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Full text of "Nuevas anotaciones al Ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra"

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AI. IM«BNlOSO HIDALGO 



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D« QUIJOTE !>£ XA llIANCeA 



DE 



cJllbiauei de ^ewcxAÚeó <bcuxvedta^^ 



y ^^' ^^^1^^*^ ^^a^íáí ¿j ^J4rr<r4» 






jBart f lotia : 

IMPRENTA DE LA VIUDA E HIJOS DE GORCHS. 
COK blCBMGIA. 

1834. 



KF irsx^.l 



' HARVARD 

lüNiveRsn 

\^_UBRARY 



/ 



ADVERTENCIA. 



\ 

Cuando el bibliotecario D. Juan Antonio Pellicer enriqueció 
la Uterutura con su edición del Quijote, hizo en ella ostentación 
j gala de los muchos materiales que tenia á mano, y de su 
vasta y selecta erudición. Con ella dejó entonces poco que 
desear á los apasionados de esta obra ingeniosa, original é 
inimitable, j sus notas le aseguraron entre los literatos la 
reputación que justamente raerecia. En los dos siglos que 
han transcurrido desde la primera edición del Quijote , jr 
en los anos que han mediado desde que escribió su anotu- 
dor, las costumbres han variado, el lenguage ha sufrido alguna 
alteración, y los hechos históricos de aquella época á que 
hace Cervantes oportunas alusiones no son naturalmente 
conocidos como entonces. Por lo mismo, leer el testo des- 
nudo j sin esa preciosa luz que descubre* y realza sus be- 
llezas, es lo mismo que quitarle gran parte de su gracia original 
é inimitable , dejar oscuro su espíritii ^ y esponerle á equivo- 
cadas interpretaciones. Esta consideración fue la que nos puso 
la pluma en la mano algunos años atrás para ilustrar en lo 
que pudiéramos una obra , encanto y admiración de na- 
cionales y estrangeros. No se gradué nuestra empresa de ofi- 
ciosidad; el mismo Cervantes j el mismo Pellicer que escribie- 
ran ahora lashallarian á faltar , y llenaran sin duda esta lagu- 
na. Porque á la verdad ¿cuan pocos son los que conocen , y 
que no deseen saber, por ejemplo, las ceremonias que se practi- 
caban al armar caballeros á aquellos hombres valerosos ó teme- 
rarios, cuyas acaloradas cabezas estaban atestadas de una es- 
traña mezcla de ideas heroicas y comunes, tiernas y sanguina- 
rias? El magestuoso é imponente aparato de un torneo, la lujosa 
descripción de un carroseló de unas justas , en las cuales las 
damas y caballeros hacian alarde de su gentileza , de sus 
galas j de su pasión amorosa, y el bosquejo de tantas otras 
cosas maravillosas y raras de aquellos tiempos , J de las cuales ó 
no tenemos idea oes bastante equivocada, nonos son indiferen- 
tes en el dia ; ja porque este gusto vuelve á renacer, y ya tam- 
bién porque como nos hallamos mas distantes de la época en 
que se fueron anticuando, tenemos mas necesidad de renovarlas. 
Vor otra parte ¿no fueron estas mismas ideas estravagaules las 
que dieron origen á la mas bella producción del ingenio huma- 
no? ¿Acaso el Quijote no es una crítica juiciosa y con uu no in- 
jL^rrumpido chiste de estc^s mismas usanzas caballerescas? 



Por esta razón en las anotaciones qae publicamos á mas de 
cuanto interesante escribieron fiowles^ PeJfiicer, Majans^ Kíos^ 
JNavarrete y algunos otros anotadores de eáta obra , damos un 
sucinto análisis de muchos de los libros de caballerías citados 
por Cervantes ^ J de las ediciones que de ellos se hicieron eu 
Kbpaña 'y fuera de ella. Nos detenemos en esplicar las ceremo* 
iiias cou las cuales se coníeria la orden de caballería ; las obli- 
gaciones, usos y costumbres de lo5 paladines; los varios grados 
por lo¿> que solían pasar antes de ser armados caballeros etc. 
etc. Describimos igualmente el imponente aparato de las ba- 
tallas á todo trance, torneos, justab, carroseles, y demás pasa- 
tiempos de los caballeros. Damos noticia del estraño código de 
jurisprudencia que se redactó en aquellos tiempos, y estuvo ea 
vigor para régimen de las « Cortes de Amor » y citamos algu- 
nos autos, sentencias <5 ^rre^Y05 proferidos por aquellas, con ar^ 
reglo al mismo. Describimos la major parte de las piezas de la 
armadura antigua y el uso que teniau. Insinuamos el orígeu 
de donde tomd Cervantes la idea para arreglar muchas de las 
aventuras de su D. Quijote; y dltimamente exornamos con nc^ 
tas históricas y eruditas observaciones , todos aquellos otros pa- 
sages ó modismos, queá nuestro modo de ver lo exigían. En es- 
te ímprobo y poco lucido trabajo hemos tenido presente las 
reglas de una crítica juiciosa é imparcial, y procurado no fati- 
gar al lector con largas disertaciones , pocas veces gratas , y 
siempre pesadas cuando forman una parle secundaria de la 
obra. Novedad, claridad y precisión, he aquí lo que nos 
propusimos. Sí lo hemos conseguido, el público es quien de* 
be juzgarlo; y bastante recompensados quedaremos de nuestro 
trabajo si podemos haber contribuido á ilustrar la obra clásica 
del inmortal Cervantes. 



NOTA. 

Aunque nuestra primera intención fue que estas anotaciones 
Jormaran parte de la esmerada edición del- Quijote^ que iba á 
imprimir Gorchs en Barcelona^ calculamos después que seria 
mas útil publicarlas sueltas^ dfin de que los que tuviesen ya la 
obra , pudieran adquirir las notas sin necesiílad de comprar 
otra edición. Escribiéronse es verdad y con arreglo á la de 
Gorchs , pero la división establecida de partes y capitulas^ y 
el índice general de materias que va id fin , facilita que pue- 
da hacerse uso de estas noticias en cualquier otra edición del 
Quijote. 



ün(DVÜ<£3(DI}I29 



A ftO* 



PRELIMINARES D£ LA ORRA* 



ai título lí tila. 



(i) bígetuoéo* Creoeralmeiit* M cre6 qatf Míe jKljetíto re« 
cae sobre el hároe de la historia por lo que ie lee en Ion ep^-- 
grafes de los cap « II jr XVI de la primera parte, y por lo que se 
dice eo la conclusión de la segunda hablando del iin que luyoe/ 
ingenioso hidalgo de la Mancha» Sin embargo^ el bibliolecario 
Dé Jaan Antonio Pellicer opina que oo es á Dé Quijote^ sino al 
autor de ella, al que se reñere* Porque al pAso que nada tenia de 
ingenioso nuestro caballero andante^ el autor de sos aventura» 
iuanifestd ser de ingenio despierto y agudo^ de cu)ra gracia se va- 
nagloriaba « Foresta razón el epiteto ingenioso d^be referirse 
al autor^ y en cierta manera también á la misma obra^ corad 
para indicar el gusto, crítica é ingenio con que está escrita. Te«« 
neraos ejemplos de esta aplicación en títulos de otras obras, cch> 
mo en el Asinus Aureus de Lucio Apulejo, eo cuja fábula , que 
. parece tuvo presente Cervantes en la composición de su román-» 
CCf el áureas no recae sobre el asinus título de la obra^ sino so-' 
^re el célebre filósofo y satírico Apulejo, autor de ella^ para in-* 
dicar la perfección y estilo elegante, pulido^ <5de oro^ digámoslo 
asi, conque la escribió^ Podríamos decirlo mismo del Carmina 
áurea 6 «versos dorados» con poca razón atribuidos á Pitágora» 
por contener una parte de sQ doctrina y muchas de sus méximaj 
morales, y de otros libros tenidos en particular aprecio por los 
antiguos, á los cuales daban por esta ratón, aunque tari vez ua 
Mmpre con oportunidad, títulos pomposo» y ii>gnifie«tivos«Peir 



(a) 

otra parte el il90 de IñS voces ingerdo é ingehioio eran en tiempo 
de C^nrantef inai íreouenteftde lo que son ahor«| j tenían apii- 
cacioues que no se les dan en el día. Las reonionea ó conferen- 
cias de los literatos ó aficionados á las ciencias^ en las cuales se 
leían y analizaban sus composiciones, algunas de las cuales se or- 
ganizaron después bajo el título de academias, y dieron origen 
á muchas de las que hay en España, se llamaban entonces reu- 
nión de los ingeniosos. Por la misma raion bajo el nombre de 
tin ingenio de la corte ó de otra parte^ se ocultaban á Teces los 
autores y personages mas calificados al publicar sus produccio- 
nes, como lo hi20 según se dice el mismo Felipe IV al dar á lus 
algunas de sus comedias; y se llamaba también ingenio al que su- 
ministraba comedias al teatro , y que ahora llamamos poeta 6 
autor. 

(a) Hidalgo 6 hijo de algo. Clase media entre loe caballeros 
y los del estado Uano^ que gozan por su nobleza de ciertos prw 
¥Íiegius y exenciones de que no disfrutan los pecheros ó villa- 
nos. Hajr varias especies de íiidcügosi los llamados de ejecuto^ 
ria, de gotera, de privilegio, de cuatro costados, de devengar 
quinientos sueldos etc. Por lo qne dice el mismo D. Quijote en ei 
cap XX £ de la primera parte, vemos que nuestro Hidalgo lo 
era « desolar conocido, de posesión y propiedad, y de devengar 
quinientos sueldos. » Llamábanse asi en primer lugar porque 
cuando alguno de estos hidalgos recibía agravio de otro, «n satis- 
facción de él devengaba 6 tenia derecho á exigir por sentencia 
juicial quinientos sueldos; al paso que en igual injuria el villano 
no podía devengar mas que doscientos; jr en segundo lugar por 
que era el acostamiento^ estipendio 6 sueldo que recibían de loa 
Fejes los hidalgos de sangre cuando les servían en la guerra. 

(3) Don Quijote, Viendo Cervantes el abuso que se hacia ja 
en su tiempo de este título 6 dictado, quiso ridiculizarlo, hacien- 
do que* su héroe le tomara también. Siguiendo la misma idea^ 
yernos en el cap. III de la primera parte, que después que aque- 
llas dos mugeres del partido llamadas la Tolosa y la Molinera 
habieron ceñido la espada j calzado las espuelas á Don Quijote, 
este las pidid encarecidamente se llamaran de alli en adelante 
Doña Tolosa y Doña Molinera. Este abuso, dice el señor Pelli- 
oer, refiriéndose al P. Guardiola contemporáneo de Cervantes, 
principié á introducirse en España eu tiempo de Enrique IV , 
eontinnando en el de los reyes católicos; y. añade que los ju- 
díos eran los que mas afectaban el don^y que en su tiempo le usa- 



(S) 
bá h gent« b«|aj hasta las mugeres pAbMcaSf eApeoialneiiie en 
Audalucídé Da á conocer CervautCí» lo mal que estaba con el abuso 
del don^ á mas de lo referido, por el coloquio que pas<5 entre San- 
cho Panza j Don Quijote, hablando de lo que decían de él en 
el lugar, como se lee en el cap. 1\ de la segunda parte; por lo que 
hace decir á Teresa Panza en el cap* Y de la misma ; y última- 
mente por el razonamiento de Sancho siendo ja gobernador de 
la ínsula 0arataria, oon su majrordomo^ jr se lee en el cap. XLVl 
de la referida segunda parte. 

:H lii í»fíitfat0ria. 

Hablando Cristóbal de Mesa de D. Alonso López de Zafiíga 
j Sotomajror, Vil duque de Béjar, descendiente de la casa real 
de Nayarra, á quien dedicd Cervantes Ja primera parte de su Don 
Quijote, dice que fue tan gran poeta y valeroso soldado, que 
merecía ser el Mecenas de su edad j el Augusto de su siglo. Sin 
embargo de esto, y de el buen acogimiento jr honra que el 
Duque hacia d toda suerte de libros , como dice el mismo Cer^ 
yantes en la dedicatoria, el señor D. Vicente de los Kios, funda' 
do en una tradición poco sabida, supone que el Duque no quiso 
admitirla en un principio, pensando que D. Quijote era un libro 
meramente caballeresco, y que padecería B\k opinión si su nom- 
bre se lejese á su frente; pero que habiendo conseguido Cer- 
vantes leerle un capítulo de su obra, le parecid tan bien, que la 
admitió: infundada y vaga tradición que refuta vigorosamente 
Pellicer en la vida de Cervantes. Lo que parece mas probable es 
que informado el Duque de que la obra de Cervantes iba dirigí^ 
da á dar un golpe mortal á la tan generalizada lectura de los li^ 
bros de caballerías, no considerara prudente tomar parte en un 
negocio del que sin duda crejera había de salirse mal; y que una 
vez admitida la dedicatoria « no le tratd, como dice también el 
mismo Ríos, con la generosidad que correspondía á su grandeza, 
y al mérito y necesidad de tan insigne escritor,» pues á pesar de 
lo agradecido que era Cervantes no volvid á hacer mención del 
, Duque de Béjar, ni menos le dedicd la segunda parte de su Qui- 
nóle, cuando en i6i5 la pubiiod, época en la cual vivid aun el 
Du(|ae, puen no falleció basta e) ano x6i9« 



(4) 

(i) Engendrado en una cárcel, (V. la nota primera i la 
obra.) 

(2) Al principio de los libros suelen ponerse^ La costumbre 
de preceder los libros de sonetos, epigramas, cartas al autor jr 
demás elogios, j la de atestarlos con prolijas, pesadas é inopoi^ 
tunas citas de autores que tal yez no se conocían , llegé á* tal es- 
tremo, que en algunos abultaban mas que la misma obra, ba- 
ciéndola por consiguiente mucbo mas cara. T tanto por esto, co- 
mo por ser los mas de aquellos elogios uoa adulación baja de 
ciertos paniaguados del autor, 6 quizá j sería lo mas cierto, una 
producción del mismo elogiado, Cervantes criticó en su prologa 
este übusoy mala costumbre, que sin abandonarla la bizo ridí^ 
cula, poniendo los elogios de su libro en boca de los mismos su- 
getos á quienes principalmente se propuso j consiguió derribar. 



% loe T^oma», 



(1) Ür ganda la desconocida* Especie de maga, b^ttj«i ó en- 
cantadora y falsa profetisa de la que se habla en la historia de 
Amadis deGaulay en otros libros de caballerías. Esta eocauta- 
dora reinaba en una isla desconocida, y Telaba sobre la suerte 
de Perion y de sus hijos, habiéndose constituido en cierta ma- 
nera su protectora. Como unas veces aparece en forma de vieja^ 
otras de jcSven, etc», y desaparece repentinamente, Cervantes la 
llama desconocida^ y por la misma razón ia hace decir e^tos ver- 
sos por lo que tienen de oscuro y misterioso. En ellos hablan* 
do con su libro á imitación de la carta 20. del libro I de Hora- 
cio^ en que anuncia aí sujo la varia fortuna que había de correr 
con sus lectores, y la diversidad de juicios que harian de él y de 
su autor, manifestó Cervantes que ni él era docto, ni su libro 
científico; protestando que sus alusiones satirieas no se profio- 
iiian objeto determinado, por más que algunos curiosos quieran 
interpretarlos. Nuestro Cervantes fue el inventor de estos versos 
cortados en los fínales^que después imitó, como dice Pellicer, el 
autor de la Pícara Justina (V. la nota 43 á la obra)» 

(2} FUeres con letu-Ár con letara y andar con latura ele . fes lo 



(5) 
mismo qiic ir con inUocíon , acertar ^ aUiider , persuadir etc. 

(3) Un árbol real te ofru^» Alude al Duque de Béjar. (V. la 
nota á la dedicatoria), 

(4) Ao indiscretos hierogU^» AJ paso que un novel caballerp 
iba dando fin á sus hazañas, pintaba ó hacia grabar en su escu- 
do que habia recibido en blanco algunos geroglííicos que las re-* 
Gordasen; y á esto alude ei autor cuando hablando con su libro 
le dice que no se prometa faina pública, pues en este juego de 
aplausos populares perderia, porque embidabs coniiguras, cua- 
les eran [>• Quijote, Dulciuea, Sancho etc.; y esto cree el señor 
Pellicer, tal veK arbitrariameule, que se refiere al juego llamado 
de la primera^ muy común cuando escribia Cervantes. A contir 
nuacion aconseja igualmente al mismo libro, que no se engría^ 
ni envanezca, temiendo los ataques de los sabios y las vicisitu- 
des de la ibrtuna; y para que escarmiente le cita los malos resulta, 
dos que tuvieron de su envanecimiento j propia satisfacción 
D. Alvaro de Luna, gran privado del rej D. Juan I[, que fue de- 
gollado £ji Valladolid el a de Junio de i45a; Anibal, célebre ge- 
neral cartaginés, cujas desgracias le llevaron al estremo de tomar 
un veneno en Libissa, capital de la Bitinia; y Francisco I rej de 
Francia, que hecho prisionero en la batalla de Pavía en el año 
i5a5, estuvo detenido en Madrid en casa de los Lujanes en la 
plazuela de la Villa á disposición de nuestro Carlos I j Y de 
Alemania hasta que concertó su libertad. 

(5) £.1 negro Juan Lati", Cervantes quiso con esto criticar e} 
abuso tan común en su tiempo de ostentar erudición pedantesca 
á fuerza de hacinar autoridades j testos latinos en todas las obras 
que se publicaban. 

Juan Latino fue un negro natural de la Nuvia, que de mujr 
tierna edad vinoá España con sus padres, desde Etiopia. Fue es- 
clavo del Duque de Sesa, nieto de D. Gonzalo Fernandez de Cór- 
doba, conocido mas comunmente con el nombre del Gran Capí- 
tan, con quien se crió y estudió. Adquirió luego la libertad, y 
llegó á ser tan buen gramático lat¡no,que mereció mil distinciones 
y el sobrenombre ó apellido de Latino^ habiendo obtenido y des- 
einpeñadopor mas de sesenta años la cátedra de Humanidades 
de Granada en donde murió á los 90 años de edad en iSyS ca- 
sado con Doña Antonia Carleval, de linage distinguido. Don Die- 
go Jiménez de Enciso compuso de él una comedia. 

(6) j^ntadis de Gaula. (V. la nota 43 á la obra). 

(7} Ef gran rij^zo de la peña Pobre. (V. la nota 4^ ^ U 
ohra). 



(6) 

(8) 7V sabio autor al nrnmdo Único f iolo* CerTantei no po<- 
dU creer que 8« llegase á cumplir tan & la letra üu vaticinio, cuan- 
ido por boca d« Amadisde Gaula dijo: que el autor del Quijote 
^ria único y solo. Sin embargo esto supone que recoaoceria 
va en su obra un mérito singular y peregrino. 

(9) Belictnis de Grecia» (V. la nota 62 á la obra). 

(10) La señora Oríana d Dulcinea del Toboso.^^, las notas 
laj 43 i la obra). 

(11}^ Mir aflores. «Pequeño pero delicioso castillo á dos le* 
guas de Londres j lamas saborosa morada que en toda aquella 
Xierra había, según se lee en la misma historia de Amadis de Gao. 
la, en el que solía vivirla señoni Oríana después que el rej ait 
padre se lo hubo dado. » 

( 1 a) T gomara los gustos sin e#cofe. Como de la » frecaentes vi- 
3it:)squc hizo Amadis á su solitaria y sin par Oriana resultase el 
deshonor de esta señora, envidia la suerte de Dulcíoea, que 
nuuca íuti visitada de su comedido jr plalóuieo amaute Don Qui* 
{ote. 

( 1 3) Gandalin^ escudero de Amadis de Gaula . Gandalin era 
hijo de Gandales, caballero escoces que crió á Amadis; y amo 
y escudero se educaron juntos, como que en la crónica ^e llaman 
hcrmauos de leche^ (V. la nota 43 á la obra). 

( 1 4) Que d solo tú nuestro español Ouidio, Cervantes se ca- 
lifica á sí mismo de Ovidio Español, y á la verdad con mucha 
razón, según dice Pellicer, pues imitando al poeta latino en las 
trasformaciones de que hace mención ;en los i5 libros en que 
dividid sus Metamorfosis ó fábulas mitológicas , convierte nues- 
tro autor en gigantes á unos molinos de viento; en princesas á 
unasraugeres perdidas; en ejércitos á unos rebaños de carneros; 
en gobernador á un rústico; en dueñas á las lagunas de Rtiide- 
ra, etc. 

(iS) Con bu tcorona te hace reverencia. Diccion'compuesta 
de los sustantivos buz y corona. Hacer el buz es lo mismo que ob- 
sequiar, reverenciar, festejar etc. En el Tesoro de la lengua caste- 
llana dice Covarrubias que el buz es el beso de reverencia y re- 
conocimiento que da uno á otro; j añade que entre otras mone«- 
r/as que la mona hace, es el buzj tomando la mano y besándola 
coa mucho tiento etc. y luego poniéndola sobre la cabeza ó co- 
ronilla de ella. De estas dos acciones se formaría la palabra buz-- 
corona. Se llamaba también buzforona^ según el Diccionario de 
Oudini un juego ó burla que se hacia dando i besarla mano, 



(7) 
y dfücajrgaiido al noíhmo tlompo ud golpe sobre )a cabeza y oar- 
riilo inflado del que la besaba «-Gaudalin para pintar el carácter 
ridículo de Sancho^ y bacer ver que es el primero y ánioo escu- 
dero de un caballero andante que se presenta bajo un aspecto 
estravagantC) le dice que se le u bace reverencia con buzcoro- 
na.» 

( i 6) Del donoso poeta entreverado. El adjetivo entreverado 
se aplica á lo que tiene cosas interpoladas, varias y diferentes. 

(17) Que el Mc<to^i//0//i>.- Suponen algunos que el refrán 
« tomar las salzas de Villadiego » que se lee con frecuencia en la 
comedia La Celestina, se introdujo por su autor^ y se cree que 
es el primer libro en donde se lee este adagio, del que se formó 
el otro « tomd las calzas de Villadiego, y puso tierra en medio, m 
Resuelto Sancbo á traer vida caballeresca y cortesana, determi- 
na salir de su lugar, d^omar las de Villadiego, cujo refrán fue 
para u su razón de estado » un Comelio Tácito, es decir | una 
autoridad respetable, como dice Pellicer. 

(i 8) Según siente Celesti-.Lsí Celestina ó tragicomedia de Ca- 
lixto y Melibeai es, según Pellicer y otros críticos uno de los bue- 
nos libros castellanos; pero materia de perpetuas tercerías, por 
cuja razón fue justamente probibida. £1 argumento de la Celes- 
tina es la seducción de Melibea por Calixto, valiéndose para esto 
de la vieja becbicera j alcahueta Celestina, cujo drama ñnaliza 
arrojándose la despechada Melibea de una torre á vista de su pa- 
dre. Su objeto moral es precaver á la incauta juventud de las 
asechanzas, artificios y engaños de las malas mugeres. Empero^ 
como muj oportunamente dice Cervantes, la Celestina seria un 
libro divino si encubriera mas lo humano; es decir, si no presen- 
tara tan al vivo las escenas que realmente pasan en el mundo, cu. 
jra Aataralidad puede ser perjuicial á las costumbres de los lecto- 
res. Está escrita en elegante prosa, y consta de dos partes. Se ig- 
nora qui«n fuese el autor de la primera, si bien que Alonso de 
Villegas Selvago, estudiante de Toledo, afirma que lo fue Rodri- 
go de Cota natural del mismo Toledo, que floreció á principios 
del siglo XV (• Esta noticia se lee en unos versos que preceden 
i una comedia que publicó é imprimió dicho Villegas en Toledo 
ea iS54 titulada Selvagia. Leemos en las obras de Moratin, pu- 
blicadas últimamente por la Real Academia de la Historia, que 
la primera edición de la Celestina se hizo en Salamanca en el aüo 
iSoo, y que algún tiempo antes corría uianuscrita entre los cu- 
riosos toda b purte que compone el primer actC| que unos utri- 






7 , 



Sierra x»^ia. »f:rxn K jt» SL itt ai^ao&ft ^£:fi:ra ém j 






L-<: se Gamii¿r% caÉha&en» «enees ífmt crió á 
j eac^*ier9 ae elftaroB jaBlos, coa» que CB la < 
Líraosidi ie JecSe. ^V. la noU 43a la obra). 

Ji^^ ^«r « Ax.' tú ^i£itro espmmól Ck>vüo, Car; 
L£»ra i s« a^xo iie Uóiáo EspAñol, j i la verdad 
ra2«sa, ««r«>a Ice PekL>cer, poes imitando al poete la 
tndz-rmKtyoa dt qae hace neocioa ¡ca ios i6 líbr 
¿.iili^SwsMetaaaiiribtás ó Cabulas mitoldgicas , oobt- 
Iffo aa;jc c« £- pilles á unos boIíbos de Tiento: en i 
' . 'L.¿r¿i!cr3 i fieos r^tittQúa>di 

ra« c€£« 

(ti) C^n krviíwr : :_ :_ fít^rí^ciía. Dvcdmr 
de bft ñ;ttiBlmis i«x j CDT^iait^, Hjhcfr el ¿«E ci lü im¡si»9 
■e^Mr, tTiCreodaf , fbíqar eCc Eq d Tc^r^ df la leu 
llaiiia &t CoTtcrvlñas que el hn. es d besa de nev^rrr 
CffuúómimM» que fia aoa á otit)- j «ñad^ (|iíe eatnr 
cftí qttc h «fltta liaoé, es af £tt^ icmian do U nuod 

rmlUJeel]».Ikesu»do! -- - ^t^forru^fííi ! 
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(8) 

hujrf(D á Juan de MeriA, y otros al eitado Rodrigo de Cr>t«. Lü s^ 
gunda parte la compuso el bachiller en le^es l^ernando de Rojai , 
natural de la Puebla deMontalvan, añadiendo veinte actos ó tal 
vez escenas á la primera parte, 6 al que halld escrito, en lo cual^ 
dice Moratin, ocup<i quince dias de vacaciones. «cEsta novela dra* 
inátíca, continua, escrita en escelente prosa castellana, con una 
fábula re|;ular, variada por medio de situaciones verosímiles é 
interesantes, animada con la espresion da caracteres y afectos^ 
Ja fiel pintura de costu'nbres nacionales, y un diálogo «abundante 
de donaire» cdmicos, fue objeto del estudio de cuantos en el siglo 
XVI oomptisjeron para el teatro , y á ella debid sus primeras for* 
mas la comedia española. Tiene defectos que un hombre inteli-^ 
gente baria desaparecer sin añadir por su parte una sílaba al tes** 
Uy\ y entonces conservando todas sus bellezas, pudiéramos coii*- 
siderarla como una de las obras mas clásicas que ha producido 
la literatura española. » La «pítima de las veinte y una ediciones 
de la Gelc5tína citadas por Moratin se bizo en Madrid en i8aa por 
D. León deAmarita«La segunda Celestina ó la resurrección de 
Celestina la escribió Feliciano de Silvaí y se imprimid enVene** 
pia en i.536 según dice Dt Casiano Pellicer; y la tercera parte de 
esta tragicomedia la compuso Gaspar Gómez de Toledo jr se ím<« 
primid én esta ciudad en el año de i539. 

(19) Bisnieto del gran Babie** (V. la nota ti á la obra). 

(ao) ji1 ciego le di la pa-. Con esto quiere indicarse que Roo!» 
pante 9unque flaco j achacoso no se dejaba escapar la paja ni la 
cebada, á la manera que el l«i%ariIlo del ciego da Termes tuvo in<* 
genio y habilidad para beberse el vino de su amo, teniendo este 
ei jarro en la mano, sorbiéndoselo por medio de una paja de cu^-* 
teño que introdujo en é\, 

(ai) Orlando Furioso» (V, las notas 53 j 54 < la obra). \ 

(aa) Sino eres par» (V. la nota 37 á la obra). 

(a$) Por Jngéliea, (V. las notas So y i5o é la obra). 

(a4) El cabal/ero del Febo, (V, la nota 5a á la obra). 

(a5) De Claridiana, (V. la nota 5a á la obra). 

(a6) De Solisdan, Personage al parecer ideal y fantástico, in- 
ventado por Cervantes, en boca del que puso este elogio estram* 
bótico de D. Quijote. Quizá tomó el nombre Sol isdan del de Soir- 
dan título faustuoso que se daba á ciertos pr/ncipes ^mahometa- 
nas especialmente tm Persia y tn Egipto, 



A LA OBRA. 



PARTE PRIMERA» 

Capítulo fámno. 

( I ) iVb quiero acordarme. En -vista á-" lo que dic« d si»- 
piicsto liccDciado Alonso Fernandas d« Avellaneda en U segunda 
parte de su D. Quijote , de las oportunas j |nictosas observa*» 
dones del señor Kios en el análisis del de CervanteSi de las del 
señor Pellicer, Navarrete^ etc. , parece no tiene duda que esta 
pueblo patria de D. Quijote era Argamasilla de Alba, pueblo del 
priorato de S, Juan en los confines del campo de Moutiel en la 
Mancha, Cervantesco quiso acordarse ni nombrar diebolugar^ 
ó por moderación , ó mas bien por enojo que ie tenia y para 
vengarse del mal trato que en él le dierou estando desempeñando 
una comisión» Se cree qne esta fue una ejecución contra ios deu- 
dores morosos de los diezmos pertenecientes á la dignidad del 
gran prior de S* Juan. Mo solo consiguieron estos, como solían 
bacer con otros, que la justicia dejase de ausiliar al comisio» 
nado , sino que se negase al «umplimiento de aquella disposi- 
ción , y se escediese hasta poner á aquel en la cárcel, listando 
en ella fue cuando Cervantes concibió su D* Quijote , como se 
lee en el prólogo de la misma fábula , en la cual se desquitó, 
como dice el señor Ríos, del mal hospedage de los manchegos, 
haciendo inmortal su nombre , y fijando para siempre su me- 
moria en la de la po5tet'idad. 

(a) JMIéro^ adarga antigua» El astillero era upa es* 
pecie de estante, llamado también lancera, de las lanzas j as-m 
fru , 4 manera de la armazón en que ahora se colocan los fusiles 
en los cuerpos de guardia , en el cual los hidalgos y otros no-» 
bles pooian las lanzas en el patio ó soportal de sia. caías comp 
«UM muestra de su nobleza. 



[lO] 

lia adtMTga «n sm «AMide iatroduciilo |K)r io8 iil0ros p^ Es- 

•pe&a , «i biea que jotrps «upoiven lo usaban ja lo» antigucis eé- 
pauoles. La antigüedad y mal estado de la adarga de O. Qut* 
jote contribuirla sin duda á que para su segunda salida pidiera 
prestada una rodela á un amigo ^yo gomo se lee en el cap. Vil 
de esta, primera parte. La rodela era redonda á en forma de rueda 
de donde se deriva su nombre^jr la adarga de ñguraoval. Esta 
solía ser de cuero , tenia dos asas 6 abrazaderas interiores j era 
arma propia de la caballería^ al paso que la rodela era por lo co«> 
, mun de hierro 6 de madera guarnecida de hierro } d de otro 
metal 9 j la usaba la infantería. 

( 3 ) Salpicón las mas noches^ duelos y quehranios. • • » . Sayo 
de velarte ^ calzas de velludo para la^Jiestas con sus pan^ 

iuflos de lo mismo vellorí de lo mas Jino* £n esta 

descripción se conoce que Cervantes quiso ridiculizar nn tanto 
4a ecoaomiaY.me^uindadx) esítr.echez«a que TÍTÍan los h^Mgos 
•iiiauchegos..£l4ta///{coa es uo picadillo que.se hace con «arne^ 
-cebolla^ tCMnatet, i maniera de fiambre. Llamábase duelos j que-^ 
br antas upa especie de puchero que s^e hacia de los hui»sos que- 
'l>rantados j jde los estremos délas res^, prinfiipalmentedeaqae-' 
lias que pa/úendo ó de otra manara se desgraciaban. De este me- 
iBoflcaho ff del quebrantamiento de los huesos se llamad esta co-* 
•nida, €iMno,dic«PellÍQer, duelos y quehranlos. Oe ella se hacia 
.pacticulaiimente UAo los sábados eu las ^oi Castillas; aunque «p 

• cum|»limiei»to d^el voto que se hizo por la célebre victoria de ks 

• Navas jiOiefitaUa .en uso GCtfoer carne en ellos JhaMaqueJU Saa- 
tidad de fienediclo XIV levantiS la próhibicioa. 

£1 velarte^ >y iattbien veíate^ de que D. Quijote Uevalxa 4k 
«ajo 9 era un paño fino juuj de moda en iiempo-de Cervantes* 
Se cree que^lnombve uelarte se .ledij5 de lo eslimado que 
«Ba^ ¡derivado del verbo 4atino volo^ vis^ veliere querer. 

£1 &ay0 «ra.un vestido lesteriior de ikombre, asi como la sajra \f> 
.era.de muger«.AflftbAS nombres se derivan del latín fagum vestido 
«militará manera de sobretodo que llevaban los soldados rpm^- 
. 1^06.. Sor lo que dicen Pliuio y Tácito se ve que el sa^um roo^uo 
era mas ancho que una túnica ^ y que no tenia mangas. Nu69- 
- tros primtii vos españoles llevaban como los galos una especie de 
sagum del que tal vez será el sayo un resto. 

Las Cídzas eran una especie de calzón largo 4 manera 4e 
ttuestros pantalones , las cuales cubjrian el muslo y la pierna.» 

£1 terciopelo Ae Umoaba i^elhido sin duda poc el vello que 
tiene. 



( " ) 

Los pafOltJkm em ttn caltado á niMiera de drinoUs para estar 
con comodidad eti casa. Sin erobargo^ los que dice Cervant« 
usaba D. Quijote en las fiestas era otra especie de caUado de 
lujo como que era hecho de velludo. Venían á ser anos zapatos 
abotinados con un lazo abultado de la oiisnia ropa , y con an 
tacón un pooo elevado» 

El uellor{ ó vellorín era un paño ordíaario de color pardo 
ceniciento , 6 del mismo color de la lana ó vellón sin teñir^ dd 
que tomd el nombre. 

( 4 ) Iniricadas. Gotarrubias ea sa diccionario ó Tesoro de 
la lengua casl%4íana , dice , que en su origen se escribía intri^ 
carj intrieado^ sigttiendo tu verdadera etimología. Después el 
uso introdujo una n , ^ se escribió intrincar | intrincado , como 
ahora. 

(S) ^ueüra grandexít.ljQ^ Mhros^ en los cuales se leen 
las intrincadas razones que tanto agradaban j deseaba aclarar 
nuestro Héroe, son: «La Crónica de los mujr valientes caba-> 
lleros D. Florisel de Míquea j el fuerte Anaxartes, bifjos del 
Bsceivnte príncipe Amadts de Grecia , enmendadn del estilo 
antiguo , según que la escribid Zirfea reina de Argines , por el 
noble caballero Felicia no de Silva, » dividida en varias partes : 
Lisboa ano de t566. Pellicer vid otra impresión de Zaragoza he* 
cha en tS64 en fol. En i55i se había publicado jra en Sala^ 
lamanca « La primera parte de la cuarta de la crónica del esoe- 
leatísimopríncípeD. Florisel de Itiqueaf en la que se dice fue es- 
crita en griego porGalersis, y sacada en latín por Fílasftres Cam- 
paneo:» por Feliciano <le t^ilva. En ú mismo ano y en la propia 
ciudad se imprimid también el «C^bro segundo de la cuarta parte 
ddi escelente príncipe D* Florisel de Niquea , en que se trata 
principalmente, como se lee en su portada , de los amores del 
príncipe D. Rogel y de la muj hermosa Archisideai» por el mis* 
mo Feliciano de Silva. Antes que Cervantes criticase y desapro^ 
base el estilo hinchado y altisonante de estos libros, lo había he- 
cho ja D. Diego Hurtado de Mendoza llamándole «estilo de al-* 
£»rjas n en la apología que escribió , defendiendo irónicamente 
'bajo el nombre supuesto del Bachiller de Arcadia la historia de 
la « Guerra de Alemania del capitán Pedro de Salazar.» Este 
Teliciano fue hijo de Tristan de Silva cronista de Carlos V y 
natural de Ciudad-Rodrigo; y fue también autor de la «Segunda 
comedia de la famosa Celestina, en la cual se trata de la resur- 
rección de la didia Celestina, y de los amores de FéKdes / -Po- 
laudiÍA. n (Véase la nota i$ i Us poesías ), 



(la) 

(6) Se pronmftf.So efecto la h¡«torMi induje con estMpa^ 
labras : «c Suplir jo con fiíigimieatos é historia tan estimada M'» 
ría agravio; j asi la dejaré en esta parte, dando licencia a cual- 
quiera j á cuyo poder viniere la otra parte. Ja ponga junto coa 
eita, porquero quedo con harta pena y deseo de verla.» (V. la 
nota 6a. á la obra). 

(7) Graduado en Sigüenza, Cervantes con esta espresion 
irónica alude á la ligereza con que en sii tiempo se procedia en 
las universidades menores á conferir los grados académicos. £i| 
apoyo de esto el señor Pellicer cita lo que dice en «Cl Pasagero» 
Cristóbal Suare% de t'igueroa. «Luego para loque es el grado» 
dice el maestro al discípulo, no te podrá faltar alguna universi- 
dad silvestre, donde llevando los cursos probados j los puntos 
como bodoques en turquesa, digan unánimes j conibrmes: ac- 
€ifjianuis pecuniam el mittamus asinum ¡n patriam suam, 

(^) Su historia. En la parte primera, cap. 4^ ^^^ Espejo de 
cnballerías, se lee: que reprendiendo y echando en ciira Roldan 
Á Reinaldos de Montalvan aquellos robos, este le contestó: « O 
bastardo , ó hijo de mala hembra ! mientes en todo lo que ha$ 
dicho, que robar á los paganos de España 00 es robo, pues jo 
solo a pesar de cuarenta mil moros y mas , les quité un m>)ho- 
mel de oro, que ove menester para pagar mis soldados.» He aquí 
en este trozo dos de los despropósitos en que abundan los libroj^ 
de caballerías, efecto de la ignorancia que dominaba en la época, 
en que principalmente se escribieron. Lléroanse en primer lugar 
paganos á ios moros, siendo asi que aquel nombre se aplicó á 
los gentiles idólatras cuando después de la exaltación del 
cristianismo, no pudiendo sacriBcar ni dar culto público á sos 
mentidas divinidades en las grandes poblaciones , tuvieron que 
retirarse á hacerlo en las aldeas: y del nombre latino pagas al- 
dea tomaron los idólatras el de paganos.. Otro despropósito es 
hablar de ídolos entre los mahometanos, cuando se sabe que su 
.£tlso profeta reprodujo la antigua disposición del legislador he- 
breo de no poder pintar ni representar imagen alguna. Asi es 
que ni en sus mezquitas, ni en sus casas, ni en la moneda que 
acuñan sus soberanos, se ve imagen, pintura , ni busto alguno, 
y los pocos príncipes que se han separado de e>ta disposición de 
su legislador son considerados como hereges entre los musulma-» 
nes. Estos dicen que si pintaran ó entallaran una figura cual- 
quiera de hombre ó de otro animal, estaria clamando sin cesar por 
una alma al cielo. Por esta razón dominan tanto e ntre I0& ma- 



< «3) 
horaetitnos las ptiitiiras jr adornos Uamadas de «líos arabescos» 
por constar soio de figuras caprichosas de vegetales. 

(9) Galalon* Se llama traidor á Galaloii, uno de los decnu* 
tado5 doce pares de Francia, porque su historia dice que eutre^d 
el ejercito i'rauces á los uioro:r. (V. la nota 3 .* déla." touio). 

(10) Mas cuartos que un 1 eil» Con la palabra cuartos ¡>e de- 
be entender aquí tío uua uiotieda ^ sino cierta enfermedad que 
da á los caballos y animale» mulares en los cascos^ que es uua 
raja que ne les hace desde el pelo á la herradura. CerTanles 
quiso. con este equívoco inaoiíestar que el caballo ó rociu de 
D. Quijote tenia mas achaques (5 aliíal'es que cuartos un re^j. 

(if) EtossafuU* Estas palabras latinas son tomadas de la 
escena 6.*^ acto 3.° de ísí Aulularia del poeta cómico latino iM« 
Accio Planto 9 que dio á Mohere la idea del Avaro ^ en la cual 
hablando de un cordero mujr íUco dice • ^ui ossa alque ptlli» 
totus est. 

Pedro Gonela, dueño del Caballo al que Mplica Cervantes es«- 
ta frase 4atina, fue uu bufón del duque Borso de f errara^ (|ue 
florecía en el ^iglo XV\ Entre sus buibnadas se hace uteuciou 
del salto, que desde el balcou hizo dar á su cabaiío , digno de 
compararse cou Rocinaate, oou que ganó la apuesta (jue había he- 
cho cou »u amOf sobre cual caballo sMllaria mas^ sí el del Duque 
ó el su^o. 

Se dio el nombre de Bucéfalo esto es cabeza de buey al caba- 
llo de Alejandro, porque su cabeza se piirecia á la de un buej> 
ó porque su marca era esta. Plutarco, Quinto Curcio jr Plinio 
dicen que solo se dejaba montar por aquel prüicipe^y aúadiají 
que doblaba las rodillas para que pudiere hacerlo cou luas 
comodidad. Era tanto lo que le apreciaba Alejandro, que fumló 
una ciudad en la India bobrela ribera derecha del Hidabpo cou 
el nombre de Bucefalia^ en memoria de haberle muerto el Bw» 
céfalo en aquel sitio , batallando contra Poro. 

Tambieu se leeu cosa& originales en nuestros romances acerca 
el caballo del Cid. Unos dicen que Rui ¡iiaz lo ganda los moros 
estando en Valencia, y otros que io eligió siendo potro y que á 
pesar de su utaia traza lle^ó á ser esceleuLe^ i>e sirvió de él cu lo- 
das sus campañas; y que aun después de la muerte del Cidcori« 
dujo su cadáver desde Valencia a Cárdena. 

(13) Dulcinea, Covarrubias en el Tesoro de la lengua cas- 
tellana cree que cbte nombre se deriva de dolce ó duUe^ y que 
añadiendo el articulo al se formó ^/r/oiesa* Parece que este iioui- 



. («4) ' 

bre equivale i Mja de LoFemOf oomo en efeoto io era de Loren- 
zo Corchueb, Mgirn se ke eo e} cap. XXV de esta mísaui parte. 
(V. la noU 34.) 

(Cafftttlo 0e0ttttIra. 

(f 3) Jpends, Cervantes qaiso imitar j ridieutixar con eata 
pomposa introducción las hinchadas j ahisonantes descripcio- 
nes de que tanto abundan los libros de caballerías que se pro- 
puso criticar. Sin embargo hemos TÍsto citar este mismo trozo 
como un modelo de clocneBcia. 

(i 4) Fermosura, Lo mismo que hermofuni. Este pasage 
alude á otro de Amadts de Gañía ^ cuando por los infundadoe 
zelos que la señora Oriana tuvo de la princesa Briolaoja man- 
dd á su caballero no parecer jamas delante de ella. El sobree* 
crito de la carta 5 én que la señora Oriana mandaba á Amadis 
con riguroso afincamiento no presentarse jra mas en su presen- 
cia^ decía asi : « Yo sojr la doncella herida de punta de espada 
por el corazón^ jr vos sois el que me feristes.» 

(í 5) El mió non es de al. £a decir, mi talante 6 mi gusto no 
es mas que el de serviros, 6 no deseo otra cosa que complaceros; 
pues el adjetivo al Me deriva del latino almtif que significa oirá 
cosa* 

(16) Castellano» Se daba el nombre de castellano no solo 
al natural de Castilla sino también como aqui se indica al en- 
cargado de la custodia y defensa de alguna fortaleza 6 castillo 
del que tomó el nombre. Los moros le dieron después el de o/- 
caide^ cuja voz se deriva de la árabe caid^ que según el P.Al- 
calá , equivale á capitanear 6 regir. 

(17) Sanos de Castilla, Eo el dialecto ó gerigonza usada 
por los gitanos , ladrones j rufianes para no ser entendidos sino 
de ellos mismos, llamado comunmente germania, Sano de Cas^* 
tilla es lo mismo que ladrón avispado y disimulado. 

(18) Maleante. Según la gerigonza citada en la nota ante- 
rior , equivale i burlador , chasqueador maligno , etc. , como 
9ol¡an serlo los pages f y ahora y en todos tiempos los estu- 
diantes. 

( 19 ) Siempre velar. Como el ventero oyó que D. Quijote 
principid la descripción de su vida caballeresca con aquellos 
Tersos del romance Mis arreos^ etc.^ siguid aquel contestándole 
con )as palabras dd mismo romanee y las sabido ^ que dice ; 



í »6> 

MU arreos ton bs ATiiiftSy 

Mí deacanto el pelear ^ 

Mi cafma las duras pe&as ^ 

Mi dormir siempre reiar. 

Las manidas ( ^ ) soa escuras ^ 

Los caminos por usar, 
(ac^) Traídas jr llevaílast Con esiHB palabras indicia Cer-* 
yantes, no solo el estado de abandono, digámoslo asi, de aque* 
Has mugeres mundanas ^ sino la costumbre demasiado comuii 
en todos tiempos ^ de hacerse üefor j traer de un lugar á otrof 
para ejercer su infame oficio* 

€eifitdc ttícm. 

(ai) Los percheles de Mdlaga. En este arrabal 6 barrio 
que hay en aquella ciudad hacia la marina ^ llamado asi de las 
perchas ó palos en que se colgaban los ceciales ó pescados para 
curarlos y secaiios al aire y fue donde el ventero aprendió sus 
habilidades* 

( aa ) Las islas de Aidraiu Se llamaban asi unas casas que 
había en Málaga hacia la puerta del mar , en el mismo sitio eu 
que se ediQc<5 la aduana en 1 709 • en las cuales había muchos 
bodegones en donde pasaban la vida y cometían mil escesos los 
vagabundos , tahúres y demás gente mal entretenida. D¡($se el 
Hombre de islas á aquellas casas ^ por estar separadas de las de- 
mas de la ciudad ; y el de Riaran por haber los reyes católicos 
dado aquel terreno en i49^ ^ Garcí López de Arriaran , caba- 
llero vizcaíno capitán de la armada 9 en recompensa de los ser- 
vicios que les prestó en la conquista de aquella ciudad ; cuya 
noticia refiere Pellicer lomada de las «Conversaciones malague- 
ñas » escritas por García de la Leña. 

(aS ) Compás de Sevilla ^ azoguejo de Segouia^ la Oliuera 
de f^alencia^ Rondilla de Granada^ Playa de Sanlúcar ^ Po- 
tro de Córdoba y Fentillas de Toledo. Sitios todos parecidos á 
los Percheles de Málaga y á las Islas de Riaran* 
- ( a4 ) ^'^ P^S^ ^^ ^^ buen deseo» Seguramente que Cervan- 
tes con la apicarada descripción que hace de este ventero que 
D. Quijote consideraba como un caballero andante , no solo se 
propuso ridiculizar á toda Ja clase de estos en general , sino que 
, tai vez aludiría en particular á la conducta algo conforme con 

(*) Lo mismo que moradas ó alojamienXos» 



< t6) 
la de leftU Tentero ^ de ArlblM-, eabaUero andante , de qaíen se 
habla en el cap. 11 del Ub« 11 de la Historia de D. Olivaute de 
Laura ^ escrita por Antonio de Torquernada* «Aunque dicho 
Arlistar era muy buen caballero ^ dice su historiador , como no 
tuviese otra cosa que su castillo de que mantenerM, empleaba su 
bondad en aprovecharse de los caballeros andantes j otras per-^ 
sonas que por sus términos pasaban^ haciendo que partiesen coa 
él de lo que tenian* » 

( aS) Atendiendo. £1 yei^bo aÍ0nder se tomaba antiguamente 
por esperar ; y asi atendiendo es lo mismo que esperaikdo. 

(26 ) Un gran golpe. Las oeremonias descritas en este ca- 
pítulO) son verdaderamente una imitación^ aunque ridicula ^ de 
las que se practicaban al armar caballeros en tiempo de la caba- 
llería. Dichas ceremonias parece comenzaron á introducirse á 
principios del siglo XI cuando el latrocinio j la anarquía deso- 
laban la Europa en tiempo de la decadencia de la casa de Cario 
Magno* Aquellos escesos obligaron á que algunos señores se fue- 
sen reuniendo y asociando entre sí ^ primero para ponerse a cu- 
bierto y librarse ellos mismos de la devastación general ^ y des- 
pués, para hacer iguales servicios á otros mas débiles ^ quienes 
en agradecimiento les prestaron pleito horaenage^ y se constitu- 
yeron feudatarios suyos. Entonces fue cuando se establecieron 
determinadas ceremonias para la recepción de los nuevos caba- 
lleros que deseaban pertenecer á estas virtuosas asociaciones* 
Rigurosos ayunos y noches pasadas en vela y oración en una ca- 
pilla 6 iglesia acompañado de sacerdotes y de padrinos que le 
instruían en las nuevas obligaciones que iba á contraer y baño, 
que figuraban la pureza necesaria al estado de la caballería, ves- 
tidos blancos á imitación de los neoikos ^ una sincera coniesion 
de todas las faltas cometidas, eran los preliminares de la eererao- 
nia. Llegada la mañana sigaiente se presentaba el aspirante ai 
caballero que había de conferirle io^ orden , y arrodillado á sus 
pies le pedia se sirviera armarle caballero. Entonces el padrino 
le daba un golpe sobre el cuello , que se llamaba la pescozatla^ 
y en seguida tres espaldarazos con su misma espada en nombre 
de Dios, de S. Miguel y de 8# Jorge* Con estas ceremonias se 
advertía á los caballeros noveles que fuesen sufridos ^ que no se 
durmiesen en las cosas de la caballería , y que estuviesen siem- 
pre dispuestos á cumplir las nuevas obligaciones que acababan 
de contraer, á lo que se obligaban por medio de solemne jura- 
saeato^ que prodi^ban en manos del mismo j^adrino* £a seguid» 



(i7) 
ftl^nas de lai damas que asistiao á h ceremomñ^ ó los ungetctg 
mas caliticados, le ceñían la espada, le calzaban las espuelas v te 
ajustaban la major parte de las piezas de la armadura, acompa- 
ñando cada acción con un voto ó deseo á favor del nuevo caba^ 
Uero, comO! « Dios le haga buen caballero^ n «Dios v el señor 
8. Jorge le dé ventura en lides, etc.» 

Algunas veces se conferia también la drden de la caballería 
sin tantas ceremonias, j era cuando en medio de un asalto ó pe^ 
lea, un caballero se había distinguido particularmente, dando 
pruebas estraordinarias de valor* Entonces en el mismo campo 
de batalla , sobre las almenas de un castillo 5 ó en la misma bre^ 
cha de una torre, se arrodillaba el valeroso paladín á los pies del 
principe ó caudillo que había presenciado sus proezas, y dán- 
dole este la pescozada^ loa espaldarsízos j la acolada 6 abrazo, le 
hacia caballero* 

(27) Sanchohienaya. Esta plaza tomd, según se cree, el 
nombre de Sancho Mina ja , d de Sancho de fienhaya ó Befi 
Yabta, vecino de Toledo, que vivía en tiempo de Alonso VIII' 

(a8) DoAa Molinera* ( V. la nota 3.* al Utulo de la obra}« 

dtof ttulo f ttatt0. 

(ag) La del alba* O lo mismo que si dijéramos «<la hora del 
alba seria etci» por referirse al sustantivo hora^ palabra con que 
finaliza el capítulo anterior, é inmediata al artículo la con que 
empieza este. No fuera menester esta advertencia si se lejera se- 
guido como antiguamente se hacia sin división de capítulos^ los 
cuales se introdujeron para servir de descanso y comodidad al 
lector. (V. el principio del capítulo VI)* 

(3o) De buen taflCé Como Cervantes se propuso princípaU 
mente por modelo en la composición de su fábula las aventurad 
de Amadis de Gaula, es de creer que en esta quiso imitar ridí-* 
culizándola al mismo tiempo , la que se 'lee en el cap. 7a do 
aquella historia. En eUa se dice que pasando cerca de un bosque 
Darajdo j Galtaziro, j ojendo voces lastimeras, se internaron 
«n él j vieron como dos damas estaban azotando con varas ver« 
des á un caballero que tenían desnndo y atado á un tronco de 
un árbol por amante desleal , que había dado palabra de casa- 
miento á entrambas á un mismo tiempo. Estos castigos se impo- 
nian muchas veces en virtud de sentencia formal proferida por 
unos tribunales llamados Cortes de amor , compuestos de un 
determinado número de damas y caballeros* Lo^ zelos de lo» 



( «8) 
amantes ^ j las desatetiencins entre ellos^ eran el objeto ordína^» 
rio de las sentencias ó decisiones que proferia la corte de amor» 
Para su régimen ó gobierno se compuso un código de jarispru* 
dencia, llamado Código de amor^ escrito en latin^ que cons* 
taba de 3 1 artículos. Seguramente que el castigo que aquellas 
damas aplicaban á su desleal caballero, seria por haber iofrin-- 
gido el artículo III de dicho cddigo, que dice: Nemo dupfíci po- 
test amore ligari. c< Nadie puede amar á dos á un mismo tiem- 
po.» Marcial de Alvernia publicó una colección de autos profe- 
ridos con arregloá este código titulada Jrrestns amorum^ y so- 
bre ella hizo vario» comentarios en latín otro jurisconsulto ea 
i533. 

(3 i) Pagarlo con las setenas. Frase alusiva con que se es- 
plica el daño ó castigo que alguno ha padecido ó padecerá des- 
igual ó escesivo á la culpa que cometió ^ Se deriva de la pena que 
antiguamente se impouia á ciertos delitos, con la que se obliga- 
ba á pagar el siete duplo j según éspresiondel Fuero Juzgólo sea 
el siete lanfo ó siete veces mas del daño que se habia causado* 

(32) La adarga al pedio» (V. la nota a.'). 

(33) Si todo el mundo no conjiesa. Entre los delirios de los 
caballeros andantes no era ú menor querer sostener y empe- 
ñarse en que todo el mundo habia de confesar , que la señora 
ú quien servian era la mas hermosa de todas cuantas existían. 
Tenemos muchos ejemplos de estas arrogancias, desvarios y te^ 
mefidades en casi todos los libros de caballerías. Los mas de 
los torneos, y muchas de las reyertas y combates entre aquellos 
verdaderos ó supuestos campeones de que hablan sus libros, no . 
solian tener mas objeto que defender la hermosura de sus da- 
mas. Amadis bajo el nombre del Caballero Griego, sostuvo ea 
un gran torneo celebrado en presencia de toda la corte de Lon- 
dres, que Grasinda, princesa griega que habia conocido en Mi- 
cenas, era la mas hermosa doncella de toda aquella corte. El 
mismo Amadis combatió con Angriote j su hermano, que guar- 
daban un paso con el objeto de hacer confesar, ó hacer armas 
con todo caballero que no afirmara que la señora á quien servia 
Angriote era la mas hermosa de todas» Brimartes, en un desafío 
después de haber derribado del caballo á su contrario , le dijo : 

« muerto sois si no conocéis que vuestra señora no iguala á la 
hermosura de mi Onpria. >» En este pasage critica Cervantes y 
ridiculiza á mas no poder aquellos despropósitos , con las dono- 
sas y satíricas razones que pasaron entre Dr Quijote y el merca^ 



(19) 
der 9 quien Terdaderamente acredítd con ellas ser «tan poco bur- 
lón j muj mucho discreto* » 

(34) La sin par Dulcinea del Toboso, Cervantes, remedando 
á Amadis de Gaula, quiso que la ridicula señora de su D. Quijote 
se llamara también la sin par ó la sin igual Dulcinea, del mismo 
modo que aquel llamaba á la suja la sin par Oriana, cuja cos- 
tumbre habían seguido igualmente otros caballeros posteriores 
á Ámadis. (V* las notas la j4^). 

Copftula qmvA0. 

(35) El romance lo canta. Refíere que Garloto, hijo de Car- 
io Idagno, sacó con un engaño á la floresta Sin ventura á Baldo- 
vinos con ánimo de quitarle la vida, y de casarse con su viuda. 
Dióle en efecto veinte j dos heridas mortales j le dejd abandona- 
do. En esto su tio el marques de Mantua, que andaba cazando 
por allí, OJO sus lamentos j le reconoció. Entonces fue cuando 
hizo aquel estraño juramento de vengar la muerte de su sobrino, 
de que habla D. Quijote, j puede verse en el cap. X de esta 
misma parte; j á fíu de verificarlo envió una embajada al empe- 
rador, que residía en París con el conde Dirlos pisorrey de alien-' 
€Íe el mar^ pidiendo justicia; j Cario Magno mandó ejecutar la 
sentencia de muerte en su hijo Carloto. A continuación pone- 
mos los versos de este romance, aunque interrumpidos, como 
'o s puso Pellicer en su edición, con los cuales D. Quijote se que- 
jaba de los palos que había recibido, como lo hacia Baldo vinos 
herido de muerte hablando con su muger. 

O mi primo Montesinos ! 
O infante D. Merian! 



O esforzado D. Rajnaldos! 
O buen paladín Roldane! 

O noble marques de Mantua 
Mi señor tio carnale! 
Donde estáis, que no ois 
Mi doloroso quejare? 

Que Á mí llamnn Baldovínos, 
Que el franco solían llamare. 
Hijo soj delRej de Dacía, 



(ao) 
Hij[0 soy HIJO caraale: 
Uuo de los doce Pares 
Que á su mesa comeo pane* 
•• ••»',* • 
La linda iufanla Sevilla 
Es ini esposa sin dudare. 
Hame herido Cariólo^ 
Su hijo del emperaiite. 
Porque requirió de amores 
A mi esposa con maidade^ 
De mí se fuera á veugare. 
Pensando' que con mi muerte* 
Cou ella habia de casare etc. 
(36) Donde se escribe. Abindarraez era un moro del Knager 
distinguido de los Abeucerrages de Granada. Desterrado de eila 
se crida la vista del alcaide de Cártama y en compañía de una 
hija de este llamada J-ar¡ fe 6 Xarifa joven de singular hermosura». 
Enamoráionse mutuamente losdos jóvenes, y habiendo pasado 
el alcaide de Cártama á serlo de Coin por disposición del rey de 
Grauada,qi*edaad»enla primera fortaleza Abindafraca^ concer- 
táronse los dos amautes que Jarifa avisaria cuando* hubiese oca- 
sión de ir » verla para celebrar su deseado enlace. A poco de este 
convenio tu'vo el alcaide que ausentarse para ir á Granada, y avi- 
sado Abindarraez , salió de noche para Coin y tuvo la desgrar- 
eia de caer e» una- emboscada que tenia puesta Rodrigo de* Nar- 
- vaez, á quien el infante D. Femando e( Honesto dejó por alcaid'e 
de Antequera cuando la conquistó. La suma tristeza y lo»hoiidds 
suspiros que exalaba el cautivo llamaron la atención del castella- 
no, el cual informado del origen de su quebranto, jr compadecido 
de la aflicción del moro, le permitió segir su camino á Coin ba- 
jo palabra de presentársele dentro tercero dia. Antes que este 
plazo acabara cumpKó su palabra Abindarraez, presentándose 
acompasado de Jarifa que quiso seguir la suerte de su amante» 
^arvaezy no menos geueroso que su cautivo , y prendado del 
Boble y leal comportamiento de Abindarraez, completó la felici- 
dad de los dos esposos restituyéndoles la libertad y haciéndoles 
escoltar hasta que estuvieran en parage seguro. Aunque esta sea 
en resumen la sustancia del suceso de que nos ocupamos, Cer- 
vantes le alteró algún tanto suponiendo que Narvaez se llevd 
cautivo al moro eñ su alcaidía, siendo asi que hemos visto que 
desde el mismo lugar de la apreheusioa le pefinitió coaliaaar si*. 
Gaiiiiuo áCoin. 



(ai) 

P7) Pares de Francia. No éitan acordies los autores acercí 
«1 origen de los Pares de Francia, Unos atribuj^en su instílu- 
cion á Cario Magno, si bien queHenaut cree que este origen es 
romancesco. Otros al rej Roberto, y algunos á Luis el Jdven- 
Los ha habido también que los han supuesto de creación de Hu- 
go Capetu. Sin embargo parece que el nombre Par es tan an- 
tiguo en Francia como su monarquía. Derívase del latín par 
igual, semejante; porque los pares eran iguales en clase, en valort 
en dignidad/ en valentía. Los mas nombrados de los doce pares 
fueron Roldan, Oliveros, Reinaldos de Mootalvan, Ricarle de 
Korraandía, Guido de Borgona, y otros cujos nombres se leen 
con alguna variedad en las historias y libros de caballerías. Del 
contenido de estos puede deducirse que la especie de orden que 
formaban los Doce Pares se asemejaba á la de los caballeros de 
la Tabla 6 Mesa redonda. (Y. la nota 4^]* 

En un principio se daba el nombre de par á todos los fran- 
ceses sin distinción, siempre que fuesen iguales entre sí, pues 
no era propio de ninguna dignidad. Después se aplicó á los jue- 
ces de ciertas poblaciones ; y mas adelante se di<5 el título de 
par del reino á los grandes vasallos ó feudatarios de la corona, 
los cuales componían un consejo 6 tribunal presidido por el' 
Rey , llamado la «c Corte de Francia » ó la « Corte del Rey »> y 
también la « Coite de los doce pares de Francia» por constar 
de seis pares eclesiásticos, y de seis laicos 6 seglares. La historia 
y hechos verdaderos 6 fabulosos de estos pares , ha ocupado 
muchas páginas de los libros y romances de caballerías. £n el 
año i5a5 se publicó en Sevilla uno con el título: «Libro del no- 
ble y esforzado caballero Reinaldos de Montalban , j de lai 
grandes proezas y estraños hechos en armas , que él y Roldan 
y todos los doce pares paladinos hicieron. » 

Los nueve caballeros de la Fama fueron tres judíos, tres gen- 
tiles y tres cristianos, á saber: Josué, David y Judas Macabeo: 
Alejandro , Héctor y Julio César : Artus , Cario Magno y Go- 
dofre de Bullón. En el año de i53o se publicó en Lisboa un 
libro acerca estos caballeros titulado: «Crónica llamada el triunfo 
de los nueve preciados dé la fama , en la cual se contienen las 
vidas de cada uno y los escelentes hechos en armas y grandes 
proezas que cada uno hizo en su vida , con la vida del muy fa- 
moso caballero Bel tran de Guesclin, condestable que fue de 
Francia y duque de Molina , nuevamente traducida del lengua- 
ge francei en nuestro vulgar castellano» por el honorable varón 



(aa) 
Antonio Rodríguez Portugal , principal rey de armas del Rey 
nuestro señor. Reimprimióse este mismo libro en Alcalá de He- 
nares en 1 585. 

( 38 ) Había muerto d cuatro gigantes. Aunque nadie crea 
en la existencia de un pueblo de gigantes ni de enanos , pue» 
parece que la naturaleza ha fijado la altura de los hombres á cin- 
co pies poco mas ó menos , no obstante los libros de caballerías 
están tan llenos de aventuras , en las cuales figuran estos mons« 
truos ó abortos de la naturaleza, que cualquiera creeria que ver* 
daderamente eran comunísimos en aquellos tiempos. En los li- 
bros de caballerías se suele dar á los gigantes el nombre de jaya- 
nes, j generalmente seles represeaiSL soberbios y descomedidos 
como dice D. Quijote en el cap. I. Los nombres de los gigantes 
Morgante, Alabastro, Pasamonte, Mandroco, Argofeo, Balan, 
Matroco, Trasilcon,Argamonte,Briareo y otros, son muj comu- 
nes en los libros referidos. 

Los enanos y las enanas, mucho mas comunes que los gigan" 
tes 6 los hombres de una talla colosal, pasaron á ser después de 
moda, y se introdujo la costumbre de tener algunos en los pala^» 
cios de los reyes y grandes señores para divertirse con ellos. Los 
enanos figuran mucho en las historias de los caballeros andantes. 
Solian ser los mensageros, ó de quienes las damas, príncipes 6 
reyes se vallan para enviar ciertos recados importantes, como car» 
teles de desafíos, pésames etc. Se les ve por lo común en los car- 
roseles ti otras pompas caballerescas montados cerca sus amos ó 
dirigiendo á veces los mismos carros , ó tocando instrumentos 
estraños y desoidos. Generalmente se pintan feos y de^ mala ca« 
tadura, y no solo en la edad media y tiempos posteriores se divir- 
tieron los grandes con los enanos, sino que hallamos ya algo de 
esta costumbre entre los romanos* Los enanos fueron también 
otro de los ornatos de la corte de muchos reyes. De Felipe^II sa- 
bemos que tenia uno llamado Estanislao, gran tirador de arcabuz y 
Felipe m poseiaotro tan pequeño, llamado Simón Bonamí, que 
Figueroa le llama «átomo de criatura, vislumbre de niño , prín- 
QÍpe de enanos, peubamiento visible, burla del sexo viril, melin- 
drillo de naturaleza;» y Felipe lY iba en ciertas ocasiones acom- 
pañado de otro enano. 

Una pasión estremada por lo maravilloso hizo inventar á los 
autores délos romances de caballerías aquellos combates estraor. 
dinarios y sobrenaturales, en cuyas exageradas descripciones te- 
nemos un ejemplo de hasta ^onde pueden conducir á un hom- 
bre los estravíos de la razón. 



( ^3 > 

(39) El sabio Esquife» Debe decir Alqaife, notijire que tal 
-vez estropeó la sobriaa, y fue el sabio hi:>toriador que escribió 
la ce Crónica del muy valiente Ainadis de Grecia, llamado el 
caballero de la ardiente espada v de la que tenemos una edición 
hecha en Sevilla en i542* (V. la nota 45*} 

(40) Jayanes. (Y. la nota 38). 

Capitulo eerta. 

(4 1) El cual. Esto es D. Quijote, última palabra del capítulo 
antecedente. (V. la nota ag). 

(4^) Pulió las llaves. Es decir el cura que se nombra en el 
título 6 epígrafe del capítulo. (V. la nota ag). 

(43) Amadis de Gaida. Entre los libros de caballerías na- 
die disputará seguramente su primacía al dé Amadis deGaula. 
£1 mismo Cervantes en el escrutinio que el cura y el barbero 
hicieron en la librería de O. Quijote, dijo: que los cuatro libros 
de Amadis deGaula fue el primero de caballerías que se impri- 
mió en España , y que todos los demus tomaron principio y 
origen de este \ y los escrutadores , sin embargo de su rigidez, 
resolvieron otorgarle la vida , y librarle de pasar á las manos 
de la ama , y de estas por la ventana al corral para dar pábulo 
á la hoguera «por ser el mejor de todos los libros que de este 
género se habian compuesto, y úuico en su arte. » D. Quijote 
se propuso imitar principalmente á Amadis de Gaula en sus 
aventuras y andanzas caballerescas, y el preferirle á la demás 
caterva de caballeros aventureros , procederia acaso de consi- 
derarle el mas amartelado de su dama , el mas tieruo de cora- 
zón , el mas lleno de pundonor, y especialmente de ser el mas 
famoso y como el fundador de la orden estrecba de la caballe- 
ría ; por cuja razón el cura le da el título de Dogmatizador de 
su secta. Sin embargo no por eso debe considerarse que el li- 
bro de Amadis de Gaula fuese el primero que se estíribió y pu- 
blicó de caballerías; pues conviene advertir que hubo á lo me- 
nos dos clases ó sectas de caballeros andantes. Los unos llama- 
dos de la Tabla redonda, tenían relación con los principios del 
reino de Inglaterra, y la introducción del evangelio en él, mez- 
clado y confundido todo con cuentos y narraciones estraüas y 
estra vagantes. Otro linage de libros de caballerías habia, en 
los cuales se trataba del origen de los galos, primeros habi- 
tantes de las Galias ó Francia , conocidos en tales historias con 



(a4) 
\os aomhres de giiulos ó gauleses : y de eitos el primero qae so 
imprimid ea España fue sia duda ei de Amadis de Gaula. 

Las mas de las Daciones cultas de Europa ^ dice Pellicer ^ se 
disputan la gloria de ser autores de este libro. Los fl» meneos 
quieren que primero se escribiese en su lengua, de donde dicea 
le tradujo i la española un tal Acuerdo de Oliva sin ceñirse á 
las lejes de intérprete, sino usando de libertad, añadiendo mu* 
chas cosas , y por esta traducción española hizo la suya fran« 
cesa Jacobo Gorreo, El Amadis en francés era (an estimado eu 
Francia , según dicen entre otros Vicente Plácelo , que apenas 
había fainilia donde no se hallase un ejemplar; porque se creía 
que sin él no se podia hablar ni escribir con perfección la len- 
gua ; y Heurique IIl le apreciaba en tanta manera , que le te- 
nia colocado eu su libreria entre las obras de Aristóteles y Pla«* 
ton. El mi:>mo Placcio añade en el Teatro de los anónimos^ 
que es público y notorio que el autor del Amadis de Gaula 
es e:>paiiol , y que en lengua española fue escrita oríginalmeate 
su historia , aunque no conste por quien» El que este héroe fa- 
buloso se fíuja francés, nada tampoco justifica : antes de esto, 
como dice D* Nicolás Antonio, se puede deducir que no lo era j 
porque era común entre los escritores de libros de caballerias^ 
suponer que sus héroes habían nacido en países lejanos. 

Creyeron algunos franceses, pero sin razón ninguna, que el 
libro de Amadis de Gaula fue escrito por la española Santa Te- 
resa de Jesús, fundados sin duda en que la Santa escribió uno 
de caballerías, como lo dice terminantemente su Qonf<QSor el P« 
1). Francisco de Ribera» 

Lope de Vega atribuye el libro de Amadis á una dama por- 
tuguesa» El abate Llampilles, sin duda con mucho fuqdam<snto^ 
dice que el primer romance español titulado Amadis de Gaula^ 
fue compuesto en el siglo XIV por el portuges Vasco Lobeyra^ 
natural que era de Oporto y que asistió á la célebre batalla de 
Alj abarrota dada en el año i385 \ añadiendo que apenas se pu<« 
bltcó, fue creído superior á cuantos habían salido basta entonces^ 
y á cuantos se escribieron hasta el Quijote, El P* Sarmiento na 
quiere conceder este honor á los portugueses , atribuyendo con 
poca razón esta historia , unas veces á D. Alonso dis Cartagona^ 
obispo de Burgos , y otras á ü» Pedro López de Ayala , his- 
toriador del rey D. Pedro , que murió en 1407 j pero Pellicep 
caii justifica que no pudo ser autor de ella ni el uno ni el otro, 
Ss íoclina, como Llampilles, á que Amadis de Gaj^ia ^e escriii 



<aS) 
fñá «B el siglo XIV t y no maj al principio ^ f andado en qoe 
el Dante ni el Petrarca no hicieron mención de él eo la invec- 
tiva contra los libros de caballerías ; j añade que este libro 
es posterior al de los caballeros que tratan de la Tabla re- 
donda. 

Gste libro anónimo de Jmadis de paula ^ fue^ como be- 
nos insinuado, el primero que de caballerías se imprimió en 
castellano en España ; pero igualmente se ignora en qué tiem- 
po. Se cree que el primero que lo publicó fue un tal Garci Or- 
doñez de IHontalvOf regidor de Medina del Campo^despues 
de concluida la conquista del reino de Granada . Este roman- 
ce debió mucho á este editor, según cree LlaropíUes, por ha- 
ber corregido j retocado su estilo ; pero Pellicer no es de U 
misma opinión , pues aunque en el prólogo de la edición he- 
c}ía en Zaragoza en i5at , la mas antigua que se conserva ea 
la Biblioteca Real , advierte el mismo Ordoñez que « le corrí- 
¿vi de Los aniiguos originales quitando muchas palabras super- 
íuas , y poniendo otras de mas pulido y elegante estilo» añade 
que con esta inoportuna diligencia desfiguró el original. 

IMingun romance, en juicio de Quadrio, citado por el mismo 
UampiUes en su Ensajo histórico-apologético de la literatura 
española , ha tenido jamas tanto aplauso como el de Amadis^ 
j todavía le conserva después de tantos años. «Se ha de con- 
fesar, añade, que es el mejor en el género de caballería, el 
roas gustoso y el mas bien escríto,» El voto de Torcualo 
Xasso es mas decisivo. Hablando este poeta italiano en un dis« 
cnrso sobre el poema épico de este y otros romances españo- 
les 9 dice : « Sea quien fuere el que ñus describió á Amadis. 
amante de Oriana, merece mas aprecio que algunos de los es-^ 
critores franceses , sin esceptuar de este número á Arnaldo Da- 
niel 9 que escribió el de Lanzarote, y por masque dijese Dante^ 
Rime d* amor e prose di Romanü 
Spi^erchib tiUti^ e lasciar dir gli stolü 
Che qiiel di Lemosi credon che avanzi, 

Pero si hubiese leído á Amadis de Gaula y otros, continua el 
Tasso, quizá hubiera mudado de concepto; porque con mas no- 
bleza y major constancia pintan los amores los poetas españoles 
que los frapceses. » 

El mismo Garci Ordoñez , que corrigió el antiguo Amadis^ 
;iü|nen^ó un quinto libro, al que tituló: «Las Sergas de Esplan- 
di«ii»y ó j¿splandianhijo de Amufüs» que es lo míómo que decir las 



• (a6) 

proezas , hechos 6 hazañas de Esplandian^ que publicó ea 
. Sevilla el año iSaG, y tanta aceptacioa tuvo el hijo como el pa- 
dre. Otras dos ediciones se hicieroQ) una en2jaragoza en iSSj^y 
otra en Alcalá en fol. en 1 58S. En el principio de estas Sergas ó 
proezas se advierte que « fueron escriptas en griego por la naa- 
no del maestro Helisabad.» Mambrino Koseo las tradujo al ita- 
lianOf jen poco tiempo se hicieron cuatro ediciones. Publicóse 
también enfrances^ j se imprimió en Paris en el año de i543. 

AmadiSf continua nuestro Lllampilles, fue una fuente inagota- 
ble de nuevos romances españoles, estimados y traducidos ápor* 
fía por italianos, franceses, ingleses, holandeses y alemanes, de 
nodo que se hizo en Francia una colección de veinte j cuatro 
tomos, y tuvieron tanta aceptación y despacho, que se hrcieroa 
hasta nueve ediciones de ella, y otra reimpresión se hizo en ale^ 
^an que constaba de treinta tomos* 

De nixesiro uámadis de Gaula publica el condedeTressanen 
Paris, como dice Julio Ferrario, un compendio en dos tomos ea 
X779, que se reimprimió en 1787* £1 mismo romance sirvió de" 
snodelo á Bernardo Tasso para componer su poema, titulado 
también Amadis de Gaula. Los autores italianos del Diccionario 
histórico biográfico, en el tomo XIX de su obra, dicen: «que Ber- 
nardo Tasso, que nació en Bergamo en 149^'» padre que fue 
del célebre Torcuato, adquirió mucha reputación con Sus obras 
poéticas, de las cuales la mas célebre y lamas buscada es el 
Amadis de Gaula, poema tomado de un romanee español. » El 
Tasso principió á escribirle por los años i545 en Sorrento, jr le 
concluyó en iSSg» La Academia veneciana, de la cual era indi-> 
viduo, le in^tó para darle al publico; pero quiso hacer la edi^ 
cion por sí mismo y ásus espensas, y le imprimió en i56o en 
un tomo en 4*° Poco después se hizo otra edición con la vida del 
autor, en Bergamo, cuatro voliímenesen ia.^ 

Como D. Qui}ote se propuso principalmente por modelo de 
sus andanzas caballerescas el amartelado Amadis de Gaula^ 
creemos oportuno dar una idea de la historia de este héroe, con- 
siderado por D. Quijote como el dogmatizador y el fundador 
de la estrecha orden de la caballería. 

Lisvarte , hermano de Fatangris, rey de la Gran Bretaña, se 
hallaba en la corte del rey de Dinamarca casado con su hija Bri— 
sena, en ocasión que murió el rey su hermano. Llamado Lisvarte 
á sucederle , se embarcó con su esposa y sus dos hijas Leonoreta 
y uriana; pero antes de pasar á sus nuevos estados fue á visitar 
á Languiues y rey de Escocia. 



Algunos alborotos acaecidos en la Gran Bretaña le reclamaroa 
á elJa 9 y determina partir ^ encomendando á la reina de Esco- 
cía el cuidado de su hija Oriaha , princesa en la flor de la ju- 
ventud j un portento de hermosura* La Reina cre^ no poder 
hacerla mejor obsequio que darla para su servicio al Doncel del 
Mar, joven galán educado en su corte, j casi de la misma edad de 
Oriana. £1 corazón de la princesa sintió muy luego una pasioa 
desconocida por su Doncel del Mar, y este quedó locamente ena- 
morado de SMsin par OrinüíL. £ntre los varios incidentes desús 
amores, el Doncel en un dia de campo se arrojó valerosamente 
sobre un león , que estaba próximo á devorar á la Princesa , 'y 
uiató á la fiera. Este importante servicio tributado al amor, acre- 
centó e&la pasión, y la gratitud aumentó el de Oriana. 

Otro dia , uno de los mas descomunales gigantes , seguido de 
cuatro malandrines, se arrojó sobre la Reina, sobre Oriana y so- 
bre su séquito, y el Doncel del Mar, aprovechando esta nueva 
coyuntura de dar pruebas de su valor, combatió con todos aque- 
llos follones, y quitó la vida al gigante y á sus secuaces. Por se- 
gunda vez Oriana le debió la vida, y aun mas que la vida; porque 
aquel jayán era un corsario feroz venido de una ínsula de que era 
señor, situada entre la Gran Bretaña y la Irlanda, adonde queriit 
llevar á Oriana y á sus compañeras para reunirlaSf con otras ciea 
jóvenes que había robado, en una especie de serrallo que tenia pa^ 
ra su recreo. Oriana y la demás comitiva después de esta aventunt 
se dirigían acompañadas de su valiente libertador á la ciudad, en 
ocasión que el día declinaba ya; cuando he aqui que de repente 
yen aparecer á alguna distancia cien antorchas encendidas que 
avanzaban hacia ellas, y una doncella agraciada y cortés, que se 
adelantó y propuso á la Reina y á la señora Oi^ana se sirvieratv 
detenerse hasta el día siguiente en su palacio, que no lejos de allí 
había, en el cual les esperaba la encantadora Ürganda. Paramas 
inclinarlas á que admitieran el ofrecimiento, las dijo que nada te- 
nían que temer, pues velaría en su defensa un rey de los mas 
¿lustres y valerosos; y en el momento que acabó de nombrarle 
llegó el mismo rey , que era Perion, señor de las Gaulas, y pa- 
riente al mismo tiempo de la reina de Escocía , quien acompaño 
i las damas á la morada de la encantadora. 

Mientras la comitiva examinaba las varias salas de ella, iluml*" 
nadas con infinidad de bujías, Oriana y el Doncel del Mar esta- 
ban con los ojos fijos el uno al otro, pero sin hablarse. El Don- 
cel por fía rompió el silencio; pero solo para suplicarla se díg-^ 



nara íata<poner sa meclíaeioii con el Rej para que le confiriera 
la (Si'd^n de caballería, á Ba de poder , armado ja caballero , ir 
por el mnüdo á acometer las mas difíciles y atrevidas aventaras. 
En esto se presenta Ürganda á recibir á sus buéspedes, y el 
Rey de Escocía, avisado por otra parte, llega también. Los dos re^ 
yes y Urganda, enterados de las dos aventuras á que did cabo el 
Doncel del Mar, estaban haciendo el elogio* merecido de su va. 
. k>r; y entonces fue cuando aprovechando Oriana tan buena co^ 
juntura, pidió á Perion le confiriera la drden de la caballería. El 
Rey accedíd á su demanda, y le armó caballero. Terminada la ce- 
remonia, Perion, que solo habia pasado á Escocia á pedir al Rey 
»u cunado ausilio contra el feroz Abies, rey de Irlanda y de las 
Oreadas, que habia invadido sus estados con un ejército de bár-^ 
liaros, habiendo alcanzado loque deseaba se preparó para partir. 
£1 novel caballero, inflamado de honor y amor, quiso aeompa- 
ñarle, y se dispuso también para seguirle. Tomd let riea espada 
que le dio Gandales, señor escoces quej lo educó en sus primeros 
años, y otras cosas preciosas que habta traído coosigo en una ca« 
|ita. Entre estas habia un anillo el mas rico y una bola{de cera* 
La seiíora Oriana tomó para sí y como uua memoria de su caba-* 
Ilero la bola de cera, y el Doncel del Mar partió, llevándose para» 
escudero á Ganda lín, hijo de Gandates, que habia sido educada 
con él desde la niñez, como que se llamaban hermanos de lechcj^ 
y deseaba correr el mundo en busca de aventuras. 

Siguiendo los pasoá del rey ¡Perion de Gaula, topó el novel ca- 
ballero con una dama y una doncella! la primera le presentó un^i 
lanza, dícíéndole que con aquella arma salvariaUa casa real de 
donde descendía, y era Urganda la encantadora, puesjinmedia. 
lamente desapareció. La donpella era una danesa ó jdinamarque* 
sst al servicio déla reina de k Gran Bretaña, ácuya corte volvía, 
pero antes de hacerlo manifestó al Doncel del Mar que permane. 
cería por algunos días cerca su persona á} fin de ver como sabia 
hacer uso de aquella lanza. La primera vez que se sirvió de ella 
fue para librar al rey Perion, el cual por una asechanza, puesta 
por unos malandrínes, se hallaba en muy inminente peligro de 
perder la vida. Los malvados fueron] todos traspasados con sa 
lanza, ó despedazados xon su, espada; y el Rey lleno de gratitud 
abrazó á su defensor, y se dirigió ya con seguridad'á &us¡ estados. 
£1 Doncel, ansioso de nuevas aventuras, emprendió Otro camina 
diferente del que seguía Perion. La Doncella de Dinamarca, tes- 
ligo ocular de sus empresas, y salúfecha de su valoi'i se despidió 



tas) 
ddí^ven caballero, y se dirigió á la corle de Eccocía, en donde 
reiiri<51as grandes aventuras del Doncel del Mar, cujas nuevaf 
alegraron el corazón de la sin par Oriana* Debiendo nuijr luego 
reunirse esta princesa con su padre, y no siéndole entonces tan 
lácil saber noticias de su caballero^ [determinó lomar por secreta* 
ria á la Doncella de Dinamarca j le^confió.un secreto importantef 
á saber : qne dentro de la bola de cera queJLe dejd el Doncel delMart 
halló un papel^ y en él escrito su nombre, con la cualidad de 
ser hijo de un Rey. Al mismo tiempo la suplicd que M^le presen- 
Hse en su nombre con aquella contraseña para asegurarse de su 
constante afecto. 

Llegado el tiempo de marchar Oríana á k Gran Bretaña, Ur- 
ganda la encantadora fue á buscarla en una nave magnífica, y 
durante la travesía contó á la señora Oriana el nacimiento de| 
joven Doncel del Mar. Debia la vida al mismo rey Períon, que l^ 
armó caballero sin conocerle, y al que salvd la vida, ürgauda le 
refirió que viajando el rey Perion en su juventud para adquirir 
gloria y hooor, y habiéndose alojado de resultas de cierta aven*- 
tura en el castillo del cpnde de Salandria, tuvo secretamente de 
ia hija de este un hijo^ al que llamaron Florestano. Después pa- 
só Perion á la Pequeña Bretaña ó Armórica, vio en ella las dos h¿- 
í;4S del rey Garinter, llamadas la primera la muger de la Guir- 
landa, y la otra Elisenda; y enamorado locamente de Elisenda 
se casó coD ella sin mas testigos que su doncella. De esta unión 
tuvieron un hijo, que dio á luz secretamente la princesa; y para 
poner á salvo su honor, lo abandonó á las olas en una cuna de 
madera de cedro, en la cual hizo poner la espada que le dejó Pe- 
rion cuando partió, un anillo que ól mismo le regaló, una bola 
de cera, y dentro de ella un papel con el nombre del niño y la 
condición del padre. Elisenda se unió después públicamente en 
matrimonio con Perion, y reinaba con él en las Gaulas; pero en- 
trambos, dijo la encantadora, están llorando la pérdida del pri- 
mer fruto de su amor. El dia que el niño fue abandonado á las 
olas, continuó Urganda, un caballero escoces, llamado Gandales, 
que por casualidad se paseaba por la playa, vio la cuna, procuró 
recogerla, la hizo llevar á su casa, y dio al niño el nombre de 
Doncel del Mar, con alusión á su halla2go. Oriana no ignoraba lo 
restante de la historia, terminada la cual entróla nave en el puer- 
to de Vi ndilisora. 

Entre tanto el Doncel del Mar, después de varios encuentros y 
«venluras, cuya narración seria sin duda pesada, estrechado con 



V (3o) 

íntima amistad con Agrages, príncipe de Escocia^ que capitanea- 
ba la gente mandada por el rey LaoguineS) que había ido en .au- 
silio de Períon,se embarcaron y abordaron enNormandía, j lue- 
go llegaron á la ciudad de Baldam en donde se hallaba encerrado 
Perion después de haber perdido varias batallas. Recibióles este 
rey con los brazos abiertos y con la major fikgría. El feroz 
Abies se reunió con sus irlandeses, y presentóse delante de la 
ciudad para asaltarla. Perion, el Príncipe de Escocia y el Doncel 
del Mar se prepararon para salírle al encuentro y rechazarle; pe- 
ro cajreron en una celada. El Doncel se encontró con Abiei^ y lo 
desaíid á singular batalla; este la aceptó, y fue vencido j muerto 
después de un largo, feroz y nunca oido combate. Mientras que 
el vencedor fue conducido en triunfo á la ciudad, y que el Rej j 
la Reina de las Gaulas reconocen deberle á él solo su salvación j ' 
la de su reino, la Doncella de Dinamarca, confídenta de Oriana^ 
llegó, y le dio la embajada; y por conducto de ella supo el Don- 
cel del Mar su nombre y su origen real; pero le faltaba saber de 
qué rey había nacido. 

En aquel mismo día una casualidad hizo que el rey jr la reina 
de las Gaulas observaran el anillo que el Doncel del Mar llevaba 
puesto ; y principiando á sospechar lo que pudiese ser , deter- 
minaron ir juntos los dus esposos por la noche al aposento del jd. 
ven héroe, que hallaron sepultado en un profundo sueño.El Rej 
descolgó la espada que tenia á su cabecera , y reconoció ser la 
misma que dejó en otro tiempo á Elisenda cuando se vio precisado 
á abandonarla. Esta espada y el anillo eran dos señales que uni- 
das apenas les dejaban duda; y con la espresion de su alegrú des- 
piertan al Doncel del Mar, y supieron de su boca que aquel mis- 
ino día habia sabido que no era hijo del buen Gandales que lo 
educó, como se creia, sino un joven desgraciado^ aunque hijo de 
un' rey , hallado por s^quel caballero escoces en una cuna de ce- 
dro abandonada á la merced de las olas... Entonces todo quedó 
descubierto: Elisenda y Perion reconocieron ¿ su hijo, y desde 
aquel día dejó el nombre de Doncel del Mar, y tomó el áejáma- 
dis de Gaula. Fue llamado también « el Caballero de la Verde 
espada » y principalmente en Alemania no le sabían otro nom- 
bre. La espada , por la cual se le dio este título , tenia la vaina 
hecha de un hueso verde de cierto pescado muy raro , tan diii- 
fano que se traslucía la hoja. El encanto de esta e^ada consistí» 
en no poderse sacar de la vaina ; pero Amadis de Gaula la sacd 
en una especie de justa ó aventura que se celebró para honrará 
la señora Oriaua. 



(3i) 

LUmdse igualmente el caballero de los Leones , el caballero 
«leí Enano 9 etc. ^ cuyos nombres tomd de varías aventaras , se* 
^«in costumbre de los caballeros andantes. 

Poco tiempo después de haber descubierto Araadis el secreto 
de su nacimiento ^ resolvió volver cerca de su sin par Oriana* 
pero lo ocultó al Rej su padre bajo el pretesto de querer ir á ad- 
quirir gloria j honor buscando nuevas aventuras. Perion^á pe- 
sar de su ternura , no pudo oponerse á unos deseos y ¿ un mo- 
tivo tan justo; j «se aderezó para se partir á buscar las aventu- 
ras por emendar é cobrar el tiempo que en tanto menoscabo de 
su honra alli estuvo» como se lee en su historia. Luego que Ama- 
dis llegó i la Gran Bretaña | las ayenturas de este caballero se 
sucedieron sin intermisión. 

La reina Elisenda j el rej Perion , después que subieron ai 
trono tuvieron otro hijo llamado Galaor, que fue robndo por un 
gigante, pero con buen ñn^y fue para ponerlo en poder de Ur- 
ganda la desconocida, que velaba sobre la suerte de los dos her- 
manos, y quería dar al mas joven una educación conforme á sus 
designios. Esta fue la que le condujo á Amadispara hacerle dar 
la orden de caballería. 

El amor constante de Amadisy de Oriana fue puesto en gran- 
des y largas pruebas, y se vio combatido de diferentes maneras; 
y el ínteres qtie tomaba por su hermano le espuso á grandes peli- 
gros. El carácter de este era del todo diferente del de Amadis* 
Gaiaor le igualaba en hermosura, y si se quiere también en Va- 
lor , y como él era inclinado al amor; pero eran otros sus senti- 
mientos. Amadis tenia uno solo en su corazón; la sin par Oriana 
lo era todo para él: diferente de Gaiaor que todo el sexo entero 
tenia derecho sobre su corazón, y puede decirse que se inflama- 
ba igualmente por todas cuantas mugeres veia. Los hechos de 
Amadis eran todos heroicos: en servir á las mugeres ; en arran- 
carlas del duro cautiverio en que las tenían gigantes que las ro- 
baron; en librarlas del dominio de caballeros desleales que las 
oprimían ; en socorrer á los huérfanos , amparar á las viudas, y 
deshacer toda suerte de tuertos y agravios, no se proponía otro 
^ objeto que cumolír con los deberes de la estrecha orden de la 
caballería; y todos sus pensamientos, todas sus acciones se di- 
rigían á su sin par Oriana, y en nombre de ella emprendía y á 
ella sola ofrecia su gloria y el fruto de sus aventuras, Gaiaor en 
medio de sus buenas acciones no desdeñaba recibir el premio de 
los beueQcios que hacia, y disfrutaba de cuantos placeres la 



(30 

ocasión le ofreciat j como caballera menos avisado j desierta 
que «u hermano caía en cuantos lazos le armaban, j de ellos 
siempre era Amadis el que le sacaba. Amadis era á un mismo 
tiempo el modelo de un amor á toda prueba, / el dechado de 
ana perfecta amistad. 

Ürganda la desconocida velaba sobre los dos, j preparaba por 
medio de mil lances y aventuras peligrosas la unión tan desea- 
da de Amadis y de la señora Oriana. Ambos amantes eran mujr 
felices con el sclo placer de amarse: en sus mas secretas con ver- 
sadoneSii si su mutuo amor era igual, no lo era menos tampoco 
su continencia; pero un dia que algunos ibllonef enviados por 
el encantador Archeloro, enemigo de Lisvarte j de so hija, ro- 
baban á la señora Oriana, Amadis corrió tras de ellos ^ loo 
alcanad en un bosque, csiyó sobre ellos como el rajo , j por 
otra vez libró ¿ su dama y señora de su corazón. La gratitud 9 
el amor, el placer y la satisiaccion de volverse á ver reunido» 
después de tales peligros, la noche^la soledad, d bosque, todo 
ayudó para conmover el corazón de la señora Oriana, y á ven- 
cer por primera vez la timidez de Amadis.. •• Pero corramos un 
velo sobre esta escena, y pasemos á la corte de Vindilisoray ea 
la que llevó poco después Amadis á su señora , esperando pro^ 
longarstt felicidad casándose con su adorada Oriana. Pero esta 
se vio turbada de mil modos, y en particular por los zelos devo* 
radores. La hermosa y joven firiolanja imploró el ausüio del 
fuerte brazo de Amadis para vindicar la muerte dd rey su pa» 
dre, que fue aseÁoado por un vil usurpador. Las leyes de la es' 
trecha orden de la caballerea, y la magnanimidad de Amadis le 
mandaron socorrer i aquella ilustre princesa^ y acometer aque-* 
Ha aventura; pero otra» circunstancias juntamente unida» coa 
ella, hicieron creerá la señora (Viana que Briolauja habia cau- 
tivado el corazón de su caballero; por lo que abamdonada á to- 
dos los trasportes de los zelos, le escribió una carta llena de ra- 
biosas quejas por su creída infidelidad, mandándole no compa* 
reciese masen su presencia. El sobre escrito déla carta decía así*. 
« Yo soy la doncella herida de punta de espada por el corazón , 
y vos sois el que me iériste; » cuya carta le envió por medio det 
doncel Burin. Pero en qué momentos llegó á las manos de Ama- 
dis esta carta ? cuando acababa de conquistar la ínsula Firme; 
y colocada ya en el trono I» princesa Briolanja , los habitante» 
de la corte de Sobradisa se preparaban para coronar al mas va- 
liente y leal caballero. Recibió Amadis la carta, la leyó, y princ»* 



( 33 ) 
p\Í á ácíéspertrsé , prórumpíendo én íiieriés gtllús , y áertüM 
ihaiido copiosas lagrimas. Llegó la noche, abaodond sus afentu-* 
i-as , despidióse de su escudero Gandalin, al que siniid no podci» 
hacer grandes mercedes, y qué dejó por gobernador de la ínsula 
Firme, y solo y desarmado salió de elta, y sé retírd ó una selva 
á hacer penitencia bajo la dirección dé un ermiwño llamadd 
Andalod, que vivía en una ermilfe idternada siete leguas en U 
mar sobre una peñíi alta y estrecha llamada la pena Pobre. El 
desesperado Amadis lé pidió qué le mudase el nombre para nú 
ser conocido; y atendida su belleía esiérior y sus angustias ín-* 
tenores, le puso el ermitaño él de Belteoebros , <5 el de el Bello 
tenebroso; ésto es^ hermoso én el cuci'po, y triste, itiélancólicoy 
opaco en él ánimo* Los ejercicios de su penitencia sé reducían á 
asislii'a' vísperas^ á confesarse con el ermitaño, á oír su misa f 
rezar otras devociones} pero sobre todoá gémir^ suspirar y ane-» 
garsé en lágrimas vivas, esperatído con esta penitencia volverá 
la gracia dé su señora^ Oiana* En medio de sus lágrimas coní- 
poüia también Amadis alguüas canciones que ál mismo entona- 
ba y cantaba. 

Desengañada la señora Oríariade sus infundados zelos, le en- 
irid otra carta^ que le hizo entregar por la Doncella de Dinamar-» 
ca, y por medio de ella le sác<5 de la ermita, y lé llévd al Rastillo 
de Miraflores cerca de Londres. AI llegar alU restableció én él 
trono á este rey, qué se hallaba en un trance de los mas apu-« 
rados en qué se halló caballero andante, pues sostenía una des-* 
igual batalla con Gíldadano, rey de Irlanda, y con una manada 
de jayanes, á los cuales acuchilló y venció Amadis* 

Celebres fueron también las otfas aventuras que acdmetid 
mientras permaneció cerca la corte del rey Lísvarte/ hasta qué 
engañado estépor envidiosos doHesanos^ sé vid precisado el buen 
caballero a abandonai- la morada deliciosa del castillo de Mira- 
flores. 

Pasó después Amadis al oriente cn busca dé nuevas aventu^ 
ras4 Si quisiéramos entrar en todos los pormenores y referir lo» 
lances que en aquellos países se le presentaron, sería nunca aéa-- 
bar. Solo diremos que llegó á Constautinopla , en donde conti- 
nuó adquiriendo fama de muy valiente y corsés caballero. Al 
llegar áMicenas fué recibido con mucha distinción por una her^ 
mosa princesa llamada Grasinda, á la que sé le pitso ert la íma« 
ginacion la mas eslraña ¡dea. Habiendo oído celebrar la hemío« 
sura de las damas déla Corle de Inglaterra, pidió á Amadis qtt« 



(34) 
la llevase consigo á Londres ^ y que en medio de la corte confe-' 
sase que no había otra doncella en ella mas hermosa que la prin. 
cesa Grasiuda, y que hiciese armas con lodos cuantos dijesen 
otra cosa, 6 se atreviesen á negarlo. Amadis se vio cortado en 
un principio i J no supo que contestar; pero luego occurrién- 
dolé que no se le exigía sino sostener que Grasinda era la mas 
hermosa de todas las doncellas^ no tuvo reparo en otorgarle la 
gracia que se le pedia, pues sabia que su Oriana estaba ja fue- 
ra de aquel número. Preparáronse ambos para partir, y llegaron 
sr landres, en d(^nde Amadis le cumplió la palalira, presentán- 
dose en un gran torneo que se celebró, bajo el uoinbre del Caba- 
llero Griego. En él y en presencia de toda la corte de ia Gran 
Bretaña derriba á cuantos caballeros se atrevieron á confesar 
que habia olra doncella n^as hermosa que Grasinda, la cual úl- 
timamente recibiddel supuesto Caballero Griego en presencia de 
lodos ios espectadores, la corona destinada para la mas hermo- 
sar 

La señora Oriana se hallaba poco comprometida con esta vic- 
toria ganada sobre las doncellas bretonas, pueshabia dadoá luz 
secretamente un'hijo, que fi^ie céJebre con el tiempo bajo el nom- 
bre de Espía ndian. 

Entre tanto el emperador de Roma, ignorante de los amores 
de Amadis y de Oriana, la pidid por esposa. Lisvarte, que nada 
sabia tampoco, le concedió la mano de su hija, y se pre6entduna 
escuadra para conducirla á Roma. Amadis, retirado en su ínsula 
Firme, sabedor de todo, mandó aprestar otra escuadra á toda pri- 
sa, y reuniendo pilotos j soldados se puso á la mar esperando á . 
Iaes('uadra romana» Preséntase esta ala vista de la isla , échase 
encima, y apoderándose de la señora Oriana se la lleva consiga 
á la isla. Entonces se declaró abiertamente la guerra entre Lis- 
varte y Amadis; y el día de una gran batalla salvó otra vez el mits«- 
mo Am:<dis la vida á Lisvarte, en el que veia siempre al padre 
de Oriana . Suspendiéronse las hostilidades, y durante la tregua, 
un buen ermitaño, que educó al joven Esplandian , consiguió 
calmar el furor de entrambos, y persuadir á Lisvarte que convi- 
niera en la unión de los dos amantes, descubriéndole el secreto 
de su familia, que ignoraba del ^odo. Otros lances que pusieron á 
este rey en nuevos peligros, de los cuales le sacó siempre Ama- 
dis, prepararon la paz que últimamente se firmó. Lisvarte, que 
no tenia ningún hijo legítimo, dejó el reino de Londres á Amadis 
y se celebrarou las bodas de este con la señora Oriaaá cu la íu- 



(35) 
sala Firmé que desencantada por la maga ^ pas<$ i ser desdtf 
entonces la morada feliz de Amadis de Gaula y de su sin par Oria* 
na. 

(44) Las Sergas de Espiandian» (V. la nota 43). 

(45) Del mismo linage de Amadis • Ei libro de Amadis dé 
Grecia es el noveno de la colección de los de Amadis j de sus des« 
cendientes, la cual const&ba de 214 libros, como dijimos en la no- 
ta 43, J todos elfos fueron condenados al fuego por el cura, á 
escepcion de los cuatro libros primeros de Amadis de Gaula. Ha- 
blando Vicente Placcío de la colección de estos libros dice: que 
es una biblioteca perniciosísima compuesta por españoles^ 
aunque aumentada principalmente por los franceses. El caballe- 
ro Amadis de Grecia era hijo de Lisvarte de Grecia y de Onolo- 
ria, y este hijo de Amadis de Gaula, de modo que el de Grecia 
era nieto del de Gaula. La a Crónica del muj valiente y esforza- 
do príncipe y caballero de la ardiente espada Amadis de Gre^* 
cía, hijo de Lisvarte de Grecia , Emperador de Constantinopla 
y de Trapisonda y Rey de Rodas » consta de dos partes, y al 
principio de la segunda se advierte, que fue «r sacada de griego 
en latin, y de latín en romance, según lo escribid el gran sabio 
Alquife en las mágicas m y la dedicd á Amadis rey de la Gran Bre- 
taña. Se hizo de ella una edición en Burgos en i535, otra ett 
Sevilla en i54a, y otra en Lisboa en iSgS en folio. 

(4^) La reina PitUiquiniestr a ele* Giganta de figura espantosa 
y ridicula, según dice Pellícer; pero creemos que no sea del todo 
fundada esta aserción; porque si entendia hablar de la Reina 
Pintiquiniestra , que lo era de las Amazonas, solo se dice de ella 
que era muy grande de cuerpo, y por esto tal vez la llamd Pellí- 
cer giganta ; pero en manera alguna está bien decir de ella 
que era de figura espantosa y ridicula, pues se dice en la misma 
historia que era hermosa y bien parecida, y hasta llega á com- 
pararse su belleza con la de un ángel. Tampoco es aplicable nn" 
da de lo que dice Péllí^er á la otra Pintiquiniestra, reina que fue 
de Sobradisa, esposa de Períon y madre del doncel Bavarte, y 
son las dos únicas reinas de este nombre de que se habla en los 
libros de caballerías. 

El pastor Dariné],dequ¡en sehabla en Amadis de Gracia, era iiin 
bello j<5 ven natural de Ti reí , cei'ca Alejandría de Egipto, y 'se 
dice que estaba locamente enamorado de Silvia hija de la princesa 
Onoloria, que se criaba desconocida apacentando el ganado d« 
sus supuestos padres por las orillas del Nilo. En obsequio (te es^ 



(36) 
ta j<$ven compuso Darinel sus endiabladas églogas^ como las Utt^ 
ma el coraf / sus eorevesadas cantigas j razones. 

(47) Dtsparalado y arroganle. tíl título del libro de Don 
Olivante de Laura dice asi ; « Hisloria del invencible caballero 
O. Olivante de Laura, Principe de Macedonia, que por sus ad- 
mirables hazañas vino á ser emperador de Constantinopla: agora 
nuevamente sacada á luz. Va dirigida al üey JS. ty, (Felipe .II }.j> 
£a Barcelona por Claudio Bornat, impresor j librero; al Águila 
fuerte i564* Con privilegio real por lo años: en folio. Se halla 
'lividido en tres libros, cada uuo de los cuales tiene su portada 
particular; pero sigue la numeración hasta la de SoÜ páginas, en 
cuyo final dice .que se acabó de imprimir en i o de julio de 1 564» 
Compuso esta obra Antonio de Torquemada,secretario del conde 
de Benaveutc, después del año 1 5ao, y fue iguaimente el autor» 
como lo dice el mismo cura, de otro libro titulado te Jardio de 
Flores m ambos escritos por el gusto estrafalario de los demás de 
caballerías. 

(48) Florismarte de Hir cania. Publicó esta historia Melchor 
de Ortega, caballero de Ubeda, con el título de oPrimera parte de 
la historia del príucipe Fclixmarte de Uircauia.» Un tomo en fo' 
lio; ValiailolMi año de i556, por Francisco Fernandez de Córdo-' 
'ya. En ella se supuso que fue traducida de Jeugua toscaoa, y su 
autor la dedicó á Juan Vázquez de Molina, secretario del rej y 
del consejo de estado. El estraño uacinjiento del héroe de este 
romance be cuenta en él del modo siguieate: Habiendo ia prin- 
cesa Mariediua, esposa del príncipe Florarán de Misia, dado é 
luz cu un monte un hijo en manos de BeLagina, una muger sal* 
vage, pensó llamarle Floribmarte, nombre compueato, ó que par- 
ticipaba del de su padre j de su madre; sin embargo, pareciendo, 
le mas souorojr significativo el de Felixinarte^ determinó llamar- 
le asi, y por esta razón unas veces se le da este nombre otras el 
primitivo. 

(49) Estraño nacimiento^ (V. la nota ífi¡)» 

(50) El caballero Platir. La historia de este caballero, que 
tiene por título « Crónica del muj valiente y ci^forzado caballe- 
ro Platir, hijo del emperador Primaleon» cousta de un lomo en 
folio impresa en Valladolid en i533 por Nicolás Tierri , y dedi- 
cado á los marf|ueáes de Astorga D. Pedro Alvarez Osoriojr 
Doña María Pimentel. Aunque es de autor anónimo, como lo son 
la ma^or parte de los libros de caballerías, se cree no obstante 
^ue fue escrita en español) en lo que conviene también Julia 



(37) 
Ferrario. GliRpuysIa tradujo en francés y se hicieron dos edicio« 
liasen i6.^ en León de Francia; una en 1 58o y otra en r6i8. 
£1 mismo romance bahía sido traducido ál italiano é impreso en 
Venecia en iSSg, en 8.** 

(5 i) El caballero de la cruz. Este libro, conocido también 
con el título del caballero Lepolemo 6 Leopolemo, hijo del empe- 
rador de Alemania, se divide en dos libros 6 tomos. El primero 
tiene el título de «Libro del inuencible canallero Lepolemo, hijo 
Ae\ emperador de Alemania, y de los hechos que hizo llamándo- 
se el cauallero déla Cruz. » El segando « Leandro el Bel etc., se- 
gún le compuso el sabio Rey Artidoro en lengua griega, m Ambos 
se imprimieron enToledo por Miguel Ferrer en fol., el primero en 
el año 1 5439 y el segando, según se lee en el mismo , á los 19 
días del mes de mayo de i543. Tambieu se hizo una edición de' 
x.^ en Sevilla en casa Francisco Pérez, impresor de libros, pero 
no lleva año de impresión; tal vez seria la que cita Bowlc y dice 
lo fue en 1 534» El primero se supone escrito en arábigo por man- 
dado del soldán Zulema por un moro Ihunado Xarton , y tradu- 
cido en castellano por un cautivo de Túnez. De las dos dedicato- 
rias que tiene, la una va dirigida por el cautivo al conde de Sal- 
daña, y la otra del moro al Soldán. Al fíu de la obra promete el 
supuesto Xarton el libro, segundo, que se publicó como hemos 
dicho, y está dedicado á D. Juan Claros deGuzman, conde de 
IViebla, y en este ofrece la traducción de la tercera parte. Debe- 
mos a las investigaciones de.Pellicer conocer al verdadero au- 
tor de estos dos libros, que fue Pedro de Lujan, el mismo que 
publicó los fc Coloquios matrimoniales. » De lo que dice el mis- 
mo Pedro de Lujan en los « Coloquios »> venimos en conocimien- 
to también que el libro i.^<5 el del caballero de la Cruz, por otro 
nombre Lepolemo, es el XII de los de Am'adis; y el 2.^ 6 Lean- 
dro el Bel el XIIL Estos libros fueron traducidos al francés y 
al italiano: esta última edición se hizo en Venecia en i58o 
en 8.^ 

(5a) Esnejo de caballerías. Esta obra de caballerías consta 
de cinco partes. La primera, que es la que vid el barbero, y de 
la que habla el cura , la escnbid Diego Ordoñez ú Ortuñez de 
Calahorra, natural de Naxera, y la dedicó á Martin Cortés, hijo 
del célebre Hernán Cortés,' conquistador de Méjico. 

Elsta primera parte se halla dividida en dos libros, que se im- 
primieron en iS6a en fol. Escribió la segunda parte Pedro de 
Idt Sierra, natural de Cariñena en Aragón, lacaai consta igual- 



(38) 
mente de otros dos libros que pubJicó en Zaragoza en el ano 
de i58o eu fol. El licenciado Marcos Martínez, de Alcalá de Ue* 
nareSf compuso la tercera/ cuarta parte, cada una de las cua« 
les ^consta asiinisino de otros dos libros , de los cuale;» se 
hizo una edición en Zaragoza en el ano de i6a3 en fol. dedica* 
da á O. Hodrigo Suriniento de Villaudrando, duque de Hijar. 
La parte quinta del Espejo de caballerías ignurarríos si se pu<* 
blicd, y solo sabemos por lo que dice Pellióer, que en la Biblio^ 
teca Heal cxistia manuscrito y en fol. el libro primero de la parte 
quinta , que nosotros creemos fue escrita por Feliciano de 
íjilva. 

En 1 55o se publicó en Sevilla un libro de caballerías titulado 
o Espejo de caballerías , en el cual se trata de los feídbos de D» 
lloldan y de Aeinaldos. »> En el de i56o se did á lu» en Zara-^ 
goza otra con el título de « El espejo de príncipes y caballeros* 
parte primera dividida en tres libros, en los cuales se cuentan 
las inmortales proezas del caballero del Febo y de su hermano 
Rosicler, hijos del gran Trebacio, emperador de Constantino^ 
pía , con I9S altas caballerías y amores de la hermosísima y es-» 
tremada princesa Claridiana, y de otros grandes príncipes y car 
balleros , traducción del latín al romance por Diego Ordoñez de 
Calahorra, natural de la ciudad de Naxera, La a," 3," y 4»* parte 
tratan de estos hijos de los caballeros andantes, y forman con la 
if" cuatro tomos en folio* Eu iSS^ se imprimió en Alcalá y ea 
folio por Marco Martiqez de Alcalá la «Tercera parte del Espejo 
de príncipes y caballeros ; hechos de los hijos jr nietos del 
emperador Trebacio. » 

(53) El verrüidero historiador Tur pin. La historia que me-» 
rece una particular mención por haber suministrado casi e^ 
primer argumento al Ariosto y á los otros épicos románticos que 
le precedieron y que le siguieron, tejiendo sus poemas con las era, 
presas de Cario Magno y de sus paladines, es la supuesta cró- 
nica de la vida de Cario Magno y de Orlando atribuida á Juan 
Turpin 6 Tilpiu, arzobispo que fue de Reims y que murió en el 
año 800 de la era vulgar. Ningún hombre ilustrado tiene poF 
geouina esta crónica que Cervantes irónicamente llama verda^ 
dera, y son varias las opiniones acerca el tiempo en que fue escri^ 
ta y su verdadero autor. Unos creen, apoyados en un antiguo 
códice, que fue escrita por el monge GoíTredo, prior del monas- 
terio de S. Andrés de Viena en el Delíinado, en el año 109a, en 
el prefacio del cual se dice que dicha crónica fue traída á Fran " 



( 39 ) 
Cía de la Cspería, e^to es, de España. Otros suponen qneyerda- 
defámente un tal Tiirpin, arzobispo que fue de Ueims, arregid 
esta crónica reuniendo las varias cantigas 6 romances que can- 
taban los juglares, refiriendo las proezas y aventuras de Cario 
Magno j de sus compañeros de armas, para escitar al pueblo 
Á levantarse contra los sarracenos. La atribuyei^n algunos ai 
monge Roberto, qne vivía en tiempo del concilio de Clermont ce- 
lebrado durante la primera cruzada, cuya historia escribid tam- 
bién, y de la cual tomd los materiales TorcuatoTasso para com- 
poner la Jerusalen libertada. La primera edición de esta Crdni- 
nica, se cree fue la que se hizo en Basilea en 15^4 ^^^ ^^ títuloi 
Ve vka Caroli Magni etRolatidij en la Bihliolefia Eealde Tu- 
ría existe un códice con este título: Turpini Idstoriafcimosissi'^ 
wi Car olli Magni ^ guando Tellurem Hispanicam et Galetíanum 
á potestale Sarrasenonim Uberavit» Aulerior á la edición del 
(testo latino se iflopriíaió una traducción francesa con el título: 
La cronique de Turpin^ Archevéque de Reims , Vun des Pairs 
/de France^^ contenanlles prouesses etfaits d? armes advenusen 
son lemsj traduit du latín par Rohert Gaguin» París par Chait" 
diere» iSay^ Otra edición francesa se hizo en León en i583; j 
aun algunos suponen que anteriormente á estas se habia hech9 
otra en i5o5. La lectura de la crónica llamada de Turpin infla- 
mó la imaginación de algunos escritoras de los tiempos posterio- 
res, y dio origen á varias composiciones romancescas. £1 primer 
|>ocnia sacado de la supuesta crónica, fue la España Historia- 
da que en 4o cantos comprende la última espedicion de Cario 
Magno basta la batalla de Ronccsvallcs. La misma hisloria sir- 
vió de modelo al conde Mateo Maria Boyardo para su nOi lando 
Enamorado » y para componer el Ariosto el « Orlando furioso. » 
En iSaS se imprimió en Sevilla el » Libro del noble y esforza- 
do caballero Reinaldos de Montalvan, y de las grandes proezas 
j estranos hechos en armas que él y Roldan y todos los doce pa- 
reS paladinos hicieron » y en 1 5a8 se publicó en la misma ciu- 
dad por Nicolás de Piamonte la historia del emperador Cario 
Magno y de los doce pares de Francia . 

(54) El cristiano poeta Ludosfico Ariosto • Este célebre poeta 
italiano, que nació en Regio en 1 474 ^^ una distinguida familia, 
compuso su <c Orlando furioso » tomando por modelo el « Orlan- 
do enamorado» de Boyardo, como hemos dicho en la nota 53* 
Queriendo disuadirle el cardenal Bembo que escribiera su poe- 
ma en italiaaOf é instáadole a que lo hiciera eu Utiu^ contestó 



(4p) 

0I Ariosto: 41 mas bien quiero ser el primer escritor entre los ita-» 
)Í4aoSf que el segundo eutre los imitaos, ocupando Virgilio el 
primer lugar entre loa» 4itimos.»£il Ariosto habia pensado prirae-r 
TO escribir su poen^a eo tercetos como el Dante^ é hizo ^Igmi en-s- 
^fQ qi^e se impriinif^ con sus poesías y que empieii^: 
Cante rp Parmij pantera gliaffanfii 
P^amor , ch^ un cUvalier. sostenne grat*i 
Peregrinando in térra e^n mar moW anni, 
3in embargo desisú^ deispues de esta idea y la escribid en octavas^ 
PrincipifS bw poequa en el aqo i5o5f y en el de 1S16 did a lua^ 
en Ferrara 4q cientos 9 y sucesivamente se hicieron deélb»sU| 
nueve edioioueSf aun viviendo al AriostOf quien corrigidf varió jr 
aumentq Js) obra de seis cantos mas. Se conoce que CervaoteSy 
por lo que hace decir al cura hablando con el barbero , habia 
formado una alta idea del ic Orlando furioso » y que con razoa 
le tenia por un poema escelente; sin embargo el ingles Jarvis 
en una nota i $u traducción del Quijote no repara en decir que 
f( Cervantes po gusti^ba de las eslravagancias del Ariosto v cuya 
errada interpretación avisa á los comentadores, como dice Pelli-^ 
per, de cuan espuestos %stan á hacer decir á los autores cosas que 
pi dijeron qi imaginaron; d por ipejor decir, cos^s pQqirarias 4 las 
que imaginaron y dijeron, 

Tradujo el Orlando furioso del italiano al español, el capitaa 
D. Gerdairoo Jimenex de Urrea, natural de Gpila en Aragón^ 
y gobernador que fue de la Pulla en el reino de Ñapóles. Imprí* 
piidse su traducción métrica en i556 en León de Francia> y ea 
1 558 en Atnberes, retocada por $u traductor, Otra edioioq se hin 
zo en BUbao en i585, y en Toledo en i586Í, ambas en 4*° Sin em-r 
bargo del elogio que hace de este traductor el cronista Andrés, 
D, Diego de Mendoza le critica con bastante acrimonia; y el 
mismo Cervantes, por boca del cura, no le hace tampoco mu-, 
cho favor, diciendo que <c le quitó mucho de su natural valor.>i 
El cura llama h ingenio cristiano » al Ariosto , porque 1^ 
palabra ingenio tenia en tien^po de Cervantes mas aplicaciqnesí 
que ahora, como dijimos en la nota i.' al título de la obra; y el 
adjetivo cristiano, porque, según Pellicer,era común dar est|) dic- 
tado á los escritores que no se ocupaban en escribir obras qbsce?- 
nas ni impías, como Pedro Cretino ó de Arezo, que se deshonró! 
con un soneto que escribió ridiculizando las indulgencias, y coi^ 
otros escritos y libelos no menos despreciables contra los sobera-. 
BOSf por ioft que se le llamó el « Azote de los principes, n Por la^ 



(4«) 

miMna razón liemos que ty^ Francisco dé ürbiaft llama al mismo 
Cervamies « ingenio cristiano» en el epitafio que se halla en el 
principio de Perfiles y Segismunda. 

(55) Que vos le entendiérades* Puede aludir esto á la triste 
idea que el cura había formado del barbero, 6 mas bien á que no 
conviniera que e:»te leyera j entendiera ciertos pasages 6 espre^ 
síones que existen en el original, y que desaparecieron 6 se modi« 
iicaron en la traducción, (V, la nota 54)f 

(56) Al señor papitan. Es decir, al traductor, (V, la nota 54)* 

(57) Bernardo del Carpió^ Publicd este poema, escrito en 
oOavaSf Agustín Alonso, vecino de Salamanca, con el titulo: 
« Historia de las hazañas y hechos del inuencible cauallero Ber- 
nardo del Carpió » etc. , ¿ imprimióse en Toledo en el año 
1 585 por Pedro López de Haro* 

Otro libro se publicó algunos años después de la muerte de 
Cervantes, es decir en el año de i6a4« titulado: £1 Bernardo, vic«- 
toria de Roncesiralles,<5 Bernardo del Carpió, poema heroico, por 
elDr. D. Bernardo de Valbuena, abad majror de la iglesia de Ja- 
maica: Madrid por Diego Flamenco* 

(58) RoncesvalleSp O lo mismo que decir « el verdadero su-^ 
«eso de la batalla de Koncesvalles 1» libro oompuesto por Fran-<- 
cisco Garrido de Villena, é impreso en Toledo en i¿83 en 4*°) tra« 
ductor que fue del <r Orlando Enamorado n una de cujas edicio- 
nes se liizo en Alcalá en 1577 j, otra en Toledo en z58i, las dos 
en 4p ^También podria referirse á la continuación del Orlando del 
Ariosto por el poeta valenciano Nicolás de Espinosa, poema en 
35 cantos que con el título de « Segunda parte del Orlando, coa 
el verdadero suceso de la batalla de Koncesvalles, fin y muerte 
de los doce pares de Francia » dedicó al conde de Oliva, Se hizo 
una edición en Zaragoza en i555, otra en Amberes en z557, y 
otra en Alcalá de Henares en 1579 todas en 4«*' Koncesvalles es 
una llanura espadosay agradable de Navarra, rodeada de altas 
montañas, célebre por la batalla en que Cario Magno fue derro-t- 
tado en el ano 778, y en la que murieron Roldan y los doce pa-" 
Fes de Francia. Mucho se ha hablado en los libros de caballerías y 
en nuestros romances de esta derrota, de la que dice Carlos Egin-r 
hardo^ sin embargo de ser historiador francés, que ni siquiera 
quedó uno vivo; conserto cumeis praslio^ asquead unum omnes 
ifUerJi^iunU 

(59) No queden de ella las cenizas. La historia de este ra* 
mancis dice^^ne Pigi^alioui tey de Macedonia, llamado Floren* 



í4a) 
•dos, se enamoren de la infanta Griana, hija de an emperador de 
Gonstantiuopla. Esta, para ocultar el fruto de sus amores, hizo 
llevar á la inontaña de las 01ivas,que e:itaba á una jornada peque» 
ña de la corte, al hijo que acababa de dar á luz, el cual puesto ea 
un canasto fue colgado de una palmera. Un labrador, llamado 
Geraldo, que pasaba por alli, oyó los lloros del niño, y movido á 
compasión le descolgó y se lo llevó á su casa j le puso el nom- 
bre de Palmerin de Oliva, con alusión al del árbol j al de la mon- 
taña en donde le encontró, y le dio á criar á su ranger Marcela á 
quien se le acababa de morir un hijo recien nacido. Griana fae 
entregada por esposa á Tarisio, rey usurpador de la Hungría^ 
pero Florendos acometió á aquel rey, le mató, y recobró sus aa^ 
iiguos derechos sobre su estimada Griana, 

Su hijo Palmerin, que desde los^ primeros anos había mostra"^ 
do un valor estraordinario, y sabia ya que el labrador ea cuya 
casa se había criado no era su padre, estaba ansioso de ir en bas- 
ca de aventuras. Estando en Macedonja consiguió que su mismo 
padre le confiriera la orden de la caballería sin conocerle, y el 
novel caballero se cubrió sucesivamente de honor y gloria^ dan- 
do cabo á peligrosas y remotas espediciones y aventuras. Pero 
no siéndole permitido á un caballero estar sin una dama á quien 
servir, eligió por señora de'sus pensamientos á la hija del empe-r 
rador de Alemania, princesa de una hermosura peregrina y muy 
amable; pero que por desgracia no tenia un nombre poético: lla- 
mábase Polinarda. Para lograr su estimación hizo cosas célebres 
y emprendió guerras varias. En una de sus espediciones libertó 
á Griana y á Florendos de la prisión en que habían sido puestos 
desde el instante en que hubo derribado del trono y muerto á 
Su rival; y de resultas de esta empresa vino en conocimiento de 
quienes eran sus padres, y estos reconocieron á su hijo. El Empe-^ 
rador de Constantioopla, habiendo últimamente consentido ea 
que su hija Griana diera la mano á Florendos, el emperador de 
Alemania Convino también en-dar su hija al valeroso Palmerin^ 
quien después de otras varias aventuras sucedió al padre y al 
suegro en los tronos de M acedonia y de Gonstantinopla. La his- 
toria añade que fue uno de los mas célebres é ilustres empera- 
dores de la Grecia, sin embargo de no hacerse de él ninguna 
mención en la historia del bajo imperio. Palmerin tuvo dos hijos: 
lino de su esposa Griana, al que dieron el nombre de Prímaleon, 
y otro de la reina de Tarsis, conocido con el de Polendos. Prima- 
león no se distinguió meóos que su padre ea hechos estraordi» 



(43) 
narios. El nombre de la señora de sus pensamientos no fue ; 
armonioso que el de su madre; pero Gridonia^ que asi se llama* 
ba, era también como ella agraciada y hermosa. Todo lo hizo 
Primaleon para ser amado; y habiendo alcanzado sa mano gober«. 
nó por mucho tiempo la Grecia á las órdenes de Palmerin; sos- 
tuvo et lustre y honor de su corona en guerras formidables, qu« 
acabcS ventajosamente; y por fin habiendo heredado su trono^ 
heredó igualmente la gloria de su invencible padre* 

La hiíítoria de Palmerin de Oliva, consta de dos volúmenes en 
folio. El primero, titulado: « Libro del famoso caualí^oPalme-^ 
rin de Oliva, que por el mundo grandes hechos en armas biso 
sin saber cuyo hijo fuese a el cual se habia impreso ja en Ve-» 
necia en i5a6 y en otras ciudades de España antes del año 
X S8o que se hizo una en Toledo en casa de López de Haro. De-> 
dicdse esta edición, que consta de 176 cap. á O. Luis de Górdova^ 
hijo del conde de Gabra. El segundo volumen ó parte de esta bis. 
toria tiene el título: « Libro segundo del emperador Palmerin 
etc», en que se cuentan los hechos de Primaleon y Polendos^ 
sus hijos : m impreso en i563 en Medina del Campo. En 
1 528 se habia hecho otra edición de este romance con el títu«« 
lo: « Los tres libros del caballero Primaleon. » D. Nicolás Anto-* 
nio cita una edición del año kSi6, j en 1698 se hizo otra en Lis- 
boa y en folio que consta de ai'd capítulos encasa de Simón Ló- 
pez con este epígrafe: « Libro que trata délos valerosos y esfor- 
zados hechos en armas de Primaleon, hijo del emperador Palme- 
rin y de su hermano Polendos : y de don Duardos, príncipe de 
Ingalaterra, y de otros preciados caballeros de la corte del Em- 
perador Palmerin» » £1 autor de esta crónica es una muger, que 
aunque los portugueses pretenden sea portuguesaf del contenido 
de una octava que se lee al fin del libro a. ° déla edición de Me- , 
dina del Gampo de i563 resulta que esta muger ó dueña como 
%e Uaina allí, era de Augustóbrica 6 Burgos, según opina PelUcer* 
Dice asi la octava: 

En este esmaltado hay muj rico dechado, 

Van esculpidas mujr ricas labores 

De paz, y de guerra, y de castos amores 

Por mano de dueña prudente labrados» 

Está por ejemplo de todos notado 

Que lo verosímil veamos en flor: 
' Es de Augustóbríca aquesta labor 

Que en Medina se ha agora estampado* 



(44) 

£1 italiano Ludovieo Dolce compuso dos romances ¿picos so^ 
bre las aventuras de Palmeria de Oliva / de su hijo Primaleon^ 
los cuales deben ser considerados como una continuación de los 
Jibros de Amadis. (V. ianota siguiente)» 

(So) Entendimiento. Después que Cervantes espuso sa opw 
nion acerca el romance « Palmerin de Ingalaterra » solo no&fal-- 
ta hablar de su autor j de sus primeras ediciones» Aun no sesaba 
de 6jo si se compuso en español 6 en portugués, bien (|ue parece 
haber rasones poderosas para creer que se escribió en el áltimo 
idioma. XJjoa edición de esta crónica se hizo en español en el año 
s553. 'El editor de una reimpresión que se publicó en Lisboa 
en el año de 1 786 en tres tomos en 4*^ con el til,ulo ; Crónica 
de Paimerin ele Ingiaterra^ primera é segunda parte^ intenta 
probar en el prólogo no solo que la obra se imprimid en portu-» 
guesy sino que la escribió Francisco de Aioraes, quien la publicd 
en Evora en iSSy. Cervantes dice que « es fama la compuso un 
discreto rey de Portugal » con lo que no reconoce á Moraes por^ 
jHi autor, j pensamos que con justa razón. Manuel Faria de Sou-» 
sa dice que algunos creyeron que este rey fuese D. Juan II y ai 
paso que D. Nicolás Antonio la atribuye en parte al infiínte don 
Luis de Portugal, hijo del rey D. Manuei^y padre de D.Antonioy 
prior de Ocrato. Tenemos á la vista una nota de una edición cas-- 
tellana de la i." y 2.* parte* La i." no tiene portada, y solo al ña 
diqe que fue impresa en Toledo en casa de Fernando de Santa 
Catalina, difunto, y que se acabó á los 24 dias dd mes de julio de 
1667. La 2," parte tiene este título: « Libro 2.® del muy esfor- 
zado caballero Palmerin de Ingalaterra, hijo del Rey don Doar- 
dos: en el cual prosiguen y han fin los muy dulces amores que 
tuvo con la infanta Polinarda, dando cima ámUchas aventuras y 
ganando inmortal fama con sus grandes heehos: y de Floriano 
del desierto, hermano, con algunas del príncipe Florendos, hijo 
de Primaleon.» Al fin dice: «fue impreso en la imperial ciudad de 
Toledo. en casa Fernando de Santa Catalina, y acabóse á los 16 
dias del mes de julio de i568«» La tercera y cuarta parte de esta 
historia las escribió Diego Fernandez de Lisboa, y la quinta y 
sexta Baltasar González Lobato, ambos en portugués. 

Tan aficionado fue Alejandro Magno, Rey de Macedonia, á la 
Iliada y Odisea de Homero que siempre las llevaba consigo; y se-» 
gun dice Plutarco solia tenerlas junto con su espada debajo de la 
cabecera de su cama. £1 mismo historiador y Piinio añaden que 
habiéndose encontrado entre los despojos del rey Darío una muy 



(45) 
rica caja gnarnecida de perlas j otras piedras preciosas, la deslín^ 
6 diput<^ como dice el cura, para custodiar en ella las obras de 
Hofoero. 

(6z) Término ultramarino* El que se concede para la prue- 
ba, prc^orcionadoá la distancia donde se ha de hacer, á diferen- 
cia del le|$al de ochenta días. 

(6a) El barbero. La historia de D« Belianis de Grecia se titu. 
la: «cLibro primero del valeroso é inuenciblé Príncipe Don Belia- 
nis de Grecia, hijo del Emperador D. Beliinio, y de la emperatriz 
Clarinda. Sacado de lengua griega, en la cual le escribid el sabio 
Friston, por un hijo del virtuoso varón Toribio Fernandez. » 
Está dividida en cuatro volúmenes ó libros, y forma el XII de 
la colección de los de Amadis hecha por Quadrio. £1 hijo de To- 
ribio Fernandez era el licenciado Gerónimo Fernandez, abogado 
<le Madrid, como se ve por una nota puesta al fín del libro ó par- 
le cuarta, y del privilegio concedido para su impresión á Andrés 
Fernandez, hermano del autor, vecino de Burgos, de donde pare- 
ce descendía esta familia* D. Nicolás Antonio cita una edición de 
esta historia hecha en Esteila en el año i564 en fol. ; j en el 
mismo año se hizo otra edición en Amberes y en igual tamaño. 
Fellicer habla de la existente en la Biblioteca Real hecha en Bur- 
gos también en fol. en el año 1579, la misma edición de que ha- 
ce mención Moratin. Otra se hizo en Zaragoza en i58o 
en casa de Domingo Portonarys y Ürino, y lleva este título: «Li- 
bro primero del valeroso é invencible príncipe D. Belianis de 
Grecia, hijo del emperador D. Belanio de Grecia: en el cual se 
cuentan las estrañas y peligrosas aventuras que sucedieron, con 
los amores que tuvo con la princesa Fiorisbella, hija del Soldán 
de Babilonia: y como fue hallada la Princesa Policena hija del 
Rej Priamo de Troya: sacado de lengua griega en la cual le es- 
cribid el sabio FristOD, por un hijo del virtuoso varón Toribio Fer- 
nandez.» Consta de dos tomos en fol. que comprenden cuatro li- 
bros. Al ñoal del 4*° de la edición de Burgos se lee esta nota : 
«Aqui se acaba la 3.' y 4«* parte de D. Belianis de Grecia, com- 
puesta por el licenciado Gerónimo Fernandez, asimismo autor de 
la !•* y a.^ impresa en la muy nobley muy mas leal ciudad de 
Burgos, cabeza de Castilla, cámara de S. M. Por Pedro de San- 
tillana, impresor: año dé 1579.» 

Tradujo este romance del español al italiano Marobríno Roseo, 
y se imprimid ya en Francia en i586 en 8.° Gabriel Chapuys 
le tradujo en francés^ y fue impreso con los otros libros que ifor- 



(4«) 

man la séríe de los de Amadis, en León, en Piris j en Amberes 
en los anos de i575 j de 1677 en ia.° 

(63) Detriante* Bowle y Pellicer son dé opinión que delie 
decir De Tirante^ y no Detriantej como se lee en casi todas la» 
ediciones ; y acaba de justificarla lo que se lee en el cap. 
59 del libro 3.*^ de la misma historia del famoso Tirante el Blan- 
co, en donde se hace mención de la batalla que el valiente íie Ti" 
rante hizo con uno de los alanos del Príncipe. (V. la nota 66)« 

(64) I^ viuda Reposada* Nombre de la dueña que había 
criado á la princesa Carmesina, esposa de Tirante el Blanco. 
(V.lanoU66). 

(65) Placerdemiuida, Nombre poético de la doncella 6 
camarera de Carmesina, y que favorecia á Tirante el Blanco en 
sus amores con la princesa* (V. la nota 66). 

(66) Asi serd^ respondió el barbero^ £1 famoso romance: 
Tirante el Blanco de Roca Salada, está dividido en 4 libros, en lo» 
cuales se refieren las valerosas hazañas de este héroe , •por U» 
cuales llegó á merecer la mano de la princesa Carmesina, hija de| 
emperador de Constan tinopla, haciéndose al propio tiempo men-- 
cion de otras proezas dignas de eterna memoria* En el segundo 
libro de esta historia se cuenta la analogía de Tirante el Blanco 
de Roca Salada, y se manifiesta por qué tenia éste nombre* He 
aqui en pocas palabras lo que dice el autor: Eran do» hernumoj^ 
uno llamado Uter Pandragon, padre del rej Artur y pariente del 
rey de Inglaterra; ignor^dose el nombre del otro. Apoderáron- 
se estos dos hermanos de un fuerte castillo edificado en la cresta 
de un monte á roca de sal, y de aqui tomó el nombre de Roca 
Salada. Cter Pandragon, primer duque de Bretaña, que había 
conquistado y poseia este castillo, fue elegido para ser yerno 
del Rej de Francia; pero el hermano menor se casó con la prin- 
cesa prometida, por medio de un engaño, y se la llevó al castillo 
de Rock Salada, en donde á poco después de su unión nació Ti- 
rante el Blanco, conviniendo Uter Pandragon en casarse con la 
hija bastarda del mismo Rey de Francia. Tomó el h^roe de este 
romance el nombre de Tirante, porque su padre fue señor de U 
Marca deTirania, la cual por mar, dice el libro, confina coa la 
Inglaterra; y el de Blanco de su madre, que se llamaba Blanca, 
hija del Duque de Bretaña. 

Este romance, escrito en castellano según opinan unos, en por- 
tugués como quieren otros, en ingles, bien que-no es creíble, ó en 
lemositt sigaieado la opinión de algunos otros, seimpríiniópor- 



(47) 
primera yes en este áltima idioma en el ano 1490 en Valencia^ 
como lo dicen Pellicer, Julio Ferrario , j otros ^ y no en el de " 
I /fio como escribió D. JNicolas Antonio j Jimeno» 

Esta obra de la que se dice no existe ó no se conoce mas ejem- 
plar que uno que se halla en la biblioteca de la Sapiencia de lio- 
rna, principia por la tabla jr dice asi; A honor ^ laor de la inme/t^ 
sa é divina vondat de nostre senyor Deu Jesucristré de la sa^ 
cratissima mare sua: comensen les rubriques delllibrede aíjuell 
admirable caualier Tirant lo Blanc, Después de este tabla que 
ocupa ocho hojas empieza: A honor lahor i gloria de Nostr^e se- 
ñior Deu Jesucrist éde la gloriosa sacratissima María mare sua 
senyora nostra* Comenca la lletra del present Ilibre appeUa¿ 
Tirant lo Blatic^ dirigida per mossen Joanot Martorell^ cavaller 
del serenissim princep D, Fernando de Portugal, Esta portada 
tiene por todo el alrededor una orla grabada* Al fin dice: Fotí 
acabada de impremtar lapreseni obra en la ciutat de Falencia 
a sio. días del mes de Noi^embre del anyde la nativitat de nos^ 
tre senyor Deu Jesucristo i49^* Consta de un solo tomo en folio 
mtxy grueso sin foliación y contiene 4^7 capítulos. Otra edición 
se hizo de la misma historia en Barcelona en i497 según dice el 
P. Méndez en su Tipografía Española. 

Eu i5[i se hizo una edición castellana en YaUadolid por Die- 
go de Gudiel bajo el título de « El esforzado é invencible caba- 
llero Tirante el Blanco de Roca Salada, caballero de laGarroierat 
e^ cual por su alta caballería alcanzó á ser Príncipe y Cesar del 
imperio de Grecia. » 

Antonio Bastero en la Crusca Provensal dice que las tres pri- 
meras partes de este romance fueron compuestas por el caballe- 
ro Juan Martorell, quien principió á escribirle en enero de 
1460, añadiendo que le concluyó otro caballero llamado Juan 
de Gualba, y que dicho libro tenia tanta reputación en España 
como el Decameron del Bocacio en Italia. Pellicer dice que se 
escribió este libro en lengua castellana, fundado en que asi lo su- 
pone la traducción lemosina que hizo de ella mosen Juannot 
Martorell, y añade también que por qi^edar imperfecta por su 
muerte la concluyó mosen Martin Juan de Gualba á ruegos de. 
la noble señora Doña Isabel de Loriz. Tradujo este romance del 
español al italiano el doctor Lelio Manfredi de Ferrara, y se 
imprimió por primera vez en Venecia en i538 en 4-° t y se 
hizo otra edición en tres tomos en la.** en i566 con el título: 
Tirante U BioncOf opera intorno alV ufficio della caballería ecc* 



(48) 

M castellano la vertid al francés el conde de Caílds j la ptH 
blicó en 1 740, cujo traductor no tuvo al parecer noticia de b 
edición lemosina. (V. la nota 68}. 

(67) La Diana de Jorge Montemayor. Este romance pasforily 
que se imprimid en i545, es segan el testimonio de Cervantes t\ 
primero de semejantes libros^ j cieitamente es el primero^ coma 
dice Andrés^ que ha obtenido la memoria de la posteridad. El 
autor de esta Diana, Jorge Montemayor, era portugués, másica 
de la capilla de Carlos Y j y soldado valeroso que perdió la vi- 
da en el Piamonte en el ano i56i. La dama que cantd en su 
romance no era ideal ó fingida como cre^d Cervantes, y como 
son las mas que celebran los poetas^ Era esta se&om natura! de 
Valencia de D« Juan, junto á León jr Ezla, como lo dice Lope de 
Yega en la Dorotea, y antes el padre Sepnlveda hablando de \oé 
sucesos del ano i6o3« De ella dice que aunque entonces ja era 
vieja se echaba de ver que en su tiempo fue may hermosa , y 
que á esto reunia el ser muj entendida y muj bien hablada , 
siendo la mas hacendada y rica de su pueblo* Al pasar por é| 
los rejres Felipe III j su esposa volviendo dePortngal en 1602^ 
^ueron á ver esta dama, por ser tan celebrada de Montema vor« 
El portugués Faria de Sousa supone que esta dama se llamaba 
Ana, y que vivia en Valderas; pero sin duda es mas ifundado lo» 
que dicen los dos citados españoles, quienes estarían mas ente- 
rados de esto , en lo que conviene también Pellicer. 

(68) La honra de ser el primero en semejantes íibros. Es 
decir en España, porque fuera de ella escribid antes que Monte" 
iftayor Jacobo Sanazaro, recomendable poeta napolitano, consi^ 
derado como el inventor moderno del genero bucólico meidadó 
de prosa y verso; y la prímera obra de esta ciarse que escribid fue 
la Arcadia^ cujra traducción castellana hecha por ^PcandiiigO 
de Toledo D. Diego López de Ay ala se imprimid en xS47« ^^ ^^^ 
que la Arcadia de Sanazaro did la.idea á Montemajor para conv^ 
poner su Diana. 

(69) Pues la del Salmantino^ La Diana destinada por el cisr^ 
ú acrecentar el número de los libros condenados al corral, la es- 
cribid Alopso Pérez, médico de Salamanca, llamado por esta ra- 
zón Salmantino, quien la dividid en ocho libros y la publico en 
Alcalá en el año de i564« De esta Diana, dice también Andrés,^ 
que no logr6 la aprobación de los doctos, como la de Montema-' 
yoT y la de Gil Polo* 

(70) La de Gil Polo. Este recomendable poeta raleDOaatv 



( 49 ) 
pübltcd cinco libros con el título ; « ÜMtt éilaiiiora<la « eOotí-» 
nuando los siete de Montemajor^ y la imprimió en Valencia sU 
patria dedicándola á D. Gerónimo de Castro é luciéronse otras 
ediciones de la misma en Amberes^ Bruselas, París j Londres, jr 
últimamente en 1778 se hizo una en Madrid por D. Francisco 
Cerda con preciosas notas al canto del Turía qne se halla en el 
lib. 3.° A mas de los eio^os que le tributa CervanteSf el abate 
Andrés dice de ella: «harto mas digna de alabanza me parece U 
Diana Enamorada de Gil Polo en la invención j en el estilo , 
en el verso j en la prosa^ ordenada con variedad de accidentes 
naturales y espontáneos , sin encantamientos ni estrañeaas , y 
escrita con estilo suave, elegante y culto, sin sutilezas ni afee-' 
taciones, aunque á veces es algo dufo por algunas transposi-^ 
cioaes¿» Sin embargo de lo que dicen nuestros dos escritores ^ 
el caballero Floríau no conviene «n los elogios c^e se k triba-» 
tan. 

(71) Púsole d parte Cotí gtahdísinio güstoé Este libro ó 
novela pastoril que Consta de prosa y verso ^ de la que Cervao» 
tes habla de un modo equívodo , publiodse en Barcelona en el 
ano de 1873 por Pedro Malo, con el título: «Los diez libros de 
Fortuna d^ amor etc. donde hallarán los honestos y apacibles 
amores del pastor Frexano y de la hermosa pastora Fortuna ےc*** 
dedicada al conde de Quirra. £1 pastor Frexaüo 6s el mismo 
autor llamado Antonio de lo Fraso , J no Lofrasso como se Ité 
en la edición de la Heal Academia , que nos propusimos por 
testo* Antonio de lo Fraso, que es lo mismo que si dijéramos del 
Fresno, nació en Llaguer, ciudad de la isla de Cerdeña ^ y fue 
soldado valiente, pero poeta inculto^ Su pastora, llamada For« 
tuna , era igualmente qud él natural de la misma ciudad do 
Llaguer ; y de ella t j de las varias fortunas y vicisitudes 
que sufrieron • en sus amores , tituló su libro : « Fortuna dé 
amor* » Sin embargo del po<;o mérito de esta obra, reimprí«« 
mióse en Londres por Pedro Pineda en ij^o. 

(7a) Ei Pastor de Iheriai Escribióle D. Bernardo de la Víf* 
ga, j le dedicó al Duque de Osuna^ é imprimióse en Sevilla ea 
jSgi en 8.° 

(73) Ninfas de Henar eSi Él verdadero t/tuío de este líbrcí 
es: fcPrimera parte de las Ninphas y pastores de Henares divi-* 
dida en seis libros. Compuesta por Bernardo González de Bomí 
Yadilla ^ estudiante en la insigne universidad de Salamanea^j)^ 
I/nprimióse en Alcalá por Juan Gracian , año de 1587 en 8." 

I- 4 



(5o) 
Confiesa el aator en el prólogo de este rarísimo libro <) que tí<$ 
Iriarte^ según dice Pellicer, que era natural de las islas Cana- 
rias 9 j que sin embargo de habitar en las orillas del Tormes ^ 
escribía de las propiedades de las de Henares qué nunca había 
visto. 

(74) Desengaños de zelos. Aunque la Academia en sus va- 
riantes, siguiendo las primeras ediciones ponga, como nosotros 
siguiéndola, Desengaños de zefos^ el verdadero titulo de este 
rarísimo libro es «r Desengaño de celos, n Su autor Bartolomé 
López de Cnciso, natural de Tendill», le publicó en Madrid el 
año de i586 en 8.^, j le dedicó al conde de Melgar. Esta nove- 
la pastoril en prosa j verso á la manera de la Ga latea de Cer- 
vantes, está dividida en seis libros , y al fin de ella promete la 
« segunda parte, que muy presto saldrá á luz.» En el prólogo 
sé disculpa el autor de los errores que puede haber cometido ^ 
alegando ser su primera composición. 

(7$) El Pastor de Filida* So autor Luis Gal vez de Mon- 
talvo,^ criado de D. Henrique de Mendoza y Aragón , nieto de 
los duques (Íel Infantado, le im^ivcnÓ por primera vez en Ma^ 
dríd' en i-58a , j D. Juan Antonio Majans le reimprimid ea 
Valencia en 179a. Lope de Vega tenia por verdadera á Doro- 
lea , danra de esta novela» 

(76) Tesoro devanas poesías. El autor de este libro, ami- 
go de Cervanles según dice el cura, fue D. Pedro Padilla, na- 
tural de Linares , quien siendo ya de edad avanzada tomó el 
hábito de carmelita calzado en Madrid. Por el mismo cura sa- 
bemos que entre sus grandezas tiene esté libro algunas bajezas, 
de las cuales era preciso escardarle y limpiarle; y que su autor 
ló era á mas de otras obras mas heroicas y levantadas , de faa 
que habla I>.^N¡colas Antonio. 

(77) Tjopez Maldonado, Este poeta, natural según secree^ 
de Toledo ^ fue uno de los individuos de I» «Academia de los 
Nocturnos» que se celebraba en Valencia, por los anos de iSgr^ 
entre cuyos individuos tomd el nombre de Sincero , bien que 
después defó de asistir á sus reuniones* La coTeccion de su» 
poesías, ó Cancionero- dividido en dos libros, consta de sone- 
tos, décimas, octavas, sestinas, canciones cortas, y de dos églo- 
gas. Publicóse en Madrid por Guillermo Droy en i586 un to^ 
mo en 4»** con el Iftülo «Cancionero de López Maldonado» dedi- 
cado á D." Tomasa de Borja y Enriquez j señora de Grajar y 
Valverde. 



í 5. ) 

(78) Ln ségiifida pítT*té que promete* Sóii inri<ífaas Xüs éáí^ 
cíonés qué sé han hecho de éSU novélita desde ia primera qaé 
sé hizo en Madrid en i584* Es lá priméií^a producción del in*^ 
tnortal Cervantes^ y la escribió antes dé casarse con D.^Gata-A 
lina Palacios, dé la que se cree habla bajo él nombre de Ga-» 
latea , asi como de sí mismo con el dé Elicio¿ La moer* 
te impidió sí Cervantes publicar la segunda parte de su Galatea, 
como promete hacer en la primera j én él prólogo de Periiles 
y Segismunda que eséribió poco antes dé mórír. El caballer<l 
Floriati publicó en F'rancia una nueva Galatea á imitación dé 
la de CéryantéSf de la que sé han hecho también cariosas édi-> 
cioDés en Castellano. 

(79) La Aratícmia 4 íá Austriaday ^ Móhserratt A más 
del justo elogio que hace Cervantes dé estas aricas prendas dé 
poésúiyi» reprodactrémos lo que hari dicho otros célebres escri- 
toi>es hablando del poema en que £^cilla cantó las proejas dé 
los españoles y dé lOs araucanos en la conquista de la prOf in« 
eia de Afauco^ de la que tomó él nombré su poema. Pát'ece qué' 
Ercilla^ dice Andfies en el Origen de toda la literatura^ quiso 
imitar mas á Ariósto ^ qué á Homero y á Virgilio* : no sOlo tóind 
de Ariosto él principio del poema, sino que aquel modo de co-^ 
Inenzar cada canto con alguna moralidad , y concluirlo remt-^ 
tiéndose á otrO) y aqUél pasar de hecho en hecho^ diciendo es* 
presamente qué deja el uno y pasa al otro^ todo iuanilie|sta qué 
ErciJia tenia por modelo de su Araucana al Orlatido de Ario&to^ 
Voltaire concede ¿ la Araucana calor y fuego en las batallas f 
^ celebra entre otros trozos de ella el elocuente razonamientcr 
dé Colocólo i que antepone al discurso que Homero poso en 
boca del elocuentísimo Néstor. Llampillés en la Apología de la 
literatura española alaba también como escelente todo el pasa* 
ge dé la elección del general , con el que sé pueden comparar 
poco»s de la Enriada de Voltaire. Andrés eelebra las bellas j^ ts-f 
presivas pinturas del fuerte y valeroso Lincojra , jr del incom<r 
parable Caupolican< No le disgustan tampoco ei valeroso ardí- 
Iniento de Lautato , la prisión de Valdivia ^ la esforzada y itn* 
guiar defensa de los eatorcé espaoEoIeSf el dolor del pueblo áes^ 
crito én varias partes^ y algnnos otros pasages qué manrfiestaa 
fecundidad de imaginación ^ y hacen ver el nÁmen poético del 
célebre Erciila. Digno de particular atención le parece taníbién 
la junta celebrada por Caupolican para invadir á los españoles 
hasta en la misma España, los razonamientos de) referkio Ci»« 



(5a) 
locólo t (iel fiero Tiicapd y del m»go ^ y todo caantose reikre 
en ei VIH caoto. Coa menos elogio habla Andrés de la Austria-^ 
da de Juan Rufo, crcíuica^ en verso de D. Juan de Au»lria con la 
relación del levanlamiento de los moriscos, y del IVIonserrale dei 
capitán Cristóbal de Virues, que describe la culf>a y peaiteoci» 
de Garin y la fand ación del monasterio de Mouserrate en el si- 
glo IX, cnjra lectura dice no puede causar gran gasto después 
de haber leído el Gofiredo del Tassir. 

(do) Las lágrimas de Angélica* Luís Barabona de Solo , 
nutural de Lacena,, soldjvdo y poeta que fue , y médico de Ar-« 
chidona,- escribió este poema dividido en la.caiitosy j le piv 
blicó en 1 586 bajo el título Primera pa^^tu de la Angélica* 
Grande es el elogio (|ue hace' Cervanies del autor de estelibroy^ 
«1 misma que íntrodujo^en su Galalea eon el nombre del pastor 
La uso. Tal vez este poeta tomd la idea de au obra de otra que 
publicó en dos cantos Pedro de Aretino en i&3S> también eo» 
el tAulp de Le lacrime d^Angelica^ 

Capítulo si^pttmcT; 

(9t ) Torneo* Se' dífijrenciaba el torneo de la fusta e» quecnf 
d primero convbatian los* tot^neantesen escuadrones ó pelotone» 
mnos contra otros^ al paso que en las jjustas el combate era sin^ 
guiar, es decir ^ de unoá otro. Menage, Oircha^ y Gasaneuve 
derivan^el nombre torneo dellatin bárbaro ¿or/íare,^ar7i íJamen- 
<um,- porque estas corridas se hacían volvienday reviviendo f 
torneando y retornetindo unos contra otros. En este sentido se 
kaila hi p{)labra torneamenlum en las obras de san Bernardor 
Algunos, dice Voltaire en el Ensayo sóbrelas costumÍ>res de las 
naciones , suponen que lo» torneos tomaron el nombre de la 
eiudad de Tours Turs en Francia , pues en estos }uegos no se 
daba vueltas eu torno de la plaza ,• como se hacia con las cor- 
ridas de carros entre los griegos y entre los romanos.. Es mas 
prohalilv, continua, que el nombre torneo vino de la*espada 
llamada en la baja latinidad ensis torneaticuSf especie de espada 
sin punta, por no estar permitido en estos juegos berir cou otra 
punta que con la de la lanza. Las armas de que comunmente 
se hacia uso eran bastones encanas, lanzas sin hierro ó con la 
puuta roma, y espadas sin corte, por cuja rnzon eran llamadas 
corteses ó graciosas. Algunas veces no obstante se servían de 
aiuas^Gon su pufoim aguzada, de hackas de armaS| y de todas la» 



(53) 
4>trM amas de baiaila, llamadas entonces armas d todo trance 
é de muerte. 

No están acordes ios autores acerca el origen de los torneos; 
pero iesmasatríbujren su invención á Geoflíroi^ señor dePrevillíy 
que murió en 1066^ al paso queotros^ y tai vez con mas rasoui 
lian creído que solo redactó las lejres que en ellos debían ob- 
servarse. Quizá BO hizo mas que introducir en ellos ciertas 
evoluciones;, 6 perfeccionar las antiguas; y tal vez por esta ra- 
zón se le considuró como el autor de estos juegos militares. Ge- 
neralizóse el uso de ellos por todas las naciones de Europa , y 
ios moros y los españoles mostraron ser bastante aficionados á 
ostos ejercicios* 

Los torneos fueron por largo tiempo la primera diversión de 
las cortes y ciudades populosas, y el espectáculo con que cele- 
braban las ocasiones mas señaladas de regocijo público. Coro- 
naciones, casamientos de rejes , nacimientos, bautizos, bodag 
de príncipes, conquistas, paces, alianzas, recibimientos de em« 
bajadores y personages de gran valía , y aun otros sucesos de 
menos monta ofrecían á la nobleza, siempre propensa á lucir y 
ostentar su bizarría, frecuentes motivos para repetirlos y mul- 
tiplicarlos. Con el tiempo se solemnizaron tambieti con ellas 
las festividades eclesiásticas, de lo cual haj un testimonio muy 
señalado en la Crónica de D. Pedro Niño, en la cual ponderando 
en el capítulo XI de la primera parte la devoción jr magnificen- 
cia del rejr O* Henrique III , dice: «Cuando mandaba facer 
■ouj honradas fiestas y procesiones , mandalia facer justas 
y torneos y juegos de cañas, ^daba armas y caballos, é ricas 
ropas é guarniciones á aquellos que estas cosas habían de fa- 
cer.» Finalmente llegaron á cdebrarse también por puro pasa- 
tiempo, j de una de estas fiestas , dispuesta en Valladolid por 
el condestable D. Alvaro de Luna , á la cual salió á justar de 
aventurero el señor D. Juan II , da noticia muy individual la 
Crónica de aquel valido en el capítulo III. 

Creciendo la afición á este regocijo, creció también el número 
de los combatientes que se presentaban en él. Hubo torneos de 
quince á quince, de treinta ú treinta , y de cincuenta con cin- 
cuenta; y si en el torneo de ciento ó mas, de que habla un or- 
denamiento del señor D. Alonso el Onceno , se entiende según - 
el modo de contar que era común entonces, esto es , de ciento 
contra ciento, debemos creer que alguna vez se juntasen hasta 
doocieuU» y mas combatiéuteí»; tal era la aficioui y tal la pom- 



(54) 
pa i qu« llegaron estos espeptfículos. Debemos cr^er que «an^ 
que esta diyersion era conocida ^n España en tiempo del rey 
P. Alonso el Sa|}io , no recibiese sq fprma h^sUi los tiempos 
posteriores. Las leyes de partida hablan 4^1 torneo ^ no solo 
pomo de una evolución de la tácúos^ en la guerra, sino taiubiea 
(conio de un ejercicip de pasatiempo ei) la pa^t; pepQ a} misma 
tiempp qife se prol^ibe eif la lejr Sy tit. 5 de 1^ parte i*' á los 

f>rel8dos la asistfsncia á los juegps públicos f solo se mencionan 
QS de alan^r , bohofdar y lidiar toros ; mas po U )usU y ^ 
torneo 9 argumento no desprecii|ble 4 favor de nuestra conjeturat 

£¡1 gusto y Us idea^ caballerescas) queja se habían apodera^ 
fio de la nobleza, hicieron c^da día mas y iiias apreciabies estas 
gestas; pero i^ada contribujd tanto á engrandecerlas, como e} 
«spiritq de galantería qi^e se mezcló en ellas : las matronas j 
doncellas nobles eran coi|sultadas para la adjudicación de lo^ 
premioS| y eran también las que los entregaban por ^u m^no 4 
los combatientes, ^ío b'<bia caballero entonces que no tuviese 
tiua divina á quieq consagrar los triunfos; ni dama qi^e np gra<« 
duase por el número de el)o§ el mérito de un caballero. 

Anunciábanse con mucha apticip^cion i ñn de que los caba-s 
lleros de las otras provinciaSi y aun de los otrps reinos ti^vieraa 
tiempo para asistir ú ellos, I^a yíspera del torneo se repetían es-r 
tas proclamas por los heraldos y ptros oficíales de armas, y |qs 
caballeros que habían 4e combatir pasaban á examinar el p«*r 
lenque 4estinado para el combate. Solemoizáb^se la víspera ppr 
una especie de justas ll^m^das ensayos, vísperas del torneo , y 
también esgrimas , en las cucóles los escuderos se ensa jaban lc|di 
unos contra los otros con arma^ mas ligeras y manejables que 
)as de los caballeros , mas fiíciles de romper, y menos peligror 
^as para los que eran heridos con ellas* • 

£1 horror de ver derramar la sangre alejo por mc^cho tiempo 
fS las damas de los espectáculos de los torneos ; pero la curiosí-t 
dad fue muy luego superior á estai repugnancia natural,v^y acu* 
4ieron á porfía en ellos, y ^sta faé la éppca de la celebridad da 
fsstos ejeccicio^. 

Mientras se preparaba el sitio en doude debían celebrarse f 
^e ^sponian en los claustros de filgun monasterio vecino los 
^Scudps de armas de los que deseaban entrar ^n la Ijz^. Permar 
i^eciau en ellos por algunos días, durante los cuales eran min^? 
piosamente examinados por las damas y por los señores, siendq 
jftdi^penSHblp par^ pqd^r tomar parle en el torn^eo, que el esci|v 



(55) 
do quedase iutactO) y sm lucha el caballero^ es decir , que no 
habiese que tildar en ellos cosa alguna* 

£1 lugar del combate era un Vasto circuito 6 tda magn/fícay 
circunvalada con una pared 6 con cuerdas cubiertas con tapices^ 
é lo que era mas común con dos órdenes de barreras á seis 
palmos de distancia la una de la otra. Colocábanse á un lado 
lo:» ministriles para tocar cieFt^s fanfarrias 6 tocatas marciales 
al llegar los torneantes; los criados ó pages de los caballeros 8« 
situaban igualmente en ellos para retirar á sus amos cuando 
calan de caballo^ y los heraldos y rejes de armas para observar 
á los combatientes , mantener el drden , juzgar de los golpes 
que se daban y recibian , dar ausilio^ avisar ó de otra manera 
asistir á los que tenían nece&idad de ellos. Formábase una espe- 
cie de anfiteatro con varías gradas y divisiones para los rejes^ 
reinas, princesas, damas, jueces del torneo, y para aquellos an- 
cianos caballeros que no estaban ja en disposición de combatí r* 
£1 pueblo ocupaba la parte estei'ior. £1 palenque solia tener 
dos entradas opuestas, las cuales solo se abrían en el momento 
de hacer en ¿1 la entrada los torneantes ó justadores. £n cada 
una de ellas se situaban dos heraldos ó reyes de armas acompa- 
ñados de algunas trompetas, y unos cuantos prosevantes ó don- 
celes, y otras veces también un piquete de tropa para recibir á 
los caballeros, y mantener el buen c5rden. 

Detras de cada una de estas entradas , á ona distancia pro- 
porcionada , solían ponerse una 6 mas tiendas adornadas con 
los colores adaptados <5 favoritos de cada uno de los caballeros, 
Sobre la puerta de cada una de las tiendas acostumbraba poner 
cada caballero su escudo custodiado por uno de sus escuderos, 
vestido y armado de todas piezas. Unas de estas tiendas eran 
destinadas para los caballeros m^nteuedores, y las opuestas pa» 
ra los caballeros aventureros , ó sea copibatientes contra los 
mantenedores* Para el servicio de tinosjr otros se armaban 
también algunas otras tiendas, en donde habia todo lo necesa- 
rio de refrescos, armas j demás que pudiera ofrecerse durante 
«1 torneo. 

Los clarines, timbales j añafíles anunciaban la llegada de 
los caballeros rioEi y lujosamente engalanados, seguidos de sus 
escuderos á caballo» Algunas veces las mismas damas 6 señori» 
tas conduelan á sus caballeros atados con cadenas de oro , á 
manera de esclavos, que se las quitaban dentro del palenq(|« 
i^uando estaban prontos i yolar al combate* Solían t^bie^ filas 



(56) 
darlas lo que se llamaba favor, joya , nobleza , iosignia , y er|i 
una banda^ un velo, ua brazalete; ea naa palabra, una p rendid 
cualquiera de su yestido ó de su tocado , y algunas veces una 
obra (ejida 6 bordada por sus maoos, con la cual el caballero fa- 
vorecido adornaba su jelmo ó su lanza, sii e^ciido, su cota do 
armas, ú otra parte de su armadura, 

Deplorando Jorge Manrique la muerte de su tio el maestre de 
Santiago, recordaba el esplendor y la grandeza de la corte eii 
f^^^ P. Rodrigo pasQ si; ji^veotud con esta^i senti4as palabrita ; 

I Qué se hizo el rej D, Joan ? 
Los iterantes de Aragón 
. ¿Qué se hioiepon? 
¿ Qué fue de tanto galón ? 
¿ Qué fue de taqta invencioii 
Como trujeron? 
{jas justas y los torneos , 
Paramentos, bordadoras, v 
Y cimeras, 

¿Qué fueron sino devaneas ? 
¿Qué fueron sino verdurasi 
De las eras? 

¿ Qué se hicieron las damaa 
3us tocados, sus vestidos 
3iis olores ? 

¿Qué se hicieron las llamaa 
De los fuegos f ncei^didos 
pe amadores ? 
¿ Qué se hi^ aquel trobar. 
Las m«i5icas acordadas 
Que taqian ? 

¿ Qué se hÍ2i0 aquel danzar | 
Aquellas ropas chapadas 
Qíip traiafli? 

Cn efecto , la época i que se refiere este inimitable poema, fue 
una de las en que mas brillaron el esfuerzo y la galantería cas- 
tellana. D. Juan el II, á imitación de su tatarabuelo D. Alonso, 
fue muy dado á estas diversiones, presentándose muchas veces 
i combatir en las justas y torneos. 
Aates que los torneaates entrasen en el palenque , se tenÍA 



(57) 
cuidado de examinar sí estaban atados en sas sillas, si sus armas 
eran arregladas á las lejres establecidas, ó escedian de la long^i- 
tud se&alada. Las mazas de armas se examinaban la víspera del 
torneo por los jaeces, y marcaban su mango con muchísimo 
cuidado para que no pudieran cambiarlas. Los ejercicios mas 
comunes délos torneos eran romper la lanza, arrojar el dardo, 6 
combatir á caballo espada en mano. Dos eran al mismo tiempo 
ios modos de combatir; el uno, en el cual Jos torneantes dividi- 
dos en des pelotones , formados en una sola linea 6 en batalla 
unos frente de otros , se acometian en esta disposición , y pro- 
curaban romper la lanza del contrario sin perder la silla : pero 
como los que eran botados de caballo corrían riesgo de ser atro- 
pellados 6 muertos por los mismos caballos , se discurrid ^ en 
Francia hacer otra barrera en medio del palenque á lo largo de 
éU á fin de separar ambos combatientes , los cuales podían he- 
rirse con las lanzas, pero sin poder avanzar los unos contra los 
«otros. El otro combate se llamaba combate en masa, en el que 
se hería á diestro y á siniestro. En este no se servían sino de la 
espada , de la hacha de armas , <5 de la maza ó clava. Durante 
la rejerta y en lo mas fuerte del combate, los heraldos prorum- 
pian en las ordinarias aclamaciones de « Amor á las damas:» 
«bonor á los generosos.» «gloria á los valientes:» ú otras iguales 
ó muy semejantes espresiones. 

Con el objeto de dar una idea de las reglas qae en estos com- 
bates se observaban , copiaremos un pasage de las ordenanzas 
del torneo y justas,, que hizo D. Alonso XI cuando instituyó la 
<$rden de los caballeros de la Banda, como se hallan en la Cr<5- 
nica del mismo príncipe, y en el Doctrinal de caballeros de don 
Alonso de Cartagena. 

Este es el ordenamiento del torneo^ que declara sobre qué co^ 
sos se ha He tomar Juramento d los caballeros del torneo^ y qué 
son las cosas que han de hacer los fieles, «Lo primero es que los 
fieles han de catar las espadas , que no las traigan agudas en el 
tajo ni en las puntas , sino qué sean romas , y que no traigan 
agudos los aros de las capellinas: lá tomar juramento á todos que 
no den de punta con ellas en ninguna guisa, ni de revés al ros- 
tro: é que si alguno cayere en tierra que non le atropellen. En 
hanles de decir los fíeles que comiencen el torneo cuando tañe- 
ren las trompetas é los atabales. E cuando oyesen el añafil que 
se tiren á fuera y se recoja cada uno á su parte. E si el torneo 
fue^ grande de muchos caballeros , en que haya pendones de 



( 58 ) 
cada parte i se hubieren de trabar ios caballeros los bdos de los 
otros para hacer derribar de los caballos, que los caballos de los 
caballeros que fueren gauados de la una parte y de la otra, á 
llevados á do estuvieren los pendones, que no sean dados á lo» 
caballeras que los perdieren hasta que el torneo sea pasado» E, 
desde que sea pasado el torneo hause de ajuntar todos los fíeles: 
é con lo que ellos vieren, jr preguntando á caballeros y escude- 
ros , é doncellas de las que mejor lo pudiesen ver , escoban uo 
caballero de los de una parte, é otro caballero de otra, cuales lo 
fueron mejor, é hobieren la mejoría del torneo, y aquellos dea 
el prez é la honra de ello; y en señal de esto, que lleven dos de 
los heles sendas jojras de parte de las dueñas é doncellas que 
alli se hallaren, para estos dos caballeros escogidos, como dicho 
es. C si hiere el torneo de treinta caballeros, hay uso que ha^a 
. cuatro heles , dos de la una parte , y otros dos heles de la otra* 
E si fueren de cincuenta caballeros á dende arriba , que sean 
ocho heles de la una parte, é otros ocho de la otra: é si fuere el 
torneo de cien caballeros ó mas , que sean doce heles de la un^ 
parle, y otros doce de la otra.» 

El ordenamiento de Injusta dice : «Primeramente , que f%aa 
cuatro venidas los que justaren ¿ no mas; é si en estas cuatro ve- 
nidas el caballero quebrase una asta en el otro caballero, jr el otro 
no quebrase ninguna en él , que haya la mejoría en el que la 
quebrare. Si quebrare el uno dos astas, y el otro no mas de una, 
^ue haya la mejoría el que quebró las dos; pero si el que qi^ra- 
66 la una derribase el yelmo al otro cibaliero del golpe que le 
jdíd, que sea igualado con el que le quebró las dos astas: é otro^ 
^i un caballero quebrase dos astas en algún caballero, y este ea 
quien fueren quebradas las astas derriba al caballero que las 
quebró en él, aunque no quiebre el asta, que sea igualado con 
el que quebró las dos astas, é aun que le den mas loor. E si un 
caballero derribare á otro caballero é á su caballo, y el otro der* 
rif>are al otro caballero sin su caballo , que haya la mejoría el 
caballero que 9ayó del caballo con él, porque páreoe que fue la 
Culpa del caballo, é non del caballero. Y el que cayó sin caer el 
caballo con él, fue la culpa del caballero, é non del caballo^ Otro 
sí, nioguna de las varas ó astas no sean juzgadas por quebradas 
atravesadas, salvo quebrándolas de encuentro de golpe. E si ea 
c:>tas cuatro venidas no se pudieren dar golpe, que juzguen que 
|io tuvieron buen acaecimiento ; é si cayere la lanza á alguno 
yendo por la carrera aotes de los golpes , ^ue el otrot cabaU^fO 



c 59) 

alc« la varaf é non le encuentre con ella, ca non haría caballea- 
ría ferír al que no lleva lanza» E para juzgar todo esto que ha ja 
dos fieles, y estos preguntando á caballeros j escuderos, é á sus 
dueñas é doncellas, que allí estuvieren, para mejor juzgar con 
lo que ellos vieron, i con lo que estos dijeron asi juzgarán estas 
acosas, como aqui está dicho.» 

Los ejercicios de los torneos fueron en tanta manera privüe- 
gíados , que estaba prohibido presentarse en ellos los siervos j 
l^os «sclavós. 

E^ los combates que había mediado reto 6 desafío, el caballo 
j las armas dd vencido pertenecian por lejr establecida al ven- 
cedor, j algunas veces pasaba á ser el mismo vencido prisionero 
del vencedor , ó quedaba á su disposición ; y fundado en esto 
quiere D. Quijote que sus vencidos va jan á presentarse á su 
pulcinea del Toboso. 

CoinO! estos combates eran la imagen 6 un simulacro de la 
giierra , las lejes que se obsfsrvaban en ellos ^ran las mismas 
qi^e se guardaban en los ejércitos. Servíanse particularmente 
Jos torneantes de uua especie ele espada que llamaban ganapán^ 
nombre que sin duda se le daría porque ella les valia los des- 
pojos y el rescate del veucidOf Solían terminar estas fiestas por 
j^lgunas justas sin prez d premio señalado , y las cuales no te- 
pian otro objeto que hacer alarde algunos bravos caballeros de 
su agilidad y áe&ireiiñ delante de sus damas, por cuja razón se 
llamaba esta justa el golpeó <da suerte de las damas.wConcluido 
tt\ torneo se pasaba á la distribución de los premios , lo cual se 
hacia unas voces eu el mismo palenque, j otras en los palacios 
de los principes d señores en medio de mil fiestas y regocijos. 

Con varias suertes continuaron estas diversiones hasta el si- 
jglo XVII r las babián prohibido los concilios , privando de 
sepultura eclesifística á los que morían en ellas , j aun los re- 
jas de Frapcia habiafl vedadp los torneos fuera de la corte; pero 
la prohibición dq los cánones , qq,e no se halla en nuestra ais* 
cipliii;| nacional, debe encenderse de aquellos tornaos j justas 
que los franceses llaniaban dfer morlu , ó punta afilada , por- 
que en ellos el riesgo de muerte ei?a próximo ; j aun la que se 
hizo en Francia es aUibuida.por el presidente Henault á pol(- 
^ca de sus rejes para atraer los nobles á la corte. 

Las desgracias que casi siempre se ocasionaban en estos ejer-r 
pcios , j el haberse amortiguado el espirite^ caballeresco , die* 
fpi^ lu|;ar á la «baücipn de estos espectáculos | el filtinio de los 



(6o) 
caales se celebró en Orleans en i56o en el que pereció el prín- 
cipe Henríque de Borbon-Montpensier. Entre nosotros corrie- 
ron sin tropiezo, hasta que desterradas -las ideas caballerescas 
"por los libros de Cervantes , y mas por el abatimiento en que 
cajo la nobleza á los fines de la dinastía aastriaca , acabaron 
del todo estos espectáculos, perdiendo el pueblo uno de sus ma* 
jores entretenimientos, j la nobleza uno de los primeros estí- 
mulos de su elevación j carácter. 

( 8a } La Carolea* Poema llamado asi porqne trata de las 
victorias de Garlos V. Se conocen dos Garoleas : la primera^ 
compuesta en verso por Gerónimo Sempere 6 Santpere, constii 
de dos partes, y se imprimió en Valencia en el año de i56o en 8.® 
La otraCarolea , que se imprimió en i585 en ibl. , que tiene 
también por título: « Inquiridiou de la vida y hechos del empe* 
rador Garlos V ,» la escribió en 'prosa Juan Ochoa de Lasalde» 
Aunque Majrans se inclina á que la censura del cura recae sobre 
esta Garolea, Pellrcer cree que recae sobre la primera, calificada 
por D. Nicolás Antonio de estilo poco correcto ^ j no muy poé- 
tico. 

(83) León de España. El título de este poema, que consta 
de 29 cantos en octavas , y del que dice Pellicer tiene pocas co- 
sas buenas, es: « Primera y segunda parte de el León de España, 
por Pedro de la Vecilla Castellanos ; dirigido á la raagestad del 
rey D. Phelipe N» S.» Salamanca 1 586 en 8.^ En él se encomian 
los valerosos hechos de los leoneses, y de los gloriosos mártires 
de aquel reino. 

(84) ¿>* Luis de jimia. De las opoftunas y juiciosas obser* 
▼aciones de Pellicer resulta que no es la obra deD. Luis de Avila 
ia de que se habla aqui, sino otra de D. Luis Zapata, titulada 
Cario famoso poema en 5o cantos é impreso en Valencia en 
1 566, y que fiíe un jerro manifiesto de imprenta,. en que se in- 
currió desde las primeras ediciones del Quijote, el poner Doa 
Luis de Avila porD. Luis Zapata. 

' (85) Elprez. (V.haoiaiSi). 

• (86) D. Roldan. (V. las not^s 35 y 87). 

'• (87) ReynaJdos, (V. las notas 35 J 37.) 

(88) Presión diria. El nombre propio de este sabio encanla- 
doi' es Friston, y no Fresten, el mismo que, como di}imos en la 
notH 62, escribió la historia de D. Belianis de Grecia. 

(89) Juana Gutiérrez. No podemos asegurar el verdadero 
nombre y apellido de la muger de Sancho^ pues al paso que Cer- 



C6i ) 
vatUes'la llaQia aquí Juana Gutierre^ lue^ la da el aombre de 

Mari Gutiérrez, masadelautela llama Juaua Panza, y aun des» 
pues la da el nombre de Teresa Panza. El apellido de Panza le 
lonuSpor seguir la costumbre observada en la Mancha y en (»tros 
parages de Bspaña, como en Cataluña, en donde la muger toma 
el apellido del marido* Añade nuestro autor por boca da «Sancho, 
que á no seguir esta costumbre se hubiera llamado Teresa Cas- 
caio, por ser este el apellido de su padre. Es preciso conven¡r| 
como dice Peliicer, que en esta parte flaqued también la memo- 
ria á nuestro autor. 

(90) Mi oíslo* Esta palabra sustantivada , compuesta del 
verbo oir y del artículo lo , la cual supone por el marido ó la 
muger ausente, equivale á mi muger ó mi marido, según el que 
babla. 

(91) Adelantado* Antiguamente se daba este nombre 6 tí«> 
lulo en España al gobernador de una provincia , cuyas funcio- 
nes venian á ser análogas á las que ahora ejercen los capitanes 
generales. En unión con algunos lettados formaba una espe- 
cie de tribunal , y juzgaba de las causas civiles j criminales. 
Los primeros comandantes generales que se enviaron á América 
para continuar su conquista, fueron en calidad de adelantados. 
En el día el título d^ adelantado ha quedado tan solo como una 
dignidad en algunas casas nobles. 

Capítulo ortooo. 

(9a) Con la lanza en él ristre* El ristre era un hierro que 
en la armadura antigua estaba asegurado en la parte derecha 
del peto , casi debajo el sobaco , en el cual encajaba la manija 
de la lanza para afirmarla en él. Enristrar la lanza, con la lan- 
za en ristre etc. equi valia á prepararse para combatir, 6 para 
acometer 6 recibir al enemigo. 

(9^) yargasy Machuca* Este hecho no es- fabuloso, y su- 
cedió cuando los españoles se apoderaron de Jerez , sobre el 
cnal se compusieron algunos romances. 

(94) Aunque se les salgan las tripas por ella. Tan estrecha 
era la órdeñ de la caballería , que no era dado á los caballeros 
decir ay! ni quejarse de las heridas que recibian, sino sufrirlas 
con valor heroico: cuya estra va gante disposición ridiculiza Cer- 
vantes con lo que hace decir á Sancho. ^ 

(95) Al gato lie^iOS. El reirán «llevar el gato 'al agua» es 



(6a) 

mas ^ntigoo de lo que parece 9i hemoft de juzgarlo por lo qae 
dice Rodrigo Caro ea sus « Dias Geoiales 6 Ládricos;» pttes^su*^ 
pone que ios griegos y romanos jugaban jra al juego que did' 
origen á este refrán* Coyarrubias en la palabra gatear dice lo 
aiguiente: «Antiguamente debieron usar cierto juego en la ribe-- 
ra del rio con un gato f y ganaba el que le inetia dentro de él ^ 
pero como se defienden con unas y dientes era dificultoso y 
peligroso.» 

(96) Ahora loyeredes dijo Agrages, Era este un príncipe 
de Escocia^ hijo del rey Languines^ y itíuy amigo de Araadi» 
de Gaula ^ como faemos dicho en la nota 43 i quien solia usar 
con frecuencia la espresion ahora ío oeredes i y D* Qtrijote por 
imitarle la usd igualmente. 

(97) Del moda que se Contara en ía segunda parte, Eki el 
original de Cervantes empezaba la a.f* parte ^ de las eualfo eif 
que dividid su obra^ en el capítulo IX. 

dtapitiolo n^tttú. 

(98) ños furibundos fundientes 4 Lo mismo que d^ir, A09 
tremendo» golpes^ 6 dos fuertes cotohilladas dadas de arriba aba* 
jof cuyo ienguage es muj coman en los libros de caballerías; asi 
leemos en ellos fenderle de arriba 4 bajo^ por decir abrirle 6 heur* 
derle de arriba á bajo: fendiifle Éista la oreja^ por abrióle basta 
la oreja f etc. 

(99) Por mas escondidas (¡fue fuesen* Aludiendo Cervantes 
á la costumbre de suponer todos 6 los mas de los historiadores 
de libros de caballerías^ que los hechos y «vetfturas de' sus hé- 
roes fueron escritos exacta y minuciosamente por algún sabíd 
encargado de eternla&arlas , las mas de las vece» encantador , j 
casi siempre de países lejanos 9 quiso también que laa de Don 
Quijote lo fuesen por el célebre Gide Hamete fien EngeH^ his^ 
toriador arábigo. (V. las notas que hablan de varios de los la- 
bros de caballerías). 

(100) Platir^ (V# la nota 5o)* 

(loi) Palafrenes* Por palafrén se enfendia el cal>allo' 
manso en qae solian montar las damas en lo» regocijos públi- 
cos y y también para la caza , y de él lomó el criado que fe lle- 
vaba ó conducia por el freno f el de palafrenero. En el diaf 
9e da comunmente el nombre de palafrén al caballo qjutf 
monta el criado 6 lacayo cuando* acompaña á su amo* 



(63) 

( lod) FiUano dt hacha y capellina^ Espresion que casi 
«quávaiia á la de salteador de camíiiioSf 6 ladroa de camiao real. 
La hacha de armas era á manera de segur, la cual por uaa parte 
teaia la forma de uaa cuña , y por la otra la de ua martillo 6 
media lana ; y toda ella coa su mango solía ser de hierro, lista 
anna^ que todavía estaba ea uso el siglo pasado, y con la cuai 
iban armados algunos soldados como nuestros gastadores, para 
rechazar los asaltos que los enemigos daban ¿ las obras esterio- 
res y destacadas , 6 para romper puertas , puentes y demás es- 
torbos «n algunas salidas , servian en tiempo de la caballería, 
principalmeate para desarmar al enemigo , rompi<$ndole las ar- 
mas de hierro de que soliau ir revestidos. 

La capellina era uaa de las piezas de la armadura antigun, 
que euforia la parte superior de la cabeza , a manera de capace- 
te ¿ las habia de hierro fundido , d á golpe de martillo t y de 
malla. 

(io3) El Alcana, üoa calle de Toledo habitada por merca- 
^res de seda y mercería. 

(io4) Morisco aljamiado. La lengua corrompida que habla- 
ban los moros 6 moriscos de España, que era una mezcla de ára- 
be y español, se llamaba aljamia^ y aljamiado el que la habla- 
ba, tiel mismo modo que al arábigo que hablaban los cristianos 
se le llamaba algarabía y algarabiado al que se esplicaba con 
esta gerigonza. £1 P« Tamarid, en su Compendio de los vocablos 
antiguos, dice que al/amia es lo mismo que junta ó reunión de 
muchas lenguas; y asi aljamiado equivale también á el que sa))e 
¿ mas de su lengua alguna otra. 

{i o5) Le hallara* Parece que Cervantes con esto quiere in- 
dicar, que si se le hubiera ofrecido habría hallado también intér- 
prete « de otra mejor jr mas antigua lengua» que la arábiga, la 
cual sin duda seria el hebreo; y le era fácil, porque entre los mo- 
risces de España se ocultaban también algunos judíos 6 hebreoSf 
particularmente en Toledo. 

(to6) Se refiere- Siguiéndola costumbre observada por los 
autores de los libros de caballerías dé suponer que estos fueron 
escritos por algún sabio 6 mago de estraño reino, como dijimos 
en las notas 5i y 99, indica Cervantes que el de esta historia lo 
fue Cide Hamete Ben Engeli, de cuyo original árabe, añade, la 
tradujo en nuestra lengua otro moro aljamiado (V. la nota io4). 
Sin necesidad de detenernos en hacer ver que el mismo autor de 
D* Quijote fue Cervantes, solo manifestaremos el ingenio coa 



(64) 
que supo arabízar su nombre^ ocultándole en el de Ben Engeli^ 
que en ^rábigo quiere decir hijo del ciervo^ 6 cerval^ ó cervateño^ 
lodocou alusiun al apellido de Cervaules. El seúor Conde, autor 
de la iljstoria de los árabes en España,/ célebre orientalista, que 
fue el que descifró este secreto y lo comunicó á Pellicer, añade 
que en la pronunciación se desfigura algún tanto esta voz: que 
atendido su origen deberia escribirse Ben I§gel¡\ porque Ig^el 
6 Ejjel signilica el ciervo: Iggeli cosa de ciervo^ cerval^ ó cerva- 
teño; del mismo modo que de gebal^que significa monte^ se di» 
ce gebah' ó jabalí cosa de monte, el montesino, 6 el montara^;, 
El nombre Cide no quiere decir en arábigo m»5 que señor; j 
asi el cid campeador es lo mismo que el señor capitán á señor 
batallador; y el de fíamete es nombre común entre moros. 

(107} La historia. Plaqueóle en esto también la memoria é 
nuestro autor, pues sin embargo de que dice que con- los dos so-' 
brenorobres de Panza y de Zancas le llama algunas veces la his- 
toria^ en ninguna otra ocasión fuera de esta se le da á Sancho el 
sobrenombre de Zancas, sino el de Panza. 

(108) Ser mentirosas, A la diferencia de religión de los ára- 
bes ó moros, al haber invadido estos nuestra peníedula y tener 
que batallar con ellos por algunos siglos para reconquistar' 
nuestro suelo , hasta echarlos á la otra parle del mar , debe 
tribuirse el bajo y mal concepto que merecieron j con que sue> 
len hablar de ellos los autores españoles. Pero si estos hubie-* 
ran podido prescindir de estas razones, habrían tenido que con- 
venir con nosotros en que los árabes ó moros formaron duran^ 
te su permanencia en España el pueblo mas culto jr el mas civi-' 
lizado, y en cuyo seno las ciencias y las artes florecieron. En 
^ustiiicacion de esto léase ia Espeña árabe de Masdcu,. la Hibto** 
ria de este pueblo por Conde,, la Biblioteca escurialensede Casi- 
ri, y otras obras, en las que tenemos testimonios irrecusables der 
su delicado gusto, de su saber y de su vasta ilustración. 

(109) Del galgo de su autor. Del odio inveterado de lo» es- 
pañoles ó cristianos á los moros ó mahometanos, vino el llamar-' 
lesa estos perros ógalgos. (V. la nota 108). 

(lio) Segunda parte. Conformándose Cci'vaHles con ía di vi-' 
sion observada en el libro de Araadis de Gaula, cuyas aventuras 
»e propuso particularmente imitar, dividió la historia de su Don 
Quijote en cuatro parles, asi como aquella lo está en cuatro la- 
bros, sin interrumpir d orden numeral de los capítulos. Enton- 
ces la segunda parte comenzaba en el cap. IX. Cuando algunos 



<65) 
afíoü después publicd nuestro autor él 1.^ Uufun alteró Mta dift- 
sion, Xiiaiáadole segunda parte i^ sin mas distinciou que la de log 
capítulos que comieuzau de nuevo; y cotno al parecer iáinleti- 
,ctda dé Cérvaate:» fue dividif su historia én dos partes^ supri* 
iilieudoia primera división de las cuatro en que repartió el tomo 
pYitnero^ de aqúi es que se adoptó la división en dos parte^f j 
cada una de estas en tornos^ capítulos^ etc¿ 

( 1 1 1 ) Lii espada en las dos manos • £n la edad media &é tisa» 
i*óti uñas espadas mu^ pesadas j largas, qué manejaban los ca'>^ 
lia lie ros cou las dos liiauos^ y con ellas daban aquellos maudo^ 
bles, crudos golpes y terribles feudientes^ con que según leemos 
eli los libros de caballerías^ cortaban una cabeza á cercen^ j 
abrían sí un hombre de arriba á bajo¿ 

(lia) Le cortaría la cabezal Cuilndo en un desafío á otra 
réjrerlk particular uno dé los caballeros faábia derribado á su 
cOQlrat-io^ j esté no estaba en disp05Ícion de hacer uso de sus ar-» 
irias , saltaba el vencedor de su caballo 4 y sacando uu puñal 
que solian llevar al Jado izquierdo, cortaba las correas ó cintas 
del jéhuodelcaido, y poniéndole la punta en él cuello ó en los 
o)os le intimaba que se diese poí' rendido. Si esté no lo cdnfésa- 
ba y nó pedia misericordia^ el otro le daba él golpe quellama« 
lian de gracia ^ es decir ^ le mataba. Dé la misericordia que 
6bUa implorar él oaido^ tomó el puñal el nombre de misericor- 
diaé 

Oíapütilo ^¿cimúi 

(iiS) La loi'igai Pieza dé la arttiadürá aniigíia á tira- 
dera dé coraza Ó cota de malla, quecubria el pecho y las es- 
paldas. Hiciéronse primero de telas acolchadas, y también de 
cuero ^ ó de corleas entrétegidás^ de dülnde torriaron según paré- 
ele su nombre. Después sé fabricaron de péqoefios anillos de 
hierro enlazados á manera de toalla ^ y también las hicieron ó 
i'evistierdn de pequeñas planchas de metal en forma de escamas. 
Por lo común se llevaba la loriga interiormente y sobre ella se 
encajaba el peto y él espaldar dé la coraza.* Asi es qué la falda 
6 halda de la loriga^ como que solía ser mas larga ó abundante 
que el arnés, pctidia fuera de éi hasta medio muslo. Besar la 
Bilda de la loriga^ era una demostración de respeto, y generad 
mente de vasallage. 

u S 



( 6& 

Se llanittba también loriga la armadura con que reresüan ó 
encubertaban al caballo para entrar en los combales. 

(ii4) Santa HerniamLid, Tribunal muj antiguo de Elspa-« 
na f que gozaba de muchos j grandes privilegios ^ los cuales 
fuero» confirmados eu 1220^ por el rey S# Fernando. Tenia ju~ 
risdiccion plena para castigar los delitos cometidos ea el campo 
6 despoblado, sin apelación á otro tribunal. 

tiste se componía de un cuadrillero major, de sus tenientes^ 
y de otros cuadrilleros comisarios que habia distribuidos por 
las ciudades, lugares y venias. El instituto de la Santa liennan" 
dad era perseguir á los ladrones y salteadores llamados golfines 
antiguamente ^ que infestaban los montes y caminos , robando 
ganados y dinero j y vejando de otra manera á los viageros y 
á loí» que habitaban en casas solas y aisladas. Las nras célebres 
fueron las Santas hermandades de Toledo ^ Ciudad Real y Ta- 
lavcra, en donde las habia vieja y nueva. Lsl Santa Hermandad 
vieja ó antigua de Toledo se componia tan solo de caballeros y 
gente noble j y era condición que fuesen hacendados y posey e-- 
sen colmenares en los montes de Toledo. 

Los individuos de estas hermandades ó rondas iban en cua^ 
drillaS| de donde tomaron cada uno de ellos el nombre de cua- 
drillerOf y usaban un unilbrme particular. Tenían sus constituí 
ciones j prontuarios de delitosi y en ellos se prevenía sumaria- 
mente k pena que debía imponerse á los delincuentes» «Saltea» 
roteutos de bienes^ fuerza demugeres en despoblado (como no 
sean públicas rameras }, muertes^ heridas alevosamente inten- 
tadas, aunque no llegasen á debido efecto , pena de muerte de 
saeta. Hurto de i5o maravedís, y de aquí abajo, destierro con 
azotes^ pagando doblado á 1» parte , y mas el cuarto para gas- 
tos del tribunal. Si fuesen 5oo maravedís^ cortadas las orejas ^ 
y cien azotes; si SooOf cortado el pie^ condenándole á que no 
pueda montar mas á caballo, pena de muerte; y escediendo de 
esta cantidad, muera por ello asaeteado en el campo con preeision 
de tirarle los cuadrilleros trece saetas etc.» Este castigo se solía 
ejecutar en Peralbillo^ cerca Ciudad Real. Carlos V mandó que 
diesen muerte á los reos antes dé asaetearlos. 

(^iiS)^ Sudar el hopo, Frsíse vulgar para indicar que una 
cosa es en sí muj dificultosa, ó que solo se puede conseguir con 
mucho trabajo^ aludiendo al que sufre la zorra cuando huye de 
los perros que la persiguen, en cuyo apurado lance es de creer 
le suda el hopo j nombre que se da á su larga y poblada cola» 



(67 ) 
(ii6] Te iáeaté dé las manos de ios eaídeoSi AliMle á lo 
que se lee en Jeremías cuando los babilonios , llamados 
también caldeos^ se apoderaron de Jerusalen j de la Judea , y 
llevándose á sus habitantes les hicieMí sufrir un largo j pe- 
noso cautiverio^ 

(117} fierabrás. Era este un gigante^ pagano ó sarraceno^ 
rejr de Alejandría , hijo del almirante Balan ^ coiiiiuistador de 
Roída y de Jerusalen^ llamado Fierabrás 6 de los fuertes bra- 
tos ^ por su estraordinaria robustes. Era grande enemigo de 
Olireros^ de quien recibia mortales heridas) pero quedaba de 
ellas al punto curado bebiendo un poco del bálsamo que traia 
en dos pequeños bttrriles 4 que según se lee en la historia de 
Cario Magno por Nicolás de Piamonte^ á fuerza de armas ha- 
bía ganado en Jerusalen , cuyo bálsamo contenia parte del de 
José de Arímatea. En la misma historia se cuenta que solo des-^ 
pues que Oliveros hubo logradof sumergir en un caudaloso rí<y 
los barriles , pudo vencer al gigante Fierabrás^ quien recibien^ 
do luego él bautismo murió convertido. 

(118) Aunque de ellas no me acuerdo. Las otras cosas 
que prometió observar el viejo marques de Mantua hasta habc^r 
iengado la muerte de su sobritío Baldovinos , a^ecida de la 
manera que dijimos en la nota 35, fueron las siguientes^ según 
se leen en los romances dé este marques. Después que el dé 
Blantua hubo hallado én la floresta á su sobrino Baldovinos 
iierído alevosa y mortalmente pot D. Cariólo, se lo llevó á una 
éfmitá con ajrada del ermitaño que leuusilió en su muefte« y 

Dé que allá hubierotf llegado 
Van el cuerpo desarmare: 
Quince lanzadas tenia , 
Cada una erk mortale , 
Que de la menor de todas 
Ninguno podia escapare. 
Cuando asi lo vio el Marques^ 
Traspasóse de pesare : 
A cabo' de una gran pieza 
Un gran sospiro fue á daré. 
Entró dentro en la capilla ^ 
De rodillas se fue á hincjiré ;• 
Puso la mano en un af a 
Que estaba sobre el altarcí 



(M) 
A lot pies de un crucifijo 
Jurando cmpeziS de hablare. 
Juro por Dios poderoso. 
Por Sauta Alaría su madre, 

Y al Santo Sacramento 
Que aquí sueleu celebrare 
De nunca peinar mis canas, 
Ni las mis barbas tocare. 
De no vestir otras ropas, 
Wi renovar mi calzare , 

De no entrar en poblado, 
Ni las armas me quitare 
Si no fuere por una hora 
Para mi cuerpo alimpiare. 
De no comer en manteles 
Ni á mesa me asentare 
Hasta matar á Carloto 
Por justicia, ó peleare; 
O morir en la demanda 
Manteniendo la verdade ; 

Y si justicia me niegan 
Sobre esta tan gran maldade, 
De con mi estado y persona 
Contra Francia guerreare, 

Y manteniendo la guerra 
Morir 6 vencer sin pare. 

Y por este juramento 
Prometo de no enterrare 
Ei cuerpo de Baldovinos 
Hasta su muerte vengare. 
De que aquesto hubo jurado , 
Mostró no sentir pesare. 

(119) Desaguisado* Adjetivo anticuado, que significa lo 
que se hace contra la ley 6 la razón , y usado como sustantivo 
vale lo mismo que agravio, denuesto, etc. 

(lao) Sobre jilbraca, Cn el lib. i.° del Orlando enamora- 
do , poema del conde Mateo Boyardo, se habla del mas fuerte 
castillo de Alhra^a , situado en las regiones mas apartadas del 
Asia , en el imperio del Catai 6 de la China , donde mandaba 
GalafroUf padre de Angélica. Esta se encerró en el fuerte cas- 



(«9) 
tillo de Albrnca y para apoderarse de so persona fue vXM an 
ejército de dos millones de soldados* 

' (i ai) El reino de Dinamarca ó de Sohradisa. No solo se 
tomaron ¡la libertad los autores de los libros de caballerías 
de fingir el nombre de sus héroes, y arreglar allá ú su modo sus 
estradas aventuras, sino que á 6q de darlas muyor viso de es- 
trañeza suponían algunas veces la escena en países y reinos 
desconocidos, y que solo exislian en su acalorada ó desarregla- 
da iinaginacion. Tales son los reinos de Sobradisa , el de Sero- 
lojrs, el de Trapisonda, la ínsula Firme y otros, de los cuales se 
habla en el libro de Amadis de Gauia y en los demás libros de 
eüta naturaleza. La confídenta íntima de la señora Oriana, se 
llamaba también la Doncella Dinamarca, y de ella hemos dicho 
alguua cosa en el análisis del libro de Amadis» (V. la nota 43). 

(laa) Cosas inddtüesjr de mas sustancia. Aun que el ano- 
tador ingles Bowle encuentre cofUradictío in terminis^ como él 
dice , entre cosas volátiles y de sustancia , proviene esto de no 
distinguir, como manifiesta Pellicer, los dos sentidos del adjeti- 
vo volátil; pues las perdices, las gallinas, los palomos, son vo. 
láliles y al mismo tiempo de mucha su5tancia. 

(133} Seca comida* Ciertos filósofos antiguos jr algunos de 
los primeros cristianos no se alimentaban sino de cosas secas ^ 
absteniéndose no solo de carne y vino , sino también de frutas 
tiernas ó muy jugosas, cuyo método de vida se llamaba gero^ 
fagia. Otros solo observaban la homofagia , 6 abstinencia de 
toda cosa cocida. 

(Sopftub unlrcn'mo. 

(ia4) La púrpura de Tiro. La ciudad de Tiro, una de las 
mas grandes y memorables de la antigüedad, capital de la Fe- 
nicia, y emporio del comercio de su tiempo, fue célebre también 
por creerse que en ella se descubrió el tan eslimado color de púr- 
pura, con el cual ganó sumas inmensas. 

(laS) La ley del encaje. Es decir las sentencias arbitrarias 
6 caprichosas, formadas sin consultar las leyes escritas, ni auto* 
ridad alguna. 

(ia6) Solas y señeras. Aunque en las primeras ediciones , 
y en las otras que sucesivamente se hicieron , se decía señoras 
en \w^T á% señeras^ habiendo conocido Pellicer ser errata m;)- 
nitíesta de imprenta , lo corrigió con mucha oportunidad 'en la 



(7Q 
suya. íiefiero 6 señera «s lo mismo que solo, 4»ícot partici|lar; / 
•si sol US y. señeras cqaÍTale á solas, sin mas .compañía , d sia 
qae nadie las guardara. 

(la?) A las menesterosos^ Ea el ¡aramealo que prestaba el 
caballero cuando ^e le conferia la drden de la caballería ( Y- la 
nota a6 } se le h^cia prometer entre otras cosas , después del 
amor á Dios y 4 la3 damas, la defensa de las doncellas, el am*? 
paro de las viudas, y el socorro de los huérfanos y de los me- 
pesterosos, por Jo que eran llamados tidesfacedores de tnertos 
y ag|rav¡os.M Porlos estatutos de la orden de Malta Temos que 
se pregi|iitaba al que r(H;¡b¡a la drden: «¿Prometéis de favorecer 
y teoer pariicolar ci^idHdo de las viudas, de los pupilos, de I09 
buéiTaoos y de todas las personas afligidas y i^ngustiadas? » Y 
el aspirante respondía: n Prometo de bacerlo con la ayuda 4e 
Dios.» Iguales ó muy semejantes preguntas se hacían 4 losqqe 
deseaban enerar cq las dr^coes de la Baoda, del Teniple, en la 
de Cálatrava, de Alciotara, de Avis , de Montesa, de Cristo, J 
en las otras úrdcoes ipilitaresy religiosas. 

( I a8) L/sf naUíraL Aquella que dicta la recta razón, y presn 
cribe á los hombres lo que deben ba^r á oniitir, jSsta fue 1^ 
que dirigió á los honibres l|asta que buho ley escrita. Para 
encarecer D. Quijote los servicios de los caballeros andiintes^ á 
cuya orden queria pertenecer , ^upqne que lo^ bonibres todp^ 
estabiin obligados á favof^ceries por ley aaii|ral« 
(129) Solaz, Lo niismo que placer. 

([3o) Rabel. Insiruincnto miísicQ pastoril, de la hechura del 
laúd, con tres cuerdas que se tocan con arco, y forman t|n soni-3 
do muy alto y agu4Q. El violin es una especie de rabel perfeo» 
Clonado. 

(i3i) Sc^ufh. Para llamar y atraer los caladores al halcoq 
se siryeu de i:^n cojinillo de cuero cqq dos alas, iinitai44Qla Qgu-. 
ra de alguna ave, y es lo qi^e se lUniü señuelo, 

(i 3a) JT al catito del gallo primo ^ O primero. Casi todas laa^ 
naciones de U antigüedad dividían la uoqhe en cuadro partes ^ 
que llan^aban ye|as^ guardias 6 vigilias; cada una de las. cna|es 
(Juraba unas tres horas, y esta divisioq servia para el relevo de 
las guardias militare^, y de los pastores qu^ guardaban los ga-> 
nadqs. La primera parte, que cqn^enzaba luego de presto el sol jf 
se llamaba tarde, duraba hasta las que ve de la noche; la segan« 
da , desde esta hora hasta las doce, era llamada n|edia noche ; 
la lefcera^ de Us 4oce has|a las tres, era conocida con el nom-r 



(7' ) 
hre (le el canto del gallo; y la cuarta y última parte , que lle- 
gaba de las tres basta las seis ó salida del sol, se llamaba maña- 
na: de cujra antigua división se conserva aun entre nosotros 
algún resto. 

(i 33) Un gimió. Lo mismo que simiO) ximío ó mono. 

(i 34) Barraganía, Lo mismo que amancebamiento. 

(i 35} Z>e 5/rgo. Seda, nombre derivado del laii n 5(;r/cum 
qae tomó esta materia de la Sérica pais del Asia, ocupado por 
los antiguos saqueos, que Ptolomeo coloca al orieute de la Es- 
«iiia en donde se cree principié á hacerse uso de este producto 
aoimal. 

. ( 1 36) Gamella. Lo mismo que jugo, por ser la parte en que 
áBDtra el cuello. 

Capítulo íuo&tómo., 

(i 37} I^s abades del pueblo. Es decir los curas ó los sacer- 
dotes del pueblo. En Galicia se sigue dando todavía el nombre 
de Abad á los curas párrocos. 

(i 38) Guilla, Covarrubias en el Tesoro de la lengua caste- 
llana, dice que es voz árabe , y significa abundancia de frutos 
y verduras, 6 cosecha copiosa y abundante. 

( 1 3g) jautos. Los autos, llamados sacramentales porque prin« 
cipa] mente se representaban por la fiesta del Santísimo Sacra- 
mento ó de Corpus, eran unos dramas alegcSricosá los misterios 
de la religión. Los comediantes iban á estas representaciones con 
carros triunfales, de donde salian las figuras alegóricas al tabla- 
do que se levantaba al descubierto en las calles y plazas; y por 
esto se indicaban estas representaciones con la espresioo técnico- 
dramática de « hacer los carros. » Antes que Urbano IV ca 
ia64 mandara celebrar por toda la cristiandad Ja fiesta del San- 
tísimo Sacramento , en cuja ocasión se introdujeron los autos 
sacramentales, ya de tiempos mas antiguos se celebraban en las 
iglesias y en el curso de las procesiones otras farsas ó piezas 
dramáticas, llamadas autos 6 mistca*ios. Estos eran tomados de 
las vidas y milagros de los santos, y de ciertas moralidades re- 
ducidas á acción dramática, tales como los intitulados: «Encar« 
nación y Nacimiento de N. S. Jesucríto:» «Misterio de la Pa- 
sión:» «Ija Resurrección de Cristo:» wMisterio del caballero que 
dio su muger al diablo:» «Las actas de los apóstoles:» «La asun- 
ción de Nuestra Señora •» «Tragedia del nacimiento y creación 



(70 
del fifundoi» etc. etc. Estos dramas^ eq los ^^^e se veí^ una esr 
caod^lpsii iiiezcJa de sagrado y de profano, qo soJo se represen- 
laban en los leatrps f$ corrales j qwi asi se Jlaiqatiaii acjuellos f 
sino separada meóte delante de los consejos y demás autoridiides 
civiifss j ecl^si|{s^ica!|y j aun eneraban Iqs corfiediantes á reprer 
Bentar|os eu {asmjí^mgs iglesias de ip¡> conyentQb de monjas. Y 
CQniQ estps autos i^an ¿acompañados de entremeses , cantares y 
bailes t no siempre 4epentes ^ de aquí toniaroq ocasión algi^oqs 
bpnibres zelosos para reprenderlos. Uno d^ Iqs priii^eros qu^ lo 
btcierpn fue el celebre P. lV)aripna en su obra latina. De Specta^- 
fuits; y el V* b'^ilgifera did un dictamen , probando que era iUcir 
tp becer los autos ^acran^ental^ en is^í? iglesias , au^n viviendo 
Calderón , célebre escritor de esta especie de dfaiuas. V^ase 
entre otras cosas elOrígeni épocas y progresos del teatro español 
por García, Pellicer (lijo, j Mora ti n. Ent^e los desaciertos d^ 
teatro no era menor, dice esle autqr en sus obras , úUimamente 
pi|blicj|di)S por la Real Ac£|demia fispañpla , la representacioi^ 
de los antos sacran^enlales. El ^ngel Gabriel anunciaba á Is^ V (r? 
gen (papel que desempeñaba la célebre Mariqujla Ladvenant) 
\% enp^rn^cion del Verbo J J a) responder^ traducidas en buenos 
yersos castellanos ^ las palabras del E^vaqgelio ¿ (^uomodojfieí 
istud y quoniam uirum non cognosco ? los ap^afrofes bedioqdqt 
del patio y l^s barandillas^ dirigidos á (a cómica, interrumpian 
el espec(4cHlo con irreligiosa y sacrilega algazara y hacia n CO7 
nocer^ n^uc^^s madres cuaq mal babian becl^o eñ (levar con- 
sigo á sus bijas bonestas. Una n^uger cqn Is) custodia en la$ 
^apQS, acpmpañada de los coros, caqtat^a en procesión el Tan- 
tum ecgQ, La priipayera^ el apetito, el alma, el ci^erpo^la culpa^ 
la grapa, el c^dfp, la rosa, el domingo, el lunes j^ el martes, li^ 
gentilidad, el mu^do, el olfato j todos los su^stantiyos del dic- 
cionario , eran interlocutores efi aqi^ellas ¿ibulas. En i:^na satia 
S. Pablo con su mpntanle^ en^nandp á esgrimir á la Magda-* 
lena : en otr^ se aconsejaba á S, Agustin que se fuese al hospi-^ 
tal de S. Juan de Dios. Asi estaba el teatro cuaudo yino de Jüá-, 
poles el Sr. D. Garlos lll , quien por un just/simo decreto de^ 
ano 1765 poso fin 4 los iadícados escándalos, pro^ib^endp ^ 
representación teatral de autos sagra,d/os. 



(73) 

€ap{tu(o 'bétimctaM. 

(i 4o) Continuamente f Afinque en la edídon de la Real Acá* 
demia cujo testo segi^imos se dig4| continuamente^ de la misina 
maaera como se leía en las primeras ediciones del Quijote, tal ves 
fue una errata 4^ ia^preota , y Cervantes quizas escribiria co- 
munmente j po continuamente; pues en efecto al rey Arturo no 
)e llamamos continuamente , sino comuuroente ^ rej Artas. 

(i 40 Cueruo alguno, ]£n fl cap* 99 d^ las Sergas de £s- 
plandian (V. la nota 44) ^^ ^Mh del encanto del rey Artas , f 
de cuaifdo volvería á reii^fir en la Gran Bretaña ^ suponiendo 
que la eucantadora ó maga Morgatna |$í tenia encantado. Si- 
guiendo sin duda esta fábul«i leemos leido que sobre el sepulcro 
de este rej se veía estii inscripción latina: 

fiic iacet uirturus^ rex quondam^ rexque futurus^ 
Aquí jrace ArtáS| qi^e fue rejt j ha 4e volyer á serlo* 
El señor PeJlicer añade que en la Historia de los rej^es godoSf 
escrita por Julián 44 CaftillO) se lee la vulgaridad de que cuan* 
do Felipe II casd cqo Doga Mar^a^ heredera 4e aquel reino, \wé 
fcque si el rey Artús viniese en ^Igun tiempo , le dejaría ei rei- 
no.» Tal vez que el temor del pu^lo ingles de matar cuervos 
por no herir de muerte á su antiguo rej Artiis en alguno de ellos, 
$e origina de la fábula de la conversión de ^te rej en cuervo, 
6 de un^ lejr de Uoelio el fiuenof rey de Gales , cituda por Bow-* 
le y prpniulgada en 99^ , por la cual se prohibe mat^r águilas, 
grullas y cuervos en heredad agena, imponiendo una multa ai 
que lo hiciere^ 4 favor 4^1 4i^cno de la heredad en donde se hu* 
biese infringido^ 

(14^) Los caballeros d^ la Tqbla redonda^ En la nota 43f 
hablando del libro de Amadisi de Gaula, dijimos que se conociau 
dos 6 tres sectas, por decirlo asi, de caballeros andantes. La mas 
santigua de todas pare<:e ser la de lo^ caballeros de la Tabla re- 
donda, cuyas aventuras están mezcladas y tienen relación coa 
<1 origen del reino de Inglaterra y la introducción del evange-* 
lio en <il) si bien qc^e mezclada y confundi4a con muchas 
indecoposas é inverosímiles narraciones , como Is^ Deman-^ 
4a del s^ntp Gria| , j la uoyela del rey Artús ^ Triscan y 
Lanzarote del Lago , compuesta por un tal Galeoto ^ donde se 
<;uentafi las galanterías de Tristan y de la reina Iseo , y lai^ de 
{^aozarqtey de l<t reina Ginebra. Generalmente $te pree que (^h 



(74) 
d lítalo de TMa redonda se entendía una iSrden de cab^Iler^, 
instituida por los ahos 5i6 por Arias , primer rejr de los breto- 
nes. Otros suponen que la Tabla redonda era una especie de tor-* 
neOf justa, á otro ejercicio militar que se celebraba en determi- 
nadas ¿pocas entre un cierto námero de caballeros armados de 
lanzas^ j que tomó el nombre de Tabla redonda^ porque termi-* 
naba la fiesta con una cena , en la cual ios caballeros estaban 
sentados ea una mesa 6 tabla redonda, para evitar el ceremo«> 
nial j las disputas que pudiera haber acerca el lugar preferente 
que cada uno había de ocupar. También quieren suponer otros 
que el rejr Artús instituyóla orden de la Tabla redonda en dicho 
año de 5 16, después de la espuJsion de los romanos de la Ingla- 
terra, para recompensar el valor guerrero de algunos caballeros» 
Una de las principales ceremonias de la Orden era un gran ban- 
quete que daba el Fundador en el día de Peatecoste» á la ó á 
a4 caballeros, sentándose sin distinción ni etiqueta en una tabla 
redonda^ contando cada uno durante la comida sus aventuras j 
liazanas , en cujo acto se recibian los nueyos candidatos qne 
un día habian de reemplazar á aquellos valientes caballeros. Su-» 
ponen algunos autores que el número de estos era de 100 ^ 
j que en el banquete asístian igualmente 100 damas* Sio 
embargo de la poca ó ninguna certeza que bajr acerca la 
existencia de esta orden, algunos autores ingleses quieren que 
la mesa ó tabla en la cual reunia Arlús sus caballeros, es la mis- 
ma que se ve pegada al muro del antiguo castillo de Winchester 
en Inglaterra. Camden duda de la reali^lad ó certeza de este 
hecho, suponiendo que su fábrica es de fecha mucho mas mo-» 
dema. Tomas de Waisingham dice que el rey Eduardo III 9 
que ascendió al trono en 104a, mandó edificar en el castillo de 
Windsor una sala espaciosa, á la cual dio el nombre de Tabla 
redonda por haber una muy grande, y que se sentaban sin dis- 
tinción en ella los caballeros ingleses, espa^oles^ franceses, ale* 
manes, italianos etc., después de haber asistido á una especie 
de justas que se celebrabfan todos los anos. p. Diego de Vera re» 
ñere, si bien que sin creerlo éi mismo, que se conservaba esta 
mesa ó tabla en Hunscriste, cuando nuestro Felipe II casó en 
Londres con la reina Doña María, y que estaba partida en a5 
tablas ó divisiones grabadas ó pintadas de blanco y verde, las 
cuales se juntaban en punta en el centro, y se iban ensanchan- 
do en la circunferencia • y que en cada división estaba escrílo 
el nombre dd caballero que la ocupó y el del rey. 



(75) 
Flores pont la inititocion de la orden de la TaMa redonda 
al ano de laoo* 

( 1 43} Cuando da BrettUía vmo. Y continua el rouiaiioe: 
Qae dueñas coidabaii d^J, 
Doncellas de sa roeín^M 
Esa diseña Quintañona^ 
Esa le escanciaba el vino: 
La linda reina Ginebra^ ele* 
(i 44) ^i^do* Cervantes celebra en el canto de Calíope i 
Adán de Vifaldo^ poeta de florido ingenio. 

( i45> V algunas subieron 4 ser emperadores* Como Don 
IBLeinaldos, quellegtf á Ser emperador de Trapisonda^ cujoiin- 
perio renunció á favor de Esplandiauy con quien casd á su bija; 
li. Kogelque lo fue dePersia; Bernardo del Carpió que casa- 
do coa Olimpia Uegd á ser rej de Irlanda; Patinerin de Oliva^ 
^ue pasd á ser emperador de Constantinopla/ Tirante el ittanooi 
pesar del imperio de Grecia^ j otros* 

(146) Encomendarse d Dios. Reconvenido 6 preguntado 
Tirante el Blanco por qué en los trances apurados no invocaba 
algún santo junto con el nombre de su señora Carmesina^ res- 
pondió: que e el que á mucbos sirve no sirve i ninguno. nJDe 
otra manera se conducía el infante D* Roserin, según leemos 
^i^el Espejo de cabaUeríaSf pues este « santiguándose j euco- 
lyiend^ndose á píos de todo corazón^ j llamando á su señora 
PJorímena^ el caballo de las espuelas \kmen etc. 

( 1 47) Dama se&alí^da. De la inconstancia de D. Galaor lia- 
)>lan|os en la nota 43; j del mismo pasage que cita Pellicer para 
probar que la princesa Briolanja fue su dama señalada se dedu- 
ce que no lá tuvo j que tomd á esta señora que le presentó su 
mismo berm^no Amadis, del mismo modo que había tomado 
otraSf aunque es verdad que no las arad como á esta, pues dice la 
historia que la tomó consigo sin ningún escrúpulo, como aquel 
qae no se espantaba ni turbaba de ver mugeres. Para mayor 
|ustiíicacion de lo que acabarnos de decir, v^^e la nota siguien- 
te. 

(145) OaballerOf I^a señora que Dt Galaor habla hecho . 
dueña de su voluntad, j á la cual se encomendaba muj 
fS menudo J muj secretamente, era Aldeba, hermana de Grinda- 
)aya, que se crid en casa del duque Brislojra ^ como se lee en |a 
ynisma historia de Amadis de Gaula. 

Por el artículo 2,^ de los estatutos que se observaban en las 



(76) 
Cortés de Amor f de que hablftmosya en Ift nota 3o, se exigía de 
los caballeros ser callados y discretos; qui non celat^ amare non 
potest. Y por el primero de los autos ó arrestos pablicado» en 
fraaces por Marcial de Aavernía y traducidos al castellano por 
Gracian, se ve que el Consejo de Cupido condenó á un amaate 
habladora indiscreto, entre otras cosas, iHiren romería descalzo 
á la ermita de Amor. 

(149} Campos elíseos. Lugar de descanso ó morada feliz á 
donde creian los gentiles iban las almas 6 sombras de los justos 
después de su muerte. E^ ellos habia cuanto la exaltada y gala- 
na imaginación de los poetas habian yísto é imaginado de mas 
delicioso y roas feliz. (V. la nota adi). 

(i 5o) Con Roldan d prueba. Fue tan grande el sentimiento 
que tuvo Holdan cuando supo las relaciones de Angélica coa 
MedorOf que perdió el juicio y arrojó las armas. Cervino , hijo 
del rey de escocia, que debía la libertad á Orlamlo, al hallarlas 
las recogió agradecido, y las colgó de un pino; y á liu de impe> 
dir que nadie se las vistiese puso al pie del trofeo que con elias 
hizo esta inscripción: 

jár matura d'Oriando Paladino: 
Come volesse dir^ nessun la muova 
. Che star noii possa con Orlando a prova* 
según se lee en el cautp a^ ocUiva ^7 del Orlando furioso del 
Ariosto. 

( 1 5 1 ) Dura peña* Cervantes dispone que se enlierre á Gri^ 
só:>lomo en el campo, y sin ceremonias algunas eclesiásticas) 
porque murió desesperado, como se lee en su misma canción: 
Ofreceré d los vientos cuerpo jr alma y 
¿fin lauro ó palma de futuros bienes. 
(i 5a) Fénix n Lsta ave de la que tanto se ha hablado es fa- 
bulosa. Herodoto es el primer autor que hizo mención de ella^ 
bieu que ya añade que no la vio sino pintada. Los egipcios dis- 
puestos a tributai' los honores divinos á toda especie de anima- 
les, no tardarían en divinizar una ave de la que se contaban co- 
sas tan estraordinarias. Decían que cuando veía próximo su fin^ 
es decir, después de haber vivido 5oo ó 600 años, formaba una 
' especie de nido ó pira de maderas resinosas, y pegando fnego ea 
ella se consumía dentro; añadiendo que de su tuétano ó cenizas 
salla uu gusano que se traustbrmaba á poco enotro/^e/?¿r. 

(1 53) £1 divino Manluano dejó en su testamento mandado* 
^ celebre poeta laiiao Virgilio, llamado el Mantuano ppr ha- 



(77) 
bcr nacido en Andes , paeblecito inmediato á Mantua , dispuso 
poco autes de morir , que con motivo de no haber dado ia últi* 
ina mano á la Eneida , se le trajesen sus borradores junto con 
los demás escritos sujfos para quemarlos ; pero no habiendo po- 
dido conseguirlo , dispuso en su testamento que io fuesen des- 
pués de su muerte sobre su sepulcro. ¿>us legatarios no cumplie- 
ron dichosamente esta disposición , y con este motivo , 4X)ino 
dijo uu poeu auiiguo , Augusto César salvd segunda vez de las 
llamas su querida Trojra. 

Capitulo Wrímoruacto. 

(i 54) Cantion de Grisóstoma. Pellicer dice que el artificio 
de esta canción j que él llama admirable y singular^ quizá sin 
bastante razón, cousiste en componerse cada estancia de i6 ver- 
sos , todos endecasílabos , que rimando entre sí de un modo 
nuevo , el penúltimo consuena con el hemistiquio del úllimo. 
Añade que puede reputarse Cervantes como el inventor de este 
género de canciones ; pues si bien es verdad que el Petrarca fue 
el primei'o que las escribió , esta es diferente de aquellas , y na- 
da compusieron por este estilo los demás poetas españoles y por- 
tugueses que babian precedido á nuestro autor. 

(i55) Baladro de algún monstruo. Lo mismo que rugido, 
alarido, ahuliido ó grito desentonado y espantoso de algún en- 
driago, vestiglo, ú otro monstruo de los que figuran en los li- 
bros de caballerías. De baladro se hizo el nombre baladran^ 
que damos al hombre vocinglero y que tiene palabras y no ma- 
nos^ como dice Covarrubias* 

(i 56J El agorero graznar de la cornea. Los antiguos mi- 
raban la aparición y aun mas el canto de la corneja como de mal 
agüero, y á esto alude al verso 18 de la égloga I de Virgilio : 
Saspe Ministra cava predixit ab dice cornix» 
Mil veces la corneja, con recelo 
Deste gran mal, cantó el siniestro hado, 
Por las encinas anunciando duelo. 
Felasco, 
O como dijo Garcilaso: 

fiien claro con su voz me lo decia 
La siniestra corneja, prediciendo 
La desventura mia. 
(157) Del ya vencido toro. Cuando lo ha 5Ído disputando 
coa otros toros el predominio sobre las vacas. 



(i59) Ia ffiUifa tanóUUa. Se diee que esta aT6, nofuerU su 
prímera pareja no Tuelre á amrse con otro macho^ de senti- 
miento de la pérdida de su primer compañero. Por esta rasoor 
era entre los antiguos y aun entre los modernos el símbolo de 
la fidelidad y constancia conjrugaL 

(159) Etwidiadoi En las primeras ediciofies j en la de \m 
Academia^ cujro testo seguimos, se dijo envidiado^ que es coma 
ha de decir^ y no enviudado como se pUso en otras ; pues sis 
embargo de ser el buho una ave de mal agüero ó fítuestay tiene 
tan hermosos ojos, qne se dice que las otras ave» quieren sacár- 
selos de envidia. 

(i Go) Del padre Tajo. Alusión á la Profecía del Tajo al rejr 
D* Rodrigo f oda de Fr. Luis de Leen» 
Folgaba el rey Rodrigo 
Con la hermosa Caba en la ribera 
Del Tajo , sin testigo^ 
El rio sacó fuera 
El pecho 9 y le habló de esf a maneta, etc. 

(161) Betis ios olivas* El río Guadalquivir ^ Betis en lativ^ 
di6 el nombre á la parte de España llamada Bética ó Andalucía. 
Los árabes le llamaron Guadalquivir, que es lo mismo que si 
dijéramos gran río ó rio grande* En todostiempos han sido mu j 
celebrados los olivos de las márgenes del Belis , en tanto que sef 
dio por algunos á este río el nombrtf de olivlfero«r 

(l6i^) El Niío llano. No solo podia Cervantes tomar la idea' 
de Lucano acerca criarse sabandijas y otros animales voraces jr 
dañinos en el Nilo y sus orillas , sino de cuantos d los mas dé 
los geógrafos y naturalistas han hablado de este rio y del país 
que con sus aguus fecundiza» El adjetivo llano que le da Cek-» 
Yantes es io^y ftopio ^ y nó era tampoco preciso que recorda-*^ 
se los versos del autor de la Farsalia para aplicárselo; pUes si no 
corriera este rio por un pais //a/ro^ seguramente no tendrían lu- 
gar las anuales y periódicas inundaciones del Egipto ^ en cuja- 
ocasión aparece como una inmensa llanura. El origen de este 
río y las causas de su» inundaciones , fueron desconocitlas él 
les asiíguos , y sobre ks cnales se había escrito bastante. En' 
el dita se sabe (pie sus príncipales manantiales nacen al pie de' 
los montes déla Luna, y fpie el crecimiento' de este rio se debe' 
todo á las grandes Uuvias ó aguaceros que durante algunos me* 
ses caen en la* Etiopia y en la Abisini». 

(i63> £fa^oj. Generalmente por Ao^o se entiende «1 des^ 



(79) 
tino y fin ó fuerza tiresistiblc ^ digámoslo asi, que según la 
equivocada opiuiou de algunos ^ nos obliga á hacer ó dejar de 
kaiccr cierlas y detcrmiaadas cosas. 

(i64) Tántalo con su secL Aunque no están acordes lot 
miuSloges acerca lo que did motivo al terrible suplicio que 
dice la fábula ésta suií-ieodo Tántalo en los iufieruos^ couvie- 
oca uo obstante cu el castigo Homero ^ Ovidio , y Virgilio* 
Los mas sin embargo vienen á decir que fue motivado 
porque teniei^do este rey de Frigia hospedados en su casa á 
lo;> dioses^ dudando de su divinidad les did á comeri para reco- 
nocer si verdaderameate lo. eran^ á su propio hijo hecho pe- 
«lazos. Le figuran consumido de una ardiente sed en medio de 
un estanque, cuya agua sin cesar se escapa de sus desecados 
labios 9 y devorado por el hambre en medio de unos árboles 
llenos de frutos, que uu viento terrible eleva hasta ios cielos 
cada vez que alarga la mano para coger alguno. 
^i65) ••••••• Sisijo i*enga 

Con en el peso terrible de, su canto* 
Los poetas fingieron que este creido hijo de Colo^ á quien 
maté TeseOffue condenado por sus crímenes á hacer rodar 
continuamente en Iqs infiernos una gran mole de piedra desde 
|o Im jo á lo alto de una montana , de donde volvía á caer ia- 
uiedia lamente. 

<(i66) Ticio traiga su buitre* Ticio fue un gigante de 
una estatura monstruosa, según deciau los poetas. Por haber 
pedido el respeto á Latona , fue muerto á flechazos por Apolo 
y Diana, y su cuerpo condenado al mismo suplicio que Pro- 
meteo ; es decir , á que un buitre le fuera royendo y co- 
luiendo el hígado al paso que renacia. 

(167) Con su rueda Egion. Ixion, que es su nombre pro- 
pio, fue condenado, por haber tenido la osadía de amar é in- 
tentado seducir á Juno, á ser atado con serpientes vivas á una 
rueda que daba vueltas sin cesar , y cuyos reptiles le estaban 
atormentando continuamente. 

(168} iV7 las hermanas que trabajan tanto* Las danaidas, 
llamadas asi por ser hijas de Dauao. Estas cincuenta hermanas ca- 
saron con otros cincuenta primos hermanos, las cuales en 
castigo de haber degollado á sus esposos en la misma noche 
de sus bodas , fueron condenadas , según dice la fábula , á lle- 
nar continuamente de agua en los infiernos una tinaja aguje- 
reada,- por cuya razón dice Cervantes que trabajan tanto. Ilí- 
permeoe^ra fue la áuica danaida que salvó á su marido. 



( ^} 

(169) y él portero infernal de los tres rastras. Es decír^ 
el Cancerbero. La mitología dice que la puerta de los ialiernos 
y el palacio de Plutoii era guardado por uu perro enorme coa 
tres cabezas jr tres fauces ^ cuyo monstruo , aúaden , acariciaba 
ks almas iuíeJices que bajaban á los iaíiernos j y devoraba á 
las que queriaa salir de ellos* 

(i 70} La causa do naciste* La mismif Marcela que convlertef 
en propia felicidad la suerte del mal alprtuuudo GríscSstomo. 

(171) Fieto basilisco. En el Suplemento á nuestro diccio'S- 
nario Histórico Enciclopédico dijimos lo siguiente hablando del 
basilisco: Este nombre^ tomado del griego y que quiere decir reai^ 
sirvió por mucho tiempo para indicar uu auiíual imaginario) esto 
CS5 una especie de dragón en pequeño ^ cuja itíordedura era mot*- 
tal, y cuyos ojos mas terribles todavía, causaban la muerte coa 
vna sola mirada. Ea verdad que este último efecto^ afñadiau , no 
tenia lugar sino cuando el basilisco habia visto al hombre an- 
tes de que este hubiera reparado con el reptil. La mirada del 
basilisco era tan terrible que podia matarse áai mismo , si Uc^ 
gaba á presentársele un ^spe/o delante capaz de reflejarle susr 
miradas ; asi es que para matarle se valian de este medio y et$ 
decir ^ de presentarle uní espejo. Añaden otros qué una mu- 
gei' podia cogerle vivo y sin ningún peligra, y todos conve* 
jiian en que era un animal rarísimo ) y la posesión de uno de' 
dios se pagaba á un precio muy alto; pues servia para pre- 
parar cierto» medicamentos propios para curar mucnas- enfer-* 
medades. Todas estas hablillas en boóa del público hubieran 
sido disculpables ; pero lo que verdaderamente sorprende esy 
que las referidas y otras muchas se hallen continuadas en las^ 
obras de ciertos naturalistas , y que varios médicos hay wi re-' 
comendado en sus farmacopeas aquellas imaginarias vnrtladeSir 
Para seguir adelante algunos charlatanes sus estafes , prepa-' 
raron por medio de una raya pequeña disecada ^ una especie 
de dragones, que vendían y venden é los ignorantes por 
cuerpos disecados de verdaderos basiliscos^ Cuvier da el nora-»- 
bre de basilisco á un reptil de la Guayana muy inocente^ y 
que no tiebe como se supone ninguna de aquellas sopuestas- 
é imaginarias' virtudes. Véase eucorroboraFcion de fo que aca-^ 
hamos de decir, lo qure escribió ma9 de cien años atrás acerca la' 
no existencia del basilisco^ nuestro ilustrado Fei jóo. 

(172) Desapiadado Ñero, El emperador Nerón ^ Uaihado 
Jfero Claudiut de su padre adoptivo , fue célebre como todo «^ 



mundo sabe por süs crtíeldadesi Una de f tts htñfottís Ntrocída-" 
des fue maadar pegar fuego á Roma por sus cuatro co:»lados4 
para formarse uaa idea del iaceodio de Troja. Bien que 
otros quieren en cierta manera disculparle i suponiéudo fui; 
para mandar construir de nuevo j con mas regularidad la 
capital del orbe, á la maaera que lo ha hecho recienmeutt 
el doctor Francia en América con la ciudad de la Asencion« 
Durd el incendio mueve dias i diez cuarteles de la cifidad y 
los mas preciosos monumentos dé ella fueron reducidos á ceni-< 
zas. Los enemigos del cristianismo atribujreron á los fieles dif 
Roma este desastre^ coa cujo falso pretesto padieron saciar mas 
su venganza con estos. 

Este bárbaro^ espectáculo fue para su insensato autcnr de 
la major complacencia , en tanto , que para poderlo presenciar 
con mas comodidad y satisfacción le estuvo observando desde 
]o alto de la torre llamada de Mecenas^ 

(173) Tur quino i Bowley Pellicer observaron j a que eti lugai' 
de Tarquino debía decir Servio Tulio^ sentó rejr que fue de 
Roma. En efecto 9 la ingrata y desnaturalizada hija de Servioi^ 
llamada Tulia, esposa de Tarquino el Soberbio^ fue la que hizo 
pasar sn carro sobre el cadáver ensangrentado de su padre^ 
de cuya bárbai'a acción quedó á aquella calle el nombre dcf 
Pía sceleraia, 

(174) Mi crueldad^ Aunque Pellicer creyó que este pasagnf 
estaba arreglado y que ni sobraban ni faltaban palabras y que Ia 
diíicultad que algunos hallaban en su lectura depcndia de la 
mala puntuación) la Real Academia opind <rque ó sobran las pa-* 
labras eljin de ninguno dellos 6 lo que es mas regular faltan 
para la buetia sintaxis oirás que se omitieron por descuido d«f 
los impresores.» 

(t 7S) Dando aquí fin la segunda partea En ¿1 capítulo XV# 
ó siguiente comienza la fercera parte de 4as cuatro en que pri'« 
mero dividió Cervantes el primer foraOé (V. lo que dijimos tm 
la nota i io)« * 

dtapftttla Uámocimxúo. 

(176) Yangiíeses^ Nattírales del pueblo de Yarigíwaí eri la 
provincia de Segíivia^ 

(177) Sinahafas y holandas* Telas muy íinas f de laS 
cuales se hacian camisas 7 aun sábanas para la gente mu/ 
principal. ^ 



(«o 

(178) Patio* Cerrantes se equivocó en lo qu€ dice qae Ár- 
cala us did mas de doscientos azotes á Amadis de Gaula , pues 
si bien estuvo este por dos veces en poder de su mortal eue- 
migo el rejr Árcala us , su historia no hace mención de tales 
azotes. Solo se lee en ella que la una vez le tuvo encarcelado, 
y la otra le dejó caer eu una sima por medio de una trampa. 
Hízolc padecer sí hambre y sed , y malos olores; pero aun en 
medio de su cuita fue socorrido por la doncella muda llamada 
Guínnid»f sobrina de su opresor, con una empanada de tocino jr 
dos barriles de vino y agua que en un cesto le descolgó. 

(179) Melecinas de agua de nieue y arena. Lo mismo 
que ajruda ó clister. 

(180) La ley del duelo. Es decir, los principios d reglas 
establecidas y que se observaban en retos y desafíos cuando 
la» lejres uo los habian prohibido t y de los cuales tendremos 
lugar de hablar mas adelante. 

(idi) Tizona, Como una de las espadas del Cid se llamó 
Tizona , ó mas bien Tizón , que según el parecer de Covarru- 
bias vale tanto como ardiente, derivado de tizón ó leño encen- 
dido , de aquí quedó llamar en general tizona á toda espada. 
También podria derivarse el nombre tizona de una voz griega^ 
que equivale á fortuna ; y entonces tizona seria lo mismo que 
afortunada. La primera acepción parece mas fundada, en cuan- 
to á que sabemos que en tiempo de la caballería hubo caballe- 
ros que t€»maron eltítulo de caballero de la ardiente espada, co* 
mo lo hizo Amadis de Grecia. Las dos espadas célebres del Cid 
fueron la Colada j la Tizona ó Tizón, la última de las cuales, que 
según el romance de este capitán ganó al rej moró Bácar, pare- 
ce es la que se enseña en la armería real de Madrid. 

(18a) Sileno , ayo y pedagogo del alegre dios de la risa. 
La fábula dice que Sileno era un siitiro', que después de haber 
educado á Baco , llamado también el dios de la risa , le acom- 
pañó por todas partes en sus conquistas montado en un asno. 
^ Como tenia por costumbre eaabriagarse todos los dias , hacia 
reir con sus gracias y ocurrencias á cuantos le miraban. 

(i 83) La ciudad de las den puertas. Esta era Tebas del 
alto Egipto, llamado de ella Tebaida, y no la de Beocia patria se- 
gún algunos de Baco. La Tebas de las cien puertas ó HecatompUos 
como la nombraban por esta razón, no se llamó asi porque preci- 
samente tuviese cien puertas, sino porque dentro de sus muros 
se disUnguian cien palacios magníficos, á los cuales se les solía 



<«3) 
ilamar pderta tk»r antonomasia^ por ser este el lugar de la easa eii 
el que los príncipes j grandes señores solían administrar justi- 
ciBif y e}erOian otros actos de autoridad. De aquí quedó el nom- 
bre de Puerta 6 Sublime Puerta que damos todavía á la corte 
del gran señor ó emperador de los turcos* 

(i84) Beltenébros. V. la nota 43. 

( 1 85) Peña pobre. V. la noU 43* 

(i 88) La señora Oriana. V. la nota 43* 

Capftulo ¡r^rtmosato. 

(187) liana de cogote. Es lo mismo que descOgotada: Có^ 
-Varrubias eu la palabra cogote dice: uDescogotados, los que no 
tienen cogotes como Ids asturianos: n cuja proposición no cree- 
mos pueda aplicárseles con tanta generalidad. 

(i 88) Maritornes. Pellicer dice que no es fácil averiguar, si 
Cervantes inventó d formó este nombre^ como el de Marisanch»^ 
Mariperez etc. ^ ó le adoptó de la palabra francesa malitorne^ 
que en francés antiguo significa mala mUger^ y en el moderno 
torpe ó desmañado* 

(189) Estrellado establo. Es decir^ Oamarancbon sin tecbo 
¿ descubierto^ desde el cual se veian las esti'ellas. 

(190) AngeOi Covarrubias dice que esta tela de estopa ó li- 
tio basto sí no se Uamó asi de algún lugar de Flandes ó Francia 
como Anjoude donde se traia á España^ tomaria tal vez el nom- 
bre de angeo de su anchura ; porque de todas las telas nin-» 
guna , continua nuestro escritor ^ es mas ancha que esta. 

(191) Pariente suyo. TSna de las principales ocupaciones 
mecánicas en que se empleaban los moriscos antes de su espul- 
sion , era la conducción y acarreo de efectos de un pueblo á 
otro ; ocupación tanto mas grata para ellos cuanto les propor- 
cionaba por la continua ausencia de sus pueblos dejar de cum- 
plir sin ser notados con los deberes del cristianismo , que apa- 
rentaban seguir. Con este motivo 5 es decir , con la espulsíotí 
de los morisdos , dice Pellicer refiriéndose á un manuscrito dé 
la Biblioteca Real , desaparecieron de España nada menos que 
cuatro ó cinco rail arrieros ^ los cuales^ continua^ porteaban las 
cosas con grande comodidad. 

(19a) Due/ia Quintañona. En las tres primeras ediciones 
del Quijote se decia con su dama Quintañona; pero comoeu 
otros pasages escribe siempre el autor dueña Quintañona la Real 
Academia crejó muj oportunamente debía leerse asi« 



(«4) 

(igS) jilbanega, Cc^a á manera de red de forma redonda 
que las mugeres llevaban para recoger los cabellos. Su nombre 
es arábigo $ jr se deriva f según CovarrubiaSf del verbo x^enega^ 
que equivale á recoger 6 encoger; y según otros de la palabra 
arábiga baneca , que sígniñca apretar 6 poner á la redonda. 

(194) Coima, Lo mi^mo que meretriz 6 muger mundana. 

(igS) Cuadrillero* V. la nota ii4* 

(196) La santa hermandad ifieja de Toledo: V* la 
nota z 1 4* 

(197) Otro candil f Sin duda Cervantes en este suceso quiso 
imitar, si bien que ridiculizando y con mucha mas decencia, 
ciertos lances demasiado obscenos ^ que se leen en ios mas de 
los libros de caballerías. 

(íopítulo Ir^ítmoa^pttmo* 

(198) Donde «^¿upie^en. Equivocóse D. Quijote en esto, 
pues si hubiese leido el Mor gante Maggiore , poema es- 
crito en octavas por el poeta italiano Luis Pulci, habría vis- 
to en el canto ai el apuro en que se halló Orlando , j la pena 
que sintió al ver que porque no tenia dineros con que satisfa- 
cer á un ventero, pretendía este le dejase el caballo en prendas. 
Tal vez Cervantes quiso prescindir ú olvidar este pasage para 
ridiculizar mas ásu héroe, y con él á los que se proponía der- 
ribar. 

('99) ^^ alongó» Lo mismo que se alejó, del adverbio 
latiuo longe» 

(aoo) Cornado. Moneda antigua de vellón con liga de pla- 
ta, pero de baja ley, que mandaron batir los rejes de Castilla. 
Parece que hubo cornados j^a en tiempo del rejr D. Sancho IV; 
y D. Alonso XI mandó batirlos en el de i33i , con motivo de 
una escesiva falta de dinero. Tomó el nombre de cornado de 
una corona que tenia grabada. Tres cornados valían una blan- 
ca en el reinado de D. Alonso XI ; y en el de D. Henrique III 
un cornado valia una blanca. Dn cornado correspondía á unos 
5 y Ys maravedís de vellón. Moreti dice que en el día corre 
aun esta moneda en Navarra, y que vale algo menos de un ma- 
ravedí , pues nueve cornados hacen ocho uiarsvedis de vellón. 
De) valor ínñmo de aquella moneda quedó la espre^ion no vale oí 
un cornado como si dijéramos ni un ardite , para indicar que 
una cosa es de un precio muy bajo ó inüigaifícante. 



(85) 
(aot) Como con perro por carnestolendas, Esle entreten t- 
miento ó burla se usab?! ya entre los antiguos. Suetonio, habluu-- 
do del emperador Otón en Las vidas de los doce prime- 
ros cesares, dice que cuando este salía por las noches á cor- 
rer las calles de Roma con sus compañeros, si encontraba algún 
borracho ie manteaba tendiéndole en el sago 6 manto: disiento 
sagulo imposUum in sublime iactare* Marcial en el Epigrama 4<* 
de su libro I hace igualmente mención del manteamiento. 

(202} De puro cansados le dejaron . Sin duda Cervantes to- 
mó la idea de este manteamiento de Sancho de la historia de 
O. florendos de Inglaterra. En esta se lee, que yendo su escu- 
dero Fidelio un poco apartado de su amo , cuatro fantasmas le 
agieron y levantándole en el aire le atormentaron desgajándole 
las carnA por medio de tenazas incandecentes. A los ayes y la- 
mentos del infeliz escudero, volv ió su amo las riendas al caba- 
llo, y sin embargo de ver el lastimoso y triste estado de Fide- 
lio dejd de socorrerle, escusándose con que toda aquella real j 
znuy pesada burla no era mas que una mera apariencia. 

(203) Gabán, Capote cerrado con mangas y capilla, que 
principalmente usaban la gente del campo y los caminantes. 
Pueden verse en Covarrubias sus varias etimologías. 

(íapftttlo Uámctta^o. 

(204) También me vengara yo. Dijo Sancho. 

(205) Andar de zeca en meca. Cumpliendo los moros <5 
mahometanos con uno de los pi'eceptos mas recomendados por 
su ley, acostumbraban ir en peregrinación de la mezquita de 
la Meca, patria de Máhoma, á otra mezquita célebre y de gran 
veneración que tenían en Córdoba durante la dominación sar- 
racena, llamada zeca; y de estas romerías 6 peregrinaciones su« 
ponen tuvo origen el refrán andar de zeca en meca para indi- 
car que uno va divagando de un lugar á otro. Andar de zoca en 
colodra 6 de zocos en colodros significa salir ó evitar un peligro 
y dar con otro mayor* 

(ao6) El caballero de la ardiente espada. Sin duda que, 
como dice Pellicer , equivocó D. Quijote Amadis de Gaula con 
Amadis de Grecia* Este último fue el que se Uamd « el caballe- 
ro de la ardiente espada » por tener señalada en el pecho una 
ce tan bermeja como una brasa;» y en su misma historia se lee 
que el «caballero de 1» ardieute espada se mudo el nombre , y 



(86) 
56 UimiS Ám^dis de Grecia,» El de Gaula^ llamado Amadís por 
0sceleocia| niiiica fue coqocido con el nombre de caballero de 
la ardiente espada^ uno déla verde espada^ por haber usado una 
como dijimos en la nota 43^ ci^ya vaina era de unos huesos ver- 
des de cierto reptil^ tan diáf9nos , que se iraslucia la hoja , y 
sin embargo no podia sacarse de ella por razón de estar enciin- 
tada, haata que Amadis pudo desenvainarla en una aventura de 
Icale:» andadores por la seqora Oriana. Llamóse de la ardiente 
espada Amadis de Grecia porque nacid con una figura de espa- 
da en el cuerpo de color bermeja como una brasa, cuja punta 
iba á terminar en su corazón. De poco A la verdad le hubiera 
servido esta espada pintad^ á D, Quijote; asi que no puede du- 
darse que Cervantes habUba de la verde >.de Amadis de Gaula, 
pues de esta espada material solamente j no de la avSknte del 
de Grecia podía decirse que « cortaba como una navaja j qo 
|)abia armadura por fuerte y encantada que fuese que se le pa- 
l-ase delante.» 

(ao;) (^ue se los papen duelos. Es decir , que ^ allá se las 
avengan, 6 que lo pasen como puedan, 

(ao8) Le^ grande isla Trapobeuia, Tal vez diría Taprobana, 
grande isla del mar de las Indias al S. O. de la península de es- 
ta parte del Ganges, conocida en el dia con el nombre de isla 
de Ceilan, Descubriéronla los griegos luego después de la espe- 
dicion de Alejandro en la India. Fueron tan exageradas las pri- 
meras noticias que ^e dierqn de su estension , que por mucho 
tiempo se tuvo por el principio de otro continente ó inundo. En 
el dia es nna isla ra\xj conocida 4e unas 8p leguas de largo y 
3o de ancho. 

(1209) -4 f 'mas jaldes* Lo mismo que armas amarillas, dora- 
das ó de oro. 

(a i o) Alfana. Yegua 6 caballo t^orpulento, fuerte y brioso. 
Yeuia 4 ser el llamado caballo de batalla entre los caballeros 
mudantes y aventureros, y el que montaban los gigantes y otros 
hombres descomunales que figuran en los libros de caballerías, 
(ai x) Escudo blanco y sin empresa. Por lo -corauo cuando 
se confería la drden de caballerea siguiendo las ceremonias que 
describimos en la nota 26, se daba al candidato 6 novel caballe- 
ro un esícudo en b|anco y sin empresa d gerogUíico alguno, co-r 
^ mo que todavía no habia acometido ni dado ñn á ningún hecl^Q 
de armas. En el escudo se iban grabando ó pintando 4 cuartales 
f$ ppQ ciertas divisiones Iqs emblemas, segua iba dando cabo 4 



(87) 
las aventuras 6 grandes hechor de armas; y aquellos por lo co- 
mún tenían relación j correspondencia con estos. Asi vemos por 
ejemplo , que las barras coloradas sobre cam[>o de oro de los 
condes de Barcelona^ y después de los reyes de Aragón y de 
uuestixjs monarcas ^ son 9 según se lee en los historiadores^ 
una representación de la seiíal que el emperador ó rey Garlos 
Calvo hizo con sus cuatro dedos mojados en la sangre de las he* 
ridas que habia recibido el conde Wifredo el Velloso en defensa 
de aquel Monarca, en el escudo jalde ó de oro que usaba el con* 
de^ diciéndole: « eslas serán t*ueslras armas, n 
(a I a) Caballero no%*eL V. las notas uS y a 1 1 • 
(a 1 3) fieros azules, £n la ciencia del blasón son unas 6gu- 
ras de ;copas ó vasos , representándose en las armerías en for* 
ma de camj^itas pequeiías, las cuales son siempre de plata 6 
azul , es dUSr veros azules en campo de plata ó veros de plata 
en campo azuU 

(2 i 4) Famoso Junto, Nace e^te río en el monte Ida y atra- 
viesa la Troada desembocando en el mar reunido jra con el Si- 
niois junto al cabo Sigeo. Homero dice en la Iliada que este rio 
se llamaba Escamandro por los hombres , y Jauto 6 Xanto 
por los diose&t por la virtud que tenían sus aguas de vol- 
ver rubio el cabello de las mugeres que se bailaban en 
él. Se cree que tomó el nombre de Cscamandro de un hé- 
roe de este mismo nombre, que habiendo perdido la razón se 
ahogd en sus aguas* Estas eran en tanta manera veneradas, que 
las jóvenes troya ñas le ofrecían y sacriGcaban su virginidad 
bañándose en ellas la víspera de sus bodas. 

(a 1 5) El claró Termodonte. Pequeño río del Ponto, que 
naciendo á pocas millas de Sarmasa, desagua en el Ponto Euxi- 
no ó mar negro, después de haber atravesado las llanuras de 
Temiscira, habitadas según decían por las amazonas* 

(a 1 6) El dorado Paciólo. Rio déla Lidia, que naciendo én 
el monte Tmolus y bañando los muros de Sardes, mezclaba sus 
' aguas con elHermus, Era célebre este rio por las arenas de oro 
que llevaba, por cuya razón le dieron el nombre de Chrjrsor^ 
rhoas^ y por la misma D. Quijote le llamó dorado* Los mitólogos 
querían atribuir esta circunstancia á haberse bañado en sus 
aguas Midas para desprenderse de la iacultad de transformar 
en oro todo cuanto locaba. 

(a\7) No me acuciado* Si no temiéramos rayar en prolijos 
daríamos una noticia circmistanciada de cada uno de los pue- 



(88) 
blos que con t«i|to lacoaismo y aqíerto clíisificii Cervantes poF 
boca de su siempre gradoso D. Quijote , en lo que acreciitcS y 
di<$ pruebas posítfTas de si^ va^^U y esquisita erudiciopt 

(a 18) I£l olivífero Betis. W, U not^ 161. 

(a 1 9} , £1 divino Genilj E$te río déla Botica ó Andalucía so 
Uamd pqr los rqtpanps Singilis 9 y los iSrabes en su invasión le 
llamaron Geni( ó Xenil ^ notnbre quCf según Cqvarrubias^ es 
lo mismo que rio de los Siiingos , pueblos que dice ent^^ron á 
polcar á España f 6 sen^ejante ^1 NíIq. Admitiendo esta últimai 
ficepcion es como Cervantes le aplicó el dictado de Di vino j lia-- 
mó provechosas sus aguas j pues «si como el Ni lo era considerar 
do comq una divinidad, y como & tal veneraban sus aguas por 
ser las qi^e fecundízabiin aquel p^is , asi el Genil fertiliza con 
lassujjis la deliciosa vegadeOranad^. Tal vez Cervantes llamó 
divino al Genil por ser uno de los que fecundizan las Andalucías^ 
en cuyo p^is están acordes miichos l^istoriadores üjaron los ap-r 
tiguos sqs decantados y divinos campos elíseos. ( V, la no- 
ta 2a i }. Llamj^ rico y dorado al Tajo, porque como se ss^be 
lleva oro entre sus arenas, 

(aao} Los taHesios campos^ Pueflen ser los c^impos inme- 
diatos al Qetís y al cual los antiguqs llamaron también Tarteso, 
$egun dice Estragón | de la isla y ciudad que babia en su embo- 
cadura llamada Tarteso. Otros creep queCarteja, antigua ciu-? 
dad situada, como (Ijce Florez, en ^l estrecbo deQibraltar junto 
á C^lpe, se llamo Tartesio eq un principio; lo que concuerda 
pon lo que dice el mismo Estrabon ^ Pomponio Mela ^ PIíuíOy 
Pausanias j ApiauOf 

(2^1) En ¡os elisecis Jerezanos pradoSy los mancJiegos ri^ 
COA y coronados de rubias espigas^ El clima y situación delir 
eiosa de la Bética, bizo que los antiguos colocasen en ella los ce^ 
lebradgs campos eliseos (Y. la nota t49)t («Sabiendo ademas 
Homero, dice Esifabon , que estas espedicioues ( las de Ips grie« 
gos) llegaron á lo ultimo de España , y habiendo conocido por 
ios fenicios lü^ opulencia y demás bienes de estos sitios, fingid 
alli el asiento de los justos y el campo elíseo etc.» Y siguiendo 
^sta opinión , es como Cervantes llama elíseos los ^aiqpos 6 
prados jerezanos. 

Acerca llamar á los manchegos ri(iosy c-oronados de rubias 
espigas cita Pellicer un pasage de Pisa en su historia^ en la que 
se lee que en tres cosas escede la Mancba y Priorato d^ 3» Ju^n 
^ la$ demás tierr^is de España, á saber: en pan, vino y carnes. 



(«9) 

(aa7¡) Los de hierro vestidos^ reliquias de la sangre goda* 
Llama á los vizcaipos vestidos de hierro por lusricasy abun- 
daotes ipiíias^ j por el mucho c|ue benefician ; y reliquias de 
la sangre goda porqae entre sos riscos se retiraron como entre 
los de Asturias los godos cu9ndo la invasión sarracena. Y como 
algunos supongan que los moros no penetraron en aquellas pro- 
vincias , y que desde ellas comenzaron á reconquistar la inde^ 
pendencia española . de aqui Cervantes crejó 9 j no sin razón, 
que entre los cántabros era en donde podian conservarse reli- 
quias antiguas de la sangre goda, 

(2a3) Silboso PirineOf La elevación de estos montes j el su- 
surro que haccyi suf árboles agitados por el viento^ hizo que Cer- 
"vantes llamase silboso al Pirineo, 

(224) ^^^ levantado Apenino, Verdaderamente es levanta- 
da ó elevada la cadena de montañas llamada Apenino que atra- 
viesa toda la Italia en su longitud de N. á S. 

(aa5) Cuantos toda la Europa contiene jr encierra. En mu- 
chas partes de esta obra acreditó Cervantes su vasta erudición y 
delicado gusto , y en la enumeración de estos dos imaginarios 
ejércitos se propuso imitar según indican Rios j Pellicer la ce-» 
lebrada descripción que bace Homero en el libro ao de la Diada 
de los griegos y trojanos; j si los críticos la celebran tautOf di- 
ce Velliceri no debe merecerles rpenos aprecio la de nuestro in- 
genioso autor, si paramos la atención en la suavidad de su esti- 
lo, jr en la propiedad de los peculiares atributos con que carac- 
teriza cada uno de \oi pueblos, rios, etc. 

(336)' El doctor Laguna. Diosodrides, médico de Anazarbo 
en Ciliciat contemporáneo de Antonio y de Cleopalra seguu 
unos, ó de I^eron según otros, compuso sobre las plantas me«* 
dicinales una obra considerada como uno de los mas preciosos 
tesoros de la antigüedad para el estudio de esta parte de la bola- 
nica.Nuestro Andrés Laguna, que nació en Segovia en 1499 y 
' murió en la misma en i56o, médico que fue de Carlos V^y 
muj distinguido de algunos papas, en particular de León X, 
hizo una traducción de las obras de Dioscórides del griego al 
español, qqe se imprimió en folio en Valencia el año de ifó6| 
y unas anotaciones 4 la misma obra en 1664 en la,^ 



(90) 

Copüulo ¡^(f^imottoKO. 

(^27) jaquel almete de Mtdttndr'mo, Quiere decir el jrelmo 
de Mambriuo. 

(228) Denostar d D. Qwjote* Decir denuestos ó iojurias. El 
$euor Navarrele en la vida que escribid de Cervanles^pina que 
esta nocturna aventura tomó origen de la reservada y silencio- 
sa traslación que se hizo en el año de j 598, hallándose Cervantes 
en Andalucía, de los restos mortales de S. Juan de la Cruz desde 
la ciudad de Ubeda^en donde estaba depositado, á la de Segovia; 
cuyas minuciosas circunstancias y pormenores pueden verse ea 
la vida citada. 

(aag) Loba, Vestidura talar á manera de sobretodo y pa- 
recida á un capote pasado de mangas, que usan todavía algunos 
eclesiásticos. Las etimologías que trae Covarrubias dé este nom- 
bre no nos parecen muy naturales. 

(aSo) Que se ritiese* ( Y. la nota i la )• 

(23 1} Bachiller. El nombre bachiller y bachillerato, en la- 
tin bacalaureus y bacaltutreatus^ se deriva de isksbajras y del 
laurel con que antiguamente eran coronados los que obteníau 
ese grado. Mujr coinun era en tiempo de Cervantes firmarse 
algunos licenciados y aun doctores, no siendo mas que bachille- 
res ó licenciados, cuyo abuso <io ha acabado de desterrarse 
auu en el nuestro. 

(a3a} Fállente caballero. Rodrigo 6 Rniz Díaz de Bivar, 
héroe español del siglo XI, descendiente del juez de Castilla Mu- 
ño Rasura, fue llamado por los moros el seidóel Cid campea- 
dor, es decir, el señor batallador 6 vencedor, por sus no inter- 
rumpidos triunfos y haaañas , las cuales dieron sobrada mate* 
ria á nuestros romanceros para celebrarlas, si bien que mezcla* 
ron en ellas muchas Chulas ó historietas. Una de ellas era^esta 
que refiere D. Quijote , la cual se lee estcnsamente aunque coa 
alguna variedad en la Crdnica del Cid y en el romance 21 
de aquel héroe castellano. En la primera se supone el hecho 
eo Toiosa de Francia, al paso que en el segundo se cuenta acae- 
ció en Romn* Dice asi el romance: 

En la iglesia de S. Pedro 
D. Rodrigo habia entrado, 
Do vido las siete sillas 



(90 
De siete reyes crtstianos« 

Y vid ]a del rey de Fr&ncia 
Junto á la del Padre santo, 

Y la del rejr su señor 
ün estado mas abajo, 
Faesei la del rey de Francia, 
Coa «1 pie la ha derribado. 
La silla era de marfil, 

I Hécbola ha cuatro pedasos : 

Y tomd la de su rey , 

Y subidla en lo mas alto* 

£1 Papa cuando lo supo 
Al Cid ha descomulgado* 
Sabiéndolo el de fiivar 
Ante el Papa se ha postrado i 
Absolvedme, dijo , Papa , 
Siao , seráos mal contado* 
£1 Papa , padre piadoso , 
Hespondid may mesurado : 
Yo te absuelvo de buen grado. 
Con que seas en mi corte 
Mujr cortés y mesurado. 
( V. las notas 5, 1 1 jr i8i}* 

Capí tttl0 Dtgtóma* 

(a33) Caballeros andante». V* la nota 43* 
(^34) Montes de la luna. Antes que loa nuevos descubri- 
mientos geográficos señalasen de un modo exacto el nacimiento 
del rio Kilo (V. la nota i6a) se creía por lo que dijo Ptolomeo ^ 
que sus fuentes nacian en los montes de la luna, cordillera ele- 
vada de la £tiopia, las cuales precipiléndoae de aquellas emi- 
nencias formaban algunas cascadas ; y al raido estrepitoso que 
se supone hacen estas, compard D. Quijote el agua de los ba- 
tanes; tal fue el espanto que le causaron* 

(235) Mundo. Habiéndose Cervantes principalmento pro- 
puesto por modelo de su héroe las aventuflas d desvarios de Ama- 
dis de Gaula, como dijimos en la nota 43, no dejaba pasar oca- 
sión de remedarle ridiculizando todas las que se le ofrecian. Asi 
es que en este pasage parece tuvo presente aquella en que dts- 



poniéndoM Ámadis para la empresa de la altísima peña de la 
Doucella eücauUda, diiuá Grasíndor: «mi buen señor, yo quie- 
ro subii' en e:»ta roca..,é mucho vos ruego, aunque alguna con- 
goja sintáis , que me aguardéis aqui hasta mañana en la noche^ 
que JO podré venir^ ó faceros señal desde arriba como me va; y 
si en este comedio ó al tercero día no tornare , podréis creer 
que mi hacienda no va bien , é tomaréis el aeuerdo que vos mas 
agradare.» Parecido á este es otro pasage de la misma historia, 
ó la aventura del endriago. Era este un hombre monstruoso que 
tenia el diablo en el cuerpo y despoblada la ¿nsidd del Diablo j 
llamada asi por hacer en jelia su residencia; y entrando Amadis 
en un valle muy peligroso, dijo á su escudero: « da voces, Gan- 
daliu , porque por ellas podrá ser que el endriago á nosotros 
acudirá; é ruégote mucho que si aqui muriere, procures de lle- 
var á mi señora Oriaua mi |cora2on; é dile que se lo envió por 
no dar cuenta á Dios de como lo ageno llevaba conmigo. Cuan- 
do Gandalin esto ojrd, continua la historia , no solodid voces, 
mas mesando sus cabellos, llorando di<5 grandes gritos, desean- 
do su muerte antes que ver la de aquel sn señor, que tanto ama- 
ba. » 

(236) Del brays izquierda* La constelación conocida por los 
astrónomos con el nombre ursa minor ú osa menor , y por el 
vulgo 6 por los pastores con el de Bocina 6 Carro menor, cons- 
ta de siete estrellas, las cuales se hallan en derredor de la es- 
trella polar ó del norte, formando la figura de la bocina, del cuer- 
no ó del colodrillo, como la Ifama Sancho. Observando la situa- 
ción respectiva de estas estrellas con relación á la polar, es como 
los pastores conocen en la noche la hora que es. \ 

(aSy) y el mal para quien le fuese á buscar. La erudición 
de Sancho en este pasage, como observa oportunamente Pelli- 
c^r, es á la verdad superior á su capacidad , quien como buen 
prevaricador de palabras llama á Catón el Censor ó Censorino 
Zouzorino. No se equivocó sin embargo Cervantes en hacerle 
decir que el principio que los antiguos dieron á sus consejas no 
fue asi como quiera; pues vemos por lo que se lee en los Dias 
genialeSy que la gente ordinaria empezaba también sus cuentos 
con esta entradilla: «Erase lo que era : el mal que se vaya , el 
bien que se venga : el mal para los moros , el bien para noso- 
tros;» y añade su autor Rodrigo Caro, que en esto imitaban el 
dicho de Plutarco. 
Buliumjoras^ itUro dwiíias et saniíalem. 



í í3) 

El mal va ja fuera^ j venga adentréis á nosotros la salad y el 
diíaiíi'o* Y á Quioto Sereno Samónico ; 

Sed fortuna potens^ ornen conuertíU in hostes, 

Pero la fortuna poderosa^ convierta el mal agüero contra los 
enemigos. 

Catón el Censor, llamado también el Majorpara distinguirlo 
del de Ütica, nació en el afto a34 antes de J. C. en Tusculum, de 
una familia desconocida. La austeridad desús máximas j prin- 
cipios y la rigidez de sus costumbres pásd á proverbio ya entre 
los antiguos que se ha conservado entre nosotros y asi se decía 
y se dice, es un Catón, para indicar un varón grave, respetable, 
con&tante é inflexible. Entre sus obras se enumera la de los 
Orígenes en la que trató á fondo la historia de Roma desde su 
fundación hasta la espedicion de S« Galva a ia Lusitania : Otra 
de re rustica y muchas cartas y varios escritos que contienen 
célebres máximas y sentencias. Obtuvo todos los grados de la 
milicia por su valor y llegó á merecer los honores del triunfo. En 
todas sus arengas al senado concluia con las palabras, delenda 
est Cartago : Este es mi parecer y.que Cartago sea destruida. 
Murió á los 85 años de edad al ir á comenzar la 3»' guerra piini* 
ca ó contra Cartago. Los romanos le consagraron una estatua 
después de su muerte con esta inscripción: A Catón por haber 
conéervado la pureza de ¡as ' costumbres, 

(338) Zahareña. Lo mismo que desdeñosa , esquiva ó in- 
tratable. 

(239) Añasca. Lo embrolla ó enmaraña. 

(240) Se volviese en homecillo» Es decir, en odio, en ene- 
mistad ó en mala voluntad , como lo dice también Sancho. Se 
cree que es una palabra corrompida derivada de homicidio^ tem- 
plada su primitiva significación. 

(240 Botecülo de mudas* El uso de los cosméticos ó afei- 
tes es antiquísimo , j ha sido general particularmente en las 
mugeres. Apenas ha habido pueblo desde el mas rústiccfósal- 
vage hasta el mas civilizado, en el cual las mugeres no hayan 
recurrido á medios artificiales para bien parecer, embadurnándo- 
se y untándose el rostro con diferentes colores, untos, aceites 
y otros mengurges. Este vicio no fue por consiguiente descono- 
cido de nuestras españolas , ni le han aun del todo abandonado 
ciertas mugeres que, ó por poco favorecidas de la naturaleza, 6 
por haber ya pasado los dias de su primavera , se empeñan ea 
aparentar lo que no existe , ó desapareció. Eu el siglo ea 



(94) 
qae escribid CcnraateS %ft sin embargo mas oomuii esta mala 
costumbre^ como que apenas había muger que no tuviera para 
su uso un botecillo de mudas^ que según Covarrubias era <ccier~ 
ta untura que las mugeres se ponían en ia cara para quitar de 
ella las manchas.» 

(a4a} Pasage de las cabraSé Parece que Cervantes tomd 
la idea de este cuento^ como dijo O. Juan fiow^lef de otro que se 
lee en una colección de novelas italianas antiguas y en la cual 
pasan cerdos en lugar de cabras. £1 supuesto licenciado Alousor 
Fernandez de Avellaneda trata de frió y necio el cuento de Cer^ 
vantes « y en competencia cuenta otro por boca del mismo 
Sancho de una multitud de gansos que tardaron no menos que 
dos años en pasar un puente muy angosto; pero lo hace con tan 
poca gracia, y por aquel estilo trivial y desaliñado que le es pro-« 
pio) que solo sirwe para que se conozca^ como éi mismo dice, la 
diferencia del uno alotro^ es decir del genio de Cervantes al de 
Avellaneda. 

(a43) Sin darnos cordelejo* £s decir, sin usar de chanzas é 
zumbas entre los dos, ó entre amo j escudero « 

Capitub oig^ittio fúoíttú. 

(344) El yelmo de ilfam¿r/no« £1 yelmo era una parte de 
la armadura antigua , que en el dia solo sirve de ornato en los 
escudos de armas. Constaba de varias piezas por \o coman de 
acero bruñido con sus muelles y goznes, destinado para defender 
la cabeza. £1 yebno, arma propia de la caballería, sedistinguia 
por la visera, del morrión , de la celada y del capacete que usa- 
ba la infantería* £1 célebre yelmo de Marobrino , nombre que 
tomó del rey moro que le usaba , era encantado ^ y tenia la vir-^ 
tttd de hacer invulnerable al que le llevaba , como se lee en e) 
Orlando enamorado de Mateo Boyardo. En el mismo romance 
iremos que habiendo Reinaldos quitado este ydmo á Mambrino 
se hizo por su virtud invulnerable, y no pudo en ningún» 1 
ñera matarle el rey moro Gradaso* 

«.«••• £1 fuerte Sarracino 
. Con gran furia k á\6 un golpe deespada | 

É cae amortescido el Paladino ,^ 

Que jamas recibid tan gran porrada : 

Por el yelmK> encantado de Mambriner 

Tuvo esta vez la vida asegurada* 



(95) 
Boyardo para la fábula de la vü^ad del yelnto de Mam- 
britio j tal vez tomaría lu idea del escodo 6 armadura que Tétis 
dio á Aquiles antes de ir al sitio de Troya, y que le hacia invul- 
uei-able ; y Cervantes para ridiculizar estas ideas estraordina- 
rías, de las cuales se veían atestados los libros de caballerías ^ 
carg<$ la mano en esta parte, y la glosó del modo mas gracioso y 
mas bien sostenido , confundiendo ó tomando una bacía de 
barbero por el tan decantíido jelmo del rey Mambrino. 

(a4^) ^^ Pagano. Se da en general á los mahometanos los 
nombres de sarracenos , según se cree , de Savaca^ lugar de la 
Arabia cuna de estos pueblos ; agarenos é ismaelitas de Agar é 
Ismael , concubina é hijo respectivos de Abrahan : moros de 
que cuando invadieron la España venían déla Mauritania; mu- 
sulmanes de profesar el islamismo ; mahometanos de su profeta 
Mahoma, y también seles da en general en los libros de caba- 
llerías el nombre de paganos , que es lo mismo que si dijéramos 
gentiles ó infieles. liOS paganos propiamente hablando eran los 
que profesaban la religión de los falsos dioses antes de la venida 
de Jesucristo. Al paso que el cristianismo se fue estableciendo y 
generalizando ) el culto de las divinidades falsas fue decajen-, 
do, y como los que le profesaban no podian ya dedicarse (5 ejer. 
cerle públicamente, solo lo hacían en las poblaciones pequeñas ó 
reducidas y en las Mths apagas en latín, de las cuales tomarou 
el uombre de paganos. ( Y* la nota 8 ). 

(34^} Es perseguido. Antiguamente se creía en gen^eral que 
el castor , animal cuadrúpedo y anfibio , cuando se veía perse- 
guido de los cazadores , se arrancaba con los dientes unas bolsas 
ó glándulas que tienen macho y hembra entre las piernas , y 
las soltaban; en las cuales se halla contenida aquella sustancia 
que se conoce principalmente en la medicina con el uombre de 
castóreo : y que esto lo hacia por un instinto particular , es de- 
cir, como si conociese que por aquello era perseguido ; cuya 
particularidad niegan casi todos los naturalistas. 

(347) Almete^ £specie de casco ligero de hierro bastante 
ancho sin visera ni gola, que solían llevar de prevención anti- 
guamente los caballeros cuando iban á la guerra y en busca de 
aventuras, y del cual se servían para cubrirse la cabeza cuando 
no habían aun de entrar en acción , 6 cuando al retirarse del 
combate se quitaban el yelmo. £n la milicia antigua hubo un 
cuerpo que se llamd de los Almetes , y almete cada soldado ea 
particular, porque usaban esta ligera arma defensiva^ 



(96) 
. (a48) Pbii¿ ei dios de las herrerías para el dios de hts ba- 
tallas. Algunos mitólogos dicen que Vulcano, dios de las fraguas 
y de las herrerías , trabajó uo ^elmo para Marte ^ dios de la 
guerra d de las bataUas, pero es equivocado. Las armas fabrica- 
das por Vulcano sirvieron para Aquiles ^ para Memnon y para 
Eneas» 

(a49) Mas daáo que el que hicieron los griegos por la ro* 
bada Elena* En este pasage imita Cervantes el leoguage pon-* 
derativo que suele usarse en los libros de caballeríasé Pocos son 
los que ignoren que Elena^ prince:»a de peregrina hermosura j 
esposa de Menelao^ re/ de Esparta, fue robada por París, prínci- 
pe trojrano, quien llevándola á su patria atrajo sobre ella aque- 
lla guerra larga y cruel que conmovió toda la Greciai y que íbr* 
ma el argumento de la Iliada. 

(aSo) Cogió las de Villadiego* Es decir las calzas. ( V< la 
nota 17 alas poesías). 

(aSi) Despojaron. Es decir , de lo que á su modo de Yer 
tau justamente había ganado en la original batalla que con el 
barbero tuyo , de resultas de la cual quedaron por O. Quijote 
los despojos que el enemigo había dejado en el real ó campo de 
batalla* 

(aSa) Se pusieron d caminar por donde la voluntad de Ro- 
cíñante quiso. No fue D. Quijote el primer caballero andante 
que se abandonó , digjimoslo asi , á la voluntad de su caballo , 
como que en esto creian consistir los mas, la fuerza de las aven- 
turas; y sin duda sabria lo, que se lee de Roldan «que se fue á 
mas andar por donde el caballo le llevaban lo que hizo el caba- 
llero del Fcbo, quien dejó la rienda al caballo n para que guia- 
se á la parte que mas su voluntad quisiese» y lo del infante Fio- 
ramor al salir del castillo d« Arcaico que «tomando el su camino 
sin'Uevár cabo cierto, se íué por do la ventura le quiso guiar.» 

(a53) Eí caballero del SoL Se habla de este caballero en 
un episodio de la historia de Palmerin de Oliva (V. la nota Sg). 
Tomó el nombre de caballero del Sol, porque en el escudo te- 
nia figurado un sol con rajos resplandecientes, y por igual ra- 
zón se tituló también asi el caballero del Febo, uno de los nom- 
bres que los antiguos 'dieron al sol. 

(a54) De la Serpiente, En las primeras ediciones del Quijo- 
te del ano i6a5 se habia puesto sierpe , que Cervantes cambió 
en serpiente en la de 1608. Pahneriu de Oliva se llamó y era co- 
nocido con el título de caballero de la Sierpe por la que mal4 sk 



( 97 ) 
ir á bascar el agua de aquella fuente que guardaba una sierpe y 
con cuya agua debía recobrar la salud y la recobró su abuelo 
Primaleon rey de Macedonia. £1 caballero de la Sierpe no es 
otro que Esplandian de quien se lee en las sergas: «Hago saber^ 
dice Radian ^ á tí el caballero serpentino que la fusta de la 
gran serpiente mandas, etc. » 

(255) Ea sus. Lo mismo que ea arriba^ let^antaos ólevdn-^ 
tense» Es una interjección anticuada y desusada, y de ella dice 
Co varrubias <« usamos cuando queremos dar á entender se aper-* 
ciba la gente para caminar 6 hacer otra cosa.» Puede derivarse 
del yerbo latino surgo levantarse, 6 del adverbio sursum arriba* 
(a56) Besándolo en el rostro* En la historia de Ámadis de 
Gaula (V« la nota 43), vemos que el rey Lisuartehizo lo mismo 
con el doncel Esplandian, á quien «tonid porla cabeza y llegdle 
á sí y besdle en la faz » uso que observaban ya los griegos y loa 
romanos con un guerrero ó con sus hijos cuando deseaban dar-* 
les ana prueba singular de estimación, y ealo quesolia Uamarso 
en castellano dar paz en el rostro. 

(aSy) ÚuUa. Aflicción , trabajo 6 necesidad estrema^ 
(a58) Fablar. Yerbo anticuado que significa lo mismo que 
bablar. 

(aSg) EnfarsetOé Lo mismo que en jubón 6 desarmado* Se 
di<5>l nombre italiano farseto á una especie de jubón colchado 
de algodón , que solian vestirse antiguamente los soldados y ca-« 
balleros para llevar encima con mas comodidad la coraza^ cota 
de malla ú otras armas, é impedir que estas hiciesen tanto daño 
al cuerpo* 

(a6o) Enano. (V. la nota 83) . 

(261) Una doncella de quien la infanta mucho se fia* Ela 
todos sus delirios D« Quijote no hace mas que imitar lo que 
habia leido en sus menguados libros de caballerías. En efecto 
leemos en la historia de Amadis de Gauia, que este caballero ha-> 
biaba á sn sin ^ar Oriana por medio de su coniidenta la don- 
cella Mabilia « por una ñniestra pequeña que tenia su redecilla' 
de hierro» y en la del caballero de la Cruz, que este fue á ha-« 
hlar con la infanta Andriana « por las rejas de las ventanas del 
jardin, y por medio de Germana, su doncella , se prometieron 
los dos por marido y muger » cuyos pasages y otros semejantes 
venian sin duda á la imaginación de nuestro andante caballea 
ro, y á imitación de aquellos iba arreglando los que creía 
habian por precisión de sucederle. 

1. 7 



(9») 
(a6a) Qiieda'rey* En esto íinítd lo que Lucrecia dcscia i 
Bernardo del Carpió: 

Pero muerto mí padre, jo <]e hecho ' 

Soj reina en Loinbardiá coronada, 
Y puedo bien , señor , de aqui decirte 
Que ofrezco con el reiuo de servirle. 

(a63) Duque muy principal. Este sin duda es uno de los 
pasages mas encantadores de esta obra inimilable ; porque á la 
verdad no puede formarse uu plan mas feitivo ui m a:» desca- 
bellado, y al mismo tiempo mas ajustado á la^ maneraai, costum- 
bres y aventuras que se leeu en los libros de caballerías , como 
jra lo notaron Pellicer j otros comentadores del Quijote. 

(a64^ -d eso me atengo, Enfrascado el pobre Sancho con el 
razonamiento de D. Q^ii^ote y con las promesas de su amo , ol- 
vidan este y aquel que el bueno de Panza estaba ya casado en su 
tierra y con hijos , / sin reparar en pelillos propone el uno y 
admite el otro casarse con la doncella ficticia de la princesa 
que solo existia en la acalorada imaginación de nuestro D. Qui- 
jote. 

(a65) HijodalgOé V. la nota a.* al título de la obra. 

(a66) A ser grandes señores. Sin duda que á esto se redu* 
cen todos los liuages del mundo. Unos que fueron , como dice 
con mucha razou D. Quijote, y jra no son , y otros que son y 
sin duda no fueron. Tal vez que, como dice un célebre escritor, 
el pobre arriero que en el dia vemos gana su reducida subsis- 
tencia acarreando efectos de un pueblo 4 otro , desciende por 
línea recta de alguno de aquellos hombres célebres jr ricos, que 
merecieron los honores del triunfo y dieron á sus espensas fíes- 
tas y juegos al pueblo romano; y otro que en el dia figura sobre 
los demás, desciende quizá de algún esclavo, ó de alguna de 
aquellas familias que formaban la última y mas despreciable 
clase de la sociedad. 

(267) Hijo de un azacán. Lo mismo que hijo de un agua- 
dor, que es lo que significa esta voz en su origen arábigo , 
y figuradamente de un cualquiera, 6 como solemos decir^ de un 
pobre diablo. 

(a68) Que era muy grande. Pellicer parece se inclina por 
las senas que da Sancho , á que este señor era D. Pedro Girou, 
duque de Osuna , virej que fue primero de Sicilia y después 
de Mápoles. En efecto fue «un señor mu/ grande» por sus proe- 



zas idilttansS) j pof la nobleza y opulencia de su casa^ úm dJE) 
las mas dlbtinguídas de España^ y al mismo tiempo « un senoí* 
muj pequeño» porque la naturaleza le hizo pequeño de cuerpo* 
Di picciolo non havea attro che la statura , como se lee eu el 
Téaii'o de los gobiernos de lo» víreles de Ñapóles. 

(269) Era uso de grandes lleuar tras sí d los tales* Ea 
efecto los grandes llevaban tras de sí á sus caballerizos ^ como 
se lee en el Estilo de servir ú príncipes de Dé Miguel de Yelgo ^ 
cuja costumbre se va en el día renovando , llevando delraa 
cuando salen á Caballo uft criado montado en un palafrén* 

(iTapÜulo nigtfstmo scigunl^o* 

(ayo) escopetas de rueda» Especie de arcabuz^ que ae dis' 
paraba con una rodaja 6 máquina mas complicada que la llave 
que tienen ahora generalmente las armas de fuego. Antes qué 
las escopetas ^ se usaron la espingarda y el arcabuz. Estas dos 
especies ^de armas de fuego se disparaban por medio de una 
luecba que el soldado aplicaba al fogón, como se hace comuo'^ 
meóle con las piezas de artillería^ Después se introdujo poner 
cerca el oido uu pederual con su eslabón que montado por 
luedio de una rodaja y disparándose daba lumbre y encendía 
el Cebo : y estas armas eran las que se llamaban escopetas de 
rueda. Mas adelante se simplificó este mecanismo discurriendo 
el ingenioso y facilísimo de las llaves comunes que se ha apli-^ 
cado jra en algunos parages á la misma drtilleríaé Últimamente se 
han substituido á las llaves con pedernal las de piálon ^ por 
los menores inconvenientes que presenta j por la major pron*« 
titud en inílumarse la pólvora. Parece que el nombre escopeta 
se deriva del lalin scopiim ^ asi co7no el de fusil del italiano fo^ 
cile^ es decir eslabón. Dijimos en nuestro DiccionanoH¡st($rfCO 
Euciclopédico que las llaves de fúsil fueron inventadas en Nu« 
remberg en i5 1 7. El fusil pi'opiameute dicho^ lo fue en Í^Vancia 
eu i63o y comenzó á usarse como arma propia de los granade^ 
ros á razón de cuatro por compañía, en seguida deseis^ y ulii-* 
mámente fue substituida á las picas y á los mosquetes^ pasando 
á ser eu lyoS el arma general de la infantería. Sin embar- 
go de lo dicho liaj algunos que se empeñan en querer sos- 
^euerqueGuinigi, gefe délos guelfos eu la repáblica de Luca^ fue 
el primero que en el siglo XV armó con fusiles á sus soldados: 
V^i^ siu duda eoiifuuden el mosquete con el fusil. Las plalina» , 



( i«o) 
ú pistón fueron ioYenUdas eu Inglaterra por Afanson en 1 9io 
jr perfeccionadas en Francia por Lepage, Uenri y Pauli. Lo» 
Cartuchos para los fusiles no fueron conocidos hasta después 
del año 1690 y su nombre se deriva del italiano cartochio cucu- 
rucho. La bayoneta se ioyenUS en Bayona de Francia de cuja 
cindad conserva el nombre. 

(ayi) Dardos, Eran una especie de lanzas pequeñas j del- 
gadas que se arrojaban con la mano. 

(^7^) Tormento. Casi hasta nuestros días hemos yisto 
practicaren los tribunales la todura para arrancar á los reos la 
confesión de sus crímenes , 6 descubrir los cómplices eu ellos. 
Llamábase tormento^ porque se iba atormentando al verdadero 
6 supuesto reo hasta que confesara; y cuestión, porque al paso 
que se le iba atormentando, el juez le estaba haciendo cuestiones 
6 preguntas, que se llamaban « cuestión de tormento >» para la 
averiguación, inquisición ó pesquisa de la verdad. El uso de la 
tortura es antiquísimo, y la practicaron casi todos los pueblos 
del oriente. Solo parece que no lo estaba eutrelos hebreos; 
á lo menos nada dicen de ella las lejres de Moisés. En Atenas no 
había tormento preparatoi'io, solo los condenados ya, sufrian 
el tormento treinta dias después de la sentencia; el cual no po- 
dia aplicarse á niugun ciudadano sino en el caso de ser acusa- 
do de un crimen de estado. Eu Roma tenia lugar el tormento an- 
tes de la condenación; pero tampoco podía imponerse á ningún 
ciudadano, á no ser en el caso también de un delito de lesa uia- 
gestad. La clase de tormentos varió según el mayor ó meuor 
grado de ilustración y de barbaridad de los pueblos 6 de los 
tribunales que le usaban. 

(273) Su mano derecha. Pdrece que en tiempo de Cervantes 
se pensaba con mas libertad de la que correspondía acerca esta 
ocupación obscena é indecente, pues á mas de la apología que 
hace de ella nuestro autor, Pellicer pone unos versos, que escri- • 
bi<5 en elogio de la misma un poeta contemporáneo de Cervan- 
tes: 

No me engaña afición. Usar debiera 
Este ejercicio afable dignamente 
La gente en ciencia y calidad primera. 

Ün examen discreto y diligente 
Se habia de hacer para otorgar el gradO| 
Y un colegio también para tal gente. 



( lOI ) 

Varios hombres timoratos conocieron lo perjuicial de esta 
doctrina y declamaron contra ella, en particular el P. Fr. Juan 
de la Cerda, contemporáneo de Cervantes, cujo religioso ha- 
blando de estas tercerías dice : « anda en este tiempo recibida 
de algunos la opinión de que río es bajeza el usar de tal oficio 
no haciéndole por interés \ como si por esto no fuesen dignas 
del nombre de alcahuetas, etc.» Derívase la palabra alcahuete 
de la voz arábiga caquit , que significa atizador 6 infiamador 
precedida del artículo al, 

(274) y Je pienso quitar» Lo mismo que desempeñar. 

(275) Lazarillo de Tormes. Es decir , mis aventuras 6 los , 
hechor de mi rida son tales que superan de mucho ú los que 
se cuentan del Lazarillo de Tormes. Escribió la vida de este 
pordiosero O. Diego Hurtado de Mendoza, Tradújose al italiano 
por Barezo Barezí con el título del Picarillo Castellano j se 
hicieron dos ediciones en Venecia. Otras dos se hicieron en 
Paris, una en i65i j otra en i653. 

(276) Ka sé á que sabe el bizcocho y el corbacho. El bizco- 
cho es una especie de pan para abastecer las embarcaciones, 
llamado asi porque se cuece dos veces á fin de que se conserve 
por mas tiempo. El corbacho es el látigo llamado también re- 
benque , con que el cdmitre de las galeras castiga á los forzados 
ó condenados á ellas. 

(277) Podéis ir dónde quisféredes día buena ventura. En 
esla aventura no se separd tampoco Cervantes de lo que habían 
practicado los caballeros andantes, y cujas locuras deseaba 
imitar. En efecto una délas muchas estravagancias que se pro- 
poniarí aquellos^ era poner en libertada los presos, como lo hi- 
zo entre otros Amadis de Gaula. En la historia de este se lee ^ 
que habiendo vencido al gigante Mad arque, le hizo merced de 
la vida con la condición de que habia de hacerse cristiano con to- 
dos sus vasallos : que habia de fundar en sus estados iglesias y 
monasterios como hacian entonces los mas de los señores en es- 
piacion de sus faltas ; y que á mas había de poner en libertad 
todos los presos que tenia encarcelados que eran en número de 
cíenlo. A. todo convino el pagano ; y cuando los presos agrade* 
cirios llegaron á besar la mano á su libertador , entre ios que 
bahía treinta caballeros y cuarenta entre dueñas y doncellas 9 
Amadis les dijo que fuesen á presentarse á la reina Brisena , y 
le Hijesen como los enviaba su caballero el de la ínsula Firme 9 ' 

J que le besasen las manos por él. 



(278) Fotoer ahora d ios ollas fie Egipto, Alude « si bien 
que en sentido contrario, á lo que se lee en el cap. XVI de los 
I^úmeroSf cuando murmurando los hijos de (srael contra Moisés 
por que les habia traído al desierto, se acordaban de cuando 
«staban en Egipto sentados junto á las calderas á ollas llenas de 
carne. 

(379) Quitáronle una ropilla^ etc. La ropilla era una espe* 
cíe de sobrevesta 6 vestidura corta con mangas cortas también 
j sueltas, que solian llevar los caballeros sobre sus armas para 
conservar el lustre de estas. La ropilla fue parte del uniforme de 
los aroheros, antigua guardia de nuestros rejes que trajo á tls* 
pana Cqrlos V. Las grebas eran unas piezas de la armadura au~ 
tigua. Venian á ser una especie de botas ó botines de hierro, 
acero lü otro metal, que cubrían y defendían la parte anterior 
de las piernas désele la rodilla hasta la garganta del pie. Las h"- 
bia también de malla ó alambren manera de medias. El uso de 
las grebas es antiquísimo, como que sabemos las usaban jra 
lo» griegos j los romanos j después nuestros hombres de armas, 
fU greboo se diferenciaba de la greba eu ser mas pesado, 

(aSo) Gabán. Y. la noU ao3* 

(Capítulo oigfdima tmeca* 

(a8i) S^s saetas. Y* la nota ti4*La saeta es uoa de las 
armas antiguas que se usaban antes de inventarse j generalizar- 
se las de fuego • Consistía en una asta delgada de unos dos pal- 
mos 430U una punta de hierro en el estrenio anterior y una len- 
gitrta, y en la parte posterior un^s plumas cortas para que fue- 
se derecha al dispararla con el arco. 

(28;)) Los siete mancebos. Aunque Pellicer observa con mu- 
cha oportunidad que tal vez se equivocó ó tomd al imprimirse 
la palabra mancebos por la de Mncabeos, no la varió, y la de- 
jó como se lee en las primeras ediciones del Quijote ) J io mis- 
mo hi/.o la Real Academia en las suyas; pero no se tuvo esta 
delicadeza en la edición de Londres de 1738 en la cual se puso 
Macabeos por mancebos, 

(a83) jácordó de hurtar el asno d Sandio Panza^ En d 
cap, ly de la a.* parte se esplica el modo y manera como Oi- 
nes de Pasamonte yeríñcd el hurto, 

(a84) Con veinte y seis maravedis. Como en tiempo de San- 
cho hacia po^o que se estabwi esplotando las ricas minas de 



( io3) 
América^ la moneda no eralan abniKiante^ y los coinestibloi j 
demás efectos yalian por la misma razón ma& baratos, como se 
ve en escrituras antiguas de arrendamientos , ventas, dotes etc. 
Pellicer cita en justificación de esto un pasage de la Dorotea de 
Lope de Vega, del cual resulta que la libra de carnero valia so- 
lo á i4 maravedís , la de vaca á 12, el vino á la marave- 
dís el azumbre y asi de lo demás. Es verdad también que mas 
adelante por losónos de i6i4* época en que nuestro autor es- 
cribía la 2i«^ parte , valía el pan en la corte á real « 7 la libra de 
carnero á cinco cuartos , si bemos de atenernos á lo que dice la 
misma Teresa Panza en su carta á la Duquesa. Se ve también 
lo barato que estaban las cosas en aquellos tiempos en la evalora- 
ción de los efectos. que D.' Catalina de Palacios j Sa lazar tra¡o 
en dote á nuestro autor cuando casó con él. Vemos que tres 
sábanas de estopa se justipreciaron en 1$ reales. Una mesa de 
cuatro pies en 5 reales. Una artesa, grande en 4 reales. Una cu- 
aa en 6 reales. Dos calderos en i5 reales. Un badil debierroen 
medio real, etc. etc. £1 maravedí es una monada imaginaria, 
que según dice Govarrubias no se ba batido jamas, á manera de 
las libras. La mas antigua mención que se hace del maravedí j 
del contar por él en crónicas y en escrituras , es del tiempo del 
rejr D. Alonso YIII , por cuja razón se llaman algunas veces 
marm^edis Alfonsis, £1 valor de esta moneda ba sido diferente 
asi como también las especies de maravedís. En un tratado que 
bizo De Monetis el P. Mariana , puede verse la reducción que 
hace de los varios maravedís i los de su tiempo ; lo mismo que 
en otra que escribid con el mismo título el presidente D. Diego 
de Govarrubias. Moreti habla d^ diez y siete especies de marave- 
dís, cujo valor describe. Se cree que los moros introdujeron es- 
ta moneda eu España , cujo nombre es igualmente árabe. 

(a85) Y dje que debe ser razonable poela ^ ó yo sé poco 
del arte» De este pasage y de algún otro de sus obras , se ve 
que Cervantes se tenia á sí mismo por un razonable poeta. Re- 
piú<S también este soneto, como había hecho igualmente con al- 
guna otra poesía, en su comedia « La Casa de los zelos y Sel- 
vas de Ardenia, » con la sola diferencia que en D. Quijote se ha- 
bla con Filis-, y en la comedia con Angélica: 

Si digo que es Angélica no acierto* 
(a86) Trobadores, Lo mismo que poetas. Mas adelante es- 
plica remos con detención el origen de este nombre y las ocupa- 
cioues de los antiguos trobadores ^ quienes iban de castillo en 



( io4) 

castillo cantando las aventaras de los caballeros j las sentencias 
d arrestos que daban las cortes ó tribunales de Amor. 
- (a8^) Las coplas de los pasados caballeros tienen mas de 
espíritu que de primor. A. la verdad no se equivocó Cervantes, 
pues como era naciente la moderna poesía, no sabían ni podían 
espresar aun las grandes ideas , sino con un estilo incorrecto j 
desaliñado. Pellicer para probar que sus canciones eran no me* 
nos faltas de primor que de espíritu , cita la que se lee en Ama* 
dis de Gaula) 

Leonoreta sin roseta 

Blanca sobre toda flor: 

Sin roseta no rae meta 

En tal culpa vuestro amor; ete« 
De raas ingenio es sin duda la siguiente poesía de nuestro 
¿élébre Masías, si se considera que es anterior aun al autor del 
Amadis deGauk| pues vivid á últimos del siglo XIV j princi- 
pios del XV. Proponiendo el poeta á su querida la trágica muer- 
te de Narciso, la aconseja no se esponga á tan fatal peligro* 

Enganaarou sotilraente 
Con íiuaginacion loca 
Fermosura , é edat poca 
Al niño bien pareciente, 
Estrella resplandeciente 
Mirad bien estas dos vías , 
pues beldad , y pocos días 
Cada cual en vos se siente. 

Prados, verduras i flores 
Otorgo, que las miredes, 
Otrosí , que escuchedes 
Dulces cantigas de amores. 
Mas por sol, ni por calores 
Tal cobdicia non vos ciegue. 
Vuestra vista siempre siegue, 
Las fuentes y sus dulzores, 

(ad8) Casi delante. Palabras que sobran en el testo ó que 
nada sígnítican. Pellicer propone que este lugar defectuoso en 
las primeras ediciones , baria sentido añadiendo estas pala- 
jabras: «de aqui adelante » ó bien estas otras: « á quien tene- 
mos casi delante;» pero ni él, ni después la Real Academia, 
bicieron variación alguna en sus ediciones. 



(toS) 

(289) 'Escuchaba al astroso. Lo mismo qae desastroso , iii<« 
feliz ó desgraciáijb) ú hombre sin estrella, ó al cual no favorecen 
6 han abandonado los astros , de cuyo nombre se deriva el de 
astroso. 

(290) Tisbe. La fábula dice i|ae enamorado P/ramo de Tis-^ 
be, y Tiendo los dos amantes que sus padres no aprobaban sos 
amores, se citaron á un parage determinado para abandonar su 
patria y huir juntos. Tisbe fue la primera quellegd al lugar de la 
cita , y habiendo visto una leona con la boca ensangrentada^ 
€chd á huir , y con la precipitación dejó caer el velo , que la 
leona despedazó y Xmá con su sangre. A poco Uégó Píramo , y 
al hallar en el sttip aplazado no roas que el telo de 8u querida 
maochado en sangre , creyd que Tisbe babia sido devorada 
por alguna üera , y desesperado se atravesó con su espada* 
Volvió luego Tisbe jrjencontrdá Píramo- espirando , y cono-^ 
ciendo el error y se atravesó también con la misma espada* 
£q las metamorfosis de Ovidio puede verse - la moralidad de 
este suceso. 

(291) />. Mugel de Grecia. Este caballero de la raza de 
ámadis de Gaula , era hijo de D. Florisel'de Kiquea y de la 
princesa £lena , hija del rey de Apolonia , uno de los reinos 
imagi^n^rios , de los cuales se hace -mención en los libros de ca- 
ballerías. Casó D. Rugelcon Arquesidea, emperatriz de Orien* 
te , hija del gran Can Aqailidon , y tn vieron un hijo llamado 
Esferamundo f • último vastago de la familia de los héroes de 
Gaula. En la colección de estos romances forma parte del li- 
bro IX. Daraida era el príncipe Agesilao, hijo de P. Falanges 
y Alastrajarea^ J Garaya D. Arlanges^ príncipe de España. Am- 
bos se enamoraron de la princesa Diana é hicieron fnil travesu- 
ras para poder hablarla que se leen en la tercera parte de la 
crónica de D.' Floriselde Níqnea, escrita como dijimos en su lu- 
gar por Feliciano de Silva (V* la nota 5). Acerina el pastor 
Dariael v^ase la nota 46. 

Capítulo msfehttcr qmnt0, 

(aga) Q^^ Dios úohomda^ Especie de maldición t lo mismo 
V^^m pudra. 



Cio6) 
(agd) Endnag<(M* En los libros de caballerías se osa raa- 
cbas veces esta paliibra par^ indicar'uo'aoífnal horroroso , si 
bieu que su propio significado es el de dragoa, derivada del la- 
tín V^aco. 

(394) ^ prado tan uerde y ificioto* £á decir , coya "fege^ 
lacioo era vigorosa ó lozana, 

(agS) Rústicos dioses. Las divinidades que los paganos ha- 
bían innagiiiado presidian á los bosques, á los árboles, á los ríos, 
alias fuentes etc. (V. las notas 396, 997, y 398). 

(a96) Napeas jr Dríadas. Las Napeas eran las nínlás que , 
según la mitología, presidian á los prados j á los bosques; y las 
Dríadas eran igualmente las ninfas tutelares de los bosques y 
ife las selvas. De estas habia también unas llamadas Querque-^ 
UtlanSy es decir, conservadoras de las encinas, quercus en latín: 
otras qae tenían el nombre de Hamadriadas , las cuale» nadan 
j morían con los tf rboles que estaban á su cuidado. 

(397) Sdtiros» Eran unos monstruos que fingieron los poe* 
tas de medio arriba hombres y de medio abajo cabras, con coer- 
nos las mas veces en la cabeza. Solían habrtac en los montes y 
bosques, é iban siempre en persecución de las ninfas, á las que 
procuraban sorprender para abusar de ellas. 
• (298) No os canséis deoUla, Sin duda que Cervantes tavo 
presente en este pasage la égloga IL de Garcilaso, en donde el 
desesperado Albanio dice á su pastora: 

Heme entregado, heme aquí rendido 

lie aquí que vences, toma los despojos.. .. 
Yo pondré fin del todo i tus enojos, 
Ya no te ofenderá mi rostro triste. ... 
- Luego sigue la misma invocación. 

\0 dioses si allá juntos de consono 

de los amantes el cuidado os toca!..* 
I O Náyades, de aquesta mí ribera 
corriente moradoras I ¡ O Napeas 
guarda del verde bosque verdadera!.. 
¡O hermosas Oreades, qae teniendo 
el gobierno de selvas y montanas, 
á caza andáis por ellas discurriendo!.. • 
] O Dríadas, de amor hermoso nido, 
dulces y graciosísimas doncellas!... 
parad mienta un rato» á mis querellas* 
¥ concluye: 



( »07 ) 
Estae palabras tales en diciendo 
en pie me alzé etc. 

(299) /^ escribiésemos como /tacian los antiguos en hojas 
de árboles^ ó en unas tahlitas de cera* Parece qae las primeras 
escrituras de los hombres se hicieron en hojas de ¿rboles, prin- 
cipalmente de palmera* Las tablas de piedra y de bronce j las 
tahlitas enceradas se usaron comunmente entre los pueblos y%, 
mas civilizados como los griegos y los romanos^ y se escribía ea 
las ultimas por medio de unas puntas de hierro 6 de hueso Jla-* 
madas estilos. Escribióse también en tablas cerusadas^ es decír^ 
que tenian una capa de cerusa^ y se hacia con tinta, con una es- 
pecie de cañas 6 juncos. Descubrióse después el papiro en E^ip 
to, que se formaba por medio de la unión y trabason délas varias 
capas ó telillas del papiro^ planta muy abundante en las mar- 
genes del Nilo, y de la cual tomó después su nombre el pap€l 
qae usamos en el día, cuja moderna inveocion^se atribuye po^ 
unos á los moros, y por otros á los chinos. La preparaciou 
del pergamino se conoció después que estaba jra muy en uso el 
papiro; y como esta invención se hizo , según se cree, por na 
rey de Pergamo, tomó de esta ciudad el nombre de pergamino*. 
Ed algunos de los artículos de nuestro Diccionario Histórico En-^ 
ciclopédico dimos con mayor estension noticias relativas á los 
varios usos é invenciones de cada uno de estos objetos. 

(3ou) Aiis amores y los suyos han sido siempre platónicos*. 
Amores platónicos son aquellos amores puros sin sombra de 
interés ni sensualidad; y tomaron el nombre del célebre filóso- 
fo griego que opinaba podian existir y que verdaderamente los 
había. Platónicos fueron á la verdad los amores de D. Quijote 
con su sin par Dulcinea, en lo que no imitó seguramente á los 
caballeros que Iq precedieron, en comprobación de lo cual léa- 
se el soneto que antecede á la obra, de «da señora Oriana á Dul- 
cinea del Toboso » y |a nota que en él hemos puesto. 

(3o I } Tira también una barra. El juego de la barra es uno 
^elos mas antiguos, al que se dedicaron los hombres Upa- 
ra entretenerse y para desarrollar las fuerzas corporales,? Era 
uuo de los juegos gimnásticos de los griegos. No se sabe si el 
juego de la barra dio origen al del disco, ó este á aquel. De to- . 
dos modos uno y otro tenian por objeto arrojar á la mayor dis- 
tancia posible una barra, un disco ó una bola de hierro, plomo 
uotro metal con arreglo á ciertas reglas establecidas. ^El juego 
de la barra es todavía muy comün en algunas de nuestras pro- 
brincias. 



( '08 ) 
(3oa) Rejo. Es decir, qa¿ robustez 6 qué fuerza tiene. En 
las coplas de Mingo Rebulgo se lee : 

Andas esta madrugada 
La cabeza desgreñada : 
^o te hallas de buen rejo. 

(3o3) Mcantólo d saber su mayor. Puede entenderse que 
lo supo el mayoral <5 capataz del mozo 9 ó el hei*mano mayor He 
la viuda. 

. (3o4) Fulano. Supdnese que la palabra fulano se deri- 
va del dios Fabulino , difinidad á quien invocaban los antiguos 
paganos cuando los niños empezaban á hablar; y la de zutano áe 
etro námen llamado Estatano^ que era el que presidia á ios pri- 
meros pasos que daban los niños, 6 cuando comenzaban á andar. 
Llamábase también esta última divinidad Estatiitno ; y habia 
á mas una diosa á la que invocaban para el mismo objeto lla- 
mada Cstatina. Oe ambas divinidades, es decir de unos seres de 
los cuales no se sabia mas sino que andaban y hablaban 6 pro- 
lejtan el xlesarrollo de estas dos facultades, supone Rodrigo Ca^ 
ró en sus Dias geniales, se Á\]o fulano y zutano, Govarrubias 
dice que el nombre fulano es hebreo, y que se deriva de la pa- 
labra felonij que corresponde á la latina f/z/rv, quídam; pero 
añade que nosotros le tomamos inmediatamente del arábigo, en 
ouya lengua, phuten equivale á quídam. 

(3o5) Las mas se las fingen, A la verdad fingidas son algu- 
nas de las damas cetebradas por los poetas; pero al mismo tiem- 
po 6s preciso confesar que otras de aquellas fueron reales y 
Verdaderas, como la Laura del Petrarca, la Diana de Jorge de 
Montemayor, y tal vez la misma Galatea de Cervantes. 

* (3o6) Para darle algún hábito. Es decir, para darle el há- 
bito de alguna de las <5rdénes distinguidas , en las cuales no 
puede entrarse sin haber hecho antes información de nobleza. 

' (307) Ni la llega Elena^ ni la alcanza Lucrecia, Y. la no. 
ta a49» Lucrecia fue una célebre y hermosa matrona romana, 
hi/a de Lucrecio Tricipitino y esposa de Colatino. Enamorado 
locamente de ella Sexto Tarquino, hijo de Tarquino el Soberbio, 
rey de Roma, no pard hasta haber gozado de ella , valiéndose 
de los medios mas bárbaros é infames. El dia siguiente fá sn 
deshonor, Lucrecia llamd i su padre y á su marido , y en pre' 
56 ocia de ellos y de dos de sos amigos, P. Valerio y Bruto, con 
tó su desgracia ; y sapiicáadoleft tomasen veiiga.i¿a de aque^ 



( »o9) 
atentado^ se atraves<$ por sí misma el pecho coa un pilfial 7 ma- 
rió. Este escandaloso hecho fue causa de laespulsiou de lo:»Tar- 
quinos de Koraai j que al gobierno monárquico substituir esen 
el republicano. 

(308) Si ¿US desdenes son en mí afincamiento • ( V. la nota 
309). 

(309) Maguer que yo sea asaz de sufrido. Frase usada en 
los Libros de caballmaSf y vale tanto como si tu me estás estre- 
chando ó vejando con tus desdenes, aunque yo sea bastante 6 
muy sufrido, mal podré etc. 

(3 1 o) Del hilo del laberinto de Teseo. La mitología diré 
que enamorada Ariadna, hija de Minos, rey de Creta, del buea 
parecer de Teseo, héroe valeroso de aquellos tiempos, qué habia 
de ser pa:»io del Minotauro , le dio la princesa un ovillo 
por medio del cual salid del intrincado laberinto después de 
haber vencido y muerto á aquel monstruo que solo se maute* 
nía de carne humana. 

£1 encargo que D. Quijote hace á Sancho de cortar las ra- 
mas éjirlas poniendo de trecho en trecho, no fue tanípoco inven- 
ción suya; seguia sin duda lo que habria leido en el romance 
del Marques de Mantua, quien se valió de la misma traza para 
DO perderse en el bosque, dentro del cual habia oído las voces 
Wimeras que daba su sobrino Baidovinos, asesinado cobarde- 
mente por Garloto , hijo del emperante ó emperador Cario Mag- 
no. 

, Apartado del camino 

Por el monte fuera á entrare^ 

Acia do sintió la voz 

Empieza de caminare; 

Las ramas iba cortando 

Para la vuelta acertare^ etc. 

Capitula vxQésmo »ttío, 

(3i i) Agramante, Parece que Cervantes se equivocó en es* 
te pasage, suponiendo que Medoro, amante de Angélica , fue 
page de Agramante. £1 « morillo de cabellos enrizados m como 
le llama D. Quijote, fue page y amigo del moro Dardinel ó Dar* 
díñelo , á quien sirvió con singular fidelidad y amor según se 
lee en el Orlando del Ariosto, y k este buen comportamiento y 
^ su buen parecer debió tan solo que AngéÜca le preliriese á 



(no) 
tantos otros ricos j valientes caballeros que aspiraban & sa amor. 

(3 1 a) Le habia cometido desaguisado. Le había hecho ua 
agravio (V. la nota 119). 

(3 i 3) En su mismo trage» Después que los rejes Fernando é 
Isabel hubieron tomado á Granada , útlimo asilo de los moros 
eu Empana, se les peruiilió por alguu tiempo el ejercicio de su 
faláa religión y el u&o de sutrage propio* Luego con motivo de 
haber su:»citado algunas iuquieludes ó conmoción^, de les pu- 
bo en la alternativa de abrazar el cristianismo ó abandonar la 
España* Muchos se bautizaron , pero otros antes que dejar la 
creencia de sus padres pretirieron abandonar su patria y y »e 
dice que en esta ocasión pasaron de ciento y setenta mil las 
familias que salieron de España* Los descendientes de los mo^ 
riscos ó moros ^ que mas adicto» á su patria que á su religión 
se hicieron cristianos, amagaron alguna vez querer recobrar su 
antiguo dominio é independeucia , para lo cual se dice estaban 
ya de acuerdo con los moros que habian repasado el mar ) y 
tanto por esto^ como para que se conservara pura la fe , mau- 
d<5 Felipe III en 1610 que saliesen déla Península todos los 
moriscos. En cumplimieutu de esta disposición , aseguran algu- 
nos autores 9 abandonaron la España cerca de un millou de 
personas , decusa estraordinaria espulsion se resintió muchí- 
bimo la monarquía* 

El decir D. Quijote que osaría jurar que su Dulcinea no ha^ 
bia visto en todos los días de su vida moro alguno ¿25/ como él es 
en su mismo trage^ alude á que en su tiempo ya se faab¡:« veiiñca- 
do la espulsion de los moros, y de consiguiente solo habría en tal 
caso visto en el Toboso á los moriscos ^ que se avecindaron en 
él cuando los espulsaron de las Alpujarras ; los cuales sin em- 
bargo de ser acusados y tenidos muchos por mahometanos en 
su interior , hablaban el idioma del país , y vestían eltrage es- 
panol como los mismos cristianos viejos. 

(3 1 4) Murió por acometellas, Pellicer supone que es una 
alusión Á la aventura de Faetonte , quien mal aconsejado quiso 
regir los caballos de Febo <5 del Sol su padre , y fue víctima de 
su poca esperiencia. 

(3i 5) De que hizo un diez. Como lo que did origen á la ca- 
ballería fueron las cruzadas ó conquista de los lugares santos de 
la Palestina y la defensa délas damas , huérfanos y menestero- 
sos ( V. la nota 26 ), por esto eu todas las aventuras que leemos 
en los mas de los libros de caballei*ías se observa esta mezcla 



(III) 

de efercictoft y prácticas religiosas jt profanas. En la nota 4^ 
pueden verse im ocupacíoae^í de Aiiiadis de Gauk cu la peúa Po- 
bre ; j eu ei romance del Conde Dirlos ó de Irlos se lee que des- 
pués de IxaibeA* partido en partes igualen entre sus caballero» J<is 
despojos de la victoria que habían alcanzado sobre el rejr moro 
Aliarde^ soldán que era de Persia^ 

Solo él se retraía 
Sin querer algo tomare, 
Armado de armas blancas 
¥ cuentas para rezare , 
Y tan triste vida hacia 
Que no se puede coutare. 

(3 16} La ¿olorosa y húmida Eco* La ninfa Eco fue 
coudenada por la diosa Juno, según la fábula, a no repetir 
mas que la última palabra ó silaba de lo que la pregan tu- 
b:m , en castigo de haber favorecido en parte los amores de 
Júpiter coa otras níufas. Enamorada Eco después de Narci- 
so , y \iéadose despreciada de él , se retinS a las gruta¿» , 
por cnjra razón D. Quijote la llama húmeda^ y fue conveí— 
Uda en peñasco. 

(317) No le conociera la madre que lo parió. En esta 
aventura imitó D. Quijote mas que en otra alguna á su maestro ' 
Amadis de Gaula en la célebre de la pena Pobre , cofno pue- 
de verse en el resumen que hemos dado de su historia en la 
uoia 43. 

(3 18) ó sobre eso morena* O de lo contrario va á haber 
aquí una marimorena d una riña. 

(319) Arzobispos andantes. Como lo fue el tan celebrado 
arzobispo Turpin^, D. Opas, el de la batalla de Coyadouga, y en 
otros mas modernos el arzobispo de Burdeos , que mandábala 
ariuada uaval de Luis XIII de Fraucia , y en cierta iiiauera 
también el cardenal Cisneros, arzobispo de Toledo , que ca- 
pitaneaba el ejército que tomó á Mazalquivir , Oran etc. 

(320) «Su antifaz. Antiguamente eja en España mas común 
que ahora llevar las señoras cubierto el rostro con un velo ó 
antifaz. Hasta los hombres yendo de camino llevaban alguuas 
\eces una especie de antifaces para no ser tan molestados del 
sol y del polvo. 

(3a i) Herreruelo» Lo mismo que ferreruelo, j es una espe- 
cie de Ckpa algo larg 1 ix)n solo cuello sin capilla. Suponen que 



( I") 

tom6 el nbmbre de ciertos pueblos de Alemanu, que faeron los 
que principiaron á usarb, y de doade lo trajeron á España 
cuando principió á reinar en ella la casa de Austria; 

(3aa) Tan sin pensamiento núo. Lo mismo que tan ágenos 
de pensar en míf ó tan distantes de pensar en raí ó descuidados, 

(3a 3) Sin osar como otro Lot. Guando Lot salid de Sodo- 
ma para librarse del castigo que iba á sufrir esta ciudad, se le 
previno que no se volviera para ver el incendio que iba á con- 
sumir su patria. Su mnger, que tuvo la curiosidad de hacerlo ^ 
fue convertida en estatua de sal, como se lee en el Génesis. 



AL TOMO SEGUNDO. 

PARTE PRIMERA» 

Capítulo otgifdima octona* 

-( f } Tms cuentos y episodios de ella no son menos agrada'^ 
hies y artificiosos y tferdaderos que la misma historia* En U 
primera parte ingirió Cervantes aJguuos cuentos j episodios, 
que sin embargo de su mayor 6 menor artificio han sido con<- 
siderados por algunos de sus censores como una especia de Jug- 
uares al D-» Quijote , y como un pobre recurso á que tuvo que 
apelar su autor para amenizar su historia* ^o asi en la Segunda 
parte, pnes^ como dice el mismo Cervantes, se habia ceñido 
tnas á los principales persouages de ella I y á esto quieren al- 
gunos atribuir el major mérito que suponen tener la segunda 
parle sobre la primera. 

( 2 ) Polainas, Medias calzas de labradores , como dice Co. 
Varrubias , sin soletas , que caen encima del zapato sobre el 
empeine cuasi podainas^ derivado del griego podosj el pie. Pa«- 
rece que las calzas es como si dijéramos los calzoncillos , y las 
polainas una especie de sobre calzas que se llevan encima de 
aquellos. 

( 3 ) De las traiciones de Pellido , y de los embustes de Ga^ 
lalon. Estando sitiando el rej D. Sancho II de León j I de 
Castilla á su hermana Doña Urraca en la ciudad de Zamora^ 
salió de la plaza un caballero llamado Vellido Delfos, ungiendo 
salir fugitivo de ella, y pidiendo una audiencia secreta con el 
^ey, le dijo que le enseñaría un parage por donde podria tomar 
la plaza con facilidad. El Rey, deseoso de apoderarse de ella^ 
salló á caballo acompañado tan solo de Vellido para exami- 
narlo por sí mismo, y teniendo necesidad de apearse y habién* 
11. I 



(O 
dose «parlado an poco , Vellido le díd Iraídoraraente ée pn- 
haladas, 6 mas bien le atravesó con un venablo, j montando 
en el mismo caballo del Rey huyó dentro de la ciudad, sin 
que el Cid, que vid esta traición é infamia, pudiese alcan- 
zarle por mas que corrió tras del asesino. Este desgraciado 
suceso acaeció el 7 de octubre de 107a. En cuanto á Galalon 
V. la nota g del primer tomo. 

(4) De su hacienda. Lo mismo que de su historia ó de 
sus sucesos. En castellano antiguo tenia la palabra hacienda el 
mismo significado que negocios , asuntos ó cosas. 

(5) Puso en bando mis esper anuís. Es decir, no me aban- 
donaron del todo mis esperanzas, ó me pareció traslucir un 
rajo confuso de esperanza* 

Capítulo otgcdtmo nono. 

(6) (V* la variante* 3.' ). 

( 7 ) Usar entonces la libertad que me concede el ser ca- 
ballero ^fP^^^ con justo titulo desafialle. El uso de los de- 
safíos es de la mayor antigüedad. Vemos en Hornero que la 
guerra de Troya comenzó por un desafío entre Menelaoy Pa- 
ris, es decir , lí'ntre el esposo y el robador de Elena. Otro de- 
safío entre los hermanos Horacios y Curiacios decidió la suer- 
te de Alba y de Roma. Valeyo Palérculo nos dice que estaba 
también en uso entre los germanos. Sin embargo en ningún 
tiempo fueron tan comunes como durante la edad media , en 
la cual los desafíos no tenian por objeto el servicio dp la pa- 
tria , sino satisfacer la venganza particular de los combatien- 
tes. Generalmente se cree que los desafíos ó combates singu- 
lares tuvieron origen entre los pueblos bárbaros del Norte; de 
ellos se comunicó á los alemanes, quienes los generalizaron 
por el resto de Europa. Todos los códigos de leyes antiguas 
que tenemos de aquellos ticmpos^de ignorancia y de barbarie, 
nos justifican que estaban autorizados los desafíos por los go- 
biernos. El mas antiguo monumento de los duelos ordenados 
por un soberano, parece ser la ley de Gondebardo, aquel usur- 
pador que^se apoderó de la Borgoña. Las mugcres y los ecle- 
siásticos tenian que admitir un desafío, según lo dispuesto 
por algunas de estas leyes inhumanas, encargando la defen- 
sa da su causa i hombres asalariados llamados campeones, que 



(3) 
hacían oficio de batirse por aquel que les pagaba , sin caí* 
darse de averiguar la razón d causa del objeto* En muchas 
de estas ocasiones era cuando los caballeros tomaban á su car- 
go la defensa de las damas 6 de otros menesterosos acusados ú 
oprimidos, constitujréndose sus voluntarios campeones; y de 
esto tuvo origen la institución de la andante caballería, como 
dice el mismo D. Quijote. Muy común era entonces que un ca- 
ballero ofreciera su brazo y su espada al que se viese en una 
oiUa ó en un tremendo trance, y á volar en defensa del opri- 
mido de ^cualquier, modo que lo fuese, desafiando al opresor 6 
al que habia hecho el agravio, de lo que tenemos ejemplos en 
los libros de caballerías y en esta misma historia , á mas del. 
que ha dado lugar á esta anotación. 

Aunque tan generalizados entonces los desafíos, parece que 
en España tardó mas en conocerse este uso bárbaro. Las leyes 
de los godos , bien que sin razón tenidas por crueles y bárba- 
ras por aquellos que sin haber heicho un estudio de ellas, co- 
mo dice un célebre jurisconsulto , han querido desacreditarlas 
para apoyar las f^^nfarronadas caballerescas y la tiranía feudal, 
no autorizaron mas que los juicios llamados de Dios'^ á saber, 
la prueba del yerro encendido , del agua caliente , etp. , co- 
mo lo demuestra nuestro erudito Masdeu. Tan generalizados 
estaban los duelos d desafíos en aquellos desgraciados tíempas, 
que un duque francés propuso un combate á todo trance ó has- 
ta morir « para entretener la ociosidad , como decia el cartel, y 
en honor de las damas. » No menos original fue el desafío de 
otro caballero flamenco, quien hizo fijar carteles por todas las 
cortes diciendo en ellos que se batiria con seis caballeros , un<» 
después de otro , á todo trance, con espada , lanza y maza de 
armas «mediante la ayuda de Dios, de la Virgen, de S. Jor« 
ge y de la Señora de sus pensamientos. » Este combate no se 
verificó por no haberse presentado adversarios , y* entonces hi- 
lo el no menos estra vagante voto de correr toda Francia y Es- 
pina armado de punta en blanco en busca de aventuras, des- 
pués de cuya andanza fue á visitar y ofrecer uu bordón de pe- 
regrino á Santiago de Galicia. 

Hasta últimos del siglo Xí no se halla memoria de haber es- 
tado en práctica en nuestro suelo la batalla privada. Con las 
«lianzas y enlaces de nuestros príncipes con las dinastías fran- 
cesas, se ititrodujo entre nosotros el uso de los desafíos, tan ge- 
tteralizados y comunes en aquel reino. Por el Fuero de Leoa 



(4) 

resulu qtie ja en el año toao teuia aquel reino leyes que aa~ 
torízaban el desafío ^ f de los C/salges de Barcelona que ea 
el de 1068 estaba permitido en Cataluña* Desde entonces te* 
nemos en España muchos ejemplos de desafíos autorizados 00 
solo por los magistrados civiles j sino por los mismos prela* 
dos eclesiásticos. En una sentencia dada en ii3i por S« Ole« 
gario, omspo de Barcelona y arzobispo de Tarragona, acerca 
ciertas desavenencias que entre sí tenian el conde de Barcelona 
D. Bereuguer y su Veguer Ramón de Oastellet , resolvió aquel 
santo prelado que algunos puntos importantes se decidiesen 
por medio de uu desafío^ como se lee en la historia de los Con- 
des de Barcelona escrita por el L\ Diago. Mariana, Florez jr 
otroi historiadores retieren el tan sabido como ruidoso desa- 
fío que hubo en tiempo de O. Alonso VI para saber j deci-^ 
dir cual de los dos rezos mozárabe ó romano debería prevale- 
^r en los reinos de Castilla y León. 

En los códigos que se pubiicabau autorizando ios desafíos, 
se prevenía el cereinouial ó formalidades que en ellos habían 
de observarse. £1 re/ Felipe IV de Eraucía, llamado el Her- 
moso , publicó un gran código acerca de los duelos. Por él, co- 
mo dijimos en nuestro Diccionario Histórico Enciclopédico, 
las dos partes ó campeones habían de comparecer en el día se- 
ñalado al campo ó liza señalada. Esta era una especie de pa- 
lenque de ociienta pasos de largo y cuarenta de ancho guar- 
dada por gente armada. Llegaban los combatientes á caballo, 
visera calada , embrazado elescudo^ lanza en mano, y ceñi- 
das las espadas y las dagas« Como las supersticiones estaban 
entonces tau entronizadas , se proveían los mas de los comba- 
tientes de ciertos creídos talismanes, que solían llevar debajo 
de sus armas, juuta muchas veces cou la imagen del santo de 
su devoción. 

£a estos espectáculos no se permitía á ios espectadores 
estar á caballo, y el que faltaba á esta disposición era cas- 
tigado con la pérdida de la montura si era noble, ó cortán- 
dole una or^a st plebeyo. Los jueces del campo hacían ju- 
rar á cada uno de los combatientes que creían tener derecho 
para combatir y la razón de su parte, y que sus armas no eran 
encantadas; tomando por testigo de la verdad de este estraño 
íurameoto á S. Jorge, y renunciando el paraíso si mentían. 
Después de esta ceremonia uno de los heraldos ó reyes de ar- 
üias partía el carneo y al sol ^ como ^e llamaba, es decir, se- 



. (5) 

ñalaba á los combatientes terreno y luz igual para que pudiesen 
pelear sí a desventaja. En seguida uno de los jueces del cuar- 
tel echab t un guante ó una especie de cetro ó vara en la arena 
y principiaba el desafio, quedando á favor del vencedor las ar« 
mas del Teacido. También solian algunas veces comenzar el de- 
safío desmintiéndose los dos campeones al llegar al sitio apla- 
zado; y después de haberse dado los golpes señalados de an- 
temano ea el carlel 9 el juez del campo echaba su vara en el 
palenque , y cesaba el combate. Si este quedaba indeciso antes 
de la Doche^ se consideraba culpable el acusado^ y se le aplica- 
ba Itt pena establecida ja por los miamos códigos. 

En algunos puntos de Alemania se daba á cad% combatiente 
uu padrino y un confesor, j al estremo de la liza se colocaba 
un féretro con hachas encendidas para el vencido , cantando 
mientras tanto el pueblo el Ubera de los difuntos^ 

Para enterarse de las costumbres y prácticas ó ceremoniales 
usadas en los desafíos en los reinos de Castilla y León, puede 
verse la obra no muj común titulada Doctrinal de Caballa* 
ros del señor 13. Alonso de Clartagena, obispo do Burgos ; 7 en 
muchas otras, como en la de Pedro Albert en los Usatges de 
Barcelona , en los Fueroade Valencia etc., las que se observa- 
ban en las provincias que formaban el reino de Aragón. Una de 
las memorias mas curiosas en esta materia , es sin duda el ce- 
remouíal que escribió en dialecto lemosin por los años 1470 
Vedro Juan Farrer, caballero valenciano , con el título Sumari 
dé Batallad lAtransa^ ebto es, ritual de retos y desafíos á todo 
trance, y que consta de iíS capítulos. Este raro é inédito ma- 
nuscrito que poseemos y que sentiiuos no poder continuar por 
ber demasiado largo y en uu idioma provincial , le vio también 
en la biblioteca del Escorial el señor Pérez fiajer, según dice 
en una de sus notas á la Biblioteca de D. Nicolás Antonio. 

Los desafíos y otros desórdenes, que solo la ignorancia y la 
l^arbarie de aquellos tiempos podia tolerar, fueron luego com- 
batidos por la autoridad de la iglesia. El Papa Celestino III 
prohibió los desafíos en iigS, justamente en la época en que 
mas en uso y en cierta manera autorizados estaban. Muchos ca>- 
nonístas y teólogos comenzaron también á declamar entonces 
contra este abuso. Sin embargo vemos que á últimos del siglo 
^111, cuando Carlos de Anjou con motivo de la soberanía de 
la isla de Sicilia , desaBó á Pedro Hí de Aragón , este moudr- 
ea admitió inmediatamente el desafío^ con cujo motivo no po- 



(6) 
Hemos menos de hacer notar, que aunque el príncipe francés 
iue el que le promovió y juró no faltar al campo de Burdeos, 
que era el sitio aplazado , tuvo el sentimiento nuestro Monar- 
ca de no haber hallado en él á ku competidor y haber faltado 
á su palabra, de lo qae hizo levantar público testimonio. Y lo 
mismo, si bien que cop alguna diierencia, sucedió mas adelan- 
te á nuestro Carlos 1, y V de Alemania, con su enemigo y pri- 
sionero francisco L^ de Francia, poco de;>pues de haberle da- 
do ka libertad. Observamos también que á principios del siglo 
XINT, es decir en 1 333 el rey I). Alonso VI de Aragón au- 
torizó y presidió en fiarbastio un desafío entre dos hermanos 
llamados Lo^ez, parientes que eran y vasallos del mismo; H-ej, 
como lo reiiere Zurita en los Anales de aquel reino. Bien sabi» 
do e¿» igualmente el estraordinario desafío llamado del paso 
honroso de Suero de Quiñones , quien con nueve compañeros 
se propuso en el año 1 434 desaliar á todo el que pasare por el 
puente de Orbijo y sus alrededores , cujeas rar^is particulari- 
dades espondrémos en otra anotación. Últimamente vemos aun 
roncho tiempo después pei'mitidos por algunos gobiernos los 
desulios como pruebas judiciales. Parece que la Francia auto- 
rizó el último en el año de i^^J^ la Inglaterra en los anos de 
167 X, i63i y i638, y la España el que ordenó el empera- 
dor Carlos V en iSaa, como se lee en la historia de este Mo- 
narca por Robertson. Desde entonces la progresión de las lu- 
ces y !a mayor ilu>lracion de los pueblos fue desterrando la 
inhumana costuinbre de los desafíos; pero como por efecto de 
un re&to de la barbarie de aquellos sijjlos y de una idea equi- 
vocada del honor continuasen alguna vez estos actos, los mas 
degradan: es de ia especie humana , la autoridad eclesiái>tica en 
uiiiou cou la civil han publicado decretos los mas terribles con- . 
tra este abuso. Ei Concilio de Trento fulminó todo el rigor de 
las penaf eclesiásticas contra los desafíos; y nuestros monar- 
cas, desde Felipe V, impusieron la sota de infamia y otros cas- 
tigos á los que tomasen parte en ellos. 

No deja de ser curiosa la contestación que dio Gustavo Adol- 
fo á dos de sus generales que le pidieron permiso para un de- 
safío. « Batios , les dijo aquel Monarca ; pero venga al mismo 
tiempo uii verdugo para cortar inmediatamente la cabeza a( 
que quede vencedor ó habrá muerto al otro. » 

( V. /a nota 33 del primer lomo y- la d acerca los torneos^ 
justas ^eic)* 



(7) 
( 8 ) Digna de su gracia* No solo quería imitar D. Quijott 
las locuras de los andantes caballeros que le habían precedido, 
sioo que aun se es^ineraba en producirse y hablar el mismo 
lengua ge que había leído en los menguados libros de caballe- 
rías, cuyas frases retumbantes y enfáticas tan bien parecían á 
nuestro amartelado caballero. 

( 9 ) Del gran reino de Micómicon* Sátira contra los reinos, 
también imaginarios, de los cuales se habla en los libros de ca- 
ballerías, como el de Trapisonda, el de Sobradisa y otros* 

( lo ) De Guinea. Para dar mas visos de novedad j de esi- 
traneza á las aventuras caballerescas, se suponía comunmente 
que sus héroes habían nacido 6 venían dt tierras y países leja- 
nos y remotos. 

( 1 1 ) Hideputa, En tiempo de Cervantes no tenia esta es- 
presion el mal sentido que ahora , y aun lo usaban en ciertas 
ocasiones la gente de educación mas fina que la de Sancho. 

( la ) Dio del azote d su palafrén* Es lo mismo que decir 
pegó un latigazo á su caballo ó palafrén , ó como sí dijéramos 
le dio de las espuelas ó le apretó el acicate. ( V. la nota loi del 
tomo !.•). 

( i3} Le fablá en esta guisa* Lo mismo que le habló de 
esta manera. La aventura de la princesa Micomicona es una de 
las mas naturales y oportunamente introducidas en esta histo- 
ria» Solo acudiendo una princesa desgraciada á implorar el so- 
corro del fuerte brazo de D. Quijote podía sacársele de aquel 
lastimoso estado , pues siguiendo el ejemplo que de los ptros 
caballeros había leído y se proppnia imitar , no podía en ma- 
nera alguna negarse de acorrer á tan gran señora. Tal vez se 
propuso Cervantes imitar en la demanda de Dorotea, entre 
otras aventuras semejantes que se hallan en los libros de caba- . 
Herías, la de aquella otra doncella , que entrando en el palacio 
del emperador de Constantinopla, como se lee en el Caballero 
di! la Cruz , y pidiendo por el caballero de Cupido , se puso 
de hinojos ante él ^ y sin quererse levantar del suelo por mas 
iQStaucias que se la hicieron , le pidió un don que como dice 
!)• Quijote le fitocgó. 

(i4} Tiene la ilaife* En esta aventura principalmente se 
ve el genio é índole de las mas que se leen en los libros de 
caballerías. Como el instituto principal que se propusieron 
aquellos verdaderos 6 fingidos caballeros fuera ^correr las pui- 
^M en que pudieron hallarse las damas y meue^terosos; unos 



j otros por esta razón acudía d á ellos cuando leDÍadí necesi- 
dad d«|su aosiliOf en jastiiicacion de lo cual pudiéramos citar 
varios pBsages de diversos libros de caballerías. Mas cuerd» 
aoduvo 0« Quijote en el otorga inieoto del don que se le pedia^ 
de lo que anduvieron otros caballeros andantes en lances se- 
mejantes, no queriendo esponerse con una precipitada cooce* 
siou á comprometer los intereses y obligaciones que le ligaban 
con su re^ y patria^ jr con aquella que de su corazón y liber- 
tad tenia la llave. 

( i5 ) y con la diligencia que* Es decir ««y la diligencia 
con que D* Quijote etc. » como observ<5 Pellicer. 

( ití ) f^tvir descansado todos los dias de mi vida* ¿Si se 
propondría nuestro autor con este razonamiento que pone en 
boca de Sancho echar en cara la inhumanidad y barbarie con 
que alguuos hombres se han hecho ricos con el comercio de 
negros , y con cayo producto han adquirido el titulo ú oficio 
é los medios con que vivir descansados los dias de su vida ? 
Sin duda alude á este vergonzoso tr.-iíico cuando dice qne 
por negros que fuesen sus vasallos él los haria volver blancos 
ó amarillos , es decir , que vendiéndolos los camhiaria por 
plata ú oro. , 

(17) Herreruelo, Capa algo larga con solo cuello sin capi- 
lla muy parecido á.!o que llamamos ^Jiora manteo» l>ábasele 
también el nombre dejerrentefo. Covarrubias supone que to- 
mó el nombre de unos pueblos de Alemania que comenzaron á 
usarla ^ como otros trages tomarou el de chambergos, bohe- 
mios, etc. 

(18) Caltas y jubón, ( V. las notas 3 y aSg del primer 
inmo )* 

(19) El caballo Pegaso. Monstruo de figura de caballo 
alado que la fábula dice nació de la sangre de Medusa cuando 
Ferseo cortó la cabeza á aquella Gorgona. Gste caballo fue el 
que de una coz hizo brotaren el monte Helicón la fuente ///- 
pocrene 6 fuente del caballo, como indica su nombre griego. 
Se lee en la mitología que el mismo Perseo fue á Egipto mou- 
tado en él para libertar á Andrómeda del monstruo que iba 
á devorarla, y Belerefonte le cabalgó para pelear contra la Ci- 
mera , otro monstruo que asolaba los campos de la Licia. 
Trasladado el Pegaso al cielo fue convertido en la constela- 
ción que lleva su nombre. 

( ao ) La cebra ó alfana* ( En cuanto á la iilfana V. la no- 



(9) 
(a ato del primer tomo). La Cebra^ equus zebra Lin. , es se- 
guramente de todos los animales cuadrúpedos el mas bien for* 
mado y ei qae tiene la piel mas hermosa. A la figura y gracia 
del caballo reúne la ligereza del ciervo. Su piel rajada de lis- 
tas negras y blancas dispuestas alternativamente, están marca- 
das con mucha regularidad y simetría* -Estas tiras blancas y 
negras en tanto son preciosas en cuanto son estrechas , para- 
lelas y exactamente separadas las unas de las otras f y que 
de otra parte se estienden no solamente por el cuerpo , sino 
ambien por la cabeza, muslos, piernas j hasta por las ore- 
jas y cola. En la hembra estas listas son alternativamente ne- 
gras y blancas ; en el macho negras y amarillas, pero siempre 
de un matiz vivo y brillante sobre un pelo corto , fino jr es- 
peso, cu JO lustre aumenta todavía la belleza j hermosura de 
los colores. 

La cebra por lo común es mas pequeña que el aballo y 
major que ei asno ; j aunque se la haja comparado muj 
amenudo con estos dos animales j se ha ja por lo mismo lla- 
mado Caballo salt^age y Asno rayado , no es la copia del 
uno ni del otro. 

La cebra es una especie particular j única en su género, 
pues no se une ni con el caballo ni con el asno. No es tampoco 
el animal conocido por los antiguos con el nombre de Onagro 
6 asno silvestre j montaraz. 

Habita en las partes mas orientales j meridionales del Áfri- 
ca desde la Etiopia hasta el cabo de £uena Esperanza, j de 
este hasta Gongo.. No se encuentra en Europa , Asia , América 
ni en las partes septentrionales del África , á no ser que la 
hajan trasportado. Regularmente las que vemos en Europa 
vienen del cabo de Buena Esperanza. Esta punta del África es, 
digámoslo asi, su verdadero clima j en donde abundan, cujas 
hembras paren todos los anos. Los holandeses han trabajado 
mucho para domarlas j domesticarlas ; pero hasta ahora han 
sido muj poco satisfactorios todos sus ensayos. 

La cebra tiene el casco muj duro , j el pie probablemen- 
te mas firme qoe el caballo : su carrera es ligera j muj ve- 
loz , en tanto que ha pasado á proverbio entre nosotros de- 
cir , mas ligero que una cebrá^ consideráudola por lo mismo 
como el símbolo de la velocidad j de la ligereza. 

Tiene la boca dura j las orejas muj sensibles. Su alimen- 
to es regularmente igual al del caballo. 



(10) 

Siempre es difícil de coger , pero macho mas cuando jóren 
por su estremada ligereza. Aunque á primera vista parezcan 
mansas no puede uno fiarse de eilas^ pues en llegándose á ir- 
ritar f lo que es muy fácil , se desahogan á coces y á mor* 
discones, dando al propio tiempo unos gritos muj ásperos j 
desagradables ^ en nada parecidos á los relinchos del. caballo 
ni á los rebuznos del asno. 

Andan las cebras por lo regular á bandadas , j huj^en ea 
yieudo á alguna persona. 

A pesar del gran námero de ellas está prohibido en el cabo 
de üuena Esperanza matar ninguna bajo una multa crecida. 

« No Caita quien asegure , dice Pellicer , que en España era 
conocido y frecuente este tan hermoso j apreciablé cuadrúpe- 
do ; que de su nombre se llamó Cetrero uñ mbnte de Galicia; 
j que en Madrid habia antiguamente en su carnicería tabla de 
carne de ce^ra como consta de su Fuero dado á principios del 
siglo i3t$ año de iao8 por D. Alonso VLÍI. Pero lo que resul- 
ta de este fuero es que las tablas en que entonces se vendia 
carne en la carnicería de Madrid eran de carnero , de cabra 
bona^ de opeia bona^ oveia veía , de cutral 6 cebón , de certH) 
j de cabra peia ¡ mas no habia tabla de carne de cebra sino 
"de ciervo* Cn el fuero de Piacencia'f dado también á principios 
>del siglo i3 por el misn^ Rey D. Alonso, se hace igualmente 
memoria de gamos , de ciervos y de acevras t5 cevras. Mas es- 
^as eran las hembras de los ciervos^ y el monte Cebrero se 
llamd sin duda asi por los ciervos que en él se criaban. 

( at ) Meétides, La laguna Meotisó Meotida^ llamada tam- 
bién mar de Asof 6 de Azabache , es un brazo de mar termi- 
nado al S. por el Bdsforo Cimérico, estrecho de Caffa 6 de Aza- 
bache que la une con el Ponto Euxíno ú mar Negro, y al N. 
por una punta por la que desemboca el Tanis 6 rio Don. To- 
mó este mar el nombre que lleva del pueblo Meota que habi- 
taba sus orillas. Estaba antiguamente tan cargado de limo, que 
Aristóteles asegura que apenas podían navegar por él embar- 
caciones de alguna capacidad. Los masagetas adoraban esta 
daguna como una divinidad* 



(«o 



Capítulo tri0i'9imo* 



( aa ) Miémhreséle. Lo mismo que haga memoria ú acaée- 
deáe Y* del don qae'me Iien9 prometido* Derívase del Jatin 
memorare , acordarse* 

( a3 ) Señal de ser hombre fiterte* Pellicer, sin negar á 
Cervantes la invención de la idea del caso del Innar, dice que 
quizá la tomó de la Historia de la pérdida de España escrita 
por el licenciado. Miguel de Luna, natural de Granada é hijo 
de padres moriscos. En esta historia , que manifiesta haberla 
traducido al castellano del arábigo en que supone la escribid. 
Abulcaciu que se encontró en ella , dice que hallándose en 
Tarifa el capitán Tarif con el Conde D. Julián^ prendieron los 
moros á una muger española y la llevaron á su presencia , la 
cual dijo que se llamaba la Cabezuda ; que siendo nina ojd 
leer á su padre un pronóstico, en que se decia que se había de 
perder este reino j le habían de ganar los moros ; que el ca- 
pitán que le había de conquistar había de ser valeroso j fuerte; 
y que por sena había de tener un lunar peloso tan grande 
como un gart/anzo sobre el hombro de la mano derecha ; que 
oido esto se desnudó Tarif en presencia de todos, j habiendo 
mirado con cuidado, hallaron el lunar que la muger había di- 
cho. En los libros de caballerías se hace varias veces mención 
de caballeros y aun de damas que tenían ciertos lunares por 
los cuales eran conocidos , J á cuya presencia atribuían mu* 
ch;is veces el valor y la fortuna de los que habían nacido con 
ellos. Cervantes sin dnda se propuso ridiculizar esta supersti- 
ción , que no se halla del todo desterrada en algunos puebloa 
de Francia , sin f mbargo de la ilustración de aquel reino. 
(a4) Fénix. (V. la nota 1 5a del tomo primero }• 
(aS ) fiíquin* Esta palabra, tomada del ii^Hísmo facchmo^ 
admitida ya en el idioma castellano, equivale á ganapán UDXik 
de cordel, hombre que se emplea en llevar ó trasportar fardo f 
á cuestas. 

(a6 ) Belitre. Voz de la Germania, de origen francés, y en 
aquella gerigonza tiene la misma fuerza que picaro, ruin, hom« 
bre de viles y bajos procederes. 
( ^7 ) -dgudo ingenio. En este pasage se gradúa tarabita e) 



(lO 

mismo Cervantes de ingenio agudo como autor de esta iuimí- 
labie obra. ( V. lo que dijimos en la nata primera de la por* 
toda y 

flqiítulo vá%i%vm tumo. 

( a8 ) Bordando alguna empresa con oro de cañutillo* Lo 
mismo que oro hilado^ y se llama asi porque se pone en en ca^ 
ladillos para luego emplearle tejiendo ó bordando con él. El 
nombre empresa en lenguage heráldico era un adorno ^ gero* 
glífíco 6 divisa que llevaban los caballeros , como un recuerdo 
ó memoria de la acción 6 hecbo de armas que iban á acometer 
6 emprender ^ y de aqui loma el nombre de empresa aquella 
figura alegórica. La cruz , por ejemplo , en los cruzados era su 
empresa ^ j que les recordaba el objeto de sus e&pedíciones á 
la Tierra santa. Todas las órdenes militares y las religiosas tam- 
bién suelen tener su empresa ó divisa, que recuerda á sus in« 
dividuos el objeto de cada una de aquellas asociaciones. Los 
caballeros tomaban muchas veces de las figura^ de las empre* 
sas de sus escudos los sobrenombres con que eran conocidos.' 
Asi vemos que uno se llamaba el caballero de los Basiliscos^ 
otro del Ave Fenix) este de la Blanca Luna, aquel de la Cruz. 
etc.| por serlas empresas de sus escudos; j por la misma razón 
D. Quijote queria según se lee en el cap. 19 hacer pintar en 
el suyo una muy triste figura , para indicar que tal caballero 
era, según le había ca'iñcado el socarrón de Sancho. Kn los 
libros de caballerías las empresas de los caballeros suelen ser 
objetos amorosos bordados ó de otra manera trabajados por 
las damas , de cujas manos muchas veces las recibian para 
recordarles su amor y su constancia al emprender un largo 
y dilatado viage, en el acto de celebrarse un torneo ^ unas 
justas ó en otras circunstancias particulares. Con estas empre^ 
sas^ que á veces iban acompañadas de^un mote 6 inscripción, 
para hacer mas claro su objeto, se presentaban los favorecidos 
en público y hacían alarde de ellas en las fiestas y pasatiem- 
pos caballerescos. El menoscabo 6 la pérdida de una de estas 
joyas daba muchas veces lugar entre los caballeros á reñidos 
y fieros combates. 

( 2^9 ) <j Besóla ? ¿ pásasela sabré la cabeza ? Ceremonias 
alegóricas con que en cuasi todos los países , y principalmente 
entre los árabes y demás pueblos orientales se manifiesta el 



(-3) 
aprecio^ respeto 6 veneración en que 0e tiene i la persona que 
envía el escrito ó el mensage. 

(5o) De la ciniura arriba. Annque al fin del cap. a5 j 
principio del a6 se supone que D. Quijote quedaba desnudo de 
medio cuerpo abajo , en e^te se lee que Jo estaba de la cintu- 
ra arriba : contradicción que tal vez escaparía á Cervantes^ y 
nada estraña con la precipitación con que escribía ; ó tal vez 
incurrid voluntariamente en ella por la decencia debida á Dul* 
^'^c^^i J q*i€ ^ Sancho no le costaba mas sino añadir una 
mentira , como dice Peiiicer , á las muchas que había jra en- 
friado • 

( 3i } Buenas son mangas después de pascua* Es decir ^ 
nunca es tarde para recibir albricias ó regalos. Mangas voz 
castellanizada del italiano mancia , que según el Diccionario 
de la Crusca significa el regalo que se solía hacer por pascua 
de navidad j año nuevo, y en otras fiestas solemnes y ocasiones 
de grandes regocijos, cuyas dádivas llamamos albricias , estre- 
nas, aguinaldos etc. Y de esta costumbre y de aquel nómbrese 
formó el refrán buenas son mangas después de pascua , para 
indicar que aunque no se hubiesen hecho aquellos regalos en 
el tiempo oportuno, en todo tiempo eran bien recibidos. 

( 3a ) u4quel sabio nigromante* El nombre nigromancia, 
necromantia en latín , es compuesto de dos voces griegas, que 
equivalen á muerte y adivinación ; es decir adivinación por 
medio de la [evocación de los muertos : es lo que se llamó 
después magia negra* Los griegos , y particularmente los 
tesalienses eran los que mas se dedicaban á este arte ridículo 
7 supersticioso. Homero en la Odisea y Lucano en la Phar- 
salía describen las ceremonias y ritos que se observaban 
en la evocación. En los tiempos de ignorancia durante la 
edad media, practicaron la nigromancia á la manera que la 
alquimia, hombres de aquellos que se creían sabios y eran 
tenidos por tales. Por medio de ciertas reglas pensaban conocer 
y descubrir las cosas ocultas, las que se hallaban en parages 
oscuros y tenebrosos, como subterráneos, minas, cavernas, 
etc. Solían principalmente practicar sus operaciones los ni- 
grománticos por la noche, en parages oscuros y por medio 
de ridiculas y algunas veces sacrilegas acciones. En los libros 
de caballerías se hace repetidas veces mención de ellos, co- 
mo que muchos de tales libros se suponen escritos por sabios 
ft'tromiuicos* Y D. Quijote atribuye la prontitud con que San* 



(»4) 

cko fue j tqItí^ da ka entrañas de Siern láoreaa «I Toboso «1 

sabio nigromante que tenía cuenta con sus cosas j era su ami^ 
go f porque , añade Cervantes por boca de nuestro hidalgo ri- 
diculizando aquella costumbre ^ por fuerza le hay y le ha de 

haber so pena que no seria buen caballero andante. 

(33) Endriago. (Y. U nota 293. del primer torno)* 

(34) f^est^glon Especie de serpiente monstruosa y á vece^ 
alada ^ por medio de Ja cual se suponía que los caballeros eran 
llevados en algunos trances apurados de un país á otro con la 
velocidad del rajo. De estas cosa^ estraordinarias é inauditas 
se leen muchas eu los libros de caballerías , j á la novedad sí a 
duda de ellas debe atribuirse aquel placer que se hallaba en su 
lectura, 

( 35 ) JPb sacaré de adahala* EJs decir^ haré una especula <» 
don ó me manejaré de modo que, etc. Antiguamente se decía 
adahalaj ahora adehala* Viene del4rabe ade halel^ que sig-> 
nifica lícita especulación. Se aplica este nombre , pomo dijimos 
también en el suplemento de nueslro Diccionario Histórico En- 
ciclopédico I a lo que se dio voluntariamente ($ de gracia sobre 
e) precio principal , y tan^bien á lo que se agrega de gages á 
emolumentos al sueldo de alguna comisión 6 empleo, 

(36) Va he dicho. Cn tanta manera estaba encalabrinado 
el bueno y codicioso de Sancho con las promesas de D, Quijo- 
te f que cree haber dicho lo que solo había pasado allá en sucsi- 
beza. ( V. la nota. 16.) 

( 37 ) En toda mi vida. ( Y. la qota 3o del primer tomo}* 



Capítulo \x\%hmo scjuntro* 

(38) Acabóse la buena comida. PelHcer oree que tal vez 
en el original diría breve comida , pues en efecto con poca ra-» 
zon podía calificarse de buena , é no ser que Cervantes lo hide^ 
se irónicamente. 

(39) D. Cirongflio de Tracia, Este libro lleva el siguiente 
título: Los cuatro libros del valeroso caballero D. Cirongilio 
de Tracia , hijo del noble Rey Elesfron de Macedonia^ según 
lo escribió Navarco en griego y Proimisis en latin. Sevilla ^ por 
Jacobo Cromberger año i545 en folio. £l autor de estos libros, 
Bernardo de Vargas, los dedicó al Marques de Villena, j en ellos 



(.8) 
promete segunda peirte» Se cree que el mismo Bferaardo de Var* 
gas escribió los Hechos del principe Chrisocdlo» 

(4o) Félix Marte de IrcarUa^jrel otro la Historia del 
Oran Capitán Gonzalo Hernahílez de Córdoba^ con la vida de 
Diego de Paredes^ (V. la cota 4^ del primer tomo). Los he- 
chos de Gonzalo Hernández de Córdoba ^ el cual ^ como dice 
el cara ^ por sus muchas y grandes hazañas mereció ser lla^ 
ntado de todo el mundo el Gran Capitán , renombre famoso 
y daroy del solo merecido ^i ocuparon la pluma de algunos 
escritores. Uno de ellos fue Hernán Pérez del Pulgar, conoci<- 
do por el de las hazañas , por las que ejecutó en la guerra j 
conquista de Granada , y que publicó en Sevilla en iSaj» Otra 
historia 6 crónica del Gran Capitán con los hechos ilustres de 
D. Diego de Mendoza , Db Hqgo de Cardona , el conde Pedro 
Navarro j otros caballeros j capitanes de aquel tiempo , toa 
la vida del famoso caballero DiegO García de Paredes escribid 
' un autor anónimo , que se imprimió en Alcalá de Henares eti 
1 584* Pueden verse los principales hechos de estos caballeros 
en los correspondientes artículos de algunas biografías. 

( 4i ) Que no pasase por ella. « Diego García de Paredes^ 
dice la Bret^esuma de sus ásanos^ según se lee al fin déla Cró* 
nica anónima del Gran Capitán hablando de este hecho 9 to«i 
mó una espada de dos manos en el hombro, es decir un mon- 
tante , J se metió por la puente del Careliano , que Ips fran- 
ceses habian echado poco antes; j peleando contra ellos em- 
pezó de hacer tales pruebas de su persona , que nunca las hi- 
cieron mayores en su tiempo, Héctor y Julio Cósar, Alejandro 
Magno, ni otros antiguos valerosos capitanes , pareciendo ver- 
daderamente otro Horacio en su denuedo y animosidad» » 

( 4a ) Poco le falta d nuestro Ituésped para hacer la se-* 
guada parte de />. Quijote, Es decir, este hombre cojea del 
mismo pie que D» Quijote , ó ha dado en la misma manía que 
aquel caballero andante , y de consiguiente en la comedia en 
que figura D. Quijote como i primer galán , bien puede desem* 
penar el ventero el de segundo. 

(43) No le harán creer otra cosa frailes descalzos •'Lo 
mismo que decir nadie le hará variar de opinión , ó no será 
bastante para hacerle pensar de otra manera. Esta frase tuvo 
origen de la gran reputación en que el público tenia en tiem- 
po de Cervantes á los religiosos descalzos ó de mas estrecha 
observancia , la deferencia que se tenia á sus consejos y amo- 



(i6) 
aestacíones j la entera le coo qae se le» oía en el palpite 
y en el confesonario. En Cervantes es mas natural ésta fra- 
se por cnanto casi en aquel mismo tiempo se hicieron las refbr- 
mas de los descalsof, y de coosigniente estaría en lodo sn fer« 
vor el espíritu religioso que las promovió. La reforma del Car- 
men se hizo en el año i568, la de los Agustinos en iS^S^ la de 
los Trínítaríos en 1600, y la déla Merced en i6o3. 

( 44 ) Q^^ quitan el juicio. EX mismo Cura espone en segui- 
ila las razones por que se toleraba la impresión délos tales li- 
bros de caballerías. 

(íapüu(0 tÚQismo tttcm^ 

( 45 ) ¿ Pensabas amigo Lolario? Es decir.* ¿pensarás etc.. 

(46) y sobre al que me hizo. Parece no admite duda que 
debe decir como en la edición de liondres de 1738: y sobre Uh 
do al bien que me hizo , y por consiguiente no debe admi- 
tirse la observación de Pellicer. 

( 47 ) No sé de qué dias , d no sé de cuántos dias. 

(48) De quien el sabio dice que quién lo hallara. El Sa- 
bio^ e¿}to es Salomón , autor de los proverbios ó parábolas , pri- 
mer libro de la escritura sagrada de los llamados comunmeote 
Sapienciales^ por tratar de la ciencia mas importante, que son 
las buenas costumbres , dice en el cap. 3i: Mulieremfortem 
¿quis invenid? Procul et dejlnibus terree potium ejus. 

Del testo resulta pues que el final debiera concluir con ín- 
ter rogante, es decir , una muger de estas circunstancias, ¿quién 
la hallará ? 

(49) Usque adaras. Plutarco, que es el que habla de esto, 
no lo atribuye á un poeta sino á Pericles, célebre orador y ge- 
neral ateniense. Instado por un amigo para que ¡urara en fal- 
so á su favor , contestóle que como amigo le serviría en todo, 
pero que la amistad no debía esceder tampoco los límites de la 
obligación sagrada que nos impone el deber y la religión. 

(49) Si bien otro no ve que cielo y tierra. 

Se ben no 'lvedb altro che cielo e térra. 

Como dice el original. Luis Tansilo, poeta, natural de Ñola 
en el reino de Ñapóles , escribid este poema en reparación del 
mal que pudo haber/hecho con otro licencioso y obsceno de 160 
octavas que compuso cuando jdven, titulado el rendemmiato- 



{'7) 
rtf , el Vendimiador. Dicen que Tansilo ocupd; mas de veíale 
y cuatro años en ia composicioa de ias LdgrimasTde S.\ Pe^ 
dro^ cujo poema no se publicó hasta después de su muet le 
acaecida por ios años de ib jo* Imprimióse la primera|^ vez eu 
i585, j eniSS; se publicó jra traducido al castellano por 
Luis Galvez de JVIontalvo, autor del Pastor de Filida (^./a/io. 
te jb del primer tomo), Pellicer dice que el licenciado Gregorio 
Hernández de Velasoo, capellán del hospital de S. Juan Bautis. 
ta de Toledo j traductor de Virgilio, tradujo asimismo parte 
de él á instancias del maestro Alvar Gómez de Castro, como 
consta de ias cartas latinas de entrambos que se leen al princi- 
pio de la traducción que inédita se conserva en la Biblioteca 
Real de Madrid. Para que puedan cotejarse ambaa traduccio- 
nes ponemos la siguiente octava: 

Creció el dolor de Pedro, j juntamente 

Creció la afrenta con la luz del dia; 

Y bien que alli no haj nadie que le afrente, 

Eli mesmo de sí mesmo se corría : 

Que un rostro noble, sin tener presente 

Testigo de su error ó cobardía , 

Se llena de vergüenza cuando jrerra , 

Aunque no le vea mas que cielo y tierra. 
En la Biblioteca de D. Nicolás Antonio se hace mención de 
otras cuatro traducciones. Una de Juan Sedeño, gobernador de 
Alejandría de Italia , otra de D. Martin Abarca de Bolea, ba- 
rón de la Clamosa , otra de Luis Martinez de la Plaza presbí- 
tero dé Autequcra, y otra de Gerónimo de Heredia, caballero 
catalán natural de Tortosa. Otra traducción se hizo posterior- 
mente de este poema por el dominico Fr. Damián Alvarez en 
octavas castellanas , é imprimió en Ñapóles en i6i3, reducien- 
do á i3 los i5 libros en que se escribió. Esta traducción es- 
tá dedicada al Conde de Lemo» protector de Cervantes. En 
i653 D. Jacinto de S, Francisco, fraile de Santiago, publicó co- 
mo obra original suya este mismo poema en octavas, reducién- 
dolo á solo ocho libros. 

( 5o ) Entendidos é imitados. El poeta de quien habla es el 
Aríosto, quien en su Orlando finge que un caballero dueño 
de un hermoso palacio á orillas del Po cerca Mantua, convidó 
á comer á Reinaldos , y mandó sacar á la mesa un vaso de oro 
guarnecido de piedras y lleno de un vino esquisito que teníala 
propiedad de revelar á ios maridos si sus mugeres les eran in- 

ToM, II. a 



(«8) 
fieles. Los que no teníaa esU desgracia bebían sin verter una 
sola gola de Tino , mas los que se vieran aquejados con esta fa« 
talidad « cuando creían tenerle en la boca se les derramaba to- 
do por el pecho sin entrar una sola gota en el estómago. 
Chi la rooglie ha púdica « bee con quello : 
Ida non vi puo giá ber chi 1' ha puttana, 
Che V vin quando lo crede in bocea porre ^ 
Tutto si sparge^ e faor nel petto scorre. 
Reinaldos no obstante preveyendo lo espuesto de la prueba 
y la ninguna necesidad de averiguar lo que podía serle caro^ 
no quiso beber del vaso « contentándose con la bien sentada 
opinión que le merecia su esposa. £utbnces fue cuando el hués- 
ped, deshaciéndose en un rio de lágrimas, coatd á Reinaldos co- 
mo él se había casado con la hija de un rico y docto anciano, 
honesta, hermosa y discreta, con quien había vivido conten- 
to y satisfecho por algunos años , hasta que unk muger llama- 
da Melisa, con perversa intención, aconsejóle que para probar 
la virtud de su esposa le diese hbertad y ocasiones de abusar 
de ella fingiendo el marido ausentarse , y que por medio del 
vaso averiguaría después si había sido constante y fiel. Consin- 
tió el mal aconsejado marido ,/ fue víctima de su imprudencia 
é impertinente curiosidad. 

No tiene duda que de este y otro cuento semejante del Arios- 
to en el Orlando, tomó Cervantes el aprgumeoto para el arreglo 
Y composición de la novela El curioso impertinente, 

(5i) y mas si lo pusieses por ebra* Pellicer manifestó ya 
que seria meóos oscuro este lugar si dijese ¿jr seria masjus^ 
to si lo pusieses por obra? Y aun creemos quedaría el sentido 
mas claro diciendo ¿ si injusto fuera desearlo^no Jueratodavia 
mas injusto ponerlo en obra? 

(Sa) La estima en mas que la libertad y la tfida. El ar- 
m/Ao, como ahora se llama, fue considerado como un ratón por 
los griegos y por los latinos, según dijimos en el suplemento 
á nuestro Diccionario Histórico Enciclopédico. Wagner y Raj 
son los primeros autores que le han colocado entre las coma- 
drejas. La piel de este animal , al cual Plinío y Eliano atri- 
buyen muchas propiedades supersticiosas , es de un blanco bri- 
llante, y la estremidad de la cola de un negro hermosísimo. En 
todos tiempos se han destinado estas pieles para adorno de los 
príncipes. En un principio se contentaban con coser ó reunir 
muchas pieles y dejar colgando sus colas que formaban en 



(«9) 
proporcionadas y uniformes distancias unas manchas negras* 
Después quitilronse las colas para hacer estos aforros mas uni- 
dos t y se cosieron de cierta en cierta distancia unos copos 
de lana negra de cordero para imitar las primitivas colas del 
armiñOf j hacer resaltar mas la blancura del mismo. £1 nortí* 
bre de este animal j de su piel se deriva del de Armenia, pais 
en que abunda t y de cuyas pieles usaban mucho sus natura- 
les, de donde los griegos le llamaron ratón de Armenia, Elia- 
noy Plinio ratón del Ponto, denominaciones adoptadas por 
Agrícola, quien no obstante añade que en su tiempo era co- 
nocido también con el de hermelce. Consideramos inútil dete- 
nernos en demostrar que lo que dice Cervantes del ardid para 
cogerle es otra de las muchas fábulas que se leen en varios au- 
tores antiguos de historia natural. 

(53) Que si hay Dánaes en el mundo 
Hay pluuias de oro también* 

Dánae, personage mitológico, hija de Acrisio, rey de Argos, y 
de Euridice. Habiendo revelado el oráculo á su padre que su 
nieto Je arrebataria la corona y la vida , encerró á su hija en 
una torre de bronce para impedir que llegara á ser madre. Pe- 
ro Júpiter, enamorado de su hermosura, se introdujo en la torre 
bajo la forma de una lluvia de oro. De esta entrevista nacid 
Perseo , y Acrisio furioso mandd poner madre é hijo en un co- 
fre y los abandonó á las olas del mar. Felizmente llegaron 4 las 
playas de la isla de Seriphe , en donde unos pescadores los re- 
cogieron y presentaron al rey Polidecto, quien los acogió favo- 
rablemente. Mas adelante Dánae fue conducida por su hijo á su 
patria Argos, en donde terminó sus dias. Algunos autores han 
dicho que el amante que se introdujo á fuerza de oro en la tor- 
re no fue otro que Prelo, hermano de Acrisio. Virgilio supo- 
ne que Dánae pasó á Italia con algunos fugitivos de Argos, 
y fundó Árdea. Como es bien conocida la moralidad de esta 
fábula, no creemos necesario detenernos en ella , pues por des- 
gracia se sabe que el oro es la llave maestra con que se abren 
todas las puertas. 

€ap{ttt(0 tttgMmo cuarto* 

(54) Soneto» Enamorado estaría Cervantes de este sonetos 
pues le repitió en el principio de la jornada segunda de sa co- 



media Íaí casa de los zetas ^ otra de las qne imprimid en r6i5. 
( 55 ) Las cuatro SS que dicen que han de tener las buc 
nos enamorados^ Las incluid Lais de Banona en este f eisoc 

Sabio , solo f solicito y secretoi 
j su esplicacion en estos otros cuatro. 

Sabio en servir j nanea descuidado^ 
Solo en amar y á otra alma no sujeto^ 
Solícito en buscar sus desengaños, 
Secreto en sus favores j en sus daños. 
( 56 } A horas tan inusitadas* Lo mismo que tan intempes- 
tivas. 

( 57 ) Penélope. Personage histórico ^^pero que mas'comuu* 
mente pudiera decirse pertenece á la mitología. Esta dice que 
era hija de Icario y de Peribea , y esposa de Uiises. Para^eva-" 
dirse de la importunidad de los que querian seducirla mientras 
su marido estaba en el sitio de .Troya ^ prometió casarse'Jcon 
aquel de entre sus amantes que tendiese el arco que Uiises ma- 
nejaba , mas ninguno pudo conseguirlo. Estrechadí»" sienvpre 
maSf dióles palabra que se declararía por unode'^ellosjtan^lue- 
go como hubiese acabado una pieza de lienzo^ue^estaba tejien- 
do; pero ella á fin de que no llegara este caso dicen que des- 
hacía de noche lo que habia adelantado de dia. Oe^Jesta mane- 
ra los fue eutreteuieodo con diversos ardides , hasta que es- 
tuvo de vuelta su marido , quien los destruyó h todos.Tor'una 
conducta seinejuute es considerada como la^muger'ma» hones- 
ta de la antigüedad fabulosa. 

( 58 ) Sin haber muerto primero d qrnenyutfo\la [culpa de 
su desgracia» ( V. la nota 807 del primer tomo ). 

( 59} Jqui vengamos. Pellicer crejrd que en^el^oríginal d^ 
ría venid aqui venganzas. ' 

(60) Rufián. Nadie como Cervantes sabia sin duda loque 
era un rufián. Según la descripción que de ellos da en su céle- 
bre novela Rinconetey Cortadillo , jr en la comedia del Rufián 
dichoso , era no solo alcahuete t\ rufián , sino también ladrón 
y encubridor de ladrones , espadachín de profesión y asesino 
de carrera. 

(61) Una segunda Porcia. Hija de Catón de Ütica.* casó de 
primeras nupcias con^Bibulo y en seguida con Bruto, y fue cé- 
lebre por su espíritu varonil. Un dia se hizo una profunda he- 
rida en el muslo , y preguntándole su esposo la razón : pa- 
ra demostrarte, le dijo , la serenidad con que me daria la muer- 



te si tuTÍese la desgracia de perderte. » Enamorado Bruto de 
una contestación semejante^ la coañ^ el secreto de la conjura* 
cion que había tramado contra César. Habiendo muerto poco 
después Brttto no quiso ella sobrevivirle. Sus parientes y ami- 
gos quisieron impedirlo 9 y la quitaron todas las armas j demás 
instrumentos con que poderse dar la muerte; pero ella tomd 
una porción de ascuas encendidas y se las tragd , de cuyas re-r 
suitas murid por los anos 4a aules de Jesucristu. Hay muchoS| 
sin embargo de lo dicho ^ que niegan este áltiuio hechof supo-^» 
niendo que Porcia murió antes que Bruto* 

(Eapftuio \vi%{mio ijuínto* 

(6a) (V.b variante a3). 

(63) Malandrín^ Follón* De la palabra italiana malandri' 
no se hizo la nuestra malandrín que tiene la misma fuerza que 
ladrón ^ salteador de caminos, etc. Bollón es siudoimo de hom- 
bre insensato, lleno de vanidad 6 de viento, como que se deri- 
ya de fuelle. Estas voces se leen con frecuencia en los libros dé 
caballerías. 

(64> Cimitarra. Govarrubias en su Tesoro de la lengua 
castellana , dice que cimitarra es lo mismo que alfange^ arma 
propia j que suelen usar los turcos. Tiene la figura de hoz con 
el corte ó filo hacia dentro* 

(65) Soy quilo de la palabra que os dt\ Es lo mismo que 
decir me hallo libre, estoy desquitado de la promesa que 
hice , etc. 

El final de la cláusula que dice también la he cumplido^ de<* 
biera decir palabra que tan bien la he cumplido. 

(66) A pedir de boca. Antes que Lucio Apulejo se con- 
virtiera en asno , dice Pellicer, fue convidado á cenar por Bir- 
rena, su tía, en Hippata, ciudad de las mas famosas de Tesalia 
por la multitud de sus hechiceras , 7 al volverse á recoger á las 
tres de la noche á casa Milon su huésped , vid que tres hom- 
bres estaban desquiciando la puerta , pugnando por entrar: tié- 
nelos por ladrones y los mata á cuchilladas; préndenle al otro 
dia: Uévanle al tribunal: colocan también en él los tres cadil' 
veres , cubiertos con una sábana , como el cuerpo del deli- 
to: levántase un viejo , y acusa públicamente al reo de homi- 
cidio: defiéndese este, pero entra de refresco una vieja lloran- 



(aa) 
do amargamente como madre que deci» ser de aquellos tres di« 
fUDtos: «cásale de nuevo ^ y para mover i los jueces á mavor 
indignación contra el homicida , pide que se descubran los ca- 
dáveres: mandan los jueces que los descubra elreo*^r su m^» 
nOf el cual levantando U sábana queda atónito j espantado al 
yer que los muertos eran tres odres , cueros ó pellejos para lie. 
var vino , abiertos cun diversas cuchilladas por las partes y lu- 
gares por donde él habia herido á los ladrones la noche ante* 
cedente. Prorumpe el auditorio en una risa universal , por- 
que esta invención se habia dispuesto en obsequio del dios de 
la risa 6 el dios fiaco , cuyas fiestas celebraban aquellos genti- 
les anualmente. Desea saber Ápulejo el misterio de aquel en- 
canta miento , y se lo revela una moza llamada Fotide^ criada 
de Panfila , una de las mayores magas de Tesalia y moger de 
Milon , diciendo : que en lugar de los cabellos rubios de un jo- 
ven de Beocia que su ama pedia , le llevó los de tres cueros ó 
pellejos de macho de cabrío que vio trasquilar á un botero; y 
haciendo Panfila sobre ellos un fuerte con jurO) en virtud de ól 
se vivificaron los cueros 9 y echando á andar se encaminaron 
á casa de Üdilon en busca de Panfila su muger , y esforzándose 
por entrar llegó á la sazón Lucio Apuleya^ que pensando 
eran ladrones les dio de cuchilladas. Por esta aventura que se 
refiere por estenso en el libro II y III del Jsno de oro , se vie- 
ne en conocimiento de que Cervantes parece la tuvo presente 
para su imitación en la quimérica batalla de D. Quijote con los 
cueros de vino 9 y se comprueba en parte que en esta historia se 
propuso imitar á Apuleyo, como á Heliodoro en la de Persües. 

Capitulo tti^^imo sétimo* 

( 67 ) Iban en humo las esperanzas de su ditado, O lo mis- 
mo que si dijéramos «viendo Sancho desaparecer cuanto se pro- 
metió del desenlace de aquella aventura.» Ditado es lo mismo 
que dictado , título de dignidad ó señorío. 

(68) Que ponga salen la mollera. Es decir que escar- 
miente , que haga mas juiciosos , discretos ó cuerdos á los de- 
mis escuderos. Porque asi como la s»l sazona los manjares , asi 
el juicio , la discreción y la cordura ponen en su pnnto las pa- 
labras y las acciones de los hombres. 

( 69 } Borceguíes datilados» Descripción del trage ordinario 



(a3) 
de los cauÜTOS en las cosías de África. Borceguíes datilados es 
lo mismo que decir de piel del color de los dátiles* 

(70} Alfange morisco. ( V, la nota 64 de este tomo). 

(71) Almalafa. Especie de albornoz ó alcacel. 

( ya } Mora. (V. las notas 8, 104^ io5, 108, log, 191 y a45, 
del primer tomo )• 

(78) Una larga mesa como de tinelo. Llámase tinelo el 
comedor en donde se reúnen tos familiares ó criados en las ca- 
sas en que abundan, para comer juntos y á manera de ana co- 
munidad religiosa. 

( 74 } Su aguardador. Antiguamente tenia el mismo siguí* 
fícado aguardador que guardador. Con la primera palabra in- 
dicamos ahora el que espera ó aguarda , y con la segunda el 
que guarda ó custodia. 

( 76 ) Como si fuese su ejercicio oficio de ganapanes ó mo- 
zo de cordel. 

(76) Por estas sirtes y por estas escilas y caribdis. El 
nombre sirtes era común á dos grandes bancos de arena y á los 
dos golfos en que están situados en las costas de África en el 
Mediterráneo, el uao llamado por los aoliguos sj-rlis major^ gol"* 
fo de Sidra entre Leptisy Cirene, el otro sjrrtis minor^ golfo de 
Gabes entre los promontorios Aspisy el de Cartago. Como 
estos bancos cambiaban de lugar y no siempre t^nian igual pro- 
fundidad, ei an tenidos como unos escollos muy peligrosos y mu- 
chas naves naufragaban en ellos , por cuya razón se dio el nom- 
bre de sirtes á todos los puntos de navegación peligrosa. 

Capítulo tÚQhmo octaw. 

(77) Que trata del curioso discurso que hizo D. Quijote 
de las armas y las letras. Con mucha razón indicó ya Pelli- 
cer que diría mejor^ en que se prosigue el curioso discurso^ etc. 
Antes y después de Cervantes se ha escrito acerca el mismo 
asunto ó contienda entre las armas y las letras. Bowle en su 
edición habla del discurso del italiano Bocchi sopra la lile del^ 
le armi et delle lettere. 

( 78 ) Coleto acuchilíado. El coleto, especie de j ubon de ante 
con mangas y una cosa como faldas. En tiempo de Cervantes 
era muy común en España , y aun en el dia no está desterra - 
do del todo de algunas provincias. La gente de guerra solía lio- 



(a4) 
yar el coleto debajo déla armadura para qae esta se ajustara 
con mas comodidad. Coleto acuc/iillado debe entenderse aquí 
lo mismo que roto ^ y no con piezas 6 aichillos que á veces se 
ponen en la ropa para mayor holgura. 

( 79 ) Estando de posta ó guarda en algún rebellín ó ca» 
bollero* Estar de posta era lo mismo que estar de guarda 6 cen- 
tinela eñ el leuguage antiguo f y ¿ veces se daba el nombre de 
posta al mismo centinela. Gl rebellín^ obra de la fortificación es* 
terior de una plaza que cubre y defiende la cortina. £1 cuballe- 
ro f que á veces se llama también macko^ pertenece a la obra 
interior de una fortaleza y sobre cuyo terraplén se eleva y la 
domina. 

( 8o ) Profundos senos de Neptuno* Lo mismo que en lo 
mas hondo del mar , en donde la fábula supone que NeptuuOf 
dios de las aguas, habitaba un palacio de cristal. 

(8i } Arcabucería. Lo mismo que fusilería, porque eulon" 
ees se usaban arcabuces en lugar de fusiles que todavía no se 
habian inventado , como dijimos en la nota ayo del primer to^ 
mo ( V }• Del antiguo uso del arcabuz solemos decir arcabuz 
cear por fubilar, al acto de pasar á uno por las armas. 

(8a) Artillería. Todos los instrumentos 6 máquinas para 
disparar 6 arrojar se llamaban antiguamente ingenios y artille'^ 
ria^ por necesitarse de cierto conocimiento ^ arte 6 ingenio pa- 
ra fabricarlas y manejarlas. Unos atribuyen la invención de la 
artillería á un fraile alemán, célebre alquimista, llamado Bar- 
toldo ó Bartolomé Schwarts por los años i434- Otros creen 
que los venecianos ya hicieron uso de la pólvora y piezas de ar- 
tillería en 1 366 en el ataque de Claudia-fossa , mientras que 
los hay que suponen que los ingleses se sirvieron de ellas en la 
batalla de Greci dada en i j<46* Sin embargo de cuanto dicen los 
estrangeros , en España se conoció el uso de la pólvora y de la 
artillería antes que en ninguna otra nación , merced á la ilus-» 
tracion de los árabes según lo demostramos en otra nota. 

( 83 ) Su negra y pizmienta caballería. Lo mismo que si , 
dijéramos su funesta, triste j malhadada caballería. Pellicer dijo 
ya que el adjetivo pizmienta viene del sustantivo latino ^/a*, pez, 
y verdaderamente significa cosa negra, atezada, etc. y en sentí-* 
do figurado cosa fatal y desgraciada. Parece que mas antigua-^ 
mente se usaba pecemento^ pecementa^ por pizmiento^ pizmien* 
ta^ atezado , atezada. 



(a5) 

Capftnlo ixiQéúmo nono. 

(84) Alejandro. Monarca poderoso jr célebre conquista- 
dor f hijo de Philipo rey de Macedonia 9 j de Olimpias. 

( 85 ) Iglesia ó mar ó casa real. Cervantes repitió este ada. 
gio en la novela de la GUafíilla» Lope de Vega trae este refrán 
con alguna roajor esteosion en su comedia La Dorotea 9 7 de 
una manera que quizá fuera mas propia en el caso á que se re* 
fiere. Tres cosas dice hacen al hombre medrar ^ ciencia y 
mar y casa real. 

( 86 ) Irse d las Indias. Lo mismo que irse á América 6 i 
las Américas. Los primeros descubridores de aquella región la 
dieron el nombre de Indias por la semejanza que cre^ eron ha- 
llar entre el clima y producciones de la una con los de la otra. 
La India propiameute tal tomd el nombre del Indo , caudalo- 
so rio que baña esta región ^ asi como la América el suyo de 
Américo Vespucio , uno de los que acompañaron á Cristóbal 
Colon en su segundo viage, 7 por haber sido el primero que pu^ 
blicó el mapa de sus descubrimientos , principalmente de la 
Uerra firme ó continente americauo. Esta superchería privó i 
Colon de la gloria que le correspondia de que llevaran aquellas 
regiones el nombre de su descubridor llamándose no Américay 
sino Colombia ^ falta que en parte se ha salvado dándolo a uno 
de aquellos nuevos y nacientes estados* 

(87) Diego de ürbina, Estecapitan^ que en la batalla de 
Lepanto mandaba una de las compañías del tercio de D. Mi- 
guel de Moneada en la que sirvió Cervantes , era natural de 
Guadalajara. Pellicer ^ citando la historia de Guadalajara del 
P. Fernando de Pecha que existia en la Biblioteca Real y dice 
que Urbina se halló en la batalla de Lepanto: mató quinientos 
turcos de la capitana de Alejandría 7 á su capitán , y tomó el 
estandarte real de Egipto. 

Las fábricas de armas de Milán eran famosas ja de tiempo 
antiguOf como que generalmente se recurría á ellas ó á las de Bre- 
sa cuando se deseaba tener armas de buen temple. Son pocos 
los que ignoran lo qué se cuenta sucedió á S. Francisco de 
Borja siendo Virej de Cataluña. Encargó á su secretario que 
escribiera á Milán para que le fabricaran uúa porción de ala- 
bardas para su guardia > / el bueno del secretario puso en la 
carta albardas por alabardas^ lo que dio lugar á que estrañan- 



(a6) 
do un encargo semejante, consultara el comisionado antes de 
disponer la fabricación de las albardas. Y que entonces dijo 
1 Virey á su secretario:- bueno será que traigan esas albardas, 
la mita(^para vos por haber pedido aibardas a Mitán cuando 
tan bueuas las hacen en esta , jr la otra mitad para mC por ha- 
ber firmado la carta sin leerla. 

Alejandría de la Palla, plaza fuertf fundada casi á últimos del 
siglo XII por los güelfos durante sus terribles desavenencias 
con los gibelinos. Los güelfos, como partidarios jde los papas, la 
dieron el nombre de Alejandría en obsequio á Alejandro III, jr 
sus enemigos por desprecio le añadieron el epiteto de la PaUa 
ó de la Paja. Esta plaza situada sobre el rio Tanaru pertenecía 
en lo antiguo al estado de Milán , y ahora ají reino de Cerdeña* 
1¿1 i;ran duque de Alba de quien se habla en el testo, fue 
D. Feruando Alvarez de Toledo, uno de los mas célebres capí, 
lañes de aquel siglo , cujas principales proezas ejecutó eu Ita- 
lia, Flandes, Hungría y Alemania. A eáte valeroso duque de- 
bi<5 España la unión del reino de Portugal á la corona de Cas- 
^ tilla , asi como á uno de sus ascendientes la incorporación del 
de Navarra. 

Loi condes de Eguemont j de Hornos, y el príncipe de Orange, 
fueron considerados como los principales motores de las conmo- 
cioues de Flandes para sacudir el dominio español. £1 de Oran- 
ge pudo escapar de las pesquisas que pasó á practicar en aque- 
llos paises el duque de Alba por disposición de Felipe íl; pe- 
ro los de Eguemont y de Hornos fueron presos y degollados en 
Bruselas el día 5 de junio de i56d, siguiente al que fue firma- 
da su sentencia. 

(88) y estos mal heridos, «Envistió el Ochalí á esta capi- 
tana con siete galeras suyas , dice Pellicer copiando á Arrojo 
en la Relación de la Santa liga , y no pudo ser socorrida de las 
nuestras por haberse salido adelante de la ordenanza ó puesto 
dellas por señalarse aquel día: de los tres caballeros heridos el 
uno era frey Pedro Justiniano, prior de Meciua y general de 
Malta , el otro un español, y el otro un siciliano: á estos ha- 
llaron vivos, enterrados entre los muchos muertos.» Entre las 
varias noticias que debemos al P. Haedo para la ilustración 
de esta historia , sabemos que el Uchalí ú Ochalí nació eu el 
año i5o8 en Licastelli , de pobres padres. Habiéndole cautiva- 
do los moros en su juventud, anduvo muchos años remando 
en las galeras , hasta que aburrido de aquella vida renegó , / 



de esto se le llamó Aluch Ali 6 Elche All , que en turco quie- 
re decir renegado h\i y por corrupción üchali ú Ochiiñ, Dis- 
tinguidse desde entonces en defensa de su nueva religión ^ y 
en recompensa de sus singulares servicios llegd á ser nom* 
brado rey de Trípoli , luego promovido al trono de Argel , j 
después se apoderó del de Túnez. En la batalla de Lepanto^ lla- 
mada por los contemporáneos y por antonomasia la Batalla 
naval ^ mandó. con inteligencia y valor el ala i^uierda de las 
fuerzas otomanas , y aprovechando una coyuntura favorable 
abordó y envolvió la capitana de Malta mandada como hemos 
dicho por el prior de Mecina , en la que al parecer solo tres 
hombres quedaron vivos. Después de estas y otras proezas ce- 
lebradas en los romances de aquella edad , pasó Uchalí á vivir 
cerca Coustantinopla , en donde fabricó un suntuoso pala- 
cio « é inmediato á él una mezquita , en la que fue enterrado 
poeo después del ano i5o8. 

( 89 ) Acudió la capitana de Juan Andrea d socorrerla* 
Bernardino Escalante en su diálogo del arte militar dice hablan? 
do de este suceso: «El Ochalí llevaba ya atada á su popa la ca- 
pitana de Malta; pero la recuperó el capitán Ojeda , abordán- 
dola con la galera Guzmaua de Ñapóles^ matando todos los 
turcos que de ella se hablan apoderado ^ y la religión en re* 
compensa deste servicio que la hizo ^ le da en cada un ano 
cierto premio de por vida. » 

(90) El estandarte de la religión de Malta, El autor ci- 
tado en la nota anterior dice que esta fue la vez primera que 
el estandarte de aquella valerosa orden militar ,' que tan terri- 
ble fue para los turcos 9 cajó en manos de sus enemigos. 

La orden militar de los caballeros de S. Juan de Jeru salen, 
llamados primeramente de Rodasy hoy caballeros de Maltas 
debe su origen á la orden de S. Benito. 

Algunos comerciantes de Amalfí que se hallaban en la Si ~ 
ría obtuvieron, como dijimos en otra parte, del califa de Egipto 
Bomensor Montetiseaf cI permiso en el ano 1048 para fundar en 
Jerusalen un monasterio del rito latino , en el cual se estable- 
cieron unos benedictinos que fueron de Italia. Al lado de este 
monasterio, llamado Santa María de la Latina, se fabricó en 
1 1 19 para los pobres peregrinos y enfermos un hospital , cuya 
iglesia fue dedicada en un principio á S. Juan Limosnero , y 
después á S. Juan Bautista. Del título de la iglesia se derivó 
tX nombre de hospitalarios de S, Juan de Jerusalen, En su 



(a8) 
origen no eran estos hospitalarios mas que oblatos 6 herinaoos 
legos empleados por los religiosos para el serricio del hospital. 
Ei hábito que les distinguía de los religiosos benedictinos y que 
'es d¡(5 Godofredo de Bullón luego de haber tomado á Jerusa- 
len , era un manteo ó capa negra llamada apunta^ porque la te- 
nia en efecto ^ con una cruz blanca de ocho puntas. Algan 
tiempo después el abad se vid precisado i armar aquellos hos- 
pUalarios para proteger/ defender á los peregrinos que iban á 
la Ciudad santa ^ J se veían atacados todos los días por los 
árabes que infestaban los caminos. Trasformados en militares, 
tuvieron que elegirse ellos mismos un caudillo que los gober- 
nara, é insensiblemente j á medida que el hospital se fue en- 
riqueciendo con los donativos de los peregrinos , no quisieron 
ja reconocer otro gefe , dentro ni fuera del hospital , hasta que 
últimamente sacudieron del todo la autoridad de los monges^ 
Entonces prin cipiaron á formar un cuerpo á parte; j dejando 
la regla de S. Benito, tomaron la de S. Agustín; habiendo sido 
estos , según dice Mabillon y otros escritores , los principios 
de esta ilustre drden. 

En el año de 1 1 19 eligieron á Gerardo de Pro venza por su 
primer gran maestre ; y en el de 1 tao confirmó esta drden el 
papa Calis to IL 

£1 celo por la religión y cierto entusiasmo por las armas^ 
unidos entre sí , dieron á esta congregación religiosa y guerre* 
ra numerosos prosélitos. Después que en el año 1107 se perdid 
Jerusalen, se retiraron los individuos de esta drden á Margal y 
después á Tolemaida ó san Juan de Acre , que defendieron va- 
lerosamente en el año lago. Siguieron luego á Juan de Lusi- 
ñan , el cual Je^ díd en su reino de Chipre el pueblo dé Lini- 
Son, donde permanecieron hasta el año 1 3 10 en que tomaron á 
Rodas , cuya isla pasd á ser desde entonces su residencia ordi- 
naria , y de ella les vino el nombre de caballeros de Modas, 

Habiéndose apoderado de esta isla, en el año i5aa, Solimán 
II sultán de los turcos, los caballeros que le habían opuesto 
una obstinada defensa se retiraron á Candía , luego á Sicilia y 
dltimamente á Viterbo , que el papa les cedió , hasta que el em« 
peradory rey Carlos V. en el de i5a5 les dio á Maita , nombre 
que tomaron luego y conservan todavía. 

Esta isla no era mas que un escollo estéril ; pero luego fue 
muy floreciente, merced á los infatigables desvelos de la orden. 
Después que el grun maestre Villiters del Isle Adán se estable- 



ch5 ea ella con sus caballeros ^ el mismo SoCman que los habíli 
echado de Rodas quiso arrojarlos j apoderarse también de 
Malta ; por Jo que en el año i566 se presentó delante de esta 
plaza con 3o mil soldados , la cual se bailaba defendida por so^ 
los 700 caballeros j 8000 soldados ó peones. £1 gran maes* . 
tre de La Vállete sostuvo cuatro meses el sitio ; de modo que 
los infieles , viéndose siempre rechazados f se retiraron Ueno^ 
de rabia j de indignación : desde cuja ¿poca esta pequeña is- 
la 9 perdida digámoslo asi en medio de los mares ^ no temió el 
poder otomano. 

Después que Bonaparte en a4 horas se hubo apoderado de 
ella en 1798 , permaneció esta isla , como hemos dicho en el 
artículo Malta , en poder de la Francia hasta el año 1800 en 
que se entregó como en depósito á los ingleses* 

Después de estos sucesos la Orden, aunque al parecer estin- 
guida ) siguió del mismo modo , en tanto que ,el emperador Pau- 
lo I se dignó aceptar la suprema dignidad de gran maestre. 
Gustavo IV ofreció á los caballeros la isla de Gotland, y la 
Dinamarca subsidios. El mismo Bonaparte estipuló en el trata- 
do de Amiens que se restituyera á los caballeros la isla de Mal- 
ta : y últimamente la Sicilia acogió los restos venerables de la 
mas memorable asociación que se ha formado jamas ; y Cata- 
nea fue el asilo donde el gobierno de la Orden se ha perpetua- 
do hasta el día, y donde espera en una inacción forzada que 
los restauradores de las monarquías, devolviéndole su existen- 
cía, le permitan comenzar de nuevo la carrera de gloria que la 
ha ilustrado por espacio de spis siglos. 

Esta orden se divide en tres clases : caballeros, freí- 
res y sirvientes. Los primeros se distinguen con una cruz de 
oro de ocho puntas coronada y esmaltada de blanco , angula- 
da de Uses de oro , que llevan en el ojal de la casaca pendiente 
de una cinta negra* La divisa de los freires es la misma; pero 
á mas otra cruz igual ^e lienzo blanco sobre el manteo ó ves- 
tido al lado izquierdo , cuyo distintivo llevan también los ca«- 
balleros profesos. Los sirvientes llevan una cruz de solos tres 
brazos de esmalte Ó de lienzo, según su estado. 

Su trage militar era una sobrevesta roja en forma de dalmá- 
tica , adornada de una cruz blanca sin punta. 

Esta distinguida orden estaba antiguamente dividida en ocho 
lenguas ó naciones, á saber: Provenza, Auvernia, Francia, 
Italia, Aragón, Alemania, Castilla é Inglaterra; pero después 



C3o) 
del cambio dé rtlígtcm de esta áltinuí fe redajeron á sitie. La 
mas distinguida de todas estas lenguas ^ dicen ^ era la de Pro* 
venia ^ por la sola razón de qae Gerardo, su primer gran 
maestre f fue de esta provincia. 

( 91 ) Genízaros, Cuerpo de tropas , el primero j mat ao- 
tiguo de todos los que se organizaron en Europa después de la 
destrucción del imperio romano , j aun el mas nombrado por 
sus varias fortunas. AmuratesI, que le instituyó con la mira 
deformar soldados duros , aguerridos jr leales, alistó primero 
seis mil jóvenes de entre los esclavos cristianos , á quienes did 
el nombre de geniczeris 6 soldados nuevos. Después se acre- 
centó mucbo su número , jr se destinaron para genizaros los 
muchachos que á modo de tributo se quintaban en las provin<* 
cias conquistadas. La dureza de su educación , el despreci€> de 
todo riesgo , jr la sangre fria con que miraban ó cometian los 
mayores horrores, llegaron á agradar tanto á Amorates, que un 
día cortándose con su cimitarra una manga de su túnica ó cami- 
sa de muselina , la ciñó por la cabeza á uno de los genizaros* 
De ej^ta acción tuvo origen el uso de un pedazo de muselina que 
los genizaros llevaban como un distintivo en el turbante. Otros 
dicen que el cuerpo de los genizaros no fue creado hasta 137a 
por el sultán Amurates 11, hijo de Orean , después de sus con- 
quistas en la Tracia y la Macedonia; y que le formó de los }ó. 
venes cristianos que habia hecho prisioneros. Algunos quieren 
suponer que Otoman I, que dio el nombre de otomanos á los 
turcos , fue el que creó esta milicia 4 principios del ano i3oo 
de Jesucristo. 

Ha ja de esto lo que se quiera , lo cierto es que este cuerpo 
llegó á ser tan respetable , que el gran señor se decía y era el 
primer genizaro ó soldado raso de ellos con plaza viva. No sin 
razoD se atribuia parte de su orgullo á la imprudencia de algu- 
nos soberanos que gratificaban con mano generosa á los geni- 
zaros siempre que les abrian paso al trono con la deposición ó 
cabeza de su antecesor. Por la historia sabemos que este cuer- 
po iue el que se atrevió á deponer en iSia á Bayaseto II, pre» 
cipitó en iSgS la muerte de Amurates III , y amenazó destro- 
nar á Mahometo in. Osman II que habia jurado la destruc- 
ción de los genizaros^ habiéndose desgraciadamente''trasluci- 
do su designio , fue arrastrado con la mayor ignominia des- 
de el Serrallo hasta el Castillo de ais siete Torres, en donde fue 
ahogado en i6aa. Mustafá, sucesor de Osman, fue .destronado 



(3i) 
al cabo de dos meses por los nii»inos que le habían hecho as« 
cender á la suprema digoidad; j esta milicia insolente fue la 
que hizo morir en 1649 ^^ saltan Ibrahim , arrebató el cetro á 
su hijo Mahometo IV ^ para darlo á su hermano Solimán ^III, 
el cual fue á poco tiempo destronado ; j últimamente en lySo 
no contentos estos bárbaros con haber obtenido que inmola- 
sen á su capricho al Gran Visir, ai Reis-Effendi y al capitán 
Bajtf f derribaron del trono i Achmet III , le encerraron en 
la prisión eu que estuvo detenido Mahometo, hijo de Mustafa' II^ 
j proclamaron otro en su logar. 

Este cuerpo constaba últimamente de ciento noventa j seis 
ortas ó compañías, j cada una de doscientos setenta y un hom* 
bres, las cuales juntas componían cerca de' cincuenta y cuatro 
mil genizaros» Anteriormente no eran mas que cuarenta mil, 
de lo que les quedó un nombre turco que equivale á Jos cun- 
renta mil esclavos, £1 gefe de ellos era el agá ó general de los 
jenízaros , J el Kulqni agii el segundo comandante , teniendo á 
mas cada compañía varios oficiales subalternos. El prest 6 ra- 
ción de los genizaros no era igual : variaba según los servicios 
de cada uno. El mas corto era de siete aspros 6 medio real ; y 
el major de noventa y nueve aspros , que hacen siete reates. 
A mas se les daba cuando seguían las marmitas , frase que en- 
tre la milicia turca equivale á la nuestra de seguir las bandem 
ras ó el regimiento , una ración de pan y otra de pelaf , que se 
compone de arroz cocido con manteca de mucho gusto para el 
soldado turco* 

En cuanto al uniforme, á escepcion de las chinelas encarna- 
das 9 ios calzones y el turbante , que eran de ordenanza , cada 
genizaro vestía como mejor le parecía. Sus armas en tiempo 
de guerra eran un fusil muy largo j pesado , un sable , un par 
de puñales y una ó dos pistolas. 

Su destino en tiempo de paz era guarnecer las ciudades im- 
periales de Constantinopla, Busa, Andrindpoli, etc.; y entonces 
no solían llevar por dentro de las poblaciones mas que un palo 
en la mano. Desempeñaban al mismo tiempo varias comisiooes 
por el gobierno, tales como el llevar el cordón á los bajaes ú 
otros empleados á los cuales el gran señor enviaba á buscar su 
cabeza, y servían asimismo para los particulares; pues cual- 
quiera podía pedir, y se le concedian con facilidad uno 6 mas 
genizaros para que le acompañaran 6 sirvieran de resguardo 
en sus viageSf etCf dándoles aquella retribución que estaba ja 



<3a) 
determinada. En la capital cuidaban á mas de las bombas pa^ 
ra atajar los incendios , las cuales $e hallaban distribuidas por 
los cuarteles ó cuerpos de guardia. 

Este poderoso é insubordinado cuerpo t qae por tantos años 
f^e el terror del imperio otomano , de cujo trono disponían 
como hemos visto á su antojo ^ ha dejado de existir por un gol- 
pe tremendo f j que nadie se habia atrevido á dar sino el ac» 
tual sultán Mahamut II ^ cuyo solo hecho eterni^tará su me- 
moria. ' 

(ga) Verdugos que nos ce^Uguen. Arrojo en la Relación 
de la Santa Uga copiado por Pellicer f atribuye la desgracia 
de NavarinOf contra el parecer del mismo CertFantes, á la impe- 
ricia de los marinos. c< Camin<5 O. Juan de Austria toda la no- 
che del día t6de setiembre de 1673 para amanecer sobre el 
pueblo de-NavarinOf donde estaba toda la armada turquesa^ 
como habian avisado los capitanes Luis de Acostajr Pedro Par. 
do de Villaraarin; pero el Cdmitre Real y los pilotos se enga- 
ñaron en la ampolleta ( reloj de arena) y fueron á amanecer á 
una isla llamada Prodauo 9 distante unas tres leguas de Nava-v 
rinof y asi tuvo tiempo el Ochalí para sacar del puerto la escua- 
dra, y ponerla bajo el canon de la fortaleza de Modon.» 
. Cervantes cometió la equivocación de llamar isla á IVlodon, 
la antigua Methome del Peloponeso^ que como se sabe es una 
plaza marítima de la Morea. Quizá en. las primeras ediciones 
del Quijote se incurrid en el error de poner isla por plaza 6 
fuerte , porque se hace difícil creer que Cervantes lo ignorase 
habiendo navegado por aquellos mares. 
, (93) Un hijo de aquel famoso corsario Barba Roja* Era 
hijo de un alfarero de Metelin, otra de las islas del Archipiélago. 
Hariadeno d Cheredin Barharoja, de desconocido corsario llegó 
¿ ser por su valor y proezas, general de la armada otomana jr 
por muchos, años fue el terror de los mares y de las costas de 
Italia. Siendo rey de Argel se apoderó del de Túnez, del que pasd 
á arrojarlo el mismo emperador Carlos V en f535. Fue pa- 
dre de Asan Bajá, rey de Argel, y este de Mahamet Bey, capitán 
de la galera que por haber sido tomada por los cristianos se lla- 
mó desde entonces la Presa. Era Mahamet como se ve por el 
testo el hombre mas feroz y cruel que haya existido. 

( 94 ) El odio que. ellos le teman, ( V. la nota anterior ). 

(gS) Muley Ha mida ^ el moro mas cruel ^ mas caliente 
que tuuo el mundo. Muley Ha mida y Muley Hamet ó Mahamet, 



(M) 
liieron li¡|os de Afalej Haeati^ rey de Tan ez , como dice Pellt*^ 
cer. Hamida hizo cegar i su padre ¡abaciiándole los ojos coa 
una bacía de azófar ardiendo ^ J le despojó del reino* Hatnel 9 
hüjendo de la crueldad de su herm ano^ se retiré á Sicilia , y 
vivía en Palermo. Los tarcos por medio del Ochali quitaroa 
á Hamida el reino de Tanez que se habia hecho foerte en la 
goleta con esperanza de volver á reinar» D. Junn de Aus« 
tria echó á los turcos de Túnez ^ y llamando á Hamet de Paler» 
mo le hizo gobernador de aquel reino , y remitió al cruel Ha- 
mida á poder de D« Garlos de Aragón^ duque de Sesa y de Ter* 
ranova^virej de Sicilia, En la carta donde dice que se le 
enviaba hay esta posdata de su puño : «Ponga V. S. mucho 
cuidado en regalar cuanto pueda á ese afligido rej , asi con 
buenas pala])ras y consuelos conK> con los efectos que posible 
le fueren ; pues es justo por el estado en que está. » Despue:! 
fue conducido Hamida á la ciudad de Ñapóles , donde un hijo 
sajo se convirtió á nuestra sania íe^ y siendo sus. padrinos el 
mismo D. Juan de Austria y Dona Violante de Moscoso ^ se lla- 
mó D. Garlos de Austria ; jr de la pesadumbre de la conver- 
sión del hijo murió después el padre. Del nuevo rej ó gober- 
nador de Túnez inticulado el infante Muley ^ se conserva to- 
davía una carta original en que d« noticia é D. Juan de Aus* 
tria del estado en que habia encontrado aquella ciudad , y le 
|>íde socorros para mantenerla. Su feeha : Tunety octubre 3o 
éie 1 573. La carta está escrita en castellano , pero la firma está 
en árabe y es original del iníanLe : en muestra lengua suena 
jisi. « Del siervo de f^» Alteza ^ el siertfo Mahamet ; esto es ; 
Carta escrita del siervo ó por el siervo Mahamet ^ siervo de 
y. A. >» A este nuevo gobierno se siguió no mucho después la 
pérdida de la goleta y de la piudad de Túnez que refiere Cer- 
y antes. 

(96) Goleta* Fortaleza á la entrada 'del puerto de Túnez, 
que por estarjconstruida ecL una angostana ó gola se llamó goy^ 
lata. 

(97) El Seáor D, Juan. Esto es, D. Juan de Austria , hijo 
natural de Garlos V y de una señora alemana de Ratisbouu, 
j los españoles solian llamarle con el solo título de Señor D. 
Juan, por el respeto y veneración con que miraban á su peír 
gona y á todo lo que tenia relación con el emperador. £1 fuerte 
de que habla Gervaptes le mandó construir el Señor D. Juau 
de Austria estramuros de la ciudad, junto á la isla delEstauoi 
bajo la dirección del ingeniero Gabrio de Cer vellón, á quien noui- 

11. 3 



(34) 
bitS general de él. Pelllcer dice que fe confttrojd este fueiie 
contra las ordenanza* de Felipe l£| que había mandado demo- 
ler i Tonei ; pero lisongeado D. Juan de Austria de coronarse 
re/ d« TnneXf jr adulado de sus secretarios Juan de Soto y 
Juan dé Cscobedof se empeñó en conservar aquella ciudad. 
Quizás fue esta una de las causas por que Antonio Pérez man- 
dó después matar á Escobedo por orden superior, según ase- 
guran lo confesó en el tormento i y lo fue sin duda de su» 
desgracias junto con la aversión de sus émulos^ especialmente 
de Mateo Vázquez de Leca, canónigo de Sevilla, secretario de 
estado del rej^ D. Felipe II. 

(98} Moí*os y JUrabei* ( V. la nota ao3 del primer to- 
mo) • 

(9f)) Flcérta ^fue no e» tocorritia* Según la crónica escrita 
por Gerónimo Torres de Aguilera , que sirvió en esta guer- 
ra y en elU qaedó cautivo , resulta que el cardenal de Gmn- 
vela, vire^ de Ñipóles , y el duque de Sesa, virejr de tSiciiia^ 
solicitados por D. Juan de Austria, no quisieron enviar so- 
corros i la goleta ni á Túnez , escusándose con que necesitaba 
todíiS sus tropas y gateras para rechazar las empresas delOcha- 
lí 9 y que cuando el Señor D. Jitan pudo enviarlos no se 
lo permitieron las tormentas y la actividad con que los tur- 
cos dtspuí«¡eron 7 ejecutaron el a&o siguiente de 1574 ^ sitio 
y recobro de Túnez. 

(i 03) Gomia, Derívase del latín gumia que significa la per-* 
sona que traga ó engulle con ansia, y Cervantes da este nom-t 
bre Á Argel, porque era la ciudad ó puerto en que iban tf' parar 
ó engullía todas las presas que hacían los moros en las aguas 
y costas del Mediternineo. 

(101) Caballero valenciano y famoso soldado. D. Juan de 
Z'inoguera , ó según otros Sanoguera , que asistió en la toma 
del Penon de Velez el año de i5tí4 1 f ^^ la primera campa- 
na marítima que en 1 568 hizo D. Juan de Austria, estaba 
encargado de la defensa de esta torre, guarnecida con algunas 
piezas de' artillería y setenta soldados. Después de haberse 
perdido lá goleta, Sinan Bajá, comandante del ejercito de tierra, 
le intimó la rendición, y prometiéndole la libertad áé\ y á 
todos los suyos le entregó. Mas el vencedor solamente la con- 
cedió á cincuenta soldados ; y reconvenido Sinaá con su pa- 
labra , mostró indignado i Zanogüera la cabeza de Pagan 
Doria, dándole á entetider con est0| como diee el cronista 



ftgttüera ^ qim ham oon él lo muino si no le conüormabA oob 

lo por 41 últimamente dispuesto. 

(102) Se ¡levaban cautitfO* D. Pedro Puerto^arrero^ nom- 
brado gobernador de la goleta por D* Juan de Austria^ se porf- 
ió con mucho valor en su defensa ^ J la conservó hasta que 
la tomaron por asalto los turcos , quedando cautivo con los 
pocos que sobrevivieron á aquella desgracia. Supusiéronle a), 
gunos no tener la inteb'gencia suficiente para la conservación 
y defensa de una plaza ^ mas en manera alguna que hubiese 
faltado á las lejes del honor. Y se ai»egura que su muerte^ 
Acaecida cerca el cabo de Main a au la Morea eu la travesía de 
Túnez á Constan tinopia, fue ocasionada por el sentimiento de 
babcr perdido la plaza que tenia encargada. 

(to3} Faleníisimo soldado, Gabrielt 6 mas bien como se 
llamaba entonces f Gabrio Gervello0| era un caballero railaués 
de origen catalán^ de la orden militar de San Juan 9 en la que fue 
prior de Hungría f general de la artillería de la armada j ejér- 
cito españolf j á roas célebre ingeniero. Después que D. Juan 
de Austria le hubo encargado la construcción del fuerte del 
£staño t le nombrd gobernador j capitán general de Tunes. 
Perdida la ciudad j la goletai defendió valerosamente el fuer- 
te hasta quedar cautivo. £1 P. Haedo en la historia de Argel 
dice que en su cautiverio, antes de ser conducido á Coustanti-* 
nopla, fue tratado ignominiosamente por Sinan Bajé | quien íe 
did un bofetón i pesar de sus venerables canas t J le Ikvd 
é píe desde Túnez hasta la marina de la goleta delante de su 
caballo. Consiguió sin embargo la libertad por el cange que 
se hizo de él y de otros ¡lustres españoles é italianos cautivados 
ea la goleta y en Túnez con otros turcos principales que ha. 
bia en Roma apresados en Lepanto, y que D. Juan de Austria 
babia enviado al papa como parte délos despojos de aquella 
célebre batalla. Cer vellón pasó después é Flan des como inge- 
niero y y después á Milán en donde murió en 1 58o. 

(104} Irage de arnaute» Según el P. Haedo en su aEpítor 
me de los reyes de Argel » arnaute ó arnauta era lo mismo qujB 
Albanes. 

(io5) Con un griego espía. Inoportuna parece la variación 
que hizo en su edición el señor Pellicer poniendo espajr eu lu- 
gar de espía que se habia leido en todas las anteriores. Con esr 
te motivo dicCf tomándolo del P. Haedo|t que los espais eran 
un género de soldados á manera de nuestras milicias, que 



estabMi M iai cm^s túhtsítáo ana Irger* pAj^A i f «íetido «tí 
principal iostiluctoa U defensa de la ciudad , y laliendó Á cam- 
pana no maa qué tn canos estntordinarios. Del mismo testo se 
deduce que era mas natural fuese una espía que no an espajn 
«1 qué acompañase eft íu fuga 4 £K Pedro de Agniiar. 

Capitulo malrtag^dttR». 

( io6 ) Le taiUivS el Ochali^y le quiso tanto que fut uno 
'ée los hias recalados garzones suyos. Llamábase este rene- 
gRdo Veneciano Azán , j antes dé renegar Andreta. Llegó á ser 
dos veces rej de Argd % después pas¿ á TripoU, fue promo- 
vido i capitán bajá 6 ' gran almirante | y últimamente mari^ 
envenenado. 

El nombre IJchali ^ Obhafi es corrupción de Aluch Ali^ co- 
toio dijimos «n la aola| que quiene decir el nuíevo moro ó el re- 
negado Ali. 

Garzón^ palabra de orfgen arábigo segon iinOs> 6 aralie 9e- 
Kúa otros> y los liaj también que suponen se tomó de la l)a]a 
latinidad. Sit tet'dadero sigmfícado es el de mancebo hermoso; 
bien que en el caso presente parece la Cisó Cervantes Wjo uu 
«ígnifícado que tiene relación con li^s costumbres libres y poco 
honestas que se suponen i los berberiscos* 

t toy) tfue los turcos llaman baño* BX depósito de los 
esclavos se llamaba Íaáo^ que ñH arábigo signiñca « edificio A 
obra de yeso» de caja raic se derivan las palabras alba^tH, 
lalbañileríaf etc^ Dos eran los depósitos ó ba&os que por aquel 
tiempo habia en Argel ^ según dice el P. Haeclo en su Topogra- 
fía de Argel. El uno era un edificio de setenta píes de largo 
y enarenta de ancho, con piso alto j ba)0. Tenia en medio una 
cisterna, y á un lado el oratorio donde decian misas ^ y para 
cayo ftervieio HegÓ 6 'haber mas de cuarenta sacerdotes de én- 
trelos cautivos. El otro &<i^ llamado de la Bastarda^ seria maS 
reducido por cuanto fueron siempre mucho menos los escla- 
TOS qué habia en ¿1 presos. rcLos ba&os de los cautivos cris- 
tianos , dice Pellicer copiando un manuscrito de la Bibliote- 
jca Real, son unos como corrales grandes, con algunos apo^ 
jentillos y chozas al derredor, y en estos baños encierran 
de noche los moros 6 1t>s cautivos, que andan sueltos, que los 
presos están en las mazmorras atDrtnieatados en diferentes g¿áe- 



FQft <i« prisfones.» La auerte general de ios «Kbtot orklÍÉaoi 
no era á la verdad tan cruel como geaeralmañU ae cree. 
£n estos baños f segan relación de cautivos rescatados^ 
había cuatro iglesias donde decían misa todos loa días 
doce sacerdotes : se celebraban los oficios divinos coo decen- 
cia , j se cantaban misas con música de voces é instrumentos: 
se ponía el monumento el jueves s^nto t se predicaba : se ha- 
cían procesiones : había siete cofradías con sus majordomos^ 
j el año de i665 hasta se celebró un jubileo oon tanta devo- 
ción y libertad como pudiera hacerse en España mismo. Ija 
cera ^ ornamentos j demás gastos se costeaban de las limos- 
nas que se recogiau entre los cautivos. £1 cónsul de Fraucia 
tenia en su casa pila bautismal , en donde se bautizaban los 
hijos de (os cautivos , j cui ia misma se custodii«ban los san- 
ios óleos para la estrema uucion e|c. Permitíaseles también 
entretenerse cu varios juegos, y solían representar comedias, 
especialmente en la noche de navidad , como dice el misma 
Cervantes en su comedia de los Baño$ da Argel^ 

(108) Empalaba. Suplicio horroroso muj antiguo, como 
que estaba ya CM uso en Homa en tiempo de Nerón , y que 
pnncipalmeute se ha conservado enlre los turcos. Consisiia 
eq introducir la punta de una estaca ó palo fijo en tierra por 
,el auo del reo ó condenado á eite suplicio, y haciéndola sa-^ 
lir por el sobacot dejarle colgado en esta posición. Con este y 
otros suplicios ó especies de tormentos solían algunos moros, 
y con mas frecueucía los renegados, castigar á sus cautivos. 
Otras veces los despedazaban vivos entre cuatro cahalios ó 
galeotas, otras los entafúftban , suplicio que consistía en en- 
terrar vivo al reo h^sia la cal>e:ia, apisonando mucho el suelo 
de so. alrededor. Quemaban á algunos tf fuego lento , descaí" 
vahan á otros, es decir les arrancaban la piel del cráneo ti- 
rando del cabello , pistaban 4 algunos , especie de suplicio 
horrendo come la rueda , y tambiep enganchaban k otros^ 
es decir que levantaban al reo con una cuerda y le dejaban 
caer , dando sobre una arpia ó gancho , del que solían de-« 
jarlo colgado hasta que moría. 

( 109 ) Homicida del género Jmmáno^ « Este tirano, el mas 
cruel de cuantos h^n sido re jes de Argel,» como dice el P. 
Haedo, es el mismo Ochali, de quien lv>blainosenla nota 106. 

(lio) Con H cuento de mi historia. Admirables fueron 
é U verdad los hechos y proejas de nuestro Cervantes Saa- 



(38) 
wtént durante ta cantiverio en Ai^i como poede Terie lea 
ttivído^ 9§cn$¡k por el lefior Narerrete « j por lo mismo de*- 
^UBoa de reeepitularfos en eflte lugar. 

(iit ) Has eran agujeros que tw vetríanas^ jr aun est¿m 
se cabrían con celosías mujr espesas y apretadas, Al carácter 
reservado y celoso de los mahometanos se atribujre la costam* 
bre tan generalizada entre ellos de las calles tortuosas y es- 
trechas f reducidas Tentanas, con rejas las mas veces j espesas 
celosías^ según observamos aan en algunos de nuestros pueblos 
antiguos, y principalmente en aquellos que mas estuyieron ba- 
jo la dominación morisca. El nombre celosía nos recuerda atm 
la pasión de los seles ^ que creen algunos hizo inventarlas. 

(lia) Fiíelven 4 Berbería H ser lo que antes eran. La con- 
ducta de los renegados cristianos era tal como aqui la describe 
Cervantes* El nombre de renegado no solo se daba á los cristia- 
nos que abjuraban su fe, sino á cualquiera de otra creencia que 
hiciera lo mismo con la suya. El número de los renegados que 
vivian en Argel era considerable, como que el P« Haedo dice 
que de las doce mil casas que tenia esta ciudad, las seis mil / 
mas estaban habitadas y ocupadas por renegados. 

(f 1 3) Una esclava^ la cual en mi lengua me mostró la zalá 
cristianesca. Eí mismo Cervantes en la comedia c< Los baños de 
Argel» dice terminantemente que esta esclava que crid á Zo- 
raida se llamaba Juana de Rentería , j añade que 
Ella fue una gran matrona 
Archivo de cristiandad , 
De los cautivos corona. 

La líala cristianesca es lo mismo que decir la oración de los 
cristianos , porque con la palabra zalá indican los mahometa- 
nos la oración que el Alcorán les manda hacer en cinco horas 
diferentes del día. 

(114) Son todos marfuces.' Esto es, son astutos, falsos <5 
pérfidos , que todos estos signiñcados tiene la palabra árabe 
Marfuz- Pellicer cita las antiguas poesías castellanas de Sán- 
chez, en las que llama D.* Marfusa á la raposa por sus astucias, 
y otro ejemplo del Archipreste de Hita, en que llamó á Fer- 
iiand García traidor, falso, marfús. 

• (i 1 5) Lella Mar ten. Es decir, la Virgen María. Lella en 
dialecto morisco es lo mismo que señora ó doña , y por lo mis- 
mo Lella Marien en rigor lignifíca señora María 6 doña María. 
Con mucha oportunidad dice Pellicer que antes que la esclave 



(•'9) 
úieñe noticia á Zvraida de U virgen Marih ^ es de creer la tea* 
dría ;ra de ella; porque qd efecto ea el capüjib ó tura 19 dei 
Alcorán se trata euteramenU da Maria üsualí^itoA y de Jesús. 
.DÁceire en éi qmo did á luz lu divino hijo cooiorvando la víi^i- 
nidad , que su coiice^KÜOQ fue sobrenatural | con rancbaa otras 
alabanzas t bi«n qu4 mezcladas con bs desp^pdiiiiia de que 
abunda aquel libro* Esto no parecerá aslraño s» se lleoe en 
-considerafiiao que Catiras y otros bereges jacobita^ ayudaron 
ú lüabotna en k conSposiciun de) Aluoaan. \hnari&£M nicncion 
se baee an 41 también da S. Juau ^ del ángel Gabrid y de oti-os 
.personajes y becbos de que se babla en uue^tro> libros sagra- 
dos. 

(1 16) Jld* Alba f AUa d Albfilat ton Oi)oibces que dan i 
Dios los irabes y maboinetanoa. 0«r(vaáj) dfd belireo heioim y 
cor responda ul Adoaaí* Pronducianlo eontinuauíQuie al eucou- 
■irarseí al despedirse » etc. Todas sus oraciones comienaian y 
concluyen con e^ta palabra sagrada % y e$ también su grito ó 
apellido da guerra. 

€txp{tul0 rua^tagt^dtmo prunas. 

< 1 1 7 } Sargel, LuU del Blirmol en la « Descripción gene- 
ral de África» dice que Sargel es ana grande y antigua ciudad 
edificada por loi romanos, (a cuul se llamó auliguameule Ca- 
nuchi según Tolomeo ; aunque alguuos quieren que Sea la que 
los antiguos llamaron Carceua , Colonia etc. E:iti quince le- 
guas á levante de Túnez, y quince á pouieute de Argel por 
mar, y por tierra uo h;ij mas de diez.» Sin ejnbargo la ver- 
dadera diátaucia directa de Argel á Sargel es de cincuenta y 
cuatro millas. Se cree que este pueblo está situado sobre las 
ruluas de una antigua y célebre ciudad romana llamada Julia 
Cesárea. Y del nombre Cesárea corrumpido'se formd el de Al- 
gezair, y por un iálote que teuiá á la entrada del puerto. £í>le 
era cdniodo y circular t defendido de los vieutos del norte por 
el mismo peñasco. Cuando Barbaroja se apoderd de Argel en 
i5i6, el pueblo deSargel conslaba no masque de 5oo vcciuos. 
Este célebie corsario le fortiñcd y mejoró un tanto; mas 
]uego vinu á menos, como que quedó casi desierto. A liaes de 
aquel siglo, época de que babla Cervantes , los moriscos que 
4Íe Granadu, Aragón y Valencia pasai'un al África, la repobla' 



fon por U amemdad óe\ sitio y fertilidad de sos Mm|ios^ o(H 
tito que lltg<5 á haber mas de mil casas de «tloSf j ea i6i4 ^^^ 
. segnD un derrotero, roajror que Cartagena , j en sa puerto po* 
diau esur re;»guardadas hasta voíute galeras. En 1738, de resal, 
tas dé un terremoto, quedd este punto eoteramente ceoagado» 
Cervantes dice que sus habitantes bacian mucho comercio do 
higos j j Haedo de buenas maderas de coastmccion. En el di» 
los habitantes deteste pueblo, conocido con el nombra do Cer« 
ccli^ se ocupan príncipalmeote en la al&reria. 

( 1 1 3 ) Tagarinos llaman en Berbería d los moros de Ara^ 
gon yjrdlos de Granada mudejares ,, y en el reino de Fez lia-* 
man d los mudejares elches. Se conoce que Cervantes estaba 
bien emteradode las cosas de aquel pais, cujras noticias con- 
cuerdan perfectamente con las que dan Mármol j el P. Haedo* 
Esle añade que los moros dan el nombre átelches á los rene* 
gados i como también á los descendientes de estos , j el P* 
Marcos de Guadalajara que con el de mudejares ó mudejares 
eran conocidos aun en España no solo los moros j moriscos, 
de Granada , sino también los del reino de Murcia 9 e^ecial* 
niente los del valle de Ricotet que por estar muj emparen*» 
tados jr .unidos cou los cristianos viejos fueron esceptuados en 
lo s primeros bandos de la espuUion ; pero fueron compreadi'' 
dos finalmente en el de X^ de octubre de i6i3« 

( lag} Ballesta^ lia invención de este instrumento hélioc» 
tonel que pueden arrojarse^Qechas, dardos j balas, se atribuye 
á los fenicios , bien que Vegecío asegura que fueron los mallor- 
quines sus inventores. A los eclesiásticos les estaba prohibid<' 
tirar con ballesta y arco. Por uno de los cánones del concilio 
de I^etran del año iiSg se dispuso que los cristianos no pu- 
diesen ejercer el oficio de ballesteros contra los cristianos; maS 
como dice Fleuri en su historia eclesi^tstica y este canon no fue 
nunca observado* 

( lao) A hacer et Zald^ Dijimos que es lo mismo qoe 
la oración 6 preces que dirigen al Allísimo los mahometanos. 

£1 Zaláy salaih ó namaz es la oración que constituje todo 
el ofícÍQ de los turcos. 14a tienen por de precepto divino re- 
velada á los patriarcas antiguos ^ y repetida á JVfahoma en su 
fingido arrebato á los cielos. La oración requiere cuatro con-« 
díciones en los mahometanos pardjhaceri» dignamente: primera^ 
«staHo de perfecta pureza , sin mancha grave ni leve. Ksie eS 
elpi4ucipid de los baiáos y ablus40ue;i, que han pasado áe^ 



a») 

tilo civil entre Ids tarcos z segunda , sumo coídado de cubrir tdL 
do lo qvuB el pudor naaada: tercera, postura del cuerpo , mL 
raodo á la Meca: cuarta, intención de cumplir con el precepto. 
Esta oración se divide en cinco partes á horas. Tres de estas, 
miradas con respecto al curso diurno del sol son en un todo las 
mismas en -todas las estaciones del ano ^ porque van arregla^ 
d&s al movimiento periddico de aquel astro. La pr,iraera ora- 
ción de la aurora siempre empieza 4 5 minutos antes de salir 
el sol ! la segunda ó de mediodía 4o minutos después de ha- 
ber pasado por el meridiano ;^ la cuarta del anochecer 20 mi* 
, jiutos después que el sol se ha puesto* En cuanto ala tercera 
y á la quinta, una de3de el mediodía al anochecer, y otra desde 
el anochecer á la madrugada , empiezan mas temprano ó mas 
tarde, según la duración de los días. Estos cinco tiempos tie* 
nen por nombre e^fcath salalh^ horas destinadas al culto de 
Dios. IJajr también otras tres que son prohibidas para orar, 
4 ^aher : los 4o min.utos después de salir el sol , j antes de po- 
nerle ; y los 4o minutos antes j después de pasar el sol por 
el racndiatio# 

La práctica de la oración es uniforme en todas las estaciona 
del ano y en todas las mezquitas del imperio. Es asimismo 
una propia en todos las horas; y solo se diferencia en el nú- 
mero de ricaifies que la \ey prescribe para cada una de ellas 
en los capítulos del Alcorán que en ellas se leen. Entiéndese 
por ricath el drden preciso de humillaciones y postraciones, 
cnyo conjunto se repite varias veces mientras se ora. Los cin- 
co namaces de un dia constan de 29 ricathes : los 17 de pre- 
cepto legal : los la restantes de obligación piadosa; pero el que 
«e tiene por devoto hace muchos mas ricathes todavía « Por Ío 
que hace á los capítulos del Alcorán , siempre son á gusto del 
imán , cuando la oración es en común y á la de cada persoqa 
cuando cumple separadamente 6 á solas* En lars mezquitas el 
inian entona solo ]as oraciones , el pueblo las repite en voz ba- 
la , y atiende con silenció a' los capítulos del Alcorán que se 
recitan* A escepcion del amen el pueblo nada articula en voz 
alta , porque nadie roas que el imán y los muecines 6 apup- 
ciadores pneden salmodiar* 

Auuque no es de obligación hacer el namaz en la mezquita 
misma , la major parte de la gente van á ella , en especial 
para las oraciones diurnas^ No bien se oye la voz del muecin, 
cuando hombres y mngeres , ricos y pobres, grandes y peqne^ 



fioft todoi lo dd|fta todo para acudir á la oracA». Coatidono 
van á la mezquita 9 la hac^n «n cualquiera parte en que les co- 
ge. A cada p^so le ?e4 los magnates y ministros soltar la plu- 
.raa f suspendiendo los negocios mas serios , para pasar al ta- 
pete y ponerse á orar en la misma pieza en medio de un sin- 
sAmero de gentes. Cuando el amo de casa ha concluido su 
oración f cede por lo común su lugar á las personas mas dis- 
tinguidas que van orando consecutivamente. Los dependientes 
y los sugetos de menos respeto se retiran á otra pieza á cum- 
plir con este precepto. Por lo regular la oración se hace en 
común ; y cuando los señores no pueden ir tf las mezquitas, 
oran con sus sirvientes ; y cuando están ea sus oficinas , se 
juntan también los oficiales y todos los que alli se hallan á la 
aazon. Para este fin en las casas públicas y d/e los grandes se- 
fiores se mantienen uoos imaoes y muecines particulares, dis- 
tintos de los ministros públicos , con título de limosneros. Es^ 
tos anuncian el ezan 6 convocatoria en lo alto de la escalera ó 
ala puerta de Ja pieza en que se ha de orar. Puestos después 
en una de las dos filas de la gente, y recitado el segundo anun- 
cio, el imán empieza la oración como el rito previene. Los sul- 
tanes oran amenudo en la capilla del serrallo en comunidad 
con sus gentiles-hombres. 

Los turcos dan el nombre de Keblah , Kebleh ó Rihleh ^ 
la parte del mundo hacia donde se vuelven para hacer su ora- 
ción ; y también llaman Kebleh ú cierto altar. Con el objeto 
de hacer exactamente la oración hacia el parage que su leli- 
gion les previene , suelen llevar consigo muchos turcos una 
pequeña brújula que llaman Rebleb-numa 6 cbeble-noma. 

Los musulmanes dan el nombre de Kotbuh ó Cotbuh á la 
rogativa á oración , que hace el imán todos los viernes después 
del mediodía en la mezquita por la salud y prosperidad de &a 
Soberano. Esta oración es tenida por los príncipes mahometa- 
nos como una prerogativa de la soberanía , de la que son mujr 
celosos. 

(121) El primer uiernes. El viernes es entre los maho- 
metanos lo mismo que el sábado entre los hebreos y judíos, 
y el domingo entre los cristianos. Celébrenlo haciendo por 
la mañana la oración de ella un poco mas larga que los otros 
días y en la mezquita , en lugar de que los otros dias la acos- 
tumbran á hacer en casa. Por lo demás apentis se abstienen 
de ningún trabajo servil, en la que uo son menos escrúpulo- 



éM €tt lot ofrat dfiat da fiesta. £a cmanfo I la ioitifnaloa ikl 
Tíernet 9 ano3 la atribajen á la entrada da Mahoma á Medina 
ea semejante día ; los otros | j parece lo mas probable , s»- 
pooen qae antiguamente este día estaba consagrado entre los 
érabes para' sns reuniones solemnes | y que Mahoma no qniso 
hacer enasto ninguna variación. Según otros 8e deriva de qae 
los árabes adoraban particularmente á Venus ^ á caja divini- 
dad estaba particularmente consagrado este día. 

( laa ) ArnmUe MamU Hemos dicho en otra nota de este 
tomo que se daba el nombre de Arnaute á los habitantes 6 
-naturales de la Albania , j por consiguiente que era lo mismo 
que albanes. El arnaiii9 6 aibanes Mamí es el corsario que es- 
cribió ¿Cervantes j tf su hermano Rodrigo cuando volvían de 
Capoles tf España en la galera española llamada el SoL El ?• 
^Haedo en la TopograíKa de Argel dice que este corsario era 
«tan cruel bestia qae tenia su casa j bajeles llenos de orejas jr 
narices cortadas á pobres cautivos cristianos por ligerisimas 
faltas. » ?Juestro autor hizo men<úon varias veces en su obra 
de este renegado. 

(ia3) ZoUanis, Derivase esta palabra áe Sulian 6 toldan 
que equivale á príncipe ó rey , asi como de Mejr decimos rea^ 
■les en español y reis en portugués* Al parecer había varias 
^«species de zdtanisó zoitanes entre los turcos ^ y de diferente 
"vajor I ¿ la manera que entre nosotros hubo reales de valores 
"varios. Los había iguales á nueMros pesos fuertes , y también 
que escedian del valor de un peso y medio. 

( ta4) Guald. Fórmula de un juramento irabe que equí- 
pale á nuestro vwe Dios , por Dios , y aun con mas exactitud 
ú por jüá. 

(ia5} Como mas ladino* Derívase la palabra ladino de 
iatíno ) que era como se llamaba al moro y también al negro 
que á mas de su lengua hablaban el castellauo. ( ¥• la nota, 
104 del primer tomo,) Eran tenidos por mas ó menos ladinos 
Según lo hablaban con mas ó menos propiedad , es decir , tf 
proporción que mostraban mayor d menor inteligencia enespli- 
carse en nuestro idioma , que esto es lo que significa en el 
caso presente. Y metafóricamente llamamos//i¿¿iWo al que mues- 
tra inteligencia y conocimiento particular en alguna cosa. 

( 1^6 } Juma, Nombre que los árabes dan al viernes. ( V. 
ia nota lat de este tomo } , 

C istj } Moros bagarinos. Es deoír^ moros marinerosó gente 



A mar , qs^com» diice «1 P*. Haeda gánabak Mi üátt Tfó^md» 
6 lemaiidoy j m dktÍDgaiaa de los otros iremeros cauiivtis ^ 
que lo liaciaa eacaaligo do sus íaltas ^ oomoninoote Llamados 
£>r2ado8 á galcolca» 

( ia8^ Tetuan» Antigua ciudad do África on el reís» de 
Fezt sobre el rio Cust á «na Itgoa corta del mar y á siete dé 
Ceuta f situada en una deliciosa,^ fértil llanura* 

( aag ) Oean, Ciudad de la cosía de África eo el cetno de 
FoK á una legua de MazalquÍTir y á ao de Trcutecen. 
( 1 3o ) jálmaiafa^ ( V. /« uaia f.ide é§U tonto.. } 
( i3i } BUn armados con suá ar embutes y cuerdas enctfi^ 
iidas^ £n la nota 270 del primer lomo dijimos ja el (Srden 
progresivo con que se habían. ido perfeccionando el arcabuz^ 
ü espingarda, la escopeUfOl íusilf ote. En un principio el 
arcabucero llevaba una cuerda ó mecha encendida , con la quie 
daba iuego al arcabuz ;. pon|ue como dice Co%arrubias en sa 
Tesoro de la lengua castellana, se tenia por mas clei:to e)césttJU 
tado que con el pedernal. 

( i3a } La misma Lella Marien que la Había hablado». EUa 
fue tíe^ buen ententiiiniento etc. Necesario era Ala verdad que 
tuviese Zioraida un entendimiento claro j despejado para couir- 
prcnder la doctrina de la iglesia acetca las imágenes, porque 
ic»s mahometanos son iconoclastas d enemigos de las imágenes 
que les prohibe representen el Alcorán. £1 Icgisladot hebreo 
había prohibida antes también hacer ninguna imagen, ñgura 6 
estatua , y tributarla adoración alguna perla propensión que 
los judíos tenían ala idolatría; hasta que habiendo desapareci- 
do esta causa pudo dejar de observarse la prohibición. Sin 
embargo los judíos no tienen imágenes en sus sinagogas, ni eo 
los o4rú&'parage$ en que se reúnen para ejercer algún acto de 
relígiou, é igual prohibición observan los mahometanos. £s^ 
ios últimos están en la creencia de que si representaran una 
figura de hombre d animal cualquiera no cesaría de clamar al 
Criador por un alma. 

( i33 } Me ha quitado de la lengua. Este episodio ha sido 
considerado por algunos y cou fundada razón como un lunar del 
Quijote muy parecido al del Curioso impertinente. Pellicer 
hablando de la hibtoria de Zoraida dice que no fue este suceso 
singular I y añade que el P. Sepulveda el Tuerto , que escril)ia 
en el iEÜscorial lo que pasaba en su tiempo , cuenta que en el 
ano de x5^5 se vino á España una señora alemana , mug^r del 



(45T 

l^f '6 «átIiiiA 1I0 Argelf eiTatlvafla éttñél^Wt»^ taUéJidoM fle «H 
i«lágióso mercenarip que era uno de sus caatÍTO». Eavídle coft 
cartas para Felipe II y la íafanta Doña Isabel Clara Eugenia ^ 
en que comunicaba sus intento»» Entregridas estas volvi<$se el 
religioso á Argel. Pidió, ella permiso al Bey para pasar unos 
días en un jardín ó casa de recreo que tema fuera de la ciudad 
faácia4a manna^ Hacíanse ahumadas pana que se entendiese 
donde se ka liaba ^ según se había convenido, l^aadd S. M« al 
marques de Denla ^ vire jr de Valencia entonces^ j después 
duque de Lesroa y valido de Felipe IU9 que enviase una barca á 
Argel. N Y la Suúana ^ dke el mismo Sepulveda ^ con lo mejor 
y mas rico que tenia y las mejores ^jas , entró en «lia y metié 
veinte personas que con ella estaban , y danseiuego á la vela. 
Una mora ^e aquellas ^^e ae^mbarcaroo con ella ^ como \\4 
que la -barca venia para España empezd á dar voces que las 
{M>nia en el cíelo : fue forzoso el matarla. Luego á las voces se 
alteró la tierra : salieron mil bajeles iras la barca; pero traian 
buen rato de delantera ^ y asi «o permitid Dios que la alcanza*^ 
sen ; llegó fioahneote la Sultana i Valenoia^^ y fue agasajada 
de la ciudad y del virej ^ que la paseó en «n coche por toda 
elja. Vino á la cort^ ^ fue muy bien admitida del Rey y demás 
personas reales ^ y dejando á su elección el pueblo donde qui» 
aíese vivir , escogió á Valencia t doade pasaba la vida con ima 
pensión que la señaló 5. M. • 

< i34) Si es que' ga merced, del señot Oldor^ Auii no te- 
man el tratamiento de Señoría* Parece que entonces aadabaír 
siempre los magistrados con el tragede ceremonia. Covarru- 
bias describe la toga ó garnacha de los consejeros é oidores en 
estes términos: Era, dice, una vestidara antigua de personas 
muy fraves con vuelta A las espaldas y una manga con rocade- 
ro. Felipe I£ , continua i, ordenó que todos k)s de sus consejon^ 
asi el supremo como los demás y los oidores de las chancilit;* 
rías y fiscales, ^trajesen éstas ropas dichas garnachas, por que 
anduviesen diferenciados de los demás: cosa, concluyej^ muy 
acertada^ y con que cesaron mil inconvenientes. 

X 1 35 ) Adalid* Voe que se deriva de la ^rabe délid que síg* 
SHáca mostrador y guUdar , porque «nseaa ó mtioftlra el oa- 



(4«> 

mino, j MflaBa ea lo antigao áóntk etee & düdaks miIiUi-* 
res, cajas calidades j fuaciones so describen iiiia«ciosamenlft 
aa la parte a** Xiu aa del rej D« Alonso el Sabio* 

Antiguamente era la áeguoda persona del eí^rcito en España, 
pues no tenia otro superior que el caudillo. El modo como se 
elegia el a</a/iVf era particular : se juntaban doce adalides^ j 
en falta de alguno de estos ^ otros oficiales de graduación ; y ju- 
raban en manos del rey , que el candidato tenia las circunscan- 
ciás necesarias para el desempeño de este empleo. Hecbo el 
juramento , el re/ ú otro en su nombre le d&ba bna espada , j 
un ricO'-kome se la ceoia. Entonces se pouia de pies sobre un 
escudo, el rejr ó su representante le deseuvainaba la espada y 
se la ponía en la mano ; los adalides le leyantaban en alto co- 
locándole de cara al oriente, y el electo dando un tajo al aire 
y un revés con la espada , hacia la forma de la crua , y decia s 
« Yo N. desafio eo el nombre de Dios á todos los enemigos d^ 
la fe , é de mi Señor el Rey é de su tierra » ejecutando lo nús- 
nio bacía los otros tres puntos cardinales de la tierra. Conclui- 
da esta ceremonia envainaba su espada , y el rey le decia s 
« Otdrgole que seas adalid de aqui adelante.» 

( i36) Ciertos consejos mejores que los de Catón, (Kla 
nota a 37 del primer tomo"), 

(iS;) Maestre de campo. Grado de la milicia antigua 
española que al parecer correspondía al de brigadier en el sí^ 
glo XV 11, y mandaba un tercio, cuerpo de iu£inleria compues- 
to de doce compañías. Posteriormente se did este nombre al 
gefe de un regimiento <| en, cuyo lugar se ha sustituido el de 
coronel. 

( i3d ) Batalla de Lépanio, En el día 7 de octubre de 1S71 
se dio esta célebre batuUa en el golfo de Lepanto y ciudad si- 
tuada cerca del istmo de Corinlo , de la cual tomó el nombre f 
entre la e&cuadra de la liga cristiana , compuesta de las fucrsas 
navales de la repdblica de Venecia , de las del papa san Pío V 
y de España , contra los turcos. La primera mandada por don 
Juan de Austria , hijo natural de Carlos V y hermano de Feli-^ 
pe I( , y D. Juan de Requesens , constaba de mas de aoo gale- 
ras bien equipadas 9 y de mas de 80 buques de todos tamaños; 
y la de los turcos se componía de pasado de aoo llaves de va'- 
rias dimensiones, mandada por Ali. Elstejcombate naval, uno 
de los mas sangrientos y horrorosos de que tal vez hace men- 
ción la historia f dard por espacio de tres horas, y el resultado 



(47) 

d^ ^i fue ! h denrota tíimpleta deja^ esefiádra olomüna 9 de Itf 
cual murieroo treíota y cinco mil hombres | entre ellos el ge** 
neral de ellos Ali ; quedaron ana infinidad de heridos , se hi- 
cieron diez mil prisioneros ^ 7 se libertaron quince mil escla- 
vos cristianos que llevaban los turcos al remo< Se tomaron & 
mas i3o galeras^ se quemaron a5 y se echaron ^o i pique« Por 
parte de los cristianos murieron en el combate seis mil hom- 
bres , y después tres mil de resultas de las heridas. En memo- 
ria de una batalla tan célebre y decisiva ^ por la cual se puso 
un dique á los rápidos progresos de la Puerta otomana ^ se ios- 
titujró la festividad del Rosario 9 que se celebra en el primee 
domingo de octubre» 

En eí>ta memorable batalla fue donde perdió la mano nues- 
tro célebre Cervantes 9 de cujra honrosa herida hace justo 
alarde* 

( a39 ) Goleta* (/^. la nota 96 >• siguientes* ) 

(i4o) Conslanlinopla ^ llamada por los Xmvcos Estambul* 
Antigua ) célebre j populosa ciudad de Europa y en la estremi- 
dad de la Romanía 6 Romeiia en el bdsforo de Tracia, en una 
situación la mas cómoda y deliciosa ^ capital del imperio oto- 
mano. 

Esta'ciudad^, llamada antiguamente Bizancio^ fue fundada 
en el año 658 antes de Jesucristo por una colonia de atenien- 
ses f cujo nombre mudó en el de Constaníinopla cuando Cons- 
tantino por los anos 3a 4 ó 334 ^^ Jesucristo trasladó á ella la 
silla imperial de Roma. Desde entonces fue por largo tiempo 
la corte de los emperadores de oriente ^ quienes la embelle- 
cieron con obras magníficas* 

En ella se celebraron varios concilios , fue sede patriarcal 9 
y la religión cristiana estuvo entronizada hasta el cisma de 
Oriente* 

En la cuarta cruzada se apoderaron de esta ciudad los lati- 
nos el dia 30 de julio de laoa ; y Baldunio , conde de Flan- 
des , fue elegido emperador por los cruzados ^ quienes se re- 
partieron los restos del imperio griego en Europa. Pero el de 
los cruzados en Constantinopla no fue duradero ^ pues en el 
año laSg, reinando Baldunio 11 9 quinto de los emperadores 
latinos , se apoderó del trono Miguel Paleogolo ^ y restableció 
el antiguo imperio de Oriente. Este subsistió hasta el tiempo 
de Constantino^ en que los turcos^ capitaneados por M ahome^ 
to Ilf tomaron por asalto i Constantinopla en a8 de majo de 



(48) 

i433<)e»paM de íkúA tigorosa res¡s(6sida ^ coa Id qué ter^ 
miod el imperio de Oriente , j pasó á ser deade entonce^ 
ConaUplínopia la corte del imperio otomano. 

Se cuentan en Conitantinopla diez arrabales : los roas con- 
siderables son Galata j Pera ; en este último es en donde 
comunmente viven los francos f j en el que tienen sus pa- 
lacios los embajadores de las potencias amigas de la Puerta. 

La población total de Constantinopla pasa de seiscientas mil 
alma*. Sus obras mas célebres son algunas mezquitas , como 
la de Santa Sofia^ el serrallo ó palacio del gran Señor j de Ba* 
jacetOf algunas bibliotecas antiguas y preciosas, dos soberbios 
acueductos f el castillo de las siete Torres, etc. etc. 

( i4i } A^i menor hermano está en el Perúi Esta rica re- 
gión de la América fue descubierta por Pérez de la Rüa en 
j5i5. Francisco Pizarro se presentó en ella como amigo del inca 
Atbabalipa en i5ai, j concluyó su conquista en i63t. 

Según la tradición que se conservaba entre los habitantes 
del Perú , cuando los españoles llegaron á sus costas, sus ante- 
pasados salvages en un principio fueron civilizados por un 
hombre y poruña muger que llegaron A una isla situada en/ nn 
gran lago al suddel Perú. Manco-Capac les enseñó á cultivar la 
tierra, á sembrar los granos, y & construir habitaciones. Mama 
Cello, su compañera ó esposa, instrujó a las indianas á hilar 
y á tejer el algodón y la lana» El primero después de haber 
reunido en sociedad a aquellos hombres dispersos , fundó una 
ciudad que pasó i ser la capital. A la manera que el célebre 
Odni, dios y pontífice de los escandinavios , les dio en un 
mismo tiempo y en nombre del cielo instituciones civiles y 
religiosas. Los peruanos recibieron con agradecimiento, y apren- 
dieron las le jes de su regenerador, el cual sin ninguna pre- 
vención ni motivo conocido desapareció de entre ellos. Esta espe- 
cié de hegira ó huida acaeció á principios del siglo XII, ó á 
principios del XIII de la era común» Cuando los españoles 
conquistaron el Perú se contaban catorce reinados de incas ó 
re^es. La raza de Manco-Capac era considerada como sagrada. 
Todos los descendientes de ella teuian el título de hijos del 
¿ol, y casaban.con sus mismas hermanas. 

£1 legislador del Perú mandó adorar las principales mara- 
villas de la naturaleza : el Sol , como el padre de la luz y 
jel manantial de la felicidad , recibia el primer homenage : la 
^una V las estrellas eran también objetos de su adoración^ 



(49) 
jOfrecían al Sol ana -parte de Jas producciones de la tierra, y 
algunos animales ; pero jamas maacbaron los altares de sus 
divinidades con sangre humana^ como sucedió en Méjico y en 
otros puntos de América. 

Las tierras de labranza estaban divididas en tres partes: la 
primera consagrada «1 Sol servia para costear los gastos del 
culto público: la segunda era del patrimonio del inca soberano 
y señor del pais , y con ella se cubrian los gastos del esta- 
do: últimamente se reservaba la tercera , que era la mas consi. 
derable | para la subsistencia del pueblo» Cada familia poseía 
una porción de terreno, pero todos los habitantes cultivaban 
en común las tierras del Sol , las de los huérfanos , las de lo3 
enfermos y las de los viejos. 

La distinción de las castas , establecida de tiempo inmemo« 
rial entre los indianos , existia en el Perú antes de la llegada 
de los españoles. Sus naturales coaocian ya varias artes de 
industria , sabían purificar la plata que recogían entre la 
arena de los rios , estraian los met»les de las minas, y sabian 
fundirles. El historiador Garcilasode la Vega llamado el Inca, 
hijo de un español compañero de Pizarro, y de una niuger de 
la sangre real de los incas 6 soberanos del Perú , es el que 
nos ha dejado noticias preciosas j detalladas de este pueblo en 
fias a Comentarios reales* » 

(íapüttlo <u(úrrag/0tm0 itutxo. 

( i4a ) Las mientes. Es decír^ la mente, ó te acordarás de 
la cautivo caballero. 

( i43) O luminaria de las tres caras! El amartelado 
D« Quijote llama á la luna luminaria de las tres caras coi& 
alusión Á aquel verso de Virgilio: 

Tergemuiamque Hecatem^ tria pirginis ora Díame. 

También puede llamársela de las tres caras por los tres es- 
tados de llena, creciente y menguante, ó sea redonda, semicir- 
cular y puntiaguda» La mitología ó creencia pagana le daba 
asimismo tres nombres: Luna ó Febe en el cielo, Diana en 
la tierra, y Hecate en los infiernos. 

( i44 ) Tendré mas zelos de ti que tú los tuviste de^aque* 
lia ligera ingrata que tanto te Hizo sudar y correr por los 
llanos de Tesalia* Hace alusión aquí Cervantes á la fábula 
de Apolo / Dafne* Enamorado Apolo d el Sol de Dafne, hija 

"• 4 



(5o) 
del rio PeneOf corrió en Timo irM do tila por los campos de 
Tesalia sin poder Tencer á aquella hermosa ingrata, Ja que 
úllinmniento consiguió ser convertida en laurel por el rio Peneo 
para ponerse i cubierto, j acabar de burlar á su perseguidor* 
De la sucinta relación de esta fábula se ve que no anduvo 
acertado D. Quijote en decir que tendría mas zelos que Apolo, 
pues malamente podía tenerlos no habiendo tenido tampoco 
rival. 

Los llanos de Tesalia ó las riberas del PeneO es lo mis- 
mo, porque este rio corre por aquellos llanos. 

( 145 } Peneo ( f\ la nota anterior» ) Plinio en su His- 
toria natural dice que es el major rio de Tesalia. 

( 146 ) Corriste entonces uloso enamorado (^. la nota 

«440 ^ 

(147} ^A guedeja de los cabellos dé Mfedusam La 
fábula dice que Medusa, una de las tres gorgonas, seducida 
por Neptuno, profanó el templo de Minerva; j que irritada 
esta diosa convirtió sus hermosos cabellos en serpientes; con- 
cediendo á su cabeza la funesta virtud de trasformar en piedras 
á cuantos la mirasen. Habiéndose puesto Perseo los talares 
de Mercurio cortó la cabeza á Medusa valiéndose del bru- 
ñido escudo dé Palas donde podia mirarla como en uu espejo 
bin ningún riesgo. ( A^. la nota 19. } 

( 149 > Con poco mas que se estiren llegar dn al suelo • 
Pellicer habla de dos casos semejantes á este^ qne quizá Cer- 
vantes tuvo presente, el uno fingido como el de O. Quijote, 
yf otro verdadero. Socedióel fingido á Virgilio) dequíen se 
dice sin razón alguna que era dado al estadio de la magiet 
'y que una mugercon quien quiso disputaren Romajr á quiea 
tenia afición le engañó y por medio de un encanto mas po^ 
deroso le hizo bajar por una torre metido en una cesta, 
deja'ndole colgado á la mitad de ella á vista del pueblo ro- 
mano. El caso verdadero sucedió á mesen Bernat ó D. Ber- 
nardo de Cabrera, gran privado del rey D. Pedro de Aragón, 
que estando preso dispusieron hacerle una afrentosa burla 
por medio de una muger con quien tenia amistad, y coa 
acuerdo de la justicia y del carcelero permitieron que se 
descolgara de la prisión, y cuando estuvo en medio déla 
torre quedó preso en una red que había preparada al in- 
tento, en la que le dejaron suspenso hasta otro dta i fin 
de que todo el mundo le viera y se mofara de él. 



Aimqv» m' rtrénA qiie queda abiokttftmÉnU peojhibídp. 
pura «empre el bárbaro uso de la cuestíoo.dt tocmenlo que, 
9e abolió por real eéduk de a5 de jitlto de 1 8149 quizá ai^ 
gunoft desearán conocer la práeiickt de tan inbumaDO proce^ 
dimiento , j por esta raxon yamoa á dar una, nolicia cir<* 
oanstanciada de eUa. Varias sot» las obras que bablan del 
tormento , j eulre ellas son notables la memoria que es- 
cribió declamando contra el oso de la tortura y proponiendo 
su abolición D. Alonso Acebedo en 1770 j la refutación d9 
ella que publicó en 1778 D« Pedro de Castro» 

A lo que dijimos en la nota 37» del primer tomo añadirámoe 
que el « Tormento es manera de pena » dioe la ley 1 .* tit« 
»XXX part. VILf que fallaron los que fueron amadores de la 
•justicia para escodrinar et saber la yerdat por el de ios malos 
•fecbos que se facen^noubiertameote que non pueden seer sabí* 
»dos oin probados por otra manera ; et tíeue muj graut-.pro 
lipara- cumplirse la justicia; ea por los tomcntoa saben ios 
•judgadores machas veces, la 'Verdat de los malos fecbos en-p 
•cubierta f que non se podrian saber dotra- guisa** . 
• Aunque el tormentóse daba de varias maneras, continua 
eV mismo legislador, son dos las .principales , una con heri- 
das de azotes; y otra colgando al reo de los brazos, y oargánr 
düle las espaldas, y piertias coa alguna cosa pesada. Mo debia 
dai^ sin mandato del jñea ordinario, y basta/que resultasen 
presunciones ó sospedias ciertas contra el reo acusado^ ni al me- 
nor de 14 añns^ cabaHero, maestra de leyes ó de otra cicyicia; 
ttf al consejero del rey ó del común del pueblo y sus hijos á/t 
buena lama; ni á la mnger prenada^.pero«iel consejero hubiese 
fado antes escribano, y se le hubiese acosado de haber hecho 
carta ísAstt , podía ser alonnentado habiendo contra él sospe* 
cha. Al hombre dé mala fama d vil se le podía dar tormento 
habiendo fama comnñ de que cometió el delito ó; probándose 
por un testigo fidedigno , y había de hacerse por el . ejecutor 
de la justicia ante el jueapor si mismo, si sabia, alguna cosa 
del delito ; mas no si le cometió él ú ótro^ nombrados, pues tal 
pregunta se teittia pudiera ser causa de mentira. Recibida la 
declaración del atormentado debia restituirse á la prisión: si 
hubiese confesado el delito había de preguntarle nucvamenUí 
et juez eto el dia inmediato, libre del tormento; y rat<iftcándose 
pasaba á sentenciarlo eon arreglo á derechos Pero si antes áe^ 
pronnncíar la semenda rosultabft incierto b confesadoy rati- 



Beado porm»eáb, d«5f>ftcho ^ locur» A otra c^ttM jemqatile 
debía iibsotverlcH Si el día siguiente al tormento, negare lo con' 
flesailo, estaba dispuesto qae se diese otra ifcz; j ha^a dos 
T^eees tn dos d«a», siendo el delito de traición^ moneda falsa* 
horto 6 robo; y «i no U confesaba era absaelto , pocque nad« 
valia la confesión en el tormento no ratificándola fuera de él* 
Y si el juez lo daba ú algano de otro modo del qiie mandaban 
las leyes 6 BialieioSameate por enemistad <, don ^ precio ú otra 
eausa^ y de res«ltas ifioriadperdia miembro el ««tormentado 
debia recibir oirá tal pena 6 muyút con respectoalas personas 
de anibos. Guando se habla áé dar el tormento k muchos 
debia principiarse por el menor en edad ó por el criado con 
masvicio^ y coolitoaar por los otros separados^ de modo que 
ninguno ojeüe ni eotebdtese I» que dijera el atonnecUido ^ j 
contal moderación que las heridas le obligasen á decir verdad^ 
perotto le matasen ni lisiasen: sns declaraciones debían escribir^ 
se sin cambiar cosa tilguna de ellas. No podié darse tormento 
al siervo ó liberto para que declarase «ostra sa señor 6 
señora aun después de vendido, sino en los casos siguientess 
)>i* Sobre acusación de adulterio hecho por ella 6 por él coa 
mttger ea«ada« a«* Sobre fraude cometido en rentas reales por 
vi almoxarffe , cogedor 4 de otro modo recaudador de ellas.* 3.* 
Sobre traición 45 conato de ella, contra la persona d señoreo 
real : ^*^ Sobre muerta dada por marido á muger d por esta á 
élt 5.^ Guaodo4ttto de dos señores comunes del siervo procurase 
la muerte del -otra4 6,*^ <Sobre la muerte de aquel á quien de- 
bía iieredar el. acusado. En estos casos y na en otros, resultando 
indicios ciertos contra l(>s. señores <) podían ser atormentados 
ras siervos para que declarasen^ roas lo que diesen en el tor- 
mento necesitaba de posterior confirmacioii fuera de ék Si el 
eeñor de la casa d sumuger éliijos resoltaban muertos vio-: 
lentammite en]c]la^ de dia ó de noche, debía darse tormento á 
sus siervos y sirvientes, quC' con él moraban al tiempo del 
delito para averiguar. sus autores; peco siendo menores de i4 
años se les debia intimidar con amenaus'd ligeros golpes de 
correas para saber la verdad de ellos. Si el jueai entendía que 
él testigo presentado para deponer de algún hecho variaba eit 
sus dichos maliciosamente por decir mentira , podía luego po- 
nerlo á tormento para que declai'ase la verdad i salvo, si eru. 
persona dé las prohibidas de atprmentart 

. No jHldíei^do los perientes hasta el euartp ^ado ser npre-^ 
miados para deponer como testigos cohtra el acusado en pleítq 



(53) 
dé que le resultase muerte <$ perdinuenlo de miembro^ mmoi 
debían ser puestoa á lonnefito para declaráis contra tal pariente; 
«si es f conduje el sabio autor de las Partidas , que ni la mu* 
ger podía serlo coutra el marido ni este contra ella , ni los 
suegros y suegras , padrastos y madrastas , yernos ^ nueras j 
entenados unos contra otros ; ni los libertos contra sus patro* 
nos, mogeres y padres; ni los patronos contra ellos y sus hijos. 
No podía aplicarse la tortura cuando el delito resultaba ya le- 
gítima y perfecta meo te probado; y tan solo Se hacia* cuando no 
estaba mas que semiplenamente justificado el delito , ó cuando 
con alguu indicio únicamente venia probado r por la raion de 
que la tortura fue inventada para suplir, y en defecto de no 
re<»uhar evidentemente probada la verdad. Por otra parte abste- 
níanse de hacerlo una vez legítimamente probado el delito; 
porque si sujetado el reo á la tortura declaraba eu contrario, 
perdía mucho de su fuerza la probanza. 

Después de haber es puesto el acusador 6 la parte los 
delitos de que se creía autor el reo , se concluía en muchos 
tribunaJei» pidiendo la aplicación de la tortura en estos tér- 
minos : « Por ende á V. pido coudemne al dicho adverso di- 
«fiuitívamente á la pena que pedido tengo; ycaso no confesado, 
»que no haga para ello bastante probanza , V. mande poner 
j»y ponga al dicho adverso á rigurosa cuestión de tormento 
«reiterándosela tantas veces, hasta que confiese el dicho delito 
»y se ratilique en su confesión y le hagan las preguntas con- 
iforme al interrogatorio por mí presentado y las demás que V. 
»YÍere ser necesarias, y para ello etc.*' 

£1 reo solía alegar muchas veces que no había lugar de 
dererho al tormento, ya porque la calidad de la causa no lo 
requería , ya porque no había bastante indicio para ello d 
porque aun no resultando confesado el delito no podía ser 
puesto á cuestión de tormento por ser daballerb, hijodalgo 
de solar conocido , de vengar los quinientos sutldos , ó por 
ser menor de i4 anos etc. etc. 

La tortura no se decretaba en cualquiera causa criroinaf, 
sino en aquellas atroces y graves y después de haber indicio 
ba»taute, como hemoí» dicho, y estar Suticientemeute probado 
el delito. Estaban libres de poder ser atormentados, según mani- 
festamos, muchas personas como los uoblesy constituidos en dig- 
nidad, los niñosy los viejos decrépitos, los milita res dcapitanest 
io4 .doctores, las mugeres durante su embarazo, litctahcia, etc. 



Lo9 géneros de tonnenlc» que mai te oMiNia eo España eraa^ 
1.* el llamado de agua y cordeléis a.^ de garrucha^ 3*^ del 
«ve^f ^.'^áñfadrilla^ S."* de tahlUlaá. / 

. Solía proQ anclar el joeK la senteticía de tonneoto de agus ^ 
cordeles en esta forma: 

nYísto etc. fiíllo^ ateoto$ ]os ¡ndícíof quede él resultan contra 
,SÍm <I<^ ^ ^^^ condenar j condeno á cuestión de tormento 
jde afpjM y toca^ cordel y garrote : en esta forma: que sea 
puesto j atado de píes y manos en el potro del tormento^ y 
lesean dados en cada pierna^dos garrotes* uno en el muslo y otro 
OQ la caña de la pierna de la rodilU abajO) j otros doa gar" 
roles en cada braw , el uno eo el morziJlo del braaOf y el otro 
del codo abajo; por manera que sean ocho garrotes; j le sean 
echados siete cuartillos de agua por la boca sobre una toc€*> 
delgada^ la cual esté algo metida en la boca ; de suerte que el 
agua pueda entrar en ella. Y reservo en mí otra cualquier ma- 
cera de tormento que mas necesaria sea darle en su tiempo y 
lugar) quedando en su fuerza / vigor las probanzas ó indicios de 
este proceso. Asilo pronuncio jr mando por esta mi sentencia. » 
La^senteneía de garrucha se acostumbraba estender en esta 
forma» 

«Visto etc.^ fallo j condeno i cuestión de termento; j ates- 
diendo á que el delito es grave j atroz ^ y el dicho N. eS 
hombre fuerte y robusto * mando le sea dado y ejecutado en 
esta manera : que de la techumbre mas alta de la cárcel donde 
está preso sea puesta y colgada una gruesa soga de cáñamo 
6 de esparlo doblada por medio, que esté asida auna polea ó 
garrucha y viga de la dicha techumbre; de manera qa§ pueda 
correr , y el dicho N. sea atado por las muñecas de los brazos 
que vuelvan á las espaldas f y asi atado de esta forma * sean 
alados los pies ambos juntos, y de las gargantas de ellos 
sean puestas y colgadas cien libras de hierro ó piedra poco 
mas 6 menos i y ansí puesto y alado, tirep fuert/emente por la 
dicha soga ; de manera- que levanten el susodicho déla tierra 
un estado de hombre poco mas 6 menos; y levantado, estaado 
ansí colgado con el peso del dicho hierxo, le pregunten si es 
^Terdad de lo que es acusado, y sea tornado á bajar .negando^ 
de manera que no asienten las pesas en el suelo y ansí esté 
polgado todo, tirados loslirazos por las espaldas ^ atados los 
pies , como está dicho, y le sean dadas doce estrapadas mas ó 
menos de J^.roancra susodicha. X re&ervo «n mí otra cuakiaier 
forma de tormento etc*>» 



(55) 

Ia sentencia de tormento de ladriiioy sueñe al §ttSo español 
sedaba en esta forma: 

«En tal pueblo á lautos días de tal mes y a5o estando en la 
cárcel pública de ella el dicho señor juez y ante mí el dich^ 
Escribano y testigos dijo : que por cuanto ^l habia reservado 
en sí en la sentencia de tormento de garrucha que habia dado 
-al dicho N« de lo reiterar y darle otros mas en su tiempo y la* 
gar; que usando de lo susodicho, demás y allende que habian 
parecido nuevos indicios que eran indubitados.; que atentó que 
el dicho N. no habia dicho ni confesado nada^ que mandaba 
j mandó que le fuese dado otro segundo tormento^ el cuhI 
mandaba y mandó que le fuese dado en esta forma: qne en la 
circel donde esta preso de una viga de ella sea altada una soga 
con la cual sean atados ambos brazos, enhiesto el cuerpo arri* 
ba , ios brazos puestos á las espaldas y «tada á la dicha viga y 
tenga los pies juntos y descalzos encima de un ladrillo frio^ y 
esté de esta manera veinte/ cuatro horas y le estén guardando 
de manera que no le dejen dormir : y ansí dijo el dicho señor 
jaez que mandaba y mandó que pasadas las dichas ^4 horas, 
se le diese fuego con el dicho ladrillo algo encendido al dicho 
N* por las plantas de los pies : y dijo que reservaba y reservó 
la forma de dar el dicho tormento/ otra cualquiera forma que 
mad necesaria fuese, etc.» 

Había otra clase de tormento también del sueíio llamado á 
la italiana, acerca el cual dice uno de nuestros jurisconsultos 
lo siguiente: «&1 tormento del sueño que se acostumbra ala 
usanza de Italia es muy mejor y por muy mejor estilo que 
•el español y es ansi; que tiene heeha Ia justicia cierto inge- 
nio á manera de un reloj de arena, de estatura de un hom- 
bre poco mas, que tiene nueve ó diez vergicas, todo redondo 
y por todo ^ sembrados muchos clavos, las puntas para den- 
tro, del largo de un geme y las puntas muy agudas, y al 
que han de atormentar le desnudan en carnes, salvo unos 
paños menores , y le meten dentro del dicho tormento , el 
cual es tan angosto que no cabe mas de solo el atormentado, 
/ viene tan justo con las puntas de los clavos, que tocan aU 
gun tanto con las carnes y tiene atadas las manos atrás; y 
son tantos los clavos que el artificio tiene, que puede haber 
<le uno á otro cuatro ó cinco dedos, y de esta manera le tie- 
nen allí metido el tiempo que el juez le parece,* y como está 
«n pie que no se puede sentar ni arrimar de una parte á otra, 



(56) 
tiD meterse los clavofií por el cuerpo, y el juez le está pregon* 
Uado de rato mi rato si quiere decir verdad y eo utoguBa 
luanera no puede dormir; sioo antes da voces y gritos por« 
que es tormento bravo y may cruel.» 

£1 mismo escritor hablando dei tormento de tabUllas se es* 
plica de esta manera: 

(cY en cuanto al tormento de (abliltas es de esta manera^ 
que los jaezés los dan raras veces; y es lii manera del tor- 
mento como de agua y cordeles-, porque pone el juez al 
que ha de atormentar en el potro de tormento, y babiéodole 
dado los garrotes que por su sentencia mandd no condesa el 
delito, toma cuatro tablillas pequeñas cuadradas del tamaño 
de un palmo cada una poco mas 6 menos, j en elfós cinco 
agujeros que pasan de una parte á otra, tan angostos'que no 
cabe mas de un dedo en cada uno, por los coales agujero* 
meten los dedos de las roanos y de los pies al dicho atormen* 
tado; y para darle grave dolor meten una cuna entre cada 
dedo y agujeros de pies y manos, y van apretando poco á 
poco con un martillo, cada uno por sí; y es tan bravo y grave 
tormento que de le ponen al atormentado los dedos tan del- 
gados que quedan desemejados que no parecen dedos, y es 
tan penetrativo el dolor de este tormento que raras veces 
los jueces acaban de apretar las cuñas; porque algunos des- 
maj^an y otros confiesau luego el delito.» 

Otras veces se proferia la sentencia de tormento sin decla- 
rar el género de é\ en esta forma: 

«Visto este proceso etc., fallo que debo condenar y conde- 
no á cuestión de tormento, el cual se le dé en la forma y ma- 
nera que á mí bien visto me sea, y reservo en mí el género 
de tormento y la cantidad de él y la forma en que se le ha 
de dar etc.» 

De esta clase de sentencias asaban mas los jueces pesqui- 
sidores que los ordinarios, la cual se intimaba al reo d á su 
curador si era de menor edad, y podian de ella apelar sí se 
creían gravados con ella. No admitida la apelación y confir- 
mada la sentencia de tortura por el juez superior, mandábase 
conducir al supuesto reo al lugar destinado para la tortura^ 
en el que había el juez, el escribano y los verdugos. 

En algunas naciones era pra'ctica dar el tormento en un lagar 
público, mas en España se hacia en un lugar secretó y ^^ 
aun se perrattia asistir al procurador ni al abogado del reo* 



. . (Sy) 

' Presenté el reo ya^ te áiténdia la sénunclá de tormentó eá 
«sta forma: 

«En tal paeblo á tantos días de tal mes j año el Iftreí! 
Sr. N* teniente de corregidor de esta ciudad, estando den<« 
tro de la cárcel pública de ella hizo parecer ante sí i N. aco- 
sado, preso en ella, y le dijo qae ¿1 qaeria ejecutar en él 
la sientencia de tormento contra él dada, qiie sin qae le diese 
tormento le rogaba dijese la verdad; cómo habia pasado k| 
maerte 6 herida que le dieron á fulano, que lo declarase tout 
do, que éi le prometía que se habria bien con ¿1 j no le 
baria sin justicia. Y el dicho N. dijo que no sabia nada, que 
lo que sabia ^a lo tenia dicho j declarado en su confesión* 
T luego el dicho Sr. juez le mandd meter donde estaba el 
potro del tormento y le dijo: Veis aquí el potro, hermano^ 
decid verdad, siuo, asienta escribano que le requiero una^ 
dos^ ir es y mas ueces que diga la i^erdad^ donde no que pr<h 
testo que si alguna pierna ó brazo se le quebrantare ó algún 
ojo se le saltare ó lesión de algún miembro le ifiniere ó 
muriese en el tormento^ sea d su culpa y^cargo^ y no día 
mia. A los cuales dichos requerimientos el dicho N. siempre 
respon^id y dijo que no Sabia nada* 

»Y visto por el dicho Sr. teniente que no quería decir ni 
confesar nada le mandd desnudar en carnes, escepto unos 
pañob menores con que quedasen tapadas sus vergüenzas, y 
asi desnudo le mandd poner y atar en el dicho potro, y 
le mandd echar los garrotes en su sentencia contenidos, y 
mandd al verdugo los apretase, y asi apretados preguntó al 
dicho N. si sabía quién hubiese cometido aquel delito que lo 
'dijese y declarase que le baria quitar del potro , y el dicho 
N. dijo etc. » 

¥ tanto si confesaba como si negaba el delito en todo 6 ea 
parte, el escribano lo anotaba á continuación y la forma y 
manera que el juez tuvo en darle el dicho tormento y los 
cuartillos de agua que le echaron, y cuántos garrotes le die- 
ron, y cdmo le pusieron la toca en la boca etc. etc. conforme 
ú la sentencia del tormento. Y si confesaba el delito y había 
otros delincuentes que en sus confesiones lo negaron, enton- 
ces el juez hacia carearlos con el atormentado que confesd y 
procedía coutra ellos, y el escribano lo anotaba todo en el 
proceso después de; dado el tormento al que confesd, firman- 
do el juez la dicha coufeáion, y dando el escribano fe de 



(58) 
Ja «laettmii éd dicho tormento / dt lo qoe eo ¿I pitó. 

Despacs de yeiute y cuatro horas por lo menos de la loe' 
lor« había de* ratificarse la coDÍefiHm- arrancada en ella en 
presencia del curador si el reo era menor de veinte j cinco 
jmos de edad, y se hacia en esta forma: 
' «En la ciudad de tal á tantos días de tal mee y año el 
.didbo Sr. teniente estando en la cárcel pública hizo parecer 
«nte sí á M. preso en eHa, é h¡»> llamar á N. su curador, j 
.estando presentje mandó ¿ mí el dicho escribano lejrese la 
.dicha confesión de verbo ad i^erbum^ y habiéndosela leído y 
/ú. dicho N. / so curador eoteodídola<« el dicho Sr. teuiente 
le dijo: ¿Es verdad esto que dijiites en el tormento? Pasó asi? 
T si el atormentado respondía que s(f el juez volvía á decirle: 
Afirmáis os y ratificáis os en ello y polueislo d decir de 
nuevo? Entonces el atormentado respondía i si señor ^ que 
trie afirmo j ratifico en ello^ y necesario siendo^ lo vuel" 
jpo d decir de nuevo* Cuya certiíUaeíon firmaba eoa &u curadoff 
el juez y ú escribano.» 

. Estaba prevenido que la ratificación no se hiiciera en donde 
se había dado el tormentOf para evitar que con su vista uQ 
confesara por temor lo que no hizo. 

: . Si en la ratificación negaba el delito jr no perseveraba ea 
su confesión podía reiterársele sCl tormento como dijimos. 

Llamábase estrapada cada vuelta de cuerda coa que se atoT' 
mentaba al creído reo^ y trompazo la áltima y mas aflictiva. 

En el principado de Cataluña se solían enviar los niños á quie' 
nes por su corta edad no se les podía dar tormento al hos* 
pital ó casa llamada de la Misericordia en donde se les casti- 
gaba haciéndoles trabajar mucho^ dándoles poco de comer y 
algunos azotes. 

. A las mugeres embarazadas no se les daba tormento durante 
•u embarazo^ y solo hasta después de pasados cuarenta diaSf 
consideraciones que se observaban también durante la laclan* 
cia* 

Se procuraba que los reos stuviesen en ayunas al darles 
~ tormento ó á lo menos que hubiesen pasado ocho ó diez 
horas sin córner^ para.evítar que durante la tortura no arrojasen 
lo que hubiesen comido. Hé aqui la fórmula ó auto de ejecu- 
ción del tormento en Cataluña. 

Die Xyi aprUis MDCiij Barcinone* Essent personalment 
etmstítuUs los magujfichs misser N* N* endrets Doctor^ M- 



(59) 
ge.de 14 jRegia Cortjr Rdator dé la present emua ^ 
Nm N» caualler Alguatzir ordinari de sa Magestat en Sama» 
popuiat^ mossen N* 2V. procurador fiscal de ¡a Regia Cort^ 
fñoesen N^ N. Clúmrgiá^ juniament ab míN. 2f. esermA de 
la present causa jr. notari puhlieh cmtadéí de Bmma. y h$ 
misaiges de la cort del Fegaer , en lo terrai deis carcers 
Reals de la present dutat afi y ejetíe de fer la tortura en 
la persona de N.^ lo cual de manament de dit magnijich Jutge 
y relator Janch manat d les guardes de dits carcers aportar 
éUf una cadena al coü^ lo cual aportaty assegui en un banch^ 
en lo cual terrat hopta pa^ vi y llum y altres coses neceS" 
sartas d íAs y pera dita tortura per lo dit magni/ich alguat" 
*ir fintch exortat desta manera^ Vos N, sa Excellencia y 
real consell pist postron proces en merits de aquella pos han 
ccndemnat en que siau atorméntate 

En segaída el jaez exortabe al creído reo k qoe dijese U 
verdad de lo que supiese^ tanto por lo relativo 4 su persona 
oonio á sus cdmpljces ^n el delito de que se trataba^ si no 
quería quo. su persona fuese atormentada. Después de cuja 
exertaeion, que solía repetirse una, dos y mas veces si con- 
.tÍDuaba negando^ se le ponía de la manera dicha en la tortura; 
y antes de comea^^r á aplicarle el tormento le amonestaba 
.de nuevo el ju» para que dijese la- verdad. Permaneciendo 
-negativo mandaba el juez al verdugo que aplicara el tormen- 
.to. Mientras duraba este, el relator no cesaba de ezortarle á 
'que dijese verdad j evitase que sa cuerpo fuese macerado^ 
y al mismo tiempo el eserihano anotaba con mucha exacti- 
'tad j coa toda la velocidad posible las palabras del relator 
• y todas cuantas profería el reo, continuando en el acta hasta 
los suspiros, los gritos j voces que daba, y los intervalos que. 
^mediaban de unas i otras. Si el reo manifestaba deseos de 
-declarar, mandaba el juez cesar inmediatamente el tormento 
•jr se le oía la declaración. Mas si pern^anecia negativo se 
.oontinnaba por un rato á juicio del mismo juez j luego ce- 
saba y era exortado de. nuevo ¿ decir verdad^ j revelar lo 
que supiese. Después de esta nueva amonestación, no produ- 
ciendo el efecto esperado, mandaba él juez repetir la misma es« 
pecie de tortura ú otra mas cruel ha^ta arrancar del infeliz 
•la oonfeaion deseada» 



Capítulo cnabtaQ^éxmo cmtío. 

( f49 ) Le rmto y ihsafiad singular batalla* ^K las 
Mdas 180 del primgr Unná^ jr j del a.^ > 

Cojrftttla malrtat^tmo ipttnfa. 

( i5o ) Pero and pan feyes.,,. El refrán alld van leyes do 
tfuieren Reyes es antiguo y tavo origen cuando AtfoosoYI rtj 
de Castilla, contra la voluntad del pueblo y porei indujo de su 
inuger^ suprimid en casi todas las iglesia» del" reino el rezo 
toledano mozárabe, ^ introdujo el galicano 6 romano. Duid 
en toda £spaña el oficio gótico 6 mozárabe basta el siglo XL 
£1 papa Juan X en el año gao después de baber kecho exaniH 
Bar lodos los libros sagrados del rilo raoaárabe, y bailados 
muy conformes i la fe catdlica y aprobdj confirmé en no con- 
cilio el oficio de la iglesia de España , y solo dispuso- que las 
oraciones secretas de la mtsá se celebrasen según el estilo de 
la iglesia apostólica, 6 fuese la de Santiago, coiao parece mas 
Teroftítnily seguu dice Masdeu. Mas adefantCf en el aso 1064 
el papa Alejandro I( se empeñó en prohibir el oficio muzárabe; 
pero deiistió de su intento, ateudieodo i las oportttnas y justas 
reflexiones de algunos prelados españoles que para esto pasa- 
ron comisionados á Roma» Stn embargo la corte no desistió del 
empeño de que España adoptase sus libros eclesisisiicos, como 
lo habia becbo lá Francia desde los tiempos dé Cario Magno 
6 antes. Por otra parte algunas princesas de Francia, casadas 
cpu los soberanos de España, y los eclesiásticos íranceses, que 
por este medio se colocaban en nuestro país , procuraban coa 
jgran empeño introducirnos su rezo y misa cómo los demás 
estilos y máximas. Y. de esta manera los soberanos y los obis- 
pos de España fueron cediendo y admitiendo el nuevo oficio 
galicano romano, al cual á yeces llamaban lejr romana, i feces 
oficio galicano. 

En marzo del año 1071 el cardenal Hugo Cándido, moogede 
Cluni, que algunos años atrás no se habia atrevido á prohibir 
él oficio mozárabe, cuando con esta comisión vinoá Bspaña^ 
lo verificó por primera vez en S. Juan de la Peña con apro^ 
bacion del Rey D. Sancho de Aragón, casado cou la francesa 
D.* Felicia. En el mes siguiente det mismo año pasó el cardenal 



(5t.) 

2 Baroel^n ^y pr(»legído por s« paisas^ f Uyoetcñéiortí i)qa«^ 
Almodis, rauger del conde O. Ramón Bereoguert logrtf ({ue 
96 tu viese WQ «índdo en aq«#lla ciudad^ j.<se prohibiese el 
oficio c^paoel ó moaárabe ea el principado de Catalana» 

£1 papa san Gregorio V£[f que desde el aao 1973 gobernaba 
Ut iglesia^ tcinidcM ardor la uaiforini4ad de los sagrados ritos 
en todas partes, y juntándose á los deseos delPontíñce la per- 
suasión de la «reiiia (>«* Inés , prínoera inuger del rejr 0« Al- 
fonso V(.y|r. no de.do¿a Gou»tansa« como vulgarmente dicea 
los autores, convino el Rey en que se dejase el rito gótico 
^ .mozárabe por el roiuMiQ» 

lios jeapanoles tenían, ntuclta repiigoa^cia ea la novedad, nq 
solo por la faen» de nna costiiuibr^ /antigua, sino por la ca- 
lidad de la materia^ qae eomo era sagrada ioiuadia^ 90010 dice 
Flores , majror tenacidad en. sus ániínof, íii i^nos ni o^os que; 
riaa. desistir; por lo. que acudieroi&.al jUribu^al frecuente de 
nqnellos tiempos que. era el dnelo* Verifi^óae este el domingo 
de ramos .del huq A07.7 ; j auttq,fA9 el caballero, que deíendia 
el lite mozárabe^ Uaina^o Ju^n Ruiz f del lúv»ge de los Ma- 
ianeasi veocid al qiie defendía el oficio romano, el Rey no quisq 
darse por vencido, y de:>de el ano siguiente se introdujo en 
loa reinóos de Castilla y León el oficio renano. 

Habiendo qias adelante en el ano io$5 conquistado el mismo 
nonarca la ciudad de Totedpf qnisp. desterrar de ella tarabíeof 
á instancias de snaegunda mugerdpña Constanza y del nuevo, 
arzobispo, de aquella ciudad que también era francés , el anti- 
guo rito mozárabe , como babia becho pocos años hacia en lo 
redante de sus reinos^ Los toledanps, inflamados con el zelo 
de sas santos prelados, se, resistieron mucho á admitir aquella 
innovación!. Resolvióse pues echar al fuego ambos oficios, si- 
guiendo las costumbres estrañas de aquellos tiempos, y que 
prevaleciese el que no se quemase. El toledano ó mozárabe 
dicen quedd intacto; al paso qne el rito nuevo <5 romano sé 
queind; perpé pesar de esto y de lo convenido, como en Cas- 
tilla después del desafío referido, el Rey había logrado su deseo; 
asi también consiguiójinlroducir en Toledo el rito nuevo , sin 
embargo de haber sido vencido por el fuego; y con esta 
ocasión se dijo y tuyo origen el refrán: «Allá van leyes donde 
quieren reyes.» , 

río obstante en tiempo del arzobispo D. Rodríguez, que ílo« 
reáó en elsigln XlUf se observaba ^odavíat según dice Flores^ 



d oficio toledttt<» tóaU VtñtUtíun ád NilteHo, enimidMs c»- 
tedrales y moaasterios de Espada. 

Dicho rito le consarta en seis pairoqníat délas nasantigaas 
de Toledo j en ciertos días en la catedral de Salamanca. 

En el tomo III de la España sagrada puede verse una dise^ 
tacion rouj eradita del P. Flores sobre ei «ficío mosárabe j 
parte de su liturgia* 

( 1 5 1 } Los cuadrilleros qué no entendían^ el frasis. Es decir, 
la frase, que es como ahora se dice. (/^ la nota 114 delpri^ 
mer tomo») 

(i Si) udquel uillano malandrín. La palabra malandrín^ es 
italiana y equivale á ladrón , salteador de caminos etc» , j se 
ve con frecuencia usada en los libros de caballerías. 

Los malandrines eran una especie de gente armada que desde 
el tiempo de Luis VIII hasta Carlos V de Francia infestaroa 
aquel reino. La ma^or parte de sus individuos^ llamados tamt 
bien aventureros y tarde venidos, eran soldados licenciados 
ó gente que no estaba acostó mbraida á trabajar, los cuales 
vivían del robo y cometiendo mil otras maldades en los pueblos 
j caminos. Esta clase de bandidos solian elegir por gefesá 
aquellas personas de distinción que por algún lance <5 aveoto. 
ra particular se' hallaban proscritas ó en desgracia con eiso-> 
berauo. Los malandrines se hicieron temibles por sus eScesos 
en Francia, después pasaron á Italia, y últimamente Beltran 
de Goesclin logró libertar á su patria de una gente tan mal- 
vada, conduciéndolos á España so protesto de la guerra coutra 
los moros. 

(i53) ¿Qué CíAalloro andante pagó peckoj alcabala^ 
chapul de la reina^ moneda forera ^ frortazgo ni barca f^ 
Coa el nombré pecho se entiende en general toda- dase de tri- 
butos, y de aqui se 1 tamo ^ecAar al pagar contribuciones, J 
pecheros i los que pagan, y se distingaian de los exentos 6 
libres de pechos. La aleábala es una contribución conocida 
ja entre los romanos. En el ano de i34a el rej Ü. Alfonso el 
XI pidid al reino, junto en la corte de Burgos, un subsidio 
para la guerra que hacia al rey moro de Algeciras, y para in* 
dicar á sus vasallos que tenia necesidad de nn socorro gran- 
de, les dijo dadme al que pala. De esta espresion, que en cas- 
tellano del dia equivale á dadme algo que valga la pena d bas- 
tante, tomó el nombre de alcabala ú tributo concedido para 
id fin insiiwadoi. q«e «1 un priaoípío oon«stíd,ea on «o, / 



(«3) 
después en ttti to per tbó ée eiteihió' Ar ^ftáfái Ttel w ^té 
es el origen de] nombre alcabala^ sin embargo de lo que dice 
Covarrubias en su « Tesoro de la lengua castellana»* Pedro 
López de Ájala en la crdoica del rey O. Pedro, hablando de lo^ 
piivjlegios de los mozárabes de Toledo, dice de este tributo 
lo siguiente; «¥Á rey D. Alfonso que venció la batalla dé 
Tarifa.... echó en el reino utí pecho. que decían Sisa, que erati 
dos meajas al maratedí. El cual peCho no hal>ia en el reiné 
basta el su tiempo, y ahora le dicen alcabala: hubo gran por- 
fía sobre ello porque decían los de Toledo que no debía» 
pagarlo, y eIRej dccia quesí, porque este era un pecho tal que 
no lo echaban á las personas, mas á ciertas viandas y merca* 
durías; y que él mismo, que era Rey, y Ja Reina su moger, y 
los prelados y ricos hombres, ' todos los lH)ertados de ese reín* 
asi lo pechaban. Y aun que si el Papa ó Rey estrauo vinieae 
en su reino asi lo pecharían.» 

El chapín de la Rema era una especU de contribución ó 
servicio que antiguamente se pagaba en ocasión del ca»*ai3ent6 
de los reyes para gastos de la cámara de las reiiias. La mone^ 
da forera era ana contnhucion que de muy antiguo solia 
pagarse á los reyes de siete en siete a&os- en reconocimiento 
de su señorío; y portazgo lo que se pagaba' con motivo dd 
tránsito que permitían por sus tierras algunos señores, lo que 
ae satisfacía al pasar nn puente, barca^ ¿te* 

( 1 54 ) Cuatrocientos cuadriUettós (fUe se pongan delante: 
Fanfarronada propia de D. Quijote^ Úot y \nata de la andana 
te caballería, y el mas acérrimo defensor de todos sus des^ 
yaríos. ( F. la nota 114 del primer tohtóí ) > 

Capitulo tVLtánaj^hmo etjrto. 

( 1 55 ) La discordia del campo de Agramante^,, , la paz 
^ quietud dfl tiempo de Otauio. Descríbese con mucha de- 
tención la discordia del campo del rey Agramante en el canto 
17.** del Orlando Furioso del Ariosto,y las diligencias que hi- 
zo aquel rey valiéndose de su autoridad y de los consejos 
del rey Sobrino para apaciguar aquel desorden. 

La paz Octaviana es la paz universal que había cuando na. 
ció Jesucristo el año 4^, ó según la opinión mas común ia 
del reinado del emperador Cayo Octavio ú Octaviano que 
después se Uamó Augustoi y de esta paz vino I4 voz prover-* 



y ilDÍyersal* 

< i56 ) Har mas mal en el aldegüela que, se suena. Otros 
4icea: En Orihuela hay mas mal que el quesuentu 

(,5yJ ^er delante de sitan estraños visajes. PeUicer 
dice que tieae anabgía con esle suceso la cuadrilla 6 brigada 
de pianos que prendió j atd á Orlando estando durmien- 
do en lá cama j cuando mas ageno estaba de tal acontepimien- 
to, y Bowle añade la prwion deRugeropor Üngiardode que 
)iabta el Ariosio. 

/( i58 ) Si al plasmador del mundo le place. Es decir si 
jüi hacedor 6 criador del mundo le acomoda» 

( j59 ) A donde yo me sé. Otro pronóstico 6 profecía sc- 
mejaute á esU se lee en cap. i3o de Amadi&de Gaula, á la 
que sin duda aludió Cervantes 9. coi?no dipe Pellicer. «Sale e^te 
famoso caballero andante de la ínsula de la Torre fiermeja 
:en bnsoa de la aveaiura deja Paña de la Doncella encanta- 
dora« h'^a del sabio y nigromante Fiuelor, y al subir dsla 
Pena por un peligroso camino abierto en ella miama^ encuen- 
tra á la mitad de él una cpmo ermi^ai don(}i$ babia una imá- 
£en á manera de ídolo de metal 9 que te^ia sobre el pecho 
fina lámina con una inscripción en griego; pero su interpreta- 
ción era fácil jr llana para el sabip Arnadis, porque adema» 
dé ser másico j poeta era también an^ic^ario j. sabia latin j 
^lenguage griego^ que parte habja aprendido TÍajando por 
Creciai j parte le habia ensenado navegando por el mar el 
maestro Eüsabat^' su cirujano y papeljan* Supp pues por 
la inscripción que la aventura no estaba gnardada para ¿I 
8Íno para Esplandian hijo sujro y de la hermosa Oriana, 
al cual crió una leona. Esta aventura consistia en sacar un 
tesoro encantado de una c4mara ó cuarlO) puesto en la cum- 
bre de la Peña, construido de una sola piedra y cerrado con 
dos ajustadísimas puertas, por cu^a juntura sin embargo es- 
taba metida una espada fasta la empuñadura de estraño ar- 
'tifício. El que sacase esta espada ganaba ó acababa la aven- 
tura y se hacia dueño del tesoro. La inscripción decia 
asi: En el tiempo que la gran Insola JLorescerá y sera se^ 
ñoreada del poderoso rey y ella señora de o{ros nuichos 
reinos y caballeros por el mundo famosos^ serán juntos en 
uno la alteza de las armas y la fiar de la hermosura^ que 
en su tiempo par nó teman} y de ellos saldrá aquel que 



(65) 
JtMrd la éiftada f can que la, Ó9*den de su cabéller/a cúm^ 
ptída será jr las fuertes puertas de piedra Berdn abiertas 
que en si encierra el gran tesoro. 



Capítulo icnalrsas^stmo %iifi3om. 



( f 6o ) O ya sobre algún hipógrifo 6 otra bestia se* 
mejanle. Ejemplos de estos y oíros modos raros de andar los 
caballeros se hallan en ios libros que de sus historias tratan, 
y D, Quijote que tanto se alampaba por leerlas se ve que no 
ios había echado ea olvido. 

Kl líipógrijb era. uu monstruo ó animal fabuloso hijo de 
gri ib y j^egua? y por consiguiente compuesto de caballo y de 
griío con cuerpo pies y ganas de león , alas y pico de á^^uila. 
El Ariosio le describe en el Orlando furioso. 

( i6f } ji pesar de toda la nigromancia que supo su prt 
nier inuentor Zoroastes. Arte fabuloso y ridículo de conocer 
]as cosas ocultas dentro de tierra, y colocadas en sitios y 
lugares tenebrosos, como tesoros , minas, metales, pctrilica- 
cíoués, etc. Los que se dedicabau á estearte supersticioso invoca. 
bau los demonios^ y les mandaban llevar ciertas cosas a paises 
distantes 6 traer de ellos lo que se les ofrecia. Soiian por Jo 
común hacer sus farsas ó invocaciones de noche, porque los 
espíritus malignos bu jen da la luz, y son amigos de la os- 
curidad y de las tinieblas. 

La palabra nigro/nancia es compuesta dedos voces griegas, 
muerto y adivinación, es decir, adivinación por medio de la 
evocación de tos muertos para coi^altarlos acerca el porve- 
nir. 

Zoroastes 6 Zoroasto se cree que fue un (ildsofo célebre 
que se supone vivia en tiempo de ISino, rey de Asiría, unos 
caatrocientos anoS antes de la guerra de Troja. Los orien- 
tales modernos han escrito Su 'vida, su doctrina y su moral 
con minuciosa detención, ignorando.de ddnde tomarían los ma- 
teriales, pues que los antiguos tenian muj' pocas noticias de 
este personage. Ueducíanse á que Zoroastes nacid en Persia, y 
que era consumado en la astroiogia. Viajó por la India, en 
lá que tuvo ocasión de couCerenciar con los bracmanes , j de 
retorno á la Persia fue el fundador y gefe 6 mas bien el re- 
formador de la secta de filósofos persas llamados Magos qi^e 
II. 5 



(«) 

•doraban á Dios bajo U figura del fuegos Su doctríoa íím- 
dametitatlooitMitia eo reconocer dos priocipios: el uaoOroinaiOf 
causa da todo el bíeo, y el oiro Arímao, origen del mal. El pri- 
mero era representado según su creencia con la luz, y el se- 
gundo coa las tinieblas. Algunos bacen reinar á Zoroastro en 
la Bactriaaay opinión adoptada por los sabios i|iodernos. Por 
lo demás es tan confuao lo que se sabe de este personage^ 
que algunos distinguen dos^ tres j mus legisladores de este 
nombre. Como á reformador de la religión de los Magos fue 
teoidof según jra dice Plinio ^ cpmo el fundador de la magia^ 
y por e»to sin duda le llama asi D. Quijote. 

( i6a } £a notóla del Curioso impertinente • ( /^« el eap, 
33 j" siguientes deía i.* parte. ) 

( i$3 ) Novela de Rinconete y Cortadiüo, Publioi Cer- 
vantes est« graciosísima novela en el año i6i3. 

( 164 ) Sé mas de libros de cabalierlat que de las sumu- 
las de Fiüalpando* Escribidlas el celebre tediogo Gaspar Car 
dillo de Villftlpandot que se did á conocer ventajosamente ea 
el concilio de Trento. Publicó su obra con el título de Suma 
de las SumulaSj y la dedicd á la universidad de Alcalá, que 
la adoptó para la enseñanza de la dialéctica* 

( i65 ) Dé oiantos magos crié Pevsia^ bracmanes la In- 
dia^ ginosqfisias la Etiopia. Se cree que esta pretendida y 
absurda ciencia tuvo orfgea entre los caldeos y babilonios* 
£stos bombres, dedicados al estudio de los astros 9 cultivaroo 
la magia separadamente de la astrologfa judiciaria^ por medio 
de la cual creian poder conocer lo futuro y las cosas ocultas, 
previniendo los males que les amenaubao, y proporcionando 
ai mismo tiempo toda especie de dicbas y felicidades. 

El primitivo nombre de magos se dio en Ocíente á unos I10111- 
bres estudiosos y sabios que se ocupaban en observar la nata- 
raleza y en adquirir raucbos conocimientos en todas las ciencias 
físicas y morales; los cuales^ como preveian j pronosticabao 
algunos sucesos futuros, y conocían las virtudes de las plantas 
y de los minerales^ solían por consiguiente remediar muchos 
males^ jra físicos ja morales; de donde adquirieron la grande 
autoridad en que eran tenidos t y la veneración que gozaban 
principalmente entre el pueblo, el cual creía generalmente que 
tenían trato y relaciones con los espíritus, genios ó demonios. 
Muí'bas vAces e^tos inagos eran unos grandes señores, como los 
que fueron á adorar á Jesucristo, á quienes se consultaba, en 
todos loi easos arduos, y cujras respuestas se recibían O9mo 



(6?) 
brtfcttloB. Entre los persas^ que era donde principalmente íigu* 
raron los magos , no solo se les confiaba la educación de los 
príndpeS) sino qne el mismo rejr ante» de aacender á la supre- 
ma autoridad^ tenia que sujetarse á unaespecie.de examen 
delante de estos fíldsbfos, como dice Suidas, los cuales muchas 
veces abusaban de su poder hasta el estremo de hacerse temi- 
bles á los mismos soberanos. De este mal uso do sus conoci- 
mientos, de los cuales se valieron también para dañar á sus 
enemigos, ó adquirir por medios tortuosos la consecución de 
fios fines particulares, viene á tomarse en mal sentido la pala» 
|>ra mago y la de magia* 

Estos sabios se reunieron después j formaron una catego* 
xisL distinguida entre los sacerdotes persas, cuja seda reco- 
nocía por su maestro á Zoroastes. 

Los magos adoraban al fuego, y se cree que fueron los 
primeros que reconocieron los dos principios del bien y del 
mal. Decian enire sus desvaraos que las almas habian de pasar 
por siete puertas antes de llegar al sol , morada que creian 
dios de las almas dichosas; cuyo tránsito se hacia durante 
muchos millones de años. Cada puerta era formada de ua 
metal diferente, j Dios la había puesto eu el planeta que 
presidia á aquel metal. La primera se hallaba en Saturno, j 
la ultima en V^nus. Estos sectarios no tenían templos ni al* 
tares, y hacían sus sacrificios y demás actos religiosos sobre 
las montañas mas elevadas. Esta especie de religión era la de 
los giiebros, de la cnal existen todavía algunos restos en el 
Asia* 

£1 vulgo estaba en la persuasión de que los magos ejercían 
5u imperio en el cielo, en la tierra y en los infiernos; que 
podian á su antojo hacer caer la piedra , el rajo y el true- 
no ; escitar las tempestades ; ir á cualquier parte por los 
aires; hacer bajar la luna sobre la tierra, y transportar los 
frutos / las cosechas de un lugar á otro. Dos eran las divi- 
nidades á las cuales pensaban podían recurrir los magos, unas 
benéficas y otras malvadas. Esta diferencia constituía dos es- 
pecies de magia : la una no contenía sino operaciones reli- 
giosas; y la otra prestigios que se atribuían al artificio de 
los malos espíritus. 

La magia religiosa fue considerada como arte divino. Era 
preciso que los que se dedicaban á ella y la ejercían fuesen 
irreprensibles en sus costumbres; que todod aquellos que 
interviniesen en sus operaciones fuesen puros ¿ que no hu- 



(68) 
biesen comido nada qae lutieMí vida; y en esta especie de. 
niHgva DO M infoc«bao sino divinidades benéficas para alraer 
algunos bienes sobro ios hombre»^ conducirles por la senda 
do la virtud* 

El aparato de las ceremonias que practicaban los que se 
ocupaban de la segunda magia ó hechicería ^ aumentaban to- 
davía el terror eu que csla era aiiruda. Los lugares subter- 
ráneos ^ los cen>eutcrioS| la oscuridad de la noche, víctimas 
iic^raSf huesos de muerto 6 cadáveres euterob, erau cosas 
todas de las cuales ellos se valian, y propias de la negrura de 
su arle. 

Los magos 6 hechiceros solían tener una fígura de cera, 
de la cual habla Virgilio en la Égloga Vlfl; y todo cuanto 
' liacian á este simulacro creían que había de suceder á la 
pprsona que represeiitaba. Empleaban en sus operacio- 
nes ciertas palabras , echando mano de la' virtud de algunas 
plantas fúnebres y tristes. En tiempo délos sacrificios, los 
diad, las noches y el aspecto de los astros, el número, el 
color de las víctimas, todo era para ellos esencial, todo mis- 
terioso* Los hechiceros de Roma se reunían ordinariamente 
en los esquilios con motivo de los huesos y de las tumbas j 
si^pulcros de que aquel lugar estaba lleno. Algunas veces llega- 
ron á sacriñcar uinos para buscar eu las entrañas palpitantes 
de aquellas inocentes víctimas el conocimiento de las cosas fa- 
turas. Otras veces se servían del corazony del hígado para com- 
poner filtros y bebidas, coa las cuales creían llevar á cabo sus 
malvadas intenciones. 

Los llamados magos de Capadocia fueroo unos hereges que 
se levantaron entre los antiguos persas y corrompieron la pu- 
reza de su Culto. El homenage que los persas tributaban al 
fuego era puramente religioso. Estos construyeron en honor 
\lcl fuego unos templos llamados piraos, y hacían unas imá- 
genes que representaban e^te elemento, el cual llevaban ea 
procesión y le ofrecían sácríGcios. Los píreos no eran mas que 
un vasto cerco, en medio del cual había una especie de altar 
ó de hogar en donde los sacerdotes 6 los magos alimentaban 
un faego continuo. Delante de é\ era donde recitaban sus pie- 
g-irias y practicaban los demás ejercicios de su religión. Los 
magos solían ir con la cabeza cubierta de una mitra cuyos 
largos cordones les tapaban parte de la boca, casi toda la cara, 
y llevaban «n la mano un manojo de varas. Estos magoS) 
coutra U costumbre de los persaS| enterraban sus muertos* * 



(«9) 
ÍjOñ BracmamtM eraa unos antiguos fíldéofos de la IfMÜa. 
Aquellos que aspiraban iá ser admitidos entre ellotffdehian^ couio 
los discípulos de Piljígoras, obse/var*un profaudo silencio, mieii~ 
tras que se les instruía; no siéndoles absolutamente permi- 
tido ni aun el toser ^ escupir, ni estornudar* Por el espacio 
de 37 años su vida era un no interrumpido martirio: lasjer- 
bas j las raices eran su único alimento; se vcstiau solamente 
de pieles; no teninn donde ponerse á Cubierto del aire ; njru* 
Daban j hacia u oración continuamente. Pero cuando el térniinu 
señalado habia prescrito, se recompensaban todos estos pade- 
cimientos con el goce de toda especie de placeres y satisfrtccio- 
lies, muchas de ellas impropias de estos célebres fíldsolos. 

La metempsícosis era uno de sus principales dogmas: de aquí 
es que se abstenían de comer la carne de los animales. Reco- 
Docüitt que el mundo habia sido criado por una suprema 
Inteligencia, cu^a providencia lo conserva jr gobierna: que el 
alma no muere nunca, y que pasa de un cuerpo á otro, y 
que últimamente recibe eu otra vida laspnnasd recompensas 
que merece* Consideraban al agua como el mas esccleutt*. de 
los elementos después del cielo y íojh astros que miraban como 
otros elementos. £nseñaban que el universo estaba SAijeto á 
corromperse y ser deslruído. Decian que la vida es un estado 
de concepción, y la muerte el verdadero nacimiento. Dormiaii 
sobre la tierra: se sostenían sobre un pie horas enteras cou 
los brazos levantados , y observando si veían en la punta de 
su nariz una pequeña llama azul, que decian ser una señal 
de predilección* Algunas veces cuando estaban causados de 
YÍvir preparaban una hoguera jr se echaban en ella. 

Los bracmanes se habían adquirido la mas alta reputación. 
Los fílósofosjautiguos acostumbraban ir á consultan' estos gim- 
DQSolistas ; y se aee que Pítágoras sacó de ellos la opinión 
de la metempsícosis. 

Sucedía muy amenudo que las mugeres estando embarrila- 
das hacían ya voto de consagrar a Dios en «I <$rden de los 
bracmanes el íruto de sus entrañas si era varón. Entonces 
algunos de estos fíldsofos no perdían jamas de vista á la m:t- 
dre; y para santificar anticipadamente á aquel niño destinado 
é una continencia de 87 años, exortaban vivamente á la madre 
a guardar castidad, á lo menos durante el tiempo que faltabii 
de HU preñez. 

FUostrato dice que Apolonio de Tiana observó que los brac- 
manes teniendo que andar sobre la yerba, lo hacían con mu- 



(7o) 
cha precaución y tan ligeramente como les era posítile^ 
por atribuirla una cierta vida que temían destruir pisán- 
dola. 

CHtarcOf autor muy antiguo , distinguid tres cspectes de 
bracmanes. Los primeros estaban retirados en las montanas/ 
en los deiiertos, se cubrían de pieles de anímales^ j se dedi- 
Cabnn i buscar plantas & propdüito para curar las enfermedades 
mezclando con estos inocentes entretenimientos la magia^ eos 
la que pretendían saber lo futuro. Los segundos eran cínicos 
descarados, que no se avergonzaban de nada. Andaban absoluta- 
mente desnudos} y lo que era mas escandaloso, algunas mu* 
geres abrazaban esta infame secta. T^s terceros fíuallbente Ue* 
vabau una vida mas decente, y habitaban en los pueblos y^ 
ciudades. 

Los Gimnosqfistas eran unos fíldsofos indianos ^ que vivían 
muy retirados, haciendo profesión de renunciar toda suerte 
de placeres para entregarse enteramente á la contemplacioa de 
las maravillas de la naturaleza. La mayor parte del tiempo 
andaban medio desnudos, tal vez con motivo del escesivo ca- 
lor del clima. De esta costumbre tomaron el nombre de gim* 
nosofístas, nombre compuesto de dos voces griegas, que sig- 
nifican tiidsofo y desnudo. Se distinguían dos clases principaíes 
de gimnosotistas: los roas rígidos hui a n de todo comercio ha- 
mano, los otros, cubiertos de cortezas de árboles, permiliaa 
alguna vez que se llegase á consultarles, y se dedicaban á la 
medicina, y algún tanto á la astronomía. A mas había otra 
tercera especie nías social todavía, que no se desdeñaban al- 
guna vez de entrar en las poblacioues cuando su presencia 
podía ser útil en ellas. Los giinnosoíistas creían en la inraor'* 
talídad del alma y en la metempsícosís, y se jactaban de dar cod- 
sejos importantes y con el mayor desinterés á los príncipes, 
á los magistrados y á todos cuantos iban á consultarlos. Guau' ' 
do llegaban á ser viejos y e'^fermos solían echarse en una hogue- 
ra, considerando que era ignominioso dejarse consumir por 
las enfermedades y por los años. Uno de ellos llamado Galano 
se quemd de este modo en presencia de Alejandro. 

A mas de los gímnosofístas de la Lidia, los había en> África 
sobre una montaña de la Etiopia muy^ cerca del Nílo, los cua- 
les vivían como verdaderos solitarios. Estos eran rivales de los 
primeros, en tanto que Apolonío de Tiaua fue muy mal re- 
cibido de ellos porque les dijo que iba á visitarlos prevenido )^a 
por los gímnosofístas indianos. 



- £1 nombre de gf nmosofittas , que ao Oa príncl|ño te üá 
solamente á estos Üldsofos^ llegó á ser común con el tiempo á 
todos los sabios de la Iodta« 

« ( 166) Adóbame esos cand'des* Lo mismo que decir a/i<- 
jame esos papos ú otra espresion semejante que indica, que 
lo que se acaba de decir es un adefesios 6 despropósito* 

( 167 } En mal punióos empreñastes de sus promesas» 
Mu^ difisreute era el sentido que tenia antiguamente esta pa- 
labra de lo que tiene abora, bien que jra en el de Cervantes 
comenzaba á ser poco decente^ según puede deducirse de la 
contestación que da Sancho. 

( i6tt} Las fdbulas ^ue llaman milesias. Llamdselas así 
de la ciudad de Mileto en la Jonia 9 en donde comeniaron á 
conocerüe* 
' ( ^^9 ) ^^ tierras del preste Juán de las Indias ó em 
otras que ni las describió Tolomeo ni las inó Marco Polo» 
Parece que este noinbre de preste ó presbítero le adoptó en 
el siglo X el primer rey de Tangut ó Tbibet^ reino del Asia 
en la Tartaria china que abrazó el cristianismOf j que con* 
servaron sus sucesores. A uno de estos escribió el pupa Ale* 
jaudro Ii( 9 supouiéudole cristiano, y deseoso de instruirse 
n»e)or en 1^ doctrina católica. Después cuando el famoso Gen- 
ghiscan conquistó gran parte de la Asia, el reino de los pres- 
iejoánes quedó tributario jr reducido ó muy estrechos limites. 
Algunos han dado este nombre i un rey de la Etiopia ó Abi- 
fiinia en la África, llamado David hijo de Nahú, á quien su- 
c^edió en el trono en el año 1607, el mismo que ganó muchas 
victorias sobre sus enemigos, y enyió una embajada á Manuel 
rey de Portugal y al papa Clemente VIL Se cree comunmente 
que este príncipe, de quien se ha hablado y escrito tanto, 
era de la secta nestoriana. 

Otros han querido suponer que se aplicó el nombre de 
presté Juan al sumo sacerdote del dios La, pO|; el abuso ó 
corrupción de la palabra persa djean , que quiere decir el 
mundo, de modo que Dalai-Lama ó Delay-Lama equivale á el 
dios mundo ó el mundo dios. 

£1 célebre geógrafo, astrónomo y cronólogo Tolomeo flo- 
reció bajo el imperio de Adriano y Marco Aurelio. Nadó en 
Alejandría ó en Pelusa y fue llamado por los griegos muy 
sabio y divino. Insinuado en los secretos mas profundos de 
las ciencias matemáticas, y apasionado por la astronomía, pasó 
cuarenta anos en un templo de Serapis situado éa nna cmi^ 



itaneM Mrdb dt GiaopOf obserfaodo j ottkaUodo las reto- 
h^uooet .da los asiroi j pktieUs. D« estas meditaciones cons» 
lantes resultó el sistema de astronomía conocido con el nombre 
de Sistema de Tolomeo j una multitud de obras preciosas 
para las ciencias. Una de ellas es su geografía , obra indispeo* 
sable para el conocimiento de la antigiiedadf y recomendable 
principalmente por la indicación que bace en sus tablas fie 
las longitudes j latitudes* En ella se hallan también los 
primeros principios de la protección de las cartas' geográfi* 
cas. 

El yeneclano Marco Polo víajd en el siglo XII por el Oríén* 
te, j estuvo según él mismo cuenta veinte y seis años en la 
gran Tartana» Publicd i su vuelta en Europa sus víages en 
italiano, que después fueren trasladados al latin^ j sucesiva- 
mente al catalán y al castellano» Fueron tenidos eii un prío- 
CLpio estos viages 6 la relación de io que é\ habia visto como 
cosas fabulosas « hasta que los viages que posteriormente se 
hicieron á aquellos paisas justificaron muchas de aquellas 
narraciones. 

- ( 170 } Quimera» Monstruo, que según la fábula, tenia la 
cabeza de león , el cuerpo de cabra y la cola de dragón y vo- 
mitaba llamas. Asoló por largo tiempo la Licia, hasta que Be- 
lerofonte le matd. 

. £1 origen de esta fábula viene de una montaña del Asia 
menor en la Licia, á la que Ovidii> da el nombre de Ghimeri* 
fera, y que lo mismo que el Etna y el Vesubio arrojaba llamas. 
Como en los alrededores de este volcan se criaban muchos leo- 
nes jr á la falda de la montaña pacían algunas veces cabras, 
de aqui el origen de la formación de este monstruo, fielerofon- 
te fue el primero que persiguiendo estos animales hizo aqael 
lugar habitable, de donde nacid la fábula del combate de Be« 
lerofonte con la Chimera 6 Quimera. 

Otros quieren suponer que la Chimera era una nave de pir- 
ratas, en cuja proa habia aquella figura. 

'(171} En prosa ó en verso. Mas adelante con motivo del 
Telémaco de Fenelon volvióse á suscitar esta misma cuestión 
á pesar del juicioso fallo dado por Cervantes yjpor otros sabios 
contemporáneos sujos. 

Capitulo tíxt£tna%Í9mo ortcmo. 

(i 7a) Pgrqne asi las ifuiere el uidgojr no, de otra manera^ 



(7^5 
XiO|»<l«.yegfteiieIwjfrf# nuevo de haft eameálas m eMe 
tiempo^ dedicado á la jácademia de Madrid^ que imprimid en 
xéoa, dijo ja entre otras cosas: 

Verdad es que yo he escrito algunas vece» 

Siguiendo el arte que conocen pocos ; 

Mas luego que salir por otra parte 

.Veo los monstruos de apariencias llenos, 

A donde acude el vulgo y las mugeres 

Que este triste ejerdcio canonizan, 

A aquel hábito bárbaro me Tuelvoc 

Y cuando he de escribir una comedia 
Encierro los preceptos coa seis llaves, 
Saco á Terencio y Planto de mi estudio. 
Para que voces no me den ; que suele 
Dar gritos la verdad en libros mudos; 

Y escribo por el arte que inventaron 
Los que el vulgar aplauso pretendieron: 
Porque como las paga el vulgo , es justo 
Hablarle en necio para darle gusto. 

(173} La Isabela^ la Filis y la alejandra» Estas tres 
tragedias son del aragonés Lupercio Leonardo de Argensola, 
secretario que fue de la emperatriz O.* María deÁustria, her* 
mana de Felipe 11, que siendo viuda se retiró al convento de 
las Descalzas reales de Madrid. También fue después secretario 
del vireinato de Ñapóles en donde murid en i6r4* De estas 
tres tragedias solo tenemos las dos primeras que publicd por» 
primera vez D. Juan López Sedaño en el Parnaso español* 
Sin embargo délos pomposos elogios con que Cervantes habla 
de estas tres composiciones son muchos los defectos que tienen, 
por lo menos las dos que conocemos. 

( 174 } La ingratitud vengada, C!omed¡a de Lope de Vega, 
de la que Pellicer dice que su estilo es propio, el diálogo vivo 
y natural, pero añade también que no carece de defectos. Los 
interlocutores son una confusa mezcla de príncipes, marqueses, 
hidalgos, pages, lacayos, valentones, damas, rameras y alca- 
huetas. Y con decir que la acción dura un mes vendráse en 
conocimiento de la exactitud con que se observan las reglas del 
arte. 

( 175 ) La Numancia. Esta comedia 6 tragedia si se quiere 
es del mismo Cervantes. El piau de ella es mujp defectuoso, 
pero tiene versos que los inteligentes consideran como los me- 
jores que compuso nuestro autor. 



Ct4) 

< 176) El mercader ámantem Comf^ato esta oomédki «I 
Talenciaoo D. Gaspar de Aguilar. Qutztf es una de las meóos 
malas que se escribieron en aquellos lieropos por lo que hace 
á las unidades j á la ttoralidad. 

( 177 ) La enemiga favorable* Comedia de Francisco Tir» 
raga, canónigo valenciano, de quien se habla Yenta)osameDte 
en el Píage entretenido de Agustín de Rofas, quien le llama 
El gran canónigo Tarraga. 
En medio de la observancia de las principales reglas del arte 
se notan algunos de los defectos en que solían incurrir los 
poetas de aquellas tiempos. 

( 1 78 ) Según le parece d Tulio espejo de la pida hu" 
mana. Es decir Marco Tulio Cicerón, quien dice que la come- 
dia: est imitatio í^itae^ speciilum consuetudinis^ imago ventas, 
(179) Salir un niño en mantillas en la primera escena 
del primer acto^ y en la segunda salir ya heelto hambre barba' 
do. Despropósitos de esta clase no fueron okIusívos de algunas 
comedias de aquellos tiempos: el señor Scribe y otros drama' 
turgos modernos hacen alarde de cometerlos en sos intermina- 
bles producciones. 

( 180 ) Pues qué si venimos d las comedias d ivinas ? ¡ Qué 
de milagros fingen en ellas I Llamábanse comedias divinas 
las de vidas de santos j sucesos devotos. E^an entonces tan 
comunes que no habla autor que no hubiese compuesto al- 
guna, j eran muj comunes eu ellas los despropósitos, las inve«T 
rosimilit lides, las chocarrerías y hasta las heregías. 
. ( idi ) Un felicísimo ingenio. Lope de Vega. El número 
de sus composiciones dramáticas rajra en lo inverosímil. En 
el año de i6aa babia escrito 4^^ comedias; 800 en el de 1618; 
107a en el de i6a5, y 1700 eu el de 1629. A |mas escribió 
un sinnúmero de autos sacramentales, loas, entremeses, que 
en todo bien puede decirse, como aseguran varios, que pasaron 
de aooo sus composiciones teatrales. Por otra parte escribió vein- 
te tomos de otra clase de asuntos, todo lo cual le hace mu/ 
acreedora queCervaulesle llamara felicísimo ingenio* 

( 18a ) El ahorro del cuidado de castigarlos. Cervantes 
deseaba que se estableciera la previa censura de las comedias 
que hubiesen de representase eu el reino, como se hizo después, 
á úu de impedir 1h representación de píeaMS indecorosas, / 
prevenir los inconvenientes que podian resultarles á loe mismos 
actores. 
( i83 ) Embaído y tonto. Engañado y alelado» 



(75X 
(•i84 ) Ln soga dé Teseo* Lo mbmo que decir el hila dé. 
jiriana^ que esta dio á su amado Teseo^ según dice la fábula^* 
para que atándolo á la entrada del laberinto de Creta donde 
babia de ser devorado por el MinotaurO) pudiese con seguridad 
\olver á salir de él j salvarse de aquel monstruo. 

Capüula mabxojihvm wxío. 

( 1 85 ) Admirar d los mas altos ingenios que los leyeren* Vi^ 
. riatO) célebre por sus conocimientos militares j por la guerra á 
muerte que hizo á los romanos* De pastor que era ^ pasd á 
grfe de bandidos y á general famoso. Un César Roma , eS 
decir , Sexto Julio ^ el primero que llevd el nombre de CéH 
sar, pretor que fue en el año 544 ^^ Roma. Desde este hastül 
fierou) el nombre de César quedó como un distintivo de la' 
familia Julia, por haber nacido el primero de ella cceso malris 
útero ) es decir, que para salir á luz fue menester abrir el 
costado de su madre. Otros quieren que este nombre veqga 
de haber nacido el primero de ellos con una larga cabellera^ 
en latiu ccesaries* 

Después que ei Senado mandd por un decreto que el sobren 
nombre de César que tuvo Cayo Julio, primer emperador de 
Rema, como descendiente de la familia Julia fuese propio del 
heredero del imperio , pasd á ser un título de honor^ Pero 
bajo los sucesores de Ca^o Julio César, cuando el. nombre de 
Augusto era peculiar á los emperadores^ el de César se conCe* 
ria á la segunda persona del imperio ^ ó al heredero presun- 
tivo, sin que por eso dejase el emperador de llevarlo tam- 
bién. Desde Marco Aurelio hasta el emperador Valente nin- 
guno fue creado Augusto sin que antes hubiese sido llamado 
Ce'sar. Un Aníbal Cartago: Dícese que aun niño juró guerra 
sin tregua á los romanos en una de las islas Baleares, de la 
que le suponen natural algunos. Un Alejandro Grecia^ esto 
es Alejandro, llamado Magno por sus brillantes hechos y ac- 
ciones. Un conde Fernán González^ considerado como el que 
puso los primeros cimientos de la independencia castellana 
en el siglo X. Un Cid Falencia, No fue Valencia sino Bur- 
gos 6 sus inmediaciones la patria de Rui Diaz del Vivar. Cer- 
vantes sabia bien que el Cid no hizo sino conquistar é Valencia* 
Un Gonzalo Fe'rnandez Andalucíaj conocido con el dict.ido 
de el Grau capitán^ natural que era de Montilla. Un Diego 



. (7«) 

tlúfda éh Patede» Eáremadura. EKsffagttidse por iMzañas 
cuí increíbles, y era natural de TrujíUo. Un Garci Pérez de 
ffargas Jerez, Valeroso j esforzado caballero natural de To- 
ledo, según dice Mariana. Un Garcilaso Toledo. Este no es 
el poeta , como crejd Bowle , sino otro esforzado y yalieale 
que 6gurd en el asedio j toma de Granad» . Entre sus varios 
hechos militares, Pellicer copia de Giaes de Hita el siguienleí 

«Siendo niujr mozo salid contra un moro de estraordinario va- 
lor que desalió á los capitanes del rey D. Fernando y al mis- 
mo rejr, y que por befa traia prendida á la cola del caballo 
el Ai^e María ; y el jéven Garcilaso le venció, le cortó la ca- 
lveza, colgóla del arzón, j arrancó el Ave Marta áe la cola 
del caballo; y por esta razón los Lasos traen eo ftu escudo es- 
tas palabras de la salutación angélica. » 

{ i66 ) La infanta Floripes y Oiti de Bar gaña» Floripcs, 
hija del almirante Balan y hermana de Fierabrás, {se enamoró 
de Gui ó Guido de Borgoña, sobrino de Garlo Magno y primo 
de Roldan, y casó con éJí después d<e haber recibido el bautis- 
mo. La historia dice que esta princesa dio acogida a' su aman- 
te y demás pares de Francia en una torre en la que se man- 
tuvieron contra todo el poder del almirante , ó como si dijé- 
ramos general de los moros , hasta que fueron socorridos por 
Cario Magno. Los dos esposos fueron con el tiempo re jes allá 
en su tierra , como dice la historia de los doce Pares. 

( 187 ) Lo de Fierabrás con la puente de Mantilbe que su* 
cedió en tiempo de Cario Magno, ( A^. la nota 1 1 7 del i . tomo.) 
ISl puente de Mantilbe era muy fuerte y muy grande^ como 
dicela historia de Garlo Magno, de treinta arcos de m/irmol 
y en [ella hay dos torres cuadradas de marmol blanco muy 
bien labradas^ y cada ttna de ellas está una puente levadiza 
con cuatro muy gruesas cadenas de hierro, Y es guardada 
ésta puente de un gigante muy grande y espantable que siem- 
pre esta armado de todas armas y una gruesa hacha dear" 
mas en las manos y tiene cien turcos ( hubo de decir moros) 
en su compañía en ayuda de guardar la torre* El tributo 
que en él se pagaba según la misma historia era de treinta pa* 
Tes de perros de caza^ cien doncellas vírgenes^ cien halcones 
Tiuidados y cien caballos con sus jaezes^y por cada pie de ca^ 
bailo un marco dn oro fino: este tributo^ continua la histo- 
ria, ha de pagar} cualquier cristiano que pasará por ella^ 
y simo la puede pagar ka de ilejar la cabeza en las almenas 



(77) 
del puenie% Sifi embargo detodoeslD^ los romftiices francesetf 
cuentau que Garlo Magno ganó este . paente con ajruda del 
gigante Fiera brasK 

( 1 88 ) Se esperan en su remo por momentos* ( F"» las nth» 
tas 37^ 66y i4i J i4^ del primer tomo*) 

(189} ÍM historia fie Guarino Mezquino* Escribidse al 
parecer primero en italiano, dividida en siete libros por elmaes* 
tro Andrés Florentino en el siglo XIK, y se tradujo al cas- 
tellano y se publicó por Alonso Hernández Alemán con el tí« 
tulo de Coronica del noble caballero Guarino Mezquino^ á 
Prohesas en armas de Guarino ó Guerino Mezquino. 

( 1 90^ } Demanda del Santo Griid, Didse el nombre de San-^ 
to Grial á un plato catino ó escodilla de esmeralda^ que se supo' 
uia habia servido i¡ Jesucristo en la última cena, ó á Josef de 
Ariinatea para recogerla sangre del Señor ó lavar sus heridas^ 
cuando en unión con Nicodemus le descendieron de^ la cruz 
para darle sepultura. Demanda del santo Grial es lo mismo 
que decir conquista del santo Grial. £^ santo Grial que el autor 
supone llevó cousigo Josef de Ariroatea al pasar á Inglaterray 
DO se sabe por qué paraba en poder de los moros de Almería, 
según se cuenta en la historia de Alíonso VII de Castilla, y cuan* 
do este rey conquistó y rescató aquella ciudad con el ausilio 
de la escuadra genovesa y con los socorros de D. Ramón Be- 
reoguer Conde de Barceloda, se dice que hizo tres partes de 
los despojos. Üua la ciudad que tomó para sí, otra los tesoros 
que se dieron al Conde, y la otra el santo catino^ ó como dice 
una historia antigua citada por Sandoval la Escodilla de esme^ 
raída que se dio á los genoveses* De este plato ó Catino óSauh- 
to Griul trata tambiea, como dice Pellicer, el lapidario catalaa 
Jaime Ferrer de Blanes en la obra que escribió en su idioma 
bajo el título : .Esposicion de algunas sentencias del Dante, y 
tratado de las piedras preciosas que haj en yarias ciudades 
del mundo; un tomo en 8.° impreso en i545* 

£1 título de este libro es La demanda del santo Grial^ con 
los marnifillosos /techos de Lanzarote de Balaz su hijo.z^ 
Al íitt dice asi: « Aqui se acaba el a.<* y postrero libro de la 
demanda del santo Grial con el baladro del famosísimo profeta 
y negromante Merlin con sus profesias. Haj por consiguiente 
todo el libro de la Demanda del santo Grial, en el cual se 
contienen el principio y fin de la T^ibla redonda y acabamiento 
j vidas de ciento cincuenta caballeros compañeros de ella; el 
cual fue impreso ea la imperial ciudad de Toledo por Juaa 



^llagrattf impresor de libros: acab<$se á lo dias del mes de 
€)ctubre de i5i5.» La parte a.* tiene suportada grabada y dice 
asi: « De la historia del santo Grial con las altas profesias 
de Merlinm» Tenemos entendido que existía una tercera parle 
de esta historia, bien que creemos que no llegó á imprimirse. 
También se titula la obra no mas que Josef Abarimeitea^ 6 
historia de Josef Abarimatea y del santo Grial. Escribióse 
en latin, francés, italiano y castellano. Su autor se propuso 
«tribuir la introducción del Evangelio en Inglaterra á Josef 
de Arimatea, y con este motivo añade áesta mil otras fábulas* 

( 191 ) Son apócrifos los amores de D. Tristan y la 

reina Iseo^ como los de Ginebra y Lanzar ote. Tristau de 

• Leonis fue otro de los caballeros de la Tabla redonda, lo mis- 

'ino que Lanzarote, amante el primero de Iseo , J el segundo 

de Ginebra, cujros respectivos amores forman la parte priucipal 

de estos antiguos libros de caballerías. 

( iga ) La dueña Quintañona que fue la mejor escancia^ 
'dora de pino. Medianera en los amores de Lanzarote y la prin- 
cesa Ginebra. La escanciadora era la que tenia el encargo de 
servir la copa en un banquete» 

( 1 93 ) Quién podrá negar no ser verdadera la historia 
de Fierres y la linda Magalona? Parece que se escribid á 
últimos del siglo XII, por un canónigo de Maguelona cerca 
Mompeller llamado Bernardo Treviez. Tradújola al castellano 
Felipe Camús y se publicó en Toledo en i5a6 con este lUulo: 
« Historia de la linda Magalona, hija del Rej de Ñipóles, y 
de Fierres, hijo del conde de Provenza.» A mas de esta se hi- 
cieron muchas otras ediciones, j tradujese también al catalán. 

(194) El cuerno dé Roldan tamaño como una viga. Varias 
particularidades se refieren de este famoso cuerno en lois poemas 
de Orlando y Morgante* Eira de un diente entero de elefante, 
y se o^ó algunas veces á dos leguas de distancia de donde se 
tocaba, y en una ocasión lo hizo Roldan con tanto esfuerzo J 
pujanza que rebentó por medio y al dueño se le rompieron las 
.-venas y lo» nervios del cuello. 

(igS) IJeno de honrosa fama. Juan de, Merlo no fue 
portugués ó lusitano como le llama Cervantes, sino casteilauo, 
. bien que era oriundo de Portugal. Fue mayordomo de D. Al- 
varo de Luna, y sirvió de Guarda ma^or al rey D. Juan el U* 
Hizo armas á caballo, como dice Pellicer, en la ciudad de Ras con 
Pedro de Brecemonte, señor de Charni, en presencia de Felipe 
duque de Borgoñai y las que hizo en Basilea fueron á pie* Ju<^^ 



^793 
de Mena dice que las hiio en la ciudad de Hala con Henriqne 
HavisteÍQ. Fue uno de los conquistadores ó aventureros que 
corrió j rompió lanzas en el Paso Honroso de Suero de Quiño- 
nes el ano i434« Fue alcaide de Alcalá la Real d délos Donceles, 
y siguiendo su genio soldadesco y caballeresco hiro algunas 
tropelías de que se quejaron al Rej los regidores, j por las 
que fue preso y privado de la alcaidía. Fue muy estimado 
de D. Juan II que le did la alcaidía con la siguiente ocasión: 
disputábase en Escalona villa de de O. Alvaro de Luna en 
presencia del Rey entre algunos valientes caballeros sobre 
quién habia sido mas valereso, Aquiles ó Héctor. Acaloráronse 
tanto las partes en la defensa de su opinión, que vinieron 
algunas veces á las manos, aunque el Rey los apaciguaba 
metiéndose por medio. Viendo estas poríiadas contiendas D. 
Enrique de Aragón, marqués de Villena, llamado el astrólogo, 
gran defensor de Héctor, dijo: yo quiero que venga aqui 
Héctor-, veamos si los Jquiliüas tienen fanto animo para 
defenderse como lengua para parlar * y aun no las hubo 
acabado de decir, cuando vieron entrar por la sala una fan- 
tasma echando bocanadas de fuego, que con voz alterada y 
ronca dijo: ¿quién de vosotros osa decir que ser más fuerte 
Aquiles- que Hedor? y los que mas se liabian esforzado en 
decirlo y defenderlo fueron los primeros que huyeron. Que- 
dóse el Rey en su silla, y Juan de Merlo echó mano é su espada 
y arrevolvió al brazo su manto para defender al Rejr, por lo 
cual dicen lo hizo guarda mayor de su casa y alcaide de Alcalá 
de los Donceles. Asi cuenta este caso del marques de Villena, 
parecido á otras hablillas que corren de él, el P. Gerónimo 
Román de la Higuera, remitiéndose al tratado que de su linage 
escribió el mismo Merlo. 

C 196 ) P^enciendo dios hijos del conde de San Polo* En la 
crónica del señor rey D. Juan el II de Castilla se lee lo siguien- 
te, hablando de lo que dice Cervantes." En este tiempo, dice, 
salieron deste reino dos caballeros, el uno llamado Gutierre 
Quejada, señor de Villagarcía, y el otro Pero Barba; los cua- 
les llevaban cjerta empresa, los capítulos de la cual enviaron 
á la corte del duque Felipe de Borgoña, señaladamente requi- 
riendo á dos caballeros muy famosos, hijos bastardos del conde 
San Polo, el uno llamado Micer Pierres, señor de Haburdin, 
y el otro Micer Jacques , los cuales recibieron 5u requesta, é 
fue asignado término para cumplir las armas de lo cual die- 
ron sus sellos. Y en tanto que aquel término llegaba Gutierre 



(8o) 
Quejada é Pero Barba tomaroQ sq camino para JerosaleQ, oa 
el cual se desacordaroo é Pero Barba se volvid eo Castilla. 
fi Gutierre Quejada cumplid su romería é volvió ea Borgona 
al tiempo asiguado para hacer las armas. & plugo á Dios qae 
Gutierre Quejada vino sauo á la villa de Sanct Oraer en Bor« 
goaa, donde el duque Felipe mandó hacer las lizas muy ho- 
norablemente^ doude habian 4^ combatir Gutierre Quejada á 
Mtcer Pierres , bastardo de San Polo* £ porque en ^os capí- 
tulos de Gutierre Quejada se contenia que había un tiro de 
lanza arrojadiza, é Gutierre Quejada era muy gran bracero, 
liñbose tan gran miedo del tiro de su lanza, que la condesa de 
Nevers, parienta del Bastardo, envió rogar á Gutierre Queja- 
da que dejase el tiro de la lanza é le daría un diamante de 
precio quiuientas coronas. E por ningún ruego Gutierre Que- 
jada no quiso dejar el tiro de la lanza. E metidos los caballea 
ros en la liza, cuando se llegaron cuanto quince pasos Gutier- 
re Quejada tiró su lanza, é pasó por encima del hombro del Bas- 
tardo, é fincó en el suelo de tal manera, que á gran trabajo se 
pudo sacar: é la lanza del Bastardo no llegó á Gutierre Queja- 
da. C pasado el tiro de las lanzas, ambos á dos se fueron com- 
batir de las hachas, é se dieron asaz valientes golpes el uuo 
cou el otro, é como quiera que el Bastardo era tan valiente 
de cuerpo ó por aventura mas que Gutierre Quejada, trabajo 
de entrar al estrecho con ¿I, é púsole un torno, é dio con él 
eu el suelo; é luego se puso sobre él, la hacha leyantadaen 
Ists manos; y es cierto que si las armas fueran necesarias lo 
pudiera bien matar. E luego el duque echó el bastón, é cuatro 
caballeros levantaron al Bastardo é lleváronlo á su pabelloa. 
E Guiierre Quejada, puesta la rodilla en el suelo, dijo al du- 
que « que bien sabia su señoría como Pero Barba, su primo, 
habia dejado su sello á Mtcer Jacques, bastardo de San Polo, 
cerliíicáudole de ser en aquel día á cumplir con é\ ciertas ar- 
mas: el cual habia adolescido y estaba eu Castilla, é que 
pues él estaba allí, placiendo á Micer Jacques, quel satisfaría 
por su primo, é haría luego con él las armas: é donde esto 
no le pluguiese, que le requeria é rogaba le diese el sello que 
de Pero Barba teuia . £1 Duque mandó luego llamar á Micer 

Jacqups, é le dijo que viese si quería cumplir las armas El 

Bastardo respondió que le desplacia mucho de la enfermedad 
de Pero Barba ; pero pues él estaba en tal disposición, era 
contento de darle su sello é asi se lo dio, de lo cual el duque 
hubo grande enojo porque paroscid cobardía del Bastardo. £i 



Uaqtíb olró día itwpues de las armas ^ bito comer eoos^gb ^ 
los dichos caballeros^ teniendo ií la parte derecha á Gutierre 
Quejada; é después de comer el Duque 1^ envió una ropa cha* 
pada, en qué había mas de cnare&U marcos de orfcbcria do* 
tadd, forrada de sebeJlínas. Y hechas asi Jas armas de Gutier- 
te Quejada dos gentiles hombres parientes sujos, ilamadoá 
»no Rodr^o Quejada y el otro Pedro de Vilía|jarcía» se acoc^ 
daroD de hacer dertas armas á oabailo coa otros dos genl¡le» 
hombres de la casa del Quque, y las hicieron honorablemen- 
ie en presencia del Duque: el cual hechas las armas les euvid 
seadas vajillas en que habia {«-eiiiU marcos de plata en cada 
una, E asi Gatierre Quijada se partid de la oorie del Duque 
<ie Borgona con mucha honra, etc. etc* » 

( ' 97 ) ^« /« casa del Duque de Austria. En este tiempo» 
dice la misma crónica citada eü la nota anterior, partió deste 
reino (Gaslilla) un caballero llamado D.Fernando de Guevara, 
doncel é vasallo del Rej, el cual con su licenciad aj^uda llevd 
«lia empresa en Alemana é Cuele tocada por un caballero m^ m 
valiente llamado Alicer George Vourapag, déla casa del Duque 
Alberto de Austerriche, que despue^i f^e R<^ de üngria ó de 
Bohemia jr Emperador de ios romaiios» E hizo armas eu la cib* 
liad de Viena en presencia deste Duque. Las armas fueron á 
pie: é como quiera el caballero alemán era sin comparaoma 
mucho mas valiente que D. Fernando de Guevara, D. Feman-» 
do se hubo Un bien d tan valientemente, q ue lo firió de la haeha 
en ambas á dos las manos en tal manera quel alemán se iba retra* 
jendo, aunque sabiamente, como caballero que sabia bien lo 
que hada. Bl Duque en esto echó el bastón, é sacólos de las 
lizas, ó hizo muy grande honra á D. Fernando de Guevara y 
envióle un jojrcl que podia valer quinientas coronas é dos tro- 
tones mujr especiales. E asi D. Fernando se volvió en Castilla 
y estuvo en ella algún tiempo: i después acordó de se ir á Ñapo 
para el Rej D. Alonso de Aragón, d cual lo resdbió muy 
bien, etc.» 

( 1 98 ) ^fgott ifufi fueren' hurla las justas de Suero de Qui- 
Aones del Paso^ Suero de Quiñones, el del Paso honroso, era 
nn caballero leonés que en el año de 1434 ceiebrójunto al puen- 
te dd rio Orbigo unas solemnes y nunca vistas justas que du- 
raron treinta dias. Nueve eran los defensores ó mantenedores 
contra los aventureros que concurriesen, los cuales llegaron á 
sesenta y ocho, no solo de los varios reinos en que se hallaba 
lu 6 



(8i) 
entone» dWi^íáa Espafint &ín<> Umbien de Portugal, Alemania^ 
BrcUña ¿ Italia, citados antes por carteles públicos de desafío 
oomo lo espresa el mismo O. Suero en la arenga que pronun- 
cid en presencia del rejr D. Juan 11: uDeseojtíSto é razonable^ 
difOf es los caliposd en presión detenidos^ desear libertad: é 
tomoyo^ vasallo é natural vuestro^ sea en presión de ana se" 
úora de tiempo grande aod^ en seáal de lo cual todos los jueves 
traygo d mi cuello este fiero ó collar^ segund ya es notorio 
en vuestra magnífica corte^ é rejmos^ é fuera dellos por los 
harauies que la semejante presión con mis armas an leiHulo: 
agora^ poderoso seáor^ en nombre del apóstol Saniiago yo 
he concertado mi ráscale ^ el cual es trescientas lanzas rompí' 
das por el asta 'de mí é destos caballeros (pie aqui son en or- 
ues de guerra^ contando la que fesiere sangre por rompida.»* 
en el derecho camino por donde la mas gente suele pasar para 
aquella cibdai donde su sania sepultura estd^ cerlificanáo d 
iodos los estrangeros que alli fallarán arneses é cabaos 
é lansastales^ que qualquier buen caballero ose dar con ellas^ 
sin tener de las quebrar con pequeño golpe* E notorio sea d 
iodos las seáoras de honor que qualquiera que pasara por 
aquel lugar^ d fio yO seré^ que si non lieva caballero ó gen- 
tilhombre que faga armas por ella^ que dejará el guante dé 
la mano derecha* Coocluyendo con esta cabalierjosa frase. A 
todas las se/loras del mundo sea manifiesto que si la señora^ 
cuyo yo se^ pasare por aquel lugar ^ donde yo con los caba^ 
llerotídel Paso^stare^ que su mano derecha ira segura de 
perder el guante^ é ningún caballero nin gentilhombre podra 
facer armas por. ella^ siálico yo^ pues en el mundo non hay 
quien tan verdaderamente por ella las pueda faser* En cstai 
4:dlebre6 justas mnríd el caballero aragonés Alberto de Clara* 
fiiODle, y bnbo ouee justadores heridos á mas de otras ligeras 
desgracias* EX áltimo dia del Paso 6 de las Justas no quedaba 
ya mas que nnode los mantenedores en estado de hacer armas. 
Puede verse la minuciosa descripción de cuanto pasd en estas 
singulares ¡ustas, en el compendio que Fr. Juan de Pineda 
compuso con el título de fJb^n del Paso Jlonrroso^ que anda 
suelto y se reimprimió al ñn de la Crdnica de D. Alvaro de 
Luna* 



(W) 
Capitulo quinctto^edimo. 

( 1^9 ) EJt tal caballero hizo ó caballeros hicieron. Crítica 
raioaada j fuerte contra la ligereza con que se andaba en la een- 
sura^ aprobación j licencia para la impresión de tales libros. 

(aoo) y vestirle una camisa de cendal delgatüsimo^ etc. 
Descripción itBÍtan4o las ceremonias con que solían ser recibí- 
dos y agasajados muchas veces los caballeros andantes, según 
se lee en los libros de caballerías* 

(,^ot > Silla de marJiL De esta materia eran las sillas Ha* 
madas cumies délos magistrados romanos. Se llamaba asi una 
silla de marfil con los pies curvos y mas altos que los regulares* 
lá cual se colocaba sobre algunas gradas y era semejante á un 
trouo* Era uno de los síin])olos de la suprema autoridad. 

Habia magistraturas en Roma llamadas enrules, por el uso 
que podían hacer de estas sillas, no solo en sus casas sino 
también en los tribunales, en las asambleas y en todas las otras 
funciones páblicas, kacíéudose llevar con ellas d bien mandan- 
do conducirlas detras de sí. Usaban en* general, de la silla 
Gorul los dictadores, los cónsules, el gran sacerdote de Júpiter^ 
los procdnsoles, los pretores, . los censores, algunos «diles^ y 
á mas aquellos que habían hecho servicios eminentes á favor 
de la patria y en recompensa de lo cual se les concedía 'este 
honor. 

Acostttmbrabaí» también poner ]a silla corul en d carro de 
los triunfadores, y la enviaban los romanos como un honor 
particular i los.reyes sus aliados, como vemos por Tito Livio 
hablando de Eumeno^ rejr de P^gamp. Las vestales gozaban 
de igual distinción. 

Algunas veces las sillas enrules eran no mas que cubiertas 
de láminas de marfil, y otraá fueron también de bronce. 

Se cree que los romanos lomaron délos etruscos el uso de 
W sillas emules durante el .rQÍuadp de Tarquino el Anüguo. 
§itt embargo vemos ya que Numa concedid el uso de una 
silla curul al flamen Dial como un distintivo de su dignidad. 

(aoa) No son nudas fúosojias^ esasy como tú dices^ Sancho. 
Para que el sentido sea claro faltad continuación, como lo 
nolj»rou ya Bowle y Pelliccr, dijo eil canónigo ó elcura^ úni- 
cos á quienes puede atribuirse el razonamiento. 

(ao3) Hizo d su escudero conde de la ínsula ^r me. La 



(8Í) 
)i¡stona áe AitiAclis de Gaula no dioe^üe este caWleiro Wiestf 

4 Gaiidblin conde, íino seFior de la (nsula firffie. 

(ád4) Haciendo rkesa dt una aUiotnbra. Lo misüid qoe 
alfotnhV.'r. 

*( ao5 ) ^0 ós áóUtíiea. Él ^erbo adlícaádo acuciarse es 49 
idísnió que acOngo)4irse^ apurarse ^ apesadumbrarse, acui- 
tarsc, etc. 

( 2o6) Carne momia. Se Ilanan momias l«s cadáveres em* 
balsamados que se hallan ea Egipto, de dende los llevan 4 
•Europa muy bien conservados. Casi iodos los «atores atríba** 
yen k un 'principio religioso J ú kí naturaJieca del país los mo>> 
^ÍTos que obligaban 4 los egipcios i embalsamar y lá conservar 
^n lo posible los cuerpos de los hombres y de-ciertos animales» 
Este uso^ra^eotre^ellosde ana antigüedad prodigiosa,/ erai 
varios los métodoe i5 procedimientos que obsei*vabau para coa<^ 
9eguírlo% 

A todos los 'cuerpos sean desecad ostS -embalsamados se ksdi 
IbI nombre áe mumim^ momias. Este nombre, que no es -de 
oi'fgeii gi'i<^go ni latioo, no -puede tampoco derivarse de la 
lengua egipcia^ come dice MiHin^ pues satt Agastia díoe q«« 
loü egipcios 'daban el nombfede gabharas á sns cuerpos -ein* 
balsamados 6 desecados. Algunos autores derivan la palabra 
luomia mumia^ de la espresion tfrábe mum, que significa cera* 
Otróe con Escaligero^ y quistf con mas razón , quieren qat 
venga de amomus^ amomos, planta de que hacían los pueblos 
'antiguos mudio uso para la Conservación y ^inbalsamamieBto 
de los cadáveres» 

lia llanura de SnccafH, cerca de la antigua Mén^s^ es- «I 
lugar de donde liKsta ahora se han sacado las manrias ; pero 
pocas nos llegHn intactas 6 enteras por la raf>ácidftd de los ára- 
bes y t urces Y los "cuales no las venden á los estrangeros sino 
después de h;iherlas despojado^ para apoderarrse de algunos p^ 
qucños ido1itit)S de oro 6 plata que algunas veces las pOD¡»a 
entre las vendas, ó para arrancarles eldbolo ó la moneda que 
las iTietian debajo la lengua para pagar áCaronte.Esta llanura 
de Saccara es una especie de peñasco bastante llaní») de unas 
dos 6 tres leguas de diámetro á cinco 'ó seis pies debajo de la 
arena. En él se hallan varias cuevas con nichos, en donde se 
depositaban laS momias én pie dentro de las cajas d ataúdes* 

Estos eran unas veces de madera comun^ y otras decipr^ 
dt Oriente, dbien de siodtiioro, y casi Metnpre tienen- la niisina 



t«5> 
fcrtiM j Sgttra qoe la momÍ9. £a la alia fobre la lapa del 
ataúd M ve ordioaciameate uoa cara de escultcnra y púilada ; 
y se ha querida suponer si era an retrato del difoolo; pero la 
mocha semeja aza qae se observa entre uaos y atroai haca 
creer que no es mas que un adorno* Otros han pensado y j 
tal vez con mas fundamento) que sobre las momias dejos hom<* 
bres pintarían la figura de 0»íris, j la de Isís sobre la de las 
mogeres. Cn algunas momias se ha observado tener pintada 
una cara sobre las misioas tiras d venda& de tela que cubren 
su misma cara, jr en los pies figuradas tan^ien sus vandal ias^ 
& encuentran monoúas con las uñas tenidas de amariUo. £n 1q 
interior délas momias se les han hallado algunas veces peque- 
mos ídolos amuletos^ niloipetros, etc. También 90 han.enconr 
Irado algunas con ojos postigos hechos de lela de algodón 
endarecidacon pez y resina» Bauillet dice que había ataúdes 
cn los que la figura pintada en ellos tenia ojos de vidrio^ 
por donde podría verse la momia 4 cadáver sin abrir la caja 
<|ue la encerraba «t 

En la misma llanura de Saccara , en. donde se hallan prin-* 
icipalmente depositadas las momias humanas, se encueotra|i 
.también en unos sepulcros, ó galerías subterráneas un ^ran 
^4mero de animales sagrados. Denon en su víage en el alto 
JSgipto, entrd en algi],nas de estas cuevas, en una de las cuales 
.liabia mas de 600 momias de Ibis. Los vasos que las sirven de 
sarcdfagos son de (ierra colorada y común de 14 4 id pu^g^* 
^a.de elevación , y . tan bien conservados, que casi obligan á 
dudar da su antigüedad. En general estas mondas eslan en- 
. Tueltas con vendas 6 Uras entrelazadas con mucho cuidado y 
. artificio: h cabeza J los pies se hallan escondidos debajo las 
alaSf jr el todo présenla una figura cdnica. ^o obstante hajr 
.algunas que no están dentro de urnas, pero sí envueltas d fa- 
jadas con el mismo cuidado ; á eBcepcion de la cabera y pico 
que quedan prominentes, y de estar preparadi^ como una mo- 
mia humana, y que parece pueden tenerse en pie», 

Al hablar de las momias no creemos disguste ver lo que di- 
ce acerca de ellas el célebre Cbampolion Figeac, cuyos últi- 
mos TÍagespor el Egipto tapto bau ilustrado la historia.de 
aquel país» El uso^ ó tal vez la falta de terreno donde cons- 
truir cementeriqs, dice este viagero , j/al mismo tiempo las es- 
cavaciones trechas en las montauas para la estraccion de los 
TOaUrrialfii empleados en la construcción de los inmensos mo- 



namentotde Egipto^ fuá la caus» (|ae todos ios maerto» p«« 
saron á ser otras tantas moroias d momificados* El estado || 
posibilidades del difanto determinaba el modo cdmo había 
de ser embalsamado. Los cadáveres de los pobres eran dese- 
cados solamente en el mismo suelo en que se les enterraba 6 
en el natrón^ enyueltos con telas ordinarias^ j depositados de 
este modo en los sepalcros. Los cuerpos de las personas de dis- 
tinción se embalsamaban sigaiendo unos métodos largos y dis* 
pendiosos. Solían cresparles d trenzarles los cabellos. | En aU 
gunas momias se ha encontrado nn escarabajo en la oreya de* 
recha. Algunas veces les reemplazaban los ojos naturales con 
otros de esmalte y en ciertas ocasiones doraban toda la figura. 
Envolvían en seguida con vendas 6 telas mas 6 menos fioas 

. cada uno de loS dedos de los pies y los de las roanos^ despees 
de haber dorado las uñas; habiéndose hallada momias cajos 
dedos estaban metidos cada uno en un estuche de oro. 
Poníanlas á algunas ricos anillos y collares. Gubrian luego 
con las vendas cada uno de los miembros en párticnlar, j 
dltimaraente el cuerpo «ntero, y por medio de lienzoS) táni- 
cas y otras ropas procuraban dar á las momias sus fomias na- 
turales y proporcionadas. La cabeza era el principal objeto de 

* sus cuidados. Este viagero halld sobre la cara de una momia. 
muchos dobleces de muselina muy fina pegados unos sobre 
otroS) y encima de todo una capa de yezro dorada 'qae con- 
servaba todas las pramineocias de la figura, teniendo los ojos 
pintados. Esta especie de máscaras se hallan algunas veces so- 
bre las mismas vendas 6 ligaduras y abrazan toda la cabeza 
hasta el pecho. A continuación suele haber un collar for- 
mado de granos y cilindros y otras bujerías de diferentes 
colores, entremezcladas de figuras de divinidades de tierra 
cocida ó esmaltada. Debajo de este collar acostumbra á ha- 
ber por la parte de delante una túnica 'de la misitoa material 
cuyos colores variados forman figuras de escarabajos, de ibis, 
de globos alados, de figuras de varias divinidades, etc; y ana 
descripción geroglffica perpendicular. La variedad y gusto que 
se observa en el modo con que están colocadas las momias es 
infinito. En lugar del collar y de la túnica de esmalte se en- 
cuentra mas ordinariamente un cartón que envuelve toda la 
momia en forma de estuche. Este es de una especie de papel 
6 tela, y es muy sdlido, cubierto de una capa de yeso ó estu- 
co, y adornado de varias pinturas y dorados. Unas y otras 



(»7) 
tieneii retacion áUs obli^cioocs del alma, á sus TÍsitas á diferen^ 
fea divinidades, j la iascripcion geroglíBca perpendicular que se 
halla en medio contiene el nombre del muerto , y algunas 
Teces el de sus padres y sus títulos y calidades. Otras veces 
esta especie de estuche envuelve toda la momia entera y está 
asegurado por la espalda por medio de un lazo ó cordón co- 
mo una cotilla. Preparadas de este modo era como se poniaa 
en el aiaud. 

£stos por lo común son de sicdmoro, de cedro y algunas ve-» 
ees también de una especie de cartón. Suelen ser de una sola 
pieza, y tanto por dentro como por fuera se hallan cubiertos 
de pinturas que representan escenas funerarias j muy repe- 
tido el nombre del difunto. Se ve figurada el alma haciendo 
sus ofrendas á cada divinidad; y con este motivo se ven re* 
presentadas muchas otras particularidades curiosas. La tapa 
del ataúd, también de una sola pieza , está igualmente cubier- 
ta de pinturas análogas, muchas veces por dentro y por fuera^ 
y sobre su parte superior suele comunmente estar la cara eil 
relieve pintada , y otras veces dorada. Una birba trenzada in- 
dica que la momia es de hombre, y U falta de ella es señal 
que es de muger. Un gran collar de geroglíficos cubren el 
pecho, 7 en el medio sigue la inscripción perpendicular acom- 
pañada por los lados de escenas fúnebres. Este ataúd se halla 
algunas veces encerrado dentro- de otro, y este dentro de ua 
tercero de muj grandes dimensiones, todos cubiertos de ptQ<- 
turas, inscripciones, etc. Dispuestos de esta manera eran de<- 
positados estos ataúdes en los mismos subterráneos 6 sepulta- 
ras, de donde ahora se estraen. 

Junto con las .nismas suelen hallarse diversas ofrendas, y 
algonas veces simulacros 6 instrumentos de la profesión d^ di- 
funto* Cerca de su ataúd se encuentran también otras veces 
unos vasos que los anticuarios llaman canopos, y estos sue- 
len ser en náraero de cuatro, dfs materias mas 6 menos precio- 
sas, según la calidad del difunto. Los hay de arcilla común 
y de alabastro el mas precioso. Estos cuatro vasos forman una 
colección completa y . en ellos eren depositadas las entrañas 
del difunto, envueltas primero en un lienzo, y luego sumergi- 
das en bálsamos. Los canopos tienen una figura de un cono 
al revés, y los cuatro de cada difunto son enteramente igua- 
les; á escepciop no obstante de sus tapaderas que son todas 
diferentes. La del uno figura la cabeza de una muger, la del 



(86) 
dtro la de oo giivílaii, la tercera la eabeM de im sobakal, f 
la coarta la de ua cioocéfaio. Una targeta cáadrada en medid 
eoo muchas colttoas perpe&dtcatarcs de> jeroglíficos coatLenea 
la súplica del difunto a cada una de las cuatro dÍTioidades^ 
eajfos sinibolcis adoroaQ el reriiate 6 tapadera de los vasos j ú 
nombre del muerto que se la dirige* Una insoripcíon hecha á 
{>incel reemplaza algunas veces una inscripción grabada. Es 
maj raro hallar completos los cuatro vasos de la misma serse 
6 colección* 

Coa ks momias suelea también hallarse ciertas figurillas^ 
fue vienen á ser una e^cre de ofrendas hechas á los muer" 
tos* Estas son de madera pintada^ de piedra 6 tierra cocida con 
varías inscrípeiones grabadas. Sobre casi todas las de ana 
misma s^ultpra se. halla el nombre del difunto, y sueleo ha* 
liarse en el suelo por el alrededor del ataúd. Algunas veces 
•^tas figurillas están depositadas en ca^as oon varias subdiri^ 
siones, en donde se encuentran amontonadas. Estas ca)aSf que 
son pintadas^ sueleu ser de anos dos pies de ancho jr uno de 
alto cim la tapa corredera. 

8e hallan también muchas veces entre las momias algunos 
manuscritos sobre papiro de dimensiones varias» La de« 
vocion de los muertos nos ha trasmitido estos restos precio- 
sos de la literatura egipcia. Estos rollos se hallan en los 
ataúdes 6 debajo de las vendas 6 ligaduras de las mismas oio« 
mías f entre sus muslos^ sobre el pecho 6 sobre sus brazos* 
Los hay que estaban puestos ya antes de embalsamar la mo-* 
míe; y otros que fueron embalsamados por separado, y pues* 
tos y encerrados en una especie de estuches cilindricos , qae 
es preciso romper para sacar el papiro. Én el museo de Ta- 
rín se couserva uno de estos manuserítos^que tiene 66 pies de 
largo, y en el de Paris otro de aa. El hallazgo de un maaos- 
eríto dentro de una momia, concluye Champolion, le áai ya ana 
cierta importancia, y supone que no era un persona ge coman. 

Los cadáveres de aquellos que morian en alta mar y eras 
arrojados en las costas de la Libia , y quedaban disecados por 
d estremo calor que reina en ellas; y aquellos otros infielices 
que á veces en carabanas se hallan sorprendidos por los hora- 
eanes muy frecuentes en los desiertos de Tkira, y quedan en- 
vueltos y sepultados bajo aquellas monta&as de arena movible 
y ardiente, se llaman también momias, y mas ^omuoments 
momias blancas* .... 



(«9 
« So da Umbleii el nomlire de momias á Qiioi ciMMTeréa moj 
biea coDservados hallados eti afganas cuevas sabterráDeas de 
las islas Ganarías, j que pertenecen i los antiguos GuancheS| 
primeros habitadores de aquellas islas. 

Halláronse igualmente en Auyernia algunos cuerpos diseca-* 
dos, á los cuales se les dio el nombre de momias^ que se cree 
son de los antiguos galos. Se hallan envueltas con varias tiras 
át lienzo; no obstante no se conoce en ellas ninguna prepara* 
cioa balsámica, jr tal vez su conservación se debe ú]iica« 
inente á la naturaleza del suelo. 

Las momias han tenido algún tiempo ciertos usos en la me- 
dicina, que se dice introdujo un médico indio; en el dia se 
hallan desterradas del todo, fin la pintura se emplean para ha* 
cer nn color oscuro. 

Los árabes se-sirven principalmente de las momias artificia- 
les como de antorchas 6 teas , encendiendo un brazo tf una 
pierna, y también para hacer encender el fuego, pues como se 
hallan impregnadas de sustancias resinosas , arden sus miem^ 
bros con mucha facilidad. 

Capitulo qutticu(ig¿ñmo pttmcto. 

( :kój } Mas de veinte plumas* En las primeras ediciones 
decia plumages, mas se ve que ha de decir plumas. Muy de 
moda eran estas entre los españoles j llevábanlas en las gor- 
iras 6 sombreros. También eran de moda entre los franceses, 
pero con la diferencia que estos la llevaban á la izquierda, 
jr nosotros á la derecha. 

( ao8 } En la pastoral Arcadia^ Región de la Grecia en 
d Peloponeso, situada, entre la Mesenia, la Acaia, la Elida j 
la Argolida. Tomd su nombre de Arcas 6 Jrcade^ su tercer 
irejr hijo de Calista j esta de Licaon su primer rey. Este 
pais de la Grecia era el mas famoso en fábulas. Fueinhabir 
tado hasta que Pelasgo, hijo de la tierra, según la mitología, 
se estableció con sus hijok que en breve la poblaron. 

Los árcades eran los últimos pueblos del Peloponeso que 
uo^enian ni puertos ni naves. Estaban situados en medio de 
otras provincias, y separados de la costa marítima. De aqui 
estqne cuando se embarcaron para el sitio de Troya parlic^ 
roo eo las naves que les did Agamenón» 



lA Arcadia le Uamé príiMro Primode , porqat estaba cé- 
bierta de encinas: después tomó el de Pelasgm j el de Ucath 
ma de Lícaon hijo de Pelasgo. Sus principales ciadades«rtn 
Manlinea, McgalopoHs, Tagea, StinÜdo^ etc., que tomaron t| 
nombre de sus fundadores. 

En sus montañas pacían una in6nidad de ganados i cansa 
de su mucha fertilidad. Había principalmente un námero con- 
siderable de asnos de una fuerza y esUtura estraordinaria. 

Los arcadas fueron célebres por su pasión i la másíca j i 
la poesía, por lo que dijo Virgilio ea una de sus Eglog^: 
Soti cantare periti 
Jrcades, 

La Arcadia era la morada principal del dios Pan , el que 
YÍvia en el monte Liseo j Méoalo. Los árcadea fueron sin 
dispota los pueblos mas antiguos de la Grecia; pero estabaa 
tan envanecidos de su antigüedad, que los poetas fingieron 
que eran anteriores á Júpiter ^ j aun á la creación del Sol 
y de la Lnna. 

En el ano 1690 se establecid una sociedad literaria en Ro- 
ma con el título de los Arcades para el progreso de las 
letras y de la poesía italiana,* tomando cada uno de sos in- 
dividuos 6 árcivdíes el nombre de un pastor de la antigua A^ 
cadia. 

Capitulo í|ttttuua¿^9Ímo 9e0tttúra. 



( ao9 ) Los aposentos de la cabeza. Tanto Bowle como 
Pellicer crejeron que este pasage era nna imitación de D. 
Olivante de Laura cuando la sabia Ipermea decía á aquel ca« 
ballero su protegido: Fbs seréis luz He todos los caballeros 
andantes^ espejo de toda bontlad^ faiH>r de los necesUados^ant' 
paro de las imidaSy defensa de las doncellas^ desfacedor de 
los agravios^ destruidor de los malhechores ^ aumentadpr dé 
la fe de Jesucristo^ etc. 

( aio ) Los dos aporreantes que se carpían; es decir, qne 
combaten ó se pelean* 

( a 1 1 ) Disciplinantes. Se llamaban así aquello8,que iban en 
las prooesiones de semana santa y otras penitencias, desnudos 
de medio arriba, dándose azotes 6 disciplinándose por las calles, 
haciendo brotar sangre de sus espaldas. Este acto de peniteocia 
declin<5 con el tiempo á otro de vanidad | por lo que en los tí* 



f9») 
tolos I f J la 4el libro I da la NoWnma raoopOaoMli delaé lejes 
de España se mamltf qae no 5a tolerasen ^üscipünanteti empa- 

• lados^ DÍ otros espectioulos semejantes en las procesioneajotraa 

• funciones religiosas. £1 origen 6 costumbre de los disciplinan^ 
tes le atribuyen algunos á las predicaciones de S. Antonio da 
Padua á principios del siglo XIII. Muchos abasos seJnlrodart 
jeron en esta pr&ctica religiosa 6 de penitencia^ como que algon 
nos hombres piadosos se vieron precisados á declamar contm' 
ella, j S. ^y icen te Ferrar dispuso qu^ los discipUnantas hobia^ 
sen de llevar túnica blanca j cubierto al rostro. 

( aia ) Jr remetió á las andanas. Es una acriminadon in« 
furiosa á la buena memoria de Cervantes atribuir este, pasaje 
ú una sátira contra las imágenes, como lo supone Jarvisen una 
nota á su traducción inglesa , j no es menester detenerse en:fe« 
f utarla al que baja leido la vida de nuestro autor» 

( ai3 ) Será gran prudencia, dejar pasar el mal inffuja 
de fas estrellas que ahora corre* En lodo procuraba D. Qui^ 
jote acomodarse á las ideas / marcha que habian observado 
ios caballeros andantes, cujas historias por su mal habia leído* 

< ai4 ) ¿ Qué saboyana me traéis d mí? Gala de muger 
llamada asi porque la moda vino da Saboja. 

( ai5 } Porque se usa en la Mancha tomar las nutgeres el 
apellido de sus maridos» ( f'. la nota S^ del primer tomo,) 

( ai6 ) No te acucies, (f^. la nota ao5.) 

(ai7 ) Se halló en unas famosas justas que en aquella 
ciudad se hicieron. De las notas de Pellicer hablando de es- 
tas justas, resulta que eran unas de las tres que tenían obliga- 
ción de celebrar todos los anos los caballeros zaragozanos de 
la cofradía de S. Jorge en memoria de su santo patrón, j se 
llamaban las justas del arnés. Sin embargo de lo insinuado, 
D. Quijote no asistid á estas justas sin duda para separarse Cer- 
vantes del indigesto Avellaneda. 

( ai8 ) El califatrueno. El da cabeza atronada, vocinglero 
.j\ hablador, alocado j vacío de cascos, según Covarrubias* 

( a 1 9 ) Jason de Creta, No fue Jason de Creta sino de Tesa- 
lia. Este personage mitológico se hizo célebre por sus amores 
con Medea, y por haber sido el que capitaneó á los Argonau-* 
^as, cuando la coaquista del vellocino 6 toisón de oro. 

( aao } Del Catay hasta Gaeta. Catay, antiguo nombre de 
la parte septentrional de la China. Gaeta, ciudad del. reino de 
ríápoles en la tierra de Liibor. 



(9») 
(Mt) A» JMantf.I)ÍQth dekgÉetrA^bBnAUM^CMipflf 
fttra de Marte, cajo oerr«^ preparaba. El noiabre de BeUn^ 
creen se deriva de beÜum guerra* Otros dicen qfie del griego 
aguja, porque fue la primere que la ¡aventó. Piatanla desgreña- 
^la, llena desangre^ con ios ojos encendidos, j con una pica 6 
hm en una nano, j una antorcha ó un escudo á azote en la 
otra, j con morrión j corase* Desde el momento en que se 
declaraba ia guerra por los romanos^ un heraldo arrojaba una 
lama oontia una oolona que babia delante del templa de esta áia* 

(aaa) Boyardo^ Célebre j heroica caballero francés que 
floreciá entre el sigla IIV j XVI ^ llamado por su nunca dev 
aientido valor j portas lelovantes virtudes, el cabaUero sin 
nú§day sin taciuu 

( aa3 ) Forsi ^Jíro cantera eom imiglior plectro^ Pellicer notó 
ya que aunque este verso era tomada de Orlando Furioso^ 
BO estaba copiado exactamente tal como lo pone el Arioslo^ 
lo que sin dada debo atribuirse á ialta de imprenta. £1 origi"» 
sal dice: 

E come a rttomare in sna eontrada 
Trovasse e ouoanaviglía e miglior tempO| 
£ de V India á Medor desse lo scettro, 
Arne aitri eauSerá con miglior 4i/eí(ra< 



AL TOMO TERCERO. 

PARTE SEGUNDi. 

31 la ÍDríruatatia* 

El Quijote no fue la única obra que Cervantes dedicó al gran* 
de conde de Lentos como él le llama, segua resulta de la fnihma 
dedicatoria. A mas de hs comedias y esta a** parte del Quijote^ 
tledicóle también fes Trabajos de Persilesy Sigismundo^ obra 
con poca razoa tenida por el mismo Cervantes como Ja in^jor 
de sus coraposicioQcs, ciijra dedicatoria «scribió después de 
liaber recibido jra la estremauncion. El no haber dedicado 
Cervantes, «Ibombre mas agradecido, la segunda parte de su 
inimitable obra al Duque deBéjar, justifica hasta cierto punto 
lo que dijimos en la nota á la dedicatoria de la primera parte 
( V. ) que el Duque « no le tratd, como manííestd Rios, con la 
generosidad que correspon4ia á «u grandeza, j al mérito y 
necesidad de tan insigne escritor . » 
^ Del contenido de esta dedicatoria se ve claramente la situa- 
ción desgraciada del digno de mejor suerte Cervantes. Ademas 
que sobre estar enfermo^ dice en tono festivo al supuesto pro- 
pío de la China, estoy muy sin dineros. La milésima parte de 
lo que han vaHdo las ediciones que sucesivamente se han he- 
cho del Quijote, era mas que suficiente para proporcionar á 
fiu pobre autor una fortuna superior á sus mismos deseos: sin 
embargo no debemos estrañarlo si tenemos en consideración 
que esta es la snerte común de todos los grandes hombres. TJa 
cuadro por el que ahora se ofrecen con empeño muchos mile 
de duros, no le valid quizá á su autor mas que algunos cen- . 
tenares de reales. 

El conde de Lemoa , marques de Sarria , á quien con mu- 
.ci»« justicia Uamó PelUcer « el .Mecenas de su »iglo » dispensó 



(O 
al i^o^ñ tfortapado CorvaolM una protección que sí no fue cor« 
respoiKÜeaU ai mérito del protegido, puso á este á lo menos en 
situación menos desgraciada, como que le susteoiabu, ie ainpa- 
raba y le hacia mas merced en el lenguage reconocido de Cer* 
Vantes« al que él mismo acertaba á desear. 

Cu'jodo nuestro autor escribió esta dedicatoria estaba ja 
impresa toda la a.* parte, «egun resulta de la tusa que se 
despachó eu Madrid á ios ai de octubre de i6jS, jr de la cer- 
Ciíicaciondel corrector general dada en el mismo día, mes y 
«no* 

3U piolólo. 

Resentido y con rticon se muestra Cervantes en este prólogo 
contra el impertinente continuador de su obra. Se cree que 
este fue un fraile dominico' aragonés que se ocultd bajo el nom- 
bre de el licenciado Alonso Fernandez de Avellaneda, natural se- 
gún éi mismo se decia de Tordesilias, quien dio á luz su Quijote 
«n Tarragona el ano t6i4i nueve después de haber publicado 
Cervantes la primera parte. Comprometida en gran manera 
la reputación de este con la segunda parte del Quijote ofrecida 
de^de 1604, anunciada como próxima á publicarse en i6i3, 
y en vísperas de cumplir la palabra que tenia empeñada, babia 
por precisión de incomodarse al ver que otro autor desconocido 
metía la hoz en mies agena ó intentaba de un modo indecoroso 
y brusco eclipsar so mérito* Sin embargo, este incidente mas 
que otra cosa contribuyó para que acelerara Cervantes sus 
trabajos, j concluyese luego su obra, como que á principios 
de i6i5 la presentó solicitando el permiso para so impresión, 
bien que no pudo conseguirlo hasta últimos de octubre del 
mismo ano. 

Triste fue la idea y bajo el concepto que formó Cervantes 
desde el momento del trabajo de su inoportuno antagonista; 
pero sin embargo procedió con generosidad poco común , y 
por lo mismo mas digna de encomiarse. A los necios ultra ges 
é insolentes calumnias de su rival , como dice el Sr. Navar- 
rete, opuso la templanza y urbanijiad de su prólogo, quepuedt 
Ser modelo de contestaciones literarias, y las ingeniosas y fes- 
tivas invectivas que entretegid con las aventuras de su héroe 
alusivas á la flamante historia del disfrazado aragonés. Lo que 
al parecer no pudo dejar de sentir nuestro autor fue que le 
llamara su rival viejo y particularmente maneo f á cuyo prt- 



mer cargó contesta con una reflexión muy fundada y sencilla, 
y al segundo con aquel noble orgullo que siempre supo res- 
pirar en medio de la pobreza j quebrantos en que se vid 
sumido. 

Tanto en la dedicatoria como en el prdlogo brilla el puro 
agradecimiento de Cervantes á sus favorecedores , y no es 
posible espresarse con mas interés, afectuosidad y reconoci- 
miento de loque lo hace al hablar en la dedicatoria del conde 
deLemos, j en el prólogo del ilustrísimo de Toledo D. Bernar-. 
do de Sandoval y Rojas» ambos sus mecenas y protectores. 

Capitulo pttmeto* 

( t ) Con un bonete colorado toledano^ y estaba tan seco 
y amojamado que no parecía sino hecho de carne momia* 
En Toledo se fabricaban en aquel entonces Ips mas hermosos 
bonetes de lana con aguja que entonces se estilaban, y su 
moda no solo era común en la península, sino que se hacian 
grandes remesas de ellos para el estrangero. Antes que comen- 
Baran á usarse los bonetes para cubrirse la cabeza, solian las 
gentes llevar una especie de capillas mas 6 menos parecidas 
á las que llevan los franciscanos ó dominicos. A mediados del 
siglo XV comenzó el uso de llevar caída la capilla sobre las 
espaldas, y entonces se introdujeron los bonetes. Estos tenían 
en un principio como dos picos , observándose la costumbre 
de ponérselos con el uno y quitárselos con el otro. Estos bo-> 
neCes eran entonces comunes á toda clase d^ gentes de letras 
y de alguna distinción, lo mismo seculares que eclesiásticos. 
Introdujáronse sucesivamente los gorros ó sombreros á la es- 
pañola, sin plumas en un principio y con ellas muy luego. ( F* 
lo que dijimos en la nota aoy. del a.** tomo }. Los franceses 
usaron por este mismo tiempo, principalmente la gente mas 
distinguida, otra clase de adorno de cabeza que llamaron mor~ 
tiers^ porque á la verdad parecian unos morteretes puestos 
boca abajo en la cabeza , adorno que tampoco fue descono- 
cido en España , como puede aun verse en ciertas pinturas 
y bajos relieves antiguos. Solia diferenciarse el mortier 6 
morterete del bonete en que el primero era por lo común de 
terciopelo, y llevaba generalmente unos galoncitos de plata 6 
oro, por cuya razoa solo acostumbraban usarlo la gente de 
gran valía. £1 bonete como mucho mas ae^icíUo era ya entonaes 



(i) 

el trage prn{>io cíe la clase merlia j suce^vamente del pueblo- 
be jo, suponiendo algunos quft eu los bonetes qne usa el clero 
tenemos una forma que li escepcion del color se asemeja niu-^ 
cho Á la primitiva de los bonetes antiguos,/ en las monteras 
una degeneración 6 rastro desfigurado de los mismos. 

Afnojtonado es lo mismo que estraordinariam ente enjuto, se« 
co ó descarnado, derivándose de mojama, que es el «tun aceci- 
nado^ enjuto 6 falte de humedad, (yéase en la nota a 06 del 
u.** tomo lo que dijimos hahlaftdo de las momias*) 

( a ) C^ Licurgo moderno ó un Soion Jlamaníte* Licurgo, céle- 
bre legislador de Lacedemonia de la raea real de los príncipes de 
Esparta. Habiendo muerto prematuramente su hermano Poli- 
dectopor los años 898 antes de Jesucristo, su viuda que estaba 
en cvot« ofreció la corona á Licurgo y sacritícar el fruto de sos 
entrañas n resolvía casarse con ella; pero Licurgo desechó con 
indignación tan criminales ofrecimientos. Satisfecho con sernl 
tutor de su sobrino Charilao entrególe el gobierno desde e| 
momento ea que l)egó A mayor edad^ j á pesar de su genero., 
sidad fue acusado de aspirar á la soberanía. La integridad d« 
sus costumbres y k severidad de su gobierno le habia «traido 
muchos enemigos; pero Lioargo en lugar de pensar en la ven. 
ganza solo se ocupó de la felicidad de su patria. Con este ob-> 
jfptu emprendió varios viagea á fin de conocer por sí mismo la 
legislación y las costumbres de los pueblos. Gemenaó sus via- 
jes por la isla de Creta, célebre por las leyes de Mióos; de aqut 
pa:^ al Asia y en seguida al Egipto, verdadera cuna de la ilus. 
tracion y del saber, y de vueka á su patria fue cuando dio 
una legislación á sus conciudadanos. Dificultades inmensas tuvo 
que vencer para poder cimentar las bases de su gobierno, y 
quícá no hubiera podido conseguirlo 4 ne recurrir al oráculo 
de Délfos y haber merecido su favorable asentimiento. « Ami- 
go de los dioses, contestó el oráculo, Apolo ha oído vuestra 
súplica, id á echar los cimientos de vuestra repáblica, que el 
ndinea promete será la mas floreciente que haya existido. 9 
A la voz del ci^o se apaciguaron los partidos, fueron cesando 
}as disensieneSi, y después de ligeros contratiempos tuvo la gra- 
ta satisfacción de ver establecidas, adoptadas y observadas sus 
leyes en Esparta por ios a«os 884 antes de Jesucristo. De^ 
seando Licurgo por la gloria de Lacedenronia que jamas de- 
jasen da observarse sus leyes, supuso ¡que le.faltaba aun coa- 
nitear alguna cosa tmjportante al oráculo; pero antea de partir 



(S) 
ekigíd que 1o9t07«»v ^ ma^jUlradofi j d puéblb se obliga* 
' sen por ua juraiDcato soJemoe á observar reiigiostíraeute hus« 
' ta sa vuelta, las leyes qae les había dado. Lle|{ado á Délibs 
volvió la Piionisa á asegurarle que su código era una obra maes- 
tra de legislación , y que seria feliz el pueblo que le observa- 
ra. Después de esta contestaciou, y acordándose del compro* 
miso que habian couiraido sus conciudadanos de observar sus 
leyes hasta su regreso, resolvió no volver jamas á su patria. 
IJoos dicen que murió voluntariamente en Délfos dejando de 
tomar alimento; algunos otros que se retiró á la isla de Creta 
en donde pasó el resto de sus dias en un voluntario des« 
tierro , y que á su muerte dispuso que sus huesos fuesea 
arrojados al mar, á fín de prevenir que los lacedemonios lle- 
"Tándoselos á Esparta no se creyeran relevados de su iurameoto* 
£i mejor testimonio á favor de sus leyes, que sentimos no po- 
der estractar en estas anotaciones , está en la constante obser* 
yancia de ellas por mas de quinientos años. Solo comenzaron 
á decaer de su origen, y por consiguiente fueron dejando de 
observarse, cuando la corrupción general de los pueblos veci^ 
nos hubo mancillado el antiguo vigor de la Grecia. Agís ia^ 
restableció por algún tiempo; pero Pbilopemon, á íin de itcabar 
de enervar á Lacedemonia, las abolió formi^lmente unos f 88años 
antes de Jesucristo, y en vano después los romanos ensajarou 
hacerlas renacer. 

Solón fue también otro célebre legislador griego que organi- 
zó ias leyes de Atenas, y uno de los siete sabios de la Grecia, 
que nació en la isla de Salamina.por los anos 689 antes de Je- 
sucristo. Dedicóse con un gusto y afícion particular al estudio 
de la filosofía y de la política, y después de perfeccionado en 
ellos con algunos viages volvió á Atenas para ser el ornamen- 
to y el salvador de su patria. Estaba esta oprimida y dilace- 
rada con las disensiones civiles, y sus compatriotas á fin de 
dar cabo á ellas pusieron los ojos en Solón , y le nombraron 
Arconte y soberano legislador. Ofreciéronle también en varias 
ocasiones el trono, pero siempre lo rehusó. Revestido de su nue- 
ya dignidad ocupóse en reformar el gobierno del estado. Sus 
primeros cuidados se dirigieron á apaciguar y contentar los po- 
bres, que eran los que principalmente promovían las conmo- 
ciones. Absolvió una parte de las deudas, y prohibió que na- 
die pudiese atentar contra la libertad de ios deudores insolventes. 
•Anuló todas las leyes sanguinarias de Drucuu, á e*cepciun de las 



(6) 
que trMahan contra kM MesinoSf / pwblied de noevM qoe Süa-^ 

tuao6 lio tener oportunidad de continuar. Ninguna disposición 
tmnó contra el sacrilegio y contra el parricidio «porque el pri* 
mero de estos delitos, decia, ha sido desconocido hasta ahora 
en Aleñas, j porque el segundo es en sí tan horrible que do 
creo pueda cometerse.» 

Sus leyes fueron grabadas sobre tablas j puestas en verso 4 
fío de que se ti jasen con mas facilidad en la memoria. Estu- 
vieron en vigor por mas de cuatrocientos anos, y Cicerón que 
aun alcanzó á ver sus felices efectos en Atenas, llena de elogios 
á su ilustre autor. 

Solón después de haber obligado & los atenienses por me- 
dio de un juramento á seguir sus lejes por cien anos sin va«» 
riar nada en ellas, abdicd las funciones de legislador, y se 
alejó de su patria. Fue al Egipto, j en seguida á la corte de 
Creso, rejr de Lidia , quien deseando deslumhrarle presentd 
delante de él todos sus tesoros , y luego le preguntó si había 
conocido un hombre mas feliz. "Sí , respondió Solon^ 
sí, un simple ciudadano de Atenas llamado Tello, que des- 
pués de haber visto su patria siempre rica y floreciente y apre* 
ciados sus hijos, murió combatiendo por ella." z: ''¿Y des» 
pues de Tello quién es el mas feliz ?r:Cleobis y Biton, dos 
hermanos que después de haber conducido al templo el carro 
en que iba su madre, murieron el uno y el otro estando dur- 
miendo." == ¿Es decir pues que tú no me cuentas, reposo Cre- 
so, en el número de los felices? s: Rey de Lidia , contestó So- 
Ion con voz fuerte , solo es feliz aquel que lo ha sido hasta el 
fin de su vida, y el premio de la victoria no se concede al atle- 
ta mientras aun eStá corriendo por el estadio.*' Trece años des- 
pués, unos 54B antes de Jesucristo, habiendo Ciro conquista* 
do el reino de Creso y habiéndole condenado ú perecer en una 
hoguera, este desgraciado príncipe en el momento de ir á mo- 
rir se acordó de las palabras de aquel sabio, y esclamó machas 
veces: "oh Solón! oh Solón!" Ciro preguntó entonces por el 
signiñcado de aquellas esclamaciones, y habiéndolo sabido, j 
reflexionando él mismo sobre la inconstancia y vicisitudes de 
la fortuna, perdonó á Creso. 

Después de una ausencia de diez años volvió Solón á Ate- 
nas , y encontró la ciudad entregada ft sus antiguas disen- 
siones. Pisistrato se habia apoderado del gobierno, y mandaba 
mas bien como soberano absoluto que «orno un geft de un pae« 



(7) 
^blo libre. Pitra no s«r testigo de uoos desórdeoei que jra oo 

jpstaba ea su raaoo preveuir , retiróse á la isla de Chipre ea 

donde~iaurió á los 8o aüos de su vida unos 558 antes de Je* 

socristo» 

Plutarco supone que Salón se reconciiid con Pisisirato; pe- 
xo su destierro voluulario jr cou&lante demuestra , que se equi- 
vocó este autor* 

(3) Que el turco bajaba, ,n,.y su magestad había hecho 
proveer las costas de Ñapóles ^ Sicilia y la isla de Multa» 
.IVltty frecuentes eran las alarmas producidas en aquellos tiem- 
pos, por los amagos de los turcos de abordar é invadir algu- 
nas costas ó islas perleuecieiites á los reinos cristianos. Por es- 
Xo á cada aviso de que la armada turca S0 preparaba á bajar 
como entonces se decía, del fondo del ]Vlediterr4neo hacia núes-* 
tras costas, ocasionaba una alarma, y se activaban los prepara- 
tivos de defensa; jr oomo entonces Ñapóles, Sicilia jr Malta, 
eran posesiones españolas jr .puntos mas avanzados , por esta 
razón eran de los primeros que se fortificaban , y nuestro mo- 
narca era el que disponía se pusiesen aquellas en estado de re- 
peler al enemigo. (^.« la nota go del a.*' tomo), 

( 4 } Todos o los mas arbitrios que se dan á S, M^ó son 
imposibles ó disparatados ó en da/ío del Rey ó del reino. 
Nunca han escaseado los proyectistas y amigos de hacer casti- 
llos en el aire, en especial cuando se trata de negocios ágenos 
ó del estado ; mas parece que en el tiempo de Cervantes abun- 
daba sobre manera esta clase impertinente de oficiosos conse- 
jeros. Quevedo á mas de otros escritores se burld á su sabor de 
ellos, y no fue esta la i^uica ocasión en que Cervantes les pu- 
so eu ridiculo. £n la novela de los perrosCipion y Berganza^ 
jun célebre proyectista propone el siguiente arbitrio para po- 
per en buen estado el erario. «Hase de pedir en Cortes, dice el 
proyectista, que todos los vasallos de S. M. desde edad de i4 
á 6o años, sean obligados á ayunar una vez al mes á pan y 
agua , y que todo el gasto que en otros condumios de fruta, 
carne y pescado, vino, huevos y legumbres que se han de gas- 
tar en aquel dia, se reduzca á dinero, y se dé á S. M. sin de 
fraudarle un ardite, so cargo de juramento* Y con esto en vein- 
te años queda li^re y desempeñado. Porque si se hace la cuen- 
ta, como yo la tengo hecha, bien hay en España mas de tres 
fuilloues de personas de la dicha edad, y ninguno de estos de- 
jará de ^stiu: oada día real y medio, y yo quiero que no sea 



(8) 
mas Ae vm real, que no paedé ser meaos aimqae coma aThol*» 
YHA. Puafr i parécelefi á vuesas mercedes qae sena barro tene« 
cada mes tres millones de reales como ahuchados? Y estoaa- 
tes seria provecho que daño á los a junantes, porque con el aja* 
no agradarían al cielo y servirían ú su rej; j tal podría aja- 
nar que le fuese conveniente para su saind. £ste es el arbitrio 
limpio de polvo y paja , etc.^' 

' ( 5 ) O fueran hec/ios de alfeñique ? Esta salida de !>• 
Quijote es de lo mas oportuno y salado que puede ver^e aten- 
dÍ€ado á la alta y estncnrdinaria idea que tenia formada de los 
caballeros andantes, Affe/íique es lo mismo que delicado, 6 he^ 
cbo de la pasta dulce y fina que lleva este nombre. 

( 6 ) Del modo que he delineado á Amadis pudiera á mi 
parecer pintar y describir etc. (f^. la nota 43 del primer lO" 
mo.y Desde la primera edición que se hizo del Quijeie hasta 
'la que publicó Peilicer en I79&se habia puesto equivocada- 
mente pintar y descubrir^ y débese á este diligente aootador la 
oportuna corrección de variar el yerbodescubrir por describir** 

( 7 ) Muchas x^eces dormia debajo de techado* (/^ la no^ 
ta 38 del primer tomo,) Eu esto al parecer baj alguna equl 
Tocación por parte de D. Quijotei pues en la historia donde 
se hace mención particular de sus hazañas^ que es el poema ita* 
líano de Luis Fulci, traducido por el valenciano Gerónimo Au« 
ner é impreso en Sevilla el primer libro por Juan CanaHa ea 
i55o en folio, y el a.° en i552, dice este que el gigante Mor- 
gante tenia como una gran choza ó cabana hecha de pinos j 
cubierta de ramaje y tierra, en la cual descansaba cuando te-^ 
nía necesidad de hacerlo* 

( 8 ) Barbitaheño, Lo mismo qne barbirubioy porque /a- 
heñoes lo mismo que rubio. Otros suponen que habia de decir 
barbizaheño , y entonces equivaldría á barba desaliñada , ás- 
' pera y erizada. 

(9) El mor ilfú barbiponiente jr anduvo discreitt de 

adamar^ etc. Se llama barbiponiente y también barbilucio al 
joven á quien apunta el bozo y empieza á echar barbas* 

Adamar^ voz anticuada y sin uso. Yale tanto como amar 
con pasión, con mucho ínteres. 

( 10 ) La amistad que guardó d su amigo* El gran cantor 
etc. Autes que Peilicer variara la puntacion de este pasage era 
confuso é ininteligible. Sin el punto final que puso este dili- 
gente anotador después de la palabra amigo, resultaba que el 



* (9) 
fHÍgeallo barbihécéo Médoró fue amigo del Arióito waHoe 
de la belleza de Ángélicaf lo que no es menester detenernos en 
rebatir. La amistad singaiar j constante que guardó Medoro^ 
lue'á otro moro j rej llamado Dardtnel de Almoate* 
( 1 1 ) y como del Catay recikiÓ el cetro^ 
Quizá otro cantará con mejor pletra, 
(^. la raoíaaaS del a.° tontos ) 

Comenz<5 á contar las aventuras de Angélica el po^ta Boyar-* 
do en el Orla/ido enamorado^ y las continuó el Áriosto en el 
Orlando furioso hasta después de haber dado noticia del en- 
cuentro de Angélica y Medoro con aquel loco paladín^ condu* 
jendo con los siguientes versos las aventuras de Angélica sin 
volver Á hablar mas de ellas en lo restante del poema. 
Quanto^ Signore , ad jíngelica accada 
Dapoi ch^ uscl di man del pazza a tempo^ 
E come a ritornare in $ua contrada 
Troí^asse e buon naviglio e miglior tempo^ 
E deW India a Mfidor desse lo scettro 
Forse altri cantera con miglior. pleítro» 
El famoso poeta andaluz , como le llama Cervantes ^ que 
lloró y cantó, las lágrimas de AgéJica fue Lujs Barahona de 
Soto, prosiguiendo el argumento que dejó sip concluir el Ários- 
to, de cuyo continuador hablamos en la nota 8o del tomo. i«* 
£1 otro , calificado por nuestro autor de famoso y curioso 
poeta castellano que cantó la Hermosura de Angélica, fue Lope 
de Vega, continuando también el argumento del poeta italiano 
en un poema de ao cantos, del |qae se hizo una edición eu 
Barcelona en i6o4* 

(xa) Sacripante ó Roldan,** ímbieran jabonado**, damas 
Jingidas ó no fingidas* Cree D. Quijote, y quizá no sin razón ^ 
que Sacripante y Roldan á ser poetas hubieran jabonado, es de- 
cir, puesto en ridículo ó satirizado á Angélica, resentidos de la 
£ilta de correspondencia,/ desden con que los trató. 

Parece que por damas fingidas deben entenderse las que los 
poetas toman como objeto de sus composiciones , y damas no 
fingidas aquellas con las que pueden estar eu directa y ver-* 
dadera relación* ; 



Copftub $tf¡fxsxbú. 

( 1 3 ) Los forjaron d ios dos en una misma turquesa. Tan 
parecidos el uuo al otro coino si hubi«sea sido vaciadas eo ua 
mismo molde. Di^se el nombre de turqueta á un inoJde de 
bronce en el que se vaciaban 6 con el que se couslruian los 
bodoques ^ especie de balas 6 bolas de barro endurecidas al aire 
del tamaño de una bala de mosquete^ j que se arrojaban con 
las ballestas llamadas bodoques. Coa la turquesa se funden 
ahora balas de varios calibres, desde el numero dos, hasta el 
veinte jr uno. 

( i4 ) Dicen que ios cahaHeros.,.^ hidalgos esatderiles^ 
( f^ las notas a6 ^ ai i del primer tomo^ yla^ de la ^rta^ 
da. ) Supone el P* Guardiola en el Tratado de los títulos 
que los hidalgos escnderiles so llamaban asi porque peleaban 
á pie j con escudos en blanco; es decir, sin empresa ninguna, 
basta que después de algún hecho de armas célebre se gra- 
baba ó pintaba en él. 

( i5) Dan humo d los zapatos. En lagar del lustre, que 
entonces no se conocia, se daba á los zapatos con humo de iiu« 
prenta desleído en un poco de agua, aceite ó clara de huevo* 

( 1 6 ) Hércules el de los muchos trabajos ..../>. Galaor.^ . • 
fue mas que demasiadamente rijoso. £1 nombre de Hércules 
fue común i machos héroes de la antigüedad, célebres todos por 
su valor. Sin embargo el Hércules mas conocido fue el que 
veneraban los griegos y romanos. La mitología le hace hijo 
de Júpiter y de Alcmene. La noche en que fue concebido, dU 
cen durd el espacio de tres noches regulares ; j su nacimiento 
fue acompañado de muchos fenómenos que anunciaban la gloria 
del hijo de Jápiter. Guando aun estaba en la cuna destrozíS 
CoQ sus manos dos serpientes que Juno había enviado para que 
le devorasen. Hércules tuvo varios maestros át muchas ciencias. 
A los pocos anos era ya de una talla aventajada, de una fuerza 
particular, j un corredor estraordinarío. Siendo ja grande se 
presentó á Buristeo , bajo las órdenes del coal debia empren- 
der sus combates j sus trabajos, á los cuales estaba destinado 
desdelsu nacimiento. Algunos mitólogos pretenden que después 
no quiso sujetarse á Euristeo, j que Juno para castigar su 
desobediencia le hizo apoderar de un delirio tal, que mató á 
sus prapios hijos sin conocerlos, crejeodo matar los de Eutts* 



(«o 

leo. Vuelto á la razón se afligió de tal manera que rennoció por 
algún tiempo la sociedad de los hombres. Gn seguida con- 
sultd á Apolo, el cual le mandd se sometiese por doce años se- 
guidos á las órdenes de Euristeo, conforme á la orden de Júpí* 
ter, j le anunció al mismo tiempo que seria colocado al rango 
de los dioses luego qué habría dado fin á las gloriosas empresas 
á que estaba destinado. Euristeo , escitado por Juno, le rnaa** 
dó las cosas mas duras j mas difíciles, que son las que se 
llaman los doce trabajos ó hazañas de Hércules» 

£1 1 .^ de ellos fue el combate contra el león Ñemeo, que ahogcS 
entre sus brazos, j oujra piel fue el mas hermoso adorno de 
Hércules en todo el resto de su vida, a.*^ el combate y muerto 
de la hidra de Lerna, que tenia siete cabezas. En el 3.^ cogi6 
ei jabalí de Erimanto. En el 5.^ alcanzó corriendo j mató 
una cierva que tenia cuernos de oro y pies de bronce. En ei 
5.® mató á flechazos y libró la Arcadia de los p& jaros del lago 
Estiropalo. En el 6.° domó el toro de la isla de Creta enviado 
por Neptuno contra Minos. En el 7.^ robó los caballos de Dio* 
medes, y le castigó porque los alimentaba con carne humana. 
En el 8.*^ venció las Amazonas y se llevó su reina. En el 9.^ 
limpió los establos de Augias. En el io.° combatió con Gerion, 
y le robó sus buejes. En el 1 1.^ se llevó las manzanas de oro 
del jardín de las Hespérides , después de haber muerto al dra« 
gOQ que las guardaba; y en el la.® últimamente sacó á Theseo 
delosiuliernos encadenando antes ai Cervero, A mas de estas 
se le atribuyen otras acciones memorables. Cada país y casi 
todos los pueblos de la Grecia se hacian el honor de haber sido 
el teatro de algún hecho maravilloso de este héroe. Tales fue-* 
ron la célebre victoria que suponen ganó en los juegos olím* . 
picos, la separación de las dos montanas de Avila y Calpe, para 
poner[en|comun¡cacion el Océano con el Mediterráneo, llamadss 
columnas de Hércules, hecho que algunos remontan al año 
laoo antes de Jesucristo;/ mil otras, que seria nunca acabar 
si tuviesen que referirse todas. 

Rijoso es lo mismo que pendenciero, quimerista , ó amigo 
de disputas, lo que á la verdad no nos parece bien aplicado á 
P. Galaor. ( ^. la nota 43 del primer tomo )• 



fia) 

Capftulo Uxcoú. 

' ( >7 ) GrandHocua, Lo mismo que en estilo elevado j ponft- 
poso ó ahisoDante» 

( i8 ) Se me trasluce que no ha de haber nación ni len^ 
gua don/te no se traduzca* No todas las profecías se cuuiplie* 
roo tan exactamente como la del backiller Carrasco. Quizás 
no ha/ idioma en el que esta original prodaccion de Cervantes 
no se halle traducida* Las repetidas ediciones que de ella se han 
hecho en donde quiera se ha ja llegado á cooocer^ son uua 
prueba convincente é incontestable de su sobresaliente mérito. 
Desde que se pubiiod por primera vez la primera parte del 
Quijote en Madrid por Juan de la Cuesta en i6o5 y la 2>eguijdái 
por el mismo impresor en 161 5 ¿ quién es capaz de eiiumer«yr 
las repetidas ediciones que luego se hicieron en los varios 
puntos de la monarquía ? Eln efecto, publicóse en seguida eu 
Valencia, Barcelona, Amberes d Bruselas, Milán, Lisboa etc., 
j en el dia serán bien pocas las ciudades en donde no se ha/aa 
hecho repetidas ediciones de esta obra clásica, 6 mejor, única 
á inimitable en su género, 

£t señor Navarrete en la «Noticia bibliográfica de algunas 
ediciones j traducciones del Quijote '^ hace mención de 
Ocho ediciones de la i •* parte. 
Cinco Ídem de la a.* 
Cuarenta y tres de toda la obra. 
Nueve traducciones francesas. 
Once ídem inglesas. 

Varias italianas, holandesas, alemanas, portuguesas, 
una en latin, otra en lengua danesa, y algunas enhueco y ruso. 
( 19 ) Kunca he oído llamar con Doa^ ( V la nota 3.' de la 
portada, y la a8 del primer tomo. ) 

( au ) Los dos gigantes benitos. No acabamos de decidirnos 
si es del todo probable la observación que hizo Pellicer de que 
en lugar de gigantes benitos^ deoia en el original monges be^ 
nitos* De e»ta manera parece mas corriente ; pero tampoco es 
inconexo que dijera gigantes , pues D. Quijote mas bien por 
gigantes 6 encantadores los tuvo que por raouges. 

( ai } Pedir cotufas en el golfo. Lo mismo que pedir cosas 
imposibles, porque á la verdad lo fuera pedir en alta mar co- 
tufas ó chufas que es lo mismo. 



(t3) 
(aa) Jü^Jírtf (impiadoso Eneas oMó Ftrgiñú le pinta f 
ni tan prudente Ulises como le describe Homero^ Observó ya 
P«llicer que Cervantes aludid en eSto á lo que dice el Ariosta 
en el canto tercero del OrUodo furioso. 

Non sí pietoso Enea ne jorte Achille 
FU come e fama neú fiero Etlore:»* 
Non fu sí sanio ne benigno Aaguslo 
Come la tuba di Fir^itio suona»' 

No tan piadoso Eneas, no Aquiles fuerte^ 
Fue, como es fama; ni Héctor asi fíero.*.» 
No fue asi sancto ni benigno Augusto 
Gomo k trompa de Virg¡ik> suena* 
(aS) Con letras góticas^ Pellicer dice que á pe^ar de que 
en la t** edición y en todas las demás sedecia con letras gdti* 
cas , fue sin duda por una errata manifiesta de imprenta. Fun- 
dóse en que un letrero gótico , cujo carácter de¡ó de usarse ea 
el reinado de D. Alonso VI conquistador de Toledo , puesto 
en un cuadro de los tiempos de Cervantes ^«ara aclarar la sig* 
niticacioa de sus üguras, hubiese sido para el público de mu- 
cha mas difícil inteligencia que los mismos mamarrachos de 
Orbaueja. En vista de esto, continua, parece debiera escribir- 
se letras grandes por letras góticaSm Sin embargo la Reaf Aca« 
demia no consideró de bastante peso las razones de Pellicer, j 
creyó que no había necesidad de aquella sustitución. 

La escritura llamada gótica se cree la inventó por los anos 
373 Ulfílas, obispo godo, el cual se sirvió de ella para traducir 
la Escritura sagrada» 

La escritura gótica se diferencia principalmente de la roma* 
na en tener mas ángulos jr tortuosidades , en especial al prin- 
cipio j' fin délas piernas de cada letra* Llámase también escri-< 
tura alemana , porque los alemanes fueron los que tardaron 
mas en desterrarla; é igualmente chancelleresca , porque se 
hacia uso de ella en las chancilieríaa* 

Cinco Huages de letra son las que principalmente se conocie- 
ron en España. El primero la letra llamada bastardilla y tam- 
bién itálica porque se inventó en Italia , ó se usó mas que en 
otras regiones, y de ella pasó á nosotros* Esta era la mas reco- 
mendada, seguu la Paleografía española^ para escribir y para 
leer. El segundo linage era de letra redonda^ bien formada, 
en que se escribían las cosas de mas importancia, y se parecí^ 
mucho á la de imjj^eata oomun. £1. tercero era de bkra oortesa» 



(»4) 

ma f apretada , menarfa y eoredndá con rasgos y ligación ñe 
Olios caracteres con otros, lo que la hace en el día de difícil lec- 
ción. En esta letra se escribían las cartas y despachos de las se-> 
cretarías de los rejes, de su consejo y chanci Herías, y en ella 
se mandd álos escribanos del reino que formasen sus escrituras 
poniendo en cada plana 35 renglones, y i5 partes ó voca- 
blos en cada renglón (i). El cuarto linage de letra que se llamd 
procesada^ venia á ser ana corrupción desarreglada del ante- 
cedente , y consistía en desfigurar la traza y fígura de todos 
los caracteres por escribir sin división de letras, ni dicciones, 
formando lineas enteras en una encadenada algarabía sin le- 
vantar la pluma del papel. Este modo de escribir desordena- 
do j sin regla fue fácilmente adoptado por los que se ocupa- 
ban de escribir , porqne con pocas palabras de esta infame le- 
tra se llenaba mucho papel. A este linage de letra puede redu- 
cirse el modo con que escribian cartas y otros papeles todos 
aquellos que escribian mal. El quinto era de letra que vulgar- 
mente se llama gótica , y que con mas propiedad debiera lla- 
marse alemana^ estrecha y erizada de ángulos y puntas, muy 
regular en su formación , pero difícil de leer, porque muchos 
caracteres tienen casi una misma figura y no rauj agraciada, 
por faltarle la proporción de gruesos y delgados, sin lineas mix- 
tas para suavizar el paso de unos á otros. En la forma maj^ús- 
cula de esta letra se grabaron casi todas las inscripciones de 
España mientras estuvo en uso y en las imprentas, cujo arte 
como nacidp en Alemania, trajo copsígo la letra usada en aquel 
pais* 

( a4 ) De pdja y de heno etc. El refrán dice *'De paja 6 he- 
no el vientre lleno." El mismo Cervantes conoció la inoportuni- 
dad de haber abultado su obra con cuentos y novelas, que co- 
mo dijimos en otra anotación no dejan de ser pegotes por mé** 

( 1 ) La reina D.* Isabel en unaGarta de Arancel de U^b escríbanos de 
consejo fecha en Alcalá á 3 de marzo de 1503, en otro Arancel de los 
escribanos del reino fecha también en Alcalá á 7 de junio del mismo año 
y por otra ordenanza para los mismos de la misma fecha , manda que se 
pague á diez maravedis cada hoja de pliego entero, escrita Belmente, 
de buena letra cortesana^ y apretada é noprocesada\ de manera que las 
planas sean llenas, no dejando grandes márgenes, é que en cada plana 
naya á lo menos treinta é cinco renglones , é quince partes en cada ren- 
glón. E si la escritura fuere de mas ó menos letra, que lleve al res^' 
pelo etc. 



(»5> 
rito,qa« ellas tengan; y criiicándose Á U nlsmó ^ridícQlixa coa 
cierta gracia é iogeaío por boca de D. Quijote^ la mala costunr 
brede cierlos autores de llenar sus composiciones con invcro^ 
skmAes episodios y aditamentos impertijieoles. 

(a5) Las obras del Tostado* Constan las de este sabio T 
celebre escritor español de a4 hornos voluminosos, k mas de 
otras coraposicioaes sueltas que escribió sobre varias materí«s 
con admiración universal en el corto período de su vida, Don 
Alonso Tostado, 6 de Madrigal, por haber nacido en este poebUf 
en i4>4y ^^^o ^^^ brillantes estudios en Salamanca, y fue tení« 
do por el hombre mas docto y el escritor mas laborioso de sa 
siglo. Asistid al concilio general de Basiiea, y poco despuea fuf 
promovido al obispado de Avila , en donde prematuramente 
murió el año de i4'^4* Sobre su sepulcro se pnso la sigulentei 
inscripciou, que en pocas palabras i&ace su mas comj[4eta apo^ 
logia: 

Ilic stupor esi mundi^ qai scib'de discutU cmntm . 

( a6 ) Que se lo hurtaron* Desmemoriado anduvo el bachi- 
ller en esto, pues se dijo en la primera parle que el robadoc 
del asno fue G4nes ó Ginesillo de Pasa monte. Esta es otra prue^ 
b« de que, como hemos dicho jra, Cervantes escribía cálamo, 
cúrrenle su D. Quijote, sip ocuparse de volver á leer lo que una 
ves había escrito; 

( 37 } Mi oíslo. Lo mismo que mi muger. ( V. lo que di¡i«i 
inoA en la nota 90 del tomo 1 .^ ) 

Üapituto matto. 

( 26 ) AquélfafHOSO ladrón llamado Brnndo* H¿ aquí q&* 
mo ei A riosto describe en d Orlando el modo cómo qnilaron ^ 
Sacripante, rejr de Circasia, el caballo de entre las piernas* 
// Re chiede al Circasso che ragione 
Ha nel eavallo e come glifu tollo; 
E quel di parte in parte il tutto espone^ 
Ed espoiéndo ^ arrossisce in volto^ 
Quandogli narra che H solil ladrona 
Che in un alto pensier P avet^a colto^ 
La sella su quatro aste gli suffblse 
E di sotto il destrier mido gli tolse» ^» 
La sutileza del moro j ladrón Brúñelo llegdal estremo, como 
dice Boyardo en su OrUado Enamorado^ de quitar d anillo de 



(i6) 
lledo tf Angélloft fin MiHirlOf á Marfisa la espoda 4e la rnaoof 
d cueroo de marfil j la espada fia lisa rda Á Orlando etc. 

( 39 } Barbar. Lo mismo qae hacer la cosa con precipita- 
ción 6 menos tiempo del necesario para que salga coal corres* 
^nde* 

(3o) JÍ la ciudad de Zaragoza , adonde de alli á pocos 
láias se habían de hacer unas st^em/Mmas jusias. En la nota 81 
del primer tomo describimos con cierta prol^idad la manera como 
•e celebraban en lo antiguo las justas j los torneos, j la difis- 
renda que babia eotre unas j otros. Las justas á que alude 1).* 
Quijote se llamaban del járnes^ j se celebraron en Zaragoza 
hasta cnasi nuestros días por la noble cofradía de S. Jorge 
fondada ea aquella ciudad en honor del Santo, coa motivo de 
atribuir á su ioiercesion haber ganado el rty D. Pedro de Ara- 
gón ia célebre baiaila de Alcorac sobre los moros ea 1096. Oe 
resultas de esta brillante acciou obtenida por las armas cristia- 
nas á las inmediactoaes de Huesca se rindió esta plaza, y des- 
de entonces S. Jorge lúe el patroa j el mote ó apellido de guer- 
ra d« la milicia jr nobleza aragonesa. Los caballeros de la co- 
fradía de S. Jorge ienian la obligación de justar tres veces al 
«ño, y tornear otras tenias ea honor y gloria del santo. 

(3i) Media docenn de badeas, Dulces <$ alüeñiques. 

( 3a ) Santiago jr cierra España. Grito ó apellido d« guer- 
ra coa que los españolease «ncttabaa á pelear. Todos los pueblos 
han solido teaer una voz favorita para escitar á sus coca batien- 
tes á entrar enla pelea: costumbre antiquísima de que tenemos 
^eroploya en el libro de los Jueces, en cujo cap. VIL v. 18 
Temos que al ir ¿ atacar Gedeon con sus tropas á los madíanitas, 
lesdijo¿ « Cuando sonare la trompeta que tengo en mi mano, 
ionad también vosotras las vuestras al rededor del campamento, 
j gritad iodos k una: Domino el Gedeoni^ al Señor y ajGedeoa 
.victoria. *' 

Entre los españoles el grito mas coman al pelear contra los 
moros era el de Santiago cierra España-, entre los franceses 
el de Mont-Jojre Saint Denys^ y entre los trabes y mahome. 
taños el de Ala ó Alla^ 

A veces en un mismo ejército habia dos apellidos 6 gritos 
de guerra, cuando este se hallaba compuesto de dos diferen- 
tes naciones: asi en la batalla dada entre Henrique de Tra^f- 
tánara y Pedro el Cruel en 1369, los españoles del partido 



('7) 
de Enrique gritaron: Castilla^ al rey Enrique, y los fran- 
ceses áusiliares mandados por Bertrán de Guesclin; Nuestra 
Señora y Guesclin. 

Estos gritos se daban por lodos los soldados al momento de 
principiar la batalla, y durante eíla se repetian en los lances 
decisivos para implorar la asistencia del cielo , y para animar- 
se mutuamente á la pelea. Los gritos particulares que daba á 
veces cada uno de los gefes, y a los que contestaban los solda- 
dos ó vasallos servían para reuoirles en derredor de sus ban- 
deras jr para conocerse en medio de la acción. 

En los torneos los heraldos eran los que daban los gritos de 
guerra en el momento en que los caballeros iban á entrar en 
la liza« 

(33) Villanos malandrines de hacha y capellina, (V. la 
nota I oa del primer tomo). 

( 34) Los oficios mudan costumbres. Refrán antiquísimo y 
cierto: Honores mutant mores. 

( 35 ) En el principio de cada í>erso hahia de poner una 
letra de su nombre.*,. Los famosos poetas que habia eaEs^ 
paña que decian que no eran sino tres y medio,,, llaman dé" 
cimas. Los versos que D. Quijote pidió al bachiller son de los 
que se llaman acrósticos^ cujos primeros ensajos suponen al- 
gunos se hicieron á principios del siglo IV por el poeta latino 
Porfirio Optaciano. En el código de las siete partidas tenemos 
quizá el primer ejemplo de este linaje de composiciones en Es- 
paña. Las primeras letras reunidas de cada una de las siete par-* 
tídas son las siete que componen el nombre de Alfonso, que es 
el de su augusto autor. Los poetas proveníales son por algu- 
nos considerados como los primeros que se dedicaron á este gé- 
nero de composiciones, y de ellos al parecer lo aprendieron los 
poetas castellanos. * 

Los tres y medio poetas de que habla el bachiller, opind el 
Sr. Mamaus en la vida que escribió de Cervantes, eran Erci- 
Ha autor de la araucana, Juan Rufo de la Austriada, y Vi- 
rues del Monserrate, creyendo que con el dictado de medio poe- 
ta se quiso Cervantes señalar á sí mismo. 

Los versos llamados décimas fueron inventados por el céle- 
bre poeta español Vicente Espinel que nació en Ronda en i544* 
Del nombre de su inventor se les llamó también espinelas. 



111. 



( i» ) 

Capitulo quinto* 

( 36 ) Que maguer tonta. Lo mismo que aunque tonta. 

( 37 ) A tener dar es y tomares con gigantes^ con endria- 
gos y con {vestiglos. Dares y tomares io misino que riñas j pea- 
deacias 6 contieudas. ( ^. las notas 38, jr agS del tomo prime- 
ro). Vestiglo se deriva segua algunos de uestigium <$ rastro, 
y se aplicó á las serpientes monstruosas por su modo de an- 
dar j por el rastro que dejan. 

( 38 ) A oír silbos^ rujídos^ bramidos y baladras; y aun 
. tedo esto fuera flores de cantueso^ etc. £1 silbar es propio de 
culebras, el rujir de los leones, el bramar délos toros, y se 
llama baladrar cierto sonido que á lo estraordinario reúne lo 
pavoroso, y es capaz de causar espanto al menos medroso* El 
baladro que se deriva de latro^ se aplicaba en los libros de 
caballerías á los gigantes y á las bestias feroces y monstruosaSi 
( V. las aplicaciones en la nota i55 del primer tomo}* 

Flores de cantueso^ lo mismo que decir cosas de poca mon- 
ta ó insigniíicantes comparadas con etc. Equivale á la eapresion 
''tortas y pan pintado." 

( 39 ) Si de los zuecos la sacáis d chapines^ y de saya par' 
da de eatorceno d verdugado y saboyanas de seda, 

Cl zueco es un calzado de madera usado por la gente pobre en 
paiseS frios y de nieves, y en ellos creen ver algunos un rastro 
del coturno griego. Los chapines por el contrario era uu calza- 
do fíno, que principalmente usaban las señoras que para au- 
mentar su talla solian armar con suelas de corcho. 

El catorceno era un paño mujr basto y común para la gente 
ordinaria, al paso que el velarte solo le usaba la clase fina* (T. 
la nota 3." del primer tomo ). 

El verdugado era ujia saja ú manera de campana ^ llama» 
da también por su figura pollera. La saboyana era otro ador- 
no ó trage mugeril que solian llevar ceñido al cuerpo las seño- 
ras de distinción, y cayo nombre nos recuerda que su moda vi- 
no de Saboja á España. 

( 40 ) f^dlana. Villanos durante la edad media eran los que 
enhivaban las tierras, del latin villani porque vivían en los 
campos in villis. Por la misma razón llamábanse tierras villa- 
Has ó de villano loa bienes que no eran de la nobleza. Los sier- 
vos y plebeyos ó pecheros eran villanos, y como tale& inhábi- 



(19) 
les para gozar de niogUQB ciase de privilegios, y de aqui pasd 
a ser despreciable el nombre villano^ que solo se aplica aho^ 
ra á un bomhre no solo ordinario, sino de bajos j desprecia* 
bles procederes. 

( 4i ) Alcatifa.,*,y arambeles. Alcatifa es lo mismo que al- 
fombra, y arambeles colgaduras ó tapices. 

( 4» ) . Allá van reyes do cjuieren leyes. Equivocó Teresa 
Panza el refrán, como puede^verse, lo mismo que su origen, en 
¡anota 1 5o del a.** tomo. ^ 

(43) Algún familiar. Es decir algún espíritu ó demonio, 
con cu JO ausilio creia el vulgo, principalmente en la edad me* 
día, que ciertas personas bacian cosas estraordinarias superio- 
res al alcance j conocimiento de los demás bombres. El fami- 
irar 6 demonio mas célebre ba sido el de Sócrates, genio que su« 
poniaa tener este íildsofo , el cual decia que le apartaba de las 
empresas que meditaba cuando babian de serle perjudiciales, 
sin inclinarle nunca á otro proyecto. Cicerón dice esse dii^inum 
quoíicianí qiiod Sócrates deemonium appellat^ cui semper ¿pse 
paruerit^ nunquam impellenti^ scepe revocanti» 

Del tratado escrito por Plutarco sobre el genio de Sócrates, 
en el qae se refieren las varias opiniones de los antiguos acer- 
ca su existencia y naturaleza, parece deducirse que el ¿/emo- 
nio de Sócrates^ no era otra cosa , como dice el célebre Ro- 
//ío, que la precisión y viveza de su mismo genio; el cual con- 
ducido por la prudencia y con el ausilio de una larga esperien, 
cía y de meditadas reflexiones, le hacia prever el resultado 
que habian de tener los negocios sobre que era consultado ó 
sobre los que deliberaba por sí mismo. 

A esto debe añadirse que, conociendo Sócrates el carácter 
de los atenienses, y siguiendo el mismo ardid ó estratagema de 
que se valieron otros hombres sabios, antes y después de él, 
tendría un iuteres en sostener la idea de que verdaderamente 
era un genio ó demonio el que le dictaba aquellas respuestas 
para que fuesen recibidas con respeto y seguidas con mas con- 
fianza. 

(44) Como se quiso ir la infanta D* Urraca, Alude al 

despecho de D.* Urraca cuando supo, según cuentan nuestros 

romances castellanos, qíie su padre D. Fernando I de Castilla 

al repartir sus estados entre sus hijos no le dejaba nada áella. 

Morirlos quereáeS, padre, 

Sant Miguel os baya el alma: 



M«iidastes las vuestras tierras 
A quien bien se os antojara: 
A D. Sancho & Castilla, 
Castilla la bien nombrada: 
A D* Alfonso á León, 

Y á D. García á Vixcaja: 
A mí, porque soy muger 
Dejaisme desheredada. 
Irme he por esas tierras 
Como una muger errada, 

Y este mi cuerpo daría 

A quien bien se me antojara, 
A los moros por dinero, 

Y á los cristianos de gracia, etc. 

( 45 ) Te la chanto. De la voz familiar anticuada cAa/ttor^qae 
vale tanto como poner, plantar ó clavar. 

( 46 ) Poner en toldo y en peana. Lo mismo que elevarla 
y ponerla en un lugar distinguido y de autoridad. 

( 4/ } Almohadas de velludo. O cogines de pelfa 6 terciope- 
lo. £n España los estrados se adornaron por mucho tiempo á 
la morisca, esto es, cubierto el suelo con ricas alfombras 6 al- 
catifas y por su alrededor mullidos almohadones 6 cogines de 
seda, felpa, terciopelo d velludo de diversos colores. Luego in- 
ventáronse los taburetes , que no fueron mas en un principio 
que los cogines puestos sobre una especie de banquillos, y úl- 
timamente los franceses introdujeron las sillas. 

( 48 } Los Almohades de Marrueco*. En i z 49 Tomrut, ge* 
fe de sectarios rebeldes de África, después de muchos comba- 
tes se apoderó de los reinos de Fez y Marruecos; y estermina- 
dos los vencidos , fundd una nueva dinastía con el nombre de 
Almohades. Asegurados estos en el trono, pensaron recooquis 
tar la España; y en poco tiempo dos reyes de esta familia, lla- 
mados Jacob ó Jucef pasaron el mar con ejércitos poderosos: 
el primero fue derrotado por los portugueses , y murió de tris- 
teza: el segundo venció á los castellanos , obligándoles á hacer 
una tregua, y reinó en Córdoba. El último de esta dinastía fue 
Aben-Hut, contra quien marchó el santo rey D. Fernando III 
de Castilla con un poderoso ejército, le obligó á huir, y con- 
quistó la ciudad y reino de Córdoba en el año ia36, dando 
fin á la raza de los Almohades^ la que en tiempo de su ao- 
Ucesor Mahomet*el-Naser llamado el Ferde^ de resultas de la 



(ai) 
memorable batalla de las Navas de Tolosa, había perdido ^a el 
trono de Marruecos, Aben-Hut refugiado á Almería fue aho- 
gado AD el baño por el gobernador de aquella ciudad. 

( 4;d) Dijo el padre. En la primera edición y en todas las 
demás, dice Peliicerf se leía dejo^ cnjro jerro de imprenta, jun- 
to con el haber puesto una coma en unas ediciones ó un pa- 
réntesis en otras, después de la oalabra^prosperidad, habia he« 
cho ininteligible estepasage. La Real Academia española, bien 
penetrada de la oportunidad de esta enmienda, la adoptó co- 
mo era justo en sus ediciones. 

( 5o ) Sancho polvió d í^er d D. Quijote para dar orden 
en su partida* Ya observó Pellicer que este diálogo ó disputa 
de Sancho con su muger sobre el casamiento de su hija, la imi- 
tó el celebré dramático francés Moliere en su comedia Le Bur^ 
geoii gentilkome. Esta imitación de Moliere advirtióla ja Gailha- 
va en su obra de De V' Art de la comedie^ añadiendo que 
el teatro francés debe al. español la primera tragedia de mé- 
rito , asi como la primera comedia de carácter que Corneille 
compuso tomando lo m^s esencial del Cid de D. Guillen de 
Castro j del Mentiroso de Lope de Vega« 

Capitula ^tÚQ. 

(5i) o algún engaño encubierto. A mas de lo que diji«- 
mos en otras anotacioqes, y particularmente en la 81 del pri- 
mer tomo, añadiremos que el uso de terminar por uo comba- 
te singular las querellas particulares fue desconocido délos an^ 
tiguos; y si hallamos en la historia griega y romana algunos 
ejemplares de combates singulares, siempre tuvieron por objeto 
el servicio de la patria. Se cree que esta costumbre bárbara vi- 
no de la Escandinavia, parte de Europa que compreodia la Di- 
namarca, la Suecia y la Noruega , de donde se comunicó á la 
Alemania , y dé aqui pasó á los mas de los países de Europa; 
la cual fue algunas veces autorizada por los príncipes y apro- 
bada por la iglesia. 

Vemos por Plutarco que Augusto jamas quiso aceptar el com- 
bate singular que Antonio le hizo proponer, diciendo que ha- 
bia otros modos de ^norir á mas de aquel. 

Dos capitanes ilustres, Scipion el Africano y Mételo, no qui- 
sieron tampoco batirse uno á uno. Un oficial debe morir co-^ 
mo capitán y no como soldado, dice Teofrasto. 



(aa) 

César refiere ea sus comentarios que dos de su» centuriones, 
siempre celosos y siempre enemigos el uno del otro, remitie- 
ron la decisión de su enemistad á un desafío; pero este desa- 
fío fue mostrando cuál de los dos haría mas proezas en una 
batalla; el uno, después de haber hecho un gran destrozo de 
enemigos fue lierido y derribado en el ataque, y al momento 
su rival voló en su socorro; tales eran los duelos de los roma* 
nos, dice un célebre historiador. 

No deben confundirse con los duelos, los combates singula- 
res entre los gefes de dos ejércitos ó entre los caballeros de dos 
partidos opuestos : estos combates son hechos de armas, pro- 
pios de todos los tiempos y de todas las naciones. 

Parece que el mas antiguo monumento de los duelos orde- 
nados por los reyes fue la ley de Gondebardo, aquel usurpa- 
dor que se apoderó de la Borgoña. 

Por estas leyes bárbaras, dice un sabio, un hombre acusado 
de uu homicidio estaba autorizado para cometer dos. Se deci- 
día muy amenudo de un asunto civil por este sanguinario pro- 
cedimiento. Un patrimonio, cuya propiedad era disputada, se ase- 
guraba á aquel que se batia mejor; y las diferencias de los par. 
ticulares se juzgaban por la fuerza, como las délas naciones. 

Las mugeres y los eclesiásticos tenian que admitir un desa- 
fío, encargando la justicia de su causa á un campeón. 

Du Cange y otros escritores dicen que el vencido era unas 
veces ahorcado, y otras veces mutilado á decapitado* 

Felipe el Hermoso publicó un código acerca los duelos. Ea 
él se ven los juramentos y demás ceremonias que tenían que 
practicarse para batirse* Las dos partes enemistadas ó sus cam- 
peones comparecian el día señalado en una liza de ochenta, pa- 
sos de largo y cuarenta de ancho, guardada por gente armada. 
Los combatientes llegaban á caballo, visera calada, escudo al 
lado, lanza en mano y ceñida la espada y la daga. Algunos 
de ellos llevaban á mas debajo sus armas' la imagen del santo 
de su protección. Los heraldos de armas hacían colocar á todos 
los espectadores á pie al rededor del palenque. Estaba prohibid- 
do estar á caballo en dicho espectáculo , bajo la pena de per- 
der su montura el noble , y una oreja el plebeyo. 

El juez del campo, acompañado de un sacerdote, hacia ju- 
rar á los combatientes sobre un crucifijo que cada uno creía te- 
ner derecho y la razón de su parte, y que no tenían armas ea- 
«antadas, tomando por testigo de la verdad de su juramento. 



a*) 

á san Jorg«, y reauacíando al paraúo si mentían. Concluida 
esta ceremonia «chaba el juez del o^Mnpo un guante en la are- 
na, y ios dos campeones se acometían , quedando á favor de ' 
aqutfl las armas del vencido. 

Otrtts veces , llegados los dos campeones al lugar señalado 
para el duelo^.se desmentian el uno al otro á ña de escitarse al 
combate. Entonces principiaba este; y luego que se habian da- 
do los golpes señalados en el cartel, el juez que presidia el due. 
lo echaba su vara en alto, y el combate cesaba. Si quedaba in- 
deciso hasta la noche, el acusado era reputado vencedor, y la 
pena del vencido era aquella que hubiera merecido su ad- 
versario. 

Las mismas ceremonias con poca diferencia se practicaban 
en casi todas las otras naciones. En algunos círculos de Ale- 
mania se daban á cada combatiente un padrino y un confesor: 
el pueblo cantaba el Libera^ y se colocaba en un estremo de la 
liza ua féretro rodeado de hachas encendidas para el vencido. 

3e llamaba partir el campo y el sol en los retos y desafíos 
el señalar á los combatientes terreno y luz igual para que pe- 
leasen sin ventaja. 

Los duelos se hallaban tan generalizados en la edad mediat 
que un duque de Borbon propuso un combate a todo trance 6 
á muerte, como decia el cartel, para entretener la ociosidad, y 
' en honor de las damas. 

Uno de los roas famosos carteles de desafío deque hace men- 
ción la historia, es el de Juan de Verchio, caballero flamenco 
de gran nombradía. Este proponía é hizo fíjar en todas las 
ciudades principales de Europa^ que él se batiria con seis ca* 
baileros, uno después de otro, 6 todo trance ó hasta morir, con 
la espada, la lanza y la maza de armas, ''mediante la ayuda 
de Dios, de la virgen santísima, de san Jorge y de la señora 
desús pensamientos;" cujo combate debia verificarse en una 
población de Flandes: pero no habiéndose presentado nin- 
guno a batirse con ese valeroso flamenco, hizo voto de correr 
toda la Francia y España en busca de aventuras, armado de 
punta en blanco; después de cuja andanza fue á ofrecer un 
bordón á Santiago de Galicia. 

Cuando Carlos de Anjou, con motivo de la soberanía de lait* 
la de Sicilia, desafío á Pedro de Aragón, este monarca admitió in- 
mediatamente el desafío, siguiéndola costumbreque dominaba en 
aquellos tiempos; y sin embargo de queambos príncipes juraron 



(a4) 

no faltar al campp de Burdeos, que era el sitio aplazado, tuvo 
el sentimiento el monarca español de no haber hallado á su 
competidor, de lo que hizo levantar público testimonio para 
justificar el cumplimiento de su real palabra, á pesar de no ha- 
berle querido asegurar el campo , y de los grandes peligros k 
que se espuso , y de la falta de Carlos de Aujou que le había 
provocado. 

Lo mismo sucedió con poca diferencia en el duelo propues- 
to por Eduardo III de Inglaterra á Felipe de Yalois. 

La enemistad de Francisco I de Francia y de Garlos I de 
España jr Y de Alemania, llegd al estremo de desafíat el mo- 
narca francés al emperador. Carlos, que había dado pruebas 
positivas de su valor, le admitid al momento; señalóse el cam- 
po, y se hicieron los demás preparativos necesarios; pero lae- 
go el rejr de Francia, no sabemos si por prudencia Ó por otro 
motivo, se escusd, sin embargo de haber sido el agresor. 

Lo que contribuid mucho á la abolición de estas costum- 
bres bárbaras fue, después de la ilustración de ellas por la 
propagación de las luces, el descubrimiento de las armas de 
fuego. Desde entonces sirvió de muj poco la fuerza del cuer- 
po: el hombre mas cobarde, como decia 6a jardo, puede ven- 
cer al mas valiente. 

Dos generales suplicaron á Gustavo Adolfo les permitiese 
aclarar su querella por medio de la espada. El rey aparentó 
convenir en ello, é hizo llamar al verdugo: "batios, les dijo, 
y al momento que el uno habrá muerto al otro, este cortará 
la cabeza del vencedor: '' con lo que desistieron de una pre- 
tensión tan injusta y bárbara. 

Todas las naciones han ido sucesivamente señalando penas 
las mas rigurosas contra los duelos, rastro de la barbarie de 
aquellos desgraciados tiempos de ignorancia y de superstición. 
Por las leyes de España el que desafiare á otro, el que admita 
el desafío y los que intervengan ó tomen parte en él, quedan 
por solo este hecho declarados infames, y pierden todos sus 
bienes; y el que saliere al campo ó parage citado, aunque no 
tenga lugar el desafío, incurre en pena de muerte ; de cu jo 
eastigo no se esceptuan los militares. A r^ias está prevenido qoe 
los que vieren reñir en desafío, y podiendo no lo impidieren, 
ó no dieren prontamente cuenta ala autoridad competente, 
deben ser castigados con seis meses de prisión y una jnulta 
igual i la tercera parte del valor de sus bienes, cuyo rigor sa 



(aS) 
éstiende contra los jueces omisos en castigar estos delitos etc« 
La iglesia ha fulminado en algunos concilios varios castigos 
contra los duelos, y en el de Trento maldice y escomulga no 
solo á los lidiadores y sus padrinos , sino también á los seno- 
res que dieren campo para batirse, y á los que incitaren, per- 
suadieren ó presenciaren el desafío, privando de sepultura sa- 
grada ú los que murieren en él. 

En el día, aunque los duelos se hallan justamente prohibi- 
dos por lej^es severas, un falso pundonor ha perpetuado algu- 
nas veces su uso bárbaro. 

( 5a ) Partir y hacer tajadas él sol. ( V. la nota anterior ). 
(53) Porras ferradas con puntas etc. Porras 6 clavas 
es lo mismo, y se reduce á un palo de unos cuatro ó cinco pal. 
mos de largo, que desde la empuñadura va engrosando y ter- 
mina en una especie de cabeza llena de eminencias ó puntas. 
Ha sido quizás una de las primeras armas usadas por los hom-* 
bres. 

La clava es el símbolo ordinario de Hércules; coa ella hizo 
sus principales proezas, y la consagrd á Mercurio después del 
combate con los gigantes. Dicen que era de olivo silvestre, j 
que echó raices llegando á formar un árbol muj grande. 

( 54 ) Se le echase un sanhe/iiío, Nora bre de un vestido 6 
saco de penitencia, que se ponia á los reos condenados por la 
inquisición. Era una especie de escapulario de lana amarilla 
con la cruz de san Andrés, llamas de fuego y otros geroglí- 
fícos. Parece que el sanbenito era una imitación del saco de 
penitencia 6 cilicio que se ponian para llorar sus .culpas los pe- 
nitentes en la primitiva iglesia. Gomo esta especie de escapu- 
lario 6 saco se bendecia antes de ponerlo al penitente, de 
aquí tomd el nombre de saco bendito; de donde se llamó des- 
pués Sap'-benito, » 

( S5 ) Estd en la cumbre que la vemos» La casa otomana 
Hinddla Otman d Otoman que de simple pastor, 6 bandolero 
según otros, llegó A ser por los años i3oo el caudillo y efnpera- 
dor del imperio que de él tomd el nombre de otomano. Llá- 
mase también este imperio Puerta Otomana. £1 origen viene 
de que entre loa orientales se acostumbraba llamar puerta á 
los palacios, por ser las puertas las que ellos se esmeraban en 
adornar con todo el lujo posible, pues en estas y sus vestíbu- 
los era en donde se recibian los pasageros, daban las audiencias 
los magistraflosy se ejercía la hospitalidad y de lo que tenemos 



(a6) 
ejemplos en muchos lugares ^ y ea particular en el libro de 
Esther. Las decantadas cien puertas de Tébas no eran loas 
que cien palacios magníficos. 

Desde el tiempo de los patriarcas eran las puertas de las ciu- 
dades el parage 6 sitio destinado para tratar los negocios pú- 
blicos y particulares. Abrahan compró el sepulcro de Sara en 
presencia de todos los que entraban por la puerta de Hebreo, 
y cuando Hemor y su hijo Siqueo, que robó á Dina, propusie- 
ron hacer alianza con los isracÜtas, hablaron al pueblo acerca 
de este asunto junto á la puerta de la ciudad. 

Cl nombre de Puerta Otomana ó Sublí/ne Puerta que se 
da á la corte del grau Señor, remonta al tiempo deMos- 
tadhem , último califa de los abasidas que reinaba en 
el siglo XI [1» Este príncipe hizo poner en el umbral de 
la principal puerta de su palacio de Bagdad ua pedazo de 
la fumosa piedra negra del templo de la Meca. A mas, de lo 
alto de ella colgó una especie de cortina de terciopelo negro, 
que llegaba casi hasta tierra, á la cual todos los cortesanos 
tributaban, lo mismo que ú la piedra negra, honores estraordi- 
narios, frotando los ojos sobre la una y la otra, y besándolas 
con el mas profundo respeto. De aqui vino el llamar á la pieza 
de terciopelo la manga del califa , jr á la puerta la, puerta del 
califa, y la puerta por escelencia; nombre que luego se apli- 
có ala corte y residencia del pr/ucipe. Este uso fue canoniza- 
do por los sultanes turcos siguientes que se apoderaron del 
trono de los califas, y les sucedieron en so autoridad espiritual 
y temporal. En la actualidad no son los emperadores turcos 
los únicos que siguen dando á su corte el nombre de puerta; 
pues los monarcas de Persia se sirven todavía de este término 
en la misma significación. 

Kl nombre de imperio turco , con el que es también cono- 
cido, le tomó de una rama de aventureros venidos de la Tar- 
taria y que servian al príncipe que mejor les pagaba. Hiciá- 
ronse eátos formidables, y apoderándose de la Persia por los 
años 1043, y en io65, tomaron de los sarracenos i Jerusalen. 
El nombre de turcos le tomaron del Tarkeslan frontera de la 
Tartaria. Mahometo lE fue el primero de los emperadores oto- 
manos, al que los cristianos calificaron coa el faustuoso titu- 
lo de Gran turco por lo mucho que había estendidu su im- 
perio, y por oposición al sultán de Capadocia su conlerop^ 
raneo, al que llamaban algunos pequeño turco. '^ 



(«7) 
( 56 ) Los Faraonesy Tolomeos de Egipto^ los Césares de 
Roma. El nombre Faraón era común á muchos de los rejres de 
Egipto, igual al de César entre los romanos. Algunos quieren 
que el nombre Faraón se derive del árabe pharaliO) que sig- 
nifica estar sobre los otros, y que por consiguiente era sinó- 
nimo de rey: otros que no fue mas que el nombre del gefe de 
una dinastía de este nombre, que despifes fueron tomando sus 
sucesores en el trono de Egipto. Bochart dice que Faraón es un 
nombre egipcio que significa cocodrilo, animal que adoraban 
como una divinidad aquellos naturales. 

Uno de los generales de Alejandro Magno se llamó Tolomeo, 
y después de la muerte de su caudillo apoderóse del Egipto en 
donde reinaron sus descendientes hasta la celebré Cleopatra, 
en cuj» ^poca apoderándose los romanos de esta región pasó 
Á ser una provincia romana. Conservaron casi todos el nom- 
bre de Tolomeo unido á su sobrenombre particular. Tolomeo 
Filadelfo, uno de ellos, fue el fundador de la preciosa bibliote- 
ca de Alejandría. 

El nombre de cesares de Roma se dio á los doce empera- 
dores que después de la destrucción de la república goberna- 
ron el imperio desde Julio César hasta la muerte de Domicia- 
no , cuyas vidas escribid Suetonio. Acerca la etimología del 
nombre de César, véase lo que dijimos en la nota i65 del se- 
gundo tomo. 

( 57 ) ^ campana herida da limosna. Esto alude á un pa- 
sage del cap. Vü del evangelio de S. Mateo , en donde Jesur 
cristo dirigiéndose á los hipócritas les manda que no den li- 
in«sna , tocando una trompeta delante de sí, sino que lo hagan 
sin aparato y sin que nadie lo entienda. El evangelio habla de 
trompeta y no de campana, porque entonces no eran conoci- 
das del pueblo judío, el cual era convocado á los actos y ce- 
remonias religiosas por medio de una trompeta que tocaban 
los sacerdotes. 

En la misma doctrina est¿¡ fundado el adagio antigiio cas- 
tellano: 
Haz buena fariña é no toques la ' bocina. 
(58) La injiuencia del planeta Marte. Su distancia me- 
dia del sol es de5a,35o.a4o leguas. Hace su revolución pe- 
riddica en i año 3a i dias a3 horas jt 69 minutos. En j666 re- 
conoció Cassini la rotación de este planeta ; y Herschell en 
1784 «xamind sn aplastamento. 



(a8) 

Los amigaos creian en la ioflaencia de los astros sobre la 
suerte ó inclínaclooes de bs personas , j este eximen á\é lu- 
gar á una ciencia 6 estudio ridículo y supersticioso que se lla- 
mó astrología juicíaría. Este arte quimérico, por el que pre- 
tendían conocer el porvenir de las cosas j adiyinar las pasa- 
das por medio de la observación del aspecto, posición é ínflueD- 
cia de los planetas , tuvo su origen entre los caldeos. Después 
se fue propagando entre los egipcios, griegos, romanos, y de 
estos á los demás pueblos. El emperador Tiberio desterró de 
Roma á todos los astrólogos juiciarios, ú los que después se les 
permitió volver, con la condición de no poder practicar sus adi- 
vinaciones. 

A pesar de la nulidad de este pretendido arle, no ba muchos 
anos que aun tenia entre nosotros ciertos panegiristas. 

( Ó9 ) El gran poeta castellano nuestro. Calificación pom- 
posa y justa con que indica á Garcilaso de la Vega principe de 
la poesía castellana. Léense los versos que copia en la elegía 
que dirigió al grao duque de Alba D. Fernando en la muerte 
de su hermano D. Bernardino de Toledo. 

Capítulo 0^ttmo. 

( 60 ) Téngame aderezado fie almorzar alguna cosa ca,^ 
líente. Nuestro almuerzo corresponde al acratismo de los grie* 
gos. Derívase el nombre almuerzo del latín morsus^ que en la 
baja latinidad significaba bocado ó corta comida; y asi se dijo 
en castellano primero muerzo y muesoy hasta que después se- 
le añadió el artículo árabe ó morisco a/, y se hizo el sustantivo 
almuerzo, y de este el verbo almorzar, que significa tomar uia 
bocado ó un ligero alimento. 

( 61 ) Vel ama* En las primeras ediciones falta esta pala- 
bra , que se añadió porque del contesto se ve que con Carras- 
co y la sobrina entró el ama: y también se varió el deseosos 
por deseosas* 

(fia ) Trastulo. Voz italiana, como dice PeUicer, que sig- 
nifica entretenimiento, pasatiempo, recreo, etc., bien que ad- 
mitido en nuestra lengua significó un persona ge cómico ó tea- 
tral. Poco después que se inventaron nuestras comedias fueron 
á Madrid compañías de comediantes ítaHanos. £1 director de 
la primera fue un autor de ellas que en la comedia se llamó Ar- 
lequino, cuja compañía solía divertir á Felipe II en los prin- 



(«9) 
oipios de sa reinado* A este sucedió Juan Ganase ^ que sía em- 
bargo de que representaba en lengua estrangera tuvo mucbo 
aplauso y ganó mucho dinero. En estas representaciones cómi- 
cas había siempre un persouage jocoso que hacia Jos papeles de 
el doctor^ el pantalones el payaso^ el arlequino^ y del mismo 
linagede estos era el Trastulo', á imitación del cual se cree que 
Lope de Vega inventó el papel de gracioso ó Isijigura del do- 
naire^ que introdujo por primera vez en su comedia de la Frau" 
cesilla^ según lo asegura en su dedicatoria al Dr* Don Juan Pé- 
rez de Montalvan» El mismo Lope de Vega hizo mención deGa- 
nasa y de Trastulo en la epístola IV de su Filomena^ diciendo: 

Con esto yo tal vez (no sé si es treta } 

Donaires de Ganasay de Trastulo 

Les digo que me trajo la estafeta ^ 

Las sales de Marcial y de Cátalo^ etc. 
Con la espresion los donaires traidos por la estafeta ^ cu- 
ya última voz es italiana , parece aludió á los cómicos italia- 
nos. 

£1 Trastulo no solo movia á risa con agudezas, sino con ves- 
tidos ridículos y estrafalarios. Ponderando Vicente Espinel de 
grandes y desaforadas unas narices, las llamó trastuladas* 

( 63 ) jil modo de las endechaderas. Mugeres que se alqui- 
laban para llorar en los entierros, y que cubiertas con unos 
grandes velos ó mantos j desgreñadas iban llorando y dando 
¿ veces fuertes alaridos detras del difunto al llevarle á enterrar* 
Se hace mención de estas mugeres desde la mas remota anti- 
güedad. Para espresar de un modo mas enérgico la desolación 
que debia causar al pueblo judío la devastación de la Judea, el 
profeta Jeremías dice que el Dios de Lsrael mandó á su pueblo 
hacer venir lloronas ^ que él designa bajo el nombre de lamen" 
tatrices. Este uso del pueblo hebreo pasó á otras naciones, y 
sobre todos se conservó entre los griegos y entre los romanos. 
Estos últimos daban el nombre de prosea á la principal de ca- 
da comitiva de lloronas , porque era ella la que presidia á las 
lamentaciones, y la que daba á sus companeras el tono de tris- 
teza que convenia según la clase del difunto. Las lloronas iban 
cubiertas con un velo, y llevaban un vaso en que recogían las 
lágrimas que derramaban. Estos vasos llamados lacrimatorios^ 
se encerraban con mucho cuidado dentro de la urna donde ^se 
depositaban las cenizas del difunto. Cómo no se alquilaban 
lloronas sino para los entierros de los ricos, por esto no se me- 



(3o) 
lian estos vasos lacrimatorios ea las amas de los pobres, para 
demostrar á la posteridad que ninguna persona ¿abia llorado 
su muerte en sus funerales. 

Esta costumbre se conserva todavía en algunos pueblos del 
norte, al paso que en otros se va suprimiendo un uso, que no 

produce otra cosa que escenas ridiculas y estravagantes. 

* 

Üopftulo octwo. 

( 64 } Bendito sea el poderoso Aid. Nombre q ue dan á Dios 
los8'rabesjrmabometanos;Sederivadelbebreo, Ae/oimque cor- 
responde al Adonau Ellos le pronuncian continua mente al eticon- 
trarse, al despedirse, etc. Todas sus oraciones empiezan y con- 
cluyen con esta palabra sagrada. Es también su grito de guerra. 
( 65 ) Se holgara no haber salido de casa. En otra anota- 
ción bemos roaDÍfestado ya lo ridículo de la pretendida ciencia 
llamada astrología judiciaria. 

( 66 ) Todas eran de oro^ sirgo y perlas conlextasy teji^ 
das. El poeta á que se reñere es Garcilaso, quien en la égloga 
3.* describiendo las labores de las ninfas del Tajo dice: 
De cuatro ninfas, que del Tajo amado 
Salieron juntas, á cantar me ofrezco... 
£1 agua clara, con lascivo juego 
Nadando dividieron y cortaron. 
Hasta que el blanco pie tocd mojado, 
Saliendo de Ja arena, el verde prado. 
Poniendo ya en lo enjuto sus pisadas 

Escurrieron del agua sus cabellos 

Luego sacando telas delicadas. 

Que en delgadeza competían con ellos. 

En lo mas escondido se metieron * 

Y á su labor atentas se pusieron. 
Las telas eran hechas y tridas 

Del oro que el felice Tajo envia.,. 

Y de las verdes hojas reducidas 
En estambre sotil, cual convenia 
Para seguir el delicado estilo 
Del oro ya tirado en rico -hilo. 

Garcilaso no habló de perlas , sino de oro y de estambre so- 
til nacido de uerdes Jiojas, Que el Tajo lleva pajuelas de oro 
entre sus arenas ha sido la opinión general de los antiguos y 



(3i) 
modernos* El estambre sotil es sin duda la seda^ llamada sirga 
antiguamente, derÍFado del latín serieum de perica país del 
Asia , de donde se cree que son oriundos los gusanos que la 
crían; los cuales como que se alimentan con ias hojas verdes del 
moral se dijo 

Y de las verdes hojas reducidas 
/'En estambre sotil, etc. 

( 67 ) jaquel pastor que puso fue go^ abrasó el templo f amo' 
sodeDiana^ En tanta manera lo era que fue considerado como 
unade las siete maravilbs del muíido. Se hizo este célebre mo- 
numento trazado por el célebre Estesifon, á cspensas de toda ei 
Asia menor; y se trabajd en él por espacio de aso anos. Sulon^ 
gitud era de 4^5 pies sobre aao de latitud, y todas sus puertas 
erau de maderas preciosas» Plinío observa que el u^ de poner 
las coluqas sobre un pedestal y de adornarlas de un capitel j 
base, principid en e^te templo. Otros dicen que en él se hizo 
uso por primera vez del drden jónico. Había en dicho templo 
137 colunas de 60 pies de elevación cubiertas de bajos relieves 
costeadas por otros tantos reyes. 

Este templo encerraba riquezas inmensas, y cada día todos 
los príncipes y todos los pueblos enviaban nuevas ofrendas. 
Sus Sacerdotes estaban muy bien dotados, y el culto de Diana 
se celebraba con una pompa y magnificencia estraordinaria, 
habiendo durado por mas de dos sigios y con todo entusiasmo 
por toda el Asia. 

La estatua primitiva de Diana era de ébano según Piinio, de 
madera de cedro sí damos crédito á Vitrubío, y de oro si aten- 
demos á Xeuofonte. Otros quieren suponer que era de marfil, y 
algunos que era hecha de una vidd cepa. 

Los plateros de Efeso ganaban mucho dinero haciendo de 
plata pequeñas ñguras de esta Diosa, que vendían al sinnú- 
mero de gentes que iban á visitar el templo de Diana. 

Se celebraban en honor de ella las fiestas efesias 6 efesinas 
en que solo reinaba el desorden, la confusión y el victo. 

Un fanático llamado Erostrato incendid este templo, con el 
objeto de hacer su nombre inmortal, en la misma noche en 
que nació Alejandro el Grande en el año 336 antes de Jesucris- 
to. Los de Efeso para castigarle mandaron que nadie pudiese 
nombrarle en la relación de este suceso; pero Teopompo lo hi- 
zo en sus relaciones, y de este modo fue como pasó á la poste- 
ridad el nombre de este incendiario. La noticia de que Eros^ 



(3a) 
trato foe pastor, como dice CervaoteSf no se halla en Estrabon^ 
Valerio Máximo ni Solino, únteos que nos han conservado la 
historia de este atentado. 

( 68 } Famoso temff/o de la Rotunda» Llamóse primitiva- 
mente Panteón^ nombre compuesto de pan todo, y teos dios, 
es decir , reunión de todos los dioses, que se ditf á uno de los 
edificios mas soberbios, y mas célebres de Roma. Mandó cons- 
truirle Agripa, yerno de Augusto, en el campo de Marte des- 
pués de la batalla de Accio, y lo consagró á Júpiter vengador 
y i todos los dioses; por cuja razón se le dio el nombre de pan' 
tehon. Es un edificio circular cubierto de una gran bóveda, en 
medio de la cual tiene una gran abertura por donde toma la 
lus. Delante del templo hay un pórtico imponente sostenido 
por diez y seis colunas corintias de granito de.cuarenta pies de 
elevación y de una sola pieza. La cúpula ó media naranja for- 
ma un hemisferio de 187 pies. Antiguamente se hallaba ador- 
nado de preciosos bajos relieves, que desaparecieron en los tiem- 
pos de barbarie é ignorancia. El esterior se hallaba revestido 
de losas de mármol, la mayor parte de las cuales han desapa- 
recido también. Habiendo sido este edificio destruido por un 
rayo que cayó- en él, y en parte por el tiempo, fue restaurado 
por Adriano, subsistiendo en el día tal como quedó. 

Mandó construir Agripa el panteón en figura circular para 
escitar, como dice Luciano , toda especie de preferencia entre 
los dioses, ó como supone Plioio, porque la convexidad de su 
bóveda representase la del cielo. 

£1 papa Bonifacio IV, que ascendió al trono pontificio por 
los años 607, fue el que limpió el panteón de la multitud de 
ídolos que había en él, y lo consagró al verdadero Djos bajo 
la invocación de María Santísima y de todos los santos, y en 
el dia se conoce con el nombre de nuestra Señora de la Rotun- 
da ó sencillamente por la Rotunda. 

(69) Una gran merced. El hecho que refere Cervantes 
acaecido al emperador Carlos V en 1 536, lo refere su histo- 
riador D. Prudencio Sandoval. Anduvo el emperador disfra- 
zado por Roma, dice el cronista, y para mejor poder mirar su 
antigua grandeza subió encima de la Redonda, maravillado de 
tan suntuoso edificio.' Súbese á la cúpula por una escalera de 
1 90 escalones. 

( 70 ) En la profundidad del Tibre ? Defendiendo Hora- 
cio el puente Snblicio de Roma contra el ejército, de Porsena, 



(33) 
nty de Ctruria resolvieron cortarle como dice Tito Livio, j po* 
co antes de desplomarse hizo retirar á todos sus compañeros 
quedándose él hasta el momento crítico en que se hundid, que 
entonces se arrojó con sus armas ai rio^ y á nado lo pasd reu- 
niéndose con los suyos. 

( 7 ' ) ¿ Q"'^/» abrasó el bra^o y la mano d Mudo ? Si- 
guiendo Porsena según hemos dicho en la nota anterior el em- 
peño de apoderarse de Roma, un jdven romano llamado Cajo 
Mucio %alió de la ciudad con anuencia del Senado j con ánimo 
resuelto de matar al príncipe sitiador. Preséntase en el campo 
enemigo, acércase á donde estaba Porsena, y crejendo tal uno 
de sus oficiales, saca un puñal que llevaba oculto, le acomete 
y le mata. Presentado ante el rey, lejos de ;acobardarse, le anun- 
cia nuevos' y mayores peligros. Y viendo que no quería reve- 
larlos , manda acercar un brasero y le amenaza con los mayo- 
res tormentos ; pero Mucio lejos de intimidarse, tiende su bra« 
zo derecho, jr poniendo la mano sobre las brasas: <c Observa, le 
»dice, cuan poco les importa el cuerpo á los que aman la glo- 
ría.» A cuya acción, asombrado el príncipe, manda apartarle del 
brasero, y le da amas la libertad. Mucio entonces como para 
darle una prueba de agradecimiento le revela que en Roma ha- 
bia trescientos jóvenes que como él habian jurado matarle, y 
qué á él le habia tocado el primero la suerte de ensayarlo. Es- 
to fue lo que obligó á Porsena é pensar en retirarse de su em- 
presa, y enviando embajadores é Roma se ajustó la paz. A Ca- 
yo Mucio se le añadió después de su acción heroica, el apellido 
de Escevolai ó sea manco <5 zurdo. 

( 7i ) Apareció en la mitad de Roma ? Este hecho es tam- 
bién de la historia romana y acaeció en el siglo IV de la repú- 
blica. Abrióse instantáneamente en medio del foro de Roma, 
una profunda sima que en vano intentaron cegar. Consultados 
los augures respondieron que habia de consagrarse allí á los 
dioses lo mas escelente que tuviera Roma. Entonces fue cuan- 
do Marco Curcio, joven patriota y valiente, viendo á todos du- 
dosos acerca lo que habia de hacerse, esclamó: lo mas escelen- 
te que Roma tiene es el valor y las armas; y vistiéndose inme-^ 
dialamenteClas suyas, y montando en un brioso y lujosamente 
enjaezado caballo, se precipitó en la sima. Tito Livio añade^ 
bien que con cierta duda, que se convirtió luego aquel báratro 
en un lago, que por el nombre de aquel héroe se llamó Curcio* 
( 73 ) Pasar el Rubkon d César » £1 R ubicon , llamado aho- 

1,1. . 3 



ra Ftum^iino 6'R^gone^ei un pequeño rio qae servia de límites 
á la Galiá Cisalpina y á la Italia propiamente dicha. Estaba 
prohibido á todo general romano el pasarle, sin espreso con- 
sentimiento del Senado, bajo la pena de ser tratado como ene- 
migo de la patria. César, de vuelta de las Galias, y después de 
haber visto que se le reusó el consulado y la prorogacion de 
•a gobierno, estuvo indeciso por mucho tiempo acerca sí pa- 
saría 6 no el Rubicon, hasta que al fín se decidid á hacerlo, y 
desde entonces fue considerado como enemigo de Roma, y ái4 
origen á la guerra civil. Plutarco, que reíiere este hecho en la 
vida de César, no dice que los agüeros le fuesen contrarios; to- 
do al contrario , como que después de su larga indecisión se 
resolvió 4 pasar el rio, esclamando: "La suerte está echada ja. 
Sigamos adelante hacia donde nos llaman las señales de los 
dioses j la iniquidad de los enemigos. " 

( 74 } Cortés en el Nuevo Afondo. Son bien pocos los qae 
ignoran la estraordinaria resolución del célebre Hernán Cortés, 
conquistador de Méjico, en los primeros pasos de su espedicion. 
Viendo á sus compañeros irresolutos y titubeando por el éxito 
de la desmesurada empresa que iban á acometer, resolvió á fía 
de comprometerles á no pensar en otra cosa que en la victoria, 
echar á pique las embarcaciones que de la isla de Cuba les ha- 
bian conducido á Nueva España. 

( 75 } En este presente y acabable siglo. Lo mismo que 
terminable ^JÁ roas aqui equivale á perecedero, delesnable ó 
poco duradero siglo, comparado con la gloria de las regiones 
etéreas y celestes de que acababa de hablar D. Quijote. 

( 76 ) A la lujuria y lascivia* Pellicer fue el primero que 
corrigid muy oportunamente este pasage , que en las edicio- 
nes anteriores á la suya se leia 8iempre< impropiamente ia- 
juria y lascivia, por lujuria y lascivia, ' 

( 77 ) Los sepulcros de los gentiles fueron por la mayor 
parte suntuosos templos. En esto no anduvo del todo acertado 
Cervantes, como que entre los gentiles hubieran creído profa- 
nar un templo enterrando ó depositando en ellos las cenizas de 
los muertos. No asi entre los cristianos, que celebraron desde 
un principio sus misterios sobre las tumbas de 'ios mártires, j 
erigieron en «su honor los mas soberbios monumentos ó basilí- 
cas. Los templos de los gentiles por otra parte no solían ser de 
mucha estension , ni era menester que lo fuesen, porque solo 
entraban en úfanum 6 interior de ellos los sacerdotes ó lossa- 



(35) 
críficadores j vicltmarios , quedando en (os pórticos ó en los 
alrededores el pueblo 6 los profanos^ llamados asi por la mis- 
ma razón de que quedaban fuera del fanum ó santuario de los 
templos. Véanse las tres notas siguientes. 

( 78 ) WJguja de San Pedro* También es equivocada esta no- 
ticia. La llamada Aguja de SanP«droes un obelisco egipcio d^ 
que habla Pltnio y que mandó traer de Egipto el emperador 
Ca lígula en una embarcación estraordinaria que para el efecto 
se construyó y y le colocó en el foro romano. Sixto V en i586 
encargó al célebre arquitecto Domingo Fontana le colocara en 
medio de la plaza elíptica que precede á la fiasilica de S. Pedro 
del Vaticano. £ste obelisco 9 y no pirámide como le Hama D. 
Quijote^esde granito oriental) y tiene 189'palmos de altura, cpn 
el pedestal y la cruz de bronce con que termina. 

( 79 } Castillo de SantángeL £1 primitivo destino de este 
célebre monumento fue para servir de mausoleo al emperador 
Adriano que se hizo construir, y ai que por esta razón y por su 
mole inmensa se llamó Moles Hadriani. Con motivo de su opor. 
tuna situación y solidezf*«l papa Bonifacio IX le transformó en 
una fortaleza para la defensa de Roma, que llamaron castillo de 
8. Angelo por uno que colocaron en el ponto mas dominante. 
En esta fortaleza se refugió Clemente Vir cuando en el año 
1 5^7 las tropas españolas capitaneadas por el condestable de 
Borbon tomaron por analto á J^qma. 

( 80 } Una dé las siete maravillas del mundo* Se da este 
nombre á siete obras célebres de la antigüedad, las cuales so-» 
brepujaron á las demás en hermosura y magnificencia. Estas 
son los jardines suspendidos de Semiramis, los muros de Babi- 
lonia, las pirámides de Egipto, la estatua de Júpiter Olímpico, 
el coloso de Rodas, el templo de Diana de Efeso, y «1 sepulcro 
de Mausolo. 

Algunos autores reúnen en una sola maravilla los jardines 
de Semiramis y los muros de Babilonia, y colocan eu el núme- 
ro délas maravillas el templo de Jerusalen ó el Faro de Alejan- 
dría. Otros con el nombre de octava maravilla del mundo cuen- 
tan ia estatua de Esculapio de Epidauro, la Minerva de Atenas, 
el Apolo deDélfos, el palacio de Ciro, cuyas paredes se dice es- 
taban cimentadas con oro, el Capitolio de Roma ^el templo 
de Adriano en Cyzica. Hemos visto algunos que dan el nombre 
de octava maravilla del mundo al célebre y magnífico monas- 
terio del Escorial. 



(36) 
El Mausoleo eraua mago ffíco panteón qoeArtemísa^ rei- 
na de Greta ^ mandó edificar para depositar en éi ks ceui* 
sas de Mausolo su hermano y su esposo á un mismo tiem- 
po. Este edificíof considerado como una de las maravillas del 
mundo , era el ornamento de la ciudad de Alicarnaso, capital 
del reinOf J estaba entre el palacio real j el templo de Venus. 
Su figura era cuadrilonga^ j se hallaba decorado en su alre- 
dedor con treinta jr seis colunas j varias obras de escultbra. 
PJinio dice que tenia cnairocientos y once pies de circun£erea- 
cia, y su total elevación k4o píes. Sobre la construcción cua> 
drada que formaba, como si dijéramos el subasamento 9 se ele- 
vaba otro cuerpo piramidal que tenia a4 gradas, y en su remate 
sehabia colocado un carro con una cuadriga de mármol. Los 
mejores artistas de su tiempo fueron ocupados por Artemisa pa- 
ra trabajar en él. Satyrojr Pjrthjco fueron los arquitectos, d los 
que hicieron el macizo. Scopas, Briaxes, Thimoteo y Leocha- 
res se encargaron de las obras de escultura, cada uno de uno de 
sus cuartro costados: el i.*' del oriente; el a.^ del septeotrion; 
el 3.^ del mediod/a, y el 4-^ del poniente. Pítis se encargó del 
carro j de la cuadriga. Según Vitrubio, Praxiteles trabajó tam- 
bién en el monumento funerario de Mausolo. 

Este príncipe murió 353 años antes de la era vulgar. Arte- 
misa no hizo sino principiar este]monumento; pues no sobrevivió 
mas que tres años á su esposo, y el edificio fue concluido des- 
pués de su muerte. Costó sumas inmensas, lo que obligó á de- 
cir al filósofo Anaxágoras cuando le vio: "Hé aquí mucho oro 
transformado en piedra." 

La posteridad ha puesto é la cabeza de las víctimas del amor 
conjugal á Artemisa, la cual dicen que no solo no pudo sobre- 
vivir á la muerte de su marido, sino que añaden algunos que 
su fanatismo la condujo al estremo de mezclar diariamente con 
su alimento una porción de las cenizas de Mausolo, á fin de 
darle sepultura en su mismo cuerpo. 

El sepulcro de Mausolo llamó de tal manera la adratracion 
de los romanos, que consagraron el uomhve Mausoleo para in- 
dicar todos los sepulcros que se distinguían por su magnificen- 
cia, cuya significación se conserva todavía entre nosotros. 

( 8i ) Ueifon los reyes sobre sus hombros. Como había su- 
cedido en el año de i565 con las reliquias de S. Eugenio que 
llegaron á Toledo procedentes de la abadía de S. Dionisio de 
París, y en 1587 con las de S.* Leocadia, patrona de Toledo, 



(37) 
que trajeroQ á £$paña del monasterio d€S« Guislain en Fian- 
des y fueron introducidas en Toledo llevando en hombros las 
arcas el rej D. Felipe II j los príncipes reales. 

Los dos fr'ailecUos descalzos^ de cujra beatificación 6 cano- 
nización se habla á cputinuacion, seria el uno S. Diego de Al- 
cala\ lego de S. Francisco^ natural de la provincia de Sevilla, en 
cu^a ciudad habia muerto en i463 jr fue canonizado en fS88 
por el papa Sixto V; j el otro S. Pedro de Alcántara que mu* 
rió en i56a. 

(ffapítulo now. 

( 8a ) Media noche era por Jilo* Verso tomada del roman- 
ce viejo del conde Claros de Moutalvan 
Media noche era por filo. 
Los gallos quieren cantar, 
Conde Claros con amores 
No podia reposar. 
Media noche era ^orjilo equivale á decir era la media noche 
cabal 6 en punto fijo, como cuando e\Jiel 6 filo de )a balanza 
está exactamente vertical sin inclinarse á la una ni á la otra parte. 
( 83 ) Alcázar, No solo^se entiende ppr alcázar un castillo, 
fortaleza ó casa fuerte, sino también otros edificios magníficos 
que aunque no fortificados solian habitar los reyes. 

( 84 ) En esa de Roncesif alies. Ya Pellicer indicó que es- 
tos versos no estaban cual se leen en el cancionero de Amberes, 
en donde se lee dé esta manera: 
Mala la hovistes, franceses, 
La caza de Roncesvalles: 
Don Carlos perdió la honra. 
Muriéronlos doce Pares: 
Cautivaron á Guarí nos 
Almirante de los mares, etc. 
La Real Academia conoció también la oportunidad ó funda- 
mento de la observación; que acaba de justificarse con la ter- 
minante contestación de Sancho. 

( 8^ ) El romance de Calainfis, Hállase este romance en el 
caucionero de Amberes. El moro Calainos es uno de los perso- 
nages ideales de nuestros antiguos romances. Supónese en ellos 
señor de los montes Claros y de Constantina la '^Llaha amante 
de la infanta Sevilla hija de Almanzor rey de Sansueña ó Za-^ 



£38) 
rftgoM, 4 qaien firyíd cioco años, tila para corresponder tf sa» 
amores le ezijíd que le trajese tres cabezas de los doce Pares de 
Francia. Pasd k ella el amartelado joven , desafió á OlÍTe- 
roSf Roldan y Reinaldos de Montalyan; pero en áltimo resul- 
tado Roldan le cortd á él la cabeza* 

Ei romance <5 decantadas coplas de Galainos^ con cajra espre* 
sion denotamos un escrito insubstancial ó inoportuno^ comien- 
zan en el momento en que nuestro valentón parte para Francia* 
Ya cabalga Calaínos 
A la sombra de una oliva; 
£1 pie pone en el estribo, etc* 
( 86 ) Ostugo. Es decir, no dejaré de ver y mirar con aten- 
ción si hallo pista, traza 6 vestigio de este alcázar. 

Capitulo ificxmo. 

( 87 } Almohada. (V. las notas 47 y 4^ ^^ ^^^^ tomo). 

( 88 ) Oxte^ puto^ (dld dards rayo. Las dos primeras pa- 
labras son un adagio para apartar d echar con resolución le- 
jos de sí alguna cosa. Las últimas forman un adagio imprecato- 
rÍ0| que enlero dice 

Allá darás rajo 
En cas de Tamajro. 
(V la nota 11 del 2.° tomo). 

( 89 ) ¿ Podré señalar este ditvcon piedra blanca ó negra? 
Los romaao3 distinguían los días con nombres varios. Llama- 
ban dies íBquales á aquellos que nosotros conocemos con el de 
equinocciales. Los días atn\ nefastos^ 6 posteros eran los fu- 
nestos ó melancólicos, los cuales se señalaban con carbón, al 
paso que los días felices se marcaban de blanco 6 con creta . 
Por días compítales entendían aquellos en que se podían tra- 
tar los asuntos de estado y estaban marcados en el calendario 
de Numa con una C. 

Llamaban dies cognitionales y dies decreti & los destinados 
para la instrucción de un proceso, y en los que el pretor se en- 
teraba de los asuntos. Con el nombre de dies comparendini se 
indicaban aquellos destinados para comparecer un sugeto cita- 
do. En los días llamados fasti el pretor solía oír á las partes y 
administraba justicia pronunciando las tres palabras doy dicoá 
addico. Los días festi eran los consagrados á los dioses, duran- 
te los cuales se hacia majror número de sacrificios, y se pasa- 



(39) 
ban en juegos y banquetes celebrados en honor sayo. Darán* 
te los días fatales 6 de mal agüero, llamados nefastij no se po- 
día emprender nada de importancia^ en especial de negocios 
pi!^licos. Daban el nombre de dies Juste á los Socábales qae se- 
gún, una ley de las doce tablas se concedían á un reo para pagar 
anadeada 6 para cumplir otra sentencia proferida por ei juez. 

Todos los pueblos célebres han dividido los días en faustos 
é infaustos, ó felices é infelices; fundados en la superstición de 
que en talea» días sticedieron ciertos sucesos memorables. 

Los reyes de Egipto se abstenían de despachar los asuntos 
inns urgentes el dia del nacimiento de Tifón, que era el terce- 
ro de la semana. 

En Ateuas no se tenían jamas las asambleas en jueves, ni se 
emprendía nada de importancia en este dia; por ser conside- 
rado entre ellos como infausto, á la manera que entre los tur- 
cos y nosotros el martes. 

Eptreios romanos los dtas faustos estaban señalados de blan- 
co, y los infaustos de negro. 

Los judíos consideraban el día 8 de setiembre como fatal, 
porque en este dia fue quemado el templo de Salomón por loS 
babilonios, y porque en el mismo dia lo fue por segunda vez 
por Tilo al tornar á Jerusalen. 

Sixto V apreciaba mas el miércoles que los otros días por- 
que era el día de su nacimiento, de su promoción al cardena- 
lato, de su elevación al solio pontificio, y de su solemne eq- 
ronacion. 

Henrique Vil de Inglaterra estaba apasionado por el sábado, 
porque en igual dia matd al usurpador Ricardo tercera, se hi- 
zo proclamar rey de la Gran Bretaña, y se casó con £lisal;^t, 
hija de Eduardo IV, por cuyo enlace reunió en su persona m$ 
derechos de la casa de Lancaster y de Yorck. 

( 90 ) Telas de brocado de mas de diez altos» El brocado 
es una tela preciosa de seda sobrelabrada con plata ú oro. No 
creemos que haya brocado de mas de tres altos; el primero que 
lo forma, el fondo de la tela, se llama Jb/idb/t; al segando, otra 
labor por lo común también de seda, se le llamó la labor^ y él 
tercero, el realce ó relieve que se forma con el oro 6 la plata, es 
el escarchado. Díjose esa tela brocado^ de las brocas ó roda*» 
jas en que los bordadores tienen cogidos los hilos 6 torzales, 
de la misma manera que se llama oro de cañutillo por guar- 
darle en. unos cañutos ó .rodajas. 



{4o) 

( 91 ) En albricias: lo mismo que en agradectmiento. Muy 
común era en Jos tiempos de la caballería^ y aun no se kalla 
del todo desterrado en algunos pueblos, hacer un regalo al 
portador de una buena noticia que siempre era proporcionado 
á la importancia de esta. 

( ga } Ea el prado consejil. Es decir, en la dehesa ó cor- 
ral que en algunos pueblos crían en comí un los bueyes, ye- 
guas etc. de ios vecinos. 

( 93 ) El asendereado. Equivale á fatigado y molido de tan- 
to zarandear o andar de una A olra parte por sendas y cami- 
nos* 

( 94 ) Nora en tal. Lo mismo que noramala. 

( 95 ) Jo que te estregó. Refrán antiquísimo español que 
se lee en la Celestina 6 comedia de Calisto y Melibea , que 
equivale á estáte quieta bestia que te estoy estregando 6 ras- 
cando; bien que en esi^ lugar y en boca de la labriega es iró- 
nico, y le usa para indicar la inoportunidad de aquellos cum- 
plimientos y gerigonza. 

(96} La fortuna de mi mal no harta. Verso de Garcilaso 
en la égloga 3.* en donde dice 

Mas la fortuna^ de mi mal no harla^ 
Me aflige Y de un trabajo en Otro lleva. 

( 97 } Mas ligera que un alcotán • Lo mismo que esmerejony 
pequeña ave de rapiña. 

(98) Subir a la gineta. Montar tf la gineta es una escuela 
particular de equitación, en la que se llevan los estribos cor- 
tos y las piernas dobladas y abrigando con ellas la barriga del 
caballo. En España antiguamente se usó montar á la gineta, 
particularmente para las fiestas y torneos; pero hoy apenas se 
usa mas que en las corridas de toaros. En donde se monta to* 
davía mucho á la gineta es en Nueva España. 

Esta escuela de equitación conserva todavía el nombre de 
los ginetes, 6 mas bien céneles^ que entre los africanos fueron 
los que solian montar de esta manera. 

( 99 ) Hacer correr la hacanea como una cebra* Las haca- 
neas, que el graciosísimo Sancho llama canaueas, son unas ha- 
quitas 6 jacas preciosas en las que solian^ cabalgar las prince» 
sas y damas mas calificadas. 

El rey de Ñapóles paga á la santa Sede, de unos tres siglos 
á esta parte, un derecho de naturaleza singular, y consiste en 
un hacanea blanca que envía todois los años al Papa, cuya 



(4») 

tributo es eú reconocimiento de la gracia que Sixto IV hizo al 
rey Fernando de un censo anual que pagaba á la Sede roma- 
na. (V. la nota ao del a,** tomo). 

( I oo ) Entre ámbares y entre flores. Los naturalistas dis- 
tinguen varias especies de ámbar, las que solo dependen de las 
diferentes sustaocias estrañas con que se halla mezclado. El 
ámbar gris es una sustancia mole y tenaz como la cera, de un 
color griSf señalada con manchas amarillas 6 negras de un olor 
suave, y fuerte cuando se frota ó calienta. Se presenta el ám- 
bar gris en trozos irregulares mas 6 menos grandes, algunas ve- 
ces redondeados, formados por capas de distinta naturaleza se- 
gún se han ido sobreponiendo. Esta sustancia ha sido manifies- 
tamente líquida y ha envuelto varias materias estrañas que se 
encuentran en ellas como son espinas de peces, escamas, etc. E' 
ámbar gris se halla fluctuante sobre las aguas del mar en las in- 
mediaciones de las islas Molucas, de Madagascar, Sumatra, so- 
bre las costas del Brasil, de la China, Japón y en algunas ca- 
vernas . Acerca el origen de esta sustancia han estado muy di- 
vididos los naturalistas. Unos han pensado que era una espe- 
cie de petróleo manado de las rocas y espesado por la acción 
del sol y de la agua salada \ otros que era un betún y como 
á tal le colocaban entre las sustancias minerales; pero nuevas 
y reiteradas observaciones han demostrado que esta sustancia 
se forma en el conducto alimenticio del Phisceter macrocepha' 
lus de Linneo, especie de ballena de donde se saca el Esperma- 
ceti ó blanco de ballena, y que arroja con los escremenlos. El 
ámbar gris ha dado por el análisis los mismos principios que el 
succino, motivo por que le colocaron también en el reino mi* 
neral. En elaguasedisuelve con mucha dificultada la que comu- 
nica un olor agradable, y de él se sirven los perfumadores para 
hacer varias pomadas y aguas olorosas, y á fin de suavizar el 
penetrante olor del almizcle. 

( loi ) Ensartadas por I as a gallas como sardinas en ler cha. 
Pellicer creyó que habia de leerse en lugar de lercha^ percha^ 
que es en donde se cuelgan los pescados para ponerlos á secar; 
mas la Academia española demostró no ser fundada esta varia- 
ción: porque lercha en la Maucha y en algunas otras partes 
es aquella pluma ó junquillo con que ios cazadores ensartan 
por las narices las aves muertas, y los pescadores los peces por 
las agallas. La diferencia es notable: con las lerchas se ensartan 
las aves y los peces, y de las perchas se cuelgan. 



(4a) 

( lOa) Mucho sabéis^ mucho podéis y mucho mas hacéis. 
A primera vista se conoce la oportunidad con que Pellicer sus- 
tituid el mucho mns por mucho mai^ porque á nadie le es po- 
sible hacer mas de lo que puede. 

( io3 ) Suelen hacerse, ( V, lo que dijimos en la nota 3o de 
este tomo, j 317 del a. ^)« 

€ap{tttÍo míiéámo. 

( io4) Barca de Carón. Una de las divinidades inferna- 
les, hijo, según la mitología, del Erebo jr de la Noche y cuyo 
nombre significa cólera, y según otros equivale en lengua egip- 
cia á barquero. Era su oficio el trasportar á la otra parte de la 
Stígia y del Aqueronte las sombras de los muertos. Carón era 
viejo y avaro, y noadmitia en su barca sino á las sombras de 
aquellos que habían recibido sepultura y que pagaban el pasa- 
ge. Este era de un dbolo 6 dunace para los mas pobres, y de 
tres para los mas ricos; de donde provenia que.los gentiles po- 
nian en la boca de los muertos debajo de la lengua una mone- 
da de cobre, de plata ú oro, según la clase del difunto, para 
pagar su pasage. Los ermonios eran los únicos que pretendían 
ser exentos, porque su país confinaba con el infierno. Las-som. 
bras de aquellos que habían sido privados de se poltura anda- 
ban errantes cien años por las riberas de la Stígia* 

La mayor parte de los autores consideran á Caronte como 
un príncipe poderoso que dí<5 sabias leyes i Egipto, y que fue 
el primero que impuso un derecho s«)bre las sepulturas^ 
. Los sacerdotes egipcios reusaban el pasage del lago á aqoe* 
líos que habían muerto sin pagar sus deudas; y los parientes 
estaban obligados á tener cerca de sí el cadáver basta que las 
hubiesen satisfecho de los bienes del difunto d de los suyos 
propíos. La moaed a puesta en la boca del difunto, denotaba 
que todos sus acreedores estaban pagados , como que todavía 
le quedaba una moneda para satisfacer su pasage. 

(loS) La compafUa de Ángulo el malo. ''Llamado asi, 
según dijo el mismo Cervantes en el Coloquio de los perros, por 
diütíoguirse de otro Ángulo no autor sino representante, el 
mis gracioso que entonces tuvieron y ahora tienen las come- 
dias." Fue natural de Toledo, y habla de él también Agustín 
de Rojas en su Viage entretenido , diciendo que fue autor de 
compañías cómicas y de composiciones dramáticas. 



(43) 
( io6 ) Que representamos. Pobre y miserable era en aquel 
entonces el aparato escénicO) y en justifícacíon no hay masque 
leer lo que dice el mismo Cervantes en el prólogo á sus come- 
dias. "£n el tiempo^e este célebre español (habla de Lope de 
Rueda) todos los aparatos de un autor de comedias se encerra- 
ban en un costal, y se cifraban en cuatro pelicos blancos guar- 
necidos de guadamoci dorado, j en cuatro barbas y cabelleras 
y cuatro cayados poco mas 6 menos. Las comedias eran unos 
coloquios como églogas entre dos dtres pastores y una pastora. 
Aderezábanla^ y dilatábanlas con dos 6 tres entremeses^ ya de 
negra, ya de rufián, ya de bobo, y ya de vizcaíno: que todas 
cuatro figuras y otras muchas hacia el tal Lope con la mayor 
escelencia y propiedad que pudiera imaginarse. No habia en 
aquel tiempo tramoyas ni desafíos de moros y cristianos á pie 
y á caballo ; no habia figura que saliese ó pareciese salir del 
centro de la tierra por lo hueco del teatro, el cual componian 
cuatro bancos en cuadro, y cuatro ó seis tablas encima, con que 
se levantaba del suelo cuatro palmos ; ni menos bajaban del 
cielo nubes con ángeles ó con almas. El adorno del teatro era 
una manta vieja tirada con dos cordeles de una parte á otra, 
que hacia lo que llamaban vestuario, detras de la cual estaban 
los músicos cantando sin guitarra algún romance antiguo. Mu- 
rió Lope de Rueda, y por hombre escelente y famoso le entejr- 
raron en la iglesia mayor de Córdoba, donde murió, entre los 
dos coros , donde también está enterrado aquel famoso loco 
Luís López. Sucedió á Lope de Rueda, jaharro, natural de To- 
ledo, el cual fue famoso en hacer la figura de un rufián cobar- 
de. Este levantó algún tanto mas el adorno de las comedíais, y 
mudó el costal de vestidos en cofres y en baúles: sacó la mú- 
sica, que antes cantaba' detras de la manta, al teatro público, 
quitó las barbas de los farsantes, que hasta entonces ninguno 
representaba sin barba postiza, é hizo que todos representa- 
sen á cureña rasa, sino eran los que habían de representar los 
viejos ú otras figuras que pidiesen mudanza de rostro: inven- 
ta tramoyas, nubes, truenos, relámpagos, desafíos y bata- 
llas etc. » 

( 107 ) Desde mochachofui aficionado á la carátula^ y en 
mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula. Mucha era 
la afición que habia en España ya por aquellos tiempos á este 
linage de espectáculos, y su representación se hacia no solo en 
los teatros, patios ó corrales públicos, sino en los palacios Ve 



(44) 

Duestros rejeS) ea las casas de los tribunales ó consejos^ y ea 
los mismos conventos é iglesias. 

Gonzalo García de Santa María, cronista del rey de Aragón 
D. Fernando el Honesto ^ refiere como se representó en Zara- 
goza á los reyes una comedia que compuso el famoso D. En- 
rique de yillena, en la cual hacían su papel personalizadas la 
justicia, la verdad, la paz y la misericordia ; y de aqui se cono- 
ce, como dice el citado García de Villanueva, se equivocd Cer* 
yantes creyendo que él habia sido el primero que personalizó 
en el teatro las cosas espirituales y las pasiones.. 

En el Cancionero de las obras de Juan de la Encina se 
encuentran diferentes representaciones compuestas por ¿I, y 
representadas en las noches de Navidad, carnestolendas y 
pascuas en casa del duque de Alba, y alguna vez en presen- 
cia del príncipe D. Juan. Estas representaciones ó diálogos eran 
de pastores y asuntos amorosos, y también de cosas sagradas, de 
la pasión, del viage de Jerusaleny de otros asuntos familiares. 

Antonio de Nebrija en el compendio de la retórica, hablando 
de la fuerza que la pronunciación y el gesto dan á la oración 
prosigue: ''pruébase esto con el ejemplo de los mismos repre- 
sentantes, que añaden tanta gracia y donaire á los mejores poe- 
tas , que es infinitamente mas lo que sus versos nos deleitan 
cuando los oimos, que cuando los leemos; y de tal suerte se 
hacen escuchar aun de los mas necios, que estos mismos que 
jamas se ven en las bibliotecas se encuentran frecuentemente 
en los teatros." 

En aquel entonces habia una compañía de actores que se lla- 
maba de la carátula porque representaban con mascarilla, co* 
mo en un principio lo hicieron los griegos y romanos. 

( io8) Prestido de bogiganga. Habia entonces una compa- 
ñía que se llamaba bogigansfz^ sin duda porque todos sus 
actores iban con trages ridículos y estrambóticos para hacer 
reír á los espectadores. En otras de aquellas compañías ambu- 
lantes, como la en que topó D. Quijote, el que ahora llama- 
riamos gracioso iba vestido de una manera estrafalaria, y á es- 
to era á lo que se llamaba vestido deVbogiganga. 

( 109 ) Parecen unos principes. Refiérese esta protección 
á los actores y la introducción de este lujo, bien que las mas 
veces inoportuno, á tiempos posteriores, y cuando l,a represen- 
tación dramática estaba en España mas adelantada. ( K las 
notas anteriores). 



(45) 

( rto) Sopa de arroyo y tente bonete. Metafórica y vul- 
garmente hablando es lo mísmp qae gaijarros^ piedras 6 can- 
tos rodados de aquellos lisos j llanos que suelen hallarse en los 
rierales. Tajnbien parece que se les llamaba lágrimas de Moi" 
sen. » 

(Sopüttlo ¡ruoir^jcitno* 

( 1 1 1 ) Comparadas en la amistad d Niso y Eurialo y Pi' 
lades y Orestes. Niso, natural del monte Ida en la Frigia, si 
gaió á Eneas á Italia, y Virgilio celebrd en los libros 5.^ y 9.® 
de la Eneida su íntima amistad con Euríalo. Habiendo los dos 
penetrado en el campo enemigo durante la noche hicieron en 
él mucho estrago. Sin embargo los rútujos que los observaron 
cuando se retiraban, atacaron á Enríalo y le hirieron. Niso pe- 
reció en el instante que acudió á. la defensa de'sji amigo, que por 
un efecto de su misma amistad , atrajo sobre sí la venganza 
de los rúlulos. Antes de morir mató á Volscens, matador de 
Enríalo. La muerte de estos dos valerosos guerreros ocasionó 
el raajror dolor á los tro j anos. 

No cesando las furias de atormentar á Orestes por la muerte 
que dio á su madre, fue á consultar el oráculo de Apolo, y se le 
reveló que para quedar tranquilo era menester que pasase ala 
Taurida á robar la estatua de Diana , y salvar á su hermana 
Ifígenia. Dirigióse allá con su primo é inseparable amigo Pila- 
des , y habiendo sido hechos prisioneros al saltar á la piajra, 
iba á ser uno de ellos inmolado á la diosa siguiendo una bár- 
bara costumbre. Pílades quería morir por él, sosteniendo que él 
era Orestes, al paso que este lo desmeniia ; hasta que recdbo- 
cido Orestes por su hermana Ifígenia, quedó aclarada la ver- 
dad, y por medio de un ardid de esta escaparon ambos herma- 
nos y el amigo. 

La amistad de estos héroes pasó después á proverbio, y fue- 
ron considerados como un dechado de esta virtud,, en cujro ca- 
tálogo pudieran continuarse la amistad que unió á Theseo con 
Piritoo, la de Aquiles con Patroclo, Epaminondas con Pelopi- 
das, Damon con Pitias, etc. etc. 

(lia) Las cañas se vuehen lanzas. Versos tomados de un 
romance de Gines Pérez de Hita, en el que con el título áe HiS' 
fpriade los bandos y guerras ciuües de Granada j se describen 
los festejos que se hicieron para celebrar la amistad de los Aben- 



(46) 

cerrages j Zegríes, dos familias rivales; pero eajro 'resaltado 
fue mujr diferente del que esperaba el rej moro conseguir cuan- 
do los dispuso* 

Aparta, aparta , aparta, 

Que entra el valeroso Muza 

Cuadrillero de unas cañas* 
Treinta lleva en su cuadrilla, 

Abencerrages de fama 

Los caballeros Zegries 

También entran en la plaza 

Al son de los añafíles 

Traban el j uego de cañas, 

£1 cual anda muj revuelto; 

Parece una gran batalla. 
No bajr amigo para amigo, 

Las cañas se vuelven lanzas; 

Mal herido fue Alabez 

Y un Zegri muerto quedaba*. • 
( ii3) De amigo Á amigóla chinche. Refrán antiguo es- 
pañol, que también se dice de amigo á amigo ^ ckinc/ie en el 
ojo, Covarrubias indica que sirve para espresar que un ami- 
go que se vende por amigo de otro no procede como tal. 

( ii4) De las cigüeñas el cristel. Se cree por lo que dice 
Herodoto que los egipcios fueron los primeros pueblos que hi- - 
cieron uso de la:» lavativas 6 clisters* Galeno j Píinio suponen 
que aprendieron el uso de ellas, del ibis d tántalo; al paso que 
otros creen que la cigüeña fue la que Jo enseñó á los egipctos, 
los cuales observaron que después de haberse hecho esta ate 
algunas inyecciones con el pico por el ano solia descargar en se- 
guida el vientre. 

( 1 1 5 ) Délos perros el vómito y el agradecimiento. Estas 
dus noticias que las repitió Cervantes en el Coloquio de los per- 
ros, las tomó sin duda de lo que dijo Plinio en su Historia na- 
tural. / 

( 1 16 ) Délas grullas la vigilancia. Los naturalistas dicen 
que cuando las grullas llegan á un lugar, ponen una grnlla en 
acecho, la cual para no dejarse rendir del sueño, se sostiene so- 
lamente sobre un pie, j con el otro tiene una piedra para que 
su caida la despierte. Por esta razón los antiguos consideraban 
& esta ave como un símbolo de la prudencia j de la vigilancia» 
Era asimismo la grulla un ave de favorable afgüero. 



(47) 

( 1 1 7 ) De las hormigas la prat>idencia. La hormiga era nn 
atributo de Céres^ j otro de los animales que observaban los 
augures. Es asimismo este insecto el símbolo del trabajo j de 
la previsión. De ellas, dice Salomón en^el capítulo VI de los 
Proverbios, debemos aprender á ser industriosos, aplicados jr sa- 
gaces, desterrando de nosotros la pereza, f^ade adformicam o 
piger et considera uias ejusy et disce sapientiam. 

^118) De los elefantes la honestidad. Esta noticia la to- 
niaria igualmente Cervantes dePlinio en su Historia natural. 

(119) La lealtad ilel caballo» También da Plinio esta no. 
ticia en la obra citada en la nota anterior, j todos los dias se 
nos ofrecen ejemplos de la lealtad del caballo. Quizá á esto de* 
be atribuirse la locura que por ellos han lenido algunos. 

La pasión de ciertos emperadores romanos por los caballos 
inspiró á algunos las locuras mas estrañas. L. Veso babia he. 
cho vaciar en oro una imagen de su caballo, y la llevaba siem. 
pre consigo; y después de la muerte de aquel le hizo elevar un 
sepulcro en el Vaticano. Esta última estra vagancia fue imitada 
por Adriano. Augusto, ú ejemplo de Alejandro, habia también 
erigido un monumento á su caballo que Germánico habia can-* 
tado en sus versos. Calígula, distinguiéndose en este género de 
locura, se dice habia pensado crear cdnsul á su caballo. Se ha. 
lian en Grutero y Muratori un gran número de inscripciones 
esculpidas en honor de caballos célebres por sus victorias en el 
circo, algunas de las cuales están acompañadas de coronas y 
palmas, y con el nombre de su pais y hasta espresando el co- 
lor de su pelo. 

( lao) Un laúd ó uilmela* El laúd se parece mucho á la 
bandola ó bandolino, y se toca punteando con los dedos ó con 
una pluma. 

(Capitulo iiécmotncxo. 

( la I } O hideputa puta^ y qué rejo debe de tener la bella' 
ca, (V. la nota 3oa del tomo 1.® j la 11 del a.^}. 

(laa) Conejo albar* Lo mismo que conejo blanco, como 
suelen serlo los caseros ó domésticos. 

( ia3 ) Estudero de agua y lana* Espresion común para 
indicar un hombre de poca importancia d de ningún valor. 

( ia4 ) Bocados de nudos de suelta. Es decir, tan grandes 
como suelen ser los nudos de la suelta; pedazo de soga d cordel 



(48) 

coa que suelen atar laa caballerías^ que como hechos con una 
materia basta d ordinaria han de ser gruesos y abultados. 

( ia5 ) De ancianidad, Cervantes hizo también mención de 
este vino de Ciudad-Heal llamado católico por sus buenas cua- 
lidadeS) en la Novela del licenciado Vidriera y refiriendo al mis- 
mo tiempo los nombres de otros vinos dice: ''Se ofreció el hués- 
ped de hacer parecer alli á Madrigal^ Goca^ Alaexos y á la im- 
perial mas que real ciudad^ recámara del dios de la risa: ofre- 
ció EsquiviaSf á Alauis, á Gazalla, Guadalcanal y la Membr¿- 
11a sin^que se olvidase de Ribadaviay de Descarga María .^' Ade- 
mas de loS vinos nombrados por Cervantes hizo reseña de otros 
según dice Pellicer el Dr. Lobera de Avila, médico del empera- 
Cárlps Y., en su ''Vergel de sanidad ó banquete de caballeros" 
hablando con elogio de los vinos ya tintos, ya blancos, ya alo- 
ques, de Pelayos, S. Martin de Valdeiglesias, Yepes, Simancas, 
Medina del campo, Vülafranca, Toro, Murviedro, Oren se. Mar- 
tos, de las lomas de Madrid, de la Alcarria, Arenas, Escalona, 
Cigales, lilana, Übeda, Valdepeñas, el Porzuelo etc. 

( ia6 } Pendiente de una correa de cordqhan* Este mismo 
cuento lo refirió Cervantes en uno de sus entremeses que lleva 
el título de Elección de los alcaldes de Daganzo* Hablase de 
un catavinos^ y para ponderar su conocimiento ó inteligencia 
en su oficio, dice uno de los interlocutores: 

En mi casa probó los días pasados 

Una tinaja, y dijo que sabia 

El claro vino á palo, á cuero y hierro: * 

Acabó la tinaja su camino, 

Y hallóse en el asiento de ella un palo 
Pequeño, y de él prendida una correa 
De cordobán, y una pequeña llave. 

( lay ) Triste Jigur a. Pellicer pone en este lugar un sone- 
to que dice se halla en la Biblioteca Real, y añade que los dos 
mojoues ó catavinos bien pudieran rivalizar ó emparejarse con 
les dos ascendientes paternos de Sancho. 
A beber vino blanco sin cimiento 
Apostaron Camacho.y Juan de Suna; 
Camacho , bebedor desde la cuna. 
Moderno Luna, mas de mas aliento. 
Tomó Camacho un átomo del viento 

Y Luna el corazón de una aceituna; 
y entrambos sin rendirse vez ninguna 



(49) 
Bebieron de á caartiUo medio ciento^ 

Picáronse los das, y concedieron 
De veces otro diez; pero CaniacLo 
Pard^ porque sus pipas se hinchieron; 

Llegó la tercer vez hasta el mostacho, 
Y él jr la tasa en tierra se rindieron, 
Quedando Luna «n pie, pero horracho. 

<íapft»lo lOtámocnaxto, 

( ia8 ) Madrina, D. Juan Antonio Pellicer y la Real Aca- 
xlemia observaron ja que es una palabra italiana que equivale 
ó la española madrastra. El caballero de la Selva alude á lo 
que cuenta la fábula de Júpiter, que habiendo tenido á Hércu- 
les de Alcmena, hija de Anfitrión,, enojada y zelosa Juno, verda- 
dera esposa de Júpiter, aborreció cu^l madrastra á Hércules, 
y le preparó los tan decantados trabajos ó peligros, de los que 
habiendo salido vencedor, mereció ser colocado entre los hé- 
roes ó semidioses. 

( 129 ) y sin mudarse de un lugar es la mas movible y i^oL 
tarla mugér del mundo. Este postizo caballero andante, siguien- 
do ó imitando los delirios de sus modelos, califica de giganta á 
una estatua de bronce que representa según unos la victoria, 
y según otros la fe, y termina la torre de la catedral de Sevi- 
lla y que sirve de veleta ; por cuya razón sin duda diósele el 
nombre de giralda de estar girando 6 dando vueltas al impul- 
so del viento. Tiene i4 pies de alto, y dicen que pesa unos 
treinta quintales. En su mano izquierda tiene una palma, y eo 
la derecha «n pendón ó lábaro con el que señala el viento; y 
el nombre de giralda dado en un principio tan solo á la esta- 
tua, se aplicó después á la torre misma. Era esta uno de los 
obsérvatenos astronómicos que tenian los árabes en España, 
y fue fabricada, según dicen D. Diego Ortiz de Zoiñiga, D. Ni- 
colás Antonio y la tradición universal, por el astrónomo Mo- 
hamad Geber. Esta torre, vecina á la catedral, tiene de eleva' 
cion 364 pies, es de figura cuadrada y de 43 pies por costado . 
con diversos órdenes de ventanas y otros adornos con colunas de 
mármol terminada ahora por la estatua de bronce alegórica de 
la fe, construida por Bartolomé Moret. Se sube á ella en lugar 
de escalera por una rampa muy ancha y suave. 

£1 reloj de campana que se colocó en esta torre en tSgG á pre- 
iií. 4 



(So) 
seacíii ckl rej D. Enrique llí, era cousíderadov segan )o ase» 
gur<5 Mariana, como el primero que se vio en España, biea que 
el P. Saez supone que lo hubo ya en Cuellaren Castilla eu 
i3gS. Sin embargo antes que en Sevilla y en Cuellar lo había en 
Barcelona. En uno de los apéndices del célebre Canipman^ á 
sus memorias históricas sobre la marina, comercio y artes de 
la antigua ciudad de Barc elona, dice que entre las antiguas apau- 
tacioues del archivo municipal de la ciudad se halla, que en el 
alio 1393, á espensas detay untamiento, se fundió la grancam- 
paua para el reloj, y que en aquel mismo año se subió á la tor- 
r^, que cae sobre la puerta de santa Eulalia, conocida con el nom- 
bre vulgar de senj de les hoves^ destinada sin duda para las ho' 
ras, como lo indica la.delicada estructura del último cuerpo de 
campanas. De esto, continua nuestro Caropmanj, se iufíerela 
época anterior de tres años del relo) público de Barcelona al de 
la catedral de Sevilla , que hasta entonces se habia ponderado 
entre muchos historiadores como el primero de torre que se 
habia conocido en Españla, cuya colocación presenció como co- 
sa maravillosa el rejr de Castilla Enrique III en i3g6. 

( x3o } Llegué^ vila y vencila. Alude á un pasage de la his- 
toria romana que refiere Plutarco. Al recibir César la noticia 
deque Farnaces hijo de Milridates habia batido á las legiones 
romanas, salió precipitadamente de Roma, dirigióse al Asia, j 
en una batalla campal venció al enemigo que antes habia sido 
vencedor, cuya pronta y decisiva victoria notició á Roma, con 
estas tres solas palabras: i^e/i/, utdí^ uici: llegué, vi y vencí. 

( i3i ) De f^andalia. La provincia de Andalucía, hermosa 
parte de España en la que pone Fenelon los campos eliseos, se 
llamó antiguamente Hética, del rio Betisó Guadalquivir que la 
baña. Después se llamó JVandcducia por haberse establecido 
alli los vándalos, nación del norte; de lo que le ha quedado el 
de Andalucía que ahora tiene. Los árabes ó moros lUniabau á 
toda España , Andalucía , haciendo general á la peníusula el 
nombre déla primera provincia que ocuparon. 

Andalucía, en el dia la provincia mayor de España, confína 
al N. con Castilla la Nueva y Estremadura; al E. con el reino 
de Murcia; al S. con el Mediterráneo, estrecho de Gibraltar, y 
con parte del mar Atlántico; y al O. con Portugal. Se subdivi- 
de en cuatro provincias que todas tienen el título de reinos; 
Córdoba y Jaén al N. y Sevilla y Granada al S. Su población 
pasa de 1,900.000 habitantes, en poco mas de aa8a leguas cua- 



(5i) 
firadas. El clima es cálido, aunqae templado con las muchas 
fiíODtaaasy los aires del mar. Sus producciones consisten en 
lócanos, vinos delicados, aceite, azúcar, algodón, sedas, etc. etc. 
Abundan sus montes en minas de diferentes clases, y hermosas 
canteras de mármoles, jaspes, etc. Sus caballos son los mas her- 
mosos^jr gallardos de Europa. 

( i3a ) Martas cebollinas. Sancho tenia carta blanca pa- 
ra estropear Jos nombres , por esto nada tiene de estraño que 
llamase cebollinas á las martas cebellinas» Pieles de las martas, 
animalitos parecidos á las fuinas. 

( i33 ) Mas sueño que un lirón. Animal semejante á una 
rata, que pasa la major parte del tiempo durmiendo, como que 
ha llegado á proverbio ^^dormir como un lirón. '^ 

( i34 ) Sobre las armas trata una sobrevesta, íJcrvia esta 
en un principio para que las armas no se deslucieran, y el lujo 
llegó á tal estremo que se llevaron de las telas mas ricas y pre- 
ciosas, y en honor á la caballería se hizo una escepcion á las le- 
jos suntuarias que no permitian el uso de ropas de tela de oro. 

(i35} Pasagonzalo. Juego antiquísimo, que consiste eu 
dar un papirote en la nariz soltando con cierta fuerza el dedo 
de enroedio puesto debajo del pulgar. 

( i36) Ación. Lla'mase asi la correa en la que va puesto, 
j de la que cuelga el estribo. 

( iSy) Dio señales de que estaba muerto. Remedo bur- 
lesco y gracioso de loque sucedia en los combates entre los ca. 
balleros andantes ideales y verdaderos, de que están llenos los 
iibros de caballerías. 

(¡Capitulo írcíimoíiuínto.^ 

( 1 38 ) Un algebrista con quien se curó. Ün cirujano 6 nie- 
jor un curandero conocedor de la álgebra, parte de la cirujía 
que enseña á poner en su lugar los huesos dislocados. 

(Eapítuto ir^nmodefto. 

( i39 ) La lastamos mi señor jr yo con las setenas, D. To- 
mas de CoVarrubias dice que el verbo lastar es lo mismo que pa. 
gar, derivado del latin luere, ( y, la nota 3i del primer tomo). 

( 1 4o ) Hombre de chapa. Hombre formal 6 chapado como 
también suele decirse. 



{S4) 

al ejército, j tntonces >olvi<5á remontarse algún tanto esta ma- 
Dttfactura. 

(i5i) Ensu pwito. Pellícer dijo que quizá en el origi* 
nal diría en este puntOj mas no vemos necesidad de variar 
la locución de como está, ni tampoco la crej^d la Real Acade- 
mia. 

( i5a ) Habiendo visto el leonero* ( V. la variante 34 ^^ 1* 
Real Academia ). 

( i53) í^s venia d cuento. Larga fuera la lista si hubiera- 
mos de enumerar los caballeros andantes que tomaron nom- 
bres sonoros, retumbantes y significativos qne recordaban sus 
mas célebres aventuras referidas en los libros de caballerías, 6 
que les variaban según les placia. Asi es que leemos en ellas 
el caballero de los Basiliscos, déla Muerte, de las dos espadas^ 
déla gran serpiente, del Enano, del corazón partido, y también 
délos Leones que llevó ya el mismo Amadis de Gaula. 

( i54) Pasar la lela en alegres justas. (V. lá nota 8i de^ 
primer tomo). 

(i 55) A/^reAf. Millin dice que antiguamente los reyes y 
príncipes solian hacer algunos regalos en ciertos dias del ano,, 
como por Pascua, Navidad, etc., á sus criados ó pages y demas\ 
personas allegadas; cuyos presentes consistían principalmente 
en ropas, vestidos etc., á los cuales se les daba el nombre de Ir- 
brea del verbo librar -d entregar , voz que se ha conservado 
para indicar el vestido que los nobles hacen llevar á sus criados. 

Otros dan diferente origen á la librea y atribuyen su inven- 
ción al uso establecido en los torneos, en donde cada partido se 
presentaba adornado con colores diferentes. Se ha creído asi- 
mismo que esto did la idea de los uniformes militares. 

(ttapítttb TftcmoctMo. 

( i56) Encima de la puerta de la calle. Prerogativa delof 
nobles y que en aquellos tiempos pocos dejaban de usar. 

( i57 ) Toboso. Fabricábanse en efecto y se fabrican aun en 
el día tinajas en el Toboso, siendo la principal industria de es- 
te pueblo de la Mancha, patria de la sin par Dulcinea. 

( i58) Cuando Dios queria. Primeros versos del dulcísi- 
mo y décimo soneto de Garcilaso que dice; 

O dulces prendas por mi mal halladas, 
Dulces y alegres cuando Dios queria I 



(55) 
JiiQtas estáis en la meraoria mía 
Y coo ella en mi muerte conjuradas; 

£1 célebre Herrera en sus comentarios á las poesías de Gar- 
cilaso demostró que el poeta imitó en este soneto aquel verso 
con que Virgilio hizo es clamar á la abandonada Dido, próxima 
á U muerte y á vista de las armas y prendas de Eneas. 

Dulces exuifiíBy dum fata^ Deusque sinebnnt, 

( 1^9 ) Quedó en if alones. Lo mismo que con la ropa 6 tra- 
ge interior que también se llamaba enfarseio, (A^. la nota slSq 
del primer tomo), f^alones es lo misino que r/i/zo/ie5 anchos^ 
llamados asi porque su moda nos viuo de Flandes, cuyas pro- 
vincias á mas de llamarse Paises-Bajos, eran conocidas también 
eon el nombre de f^alonasy de f^alones sus habitantes. Aun 
en el alto Araron hemos oido llamar valones á los calzones 
anchos, (f^. la nota a del a.** toma ). 

( i6o) En jubón de carnuza, (V. la nota anterior). 

( i6i ) Los borceguíes eran datilados y encerados los 
zapatos, {F". la nota 69 del a." tomo ). 

De pocos años á esta parte se conoce la clase de lustre que 
generalmente ahora se usa. Se servían antiguamente para dar 
un color igual á los zapatos, pues las botas no se llevaban sino 
en tiempos lluviosos y para viajar , de un poco de tocino los 
unos, de agua y aceite losotros, y de clara de huevo y negro 
de imprenta los mas petimetres. El lustre de ahora lo inventaron 
seg*jn se cree los alemanes, bien que los ingleses se apoderaron 
de aquel secreto, y hubieran Seguido con aquel monopolio si 
los franceses no hubiesenjinvcntado una multitud^e recetas pa- 
ra hacer toda clase de lustre. 

( i6a) Enfermo de los ríñones. Parece por lo que dice 
Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana, que algunos 
de nuestros españoles que padecian de los riñónos le adoptaron 
para colgar de él las espadas, como hacen los turcos con sus 
alfanges por hacerles daño la pretina en que se llevaban gene- 
ralmente. ( /^. la nota 17 del a,® tomo ) . 

(i 63) JF/^yíyc ÍV/C0//Z0. Llamóse comunmente Pessc-Cola 
ó Pez-Nicolas, úálexander ab Alexandro en sus Dias Genia- 
les con referencia á lo que le contó Joviano Pontano dice 
que era siciliano, natural de Galanía , donde vivia á fines del 
siglo XV. Dícese que se acostumbró tanto á vivir en el agua 
desde peqneño, que habitaba roas en ella que en tierra, j que 
á guisa de bestia marina cortaba las olas del mar en medio 



(5«J 
áñ h» tormentas. Sucedía que, jendo las naves á velas ten* 

didas en mar alta^ solían los marineros encontrarse con Pesce- 
Gola, qne los llamaba por sus nombres: recibíanle en los navios; 
preguntábanle de dónde venia , adonde iba, y cuánto mar ha^ 
bia navegado; y satisfaciendo á todo , después de comer coa 
ellos, y de recibir varios encargos y recados para sus parientes 
y conocidos, se volvía á arrojar al agua, y aportaba á las cos- 
tas de Ñapóles y Sicilia, frecuentando especialmente sa patria 
\ Catania. Asi vivid, basta que Federico, rey de Ñapóles y de Sí^ 
cilia, en presencia de inmenso gentío arrojó en el Faro de Me- 
cina una taza de oro para probar la destreza de los nadadores; 
T el Peje-Nicolas, liado en ella , y estimulado de la codicia* 
• bajó por la taza , y se quedó sepultado entre las cavernas 
y peííascos de aquellos famosos escollos, devorado, por decir- 
lo asi, de alguno de los perros marinos, Scyla, ó Caribdisque 
tíugieron los poetas vivían allí causando naufragios cea sus 
horribles ladridos. El P. Feijóo trae la historia de otro nadador, 
parecido á Pesce-Cola, natural de Líerganes, lugar de las mou*- 
tañas de Santander que por la partida de bautismo que existe 
en su parroquia, consta que nació en 1660, y se llamó Fran- 
cisco de la Vega Casar. 

Pellicer añade que ü constase con certidumbre que algua 
pez se hubiese tragado á Peje-Nicolao , se le pudiera comparar 
con otro famoso nadador y náutico perito español, que tuvo 
este paradero fatal. Este fue D. Iñigo de Mendoza que nave- 
gando en una galera con poco lastre, al pa^ar por la boca de 
un rio, una gran grupada de vieato, volvió la galera de arriba 
abajo, y anos y otros se ahogaron, incluso el mismo coman- 
dante, que aunque diestro nadador no pareció tampoco , ^'ni 
»se supo de él mas, dice O. Luis Zapata , que deudo á pocos 
»dias se tomó en Córcega un pescado; que se halló en el cuer- 
»po un hombre en calzas y en jubón, y diez escudos en una es- 
Mcarcela que decían que D. Iñigo, estando en calzas y en jnbon 
Mcnia galera, llevaba; y asi fue del honrado caballero la patria 
»el mar, la galera casa, y un peee la sepultura. Del ahogarse se 
»hizo gran sentimiento dél.por todo el mundo: roas de no enter- 
»rarse ninguno ; que Virgilio dijo : facUis iactura sepulcrt*" 

(164) Ginasios, Aquí es lo mismo que colegios, liceos ó 
universidades. Los ginasios ó gimnasios como ahora se llaman, 
^rau unos ediñcíos públicos en donde la juventud griega y ro< 
mana recibía U mayor parte de su educación. 



(5?) 
La gimnasia 9 propiamente hablando 9 es )el arte de los di- 
versos ejercicios del cuerpo. Como este arte; tiene por objeto 
la seguridad persona], la salud, el placer ó la diversión, es de 
creer que su origen es tan antiguo como el mundo. Parece que 
énun principio los ejercicios gimnásticos se reducian á simples 
juegos, en los que se disputaba solamente la victoria y una co- 
rona; pero con el tiempo formaron parte áti culto divino, y de 
los honores fúnebres tributados á los manes de los héroes* 
Pasaron no obstante muchos años, antes que este arte estuviese 
sujeto á reglas y leyes; de la reunión de las cuales se formó 
un cuerpo de doctrina , á la cual se dio el nombre de gimnás- 
tica. Torad este nombre de la voz griega g)^/7ino5 desnudo, por- 
que enseñaba todo lo concerniente á los ejercicios del cuerpo 
desnudo. Hallamos vestigios de este arte antes de la guerra de 
Troya. Basta leer, para convencerse de esto^ la descripción de 
los juegos celebrados en los funerales de Acasté. Por lo que 
dice Homero hablando de los diferentes ejercicios que se ejecu- 
taron en los juegos celebrados en los funerales de Patroclo, 
vemos que poco tenia que añádase á la gimnástica para que 
mereciese el nombre de arte. Esta solia distinguirse en tres 
clases : la gimnástica militar, producida por la necesidad de 
defenderse en caso de verse atacado) la gimnástica médica 6 
medicinal, originada del cuidado que está uno obligado á tener 
para la conservación de su salud; y últimamente la gimnástica 
atlética, la mas famosa de todas, que debe su origen al amor 
del placer, junto al deseo de dar pruebas públicas de fuerza y 
agilidad, llevándose al mismo tiempo el premio propuesto. La 
primera consistía en el ejercicio del pujilato , del salto, de la 
lacha , de la corrida de los carros , de la corrida á pie , del 
ejercicm del disco, del arco, de la lanza ó pica, en una palabra, 
de todo aquello que podia contribuir á la defensa del cuerpo y 
de las ciudades. La segunda á algunos de los ejercicios preceden- 
tes anadia la equitación 6 carrera á caballo, el juego de pelota, 
la bombad pelota grande, el baile, los baños ó el nadar, las un- 
ciones jr el paseo: esta principió mas tarde que la gimnástica mi- 
litar, la cual según dice Platón fue introducida en la medicina 
poco antes de Hipócrates por el médico Heródico de Leontino. 
La tercera, ó gimnástica atlélica, estaba consagrada á instruir en 
todos los ejercicios que componían los juegos públicos á aque- 
llos que se dedicaban á la profesión dejos atletas. Esta se desig- 
naba por diferentes nombres: sellamaba atlética porquese batian, 



(58) 
gimnástica porque $e presentaban desnados, gonistica porque 
su principal objeto eran los juegos públicos. 

Enumeró D. Quijote en éste lugar las calidades/ virtudes 
que debían adornar á los caballeros andantes , que son una 
resena de las que verdaderamente babian de distinguir á los que 
se dedicaban á la profesión caballeresca. A mas de lo que 
hemos dicho relativo á ella en varias anotaciones , particular- 
mente en las aS, 3o, 4^ etc. del primer tomo, creemos que no 
disgustará leer el código de amor , con arreglo al cual fallaban 
las Cortes de Amor, 

Se llamaron asi unas sociedades que tuvieron origen en Pro- 
venza á áltimós del siglo XI 6 principios del XII. Se componía 
cada corte de damas y caballeros, y estaba organizada á ma- 
nera de tribunal , en el que se ventiUban y juzgaban las cues- 
tiones suscitadas entre los caballeros y trobadores en los tiem- 
pos de la caballería. Estas cuestiones, contenidas en los poemas 
llamados tensonsóel luím conteníio^ disputa, versaban siempre 
sobre materias amorosas ó en que el amor tenia una parte, j 
estaban contenidas de modo que daban lugar á mil ingeniosas 
respuestas. Algunos quieren suponer que los árabes dieron la 
primera idea de los tensones; pero nosotros sin contradecirlo, so- 
lo diremos que en ellos se ve un cierto carácter de originalidad. 

Las desavenencias, los zelos de los amantes eran el objeto or- 
dinario de las sentencias ó decisiones que proferia la corte d« 
amor. Para el régimen de ella se hizo un código de jurispru- 
dencia llamado código de amor; y las damas y caballeros qua 
componían las cortes amorosas mandaron á todos los amantes 
observarlo estrechamente. Contenia dicho código, escrito en 
latín, 3i artículos, que copiamos de una obra preciosa da 
caballería. * 

I. Causa conjugii ab amore non est excusatio recta. 

II. Qui non celat amare non potest. 
HI. Nemo duplíci potest amore ligari. 

IV. Semper amorem minui vel crescere constat. 

V. Non est sapidum quod amans ab ínvitío sumit amante. 

VI. Masculus non soletnísi in plena pubertate amare. 

VII. Bíennalis viduítas pro amante defuacto superstiti 
pra;scríb¡lur amanlí. 

VÍIl. Nemo, sine ratíonis excessu, suo debet amore privari. 
IX'. Amare nemo polest, nisi qui amoris suasioüe compel- 
litur. 



(59) 
X Amor semper ab avarítiae consnevit domicilüs ezalare. 

XI. Non decet amare quarum pador est nuptias affectare. 

XII. Verus amaos alterias nisí suae coamantis ex affectu dob 
Gupit amplexns* 

XI[I. Amor raro consnevit durare volgatus. 
XIV. Facilis perceptio contemptibilem reddít amorem, difí* 
cilis eum carum facit haberi. 
Xy. Oronis consnevit amans ín coamantis aspectu pallescere. 
XVI. In repentina coamantis visione, cor tremiscit amantis. 
XVir. Novas amor veterem compellit abire. 
XVI[[. Provitas sola quemcumque digonm facit amore. 

XIX. Si amor mínnatar, cito déficit, et raro convalescit. 

XX. Amorosas semper est ti morosas. 

XXI. Ex vera zelotjpía afectas semper crescit amandi. 

XXII. De coamante saspittone pereepta zelus interea el afiéc 
tus crescit amandi. 

XXIII. Minas dormit et edit qoem amoris cogitatio veat. 

XXIV. Quilibet amantis actas in coamantis cogitalione íi^ 
Ditur. 

XXV. Veras amans nihil beatam credit, nisiquod cogitat 
amanti placeré. 

XXVI. Amor nihil potest amori denegare. 

XXVII. Amans coamantis solatüs satiari non potest. 

XXVIII. Módica praesumptio cogit amantem de coamante sus- 
picari sinistra. 

XXIX. Non solet amare quem nimia voluptatisabundantia 
vexat. 

XXX. Veras amaos assidua, sine iutermissione, coamantis 
iinmagine detínetur. 

XXXI. Unam feminam nihil prohibet a duobus amar!, et a 
duabus raulieribus unum. 

Marcial de Auvernia publicó una colección de autos proferí* 
dos con arreglo á este Cddigo, titulada Arresta amorum y so- 
bre la qae después en i533 hizo varios comentarios Lecourt. 

( i65 ) O fuerza de la adulación. Yo sé bien que tá micn- 
teSf dice TerenciOf pero no importa, cootínuii mintiendo por- 
que ú pesar de esto me das un gran placer. 

Shakespeare decia: no hay quien sea enteramente inaccesible 
á la adulación, porque el hombre mismo que manifiesta abor- 
recer la adalacion, en alabarle de esto, es adulado con placar 
«uyo. 



(6o) 
( t66 ) Piramo y Tisbe, ( V. la nota ago del primer tomo )• 

Capitulo Tféámonono. 

( 1 67 ) Zapatillas: 6 botones qae suelen ponerse á la punta de 
los floretes 6 espadas de aprender á tirar 9 á fiu de no tomar daño. 

(16S) Gerigonza, Es lo mismo qae germania: leoguage 
convencional j solo inteligible entre gitanos y gente de mal vi* 
vir, del que que usan entre sí para no ser entendidos de los de- 
mas. Por esto hablar en gerigonza ^ ó en gerga que es lo mis- 
mo, equivale á decir en lenguage ininteligible. 

(169) Maheridas danzas asi de espadas. La Real Aca- 
demia dice que la voz maheridas es de origen arábigo, j signifi- 
ca adiestrada, hecha con maestría. 

La danza de espadas, según dice Mateo Alemán en su Guz- 
man de Alfarache, está en uso en el reino de Toledo, j danzan- 
la en camisa y en gregüescos de lienzo, con unos tocadores en 
la cabeza, j traen espadas blancas , y hacen con ellas grandes 
vueltas y revueltas, y una- mudanza que llaman ia degollada^ 
porque cercan el cuello del que los guia con las espadas , y 
cuando parece que se la van á cortar por todas partes, se les 
escurre de entre ellas. Cs un remedo de la antigua danza píri- 
ca de los griegos, muy en uso entre los antiguos españoles. 

(170) Be cascabel menudo. No solo estaba en uso en tiempo 
de Covarrubias, según refiere en su Tesoro de la lengua caste- 
llana, el ponerse sartales de cascabeles en las piernas y mover- 
los al compás de la másica en ciertos bailes, sino que aun lo está 
en muchos pueblos de Cataluña, particularmente para bailar 
el paloteo. 

( 171 ) Juega una espada como el mas pintado» Es decir, 
tira'de ella y la maneja con la mijor agilidad y destreza en las 
danzas de que hemos hablado en la nota 169 de este tomo. 

( 172 ) Desbaratado espadachin, £1 que hacia alarde y te- 
nia como por oficio promover y sostener pendencias y desafíos. 

( 173) Nudo gordiano, Combatidos^os frigios por los ban- 
dos y partidos que dilaceraban su patria, consultaron al ora- 
culo el modo como dar cabo á aquellos males; y la contestación 
fue, que las desgracias no cesarían mieutrasno eligiesen un rey* 
Preguntaron de nuevo, á quién habia de elegir; y el. oráculo 
les contestó, que al primero que encontrasen que se dirigiese 
al templo de Júpiter montado en un carro. Apenas salieron del 



•(6i) 
templo, cuando encontraron un labrador llamado Gordius^y 
en el inátante le proclamaron rej; y Gordius 6 Gordiano^ en 
memoria de este suceso consagró á Júpiter el carro en que iba 
montado. El nudo cou que iba atado el yugo á la lanza es- 
taba becho con tal artificio, que no se podía descubrir ninguno 
de los dos cabo$ ; y este es el célebre nudo conocido en la an« 
tigüedad con el nombre de nudo gordiano. Se cuenta que mas 
adelante el oráculo declaró, que aquel que lo desatase tendria 
el imperio del Asia. Pasando Alejandro por la ciudad de Gor' 
dium^ antigua residencia del rey Midas, bijo de Gordiano ^ qui- 
so ver el carro célebre por el nudo^ creyendo que se reserva- 
ba para él la promesa del oráculo. Examinóle detenidamente, 
j después de baber intentado en vano desatarlo como los de- 
mas que anteriormente lo babian tanteado , temiendo que sus 
soldados no sacasen de esto algún mal agüero: ''no importa, di- 
jo, si no le desato, le cortaré; " y tirando de su espada le cor- 
tó por el medio, con lo que se eludió ó cumplid en parte el orá- 
culo. 

(174) Sayagues* Entre Zamora y Ciudad-Rodrigo, cerca 
de Ledesma, bay un territorio llamado Sayago, que se compo- 
ne de mas de sesenta pueblos. En el siglo pasado no so|o se lla- 
maba tierra de Sayago, sino áe fayago^ y sus naturales se lla- 
maban también Jayagueses^ como dice D. Manuel de Herrera 
Galínato. Eran sus habitantes, insinúa, tan toscos en el vestir, 
como en el hablar. Su lenguage era una especie de dialecto, 
escaso de palabras, que se componía de algunas latinas corrom- 
pidas , de otras castellanas, así antiguas como modernas, y de 
otras desconocidas, acaso inventadas por los mismos naturales, 
desfigurando por otra parte muchas de ellas con su n!Í5t¡ca pro. 
nanciacion. Estas noticias son del citado Galinalo, que las re- 
fiere en el certamen que se celebró en Salamanca el año de 
1 63o, con motivo de las fiestas que hizo su universidad al naci- 
miento del príncipe D. Baltasar Carlos. Y en un romance, que 
él mismo compuso en lengua natural sayaguesa, se leen las re- 
, dondillas siguientes: 

Señor Rí , Dius vos mantieuga 

Y á ñuesa reina ademas. 

Pues que tal fíyo ños das. 

Que sigros de vida tienga. 
Ño ha quedado, ño par Dius 

En Fayago fay agües. 



(6«) 
Que fio TOS Ciga entremés 
Porqae vos Uu guarde Dius. 

La ñobre ñiversidá 
Deila vuesa Salaroaoca 
Ño vos anda endebre j manca ^ ^ 

Que par Dius valiente está. 

Es el vivo Barrabas 
La ñiversidá, vos fabro. 
Fecho ha fechos del diabro, 
On mas que Fajago, mas. 

(175) Que se acompaña con el uso. Abundaba ya en las mis- 
mas ideas el celebre médico Villalobos, quien en uno de koA 
problemas sin declararse tanto en favor de la propiedad ir pu> 
reza del lenguage culto de los toledanos dice; ''^o trabajaré aqui 
>»en declarar y allanar esta materia por el mas claro lenguage 
»castellano que jo pueda, j no será el de Toledo, aunque allí 
^presumen que su habla es el dechado de Castilla; v tienen 
Mmucha ocasión de pensarlo asi, por la gran nobleza de caba- 
nlleros j damas que allí vive ; mas deben considerar que en 
Mtodas las naciones del mundo la habla de la corte es mejor de 
Mtodas; j en Castilla los curiales no dicen haden por hacían 
»ni comien por comían y asi en todos los otros verbos que son 
>»dc esta conjugación: ni dice albaceha^ ni almutacen^ matay^ 
nfórico, ni otras palabras moriscas con que los toledanos en- 
»sucian y ofuscan la poüdeza y claridad de ia lengua caste- 
»]lana." 

(176) Replicó el diestro. Es decir, el que es hábil en la 
esgrima ó en el manejo ó uso de las armas. 

Capítulo pig^tmo* 

( 177 ) El Jugar de la negra. Es decir, la espada 6 florete 
con un botón en la punta de que usaban los diestros para no 
hacerse daño al aprender á tirar armas blancas, espadas de 
las que sin ningún preservativo se hacia uso cuando se de- 
seaba herir y se iba espuesto á ser herido. 

(178) EL conde Dirías, Uno de los personages que mas 
figuran en los romances de caballería, hermano de Durandarte. 
(179) La hora del yantar: 6 del comer. 

(180) Palmilla verde. Las mejores fábricas eran las de 
Cuenca. 



(63) 

( i8i ) Otra diínza de artificio y délas que llaman ha-- 
hladas. Su descripción se lee en seguida. Esta especie de. pan- 
tomima 6 danza yenia á ser lo que nosotros llamamos mo* 
giganga. 

( 183) Báratro* Lo mismo que sima 6 precipicio» Era una 
abertura subterránea 6 un golfo que habia en las inmediaciones 
de Atenas^ en la que echaban á los delincuentes. 

El frigio Ati fue precipitado en é\^ porque anunció queCéres 
venia á buscar á su hija Proserpina, y esta diosa irritada cas- 
tigó aquel atentado volviendo el país estéril. Los atenienses 
creyeron aplacarla llenando el báratro de víctimas. 

£u el báratro se^diceque echaban en un principio los niños 
que nacian imperfectos 6 enfermizos, con el objeto de no tener 
5Íno ciudadanos bien formados j robustos. 

Los autores latinos usan la palabra baratrum para indi- 
car toda especie de golfo, abismo ó infierno. 

(i83) Quebraba en él alcancías doradas. El juego de 
las alcancías era una ñesta 6 diversión parecida al juego de las 
cañas, con la diferencia de que asi como en este se arrojaban 
los caballeros recíprocamente las cañas, en el de las alcancías 
se tiraban unas vasijas redondas y^huecas de barro muy de- 
licado, á manera de las huchas 6 alcancías donde guardan el 
dinero los niños, de las que tomd el nombre. Estas , que eran 
del tamaño de una naranja, se llenaban de ceniza 6 de harina 
por un agujero, y al romperse empolvaba el vestido del caba- 
llero á quien se arrojaba, si no paraba el golpe con la adarga. 
Dicho juego, lo mismo que el de las cañas, tuvo su origen de 
los combates antiguos en que se arrojaban unos á otros dardos, 
lanzas de mano y ollas de materias bituminosas inflamadas. 

('184) Un beneficiado. Antiguamente acostumbraban los 
clérigos recibir mensu&hnente ó de cierta en cierta época'el es-^ 
tipcudio nece:>ar¡o para su münuteucionjperodebpues los obis- 
pos concedieron á algunos de los tnitb henemérilob, por su 
vida, ciertas fincas ó posesiones de la iglesia ; á los que por 
esta razón se les llamó beneficiados, 

(i 85) El rej- es mi gallo. Rodrigo Caro en sus Días Geniales 
dice: aCuando dos contienden sobre una cosa todavía decimos 
fulano es mi gallo , por aquel que tenemos por mas valiente 
ó que entendemos que saldrá con la victoria : espresion que 
quedó del juego en que reñian dos gallos, conocido entre grie- 
gos y romanos: y que en España se usó antiguamente tanto 



(64) 

como ahora en Inglaterra. '' Y Covarrabias en su Tesoro déla 
lengua castellana yiene á decir lo mismo en el artículo gallo. 
• ( i86 ) Al de tener se atenía» De los codiciosos que lleva- 
ban la opinión de la abuela de Sancho^ dice Pellicer 9 se quejó 
antes el P. Guardiola en su Tratado de la nobleza: «bay gentes^ 
ndice , que se desvergüenzan á decir que no se batían mas de 
ndos linajes en el mundo^ que son tener^ y no tener^ y que 
»barto es.de buen linaje el que es rico; aunque todas las riquezas 
»las bajan burtado con usuras y tratos prohibidos .''Atribuye 
este dicho á uno de los Felipes de España, Antonio de Villas- 
boas en su Nobiliarchía portuguesa que cita también el adagio 
portugués: quem dinheiro tiver lera cuanto quizer^ tomado de 
aquel lugar de Horacio en que , diciendo que todo obedece al 
dineroy la virtud, la fama, la hermosura , y que aquel que le 
tuviese, será noble, valiente, justo, sabio, y aun rey también, 
añade que será todo lo que quisiere; et quidquid volet. Petronio 
Arbitro ponderó asimismo este universal poderío del dinero 
en uuos versos, que tradujo D. Francisco de Quevedo en sa 
Anacreon castellano con par aphr asi y comentarios en estos 
otros: 

El que tiene dinero, con buen viento 

Navega, porque compra la bonanza 

Y á su albedrío templa la fortuna. 

El arcipreste de Hita trae una descripción del dinero, de sus 
virtudes y propiedades, tan individual, tan estensa y tan pi- 
cante que merece leerse, cuyos dos primeros versos alejaQ- 
drinos son 

Yo vi en cort de Roma, do es la Santidat 

Que todos al dinero fasianle o mildat. 
El portugués Antonio Henriquez Gom ez perifraseó en verso 
el sentir en prosa de la abuela de Sancho Panza, diciendo : 

£1 mundo tiene dos linages solos 

En entrambos dos polos i 

Tener está en Oriente, 

Y no tener asiste en Occidente. 

(187) Aguachirle. Aquella especie.de licor vinoso que 
resulta echando agua en el orujo de la uva después de esprimí- 
dfi. También se llama asi el vino que se hace con el zumo ó chir- 
le de uvas silvestres. Como es una bebida ó licor de muy poco 
valor, se llama aguachirle 6 aguapié á una cosa fútil , ligera 
ó de poca importancia. 



(65) 

< i88) Tienes de hablar en tu uida. Ea la obra titulada 
Spiíaphia joco-seria^ en que Francisco Swertio reunió cuantos 
<ie aquella naturaleza llegaron á su noticia, se lee el siguiente, 
cjue se puso á una señora muy habladora^: 

Aquí yace sepultada 
Lamas que noble señora, 
Que en su vida punto ni hora 
Tuvo la boca cerrada: 

Y es tanto lo que habló. 
Que aunque mas no ha de hablar^ 
Nunca llegará el callar 
A donde el hablar llegó. 

(Capítulo mQtúmo primo. 

< 189 ) Por los bancos de Flandes. Estos bancos son unas 
montañas ó ribazos submarinos que ciñen las costas de Flandes; 
y como coa el embate ó corriente de las aguas se acrecientan 
6 disminuyen de un momento á otro>, es de la mayor dificultad 
y muy espuesto el navegar por ellos, y de aqui es que era para 
pocos y tenido como cosa de mucho mérito el navegar por 
eMos sin encallar ó esperimentar otra clase de avería» 

(190) Funesto ciprés» Los griegos conservaron el uso que 
pueblos mas antiguos habian hecho de él, poniéndolo en los 
sepulcros y monumentos fúnebres. Sus hojas oscuras y lúgu- 
bres, y su figura piramidal y monótona, escitaron siempre la 
melancolía y la tristeza* 

No fue Pluton el solo dios á quien estaba consagrado este ár^ 
bol, pues Esculapio tenia un templo cercano á Siciona circuido 
enteramente de ellos. 

Los latinos daban al ciprés , lo mismo que á Pluton, el so-» 
brenombre de feralis^ fúnebre, y los etruscos, los habitantes 
de Veronaetc. adornaban con sus hojas las lámparas funerales. 

Varón cree que este árbol fue llamado fúnebre de funus^ con 
motivo de su color que se creia propio para corregir el hedor 
de los cadáveres. Entre los mismos pueblos se adornaban con 
ramas de ciprés los altares de los dioses infernales , y los se- 
pulcros de los grandes hombres. Tal fue en Roma el de Au- 
gusto colocado en el campo de Marte. 

Se cubrían también con ellas los umbrales délas casas de los 
infelices y de los culpables para indicar su luto ó desespéra- 
la. 5 



(66) 
don. Finalmentet aquellos que se consagrabaíi á Plutonibaii 
coroaados de ciprés^ j loa sacerdotes en los sacrificios estable-* 
cidos en honor de este dios, llevaban siempre los yestidos cu'- 
biertos con hojas de este árbol. 

( 191 ) El tálamo^ 6 lecho nupcial. 

( 19a ) Basilio no tiene /ñas de esta oveja á los que Dios 

junta no podrá separar el hombre. La primera parle se refiere 
á la parábola que el profeta Naian dirigida David por mandato 
del Señor por el modo criminal con qiie^se habia apoderado de 
la muger 6 de la oveja que tenia Ürias , y que se lee en el 
cap* XII. del libro a.** de los Rcjes. La segunda acerba la in-^ 
disolubilidad del matrimonio, es con relación a loque se lee ea 
el cap. XIX del evangelio de S. Mateo: quos Deus conjunxit 
homo non separet: lo que Dies juntd, el hombre no lo separ^. 

(193) Por habérsela dado* En la edición de Peliicer se lee 
üñ caso que califica de verdadero, semejante al aquí iuventado^ 
y que refiere D. Luis Zapata en estos términos: 

" A este propósito me contd el licenciado Salguero Menas 
Albas que pasó un pleito en Valladolid- Estaban dos de Burgos 
concertados de secreto de casarse: pártese el mancebo á Flan- 
des, j en su ausencia trátansele á la moza muchos casaraien- 
toJ: ella unas veces por unas dolencias, y otras por otros 
achaques entretiene la obediencia, que á sus viejos padres 
debia, por ocho meses, que fue el tiempo que entre arabos por 
cartas se puso : el ausente enamorado que no pudo venir al 
plazo, dejadas todas las cosas de alla'^ dende á poco tiempo vino: 
pregunta por su amada señora luego en llegando k Burgos^ 
y dícele un tal iVIesa que casaron contra su voluntad á la desdi* 
chada, y de descontento murid, y la enterraron á la mal logra- 
da. El mozo, que esto oyó, de dolor estuvo para perder el jui- 
cio; va á donde estaba enterrada, hinche la iglesia de gritos y 
gemidos 9 da al sacristán , porque se la deje ver después de 
muerta, cuatro escudos, abre la tumba, que estaba en una bó- 
veda, hállala viva: ja podéis ver cuánta alegría, mientras rae- 
nos lo esperaba, tendría, del felice suceso recibida : tdvola ea 
la iglesia dosó tres dias: llévala á su casa: á poco tiempo cond- 
cenla los padres, y el falsamente viudo primer marido pídela por 
justicia: anda el pleito: sentencia el corregidor, amparando en 
su posesión al que la tenia, y la volvid déla muerte ¿ la vida: 
fue el pleito por apelación á Yalladolid: en que paró no lo sá; si* 
noque este caso estraordinario fue á toda Europa notorísimo.*' 



(«7) 

1 1 94 ) Los'desa mesnada. Lo mismo que los de sq bando 
|>artidod por él capitaneados. Llamábase mesnadero el qu¡ 
•«andaba una compañía de gente reunida, pagada, jr que mili, 
taba bajo sus drdencs, Ja cual se llamaba mesnada. 

( 195) Las ollas de Egipto. (V. la nota ayS del primer 
%omo). *^ 

«opítuto mgÍBÍmo «efluitl^a. 

( i9«) El de las libreas etc. El coloren el blasón es la 
materia y ornato délas armerías, y dicen que su uso viene de 
la costumbre que teman los griegos y troj^anos de variar de ves- 
tido según el día en que se bailaban, pintando los escudos del 
TOismo color que vestian. Otros quieren que su origen venca 
de las cruzadas y de los torneos, porque con los colores sedt 
tmguian los torneantes d caballeros. Esta costumbre la tomaron 
de los juegos del circo, en los que habia las cuatro facciones ü 
cuadrillas alba, rosea, i>eneta y pracina, á saber: blanca, ro- 
ja, azul y verde; añadiendo luego Domicianola áurea y pur^ 
parea, é introduciéndose el color negro para los que llevaban 
luto, como usaban :^a los soldados romanos para espresar 
algún sentimiento. 

Los torneantes y justadores se servían del color de sus armas 
para demostrar su pasión ó sentimiento á la señora de sus pensa- 
TOienlos jr á la que servian. Con el color blanco se manifestaba la 
pureza, la sinceridad, la inocencia, etc, del caballero enamora- 
do, ei negro significaba la tristeza, la desesperación, la constan- 
cia etc. El verde servia para espresar la esperanza, laUlegría, la 
juventud, etc. Asi es que en la Jerusalen del Tasso leemos 

^erde é fior di speme; 
■j el Aríosto celebrando h fiestas de la corte de Álcina reprc* 
sentaá las señoritas vestidas de verde jr coronadas de hojas 
ciernas 

TuUe i*estite eran di (^errli gonne 
E corónate di frondi not^elle. 
Después con la mezcla y combinación de los mismos colores 
se espresaban mil otras pasiones y sentimientos. 

( <97 ) Fuentes de LeganUos y Lavapies en Madrid. El 
<íampode Leganilos esuba donde ahora la calle de este nom- 
hve. En tiempo de Felipe III y IV se llamaba barrio de Uva^ 
^ies el que abora se nombra del Avapies. 



(6«) 

(198) Del piojo, Peilicer dice que estaba en el Prado ¡an<* 
to á Itt puerta de Recoletos. 

( 1 99 ) Del caño dorado* Estaba en medio del mismo Prado. 

( aoo ) De la priora. Otra fuente. célebre en lo antiguo en 
Madrid que al parecer estaba dentro de los jardines de Palacio 
6 huerta de la Priora de Sto. Domingo^ á cayo convenio per- 
teneció. 

(aoi ) Ha de ser útil el tai libro d todo el mundo, Sío 
embargo de esta crítica , un Suplemento á Polidoro Virgilio 
quizá fuera útil, como dice Peilicer^ aunque las cosas que con- 
tuviese no fuesen de gran sustancia^ como por ironía dice nues- 
tro autor. Tal es entre muchas otras la averiguación del primero 
que contrajo el mal gálico^ que como insinúa maestre Rodrigo 
Dias de Isla, cirujano de Baeza, fue Vicente Pinzón Yañez {6 áio 
menos fue de los primeros que le contrajeron, y á quienes él 
curó en Barcelona ) piloto de Cristóbal Colon, en cuja ar- 
mada vino á Europa esta sucia j dolorosa mercadería: pues sin 
embargo de las opiniones de algunos eruditos modernos, siem- 
pre será un argumento de mucha fuerza á favor de la nucv4 
introducción de este mal el silencio de los médicos de la anti- 
güedad; el de los poetas latinos, que tratan de amores lascivos 
j de reprensiones de costumbres, como Juvenal, Percio, Ho- 
racio, Ovidio, Marcial; el de los nuestros, como el arcipreste de 
Hita, que floreció en el siglo XIV, el arcipreste de Talavera, 
Alonso Martínez de Toledo, que florecía á mediados del XV, J 
que en su Corbacho 6 tratado de los f^icios de las malas mu- 
gercs^ pinta individualmente los daños y enfermedades, que 
causa la pasión furiosa del amor; el de los cirujanos antiguos, 
como Mateo Visconti, milanés, que escribía en el siglo XUI; 
el de maestre Diego del Covo, médico j cirujano que el ano 
de i4i3i escribió en verso de arle major un Ir atado de apoH' 
temas; el del doctor Francisco López de Villalobos , que pu- 
blicó el ano t^^H la suma de Medicina^ donde espresamenle 
le supone descubierto cuando volvió Colon la primera vez de 
América. A que se añade la colección de los tratados de Morbo 
Gálico^ impresa en Venecia el año de i566, en dos volúmenes 
folio, cu JOS autores son en número hasta cincuenta y uno , y 
todos escribieron después del primer viage y venida del men- 
cionado Colon á España el año de 149a. 

Sin que obste á la introducción de este nuevo mal la carta de 
Pedro Mártir de A ngler ía , escrita á Arias Barbosa , catedrático 



(69) 
de griego en la universidad de Salamanca, el ano de 1488. ''Es- 
Mcríbesme, le dice, que has caído en la enfermedad peculiar de 
» nuestro tiempo, que en español se llama Buhas ^j en italiano 
»Mcd Gálico, (Iti pecuiiarem te nostrae tempestatis morbum 
)»qui appellatione hispana bubarum dicitur 9 ab italis Morbus 
nGalicus.,, ¡ncidice...scr¡bis. Lib. i epist. LXVÍII).'' Perond- 
teseque A.ngleria califica este mal de nuevo y privativo de aque- 
llos en sus tiempos, de cuya relación se infiere que la fecha de 
la carta está errada, pues le falta una decena, debiendo decir^ • 
1498, porque sabido es que la lúe venérea, 6 el mal gálico se 
desarrolló en Ñapóles cuando algunos de los soldados de Coloa 
fueron contra Garlos VIII rej^ de Francia, que pasó á la conquis* 
ta de aquel reino, con q^ie los italianos no tuvieron noticia de 
esta nueva enfermedad hasta los años de 149^ en que los fran- 
ceses pasaron á aquellas regiones, conque se colige claramente 
que la carta de Angleria á Barbosa, se escribió el año de 1498$ 
y no el de 1488 en que no era todavía conocido este mai en Eu- 
ropa. Sin que obste tampoco contra esta época la historieta, 
que sobre su introducción en tiempo de D. Alonso el Sabio, 
rey de Aragón y de Ñapóles, iuventó Leonardo de Fioravanti, 
y adoptó Andrés de Alcázar en sus seis libros latinos de cirujía^ 
impresos en Salamanca i575. 

La especie del piloto Pinzón no se halla en la obra impresa, 
de Isia, sino en la manuscrita, que de su Tratado del fruto d& 
todos los Santos contra el mal de la Isla Española hay en la 
Real Biblioteca (est. P. cod. 4^); asi como falta igualmente en. 
el impreso el método que los indios de aquella isla, aunque bo- 
zales por otra parte, observaban desde tiempo inmemorial, éu 
la curación de esta enfermedad. 

En una de nuestras obras dijimos que este mal se comunicó, 
según se cree generalmente], de la América á Europa por los 
auus 149^1 poco después del descubrimiento del Nuevo' Mundo 
por Cristóbal Colon. Se llamó mal napolitano, porque se des- 
cubrió la primera vez en aquel reino. Mal francés ó gálico, por-, 
que se dice fueron sus primeras víctimas los soldados franceses 
que guerreaban en dicho pais. Mal español por habérselo co? 
municado los españoles que militaban contra ellos en Italia ba-r 
jo la conducta del Gran Capitán en i494* Los persas le llaman 
bade frangid que equivale á mal francés. Sin embargo de lo di- 
cho algunos suponen que el venéreo era conocido ya en nues- 
tro continente antes deldescubriipientode la América^ bien que 



(70) 
tal ves bajo otros nombres^ ó do babría becbo loa estragas qae 
biso darante la guerra de Ñipóles* Agudos escritores en apo- 
yo de esto mismo bao dicbo qae Moisés bafala ya de este ipal 6 
de la gonorrea en sus libros sagrados acerca el cual dictó ciertas 
medidas de bigiene pública. Segim Herodoto los escitas quevío- 
laroii e( templo de Vén us Urania en la ciudad de Ascaloua se 
YÍeroa atacados de la enfermedad de mugeres en castigo del 
crimen cometido. Hipócrates y Galeno bacen mención en va- 
rios parages de sus escritos de úlceras malignas^ las. cuales s&, 
rían probablemente sifi títicas ó venóieas^ y otros medicóse his-i. 
toriadures antiguos bablanen sus obras de ciertos síntomas^ 
que sin indicar la enfermedad se puede creer que seria de las 
venéreas. 

( aoa ) Fino tfolteando hasta ios abismos* Esto es con refe- 
rencia tf la creación, rebeldía y castigo que sufrieron los ánge- 
les malos. Al príncipe de estos llama Isaías Lucifer, nombre 
que equivale i portal.uz. 

( ao3 ) Tra^ formación es. Lo mismo qoe metamorfosis, pa^ 
labra compuesta de dos líoces griegas que significan cambio de 
forma: cambio muy frecuente en la mitología. En ella se dístin^ 
guen dos especies de m|etam<5rfosis, las unas aparentes, como 
aquellas de los dioses que no conservaban las formas que toma. 
ban sino por un tiempo, como la de Júpiter en toro, la de Mi-^ 
nerva en vieja, etc; y las otras reales, como la de Licaon en lo- 
bo, de Goronijs. en corneja etc. y que permanecian en su nueva 
(oima. 

Ovidio compuso sobre este asunto y bajo el título de Meta-, 
rodrfosis un poema muy dilatado , por el cual mereció ser colo- 
(;ado entre los primeros poetas de la antigüedad. Este poema, 
compuesto de i5 cantos ó libros, contiene a4^ fábulas^ y es una 
bistoria completa de mitología, que principia por el Chaos, J 
sigue basta la muerte do César. El principal mérito del poema 
consiste en baber sabido atar y unir en un mismo cuerpo de 
obra tan gran número de fábulas, las cuales no tenian entre sf 
otras relaciones que aquellas que el poeta supo hallar en la fer- 
tilidad de su imaginación. Su estilo es vaiaado y propio según 
los asuntos que trata el poeta; y remontándose algunas veces. 
Hasta lo sublime de la elocuencia oratoria desciende tal cual vei 
gradualmente y con mucha naturalidad al estilo pastoril y jocoso. 

(ao4 ) En un lugar semejante» Eran de mal agüero entre 
¡fi» gentil^ estas aves, y su aparición ma^ ^ue sufíjci^te para 



(7«) 
qae desistiera caalqaiera de ellos de entrar en an ntio tal co« 
mo la cueva de que salieron. 

( ao5 ) £a peila de Francia.» • la trinidad de Gaeta. A prin- 
pipios del siglo Xy UQ fraaces llamado Simón Vella descubrió 
una imagen de N.* S.* en una altísima iQO|itaña llamada Peña 
' de Francia que haj entre Salamanca y Ciadad-RodrigOf y 
en honor de ella se edificó tn el mismo sitio primero una er- 
fpitaf y luego para mejor venerarla un convento de dominico9| 
en e( que se daba hospitalidad á Ja multitud de peregrinos i|ue 
iban de todas partes á visitarla. 

La Trinidad de Giieta es un monasterio que fundó Fernando 
de Anjou en Gaeta, ciudad de las costas de Nápol^ bajo la in- 
vocación de la Santísima Trinidad, frecuentemente visitado por 
los marinos que navegaban por «aquellos mares. 

Capítulo mQ¿9mo tmrto. 

( ao6 ) y comenzó en el modo siguiente. Hablando el señor 
Ríos en su análisis del Quijote dé ia aventura de la cueva de 
Montesinos^ djce: ''que si se considera la delicada unión de lo 
MestraordinariOf lo ridículo, y lo verisímil de él, Se conocerá el 
i)ingenio, el arle y la fecundidad prodigiosa de su autor." Está 
bien dicbo, continua Pellicer, y se pudiera añadir mucho ma^ 
para mayor inteligencia de esta aventura, según consta 4e al-. 
gunas verdades y de muchas fícdoi^es, inventadas por el estilo 
de los libros de caballerías. 

El conde Teobaldo, hijo del conde Grimaldo y sobrino de 
Garlos Martel, siendo desterrado de Francia, se vino á España, 
donde fundó el lugar de Fnente-Grimaldo cerca de Ciudad-Ro- 
drigo, y por vivir en la montaña de Castañar y ser amigo déla 
caza le llamaron Montesinos. Volvió después á Francia en tiem- 
po de Cario Magno, donde fue admitido en el número de los 
doce Pares , y por recobrar sus estados , y satisfacerse de sus 
émulos , se halló en varios desafíos, y tuvo varias aventuras 
amorosas, hasta qué volviendo á España murió en ella, dejan-c 
do descendencia en Andalucía, Murcia y Castilla. Asi lo cuen-t 
tan los libros de genealogías y algunos historiadores, entre ellosi 
Ambrosio de Morales. Este fundamento tienen los romancea 
antiguos que se fingieron sobre este caballero, como, es aquel 
que empieza: 

CaU^ F'raneia, Mo^Mnos, 




(70) 
tal vtí bA)0 otros nombres^ ó do habría becbo los estragas qar 
hito durante U guerra de Ñipóles* Agudos escritores en apo- 
yo da eslo filis ino han dicho que Moisés habla ya de este mal ^ 
ÚG \a gonorrea ea sus libros sagrados acerca el cual dictó ciertas 
medidcij de hi[r¡ene pública. Segim Herodoto los escitas que vio- 
laron el tt^rnplD de Yéa us Urania en la ciudad de Ascaloua se 
vieron atacados de la enfermedad de mugeres en castigo del 
crímeo cometido. Hipócrates j Galeno hacen mención en va- 
rios pai-ag£¡> di: sus escritos de úlceras malignas^ las. cuales se, 
riAQ prolíábLf^ mente sifilíticas 6 veniíeas^ y otros medicóse hi&^ 
toriadorca autiguos hablan en sus obras de ciertos síntomas^ 
que sin indicar li enfermedad se puede creer que seria de las. 
v€n^rea5« 

(dod ) Fino volteando JkoMa los abismos» Esto es con refe* 
rencfa á la creación, rebeldía y castigo que sufrieron los ánge- 
les malo5> Al príncipe de estos llama Isaías Lucifer, nombre 
que equivale a portal.uz. 

( 3n3 ) Tras formación es. Lo mismo que metamórfosiSf pa-. 
labra compuesLa de dos voces griegas que significan cambio de 
forma: c.imbio muy frecuente en la mitología* En ella se distin*^ 
guen dos es[>ec]es de mjetamórfosis, las unas aparentes, como 
AquelláB de Jos dioses que no conservaban las formas que toma, 
han 5Íuo por un tiempo, como la de Júpiter en toro, la de Mi^ 
nerva en viejal, etc; y las otras reales, como la de Licaon en lo- 
bo, de Coronis en corneja etc. y q^ue permanecian en su nueva 
Coima* 

Ovidio compuso sobre este asunto y bajo el título de Meta-. 
mdffosis un poema mujr dilatado , por el cual mereció ser colo- 
cado entre Jos primeros poetas de la antigüedad. Este poema 
compuesto de i5 cantos ó libros, contiene aJ^'á fábulas^ y es una 
hiMoria completa de mitología, que principia por el Chaos, y 
»igae hasta la muerte d& César. El principal mérito del poema 

nsi5lc cu haber sabido atar y unir en un mismo cuerpo de 

ra tao gran tiiímero de fábulas, las cuales no tenian entre sf 
litros relacionen que aquellas que el poeta supo hallar en la fer- 
tilidad de 5u imaginación. Su estilo es yaiúado y propio segua 
los asuntos que trata el poeta; y remontándose algunas veces. 
di me de la elocuencia oratoria desciende tal cual ves 
y]^ W <^tk mucha naturalidad al estilo pastoril y jocoso» 
un lugar semejante. Eran de mal agüero entre 
las aves, ^ su ap^rídpi^ masque sufíjcij^nte para 



(70 
que desistiera caalquíera de ellos de entrar en an ntio tal co<* 
mo la cueva de que salieron. 

( ao5 ) ía peíia de Francia,: la trinidad de Gaeta* A prin- 
pipíos del siglo XV UQ francés llamado Simón Vella descubrid 
una imagen de N«* S.* en una altísima iQO|itaña llamada Peña 
- de Francia que ha j entre Salamanca y Cindad-RodrigOt y 
en honor de ella se edifícd to el mismo sitio primero una er- 
mita, y luego para mejor venerarla un convento de dominico9| 
en e\ que se daba hospitalidad á Ja multitud de peregrinos que 
iban de todas partes á visitarla. 

La Trinidad de Giieta es un monasterio que fundd Fernando 
de Aojou en Gaeta, ciudad de las costas de Nápol^ bajo la in- 
vocación de la Santísima Trinidad, frecuentemente visitado por 
los marinos que navegaban por aquellos mares. 

Capítulo mQ¿$mo tticao. 

(ao6) y comenzó en el modo siguiente» Hablando el señor 
Ríos en su análisis del Quijote de la aventura de la cueva de 
Montesinos, djce: "que si se considera la delicada unión de lo 
Mestraordinario, lo ridiculo, y lo verisímil de él, se conocerá el 
i>ingen¡o, el arle y la fecundidad prodigiosa de su autor." Está 
bien dicho, continua Pellicer, y se pudiera añadir mucho ma^ 
para mayor inteligencia de esta aventura, según consta dfi al- 
gunas verdades y de muchas fíccioi^es, inventadas por el estilo 
áe los libros de caballerías. 

El conde Teobaldo, hijo del conde Grimaldo y sobrino de 
Carlos Martel, siendo desterrado de Francia, se vino á España, 
donde fundd el lugar de Fnente-Grimaldo cerca de Ciudad-Ro- 
drigo, y por vivir en la montaña de Castañar y ser amigo de la 
caza le llamaron Montesinos. Volvid después á Francia en tiem« 
po de Cario Magno, donde fue admitido en el número de los 
doce Pares , y por recobrar sus estados , y satisfacerse de sus 
émulos, se halld en yarios desaílíos, y tuvo varias aventuras 
amorosas, hasta que volviendo á España murió en día, dejaos 
do descendencia ta Andaluc(a, Murcia y Castilla. Asi lo cnen*. 
tan los libros de genealogías y algunos bistor i adores, entre ellot 
Ambrosio de MÍorales. Este fundamento tienen los romances 
antiguos que se fingieron sohire este caballero, como es aquel 
que empiexa: 

Catn Francia, Montmoof 9 



(74). 
donceUa llamándola Ro$a^ y el adjetivo Frida de la ÍUente en 
•1 de Marida^ qne le pareció propio de aqnella flor. 

Uno de los singulares fenómenos^ qae merecieron particular 
atención á Plinto fue el rio Guadiana. Sobre su nsciiuiento cor'- 
rian Tarias opiniones. Unos le colocaban en las mismas lagunas 
de Ruidera, 6 por mejor decir en la primera^ pues de ella se co- 
munican las aguas k las demás; otros^ con menos fundamento, 
en la cascada 6 derrumbadero de las aguas, que al fin de la la- 
guna, llamada del rej, 6 la real, se precipitan desde la altura 
de mas de cincuenta pies^ otros en los ojos, llamados de Guadia* 
na, entre Da/miel y Viliarrubia: otros en dos fuentes que haj, 
|a uua en las Mesas, y la otra mas al mediodía sobre ViÜauue- 
va de los infantes; y otros en aquella parte donde dividen tér- 
minos Alcázar j Montiel, en unos grandes llanos, prados y mv 
nantiales, que eJ rey D. Pedro liamd Camponones, cuya opi-« 
nion es la segura. Después de haber salido el rio de las lagunas, 
corre por aquellos llanos, y pasa recogido por el cauce que man- 
dó hacer el príncipe Filiberto, Gran Prior de S. Juan, y hacia 
el castillo de Cervera se hunde, según se cree comunmente; pe. 
fo no tanto, que no quede alguna agua, qiie mas abajo de H^ 
irencia se mezcla con el rio Zancara, que nace cerca de la Parr 
rilla , y á no mucha distancia entra también en el rio de Xi- 
güela, que nace entre Uclés y Va Idecol menas ; y como la tierra 
es tan llana , y forma unos tablares de agua tan estendidos y 
superficiales por una parte, y tan abundantes por otra de es- 
padañas y otros herbajes, no se echa de ver su corriente. Du-r 
.^a este crecido hundimiento y curso subterráneo por espacio de 
siete á ocho leguas, hasta que entre las referidas villas de Daj- 
^iel y Viliarrubia se descubren dos grandes lagunas, no lejos 
la una de la otra, que son los Ojos de Guadiana , llamados el 
uno de Mari Perez^ y el otro el Ojo de la fuente de la higuera. 
De estos ojos vuelve á nacer el Guadiana, y á poca distancia de 
fu nuevo curso recibe en su seno á los ríos de Zancara y Xi-t 
güela, que le restitujen el corto caudal que le habían usurpa-* 
do, y sin perder ja el nombre enira pomposo y grande en 
Portugal. El referido Plinio, que sin duda vio y reconoció el 
estrano nacimiento de este rio, le describe diciendo: nace en 
el campo Laminitano (ó de Montiel) de la citerior España; 
unas vecei se derrama en lagunas ( como al principio y des- 
pués en los Qjos); otras se recoje y adelgaza su corriente; 
otras 4rf oculta^ y sumfi tormente en un ladrón^ ¿ cqyema^ 



(75) 
( como btfcia Cervem);^ complaciéndose en nacer muchas uc-k 
^es (soepíus nasci gaudens ) desagua en el mar AlldnUco» ( His^ 
toria natural^ lih* 3« cap» 3 )• 

Sin embargo de la variedad de opiniones sobre el origen de 
este rio, Cervantes siguid la de suponer que nacía en la cueva, 
de Montesinos, que i\ tuvo por verdadera, por la tradición pa- 
pular de que pasaba un rio grande por- ella saponiendo 
que de ¿1 reciben el agua las lagunas* Esto quiso decir 
D. Quijote cuando asegura que el sabio Merlin tenia en* 
cantados quinientos anos habia en lo interior de la cueva á Mon- 
tesinos , á Darandarte y á su escudero Guadiana, á la dueña 
Ruidera, y i sus hijas y sobrinas^ y que solo faltaban estas por 
haberlas convertido en lagunas el mencionado encantador. De 
este modo cumplid el deseo de saber ¿ inquirir el nacimiento 
y verdaderos manantiales de las siete lagunas llamadas de 
Jfluidera; j i^simismo tlel rio C^uadiana^ hasta ahora ignorar 
do de las gentes» 

D. Juan de Villanueva, arquitecto major de S. M., fue á )fi 
Mancha por drden del infai^le D. Gabriel, y no solo reconoció, 
las lagunas de Ruidera, sino que bajó en compañía de otras per* 
sonas á la cueva de Montesinos, de que fori;nd un plan j una 
relación de la que resulta qi^e tiene la cueva sesenta varas de 
fondo, y como cuarenta de ancho: ala entrada hay grandes per 
ñascos y malezas que la hacen difícil y penosa: al bajar se ohí^ 
serva á la mano derecha un rellano bastante espacioso que sirr 
ve de refugio á los pastores, según lo indican el humo y lo^ 
asientos de peñas colocadas al rededor de un montón de ceni«; 
zas: el suelo es muy irregular formando una especie de barran^ 
co, que se halla ilenp de agua, sin mas estension que la de trcji 
6 cuatro pies, la cual proviene por la mayor parte de las Gltra* 
ciones de las piedras; y este es el fundamento de] gran rio que. 
suponen los naturales corre por allí. La formación de esta cucr; 
va acaso provino de haberse macizado alguna caverna interior^ 
(5 alguna mina beneficiada en lo antiguo* 

Las mencionadas lagunas llamadas de Ruidera, dice Cervan-r, 
tes que son nueve. Personifica las siete primeras diciendo que eran 
hijas de la dueña Ruidera, y las dos segundas diciendo que eran, 
sobrinas de la misma dueña. La Ruidera era un lugar que perte- 
necia á la orden de Santiago; ahora un despobUdo, reducido tal 
vez i lo que se llama el Heredamiento de Ruidera^ que se com- 
poiie de unpj^ molinos. i^s|so de este lugar antiguo se dijeron 



(76) 
y llamaron las Lagunas ele Ruidera* Por las relaciones que áie* 
ron el aao de 1875 los vecinos de Argamasília de Alba y los de 
la Qia de Montiel se viene en conocimiento que las lagunas eraa 
once. D. Juan de Villanueva manifiesta con evidencia que son 
trece, y refiere sus nombres, su profundidad, su estension y 
situación. Ocupan el terreno de mas de legua y media. La Col- 
gada^ que es una de ellas, tiene de estension 6 de largo unas 
3400 varas, de ancho mas de 3oo, de hondura 6 profundidad ^ 
ya 16, ja ao ja aa brazas por todo su centro; j por las orillas 
ja 6, ja 8 brazas. Dentro de esta laguna j en un cerrillo cer* 
cado todo de agua, como dijeron los vecinos de la Osa, estaba 
el castillo de Rochafrida^ con su puente. 

En efecto dice D. Juan de VillanueVa en su carta ó discurso 
que ''ala mitad de la estension desta laguna, avanzándose una 
>>punta de bancales de piedra la obliga á formar una contorsiou 
»(5 ángulo; j una pequeña isla de cien varas de largo y cincuen- 
>ita de ancho, donde se advierten ruinas de un pequeño edí-p 
»ficio.a> 

( aoy } Este alcázar solapa: lo mismo que encierra ó con-^ 
tiene. 

( 208 ) Merlin, Montesinos se equivocó en decir que Merlín 
era francés. Ambrosio Merlin nació en el pais de Gales ea In- 
glaterra á últimos del siglo XV, j por su saber fue tenido por 
mago j encantador entre el vulgo. Por esto se crejó, como dit 
ce el mismo Montesinos, que era hijo del diablo; bien que el 
monge Galfredo, antiguo historiador de la Gran-Bretaña, dice 
que fue hijo de una doncella j de un demonio íncubo. 

Lo mas creible es que Merlin fue hombre de ingenio agudo, 
y de una instrucción j conocimientos superiores á los enton- 
ces comunes, por cuya razón descol lando sobre todos los de- 
más fue también la admiración j el asombro de la multitud. ''Sá- 
bete, ó príncipe griego, dice el mismo Merlin en D. Belianis, 
que JO soj el mas maldito hombre que en el níundb hubo; yo 
soj hijo del diablo , J en saber sobrepujo á todos los nacidos: 
solíanme llamar en tiempo del rej Artas el sabio Merlin. '^ 

Pellicer había de un libro muj raro que dice existia en la bi- 
blioteca Real con el título de El baladro del sabio Merlin con sus 
profecías. (Burgos año de 1498 fol. ). Supónese escrito por el 
mismo Merlin, que refiere sus profecíasy aventuras con losre- 
jesde la Gran-Bretaña, Pedragon, Üter, j Artús. Los prime- 
aos capítulos se suponen escritos por otra mano, j en ellos sq 



(77) 
lee su diabólico nacimieAtOf y otras sandeces y cosas do muj 

honestas. Gítanse en esta obra Vincencio Bellovacense y San 
Antonino de Florencia^ que hablan también de sus profecías y 
de su padre Satanás. Fabricio alega igualmente á estos dos au- 
tores en su Biblioteca latina. En la referida de S. M* se halla 
asimismo un 6<$dice que contiene un comentario latino del abad 
Joaquin sobre las profecías de Merlin y de la Sibila Eritrea. 

( aog ) Cómo si estuviese vivo? Esta admiración 6 pregunta 
no es de Montesinos^ sino de D. Quijote* 

( aio ) Burdos y desabridos. Aunque Pellicer cita i Pedro 
de Medina en contradicción de lo que dice Cervantes^ suponen 
otros , entre ellos Covarrubias, que verdaderamente la pesca 
del Guadiana es desabrida, y quizá mal sana. 

(aii ) Paciencia X barajar, Espresion copiun conque se 
consuela á los poco afortunados en el juego de naipes. 
( aia ) Carne momia, ( V. la nota 206 del 2.° tomo ). 
( ai3) Una jara. Especie de saeta muy en uso éntrelos 
indios, formada de un palo tostado y con punta muy delgada y 
^utiK K 

( ai4) Quisiera ser un Fúcar. Lo mismo que quisiera ser 
un millonario, un hombre rico, opulento y poderoso. 

Los Fúcares fueron unos comerciantes muy conocidos en el 
mundo, especialmente en España. 

La familia de los Fueres, ó Fuggers, y Fúcares entre noso- 
tros, es originaria de Constanza, dice Pellicer, y la estableció en 
Ausbourg Jacobo Fugger, llamado el viejo, cuyo fundador fue 
un artista rico que vivia en el siglo XIV. Aunque el renombre 
con que se ha celebrado siempre este linage, es el de rico y opu. 
lento, pues su riqueza se convirtió en proverbio, han florecido 
5Ín embargo en é\ muchos, i^ue no solo cultivaron las letras, si- 
no que protegieron á los literatos, especialmente Antonio Fúcar, 
Juan Jacobo Fúcar, y Raimundo Fúcar, consejero de Carlos 
y, el cual consumió grandes caudales en pinturas, en antigüe- 
dades y en plantas y yerbas raras para los jardines de su pa- 
lacio propio. A él dedicó las ínscriptiones Sacrosantce Fetusta' 
. iis Pedro Apiano el año de i5349 donde le alaba de erudito, 
^e favorecedor de los sabios, de gratiñcador de los poetas, aun 
de los malos, y particularmente de Mecenas de Erasmo. En 
Madrid, donde todavía se conserva la calle del Fúcar, dedicó 
también al conde Alberto Fúcar, el capitán Diego de Xaramillo 
^us Sueños^ y D. Bernardo de Vargas Machuca sus Ejercicios 



(>8) 
tte la Gineta tí ano de i6oo. Pero nó debe Cálfárse ^ae los Fd-» 
cares adqulneron la majror parte de sas caudales á costa de 
fispañ»; como ha sucedido á muchos de nuestros actuales ca- 
pitalistas. 

Deseando Felipe II establecer «n plan fijo j económico pa* 
ra la buena administración del real erario^ encargó á uno de 
sus consejeros que discurriese un arbitrio con que desempeñar 
la Real Hacienda, j cumplir sus obligaciones ordinarias y es^ 
traordinarias. Diósele con efecto aplicable á muchos casos ; y 
quejándose del desarreglo que padecía la Hacienda en tiempo 
de la dominación austríaca, dice: ''La insuficiencia de los mi» 
nnistros de hacienda, que no la han sabido gobernar y admi- 
Mutstrar con providencia ha sido la destrucción délla, y ocasión 
»de que se haja entregado á los Vérceres, Afietatis, Fúcares j 
»Ginoveses para que la hayan desperdiciado y dado en ella^ co« 
»mo en real de enemigos, y puéstola en el estado en que está. 
mEs cosa cierta y sabida que los alemanes no han traído á Es-« 
»paña un real, ni han respondido con otro en Flandes, Alema- 
Muia, ni otra parte, sino de lo que han ganado, cogido j- lleva- 
ndo de las rentas y tratos que han tenido en España, y que los 
%Ginoveses no han traido un real á España, ni respondido en 
» Italia ni en Besanzon , sinotlelo ganado en los asientos^ lo- 
»gros, cambios y recambios hechos sobre la Hacienda Keal.» 

Entre los varios asientos que tenían los Fúcares en España, 
ise contaban el de las minas de Guadalcanal y el de la Mesa 
Maestral de las órdenes militares, y con el factor que adminis- 
iraba la de Calatrava en Almagro, sucedió un caso, que por ha« 
foer sido verdadero, y el origen de otros que por su estilo se 
cuentan vulgarmente, y copió el autor del Gil Blas de SanlHla*- 
tia, se referirá aquí. 

' "Gomo los Fúcares ( dice D. Luis Zapata: Miscelánea: Biblio- 
teca Real: est. U. cod. 124* fol. 55), nobles alemanes (cuya 
t;asa pasaron ti emperador y el rey en Alemania } tieuen tratos 
en España y en todo el mundo, sus ministros manejan mucho 
dinero; y asi el que tienen en la corte, como el que tienen en 
Almagro y en Llerena, tienen fama de muy ricos. A este acu«^ 
dio en Almagro un ladrón muy sotil y atrevidísimo. Hácese 
alguacil de la Inquisición, llama á dos familiares del Santo Ofi- 
cio, después de haberles pedido para una prisión muy grande 
favor y ayuda , va á casa de Juan Xelder, un autorizadísimo 
lainístro de los Fúcares, y en llegando le dice: que sea preso 



(79 > 
por el s&nto Oficio. Enciérranle en una cámara al inocente totif 
turbado , j «simisoio tod» su casa, y écbai^le la llave encima. 
Manda llamar un escribano páblicO) secuéstrale todos sus bie- 
nes^ muéstrase maj pío j mu j dolorido á los llantos y lagrimas 
de su íamiliaf promételes buen suceso^ poniéndoles delante la 
usada misericordia del santo Oficio: manda traer un carro en 
que le Uevenf y á los familiares que se aparejen basta el primer 
lugar camino de Toledo} no deja que le bable nadie^ j á él se 
le manda asi. Y blvidábaseme abora lo que al ladrón no se le 
olvidd, que fue tomar un zurrón que bailó mas ú mano^ ates- 
tado de escudoSf suspirando por los reales que dejaba á mas no 
poder de llevar^ diciendo, aunque le daban mas, que no lie* 
vaba sino dos mil escudos para el gasto del preso. En otro lu- 
gar cercano despide al carretero y los familiares; y págales». •« 
Dice que va á Toledo á dar cuenta de io becbo, déjale en casa 
de un bonrado familiar y rico , encárgale que le tratase muj 
bien, sin comunicación ninguna y á buen recado, basta que se 
le mande lo que ba de bacer del que quedaba alli; y él trasto^ 
cando caminos, y mudándose bábito, huyó con su dinero cuan^ 
lo pudo. *' 

''En tanto los que tenían á cargo & Juan Xeldcr^ pasados dos, 
cuatro, seis , doce dias , barios de tan estraordinario cuidado, 
inCármanse del caso de raíz , entiéndese la verdad, dan al que 
estaba libre por libre con gran contento de todo el mundo de 
ver sin pena al que estaba sin culpa; acuden con gran priesa 
para darla á quien la tenia, bállanle no lejos, como tiene tantas 
manos la justicia, tráeule á Toledo con gran regocijo de toda 
la ciudad, métenle por ella en un macbo lleno de campauillas, 
entréganle á la Inquisición con casi todo el dinero que did bue- 
na cuenta con pago (que babia gastado poquísimo) y por no 
remitirle á la justicia seglar , la Santa Inquisición por ser ma- 

jror tribunal el su^o conoce de su delito Condénale á mU'* 

cbos azotes, y ciertos años de galeras* Habia dado el dinero á 
un banco para que se le diese en Aragón; llega una posta pri« 
mero que él, esperante al lazo en Zaragoza, donde él y el dine- 
ro juntamente fueron tomados. '* 

( ai5 ) Hasta desencantarla» Gómez de Santisteban escn-> 
bid esta bistoría, suponiendo que fue uno de los que anduvie- 
ron las Siete Partidas del mundo en compañía del infante Don 
Pedro de Portugal. 



(8b) 

Capítulo mQéúmo (mxt(f. 

( 3i6 ) No dijera él una mentira si le asaetaran. Era co-* 
rnuD entonces condenar á uno á ser asaetado ó á morir traspa- 
sado por saetas que le disparaban con arcos ó ballestas. ( Y. 
las notas i ¡4 J^ a8i del primer tomo), 

( aiy ) El Ovidio español que traigo entre manos* ( V. la 
nota aoi de este tomo. 

( a 1 8 ) Paciencia y barajar. Generalmente se dice que se in* 
ventaron los naipesen Francia en el año 1891 parala diversión del 
rey Carlos VI de resultas de hallarse atacado de una melancolía 
fatal; pero no tiene duda que su antigüedad es mucho major^ 
sin embargo de loque dicen los PP« Menestier j Daniel, los au* 
tores de la Enciclopedia, el conde de Tressan y muchos otros 
autores. Los alemanes suponen que esta invención es mucho 
mas antigua entre ellos; j|Tiraboschi dice que se conocían ya 
en Italia por los anos lagg. De esto resullaria, como dice Mi- 
Uin, que los italianos hubiesen conocido los naipes antes que 
otra nación alguna; y si ellos al mismo tiempo dieron ocasión, 
como creen algunos, para el descubrimiento del grabado sobre 
madera, debe atribuirse igualmente á los italianos esta inven- 
ción. El citado Millin dice no obstante , que los naipes mas 
antiguos no fueron ni grabados ni impresos, sino dibujados con 
la pluma y pintados en minatura. La primera indicación que 
hallamos á lo meuos en Italia de los naipes, ó cartas de jugar 
impresas, es en un decreto espedido por el senado de Veoecia 
en 1 44') ^^ ^^ ^^^^ ^® ^'^^ m^^ habiendo decaido mucho la 
fabricación de las cartas y de las figuras impresas con molí- 
vo del gran número de las que se antroducian.de afuera, se.pro^ 
hibe la iutroduccion de ellas. De esto parece resultar ^ que la 
invención y arte de fabricar los naipes debe ser muy anterior 
al año X4419 P^^^ y^ entonces este arte después de haber flo- 
recido se hallaba en un estado decadente» 

Las cartas del principio del siglo XV, algunas de las cuales 
se conservan todavía en un gabinete de Venecia, son mas gran* 
des que las ordinarias y dé un cartón mas grueso parecido al 
papel de algodón de lo« manuscritos antiguos. Las figuras es- 
tan impresas en campo de oro; y se ven en ellas tres reyes, 
dos mugercs , dos sotas , una de ellas á caballo, y cada fi'-^ 
gura lleva un bastón 6 una espada, ó bien una moneda. 



Los cofores parece están aplicados por medio He uoos centra-» 
moldes. 

En el Memorial portátil ó raanaal de cronología etc. leemos 
que el grabado sobre madera para los naipes estuvo en uso en 
la China desde el ano de i lao^ y que las cartas son conocidas 
en li^uropa desde mucho tiempo. Una ordenanza del rey san Luis 
de ia54 priva ja jugar á los dados y á los naipes. Otra del rey 
Cirios V de 1869 prohibía igualmente las cartas en Francia jun" 
to con otros muchos juegos. Aunque parece de esto que en Fran-* 
cia estuvieron en uso los naipes antes de este príncipe; pero so« 
lo hasta el tiempo de Ciarlos VI principiaron '4 hacerse graba* 
dos y pintados. 

Eu Alemania se conocieron desde el principio del siglo XIV, 
y los fabricantes de cartas formaban en ella varias corporacio- 
nes 80 años antes del descubrimiento de la imprenta. 

£n España se conocieron también de muy antiguo, pues en 
los estatuios de la orden de caballería de la Banda fundada en 
i33f por D. Alfonso X( de Castilla, se prohibe á los caballeros 
de ella jugar á los naipes. Juan I de Castilla prohibid igual- 
mente el juego de naipes y de dados eu sus estados en iSS/. 

En el gran diccionario español de la Academia, se lee que jas 
cartas de jugar ó naipes fueron inventadas- por Nicolás Pepin, 
y que la palabra naipes se formó de las dos letras N. y P. iní«- 
ciaíes del nombre y apellido de su inventor, y de la conjun^ 
cion y. 

Otros autores suponen á los naipes una antigüedad mayor de 
tres siglos á la época en que comunmente se fija su invención, 
haciendo derivar su nombre de mapa. 

En las eruditas notas con que ilustró Pellícer la historia de 
D* Quijote, dice que entre los jugadores de Andalucía corria 
una especie de tradición, que suponia que los naipes fueron in- 
ventados por un tal Villan, acerca el cual andaban tres opinio- 
nes. Unos decian que era francés, porque los primeros naipes 
vinieron de Fran<;ia á España: otros que era flamenco, funda- 
dos acaso en que las damas de aquella provincia inventaron el 
ruego de los cientos: y otros que era natural de Madrid, y con 
este motivo contaban la vida y hechos de este supuesto padre é 
inventor de los naipes, según las apócrifas memorias de losta* 
hures. 

£1 mismo anotador dice que la palabra baraja es voz antigua 
castellana, que antes se decia barata y barata^ que quiere de- 
111. 6 



(8a) 
cír riatf contienda, disputa, confusión, desdrdén; j asi como 
se dice ahora "libro de las cuarenta hojas'' se llamaba eo el si- 
glo XVI tetatem makomáicaní^ latín tan ficil y admitido que 
todos lo entendían, j se llamaba con alusión á los 48 años que 
dicen tívíó Mahoma, y con efecto, inclusos los ochos y nueves, 
consta la baraja de 48' naipes. 

£n algunas barajas antiguas se pintaban muge res en lugar 
de hombres sobre los caballos ó palafrenes; y en algunas de An^ 
dalucía se pintaban cuatro cartas en figura de muchachos des- 
nudos, que eran el as de espadas, el as y el dos de bastos, y el 
as d<s copas. 

Cu 1 541, Enrique VIII de Inglaterra prohibió entre varios 
juegos el de cartas. 

Kn el Japón se prohibieron igualmente de mu j antiguo. 
La baraja japonesa consta de 5a cartas, y son mas largas y 
estrechas que las nuestras. Las cartas usadas por los chinos son 
también en major námero que las nuestras y algo mayores, 
cojo juego se halla igualmente prohibido á los jóvenes y estu. 
diantes como una cosa inútil según dice el decreto. 

( 219 ) Invención de las emügüedades, (V. la nota 201 de 
este tomo). 

( 220 ) En mas de cuatrocientos generosos pechos* Todo 
induce á creer que el príncipe á quien alude es el conde de Le- 
mos, & quien dedicó esta segunda parte. ( /^. su dedicato^ 
ría), 

(221) Prestían de hojas de palma , jr comían raices de la 
tierra, Gomo S. Pablo, primer ermitaño, S. Antonio, S. Pa« 
comió y otros anacoretas de la Tebaida de Egipto. 

( 222 ) El público pecador. La profesión de ermitaño era 
en lo antiguo mas común y mas libre que lo es ahora, como 
que por eso dijo F. Melchor de Huelamo describiendo la vida 
de los gitanos "y aun no están muy desospechados desta vivien- 
da los ermitaños , que andan sobre su palabra, sin tomarles 
nadie residencia ni cuenta de su vida , sin jamas ganar indul- 
gencias ni jubileos, conteutándose solam«!ute con publicar los 
de sus ermitas para tener mas ocasión de dar entre ceja y ceja 
con la bacinilla ó platillo. En lo cual se habia de advertir con 
mucho cuidado, pues no es razón que con las espaldas y som- 
bra de las imágenes portátiles que traen compuestas para sus 
grangerías vivan una vida Um libertada y &in regla. " 

£n el siguiente soneto que copió Tellicer de la Biblioteca Real 



(^3) 

se-i^cla Verdadera descrípcioQ de otro ermitaño j)icare«co ul 
como entoaces se usaban: 

Maestro era de esgriioa Gampuzano 

De espada y daga diestro á maravilla^ 

Rebanaba narices eo Caslilla, 

Y siempre le quedaba el brazo sane« 
'Quiso pasarse á Indias un verano, 

Y riñó con Moatalvo el de Sevilla t: > 
Cojo quedó de un pie de la rencilla, 
Tuerto de un ojo, y manco de una mano. 

Vínose á>recoger á aquesta ermita 

Con un palo en la mano, j un rosario, 

Y su ballesta de matar pardales; 
Y cen su Madalena, que le quita 

Mil canas, está hecho un San Hilario-. 
Ved como nacen bienes de los males. ^ 

( aa3 ) Contaré maravillas , ó cosas que por lo nuevo, es- 
^raño 6 admirable os maravillarán. 

( 224 ) Encaminó el rucio 4 ella. La Real Academia en- 
mendd este pasage, poniendo llegasen á la ermita^ en lugar 
4e llegar á ella^ como dccia en las ediciones anteriores* 

( aaS ) Pidiéndole dé lo caro. (V. la nota a3a del tomo 4.**)* 

(aa6) Gregüescos y herreruelo. (V. las notas 3 j aSg 
del primer tomo, y la 17 del a.® )• 

( aay ) Zapatos cuadrados d-uso de corte. Es decir, romos 
-ó sin, punta. 

( a3d ) Alguna ventaja. Llamábase ventaja entonces \tí 
pensión, sueldo ó asistencias queá mas del pre se daba á algu- 
nos jóvenes de mérito que entraban al servicio de las armas, 
ios cuales por esta razón se llamaban soldados aventajados. Y 
de este nombre queda en nuestra milicia lo que se llama escu- 
do^ premio de ventaja. Los soldados de ventaja venian á ser 
unos soldados distinguidos , ó como si dijéramos cadetes, que 
entonces no se conocían. 

( aag ) Del tinelo. £s decir, del servicio de los grandes. (Y. 
la nota yS del tomo a.®). 

( a3o ) Entretenimiento. Lo mismo que pensión, sueldo á 
asistencias para pasarlo mejor. 

( a3 1 ) Catariberas. Supone Pellícer que se daba este nombre 
burlesco á los pretendientes de varas de alcaldes mayores cuya vi- 
da solícKa^ afanada y escasa tal vez pinta con incomparable gra- 



(«4) 

CU Ih Diego de Méndozai cu' aaa caria mS., que con otras Se 
guarda eu la Rea^ Biblioteca. Esta- voz catar ibe ras 6e compo-^ 
ue del verbo antiguo catar , que sigbitica mirar , reconocer, y 
del sustanlivo riberas*, y 6ÍgQÍtíca propiarneute el ojeador, re- 
conocedor 6 esplorador de las aves que suelen hacer asiento en 
las ribera Sf lagunas y otros lugares pantanoso», como son los 
ánades, patos, chocha:». Esta caaa se llamaba cetrería, ó vola- 
tería, y era no menos u»ada de los rej e» y sefiores que la de 
montería. Entre los oticios de la Casa Heal habia el de cazador 
mtyor de vofóteri» , y ademas de otros bubakernob, habia ea 
tiempo de Felipe lll diez catariberas^ con quince mil mará-* 
vedis de sueldo' cada un año. Estos, corno se ha dicho, anda- 
ban de ribera en ribera ojeando las aves; y por esta alusiou lla- 
maban caíariberas á los referidos pretendientes, por andar de 
lugar en lugar ejerciendo sus oHcios. También era espresiou 
venatoria, 6 perteneciente á la cetrería, la de uolar ia ribera^ 
que significaba salir á buscar las aves de ribera en ribera; y de 
ella usó el cura para decir que D. Quijote no pernianeceria en su 
casa, sino que se desgarraría y saldría á buscar las aventuras, 
u Vos veréis, compadre, dijo al barbero, como cuando menos 
mIo pensemos nuestro hidalgo sale otra vez á volar la ribera.» 

( 23a } Ración y"' quitación • La ración era la porción, parte 
6 pitanza que se daba al criado diariamente para su a4imeuto, 
y la quitación el sueldo 6 salario que se le pagaba para la de>^ 
mas subsistencia. 

( a33 ) Librea. ( V. la nota i55 de este tomo)* 

( a34 ) Espilorcheria, Lo mismo que miseria, mezquindad. 

( a35 ) Dijo D. Quijote, Considerábase entonces como una 
cosa muy mezquina lo que ahora está admitido de quitar á los 
criados la librea cuando se les despedia, y era común una vez 
puestas acabarlas de romper los criados aunque dejasen deser- 
vir á los amos de quiénes eran aquellas. El doctor Suarez de 
Figueroa reprendía en El Pasadero esta costumbre Solo ob- 
servada por algunos señores miserables diciendo: " Miren pri- 
mero á quien dau las libreas; mas una vez dadas, tengan áni- 
mo para que las rompan los que se las pusieron , vayanse, á 
quédense. Jamas los grandes señores reparan en esto; y asi es 
propio de pelones, de ruines, de apocados» '' 

( 236) Emperador romano. El título de emperador no es 
sinónimo en este lugar de soberano 6 monarca, sino de capitán 
d ca adulo* 



(85) 

El título de emperador, imperator^ se deriva del latín impe^ 
rarcj mandar. Era ua título de honor que recibía por aclama- 
ción de sus soldados un general romano después de la toma de 
una ciudad considerable ó de baber alcanzado una victoria cé- 
lebre, en la que los enemigos bubiesen perdido diez mil bom- 
bres: el senado confirmaba e¡>te título, y el general no lo deja- 
ba siuo después de su triunfo. Cuantas victorias, conseguían, 
tantHi» veces eran aclamados emperadores, y lo ponían en sus 
títulos. Augusto le recibid veinte veces por otras tantas vícto- 
' rías, kíii ejército de Tilo le acordd dicbo título después de la tor 
Ola de Jerusalen^ y este uso se conservaba aun en el reinado de 
Trujano. 

Bajo el imperio el nombre de emperador pasó á ser síndní- 
nao de soberano, por la sagacidad que tuvo Augusto de reunir 
perpetuamente los poderes consular ,. dictatorial y tribunicio. 
Los que le obtenían eran llamados, imper atores^ tantas ve- 
ces como victorias conseguían sus ejércitos, aunque mandados 
por otros; por que se atribuían siempre á aquel bajo cuyos aus- 
picios se bacía la guerraj 

La digiudaddee/72/7era^r fue hereditaria bajólos tres primo- 
ros sucesores de Julio César, á saber. Octavio Augusto, Tibe- 
rio y Caligula; pero después de la muerte de este último pasde.á 
ser electiva. Claudio fue proclamado emperador por los solda- 
dos de la guardia pretoriana, y después de este tiempo las le«- 
gioues se arrogaron el derecho de darse el soberano, de modo 
que un simple soldado fue muchas veces honrado con su elec^ 
cion, y elevado á la suprema dignidad. 

( a37 ) Terencio. Célebre poeta cómica latino, de quien nos. 
qufd^n seis comedías. 

(a38) Mttjor le está oler d póluora que d algalia* Papa 
manifestar cuan mal están los afeitas y la afeminación al sóida* 
do. Llámase algalia un perfume ó sustancia de un olor muy 
fuerte algo parecido al almizcle que lleva el gato de algalia, y 
de la que se sirven los perfumadores para preparar aguas', pol- 
vos y pomadas. 

(aSg) El primor Sancho. En las ediciones antiguas de- 
cía el sobrino y Sancho^ y conocida la equivocación por Pellicer> 
y la Real Academia se puso como ahora está. 



Capítulo xÁ%imto quitifo. 

( 9^o ) Dadme aibricUtSm ( V . !«• doU 9.1 de este tomo ): 

(a40 ^A gracia del otro en el rebuznar. Empeñado Pe-* 
Ilicer en que Cervantes tu?o presente j se propuso imitar el^ 
Asno de oro de Apulejro en la composición del Quiiote^ indi*^^ 
ca que este cuento se parece j le tomaria de otro que Apulejo. 
refiere en el lib. VIIL Ciertos mozos de un¿ aldea, á quienes 
habían hurtado un asno andaban buscándole con suma dili- 
gencia, cuando ojerou un rebuzno, y era este del mismo Apu- 
tejOf convertido en aquel animal, que estaba sirviendo en una. 
casa donde unos falsos sacerdotes de la diosa S^ria cometían, 
varias obscenidades, y queriendo dar parte, se esforzó á decir: 
Oh, romanos; mas no pudiendo pronunciar esta palabra, pro- 
rumpid en el rebuzno atronador de O. O. Creyendo los mo- 
zos que era el de su asno perdido, entran impetuosamente exk 
la casa, donde sorprendieron iofraganti i Jos delincuentes. 

( a4^ ) Todo vestido de carnuza. Lo mismo que de gamuza. 
Especie de cabra montes de cuyas pieles adobadas se hacian 
j aun se hacen calzas, jubones, etc. £s el diminutivo de gamo^ 
como dice Covarrubias. 

( ad3 ) La libertad de Melisendra dada por el famoso D.. 
Gaiferos, Desde la edición de Pellicer se añadid en esta cláu- 
sula la palabra libertad en algunas, y en otras se ha puesto la 
libertada^ etc. 

( a44) ^^^ compaño* (V. la nota 147 del 4*^ tomo). 

( a4^ ) ^^^ arrus. Este juramento seria tal vez á Rus, señor 
de un castillo que hubo en la Mancha, y todavía se conserva en. 
Li misma provincia un pueblo y un arroyo de este mismo nombre.. 

( a46 ) Levantadores. Llama el vulgo levantadores á los que- 
ejercen el supersticioso y ridículo arte de la astrología judicia- 
ría para saber y adivinar las cosas futuras por la observación, 
de los astros. Y esta superstición casi dql todo abandonada aun 
del bajo pueblo, fue ejercida y practicada por personas dístin^^ 
guidas y de instrucción mas que mediana. Gerónimo Cardano>> 
célebre médico, escribió en Italia un grueso voldmen De nati". 
vitatibus^ y en España juntó otro médico llamado Plaza una co- 
lección en latín de sucesos trágicos acaecidos en fuerza del as-- 
pecto de los astros desde el año de 1664* 

( ^47 ) ^ hacian vistoso y resplandeciente. Se llamaba n. 



(8?) 
retablos de las marauUlas por las cosas que en ellos se mostra. 
ban 6 perlas que se referían, y resplandecientes porque se ador- 
naban con una multitud de candelillas ó luces para raejor alu- 
cinar á los espectadores. Y no solo se llevaban por los pueblos 
aino que se sacaban en los teatros y corrales en donde se repre- 
sentaban las comedias, como refiere el mismo Cervantes en el 
entremés del Retablo de las mar avillas, '^Yo, señores, d)ceChan<» 
falla , soy Montiel el que trae el Retablo de las marauillasih^n" 
me enviado á llamar de la corte los señores cofrades de los ho8«> 
pitales, y con mi ida se remediará todo.'' Oe estos titereros decia el 
licenciado Vidriera que era gente vagamunda, y que trataba con 
indecencia de las cosas divinas, porquecon las figuras que mos- 
traban en susretablosvolvian la devoción, en risa, jr que les acon- 
lecia embasar en un costal todas 6 las roas figuras del Testamento 
yiejo y nuevo, y sentarse sobre él á comer y beber en los hoi* 
degones y tabernas.'' 

( a48 } Trujamán , 6 tur giman , que es coma llaman los 
árabes y persas al intérprete, que nosotros por corrupción de** 
pominamosírf(/ai7taii, y mas comunmente dragomán. 

€a|3{tulo Dtj}^0tmo 0erto* 

(a49) Callaron todos Tirios X Troy anos, 

Conticuere omnes, intentique ora tenebant» 
Imitación festiva, 6 mejor traducción del primer versa d^l 
lib. a.° de la EJneida. 

( a5o ) Jugando está á las tablas D. GaíferoS; 
Que jra de Melisendra está olvidado* 
Guando el famoso Carlos y Oliveros 
A ver el juego juntos han entrado, 
Con otros valerosos caballeros 
De aquellos de los doce, que á su lado. 
Jugaban, y á su mesa los ponía, 
Porque esto su valor lo merecía. 
Siguen á esta octava otras seis refiriendo la libertad de McH^ 
sendra cautiva del rey Marsilio en la Aljafería de Zaragoza, etc» 
( a5 1 ) Harto os lie dicho^ miradlo. 

La copla entera de este romance compuesto por Miguel San-s- 
chez, poeta ctSmico que por su mérita fue llamado el Divino^ 
dice asi: 

Melisendra está en Sansueña,, 



Va» «Q Ptm descuidado: - 
Vos aroantCf ella muger: 
Harto os lie dicho, miradlo. 

( aSa } «^11 espada durindana. En las anotaciones 39, ífi^ 
45, ifif i8iyJ ao6 del primer tomo hemos hecho mención de 
algunas espadas célebres. De la Durindana^ dice el celam- 
bre historiador Turpin ( V. la nota 53 del primer tomo} que 
era de hermosísima hechura, de un 61o incomparable, y de uon 
forUieza inflexible. Se la daría quizá el nombre de Durenda^ 
que ea como éi la llama, por su dureza ó fortaleza. 

Algunos france&es UamHroola la durandnl^ y los italianos </u.- 
rindana^ que es como mas comunmente la denominan nues- 
tros romanceros. I£n la historia de Cario Magno se lee que el fa- 
bricante de esta decantada espada se llamaba Munificans, Curio- 
so es también el lance de cuando Oliveros habiendo perdido su 
espada en combate singular con el gigante Fierabrás, se apo- 
deró luego de otra de su enemigo llamado Baptizo. 

( i53 ) Pero el valeroso enojado. Supone Pellicer que de- 
bería escribirse valeroso Enojado^ porque Enviado es un ad- 
jetivo sustantivado, que supone por Gaiferos, como la misma 
Yoz Enojado^ supone por el valiente Repolido en aquella copla 
que le cantó la Cariharta en la novela de Rinconete jr Cortadillo: 
Detente, Enojado, 
No roe azotes mas. 
Que, si bien lo miras, 
A tus carnes das. 

En algunas ediciones se han tenido estas dos TOces por dos 
adjetivos , y se ha acentuado el artículo él, para que supusiese 
como pronombre por Gaiferos, le^rendo: pero él valeroso eno- 
jado no le quiere aceptar; con lo que se destruye la gramática. 

( a54 ) y envaramiento detras» Es decir con el pregone- 
ro ó trompetero delante que publica ó chilla la sentencia , y 
con los alguaciles que con sus varas suelen ir detras. 

( a55 } Como entre nosotros. Con mas estensioo refiere el 
mismo Cervantes este modo de procesar de los moros, ea la 
novela del Amante liberal. Despachó, dice, las causas el cadí 
sin dar traslado á la parte, sin auto5, demandas, ni respues- 
tas: que todas las causas, sino son las matrimoniales, se des-i 
pachán en pie y en un punto, mas á juicio de buen -varón, que 
por lejr alguna. Y entre aquellos bárbaros, si lo son en esto , el 
cadl es el juez competente en todas )as ca^sas^ que (as abr«TÍi^ 



•n la u&a, y las sentencia en un soplo, sin que haya apelación 
de su sentencia para otro tribunal. '^ 

( a56 ) Capa gascona, Covarrubias e n su tesoro de la len- 
gua castellana) artículo Gabán, dice que era una capa con ca^ 
pilla puntiaguda propia de aldeanos, pastores y viajantes, y se- 
ria seguramente como las que asau aun nuestros pastores y aU 
gunos arrieros. 

( 267 ) £"5 la mesm a de D, Galferos a quien su esposa eS" 
peraha etc. Todos los sucesos de Gaíferos y libertad de Meli- 
sendra están conformes, como ya lo observó la Academi», con 
los romances caballerescos del Cancionero de Amberes y la Sil- 
va de Romances. Pellicer y luego la Academia conocieron qu^ 
faltaban en eata cláusula el tiempo de verbo esperaba y la par- 
tícula conjuntiva^, que añadieron para que no quedara trunca' 
do el sentido. 

(;i58) Caballero, si á Francia ides 
PorGaiferos preguntad, 
Decilde que la su esposa 
Se le envia á encomendar: 
Decilde que si es ya tiempo 
De me venir á sacar 
Desta prisión tan esquiva, 
Do vivo con soledad. 
(aSg) Semejantes caballerias. 
Góngora escribió un romance burlesco á este pasage , cuyaa 
. primeras coplas dicen: 

Desde San sueña ú Paris, 
Dijo un medidor de tierra, 
Que nu había un paso mas 
Que de Paris á Sausueña. 

MasLabíatido ya eu juicio, 
Con haber quinientas leguas 
Las anduvo en treinta días 
La señora Meli^endra. 

A las ancas de un polaco > 

Como Dios liizo una bestia: 
De la cincha allá frison 
De la cincha acá litera. 

Llevábala D. Gaiferos 
De quien habia sido ^lla 
f ira lo dt Dios esposa, 



(90) 
P«ra lo de amor cadena. » 

GoD temple cualquier cristiano 
Cual llevaría la francesa 
Lo que el griego llama nalgai, 

Y el francés asentaderas « 
Caminaban en verano, 

Y pasábanlo en las ventas 
lios dos nietos de Pipi no 
Con su abuelo y agua fresca. 

( a6o ) Los de Nestos, Es decir los años dé Néstor* Era es« 
te hijo de Neleo j rejr de Pilos ciudad de la Arcadia en el Pelo* 
poneso. Después de haberse salvado de las manos de Hércules, 
en las que perecieron todos sus hermanos, hizo la guerra á los 
Epeos, llamados después Eleos, En las bodas de Piritoo com- 
batió con los centauros que querian arrebatar á Ipodamia. Su 
edad avanzada no le impidió salir para la guerra de Troja ¡un- 
to con los otros príncipes griegos, á quienes fue muy útil por la 
sabiduría de sus consejos; en Un&a manera como que Agame- 
nón decia que con tal que hubiese diez Néstores en el campo se 
apoderaría de Ilion en muj poco tiempo. Su elocuencia era tan 
dulce y persuasiva que Homero dice que cuando hablaba de sus 
labios manaba miel. Habia casado con Euridiche, hija de Cli-^ 
mene, de la que tuvo siete hijos y una hija según lo escribid Ci^ 
cerón á Ático. Homero dice también que vivid tres siglos, y por 
eso los años de Néstor pasaron á proverbio de una grande 
ancianidad 6 larga vida. 

( a6 1 ) Átomos el sol. Esta crítica oportunísima en tiem- 
po de Cervantes no ha dejado de serlo todavía en nuestros tiem-t 
pos, y sino díganlo los que frecuentan nuestro teatro y asisten 
^ la representación de ciertas composiciones dramáticas, mode- 
lo de mal gusto, escuela de nueva moral, y recopilación de des- 
propósitos é inverosimilitudes. 

Lope de Vega habia dicho en su arte nuevo de hacer come- 
dias: 

Como las paga el vulgo, es justo 
Hablarle en necio para darle gusto: 
cuja máxima tienen muy presente muchos de los nuev«>s com- 
positores de este género. ( P\ la nota 1 7a del a." tomo ). 

( a6a ) Se le haga superchería. Es decir, no permitiré que 
siendo él solo le acometan muchos á un tiempo mismo, que e& 
\o que se llanu superchería. 



C90 
C a63 ); Que es mia. El romance de cómo perdió á España 
el rey D. Rodrigo ^ del que entresacó U. Quijote los verbos 
que creyó hacian para el caso^ esulica este sii^ceso con mas es- 
tensiou: 

Llorando de los sus ojos 

Desta manera decia: 

Ajer era rey de España, 

Oy no lo soy de una villa,:. 

Ayer villas y castillos, 

Oy ninguna poseía; 

Ayer tenia criados 

Y gente qae me servia, 

Oy no tengo una almena 

Que pued.a decir que es mía* 

Capitulo otg^shiio séptimo. 

(' a64 ) Como se ka contado, (V. el cap. 3 de la 2.* parte )« 

( a65 ) y llenaba sus escueros. Llamábanse así unas bol- 
sas que se llevaban en lo antiguo, colgadas al costado, y que 
usaban hombres y rougeres. Los primeros solían llevar en ellas 
la piedra y yesca, la navaj;a y también el dinero, y las mugeres 
las llaves de la casa, el alfiletero, y otros avíos mugeriles. Lla- 
mábanse entonces estas bolsas Escarcelas^ y de ellas tomaron 
el uso de los llamados ridículos ó bolsas que llevan nuestra;!, 
mugeres. 

La escarcela fue también entonces una parte de la armadu-. 
ra militar y coiisistía en una bolsa de cuero que colgaba de la 
cintura, en la que llevaban los caballeros el dinero, los avio&. 
de encender, ciertos papeles, etc; de la que ha quedado todavía, 
entre nosotros el uso del porta pliegos que llevan los edecanes, 
de los generales etc. 

a66 ) jil principio pensó que algún tercio de soldados,.,, 
armados de diferentes suertes de armas como si dijésemos lan^ 
zones^ ballestas^ partesanas^ alabardas y picas^y algunos ar* 
cabuces y nuichas rodelas. El tercio era un cuerpo de tropas. 
en que se hallaba dividido el ejército español en el siglo XVl. 
La fuerza del tercio tuvo varias alteraciones; pero á principios, 
del siglo XVII se fijó á doce compañías, y cada una de ellas de 
doscientos cincuenta infantes, inclusa la plana mayor que se 
componía de un capitán, un page, un alférez, un abanderado, 



( 90 

un capellán, aa sargento, dos tambores, uñ barbero, j doscieii. 
tas cuarenta j ana plazas. Los tercios que se foroiaban faera 
de España tenían quince compañías de doscientos hombres ca- 
da una. El tercio le mandaba un maestre de campo j un sar- 
gento mayor, y á falta de estos el capitán mas antiguo. £1 ter- 
cio equivaiia á un regimiento. 

El lüuzon era una lauza corta y gruesa con un rejón de hier-* 
ro anch'iy largo. Coa la bailesU podían arntjur^e bMlas, fle- 
chas y dardos. ( ^. /a nota 129 *lel a.° íonn} ). Las partesanas 
er^ii urja especie de alabardas de dos % qras de largo cotí el hier- 
ro en r<ir na de cuv:hil(a de dos cortes, y en el eatreno una co- 
mo nieilii luui. Era la insignia délos cabo;» de escuadra de in- 
fantería. Illn el dia se usa todavía en Ceuta por las ordenanzas 
de los gefes de la plaza para llevar y comunicar las drdenes, sin 
cuyo di>iintivo ni> son obedecidas; para lo que se conservan al- 
gunas en los cuerpos de guardia. Las alabardas eran de uuos 
seis á siete pies de largo con un hierro de dos palmos en su es- 
trem >, ancho de uno» dis délos que va terminando en punta. 
H'illase atravesado este hierro por otro en Corma de cruz, ter- 
minado por una punta agudii por una parte, y con la de una 
uieli.i luna por la otra. En algunas nacioues es todavía la iq- 
signia de los sargentos, y eq España el arm» privativa de una 
guardia de palacio de nuestros reyes llamada por esto de ala- 
hir<l.íros. L« pic^i , larga co'no la alabarda, terminaba en un 
hierro sencillo de unas die^ y 0'\\si pulgadas de largo con tres 
filoso cortes, y solía usarla la infuitería, principalmente para 
resistir al íinpetu <le los escuidrones de caballería. Acerca los 
arcabuces V. loque dijimos en la Q<)ta, ayo del primer tomo. 
Las ro leí )S eran unos escud »s que por ser enteramente redon- 
dos se llamaron rocíelas, y soliin ser muy ligeros. 

( 267 ) Un asno como un pequeíio sardesco, Llá manse sar» 
deseos los asnos muy pequeños, como suelen serlo los de Cer- 
deña, de la que tomaron el nombre. 

(268) Un alcalde como un regidor, Paréceseesta puUai 
como lo notó ya Pellicer, á. la que se lee en el Persiles y Se^ 
gismun la, que enviando un alcalde al pregonero por dos asnos 
para pa^ar en ellos y dar azotes á unos vagabundos, volvitf 
con esta respuesta: ''Señor alcalde, yo no he topado en la plaza 
«asnos ningunos, sino á los dos regidores Berrueco y Crespo, 
vque andan en ella paseándose. Por asnos os envié yo, majadero, 
)>qtie no por regidores; pero volved, y traedlos acá por sí 6 poc 



(93) 
imo, que se balleo presentes al pronunciar de tsjíB seiiteneiai 
oque lia de ser sla embi^rgo^ y no ha de quedar por fajla de as» 
vQOSf que gracias sean dadas al cielo, hartos hay en esle lugar." 
( 269 ) No tiene la lengua padre^ ayo ni freno que la cor^ 
rija. Lo~que di<5 lugar A este célebre desafío puede verseen la 
nota 3«* del 2.^ lomo. 

En un romance antiguo sacado de la crónica del Cid s^hace 
prolija iiienciou de las circunstancias d fórmula de este caballe- 
resco reto 6 desafío. 

Ya cabalga Diego OrdoneZf 

Del real se habia salido 

De dobles piezas armado 

En un caballo morzíllo. 

Va á reptar los zamoranos 

Por la muerte de su primo, 

Que mató Bellido DoifoSy 

Hijo de Dolfos Bellido. 

Yo os repto, los zamoranos, 

Por traidores fementidos: 

Repto á todos los muertos, 

Y con ellos á los YÍvos: 
Repto hombres y mugeres, 
Los por nacer y nacidos: 
Repto á todos los grandes, 
A los grandes y los chicos, 
^ las carnes j pescados, 

Y a las aguas de los rios, etc. 

(270} Cazoleros , 6 cazallerus : apodo que el vulgo daba 
4 los de Valladolid por Agusliii de Cazalla uatuial de aquel 
pueblo que fue aju:>liciacio en él* 

(271) Berengeneros. Covarruí)ias en el arlírulo Feren- 
gena de su Tesoro de la lengua ca^lellaua, dice que se aplicaba 
á los toledanos. 

( 273 ) Ballenatos, Los madrileños. 

( a7Í} Jaboneros, Créese que eran los de Getafe. 

(:í74) El cumplirla, F>sta propOAÍcion, Sl bien muy cató- 
lica es contraria á la que escribió después el célebre Ipi e, obispo 
de León. 

(275) Alongado atendióle. Alongado lo mi^smo qu« 

alejado, y atendióle igual á esperóle ó aguardóle. (^. la nota aS 
^€l primer tomo'). 



(94) 
X 376 ) ün trofeé. Derivase del latín tropheeum^ cuya nii 
^iega equivale á poner en fnga <5 ahoyentar. Los trofeos en 
su origen no eran mas que troncos de encina revestidos de los 
despojos 6 de las armas de ios vencidos, es decir, de una cori- 
za, de un casco j de un escudo. El trofeo se erigía inmediata- 
inente después de la victoria en el campo de batalla. Esta cos- 
tumbre pasó de los griegos ¿ los romanos, j se cree que fae 
introducida entre los últimos por Rdmulo. Después se peosdeo 
hacer llevar los trofeos delante del carro del triunfador. A fío de 
hacer mas duradera la gloria del vencedor , .se discurrió luego 
erigir estos trofeos ó monumentos de piedra, de mármol ó de 
otra materia sólida. El primer monumento ó trofeo deque 
hace mención la historia romana, es el que erigió C. Flamioio 
en el año 53o de Roma. Era de oro, y se colocó en el Capi- 
tolio. Tero los mas célebres trofeos que hubo en Roma, fueroa 
ios dos que Mario erigió en jnemoriade sus dos victorias, la uca 
alcanzada sobre Yugurta, j la otra sobre los cimbrios j los 
teutones. Eran de mármol, y fueron colocados en la quinta re- 
gión de Roma llamada Esquilina» Las columnas Trajana j Ad- 
tonina y la majror parte de los arcos y otros monumentos erigí- 
dos por los antiguos son unos verdaderos trofeos. 

Capítulo otgestmo xrrtaM. 

( 377.) Superchería, (V. la nota a6a de este tomo). 

( 278 ) Per signum crucis^ con un alfange: es decir, ha- 
cerle un corte en la cara 6 partírsela de un sablazo. (^. landa 
S/^del 2.^ tomo), 

( 279 } Tomé Carrasco. En el cap. a de esta misma parte 
«e le llamó Baitolomé Carrasco. La Real Academia observó ja 
<que esta variedad podrá provenir ó de la falta de memoria de 
lancho, ó de la costumbre que se observa en muchos pueblos 
de nombrar á algunos por la ¿Itima terminaciou ó sonsonete 
4Íe su nombre. 

( a8o ) Malandrín j follón^ vestiglo, (V. las notas 34t 63,y 
üSi, del a.° tomo). 

( a8i ) Mamonas selladas en mi rostro. Vulgarmente se 
loma por una postura como dice Covarrubias de las cinco dedos 
de la mano en el rostro de otro y por menosprecio solemos decir 
le hizo la mamona, Y. en el mismo su etimología. 

( a8a ) Del famoso Ebro, Este caudaloso rio de Espaní 



(95) 
toace en los montes de Gasliile, jaikió á loi de Asturias cerca el 
pueblo de Fontibre ; nombre corrompido que significa fuente 
del Ebro; jr[despues de pasar por Nayarra, Aragón, Cataluña, j 
de haber recibido Otros muchos ríos, algunos de ellos bastan* 
te considerables , desagua en el Mediterráneo mas abajo de 
Tortosa. £1 Ebro Iberus en latin , que corre una distancia de 
cerca i lo leguas, dio el nombre de Iberia á la España. 

Capítulo mQtmxo nono. 

( a83 } Éste es el estilo de las historias caballerescas. Como 
por ejemplo, estando un día Aroadis cazando en las faldas de 
un monte cerca de la marina, y teniendo por la trailla un muy 
hermoso can quél mucho amaba ^ miró contra la mar^ y uió 
de lueñe uenir un batel la via donde él estaba^ Es verdad que 
no venia solo, porque venia en él Gariolela , gobernadora de 
la pequeña Bretaña )á pedirle que la hiciese vengada del gi- 
gante Balan, señor de la insola de la Torre Bermeja, que le 
había muerto á un hijo. Va Amadis á esta aventura, y vence^ 
aunque con gran peligro de su vida, á Balan, el gigante mas 
bravo y mas fuerte de todas las insolas, 

( a84 ) Adonde es menester su ayuda. Muchas son las 
aventuras de barcos encantados que se leen en las historias ca- 
ballerescas, y Pellicer cree que tal vez pudo aludir D. Qui* 
jote á la de aquella doncella andante que fue en busca de D. 
Olivante de Laura y Darisio, y caminando ¡untos ''no muy 
lejos de sí vieron estar un barco, que con una cadena de un 
árbol en la ribera estaba atado, y apeándose la doncella de su 
palafrén volviéndose á D. Olivante le dijo; caballero, es menes- 
ter que en este barco os metáis. Olivante apeándose de su ca- 
ballo, y asimismo Darisio, se metieron dentro^' etc. 

( a8S ) Si me lo pidiesen frailes descalzos. ( V^Mk nota 43 
del 3.° tomo). 

( a86 ) Se pescan las mejores sabogas. Pescado mujr rico 
parecido al Sábalo del que quizá se deriva su nombre. 

(aSy) Montañas rifsas, Coldcanlas algunos, al N. de la 
Escitia , al paso que otros creen que solo han existido en la 
imaginación de los poetas. Suponíase que en ellas vivían las 
górgonas. Llámanse también montes hiuperbdreos. 

( a8S ) Astrolabio, El astrolabio de mar es un instrumen- 
to de que se sirven en los viages marítimos para tomar la altura 



(9«) 
ét\ polo 6 de lot astros. Algunos atribuyen ta invención del 
asirolabio i los médicos judíos llamados Roterico y Jusáe^ 
establecidos en Lisboa, y protegidos por el rey Juan 11. Pero 
como eo toncas los judíos tenían las relaciones in^s estrechas 
con los moros, los que se cree hacia ri ya u^odel asirolabio^ 
¿nico instrumento que aun en el dia los sirve en sus navega- 
ciones, es prob'ible que estos méilicos le hubiesen conocido 6 
recibido de los moros, los que h^hian tomado de los griegos ei 
nombre y el uso de este ioatrumento. 

( 289 ) La linea equinocial que dii'i/ie y corta ¡os dos con" 
impuestos polos en if^ual distancia^ Se llama ecuador ó ///zea 
equinoccial el gratiJe círculo del globo terrácueo equidistante de 
los dos polos, porque divide la esfera en dos parle» demi»feríos 
6 por>|ue cuan<lo el sol se halla en este círculo los días y las 
noches son iguales á de una misma duración. 

(íapttulo tttgcdtmo. 

(290) Cazadores de aHaueria^ lo mismo que con aves 
de presa d de rapiña, de cujo noble «»¡erci<-¡o, qne se llama 
cetrería, hemos teuido ocasión de hablar en otras anotacio- 
nes. 

( agí ) Azor, Ave de presa del mismo género que el gavilán» 

(393) El figuro sea el fie ¡üs leones. Este confuso pasage 
en la ediriun original se deja asimismo , qiienepdo mas re- 
putarle, como hizo Pellicer, por ur»a patochada de Sanrho 
que paiece juega con las \oces /i ((ur o y Jiguron^ que enmen-» 
darle <!**) modo que se ha hecho en otras ediiioues, donde se apli« 
can e^la» palabras al Duque , debiendo aplicarse á Sancho 
Paliza, pues aquel no vuelve á hablar hasta que, adoptando la 
corrección de este, dice Cervantes que prosiguió^ esto es, la 
oración que dejó pendiente de: ven^u el caballero déla triste 
figura) y por eso en lu primera edición precede un punto fínal 
al verbo Prosiguió, 

( 393 ) y tal escudero andado. Los Duques, de quienes 
se trata en este Ci'pítulo y en los siguientes, son fingidos en la 
opinión de Cervantes , d á \o menos anónimos pues en este 
mismo capítulo se dice de la duquesa: cuyo titulo aun no se 
sabe ; y en el cap. LH se lee que el sobrescrito de la carta 
que escribió Teresa Panza, decia : Carta para mi señora lA 
duquMsa tal , de no sé donde. 



^ Sitt embargó de esto, creePelHccr que Jas leyes -de la gcogra* 
lía j cronología seguidas en esta historia, obligan á reputar por 
verdaderos y efectivos á estos señores. Consta que eatas aven- 
turas de Don Quijote sucedieron en el reino de Aragón. Dios 
loado (decía D." Rodriguez, la dueña de la duquesa) mialma 
me tengo en las carnes^ jr todos mis dientes j- muelas en la boca 
amen de unos pocosj que me. han usurpado unos catarros que 
en esta tierra de Araron son tan ordinarios. Mas adelante se 
lee: aunque uuesa tnerced me ue sentada en esta silla ^ y en 
la mitad del reino de Aragón^ j luego dice la misma dueña: 
mi señora la duquesa que estd recien casada con el duque mi 
señor quiso traerme consigo d este reino de Arngon^ Pasaban 
pues estos sucesos en Aragón, y en el ano de i6i 4, según consta 
de la carta que el gobernador Sancho Panza escribid á la go- 
berijadora su mciger. Deste castillo (dicela fecha ) i( uehile de 
julio de i6i4^ De modo que aunque la intención del autor 
hubiese sido otra , fijó los tiempos y los lugares con tal pun- 
tualidad, que la relación de estos sucesos debe aplicarse preci- , 
sámente á unos señores, que viviesen en<el reino de Aragón ó 
principios del siglo XVII. 

Había entonces en aquel reino los duques de Luna que lo 
eran también de Villa-hermosa , y condes al mismo tiempo de 
Ribagorza : todo lo cual lo eran muchos anos había j^a. £n 
cnanto al duque de Híjar que desusd su antiguo titulo de du- 
qae, dice fierní', que el señor D, Felipe Illerijió segunda uez 
en ducado la villa de^Hijar en mayo del año de i6i4» Por 
otra parte las escenas de las aventuras de D. Quijote convienen 
m^or á los duques de Vilk-hermosa. 

Todas estas aventaras le sucedieron á nuestro andante man- 
chego jendo desde Castilla á Zaragoza con intención de hallarse 
en las justas del Arnés , y por consiguiente antes de llegar á 
aquella ciudad. Llega en efecto á la orilla occidental del Ebro, 
ve un barco que estaba atado en ella al tronco de otro ) y se 
embarca en él para socorrer 4 la princesa, 4 quien creia tenían 
oprimida en las aceñas los malandrines y follones de los moli- 
neros. Acabada esta aventura, vuelven D. Quijote y Sancho á 
donde habían dejado atadas las caballerías, y se retiraron del 
famoso rio , esto es, se retiraron tierra adentro, ó caminaron 
por los lugares situados en la misma orilla occidental del Ebro^ 
donde al salir de una selva encontr<5 D. Quijote unos cazadores 
de cetrería : estos eran los duques que le llevaron i una casa 
III. 7 



(9«) 
de placer que alli teaian. Esta casa constaba de un castillo & 
paUciOf de jardín y de bosque para la díversioa de la caza, y 
es natural que no lejos de alli estuviese el lugar de la residencia 
ordinaria de los duques. Todo esto, repito, estaba antes de pa" 
Bar el £bro,porque| aun después de concluidas todas las aven- 
turas del castillo, y de despedido D. Quijote de sus huéspedes, 
dice la historia que enderezó su camino d Zaragoza. 

fin esta situación está puntualmente la villa de Pedrola, resi- 
dencia ordinaria de los duques de Villa-hermosa ; y cerca de 
ella labró una casa de placer^ con un bosque , jardines y eí- 
tanques de mucho recreo D. Juan de Aragón, duque de Luna, 

V de Villa^hermosa, conde de Ribagorza, virey de Ñapóles. El 
duque D. Alonso, su hijo y sucesor, edificó en este palacio un 
colegio ó convictorio para retiro y recogimiento de doncellas 
nobles, y le llamó el palacio de N,* S,* de Buenavia 6 del Buen 
Camino, «caso por pasar por alli el de Borja, Tarazona y Na- 
varra, fin este colegio, que se estiogüió después , se retiraron 
cinco hijas de las onc e que tuvo el duque D. Alonso. Una dees- 
tas se llamó Adriana , cuyo nombre le impuso el papa Adriano 

VI que la bautizó con ocasión de haberle hospedado su padre 
en Pedrola al tiempo que nació, y con estos dos tan plausibles 
motivos celebró el duque unas suntuosa s fiestas. Otra de estas 
hijas fue O.* Marina de Aragón , dama de la emperatriz D/ 
Isabel, aquella tan celebrada de hermosa por D. Diego de Men* 
doza en sus poesías, que habiendo enfermado, se retiró de pa- 
lacio á Pedrola, donde murió en la flor de su edad, desposada 
por poderes con el duque de Alcalá. 

Los duques que hospedaron D. Quijote , se debe suponer 
por consiguiente que fueron D. Carlos de Borja , conde de 
Ficallo , y D.* María de Aragón, séptima duquesa de Villa- 
hermosa, con quien casó. Esta señora fue hija del duque Don 
Fernando, y de una nobilísima señora alemana, llamada D.* 
Juana Übernstein, y vulgarmente Pernestan. Vino D.* María 
en compañía de su madre de Zaragoza á Madrid por los años 
de iSga de resultas de los sucesos del secretario Antonio Pérez, 
fintró en palacio á servir de Menina á la reina, y el canónigo 
Argensola escribió un soneto, ponderando su hermosura, cuan^ 
do saliendo de Menina se calzó chapines^ y aunque por 1q 
común vivieron en Castilla, basta que estos duques hubiesen 
pasado algún verano en Pedrola y en la casa de placer de Bue- 
navia parala verosimilitud de las aventuras de D. Quijote. 



(99) 

tEopitulo tÚQÜmo pnmet9. 

K *94 ) ^f^^ reverenda dueña* Por lo común laa^do^nasde 
1«s casas de ios grandes eran viudas respetables, de alguna edad, 
encargadas de la dirección y vigilancia de las criadas d cama- 
reras jóvenes, y otras veces era la dueña el ajr» ó directora de 
las señoritas de la casa. Su trage era serio, con tocas y manto 
jparecidoal que suelen vestir á N.* S.* de ios Dolores en algu- 
nos pueblos. En palacio habia varias clases de dueñas encar- 
gadas de atribuciones particulares, á saber, las dueñas de honor, 
que eran las que ahora llamamos camaristas de la reina; dueñas 
de retrete, las que cuidaban particularmente-de las-cosas del rey; 
dueñas de medias tocas, que eran de ciase mas inferior, etc. 

(agS.) ZahorU Persona á la que se la supone la imaginaria 
virtud de descubrir todo lo que está oculto y aun escondido 
d ebajo tierra. 

(296^ Juglar. Los griegos y romanos tenían susyug/aref 
encargados de divertir al pueblo con sus monadas jr retruéca- 
nos en diversas funciones públicas. 

£a el triunfo de Scipion el Africano los reyes y generales 
vencidos caminaban delante de su carro cargados de cade- 
nas, y con la cabeza raída en señal de su esclavitud , y dos 
é'tres juglares igualmente encadenados y vestidos de mag- 
níficas .ropas remedaban con sus mimos y gestos á estos des- 
graciados cautivos para divertir al pueblo, lo que demuestra^ 
como dice un sabio, que estos decantados romanos tenían unos 
•sentimientos indignos de ios hombres. 

Desde el princijlio del siglo IX se introdujeron los juglares 
en las cortes de los reyes para divertirles con sus dichos y agu» 
dezas. Theofílo, emperador de Orieute, estaba prendado de Dau- 
iery por sus graciosidiides, las que á poco mas hubieraq sido 
funestas á la emperatriz Teodora. 

Después de las cruzadas lu moda de ieaer juglares se generali- 
zó por todas las naciones de Europa, y en Francia pasó áser ua 
tátulode oficio, estando obligada la ciudad de Troyes á pro- 
veer de ellos á la corte, cuya moda duró hasta el reinado de 
Luis XIV. 

En Alemania se desterró roas tarde, lo mismo que en Rusia, 
€u la que durante el imperio del czar Pedro el Grande habia 
unos yi/g/are5 diferentes de los de las demás naciones. Muchas 



(ibo) 
de aqaellM personas dístÍDgaidas, que eran condenadas por «as 
yerdaderof 6 i apaestos crímenes, estaban destinadas á pasar su 
YÍda siendo la irrisión de los viles cortesanos y el oprobio de la 
humanidad. 

( 397 ) ^*P ^ puta. ( y. la nota 1 1 del a.® tomo }• 

( 998 ) A/gun echa cuervos ó algún caballero de moka*- 
tra. Es decir, algún hombre de poca val/a, ó caballero 
que hace tratos usurarios ó de mohatra, y por consiguiente 
despreciable. 

(399) Doce pages con el maestresala. Los grandes de 
España hacían ostentación en el siglo pasado de multitud de 
criados; y de los pages los habia de dos clases, unos se llama- 
ban pages de sala, y otros'pages de cámara. Los pages de sala 
no entraban en la cámara cuando el señor se desnudaba 6 yes- 
lia, y sí comia en ella, llevaban la comida hasta la puerta, y 
allí la entregaban á los otros pages, volviéndose otra vez á la 
sala, que era su ordinaria residencia. Los de la cámara asistían 
Á su amo cuando se desnudaba, vestia ó comia en ella, y en la 
cámara le hacían la guardia, pero ni unos ni otros traían daga 
ni espada, ni, si el señor estaba en la casa, traían en ella capa 
ni sombrero. 

£1 maestresala era uno de los oficios mas principales de las 
casas de los grandes, y era el gefe y maestro de los pages , á 
quienes enseñaba el modo de servir, el ceremonial de las frecuen- 
tes reverencias y genuflexiones, las reglas de la buena crian- 
za y la del bien hablar, ejerciendo sobre ellos un absoluto do- 
minio, hasta azotarlos si el caso lo requería. Entre otras obli- 
gaciones tenía la de trinchar en la mesa, jasi era muy perito en el 
arte del cuchillo^ como llamó áeste ejercicio el marques de Vi- 
llena; y con él se escusaban los convidados 6 los dueños de la 
casa de hacer el embarazoso oficio de trinchar, según es de ver 
en D. Miguel Yelgo en su Estilo de servir á principes^ 

(3oo) Les hacen ser miserables, Qahá este grave ecle- 
siástico fue el canónigo Bartolomé Leonardo y Argensola, que 
eon su hermano Lupercio no solo influía en el gobierno de la 
casa de los duques de Villa-hermosa , sino también en la del 
conde de Lemos y virey de Ñapóles D. Pedro Fernandez de 
Castro; y pudieran dar á esto algún fundamento las quejas que 
de ellos tenia Cervantes, como se dice en su Vida, y las que 
tenia Cristóbal de Mesa de ciertos poetas, criados muy validos 
del conde, que en Madrid antes de pasar al vireinato parece 



(ioi> 
xelabaa su persoas^ j estancaban sus favores; los cuales pudiera 
maliciarse fueron los dos referidos hermanos^ según lo entre- 
gado que estaba á ellos el virej. 

La misma queja parece tenia el doctor Suarez de Figueroa; 
que se queja espresa mente de un eclesiástico^ familiar del con- 
de en El Pusagero. Pero ademas del benéfico carácter de los 
Argensolas, dice Pellicer, j de que estos criados pudieran ser 
otroS) se opondría la sutileza de estas conjeturas á la declara- 
ción repetida, con que en los versos de Urganda protesta Cer- 
vantes que en sus alusiones satíricas no mird á persona parti- 
cular ni thój como se dice, á ventana conocida; j lo confirma 
ea el f^age al Parnaso^ donde dice: 

Nunca voló la humilde pluma mía 

Por la región satírica: bajeza, 

Que ú infames premios, y desgracias guia. 

Práctica común del tiempo de Cervantes era tener los gran- 
deSflos ministros, los embajadores, y los virejes confesores pú- 
blicos y señalados; y estos eran por lo regular religiosos, y no 
sacerdotes seculares, de los que pudiera bacerse aqui uu largo 
catálogo. Validos pues de la autoridad que los penitentes con* 
cedían á sus directores, solían mezclarse estos mas de lo que 
convenia á su ministerio en el gobierno de sus haciendas y ca- 
sa, y como criados en la estrechez de un claustro,^ limitaban 
con tanta economía y apocamiento los gastos y liberalidades 
que deben esperarse de los poderosos, que los bacian parecer 
miserables con desdoro de su grandeza. Esta mezquina é ino- 
portuna intervención de los religiosos en el gobierno económi- 
co de las casas de los señores es el que reprende Cervantes con 
motivo del que gobernaba la casa del duque^ buésped de D« 
Quijote. De áqui debe conjeturarse que ni esta sátira es perso- 
nal, sino general é indeterminada; ni el satirizado es sacerdo- 
te secular sino regular ó religioso; bien que para no declarar 
espresamente que era fraile, deslumhra nuestro autor á los lec- 
tores llamándole ja eclesiástico^ ya graue eclesiástico ya grave 
religioso^ ya bendito religioso^ ya venerable varón» D. Vicen- 
te de los Ríos opina de otro modo sobre la aplicación de esta 
sátira en la vida de Cervantes. 

( 2k>i ) D. Alonso de Marafíon. Uno de los raucbos sol- 
dados y personas principales que se ahogaron en la isla de la 
Herradura, costa del reino de Granada, en la escuadra que com- 
puesta de a9 galeras j y mandadas por el gentral P* Juan d« 



Meodoz^f ent¡<$ Felipe I[ el año de i56a para saoorrer áOraír 
y Mazalquívir, sitiados por Hazaa Agtf, rejr de Ar|;el, é h¡)o de 
Barbaroja. Salióla escuadra de Málaga, pero levantándose vieu-^ 
tos contrarios, ''endere26(dice D. Pedro drSalazar, Guerras en- 
tre cristianos é infieles desde el año de i546 hasta el de i56S),- 
»al puerto de la Herradura por estar alli basta que el tiempo^ 
jiabonase, j arribando alli á las 8 de una mañana, mandó dar 
•fondo al armada y quedd alli surta; pero como á unos tres caar- 
«tos de hora después se levantó un fuerte venda val, y la mar 
Mcrecid tanto con la fuerza del furioso viento, ne se pudiendo 
«valer, ni socorrer, ni alzar áncoras, nt ayudarse de los remos,, 
j* vinieron á dar unas galeras contra otras, y unas zabordaron 
»en tierra y se hicieron pedazos, y otras se ahogaron en la mar, 
»donde se ahogaron entre soldados, naugeres, mozos y reme- 
3» ros como cinco mil personas poco mas 6 menos, ••. Se ahogó" 
»el mismo O. Juan viniendo nadando á tierra, dándole un remo 
«ó postisa de la galera en la cabeza tan gran golpe , que se la 
» rompió y aturdió, y fue causa que se ahogase: perdióse toda 
Jila provÍMon« y quedaron solas tres galeras de provecho: la S* 
kJuan, U Mendoza y la Isabela: alguna gente se salvó en la rs« 
»la, que pudo salir á nado, en especial de la chusma, por ser 
>»mas diestra en nadar, de la cual alguna se huyó: de los reme— 
»ros eran muchos de los condenados á muerte que habia man— 
»dado Felipe 11 se los trajesen de FlandeSr» 

( 3oa ) Tú das tantas testigos , Sancho , dijo D. Qui* 
jote. 

( 3o3 ) Tembleque, Tembleque esa la verdad tierra de tan- 
ta mies y de tanto pan, que necesitaba de segadores forasteros.- 
Coa alusión á esta abundancia dicen que Tembleque es lo mis- 
mo que fiethlehem, que quiere decir casa de pan^ ( sin embar- 
go de que en instrumentos del siglo XII se decía Tremblec ), y 
que á imitación y en correspondencia de Jerusalen y de los lu- 
gares de su comarca, fundaron los judíos (que dicen vinieron 
á España con Nabucodonosor, y se quedaron por dueños y se- 
ñores de ella) á Toledo, la Guardia, Tembleque, Yepes, Ma- 
queda y otros. El doctor Benito Arias Montano y otros creyeroi» 
buenamente la fundación y derivación hebraica de estos mismos 
pueblos, noticia inventada por los mismos judíos para engrande- 
cerse vanamente. Alaba á Tembleque el licenciado Sebastian de 
ISieva Calvo, poeta manchego, en la estancia que empieza: 
Túy Tembleque^ dichosa patria nUa^ etc. 



(io3) 
j es la 4 ele la canción que en elogio de la Guardia se lee en sa 
Niáo inocente. 

( 3o4 ) Por uida nuestra, hijo, Di}o el religioso. 

( 3oS ) Follones. Lo mismo que hombres vanosjr soberbios» 
(Y. la nota 63 del 2.^ tomo). 

( 3o6 ) Malandrines. Voz italiana, introducida en la media 
<$ ínfima latinidad: significa ladrón, salteador decaniinos, pira 
ta. (K la nota 63 del 2.® tomo). 

( 307 ) En donde ñora tal. Lo mismo que decir^ en qu éma 
la hora habéis etc. 

Capítulo tÚQiúmo aeguntro. 

( 3o8 ) No soy de los enamorados viciosos sino de lospla^ 
tónicos continentes. En otra anotación hablamos con alguna es- 
tensíon del amor platónico de D. Quijote, que ala verdad pue- 
de citarse como dechado de esta aerea pasión. 

( 309 ) Por el hábito que tengo. Como religioso que era, 

( 3io) En la mia. Es decir en mi convento y en mi celda. 

( 3i I ) Jabón napolitano. Era mas bisn una especie de pas- 
ta fina para suavizar las manos que un jabón para limpiarlas. 
£n su composición , dice Pellicer, entraba jabón de Yalenc>^ 
6 de Chipre, saibado de trigo muy blanco, agua de cisterna en 
la que se cocia, y otros ingredientes. 

( 3 1 a ) Creyó. En las primeras ediciones se decia creyendo, 
que como se ve seria por equivocación, á no ser que se quitara 
eijrasi, de mas adelante. 

^ 3x3 ) Con haberle á él jabonado. En esta burla quizá se 
propuso imitar Cervantes la que sin duda conoceria y acaecid 
(casi en un todo igual como lo cuenta deD. Quijote) á un hidal- 
go 6 embajador portugués en la casa 6 palacio del conde de Be- 
D a ven te. 

( 3 1 4 ) Los pinceles de Parrasio. Pintor célebre natural de 
Efeso, hijo y discípulo de Evenor, contemporáneo y rival de Xeu* 
xis que vivía unos 440 anos antes de Jesucristo. Sobresalía par- 
ticularmente en el arte dé espresar con verdad y energía las pa« 
siones. La mas célebre de sus obras fue el cuadro alegórico £1 
pueblo de Atenas. Disputó la preeminencia en la pintura con 
Xeuxis. Este había pintado unas avas con tanta naturalidad que 
se dice que los piíjaros se engañaban bajando á picarlas, y Par- 
rasio pintó una cortina con tanta perfección^ que Xeuxis dijo 



(*o4) 

aI verla: ''Gorra V. esa cortina, veamos el caadro que cubre. ^ 
fiotonces reconocióse vencido, diciendo: Xeuxis ha engañado á 
los pájaros, pero Parrasio al mismo Xeuxis. (f^. la nota siguieu' 
te). 

( 3 1 5 ) Toantes, Otro pintor célebre de la antigüedad, ven<^ 
cedor que fue en su arte de Parrasio. ( ^. la nota anterior )• Era 
natural de Siciooa ááe Cintos, otra de las islas cicladas, y vi- 
via en el reinado de Philipo, padre de Alejandro. Sobresalid par* 
ticularmente en la invención. 

( 3i6) Apeles, Célebre pintor griego, hijo de Pitio, natu^ 
ral según unos de Cos 6 de Colofonia, j según otros de Efeso. 
Dedicábase con tanto zelo á la pintura, que no dejaba pasar día 
alguno sin pintar, lo que dio lugar al proverbio nullus dies sine 
linea. Merced á tanta aplicación hizo progresos estraordinarios 
en sii arte, y Uegd á superar luego á Pamfilo su maestro jr 4 
todos los demás pintores griegos. A fín de perfeccionarse masjy 
mas en su arte, acostumbraba esponer al piiblico sus pinturas^ 
y escondido detras escuchaba para aprovecharse « las críticas 
que de ellas se hacian. Un dia manifestando un ^patero que 
faltaba algún requisito á la sandalia^ se aproveché de aquella 
observación, y al siguiente presentó jra su cuadro con la en- 
mienda indicada; pero el zapatero, envanecido por el resul- 
tado de su observación , quiso pasar á criticar otras partes del 
cuadro; pero saliendo Apeles de detras de éi le dijo: ne sutor 
ultra crepidant: zapatero á tu zapato; que ha pasado á prover- 
bio para indicar que cada uno debe atenerse á hablar solo de 
su arte, sin ascender á cosas superiores agenas del sujo. Ale-~ 
iandro tenia tan alta idea de la habilidad de Apeles , que no 
quiso ser pintado 6 retratado,^ por otro pintor. 

( 3i7 ) Los burilas de Lisipo, Recomendable estatuario, na-- 
tural de Siciona,. contemporáneo de Alejandro,, quien asi como 
habia prohibido que nadie sino Apeles pudiese retratarle, dis^ 
puso que solo á Lisipo le fuera permitido hacer su estatua. Quin- 
tüiano.dice que ningún escultor de la antigüedad habia llegada 
á imitar con tanta verdad á la naturaleza. 

( 3 18 ) Los dos mayores retóricos del mundo. A la verdad 
Demóstenes es considerado con justicia como el mas escelente^ 
de los oradores griegos, y Cicerón como el primero entre los 
oradores romanos. 

(3i9) pAÜana de Saya go. (V. la nota l^^áe este tor- 
«oi^ 



(io5) 

( 320 ) De qiden fe canse. La necesidad de tener dania^ 
según los estatutos de la caballería andante (f^. la nota 164 
de este tomo } era tan indispensable, que hasta los caballeros 
efectivos y yerdaderos, como eran los de la banda, tenían por 
canon y ''regla de no estar en la corte sin tener alguna dama^ 
»no para deshonrarla , sino para la cortejar ó casarse con ella^ 
»y cuando ella saliere fuera, ha de acompañarla como ella qui- 
MSÍere á pie ó á caballo, llevando quitada la gorra, y haciendo 
»su mesura con la rodilla. » Marques j Micheli Tesoro de ca^ 
ballena^ regla Zi. La observancia de esta constitución, que 
en la práctica no carecia de inconvenientes, producia en los ca- 
balleros, e&fuerzos, valor y aun temeridad para las empresas mi- 
litares, y aumentaria en las damas el entono, la autoridad y el 
predominio sobre los hombres. 

( 3aí ) Con general aplauso de las gentes. La duquesa se 
refiere á la p. I. de esta historia que no hacia pocos dias que se 
habia impreso^ pues ja contaba de fecha cerca de diez años. 

( 3aa ) Las Orianas. ( V. la nota 43 del primer tomo ). 

( 3a3 ) Las Al ast rajare as. Otra de las damas caballeres- 
cas. La infanta Alastrajarea era hija de Amadis de Grecia y>de 
la reina Zahura. 

( 3a4 ) Las Madasimas^ Del mismo linage que las anterio- 
res, en cuyos libros se lee que Madasima era la señora de Gan- 
tasí é hija del Jamongomadan el jayán del lago Ferviente. 

( 3a5 ) En mas se ha de estimar y tener un humilde virtuO' 
so que un vicioso levantado. Máxima de eterna verdad, de cu- 
yo linage se leen algunas en las obras de Cervantes, y que ha- - 
ce formar la mas bella idea del recto modo de pensar de este 
YÍrtuoso y poco afortunado escritor. 

(^ 3a6 ) La muerte que dio Hércules d uánteon,. La mitolo- 
gía dice que el famoso gigante Anteon ,. hijo de Neptuno y de 
la Tierra, vivía en un desierto de la Libia, en donde asesinaba 
cuantos caminantes tenían la desgracia de caer en sus manos^ 
Á fin de cumplir el voto que habia hecho de construir un tem- 
plo con cráneos humanos. Hércules peled con él, y le derribdi 
tres veces, pero siempre en vano, porque la Tierra su madre le 
daba nuevas fuerzas asi que la tocaba. Entonces fue cuando 
Hércules le tomó en brazos, le levantó en el aire^ y le ahogó.. 

( 3^7 ) En su prístino estado. Lo mismo que en su ante- 
rior, primitivo ó antiguo estado. 

( 3a8 ) Troya por Elena j España por la Cava^ (V. la 



(io6) 
iioU a49 del primer torno). Algunos historiadores supoiieti que 
el conde D. Julián fue el que facilitó á los moros la invasión de 
España á principios del siglo VIII para vengarse del ultrage 
que suponen hizo D. Rodrigo á su hija Cava^ nombre que no 
signi&ca mas que mala rouger ; cuyo hecho según los mejores 
críticos no merece el cr^ito que se le ha querido dar. 

( 3a9 ) Hay por ahí ciertío que apenas saben leery go» 
hiernan como unos girifaltes. Crítica que no solo seria opoi*tu- 
na en tiempo de Cervantes « sino que también viene muy á 
cuento y tiene varias aplicaciones en el nuestro. 

( 33o ) uágua de ángeles. Sin comparación estaban mas en 
uso en tiempo de {Cervantes que ahora los perfumes y olores^ 
tomo ya lo hemos dicho en otra anotación , cuyo gusto intro- 
dujeron los árabes entre nosotros. En la composición del agua 
de los ángeles entraban rosas coloradas, rosas blancas, trébol, 
espliego , madreselva, azahar, azucena, tomillo,, clavellinas y 
naranjas. Al parecer el agua de ángeles estaba tan en uso en- 
' tre ellos como el agua de Colonia entre nosotros, y al parecer 
habia mucha analogía entre una y otra, como puede verse com- 
parando ambas composiciones. La ciudad de Colonia disfrutó 
por muchos años del privilegio esclusivo de fabricar y vender 
esta agua á la que did su nombre, y mereció una celebridad eu- 
ropea. Sus inventores lehabian atribuido grandes y maravillo- 
sas propiedades , bien que todas sus decantadas virtudes que- 
dan reducidas á las de otras aguas aromáticas espirituosas, y 
en el día apenas es usada en la medicina. Su aplicación parti- 
cular ha quedado reducida para el tocador, para lavarse la cara,, 
cuello, manos etc. Existen un sinnúmero de recetas para pre- 
pararla, pretendiendo cada uno que la suya es la verdadera. 
PCosotros vamos á dar una que tenemos alguna probabilidad 
para creer que es la verdadera de Fariña. 

Tómese: Salvia 1 . De cada cosa 6 adarmes. 

Tomillo j 

Melisa ó toronjil seco. 1 , d^ ^ada cosa la onzas* 

Menta ) 

Cálamo aromático 4 adarmes. 

Raiz de angélica. • • • a ídem. 

Alcanfor. . . • • • i idem. 

Pétalos de rosas. . . } . De «d. cosa 4 o««s. 

Id. de violetas. . . I . 



(I07) 

Flor de espliego aidcín» 

Id. de naranja ó de azahar ^^ÓBTine»^ 

Ajenjo. ... i « ouzA. 

Naez ¡moscada. •' . I 

Clavos de especie. . I . De cada cosa 4 «dar»»»- 
Casia lignea. . . » | 
Macis. • . • . • 1 

Dos limones y dos naranjas cortadas á pedazos. Todo esta 
se deja en infusión por a4 horas en lao azumbres de aguar- 
dieutOf y luego se destila en baño de María hasta sacar 8o azuní» 
bres de agua. A esta se añade 

Esencia de limón. • I 

Id. toronja ó azamboa. ( ^ ^ , onza y 4 adarmes. 

Demelisa ó toronjil» . [ 

De espliego. . • . j 

De azahar 4 adarmes. 

Id.dejazmin. •••••.••. i onza. 

Id. de bergamota <5 cidra xa onzas» 

Se filtra, y se guarda para hacer uso de ella. 

( 33i } Ola. En los torneos y aun en las batallas de la edad 
media los heraldos hacian cesar el combate gritando Ola^ de 
parte del rey, del señor ó caudillo bajo cuya bandera milita- 
ban, y de aqui esta aspiración qi^edd como voz de mando, d& 
atención y respeto, que usaban los señores cuando querían ha- 
blar con sus criados. 

( 33a ) Esas artesillas son para él estrechas y penantes 
búcaros. Con esto queria indicar nuestro caballero andante 
que su escudero Sancho no era un pelacañas ó destripaterro^ 
nes, sino persona tan principal que bien merecia lavarse en la^ 
fuente de plata en que a él y al duque habian lavado, y que^ 
de ningún modo merecía ser lavado en artesillas con agua de 
fregar, por cuya razón le venían estrechas, y se le encajaban, 
mal y con dificultad , como la que sentían ios que bebian por 
búcaros penantes ó penados ; porque, como dice Pellícer, se 
usaban entonces ciertas vasijas 6 vasos que daban el agua coa 
trabajo y pena, y por eso se llamaban penantes^ ó por mejor 
decir penados. Hablando el doctor Céspedes del regalo que hi-^ 
zo Eurípides á Aristamo, dice "que habiéndole presentado una. 
»copa de oro de las que llaman penadas^ le advertía y avisaba^ 
»de cómo habia de beber en ella para no causarse, etc. " 

Como el siglo de D. Quijote era taa aficionado á olores^ se- 



(io8) 
gua (líjítnos en otras anotaciones, se usaba mucho el barro de 
b&caro por su fragancia, confeccionado no solo para formar 
vasoi para beber, sino para hacer otros muebles é instrumen- 
tos. En ai de agosto de i6a3 se corrieron toros y parejas en la 
plaza mayor de Madrid para obsequiar al principe de Gales, y 
Felipe IV que las corrió con el conde-duque de Olivares, fue á 
vestirse á casa de la condesa de Miranda, vireina viuda de Piá- 
poles, que vivía en la calle de Relatores, y dice la relación de 
estas fiestas que las salas estaban laí*adas con polvos de búca* 
ro amasados con agua de ámbar ^ y que se sirvieran muchos 
guantes y pañuelos doblados en salvillas de cristal de roca guar- 
necidas de oro , pastillas de boca en cajas de lo mismo , y po- 
. millos de agua de olor. En el convite que el año de 1627 dio en 
su casa en la calle del caballero de Gracia de Madrid, D. Juan 
de Espina, sumiller de cortina de Felipe IV. , famoso por su 
estudio en la magia llamada vulgarmente blanca, y por las co- 
medias que suelen representarse todavía en nuestros teatros, cu- 
yo héroe es el mismo D. Juan ya én Madrid, ya en Milán , se 
dice: 

Era el número de platos 

De dulces y frutas cerca 

De trescientos , y las luces 

Sobre búcaros cuarenta. 
Don.Vincencío Juan de Lastanosa poseia en Huesca su patria 
una casa tan llena de curiosidades, que se decia por proverbio: 
quien va 4 Huesca y no ve la casa de Lastanosa^ no ve cosa. 
Constaba de una selecta librería , de un -pi;ecioso monetario^ 
de una rara armería, de antiguas y apreciables estatuas, de leo* 
ñera, donde babia leones, osos y otros animales estraños , de 
jardines con flores tan desconocidas, que sepedian sus cebollas 
ó simiente para los del Buen retiro, de laberintos, de estanques 
con barcos de pescar y pasearse, y de cuartos y piezas tan pre* 
ciosa y variamente alhajados, que fue dos veces á verla Felipe 
IV y estuvo hospedado en ella un mes el duque de Olivares.. 
Dícese pues en su Descripción^ que poseia manuscrita ^ellicer, 
que entre los bustos de hombres sabios que adornaban la libre^ 
ría habia á sus lados dos farras de biicaro seis palmos de al^ 
tas con flores artificiales. 

( 333 ) Almohdzenme estas barbas. Lo mismo que decir 
péinenme ó estríllenme con la almohaza 6 estrillo como i la« 
caballerías. 



(log) 

Capitulo tÚQismo tmm. 

t 334 ) El cid Huí Diaz Campeador. (V. las anotaciones 
xo6f 181 y a3a). 

( 335 ) Es imposible que nos pueda apartar otro suceso 
€¡ue el de la pala y azadón. Es decir la muerte, con alusión á 
la pala jr azadón conque se suele abrir la sepultura. 

( 336 ) Por su mal le nacieron alas á la hormiga. Alude 
á que cuando esté insectillo se siente con ellas se remonta por 
el aire, y entonces suelen comérsela los pájaroS| de cuyo peli- 
gro estaba, mas á cubierto jcuando careciendo de el)as se veia 
precisada á vivir escondida bajo tierra. 

{ 337 ) Limiste de Segoi^ia, Paño de Segovia de primera 
calidad. 

( 338 ) De entre los bueyes^ arados y coyundas sacaron 
al labrador TVamba para ser rey de España. El rey Wam- 
ba t5 Bamba, de clase humilde, fue ascendido' á la priraeía dig- 
nidad del estado , j se le obligó á la fuerza á admitir el ce- 
tro. 

( 339 ) Si es que las trobas de los romances antiguos no 
mienten. Trobar en nuestra antigua lengua castellana signiti- 
caba hacer coplas, poetizar « J de aqui á los poetas se les llamó 
trobadores. 

( 340 } Rabia, En el romance de la penitencia del rey Don 
Rodrigo se fínge que después de la batalla de Guadalete, andan- 
do por un desierto encontró á un ermitaño, que le impuso la 
^ penitencia que se le inspiró de arriba, y fue: 
Que le meta en una tumba 
Con una culebra viva, 
Y esto, tome en penitencia 
Por el mal que hecho había.... 

El rej desto mujr gozoso 
Luego en obra lo ponia: 
Métese como Dios manda 
Para alli acabar la vida.... 

Después vuelve el ermitaño 
A ver ja si muerto habia.... 
Pregúntale como estaba.... 
Respondió el buo rey Rodrigo: 
La culebra me comía, 



(lio) 

Cómeme ja por la parte, 

Qae todo ío merecía, etc. 
Este romance del CaacioDero de Anveres se cantaría de ua 
tnodoi j se imprimiría de otro, de donde procederían las va- 
riantes. 

' (340 Ferán maravillas. (Y* la nota aa3 de este tomo )• 
( 34a ) Ftorentibus occidU annis. Miguel Verino, celebre 
autor de una obra que tituló De puerorum moribus Disticha^ 
6 sea dísticos sobre la educación de los niños. PelUcer añade 
que el vizcaíno Martin de Ibarra, escelente filólogo y buen poe- 
ta, aunque diga D. Nicolás Antonio, hablando de él, que la poe- 
<ía es prenda rara en la gente vascongada rarum, in gente de-- 
€usj ilustró con apreciables notas estos dísticos, que se impri- 
mieron el año de i5a5 en Zaragoza, juntamente con otros dís- 
•iicos latinos, no menos elegantes, de Juan Sobrarías Secundo, 
médico y poeta laureado, natural de Alcañiz, comentados asi- 
mismo por Juan Sánchez su sobrino. Estos dísticos se leían an- 
tiguamente en las aulas de gramática, y se leerían en el estudio 
público de Madrid, regentado por Juan López de Hojos, maes- 
tro de Miguel de Cervantes , y este leería en ellos el epitafio 
que les precede, compuesto por Angelo Policiano, que empie- 
za asi: 

Michael Verinus florentihus occidU annis 

Moribus ambíguum major an ingenio etc. 
Esto es: Aquí jace Miguel Verino, que murió en la flor de sus 
años, dejando en duda si fue mas admirable en sus costumbres 
'6 en su ingenio etc. 

£1 P. Pocciantio en el Chatalogus Scriptorum Florentino^ 
rumj y después Gerardo Juan Vossio De Historicis lati(tis^ ha- 
cen florentin á este jx5ven poeta, sin mas pruebas que las de su- 
poner que su padre Ugolino, no menos poeta, era también 
natural de Florencia, porque fue discípulo de Cristóbal Landi- 
00, y maestro de Pedro Crinito; y á estos autores sigue tam- 
bién D. Nic. Antonio. Pero el referido Ibarra, que ya enseña- 
ba humanidades en Barcelona por los años i522, y que alcanzó 
á Ugolino, que murió á principios del^iglo XVI, como refiere 
el citado Vossio, dice en la A7¿/a de su hijo Miguel, que según 
le habían informado este no era italiano sino español, mallor- 
quín ó natural de la isla de Menorca, y que en ella existia la 
familia ilustre délos Veris ó Verinos; y en efecto habla de ella 
y de sus varones ilustres Vicente Mut en^su Historia de Mallor* 



(lU) 

vay que de maj niño fue llevado á Roma por su padre que so« 
lia frecueotar aquella capital del mundo; que le puso en la es- 
cuela del célebre retórico Paulo Saxia Ronciiione ; y que allí 
murid de iSaños. Con queno se descubre repugnancia en que 
Ugolino el padre hubiese tenido también maestros y discípulos 
en Italia) siendo mallorquinf ni en que lo fuese su hijo; y en 
efecto el Ghiiini en su Teatro (P uomini letterati hace á Miguel 
Verino natural de Menorca. 

La duquesa de Yilla-hermosai que cita el hemistiquio alegado 
por nuestro autor, sabía latió, como le sabian las condesas de 
Eril y de Guimrá, que por aquel tiempo formaron los estatu- 
ios de la Academia doméstica de Buenas letras. 

( 'á^2 } Fea ó vieja* Son en efiscto los dos vituperios de que 
mas se ofenden las mugeres, según aquellos versos del Ariosto 
en su Orlando, canto ao. oct. lao. 

CA' a donna non sifa maggior dispetto . 
Che guando o vecchia o brutta le s^ien delto. 
Los cuales tradujo asi el capitán Urrea: 

^ Que A dueña el caso mas que le desplace 
Es decille que vieja ó fea se hace. 

Capítulo turismo ruarto* 

( 343 } Q"^ ^^ cuenta. En todas las ediciones se decia: Que 
cuenta de la noticia etc. Cre^ó la Academia con razón ser un 
olvido de la primera edición que en todos se cometió, por cu- 
ya razón aumentó la palabra da para la perfecta inteligencia 
y verdadera locución. 

( 344 } Tomó la rienda de 5ii palafrén. (Y. la nota loc 
del primer tomo). Esta cortesía en obsequio de las señoras era 
muy propia de los caballeros andantes, y aun de los que no lo 
eran. Un emperador en Amadis de Gaula lleva la rienda del 
palafrén de la reina; y en Amadis de Grecia vemos que el em- 
perador de Trapisonda llevaba á la reina Oriana por la Ijenda, 
El P. Mariana en el cap. i.*' del lib. XXIV de la Historia de 
España dice que cuando la infanta O.* Isabel salid a pasear 
por las calles de la ciudad de Segovia en un palafrén el año de 
1474, su hermano el rej D. Enrique IV le tomó de. las riendas 
para mas honrarla. 

( 345 ) Vendo a caza de montería le comió un oso. En efec* 
to, este rej godo fue D. Favila hijo de D. Pelajo: Habiendo le- 



tintado sos monteros uno de estos temibles animales, y lison» 
geiodose de matarle y rendirle por sí S0I09 mas confiado en su 
valor y esfuerzo que lo que fuera just0| perectd entre sus gar-^ 
ras por los anos 789 de Jesucristo. 

( 346 ) Gobernaré mejor que nn girifalte. (V. la noU 329 
de esle tomo )• 

( 347 ) Los del comendador griego. Su nombre era Fer- 
nán Nu^ez de Gazman, como dice Pellicer, de la nobilísima ca^ 
sa de los Guzmanes: era también conocido por el Pinciano por 
haber nacido en Vallado] id , que algunos tienen por la Pincia 
de los romanos. Fue caballero del hábito de Santiago, y ante- 
poniendo el estudio á toda otra profesión, ensend griego, latin 
y retórica en la universidad de Salamanca, y por esto era aun 
mas conocido por el dictado de el Comendador griego. Fue 
en su tiempo uno de los mayores filólogos de Europa* Era de 
genio festivo y sazonado; y en su vejez se dedicó á juntar ma- 
chos refranes ó adagios; pero impidiéndoselo la muerte en el año 
de 1 553 ios publicó otro, no con la major elección. Muchos de 
elloj csplicó en su Fdosojia vulgar Juan de Aiailora, sevillano, 
docto maestro de humanidades en su patria. O. Nicolás Anto- 
nio que trae el catálogo de sus obras no tuvo presente una iné- 
dita que se halla en la Real Biblioteca de S. M* y es un CoUo- 
quio entre Philiatrojr Comendador^ ó un gracioso diálogo con- 
tra los médicos entre un amigo de ellos y el mismo comendador. 

( 34ÍÍ ) Luego se oyeron infinitos ielUies, Grito de guerra 
que solian dar ios moros al entrar en combate ó al acometer, 
como el urra de los rusos. 

( 349 ) Pifaros. Los suizos fueron los que introdujeron en 
Francia este instrumento militar en tiempo de Luís XI, de don- 
de se fue generalizando entre algunas otras naciones. 

Añaden que los suizos habian introducido este ín'strumento 
en su música militar después de la batalla de Marignan por los 
años i5i5, y que el nombre pífano que se le da se deriva del 
coronel Pfifer^ en cujo regimiento se usó primero. 

( 35o } Bocaci. Tela falsa, dice Govarrubías, de lienzo te- 
ñido de diversos colores y bruñido. Añade que tomó el nom* 
bre del lugar donde se inventó, ó se dijo bocaci de bocado, 
porque puesta debajo de paño acuchillado en jubones ó calzas 
se sacan bocados de ella por las cuchilladas. Por otro nombre 
se llama Bocaron y Olandilla lo fino. 



(n3) 

(íapftulo trigeatmo quinto. 

{ 35i ) Un carro de los que llaman triiwfale.u Los carros 
triunfales teuiau uua forma redonda: el Iriuufador esUba eu 
pie derecho , y conducía él mismo los caballos. Estos mismos 
servían también para otras ceremonias: eu ellos se llevaban las 
imá|;enes de los dioses en los días de suplicación ó roga- 
tivas: en .ellos se ponían las estatuas de aquellos á quienes se 
hacían los honores de la apoteosis; y I03 mismos servían tam- 
bién para las familias ilustres que asistían á la Gesta. Los cón- 
sules al encargarse del mando eran igualmente conducidos en 
estos carros tirados de dos caballos. En tiempo de los cónsules 
los carros eran dorados: bajo los emperadores fueron de marfil, 
y también de oro: se bañaban algunas veces con sangre para 
darles un cierto aire marcial. 

( 35a ) Ciencia zoroástrica. Lo mismo que magia, de cu- 
ja ciencia es considerado Zoroastro como su inventor, según 
hemos tenido ocasión de decirlo eu otra anotación. 

( 353 ) De las caifernas lóbregas de Dile, Lo mismo que 
Pluton, dios de los infiernos. Dábase también en algunas oca- 
siones el nombre de Díte á Júpiter. 

( 354 ) Saca de harón. Lo mismo que deja de ser perezo- 
so, anímate, avívate, apresúrate. Harón, diceD. Sebastian de 
Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana, se llama al 
tardo y perezoso. Bestia harona es la que camina muj despa- 
cio j con flema. En la obra citada pueden verse sus varias eti- 
mologías. 

( 355 ) Bebe con guindas. Es dcQÍr, no solo bebe sino be- 
be una cosa desagradable 6 agria como es el licor que se saca 
de las guindas, llamadas por esto en griego action cerasion^ ce* 
resa agria. 

( 356 ) Cacique* En lengua mejicana equivalía ú señor de 
vasallos, y después del descubrimiento del nuevo mundo, se 
usd como sinónimo de caudillo, príncipe, etc. 

( 357 ) Montesinos se está en su cueva atendiendo. Lo mis- 
mo que esperando. (/^. la nota 2i5 del primer tomo). En al- 
gunas de las primeras ediciones se había cometido la equivo* 
cacion de poner entendiendo por atendiendo^ que es como de- 
be decir. 

Fin. 

111. d 



AL CUARTO TOMO, 

PARTE SEGUNDA^ 

Capítulo tÚQ($imo eerto. 

( I ) La dueña. ( \. la ñola ag4 del tercer tomo). 

( a ) Todo otro andar es andar d gatas, ¿Jiu dada se pro- 
puso Cervantes ea este pasage criticar el gran uiímero de co- 
cbes que por aquel eatoiicei» se habían introducido en España. 
£1 hijo de Cirios V., D. Juan de Austria, los trajo de Flaudes 
á fispaaa; j fae tanto lo que se generalizaron, que tuvieroa 
que prohibirlos por una pragmática en 1577. 

D. Luís Brochero en un discurso que escribió acerca el uso 
de los coches, ckado por Pellicer, dice que la^ raugeres cele- 
braron esta moda con mas gusto, la aplaudieron con mas fuer- 
za, y. la siguieron con mas ahinco: moda desconocida en Es- 
paña, hasta que se introdujo, como hemos dicho, en tiempo de 
Carlos V., debiéndose el nombre y la i u vención á la Alemania, 
como dice Sandoval. Dicho hiMoriador añade que habiendo ve- 
nido en tiempo del mismo emperador un coche á estos reinos 
salían las ciudades enteras á verle , admirándose como de un 
centauro 6 monstruo. Fue recibida esta nueva introducción con 
tanta ansia, que para reformar j contener los abusos se publi- 
caron seis pragmáticas desde el año de 1577 hasta el de i6a6. 
Por unas consta la escesiva multitud de coches que rodaban en 
la corte, pues las mugeres de baja suerte presumían de com- 
petir con las señoras principales: y asi se prohibieron hasta los 
llamados hirrotones 6 coches de dos ruedas, inventados en frau- 
de de las pragmáticas, no permitiéndose siuo los de cuatro ca- 



(a) 

ballos, y á los labradores j gente del estado llano los de mn- 
las. Cre jróse que la dificultad del gasto contendría á muchos; 
pero pronto se advirtió el mismo esceso á costa de mayores deu- 
das y empeños; aunque no faltaron quienes miraban como 
un ahorro y una economía el gasto del cochC) pues antes 
mantenían los señores gran número de criados y criadas que 
acompañaban i los amos y á las ninas cuando salían de casa, 
y como dice Brochero: con este estilo 6 moda de los coches «Aor- 
ran algunos de ejército de criados^ vanguardia de lacayos^ 
y retaguardia de pages; por cuya cuenta en medio de tantos 
cocheros y lacayos como vemos ahor», se escusa major núme- 
ro de criados según los uranceles de la usanza antigua. Como 
quiera, por otras pragmáticas se dio licencia para que todos pu- 
diesen traer coche de dos ó cuatro caballos, como mejor les pa- 
reciese, con tal que los coches, ni his literas no fuesen botada- 
dos de oro, ni de plata, ni de ^edas, ni con trencillus, ni guar- 
niciones de lo mismo; ni que los dueños los pudiesen prestar 
á nadie , ni llevar en ellos sino A sus criados, é hijos que no 
pasasen de diez años; porque se juzgaba que los coches solo 
convenían para niños j mugeres, y que los hombres se afemi- 
naban y degradaban de su gravedad yendo sentados en al- 
mohadas 6 cojines de terciopelo, que eran asientos propios de 
mugeres , de que formaban sus estrados. Y por eso decía Fr. 
Tomas Ramón en el año i635 en su Reformación contra los 
abusos de los afeites^ calzado^ guedejas^ guardainf antes ^ len-^ 
guaje critico^ mofios^ trajes^ y escesos en el uso del tabaco» 
"£so de coches quédese para ellas, y aun no para todas, sino 
»para las accidentadas ó llenas ( embarazadas ); pero hombres 
Mcon barbas y que ciñen espada , sí no están accidentados, es 
»muy grande mengua, y merecen les pongan sendas ruecas al 
Miado: pues no es de hombres esforzados andar como en capo- 
nera encerrados^sino a\ aire. " 

Habü también otra costumbre, que era la de andar los co- 
ches despacio y poco á poco, afectando sus dueños grandeza y 
gravedad. 

( 3 ) Como la de marras* Lo mismo que como la de antes. 
La voz árabe marras corresponde al adverbio latino olim^ en 
otro tiempo 6 en tiempo de entonces. 

( 4 ) En la limosna que piden, ( V. la nota 1 3 1 de este tomo). 

( 5 ) y no querría que orégano fuese» Ks decir, y no qui- 
siera que á fuerza de quererlo abarcar todo no lo perdiese todo 



/también. El proverbio ó dicho común plegué d Dios que oré- 
gano sea^ se suele decir cuando se sospecha ó teme de la inten~ 
cion de alguno otra cosa diferente, y por lo común contraria de 
lo que espresan ó maniiiestan sus paUbras. Ejemplo deesto \% 
tenemos en Góngora, que cita también Pellicer. 

Hermosa muger tenéis, 

Sois pobre y de bajo estado, 

D. Belianis empeñado 

Os pide que le mandéis: 

Pagársele no podéis, . 

Y él en pediros be emplea; 

riegue á Dios que orégano sea. 
( 6 ) El son tristísimo de un pifar o. (V. la nota 349 del 
tomo 3.**). 

( 7 ). Tanihor, Este instrumento de percusión era llamado 
por los griegos tympanor 6 typnon^ y tympanum por los ro- 
manos. Vosio deriva este nombre del hebreo /o^/i en plural tu- 
pivn tambor. Suidas con mas razón quiere que su etimología 
venga del griego lypleni^ herir, percutir* Homero nada dice 
áe\ tambor^ ni en la Iliada ni en la Odisea. En las Bacantes de 
Eurtpedes, Baco encarga á sus secuaces tomar los tambores^ de 
los cuales acostumbran servirse los frigios: estos tambores, aña- 
de, inventados por mí jpor Rhea, 6 la gran madre de los dio- 
ses Cibeles. En otro parage dice que los Coribantes le inven- 
taron para él. Entre los griegos se creia que los frigios fueron 
los inventores del tambor^ al paso que los romanos pensaban 
quehabian sido los sirios. Lo mas probable parece que los grie- 
gos tomarian el uso de tos tambores de los asiáticos, y que de 
ellos pasaria á los romanos. 

Servíanse para los tambores de la piel de buey, pero mas 
comunmente de la de asno, con cuyo motivo Phedro escribid 
la primera fábula del cuarto libro. 

El tambor consistia en un círculo de madera ó de metal cu- 
bierto de una piel lo que le da1)a la fígura de una criba. Tocá- 
base el tambor algunas veces con baquetas ó con el tirso; pero 
lo mas común era con la mano, y del mismo modo como se to- 
ca entre nosotros el pandero, con cuyo instrumento se pare- 
cía muchísimo el tambor de los antiguos. Ponian en él para 
producir un sonido mas estrepitoso algunas plancha^ de metal, 
y también campanillas y cascabeles. 

£1 tympanum paso á ser el símbolo de la afeminación, por- 



(4) 

qoe príacípalfitetite hician uso de ^1 los hombres consagrado* 
é Cibeles. Asi es que las tocadoras del tímpano fueron después 
«numeradas entre la^ laugercs de malas costumbres. Una de la» 
«oacis que Sí Justino deseaba desterrar de los banquetes eraa 
las tocadoras del crtStolo y del tambor. Kn ningún monumcn* 
^o antiguo se ve un laniboi* con dos pieles; si bien que bablan 
de ellos jra los autores del bajo imperio. Isidoro nos dice que la 
sinfonía es un instrumento que se hiere 6 toca alternativa- 
mente ó á un mismo tiempo por los dos costados^ y que la me^ 
cía de los tonos graves j agudos forma una armonía mvty agrá" 
dable. Prudencio quiere que con la srufonia se d¡<$ ja la señal 
de ataque eu la batalla de Accio. De esto y de la etimología del 
nombre parece que el conocimiento ó uso de este tambor es 
roa^ antiguo de lo que generalmente se cree, es decir, de la 4Ípo- 
ca de las guerras de los sarracenos d moros con nuestros aseen- 
dientes. Sin embargo es preciso confesar que los moros fueron 
los primeros que usaron en los ejércitos estos instrumentos, que 
ello» llamaban Al-tambor^ del que nosotros hicimos el nombre 
tambor» Las timbalas^ instrumento propio de la caballería^ es 
iguaimentc de invención árabe. . 

Suponen algunos historiadores que los chinos hacen uso del 
tambor de tiempo inmemorial; y un instrumento parecido al- 
gún tanto á e¿te usan los pueblos del interior del África y los 
salvages de América. 

( d ) yestidus de luto. Se cree que en la antigüedad las mu- 
geres griegas, y también al principio las romanas, llevaban el 
lulo con Lrages negros; modo que existia ya en tiempo de Ho- 
mero, pues nos dice que sumergida Thetis en la tristeza por la 
muerte de Patroclo, lomó el mas negro ú oscuro de sus vestí- 
dos. Los griegos, y durante el tiempo déla república los roma- 
nos, llevaban en el duelo vestidos negros, 6 tal vez de un color 
pardo oscuro; pues es muy probable que el color enteramente 
negro no fue conocido ni empleado en la tintura de los anti- 
guos. En tiempo de los emperadores el trage de htto de las da- 
mas romanas era blanco, despojándose de toda joya 6 aderezo. 
Los hombres al contrario conservaron siempre en el duelo el nso 
de los vestidos oscuros: dejábanse crecer sus cabellos y su bar- 
ba, y se quitaban al mismo tiempo los anillos de oro y los dls- 
i ntivos de su diguidad ; al paso que entre los griegos era una 
eñal de luto cortarse los cabellos y la barba. En los duelos á 
lutos se cerraban en Roma el foro y los logares públicos^ y eaU 



(5) 
era ln razón porque muchas Teces se solía acortar el tiempo del 
luto. Festosupone que las causas de esto eran la dedicacioa de un 
€edes ó tempÍ0| la conclusioa ó fin de vía lustrO| el cumplimiea- 
to de UQ voto páblico etc. Los duelos particulares d de familia 
cesaban si sobrevenia el nacimiento de un niñOf por la concé- 
' sion de ciertos honores á la familia^ por el retorno de la cauti- 
vidad de un padreí de un esposof de un hijo; con motivo de un 
matrimonio f del nacimiento de un pariente mas próximo que ' 
^ aquel por el cual se llevaba eJ luto: cesaban también en Ja ce- 
lebración de los misterios de C^res^ de las saturnales á otro * 
juegos solemnes. 

En los funerales de los magistrados romanos el duelo se in- 
dicaba^ entre otras cosas, llevando los lictores las fasces ó lan* 
sa al revés, es decir, con la punta hacia abajo: uso observado 
también por los griegos. 

£n tiempo del feudalismo los señores soiian hacer poner en 
señal de luto por todo el alrededor de las capillas de sus cas- 
tillos en su parte interior una cenefa negra, en la cual se veían 
de distancia en distancia las armas del señor difunto. 

Los flequillos ó deshilados con que suelen guarnecerse las 
vueltas y pañuelos en se^al de luto, son un resto de la antigua 
costumbre de rasgar los vestidos á la muerte de los parien- 
tes, para espresar el dolor que se esperimentaba en su pér- 
dida. 

Los chinos usan el Color blanco en elluto, los turcos el azul 
ó violado, los egipcios el amarillo,^3r los etiopes el pardo. En 
Europa el color mas común en el día es el negro; aunque los 
reyes de Francia suelen usar el violado. 

Antiguamente para el luto se solía usar en España un trage 
particular; pero en el día está reducido al mismo que comun- 
mente se lleva, sin mas diferencia que ser negro, j omitirse al- 
gunos adornos. Se cree que los primeros lutos de España fue- 
ron de jerga blanca, y que la última vez que se pusieron así fue 
eñ la muerte del príncipe D. Juan en el año i497* 

( 9 ) Loba. (Y. la nota aag del tomo i.**). 

( lo) Jincho tahalí. (V. la nota i6adel tomo 3.®). 

( 1 1 ) A mi nie llaman Trifaldin, Nombre rid/culo toma- 
do á imitación de las costumbres caballerescas del de su señora 
la condesa Trifaldi. 

( 1 a ) El reino de Gandaya* Otro de los reinos imaginarios 
de que M hace menoiou en los liliros de caballerías. 



(6) 
( i3) De lueáes y apíwtadas tierras* Lo mbiao qae de 
liieugas 6 lejaoas tierras. 
( i4 ) Dromedarios, Especie de camellos. 

Capitulo tú%ésxmo ${fúmo. 

( i5) AlUi uan leyes do quieren rejres. ( V. la nota i5o 
del tomoa.®}. 

iltopítula ttt^cdtmo xirtan^. 

i6) Unas tocas blancas de delgado canequí, üaa espe- 
cie de lienzo fino que estaba mas eu uso antes que se generali- 
zara el percal y batista. 

(17} Bigotes. Algunos autores pretenden que los árabes 
fueron los primeros pueblos que los usuron. Plutarco dice que 
fueron los abantes, pueblo de la isla de Eubea hoy dia Negro- 
ponto. 

Entre nosotros todavía no hace doscientos anos que la moda 
ha pasadof y que lo usaban hasta los eclesiásticos. 

(18) La gran Trapobana, ( V. la nota ao8 del primer 
tomo )• 

( 19 ) Cabo Comorln* Forma la estremidad meridional d^ 
Indostan. Está circuido de rocas, siendo muy peligroso para los 
navegantes. Es el Parnaso de los indios, quienes ponen en él á 
Kichena ó sea á su Apolo ^ y á las nueve Gopis ó musas. 

(20) Los hados envidiosos y las Parcas, Propiamente ha- 
blando, el hado es, siguiendo lo que dice santo Tomas, la dispo- 
sición de las estrellas en el momento en que alguno es concebido 
6 ha nacido. Alguna* veces por hado se entiende indebidamen- 
te la providencia de Dios, ó aquella fuerza irresistible que creen 
algunos nos obliga á hacer esta 6 la otra cosa. 

La doctrina del hado fatal fue impugnada por los padres de 
la iglesia, habiendo particularmente defendido la verdad de 
nuestro libre albedrío san Justino, san Ireneo, Clemente de Ale- 
jandría , Tertuliano, Orígenes y san Cipriano. 

Las parcas son divinidades infernales, hijas del Erebo 
y de la Noche. Algunos autores las suponen hijas del Mar 
6 de la Necesidad, y del Destino. Presidian al nacimiento y 
á la vida de los hombres, y eran tres, á saber, Clotho, La- 
cheáis y Átropos. Ciotho, la mas joven de las tres, presidia al 



(7> 
momento de nacer el hombre, y tenia una rueca en la mano. 
Lachesis hilaba los días j los sucesos de la vida; y Átropos, la 
majfor de las tres hermanas, cortaba con las tijeras el hilo de 
la vida. 

doto colum retínete Lachesis netj Atrqpos occat* 
El poder de las parcas era grande, según la equivocada creen- 
cia de los paganos, diciendo algunos que todos los dioses, á es- 
cepcion de Júpiter, j otros que hasta el mismo Jdpiter estaba 
sujeto á ells^s. 

Las parcas eran las arbitras de la vida y de la muerte, y dis- 
pensaban á los hombres los bienes y los males, cuyas seu ten- 
cías eran irrevocables. Unos autores suponian que eran los mi- 
nistros de losdioses infernales, y las representaban sentadas so- 
bre un trono brillante en medio de esferas, vestidas con untra- 
ge sembrado de estrellas y teniendo coronas en las manos. 

( ai ) P^eduño, La casta de las cepas, según Govarrubias, 
del nombre vitis por la vid. 

( áa ) Alcaide. ^^£s el castellano de un castillo 6 fuerza, di- 
ce Covarrubias, con gente de guarnición, y con el gobierno del 
lugar vecino, que está debajo de la protección del castillo, y en 
caso que haj^a de salir en campaña hace .oficio de capitán. Al- 
gunos "dicen valer tanto como al y zaide^ que es lo mismo que 
cid, esto es el señor. ^^ El antiguo refrán castellano Barba de 
alcaide se decia por lo larga y venerable que solían usarla pa- 
ra inspirar el respeto en que debía tenérseles. Un romance vie- 
jo comienza: 

Moro alcaide, moro alcaide, 

£1 de la vellida barba, 

El rey os manda prender 

Por la pérdida de Alhama etc. 
( a3 ) Que se sienta y no se diga. Traducción de otra copla 
italiana de Seratino Aquilano que dice: 

Déla dolce mia nimica 

Nasce un duol chesser non suole\ 

E per piu tormento uole 

Che se senta^ e non se dica, 
. ( a4 ) ^en muerte^ tan escondida. Esta redondilla es origi- 
nal del comendador Escriba, quien la escribid de esta manera: 

Ven muerte, tan escondida. 

Que no te sienta conmigo; 

Porque el gozo de contigo 



(») 

No me torne á dar la yida. 
( a5 ) Estrambotesn Versos 6 coplas añadidas al final de ima 
poesía^ j mas partioularmeote después de un soneto. 

( a6 ) Las islas de los lagartos. País seguramente imagina» 
ñOf j que aquí solo indica una isla desierta j despoblada. 

( 37 ) La buena dueña que debía. Ya dijimos en la nota 394 
del tercer tomo las principales ocupaciones j encargos de la» 
dueñas, uno de los cuales era guardar j vigilar la conducta de 
las señoritas de las casas en que vivian. Con este motivo Pelli- 
oer pone una seguidilla de eco de las inventadas^eu^tiempo de 
Cervantes, j que supone cantaban las ninas para incomodar i 
sus argos: 

Como somos niñas , 

Somos traviesas; 

Y por eso nos guardan^ ardan, 

Tanto las dueñas. 

Copüulo trigmmo nono. 

( a8 ) Temperet á lacrymis. 
. Este pasage del [lib. a.® de Virgilio dice asi: 

• .«... Quis talia fondo 

Mjrrmidonum, Dalopumve, autduri miles Uljssis, 

Temper*et á laciymis ? 
Que tradujo D. Tomas de Iriarte 

Pues qué soldado habrá del duro Ülises 
Qué mirmídon,]ó dólope, que pueda, 
Al recordarlas, cooteoer el llanto ? 

( ag } Primo Cormano. Lo mismo que primo hermano* 

( 3o } Hizo finta* Es un italianismo que equivale á amagd, 
aparentó querer, etc. 

( 3 1 } Segarme la gola. Otro italianismo. Lo mismo que 
la garganta. 

( 32 } Pues aun Cuando. Aunque en las primeras ediciones 
estaba de esta manera, Pellicer cree qae estaría mejor si dijese: 
pues 5/, aun cuando, 

( 33 ) Menjurges y mudas. (V. la nota 241 del primer lo^ 
mo ). 



(9) 
Capitulo cuoirrapgestmo* 

( 34 ) Llevó el valeroso Fierres robada á la linda Maga^ 
lona. Son tan conocidas las aventaras caballerescas de estos dos 
amantes, que fuera por demás detenernos en hablar de ellas. 
( ^* la nota si guíente y la ig3 del tomo 'ó*^)* 

(.35 ) Andar caballera en él, £1 ingles Bowle en sus ano- 
taciones dice que el célebre poeta G. Chancer habla de otro ca-^ 
bailo semejante al Clavileuo , solo que era de bronce* Era de 
Cambuscan, rejr de Tartaria. Volaba como el Clavileño por los 
aires, como una águila, llevaba á Gambuscan adonde queria, y 
le volvia á su casa sin daño alguno gobernándose solo por una 
clavija que tenia en la oreja. Añade el señor Bowle que puede 
inferirse que asi Ghaucer como Gervantes bebieron esta patra* 
ña en una misma fuente, y que acaso la hallaron en alguna his- 
toria arábiga. Pero prescindiendo de si la del poeta ingles es 
invención propia ó agena, la de Gervantes, según opinión de 
Pellicer, está adoptada seguramente de la Historia de la linda 
Magalona^ hija del rey de Ñapóles^ y de Fierres^ hijo del 
conde de Provenza* Lo que solo se infiere es la semejanza que 
Se advierte entre estos dos caballos; asi como pudiera también 
inferirse la que según la hablilla antigua tenia con Glavileño 
en no comer ni dormir la muía de Iñigo Ezquerrá, ó el Zurdo,^ 
á quien procreó su padre en un espíritu malo en fígura de una 
muger bien parecida, como se lee en nuestros genealogistas. 

( 36 ) Pero por la tierra yo le cutiré. Lo mismo que yo le- 
domaré. Cutir es golpear una cosa con otra, y también comba* 
tir, pelear ó contender con otro. * 

( 37 ) Pegaso. (V. la nota 19 del a.° tomo). 

( 38 ) Bucéfalo. (Vé la nota 1 1 del primer tomo). 

( 3g ) Ni Peritoa. (Y. lo que dice la Real Academia en lit 
variante n.** i .** ). 

( 40 ) En la batalla donde perdió la vida y el reino» En 
algunos de nuestros romances antiguos se supone que D. Ro- 
drigo no murió en la batalla, y sí que huyó con su caballo Ore-> 
lia, hasta que cajendo este muerto de cansancio, siguió el rejr 
su fuga á pie por montañas y países desconocidos* 

( 41 ) No dejaran de ecliarnos un vos, Gomo si dijéramos 
un usted. Nuestroceremonial del tiempo de la casa de Austriaera 
mas entoaado y macho menos llano que ahora. Cosa lastimosa 



(10) 

e5) decía D. Sebastian de Covairubías, en su Tesoro de la len- 
gua castellaua, que se/iores^ y aun los que no lo son^ tengan 
delante de si sus capellanes en pie y desbonetados^ y los lla- 
men de ifOSj ó los rodeen la merced ^ y les pudran con llamar' 
les padre acd padre acullci. " Cuando Ir uj eren la copa al se- 
ñor, dice O. Manuel Yelgo, en su Estilo de servir d príncipes 
querieudo beber^ barán una reverencia todos los criados que 
estuviereu presentes muy baja, y la tendrán becba basta que 
acaba de beber». .. cuando traigan la cena, venga con dos ba- 
cbas delante encendidas.»., cuando cene el señor, y pidiere de 
beber, alce un page una vela y otro gentil-bombre otra, y las 
tendrán en el aire mientras bebe; y eu acabando de beber ba- 
rán una reverencia, y levantarán las velas un poquito bácia ar- 
riba, y las asentarán en la mesa baciendo una reverencia al com- 
pás del bajarlas... cuando el señor llamare á un page, eu en- 
trando por el aposento donde estuviere, bará una reverencia, y 
en medio del aposento otra.,... y en Ifegando á que el señor le 
dé el recado otra; y en acabándole de dar el recado, se pondrá 
derecbo, y bará otra reverencia, y se volverá baciendo otra, y 
se irá donde le envia. '' 

( 4^ ) Guay de nuestra ventura. Lo mismo que aj. Guaj 
es voz de origen italiano, según dice Covarrubias. 

(Capítulo m^LífnQÍemo pitmo. 

( 43 ) Que tuifiere animo para ello. ( V. la variante a." de 
la Real Academia). 

( 44 ) Mayor cantia. Lo mismo que cuantía. 

( 45 ) Cual mus^ cual menos. Tan públicos eran por aquel 
tiempo estos cobecbos que como se insinúa aquí los sabían los 
grandeb y 110 los ignoraban los pequeños, como eran el duque 
y Sancho. lufoi luado Felipe lU de que se pretendían con dá- 
divas y por otros medios ilícitos asi las prelacias y dignidades 
ecleáiásitcas, como los gobiernos y oficios de administración de 
justicia, bízouna pragmática publicada en 19 de marzo de 1614^ 
imponiendo grave^penab tanto á los pretendientes, comoáloaque 
prometían bU valimiento y otros medios para facilitar el logro; y 
mandando que todas las dignidades, oficios y mercedes se prove- 
yesen en personas dignas sin intervención d6 ninguna especie 
de cobecbo. Sin embargo siguieronestos abusos, y pordesgracia 
nos bailamos distantes de verlos desterrados en nuestros tiempos. 



(II) 

( 46 ) Zo que Clavileño trae en su estémago. El caballo de 
Troja era de madera de aoa desmesurada grandeza que cods- 
trujeron los griegos delante de esta ciudad , y preseotaron co- 
mo un voto hecho á Minerva^ á la que suponían haber ofendi- 
do con el robo del Paladión. Los trojanos, demasiado crédulos, 
no tuvieron inconveniente en introducir esta máquina en su 
ciudad, y la colocaron en la cindadela donde estaba el templo 
de aquella diosa. Los griegos que habian fingido reembarcarse 
para su patria, encerraron en este caballo la flur de sus héroes; 
los que aprovechando la ocasión salieron de su encierro, y faci- 
litaron por medio de este ardid que pudiesen apoderarse de una 
ciudad que en vano habian sitiado por diez años consecutivos. 
Suponen algunos que Epéo, hijo de Endimion, fue el que 
construyó esta máquina enorme; la que se movia por medio de 
ruedas que colocó en sus píes. 

(47 ) La linda Magalona. (V. la nota 34 de este tomo). 
(4S) Saleroso Fierres, {V, la. nota 34 de este tomo). 
(49) Perahilio. (Léanse las notas it^j 281 del primer 
tomo). Nuestro Pedro de Medina en sm^ Grandezas de Espa^- 
ña, dice en confirmación de lo que espusimos en las referidas 
notas: "....saliendo yo de Ciudad-Real para Toledo vi en el ca- 
mino por ciertas partes muchos hombres asaetados, especial- 
mente eu un lugar llamado Peralvillo , y mas adelante en un 
cerro alio, donde está el arca, que es un edificio donde se echan 
los huesos de los asaetados después que se caen de los palos.'' 
Sobre esta arca levantó el vulgo muchas historietas estupendas 
y temerosas. 

( 5o ) Quiso regir el carro del sol su padre» Este fue Fae- 
tón, quien pidió al sol su padre le dejase gobernar su carro du- 
rante un día. Apolo ó el Sol hizo en vano cuanto pudo para di- 
suadirle de aquel intento; hasta que finalmente .le confió su 
carro, bien que con mucha repugnancia, después de haberle 
dado las ioslrucciones necesarias. Al instante que estuvo sobre 
el horizonte, no conociendo los caballos la mano de aquel nue- 
vo conductor, se desbocaron de manera que acercándose de- 
masiado á la tierra todo se abrasaba por el ardor del sol, y ale- 
jándose mucho de ella todo perecia de frió. JNo halló otro me- 
dio Jápiler de remediar aquel desorden que arrojar un rayo á 
Faetón quien cajó en un rio de Italia, al cuiíl dejó su nombre de 
Eridano que hoy se llama el Po. 

( 5i ) Se engendran en la tercera región. Los conocimien- 



(w) 
UM ffsieos Én la époea de Genrantes estaban mnj atrasadosi así 
que nada estreno es qae D. Qoiíote hablara de dichos fendme- 
nos en los términos que lo «hace. 

( 5a ) Por no desvanecerse* \\i aqai lo qae resulta del pro- 
ceso del licenciado Torraiyay qae sin embargo de ser tan sabido 
en tiempo de CenranteSf apenas lo es en el nuestro^ por cujra 
rason reproducimos las noticias que estractd PelUcer. . 

" Cl doctor Eugenio de Torralva^ médico de profesión^ sah'<( 
de su patria, que es un pueblo del obispado de Cuenca, á los # 
1 5 anos de su edad* Fuese á Italia, y residió en Roma lo anos 
estudiando medicina con nuestro Cipion, j con Juan de Man- 
quera, que le imbuyeron al mismo [tiempo en algunos erro- 
res* Restituido á Elspana, yivid algún tiempo en la corte del rejr 
católico j del emperador Carlos V* Fue dado al vano estudio 
de la quiromancia, y fue hombre de una curiosidad escesiva, 
preciándose de grande estadista, y de adiyíno de futuros suce- 
sos políticos y de guerras. Siendo jra de edad avanzada fue pre- 
so el ano de i5a8 por mandado de cierto tribunal. Confesó lo 
sobredicho y también que un amigo sujro en Roma por los años 
de iSod^ le hizo traspaso, por decirlo asi, de un espíritu ó fa- 
miliar que él tenia llamado Cequiel, para que le acompañase y 
le revelase las cosas venideras; y «aimismo que apareciéndose 
en Roma una fantasma en casa de una muger española llamada 
la Rosales, le reveló que era un difunto que habia sido muerto 
en ella á puñaladas, jr que habia en ella un tesoro escondido, 
pero que le guardaban dos espíritus encantados por moros^ y 
que para sacarle era preciso valerse de otro espíritu mas po- 
deroso que ios ahuj en tase* » 

£sto prueba no solo la descompuesta y vehemente imagina- 
ción del doctor Torralva, sino la necesidad que habia de un D. 
Quijote para desterrar las estravagaiicías de los encantos mo- 
risco^ jr caballerescos*. 

ítem. Confesó que hablando en Madrid con el cardenal Cis- 
neros y el Gran-Capilau les dijo, mucho aute» que Helase el 
correo, la pérdida y derrota de D. (jarcia de Xoledo y de su 
ejército en los Gelves. Acusóle un testigo de que traía la figura 
del familiar en la piedra de su anillo; y otro de que habia di- 
cho que iba y venia á Roma en una noche, caballero en una 
caña. Como este es el caso fabuloso referido por Cervantes, se 
pondrá aquí su declaración, aunque algo compendiada, que 
dice asi: 



^'Preguntado tí el dicho espirita Ce((aiel le había IrasfMrrtá- 
<<lo corporalmente en alguna parte, y de la manera que le lle- 
va, dijo que estando en Valladolid el mes de majo prdximo pa- 
sado (del año de io2y ) habiéndole visto y dicho el <licho Ge- 
quiel, de como aquella hora era entrada Roma y saqueada, se 
lo dijo, y él se lo dijo ú algunas personas, y lo supo el Empera- 
dor; pero él mismo no lo crejd; y la noche siguiente, viendo 
que no queria creer nad», le persuadid tjue fuese con él| y que 
él lo llevaria á Roma y lo vot^ena la misma noche. Y asi fue, 
que los dos salieron á las cuatro horas de la noche, paseando* 
se hasta fuera de la villa de Valladolid, y estando fuera le dijo 
el dicho espíritu: no haber paiira , Jídate de me; que yv te 
prometo que no tendrás ningún desplacer; per tanto piglici 
aquesto in mano; y k él le pareció que cuando lo loind en la 
mano era un. leño ñudoso; y dljole el espíritu: cierra occhi. Y 
cuando los abrió le pareció ser tan cerca de la mar, que coa 
la mano la podría tomar, y después le pareció cuando abrió los 
ojos ver una grande oscuridad á manera de nube, y después un 
resplandor; donde hubo un gran miedo y temor, y el dicho es* 
píritu le dijo: noli timere^ bestia fiera^ y asilo hizo él; y cuan- 
do se acordó, por espacio de media hora se halló en Roma en el 
snelo. Y le demandó efespíiitu: doi^e pensate che state adesso? 
Y él le dijo: que estaba en Torre de Nona , y allí oyó que dio 
el reloj del castillo de Sant Ángel las cinco horas de la noche; 
j asi se fueron los dos pasjeando y hablando hasta Torre Sant 
Ginian, donde vivia el obispo Copis, tudesco ó alemán, y vido 
saquear finchas casas, y vido y sintió todo lo que en Roma pa- 
saba ) y de alli se tornó de la manera que dicho tiene por es- 
pacio de hora y media hasta Valladolid, que le tornó á su po- 
sada,, que es cerca del monasterio de San Benito etc." 

De aquise colige que Cervantes en la relación de este cuen- 
to (al cual por ironía llama verdadero ) siguió la fama que cor- 
ría de él en el vulgo, y que no vio el proceso, de donde resul- 
ta que este licenciado embaidor no volvió de Roma á Madrid, 
sino ú Valladolid, de donde había salido; que no tardó en el via- 
ge doce horas, como dice Cervantes, y que cuando íibrió los 
ojos no se vio cerca del cuerpo de la luna^ sino tan cerca de la 
mar, que la podia tomar con la mano. 

Una copia del proceso de este reo , sentenciado por iluso y 
por imbuido en algunos errores en 6 de mayo de ió3i, se con- 
serva en la Real Biblioteca. 



(•4) 

Confirrot también los embelecamientos del teo Torr«lva Lois 
PiaeilOf (Ucicudo que estando aquel eo Madrid eu casa del Jt- 
cenciado Vargas, ó petición de uii galán que deseaba ver á Sa- 
tanaSf le hixo salir de entre unas jrerbas, y ^ut luego desapa«> 
recio; y si el susodicho galán y el licenciado Vargas creye- 
ron esla aparición, np eslabau mas en su acuerdo que el Ucea* 
ciado Torralva. 

( 53 ) Girifaltes. En la gerigonxa 6 gerroania de los gita^^ 
nos es sinónimo á veces de ladrón, porque es también el nom- 
bre de una ave de presa. 

( 54 } Ninguno pasaba de ios cuernos de la lun*i, Eu el 
canto 34 del Orlando Furioso cuenta el Artosto Otro viage qui- 
mérico y estravagante parecido al que refiere Sancho. 

Capítulo icuadtojg^dimo ecgunl^o. 

( 55 ) Estd^ ó hijoy atento d este tu Catón* Es decir, á tu 
mentor, que trata de ilustrarte y dirigirte. <^. la nota ü^ 
guíente )• 

( 56 ) Un golfo profundo de confusiones* £1 Cateo que se 
propone imitar U. Quijote, es Dionisio Catón, como ja lo no- 
V6 Pellicer, autor de unos dísticos latinos morales que escribió 
y dirigió á su hijo con este título: Dionysii Catonis Disiiúka^ 
de Moribus ad FUium. Ignórase quién fuese ese Dionisio y en 
qué tiempo floreció, aunque se sabe que es posterior á Lacano, 
á quieu cila^ y asi 110 pueden estos versos atribuirse siu error 
ui á Catón el Censor, ni alUticensé. Visto pues que no menos 
se ignora el nombre que el tiempo del autor, y ei crédito que 
tiene Catoa ei Censor de tan gran maestro de preceptos mora- 
les, conjetura Gerardo Juan Vosio que se intitularon estos dis- 
ticos cou el nombre de Catón no tanto por el autor, como por 
la materia moral de que tratan^ al modo del Caéon cristiano 
del B, Rosales. Estos dísticos son en todos CXLVI; divídense 
en iV libros, y son taa esceleutes por su. latinidad y morali- 
dad que han merecido ser comentados ¡{tor unos de los priaci« 
pales sabios de la república literaria, como tston Erasmo y Josef 
Esoaligero. Máximo Planudes' los tradujo á la lengua griega^ 
correspondiendo un dístico latino á otro griego. Enseñábanse 
en las aulas de latinidad, y en Anveves los in^nmió Juan Stel- 
sio el año de t563 en ie»° con una traducción gramatical en 
castellano. Acaso los esplicaba en el estudio público de Madrid 



«« preoepitor Juan López de Hojos, maestro ^« Cervantes. Es- 
<e sia embapgo en f^l ptxSiogp de la P, í. ^a equivocada- 
mente el dístico. 

( 57 ) Siendo sabio no pofihíts errar en nada . El ver»ícuIo 
*o del salmo CXI dice: Initium sapientia* timvr Domhti. Intei" 
iectusbonus ómnibus facieniibti^ eum: Inudatio ejus mah^e in Istp* 
tafum sosculi. Principio deía safojduría es el tenH)r del Señor. 
Toáoslos que se ejercitan en él, tienen buen entendimiento: sii 
alabanza permanece por siglo áe siglo. Sciod 

( 58 ) La rueda de tu locura. Creíase antiguameníte que 
cuando el pavo real hace roajror ostentación del matiz de sa^ 
plomas, si acertaba á mirarse los pies, que como se sabe los tie- 
ne mujr feos, la recogía avergonzado. Y á este propósito dijo ya 
nuestro Fr. Luis de Granada en su Manual de meditaciones ''mi- 
trando como el pavón la cosa mas fea que en tí tienes, luego 
«desharás la rueda de tu vanidad. " 

( $9 ) Principes y señores. Es decir, á los que tienen 6 cuen- 
tan por [ascendientes y parientes príncipes y señores. 

( 60 ) Del no quiero de tu capilla. Alude esto al antiguo 
tefrah español; ''No quiero, no quiero, maá echádmela i laca- 
pilla" que se dice, según refiere Covarfulyias^ de los que tienen 
empacho de recibir alguna cosa, aunque la deseen; y como los 
religiosos, unos por voto, otros por decencia, no deben tocar tii 
manosear el dinero ,';;'Ctíando no lo quieren tocar , presumen 
-^ue dicen entre sí: «no quiero, no quiero, mas echádmelo en 
la capilla." 

Usábanse entonces comunmente unas capas sin capilla pare- 
•óídas á los manteos de los clérigos que llamaban herreruelo, del 
que hemos hablado en uúa anotación d'el tomo i :^, jr otra espe- 
cie de capas con capilla, y estas al parecer eran propias de lai 
^ente de mas valía, (rdmo jueces, médicos etc. Pellicer añade 
<]ue en tiempo dé Cervantes debia ya usarse admitir dádivas 
los jueces por segunda mano, citando en comprobación un pa- 
áage del célebre predicador Fr. Alonso de Cabrera . "¥o no quie- 
to llevar cohechos, dice el juez, ni en mi vida los llevé; pero 
áhi están mi muger y mis hijas, que son damas, y como tales 
pueden recibir. ** 

( 6í ) La ley del eneaj¿. (V. ía nota laS del primer to- 
mo ). 



(««> 

(Capítulo cucú^rajj/dúno tmero. 

( 6a ) Puerco y estraordhtario abuso. Muy variable ba si« 
do en esta parte la moda. No solo Jo ba sido dejar largas las 
uñast sino que á mas se ban tenido de atuarillof de color de ro« 
sa, etc*t creyendo que de esta manera resaltaba mas la blancura 
de las manos. Los antiguo» practicaban una debus adivinación 
ues supersticiosas por medio de las unas, examináiulolas coi| 
detención y practicando ceremonias ridiculas y ab:>ut das pa- 
ra deducir presagios^ cuya adivinación se llamaba ony coman- 
dan 

( 63 } Como se juzgó en la de Julio César. &n efecto Sue- 
tonio dice que era algo afeminado en el vestir, y particularmen- 
te que iba ceñido flojaniente, distintivo entre los romanos de 
costumbres muelles y poco varoniieA. Mas vidse después que 
usaba de esta afectación para que le tuviesen por bombre de 
poco, disimulando &u valor y talento* Como que preguntando 
Cicerón porqué mas bien siguió el bando dePompeyo que el dé 
César , respondió « que le babia engaitado César con el modo 
de ceñirse la toga '' es decir las aparentes señales de afemina- 
ción que Cervantes califica de socarronería. 

( 64 ) No les están bien ni a los caballeros j ni d los gober^ 
nadores. Descripción del trage usado en tiempo de Cervantes. 
En varias anotaciones bemos tenido ocasión de describir cada 
una de las partes de esta vestimenta, por cuya razón no lo re- 
petimos. 

( 65 ) O ha de haber entre ellos comunidades» Hé aqui un 
minucioso resumen del origen é bistoria de las comunidades ó 
comuneros. 

Descontentos algunos pueblos de Castilla, suponiendo que el 
emperador y rey Carlos V de Alemania y I de España prote- 
gía mas á los flamencos que á los españoles, conüriendo á aque. 
Uos la mayor parle de los empleos y diguidadeá, acabaron de 
exasperarse por baber convocado el rey las Cortes de Castilla 
en Santiago de Galicia. Esto , junto con la vos que se esparció 
de que dispuesto S. M. á pasar á Alemania á tomar posesión de 
la corona imperial se llevaba la reina, conmovió de tal mane- 
ra, al pueblo de Valladolid, donde Carlos no quiso dar audien- 
cia á los diputados de Salamanca y de Toledo, que de resultas 
se vio precisado á salir de aquella ciudad con mncbo peligro. 



Ó7) 

Los representantes de Toledo se oponían en lis Cdrlés^tf las 
pretensiones del rey, el cual les desterrd trasladando aqaellas 
i la Coruña en donde se celebraron ^ y consiguió un subsidió 
de doscientos millones de maravedises. Las ciudades de Madrid^ 
Toledo, Salamanca, Córdoba^ Toro, Murcia, Leen, Sego?ia, 
Burgos y algunos otros pueblos, protestaron contra est« doina- 
tivo gratuito. 

En esto marchóse el rejr, dejando de regenta de los reinos 
deCastilla y de León al cardenal Adriano con el consejo de 1* 
chancillería de Valladolid, de regente de Aragón á D. Juan La- 
Duza, y de Valencia al conde Melito D. Diego de Mendoza; mas 
apenas se ausentó del suelo español , cuando Toledo y todas 
Jas deroas ciudades nombradas se leTautaroi> en masa en i5ao, 
y bajo la denominación de comunidades formaren una- liga ter- 
rible y ruidosa para oponerse el gobierna de S» M.. A la fren- 
te de ella^ se pusieron D. Fernando Dtfvalos y D. Juan de 
Padilla, jdven de un genio fogoso y vivo, casado con D.* Ma- 
ría Pacheco, hija del conde de Tendilla. Provistos los conut^ 
ñeros de armas y dinero, que les facilitaban los pueblos des- 
contentos y que negaban al ejército del rey, formaron en poco 
tiempo un poderoso ejército, del que Padilla fue nombrado ge- 
neraUsimo, y el cual venció al alcalde del Ronquillo, que fue 
enviado contra ellos por los realistas. 

Padilla, sabiendo que la reina se hallaba en TordesiUas, pre- 
sentóse á ella; y cou uo lenguage artificioso y seductor supo 
presentar de tal manera los quebrantos y desórdenes que aque- 
jaban á la nación, que logró le confírmase el título que los co- 
muneros le habían conferido de capitán general, y que á mas le 
encargase el restablecimiento de la paz y de la tranquilidad pú- 
blica. Pero bien distante de verificarse asi se alteraba cada día 
mas y mas, estendióndose el fuego de la rebelión hasta Galicia 
y Andalucía. Los gefes de los mal contentos, haciéndose cada, 
vfez mas audaces, se apoderaron de la reina; y por lodas partes 
no seveiansino escenas horrorosas y víctimas sacrificadas á un 
furor bárbaro y frenético. 

Trasladáronse los regentes á Burgos, y en medio del trastor- 
no general conservaron la mayor serenidad y mucha firmeza, 
y ausiliados por el rey de Portugal que les adelantó cincuenta 
mil ducados, juntaron un ejército numeroso que pusieron á 
las órdenes del conde de Haro. 

El de los comuneros^ á cuya frente iba el obispo de Zamora 9 



D« Aotpoio ^ Pedro de Acuoa,^8ali<$eo busca del realista cgne- 
se hallaba eo Rioseco; pero fue vencido por este 9 haciéndole 
al mUmo tiempo muchos prisionerofi. Después en a) de abril de 
i5ai acabaron de ser derrotadas ]9S comunidades por el e}érci- 
to real en la memorable bMtalia que se did en los cam^s de Vi^^ 
Halar» €|itedaodo en ella prisioneros sus gelés Juan de Padilla^ 
Juan BravUf y Francisco y Pedro Myldoaado, todos los cítales 
perecieron en un cadalso al día si^ieote^ concediéndose al mis- 
mo tiempo una amnistía gpiveralf menos á las cabezas de la re- 
belión* 

Coa esta victoria y castigo volvieron á la obediencia d&S. M. 
las ciudades sublevadas, esceptuaudo Toledo, en la que se ha- 
llaban estonces el obispo de Ztamora yD»' María Pacheco^ viur^ 
da de Padilla, obstiuindose en defenderse, y lo hizo, por algua 
tiempo con encarnizamiento, hasta que el 3^ de febrero de 1 Sa» 
habiendo embestido las tropas reales con espada en mano la 
fortaleza del Alcézar, se apoderaron de ella. 

La viuda de Padilla y un hijp suyo se salvaron huyendo 
vestidos de aldeanos, y se refugiaron en Portugal, donde aca- 
baron con mucha iufelicidad el resto de sus días. Al obispo de 
Zamora le confinaron en la fortaleza de Simancas dopde ha- 
biendo cometido un nuevo delito fue ahorcado de uqa almena. 
De este modo acabaron las memorables comunidades de Cas- 
tilla que tanta sangre y lágrimas costaron á la patria. 

Capítuto jcttaírtag^üno cwvAo. 

< 66 ) No se trocara con el emperador de Alemaáa. Lo 
mismo que emperador de Alemania , que por Jos tratados de 
ifii4t pasó á llamarse de Austria» 

( 67 ) Gran poeta cordobés. Este es Juan de Mena, muy 
estimado del rey D. Juan el Segundo. Créese nació en i4t i, y 
murió en 1456. Su obra mas famosa es El Laberinto escrito en 
3oo octavas de arte mayor. En la copla aa;, reproduciendo un 
pensamiento espresado por Hesiodoen su poema de Las obras 
y los dias, que llamó á la pobreza «dádiva de los dioses- in- 
mortales^' dijo nuestro poeta: 

O vida segura, la mansa pobreza ! 
O dádiva sancta, desagradecida ¡ 

( 68 ) Uno de sus mayores santos. El apóstol Sao Pa- 
blo. 



(69) ñfias que con U otra gente. Ea la comedía de U 
Gcaa stiUafia había dicho Cervanlo:»: 
Hidalgo pero no rico: 
Maldición del siglo nuestro, 
Que parece que el aer pobre 
Al ser hidalgo e&U anejo. 
. ( 70 } Este nuevo Eneas. Els decir, bé aqui un caballero 
que se conduce conmigo como con la desgraciada Dido se porU 
Kneas. 

La mitología dice que este príncipe troyano era hijo de An* 
quises y de Venus. Durante los primeros años de su infancia 
i'úe puesto al cuidado de una ninfa hasta la edad de cinco en 
que fue llevado á Trojra. Algún tiempo después le condujeron 
é Tesalia, en donde fue educado por el sabio Chiron, que iot" 
mú todos los héroes de su tiempo* De retornó á Troya casd con 
Creusa, hija de Priamo^ de la cual tuvo un hijo llamado As- 
cao io. 

Después del robo de filena por París, prevejreedo Eneas los 
tristes resultados de esta violación de la hospitalidad , quiso 
que se devolviese esta princesa á Menelao; y no obstante de 
que su consejo fue desestimado, combatid Con mucho valor du- 
rante el sitio de aquella ciudad. Digno compañero de Héctor, 
y el mas Valiente de los troyanos después de este héroe, se atre^ 
vid á medir sus armas con Aquilesy Diomedes en combales sin* 
guiares; pues aunque inferior i ellos en fuerzas, podia igualar- 
les oon la pboteccioii de Venus y de Apolo. 

En la tremenda noche en que los griegos se apoderaron de 
Troya , Eneas á la cabeza de un puñado de valientes disputó 
por largo tiempo la posesión de ella é inmoló gran número de 
enemigos; pero demasiado débil para resistir á la multitud de 
griegos, se escapó conduciendo sobre sus espaldas á su padre 
Anquisescou sus dioses penates, llevando por lama no ásu hijo 
Ascanio y seguido de Creusa su espolia, que perdió muy luego 
sin haberse sabido jamas de ella. 

Retirado al monte ida, vecino á Ilion, reunió los troyanos 
que se habian salvado de la espada de los griegos, y construyó 
una flota de veinte bajeles, con la cual se dirigió al ChersonéSo 
de Tracta en donde reinaba Polymnestor, uno de sus aliados. 
Pasó en seguida á Délos, visitó las Estrofadas y la isla de Creta, 
en donde esperaba hallar el imperio prometido por los orácu** 
los. De allí fue al Epiro^ en donde ol adivino Heleno le vatici- 



nó sa ámÜM». F«e en seguida á Depana eo SicHMf ^d kr qor 
mtndaba el tncíaao Acesias. Después de haber dado sepultonv 
en esta ciudad i su padre Anquises, se embarcó papa Italia^ pero 
habiéndole arrojado una violenta tempestad sobre las cosUs de 
África^ abord<5 en Cartago, eu donde Dido, que según quiso su- 
poner Virgilio reinaba en esta épocat !< acogió favorablemente. 
Bien luegot enamorada de su valor y de sus grandes cualidades, 
concibió por él un amor el mas estreroado<| y quiso casarse coa 
él. Pero el héroe trojanOf después de haber estado algún tiem- 
po en la corte de esta princesa , se olvidó de s» encanto j se ale- 
|d de ella por disposición de los dioses. 

Habiéndole (orzado los vientos contrarios á retornar á Sici- 
lia | celebré con este motivo unos juegas fúnebres en honor de 
su padre, cujas cenizas reposaban en ella. Desembarcado á 
Cumas en Italia^ lo primero que hizo fue ir é encontrará la Si- 
bila, la que le ensenó el camino de los infiernos, á donde bajó 
después de haber encontrado el ramo de oro que ella le. había 
indicado para regalar Á Proserpina. En los campos elíseos vtó 
é los mas de los héroes troyauos jr á su padre, de los que supo 
el destino que le esperaba á él j á sus hijos. 

Después de una navegación de siete anos llegó á las plajas 
del Tíber, en donde Cibeles trasformó sus naves en niuCas. La-» 
tino, rej de este pais, le recibió amistosamente, y le prometió la 
mano de su hija Savinia. Pero al llegar esta noticia á oídos de 
Turno, rey de los rátulos, á quien la reina Amata, esposa de La- 
tino le había medio prometido darle á Lavinía por esposa, to^ 
mó las armas y arrastró muchos pueblos para que formasen 
parte en su querella. Esta se sostuvo por algún tiempo, hasta 
que después de muchas acciones sangrientas terminó la guerra 
por un combate singular entre los dos rivales, en el que Turno 
perdió la vida. 

£1 héroe trojrano, después de haber casado con Lavinía, edi^ 
Eco la ciudad de Lavínium en honor suyo, y reinó en el Lacio 
luego después de la muerte de su suegro. 

Habiéndole mas adelante declarado la guerra los etruscos por 
su advenimiento al trono, marchó Eneas contra ellos para so- 
juzgarlos; pero en medio del combate desapareció repentina- 
mente é los treinta y ocho años de edad. Los latinos do sa- 
biendo qué habia sucedido á su rey, creyeron que los dio-^ 
fes lo habían arrebatado al cielo, y le tributaron honores 
divinos. Después £iie adorado por los romanos bajo el uom^ 



(ai) 
bre de Jápitcr ladigetaSt y coobiderado como el fundador desH 
imperio. 

Álganos escritores cuen la n de otra manera la muerte de Eneas, 
diciendo que este principe pereció en un cómhate contra los 
etruscos, y que su cuerpo fue echado al río Nímico en donde 
fue hallado poco después, y en honor del cual elevaron los ro- 
manos un monumento en sus inmediaciones. 

Virgilio hizo de Eneas el héroe de un poema cénocido de lo- 
do el mundo con el nombre de Eneida. Estrabon, Dionisio dt 
Halicarnaso y Dares de Frigia están lejos de representar á Eneas 
como un héroe. Al contrario le acusan de haber entregado su 
patria á los griegos, fuese por zélos ó para conservar sus rique- 
zas; y Homero dice en el lib. XIII de la Iliada, que habiéndole 
concedido Príamo las consideraciones que creía merecer Eneas, 
quiso vengarse de aquel príncipe por una perfidia, y que reind 
sobre la ciudad de Troya después de haberla reedificado. 

Algunos pretenden que después de la toma de Troya, Eneas 
lo mismo que Andrdm&cb fue prisionero ó esclavo de Nepole- 
no, ei cual se lo llevó á Tesalia, de donde escapó y llegó á Ita- 
lia. Otros que de Italia volvió á Troja después de haber colo- 
cado á su hijo Ascanio en el trono del Lacio; pero Virgilio y 
los escritores latinos, para adular á Augusto y darle un origen 
heroico, admitieron la primera opinión. 
' Suponen'algunos que Eneas ni siquiera se hallaba en Troya 
cuando se apoderaron de ella los griegos, diciendo que estaba 
en Italia donde Priamo le habia enviado con algunas tropas. 
Otros creen finalmente que se halló en el sitio de esta ciudad, 
j que los griegos, respetando su piedad al ver que iba car- 
gado con su padre y con sus dioses, le permitieron el escapar- 
se etc. 

£1 célebre poema épico, en el cual Virgilio cantó d esta- 
blecimiento de Eneas en Italia es, después de la Iliada, 
el mas bello monumento que nos queda de la antigüedad. 
Se halla dividido en doce libros: los seis prinieros contienen 
las correrías y navegaciones de Eneas , del mismo modo con 
que Homero canta en la Odisea los de Ulises; y en lo^ seis res- 
tantes el poema romano describe varios combales, á imitación 
tde Homero en la Iliada. 

La Eneida abraza un período de siete años; y esta estension 
es uno de los principales defectos del plan de este poema, se- 
gún la opinión de algunos sabios. Meaos fecundo en m^dios^ ó 



meDos atrevido q«e el eentor de Troye« temió VirgiUo uo po^ 
der llenar los doce cantos, si no ingería una multitud de suce- 
sos; pero eeios bacen desaparecer á olvidar muy amenudo d 
¡otares príueipal de la oUra. Lo que constituye verdaderamen- 
te la fábula del poeasa csttf concretado en el espacio de algunos 
meses. Esta grande aecioa principia á mediados del séptimo 
año de los yiages de Eneas, y termina antes de su muerte* To« 
do lo que precede es referido como simples episodios, tales co- 
mo las desgracias délos trojauos, causadas por la cólera de Ju- 
no, la historia de la destrucción de Troja» y los amores deDido 
y de Eneas* 

En el primer libro que empieza coa el séptimo año de la es- 
pedicion, Eneas navega por el Mediterráneo y naufraga sobre 
las costas de África, en donde la reina Dido le acoge favora- 
blemente. En el segundo » i solicitud de la princesa^ hace la 
relación de la caída de Trojra y de su buida al monte Ida. Con* 
tioua el tercero haciendo una sucinta relación de los paises que 
ba corrido, y termina con la descripción de la tempestad que 
sirve de introducción á este poema. En el cuarto nos pinta en 
un cuadro político el nacimiento, el desarrollo y el resul- 
tado de la pasión de Dido por Eneas, el despido 6 mar- 
cha precipitada de los trojranos, y el furor y la muerte de 
la desgraciada princesa. En el quinto Eneas llega á Sicilia, de 
donde se hace á la vela para Italia después de haber celebrado 
con juegos fi^nebres el aniversario de la muerte de su padre Án- 
quisest En el sexto visita los campos elíseos, en los que su pu- 
dre le anuncia su destino y el de los romanos sus descendien-» 
tes. La escena cambia en el séptimo: Eneas llega al Lacio y ha- 
ce un tratado de alianza con el rey Latino, el cual le promete l« 
mano de su hija Lavinia; pero Turno, amante de esta princesa, 
toma las armas y se dirige contra su rival. En el octavo libro 
Eneas es socorrido por Evandro, y recibe de Yéaus un escu- 
do forjado por Yuicano , sobre el cual estaban répr^entadas 
sus espediciones , y la futura gloria de los romanos, £1 nono 
contiene la relación de los sangrientos combates que hubo en- 
tre las tropas de ambos partidos y el interesante episodio de 
I>iiso y de Euríalo. £n el décimo no habiendo podido Júpiter 
reconciliar á Yéaus y Juno que protegían á las dos naciones 
rivales, se prosigue de nuevo la guerra con mayor furor, y Pa- 
las, hijo de Evandro , sucumbe a los golpes de Turno, al quo 
Juno salva enseguida de la vengaiua die Eaeas^ En el uodé-^ 



t>3) 
ciniQ el f>oe(« dcseeibeloa funerales de Palas y las tenUUvaa d« 
recouciliacioB eotre Eaeas y Lalioa, que hace ijlüUlei la im*- 
previUa lUg^ del ei^rcUo .de Turno» ÚUimameote, eu el duor 
décimo Eneas y Turno convienen en batiese en un combate 
singular; y á pesar de los obstáculos que opuso Juno para que 
no se veriñcaseí los dos rivales llegan a las manos en pre** 
senda de los dos ejércitos^ y la muerte de Turno puso fín á, la 
guerra. 

La Eneida atrajo á Virgilio la admiración de Roma entera» 
Propercio puso á este poema sobre todo cuanto habían prodU* 
cido los griegos y los latinos. 

En lo tocante á la ejecución de su invención, su disposición 
fue mujr premeditada y sumamente natural,jr cuando convi- 
no artiticiosa. Su estilo es maravilloso y acomodado á las per- 
sonas que introduce y á las cosas de que habla* Escogia con tan«> 
to tino las palabraS] como que aun ea las letras de que se coin* 
ponen ponia la atención y cuidado. Entre otros pasages cita-* 
remos el lib. IX verso 5o3, en el que para espresar el terrible 
sonido de la trompeta que tocaba al arma, escogió palabras que 
tuviesen erres; 

M tuba terríbiUm sonitum procul (ere canoro 
JncrepuU Sequilar clamor coplumque renugiU 

Se asegura que YirgiliQ emprendió la Eneida á solicitud de 
Augusto, coa el objeto de que los^ romanos tomasen afición ala 
monarquía , y que dio á Eneas el carácter dulce y amable del 
nuevo emperador. 

Macrobio refiere que Augusto le escribía con mucha frecuen- 
cia preguntándole de su Eneas, del que creía descender por la 
lamilía Julia, en la que él por adopción se ingirió, y la cual 
derivaba de Julio Ascauio, hijo de Eneas; y que Virgilio le res- 
pondió que tendria un placer en enviarle la Eneida si la con- 
bideraba digna de sus oídos; pero que no lo había verificado, 
porque para perfeccionarla, necesitaba todavía mucho estudio. 
Cuando mas adelante la tuvo en mejor estado, recitó al empe- 
rador algunos de sus libros; el tercero y cuarto, según la opi- 
nión de Servio; ó el segundo, el cuarto y el sexto, siguiendo á 
Donato. Se dice que al llegar en dicho sexto libro á aquellos 
versos donde trata de Marcelo, sobrino de Augusto, hijo de Oc- 
tavio, á quien él había adoptado por hijo , y después casado 
con su hija Julia, el cual murió muy joven, oyendo su madre 
aquellas palabras: Tu Marcdlus eris etc«, causaron tal efecto 



(>4) 

en 6u alma y fue tanto su dolor y sentimiento^ que se<lesm»j^d; 
pero luego de vuelta en sí mandó dar k Virgilio diez sestercios 
por cada verso recitado^ cantidad que ascendió i unos ciento y 
treinta rail reales. 

Empezó Virgilio á escribir su inimitable poema en el año 
7^4 de la fundación de Roma, siendo cónsules Ca^o César Oc- 
tavio por cuarta vez, y M. Licinio Graso; y lo conclnjd á Jos 
once 6 doce años , en el de 736, durante el consulado de Gn. 
Sencio Saturnino y Q. Lucrecio Vespillon. 

Sin embargo de que Virgilio habia acabado la Eneida por lo 
que hace i la invención general del asunto de ella, no babia 
podido corregirla y darla la última mano, dejando sin concluir 
cincuenta y cinco versos. 

Escribió parte de la Eneida en Sicilia y otra parte en Gam- 
pania, y con ánimo después de perfeccionarla pasó á Grecia; 
pero habiendo encontrado en Atenas al emperador Augusto, 
retornó á Roma , y acometido de una enfermedad murió en 
Brindis el día 37 de setiembre del año 735 de la fundación de 
Roma, á los 5o años once meses y siete dias de edad . 

Aulo Gelio dice en sus Noches áticas que estando Virgilio pa- 
ra morir pidió i sus amigos que por cuanto no pudo dar la lil- 
tima mano á su Eneida se la trajesen, junto con todos los demás 
escritos, para hacerlos quemar delante de sí; y que viendo que 
no querian acceder á su demanda , dispuso en su testamenta 
que lo fuesen después sobre su sepulcro, lo que se halla con- 
firmado por Plinio el mayor. Pero sus amigos Tuca y Varo, 
poetas contemporáneos suyos, le manifestaron que Augusto no 
permiliria el cumplimiento de su voluntad, y entonces fue cuan- 
do les legó todos sus escritos con la precisa condición de que 
no habían de añadir á ellos una sola palabra, dejando sin con- 
cluir los versos comenzados. 

Gon motivo de haber Augusto preservado de las llamas 
una obra tan preciosa, conservamos unos versos que con 
poco fundamento se supone compuso el emperador á este ob- 
jeto: 

Ergone supremis potuii vox improba verbis 
Tam dirum mandare nefas; ergo ibit in ignes^ 
Magnaque doctiloqui morietur musa Maronis! 

(71) Las solas fueron llamadas* Hé aqni lo que dice Pe-- 
llicer: Con la exageración del tamaño de estas perlas, llama- 
das irónicamente las solas , acaso aludió Cervantes, i. la perla 



Uamada la Peregrmía^ la Huérfana 6 la Solu por no tener com^ 
paüera^ qae teoian los rejre* de España vinculada en la coro* 
na. Se pescó el ano de i5t5 en la mar del Sur en el Darien en 
la isla de Cerarequi: compróla el señor Pedrarias de quien des- 
cienden los condes de Puñonrostrorpor su muerte paró en po- 
der de D.* Isabel de Bobadilla^ de la casa de los condes de 
Chioohon, después en el de la emperatriz D.* Isabel, y des- 
de entonces permaneció en el de nuestros reyes, hasta que en 
el incendio del palacio de Madrid se consumió con otras alha- 
jas preciosas el año de ifó^> l^ra tan estimada por su magni- 
tud, por su buen oriente, por su mucho lustre, blancura y día- 
fanidad. Tenia la figura de una cermeña ó perilla: ancha por 
la parte inferior , y muy angosta por la superior. Descríbela 
Manuel May us, platero de Carlos II que, haciendo también de 
elimologista, dice que la palabra castellana perla se deriva de 
la latina pirida^ que significa la cermeña ó la perilla, de cuya 
figura son por lo común las perlas , aunque las hay también 
redondas* Pesaba la Peregrina cincuenta y cinco quilates fe*- 
bles, cayo valor {^tasado cada grano de peso ó de medida de 
perla redonda ó de per ¿II a^ como dice Mayus, d cinco reales 
de piatn ) importó 44^^^ i o reales vellón. Con esta tasa corrige 
este artífice al cronista Antonio de Herrera y á D, Juan de So-. 
lorzano, que hablan de esta perla á quienes cita. ^Década IV. 
lib« 6 cap. 12, Polilica Indiana, lib. 6 cap. 4 Ibl. qSo). Dejó 
de ser sola la Peregrina ó la Huérfana , porque en el año 
de 1691 (dice el referido platero) se sacó en el mismo parage 
del Darien otra perla tan grande como ella con poca diferencia^ 
de que no podía tener noticia Cervantes. La cual vino á poder 
de D. Pedro de Aponte, conde de Palmar, natural de las Ca- 
narias, que viniendo á España, se la regaló á Carlos II, que en 
recompensa le hizo algunas mercedes. Era también de la he- 
chura de una cermeña ó perilla, pero no de tanto oriente, blan- 
cura, ni diafanidad: pesaba cuarenta y nueve quilates fuer- 
tes: llamábanla la compañera de la Peregrina. Cuando estaba 
sola la Peregrina se servían de ella los reyes en ocasiones de 
gala y de regocijos públicos ; después se guarnecieron ambas 
para que sirviesen de arracadas á las reinas. 

( 7a ) No mires de tu Tarpej-a» Alude á lo que se cuenta 
de Nerón que después de haber puesto fuego á Roma para for- 
marse una. idea del incendio de Troya^ se complacía en su obra 
mirando el inceadio desde una colina llamada la roca Tarpeja. 



D«sde lo alto de ella precipítabati autígilamenie los romanos 
los crimiuales condenados á nrmerte« (^. la nata siguiente). 

( 73 ) Ni le avives con la sa/t^re* Un romance antiguo de^ 
cia: 

Mira Ñero de Tarpeya 

A Roma como se ardía: 

Gritos dan niños y viejos, 

Y él de nada se dolía. 

(Capítulo cm^xaQMíW quinto. 

( 74 ) Los antipodas. Diógenes Laercio dice que Platón fae 
el primero que llamó antipodas i los habitantes opuestos déla 
tierra, y Pitágoras el primero que sostuyo su existencia; cujra 
opinión combatieron muchos filósofos, dudando no solamente 
que hubiese antipodas sino sosteniendo aun que no pedia ha- 
berlos, de cuyo parecer eran Plinio, Lucrecio, S. Agustín, etc; 
hasta que después se ha manifestado su posibilidad y existencia. 
( 75 ) Meneo dulce de las cantimploras. Con el calor del 
sol, dice Pellícer, se escita la sed, que para satisfacerla obtiga 
á refrescar el agua con la nieve que se derrite con el meneo dul' 
ce de las cantimploras. 

( 76 ) Nunca te pones, Al parecer imitó Cervantes á Hora> 
ció que hablando del sol dice: 

j4lme Sol^ curra nítido diem qui 
Promis et celas^ aliusque et idem^ 
Nasceris, Carm. Sdeculare* 
Esto es: 

Santo so( 

Que sacas el día en tu carro 
Resplandeciente, y te encubres, 

Y te vas otro mostrando 
Siendo el mismo. 

Ponerse el 50/, que parece significa ponerse delante ó ma*- 
nifestarse á nuestra vista, quiere decir en castellano ocultarse^ 
nos de ella, desapareciendo de nuestro horizonte; y por eso d&« 
jo D. Antonio de Solis: 

Díme, inventor de frasi tan maldita, 
Gomo se pone el sol cuando Se quita? 
Nuestros antiguos poetas, como lo notó Pellícer, decíatt con 
propiedad trasponerse el sol por quitarse 6 esconderse. 



( 77 ) Bi regimiento del pueblo. Coa c*to p«td« eliiender^ 
se no solo la fuerza armada ó especie de miücia que antigua- 
mente fafabia en mochos pueblos á manera de guarnición, sino 
también e{ aj untamiento ó cabildo que gobierna d rige el pue- 
blo de donde tomaron el nombre de regidores y tambiesi el de 
regimiento* 

La ínsula Barataria, si hemos de creer á Cervantes, estable 
situada cerca del castillo del Duque, como consta de yarios lu- 
gares de los cap. XLV y LL Sábese tambieu no solo que era 
sobre maneraférlil y abundante^ sino que era uno de los me'^ 
jores lugares que el duque tenia. ( cap* XLII y XLV). 

En Alcalá de Ebro, lugar de los duques de ViUa-hermosd, 
sapuso acaso nuestro autor la ínsula fia ratería, fingida en la 
realidad, pero verdadera y efectiva en el concepto de Sancho 
Panza; aunque él nunca se puso 4 averiguar si era ínsula ^ ciu" 
dady filia ó lugar lo que gobernaba. Lo cierto es que en Alcalá 
de Ebro se verifican las circunstancias de fertilidad^ abun't- 
danciay cercanía del castillo de los duques, que atribujre Cer^ 
yantes á la referida ínsula, pues en efecto es uno de los mejo*^ 
res de aquella escele ntísima casa, y está cerca del palacio de 
Buena via. Concurre también en este pueblo la circunstuncia 
de estar situado casi en forma de isla^ pues de tal modo le cir- 
cula el Ebro, que solo viene á quedar una lengua de tierra por 
donde se comunica el palacio del Duque con la villa. En la com» 
binación de todos estos requisitos se fundaría un anciano sa- 
cerdote muy erudito, natural y beneficiado de Pedrola , j 
muy aficionado á la lectura de la historia de D. Quijote, para 
vivir persuadido y esparcir la voz de que Cervantes habia.si- 
tnadu en Alcalá de Ebro la ínsula Barataría. 

Cervantes dice que se llamaba la ínsula Barataría^ ó yd 
por que el lugar se llamaba Bar alario ^ ó j'ú por el barató 
que se le había dado el gobierno» 

(78) Debe enfadar como los mosquitos, Gil González de 
Avila, citado por el P. Luciano Saez, dice que: ^1 título de don 
solamente se daba á los reyes, infantes, prelados, maestres da 
¿rdenes militares y i los grandes señores , que entonces se II»» 
maban ricos-hombres, y que fuera de estos se daba en pre<^ 
mío de señaladas hazañas que se hacia n en servicio de Dios y 
de los reyes, ganando reinps, descubriendo nuevos mundos^ y 
poniendo en cadenas reyes bárbaros: que el rey eatólieó pre* 
mid eos el título de don al conde éeCa^t alcaide de ka don-* 



(a») 
céléSf por hftbtr paeslo en prisión al rey Chtoade Gr^nadat 
que á Colon se le dieron por haber descubierto el naevo muo-> 
do: qoe en Castilla fueron tan observantes, que mientras no lle- 
gaban 4 ser maestres, dignidades ó rioos-horabresy no se aprove- 
chaban de tal titulo; y que esta es la cai.sa per que unas veces 
nombra la historia á Kuiz López Dávalos sin él, y otras con 
' ¿If y lo mismo á otros grandes señores, y que el que asi oo era, 
aunque fuese hermano de maestre, no se alargaba á tal oosa. '' 

Sin embargo de la opinión de este escritor que consta SaeA 
añade: "ni en los tiempos de O. Henrique I ni de D. Juan II, ni 
en los anteriores ni posteriores, se halla cosa fija tocante al uso 
del don, porque desde el siglo VIL hasta el XI se estiló mucho 
dársele á los santos, como se ve en los privilegios y donaciones, 
que empiezan: Domáis S^unctis xtidelicet tuque glorivsís etc. poU 
Beum nobís Joriissimis Patroais , 6 poniendo Dominis en lu« 
garde Domnisi y-tn el siglo XIII se le did el poeta D. Gonzalo 
Beroeo á Jesucristo: 

'^En el nonüfrñ de Dios <fue^zo toda cosa^ 

ȣ de don Jesucristo, ^ya de la gloriosa 

»E del Espirita Santo que egual de ellos posa 

»De un confesor santo quiero fer una prosas, " . 

A los reyes se les daba también algunas veces, y otros los de 
gloriosísimos^ dominis irnos ^ firmisimos^ serenísimos^ r/us- 
trisimos etc: y otros no les dan dictado alguno, sino Ego JRa^ 
nimirus ve! ego Onlonius Rex etc. Con los grandes ó ricos*- 
hombres practicaban lo mismo, desnudándoles á veces de los 
dictados hoaorificos, y adornánduies otras con los de Óptima- 
teSy Sénior es^ Magnates^ Potestatef , NobÜes , Domnió Do^ 
mini y otros. A los obispe^ ks daban también don' <á veces, y á 
veces los iitulaban Séniores , yenerabiles^ y¡eneramii^ y con 
estos mismos títulos honraban también á los abades, y con los 
de Pater^ Pater noster^ Pater spiriíualis^ y otros no les dan 
título alguno. 

JBlscriluras antiguas hay en que el rey tenia don, y la reina 
no. Muchas que dan don á la reina, y se le callan al rey: algu- 
nas en que ni al rey ni reina se le dan,. y sí á-los infantes: otras 
que no á todos los infantes,, sino á algunos de ellos: otras que 
á las infantas, y no á tos infantes: algunas que no á todas las 
infantas, y sí a una 6 dos: muchas que á ninguna peiftona real, 
y sí al obispo: algunas que á un obispo 6 doS| y no á los otros: 
otras que ániof^n obispo y á loa abades sí, d a alguno de ellos- 



(ag) 
Bsta misma variedad se eocueutra respecto de lo5 ricos-hom-v 
bres, paes hajr escrituras que a nioguno Uafuan don: en otras 
suscriben con él uno ó dos, y los demás sin dictado alguno. 
Por áltimo se hallan escrituras que no dando don al rev, reina, 
infantes é infantas, ricos-hombres, obispos y abades, se le dan 
á algún testigo ó confirmante ó al notario que autorizó el ins«! 
trumento. 

Y para mayor comprobación de que lo que dice Gil Gonzá- 
lez del uso del don no era tan exacto como éi supone, vemos en 
las crónicas y ai^chivos, qoe se da á cada paso don á los moros 
y judíos Don Abrahen, Don Leví, etc. con ser Don Abra- 
hen jDonLeví ao reyes, infantes, prelados, ricos-hombres 
etc. etc., sino unos pobres carpinteros, sastres, médicos ó ar- 
rendadores de los derechos reales^ que no habian emprendido 
otras hazañas señaladas, ni acabado mas acciones gloriosas que 
la de haber puesto en cadenas no á réjres bárbaros, sino i los 
infelices cristianos que no les satisfacian los empréstitos usura- 
rios, 6 dé^os de alcabalas 6 de otros pechos que tenían arreo- • 
dados« 

Asi que, concluye el erudito Saez, nada hay cierto tocante 
al uso de los dones en los tiempos mas remotos, con lo que de- 
ben despreocuparse aquellos que creen que el don ha sido siem- . 
pi*e distintivo peculiar de la nobleza. 

Mas adelante el uso del don fue propagándose estraordinaria. 
naente, en prueba de lo cual véase el testo que ha dado lugar á 
esta anotación, y lo que dijimos en la 3.* nota á la portada, en la 
a8 del mismo primer tomo y en otros lugares de la obra. Otro, 
autor declaró los inconvenientes de la muchedumbre de esto^ 
dones diciendo: '^También es causa de haber muchos holgaza- 
nes y muchos facinerosos la licencia abierta que hay para que 
cada cual se pueda llamar ^o/t, pues apenas se halla ya hijo de 
oficial mecánico que no aspire por este camino á ennoblecerse, 
de que resulta que impedidos por esta falsa nobleza no se pue-. 
dan acomodar a oficios, ni ocupaciones incompatibles é indig. 
ñas de quien se llama don; y sí este género de gente, sin ha- 
cienda para sustentar la persona, es el que emprende enormes 
delitos, de que se tiene suficiente esperiencia en esta corte. " 
. ( 79 } T'el caballero en su daáada intención. Es decir, sin 
querer ni poder desprenderse ó apearse de su dañada intención. 

< 8o ) y no haya mas. ( Y. la variante n."" 8 ). 

( 8r ) f^isip lo cual por Sancho. Como en algunas edicio- 
IV. 3 



M» dtcía msf ¡0 euéfl S^cho , w Amaló k preposicioa fH>r^ 
omilida »iii duda «» U iiHprttioii, para ei ra^or y mas claro seu- 
lid» de esta GláttftMla. 

( da ) Par /Ofi/o ó par discreto. Tomo ««te ^wtuio Certan- 
itt d« la Lertfuiu áurea do tr- Jacobo de Voragioe en la vida 
de S. Nicolás de Barí, con la§ T^nacioneft que podrán conocer- 
se comparándolo con el orii^inal que traducido inseríamos, 

*»ÜD judío prestó áoieHo hombre uoa cantidad de dinero, y 
BO teniendo otro üador, juró subre el ellar de S. Nicolás que se 
le voWeria cuanto antes. Pero retardando la paga el judío se la 
pidid, y él le dijo que ja se U había Tuelto. CíUle ante el jueit 
pide esle juramento al deudor, el cual afectando necesitar de bá- 
culo para losteacrse, traía uno hueco, y lleno de moncdilUs de 
oro. Cuando pasó á hacer el juramento, alargó al judío el báculo 
para que se lo guardase mientras tanto. Juró con efecto que ba- 
hía vuelto á su acreedor aun mas de lo que le debía» Hecho el ju* 
ramento, pidió su bácnlo al judío, que ignorante del ardid se le 
solvió. Sale del tribunal el engañador, jr yendo por una encru- 
cijada, vencido del sueno, tiéndese en tierra: pasa por allí un 
carro, atrepella al dormido, y quebrando el báculo, sale de él 
el oro de que esuba lleno. Sabido eOo por el judío, acude á la 
encrucijada apresurado, y viendo el engaño, y persuadiendo- 
le muchos deque se entregase de su dinero^ no quiso hacerlo de 
ninguna manera, á no ser que ú muerto resucitara por los mé- 
ritos de S. Nicolás, asegurando que si asi sucediese, él recibiria 
el bautismo, y se baria cristiano. Resucitó con efecto el cristia- 
no, y el judío se bautiaó.^' 

^ 83 ) Alcabalas. En el ano de 1 34a el rej D. Alonso el XI 
pidió al reino junto en las Cortes de Burgos un subsidio para 
|a guerra que hacia al rey moro de Algeciras; y para indicar 
á sus vasallos que tenia necesidad de un socorro grande les di- 
je: dadme al ffue'vaia. Deesla espresioo, que en castellano del 
dia equivale á dadme algo que valga la pena ó bastante, tomó 
el nombre de Alcabala el tributo eoocedido para el 6n insinúa* 
dot que en un principio coasistió enon lo por ico de cmauto 
se vendía. Tal se cree es el origen del nombre alcabala^ sin 
embargo de lo que dice Covarrubias en m ^' Tesoro de la ka* 
gua castellana. ** Pedro Lopea de Ájala en la trónica del r«j O. 
Pedro, hablando de los privilegios de los muzárabes de Xole* 
do, dice de este triboAo lo signiente. ''£1 fey D. Alfonso, (pie 
Teoció la batalla de Tarifa , edió en el reino ttn pecho qae de- 



(3i) 
dun Sisa, que eran dos metjas al maravedí. El cual pacho no 
había en el ratiio hasta al su tiempo^ y agora la dieen alcabala: 
había gran porfía sobre ellOf porque decían los de Toledo que 
no debían pagarla, jr el rey decía qae sí, porque este era aa pe- 
cho tal que no lo echaban á las personas, mas que á ciertas vían, 
das jfr mereadurias, y que él mismo que era rej, y la nina aa 
muger, y los preladqs y ríeos-hombres todos los libertados de 
su reino asi lopechaluin. Y aun qae si el papf é t%y astraio ti- 
nies« cp su reinó así lo pecharíai». 

( 84 ) Socaliñas* En este luger equivale á dereehos. 

( 85 ) CtmrrÜieram Lo mismo que ladrona. 

( 86 ) Los juicios y sentencias de un nuetfio gobernador. En 
el Norte de los Estados de Pr. Francisco de Osuna se lee nn 
caso parecido ú este y sobre el que quizá arregla Cervantes 
el anyo. Preseptdse ante el tribunal una doncella quejéiidose 
de on i^en que la fors^. £1 juez dispuso que ia diesa cincuenta 
ducados para sp dote^ con la condición que si se los deíaba io*> 
bar, los. perdiese; y al mancebo dijo en secreto que la saliese al. 
encuentro y si se los quitaba serian suyos. Encuéntrase en afec- 
to con la Ibrzada al volverse á s|i casa, iuteota por todos los me. 
dios posibles quitarla los dineros; pero no pudo, porque ella hs 
defendió d bocados^ d puñados^ á gritos y d voces. S4.belo 4 
juez, manda comparecer á las parles en su presencia, y dijo á 
la valerosa doncella: eomo defendiste el oro^ pudieras defe^iler 
tu integridad^ ffué estaba en rineo^ mas secreta : empero pues 
ia perdiste^ seáal es que nofuisfe forzada^ ni te quisiste de* 
Jender^ y asi dale su dinero. 

( 87 ) Dando. Parcvee que debería decir andando j y sin 4m* 
da que Cervantes asi lo escribiría. 



(3a) 

( 88 ) Como juego de ñfaesecoral. D. Sebasiiao de Co- 
varrabias eu la palabra Coral de su Tesoro de la lengua caste- 
llana dice: "Juego de Maestrecoral, el juego de manos que di- 
ce» de pasa^ pasa. Dieron le esle nombre porque los charlata- 
nes y embusteros que hacen estos juegos se desnudan de capa 
y sajo, y quedan eu unas jaquetas ó almillas coloradas que pa». 
recen troncos de coraU" X luego continua: '' díjose coral á cor^ 
de^ porque tiene el color y el lustre del corazón etc. 

Que vedo en su Thalia dijo: 

Di en p€isa pasa de bolsas 
Y en masicoral de muebles* 

( 89 ) Toda harlazga es mala^ pero la de perdices mali^ 
sima. No dijo tal Hip4krateSf y solo el humor festivo de Cer- 
vantes le hizo sin duda tergiversar el aforismo que en su origi- 
nal dice: Omnis saturatio mala^ pañis autem pessima* 

( 90 } Por vida del gobernador. Pellicer creyó que había 
de decir por vida del gobierno para tener relación cOn Jo que 
luego dicct y ^^ ^^^^ ^^ ^^ ^^j^ gozar» Pero la Real Acade- 
mia crejrd que todo se corregia cambiando el pronombre le cou 
el de la por cuanto se refiere á la vida. 

( 91 ) Le ayuden d la digestión. En el libro de las Etique- 
tas de CárloSf duque de Borgoñai citado por PelJicerf que des- 
puesfueron introducidas y adoptadas en el palacio de los reyes de 
España de la casa de Austria, se lee la siguiente^ según dice Olí- 
vier de la Marcha ^ autor del libro: ^' El duque tiene seis docto- 
>»res en medicina^ y sirven de visitar la persona y el estado de 
nía salud del príncipe, / cuando el duque está á la mesa, loa 
A mismos .están delante de él y miran qué viandas y platos se 
Msirven al duque, y le aconsejan según á su parecer qué viau- 
>»das le son mas provechosas " etc. El mismo Oiivier reíiere un 
caso que sucedió al duque Felipe cou uno de estos médicos, que 
como á nuestro Gobernador le prohibia comer los mejores pla- 
tos y bocados para comérselos él después. Por medio del doc- 
tor Pedro Recio intentó reprender Cervantes la miserable su- 
jeción que algunos señores prestaban á los médicos impruden- 
tes de aquella época. 

( 9a ) El grado de doctor por la universidad de Osuna ^ 
( V« la nota 7 del primer tomo). 



Í33) 
( 93 ) Quiso hacer tirteafuera de la sala» Cervantes jue- 
ga iiqm con la {pállibni ifneafiáít'ai 'ptreáák á iirale aíiierB 6 re- 
tírate. Tirteafuera es, como se ha visto por lo que dice el mis- 
mo 'Sancho 4 nombre propio de ub lagar de la Mancha Baja* 
Hizo mención de él en el siglo XIV el rey D. Alonso XI eu el Li- 
prp de la montería^ donde hablando de Jos montes que haj ha- 
cia Calatravaf dice: La sierra de Tírateafuera é el%*all de Juafi 
Pérez és todo un monte, usa Cervantes de la palabra Tirteafue- 
ra, como hemos dlchOf para denotar que amedrentado el médica 
. con las amenazas delgobernador Sancha Panza, quiso salirse ó re- 
tirarse de la sala, que esto significa tirteafuera ó tirateajuera^ 
como dijo Pedro Simón Abril traduciendo el lugar del Eunucq 
de Xerencio eq que la criada Phytias. dice al mancebo Che rea; 

En buena fe que ni jo osaria 

Darte á guardar nada^ ni menos guardarte 

Yo* Tirateafuera* 

{Ñeque pol se rf^añdum tibí 

Quidquam daré ausim^ ñeque te servare, J/^agie te. 

Act. V. escen. II}* 
• ( d4 ) Secretario del mismo emperador» Pellicer dice qu^ 
lo fue en efecto del emperador Carlos V Martin de Gaztelú, y- 
lo fueron igualmente otros en tiempo de Cervantes, promovidos 
por el valimiento de Q* Juan Idiaqgiez,. secretario y consejero 
de estada de Felipe \ly III* Hace, mención de ellos Fr* Jaime 
^e Bieda en la ifida de $* isidro. A instancia ( viene á decir en 
el Trat, 2» pdg^ a.66 ) de D. Juan Idiaquez, hlyo de Madrid, 
aunque su descendencia es de Guipi^coa, hizo Felipe lU mer, 
ped á. O. Martin y D. Francisco de Idiaquez, sus deudos, de 
las plazas de las secretarías de estado, y después á Antonio de 
Aroztegtti, que se crió cerca de su persona;, jr para secretario de. 
Consejo de Guerra nombró el rey ^ sa hermano Martin de Aroz} 
tegui; y. fueron también seoretarios Lorenzo de Aguirre, Juan 
de Mancicidor, y Juan de Insausti, y otros ministros que fufi- 
ron hechuras del mismo D» Juan de Idiaquez*. 

Gl carácter que atribuye aqui Cervantes á los naturales de 
Vizcajai parece exagerado, pues muchos juntaban, como dic^ 
Pellicer, con la habilidad de escribir bieo, mucha capacidad y 
espedicion en los negocios* 

( 3$ ) Déla mañana. ¿ Si seria el mismo día y hora en que 
Cervantes escribid esta carta f 

( 96 ) Escribirla* Sin duda que debiera decir servirla^ p«K> 
que áioo no tiene sentido* 



(34) 

( 97 ) ífinfa áel dorasUf Tajo Ujiekéh itÍM de útú iérgó. 
( V. la noU 66 ¿ti tomo 3."* )« 

( 98 ) Ehéiu go*á 4 ia h^rtmén y piaíhfet Dkhé (Y. la 
«ota 70 de este tomó )• 

( 99 ) AtrMdufn. { Vé la líkdla 71 Ae\ ^.* tbmo }» 

( 100 ) Alcalde^ Téxtñrñó den fado dfc la yot ¿rabe carftV 
qae iigoífiea jaes <( gobemador^ toa la aditíon del anicalo ctf. 

£1 embarazoso ceremonial de oortMías y cumplimietalos no-» 
lado aquí por CerVaatet^ recibid petitcular aameoto tú Espak&a^ 
como lo advirtió PelHeer , desde qué eatf¿ á fei(la^ la tasa de 
Borgona 6 de Austria, como lo prueba este taso Jr é. siguiente, 
que se lee en las Noticias de Madrid del año i63o. '^D. Alvaro 
de Oca, oidor de la chancíUería de Granada, iba en litera por 
la ciudad con D. García de Salazar^ otro oidor. Pasó )uoto á uo 
corrillo de gente^ en donde había un cJérígo principal, presbí- 
tero, j le quitó el sombrero sin hacer mucha Sumisión. Pa re- 
dándole al oidor que le había hecho poca cortesía, le éi]ú que 
bajase mas el sombrero. A lo cual le respondió' el clérigo: i|üe 
para cortesía bastaba. El oidor ledijo^ qne tra un desvergon- 
zado. El clérigo respondió: que ¿I lo era. Hifcó ademan de ar- 
rojarse de la litera. Detúvole el compañero. Prendió el provisor 
al clérigo. El oidor no contento con esto compuso un librico 
en que hablaba licenciosamente del estado eclesiástico, y decía 
mal de.la calidad del clérigo* El oidor fue castigado, habiéndo- 
te primero recogido el libro por edicto del Supremo Consejo 
de la Santa Inquisición.'' 

( toi ) Que en ella estaba. Era esta puefta una de las &-» 
mosas de Madrid, de la cual se hace mención en su Fuero, en 
el año de laoa. Llamóse de Guadalajara, porque por ella so 
salia á aquella ciudad. Estaba situada, según dice Pellicef, en 
la calle mayor, como en frente de la entrada ó érabocaduta de 
la calle de los Milaneses y de Santiago, como lo acreditaron los 
cimientos descubiertos con ocasión del empedrado. Era magní- 
fica, y trae de ella una estampa Colmenares en su Blsiofia de 
Segouia» Había en ella un reloj que Se trasladó á la torre de S.* 
Cruz. Quemóse el dia a de setiembre del año i58ü con motivo 
de la multitud de luces con que la mandó iluminar el sefior cor- 
regidor D. Luit da Gajlan para solemnizar la ttueva conquisu 



(35) 
éel Mino da Porltt$«U á c»yo iaccna» compuso un dútico ero- 
nográüoo H«nr¡q«e CoqjOPf poeU fla»coco j residente en Ma- 
drid, y poco d«»pue» acabaron de derribarla enteramente. 

Pelüeer trasli^la algunas noticias relativas á las novedades que 
por aquel tiempo se bicieron en Madrid; y coa c*le motivo dice 
qTe habiéndose ausentado un vecino, y vuelto en 1 586 escribía 
4 un amigo suyo diciéndolc que vio "el palacio remendado, la 
puerU d« Guadalajara derrocada, la plaxa cuadrada, la man- 
cebía becba monasterio etc." todo lo que fue efecto de habar 
esublecido Felipe II la corte en Madrid en i56i. A propósito 
do U Mancebía páblica de Madrid^ continuaremos algunas noti- 
cias cariosas á mas de Us que se leen en Pellicer. 
. Las casa» públicas de mugeces mundanas ó lupanares, era» 
comuues en las ciudades y lugares de alguna considerable po- 
blacioneo España, como lo ion en Francia, Inglaterra etc. las 
cuales sin duda se toleraban para evitar mayores inconvenien^ 
tes. A fin de poner algún orden al vicio mismo sujetándole á 
cieius reglas, estableció Felipe U •Ig™»* l«y«» ^«<^*^»» «** ^'• 
dfid en lo6 anos de iSji y tSyS. Tradúcelas en latin el P. Ma- 
riana en sn traUdo De specC^ulis: cuya traducción techa^ ^| 
castelUno, á por mé§ac decir i su lengua original dice asi: fcl 
arrendador de U casa pública { el padre ó el Taxta de las hie^ 
mas brutas, como dijo Quavedo), m preseutari al corregidor 
6 «j«ottmi«nAo del pueblo, y siendo hombre á proposito paca 
el ^so, iuracá observar ks leyes siguientes: i .• que no admi- 
tirá ninguna mugar casada, ni bija alguna del pueblo, n, de ne- 
groó negra; a.* que las admitidas entrarán» deudas: 3.«qu« 
se prov<«rán de comestibles de la plaza; pero que si las pro^ 
vee el arrendador, no las Uevará por estos mas de la tasa 6 pos- 
turas- 4.» que de ocho en ocho dias entrará un médico o ciru* 
íano á reconocer su limpiew, y que á este reconocimiento se 
sujetará la novicia ó la nueva inquilina: 5.' que si estuvieren 
íttftctas 6 padeciesen cualquier otra enfermedad, ninguna se tu- 
fará en la casa, sino que sea coodncida sin diUcion al hospital: 
6." qu« cada una dará todos los dias al arrendador un real de 
nlata por el hospedaje, cama y olnos muebles necesarios: 7.- 
qae en la semana santa no ejercerán, y si alguna incurnese sea 
uotnda por Us pUias públicas ocm el arrendador si lo bahin 
oonsentído: 8.* que no uaarán vestidos talare», ni ««ÉAreriUoa^ 
«i Knsntts, ni chapines ; sitio nna mentUle por los hombros, 
ceria y enowwida: j." <nw «o ücrnrán híibilos de dngíuia ¿r^ 



(36) 
deq religiosa, ni almohadas, ni tapeta 6 los templos, ni sakírán 
<;on pages , ni tendrán criada qnt baje de onaaenta anos: i<>.' 
que escritas ¡esUa lejres en ana tabla ettarin patente» en la mav 
cebÍ9 para noticia de todos; y ^tímamenteqa'eipara celar sa 
observancia se npmbrarán dos rtogidoaes,. cujra. conisioo dura- 
rú solo cuatro meses.". , 

Parece al mismo tiempo quo había k costumbre de úeyar á 
estas niugeres perdidas 4 oír sermones en lacuaresma,.queao« 
lian predicarse en la casa ó convento de las Arrepentidas. 

Asi siguió la cosa hasU que viendo el gobierno que con esta 
tolerancia dei vicio publico no solo no se eviuban los ÍQcoa« 
venientes previstos, sino que eran ocasión de majeves j mas 
estraordínarios: aconsejado Felipe IV de los tedióos, mandó 
cerrar los bárdeles ó casas péblicas por una pragmática, per- 
mitieodo que sos inquilinas viviesen diseminadas y esparcidas 
promiscuamente por las vecindades délas casas. sin .sujeUrseá 
privaciones ni limpieza. 

El siguiente documento, que aunque impreso.en lasordenaa- 
zas de Granada, ha Uegado á ser muy raro, es Un curioso por 
su antigüedad, y puede de tal suerte contribuir á áprmar-un» 
idea eícacta de la organización social de nuestro pa»s en^Uiglo 
XVI, que no dejará de ofrecer algún ínteres á nuestros lectores. 
Por esta ordenanza se puede calcular que no estaba en aqnelll 
época la España tan atrasada , pues en él se ven consignadaa 
medidas que raujr posteriormente y en las naciones ws cul^ 
tas se han interpretado como señales indudables de adelantos 
y de libertad civil. 

ORDENANZA DEL PAPES OR %.A MANCEBÍA. 

TU. ia4. 

D. Carlos, j>or la divina clemencia, emperador semper Au- 
gus o, rejr de Alemana: D.- Juana su madre, y el mismo Do.a 
Carlos, por la gracia de Dios, rejes de Castilla, de León, de las 
Dos S.ciltas etc. Por cuanto por parte del consejo, justicia, y 
veinte y cuatro caballeros, escuderos y oficiales y hombres baí 
nos de la cudad de Granada, nos fue fecha relación diciendo: 
Que mta la desorden que se tenia en la mancebía de esU dichn 

loque se hacia é las mujeres pública^ que alli est«i,. y eran i 



su cargo^ coitto por los- eseési vos precio» tpie se les lie? aa por 
los iiiantentmicitttos y cosas qoe les daban, como cos^^s de co^ 
mer, posadas, cmuisas j otrAS vosas; y paira remedio de lo cual 
habiades Ikecho'cierta^ ordenanzas útÜes j necesarias, y nos 
suplicjistes 4as mandásemos aprobar y confirmar para que de 
aqai «delante fuesen cumplidas y ejecutadas, y sobre ello pro* 
Tejr^sémos' como la nuestra merced fuese.* lo cual visto por los 
del nuestro consejo- y las dkhas ordenanzas, su tenor de las cúa* 
les es este que se sigue: 

En' la muj noble y nombrada ciudad de Granada, en dos días 
del mes de noviembre de mil y quinientos y treinta y ocho, los 
muy magtiifícos señores, Granada estando en su cabildoy ayun* 
tamiénto, según que lo ha de uso, y de co&tumbre de juntar, 
dijeron que son informados de la desorden que ' ha tenido el 
padre que ahora es dé la mancebía de esta ciudad, asi en las 
malas viandas que da á comer á las mugeres que éstañ y viven 
en la dicha mancebía, como ecelsivo precio que les ha llevado 
y Ueva p6r la comida y posada que les da, y en otras cosas que 
el dicho padre hace con las mugeres de dicha mancebía, en de- 
servicio de Dios nuestro señor y en daño y perjuicio de las di- 
chas mugeres, y pUtieado sobre ello para lo proveer y reme* 
diar, acordaron y mandaron que el padre que ahora es, y de 
aqui adelante fuere de la dicha mancebía, tenga y guarde las 
ordenanzas siguientes. 

Primeramente, ordenaron y mandaron que de aqui adelante 
el padre que es 6 fuere de la mancebía, dé á cada una de las 
mugeres que alli residieren una botica con su caifaa, conviene á 
saber, dos bancos y un zarzo, y un bergon de paja, y un col" 
chon de lana, y dos sábanas, una manta y una almohada, y 
un paramento de lienzo para delante la cama, y una silla y 
llave para la botica, y una vela cada noche de á dos mfwavedis» 
por todo lo cual quede llevar y lleve veinte marsavedis cada 
día, y no mas, y es obligado de ocho á ocho días de les dar sá- 
bañas limpias y almohadas, y no lo haciendo y cumpliendo asi,. 
caiga é incurra en pena de dos mil maravedís por cada vez que 
lo contrario hiciere, aplicados en esta manera :|la tercia parte pa> 
ra el que lo denunciare d acusare, y la otra tercia, parte para el 
juez que lo sentenciare, y la otra tercia parte para los propios 
de esta ciudad, esto por la primera vez, y por Ja segunda la pe' 
na doblada aplicada en la manem susodicha, y á mas de pena 
^e cien azotes^ y qae no pueda tener mas el dicfao oficio* 



Otro Ut diferon^ que por cuanto titaMi rtUcioo y son iñfor- 
Riadoft qoe el pedfe de Ja nrancebía da de Gqmer i las dichas 
MNigeres, malas viaadasea eceUí vos prectos^ en causa de lo caal 
adolecen. Ordenaron y mandaroOf que «hpra j de aquí ade^ 
lante sea obligado en cada un día de les dar á cada una dos li- 
bras de pan , / una libreta de caroef la mitad carnero, y U 
otra mitad vaca 6 puerco^ j medio cuartillo de vkio « cada co- 
inid.if y según la calidad del tiempo, asi de berzas como de nar- 
bos ó bereiigeuas, lo que sea necesario, y le* dé su fruta al pria- 
oipio del comer, y su ensalada al cenar, y un rábano, y cuan- 
do no los hubiere cardo: todo lo cual les dé aderezado y guisa- 
do por precio de veinte y cinco maravedís cada un día, so pena 
«ie dos mil maravedís , aplicados segnu y como está dicho, jr 
por la segunda, la pena doblada. 

Otrosí: ordenaron y mandaron, que si 4as dichas nrageresca^ 
da una de ellas, allende de la comida y cena quisieren tener 
para comer ave, 6 cabrito & otra carne , qae ellas lo puedan 
traer, ó enviar por ello ú quien quisieren y por bien tuvieren; 
y si quisieren que el dicho padre se lo traiga, no las ^pueda lle- 
var por se lo traer jr guisarlo, mas de la quinta parte de leí qno 
costare; con tanto que no 'eseeda la quinta parte de d»s mil ar-r 
riba, so la dicha pena. 

(tem: ordenaron y mandaron , que los días de p<iiCado les 
dé y les haya de dar seis maravedís de peaeado ó huevos, con 
Su fruta y ensalada, según la calidad del tiempo, so la dicha 
pena • 

Otro si: ordenaron y mandsron, cpiedeaqui adelante el pa- 
dre nt la madre no puedan alquilar ni vender á ninguna délas 
dichas mugeres ninguna ropa de psno ni delieiuu», so la di- 
cha pena, y mas que si lo vendiese ó alquilare , que lo haya 
perdido* 

ítem: ordenaron y mandaron qae por cuanto son informa- 
dos que las dichas mugeres por racen de dar á sus rufianes ó i 
otras personas se empeñan, y obligan á a'gunas deudas al di- 
cho padre y madre, ora por empréstito, d por empeño, ó por 
otra manera, que no se les pueda obligar ni obligue, ni le sean 
obligadas i pagar mas de hasta cantidad de cinco reales, y si 
se les emprestare 6 fuere según dicluí es. en mas cantidad, in- 
curra kq la dicha pena de soso conteoida , y hsya 4>erdido y 
pierda lo qne asi dieron sí no fuere para te Curar de algioia en- 
fermedad^ y dada ioimnacion de ellos coa dos testigo».. 



(39) 

Olro si: ordenaron y «Modaron^ qbe de a<|iú «deUale«l di - 
cho padre y madre no Ueye díiieroa uiilgoooa é k» dkba6iii«^ 
geres para el mozo que tiene cuidado de abrir j oerrar- la§ dtr 
chas puertas^ y ai é\ quisiere tener moao» que les pague de s«s 
dineros* 

Otro sí: ordenaron y mandaron 7 que eldioho padre y madf>e 
abran la puerta de la dicha meocebía cuando Saliere el sol y y 
k cierren cuando se cerraee 1« de Vivarambia. 

Otro sil mandaron f ordédaroUf que iaü dichas mugares ^ y 
cada una de ellas libremente 9 y sin por ello dar ni pagar al 
padre de la dicha mancebía 9 pueda lavar sus camisaa y otea 
eaalquter ropa blanca d dallo A lavar ftiera á quten quisicreni 
y por bien tuvieren^- y si quiaiernn que el padre d U madre la 
kven 6 hagan lavar, que no lea U^en ni. puedan mas por una 
camisa colándola ó eojubouéndola de cuatro inaravedis.^ / uu 
pañis uelo:j una cofia uu maravedís ^ y una gorgueray unaa 
tonajaesuladichapena* . > 

Otrosí; ordenaron y mandaron.^ que de aqui adelante el 
padre y «aadre que son afueren de la os¿a.d« la di(^a ttiancen 
bía^ no sean osados de recibir ni eto)an.en la dicha mancebía 
ninguna hiuger de las que á ella vinieren. á ganariy sin que pri- 
meramente lohagaeaber á la justicia y diptUados de esta dieha 
oiudad, para que manden al médico qae la ciudad tuviere, que 
la vea sicjilá tocada de buba, y si las tiene d haya tenido, con 
juramenta qae sobre ello haga el tal médico, para que si ae 
halUreque esti tocada de las dichas bubas, 6 las tiene ébaya 
tenido no se le coiisienle esiar i ganar en la dicha mancebía 
so pena que si el dicho padre 6 madre recibieren la tal mu-^ 
ger 6 la dejare ganar , sin lo hacer saber é la dich-a justicia y 
diputados, según dicho es, que pague por ia primera vez qui^ 
nientos maravedís de peua, y por la segunda la pena doblada., 
y que esid treinta dias en la cárcel , y per la tercera la dicha 
pena, y que sea desterrado de esta candad por tiempo de un año* 

Otro sí; ordenaron y mandaron , que dé cualquier de las 
mugeres que vinieren á ganar d la dáchamancebí» que el médico^ 
viere si está sana, no le pueda llevar ni lieve mas de doce.mar«- 
vedis, y el escribano cuatro mará vedis, y que de la visitación que 
la justicia y diputados hicieren á laadiafaasrmugenBadelas que 
estuvieren estantes en la dicha mancebía ^ no les lleve d mé<*- 
dico mas de seinmaravedist y el escribano eotitro «aravedis* 



(4o) 

FÍm Étordttá^ que hs debimnos confirmar por' el iíéropo que 
fiMMQ aaestra TolunCad , ton taolo qae las pedas eo cada ikiia 
dallas coatenidaSf Bolamente sean qainíentos maravedís^ y no 
otra pena de axotes, cárcel , ni destierro , ni otra cosa aigana 
de lo en ellas contenido, y con tanto que los maravedís, qoe 
por la úHima ordenanza se manda que se lleven á las díclias 
mugeres por el médico y escribano que las visitare cuando 
vinieren i la mancebía , y de la visitación qué la ¡asticia jr 
diputacíon0s Uá hiciere , no se pída ni lleve cosa alguna por 
razbn de lo susodicho á las dichas mageres, y se pague el di^ 
cho médico y escribano de los propios de la dicha ciudad lo 
que jnsto fuere, y que debíamos mandar daf ésta nuestra clirta 
en la dicha razón , / nos tuvimos lo por bien, por lo cual por 
el tiempo que nuestra merced y voluntad fuere, confirmamos 
y tt probamos las dichas ordenanzas , que de suso van cncor- 
poradas para que lo en eUas contenido se guarde, j cumpla, y 
ejecute con las moderaciones de penas y aditamento que de suso 
va declarado; y mandamos k los del nuestro consejo, presiden- 
te y oidores dé las áucstras audiencias, alcaldes de nuestra casa 
y COrte'y thaocílleráas y á otros juecea y justicias cualquíerV 
asi de la ciadad de Granada , como de las otras ciudades, vi«- 
lias y lug»res de los nuestros reinos y ienoHoi 9 y á cada y 
cualquier de éllós ensus lugare'lsy jdrisdicciones^que guarden 5 
cumplan y ejecutelí, y hagan guardar y cumplir y ejeciitar esta 
nuestra carta , y lo en íella contenido , y contra el tenor y 
fuerza de eNo, no vayan, ni pasen, ni consientan ir ni pasar en 
manera alguna, de lo cnal mandamos dar eata nuestra carta y 
sellada' coh nuestro sello. 

Dada en la villa de Madrid dos diaa del mes de agosto, ano del 
Señor de rail quinientos treinta y nueve áños^^^DoctorVivara, 
Doctor del CoitbI, Doctor Escudero , Licenciado Mercado d« 
Peñalosa, Licenciado Alderete, Licenciado BrtZeno. Yo Rodrigo 
/teMrdina, escribano dé cámara desús cesáreas y eatdÜcás rbages» 
tades, lá fice escribir por su mandado, con acuerdo de Tos del su 
consejo: registrada, Martiii de Bergara. Martin Ortiz, por chan- 
ciller. 

PREGÓN. 

■ En la ciudad de. Granada, eu la plaza de Viva rambla á doce 
4lias del mes de agosto de mil y quinientos y treinta y niieve 
años, por voz de Pedro Vázquez pregonero público, se prego* 
ndesta provisión desús mages^des^ de esta otra parte contenió 



C4«J 

da, siendo testigos Alfonso de Cerrión Fiel, j Joan R<MlrigaeZ| 
y Pedro Mejiá) jr otra macha gen^e que allí estaba^ Tfeciiiosde 
Granada y forasteroSé 

Y después de lo sucedido en el dicho dia^ y mes y año Ausor. 
áichof á Isk puerta de la mancebía^ que es estramttros de esta 
dicha ciudad , |)or voz de Martin de Páramo 9 pregonero pá* 
blico, se pregonó la dicha provisión de sus magestades, están-, 
do presentes Martin Sanphei y su mugert padre y madre de la 
dicha mancebía, siendo testigos Llórente de £speJ0f y Juan de 
Yodar, y Morales Alvanir, y otra gente mucha queaJli estaha*. 
Pasaron ante mí, Diego Pérez de AviUf ^scribapQ d^ ^us mar 
gestades, los dichos pregones. ..,. ^ . > 

• ( loa) Como la espuma de la mar. Los fiatiguo^. decja|i 
que Venus habia nacido de la espunia del mar, 9 que qpr e#9t 
la llamaban A.nadiomene,y Auga^lo ]a consagró bajo.este t{tulc^. 
uü cuadro pintado por Apeles* 

( io3 } Va mi hija ni mas ni menos* Esta señora que llevó 
consigo á Aragón sí D*. Rodfiguez, era duq^esa Terd^dera,.$e-v 
gun la jDpinion de Pellicer, y donde dice mi sp^r«^,l4¡^,d^T.. 
quesa está mal dicho, porque esta era D.^Cnsildaj )a.prÍ4n«r% 
ama déla dueña y de su marido el mpn^ñjesi y no, consta 
que fuese duquesa. . , . , 

( 1 04 } Danza como el pensamiento^ . baila i;offia iin.a pevn 
dida* Algún tiempo se diferenció mas que ahora la danza del 
baile. Las danzas \enian á ser lo quf| no$otros llamamos ahora 
bailes de escuela , y entre estos parece estaban en boga en 
tiempo de Cervantes las llamadas el turdion^ la pauema^ mada". 
ma orliens ú Orleans , el pedelgibao^ el rey Z>» Alfonso el 
Bueno^ el Caballero^ etc.; y en clase de bailes ,. que eran digá- 
moslo asi, los .populares ó que solo bailaban la gente ba^,eraa 
la zarabanda^ la chacona , las gambetas^ el rastrojo^ elpé*'. 
same de ello y mas , la gorrona^ la pipironda^ el villano^ el 
pollo^ el quineoy con algunos otros que también refiere Pellicer» 
Este añade que los nombres de las danzas y bailes eran toma-» 
dos de las canciones que en ellos se cantaban. Asi que en el 
del ny D. Alfonso se decía: 

El t*ey D. Alfonso el Bumo^ 
Gloria de la antigüedad* 

£b el del caballero: 

Esta noche le mataron al caballero 

En el del villano : 



(4«) 

Ji vUUmo le dam de etc. 

Era la pavana aa baila muj aotígiiOt cujro nombre te derira , 
aeguD algunos del italiano paisana abreviado de paduana^ por 
suponer que se invenid ed Padua. 

Nuestro PelHcer j MilKo oreen ^ j segorameote oop mas 
fundamentOt que tomd este baile el nombre áepiwana^ porque 
los que le bailaban fi^raban una especie de rnedaí é iban caii« 
toncándose á manera de ona papa real, mirándose nno á otro. 

La zarabanda era un cantar y baile de los mas provoeativos 
que se introdujeron en España en tiempo de Felipe 11. Peí Itcer 
en el "Tratado histdríco de la comedia y del histrionismo" dice 
que fue inventado el pesífero baila de la tarabanda canción 6 to- 
cata j poesía acomodada á su canto 6 baile por los afios de i56S 
j le inventó alguna bistríonisa según lo insinúa el P. Mariana 
en su iib. de Speciaculis, ''Entre otros, dice este sabio escritor, 
ha salido estos años un baile j cantar tan lascivo en las paiabraa, 
tan Ico en los meneos, que basta para pegar fuego á las personas 
mas bonestas. Llámase zarabanda^ y dado que dan diferen-. 
tes causas y derivaciones de este nombre, ninguna se tiene por 
averiguada y cierta. Lo que se sabe es que se ha inventado ea 
España." Generalmente se cree que el nombre aarabaada le 
tomó de la muger que le inventó en Sevilla ó según otros en- 
las Indias. "El baile de la zarabanda^ fue la fuente y el origen 
de otros muchos, no menos picarescos que el tronco de donde 
procedian^ los cuales recopiló un poete en el testamento que 
hizo su madre común, cuando parece prohibió el Consejo bayo 
graves penas que nadie cantase ni bailase la zarabanda ¡ de 
ou/a pesadumbre supone el poeta que murió. Sin embargo, 
continua, quedó tan mal muerta á principios del siglo XVU, 
que aun vivía j pirueteaba en los corrales de Biadrid en ^año 
de 1640. 

( io5 ) Cosa importante para la salud. Al parecer si nos 
atenemos á lo que dice Pellicer, las fuentes jr los sedales en bra- 
aos, muslos , piernas , y hasta en el eolodrillo, si bien ítteron 
usados en tiempos de Cervantes , lo foeron aun mas ms los 
años siguientes. Unas se hacian é veces para curar enfermeda- 
des existentes, otras también para preservarse de ellas, jr otraS 
piciosamente solo par entrar én el u$e é moda^ como escribió 
Matiasde Lera, cirojano de Felipe IV, en su "Práctica defunntes 
j sus utilidades." 



(fo6) Maguera ionio* Sia duda deberla decir maguer 
era tonío, esto e«9 sia embargo de que era (onto. 

(107 ) Vel socarrón quif es mas ladrón que Caco. Farnoso 
ladrón de que habla la fábula, hijo de, Vulcs) no, que habitaba 
en las cercanías del monte Aveutino* Rob<5 á Hércules unos 
buejres y j. i fía de que no pudiese eucoolrarloS| siguien do Jas 
huellas, los hizo entrar en ^u caverna andando hacía atrás* 
Pero habiendo ano de ellos empezado á mugir cuando pasó 
delante de ella la vacada, Hércules derribó la piedra que ata* 
jaba la entrada de la caverna , jr á golpes mató á Caco, 

• ( io((.) Yo sé que hay mucho que decir en eso. Las no- 
ticias que en esta anotación puso Pellicer son originales, por 
cuja razón reproduciremos las mas curiosas. Las casas áe, juego 
tenian varios norabrtsi* Llamábao&e el lí^blage^ íaftiagería^ 
casas de converst^ciony leonera^ mandracho^ en^ierrOfj^ues los 
tahúres usaban de un language estrano j privativo , de que 
pudiera hacerse, un pequeño vocabulario, al. modo del que de 
las voces de la Gerinania compuso Juan Hidalgo. Al estableci* 
micDfto d^ estas llamaban abrir tienda: asentar conversación 
detabUge. Xeniaolas toda. especie de gentes, d^sde los gran- 
des pensonages, como dice Cervantes , hasta U mas ínfíma» 
Lo^ dueños de ellas se decian comuneros j mandracheros. Giros 
se llamaban gariteros^ con alusión á unos aposentillos de las 
galeras Uama das la garita f y otros los del chiviül^ con alusión 
á las.chociUas en que los pastores defendian del frió á lo 
(^vatillos; y estos ei:an los tabiageros mas bajos y viles. £1 
haroia era aquella caotidadque se estipulaba ^ habia de dar 
al huésped <^ dueño de la casa, por el uso de ella, y por p ro- 
yeerdeJuces j barajas: la cual era majrorómenor según se 
jugábanlas. ó menos recio: á esto llamaban «a^/ir el barato^ 
sacar sus élerechos á (\ranc«ies, . La ganancia que sacaba el 
Uiblagero cuando «ArSu pasa Ae. juji^b^ día y noche, se decia 
getaru en.pafia.. Baraja «f VQt. antigua, castellana que antes 
M decía bmrioia y bac^ilmii qua .quiere decir, riña, contiendat 
dispuU, 4)9níusi«w, dt»áráen*f y mí como ahora se dice el libro 
de la* QuarmUa Mrms^ se llamaba en el jiiglo pasado íeíatem 
díahomeiicam: latín ian íiácil y admitido que Ipdos lo enten- 
dían, Llamábaac asi con alusión á los 4^ anos qae vivid Ma.« 



(44) 

faooia, j eon efecto inclusos los ochos y nueves, consta la ba- 
raja de 48 naipesc Bu «Igiuus baraías antiguas se pintaba mu- 
geresen lagar de hombres sobre ios caballos 6 palafrenes ;. y 
en algunas de Andalucía se pintaban cuatro cartas en figura de 
muchachoi desnudos, que eran el as de espadas, el as y el dos 
de bastos,- y el as de copas. De los jugadores unos se llamaban 
tahúres ó tafures , como se dice en el Ordenamiento de las 
Tafireras , que fizo ¿ ordenó maestre Roldan en el año de 
1 376. ( Biblioteca real est. D. cod. 43 foh ago. ) Otros se lla- 
maban fulleros^ otros sages^ y otros sages dobles por su ma- 
jor sagacidad. Estas sagacidades y cautelas, de que usaban los 
fulleros , se llamaban tretas^ flores^ puntillos^ que son sin6« 
mos de trampas, engaños, hurtos. Estas tretas se hacian de di- 
versos modos, y tenían diversos nombres. Una se llamaba es~ 
peJQ de Claramonte y consistia eq ver las cartas del contrarío, 
poniéndose en parte desde donde se trasluciesen ó clareasen: 
otra ftdlería de lamedor , que consistia en dejarse ganar al 
principio para cebar al tahúr, y pelarle después: otra , dar 
con la ley^ que constistia en contraminar al fullero^ burlan- 
dolé su flor 6 treta con otra mas cierta y sutil; y á esta suti- 
leza llamaban descornar la flor: otras se llamaban dar fias^ 
tillazo^ la berruquUla; hacer la teja^ la ballestilla^ boca de 
lobo. Como estas casas de juego eran una especie de tráfico^ 
donde unos á otros se robaban el dinero , ademas de los ju«> 
gadores, concurrían otros vagamundos, gente sin oficio ai bene- 
ficio, que se valian de este peligroso arbitrio para ganarse la 
tida. Éstos tenían varios empleos y nombres. Había diputa^ 
dos , que regulaban el barato 6 la ganancia que se habia de 
dar al dueño de la casa por consentir en ella i los jugadores, 
como se ha dicho, y por el importe de barajas, gasto de luces, 
trabajo de despavilar, en cujo concierto interesaban estos me-« 
diadores: habia apuntadores^ que de acuerdo con el fullero^ 
poniéndose al lado del contrario, y vendiéndose por amigo, le 
avisaba de su juego con señas muy puntuales que le hacia 
con dedos, boca, ojos y cejas. A los que se ocupaban en hacer 
gente , y en buscar y enganchar jugadores, daban también 
diversos nombres: é unos llamaban muáidores , con alusioift 
á los de las cofradkis que avisan á los hermattos: á otros , en* 
cerradores con la de los que encerraban las rescs en el ma« 
todero: k otros, perros ventores^ con la de que asi como estos 
levantaban U caza para que muera á manos de los caudorcs. 



(45) 
ftsi conducían á los tahurea ai tablage para que pereciese su cau- 
dal 4 manos de los fulleros: ú oiro^^^ahrazaUores^ con alusión 
á los hombres que los roperos de Sevilla tenían asalariados en 
la plaza de S. Francisco, los coales llainabau á los forasteros 
y aldeanos para qae les comprasen vestidos , asiéndolos 
de las capas , j trajrténdolos muchas veces casi en peso 6 
en brazos. Concurrian asimismo otros , llamados mirones 
que resultaban por lo común de \oá tahúres que se ha- 
bian perdido a1 juego. Estos se dividianen pedagogos 6 gan- 
sos^ que enseñaban á jugar á los tahúres inesperlos, y en don- 
cayres^ que en el juego se ponian al lado del tahúr, y le diri- 
gían las cartas, y de todo sacaban ganancia, tí como elfos decían, 
tocaban ó mordían dinero. Otros mirones servían de iuz^r las 
suertes dudosas, como era el que encontrtí Sancho Panza acu- 
chillándose con sus contrarios ; y otros mordían dinero con 
otros arbitrios^ como el que cuenta D. Antonio de Liñan Ver- 
dugo ( Guia y aí^isos de forasteros. ), Llamábase este el 
señor Milano, y no teniendo cosa propia sobre que Dios llo- 
viese, al cabo de algunos anos castí una hija dándole dos mil 
ducados en dote, quedándose é\ con otros tantos ; y todos los 
gantí con la industria siguiente. Ibase las noches de invierno 
á las casas de juego largo, jr llevábase debajo de la capa un Ori- 
nal nuevo, ^ cuando alguno de los jugadores se levantaba á 
hacer aguas, llegaba y sacaba el orinal de la vasera, y decíale: 
señor 1>. N. arrímese vaesa merced á este rincón, que aquí ha v 
donde orinar, pues de salir de esta pieza, tan abrigada con los 
tapices y gente, á otra fría, se engendran los catarros, las jaque- 
xas, el asma y otras enfermedades semejantes. Muchas gracias, 
señor Milano, respondía el caballero^ que volviéndose á sentar 
á jugar, ponfaselé el Milano á su lado, y cuando veía que ha- 
cia algaba buena suerte, d mano de mucha cantidad, tirábale 
de la capá. Volvía la cabeza el caballero, y decía: qué manda, 
señor Milano. Señor, respondía este, el orinal, suplico á vuesa 
merced. De muy buena gana, decíale el jugador; y diciendo v 
haciendo sacaba y le daba un escudo 6 un doblón, tí un real 
de á ocho según era la roano. * 

- Los que cogían d un desdichado de inedia noche abajó y le 

desollaban vlvo^ tomó decía el escribano, se llamaban los mo» 

'dorros^ qué habían estado en los tablagés como dormitando, 

hasta que los tahúres, picados ja en el juego y ciegOs con la 

¡afición, en nada reparaban, pasando por todo, sin atender ¿ 

IV. 4 



(46) 

trelas ni flores • Entonces entraban de refresco estos sollastro^ 
nesá hacer su cosecha^ que en su leogoageó gerigonza llania«- 
hen quedarse d la espiga. Asi lo dice espresamente el licen- 
ciado Francisco de Luque Fajardo en su Fiel desengaño con" 
tra la ociosidad y los juegos: " tales son anos llamados 
«los de la modorra, ó modorros, j no de balde (ó sin can- 
Nsa ) respecto de que aguardan á hacer sus robos ó fullerías íie 
»media noche abajo^ quedándose en las casas de juego com^ 
«acaso, aunque muy de acuerdo, para dar fondo á los picados; 
«aquellos^ que habieudo perdido en el discurso de la nodie^ 
«desean jugar con el mismo demonio que sea.'' 

Léense las noticias de esta uota eu el referido libro del men. 
Clonado Luque Fajardo, que pondera vivamente las mentiras, 
los robos, las estafas , las maldiciones, las blasfemias y otros 
pecados que se cometían en estas casas de juego tan comunes é 
inlrodocidas en su tiempo (que era el de Cervantes) sin em- 
bargo de tantas leyes y pragmáticas en que se prohibían. Al 
principio solo jugaban á los naipes los hombres; pero ja se 
quejaba el referido licenciado Fajardo de que algunas mujeres 
em[>ezaban á jugar á los naipes, y coo efecto se hallaban ja eo- 
trc ellas tan buenas fulleras como entre ellos; j á fines del siglo 
pasado dijo ja Fr. Antonio Ezcaraj: ''que asi como los hom« 
ubres les han hurtado á las mugeres los afeites j composturas, 
mIus mugeres les han hurtado los naipes y otras cosas que, aun. 
» que culpables,- son mas propias de los hombres; j esto con 
«tanto descaro, que juegan juntos hombres j mujeres en «na 
«mesa, de qne se siguen las palabras, dichas coo alma, j gra- 
«TÍsimas culpas, siendo de las menores darse las manos j tocnr- 
»se los pies. " /^oce5 i¿e¿ dolor. 
(109) Ola. ( V. la nota 33 1 del tomo S.^" )• 

Capitulo %\xvñcm%imí9. 

(lio) P(Mza. En las primeras ediciones se decía Teresa 
Sancha, y como no tiene duda fae una equivocación, lo corri- 
gid como ahora está. 

( 1 1 1 ) Quien te da el hueso no te qut^rria ver muerian Els- 
te i-efran suele decirse también: note quiere mal quien te dawt 
hueso. El comendador griego le cita de otra manera: 4fuien te 
dfiun hueso no te querria per muerto. 

(113) já ana labradora . Rayaba eo ridíeolo el aparóle toa 



(47) 
quribau la3 liidalgas 9 la iglesia. Üoo de ellos era llevar á día 
almohadas para seaiarse y distioguirse de la gente coman. El 
mismo Cervantes en la comedia La Entretenida ( jornada III 
;p. 191}) advierte lo siguiente. '' Van (i misa á la parroquia de 
»S. Sebastian) Marcela y Dorotea con mantos, y detras Qoi- 
»ñones(el page) con una almohada de terciopelo, y Muñoz 
(escudero) lleva ú Marcela de la mano.^' 

( ii3) uáclttnia. Parece corrupción de ad omnia: es decir, 
en abundancia. 

( I j4 ) ^ i^'<A i^eina suya, Pellicer dice que esta dignación 
tan indecorosa de la Duquesa, y otras flaquezas que refiere Ger- 
Tantes del Duque, degradan y envilecen el elogio que hizo de 
sus buenas prendas, y dan á entender qae no se propuso perso" 
ñas determinadas; aunque , si esta fue su inteocion, no se le 
cumpliiS. ( ^. la nota agS del tomo 3.^ )• 

( Ii5 ) Salió Sanchica. Maniñesta era la equivocación qae 
se habia cometido en algunas ediciones en poner stdtó por sü" 
lió. 

( 116 ) Serd^de ver d mi padre con pedorreras. Eran las 
pedorreras cierta manera de calzas d calzones propias, según di- 
ce Ambrosio de Salazar, para subir i caballo, que llamaron caU 
ñas atacadas^ y por mal nombre pedorreras, porque eran rs- 
dondiis y muy abultadas* Llamábanse también lois follados» 
Embutjíaiilos de muchos aforros, / tai vez de muchos trapos; 
j auade el referido Salazar dos cosas mas: la una , que no te- 
niendo UB hidalgo que introducir en los suj^os para enhaeqiM* 
cerlfMt los hiachó de salvado, y asiéndosele el clavo de ana sí- 
lUf estando sentado en visita de unas damas, ae le reventaroot 
salieado por la herida cantidad del menudo eforro, do sin rifa 
de los circunstantes: la otra, que se prohibieron por pragmáti- 
ca, y que asándolos sin embargo un escudero, reconvenido por 
el juez de su desobediencia, respondid que los traia por no te- 
ner otro baúl 6 arnuNrio donde guardar sus trastos; y con aÜKto 
empeuS á sacar de ellos un peinador , una camisa^ un par de 
manteles^ dos servilletas y una sábana de cama. 

( 117 ) Me compré un verdugado redondo. "Sajra á modo 
de aampana , como dice Covarrubias, toda de arriba á bajo 
goatnacida con unos ribetes qae por ser redondos como los ver 
dugos del árbo} y por ventura de color verde, dieron nombre 
-al ¥«rdiigado. '' Llanoso taa^bien por su figura pollera^ y ••- 
lavo ao uso totre las aipauolas del siglo i5 y li. 



(4B) 

( 1 18 ) rióse el perro en bragas de cerro y lo demás. Pa- 
rece que el refrán decía de esta manera: l^ióse els^Ulano en bra- 
gas de cerro^ y ^ fi^'*^ que fiero. 

( iig) Compatrioto. Lo mismo que compatriota, tomado 

del italiano. 

«ajjítulo quhiíuagcstmo primero. 

( lao ) El Licurgo. (V. la nota a del tomo 3.° ). 
( lai ) Del estiércol sabe levantar los pobres. Tomado del 
lib. I." de los reyes, cap. 2.** vers. 8. Suscitat de puhere egé- 
num et de stercore elevat pauperem etc." Del polvo levanta al 
mendigo, y del estiércol ensalza al pobre etc. 

( lia ) Pragmáticas, "La ley que se promulga, dice Go- 
varrubías en el Tesoro de la lengua castellana, en razón de las 
nuevas ocasiones que se ofrecen en la república para remediar 
escesos y daños, del nombre griego pragma^ res, causa, nego- 
tium, etc. Pero propiamente coresponde pragmática al número 
plural pragmata^ id est pol'Uia^ ipsa reipublica: administratio. 
( I a3 ) Se subieron sobre ella. Conforme es en un todo estk^ 
máxima ó consejo al aviso que había dado antes Felipe lí, y 
que menciona Pellicer, á D. Diego de Covarrubias, obispo de 
Seeovia, a quien andando en la visita de su diócesis envió a' 1 1 
de octubre de 157a el nombramiento de Presidente de Castillai 
y entre las instrucciones que le dirigió para su gobierno, hay la 
siguiente: "Para la buena ejecución déla justicia y leyes, y ór- 
denes que están dadas, importa poco sean muchas y buenas si 
no se guardan: á mí me parece que en esto hay flojedad.... Y 
por mucho menos inconveniente tendria que no hubiese leyes, 
que no que habiéndolas se dejen de guardar. " 

( ia4) Por la misma razón. Está como debe, dice Peliíccr, 
asi en esta impresión como en la primera, el contesto que se con- 
tiene entre estos dos puntos finales, pues en los verbos consue- 
la y e5, que son terceras personas del presente indicativo, el 
supuesto es la presencia del gobernador. Sin embargo en ai- 
cunas ediciones modernas, con el intento de enmendar este lu- 
ear sano , se observa invertida enteramente la gramática en 
tiempos y personas, por haber convertido eú presente de impe- 
rativo el indicativo, y la tercera persona en segunda con cuja 
alteración se supone que D. Quijote continua hablando con el 
nuevo gobernador de este modo: consuela^ ó Sancho, a los pre- 



(49) 
sos de la, cdrceL»** sé coco á los carniceros^. y sé espantajo 
á las placeras, 

( ia5 ) Amicus Plato • Aquí está en sa verdadero sigoiñca* 
do el nombre Plato por ei doble sentido que encierra; mas no 
asi en el dicho del doctor VilUlobos* Es el caso que padecien- 
do S. Francisco de Borja^ siendo marques de Lomba jr, unas 
cuartanas, apostó un plato de plata sobre si estaría ó no libre 
de calentura cierto día en que le tocaba darle. Llegó este, y 
aunque la fiebre era casi imperceptible, .cpnoció aquel docto y 
festivo médico que había todavía en el pulso algunas cenizas ca- 
lientes, y en obsequio de la verdad lo confesó, y confesándolo 
perdió la apuesta del plato diciendo: amicus Plato^ sed magis 
árnica peritas, 

( 126 } De haldas ó de mangas. Estas palabras, como lo hi- 
zo ya notar Pellícer, tienen dos sentidos, pues ademas de sig- 
nificar las partes ó piezas de una armadura ó vestidura, las hal- 
das ó faldas , significan aquí los derechos que Sancho debía 
percibir como gobernador. La halda era una especie de falde- 
llín usado por los soldados romanos parecido al que llevan los 
soldados escoceses, él cual descendía desde la cintura hasta las 
rodillas. Unas veces la halda era formada por una continuación 
de la cota de malla , cortada á tiras sueltas para poder andar 
con mas facilidad; y otras, que era lo nías común, era hecha 
de cuero ó lienzo fuerte ricamente bordada ó cubierta con es- 
camas de metal. Las mangas es voz italiana castellanizada, tle- 
rivada de la palabra Mancia^ y significa el regalo que se hacia 
en las pascuas y fiestas solemnes, especialmente en las de Navi- 
dad y año nuevo, y en las ocasiones de grandes regocijos, cu- 
yas dádivas se llaman comunmente aguinaldo^ estrenas^ albri" 
cias. Quiere pues decir Sancho que él regalaría á su amo Don 
Quijote con lo que le valiesen los derechos del gobierno^ qUe 
eran las haltlas^ ó con lo que á él le regalasen, que eran las 
mangas. En este mismo sentido dijo Cervantes que los letrados 
ó abogados, aunque no reciban regalos, ganan de comer con 
los derechos ó estipendios de su profesión; porque de faldas j 
dice, que no quiero decir de mangas^ todos tienen en que 
entretenerse, ( ?• I. cap. XXVIII ). Y con esta misma es- 
pTIcacion se entiende fácilmente el adagio castellano: bue" 
ñas son mangas después de pascuas^ que alega D. Quijote en 
el cap, 3t de la f •* parte, para significar que, aunque no se ha- 
jra dado la dádiva, ni hecho el regalo en la pafcua^ que era la 



(5o) 
ocasión oportana, en todo tiempo es bien recibido. iP.lano^ 
ta 3i del tornos.'*) 

( 1^7 ) En la república. H¿ aquí lo que dice Pcllicer acer- 
ca los escesos que Sancho deseaba corregir. Cerca de seis cien* 
tos anos hace que están prohibidos en la villa de Madrid los 
rerendedores de comestibles ó cagaderos, como se decía anti- 
gnimeate aegtfn consta de su Fuero, que dice: iodo zag^uiet-o 
tiM zagadera qui comparare ovas ó gaUinaías por revender^ 
peetet ii marabetínos; y seis siglos no han bastado para des- 
terrar este aboso. Casi al mismo tiempo que imprtroia Cervan- 
tes sn />. Quijote, escribia el doctor Cristóbal Snarez de Fi- 
gueroa sn Pasagero, y en el uálii'io W refiere lo que pasaba en 
la plaza major de Madrid, por doude se ve también cuánto te- 
nia que reformar. '*La repáblica, dice, de la plaza mayor es 
éinisima de cualquier encarecimiento; mas por ganar está su 
gente que la de Argel.... no se puede imaginar cuan á su salvo 
doUan los regatones su dinero dos 6 tres veces, supuesto que 
no hej dinero que tan á cachetes se ofrezca, como «1 de porte 
de cartas y cosas comestibles.... contra estos no aprovechan 
posturas, ni diligencias de fieles.... ellos son los domésticas co- 
Barioe de la repáblica, los que chupan poco á poco su sangre^ 
robando con seguridad en el peso ^Iso, eo la mala medida..." 
Pondera la descortesía y desvergüenza de las placeras, cuyo 
trage eran sayas verdes con manga justa, y sombreros de ala 
y copa grandes. No omite los fraudes de adulterar loa bastimen- 
tos, echando agua en el vino , en el aceite polvos de garbea- 
sos ó pan azafranado, guijas en las legumbres etc., ni calla que 
los cocineros de los embajadores y señores, los pasteleros y bo« 
degoneros despojaban la plaza y puestos públicos de aves, ter- 
neras y pescados frescos para vender lo sobrante á sus cono* 
oídos por doblado precio. No halla otro remedio para que los 
hurtos sean menos, que aumentar el número de ministros que 
•alen, y la vigilancia de los regidores, de quienes requiere que 
no traten en aceite, uino^ cebada, ni trigo para aumentar su 
hacienda con la ganancia,y que ya que sob oficios f»endibles, 
deberían solo ser admitidos hombres beneméritos, temerosos 
de Dios, de buena sangre, de celo cristiano, piadosos, prette^ 
mdos^ sagaaes , no sugetillos íhü adíes etc. En Turquía obser- 
van los vendedoras ( sin embargo de profesar el Alcorán } ma- 
cha fidelidad en el peso, precio y calidad de les eomestibks, 
por ú rigor con que son castigados los transgresorea, fobenián- 



(5i) 
dose'«l grma Señor por el seguro y necesario artneel de Quinto 
Horacio : 

Qae por el temor del palo 
Deja de pecar el malo. 

( ia8) Con exorbitancia. Disculpaban algunos este esce« 
so con el precio subido del pan, de los demás comestibles^ j 
de los alquileres de las c^as; pero un autor de entonces dice 
que no era esta la causa ^'pues valiendo años atrás en Segovia 
»el trigo á peso de oro, y las casas por el cielo, y asimismo 
»en otras ciudades, valia un par de zapatos de dos suelas tres 
«reales, y en la corte cuatro; y abora (en tiempo que escribía 
j» Cervantes) piden siete reales, y descaradamente no quieren 
«menos que seis y medio, y por unas chinelas ocho: que pone 
«espanto pensar en qué ba de parar esto. '' 

( 1^9 } Del interese > Las criadas, validas de que en desaco- 
modándose las recogían por su dinero los que llamaban padres 
y madres de mozas de servicio^ eran aun peores , y pedían 
mas gullorws que ahora.. Preguntaban entonces antes de aco- 
■iddarse en una casa, según dice en &\x jámparo de pobres el 
doctor Cristóbal Pérez de Herrera, protomédico de Felipe ILlf 
coetáneo de Cervantes, gran promovedor de los albergues ú 
hospicios 9 y del hospital general de la corte, si baj en la casa 
niños pequeños.... sí ha j escaleras jr pozo, y si es hoado^ y si 
lavan y masan en casa, y si tienen platos de peltre que lim- 
piar.*, .piden un día feriado en la semana para acudir á $iu 
libertades. ••• se informan si hajr señora, porque hajrii menos 
que las gitarden, manden y ocupen •'' 

( i3o ) Sn perjuicio de los verdaderos. £1 meoeienado 
Herrera en la nota anterior había ja Üecko presénteoste das^ 
ídrdea éEelipe IL ^'Parece ser necesario, dice, se remedie j 
ataje la nuAera de sacar dinero de unos ciegos ( y «tros que lo 
^gen por ventura ) que se ponen en las placas y calles prin- 
cipales de los lugares graades do estos reinos á cantar .con gii¿-> 
tarras y otros iofitrumenlos coplas impresas y venderlas do 
sucesos apócrifios, sin ai ng^na. autoridad, y fton /alguna* veoes 
.escandalosos.*., enmplrieado U» prcmátioasde V. M. los wn^ 
presores qae sin ÜoeHcia eapreaa y emámen del Ordinario im* 
primieren. cosas destas, y mandar que no se eonsieotaae paseo 
de otros reinos á oste, niee vendan on láL... y también se- po- 
drá remediar la manara de p«di« y sacar dioeeos de los qne 
tnoon con ebioÍMiiaS' y jotaos ioatnunentoSf y> hacen mil iavn»- 



(5») 

dones cOBtAfo#'^€M«IW Ipil aékt!if^*ift<»...*^«tfc^íqiir'se 

désaére<ma y desautórita I* Itaióitta.^* ^^-^ m ^ .f» a*.^ , 

*{ i^ ) La sittudborrkckaV B'l*irtlW»O'»d<>ai0ir«M^%iwi te 

et mencionado Jmparo depúbí^ti^^fítiíé b«lW* M4aii»<M' 

lai netas ánterforésí rcRéré indfchésf^fe*titíltff€f*v«^ft»MteP** 

llíbér, queTiMen !a obrle y'ttt^ dttoé^teg^a^^^tfc^^lft**!,**** 

^iksttííttíéos y MMo^^hpéówz^'^'^t^t^^éá ^m mtm^ ~ 

vWJós*>íVian coártí gentiles, íitü» c«nfe*í#*e¿^*W«* ilIiM>i^^ 

títJbi> rtííav dé ótnw qué 's« hwií* «i*ág« *p«lt#ÉISF *:^^ •»**- 

mlíltt*^#tt dftdsás á la salad pa» ^xme^i» 'dWM5<*Hí*itt«^id© ^ 

dltWí í^úe á suáhijf» dé lMíi\»a «da^lei^Íof*ía«liikss^rtkí»l« 

iáttb09,'"d setas corUb»nd lotf cegaban, péj^áMéliM p«r fMlA á 

Ibs ^jtís nn'hicrí^) ardiendo : de otros ^ que «l<^il«i^a#M£í0& 

ágenos para peAk , dando un tanto t)orclf%lqiMftNrA¥*»kfierc 

especialmente el caso* de un pobre que se hiso^«l Id«mI|> «!• ia 

chllétW Atinja oéíca del cdegie'de Lortíléi, <dbirtie»t#tfcb««*' 

dWd^V^IraspilhfdOi dífteniendo el alien!» para flíijti' míqciHlisáío- 

I«trtll^Vel»í pdnebíéltfen hr nrtmW pamela lifíMrfti ifeíAte»»»!- 

bí¿í «tói butir ^art absMv«4fe ^éfr^eniij -pas**'?^** él^^á l iiüi 

Sé^tifóMálétl pulso C6>^o q^M¿s^ftl# ü fc<i sh í »kj% <i m ^' 

í^aTyVfgcittfcH llegiíííii ésto im réliglds^» d# it> J < M 4 ff fc >ftl éi j t 
y^d(^M$bléad<>lfe,4^'d24$^e<^l*dowÉea9^díetendt^*:^d^ 

t^ dielátyá» r 'me ifutémiéaf^anéiVMé-; péroiteMáeMpoéala-k^ft^' 
ticiaf)|n^6*ik)«r otHM «nmpafteros^ qttemdMíltíov^ üM í d é M ^ B ^ 
natc9iíM9»^pf^ttílhsparu ent^natléú irr>tm|iafc«l h lÉ ¿g>^ í ' 
A«tal^de4asifi¿aldiM*de los Biei]digas^>pordi»tn0»Jkt)«9d|o:» 
Sm^<M»%W^'éÍ'¡lf(fkumtnio Tt>ktMfald&ld^pMiílMá wmm á ñt i 
m^iáé^úr^ taimfmnid ínadadS áBÍl^fmgt^Uf^i^éaí>kí^mÍt9»i 
delsftdM^ne^boBpilal de^nueetra ^efiowt^ y Mte n Í M O il|iirfl<^: 

fjmVMfíí^ tlOnío :áU^^eMie0r^<o ociip«ba^«t| lÉÍ«l#QM|tilbMÍo^ 
neS<faMrat¿et4Ml0»>gobierifto de^u fasnia^ filyi|idtfiw mi| i n lpw x 
binjl iriisl»á««ásas j dociáaenM»» pav»«taft0Ítf oríllaBaUtoArlfi; 
^im>3felosx{«e(kd>aB>7«imfMHiá«ralHip ééwMf^i0itgtf^Kmá^i 
ertK«lpck>Vmiiaff^4bnoGup!a« laxéntestáé gMÜb yiy n| uil¿M |p i 
pifl4«cb|(|>oefMft;ea«eli» masquef^^eáioftnp iiniUiagiadÉo i|iHriliiii 
Mpgai i p i a M tip<és db iiioboiüiDOia«f '»«h» ^•ej^trosuMiMAM^ 
ontt«iii««béefva«lft.tiey)df ^a lagiffcaits (i i f Wf iahí fcri^. i t ii< i > iri 
9t«sUbiiaft éioMitci(MlMSeiáoi« tsi^.inagilÉPi¿c»yqp fi §i if it id i ih 



(S3) 
la reaU é «j^moi* éeqw viviao; y ü nemíaii «a «alo^ 6 a¥wt« 
guabaa f «• aa taantanian coa aiiea j medies ilíciioa , eraa 
€0ftiga4o« oaa fl ultimo suplicio. Regia esta adamo Icj aa 
AianaSf paro ooja obaarvaacia so aombraban ciertos ceUda- 
rea ó c a s lo des qwa iaquiriao el modo de Tivtr de cada aao : m 
vivía prddigamaato | j gastaba de lo sajo, permitiaoselo ; á el 
gatto cacadia á la reatai le aoMmestaban que se refermaset si ao 
obadaeie le aaultaban; / sif ao teoieado cosa propia sobre qae 
Dios Uoviaseí coatiouaba vistieado j comieodo pomposa j opt- 
paraoaeatef le eotregabaa por público esUfador eo maaos del 
o&cíal da la justicia. De este vaciar 6 desocupar nuestra corte 
de gente ociosa trató particularmente el cronista Don Bartdomé 
Leonardo/ Argensola en el Discurso que escribió por mandado 
deS.M* jr dei Consejo de Estado^ j por donde se tiene noti- 
cia de que á principios del siglo XVII habia ja en la corte 
juntas de caridad y diputación, pues dice: ''en la parroquia de 
S. Martin de Madrid, repartida en cinco caérteles , se sabe ea 
la junta de la Hermandad della cdmo vive cada uno, j se baa 
remediado graves inconvenientes por el drdea que se guarda, 
dwraado el administrador un año, dos dipotados de cada caar* 
tal oa mesy otros dos para el servicio de enfermos una semana.'' 
Habld también de estas materias Lope Deza , insigne escritor de 
agricaltura / hacendado labrador de Hortaleza, en sa libro so* 
bre las calidades que han de concurrir en un pueblo para esta« 
bleeer la corte eo él, j sobre que estas se hallaban en Madrid. 
Tampoeo laa olvidd un andnimo que, tratando de loa lugares, 
ocaiioaada ea parte de la multitud de gente ociosa que se re- 
cagia ea la oorte^ j con que se aumentaban los vicios j los 
gastos esceaivatt dice: "conviene espelerla con firme resolución, 
porqae da ao hacerlo se sigue la carestía general de todas las 
coaaf 7 «as ki de comer que como son de acarreo vienen á loa 
portetf J alias crecen coa sola una causa, que es el gasto de la 
oebada, j asta &lta por sustentarse gran multitud de caballos 
j aaalaa qae se ocupao ea los coches que acarrean tantos vicios*" 
T etcribieado otro aator ao solo de la superfluidad de la gea* 
ta iMnigaeaf siao de qae ao se emplease en ciertos oficios la 
rabaata j aaaa, dice: "Aguadores solo se consientan los qae la 
Uavaa «a cabalgadoras, y no los que andan con cintaroa; jr esiaa 
agoadaiaa seaa 6 cojos 6 mancos d defectuoios de algunos miem* 
hroCf d ya que pasea de 5o anos, y lo mismo se haga coa los 
aaparlüleroe; pero haadires que estda saaoa de suf aiiembrosi 
nr. 5 



(54) 

que ¥• JM i callifar la líerrt, que tanta fiíha haj en Castilla, 
dt mozos para asto, que antas todoa se vknan á la libertad de 
la corte; y no haya cíe sillaa, ni laca jos qi&e ae alquilen." Este 
es un fragmento de otro tratado mas difojK) qi|e e^arib^ el mis- 
no autor, intitulado: Ack^rtencia p^a el ren^p^qtdi^ jnuchos 
desórdenes ^ue ka^ en esta corte que remedifiw^^ ^ para que 
en los mantenimienios como parte tan necesaria de eüa f no 
haya dolo ni engaño^ donde trata con efecto de jios^fraudisa en 
los precios, pesos, medidas y calidad , j de procurar la aban* 
dáncia de trigo, carnes, aves, pescados, fruta, yino, aoeHe, car- 
bón etc. (Todos estos papeles se hallaban en la reeil Biblioteca 
cuando escribía Pellicer ). 

Capitulo quinmagcfdnno ttsmlfo: 

( i33 ) Llegaban. En algunas^ ediciones se ha spstitni^o e^- 
taifan por llegaban* 

( i34 ) Pensaba ganar el ames, (V. lanqta3o del tomo 4*°)« 

( r35 ) Ligeras de prometer y muy pesadas de cun^r* 
Consejos propios ^e nn caballero andante. Una de s«is prínteras 
y mas principales obligaciones era amparar al desTalido, ^qcor^ 
rér al menesteroso, etc. etc. según hemos tenido ocasión de ma- 
nifestar en varias anotaciones. 

( 1 36 ) Aquellos principes que dan campo franco 4 los que 
combaten en los términos de sus señoríos. (Para la inteligencia 
de este pasage l^ase la nota 7 del tomo a.^ y la sigixiente). 

( 137 ) Sin engaHoj superchería ó superstición alguna^ exa- 
minadas y visitas por los jueces del campó* (V. la nota 7. del 
tomo a."* y la añádela."»). 

( i38 ) Asi mátala alegría súbita como el dolor grande» 
A pesar de ser la akgríá general méate nn bieh que todos ape- 
tecemos, ha producido eu ciertas ocasiones los mismos estra- 
góla que el n^jor de los mak». Chilen en Lacedemonia murió 
de pápente abraaando á s« hijo que acababa de ganar el premio 
•n los joegos éiunpioos. Dilígoras y Sófocles murieran de un 
«sceso de alegría. Dos matroaais romanas al ver á.sas hijos de 
vúeha ée las batallas de Trasimena y de Cannas., mifrieroiü 
HiStaHtáneanlente da gozo. Marco Ja venoio Thana al saber gue 
k^bisbian decretado los honores del triunfo por ta conquista de 
la i^^^l^ C<ft*c<lga', (Sstyó muerto de alegría delante del altar en 
^e sacrífieaba en acción de gracias. £1 famoso Fouquet m'arié 



(-55) 
al decirle que Laís XIV le había vuelto la libertad. La sobrina 
de Leibnitz al etteontrar sesenta nul ducados bajo de la cama, 
de Su tito qtüe acababa dé espirar, quedó jerta en el mismo sitio. 
( 1 3$) ' íkstá tuerte arrendador 6 alcabalitro^ El encargado 
de cobrar láfl alcabalas. £q el año de 1 34^ el rejr Doo^ AÍ&dso 
el XI Jaldía al remo junto en las cdrtcs de Bár^ un subsidia 
pai^ la.goecra que bacía al rey moro de Algeciras, j para íq- 
dicatf i sns>asáUos que tenia necesidad de un> socorro grande 
led df|o: dmdme al que vala. De esta» espresion^ q«« en c«s^9- 
Ikmo del día equivale ¿dadme algo que valga lapeaa ó hs^ti^ñ- 
léif iom6 el! nombre de alcabala el tributo canoedide para ei 
fíia indicado^ que en ua principio consistid ea, aa^aoy después 
eia u» lor por ciento de cuanto se vendía. Tal se oree es el orí- 
gen del nombre alcabala , sin embargo de lo que dice Covér-^ 
r«bias.ea.8UL. ^'Tesoro de la lengua castellana.^' Pedro Lopeat de 
Ajlda ea la ceduca del rey D. Pedro^ bablando de los prívi- 
l^íos de los muaárabc» de Toledo^ dice de este tríbulo lo si«- 
giiiétítttl'* El rey D. Alfonso que venGÍ<$ la batalla de Tarifa*. • 
eelid en el reinó un. pecho que deeian Sisa, que eran dos me»- 
jar'de m^revedi. £1 cual pecbo no había en el reino hasta el 
sa tteiAJpóf'y itgora le dicen alcetbeUai habrá gran* porfía sobre 
ello, porqué decían los de Toledo que no debían pagarla: y el 
rey decía que s^, perqué este era un peeho tal que no lo echa- 
ban á lás'personaS) roas á ciertas viandas y mercadurías, y 
que ¿t mismo que era rey y la reina su muger y los prelados y 
ricos hombres, todos-Ios libertados de su reino asi- lo pechaban- 
¥ acOtqáepsí el Papa d rey estnaño viniesen en sa reino asi lo 
pecharilinl'^ 

' ( ijóy Le trajeron dos paveses. Lo mismo qae escudos á 
broqueles grande3. 

¿ lifi ) Atcancias. (V. la nota i83 del tomo 3.*) 
( 14^-) Martas cebollimtSé ( V. la nota i3a del tomo 3.® )• 
Cti^ y Zapatos picados de cordobán. Usábanlos en tiem- 
po de Cer^ñemtes la gente de alguna distinción, hasta que des- 
pués' quedaron para Jas mugeres, y aun los hemos visto noso- 
tros usar eíi afganps.paeblos del alto Aragón y Gataluñaé 



(56) 

'f^'i^i) ' usj^ tintando las voceé "tóüoi'^junth^S': íjAtpétkígtiñk^ 
ciopes SQQ de la rnas remóla antí^6¿'dii£f.'Lc^ füclfól áí ffcuifi^ii 
6 iban eo peregrioaciob at Tugiir dond^'séüáttiébá'él^artléélii^ 
cuTo-.p^sde el Jlercér ^rglo^ dfs nuestra era íós cfistiakm» pftüüf* 
j^i^rgp á ir en romería, ^ visitar Í6s sepulcros ttis los m '^üé fe^* 
l^il, |i^r^a p^nta fue por inuctro tiempo el objeto piadoióde ^tos 
yiage^) Ips^ cuales 4ieron sin dada origen álaS crQZdidaS;-^ties»* 
ti|a sfipqra de Loreto y Santiago de Galicia fabrou 'H»s siliitaa^ 
r,iosprinci palmenta visitados por los romeros, peregriíloMpaK 
meros, los cuales dejaron en ellos testimonios autéhffoM^'Stt 
piedad. . • ^ . ^ i. «. \ . . 

,^ La peregrinación que hacen los túrbeos á hr ft[e¿»,^Miédk» y 
Jerusalen, se llama entre ellos A^i* Todo masiiltiíiti éMá^lMi-* 
gado á cumplir con este deber uusí vcfz i\ú tMí. Ai^uKüéíl'C^ 
hap hecho esta peregrlriacion repétíilaé tecte '-s^if - 't^tfklOs^<éa 
mucha estímapion entré los verdaderos trementes* 4B^Wiagé«e 
hace|)or medio de caravanas numerosísimas escorftodárpói'^ofrtí^ 
cha gen^/B armaba, pon él objeto de que tos ártibeS 'dd^ieá^f^ 
QO les roben.' * .--.-;:>-. -i 

Por la (descripción que luego hftce Ricote i Saitdbb-dtf 4«^i9^ 
d^ de los romeros. Se puede venir en conocimietitó ét k>^pef- 
judicialque había de ser esta, profesión 6 vida holgMÁlA y 11%^ 
gabfinda. Q V- /a nóíd i^Qáeeste lomb). ' '-■' -^- ^á^. *c> 
( 1 45 ) , ,Güehe. £sta palabra se deriva tfef iidiMbH^lbéfcs^ 
ó fieman ghellj qué 'si^ñifi'cá dinero. '''''['."• «^ íi¿»u1í"í^ 
( i^B ) Todo to miraba lancho y de rdñguntte'éH^se^dú^ 
/mi Alude á aquel dhtigaorÓTDattáe:' - ' "' '" '^v ' v«.. 
Mira Nere áe Tarpej^a ' ' ' '. .^ y? ^u 

/ A Roma como se ardía;' ^' j^ ' ■ ^ict. , 
' 'untos dan nintís y Alejos' ' '•.••:*.' 

'í^éláenkda se áoiia, • ; ;> •} .-, 

'X.iÍjX' ¿oñ dfmpáño. Esta. espccsion ftalíana ftrtj 4atrodtt* 
cíáa eti nuestro idioma para espresar un hombre -cúañéatem-- 
diente jraraigp de ¿omer jr beber con sus anúlgós y.cétmtPéáM. 
( 148) Contra ios dn mi nación. I'erégrinás i»)it kls htHai" 
cias (jue reÉere Pe|ficer en esta anotación, y ppf Ib miftint^ vik» 
jmos á conlíñuírr las mas interesantes. " ' • '.t:- , . « 
La espulsion de tos mdriicos de Bspafia sé refiñtódtsdt el 



(57) 
■ño de i6og hasta el de 1614. Gaando los moros cooquístaron 
estos reíaos p||vi^jl^fa.^g|^ejQ^ pj^tjiiDOS .pe^ en los 

pueblos con ei libre ejercicio'de nuesCra^réligron pagando cier- 

tasr g4\^%4^u9W^9..^ T<^f<"P^^f;^B°^ f**HP?^^r estos pue- 
ÍAq^f,4^rj^evm\^}^ .^?|nJ^Wfo.pei;inaápcíesea en ejlos lok^órU, 
eiíf^|i;i<rsíaep;íf;frtqii á^jamaí, paganí^^^^ 
r^^;?a^Íps (ribii^99: ji^i cpino los pa ¿atan los juiiíbs^ según 
c^imta;!;^ SA^ i^iC^bfi«a<QÍentos. El au(f de i525 maliÜó^Cários 
¥•4 todos ios moco^ de España ^ue i ie determinasen iéte'^i^ 
C^fiA^rifi^aaoVt (^ saliesen de ella pena de la vida.^'ááíi^rt^U 
ji^a^bo^ >^erp iiit'^hos se quedaron jr recíBieronerbaüliAiñíó, 
apmqtte^^pp t^do^ con igual sinceridad] y para' apártarío^ ^él 
n^al|oaoM;|isinp se les prohibid el uso de la lengua ai-abiga^'^^ta 
algarabía, el trage, las zambras, los cantares, las comidas, y'el 
oeUbfaj7Ías bpflas^ á la usanza de los moros. Como estosHó acat- 
baJMa<der^/srf ij eran defcendieutes j s.ucesores de los que' en- 
tr^roAj^nt-Baps^í^t P*<^ diferenciarlos de los viejos fueron ílamá- 
^OSuKkriiySos.^ nueyps coKtYei;tido&t En,unos lugares Vi vían sepáj- 
t»4^», id4^qud^QS,ren lirios, aljamas ó morerías;^ en otros 
lp^s49S: veeiivos eiaa.niqrisc,o.S| á escepcion del cura párroco, 
dtt4f|»t^ai;|ieraL4 oofpapdre, que servia al mismo tiempo dé ma- 
drina en los bautismos, y de un familiar del Santo Óíicib que 
z^a^pvicaif(|€i ^láeifan ^istia^amepte. £ran genté'rústíca,.pér- 
rilyTbiirliaraieA el ieoguage, iridie ula en el tralge, sus gregiies- 
cps^ j^«bf)iH|iUps ^de iief^o ordinario, sus chupas ó ropillas 
cortas, su gorro ó b<H;iete.c(^lorado. Ocupábanse , en el cultivo 
d^^g.üopfA^f'j-^^fl e\ewf¿o délos oficios mecánicos. Eran 
también arrieros y tenderos de aceita y vii/agr^. ''Por niaravi-^ 
Ua se hallará ^sntre tantos, de^ia el mismo Cervantes en el fio" 
loquio'de los perros , uno q,ue crea derechamente en lá sagra- 
da le/ cristiana : todo su intento es apiñar y guardar dinero 
acuñado, y para conseguirlo trabajan y. no coráen^v^Q entran- 
do el real en su poder, como no sea sencillo, lexondeofin á cár> 
cel perpetua y á escuridad eterna;; de modo qi^e^^a^ai^do siem* 
P<^ Jtga^Ddo.n^/ieatlUgaaá aniontpi^ria m^^or cantidad 
dej^^ie^i^Uja.haj.enrEspa^a^ ellos son^si^^liuc^a, su polilla, 
a^tn^MUi^^ias, j.s^ffOiíaadreia»: tpdoiq aj^gan, todo lo esconden, 
y «(«i^alo >^í¿aA;.C9»si4creflf^ que eliof son mi4clíos, y^uéca- 
ó^ dia.gí^afl j.(e&coi|4eapocp dJHUcho, y <|ue una calentura 
lenta acaba la vida, como ia de un tabardillo, y que como van 
creciendo se itaa iMiiyientai|dQ los escondedei^os^ que crecep y , 



(S8) 
han de oíeMr «a iu&mta^ «omo 1% «(^^ kniu* Ja maaslvr. w-» 
tr« «U04 ntt btjr ««MiiUdf. nUalMii 4n.nligiaa.aUos «i «Um; 
todoi «I caMOf -lodaA nuíA^ipUoMh parqMaal 'vmr «obrúaum* 

rm aÁ «i«icioia ^a^amamAafMofte loa Irahaí ai .ctf baanos á pía 
qiMdi^ 7 c<M» lo«l¡ruJ0#44.iiMieaU:«/».bari<Ud«fiy <{ue«as «ovan**' 
da»9 M.JMtfsac^ rica^ aü (iaaaai.cciikdos.y porqiia todos lo soa^ «la 
si awMMW; M»¿Hjma coa ími bi^oa aa ¿a aiSudm^f atifaa sa 
aíanaiaao.asa^ra.quakokifabacnaa»^' AvaBif|i«ássiea^ttfiaeaa^ 
yu9íáfm LranuKU con al itirca j al|;una8 tagaaf^da.BadiaRÉi 
paraaotpi^wlasia España; eambaa m» aasbipdorasit catdbra- 
Wn sas «oisva«tkali>s« aehs^saanlra sí iribalos para BaaUasupal 
fKQj9tí0: Saniaia aañalsdos ragrasuelos para toda la £a|Mñai y 
auQiai«d|0spaaax»da4!aiaot4quíaBaftrararaflAÍabfln j aiiaCal»sA 
ja oamoÁ Uilas« Bi re&rida Aanar^ qua teaid kaganaaDlaHk la 
a^MiUiao de ka do Aragón aa^airia^ j aooMsoicd oon. invwkas 
deeUo^.difia: "qaa adamasdalos daaliaadas paas. Znsagftta ^y 
HiMsaai atUbA sañslada pam* reías da Riba^forza ia^hiia daLa* 
pa Aki«sadnH yaaÍQO de. JkibasUo^lismafla. isabal AkisodrOf 
laouioiuj.heroiassiy qa^ aoUa otros apercibiimoaVtf oaac»- 
sostteoia /a b«cha.la «smisa,^ 4a taato.easta y taa rtc% fa(% ior» 
dubiuMeíaante <so-naodté aa Gwas por. paaoio-.dti ausasala^ 
brss ( esAiwlos ) >jr Ja : compraroa • Josafi^ Giif níaday 6 Laokiov 
Posu^ioi jr U Pai^s* osagar de hp, lal Kffiasir^ " . . 

lnfQrJtisde.alg^biaMiOidasaBíi^»tasJataBtDS^>maAdfi eala^ 
brsr varias. j^i)U9 .de paelados y mioitfljrasparai Instar id^sa 
ramadÍD» liaba dí^Mesaa-pareoerea pai» au aspalsiontS ^ 
naQOÍai».y a«da. partido fundaba j astaadia al aa^ cao 
adagios caslallsaos* DacMa los.iiiidsi,atiaii<Ds mms:múro9\ 

tasiogttbii^ sagiOQ r«fia«e.Q«. Jaaadie Vega'MtttilUa>eoiSiii4Sff 
tarmjt^^mtí gM^dad ef' de, (Mata., fisto faa ak delrdoqnada^CaiM; 
Lais tac«a^deji,da Qkdobaf Jlsmada di labarsl^ ggs».Maanfcaa 
dailiopa.dfk Vqgs» qiM.aittdieada. á la laa.fionoaaaiaHs defa<att 
TÜUda.GsbrAy.dieSntqiMdiio áifidipa III 90* ^ faBÍi».;a» «■. 
tfLtJA {iBM^i(QSianíp d^noA oManéodas /as moróeolf altái in fcai i' 
t a dalaalo». si 00 es ddsorato, saela- sagarír arrojsdiis paosaasian* 
tas. Paavalaaid ai daiataspulmp general. PubbcaaaolsaiTBiMf 
bandas paraba salís sanidei fiflpsñat.á.escspoioa dekiftatiwa ft 
niñas da>ocbo añofli abajo^ sacaaddlas albajaSf loawshliS| y 
clcdinaro da'losrfendidas^ jT^todo lo babianȎi i^'ihrapais^iaa 



(«9) 
{Hiertét« M«ad¿8e eiMi penar de Itá vSda que no» escon^sen te-* 
icttvftv m iui4íe«e«ilte60 «BofiMO «Igudo^ ni «ingutod volvítse á 
E^na^ aunque «noUftiitóiqniea lo ifiiei>i«nt»se.-£ftCMft del 
mnrÍMD Alatar^ dideOasfar'^^Efcelaáov p«^relifu¡diiq««'ha- 
0ii^ iioa(nNila«i»W«aMlbniitfVf^<>'MMiidn én'lKnedO^delenbrie- 
ran /debajo d«riMltttMrttiü«*ife(rfii(afa6 dcfflfgo; fópas aUnrías 
dnpiatay uba^urquilh de«ro.'M«íolfttá d« la^qaejpttnlrmi'ála 
BarWia loeron muertos pdr ioi -morM de^eHa i, eodietoso» de 
an^dínero^ joyaa^ hijaS) jr miig«i«s di'klieníptfMcef^.' HA»Mla 
aapiÜBtata^oit genisntl <|aiet(id/ Sóid>lob tnoríáce^d^ ItA^^^ms 
de^dnea jnAgtiar:«n et rein» chr Vatéoéia efe iMtféfortm'é^iiíidie- 
ran.íbMea p6f aignn tiempo oon iu reyeeneto^Yidente «^f ui^if 
qafr'fiieidéspues «teinaado y dtfsenartittfdiy'vm^ '^enilfn pmr 
¿y tPadi(^«tt in&übie^ diae el mcnoianado üxnavf qbaetr es- 
ta ocasión. MMn deaaliv á defenderlos y matará 'los ^xiatianos 
el nvaro Al&timi con au caballo verde^ qne se hoiidid t»^ú^ 
jna de* Agiiún-.peti^anóo en siglos ^aatfdostü «tejerte "did rey 
D« Jmme^ y por es» duelan qii«'«^tb(( aqtiMla''si«i^Hi'h«iAli(lsr.*' 
Ooii tan tñémórsbi%^é§p\íMóiÉ qYtiedd fíi]»e*Elfpaftll lél^ta^sieiv 
pa'((ae ct^íaba^a sd seno^ nsonfO' (fi<2«r^éfv<iftf(él^ ^r6 dStéHo- 
rt^a-i» f atte^frérla ^aha d« g<Mie y de Indostrik^ áál li^t^O 
por'él cootratb se eiaeriqttieeiCfrod f ptíblttt^Od'tiíis^^f^aii't^Qf- 
dteka de Berbesía^ eónH» ár^etf IWfittiV'Ttfaézi e^^ó^ pira/tus^ 
rnsiroidos de los nanvidcos' pflfieti<$os éll yatéstást úü fiápaüNi, 
eaiicivaban'deiipdea mayor námero de cristianos. Ef fogát^ de 
Argomaailfar^ patria de D; Quijote^ e4a uüá ^Hltá eü' qoe tfói^ 
afimt-nntes^da laiespnlsion pasabim de oiihocietitds iiis i^nó^í 
(ibceFrv Pedao de S* Gecüio Atuáe&Ae los PPi d^fceruír^ioí 
2feir¿£Í9o«)^'y estaba tan opalentayma éá'comnn y en 'peft-tico- 
knr4|naa#dh]hirianmnte la Itanntban Rio^ de- pilla , pdr hl tándiíí 
qoÉ^ faaftna em ieila:'hoy está con' taoftli diininuedotí^ qtré aníi no 
ñeffí ÉWvtcraásiúálMtnháá qütfénioiíoe8....CkyitMinid'el'ltiglir 
i<xteBdéccv t^nabdof la- éSpuÜMúñ de los MorfsdO^, gétffé^áfflfek-^ 
«la^doanmiaFen él tmbajb, eneiOigii deociy^sidftd y qiíe tfO\!é- 
lo «geno, buscaba iá provecho... con sn «}eiilplb'\íbil^átt i 
trabajaba ios Olriatianos víe)os', cnkivaí' st» iliehédadéi', li/títat 
soft.ÉianaB; -eOn que todo manaba enríqneea lícitattítoi^'á'd* 
qnirtda)» iUtatroO éHos y los demás comeliKérrón 6 de^mdyár en 
sus labones' y f oficios, y oonaigaáentemante á sujel^rá^ fa'Ia pe- 
nará pooorá^OCO. '^£1 estado poco floretientey^en qdese Üa- 
Unba «1 rtiitQxror los afiosde i€i8 sé mmffttfsta' «te ik ttíVtdti 



(6d) 
j animoM raprtMttUeíoft qse dirigía ti omuíÍo óm CaHíib al 

ú caaéttigv O. P«dro F«rftand«t d« NatavrMe. 

Ei BéMero d« kf oMnacos MptlidM Uvg^ á niMÍiBtot aál^ 
asi útmm •! dt loi |adlos «fpoliof «a tmipo de i«s ra/ea eald« 
lioof á ctMi t roc i anlot inil« Mgvui oiJcnlaa algoiM»* Per catas das 
sspnlsMMM f dt qot laato bita y pror fcho sasaM tf aaastrt 
ÜaaU Ftf aaaqaa Ua eoasidtraUes atrasos al caamraíp , ia- 
dasuia j poblacioa 9 dijo (^w^ s« Aa^a com^rtído M Espm^ 
íU Artihiafdit en Arabia DeMieria^ el íadlo ToaMS Piaedoi 
netaral del Traacoso ea Portugal, qoe estudió j vivid asaciías 
a&os ea Madridí estíaiado por su erodicioa da D« Josd PeUi* 
cer« D. Nicobs AatoaiOf D. Juaa Lacas Corles, j el oMiqoes 
da Moadéíar'f j que, averiguado su oculto |udaisiao, fiíe preso 
por el Saoto Oficio, de cujas cárceles hujó á Aauterdaaa« 4ím- 
de murid. 

t^ía embargo de esto, el referido Uceaciado Asoar Ibaa da 
bueaos deseos, j fuadado ea profiscíu, ea proadaicos da as- 
trólogos cristiaaos j mahometanos, jr especialmeate ea ua li- 
bro qae se eaoontró ea la ciudad de Damieta cuaado fue ealre- 
da por Us crusadas, Taticinaba/ afirmaba el aao de i6ta: qae 
á esta espulsioa de los moriscos se había de seguir la eMia- 
cioa del mahometismo, la conquista de la Tierra Saatfy jf, de* 
mas prof iacias que posee el Turco, todo por el valor de las ef* 
panoles; j que lo uno habia de verificarse el ano ifiaoy f la 
otro el año de 1660. Pero ao sucedid asi; aates paatmlpijiajle 
el aao de t66o habíamos perdido el Portugal \k ff^lpín^ 
j el RoselloB. 

( (49 ) ^' puertos y puestos donde je registran. Sb|daa- 
do Cristébel de Herrera ea el jámparo de pahre§ 4^ f^^fftÍF 
estos desdrdeaes, dice entre otras cosas : ''/ cseasarfa bia jEpa 
fraaceses j alemaaes que pasea por estos reinos ^^ntagjt fP 
cuadrillas, sacándonos el dinero, pues nos le Hevea ti9f|a# |i^ 
gentes deste ¡aes j htfbito, / se dice fine prometen f^ f^MÍ> 
k las hijas ea dote lo que juntaren en su viage tf Sei^fiq^ ^Ida 
j vuelta, como si fuesea á las Indias, viaieada á fi^fajif fga 
iaveactoaes»'' 

( i5o ) No toe^ron d mi encierro. Qmzá dirie ep e( |«ig»- 
nal ^ptierro» 

( i5i ) Sagitario» fil aoveao de los sígaos del Vf^i^Ñt •/ 

( iSa ) D. Pedro Gregorio. Y^ habia i^o^dt BeUip<^ fW 



* ^té\»balteiW selé'Uknn'D. Gasparén los capfnifoj Ltltt y 

USWt' ''"■"■ • " ^•' >■■•■» ^- - 1 • I .- . .. -.' 

imí^Ttágkña^ Bu ét^ €lHáiidt» Stiéiióra^ tétnos temhíeb qué 
H»A<il»»ri frOila<ttdtf tihitf baito Hayá^o ^á Réb&t<lo6*dfe Mota. 

*v 'V < -^Ay buCBí oa*iHoí\iotíd^ ««ttfifcí unido f '» ^ • 
V ' '- íÁíneétí ^ti. Nom#^idWéseálfáfido. ' '^ 
' ^ * Asfá conde &t cabdtio'pifegantaba, '* ' '- " '■' 
-« r<^^* 'Y lio lebespotidíd, porquenohablftba. ' : '^ ^** 
^ X íí^'í ) Tbrfoí lb$ duelos con part son huétiti: El i^fran con- 
éliü^c'dfóiétido Jott mtfRi75 , y el mi$mo Cervantes asi lo dice 
otras veces. v > .. ,* 

í ^ f r59)' ' Aftoeké caí ¿n esta sima ^ dónde ya^ó y el tucio 
éMM^. ÁteÁigiia'Saiiüho con su asno U i^erdád efe Ib íjüe 
dice, altiídiéndb á la fíh'nmb forense, eii'éhqae Ibs que^défíéti- 
¿lett^éaUsas atestígaan la verdad de \éi hechos ^ue s^ritán; y 
tS^qfié se ha hecho relación "al jiicz difcíetídó *^6r*efénipld:'él 
éiáfbaÜo' conmigo etc. En algunas edietdríesUeha étmreúdadb 
l^ella|^r; síb embargo de estar bieirl enliípHittera i diciendo: 
Sbfidé ya^oy el rudo conmigo. Con lo^que^é défrautla á Ccr- 
Vaittev dé'^tar afusión forense, y se'lehace ihoorfír en una 
ílM^icla>cñélfclon, ^es si yacía ei racid con ^nnthbi úohMsL 
df6<^id«d queSf^Wiese á decir inniediátarñeñte qué ¿¿taha con 

'^'i^xls^y Sacaron al rució y dSdnchó Panza de ^difiieñas 

Waféhfás^d ía luz del soL Ninguna noticia tenemos de esta 

^tébeBró^á* cueva, en la que Cervantes supone ca^d Sancho y 

'W 'rucio, y Péllícer se fncUna áqdeett la déscrí[^cíbri* de día 

^vC^hii^Sit^o autor presente, <5 se propaso quisa habhit^'^' Üib 

^üéVa^qüe'hay en la Mancha. - • ' < •;,,'-♦-• 

*'* Ehclcaihpo déCríptana en la Rfanehii (íjue quiere dBcfi*'la- 

*gár *dc éuevas^'d de subterráneos ) babia dotf- cnevási,' ¿icé Pé- 

Uicer, que ibaná parar al castillo de la villa, iarg»S <fé^maB' de 

ifi&ÍHri(i^(k'^lágaa, y parece se comuttYcabttn; ^^orqué loi aftltlgtios 

deciai^ quj^ se habian echado gansos por una parCe, y'hubian 

saMb porcia ótiPa, liomo ló depnsiérói) sus Veclii¿s el afío de 

«Q^3;:Gk' ík n^smaí MawAa^ eaUefMoioiit* y lu ¿Idéai la 0$a 

IV. 6 



(6a) 
de la Vega, ha j también unas concavídade» de que hablan doa 
autores. El udo es Diego de la Mota, que el año de iSgg deáa 
'•eo Belnionle, cabeza del marquesado de Vüleoa, ha j un labe- 
rinto llamado de las Horadadas, bajo de tierra, de tan Us callea 
que nadie le ha hallado cabo." El otro es Fr. Cristóbal de loa 
dantos, que el año de 1696 decía: "á corU distancia de la Osa 
de la Vega haj una mediana eminencia que llamaa la Horadada^ 
en cujo distrito hay diferentes b<>cas de una» cueras donde 
entrando por ellas se encuentran edificios subterráneos , con 
diferentes salas, con asientos j sillas labradas de las mesmas 
piedras: todos vestigios demostratiros de haber vivido en elka 
mucha gente, 6 ja de gentiles, 6 ya de sarracenos.»» 

( íS?) Q"^ ^* '^ mesmo haceHas que no hacerlas. Ya 
hilo presente la real Academia que no había por que apiáar á 
la falta de memoria en Sancho para salvar la apareateoontea* 
dicción que en alguna edición se supuso con las pidafarasqne 
se dijeron en el capítulo LI: Ordenó rosas tan buenas ^ueto^ 
dapia se guardaban en la Ínsula^ y se nombraban Itu Cm^i^ 
tucienes del gran gobernador Sancho Panza* 

• I.' ■ ,• 1' 

Capítulo qmníiiei0C9hiW0ert0. 

( 1 58 ) Ordenó que se quUnsett los hierros d las imsuéS*' Ei 
combate de !a lanza corriendo á caballo, era mwy ctnmm «a 
tiempo de la cabalíería, y en este ejercicio era donde «aMáks^ 
taban su fuería y agrlrdad. De aqui salieron taMas«j»ptMattes 
comunes en los Hbrtís de cabírflería; detm^fefedeliiRSiiylWK. 
per /anza5, bajar la lanza^ quebrar lanzas, enfistraf^ la/onsa, 
é punta de lanza, medir lanzas, y otra» semt^awiesi 

En tiempo dc!a caballería las /¿tfiedí «e hacían «efmbien de 
una madera ligera y flexible, tai como el fresno^ rf'éhno, etc. 
y se introderjfo añadir en drías una banderola, qáe eo su origen 
no fue toas que una cinta ó velo que las damas Tégalíáiaü'á ios 
caballerds antes de partir á la guerra, 6 de entrar ^oA-iHa tonaco 
pai-i qué les sirviese de divisa, y al «ismo aiewp* oom^í^na 
recompehsa dé stt amor y valw. 

( rSgí ^l decreto del santo concilio iftte pffokíí^^t^ P ib^ 
sajías. (V. la nota 7 del a.* tomo). » ' «^^ 6i9íd,t 

( 160) A lo qtie dijo la fiijade la Roétrignez. lia Academia 
creyó conveniente añadir el artícute la que falta en la primera 
cdichm á firn de que qncdase mas determinado ú sencido. 



(63) 

Capitula jpihiruas^tmo $éfivm. 

(161} Parecíale que habia de dar cuenta estrecha al 
cielo de aquella ociosidad y encerramiento. Empapado nue** 
tro D. Quijote en las ideas cabaiieresoai^ creía como sn» mode* 
los que era perdido ek tiempo que pasaba sía andar corriendo 
el mundo en busca de aventuras. ''Asi aeatcid que estaba Ama- . 
die en Gauia^ como se lee en su historia^ aderezií adose para se 
partir á buscar las aTCOturas por emendar é cobrar el tiempo^ 
que en tanto menoscabo de sa honra allí estuvo. '^ 

( 16a ) Mira falso que no huyes» En la primera edición de- 
ck huyas^ y la Academia varió mujr oportunamente na modo 
por atr# para major energía de la espeesiooi y para que coinci- 
diese eoKi lo que signe. 

( 163 ) Cruel Fireno^ fugitivo Eneas^ Barrabas te acom^ 
paáe^ alld te arengas» Búreno de quien se habla en el canto 
X del-Otlando de AriostOf era el amante.de Olimpia; aiM% 
prendado de otra Ul deja dormida en una islay j ál se ea^barca* 
Díspierta Olimpíat y viéndose sola empieza ¿maldecir j á la- 
mentarse y á renegar del cruel Bireno^ y con poca diferencia 
biao lo mismo la reina Dido quejándose de su fugitivo Eneas 
o«iMido esie la abandonó^ y se embarcd para Italia. Cervantes 
fingiendo á Altisidora desdeñada de D. Quijote^ biso qoe in»^ 
tara en sus quejas los despechos de Dido y de Olimpia» 

Bn el QaH€Í9nerQ da Flores se leen anas coplas sobre eate. 
daipedio de OUmpia^ onjo estrívíUp es Traidor tiranoi 
Sabida en ona alta roca j 
IkMide bate el mar insano, 
• Del.0iigañador Bireno 
.1 i OKmpia se queja en vano. 

Traidor tirano* 
( 164. ) Que al mdrmol puro, Aunqne aai ae Ice en la pri*» 
nieni>adJ4Íefif «ipinaa alguno» que debiera decir marmol paro 
á pinrio confefiMreneta al hermoso marmol de la isla de Paros. 
( 16S ) Em lisas blancas y negras*, En todas las ediciones 
aeteaasí^aus parece qoe la contradicción es manifiesta, j qoe 
dsbieni decir babUadose de piernas bUaietí» y tersas. 



(64) 

< r66 ) Unmió$€ B. San Jorge* Ei ilam&É' Don ú los santof 
ii««4 nuevo en D% Quijote^ En el iíglo XIIE el poeta O. Gon- 
svlo iereeo te lo dio á Jesncríslo. 

fin el nombre de Dios que 6)0 toda cosa 
B ^e Don Jesnerísto, fijo de ia gloriosa etc. 

( 167 > JBWA partiendo la capa con el pobre jr le da la 
müadn, Eete becho le practica San Martin aun ^sirviendo en 
las banderas del emperador Justiniano y no babietido todavía 
abtátuúb Ifr fe de Críalo. 

• ( t6^) ihm San Diego Matamoros. ( V. la nota 166 de 
esfee't^Mie )• Santiago es considerado como el patrón de Espa- 
ña, porque como se Ice en el rezo de sutraslacion ** dicho glo- 
rioso ap6stol dejándose ver claramente en combates muj peli- 
gróos, ayudó admirablemente á los españoles qtte peleaban 
contra los infieles. " Y si bien en esta parte no están entre sí 
miir acordes nuestros historiadores, no por esto dejaron de in- 
vWártc^ y de ser el apellffdo ó grito de gaerra'de lod espaifioJcs.- 
Santiago cierra España. 

(169) Ei mayor defensor sayo que ttndrd Jamas, En 
efecto, S. Pablo, de acérrimo enemigó de la teacieme reKgion 
de Cristo, pasó á ser su mas esclarecido ap6«tol y el mas infa- 
tigable defensor de ella* 

( 170 ) Dan señaleB de las venideras de^gtHielM con cosas 
tan de poo& momento '4Mmo tas referidas» Erantodátfa^muy 
comunes en el siglo de Cervuntes loa «güeresy supersticiones 
en Espa&a no solo en la gente bafa y volgarV^iM^n btrds per- 
sonages como sucede todavía en Francia éfCalia'shleMbarg'o 
de su decantada ilustración, y por esiy los repl^éttde algutias 
vecea Cervantes-, unos eran generales^ como 'd «no salir de cat- 
ea ten- martes á negocio, cuyo éxito se-desealM ííive^ble,- ni 
empfiarxMíMno 6 emprender jomada «in e<^af priii&elk'o dl^ 
jante él pie derechos otros eran peciiliaries de ci«rfás^' pfofesid* 
needejgtntes. Fajardo en su Pi^ desengatSú^comtha la ociosi- 
dad y lo» juegos jnnUS algunos de losagüeroai j' «Moil fld^^6&- 
que observaban los tahnre« y fulleros, y^tmvú lA^áhekMUi 
caía en el saek>: si las cruces de la moneda estaban hácrá^aba-' 
)o; sí perdían en lunes , teniendo este día por mas aMagó que 
el martes; si cuando sacaban luces ó velas, volvían las puntas 



(65) 
ée las despavilacleras hdcia alguno de ellos^ si el- que les mira* 
ba el )aego ponía ia mano en la mejilla: si ocapiban la esqui- 
na 6 cabecera de la mesa; j asi andaban inquietos de ana par- 
te en otra, de donde nacid el proverbio: qué katies hijo? nudñr 
hitos: si ganaban la suerte primera^ de donde provino. el refrán: 
ni primera mano^ ni buejr bitumsoí si;tix>pet«ban«n el umbral 
de la puerta, estera, 6 silla: si, al tiempo- de barajar, les tem- 
blaba la mano: si otro tocaba su.diaero^ 6Í.«lKaban las cartas 
con la mano izquierda; y asi gritaban: todo hombre alce con 
la mano que se Santigua y toma a^ttaxbemdiiatt st badián tor- 
recillas con. el dinero: si perdían la primefa^^egijinda, tercera' 
mano, creían que siempre habían de pardea aquella» auertea, 
y.á esta vana creencia llamaban; creer en la errada^ errona^ 
ó gabacha» En /cuaatxü a los juegos tumbien creian que perde- 
ri«kná unos, ^ que ganarían á oíros; y asi los hbos preferían 
i» gana pierdtí^ .olso6 Í9l polla ómarilmlla^ otros lt»s cientos, 
otros U primera^ oíros el tres^ dqsy a), .otros las. quinólas; 
p«ro,. ^, mas usado era el ^o/'ar.. 

.( 19 1 ), f^Q. /^ <m^ . podrfis. . huir y ^rica ., panqu¡f te tengo 
asida ^. eníc/s nUs krjBLZOSj, Ájannos auiores suponen apócrifa 
esta aventura. . . 

. Ci A 7a ]ix , . IStiJas íferdaderas hitíorias espaáoiat ^e wenian. 
( V> lj|.#?o^ x(8 de leate tomo). 

( .17^ J , & ieloso dio$. de ioíiJmrnerqs ^tínredá é filtnu» jr 
á Marte. Los griegos atestaron la historia de su. Marte con^ to- 
4aSvU^ fi.v^QtMra« que sftcyintaban de los. otras, de. los cuales 
2iua^Íf9Q.qíj^Jbabbif* L^Si'prim^leSieran;: 1*^ el^juieioidseoí? 
Ift««ia d» AlArle/'ea el eo^isejo de ios doee^dieses poK la mner-* 
te^ftiUi^rohi^ hijo /dU^eptiUiOff^ren'eicual sede&ndidlaa 
bien^ qn^.qn^r ftk&ueUo ;» .la.a*" la muerte de sa «b^OiAscaM 
lapido 4|i ^l^^íiio de'Tray;a, «ufa pendida «lUAría vengar el misii 
JQ^JIdartef peromíneava seioii»pidíó$ d** su herid» per Dio« 
nMd^i«i enjrai knMdirigidda nÚMna'DMa ^el. grito terribk 
qito .ditf ^ ei»«ost« jo4»skMS ^, y ia /facá^idadl eou. que iciks^ de4H|«é« 
Uik'uyy^^^^f^f^^^'^^^^J^y V«nua eanij^Ab^n'!» Odiea^ 
j por CtWdúit,JF/delciihiciitos |Kirél:dtosidel<difl,Haapredei^»r 
vif^)ij(ss«t00dt4<^f p«<r Vttliawo,) e&é>^.Eiiiiesla odftsíttá faot^naado 
AUi^^^il»bÍ^6Q ^Uo.á.S«anii^ Alectnyoav eniaeitigodew» 
l)<U)i^leaitiaMÍo de.la pitfielmailegada.del'aol; ^ Vénualseisieik» 
•{^((ipci'áigaiékido ios hifos. dci A|mi1o. A'estas»4tu»tit>ipfiécipaM 
•víMHaras d«be iáfiadirse. lis dérrotai en la'guerdi dé Jápite^p^ j 



(6«) 
dU K#t XítefMlf •u la eiiftl Martt fae iMebo prilíottcro p«r Oto* 
j fipJiiakef y puMta co libarud por llM«ari(>4«tpiHS 4k q«itt- 
ea matea 4a caulividad. 

< «74 ) Riqaisimos faUtUimu d0 tmbi dm,cfi0^ £1 Ubi aa 
usa aapeoía da tafi^tao da fDucb»«iicRpoi{«iB potf lo opman lu- 
co eambiaalaa. El tabí de oro aauba tramado da aeda j urdí* 
do coa hilo de oro* 

( •7& ) Ma HMOMi r péuiorü AreékUa» ( Y. la «ola ao8 del 
tOflM» o.''). 

< 1 76 ) Elfamo90 po€ta Garcilaso. El prÍQoipa de loa poa. 
Ua ospanolet^ GaroiUao da la Vaga, fue natural do Toledo da 
£mm1í* Biof día tÍDf uida. CriÓM en e»ta ciudad baaU que tavo 
edad conveniente para servir al emperador j anda* en en cor- 
te .''<dende^ cama dice Herrera, por la noticia qna lenia de laa 
buenas latcasf j por la escelenoia de an ingenio 5 nobleu j 
elegancia de sos versos, j por el trato sujo 000 bs damas, y 
per todas las deoMa cosas que pertenecen á «m cebaUero pera 
ser acabado cortesano, de que él estove tan rico, que ningaBa 
le falto; tuvo en sií tiempo mucha estimación entre las damas 
y galanes. ** A -la edad de a4 afioa casó en el pahieio de la reina 
de Francia eon D.* filena de Zuñiga, dama de honor, de laqne 
tvfodoa hifos y maohija. Después de casado conttnud sirvien- 
do conslantemeote al Emperador basta el «no i5d6f que"for-> 
mando el Emperador, como dice el historiador referido, cam* 
po en el Piamonlev 9tíUó por ia Provcoea hasta. Marsella, y en 
esta )ornada mandd que Garcilaso le sirviese Uevando Á sn ear- 
go- quince banderas do infantería, retiréodeee el ejército sía 
eleeto á In -vneka de Ualia en un lugar del deden de S« Jmm 
enatoo míllasde Freías, jrcndo de poniente pava levanta, «n 
nao mrre qnn elli estaba. ocupada de ko vUlepoa franceses loa 

I de ellos aroabneeros que no so quisietoa* rendir) ; m s add el 
qnela bntiese algooa ío^nleféa española, y abier* 
ia«liuo«boeaen lo alloJe arrimaron algunas cecalaa: enloaeea 
GwMilaen I aiirándolo al emperador, subid el primero de todos 
poi«>ná#doeUes;vmaa antes de llegar atriba le tiraron «na gran 
páaiF^'f «jf^déndoleenlacabesa^ vino por la esfi^alera abajo con 
nna-nmelid liendn« Indignado de esto el emperador^ mandd 
alsofoar 4 tedea^loStpaisaaos qna hallaron en la torre. Gercíla. 
soi^m-iloMido á Nísa, donde murid á los 34 anea de edad, el 
diajaf^tsaherida* Fue jlaposttado su cuerpo en Sto* Domia» 
gPf f iraido eliano de s53d á Toledo.En todas eos < 



(67) 
{«mal áfjé dmCodio ¿% Ua letras^ Comftndoorvla éspt^^ ^a* 
la pluinaf c«ii|OMoribi6ieo una de au6^iogM« ^' (-K ia-ñoiM 
59 del tercer tomo). 

(177) Otra vi¿i esetBÍemégimo C^tmúef* Loí»€iiliio€s^4f«c«tf 
en Lisboa en t5i7^ de' una ibinilift'noblís. Abflftd h oarmM de 
las armas , y pétáió «m- oja combatiencke caaira» lo» aaaros* £11 
i553 pasd á la India, en donde coa 9u Uiento porlaf^es^ 
aéqntrid reiaeknied de mucbo interce^ pero lu«o le daagniCMr 
de ofender «1 yiréj coa una de sus sátirae, f fae deatarrado 
de Goa para Maeao» Bn aquella travesea baéiend» ttauf«iagado 
tnTO la presencia ^e- espíritu para sainar su nmmitable'pqetmi 
La íjuisimiéij ét llev»r4o en su mano ÍBquia>da ^mÍMitirai ipu» 
con la deraeiía iba nadando. Después de ai|^ tiempo iralntf>i 
Goa j se enib«n:<S para Portugal. Liego á Lisboa ea 1 ^M^en 
donde «onclaj^«$ sus días en ia fnajror miseria en iS7'9 áJaeéad 
de 63 anos. £1 objeta de Iti JLuisiada -es Ik «Hmquisla »de la» ha** 
día orieolal kedba por ios portugueses bafo kcemdáieta» de, 
Vasco de Grama ^ por cujra-raaoa es el b4^roc<clal .poeMM. » 

( i 76 ) ' - Ae fptedado ^UÓnko en ver tmeaira heüeeuu tiabian* 
do sorprendido Adeon^ y 00 Anteon , Aujo de lAnsbfeo y niel^ 
deCadmlaf encuna de sus cacerías á Diana «n alhottOf so ofeor 
dié de ^tal watlera la di€»sa, que sogah k ^bola le coaviviMÍ e» 
cieffVOfj sus <n)ismos perros 4e<<le<vora«oii« 

'C 179 y ^ A^kd la Aff a. La iVoal AcadcniÍBiúafco jm pre-** 
senté qoe-^ rajgaaa edición se hriáia quitado la partkula i>e^ 
gMivtV^^n^i^iderando ser jrerro de imprente. Pero-iMKa^JwiiiB 
hoéa «n-«itie ^asage ne está ea el sentide reoto^ siso en el «eta^. 
Ibritbv Wnd¿ k sígnifioaeion de esta fmse jm 4íMó* 

'i^ 1^ ') Naeiipara viutí* murie/uío^ y íá para- mfirw €^9^ 
miemh^'Ei^txo proverbio dice; £dere ad ^M«^nr6iMi,/ ££.iti«ft 
tHuere ud edendum : comer paNí virir^ f no «iinr^paradsonmiv 

* f kdl ) #^ltt d D. i^uijote ya desemamorado de Ikdmnea^ 
del Tehdiú. ¥ en efecto el supuesto liceoeladaAveliai^apinn 
ca^i^9(I*D* Qaijote desenamorado de Dulcine» en ks capv^*^^* 
^%H^;,j'%^.€imeluyó^ dice^D. Quijote Iv fdtiikw€únSMtek» 
cér» dtek* 4jueria paNir A Zaragota á loe fttstas^f. ^e^pen^ 
stáw^^iÁif d la ingrata infanta Duicinma dd 9bbatQi^ ^r 
Miéím^'úiradama, > t ' 



(68) 

( lia > • Qniem €m^esU parte tiu% prituiiptd yerra» GiCrtbieti- 
do Ctrfaoitf «üe capituio llega caciulgimile ¿4ttt mano» la 
a»* parta del Qaijoie del liceiicíado Alonso f «rMNndeft de Ave- 
Uanad» voGÍno de TocdaftiUas^ fiogmdo el a»mbae y la palna 
como dice Pellícer; y asi coBUAua ea «1 eapÍMÜQ 6i liamando á 
aüa kiataria feeimi impi^$é$^ y.ea el 70 libro aueuo^ Jiamante, 
ladtgadle « j no mo raoM» ^ qoe asta di^fvaab&do, aator liubiese 
introdacido la hoz en au mie8> y aunque llevado á O. Quifo- 
te á Zaragoza siguid la fama que Cervantes dijo al fío de la pri- 
mera parte se cooaervaba en las Memorias de la OAancha, y que 
él mismo sigutd hasta este punto; cou todo e^o por no coincidir 
een el plan de su émulo ja descubierto^ ht oiudó^ j condujo 
á su héroe á Barcelona sin entrar en Zaragoza. Aun ie ea£idó 
maa el estilo frio^ insípido y vulgar t y M ^^^ 1* tontería, la 
iodscenci*! j aun el cinismo de esta CofUinu^on; y asi uo la 
dein da la mano hasta concluir su Uistoriaf descargando sobre 
ella crítiao» varapalos. DesagradárQnie^ comoier» jusito^ las pa- 
labras malignas qne conten ia el prólogo de moneo y eaAf idioso 
y moldado sin briosy iojuriosas á au .persona, ^ á las que con- 
teald en el de.su segunda parle con la noblcMjr generosidad 
^iropias de su caráaer. L«e disgusld.el leoguag/9..vfL%ar, inculto 
y chabacano de su continuador, y chanda se >í|parta del pian 
de la historia de la parte primers, censura U^p la oscuridad 
y torpeza de varios sucesos referidos por Avellaneda- Califica 
el lenguage de aragonés, por que tal vez escrÁbia sin artículos, 
y pudiera haber alegado otras pruebas, no menos convincen- 
l«a que copiosas , como son; en salir .de la pdrcel^y poc en sa- 
liendo ^ habiendo salido, a la que tfolai^^ hi cabeza^ por ha- 
hiendQ vuelto la cabeza ; escupe y le pe^aré^ .por je castigaré; 
hincar car leles ^ por fijar d pegar.; poner la escudilla en ¡as 
brasas^ por poner la taza sobre Ua a^cua^; filseáolj per ía se- 
ñal ; menudo^ por mondongo; malagana , po.r congoja, des- 
mayo ó vaguido, y aquel tratarse las per^Q^fis.de ii^personal, 
como nüra^ pigo, perdone. . ^ 

No es á la verdad tan feliz Cervantes en la crítica que ha- 
ce i Avellaneda sobre haber llamado a la mj^g^r d^ ^anf^Q Pan- 
za Mari Gutiérrez^ como lo notd también la Rp9Í Aiqademia, 

pues él la suele llamar también a$i: y al fia del .capi- YII de la 
primera parte con diferencia de pocas líneas,, OQ splo la llama 
Mari Gutiérrez , sino J[uana Gutiérrez. £n lugar de esto pu- 
diera haberle reprendido justamente que llamase á O. Quijote 
Martin Quijada^ llamándose Alonso. 



(69) 
( x83 ) De las cosas obscenas y torpes ¡os páisunuerUos 

se han de apartar^ cuanio mms hs ojos. Eo jutlífieiicíoB de 
lo que dioe ttuestro autor acerca la obscenidad /torpesa del li- 
cenciado A^knedaí léase de sa indigesto D. Quijote desde el 
capítalo 1 5 hasta el 19 inolosrve. 

( 184 ) Las justas del arnés que en atfuella ciudad suelen 
hacerse todtís los aáosm ( V* la nota ary del tomo a.*^ j la 3o 
del tomo 3.^ }• 

Capitulo Bcxa¿t(m0. 

(t85) Nado gordiano, ( V« la nota 173 del «orno 
3.«). 

( 186 ) Soy mi señor. Palabras casi iguales ú las que dijo 
Beltran Glaquin, ó Bertrand du Gaesclin , cuando viiendo eu 
el campo de Montiel el rey D. Pedro con su hermana D. En» 
rique^ y teniéndole debajo^ Claquin a judd á D. Enrique pa- 
ra ponerse encima de D. Pedro: y Sancho se las apKca á sí mis- 
mo) cuando por medio de la zancadilla did con su seBor en el 
suelo boca arriba. Este condestable francés jurd en una oca- 
sión de no comer sino tres sopas en obsequio de la Santísima 
Trinidad hasta i*engarse de un enemigo sujro; tal era- la mez- 
ela de las ideas caballerescas y piadosas que reinaba en aque* 
Uos tiempos. 

( 187 ) jiqui morirás^ traidor^ 

Enemigo de Doña Sancha, 

Siguiendo Sancho las ideas caballerescas de su amo f eottiesta 
eon los últimos versos del romance antiguo de D. Rodrigó de 
Lara ó Rui Velasquez^ con cuya hermana O.* Sancha oasd con 
Gonzalo Bustos^ que fueron padres dejo» siete infantes dcíLa«- 
ra. Por ciertas enemistades , que no son del momentO| trató 
Rni Velazquez con ei rey moro de Córdoba que matase ú loS 
iofiitttes sus- sobrinos; como ea efecto se veriñcdf y quepren^ 
diese i su cuñado Gonzalo Bustos* Este sin embargo logró la 
libertad ; mas como de él, y de una mora, hermana del rej^ 
hubiese nacido en Córdoba Mudarra Gonzalo, pasando este á 
Castilla^ fue adoptado por hijo por D«* Sancha, á quien qUiso 
vengar déla muerte de susJiijos y de sus hermanos. En efecto 
salió un dia á caza D. Rodrigo, encuéntrase en el monte con 
Mudarra, pero yi endose D. Rodrigo siu armas pide i^spera has- 
ta ir por ellas: niégasela Mudarra, y le mata. 
XV, 7 



C70) 
Eipirasme D. Gonzalo 
Iré é tomar las mk arma». 
El espera que tú diste 
k lo» ÍDÍaiiles de liara: 
jáqui morirás^ tcaidQr^ 
Enemigo fie Dofia Stmcha» 

( léfS > M amanecer aíuinon tos ojos* Eo algunas edkíio- 
nes se había puesto al parecer equivocada meóte. 

( 189 ) Mas de cuarenta bandoleros. De ir á baodadas se 
liamaroD bandoleros*. 

( 1 90 ) Féntrera. Llámase asi una faja coa la que se ciñe 
el vientre. 

( 191 ) C(m cuatro pistoletes que en aquella tierra S0Üí9^ 
mmn perenales. Yeoiafi á ser una especio de arcabaces- peque- 
ñoS) y losso&fao nsar los foragido». Covarvubias dice que se 
lla4Diü>aa pedreñalesiporqne.DQ sales. daba fuego con mecha 
como 4I0S arcabuces,. si noeop pcsdernal^ ó seatO^Q ob« UaiMttoS' 
ea de ülúL ' D. Frasaisco Gilabert dice que ^Ua claaede arma# 
eraD muj comunes en.Ql Priocipado^- quea« acostiuiibvabaB.á 
s«t manejo desde aioos^ como que para, eoctar esto abuso se 
publicó una pragmática en tiempo de Hoque GuiaáKt, 

(19a.) finiera. (V. la nota 190). 

( 1 93- ) Gnt^l Oiiria^ La. fábula: la hnce bijo de I^eptuso 
Y de Libia. £ra un tirano cruel de Egipto que sacrifíeaba á 
Júpiter todos los estrangeros^ que íiegaban » sus estados. Fue 
muerto, justamente coa s« hijo y todos sus sue^ores por Hcr- 
cutos, á' qnico preparaba, bt. misma suertes Créeao que Biis¿ris 
t» tomismo que.Osiris, á-qoiett los egipcios sacvifieabafli. v^o- 
tíraa^hamanati^ j que b: bárbara saperstioioa de. este puebla 
fne* 1» qoc' dio litgar á^faLfábula» 

( 194 ) ÜKMfue Guinaiféé iP^^ La moiik 199 > 

( 19S) Defender á su.padfiñ dék loé pMrienief>. L» Rcnl 
Academia añadid, de. IX Vicente^ para quje^el sentida- estuváev» 
mas claror 

(196) Lladres* En catalán lo mismo 4|fie'ladiaivs.. 

( 197) Antefi le pidiá p4t0dQn del o^oímo que le- kaSia 
hécfto* Ea alguaáis ediciones ser heb¡a< olvicfodo la última vos- 
hecho. 

( 198 ) Porque puedob decinhien de esta at>entura. Al pa-^ 
recer por aquel mismo tiempo se descubmron en Andalucía 
en la sierra de Cabrilla otros salteadores que afectaban ser tan 



(7«) 
equitativos como Roque <>uÍQartf y aun lodaivía mas escru- 
pulosos. En sutrage parecían gente l>uena y A'^foniiadaf y roba- 
ban á los pasageros solo la nuiad del diaero sin hacerles otro 
daño alguno. Sucedid ^ como •cuenta el ¿«oeDciado Francisco 
Luque y Fajardo en su Fiel desengaño contrata ociosidad y los 
juegos, que un p«rbre labrador llevaba no mas q«e qnince rea- 
ies, y echada la ouenta cabian á siete y fncdio, y op haHándose 
trueque de unreal^ el labrador les rogaba encarecídaaienlequ£ 
tomasen ocho reales, que él se contentaba con siete. De ningw 
na manera ( respondieron ellos ) 'C0n io ffue ^es nuestro nos ha~ 
ga Dios merced* Por razón del trafge y deMugar d<(Xide se re- 
cojian eran llamados estos ladrones losheaCestde Cabrilla. 

*( Z199 ) Emtró 'en 'BarcelotMi y la dio -d tfuien iba. Curio- 
tas son laís noticias que reuni^ PelUoer aoeroa los bandos y 
bftndéleros deOataluña , p9r cay a rasan reproduciremos Jo» 
mas «send»! ée aUas. ^'Los bandos y tbandolerios^e Catalvia, 
dicfef'ersKi «ntigooSf eomo lo «i^efícíre el miaino Gervanles en la 
íícáatea^ impresa-el «iso de v584. ita c»ua»,>6egua vo&Bte^ iaut 
q[ue)*riñienáo Timbno «aminandoporel ireino de . Ca tabana^ 
ala saifda de Perpinan dieron oon é\ una caatádad «deban •- 
doleros^ ios c»alea teriiBan por señor y cabeza á nn valeroso 
caballero catalán 9 que por xiertas enemistades andaba en la 
oampann^ oomo es ya aotjguo uso áa aquel reino -caando los 
enenMStados son -personas^ de cuenta, aaUrse a' e])a, y hacerse 
todo «1 mal que pueden no sol amenté en ^as vidas, pero eo las 
hadendas. Tal vez llegaron estos baiadoleros i desafiar «ciuda- 
des eoteras, al «nodo ^ue el anlig«K> Diego Ordoñez retdá2a<* 
f&ora<. Díoek) «apresamente O. Juan Vitrian» "En Cataluña 
Antonio Roca^ el Miiñotti| el Gad^^ «1 Guiñarte, ee atreviifrQn 
á desafiar 4 '0iud«des ¡tan principaks) camo Barcelona, Girona^ 
Lérida ^ cxmíenaando con un solo compañero y luego de idoa 
foeron doscientos para ejecutar su ^safío con lin numerables 
rabos, inmitos y maldades. '^ ( Memorias de Felipe de €omi^ 
nes ). Losl»andos«poes que andaban en tiempo deD. Q«iijote 
apándelos Narros <, dNiarros y Cadelles. Uno de los que Se- 
guían el bando de los Jíiarros era Roque Gninart, «como Je :11a- 
ma Cervantes , aunqoe comunmente le 'llamaban 'Guiñart , *6 
(^¡■«rte, según se comprueba aon el equívoco de que, alu- 
diendo li este Roque, usd D. Juan Navarro de •Casanyte con- 
tra R<)q«e de Figueroa 9 célebre comedíante >del siglo pasado, 
«Q^sta copla ridíonla: 



(70 

No pensé ten fabo kallarUt 

Hoque, á mi piedra de toquet 

Ni dado ú bftndelearte; - ' 
• 'Mft9 puefttA me gaiñas, Hoque, • « 

t ¥a pienMr, Roque, goi&arle. / . % 

Este Casanale era mi peeia,- que andaba 'On la, amUí bacicii« 
do coplas ridiculas j estniíaleriaS) á quien pusíetond Vjjfttilai* 
te epitafív* - ' , 

Aquf jnice Gasenate 

Debajo de aquesta Josa, 

Queén Sttirida dijo cosa 

Que Qofoese un disparate. 
'Feno ni el oombre de este bandolero era Roque, ni tuaptili' 
doOuimrt , ni Gaiñart, ni Guiñarte^ Su oombre y apeUidoé 
verdaderos ttam ios de Pedi*o ñocha. Gutuarda* l¿i vulgo por 
abreviar te aupritni^^ el nombre de Pedro, y la oottvirU<i el 9^ 
ihéó Reeha ea el nombre propio de Roque f y ei gpeli^^^^- 
nM'ééí en4el de Guiñar, Guiñart, 6 Guiñarte. £sUiMMnbr« ver- 
dadero consta de un memorial, que ios vecinos de la villa de 
iUpol^preMnteroa á Felipe lü quejáudose de los esfiesos y ve- 
jaciones de oterto señor de vasalios, en que se liabia mucbode 
aste famoso bandido, grande y especial amigo suyo* Eatreoln)» 
cargos que ie baeeo, le acusan de que ^^fa vorace y íbüeati i 
gente 'íncinerosa y recoge- muchas veces dentro de s« casa á 
Pedi^ Rocha Guinarda^ ladroii famoso y salteador de camioost 
y como tal publicado por enemigo público por V. M. al^^*! 
y su cuadrilla tiene muy de ordiaarioen alguno» lugares^sayo^ 
de donde satén i robar, y cometer otroa msvkosy delilose 
bomicidios, volviéndose ¿ recojer á ios dícl»aa lagares ^ come 
está probado y averiguado en la Regia eortedel Principadet J 
con ei favor del dicho señor algunos salteadores de la díesa 
cuadrilla han tenido atrevimiento de asistir púbiicaaieote «a 
uuas ventanas de cierta casa de la plaza de la dicha villa ^ 
Ripoii en unasüestas que en eila se hicieron : y por ocasioo 
de un pleito que -el diclio trata cou los vecinos de la dicha viUat 
vinoalgnnas poeos dias á eiia cou uua junta y escuadra de <u*^ 
de doscientos honibres, y entre ellos muchos ladroue», y as»' 
sinos, salteadores • de camino, y pregonados por euemises. de 
V. M. y perturbadores de la paz pública, lo^ cuales divididos 
en cuadrillas con pistolas y otras armas ofei^sivas prohibidas 
fueron por la villa, haciendo amenazas y agravios á los veoíso* 



(73) 
ée Maf injariándolos con obras j palabra«| j t^miÍBcíoIes pür 
fuerza sus frutos^...* y iMáadQ&e tea i ajusta rueota «oprimidos 
da su seaor^ acudieron al duque de MoateieoU) para que en nom- 
4>re de V. M. les secu^ijraae la juriiidiccioB.de la v^Uá^ presen- 
tandopeticionf y pareciendo. á I04 doctoi^sdel lileal oonsejo de 
V. M: atrjjustot 'coeíattaroQ el negoicM» al doctor Mij^d 9» )4ieA . 
deia TGgiBk QOfief y habiéodoiae( dicbo^^r.enteiididAtiaine*' 
naxd á los dichos vasallos que haría que el dicho Guinarda jr su# , 
compañeros les quemasen suscasaSf haciendas ^ peraonas^ sino 
desistían de aquel recurso^ y remedio ^ue hfkbianintf ntado; y 
temiendo la ejecución de las dichaaamenasaSf «loae^atrevieron 
á proseguir en el pedir su desagravio é jusiicia.^' 

£ste iveurso^ que se bolla entre los mas» jde Ja. «eal Bibliotec», 
se bizo^ como se espnesa.en él^ en tiempo del yirey- duque ^de 
Monteleoo, 0« Héctor Pignateli, á quien se remiten Ios-^ihh:^ 
liantes; y aoncpie no tiene £echa^ se colige que se preseatden^ 
los años de 160B y 1609 porque este tiempo duró ^u, v^reipa^k^ ' 
como consta de las Noticias de^ Cataluña^ que «KÍstcp ei^ I9 
mencionada üiblioteca Real. 

Continuaba súmala vida RoquaQuíoacdiii^poirim^rdiaiúrA^ 
Pedro Rocha Ginarda^p^rlos aao^ilOiíGii y 4&i^> Cop^uM. 
primero del celo con que un bu^n sacerdote aragfCH'^^K^ )\4wí4^ 
Pednr ikaiiar bailándose -^n Cataluñjii «a. ei^ p»ea de Mhr'iX^l. 
citado año de x6ii^í^inteiUdcon.veftirIe» Oícelo iespirejí^imeAi,- 
t«. en an EsprnlsUní dát los moriscos , c^p.. i6^ por estas par- 
labras : "hx aquel reino Ihi discurrida por él esttis ^inoa un 
bandolera iamosa^ ilamadp /Í04fue Guiñarte á<|uie»por su 
fiíma j baarria alabada de su persona h^ deseado ver paraira- 
tarde su «alvacioft*^' Consta lo segundo por te»ti}uopio de O,* 
Diega duque áú Estrada^ qne refriendo en los CofnefUarios 4^ 
su pida lo que le había sucedido en el viage que, hizo, por Ca^ . 
táluña el ncs de noviembre dei6i3;y dice: ^'Habia ev «qufl 
tiempo muchos bandidos en el reino deCatalunat j entre ellos . 
el capitán Testa de Ftrro^ con docientos bandidos^ y el capitán . 
Roque Guínavt^i valeroso y galante mozo^ con ciento y eincMC^Ur 
ta; no dejando^ como se dice cpmunjaeote, roso ni «diMo; y 
asi el conde (^de Mor ata ) me dijo no tomase poAtaSf síuq que 
roe fueee coa pinos carros de lana que iban con mucba.g{uardia£i 
j se habían ajustado muchosarrieroSf peregrinos y estudiantes, 
que la comitiva pasaba de ciento y cincuenta, con buenas armas, 
porque entre la lana llevaban ao mil ducados, ginoveses secre* 



(74) 
umMiU.« LlegaiMS á Igualada con la liostia ea la boea^ 

teoieodo ayiso de: aquí ▼«» k>s bandoiepoi: alli llegan: alíanos 

agnardaa £a el camino de Barcelona hallaiiio»iiiuobos ban- 

didoftf paseándose por medio de los Ingares^ y -nonque asalvaja- 
doa, .goianeade arnaa y tahaiáeSf de quien no tuvimos pocos 
suatos. " En estas escuadras ó cuadrillas^ dice -D. Bran^sco 
Güabert, qne babia mucbos franceses^ especialmente gasoones 
^r la vecindad de la tierra y fecilidad de volvewe á ella* (Dis* 
onrso^soWe el principado dei^taluña )• 

Jfin medio de esta vida 4an fecinercMa observaba RoqneGut- 
nartcon los suyos lajueticiadistributívaf y usaba con los «de- 
mas de compasión, como dioe Cervantes^ y laesperiiuenló'O. 
.Quijote cttando«ayd en sus manos el ano r6i4-en •que>esGribia 
nuestro autor «u Segunda parte, como se coli^ claramente de 
la fecha de la carta de Sancho á su muger Teresa Pa»za' escrita 
en el castillo del Doque á ao de julio de a6i4* («o/v- 36. ) 

Pero acaso fue'preso f>ooo después el Carnoso Roque^ ^erqne 
dice Feliu ea sus Anales : iom. ///• pag* a3S, que « á i4» de 
deciembre de t6i6 se publicd el jubileo plenísimo «««cedido 
por Panlo V, á petición de las diputados á ieda la «provioeia, 
y en desagravio de las ofensas y desórdenes ejecutados encella 
por los bandoleros y parcialidades de los Marros y Gadeles, 
quietadas por el celo y grande aplicación del duque de Albor- 
querque,- entonces vi rej -del Principado* Bendljosfe4a provincia, 
bieiéronse «proeesiones, é imploróse el favor y misericerdÍA del 
Señor, en eldiscurso de -kts dos semanas qoeiduNS'el jubiieo, 
para que usase de piedad con la provincia.'' fisto séptimo du- 
que de Alburquerque, llamado D. Francisco Femaiides de la 
Gueva, entróen Baroelonad ejercer su cargo de vii^yde Oa- 
«aluna, en el nKsde marzo de f 6 1 6, como se dice'en - el B'^eur- 
so ^obrse'lns cer$ti5 comunes de lastimdades que ee lee en lo 
obl«*citada de Gikibert. 

El estndodeGatiiluñay lascostumbres de «ns naturales, se- 
gún las describe en el aig4o pasado Pedro Davity (tom. IV. 
pag.'f 66) daban lugar á estos pdblieos desórdenes qne «e cor* 
rigreron después «on^l deslierro de ciertas preoepjpacKHies, con 
el aumento de la población, de las artes, de la agricultura^ del 
eohaereío y- déla laboriosidad que tanto florecen ahora. 



(75) 

( 3oa) Soplan las cuertias de los arcabute». Lo miamo 
qae las mechan coa lasque tw les pegaba fuego» (Y. la noto 
ayo del tomo !•'"}• 

( aoi- }. Apsurtay aparta^ Repetición de palabras para lia- 
usar la ateacioQ del concurso y conseguir luego despejar el 
lugar. £1 mismo Cervaales en el Fia^e al Parnaso 
OydsQ en «sto e( son de una- corneta^ 
Y u&trapa, trapa^, aparta^ afuera^ afuera-. 
Y Gdogora dijo también etk un romance burlesco: 
Hace Moza sus buñuelos^ 
Dice, el otro; aparta, aparta^ 
Que entra el valeroso Muza 
Cu adri lleco de unas cañas* 
Estos dos versos^ últimos están tomados de un romance de 
Gines de Hita: Guerras de Granada, 

( uoz } Que con un rostro mayor* La Real Academia cqb- 
siderd necesario añadir la proposición con para elmejor j mas 
claro sentido de la oración* 

( ao3 ) En esto llegaron corriendo con grüa^MlUies* ( ¥• 
la noU 348 del tomo 3.° }. 

Capitulo H%af¡ii$im aeguttS^. 

( ao4 } Las guavdais en el seno para el otro di^* £sto 
^ refere á lo que se lee eu el cap. ia> del £)• Quijote, del su- 
puesto iicenoisdo Avellaneda en, donde se. dice, que D. Carlos, 
oírecid 4 ¿lancho dos docenas de. albondiguiU^s y seis pellas 
de manjar blanco. Comiese, las albondiguillas y de las pellas 
Guatrot, metiéndose, las dos sobrantes en el seno para guardarlas 
para la mañana simiente. 

( ao5 ) mse^loi del famosoEscoiillQ^ de quien tantas ma- 
ra^illafi se cuentan* J&aa esie Escoto d £sQOtillo.italianOf natu- 
ral de Parmai y vivía en Flandes ejx tiempo^ de. Alejandro Far- 
nesio bijo de U%* Margarita de Austria ^ el cual mandaba los 
ejércitos de su. tiA Felipe II ea aquellas provincias^ £ra fisco- 
tillo ^Ucado al estudio de Ua maie^áticaSf jr especialmente 
al dftla aslrología judiciaria, y a/»i era tenida por encantador 
y nigromante. Contábanse con efecto, de él> cp^ajl maravillosas 



(7«) 
y estupendas, como era la de que soiia eooTÍdar á «IgVBOs amt* 
gos á comer, y llegando la hora no había el menor aparato, ni 
prevención f ni aun lumbre en )a cocina; y sin embargo , en 
aeaUndoM éi á la mesa, aparecían en ella varios y es^msiles 
manjares traídos por arte de encantamiento. Al Terlos da- 
cia CscotiUo: este plato viene de la cocina del rej de Fftti- 
da , este otro de la del rej de Inglaterra , aquel de la 
del rejr de £spana. D. Luis Zapata en sn Miscelánea 
(Biblioteca Real) trata largamente de él, y dice qne si algu- 
no no creyese los casos raros que refiere de él, no tendría 
razón, porque él las supo de caballeros m/ny uerdaderos y 
muy principales. Pero estos caballeros, no obstante su buena 
fe y calidad, eran de los que creían en dueudes y en familiares. 
Añade pues Zapata . que un dia quiso comprar £scotillo un 
rocín de un caballero, y didle por él treinta escudos; didseJos 
en doblones, mételos el otro en la bolsa, sácalos eu su casa 
muy contento con su muger, y halla que son unas tarjas; vuelve 
confusísimo esperando donde £scotillo con mucha gente Je 
esperaba: dice que miente, que él doblones le dio , como se 
verá; tórnalos á sacar de la bolsa, y halla que decía verdad. 
Torna á hallarse sus tarjas: vuelve llorando mucho mas y echa 
la moneda, que eran doblones, delante ; y auoque así los vio 
dijo que los daba al diablo que mas quería su caballo: tómale^ 
y súbese ea él, y vase santiguando del caso ; y yendo por la 
calle vi<S crecerle al rOcin los cuernos, y tornarse una hermosa 
vaca. " Tratando el P. Martin del Rio de lo aparente y fan- 
tástico de los manjares que presentaban los nigromantes, dice: 
«tales eran los que anos pasados ofrecía EscoUllo á sus con- 
vidados ; que á sn parecer salían de los banquetes hartos j 
satisfechos, é iomediatamente esperimeataban una hambre real 
y verdadera.'' De la vana ciencia del maestro puede inferirse la 
del polaco su discípulo, fabricador de la cabeza encantada que 
poseía D. Antonio Moreno. De otro nigromante llamado Miguel 
Escoto , que florecía en el siglo Xíll, y de quien se cuentan 
cosas semejantes á las del Parmesano, hacen mención Martín 
Goccayo y Gabriel Naudeo. 

(ao6 ) Mas d satisfacción de D* Quijote que de Sancho. 
Bl valgo ignorante y por consiguiente supersticioso está siempre 
dispuesto á considerar como sobrenatural todo lo que está mas 
allá de sus limitados conocimientos. Por esto nada estraño se 
hace que á estas cabezas, estatuas ó simulacros parlantes que 



(77) 
se fabrícaroD por personas j en épocas diferentes se las taviere 
¥«|lgftnttQiltebeonio obrd.de }a magia. Alberto Mf»gno fue de los 
4^Wi falafttcaimi iiiib, y «Ira «1 marques deVilletiA D/Enrique d& 
^f'agfHi^- J&l Tofiiado, dudo por Peliicer, habla de Una cabeza 
•4e^«ii^ll«l<|uevatfci«i'aba''eii la villa de Tabara, y cu^o ofídiu 
|trii»ci|^l eta^a^kar si había algún judío en el lugar, diciendo: 
fná^us.aehslj judio hajr en el lugar ^ y no cesaba de gritar 
AbüH» que el ^ocfaíose saliade él. De ella hace también mención 
Bjti Mod^go de Y/epes ea lá Historia del niño de la Guardia» 
Déla de Tabara, añade el Tostado 9 que la ignorancia dé los 
vecinos la hizo pedazos, y su anotador dice á la margen, que 
la malieia de los judíos. Pero en estas cabezas no íntervenia por 
oieKtó arte ningún a mágica, sino el mero arliñcio líumanó, aun- 
tfaeel vulgo creyese otra cosa y algunos embelecadores quisie- 
sen acreditar Con estas ficciones la astrología judiciaria , que 
andaba tan valida todavía en tiempo de Cervantes, ei cuai| con 
«Sta invención de la cabeza encantada de la casa de D. Antonio 
Moreno, qntso ridiculizar á los que prestaban asenso a' sus 
quimérico^ pronósticos. Gerduimo Cardano, que murió por 
h>s tinos de ^$75, citado por D. Juan de Garamuel en su Toco 
seria Natura: et Antis dice que Andrés Albio,' médico de Bo- 
lonia, quiso atemorizará un mancebo prendado de una donce- 
lla, dándole ti entender que el mismo demonio trataba y hablaba 
de stts antóres. Para esto mandé colocar en el estremo de una 
mesa unn calavera, y ál rededor de ella algunas velas encendidas. 
La mesa descansaba sobre cuatro colunas , que le servían de. 
pies, y estaba agujereada por donde se puso la calavera ; pero 
cabiertá toda con un tapete muy delgado para que no se descu- 
briese el agujero. La coluna 6 pie, que correspondía á este, 
estaba hueco, y tenia introducido un tubo ó canon que pasaba 
á penetraba é otra pieza é cuarto bajo, porque el suelo .del de. 
arriba estaba agujereado, por donde estribaba el pie de la mesa, 
de modo que aplicando el oido el que estaba debajo á la boca 
delcaiíon é cerbatana oia fácilmente á los que hablaban dc^de 
arriba, los cuales hicieron varias preguntas á la calavera, por 
cuya boca respondia el de abajo al caso y oportunamente, por- 
que se habian convenido de antemano en lo que se habia de 
preguntar y responder. Algunos de los circunstantes, que sa- 
bían el secreto, estaban muy divertidos y regocijados; bien al 
contrario de los que le ignoraban, que oian á la calavera espe- 
luzados de miedo los cabellos creyendo que algún espíritu in- 
IV. » 



(7») 
fernal hablaba en ellai especiaimeDle el enamorMlOf qae ja le 
parecía se le llevaba por los aires. De este cuento adoptó Cer- 
Tautes sin duda el sujo^ pero variándole^^ y exornándole con 
tal novedad, que le dio cierto aircjr visos de original. El P. 
Kirker tenia en su museo, añade el referido CaramueJ, la fígu* 
ra ó imagen de una santa, que daba varias respuestas sin usar 
de mal artiticio que del de un caaoncito puesto con disimulo 
en cierto lugar distante, el cual terminaba en la boca de la ima- 
gen, donde aplicando el oído el preguntante, oia las respuestas 
quedaba el que hablaba por el otro estremo del canon. 

( ao7 } Correr, sortija. ( V. la nota 8i del primer to- 
mo). 

( 3o8 ) llegó en otras. Qaizá debiera decir liego entre 
otros d unoy aunque de aquella manera se lee en la primera 
edición. 

( aog } Esas son sus propias correspondencias. Pellicer 
cree que en este traductor del italiano quiso reprender Cervan- 
tes la ocupación común de algunos literatos de su tiempo, que 
se empleaban en estas versiones del toscano, como ahora suce- 
de coa las del francés , con mala elección tal vez de las obras 
origiuules y con el lenguage descuidado con que adulteran la 
lengua castellana; y aun las traducciones que se haciau amella 
de los autores clásicos, griegos ó Ijitinos, las adoptaban de las 
italianas, sin embargo de sonar hechas de los originales, como 
lo reprende también Lope de Vega en su Dorotea, el cual 
en confírmacion del dictamen de nuestro autor anadea " ple- 
gué á Dios que llegue á tanta desdicha por necesidad, que tra- 
duzca los libros de italiano en castellano, que para mi consi- 
deración es mas delito que pasar caballos á Francia. " 

( aio ) Las lenguas griega y latina, fjope de Vega en la 
comedia '' Santiago el verde" da poca importancia al conocí- 
miento de las lenguas, no solo de las vulgares, sino también 
á las reinas de ellas la griega y la latina , diciendo en uno de 
sus diálogos. 

D. García. Sabes leer? 

Pedro. Bueno está eso; 

Y aun sé latin. 
D. García. Si sabrás: 

Por que jo nunca he tenido 
£1 saber latin ni griego 
Por hazaña , pues que es 



(79) 
Lo noismo saber francés, 

Y lo sabe cualquier lego. 

( ai I ) y tez de la haz. El primero que usd de esta com- 
paración tan propia parece fue ,' según el parecer de Pellicer, 
D. Diego de Mendoza, citado por O. Esteban Manuel de Ville- 
gas en el prólogo de su traducción de Boecio: después^ de D. 
Diego lo us<$ D. Luis Zapata en el de su traducción del Arte 
poética de Horacio impresa año de iSgi, donde dice que "son 
ios libros traducidos tapicería del revés ^ que está alli la tra- 
ma, la materia, y las formas, colores y fíguras , como madera 
y piedras por labrar, faltas de lustre y de pulimento;" y en 
que añade "que las obras traducidas son como los foragídos 
que se pasan'á óticos reinos, que raro hace fortuna." 

( aia ) Pastor Fido* Irapriraídse su traducción con este tí- 
tulo: El Pastor Fido: tragicomedia pastoral de Juan Bau-^ 
lista Guarinl, Valencia 1609. El doctor Cristóbal de Figue- 
roa, que era natural de Valladolid y fue auditor de nuestras 
tropas en Italia, hablando del empeño de algunos de escribir 
prólogos y dedicatorias , dijo en el Pasagero lo siguiente: du- 
ra estajlaqueza en no pocos hasta la muerle^ haciendo prÓ^ 
lagos y dedicatorias^ hasta él punto de espirar* Con cujas 
palabras aludió sin duda al prólogo y dedicatoria que á loáU 
timo de su vida, y después de recibida la Estrema-Uncion hi' 
zo Cervantes el año antecedente á los Trabajos de Persiles, 
Mala correspondencia de este traductor al juicio favora- 
ble que hace aqui el autor de D.* Quijote de su versión' caste- 
llana. 

( ai3) Anúnta* D. Juan de Jáuregui fue un caballero se- 
villano no menos poeta que pintor insigne, cuyo arte profesa- 
ba por añcion, y de que se servia para retratar á sus amigos, 
y á otros, como lo hizo con Miguel de Cervantes, según dice 
este en el prólogo de las Novelas. Su traducción se titula asi: El 
entinta: contedia pastoril de Torcuato Taso. Sevilla i6i8. 

( ai4 ) y aun piensa qué me hace merced en dármelos ? 
De los libreros decía también el mismo Cervantes en la nove- 
la del licenciado Vidriera que no le contentaba una falta que 
t^nian, y era: "los melindres que hacen cuando compran un 
privilegio de un libro, y la burla que hacen á un autor, si aca- 
so la imprime á su costa , pues en lugar de mil y quinientos 
imprimen tres mil libros, y cuando el autor piensa que se ven- 
den los SUJOS, se despachan los ágenos." ¿Y qué hubiera dicho 



(8o) 
Cervantes de algunos ó de los toias de los libreros' de ahora 
si hubiera vivido en nuestros dias ? 

( a 1 5 ) Un cuairin • Pe quena moneda de cobre de dos mrs. 

( ai6 ) Luz del alma. £1 autor de este libro íae Fr. Feli- 
pe de MeneseSf natural de TrojillOf de la orden de Sto. Do- 
mingo , catedrático de Alcalá. El título de la obra es: Luz del 
alma cristiana contra la ceguedad ^ ignorancias Es una eS" 
plicacion de la doctrina cristiana • Salamanca iS36« 

( ai7 ) Cuatralbo* ( V. la nt^ta siguiente )• 

( a 1 8 ) Era un principal caballero f^alenciano. Parece que 
este general llamado Cuatrídva^ porque era gefe 6 mandaba 
cuatro galeras, era O. Luis, ó según otros D. Francisco Colo- 
nia, conde de Elda. Este caballero fue uno' de los encargados 
de la espulsion de los moriscos, habiéndose juntado coo sas 
galeras , que se llamaban la escuadra de Portugal, con D. Pe. 
dro de Toledo, general de las de España, como dice Gaspar 
de Escolano. La escuadra del conde de Elda se hallíiba i h 
sazón en Barcelona cuando Degd á ella D. Quijote que faeel 
año de i6t4 después de la espulsion de los moriscos. 

(aig) Espalder, Por equivocación sin duda se puso «5- 
paldar en la primera edición del Quijote. El espaldar era el 
remero que servia en la popa de la galera, j habia dos, UDoá 
la derecha j otro á la izquierda, los cuales se llamaban asi por. 
que hacian espaldas á los demás, j los gobernaban j dirigían 
para que remasen con uniformidad. 

( aaa } Monjuí. Montaña inmediata á Barcelona, en coja 
eminencia haj un soberbio castillo, desde cuja torre sea?isaD 
las embarcaciones que se divisan en alta mar. El nombre Moo- 
)uí parece se deriva según unos de Mons Jovis^ por haber esta- 
do antiguamente dedicado é Jápiter, 6 de Mons judaicus de 
haber sido cementerio de los judíos. 

( aai ) Se le escapó por debajo de la palamenta. Él con- 
junto de los remos de una galera, galeota etc., se llama en 
términos de marina palamenta y también palazon. 

( aaa ) El virejr de la ciudad. Entqnces lo era D. FranciS' 
co Huerta de Mendoza, marques de Almazan, soldado de gran 
valor, á quien alaba de elocuente y de poeta Cristóbal de Me- 
sa diciendo: 



(8i) 
Ingenio digno de inmortal corona ^ 
. Que vais de Cataloña al principado 
Por yirej de la rica Barcelona. 
Con efecto el año de t6ia ja estaba en Barcelona este virey^ 
pues, dice Feliu de la Pena en sus Anales de Cataluña que hu- 
bo en ella una competencia ^or no haber dado asiento d la 
pireina , duquesa ( debe decir marquesa ) de Almazan . En la 
Relación de las gestas celebradas á la beatificación de Sta. 
Teresa en la misma ciudad el año de 16149 (en cuyo tiempo 
se hallaba en ella , como se ha dicho , D. Quijote ) hay una 
redondilla que di<5 el marques para que se glosase, la cual con 
alusión á la festividad del Corpus dice asi: 

Con el amor que nos tiene 

Hace Dios franca su mesa^ 

Y por convidada viene 

Hoy nuestra madre Teresa* 
En la niisma relación se lee una misa compuesta en latín por 
el mismo virey en honor de la santa y para cuando S. S. dis- 
pusiese ^e la dijese propia, cuya misa presentó al pie del altar, 
en el ofertorio, el marques al padre prior del convento de S« 
José, en cuya iglesia se celebraron las fiestas. De modo que lo 
poeta y lo valiente, como dice Pellicer, no solian quitar en- 
tonces lo devoto. 

^ ( aa3 ) £*/ mancebo decir quería. En algunas ediciones se 
han añadido en este pasage palabras , de las cuales al parecer 
no habia ninguna necesidad. 

( 2^4 ) ^'* mancebo caballero llamado D. Gaspar* En 
el cap. LIV Sancho le llama D. Pedro. 

( aa5 ) En el serrallo. Es una equivocación muy común 
entre los europeos llamar serrallo al domicilio ó habitación 
que ocupan las mugeres entre los turcos, confundiéndole cou 
el harem. Este es una parte del serrallo^ cuyo nombre pro- 
piamente significa palacio. Es un error atribuir á cada turco 
un serrallo ó palacio, siendo asi que el gran visir no lo tiene 
propio, pues es de su soberano. Esta es una prerogativa del 
sultán, de los príncipes de su familia, y de los embajadores 6 
ministros estrangeros; al paso que cualquier musulmán tiene 
Jiarem cuando puede mantener mugeres. Los turcos pronun- 
cia 5arai, de cuyo nombre hicieron los italianos el de ser" 
raglioj y nosotros el de serrallo, 

( aa6 ) Un caballero armado asimismo de punía en blan* 
^0, Lo mismo que armado de pies á cabeza. 



(8a) 

( aay ) Fencido sois^ caballero^ y aun muerto^ si no con- 
fesais las condiciones de nuestro desafío. ( V. h nota 7 del 
tomo a.** ). 

Capítulo $ttaQtímo qmAo. 

( aa8 ) Un cahaUero de los Espejos. ( V. el cap. II. de la 
].* parte )• 

( aag ) Fblver cuerdo al mas gracioso loco que hay en él. 
La misma qaejaf j con razoDy como dice. Pellicerf pudiera te- 
ner D. Quijote del bachilJer Sansón Carrasco por haberle pri* 
vado, venciéndole^ del contento con que vivia imaginándose ca- 
ballero andante, porque el género de locura que.padecia Don 
Quísote era parecido al de aquel otro hidalgo de Argos en el 
PeloponesOf cuja parcial demencia consistía en saber que oia 
Sumamente complacido representar admirables tragedias en 
un teatro, donde no había otro espectador, ni otro que aplau- 
diese Á los actores , que él solo; en todo lo demás era cuerdo» 
buen vecino , buen marido, huésped amable. Compadecidos 
sus parientes intentaron curarle, y con efecto lo consiguieron 
á fuerza de heleboro. Vuelto á su juicio el loco : Dios os lo 
perdone , dijo , amigos , que me habéis muerto^ no sanado^ 
arrancándome el deleite que sentia^ jr privándome con t^tolen- 
cia de mi locura gustosísima* 

Pof me occidistis , amicij 

Non serifasiis^ ait^ cid sic extorta voluptas ^ 
Et demtus per uim mentís gratissimus error. 
(Homcio EpistoL lib, JI. epist, a per5. laS). 

Asi D. Quijote ( qne solo ^deliraba como se sabe, en asun- 
tos de la caballería, siendo en lo demás hombre de buena ra- 
zón ), quedó con el vencimiento del bachiller privado de sus 
agradables fantasías caballerescas y reducido á una vida tris- 
te y melancólica. En este triunfo del caballero de la filanca 
Luna se puede decir que se veriñca el desenlace de la fábula 
de />. Quijote de la Mancha, 

( aSo ) D. Bernardina de Felasco. No fue este caballero 
el único encargado de la espulsion délos moriscos. (/^. lano^ 
ta lífi de este tomo ); pero aqui no se habla mas que del que 
la ejecutó en la Mancha, y fue en efecto el citado D. Bernar- 
dino de Velasco y Aragón, conde de Salazar, comendador de 
yillamajor y Veas ^ del consejo de guerra ^ comisaríGTgeDe» 



(B3) 
ral de la infantería de Gastiüa. Era caballero de grandes pren- 
das, pero mal agestado y lo era todavía peor su muger, cuyo 
inocente defecto no perdonó el satírico conde de Vili&inedia- 
na I que dijo de entrambos: 

Ai de Sa lazar ajer 

Mirarse á un espejo vi, 

Perdiéndose el miedo a sí. 

Para ver á sa muger* 
En medio del celo, integridad y sagacidad de los encargados 
principales de esta impolítica espulsion, se verificó algo del po- 
der de las dádivas, que insinúa D. Antonio Moreno, por la 
poca fidelidad de los subalternos» En una carta que en octu* 
brede i6aa escribió D. Rodrigo Calderón, poco antes de mo- 
rir en la plaza mayor de Madrid, á Felipe IV, dice entre otras 
cosas: ^'Los que fueron comisarios en la espulsion de los mo- 
riscos aplicaron para sí tanta suma y cantidad, que son deu- 
dores á V. M. de muchos millares de ducados. Demás de es- 
to, con favor de dádivas y buena arte y mana que tuvieron, 
se quedaron y volvieron desde la embarcación muchedumbre 
de moriscos, los cuales, como'tenian lengua y noticia de lo que 
dejaron^ enterrado sus compañeros y á donde, lo sacaron y es- 
tan hoy mas ricos y poderosos, que ningún natural; y como 
están poderosos no trabajan ni cultivan los campos, como los 
que salieron, antes bien andan en trage de caballeros con se- 
da y oro, etc.'^ A este número se agregarían los que habia en 
Sevilla por los anos 1 6a3, pues en una representación hecha 
por la ciudad á Felipe IV se dice que de varias informaciones 
hechas en los de 1619, ao, y a3 ante los asistentes conde de Pe- 
ñaranda, conde de la Fuente del Sabuco, y D. Fernando Ra- 
mírez Fariñas, del consejo y cámara de Castilla "consta que 
es grandísimo el número que hay en esta ciudad de moros y 
moras, por haberse venido de todas las costas'y lugares marí- 
timos , donde por leyes de estos reinos no pueden asistir etc.'' 

Capitulo $t%a%himo ectío. 

( a3i ) Con Roldan á prueba* (V. la nota i5o del tomo 

( a3a ) De lo caro* Esto es, del vino caro, ó .del mejor vi- 
no, porque habia, en muchos pueblos, una taberna ó casa (como 
se dice aqui ) donde se vendía vino de mejor t;alidad , y por 



C»4) 

coD)>¡gaíeDl€ vi^lia á prepío mas alto d. caro queel conuin» En 
Madrid, corao dice Pellicer, ^staha esta cas^ el apode i£3i 
hacía el Uenzo de la plaza niajor donde caen Jascsmícerte; 
porque '^m lunes 7 de julio» d« dÍ4^bo aaOf á las dos de la<no^ 
che se quemó »' se dice en una Relación que hajr en la. Real - 
Biblioteca de S. M.» toda la «cera de casas de la plaza ma^ror 
desde la calle de Toledo, 6 desde el arco hasta el pdsadi^oyi: 
que dividía los especieros j un pastelero; y la Cftsa donde se- 
vendía el vino caro,'' ' ' 

( a33 } La discreción de Su criado^ que ppr tal juzgar<m. 
d Sancho, Cervantes amenizó este caso, que se lee en Alciato,' 
quien tratando de que la desigualdad de las perdonas podía 
ser causa justa para no admitir el reto ó desafío, propone al- 
gunos casos dudosos , como si desafiando un cc^o^ ó an tuer- 
to , á otro que 00 lo fuese, este se había de encojar, ó sacar 
tiii ojo, para igualarse con su contrario ; J en cuanto al tuer* 
to opiuaban algunos soldados prácticos que no bastaba que su 
contrario se cubriese un ojo con un parche ú otra cosa , sino 
que se le había de sacar efectivamente , porque si el tuerto 
perdía el único que tenia, quedaba sin ninguno, jr á su enemi- 
go aunque perdiese uno , le quedaba otro todavía. Pero esta 
opinión, añade aquel jüriscousulto , es ridicula por demasia- 
do sutil, como lo fue también la sentencia que se dio en el ca- 
so de ^'un gordo y ventrudo que apostó con un flaco y ligero 
de pies á que correría mas que él , con tal que corriesen coa 
pesos iguales. Pedia el gordo que se le atase al flaco el peso 
equivalente á su gordura en que le escedía. Replicaba el flaco- 
que antes convendría matar de hambre al gordo para que en- 
flaqueciendo algún tanto , pudiese correr con él sin pesar ma& 
ni menos," (De singular i certamine). 

(Capítulo sttaQtúxao »¿ftm$. 

( a34 ) Y todas las demás cosas que al pastoral ejercicio 
son necesarias. Este pasage es imitación de lo que se reñere 
del príncipe D. Florísel de Níquea en la a." parte del libro de 
Araadís de Grecia. "El príncipe D. Florisel de Níquea entre 
sus muchos cuidados acordó de tomar hábito de pastor y vi- 
vir en una aldea^ y como lo acordó, luego se fue y descubrió 
á un buen hombre , é hízole que le comprase ciertas ovejas 
para salir con ellas 9 haciéadole unos hábitos de pastor.'\El 



(tó) 

temor áé que D. Quijote se hiciese pastdr yá lo manifestd la 
sobrina en la i^rimera parte de esta obrd« 
• ( a'35 ) El barbero Nicolás se podrá llamar Niculoso. 
SÍQ duda fue equivocaoíoa de imprenta haber paesto Miculoso 
en la primera edición. 

^ ( a36 ) Como ya el antiguo Boscan se llamó Nemoroso* 
No puede determinarse á punto fijo, dice el conde D. Juan 
Bautista Conti, el año del nacimiento de Juan Boscan Almo- 
gaver^ ni tampoco el de su muerte; pero se sabe que nació eu 
Barcelona^ patria de sus nobles ascendientes y á fines, del siglo 
XV. Siguió en su juventud la carrera de las armas, y viajó 
por muchos paises. Fue inclinadísimo al estudio de las letras 
humanas, y dotado de cuantas prendas corporales y del áni- 
mo se pueden desear en un cortesano. Las singulares virtudes 
del gran duque de Alba D. Fernando fueron fruto de la 
educ:lcion que recibió de Boscan , como insinúa GarciJaso 
en la Égloga segunda. Unióse en matrimonio con D.* 
Ana Girón de Rebolledo , señora muy noble y virtuo^ 
sa , de quien tuvo sucesión , j de este consorcio habla 
él mismo larga y elegantemente ea la Epístola dirigida á 
D. Diego Hurtado de Mendoza. 

Pasó después lo r'estaute de su vida en Barcelona con decentes 
facultades, copfio se infiere de la** misma Epístola , siguiendo al- 
guna vez la corte del emperador Carlos V., de quien era no 
menos estimado , que de toda clase de personas en estos rei- 
nos. Pero la principal gloria de Boscan consiste en haber sido 
el primer poeta de España que dio á conocer la hermosura 
del verso endecasílabo, de que nació la verdadera gracia y ele- 
vación de la poesía castellana. Cómo se determinó á esta em- 
presa, lo dice él propio en la Dedicatoria á la duquesa de So- 
na, que precede á la segunda parte de sus poesías. 

"Porque estando un dia en Granada con el Navajero, emba- 
jador de la república de Venecia, al cual por haber sido va- 
ron tan celebrado en nuestros días, he querido aqui nombrarle 
á vuestra señoría , tratando con él en cosas de ingenio y de 
letras, y especialmente en las variedades de muchas lenguas, 
me dijo ¿por qué no probaba en lengua castellana sonetos y 
otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia? 
y no solamente me lo dijo asi livianamente , mas aun me rogó 
que lo hiciese. Partíme pocos dias después para mi casa ; y con 
la larguera y soledad del camino , discurriendo por diversas 



(86) 
cosas, fui ¿dar muchas feces en lo que el Navajero me había 
dicho. Y asi comencé á tenlar este género de verso. Ea el 
cual al principio bailé alguna dificultad por ser muy artificio- 
•o jr tener muchas particularidades diferentes del nuestro. Pe- 
ro después pareciéndome^ quizá con el amor de las cosas pro» 
piaSf que esto c^imenzaba ¿ sucederme bien, fui poco á poco 
meliéndomel con calor en ello. Mas esto no bastara á hacerme 
pasar mujr adelante, si Garcilaso con su juicio , el cual no so- 
lamente en su opinión, mas en la de todo el mundo, ba sido 
tenido por regla cierta, no rae confirmara en esta su deman- 
da. Y asi, alabándome muchas veces este mi propósito , y aca- 
bándomele de aprobar con su ejemplo , porque quiso él tam- 
bién llevar este camino , al cabo me hizo ocupar mis ratos 
ociosos en esto mas funda damen te.'' 

Esta nueva tentativa de Boscan escitó contra él dos clases 
de adversarios. Unos le lachaban de novador j de corruptor 
de la harmonía poética nacional; otros le disputaban el mé- 
rito de primer introductor del verso endecasílabo en España. 
Obf'aba en los primeros una inconsiderada preocupación á 
favor de los usos de su pais, obstáculo siempre fatal á los pro- 
gresos de una nación en las artes y en las ciencias* 

Por lo que toca á la otra especie de émulos, que disputaron 
á Boscan el lauro de primer introductor del endecasílabo en 
España , puede decirse , que en la citada Dedicatoria in- 
dica él misino haber sido usado aquel verso por los provenza- 
les, y entre ellos por el célebre Auaias March, catalán, <S como 
otros quieren valenciano; por lo cual no se alabó de ser su 
primer introductor en España , sino en la lengua castellana. 
Los que ni aun esto le conceden por haber hallado algún pro- 
verbio antiguo espresado en dicho género de verso , tal cual 
endecasílabo del infante O. Manuel y del marques de ¿>anti- 
llana, se equivocan manifiestamente, porque no merece el nom- 
bre de introductor, quien le ha usado alguna vez por pasatiem- 
po y capricho , y sin dar á su nación un verdadero modelo 
que imitar , sino el que dedicó todo su cuidado á conocer las 
propiedades de él , y que escribió muchas poesías en aquel 
yerso y en sus principales combinaciones métricas, logrando 
que á su ejemplo le adoptase la nación con universal consenti- 
miento, como lo hizo justamente Boscan. Dividió sus rimas 
en tres libros: el primero comprende las poesías que anterior- 
mente había escrito en redondillas ; en los otros dos emplea 



(8?) 
siempre el endecasílabo, f>robaDdo á usar sus principales com- 
binaciones; en cuyo ejercicio no le sirvió de guia ningún poe- 
ta español sino los italianos. Escribió canciones^ sonetos, ter- 
cetos, octavas y versos sueltos. En los sonetos y canciones si* 
guió al Petrarca ) en los^tercetos , fí este j al Dante ; en las 
octavas, á Policiano , al Ariosto, y principalmente ai fiembo, 
porque las octavas que empiezan: 

En el lumhrosoy fértil oriente 
éslan sacadas, aun en lo que toca á la materia, de las del Bem* 
bo, que empiezan; 

Nel V odor ato e lucido oriente* 
En los versos sueltos sobre Leandro y Ero, poesía tomada de 
Museo , antiguo poeta griego, siguió al Trísino y acaso aun 
mas á Bernardo Tasso, padre del gran Torcuato, el cual escri- 
bió un poema sobre el mismo asunto; y no es de estrañar que 
no llegase á perfeccionar el manejo harmónico de dicho verso 
en la lengua castellana , sí se considera la suma dificultad do 
la empresa. El mismo pide al lector reflexione que en todas las 
artes los primeros hacen harto en empezar ; y los otros que 
después vienen, quedan obligados á mejorarle. 

Dícese que habia concluido la versión de una tragedia de 
Eurípides , pero se ignora su paradero. Lo que sí existe y se 
aprecia mucho, hablando de, obras en prosa, es su traducción 
castellana del esceíente libro de Baltasar ^Castillon , titulado 
El Cortesano ; áe va^nttsí que debe mirarse Boscan como el 
primero que mostró á los españoles el uso elegante de su len- 
gua no solo en verso, sino también en prosa. 

Boscan se llamó Nemoroso, como dice Cervantes, á pesar de 
que Hernando de Herrera supone que el Nemoroso de las Eglo* 
gas de Garcilaso fue D. Antonio de Fonseca, marido de la Eli- 
sa ó Isabel ^ celebrada en ellas, cuya novedad contradice Don 
Luis 2japata en su Miscelánea^ diciemdo que D. Antonio Fon- 
seca en su uida hizo copla^ ni fue de la compañía de Garcila* 
so^ como Boscan^ ni tuvo ramo de donde saliese y se dedujese^ 
como de Boscan nemus. Nemoroso. De' Juan Boscan cuenta 
el referido Zapata la siguiente anécdota. ^'Paseábanse juntos 
una vez en {^rcelona Boscan.... que era muy oscuro de rostro 
é muy moreno, y Juan Desa, hijo de un rey de la India, que 
le dio el rey de Portugal, el ¡hábito de Santiago y D. Juan -de 
Mendoza les hizo la copla siguiente: 
''Con Juan Desa se pasea 



(88) 
Boieao , j aun acierta en estOy 
Por que algana vez su gesto, 
Mejor que el del otro sea. 
Lo que desto rae parece 
Es que tengáis entendido 
Que en él un gesto anochece^ 
Y en el otro ha anochecido* *^ 
Como Juan Desa llevaba el hábito de Santiago, cajra enco<* 
mienda es encarnada, y era pequeño de cuerpo, mal tallado j 
negro, como se ha dicho, dijo uno de ¿1 que era costal de car- 
bón con remiendo colorado s 

( a37 ) ¿ Pues qué si entre estas diferencias de músicas re" 
suena la de los albogues ? Todas las ediciones dicen: ¿ pues 
qué si destas diferencias de música resuenan los albogues? Pe- 
ro por no hacer sentido la Academia puso entre estas en lugar 
destas. 

( a38 ) Almorzar. Alguacil. Es lo mismo que el acratismo 
de los griegos. Derívase el nombre almuerzo del latino mor- 
sus^ que en la baja latinidad significaba bocado ó corta comi- 
da; y asi se dijo en Castellano primero muerzn j mueso, ¿asta 
que después se le añadió el artículo árabe 6 morisco ol^ y se 
hizo el sustantivo almuerzo^ y de este el verbo almorzar i ^^ 
significa tomar un bocado 6 un ligero alimento* 
En el poema de Alejandro se lee: 

Oiol por medio la boca al parlero lozano: 
Que non tra^ó peor muer so nin judío nin pagSQO. 
Nombre compuesto de la palabra drabe ghsU ngier 6 porte- 
ro, y del artículo al. El padre Guadix citado por Covarru- 
bias en su '* Tesoro de la lengua castellana" dice que es for- 
mado el nombre alguacil del artículo a/, y de la palabra ara* 
be guacir que significa ministro de justicia. 

(aBg) yhanos de avadar mucho d poner en perfección 
este ejercicio el ser yo algún tanto poeta. Todas las cdiciooes 
dicen hanos de ayudar mucho al parecer en perfeccioa,t^^ 
ejercicio el ser jo algún tanto poeta. Pero de esta suerte no 
hace sentido, por lo que la Academia corrigid este pasageea 
la forfüa que se ha dicho. 

(a4o) Porque todos. Es decir los barberos copio eri 
maese Pilcólas. 



(B9) 

Capitulo uta^i^báú octwio. 

(a4i ) La señora Diana se ua d pasear á los antipodas • 
Diógenes Laercio dice que Platón fue el primero que llamó 
antipodfás á los habitaates opuestos de la tierra, y Pitágoras el 
primero que sostuvo su existencia , cujra opinión combatieron 
muchos áldsofoSf dudando no solamente que hubiese antipo^ 
das^ sino sosteniendo aun que no podia haberlos, de cujr o pa- 
recer eran Plinio , Lucrecio , san Agustín etc.; hasta que des- 
pués se ha manifestado su posibilidad y existencia. 

Capitulo Btxa^iúmo nono. 

( a4a ) Hítrd parar las aguas del ohido. Esta octava es 
copia literal de la octava segunda de la égloga III de Garci- 
laso. 

(a43 } Radamanto. Rey de Licia, é hijo de Júpiter y de 
Europa» Administró Ja justicia con tanta imparcialidad y ri- 
gor que luego que murió la suerte le escogió para se^ juez de 
los infiernos junto con Eaco y Minos. 

( ^44) DUe. Divinidad infernal, lo mismo que Pluton. 
( a45 } Minos* La fábula ó mitología le supone hijo de Jú*- 
piter y de Europa, y juez de los intiernos. 

( 2Í46 } Como ahora se U5a. Curioso fuera tener una des- 
<;ripcion exacta de las modas que sucesivamente han domina- 
do en cada uno de los paises , y fuera sin duda el mas exacto 
monumento de la volubilidad humana. 

En tiempo de los reyes católicos fundaban las damas parte 
de la hermosura en las uñas, pintándolas de diversos colores. 
Dícelo el traductor y adicionador castellano del Carro de las 
donas, escrito en lemosin por el patriarca fray Francisco Ji- 
ménez, natural de Gerona; cuyo fragmento copia Pellicer pa- 
ra que se vea que la vanidad y el deseo de complacer y com-* 
placerse las mugeres siempre ha sido uno , aunque manifes- 
tado de diversos modos. "Las doncellas ( dice este traductor 
en el cap. a8, fol. 25. b. ) traen gorras como hombres coa 

medallas, é plumas, é coronas, é diademas y las casadas 

de tal manera traen los velos, que se les parecen los pechos... 
traen los tocados, é cofias, é velos ligados con unas agujas y 
alfileres de plata con las cabexas doradas. ..•• usan el trage á 



los pechos ancho, por qae les puedan ver gran parte del cuer- 
pOf y en el medio á la cintura estrecho tanto que es maravi- 
lla como la estrechura no las quebranta j ahoga , é las hace 
reventar ) é después traen por las orillas unos pliegues con ar- 
miños é martas que no les sirve sino para les estorvar el an- 
dar.. •• llevan también las faldas muj luengas, j arrastrando 
por tierra el paño j seda , de que un pobre necesitado podría 
ser vestido... • traen cabellos prestados en las cabezas, é por 
ventura son de mugeres muertas... todo esto hacen é suíren 
por parecer hermosas... hinchen los dedos de anillos doblados 
mujr preciosos ¿curiosamente puestos.... aféitaose la cara, al- 
- cohólanse los ojos , trabajando por que parezcan mejores en 
hermosura de lo que Dios las crió, alargando con pinturas y 
colores la ceja , y haciendo que parezca mas sutil de lo que 
es. Después aunque los guantes fueron inventados para de- 
fender las manos del frió del invierno, ellas los traen con ék 
mayor calor del verano por tener las manos mas delicadas con 
aquellos sebillos é adobos de gran suciedad: usan diversos cor' 
tes en las uñas de las manos ^ procurando que tengan en di' 

versas partes diverso color traen las servillas y calzados 

acuch¡lladi)S , con cintas en los chapines dé diversos colore» 
para se pulir y señalar: hablan con especiales maneras, con 
hablas muj polídas, con delgada voz, con gestos é meneos de 
cabeza y boca, que estudian para se mas afeminar , remirán- 
dose al espejo con el cual se requiebran hablando como con 
varón: procuran verse al espejo lo mas que pueden desde los 
pies hasta la cabeza, abriendo la boca por ver que tanto es 
lo que muestran los dientes, y cual parece mejor. Y en estas 
tacañerías y liviandades consumen la vida. " 

Fácil seria también referir las diversas modas que se intro- 
dujeron en tiempo de nuestros rejes de la Ca^a de Aastr/a, 
estractando varios autores que tratan de la variedad de trages 
de España como son Alonso de Carranza , en su Rogación al 
rey D> Felipe IP^. , en detestación de los grandes abusos en 
los trages y adornos nuevamente introducidos en España: An- 
tonio de León Pinelo en sus fíelos antiguos y modernos en los 
rostros de las mugeres, •,•, ilustración déla Real Pragmática 
de las Tapadas: Bartolomé Giménez Platón en sCT Discurso 
de los tujbs^ copetes^ y calvas: Fr. Tomas Ramón en su j!\««- 
va Pragmática de Reformación contra los abusos de los ajei^ 
|e5, calzado^ guedejas^ guardainfantes^ lenguage crítico j mo- 



ños 5 trages^ y escesó en el uso del tabaco: impre^ én Zara* 
goza i635* Pero no omitiré) continua Pellicerf hacer mención 
de algunas modas , usadas asi en estos reinos, como en los de 
Indias, y con que cenó el siglo pasado, entrando á reinar la 
Augusta casa de Borbon, en cuj^o tiempo se introdujeron otras 
nuevas* Tráelas y repréndelas Fr. Antonio de Ezcaraj en su 

libro intitulado freces del Dolor etc impreso en Sevilla año 

1691. Después de haber declamado contra algunas modas de 
los hombres, entre ellas la de los currutacos de entonces {que 

. traían unos calzones tan ajustados que en la misma estrechez 
manifestaban la forma del muslo y algo mas^ que por decen* 
cia callaba^ y que parecían una pieza el hombre y los cal" 
zones) pasa á contar y á combatir las de las mugeres. Habla del 
agarrotamiento )r estrecheza de sus cinturas, y de la pomposi- 
dad de sus sajas, que sobrecargaban con dos ó tres panos mas 
de los necesarios; -y aun para enhuequecerlas roas usaban del 
Sacristán j género de vestido que se armaba con aros de hierro; 
asi con una docena de estas abultadas mugeres se llenaba la 
iglesia, á donde llevaban tapete y cojin para sentarse j arro- 
dillarle, y donde entraban tan entonadas y tan pavoneando- 
se, que era de agradecer que no pidiesen que se. les pusiese 

jaula^ como á las uireinas para oír misa. Habla también de 
sus mantos, llamados de gloria , humo ó cristal^ y de sus 
puntas de d vara^ ó encajes de ojo de perdiz^ por donde des- 
cubrian'el pelo rizado, j tal vez postizo, y peinado en mele- 
na, coa un diluvio de cintas, y el escotado 6 degollado^ esto 
es, la desnudez de espaldas y pechos. No calla sus zapatos de 
ponlevi , aferrados en tafetán , cosidos con hilo de oro y se- 
da, de una sola oreja como los de los hombres, con virillas 
de plata sobre las suelas, y atadas en lugar de cintas con un 
bolón y ro$a de diamaiites. No se olvida del chiqueador^ que 
era un pedazo de lienzo que se ponian en la frente , bordado 
de oro, seda y lentejuelas; ni de unos velos que llevaban en el 
cuello, que eran una red de hilo de oro, de seda y plata, ó de hilo 
con muchos deshilados , por donde se clareaba y trasparentaba 
todo lo que cubría. Unas le llamaban colantes ó espumillas; 
otras la cachaza ó la pena; y otras sacrilegamente t\dmito% 
?íi omite los guisméles-y guaypUes^ que era cierto vestido, usa^ 
do comunmente en las Indias, de donde vino á España, no 
menos provocativo que vistoso , por la variedad de colores y 
tintes de la pluma de que se componía, que eran las de \o% 



(9a) 
pechos de los petos^ aforrado con raso 6 con damasco, y guar- 
necido con hilo de oro, lenteyoelas y perlas. Eii paato á las 
aguas de olores y afeites para la cara y los labios, dice que 
había en la calle mayor de Madrid tienda destinada para so- 
limanet^ albayaldes^ aguas de rostro y resplandor. La re!a- 
cioD de estas modas acredita que se han usado, que se 
osan ahor^, que sé usarán en adelante, y que tal vez se re- 
nuevan y resucitan de cuando en cuando; y solo se diferencian 
por la diversidad de los nombres, de la forma, y dé la figura,^ 
con que los hombres y mugeres esplican el recíproco y natu- 
ral deseo de agradarse unos ¿ otros. 
( a47 ) Argado. Lo mismo que enredo. 

Capitulo 9eptua0(0imo. 

( 24B ) Garrióla. Un lecho bajo á manera de una tarima 
puesta sobre unos rodillos 6 ruedas para moverlo con facili- 
dad. 

( 249 ) Despiertas, No creemos precisa la variación 
adoptada por algunos de poner despiertos por despier^ 
tas* 

( a5o ) Como del estremo. Este ablativo , como observó 
ya Pelliccr, se rige dé los tiempos se rió y admiró el Bachiller^ 
y asi está en la primera edición. ETn otras ( reputáúdó^lo acaso 
por yerro de imprenta} se'ha Sustituido el caso de ncnsativo 
diciendo el estremo^ con qué se da á entender qué se rtgé del 
participio considerando; y esto es contra el sentido. 

( a5 1 ) Dosdias ha que por la consideración^ etc. Todo es- 
to es un remedo exacto y chistoso de los amoríos que se leen 
en los libros de caballerías. 

( a5a ) ¡O mas duro que^ mármol d mis quejas*! 'Pritoer 
verso de Salicio de la Égloga primera de Garcilaso, 

( 253 ) Por que pareciesen las manos mas largas. ( V. \a 
nota a4^ ^^ ^^^^ tomo). 

( a54 ) Mi oislo. ( V. la nota 90 del primer tomo }. 

(255) t!l tesoro de Fenecía. Considerable era el que 
acaudalado tenia el senado de Venecia en los sótanos del pala- 
cio de San Marcos durante los días de sn pu)anza y domi* 
nación. 

( 256 ) Minas del Potosí. El descubrímieiilO de estas ricas 
minas del Pera se debió á una casaalidad. Un indio llamado 



(9^y 

Hualpa esUndo cazando por aquellos contornos descubrid ua 
pedazo de oro nativo. Confid este secreto á un Yecioo suyoy 
quien lo comunicó ^otro, hasta que llegd á oidos de Francisco 
Pizarro, el que mandó esplotar la mina ) y fundó cHia pobla- 
ción en 1545. 

( aSy ) Corbacho, Lo mismo que rebenque , litigo á 
azote. 

( ^58 } Ant^s dé nmcho tiempo no ha de haber bodegón. 
Voz general según el Tentero Juan Fernandez en el Pásagero 
del doctor Suarez de Figueróa ^ que decía: mi mitger e« gran 
guisandera y por estremo limpia , requisitos qoe la alentaron 
para elegir lo que en Sevilla llaman guin^ en Madrid estvidor^ 
y en todo el mundo bodegón* 

( a5g ) Esíe es gallo ^ por que no pensasen que era zor- 
ra. De la suma impericia de este pintor , quiso tomar acasd 
Cervantes 9 como lo opina Fellicer, ocasión de indicar la de-^ 
cadencia quepadecia en su tiempo^la pintura, que era tal, que 
obligó á los profesores de ella á presentar el año de 1619 á Fe- 
lipe 11 L un memorial, pidiendo que vista la temeraria ignoran- 
cia, introducida en España, de que pinten tantos sin saber los 
principios primitivos del arte , atendiendo solo á una vil ga- 
nancia , se dignase S. M. de establecer en la corle una acade* 
mia de pintura, como la habia de matemáticas, de donde entre 
otras ventajas resultaría la de "escusar S. M. de enriar á rei-^ 
nos estrañoa por artífices, como se hizo para el Escorial, é mu- 
cha costa é incomodidad y no mucha autoridad Jel reino.^' Im- 
primióse este memorial 9 j se halla entre los mss. de la Heal 
Biblioteca. Contiene los estatutos : nómbrase un protector ó 
presidente: sentíanse pticios: juntas particulares y otras gene- 
rales para examinar los progresos de los disci'pulos; pero este 
establecimiento parece no tuvo efecto entonces. Por otra parte 
tos buenos modelos y escelentes originales que podian contri- 
buir para remediar esta ignorancia, se sacaban de España. £1 
año de i6a3 se restituyó á* Londres el príncipe de Gales (que 
habia ido á Madrid á tratar su casamiento con la infanta 
D.* María, hija de Felipe IV. 9 y después reinó en Inglaterra 
poco felizmente con el nombre de Carlos I. } y en una carta 
que se imprimió entonces sobre este y otros sucesos públicos 
se dice: ''Entre los regajos que le ha hecho el rey, son las píiH 
turas de la Venus d^ Ticíano y de Ntra. S," deCorreggio; por- 
que Su Alteza es gran estimador de este arte , y asi no dejó nr 
IV. 9 



(d4) 

en la almoneda del conde de Villamedíana, m en la corle cosa 
de eslima que íidW«eVaWfi^íií'í''T^< '^-'í' íf ^ ^ 

( aSo ) La hiüoria de$U nuevo D. Quijote que ha salido. 
La que publicó el áuí^uesto'^aííéttttiadd^ ArUmsdsffcrnéi^aB^ 
AvcUancda,y ac lá que hemo» teftido ooaslo«^¿haMKr*ttJiaf 
irias anotaciones. 

< aSi ) 0^ dóftdt dhrtí ttíbM4ataii>wii fier4ánteüde8é|te 
poeta y de su rWíditó (rüAioííidii «ir k od vAi d jGe4«,iÜoode 
los Perros* réí^^ów^fei^fe' ( tí¡Í<í Binigartfta') te^tt»rn,íÍ/«wrfíá'A^ie*- 
Jeon^ poeta torito y académico deburladeiadcadémiMdéiás 
imtládo^é^'d Uñó /fué le pi^eguntó ifaé^tfue^Mdéeif^íDmma^dé 
Veó.jr resporidlA (¡áe} de donde diere, ©e «M acndénia de 
los imitadotó » imUatóría ( llamada lisi poriwilacióii « i«s de 
Italia ) diéfe'Juá'n Rulb en su» Jpviegm»tr que so ifiibdd.eti: Ma- 
drid ()oí- los aftos dfe iWe/aegun se puede coéjelurar^vettcaia 
áe uo cábhlierbi gran poeU, y que acudían ri ^ia k» ppímwos 
ingenios de la corte. Acaso asistid A cMa Cervantes^ 

(á6i) L9 (¡itkó dekftt^lé palmease Jas espaldoj^ el ver^ 
dugo jhf^ sei^ demaslédtímeníe atreuéda. Tííóq est» sftj|ee en 
los báp.'», d r *^^ ^ Quijote -de Avellanada, j ebdlS^flóa- 
dci elbii^rfidD; Alyrif o ífU^ttitia esci'úpúlodé haber sid»M4m- 
sa 'dk ifue t^th Quijote) Sídiese de ArgamasdUpaFmZai^a' 
gdzdóoi^ fik&irl^'dailoyaHe deiasjutías que aiü ít haeianj 
y hdlehUHeja¿tdhtsát^aé. * -vi 

( a63 V £t rnataáár de las doncellas. E^d ct>^ «I que llis 
matate*ahioíArttloie«llasdeéry,no corres^ondiétadíilas* , 



'^^ifitíAo'Btfbxa^tíim^'t^ 






t a84) ^/« "énttada dd Ctml, Refiérase ««te relaiiiaála 
palabra pueblo Con que tinalíza ^ capítulo anterior. ' 

( a6S ) íAebre huye^ galgos 4a sl^uen^ Dulcinea ito gare^ 
ce. Estaba lauy generalizada * un en' tiempo deCeevanies la 
supersticiosa creencia de calcular por los encu^etotros natura- 
les el resultado de lo que se esperaba d iba i emprenderse; su- 
perstición que sigue todavía demasiado arraigada entre algu- 
nos pueblos que por otra parte se consideran muy ilustradas. 
' ( a66 ) Pástoreied tú qUe vási SI bien e6te>fKisage éíi-ece 
un sentido claro é inteligible en la primera edición ^ fuese aJ- 
' leVandoén tunta tnáneria en las sucesivas ^ que apenus ipudo 
comprenderse. ■ ' ■ . .,.' . 



. >v.. 



OS) 

Capítulo septuofiéíiw iawijp-^ 

oi)(oa6f ^ü \MaL4^f9cumK,míwA^s, ^^.if^ar^Mal^ conipiteslo^ 
BsteixéMwo'poelailatiBD .é U9liai^fi,<:<^uQpi4o .también con ^ 
sobrenombre de ^c/io Sincero , nació en Náp^J^s e) año de 
tl(589>£lMeolkS:eil laa églogas. hucdlicaff y. es considerado có- 
ibooclr^tem6r>d«fhis {irÍ4€«t9fiÍ4»a«,J^O.|if^pode Pervaqtes, en 
«li4iiéjvivKa,í>Mi«aaro en su p^i^a , fr^cii^ntaba e$te la Sf^cie-^ 
dAd>dQLxS«ilio.de aqael^ ^ca J^aA Pqntano, jr asociado con 
ibar«HMSfeseUr«^idiM, ifig^i^io^t íw^mó en J^ápple^ una ^sj^ecie 
iáe anad^baeda tildaría. PfOpiUoae^ qne para peftenec^er ¿ ^Üpp 
dchiéinnicm.fiíwíoa oambiar si|s nombres con otros tomados dp 
laiénlágSüsdadvParil darles «)«niplo el niismo Pontanose ipti^ 
>titoIé jQpianp* Esta.'ropdat. que algunos timoratos criticaroVf 
£aoMgnid» tiMibien por AoUMiiia de Nebrijaf adoptando el 4? 
Elio. Sanasarftse WvlV^ Adió « con «ilusión á (|ue fue el ^ri>. 
mero •queintpodiifO 4^1os.fH^a4órAS por i|}terIoc^tores fie las 
»égioga6:; j 'Sincer^^ aJudieodo 4 l^^Q^erIda4,dc.,su án'm^^é 
tngei^&idad de su sondicíon» Sanaxaro Ibe taa^apa^on^do^ 
¥irg»lia qcre ce l^rab^. todos los 9Wtí^,d día de^u ^^cfinietifo 
«Ott-'tt&aoii vite reunido cum sus j9ipigp^,;.,pQr9,lp.,^^ i^ucjio 
< mas4e Makía Sa^t¿uma« 4)4HÍ^a.ooo elti^i^lo i^)Pps¿bre eri- 
jid un templo en su amena casa do^^Q^iPpo^ tJ^fn^^a la Mergi-' 
.ifi/iapeÉ^a, da ISipOles^ .y ^fii Quj^P obseqiiio compfiso el (amoso 
poema dk.i'/zr/u/r<rg^/5^.q^e:QSl,9kV^Uinand9. por espacjo de 
ao años. De él publicd una elegante traducción castellana Gre- 
gorio Hernaglfagc.df'Volfn^^IflQdifflOP diQ .yir|tlio. Sanazaro 
murió en su patria en i53o de ya de edad; y aun que no fue 
í^a^aéoy Í8 lamenta eo sií^ «pigraví^ de la muerte de un Lijo. 
Escribió Jar KÍda .de.QSt^ potejta^ ^m^^ A^^^v^^pT^IP.^^ ^^^ 9P^ 
•us>9OCBÍafl.ktinas^Áaipri|XMÓ^0i;i Amstordam el ,año de lyaB. 

í . :. ' De o%nganio^ea. t0QiMda5 

i' , < Jfor que esjta empresa y buen rey, ^ 

t...i .. . Paicaiiueataba g^ard^da^ 

-^m^ dada que el rxiaia>Ace d« donde tomó Cervantes e^tos ver- 
> i»g4osJiab^ visto Umbiea Gin# de Hita, quien en l^s Guer^ 
!fas>de Granada {xme en.boca de D« Alonso de Aguüaf, ofre- 
ieiépdese> fste 5fabaUero i poner «} pe^doa ea lii Alpujari'^)^ 
mismos ó muy parecidos versos: 



(S6) 
Aque^U eiDpr«^>. 5eoor« . 

*( «69) Con fpiuma de auestrut ^nosera y mal adelmnHa. 
mUma / biei^ merecida carga que da Cervantes al supuesto 
liceociado Avellaneda* 

, ( :i79 ) £a (ot estf^^JUfs reinof. Muchos de huasItí)» Ificto- 
wsk qit0 babráa visto el Quijota de AyeUaned»^ tendrán frt- 
Male qae e»te eotromelido y poco feliz escritor coactujre su 
seguudá parte eucerrando á D. Quijote en el nuncio 6 casa de 
locoi de Toledo para que le curasen de su enferjnedad^ Por 
jantiqaisiiOdi» tríuitcioaes ,. aaa4^» ^ ^**po m^ uaavcz curado 
salió del hospital, jr sin olvidar su tema favorito pa^ por Ma- 
drid en donde vio de nuevo á Sancho 9 y entrando á Castilla 
la Vieja sucediéronle oi^evas y estupendas aventuras 9 y solo 
para coutradecirle 9 reprueba jra Cervantes esta nueva salida 
qmi ^Q]»g»ba «scrjbir su menguado «ni«gonista« 

(Eonclu9ton« 

Niíestra academia y los mas eminentes literatos españoles/ 
éslrangeros habían escudriñado la inmortal obra del Quj'oie j 
la biografía de su autor, representándonos 9 Miguel d« Cer\an- 
ies como el ÍQgeuio mas insigne de su siglo,- y á su historia 
como uno de los libros mas preciosos y acaso como el mayor 
esfuerzo del genio, de la pureza castellana, de la tilosofía y del 
Sabei; humano. Quien había descubierto eu />. Quijote de la 
Mancha la'mano de un profundo pensador,de un siqpar hablis- 
ta, de un historiador discretísimo, de un político sagaz: quien 
nos había presentado al escritor alcalaino como un hombre 
eminente en el coqocimieuto del corazón humano jr de laj9<;os- 
tumbres de su época; como un literato versado en la buena lec- 
tura nacional y estri^ngera, como un humanista completo, co- 
mo un talento, en fíu, adornado de generalidad, de conocimien- 
tos en las bellas y nobles artes, en las ciencias exactas, mora- 
les y políticas, y como un portento de saber, de elegancia y de 
encantos. Pero hasta ahora, á nadie le habia ocurrido represen- 
tarnos al inmortal Cervantes Saaycdra como conocedor .pro- 
fundo de la medicina , como honra de esta facultad. 

Kste pensamiento original y agudo le vemos desempeñado 
lindamente en el opúsculo del doctor D. Antonio Hernández 
Morejon, cujra muerte llora la ciencia de curar, y al que apre^ 
ciará mas y mas el pdblico, i medida que se yayan dando á 
luz sus obras postumas, entre las que se cuenta la que tene- 
mos á la vista, titulada: Bellezas de la medicina practica dés-^ 
cubiertas en el ingenioso caballero D. Quijote de la Mane fui. 

£1 Sr« Morejon prueba en su opúsculo que Cervantes en isí 



CS7) 
pbra'ifel Quijote ha contraído uo méHto áingálar describien- 
do la locura ó monomanía* da su Uéroe; marcando con tanta 
precisión y claridad como pudieran hacerlo Hipócrates y Bo- 
erhaave^ el órgano, aliento, el agente próximo y. el carácter .mo* 
ral de la dolencia, aventajando á Piñel en la aplicación del trá« 
tamieoto moral para las enagenacioneS del alma , adelantán- 
dose mas dedos siglos el moderno sectario Hanneman en los re- 
medios homeopáticos; y mostrando i los profeaoreb médicos su 
habilidad en describir las enajenaciones del alma, jr ia singu- 
lar destreza en describir los intervalos de la enfermedad, su be* 
ríe y su terminación. Copiaremos algunos trozos del señor Mo- 
rejon, para que sirvan de muestra. 

Habíando de la manera con que esplicd Cervantes las pre-* 
disposiciones y. causas del enfermo, dice: 

K Disponen á contraer la locura; i .** Los temperamentos bi- 
lioso y melancólico. !)• Quijote «era alto, de complexión recia, 
seco de carnes, enjuto de rostro, velloso de cuerpo». — s.** Las 
edades, viril' y consistente. D. Quijote «frisaba con los ctn* 
cuenta anos »*--^3.^ La agudeza y cultura del eniendimieato. 
D. Quijote era ingenioso, de feliz memoria y tan erudito, que 
poseia todas las ciencias de un caballero andante: teología. Je- 
yes, medicina, botánica, astronomía, matemáticas, historia y 
otras. (Parte a." tom.IH, página iSa). — 4*° ^' orgullo de 
familia y nobleza. D. Quijote era hidalgo y maiichego, descen- 
diente por linea recta de varón de la alcurnia de Gutierre Qui- 
jada, vencedor de los hijos del conde de San Polo.-^5.° El ejer- 
cicio violento; D. Quijote' era cazador, y de liebres^— 6.^ El 
cambio de la vida activa al ocio. Ü. Quijote úolvidó casi de 
todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su 
hacienda ».-~7.^ Los alimentos cálidos, viscosos y de mal nu- 
trimento. D. Quijote cenaba «salpicón las mas noches, comia 
lentejas los viernes, duelos y quebrantos los sábados, y algún 
palomino de añadidura los domingos». — 8.^ Las estaciones de 
verano y oíoho, D. Quijote esperimentó los. mayores raptos 
de locura el a8de juliof el 17 de agosto y el á de octubre. — 9.^ 
Las pasiones amorosas. D. Quijote fue muy enamorado. — 10.^ 
El esceso de lectura. D. Quijote « vendió mucbas hanegas de 
tierra de sembradura para comprar bbros de caballerías», y 
poesías a morosas. 7- 1 1.® La mucha vigilia. D. Quijote «pasa- 
ba las noches leyendo de claro en claro, y los dias de turbio 
en turbio; y asi en fin del mucho leer y poco dormir, con todo 
lo dicho, se le secó el cerebro, de manera que vino á perder el 
juicio.*' 

Csplicando después la síntoma tología del loco D. Quijote co« 
mola describe Cervantes, añade: 

«Como la voz locura es genérica, y encierra en sí varias' 
especies j aun variedades, los síntomas son siempre proporcio- 
nados á la diversidad de causas que la producen. Rematado el 
juicio de D. Quijote, y creyendo ser cierto cuanto hahia leido 
en los libros de caballerías y poesías amorosas 9 llenósele la 



amores, t^i^metitás r d}s|»arate8 ini{)6^?bte^ fié le'kiefttd dé 
Ul linMati^ia'itiMjgmaeíoii qde era vefdad'fdck ¿bdéllá^ñá- 
qtiltitf ¿le^sóftadiis ioveticídnes ^tíeleia^ ^ué' pd^áíérnó h'kbtlí 
0(nr4iiHt6ria' mas derla ; y asi concíbid el desígaíó ée ha'cérsé 
cabiittérd atadkat«, y 'salirse; póir el Víiítndb á'ba&cai''¿^eQtiiirail. 
lÉ^it^s'tt ckticttt especificó de e^ti'áih^ulár y e^iirsiñátcícuf'á'? 
elieofiíÉratb de estas ávefatura^ eoñ!^ítüyé Id (¿i'dMaitíáii.ldá hié- 
éitús^'SiHdtóme smtúmatcrfdgico. Asi^éls^ fb>rtíá ^''iítíid'^ 
mas de ia dolencia de O. Quijote la coustitujen la serie sucesi- 
va de rapt<]ísó accesos de arrogancia, orgullo, Talentfa, Ifúrbr y 
áotiaefa^dúesesucedrcfon unoj á otros en tddoet disco^b áh'iú 
ettfot*medad encada uno de sus períodos. '£n todos ello^ se ve, 

aue los objetos estemos aue se ponían en contacto cbd los sen^ 
dos'del enfermo, lejos ae proaucir sensaciones é imágenes re- 
guUre^; ocasionaban desvarios en su juicio^ y se pintaban y rer 
proéddiko ed su imaginación conforme á la disposición Interna 
de'sU eei'ebro y &ntasía. » 

Y por último , al hablar del plan c'urativo 6 del tratamiento 
itíOf kT del enlbrmo , dice entre otras cosas lo siguiente: 
'^ 'MpÉra ditígir el tratamiento rapral de la melancolía y déla 
Mcttf a' se necesita nú profundo estudio del corazón j del enten- 
dímii^dto eñ general^ V'del particular del enfermó á qciíen se 
a^Kcfa. Cervantes poseía Uno y otro: <:onócia'taAto á'DC i^aijote 
ttitño'á an bijb suyo ; f nadie podía inventar mejor que él los 
medios pai^ ausiharle. . -ft... ■ 

' »Sef^ personsts figuran en su apoidgo, interesadas eü Ih cura- 
VibittonMíBcárgo dístitito para llenar io's dos estremós del emi- 
gra fe de* Bberha a ve: el cura, hombre docto; MaeseNícollíi¿;*8aii- 
son Carrasco para segundar su falsa imaginación; el ca'ñ<5nigo 
de'Toledo'; el ama y la sobrina para combatidla dí^ébtahiente'jr 
con firmeza.' ' . . . 

»Et primer paso que díó para su curación fue apartarle de la 
cadsa que había producido sU mal; el escrutinio y quema desús 
libros de caballerías y amores, tabicando hasta la puerta de la 
pieza donde estaban; y la persuasión dehab'^rse ejecutado por 
encanto, era el paso mas sensato qne podía darse en la mkferia. 
El sabio encantador MuBaton viene ^obre una nube cabalgado 
en una serpiente y saliéndose volando por el tejado deja ia casa 
llena de huráo. * * 

« Este es el precepto general, que debe aplicarse á todas las 
enfermedades; pues es una especie de milagro que 'se curé nin- 
igüna, si se permanece bajo el influjo y causas que la engen- 
di'an. 

ce No surtió sin embargo la primera vez el efecto que se desea- 
ba, potados razones; la una por el attifício del apólogo, duvaac- 
cron hubiera finalizado fríamente con ia desaparición del mal; 
la segunda , y mas importante con respecto al punto que tra- 
temos, por uh ligero descuido de ía sobrina en equivocar el 
nombte de Freston con él de l^luñatodó IVtton; pdés eístal 



(99) 
la sagaeiil^ii x cJ?a|,ela^ coa que se ka de proceder eo esifl »e- 
gQc ju ^ q ue 1 ü Jii^s p^queu a mia lo , edi^ á pprder todo . , , , . 
iE( ,3ugt4}ido ai^did de qu^ el cura de áu putibto y el iiarl^eriQ 
^ ya(Ícroi^ p^r^, sacfirJo de Slerrainüreiiii) en. donda 1U{^4 ^i 
Q»á^ alto grado de tíilrji vagancia, íuc un íuedio de esta natu?^ 
r^l^^a. Se i^li^frá^uiJ eti Va vent» el cura con nn^ ^^y^ deUi:cío- 
pe) 9 cbíi rilifíe^ de ["«^^o bJaocOf y el b^rljf^ro con ana la^gii 
Piai^Jja e[ilí*e rojfi j blanea de un bucj bariOJK>Í díí*fri*2' qu* loe?-, 
go.ctiittiblaa piU'a adoplar otro de igual iodole qu£ crejeroafu^^ 

mLa hermosa j desgraciada Dorotea sa arrodilla cí bu» píe£^ rtí^ 
iíere su i cuilaá al caballero audautc; ÍJngc ser la priucesa Mi- 
cDiüicoriít, IcSHCa la palabra de deáíucer 3u agravio j «inra^on, 
y con cstíi preciosa máscara üe uojiaiguc sacar al íoco de la sier- 
ra, ikvíirloü la veiilü, donde se apodera ua profundo sueug 4* 
5u^ mienjbros, ¡utcrpulado de uo üOitmambnltMno conocido ^ii 
K&pana análogo al ei>Lado de üu t'aiitusía; preludio d<í uu» caluiíi 
de su furor^ pur la que con poca resiste ueia ^e llevn al Joco á sú 
ca s a co nio e n ca n ta ti u e u u u a c a i r* ta di bu ey es, f 

jiLa determinación del cura j del biirbero de e&lar Cf^fc^a de un 
mes ain ver al euíernio, ¡ior na renovarle, ní traerle á la memo- 
ria las cosaa pasadas cuaudo iba dando mucüilras de estar en S4i 
juicio, tuesumatiiente acertada; j sino hubiera vigilo á uadie.dc 
ios fluj'os.ni sti propia ca:i¡»i hubiera sido Juejor. El pía» de ali- 
mentos que se le propone, y deque u«pd, tfi-*} el ma^ conven leou?. 

j» Las invectivas del ama, cuando se pronuncia de nui^vo U lo- 
cura, ariienaicandole que ai no se está quedo en su casa, se ba de 
«quejar eu voz y en grito á Dios y al rey, que pongan r^^mcdro 
eu ülip;» J^ds de la sobrina cuando 1^ adyiefte,q^je,tQdo<lQ^q4i^ 
decía de lo§ caballeros a.ndantes era fábula y. mentira y y ma» 
hi&loríaSf ya que no $e quemasen, raereciau . queje á.eaqa ¡u^a 
se le echase un sambenito, ó alguna señal en que íue^e OQ^o- 
9Ída p>or infa^n^y gastadora de la^ bMepas coslufnbjre^^f eran 
jiiedíos muy adecuados,.y en España los mas Doderospsj ig n>i&- 
wq, qu^ los ^abia usado el canduigp de Tolecfo. 
^Mk^l tercero de esta ini{>ma naturaleza fue convenio del midflao 
cura, y .barbero en unión con el bachiller Sansón Carrascp, que 
disfrazándose. también con el nombre de Qaballérp d^ ios M'Spe«- 
jos luphd, con p. Quijote , aunque no con tan bueQ suqe^q.y 
ventura la primera vez tomo la segunda en Barcelona cu^p^t^p 
^omd el de Caballei;o de la Blanca luna. , , 

»H.asta elpróximo ñn de la enfermedad de D. Quijote,. puando 
resolvió hacerse pastor y vivir en el campo, se usa del mismo 
plan: el bachiller le anima y alienta á que se levante para. em- 
pezar el eiercicio pastoril, le dice tenia una égloga compuesta, 
y comprados á un ganadero del Quintanar dos famosos perros 
par^ .guardar el ganado, el uno llamado Barcino y el otro Bu« 
tron. . 

»La penúltima estratagema moral trajo la diminución de Ja 
Ipcura de O. Quijote, pintada por Cervantes qon tal exactitud, 



( loo) : 

Ua s«mej«ale é la verdadi qae parace haberle prestado el pio^ 
cel el médico de Cipadocia y que el español mejoró ei colori- 
do^ pues casi aoa ideotícas las palabras de uno y otro, pero utas 
galanas las de este al referir los feaóraenos morales de la dimi- 
nución de la locura* » 

£s digna de notarse la observación deJ Sr. Hernández Mo- 
rejon en punto á la abertura del cadáver del héroe manehego^ 
que echa de menos en el autor considerado como médico ; y 
no admira tanto la ocurrencia como las palabras preñadas de 
profundo saber que sirven de disculpa á Cervantes. 

«Una cosa falta, dice, en mi concepto en ia obra de Cervan- 
tes para el complemento de la historia: á saber: la abertura del 
cadáver de D. Quijote. ¿ Perodejd de ponerla porque estuvie- 
se penetrado de la insuficiencia de la anatomía patológica en 
estas enfermedades^ 6 porque habiendo vuelto en sí de la locu- 
ra yh no era la secura del cerebro la causa próxima, ni elasieo- 
to de ella cambiada en otra enfermedad, y no hubiera hallado 
cosa alguna que coincidiese con los estravíos de la imagioacion? 
¿Fue ei motivo acaso la imposibilidad de ejecutarla , por la 
preocupación que generalmente tienen las gentes é interesados 
del difunto en tos pueblos en que esto se ejecute ? Nada se ha 
encontrado de esto en la historia de Cide fíamete Benengeli. » 

Ni hemos de acabar este escrito sin poner la apostrofe sen- 
tida, picante y discreta con que el doctor español termina sa 
opúsolo : dice asi: 

M ¡ Sombra inmortal de Cervantes ! entre tanto profano que 
osa meterse á médico, entre tantos detractores de la profesión 
mas benéfica, tá naciste para ella; tú á los médicos sabios, pru- 
dentes y discretos los ponias sobre tu cabeza, j mirabas como 
una persona divina* Kecibe, pnes, el tributo de gratitud: j 
mientras las bellas artes á porfía levantan monumentos á tn 
gloria, JO te dedico otra mas indeleble colocándote en la histo- 
ria de la medicina española. » 



¥tíi. 



FROM 
THE DON QUIXOTE 
COLLECTION GIVEN 

TO THE 
HARVARD COLLEGE 

LIBRARY BY 
CARL T. KELLER,'94 



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