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Full text of "Nuevos desafíos para el cristianismo : la contribución de José Comblin"

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Nuevos  desafíos 


para  el 


mora 


la  contribución  de  José  Comblin 


LIBRAR  Y OF  PRINCETON 


SEP  3 0 2013 


THEOLOGICAL  SEMINARY 


Digitized  by  the  Internet  Archive 
in  2016 


https://archive.org/details/nuevosdesafiospaOOhoor 


Nuevos  desafíos 
para  el  cristianismo 

La  contribución  de  José  Comblin 


Colección  TEOLOGÍA  LATINOAMERICANA 


DEI 


Departamento  Ecuménico  de  Investigaciones 


CONSEJO  EDITORIAL 


Pablo  Richard 
Silvia  Regina  de  Lima  Silva 
Tirsa  Ventura 
Marysse  Brisson 
Vilma  Paola  Hinkelammert 
Mario  Zúñiga 
Anne  Stickel 
Wim  Dierckxsens 
Yanet  Martínez 
Luigi  Schiavo 


Nuevos  desafíos 
para  el  cristianismo 

La  contribución  de  José  Comblin 


Eduardo  Hoornaert  (ed.) 


LISRARY  OF  PRINCETON 

SEP  3 G 2013 


THEOLOGÍCAL  SEMINARY 


TRADUCCIÓN:  Guillermo  Meléndez 
COMPOSICIÓN  TIPOGRÁFICA:  Lucía  M.  Picado  Gamboa 
PORTADA:  Olman  Bolaños 


261 

H789n  Hoomaert,  Eduardo 

Nuevos  desafíos  para  el  cristianismo. 

La  contribución  de  José  Comblin/  Hoomaert,  Eduardo, 
— la  ed.  San  José,  Costa  Rica:  Editorial  DEI,  2012 
142p. ; 14  x21  cm.  (Colección  Teología  Latinoamericana) 

ISBN  978-9977-83-172-5 

1.  Teología  Latinoamericana  I.  Título 

2.  Desafío  Cristiano 

3.  Movimiento  Cristiano 


Hecho  el  depósito  de  ley. 

Reservados  todos  los  derechos. 

Prohibida  la  reproducción  total  o parcial  del  contenido  de  este  libro. 
ISBN  978-9977-83-172-5 

© Departamento  Ecuménico  de  Investigaciones  (DEI),  de  la  edición  en 
español,  San  José,  Costa  Rica,  2012. 

© Eduardo  Hoomaert,  2012. 


Impreso  en  Costa  Rica:  Lara  Segura  & Asociados  (506)  2256-1664 


PARA  PEDIDOS  O INFORMACIÓN  DIRIGIRSE  A: 


Asociación  Departamento  Ecuménico  de  Investigaciones 
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SABANILLA 
SAN  JOSÉ-COSTA  RICA 
Teléfonos  (506)  2253-0229  • 2253-9124 
Fax  (506)  2280-7561 

Dirección  electrónica:  editorial@dei-cr.org 
http:  //www.dei-cr.org 


Contenido 


Introducción 

Criticidad  y comprometimiento 11 

Eduardo  Hoomaert 

Capítulo  I 

Carta  abierta 19 

Carlos  Mesters 

Capítulo  II 

Movimiento  bíblico  en  el  pueblo  de  Dios 

y crisis  irreversible  de  la  iglesia  jerárquica 25 

Pablo  Richard 

Introducción 25 

1.  'El  gobierno  central  de  la  Iglesia  no  funciona  bien'  27 

2.  'Sobre  el  poder  en  la  Iglesia' 28 

3.  '¿Qué  está  aconteciendo  en  la  Iglesia?' 30 

4.  'Los  retos  de  la  teología  en  el  siglo  XXI'  33 

5.  'Cuarenta  años  después  de  Medellín' 35 

6.  'La  Iglesia  Católica  sospecha  de  la  democracia' 38 

7.  Obra  magna  de  José  Comblin: 

una  teología  del  Espíritu  Santo 39 

8.  'El  pueblo  de  Dios' 41 


Capítulo  III 

Visibilidad  e invisibilidad  de  las  mujeres 

en  la  vida  y obra  de  José  Comblin.  Un  breve  esbozo 45 

Ivone  Gebara 

Introducción 45 

1.  El  incentivo  al  estudio  de  la  teología 

y a la  misión  en  medio  de  los  pobres 47 

2.  Hacia  más  allá  de  la  culpabilización 

de  los  cuerpos  femeninos  por  la  Iglesia 48 

3.  La  Iglesia  mantiene  la  desigualdad 

de  las  mujeres  y se  descristianiza 52 

Breve  conclusión 55 

Capítulo  IV 

El  proceso  bolivariano  y la  contribución  de  José  Comblin 59 

Marcelo  Barros 

1.  La  inserción  de  los/as  teólogos/as 

en  los  movimientos  de  base 60 

2.  El  nuevo  bolivarianismo 62 

3.  La  contribución  teológica 

de  José  Comblin  al  bolivarianismo 64 

4.  Una  espiritualidad  que  parte 

de  la  dignidad  de  la  política 67 

5.  Una  espiritualidad  eclesial,  pero  no  eclesiástica 69 

6.  Para  continuar  nuestro  camino 71 

Capítulo  V 

'Es  necesario  comenzar  todo  de  nuevo' 75 

Sebastiao  Armando  Gameleira  Soares 

Capítulo  VI 

José  Comblin  y los  nuevos  desafíos 
de  la  teología  de  la  liberación. 

La  relación  con  la  naturaleza 85 

Frangois  Houtart 


1.  Los  hechos 


87 


2.  El  porqué 89 

3.  El  juzgamiento  ético  y el  anuncio  profético 91 

4.  Redefinir  la  relación  con  la  naturaleza: 

de  la  explotación  al  respeto  como  fuente  de  vida 91 

5.  Una  teología  de  las  relaciones  con  la  naturaleza 96 

Capítulo  VII 

José  Comblin,  un  maestro  de  la  liberación 99 

Luiz  Carlos  Susin 

1.  Importa  más  la  liberación  que  la  teología 100 

2.  La  importancia  del  método 102 

3.  Paulo  Freire  y José  Comblin 103 

4.  Ivan  Illich  y José  Comblin 105 

5.  José  Comblin,  en  los  otros 

y la  pedagogía  de  la  liberación 106 

Capítulo  VIII 

Tareas  inacabadas  de  las  generaciones, 

el  reino  de  Dios  y el  nuevo  imperio 109 

Jung  Mo  Sung 

1.  La  historia  como  sucesión  de  generaciones 112 

2.  El  imperio,  los  pobres  y la  teología 122 

3.  Palabras  finales 130 

Breve  presentación  de  los  autores 133 

Brevísima  biografía  de  José  Comblin, 

escrita  por  él  mismo 135 

Lo  que  José  Comblin  nos  contó  en  2007 137 

Eduardo  Hoomaert 


Bibliografía  básica  de  José  Comblin 


141 


Introducción 
Criticidad  y comprometimiento 

Eduardo  Hoomaert 


¿Qué  tiene  que  decimos  el  teólogo  José  Comblin?  ¿Qué 
desafíos  nos  plantea?  Después  de  su  muerte  en  marzo  de  2011, 
invité  a algunas  personas,  entre  pastoralistas,  teólogos  y biblistas, 
a escribir  algo  en  tomo  a la  contribución  de  Comblin  para  la 
reflexión  cristiana  en  nuestros  días.  En  poco  tiempo  recibí  la 
mayoría  de  las  respuestas,  reflexiones  de  cuño  bíblico  (Carlos 
Mesters,  Sebastiáo  Armando  y Pablo  Richard),  teológico  (Ivone 
Gebara,  Luiz  Carlos  Susin  y Jung  Mo  Sung),  sociológico  (Frangois 
Houtart)  y espiritual  (Marcelo  Barros). 

1.  Carlos  Mesters,  inspirado  innovador  de  la  lectura  bíblica 
y creador  de  'círculos  bíblicos'  que  hoy  se  desparraman  por  toda 
América  Latina  y el  Caribe,  inicia  la  colección  con  una  'carta 
abierta'.  Fiel  a su  estilo,  escribe  un  texto  fluido  y profundo,  en  el 
cual  confiesa  que  siempre  fue  un  entusiasta  'oyente'  del  'maestro 
Comblin',  alguien  que  le  parecía  'venir  del  futuro,  del  cuarto 
milenio',  un  conferencista  que  nunca  se  repetía,  pues  siempre 
tenía  algo  nuevo  que  decir  y provocaba  a las  personas  a pensar 
de  manera  diferente.  Eso,  confiesa  Mesters,  no  dejó  de  causar 
extrañeza,  principalmente  porque  Comblin  acostumbraba  hablar 
de  forma  clara  y contundente.  Y muchos  no  entendían  bien  lo  que 
quería  decir  o hallaban  que  era  un  pesimista. 


11 


2.  El  trabajo  de  Pablo  Richard  constituye  una  excelente 
introducción  al  pensamiento  del  teólogo.  Recomiendo  su  lectura 
como  introducción  a esta  colección.  Richard  conoció  a Comblin 
muchos  años  atrás  y fue  su  alumno  en  Chile.  Empieza  abordando 
la  conferencia  que  Comblin  pronunció  el  18  de  marzo  de  2010 
(poco  más  de  un  año  antes  de  su  muerte)  en  la  capital  salvadoreña, 
y que  puede  ser  considerada  su  'testamento  espiritual'.  La  tesis 
es  simple  y fundamental:  el  evangelio  no  es  religión.  Hay,  en 
el  cristianismo,  una  tensión  continua  entre  dos  polos,  el  ritual 
(religioso)  y el  evangélico  (profético).  La  gran  mayoría  de  las 
personas  ve  en  el  cristianismo  una  religión,  como  si  religión  y 
evangelio  fuesen  una  sola  cosa.  Pero  el  evangelio  no  es  religión.  El 
evangelio  se  practica  en  la  vida  real,  material,  social,  mientras  la 
religión  es  expresión  de  un  mundo  simbólico  que  admite  doctrina, 
ritos  y sacerdotes.  He  aquí  un  abordaje  realmente  original. 

Sin  embargo,  en  el  conjunto  de  cinco  libros  que  tratan  del 
Espíritu  Santo  y que  Comblin  publicó  entre  1982  y 2007  1,  se 
muestra  igualmente  innovador.  En  realidad,  afirma  Richard,  al 
tratar  del  papel  del  Espíritu  Santo  en  la  Iglesia,  Comblin  coloca  las 
bases  de  una  eclesiología  alternativa,  no  asentada  en  el  postulado 
de  la  'tradición  apostólica'  sino  en  la  actuación  del  Espíritu  Santo. 
Por  eso,  agrega  Richard,  José  Comblin  puede  ser  considerado, 
junto  con  Jon  Sobrino  (quien  trabaja  en  El  Salvador),  uno  de  los 
teólogos  más  innovadores  de  América  Latina  y el  Caribe.  Pues  del 
mismo  modo  que  Sobrino  reformuló  la  cristología  en  función  de 
la  vida  de  los  pobres,  Comblin  elaboró  una  eclesiología  donde  el 
pobre  ocupa  el  lugar  central. 

3.  Es  un  placer  leer  el  texto  bonito,  libre  y valiente  de  Ivone 
Gebara,  que  va  directo  a la  médula  de  la  relación  hombre-mujer. 
Se  trata  de  considerar  la  común  condición  corporal,  en  contraste 
con  la  tradicional  ideología  cristiana  que  culpabiliza  y discrimina 
el  cuerpo  femenino.  La  autora  admite  que  Comblin  no  era 
feminista,  él 

...no  parece  haber  asumido  esa  vasta  literatura  feminista  como 
referencia  para  sus  lecturas  ni  ha  apoyado  de  forma  explícita  las 
reivindicaciones  feministas  en  la  sociedad  y en  la  Iglesia. 


1 La  'pneumatología'  de  José  Comblin  comprende  los  siguientes  libros:  Tiempo  de 
acción  (1982);  La  fuerza  de  la  palabra  (1986);  Vocación  para  la  libertad  (1999);  El  pueblo  de 
Dios  (2002);  y La  vida  en  busca  de  libertad  (2007).  Los  tres  últimos  (Sao  Paulo,  Paulus) 
son  los  más  interesantes  para  las  nuevas  generaciones,  ya  que  ahí  se  encuentra  el 
núcleo  del  pensamiento  de  José  Comblin. 


12 


Con  todo,  eso  cambió  en  los  últimos  años  de  su  vida,  cuando 
mostró  una  osadía  mayor  en  relación  a cuestiones  feministas, 
tanto  en  conferencias  como  en  escritos.  El  día  15  de  noviembre  de 
2010,  pocos  meses  antes  de  morir,  asumió  con  coraje  la  posición 
de  las  mujeres  desesperadas  que  resuelven  practicar  el  aborto, 
escribiendo  a un  amigo  teólogo  imaginario: 

Muchas  mujeres  que  quieren  abortar  son  mujeres  angustiadas, 
perdidas,  desesperadas  y que  se  sienten  en  una  situación  sin 
salida.  Muchas  quieren  el  aborto  porque  sus  padres  no  aceptan 
que  tengan  un  hijo.  Otras  son  obligadas  a hacer  el  aborto  por 
el  hombre  que  las  estupró,  y que  puede  ser  el  propio  padre, 
un  hermano,  un  tío,  un  padrastro.  Otras  están  desesperadas 
porque  la  empresa  en  que  trabajan  no  permite  que  tengan  un 
hijo.  Otras  son  empleadas  domésticas  y la  patrona  no  acepta  que 
tengan  que  cuidar  un  niño.  Entonces,  esas  muchachitas  o mozas 
están  angustiadas  y no  saben  qué  hacer.  No  reciben  atención,  no 
reciben  consejo,  no  reciben  apoyo  ni  moral  ni  material,  porque 
todo  es  clandestino  y ni  siquiera  se  atreven  a hablar  con  otras 
personas  a no  ser  algunas  amigas  muy  cercanas.  No  hallando 
alternativa,  a disgusto  y con  mucho  sufrimiento,  recurren  al 
aborto  2. 

Y Comblin  firma  la  carta  con  las  siguientes  palabras:  "José 
Comblin,  gran  pecador  y cómplice  por  omisión".  Se  trata  de 
uno  de  los  textos  más  valientes  y conmovedores  que  el  teólogo 
escribió. 

4.  El  cuarto  trabajo  es  de  autoría  de  Marcelo  Barros,  quien 
milita  a favor  de  una  espiritualidad  'fuera  de  los  muros  (y  de 
las  fronteras)'.  Últimamente,  él  se  ha  mostrado  como  un  pro- 
pagandista de  la  'espiritualidad  bolivariana',  algo  novedoso  en 
un  país  como  Brasil,  donde  el  movimiento  inspirado  en  la  figura 
de  Simón  Bolívar  es  mucho  menos  conocido  que  en  países  como 
Venezuela,  Ecuador  y Bolivia3.  Basado  en  experiencias  personales, 
el  autor  indica  que  José  Comblin  se  entusiasmó  con  la  revolución 
bolivariana  y la  emergente  construcción  del  'socialismo  del 
siglo  XXI'.  No  obstante,  insistía:  solo  una  revolución  fundada  en 


2 'Carta  a um  amigo  teólogo  sobre  as  elei^óes  de  2010'  (15.11.2010),  difundida  a 
través  de  Internet. 

3 Barros,  M.  Para  onde  vai  Nuestra  América  (Espiritualidade  para  o século  XXI).  Sao 
Paulo,  Ed.  Nhanduti,  2011. 


13 


una  espiritualidad  tiene  posibilidades  de  éxito.  En  el  caso  de  la 
espiritualidad  bolivariana,  es  necesario  luchar  por  la  transición  de 
un  Estado  separado  y distante  de  la  sociedad  civil  hacia  un  Estado 
donde  los  empobrecidos  tengan  poder  decisorio  y los  gobernantes 
obedezcan  al  pueblo. 

5.  Sebastiao  Armando  Gameleira  Soares  intitula  su  trabajo 
con  una  frase  de  inspiración  bíblica:  'Es  preciso  comenzar 
todo  de  nuevo'.  Todo  es  pasajero  y cada  generación  tiene  una 
tarea  propia  que  cumplir,  sin  tratar  de  perpetuar  la  tarea  de  la 
generación  anterior,  sino  creando  algo  nuevo.  Sin  perder  tiempo 
en  controversias  del  pasado,  cada  generación  debe  descubrir 
las  'cosas  nuevas  que  están  brotando'  (Isaías).  El  paso  entre  una 
generación  y otra  no  nos  puede  hacer  perder  la  esperanza.  Por 
insistir  en  esa  precariedad  y fragilidad,  pero  a la  vez  en  el  coraje 
de  asumir  nuevas  tareas,  Comblin  es,  como  resalta  el  autor  del 
capítulo,  'un  teólogo  de  mentalidad  bíblica'. 

6.  Frangois  Houtart  conoció  a José  Comblin  desde  los  tiempos 
de  seminario  en  Bélgica.  Ambos  se  volvieron  ampliamente  cono- 
cidos por  haber  adquirido  gran  competencia,  el  primero  en 
sociología  y el  segundo  en  teología.  Houtart  considera  que  los 
aspectos  ecológicos  del  sistema  económico  actual  constituyen  un 
nuevo  desafío  a la  teología  de  la  liberación,  pues  "asistimos  hoy  a 
lo  opuesto  del  principio  bíblico  de  la  responsabilidad  humana  en 
relación  a la  tierra".  Retomando  un  pensamiento  poco  conocido 
de  Marx,  el  autor  asevera  que  el  objetivo  del  socialismo  consiste 
en  restaurar  el  equilibrio  entre  hombre  y naturaleza  ( Grundrisse , El 
capital).  Houtart  nos  provoca:  tenemos  que  reaprender  la  sabiduría 
de  los  pueblos  autóctonos  de  América,  como  los  quechua  (con  sus 
referencias  a la  Pacha  Mama  [Madre  tierra]  o al  Sumak  Kawsay 
[bien  vivir]),  los  aymara  (con  Suma  Qamaña  [buena  convivencia]) 
y otros.  Una  tarea  urgente  consiste  en  elaborar  una  teología  de  las 
relaciones  con  la  naturaleza,  para  ayudar  en  la  construcción  de 
un  nuevo  paradigma  para  la  vida  colectiva  de  la  humanidad.  La 
relación  humana  con  la  naturaleza  no  puede  ser  más  vista  en  una 
perspectiva  de  explotación,  sino  de  respeto  a la  fuente  de  la  vida. 

7.  Luiz  Carlos  Susin  enfoca  al  Comblin  educador  y lo  compara 
a Paulo  Freire.  Ambos  parten  de  'temas  generadores',  cada  uno 
a su  modo  y en  ámbitos  distintos.  Tanto  en  Comblin  como  en 
Freire,  las  situaciones  vividas  diariamente  suscitan  reflexión 


14 


y de  esa  manera  originan  un  proceso  formativo.  Susin  plantea 
que  el  significado  de  la  'teología  de  la  azada'  excede  de  lejos  las 
experiencias  concretas  con  seminaristas  o misioneros  laicos  y hoy 
se  asemeja  al  método  Paulo  Freire.  Sería  bueno  que  ese  método 
fuese  más  conocido  y aplicado,  inclusive  por  los  gobiernos. 

Cavando  más  hondo  en  la  historia  de  Comblin,  se  llega  al 
'método  Cardijn'.  Todavía  seminarista  y después  joven  sacerdote, 
Comblin  conoció  al  sacerdote  belga  Joseph  Cardijn,  fundador  de 
la  Juventud  Obrera  Católica  en  los  años  1940  y creador  del  famoso 
método  'ver,  juzgar,  actuar'. 

En  fin,  José  Comblin,  Paulo  Freire  e Ivan  Illich  (de  actuación 
importante,  aunque  mucho  menos  conocida)  son  figuras  paradig- 
máticas de  la  nueva  pedagogía  que  emerge  en  América  Latina  y el 
Caribe  desde  el  decenio  de  1960. 

8.  El  último  trabajo  de  la  colección  proviene  de  un  autor 
representativo  de  la  nueva  generación  de  teólogos  de  la  liberación. 
Como  dice  el  título  de  su  contribución,  Jung  Mo  Sung  destaca 
tres  puntos  en  la  obra  de  Comblin:  'Teorías  inacabadas  de  las 
generaciones,  el  reino  de  Dios  y el  nuevo  imperio'.  A lo  largo 
del  capítulo,  Mo  Sung  realza  la  característica  critiddad  de  José 
Comblin.  Confiesa  que  fue  por  la  lectura  de  uno  de  los  primeros 
textos  de  Comblin,  'Historia  y salvación'  (1968),  que  entró  en 
contacto  con  el  pensamiento  de  "un  teólogo  de  la  liberación  cuyas 
críticas  alcanzaban  también  a la  propia  teología  de  la  liberación. 
Eso,  para  mí,  fue  un  sacudimiento  sísmico".  Pues  Comblin  criti- 
caba tanto  el  marxismo  como  el  'teilhardismo'  (movimiento  de 
pensamiento  cristiano  en  tomo  del  jesuita  Teilhard  de  Chardin) 
por  ser  'filosofías  de  la  historia',  esto  es,  por  postular  un  caminar 
necesario  de  la  historia  humana  hacia  la  irrupción  de  la  'sociedad 
sin  clases'  (marxismo)  o de  la  'cristificación  del  universo' 
(Teilhard  de  Chardin).  En  contraposición  a esas  filosofías  de  la 
historia,  Comblin  avanzó  la  idea  bíblica  de  las  generaciones. 
Cada  generación  humana,  aun  siendo  provisoria  y frágil,  tiene 
una  tarea  que  cumplir.  Por  eso,  siempre  recomienza  y enfrenta  la 
posibilidad  de  fracaso  4.  En  uno  de  los  tramos  más  señalado  de  su 
trabajo,  Jung  Mo  Sung  aplica  esa  crítica  típicamente  combliniana 
a la  'Carta  final'  del  XII  Intereclesial  de  las  comunidades  eclesiales 
de  base  en  julio  de  2009,  en  la  que  detecta  la  visión  'mesiánica'  de 
una  sociedad  de  pura  liberación  y solución  de  todos  los  problemas. 


4 Comblin,  J.  O provisorio  e o definitivo.  Sao  Paulo,  Herder,  1968. 


15 


En  la  última  parte  de  su  trabajo,  el  autor  lanza  la  pregunta: 
¿quién  es  en  la  actualidad  el  adversario  de  los  cristianos?  A 
principios  de  los  años  1970,  Gustavo  Gutiérrez  afirmaba  que  el 
enemigo  a ser  combatido  era  la  situación  de  dependencia  en  que 
Latinoamérica  y el  Caribe  se  encontraban  y propuso  el  tema  de 
la  'liberación'.  Más  tarde,  en  los  años  1990,  Hugo  Assmann  habló 
de  'exclusión'  y Leonardo  Boff  trajo  al  debate  el  tema  ambiental. 
Pero,  ¿quién  es  el  adversario  hoy?  Jung  Mo  Sung  recuerda  que, 
'en  el  inicio  del  siglo  XXI',  Comblin,  en  el  libro  Cuáles  son  los 
desafíos  de  los  temas  teológicos  actuales  (2005)  5,  indicó  el  'imperio'. 
Con  ese  término,  ciertamente  apuntaba  hacia  los  EE.  UU.,  imperio 
mundial  en  términos  militares,  políticos  y culturales.  Pero  no  solo. 
Al  utilizar  el  término  'imperio',  Comblin  en  realidad  entendía 
algo  más  complejo,  penetrante  y envolvente,  algo  'invisible'.  Para 
definirlo,  recurrió  al  término  bíblico  'mundo': 

Nadó  un  pensamiento  único,  un  modo  de  vivir  único,  un 
sistema  de  valores  único.  Quien  no  se  adapta  queda  fuera  de 
la  red  de  comunicación  mundial  (vive  fuera  del  'mundo')  y 
su  nombre  es  ignorado.  Los  valores  y objetivos  del  'mundo' 
están  en  oposición  total  al  evangelio,  pues  todo  está  sometido 
a la  ley  de  la  productividad,  de  la  concentradón  del  poder  y 
de  la  subordinación  de  todas  las  instituciones  a los  imperativos 
de  esa  economía.  La  vida  se  tomó  sinónimo  de  consumo  para 
aumentar  el  lucro  de  las  empresas. 

¿Qué  tiene  que  decimos  José  Comblin?  ¿Cómo  resumir  en 
pocas  palabras  su  contribución?  Pienso  en  dos  palabras,  a ser 
entendidas  de  manera  interrelacionada:  criticidad  y compro- 
metimiento. Esa  conjunción  se  afirmó  en  él  a partir  del  momento 
en  que  fuera  convidado  por  don  Helder  Cámara  para  trabajar  en 
Recife  (1965).  La  criticidad  y el  comprometimiento  con  el  universo 
de  los  pobres  empezaron  a hacer  parte  del  'método'  (en  el  sentido 
en  que  Susin  emplea  el  término  aquí).  José  Comblin  adoptó  un 
método  teológico  que  al  mismo  tiempo  incluye: 

1)  exigente  criticidad  y honestidad  intelectual,  y; 

2)  comprometimiento  real  con  la  mejoría  de  vida  y bienes- 
tar de  los  pobres. 


5 Sao  Paulo,  Paulus,  2005,  pp.  5s. 


16 


Se  trata  de  un  método  teológico  inusitado,  porque  no  es 
común  encontrar  un  teólogo  que  decide  vivir  y trabajar  en 
condiciones  de  gran  despojamiento  por  opción  'metodológica'. 
La  historia  cristiana  ofrece  con  certeza  ejemplos  de  cristianos  que 
vivieron  en  la  pobreza  por  motivos  ascéticos  (como  los  antiguos 
padres  del  desierto),  evangélicos  (como  san  Francisco  de  Asís)  o 
sociales  (como  san  Vicente  de  Paúl).  Sin  embargo,  no  es  común 
hallar  un  teólogo  que  resuelve  vivir  en  la  pobreza  por  motivos 
'metodológicos'.  Normalmente,  encontramos  a los  teólogos, 
incluso  a los  comprometidos  con  la  teología  de  la  liberación,  en 
los  institutos  de  teología  o en  las  universidades.  Con  Comblin 
fue  diferente.  En  los  últimos  años  de  su  vida  era  preciso  viajar 
al  interior  del  Nordeste,  en  medio  de  las  poblaciones  rurales, 
para  encontrarlo.  Estaba  convencido  de  que  para  que  el  mensaje 
cristiano  alcance  en  profundidad  la  cultura  de  los  pobres,  que 
hoy  constituyen  más  de  la  mitad  de  la  población  mundial,  hay 
que  reflexionar  la  fe  críticamente  desde  la  vida  concreta  de  esos 
mismos  pobres. 


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Capítulo  I 
Carta  abierta 
Carlos  Mesters 


Sao  Paulo,  15  de  agosto  de  2011 

Apreciado  amigo  Eduardo: 

Agradecido  por  su  invitación  para  colaborar  en  la  colección 
Nuevos  desafíos  para  el  cristianismo.  La  contribución  de  José  Comblin. 
Concuerdo  con  usted.  Debemos  mucho  al  padre  José  por  la  ayuda 
que  nos  brindó  para  nuestro  trabajo  pastoral  junto  al  pueblo,  para 
nuestras  reflexiones  teológicas  y el  análisis  de  la  realidad,  tanto 
política  y social  como  religiosa  y eclesial. 

En  su  invitación  usted  habla  sobre  la  contribución  de  José 
Comblin  para  la  teología  del  siglo  XXI.  Muchas  personas, 
cuando  oyen  la  palabra  "teología",  piensan  enseguida  en  ideas  y 
reflexiones.  El,  en  cambio,  pensaba  en  los  pies  y las  manos,  en  la 
azada:  'teología  de  la  azada'.  Pues  las  ideas  nuevas  de  la  teología 
nacen  de  las  actitudes  y los  embates  en  lo  concreto  de  la  vida, 
en  confrontación  con  los  problemas.  Así  nació  la  teología  de  la 
liberación,  de  la  cual  José  Comblin  fue  uno  de  los  pioneros. 

Con  ocasión  de  los  ochenta  años  del  padre  José,  fui  invitado 
a hacer  un  artículo.  Lo  hice  en  forma  de  carta  para  externar  mi 


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gratitud  y decirle  a él  cuánto  le  debía  en  la  vida.  Lo  que  escribí 
en  aquella  carta  era  no  solo  lo  que  yo  sentía,  sino  también  lo  que 
mucha  gente  hablaba  respecto  de  él.  Esto  fue  en  el  mes  de  agosto 
de  2011.  En  este  nuevo  artículo,  igualmente  en  forma  de  carta, 
retomo  lo  que  escribí  en  aquélla.  Intentaré  recordar  algunas  cosas 
bien  simples,  no  de  las  ideas  teológicas,  pero  sí  de  la  práctica 
teológica  del  padre  Comblin.  Tal  vez  sirva  para  revelar  el  alcance 
de  sus  ideas  y actitudes  para  la  teología. 

José  Comblin  marcó  presencia  en  la  Iglesia  durante  toda  la 
segunda  mitad  del  siglo  XX  por  su  participación  en  encuentros 
y asambleas,  por  su  asesoría  y consejos,  por  sus  escritos,  libros  y 
artículos,  por  sus  conferencias  y evaluaciones,  por  su  testimonio 
de  vida  que  no  dejaba  dudas.  Dios  le  dio  el  don  de  la  síntesis  y el 
de  la  intuición,  por  la  cual  la  gente  conseguía  percibir  las  grandes 
tendencias  que  se  manifiestan  en  la  historia  de  la  humanidad  y 
de  la  Iglesia,  y dentro  de  las  cuales  todos  existimos  y actuamos. 
Ellas  nos  envuelven.  Muchas  veces  no  las  percibimos  porque 
estamos  dentro  de  ellas.  Pero  José  Comblin  lograba  descubrir 
lo  que  estaba  escondido  o camuflado.  Conseguía  correr  el  velo 
y revelar  el  llamado  de  Dios  que  emergía  dentro  de  la  realidad. 
Sus  intuiciones  eran  tan  sorprendentes,  tan  claras  y evidentes  que, 
con  frecuencia,  yo  quedaba  admirado  y me  preguntaba:  "¿Cómo 
es  que  no  percibía  esas  cosas?".  El  lograba  tomar  distancia  y,  así, 
nos  ayudaba  a observar  la  situación  del  mundo,  la  realidad  de 
la  Iglesia  y el  rumbo  de  la  historia.  De  este  modo  percibíamos 
de  dónde  veníamos  y hacia  dónde  estábamos  yendo.  A menudo, 
después  de  la  lectura  de  algún  artículo  suyo  o de  escucharlo  en 
una  charla,  yo  cantaba  dentro  de  mí:  "¡De  repente,  mi  vista  se 
aclaró...!".  Y me  recordaba  de  Isaías,  quien  decía  al  pueblo  de 
su  tiempo:  "Yo  anuncio  a ustedes  cosas  nuevas  que  ya  están 
aconteciendo.  ¿No  están  viendo?"  (cf.  Is  43,19).  El  padre  José 
Comblin  nos  ayudaba  a observar. 

Trabajo  mucho  con  la  Biblia.  Fue  ésta  la  que  hizo  que  nuestros 
caminos  se  cruzasen.  José  Comblin  percibía  la  importancia 
de  la  palabra  de  Dios  para  el  nacimiento  y crecimiento  de  las 
comunidades  eclesiales  de  base  y,  a través  de  ellas,  para  la  reno- 
vación de  la  Iglesia  desde  su  base.  Con  frecuencia,  mirando  hacia 
el  futuro,  hacía  una  especie  de  profecía  y nos  decía:  "Tenemos 
que  aprovechar  el  tiempo  que  nos  es  dado,  porque  en  la  Iglesia 
la  tendencia  es  de  cerramiento".  Así,  desde  el  comienzo  de 
los  años  1980,  nos  alertaba  a los  exégetas  y decía:  "Vamos  a 
hacer  un  comentario  bíblico  latinoamericano  antes  de  que  sea 


20 


demasiado  tarde".  Las  tareas  fueron  distribuidas.  Él  asumió 
hacer  el  comentario  de  las  cartas  de  Pablo  y de  los  Hechos  de  los 
Apóstoles.  Algunos  años  después,  fue  el  primero  en  terminar  su 
tarea.  Muchos  de  nosotros  todavía  estamos  por  hacer  gran  parte 
de  la  tarea  que  nos  fue  confiada.  Él  tema  razón. 

José  Comblin  advertía  que  la  renovación  de  la  Iglesia  depende 
mucho  de  los  que  en  ella  ejercen  el  liderazgo  en  la  base,  los 
sacerdotes,  los  religiosos  y las  religiosas.  Por  eso,  el  gran  esfuerzo 
que  dedicaba  tanto  a la  formación  de  los  presbíteros  como  a la 
renovación  de  la  vida  religiosa.  En  este  punto  contó  con  el  apoyo 
de  don  Helder  Cámara  y de  don  José  María  Pires,  quienes  le 
abrieron  espacio  en  sus  respectivas  diócesis.  En  Recife,  junto  con 
otros  compañeros  y compañeras,  inició  la  así  llamada  teología  de 
la  azada,  que  buscaba  formar  a los  futuros  sacerdotes  a partir  y 
dentro  de  la  realidad  concreta  del  pueblo  nordestito.  Hasta  hoy, 
numerosos  sacerdotes  le  viven  agradecidos  por  la  formación 
recibida  en  esta  línea. 

Para  evitar  que  la  función  sacerdotal  fuese  buscada  como  una 
escalera  para  subir  socialmente,  José  Comblin  creó  el  seminario 
rural  de  Avarzeado  en  la  diócesis  de  Joáo  Pessoa,  que  más  tarde 
fue  transferido  a Serra  Redonda  en  la  diócesis  de  Campiña  Gran- 
de. Por  causa  de  prohibiciones  e impedimentos  venidos  de  fuera, 
que  no  dependían  de  él  ni  del  obispo  del  lugar,  el  seminario 
rural  se  transformó  en  centro  de  formación  de  animadores  de 
comunidad.  Mucha  gente  pasó  por  ese  centro  y se  comprometió 
en  la  caminata  de  las  comunidades  del  interior  nordestino.  Hasta 
hoy,  ellos  viven  el  servicio  sacerdotal  como  un  medio  no  para 
subir,  sino  para  descender  y llegar  cada  vez  más  cerca  de  los  más 
pobres  para  revelarles  la  buena  nueva  de  Dios  que  Jesús  nos  trajo. 

En  esta  misma  perspectiva,  el  padre  José  dio  una  gran 
contribución  para  la  renovación  de  la  vida  religiosa  en  cuatro 
frentes. 

En  primer  lugar,  siempre  apoyó  a las  religiosas  insertas  en 
medio  de  los  pobres,  participando  de  sus  encuentros  y ayu- 
dándolas con  su  asesoría  y sus  consejos  a reflexionar  la  vida 
inserta  a la  luz  de  la  práctica  de  Jesús  y de  la  realidad  de  nuestro 
pueblo.  Sin  las  comunidades  de  las  religiosas  insertas  en  medio 
de  los  pobres,  la  actual  renovación  de  la  Iglesia  en  la  base  no  sería 
lo  que  es  hoy. 

En  segundo  lugar,  nos  ayudó  mucho  con  sus  artículos  y libros 
sobre  la  renovación  de  la  vida  religiosa.  Crítico  mordaz,  José 
Comblin  no  temía  poner  el  dedo  en  la  llaga  y mostrar  los  puntos 


21 


en  que  la  actual  forma  de  vida  religiosa  está  en  disonancia  con  las 
exigencias,  tanto  del  evangelio  como  de  la  realidad  de  los  pobres. 
Sus  contundentes  artículos  eran  —y  aún  son—  de  una  claridad 
meridiana  y no  dejan  duda.  Por  eso,  mucha  gente  sentía  rabia 
hacia  él,  porque  nos  incomodaba  con  su  crítica  evangélica. 

En  tercer  lugar,  comenzó  a crear  un  grupo  de  hombres  y 
mujeres  que  trataban  de  llevar  una  vida  consagrada  al  reino  y al 
servicio  de  los  pobres.  El  padre  José  captaba  que  la  vida  religiosa 
en  sus  moldes  tradicionales,  requería  renovación  y,  viendo  que 
desde  dentro  es  muy  difícil  renovar,  intentó  crear  una  forma 
diferente  de  vida  consagrada,  abierta  a personas  casadas  y solteras 
que  se  dedicasen  enteramente  al  reino  del  lado  de  los  pobres.  El 
propio  seminario  de  formación  de  animadores  iba  en  esta  línea. 
Si  en  ella  cabía  o no  la  etiqueta  canónica  de  vida  religiosa,  no 
importaba.  Lo  que  importaba  era  ser  fiel  a la  inspiración  más 
profunda  del  evangelio  y poder  responder  a la  inspiración  más 
profunda  de  los  pobres. 

En  cuarto  lugar,  a pesar  de  no  pertenecer  a una  congregación 
religiosa,  José  vivía  de  acuerdo  con  los  consejos  evangélicos  y 
daba  testimonio  de  una  vida  íntegramente  consagrada  a la  causa 
del  reino  y de  los  pobres. 

Otra  cosa  que  yo  admiraba  en  él  era  el  modo  tan  sencillo  con 
que  conversaba  con  el  pueblo.  El  padre  José  era  medio  tímido. 
Recuerdo  que  cierta  vez,  me  parece  que  en  Crateús,  él  participaba 
como  asesor  de  un  encuentro  diocesano.  Ya  estábamos  en  el  tercer 
día  y permanecía  callado.  No  decía  casi  nada.  El  personal  de  la 
casa  preguntó:  "¿El  señor  no  habla?".  Él  empezó  entonces  a hablar 
y no  paró  más.  Habló  casi  el  día  entero.  Su  habla  era  bastante 
monótona,  y él  personal  se  dormía.  Pero  eso  era  para  nosotros,  los 
más  intelectuales.  Vi  al  personal  del  seminario  rural  de  Avarzeado 
escucharlo  con  una  avidez  y atención  que  me  sorprendía.  Siempre 
lo  llamábamos  Comblin,  pero  los  alumnos,  todos  ellos  del  interior, 
del  campo,  le  decían  padre  José.  Esto  indicaba  un  relacionamiento 
distinto  y mostraba  cómo  era  su  modo  de  tratar  con  las  personas. 
Ellos  hablaban  de  él  con  mucho  cariño.  Tenían  con  él  una 
intimidad  amiga  y una  convivencia  muy  fraterna.  Justo  en  vistas 
a la  formación  de  los  alumnos  de  ese  seminario,  elaboró  una  serie 
de  escritos  y libritos  muy  sencillos  en  forma  de  cursillos,  para  que 
todos  pudiesen  captar  y comprender  el  significado  y alcance  del 
evangelio  para  la  vida  de  los  pobres. 

Debido  a los  análisis  y las  críticas  que  hacía,  Comblin  parecía 
alguien  que  venía  del  futuro,  del  cuarto  milenio.  Con  todo,  era 


22 


solo  apariencia.  Después  de  haber  formulado  las  críticas  más 
fuertes  a las  prácticas  sin  futuro  de  la  Iglesia,  salía  de  la  sala  a 
rezar  el  rosario  allá  afuera,  en  el  campo.  El  padre  José  avistaba 
el  futuro,  sí,  porque  conocía  profundamente  el  pasado.  Vivía  y 
actuaba,  hablaba  y escribía  en  continuidad  con  el  grande  y largo 
río  de  la  tradición  de  las  iglesias  que  recorre  los  siglos.  Su  teología 
era  —y  continúa  siendo—  como  los  cipreses,  cuya  raíz  invisible 
es  tan  profunda  hacia  dentro  de  la  tierra,  cuanto  el  tronco  y las 
ramas  se  yerguen  hacia  lo  alto  en  dirección  al  cielo. 

En  un  encuentro  sobre  'espiritualidad  carmelita  y profecía', 
centrada  en  tomo  de  la  figura  del  profeta  Elias,  el  padre  José 
nos  ayudó  durante  dos  días.  Eramos  una  treinta  personas  entre 
frailes,  hermanas  y laicos  y laicas.  Todo  el  mundo  gustó  y quedó 
admirado  con  su  sinceridad,  claridad  y el  conocimiento  de  que 
disponía  en  su  manera  de  ubicar  los  hechos  en  el  conjunto  de  la 
historia  y así  revelar  el  llamado  de  Dios  que  en  ellos  existía.  Aun 
los  más  conservadores  reconocían  la  coherencia  de  sus  análisis. 

Por  causa  de  estas  sus  posiciones  críticas,  tanto  en  el  plano 
eclesiástico  como  en  el  político  y social,  el  padre  José  sufrió  y fue 
perseguido.  En  los  años  setenta,  en  la  época  de  la  dictadura  militar, 
fue  deportado  y expulsado  de  Brasil.  No  obstante,  desde  otro 
país,  continuó  animando  a sus  amigos  y amigas  en  la  caminata. 
Ellos  coordinaban  entre  sí  el  día  y el  lugar  para  encontrarse, 
periódicamente,  hasta  que,  de  nuevo,  el  padre  José  pudiese  volver 
a Brasil. 

De  igual  modo,  en  la  Iglesia,  hasta  hoy,  hay  gente  que  no 
gusta  de  José  Comblin.  Llegaron  a prohibir  su  presencia  como 
conferencista.  Sentían  rabia  de  su  defensa  tan  bonita,  en  libros  y 
conferencias,  de  las  libertades  de  los  hijos  e hijas  de  Dios.  Un  obispo 
lo  criticó  diciendo:  "Comblin,  hombre  cansado  y pesimista".  Me 
recordé  del  profeta  Amos.  El  padre  José  era  de  Bélgica  y vino  a 
Brasil.  El  profeta  Amos  era  de  Judá,  en  el  sur,  y fue  a anunciar 
la  buena  nueva  de  Dios  en  Israel,  en  el  norte,  en  el  santuario  de 
Betel.  Amasias,  el  sacerdote  de  Betel,  no  gustó  del  profeta  y lo 
denunció  ante  el  rey  Jeroboam  argumentando  que  ya  no  podía 
tolerar  las  palabras  de  Amos.  Y mandó  a decir  al  propio  Amos: 

¡Oh!,  señor  profeta,  ¡váyase  de  aquí!.  Retírese  a su  tierra  de 
Judá.  Vaya  a ganar  su  pan  por  allá  con  sus  profecías.  Pero  no  me 
venga  más  a hacer  sus  proferías  aquí  en  Betel,  pues  esto  aquí  es 
el  santuario  del  rey  y el  templo  del  reino. 

Amos,  por  su  parte,  le  mandó  a decir: 

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Yo  no  soy  profeta  ni  hijo  de  profeta.  Soy  campesino,  criador  de 
ganado  y cultivador  de  sicómoros.  Fue  Yahveh  quien  me  tomó 
de  detrás  del  rebaño  y me  ordenó  diciendo:  "Ve  a profetizar  a 
mi  pueblo  Israel"  (Amos  7,10-15). 

Como  Amos,  el  padre  José  nunca  se  presentó  como  profeta, 
sino  como  ser  humano,  cristiano  y sacerdote,  cumplidor  fiel  de 
su  deber. 

Numerosas  veces  lo  escuché  hablar  en  encuentros  y reunio- 
nes. Siempre  hacía  observaciones  desde  ángulos  que  yo  no 
sospechaba  y me  abrían  los  ojos  para  leer  los  hechos  de  manera 
más  crítica.  Quedaba  admirado  como  un  niño  delante  del  hermano 
más  viejo.  De  vez  en  cuando,  sin  embargo,  dentro  de  mí  no 
conseguía  concordar  con  alguna  cosa  que  él  decía,  y reflexionaba 
conmigo  mismo:  '¡Faltan  pruebas  para  esto  que  está  diciendo!'. 
Pero  entonces  pensaba:  '¿Quién  soy  yo?  ¿Dónde  voy  a hallar 
argumentos  para  discutir  con  él?'.  En  cierta  ocasión,  hablando 
acerca  de  esto  con  un  amigo,  me  dijo:  "La  gente  no  sabe  bien  cómo 
argumentar  con  él.  Debería  haber  alguien  que  pudiese  sentarse 
con  él  y hablarle  en  confianza".  Le  hice  esa  crítica  al  padre  José, 
pero  agregué: 

Padre  José,  que  Dios  lo  conserve  así  todavía  por  muchos 
años.  Usted  no  necesita  cambiar.  No  preste  atención  a las 
observaciones  críticas  que  hice.  Son  cosas  de  amigo.  Los  límites 
hacen  parte  de  la  vida.  Sería  menos  bonita  si  no  los  tuviese. 

El  padre  José  Comblin  hizo  que  la  semilla  que  Dios  lanzó 
en  su  terreno  rozado  diera  mucho  fruto.  Dios  es  quien  sabe  si  es 
de  treinta,  de  sesenta  o de  cien  por  ciento.  Si  usted  me  pregunta, 
pienso  que  es  cerca  del  ciento  por  ciento. 

Eduardo,  un  gran  abrazo  para  usted  y,  una  vez  más,  muy 
agradecido  por  la  invitación  para  participar  de  la  colección  sobre 
la  contribución  del  padre  José  Comblin  a la  teología. 

Frei  Carlos  Mesters,  carmelita. 


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Capítulo  II 

Movimiento  bíblico 
en  el  pueblo  de  Dios  y crisis 
irreversible  de  la  iglesia  jerárquica 

Pablo  Richard 


Introducción 

He  seguido  el  pensamiento  de  José  Comblin  en  sus  escritos  y 
en  mi  encuentro  personal,  desde  hace  cuarenta  años.  El,  sin  duda, 
es  el  profeta  y maestro  que  justamente  necesitábamos  para  este 
tiempo  nuestro.  Cada  profeta  tiene  su  tiempo,  pero  también  la 
historia  que  hemos  vivido  necesitó  de  mucha  teología. 

José  Comblin  ha  sido  quizás  uno  de  los  teólogos  que  más  ha 
escrito  en  nuestro  tiempo.  Por  eso  no  alcanzamos  a leerlo  en  su 
totalidad,  aunque  sí  nos  ha  sido  posible  encontrar  el  "espíritu"  de 
nuestro  teólogo  y maestro,  lo  que  nos  ha  permitido  sistematizar 
su  pensamiento  en  nuestra  cabeza  y en  las  comunidades  eclesiales 
donde  trabajamos. 

He  tomado  como  eje  prioritario  la  eclesiología  de  José 
Comblin,  no  como  tratado  teológico,  sino  como  campo  específico 
de  la  confrontación  histórica  entre  la  Iglesia  jerárquica  y el 
movimiento  bíblico  en  el  pueblo  de  Dios.  El  título  de  este  artículo 
trata  de  resumir  mi  pensamiento  al  respecto. 


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Existe  una  cuestión  que  se  agudiza  con  el  tiempo:  la  contra- 
dicción entre  la  interpretación  de  las  Sagradas  Escrituras  y la 
institución  jerárquica  de  la  Iglesia.  El  movimiento  bíblico  crece 
con  fuerza  e identidad,  mientras  simultáneamente  las  estructuras 
jerárquicas  de  la  Iglesia  se  encuentran  en  un  proceso  de  crisis, 
quizás  terminal. 

Un  buen  ejemplo  es  la  Verbum  Domini  (exhortación  apostólica 
postsinodal  de  Benedicto  XVI,  del  30  de  setiembre  de  2010).  Es 
un  documento  largo,  pesado,  doctrinario,  que  vigila  y define  el 
movimiento  bíblico  en  todas  sus  dimensiones  y sus  más  mínimos 
detalles  y que,  en  última  instancia,  muestra  la  crisis  del  magisterio 
bíblico  de  la  Iglesia,  no  su  solidez.  Es  un  documento  que,  cierta- 
mente, no  tendrá  ningún  efecto  en  la  Iglesia.  Como  ejemplo,  cito 
el  n.  50: 

Los  fieles  escuchan  y meditan  la  Palabra,  y la  explican  única- 
mente aquellos  a quienes  se  encomienda  este  ministerio,  es 
decir,  obispos,  presbíteros  y diáconos. 

Los  laicos  son  excluidos  como  ministros  de  la  Palabra  de  Dios. 
No  se  toma  en  consideración  que,  en  América  Latina  y el  Caribe, 
este  ministerio  de  la  Palabra  está  casi  totalmente  en  manos  de 
laicos  y laicas. 

La  finalidad  de  este  artículo  es  mostrar  la  contradicción 
entre  el  movimiento  bíblico  del  pueblo  de  Dios,  que  se  halla  en 
pleno  crecimiento,  y la  estructura  jerárquica  y sacramental  de 
la  Iglesia  de  cristiandad,  que  está  en  una  crisis  irreversible.  Nos 
concentraremos  principalmente  en  esa  crisis,  para  así  diseñar  lo 
que  podría  venir  después  de  ella. 

José  Comblin  siempre  mantuvo  la  esperanza.  Decía  en  su 
conferencia  en  San  Salvador  (que  veremos  mas  adelante): 

Algo  vendrá...  algo  vendrá  que  no  se  sabe  qué,  pero  algo 
siempre  pasa.  Hay  que  aprender  a resistir,  a aguantar,  no  dejarse 
desanimar  o perder  la  esperanza  por  eso  que  sucede. 

En  lo  que  sigue,  busco  rescatar  el  pensamiento  de  José  Com- 
blin utilizando  sus  propias  palabras.  Mi  interpretación  se  limita  a 
la  selección  de  esas  palabras  y a pequeños  comentarios. 

El  artículo  comprende  ocho  apartados,  que  indico  mediante 
palabras  del  propio  autor: 


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1.  'El  gobierno  central  de  la  Iglesia  no  funciona  bien' 

2.  'Sobre  el  poder  en  la  Iglesia' 

3.  '¿Qué  nos  está  pasando  en  la  Iglesia?' 

4.  'Los  retos  de  la  teología  en  el  siglo  XXI' 

5.  'Cuarenta  años  después  de  Medellín' 

6.  'La  Iglesia  Católica  sospecha  de  la  democracia' 

7.  Obra  magna  de  José  Comblin:  una  teología  del  Espíritu 
Santo 

8.  'El  pueblo  de  Dios'. 


1.  'El  gobierno  central 

de  la  Iglesia  no  funciona  bien' 

José  Comblin  trata  del  tema  en  un  artículo  inédito,  escrito  "la 
última  semana  que  estuvo  entre  nosotros"  (como  nos  informó 
Monica  María  Muggler)  y que  envió  a algunas  personas,  dejándolo 
para  que  fuese  publicado  más  tarde. 

Escribe  Juan  Pablo  II  (Ut  unum  sint,  1995,  n.  95): 

Escucho  el  pedido  que  me  fue  dirigido  para  encontrar  una  forma 
de  ejercicio  del  primado  que,  sin  renunciar  de  modo  alguno  a lo 
que  es  esencial  de  su  misión,  se  abra  a una  situación  nueva. 

Comenta  Comblin: 

En  la  encíclica  Ut  unum  sint  el  papa  Juan  Pablo  II  aludió  a un 
problema  fundamental,  mostrando  que  estaba  bien  consciente. 

El  gobierno  central  de  la  Iglesia  no  funciona  bien.  En  lugar  de 
adaptarla  al  mundo  actual,  la  paraliza  en  su  pasado.  El  sistema 
impide  el  cambio.  El  papa  lo  decide  todo.  Cuando  uno  lo  decide 
todo,  sin  que  haya  debate  público  e instancia  deliberativa, 
tenemos  una  situación  que  se  llama  dictadura.  En  esta  situación 
nunca  se  reconoce  que  se  cometió  un  error.  En  la  Iglesia  solo  se 
reconoce  el  error  después  de  cuatro  siglos.  Pío  X era  un  santo, 
pero  cometió  errores  colosales  en  materia  bíblica,  que  explican 
en  buena  parte  los  problemas  actuales  de  la  Iglesia  en  medio 
del  mundo. 

José  insiste  en  que  "no  es  normal  que  una  institución  tan 
compleja  tenga  que  ser  dirigida  por  un  solo  hombre  con  más  de 
ochenta  años  de  edad". 


27 


2.  'Sobre  el  poder  en  la  Iglesia' 


El  último  artículo  que  José  Comblin  escribió,  a principios  de 
2011,  constituye  una  síntesis  en  el  final  de  un  largo  camino.  Creo 
que  podemos  considerarlo  como  guía  para  discernir  la  historia  de 
la  Iglesia,  de  los  últimos  treinta  años. 

Nos  dice  Comblin  sobre  el  poder  de  la  jerarquía: 

El  concilio  Vaticano  II,  en  la  Lumen  gentium,  trató  de  evitar  la 
palabra  "poder"  cuando  se  refiere  a la  jerarquía.  Usa  la  palabra 
"munus",  esto  es,  "servicio".  De  ese  modo  se  evita  abordar  la 
cuestión  del  poder.  Este  poder  sería  el  servicio  de  la  jerarquía. 

Se  afirma  que  no  puede  haber  ninguna  oposición  entre  poder  y 
servicio.  El  poder  es  "el  servicio  mayor. 

Es  evidente  que  esta  identificación  entre  poder  y servicio  no 
viene  del  Nuevo  Testamento.  Ella  proviene  de  la  ideología 
imperial:  "dominar  para  servir".  Que  haya  diversidad  de 
funciones  y de  servicios,  es  lo  que  todos  afirman.  Que  haya 
personas  destinadas  a gobernar,  no  se  discute.  Sin  embargo,  no 
se  puede  aceptar  la  identificación  de  un  poder  humano  con  el 
poder  de  Dios. 

En  el  régimen  de  la  ley,  los  representantes  de  la  ley  hacen  uso  de 
ella  para  imponer  su  propia  voluntad.  Interpretan,  aumentan, 
cambian  los  preceptos  de  la  ley  para  que  coincidan  con  su 
voluntad  y con  sus  ventajas,  aun  materiales. 

Para  Pablo,  en  la  comunidad  cristiana,  el  poder  de  Dios  se 
manifiesta  en  la  abundancia  de  los  carismas,  que  son  fuerzas 
dadas  a algunos  miembros  o a todos. 

Por  el  contrario,  la  ley  está  basada  en  el  miedo.  A lo  largo  de 
veinte  siglos,  muchas  de  las  antiguas  relaciones  de  dominación 
en  las  sociedades  humanas  han  entrado  en  la  Iglesia.  Las 
relaciones  de  poder  que  existen  hoy  no  proceden  de  la  voluntad 
de  Jesús,  sino  de  la  penetración  de  estructuras  de  dominación 
propias  de  las  culturas  en  las  que  la  Iglesia  se  estableció. 

José  Comblin  plantea  la  cuestión  siguiente:  ¿cómo  se  legitimó 
esta  concentración  del  poder  en  manos  del  clero  y después  en 
manos  del  papa? 

En  primer  lugar,  se  invocó  la  necesidad  de  defender  la 
ortodoxia.  Para  eso  era  necesario  concentrar  la  autoridad  en  el 
clero  y en  el  papa,  los  únicos  que  podían  defender  la  autenticidad 
de  la  fe.  Aparecían  innumerables  herejías,  y para  defender 
la  fe  contra  las  herejías  se  necesitaba  un  poder  fuerte.  Pero,  en 
realidad,  la  herejía  es  la  manera  como  los  laicos  se  defienden  de  la 


28 


dominación  intelectual  y cultural  del  clero  y del  papa.  La  herejía  es 
una  contestación  del  poder.  El  clero  se  siente  amenazado  cuando 
pierde  el  control  de  las  palabras  y no  es  capaz  de  permitir  que  se 
diga  la  misma  cosa  con  otras  palabras. 

La  segunda  argumentación  en  favor  del  poder  del  clero  es  la 
defensa  de  los  sacramentos.  Gracias  a los  sacramentos,  que  solo 
los  sacerdotes  pueden  administrar,  los  laicos  no  se  salvan  sin  pasar 
por  las  manos  del  clero,  o sea,  sin  someterse  a todas  las  condiciones 
impuestas  por  éste.  Los  sacramentos  son  la  vida  del  clero,  la 
manera  como  se  relacionan  con  el  pueblo.  El  poder  sobrenatural 
de  la  jerarquía  tiene  su  punto  culminante  en  la  eucaristía.  Como 
el  papa  recordó,  el  sacerdote  ordenado  pronuncia  las  palabras 
de  la  consagración  como  si  fuese  el  mismo  Cristo.  Cristo  habla 
por  su  boca  y produce  por  la  boca  del  sacerdote  el  milagro  de  la 
transubstanciación,  el  mayor  milagro  que  se  puede  imaginar.  El 
ministro  ordenado  tiene  el  mismo  poder  de  Dios  cuando  celebra 
la  eucaristía.  Los  laicos  reciben  a Dios  por  las  manos  del  sacerdote. 
Nadie  puede  cuestionar  este  poder  del  clero. 

En  tercer  lugar,  existe  el  poder  de  gobierno.  Todos  los  seglares 
tienen  que  subordinarse  al  clero  en  todos  los  actos  de  la  vida 
cristiana,  sobre  todo  en  su  comportamiento  moral  y social.  En  la 
práctica,  el  gobierno  del  clero  tiende  siempre  a aumentar  su  poder. 
Juan  Pablo  II  tuvo  como  una  de  sus  prioridades  la  restauración 
del  poder  social  del  clero.  Restauró  la  separación  entre  el  clero  y 
los  laicos,  y entre  el  clero  y la  sociedad. 

Doy  aquí  algunas  orientaciones  de  Comblin  en  relación  al 
futuro,  en  las  cuales  ha  insistido  con  fuerza  en  sus  artículos: 

1.  Reconocer  el  poder  de  los  laicos,  con  base  en  los  carismas 
y dones  espirituales  que  recibieron  y las  responsabilidades 
evangelizadoras  que  asumen. 

2.  Los  laicos  deben  tener  voz  activa  en  las  elecciones  en  todos 
los  niveles,  desde  la  elección  del  papa  hasta  la  de  los  párrocos. 

3.  Los  laicos  deben  tener  voz  deliberativa  en  lo  que  se  refiere  a 
la  liturgia,  la  catcquesis  y la  organización  de  la  Iglesia. 

4.  El  poder  no  puede  concentrarse  en  una  sola  persona. 

5.  No  puede  haber  secreto  en  los  nombramientos  ni  de  las 
decisiones  prácticas  tomadas  por  una  única  autoridad. 

6.  Es  necesario  crear  una  instancia  jurídica  independiente  a la 
cual  las  personas  que  se  sienten  víctimas  de  injusticia  puedan 
recurrir.  En  la  actualidad,  un  laico  no  tiene  defensa  frente  al 
clero;  los  sacerdotes  no  tienen  defensa  frente  al  obispo;  y los 
obispos  no  tienen  defensa  frente  al  papa. 


29 


3.  '¿Qué  está  aconteciendo  en  la  Iglesia?' 

La  conferencia  pronunciada  por  José  Comblin  el  día  18  de 
marzo  de  2010  en  San  Salvador,  en  el  contexto  de  la  celebración 
de  los  treinta  años  del  martirio  de  monseñor  Oscar  Romero  (24 
marzo  2010),  tiene  una  edición  en  audio,  que  utilizamos  aquí 1. 
José  comienza  respondiendo  las  preguntas  del  público. 

Las  preguntas  de  ayer  me  dieron  la  impresión  de  que  en  muchas 
personas  hay  un  cierto  desconcierto  por  la  situación  actual  de 
la  Iglesia.  O sea,  como  una  sensación  de  inseguridad.  Hoy 
la  situación  de  la  Iglesia  Católica  es  igual  a la  de  un  castillo 
medieval,  rodeado  de  agua.  Levantaron  el  puente  y tiraron  las 
llaves  al  agua.  Ya  no  hay  manera  de  salir.  Digo  esto  para  que  no 
se  perturben.  Algo  vendrá...  no  se  sabe  qué,  pero  algo  siempre 
pasa.  Hay  que  aprender  a resistir,  a aguantar,  no  dejarse  desa- 
nimar o perder  la  esperanza  por  eso  que  sucede. 

Aquí  se  manifiesta  la  personalidad  de  Comblin:  un  teólogo 
muy  crítico,  aunque  siempre  lleno  de  esperanza,  y da  un  testi- 
monio de  su  propia  vida: 

Cuando  era  joven  conocí  algo  semejante  y,  tal  vez,  peor. 

Era  en  el  pontificado  de  Pío  XII,  cuando  había  condenado 
a todos  los  teólogos  importantes,  había  condenado  todos 
los  movimientos  sociales  importantes.  Ahí,  nosotros, 
jóvenes  seminaristas  y después  jóvenes  sacerdotes,  está- 
bamos más  que  desconcertados  y nos  preguntábamos: 
¿todavía  hay  porvenir?  ¿Cómo  explicar  esas  situaciones 
que  pueden  volver  a acontecer?... 

Estamos  en  la  fase  final  de  la  cristiandad.  Ella  ha  dejado 
de  ser  la  conciencia  del  mundo  occidental.  Ha  dejado  de 
ser  la  fuerza  que  anima,  estimula,  aclara,  explica  la  fuente 
de  la  cultura,  de  la  economía,  de  todo  lo  que  fue  en  el 
pasado.  Eso  se  fue  destruyendo  progresivamente  desde 
la  Revolución  Francesa  y aquí  desde  la  Independencia, 
desde  la  separación  del  imperio  español.  Entonces,  poco  a 
poco,  aparecieron  profetas  que  dijeron  que  la  cristiandad 
estaba  muerta.  Eso  fue  hace  doscientos  años.  Pero  la  fa- 


1 La  versión  escrita,  con  algunas  variantes,  fue  publicada  en  la  Revista  Lati- 
noamericana de  Teología,  edición  especial.  No.  80  (mayo-agosto,  2010),  bajo  el  título: 
"Fe  y Política.  Problema  de  método  teológico". 


30 


chada  es  tan  fuerte,  resiste  tanto,  que  se  mantiene  una 
tensión  constante.  Pero  ahora  sí  creo  que  la  cristiandad 
está  entrando  en  sus  fase  final. 

¿Quieren  una  señal?  La  encíclica  Caritas  in  veritate  fue 
recibida  en  el  mundo  con  un  impresionante  silencio,  tal 
vez  un  silencio  respetuoso,  aunque  más  probablemente 
un  silencio  de  indiferencia.  A nadie  le  importa  más  la 
doctrina  social  de  la  Iglesia,  que,  por  su  parte,  perdió  el 
interés  por  lo  que  sucede  en  la  realidad  concreta.  Lo  que 
acontece  es  que  las  autoridades  en  Roma  no  se  convencen 
de  que  la  cristiandad  está  muerta.  Ellas  continúan 
creyendo  que  las  encíclicas  iluminan  el  mundo,  que  las 
instituciones  eclesiásticas  iluminan  y conducen  el  mundo. 

Y entonces,  ¿qué  pasa?  Vamos  a ver  cómo  interpretar 
lo  que  está  pasando.  Y después,  ver  cuál  es  el  "método 
teológico"  adecuado  para  eso. 

El  evangelio  viene  de  Jesucristo,  la  religión  no.  Es  preciso 
partir  de  una  distinción  básica,  que  varios  teólogos  ya  han 
propuesto,  entre  el  evangelio  y la  religión.  El  evangelio  no 
es  religioso.  Jesús  no  fundó  ninguna  religión.  Se  dedicó  a 
anunciar  y promover  el  reino  de  Dios,  o sea,  un  cambio 
radical  de  toda  la  humanidad  en  todos  sus  aspectos.  Un 
cambio,  cuyos  autores  serán  los  pobres.  Jesús  se  dirige 
a los  pobres  sabiendo  que  solamente  ellos  son  capaces 
de  actuar  con  esa  sinceridad,  con  esa  autenticidad  para 
promover  un  mundo  nuevo. 

Jesús  no  fundó  una  religión,  sin  embargo  sus  discípulos 
crearon  una  religión  a partir  de  él.  ¿Por  qué?  Porque  la 
religión  es  algo  indispensable  para  los  seres  humanos.  No 
se  puede  vivir  sin  religión.  ¿Cómo  empezó  esa  religión? 
Debe  haber  comenzado  cuando  Jesús  se  transformó  en 
objeto  de  culto.  Eso  sucedió  bastante  temprano,  sobre 
todo  entre  los  discípulos  que  no  lo  habían  conocido 
personalmente,  que  no  habían  vivido  ni  estado  cerca  de 
él.  Es  decir,  en  la  generación  siguiente  o entre  los  que 
vivían  más  distantes,  Jesús  se  transformó  en  objeto  de 
culto  y con  eso  se  deshumanizó  progresivamente.  Y el 
culto  a Jesús  va  sustituyendo  su  seguimiento.  Jesús  nunca 
pidió  a los  discípulos  un  acto  de  culto,  nunca  pidió  que  le 
ofrecieran  un  rito,  nunca.  El  quiso  el  seguimiento. 

Para  Comblin,  la  religión  establece  una  distinción  entre  lo 
sagrado  y lo  profano. 


31 


Jesús  vino  para  mostrar  el  camino  para  que  lo  sigamos.  Eso 
es  lo  básico.  Claro  que  no  lo  sabemos  todo,  porque  la  gran 
mayoría  de  los  que  siguieron  el  camino  de  Jesús  eran  pobres.  La 
mayoría  está  en  el  otro  polo,  en  la  religión,  o sea,  dedicándose 
a la  doctrina,  enseñándola,  defendiéndola  contra  los  herejes  y 
las  herejías.  Esa  fue  una  de  las  grandes  tareas:  practicar  los  ritos 
y formar  la  clase  sagrada,  la  clase  sacerdotal.  Con  los  concilios 
de  Nicea  y de  Constantinopla,  ya  hay  un  núcleo  de  enseñanza 
y de  teología  y la  iglesia  se  va  a dedicar  a defender,  promover 
y aumentar  esa  teología.  Hasta  Constantino  no  había  distinción 
entre  personas  sagradas  y personas  profanas.  Todos  eran  laicos. 
El  clero  como  clase  separada  es  una  invención  de  Constantino. 
Cuando  era  joven,  nos  dieron  historia  de  la  iglesia  que  en 
realidad  era  "historia  de  la  institución  eclesiástica".  Allí  solo 
se  hablaba  de  religión,  suponiendo  que  la  religión  era  la 
introducción  al  evangelio.  Pero  éste  se  vive  en  la  vida  concreta, 
material,  social,  mientras  la  religión  vive  en  un  mundo  simbólico. 
Todo  es  simbólico:  doctrina,  ritos,  sacerdotes.  Las  religiones 
están  siempre  asociadas  a una  cultura.  Por  ejemplo,  la  religión 
católica  actual  está  ligada  a la  subcultura  clerical  romana  que 
la  modernidad  marginó,  que  está  en  plena  decadencia  porque 
sus  miembros  no  quisieron  entrar  en  la  cultura  moderna.  El 
evangelio  es  renuncia  al  poder  y a todos  los  poderes  que  existen 
en  la  sociedad,  en  tanto  la  religión  busca  el  poder  y el  apoyo 
del  poder.  Recuerdo  que  cuando  el  episodio  de  la  prisión  de 
los  obispos  en  Riobamba,  el  nuncio  dería  que  sin  el  apoyo  de 
los  gobernantes,  la  iglesia  no  puede  evangelizar.  Alguien  podría 
pensar  lo  contrario:  si  ella  tiene  el  apoyo  de  los  poderes,  le  será 
difícil  evangelizar. 

¿Cuál  es  la  tarea  de  la  teología?  Es  compleja,  justamente  porque 
ella  ejerce  una  tarea  en  el  evangelio  y otra  en  la  religión.  La 
teología  fue  durante  siglos  la  ideología  oficial  de  la  Iglesia.  Su 
papel  era  justificar  todo  lo  que  dice  y hace  la  Iglesia  por  medio 
de  argumentos  bíblicos  y argumentos  de  la  tradición,  de  la 
liturgia,  y de  un  montón  de  cosas  que  aprendí  cuando  estaba 
en  el  seminario.  Claro  que  yo  no  creía  en  nada  de  eso,  pero  la 
mayoría  sí  lo  cree. 

Entonces,  ¿qué  pasa?¿Qué  dice  el  evangelio?  Lo  que  interesa 
es  precisamente  el  evangelio  y el  testimonio  evangélico.  Nadie 
se  convierte  por  la  teología.  Usted  puede  dar  todas  las  mejores 
clases,  aun  así  nadie  se  hace  cristiano  por  causa  de  la  teología. 
Por  eso  me  pregunto:  ¿por  qué  en  los  seminarios  se  cree  que  la 
formación  sacerdotal  consiste  en  enseñar  teología? 

En  la  línea  del  evangelio  está  san  Francisco,  quien  era  un 
extremista.  No  quiso  que  sus  hermanos  tuvieran  libros.  Nada  de 
libros,  con  el  evangelio  basta,  no  se  necesita  nada  más.  Decía: "... 


32 


lo  que  enseño,  no  lo  aprendí  de  nadie,  ni  del  papa;  lo  aprendí  de 
Jesús  directamente,  por  su  evangelio".  ¿Quién  va  a evangelizar 
el  mundo  de  hoy?  Para  mí,  son  los  laicos.  No  espero  mucho  del 
clero.  Los  laicos  han  dejado  de  ser  analfabetos,  ya  hace  tiempo 
que  tienen  una  formación  humana  y cultural,  una  formación 
de  su  personalidad  que  es  muy  superior  a lo  que  se  enseña  en 
los  seminarios.  No  conozco  todo,  pero  en  los  seminarios  que 
conozco,  en  las  diócesis  que  conozco,  se  necesitarían  treinta 
años  para  formar  un  clero  nuevo.  Y,  ¿quién  va  a formarlo? 


4.  'Los  retos  de  la  teología  en  el  siglo  XXI' 

Presento  aquí  un  extracto  de  la  ponencia  presentada  por 
José  Comblin  en  las  "Jomadas  Teológicas  Latinoamericanas", 
realizadas  en  Santiago  de  Chile  en  octubre  de  2009,  con  el 
título:  "Actualización  de  la  teología  latinoamericana  a la  luz  de 
Aparecida". 

Nuestro  punto  de  partida  será  la  distinción  entre  religión  y 
evangelio.  El  cristianismo  no  es  originalmente  una  religión 
y Jesús  no  fundó  ninguna  religión.  Más  tarde  los  cristianos 
fundaron  la  religión  cristiana,  creación  humana  y no  divina. 

La  religión  es  producto  de  la  cultura  humana.  Hay  una  gran 
variedad  de  religiones,  y todas  tienen  la  misma  estructura 
aunque  muy  diversas  en  su  forma  exterior.  Todas  tienen  una 
mitología,  un  culto  y una  clase  dedicada  a su  ejercicio.  En  eso  la 
religión  cristiana  no  es  diferente  de  las  demás.  La  religión  es  una 
realidad  básica  de  la  existencia  humana.  Plantea  los  problemas 
del  sentido  de  la  vida  en  esta  tierra,  el  problema  de  los  valores, 
el  lugar  del  ser  humano  en  el  universo,  y el  problema  de  la 
salvación  de  este  mundo  de  todos  sus  males. 

...los  discípulos  de  Cristo  durante  2000  años  construyeron  una 
religión...  con  el  peligro  de  transformar  el  cristianismo  en  una 
religión... 

Las  religiones  son  conservadoras...  El  evangelio  es  cambio, 
movimiento,  libertad.  No  puede  aceptar  el  mundo  que  existe, 
porque  tiene  que  cambiarlo.  El  evangelio  es  conflicto  entre  ricos 
y pobres.  Es  opción  entre  ricos  y pobres.  En  la  religión  ricos  y 
pobres  son  parte  de  la  armonía  general.  La  religión  quiere  paz, 
aunque  sea  con  alianza  con  los  poderosos.  El  evangelio  quiere 
conflicto... 

La  tarea  principal  y de  cierto  modo  única  de  la  teología  es 
el  estudio  crítico  de  toda  la  tradición  cristiana  para  volver  al 
evangelio.  Se  trata  de  redescubrir  lo  que  realmente  fue  revelado 


33 


en  la  vida  y la  muerte  de  Jesús.  No  se  trata  de  destruir  la  religión. 
Sería  inútil,  porque  los  seres  humanos  necesitan  una  religión  y si 
se  suprime  ella  reaparece  en  otras  formas.  El  problema  consiste 
en  saber  todo  lo  de  la  religión  que  ya  no  es  comprensible  ni 
aceptable  en  la  nueva  cultura  moderna  que  entra  en  todas  las 
religiones.  Habrá  que  buscar  lo  que  es  realmente  comprensible 
y significativo  y puede  ser  un  revestimiento  aceptable  del 
evangelio... 

Jesús  no  formuló  ninguna  doctrina.  Habló  por  medio  de 
metáforas,  narraciones,  parábolas,  sentencias,  consejos,  obser- 
vaciones sobre  la  experiencia  del  momento.  Ese  medio  de 
expresión  es  popular,  es  el  medio  de  los  pobres.  Si  Dios  se 
expresó  en  esa  forma,  no  lo  hizo  por  distracción  o por  adaptación 
a un  supuesto  intelecto  inferior  de  los  pobres.  Lo  usó  porque 
ese  modo  de  expresión  es  menos  riguroso,  menos  impositivo, 
menos  limitado.  Una  doctrina  siempre  está  marcada  por  una 
época,  una  cultura  limitada  en  el  tiempo  y el  espacio.  El  lenguaje 
metafórico  conserva  su  sentido  en  medio  de  muchas  culturas. 
Carece  de  la  precisión  que  tienen  los  conceptos.  Las  expresiones 
de  Jesús  permiten  varias  interpretaciones  y Dios  lo  quiso  así.  No 
quiso  que  sus  discípulos  fueran  prisioneros  de  una  doctrina... 
La  tarea  de  la  teología  será  liberar  el  evangelio  de  la  rigidez  del 
dogma...  Los  cuatro  primeros  concilios  concentran  todo  en  los 
conceptos  de  "persona"  y "naturaleza".  Dejaron  de  lado  la  vida 
humana  de  Jesús.  Por  eso  la  vida  humana  de  Jesús  dejó  de  ser 
durante  siglos  motivo  de  reflexión  de  los  cristianos.  Tomás  de 
Kempis  pudo  escribir  un  libro  sobre  la  imitación  de  Cristo,  sin 
ninguna  alusión  a la  vida  humana  de  Jesús.  ¿Qué  Cristo  es  ése? 
Los  dogmas  ocultaron  la  vida  humana  de  Jesús  durante  siglos. . . 
En  la  religión  la  parte  más  importante  es  el  culto.  En  el  decorrer 
de  los  tiempos,  los  cristianos  han  creado  un  inmenso  edificio 
litúrgico,  muy  riguroso,  muy  determinado  en  todos  los  gestos 
y todas  las  palabras.  Los  ritos  se  han  inspirado  en  el  Antiguo 
Testamento  y en  las  religiones  de  los  pueblos  cristianizados... 
Después  del  Vaticano  II  hubo  algunos  cambios  muy  superficiales 
porque  por  lo  esencial  todo  quedó  igual.  La  consecuencia  es  que 
muchos  católicos  han  abandonado  un  culto  que  ya  no  significa 
nada  para  ellos...  muchos  ritos  se  hicieron  incomprensibles. 
¿Cuáles  serían  los  gestos  y las  palabras  que  serían  significativos 
para  la  nueva  generación?  En  lugar  de  buscar  lo  que  exige  la 
situación  actual  de  la  humanidad,  hay  grupos  importantes  en 
Roma  que  queman  volver  al  pasado  de  Trento.  Entonces  sería 
la  expulsión  definitiva  de  la  juventud... 

Todas  las  religiones  se  dan  una  institución  cuyo  elemento 
básico  son  los  sacerdotes,  cuya  misión  consiste  principalmente 
en  el  culto.  La  religión  cristiana  no  podía  escapar...  El  sistema 


34 


es  rigurosamente  monárquico.  Todos  los  poderes  están  en  el 
papa  y el  papa  delega  una  parte  de  ellos  a los  obispos  y éstos 
a los  presbíteros  y diáconos.  Los  problemas  provocados  por  la 
situación  actual  del  sistema  monárquico  y de  la  separación  entre 
clero  y pueblo,  lo  que  hace  imposible  una  verdadera  comunidad, 
son  bien  conocidos  y no  es  necesario  repetirlos.  Es  evidente  que 
el  sistema  no  funciona... 

5.  'Cuarenta  años  después  de  Medellín'  2 

La  II  Conferencia  General  del  Episcopado  en  Medellín  es  el 
momento  cumbre  en  la  historia  de  la  Iglesia  latinoamericana. 
La  V Conferencia  en  Puebla  queda  en  muchos  aspectos  atrás 
de  Medellín,  mientras  el  documento  de  Aparecida  proclama 
con  mucha  fuerza  que  quiere  situarse  en  continuidad  con 
Medellín.  Esta  afirmación  alegró  a muchos  católicos  que  tenían 
la  impresión  que  la  Iglesia  en  América  Latina  se  había  alejado 
de  Medellín.  Sin  embargo,  mirando  con  más  atención  los 
documentos  de  las  dos  conferencias,  es  imposible  no  percibir 
diferencias  fundamentales. 

En  el  caso  de  Medellín,  la  curia  romana  estaba  desconfiada,  aun 
cuando  Pablo  VI  hubiera  aceptado  la  propuesta  de  Medellín 
con  mucha  satisfacción.  El  documento  final  fue  publicado 
inmediatamente  finalizada  la  conferencia,  sin  retoques,  tal  como 
había  sido  redactado  por  las  comisiones.  El  cardenal  Samoré 
no  consiguió  suspender  la  publicación  hasta  que  el  texto  fuese 
enviado  a Roma  para  ser  corregido.  De  vuelta  en  Roma,  él  fue 
severamente  castigado.  Pero  el  texto  ya  estaba  en  manos  de  los 
latinoamericanos. 

¿Cómo  situar  Medellín?  Tenemos  que  partir  del  fracaso  de 
la  reafirmación  de  la  identidad  católica.  Después  de  la  Re- 
volución Francesa,  que  inició  el  proceso  de  destrucción  de  la 
cristiandad  romana  de  Occidente,  los  documentos  de  la  Iglesia 
estaban  centrados  en  la  reafirmación  de  la  identidad  católica, 
identificada  con  la  institución  definida  en  el  concilio  de  Trento 
y en  el  llamado  a la  conversión  a los  pueblos  que  se  alejaron  de 
la  Iglesia.  Se  creía  que  la  formulación  del  catolicismo  integral 
llevaría  a una  conversión  del  mundo  pecador  y que  éste  volvería 
al  seno  materno  de  la  Iglesia.  El  movimiento  deseado  era  la 


2 Trozos  de  un  texto  presentado  en  Santiago  de  Chile  el  día  25  de  agosto  de  2008 
(después  de  la  conferencia  de  Aparecida)  y publicada  bajo  el  título  "Reflexiones  y 
desafíos  cristianos",  por  el  movimiento  Somos  Iglesia-Chile  en  la  revista  Reflexión 
y Liberación  de  junio  de  2009. 


35 


conversión  del  mundo  a la  Iglesia.  Y el  mundo  no  se  convirtió. 
Juan  XXIII  quiso  cambiar  esa  orientación.  Quiso  que  la  Iglesia 
mirase  al  mundo  de  manera  más  positiva  y proclamó  el  fin  de  la 
era  de  las  condenaciones.  Las  condenaciones  ahora  caían  sobre 
los  católicos  que  buscaban  una  aproximación  a la  sociedad  nueva 
nacida  de  las  revoluciones  modernas.  El  concilio  fue  avanzando 
cada  vez  más  en  la  orientación  dada  por  el  papa  Juan  XXIII,  que 
fue  retomada  por  Pablo  VI.  El  paso  final  y definitivo  fue  dado  en 
la  Gaudium  et  spes.  En  esta  constitución  la  Iglesia  tomó  como 
orientación  el  servicio  a la  humanidad.  Implícitamente,  el  tema 
dominante  es  una  conversión  de  la  Iglesia  al  mundo.  Fue  lo 
que  Pablo  VI  subrayó  y defendió  claramente  en  su  discurso  de 
clausura  del  concilio.  El  centro  era  el  hombre  y la  Iglesia  estaba 
al  servicio  del  hombre. 

He  aquí  el  dilema  fundamental,  reasumido  por  Medellín: 
conversión  del  mundo  a la  Iglesia  o conversión  de  la  Iglesia 
al  mundo.  Desde  la  introducción,  el  documento  de  Medellín 
define  con  claridad  el  propósito  de  la  conferencia.  La  Iglesia 
latino-americana,  reunida  en  la  II  Conferencia  General  de  su 
episcopado,  sitúa  en  el  centro  de  su  atención  al  hombre  de 
este  continente,  que  vive  un  momento  decisivo  de  su  proceso 
histórico.  Siendo  así,  la  Iglesia  no  se  cree  "desviada",  sino  "se 
vuelve  hacia  el  hombre",  consciente  de  que  "para  conocer  a 
Dios,  es  necesario  conocer  al  hombre".  Pues  Cristo  es  aquel  en 
quien  se  manifiesta  el  misterio  del  hombre.  La  Iglesia  procura 
comprender  ese  momento  histórico  del  hombre  latinoamericano 
a la  luz  de  la  Palabra,  que  es  Cristo.  Procura  ser  iluminada  por 
esta  Palabra  para  tomar  conciencia  más  profunda  del  servicio 
que  le  incumbe  prestar  en  el  momento. 

La  introducción  del  documento  de  Aparecida  toma  otro  rumbo: 
"Con  la  luz  del  Señor  resucitado  y con  la  fuerza  del  Espíritu  Santo, 
nosotros  los  obispos  de  América  nos  reunimos  en  Aparecida, 
Brasil,  para  celebrar  la  V Conferencia  General  del  Episcopado 
Latinoamericano  y del  Caribe.  Hicimos  eso  como  pastores 
que  quieren  seguir  estimulando  la  acción  evangelizados  de 
la  Iglesia,  llamada  a hacer  de  todos  sus  miembros  discípulos  y 
misioneros  de  Cristo,  Camino,  Verdad  y Vida,  para  que  nuestros 
pueblos  tengan  vida  en  El". 

Desde  las  primeras  palabras,  la  diferencia  entre  Medellín  y 
Aparecida  es  patente.  Para  Medellín,  el  centro  es  el  hombre  y 
para  Aparecida,  el  centro  es  la  Iglesia.  En  los  dos  casos  hay  una 
opción  de  base  y todo  el  trabajo  de  las  asambleas  consistió  en 
expliritar  esa  opción,  examinándola  en  los  diversos  aspectos. 
Otra  importante  diferencia  aparece  en  la  metodología  adoptada. 
En  Medellín  las  dieciséis  comisiones  practicaron  cada  una  el 
método  'ver,  juzgar,  actuari.  En  cada  asunto,  el  punto  de  partida 


36 


era  'ver7  la  situación;  después  de  eso  se  buscaba  en  la  revelación 
cristiana  la  norma  que  se  aplicaba  a esa  situación:  el  'juzgar'. 
Después  venían  las  recomendaciones  para  la  acción  pastoral: 
el  'actuar'.  En  el  documento  de  Aparecida  no  aparece  ninguna 
relación  entre  el  ver,  el  juzgar  y el  actuar.  Oficialmente,  los 
obispos  adoptan  el  método  ver-juzgar-actuar,  pero  de  manera 
no  operacional.  No  se  puede  decir  que  la  doctrina  es  la  respuesta 
a la  situación  de  América  Latina.  Ella  vale  para  cualquier  lugar 
del  mundo.  De  igual  modo,  el  'actuar'  no  corresponde  a la 
situación  social  o eclesial. 

En  Medellín,  cada  comisión  redactó  su  texto.  En  Aparecida, 
el  texto  fue  obra  de  una  comisión  de  redacción.  El  discurso  de 
los  obispos  queda  apagado  por  el  discurso  de  la  comisión  de 
redacción.  El  texto  es  mejor,  literariamente  hablando,  y más 
homogéneo,  no  obstante  tiene  mucho  menos  repercusión. 

El  documento  de  Medellín  está,  con  certeza,  centrado  en  el  tema 
de  la  pobreza.  Es  la  prolongación  del  "Pacto  de  las  catacumbas". 
En  esa  opción  podemos  discernir  el  reconocimiento  de  la 
conversión  de  varios  obispos  y sacerdotes  en  América  Latina 
que  se  aproximaron  a los  pobres,  conviviendo  con  ellos, 
sintiendo  y viviendo  sus  sufrimientos  y humillaciones.  Todo  eso 
ya  existía  antes  de  Medellín.  Ya  estaba  trazada  la  trayectoria  de 
don  Helder  y de  varios  obispos  de  Brasil,  quienes  habían  optado 
por  los  pobres.  Ya  estaba  presente  la  lucha  de  don  Leónidas 
Proaño  a favor  de  los  indios  en  Ecuador,  de  don  José  Dammert 
en  Perú,  de  don  Samuel  Ruiz  en  México,  de  don  Enrique 
Angelelli  en  Argentina  y de  varios  otros.  Ya  estaba  presente  el 
desplazamiento  de  varios  sacerdotes  al  mundo  de  los  pobres  en 
varios  países. 

Medellín  tenía  acentos  proféticos:  "Un  clamor  ensordecedor 
nace  de  millones  de  hombres,  pidiendo  a sus  pastores  una 
liberación  que  no  les  llega  de  ninguna  parte"  (14.  Pobreza  de 
la  Iglesia,  2).  "La  educación  será  una  'educación  liberadora', 
es  decir,  que  transforme  al  educando  en  sujeto  de  su  propio 
desarrollo.  La  educación  es  efectivamente  el  medio-clave  para 
liberar  a los  pueblos  de  toda  servidumbre"  (4.  Educación,  II,  1). 
Medellín  no  tenía  miedo  de  la  palabra  liberación  y la  usó 
muchas  veces,  sin  ningún  adjetivo.  Adoptó  el  tema  de  la 
liberación  cuando  la  teología  de  la  liberación  todavía  no  existía. 
Quien  lanzó  la  teología  de  la  liberación  fue  la  conferencia  de 
Medellín.  Las  recomendaciones  prácticas  eran  inspiradas  en  el 
mismo  espíritu.  "La  Iglesia  de  América  Latina,  delante  de  las 
condiciones  de  pobreza  y subdesarrollo  del  continente,  siente  la 
urgencia  de  traducir  ese  espíritu  de  pobreza  en  gestos,  actitudes 
y normas,  que  la  vuelvan  una  señal  más  lúcida  y auténtica 
del  Señor.  La  pobreza  de  tantos  hermanos  clama  por  justicia. 


solidaridad,  testimonio,  compromiso,  esfuerzo  y superación 
para  la  realización  plena  de  la  misión  salvífica  confiada  por 
Cristo  (14.  Pobreza  de  la  Iglesia,  6). 

El  documento  de  Medellín  no  tiene  miedo  de  la  palabra  justicia. 
El  uso  o no  uso  de  la  palabra  justicia  es  una  buena  señal  de 
identificación.  Las  clases  dominantes  tienen  horror  a la  palabra 
justicia.  Ellas  se  sienten  desafiadas.  Pobreza  es  todavía  una 
palabra  aceptable,  pero  nunca  cuando  está  asociada  a la  palabra 
justicia. 

La  repercusión  de  Medellín  fue  extraordinaria.  La  conferencia 
de  Puebla  pretendió  situarse  en  continuidad  con  Medellín:  "nos 
situamos  en  el  dinamismo  de  Medellín,  cuya  visión  de  la  realidad 
asumimos  y que  se  tomó  fuente  de  inspiración  para  muchos  de 
nuestros  documentos  pastorales  de  la  última  década"  (Puebla,  n. 
25).  Por  supuesto,  era  previsible  que  Medellín  recibiría  también 
críticas.  El  gran  argumento  repetido  sin  cesar,  fue  que  Medellín 
había  sido  mal  interpretado.  Y la  conferencia  de  Puebla  debía 
rectificar  las  falsas  interpretaciones  de  Medellín.  En  Puebla,  sin 
embargo,  no  se  produjo  la  rectificación  esperada.  En  muchos 
aspectos.  Puebla  explícita  lo  que  estaba  en  Medellín.  Con  todo, 
el  argumento  de  la  falsa  interpretación  de  Medellín  tuvo  larga 
vida  en  ambientes  conservadores. 

Aun  así,  numerosos  historiadores,  observadores,  sociólogos, 
teólogos  y pastores  tuvieron  la  impresión  de  que  en  Medellín 
la  Iglesia  latinoamericana  había  alcanzado  la  plena  madurez. 
Ella  llegó  a pensar  y hablar  en  nombre  propio.  Se  miró  a sí 
misma  con  sus  propios  ojos  y no  por  los  ojos  de  otro.  Fue  más 
allá  del  concilio  Vaticano  II,  principalmente  en  la  cuestión  de 
la  pobreza.  Juan  XXIII  quería  que  se  proclamase  la  Iglesia  de 
los  pobres.  El  tema  fue  asumido  por  los  líderes  del  episcopado 
latinoamericano  y fue  el  alma  de  la  conferencia  de  Medellín.  La 
Iglesia  latinoamericana  tomó  una  actitud  propia  que  le  dio  en  el 
mundo  una  figura  muy  especial. 


6.  'La  Iglesia  Católica  sospecha  de  la  democracia' 

Un  género  literario  que  José  nunca  rehusó  fue  la  entrevista. 
Reproducimos  aquí  una  entrevista  publicada  en  el  periódico 
El  Ciudadano,  de  Santiago  de  Chile,  en  la  segunda  quincena  de 
diciembre  de  2010.  En  ella  Comblin  hace  teología  "en  la  calle",  con 
gran  claridad  y valentía. 


38 


¿Cómo  caracteriza  usted  a Jesucristo? 

El  viene  a mostrar  en  su  vida  qué  es  la  nueva  humanidad.  Busca 


a los  que  sufren,  a los  enfermos,  a los  que  no  han  tenido  suerte. 
Después,  anuncia  a los  pobres  que  la  situación  cambiará,  que 
tengan  confianza  y fuerza,  porque  ellos  tienen  la  sabiduría 
de  Dios  y entienden;  en  cambio,  los  ricos  y poderosos  nunca 
entienden.  Y no  quieren  entender  porque  defienden  sus 
privilegios  y nada  más. 

¿Cuál  es  el  papel  de  los  sacerdotes? 

La  tarea  de  la  organización  eclesiástica  es  cuidar  de  la  trans- 
misión de  la  fe,  pero  en  la  práctica  lo  hacen  en  la  medida  que  no 
es  un  peligro  para  su  carrera.  En  el  momento  que  es  un  peligro, 
hay  cosas  que  es  mejor  no  decir  ni  explicar.  No  dicen  que  Jesús 
murió  porque  luchó  contra  los  dominadores  y denunció  el 
sistema;  dicen  que  sacrificó  su  vida  para  que  Dios  perdone  los 
pecados  de  la  gente.  Así  nadie  se  siente  amenazado. 

¿Cómo  ve  usted  el  momento  actual  de  la  Iglesia  Católica? 

Por  el  momento,  su  preocupación  principal  es  mantenerse, 
continuar,  ya  que  hay  muchos  que  se  han  ido.  Están  buscando 
mantener  su  posición  de  poder.  Están  preocupados  en  recuperar 
la  influencia  que  antes  tenían,  aunque  no  saben  cómo  hacerlo. 
En  cuanto  al  mundo  exterior,  no  hay  mucha  preocupación. 
¿Entrar  en  conflicto  con  los  poderes  dominantes?  Eso  no,  nada 
de  eso. 

¿Qué  le  parece  la  figura  y el  liderazgo  del  papa  Benedicto  XVI? 

Todo  su  sistema  es  autoritario.  -En  la  democracia  se  critica,  se 
discute,  se  vota  y se  deciden ‘cosas,  pero  a la  Iglesia  no  le  gusta 
eso,  le  tiene  temor.  Ella  sospecha  de  la  democracia,  así  que  un 
sistema  autoritario  coincide  mejor  con  sus  intereses,  porque  ahí 
todo  se  decide  conversando  con  el  dictador. 

Si  Jesús  estuviera  vivo  ¿Dónde  estarían  puestas  sus  energías? 

Jesús  querría  cambiar  este  mundo.  Se  iría  a buscar  a la  gente 
sencilla  y pobre,  porque  con  los  ricos  es  inútil,  ellos  no  van  a 
querer  cambiar,  están  aprovechando  bien.  Iría  a buscar  a los 
pobres,  crearía  comunidades,  les  daría  el  sentido  de  su  dignidad, 
de  sus  derechos,  de  luchar  por  una  vida  mejor. 


7.  Obra  magna  de  José  Comblin: 
una  teología  del  Espíritu  Santo 

Comento  aquí  sumariamente  la  obra  teológica  que  José 
Comblin  construyó,  en  cinco  volúmenes,  en  tomo  al  tema  del 


39 


Espíritu  Santo:  El  tiempo  de  la  acción  (1982);  La  fuerza  de  la  palabra 
(1986);  Vocación  para  la  libertad  (1999);  Pueblo  de  Dios  (2002);  Vida 
en  busca  de  la  libertad  (2007)  3 *.  En  estos  volúmenes,  José  Comblin 
edificó  una  "teología  del  Espíritu  Santo",  una  "pneumatología",  a 
modo  de  fundamento  para  una  reforma  de  la  Iglesia. 

Comienzo  con  un  resumen  de  la  Introducción  del  quinto 
volumen:  Vida  en  busca  de  la  libertad  (2007).  Es  un  breve  resumen 
del  tema  de  los  cinco  volúmenes.  La  teología  tradicional  ha 
reducido  la  acción  del  Espíritu  Santo  al  interior  de  la  Trinidad 
y al  interior  del  sistema  institucional  de  la  Iglesia.  Ahora,  la 
intención  es  investigar  la  acción  del  Espíritu  Santo  en  el  mundo, 
su  actuar  entre  cristianos  y no  cristianos.  En  la  teología  tradicional 
se  atribuyó  al  Espíritu  Santo  la  formulación  de  los  dogmas,  la 
acción  de  los  sacramentos  y los  nombramientos  de  los  diversos 
cargos  dentro  de  la  organización  eclesiástica.  En  el  decorrer  de  los 
últimos  siglos  se  acentuó  bastante  la  impresión  de  que  el  Espíritu 
Santo  actúa  únicamente  a través  de  la  jerarquía. 

Hay  cinco  realidades  bíblicas  fundamentales  relacionadas 
con  el  Espíritu  Santo  y en  las  cuales  se  concentra  su  acción  en  el 
mundo:  "el  actuar",  "la  palabra",  "la  libertad",  "el  pueblo"  y "la 
vida".  Son  temas  que  no  pertenecen  a las  ciencias  humanas,  pues 
son  específicamente  cristianos  y teológicos. 

El  primer  tema  es  el  'actuar7.  El  programa  de  Jesús  se  en- 
cuentra en  las  siguientes  palabras:  "Mi  Padre  hasta  ahora  está 
trabajando,  y yo  también  estoy  trabajando"  (Jn  5, 17).  La  parábola 
de  los  dos  hijos  que  el  padre  mandó  a trabajar  en  la  viña,  expresa 
con  mucha  fuerza  la  necesidad  del  hacer.  No  son  las  palabras  las 
que  valen,  sino  los  hechos  (cf.  Mt  21,  28-31).  Lo  que  Jesús  enseña 
es  la  necesidad  de  tener  un  proyecto  semejante  al  que  él  mismo 
escogió.  El  Espíritu  Santo  esta  ahí  para  empujar  y llevar  a cabo 
ese  proyecto.  La  vida  del  discípulo  de  Jesús  es  una  vida  de  acción. 

El  segundo  tema  es  la  'palabra'.  La  teología  tradicional  valora 
la  palabra  debido  a la  doctrina  que  enuncia.  La  palabra  está  ligada 
a la  revelación,  y la  revelación  se  refiere  a la  doctrina.  He  aquí 
un  punto  de  vista  intelectual,  obra  de  teólogos  intelectuales.  Sin 
embargo,  la  Biblia  habla  de  una  palabra  que  actúa,  que  despierta 
a la  acción,  que  creó  el  mundo  y ahora  lo  quiere  llevar  a la  plena 
realización.  Esa  es  la  palabra  inspirada  por  el  Espíritu. 

El  tercer  tema  es  el  de  la  'libertad'.  Cuando  surge  la  moder- 
nidad, la  Iglesia  ya  se  había  transformado  en  una  fortaleza  de 

3 Los  títulos  los  consigno  traducidos  al  español.  Las  fechas  son  las  de  su  respectiva 

publicación  en  portugués. 


40 


ortodoxia  y la  obediencia  se  había  tomado  la  principal  señal  del 
cristiano.  Durante  siglos  los  cristianos  lucharon  contra  todo  lo  que 
tuviese  algo  que  ver  con  libertad.  El  ser  humano  participa  de  la 
divinidad  en  el  sentido  de  que  es  hecho  libre,  como  Dios  es  libre. 
Para  que  la  persona  sea  libre.  Dios  renuncia  a su  poder.  Entrega 
el  poder  al  ser  humano  —juntamente  con  toda  la  creación—  para 
que  él  construya  su  vida  con  toda  libertad.  El  deseo  secreto  de 
muchos  es  que  Dios  nos  retire  la  libertad  y él  mismo  gobierne  el 
mundo  con  su  poder  divino.  Solo  así  habría  paz  y justicia  en  la 
tierra.  Dios  hizo  una  apuesta,  creyó  en  la  capacidad  de  libertad 
que  hay  en  el  ser  humano  y envía  su  Espíritu  a los  que  aceptan 
ser  libres. 

El  cuarto  tema  es  el  'pueblo  de  Dios'.  Hubo  teólogos  que 
trataron  de  marginar  el  concepto  "pueblo  de  Dios"  con  el  pretexto 
de  que  sería  un  concepto  sociológico.  Las  palabras  "pueblo  de 
Dios"  fueron  eliminadas  de  los  discursos  y escritos  romanos  desde 
1985,  cuando  se  reunió  el  sínodo  extraordinario  para  corregir  el 
concilio  Vaticano  II. 

Finalmente  llegamos  al  tema  de  la  'vida',  que  es  el  centro 
de  referencia  de  los  otros.  La  vida  es  un  concepto  teológico.  La 
cuestión  teológica  se  desdobla  en  las  siguientes  preguntas:  ¿de 
dónde  viene  la  vida?,  ¿para  dónde  va?,  ¿cuál  es  su  sentido?  A estas 
preguntas,  las  ciencias  no  ofrecen  respuestas.  No  obstante.  Dios 
ya  dijo  lo  que  debería  ser  la  vida.  Por  eso,  la  vida  es  un  problema 
teológico,  y tal  vez  el  fundamental.  "Yo  vine  para  que  los  hombres 
tengan  vida  y la  tengan  en  abundancia"  (Jn  10,  10).  La  vida  es 
el  principal  atributo  de  Dios.  Por  la  analogía  con  nuestra  vida, 
podemos  entender  algo  de  Dios.  El  también  vive  y es  fuente  de 
vida.  La  vida  se  muestra  fecunda,  expansiva.  La  vida  crea  más 
vida,  se  multiplica.  La  consideración  de  nuestra  vida  nos  permitirá 
entender  algo  de  Dios,  y la  consideración  de  la  vida  de  Dios  nos 
permitirá  entender  mejor  lo  que  es  nuestra  vida.  Si  preguntamos: 
¿qué  hace  el  Espíritu  Santo?  La  respuesta  es:  él  da  vida,  libertad, 
don  de  la  palabra,  fuerza  para  actuar,  y crea  el  pueblo  de  Dios. 

8.  'El  pueblo  de  Dios' 

En  este  tópico  final  explico  que  los  cinco  libros  mencionados 
arriba,  donde  Comblin  desarrolla  su  teología  del  Espíritu  Santo, 
son  importantes  para  comprender  el  título  y el  sentido  de  mi 
capítulo  en  esta  colección:  'Movimiento  bíblico  en  el  pueblo  de 


41 


Dios  y crisis  irreversible  de  la  iglesia  jerárquica'.  Al  respecto,  el 
libro  que  más  me  inspiró  fue  el  cuarto:  Pueblo  de  Dios.  Veamos 
algo  de  la  historia  de  este  pueblo  de  Dios. 

El  25  de  enero  de  1985,  el  papa  Juan  Paulo  II  convocó  un  sínodo 
extraordinario  para  conmemorar  los  veinte  años  de  la  conclusión 
del  concilio  Vaticano  II.  El  cardenal  Ratzinger,  ya  antes  del  sínodo, 
expresó  claramente  que  este  sínodo  serviría  para  'rectificar'  el 
concilio  Vaticano  II,  en  particular  la  definición  de  la  Iglesia  como 
'pueblo  de  Dios'.  Esto  marcará  1985  como  un  año  de  ruptura  y 
de  contrarreforma  en  la  tradición  del  concilio  Vaticano  II  y al 
cardenal  Ratzinger  como  su  actor  principal.  Se  desató  una  crisis, 
pues  muchos  consideraban  el  concepto  'pueblo  de  Dios'  como  la 
contribución  teológica  principal  del  Vaticano  II.  Él  expresaba  el 
'espíritu'  del  concilio.  Esta  tradición,  además,  había  sido  recibida 
positivamente  en  las  conferencias  episcopales  de  Medellín  (1968) 
y Puebla  (1979). 

Ratzinger  propuso  la  sustitución  de  la  definición  de  la  Iglesia 
como  'pueblo  de  Dios'  por  la  expresión  'comunión'.  Se  rechaza 
el  concepto  de  'pueblo  de  Dios',  porque  sería  un  concepto 
introducido  desde  fuera  por  la  sociología.  De  este  modo,  se 
dejaba  de  lado  toda  la  tradición  bíblica  sobre  el  'pueblo  de  Dios' 
y se  traicionaba  simultáneamente  la  tradición  bíblica  y la  ciencia 
sociológica.  La  intención  de  fondo  en  esta  cuestión,  era  rescatar 
la  dimensión  divina  de  la  Iglesia  como  'comunión'  con  Dios 
y rechazar  su  dimensión  histórica  como  'pueblo'.  El  concepto 
'comunión'  se  entendía  de  una  manera  vertical:  'la  Iglesia  es 
comunión  Dios'.  Esto  significaba  una  espiritualización  de  la 
eclesiología,  que  se  reflejaba  en  la  relación  sagrada:  sumo  pontífice 
- obispo  - sacerdote.  La  Iglesia  definida  como  pueblo  de  Dios,  en 
cambio,  funda  una  eclesiología  más  histórica  y horizontal. 

En  el  sínodo  de  1985  se  hizo  una  reinterpretación  total  del 
Vaticano  II.  El  concepto  pueblo  de  Dios  fue  desvirtuado  y su- 
primido, así  como  toda  la  teología  posconciliar.  Se  dejaron  de 
lado  capítulos  enteros  del  Vaticano  II,  especialmente  un  capítulo 
de  la  constitución  Lumen  gentium.  El  relatorio  final  del  sínodo 
decía:  "La  eclesiología  de  comunión  es  el  concepto  central  y 
fundamental  en  los  documentos  del  Concilio". 

Esta  definición  de  Iglesia  como  comunión  creó  una  imagen 
divina,  sagrada  e invisible  de  la  Iglesia,  donde  no  puede  haber 
conflictos  y donde  la  opción  por  los  pobres  o la  definición  de  la 
Iglesia  como  Iglesia  de  los  pobres,  pierden  todo  sentido.  En  una 
Iglesia  espiritualizada  se  ocultan  su  historia,  sus  pecados  y los 


42 


abusos  dentro  de  ella.  Se  evita  todo  análisis  crítico  de  la  Iglesia. 
Pasan  a primer  plano  el  dogma,  la  doctrina,  el  derecho  canónico,  la 
espiritualización  y ritualización  de  la  liturgia  y de  los  sacramentos. 
La  participación  de  los  laicos  en  la  Iglesia  es  casi  imposible,  o se 
da  en  áreas  sin  mayor  relevancia.  En  fin,  desaparece  el  carácter 
ecuménico  de  la  Iglesia. 


43 


Capítulo  III 

Visibilidad  e in visibilidad 
de  las  mujeres  en  la  vida  y obra 
de  José  Comblin.  Un  breve  esbozo 

Ivotte  Gebara 


Introducción 

Desde  la  partida  de  nuestro  queridísimo  amigo  José  Comblin, 
muchos  textos,  sobre  todo  escritos  por  teólogos,  aparecieron 
como  forma  de  reconocimiento  de  su  gran  contribución  a la 
teología  y a las  comunidades  cristianas  de  América  Latina  y el 
Caribe.  No  obstante,  un  hecho  llama  la  atención:  pocas  mujeres 
escribieron  sobre  él  y todos  sabemos  de  la  cantidad  de  amigas 
y alumnas  que  tuvo  a lo  largo  de  su  vida.  ¿Cómo  entender  la 
publicación  tan  limitada  de  textos  femeninos  acerca  del  trabajo 
del  maestro?  ¿Será  porque,  a pesar  de  los  avances  de  las  mujeres, 
aún  tenemos  pocas  teólogas?  ¿O  habría  Comblin  influido  poco  la 
búsqueda  teológica  de  las  mujeres  y privilegiado  en  consecuencia 
más  la  producción  masculina?  Creo  que  pese  al  número  todavía 
pequeño  de  teólogas  en  América  Latina  y el  Caribe,  la  influencia 
de  Comblin  fue  bastante  significativa  para  muchas  de  nosotros. 
Aun  así,  nosotras  reaccionamos  de  otra  manera  a la  pérdida  del 
amigo  y a la  contribución  inestimable  que  de  él  recibimos.  Somos, 


45 


tal  vez,  más  lentas  en  reaccionar  a través  de  la  escritura  de  textos 
teológicos,  cuando  estamos  invadidas  por  la  tristeza. 

Las  mujeres  lloramos  su  muerte  en  silencio  y damos  gracias 
por  su  vida  de  un  modo  diferente  de  aquel  que  se  esperaría 
en  el  mundo  de  la  teología  y de  las  iglesias,  esto  es,  por  medio 
de  la  redacción  de  textos.  Y hasta  podemos  decir  que  nuestras 
lágrimas  derramadas  por  distintos  puntos  del  planeta,  muchas 
veces  incluso  impidieron  nuestros  escritos.  Nuestros  poemas  o 
pequeñas  prosas,  llenas  de  cariño  y amistad,  no  podían  ser  textos 
teológicos  o panegíricos  de  exaltación  de  un  gran  hombre  a ser 
publicados  de  inmediato.  Vivimos  el  sobresalto  de  su  muerte, 
como  quien  de  repente  vive  la  pérdida  de  un  amigo  querido  y 
queda  sin  palabras  para  expresar  su  perplejidad  y gratitud.  Como 
María  Magdalena,  permanecimos  largas  horas  sentadas  al  pie 
del  sepulcro  reviviendo  nuestros  reminicencias  y las  historias 
vividas  con  el  amigo.  La  memoria  salta  de  un  lugar  a otro,  de 
una  situación  a otra,  tejiendo  recuerdos  que  difícilmente  se 
transforman  en  texto  escrito.  Y ellas  son  muchas,  diferentes  de  la 
experiencia  y del  modo  masculino.  No  es  que  desconoscamos  su 
inmensa  contribución  a la  teología  y la  vida  de  las  comunidades 
cristianas,  sino  que  la  vivimos  y sentimos  de  otra  forma. 

Estamos  convencidas  de  que  él  también,  de  cierto  manera,  fue 
muy  discreto  al  hablar  de  nosotras,  tanto  en  sus  escritos  teológicos 
cuanto  en  los  pastorales.  Me  atrevo  a decir  que  su  relativo  silencio 
era  como  si  no  quisiese  hacer  pública  su  historia  personal,  sus 
notables  amistades  y particularmente  las  femeninas.  Con  todo, 
nos  reconocemos  en  las  entrelineas  de  sus  escritos,  en  especial  en 
los  más  antiguos,  y en  algunos  de  los  más  recientes,  aparecemos 
de  modo  más  explícito  en  vista  de  que  asumió  con  claridad  varias 
de  nuestras  luchas  en  diversos  sectores  de  la  vida. 

De  muchas  maneras  sabemos  cuánto  estábamos  presentes 
en  el  tejido  de  su  vida  y obra,  en  el  cuidado  mutuo  que  tenía 
por  nosotras  y nosotras  por  él.  Por  eso,  la  osadía  femenina  y 
la  amistad  por  José  Comblin  me  llevaron  a dar  ese  título  a esta 
breve  reflexión.  Escribo  sobre  nuestra  visibilidad  e invisibilidad 
en  la  vida  y obra  de  Comblin,  y quiero  destacar  la  extraordinaria 
sensibilidad  del  maestro  y amigo  en  relación  a las  cuestiones  de  la 
actualidad  y de  la  vida  de  los  oprimidos/as.  De  forma  particular 
quiero  expresar  en  este  texto  mi  modo  de  captar  su  sensibilidad 
por  la  revolución  vivida  por  las  mujeres,  sobre  todo  desde 
mediados  del  siglo  pasado.  Pero,  en  particular,  quiero  recordar 
su  modo  tímido,  sonriente  e intensamente  presente  en  la  vida 


46 


de  muchas  de  nosotras.  Vivimos  el  entrelazamiento  cotidiano 
de  nuestras  vidas  con  la  suya.  Muy  presente  en  nuestras  horas 
difíciles,  en  nuestras  encrucijadas  y alegrías,  fue  el  amigo  de 
las  horas  difíciles  para  muchas  de  nosotras,  aquel  con  quien  se 
podía  contar  en  cualquier  momento,  capaz  de  quedarse  velando 
nuestros  muertos,  y capaz  de  beber  vino  de  calidad  para  celebrar 
una  alegría.  Generoso,  presente,  atento,  instigante,  exigente,  dis- 
creto, supo  marcar  de  forma  especial  la  vida  de  muchas,  y por  eso 
le  estamos  inmensamente  agradecidas. 

Deseo  explicitar,  a partir  de  las  posiciones  públicas  de  Com- 
blin,  algunas  líneas  que  se  encontraron  con  el  feminismo  y con  la 
teología  feminista  de  los  siglos  XX  y XXI.  Más  allá  del  homenaje 
que  le  dispenso,  éste  será  el  objetivo  principal  de  este  texto. 


1.  El  incentivo  al  estudio  de  la  teología 
y a la  misión  en  medio  de  los  pobres 

Desde  la  década  de  1970  e incluso  antes,  Comblin  creía  en 
la  importancia  de  la  formación  teológica  de  las  mujeres  de  cara 
a la  educación  de  las  comunidades  cristianas.  A través  de  sus 
vinculaciones  con  la  Universidad  Católica  de  Lovaina  y con  otros 
centros  internacionales  de  teología,  facilitaba  el  acceso  a becas  de 
estudio  en  esos  centros  de  investigación  y estudio.  Por  medio  del 
contacto  personal  con  él,  muchas  percibíamos  cuánto  apostaba 
a la  constancia  e inteligencia  femeninas  para  los  estudios.  Con 
ello  apostaba  a la  responsabilidad  mayor  que  podrían  tener  en  la 
sociedad  y la  Iglesia.  Gracias  a él  pude  estudiar  en  la  Universidad 
Católica  de  Lovaina  y,  de  cierta  manera,  continuar  su  trabajo 
en  el  Instituto  de  Teología  de  Recife.  Y gracias  a él,  numerosas 
teólogas  y biblistas  de  América  Latina  y el  Caribe  optaron  por  una 
formación  universitaria  en  teología  para  estar  al  servicio  de  las 
comunidades  cristianas. 

Pero  no  fue  apenas  en  vistas  a la  universidad  que  Comblin 
apostó  a las  mujeres.  Creía  que  ellas,  en  particular  las  del  campo, 
necesitaban  igualmente  de  una  formación  adecuada  para  en- 
frentar las  dificultades  del  éxodo  rural  y el  abandono  cultural  en 
que  quedaban  las  poblaciones  que  todavía  permanecían  (en  el 
campo).  Apostaba  a las  líderes  femeninas  laicas  y a su  capacidad 
de  ser  multiplicadoras  en  la  formación  de  personas  responsables 
que  podían  ayudarse  mutuamente.  Fue  con  esa  intención  que,  en 
el  decenio  de  1980,  se  convierte  en  uno  de  los  organizadores  y 


47 


el  mentor  de  las  'Misioneras  del  campo'  del  nordeste  brasileño, 
conocidas  también  como  'Misioneras  del  medio  popular'. 
Organiza  con  ellas  un  centro  en  Mogeiro,  en  el  estado  de  Paraíba, 
transformado  después  en  escuela  de  formación  1.  Encuentros  y 
retiros  periódicos  fueron  organizados  con  el  propósito  de  entregar 
una  formación  humanista  y cristiana  a las  mujeres.  Muchas 
líderes  del  campo  deben  parte  de  su  formación  a la  organización 
de  las  Misioneras  del  campo.  Se  tomaron  figuras  singulares  en 
las  parroquias  y los  liderazgos  políticos  locales,  provocando  con- 
flictos por  su  compromiso,  autonomía  y responsabilidad  social. 
Y continúan  hasta  hoy,  con  una  presencia  plural  y eficaz  en 
numerosos  pueblos  y pequeñas  ciudades  del  nordeste  brasileño. 

Aunque  haya  escrito  poco  acerca  de  la  condición  de  las 
mujeres,  Comblin  no  la  ignoraba  y por  eso  insistía  en  la  formación 
constante  de  cuadros  que  pudiesen  garantizar  el  surgimiento  de 
un  cristianismo  no  clerical,  donde  las  personas  asumiesen,  ellas 
mismas,  la  responsabilidad  de  la  evangelización  unas  de  las  otras. 
Es  en  ese  sentido  que  siempre  insistió  con  las  congregaciones 
femininas  para  que  formasen  mujeres  aptas  para  ayudar  a las 
comunidades  empobrecidas,  y con  eso  privilegiasen  la  opción  por 
los  pobres.  Su  espíritu  crítico  cuestionaba  las  generalizaciones  e 
idealizaciones  de  las  fundaciones  religiosas  en  relación  a su  misión 
dentro  de  las  diócesis,  parroquias  y colegios  católicos.  Llamaba 
la  atención  hacia  los  clamores  reales  de  los  pobres,  ayudando  a 
incontables  mujeres  a vivir  un  proceso  de  cambio  de  perspectiva  y 
de  compromiso,  abrazando  los  problemas  reales  de  las  personas. 
En  esa  línea,  criticaba  la  elitización  de  bastantes  congregaciones 
religiosas  que,  de  cierta  forma,  abandonaron  los  ideales  de  su 
fundación  y se  sometieron  a las  élites  sociales  y religiosas  que 
buscaban  sus  buenos  servicios. 


2.  Hacia  más  allá  de  la  culpabilización 
de  los  cuerpos  femeninos  por  la  Iglesia 

El  feminismo  y la  teología  feminista  han  denunciado  la  culpa- 
bilización de  los  cuerpos  femeninos  a lo  largo  de  la  historia  de  la 


1 De  acuerdo  con  informaciones  obtenidas  de  un  texto  de  circulación  interna  de 
las  misioneras  denominado  "Misioneras  del  medio  popular.  Proyecto  de  vida  y 
formación",  la  idea  de  esa  formación  fue  concebida  en  1986  y el  primer  curso  fue 
en  1987.  En  1992,  las  primeras  egresada  fundaron  la  'Asociación  de  las  Misioneras 
del  Medio  Popular'  y se  implantaron  también  en  los  estados  de  Bahía  y del  Piauí. 


48 


Iglesia.  Copiosas  son  las  obras  escritas  para  mostrar  cuánto  las 
mujeres  fueron  —y  todavía  son—  consideradas  ciudadanas  de 
segunda  categoría  en  las  diversas  teologías  e instituciones  de  la 
Iglesia. 

El  desarrollo  de  la  metodología  y hermanéutica  de  la  sospecha 
en  relación  a las  llamadas  verdades  teológicas,  nos  llevó  a muchas 
a abrazar  causas  y campos  de  reflexión  otrora  considerados  ajenos 
a la  problemática  cristiana  y prohibidos  al  mundo  femenino.  Asu- 
mimos, como  mujeres,  la  teología  a partir  de  nuestros  cuerpos,  y 
fue  a partir  de  ellos  que  nos  abrimos  a reflexionar  acerca  de  las 
culpas  indebidas  que  recaían  sobre  ellos  y el  pesado  fardo  que 
la  tradición  teológica  cristiana  colocara  sobre  nosotras.  Nuestros 
cuerpos,  considerados  impuros  y continua  fuente  de  tentación, 
exigían  ser  controlados  mediante  la  responsabilidad  de  engendrar 
hijos  para  la  patria  y la  Iglesia.  Nuestra  vocación  era  limitada  a 
un  servicio  de  sumisión  a los  modelos  tradicionales  de  familia,  y 
reducía  así  nuestro  derecho  a la  ciudadanía  integral  en  la  sociedad 
y la  Iglesia. 

En  sus  escritos  hasta  el  año  2000,  Comblin  no  parece  haber 
asumido  esa  vasta  literatura  feminista  como  referencia  para  sus 
lecturas,  ni  apoyó  de  forma  explícita  las  reivindicaciones  fe- 
ministas en  la  sociedad  y la  Iglesia.  Sus  referencias  eran  otras.  Por 
otros  caminos  denunció  las  leyes  de  pureza  de  las  instituciones 
religiosas  y su  fuerte  dominación  sobre  las  conciencias.  Mostró  el 
lado  negativo  de  esas  leyes,  que  a menudo  sobrecargan  a los  fieles 
con  pesados  fardos  y hacen  su  vida  más  difícil.  No  obstante,  en  los 
últimos  años  que  antecedieron  a su  muerte,  en  algunos  escritos  y 
conferencias  Comblin,  además  de  demostrar  una  extraordinaria 
sensibilidad  a los  dolores  de  los  oprimidos  y marginados,  incluye 
explícitamente  a las  mujeres.  Su  reflexión  sumó  con  nosotras  y en 
muchos  puntos  se  tomó  una  voz  de  apoyo  a nuestra  lucha  por  la 
dignidad  femenina. 

En  el  inicio  de  su  obra  teológica  el  sufrimiento  de  las  mu- 
jeres, consideradas  el  segundo  sexo  y ciudadanas  de  segunda 
categoría,  no  fue  explictado  de  manera  directa  y clara.  Como  la 
gran  mayoría  de  los  teólogos,  hablaba  del  sufrimiento  humano  y 
especialmente  de  los  pobres  sin  especificación  de  género.  A pesar 
de  sus  posiciones  avanzadas,  era  un  hombre  de  su  tiempo  y de  la 
Iglesia  de  su  tiempo.  Guardaba  un  pudor  casi  clerical  en  relación 
a las  mujeres,  y no  se  atrevía  a escribir  sobre  ellas. 

Sin  embargo,  en  los  últimos  años  de  su  vida  demostró  una 
osadía  mayor  en  relación  a las  cuestiones  feministas,  tanto  en  sus 


49 


conferencias  públicas  cuanto  en  algunos  escritos.  Así  por  ejemplo, 
durante  la  campaña  presidencial  de  2010,  la  entonces  candidata 
Dilma  Rousseff  sufrió  varias  embestidas  de  grupos  de  iglesia,  en 
particular  de  la  Iglesia  Católica  romana,  contra  sus  posiciones  en 
favor  de  la  discriminalización  y legalización  del  aborto.  Panfletos 
contra  Dilma  fueron  distribuidos  en  templos,  vídeos  acusatorios 
fueron  divulgados  y algunos  sacerdotes  y obispos  se  pronunciaron 
contra  ella  como  si  fuese  una  amenaza  para  la  integridad  de 
la  familia  brasileña.  La  presión  fue  tanta,  que  ella  debió  públi- 
camente asumir  posturas  menos  radicales  para  evitar  daños 
a su  candidatura.  La  cuestión  envolvió  a parte  del  episcopado, 
que  amenazaba  impedir  a los  fieles  votar  por  Dilma  porque 
temían  que  ella,  de  ser  electa,  aprobase  la  discriminalización 
y legalización  del  aborto.  La  polémica  adquirió  proporciones 
enormes  y desgastantes.  Comblin  intervino  entonces  de  modo 
decisivo  en  los  medios  católicos,  mediante  una  carta  abierta  2 
al  obispo  don  Demétrio  Valentini,  en  la  que  intentaba  llamar  la 
atención  de  la  Iglesia  hacia  la  responsabilidad  social  en  relación 
a las  mujeres.  Comblin  mostraba  la  importancia  de  no  agregar 
más  fardos,  acusaciones  y culpa  sobre  las  mujeres,  y más  bien 
comprometerse  en  iniciativas  preventivas  y educativas.  Para  él,  la 
causa  por  la  cual  muchas  mujeres,  sobre  todo  entre  las  más  pobres, 
recurren  al  aborto,  reside  en  la  propia  falta  de  elección  presente 
en  sus  vidas.  Imaginamos  que  siempre  podemos  elegir,  pero  con 
frecuencia  son  en  realidad  la  coerción  y la  casi  total  imposibilidad 
de  escogimiento  lo  que  caracteriza  las  actitudes  asumidas.  La 
necesidad  de  la  sobrevivencia  es  capaz  de  arrancamos  el  poder  de 
decidir,  y la  falta  de  formación  humana  impide  que  demasiadas 
mujeres  puedan,  de  hecho,  vivir  con  mayor  respeto  a sus  propios 
cuerpos. 

En  esa  misma  línea,  de  forma  sencilla,  directa  y clara,  Comblin 
escribe  asimismo  a un  amigo  teólogo  imaginario: 

Muchas  mujeres  que  quieren  abortar  son  mujeres  angustiadas, 
perdidas,  desesperadas  y que  se  sienten  en  una  situación  sin 
salida.  Unas  quieren  el  aborto  porque  sus  padres  no  aceptan  que 
tengan  un  hijo.  Otras  son  obligadas  a abortar  por  el  hombre  que 
las  estupró,  y que  puede  ser  el  propio  padre,  un  hermano,  un 
tío,  un  padrastro.  Otras  están  desesperadas  porque  la  empresa 
en  que  trabajan  no  les  permite  que  tengan  un  hijo.  Otras  son 


2 "Carta  aberta  a Dom  Demétrio"  (05.10.2010),  divulgada  por  diversos  grupos  vía 
Internet. 


50 


empleadas  domésticas  y la  patrona  no  acepta  que  tengan  que 
cuidar  un  niño.  Entonces,  esas  muchachas  están  angustiadas 
y no  saben  qué  hacer.  No  reciben  atención,  consejo,  apoyo  ni 
moral  ni  material,  porque  todo  es  clandestino  y ni  siquiera  se 
atreven  a hablar  con  otras  personas  a no  ser  algunas  amigas 
muy  cercanas.  No  hallando  alternativa,  a disgusto  y con  mucho 
sufrimiento,  recurren  al  aborto  3. 

Todas  esas  razones,  feministas  y teólogas  feministas  las 
alegaron  durante  años  y,  sin  embargo,  las  posiciones  oficiales 
de  la  Iglesia  siempre  permanecieron  las  mismas:  penalización, 
condenación  y más  condenación.  Una  vez  más,  Comblin  retoma 
la  dimensión  social  del  aborto  y evidencia  el  hecho  de  que  una 
actitud  individual,  puede  igualmente  ser  fruto  de  múltiples  formas 
de  presión  y responsabilidad  social.  El  asume  las  mismas  posturas 
de  las  feministas,  y con  claridad  hace  público  su  pensamiento 
dirigiendo  la  carta  a la  cual  me  referí  al  episcopado  brasileño  en 
la  persona  de  don  Demétrio.  Abre  hacia  la  responsabilidad  de  la 
comunidad  humana,  hacia  dimensiones  colectivas,  desviando  el 
foco  de  concentración  de  la  culpa  en  las  mujeres.  En  las  entrelineas 
de  su  texto  aparece  la  denuncia,  planteada  con  frecuencia  por 
las  teólogas  feministas,  de  la  culpabilización  de  los  cuerpos 
femeninos  en  razón  del  aborto,  sin  que  se  vea  en  ese  acto  una 
responsabilidad  social  y eclesial,  no  solo  en  la  denuncia  del  hecho, 
sino  en  la  creación  de  alternativas  realmente  viables  de  ayuda  y 
prevención. 

Salir  del  discurso  de  las  bellas  palabras,  salir  de  las  retóricas 
religiosas  perfeccionistas  y oír  los  clamores  de  las  mujeres, 
aprendiendo  de  sus  dolores  más  allá  de  los  juzgamientos  rápidos 
e intentando  salidas  preventivas,  es  el  camino  propuesto  por 
nuestro  amigo.  Por  eso,  un  poco  más  adelante  en  el  texto,  Comblin 
insiste  en  la  importancia  de  que  la  Iglesia  desarrolle  una  pastoral 
que  ayude  a las  muchachas  que  estén  en  situación  de  riesgo. 
Afirma  categóricamente  que  "el  aborto  es  fruto  de  la  indiferencia 
de  los  cristianos"  y que  todos  somos  más  o menos  culpables  y 
responsables  por  lo  que  acontece  en  la  sociedad.  Si  no  enfrentamos 
el  problema  con  claridad,  estaremos  permitiendo  la  contitnuidad 
de  los  abortos  clandestinos  y el  creciemiento  espantoso  de  la 
mortalidad  materna  en  América  Latina  y el  Caribe. 


3 "Carta  a um  amigo  teólogo  sobre  as  elei^oes  de  2010"  (15.11.2010),  difundida  por 
varios  movimientos  a través  de  la  Internet. 


51 


Comblin  era  consciente  de  que  la  batalla  de  la  Iglesia  contra 
las  mujeres  que  abortan  y en  favor  de  un  estéril  discurso  de 
defensa  de  la  vida  era  inútil,  pues  no  llevaba  a nada  constructivo. 
Culpar,  criticar,  condenar,  no  conducía  a la  solución  de  los 
problemas  sociales  y de  salud  pública.  Al  contrario,  demostraba 
la  continuación  del  pecado  ya  denunciado  por  Jesús  en  relación 
a aquellos  que  hablan,  pero  no  mueven  siquiera  un  dedo  para 
ayudar  a los  caídos  en  los  caminos  de  la  vida.  Y en  la  misma  carta, 
como  en  un  final  casi  inesperado  para  las  lectoras  y lectores,  él 
firma:  "José  Comblin,  gran  pecador  y cómplice  por  omisión"  4. 
Mediante  una  actitud  pública  de  confesión  de  su  propio  pecado, 
invitaba  a las  autoridades  de  la  Iglesia  a lograr  percibir  la  ilusión 
de  los  discursos  sobre  principios,  leyes  generales,  normas  anti- 
guas, cuando  la  vida  de  cada  día  está  amenazada.  Llamaba  así  la 
atención  sobre  el  fariseísmo  de  las  iglesias,  capaces  de  denunciar 
el  mal  en  palabras,  de  levantar  el  dedo  para  apuntar  a la  pecadora, 
condenarla,  pero  reprodoctoras  del  pecado  de  mil  maneras.  Se 
continúa  de  ese  modo  la  tradición  de  los  sepulcros  blanqueados 
denunciada  por  Jesús.  Entre  las  formas  de  ocultarse  detrás  de  las 
bellas  apariencias,  está  el  pecado  de  omisión  frente  a los  clamores 
concretos  de  las  personas,  firmemente  denunciado  por  nuestro 
amigo. 

El  corazón  de  Comblin,  noble  y humilde,  presto  a reconocer  sus 
límites  y faltas,  no  parece  haber  contado  con  muchos  seguidores 
públicos  en  medio  del  clero  y el  episcopado.  Y,  una  vez  más, 
su  solidaridad  con  la  causa  de  las  mujeres  y los  empobrecidos 
hace  resonar  públicamente  el  grito  de  abandono  de  Jesús  en  la 
cruz  y de  las  mujeres  marcadas  por  la  violencia  de  género  y el 
abandono  en  las  situaciones  de  gran  sufrimiento.  Fue  en  la  vejez 
que  Comblin  oyó  de  manera  más  aguda  el  clamor  de  las  mujeres 
y no  permaneció  ajeno  a él.  Se  comprometió  hasta  el  fin.  Levantó 
la  voz,  proclamó,  exhortó,  enseñó.  Y,  nosotras,  mujeres,  damos 
testimonio  de  su  compromiso. 


3.  La  Iglesia  mantiene  la  desigualdad 
de  las  mujeres  y se  descristianiza 

Otro  tema  que  toca  de  lleno  la  vida  de  las  mujeres,  tiene  que 
ver  con  la  falta  de  interés  de  la  Iglesia  por  una  vida  autónoma 


4 ídem. 


52 


de  ellas  y por  una  igualdad  de  derechos  en  los  diversos  niveles 
de  la  vida  humana.  La  Iglesia  Católica  romana,  pese  a los 
avances  sociales  y políticos  en  distintas  partes  del  mundo,  sigue 
descartándolas  de  las  responsabilidades  eclesiales,  así  como  de 
una  inclusión  igualitaria  en  los  propios  contenidos  doctrinarios. 
Aun  cuando  reconozca  que  el  cristianismo  se  expandió  gracias 
a los  valores  que  ellas  transmitían  a sus  familias,  eso  ya  no 
ocurre  más.  Y es  que  los  contenidos  y las  acciones  de  la  Iglesia 
institucional  en  relación  a las  mujeres  crearon  un  abismo  con  las 
vivencias  femeninas,  sobre  todo  algunos  contenidos  teológicos  y 
la  moralidad  abstracta  difundida  y defendida  por  aquélla.  Muchas 
de  nosotras,  comprometidas  con  la  transformación  de  la  sociedad 
en  la  línea  de  los  derechos  democráticos  y una  mayor  inclusión 
social,  ya  no  soportamos  una  autoridad  masculina  que  aparece 
cada  vez  más  lejos  de  las  grandes  conquistas  que  logramos,  en 
especial  desde  la  segunda  mitad  del  siglo  XX.  Ya  no  soportamos  el 
uso  de  un  lenguaje  que  no  tiene  que  ver  con  nuestra  experiencia,  y 
rechazamos  la  utilización  indebida  del  evangelio  como  argumento 
de  autoridad  para  impedir  nuestra  emancipación. 

La  revolución  feminista,  acompañada  por  la  científica  y 
por  tantas  otras  revoluciones  culturales,  nos  abrió  a una  nueva 
manera  de  ser  mujeres.  Ya  no  somos  más  dependientes  de  una 
especie  de  determinismo  de  la  naturaleza,  ni  de  la  voluntad 
de  nuestros  antiguos  señores.  Ya  no  somos  el  segundo  sexo  ni 
obendientes  ciegas  del  orden  patriarcal.  Podemos  escoger,  por 
ejemplo,  cuándo  ser  madres,  o si  queremos  o no  tener  más  hijos. 
La  maternidad  pasó  a ser  una  elección,  controlable  por  medio  de 
las  píldoras  anticonceptivas,  de  diversos  preservativos  puestos  a 
nuestra  disposición  y de  otros  métodos.  Somos  conscientes  de  los 
límites  de  nuestro  tiempo,  de  la  ciencia  y de  nuestras  elecciones. 
Tenemos  presente  la  mixtura  que  somos,  no  queremos  ser  mujeres 
de  tiempos  pasados.  No  obstante,  de  nuevo  la  Iglesia  rechaza 
nuestros  avances  y los  de  la  ciencia  y pretende  preservar  la  do- 
minación medieval  de  los  cuerpos  femeninos,  reproduciendo 
ciertos  modelos  antropológicos  ya  superados.  No  se  ha  percatado 
de  que  la  cacería  de  brujas  y la  persecución  a la  ciencia  y la 
sabiduría  femenina,  no  se  sustentan  más  en  el  presente. 

Por  eso,  siempre  más  las  mujeres  se  distancian  de  la  Iglesia,  a 
pesar  de  que  sientan  el  vacío  que  se  abre  con  ese  comportamiento.  Y 
al  perder  parte  de  las  mujeres  como  'rebaño  sumiso'  y reproductor 
de  su  sistema,  la  Iglesia  ha  entrado  en  colapso,  principalmente 
en  relación  a las  nuevas  generaciones.  La  gran  mayoría  de  las 


53 


mujeres  informadas  y a favor  de  la  afirmación  de  su  dignidad,  se 
han  apartado  de  la  Iglesia  institución  y se  niegan  a transmitir  a 
las  nuevas  generaciones  el  oscurantismo  del  que  fueron  víctimas. 
Esa  religión,  alienada  e irrespetuosa  de  sus  cuerpos  y capacidades 
creativas,  no  puede  más  ser  transmitida.  Es  claro  que  los  valores 
humanistas  se  mantienen,  pero  con  un  empobrecimiento  de 
vivencias  comunitarias,  tradiciones  y significados  cristianos  re- 
levantes para  los  distintos  momentos  de  la  vida.  Los  medios 
públicos  comunitarios  para  enseñar  a las  nuevas  generaciones 
valores  capitales  igualmente  se  han  debilitado,  dado  que  las 
mujeres  líderes  e instruidas  no  se  someten  más  al  papel  de  meras 
reproductoras  de  un  sistema  milenario  cerrado,  vinculado  a la 
oficialidad  de  la  Iglesia.  En  realidad,  el  protagonismo  femenino 
no  fue  acogido  como  un  avance  por  la  mayoría  de  las  instituciones 
eclesiales  y por  eso  la  marginación  de  las  mujeres  sigue  su  curso, 
aunque  las  formas  sean  diferentes. 

Especialmente  a partir  de  la  encíclica  Humanae  vitae  de  Paulo 
VI,  que  condenó  los  anticonceptivos,  se  inició  el  proceso  de 
distanciamiento  de  las  mujeres  con  respecto  a la  Iglesia.  Y como 
dice  Comblin: 

Fue  una  repulsa  enorme  entre  las  mujeres  católicas.  Ellas  no 
aplicarán  la  prohibición  papal  y aprenderán  la  desobediencia. 

De  esa  época  proviene  la  huida  de  las  mujeres  de  la  Iglesia  5. 

Muchos  conflictos  y acusaciones  de  parte  de  las  mujeres 
a la  Iglesia  jerárquica  y de  la  Iglesia  a las  mujeres,  salieron  a la 
superficie.  La  Iglesia  recomenzaba  de  cierto  modo  la  cacería  de 
brujas  castigando  a unas,  quitándoles  el  derecho  a la  enseñanza 
de  la  teología  a las  desobedientes,  excomulgando  a algunas  y 
adoptado  posiciones  cada  vez  más  agresivas  y dogmáticas  en  la 
sociedad,  en  particular  junto  a las  instancias  de  representación 
política.  Sin  embargo,  ella  no  previo  las  consecuencias  de  su 
dogmatismo  y posturas  misóginas.  De  ahí  que  Comblin  nos 
recuerde  con  gran  autoridad  que: 

Cuando  las  mujeres  dejaron  de  enseñar  la  religión  a sus  hi- 
jos, aparecieron  generaciones  que  ignoraban  todo  sobre  el 
cristianismo.  Muchos  obispos  quedaron  estremecidos,  no  obs- 


5 Comblin,  José.  “Vaticano  II:  cincuenta  años  después",  en:  "A  cincuenta  años 
del  concilio  Vaticano  II:  verdaderas  luces  y urgentes  desafíos",  en:  Alternativas 
(Managua,  Editorial  Lascasiana)  No.  41  (2011),  pp.  11-24. 


54 


tante  nada  podían  hacer  porque  el  concilio  no  había  abordado 
el  ejercicio  del  primado  del  papa.  El  papa  decide  solo,  aunque 
sea  contra  todos.  Era  el  caso:  el  papa  había  decidido  contra 
los  obispos,  los  teólogos,  el  clero,  los  laicos  informados.  Por 
desgracia  fue  obra  del  papa  Pablo  VI,  que  por  tantos  méritos  en 
la  historia  del  concilio,  parecía  un  hombre  abierto  6. 

Otra  vez  la  comunidad  cristiana,  y principalmente  la  comu- 
nidad científica  y las  mujeres,  no  son  oídas.  Una  única  persona, 
apoyada  en  las  fuerzas  sociales  y eclesiales  más  conservadoras,  se 
toma  voz  de  la  Iglesia  e impide  que  el  proceso  de  liberación  de  las 
mujeres  acontezca  también  dentro  de  la  Iglesia. 

Desde  entonces,  el  abismo  entre  las  mujeres  y la  Iglesia 
institucional  se  ha  ensanchado  .Las  condenaciones  y excomuniones, 
al  igual  que  la  preservación  de  una  teología  abstracta  y elitista, 
han  provocado  el  éxodo  de  una  cantidad  enorme  de  mujeres  de  la 
Iglesia.  Infelizmente  las  estadísticas  no  revelan  ese  número  y,  más 
aún,  no  revelan  el  número  de  mujeres  que  oficialmente  todavía 
se  presentan  como  católicas,  pero  en  realidad  han  abrazado  otra 
manera  de  vivir,  inspiradas  por  el  evangelio  de  Jesús  y lejos  del 
control  institucional.  Comblin  era  consciente  de  ese  complejo 
proceso  que  se  anunciaba  desde  el  siglo  pasado,  y con  la  lucidez 
que  lo  caracterizaba  lo  denunció.  Hoy  continuamos  nuestra  lucha 
por  la  liberación  del  evangelio  de  las  viejas  estructuras  de  poder  y 
pensamiento  que  lo  volvieron  cautivo  de  un  complicado  sistema. 
¡El  vino  nuevo  ya  está  lentamente  rompiendo  los  viejos  odres! 


Breve  conclusión 

Cuando  me  propuse  reflexionar  acerca  de  la  visibilidad  e 
invisibilidad  de  las  mujeres  en  la  vida  y obra  de  José  Comblin,  tenía 
presente  en  mí  una  convicción  innumerables  veces  confirmada 
por  nuestro  amigo  de  que  la  atención  a los  acontecimientos  de 
la  historia  es  maestra  en  nuestras  vidas.  Es  a través  de  ella  que, 
según  la  tradición  cristiana,  nos  encontramos  con  lo  más  profundo 
de  todas  las  vidas,  vale  decir,  aquello  o esto  que  llamamos  Dios.  Y 
tocamos  igualmente  lo  más  profundo  de  nuestra  búsqueda  ética. 


6 ídem.  Los  lectores  pueden  recurrir  a los  cuadernos  Opción  por  los  pobres/ 
Movimiento  Teología  de  la  Liberación  (Chile),  para  obtener  los  últimos  textos 
y conferencias  de  Comblin.  Dirección  electrónica:  opcion_porlospobres_chile@ 
yahoo.com 


55 


esto  es,  la  escucha  y el  amor/cuidado  al  diferente,  al  prójimo,  al 
necesitado.  Es  esa  atención  la  que  a menudo  nos  'sorprende 
por  la  simplicidad',  nos  permite  tener  'la  percepción  de  una 
dimensión  nueva  en  la  experiencia  de  objetos  comunes',  la 
percepción  de  'un  amor  nuevo  dentro  de  formas  muy  comunes' 
de  la  vida  cotidiana  7. 

Fue  esa  percepción  o nuevo  amor  en  forma  de  conciencia 
de  justicia  a favor  de  las  mujeres,  la  que  irrumpió  en  la  vida 
de  Comblin  en  el  crepúsculo  de  su  existencia  terrena.  El 
presentimiento  de  que  algo  especial  estaba  como  en  labores  de 
parto  durante  su  vida,  llega  a "alcanzar  un  estado  de  certeza  sin 
poder  presentar  argumentos  sensibles"  8 o argumentos  mayores. 
Ya  podía  hablar  de  la  vida  de  las  mujeres  sin  el  pudor  clerical 
de  antes,  ya  podía  realizar  sus  incontables  luchas  a pesar  de  las 
constradicciones  inherentes  a todas  las  situaciones  de  la  vida. 
Comblin  toma  visible  aquello  que  lo  habitaba  de  modo  invisible  o 
poco  explícito  a la  largo  de  su  vida  —la  necesidad  de  oír  el  clamor 
especial  de  las  mujeres,  de  tomar  partido,  de  superar  la  omisión. 

Y fue  capaz  de  oír  a partir  de  una  cuestión  delicada:  la  de 
la  sexualidad  y reproducción  humana.  Captó  los  problemas 
originados  a partir  de  la  extraordinaria  capacidad  procreadora 
femenina,  del  enfrentamiento  con  la  violencia  sexual,  con  la 
dominación  de  los  cuerpos.  No  se  trata  de  un  discurso  general 
y abstracto  más  sobre  la  miseria  de  los  pobres,  sino  se  trata  de 
denunciar  una  herida  abierta  en  los  cuerpos  femeninos  en  su 
intimidad,  en  su  sexualidad.  Por  eso,  aunque  en  un  contexto 
distinto,  Comblin  se  vuelve  aquel  que  acoge  un  hecho  o aquel 
que  recibe  una  revelación  porque  es  capaz  de  entrar  en  el  modo 
de  vida  del  evangelio,  modo  de  atención  a la  vida  cotidiana  de 
los  que  son  diferentes  a mí.  Y en  esa  situación,  dice  él,  "el  mirar 
cambia,  deja  de  divisar  ciertas  cosas  y comienza  a divisar  cosas 
invisibles  a los  otros"  9. 

Todo  cambia  con  ese  mirar,  hasta  la  teología.  Dios  deja  de  ser 
el  Dios  del  orden  establecido,  el  Dios  defendido  por  los  poderosos, 
sean  ellos  reyes  o príncipes  de  la  Iglesia.  Por  eso, 

...aquellos  entre  los  teólogos,  obispos  y sacerdotes  que  ense- 
ñaron que  Dios  estaba  de  acuerdo  con  las  guerras  de  los 


7 Expresiones  tomadas  de:  Comblin,  José.  A oragáo  de  Jesús.  Petrópolis,  Vozes,  1973, 
p.  67. 

8 ídem. 

9 ídem. 


56 


cristianos,  nos  engañaron  falseando  la  verdad.  El  Dios  de 
Jesucristo  no  apoya  ni  podría  apoyar  políticas  militaristas  de 
conquista  y expansión  10. 

El  Dios  de  Jesús  no  puede  apoyar  el  "chantaje  de  los 
llamados  defensores  de  la  vida",  sí  a aquellos  que  son  humildes 
y misericordiosos  delante  de  los  dolores  "de  muchas  mujeres 
angustiadas  y desesperadas"  n.  Todo  cambia  con  ese  mirar 
diferente.  Las  mujeres  y el  pueblo  no  necesitan  someterse  a la 
voluntad  de  los  doctores  de  la  ley,  a su  casuística  minuciosa,  para 
vivir  la  misericordia  y la  justicia.  El  nuevo  mirar  libera  e invita  a 
la  libertad  y responsabilidad  de  unos  por  los  otros,  no  más  bajo 
el  yugo  de  la  ley,  sino  desde  la  convocación  de  nuestra  fragilidad 
común,  de  la  absoluta  necesidad  de  ayudamos  mutuamente 
a vivir  la  gran  aventura  de  la  vida  en  ese  momento  de  nuestra 
historia  común.  Es  ese  el  momento  único  de  vivir  la  invitación  a 
la  solidaridad  y la  misericordia.  Ese  es  el  tiempo  de  amar  a Dios 
amando  a las  mujeres  y los  hombres  a nuestro  alrededor,  siendo 
capaces  de  compasión  unos  por  los  otros  de  diversas  maneras, 
alturas,  anchuras  y profundidades. 

Agradecida,  padre  Zé,  por  la  lección  de  vida  que  usted  nos 
dejó,  por  el  cariño  de  su  presencia  y la  gracia  activa  de  su  vida  en 
favor  de  los/las  que  fueron  puestos  al  margen  de  los  derechos  de 
la  justicia.  Agradecida  por  el  legado  de  su  pensamiento  crítico  tan 
rico  y creativo,  capaz  de  inspirar  nuestra  creatividad  y llamamos 
de  nuevo  a la  libertad. 


10  Comblin,  José.  O clamor  dos  oprimidos,  o clamor  de  Jesús.  Petrópolis,  Vozes,  1984, 
P-  22. 

11  "Carta  a um  amigo  teólogo...",  op.  cit. 


57 


Capítulo  IV 

El  proceso  bolivariano  y la 
contribución  de  José  Comblin 

Marcelo  Barros  1 


Mientras  otras  regiones  del  mundo  corren  el  riego  de  hun- 
dirse en  la  crisis  de  civilización  que  tomó  el  aspecto  de  una 
gravísima  crisis  económica,  varios  países  de  América  Latina,  por 
el  contrario,  viven  un  nuevo  proceso  social  y político.  Ese  camino 
renovador  recibe  distintos  nombres,  según  la  realidad  y la  cultura 
local.  En  Venezuela  se  llama  revolución  bolivariana;  en  Ecuador, 
proceso  ciudadano;  y en  Bolivia,  resurgimiento  indígena.  En 
todo  el  continente,  sin  embargo,  es  un  proceso  inspirado  en  el 
sueño  libertador  de  Simón  Bolívar  a comienzos  del  siglo  XIX. 
Actualmente,  el  camino  bolivariano  asume  la  emersión  de  nuevos 
sujetos  sociales,  como  los  pueblos  indígenas,  las  comunidades 
de  cultura  afrodescendiente  y los  movimientos  populares  del 
campo  y la  ciudad.  Aunque  todavía  incipiente  y frágil,  apunta  en 


1 Monje  benedictino,  biblista  y escritor.  Es  asesor  de  las  comunidades  eclesiales  de 
base  y de  movimientos  populares.  Tiene  cuarenta  libros  publicados,  siendo  el  más 
reciente  Para  onde  vai  Nuestra  América  (Espiritualidade  socialista  para  o século  XXI). 
Sao  Paulo,  Ed.  Nhanduti,  2011. 


59 


la  dirección  de  lo  que,  en  el  inicio  del  siglo  XIX,  soñaba  Bolívar:  la 
integración  de  todos  los  pueblos  de  esta  inmensa  'patria  grande'. 

Si  bien  aún  es  embrionario,  tiene  razón  Boaventura  de  Souza 
Santos  al  afirmar:  "América  Latina  ha  sido  el  continente  donde  el 
socialismo  del  siglo  XXI  entró  en  la  agenda  política"  2.  No  obstante, 
analistas  indígenas  como  David  Choquehuanca,  ministro  de 
Relaciones  Exteriores  de  Bolivia  y especialista  en  la  cosmovisión 
andina,  no  acepta  dar  a ese  proceso  el  título  de  socialista.  Sostiene 
que,  aunque  de  modo  diferente  al  capitalismo,  también  el  so- 
cialismo prioriza  el  dinero  y las  relaciones  económicas,  mientras 
los  procesos  sociales  que  emergen  en  el  continente  se  deberían 
basar  en  el  'bien  vivir',  concepto  indígena  que  significa  una  vida 
de  calidad,  en  la  comunidad  y en  la  relación  con  la  naturaleza. 
Si  esto  es  verdad,  es  un  asunto  que  no  puede  dejar  de  interesar 
profundamente  y envolver  a las  comunidades  cristianas  que  unen 
fe  y vida,  espiritualidad  y política  transformadora,  así  como  a los 
teólogos  y teólogas  que,  a partir  de  la  práctica  popular,  tratan  de 
explicitar  una  teología  que,  desde  el  comienzo  de  los  años  1970, 
llamamos  teología  de  la  liberación.  Ahora  bien,  aparentemente, 
eso  no  está  aconteciendo  todavía,  al  menos  de  manera  que  la 
sociedad  envolvente  pueda  percibirlo  y sea  llamada  a participar 
o a tomar  posición.  Por  eso,  es  importante  reflexionar  acerca  de 
cómo  el  padre  José  Comblin  buscó  participar  del  proceso  y lo  que 
nos  enseñó  al  respecto. 


1.  La  inserción  de  los/as  teólogos/as 
en  los  movimientos  de  base 

Desde  el  inicio,  la  teología  de  la  liberación  se  caracterizó  por 
ser  una  reflexión  surgida  desde  la  práctica  de  las  comunidades 
y los  movimientos  que  vinculan  fe  y vida,  espiritualidad  y 
compromiso  social  de  transformar  el  mundo.  Sobre  la  base  de 
una  eclesiología  desarrollada  por  la  teología  de  la  liberación,  en 
los  años  1970  apareció  en  varios  países  del  continente  una  nueva 
forma  de  vivir  la  misión.  La  pastoral  indígena  dejó  de  tener  como 
objetivo  convertir  a los  indios  a la  fe  cristiana  y sí  defender  sus 
vidas,  tierras  y culturas.  La  nueva  pastoral  de  la  tierra  no  era  lo 
mismo  que  la  antigua  'pastoral  rural';  atrás  quedaron  las  viejas 


2 Cf.  Boaventura  de  Sousa  Santos,  "A  esquerda  tem  o poder  político,  mas  a direita 
continua  com  o poder  económico",  en:  Caros  Amigos,  margo  2010,  p.  42. 


60 


fórmulas  de  evangelización,  para  simplemente  insertarse  en 
la  justa  lucha  por  la  tierra,  la  reforma  agraria  y la  justicia  en  el 
campo.  Del  igual  modo,  emergieron  nuevas  pastorales  para 
los  trabajadores  de  la  ciudad,  la  juventud  y otros  sectores  de  la 
población  más  pobre.  Se  procuró  leer  la  Biblia  a partir  de  la  vida  y 
lucha  de  las  comunidades  cristianas  populares.  De  esta  inserción 
brotó  una  nueva  forma  de  comprender  la  misión,  la  naturaleza  de 
la  Iglesia,  la  propia  persona  de  Jesucristo  y hasta  nuestra  manera 
de  contemplar  y pensar  a Dios.  La  nueva  epistemología  teológica 
suscitó  diversas  teologías  contextúales  como  las  negras,  feministas 
de  la  liberación,  indias  y las  ecoteologías. 

El  padre  José  Comblin  estuvo  presente  y actuante  en  la 
primera  elaboración  de  la  teología  de  la  liberación.  A finales  de  los 
años  1960,  lo  hizo  actuando  en  seminarios  e institutos  teológicos 
como  el  ITER  (Instituto  de  Teología  de  Recife),  y después  en  el 
seminario  rural.  Allí,  con  otros/as,  desarrolló  el  método  de  la 
teología  de  la  azada  para  formar  teológica  y pastoralmente  sa- 
cerdotes, religiosos/as  y misioneros/as  laicos/as  que  ejerciesen 
esas  tareas  eclesiales  sin  dejar  de  ser  agricultores,  o al  menos  per- 
sonas de  origen  e inserción  rural. 

En  los  años  1980,  sin  embargo,  los  cambios  eclesiásticos  que 
el  pontificado  del  papa  Juan  Pablo  II  realizó,  lo  mismo  que  las 
nominaciones  de  obispos  en  Brasil  y otros  países  del  continente, 
comenzaron  a impedir  la  continuidad  de  ese  trabajo  dentro  de 
las  instituciones  bajo  responsabilidad  directa  de  los  obispos  y el 
clero.  Don  José  Cardoso,  entonces  arzobispo  de  Recife,  sucesor 
de  don  Helder  Cámara,  cerró  el  ITER.  Más  tarde,  se  tomaron 
igualmente  inviables  el  instituto  de  teología  en  Joáo  Pessoa  y los 
cursos  teológicos  mantenidos  por  congregaciones  religiosas. 

Para  adecuarse  a las  'nuevas'  exigencias  de  Roma  y de 
muchos  jerarcas,  varios  teólogos  y teólogas,  antes  comprometidos 
con  la  teología  de  la  liberación,  cambiaron  poco  a poco  su  dis- 
curso y se  ajustaron  al  modelo  oficial  exigido.  El  padre  José,  en 
cambio,  se  apartó  de  las  instituciones  teológicas  más  oficiales  y 
continuó  asesorando  grupos  de  pastoral  popular  y comunidades 
alternativas.  Siguió  asimismo  produciendo  libros,  escritos  ahora 
en  un  lenguaje  más  sencillo,  como  teología  hecha  directamente 
para  el  pueblo.  En  entrevistas  y charlas,  afirmó  percibir  que 
cada  vez  más  los  teólogos/as  tenían  dificultad  para  mantenerse 
insertos  en  las  luchas  populares.  Algunas  veces  incluso,  con  un 
aire  de  lamentación,  preguntaba:  "¿Dónde  están  los  teólogos  y 
teólogas  más  jóvenes:  en  la  academia  o en  medio  del  pueblo?".  En 


61 


nuestras  conversaciones  traté  de  mostrarle  que,  aun  siendo  una 
minoría  abrahámica,  como  la  llamaba  don  Helder  Cámara,  varios 
compañeros/as  continúan  insertos  en  los  movimientos  del  campo 
y de  la  ciudad,  más  allá  de  estar  comprometidos  con  las  teologías 
negras,  indígenas  y feministas.  De  mi  parte,  principalmente  en  los 
últimos  años  de  su  vida,  tuve  la  gracia  de  acompañar  al  padre  José 
en  su  apoyo  e inserción  en  el  proceso  bolivariano  que  acontece  en 
el  continente. 


2.  El  nuevo  bolivarianismo 

La  primera  vez  que  oí  el  término  bolivarianismo  era  todavía 
casi  niño  y,  a través  de  un  monje  del  monasterio  al  cual  pertenecía, 
tenía  acceso  a algunas  de  las  cartas  circulares  que  don  Helder 
Cámara,  entonces  arzobispo  de  Olinda  y Recife,  enviaba  desde 
Roma,  durante  las  sesiones  del  concilio  Vaticano  II.  Recientemente, 
publicada  en  una  colección  oficial,  releí  la  carta  que  durante  la 
última  sesión  del  concilio  don  Helder  envió  a sus  auxiliares  y 
amigos/as: 

El  encuentro  con  Monseñor  Dell'Acqua  merece  un  registro 
especial.  (Él  es  secretario  y consejero  del  papa  Pablo  VI).  La 
problemática  general  de  América  Latina  y del  Tercer  Mundo  le 
es  familiar.  Entiende  y estimula  el  nuevo  bolivarianismo,  en  el 
sentido  del  esfuerzo  conjunto  por  la  independencia  económica 
del  continente,  en  articulación  siempre  mayor  con  el  Tercer 
Mundo  y apertura  hacia  el  mundo  entero.  Entiende  y estimula 
la  cobertura  de  la  Iglesia  a la  idea  de  un  mercado  común 
latinoamericano  3. 

Me  acordé  de  esa  palabra  de  don  Helder  cuando,  en  el  sexto 
Foro  Social  Mundial,  en  Caracas  (enero  de  2006),  fui  invitado  por 
los  movimientos  populares,  en  particular  la  Vía  Campesina,  a 
coordinar,  en  un  encuentro  que  habría  en  el  gimnasio  Poliedro 
entre  esos  movimientos  y el  presidente  Hugo  Chávez,  tanto  el 
momento  inicial  de  la  mística  como  el  conclusivo,  presentando 
al  Presidente.  El  padre  Comblin  estaba  presente  en  aquel  foro 
y me  brindó  su  apoyo  para  que  aceptase  esa  tarea  y la  cum- 


3 Dom  Helder  Cámara,  Circulares  Conciliares,  Volume  I - Tomo  III,  68*  Circular, 
Roma  16/  17.11.1965.  Recife,  Editora  CEPE/Instituto  Dom  Helder  Cámara,  2009, 
p.  253. 


62 


pliese  con  competencia.  A partir  de  ahí  percibí  que  mientras 
varios  compañeros  de  teología,  incluso  algunos  ligados  a las 
comunidades  populares  y a la  teología  de  la  liberación,  mostraban 
muchas  reservas  hacia  el  proceso  bolivariano  actual  y más  aún 
hacia  sus  líderes  políticos  (Chávez,  Evo  Morales...),  José  Comblin 
no  titubeaba  en  respaldar  y hacerse  presente  en  el  proceso. 

En  diciembre  de  2006,  entre  otros  brasileños  vinculados  a 
partidos  políticos  o a entidades  de  la  sociedad  civil,  don  Tomás 
Balduíno,  obispo  emérito  de  Goiás,  el  padre  Comblin  y yo, 
fuimos  invitados  por  el  Consejo  Electoral  de  Venezuela  para  ser 
observadores  internacionales  de  las  elecciones  presidenciales  en 
aquel  país.  Fuimos  hospedados  en  el  mismo  hotel  en  Caracas. 
Tuve  miedo  de  dejar  al  padre  Comblin,  ya  con  más  de  ochenta 
años,  ir  solo  a áreas  distantes  del  interior.  Propuse  entonces  que 
nos  quedásemos  juntos  para  visitar  y acompañar  las  periferias 
urbanas  de  la  capital.  Fue  lo  que  hicimos  los  tres. 

En  aquellos  días,  lo  que  más  me  impresionó  fue  cómo  Comblin 
deseaba  que  Chávez  fuese  reelecto.  Según  él,  eso  garantizaría 
la  continuidad  del  proceso  bolivariano.  Cuando  la  victoria  del 
Presidente  fue  confirmada,  el  padre  Comblin  nos  estimuló  (a 
don  Tomás  y a mí)  a ir  al  Palacio  Presidencial  para  asistir  al  pri- 
mer discurso  y a la  fiesta  de  inicio  del  nuevo  mandato.  Quien 
conoció  a José  Comblin  sabe  que  en  su  entusiasmo  por  el  proceso 
bolivariano  no  había  ingenuidad  política,  y menos  todavía 
adhesión  acrítica  a un  poder  personalista  que  desearíamos  ver 
más  compartido.  Lo  que  Comblin  representaba  ahí  era  más  al 
hombre  sabio  y experimentado  que,  desde  hacía  medio  siglo, 
conocía  el  continente  latinoamericano  y sabía  el  significado 
de  aquella  victoria  en  un  país  secularmente  dominado  por  una 
pequeña  élite  y ahora  coordinado  por  un  gobernante  apasionado 
por  los  oprimidos  y comprometido  en  transformar  la  estructura 
social  del  país  al  servicio  de  los  más  empobrecidos. 

En  febrero  de  2009,  me  estaba  restableciendo  de  una  grave 
enfermedad  en  Camaragibe  (Pemambuco).  Como  siempre  hacía 
con  los  amigos,  el  padre  Comblin  me  vino  a visitar.  Le  conté  que 
en  agosto  de  2008  había  sido  convidado  para  participar  de  la  toma 
de  posesión  del  presidente  Femando  Lugo  en  Asunción  y durante 
un  café  de  la  mañana,  el  presidente  Chávez  que  estaba  allá,  me 
reconoció,  llamó  y pidió  que  escribiese  un  libro  sobre  cómo  sería 
una  espiritualidad  bolivariana  (macroecuménica  y humana). 
Comblin  me  alentó  tanto  a escribir  este  libro  que,  en  aquellos 
mismos  días,  lo  comencé.  Durante  el  tiempo  que  lo  escribí,  dos 


63 


veces  conversé  con  él  sobre  algunos  elementos  y contenidos  que 
yo  dudaba  en  incluir.  Y él  me  dio  una  buena  asesoría,  siempre 
mostrando  su  deseo  de  colaborar  con  el  bolivarianismo. 


3.  La  contribución  teológica 
de  José  Comblin  al  bolivarianismo 

Me  resulta  difícil  escribir  acerca  de  esto  porque,  al  menos  que 
yo  sepa,  el  padre  José  no  escribió  directamente  sobre  el  tema.  Y 
no  quiero  atribuirle  palabras  mías  o de  otros.  Lo  que  puedo  es 
testimoniar  cosas  que  me  dijo  y otras  cuestiones  que  sé  bien  él 
pensaba. 

Hace  cuarenta  años  (finales  del  decenio  de  1960  y comienzos 
del  de  1970)  el  padre  Comblin  escribió  en  dos  grandes  volúmenes 
una  Teología  de  la  revolución  (un  primer  volumen  sobre  la  teoría)  y 
después  una  Teología  de  la  práctica  revolucionaria  4.  Durante  décadas 
la  teología  de  la  liberación  asumió  una  opción  revolucionaria, 
pero  en  una  línea  diferente  de  las  revoluciones  sociales  hasta 
entonces  conocidas  en  el  mundo.  Varios  teólogos  y teólogas 
se  pusieron  en  diálogo  con  el  marxismo,  aunque  releyéndolo 
desde  una  realidad  latinoamericana  y caribeña  muy  diversa  de  la 
europea  del  siglo  XIX  y la  primera  mitad  del  siglo  XX.  Con  todo, 
por  más  de  veinte  años,  las  dictaduras  militares  y los  gobiernos 
de  extrema  derecha  en  varios  de  nuestros  países  nos  impidieron 
hablar  claramente  de  revolución.  Hablábamos  de  concientización 
liberadora,  de  promoción  humana,  de  reforma  agraria  y urbana  y 
de  transformación  social,  pero  no  de  revolución  social  y política. 

Con  la  Nicaragua  de  los  años  1980  hablamos  de  'revolución 
sandinista',  sin  embargo  a partir  de  1990  eso  fue  menos  claro  y 
continuó  siendo  más  deseo  y esperanza.  De  hecho,  fueron  Hugo 
Chávez  y sus  compañeros  quienes,  desde  el  inicio  de  los  años 
1990,  con  la  creación  de  'círculos  bolivarianos'  en  la  periferia  de 
Caracas,  nos  trajeron  de  nuevo  la  cuestión  de  la  revolución  social 
y política,  no  apenas  como  tema  de  estudio,  sino  como  desafío 
concreto,  necesario  proceso  a ser  asumido  en  nuestros  países. 
Al  principio,  si  bien  ya  era  presidente,  aún  no  había  asumido 
nítidamente  una  opción  socialista.  Después  de  la  tentativa  de 


4 José  Comblin,  Théologie  de  la  révolution  (théorie).  París,  Universitaires,  1970.  Cf. 
también  José  Comblin,  Théologie  de  la  pratique  révolutionnaire.  París,  Universitaires, 


1974. 


64 


golpe  de  Estado  (1992),  Chávez  y las  comunidades  envueltas  en  el 
proceso  se  dieron  cuenta  de  la  inevitabilidad  del  proceso  socialista. 
De  ahí  que  las  banderas  del  movimiento  social  empezaron  a ser: 
'socialismo  o barbarie',  'socialismo  o muerte'. 

José  Comblin  conoció  bien  varios  países  del  continente,  prin- 
cipalmente Brasil,  Chile  y el  interior  de  Ecuador  (la  diócesis  de 
Ri obamba  en  tiempo  de  monseñor  Leónidas  Proaño).  Estudió  y 
conoció  de  cerca  varios  movimientos  sociales  latinoamericanos 
y caribeños  que  declaraban  socialistas.  En  los  años  1980,  varios 
teólogos  y pastoralistas  brasileños  tuvieron  contactos  y pro- 
fundizaron un  buen  diálogo  con  líderes  y grupos  ligados  al 
gobierno  cubano.  Comblin  no  participó  de  ese  grupo.  En  la  misma 
época,  varios  de  nosotros  tuvimos  contacto  y participamos  de 
actividades  vinculadas  a los  sandinistas  de  Nicaragua.  Que  yo 
sepa,  Comblin  tampoco  participó  de  eso.  No  obstante,  cuando 
surgió  la  oportunidad,  tomó  contacto  con  la  nueva  realidad 
bolivariana  de  Venezuela  y se  mostró,  varias  veces,  favorable  al 
proceso  allí  iniciado  con  el  gobierno  de  Hugo  Chávez. 

Boaventura  de  Sousa  Santos  distingue  tres  etapas  en  el 
proceso  bolivariano  que  está  aconteciendo,  a partir  de  Venezuela, 
en  varios  países  latinoamericanos: 

1)  la  transición  que  los  diversos  países  hicieron  de  la  dictadura 
hacia  una  verdadera  democracia,  cada  vez  más  participativa; 

2)  la  transición  del  colonialismo,  sea  europeo,  sea  estadouni- 
dense, hacia  una  verdadera  descolonización; 

3)  la  transición  del  capitalismo  hacia  un  camino  que  se  cons- 
tituya como  nuevo  socialismo  para  el  siglo  XXI  5. 

Al  conversar  conmigo  sobre  eso,  Comblin  agregó  un  elemento 
para  él  fundamental  y que  considero  una  importante  contribución 
al  bolivarianismo  6.  El  lo  formulaba  del  siguiente  modo: 

4)  La  transición  de  un  Estado  separado  y distante  de  la  so- 
ciedad civil  hacia  un  tipo  de  organización  del  Estado  en  el  cual 
los  empobrecidos  tengan  poder  decisorio  y los  gobernantes 
sean  obedientes  al  pueblo. 


5 Boaventura  de  Sousa  Santos,  op.  cit.,  p.  44. 

6 Me  refiero  al  estudio  que  resultó  en  el  libro  Para  onde  vai  Nuestra  América...,  op. 
cit. 


65 


De  hecho,  percibía  que  los  gobernantes  ligados  a este  proceso 
(como  Hugo  Chávez,  Evo  Morales  y Rafael  Correa)  buscan 
gobernar  a partir  de  los  intereses  y las  causas  de  los  más  pobres. 
Aun  así,  de  acuerdo  con  Comblin  (y  en  la  línea  de  la  teología 
de  la  liberación),  lo  más  importante  no  es  solo  la  política  de 
los  Estados  y la  nueva  forma  como  los  gobernantes  asumen  el 
poder  y sí,  sobre  todo,  que  exista  un  real  protagonismo  de  los 
indígenas  y las  comunidades  populares.  Decía  que  en  el  Perú  de 
los  años  1940,  José  Carlos  Mariátegui  ya  postulaba:  "el  socialismo 
latinoamericano  no  será  calco  ni  copia  de  lo  que  hubo  en  el 
pasado,  sino  una  creación  heroica  de  los  pueblos".  Entonces,  si  es 
así,  como  escribió  una  compañera  argentina: 

El  desafío  es  ciertamente  reinventar  el  socialismo  como  proyecto 
popular,  amasado  con  tierra,  regado  con  la  memoria  de  todas 
las  resistencias,  en  territorio  recuperado  por  los  hombres  y 
mujeres  que,  con  sus  vidas,  escriben  una  historia  verdadera, 
apareciendo  a los  desaparecidos  y desaparecidas,  enarbolando 
sus  banderas  desgarradas,  para  que  las  nuevas  generaciones 
hilvanen  artesanalmente,  tejiendo  la  trama  de  una  sociedad  de 
hombres  y mujeres  libres,  en  armonía  con  la  naturaleza  de  la 
cual  son,  se  saben  y sienten  parte  7. 

Comblin  insistía:  ésa  debe  ser  la  novedad  del  actual  boliva- 
rianismo.  En  Venezuela,  sea  en  el  inicio  del  siglo  XIX  con  Bolívar, 
sea  en  el  inicio  de  la  década  de  1990  con  Hugo  Chávez,  el 
movimiento  empezó  en  los  cuarteles  y en  medios  militares  (que 
hicieron  un  buen  trabajo).  No  obstante,  las  raíces  del  movimiento 
solo  se  vuelven  sólidas  y fecundas  cuando  se  propagan  por  las 
comunidades  populares  y sus  culturas  propias,  sea  en  Venezuela, 
sea  en  otros  países  latinoamericanos  y caribeños.  Como  bastantes 
de  estas  comunidades  y movimientos  cuentan  entre  sus  miembros 
con  hombres  y mujeres  cristianos  que  actúan  en  la  transformación 
social  desde  su  fe,  el  padre  Comblin  nos  decía  que  la  teología  de 
la  liberación  debería  ofrecer  nuevos  subsidios  a los/las  militantes 
para  que  puedan  profundizar  su  misión  propia  en  el  proceso 
bolivariano. 


7 Claudia  Korol,  "Socialismo,  urna  soriedade  de  homens  e mulheres  livres",  en: 
Agenda  latino-americana  mundial  2009,  p.  33. 


66 


4.  Una  espiritualidad  que  parte 
de  la  dignidad  de  la  política 

Para  la  fe  cristiana,  espiritualidad  significa  'una  vida  condu- 
cida por  el  Espíritu'.  Vivir  la  espiritualidad  es  descubrir  en  lo 
íntimo  de  sí  mismo  y en  el  corazón  del  mundo,  una  acción  que 
diviniza.  En  América  Latina  y el  Caribe,  desde  hace  más  de 
treinta  años  insistimos  en  que  este  proceso  se  da  a través  de  la 
inserción  en  medio  de  los  pobres  y de  la  solidaridad  efectiva  con 
los  oprimidos  en  su  lucha  por  la  liberación.  Comblin  siempre 
nos  ayudó  a profundizar  eso,  y él  mismo  insistió  en  esta  línea. 
En  los  últimos  años,  ese  camino  social  y político  se  concretizó, 
no  exclusivamente  aunque  sí  de  forma  privilegiada,  en  el  proceso 
bolivariano  del  cual  estamos  hablando. 

Comblin  fue  profundamente  influido  por  varios  misioneros 
y pastores  latinoamericanos.  El  escribió  sobre  los  'Padres  de  la 
Iglesia  en  América  Latina'.  Entre  ellos  destacaba  a los  antiguos 
pastores  que,  en  los  primeros  tiempos  de  la  colonización,  defen- 
dieron a los  indígenas  y negros,  pero  asimismo  resaltaba  a pas- 
tores contemporáneos.  En  primer  lugar  venía  monseñor  Oscar 
Romero,  arzobispo  mártir  de  El  Salvador,  una  figura  que  lo 
marcó  mucho,  y después  Leónidas  Proaño,  obispo  de  Riobamba 
en  Ecuador  y profeta  de  la  causa  indígena,  y nuestro  querido 
don  Hélder  Cámara,  con  quien  trabajó  varios  años.  Estos  tres 
pastores  desarrollaron  una  espiritualidad  que  se  expresaba  en  la 
solidaridad  con  los  empobrecidos. 

En  la  Semana  Santa  de  2003,  el  padre  Comblin  predicó  un 
retiro  en  el  monasterio  benedictino  de  Goiás.  Comparó  el  proceso 
de  martirio  sufrido  por  monseñor  Romero  a la  pasión  de  Jesús, 
como  los  evangelios  la  cuentan.  Y mostró  cómo  en  ambos  casos, 
lo  que  estaba  en  juego  era  la  propuesta  de  una  nueva  manera  de 
organización  social.  Jesús,  como  después  Romero,  proponía  una 
forma  política  de  vivir  la  espiritualidad  evangélica,  o sea,  la  mística 
del  Reino.  De  hecho,  una  espiritualidad  inserta  en  el  proceso  de 
construcción  de  un  nuevo  socialismo  presupone  la  valoración  de 
la  política  como  lucha  por  el  bien  común.  En  el  pasado,  a menudo, 
hubo  cierta  tendencia  en  los  círculos  espiritualistas  a considerar  la 
política  como  'cosa  del  mundo',  mientras  deberíamos  interesamos 
por  lo  eterno  y más  allá  de  las  cosas  materiales.  Infelizmente, 
todavía  es,  hoy,  la  posición  de  ciertos  grupos  eclesiales  de  tipo 
fundamentalista  y de  tradición  pietista,  sea  en  la  Iglesia  Católica, 
sea  en  confesiones  evangélicas,  y de  igual  modo  piensan  y actúan 
algunos  grupos  espiritualistas  más  libres. 


67 


A comienzos  de  los  años  noventa,  el  teólogo  Jon  Sobrino 
escribía  que  la  misericordia  no  puede  ser  apenas  una  práctica 
ocasional,  vivida  al  por  menor,  sino  que  se  ha  de  constituir  en 
el  "principio  estructurador  y permanente  de  la  vida  y de  las 
acciones  de  cada  persona  y de  cada  grupo  eclesial"  8.  El  papa 
Pablo  VI  hablaba  de  la  política  como  ejercicio  de  un  amor  social 
y estructurado.  Esa  lucha  por  el  bien  común  incluye  la  denuncia 
constante  de  un  mal  común  que,  en  Medellín,  los  obispos  lati- 
noamericanos y caribeños  denominaron  como  'violencia  institu- 
cionalizada'. No  basta  con  denunciar.  Es  preciso  enfrentar  y 
combatir  un  mal  que  masacra  pueblos  enteros. 

Todavía  vivimos  en  una  cultura  social  en  la  cual,  con  fre- 
cuencia, el  poder  político  parece  existir  más  para  sí  mismo  que  en 
función  de  la  sociedad.  Tenemos  que  persuadimos  de  que  toda  la 
función  política  (ejecutiva,  legislativa  o judicial)  tiene  su  fuente 
en  la  sociedad,  tomada  en  su  totalidad,  y no  en  una  de  sus  partes, 
principalmente  una  clase  privilegiada  y minoritaria.  Monseñor 
Romero  llamaba  a la  política  del  servicio  al  bien  común  'la  gran 
política'.  La  política  inmersa  en  la  cultura  capitalista  hace  que 
todo  tenga  su  precio:  candidatos,  partidos,  voto  de  los  electores... 
Al  contrario,  una  política  motivada  por  la  espiritualidad  socialista 
se  basa  en  el  respeto  a la  dignidad  humana,  y solo  existe  cuando 
se  hace  depender  a la  política  de  la  ética  y la  transparencia  en  el 
uso  de  la  cosa  pública.  Una  obra  importante  de  una  espiritualidad 
humana  es  'democratizar  la  democracia',  vale  decir,  radicalizar 
la  democracia  de  modo  que  no  sea  únicamente  el  régimen  formal 
de  una  representación  parlamentaria,  sino  se  tome  el  campo  de 
una  verdadera  participación  de  las  bases  en  el  proceso  social  y 
político  9. 

Los  movimientos  populares  crean  y recrean  modalidades  de 
diálogo,  de  acción,  de  prácticas,  que  abarcan  las  relaciones 
interpersonales,  grupales  y de  cada  movimiento  con  otros 
espacios  de  la  sociedad.  Las  maneras  en  que  éstas  se  establecen 
anticipan  el  mundo  que  se  está  soñando  crear.  Si  la  corrupción 
y el  autoritarismo,  la  violencia  y la  intolerancia  son  consistentes 
con  las  políticas  hegemónicas  del  capital,  la  reproducción  de 


8 Cf.  Jon  Sobrino,  Principio  misericordia.  Petrópolis,  Ed.  Vozes,  1991.  Edición 
española:  El  principio  misericordia.  Madrid,  Sal  Terrae,  2007. 

9 Cf.  José  M.  Castillo,  "Situación  socio-religiosa  y espiritual  de  nuestra  sociedad", 
en:  XXIV  Congreso  de  Teología,  Espiritualidad  para  un  mundo  nuevo.  Madrid,  Centro 
Evangelio  y Liberación,  2004,  p.  35. 

68 


estas  modalidades  en  el  seno  de  los  movimientos  no  hace  sino 
colapsar  la  capacidad  de  proyectar  en  la  subjetividad  y en  el 
imaginario  del  pueblo,  las  posibilidades  de  una  nueva  sociedad. 

El  "hombre  nuevo",  que  intentó  crear  el  Che  con  su  propia  vida, 
o la  "nueva  mujer",  encaman  los  valores  y aptitudes  opuestos  a 
los  del  tipo  de  hombres  y de  mujeres  que  reproducen  la  cultura 
capitalista:  egoístas,  consumistas,  individualistas  10. 

El  mundo  sufre  un  aumento  descomunal  de  la  pobreza  injusta 
y excluye  a la  mayor  parte  de  la  humanidad  de  los  recursos 
mínimos  para  una  vida  digna.  En  tal  contexto,  una  política 
movida  por  la  espiritualidad  socialista  tiene  una  clara  opción  por 
los  empobrecidos.  Como  dice  el  lenguaje  bíblico  sobre  el  Dios 
del  Éxodo,  quien  practica  esa  política  'escucha  el  clamor  de  los 
oprimidos'  y busca  organizar  el  mundo  a partir  de  una  justicia 
amorosa  y radical  que  defienda  la  causa  de  los  pequeños.  Y no 
se  trata  de  servir  a los  oprimidos,  sino  de  partir  de  ellos,  como 
sujetos  y protagonistas.  Es  una  política  espiritual  precisamente 
porque  no  se  restringe  a la  representación  parlamentaria  o 
que  la  sociedad  oficial  llama  'democrática',  pero  promueve  la 
participación  ciudadana.  Toda  la  revelación  bíblica  es  justo  un 
llamado  al  reconocimiento  de  esta  ciudadanía,  por  la  cual  todos 
los  seres  humanos  son  hermanos  unos  de  otros  porque  son  hijos  e 
hijas  de  Dios.  Es  eso  lo  que  Comblin  muestra  en  su  libro  El  pueblo 
de  Dios  y finalmente  en  el  libro  La  profecía  en  la  'iglesia'. 


5.  Una  espiritualidad  eclesial,  pero  no  eclesiástica 

Michel  de  Certeau,  gran  intelectual  y cristiano  francés  del 
siglo  XX  afirmaba: 

Es  mística  la  persona  que  no  consigue  parar  de  avanzar  y,  con  la 
certeza  de  lo  que  le  falta,  sabe  de  cada  lugar  y objeto  que  no  es 
eso  y que  no  puede  contentarse  con  eso.  El  deseo  crea  un  exceso. 

La  persona  excede,  quiere  ir  siempre  más  lejos.  No  habita  en 
ninguna  parte.  Es  habitada *  11. 


10  "El  ser  humano  como  ser  político",  en:  Agenda  latinoamericana  mundial,  pp.  32s. 

11  Michel  de  Certeau,  Le  voyage  mystique.  París,  B.  S.  R/Le  Cerf,  1988,  citado  por 
Pierre  Gire,  "Le  christianisme  en  dialogue  avec  ses  mystiques",  en:  Chemins  de 
Dialogue  18/2001,  p.  143. 


69 


Las  personas  que  tuvieron  el  privilegio  de  convivir  más  de 
cerca  con  el  padre  José  Comblin,  saben  que  eso  se  podría  aplicar 
profundamente  a la  vida  de  ese  profeta.  De  hecho,  cuando 
analizamos  su  lucha  y producción  teológica  de  años  hasta  los 
días  en  que  Dios  lo  llevó,  percibimos  que  nunca  paró.  Evolucionó 
siempre  y en  una  dirección  cada  vez  más  abierta,  profética  y 
provocadora. 

El  padre  José,  que  en  los  años  1970  y 1980  había  escrito 
predominantemente  sobre  los  procesos  sociales  y políticos  en 
el  continente  y en  el  mundo  y la  misión  de  la  Iglesia  en  esos 
procesos,  en  los  últimos  años  de  su  vida  fue  llevado  a escribir  más 
acerca  de  la  propia  estructura  interna  de  la  Iglesia  y desde  ahí 
elaborar  una  teología  nueva  sobre  la  pastoral  urbana,  el  pueblo  de 
Dios,  la  profecía  e incluso  insistir  en  una  crítica  evangélica  a las 
estructuras  eclesiásticas  más  y más  conservadoras  y centralizadas. 
Quien  acompañó  más  de  cerca  su  pensamiento  y obra,  sabe 
que  Comblin  profundizó  eso  por  fidelidad  a las  comunidades 
populares  y para  servir  al  pueblo  empobrecido.  Mientras  él  sintió 
a los  obispos  y sacerdotes  ligados  a las  comunidades  pobres  y 
al  servicio  de  la  causa  de  los  oprimidos,  aunque  la  estructura 
eclesiástica  fuese  pesada  y con  frecuencia  poco  evangélica,  no 
consideró  importante  profundizar  esa  cuestión  de  las  estructuras. 
Con  todo,  cuando  advirtió  que  la  mayoría  del  episcopado  y del 
clero  se  comenzó  a tomar  más  elitista,  a alejarse  de  las  bases  y 
a no  apoyar  las  pastorales  populares,  empezó  a desarrollar  una 
profunda  crítica  a estas  estructuras  jerárquicas  poco  evangélicas. 
En  ese  camino  fue  considerado  incómodo  y vio  que  diversas 
puertas  le  eran  cerradas.  Como  profeta  que  era,  eso  no  le  pareció 
tan  extraño.  Con  razón,  don  Oscar  Romero  ya  había  señalado: 

Es  fácil  ser  portador  de  la  Palabra  y no  incomodar  a nadie.  Basta 
con  quedarse  en  lo  espiritual  y no  comprometerse  en  la  historia. 
Decir  palabras  que  pueden  ser  dichas,  no  importa  dónde  y 
cuándo,  porque  no  son  propiamente  de  parte  alguna  12. 

En  sus  últimos  años,  pocos  obispos  lo  apoyaron  directamente, 
aunque  no  muchos  tuviesen  el  coraje  de  contradecir  su  sabiduría  y 
doctrina,  siempre  tan  profundas.  Don  José  María  Pires,  con  quien 
Comblin  fundó  el  seminario  rural  y toda  la  perspectiva  misionera 
de  los  sacerdotes  y misioneros  del  campo,  permaneció  como  su 


12  Oscar  Romero,  "l'Amour  Vainceur",  citado  por  Pierre  Vilan,  Os  cristáos  e a 
globalizagdo.  Sao  Paulo,  Ed.  Loyola,  2006,  p.  41. 


70 


amigo.  Don  Luiz  Cáppio,  obispo  de  Barra,  quien  movilizó  la  gran 
lucha  contra  el  traslado  del  río  San  Francisco,  lo  acogió  en  los  dos 
últimos  años  de  vida  y se  convirtió  en  gran  amigo  del  padre  José. 
Y él,  continuó  asesorando  al  CEBI  y las  pastorales  populares,  así 
como  a los  grupos  religiosos  insertos. 

A comienzos  del  siglo  XXI,  al  saber  que  en  el  mundo  entero 
empezaba  un  movimiento  por  un  nuevo  concilio  ecuménico,  el 
padre  Comblin  escribió  un  artículo  en  el  que  indicaba  que  si  el 
tal  nuevo  concilio  fuese,  como  tendría  que  ser,  convocado  por  el 
papa  y muy  probablemente  en  Roma,  sería  aún  más  cerrado  y 
dogmático  que  la  actual  estructura  del  Vaticano.  Su  propuesta, 
como  la  de  muchos(as)  cristianos(as)  en  todo  el  mundo,  era  la  de  ir 
profundizando  desde  las  bases  un  proceso  conciliar  sin  plazo  para 
concluir  y que  fuésemos  discutiendo  los  puntos  fundamentales 
que  juzgamos  relevantes  para  la  renovación  de  la  Iglesia  13. 

En  una  conversación  reciente,  el  padre  José  decía  que  estaba 
escribiendo  sobre ' El  evangelio  y la  institución' . Quería  profundizar 
el  porqué  de  sus  críticas  a la  forma  actual  como  el  papado  está 
organizado  y como  la  jerarquía  eclesiástica  es  pensada.  Estaba 
convencido  de  que,  si  bien  en  los  primeros  siglos  del  cristianismo 
la  inserción  de  la  Iglesia  en  la  cultura  grecorromana  fue  una  obra 
genial  de  encamación  y eficaz  implantación  de  la  fe,  ahora  la  Iglesia 
tiene  que  ser  capaz  de  liberarse  de  las  amarras  del  helenismo.  Para 
eso,  ella  ha  de  hacer  un  serio  esfuerzo  para  desoccidentalizarse, 
especialmente  en  la  realidad  latinoamericana  y caribeña,  pero 
también  en  diálogo  con  el  mundo  actual  en  general.  De  mi 
parte  concluyo  que  el  proceso  bolivariano  es  para  los  cristianos 
y cristianas  del  continente  una  feliz  oportunidad  para  ahondar 
el  proceso  de  una  vivencia  cristiana  a partir  de  las  culturas 
amerindias  o,  como  podemos  decir  creando  un  neologismo 
significativo,  afrolatindias  (afrodescendiente,  indígena  y criolla  o 
latina) 14. 

6.  Para  continuar  nuestro  camino 

Para  profundizar  la  herencia  del  padre  Comblin,  no  podemos 
quedamos  apenas  en  los  temas  concretos  que  desarrolló.  Él 
nos  estimuló  a proseguir  en  el  camino  de  la  apertura  eclesial  y 


13  El  artículo  se  encuentra  en  un  sitio  de  internet  que  es  posible  consultar.  Es  nada 
más  de  escribir  el  nombre  Comblin  en  el  sitio  www.proconcil.com 

14  Cf.  Marcelo  Barros,  O Sabor  da  Festa  que  renasce  ( para  urna  teología  afro-latíndia  da 
libertando).  Sao  Paulo,  Ed.  Paulinas,  2009. 


71 


profética  como  una  de  las  bases  y los  fundamentos  de  nuestra 
participación  como  cristianos  y cristianas  en  el  nuevo  proceso 
social  y político  latinoamericano  y caribeño  que  aquí  llamamos 
bolivariano.  Entonces,  el  desafío  que  se  plantea  para  eso  es  qué  tipo 
de  espiritualidad  y de  teología  pueden  ayudar  a las  comunidades 
cristianas  a sentirse  plenamente  participantes  de  este  camino 
hacia  un  nuevo  socialismo  con  rostro  latinoamericano  y caribeño. 

Uno  de  los  obstáculos  para  la  inserción  en  lo  social  y lo  político 
proviene  de  una  visión  dualista  de  la  fe.  Si  la  misión  de  la  Iglesia 
es  predominantemente  espiritual  y la  realidad  material  es  menos 
importante,  ¿por  qué  preocuparse  en  insertarse  en  este  mundo 
conflictivo?  Desde  sus  inicios,  la  teología  de  la  liberación  tuvo  que 
enfrentar  este  problema  y subrayar  que  existe  una  única  historia 
y en  ella  se  da  la  salvación.  Ahora  bien,  este  tema  toca  la  propia 
noción  de  Dios.  Es  necesario  relativizar  la  tradición  que  mantiene 
una  distancia  entre  creador  y criatura  y nos  lleva  a pensar  en 
Dios  como  alguien  que,  aunque  intervenga  en  la  historia  como 
salvador  y liberador,  es  siempre  alguien  'de  fuera'. 

En  Venezuela  y otros  países,  los  gobiernos  comprometidos 
con  ese  nuevo  proceso  son  conscientes  de  que  un  reto  actual  y 
urgente  consiste  en  profundizar  las  raíces  culturales  de  este 
nuevo  bolivarianismo  y propiciar  una  nueva  cultura  que  una 
la  importancia  de  lo  colectivo  respecto  de  la  subjetividad.  La 
prioridad  sigue  siendo  dada  a lo  comunitario  y social,  pero  sin 
negar  ni  disminuir  la  relevancia  de  lo  subjetivo,  de  lo  emocional 
e incluso  del  derecho  individual,  que  no  es  aislado  y no  se  da 
fuera  de  la  comunidad.  Sin  duda,  la  teología  de  la  liberación  y 
la  espiritualidad  cristiana  pueden  ser  importantes  en  esta  tarea. 
En  ocasiones,  el  proceso  espiritual  es  al  mismo  tiempo  procesal, 
intermitente  y,  por  otro  lado,  siempre  contemporáneo.  El  supo- 
ne la  deconstrucción  del  yo  egoísta  o aislado.  No  obstante, 
enseguida,  o en  un  proceso  más  lento,  o hasta  concomitantemente, 
debe  emerger  la  reconstrucción  del  yo  como  sujeto  que  se  está 
divinizando. 

En  los  evangelios,  Jesús  insiste  en  que  un  primer  paso  en  este 
camino  es  la  necesidad  permanente  y urgente  de  'conversión' 
interior  (metanoia).  En  los  grupos  religiosos,  con  frecuencia,  to- 
davía se  concibe  esta  conversión  como  algo  intimista  y vinculado 
exclusivamente  a la  dimensión  moral  de  la  vida.  Sin  duda  eso 
es  valioso  y hace  parte  del  proceso,  pero  cuando  decimos  'con- 
versión', estamos  refiriéndonos  de  inmediato  a un  proceso  co- 
munitario (con).  Se  trata  de  una  renovación  interior  intensa. 


72 


o de  un  renacimiento  que  corresponde  a lo  que  Marx  llamaba 
'advenimiento  del  hombre  y de  la  mujer  nuevos',  al  que  el  Che 
Guevara  aludía  cuando  expresaba: 

Un  socialismo  apenas  interesado  en  la  redistribución  de  los 
bienes  materiales  no  me  interesa.  Solamente  vale  la  pena  el 
socialismo  si  fuese  para  encontrar  la  renovación  del  hombre  y 
de  la  mujer:  el  ser  humano  renovado. 

Como  estamos  hablando  de  'espiritualidad',  esto  es, 
de  intimidad  con  Dios,  el  camino  espiritual  del  pluralismo 
cultural  y religioso  nos  debe  hacer  encontrar  esta  unidad  en 
la  diversidad  en  el  propio  ser  divino.  Esto  es  lo  que  llamo 
'hierodiversidad'  15.  La  biodiversidad  es  un  concepto  nuevo 
para  la  ciencia,  aun  así  desde  muy  antiguo  las  culturas 
ancestrales  contemplan  un  principio  unificador,  presente  en 
la  diversidad  de  los  seres  vivos.  Los  indígenas  del  Xingu,  en 
la  Amazonia,  dicen  que  el  espíritu  de  las  aguas  reposa  en  la 
floresta  y el  espíritu  de  la  floresta  se  rehace  en  las  aguas  del 
río.  Comunidades  afrodescendientes  hablan  de  'axé'  como 
la  energía  divina,  presente  en  manifestaciones  muy  diversas 
como  fuente  de  amor  y alegría. 

Una  espiritualidad  socialista  bolivariana  aplica  el  mismo 
principio  a las  culturas.  Ningún  grupo  puede  vivir  sin  integra- 
ción con  los  otros.  Esta  conexión  posee  una  dimensión  antro- 
pológicamente espiritual.  Es  una  dimensión  en  la  cual  cada  cultura 
no  se  piensa  de  forma  autosuficiente,  sino  como  interligada  a 
las  otras.  La  religión  puede  servir  como  método  para  volvemos 
más  humanos.  Lo  que  estoy  llamando  hierodiversidad  atraviesa 
las  comunidades  religiosas,  pero  va  más  allá  de  las  religiones. 
Permite  vivir  la  fe  sin  cerrarse  en  un  sistema.  La  revolución  boli- 
variana no  puede  decirse  'cristiana'  o 'budista',  así  como  una 
revolución  islámica  (por  ejemplo,  la  iraní)  no  tendría  sentido  en  un 
contexto  pluralista  como  América  Latina  y el  Caribe.  Los  procesos 
revolucionarios  actuales  deben  ser  abiertos  a la  espiritualidad 
panecuménica  e intercultural  vivida  en  el  continente  y ofrecerse 
como  espacio  de  convivencia  y actuación  de  cristianos,  creyentes 
de  las  religiones  afrodescendientes,  indígenas... 


15  Marcelo  Barros,  "Moradas  do  vento  nos  caminhos  humanos,  (Para  urna  teología 
da  hierodiversidade)",  en:  Concilium  1/2007. 


73 


Esta  propuesta  implica  enraizarse  en  las  culturas  autóctonas, 
pero  precisamente  para  ser  capaces  de  tomamos,  como  decía 
el  padre  Ernesto  Balducci,  "un  ser  humano  planetario".  Así  lo 
explica  él: 

Sin  negar  nada  de  lo  que  soy,  debo  intuir  una  nueva  identidad 
de  creyente.  El  ser  humano  planetario  es  poscristiano,  en  el 
sentido  de  que  a él  no  se  adaptan  determinaciones  que  lo 
dividan  del  común  de  los  otros  seres  humanos...  La  expresión 
neotestamentaria  con  la  cual  mi  fe  mejor  se  expresa  es  la  que 
aparece  diversas  veces  dicha  por  los  apóstoles  y profetas  en 
el  libro  de  los  Hechos  y del  Apocalipsis:  "soy  solamente  un 
ser  humano"...  Ésta  es  mi  profesión  de  fe,  bajo  la  forma  de 
esperanza.  Quien  aún  se  profesa  ateo,  o laico  y tiene  necesidad 
de  un  cristiano  para  complementar  la  serie  de  representaciones 
sobre  el  escenario  de  la  cultura,  no  me  busque.  No  soy  nada  más 
que  un  simple  ser  humano  16. 

Don  Pedro  Casaldáliga,  por  su  parte,  aclara: 

La  U topía  continúa,  a pesar  de  todos  lospesares.  Escandalosamente 
desactualizada  en  esta  hora  de  pragmatismos,  de  productividad 
a toda  costa  y de  postmodemidad  escarmentada...  Esta 
Utopía  está  en  construcción;  somos  obreros  de  la  Utopía.  La 
proclamamos  y la  hacemos;  es  don  de  Dios  y conquista  nuestra. 
[Así]  queremos  "dar  razón  de  nuestra  esperanza"  [1  Pd  3]... 
intentamos  vivir,  con  humildad  y pasión,  una  esperanza  cohe- 
rente, creativa,  subversivamente  transformadora  17. 


16  Ernesto  Balducci,  L'Uomo  Planetario.  Brescia,  Ed.  Camunia,  1985,  p.  189  (la 
historia  del  barco). 

17  Pedro  Casaldáliga,  "A  manera  de  introducción  fraterna.  Hacia  un  socialismo 
nuevo.  La  Utopía  continúa",  en:  Agenda  latinoamericana  mundial  2009,  p.  11. 


74 


Capítulo  V 


7Es  necesario  comenzar 
todo  de  nuevo' 


Sebastido  Armando  Gameleira  Soares 


No  permanezcan  recordando  cosas  pasadas,  no  se  fijen  en 
acontecimientos  antiguos.  He  aquí  que  estoy  haciendo  una  cosa  nueva, 
ahora  mismo  está  brotando,  ¿no  lo  notan?  (Is  43,  18-19) 


José  Comblin  era  teólogo,  erudito,  creativo,  de  aquellos  que 
ejercitan  con  seriedad  la  crítica  y ayudan  a pensar.  No  de  aquellos 
teólogos  sistemáticos  comunes  que  se  dedican  a un  solo  campo 
del  saber  teológico,  algunos  dando  incluso  más  importancia  al 
magisterio  del  papa  que  a la  Biblia  y al  'sentido  de  los  fieles'  ( sensus 
fidelium).  Comblin  era  enciclopédico,  pasaba  con  desenvoltura 
de  la  Biblia  a la  cristología  y la  eclesiología,  la  misionología,  la 
espiritualidad,  la  historia  de  la  Iglesia,  a la  condición  de  pasto- 
ralista  y pedagogo  en  el  campo  de  la  educación  teológica. 

Pedagogo,  no  únicamente  porque  enseñaba  desde  la  cátedra 
en  seminarios  y universidades,  sino  por  haber  practicado  un 
modo  propio  de  estudiar  teología  con  atención  a las  personas  a 
partir  de  como  los  campesinos  y pobres  viven  la  fe  y hablan  de 
ella.  Es  la  'teología  de  la  azada'. 


75 


Pedagogo  porque  suscitó  y formó  en  tomo  a sí  discípulos 
y discípulas.  De  su  persona  y obra,  por  irradiación,  nacieron 
diversas  iniciativas:  el  Centro  de  formación  misionera  en  Paraíba, 
por  algún  tiempo  conocido  como  'seminario  rural';  el  seminario  de 
formación  de  agentes  pastorales,  gente  del  interior,  en  el  conjunto 
de  la  diócesis  de  Bahía;  el  grupo  de  misioneros  y misioneras  del 
campo  esparcidos  por  el  nordeste  de  Brasil;  el  conocido  'curso  del 
árbol'  para  ayudar  a analizar  la  sociedad;  el  grupo  informal,  pero 
periódico,  de  pastores  y pastoras  protestantes  para  'conversar' 
teología;  y la  fraternidad  del  discípulo  amado,  grupo  de  vida 
monástica  en  el  norte  de  Alagoas.  Y quién  sabe,  hay  aún  otras 
cosas  que  las  personas  más  próximas  pueden  recordar. 

Discreto  y paradójicamente  tímido  y hasta  un  tanto  monótono 
(hablaba  en  un  solo  tono)  para  ser  orador,  fue  eminentemente 
hombre  de  la  palabra.  Más  que  profesor,  sin  embargo,  fue 
educador  de  la  fe.  Aunque  sacerdote,  podía  decir,  cosa  rara,  como 
el  apóstol  san  Pablo:  "No  fue  para  bautizar  que  Cristo  me  envió, 
sino  para  anunciar  el  evangelio"  (ICor  1,  17).  Escribió  libros  que 
el  pueblo  es  capaz  de  leer,  sobre  la  fe,  la  oración,  Jesús  de  Nazaret, 
Jesús  enviado  del  Padre,  el  Espíritu  Santo.  Escribió  incluso  un 
curso  de  teología  popular. 

No  era  apenas  profundo  conocedor  de  la  Biblia,  era,  princi- 
palmente, teólogo  de  mentalidad  bíblica.  De  ahí  que,  muy  antes  de 
hablarse  de  teología  de  la  liberación,  su  método  de  hacer  teología 
ya  era  'avant  la  lettre'.  El  punto  de  partida  ya  era  la  realidad  de  la 
sociedad,  su  actualidad  y su  historia,  y la  realidad  y la  historia  de 
la  Iglesia.  Era  profundo  conocedor  de  la  historia  y la  cultura  de 
Occidente.  Además,  practicó  teología  junto  a campesinos  y pobres, 
atento  a su  vida,  pensar  y hablar.  Reflexionó  teológicamente 
acerca  de  la  ciudad  y la  paz;  nos  legó,  años  atrás,  un  conjunto 
de  análisis  acerca  del  proceso  de  evangelización  en  Brasil  y 
Afroamerindia,  bajo  el  dominio  del  sistema  de  colonización,  del 
patronato  y la  romanización,  cuyas  consecuencias  sufrimos  hasta 
hoy,  e indicaba  rumbos  para  el  futuro. 

Durante  la  dictadura  militar  tuvo  el  coraje  de  denunciar, 
al  lado  de  don  Cándido  Padim,  la  'ideología  de  la  seguridad 
nacional'  como  idolatría.  A pedido  de  don  Helder  Cámara  es- 
cribió un  documento  reservado  para  provocar  una  reflexión  que 
preparara  a la  Iglesia  para  la  Conferencia  General  del  Episcopado 
en  Medellín,  Colombia.  En  él  dejaba  claro  que  el  continente  no 
encaminaría  soluciones  adecuadas  a su  realidad  si  permaneciese 
dependiente  de  parlamentos  corruptos  como  los  que  hasta  hoy 


76 


conocemos.  Las  reformas  tendrían  que  ser  encabezadas  por 
gobiernos  fuertes,  sintonizados  con  los  problemas  de  las  clases 
populares  y decididos  a transformar  la  realidad  de  los  pobres. 
Después  de  tantos  años,  la  situación  de  nuestros  países  y sus 
impasses  le  dan  la  razón.  Pagó  el  precio  de  la  expulsión  del 
país  y del  'exilio'  por  años.  Más  recientemente  escribió  sobre  el 
neoliberalismo  y su  fracaso,  y la  tarea  de  los  'cristianos  en  el  siglo 
XXI'. 

Para  él,  con  todo,  esto  no  bastaba.  Conocer  la  realidad  es  nada 
más  el  punto  de  partida.  Es  necesario  transformar  la  realidad  de 
la  sociedad,  para  que  los  pobres  vivan,  y la  de  la  Iglesia  al  servicio 
del  mundo.  El  mundo  como  obra  de  Dios  era  lo  que  interesaba. 
De  ahí  su  profundo  sentido  de  la  encamación  de  Dios  en  Jesús, 
y del  Espíritu  Santo  dinamizador  y realizador  de  la  obra  de 
Dios.  Mucho  habló  y escribió  sobre  la  Palabra  (Jesús)  y la  Acción 
(Espíritu).  Una  de  sus  obras  de  mayor  aliento,  en  dos  volúmenes, 
es  Teología  de  la  revolución  (Théologie  de  la  révolution).  No  por 
casualidad,  su  doctorado  resultó  en  la  obra  Cristo  en  el  Apocalipsis 
(Le  Christ  dans  1'  apocalypse).  Ahora  bien,  la  apocalíptica  es,  en 
la  Biblia,  lo  que  hoy  llamaríamos  análisis  del  sistema  del  imperio, 
denuncia  de  la  opresión  económica,  social,  política  y cultural,  y 
ánimo  para  resistir  hasta  el  fin. 

En  sus  conferencias,  la  amplitud  de  informaciones  y su  re- 
flexión, nos  dejaban  a menudo  abatidos.  Parecía  que  la  'bestia 
fiera'  (el  mal)  era  invencible  e incluso  indomable.  Algunas  per- 
sonas más  valerosas  osaban  preguntarle:  "Padre  Comblin,  ¿qué 
hacer  entonces?".  Él,  con  aquella  sonrisa  en  la  comisura  de  la  boca, 
simplemente  respondía,  como  la  cosa  más  natural  del  mundo: 

Continuar  y preparar  la  nueva  etapa  de  la  historia.  Esta  situación 
no  es  el  fin.  Tenemos  que  resistir,  aunque  sea  en  catacumbas, 
para  ayudar  a hacer  nacer  la  nueva  figura  del  mundo. 

Además  de  ser  un  teólogo  de  mentalidad  bíblica,  varias  de 
sus  obras  se  sitúan  directamente  en  el  campo  del  análisis  de  la 
Biblia,  es  decir,  de  la  exégesis  y la  hermenéutica,  en  diferentes 
niveles.  Fue  él  quien,  entre  los  biblistas  vinculados(as)  de  algu- 
na manera  al  CEBI,  sugirió  la  publicación  de  un  comentario 
bíblico  ecuménico,  hecho  en  Brasil,  pero  incluyendo  también 
exegetas  de  otros  países  del  continente.  Como  nos  recuerda  el 
amigo  Carlos  Mesters  en  su  carta  abierta  en  este  volumen,  para 
él  sería  un  acto  estratégico.  Teníamos  poco  tiempo,  debíamos 


77 


apresuramos  pues  la  Iglesia  entraría  en  una  era  de  cerramiento 
y represión.  Era  preciso  aprovechar  lo  que  nos  restaba  para  hacer 
llegar  al  pueblo  de  la  Iglesia  lo  que  se  había  conquistado  en  los 
años  posteriores  al  concilio  Vaticano  II  y Medellín.  Comblin  fue 
quien  más  rápidamente  presentó  los  textos  de  los  cuales  se  había 
encargado:  Hechos  de  los  Apóstoles,  Filipenses,  Efesios,  Filemón. 
Infelizmente,  hasta  hoy,  el  comentario  aún  no  se  completó. 

En  los  últimos  quince  años  nos  entregó  El  pueblo  de  Dios, 
Vocación  a la  libertad  y El  camino,  escritos  que  retoman  categorías 
centrales  de  la  Biblia,  con  la  intención  de  llamar  la  atención 
hacia  temas  que  inspiraron  el  concilio  Vaticano  II  y han  caído  en 
desprestigio  desde  el  'golpe  de  Estado'  dado  por  la  curia  vaticana 
y el  papado  contra  la  'primavera  conciliar7.  En  algunas  diócesis 
anglicanas  estudiamos  esa  trilogía  junto  con  el  clero  como  lectura 
cuaresmal. 

'Pueblo  de  Dios'  es  una  imagen  dominante  en  las  Escrituras 
y base  eclesiológica  para  la  renovación  conciliar.  Desplaza  el 
foco  de  la  institución  hacia  el  dinamismo  de  la  vida  de  un 
pueblo  entre  las  naciones,  con  sus  relaciones  con  los  diversos 
aspectos  de  la  realidad  social,  lo  que  aparece  claramente  en  la 
constitución  conciliar  'Gaudium  et  spes',  que  complementa  a la 
'Lumen  gentium'.  Antes  de  cualquier  otro  aspecto,  trae  a la  luz  la 
dignidad  común  y la  igualdad  fundamental  de  todas  las  personas 
que  creen,  resalta  su  vocación  profética  en  la  sociedad  y recuerda 
la  condición  sacerdotal  y soberana  (real)  —la  libertad—  sobre 
los  poderes  del  mundo.  También  en  Cristo  toda  persona  está 
investida  del  oficio  pastoral  para  cuidar  unas  de  las  otras  y de  la 
creación  de  Dios.  Al  participar  de  la  gloriosa  condición  de  Cristo 
resucitado,  nuestra  vocación  es  la  de  ser  testigos  de  'otro  mundo 
posible',  agentes  de  la  política  del  reino  de  Dios. 

Vocación  a la  libertad  propone  el  tema  central  del  Nuevo 
Testamento,  porque  es  la  libertad  que  caracteriza  la  condición  del 
pueblo  de  Dios: 

Fue  para  la  libertad  que  Cristo  nos  liberó.  Permanezcan  firmes 
y no  se  dejen  atar  de  nuevo  al  yugo  de  la  esclavitud  (G1  5, 1). 

Ser  libre  es  la  gloria  de  quien  pasa  del  régimen  de  la  ley  al 
régimen  de  gracia: 

Todo  es  permitido,  solo  que  no  todo  conviene.  Todo  es  per- 
mitido, mas  no  todo  edifica.  Que  nadie  procure  satisfacer  sus 
propios  intereses,  sino  los  del  prójimo  (ICor  10,  23-24). 


78 


Ya  no  hay  más  ley,  cuya  obediencia  nos  justifique,  la  auto- 
nomía (ser  ley  para  sí  mismo/a)  es  la  gloriosa  libertad  de  los  hijos 
e hijas  de  Dios.  Lo  que  nos  justifica  es  el  'amor  derramado  en 
nuestros  corazones  por  el  Espíritu  Santo  que  nos  fue  dado'  (Rm  5, 
6).  Ahora,  el  amor  establece  la  ley  en  las  relaciones  concretas  entre 
las  personas  y,  por  eso,  tiene  el  poder  de  sacudir  todo  sistema 
vigente  e impuesto  desde  fuera.  El  amor,  así  como  la  profería,  crea 
desorden  porque  desestabiliza  cualquier  régimen  establecido. 

En  El  camino  se  retoma  la  antigua  designación  que  se  aplicaba 
a la  Iglesia,  "el  pueblo  de  la  caminata"  (Hch  9, 2),  tan  apreciada  por 
las  comunidades  de  base  de  hoy.  En  la  caminata  no  es  el  punto  de 
partida  lo  que  determina  los  pasos,  sino  la  expectativa  y el  punto 
de  llegada.  Importa  marchar  en  la  dirección  de  la  promesa,  no 
con  los  ojos  fijos  en  el  pasado,  sino  más  bien  abiertos  al  futuro 
de  Dios,  con  atención  redoblada  en  las  'señales  de  los  tiempos' 
(cf.  Mt  16,  1-4).  En  el  camino  pagamos  el  precio  de  la  libertad 
en  el  seguimiento  de  Jesús.  Pues  la  gracia  no  es  'barata',  ella  es 
'preciosa',  como  gustaba  decir  Dietrich  Bonhoeffer,  el  famoso 
mártir  del  nazismo.  Y el  precio  es  el  discipulado  para  aprender 
con  Jesús  a caminar  divinamente,  esto  es,  amorosamente;  libertad 
para  la  entrega  de  sí  en  santidad.  No  se  trata  de  adherir  a una 
religión,  ni  de  aprender  con  exactitud  alguna  doctrina,  ni  de 
asimilar  de  manera  servil  reglas  de  conducta.  Antes,  importa 
'estar  con  Jesús',  experimentar  en  la  propia  vida:  "vengan  y vean" 
(Jn  1,  39). 

Un  rasgo  fundamental  de  su  mentalidad  bíblica  se  manifestó 
siempre  en  su  carisma  profético.  Como  los  profetas  de  la  Biblia, 
articulaba  acción  y palabra,  vivía  con  intensidad  la  vida  cristiana 
como  praxis,  el  círculo  espiralado  de  práctica  y teoría,  como  dos 
aspectos  interconectados  en  el  acto  de  vivir.  Denunció  con  coraje 
la  situación  de  pecado  del  sistema  del  mundo  —¡cuán  lúcido  nos 
parecía  en  la  apreciación  de  la  realidad  estructural  y las  coyunturas 
históricas,  con  un  amplísimo  abanico  de  informaciones  y aguda 
capacidad  de  análisis!  — . Finalmente,  en  sus  últimos  tiempos,  con 
lucidez  y valentía,  asombró  a algunos  por  su  denuncia  radical 
del  sistema  eclesiástico.  Llegó  a decir  que  "es  preciso  comenzar 
todo  de  nuevo"  y que  la  tarea  de  la  teología  es  desmontar  las 
'ortodoxias'.  Hubo  incluso  un  obispo  católico  romano  que,  escan- 
dalizado, escribió  criticándolo  e insinuando  que  se  tratase  de 
frustración  senil. 

Por  qué  admirarse,  si  siglos  antes  de  Cristo  el  discípulo  del 
profeta  Isaías  ya  nos  decía: 


79 


No  permanezcan  recordando  cosas  pasadas,  no  se  fijen  en 

acontecimientos  antiguos.  He  aquí  que  estoy  haciendo  una  cosa 

nueva,  ahora  mismo  está  brotando,  ¿no  lo  notan?  (Is  43, 18-19). 

¿Por  qué  admirarse  de  que  si  la  religión  cristiana  puede,  es 
cierto,  prestar  un  servicio  al  evangelio,  sin  embargo  no  se  identifica 
con  él?  ¿Por  qué  admirarse,  si  las  religiones  son  necesariamente 
construcciones  culturales  y,  por  eso,  históricas,  relativas  y pro- 
visorias? Lo  que  con  frecuencia  nos  paraliza  es  que,  con  la  inten- 
ción de  exaltar  el  evangelio,  lo  degradamos.  Es  bastante  común  en 
los  ambientes  religiosos,  identificar  la  buena  nueva  de  Jesús  con 
la  construcción  cultural  que  es  la  religión  cristiana.  Con  facilidad, 
entonces,  hacemos  coincidir  el  evangelio  — Lutero  diría  "el  puro 
Evangelio"  — con  la  religión  cristiana.  Ahora  bien,  la  palabra  de 
juicio  es  buena  nueva  de  Dios  que  está  infinitamente  más  allá.  El 
evangelio  es  pregunta  e interpelación  crítica  de  Dios  a toda  obra 
humana,  y la  religión  se  encuentra  entre  esas  obras.  La  religión 
cristiana,  al  igual  que  todas  las  otras,  en  sus  formas  y modelos 
concretos,  es  resultado  de  construcción  histórica. 

Cierta  vez,  Leopoldo  Senghor,  fallecido  presidente  de  Se- 
negal,  en  una  entrevista  recibió  la  siguiente  pregunta:  "¿El  señor 
presidente  piensa  que  el  cristianismo  tiene  real  posibilidad  de 
encamarse  en  África?".  Él  prontamente  respondió:  "¿Y  no  puede 
encamarse  en  Europa?  ¿O  usted  se  olvida  de  que  el  cristianismo 
nació  en  Asia?".  En  verdad,  el  diálogo  entre  evangelio  y sociedad  y 
cultura  grecorromana  fue  tan  estrecho,  que  puede  dar  la  impresión 
de  que  la  fe  cristiana  vino  de  Roma.  Éste  fue  el  primer  gran  proceso 
de  inculturación  del  mensaje,  ya  desde  el  principio  de  nuestra 
era,  la  síntesis  cultural  entre  evangelio  y mundo  grecorromano. 
Enseguida  vino  el  diálogo  con  los  pueblos  del  norte  de  Europa,  en 
época  más  remota  con  el  pueblo  celta,  luego  con  anglos,  sajones  y 
germánicos,  dando  origen  a la  cristiandad  medieval,  cuyo  apogeo 
lo  constituyó  el  Sacro  Imperio  Romano  Germánico.  Después  de 
esos  momentos,  no  hubo  más  encuentro  profundo  con  civilización 
alguna,  únicamente  imposición.  Los  grandes  viajes  de  conquista  a 
partir  del  siglo  XVI  y la  colonización,  implantaron  en  Asia,  África 
y América  los  modelos  de  la  Iglesia  europea,  la  cruz,  a menudo 
secundada  por  la  espada  y los  cañones  cristianos. 

Pues  bien,  la  religión  cristiana  es  un  sistema  histórico-cultural, 
no  un  modelo  obligatorio  o 'dogmático',  caído  del  cielo.  Nos  basta 
con  plantear  una  simple  hipótesis,  evidentemente  razonable.  ¿Y  si 
la  misión  de  la  era  apostólica,  en  vez  de  haber  alcanzado  Europa, 


80 


hubiese  llegado  a Asia,  a China  por  ejemplo?  Es  obvio  que  tanto 
la  formulación  de  la  doctrina,  cuanto  la  organización  institucional 
y la  liturgia,  habrían  sido  muy  distintas. 

¿Y  si  hubiese  llegado  a África?  La  doctrina  se  habría  formulado 
en  el  gran  marco  de  la  cosmogonía  africana  y,  quién  sabe  si  el  Exu, 
tan  demonizado  por  nosotros,  habría  sido  la  categoría  inteligible 
para  indicar  el  Espíritu  Santo.  ¿Y  la  liturgia?  Sería,  como  en  los 
cultos  afrobrasileños,  naturalmente  danzante,  de  turbantes 
coloridos,  mujeres  y hombres  desnudos  de  la  cintura  para  arriba, 
al  son  de  tambores  en  comunión  con  las  energías  que  llenan  el 
mundo  creado,  por  la  materia.  Es  en  el  cuerpo  que  se  percibiría 
el  soplo  creador  del  Espíritu.  Las  decisiones  serían  tomadas 
mediante  largo  diálogo  de  la  aldea  o de  las  comunidades  hasta 
llegar  al  consenso,  y no  por  la  lógica  parlamentaria  occidental  de 
mayoría-minoría,  y mucho  menos  por  la  lógica  de  la  imposición 
de  la  voluntad  aristocrática  de  algunos,  o imperial  de  uno  solo. 

¿Y  si  hubiese  habido  diálogo  profundo  con  los  pueblos  abo- 
rígenes de  América  y de  Oceanía?...  ¿Por  qué  asustarse,  entonces, 
si  Comblin  nos  dice  que  'es  preciso  comenzar  todo  de  nuevo'? 
Sí,  el  diálogo  profundo  con  los  pueblos  no  europeos  todavía  no 
empezó  verdaderamente.  La  crisis  de  la  civilización  occidental  es 
necesariamente  la  crisis  de  la  Iglesia  y el  cristianismo  nacidos  de 
esa  civilización.  Algo  nuevo  va  a tener  que  empezar. 

En  mi  juventud  leí  el  diario  de  la  gran  Ráfssa  Maritain.  En 
una  página  reflexionaba  angustiada  sobre  los  eventos  en  Argelia, 
que  daba  pasos  en  el  movimiento  de  independencia  en  relación 
a Francia.  Y ella  se  preguntaba,  más  o menos  con  estas  palabras: 

Es  verdad  que  erramos  mucho  en  África,  pero  llevamos  a allá  la 
fe  y la  civilización;  si  ahora  África  rompe  con  Europa,  están  en 
juego  la  fe  y la  civilización. 

Quedé  vivamente  impresionado  al  verificar  cuán  hondas  son 
las  raíces  del  colonialismo.  Lina  mujer  inteligente,  filósofa  y santa, 
estaba  tan  condicionada  por  su  superioridad  cultural,  que  no 
conseguía  percatarse  de  que  solo  estaba  en  juego  la  imposición  de 
la  civilización  europea  a los  pueblos  africanos,  creadores  de  una 
rica  civilización.  ¡Hasta  Raíssa  Maritain! 

En  1998,  en  la  conferencia  decenal,  la  Conferencia  de  Lam- 
beth  —especie  de  cuasi  concilio  de  la  comunión  anglicana  — 
convocada  por  el  arzobispo  de  Cantuária  (Cantorbery),  los  obispos 
reflexionaban  acerca  de  evangelización,  diálogo  con  diversos 


81 


pueblos  e inculturarión.  Si  el  evangelio  está,  por  sí  mismo,  más 
allá  de  las  culturas  y es  palabra  que  a todas  interpela  y a todas 
amorosamente  se  dirige,  deliberaban  y preguntaban: 

¿No  podríamos  tener  en  el  futuro  una  forma  budista  o hinduista 
de  cristianismo,  una  forma  islámica  o auténticamente  africana,  o 
auténticamente  aborigen  en  América  y en  Oceanía? 

Si  preguntas  así  son  posibles,  ¿no  parten  de  la  sospecha  de 
que  algo  nuevo  se  puede  revelar  y será  'preciso  comenzar  todo 
de  nuevo'? 

En  sus  últimos  días,  don  Helder  Cámara,  de  quien  Comblin 
fue  asesor  teológico,  nos  recomendaba  con  insistencia:  "No 
dejen  decaer  la  profecía".  Desde  lo  alto  de  su  sabiduría  de  casi 
noventa  años,  Comblin  nos  anuncia  proféticamente  que  'es  pre- 
ciso comenzar  todo  de  nuevo'.  Incendiado  por  la  pasión  del 
evangelio  y con  sus  ojos  tranquilos,  podría  respondemos  con  las 
mismas  palabras  del  famoso  filósofo  Bertrand  Russell,  cuando  le 
preguntaron  cómo,  en  plena  vejez,  andaba  con  jóvenes  ingleses 
en  marchas  colectivas  de  protesta  y sentado  por  las  calzadas: 
"Noto  que,  cuanto  más  envejezco,  más  rebelde  me  vuelvo". 
Comblin  terminó  su  carrera  de  teólogo  de  la  misma  manera 
como  comenzó,  grandemente  marcado  por  la  profética  fe  del 
Apocalipsis,  consciente  de  los  conflictos  históricos,  solidario  en 
medio  del  pueblo  de  la  resistencia.  En  el  Foro  Social  Mundial  era 
presencia  seductora,  y lo  encontrábamos  de  gorra  en  la  marcha 
inaugural  de  varios  kilómetros,  que  recorría  toda,  a pie,  con  más 
de  ochenta  años.  Firme  en  la  caminata,  cual  Moisés,  "como  si  viese 
lo  invisible"  (Hb  11,  27),  seguro  de  la  palabra  de  aquel  que  dice: 
"He  aquí  que  hago  nuevas  todas  las  cosas"  (Ap  21,  5). 

Me  gustaría  terminar  con  un  cuasi-poema  que  es  una  tentativa 
de  describir  la  querida  figura  de  Comblin: 

Padre  José  Comblin,  padre  Comblin,  padre  José,  padre  Zé 

Padre, 

empobrecido  hasta  en  el  nombre, 
de  extraño  hecho  nuestro, 
sin  ningún  signo 
de  poder  clerical,  quedaban 
solo  los  ornamentos  de  la  misa. 

En  antiguos  recuerdos 
un  retrato  de  saco  y corbata  negra, 
en  cualquier  parte, 
de  pantalón,  camisa  y sandalias. 


82 


Desarmado, 

inerme, 

toda  su  fuerza  en  la  palabra 
y en  la  fina  ironía, 
el  arma  de  quien  se  sabe 
sin  poder. 

Frágil, 

silencioso, 

solo  denuncia  y anuncio 
que  a tantos  irritaban, 
poderosos,  estruendosos, 
deseosos  de  acallar 

"la  voz  que  clama  en  el  desierto"  (Me  1,3). 

Si  lo  abofeteasen, 
no  sabría  reaccionar. 

Importante  arzobispo  (elevado  a cardenal  por  'servicios 

prestados') 

lo  agarró  por  el  cuello 

en  los  corredores  de  Puebla. 

Inacallable, 
simbólica  escena 
del  poder  que  reprime. 

Si  insistiese,  era  fácil  matarlo. 

Al  instante, 

"ángeles  de  las  iglesias"  (cf.  Ap  1,20)  aparecen  para  enfrentarlo, 

el  'excelentísimo'  criminal, 

sórdida  fantasía  del  deseo, 

apoplético, 

suelta  la  presa, 

como  "el  pajarito 

libre  de  la  trampa  del  cazador"  (SI  124,7). 

También  en  los  corredores  del  Templo 
ocurren  esas  cosas, 
el  príncipe  de  las  tinieblas 

siempre  al  asecho  en  un  rincón  de  la  Casa  de  Dios. 

Él  sabía  del  Apocalipsis: 
en  las  luchas  de  la  tierra, 
se  libran  batallas  celestiales. 

Modo  de  decir 

justicia  y paz,  nuestros  combates, 
infinitamente  más  allá  de  nosotros, 
batallas  de  Dios. 


83 


Padre  José, 

testigo  de  pie, 

delante  del  trono 

a cobrar  la  sangre  de  los  mártires. 

'Morir,  no  tengo  miedo  de  la  muerte', 

palabra  final, 

ya  desprendido  de  sí, 

la  sonrisa  de  siempre, 

como  todos  los  justos 

"pasado  de  la  muerte  a la  vida"  (ljn  3,14), 

por  la  llamada  del  Amor  arrebatado. 


84 


Capítulo  VI 

José  Comblin  y los  nuevos 
desafíos  de  la  teología 
de  la  liberación.  La  relación 
con  la  naturaleza 

Frangois  Houtart 


Fue  en  el  seminario  mayor  de  Malinas  (Bruselas)  que  conocí  a 
José  Comblin,  quien  me  precedía  en  dos  años.  Yo  estaba  entre  los 
que  se  sintieron  atraídos  por  la  JOC  (Juventud  Obrera  Católica), 
por  su  fundador  José  Cardijn  y por  el  método  'ver,  juzgar,  actuar'. 
Comblin  fue  después  nombrado  vicario  auxiliar  en  una  parroquia 
en  Bruselas,  cuando  la  cuestión  de  la  pastoral  urbana  nos  unía  en 
preocupaciones  comunes,  él  como  teólogo  y yo  como  sociólogo. 
El  interés  por  América  Latina  y el  Caribe  ocasionó  numerosos 
contactos  ulteriores  y de  modo  particular  la  colaboración  con  don 
Helder  Cámara,  a quien  tuve  el  privilegio  de  acompañar  muy 
de  cerca  durante  el  concilio  Vaticano  II.  Mantuve  contactos  con 
José  Comblin  en  su  trabajo  pastoral  en  Brasil.  Cuando  él  impartía 
cursos  en  Lovaina-la-Nueva,  venía  regularmente  al  Centro  Tri- 
continental  (CETRI),  donde  intercambiábamos  informaciones  y 
preocupaciones.  Nuestro  último  encuentro  fue  en  Recife,  en  el 
Foro  Social  brasileño. 


85 


José  Comblin  estaba  ciertamente,  ante  todo,  preocupado  por 
la  capacidad  evangelizadora  de  la  Iglesia  Católica,  principalmente 
entre  los  más  pobres,  y por  eso  abordó  temas  eclesiológicos,  como 
el  poder  en  la  Iglesia,  luego  de  haber  mostrado  interés  especial  por 
la  teología  de  la  ciudad  en  función  de  preocupaciones  pastorales. 
Su  experiencia  religiosa,  social  y política  en  la  era  de  las  dictaduras 
latinoamericanas  al  servicio  de  un  modelo  económico  capitalista 
neoliberal,  lo  llevó  a denunciar  los  efectos  sociales  y la  lógica  de  ese 
sistema.  En  eso  Comblin  asoció  también  a la  Iglesia,  con  frecuencia 
obcecada  por  los  'espejismos  del  neoliberalismo'.  No  titubeó  en 
abordar  el  tema  de  la  Iglesia  y los  poderes,  y en  aventurarse  en  el 
terreno  de  una  teología  de  la  revolución.  Decididamente,  vio  en  el 
Espíritu  un  actor  de  liberación. 

Es  verdad  que  Comblin  no  trató  de  forma  sistemática  la 
cuestión  de  las  relaciones  con  la  naturaleza  y que  se  enfocó  más  en 
los  efectos  del  sistema  económico  dominante  sobre  las  relaciones 
sociales,  principalmente  sobre  los  grupos  y las  personas  más  vul- 
nerables. No  obstante,  al  abordar  el  neoliberalismo  como  sistema 
esra  consciente  de  que  eso,  en  última  instancia,  significaba  una 
agresión  a la  naturaleza.  Las  preocupaciones  de  sus  colegas 
teólogos  brasileños  Leonardo  Boff  y Frei  Betto,  no  le  eran  desco- 
nocidas. En  nuestro  último  encuentro  en  Recife  abordamos  el  tema 
y no  hay  dudas  de  que,  para  Comblin,  la  agresión  a la  naturaleza 
era  uno  de  los  nuevos  desafíos  de  la  teología  de  la  liberación.  Él 
la  entendía  como  la  prolongación  de  la  destrucción  de  la  vida  por 
un  sistema  económico  impuesto  por  los  intereses  de  una  minoría. 

Es  por  ello  que  en  este  homenaje  al  magnífico  trabajo  de 
José  Comblin,  tanto  escrito  como  suministrado  en  el  campo  en 
innumerables  sesiones  de  entrenamiento  y encuentros,  abordaré 
este  tema.  No  siendo  teólogo,  lo  haré  dentro  de  una  perspectiva 
particular,  la  de  un  sociólogo,  evidentemente  motivado  por  la 
adhesión  a los  valores  liberadores  del  evangelio  de  Jesús.  En  esa 
área,  un  trabajo  admirable  ha  sido  realizado  por  Leonardo  Boff,  de 
manera  muy  sistemática  y erudita.  No  hago  más  que  inscribirme, 
desde  un  punto  de  vista  específico,  en  el  camino  trazado  por  él 
cuando  indica  la  gran  devastación  de  la  creación  de  Dios  que 
significa  la  dominación  del  sistema  económico  capitalista  y el 
conjunto  del  universo  político  y cultural  que  lo  acompaña 1. 

1 Este  texto  retoma  extractos  de  un  trabajo  intitulado  "De  los  bienes  comunes  al 
bien  común  de  la  humanidad",  publicado  por  la  Fundación  Rosa  Luxemburgo 
(Bruselas)  y por  el  Instituto  de  Altos  Estudios  Nacionales  de  Quito,  e igualmente 
de  un  artículo  en  la  revista  canadiense  Relations. 


86 


Recordemos,  en  primer  lugar,  que  la  teología  de  la  liberación 
es  una  verdadera  teología,  esto  es,  un  discurso  sobre  Dios.  Ella 
se  afirma,  sin  embargo,  contextual,  en  oposición  a una  teología 
ahistórica,  fuera  del  tiempo.  Desde  el  inicio,  ella  explicó  su 
contexto:  la  realidad  de  los  pobres  y oprimidos,  sus  luchas  y su 
vida  de  fe  en  el  seno  de  esas  realidades,  lo  que  corresponde  a la 
opción  de  Jesús  durante  su  vida  en  la  Palestina  de  su  tiempo. 

Pero  ahora,  un  elemento  nuevo  se  manifiesta  de  forma 
más  visible  que  nunca:  la  destrucción  de  la  naturaleza  por  las 
actividades  humanas.  El  fenómeno  se  ha  acelerado  y ha  nacido 
una  nueva  conciencia  al  respecto.  Fiel  a su  metodología,  la 
teología  de  la  liberación  realiza  una  primera  tarea  que  consiste  en 
observar  el  fenómeno,  pues  Dios  no  es  una  abstracción,  él  existe 
en  su  propia  creación,  el  universo  y la  humanidad,  y no  puede 
ser  descubierto  por  la  conciencia  humana  sino  a través  de  lo  real. 
Isaías,  ya  en  su  tiempo,  escribió: 

La  tierra  en  duelo  se  degrada, 

el  mundo  se  deteriora, 

con  la  tierra  perecen  las  alturas. 

La  tierra  ha  sido  profanada/manchada 
bajo  los  pies  de  sus  habitantes, 
que  transgredieron  las  leyes. 

Ellos  abandonaron  los  preceptos, 
ellos  rompieron  con  la  alianza  perpetua. 

Es  por  eso  que  la  maldición  devora  la  tierra. 

Los  que  la  habitan  viven  en  el  dolor. 

Es  por  eso  que  los  habitantes  de  la  tierra  se  consumen, 
solo  quedan  pocos  (Isaías  24,  4-6). 


1.  Los  hechos 

En  mayo  de  2011,  la  Agencia  Internacional  de  Energía  de 
la  Organización  de  las  Naciones  Unidas  (ONU)  reveló  que  la 
producción  de  CO2  en  la  atmósfera  para  2010,  nunca  había  alcan- 
zado un  nivel  tan  alto  (30,6  giga toneladas)  y que  en  los  últimos 
diez  años  esa  emisión  aumentó  en  una  cuarta  parte.  Esto  debe 
ser  interrumpido  inmediatamente,  dice  la  agencia,  si  se  quiere 
quedar  por  debajo  de  un  incremento  de  dos  grados  centígrados 
en  el  transcurso  de  este  siglo.  Al  mismo  tiempo,  los  'sumideros 
de  carbono',  es  decir,  los  lugares  naturales  de  absorción  de  CO2, 
son  destruidos  por  la  actividad  humana.  Se  trata  de  las  florestas 


87 


originarias,  que  cada  año  pierden  de  diez  a quince  millones 
de  hectáreas  debido  a la  ampliación  de  los  monocultivos  y las 
actividades  extractivas.  Se  trata  de  igual  modo  de  los  océanos  que, 
por  causa  del  calentamiento  del  planeta,  pierden  su  capacidad  de 
absorción. 

Las  consecuencias  naturales  y sociales  son  inmensas.  No 
solo  la  biodiversidad  se  deteriora,  poniendo  en  riesgo  centenares 
de  especies  vivas,  no  solo  ecosistemas  importantes  para  la 
vida  natural  son  destruidos  para  siempre,  aguas  subterráneas 
envenenadas  por  productos  químicos,  suelos  contaminados,  ríos 
y parte  de  los  mares  reducidos  a cuerpos  muertos,  sino  que  los 
seres  humanos  son  igualmente  afectados.  Y son  justo  los  pobres 
los  que  más  sufren  y sufrirán. 

Se  trata  de  aproximadamente  sesenta  millones  de  agricultores 
que  serán  despojados  de  sus  tierras  por  la  expansión  de  los 
biocombustibles  (etanol,  agrodiésel)  en  los  continentes  del  Sur, 
así  como  los  pueblos  indígenas  que  pierden  su  territorio  por 
los  proyectos  y las  explotaciones  petroleras  y mineras.  Son  las 
poblaciones  que  habitan  el  Sáhel  o el  Asia  central  las  que  por 
causa  del  calentamiento  global  experimentan  sequías  siempre 
más  graves.  Son  los  pueblos  de  las  pequeñas  islas  del  Pacífico  los 
que  deben  salir  por  causa  del  aumento  del  nivel  de  los  mares  y 
poblaciones  de  un  país  como  Bangladesh,  que  puede  perder  el 
17%  de  su  territorio  si  el  fenómeno  continúa. 

De  acuerdo  con  Nicholas  Stem,  del  Banco  Mundial,  se 
pueden  esperar  doscientos  millones  de  'migrantes  climáticos'  a 
mediados  del  siglo  XXI.  Y según  James  Hansen,  un  ingeniero  que 
trabajó  en  la  Administración  Nacional  para  la  Aeronáutica  y el 
Espacio  (NASA,  por  sus  siglas  en  inglés),  un  incremento  de  dos 
grados  centígrados  durante  este  siglo,  previsto  por  la  conferencia 
de  la  ONU  sobre  el  clima  en  Cancón  a finales  de  2010,  ya  sería 
un  escenario-catástrofe.  A estas  constataciones  hay  que  agregar 
el  agotamiento  previsible  de  los  recursos  naturales,  en  productos 
energéticos  y mineros.  El  desarrollo  económico  se  ha  realizado  a 
costas  de  las  riquezas,  de  los  recursos  naturales,  como  si  la  tierra 
fuese  inagotable,  con  una  tasa  increíble  de  desperdicio.  Durante 
este  siglo,  la  humanidad  tendrá  que  cambiar  por  completo  sus 
fuentes  de  energía. 

En  conclusión,  asistimos  hoy  a lo  opuesto  del  principio  bí- 
blico de  la  responsabilidad  humana  en  relación  a la  tierra;  peor, 
a su  destrucción  para  satisfacer  los  deseos  de  los  más  ricos  en 
detrimento  de  las  necesidades  de  los  más  pobres.  Actualmente,  el 


88 


84%  de  las  riquezas  del  mundo  son  absorbidas  por  el  20%  de  los 
más  ricos,  mientras  cerca  del  1,5%  son  compartidas  por  el  20%  de 
los  más  pobres. 

2.  El  porqué 

Es  claro  que  la  relación  con  la  naturaleza  y sus  impactos 
ecológicos  y sociales  no  puede  ser  separada  de  las  relaciones 
sociales.  No  es  un  accidente  de  la  historia  o el  fruto  de  una 
casualidad  social.  No  basta  tampoco  con  culpar  a la  tecnología 
(Benedicto  XVI,  en  mayo  de  2011),  como  si  ella  existiese  fuera 
de  un  contexto  social.  Se  trata  de  analizar  las  razones  de  tal 
situación  y,  por  tanto,  salir  de  un  positivismo  que  estima  que 
la  mera  descripción  de  los  hechos  provee  su  explicación.  Esta 
es  precisamente  la  especificidad  de  la  teología  de  la  liberación: 
explicitar  el  análisis  utilizado  para  comprender  las  realidades. 
La  enseñanza  social  de  la  Iglesia,  siendo  una  teología  moral,  usa 
inevitablemente  un  análisis  de  situaciones  para  poder  hacer  un 
juzgamiento  ético.  Pero  lo  hace  de  forma  implícita,  como  si  esa 
mediación  fuese  ilegítima.  Ahora  bien,  se  trata,  en  ese  caso,  de 
una  lectura  de  la  sociedad  en  términos  de  estratos  sociales  y no 
de  clases  sociales  (aun  cuando  ese  término  es  a veces  empleado). 

El  bien  común,  que  santo  Tomás  considera  el  objetivo  final  de 
cualquier  sociedad,  es  entonces  definido  como  una  colaboración 
de  todos  los  grupos  sociales  para  juntos  construir  un  mundo 
mejor,  sin  tomar  en  cuenta  las  contradicciones  fundamentales  que 
son  producto  de  intereses  de  clase.  Ahora  bien,  la  lucha  de  clases 
no  es  resultado  de  una  ideología  ni  un  concepto  inaceptable  por 
razones  morales  (aunque  pueda  tomarse),  sino  antes  de  todo  una 
realidad  social.  Cuando  cientos  de  billones  de  dólares  toman  el 
camino  de  los  paraísos  fiscales,  cuando  el  secreto  bancario  per- 
mite enormes  concentraciones  de  riquezas,  cuando  las  empresas 
mineras  multinacionales  asumen  el  control  de  vastos  territorios 
para  explotar  el  suelo,  cuando  la  lógica  del  capitalismo  orienta  la 
economía  mundial  en  función  de  su  valor  de  cambio  (todo  tiene 
que  transformarse  en  mercancías  para  contribuir  a la  acumulación 
del  capital),  cuando  la  misma  lógica  económica  no  se  impone  sino 
por  la  ignorancia  de  las  extemalidades  (los  daños  ecológicos  y 
sociales,  exteriores  al  cálculo  del  mercado,  como  en  el  caso  de 
la  producción  de  energía  'verde'  para  el  Norte  que  destruye  la 
biodiversidad  del  Sur),  cuando  la  especulación  con  productos 


89 


alimentarios  empuja  a más  de  den  millones  de  personas  de- 
bajo de  la  línea  de  la  pobreza  (según  la  Organizadón  de  las 
Nadones  Unidas  para  la  Alimentadón  y la  Agricultura  -FAO- 
en  2008  y 2009),  no  se  trata  más  apenas  de  efedos  colaterales  o 
acddentes  técnicos.  En  verdad,  se  trata  de  una  lógica  económica, 
la  del  capitalismo,  al  servicio  de  los  intereses  de  grupos  sociales 
minoritarios  que,  por  medio  de  esos  mecanismos  económicos, 
establecen  su  hegemonía  sobre  las  riquezas  del  mundo  y las 
explotan  en  su  propia  ventaja,  sin  pensar  en  el  futuro.  Ellos  no 
titubean  en  sacrificar  las  generaciones  futuras  a cambio  de  tales 
ventajas. 

He  aquí  dónde  se  sitúa  el  análisis  de  la  teología  de  la  liberadón. 
Es  en  ese  dominio  que  ella  utilizó  el  análisis  marxista  para  leer  y 
explicar  lo  real,  porque  ése  es  el  más  apropiado  para  una  lectura 
de  la  sociedad  global  con  los  ojos  de  los  de  abajo,  o sea,  de  los 
pobres  y oprimidos.  Ella  es  idéntica  al  abordaje  predentífico  que 
nos  propone  el  evangelio.  Es  eso  lo  que  hizo  Jesús  en  la  sodedad 
palestina  de  su  tiempo.  No  se  trata  de  una  posidón  'ideológica', 
como  algunos  dicen,  sino  de  una  cuestión  de  coherencia  intelectual: 
escoger  el  tipo  de  análisis  que  corresponda  al  compromiso.  Menos 
todavía,  es  el  camino  inevitable  hacia  el  ateísmo.  La  teología  de 
la  liberadón  es  prueba  de  ello.  Es  la  mediadón  que  nos  permite 
llegar  a un  juzgamiento  de  las  causas  reales  de  los  fenómenos 
económicos  y sociales,  que  son  el  objeto  de  una  ética  sodal.  La 
destrucdón  de  la  naturaleza  es  resultado  de  reladones  sodales, 
aquellas  que  ponen  al  servicio  de  una  minoría  la  explotadón  de 
esos  recursos,  sin  considerar  los  efedos  a mediano  y largo  plazo: 
destrucdón  de  ecosistemas,  creación  de  desiertos  en  el  futuro, 
subida  del  nivel  de  los  océanos,  desregulaciones  climáticas. 

Con  todo,  a pesar  de  ser  muy  mal  conocido,  el  pensamiento  de 
Marx  en  esta  área  es  interesante.  Él  ya  declaró,  hace  más  de  dentó 
cincuenta  años,  que  la  caraderística  del  capitalismo  era  destruir 
por  su  lógica,  las  dos  fuentes  de  su  propia  riqueza:  la  naturaleza 
y el  trabajo.  Pero  en  los  Grundrisse  y en  El  capital,  Marx  fue  aún 
más  lejos.  Escribió  que  el  capitalismo  perturbaba  el  equilibrio  del 
metabolismo  de  las  reladones  entre  el  ser  humano  y la  naturaleza 
(vale  dedr,  el  intercambio  material  entre  ambos)  y que  el  objetivo 
del  socialismo  era  restaurar  ese  equilibrio.  ¡Él  no  podía  imaginarse 
a qué  extremos  se  llegaría  quince  décadas  más  tarde!  Ahora  son  la 
vida,  su  producdón  y su  mejora,  las  que  están  en  juego. 


90 


3.  El  juzgamiento  ético  y el  anuncio  profético 

Es  esto  lo  que  Enrique  Dussel  expresa  en  su  libro  sobre 
la  filosofía  de  la  liberación  (L'Harmattan,  2002),  lo  mismo 
que  Leonardo  Boff  en  sus  últimos  escritos:  corresponder  a las 
expectativas  de  los  pueblos  abatidos  por  la  destrucción  del  planeta. 
Se  trata,  con  base  en  un  serio  análisis  de  la  realidad,  de  condenar 
las  causas  y no  apenas  los  efectos.  Hoy,  eso  significa  deslegitimar 
el  capitalismo  y el  paradigma  sobre  el  cual  éste  se  edificó,  para 
proponer  uno  nuevo,  el  del  bien  común  de  la  humanidad,  el 
cual  exige  otra  relación  con  la  naturaleza,  la  insistencia  en  el 
valor  de  uso  en  vez  del  valor  de  cambio,  una  democratización 
generalizada  de  las  relaciones  sociales  y una  interculturalidad 
que  permita  propagarse  al  concepto  del  'bien  vivir7,  antes  que  a 
la  idea  de  crecimiento.  Es  esto  lo  que  los  pueblos  indígenas  de 
América  proponen.  En  otras  palabras,  contradecir  el  capitalismo 
contra  el  cual  se  rebelan  e indignan  más  y más  víctimas  alrededor 
del  mundo,  para  construir,  con  los  miles  de  movimientos  sociales 
y nuevas  iniciativas  en  el  mundo,  otra  lógica  social.  Es  la  única 
manera  de  corresponder  a la  visión  de  Isaías: 

Los  humillados  e indigentes  que  buscan  agua, 
aunque  en  vano, 
y cuya  lengua  se  seca  de  sed, 
yo,  el  Señor,  no  los  desampararé. 

Haré  brotar  ríos  en  las  pendientes  descascaradas 
y manantiales  entre  los  barrancos, 
transformaré  el  desierto  en  un  lago 
y la  tierra  árida  en  fuente  (Is  41, 17-18). 

4.  Redefinir  la  relación  con  la  naturaleza: 

de  la  explotación  al  respeto  como  fuente  de  vida 

¿Cómo  atender  al  llamado  del  profeta?  La  civilización  mo- 
derna, con  su  amplio  control  sobre  la  naturaleza  y su  alto  grado 
de  urbanización,  hizo  que  las  personas  olvidasen  que,  en  última 
instancia,  ellas  dependen  de  la  naturaleza  para  vivir.  Los  cambios 
climáticos  nos  recuerdan,  a menudo  brutalmente,  esa  realidad.  Se 
trata,  entonces,  de  redefinir  esa  relación.  No  en  la  perspectiva  de 
la  explotación  de  la  tierra  como  fuente  de  recursos  naturales  que 
puedan  ser  reducidos  al  estado  de  mercancías,  sino  como  origen 
de  toda  forma  de  vida,  esto  es,  adoptando  una  actitud  de  respeto 
hacia  sus  capacidades  de  regeneración  física  y biológica. 


91 


Es  obvio  que  eso  significa  un  cambio  filosófico  radical:  criticar 
el  carácter  puramente  utilitario  de  la  relación  con  la  naturaleza. 
En  el  capitalismo  tal  utilitarismo  es  llevado  al  extremo,  hasta 
considerar  las  destrucciones  ecológicas  como  daños  colaterales  (a 
ser  eventualmente  reducidos),  pero  inevitables,  o,  aún  peor,  como 
'extemalidades',  ya  que  ellas  no  entran  en  los  cálculos  del  mercado 
y,  por  ende,  no  son  contabilizadas  en  el  proceso  de  acumulación 
del  capital.  Algunos  autores  van  todavía  más  lejos  al  criticar  el 
tenor  antropocéntrico  de  esas  perspectivas  (Eduardo  Gudynas)  e 
introducir  nuevos  conceptos  como  el  'derecho  de  la  naturaleza', 
posición  defendida  por  Leonardo  Boff  en  varios  trabajos. 

Sobre  esa  base,  el  presidente  de  la  asamblea  general  de  la  ONU, 
Miguel  D' Escoto,  propuso  en  2009,  en  su  discurso  de  despedida, 
una  'Declaración  universal  de  los  derechos  de  la  madre  tierra  y 
de  la  humanidad'.  La  misma  asamblea  ya  había  aprobado,  por 
unanimidad  de  los  192  países  representados,  la  adopción  de  un 
'día  de  la  madre  tierra'.  Estas  iniciativas  recuerdan,  con  razón, 
que  el  ser  humano  es  parte  de  la  naturaleza,  y que  entre  ambos  se 
debe  crear  una  simbiosis,  no  una  dicotomía.  Diversos  defensores 
de  esa  posición  creen  que  únicamente  una  actitud  antropocéntrica 
puede  considerar  al  ser  humano  como  el  centro  del  mundo,  sin 
tomar  en  cuenta  a los  otros  seres  vivos  e incluso  el  planeta,  lo  que 
produce  efectos  ecológicos  negativos  que  comenzamos  a conocer 
de  manera  dramática.  Basta  consultar  la  historia  de  la  creación  en 
el  libro  del  Génesis. 

No  obstante,  el  llamado  'bien  común  de  la  tierra'  no  puede 
abordarse  sin  la  mediación  del  género  humano.  En  verdad,  solo 
desde  esa  óptica  es  posible  plantear  el  problema  de  la  regeneración 
de  la  tierra,  frente  a la  actividad  predatoria  y destructiva  del  ser 
humano.  Es  por  ello  que  el  'bien  común  de  la  humanidad'  pasa 
por  la  sobrevivencia  de  la  naturaleza,  es  decir,  la  preservación  de 
la  biodiversidad.  Por  consiguiente,  no  cabe  hablar  de  'derechos 
de  la  naturaleza'  (Gudynas,  2009)  sino  en  un  sentido  derivado 
y secundario,  pues  nada  más  el  género  humano  es  capaz  de 
expresar  esa  realidad  en  tales  términos,  o sea,  violar  o respetar 
esos  'derechos'.  En  efecto,  ni  la  tierra  ni  los  animales  son  capaces 
de  exigir  el  respeto  por  'sus  derechos'.  Los  seres  humanos  son,  por 
tanto,  responsables  por  la  destrucción  de  los  ecosistemas.  En  ese 
sentido,  de  acuerdo  con  el  jurista  Antonio  Salamanca,  se  puede 
utilizar  las  categorías  de  'derecho  titular  o derecho  substitutivo', 
que  la  comunidad  humana  debe  ejercer  en  nombre  de  los  'no 
capaces'  (animales,  niños,  no  nacidos,  deficientes)  que,  para  la 


92 


preservación  de  su  vida,  necesitan  la  mediación  humana.  Tal 
posición  no  es  antropocéntrica,  sino  'ántropo-responsabilizante'. 
De  ese  modo,  por  un  proceso  de  alargamiento  del  sujeto  jurídico, 
se  habla  de  justicia  climática  y de  derecho  de  la  naturaleza,  sin 
necesariamente  pasar  por  la  personalización  de  la  tierra  y de 
sus  elementos,  como  en  las  cosmovisiones  de  muchos  pueblos 
autóctonos. 

Al  mismo  tiempo,  no  se  ha  de  ignorar  que  existe  una 
vinculación  entre  la  relación  que  los  seres  humanos  tienen  con  la 
naturaleza  y las  relaciones  de  clase.  Todas  las  clases  sociales  no  se 
comportan  de  la  misma  forma  en  relación  a la  tierra.  Se  trata  de  una 
relación  de  poder,  hoy  practicada  por  la  lógica  del  capitalismo.  José 
Comblin  lo  comprendió  bien.  De  cualquier  manera,  el  principio  a 
ser  defendido  es  la  posibilidad,  para  el  planeta,  de  ser  durable, 
vale  decir,  de  conservar  la  integridad  de  su  biodiversidad  y de 
poderse  regenerar  de  cara  a las  actividades  humanas.  Además, 
el  ser  humano  puede  embellecer  la  naturaleza,  sirviéndose  de 
sus  riquezas  para  crear  jardines  y nuevos  paisajes,  mediante 
el  empleo  de  sus  elementos  para  producir  belleza.  La  tierra  es 
generosa  y contribuye,  incluso  con  elementos  no  renovables,  para 
la  producción  y reproducción  de  la  vida  humana.  Esa  perspectiva, 
con  todo,  es  totalmente  diferente  de  la  explotación  de  la  tierra  con 
el  fin  de  producir  lucro. 

En  las  grandes  tradiciones  filosóficas  de  Oriente,  la  unión 
profunda  entre  el  ser  humano  y la  naturaleza  es  una  característica 
del  pensamiento.  El  respeto  por  toda  vida,  propio  del  hinduismo 
y el  budismo,  traduce  esa  convicción,  así  como  su  creencia  en  la 
reencarnación  como  expresión  de  la  unidad  de  la  vida  y de  su 
continuidad.  La  creencia  de  que  el  hombre  fue  creado  de  barro 
(tierra),  propia  de  la  tradición  judeocristiana  y retomada  por  el 
islamismo,  expresa  la  misma  idea.  La  Biblia  presenta  al  hombre 
como  guardián  de  la  naturaleza  (Génesis  1,  26-28).  Aunque 
ella  afirme  que  la  naturaleza  está  al  servicio  del  hombre,  eso 
evidentemente  excluye  su  destrucción.  Es  posible  encontrar  con- 
cepciones similares  en  distintos  mitos  de  la  creación  de  diversas 
culturas  africanas  y americanas. 

Entre  los  pueblos  indígenas  del  continente  americano,  el 
concepto  de  Madre  tierra  (Pacha  Mama)  es  central.  Fuente  de  vida, 
la  tierra  es  personalizada  y su  representación  incluye  características 
antropomórficas.  Los  elementos  de  la  naturaleza  también  tienen 
una  personalidad  y son  objeto  de  ritos  chamánicos.  Con  ocasión 
de  la  Cumbre  sobre  Cambio  Climático,  en  Cochabamba  (Bolivia) 


93 


en  2010,  diferentes  textos  (el  documento  preparatorio  y diversas 
intervenciones  de  grupos  o personas)  fueron  más  allá  del  carácter 
metafórico  de  la  expresión  Madre  tierra  y le  atribuyeron  a la  tierra 
características  de  una  persona  viva,  capaz  de  oír  y reaccionar,  de 
ser  amada  y,  por  ende,  ser  un  sujeto  de  derechos.  La  declaración 
final  de  esa  cumbre  apeló  a la  sabiduría  y los  saberes  ancestrales 
a fin  de  "reconocer  a la  madre  tierra  como  una  creatura  viva 
con  la  cual  tenemos  una  relación  indivisible,  interdependiente, 
complementaria  y espiritual".  Se  trató  de  una  fuerte  reafirmación 
del  lazo  entre  la  naturaleza  y la  humanidad,  expresada  dentro  de 
la  cosmovisión  de  los  pueblos  indígenas  que,  además,  enfatizó 
igualmente  el  carácter  maternal  (sexo  femenino)  de  la  relación. 

En  realidad  tenemos  que  reconocer  que,  frente  a la  lógica  del 
capitalismo,  el  desarrollo  de  la  urbanización  y la  atracción  ejercida 
por  el  consumo  irracional,  las  grandes  filosofías  orientales  y las 
tradiciones  de  los  pueblos  originarios  resisten  con  dificultad. 
Ellas  se  transforman  con  rapidez  e incluso  desaparecen  del 
paisaje  cultural,  como  es  el  caso  de  los  'tigres  asiáticos',  en  China 
y Vietnam,  al  igual  que  entre  los  pueblos  indígenas  del  continente 
americano  o entre  los  pueblos  africanos.  El  neoliberalismo  acentuó 
ese  fenómeno  a escala  mundial.  Son  numerosos  los  pueblos  para 
los  cuales  la  participación  en  los  valores  de  la  cultura  dominante 
(y,  por  consiguiente,  la  conquista  de  la  naturaleza  al  servicio 
exclusivo  de  los  seres  humanos)  es  una  aspiración  individual  y 
colectiva  larga  y ampliamente  asumida.  Lo  que  aconteció  con  las 
clases  subalternas  europeas  y el  cristianismo  —primer  sistema 
religioso  en  confrontarse  con  el  capitalismo—,  se  repite  en  otros 
lugares:  la  contaminación  ideológica  es  un  hecho  real. 

Aun  así,  los  pueblos  autóctonos  reutilizan  hoy  conceptos  tra- 
dicionales como  instrumentos  de  memoria  histórica,  de  recons- 
trucción cultural  y afirmación  de  identidad,  lo  que  puede  ser  muy 
útil  para  la  crítica  de  la  lógica  del  capitalismo.  Hay  un  cierto  orgullo 
en  referirse  a las  culturas  históricas  y en  recurrir  a sus  conceptos 
para  iniciar  un  proceso  de  reconstrucción  social.  En  esto  existe 
también  un  peligro:  caer  en  un  fundamentalismo  paralizante,  más 
orientado  hacia  el  pasado  que  hacia  el  futuro.  Las  referencias  a la 
Pacha  Mama  (Madre  tierra)  o al  Sumak  Kawsay  (Bien  vivir)  de 
los  pueblos  quechua,  o al  Suma  Qamaña  (Buena  convivencia)  de 
los  pueblos  aymara,  pertenecen  a esas  categorías.  Son  conceptos 
fundamentales  de  los  pueblos  indígenas  que  significan,  en  sus 
condiciones  históricas  concretas,  cosmovisiones  y prácticas  de 
respeto  a la  naturaleza  y de  vida  colectiva  compartida.  Pueden 


94 


inspirar  el  pensamiento  y la  organización  social  contemporánea 
y dar  nueva  fuerza  al  símbolo.  Con  todo,  su  eficacia  depende  de 
adaptaciones  necesarias. 

No  se  trata,  es  evidente,  de  cuestionar  la  armonía  necesaria 
entre  la  naturaleza  y el  género  humano,  ni  de  avalar  la  concepción 
capitalista  de  la  explotación  de  la  naturaleza  en  función  de  un 
desarrollo  concebido  como  un  simple  crecimiento  material  ili- 
mitado. Tampoco  se  trata  de  negar  la  necesidad  de  rever  la 
filosofía  de  esa  relación  que  ignora  a las  otras  especies  vivas,  así 
como  la  capacidad  de  reproducción  del  equilibrio  de  la  naturaleza. 
Finalmente,  no  se  ha  de  despreciar  ni  marginar  culturas  que  hoy 
pueden  traer  a la  humanidad  una  crítica  saludable,  tanto  de  la 
relación  de  explotación  transmitida  por  la  lógica  del  capitalismo, 
como  del  individualismo  exacerbado  del  modelo  de  consumo  y 
de  otros  comportamientos  que  caracterizan  esa  lógica. 

Por  tanto,  es  preciso  reconocer  que  existen  culturas  diferentes. 
Querer  expresar  el  cambio  necesario  únicamente  en  términos  de  un 
pensamiento  simbólico,  que  identifica  el  símbolo  con  la  realidad, 
significa  confrontarse  con  otras  culturas  que  se  caracterizan  por 
un  pensamiento  analítico  y sitúan  la  causalidad  de  los  fenómenos 
en  sus  respectivos  dominios,  físico  o social.  Esos  dos  tipos  de 
culturas  coexisten  hoy. 

Las  del  primer  tipo,  poseen  una  riqueza  expresiva  que 
demuestra  la  fuerza  del  símbolo  y la  importancia  del  ideal, 
en  particular  en  lo  que  respecta  a la  relación  con  la  naturaleza. 
Ellas  trazan  de  igual  modo,  parámetros  prácticos  que  admiten 
perfectamente  ser  traducidos  en  saberes,  comportamientos  y 
políticas,  si  bien  son  acompañados  por  una  cosmovisión  de  difícil 
asimilación  por  una  cultura  urbana,  en  cualquier  lugar  del  mundo. 

La  del  segundo  tipo,  que  ciertamente  redujo  la  cultura  a 
una  racionalidad  instrumental  o de  una  pura  'superestructura' 
(la  cereza  en  el  extremo  del  pastel,  en  palabras  del  antropólogo 
Maurice  Godelier ) y reforzó  de  esa  manera  la  lógica  del  capitalismo 
y contribuyó  a su  reproducción,  permitió  asimismo  un  desarrollo 
notable  del  conocimiento,  útil  para  resolver  problemas  prácticos 
y políticos.  En  la  lucha  contra  el  capitalismo  globalizado  que 
conduce  a la  humanidad  y al  planeta  al  desastre,  no  sería  sabio 
expresarse  en  un  solo  tipo  de  lenguaje  cultural.  Por  el  contrario, 
llegó  el  momento  de  aplicar  el  principio  de  la  interculturalidad  en 
todas  sus  dimensiones. 

Arriba  aludimos  a la  contribución  de  Karl  Marx.  Para  él,  el 
capitalismo  provoca  una  separación  artificial  y mecánica  entre 


95 


la  naturaleza  y el  ser  humano.  La  ruptura  del  metabolismo,  o 
sea,  del  intercambio  material  entre  la  tierra  y la  satisfacción  de 
las  necesidades  humanas,  tal  cual  está  definida  por  el  proceso 
de  acumulación  de  capital,  ha  llevado  a prácticas  irracionales, 
gastos  y destrucciones  2.  Por  esa  razón,  de  acuerdo  con  Marx, 
es  necesario  reducir  los  flujos  energético-materiales  de  modo 
socialmente  justo,  a fin  de  acrecentar  la  calidad  de  vida.  Según 
él,  solo  el  socialismo  restaurará  el  equilibrio  del  metabolismo  y 
pondrá  fin  a la  destrucción  de  la  naturaleza.  La  redefinición  del 
'bien  común  de  la  humanidad'  en  función  de  la  relación  con 
la  naturaleza  es,  pues,  una  tarea  esencial  de  cara  a los  daños 
ecológicos  y a sus  efectos  sobre  la  capacidad  regenerativa  del 
planeta  y el  equilibrio  climático.  Esto  constituye  un  hecho  nuevo 
en  la  conciencia  colectiva,  que  aún  está  lejos  de  ser  compartido 
por  todos  los  grupos  humanos.  Las  sociedades  socialistas  en 
realidad  no  integraron  esa  dimensión  en  sus  perspectivas,  lo  que, 
todavía  hoy,  se  constata  en  el  espectacular  desarrollo  económico 
de  un  país  como  China,  que  no  presta  atención  —por  lo  menos 
de  momento—  a las  extemalidades.  El  socialismo  del  siglo  XXI 
deberá  integrar  ese  aspecto  como  elemento  central. 


5.  Una  teología  de  las  relaciones  con  la  naturaleza 

Las  grandes  líneas  de  una  teología  cristiana  del  futuro  se 
asentarán,  por  consiguiente,  en  la  crítica  de  la  destrucción  de  la 
naturaleza  por  una  actividad  humana  divorciada  de  la  perspectiva 
de  respeto  por  la  vida,  la  del  planeta  y la  de  la  humanidad  (la 
parte  consciente  de  la  naturaleza).  Ella  será  inspirada  por  fuentes 
bíblicas  y por  la  tradición  del  pensamiento  cristiano  que  ha 
acentuado  la  presencia  divina  en  la  abundancia  y belleza  de  la 
naturaleza  terrestre.  Su  especificidad  radicará  en  establecer  la 
conexión  entre  la  responsabilidad  humana  y la  vida  de  la  Madre 
tierra,  recordando  que  esta  última  se  sitúa  en  la  forma  en  que  el 
sistema  económico  se  define,  pero  además  en  la  visión  del  mundo 
que  la  acompaña  y en  las  prácticas,  incluso  las  individuales,  que  de 
ella  se  derivan.  La  teología  de  la  liberación  se  unirá  de  esa  manera 
al  llamado  general  a un  cambio  de  paradigma  de  la  vida  colectiva 
de  la  humanidad  en  el  planeta.  Participará  en  su  construcción 
y apoyará,  mediante  su  referencia  propiamente  religiosa,  otra 


2 O Capital,  vol.  1,  pp.  637s,  citado  por  Gian  Delgado,  2011. 
96 


lectura  de  la  relación  con  la  naturaleza  que  contribuya  a que  la 
humanidad  pase  de  su  explotación  a su  respeto  como  fuente  de 
toda  vida. 


97 


■ 


.. 


Capítulo  VII 

José  Comblin,  un  maestro 
de  la  liberación 

Luiz  Carlos  Susin 


Me  place  comenzar  esta  memoria  del  método  de  José  Comblin 
con  unas  palabras  que  Leonardo  Boff  nos  dirigiese  en  uno  de  los 
primeros  congresos  de  la  actual  Asociación  de  Teología  y Ciencias 
de  la  Religión  (SOTER),  cuando  la  asociación  aún  se  encontraba 
en  fase  de  formación,  a mediados  de  la  década  de  los  ochenta: 
Comblin  era  uno  de  los  'patriarcas'  de  la  teología  de  la  liberación, 
cuya  sabiduría  daba  autoridad  y estímulo  al  camino  que  íbamos 
haciendo.  Comblin  recibió  estas  palabras  con  el  humor  que  le  era 
característico  y que  provenía  de  su  humildad  y consciencia  de  que 
todos  somos  caminantes  en  la  fe,  exactamente  como  los  patriarcas. 

Para  nosotros,  él  tuvo  asimismo  rasgos  de  un  'profeta',  ya 
que  discernía  entre  las  sombras  los  indicios  del  futuro,  tanto  en 
la  sociedad  como  en  la  Iglesia  y la  teología.  Sin  embargo,  sobre 
todo  se  lo  puede  considerado  'un  gran  maestro'.  Aquí  pretendo 
concentrarme  en  su  método,  que  lo  caracterizó  como  un  maestro 
y no  apenas  un  profesor.  Dicho  método  podría  ser  comparado  a 
la  mayéutica  socrática,  pero  aquí,  después  de  evocar  a otros  dos 
maestros  contemporáneos,  Paulo  Freire  e Ivan  Illich,  concluyo 
que  su  método,  en  último  análisis,  provenía  directamente  del 


99 


evangelio,  de  su  pasión  por  éste,  del  amor  por  el  pueblo  de  Dios 
y,  por  fin,  de  su  intimidad  con  su  gran  maestro,  Jesús. 


1.  Importa  más  la  liberación  que  la  teología 

Comblin  no  dejó  su  tierra  natal.  Bélgica,  en  el  decenio  de 
los  cincuenta,  para  venir  a Brasil  a desempeñarse  como  profesor 
de  teología.  Venía  con  la  esperanza  misionera,  con  el  fervor 
evangélico  y la  percepción  de  que  en  América  Latina  y el  Caribe 
hallaría  un  espacio  más  favorable  al  evangelio  que  en  su  país 
de  origen,  caracterizado  por  un  mundo  eclesiástico  que,  en  su 
opinión,  había  caído  en  la  burocracia.  De  hecho,  la  encíclica  Fidei 
donum  (1957)  de  Pío  XII  —aun  cuando  su  lenguaje  nos  parezca 
realmente  'pre- Vaticano  II'—,  creó  un  movimiento  de  misioneros, 
no  solo  miembros  de  congregaciones  misioneras,  sino  también 
de  sacerdotes  diocesanos,  que  todavía  hoy  dan  testimonio  de  un 
tiempo  memorable  en  la  historia  de  la  evangelización.  Dentro  de 
este  movimiento,  un  hermano  de  nuestro  Comblin  siguió  para 
África  y el  'padre  José'  para  América,  poniéndose  a disposición 
del  obispo  que,  del  lado  de  acá,  pedía  ayuda,  en  Campiñas. 

No  obstante,  al  inicio  se  trató  de  una  ayuda  bastante  prosaica, 
simplemente  como  profesor  de  seminario  menor,  enseñando 
algunas  disciplinas  comunes.  Comblin  conocía  bien  la  Acción 
Católica  y su  fuerza  junto  a los  laicos  en  Bélgica,  donde  surgió  y 
se  reveló  muy  creativa  bajo  el  liderazgo  de  Joseph-Léon  Cardijn. 
Pronto,  Comblin  inyectó  sangre  nueva  a la  Acción  Católica  ya 
existente  en  la  región  de  Sao  Paulo.  Fue  uno  de  los  críticos  de  la 
transformación  de  la  Acción  Católica  en  'brazo  largo'  del  clero, 
pues,  al  contrario  de  la  tendencia  italiana  de  tomarla  un  grupo 
de  'entrega  de  recados  de  sacristía',  la  Acción  Católica  llamada 
'francesa',  por  afirmarse  en  la  especialización  (obrera,  universitaria, 
estudiantil,  agraria...),  permitía  espacios  de  protagonismo  de  los 
laicos  en  el  mundo  laico,  no  una  mera  extensión  de  la  jerarquía. 
Esa  dirección  crítica  de  las  atenciones  de  Comblin  es  significativa, 
porque  se  desdoblaría  coherentemente  en  estímulo  al  pueblo  de 
Dios  como  sujeto  eclesial  y en  crítica  a la  burocracia  eclesiástica, 
en  especial  jerárquica,  de  la  Iglesia. 

A finales  de  la  década  de  los  sesenta,  Comblin  ya  estaba  en 
Recife,  junto  al  nuevo  arzobispo,  don  Helder,  como  profesor  de 
teología.  Esta  relación  produjo  mucho  en  términos  eclesiales  y 
evangelizadores.  Como  profesor,  es  una  característica  suya  abso- 


100 


lutamente  clara,  una  lección  que  no  puede  ser  olvidada,  que  no  es 
propiamente  la  teología  lo  que  interesa  sino  la  evangelización,  y, 
en  su  caso,  una  evangelización  liberadora,  que  tenía  a los  otros,  el 
pueblo  de  Dios,  como  interlocutor  y no  apenas  como  destinatario, 
y un  interlocutor  sujeto  y protagonista,  sujeto  principal.  Eso 
permite  situar  cada  cosa  o acción  o compromiso  en  su  lugar, 
en  su  orden.  Para  un  visionario  que  venía  de  lejos,  que  había 
hecho  una  primera  y gran  ruptura  con  un  sistema  eclesiástico, 
era  algo  indudable  que  debería  ser  mantenido  con  honradez 
hasta  el  final.  Por  eso,  las  asesorías  populares  en  el  interior  pobre 
del  nordeste  no  significaban  para  él  menos  que  pronunciar 
conferencias  académicas  o brindar  asesoría  a obispos  conciliares. 
La  centralidad  de  la  liberación  de  los  pobres  como  criterio  y 
verificación  de  toda  evangelización  y acción  de  la  Iglesia,  valía 
también  para  la  teología.  En  ciertos  momentos  era  cortante:  si  no 
hay  opción  preferencial  por  los  pobres,  se  puede  cerrar  cualquier 
libro  de  teología,  se  puede  cerrar  la  Iglesia  e incluso  el  libro  del 
evangelio.  Lo  que  cuenta,  en  primera  y última  instancia,  es  la 
liberación  de  los  pobres,  y solo  en  función  de  eso  se  justifica  una 
teología  cristiana. 

Cuando  fue  fundada  la  SOTER,  estábamos  entusiasmados  con 
el  marco  de  referencia  de  la  teología  que  deberíamos  elaborar:  la 
opción  preferencial  por  los  pobres,  el  servicio  a las  comunidades 
eclesiales  de  base  (CEB),  la  alianza  de  las  comunidades  cristianas 
con  los  movimientos  populares  de  liberación.  Y Comblin  nos  hizo 
agregar  el  marco  de  referencia  académico,  el  nivel  universitario, 
el  diálogo  con  las  ciencias.  Él  daba  el  ejemplo,  porque  lo  encon- 
trábamos leyendo  en  diversas  lenguas  e interesándose  por  dife- 
rentes ciencias,  aun  sentado  en  el  jardín  en  alguna  pausa  mayor. 
Pero  cuando,  desde  los  años  noventa,  tendimos  a refugiamos  en 
el  mundo  académico  frente  a la  desautorización  generalizada, 
aunque  normalmente  hecha  con  base  en  eslogans  o de  modo 
tácito  respecto  de  la  teología  de  la  liberación,  Comblin  insistió 
en  lo  contrario:  la  necesidad  de  considerar  la  vida  cristiana  del 
pueblo  de  Dios,  de  las  comunidades  populares  y sus  luchas  de 
vida  y muerte,  como  el  lugar  primero  de  toda  teología  cristiana 
y teología  de  la  liberación.  Una  sana  teología  tiene  sus  raíces 
fuera  de  sí  y de  su  mundo  académico,  en  la  vida  de  fe  del  pueblo 
cristiano.  Pues,  en  fin,  no  es  el  trabajo  de  la  teología  en  sí  lo  que 
interesa,  sino  la  liberación  a través  del  evangelio  y de  todo  lo  que 
sirve  a la  liberación. 


101 


2.  La  importancia  del  método 

Comblin  fue  un  intelectual,  y su  producción  no  deja  dudas  al 
respecto.  La  relevancia  de  tal  producción,  su  fecundidad  y mérito, 
residen  en  la  metodología  usada.  Regularmente  era  invitado  para 
abrir  los  congresos  de  la  SOTER  con  sus  análisis  de  coyuntura 
social,  eclesial  y teológica.  Comblin  se  mantenía  actualizado  en 
los  distintos  campos  de  la  economía,  política,  ciencias  humanas 
en  general,  y asimismo  en  diferentes  ámbitos  de  la  Iglesia  y la 
teología.  Como  transitaba  por  muchos  lugares  y tenía  contactos 
tan  diversos,  disponía  de  gran  cantidad  de  informaciones  que 
sabía  ordenar.  Pero  eso  era  apenas  un  punto  de  partida.  Sabía 
escuchar  la  realidad  y hacerle  preguntas,  aprendía  preguntando  y 
nos  provocaba  preguntando. 

Con  frecuencia  sus  preguntas  nos  ponían  en  dificultades.  Nos 
acostumbró  a llamar  cada  cosa  por  su  nombre,  y cuando  imagi- 
nábamos que  nos  abriría  una  puerta  en  una  dirección,  la  cerraba 
y haría  mirar  en  otra.  Por  eso,  algunos  le  decíamos  'ametralladora 
giratoria',  que  él  asumía  con  el  mismo  humor  de  siempre.  No  faltó 
gente,  fuera  de  Brasil,  que,  escuchando  o leyendo  sus  análisis, 
quedase  irritada.  No  obstante,  Comblin  no  perdía  el  sentido  del 
humor  y la  sencillez  casi  tímida  que  lo  caracterizaba.  Para  quien 
concluyese  que  no  había  mucha  esperanza  o se  lamentase  de  las 
autoridades  que  se  resisten  a hacer  el  camino  del  evangelio,  él 
normalmente  tenía  una  respuesta:  en  la  base  de  la  Iglesia,  en  las 
comunidades  cristianas,  cuando  se  mira  con  lupa  o cuando  se 
anda  con  los  pies  en  el  suelo,  hay  mucho  espacio  para  la  libertad 
creativa  de  la  evangelización. 

Con  todo,  la  impresión  que  siempre  quedaba  era  la  aplicación 
de  un  método  de  aporías,  de  'sin  salida',  creando  un  dilema,  un 
'double  bind'  en  que  era  necesario  discernir,  decidir,  arriesgar, 
en  fin,  crecer.  En  ese  sentido,  Comblin  se  parecía  al  maestro 
descrito  por  Kierkegaard:  alguien  que  coloca  al  discípulo  en 
situación  falsa  para  que,  mediante  el  choque  con  la  realidad, 
descubra  el  verdadero  camino.  No  fue,  por  tanto,  un  maestro  de 
facilidades  y lisonjas,  sino  un  amante  de  la  verdad  que  libera,  que 
da  autonomía  y capacidad  de  decisiones  por  aquello  que  puede 
aparecer  escandaloso,  exactamente  lo  que  es  el  evangelio.  Pero, 
más  que  cercano  a Kierkegaard,  tema  algo  en  común  con  Paulo 
Freire. 


102 


3.  Paulo  Freire  y José  Comblin 

Existe  un  evidente  parentesco  metodológico  entre  Paulo 
Freire  y José  Comblin.  Cuando  don  Helder  Cámara  fue  transferido 
de  Río  de  Janeiro  para  la  arquidiócesis  de  Olinda  y Recife,  y 
cuando  Comblin  se  desplazó  de  Sao  Paulo  hacia  Recife,  ciudad 
de  la  primera  fase  de  Paulo  Freire,  éste  ya  había  partido  para 
el  exilio.  Y fue  en  el  exilio  que  Freire  elaboró  su  más  famoso  y 
programático  libro.  Pedagogía  del  oprimido,  precedido  de  Educación 
como  práctica  de  la  libertad.  Pero  ya  en  Recife  él  practicaba  un  salón 
de  clase  diferente,  con  los  alumnos  como  actores  en  debates, 
círculos  de  estudio  y trabajos  de  grupo,  en  actividades  extraclase 
y participaciones  en  la  política  local.  Y,  desde  el  exilio,  su  fama 
internacional  de  educador  y sus  textos  llegaban  de  alguna  forma, 
aunque  subversivamente,  tanto  a Recife  como  al  resto  de  Brasil. 

En  tiempo  de  la  dictadura,  don  Helder  Cámara  mantuvo  todo 
el  relacionamiento  posible  con  Paulo  Freire,  y lo  consideró  un  gran 
amigo.  Fue  así  como,  a raíz  de  la  prohibición  de  realizar  reuniones 
en  espacios  públicos,  don  Helder  instituyó  una  'Conversación 
entre  hermanos'  en  el  recinto  de  las  iglesias  después  de  la  cele- 
bración de  la  misa. 

Comblin,  por  su  parte,  no  fue  un  filósofo  de  la  educación 
sino  un  evangelizados  En  Recife  animó  una  metodología  de 
evangelización  y de  formación  de  evangelizadores  con  los  mismos 
'insights'  de  la  pedagogía  de  Paulo  Freire.  Así  por  ejemplo,  aquello 
que  se  llamó  'teología  de  la  azada':  los  que  pretendían  estudiar 
teología,  fuesen  seminaristas  o líderes  de  comunidades,  deberían, 
en  primer  lugar,  insertarse  en  comunidades  populares  y saber  de 
la  vida  del  pueblo,  sus  cuestiones,  preguntas,  intuiciones,  su  modo 
de  vivir  la  fe  y de  seguir  trabajando  afanosamente  en  la  vida.  De 
ahí  ellos  traerían  la  substancia  a partir  de  la  cual  harían  estudios 
de  las  Escrituras,  los  tratados  sistemáticos,  la  ética,  la  liturgia,  la 
catequesis...  Los  asuntos  más  importantes  para  el  pueblo,  serían 
los  asuntos  de  la  teología.  Las  cuestiones  del  pueblo,  serían 
cuestiones  para  la  teología. 

En  la  metodología  de  Freire,  un  paso  inicial  y determinante 
consiste  en  encontrar  las  'palabras  generadoras'  y los  'temas 
generadores',  por  donde  circulan  la  vida  y los  intereses  de  los 
alfabetizados.  De  esa  manera  su  alfabetización  se  vuelve  una 
'concientización',  una  entrada  en  el  lenguaje  y,  al  mismo  tiempo, 
una  comprensión  de  la  realidad,  lo  que  redunda  en  una  conquista 
de  su  autonomía,  una  educación  para  la  libertad  y las  luchas 


103 


sociales  y políticas  que  amplían  los  espacios  de  libertad.  En  la 
metodología  de  Comblin,  todo  eso  acontece  en  el  ámbito  de  la 
evangelización.  Con  el  refuerzo  de  la  dimensión  de  la  fe,  que  Paulo 
Freire  nunca  excluyó,  y de  la  vida  participada  comunitariamente, 
lo  que  potencia  la  vida  es  la  acción  de  los  sujetos  por  medio  de 
una  experiencia  comunitaria  de  fe  liberadora.  Más  tarde,  eso  sería 
llamado  también  'empoderamiento'. 

Comblin  trabajó  de  ese  modo  en  diversos  niveles,  en  el 
seminario  y en  el  Instituto  de  Teología  de  Recife  (ITER),  en  los 
cursos  de  evangelización  para  líderes,  hechos  a través  de  etapas 
intensivas  y en  distintos  lugares,  y en  las  comunidades  populares. 
Sus  textos  son  reveladores:  los  ponía  a la  altura  del  interlocutor. 
A quien  podía  comer  comida  sólida  no  le  daba  leche,  pero  a quien 
precisaba  comenzar,  él  sabía  la  medida  adecuada  y generosa  en 
simplicidad.  De  hecho,  el  Comblin  en  su  exilio  interno  en  Joáo 
Pessoa,  cuando  el  ITER  fue  cerrado  por  Roma  y el  sucesor  de 
don  Helder  hizo  soplar  otros  vientos  sobre  la  ciudad,  parecía 
ser  un  Comblin  diferente  de  aquel  que  impartía  conferencias  en 
congresos  y asesoraba  obispos  y movimientos  intelectuales  de 
Iglesia.  Asumía  lenguajes  diferentes,  hasta  posturas  diferentes, 
de  acuerdo  con  interlocutores  diferentes,  y eso  tenía  que  ver  con 
el  método  y sus  exigencias  en  cada  público.  Por  eso,  también, 
iba  de  una  conferencia  estimulante)  en  los  medios  populares  de 
las  comunidades  a una  crítica  llena  de  ironía  joanina  en  medios 
eclesiásticos  más  sofisticados.  Era  parte  del  método 


1 Uno  de  los  lugares  de  asesorías  regulares  de  Comblin  fue  el  Cenro  de  Orientación 
Misionera  (COM),  de  Caxias  do  Sul,  donde  también  asesoraban  otras  figuras 
importantes  del  método,  como  Carlos  Mesters  en  la  lectura  de  la  Escritura  en 
relación  a la  vida  del  pueblo  y su  sabiduría,  y Antonio  Cechin,  hermano  marista 
de  Porto  Alegre.  Este  último  desarrolló,  con  su  hermana  Matilde,  una  'catcquesis 
liberadora',  buscando  superar  la  catcquesis  tradicional  ('bancaria',  según  la 
expresión  de  Paulo  Freire)  y de  igual  modo  buscando  superar  la  catcquesis 
existencial  de  encuentro  en  la  fe  con  Cristo,  desarrollada  a partir  de  Francia,  pero 
volcada  hacia  la  subjetividad.  La  catcquesis  liberadora,  lanzada  en  un  congreso  en 
1968,  en  Medellín,  menos  de  dos  meses  antes  de  la  famosa  asamblea  posconciliar 
de  Medellín,  sigue  los  mismos  pasos  de  la  metodología  de  Paulo  Freire:  debe 
primero  encontrar  junto  a la  comunidad  de  los  que  se  forman  las  palabras  y los 
temas  generadores,  creando  debate,  consciencia,  compromiso  tanto  eclesial  como 
social.  Como  Freire,  Cechin  fue  apresado  y torturado. 


104 


4.  Ivan  Ulich  y José  Comblin 

Otro  gran  educador,  que  pasó  de  forma  meteórica  por  América 
Latina  y el  Caribe,  inclusive  Brasil,  inmediatamente  después  del 
concilio  Vaticano  II  y trajo  una  contribución  duradera  con  la 
cual  Comblin  se  sentía  identificado,  fue  Ivan  Illich.  A esta  altura 
conviene  observar  que  ambos  hacen  parte  de  un  movimiento  de 
desplazamiento  geográfico  y social,  y en  este  caso  igualmente 
eclesial,  que  facilita  el  distanciamiento  crítico  y nuevas  posturas 
creativas.  Del  mismo  modo,  otros  misioneros  y misioneras  que 
aportaron  de  Europa  o de  América  del  Norte  a América  Latina  y 
el  Caribe.  Este  desplazamiento  que,  en  términos  teológicos  puede 
ser  leído  también  como  cambio  de  'lugar  teológico',  facilitó  una 
'ruptura  epistemológica'  creativa. 

La  biografía  de  Ivan  Illich  es  fascinante.  Católico  de  padre 
croata  y madre  de  origen  judío,  se  formó  en  Austria  e Italia 
donde,  ya  como  sacerdote,  acompañó  de  cerca  el  Vaticano  II 
y aceptó  la  invitación  del  cardenal  Spellmann  para  trabajar 
en  Nueva  York  en  la  mediación  con  las  comunidades  latinas  y 
extranjeras  en  general.  En  ese  tiempo  asumió,  además,  la  rectoría 
de  la  Universidad  Católica  de  Puerto  Rico.  Con  esta  experiencia, 
conociendo  los  choques  de  cultura  y los  límites  de  la  escuela 
formal,  burocratizada  y reproductora  de  la  sociedad  a partir  de  las 
clases  hegemónicas,  fundó  el  Centro  de  Formación  Intercultural 
de  Fordham  que,  por  invitación  de  uno  de  los  grandes  obispos 
conciliares  latinoamericanos,  don  Sergio  Méndez  Arceo,  instaló 
asimismo  en  Cuemavaca,  México. 

Con  su  impulso,  el  franciscano  Joáo  Batista  Vogel  llevó  la 
iniciativa  a Brasil,  primero  a Anápolis,  después  Petrópolis,  Sao 
Paulo,  Río  de  Janeiro,  y finalmente  Brasilia.  Asumido  por  la 
Conferencia  Nacional  de  Obispos  e integrado  en  otras  iniciativas 
paralelas,  el  Centro  de  Formación  Intercultural  (Cenfi)  pasó  a ser, 
hasta  ahora,  el  Centro  Cultural  Misionero  en  Brasilia.  Ivan  Illich 
vino  a Brasil  para  dar  soporte  al  Cenfi.  Hasta  que,  bajo  el  fuego  de 
críticas  primarias  y violentas  del  episcopado  mexicano,  se  desligó 
del  sacerdocio  católico  y aceptó  invitaciones  internacionales  para 
docencia  en  el  área  de  educación. 

Ivan  Illich  tuvo  el  mérito  de  ayudar  a los  misioneros  a 
valorar  las  culturas  autóctonas,  las  diversas  formas  de  saberes,  la 
educación  a través  de  lo  cotidiano,  del  diálogo,  de  la  interacción 
comunitaria.  Como  Comblin,  fue  un  gran  apreciador  de  la  cultura 
'del  otro',  del  saber  popular,  y un  crítico  de  las  instituciones,  del 


105 


formalismo,  de  la  burocracia  que  se  toma  espacio  de  poder  por 
el  poder.  Su  libro  postumo  es  el  legado  de  la  crítica  más  radical 
y de  la  zambullida  evangélica  más  profunda,  lo  que  se  vislumbra 
ya  en  su  título:  La  corrupción  de  lo  mejor  engendra  lo  peor.  En  él, 
Illich  se  refiere  al  'Anticristo'  de  la  carta  de  Juan  como  traición  del 
espíritu  de  Cristo  desde  dentro  de  la  comunidad  que  pretende 
representarlo.  El  Anticristo  sería  algo  peor  que  un  demonio,  y solo 
cristianos  podrían  serlo,  solo  desde  dentro  del  cristianismo  podría 
surgir  el  Anticristo,  algo  con  las  formas  de  Cristo  pero,  en  verdad, 
su  opuesto.  Ese  es  el  lado  más  crítico  a la  burocratización  y al 
poder  de  una  iglesia  autocentrada,  un  ídolo  en  el  lugar  de  Cristo. 
Coherentemente,  la  tendencia  histórica  fue  siempre  la  acusación 
de  Anticristo  al  otro,  al  perseguidor  de  la  Iglesia.  Illich  insiste  en 
que  es  ella  misma,  no  su  opuesto,  en  su  máscara.  Sin  embargo, 
eso  no  es  todo,  son  apenas  algunas  páginas  iniciales,  porque  el 
resto  del  libro  es  afirmación  de  la  esperanza  y posibilidad  de  la 
experiencia  de  salvación  a partir  del  evangelio  en  su  desnudez, 
cargando  consigo  esta  misma  Iglesia.  En  ese  sentido,  hace  abun- 
dante hermanéutica  de  la  parábola  del  buen  samaritano  y la 
experiencia  evangélica  de  salvación  en  ese  encuentro  de  periferia 
institucional. 

Comblin,  como  don  Helder,  ayudó  al  Cenfi,  llevó  a allá  sus 
experiencias,  su  'ruptura  epistemológica'  y su  reubicación  eclesial 
desde  el  pueblo  de  los  pobres,  de  la  periferia  donde  vivió  hasta  el 
fin.  Fue  sensible  a los  aspectos  culturales  'del  otro',  y a la  búsqueda 
de  soluciones,  en  las  áreas  de  la  economía  y la  medicina,  con  la 
riqueza  de  saberes  puesta  en  común. 

No  es  necesario,  ciertamente,  saber  'quien  vino  primero',  mas 
resulta  incitante  observar  esta  coincidencia  y trueque  de  saber 
acontecido  entre  educadores  de  un  tiempo  y una  convicción 
común:  la  de  que  nadie  educa  a nadie  ejerciendo  poder  sobre  el 
otro,  pero  asimismo  nadie  se  educa  como  un  camino  individual 
cerrado  sobre  sí  mismo,  por  cuanto  el  camino  de  la  educación  es 
la  comunidad  de  vida  donde  todos  educan  a todos.  Comblin  supo 
llevar  las  consecuencias  muy  lejos,  y los  que  convivieron  con  él 
hicieron  esta  experiencia  junto  con  él. 


5.  José  Comblin,  en  los  otros 
y la  pedagogía  de  la  liberación 

Cuando  muere  un  maestro,  queda  para  los  que  lo  conocieron 
una  herencia  ineludible:  la  continuidad  de  su  enseñanza  y a la  vez 

106 


la  pregunta,  ¿'quién  puede  sustituir  a un  maestro'?  Ante  la  pascua 
de  José  Comblin,  quizá  muchos,  sumados,  puedan  llenar  un  poco 
el  silencio  y dar  continuidad  a un  modo  tan  radical  de  ser  cristiano 
e intérprete  de  los  caminos  del  cristianismo  y la  humanidad.  Si  la 
teología  que  caracteriza  de  manera  realmente  original  a América 
Latina  y el  Caribe  es  la  teología  de  la  'liberación',  este  maestro 
fue  un  pedagogo  de  la  libertad,  y la  continuidad  dependerá  de 
la  libertad  de  espíritu,  libertad  evangélica  y eclesial,  que  sus 
discípulos  estén  dispuestos  a abrazar.  La  liberación,  en  la  lección 
amplia  de  Comblin,  no  se  alcanza  lanzando  críticas  y apartándose 
de  las  instituciones  que  tienden  a matar  el  espíritu  y ejercer  el 
poder,  sino  más  bien,  positivamente,  traspasando  el  círculo 
cerrado  de  una  dialéctica  sin  salida;  se  trata  de  ejercer  de  manera 
creativa  la  vocación  evangélica  a la  libertad.  A esta  vocación  a la 
libertad  en  el  Nuevo  Testamento,  en  Jesús  y en  Pablo,  Comblin 
volvió  regularmente,  y la  libertad  es  el  título  de  una  de  sus  obras: 
Vocación  a la  libertad. 

Pero  se  trata  de  un  camino,  exige  una  pedagogía.  Uno  de  los 
pasos  es  soportar  las  consecuencias.  Comblin  no  fue  querido  por 
todos.  Su  pedagogía  incomodaba.  En  su  libertad  evangélica  decía 
con  tal  sencillez,  sin  levantar  la  voz,  lo  que  era  difícil  nombrar  en 
la  Iglesia  —los  vicios  de  la  voluntad  de  poder,  las  negociaciones, 
el  miedo  al  profetismo  y a la  coherencia,  entre  otros—,  al  punto  de 
sufrir  injurias.  Fue  el  caso  de  una  áspera  reprensión  que  sufrió  en 
la  asamblea  del  Consejo  Episcopal  Latinoamericano  y Caribeño 
en  Puebla.  Y de  los  carteles  de  la  organización  ultratradicionalista 
'Tradición,  Familia  y Propiedad',  de  la  cual  surgieron  los  actuales 
'Heraldos  del  Evangelio',  que  pedían  su  expulsión  del  país 
durante  la  represión  de  la  dictadura.  Sobre  lo  ocurrido  en  Puebla, 
de  cómo  fue  agarrado  del  cuello  contra  una  pared,  nos  comentó 
a un  grupo  informal  con  el  humor  sosegado  que  lo  caracterizaba: 
"Llegué  a pensar  en  aquel  instante,  que  había  llegado  al  fin  de 
mis  días". 

Comblin  nos  deja  la  lección  de  que  es  necesario  sacudirse  de 
los  hombros  las  eventuales  tentaciones  de  decepción  y amargura, 
y trabajar  creativamente  por  lo  mejor.  Después  de  Aparecida  me 
escribió  un  correo  electrónico  en  estos  términos: 

Trabajé  para  una  buena  interpretación  del  documento  de  Apa- 
recida, aun  cuando  él  tenga  defectos.  Regresamos  de  Puebla, 
en  1979,  sabiendo  que,  en  medio  de  la  colcha  de  retazos  de 
negociaciones,  el  porcentaje  sustancioso  de  Puebla  no  era 
mucho.  Pero  sabíamos  que  Puebla  sería  lo  que  los  intérpretes 


107 


harían  de  ella,  y entonces  nos  pusimos  a interpretar  y dar 
énfasis  a lo  que  creíamos  era  el  núcleo  sustancioso.  Hay  siempre 
una  lucha  de  interpretaciones,  como  aconteció  y aún  acontece 
con  el  concilio  Vaticano  II. 

Eso  era  parte  de  su  método. 

Comblin  no  hizo  ninguna  separación  entre  fe  y religión,  como 
se  podría  juzgar  con  apresuramiento  al  hacer  énfasis  en  sus  críticas 
al  formalismo  de  las  instituciones,  porque  sabía  que  la  expresión 
religiosa  es  humana  y es  una  gran  experiencia  popular.  La 
cuestión  es  cómo  llegar  de  la  religión  a la  fe,  y expresar  realmente 
fe  en  la  práctica  de  la  religión,  lo  que  Comblin  miraba  en  el  pueblo 
a su  alrededor,  aunque  no  en  la  codificación  demasiado  formal  de 
la  Iglesia. 

Éste  fue  uno  de  lo  últimos  asuntos  que  trató  de  profundizar 
en  su  biografía  intelectual:  la  posibilidad  de  mucha  religión  y poca 
fe,  la  necesidad  de  gran  fe  y religión  no  complicada.  La  piedad  con 
que  lo  vi  recorrer,  en  el  último  año,  los  lugares  marcados  por  el 
martirio  de  don  Oscar  Romero,  uno  de  los  obispos  que  él  admiró, 
testimonia  que  fue  un  maestro  de  gran  fe  y de  religión  simple, 
gracias  a la  libertad  evangélica  que  él  trajo  consigo  como  viento 
del  Espíritu. 


108 


Capítulo  VIII 

Tareas  inacabadas 
de  las  generaciones,  el  reino 
de  Dios  y el  nuevo  imperio 

Jung  Mo  Sung 


En  setiembre  de  2006,  en  un  seminario  promovido  por 
el  CEPIS,  Centro  de  Educación  Popular  del  Instituto  Sedes 
Sapientiae,  en  Sao  Paulo,  José  Comblin  afirmó: 

Una  nueva  generación  puede  abandonar  la  tarea  inacabada  de 
la  generación  anterior  y comenzar  otra  obra  que  dejará  también 
inacabada.  La  historia  humana  es  hecha  de  obras  inacabadas. 

No  podemos  tener  la  ambición  de  pensar  que  las  generaciones 
siguientes  van  simplemente  a continuar  lo  que  hicieron  las 
generaciones  anteriores.  Esto  no  puede  impedir  el  movimiento 
en  vista  de  los  cambios  necesarios  1. 

Cuando  leí  ese  texto,  luego  vino  a mi  memoria  el  primer  texto 
del  pade  Comblin  que  leí  por  recomendación  de  mi  profesor  frei 


1 Comblin,  José.  Retomar  a Teología  da  Libertando  na  América  Latina.  Seminário  com 
Pe.  José  Comblin  25  e 26  de  Setembro  de  2006.  Cepis,  Sao  Paulo.  Sao  Paulo,  Cepis, 
2007,  p.  30. 


109 


Gorgulho:  'Historia  y salvación'  2,  de  1968.  En  él,  por  primera  vez 
me  enfrenté  con  una  crítica  teológica  a las  filosofías  de  la  historia: 
la  del  progreso  y la  de  la  revolución  que  llevaría  a la  humanidad 
a liberarse  de  las  dominaciones  de  unos  sobre  otros  y de  la 
naturaleza  sobre  los  seres  humanos.  Comblin  presentaba  la  tesis 
de  que  la  categoría  central  de  la  concepción  bíblica  de  la  historia 
es  'toledót',  generaciones  o genealogía: 

El  ritmo  fundamental  de  la  historia  está  constituido  por  la 
generación.  La  historia  es  sucesión  de  generaciones.  Cada  una 
recibe  la  herencia  de  Dios,  el  don  de  Dios,  con  el  encargo  de 
guardarlo  y desarrollarlo  3. 

En  esa  época,  aún  muy  influenciado  por  el  optimismo  del 
pensamiento  marxista,  yo  estaba  estudiando  el  tema  de  la  teología 
de  la  historia.  La  lectura  del  texto  de  Comblin  fue  como  un 
sacudimiento  sísmico  en  mi  'edificio  teológico'  que  recién  emergía 
del  suelo.  Como  estudiante  de  teología,  había  asumido  sin  mayor 
criticidad  una  noción  muy  presente  en  la  teología  de  la  liberación 
de  la  época:  la  historia  caminaba  hacia  la  liberación,  estábamos 
construyendo  el  reino  de  Dios  y el  propio  Dios  se  encontraba  al 
frente,  guiándonos  en  la  'travesía  del  desierto'  hacia  la  conquista 
de  la  tierra  prometida.  Fue  la  primera  vez  que  leí  un  texto  de  un 
teólogo  de  la  liberación  que  hacía  críticas  que  tocaban  también  a 
la  propia  teología  de  la  liberación.  Debo  confesar  que  ese  sentido 
crítico  de  Comblin  —que  después  hallé  en  autores  como  Juan  Luis 
Segundo  y Hugo  Assmann— , que  abarca  igualmente  la  crítica  a la 
propia  corriente  teológica  a la  que  se  pertenece,  me  marcó  mucho. 

No  me  considero  especialista  en  el  pensamiento  de  Comblin, 
a pesar  de  que  leí  casi  todos  sus  libros.  Últimamente  he  incen- 
tivado a mis  estudiantes  de  maestría  y doctorado  en  ciencias  de 
la  religión  a estudiar  su  pensamiento.  (En  este  momento,  dos 
de  mis  dirigidos  de  maestría  —ambos  evangélicos  de  tradición 
pietista—  preparan  disertaciones  sobre  la  obra  de  Comblin).  Y 
es  en  calidad  de  alguien  muy  influido  por  su  modo  de  pensar, 
que  quiero  proponer  algunas  reflexiones  acerca  de  la  concepción 
de  la  historia  y la  lucha  por  el  reino  de  Dios  en  el  pensamiento 
de  Comblin,  teniendo  como  eje  de  argumentación  la  cita  que  se 
encuentra  al  inicio. 


2 Comblin,  José.  Os  sinais  dos  tempos  e a evangelizando.  Sao  Paulo,  Duas  Cidades, 
1968,  cap.  X. 

3 Ibídem,  p.  186. 


110 


Que  yo  sepa,  además  de  los  libros  publicados  en  la  década 
de  1960  4,  ese  texto  del  seminario  de  2006  es  de  los  pocos  donde 
él  trata  de  la  historia  a partir  de  la  noción  de  generación.  No  creo 
que  haya  dejado  de  lado  por  todo  ese  tiempo  esa  noción  de  la 
historia  como  sucesión  de  generaciones.  Por  el  contrario,  pienso 
que  escribió  libros  como  El  tiempo  de  la  acción : ensayo  sobre  el 
Espíritu  y la  historia  5 6;  La  fuerza  de  la  palabra  6 y Vocación  para  la 
libertad  7,  donde  recorre  los  veinte  siglos  de  cristianismo  teniendo 
como  telón  de  fondo  esa  noción  de  historia. 

Pero  antes  de  iniciar  la  reflexión  propiamente  dicha,  considero 
importante  aclarar  una  cosa.  Tuve  el  placer  de  recibir  clases  con  él 
en  la  Facultad  de  Teología  de  Nuestra  Señora  de  la  Asunción,  en 
Sao  Paulo,  y siempre  traté  de  estar  cerca  suyo  en  los  encuentros 
de  teólogos,  por  ejemplo  en  los  encuentros  anuales  de  la  SOTER 
(Asociación  de  Teología  y Ciencias  de  la  Religión),  procurando 
escuchar  sus  comentarios  hechos  en  voz  baja.  Quien  lo  conoció, 
sabe  que  no  intervenía  mucho  en  plenarias  en  esos  encuentros. 
Conversaba  con  él  en  los  intervalos  y corredores.  Y una  vez  me  dijo 
que,  en  ese  tipo  de  encuentros,  es  en  los  corredores  que  realmente 
aprendemos  algo  nuevo.  Y lo  tengo  como  un  gran  intelectual,  de 
la  Iglesia  en  América  Latina  y el  Caribe,  y además  en  la  sociedad. 
Un  intelectual  en  la  acepción  dada  a la  palabra,  por  ejemplo,  por 
Edward  Said: 

El  objetivo  de  la  actividad  intelectual  es  promover  la  libertad 
humana  y el  conocimiento.  Pienso  que  eso  aún  hoy  es  verdad, 
a pesar  de  la  acusación  repetida  con  frecuencia  de  que  "las 
grandes  narrativas  de  emancipación  y explicación"  —como  el 
filósofo  contemporáneo  Lyotard  llama  tales  ambiciones  heroicas 
asociadas  a la  Edad  'Moderna'  — ya  no  tienen  aceptación  en  la 
era  del  posmodemismo  8. 

Comblin,  pese  a ser  crítico  de  la  modernidad,  nunca  dejó 
de  lado  el  desafío  de  promover  la  libertad  y,  para  eso,  pensar  y 
repensar  la  historia  en  una  perspectiva  liberadora  desde  la  opción 


4 Además  de  Sinais  dos  tempos  e evangelizando,  O provisorio  e o definitivo.  Sao  Paulo, 
Herder,  1968. 

5 Petrópolis,  Vozes,  1982. 

6Petrópolis,  Vozes,  1986. 

7 Sao  Paulo,  Paulus,  1998. 

8 Said,  Edward  W.  Representantes  do  intelectual:  as  Conferencias  Reith  de  1993.  Sao 
Paulo,  Cia  das  Letras,  2005,  p.  31. 


111 


por  los  pobres.  Su  criticidad  mordaz  no  se  dirigía  solamente  a los 
poderosos  de  la  sociedad  y de  la  Iglesia,  sino  de  igual  modo  al 
'bando  de  las  víctimas  y los  vencidos',  al  que  sirvió  toda  su  vida. 
Porque,  ser  intelectual  no  es  ser  crítico  nada  más  de  la  dominación 
o los  poderosos, 

...sino,  antes,  pensar  la  vocación  intelectual  como  algo  que 
mantiene  un  estado  de  alerta  constante,  de  disposición  perpetua 
para  no  permitir  que  medias  verdades  o ideas  preconcebidas 
guíen  a las  personas  9. 

Homenajear  a pensadores  como  Comblin  es  mucho  más  que 
repetir  sus  ideas  o dedicarles  elogios,  es  seguir  su  camino  de  la 
vocación  intelectual,  de  un  pensamiento  crítico  de  la  realidad 
existente  e igualmente  de  los  errores  e ilusiones  de  los  que  luchan 
contra  la  realidad  dominante.  Con  ello,  es  claro,  también  pagar  el 
precio  de  incomprensiones  y críticas. 


1.  La  historia  como  sucesión  de  generaciones 

En  la  cita  hecha  al  inicio  de  este  capítulo,  Comblin  nos 
presenta  cuatro  ideas: 

a)  "Una  nueva  generación  puede  abandonar  la  tarea  inacabada 
de  la  generación  anterior  y comenzar  otra  obra  que  dejará 
también  inacabada"; 

b)  "La  historia  humana  es  hecha  de  obras  inacabadas"; 

c)  "No  podemos  tener  la  ambición  de  pensar  que  las  gene- 
raciones siguientes  van  simplemente  a continuar  lo  que  hi- 
cieron las  generaciones  anteriores"; 

d)  "Esto  no  puede  impedir  el  movimiento  en  vista  de  los 
cambios  necesarios". 

Él  no  piensa  en  la  historia  como  una  totalidad  que  tendría  una 
unidad  intrínseca  a ella,  como  una  flecha  disparada  en  dirección 
al  futuro.  Su  categoría  de  entrada  para  pensar  la  historia  es  la 
de  generaciones.  Ya  en  la  década  de  1960,  cuando  teólogos  de 
la  liberación  empezaban  a dialogar  con  y a usar  el  pensamiento 
marxista  en  sus  análisis  de  la  realidad  y de  las  prácticas 


9 Ibídem,  p.  36. 

112 


liberadoras,  algunos  asumiendo  casi  por  completo  el  optimismo 
de  la  dialéctica  hegeliano-marxista  en  relación  al  desarrollo  de 
la  historia,  Comblin  decía  que  "el  hegelianismo  y sus  derivados 
transforman  el  cristianismo  en  un  mito  grandioso.  El  marxismo, 
por  ejemplo,  es  la  gran  mitología  de  nuestro  tiempo"  10. 

El  problema  de  los  mitos  que  narran  el  nacimiento  del 
verdadero  mundo  es  que,  al  colocar  los  dramas  y las  luchas  que 
vivimos  como  preámbulo  de  la  verdadera  historia,  acaban  por 
negar  la  historia  humana.  Los  dramas  y sufrimientos  humanos 
y las  alegrías  de  las  conquistas  del  presente,  pierden  valor 
frente  a la  gran  liberación  que  vendrá  después  de  la  'liberación'. 
Revolución  o liberación  ésa  que  justificarían  asimismo,  todos  y 
cualquier  medios  para  conseguirla.  No  obstante,  al  criticar  esos 
mitos  no  podemos  ignorar  que  esa  visión  mítica  de  la  historia  es 
capaz  de  fascinar  a las  masas  porque  corresponde  a un  deseo  y a 
la  estructura  psíquica  más  profunda  de  los  seres  humanos.  Esto 
es,  son  extremadamente  atrayentes. 

Mientras  diversos  autores  argumentaban  —y  algunos  todavía 
lo  hacen—  en  favor  de  la  tesis  de  que  los  mitos  que  expresan 
ese  deseo  profundo  serían  expresión  anticipada  del  mundo  que 
será  —sea  porque  prometido  por  Dios  o porque  la  evolución  del 
universo  caminaría  en  esa  dirección—,  Comblin  la  criticó  como 
una  visión,  además  de  equivocada,  opresora.  Pues,  para  él,  esa 
visión  de  la  construcción  de  la  verdadera  historia,  que  estaría  por 
detrás  de  los  'dolores  de  parto'  que  el  pueblo  experimenta  en  sus 
vidas,  en  el  fondo,  sirve  para  justificar  la  dominación. 

En  otras  palabras,  son  visiones  míticas  de  la  historia  que 
sirvieron  muy  bien  —y  aún  sirven—  para  legitimar  los  imperios 
o sistemas  opresivos  totalitarios,  sean  ellos  hoy  capitalistas  o 
socialistas/comunistas.  Por  fin,  si  los  sufrimientos  del  pueblo  son 
dolores  del  parto  o el  camino  necesario  para  la  paz  y redención, 
¿por  qué  deberíamos  luchar  contra  ellos? 

Comblin  nos  dice  que: 

En  la  revelación  bíblica,  la  historia  es  lo  que  viene  después 
de  la  creación  del  mundo.  El  mundo  no  debe  ser  creado  por 
el  hombre.  Ya  fue  hecho  antes  de  el  hombre  llegar.  No  fue  la 
creación  el  resultado  de  una  lucha  dramática,  sino  apenas 
acto  soberano  de  Dios...  La  revelación  bíblica  desmitifica  el 
mundo  n. 


10  Comblin,  José.  Os  sinais  dos  tempos  e a evangelizando,  op.  cit.,  p.  183. 

11  Ibídem,  p.  185. 


113 


Entonces,  ¿cuál  es  la  'doctrina  bíblica'  sobre  la  historia?  Para 
él, 


. . .las  síntesis  más  completas  se  encuentran  en  Mt  1,1-17  y Le  3,23- 
38:  las  genealogías  de  Cristo.  Éstas  completan  las  genealogías  de 
la  humanidad  de  Gn  1-11,  especialmente  los  capítulos  5 y 10-11 
y las  genealogías  de  Israel  (notablemente  las  de  Nm  y 1 y 2 Cr 12. 

Como  vimos  arriba,  la  palabra  bíblica  que  expresa  el  concepto 
de  historia  es  'toledót',  generaciones  o genealogía. 

No  habría  historia  si  no  hubiese  la  generación.  El  ritmo 
fundamental  de  la  historia  es  constituido  por  la  generación. 

La  historia  es  sucesión  de  generaciones.  Cada  una  recibe  la 
herencia  de  Dios,  el  don  de  Dios,  con  el  encargo  de  guardarlo 
y desarrollarlo  13. 

La  marcha  de  la  historia  es  de  la  responsabilidad  de  cada 
generación;  cada  una  recibe  el  mundo  en  el  estado  en  que  fue 
elaborado  por  la  generación  anterior,  y la  misión  que  le  incumbe 
es  entregar  a la  siguiente  un  mundo  mejor  del  que  recibió. 

Como  no  existe  un  drama  o 'scip'  escrito  a priori,  es  respon- 
sabilidad de  cada  generación  decidir  si  continúa  el  caminar  de 
la  anterior,  si  lo  modifica  o asume  otro  camino.  La  historia  no  es 
una  sucesión  de  generaciones  en  la  cual  podríamos  ver  un  sentido 
'lineal',  una  línea  de  evolución  o desarrollo  en  dirección  a la 
plenitud.  En  otras  palabras,  no  hay  un  desarrollo  o una  evolución 
acumulativa  que  se  aproximaría  o llevaría  a la  plenitud  o al 
acabamiento  de  la  obra. 

Esa  crítica  a una  visión  'acumulativa'  del  desarrollo  de  la 
historia,  que  en  el  fondo  es  la  base  del  mito  del  progreso  que  marcó 
el  mundo  moderno  —en  la  versión  liberal  y en  la  marxista—  y aún 
marca  el  sistema  económico  capitalista  global  en  el  cual  vivimos, 
no  significa  volver  a una  visión  cíclica  del  tiempo  —como  la 
de  las  culturas  antiguas—  o asumir  una  visión  posmodema 
completamente  fragmentaria  del  paso  de  la  humanidad  sobre  la 
tierra,  que  niega  la  propia  noción  de  historia. 

Comblin  expresa  que  una  generación  puede  abandonar  la 
tarea  inacabada  de  la  generación  anterior  y dejar  para  la  próxima 
su  tarea  también  inacabada.  Después,  sostiene  que  la  historia 


12  ídem. 

13  Ibídem,  p.  186. 


114 


es  hecha  de  obras  inacabadas,  porque  es  fundamentalmente  la 
sucesión  de  las  generaciones.  En  otro  libro  de  la  década  de  1960, 
Lo  provisional  y lo  definitivo,  indica: 

Los  "dialécticos"  y los  "evolucionistas"  discuten  respecto  de 
la  interpretación  de  la  historia  humana.  La  Biblia  no  entra  en 
ese  debate  que,  además,  ella  ignora.  Por  otro  lado,  valora  un 
aspecto  del  tiempo  humano,  tal  vez  banal,  aunque  fundamental: 
la  sucesión  de  las  generaciones.  El  hombre  es  corporal.  Es  a 
través  de  su  cuerpo  que  él  entra  en  la  historia.  Ahora  bien,  su 
cuerpo  ocupa  un  lugar  limitado  en  el  tiempo.  Se  halla  inserto  en 
la  cadena  de  generaciones.  He  aquí  el  hecho,  muy  simple,  pero 
capital,  propuesto  por  la  Biblia  14. 

A partir  de  la  corporeidad  del  ser  humano  como  punto  clave 
para  comprender  la  historia  como  sucesión  de  generaciones, 
Comblin  afirma  que  el  tiempo  humano  es  cíclico,  inevitablemente 
cíclico  porque  las  generaciones  son  cíclicas.  Pero,  al  mismo 
tiempo,  la  sucesión  de  generaciones  es  continua  y progresiva. 
"Cada  hombre  debe  nacer  y crecer,  esto  es,  la  experiencia  de  las 
generaciones  anteriores  no  dispensa  de  la  necesidad  de  rehacer 
el  camino  de  todo  el  mundo"  15.  ¡Cíclico  y a la  vez  continuo  y 
progresivo! 

Algo  muy  significativo  para  el  pensamiento  de  Comblin  es 
justamente  esa  vinculación  entre  las  existencias,  generaciones, 
anteriores  y posteriores.  Esa  visión  de  la  historia  es  bastante 
inquietadora,  por  no  decir  perturbadora,  pues  coloca  en  el  centro 
de  la  historia  su  carácter  provisional  y el  futuro  como  algo  abierto, 
a ser  escrito  por  las  futuras  generaciones  con  sus  tareas  siempre 
inacabadas. 

Si  recordamos  la  afirmación  de  Freud  de  que  la  fuerza  de  la 
religión  reside  en  la  ilusión,  en  la  creencia  de  la  realización  de 
los  deseos  como  factor  prominente  de  la  motivación  16,  es  fácil 
entender  que  la  concepción  bíblica  de  la  historia  presentada  por 
Comblin  podría  encontrar  resistencia  en  numerosos  adeptos  de 
las  más  diversas  religiones.  Lo  que  atrae  a muchos,  modernos  y 
premodemos,  conservadores  o progresistas  en  términos  sociales, 
es  la  garantía  de  que  Dios  o el  Bien  Supremo  guía  las  luchas  por  la 


14  Comblin,  José.  O provisorio  e o definitivo,  op.  cit.,  p.  47. 

15  Ibídem,  p.  50. 

16  Freud,  Sigmund.  "O  futuro  de  urna  ilusáo",  en:  Freud.  Sao  Paulo,  Abril  Cultural 
(Col.  Os  Pensadores),  1978,  pp.  85-128. 


115 


liberación  o salvación  y que,  por  tanto,  la  victoria  está  garantizada; 
aun  cuando  no  sepamos  'cómo'  eso  ocurrirá. 

Para  Comblin,  en  cambio,  esas  certezas  no  pasan  de  visiones 
míticas,  de  fugas  de  la  historia: 

La  fuga  hada  lo  eterno  y lo  absoluto  es  un  truco  de  la  condenda 
para  esconder  una  debilidad.  La  fuga  hada  lo  eterno  se  apoya  en 
los  mitos  y de  ellos  se  sirve  para  intentar  desmentir  la  realidad 
provisional  y olvidar  su  carácter  frágil.  Pues,  para  un  hombre  es 
un  desafío  tener  que  enfrentar  permanentemente  la  fragilidad 
de  su  condidón  y la  incertidumbre  de  lo  que  es  y puede  17. 

En  la  mentalidad  tradicional,  esa  fuga  del  tiempo,  de  la 
historia  provisional,  se  daba  en  la  vuelta  al  pasado,  a lo  que 
era  en  el  inicio,  antes  de  la  historia.  En  los  tiempos  modernos, 
encontramos  visiones  míticas  de  la  historia  —algunas  bajo  la 
apariencia  de  ciencia—  volcadas  al  futuro.  No  quiero  retomar 
aquí  las  críticas  a los  mitos  de  progreso  o de  la  'mano  invisible  del 
mercado',  ya  estudiadas  en  distintos  libros,  sin  embargo  rescato 
una  aseveración  de  Comblin  que  toca  directamente  a la  teología  y 
al  cristianismo  de  liberación: 

El  propio  mesianismo  difídlmente  escapa  a la  censura  de  la 
mitología.  Si  fuera  considerado  al  pie  de  la  letra,  puede  muy 
bien  ser  representado  como  una  forma  de  mito  del  futuro.  Es  una 
historia  ejemplar  de  acontecimientos  de  orden  esencialmente  en 
el  futuro.  Pero  el  cristianismo  no  es  un  mesianismo:  él  utiliza 
temas  del  mesianismo  para  decir  otra  cosa  18. 

Esa  idea  de  Comblin  en  el  decenio  de  1960,  que  retomó  a 
partir  de  la  noción  de  la  historia  como  sucesión  de  generaciones 
en  2006,  aún  puede  provocar  'sacudidas'  en  los  edificios  teoló- 
gicos de  muchos  grupos  del  cristianismo  de  liberación  porque  la 
mentalidad  mesiánica,  en  el  sentido  tradicional,  sigue  presente. 
Como  un  ejemplo  de  esa  mentalidad  mesiánica,  fruto  en  gran 
parte  de  la  unión  entre  la  visión  mesiánica  religiosa  y de  las 
teorías  sociales  modernas  de  inspiración  marxista,  presento  aquí 
una  afirmación  de  la  Carta  final  dirigida  a las  comunidades  del 


17  Comblin,  J.  O provisorio  e o definitivo,  op.  cit.,  p,  74. 

18  Ibídem,  p.  80.  Discutí  anteriormente  esa  cuestión  del  cristianismo  y el  mesianis- 
mo en  otro  artículo  dedicado  a Comblin:  "El  Mesías  derrotado  y la  liberación",  en: 
Sung,  J.  M.  Semillas  de  esperanza.  La  fe  cristiana  en  un  mundo  en  crisis.  San  José,  DEI, 
2012,  cap.  3. 


116 


XII  Intereclesial  de  las  Comunidades  de  Base,  realizado  en  julio 
de  2009  en  el  corazón  de  la  Amazonia  19. 

Sabemos  que  las  cartas  o documentos  finales  de  grandes 
encuentros  son  producidos  de  manera  colectiva  y,  con  frecuencia, 
se  juntan  posiciones  teóricas  y sociales  conflictivas.  Por  eso,  mi 
reflexión  sobre  una  cita  no  debe  ser  vista  como  una  crítica  general 
al  documento,  y mucho  menos  al  Intereclesial  o a las  CEB  como 
tales.  Solo  quiero  apuntar  la  presencia  de  una  visión  mesiánica  en 
la  Carta  final,  expresión  de  un  cierto  mesianismo  presente  en  el 
interior  del  cristianismo  de  liberación. 

En  el  párrafo  19  de  la  carta  está  escrito: 

En  la  mañana  del  último  día,  fuimos  guiados  por  el  texto  del 
Apocalipsis:  "El  ángel  me  mostró  un  río  de  agua  viva...  El  río 
brotaba  del  trono  de  Dios  y del  Cordero...  de  cada  lado  del  río 
estaban  plantados  árboles  de  la  vida...  Sus  hojas  sirven  para 
curar  a las  naciones"  (Ap,  22,  1-2).  Bebamos  en  el  manantial  de 
la  fe  que  nos  une  a todos  y todas,  en  la  única  familia  humana, 
como  hijos  e hijas  de  la  misma  Madre-tierra,  la  Pacha-mama 
de  los  pueblos  andinos,  la  tierra  sin  males  de  los  pueblos 
guaraníes,  en  la  búsqueda,  sueño  y construcción  del  reino  de 
Dios  anunciado  por  Jesús  (la  itálica  es  mía). 

El  grupo  se  afirma  haciendo  parte  de  una  gran  tradición 
humana,  que  trasciende  el  cristianismo,  de  una  tradición 
que,  unidos  en  la  fe,  busca,  sueña  y construye  el  reino  de  Dios 
anunciado  por  Jesús.  Una  afirmación  que  pasa  desapercibida 
para  la  mayoría  de  los  lectores  y lectoras,  pues  expresa  una  idea 
consolidada  en  lo  que  podríamos  llamar  inconsciente  colectivo 
del  cristianismo  de  liberación  20.  La  ampliación  de  la  fuente  de  la 
tradición  hacia  religiones  no  cristianas  podría  parecer  novedosa  a 
quien  no  esté  muy  acostumbrado  a esos  encuentros,  sin  embargo 
la  idea  de  la  tarea  de  la  construcción  del  reino  de  Dios  es  bastante 
'tradicional',  si  podemos  usar  esa  palabra  para  el  período  de  los 
últimos  cincuenta  años  en  las  iglesias  de  América  Latina  y el 
Caribe. 


19  Disponible  en  Internet  http://www.cnbb.org.br/site/eventos/12o-intereclesial. 
Accesado  en  diciembre/2011. 

20  Estoy  usando  la  expresión  'inconsciente'  en  el  sentido  propuesto  por  Frantz 
Fanón:  "el  conjunto  de  preconceptos,  mitos,  actitudes  colectivas  de  un  grupo  de- 
terminado", resultado  de  imposiciones  culturales  irreflexivas.  Fanón,  Frantz.  Pele 
negra,  máscaras  brancas.  Salvador,  Edufba,  2008,  p.  159. 


117 


En  el  lenguaje  de  Comblin,  diríamos  que  la  actual  generación 
está  asumiendo  la  tarea  de  dar  continuidad  a la  lucha  por  la 
construcción  del  reino  de  Dios,  iniciada  y dejada  por  las  gene- 
raciones anteriores.  Con  todo,  hay  algo  extraño  en  esa  afirmación. 
Las  CEB  deben  continuar  la  lucha  por  la  construcción  del  reino 
de  Dios,  porque  ese  reino  fue  anunciado  por  Jesús.  Esa  relación 
de  causalidad,  el  '¿por  qué?',  no  está  dicho  de  modo  explícito,  si 
bien  se  sobreentiende  que  Jesús,  quien  lo  anunció,  es  autoridad 
suficiente  para  que  la  comunidad  asuma  o continúe  la  tarea. 

Jesús  es  presentado  aquí  como  anunciador  del  reino  de  Dios 
y las  CEB,  ampliadas  con  pueblos  de  otras  tradiciones  religiosas  y 
culturales,  como  constructores,  realizadores  del  reino  anunciado. 
En  ese  sentido,  me  parece  que  Jesús  pierde  la  función  de  Mesías, 
aquel  que  trae  o realiza  el  reino  de  Dios  en  el  mundo,  y es 
desplazado  a la  función  de  Juan  Bautista,  aquel  que  anuncia  la 
venida  del  Mesías.  Y las  comunidades  ocupan  el  lugar  del  Mesías, 
aquel  cuya  tarea  es  la  construcción  del  reino  de  Dios. 

Es  claro  que,  planteada  de  esa  forma,  la  afirmación  se  toma 
extraña;  por  lo  menos  si  asumimos  los  límites  de  la  tradición 
teológica  cristiana.  O sea,  ¡Jesús  es  el  Cristo,  el  Mesías!  Solo 
que  él  no  fue  capaz  de  realizar  lo  que  se  espera  de  un  mesías: 
la  implantación  de  un  reino  de  justicia  deseado  por  Dios.  Si 
mantuviésemos  la  concepción  tradicional  de  mesías,  "de  alguien 
enviado  por  una  divinidad  para  traer  la  victoria  del  bien  sobre 
el  mal,  o para  corregir  la  imperfección  del  mundo,  permitiendo 
el  advenimiento  del  paraíso  terrestre"  21,  Jesús  no  puede  ser 
considerado  el  Mesías.  La  opción  aquí  es  obvia:  o se  niega  de 
manera  explícita  que  Jesús  es  el  Mesías  esperado  porque  no 
trajo  esa  victoria  —el  argumento  tradicional  de  los  judíos—  o se 
modifica  la  expectativa  mesiánica,  por  ejemplo,  postergando  para 
la  vida  después  de  la  muerte,  en  el  'cielo',  la  realización  de  esa 
victoria  y quitándole  todo  carácter  terreno.  O bien,  para  mantener 
el  carácter  terreno  del  reino  y no  descalificar  a Jesús,  se  lo  presenta 
como  aquel  que  anuncia  y garantiza  la  construcción  del  reino  en 
la  historia  y encarga  a las  CEB  para  su  realización.  Que  parece  ser 
el  camino  adoptado,  inconscientemente,  en  la  referida  Carta  final. 
La  cuarta  posibilidad  es  que  el  reino  se  manifestaría  o acontecería 
en  las  nuevas  relaciones  humanas  y sociales  construidas  en  el 
interior  de  la  historia,  aunque  de  modo  provisional,  como  señal 


21  Queiroz,  Mana  Isaura  Pereira  de.  O messianismo  no  Brasil  e no  mundo.  Sao  Paulo, 
Alfa-Omega,  1976  (2a.  ed.,  ver.  amp.),  p.  27. 

118 


antiripatoria  del  reino  definitivo  esperado  más  allá  de  la  historia. 
En  esta  perspectiva,  la  construcción  es  de  nuevas  relaciones 
sociales  e institucionales,  pero  no  del  reino  de  Dios  22 . 

De  cualquier  manera,  la  opción  de  la  Carta  final  no  nos  parece 
satisfactoria.  Aquí  vale  la  pena  retomar  la  afirmación  hecha  por 
Comblin  en  su  crítica  a los  mesianismos  como  una  forma  de  huir 
de  la  historia  en  dirección  a lo  absoluto  y eterno:  "el  cristianismo 
no  es  un  mesianismo:  él  utiliza  temas  del  mesianismo  para  decir 
otra  cosa"  23.  Decir  que  el  cristianismo  no  es  un  mesianismo  o 
que  Jesús  no  es  el  Mesías  de  las  expectativas  humanas,  es  otro 
modo  de  afirmar  que  la  historia  humana  no  es  una  historia  de 
un  final  acabado,  sino  una  sucesión  de  generaciones  que  dejan 
sus  tareas  inacabadas.  Ninguna  generación  o ningún  'super- 
humano',  mesías,  tiene  el  poder  para  realizar  plenamente,  de 
manera  absoluta  y acabada,  su  proyecto,  por  mejor  que  sea,  por 
más  que  exprese  la  voluntad  divina. 

Por  eso,  Comblin  sostiene  que, 

...la  novedad  del  cristianismo  no  es  el  deseo  de  lo  infinito,  es 
el  amor  de  las  cosas  finitas,  el  amor  de  las  cosas  que  pasan.  El 
hombre  fue  creado,  precisamente,  para  vivir  lo  eterno,  para 
amar  a Dios,  en  la  dimensión  del  tiempo,  pasando  y dejándose 
pasar,  y forzando  el  paso.  El  hombre  fue  hecho  para  vivir  lo 
eterno  en  la  sucesión  y el  instante  que  pasa.  No  es  apartándose 
de  las  cosas  que  pasan  que  él  se  une  a Dios.  Por  el  contrario,  es 
sumergiéndose  en  ellas,  captándolas,  abarcándolas  enteramente, 
buscando  salvarlas  24. 

La  novedad  consiste  en  continuar  la  lucha  a favor  de  los 
pobres  y marginados  aun  sabiendo  que  no  hay  'solución  final', 
puesto  que  en  esa  lucha  se  revela  la  presencia  de  Dios  en  la 
historia.  En  eso  consiste  afirmar  que  el  Crucificado,  el  derrotado 
por  el  imperio  que  se  proclamaba  absoluto,  es  el  Mesías. 

Volvamos  a la  afirmación  de  la  Carta  final.  Si  la  argumentación 
que  presenté  tiene  algún  sentido,  la  pregunta  que  surge  es:  ¿cómo 
fue  posible  que  esa  afirmación,  que  desplaza  el  lugar  de  Jesús 
de  mesías  a anunciador  del  reino  y presenta  a las  CEB  como  su 
constructor,  pasó  desapercibida  a tantos  asesores  teológicos  o 


22  Vide,  por  ejemplo,  Assmann,  Hugo  & Sung,  Jung  Mo.  Deus  em  nós:  o reinado  que 
acontece  no  amor  solidário  aos  pobres.  Sao  Paulo,  Paulus,  2010. 

23  Comblin,  J.  O provisorio  e o definitivo,  op.  cit.,  p.  80. 

24  Ibídem,  p.  72. 


119 


a líderes  laicos  con  formación  teológica?  Mi  hipótesis,  que  no 
es  importante  aquí,  es  que  la  expresión  'construcción  del  reino 
de  Dios'  se  volvió  tan  común,  tan  presente  en  el  medio  de  los 
sectores  del  cristianismo  de  liberación,  que  casi  nadie  piensa  más 
críticamente  sobre  ella.  Se  pronuncia,  se  afirma,  y punto. 

El  problema  no  reside  en  el  hecho  de  que  esa  idea  se  volvió 
tan  común  y es  repetida  acríticamente.  Hay  algunas  cuestiones 
subyacentes  a esa  repetición  que  necesitamos  analizar.  Primero,  la 
idea  de  construcción,  o mejor,  la  metáfora  de  la  construcción  del 
reino,  lleva  a las  personas  a comprender  su  lucha  por  el  reino  de 
Dios  como  un  proceso  donde  los  constructores  que  vienen  después 
del  tumo  anterior  o de  la  generación  anterior,  deben  continuar  la 
tarea  dejada  inacabada.  Y si  la  actual  generación  de  constructores 
no  fuese  capaz  de  terminar  la  obra,  la  próxima  deberá  continuar 
la  tarea  inacabada  hasta  que  una  generación  la  complete.  Según 
tal  concepción,  la  generación  posterior  puede  ampliar  el  proyecto, 
agregar  otros  temas  (en  la  metáfora  de  la  construcción  de  una 
casa,  añadir  'aposentos')  —por  ejemplo,  adicionar  el  tema  del 
medio  ambiente  a la  lucha  por  la  liberación  de  los  pobres—, 
sin  embargo  no  tiene  la  libertad  de  abandonar  el  proyecto  o de 
remodelar  completamente  el  proyecto.  En  otras  palabras,  no  existe 
la  opción  para  una  generación  de  dejar  el  proyecto  inacabado 
de  la  generación  anterior  y comenzar  otro,  que  también  dejará 
inacabado.  Opción  ésa  que  solo  es  comprensible  y aceptable 
dentro  de  la  visión  de  la  historia  como  hecha  de  obras  inacabadas; 
uno  de  los  temas  centrales  del  pensamiento  de  Comblin. 

Esto  nos  remite  a la  tercera  tesis  de  la  cita  de  Comblin  que 
está  guiando  nuestra  reflexión:  "No  podemos  tener  la  ambición 
de  pensar  que  las  generaciones  siguientes  van  simplemente 
a continuar  lo  que  hicieron  las  generaciones  anteriores".  Esa 
ambición  o ese  deseo  de  que  las  generaciones  nuevas  prosigan  el 
trabajo  de  la  nuestra,  o de  las  anteriores,  no  debe  ser  entendido 
en  una  perspectiva  meramente  subjetiva.  Es  claro  que  aquí  entran 
aspectos  subjetivos,  en  el  sentido  de  que  muchos  gustaríamos 
que  las  nuevas  generaciones  continuasen  y completasen  lo 
que  iniciamos.  Pero,  hay  un  aspecto  más  'objetivo':  la  creencia 
colectiva  de  que  la  historia  es  un  proceso  acumulativo,  lineal,  que 
permite  completar  la  construcción  del  reino  de  Dios.  Si  el  reino 
puede  y debe  ser  construido,  porque  es  anunciado  por  Jesús, 
esa  construcción  únicamente  sería  posible  si  las  generaciones 
nuevas  asumiesen  la  continuidad  del  trabajo  de  las  anteriores  y 
se  mantuviesen  fieles  al  proyecto  fundamental  de  éstas.  En  ese 


120 


sentido,  la  fidelidad  a la  línea  de  trabajo  vigente  es  fundamental. 
Casi  podríamos  decir  que  la  fidelidad  a esa  línea  de  trabajo  se 
confunde  con  la  fidelidad  a la  causa  del  reino  de  Dios. 

Para  Comblin,  con  todo,  "cada  generación  tiene  que  discernir 
cuál  es  el  proyecto  que  puede  realizar"  25.  Vale  decir,  cada  gene- 
ración debe  decidir  si  continuará  la  lucha  por  el  proyecto  de  la 
generación  anterior  o asumirá  nuevos  proyectos.  Y,  si  asumiese 
nuevos  proyectos,  discernir  cuáles  son  aquellos  posibles,  ya  que 
hay  proyectos  que  están  más  allá  de  las  posibilidades  dadas.  Cada 
tiempo  posee  sus  desafíos  y problemas  propios,  que  a menudo 
son  muy  diferentes  de  los  de  la  generación  anterior,  y nuevos 
problemas,  desafíos  y escenarios  implican  nuevos  proyectos.  Es 
por  ello  que  la  historia  es  hecha  de  proyectos  inacabados. 

El  hecho  de  afirmar  que  la  historia  es  hecha  de  proyectos 
inacabados  no  significa  abandonar  el  reino  de  Dios.  Para  Comblin, 
"el  problema  teológico  básico  es  el  de  la  escatología,  quiere  decir, 
cómo  es  que  se  instala  el  reino  de  Dios  26 . Lo  que  él  refuta  es  la  tesis 
de  que  el  reino  pueda  ser  construido,  terminado,  en  el  interior  de 
la  historia: 

Lo  importante  es  contemplar  cómo  el  reino  de  Dios  se  está 
realizando,  cómo  está  andando  en  medio  del  mundo,  en  medio 
de  la  humanidad  actual.  Una  cosa  ya  sabemos:  el  reino  de  Dios 
no  tiene  realización  definitiva  27 . 

Vale  la  pena  resaltar  que  Comblin  retomó  esta  reflexión 
acerca  de  la  historia  como  sucesión  de  generaciones  y de  cómo 
cada  generación  debe  luchar  por  su  proyecto,  en  un  seminario  con 
el  título  'Retomar  la  teología  de  la  liberación  en  América  Latina'. 
No  era  su  intención  romper  con  la  teología  de  la  liberación,  y 
menos  aún  crear  una  nueva  teología.  Tal  vez  haya  retomado  ese 
tema  de  las  'generaciones',  desarrollado  en  la  década  de  1960, 
para  mostrar  que  volver  a tomar  la  teología  de  la  liberación  — e 
igualmente  las  CEB  y otros  movimientos  sociales,  edesiales 
e intelectuales  que  componen  el  cristianismo  de  liberación— 
exige  que  la  actual  generación  piense  acerca  de  su  proyecto.  Que 
ella  no  asuma,  como  por  inercia,  los  proyectos  y trabajos  de  las 
generaciones  anteriores.  Pues,  para  él,  retomar  la  teología  de  la 


25  Comblin,  J.  Retomar  a Teología  da  Libertario  na  América  Latina,  op.  cit.,  p.  45. 

26  Ibídem,  p.  32. 

27  Ibídem,  p.  35. 


121 


liberación  podría  requerir  romper  con  el  proyecto  que  movió  a 
la  generación  anterior,  y repensar  el  proyecto  posible  de  la  actual 
generación  para  mantener  'el  movimiento  en  vista  de  los  cambios 
necesarios',  la  cuarta  idea  de  la  cita.  Para  mantener  la  lucha  en 
un  mundo  en  transformación,  es  necesario  asimismo  cambiar  los 
proyectos  y la  lista  de  prioridades. 


2.  El  imperio,  los  pobres  y la  teología 

Esto  nos  lleva  a otro  punto  subyacente  a la  noción  de  'cons- 
trucción del  reino'  que  queremos  reflexionar.  La  no  aceptación 
de  la  transformación  del  proyecto  presupone  que  los  grandes 
problemas  y desafíos  continúen  los  mismos.  Pues  los  proyectos 
son  diseñados  en  función  de  los  objetivos  frente  a los  problemas 
y desafíos  de  la  realidad  existente.  Aun  cuando  el  objetivo  se 
mantenga  el  mismo,  si  ocurriese  una  gran  modificación  en  el 
escenario,  el  proyecto  debe  ser  modificado.  Tomemos  un  ejemplo 
de  la  construcción  de  casas.  Imaginemos  que  en  una  isla,  el  objetivo 
de  una  comunidad  es  construir  una  villa  que  les  posibilite  una 
convivencia  fraterna  y adecuada  a una  economía  centrada  en  la 
agricultura  orgánica  y de  producción  cooperativa.  Primeramente, 
ellos  escogen  un  terreno  fértil  cerca  del  litoral.  Solo  que  ocurre 
un  tsunami  y modifica  todo  el  escenario.  Ahora  no  hay  más  un 
terreno  apto  para  la  agricultura,  y se  ven  obligados  a vivir  de  la 
pesca.  Con  eso,  para  mantener  el  objetivo  de  la  vida  comunitaria, 
el  proyecto  de  la  villa  y la  producción  agrícola  cooperativa  re- 
quiere ser  dejado  de  lado  y pensar  en  un  proyecto  basado  en  la 
pesca  y una  villa  de  pescadores. 

Es  claro  que  el  escenario  mundial  no  sufrió  ningún  tsunami  en 
el  sentido  literal,  no  obstante  las  formas  concretas  de  dominación  y 
explotación  cambiaron  significativamente  en  los  últimos  cincuenta 
años.  Entre  el  final  de  la  década  de  1960  y el  inicio  de  la  de  1970, 
período  en  que  la  teología  de  la  liberación  se  consolidó,  y hoy, 
el  mundo  experimentó  la  'revolución  neoliberal',  la  revolución 
tecnológica  —que  hizo  a la  economía  pasar  de  la  industrial  a la 
de  información—  y la  consolidación  del  proceso  de  globalización 
económica.  Y si  cada  generación  del  cristianismo  de  liberación  ha 
de  discernir  cuál  es  su  proyecto,  es  preciso,  primero,  descubrir 
cuáles  son  los  grandes  desafíos  de  nuestro  tiempo. 

En  el  inicio  de  la  teología  de  la  liberación,  el  gran  tema- 
problema  era  la  'dependencia',  en  relación  al  cual  se  propuso 


122 


el  término  'liberación'.  Gustavo  Gutiérrez,  en  su  clásico  libro 
Teología  de  la  liberación,  aseveró  que,  en  el  final  del  decenio  de  1960, 
el  subdesarrollo  de  América  Latina  no  era  más  percibido  como 
atraso,  pero  sí  como  "subproducto  del  desarrollo  de  otros 
países,  debido  al  tipo  de  relación  que  mantienen  actualmente 
con  ellos"  28.  Por  esto,  "la  noción  de  dependencia  surge  así 
como  elemento  clave  para  la  interpretación  de  la  realidad  lati- 
noamericana" 29 . Frente  a esa  comprensión,  Gutiérrez  planteó 
que  la  gran  tarea  era  la  construcción,  vía  revolución  social,  de 
una  sociedad  cualitativamente  distinta  de  la  actual,  fundada 
en  nuevas  relaciones  de  producción,  intentando  poner  fin  a la 
sujeción  de  los  pueblos,  clases  sociales  y hombres  unos  a los 
otros:  una  sociedad  socialista  30. 

Es  claro  que  al  introducir  explícitamente  la  noción  de  so- 
ciedad socialista,  Gutiérrez,  y otros  como  Hugo  Assmann,  hacían 
referencia  al  análisis  de  clases,  articulando  ese  método  con  la 
teoría  de  la  dependencia. 

Pero  sólo  un  análisis  de  clases  permitirá  ver  lo  que  está  real- 
mente enjuego  en  la  oposición  entre  países  oprimidos  y pueblos 
dominantes.  No  tener  en  cuenta  sino  el  enfrentamiento  entre 
naciones  disimula,  y finalmente  suaviza,  la  verdadera  situación. 

Por  eso  la  teoría  de  la  dependencia  equivocaría  su  camino  y 
llamaría  a engaño  si  no  sitúa  sus  análisis  en  el  marco  de  la  lucha 
de  clases  que  se  desarrolla  a nivel  mundial. 

. . .los  estudios  hechos  en  esta  perspectiva  han  llevado  a concluir 
que  el  desarrollo  autónomo  latinoamericano  es  inviable  dentro 
del  marco  del  sistema  capitalista  internacional 31 . 

En  ese  mismo  sentido,  Leonardo  Boff  afirmó  en  la  década  de 
1970  que: 

La  conciencia  aguda  de  los  mecanismos  que  mantienen  a América 
Latina  en  el  subdesarrollo,  como  dependencia  y dominación, 
llevó  a hablar  de  liberación.  Esa  categoría  liberación,  correlativa 
con  la  otra  dependencia,  articula  una  actitud  nueva  en  el 
enfrentamiento  con  el  problema  del  desarrollo...  La  categoría 


28  Gutiérrez,  Gustavo.  Teología  da  Libertando.  Perspectivas.  Petrópolis,  Vozes,  6a.  ed., 
p.  33. 

29  Ibídem,  p.  79. 

30  Cf.  ibídem,  pp.  52  y 34. 

31  Ibídem,  p.  83. 


123 


liberación  implica  un  rechazo  global  del  sistema  desarrollista  y 

una  denuncia  de  su  estructura  subyugadora  32. 

En  el  decenio  de  1990  encontramos  la  percepción  de  nuevos 
desafíos  en  la  lucha  de  los  pobres.  No  voy  a entrar  aquí  en  el 
análisis  del  desarrollo  de  las  teologías  negra,  feminista  o indígena 
que  ocurrió  en  ese  período,  no  porque  no  las  hallo  importantes, 
muy  por  el  contrario,  sino  porque  quiero  establecer  una  línea 
de  argumentación  que  nos  lleve  al  debate  en  tomo  del  desafío 
a la  actual  generación  apuntado  por  Comblin  en  la  década  del 
2000.  Hugo  Assmann,  al  discutir  la  propuesta  de  'una  sociedad 
donde  quepan  todos',  destacó  lo  que  llamó  'el  hecho  mayor' 
en  la  coyuntura  del  mundo  en  el  final  del  siglo  XX:  "el  imperio 
pavoroso  de  la  lógica  de  la  exclusión  y la  creciente  insensibilidad 
de  muchísimos  en  relación  a ella"  33.  Dedicó  varios  libros  y 
artículos  a desenmascarar  la  lógica  de  la  exclusión  y la  cultura 
que  genera  a un  tiempo  la  excusión  social  y la  insensibilidad  de  la 
sociedad  en  relación  a las  personas  excluidas  de  ella.  Denominó 
esa  lógica  económica  y cultural  'idolatría  del  mercado'  34. 

La  relación  de  dependencia  dejó  por  tanto  de  ser  el  concepto 
clave  en  la  crítica  teológica  de  Assmann,  y fue  sustituida  por  la 
lógica  de  la  exclusión  35.  Al  proponer  el  objetivo  de  una  sociedad 
donde  quepan  todos,  y no  más  la  noción  de  liberación  y la  propuesta 
de  una  sociedad  sin  explotación  o dominación,  Assmann  trataba 
siempre  de  dejar  en  claro  que  se  estaba  refiriendo  a "un  principio 
orientador  radical,  que  debe  servir  como  criterio  para  diferenciar 
opciones  posibles"  36.  Es  decir,  quería  evitar  la  confusión  entre  un 
principio  orientador  y los  proyectos  y las  estrategias  concretas. 
Cuando  esa  confusión  ocurre,  aparecen  diversos  problemas 
prácticos.  Uno  de  ellos  es  el  de  evaluar  los  resultados  de  las  luchas 
concretas  a partir  del  principio  o de  un  objetivo  general,  que  no 
son  cuantificables,  ni  pueden  ser  descritos  en  detalle,  porque  son 


32  Boff,  Leonardo.  Teología  do  cativeiro  e da  libertando.  Petrópolis,  Vozes,  1980  (2a. 
ed.;  la.  ed.:  Lisboa,  1976),  p.  17. 

33  Assmann,  Hugo.  "Por  una  sociedad  donde  quepan  todos",  en:  Duque,  José 
(ed.).  Por  una  sociedad  donde  quepan  todos  (Cuarta  Jomada  Teológica  de  CETELA, 
10-13.07.1995).  San  José,  DEI,  1996,  pp.  379-391.  Citado  de  la  p.  380. 

34  Assmann,  Hugo  & Hinkelammert,  Franz.  La  idolatría  del  mercado:  ensayo  sobre 
economía  y teología.  San  José,  DEI,  1996. 

35  Assmann,  Hugo.  Critica  á lógica  da  exclusdo:  ensaios  sobre  economía  e teología,  Sao 
Paulo,  Paulus,  1994. 

36  Assmann,  H.  "Por  una  sociedad  donde  quepan  todos",  op.  cit.,  p.  384. 


124 


abstractos.  Con  eso,  siempre  queda  la  sensación  de  que  lo  que  se 
consiguió  está  mucho  más  acá  de  lo  que  debería  ser,  una  frustración 
por  cuenta  de  la  cobranza  de  conquistas  imposibles.  Otro  error 
común  es  intentar  planear  estrategias  y tácticas  concretas  a partir 
de  un  principio  y no  de  proyectos  concretos  y objetivos  específicos 
posibles  de  acuerdo  con  los  recursos  disponibles.  Lo  que  nos  lleva 
al  error  de  planeamientos  superdimensionados  o muy  genéricos. 

En  ese  mismo  período,  mediados  del  decenio  de  1990, 
Leonardo  Boff  propuso  un  nuevo  desafío  que  no  se  hallaba 
presente  en  el  comienzo  de  la  teología  de  la  liberación:  el  problema 
de  la  ecología.  Trató  de  articular  el  grito  del  oprimido,  de  donde 
nace  la  teología  de  la  liberación,  con  el  grito  de  la  tierra: 

La  tierra  también  grita.  La  lógica  que  explota  a las  clases  y 
somete  los  pueblos  a los  intereses  de  unos  pocos  países  ricos 
y poderosos  es  la  misma  que  depreda  la  tierra  y expolia  sus 
riquezas,  sin  solidaridad  para  con  el  resto  de  la  humanidad  y 
para  con  las  generaciones  futuras  37. 

Con  esto  Boff  buscó  alargar  las  intuiciones  y la  validez  de  la 
teología  de  la  liberación,  aplicándola  también  a las  cuestiones  que 
engloban  la  tierra.  La  adición  del  problema  ambiental  a la  lucha 
de  los  pobres  exige  un  cambio  en  el  diagnóstico  del  problema. 
Para  él: 

En  la  actitud  de  estar  sobre  las  cosas  y por  sobre  todo,  parece 
residir  el  mecanismo  fundamental  de  nuestra  actual  crisis 
civilizacional...  La  cuestión  que  se  plantea  entonces  es  ésta: 

¿es  posible  mantener  la  lógica  de  acumulación,  de  crecimiento 
ilimitado  y lineal  y al  mismo  tiempo  evitar  la  quiebra  de 
los  sistemas  ecológicos,  la  frustración  de  su  futuro  por  la 
desaparición  de  las  especies,  la  depredación  de  los  recursos 
naturales,  sobre  los  cuales  las  futuras  generaciones  tienen 
derecho?  ¿No  hay  un  antagonismo  entre  nuestro  paradigma 
hegemónico  de  existencia  y la  preservación  de  la  integridad  de 
la  comunidad  terrestre  y cósmica?  38. 

Ante  las  dos  preguntas  formuladas  por  Boff,  surge  una 
tercera:  ¿qué  es  lo  más  crucial  en  esa  crisis:  la  lógica  de  la  economía 
capitalista  o el  paradigma  hegemónico  de  existencia  centrado 


37  Boff,  Leonardo.  Ecología:  grito  da  Terra,  grito  dos  pobres.  Sao  Paulo,  Ática,  p.  11. 

38  Ibídem,  pp.  25s. 


125 


en  el  ser  humano?  En  otras  palabras,  ¿es  capitalcentrismo  o 
antropocentrismo?  Me  parece  que  las  obras  de  Boff  en  los  últimos 
quince  años  tienden  al  paradigma  antropocéntrico.  En  su  libro 
más  sistemático  sobre  teología  de  la  liberación  y ecología,  afirma: 

Innegablemente,  el  ser  humano  en  las  sociedades  actuales 
se  colocó  como  el  centro  de  todo.  Todo  debe  partir  de  él  y 
retomar  a él.  Todo  debe  estar  a su  servicio...  Y su  propósito  es 
el  dominium  terrae,  la  conquista  y dominación  de  la  tierra  39. 

Ese  deseo  de  conquista,  legitimado  por  el  paradigma  antro- 
pocéntrico, sería  el  problema  clave  a ser  enfrentado.  Por  eso,  Boff 
ha  insistido  tanto  en  los  últimos  años  en  la  necesidad  de  un  nuevo 
paradigma  civilizacional  y existencial.  No  es  nuestra  intención 
aquí  axaminar  en  detalle  esos  diversos  'problemas  clave'  que 
han  venido  siendo  trabajados  en  la  teología  de  la  liberación.  El 
objetivo  de  este  breve  recorrido  histórico  fue  mostrar  que,  en  la 
práctica,  hubo  dentro  de  la  teología  de  la  liberación  cambios  en  la 
percepción  de  cuál  es  o cuáles  son  los  principales  desafíos  en  la 
lucha  por  la  liberación  y,  con  ello,  las  líneas  principales  de  lo  que 
debería  ser  el  proyecto  alternativo. 

En  el  inicio  del  siglo  XXI,  Comblin,  en  el  libro  Cuáles  son  los 
desafíos  de  los  temas  teológicos  actuales,  apunta  el  que  piensa  es  el 
gran  desafío  de  nuestro  tiempo:  el  imperio. 

Lo  que  en  adelante  condiciona  todo  es  el  nuevo  imperio  esta- 
dounidense... Ahora,  los  Estados  Unidos  atribuyen  a ellos 
mismos  la  misión  de  dirigir  el  mundo  entero.  En  la  ideología 
imperial,  la  finalidad  es  la  paz  mundial,  así  como  dijeron 
todos  los  imperios  y,  sobre  todo,  el  imperio  romano,  con  el 
cual  los  estadounidenses  de  hoy  gustan  de  identificarse.  Ese 
imperio  es  militar  y político  en  primer  lugar,  pero  él  garantiza 
también  la  globalización  de  la  economía,  o sea,  su  integración 
en  la  economía  estadounidense.  Además,  los  Estados  Unidos 
dominan  la  cultura  mundial  y consiguen  cambiar  costumbres 
y tradiciones  locales,  implantando  en  todas  partes  su  modo  de 
vivir.  Nació  un  pensamiento  único,  un  modo  de  vivir  único,  un 
sistema  de  valores  único.  Quien  no  se  adapta,  queda  fuera  de  la 
red  de  comunicación  mundial.  Su  nombre  es  ignorado  40. 


39  Ibídem,  p.  110. 

40  Comblin,  José.  Quais  os  desafios  dos  temas  teológicos  atuais?  Sao  Paulo,  Paulus, 
2005,  pp.  5s. 


126 


En  la  afirmación  de  Comblin,  es  posible  separar  dos  aspectos: 

a)  las  características  del  imperio,  como  la  misión  autonombrada 
de  dirigir  el  mundo  y llevar  la  paz,  integrando  el  mundo  bajo 
su  economía  y poder  cultural  e imponiendo  un  pensamiento 
único  y sus  valores  absolutos; 

b)  la  designación  del  imperio  actual  como  siendo  el  esta- 
dounidense. 

A la  vez  que  apunta  el  imperio  como  el  gran  tema  teológico, 
Comblin  reconoce  que: 

En  la  actualidad  pocos  se  interesan  por  él,  a no  ser  el  Departa- 
mento Ecuménico  de  Investigaciones  (DEI)  de  Costa  Rica.  Los 
teólogos  vienen  siguiendo  el  movimiento  de  la  sociedad  global. 
Frente  al  triunfo  aplastante  del  sistema,  quedan  intimidados.  En 
ese  sentido,  las  iglesias  hoy  están  mudas  —convencidas  de  que 
no  se  gana  nada  con  hablar,  toda  vez  que  "ellos"  son  demasiado 
fuertes  41 . 

Para  él,  el  imperio  es  tan  central  hoy,  que  hasta  el  diálogo 
entre  las  religiones  —un  tema  que  muchos  consideran  hoy  como 
'el'  tema  a ser  trabajado  por  las  teologías—  debe  ser  entendido  en 
relación  a la  expansión  del  imperio  en  la  forma  de  globalización: 

El  imperio  está  en  la  raíz  de  otro  gran  desafío:  el  de  las  grandes 
religiones  mundiales.  El  imperio  tiende  a la  globalización 
y aproxima  a los  pueblos.  El  lo  hace  a su  manera:  domina  el 
mundo  en  nombre  del  Dios  de  los  cristianos.  Él  es  la  imagen 
histórica  del  cristianismo  en  medio  del  mundo  42. 

Esa  alianza  entre  la  expansión  del  dominio  de  Occidente  sobre 
el  resto  del  mundo,  que  se  inicia  en  el  siglo  XVI,  con  las  misiones 
evangelizadoras  de  las  iglesias  católica  y las  protestantes,  precisa 
ser  repensada  urgentemente,  en  especial  en  este  tiempo  del  nuevo 
imperio  43.  Para  Comblin,  sin  embargo,  el  foco  no  puede  ser  el 
diálogo  interreligioso  en  sí,  o la  búsqueda  de  una  relación  de 


41  ¡bídem,  p.  7.  El  principal  nombre  en  el  DEI  en  el  análisis  del  imperio  es  Franz 
Hinkelammert. 

42  ídem. 

43  Sobre  esta  cuestión,  vide  por  ejemplo  Sung,  Jung  Mo;  Wirth,  Lauri;  Míguez, 
Néstor.  Missáo  e educando  teológica.  Sao  Paulo,  ASTE,  2010;  especialmente  los  capí- 
tulos 1 y 2. 


127 


tolerancia  y paz  entre  las  distintas  religiones  del  mundo,  sino  que 
el  eje  central  debe  ser  la  defensa  de  la  vida  del  pobre.  Él  denuncia 
que  el  sistema  capitalista  global  quiere  negar  el  problema  de 
la  existencia  de  los  pobres,  proclamando  que  la  expansión  del 
capitalismo  neoliberal  resolverá  la  cuestión  y hará  desaparecer  la 
pobreza.  Con  todo,  la  realidad  nos  muestra  que  los  pobres  están 
ahí.  Por  eso,  Comblin  señala: 

Las  cuestiones  fundamentales  para  las  iglesias  continúan 
siendo  éstas:  ¿existen  o no  existen  los  pobres?  ¿El  sistema  está 
resolviendo  el  problema  de  la  pobreza?  No  se  trata  solamente 
de  la  pobreza  material,  sino  de  la  pobreza  social,  intelectual  y 
humana.  Se  trata  del  problema  del  nacimiento  de  un  mundo 
excluido  condenado  a no  ser  nunca  más  —personas  que  son 
inútiles  para  la  sociedad,  por  no  integrarse  en  el  sistema...  La 
cuestión  teológica  primordial,  previa  a cualquier  exposición,  es: 
¿vamos  a hablar  de  la  pobreza,  o vamos  a silenciarla  como  siendo 
un  problema  no  teológico?  Cualquier  publicación  teológica  da 
ima  respuesta  explícita  o implícita  a esa  cuestión.  A partir  de 
eso,  ya  se  sabe  el  desarrollo  de  todo  el  contenido  44. 

En  el  fondo,  el  gran  tema  teológico  de  Comblin,  que  atraviesa 
todas  sus  reflexiones  y que  juzga  debería  estar  presente  en  la 
preocupación  de  todas  las  generaciones,  es  la  vida  de  los  pobres. 
Los  diagnósticos  acerca  de  las  causas  de  la  pobreza  y los  proyectos 
concretos  cambian  en  la  sucesión  de  las  generaciones,  de  acuerdo 
con  el  desarrollo  de  los  acontecimientos  o con  la  revisión  de  las 
teorías. 

Poco  tiempo  después  de  haber  definido  el  nuevo  imperialismo 
como  el  estadounidense,  Comblin  modifica  su  visión  con  respecto 
al  asunto.  Aproximándose  a la  tesis  difundida  por  Antonio  Negri 
y Michael  Hardt  en  el  libro  Imperio  45,  identificará  el  nuevo  imperio 
no  más  como  el  estadounidense,  sino  con  el  sistema  capitalista 
global.  Así  por  ejemplo,  en  un  artículo  sobre  'El  documento  de 
la  conferencia  de  los  obispos  de  América  Latina  realizada  en 
Aparecida',  escribe: 

Se  entiende  que  el  documento  no  podía  usar  la  palabra 
imperialismo.  Pero  había  otra  manera  de  decir  la  misma  cosa. 


44  Comblin,  J.  Quais  os  desafios  dos  temas  teológicos  atuais?,  op.  cit.,  pp.  lOs. 

45  Hardt,  Michael  & Negri,  Antonio.  Imperio.  Rio  de  Janeiro,  Record,  2004  (6a.  ed.; 
orig.  inglés,  2000). 


128 


La  expansión  de  la  globalización  es  la  conquista  del  mundo  por 
las  potencias  dominantes.  Por  medio  de  las  transnacionales  y 
de  diversos  medios  financieros,  y también  por  la  intervención 
directa  de  los  Estados  poderosos,  política,  diplomática  o militar, 
el  mundo  rico  subordina  el  resto  del  mundo  46. 

En  la  medida  en  que  comprende  el  sistema  capitalista  glo- 
bal como  nuevo  imperio  —donde  los  EE.  UU.  desempeñan 
un  papel  preponderante,  pero  que  no  se  identifica  con  el 
imperio—,  Comblin  formula,  utilizando  la  noción  del  'mundo' 
de  los  evangelios,  el  gran  reto  para  la  teología  y las  iglesias  de  la 
siguiente  forma:  "El  tema  ahora  es  la  lucha  del  Espíritu  contra  el 
pecado  del  mundo"  47.  El  problema  no  es  más  solo  el  poderío  de 
los  EE.  UU.,  sino  el  mundo  como  tal,  "cuyos  valores  y objetivos 
están  en  oposición  total  al  evangelio",  donde  "todo  está  sometido 
a la  ley  de  la  productividad,  de  la  concentración  del  poder  y de  la 
subordinación  de  todas  las  instituciones  a los  imperativos  de  esa 
economía".  De  ese  modo,  "la  vida  se  tomó  sinónimo  de  consumo 
para  aumentar  el  lucro  de  las  empresas"  48. 

Indicar  el  imperio  como  el  gran  desafío  teológico  y pastoral 
para  las  iglesias  es  bien  diferente  de,  por  ejemplo,  colocar  el  tema 
de  la  crisis  ecológica.  La  ecología  o la  sustentabilidad  del  medio 
ambiente  son,  sin  duda  alguna,  grandes  temas  del  momento.  No 
obstante,  hasta  las  mayores  empresas  transnacionales,  como  la 
Shell,  por  ejemplo,  y grandes  líderes  de  los  países  que  ocupan 
lugares  privilegiados  en  el  actual  imperio,  también  se  dicen 
preocupados.  Muchos  discursos  teológicos  sobre  ecología  son 
fácilmente  asimilados  por  el  sistema,  porque  señalan  el  problema, 
pero  no  revelan  clara  y proféticamente  sus  causas  y los  caminos 
que  debemos  seguir  para  superarlo.  Incluso  las  críticas  teológicas 
que  identifican  el  paradigma  antropocéntrico  como  la  principal 
causa,  no  suponen  especiales  problemas  para  el  sistema.  Esto 
porque  el  sistema  capitalista  no  coloca  al  ser  humano  en  el  centro 
de  su  paradigma  teórico  y operacional,  aunque  sí  al  capital.  Las 


46  Comblin,  José.  "O  papel  histórico  de  Aparecida",  en:  Revista  Eclesiástica  Brasileira 
(Petrópolis,  Instituto  Teológico  Franciscano),  vol.  67,  fase.  268  (outubro/2007),  pp. 
865-885.  Citado  de  las  pp.  872s. 

47  Comblin,  José.  A vida:  em  busca  da  liberdade.  Sao  Paulo,  Paulus,  2007,  p.  178.  Para 
profundizar  el  tema  del  imperio  y su  espíritu,  lo  que  Comblin  llamó  'pecado  del 
mundo',  vide:  Míguez,  Néstor;  Rieger,  Joerg;  Sung,  Jung  Mo.  Beyond  the  Spirit  of 
Empire.  London,  SCM,  2009. 

48  Comblin,  A vida:  em  busca  da  liberdade,  op.  cit.,  p.  179. 


129 


personas  son  valoradas  y descartadas  en  función  de  su  papel  en  la 
producción  y el  consumo  de  mercancías  que  generan  lucro  y,  con 
ello,  acumulación  de  capital. 

Cuando  Comblin  asevera  que  el  pecado  del  mundo  consiste 
en  el  hecho  de  que  todo  está  sometido  a la  ley  de  la  productividad 
y a los  imperativos  de  la  economía  capitalista,  esto  es,  a la  ley  de 
la  acumulación  del  capital,  incluye  entre  los  sometidos,  además 
de  a instituciones  democráticas,  el  medio  ambiente  que  posibilita 
la  vida  de  la  humanidad  y hasta  a los  propios  seres  humanos. 
Para  él,  el  sistema  global  actual,  o actual  civilización,  no  es 
antropocéntrico,  sí  capitalcéntrico.  En  ese  sentido,  las  filosofías 
modernas,  que  de  hecho  son  aparentemente  antropocéntricas, 
no  revelan  la  realidad  social,  la  encubren,  funcionando  como 
ideología.  En  otras  palabras,  luchar  contra  el  imperio  que  se  funda 
en  la  lógica  de  la  acumulación  del  capital  que  lo  somete  todo  y a 
todos,  es  muy  distinto  de  luchar  contra  un  error  en  la  concepción 
del  mundo  —problema  del  paradigma  antropocéntrico—  o luchar 
contra  el  mundo  que  no  practica  la  justicia  porque  no  reconoce  la 
existencia  de  Dios. 


3.  Palabras  finales 

Estamos  llegando  al  final  del  capítulo  y no  queda  espacio 
para  desarrollar  las  consecuencias  para  la  reflexión  teológica  y 
las  prácticas  pastorales  y sociales  de  esas  ideas  sobre  el  imperio 
actual  como  el  gran  desafío.  No  obstante,  algunas  ideas  pueden 
ser  retomadas  aquí.  La  primera  es  la  concepción  de  la  historia 
como  sucesión  de  generaciones,  cíclica  y continuo-progresiva, 
hecha  de  tareas  inacabadas.  La  segunda  es  que  cada  generación 
debe  asumir  sus  proyectos  posibles.  La  fidelidad  de  las  nuevas 
generaciones  del  cristianismo  de  liberación  no  debe  ser  en  relación 
al  proyecto  o las  tareas  de  la  generación  anterior,  sino  a la  tradición 
espiritual  que  se  formó  a partir  del  reconocimiento  de  que  Dios  se 
reveló  en  Jesús  y en  su  anuncio  del  reino  de  Dios.  Eso  implica 
la  lucha  por  la  defensa  de  la  vida  de  los  pobres  y marginados, 
lo  que  hoy  incluye  además  la  defensa  del  medio  ambiente.  La 
tercera  es  que  el  nuevo  imperio,  el  sistema  capitalista  global, 
se  volvió  el  desafío  clave;  y la  lucha  entre  el  Espíritu  Santo  y el 
'pecado  del  mundo',  o el  espíritu  del  imperio,  el  tema  teológico 
fundamental.  Abandonar,  si  aún  la  tuviésemos,  la  ilusión  de  la 
realización  plena  del  reino  de  Dios  en  la  historia  y la  certeza  sobre 


130 


el  futuro,  y reconciliamos  con  el  carácter  pasajero  y provisional  de 
la  existencia  humana,  de  nuestras  luchas  y de  la  propia  historia,  es 
un  desafío  espiritual  primordial.  Las  reflexiones  aquí  presentadas 
no  se  restringen  al  campo  teórico  o el  de  las  luchas  sociopolíticas, 
tienen  implicaciones  espirituales  profundas.  Asumir  la  lucha 
contra  el  imperio  nos  obliga  a repensar  tanto  las  estrategias  de 
lucha  y los  proyectos  concretos,  como  nuestras  expectativas  y 
forma  de  percibir  y vivir  la  presencia  del  reino  de  Dios,  que  ya 
está  aconteciendo  en  medio  de  nosotros. 

El  gran  legado  que  Comblin  nos  deja,  a través  de  sus  obras  y 
la  memoria  de  quienes  convivieron  con  él,  va  mucho  más  allá  del 
contenido  teológico  y humano  Porque  él,  lo  mismo  que  cualquier 
pensador  crítico,  evolucionó  en  su  pensamiento  e incluso  cambió 
en  ciertos  asuntos.  Su  principal  legado  es  su  método  crítico  y su 
fidelidad  a la  causa  de  los  más  pobres;  su  coraje  y honestidad 
intelectual  de  criticar  lo  que  consideraba  necesario,  aun  a las  CEB 
que  tanto  amó. 

Por  ejemplo,  para  Comblin,  uno  de  los  problemas  de  las  CEB 
es  que  ellas  "tomaron  como  principio  la  comunidad  y no  el  mundo 
de  fuera.  No  se  volvieron  agentes  de  evangelización  y no  dieron 
preparación  y formación  a sus  miembros",  por  eso  "no  existe, 
hoy,  la  presencia  de  liderazgos  católicos  que  había  hace  cuarenta 
años"  4 . Una  de  las  razones  de  que  las  CEB  no  asumieran  con 
más  vigor  el  mundo  de  fuera,  el  enfrentamiento  con  los  poderosos 
del  mundo  y su  imperio,  es  que  ellas  no  consiguieron  superar 
suficientemente  el  clericalismo  que  tanto  marca  a la  Iglesia 
Católica.  En  un  libro  de  1996,  escribe:  "las  CEB  permanecerán 
subordinadas,  en  su  inmensa  mayoría,  al  predominio  clerical  en 
su  ideología,  teología,  estructura  mental  y en  su  actuar  diario"  50. 
A pesar  de  que  en  otro  libro,  de  2007,  afirma  que  las  CEB  lograron 
superar  el  esquema  clerical  de  la  relación  vertical  implantando 
relaciones  horizontales,  y que  en  ellas  "se  destacaba  la  prioridad 
de  la  caridad  encima  del  culto  51 . Es  interesante  observar  que 
el  verbo  está  en  pasado,  'se  destacaba',  porque  para  Comblin, 
la  prioridad  fue  o está  siendo  cambiada  hacia  el  culto,  hacia  la 
vida  ritual  interna  de  la  comunidad.  En  su  opinión,  "al  volver  a la 
prioridad  del  culto,  el  clero  pretende  volver  a un  pasado  que  está 


49  Comblin,  José.  Retomar  a Teología  da  Libertando  na  América  Latina,  op.  cit.,  p.  90. 

50  Comblin,  José,  Cristdos  rumo  ao  século  XXI:  nova  caminhada  de  libertando.  Sao  Pau- 
lo, Paulus,  1996,  p.  27. 

51  Comblin,  José.  A vida:  em  busca  da  liberdade.  Sao  Paulo,  Paulus,  2007,  p.  72. 


131 


definitivamente  condenado  y pretende  ignorar  la  nueva  cultura  y 
las  aspiraciones  de  las  masas  populares"  52. 

Este  pequeño  'desvío'  de  asunto  hacia  las  CEB,  no  tenía  el 
objetivo  de  iniciar  otro  tema  importante.  Solo  apuntar  otro  frente 
de  desafío.  Si  los  cristianos  queremos  comprometemos  en  la 
tarea  de  enfrentar  el  espíritu  del  imperio  y el  pecado  del  mundo, 
necesitamos  pensar  en  el  proyecto  que  la  generación  actual  puede 
y debe  asumir.  Pero,  asimismo  repensar  seriamente  las  formas 
de  organización  y funcionamiento  de  nuestras  comunidades  de 
fe,  para  que  puedan  responder  mejor  a ese  desafío  y a las  carac_ 
terísticas  culturales,  sociales  y existenciales  de  nuestro  tiempo. 


52  ídem. 


132 


Breve  presentación  de  los  autores 


Eduardo  Hoornaert  es  historiador.  Colaboró  por  muchos  años  en  la 
elaboración  de  una  historia  del  cristianismo  en  América 
Latina  y el  Caribe,  y actualmente  estudia  los  primeros 
escritos  cristianos. 

Frei  Carlos  Mesters  es  fraile  carmelita.  Ayudó  en  la  creación  del 
Centro  Ecuménico  de  Estudios  Bíblicos  (CEBI).  Gusta  de 
trabajar  con  la  Biblia  junto  al  pueblo  en  las  comunidades 
eclesiales  de  base. 

Pablo  Richard  nació  en  Chile.  Es  licenciado  en  Sagradas  Escrituras 
por  el  Pontificio  Instituto  Bíblico  de  Roma  (1967-1969)  y 
doctor  en  Sociología  de  la  Religión  por  la  Sorbona  (París, 
1975-1978).  Trabaja  en  el  DEI  y tiene  cuarenta  años  de 
dedicación  al  movimiento  bíblico  popular  en  América 
Latina  y el  Caribe. 

Ivone  Gebara,  escritora  y asesora  de  movimientos  sociales  y profesora 
de  teología  y filosofía.  Miembro  de  la  Congregación  de  las 
Hermanas  de  Nuestra  Señora,  alumna  y amiga  de  José 
Comblin. 

Marcelo  Barros,  monje  benedictino,  biblista  y escritor,  es  asesor 
de  comunidades  eclesiales  de  base  y movimientos  po- 
pulares. Tiene  cuarenta  libros  publicados  en  Brasil  y 
algunos  en  otros  países.  Actualmente  investiga  el  desafío 
del  bolivarianismo  para  la  teología  de  la  liberación. 


133 


Sebastiao  Armando  Gameleira  Soares,  originario  de  Alagoas,  hizo 
estudios  universitarios  en  Europa  (teología,  ciencias  bí- 
blicas, filosofía,  sociología)  y en  Brasil  (derecho).  Fue  pro- 
fesor del  Instituto  de  Teología  de  Recife  (1973-1982)  y, 
durante  veinticinco  años,  asesor  y coordinador  del  CEBI. 
Desde  2006  es  obispo  de  la  diócesis  anglicana  de  Recife. 

Franqois  Houtart,  sacerdote  católico  y sociólogo,  profesor  emérito 
de  la  Universidad  de  Lovaina  UCL,  Bélgica,  y fundador 
del  Centro  Tricon tinental  (Cetri),  ligado  a la  misma 
universidad.  Es  figura  bien  conocida  en  el  movimiento 
altermundista. 

Freí  Luiz  Carlos  Susin,  fraile  capuchino,  es  doctor  en  teología,  pro- 
fesor en  la  PUCRS  y en  la  ESTEF  (Porto  Alegre),  miembro 
fundador  y expresidentes  de  la  SOTER,  además  de 
miembro  de  la  dirección  editorial  de  la  revista  Concilium. 

Jung  Mo  Sung  es  profesor  en  el  programa  de  posgrado  en  Ciencias 
de  la  Religión  de  la  Universidad  Metodista  de  Sao  Paulo, 
donde  actualmente  ejerce  también  la  función  de  director 
de  la  Facultad  de  Humanidades  y Derecho.  Es  doctor  en 
ciencias  de  la  religión  y tiene  estudios  posdoctorales  en 
educación.  Autor  de  innumerables  artículos  y diecisiete 
libros. 


134 


Brevísima  biografía 
de  José  Comblin, 
escrita  por  él  mismo 


Nací  en  1923  en  Bruselas,  Bélgica. 

Fui  ordenado  sacerdote  en  1947. 

Llegué  a Brasil  en  1958,  donde  viví  sucesivamente  en  tres  ciuda- 
des: Campiñas  (Sao  Paulo),  Recite  (Pemambuco)  y Joáo  Pessoa 
(Paraíba). 

En  Chile  viví  en  Santiago  (1962-65)  y en  Talca  (1972-1980). 

Desde  1980  me  dedico  a la  formación  de  laicos  del  mundo  popular 
como  misioneros,  en  el  Nordeste. 


Nota  del  editor : José  Comblin  no  menciona  que  fue  expulsado  de 
Brasil  en  1972  y por  eso  volvió  a Chile,  viviendo  en  Talca.  Falleció 
en  Salvador  (Bahía)  el  día  27  de  marzo  de  2011. 


135 


Lo  que  José  Comblin 
nos  contó  en  2007* 

Eduardo  Hoomaert 


Con  motivo  de  los  sesenta  años  de  la  ordenación  sacerdotal 
de  José  Comblin,  un  buen  grupo  de  amigos(as)  y misioneros(as) 
se  reunió  en  el  santuario  de  Ibiapina  en  Santa  Fe  (Arara),  en  el 
pantano  paraibano,  para  festejar  la  fecha,  restablecer  los  contactos, 
fortalecer  la  red  y reanimar  el  espíritu.  José  tenía  85  años  y estaba 
particularmente  eufórico.  Allí  nos  confió  detalles  sobre  su  vida, 
algo  que  no  acostumbraba  hacer. 

1.  Desde  muy  joven,  sus  talentos  intelectuales  llamaron  la 
atención  de  familiares  y educadores.  Cuando,  probablemente  con 
16  o 17  años  de  edad,  dijo  a su  tío-padre  que  quería  ser  misionero, 
este  respondió  de  inmediato:  "Misionero  no,  usted  es  demasiado 
inteligente.  Profesor,  eso  sí,  profesor  en  la  Universidad  de 
Lovaina".  En  efecto,  José  estudió  teología  en  Lovaina  y admiró 
la  competencia,  aplicación  y honestidad  intelectual  de  profesores 
como  Lucien  Cerfaux  y Gustave  Thils.  Cuando  el  nuevo  'doctor' 
fue  nombrado  vicario  auxiliar  en  una  parroquia  en  Bruselas,  fue 
una  decepción:  "Sentí  que  no  había  más  futuro  para  el  catolicismo 


* Originalmente  publicado  en  Pasos  (San  José,  DEI)  No.  151  (abril-junio,  2011),  pp. 
82-84. 


137 


en  Bélgica".  Entonces,  buscó  otra  cosa.  Y cuando  respondiendo 
al  pedido  del  papa  Pío  XII  la  Universidad  de  Lovaina  abrió  un 
colegio  para  sacerdotes  que  deseaban  partir  para  América  Latina 
y el  Caribe,  fue  uno  de  los  primeros  candidatos. 

2.  Con  35  años  de  edad,  en  1958,  José  partió  para  Brasil.  En  la 
conversación  de  2007  él  insistió: 

No  dejé  Bélgica  para  responder  al  llamado  del  papa  ni  para 
combatir  el  comunismo,  el  protestantismo  o el  espiritismo  [las 
tres  amenazas  de  la  época,  en  opinión  del  Vaticano].  Tampoco 
partí  para  remediar  la  falta  de  sacerdotes.  Comprendí  que  el 
cristianismo  se  estaba  extinguiendo  en  Europa  y solo  podría 
renacer  fuera  de  un  continente  tan  deformado  por  una  larga 
tradición  de  colonialismo,  tráfico  de  esclavos,  matanza  de 
pueblos;  deformado  también  por  la  multisecular  opresión  de  la 
libertad  y de  las  fuerzas  vitales  del  ser  humano. 

Al  encontrar  aquí,  ya  en  los  primeros  días,  personas  que 
correspondían  a su  visión,  su  alegría  fue  grande.  José  quedó 
inmediatamente  fascinado  por  el  Brasil.  Sus  primeros  contactos 
fueron  con  jóvenes  de  la  JÓC  (Juventud  Obrera  Católica),  pues, 
como  muchos  sacerdotes  de  su  generación,  estaba  influenciado 
por  Cardijn,  sacerdote  de  la  diócesis  de  Bruselas  y fundador  de 
la  JOC.  Educado  en  un  ambiente  donde  la  obediencia,  discreción 
y timidez  eran  apreciadas  y estimuladas,  halló  aquí  personas  que 
no  eran  ni  obedientes,  ni  discretas  ni  tímidas.  "Encontré  personas 
verdaderas,  que  no  escondían  lo  que  eran,  personas  sin  mentira". 
La  fascinación  por  el  modo  de  ser  brasileño  aparentemente  nunca 
más  lo  abandonó  y eso  me  fue  confirmado  de  manera  inesperada 
por  su  propia  hermana,  la  que  encontré  cierta  vez  en  Bruselas,  en 
1980:  "¿Qué  hicieron  ahí  con  mi  hermano?  Él  no  es  más  el  mismo". 

3.  Comblin  nunca  fue  a Roma:  "¿Qué  haría  yo  ahí?".  Sin 
embargo,  en  1968  el  arzobispo  Hélder  Cámara  le  pidió  redactar 
un  texto  para  la  conferencia  de  obispos  en  Medellín.  José  se  fue 
a su  cuarto  y escribió  el  día  entero  en  su  máquina.  Soy  testigo, 
ya  que  en  esa  época  vivíamos  en  la  misma  casa,  con  las  puertas 
y ventanas  siempre  abiertas.  Principalmente  a partir  de  textos 
de  José  Comblin,  Gustavo  Gutiérrez  (Perú)  y Juan  Luis  Segundo 
(Uruguay)  surgió  entonces  la  expresión  'opción  por  los  pobres', 
en  verdad  una  confirmación  verbal  de  lo  que  diversos  obispos 
de  América  Latina  estaban  practicando  en  la  época,  en  fidelidad 


138 


al  'pacto  de  las  catacumbas'  firmado  en  Roma  hacia  el  final  del 
concilio  Vaticano  II.  Los  tres  teólogos  sabían,  pues,  que  estaban 
construyendo  sobre  terreno  firme,  lo  que  más  tarde  quedó  com- 
probado con  la  aparición  de  la  teología  de  la  liberación.  Don 
Hélder  Cámara,  quien  era  un  hombre  perspicaz,  había  pedido  a 
José  Comblin,  en  1965,  venir  a trabajar  en  Recite.  De  ese  modo, 
el  consejero  de  don  Hélder  entró  pronto  en  contacto  con  obispos 
progresistas  latinoamericanos  como  Leónidas  Proaño  (Ecuador), 
Sergio  Méndez  Arceo  (México),  Aloísio  Lorscheider,  José  Maria 
Pires  y muchos  otros.  La  visión  de  los  teólogos  de  la  liberación 
consistía  básicamente  en  el  rechazo  de  la  ideología  del  desarrollo  y 
la  profundización  de  temas  como  opresión,  dictadura  económica  y 
política,  fascinación  del  capitalismo  (Jung  Mo  Sung)  y solidaridad 
con  los  pobres.  Cuando,  por  indiscreción,  el  texto  de  1968  cayó  en 
poder  de  los  militares,  Comblin  entró  en  una  ruta  de  choque  con 
el  sistema  y fue  expulsado  del  país  en  1972.  Intentó  entonces  vivir 
en  Chile,  pero  allí  también  los  militares  tomaron  el  poder  en  1973. 
La  única  posibilidad,  después  de  la  'apertura  lenta  y progresiva' 
de  1977  en  Brasil,  consistía  en  permanecer  en  el  país  en  calidad  de 
'turista'  por  períodos  consecutivos  de  tres  años.  Su  estatuto  legal 
fue  regularizado  en  el  transcurso  de  los  años  ochenta. 

4.  En  ese  intervalo,  Comblin  cambia  otra  vez  el  rumbo  de  su 
vida.  Adiós  formación  sacerdotal  en  seminarios  e institutos  de 
teología,  adiós  grandes  ciudades.  José  desaparece  y comienza  una 
peregrinación  de  largos  años  y grandes  recorridos,  zigzagueando 
por  los  inmensos  espacios  del  Nordeste,  en  busca  de  personas 
que  se  sensibilicen  con  su  'teología  de  la  azada'.  La  agricultura 
tradicional  del  Nordeste  opera  por  medio  de  la  azada,  no  del  arado. 
Esto  significa  que  la  teología  de  la  azada  parte  de  la  cosmovisión 
del  agricultor  común,  algo  que  presupone  una  'reversión  de 
todos  los  valores'  por  parte  de  un  teólogo  formado  por  Cerfaux 
y Thils.  Justo  en  su  calidad  de  teólogo  de  la  azada,  José  peregrina 
tres  días  antes  de  morir  tranquilamente  en  el  alejado  Rincón  de  la 
Transfiguración,  en  Salvador.  En  los  últimos  años  cuenta  con  la 
dedicación  incondicional  de  Mónica  Muggler,  quien  hace  de  todo 
para  que  José  pueda  trabajar  y viajar  hasta  la  edad  de  88  años. 
Ella  es  motorista  (él  no  sabe  manejar  carro),  planea  encuentros 
(en  los  últimos  tiempos  de  forma  intensiva  por  medio  de  teléfono 
celular),  establece  contactos,  organiza  planes  de  viaje,  coloca 
textos  en  Internet,  encuentra  líderes  locales.  José  también  tiene  su 
computadora  personal.  El  todavía  me  envía  algunas  palabras  con 
motivo  de  su  aniversario,  cinco  días  antes  de  morir. 


139 


5.  El  milagro  consiste  en  el  hecho  de  que  un  intelectual  extranjero, 
de  índole  retraída,  consigue  establecer  un  lazo  probablemente 
estable  con  la  cultura  iletrada  del  interior  nordestino.  Un  milagro 
que,  como  todos  los  milagros,  es  incomprensible.  En  este  momento 
(31.03.2011)  estoy  siendo  informado  que  hay  velas  encendidas 
sobre  su  sepultura,  al  lado  de  la  tumba  del  padre  Ibiapina,  en  la 
calma  y linda  naturaleza  del  pantano  paraibano,  debajo  de  los 
árboles.  Y una  mujer  se  declara  curada  después  de  rezar  en  el 
sepulcro  del  padre  José  Comblin. 


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Bibliografía  básica 
de  José  Comblin 


• Jesús  de  N azaré  (Petrópolis,  Vozes,  1971) 

• Teología  da  enxada  (Petrópolis,  Vozes,  1977) 

• O Espirito  no  mundo  (Petrópolis,  Vozes,  1978) 

• O enviado  do  Pai  (Petrópolis,  Vozes,  1979) 

• O tempo  da  agio  (Petrópolis,  Vozes,  1982) 

• A forga  da  Palavra  (Petrópolis,  Vozes,  1986) 

• O Espirito  Santo  e a líber tagao  (Petrópolis,  Vozes,  1987) 

• Teología  da  cidade  (Petrópolis,  Vozes,  1991) 

• Cristaos  rumo  ao  século  XXI  (Sao  Paulo,  Paulus,  1996) 

• Vocagdo  para  a líber dade  (Sao  Paulo,  Paulus,  1998) 

• Pastoral  urbana  (Petrópolis,  Vozes,  1999) 

• O povo  de  Deus  (Sao  Paulo,  Paulus,  2002) 

• A vida  em  busca  da  liberdade  (Sao  Paulo,  Paulus,  2007) 

• A profecía  na  Igreja  (Sao  Paulo,  Paulus,  2008) 

• O caminho  (Sao  Paulo,  Paulus,  2004) 

• A liberdade  crista  (Sao  Paulo,  Paulus,  2009) 


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M estarnos  navegando  en  alta  mar.  Los  tiempos  son 
H inciertos  y no  sabemos  bien  hacia  dónde  nos  lleva 
M ^ la  embarcación.  El  futuro  parece  al  mismo  tiempo 
cautivante  y horroroso.  Es  difícil  interpretar  muchas  cosas 
que  hoy  acontecen.  Más  difícil  aún  es  responder  a los 
desafíos  que  aparecen.  Más  que  nunca  necesitamos  de  un 
buen  timonel  para  que  la  embarcación  no  viaje  a la  deriva. 
Porque , de  cualquier  modo,  "es  preciso  navegar"  (Fernando 
Pessoa).  No  es  momento  de  abandonar  la  travesía,  volver  a 
tierra  firme,  lavarse  las  manos  en  la  inocencia  y refugiarse  en 
convicciones  del  pasado,  que  no  funcionan  más. 


Decididamente,  el  cristianismo  enfrenta  nuevos  desafíos 
y tenemos  que  reconocerlo:  con  frecuencia  no  sabemos 
cómo  actuar.  Si,  en  esas  condiciones,  aparece  un  intelectual 
auténtico,  lúcido,  crítico  y comprometido  con  la  causa  de  los 
desafortunados,  es  una  gracia  de  Dios.  Un  intelectual  con 
el  coraje  de  decir  que  nada  sabe  del  futuro,  pero  al  mismo 
tiempo  con  la  capacidad  de  detectar  'señales  de  los  tiempos' 
en  el  paso  del  momento. 


Esta  colección  comprende  trabajos  de  teólogos  y biblistas,  en 
su  mayoría  de  la  nueva  generación,  que  iluminan  diversos 
aspectos  de  la  teología  y la  acción  de  José  Comblin,  teniendo 
siempre  a la  vista  los  nuevos  desafíos  para  el  cristianismo. 
Una  lectura  que  ayuda  a conocer  mejor  la  contribución  de 
ese  gran  teólogo,  quien  nos  dejó  a finales  de  marzo  de  201 1. 
Con  él  navegamos  más  seguros. 


Eduardo  Hoornaert