. 
Toco,  puerto,  554. 
Tocumé,  río,  284. 
Todos  Santos,  pueblo,  682. 
Togüí,  pueblo,  616. 
Toledo,  pueblo,  597. 
Tolima,   volcán,  nevado,    146, 

194,  205,   207,  491,    492, 

578,  927. 

Tolima  (Departamento),  861. 
Told,  cumbre,  167. 
Tolú  Viejo,  pueblo,  541. 
Tomo,  río,  343. 
Tona,  pueblo,  599. 
Tona,  páramo,  599. 
Tonusco,  río,  462. 
Toquilla,   páramos,    638,  639, 

673. 
Toribío,  breñas,  779. 
Toribío,  valle,  445. 
Toro,  península,  115. 
Torozón,  quebrada,  649. 
Torra,  cerro,  142,  418. 
Torres  {Camilo), (^T^,  77,  82,  92 
Torres  {Diego),  960. 
Torres  (Las'i  río,  647. 
Toribío,  breñas,  779. 
Tota,  pueblo,  638. 
Tota,  cuenca,  157. 
Tota,  lago,  153,  328,637. 
Totoró,  valle,  445. 
Totumal,  caserío,  533. 
Trajes  indios,  917. 
Treinta  y  seis,  explanada,  649. 


Índice  Alfabe 


Treinta  ó  Tomarrazón,  villo*  Ti 

rrio,  474.  7ft 

Trementino,  ciénag^a,  297.  Ti 

Tres  Piedras,  ho2,  517.  Tt 

Tres  Morros,  cerro,  420.  Ti 

Tribunales,  ^60.  •    Ti 

Th'bus  indígenas,  920.  |    Ti 

Trigo  de  Cambao,  alto,  502.  Ti 

Trigo  (El),    lomo,  serranía.  Ti 

.  \S7,  S03. 

Trinidad  <S  La  Parroquia,  pue- 
blo, 678. 

Trinidad,  río,  295. 

Truandó,  río,  304,415.  U^ 

Trujillo  ( Tulián),  996.  j    rj. 

Tuabre,  río,  294.  I    ^j. 

Tubará,  pueblo,  547. 

Tubará,  lomas,  167,  383,  548. 

Tubérculos,  751. 

Tucura,  pueblo,  476. 

Tucura  ó  Mulata,  angostura,      jj 

306,476.  j      rj' 

Tucurinca,  río,  299.  i    >; 

T^cutí,  río,  289.  I    |;ü 

Tuira  (Valle  del),  204. 
Tuira,  llano,  171. 

Tuira,  r/o,  287,  275,  288,  876.      ,, 
Tulcán,  996,  1 ,00 1 .  h^ 

Tuluní,  cueva,  487.  I    H^ 

Tumaco,  puerto,  120,  424.  \    ,t^ 

Tumaco,  seno,  279.  ¡    f^J 

Tunda ma,   llanura,    155,  634. 
Tundama,     ali ¡planicies,     385, 

627. 
Tundama,   cordillera  oriental,  | 


Ufc 

Ur 
Ur 


Ur 
Up 


Up 
Ur 

Ur 


lundama  (Cacique),  945 ,  ,  j 

Tunebos,  indios,  887.  |    V^ 

Tunía,  breñas,  779.  ^J 

Tunja,  ciudad,  156, 640.  1    tj^ 

Tunjaque,  p-ña,  649.  ;    ^ 

Tunque,  serranía^  653.  -    V. 

Tuparo,  río,  343.  Ji 

Tupes,  pueblo,  559.  >; 

Túquerres-Ipiales,    cordillera,  tt 

176.  !  ^^ 

Túquerres-Ipiales,  429.  ' 

Túqucrres,  volcán,  430.  i 

Túquerres-Ipiales,  mesa,  144.  | 
Túquerres,  ciudad,  386. 

Turbaco,  pueblo,  S4S>  S47«  ^^ 

Turbaco,  cima,  167.  Vs 

f/iteva  Geografia  de  dhmlná 


tf 


Nueva  Geografía  de  Colombu 


Valdivia,  ciu4ad^  464- 
Valegrá,  río,  338. 
Valegrá,  hoya,  S97. 
Valencia  de  Jesús,  pueblo,  555. 
Valparaíso,  pueblo,  457- 
Valle,  pueblo,  610. 
Valle,  río,  621. 
Valle  di  Gacheiá,  647. 
Valle  de  Jesús,  620. 
Valle  de  Jesús  María,  pueblo, 

621. 
Valle  del  Cauca,  386,  449- 
Valle  del  Magdalena^  i  74- 
Valle  db  Riogrand»,  SO^- 
Valle  d¿  Tenza,  6^1. 
Valle  del  Tolima,  480. 
Vallegrande,  río,  59^- 
Valledupar,  ciudad,  SS3- 
Valle  de  Upar,  serranía,  149- 

383. 

Valles  de  Cágueza,  649. 

Valles  del  Nechl,  464. 
Valles  del  Sinú,  475. 
Valles  oríenfales,  494. 
Vanegas  (Francisco),  977. 

Vásquez{Ceballos),gS^' 
Vela,  cabo,  1 1 7. 

Velasco  {Sebastián),  963. 
Vélez  (Arco  de),  iS7- 
Vélez,  serranías,  510. 
Vélez,  ciudad,  620, 62 1 . 
Vélez,  tierras,  620. 
Vega  (La),  pueblo,  504. 
Vega  (Lfit),  pueblo,  627. 
Vega,  alto,  627. 
Venadillo,  pueblo,  489. 
Venados,  arroyo,  307. 
Venados,  pueblo,  556. 
Venados  (Los),  sabana,  556. 
Venero  de  Leiva,  760. 
Venezuela,  serranías,  204. 
Venezuela,  993. 
Ventaquemada,  pueblo,  642. 

Vetas,  río,  599- 
Vetas,  caserío,  600. 
Veragua,  cordillera,  214. 
Veragua  Viejo,  río,  293. 
Veragua,  costas,  409. 
Veraguas,  porción  occidental  de  la 

cordillera^  161. 
Verde,  río,  306. 
Verde,  laguna,  430. 


Vergara,  pueblo,  504. 
Vernbn,  Almirante,  964. 

Vertiente  Central  6  db  laí 
Antillas,  296. 

Vertiente  central  ó  del  mar  de  la» 
Antillas,  291.  '     ^ 

Vertiente  N.  del  Istmo  de  ra- 
namá,  290. 

Vertiente  oriental  ó  atlXnti* 
CA,  330.  .  ,^  . 

Vertiente  occidental  ¿  delPa- 
cÍFico,  273. 

Vertientes  maritimas  de  Colom- 
bia, 262. 

Viana,  bachiller,  94O. 

Vianí,  pueblo,  502. 
Vichada,  río,  182,  343»  689. 
Vieja  (La),  hoya  del  río,  14»- 

Viela  (La),  valle,  456. 
Villa  de  Leiva,  pueblo,  623. 
Villalonga  (Jorge),  963. 
Villanueva,  valle,  167. 
Villanueva,  pueblo,  547»  SS4» 

577- 
Villavicencio,  pueblo,  688, 

Villavicencio  {Antonio),  974- 
Villavieja,  pueblo,  4^3- 
Villeta,  valle,  503. 
Villeta,  pueblo,  S03- 
Vinagre,  río,  44^. 
Viotá,  alto,  497- 
Viotá,  pueblo,  49^- 
Víracachá,  pueblo,  642. 

Virreinato  (El),  964. 
Volador,  río,  299. 
Volcán,  río,  296. 
Volcán,  cumbre,  65  3- 


White  (R.  ^.;,  ingeniero  inglés. 
Conceptos  sobre  la  geog- 
nóstica  del  Cauca,  229. 

White  (R,  B,),  id.  del  Valle  del 
Cauca  á  Medellín,  232. 

Wilches,  pueblo,  478. 


Índice-  Alfabético 


A-t 


Yacuanquer,  explanada,  434. 
Yag-uará,  pueblo,  483,  485. 
Yapurá^  V.  Caquetá. 
Yarumal,  pueblo,  468. 
Yascóal,  pueblo,  437. 
Yatí,  pueblo,  564. 
Yiipbi,  sierra,  170. 
Yiicabo,  valle,  182. 
Yucabo,  río,  688. 
Yucal,  pueblo,  564. 
Yunguilla,  páramo,  148,440. 
Yunguilla,  caserío,  694. 
Yurumang-uí,  río,  280. 


Z 

Zabaletas,  pueblo,  458. 
'  Zaguanniachicaj  92  2 . 
Zaldua  (Francisco  /.),  996. 
Zama,  río,  343. 
Zambrano,  pueblo,  564. 
Zanatá,  cerros,  506. 
Zapatosa,  ciénaga,  172. 
Zapatosa,   laguna,   319,   324, 
325,  S50. 


Zapatoca,  ciudad,  617. 
Zapatosa,  pueblo,  674. 
Zapote,  bahía,  479. 
Zaque,  río,  647. 
Zaque,  895. 
Zaquesazipa,  922. 
Zarag^oza,  puerto,  470. 
Zea;  pueblo,  469. 
Zea  {Francisco);  gSy,  g8g, 
Zetaquira,  pueblo,  645. 
Zipa,  89S,  922. 
Zipacón,  pueblo,  662. 
Zipaquirá,  ciudad,  662. 
Zitara,  cerros,  461. 
Zonas  climatolc^icas  y  altimé- 
tricas,  132. 

Zonas  completamente  conoci- 
das, y  tierras  apenas  ex- 
ploradas, .15. 

Zonas  paramosas  de  la  Sierra 
Nevada  de  Santamaría  y 
de  la  cordillera  de  Péri- 
já,  167. 

Zulia  (Valle  del),  204,  786; 

Zulia,  río,  270,590,812,  919, 

947- 
Zulia,  aldea,  592. 


NOTA  IMPORTANTE 


La  fe  de  erratas  correspondiente  á  este  volumen  se  encuentra 
inserta  al  fín  de  la  Obra. 


índice  de  grabados  t 


Página 

Figura  i/  La  posición  de  Colombia  en  la  América  del  Sur  2 

—  2.' Políj^ono-perímetro  de  Colombia 4 

—  3.*  Diajframa  del  perímetro  colombiano 5 

—  4/  Diagrama  de  la  distribución  geográfica  del  te- 

rritorio nacional 6 

—  5/  Superficie  comparada  de  los  países  surameri- 

canos 6 

--r-     6/ Bogotá  como  centro  del  país 7 

-r      7/ Principales  distancias  directas 8 

*^     8.*  Colombia  según  las  cartas  españolas  de  fines  del 

siglo  XVI 10 

—  9.*  Colombia  segün  las  cartas  españolas   del   si- 

glo  XYII II 

—  10.  La  cuenca  del  Sogamoso  y  el  Lebrija 13 

—  1 1.  Zonas  completamente  conocidas  y  tierras  ape- 

nas exploradas iS 

— •     12.  Fragmentos  de  la  obra  geográfica  de  Caldas...         18 

—  13.  Fragmento  de  la  carta  de  Colombia,  por  Hum- 

boldt 19 

—  14.  Primera  carta    trigonométrica    construida  en 

el  país 28 

—  15.  Cartas  de  Codazzi.  Diagrama  de  altitudes  en  la 

articulación  de  Las  Papas 32 

-^  *  16.  El  camino  de  Honda.  Viñeta  publicada  en  Euro- 
pa en  1830 37 

—  •  17.  El  paso  de  los  ríos  en  Colombia , 39 

—  ♦  18.  Antigua  tara  vita  de  Simacota  sobre  el  río  Suá- 

rez  (Santander) 44 

—  19.  Diagrama  de  la  distribución  del  territorio  pa« 

trio  entre  los  Departamentos  ( tiene  un  error 

de  2°/) 4S 

—  20.  Cotas  de  Reis  y  Stübel.  El  volcán  Galera  (colo- 

cado sobre  la  carta  arreglada  para  la  Nueva 
Geografiade  Colombia) 47 

—  ♦  21.  Iglesia  de  La  Laja  (¡piales),  en  las  márgenes  del 

Carchi 57 

—  •  22.  Antigua  taravita  de  Guaracallo  en  el  alto  Mag* 

dalena 64 


f  C9>^  un  *  •€  marcan  lai  vistas  y  dibujoi. 


NincvA  Giookafía  d%  CoxxmKA 


Pdgifta 

Figura  ♦  23.  Rincón  de  Ciénaga  en  el  Caquetá 65 

—  ♦  24.  Choza  en  las  riberas  del  bajo  Mag^dalena 73 

—  •  25.  Alrededores  de  Atures  (Orinoco) ._8x 

—  *  26.  Cascada  del  río  Tape 88 

—  ♦  27.  Piedras  pintadas  de  Facatativá .J93 

—  *  27  bts.  Principales  distancias  en  las  comarcas  an- 

dinas   97 

—  •  28.  Antiguo  camino  de  Fusagasug-i lOi 

—  ♦  29.  Cerro  de  Pacandé  (alto  Magdalena) 109 

—  30.  Diagrama  del  litoral  Caribe 116 

—  31.  Diag^rama  del  litoral  Pacífico 118 

—  32.  Colombia;  regiones  marítima  y  continental  com- 

paradas  ,  .  L20 

—  33.  Diag'rama  de  la  frontera  ecuatoriana...'. 121 

—  34.  Diag'rama  de  la  frontera  con  el  Perú  y  el  Brasil.  123 
,  —     35.  Diagrama  de  la  frontera  venezolana 124 

—  36.  Diagrama  de  la  frontera  costarricense 125 

—  37.  Relieve  de  la  América  del  Sur.   Llanuras,  me-  . . . 

sas  y  cordilleras .laj 

—  38.  Croquis  geológico  de  Colombia .129 

—  39.  Regiones  naturales  de  Colombia 1 30 

—  40.  Diagrama  comparativo  de  las  regiones  geográ- 

ficas   130 

—  41.  Diagrama  comparativo  de  las  áreas  de  los  sis- 

temas  montañosos 131 

—  42.  Diagrama  comparativo  de  las  áreas  de  las  se- 

rranías colombianas 131 

—  43.  Diagrama  comparativo  de  las  áreas  de  las  lla- 

nuras colombianas 133 

—  44.  Diagrama  comparativo  de  las  áreas  de  los  cli- 

mas colombianos 133 

—  45.  Diagrama  comparativo  de  las  áreas  del  relieve 

colombiano 133 

—  46.  Colombia  hundida  5  kilómetros 133 

—  47.  Colombia  hundida  4,000  metros 1 34 

—  48.  Colombia  hundida  3,000  metros 135 

—  49.  Colombia  hundida  2,000  metros 136 

—  50.  Tierras  altas  y  tierras  bajas  de  (x>lombia ..*•  137 

—  51.  Crestas  y  macizos  de  la  región  andina ..•  138 

—  52.  Perfiles  délas  cordilleras  andinas 140 

—  53.  Tierras  altas,  páramos  y  crestas  de  los  Andes 

antioqueños 141 

—  54.  Parameras  del  Guáitara,  Pasto  y  nudo  de  Huaca.  143 

—  *  SS.  El  Bordoncillo  y  La  Cocha :....i 145 

—  •  56.  Boquerón  de  Chipaque,  al  SE.  de  Bogotá 147 

—  57.  Parameras  y  cresterías  de  la  parte  central  de  la 

región  andina i '  150 

—  58.  Diagrama  del  tope  de  la  mesa  oriental 151 

—  ♦  59.  El  camino  de  Honda 152 

-—     60.  Ejes  de  cumbres  en  la  región  central  de  la  cor- 

(}illera  de  Sumapaz.,... ,,..,. i^^i 


Índice  de  Grababos 


Página 

Figura  •  6i.  Z¿?í    Callejones   (antig^uo  camino  de  Ocaha  á 

Cdcuta) : 156 

—  ♦62.  La  Casa  del  Puente  de  Boy  acá  (como  se  encontra- 

ba en  1819) 158 

.  —     63.  Ejes   montañosos  en   el  Departamento  de  Pa- 
namá  '. 160 

—  64.  Cumbres  paramosas  del  occidente  de  Panamá*.  161 

—  65.  Montañas  de  María 166 

—  66.  Zonas  paramosas  de  la  Sierra  Nevada  de  San- 

tamarta  y  de  la  cordillera  de  Pcrijá 1^7 

—  67.  Sierra  Nevada  de  Santamarta  y  serranías  g^oa- 

jiras 168 

—  68.  Relieves  del  Caquetá  (Amazonia) 1 70 

—  69.  Diag'rama  de  las  culminaciones  y  las  depresio- 

nes déla  reg^idn  Caribe t 173 

—  *  ^0.  La  Angostura  de  Nare 176 

—  Ti,  El  Occidente  y  el  Oriente  colombianos 178 

—  *  72.  San  Fernando  de  Atahapo y  la  boca  del  Gu aviare,.,,  1 80 

—  •  73.  Río  Orinoco.  Raudales  de  Atures 184 

—  •  74.  Casanare  y  San  Martín  (Orinoquia  colombiana)..  185 

—  *  TS,  Río  Caquetá  (curso  superior) 188 

-r     76.  Cortes  W-E.  por  el  centro  del  país 190 

—  77.  Los  Andes  del  Sur 192 

—  78.  Las  cordilleras  del  alto  Mag^dalena 194 

'  -^     79,  Las  cordilleras  del  Mag^dalena  central 196 

—  80.  Cortes  y  perfiles  de  los  relieves  septentrionales  * 

del  país 199 

—  81.  Curva  hipsóg^rafa  de  Colombia 201 

'  —     82.  Los  gigantes  nevados  del  suelo  colombiano 205 

—  83.  Nivel   comparado  de    las    altiplanicies  interan- 

dinas 206 

—  84.  Los    nevados    del    grupo    del    Tolima,   vistos 

del  SE 207 

—  ♦  84  bis.  Terrenos  modernos  y  terrenos  antiguos  en 

Colombia 210 

•  —     85.  Diagrama  de  las  regiones  geológicas  de  Co- 

lombia   211 

"  —     86.  Carta  geológica  del  Mediterráneo  americano...  213 

—  ♦  87.  Cascada  del  Caimito  en  Chorrera  (Panamá)....  216 
' —     88.  Carta  geológica  de   la  región  oriental  ó  de  las 

llanuras , 219 

—  88  bis.  Diagrama  de  la  formación  de  la  región  an- 

dina de  Colombia 223 

•  —  *  88  ter.   El  Salto  de  Tequendama  visto  de  frente  (te- 

rreno primario  ó  paleozoico) 230 

—  89.  Corte  geológico  del  Salto  de  Teqüendama 

-^  ♦  90.  Peñol  de  Guatapé  (Antioquia) 235 

—  ♦91.  El  antiguo  paso  de  la  taravitaen  el  Juanambü...  238 

-í-  •  92.  El  volcán  del  Puracé  visto  de  Dolores  (del  SW),  243 

—  *  93.  El  Ruiz  visto  del  N.  (la  llamada  Mesa  Nevada 
de  Herveo  y  el  cráter,  ó  sea  la  Qlleta) 244 


^-^ 


NuivA  (jiograf/a  pe  C0l.0M>lA 


Figura  ♦94.  Campo  de  batalla  deBoyacá ; 245 

—  ♦  95.  Los  volcancitos  de  Turbaco  (Bolívar) 348 

—  96.  Croquis  geológico  déla  Sabana » '^SO 

—  97.  7r'/7¿?¿//¿?j  de  Guadalupe "J5a 

—  98.  Granito  del  Verjón 253 

—  99.  Corte  teórico  de  la  composición  geológica  de  la 

cordillera  de  Sumapaz.. "    255. 

—  ICO.  Croquis  geológico  de  los  Andes  colombianos.....  556 

—  loi.  Superficies  comparadas  de  los  diversos  terrenos 

geológicos  en  Colombia ....'. 258 

—  *I02.  Los  pantanos  del  Atrato,  á  la  luz  de  la  luna 260 

—  103.  Vertientes  marítimas  de  Colombia 262 

—  104.  Áreas  comparadas  de  las  vertientes  marítimas 

de  Colombia 263 

—  105.  Diagrama  de  la  hidrografía  colombiana.! 263 

—  ♦106.  Paisaje  en  un  río  delCaquetá 268 

—  107.  Diagrama  de  las  comarcas  hidrográficas  de  Co- 

lombia   269 

—  108.  Magdalenia  y  territorios  subordinados 270 

—  109.  Perfil  de  los  dos  principales  grupos  de  ríos  an- 

dinos para  indicar  la  diferencia  inicial  de  sus 

parábolas 271 

—  1 10.   Diagrama  comparativo  de  la  magnitud  de  los 

principales  ríos  de  Colombia 272  . 

—  *iii.  Villavicencio  y  los  Llanos 273 

—  1 12.  Carta  de  la  parte  occidental  de^Colombia 274 

—  *  118.  Et  río  San  Juan  en  Noánama..'. 281 

—  113.  Croquis  de  la  región  hidrográfica  de  David 286 

—  *  114.  Islas  del  golfo  de  San  Miguel 289  ' 

—  115.  Vertiente  central  del  mar  de  las  Antillas. 291 

—  116.  La  tierra  de  los  Talamancas 292 

—  117.  Cuenca  del  Chagres 294 

—  119.  Carta  hidrográfica  del  alto  Chocó 301 

—  120.  El  istmo  de  San  Pablo 302 

—  121.  Las  cabeceras  del  Atrato 303 

—  122.  Cabeceras  del  Sinií 366 

—  123.  El  río  Magdalena,  según  la  carta  oficial 310  . 

—  124.  Las  cuatro  porciones  de  la  Magdalenia 311 

—  125.  Carta  hidrográfica  de  la  Cos/a 316 

—  ♦126.  Selva  virgen  en  la  Costa 318 

—  127.  Carta  hidrográfica  del  Macizo  de  Colombia 322 

—  128.  La  región  de  Zapatosa 325 

—  *I29.  Laguna  de  Tota 328 

—  130.  San  Faustino  y  el  bajo  Pamplonita 329 

—  131.  Vertiente  oriental 331 

—  132.  El  Amazonas  colombiano 338 

—  *I33.  El  Meta  en  Orocué 340 

—  *I34.  Confluencia  del  Casanare  y  el  Cravo  del  Norte..  342 

—  135.  El  Macizo  de  Sumapaz 345 

—  136.  El  Macizo  de  Sumapaz 346 

^*-   137.  La  frontera  colombiana  entre  el  Atabapo  y  el 

G^aipía.,.,,, , ^ ,.,.., ,,  j^7 


Índice  dk  Grabíuxm 


Figura  *I38.  Primera  angostura  delGuaviare r. ro49 

—  *i.39.  El  alto  Putumayo ...;..  3Si 

—  140.  Suma  de  la  hidrografía  colombiana 353 

—  *i4f .  Paisaje  tropical.  Desembocadura  del  Meta 359 

.   —  ♦14Í2.  Paisaje  de  los  páramos.  Laguna  de  Guatavita...  360 

—  143.  Diagrama  del  escalonamiento  de  los  grados  de 

...  temperatura  en  nuestras  montañas 362 

-  —    144.  Diagrama  de  las  áreas  comparadas  de  los  di- 
versos climas  colombianos 364 

;  —    145.  DLagrama  representativo  de  la  distribución  altí- 

métrica  de  los  climas  colombianos 365 

—  146.  Diagrama  comparativo  de  las  áreas  habitables 

en  los  diversos  climas  colombianos .  367 

—  147.  Diagrama   representativo    de   las    oscilaciones 

anuales  del  nivel  inferior  de  las  nieves  en  los  , 

nevados 375 

—  148.  Diagrama  indicativo  del  escalonamiento  altimé- 

trico  de  las  principales  enfermedades 379 

—  149.  Diagrama  del  escalonamiento  altimétrico  de  la 

flora  colombiana 391 

—  1 50.  Diagrama  representativo  del  escalonamiento  de 

los  principales  vegetales  de  los  Andes 394 

—  15 i.  Diagrama  representativo  del  escalonamiento  de 

algunos  animales  en  los  Andes 405 

. —   152.  Diagrama  de  las  secciones  geográficas  compo- 
nentes de   Panamá 409 

T—  *IS3.  Vista  tomada  en  las  islas  de  San  Blas 411 

—  154.  Diagrama  de  las  secciones  geográficas  compo- 

nentes del  Chocó ; H...  412 

—  *i5S-  Vista  del  cerro  Torra 418 

—  •156.  Selva  inundada.  Paisaje  del  trópico  americano...  423 
.  —  *IS7-  Los  volcanes  de  Chiles  y  Cumbal,  vistos  por  el 

Oriente 426 

—  158.  Diagrama  de  las  secciones  geográficas  que  cons- 

tituyen  el  Sur 429 

.  -^  *<S9-  La  Laguna  Verde 431 

'  —  *i6o.  El  Bordoncillo  y  la  Cocha 43S 

—  *i6i  El  Cayambe,  según  Villavicencio 441 

—  162.  Diagrama  de  las   secciones  que  componen   las 
tierras  caucanas 444 

'^—  ♦163.  Cascadas  del  Vinagre:  Chorrera  de  Las  Monjas  448 

—  •164.  El  Huila  visto  desde   Cali 451 

—  ♦lóS.  El  volcán  nevado  del  Quindío 455 

—  166.  Diagrama  de  las  secciones  componentes  de  las 
.\.  montañas  antioqueñas 459 

—  •167.  Santa  Rosa  deOsos 465 

.^  ♦168.  El  Peñol  de  Entrerríos 466 

. —  •169.  Juntas  de  Riochico  y  Riogrande 467 

; —  ♦170.  Cascada  de  Guadalupe 468 

^—  ♦171.  Sopetrán 473 

*  —   1 72,  Diagrama  de  las  secciones  que  componen  el  Simí.  474 


í- . 


HWVA  GwOQKAfÜ 


Figura  ♦  173.  Playa  de  Boquerones 
'.  —  *iy4.  Uri  río  de  las  serranías  < 
-^  *i7S.  Laguna  del  Buey :  orígei 

—  *I76.  Cascada  del  Magdalena 

—  *  1 77.  El  Huila  visto  desde  Nei 
■  —  *i78.  Purificación  y  el  valle  de 

—  179.  El  filo  de  la  Providencia. 

—  180.  La  Sabana  de  Bogotá,  se 

rreinato 

—  181.  Diagrama   de  las  secci« 

valle  del  Tolima 

—  ♦181.  ¿w.  Los  grandes  nevados 

—  ♦182.  Puente  de  Icononzo,  segt 
— ^  •183.  Puente  de  Icononzo,  segu 

—  ♦184.  Antiguo  puente  del  Cuja. 

—  *i8s.  Las  rocas  pintadas  de  Pa 

—  *i86.  El  río  Bogotá  en  el  puenl 
-  '—  ♦187.  Puente  de  Portillo  sobre 

[ —  *  1 88.  Valle  de  Tocaima 

".  — *i89.  Puente  de  Girardot 

;  —  ♦igo.  La  Furatena 

'  —  191.  Diagrama  del  valle  de  Ri 
.  —  *I92.  Antigua  vuelta  de  la  Mi 
\  —  *igi.  bis.  Choza  de  las  riberas 
,  —  *i93.  Vapor  en  él  Magdalena.. 
'  —  ♦194  Cáceres  y  el  río  Cauca.... 
.  —  *I9S.  Habitación  en  el  bajo  Ca 
'  —  *I96.  El  río  Amaime,  valle  del 
■  —  *197.  Camino  en  el  valle  del  Ca 

—  *ig^.  Un  rincón  de  las  Sabana 

—  ♦190.  El  Ruiz  (Mesa  Nevada  de 

ees  Viejas  á  600  ms.  d 

—  *200.  Vegetación   tropical :   rih 

—  ♦201.  Adoratorio  indígena  de  S 

—  *202.  El  Cabrero  (Cartagena).. 
,  —  *203.  Pa:isaje  de  Tubará,  al  AA/ 

—  *204.  El  valle  del  Patía 

.  —  205.  Diagrama  de  las  secciones  i 
tituyen  la  Costa 

—  *2o6.  Un  camino  en  el  Chocó. .  1 
.—  *2d7.  El  río  Otún  en  Pereira  (C 1 

—  *208.  El  paso  de  Pudra  de  Moler 

—  *209.  Vegetación  tropical.  Mor 
: —  *2io.  Magangué.  El  Puerto 

'. —  •211.  Una  estación  del  ferrocarri 

—  •212.  Puente  de  Antioquia  (río  C: 

—  *2 13.  La  Sierra   Nevada  de  Si 

Tapias) 

—  *2i4.  Cartagena,vista  de  La  Poj: 
-:_  *  2x5.  Santamaría :   el   puente  y 

,—  •216.  Santamaría  :  el  Morro  y  el 
^i*»  ^217.  Un  paisaje  en  el  litoral  de 


Íkpici  los  Grabados 


"  Pdsm 

Pipura  *  218.  El  Tolima  visto  desde  Cruces  Viejas 578 

—  •219.  Baja  Goajira  :   La  Teta 581 

—  220.  Diagrama  de  las  secciones  que  constituyen  la  co- 

marca de  Maracaibp ,  594 

—  *22 1 .  Cascada  del  Excomulgado  (Ipiales) 586 

—  ♦222.  Ocaña  (parte  alta) ,  587 

—  ♦  223.  El  valle  del  Salazar  (Santander) S91 

—  •224.  El  puente  de  La  Amarilla  (río  Peralonso) 592 

—  *225.  Puente  de  bejucos  sobre  el  río  Arboledas S94 

—  *226.  Casa  de  labriego  en  la  cordillera S97 

—  •227.  Campo  de  Palonegro.  La  Loma  de  los  Muertos.  600 

—  *228.  Campo  de  Palonegro.  Lomapelada 601 

—  ♦229.  Habitación  de  las  tierras  templadas 604 

—  *230.  Pueblo  dePandi 605 

—  *23i.  Porcidn  de  la  peña  de  Suesca  (Cundinamarca)..  609 

—  *232.  Puente  del  Linguaruco 613 

—  *233.  Cascada  del  río  Suárez  ó  Saravita , 615 

—  234.  La  hoya  del  Sogamoso  (trabajos  modernos)..  618  . 

—  •  235.  El  puente  natural  de  Rumichaca 619 

,  —  ♦  236.  Puente  natural  de  Cunday,  ó  Puente  de  tierr^..  623 

—  ♦  237.  Rocas  pintadas  dePandi 625 

—  *  238.  La  Sierra  Nevada  de  Chita  ó  Güicán  y  el  Neve- 

ro, vista  por  el  W 629 

—  *  239.  La  comarca  del  Chicamocha 631 

—  ♦  240.  Topografía  del  valle  de  Fusagasugá 633 

-^  ♦  24 1 .  Los  nevados  Cumbal,  Chiles  y  Cotacachi,  vistos 

de  Mallamas : 635 

—  ♦  242.  La  laguna  de  Tota ..,.;.... 638 

—  ♦  243.  La  Peña  de  Suesca 640 

—  *  244.  El  camino  de  Honda 641 

—  •  245.  Los  nevados  del  Tolima,  vistos  de  Bogotá 643 

—  ♦  246.  Alrededores  de  Bogotá.  Parte  Sur 646 

—  ♦  247.  La  Sabana  de  Bogotá  y  el  cerrito  de  Suba 648 

—  •  248.  Alrededores  de  Bogotá.  Lado  Norte 650 

—  ♦  249.  Airábales  de  BogoS.  Lado  Norte. 652 

—  *  250.  Peñolerías  de  San  Miguel.  Vía  de  Los  Llanos..  654 

—  25 1 .  La  Sabana  y  las  hoyas  del  Rionegro,  el  Bogotá 

y  el  Fusagasugá 657 

—  ♦  252.  La  Sabana  de  &gotá 658 

—  •  253.  El  Salto  de  Tequendama  visto  de  costado 660 

—  ♦  254.  El*  Salto  de  Tequendama  visto  de  frente 661 

—  *  255.  Bogotá  y  la  Sabana,  vistos  de  las  alturas  orien- 

tales   664 

—  •  256.  Alrededores  de  Bogotá.  Cascada  del  Boquerón  665 

—  *  257.  El  Boquerón,  visto  por  el  Oriente 667 

—  *  258.  Cascada  superior  del  Boquerón 668^ 

—  *  259.  La  Sierra  Nevada  de  Chita,  vista  de  Casanare  669 

—  260.  Diagrama  de  las  secicones  del  Reino 671 

—  ♦  261.  La  laguna  de  Siecha ....: 673 

—  *  262.  Alrededores  de  la  Sabana.  Parte  Sur 674 

-»^  ♦  263.  Los  Llanps  4^  C^saniare,,, ,,?•••»•»».)..  677 


Nueva  Geografía 


Figura  *  264.  Alrededores  de  Bogfot 

—  *  265.  Pasto  y  el  volcán  La  Gal 

—  ♦  266.  Los  Llanos.  Una  sabana., 

—  *  267.  La  Salina  de  Upía 

—  ♦  268.  Seg^unda  angostura  del  C 

—  ♦  269.  Raudal  de  Maipures 

—  270.  Diagrama  de  las  seccione 

Llanos  y  el  Caquetá.... 

—  ♦  271.  El  Ñapo 

—  *  272.  Paisaje  del  alto  Caquetá. 

—  *  273.  Salto  de  Cuemany  en  el 

—  *  274.  EÍ  Amazonas  en  Tabatin 

—  *  275.  Antigua  navegación  en  el 

—  ♦  276.  Paisaje  de  los  alrededorc 

—  *  277.  Rocas  de  la  serranía  de  Pj 

—  278.  Diagrama  de  la  distribuci  1 

habitantes  por  zonas  cl¡ 
^  —  279.  La  región  hidrográfica  d 
"  —  ♦  280.  Salto  de  Sardinel  (Atures 
'.  —  *  281.  Entrada  Sur  del  Canal  d 

—  282.  El  Salto  de  Honda 

—  *  283.  El  río  Cauca  cerca  de  So 

'  —  *  284.  Un  campamento  de  la  Coi  1 

—  285.  I-a  Península  Goa jira  (Conn 

—  286.  La  extremidad  N.  de  la   1 

lombiana,  segdn  la  Conn 

—  287.  Desarrollo  comparado  del  ; 

ción  y  de  la  población  e 

—  *  288.  Honda  y  los  puentes  del  ( I 

—  *  289.  El  alto  Guayabcro 

—  *  290.  Alrededores  de  Cali 

—  291.  La  hoya  del  alto  Saravita,  1 1 

—  292.  La  hoya  del  alto  Saravita,  ¡ 

grafía  de   Colombia.... 
' —  293.  I^s  serranías  del  respaldo 
Nueva   Geografía  de  Cok  i 

—  294.  Serranías  del  respaldo  de  B 

—  295.  La  Ciénaga  de  Santamaría 

—  296.  Las  cabeceras  del  Sinü 

—  ♦  297.  El  pueblo  de  Puracó 

—  298.  El  Rionegro  y  el  Minero,  si 

—  299.  El  Rionegro  y  el  Minero,  se 

grafía  de  Colombia. . . '. 

—  *  3CO.  Un  río  del  Chocó 

—  *  301.  Un  trazo  de  carretera  (An 

—  ♦  302.  Los  Pastos  y  el  Galera 

—  303.  El  alto  Patía,  segdn  la  Nim 

lombia 

—  304.  El  alto  Patía,  segdn  la  Cari 

—  305.  Valle  de  Pansitará , 

—  306.  El  alto  Guáitara 

—  ' J07.  Posiciones  relativa^  de  Cali 


Indics  DE  Grabados 


página 

Figura  3q8,  El  ferrocarril  de  Cartagfena  y  el  Dique 8oi 

;  —  309.  El  Ruiz,  visto  del  lado  de  Manizales 806 

:  —  310.  El  Norte  de  Santander 812 

—  *  3íi.  ElGuatiquía,  cerca  de  Villavicencio .817 

—  312.  La  hoya  del  Cauca 819 

—  313.  El  bajo  Chocó  y  el  Patía 833 

—  314.  Díag-rama  del  comercio  general  y  local  de  la 

República 838 

:  —  *3IS.  El  valle  del  Guáitara  en  Puerres 842 

—  ♦  316.  Alrededores  de  Pasto 847 

—  317.  El  valle  del  Mayo  en  San  Pablo •...-.. ..  853 

—  318.  La  comarca  de  Ayapel,  según  la  Nueva  Geogra- 

fia  de  Colombia 858 

•  —  317  hís.  La  comarca  de  Ayapel,  según  la  Carta  oñcial..  865 

—  318  ¿i'j*  Diagrama  del  desarrollo  de  la  población  en 

las  tres  principales  ciudades  de  Colombia C73 

-^  •  319.  El  bajo  Tuira,  en  Santa  María 876 

—  ♦  320.  Las  islas  del  golfo  de  San  Miguel... 878 

—  321.  I^s  diramaciones  del  Sinú  Central 885 

—  322.  La  comarca  del  Cocuy j887 

;  —  3?3.  La  comarca  de  Chita,  según  la  Nueva  Geogra. 

i                     fía  de  Colombia 892 

—  324.  Arqueología.  Vaso  de  barro  de  los  Armas 894 

—  *33S  Arqueología  colombiana.  Vaso  de  arcilla  de  los 

Armas 907 

—  •326.  Arquelogía  colombiana.  Huso  de  barro  de  los 

Armas 909 

—  327.  El  río  Bogotá,   según  la  Nueva  Geografía  de  Co- 

lombia  y  según  la  Carta  oficial 913 

—  ^328.  El  valle  de  Buriticá 91S 

—  329.  El  NW.  de  Santander,  según  la  Nueva  Geogra- 

I                      fiáde  Colombia 919 

—  *330.  Arqueología  muisca.  La  piedra  pintada  de  Aipe.  922 

—  *33i.  El  Tolima  visto  de  Cruces  Viejas 927 

—  *332.  El  Cisne  y  los  llanos  del  Placer 933 

—  333.  Los  valles  de  Cúcuta,  según  la  Nueva  Geografía 

de  Colombia 947 

—  334.  La  región  de  los  grandes  nevados,  según  la 

Nueva  Geografía  de  Colombia 951 

—  *33S-  Arqueología  colombiana.  Alfarería  de  los  Ar- 

mas   971 

—  *336.  Arqueología  colombiana.  Vaso  de  arcilla 973 

—  *337.  Orfebrería  de  los  Armas 975 

—  *338.  Arqueología  colombiana.  Orfebrería. 977 

— JI339.  Batalla  de  Boyacá 986 

—  •340.  Arqueología  colombiana.  Orfebrería  indígena.  1008 

—  *34i.  Arqueología  colombiana • 31 

—  342.  Perfil  del  trazo  del  Ferrocarril  Intercontinental.  46 


«.• 


I 


índice  de  materias 


Advxrtbncia  preliminar 


LIBRO  I— geografía  GENERAL 

CAPITULO  I — ^EL  TERRITORIO 

Nombre,  i.  Posición  y  limites,  2.  Superficie,  4.  PoLi<K)No-pERf- 
METRO  DE  Colombia,  4.  Exploración,  9.  AltimetrÍa  colombiana  :  1, 
Épocas  de  la  Colonia  y  de  la  emancipación,  17. 11  Época. — La  Co- 
misión corográfica,  24.  iii  Época. — Trabajos  contemporáneos,  40. 
(Véase  además  d  Apéndice).  Kilometria,  95. 

Litoral.  Costa  atlántica,  115.  Costa  pacíñca,  118. 

Fronteras.  Frontera  ecuatoriana,  122.  Frontera  peruana,  123. 
Frontera  brasilera,  123.  Frontera  venezolana,  123.  Frontera  eos-, 
tarricense,  126. 

Relieve:  montes  y  llanuras  126.  Los  Andes,  137.  Cordillera 
del  Chocó  ú  Occidentall,  139.  Cordillera  del  Quiñdlo  ó  Central,  144. 
Cordillera  de  Sumapaz  ü  Oriental,  149. 

Los  Montes  Caribis.  Serranía  ístmica  ó  de  Panamá :  Cor- 
dilleras de  Tamalamanca,  Chiriquí  y  Verag^uas  y  Sierra  de  Pe- 
nonomé,  161 ;  Panamá  y  Darién,  162.  Serraníajde  Baudó,  164. 
Montañas  de  María,  165.  Sierra  Nevada  de  Santamarta,  167.  Sie- 
rras goa  jiras,  169. 

Serranías  del  Caquita,  169. 

Llanuras  :  de  Panamá,  171.  Del  Chocó,  171.  Atlántica,  172. 
Valle  del  Magdalena,  174.  Las  al/tplanía'es,  176.  La  región  orien- 
tal: los  llanos  y  selvas;  Casanare,  San  Martín,  177.  Caquetá,  187. 

Complementos:  Cortes  y  perfiles,  189. 

Geología,  208.  Región  antillana  6  Caribe,  211,  Región  orien* 
XAL,  222.  Región  ANDINA,  151. 

Ríos  COLOMBIANOS,  201.  RÍoS  ANDINOS,  27 1.  RÍoS  DE   LA  LLANURA^ 

273.  Vertiente  occidintal  6  del  Pacifico:  Patía,  San  Juan,  Tui* 
ra,  273.  Vertiente  central  6  de  las  Antillas:  Atrato,  SinÜi,Mag- 
dolena,  290.  Vertiente  oriental  6  atlántica  :  Orinoco  Amazo- 
ñas,  330. 

Lagos,  352. 

Climatología,  352. 

Flora  y  fauna,  387. 

Aspecto  físico,  406.  Panamá,  407.  El  Chocó,  412.  El  Sur,  4281 
Las  tierras  caucanas,  443.  Las  montañas  antioqueñas,  459.  E& 
SinÚ,  474.  El  valle  del  Tolima,  480.  Valles  orientales,  494.  El 

VALtS  PEX  RiOGRANDE,  506.  La  CoSTA,  5 14.  La  GoAJIRA,  58O. 


KvEVÁ  Geografía  de  Colombu 


La  comarca  de  Maracaibo,  584.  a)  Ocaña,  585.  b)  Ciicuta,  S90.  El 
REINO,  S95.  a)  Labateca,  596.  ó)  Soto,  S98.  c)  Guanenti,  604. 
c)  El  Saravita,  611.  d)  El  Chicamocha,  627.  e)  El  Valle  de  Ten- 
za,  641. /)  El  Valle  de  Gacheta,  647.  g)  Los  Valles  de  Cáqueza, 
649.  h)  Las  Mesas  del  Ariari,  655.  /)  La  Sabana  de  Bogotá,  656. 
j)  La  serranía  de  las  llanuras,  668.  Los  llanos,  676.  a)  Casanare, 
676.  ó)  San  Martín,  687.  El  caquetÁ,  692. 

CAPITULO  II capacidad  PRODUCTORA  DEL  SUELO 

Generalidades,  701.  Clima,  708.  Desarrollo  económico,  714. 
A)  Agrictdiura^  730.  B)  Ganadería^  746.  C)  Productos  del  suelo, 
749.  D)  Minería,  755.  E)  Indiiüriét,  760.  F)  CaminoSy  762.  La  Mesa 
Andina,  774.  1.a  depresión  central,  784.  Las  montañas  de  Suma- 
paz,  785.  La  región  atlántica,  791.  Las  zonas  desiertas,  794.  Pa- 
namá, 795.  Ferrocarriles  y  Telégrafos,  796.  G)  Comercio,  Impor- 
tación, exportación,  movimiento  marítimo,  tráfico  y  grandes  mer- 
cados, 802.  Demografía,  censos,  instrucción,  criminalidad,  salvajes, 
840.  Gobierno.  Divisiones  civiles,  poblaciones  principales,  rentas  y 
gastos,  856.  Etnografía,  864.  Tipos  actuales.  Indios  existentes : 
Guaimíes,  Cunas,  Arhuacos,  Goajiros,  Otomacos,  Salivas,  Guai- 
punabis,  &c. ;  tribus  extinguidas:  Chibchas:  organización  política, 
religión,  sacrificios,  castas,  leyes,  artes  é  industrias,  familia,  entie- 
rros, diversiones  ;  Guanes,  Laches,  Chitareros,  Sutagaos,  Quichuas, 
Qutmbayas,  Pijaos,  Panches,  Muzos,  Colimas. 

capitulo  III — HISTORIA 

Primera  ¿poca.  Los  orígenes,  a)  IjOs  Conquistadores ,  907.  h)  Los 
Conquistados,  911.  Tribus,  920— El  hombre  americano;  prehisto- 
ria— Zipas  y  Zaques — c)  El  contacto  de  dos  mundos.  El  descubrimieniOy 
923.  Segunda  ¿poca.  La  colonia.  La  Conquista,  927.  Rutas  de  los 
Conquistadores,  929.  Costas,  929.  Interior,  930.  Tierrafirme,  932. 
El  corazón  del  país,  941.  Z<z  Audiencia,  956.  La  Presidencia,  959.  £1 
Virreiha/o,  964.  Tercera  ¿poca.  La  nacionalidad,  975.  a)  La  In^ 
dependencia,  975.*  ¿)  La  Gran  Colombia,  o^*],  c')  La  República,  Gf^l, 
Centralismo  y  federación,  994.  Federación  y  centralismo,  995. 

capitulo  IV — geografía  militar 

I.  Costa  Atlántica.  11.  Costa  Pacifica,  iii.  Fronteras  amazónicas. 
IV.  Frontera  de  Costa  Rica.  v.  Frontera  ecuatoriana,  vi.  Frontera 
venezolana,  vil  Interior,  998. 

Al  lector,  1,005. 

Nota  bibliográfica,  1,007. 

Apéndice— Producciones,  poblaciones  y  caminos  (Geo^afia 
Montenegro) — Estudio  de  la  Geografía  del  Virreinato  al  principiar 
el  siglo  XIX  (Caldas) — Descripción  del  Reino  de  Santafé  de  Bogo- 
tá de  1789  (Silvestre),  i  á  xxiv. 

Coordenadas  geográficas,  /.  Adición  altimétrica,  32, 

Lista  alfabética  de  poblaciones,  jj. 

índice  alfabético,  a — índice  de  grabados,  i . 


NUEVA  geografía 


DB 


COLOMBIA 


Se  concluyó  este  Tomo  el  2 1 
.  en  la  Imprenta  de  1 

DOCTOR  JOAQUÍ' 

Siendo  Administrador  y  Corrector 

BELISARIO  CUERVO  ANO! 

Di 


Maquinistas 
ALIPIO  JIMÉNEZ  T.  Y  HER 

Encuademadc 
VENANCIO  BAl 


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